Los 86 años del Partido Comunista de El Salvador

Los 86 años del Partido Comunista de El Salvador
abril 06, 2016 Voces Comentar
Publicado en: Actualidad, Contracorriente – Dagoberto Gutiérrez, Nacionales, Voces Ciudadanas

Dagoberto Gutiérrez

A las 8 de la mañana del domingo 3 de abril, empezaron a llegar grupos de jóvenes que entre risas y abrazos parecían saber que es lo que iba a ocurrir en el Teatro de Cámara Municipal “Roque Dalton” en San Salvador.

Las puertas estaban abiertas, la musica resonaba en el escenario, suave y cadenciosa, una manta grande con el nombre de Partido Comunista de El Salvador y retratos de Marx, Engels, Lenin, Farabundo Martí, coronaban ese escenario. En el exterior se instalaban ventas de libros, adornos y otras cosas de ocasión, mientras el café y el pan empezaba a circular. La mañana era radiante y el sol lleno de cortesía no calcinaba todavía.

El Partido Comunista de El Salvador celebraba sus 86 años de existir, luchar en diversos terrenos, resistir y promover. Los que en marzo de 1930 lo fundaron a orillas del Lago de Ilopango, probablemente no esperaban que la nutrición ideológica y política de la creatura que surgió ese domingo, en esa reunión de obreros, artesanos e intelectuales, tuviera tanto vigor y llegara a ser tan necesario.

El PCS ha recorrido diversos territorios, empezando por la fugaz y peligrosa legalidad en las elecciones que el dictador Maximiliano Hernández Martínez convocó en el año 31 del siglo pasado. Luego vinieron largos años de represión hasta que en 1950, en los turbulentos acontecimientos de esa década, nuevamente el Partido Comunista emerge buscando comunicación con las masas. Estos fueron años de desarrollo del trabajo en el seno del movimiento sindical, hasta que a finales de esa década, en 1959, al triunfar la revolución cubana, el pueblo es cruzado en su ánimo, voluntad y pensamiento por un huracán de entusiasmo y resistencia que esta revolución expandió.

Estos años fueron espacios encendidos de lucha de masas, de organización, movilización y también de áspera y ruda clandestinidad que en ningún momento impidió el trabajo político del PCS.

El ambiente social con sus llamas, sus cruces de pensamiento y acción, crearon las condiciones para que en 1969, el Partido sufriera la única división de su historia, de resultas de la cual fueron creadas diferentes organizaciones populares. Al final de esta década viene la guerra con Honduras y el Partido apoya la lucha contra la cúpula militarista del gobierno hondureño, que estaba masacrando a miles de migrantes salvadoreños radicados en Honduras.

En este década del 60 estalla la primera huelga nacional de maestros, dirigida por Andes 21 de Junio, y el Partido Comunista fue un destacamento infaltable en esta gesta histórica. Un año anterior, en 1967, el Partido es fuerza fundamental en la campaña electoral del Partido Acción Renovadora (PAR), que movilizó y organizó a miles y miles de salvadoreños.

La década de los años 70, que es como una bisagra histórica, fue el escenario del ensanchamiento de las fuerzas revolucionarias y la lucha armada aparece como una de las formas políticas de resistir a la dictadura militar de derecha, establecida en 1932. En esta década se fundamentan las condiciones ideológicas y políticas de las que surgirá la guerra en su forma de lucha armada, y ya en los años 80, la guerra aparece como lucha armada generalizada.

Es en estos años donde el pueblo, a través de sus organizaciones, construye su obra maestra: la alianza política llamada Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que dirigiría la guerra del pueblo contra sus opresores durante 20 años.

El Partido y la Juventud Comunista remontaron esta máxima prueba con un alto costo de sangre y de vidas preciosas, pero al final, el PCS está política, ideológica y socialmente fortalecido y transformado.

Este momento histórico de cruce de caminos resulta caro y oscuro para un partido que había resistido con éxito décadas de represión y aislamiento y que había remontado con éxito la más sangrienta guerra de nuestra historia, al final de la cual se extingue el acuerdo político entre las distintas fuerzas y sobreviene el dilema histórico de incorporarse al sistema político pero saliendo de la sociedad. Es en este momento cuando este sujeto histórico sufre un quebranto en su existencia y aparentemente es apartado de la lucha política en nombre de un supuesto y nuevo actor destinado a circular en las cañerías ideológicas del mismo régimen.

Han pasado 25 años de un periodo amargo y oscuro para el pueblo y resurge la necesidad de un instrumento político que construya junto con el pueblo la luz del entendimiento necesaria, que construya los caminos que hay que recorrer, que proponga las formas que las luchas deben y tienen que adoptar, que convoque a los hombres y mujeres con voluntad para resistir y que finalmente lleve al pueblo a nuevos estadios de lucha contra la actual dictadura del mercado neoliberal, de su gobierno lacayo y de los nuevos esbirros.

El pueblo colmó las instalaciones del Teatro de Cámara y adultos, jóvenes, hombres y mujeres, permanecieron atentos y entusiasmados ante el mensaje que un Partido Comunista resistente expresó toda la mañana. Este pueblo buscaba respuestas y también preguntas, buscaba caminos y soluciones históricas para que puedan convertirse en soluciones puntuales a problemas puntuales.

A los 86 años, el Partido expresa un amorío entre una larga experiencia histórica y un entusiasmo juvenil para acometer lo que el momento requiere, y así, los acordes de la Internacional se cruzaron con las notas y cánticos de la resistencia actual, y aquel Partido que estuvo en la base organizativa del levantamiento de 1932, que fue diezmado por la matanza, aparece con vigor, con pensamiento fresco y resistente. El pueblo que nutre los sueños y las utopías, que necesita un instrumento real para las luchas actuales, necesita como nunca antes a un Partido Comunista popular, revolucionario, anti-capitalista, participativo y constructor del socialismo necesario y oportuno.

La fiesta del domingo 3 de abril debe continuar y necesita ensancharse para que sus luces no se apaguen nunca y la sangre de los mártires siga alumbrando los caminos llenos de redención de todos aquellos y aquellas que murieron en la tortura, que desaparecieron sin nombre, que cayeron con el fusil en la mano. Para todos ellos, esta fiesta es parte del homenaje necesario y perenne que construimos con nuestra lucha.

AEP presenta el 14 de abril en UES libro de Roberto Pineda

AEP presenta el 14 de abril en UES libro de Roberto Pineda

SAN SALVADOR, 5 de abril de 2016 (SIEP) “Como Asociación de Estudiantes de Periodismo, AEP, de la Universidad de El Salvador reivindicamos el rescate de la memoria histórica de los sectores populares y revolucionarios de nuestra Patria.”
“Y es en este espíritu que realizaremos el próximo 14 de abril el conversatorio y presentación del libro Ideas emancipatorias y tradiciones de lucha de nuestro compañero Roberto Pineda…” agregaron dirigentes de AEP.
Indicaron que con este esfuerzo se contribuye “a conocer la historia de esta formación política, el PCS, que durante 65 años luchó incansablemente por la democracia y el socialismo en El salvador.”
Por su parte Roberto Pineda manifestó que “es para mí un gran honor la presentación de este libro en la UES y organizado por la AEP, y en el marco de las celebraciones del 86 aniversario de fundación del Partido de Farabundo Martí y Schafik Handal, del partido de Fidelina Raimundo y Julia Mujica.”

Ilusiones progresistas devoradas por la crisis. América Latina a la hora del lumpencapitalismo

“Ilusiones progresistas devoradas por la crisis. América Latina a la hora del lumpencapitalismo”: Jorge Beinstein
04/04/2016

La coyuntura global está marcada por una crisis deflacionaria motorizada por las grandes potencias. La caída de los precios de las commodities, cuyo aspecto más llamativo fue desde mediados del 2014 la de las cotizaciones del petróleo, descubre el desinfle de la demanda internacional mientras tanto se estanca la ola financiera, muleta estratégica del sistema durante las últimas cuatro décadas.
La crisis de la financierización de la economía mundial va ingresando de manera zigzageante en un zona de depresión, las principales economías capitalistas tradicionales crecen poco o nada1 y China se desacelera rápidamente. Frente a ello Occidente despliega su último recurso: el aparato de intervención militar integrando componentes armadas profesionales y mercenarias, mediáticas y mafiosas articuladas como “Guerra de Cuarta Generación” destinada a destruir sociedades periféricas para convertirlas en zonas de saqueos. Es la radicalización de un fenómeno de larga duración de decadencia sistémica donde el parasitismo financiero y militar se fue convirtiendo en el centro hegemónico de Occidente.

No presenciamos la “recomposición” política-económica-militar del sistema como lo fue la reconversión keynesiana (militarizada) de los años 1940 y 1950 sino su degradación general. La mutación parasitaria del capitalismo lo convierte en un sistema de destrucción de fuerzas productivas, del medio ambiente, y de estructuras institucionales donde las viejas burguesías se van transformando en círculos de bandidos, novedoso encumbramiento planetario de lumpenburguesías centrales y periféricas.

La declinación del progresismo

Inmersa en este mundo se despliega la coyuntura latinoamericana donde convergen dos hechos notables: la declinación de las experiencias progresistas y la prolongada degradación del neoliberalismo que las precedió y las acompaño desde países que no entraron en esa corriente de la que ahora ese neoliberalismo degradado aparece como el sucesor.

Los progresismos latinoamericanos se instalaron sobre la base de los desgastes y en ciertos casos de las crisis de los regímenes neoliberales y cuando llegaron al gobierno los buenos precios internacionales de las materias primas sumados a políticas de expansión de los mercados internos les permitieron recomponer la gobernabilidad.

El ascenso progresista se apoyó en dos impotencias; la de la derechas que no podían asegurar la gobernabilidad, colapsadas en algunos casos (Bolivia en 2005, Argentina en 2001-2002, Ecuador en 2006, Venezuela en 1998) o sumamente deterioradas en otros (Brasil, Uruguay, Paraguay) y la impotencia de las bases populares que derrocaron gobiernos, desgastaron regímenes pero que incluso en los procesos más radicalizados no pudieron imponer revoluciones, transformaciones que fueran más allá de la reproducción de las estructuras de dominación existentes.

En los casos de Bolivia y Venezuela los discursos revolucionarios acompañaron prácticas reformistas plagadas de contradicciones, se anunciaban grandes transformaciones pero las iniciativas se embrollaban en infinitas idas y venidas, amagos, desaceleraciones “realistas” y otras astucias que expresaban el temor profundo a saltar las vallas del capitalismo. Ello no solo posibilitó la recomposición de las derechas sino también la proliferación a nivel estatal de podredumbres de todo tipo, grandes corrupciones y pequeñas corruptelas.

Venezuela aparece como el caso más evidente de mezcla de discursos revolucionarios, desorden operativo, transformaciones a medio camino y autobloqueos ideológicos conservadores. No se consiguió encaminar la transición revolucionaria proclamada (más bien todo lo contrario) aunque si se logró caotizar el funcionamiento de un capitalismo estigmatizado pero de pié, obviamente los Estados Unidos promueven y aprovechan esa situación para avanzar en su estrategia de reconquista del país. El resultado es una recesión cada vez más grave, una inflación descontrolada, importaciones fraudulentas masivas que agravan la escasez de productos y la evasión de divisas que marcan a una economía en crisis aguda2.

En Brasil el zigzagueo entre un neoliberalismo “social” y un keynesianismo light casi irreconocible fue reduciendo el espacio de poder de un progresismo que desbordaba fanfarronería “realista” (incluida su astuta aceptación de la hegemonía de los grupos económicos dominantes). La dependencia de las exportaciones de commodities y el sometimiento a un sistema financiero local transnacionalizado terminaron por bloquear la expansión económica, finalmente la combinación de la caída de los precios internacionales de las materias primas y la exacerbación del pillaje financiero precipitaron una recesión que fue generando una crisis política sobre la que empezaron a cabalgar los promotores de un “golpe blando” ejecutado por la derecha local y monitoreado por los Estados Unidos.

En Argentina el “golpe blando” se produjo protegido por una máscara electoral forjada por una manipulación mediática desmesurada, el progresismo kirchnerista en su última etapa había conseguido evitar la recesión aunque con un crecimiento económico anémico sostenido por un fomento del mercado interno respetuoso del poder económico. También fue respetada la mafia judicial que junto a la mafia mediática lo acosaron hasta desplazarlo políticamente en medio de una ola de histeria reaccionaria de las clases altas y del grueso de las clases medias.

En Bolivia Evo Morales sufrió su primera derrota política significativa en el referendum sobre reelección presidencial, su llegada al gobierno marcó el ascenso de las bases sociales sumergidas por el viejo sistema racista colonial. Pero la mezcla híbrida de proclamas antiimperialistas, postcapitalistas e indigenistas con la persistencia del modelo minero-extractivista de deterioro ambiental y de comunidades rurales y del burocratismo estatal generador de corrupción y autoritarismo terminaron por diluir el discurso del “socialismo comunitario”. Quedó así abierto el espacio para la recomposición de las elites económicas y la movilización revanchista de las clases altas y su séquito de clases medias penetrando en un vasto abanico social desconcertado.

Ahora las derechas latinoamericanas van ocupando las posiciones perdidas y consolidan las preservadas, pero ya no son aquellas viejas camarillas neoliberales optimistas de los años 1990, han ido mutando a través de un complejo proceso económico, social y cultural que las ha convertido en componentes de lumpenburguesías nihilistas embarcadas en la ola global del capitalismo parasitario.
Grupos industriales o de agrobusiness fueron combinando sus inversiones tradicionales con otras más rentables pero también más volátiles: aventuras especulativas, negocios ilegales de todo tipo (desde el narco hasta operaciones inmobiliarias opacas pasando por fraudes comerciales y fiscales y otros emprendimientos turbios) convergiendo con “inversiones” saqueadoras provenientes del exterior como la megaminería o las rapiñas financieras.

Dicha mutación tiene lejanos antecedentes locales y globales, variantes nacionales y dinámicas específicas, pero todas tienden hacia una configuración basada en el predominio de elites económicas sesgadas por la “cultura financiera-depredadora” (cortoplacismo, desarraigo territorial, eliminación de fronteras entre legalidad e ilegalidad, manipulación de redes de negocios con una visión más próxima al videojuego que a la gestión productiva y otras características propias del globalismo mafioso) que disponen del control mediático como instrumento esencial de dominación rodeándose de satélites políticos, judiciales, sindicales, policiales-militares, etc.

¿Restauraciones conservadoras o instauraciones de neofascismos coloniales?

Por lo general el progresismo califica a sus derrotas o amenazas de derrotas como victorias o peligros de regreso del pasado neoliberal, también suele utilizarse el término “restauración conservadora”, pero ocurre que esos fenómenos son sumamente innovadores, tienen muy poco de “conservadores”.

Cuando evaluamos a personajes como Aecio Neves, Maurico Macri o Henrique Capriles no encontramos a jefes autoritarios de elites oligárquicas estables sino a personajes completamente inescrupulosos, sumamente ignorantes de las tradiciones burguesas de sus países (incluso en ciertos casos con miradas despreciativas hacia las mismas), aparecen como una suerte de mafiosos entre primitivos y posmodernos encabezando políticamente a grupos de negocios cuya norma principal es la de no respetar ninguna norma (en la medida de lo posible).

Otro aspecto importante de la coyuntura es el de la irrupción de movilizaciones ultra-reaccionarias de gran dimensión donde las clases medias ocupan un lugar central. Los gobiernos progresistas suponían que la bonanza económica facilitaría la captura política de esos sectores sociales pero ocurrió lo contrario: las capas medias se derechizaban mientras ascendían económicamente, miraban con desprecio a los de abajo y asumían como propios los delirios neofascistas de los de arriba. El fenómeno sincroniza con tendencias neofascistas ascendentes en Occidente, desde Ucrania hasta los Estados Unidos pasando por Alemania, Francia, Hungría, etc., expresión cultural del neoliberalismo decadente, pesimista, de un capitalismo nihilista ingresando en su etapa de reproducción ampliada negativa donde el apartheid aparece como la tabla de salvación.

Pero este neofascismo latinoamericano incluye también la reaparición de viejas raíces racistas y segregacionistas que habían quedado tapadas por las crisis de gobernabilidad de los gobiernos neoliberales, la irrupción de protestas populares y las primaveras progresistas. Sobrevivieron a la tempestad y en varios casos resurgieron incluso antes del comienzo de la declinación del progresismo como en Argentina el egoísmo social de la época de Menem o el gorilismo racista anterior, en Bolivia el desprecio al indio y en casi todos los casos recuperando restos del anticomunismo de la época de la Guerra Fría. Supervivencias del pasado, latencias siniestras ahora mezcladas con las nuevas modas.

Una observación importante es que el fenómeno asume características de tipo “contrarrevolucionario”, apuntando hacia una política de tierra arrasada, de extirpación del enemigo progresista, es lo que se ve actualmente en Argentina o lo que promete la derecha en Venezuela o Brasil, la blandura del contrincante, sus miedos y vacilaciones excitan la ferocidad reaccionaria. Refiriéndose a la victoria del fascismo en Italia Ignazio Silone la definía como una contrarrevolución que había operado de manera preventiva contra una amenaza revolucionaria inexistente3. Esa no existencia real de amenaza o de proceso revolucionario en marcha, de avalancha popular contra estructuras decisivas del sistema desmoronándose o quebradas, envalentona (otorga sensación de impunidad) a las elites y su base social.

La marea contrarrevolucionaria es uno de los resultados posibles de la descomposición del sistema imponiendo de manera exitosa en algunos casos del pasado proyectos de recomposición elitista, en el caso latinoamericano expresa descomposición capitalista sin recomposición a la vista.

Si el progresismo fue la superación fracasada del fracaso neoliberal, este neofascismo subdesarrollado exacerba ambos fracasos inaugurando una era de duración incierta de contracción económica y desintegración social. Basta ver lo ocurrido en Argentina con la llegada de Macri a la presidencia: en unas pocas semanas el país pasó de un crecimiento débil a una recesión que se va agravando rápidamente producto de un gigantesco pillaje, no es difícil imaginar lo que puede ocurrir en Brasil o en Venezuela que ya están en recesión si la derecha conquista el poder político.

La caída de los precios de las commodities y su creciente volatilidad, que la prolongación de la crisis global seguramente agravará, han sido causas importantes del fracaso progresista y aparecen como bloqueos irreversibles de los proyectos de reconversión elitista-exportadora medianamente estables. Las victorias derechistas tienden a instaurar economías funcionando a baja intensidad, con mercados internos contraídos e inestables, eso significa que la supervivencia de esos sistemas de poder dependerá de factores que las mafias gobernantes pretenderán controlar.
En primer término el descontento de la mayor parte de la población aplicando dosis variables de represión, legal e ilegal, embrutecimiento mediático, corrupción de dirigentes y degradación moral de las clases bajas. Se trata de instrumentos que la propia crisis y la combatividad popular pueden inutilizar, en ese caso el fantasma de la revuelta social puede convertirse en amenaza real.

La estrategia imperial

Los Estados Unidos desarrollan una estrategia de reconquista de América Latina aplicándola de manera sistemática y flexible. El golpe blando en Honduras fue el puntapié inicial al que le siguió el golpe en Paraguay y un conjunto de acciones desestabilizadoras, algunas muy agresivas, de variado éxito que fueron avanzando al ritmo de las urgencias imperiales y del desgaste de los gobiernos progresistas. En varios casos las agresiones más o menos abiertas o intensas se combinaron con buenos modales que intentaban vencer sin violencias militar o económica o sumando dosis menores de las mismas con operaciones domesticadoras.

Donde no funcionaba eficazmente la agresión empezó a ser practicado el ablande moral, se implementaron paquetes persuasivos de configuración variable combinando penetración, cooptación, presión, premios y otras formas retorcidas de ataque psicológico-político.

El resultado de ese despliegue complejo es una situación paradojal: mientras los Estados Unidos retroceden a nivel global en términos económicos y geopolíticos, van reconquistando paso a paso su patio trasero latinoamericano. La caída de Argentina ha sido para el Imperio una victoria de gran importancia trabajada durante mucho tiempo a lo que es necesario agregar tres maniobras decisivas de su juego regional: el sometimiento de Brasil, el fin del gobierno chavista en Venezuela y la rendición negociada de la insurgencia colombiana. Cada uno de estos objetivos tiene un significado especial:

La victoria imperialista en Brasil cambiaría dramáticamente el escenario regional y produciría un impacto negativo de gran envergadura al bloque BRICS afectando a sus dos enemigos estratégicos globales: China y Rusia. La victoria en Venezuela no solo le otorgaría el control del 20 % de las reservas petrolíferas del planeta (la mayor reserva mundial) sino que tendría un efecto dominó sobre otros gobiernos de la región como los de Bolivia, Ecuador y Nicaragua y perjudicaría a Cuba sobre la que los Estados Unidos están desplegando una suerte de abrazo de oso.
Finalmente la extinción de la insurgencia colombiana además de despejar el principal obstáculo al saqueo de ese país le dejaría las manos libres a sus fuerzas armadas para eventuales intervenciones en Venezuela. Desde el punto de vista estratégico regional el fin de la guerrilla colombiana sacaría del escenario a una poderosa fuerza combatiente que podría llegar a operar como un mega-multiplicador de insurgencias en una región en crisis donde la generalización de gobiernos mafioso-derechistas agravará la descomposición de sus sociedades.
Se trata tal vez de la mayor amenaza estratégica a la dominación imperial, de un enorme peligro revolucionario continental, es precisamente esa dimensión latinoamericana del tema lo que ocultan los medios de comunicación dominantes.
Decadencia sistémica y perspectivas populares
Más allá de la curiosa paradoja de un imperio decadente reconquistando su retaguardia territorial, desde el punto de vista de la coyuntura global, de la decadencia sistémica del capitalismo, la generalización de gobiernos pro-norteamericanos en América Latina puede ser interpretada superficialmente como una gran victoria geopolítica de los Estados Unidos aunque si profundizamos el análisis e introducimos por ejemplo el tema del agravamiento de la crisis impulsada por esos gobiernos tenderíamos a interpretar al fenómeno como expresión específica regional de la decadencia del sistema global.
El alejamiento del estorbo progresista puede llegar a generar problemas mayores a la dominación imperial, si bien las inclusiones sociales y los cambios económicos realizados por el progresismo fueron insuficientes, embrollados, estuvieron impregnados de limitaciones burguesas y si su autonomía en materia de política internacional tuvo una audacia restringida; lo cierto es que su recorrido ha dejado huellas, experiencias sociales , dignificaciones (suprimidas por la derecha) que serán muy difícil extirpar y que en consecuencia pueden llegar a convertirse en aportes significativos a futuros (y no tan lejanos) desbordes populares radicalizados.
La ilusión progresista de humanización del sistema, de realización de reformas “sensatas” dentro de los marcos institucionales existentes, puede pasar de la decepción inicial a una reflexión social profunda, crítica de la institucionalidad mafiosa, de la opresión mediática y de los grupos de negocios parasitarios. Ello incluye a la farsa democrática que los legitima. En ese caso la molestia progresista podría convertirse tarde o temprano en huracán revolucionario no porque el progresismo como tal evolucione hacia la radicalidad anti-sistema sino porque emergería una cultura popular superadora, desarrollada en la pelea contra regímenes condenados a degradarse cada vez más.
En ese sentido podríamos entender uno de los significados de la revolución cubana, que luego se extendió como ola anticapitalista en América Latina, como superación crítica de los reformismos nacionalistas democratizantes fracasados (como el varguismo en Brasil, el nacionalismo revolucionario en Bolivia, el primer peronismo en Argentina o el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala). La memoria popular no puede ser extirpada, puede llegar a hundirse en una suerte de clandestinidad cultural, en una latencia subterránea digerida misteriosamente, pensada por los de abajo, subestimada por los de arriba, para reaparecer como presente, cuando las circunstancias lo requieran, renovada, implacable.
[1] Si consideramos el último lustro (2010-2014) el crecimiento promedio real de la economía de Japón ha sido del orden del 1,5 %, la de Estados Unidos 2,2 % y la de Alemania 2 % (Fuente: Banco Mundial).
[2] Un buen ejemplo es el de la “importación” de fármacos donde empresas multinacionales como Pfizer, Merck y P&G hacen fabulosos negocios ilegales ante un gobierno “socialista” que les suministra dólares a precios preferenciales. Con un juego de sobrefacturaciones, sobreprecios e importaciones inexistentes las empresas farmaceuticas habían importado en 2003 unas 222 mil toneladas de productos por los que pagaron 434 millones de dólares (unos 2 mil dólares por tonelada), en 2010 las importaciones bajaron a 56 mil toneladas y se pagaron 3410 millones de dólares (60 mil dólares la tonelada) y en 2014 las importaciones descendieron aún más a 28 mil toneladas y se pagaron 2400 millones de dólares (un poco menos de 87 mil dólares la tonelada). Como bien lo señala Manuel Sutherland de cuyo estudio extraigo esa información: “lejos de plantearse la creación de una gran empresa estatal de producción de fármacos, el gobierno prefiere darles divisas preferenciales a importadores fraudulentos, o confiar en burócratas que realizan importaciones bajo la mayor opacidad”. Manuel Sutherland, “2016: La peor de las crisis económicas, causas, medidas y crónica de una ruina anunciada”, CIFO, Caracas 2016.
[3] Ignazio Silone, “L’École des dictateurs”, Collection Du monde entier, Gallimard, París 1964.

Reimagined Communities

Reimagined Communities
Issue: 117
Posted on 18th December 2007
Neil Davidson

A review of Benedict Anderson, Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism (Verso, 2006), £12.99

If there is one book on nationalism that every student is expected to read, one book that is certain to be included in any survey of the competing theories, it is Imagined Communities. It is, as Josep Llobera has written of the core conception, “as if people had been waiting for such an expression to be coined”.1 The appearance of the third edition therefore gives us an opportunity to reassess this original and influential work, but also to identify some of the problems to which it gives rise, problems which are, in part, the very reason for its popularity. These are not all simply the result of inevitable misunderstandings that occur when a complex concept is seized upon to fill an explanatory gap. Some are the result of Benedict Anderson’s underlying theoretical assumptions. As he himself notes, “the book attempted to combine a kind of historical materialism with what later on came to be called discourse analysis. Marxist modernism married to post-modernism avant la letter”.2

It is the postmodern aspects of the work which have proved the most influential, all too often at the expense of Anderson’s Marxism. Nevertheless, it would be ungenerous not to begin by recognising his achievement. To understand why this book had such an impact, it is necessary first to review how nationalism had previously been dealt with in the Marxist tradition.
Strategies, definitions, explanations

Marx and Engels engaged with the issue of nationalism in the middle decades of the 19th century, in other words, during the period in which the bourgeois revolution was being completed across Western Europe, North America and Japan. They argued that the working class (and “the democracy” more generally) should support national movements and the formation of new nation-states where they would hasten the development of capitalism, and consequently the emergence of a working class, and where they would weaken the great reactionary powers of Europe, the most powerful of which was absolutist Russia.3

Self-determination was not necessarily the absolute priority. Marx and Engels rejected the view that every national group had the right to establish a state, the so-called “principle of nationality”, as it was then known.4 On the contrary, for them it entirely depended on whether the success of the movement was likely to lead to a progressive outcome or not. Nor was their attitude to a particular movement determined by the class nature or political attitudes of its leadership. The Hungarian rising of 1848 was dominated by the nobility, the aristocracy led the Polish insurrection of 1863 and even the Irish Fenians—in many respects one of the more politically advanced non-socialist groups of the time—were heavily influenced by the Catholic church. None of these negative characteristics was decisive, however, compared with the positive objective consequences of opening up the possibilities for capitalist development or closing down the influence of the absolutist states. By contrast, Marx and Engels refused support to the Czechs and southern Slavs during the revolutions of 1848-9 because they were backed by Russian absolutism—the “gendarme of Europe”—for its own purposes.5

The specific situations with which these socialist strategies towards nationalism were intended to deal are now largely historical, but the method employed remains of enduring value. It was, however, arrived at without any real explanation of the emergence or nature of nations, whose existence Marx and Engels essentially took for granted. Marx and Engels do have much to teach us in relation to “nation theory”, but this has to be derived from their theory of ideology, and not some untheorised remarks about, for example, German tribes. They left the movement a correct strategic orientation on national movements together with an undeveloped theoretical position on the nature of nations, national consciousness, and so on.

The next generation of Marxists quite understandably concentrated, as a matter of practical necessity, on refining the approach of revolutionary socialists to national movements and national demands, under the changed conditions of the imperialist era. These discussions, which extended from the mid-1890s to the debates on “the national and colonial question” during the first four congresses of the Communist International (1919_1922), represent one of Marxism’s greatest contributions to the question of socialist strategy.6 But although some participants, notably Karl Kautsky and Lenin, made attempts to explain how nations emerged, these were rarely central to the argument, and usually went no further than emphasising the need for capitalism to dominate a territorial home market and the role of language in unifying the inhabitants of that territory.7

The Austro-Marxist tendency, represented by Karl Renner and Otto Bauer, did focus on the question of national formation, above all in Bauer’s monumental The National Question and Social Democracy (1906). But the definition of a nation offered by Bauer was resolutely non-materialist: “The nation is the totality of human beings bound together by a community of fate into a community of character.” Bauer did see capitalism as playing a role in the development of national consciousness, but only in the sense that such consciousness can only be complete when it is aware of other nations and the difference between them, which occurs most fully under capitalist development. Bauer’s work has been hailed as the only serious Marxist attempt to deal with the national question, but mainly by people who welcome it precisely because of its distance from Marxism. (Indeed, even Bauer is too marked by “economism” and “class reductionism” for some of his present day admirers.8)

Lenin claimed that Bauer’s theory was “basically psychological” and endorsed instead the “historico-economic” explanation associated with Kautsky and in his own writings,9 but failed to propose a comparably detailed alternative explanation for the emergence of nations or the nature of national consciousness. What was offered in direct opposition to Bauer was not a counter-explanation, but a counter-definition which is unfortunately still widely accepted by many on the left today. In 1913 Joseph Stalin wrote, under Lenin’s guidance, “A nation is a historically constituted, stable community of people, formed on the basis of a common language, territory, economic life, and psychological makeup manifested in a common culture”.10 Typically, he also informs us that if a single one of these factors is missing, no nation exists. The trouble with definitions of this sort is that they give a false aura of scientific objectivity, which collapses as soon as you start to think of all the nations it would exclude—the United States of America, for one. And although Stalin dismissed the demand for cultural autonomy associated with Austro-Marxism, his definition actually draws heavily on that of Bauer, by retaining the catch-all categories of “community” and “psychological makeup”.11

With the triumph of Stalinism in the late 1920s, serious discussion of nationalism virtually ceased. The main source of discussion about the nation therefore passed to non-Marxist political and social scientists, including many who were to be the founding fathers of the academic discipline of International Relations, an orientation which suggests that their interests lay in the “state” side of the “nation-state” couplet.12 Yet although they tended to see nationalism as a movement only emerging from the late 18th century, they also accepted that nations—at least the “old historic nations” such as Spain, England and France—long pre-existed this period.
The Andersonian moment: political and theoretical contexts

From the 1960s a “modernist” current emerged within the study of nationalism which took a much more foreshortened view of its history. Emphases varied. Of the initial “modernist texts”, Kedurie’s Nationalism (1960) privileged the Enlightenment and Gellner’s essay “Nationalism” (1964), the Industrial Revolution, as the sources on nationhood. But all “modernists”, as the name suggests, saw both nations and nationalism as relatively recent, “modern”, creations.13 As one survey of the field says:

For modernists, national consciousness in the modern age has to be seen as qualitatively different from that in the Scotland of the Declaration of Arbroath or the England of Shakespeare or Elizabeth or Cromwell… It is only with modernity that a sense of national identity comes to pervade all classes, or emerges as the overriding identity.14

The intellectual dominance of modernism only held sway for a relatively brief period, roughly from the late 1970s to the early 1990s, but included such key works as Nairn’s The Break–Up Of Britain (1977 and 1981), Breuilly’s Nationalism And The State (1982 and 1992), Gellner’s Nations And Nationalism (1983), Hobsbawm and Ranger’s The Invention Of Tradition (1983), Hobsbawm’s Nations And Nationalism Since 1780 (1990) and Nigel Harris’s National Liberation (1990). Of these writers, Nairn, Hobsbawm and Harris saw themselves as Marxists at the time of writing, as did Anderson.

Anderson is a specialist in East Asian politics. He went to Indonesia in 1962 to study that country’s experience during the Second World War, when Japanese occupation supplanted the Dutch colonial presence. The book which resulted from these researches, Java in a Time of Revolution (1972), dealt only in passing with the question of nationalism, but what it does say is interesting in the light of his later preoccupations. Anderson describes how at the second congress of the youth wing of the Indonesian National Party in 1928 “the youth took the historic oath of commitment to one people, the Indonesian people, one nation, the Indonesian nation, and one language, the Indonesian language”. Nationalism alone “made sense of the new life” on which young people drawn from many different places were “collectively embarked”. But the nationalism was limited at the time to “politically-minded youth” who were “profoundly isolated from the rest of their contemporaries”. It was not until the Japanese period that nationalism spread deeply into small-town and rural Java, and it did so then because of the new experiences encountered there, to which it gave coherent meaning.

Many of the themes rehearsed in this work—the initial growth of nationalism emerging from the collective experience of an elite group, the sense of nationalism as a means of understanding the world rather than a narrow set of political demands—were all to re-emerge in more fully developed form in Imagined Communities.

Anderson was expelled from Indonesia for displeasing the Suharto regime shortly after the book appeared. “Exile”, he later wrote, “had the advantage of pushing my inquiries back into the nineteenth century, and from everyday politics to the transformations of consciousness that made presently existing Indonesia thinkable”. There were, however, other factors which led him to write Imagined Communities.

In 1978 and 1979 wars had taken place between Vietnam, Cambodia and China, but “none of the belligerents had made more than the most perfunctory attempts to justify the bloodshed in terms of a recognisable Marxist theoretical perspective”. This said something about their character: “Since World War Two every successful revolution has defined itself in national terms…and, in so doing, has grounded itself firmly in a territorial and social space inherited from the revolutionary past”.15 But the idea that socialism, or even the transition to socialism, should perpetrate nation_state and nationalism was contrary to all previous Marxist positions. What implications did this have for the Marxist theory of nationalism?

There was already a perception that Marxism lacked an adequate theory of nationalism. In 1976 Tom Nairn had claimed that nationalism “represents Marxism’s greatest historical failure”.16 Anderson claims that he intended Imagined Communities to offer critical support, but also to extend Nairn’s critique from Marxism to all other political traditions, which he saw as similarly lacking.17 What then was his alternative?
Anderson’s argument

Anderson starts by arguing that nationalism is “a radically changed form of consciousness”.18 To define it, he starts with the reason why the nation has to be imagined: “It is imagined because the members of even the smallest nation will never know most of their fellow-members, meet them, or even hear of them, yet in the minds of each lives the image of their community.” Anderson is insistent that “imagined” does not mean “false”, because all communities beyond the original gatherer-hunter groups have to conduct a similar act of imagining: “Communities are to be distinguished, not by their falsity/genuineness, but by the style in which they are imagined.” Anderson argues that there are three aspects to what is being imagined: limitation, because no nation can encompass the entire world and the boundaries of each are set by other nations; sovereignty, because nations came into existence at the time when the legitimacy once conferred by absolutist divine right was being replaced by that of the state; and community, because the horizontal solidarities of the nation were stronger than vertical oppositions, even those of class.19

Anderson identifies “the end of the 18th century” as the period which saw “the spontaneous distillation of a complex ‘crossing’ of discrete historical forces”, and once distilled it was no longer necessary for each potential new nation to have undergone the same experiences. They could be “transplanted, with varying degrees of self-consciousness, to a great variety of social terrains”.20 But the origin of these forces goes much further back in time. Anderson argues that from the late medieval period onwards there was the collapse of three key conceptions of the world: the idea that belief systems expressed in particular script languages like those of Christianity and Islam (using respectively Latin and classical Arabic) offered privileged access to truth; the belief that society was naturally organised around and under monarchs who were persons apart from other human beings and who ruled by some form of divine dispensation; and an understanding of the past and present in terms of some creation myth. Such notions rooted human lives firmly in the very nature of things, giving certain meanings to the everyday fatalities of existence (above all death, loss and servitude) and offering, in various ways, redemption from them.

All these conceptions were subverted by economic change, discoveries, social and scientific, and the development of increasingly rapid communications: “No surprise then that the search was on, so to speak, for a new way of linking fraternity, power and time together”.21

For Anderson, the solution was provided by the emergence of “print capitalism”.22 This created the possibility of a vast market beyond the tiny minority who could understand Latin. Print-languages “created unified fields of exchange and communication below Latin and above the spoken vernaculars”. They “gave a new fixity to language, which in the long run helped to build that image of antiquity so central to the subjective idea of the nation”. And they created “languages of power”, with certain dialects playing a dominant part in communication through printing. These were “largely unselfconscious processes resulting from the explosive interaction between capitalism, technology and human linguistic diversity”.23

The remainder of the book sets out how national consciousness spread and was transmuted into nationalism. He argues there were three main kinds of nationalism, arising in successive waves: “creole” nationalism associated with the revolt of the American colonies (“creole” in its Spanish use means a Latin American of European ancestry); “language” nationalism associated with western Europe; and “official” nationalism associated with central and eastern Europe, and with the Asian and African anti-colonial movements.

In what is perhaps his boldest innovation, Anderson argues that the “pioneers” of nationalism were the first of these, the colonial states of the Americas. He ascribes the rise of nationalism to the attempt by Madrid to impose greater control, the influence of Enlightenment ideas and the way in which the South American continent had been divided into particular, territorially delimited, administrative units:

In this respect they foreshadowed the new states of Africa and parts of Asia in the mid-20th century… The original shaping of the American administrative units was to an extent arbitrary and fortuitous, marking the spatial limits of particular military conquests. But over time they developed a firmer reality under the influence of geographic, political and economic factors.24

Two necessary internal processes translated the brute fact of territoriality into national consciousness, according to Anderson. There was the self_identification of the descendents of settlers with the colonial territory, in distinction from their European-born equivalents. And there was the emergence of a particular manifestation of print capitalism: the newspaper which “brought together, on the same page, this marriage with that ship, this price with that bishop”, creating “quite naturally, and even apolitically…an imagined community among a specific assemblage of fellow-readers, to whom these ships, brides, bishops and prices belonged. In time, of course, it was only to be expected that political elements would enter in”.25

Although vernacular language was critical to the original formation of national consciousness, once nationalism became available as a model, it was no longer necessary for new nations to have this as their basis.26

The emergence of nationalism was originally associated with the popular masses, but it became available for use for “conservative, not to say reactionary,” ends by the state bureaucracies of societies which had not experienced successful popular movements.27

Anderson argues that the anti-imperialist nationalism, which began to build new states after 1945, drew on both of these aspects. “That is why so often in the ‘nation-building’ policies of the new states one sees both a genuine, popular nationalist enthusiasm and a systematic, even Machiavellian, instilling of nationalist ideology through the mass media, the educational system, administrative regulations and so forth”.28

A brief exposition can only hint at the subtlety, complexity and sophistication of Anderson’s arguments. More than any previous writer, Anderson established that the phenomenon of nationalism was constructed and historical, not natural and eternal. Part of the charm of the book lies in the sheer range and novelty of the examples which Anderson musters to illustrate his argument, many of them drawn from areas such as Burma, Thailand and Indonesia, which do not normally feature in discussions of nationalism. And yet Imagined Communities is one of those books of great individual value, but which have ultimately exerted a negative influence on socialist thought.

Postmodernist appropriation and primordialist approbation

Imagined Communities made an immediate impact on publication, but perhaps not in the way that Anderson had hoped. Although other Marxists did find his work useful, it actually provided far greater support for emerging ideologies fixated on questions of identity, above all postmodernism.

One of Anderson’s more insightful critics, Anthony Smith, noted that, while Anderson’s project is not itself a postmodernist reading, “it is the idea of the nation as discourse to be interrogated and deconstructed, that has proved most influential”.29 Anderson does not, of course, suggest that the nation is simply a discourse, but many of his critics have found it convenient to ascribe that view to him. The Scottish writer Murray Pittock, for example, writes, “The weakness of Anderson’s notion of the ‘imagined community’ is that it implies that one can imagine at will, and choose an identity as the postmodern consumer chooses a lifestyle product”.30

Smith is one of the main proponents of the ‘perennialist’ view of nations which sees them as rooted in much older ethnic identities. He considers it a problem that, for Anderson, “the nation possesses no reality independent of its images and representations. But such a perspective undermines the sociological reality of the nation, the bonds of allegiance and belonging which so many people feel, and obscures both the institutional, political and territorial constitution of nations, and of the powerful and popular cultural resources and traditions that underpin so many nations and endow them with a sense of tangible identity”.31 Similarly Pittock wants to defend a conception of Scottish nationalism stretching back to early medieval times.

These criticisms demonstrate the revival of arguments that hold that nations are much older than “modernists” have claimed. As Pittock notes, “the idea that nations and nationalism cannot predate the French Revolution’ is increasingly on the defensive”.32 The 1990s saw Greenfield’s Nationalism (1992), Llobera’s The God of Modernity (1994), Hutchinson’s Modern Nationalism (1994) and Hasting’s The Construction Of Nationhood (1997), although the final collapse into primordial essentialism was signalled by two works by Emmanuel Todd, L’illusion Economique (1998) and La Diversité du Monde (1999). Todd’s key thesis has been approvingly summarised by Tom Nairn to claim that “nationalism is constitutive of man’s social nature”.33

Re-imagining the history of the nation

Imagined Communities can still play a role in intellectually challenging both postmodernism and primordialism, but only if its themes are integrated into a more consistently materialist framework.

The book consists of a series of impressionistic studies on particular aspects of nationalism. But the connections between them are often difficult to establish. What is missing is any central dynamic linking them together, except for the concept of print capitalism. Yet the universality of contemporary nationalism suggests that it was originally produced and subsequently reproduced by a set of conditions wider and more fundamental than this.

The major contribution that Marxism might make here lies not in what Marx and Engels wrote about particular nations. Rather it lies in their more general observations on the historical conditions for the emergence of certain forms of consciousness, which could then be applied in the case of national consciousness, starting with their general relationship to social being:

The mode of production of material life conditions the general process of social, political and intellectual life. It is not the consciousness of men that determines their existence, but their social existence that determines their consciousness.34

Certain forms of consciousness are only possible under particular conditions. The point was further developed by George Lukács, who attacked “the crudeness and conceptual nullity” of those forms of thought which obscure “the historical, transitory nature of capitalist society”: “Its determinants take on the appearance of timeless, eternal categories valid for all social formations”.35 The “nation” is one of these historical categories which are only relevant to capitalist society. In making this particular error, anti-modernist writers simply follow bourgeois “normal science”.

Take, for example, the work of Adrian Hastings. Hastings has argued that “nation”, “the word and the idea”, existed in England at least since the 16th and probably since the 14th century.36 But, as Alasdair MacIntyre has pointed out:

To understand a concept, to grasp the meaning of the words which express it, is always…to grasp the role of the concept in language and social life… Different forms of social life will provide different roles for concepts to play.37

In other words, just because people used the term “nation” in, say, the 14th century, it does not follow that they meant by it what we mean by it—indeed, if we take Marxism seriously then it is extremely unlikely that they could possibly have done so. It is not simply a matter of words, but the forms of consciousness that the words express. Any Marxist account of national consciousness must therefore explain the particular “forms of social life” that could allow this form of consciousness, these modes of expression, to come into existence.
The origins of capitalism and nationalism

Anderson’s argument about the coincidence of existential doubt and technological advance in print seems unconvincing as an explanation for something as all-pervasive as nationalism. A more convincing explanation might be the more general development of capitalism. But, like Otto Bauer, Anderson sees a purely contingent relationship between this and the rise of nationalism: “What made the new communities imaginable was a half-fortuitous, but explosive, interaction between a system of production and productive relations (capitalism), a technology of communications (print), and the fatality of human linguistic diversity”.38 The connection between national consciousness and capitalism is, however, far more all-embracing than this suggests. In fact, national consciousness took as many centuries to become the dominant form of consciousness as the capitalist mode of production did to become the dominant mode of production, and it did so as a consequence of that.39 Four main elements combined, reflecting to a greater or lesser extent the impact of capitalism on feudal society.

The first element was the formation of externally demarcated and internally connected areas of economic activity. Europe had emerged from the first crisis of feudalism by the later 15th century as a system of states which was still dominated by the feudal mode of production. It was a system, however, increasingly adapted to elements of capitalism. In this context, the importance of capitalist development was less in the domain of production than that of circulation, for it was in the creation of trade networks that merchant capital began to link up dispersed rural communities both with each other and with the urban centres to form an extensive home market.

Linked directly to this element was a second, the adoption of a common language by the communities that were being connected to each other at the economic level. The need to communicate for the purposes of market exchange began to break down the distinctiveness of local dialects, forging a language common, or at least comprehensible, to all. Language in this way began to set the boundaries of the economic networks referred to above, boundaries that did not necessarily coincide with those of medieval kingdoms. Such economic and linguistic unification was far easier in a small centralised kingdom such as England than in a territory such as the German Empire. Indeed, establishment of state frontiers often purely determined the boundary between a dialect of a particular language and another language. And of course Anderson is right that the formation of standard forms of language was immeasurably aided by the invention of printing and the possibilities it presented for the codification of language in mass-produced works. These would not have been produced unless an audience of the literate already existed which understood their contents, but their effect was to extend the size of that audience, since printers could not produce works in every local dialect, only in the one which had emerged as the standard form, or in those which were in competition to do so. The increasing standardisation of language then fed back into its original economic formation, as the merchants whose trading networks had originally defined the territorial reach of linguistic comprehensibility increasingly identified themselves with that territory, to the exclusion of rivals who spoke a different language. The rise of the vernacular was accompanied by the decline of Latin as a lingua franca, a process virtually complete by the mid-16th century and expressed in the new profession of interpreter, now necessary to make vernacular diplomatic exchanges mutually comprehensible.

The third element was the character of the new absolutist states. Absolutism was the form taken by the feudal state during the economic transition from feudalism to capitalism. Yet the absolutist states did not arise automatically. The replacement of the estates monarchy of the earlier feudal period by a more centralised apparatus was the political response of the feudal ruling class to the social and economic pressures—different in degree and combination throughout Europe—set in train by the first crisis of the feudal system and the greater significance of capitalist production in the economies which emerged from it. The local jurisdictions that characterised the classic epoch of military feudalism began to give way to greater concentration of state power, notably through the introduction of standing armies and, partly in order to pay for them, regular centralised taxation.

Death and taxes both involve bureaucracies that require a version of the local language, comprehensible across the state territory, thus strengthening the “linguistic” element. They also had two unintended effects. The introduction of regular taxation and the adoption of mercantilist policies reinforced the economic unity that had begun to emerge spontaneously from the activities of merchant capitalists. And the military rivalry that characterised the new system necessitated mobilising the active support of the bourgeois minority as a source of financial backing and administrative expertise. Despite these innovations it is nevertheless important not to mistake the role of absolutism in the birth of nationhood, which was that of a midwife, not that of a mother. The issue is often elided by reference to the influence of “the modern state” in the creation of nations, but this is to dissolve the difference between the absolutist state and its genuinely modern bourgeois successor. The arrival of nationhood coincided not with the establishment of the absolutist states but with their overthrow.

The fourth and final element is local manifestations of a global religious belief. The ideology of absolutism involved stressing the deeds of religious figures such as saints, who were associated with the territory of the realm, but it was the Reformation that made religion more than an ideologically pious enhancement to the image of the ruling dynasty. Wherever Protestantism became the dominant religion within a given territory after 1517 it contributed to the formation of national consciousness by allowing communities of belief to define themselves against the inter-territorial institutions of the Roman Catholic Church and the Holy Roman Empire. In part this was through the availability of the Bible in the vernacular, but this in turn depended on the existence of linguistic frameworks in which market transactions and state administration could be carried out. Protestantism acted as a stimulus to national consciousness only to the extent that the development of capitalism had provided it with the framework to do so.

Naturally the process went furthest in England, but even there it was not until after the death of Elizabeth in 1603 that Protestantism came to be separated from regnal solidarity with the monarch. It took longer for Catholicism to play the same role.
Nationalism and bourgeois revolution

There is therefore a problem with Anderson’s focus as on “creole” nationalism as the major formative experience of nationalism. Apart from anything else, he contradicts himself by describing it as drawn from an earlier model: “In effect, by the second decade of the 19th century, if not earlier, a ‘model’ of ‘the’ independent national state was available for pirating.” He describes this as “a complex composite of French and American elements”.40 But incredibly, this is one of the first occasions that France is mentioned. To ignore the influence of the French Revolution in establishing the “model” seems particularly perverse. The problem here is that even France and the United States are not the first nations. The United Netherlands and England all have a stronger claim to priority. To argue that nations only appeared at some stage in the later 18th century would be as absurd as arguing that capitalism only appeared at the same period. While Anderson is right to draw attention to cumulative movements, he misses something else, which is the explosive effect of the revolutionary turning points which punctuate capitalist development, and their impact in coalescing hitherto inchoate ideological elements into a national identity. His account is, so to speak, all process and no events.

The success of groups with an emergent national consciousness in the Netherlands and England in elevating this new form of consciousness into political movements led others (first in North America, Ireland and France, then generally) to aspire to national status, even if their level of social development had not previously allowed national consciousness to arise. The bourgeois revolutions effected the final transformation of the term “nation” to one which stood for “the people” as a community—although one of the most divisive issues within all bourgeois revolutionary movements was precisely how “the people” should be defined. The struggle against absolutism required the mobilisation of at least a large minority of “the people” to achieve the expulsion or destruction of the royal dynasty. This could only be done by providing some form of identity which could embrace the often very different forms of opposition to the crown, regardless of whether the ruler in question was foreign (as in the case of Spanish Habsburg dynasty in the Netherlands) or native (as in the case of the Stuart dynasty in England). Nationalism provided this identity.

National consciousness could not flourish, or even take root, unless the conditions for capitalist development were present, and for it to be consolidated across Europe, even if only among the bourgeoisie, there had to be at least one case where it made the transition to nationalism and then became embodied in a nation-state. Only when there were concrete examples of nationhood could different groups know what they were conscious of, regardless of whether they then went on to develop nationalisms of their own or not.

The capitalist nation-state became a permanent feature of the international state system only towards the end of the hundred years between the end of the English Revolution in 1688 and the beginning of the French Revolution in 1789. Thereafter new nations could be manufactured regardless of whether the original elements were present or not—although an economic infrastructure and common language would, of necessity, have to be introduced at some point for a sense of national consciousness to be consolidated. The ideological dominance of nationalism over the population depended, however, on when a particular revolution occurred in the overall cycle of bourgeois revolutions. In the two states where bourgeois revolutions were successfully completed before or during 1688, the Dutch and the English, the existence of national consciousness was directly proportional to the extent that the post-revolutionary state developed a centralised apparatus, rather than a federal or confederal structure. In this respect English nationalism was as far in advance of its Dutch predecessors as it was of its American successor, which similarly remained an alliance of semi-autonomous states down to 1865.

After 1848 all ruling classes intent on creating states on the British or French models were forced to embrace nationalism, not because they were personally capitalists, but because all of them—Prussian Junkers, Japanese Samurai, Italian monarchists and, eventually, Stalinist bureaucrats—were engaged in building industrial societies dominated by the capitalist mode of production. The example of Italy is typical of how ruling classes were faced with the need to diffuse consciousness of being a nation down from elite level into the mass of the population, a large and growing proportion of whom were not the bourgeoisie and petty bourgeoisie who had originally formed the nation, but workers. The difficulties involved should not be underestimated: as late as the 1860s as many as a quarter of the inhabitants of the French state did not speak French.
Nationalism and the working class

Class is the great absent theme in Imagined Communities, yet no Marxist account can deal with the subject without exploring the role nationalism plays in class relations.41 National consciousness begins to emerge in the social classes below the rulers of the new nation-states, partly as the result of deliberate indoctrination, but far more so as the by now inevitable pattern of life experience within societies shaped by the nation-state form. Among the working class the existence of reformist class consciousness provides the context within which national consciousness and nationalism develop. Reformist class consciousness was originally a historical product of the social conditions produced by the transition to capitalism or, more precisely, by the process of capitalist industrialisation, first in Britain and subsequently elsewhere.

Once the initial shock of industrialisation passed, workers came to accept that capitalism was not a passing aberration, but a new form of society which might have many years of vitality ahead of it. The apparent permanence of the system forced accommodation and adaptation, however grudgingly, from the new exploited class, whose horizons were anyway limited by the “dull compulsion” to work, raise families and recover from the savage exertions demanded by the factory system. Although these conditions provoked resistance, the fact that the new system generated its own defensive illusions made the possibility of a generalised revolutionary class consciousness emerging out of these resistance struggles less likely. Under early capitalism exploitation was accompanied by the economic discipline instilled by fear of the poverty which would result from being sacked. The actual process of exploitation, the fact that the worker produced more than that for which she or he was rewarded, was hidden from view. As a result, although workers were usually hostile to their own particular boss, this did not necessarily generalise into opposition to the system as a whole. Although trade unions grew out of worker resistance, the goal of these new organisations, whatever rhetoric was employed about the (invariably distant) overturning of the system, was improving the condition of the working class within the system itself. The resulting contradictory form of consciousness finds its most basic expression in an acceptance by workers of the wages system accompanied by a rejection of the particular level of wages which they are being offered, but it extends to all aspects of social life.

What then is the relationship of national consciousness to this reformist consciousness? National consciousness does not compete with revolutionary class consciousness directly for the allegiance of workers, but as a key element in reformist class consciousness. Indeed, one might say that workers remain nationalist to the extent that they remain reformist. And from the point of view of the capitalist class in individual nations it is absolutely necessary that they do so, or the danger is always that workers will identify, not with the “national” interest of the state in which they happen to be situated, but with that of the class to which they are condemned to belong, regardless of the accident of geographical location. Nationalism should not therefore be seen as something which only “happens” during separatist movements on the one hand, or during fascist and imperialist manifestations on the other. The capitalist system generates nationalism as a necessary everyday condition of its continued existence.

Mass nationalism was therefore initially a product of industrialisation, but not simply because it is functional for the ruling class in industrial capitalism. Industrialisation and urbanisation together produced the changes in human consciousness that made nationalism possible (for the subordinate classes), as well as creating societies that made nationalism necessary (for the dominant class). They developed new structural capacities, new modes of experience and new psychological needs in the people who had to work in the factories and live in the cities. It is the need for some collective sense of belonging with which to overcome the effects of alienation, the need for psychic compensation for the injuries sustained at the hands of capitalist society, that nationalism provides in the absence of revolutionary class consciousness, but in conjunction with reformist class consciousness.

The ideological role played by the ruling class in reinforcing nationalism is therefore only possible because nationalism already provides one possible means of meeting the psychic needs created by capitalism. Once a capitalist nation-state has been established, those who control the apparatus always seek to consolidate the hold of nationalism among the people who inhabit its territory. States need conscripts for their armies, citizens to pay taxes, workers to accept that they have more in common with those who exploit them at home than they do with their fellow-exploited abroad. This made it imperative that loyalty to a state be secured, and the nation was the means. Since the 18th century British workers have often been asked to accept rises in interest rates, cuts in wages and services, or participation in imperialist wars, but never for the benefit of British capitalism, always for the benefit of the British nation, for “the national interest”.

It is not only the state that makes such appeals. The organisations of the working class themselves reinforce

Marx y la periferia

“Marx y la periferia”: Claudio Katz
04/04/2016 Deja un comentario Go to comments

Es sabido que Marx modificó su visión de los países subdesarrollados. Inicialmente concebía una ligazón pasiva de estas naciones con el auge y declive del capitalismo mundial. Posteriormente realzó la resistencia al colonialismo.

Ese giro fue intensamente discutido en los años 70 por los investigadores de su obra. El trasfondo de ese interés era el entusiasmo por las revoluciones socialistas en la periferia.

Los marxistas evaluaban la continuada brecha entre economías avanzados y retrasadas, a la luz de las intuiciones expuestas por el autor de El Capital. Los autores nacionalistas criticaban la hostilidad (o indiferencia) de Marx hacia el mundo colonial. Los neoliberales impugnaban o demonizaban su obra. ¿Cómo abordó Marx el problema de la periferia?

SOCIALISMO COSMOPOLITA

En su primera visión Marx supuso que la periferia repetiría la industrialización del centro. Consideró que el capitalismo se expandiría a escala mundial creando un sistema interdependiente, que facilitaría tránsitos acelerados al socialismo. Estimaba que el despojo de los artesanos y los campesinos conduciría a una expropiación ulterior de los confiscadores.

El Manifiesto Comunista presenta esa mirada. El capitalismo es retratado como un régimen que derriba murallas y expande su dominación desde el centro hacia la periferia (Marx, 1967).

China es mostrada como una sociedad bárbara que será modernizada por la penetración colonial. India es descrita como un país estancado por la preeminencia de comunidades rurales, creencias místicas y déspotas parasitarios. Se supone que esas estructuras quedarán demolidas con la instalación del ferrocarril y la importación de textiles británicos (Marx, 1964: 30-58, 104-111).

Pero, a diferencia de sus contemporáneos, el pensador alemán combinaba ese análisis con fuertes denuncias. Remarcaba la destrucción de formas económicas arcaicas cuestionando al mismo tiempo las atrocidades del colonialismo. Realzaba la función modernizadora del capital y objetaba las masacres perpetradas por los invasores.

Con este parámetro evaluaba el libre comercio. Los elogios al intercambio que rompía el aislamiento de viejas sociedades eran complementados con críticas a las dramáticas consecuencias de esa expansión.

Esta tensión ente ponderaciones y rechazos era compatible con una expectativa en rápidas victorias del socialismo. Marx suponía que la generalización del capitalismo aceleraría en pocas décadas la erradicación de ese sistema. También esperaba una vertiginosa irradiación de ese resultado desde el centro europeo hacia el resto del mundo.

Esta concepción cosmopolita del socialismo presuponía una acelerada secuencia de industrialización global, debilitamiento de las naciones y eliminación del colonialismo. Era una mirada afín al internacionalismo proletario de la época, que retomaba las utopías universalistas gestadas durante el siglo de las luces.

Marx compartía el proyecto humanista de trascender inmediatamente a la nación por medio de comunidades sin fronteras. A diferencia del cosmopolitismo radical legado por la revolución francesa, promovía la igualdad social junto a la ciudadanía universal (Lowy, 1998:11-21).

Al subrayar que el “capital no tiene patria” el revolucionario alemán observaba la mundialización del predominio burgués, como un paso hacia la disolución conjunta de las naciones y las clases. Esta propuesta de hermandad global gozaba de gran predicamento entre el artesanado geográficamente móvil que nutría a la I Internacional (Anderson, P, 2002).

REBELIONES Y VIRAJES

Marx quedó muy impactado por la rebelión china de Taiping (1850-64) que fue zanjada con millones de muertos. Denunció al colonialismo británico y observó esa tragedia como un proceso destructivo carente de alternativas. También fue conmovido por la revuelta de los cipayos de India (1857-58), que los ingleses aplastaron en forma sangrienta. Allí comenzó a notar cómo la expansión del capitalismo desataba grandes resistencias de los oprimidos (Marx, 1964: 139-143, 161-181).

Estos alzamientos modificaron su mirada. Ya no desvalorizó lo ocurrido en las colonias, ni repitió que las sociedades asiáticas estaban destinadas a copiar el patrón europeo. El actor omitido en el Manifiesto Comunista comenzó a cobrar cuerpo. Marx fue uno de los primeros pensadores occidentales en apoyar la independencia de la India.

Pero el mayor cambio se produjo con los levantamientos de Irlanda. Allí confirmó que el saqueo colonial destruye sociedades sin facilitar su desarrollo ulterior. Marx comparó la devastación británica de su vecino con las depredaciones que realizaban los mongoles. Observó que la reorganización rural impuesta en la isla era una caricatura de lo realizado en Inglaterra. Lejos de aumentar la productividad agraria reforzó la aristocracia territorial, la expulsión de los campesinos y la concentración de la propiedad.

El autor de El Capital también notó cóomo la burguesía inglesa bloqueaba el surgimiento de manufactureras irlandesas, para garantizar el predominio de sus exportaciones. Además, los capitalistas se aprovisionaban de fuerza de trabajo barata para limitar las mejoras de los asalariados británicos.

Al observar el saqueo de Irlanda, Marx abandonó su expectativa anterior en la expansión capitalista. Percibió cómo la acumulación primitiva no es la antesala inmediata de procesos de industrialización, en un país sometido al despojo (Marx, 1964: 74-80).

A partir de ese momento transformó su simpatía por la resistencia en India y China en un elogio explícito de la lucha nacional. Enalteció la rebelión de los irlandeses, que retomando viejas tradiciones comunales obligaron a los británicos a militarizar la isla.

El teórico alemán participó intensamente en las campañas para lograr la adhesión de los obreros ingleses a esa lucha. Comprendió la necesidad de contrarrestar la división promovida por los capitalistas entre los asalariados de ambas naciones. Señaló que la lucha irlandesa contribuía a reducir esas tensiones y adoptó la famosa frase de propagada a favor de los resistentes fenianos (“un pueblo que oprime a otro no puede ser libre”) (Barker, 2010).

Los escritos de 1869-70 ilustran esta maduración. Marx ya no concibió la independencia de Irlanda como un resultado de victorias proletarias en Inglaterra. Privilegió una secuencia inversa e incluso consideró que la eliminación de la opresión nacional era una condición de la emancipación social. Destacó la estrecha interacción entre ambos procesos y recordó cómo en el pasado el aplastamiento de Irlanda había contribuido a frustrar las revoluciones contra la monarquía inglesa (Marx; Engels, 1979).

ESCLAVOS Y OPRIMIDOS

La nueva concepción de convergencias entre el proletariado europeo y los desposeídos del resto del mundo motivó el apoyo de Marx al Norte en la guerra de secesión estadounidense (1860-65). Adoptó la bandera del abolicionismo frente a la gran presión de los fabricantes británicos a favor del Sur. Los capitalistas se abastecían del algodón cosechado por los esclavos y convocaban a los obreros textiles ingleses a preservar su empleo, evitando toda participación en el conflicto americano.

Marx denunció ese chantaje y ratificó la necesidad de acciones comunes a ambos lados del Atlántico, para doblegar la sociedad de los explotadores británicos con los plantadores sureños.

Esa campaña también apuntó a contrarrestar la fractura racista dentro de la naciente clase obrera estadounidense. Los asalariados inmigrantes observaban al esclavo como un competidor que achataba su salario. Marx promovió pronunciamientos de la I Internacional para crear vínculos entre los trabajadores blancos y los oprimidos afro-americanos.

La guerra de secesión se desenvolvía en un país percibido como una democracia potencial de gran envergadura. Marx consideraba que la liberación de los esclavos y el aplastamiento de los plantadores aportarían un ejemplo mayúsculo de logros revolucionarios.

Por eso criticaba la timidez inicial de Lincoln que rechazaba el armamento de los negros promovido por las abolicionistas radicales. Estas vacilaciones ponían en peligro la victoria del Norte, que superaba ampliamente a los confederados en el plano económico y militar (Marx; Engels, 1973: 27-74, 83-171).

En su nueva etapa Marx celebró los procesos revulsivos en varias partes del mundo. Nunca dudó de la primacía europea en el pasaje al futuro socialista, pero subrayó el protagonismo de otros sujetos. Reivindicó la constitución de las juntas radicales en Cádiz frente a la invasión napoleónica y retrató con gran simpatía las rebeliones de las Antillas contra el colonialismo anglo-francés.

Pero lo más significativo fue su apoyo a México. Denunció la expedición de Maximiliano para cobrar deudas ocupando el país y apoyó las grandes reformas democráticas introducidas por Benito Juárez. Con esa definición dejó atrás su justificación anterior de la apropiación de Texas por parte de los colonos anglo-americanos (Marx; Engels, 1972: 217-292).

Marx abandonó su tesis precedente de emancipación externa de la periferia. Ya no supuso que los cambios en el mundo serían más rápidos que la maduración interna de las sociedades no europeas. Su visión del futuro pos-capitalista comenzó a incluir rebeliones en la periferia convergentes con el proletariado europeo.

DEMOCRACIAS Y COMUNAS

La nueva mirada enriqueció el enfoque de Marx sobre las batallas democráticas en el Viejo Continente. Esas luchas incluían demandas de auto-determinación nacional de pueblos sometidos a las monarquías imperiales de Rusia y Austria.

El teórico comunista era un activo partícipe de esas confrontaciones y apoyaba las unificaciones de Alemania e Italia resistidas por las autocracias. Marx auspiciaba la radicalización socialista de esas luchas. Proclamaba la carencia de patria del proletariado e imaginaba procesos de convergencia popular que desbordarían las fronteras. Pero favorecía también las insurrecciones nacionales que debilitaban al zarismo y a los Habsburgo (Munck, 2010).

Marx ponía el foco en quién resiste y cómo se presenta cada batalla. Razonaba en términos de acción y protagonistas de grandes gestas. Por eso reivindicaba la resistencia de los húngaros contra los ocupantes austríacos y la belicosidad de los polacos contra los opresores rusos.

Observaba especialmente el combate de Polonia como un “termómetro de la revolución europea”. Ese país había perdido su independencia con la partición entre Rusia, Prusia y Austria y era epicentro de reiterados levantamientos (1794, 1830, 1843, 1846).

Marx adoptó ese anhelo nacional como una bandera permanente. No sólo registró la espontánea solidaridad que suscitaba en todo el continente. También polemizó con las corrientes anarquistas que descalificaban esa resistencia, tanto por su ligazón con la nobleza como por su lejanía con las reivindicaciones obreras. Al proclamar que “Polonia debe ser liberada en Inglaterra”, Marx discutía con un enfoque que anestesiaba la conciencia internacionalista de los trabajadores (Healy, 2010).

El revolucionario alemán asignó a la independencia de ese país una gran incidencia en la batalla contra el zarismo. Como priorizaba la derrota de esa fuerza conservadora tomó partido contra Rusia en la guerra de Crimea con el Imperio Otomano. Rehuía el neutralismo y jerarquizaba los triunfos sobre al enemigo principal.

A partir de lo observado en India, China, Irlanda y México, Marx incorporó una nueva hipótesis de fuerzas transformadoras al interior del imperio ruso. Reconsideró el papel de las viejas formas comunales en el agro, que anteriormente veía como simples rémoras del pasado. Estimó que podían cumplir un rol progresista y evaluó la posibilidad de un tránsito directo al socialismo desde esas formaciones colectivas (Marx; Engels, 1980: 21-65).

Su nueva mirada sobre la periferia influyó en esta aceptación de un salto directo hacia etapas pos-capitalistas. Marx modificó su rechazo previo a esa eventualidad. Lo que había descartado en 1844 como una ingenua modalidad de “crudo comunismo” se convirtió treinta años después en una alternativa factible. Por eso extendió el estudio de las comunas a otros casos (India, Indonesia, Argelia).

UN NUEVO PARADIGMA

En su primera etapa Marx resaltó la dinámica objetiva del desarrollo capitalista como un proceso de absorción de formas precedentes de producción. Resaltó el rol de las fuerzas productivas como determinantes primordiales del curso de la historia. Por eso supuso que el capitalismo se desenvolvería incorporando a la periferia al torrente de la civilización.

En el segundo período Marx abandonó la idea de un amoldamiento pasivo del mundo colonial al devenir del capitalismo. Consideró saltos de etapas y señaló fuerzas activas que en la periferia podían acelerar la introducción del socialismo.

Kohan interpreta este viraje conceptual como un cambio de paradigma. Una filosofía unilineal asentada en el comportamiento de las fuerzas productivas fue reemplazada por una mirada multilineal, que resaltaba el papel transformador de los sujetos. La revisión de la problemática nacional-colonial precipitó el viraje.

Esta caracterización contrasta con la tradicional dicotomía entre dos Marx que introdujo Althusser. Ese enfoque distinguía al joven “humanista”-concentrado en la problemática filosófica de la alineación- del viejo “científico” absorbido por la detección de leyes del capitalismo. En el tratamiento de la periferia esa secuencia se invierte. El pensador debutante del Manifiesto estaba más atento a los procesos objetivos de expansión capitalista y el autor maduro de El Capital resaltaba la gravitación subjetiva de la lucha nacional y social (Kohan, 1998: 228-254).

Kevin Anderson subraya este mismo itinerario. La rígida cronología de absorción de la periferia a la modernización del centro fue reemplazada por una mirada de cursos abiertos y variados de desenvolvimiento histórico.

También estima que las singularidades de la periferia indujeron a Marx a dejar atrás el estricto modelo de adaptación de las superestructuras (políticas, ideológicas o sociales) a los cimientos económicos. El esquema de amoldamiento del contexto social (relaciones de producción) al crecimiento económico (fuerzas productivas) fue sustituido por una visión de procesos codeterminados y sin direccionalidades preestablecidas (Anderson K, 2010: 2-3, 9-10, 237-238, 244-245).

Otros autores sostienen que este giro de Marx no alteró su modelo inicial (Sutcliffe, 2008). Pero el tenor de los cambios indica modificaciones sustanciales. En 1850 Marx avizoraba al movimiento democrático de China e India como un simple aliado de los obreros europeos. En 1870 ya observaba la independencia de Irlanda como un motor de la revolución en Inglaterra. En 1880 fue más lejos y consideró que Rusia compartía con Europa un lugar clave en el debut del socialismo.

CONVERGENCIA Y FRACTURAS

La visión rudimentaria de la periferia que expuso del primer Marx sintonizaba con la inmadurez de su pensamiento económico. Por eso el Manifiesto avizoraba un vertiginoso proceso de mundialización que se verificó recién en la centuria posterior.

Junto a la Miseria de la filosofía y Trabajo asalariado y capital, el Manifiesto se ubicó a mitad de camino en la elaboración de Marx. Ya había desarrollado su crítica a la propiedad privada, descubierto la centralidad del trabajo, modificado el análisis antropológico de la alienación y captado la utilidad de la concepción materialista de la historia.

Pero no había superado a Ricardo, ni reformulado la teoría del valor con el concepto de la plusvalía. Las mismas correcciones cualitativas que introdujo Marx en su visión de China, Irlanda o Rusia fueron incorporadas a su visión de la economía.

En el Manifiesto exponía analogías entre el obrero y el esclavo que todavía estaban emparentadas con el “salario de subsistencia” de Ricardo. No caracterizaba aún el valor de la fuerza de trabajo como parámetro histórico-social, sujeto al impacto contradictorio de la acumulación. Aparecían referencias a la “miseria creciente” que serían sustituidas por enfoques centrados en la declinación relativa del salario. Las crisis eran presentadas como efectos del sub-consumo, sin integrar la estrechez del poder adquisitivo al movimiento descendente de la tasa de ganancia (Katz, 1999).

Estas insuficiencias permiten entender los errores que cometió Marx en sus primeras caracterizaciones de Asia y América Latina. A medida que perfeccionó sus investigaciones sobre el capitalismo, sustituyó la presentación de tendencias genéricas del mercado mundial por análisis específicos de la acumulación a escala nacional.

En la preparación de El Capital Marx analizó en detalle la economía inglesa. Estudió tarifas, salarios, precios, ganancias, tasas de interés, rentas y pudo observar contraposiciones entre el desarrollo y el subdesarrollo.

Analizó por ejemplo los vínculos del atraso irlandés con la expansión industrial británica. Notó como la equiparación entre economías centrales coexistía con brechas crecientes con el resto del mundo.

La época de Marx (1830-70) estuvo signada por la irrupción de varios focos de acumulación (Europa Occidental, América del Norte, Japón), junto a una segunda variedad de colonialismo. Por eso hubo proteccionismo en las economías emergentes y libre-comercio a escala mundial.

En su segunda etapa el teórico alemán comenzó a percibir variedades de evolución en la periferia, a partir de las diversidades en curso en el centro. El debut británico con industrialización preparado por beneficios comerciales y agrícolas fue sucedido por la expansión manufacturera francesa con gran incidencia de los bancos. Rusia extendió su estructura fabril con impulso militar preservando la servidumbre y Estados Unidos siguió un modelo opuesto de puro despegue capitalista .

Cuando Marx afirma que “el país más desarrollado muestra al siguiente la imagen de su propio futuro” alude a ese tipo de economías equivalentes. No extiende la igualación a la periferia. Se refiere a una evolución entre pares o a un tránsito hacia esa equiparación.

En esta etapa de maduración, Marx no sólo distinguió la industrialización clásica de economías abiertas (Inglaterra) de la industrialización tardía de estructuras protegidas (Alemania). También diferenció ese bloque de los países subordinados a los imperativos del capital extranjero (China).

Esta caracterización anticipó la fractura posterior entre semiperiferias ascendentes y periferias relegadas. En el primer bloque sólo se ubicaron las economías partícipes de la industrialización, que forjaron mercados internos y absorbieron la revolución agrícola (Bairoch, 1973: cap 1 y 2). Alemania y Estados Unidos despuntaron además en las narices de Inglaterra y Francia, porque las potencias coloniales no podían frenar a sus rivales.

La periferia quedó explícitamente excluida de esas convergencias. El caso irlandés ilustra cómo las autoridades coloniales gravaban con altos impuestos todas las actividades manufacturas locales, para garantizar el ingreso de importaciones inglesas.

Marx maduró su enfoque y algunos investigadores sostienen que habría distinguido dos tipos de economías. Las que asimilaban la expansión capitalista desde un estadio inferior (“atrasadas”) y las que no prosperaban por su sometimiento al colonialismo (“trasplantadas”) (Galba de Paula, 2014: 101-108, 141-143).

CAUSAS EXÒGENAS Y ENDÓGENAS

Marx captó que el capitalismo genera segmentaciones entre el centro y la periferia, pero no definió las causas de esa polarización. Sugirió varios determinantes exógenos en su crítica al colonialismo y puntualizó causas endógenas en su análisis de las estructuras pre-capitalistas. Pero no precisó cuál de esos componentes incidió más en la fractura global. Sólo observó la ampliación de esa brecha en el origen y en la formación del capitalismo.

El teórico alemán evaluó el primer impacto en su estudio del pillaje perpetrado durante la acumulación primitiva. Describió las transferencias de recursos consumadas para gestar el acervo inicial de dinero requerido por el sistema. Retrató cómo los metales sustraídos de las colonias cimentaron el debut del capitalismo europeo. Esta línea de análisis fue continuada con los estudios de la desindustrialización forzosa de Irlanda y las confiscaciones padecidas por China o India (Marx, 1973: 607-650).

Marx también describió ampliaciones de la brecha centro-periferia bajo el capitalismo ya formado. Sus observaciones sobre el intercambio desigual ilustran ese tratamiento. Afirmó que en el mercado mundial el trabajo más productivo percibe una remuneración superior al más retrasado, reforzando la supremacía de las economías que operan con técnicas avanzadas (Marx, 1973: cap 20).

Pero en otros comentarios igualmente numerosos Marx atribuyó el retraso de la periferia a la incidencia de rémoras pre-capitalistas, que impiden la masificación del trabajo asalariado, renuevan la servidumbre o amplían la esclavitud.

Señaló que estas formas arcaicas de explotación se recreaban para satisfacer la demanda internacional de materias primas, incrementando las rentas acaparadas por latifundistas, hacendados o plantadores de África, Asia y América Latina.

Marx no definió la primacía del origen colonial-exógeno o rentista-endógeno del subdesarrollo. Sólo pareció indicar una gravitación cambiante en distintos momentos del capitalismo.

Numerosos historiadores marxistas y sistémicos han enfatizado uno u otro componente. Los exogenistas ilustran cómo Europa se nutrió de la “des-acumulación primitiva” impuesta a América y del holocausto esclavista generado en África (Amin, 2001: 15-29).

Subrayan que el colonialismo logró separar a Europa de sociedades que habían alcanzado un nivel semejante de desarrollo (Medio Oriente, Norte de África, Meso-América) y otorgó a Gran Bretaña una primacía sobre sus competidores. Sostienen que en condiciones agrícolas, estatales e industriales equiparables, Inglaterra tomó la delantera por sus ventajas de ultramar (Wallerstein, 1984: 102-174; Blaut, 1994).

Por el contrario, los teóricos endogenistas explican el subdesarrollo de la periferia por la ausencia de transformaciones agrarias. Estiman que el despojo colonial no fue relevante para la consolidación del capitalismo central. Consideran que las potencias marítimas perdieron peso en ese despegue ( Portugal, España, Francia, Holanda), que el vencedor ingresó tarde a esa carrera (Inglaterra) y que varios contendientes exitosos eludieron las batallas externas (Bélgica, Suiza, Alemania, Escandinavia, Austria, Italia) (O´Brien, 2007).

También recuerdan que Europa se desenvolvió aprovechando su auto-suficiencia en materias primas y consideran que el colonialismo tuvo efectos adversos sobre el espíritu empresario. Atribuyen las ventajas de Inglaterra a un modelo tripartito de revolución agraria (propietarios, arrendatarios y asalariados), que preparó el despegue fabril con expansión demográfica e industrias en el campo (Bairoch, 1999: 87-137; Wood, 2002: 94-102).

Pero el enfoque de Marx también inspiró posturas intermedias, que ilustran cómo el colonialismo incidió más en el origen que en la consolidación del capitalismo. Afirman que la gravitación inicial de los recursos sustraídos de las colonias fue posteriormente reemplazada por la supremacía de plus-ganancias, derivadas de procesos internos de acumulación . Esta hipótesis es congruente con la cambiante primacía de determinantes internos y externos que sugirió el autor de El Capital (Mandel, 1978: cap 2).

INTERPRETACIONES LIBERALES

Los autores liberales ignoran las dos visiones de Marx del problema nacional-colonial. Sólo registran el primer período, resaltan sus caracterizaciones de India y omiten el viraje de Irlanda. Con ese recorte ubican al teórico del socialismo en la tradición “difusionista” que pondera el progreso y la expansión capitalista.

Warren fue el principal exponente de esa visión, que otorga al enfoque inicial del Manifiesto un status de teoría del desarrollo. Afirmó que Marx reivindicó el colonialismo británico en Asia por su labor disolvente de la vida vegetativa. También interpreta que ponderó los logros económicos de la colonización occidental, comparando esos avances con las situaciones previas de la periferia (Warren, 1980: 1-2, 9, 27-30).

Pero Marx nunca expuso esas exaltaciones del imperio y tampoco recurrió a contrapuntos históricos lineales. Lo que debe contrastarse es el efecto de la expansión capitalista en Europa y las colonias y explicar por qué razón generó acumulación en un polo y des-acumulación en el otro. Los liberales simplemente desconocen esa fractura.

Estiman que Marx evitó calificaciones morales, rehuyó el romanticismo y valoró el individualismo. Consideran que aplaudió especialmente la cultura humanista de la modernización industrial (Warren, 1980: 7-18).

Pero toda la obra del pensador alemán fue una denuncia y no un elogio del capitalismo. Sus aterradoras descripciones de la acumulación primitiva, del trabajo infantil y de la explotación fabril ilustran ese rechazo. Incluso la contemporización inicial con el personalismo burgués se diluyó en la reivindicación posterior de la comuna. Las mejoras sociales que los liberales asignan al capitalismo eran vistas por Marx como resultados de la resistencia obrera.

Es absurdo afirmar que el teórico comunista avaló los crímenes cometidos por Inglaterra, para facilitar la implantación del capitalismo en las sociedades no europeas (Warren, 1980: 39-44,116). Si Marx hubiera sido un Cecil Rhodes insensible a los sufrimientos coloniales, no habría promovido campañas de solidaridad con las víctimas del despojo imperial.

Otros autores fascinados por el mercado coinciden en la presentación del teórico alemán como un entusiasta promotor de la ocupación británica de la India. Consideran que ese aval era congruente con la instalación de un modo de producción más avanzado (Sebreli, 1992: 324-327).

Pero ese razonamiento positivista olvida los sufrimientos humanos que Marx registraba con mucha atención. Estaba comprometido con la lucha popular y no era indiferente a las dramáticas consecuencias sociales del desarrollo capitalista.

Los liberales colocan en boca de Marx su fanática exaltación de la burguesía. Afirman que el revolucionario alemán presentó el advenimiento de esa clase social como un acontecimiento de conveniencia mayúscula para toda la sociedad (Sebreli, 1992: 24).

Pero incluso en su primera etapa Marx subrayaba el otro costado de ese proceso: la aparición de un proletariado que debía sepultar a la burguesía para permitir la erradicación de la explotación.

Sebreli desconecta las observaciones de Marx sobre la cuestión colonial de ese fundamento anticapitalista. Por eso ignora cómo la indignación social motivaba las investigaciones del autor de El Capital. Esa actitud lo distinguía de sus contemporáneos y explica su rechazo a las intervenciones imperiales.

Marx también objetó en su madurez las ilusiones en el libre comercio. Por eso, en lugar de promover la internacionalización de los mercados, auspició la asociación cooperativa de los pueblos.

VARIANTES DEL EUROCENTRISMO

Algunos autores nacionalistas coinciden con sus adversarios liberales en la presentación de Marx como un apologista del capitalismo occidental y objetan esta postura en términos virulentos. Afirman que esa actitud lo indujo a “despreciar a los pueblos no occidentales” y a justificar el uso de la violencia para su sometimiento (Chavolla, 2005: 13-14, 255-261).

Con esa caracterización invierten la realidad. Un furibundo oponente del capitalismo es mostrado como adalid del status quo y su internacionalismo es identificado con la sumisión a la Reina Victoria.

Este enfoque presenta los escritos pre-Irlanda como prueba de sintonía con el colonialismo y atribuye esa postura al extremo eurocentrismo del teórico alemán (Chavolla, 2005: 16, 265-269).

Pero Marx estaba en la trinchera opuesta de personajes imperiales como Kipling. Era un pensador de la emancipación con proyectos comunistas contrarios a la opresión imperial. La errónea expectativa cosmopolita juvenil expresaba esa esperanza humanista de rápida gestación de un mundo sin explotadores. No tiene sentido ubicar este enfoque en el casillero del eurocentrismo imperial.

Otros autores consideran que Marx desconoció la opresión de la periferia por su “reduccionismo de clase”. Suponen que indagó exclusivamente las tensiones sociales en desmedro de la sujeción nacional y racial (Lvovich, 1997).

Pero olvidan que el segundo Marx jerarquizó las relaciones de clase, incorporando la raza, la nacionalidad y la etnicidad a un cuestionamiento simultáneo de la explotación y la dominación. Esta síntesis explica su defensa de Irlanda y Polonia y su compromiso con la causa anti-esclavista en la guerra estadounidense.

El eurocentrismo despectivo que los nacionalistas atribuyen a Marx es totalmente imaginario. Pero se puede considerar otra acepción del concepto, como sinónimo de atadura a un modelo de repetición universal de los valores forjados en el Viejo Continente.

En este segundo enfoque se presupone que Europa ofreció el rostro del futuro, al desarrollar la civilización superior que heredó de la Antigüedad clásica. Esta concepción influyó en el perfil positivista que adoptaron las ciencias sociales tradicionales (Wallerstein, 2004: cap 23).

¿Esta caracterización más benévola de eurocentrismo se aplica al Marx del Manifiesto? La respuesta es negativa, si se recuerda que el deslumbramiento con Europa incluye al capitalismo forjado en esa región. Marx fue el principal crítico del sistema que los europeizantes idolatran.

Esas miradas también universalizan cierto desarrollo particular resaltando la intrínseca supremacía de Europa sobre otras culturas. Por el contrario, el socialismo que promovía por Marx apuntaba a forjar desarrollos igualitarios y cooperativos entre todos los pueblos del mundo.

Ciertamente el autor de El Capital era alemán, vivió en Europa y estaba imbuido de la cultura occidental, pero desenvolvió una teoría que desbordaba ese origen. A diferencia de muchos pensadores, no razonaba contraponiendo las virtudes de cierta civilización sobre otra. Explicaba la lógica general de la evolución social en función de contradicciones económicas (fuerzas productivas) y sociales (lucha de clases).

El eurocentrismo es un término utilizado también por varios autores marxistas, para caracterizar un defecto teórico del primer Marx. En este caso la calificación no implica rechazo. Señala un error de la concepción inicial, que otorgaba protagonismo absoluto al proletariado europeo en la emancipación de todos los oprimidos.

La misma denominación de eurocentrismo ha sido utilizada en sentidos muy contrapuestos para evaluar la trayectoria de Marx. Su identificación con desaciertos juveniles difiere de la asimilación con el colonialismo. Esta última acepción es inadmisible.

LOS PUEBLOS SIN HISTORIA”

Las alusiones de Engels a los “pueblos sin historia” son vistas por los críticos nacionalistas como otra confirmación de la desconsideración marxista por la periferia. Ese enfoque trataría a todas las fuerzas externas al proletariado occidental como masas irrelevantes e inmóviles (Chavolla, 2005: 188, 255-269).

Es cierto que Engels recurrió a esa controvertida noción para referirse a conglomerados incapaces de encarar su auto-emancipación. Recogió una categoría que Hegel utilizaba para caracterizar a los pueblos sin atributos suficientes para forjar estructuras nacionales.

Marx no aplicó ese concepto. Pero utilizó denominaciones virulentas contra los eslavos del sur, en su apasionada batalla política contra las autocracias imperiales. Como el zar y los Habsburgo habían logrado sumar a esos pueblos a sus campañas contrarrevolucionarias, su reacción incluyó el rechazo de los derechos nacionales de esos grupos (Lowy; Traverso, 1990).

El militante socialista suponía, además, que muchas demandas de ese tipo no llegarían a concretarse. Estimaba que las naciones pequeñas serían absorbidas por vertiginosos torrentes de transformaciones internacionales, antes de alcanzar el umbral requerido para forjar sus propios estados.

Marx apostaba a una emancipación externa de muchos pueblos sin nítida definición nacional. Creía que el derrumbe de los regímenes monárquicos conduciría a ese desenlace. En su etapa inicial, Marx no reconocía la existencia de fuerzas históricas significativas para constituir estados diferenciados, en distintas partes de Asia y Europa Oriental.

No cabe duda que la tesis de los “pueblos sin historia” era desacertada y fue refutada en forma contundente por teóricos marxistas. Esa crítica demostró cómo se transformaban alineamientos políticos de un período en datos invariables de trayectoria nacional. Si el imperio ruso había logrado cooptar a los campesinos ucranianos, rumanos, eslovacos, serbios o croatas era por la opresión que sufrían por parte de la nobleza polaca y húngara.

Esa situación tripolar se verificó en numerosas ocasiones. Pueblos sojuzgados por opresores intermedios fueron empujados a jugar un rol reaccionario. Pero lo ocurrido con los irlandeses ilustró el carácter histórico variable de esos alineamientos. Cumplieron un rol contrarrevolucionario durante la era de Cromwell y luego encabezaron la lucha nacional (Rosdolsky, 1981).

En su segunda etapa Marx se alejó de cualquier variante de los “pueblos sin historia”. Algunos autores estiman que también Engels revaluó ese controvertido concepto en su caracterización de las guerras campesinas de Alemania (Harman, 1992).

Es igualmente falso presentar este problema como una prueba del eurocentrismo pro-colonial de Marx. Las naciones que el teórico alemán reivindicó de entrada (polacos, húngaros), que rechazó al inicio (eslavos del sur) o que descartó primero y luego aprobó (irlandeses) eran todas europeos. Si su criterio de discriminación para ingresar en la historia fuera la pertenencia al Viejo Continente no hubiera utilizado esas distinciones.

Los críticos afirman que sostuvo a los polacos y a los irlandeses, pero despreció a los eslavos del sur, escandinavos, mexicanos, chinos y norteafricanos (Nimni, 1989). Pero este argumento geográfico es inconsistente. Los pueblos descalificados no se localizan sólo en Asia, África o América Latina, sino también en Europa.

Se podría quizás precisar que el pecado euro-centrista se ubica en la fascinación con Europa Occidental. Pero Marx desconoció al principio la pujanza revolucionaria de un país de esa región (Irlanda) y realzó la gravitación de otro de la zona oriental (Polonia).

Los objetores sugieren también que el eurocentrismo contiene principalmente una dimensión cultural de idolatría a Occidente. Estiman que por esta razón Marx se involucró en el conflicto extra-europeo de la guerra de secesión norteamericana.

Pero aquí no perciben lo obvio. Los confederados tenían mayor aproximación a Europa y Marx sostuvo a los yanquis, que luchaban por la liberación de esclavos de origen africano. No se guiaba por criterios de ascendencia, sino por objetivos de emancipación social.

NACIONES Y NACIONALISMO

Los críticos consideran que la tesis de los “pueblos sin historia” es una aberración derivada de caracterizar a la nación en términos puramente objetivos. Estiman que Marx cometió ese desacierto por reconocer sólo a las comunidades que tienden a forjar estados tradicionales, descartando los casos restantes (Chavolla, 2005: 117, 153-155).

El criterio atribuido al teórico alemán era muy corriente en el siglo XIX, cuando la formación del estado liberal presuponía ciertas condiciones de mercado, territorio, cohesión histórica y lengua. Fue la concepción adoptada también por las vertientes del marxismo que tipificaron a la nación a partir de sus componentes económicos, idiomáticos y territoriales (Kautsky), con agregados psicológicos o culturales (Stalin).

Pero la visión de Marx no encaja en ese esquema, puesto que jerarquizaba la acción política como elemento definitorio de la conformación nacional. Se guiaba más por el proceso de lucha que por consideraciones a priori. Por eso avaló el reclamo de los irlandeses y no de los galeses absorbidos por Gran Bretaña o los bretones incorporados al estado francés.

Los objetores desconocen esta actitud y le achacan a Marx un razonamiento dogmático. Pero su comportamiento era exactamente inverso, como lo prueba el sostén a una nación como Polonia, que no reunía las condiciones de mercado o territorio requeridas para conformar un estado.

Los rígidos criterios atribuidos a Marx fueron elaborados por sucesores objetivistas, que desechaban la centralidad de los sujetos. Esa postura les impidió reconocer la gran variedad de configuraciones nacionales. En polémica con ese enfoque, una corriente subjetivista (austromarxistas) definió a la nación como una “comunidad de carácter”, asociada a la cultura y a la experiencia común (Lowy, 1998: 49-54).

Marx brindó pistas para combinar ambos planteos y realzando tanto las identidades como las determinaciones objetivas. Sugirió que los entrelazamientos económicos, idiomáticos o geográficos dan lugar a una memoria de pasado común.

Pero los cuestionadores desconocen esos aportes y observan en Marx una “subvaloración del nacionalismo”. Consideran que cometió ese error por subordinar la lucha contra la opresión nacional a consideraciones de clase (Chavolla, 2005: 95).

Con esta crítica se postula de hecho una jerarquía inversa, omitiendo la continuidad de la explotación y la desigualdad bajo cualquier estado nacional. En cambio, Marx promovía el socialismo para erradicar esos padecimientos.

Los objetores desconectan al teórico alemán de su tiempo (Saludjian; Dias Carcanholo, 2013). Suponen que ignoraba la legitimidad de nacionalismos, que en realidad recién despuntaban. A mitad del siglo XIX los estados se encontraban en plena formación, superando las soberanías fragmentadas y las fronteras porosas de las dinastías feudales.

El modelo clásico francés (o inglés) de gestación de la nación a partir del estado se había consolidado mediante la delimitación de territorios, la administración de las leyes, la identificación de la lealtad con la patria y la construcción de un sistema escolar que inculcaba el apego a la bandera.

Pero el esquema opuesto alemán (o italiano) de pasaje de la nación hacia el estado desde culturas e idiomas previos recién germinaba. El nacionalismo como ideología que enaltece obligaciones público- militares de la ciudadanía aún no había emergido.

Marx no desvalorizó el nacionalismo puesto que actuaba en un escenario previo al desarrollo de esa doctrina. En ese contexto tuvo el mérito de sugerir la distinción entre vertientes progresivas (Irlanda, Polonia) y regresivas (Rusia, Inglaterra) de los planteos nacionales. Estableció esa diferencia en función del papel que jugaban en la aceleración o retraso del objetivo socialista (Hobsbawm, 1983).

Marx dilucidaba posturas con esa brújula. Por un lado realzaba las metas internacionalistas comunes de los trabajadores, rechazaba la supremacía de una nación sobre otra, combatía las rivalidades entre países y no aceptaba la existencia de pueblos virtuosos. Por otra parte valoraba las resistencias nacionales contra la opresión imperial, como un paso hacia el futuro pos-capitalista.

Marx sentó las bases para evaluar los nacionalismos y definir a la nación con criterios objetivo-subjetivos. Su mirada se contrapuso a los enfoques románticos que retoman mitos históricos, étnicos o religiosos para enaltecer a distintos países. Esa exaltación suele eludir la corroboración de los fundamentos que expone.

El nacionalismo imagina orígenes remotos y continuados de cada identidad nacional, desconociendo la enorme mutación de las comunidades que se entremezclaron en cada territorio . Recurre a supuestos de cohesión étnica que chocan con gran variedad de ascendencias generadas por los ciclos poblacionales. Supone que la religión facilitó la constitución de ciertas naciones, olvidando que las estructuras eclesiásticas transnacionales también obstruyeron esa gestación (Hobsbawm, 2000: cap 2).

Desconocen, además, que la lengua no aportó un vínculo definitorio de la nación. Una variedad enorme de idiomas convivieron, se diluyeron o se reinventaron a la hora de estandarizar la actividad estatal en torno a un léxico predominante. De 8000 lenguas sólo emergieron 2000 estados (Gellner, 1991: cap 4; Anderson, B, 1993: cap 7).

Marx no desvalorizó a las naciones, sino que contribuyó a desmitificar las creencias de su origen milenario, único o superior. Aportó los pilares para desmontar las fantasías que transmite el nacionalismo. Su cosmopolitismo inicial lo alejó de esas mitologías y su sensibilidad revolucionaria le permitió captar la legitimidad de las luchas nacionales contra el colonialismo.

ESTADO Y PROGRESO

Los críticos nacionalistas objetan también la mirada de Marx sobre el estado. Consideran que idealizó las formas burguesas convencionales, en desmedro de otras modalidades étnico-culturales surgidas de confluencias populares (Nimni, 1989).

Este cuestionamiento es bastante extraño, si se recuerda que Marx era un teórico comunista que promovía la disolución de todos los estados, a medida que se extinguieran los antagonismos de clase. No es muy sensato atribuirle fascinación por las vertientes tradicionales del estado.

Esa institución es enaltecida por nacionalistas, que observan al estado como un ámbito natural para alcanzar el bienestar de comunidades multiclasistas. Marx rechazaba esa forma de perpetuar la explotación y sólo ponderaba el surgimiento transitorio de los estados forjados en la lucha contra la autocracia.

El luchador socialista promovía la acción por abajo y no la institucionalización por arriba. Auspiciaba lo contrario de lo supuesto por sus críticos. La imagen de un Marx estatista que desvaloriza las construcciones populares carece de sentido.

El teórico no sabía cuán importante resultaría la existencia de estados nacionales autónomos en la determinación del lugar ocupado por cada país en la jerarquía mundial. Ese dato se clarificó con posterioridad a su fallecimiento. Pero su defensa de esa soberanía anticipó un rasgo clave de la relación centro-periferia. Las comunidades que no conquistaron la independencia política sufrieron más duramente las consecuencias del subdesarrollo. Los contrastes entre Japón y la India o entre Alemania y Polonia ilustran esa bifurcación.

Los objetores no valoran las intuiciones del pensador socialista y le atribuyen una “teoría del progreso”, que condena a las naciones atrasadas a seguir la senda de los avanzados (Nimni, 1989).

Ese retrato podría encajar en los socialdemócratas de la II Internacional, pero no cuadra con el segundo Marx. En esa etapa no se verifica ningún rasgo de la visión teleológica de la historia, que los críticos asignan a su familiaridad con Hegel.

El autor de El Capital no supuso que el desenvolvimiento de la humanidad seguía un curso predeterminado y ajeno a la voluntad de los sujetos. Estimaba que en ciertas condiciones que acotan el margen de la intervención humana los individuos agrupados en clases sociales son activos constructores de su futuro. Esta visión quedó plasmada en el modelo multilineal de alternativas variadas.

Pero incluso el primer razonamiento unilineal era muy distinto al esquema de cuatro estadios sucesivos de Adam Smith. Marx no postuló transiciones automáticas o inevitables de modos de subsistencia primitivos a la fase comercial, ni compartió la mitología del progreso (Davidson, 2006).

Su evolución teórica fue antagónica con el retrato positivista que transmiten los críticos. Percibió que el capitalismo no se expande universalizando formas avanzadas, sino amalgamando desenvolvimientos con modalidades retrógradas (Rao, 2010).

Los estudios finales sobre Rusia ilustran hasta qué punto Marx se aproximó a ideas de desarrollo desigual y saltos de etapas históricas. Esas hipótesis se ubican en las antípodas del fatalismo objetivista ( Di Meglio; Masina, 2013).

Los objetores no captan la flexibilidad de un razonamiento fundado en expectativas socialistas. Olvidan que las teorías del progreso presuponen una eternidad del capitalismo más próxima a las concepciones nacionalistas que al pensamiento de Marx.

LEGADOS

En su trayectoria analítica desde la India hasta Irlanda Marx sentó las bases para explicar cómo el capitalismo genera subdesarrollo. Este es el principal aporte de sus textos sobre la periferia. No formuló una teoría del colonialismo, ni expuso una tesis de la relación centro-periferia, pero dejó una semilla de observaciones sobre la polarización global y la recreación del atraso..

Los señalamientos de Marx sobre el impacto positivo de las luchas nacionales sobre la conciencia de los obreros del centro aportaron cimientos al antiimperialismo contemporáneo. Indicaron la contraposición entre potencias opresoras y naciones oprimidas y enunciaron un principio de convergencia entre la lucha nacional y social.

Esos planteos inspiraron estrategias posteriores de alianzas entre obreros del centro y desposeídos de la periferia. También anticiparon el creciente protagonismo de los pueblos extra-europeos en la batalla contra el capitalismo.

Los escritos de Marx sobre la periferia no fueron obras menores, ni simples descripciones o comentarios periodísticos. Contribuyeron a su análisis del capitalismo central y motivaron cambios metodológicos de gran envergadura.

A principios del siglo XX sus trabajos inspiraron tres aportes claves a la teoría del subdesarrollo. Estas miradas de Lenin, Luxemburg y Trotsky requieren otro análisis, que desarrollaremos en nuestro próximo texto.

RESUMEN

El giro de Marx frente a la periferia suscita interés. Bajo el impacto de varias rebeliones modificó su mirada de la expansión capitalista mundial y sustituyó sus expectativas cosmopolitas por críticas al colonialismo. Revalorizó la lucha nacional e imaginó transiciones al socialismo desde formas comunales.

También reemplazó el esquema unilineal de desarrollo de las fuerzas productivas por una visión multilineal de desenvolvimientos variados. Percibió empalmes entre economías desarrolladas y fracturas con el resto del mundo, pero no definió primacías exógenas o endógenas en la gestación de esa brecha.

Los liberales transforman las denuncias de Marx del capitalismo en elogios. Los nacionalistas desconocen su viraje, equivocan las críticas al eurocentrismo y recrean objeciones superadas a los “pueblos sin historia”.

Marx inspiró caracterizaciones objetivo-subjetivas de la nación y criterios para diferenciar los nacionalismos progresivos y regresivos. No postuló teorías del progreso y anticipó nociones sobre el subdesarrollo.

REFERENCIAS

Amin, Samir (2001). Capitalismo, imperialismo, mundialización, en Resistencias Mundiales, CLACSO, Buenos Aires.

Anderson, Benedict (1993). Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, F.C.E, México.

Anderson, Kevin B (2010). Marx at the margins, University Of Chicago Press,

Anderson, Perry (2002). Internacionalismo: un breviario, New Left Review, n 14, mayo-junio.

Bairoch, Paul (1973). El tercer mundo en la encrucijada: el despegue económico desde el siglo, Alianza, Barcelona,

Bairoch, Paul (1999). Mythes et paradoxes de l´histoire economique, La Découverte, Paris.

Barker, Colin (2010), Review Marx at the margins, Socialist Review, July.August

Blaut, J.M. (1994). Robert Brenner in the tunnel of time, Antipode: A radical journal of Geography , 26, 4.

Chavolla, Arturo (2005). La imagen de América en el marxismo, Prometeo Libros, Buenos Aires.

Davidson, Neil (2006). From uneven to combined development in Permanent Revolution: Results and Prospects 100 Years, Pluto Press, London.

Di Meglio, Mauro; Masina, Pietro (2013). Marx, And Underdevelopment, in Saad Filho, Alfredo and Fine, Ben, The Elgar Companion to Marxist Economics . Aldershot: Edward Elgar.

Galba de Paula, Patrick (2014). Duas teses sobre Marx e o desenvolvimento: considerações sobre a noção de desenvolvimento em Marx. Universidade Federal do Rio de Janeiro,

Gellner, Ernest (1991). Naciones y nacionalismo, Alianza, Madrid.

Harman, Chris (1992). The return of the national question, International Socialism, 2:56, autumn, London.

Healy, Barry (2010). Was Karl Marx ‘Eurocentric’?, Links International Journal of Social Renewal, October, 22.

Hobsbawm, Eric (1983). Marxismo, nacionalismo e independentismo, en Marxismo e historia social, Universidad Autónoma de Puebla.

Hobsbawm, Eric (2000). Naciones y nacionalismo desde 1780, Crítica, Barcelona.

Katz, Claudio (1999). Discutiendo la mundialización, Razón y Revolución n. 5, otoño, Buenos Aires.

Kohan, Néstor (1998). Marx en su (Tercer) Mundo: hacia un socialismo no colonizado, Biblos, Buenos Aires.

Lowy, Michael (1998). ¿Patrias o planeta?, Homo Sapiens, Rosario.

Lowy, Michael; Traverso, Enzo (1990). The Marxist Approach to the National Question: A interpretaron, Science and Society, Vol, 54, n 2.

Lvovich, Daniel (1997). De la determinación a la imaginación: las teorías marxistas del nacionalismo. Una interpretación, FLACSO, Buenos Aires.

Mandel, Ernest (1978). El capitalismo tardío, ERA, México.

Marx, Carlos (1964). Sobre el sistema colonial del capitalismo, Ediciones Estudio, Buenos Aires.

Marx, Carlos (1967). El Manifiesto Comunista, Claridad, Buenos Aires.

Marx, Karl; Engels, Federico (1972) Materiales para la historia de América Latina, Cuadernos de Pasado y Presente / 30, Córdoba.

Marx, Carlos (1973). El Capital, Tomo 1, FCE, México.

Marx Carlos; Engels Federico (1973). La guerra civil en los Estados Unidos, La Rosa Blindada, Buenos Aires

Marx Carlos, Engels Federico (1979). Imperio y colonia. Escritos sobre Irlanda, Pasado y Presente n 72, México.

Marx, Karl; Engels, Federico (1980) El porvenir de la comuna rural rusa, Cuadernos de Pasado y Presente / 90, México.

Munck, Ronaldo ( 2010). Marxism and nationalism in the era of globalization, Capital and Class, vol. 34, n 1, February.

Nimni, Ephraim, (1989). Marx, Engels and the National Question, Science and Society, vol 53, n 3.

O´Brien, Patrick, (2007). Global economic history as the accumulation of capital through of combine and uneven development, Historical Materialism, 15.

Rao, Nagesh (2010). “When Marx Looked Outside Europe”, International Socialist Review, Sept-Oct.

Rosdolsky, Román (1981). El problema de de los pueblos sin historia, Fontamara, Barcelona.

Saludjian, Alexis; Dias Carcanholo, Marcelo; Figueira Corrêa Hugo; Ferreira de Miranda, Flávio, (2013). Marx’s theory of history and the question of colonies and non-capitalist world, Discussion Paper 015.

Sebreli, Juan José (1992). El asedio a la modernidad, Sudamericana, Buenos Aires.

Sutcliffe, Bob (2008). Marxism and develpment, c hapter 11, International Handbook of Development Economics, Volumes 1 & 2, 2008, Edward Elgar Publishing.

Wallerstein, Immanuel (2004). Capitalismo histórico y movimientos anti-sistémicos: un análisis de sistemas-mundo, Akal, Madrid.

Wallerstein, Immanuel (1984). El moderno sistema mundial, Volumen II, Siglo XXI, México.

Warren, Bil, (1980). Imperialism, pioneer of capitalism, NLB/Verso, London.

Wood, Ellen Meiksins (2002). The origin of capitalism, Verso.

Claudio Katz es economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz

Qué pensó Marx sobre América latina (2006)

Qué pensó Marx sobre América latina (2006)

Un libro reciente del mexicano Arturo Chavola comenta las ideas de Marx y los marxistas sobre Latinoamérica. Néstor Kohan hace aquí una lectura crítica de sus tesis; le objeta, sobre todo, no tener en cuenta las revisiones que el Marx maduro hizo a sus análisis de juentud. Además, una entrevista con el especialista Michael Löwy.

NESTOR KOHAN.

Ante su muerte, José Martí escribió: “Ved esta gran sala. Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de los débiles merece honor”. Así le rendía tributo, sin ser marxista, una de las máximas plumas de América latina al fundador del socialismo revolucionario.

No fue la única vez que el pensamiento insumiso se entrecruzó en América con la llama libertaria inaugurada por Marx. Durante los años 20, el peruano José Carlos Mariátegui se animó a recuperar el “comunismo incaico” como antecedente de las luchas socialistas. Treinta años más tarde, Fidel Castro identificó a Martí como “el autor intelectual” de la toma del cuartel Moncada que inicia la revolución cubana. Ernesto Che Guevara, estudiando con sus combatientes en Bolivia, leyó a Lenin entremezclado con las historias de Juana Azurduy. En los 70, sus discípulos más radicales de la insurgencia argentina eligieron la bandera del Ejército de los Andes de San Martín para representar su ideología guevarista. Inscribiéndose en esa dilatada herencia, Hugo Chávez desafía hoy a los EE.UU. reivindicando a Marx, Lenin, Trotsky, Mao, el Che y Rosa Luxemburgo abrazado a Simón Bolívar.

¿Cómo entender ese sincretismo latinoamericano, donde el judío alemán Karl Marx se viste de indígena, negro, mulato, cristiano revolucionario, campesino sin tierra o piquetero? ¿Es el marxismo parte central de la cultura de la rebelión latinoamericana o es una “ideología foránea”, como acostumbraban vociferar los genocidas militares de 1976?

A diferencia de los primeros inmigrantes europeos, que a fines del siglo XIX tradujeron y divulgaron algunas obras de Marx y Engels, los primeros marxistas latinoamericanos utilizaron sus categorías de un modo creador. Tenía razón el investigador italiano Antonio Melis cuando caracterizó a Mariátegui como “el primer marxista de América”. El peruano no sólo citó a Marx. Apeló a su pensamiento para dilucidar el problema indígena, articulando la lucha anticapitalista, el antiimperialismo y el socialismo.

Enfrentando tanto el populismo nacionalista de Víctor Raúl Haya de la Torre como el incipiente stalinismo de Victorio Codovilla, Mariátegui inauguró el marxismo latinoamericano. Tradición que, hasta hoy, se opone a los esquemas eurocéntricos y a los simulacros populistas que terminan reclamando, en nombre del “movimiento nacional”, el apoyo de los trabajadores a fracciones de empresarios y banqueros.

Entre los fundadores, Mariátegui es el más radical, original y audaz para descifrar incógnitas que Marx no había conocido. Pero no estuvo solo. En sus polémicas contra Haya de la Torre, Mariátegui estuvo acompañado por el joven marxista cubano Julio Antonio Mella. A ese brillante binomio podrían quizás agregarse otros dos nombres: el argentino Aníbal Norberto Ponce y el chileno Luis Emilio Recabarren.

A este gran elenco le sucedió, durante 30 años, el eco de los esquemas mediocres implantados por Stalin en la Unión Soviética, donde Marx no era más que una caricatura. Recién con la revolución cubana y la hegemonía de Fidel Castro y el Che Guevara, el marxismo de este continente podrá sacudirse el polvo burocrático y dogmático de las Academias de Ciencias de la URSS. No es casual que en los 60 la revolución cubana recuperara el marxismo revolucionario de los 20 (antiimperialista y anticapitalista) y los escritos menos transitados de Marx. En especial, los artículos, cartas y manuscritos tardíos donde estudia el colonialismo y las sociedades periféricas y dependientes, revisando y superando las limitaciones eurocéntricas de juventud.

Sobre este horizonte se inscriben investigaciones posteriores como El marxismo en América latina (1980) de Michael Löwy; Marx y América latina (1980) de José Aricó; Una lectura latinoamericana de “El Capital” de Marx (1988) de Alberto Parisi; El último Marx y la liberación latinoamericana (1990) de Enrique Dussel y De Marx al marxismo en América latina (1999) de Adolfo Sánchez Vázquez, entre otros.

Más allá de los matices, estas obras coinciden en que, en su madurez, Marx revisa sus puntos de vista frente al problema del colonialismo, el mundo periférico y los pueblos sometidos a la dominación capitalista. Y llega a dos conclusiones. Primero, no hay “progreso” para los pueblos sojuzgados mientras sigan bajo la bota imperial. Inglaterra no sólo no hizo avanzar a la India colonial —como ingenuamente había esperado el joven Marx—: la hizo retroceder. Segundo, la historia no tiene un recorrido evolutivo por etapas. No hay un centro único (Europa occidental), del cual se irradiarían, escalón por escalón, sin saltarse ninguno, las diversas etapas del desarrollo histórico para todo el orbe.

Estas dos conclusiones del Marx tardío son dinamita. Lo obligaron a repensar toda su concepción histórica y política. Están presentes, por ejemplo, en su correspondencia con Vera Zasulich y en otros escritos análogos.

Apologista del imperio?

Para los estudiosos serios constatar ese cambio de paradigma en los escritos de madurez ya constituye un lugar consensuado. Existe suficiente documentación empírica que lo prueba. Pero, a la hora de discutir a Marx, suele pasarse por alto el estudio riguroso de los documentos que hoy están al alcance de cualquier investigador. Marx sigue despertando pasiones encendidas. No es malo, siempre y cuando el ardor del corazón no nuble la vista. Tal es el caso de algunos ensayistas que, todavía hoy, se dejan llevar por su arrebato polémico.

Por ejemplo, José Pablo Feinmann, en su libro Filosofía y Nación (escrito en plena euforia del populismo nacionalista entre 1970 y 1975, publicado en 1982 y reeditado en 1996) afirma con liviandad que Marx es “un pensador del imperio británico”, un ingenuo apologista de la dominación colonial sobre los pueblos sometidos. Una lógica discursiva que comparte —pese a sus intenciones opuestas— el hoy neoliberal Juan José Sebreli, quien en El asedio a la modernidad (1992) caracteriza a Marx como un vulgar entusiasta de la expansión imperial. Algo que a Sebreli le servía, en los 90, para barnizar con jerga “filosófica” su apoyo a la derecha argentina y a las privatizaciones de la era menemista.

Mucho más exquisito pero no menos superficial, Toni Negri en su celebrado Imperio (2000) termina aplaudiendo los escritos de Marx de 1853 sobre la dominación británica en la India. Le sirven para legitimar su actual apología de la globalización del capital, su defensa de la constitución europea, etcétera. Ni siquiera menciona la revisión que el propio Marx realizara al final de su vida de aquellos textos.

Sea para rechazarlo, “defenderlo” o manipularlo, en estos casos se toma como axioma que Marx es un pensador eurocéntrico, modernista e ilustrado, y se dejan de lado sus incisivos textos tardíos, donde esa perspectiva es agudamente criticada.

Después de todos ellos, ahora un académico mexicano se suma al coro de quienes quieren ver en Marx un acrítico partidario de la expansión imperial. Es el profesor Arturo Chavola, director del Instituto de Estética de la Universidad de Guadalajara, autor de La imagen de América en el marxismo (Prometeo, 2005).

El libro de Chavola resulta un típico producto académico de esta época, donde el rechazo del marxismo se encubre con una terminología en apariencia neutral. Aunque su autor no lo aclara, está escrito para rendir examen en la Academia francesa. Esto tiñe muchas de sus conclusiones, de mal disimulada antipatía por el marxismo. Toda la bibliografía se cita en francés, aun cuando el idioma de Marx es el alemán y el del autor, el castellano. Hasta se citan en francés libros que sólo han sido editados en la Argentina o México, como los de Pasado y Presente.

Como Feinmann, Sebreli o Negri, Chavola insiste con que Marx es un europeo que aplaude la dominación de las colonias y no entiende nada de los pueblos oprimidos. Pero mucha agua ha corrido bajo el puente. Al menos este profesor mexicano no desconoce algunos escritos tardíos de Marx. Sólo que en lugar de registrar el notable cambio de mirada del último Marx, ve en ellos la confirmación de los textos juveniles. Desconociendo la revisión que Marx emprende a partir de la creación de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), Chavola vuelve a dibujar un Marx iluminista, determinista, eurocéntrico y apologista de la burguesía europea. Y decreta cómodamente la inutilidad del marxismo para América latina.

No conforme con esto, condena en forma tajante el “desarrollo nefasto” (sic) que produjo el marxismo en América. Lo curioso es que el autor reconoce explícitamente “no haber estudiado” las opiniones marxistas que han defendido las culturas latinoamericanas ni los documentos de la Internacional Comunista y sus repercusiones en este continente. ¿La ignorancia otorga derecho?

Es incuestionable que el debate sobre la herencia de Marx no está saldado en América latina. Contribuyeron a que ahora haya resurgido el interés, entre otros, el Movimiento Sin Tierra, la teología de la liberación, el zapatismo, las rebeliones contra el neoliberalismo y los foros sociales mundiales. Superadas las secuelas que produjo la derrota de la revolución sandinista en los 90, la discusión sobre Marx ha regresado al centro de la escena. ¿Cómo será el marxismo del siglo XXI? Este interrogante y sus desafíos siguen abiertos. Es muy probable que la respuesta no venga de los papers académicos.

N. Kohan es autor de Marx en su (Tercer) mundo y El Capital: Historia y método.

Aprender de Obama

Aprender de Obama
El sector privado ha ganado 10 millones de puestos y el paro en EE UU está por debajo del 5%
9
Guardar
Paul Krugman
2 ABR 2016 – 00:43 CEST

Como muchos adictos a la política, me he pasado muchísimo tiempo analizando sondeos y tratando de sacar conclusiones de ellos. ¿De verdad es posible que Donald Trump obtenga la nominación de su partido? (Sí). ¿Y Bernie Sanders? (No). Pero las primarias no son lo único sobre lo que se hacen sondeos; aún sigue llegando información actualizada sobre la popularidad del presidente Obama. Y en ese terreno ha pasado algo sorprendente.

A finales de 2015, Obama seguía en un nivel bajo, y lo suspendían bastantes más estadounidenses que los que lo aprobaban. Desde entonces, sin embargo, su popularidad se ha disparado, mientras que el número de suspensos ha caído en picado. Sigue estando en un nivel que solo es ligeramente positivo, pero la variación en los promedios de los sondeos ha sido de unos 11 punto porcentuales, lo cual es muchísimo.

¿Qué está pasando?

Bueno, una posible respuesta sería que, últimamente, los votantes han tenido ocasión de comprobar cómo son de verdad los malos líderes. Pero quiero pensar que la ciudadanía también empieza a darse cuenta de los muchos éxitos que ha cosechado el Gobierno de Obama en su lucha contra los problemas de Estados Unidos. Y esos éxitos pueden enseñar una lección a quienes estén dispuestos a aprender.

Sé que, en ambos bandos, hay muchos a los que les cuesta asimilar la idea de que la labor de Obama haya sido un éxito. En la izquierda, quienes se dejaron llevar por el entusiasmo de 2008 se sienten defraudados por la prosaica realidad de gobernar dentro de un sistema político extremadamente polarizado. Por otro lado, la ideología conservadora vaticina desastres ante cualquier intento de gravar las grandes fortunas, ayudar a los menos afortunados y refrenar los excesos del mercado; ¿y a quién van a creer, a la ideología o a sus propios ojos mendaces? Pero los éxitos están ahí, a la vista de todos.

Empecemos por la economía. Se podría argumentar que los presidentes no influyen en los resultados económicos tanto como los votantes parecen imaginar, y especialmente los presidentes que se enfrentan a una oposición destructiva por parte del Congreso durante la mayor parte de su mandato. Pero esa no es la cuestión: los republicanos llevan siete años repitiendo sin cesar que las políticas de Obama son un desastre que “destruye puestos de trabajo” y acaba con los incentivos empresariales, así que el hecho de que a la economía le haya ido bien es una noticia importante.Y así ha sido: el sector privado ha ganado 10 millones de puestos de trabajo desde que Obama llegó al cargo, y el paro está por debajo del 5%. Es verdad que, en algunos ámbitos, los resultados siguen siendo decepcionantes (baja tasa de actividad, escasa subida de los salarios). Pero imaginen las fanfarronadas que estaríamos escuchando si fuese Mitt Romney quien ocupase la Casa Blanca.

Luego está la reforma sanitaria, que (no se lo digan a nadie) ha cumplido sus objetivos. Allá por 2012, justo después de que el Tribunal Supremo permitiese a los estados rechazar la ampliación de Medicaid, la Oficina Presupuestaria del Congreso predijo que, tal día como hoy, el 89% de la población no anciana tendría cobertura sanitaria; la cifra actual es del 90%. Los detalles han sido un tanto sorprendentes: se han inscrito menos personas de las esperadas, pero hay menos empresarios de los esperados que han reducido la cobertura y más gente que se ha registrado en Medicaid (lo que significa, por cierto, que Obamacare se parece a un sistema de pagador único mucho más de lo que cualquiera parece ser consciente). Pero lo importante es que, en efecto, la reforma ha traído consigo la gran mejora del grado de cobertura que prometió, y lo ha conseguido por un coste menor del previsto.

También está la reforma financiera, que la izquierda considera ineficaz y la derecha considera destructiva. El hecho es que, aunque los grandes bancos no se han desmantelado, el exceso de apalancamiento —el verdadero peligro para la estabilidad financiera— se ha reducido en gran medida. Y, en cuanto a las repercusiones económicas, ¿he mencionado lo bien que ha ido la creación de empleo?

Por último, pero espero que no menos importante, el Gobierno de Obama ha usado su autoridad ejecutiva para tomar medidas medioambientales que, si un presidente republicano no las abole y los futuros Tribunales Supremos las mantienen, supondrán una actuación importante frente al cambio climático.

En definitiva, es todo un récord. Si los demócratas conservan la presidencia, a Obama se le acabará considerando un presidente de lo más transcendente, más que Reagan. Y estoy seguro de que los republicanos aprenderán mucho de sus logros.

¡Menuda inocentada!

Hablando en serio, no hay básicamente ninguna posibilidad de que los conservadores, cuyas ideas llevan décadas sin cambiar, se replanteen su dogma. Pero es posible que los progresistas tengan una mentalidad más abierta.

Las elecciones de 2008 no trajeron la transformación política que esperaban los entusiastas de Obama, ni acabaron con el poder de los intereses creados: Wall Street, el complejo médico-industrial y los grupos de presión de los combustibles fósiles siguen ahí, usando su dinero para comprar influencias. Pero se los ha contenido de tal forma que la vida de los estadounidenses es ahora mejor y más segura.

En otras palabras, la lección de los años de Obama es que el éxito no tiene que ser completo para ser muy real. ¿Dicen que quieren una revolución? Bueno, uno no siempre puede conseguir lo que quiere, pero es posible que descubra que, si lo intenta, a veces puede conseguir lo que necesita.

Paul Krugman es premio Nobel de Economía. Traducción de News Clips.

“La izquierda tiene que repensar su aparato teórico y táctico”: David Harvey

“La izquierda tiene que repensar su aparato teórico y táctico”: David Harvey
04/04/2016 Deja un comentario Go to comments

Sin títuloDavid Harvey, uno de los pensadores marxistas más prominentes de nuestro tiempo, se sentó con el activista colectivo AK Malabocas a discutir las transformaciones en el modo de acumulación capitalista, la centralidad del terreno urbano en las luchas de clase contemporáneas, y las implicancias de todo esto para la organización anti-capitalista.

AK Malabocas: En los últimos 40 años, el modo de acumulación capitalista ha cambiado globalmente. ¿Qué significan estos cambios para la lucha contra el capitalismo?

DH: Desde una perspectiva macro, cualquier modo de producción tiende a generar un tipo distintivo de oposición, la cual es un espejo curioso de sí mismo. Si miras atrás, en los ’60 o ’70, cuando el capital estaba organizado en grandes formas corporativas, jerárquicas, tenías estructuras de oposición que eran corporativas, tipos sindicalistas de aparatos políticos. En otras palabras, un sistema fordista generaba una oposición de tipo fordista.

Con el quiebre de esta forma de organización industrial, particularmente en los países capitalistas avanzados, se terminaba con una configuración del capital mucho más descentralizada: más fluida sobre el espacio y el tiempo que lo pensado previamente. Al mismo tiempo veíamos el surgimiento de una oposición que está ligada a las redes, a la descentralización y a la que no le gusta la jerarquía y las formas previas de oposición de tipo fordista.

Así, que de una manera curiosa, las y los militantes de izquierda se reorganizan a sí mismos en el mismo modo en el que la acumulación del capital se reorganiza. Si entendemos que la izquierda es una imagen en espejo de lo que estamos criticando, entonces tal vez lo que debamos hacer es romper el espejo y salir de esta relación simbiótica con aquello que estamos criticando.

MK: ¿En la era fordista, la fábrica era el principal sitio de resistencia. Dónde podemos encontrarla ahora que el capital se ha movido lejos del piso fabril hacia el terreno urbano?

DH: Antes que nada, la forma fabril no ha desaparecido. Todavía encuentras fábricas en Bangladesh o en China. Lo que es interesante es cómo el modo de producción en las ciudades centrales cambió. Por ejemplo, el sector logístico se ha expandido: UPS, DHL y todos sus trabajadores y trabajadoras están produciendo valores enormes hoy en día.

En las últimas décadas, un gran cambio tuvo lugar en el sector servicios también: los más grandes empleadores de mano de obra en la década de 1970 en los Estados Unidos eran General Motors, Ford y US Steel. Los más grandes empleadores de mano de obra hoy son Mc Donalds, Kentucky Fried Chicken y Walmart. Antes, la fábrica era el centro de la clase obrera, pero hoy encontramos a la clase obrera más que nada en el sector servicios. ¿Por qué diríamos que producir autos es más importante que producir hamburguesas?

Desafortunadamente la izquierda no se siente cómoda con la idea de organizar a los trabajadores y trabajadoras de la comida rápida. Su imagen de la tradicional clase obrera no encaja con la producción de valor de los trabajadores y trabajadoras de servicios, los de distribución, de restaurants, de los supermercados.

El proletariado no desapareció, pero hay un nuevo proletariado que tiene características diferentes del que tradicionalmente la izquierda solía identificar como la vanguardia de la clase trabajadora. En este sentido, las y los trabajadores de Mc Donalds se convirtieron en las y los trabajadores metalúrgicos del siglo XX.

MK: ¿Si esto es lo que es el nuevo proletariado, cuáles son los lugares desde organizar la resistencia hoy?

DH: Es muy difícil de organizar en los lugares de trabajo. Por ejemplo, las y los trabajadorss de la distribución se mueven de un lado a otro. Así que esta población tal vez podría organizarse mejor fuera del lugar de trabajo, quiero decir, en sus estructuras barriales.

Hay una frase interesante en el trabajo de Gramsci de 1919 que dice que organizarse en el lugar de trabajo y tener concejos fabriles está muy bien, pero que deberíamos tener también concejos en los barrios también. Y los concejos de los barrios, dijo, tienen un mejor entendimiento de lo que son las condiciones de toda la clase trabajadora, comparado con el entendimiento sectorial de la organización en el lugar de trabajo.

Las organizadoras y organizadores fabriles solían saber muy bien lo que un trabajador metalúrgico era, pero no entendían lo que el proletariado era como un todo. La organización barrial habría incluido, por ejemplo, a los trabajadores y trabajadoras de la limpieza urbana, de la distribución y las trabajadoras doméstica. Gramsci nunca tomó esto y dijo: “Vamos! el Partido Comunista debería organizar asambleas barriales”

No obstante, hay algunas excepciones en el contexto europeo donde los partidos comunistas organizaron, de hecho, concejos barriales, porque no podían organizarlos en las fábricas, por ejemplo en España. En la década de 1960 esta era una forma de organización muy poderosa. Por ello, como he discutido por un largo tiempo, deberíamos ver la organización barrial como una forma de organización de la clase. Gramsci sólo lo mencionó una vez en sus escritos y nunca lo desarrolló más en profundidad.

En Gran Bretaña en los ’80, hacía formas de organización laboral en plataformas a lo largo de la ciudad, sobre la base de concejos de oficios, que estaban haciendo lo que Gramsci sugirió. Pero dentro del movimiento sindical, estos concejos siempre fueron mirados como formas inferiores de organización laboral. Nunca se los trató como un componente fundacional de cómo el movimiento sindical debería operar.

De hecho, ocurrió que los concejos de oficios fueron a menudo mucho más radicales que los gremios tradicionales y eso era porque estaban basados en las condiciones de toda la clase trabajadora, no sólo de los sectores más privilegiados de la clase. Así, al punto de que estos tenían una definición mucho más amplia de la clase, los concejos tendieron a darse políticas mucho más radicales. Pero esto nunca fue valorado por el movimiento sindical en general, siempre fue mirado como un espacio en el que lxs radicales podían actuar.

Las ventajas de esta forma de organización son obvias: supera la brecha entre organizarse de manera sectorial, incluye todas las formas de trabajo “desterritorializado” y es muy adaptable a nuevas formas de organizaciones comunitarias y de base asamblearia, como Murray Boockchin planteó, por ejemplo.

MK: En las recientes oleadas de protesta en España y Grecia, por ejemplo, o el movimiento Occupy puedes encontrar esta idea de “localizar la resistencia”. Pareciera que estos movimientos tienden a organizarse alrededor de cuestiones de la vida cotidiana, más que en torno a grandes cuestiones ideológicas en las que la izquierda tradicional solía enfocarse.

DH: Por qué dirías que organizarse alrededor de la vida cotidiana no es una de las grandes cuestiones. Yo creo que es una de las grandes cuestiones. Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, y la vida cotidiana urbana es a lo que la gente está expuesta y en lo que encuentra dificultades. Estas dificultades residen tanto en la esfera de realización del valor como en la esfera de la producción del valor.

Este es uno de mis más importantes argumentos teóricos: todo el mundo lee el Volumen I del Capital y nadie lee el Volumen II. El Vol I es acerca de la producción del valor, el II es sobre la realización del valor. Al enfocarse en el Vol II, puedes ver claramente que las condiciones de realización son tan importantes como las de producción.

Marx a menudo hablaba de la necesidad de ver al capital como la unidad contradictoria entre la producción y la realización. Donde el valor es producido y donde es realizado son dos cosas diferentes. Por ejemplo, mucho valor es producido en China y, de hecho, es realizado por Apple o por Walmart en los Estados Unidos. Y, por supuesto, la realización del valor trata de la realización del valor por medio de costoso consumo de la clase obrera.

El capital puede conceder salarios más altos en el punto de la producción, pero luego los recupera en el punto de la realización por el hecho de que los trabajadores y trabajadoras tienen que pagar alquileres y gastos de vivienda más elevados, costos de teléfono, tarjetas de crédito y así sucesivamente. Así que las luchas de clase en torno a la realización, alrededor de viviendas más baratas por ejemplo, son tan significativas para la clase trabajadora como las luchas acerca de salarios y condiciones de trabajo. Cuál es el punto de tener un salario más alto si te es inmediatamente extraído en términos de gastos más elevados para tener un techo?

En su relación con la clase trabajadora, los capitalistas han aprendido hace mucho que pueden hacer un montón de dinero recuperando lo que antes habían entregado. Y, al punto que particularmente en los 60 y 70 lxs trabajadorxs se empoderaron de manera creciente en la esfera del consumo, así que el capital comienza a concentrar mucho más en extraer valor a través del consumo.

Así que las luchas en la esfera de la realización, que no eran tan fuertes en los tiempos de Marx, y el hecho de que nadie lea el maldito libro (Vol II), es un problema para la izquierda convencional. Cuando vos me decís: “¿cuál es el problema macro aquí?”- bueno, ¡esto es un problema macro! La concepción del capital y la relación entre producción y realización. Si no ves la unidad contradictoria entre ambos entonces no vas a tener la imagen completa. Tiene lucha de clases escrita todo alrededor y no puedo entender por qué un montón de marxistas no logran ver cuán importante es esto.

El problema es cómo entendemos a Marx en el 2015. En los tiempos de Marx, la extensión de la urbanización era relativamente conveniente y el consumo de la clase trabajadora era casi inexistente, así que de lo único que Marx tenía que hablar era acerca de la clase trabajadora arreglándoselas para sobrevivir con un salario magro y cómo eran bastante sofisticados para hacerlo. El capital los dejaba hacer con sus propios dispositivos lo que les gustaba.

Pero hoy en día, vivimos en un mundo en el que el consumo es responsable de casi el 30 % de la dinámica de la economía global; en EE UU llega al 70 %. Así que ¿por qué estamos aquí sentados y diciendo que el consumo es casi irrelevante, pegándonos al Volúmen I y hablando acerca de la producción en lugar del consumo?

Lo que hace la urbanización es forzarnos a cierto tipo de consumo, por ejemplo: tienes que tener un auto. Y tu estilo de vida está dictado en muchos sentidos por la forma que toma la urbanización. Y de nuevo, en los tiempos de Marx esto no era significativo, pero en nuestros días es crucial. Tenemos que amigarnos con formas de organización que de hecho reconozcan este cambio en la dinámica de la lucha de clases.

Los grupos que marcaron los recientes movimientos con su estilo, viniendo de tradiciones anarquistas y autonomistas, están mucho más metidos en la política de la vida cotidiana, mucho más que las y los marxistas tradicionales.

Les tengo mucha simpatía a las y los anarquistas, tienen una mucha mejor línea en este tema, precisamente al lidiar con la política del consumo y su crítica acerca de lo que el consumo es. Parte de su objetivo es cambiar y reorganizar la vida cotidiana alrededor de nuevos y diferentes principios. Así que creo que esto es un punto crucial hacia el cual mucha de la acción política debería ser dirigida en estos días. Pero desacuerdo con vos cuando decís que esta no es una “gran cuestión”.

MK: Así que, mirando ejemplos de Europa del Sur -redes de solidaridad en Grecia, auto-organización en España o Turquía- parece ser muy crucial para construir movimientos sociales alrededor de la vida cotidiana y las necesidades básicas en estos días. ¿Ves esto como un acercamiento promisorio?

DH: Creo que es muy promisorio, pero hay una clara limitación ahí, lo que es un problema para mí. La propia limitación es la reticencia para tomar el poder en algún punto. Bookchin, en su último libro, dice que el problema con las y los anarquistas es su negación del significado del poder y su inhabilidad para tomarlo. Bookchin no va tan lejos, pero yo creo que es su rechazo a ver al Estado como un posible aliado hacia la transformación radical.

Hay una tendencia a considerar al Estado como enemigo, el enemigo al 100 %. Y hay muchos ejemplos de estados represivos fuera del control público en el que este es el caso. No hay duda: el estado capitalista debe ser combatido, pero sin dominar el poder del estado y sin tomarlo, pronto vuelves a la historia de lo que pasó por ejemplo en 1936 y 1937 en Barcelona y luego en toda España. Al rechazar tomar el Estado en un momento en el que tenían el poder para hacerlo, los revolucionarios y revolucionarias de España permitieron que el estado volviera a caer en las manos de la burguesía y del ala estalinista del movimiento comunista. Y el estado se reorganizó y aplastó la resistencia.

MK: Eso puede ser cierto para el estado español en la década de 1930, pero si miramos al estado neoliberal contemporáneo y el retroceso del estado de bienestar, ¿que queda de estado para conquistar, para aprovechar?

DH: Para empezar, la izquierda no es muy buena para responder la pregunta de cómo construimos infraestructura masiva. ¿Como construirá la izquierda el puente de Brooklyn, por ejemplo? Toda sociedad reposa sobre grandes infraestructuras, infraestructuras para toda una ciudad, como el suministro de agua, electricidad, etc. Yo creo que hay una gran reticencia dentro de la izquierda para reconocer que necesitamos diferentes formas de organización.

Hay áreas del aparato de estado, aún del aparato de estado neoliberal, que son terriblemente importantes; el centro de control de enfermedades, por ejemplo. ¿Cómo respondemos a epidemias globales como el Ébola o similares? No puedes hacerlo al modo anarquista del “hazlo tu mismo o tú misma”. Hay muchas instancias en las que necesitas alguna forma de infraestructura de tipo estatal. No podemos confrontar el problema del calentamiento global a través de formas descentralizadas de confrontación y actividades solamente.

Un ejemplo que es frecuentemente mencionado, a pesar de sus muchos inconvenientes, es el Protocolo de Montreal para enfrentar el uso de clorofuorocarbono en heladeras para limitar la afectación de la capa de ozono. Fue reforzada de manera exitosa en los ’90 pero necesitó de un tipo de organización que es muy diferente a aquella que proviene de una política basada en asambleas.

MK: Desde una perspectiva anarquista, yo diría que es posible reemplazar aún instituciones supranacionales como la OMS con organizaciones confederales que serían construidas de abajo hacia arriba y que eventualmente arribarían a una toma de decisiones global.

DH: Quizás a un cierto grado, pero tenemos que ser conscientes de que siempre habrá algún tipo de jerarquías y de que siempre enfrentaremos problemas como la responsabilidad o el recurso correcto. Siempre habrá relaciones complicadas entre, por ejemplo, gente lidiando con el problema del calentamiento global desde el punto de vista del mundo como un todo y desde el punto de vista de un grupo que está en el territorio, digamos, en Hanover o similar, y que se pregunta, por qué debería escuchar lo que ellxs están diciendo?

MK: Entonces, ¿crees que esto requeriría alguna forma de autoridad?

DH: No, va a haber estructuras de autoridad de cualquier modo, siempre las habrá. Nunca he estado en una reunión anarquista en la que no hubiera una estructura de autoridad secreta. Está siempre esa fantasía de todo siendo horizontal, pero me siento, miro y pienso, “oh dios, hay toda una estructura jerárquica acá pero está encubierta”

MK: Volviendo a las protestas recientes alrededor del Mediterráneo, muchos movimientos se han concentrado en luchas locales. ¿Cuál es el siguiente paso hacia la transformación social?

DH: En algún punto tenemos que crear organizaciones que sean capaces de ensamblar y reforzar el cambio social en una escala más amplia. Por ejemplo, será ¿Podemos en España capaz de hacer eso? En una situación caótica como la crisis económicas de los últimos años, es importante que la izquierda actúe. Si la izquierda no lo hace, entonces la derecha será la siguiente opción. Yo pienso y odio decirlo que la izquierda tiene que ser más pragmática en relación a las dinámicas que están ocurriendo ahora.

MK: ¿Más pragmática en qué sentido?

DH: Bueno, ¿por qué apoyé a SYRIZA aunque este no fuera un partido revolucionario? Porque abría un espacio en el que algo diferente podía pasar y eso era una movida progresiva para mí.

Es un poco como Marx diciendo: el primer paso hacia la libertad es la limitación de la duración de la jornada de trabajo. Demandas muy estrechas abren un espacio para resultados más revolucionarios, y aún cuando no hay ninguna posibilidad para ningún resultado revolucionario, tenemos que buscar soluciones de compromiso que sin embargo se apartan del sinsentido de la austeridad neoliberal y abren el espacio en el que nuevas formas de organización pueden tener lugar.

Por ejemplo, sería interesante si Podemos buscara organizar formas de confederalismo democrático, porque en cierto modo Podemos surgió de un montón de reuniones de tipo asambleario teniendo lugar a lo largo de España, así que tienen mucha experiencia con ese tipo de estructura.

La cuestión es cómo conectarán la forma asamblearia a formas más permanentes de organización, en relación a su creciente posición como un partido fuerte en el parlamento. Esto también vuelve a la pregunta de la consolidación del poder: tienes que encontrar maneras de hacerlo, porque si no la burguesía y el capitalismo corporativo van a encontrar modos de reafirmarse y tomar nuevamente el poder.

MK: ¿Qué piensas acerca del dilema de las redes de solidaridad llenando el vacío que dejó la retirada del estado de bienestar e indirectamente convirtiéndose en un aliado del neoliberalismo en ese sentido?

DH: Hay dos formas de organizarse. Una es el vasto crecimiento del sector ONG, pero mucho de eso está financiado de manera externa, no son organizaciones de base, y eso no se acerca a la cuestión de los grandes donantes que marcan la agenda, la cual no será una agenda radical. Aquí nos acercamos a la privatización del Estado de bienestar. Esto me parece que es muy diferente políticamente a las organizaciones de base en las que la gente dice “Ok, el estado no se ocupa de nada, así que vamos a tener que hacernos cargo de nosotros y nosotras mismas” Esto me parece que tiende a formas de organizaciones de base con un status político muy diferente.

MK: Pero ¿cómo evitar llenar esa brecha al ayudar, por ejemplo, a gente desempleada para que no sean exprimidos por el estado neoliberal?

DH: Bueno, tiene que haber una agenda anti-capitalista, para que cuando el grupo trabaje con gente todo el mundo sepa que no se trata sólo de ayudarla a arreglárselas sino que hay todo un intento organizado de tratar de cambiar políticamente el sistema en su integralidad. Esto quiere decir tener un proyecto político muy claro, lo cual es problemático con tipos de movimientos no centralizados, no homogéneos, donde alguna gente trabaja de un modo, otra trabajan de manera diferente y no hay ningún proyecto colectivo en común.

Y esto se conecta con la primera pregunta que hiciste: no hay coordinación acerca de lo que son los objetivos políticos. Y el peligro es que sólo estes ayudando a la gente a arreglárselas y que no haya política saliendo de ahí. Por ejemplo, Occupy Sandy ayudó a la gente a volver a sus casa e hizo un maravilloso trabajo, pero en última instancia, hicieron lo que la Cruz Roja y los servicios de emergencia federales deberían haber hecho.

MK: El fin de la historia parece haber pasado de largo. Mirando las condiciones actuales y los ejemplos concretos de lucha anti capitalista, ¿piensas que “ganar” es todavía una opción?

DH: Definitivamente; y más aún, tienes fábricas ocupadas en Grecia, economías solidarias a través de cadenas productivas siendo forjadas, instituciones de democracia radical en España y muchas cosas hermosas ocurriendo en muchos otros lugares. Hay un crecimiento saludable del reconocimiento de que necesitamos ser mucho más amplios y amplias en lo que concierne a la política en todas esas iniciativas.

La izquierda marxista tiende a desdeñar un poco estas cosas y creo que está equivocada. Pero al mismo tiempo no creo que ninguna de estas cuestiones sea lo suficientemente grande en sí misma como para lidiar con las estructuras fundamentales de poder que necesitan ser desafiadas. Aquí hablamos de nada menos que del Estado. Así que la izquierda debe repensar su aparato teórico y táctico.

Original inglés: ROAR magazine

Traducción: de Gabriela Mitidieri para Democracia Socialista, editado por VIENTO SUR

Fuente: Rebelión

Nueva crisis global financiera a la vuelta de la esquina

Nueva crisis global financiera a la vuelta de la esquina

29 Feb 2016
by admin

El clima financiero global evidencia que una nueva crisis global está a la vuelta de la esquina y que esta vez los impactos que tendrá serán más catastróficos que la del 2008. Los autores revisan las causas de esta nueva ola de caídas y qué estaría detrás de ella, o quiénes.

Walter Formento y Wim Dierckxsens *

A título de catástrofe todos hablan de la inminente caída del Deutsche Bank (DB), y pronostican que ello tendrá el mismo impacto que la del LehmanBrothers-Citibank en 2008. La caída del Lehman hizo que la crisis financiera, que se venía tomando forma desde 1999/2001, se transformara en Crisis Financiera global (CFG) en septiembre de 2008. Hoy nos encontramos dentro del despliegue de esa crisis global. La crisis del Deustche Bank mal podría ser lo mismo que la del Lehman.

Entonces ¿de cuál momento de la crisis financiera global podríamos estar hablando?

Veamos los hechos:Deutsche Bank AG fue degradado por la calificadora de riesgo Standard &Poors[i]. S & P le redujo la calificación de los títulos de nivel 1 del banco cuatro niveles por debajo del grado de inversión. Mientras, la agencia de calificación Moody´s, dijo “que el banco puede pagar sus deudas, durante el 2017”. Nuevamente las grandes calificadoras de riesgo (S&P y Moody´s) en el centro de la escena de la puja de intereses financieros transnacionales.
El banco alemán el mes pasado registró su primera pérdida para todo el año desde 2008, sus acciones cayeron en más de un 30 por ciento este año

El banco alemán el mes pasado registró su primera pérdida para todo el año desde 2008, sus acciones cayeron en más de un 30 por ciento este año[ii]. Ahora que los precios de la energía están cayendo en picada y los temores de una recesión económica están aumentando, los inversores están huyendo de las CoCo (Instrumentos de Capital Contingentes Convertibles) por temor a que los bancos puedan dejar de hacer pagos de interés si las pérdidas comienzan a acumularse.

Frente a esto, el Deutsche Bank dijo que iba a volver a comprar $ 5.4 mil millones en deuda garantizada, para demostrar que tiene una “fuerte posición de liquidez.” Este movimiento empujó hacia arriba las acciones del banco hasta el 12%. La oferta pública anunciada es “un modesto ajuste a la estructura de capital que no tiene ningún impacto directo en nuestra evaluación de crédito de la empresa”, respaldó Moody´s.

Por otro lado, el índice de los fletes marítimos de carga seca a granel (BalticDryIndex)[iii], que reúne hasta 20 rutas marítimas claves de ese régimen en todo el mundo y es administrado por el Baltic Exchange de Londres, ha caído por debajo del índice de 300 puntos por primera vez en la historia (desde 1744), y los números de exportación están cuesta abajo para casi todos los países exportadores importantes de todo el planeta. Esto incluye a China, que es el mayor actor en el comercio mundial, por lo que el hecho de que sus importaciones y exportaciones estén colapsando ha levantado una enorme bandera roja.

020202

Cuando menos cosas se compran y, se venden y envían a todo el mundo, esto nos dice que la “economía real” se está contrayendo. Se están realizando enormes esfuerzos para tratar de apuntalar los mercados financieros en este momento, pero la economía mundial va claramente a la recesión, y en este momento se está haciendo muy difícil, incluso para los más optimistas, negar esta realidad.

Las cifras del comercio para China para enero de 2016, eran una gran decepción. Las exportaciones de China cayeron un 11,2 % interanual y las importaciones disminuyeron un 18,8%. Las importaciones chinas han caído durante 15 meses seguidos, desde fines de 2014. Estos nuevos números sólo pueden ser descritos como catastróficos.

El comercio mundial se ha reducido de manera tan dramática que ahora es más barato alquilar un buque mercante de 1.100 pies ($ 1563) que alquilar un Ferrari ($ 5597). Los precios para barcos de la clase Capesize se desplomaron un 92 por ciento.

Lo mismo está sucediendo en el mercado de la vivienda Hong Kong, en enero estaban en camino de registrar el peor mes desde 1991. El precio del petróleo ha caído un 75% en los últimos 18 meses y 17 billones de dólares de riqueza de la bolsa mundial han sido eliminados desde mediados de 2015. Las economías se paralizan, los consumos industriales y personales también, la demanda de materias primas y, bienes y servicios industriales le siguen, todo esto impacta en el transporte de importación y exportación, y también sobre la demanda de petróleo y dinero para financiar la producción y el comercio. Es la economía real lo que vemos. Nos encontramos en medio de un impresionante descenso económico global, y el sistema financiero global toma nota de esto.

Las tasas de interés negativas (a 0%) que permitieron inflar una burbuja financiera, de emisiones de bonos sin respaldo y compra de deuda basura, 12 veces mayor a la que estalló en 2008, actúa ahora incluso como una carga, como un impuesto sobre el sistema bancario. Hemos alcanzado realmente el límite de lo que la política monetaria puede hacer. Desde marzo de 2008, las tasas de interés se han reducido 637 veces en todo el mundo.

Se oyen voces en el centro de las finanzas globales que dicen: “Todos vamos a pagar un precio horrible por la incompetencia de los Bancos Centrales “, (CNN Moneys); “llegamos a la fase terminal de la mayor burbuja financiera de la historia y poniendo a todo el mundo a las puertas de la 3ra Guerra Mundial en el Medio Oriente”.
Hemos alcanzado realmente el límite de lo que la política monetaria puede hacer. Desde marzo de 2008, las tasas de interés se han reducido 637 veces en todo el mundo.

Todos los ojos se centran en el DB[iv]. Pero no se trata sólo de él, es todo el sistema bancario occidental en su conjunto el que se encuentra en crisis. Nadie dijo que Morgan Stanley cayó más del 7% también. Que el Bank of América el 5,4%, el Goldman Sachs cayó el 6% y el JPMorgan otro tanto. Hoy CreditSuisse está siendo golpeado por una caída del 7,7%. Todos tienen en común el excesivo alto grado de exposición. Sin excluir de esta lista al Santander, RBS y Barclays.

En entrevista con Bloomberg TV[v] para discutir el futuro del DB, John Mack, Morgan Stanley, dijo “Deutsche Bank está muy bien. La posibilidad de que no pueda realizar el pago de sus intereses es simplemente absurdo. El Gobierno de Alemania no va a permitir que eso ocurra. De lo contrario, será rescatado”. Luego de estas palabras, las acciones de Deutsche Bank subieron más que en los últimos siete años.

Advirtiéndonos que el problema no se resuelve desde lo económico, nunca los problemas de esta escala se analizan ni se resuelven desde lo económico solamente. La solución siempre incluye a la política y a lo político estratégico, sin lo cual estos gigantes financieros nunca hubieran alcanzado tal tamaño.

Después de todo, el DB solo tenía una exposición nacional bruta a los derivados de aproximadamente US$60 billones el 2014, 3,4 veces mayor que el PIB de Europa y 16 veces el PIB alemán.

02020203

Con la corrida financiera global de junio de 2013[vi], iniciada por la Reserva Federal de Estados Unidos, se da inicio a una crisis que nos lleva a la desaceleración de la economía real y a la crisis de los grandes bancos (“demasiado grandes para dejarlos caer”) que observamos hoy.

La FED, al anunciar que iba a aumentar la tasa de interés de 0,25 al 2,5% y a dejar de emitir dinero sin respaldo (tapering), generó una salida violenta de los capitales financieros invertidos en las 22 principales economías emergentes (EE) (Brics). Una salida de dinero que no fue a parar a las economías centrales (EC) como esperaban Bernanke y la gran banca financiera de EE.UU. (JPMorgan, BofA, Goldman Sachs, etc.) para potenciarlas. Esto sucedió por la imposibilidad registrada de la economía de EE.UU. de resolver el conflicto entre las transnacionales financieras que pujan en su economía y que se expresa como imposibilidad de crecer en forma sostenida y ofrecer una tasa de ganancia mínima con una tasa de inflación acorde a esa puja, por ello nunca pudieron cumplir lo anunciado y la tasa está aún en 0,50%, es decir 0% negativa.

Este hecho golpeó de tal manera a la Economía Mundial en general y a China en particular, lo que produjo el inicio de la desaceleración de la economía real global que hoy observamos, la crisis del petróleo y las guerra de materias primas, la guerra de monedas y la crisis financiera global. Todo esto nos aparece en el anuncio de la calificadora de riesgo S&P sobre la “Caída del Deustche Bank”, “una caída como la del LehmanBrothers”, etc.

Todas las grandes bancas financieras que ya mencionamos se encuentran financiadas, desde febrero de 2009, sostenidas por las “emisiones flexibles de bonos sin respaldo, a una tasa de 0% y con recompra de sus bonos basura”. En un primer momento, 2009-2013, a través de la emisión de la Reserva Federal se iniciaron los planes de cooperación para impulsar el crecimiento global por la vía de la demanda, que pronto comenzaron a ceder terreno a los planes de corrección monetaria con ese armamento de grueso calibre que va desde la flexibilización cuantitativa a la intervención de divisas y los controles de capital. Para el 27 de septiembre de 2010 ya se planteó que la economía se encontraba en una guerra mundial de divisas. Las acciones políticas de los diversos líderes del mundo se fueron reformulando en términos de este campo de batalla. Este proceso recorrió a todos los grandes bancos centrales.

¿Si todas las grandes bancas financieras se encuentran en la misma situación, con bonos de deuda que superan varias veces su capacidad de pago, por qué se pone en el centro al Deustche Bank? La respuesta nada tiene que ver con la economía y las finanzas ya que la crisis atraviesa a todos. Por lo tanto, la respuesta debemos buscarla en la política y lo político-estratégico.

La calificadora de riesgo S&P, instrumento del esquema de las transnacionales financieras globales a partir de las citis financieras Londres-WallStreet-HongKong, ya ha producido hechos de corridas financieras como estas, en la crisis Europea de octubre-diciembre de 2009:

“el 9 de diciembre de 2009, luego de la crisis en Dubai y de que el semanario londinense The Economist apunte los cañones sobre España, calificando a dicho país como el gran enfermo de Europa, S&P pasó la perspectiva de calificación de la deuda española de estable a negativa. Un día antes, había cambiado la perspectiva de calificación de la deuda Griega de estable a negativa, acompañada por la calificadora Fitch quien bajó la calificación de la deuda griega de A- a BBB+. Ni Fitch ni Moody’s (la otra gran calificadora internacional) cambiaron en absoluto la nota española a pesar de manejar los mismos indicadores: un 19% de desocupación, un déficit fiscal del 11%, un déficit de cuenta corriente de 5,4% y una recesión galopante. Por el contrario, mantuvieron la máxima calificación crediticia: AAA. Sobre la baja de calificación de S&P, comenzaron a montarse los ataques especulativos, centrados en las apuestas sobre la cesación de pagos de los seguros de default (credit default swaps).”[vii]

Como podemos observar, ni S&P ni Moody´s, es la primera vez que producen y forman parte de corridas y golpes financieros a partir reducción de la calificación de deuda. No es la primera vez que actúan enfrentadas, confrontando una con la otra. S&P favoreciendo movidas de las transnacionales financieras globales (HSBC, Barclays, Lloyd´s, RBS, Santander, Citigroup, etc.), y Moody´s bancando a las transnacionales financieras multinacionales de país central, como JPMorgan, Goldman Sachs, Deustche Bank, SocieteGenerale-Paribas, etc. Lo hicieron en 2009/10 y lo están haciendo ahora en diciembre de 2015/enero de 2016.
Podríamos decir que, con la “caída” de Deustsche Bank la globalista S&P tiene el objetivo de golpear duro a la UE (Unión Europea). Golpearla duro para que frene su aproximación a la Unión Aduanera Euroasiática-Brics

Podríamos decir que, con la “caída” de Deustsche Bank la globalista S&P tiene el objetivo de golpear duro a la UE (Unión Europea). Golpearla duro para que frene su aproximación a la Unión Aduanera Euroasiática-Brics[viii] y luego, para debilitarla de tal modo que no pueda no aceptar su incorporación subordinada en el esquema financiero global de Londres/WallStreet/HongKong.

Por tanto, ¿qué está en juego en este movida de S&P y en la contra-movida de Moody´s?

La Unión Europea, Alemania y los grandes jugadores económico-estratégicos de estado continental europeo, alemanes y franceses, se encuentran embarcados en profundizar la relación de articulación con la Unión Aduanera Euroasiática y con la Organización de Cooperación de Shanghay (OCS). Lo cual implica un distanciamiento respecto del tratado de comercio e inversión entre la UE y EE.UU. (TTIP, por sus siglas en inglés). Un distanciamiento que provoca no solo la pérdida de un actor central y estratégico para el esquema financiero global de poder sino que implica también, con su articulación a los Brics, la consolidación estratégica del esquema multipolar no-financiero de poder.

La movida de junio de 2013 de Ben Bernanque y la Fed ha conducido al estancamiento y la imposibilidad entre las transnacionales financieras de imponer condiciones de vencedores y vencidos desde 1999, nos lleva a este momento donde no solo está bloqueado el proceso de acumulación capitalista a partir la economía real, producción y comercio, sino que ahora hay indicios de que la acumulación financiera de capital también ha estallado.

Quién pueda imponer las condiciones para la producción y el comercio real, con una moneda sólida y respaldada en el Oro, una alternativa de arquitectura económica financiera y productiva[ix], y un esquema político estratégico alternativo a la guerra militar y a la guerra financiera. Quién pueda imponer estas condiciones de Paz, Producción y Trabajo habrá podido crear las condiciones para construir una gran puerta de salida.

Una Salida a la combinación de guerra/crisis financiera y crisis/guerra militar que se abre en 1999/2001 a partir de la “caída” de ley que bloqueaba a los bancos financieros globales desde 1933 y la “caída” de las torres gemelas del World Trade Center (Centro de comercio financiero mundial) expresando ambos hechos el antagonismo estructural entre las dos fracciones de capitales financieros transnacionales angloamericanos.

La salida a la crisis financiera mundial de 1929 fue la guerra mundial de 1939-44 y el acuerdo de Bretton Woods, donde EE.UU. impone su fuerza militar a partir de diciembre de 1942 luego de haber dejado desangrarse a “sus aliados” en la guerra, su moneda –Dólar- y su plan Marshall de finanzas y producción, tanto en EE.UU. como a Japón, Gran Bretaña, Alemania y Francia. A todo el bloque occidental.

La crisis financiera global de 2008 está abierta a una solución que no es la del poder de la guerra militar ni la del poder de la guerra financiera. Está abierta a una solución que es el poder de la Paz, de la producción real y un modo multipolar de poder, con miradas que se entretejen y entrelazan entre los productivos-Brics y el ecuménico humanismo con vértice en Francisco.

  • Wim Dierckxsens es investigador del DEI, miembro del Foro Mundial de Alternativas (FMA) y de miembro de la junta directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economistas Políticos (SEPLA) y Walter Fomento es miembro del Encuentro Nacional Popular Latinoamericano

Referencias

[i]Deutsche Bank CoCo Ratings Cut by S&P on Earnings Concerns. Laura J Keller, February 12, 2016

http://www.bloomberg.com/

[ii]Deutsche Bank will pay debts, Moody’s says. Kaja Whitehouse and Nathan Bomey, USA TODAY.

[iii]Chinese Exports Plunge 11.2 Percent As Economic Activity Continues To Collapse All Over The Planet

February 16, 2016 Michael Snyder.

[iv]Global Economic And Banking Collapse On Deck, February 12, 2016, Dave Kranzler.

[v]Martin Armstrong Warns February Crisis is the Prelude to Chaos & Unwinding of Western Civilization!

Posted on February 12, 2016 by The Doc.

[vi]Crisis financiera global y Oportunidad histórica para los Pueblos del mundo. Ponencia al 1er. Congreso del Pensamiento Nacional Suramericano. 13 y 14 de noviembre de 2013, Chapadmalal, Argentina. Autor: Walter Formento, Octubre de 2013.

[vii]Crisis Financiera Global, La lucha por la configuración del orden mundial, Editorial Peña Lillo-Continente, 2011.

[viii]La batalla de los imperios financieros por el mundo ¿Un mundo en transición histórica? WimDierckxsens – Walter Formento. Mundo Siglo XXI, revista del CIECAS-IPN, ISSN 1870-2872, Núm. 38, Vol. XI, 2016.

[ix]La crisis financiera global, unipolarismo y multipolarismo, es nacional y popular; Walter Formento y WimDierckxsens. http://www.alainet.org/es/articulo/175127#sthash.k87LJVfk.dpuf

La batalla de imperios financieros por el mundo (noviembre 2015)

La batalla de imperios financieros por el mundo (noviembre 2015)
Walter Formento—Wim Dierckxsens
LA BATALLA DE IMPERIOS FINANCIEROS POR EL MUNDO
¿Un mundo en transición histórica? *
Walter Formento Wim Dierckxsens
Los imperios financieros en el mundo

En la actualidad el capitalismo aún continúa siendo capitalismo pero entró a la escena un capital global que está haciendo al parecer de todo el mundo o de todos los países “neo-colonias emergentes”, todas colonizadas por el gran capital financiero transnacional.

Una nueva forma de capital que necesita negar al estado-nación de país central (o estado-corporación multinacional) como modo de organizar y producir el Estado del poder-valor. El Estado fue: Ciudad-Estado, Estado-Reyno, Estado-Nación (en las metrópolis), Estado-Multinacional (Corporación multinacional de país central) y ahora en desarrollo el Estado-Global (Estado-Red Global de Citis Financieras). Partiendo de que solo hay Estado, dentro de la racionalidad capitalista, donde hay poder de producir-organizar acumulación ampliada de riquezas.

Este Estado-Global financiero, asume como Estado-Practico, el modo y forma de una doble plataforma de nodos de ensamble, una de ensamble de servicios financieros en red a la gran banca global (comercial y financiera, aunque la financiera es la central y subsume a la comercial), y otra la plataforma de nodos de ensamble de la red proveedores hiperespecializados /hiperfragmentados/ informalizados/deslocalizados de bienes y servicios a la producción real.

La plataforma de nodos que conforma la gran banca global es permanentemente invisibilizada/ocultada por mecanismos tales que exaltan solo la plataforma de nodos de ensamble de proveedores de bienes y servicios reales. Tal capacidad de focalizar y exaltar para ocultar, sucede por el desarrollo de plataformas mediáticas transnacionales que monopolizan el espacio de la comunicación e imponen que la realidad es aquella que transcurre en el espacio virtual, donde nos llevan a comportarnos frente a esto como si fuera el terreno donde se disputa el poder y se libran los enfrentamientos entre intereses en conflicto, es decir el terreno de la política.

Conocido es por todos que quién imponga el terreno donde se libra la lucha, se habrá impuesto en el conflicto. Dos plataformas de comunicación mediático-virtuales enfrentadas se destacan hoy, la global que tiene como núcleo a la CNN-Ted Turner-Time Warner y la multinacional que lo tiene en Foxs News Corp-Rupert Murdoch.

• Ponencia presentada en VII CONFERENCIA LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA DE CIENCIAS SOCIALES (CLACSO) – Noviembre 2015 – Medellín, Colombia
La pregunta que emerge necesariamente es si van a lograr imponer un Estado global financiero. Donde la geografía es social y la ciudadanía son proveedores-y- consumidores en relación de producción con plataformas transnacionales financieras. En la actualidad, ´los bloques económicos se caracterizan por una etapa intermedia en la superación del capital transnacional de todo tipo de frontera´ (Wim Dierckxsens, Los límites de un capitalismo sin ciudadanía: DEI, Costa Rica 1998).
La pregunta es, si realmente nos encontramos en un momento histórico en el cual la nueva forma de capital financiero global, que niega a la anterior forma financiera y niega al capital financiero en su conjunto, va imponiendo una nueva forma de capital y, abre también la posibilidad a la negación del capitalismo y la irrupción de “algo” nuevo pos-capitalista. Algo nuevo que se desarrolla como multipolarismo emergente.
El capital financiero globalizado puja desde Wall Street y la City de Londres, más toda una red de citis financieras globales (Hong Kong, Bombay, Buenos Aires, Sao Pablo, Qatar, Teherán, etc.), por un Estado global sin fronteras o “barreras” nacionales a la libre circulación de ese capital financiero. Puja por un Estado sin ciudadanía, es decir, sin una participación de los pueblos más allá de las a menudo alienantes redes sociales y redes de medios de la televisión satelital. Donde los pueblos que producen-trabajan directamente son parte de redes de plataformas que proveen bienes y servicios a ETN´s (empresas transnacionales). Son pueblos y ´ciudadanos´ sin mayores derechos económicos (es decir, sin ciudadanía) en relación a ETN´s, que son partes de la GBF (plataformas de servicios financieros) que pujan por dominar directorios de Bancos Centrales (BC) y que los BC sean dominantes respecto de los gobiernos-locales-nacionales (municipales es su objetivo). De modo que el gobierno del Estado se instrumente a partir de una administración estatal que ascienda-y-descienda por la burocracia financiera de los BC, de los GBF y de las ETN´s.
Tratase de un Estado con instituciones propias más allá de las naciones, que la supera conteniéndola en otro orden, donde niega lo nacional como tal identidad e impone una nueva identidad local, asociada a la corporación ETN, como tendencia. De aquí que la relación entre el par local-global es orgánica a la nueva forma de capital global, por lo que construye y lo que diluye-desarticula. Donde puedan imponer a los ´ciudadanos´ (es decir, un ciudadano sin derechos políticos ni económicos) procesos sin necesidad del “juego electoral democrático” propio de los partidos ideológicos de masas y si más propio de las grandes corporaciones mediáticas y del marketing político ocupando el lugar de los partidos políticos de masas; con sus propios órganos, su propio sistema jurídico de propiedad material e intelectual y, sobre todo con la posibilidad de una fuerza armada global (la OTAN).
El Estado global busca y requiere instaurar una moneda independiente de cualquier nación que permita incluso diezmar el poderío de EEUU como estado- nación central, donde diezmarlo implica fragmentar el complejo financiero militar industrial y la Reserva Federal (Fed) como banco central único. Lo anterior supone sustituir al dólar y con ello pujas de poderes incluso al interior de EE.UU.
Son precisamente las contradicciones internas entre bloques económicos en conflicto por la hegemonía que ponen el mundo en suspenso por lo que podrá suceder en el plano militar.
La lucha entre fracciones financieras transnacionales en el centro unipolar del poder financiero, EE.UU.
En el territorio económico de EEUU (que implica el NAFTA North American Free Trade Agreement: EE.UU.+ Canadá+ Méjico) hay otra fracción de capital financiero transnacional que brega más bien por fortalecer a EE.UU. apuntando a “Otro Siglo Americano” basado en el Dólar, viendo en ello la garantía de su propia hegemonía. Esta fracción está expresada en parte por el Tea Party del partido Republicano y hegemonizado por capitales con asiento en la esfera del complejo industrial-militar, el petróleo, la industria farmacéutica entre otras, entrelazados en los directorios de sus megabancos y de sus corporaciones multinacionales (JPMorgan-Chase, Bank of América y Goldman Sachs, etc.) con mayor desarrollo en lo nacional y multinacional que en lo global, no sería internacional porque se desarrolla negando lo nacional y sus relaciones.
La proyección de poder de la gran banca multinacional es desde el país central multinacional, proyectándose como unipolarismo-unilateral, y delimita estados- continentes. Es la continuidad de la Trilateral con tres áreas y tres monedas que tiene su momento más elevado en 1998 (Dólar, Marco y Yen). Con la derogación de la prohibición de la banca de inversión como instrumento financiero, con la “caída” de la Roosveltiana ley Glass Steagal en diciembre de 1999, la gran banca global abre el enfrentamiento y la crisis con la gran banca multinacional de país central como forma dominante de capital y de estado. Esta le responderá con la “caída” de las “Torres Gemelas”, en tanto asiento del World Trade Center (centro del comercio financiero global) y el inicio de una guerra militar transnacional bajo la forma de “choque de civilizaciones” a la guerra financiera que había iniciado el capital global.
La fracción asentada en Wall Street-Londres proyecta instaurar poder global desde la red de city´s financieras multilaterales (Citigroup-Barclays-HSBC- Lloyd´s-ING Baring, Santander CH, etc.). Su proyecto es desarrollar un Estado- Global en la forma de red financiera unipolar-multilateral de city´s financieras. Aunque ambos son modos de poder unipolar y financiero, la multinacional se encuentra claramente en su fase de declinación (superación dialéctica) pero con fuertes intentos de ´Restauración´, basado en que aún es dominante en el pentágono, en el complejo financiero-industrial-militar.
La Global se encuentra en su fase ascendente pero es fuertemente confrontada con la política de restauración del capital financiero multinacional y, a partir del año 2014 cada vez más también con la alternativa del mundialismo BRICS- Multipolar.
El Brics, si bien como denominación viene de 2001 como terminología de los gerentes de inversión financiera (J O´Neill de Goldman Sachs), nace en su connotación política en diciembre de 2008, como expresión de la inclusión de las grandes economías emergentes al G7, conformando el G20 para hacer frente a la Crisis Financiera Global. Estas economías son consideradas emergentes en tanto son lugar de radicación de la deslocalización de las empresas transnacionales y motorizadas a partir de estas. Donde el dato central es que importan-integran- exportan subordinadas a las ETN´s.
Los investigadores trabajaron con una base de datos de 37 millones de empresas de todo el mundo y buscaron las interconexiones entre ellas obteniendo las 43.000 transnacionales –ETN´s- que las unían. Luego desarrollaron un modelo para estudiar la participación de las redes de accionistas que unían a estas transnacionales y llegaron a determinar un núcleo con 1.318 empresas, que representan el 60% de los ingresos mundiales.
En su proceso de desenredar aún más la telaraña de esta red, encontraron un “súper nucleo” de 147 empresas estrechamente unidas que son los que controlan el 40% de la economía mundial. La gran mayoría de estas empresas son entidades financieras de Estados Unidos y Gran Bretaña) . (ver, La red capitalista que controla el mundo. Andy Coghlan y Debora MacKenzie, 25-10-2011. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138137
Algunos leen estos datos para concluir que el mundo lo “controlan y manejan” un pequeño grupo de grandes bancos y banqueros que poseen intereses y proyectos estratégicos comunes. Algo así como la errónea teoría del ultra-imperialismo de 1914. Una teoría que oculta y niega la lucha inter-imperialista, sus fracciones, sus crisis, transiciones y cambios de forma, sus proyectos y concepciones diferentes, algo que beneficia a quienes parece criticar.
Avanzando, es importante tener presente que aproximadamente el 67% del comercio mundial se explica en tanto comercio intra-transnacionales y el 50% como intra-trasnacional. Donde el 50% de la riqueza social producida/ensamblada en la economía de las transnacionales tiene asiento en paraísos fiscales (Londres-Delaware-Hong Kong, etc.) por lo tanto es opaca- invisible a los ojos del estado-nación de país central y solo el 52% es visible a las instituciones de la administración de los países centrales y dependientes.
Donde lo declarado-visible son un 39% en costos del supermercadismo, 1% en beneficios del supermercadismo, 1% de beneficios declarados, 1,5% de ingresos a trabajadores y 10,5% otros costos. (ver: Latindadd, Red de Justicia Fiscal, Rodolfo Bejarano). Esto nos permite dimensionar el peso de las ETN´s en general sin distinguir, entre las redes financieras globales, las corporaciones multinacionales y los grupos económicos internacionales.
Importante también es señalar el momento 2009-2012, cuando las economías emergentes empiezan a desarrollar sus mercados internos de modo integral (no solo lo que necesitan las ETN´s que es importar-ensamblar-exportar), a partir de sustituir bienes y servicios y, desarrollar nuevos bienes y servicios. Por lo tanto, a comportarse con proyecto propio multipolar, alternativo y complementario al globalismo financiero.
La creciente integración económica y militar de la Eurasia de los Brics, les preocupa de suma manera a ambos capitales financieros en particular. Lo anterior no quita que la confrontación abierta entre el capital global y las fuerzas de la Restauración, que sigue constituyendo aun la contradicción principal.
La confrontación financiera global se desarrolla a partir de 2001 con la “caída” (voladura) de las Torres Gemelas; seguido en 2008 por otra “caída”, la del Lehman Brothers (controlado por el Citigroup, megabanco que es parte del esquema globalista financiero). Diez años después apenas entra realmente en escena la alternativa de los BRICS (Vea Walter Formento, La situación para Syriza-Grecia después de la victoria electoral).
La economía-política transnacional se despliega con economías de países centrales paralizadas (creciendo a menos del 1%) al estancar la inversión productiva. Debido a la tendencial baja en la tasa de ganancia en el centro, el capital financiero más dinámico se globaliza y el capital productivo que opera como nacional o transnacional aún en EE.UU., por ejemplo, muestra un envejecimiento de su capital fijo alcanzando niveles de fines de los años treinta (ver, Michael Hennigan Average age of US industrial equipment at highest since 1938, http://www.finfacts.ie/, 15 de agosto de 2014).
El capital que globaliza opera en economías reales de países dependientes (emergentes para los capitales globales) que crecen-emergen a una tasa media del 7% (sobre un PPA de 14bn). La economía china lo hacía en el pasado, por años incluso al 14% (sobre un PPP de 7bn aproximado). La tasa de crecimiento en los países emergentes está actualmente a la baja (4% de media).
La Unión Europea, Estado-Continente
La Unión Europea (UE) constituye en este entorno un bloque regional de poder de país-central (Estado-Continente), conformado hoy por 27 países. Los grandes capitales financieros Alemanes, en primer lugar, junto con los de Francia, se despegan de su base nacional y se transforman en capitales financieros de la UE, para hegemonizar este bloque continental. Es interesante observar que el capital fijo en los países de la UE (y no solo en Alemania) no se ha envejecido a partir de los años setenta, contrario a lo que pasó en EE.UU. (Ver, Bernd Görzig, Depreciation in EU member states, http://www.euklems.net; abril de 2007, pp21).
Luego de la crisis financiera global de 2008, desarrollaron un proceso de centralización de poder económico y político institucional a partir de lo que se denominó la segunda ola de Crisis Financiera Global (CFG) de 2010-2012. La segunda ola de Crisis Financiera Global, se inicia con el “estallido” de la crisis en Grecia, país periférico en el bloque. En 2015 la nueva crisis en Grecia solo ha acentuado aún más esta tendencia. A partir de esta crisis, el gran capital financiero europeo UE logra imponer condiciones de expropiación de todo lo que era empresas-estatales griegas. Alemania y Francia no solo lograron centralizar poder en Grecia sino en toda la Unión Europea como Estado-UE.
La City de Londres, otro centro de operaciones del capital financiero global a la par de Wall Street, contraataca a la Unión Europea en esa coyuntura tratando de ampliar la crisis hacia países como España, Italia y de ser posible Francia. El objetivo fue producir una crisis que pueda imponer el programa del globalismo financiero y bloquear el programa de los grandes capitales financieros Germano-Franceses de avance en la “Restauración” de la Unión Europea política- económica-y-cultural como bloque de poder.
Son dos programas de centralización de autonomías de los estados-nación: uno vía centralización desde la política- estado (UE –Unión Europea-), para conformar un Estado-Continente; y el otro programa, vía la centralización desde lo financiero-mercado para conformar un estado global, universal. El desarrollo de la coordinación “trilateral” entre EEUU- ALCA, más la Alemania-UE, más Japón-APEC como lógico devenir del Plan Marshall, era la vía unipolar-unilateral hacia un Estado-Mundial. La intervención de China y Rusia con diversos instrumentos consolidó la posición de Alemania- Francia y debilitó a Londres-Inglaterra (2009-2012), debilitando el desarrollo de la estrategia unipolar-financiera globalista.
Si con la primera “Crisis Griega”, noviembre de 2009, se abrió el proceso de centralización del poder económico político de las “burguesías nacionales” a la oligarquía financiera de la UE, con la “segunda” crisis griega de enero de 2015, se manifestaron y profundizaron las grietas entre Francia y los capitales financieros multinacionales dominantes en la UE (originarios de Alemania los más poderosos, pero no los únicos) y con ello de la UE. La situación en la Unión Europea actualmente es tal que los ex estados-naciones que conforman la UE, ya no son estados, en realidad son solo 27 naciones en un estado-continente –UE- y hasta Francia sufre las consecuencias negativas.
Por ello la “crisis griega del 2015” que se plantea desde Grecia como un nacionalismo popular anti-imperial, permite que Francia pueda expresar la resistencia de las naciones (burguesías locales) frente a la oligarquía dominante en la UE que centraliza su poder, desplazando el estado-poder de lo nacional a lo continental (Estado-UE), o puede expresar las luchas internas entre las fracciones financieras que conforman en el nuevo bloque de poder dominante en la UE, aunque muy posiblemente una combinación de ambas.
El presidente de Francia, Hollande, ´interviene´ en la crisis con Grecia, por intereses propios, algo más humano que los buitres de Berlín. La negociación dura y prolongada ha dejado en evidencia una fractura conceptual entre Francia y Alemania sobre lo que debe ser la unión monetaria. Grecia fue el peón en el juego de ajedrez entre Francia y Alemania (Claudio Testa, La crisis en Grecia desnudó las contradicciones en la UE- Alemania y Francia: tensiones entre socios cada vez más desiguales, www.socialismo-o-barbarie.org 16 de julio de 2015).
En realidad hay un nuevo bloque financiero de poder que se ha conformado reuniendo y sintetizando a las oligarquías de todos los países miembros, sintetizados por el eje-oligárquico financiero germano-francés por encima de las naciones. La reciente Crisis Griega, llamada Crisis de la Deuda, es la manifestación de la Crisis de la Unión Europea, en tanto pone de manifiesto el límite del bloque financiero Unión-Europea. La crisis de la Unión Europea es la crisis de las fuerzas de la restauración que cada vez más se manifiesta como un Estado-Buitre dirigido desde Berlín.
Desde un abordaje geopolítico, las fuerzas de la restauración del Estado continental-multinacional de país central, tanto en EE.UU. como en la Unión Europea, están cediendo cada vez más posiciones en su defensa, y su situación los torna en consecuencia cada vez más virulentos. Están asumiendo cada vez más una posición defensiva frente a la amenaza que supone es la ofensiva del globalismo financiero, y por lo tanto agresiva en la necesidad de centralizar los grados de libertad de las burguesías locales de cada nación subsumida en la UE.
Lo que está en juego no es solamente la dirección que debe tomar la zona euro, sino la sobrevivencia misma de la UE. Es preciso saber que la gran banca Deutsche Bank está muy comprometida, no solo con los bonos soberanos de Grecia, España, Italia o Francia sino con los bonos (chatarra) de todos los países de la eurozona. Para protegerse tiene una cartera de derivados entrelazados con todos los mayores bancos en Occidente a fin de cubrir riesgos de impago de la deuda y/o los intereses. En total Deutsche Bank posee 25 billones de dólares en derivados con bancos centrales y otros grandes bancos que al caerse provocaría un efecto en cadena múltiples veces más grande. Lo anterior significa si Deutsche Bank cayera, caerán otros bancos grandes y entre otros City Group, HSBC, JP Morgan, Goldman Sachs, Barclays, Societé Génerale, etc. La crisis se tornaría sistémica. (Vea Jim Willie, If Deutsche Bank goes under it will be Lehman times five, www.silverdoctors.com, 7 de octubre de 2015).
Ante la Crisis de la UE, crisis que abre una transición donde: por un lado, Grecia aún no pudo restaurar el proceso abierto a la posición de Estado-Nación (recuperando poder-grados de libertad), y por el otro, no logra la UE consolidarse como Estado-Continente profundizando la centralización de poder, habla que están en crisis las formas de proyectarse hacia el futuro. Tratase de una estrategia restauradora unipolar multinacional en crisis.
En medio de una crisis estructural de época que es general-mundial y no solo de Europa y de la UE, a esta se le abren dos opciones transformadoras.
Puede avanzar transformándose políticamente ya sea en parte de la Red Financiera Global con la cuasi segura subordinación de sus 27 naciones componentes a la Red de citis financieras Angloamericanas globales, mediante el Tratado Transatlántico de Inversiones y Comercio (TTIP), o más bien avanzar transformándose en parte de la Red de Polos del esquema de poder multipolar, vinculándose con el proyecto de Eurasia, van-guardado primero que todo por Rusia y China y los demás países de los BRICS, con todas las implicaciones geopolíticas que semejante rumbo tenga.
BRICS ante los imperios financieros
En julio de 2014, el conjunto de países BRICS que forman parte del G20 (las veinte economías más importantes, centrales G7 y emergentes), presentan, un esquema alternativo a los dos esquemas transnacionales financieros unipolares. Este proyecto alternativo pasa a denominarse nueva arquitectura financiera- productiva BRICS-Multipolar, compuesto por un Banco de fomento y desarrollo, un Fondo de reservas monetarias de los Estados miembros, un sistema de compensación de intercambios (CIPS) para comerciar en monedas propias. Este proyecto se conforma a partir de Bloques regionales continentales de poder emergentes: China-OCS, Rusia-Unión Aduanera Euroasiática, Brasil-Unasur- Celac, India-, Sudáfrica-, Iran-Egipto-Siria. Los países se encuentran en varios esquemas de uniones aduaneras o áreas de libre comercio, lo que distingue los momentos son la dinámica de los procesos, qué instituciones los articulan y quién/es lidera/n el proceso. Conformando en conjunto un globalismo multipolar productivo en su desarrollo.
Desde la crisis del Lheman Brothers de 2008, los capitales financieros multinacionales (asentados en las economías centrales en forma dominante) se encuentran retrasándose en su capacidad de acumular, mientras los capitales financieros globales (asentados en modo proporcional globalmente, en las EC – Economías Centrales- y las EE – Economías Emergentes-) logran acumular a gran velocidad. Es aquí donde el capital logra aumentar la tasa de ganancia en la economía real.
Estos capitales han sido financiados desde la Reserva Federal en un volumen de 85 billones U$S/mes, a una tasa de interés de 0% y comprando su deuda de “bonos basura”. Esto financia de modo dominante al mundo emergente financiero global de manera directa (e indirectamente la estrategia de los países dependientes), pero también hace crecer la burbuja de deuda financiera a un tamaño diez veces mayor que la que estalló en 2008 (la economía real esta aproximadamente en 75 billones y la economía financiera próxima a los
750 billones, aunque los debates entre especialistas oscila entre los 750 Bn –
agosto 2014- y los 1200 bn, entre 10 y 16 veces la economía real).
Todo esto profundiza las diferencias y la confrontación haciendo que la guerra financiera sea la moneda común. En la guerra financiera el proyecto multinacional tiene menos “capacidades”, pero en la guerra militar es fuerte aun. Solo en este contexto se comprende cómo Francia se alineó con los halcones de EEUU en torno a Siria y que Obama llega a negociar en nombre de los globalistas con Putin. Dos terrenos de fortalezas diferentes que se expresan actualmente en las pujas por el control de Medio Oriente. Incluso puede entenderse mejor los “tácitos” acuerdos entre Obama-Castro-Francisco y entre Obama-Putin-Xi Jimping en el marco de la semana de la Asamblea de la ONU. Acuerdos que dieron paso a acciones que dejaron siempre mal parado a los Republicanos- Buitres-Financieros.
Los BRICS nacen como los países “emergentes” con peso mundial, por volumen de población, de materias primas y por ser territorio de deslocalización de los capitales financieros globales desde 1994, que conforman el G20, junto a los “viejos” países centrales del G7.
Los BRICS expresan en su primer momento una relación estratégica subordinada a los intereses financieros globalistas (2008-2010). Luego (al no ser aceptados como verdaderos socios en el Fondo Monetario Internacional FMI) buscan definida y agresivamente su propio espacio geopolítico. Originalmente, el FMI había propuesto en 2010 anunciar un cambio de moneda internacional en 2014 a partir de los Derechos Especiales de Giro (DEG´s) para posponerlo luego a una fecha antes de finalizar el año 2015.
El 11 de Agosto de 2015 en el FMI decidieron posponer la inclusión del yuan a la nueva canasta de monedas y sus respectivos valores para el 30 de setiembre de 2016. La aceptación del yuan hubiera sido el primer paso en firme para que fuese considerado como una moneda de reserva internacional. Artos de ser engañados (negados), a partir de julio de 2014, los BRICS-Multipolares no financieros, plantean en Brasil su programa de nueva arquitectura económica, financiera, política y cultural. A partir de ello el multipolarismo de los BRICS adquiere mayor agresividad.
BRICS insurge como proyecto estratégico no financiero. Como opción estratégica desde los países dependientes-subdesarrollados-periféricos-no alineados. Insurge en el marco de la guerra financiera transnacional inter-imperialista y a partir de las decisiones del FMI se pone de pie con un proyecto propio en confrontación con los capitales financieros. Insurge en el momento en que el mundo dependiente-“emergente” se vuelve centro dominante de producción y consumo de riqueza social. China justifica su accionar en la medida en que el FMI no permite la inclusión del yuan en la determinación del valor de los Derechos Especiales de Giro y no habilita a dicha moneda como instrumento de cambio internacional. Aunque el centro dominante de las capacidades militares aún se encuentra en EEUU, en tanto país central financiero Buitre, la presencia de Rusia y el acuerdo militar entre este país con China y otros países de Asia, otorga mayor fuerza geopolítica disuasiva al proyecto BRICS-Ampliado.
Avanzar en la salida Multipolar BRICS-Ampliado se torna cada vez más factible. La propuesta cuenta con un Banco de Desarrollo y Fomento como con un Fondo de Compensación entre los instrumentos más importantes. El esquema avanza proponiendo un instrumento de cambio (moneda) mundial multipolar potencialmente basado-respaldado en oro, en sus reservas de oro que han subido vertiginosamente aunque el país no las reconoce oficialmente. Este esquema de poder conforma a la vez una mayoría institucional mundial activa a partir del G77+China (que reúne un piso de 140 votos sobre una asamblea de 197 miembros en total).
China, a la par, recientemente lanzó la iniciativa de un servicio de pago internacional, el CIPS –China International Payment Platform – una “alternativa” al SWIFT Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication creado en 1973. El SWIFT lanzó la amenaza con destino ruso de desconectarle sus bancos. Rusia ha respondido con la creación de su propio sistema, aunque obviamente la potencia del sistema Chino que incorporaría gran cantidad de entidades financieras es superior. El CIPS garantizaría una mayor cobertura del yuan en los pagos internacionales y permitiría a esa moneda avanzar hacia su conversión como moneda de reserva.
No es diferente, lo que pasa con el nuevo sistema que rige desde marzo de 2015 para la determinación del precio del oro. Hasta el 19 de marzo de ese año, el precio fue fijado por London Gold Fix1 cuyos 5 socios que pasaron igualmente a formar parte del nuevo sistema de fijación de precios son: Bank of Nova Scotia, Barclays, Deutsche Bank, HSBC y Societé Générale. Hubo presunta manipulación en la fijación de precios del oro, plata, platino y paladio. Delitos del mismo tipo se comentaron con la fijación de la tasa LIBOR. Ahora la fijación del precio del oro se gestionará a través de una plataforma de negociación electrónica para la London Bullion Market Association (LBMA).
El precio del oro se va a dejar de fijar diariamente como desde hace casi 100 años mediante acuerdos privados a través de videoconferencia entre los cuatro miembros del London Gold Market Fixing Ltd., que en la actualidad son, Bank of Nova Scotia-Scotia Mocatta, Barclays Bank PLC, HSBC Bank U.S.A., y Société
1 Institución fundada en 1919 por N M Rothschild & Sons; Mocatta & Goldsmid; Samuel Montagu & Co.; Pixley & Abell; y Sharps & Wilkins.
Générale SA. Tres bancos chinos ya son miembros de la LBMA y participarán más directamente en la fijación del precio del oro. Esto significa que los inversores chinos tendrán una mayor y más directa influencia sobre el precio internacional del metal. China a través de los bancos de propiedad estatal, ya controla el Shanghai Gold Exchange (Bolsa de Oro de Shanghai), el mayor mercado físico en Asia. China ha venido aumentando significativamente sus reservas en oro a la vez que es el mayor productor de oro en el mundo. El país adquiere de esta forma mayor poder para crear un caos financiero simplemente ‘subiendo’ la cotización del oro. Si lo hacen, será sólo una cuestión de tiempo, para que el sistema de reserva fraccional londinense de cuentas de oro sin respaldo físico colapse, dejando a Shanghai como único mercado físico importante en el mundo (Vea, Marion Mueller, Se reforma el sistema para fijar el precio de oro en Londres;
.www.loff.it.abc.es; 16.03.2015).
China ha venido aumentando significativamente sus reservas en oro a la vez que es el mayor productor de oro en el mundo. Es preciso saber que Rusia como China son hoy los más activos compradores de oro a nivel mundial. En general en la medida en que le es posible, los países de Eurasia están posicionando cada vez más sus reservas en dicho metal. La pregunta es qué pasaría con el Dólar si China decidiese hacer el yuan convertible al oro. Una nueva moneda mundial con respaldo en el oro, implicaría un profundo cambio no observado desde cuando EEUU impuso el Dólar, sin otro respaldo que su poder militar desde 1971/73. Estos posibles escenarios de cambio en lo económico conllevan cambios también en lo político, militar y estratégico.
Todo esto hace vislumbrar la necesaria e inevitable Crisis del Dólar, como instrumento de cambio y reserva mundial. Un instrumento cuyo respaldo más importante hoy radica en la alta capacidad bélica del complejo financiero industrial-militar norteamericano. La Crisis de la UE implicaría, en el fondo, la posibilidad abierta de la Crisis del Dólar, y la Crisis del Dólar implicaría la crisis del conjunto de jugadores del Unipolarismo Financiero Multinacional (Fuerzas de Restauración-Buitres-Tea Party) y pondría en plena ventaja al esquema unipolar Globalista si no fuera que el BRICS-Ampliado estuviese en el camino de su desarrollo propio. Lo anterior pone a Rusia y China como los enemigos más directos no solo de los globalistas, sino también de las Fuerzas de Restauración en EE.UU. Los últimos, sin embargo, no toleran que Medio Oriente se escape a las manos de EE.UU ya que significaría el fin del dólar como moneda internacional. Con ello divergen radicalmente con los globalistas sobre Irán.
La geopolítica actual
En Ufa, Rusia se dieron cita, entre el 8 y el 10 de julio de 2015, las cumbres internacionales de la Organización de Cooperación de Shanghái y del BRICS. Es ahí donde una nueva arquitectura económica, política y cultural se desarrolla y toma forma.
La nueva arquitectura incluye el NBD –Nuevo Banco de Desarrollo- un fondo común que financiase inversiones recíprocas y una alternativa a los organismos financieros internacionales; el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (Asian Infrastructure Investment Bank o AIIB); el Fondo de Reserva, el cual permitirá reaccionar a tiempo y de manera adecuada a las fluctuaciones de los mercados financieros y sus golpes financieros por corridas; el CIPS que le permite romper con el “monitoreo” que realiza EEUU sobre el sistema financiero mundial; La Moneda propia, los estados del bloque habrán de establecer una unidad de cuenta común que refleje el promedio ponderado de la cesta de las monedas de los BRICS. (¿Cómo crearán los brics su propia moneda?. 5 sep 2015, ria novosti.)
China, recientemente lanzó la iniciativa de un servicio de pago internacional, el CIPS como “alternativa” al SWIFT, sistema que construyo la amenaza con destino ruso de desconectarle sus bancos (en el marco de un conjunto de sanciones económicas aplicadas a ese país por la llamada crisis de Ucrania). A la vez, Rusia primero, y China después han respondido con la creación de su propio sistema. Lo fundamental es que el CIPS garantizaría una mayor cobertura del yuan en los pagos internacionales y permitiría a esa moneda avanzar hacia su conversión como moneda de reserva y de la moneda Brics, conformada como canasta de monedas.
Salir del SWIFT que aparece como un mecanismo “técnico”, puramente “neutral”, según los magnates de Wall Street y la City de Londres. Fue no obstante salir del dispositivo que dominan las transnacionales del unipolarismo financiero, en otras palabras, una confrontación directa con los globalistas y los buitres.
Los ataques del 11 de septiembre a las Torres Gemelas sirvieron para que Estados Unidos se inmiscuyera en el sistema de pagos: el Departamento del Tesoro solicita desde entonces “información específica” con la excusa de que “monitorea” los canales de financiamiento de “grupos terroristas”. De esta manera, con el argumento de que se encontraban inmiscuidos en actividades ilegales se desconectó a los bancos iraníes del SWIFT hace 3 años, situación que puso en aprietos la provisión de crédito a las operaciones de comercio exterior del país persa. Además, Washington abrió el camino para la intromisión de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés). Según las revelaciones de Edward Snowden, ‘Follow the Money’ es el nombre del programa especializado de la NSA que se encarga de espiar el sistema financiero global. Por lo tanto, Estados Unidos se hizo del control cuasi monopólico del sistema de pagos internacionales para asfixiar a sus rivales.
Hasta ahora la desconexión de SWIFT aún no se ha implementado en contra de Rusia por la “falta de autoridad” de las autoridades regulatorias. Pues, una cosa es castigar a una potencia regional, y otra muy distinta es entrar en una batalla cara a cara con una potencia mundial. (Rusia precipita el abandono de SWIFT entre los BRICS. 30 sep 2015, Ariel Noyola Rodríguez, RT.).
Todas estas instituciones fueron parte del programa anunciado en Fortaleza, Brasil, en Julio de 2014, ahora en Ufa se define que empiezan a desarrollarse concretamente y fueron parte importante del temario de todas las reuniones.
Pero no solo eso sucedió en la reunión de Ufa, también se hicieron presentes los países que forman parte de los acuerdos profundos a partir de cada uno de los grandes países del Brics, como aquellos que componen la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái), los que componen la UAE (Unión Aduanero Euroasiática), y los que ingresan como invitados tal el caso de Paquistán e Irán.
Pero también hay que recordar aquellos que son parte con Brasil, de la Unasur- Celac que están expectantes por sumarse directamente.
Aunque lo más impactante que aparece, y que descoloca la mirada geopolítica tal como venía desarrollándose, es la posibilidad del desarrollo de acuerdos-diálogos del BRICS-Ampliado y la OCS con la UE-Alemania, Francia e Italia. (ver: Jim Dean, Cumbre BRICS-OCS marca fin de hegemonía occidental; www.hispantv.com, 26 de julio de 2015). Los diálogos que implican la posibilidad clara de que la UE sea parte del multipolarismo Brics, es una decisión clave por su impacto geo-estratégico. Al mismo tiempo pone el mundo ante un escenario bélico posible.
Es central para entender esto, no solo lo que significa el mercado del Brics- euroasiático (más de 3500 millones de habitantes) y con el proceso de industrialización con más perspectiva, que incluye el desarrollo de un gran complejo científico tecnológico y del gran proyecto estratégico de la nueva ruta de la seda –NRS-. Una NRS que está compuesta por varios recorridos que incluyen, vertebran y articulan, algunas son terrestres y otras marítimas.
NRS que esencialmente es un proyecto de comercio y producción, para motorizar el comercio y la producción en el mundo, es a la vez un proyecto geo-político de gran envergadura. En un mundo donde los países centrales, con su proyecto financiero y sus luchas, desde el 2001 lo han llevado a la parálisis, para solo beneficiar a los grandes capitales financieros concentrados en los negocios de la especulación financiera con bonos y papeles de capital ficticio. Donde su única propuesta es el negocio de inflar una burbuja financiera especulativa que se alimenta del programa de flexibilización cuantitativa implementado por los bancos centrales de los países centrales.
Cuando introducimos el tema de la nueva ruta de la seda (Eurasia) como plan de desarrollo de la economía real, plan que salió a la luz en el 2012 en China (y por lo tanto venia de antes), lo hacemos para poder entender también las decisiones actuales y ciertos comportamientos de China-Brics en los años 2009-2010 frente a los golpes financieros contra la consolidación de UE, acciones que significaron la defensa de la UE y Alemania, y la derrota del plan de ataques financieros desde las citis de Londres/Wall Street. No es extraño que muchos bancos en la UE se apuntaran para invertir en el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura. Ausentes llamativos han sido EE.UU. y Japón (ver, Wim Dierckxsens, La gran transición hacia una nueva civilización, DEI 2015).
Este punto de cruce constructivo de China-Brics y Alemania-UE fue considerado cuando abordamos la Crisis la UE en 2009-2010 y el papel que jugo entonces China y Rusia en la defensa de una economía que produce, incorpora tecnología y genera grandes saldos exportables. Claro es que no lo observamos como una acción en contra de un oponente estratégico común y menos, aun, como parte de un plan de desarrollo de la Nueva Ruta de Seda (NRS), donde la UE tiene un lugar clave en la Estrategia multipolar del Brics-China.
Cuando recordamos en qué momentos se estrecharon vínculos entre la UE y los Brics-China, el momento es la crisis por corrida financiera contra la UE que realizó Londres.
Decíamos en 2010: “El enfrentamiento entre EEUU y la China nacionalista recorre todo el camino de la crisis europea desde noviembre de 2009. En realidad, lo que se inicia en noviembre-diciembre de
2009 es un nuevo momento del enfrentamiento entre polos de poder mundial que involucra a todos los actores, ya que conmueve la situación político-estratégica mundial, el estado de relaciones de fuerzas internacionales.”
“El 22 de marzo de 2010, el Financial Times publicó un artículo firmado por uno de sus principales editorialistas, Martin Wolf, que se titula “China y Alemania: los exportadores que debilitan la economía mundial”.i
“Chinlemania’ habló la semana pasada y el mundo escuchó. (….) Déjeme presentarle a Chinlemania, un compuesto de los dos mayores exportadores mundiales netos: China, con un superávit de cuenta corriente pronosticado de u$s 291.000 millones este año y Alemania, con un superávit previsto de u$s 187.000 millones.”, afirma Wolf.
¿Qué es lo que molestó a los intereses angloamericanos de chinlemania, en esta segunda fase de la crisis? Que ni China ni Alemania cedieron a las presiones de los Rothschild, Barclays, HSBC, Standard Chartered, Lloyd’s, RBS, Citigroup, etc.,ii ni tampoco a las presiones de los líderes políticos e intelectuales angloamericanos, para que modifiquen su política de agresiva exportación-ahorro- superávit comercial-inversión. (…)
Por ello, la decisión de China (y la de Alemania) pone en pie de guerra a las fuerzas angloamericanas globalistas ya que es la puerta de entrada a la guerra comercial, un nuevo momento de la guerra financiera y la guerra económica general con la que se entró en el inicio de la crisis, que implica un recrudecimiento en el plano político y militar. ” (ver, Crisis Financiera Global, 2010: Formento, W y Merino, G.-)
La ofensiva angloamericana (que formo parte del desarrollo de la Crisis de la UE, del EURO y del BCE) en 2010 produce un reforzamiento de la alianza entre China y la UE (zona euro), y la consolidación del bloque de poder UE, que dominan la oligarquía germana y la fracción de la oligarquía francesa afín, enfrentadas a aquella fracción franco-germana asociada a la oligarquía financiera globalista angloamericana.
La ofensiva obliga al bloque de alianzas China-Rusia-Brics a acercar posiciones con la UE, y a profundizar su camino contradictorio con los intereses angloamericanos, que se expresó con la profundización de la estrategia exportadora-industrialista en el esquema de ajuste-ahorro-inversión-exportación- superávit. Este bloque de alianzas “continental-UE” a veces juega articulando con el bloque de poder americano, y lo nuevo es que abre juego articulándose con el esquema Brics, principalmente China y Rusia. Conformando tendencialmente un temible bloque universal multipolar (ver: respecto a una consideración hoy de Albert Stahel, Russia Today 15 de junio de 2015).
Los industriales alemanes, en particular, parecen ansiosos por continuar con unos tratos comerciales con Rusia y China que no tienen límite. Estos podrían colocar al país en camino hacia un poderío mundial sin los límites de las fronteras de la UE y, a largo plazo, indicar el final de la era en la que Alemania, por mucha sutileza que se quisiera, era esencialmente un satélite estadounidense (Vea, Pepe Escobar, Pueden China y Rusia echar a Washington a empujones de Eurasia, www.rebelión.org, 9 de octubre de 2015).
China ya era un jugador central en las relaciones de poder mundial, que no consideraba aún desafiar a sus aliados angloamericanos. Es la debilidad del imperialismo angloamericano producto del conflicto por diferenciación en su seno y choque de intereses estratégicos a su interior (la “crisis en la alturas” enfrenta y divide el bloque de poder angloamericano financiero transnacional en lo económico-tecnológico y político- ideológico y, por lo tanto, reduce transitoriamente el Umbral de Poder Necesario para poder avanzar- desarrollar proyectos alternativos), lo que permite por un lado sostenerse a la UE, con la ayuda de China, frente a los ataques financieros que hicieron de la crisis europea la segunda ola de la crisis global. Y le permite a China-Brics asociarse contra el golpe financiero globalista defendiendo a la UE y, a partir de este hecho considerar que había llegado el momento de iniciar el desarrollo abierto del juego propio. A partir de la “crisis” se vuelve claro para todos los bloques que pueden y deben desarrollar un juego estratégico propio.
El G-20 quedó paralizado, ya que si antes era complicado establecer una única estrategia, ahora con la profundización de la fractura entre los principales polos de poder mundial y la decisión germano-francesa de contraatacar, contando para ello con el apoyo de China y Rusia, el G-20 se convierte en un foro de resonancia de esta lucha entre diversas fuerzas con capacidades estratégicas.
Con el plan económico-estratégico de la nueva Ruta comercial-industrial de la Seda (NRS), China y Rusia agregan, a su nueva arquitectura económico- financiera y político estratégica, la nueva arquitectura económica comercial y productiva. Con directo impacto en los Brics, desde China-Rusia, India-Pakistan, Irán-Siria-Egipto-Sudáfrica y la UE. Ahora habrá que observar de qué modo suma al Brasil-Unasur-Celac. Con los dos brazos abiertos de la NRS. Tal vez a partir del gran puente terrestre de Rusia-Alaska.
Se observa claramente cómo van siendo articulados países y poblaciones a través de una columna que vertebra desde lo económico comercial-industrial, una columna que incluye masivamente a los pueblos de productores y trabajadores, y que se diferencia profundamente del modo en que vertebra la propuesta globalista unipolar angloamericana desde lo económico financiero. Con su red de productores hiperespecializados e informalizados reducidos a proveedores de los nodos-plataformas de ensamble de bienes y servicios, subordinados a la gran banca global. Eso que está planteado como “Acuerdos” TPP para Latinoamérica y TTIP para la Unión Europea. Dos proyectos estratégicos para revolucionar el mundo, dos revoluciones de carácter diferente, una capitalista financiera y la otra desde un capitalismo social de estado ó pos-capitalismo.
Alemania y la UE ya fueron amenazados en 1991, en el periodo fundacional de la UE y también en la llamada segunda ola de la crisis financiera global – 2009/2010-. Ahora lo que ha sucedido son los intentos de golpe de estado por corrida financiera, por operaciones de falsa bandera como Charly Hepdo y por desplazamientos masivos de población –“refugiados”- desde el Medio Oriente a partir de actos de organizaciones terroristas conformadas a partir de acciones del Unipolarismo Financiero retrasado en EEUU e Israel (Bush-McCain-Netanyahu). La crisis de los refugiados también permite ser leída como un intento de desestabilización de la UE, por la ola de desplazados-migrando hacia la UE a partir de la “guerra contra el ISIS” que construye el complejo financiero multinacional militar norteamericano republicano.
La crisis de la guerra en Siria-Irak-Irán-Turquía produce la migración de refugiados hacia la UE, y el desarrollo de la crisis por la “recepción” de los desplazados-refugiados en la UE, una crisis que potencia las tensiones internas a partir de hecho de abrir o cerrarle las puertas a los “desplazados”. En relación con ello los Brics-Rusia-Putin simultáneamente planean una jugada final respecto a Ucrania, que involucra el fin de sanciones. Las naciones que realmente cuentan en la UE quieren eliminarlas. Y lo harán si Putin hace lo que ellos no pueden hacer, destruir el “Califato” que está enviando oleadas de refugiados hacia la Fortaleza Europa. (Alemania y toda Europa cambiarán EE.UU. por Rusia, www.actualidad.rt.com, 17 de junio de 2015).
Pero incluso los Brics y no solo Rusia tienen intereses propios en la solución de la “guerra terrorista del EI-Isis en Siria”. Rusia quiere acabar con los yihadistas antes de que se vuelvan contra ella y China también. Mientras que Estados Unidos (Republicanos-Complejo Financiero) espera utilizarlos en “otros” conflictos que le permitan contener o desestabilizar a Rusia y China en donde tengan población musulmana. Elementos del Emirato Islámico han llegado a la región de Kherson, en Ucrania, donde ya se encuentra un llamado gobierno de Crimea en el exilio» (Vea Alfredo Jalifa- Rahme, Cooperación entre Obama y Putín contra el Yihadismo global, La Jornada, www.redvoltaire 4 de octubre de 2015).
La actual coyuntura en Siria parece brindar una oportunidad. En medio de una crisis mundial que va desde Siria a Ucrania, los intereses geoestratégicos de Berlín parecen ir divergiendo lentamente de los de Washington. (Vea, Pepe Escobar, Pueden China y Rusia echar a Washington a empujones de Eurasia, www.rebelión.org, 9 de octubre de 2015).
La fractura y enfrentamiento en EE.UU., entre las líneas de intereses financieros Globalistas y Multinacionales, le restan capacidad militar y económica como para “proteger” a la UE. Además, para “el control eficaz” de Rusia en Europa, Washington carece de “recursos financieros y apoyo suficiente del pueblo estadounidense”. La UE-Alemania desempeña un papel clave en la oposición entre EE.UU. y Rusia. Si apoya a Rusia, habrá una posibilidad de “expulsar a EE.UU. de la Europa continental paso a paso”. (Stahel; www.actualidad.rt.com 15 de junio de 2015).
En relación con lo que venimos afirmando es muy significativo el dato acerca de los cambios en el pentágono, con la asunción de Ashton Carter y con ello un cambio en la mirada estratégica que domina el complejo financiero industrial militar. Un cambio que implica una visión más cercana a una solución pacífica del conflicto, más cercana a las acciones que realizó Obama con Cuba y Francisco, y con Putin y Xi-Jimping. Claro que mucho más lejana a los intereses que el Republicano John McCain expresaba en sus diálogos con los Yijadistas en Siria.
Es posible que las dos últimas semanas de septiembre con los sucesos en Siria nos hayan alejado incluso de una tercera guerra mundial nuclear. A juicio de Thierry Meyssan, el nuevo mandamás del Pentágono, Ashton Carter, regresa a los juegos geopolíticos «al estilo de Kissinger». Él considera que si se trata a Rusia en forma seria como a una gran potencia, entonces sus preocupaciones deberán ser reconciliadas con las de Estados Unidos, entre lo que destaca la virtual cooperación en una Ucrania militarmente no alineada, lo cual dejaría de lado la confrontación de Estados Unidos contra Rusia y China «al estilo de Brzezinsnki». Kissinger tiende un lazo de reconciliación al presidente ruso, Vladimir Putin, en contrapunto a la rusofobia de Zbigniew Brzezinski. El último recurre a los montajes hollywoodenses de «revoluciones democráticas» con los yihadistas y sus anárquicos «cambios de régimen» (Vea, Thierry Meyssan, Moscú y Washington se plantean refundar las relaciones internacionales, Red Voltaire, 5 de octubre de 2015).
Por supuesto que, lo anterior no significa que no continúa la guerra económica y financiera, lo que significa es que el escenario de guerra militar está siendo contenido, frenado. Entonces, la posición de los intereses globalistas financieros es la que se impone en EEUU, esa que necesita el acuerdo con Irán en el 5+1, para lograr que el Irán reformista se fortalezca y así poder lograr que éste se distancie de los acuerdos con los Brics-Rusia y China. Lo cual sería un duro golpe al plan de NRS –nueva ruta de la seda- por el lugar clave que cumple en tal diseño. Nada que sorprenda a Rusia, China y la India.
Por lo tanto, el bloque dominante en la UE conformado a partir de fracciones financieras germano-francesas que saltan de calidad-escala, se transforman en lo económico y, se consolidan como Estado-UE, un Estado-Continente. Pero a su vez necesariamente desarrollan vínculos crecientes con el Multipolarismo-Brics y la nueva forma de estado-universal multipolar productivo en desarrollo.
En el devenir de 1991-a-2009 se fueron consolidando como bloque dominante, pero a partir del 2008-2009 la crisis global hizo observables amenazas y oportunidades. Amenazas desde las estrategias unipolares financieras. Desde la globalista financiera la amenaza es desmembrar no solo la UE, sino incluso cada país miembro y cada corporación financiera para ser parte subordinada de la Red Financiera Global como citi financiera (Frankfurt, Paris, Madrid, Barcelona, Lisboa, etc.). Una subordinación a un esquema de poder que tiene iniciativa en las grandes bancas anglosajonas (City, HSBC, Barklays, Lloyd´s, etc.).
La otra posibilidad es ser parte del esquema unipolar trilateral con EEUU y con Japón. Un esquema de poder donde son dominantes las corporaciones multinacionales americanas (que se desarrollaron a partir del plan Marshall de 1950) y que necesitan que Alemania-UE y Japón-Asean, sean parte de ello pero partes subordinadas.
La crisis global que se inicia-abre en el lapso 2001-2008 y el despliegue de una alternativa universal, multipolar y económico-productiva-comercial, donde la UE puede ingresar como polo de poder y ser parte de la NRS, hacen que las oportunidades se expandan para la UE. Más aún si existe el antecedente en la segunda ola de la crisis global, 2009-2011, cuando ante el ataque financiero globalista el respaldo provino del esquema multipolar china-brics, y la acción de la multinacional Goldman Sachs se mostró insuficiente.
Un mundo en transición histórica
Políticos de Washington, del Pentágono y de Wall Street observaron con preocupación la doble cumbre en julio de 2015 de los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghai en la ciudad rusa de Ufa. Hasta entonces habían estado emprendiendo una guerra de información/propaganda, de energía, de mercado financiero, de divisas (monedas) y económica general contra la Federación Rusa. Después de Ufa extendieron la guerra de mercado financiero y económica a China.
China continua el proceso de desplazar el dólar estadounidense como moneda global. Siguen poniendo en el mercado sus bonos del Tesoro estadounidense, haciendo acopio de reservas de oro y abriendo bancos de distribución regional para el desarrollo de su propia moneda, Yuan. Esto les proporcionará un acceso más fácil a los mercados de capitales y los protegerá de la manipulación financiera por parte de la Fed y Wall Street.
Cuando el precio del renminbi/yuan empezó a subir como resultado de las movidas de Washington, Beijing empezó su expansión cuantitativa para devaluar su divisa nacional, como un medio para no perder y de seguir potenciando el comercio de exportación. El Congreso y la Casa Blanca estadounidenses empezaron a poner fuertes objeciones. Acusaron a China de manipulación financiera y exigieron que Beijing no hiciera nada para reajustar el valor del renminbi/yuan. Lo que quería Washington era que China-Brics dejara subir el valor del yuan/renmimbi para trastocar la economía y el mercado de China. (Ver, Mahdi Darius Nazemroya, El Yuan eclipsa al dólar; www.rebelión.org, 23 de setiembre de 2015).
Nuevamente el eje de la confrontación por parte de EEUU-Washington es que China debe dejar que su moneda se revalúe para que pierda competitividad industrial, de modo que deje de exportar y se transforme en un importador de bienes y servicios. Regresando a un esquema financiero transnacional de importar-ensamblar-exportar. Asumiendo el lugar subordinado de ser ensamblador de las ETN´s y motor de los negocios financieros de las transnacionales angloamericanas y de este modo ayudar a la recuperación económica de la economía central de EEUU. Que abandone todo proyecto estratégico de desarrollo propio, Brics y NRS.
La política de la Fed de subir la tasas de interés al 3%, dejando de lado la política de billones de dólares mensuales a tasa 0% y la compra los bonos basura, no solo tiene el objetivo de golpear a las economías emergentes por la violenta salida de dólares hacia EEUU, sino también poner en marcha la economía de EEUU. Claro que esto no es posible si la economía China continua en el rol de taller del mundo, donde no solo se encuentran las empresas Chinas sino también las transnacionales deslocalizadas desde 1993 y globalizadas en Shanghái-Hong Kong. Al igual que en la crisis de 2010, el objetivo es que tanto en China-Brics como en Alemania-UE se debilite el proyecto propio basado en exportación- ahorro-superávit comercial-inversión y subordinarlo al proyecto de las transnacionales financieras angloamericanas de importar-ensamblar-exportar sin desarrollo integral en las economías emergentes.
Recordemos que ya en 2009-2010, ni China ni Alemania cedieron a las presiones de los Rothschild, etc., para que modifiquen su política de agresiva exportación-ahorro-superávit comercial-inversión. Además, la UE pidió la salida de la política de flexibilización cuantitativa que artificialmente le proporcionaba competitividad a la economía de EE.UU. y dejara que la economía real resolviera la situación. Del mismo modo China-Beijing responde en 2015 frente a la guerra financiera de la Fed, usando sus reservas en bonos del Tesoro por 3,7 bn de dólares para comprar Yuanes y de ese modo devaluar su moneda de modo que mantenga la competitividad industrial con capacidad exportadora (exportación-ahorro-superávit comercial-inversión). Lo anterior deja a la Fed sin posibilidad de subir las tasas de interés saliendo de la política de flexibilización cuantitativa.
Es muy importante la señal de que “bancos y gobiernos de la Unión Europea habían estado considerando y analizando el utilizar la divisa nacional de China, el renminbi/yuan, como divisa de reserva debido al atractivo de la estabilidad como divisa. Eso preocupó a Washington y Wall Street, y fue uno de los factores que provocaron la expansión de la guerra de divisas y financiera contra Rusia y China. Wall Street intentó hundir o colapsar el mercado de valores chino y aumentar el valor de la moneda china.
Beijing en respuesta anunciaba que había comprado 600 toneladas de oro en el lapso de un mes para respaldar su moneda y la canasta de monedas-Brics, consolidando su camino alternativo al Dólar, que es una moneda que desde 1973 solo se respalda en su capacidad de amenaza militar. El Banco del Pueblo de China se había librado de más de 17 mil millones de dólares de sus reservas de divisas para comprar yuanes y poder devaluar, lo que dejó perplejo a Wall Street (IBID). La posibilidad que la Reserva federal aumentase la tasa de interés quedaron en el aire. Todo indica que el atractivo de la moneda-Brics no es solo la moneda como instrumento económico-financiero, sino como parte de una nueva arquitectura económica productiva.
La Reserva Federal dudaba sobre si aumentar o no la tasa de interés de los fondos federales. Desde diciembre de 2008 la tasa de interés de los fondos federales se mantiene entre 0 y 0.25%. Ello no ha logrado estimular inversiones productivas significativas para, en esa misma proporción, impulsar la creación de empleo en EEUU. Lo mismo sucede en el caso de los programas de flexibilización cuantitativa. Los mayores beneficiarios resultaron ser los grandes bancos de inversiones: Citigroup, Goldman Sachs, J.P. Morgan Chase, Bank of America, Morgan Stanley. Estos usaron dichos fondos para hacer “negocios financieros” con el propósito de constituir a las economías emergentes en economías que importaban-ensamblaban-exportaban como parte de las plataformas de ensamble de las ETN´s .
Para las “economías emergentes”, Brics-ampliado, estas masas de dinero sirvieron para potenciar sus economías, pero en el sentido del desarrollo productivo y no financiero. De modo tal que el producto mundial bruto pasara a ser determinado en un 57% por la producción/consumo de estas economías emergentes, con centro en China. No solo la producción sino también el consumo de estos bienes y servicios pasaron a ser dominante hoy en las economías emergentes como porcentaje del consumo mundial. Las llamadas economías emergentes (EE), en los 80, explicaban el 36% de la riqueza global creada y las economías avanzadas (EA) el 64% restante. En el 2014, mientras que las EA explicaron el 43%, las EE el 57% del PBI PPP mundial. Fue en 2007 cuando las EE y las EA se repartieron en partes iguales la creación mundial del PBI. (vea, Aproximación al estado de la crisis financiera global, Formento, W y Sosa, M, 19-4-2015.)
Pero lo central fue cuando los países emergentes pasaron de ocupar el lugar de importadores-ensambladores-exportadores de bienes y servicios de las ETN´s (1994-2009), a desarrollar economías “emergentes” donde la ecuación es exportación-ahorro-superávit comercial-inversión de bienes y servicios donde cada vez más se agrega alto valor y se desarrolla una economía integrada emergente.
Donde las ETN´s empiezan competir con las EGN´s (Empresas Estatales Mixtas Grannacionales que se desarrollan en los países del Brics). En sus orígenes (1994) las ETN sólo sustituían mano de obra cara de los países centrales, por otra barata de los países dependientes, fomentando la transición de economías emergentes a economías en desarrollo con grados de libertad crecientes, bajo iniciativa de la EGN´s Mundiales multipolares (2010-sigue).
Desde junio de 2013, la Fed (BC de EEUU) a través de su presidente anuncia que “considera” la posibilidad de aumentar la tasa de interés y salir de la política de Flexibilización Cuantitativa (EQ3). Salir de la carpa de oxigeno financiero global que mantiene con vida a los grandes bancos transnacionales hasta que pueda definirse un perdedor en la crisis financiera global, iniciada en 1999-2008 por la confrontación profunda y terminal, entre las dos fracciones transnacionales financieras anglo-americanas, la global y la multinacional.
El ´golpe de estado´ a los países emergentes
En junio de 2013, se produce la primera corrida financiera global como instrumento de golpe de Estado. El presidente de la Reserva Federal de EEUU” (Bernanke) plantea, que debe pensarse el cese de la política de flexibilización cuantitativa (política de estímulo financiero para la salida de la crisis financiera). Dicha flexibilización implicaba billones de dólares entregados a los Big-Banks (a los bancos demasiado grandes para quebrar) a partir de diciembre de 2008, a una tasa de interés que resulta negativa. Esta política ha inyectado 85 mil millones de dólares mensuales desde diciembre de 2012. Billones de dólares que se otorgan a los Big Banks comprando sus carteras de “bonos hipotecarios basura”; que son basura-incobrable a una tasa del 5%, pero no a una tasa de menos del 1%. Fondos frescos para los Big Banks y bonos basura para la Fed, el banco central de EEUU absorbe la “deuda mala” incobrable de los Big-Banks y les libera fondos financieros para que sigan creciendo y haciendo crecer el globalismo financiero.
Este dinero es convertido por los Big-Banks en fondos financieros que fluyen financiando las economías emergentes (24 al menos). Fondos financieros globales que son invertidos por estos bancos para potenciar en las economías emergentes sus “negocios globales”, incluso a partir de 2010-2011 han producido una realidad de economías periféricas en emergente actividad económica, y en las economías centrales una realidad de parálisis de aquellos actores económicos que no tienen el mismo “vinculo” en el directorio de la Fed.
Las palabras de Bernanke hacen-producen que estos fondos financieros de inversión (Big Banks) salgan violentamente de las economías emergentes a partir de junio de 2013, desestabilizándolas-paralizándolas de golpe, y se dirijan directamente a refugiarse en el lugar de donde salieron ya que Bernanke sugirió que se iban a cortar los fondos-flexibles y se iba a subir la tasa de interés a 2,5%. De las 24 economías emergentes más golpeadas, Brasil, Indonesia, Turquía se transforman en referentes de lo que sucede. Con el golpe que paraliza-y- desestabiliza Brasil, se desestabiliza a todo el bloque regional emergente que está centrado en la economía de Brasil. Igual sucede con Indonesia y Turquía.
La reducción de los estímulos financieros de la Fed, la amenaza de suba de tasas de interés, la salida de los capitales invertidos en las economías emergentes, la parálisis y mínimo dinamismo de las economías centrales favorece y potencia la caída de los precios de las materias primas y del petróleo. Todo esto va configurando una crisis no solo en las Economías Centrales (1% de crecimiento) sino también en la Economías Emergentes (7%), y definiendo un escenario propicio para los golpes financieros sobre los países dependientes claves de los Brics: Brasil-Argentina, Rusia, India, China.
La mayor preocupación de las autoridades monetarias de Estados Unidos es el surgimiento de la caída de precios. Si la tasa de interés de los fondos federales permanece intacta, será entonces evidente que Estados Unidos es mucho más vulnerable ya que la burbuja financiera está mostrando los primeros signos de estar explotando. La nerviosidad en torno a la bolsa de valores está con ello en ascenso. En cualquier momento podrán explotar sin que la Reserva Federal haya aumentado las tasas de interés y la depresión económica al estilo de 1929 será un hecho, solo que varias veces peor. La deuda mundial incluyendo los derivados se calcula en 500 billones de dólares, o sea, más de 6 veces el Producto Mundial. Otros aseguran que esa burbuja es 10 o 16 veces el producto mundial. Más temprano que tarde terminará por estallar esa burbuja. (Vea, Ariel Noyola Rodríguez, La deflación es la peor pesadilla para Estados Unidos, en www.redvoltaire.org.es, 20 de setiembre de
2015).
Cuando la bolsa de valores colapse en el mundo, la depresión económica y la deflación serán la consecuencia. Los gobiernos serán presionados a saquear las cuentas bancarias mediante políticas de ´bail-in´s con los probables ´corralitos´ al estilo argentino en muchas partes. Al mismo tiempo muchos fondos de pensiones serán arrebatados. Los medios de comunicación dominantes se encargarán que los ciudadanos se vean forzados a condescender con estas políticas ´para su propio bien´. (Ver, Clive Maund, Fiat endgame- More QE, NIRP, Bails-ins and Pension Plunder; www.gold-eagle.com, 4 de octubre de 2015).
El actual panorama de otra gran crisis de la deuda en el mundo y la quiebra de bancos y bancarrotas de estados demandaría fondos más allá de la capacidad que cualquier banco central podrá proveer. La lógica pareciera ser la de un mundo, un banco y una sola moneda para todo el planeta. Es aquí donde la élite financiera en el poder presentará al FMI como banco único por encima de todas las naciones con una sola moneda (los Derechos Especiales de Giro del FMI) que no tenga vínculo alguno con una nación con intereses propios en particular. La elite propondrá en esta coyuntura la creación de un Estado Global. Lo que esto en última instancia significa un gobierno mundial, con un banco central mundial y moneda mundial. Lo que también significará y lo que es mucho más preocupante, que todo esto se materialice como resultado de un descenso de la democracia en el mundo, y por lo tanto, un aumento en el autoritarismo. Será un estado global sin fronteras ni compromiso alguno con los ciudadanos. Lo que estamos presenciando es la creación de gobierno mundial totalitario. (Vea, Andrew Marshall, A global Central Bank, a global Currencyand a global Government; www.drawingmagazine.com, agosto de 2009). Esta lógica es propia al unipolarismo financiero global e implicaria que ha impuesto sus condiciones.
El gobierno global se estructuraría a partir de los tres Tratados que no se discuten, sino que se imponen; que no pasan por los poderes del Estado, sino que se “arreglan”. Los gobiernos “amigos” de los EEUU, (entre los que se cuentan los obsecuentes de México, Perú, Chile y Colombia) están obligados a mantener en secreto los ´arreglos´ aún después de la reciente firma de Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés) por dichos gobiernos. Aunque falte la ratificación parlamentaria de los países, de concretarse no solo se divide a la Unasur y se frena el avance del núcleo Mercosur-Alba, sino el totalitarismo supranacional se instalaría en América latina.
El otro tratado entre EE.UU. y la UE se denomina: Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés). Estos dos tratados y el Tratado de Comercio de los Servicios (TISA, por sus siglas en inglés) tiene alcances que no son locales, ni nacionales, ni regionales sino mundiales. Juntos buscan establecer un nuevo orden hegemónico global con más de la mitad de la economía mundial bajo su control total.
¿Estado global o rebelión mundial?
Está muy claro que no hay mayor perspectiva de un repunte en la economía occidental. Ya lo hemos abordado en otros textos nuestros (Wim Dierckxsens, Después de Grecia ¿Estado global o rebelión mundial?, http://www.deicr.org, artículos para descargar) que es debido a la baja en la tasa de ganancia que la inversión ha abandonado de manera definitiva el ámbito productivo. Al acortar la vida media útil de la tecnología aumenta el costo de reemplazo tecnológico más de lo que es posible bajar el costo de la fuerza laboral. No ha sido el creciente costo de la fuerza de trabajo la causa esencial del neoliberalismo sino el creciente costo tecnológica al reemplazar capital fijo a ritmos crecientes. La migración de capital transnacional y los flujos financieros que ello implique hacia países emergentes (y en primer lugar hacia China) apenas han dado un espacio temporal para rebajar el costo de la mano de obra y un consecuente realce en la tasa de beneficio.
Ahora bien, así como Japón lucía en la posguerra como la quinta maravilla del mundo, así lucía China en la era de la globalización. La economía japonesa fue un motor súper dinámico durante las cuatro décadas que siguieron a la segunda Guerra Mundial. Pero hacia finales de la década de los ochenta esta locomotora perdió velocidad. En ese momento se había reducido la vida media útil del capital fijo mucho más allá de lo que se había observado en EE.UU. y Europa, al mismo tiempo que el costo de la mano de obra iba en alza rápida. Japón entró desde entonces en una recesión de la cual no ha podido salir. Entre 1975 y 2008 la vida media del capital fijo en maquinaria en la industria japonesa subió de 6 a 11 años, fenómeno observado igualmente en EE.UU (ver, Shinada Naoki, Cuality of labor, capital and productivity growth in Japan; Development Bank of Japan, marzo, 2011)
La notoria baja de la tasa de crecimiento en China en los últimos años se debe a la sustitución veloz de la tecnología y a inversiones sin encadenamiento (la construcción de ciudades fantasma y otros proyectos estériles). Si al mismo tiempo observamos el rápido aumento en el costo de la fuerza de trabajo por las exigencias en materia de educación y salud, podemos concluir que no solo China sino la economía mundial entera ve reflejada su imagen en el espejo japonés (Vea, Alejandro Nadal, El virus japonés infecta la economía global, La Jornada México, 15 de setiembre de 2015). Es importante observar que la crisis de Japón, en el marco del esquema trilateral con eje en EEUU, se produce también porque no puede resolver la subordinación y absorción de China como parte del área de libre comercio bajo su dominación. Una situación que impacta de modo negativo en los procesos de acumulación ampliada de las corporaciones multinacionales japonesas como yanquis. Las cuales también sufren por la pérdida del área de libre comercio de las américas –ALCA- en 2005.
Las multinacionales de origen Japonés y de origen Yanqui pierden capacidad de reproducirse de modo ampliado a partir de la pérdida de territorio, China y Latinoamérica respectivamente. Por lo tanto, en el caso de la China-Brics la crisis sobrevendrá si los proyectos de nueva arquitectura económico financiero y la nueva ruta de la seda económico-productiva no pueden avanzar consolidando territorio. Que por lo expuesto en Ufa, Rusia, se plantea no solo sumar a la OCS, la UAE, a la UNASUR-Brasil sino también a la UE-Alemania/Francia/Italia. Tratase de un proyecto keynesiano a escala eurasiático donde ni EE.UU. ni Japón quisieran participar. Como vemos los proyectos estratégicos entran en crisis cuando el territorio del poder, en el momento histórico considerado, no alcanza el Umbral. Hoy el Umbral de poder-territorio para que pueda conformarse una unidad de poder-estado es el estado-universal.
El proyecto productivo multipolar Brics-Ampliado se plantea con escala universal, al igual que los dos proyectos unipolares financieros. La clave está en que si la UE se articula al esquema Brics-A, este se consolida y los esquemas financieros unipolares quedan imposibilitados de desarrollarse. Lo anterior pone al rojo vivo la situación geopolítica y militar. Sea quien sea que salga hegemónico de esta confrontación de bloques de poder, ninguna de los dos estará en las condiciones de reconectar la inversión con el ámbito productivo de manera duradera. El keynesianismo eurasiático es el que más posibilidades tiene de ganar tiempo. No faltará mucho tiempo para ver si esos proyectos encadenen luego con la economía real o si resulten inversiones estériles como ha sido el caso con casi todos los muchos proyectos de trenes de alta velocidad.
Por lo pronto habremos llegado a los límites de acortar la vida media de la tecnología y con ello a la acumulación de capital en el ámbito productivo. Hemos llegado también a los límites de la acumulación de capital ficticio en una economía financiarizada. Estaríamos en plena crisis civilizatoria y en un mundo donde las guerras tampoco brindarán ninguna salida más que la radicalización de procesos de rebelión a escala mundial luchando por otro sistema. Estamos ante un período de transición de la historia cuyo proceso podrá implicar mucha guerra y lucha social a la vez.
i Financial Times, 22 de marzo de 2010.
ii Si sumamos sólo los activos que controlan de forma directa e indirecta estas redes financieras que mencionamos la cuenta supera largamente todo el PBI anual de EEUU, la mayor economía mundial.