Quizá no te cuente sobre la Caperucita Roja,
o el Gato con Botas;
pero te platicaré refrescando memorias de niño
y hablaré todas las noches que quieras
sobre los pañuelos rojos en nuestro cuello,
o sobre los pedazos de tela roja amarrada
en nuestro brazo izquierdo.
Te contaré miles de historias cuentoverdades
sobre los niños correos de las montañas;
entre lobos y hienas por todas las veredas
que se dirigían a nuestro campamento,
para comernos mejor
y nuestros niños correos burlando los lobos
en la oscuridad de la noche,
en la profundidad de la lluvia,
en la boca del lobo
llevando nuestros correos
para otras unidades de apoyo,
para comunicarnos mejor,
para prepararnos mejor.
Nuestros niños correos entre lobos,
desde el Sicahuite a La Montañona,
de La Montañona a Patamera;
pasando por Gallinero, Portillo, Los Ranchos…
Nuestros niños descalzos sin botas,
deslizándose como gatos al viento,
entre mariposas, mosquitos y bombas;
entre fusiles y cantos de guerra.
Ya no platicaremos sobre la abuelita
que se comió el lobo;
sino sobre la abuelita que nos echaba las tortillas
(cuando teníamos maíz suficiente)
de la abuelita mamá Munda o Mamá Nona
que también burlaban los lobos
junto a todos los niños con pañuelos rojos al cuello.
Cuando nazcas hijo,
ya no habrá lobos que maten abuelitas,
tu serás un niño amigo de los lobos…
y a los lobos los criaremos en la montaña,
los dejaremos ser….
plateados o negros bellos,
salvajes aullando canción de libertad….
Los fusiles irán siendo menos necesarios,
nuestros pañuelos rojos serán una sola bandera de sangre
limpia, honesta, sencilla, arrogante de cara al sol.
Entonces los cuentos serán historias
verdad de nuestros niños;
correos, sabiduría de nuestras abuelitas tortilleras…
y quizá queriendo yo ser un niño a tu altura:
(torpemente) te hable un ratito de
la Caperucita Roja y el Gato con Botas.