Hay una vieja canción del desaparecido astro mexicano de la canción, José José, que decía así: “Porque nada es para siempre que hasta la belleza cansa, el amor acaba…”. Era una profunda reflexión sobre cómo el amor o la pasión más intensa se pueden volver rutina y terminar rompiéndose la relación.
Pensaba en esa canción tras los resultados del 28 de febrero pasado. La política suele ser así… nada es para siempre. Y esa lección es para ganadores y perdedores de los últimos comicios. El votante es exigente, demandante y aunque muchas veces no parece tener memoria, tarde o temprano pasa factura.
Cuando uno ve la ilusión y la esperanza que en este pueblo generaron las hoy fuerzas políticas minoritarias en su momento y lo compara con el desencanto (y el castigo) del 28 de febrero, es como una pareja enamorada que después de un tiempo acaba rompiendo ante la desilusión y la conducta del otro (o de ambos en este caso). ARENA y el FMLN han pasado del cielo al suelo en menos de una generación y hay múltiples causas para eso, pero quiero subrayar una especialmente: nunca aceptaron sus errores.
Cada vez que desde los medios de comunicación se les señaló, se les criticó, se justificaron, se protegieron, nos atacaron y hasta nos persiguieron. ¿Quizás por eso hoy se sigue atacando al mensajero con esa vehemencia tan particular? Pero el tiempo tiene grietas, como dice la misma canción, porque grietas tiene el alma…Si Nuevas Ideas quiere gobernar sin cometer los errores de “los mismos de siempre”, debe aprender de esos errores para no repetirlos y eso incluye escuchar críticas, sin soberbia, sin proteger a los malos elementos, actuar con responsabilidad y corregir los fallos que seguramente tendrán. ¿Podrán? La gente se harta muy rápido y exige. El amor acaba.