Realizan en UES conversatorio sobre la Negritud en El Salvador

SAN SALVADOR, 30 de mayo de 2025 (SIEP) Una conversación sobre la esclavitud y la resistencia negra en El Salvador es siempre subversiva, porque desafía los esquemas de  la ideología oligárquica que sostiene la idea que aquí no existen los negros.

Este es el desafío que asume el Movimiento Cultural Salvadoreño Prometeo Liberado, al invitar al investigador afrodescendiente Yohalmo Cabrera, de Atiquizaya, para que nos  hable sobre la novela Cafetos en Flor (1947) de Miguel Ángel Ibarra.

Inició Cabrera señalando que “en El Salvador el grupo hegemónico dominante promueve la idea del salvadoreño como producto exclusivo del mestizaje entre indígenas y españoles, como si fuéramos un país de blancos, la Argentina de Centroamérica…”

Debemos decir que nuestra población afrodescendiente es de las más pobres y más sufridas; que habita en un Estado racista que abiertamente niega su existencia, y proclama que no hubo esclavos africanos.

Incluso en 2005, el canciller de nuestro país envió una carta a las Naciones Unidas, en las que se atrevió a afirmar que en El Salvador todos somos iguales y no existe la discriminación racial porque no hay negros y por tanto no existe el racismo.

Fíjense que yo soy graduado de la Ciudad Normal, en Bachillerato Pedagógico,  y luego estudie Derecho en esta universidad, y jamás, jamás tocaron este tema de la esclavitud africana, jamás me enseñaron acerca de esta historia…siempre la han ocultado, sea de manera consciente o inconsciente.

Yo adquirí conciencia de mi identidad afrodescendiente por medio de mi padre, mi papá era herrero, y yo fui herrero, un oficio vinculado a la esclavitud, mi papa era panune, de una etnia africana que se origina en Sene-Zambia…

La academia salvadoreña oculta y niega el tema de la identidad  afro-descendiente, pero los esclavos negros vinieron con Pedro de Alvarado, que fue un esclavista autorizado por el Estado colonial para el tráfico de esclavos.

Lo afrodescendiente significa remembranza del saqueo y discriminación del que fuimos víctimas, y que sigue existiendo.  El estado salvadoreño es racista, entre otras cosas, porque niega la existencia de una población determinada, los afrodescendientes.

La novela Cafetos en Flor de Miguel Ángel Abarca, es la novela olvidada de 1932. Abarca es el primer escritor afrodescendiente, el se llama a si mismo afroamericano. La obra es un testimonio histórico de Atiquizaya, de la negritud de una población…

Pero a la vez, en su calidad de miembro del Socorro Rojo y del Partido Comunista, PCS,  nos habla sobre la participación de los negros en la insurrección, allá en Nahuizalco, rompe con el esquema de insurrección indígena y le da otras tonalidades, nuevos matices…incluso habla Abarca de asambleas inter-étnicas, de negros e indígenas…

En El Salvador la mayoría de nosotros, en el marco de un mestizaje tremendo, intenso, tenemos de las tres raíces: indígena, negra y europea. En el caso de lo afrodescendiente, las rutas fueron dispersas, tanto de africanos esclavos como d africanos libres, lo que no permitió las concentraciones, como en los demás países centroamericanos.  Y luego la esclavitud estuvo vinculada al cultivo del añil.

Finalmente, Cabrera concluyó refiriéndose a una de las más grandes rebeliones de negros en nuestro país, que sucedió en 1624, en San Vicente y es conocida como “el cimarrón del marquesado.  Como afrodescendientes nos originamos en la América invadida…”

Dejar una respuesta