Era parte de las actividades que se daban en la universidad (allá por 1956…) en cada inicio de año lectivo; es decir, que era una actividad anual; pero la preparación se hacía durante todo el año.
Eran actividades netamente estudiantiles comandadas por AGEUS (Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños). Era la única Asociación en toda la Universidad con el apoyo de Directivos y comités en todas las facultades. Con este tipo de organización, la dirección de los eventos era centralizada pero no vertical, con la garantía del poder de convocatoria que AGEUS tenía. El apoyo económico se lograba de las empresas privadas.
Habías tres actividades fuertes y bien caracterizadas al inicio de cada año lectivo: el famoso desfile bufo, la peloneada (el bautizo) de los de nuevo ingreso y la velada de la Facultad de Medicina (eran verdaderas tradiciones).
La velada era una variedad preparada por estudiantes de medicina, con pantomimas, sainetes, dramas, comedias cortas, escritos y montados por los diferentes años de la carrera(se premiaba la mejor).
Cuando se utiliza la palabra montaje se hace de la forma correcta, había creatividad en todo, a pesar de que la mayoría podrían clasificarse de “3X”. Se criticaba a docentes, autoridades y medidas universitarias con un lenguaje directo y soez pero en forma creativa y original (realmente había mucha creatividad).
El desfile bufo era público y esperado por todos los capitalinos y habían personas que viajaban del interior del país, para presenciarlo y divertirse “de lo lindo”.
El desfile salía de la Rotonda, el edificio que está frente al Hospital Rosales y el Hospital de Maternidad. Este edificio, que al fin se está terminando se reconstruir (2005) pertenece a la Facultad de Medicina.
El desfile consistía en unas cuatro o cinco cuadras de carrozas acompañadas, a pie, por alumnos disfrazados. Cada carroza era una crítica mordaz, generalmente el gobierno y sus instituciones o, a sucesos de la vida nacional.
Todos los actores eran hombres, el apoyo femenino se daba en el aporte de ideas; y, el propio día, en cuidar los detalles: maquillajes, vestuarios, disfraces, caracterizaciones.
Algunos de los motivos presentados en el desfile eran, por ejemplo: hubo un presidente que en todos sus discursos insistía en recalcar que era el “presidente de los salvadoreños”.
Pues, para el desfile se consiguió un burrito todo viejo y seco y se le puso en todo el lomo un cartel que decía “yo soy el presidente de los salvadoreños”. El burro era conducido por una persona con saco disfrazada de ministro y escoltada por “soldados”.
Había carrozas de “Reinas del Gueveyo”. Los de a pie iban disfrazados de indigentes, pordioseros, prostitutas, afeminados, todas las lacras sociales del país.
También, una vez, salieron cachiporristas, porque hubo un gobierno que gastó un dineral en traer un grupo de cachiporristas de Estados Unidos.
En lo personal tengo un recuerdo imborrable de una carroza en nada ofensiva, malcriada pero muy original; el año que se inauguró el Hotel de Montaña en el Cerro Verde, el Volcán de Izalco, reconocido como “el faro de la América Central”, cesó sus erupciones, que por años y años había mantenido a intervalos de 30 a 40 minutos como máximo. Era un maravilloso espectáculo y el Hotel, por su ubicación, hubiera sido famoso.
Ese acontecimiento dio vida, a una carroza en la mente estudiantil: en la plataforma de un camión de 8-10 toneladas, aproximadamente 5-6 metros de largo se dibujo el volcán apagado y casi sobre la cabina, se simulo el Hotel. Del cráter apagado del volcán salía un enorme brazo que se estiraba hasta llegar a poner la mano frente del Hotel. La mano estaba haciendo esa señal tan propia de los salvadoreños, cuando negamos con burla una cosa: ¡maa! Pero en la carroza, la mano lo decía todo, no llevaba el ¡maa!.