“Las ideas, las culturas y las historias no se pueden entender ni estudiar seriamente sin estudiar al mismo tiempo su fuerza o, para ser más precisos, sus configuraciones de poder”. Orientalismo (2008 [1978]: 25).
Said fue un lingüista, crítico literario y ensayista palestino-estadounidense; se desempeñó como profesor de literatura inglesa en la Universidad de Columbia en Nueva York. Evidencia dos aspectos de las culturas coloniales: el conflicto ―su violencia simbólica (“su fuerza”)―, y la interdependencia; es decir, que involucran a dos actores, el colonizador y el colonizado (“sus configuraciones de poder”).
Conceptualicemos la cultura. En Cultura e imperialismo, Said propone dos dimensiones. Primero, se trata de “todas aquellas prácticas, como las artes de la descripción, la comunicación y la representación, que poseen relativa autonomía dentro de las esferas de lo económico, lo social y lo político, que muchas veces existen en forma estética y cuyo principal objetivo es el placer” (2004 [1993]: 12).
Segundo, el término designa todo aquello que incluya “un elemento de refinada elevación” (2004 [1993]: 13), percibidas como superiores a los del otro. La cultura se vuelve así más política e ideológica: “Leemos a Dante Alighieri o a William Shakespeare para poder seguir en contacto con lo mejor que se ha conocido y pensado, y también para vernos, a nosotros mismos, a nuestro pueblo, a nuestra tradición, bajo las mejores luces. Con el tiempo, la cultura llega a asociarse, a veces de manera agresiva, con la nación o el Estado” (2004 [1993]: 14).
El hecho colonial y su legado son el objeto de investigación de los estudios poscoloniales, tradición intelectual en la que se inscribe Said. Plantean que la dominación colonial no fue solamente política, económica y militar, sino también estética e ideológica. Para ello, se apoyan en las ciencias humanas y sociales cuyas herramientas intelectuales permiten investigar fenómenos de dominación cultural: antropología, historia, etnología, lingüística, sociología, análisis literario.
La publicación en 1978 de Orientalismo fue un parteaguas para el desarrollo de los estudios poscoloniales. Analiza la construcción por el Occidente de la categoría Oriente en las artes y las ciencias. Cultura e imperialismo, publicado en 1993, abarca la resistencia al hombre blanco: “Nunca se dio el caso de que un activo agente occidental tropezase con un nativo no occidental débil o del todo inerte: existió siempre algún tipo de resistencia activa, y, en una abrumadora mayoría de los casos, la resistencia finalmente triunfó.” (2004 [1993]: 12)
Así, ¿cómo se conformó la resistencia al colonialismo en el ámbito cultural? En términos estéticos, contradijo las representaciones del Occidente producidas por la literatura occidental. En términos ideológicos, propuso una redefinición del poder–saber histórico elaborado por el Occidente. Para investigar ello, el presente ensayo se apoya en el esquema conceptual de Said, así como fuentes primarias contemporáneas.
Resistencia estética: un conflicto de representaciones del Oriente.
El Oriente en la literatura occidental: entre exotismo y normatividad.
Las novelas occidentales representan al Oriente de manera normativa, mediante “tareas de análisis y valoración”, e idealizada, “para satisfacción de audiencias europeas y norteamericanas con gustos exóticos” (2004 [1993]: 20). La historia y las relaciones internacionales obedecen entonces a una perpetua sumisión del Oriente al Occidente. El Oriente no tiene historia, no tiene singularidad; sólo el Occidente puede darle coherencia.
Un ejemplo es la novela Nostromo del escritor inglés Joseph Conrad. La intriga tiene por telón de fondo el Costaguana, un país ficticio de América Latina. Charles Gould, un inglés heredero de la mina de plata de San Tomé, trata de mantener su empresa a flote a pesar de las vicisitudes de la vida política local. Debido a esta constante inestabilidad por una parte, y a los ricos recursos naturales por otra parte, la injerencia del Occidente en los asuntos interiores del Costaguana es una fatalidad histórica. Como lo expresa Holroyd, el financiero estadounidense de Charles Gould:
Nosotros sabemos quedarnos en casa cuando llueve. […] Manejaremos los negocios del mundo entero, quiéralo éste o no. El mundo no puede evitarlo… y nosotros tampoco, a lo que imagino. (Conrad, 2005 [1904]: 76)
Este esquema de dominación se reproduce al nivel de las relaciones interpersonales. En El Inmoralista de André Gide, Michel, el personaje principal, cae gravemente enfermo durante su luna de miel en Argelia. La contemplación dominadora de los muchachos jóvenes a su alrededor le devuelve fuerza y vigor. Como lo resume Said, paradójicamente, “la experiencia del más fuerte [se superpone] a la del más débil, experiencia que también, extrañamente, depende de este último.” (2004 [1993]: 300)
Esta literatura también satisface el gusto del lectorado occidental por el exotismo. Las sociedades tienen principios de organización arcaicos y creencias y costumbres primitivas. El indígena es, además, vago e irracional. Su compañía y el entorno geográfico son agradables, aunque impliquen renunciar a los estándares de la civilización.
Esta tierra de voluptuosidad satisface, pero no sosiega el deseo, y toda satisfacción lo exalta. […] En el momento de volverme a dormir al hotel, me acordé de un grupo de árabes acostados al aire libre, sobre las esteras de un pequeño café. Me fui a dormir pegado a ellos. Regresé cubierto de parásitos. (Gide, 1948 [1902]: 85-86)
El Oriente en la literatura oriental: una reconstrucción de la historia.
Los escritores de la literatura poscolonial procuraron reescribir y reinterpretar la historia. Al respecto, la novela El corazón de las tinieblas de Conrad narra la búsqueda por un oficial de la marina mercante británico de un coleccionista de marfil desaparecido. Tal emprendimiento se presenta como un distanciamiento progresivo de la civilización hacia tierras cada vez más primitivas. He aquí las primeras líneas:
Anclada y sin que hubieran ondeado las velas, la goleta Nellie se meció ligeramente antes de quedar otra vez en reposo. Había subido la marea, el viento apenas soplaba y, dado que el destino de la goleta era navegar río abajo, sólo nos quedaba permanecer en puerto y esperar al reflujo de las aguas. (Conrad, 2014 [1899]: 11)
El escritor keniano Ngũgĩ wa Thiong’o, quien estudió la obra de Conrad cuando era estudiante en la Universidad de Leeds, revisita El corazón de las tinieblas en The River Between. He aquí, a modo de comparación, las primeras líneas:
The river was called Honia, which meant cure, or bring-back-to-life. Honia river never dried: it seemed to possess a strong will to live, scorning droughts or weather changes. And it went on in the same very way, never hurrying, never hesitating. People saw this and they were happy. (Ngũgĩ, 1966: 1)
Al contrario de las exageraciones de Conrad, el estilo de Ngũgĩ es particularmente sobrio. Además, la narrativa reintegra a África y a los africanos en su singularidad: mientras que Conrad evoca la nave de los europeos, Ngũgĩ insiste en el río y su importancia en la vida de los autóctonos.
Frente a las representaciones idealizadas y despreciativas del Oriente que producen los escritores occidentales, los escritores orientales se comprometieron pues a reconstruir la realidad. Dicho ello, Edward Said escribe: “No creo que los escritores estén mecánicamente determinados por la ideología, la clase o la historia económica, pero sí creo que pertenecen en gran medida a la historia de sus sociedades, y son modelados y modelan tal historia y experiencia social en diferentes grados.” (2004 [1993]: 26) Cambiemos pues el nivel de análisis e indaguemos, en un marco más amplio y más político, las ideologías que sostienen la dominación colonial.
Resistencia ideológica: un conflicto de saberes coloniales.
Un saber-poder al servicio de la dominación colonial.
Un esquema de saber-poder (Foucault, 2008 [1969]), que Foucault aplica al ámbito carcelario en Vigilar y castigar (2018) [1975], también se produce en el caso de la dominación colonial. Hay una interdependencia entre el poder colonial (político, económico y militar) y la producción de un saber que esencializa el colonizado en un estatus de inferioridad.
Así, el saber colonial plantea la imposibilidad estructural de la independencia. Primero, las distintas comunidades son incapaces de entenderse. En Pasaje a la India (2018) [1924], novela que pone en escena las luchas independentistas en la India de los años 1920, Edward Morgan Forster caracteriza así la desunión de los distintos grupos religiosos:
Hamidullah había pasado a visitarle de camino para un fastidioso Comité de Notables, de tendencia nacionalista, en el que hindúes, musulmanes, dos sikhs, dos parsis, un jainí y un cristiano nativo trataban de confraternizar más allá del impulso de sus tendencias naturales.
Además, el colonizador se niega a considerar la sinceridad y la autenticidad del nacionalismo. Lo percibe como motivado por los intereses de los líderes, como lo expone el historiador Anil Seal (1968) en el caso de la India. A nivel psicológico, según el psicoanalista Octave Mannoni en Psicología de la colonización [Psychologie de la colonisation] (1950), los colonizados postulan y piden su sumisión.
La construcción de un saber anticolonial: la sistematización de la resistencia.
Said destaca que entre las dos guerras mundiales, la resistencia a la colonización no siempre tuvo la forma de un anti-occidentalismo. Algunos líderes hasta consideraron que se podía aprovechar ciertos aspectos de la cultura occidental en la lucha contra el colonialismo. Por ejemplo, Hồ Chí Minh aconsejó a las futuras élites que estudiaran en el extranjero y regresaran para ayudar a la nación.
La Segunda Guerra Mundial fue un parteaguas. Las potencias coloniales siguieron ignorando las reivindicaciones de los colonizados, así fortaleciendo la resistencia. Para usar el término de Jean-Paul Sartre, ya que el colonialismo formaba un sistema, la resistencia se volvió “sistémica”, es decir, que el hecho colonial no era el resultado aleatorio de una suma de acciones individuales, sino un sistema dotado de su coherencia propia. “El sistema existe y funciona; el círculo infernal del colonialismo es una realidad.” (Sartre, 1965 [1964]: 33) En Los condenados de la tierra, Frantz Fanon desmiente la idea de que el colonizador habría traído la modernidad a las colonias.
Las naciones europeas se regodean en la opulencia más ostentosa. Esta opulencia europea es literalmente escandalosa porque ha sido construida sobre las espaldas de los esclavos, se ha alimentado de la sangre de los esclavos, viene directamente del suelo y del subsuelo de ese mundo subdesarrollado. El bienestar y el progreso de Europa han sido construidos con el sudor y los cadáveres de los negros, los árabes, los indios y los amarillos. (Fanon, 2002 [1961]: 58)
En paralelo, los movimientos de oposición se reivindicaron de la larga tradición de resistencia al colonizador. Tal fue el caso del Front de Libération Nationale argelino. Evocó la memoria del jefe militar Abd el-Kader, quien resistió a los cuerpos expedicionarios franceses durante la colonización de Argelia (1832-1847).
Conclusión.
Con el esquema conceptual de Edward Said, podemos pensar la resistencia al colonialismo como la construcción de una representación del Oriente y de un saber acerca del hecho colonial alternativos a los producidos por el Occidente. Finalmente, cabe mencionar dos críticas principales que se han hecho a este esquema. La primera es, paradójicamente, la tendencia a la esencialización del Oriente y del Occidente en discursos totalizantes. La segunda es la conceptualización de la cultura como un todo, sin distinguir por ejemplo la representación del Oriente en la cultura popular y en la producción universitaria.
Referencias.
Conrad, Joseph, 2014 [1899], El corazón de las tinieblas, México, D.F., Sexto Piso.
———, 2005 [1904], Nostromo, Barcelona, Laertes.
Fanon, Frantz, 2002 [1961], Los condenados de la tierra, México, D.F., Fondo de Cultura Económica.
Forster, Edward Morgan, 2018 [1924], Pasaje a la India, Madrid, Alianza Editorial.
Foucault, Michel, 2008 [1969], La arqueología del saber, México, D.F., Siglo XXI.
———, 2018 [1975], Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión, México, D.F., Siglo XXI.
Gide, André, 1948 [1902], El inmoralista, Buenos Aires, Argos.
Mannoni, Octave, 1950, Psychologie de la colonisation, París, Seuil.
Ngũgĩ wa Thiong’o, 1966, The River Between, Portsmouth, Heinemann.
Said, Edward, 2008 [1978], Orientalismo, Barcelona, Debolsillo.
———, 2004 [1993], Cultura e imperialismo, Barcelona, Anagrama.
Sartre, Jean-Paul, 1965 [1964], Colonialismo y neocolonialismo. Situations V., Buenos Aires, Losada.
Seal, Anil (1968), The Emergence of Indian Nationalism: Competition and Collaboration in the Later Nineteenth Century, Cambridge, Cambridge University Press.