Bosquejo cultural e histórico de los pueblos semitas

BOSQUEJO CULTURAL E HISTÓRICO DE LOS PUEBLOS SEMITAS Enrique Dussel (1964)

En 1958 y en 1959-1961 hemos contemplado varias veces el desierto sirio-arábigo desde Damasco (de la ermita de Mar-Eliás), desde Judea, desde el valle del Jordán (a través de los balcones del viejo monasterio ortodoxo del Monte Quarantal), desde Shdom… Siempre hemos tenido conciencia de descubrir lo que pudiéramos llamar la “cuna” del foco intencional que orientará nuestra cultura, al menos durante muchos siglos, permitiéndole
imponer paulatinamente su temple particular.l

l Este trabajo es, tanto por su método como por su objeto, un ensayo filosófico, historia de las estructuras de la conciencia, bien que de hecho hemos debido utilizar materiales que pueden hacer pensar que se trata de una obra teológica. No podemos aquí analizar la cuestión, pero en el caso de una objeción fundada, podríamos discernir la diferencia entre este ensayo filosófico y el que realizaría un teólogo en ejercicio de su hábito científico propio. Robert Smith, en 1889, estudió el pensamiento semita occidental en sus conocidas lecciones: Lectures on the religion of the Semites, lo mismo que Wellhausen investigó la cultura preislámica en su Reste arabischen Heidentums (1897).

§ 1. El pensamiento semita tiene, según nuestra interpretación, una tal importancia para la comprensión de la historia universal del pensamiento y la cultura humana que la elección de nuestro tema nos ha sido impuesta no solamente a causa de la profunda simpatía que experimentamos por estos pueblos, sino, principalmente, por saberlos esenciales en la articulación
de la conciencia contemporánea.

Nuestra hipótesis, que deberá ser demostrada como conclusión de otros trabajos en elaboración, es la siguiente: la cultura llamada occidental, e igualmente la bizantina y rusa, que se universalizan (y formando parte de
ella, aunque secundariamente, el mundo hispanoamericano) es el fruto de un proceso histórico cuyo foco conductivo fue el judeo-cristianismo, y cuyo instrumental es preponderantemente inspirado en la civilización greco-romana.

No admitimos entonces que la cultura medieval sea la síntesis de dos términos dialécticos: lo greco-romano y lo judeo-cristiano, subsumidos en la Europa de Carlomagno, constituyendo así la novedad de nuestra cultura. Preferimos afirmar, y es lo que pretendemos demostrar, que nuestra cultura es la EVOLUCIÓN orgánica de una tradición, que ha sido “orientada” substancialmente por el foco intencional del judeo-cristianismo, vida colectiva que se enriquece, entra en crisis, elabora, inventa “usos” de civilización inspirados en los instrumentos que otras civilizaciones le transmiten, muchas veces en estado embrionario.

De todas esas civilizaciones, la preponderancia de la greco-romana es fundamental, ya que en su seno nuestros pueblos adquirieron elementos estructurales fundamentales, aunque no el último horizonte interpretativo.

§ 2. El mismo gran historiador de la filosofía y la cultura, Wilhelm Dilthey, piensa en este sentido de la manera tradicional, es decir, en la dirección de la síntesis:
“En la filosofía griega ha prevalecido la facultad humana de pensar plástica, intuitivamente, con una energía única… El centro de la vida romana estaba constituido por la voluntad que somete el mundo exterior en la propiedad, en el contrato, en el derecho público y en el orden administrativo… Los pueblos orientales encuentran su centro en el sentimiento, en el ánimo, en las experiencias más íntimas de lo religioso-moral. Especialmente el desarrollo de la religiosidad judía ha codeterminado la metafísica del Occidente… Como una fuga se compone de pocos motivos fundamentales, así también estos tres motivos dominan toda la metafísica”.2

2 Hombre y mundo, trad. de Eugenio Imaz, México, F. C. E., 1944,
pp. 3-4.

Esta división tripartita es hoy tradicional, y se origina en la logicización del proceso histórico efectuado por Hegel. La historia universal, para el gran filósofo, se divide en las siguientes partes: Die orientalische Welt, die griechische Welt und die römische Welt, y como tercera parte, y culminación, Die germanische Welt.3

3 Vorlesungen über die Philosophie der Gesshichte, Stuttgart, Reclam. 1961, en Inhaltsverzeichnis, pp. 609-612.

Esta división, sin embargo no puede ser mantenida. Entre el pueblo semita-judío y las tribus medo-persas (indoeuropeas), por ejemplo, que tanto Hegel como Dilthey clasifican en el ambiguo “pueblos orientales” o “mundo oriental”, hay más diferencias que entre los mismos medos y los dorios. Una síntesis es la manera más fácil de resolver el nacimiento de algo original o nuevo, que quizá no sea tan “original” si se conocieran las articulaciones
auténticas de los períodos que han hecho posible su “nacimiento”, su explosión o manifestación.

§ 3. De igual modo, el mismo Dilthey, en su obra Weltanschauung
und Analyse des Menschen, nos dice:

“Tres motivos se habían concertado en un todo sinfónico… El motivo religioso (das religioese Motiv)… Este motivo religioso, en su forma más alta, la del cristianismo, ha condicionado toda la metafísica europea posterior… El segundo motivo… radica en la actitud científico-estética (ästhetisch-wissenschaftlichen Verhalten) del hombre (griego)… El tercero es el que se ha manifestado en los conceptos vitales y en la metafísica nacional de los
romanos (der nationalen Metaphysik der Roemer)…”.4

4 Hombre y mundo, pp. 11-18; Gesammelte Schriften, Göttingen, Vandenhoeck-Ruprecht, 1960, t. II, pp. 1-8.

Vemos nuevamente aparecer la trilogía, aunque en este caso con significación diferente. Para nosotros no existe esta trilogía, ni el método a usar debe ser el meramente dialéctico, cuando esto significa la aplicación a priori de un esquema lógico a la realidad histórica. Pensamos que el método evolutivo es el más adecuado. Lo que existen son diversas familias culturales, tanto
en Asia como en Europa, Africa o América, que entran en contacto, dialogan, se combaten, hasta se destruyen, o, a veces, realizan un sincretismo difícil de discernir.

No existe, entonces, una unidad geográfica como “mundo oriental”. Ese mundo oriental está dividido en un sinnúmero de tradiciones, pueblos y estructuras concienciales, que nos impiden una rápida generalización.
Hemos adoptado el siguiente esquema: en el horizonte de una familia humana estudiaremos particularmente el pueblo más característico; en la tradición indoeuropea, altamente mezclada con las culturas prearias, hemos estudiado a los griegos; en la tradición semita, al pueblo hebreo.

Tenemos conciencia de que estudios parciales, y con un mismo esquema, permitirán poseer una visión filosófica de la evolución de la conciencia pre-
filosófica individual y colectiva de la humanidad, es decir, esclarecer lo obvio no-filosófico del ser-en-el-mundo cultural.

§ 4. La posición geográfico-cultural del pueblo semita no pasa inadvertida al observador más vulgar. En un primer momento, el del predominio del continente, de los caminos, de las caravanas como medios necesarios de la transmisión de la cultura, el pueblo semita se encuentra como puente entre el continente africano (de la temprana civilización egipcia y posible origen de la raza humana, al menos si se tienen en cuenta los recientes descubrimientos paleontológicos de Kenya) y el asiático (centro de las grandes culturas indias, chinas y medio-orientales).

En un segundo momento, el del predominio del mar, de la navegación y las flotas, que nace en torno a Creta y Fenicia, que se continúa en Grecia, Cartago, Roma, con los árabes, turcos, venecianos (genoveses, etc.), portugueses, españoles, holandeses, ingleses y norteamericanos, el judeo-cristianismo se sitúa en el corazón de esta civilización marítima, primero como diáspora judía, después como Iglesia ecuménica del Mediterráneo y posteriormente de Europa.

En el tercer momento, el del predominio de la técnica, es nuevamente junto a Roma y las ciudades del centro de Italia donde nace la nueva civilización: la ciencia de la economía va aunada con las ciencias matemáticas y naturales, para permitir una explotación racional de la Naturaleza.5

El objeto de esta investigación abarca solamente el primer
momento y el componente judío del segundo, dejando el problema
del cristianismo para otra investigación en curso, y continuando, aunque rápidamente, una línea lateral del semitismo: el pensamiento árabe.

§ 5. Es fácil de discernir la existencia de ciertos centros productivos de cultura: por ejemplo los centros egipcios, mesopotámicos, del Indo, del río Amarillo y de América nuclear (es decir, la región comprendida entre el Imperio azteca e inca). Al mismo tiempo existen centros expansivos o difusivos de donde emigran nómades que chocan, dialogan o se integran paulatinamente con las culturas sedentarias ya constituidas y con un grado
mayor de evolución cultural; piénsese en los pueblos que habitan las estepas y los desiertos euroasiáticos, de Siberia, de Libia o de la península arábiga. Estos nómades invasores, contra lo que pudiera pensarse en un primer momento, no son pueblos absolutamente primitivos, sino que han alcanzado un grado variable de cultura.6

5 Estudiaremos en otro trabajo el origen del llamado Frühkapitalismus desde el siglo XI, que no es simplemente un temprano “capitalismo”, sino algo mucho más importante; es decir, no es el origen del “sistema capitalista”, sino de un sistema mucho más amplio, en el que el capitalismo no ha sido sino una expresión, y del cual el sistema socialista de las repúblicas populares es otra expresión. La naciente civilización técnica universal se mostrará como el fruto más maduro de aquel sistema instrumental originado en los burgos medievales, y en las ciudades- estados del centro-norte italiano.
6 Cf. Laviosa Zambotti, Les origines et la diffusion de la civilisation, París, Payot, 1949, pp. 11 y ss.

“Cuando miramos el mapa del Asia occidental o del Africa oriental nos admira el aspecto masivo que ofrece la península arábiga, sólidamente fundada sobre una ancha base, separada de Egipto por el Mar Rojo y de Persia por el Golfo Pérsico. Al norte aparece igualmente aislada del mundo, ya que queda como encerrada por el desierto de Siria. Si no es una región de cultura estable, al menos es un camino transitable, que conduce a países admirablemente fértiles. Arabia es el centro del mundo semita que, como una masa en ebullición, se desborda rebalsando sus fronteras.”7

Los pueblos semitas8 de las zonas esteparias y desérticas de la gran península arábiga habitaron habitualmente en Mesopotamia, en Siria, en Egipto y llegaron hasta Etiopía. El inmenso desierto de Neydd tiene algunos contados oasis, “en su centro el de Er Riad”. Al sudoeste hay una zona fértil para la agricultura, Asir Yemen, e igualmente al sudeste, Omán. La ciudad de
Medina está junto a unos oasis, y la Meca, en el extremo norte del Yemen. Sus habitantes, desde el Paleolítico, fueron nómades, y en el Neolítico se transforman lentamente en pastores beduinos de camellos y cabras. Su alimento fue la leche de camello, los dátiles, algunos quesos. El hombre debe luchar contra la sequía permanente y el calor abrasador del desierto (los desiertos de lava, harra; de arena, nefou; de piedras, hamada), lo que crea en ellos un ethos, un temple, un carácter de suma dureza, pero al mismo tiempo de gran hidalguía, fidelidad y altruismo. Los más recientes descubrimientos manifiestan que todos estos pueblos no debieron ser originarios de la península arábiga, sino más bien inmigrantes venidos del nordeste, “quizá del Turquestán”. De todos modos, se arraigaron tan profundamente en la península arábiga, que en el momento del nacimiento de la historia mediterránea, podía ya creérseles procedentes de ese lugar.

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7 Marie-Joseph Lagrange, Études sur les religions sémitiques,
Paris, Lecoffre, 1903, pp. 42-53.
8 Sobre la pobreza de la civilización como condición de la creatividad
al nivel del núcleo mítico-ontológico, nos dice Claude Tresmontant
en su libro Études de métaphysique biblique, París, Gabalda, 1955, p. 217:
“La pauvreté de la civilisation palestinienne biblique, la pauvreté de
la langue hébraïque, la pauvreté des nabis d’Israel… sont la condition
nécessaire à l’universalité de l’enseignement et à sa capacité d’expression…
Si (elle) avait été chargés de toutes les superstructures contingentes
qui sont l’ apanage d’ une civilisation, comment aurait-elle pu se
repandre et se communiquer aux autres civilisations?”

§ 6. Cuando hablamos de “semitas”, aunque nos referiremos de hecho principalmente a los hebreos, queremos abarcar todos esos pueblos que han sido clasificados bajo una tal apelación:
a) orientales: los acadios (o asirios-babilónicos),
b) occidentales:los amorrheos (ugaríticos, canaaneos y arameos, fenicios
y púnicos, hebreos, moabitas), los árabes, himaritas y etíopes.9

Los semitas dialogaron desde sus comienzos tanto con los pueblos que se organizaron junto a las riberas del Nilo ─piénsese que el pueblo egipcio es la mezcla de pueblos berberes (del oeste), bantúes (del sud) y semitas (del este) 10, como los que se desarrollan junto al Éufrates y Tigris, donde los acadios coexisten y dominan por último a los súmeros.

Como los indoeuropeos y los mongoles, los semitas, esencialmente nómades, invaden ininterrumpidamente los pueblos sedentarios que los rodean, hasta transformarse paulatinamente en civilizaciones urbanas. Sin embargo, su núcleo ético-mítico será siempre uránico o el del pastor o beduino nómade, estructura de la conciencia del hombre del desierto, en nombre de la cual se elevarán los profetas para criticar la riqueza, la corrupción, el desorden de la comunidad urbano-agrícola.

Podemos decir que, en la medida en que dichos pueblos se “instalan” como sociedades urbano-agrícolas, pierden su poder profético y su mensaje original. Quizá justamente por esta condición el pueblo hebreo, como lo veremos, guardará y desarrollará celosamente su “profetismo” en los períodos en que es fiel a su condición nómade de hombre del desierto, que exige una purificación progresiva y demitificante de sus creencias y una singular libertad en la invención de nuevos elementos de su estructura, de su “mundo”, de su conciencia colectiva.

Los semitas se oponen no solamente a un tipo de civilización agrícola-urbana presemita, sino especialmente a los pueblos indoeuropeos que invaden, desde el norte, el Asia Menor y Europa. Estas invasiones produjeron en el Mediterráneo oriental gran desarrollo de la civilización marítima (los pueblos predorios y los fenicios se lanzan al mar como única solución ante los invasores del continente), y, por otra parte, motiva la invasión efímera
de los hiksos en Egipto.

9 Pensamos que no existe ninguna obra que trate la totalidad de
los pueblos semitas, desde los acadios hasta el Islam, en un nivel filosófico.
Véase por cuanto es el origen de toda una tradición, la obra clásica de Ernest Renan, Histoire générale et système comparé des langues sémitiques,
París, 1855; Leguest, Études sur la formation des langues sémitiques, París, 1858, y desde entonces una bibliografía creciente.
10 Jacques Pirenne, Les grandes courants de l’histoire universelle, Neuchâtel, Ed. de la Baconnière, I, 1945, pp. 4-5.
Ante esta Völkerwanderung, los semitas no podrán oponer una resistencia físico-militar, pero en cambio mostraron, especialmente en el caso del pueblo hebreo, una férrea oposición religioso-cultural.

La filosofía de la cultura debe analizar ese diálogo, esa aculturación de los diversos pueblos, y concluir cuáles son los elementos de la estructura de la conciencia colectiva que nos permiten definir una comunidad. Toynbee nos dice que a la civilización siríaca le debemos tres descubrimientos principales:
“la invención del alfabeto, el haber alcanzado el Atlántico y una
concepción particular del Absoluto… no conocida ni por el
pensamiento egipcio, súmero, preindio ni helénico”.11 Los dos
primeros hechos se atribuyen al pueblo canaaneo-fenicio, el tercero principalmente al semita-hebreo.

§ 7. Entre los pueblos iránicos, nos detendremos más particularmente
en las doctrinas éticas de los medos y persas, ya que significaron el medio cultural en el cual nació el zoroastrismo, sistema religioso inspirado en el mazdeísmo. El gran Imperio indoeuropeo de los aqueménides usará una lengua semita (el arameo), al mismo tiempo que el babilónico y el iránico; esta
religión, tolerante y sincrética, de fondo dualista, el mazdeísmo12, se cumple bajo la hegemonía del dios semita Marduk.

El pueblo que habitaba el país de Irán juega un gran papel en la relación de las culturas de la “Media Luna” y la India. Influida desde el oeste por las culturas sumerias, asirias y babilónicas –semitas- desde el norte por las diversas invasiones indoeuropeas entre las cuales debe contarse el pueblo medo y persa, desde el este por las civilizaciones del Indo, la cultura iránica (que se organiza junto a los desiertos de Lut y del Salado) es, al igual que las estepas y desiertos sirio-arábigos, un foco expansivo e inventivo de Weltanschauung.13

11 L’histoire. Un essai d’interprétation, París, Gallimard, 1951, p. 108. El alfabeto no es una invención fenicia; ya el ugarítico lo emplea (cf. James Février, Histoire de l’escriture, París, Payot, 1959, pp. 172 y ss.).
12 J. Duchesne-Guillemin, Zoroastre, París, 1948.
13 Cf. G. Bartholomae, Zarathustra, sein Leben und seine Lehre, Heidelberg, 1919; E. Herfeld, Zoroaster and his World, Princeton, 1947; L. C. Casartelli, Philosophy of the Mazdayasnian Religion under the Sassanids, Bombay, 1889; H. S. Nyberg, Die Religionen des alten Iran, Leipzig, 1938; A. Carnoy, La religion de l’Iran, en Histoire des religions, París, Bloud et Gay, II, 1954; Hervé Rousseau, Le Dieu du mal, París, PUF, 1963.
Nos interesa particularmente por cuanto significa un puente entre la
concepción hindú de la existencia y la mesopotámica: los semitas y especialmente el pueblo de Israel criticarán su estructura metafísica, siendo, sin embargo, influidos por las religiones de la tradición del mazdeísmo. La originalidad de la visión del mundo hebreo no puede explicarse sino gracias al diálogo que durante dos milenios sostuvo con dichos pueblos, bien que indirectamente.14

Pero más aún, la estructura metafísica de la cosmovisión iránica es absolutamente sui generis, por el hecho de sintetizar la tradición aria (monista) y la tradición antropológica del mundo Nilo-mesopotámico (unidad entitativa del hombre), que exigirá un dualismo intermedio entre el Creador y el hombre.

Los magos del mazdeísmo influirán sobre el pensamiento griego, de origen igualmente indoeuropeo, desde sus primeros pensadores, pero especialmente sobre los estoicos y, de manera clara, sobre el neoplatonismo. El gnosticismo, con su jerarquía de potencias: aiones, es una síntesis helénico-iránica. El maniqueísmo, en cambio, es propiamente una religión iránica (Mani era llamado el Zaratustratema: Zoroastro por excelencia).15

Los bogomilos ─maniqueos búlgaros─, los cátaros16 y albigenses, deben inscribirse en esta tradición.17 He aquí unas de las tradiciones más persistentes y secretas del pensamiento occidental, que, en su vertiente antipelagiana, es el fundamento del luteranismo y el jansenismo, y, en su vertiente místico-germana, es la base del idealismo postkantiano, del marxismo y del nacismo.

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14 A. Carnoy, op, cit., p. 258. El libro de Tobías es el ejemplo más representativo (Aeshma daêva).
15 Ibid., pp. 260-261.
16 Cf. Puech-Vaillant, Le traité contre les bogomiles de Cosmas le Prêtre, París, Institut d’Études Slaves, 1945.
17 Si pensamos que Boehme ha sido influido por la teosofía gnóstico-maniquea, y que Hegel es un discípulo de esta tradición germana, encontraremos ciertas razones histórico-doctrinarias para explicarnos el antisemitismo del nacismo.

La más antigua explosión histórica demográfica del desierto
siriaco-arábigo es la producida por el pueblo acadio, que se enfrenta
a la civilización organizada por los súmeros; dicha invasión
se produce en el siglo xxv a.C.18 desde el oeste del Éufrates
donde se establecen definitivamente, constituyendo la base del
Imperio asirio-babilónico.19

La invasión canaanea, más violenta, alcanza el Egipto y llega hasta España, alrededor del 2500,20 siendo el prototipo anticipado de la conquista musulmana. Los fenicios, grupo canaaneo secundario, se instalan en las costas mediterráneas y alcanzan su apogeo marítimo en el siglo XI a.C.21

En tiempos más recientes, los hebreos invadirán la Palestina desde el desierto, a modo de tribus nómades, y se impondrán sobre la civilización canaanea decadente, a partir del siglo XII a.C. Después vendrán los árabes. Veamos esto más detenidamente. Sargón, el Sharukin de los primeros semitas que constituyeron un reino histórico, invadió las regiones de la ciudad preponderante de la baja Mesopotamia, Kish, para trasladar la capital, después, a Akad. Conquistó la Mesopotamia, el Elam, los países de Amurru (también semitas), llegando hasta Chipre y Capadocia.22

La decadencia de la tercera dinastía de la ciudad de Ur permitió a las tribus semitas hacerse cargo nuevamente de la situación en Mesopotamia ─así como Sargón había reinado desde 2340 a.C. en Akad─.
18 Cf. E. Dhorme, Les religions de Babylonie et d’ Assyrie, París PUF, pp. 5 y ss. Lagrange, op. cit., nos dice: “desde el 3500 hasta el 2500, la marea que procede de Arabia sumerge la antigua civilización sumeria” (p. 53).
19 Hammurabi ─del pueblo semita de los Amorrheos o Amurru─, de origen sirio, es un ejemplo del genio jurídico del pueblo semita (Cf. Dhorme, op. cit., p. 356).
20 Lagrange; op. cit., p. 53.
21 Este contacto semita sobre el norte de Africa y el sur de Europa no es el primero ─ya que los canaaneos han llegado antes, de donde se formará el idioma púnico─ y tiene gran importancia por cuanto será un nuevo elemento de la profunda sedimentación de “semitismo” que se deposita, hasta conquistarlas absolutamente, en las costas del Mar Mediterráneo. Los cartagineses son como un antecedente semita del cristianismo y el Islam.
22 Cf. Leonard Wolley, Ur, La ciudad de los Caldeos, México, F.C.E., 1953; Saeculum Weltgeschichte, Freiburg, Herder, t. I, pp. 239-281; Alimen-Steve, Vorgeschichte, Hamburg, Fischer, I, pp. 229-251; para una bibliografía véase nuestro curso Latinoamérica en la historia universal, Ed. Rotraprint, UNNE (Argentina), t. I, pp. 106-270.
Un siglo había transcurrido desde la caída de Ibbisin, cuando emergió en Babilonia el rey Hammurabi, semita, que gobernó entre el 1792-1750 a.C. (¿1728-1686?). Gracias a los archivos descubiertos en Mari,23 vemos cómo de entre más de treinta Estados, algunos de ellos de los amorreos-semitas, se destacaron los de Mari, Babilonia (en el centro) y Asiria (al norte).

Hammurabi supo imponerse, y en el epílogo de su famoso Códice se nos dice:
He puesto fin a la guerra, he creado el bienestar, he dado descanso al pueblo en moradas tranquilas, no he tolerado la intromisión de los perturbadores…
Los he gobernado en paz, los he defendido con mi sabiduría, de modo que el fuerte no oprimiese al débil, y se hiciera justicia al huérfano y a la viuda…

La dinastía babilónica duró casi dos siglos (desde Sammsuditana I hasta Sammsuditana II), siendo conquistada la gran ciudad por Mursili I (en el 1530 a.C. según la cronología corta, y en torno al 1601 según otras interpretaciones). Por primera vez los indoeuropeos se imponen sobre los semitas, gracias al Imperio hitita, y poco a poco los desplazarán en todos los frentes.

Aleppo, de la zona Siria de los semitas de Amurru, ha sido igualmente tomada por Mursili I (en el 1535 a.C., según la cronología corta). Poco después, Gandash, el Kassita, se impone sobre Babilonia, que quedará dominada hasta el siglo XI a.C.

§ 8. Al norte de Babilonia, sobre el Tigris, desde el siglo xx a.C., se había organizado un reino semita, cuya capital era Assur (Ashshur).24 Poseemos desde hace poco una lista procedente de Korsabad, 25 donde figuran los reyes asirios; unos tenían nombres hurritas (es decir, no semitas), pero la mayoría, semitas. Debieron, entonces, recibir la influencia de los
reinos Mitanni, cuyo apogeo se sitúa entre los siglos XVI y XV a.C.

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23 Cf. Sabatino Moscati, Las antiguas civilizaciones semíticas, Barcelona,
Garriga, 1960, pp. 34 y ss. Sobre los semitas, además de la bibliografía
indicada, véase: S. Moscati, The Semites in Ancient History, Cardiff, 1959; J. Kuper-Bottero-Boyer, Archives royales de Maris, París, 1941 y ss.; L. King, The letters and inscriptions of Hammurabi, Londres, 1898, t. I-III; considérense las Historias Universales como Cristo y las religiones del mundo, II, bibliografía en pp. 418-419; Histoire des religions, París, Bloud et Gay, s. f., t. II;, The Cambridge Ancient History, vol. I y ss.
24 Cf. The Cambridge Ancient History, Vol. III, pp. 1 y ss.
25 Cf. Les premières civilisations, en Peuples et civilisations, I,pp. 162 y ss.
La decadencia de éstos permitió a los asirios un lento pero seguro proceso civilizador. Nínive será, por su parte, la ciudad de los santuarios, la meta de las peregrinaciones asirias. Aunque dependientes de Ur, de Babilonia o de los hurritas, los asirios mantuvieron sus tradiciones. Su primer esplendor se debió a Shamshi-Adad I, contemporáneo de Hammurabi, pero manteniéndose todavía como un reino vasallo y de segunda categoría.

Las incursiones de los arameos desorganizaban las relaciones comerciales.26 Los asirios comienzan las luchas contra las kasitas de Babilonia, y logran dominarlos desde el siglo XIV a.C. En ese momento en que los hititas estaban en su apogeo, y Egipto debió aún inclinarse ante su poder, Asiria comienza igualmente a ser reconocida como reino independiente. Pero solo con Tiglat-Pileser I (muere en 1060 a.C.), los semitas logran reeditar las proezas de sus antecesores acadios, y constituyen un gran reino que llega al Mediterráneo.

(Yo soy) Tiglat-Pileser rey legítimo, rey del mundo, rey de Asiria, rey de las cuatro partes de la Tierra, el héroe poderoso protegido por los oráculos de Assur y de Ninurta… Bajo el mando de mi señor Assur, mi mano ha extendido la conquista más allá del río Zab meridional hasta el mar Superior, que está al
Occidente… Después me he dirigido al Líbano… He vuelto contra la región de Amurru… He recibido el tributo de Biblos, de Sidón y de Arvad.27

Assur unifica entonces la Mesopotamia hasta el Caspio y el Mediterráneo, y logrará asegurar y aumentar sus conquistas durante cinco siglos. El último rey asirio será Assurbanipal derrotado en el 612 a.C. En ese entonces, los asirios habían llegado a conquistar el Egipto:
En mi primera campaña marché contra Egipto y Etiopía dice Assurbanipal. Tirhaka, rey de Egipto y de Nubia… olvidó el poder de Assur… Con la ayuda de Assur, Bel y Nabú, los grandes dioses mis señores que avanzaban a mi lado, derroté sus ejércitos de Tirhaka en una gran batalla campal.28

La caída del Imperio asirio la produjeron los medos, indoeuropeos que dominaban el norte del Irán. Junto con ellos había participado en la caída de Assur, el rey de Babilonia, ahora renaciente, llamado Nabopolasar, semita de la familia de los caldeos. Este rey (625-605 a.C.) logra reconquistar para Babilonia toda la Mesopotamia menos el norte, en manos de los medos.
26 R. Turner, Las grandes culturas de la humanidad, F. C. E., México, 1953, p. 239.
27 Citado por Moscati, p. 37. 28 Ibíd., p. 39.
En el 612 a.C. conquistan, medos y babilónicos, a Nínive. Los egipcios, que pretenden un equilibrio de fuerzas, llegan tarde para apoyar a los asirios (con el faraón Neka II, 609-594 a.C.), derrotando de paso en Megido al rey de Judá, Josías, que pretendía por su parte apoyar a los babilónicos. Los medos continuaban sus victorias en el norte29.

El florecimiento de Babilonia, bajo Nabucodonosor y Nabónides, no alcanzó un siglo, porque ya en el 538 a.C., Ciro, el rey persa, ocupaba Babilonia, que nunca más podrá reponerse de su derrota. Mientras tanto (614-538 a.C.) Babilonia había mantenido las conquistas asirias, sin poder recuperar Egipto,
pero implantando mucho mejor su dominio sobre Palestina.

Para Marduk, el soberano, hice navegar hasta Babilonia, al igual que cañas llevadas por el río, vigorosos cedros, altos y fuertes… abundante producto del Líbano30.

Mientras los últimos caldeos de la Babilonia derrotada se entristecen por la destrucción, los que habían sido sus súbditos esclavizados cantan himnos de alegría:
Siéntate en el polvo (en signo de duelo),
virgen, hija de Babilonia.
Póstrate en tierra, destronada,
hija de los caldeos (Isaías 47, 1).
Salid de Babilonia, huid de los caldeos.
Con un cántico de alegría anunciad y proclamad
e idos hasta la extremidad de la Tierra.
Salid de Babilonia, huid de los caldeos.
Con un cántico de alegría anunciad y proclamad
e idos hasta la extremidad de la Tierra.
Decid: Yahveh ha liberado a su servidor Jacob (Ibíd. 48, 20).
§ 10. Una zona privilegiada, ya que significaba el puente que necesariamente debió ser siempre cruzado, fue el área geográfica ocupada por los fenicios, sobre el Mediterráneo, por los sirios, entre los Antilíbanos y el desierto sirio y los palestinos, al sur de los dos pueblos antes nombrados, y que habitaban la cuenca del río Jordán y las costas correspondientes hacia el mar Mediterráneo.
29 Se impusieron sobre otro pueblo de origen indoeuropeo; era un reino que ocupaba del lago Van al Urmia, y que floreció desde el siglo IX hasta el VI a. C (Cf. The Kingdon of Van, en The Cambridge Ancient History, III, pp. 169 y 55.), enemigos del Imperio asirio.
30 Cita de Moscati, p. 40.
Como hemos visto, nunca llegaron los pueblos semitas de estas tres regiones a organizar un reino importante y mucho menos un imperio. Dependían siempre, en mayor o menor medida, de sus poderosos vecinos, de los mesopotámicos, o de los hititas al norte, o de los egipcios al sudeste. Sus vidas estaban pendientes siempre de la misericordia de dichos Estados.

En los siglos XV y XIV a.C. se habían organizado los grandes Imperios de la Babilonia kassita, el asirio, el hitita y el Egipto en su gran esplendor. Los siglos XIII y XII depararon, en cambio, la ruptura del equilibrio y la aparición de nuevos pueblos en todos los horizontes del mundo civilizado.

Entre ellos se encuentran los arameos, filisteos, hebreos; los fenicios, en cambio, poseían ya una antigua historia de proezas navieras. Todos ellos
fueron pueblos de grandes aptitudes comerciales y culturales, pero no de facultades guerreras o políticas; esto nos explica su lugar privilegiado en una historia de la cultura, pero no en una historia política mundial.

Los fenicios31 de origen incierto, sea del Mar Rojo o del Golfo Pérsico o de la misma Palestina, “pueblo de las palmeras” (significación del nombre que llevan), estaban ya en el III milenio en relación con Egipto, y la ciudad de Biblos, por ejemplo, debía pagarles tributo. Los descubrimientos de Ras- Shamra (Ugarit) y Minet el-Beida (su puerto) nos muestran que, además de haber sufrido las invasiones de egipcios, kassitas, hurritas e hititas, sucumbieron ante el empuje de los “Pueblos del mar”.

Más al sur, en cambio, otras ciudades, como Sidón, Tiro y Biblos supieron aprovecharse del caos del siglo XII a.C. para salir florecientemente beneficiadas. Habiendo desaparecido el poderío naviero de Micenas, los fenicios se comportaron como dueños del Mediterráneo oriental.

La política de estas ciudades se subordinaba al único interés comercial. A veces uno, otras veces otro de los reyezuelos, gobernaba sobre las costas fenicias con una cierta supremacía. Sin embargo, tuvieron que pagar tributos al Imperio asirio, y, a causa de las sucesivas rebeliones, Sennaquerib produjo la ruina de Tiro.
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31 Además de la bibliografía general, puede consultarse el antiguo Movers, Die Phoenizier, Leipzig, 1841-1856, vol. I-III; G. Contenau, La civilisation phénicienne, París, 1926; R. Weil, La Phénicie et l’ Asie occidentales, París, 1939; etcétera.

Esta comunidad naviera no pudo permanecer largo tiempo en el
Mediterráneo oriental expulsada por los griegos, lo cual la llevó a alejarse hacia el Mediterráneo occidental. La fundación de Cartago (Kart-hadasht = la ciudad nueva) en el 814-813 a.C. marca una fecha importante en la historia del comercio mediterráneo y universal.

Desde la antigua necrópolis neolítica de Biblos (3000 a.C.), desde la fundación de Tiro (2750 a.C.), transcurrieron largos siglos hasta que los fenicios objetivaron en un sistema consonántico su escritura (aproximadamente en el siglo XIII a.C.), cuyo más antiguo documento se encontró en la tumba de Ahiram en Biblos.

§ 11. No ya sobre la costa, como los fenicios, sino ocupando las pocas tierras fértiles junto al río Oronte y en el oasis, el más bello y extenso, el de Damasco, que limitan con el gran desierto oriental, habitaban diversos pueblos semitas de escaso talento político, pero de gran habilidad comercial y expertos en “relaciones internacionales”.

Se trata de los pueblos arameos32 de Siria, que fueron conocidos igualmente con el nombre de “los habitantes de Amurru” (del Occidente), posiblementes
procedentes de Harram y de la región del río Balikh, afluente del Éufrates, y nombrados en los textos de EI-Amarna bajo la denominación de Akhlameos.

Los arameos invaden la Mesopotamia y la Siria entre los siglos XIV y XI a.C. “Es probable que su país de origen fuera el desierto siro-árabe, como la mayoría de los semitas”33.

Entre el siglo XI y el X alcanzan su esplendor, siendo derrotados al occidente por los semitas-fenicios, que les impiden llegar al mar, y al sudoeste por los hebreos, especialmente por David (II Samuel 10,15-19). Desde el siglo VIII comienzan una rápida decadencia, la que no impide una gran expansión de la lengua aramea los mismos asirios necesitan de los escribas arameos para entenderse con las diversas poblaciones, que reemplazando el acadio, se transforma en la lengua de la diplomacia en el mundo palestino-mesopotámico desde el siglo VII.
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32 Cf. E. Kraeling, Aram and Israel, Nueva York, Columbia University Press, 1918; etc.
33 Cf. Dupont-Sommer, Les Araméens, París, Maisonneuve, 1949,

Gracias a Darío, dicha lengua llega hasta el Indo y el Nilo ─sin reemplazar,
ciertamente, las lenguas propias de cada pueblo, es decir, el iránico, acadio, fenicio, hebreo o egipcio─; fue el arameo la lengua semita del Imperio aqueménide, el Reichsaramäisch, y que será después reemplazado solo por el griego34 como lengua oficial, y por el árabe, desde el siglo VII de nuestra era, como lengua popular.

Constituyeron los arameos pequeños reinos que luchaban entre sí. Limitaban al norte con Karkemish. Sufrieron evidentemente la influencia de los hititas y los mesopotámicos. Gracias a su posición, sus caravanas intercambiaban sus productos con los de los comerciantes fenicios venidos del Mediterráneo
y los transportaban hasta el Irán.

§ 12. Por último, ocuparon el valle del Jordán y las montañas de Samaía y Judea un grupo de tribus procedentes en primer lugar de Harram. El “Padre del Pueblo” (Aba -ham = Abraham) era descendiente de la familia de Terakh que había emigrado de Ur a Rasan. Por su parte Abraham, uno de los tantos nómades que cruzaban el desierto en esperanza de mejor futuro, condujo sus rebaños en tierra de arameos, para después instalarse entre los canaaneos (grupo de pueblos semitas que ocupaban la Palestina).

Todo esto en el siglo XIX a.C. Parte del grupo se dirigió después a Egipto. De allí los Bene-Israel, conducidos por Moisés, hebreo de origen egipcio, reconquistan progresivamente lo que será su morada definitiva hasta el año 70 d.C. Las invasiones debieron estar de algún modo ligadas al gran movimiento de pueblos del siglo XV. En 1400 a.C. los “hijos de Israel” estaban ya en el Jordán, conducidos en la guerra de conquista por jefes más o menos espontáneos (los “jueces”).

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34 Es interesante anotar, a título simplemente marginal, que Jesús de Nazaret hablaba arameo es decir, la lengua popular del oriente palestinense o “arameo común”, mientras que Saúl de Tarso se expresaba en griego (procedente de Anatolia) y hebreo (lengua exclusivamente cultural). Los Targums nacieron en esta época –traducciones arameas de la Biblia-, lo mismo que el Talmud de Jerusalén. El arameo oriental será la lengua en la ‘que se expresarán los documentos cristianos judeo-babilónicos, mazdeicos y siríacos. Los árabes descubrirán a Aristóteles en la lengua arameo-siríaca y con ella la racionalidad griega. La escritura aramea (alfabeto consonántico derivado del semita-fenicio) es igualmente una preparación o como la base del griego del Imperio seléucida. Por el griego y el latín, la invención semita de la escritura consonántica y después alfabética en el plano de la civilización se ha universalizado.

Solo con Saúl, coronado rey por el profeta Samuel, los israelitas logran la unidad. David (1010-970 a.C.) extiende las fronteras, y Salomón da a los hebreos la posibilidad de un cierto esplendor (970-935 a.C.). Pero, después, las tribus se separaron, quedando solos los judíos (y no ya los israelitas-samaritanos) como testimonios de la originalidad de este pueblo, en torno a la capital Ierushalaim (la antigua Uru-Salim de los iebuseos).

Desde el siglo X a.C., la literatura judía comienza a producir las mayores obras (en sus orígenes solo a modo de “tradiciones orales”, de las cuales las tres más importantes, son denominadas actualmente por la hermenéutica: la tradición yahvista, elohista y sacerdotal).

Poco después aparece un movimiento de profetas (nabiim) que lucha con clara conciencia contra los sincretismos del pueblo; sincretismo entre la doctrina mosaica y los cultos agrarios de los canaaneos. Con un monoteísmo consecuente, cuya coherencia no tiene precedentes, los profetas se transforman en el “alma del pueblo”.

Conquistada Jerusalén por Nabucodonosor, después de valiente defensa, toda la élite judía es deportada a Babilonia. Durante aquellos cincuenta años (ya que serán liberados por Ciro en el 538 a.C.), contrariamente
a lo que pudiera pensarse, el pueblo judío acrecentó la coherencia de su posición y tomó conciencia adulta de las estructuras intencionales de su cosmovisión, de sus ethos. Sus escribas trabajaron incansablemente para objetivar por escrito una doctrina tradicional (ahora, en gran parte, bajo el ropaje de los símbolos y mitos babilónicos o egipcios).

El Dios nacional de Abraham, Isaac y Jacob había cobrado ilimitada universalidad. Los judíos deberán tener una muy corta época de paz, para después ser nuevamente dominados por los persas. La religión judía pasará así de ser una mera expresión de un grupo étnico, para transformarse en la exposición coherente, en doctrina, culto y prácticas, de un monoteísmo propuesto por una comunidad religiosa liberada de las estructuras de una civilización determinada, en el nivel de los instrumentos.

He aquí una ventaja insospechada del universalismo israelita; los judíos como civilización eran uno de los pueblos más pobres de la historia universal. Los judíos, por las continuas guerras que soportaron en sus
territorios, por su espíritu nómade, por el comercio, se fueron dispersando por los diversos territorios del mundo civilizado del Mediterráneo oriental.

Los encontramos numerosos, en el siglo IV y III a.C., en el Egipto, en la Mesopotamia, en Siria y Fenicia, en las islas del Mediterráneo y aun en Anatolia. Este fenómeno es denominado la Diáspora, cuyo contenido cultural es el judaísmo.

En torno a la Ley, tradicionalmente dictada por Moisés, se reunían los creyentes en las sinagogas del helenismo, frecuentemente bajo la autoridad moral y doctrinal de un fariseo, al menos en el siglo I a.C. Es decir, el judaísmo era uno de los grupos religiosos dentro del gran Imperio helenista desde que, en el 331 a.C., Alejandro había conquistado la Palestina.

A Israel le ha tocado una función esencial en la historia del pensamiento universal. Sea por su antropología implícita, por su visión de la historia, por las estructuras todavía no develadas, pero ya conscientes de su metafísica, de su teología, el pueblo de Israel propone una estructura nueva, adulta y más consecuente con las premisas de todos los pueblos semitas. En el nivel propiamente cultural Israel no puede ser dejado de lado.

§ 13. Los árabes, por último, influyen sobre el nordeste africano (la Etiopía), y desde el siglo VII, gracias al profeta Mahomet invaden los reinos cristianos del Medio Oriente, del Imperio Bizantino, el norte de Africa, la península ibérica, del Imperio Romano latino; al este se extienden hasta el Indo, y progresivamente, por medio de los comerciantes e intelectuales,
hasta la Indochina e Indonesia. El Islam ha sido la difusión semítica más importante si dejamos de lado el cristianismo.

§14. Metodológicamente debemos tener en cuenta tres planos que pueden ser discernidos claramente desde un punto de vista estructural e histórico:
En primer lugar, los pueblos y las estructuras de la conciencia colectiva, presemitas o fronterizos: los egipcios al oeste, los súmeros en la Mesopotamia, y los medos y persas al este.

En segundo lugar, las civilizaciones o pueblos semitas que son absorbidas por las culturas presemitas: tanto los acadios, amorritas, y posteriormente los arameos, como los cananeos (con sus ramas secundarias de fenicios, moabitas, edomitas, etc.) Estos pueblos “semitizan”, siendo en definitiva succionados por el medio cultural.

Por último, la irrupción del genio semita en su plenitud. Nos referimos al pueblo de Israel, especialmente en las tribus del sur: la de Benjamín y de Judá, y el Islam por la acción profética de Mahomet.

El cristianismo, como Iglesia universal, y el Islam, como religión también universal, son el fruto maduro de la estructura que denominamos elementos o contenidos de la cosmovisión semita -no nos referimos al mundo como “imagen”; es decir, un modo de comportarse con respecto al ser, como
Ser y seres-35.

Las estructuras ontológicas de la conciencia semita constituyen uno de los capítulos fundamentales de la metafenomenología o historia de los supuestos intencionales de la metafísica como ciencia. La metafísica actual en crisis busca en la historia los períodos de su constitución, para lo cual, ciertamente,
debemos dejar los estrechos marcos del genial pero limitado pueblo helénico. Las estructuras metafísicas vividas y portadas en un comportamiento precientífico y prefilosófico, no comienzan a existir solo desde Tales de Mileto.
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35 La comprensión aun política y actual, entre Israel y los Estados árabes, entre el cristianismo, el judaísmo y el Islam, debe emprenderse a partir del nivel ontológico; volviendo a su origen, se encontraría al mismo tiempo la explicación de la división. Por otra parte, podemos decir que, desde la ocupación marxista de la China, el mundo se ha culturalmente “semitizado” (a excepción de la India y el sudeste asiático), aunque igualmente secularizado. Esto lo estudiaremos detenidamente en otros trabajos en curso. Pío XII dijo alguna vez que “el cristianismo era semita espiritualmente”.

La formación de la ideología tributaria en el área euro-oriental

1. CULTURAS TRIBUTARIAS CENTRALES Y PERIFERICAS

Nos proponemos aquí primeramente describir las etapas de la formulación de la ideología tributaria en la región “euro- árabe”, para después desprender las características que en nuestra opinión la definen tanto en sus formas centrales como periféricas. Luego examinaremos la validez de la teoría de la cultura tributaria propuesta, a la luz de su extensión a otros campos culturales.

I. LA FORMULACION DE LA IDEOLOGIA TRIBUTARIA EN EL AREA EURO-ORIENTAL

i. La edad antigua

La edad antigua se expresa en plural, por tanto deberá decirse: las edades antiguas. Sobre el mapa de la región considerada, las zonas donde aparece un desarrollo acentuado de las fuerzas productivas que permite la clara concreción del Estado y de las clases sociales que están aisladas unas de otras.

Durante milenios, Egipto, Mesopotamia, luego Persia y Grecia se constituyen de esta manera, en un aislamiento relativo (más acentuado durante las épocas mas antiguas y las civilizaciones más precoces de los valles del Nilo y de la Mesopotamia; mucho menos acentuado en el caso de Grecia, que se constituye en el curso del último milenio que precede a la era cristiana).

Estas civilizaciones son islas en el océano de la barbarie dominante, todavía general, es decir en un mundo caracterizado aun por el predominio de los modos de producción colectivos (por oposición al modo tributario que caracteriza a las civilizaciones en cuestión).

Cada una de las civilizaciones en cuestión tiene pues su estructura propia y sus caracteres singulares. La búsqueda de un denominador común en el plano de sus sistemas de ideas podría entonces parecer algo imposible. Sin embargo, se pueden desprender, gracias a la perspectiva del tiempo, caracteres comunes propios de toda la larga historia prehelenistica, por oposición precisamente a las características del pensamiento y de la formación ideológica medievales que vienen a continuación.

Estos caracteres son los siguientes: En primer lugar, esos caracteres son comunes a todos los pueblos (al menos de la región considerada), ya sean barbaros (celtas, germanos, eslavos, bereberes, árabes) o civilizados (egipcios, asirios y babilonios, fenicios, hititas, persas, griegos).

Dicho de otra manera no hay gran distancia cualitativa, en este plano, entre las formas de pensamiento de las sociedades comunitarias y las de las sociedades tributarias en su primera época. Existen por supuesto diferencias cuantitativas más o menos considerables, y aun “brechas” cualitativas parciales, sobre las cuales volveremos.

En segundo término, existe una práctica científica empírica, pero no pensamiento científico. La practica empírica, en los dominios de la agricultura, la cría del ganado, la navegación, la construcción, el artesanado (textiles, cerámica, metalurgia) es tan antigua como la humanidad.

Por supuesto esta práctica esta en relación directa con el desarrollo de las fuerzas productivas, del cual es causa y efecto, en una estrecha relación dialéctica. Sin embargo ello no implica necesariamente, sino hasta mucho después, una sistematización científica abstracta. Evidentemente los prestamos que hace una sociedad a otra son también algo normal.

En tercer lugar, la elaboración de mitologías relativas a la constitución del universo, de la humanidad (y singularmente del pueblo al que la mitología se dirige) y del orden social (división del trabajo, organización de la familia, poderes diversos, etc.) que es general queda marcada por la región.

No existe pretensión de universalidad. Tampoco una relación sistemática coherente entre las mitologías en cuestión y la práctica empírica de la acción eficaz sobre la naturaleza. La yuxtaposición de conocimientos —aquellos que reconocemos como científicos porque han sido elaborados por la práctica empírica y aquellos a los cuales negamos esta calidad— caracteriza el modo del pensamiento antiguo.

En estas condiciones y sea cual fuere el grado de desarrollo de la civilización (definido por un nivel más elevado de las fuerzas productivas, el Estado y la escritura) de unos en relación con otros, las mitologías son equivalentes: mito de Osiris y de Isis, mitologías griega, celta u otra (y podríamos añadir, por extrapolación, mitologías africanas o indoamericanas, etc.) o Biblia vienen a ser lo mismo.

Ninguna clasificación jerárquica de ellas tiene el menor sentido. Y el hecho de que algunas de estas mitologías (la Biblia) hayan sobrevivida a la era antigua y hayan sido integradas al pensamiento y la ideología medievales no les otorga ningún valor intrínseco superior.

En cuarto lugar, el pensamiento social que con toda evidencia existe no tiene pretensiones científicas, ni siquiera la conciencia de que la sociedad pudiera ser objeto de una reflexión que, en nuestra opinión, puede ser calificada de científica. El pensamiento social es justificador del orden existente, concebido como eterno, sin más. La idea de progreso está excluida.

No obstante, a pesar del carácter general de esos caracteres comunes a todos, es también necesario señalar los logros que, por aquí y por allá, anuncian las construcciones ideológicas y los modos de pensamiento ulteriores. Señalare cuatro.

5 Egipto produce antes que ningún otro pueblo el concepto de la vida eterna y de la justicia moral inmanente que abrirá la vía al universalismo humanista. En cualquier otra parte, incluso en la Grecia prehelenistica, la situación de eso que más tarde se ha llamado “el alma” y el destino del ser humano después de su muerte siguen siendo inciertos, vagos y ambiguos. Los “espíritus de los muertos” son más bien temores a su poder maléfico de intervenir entre los vivos.

Puede medirse entonces el progreso que ha representado la invención del “alma inmortal” y de la “recompensa o castigo individualizados”, basados en una moral universal que escruta los móviles y las intenciones de las acciones humanas. Poco importa que hoy en día la inmortalidad y la justicia divina sean consideradas actos de fe religiosa y ya no “hechos evidentes”, y menos aun hechos “científicamente establecidos”. El logro moral universalista egipcio será la piedra angular del pensamiento humano ulterior.

Pasaran muchos siglos antes de que esta invención egipcia se convierta en un lugar común. A propósito de los debates del cristianismo y del islam concernientes al “infierno y el paraíso, la responsabilidad individual y la determinación, los fundamentos de la fe” veremos un ejemplo un poco mas adelante.

Precisemos que la verdadera dimensión de la aportación de Egipto se sitúa en este logro y no, como con frecuencia se “ha dicho, en la invención del monoteísmo por Akhenaton. En efecto el concepto universalista de justicia inmanente es compatible con todas las formas de la fe religiosa, incluido por supuesto el panteísmo como lo ilustra, entre otras cosas, la riqueza del pensamiento religioso hinduista.

En cambio, el concepto del monoteísmo, que se impondrá en esta región del mundo (pero no en otros lugares) quizá en parte porque responde a una simplificación paralógica, es, en realidad, producto del absolutismo del poder en Egipto, avanzado más que ningún otro en la construcción tributaria.
No es pues sorprendente que este principio haya constituido luego una de las piedras angulares de la construcción ideológica tributaria para toda la región concernida, en los tiempos medievales. En cambio, la exportación del principio monoteísta a pueblos menos avanzados en el camino del desarrollo tributario no se revela fecunda. Como sabemos, el judaísmo se construyo a partir de este préstamo.

Esto no le impidió seguir siendo primitivo en sus fundamentos esenciales: el judaísmo se quedo como una religión sin aspiración universalista (la del “pueblo elegido’” exclusivamente), caracterizada por una fidelidad mitológica (a la Biblia) y sin que, de manera cierta, admita la justicia inmanente hasta el grado al que habían llegado los egipcios. Sin duda más adelante, los judíos (y por tanto el judaísmo), gozando primero de los adelantos del helenismo (en los tiempos de Filón), luego del islam (sobre todo en Andalucía), y posteriormente de la Europa cristiana y luego moderna capitalista, han reinterpretado sus creencias en un sentido menos estrecho.

Grecia produjo una especie de fuegos artificiales de logros cuya unión no se dará sino más tarde, en la época medieval. Estos logros conciernen a la abstracción científica, a la filosofía de la naturaleza y al pensamiento social.

La practica empírica tan antigua como la humanidad tenía que acabar por plantear al espíritu humano problemas que lo invitaban a realizar un esfuerzo de abstracción más sistemático. El nacimiento de la astronomía, del cálculo y las matemáticas constituirá su primera ola, antes que la química y la física fueran a su vez inundadas por ella.

Después la astronomía mesopotámica, el cálculo egipcio y las matemáticas griegas constituyen un salto cualitativo hacia adelante que, enriquecido por los árabes solo será superado a partir de los tiempos modernos. Las matemáticas, adelantándose a las necesidades de la practica empírica, se desarrollan alimentándose a sí mismas. Inspiraran así los primeros capítulos de la lógica.

No obstante, dado que precisamente su relación con el enriquecimiento de la práctica sigue siendo todavía tenue, es difícil evitar la desviación al terreno de las relaciones mitológicas.
La unión de la matemática y la lógica, nuevas por una parte, y de la practica empírica por la otra, inspiran el concepto de una filosofía de la naturaleza que tiene la vocación potencial de sustituir a las mitologías de la creación. Digo aquí filosofía de la naturaleza y no metafísica. La primera caracteriza el logro filosófico griego prehelenístico; la segunda se convertirá en sinónimo de filosofía a secas en los tiempos medievales, antes de perder de nuevo este monopolio en los tiempos modernos.

La filosofía de la naturaleza es una tentativa de abstracción que permite dar coherencia al conjunto de conocimientos, por medio de la búsqueda de las “leyes generales” que gobiernan la naturaleza. En ese sentido, como lo experimentaron Marx y Engels, la filosofía de la naturaleza es por esencia materialista: se trata de explicar al mundo por sí mismo.

Sin duda esta búsqueda de las leyes generales seguirá marcada por los límites de los conocimientos reales, siempre relativos. Pero esta relatividad sigue siendo eternamente verdadera, y el progreso (de la filosofía mecanicista antigua a los filósofos modernos de la naturaleza) es solo cuantitativo. Podemos incluso considerar inoportunas y estériles esas generalizaciones necesariamente relativas y pronto superadas.

Lo cierto es que el logro de la filosofía de la naturaleza plantea el principio de un universo eterno en movimiento permanente (desde Heráclito, 540 a 480 a. de C., el atomismo de Demócrito, 460 a 370 a. de C.) La conciliación de este principio y de las creencias religiosas medievales (helenística, cristiana e islámica) no se hará sin dificultades, como veremos.

El pensamiento social griego no produce en verdad logros tan notables. En realidad en este dominio habrá que esperar a Ibn Jaldun para poder comenzar a hablar de concepto científico de la historia. Paralelamente Grecia tomo muchas cosas a los demás, sobre todo a Egipto. La tecnología que tomó fue decisiva para el surgimiento de su civilización.

Por el contrario, el universalismo moral de Egipto no se abrirá camino sino tardíamente, con Socrates y Platon. Pero ya estamos en la transición helenística a la cual regresaremos. Por otra parte es necesario observar que los logros en estos dominios diversos no se han integrado todavía en una visión global, sino que siguen careciendo de lazos fuertes entre ellos. La metafísica helenística, y luego cristiana e islámica llevara a cabo esta síntesis de la cual solo se dispone de elementos dispersos al final de la edad de oro de la Grecia clásica.

No pondremos en un mismo plano los logros producidos en Mesopotamia o los llegados de la India a través de los persas. Solo los señalo porque encontraran su lugar en la futura construcción medieval.

Mesopotamia proporciono primeramente una astronomía que por descriptiva que haya sido, no por ello es menos correcta y por tanto producida por una observación rigurosa. Esta herencia, retomada por la época helenística, será desarrollada luego, particularmente por los árabes y después por supuesto en los tiempos modernos. Pero eso no es lo esencial en lo que respecta a nuestro tema.

Los caldeos producen de igual modo una mitología general del universo en la que los astros están situados en relación con y por encima de lo que luego se llamara el mundo infralunar. De esta mitología derivara, vinculada de manera vaga con su astronomía científica, una astrología. Ahora bien, la mitología en cuestión y la astrología de ella derivada encontraron ulteriormente su lugar en la construcción medieval del conjunto.

Nuestro tema no tiene que ver con la evolución del pensamiento al este del Indo, sus aportaciones científicas, sus mitologías y la elaboración de su panteísmo, su moral y su concepción global de la vida. No obstante hay que señalar que también aquí se había producido tempranamente según parece un logro en dirección de la conceptualización del “alma”.

Esta está estrechamente vinculada a una filosofía particular que invita al individuo a despojarse de las presiones de la naturaleza con el fin de obtener la plenitud del conocimiento y de la felicidad. Este llamado al ascetismo como medio de liberación franqueara las fronteras de la India para penetrar en Oriente, luego en Occidente desde las primeras etapas de la formación medieval, es decir desde la época helenística, para alcanzar su plenitud en la cristiandad y el islam ulteriores.

Por esta razón y porque esta concepción será de igual modo integrada a la concepción medieval, había que señalarla aquí. La segunda relación entre esta concepción de la realización de la plenitud del alma y la mitología particular de la metempsicosis (reencarnación) no tendrá, en cambio, más que el destino de una peripecia, finalmente rechazada por su incompatibilidad con las creencias fundamentales del cristianismo y del islam.

En conclusión, emitirá la hipótesis de que por imposible que parezca en toda esta área y a lo largo de este largo periodo, asistimos a la lenta constitución de la construcción ideológica tributaria, es decir, a la construcción de una “visión global del mundo” (en el sentido de Weltanschauung) que responde a las exigencias fundamentales de la reproducción del mundo tributario, independiente de sus formas especificas.

La transparencia de las relaciones de explotación exige aquí una dominación de lo ideológico y una sacralización de ello. Las relaciones comunitarias anteriores no exigían la coherencia de la construcción; por eso las formas bárbaras del pensamiento antiguo yuxtaponen, sin dificultad, empirismo, mitología de la naturaleza y de la sociedad.

Poco a poco, el paso a la forma tributaria exigirá una coherencia más fuerte y hasta la integración de los elementos de la ciencia abstracta en una metafísica global. En seguida habrá que esperar hasta la época moderna para que la disminución de la transparencia de las relaciones sociales propias del capitalismo eche por tierra la dominación ideológica sacralizada para ser sustituida por la economía. De manera simultánea esta nueva dominación económica, que no podrá ser desacralizada más que por la abolición del capitalismo, crea las condiciones que permiten renunciar a la aspiración de una metafísica totalizadora.

En esta construcción progresiva de la ideología tributaria, que alcanzara su plenitud a lo largo de la era medieval, el antiguo Egipto tiene un lugar singular. En efecto, lo esencial de esta ideología ya está presente en el logro egipcio. El paso de una moral (de potencialidad universalista) justificadora del orden social a una metafísica totalizadora rematara la construcción egipcia que, por lo demás, es la piedra angular del helenismo (como la reconocieron espontáneamente los pensadores de la época), y luego de las construcciones religiosas cristianas e islámicas.

La metafísica escolástica medieval (en sus cuatro formas sucesivas: helenística, cristiana oriental, islámica, cristiana occidental) cuyo contenido y modus operandi en sus relaciones con la base económica de la sociedad examinaremos posteriormente constituye por excelencia la ideología construida del modo de producción tributario.
Sin abordar aquí las formas de esta ideología tributaria en las otras regiones del mundo (China, India, etc.) podemos afirmar que, mas allá de la originalidad de sus especificidades, estas responden a la misma necesidad fundamental de la reproducción tributaria.

Por el contrario, la ideología de los modos colectivos, que podemos concebir como la larga transición del comunismo primitivo a la sociedad de clases y de Estado, es de una naturaleza cualitativamente diferente. Aquí el contenido esencial de la ideología esta en relación estrecha con la extrema dependencia con respecto a la naturaleza (escaso desarrollo de las fuerzas productivas) y el carácter todavía embrionario de las clases y del Estado.

La ideología comunitaria es una ideología de la naturaleza: el ser humano y la sociedad son asimilados a las demás expresiones de la naturaleza (animales, vegetales, medio ambiente) concebidas como tales. El predominio del parentesco en la organización de la realidad social y en la concepción de la relación con la naturaleza sufre, en sus formas y contenido, una evolución del comunismo primitivo a las sociedades comunitarias, que se sale del terreno del análisis presentado aquí.

La edad antigua constituye el último capítulo de esta evolución, una especie de transición a la ideología tributaria. De allí los aspectos “primitivos” de esta edad antigua (vestigios de la ideología comunitaria). Tampoco debe asombrar si los logros en dirección a la construcción ideológica tributaria se obtienen en Egipto, que en el plano social es ya una sociedad tributaria acabada.

El cuadro del pensamiento del oriente antiguo propuesto hace hincapié en la singularidad de la aportación de cada una de las regiones en esta parte del mundo. Esta singularidad no excluye el parentesco de esas culturas diversas que pertenecen a la misma edad del desarrollo general de la sociedad. Por eso, así como las sociedades de la región son capaces de intercambiar en el plano material productos y técnicas y lo reconocen, sus intercambios son igualmente intensos en el plano de las ideas.

Evidentemente la singularidad de las aportaciones particulares registradas solo adquiere sentido en relación con la construcción de la metafísica medieval posterior que los integrara en su síntesis global como veremos a continuación. En esta construcción progresiva de ninguna manera podemos oponer el pensamiento griego (haciéndolo ancestro del de la Europa moderna) al de “Oriente” (del cual se excluiría Grecia).

El contraste Grecia = Occidente/Egipto, Mesopotamia, Persia = Oriente es una construcción artificial y posterior del eurocentrismo. En efecto la frontera aquí, en la región, es la que separa al Occidente geográfico europeo y norafricano, atrasado en su conjunto, del Oriente geográfico adelantado; y los conjuntos geográficos que constituyen Europa, África y Asia no tienen ninguna pertinencia en el plano de la historia de la civilización, en tanto que el eurocentrismo hace una lectura del pasado proyectando sobre él la ruptura moderna norte-sur, pasando a través del Mediterráneo.

2. Los caracteres generales de la construcción medieval

La constitución del imperio de Alejandro abre una era verdaderamente nueva para toda la región, porque pone término definitivo a) aislamiento relativo de los diversos pueblos que la constituyen y abre la perspectiva de su eventual unificación en el futuro. Hasta entonces las tentativas de conquista mas allá de las fronteras no habían sido más que peripecias sin efectos profundos o sin porvenir, Egipto solo conquisto los mercados del Asia occidental contigua, para asegurar mejor su defensa frente a los barbaros nómadas; las expansiones asiria y persa no habían sido lo suficientemente fuertes y duraderas como para iniciar lo que realizara el helenismo: la unificación de las clases dirigentes y la cultura.

La unificación helenística está limitada en un principio al Oriente, de Grecia y Egipto a Persia. Pero entonces engloba ya a todas las civilizaciones de la región, así como a los intersticios más o menos barbaros que las habían aislado entre si y que progresivamente se habían debilitado. La constitución posterior del imperio romano no aporta nada nuevo al oriente helenístico, pero transporta sus elementos de civilización y de cultura al Occidente italiano, celta y berebere y finalmente después al germánico.

Esta unificación pone término definitivo a la independencia casi absoluta de los Estados y de los pueblos de esta vasta región que se convertirá posteriormente en el mundo “euro-árabe” (o los dos mundos euro-cristiano y árabe-islámico). No en el sentido de que uno solo o algunos “grandes Estados” hayan dominado en todo momento a toda la región, sino en el sentido de que la fragmentación -llevada al extremo en la época de la feudalidad europea—-o más modestamente la pulverización sobre la base de la cual se constituirán mas tarde los Estados modernos europeos y árabes, ya no excluyen la pertenencia a una misma área de cultura, así como ya no excluyen la densidad de los intercambios permanentes, en el plano material y en un plano espiritual.

¿Un mundo o dos mundos? Durante un milenio la fractura es vertical y separa al Oriente más civilizado (fundamento del imperio bizantino) del Occidente semibarbaro. En el milenio y medio que sigue, la fractura se desplaza para separar el norte —la Europa cristiana- del sur -el mundo islámico (árabe, turco y persa).

En Europa, la civilización llega progresivamente a los pueblos del norte y del este: al sur del Mediterráneo, la cultura islámica llega al Magreb. Sin embargo, estas dos fracturas sucesivas son solo relativas en el sentido de que cristianismo e islam son uno y otro herederos del helenismo y de esta manera quedan como hermanos gemelos, aun cuando hayan sido adversarios decididos en algunos momentos.

Probablemente es solo en los tiempos modernos cuando Europa a partir del Renacimiento despega hacia el capitalismo que la frontera se profundiza en el Mediterráneo entre lo que se concretara en el centro y la periferia del nuevo sistema, ahora extendido al mundo entero y sin costos. A partir de entonces, el mundo medieval (euro- islámico) deja de existir como área cultural única para dividirse en dos mundos, en lo sucesivo desiguales, no teniendo ya Europa nada que aprender de los pueblos al sur del Mediterráneo.

Por lo que atañe a Egipto, la unificación helenística pone fin a su papel anterior, decisivo en la historia de la región. Egipto será en adelante una provincia en un conjunto más vasto. Podrá ser sometido a una condición relativamente subalterna (en el Estado bizantino, durante los tres primeros siglos de la hégira y luego los siglos XVII y XVIII otomanos) o, por el contrario, convertirse en el centro de gravedad de la región (en las épocas ptolemaica, fatimida, mameluca y luego en la renaciente nación árabe desde el comienzo del siglo XIX).

Pero ya no está confinada en el “esplendido aislamiento” radiante de tres milenios de su historia antigua.
Ahora bien, esta unificación helenística y luego cristiana y/o árabe-islámica tendrá efectos profundos y continuos. En primer lugar evidentemente en el plano del desarrollo de las fuerzas productivas, facilitando la transferencia de los progresos técnicos y de los conocimientos científicos, y sobre todo su extensión a los pueblos todavía barbaros.

Pero también en el plano de la organización social, de las formas políticas, de las comunicaciones lingüísticas, culturales y religiosas, y de las ideas filosóficas. De una manera nueva el sentido de la relatividad, producido por la intensidad de las relaciones, crea un malestar ante el cual las religiones regionales pierden pie poco a poco. Los sincretismos de la época helenística preparan así el terreno al cristianismo y al islam, portadores de un mensaje universalista nuevo.

La crisis social mediante la cual a menudo se describe el final del imperio romano, menos que una crisis del modo de producción (aunque también sea en parte la crisis de la forma esclavista predominante en Grecia y Roma), es ante todo producto de este cuestionamiento global y complejo.

La construcción medieval se desplegara en tres tiempos: un primer tiempo helenístico (tres siglos más o menos), un segundo tiempo cristiano que se desplegara primero en Oriente (del siglo i al siglo vii), y luego, mucho más tarde en Occidente (a partir del siglo XII), y un tercer tiempo islámico (del siglo vii al xii de la era cristiana).

Lo esencial de esta construcción se remonta, como veremos, a la época helenística. El neoplatonicismo servirá de base sobre la cual se constituirá la primera escolástica cristiana (de Oriente), luego la escolástica islámica y finalmente la segunda escolástica cristiana (de Occidente), esta última fecundada con creces por el pensamiento islámico.

Sin duda cada una de las épocas conserva también sus especificidades y sus interpretaciones particulares, pero, en nuestra opinión, la comunidad de sus caracteres triunfa con mucho por sobre aquellas. En realidad, es la oposición –común- a los caracteres del pensamiento antiguo lo que hoy día permite hablar de un pensamiento medieval de manera global.

El carácter fundamental que define al pensamiento medieval es el triunfo de la metafísica, considerada de allí en adelante como sinónimo de filosofía (o de sabiduría). Este carácter vuelve a encontrarse en el helenismo, así como en las escolásticas cristianas e islámicas ulteriores.

La metafísica se propone descubrir el principio último que gobierna al universo en su totalidad, o dicho de otro modo “la verdad absoluta”. No se interesa por las verdades parciales establecidas por medio de las ciencias particulares; o, más exactamente, solo le interesan en la medida en que esas verdades parciales pueden contribuir al descubrimiento de los principios últimos que gobiernan al universo.

Por supuesto toda religión, por definición, es una metafísica. Pero lo inverso no es verdad. Porque la religión se basa en textos sagrados, en tanto que es posible concebir una metafísica laica, libre de toda revelación constitutiva de una fe religiosa. En realidad, como lo señalaron las escolásticas cristianas e islámicas ulteriores, la metafísica pretende descubrir la verdad absoluta solo mediante el uso de la razón deductiva, mientras que la religión dispone para ello de textos revelados.

Todo el esfuerzo de la metafísica cristiana e islámica consistirá en intentar establecer que no haya conflicto entre el uso de esta razón deductiva y el contenido de los textos revelados (a condición, evidentemente, de interpretarlos como debe ser).

El triunfo de la preocupación metafísica entraña, como es evidente, consecuencias graves en lo que concierne al pensamiento. ¿Desvaloriza esta preocupación la investigación científica especializada y el empirismo técnico? En teoría, si. Pero aquí hay que añadir algunos matices, pues a titulo de ejemplos, la civilización helénica estuvo marcada por importantes progresos en la astronomía y la medicina, así como la civilización árabe-islámica que, además, llego aun más lejos en los terrenos de las matemáticas y la química.

Por último, las curiosidades científicas particulares resisten el triunfo de los metafísicos; incluso pueden ser activadas por la esperanza de enriquecer la metafísica por medio de los descubrimientos científicos. En cuanto el empirismo técnico que, hasta una época muy reciente, ha sido prácticamente el único fundamento del progreso de las fuerzas productivas, prosigue su camino sin preocuparse por el poder intelectual que tanto lo desprecia.

Se observara que lo que la nueva metafísica que se concretara en escolástica llama la razón humana es en realidad una razón exclusivamente deductiva. Por ello se extraviara en el callejón sin salida de la construcción ad infinitum de silogismos donde la paralógica trata en vano de distinguirse ventajosamente de la lógica. Pero lo que la practica empírica anterior ya había descubierto (sin que necesariamente sea apta para formularlo) y lo que el pensamiento moderno formulara es, por imposible que parezca, que el conocimiento científico procede de la inducción, tanto como de la deducción.

La escolástica medieval, por su desprecio hacia la práctica, ignorara con soberbia a la inducción científica aunque en ciertas prácticas científicas, de manera notable en la medicina, la inducción haya sido siempre practicada por necesidad. Sin embargo, el pensamiento filosófico escolástico persiste en no reconocer su posición. Más adelante veremos que, cualesquiera que hayan sido los adelantos de las escolásticas islámica y cristiana, jamás llegaron mas allá de esta reducción de la razón humana a solo su dimensión deductiva. El pensamiento árabe contemporáneo no salió aun de ella, de ahí los paralogismos y la analogía, tan frecuentes en la práctica del razonamiento, en todos los terrenos.1

1 Michio Morishima, Capitalisme et confucianisme, Flammarion, 1987. El bakufu es el sistema militar feudal que, a través de la dinastía de la Chogun Tokugawa, domino Japón durante los cinco siglos que precedieron a la revolucion Meiji de los años sesenta del siglo xix.

Ello no impide que el triunfo metafísico constituya una invitación permanente al desbordamiento cosmogónico. Por ello entendemos la elaboración de una construcción general que pretende dar cuenta a la vez de la formación del universo astral, de la naturaleza terrestre, de la vida animal y humana, y hasta de la sociedad.

No hace falta decir que los elementos del conocimiento científico siempre relativos no permiten y no permitirán jamás alcanzar la “perfección definitiva” a la que aspira la cosmogonía. Estos elementos están pues cimentados artificialmente por un gran llamado a lo imaginario, y hasta a la paralogica. Sin duda el llamado de la cosmogonía y de la metafísica es de todas las épocas y no espero la época medieval para manifestarse.

Por lo demás sobrevivirá a la escolástica medieval. Porque la frontera entre la filosofía de la naturaleza, que modestamente se conforma con la expresión generalizada en una etapa dada y reconocida como tal de los conocimientos científicos adquiridos, y la metafísica que pretende abarcarlo todo de un sola vez, no es siempre tan fácil de trazar como podría parecerlo teóricamente.

La aspiración pues a la formulación de “leyes generales” que rijan toda la naturaleza y la sociedad nos hacen deslizarnos por la pendiente de la cosmogonía sin que a veces nos demos cuenta. La dialectica de la naturaleza de Engels y el “dia-mat” (materialismo dialectico) soviético, me parecen extravíos de ese tipo.

Podemos preferir la seguridad de las verdades parciales de los diferentes campos de estudio de la naturaleza y del campo específico y diferente del estudio de la sociedad. Por añadidura las cosmogonías, cuando vienen a reforzar o hasta a “completar” las visiones religiosas, corren el riesgo de despertar la intolerancia y hasta el fanatismo anticientífico. Se han quemado vivos a hombres que rechazaban la cosmogonía en boga y sus verdades pretendidamente establecidas para siempre, en la Europa cristiana mucho más que en tierra del islam.

La metafísica es por excelencia la ideología del modo de producción tributario. La razón es que la cosmogonía que inspira justifica el orden social en un mundo donde la desigualdad de la riqueza y del poder tiene orígenes transparentes. Su aceptación y la reproducción del sistema exigen pues que el orden ideológico no sea objeto de ninguna impugnación posible, y para ello que sea sacralizado. Por eso mismo la metafísica constituye también un obstáculo importante para que madure una reflexión social científica.

No obstante la metafísica, por más atractiva y/o hábil que pudiera ser la construcción que propone, siempre deja un trasfondo de insatisfacción. Al parecer la razón es que se propone lo imposible: descubrir mediante la razón los principios últimos del mundo. Se actuó pues pronto para descubrir los límites del poder de la razón; y a partir de ahí abogar por la causa del corazón.

Todos los espíritus religiosos, entre otros cristianos y musulmanes entre ellos, han terminado por renunciar a la exclusividad de la razón para admitir la inspiración divina, la intuición o los sentimientos. Como complementos de la razón, o sustitutos de esta, estos recursos refuerzan de ser necesario, las reconsideraciones del dogma y/o de las prácticas sociales que el poder pretende justificar mediante ellos. Porque la metafísica religiosa siempre ha sido practicada en diversas versiones. Sin duda, en particular a lo largo de los tiempos medievales, existe una práctica grosera de la religión reducida a su formalización ritual, destinada al pueblo.

En forma paralela la clase intelectual se autoriza interpretaciones figuradas que se alejan de la letra de los textos. Interpretaciones que incluso a veces conducen al deslizamiento por la pendiente de la investigación del sentido “oculto” detrás de la transparencia del texto. Veremos ejemplos de ello en el pensamiento árabe-islámico, pero encontramos el equivalente en el pensamiento cristiano medieval. Se trata de una tendencia permanente engendrada por el espíritu metafísico mismo y su búsqueda de lo absoluto.

Esta tendencia entraña con frecuencia abusos que se convierten en obstáculos al progreso de los conocimientos. Sucede así cuando se intenta integrar en la construcción metafísica dominios científicos más o menos conocidos: la astronomía se convierte entonces en astrología, y las matemáticas en objeto de esoterismo paracientifico.

Así pues, la charlatanería jamás esta muy lejos. Por lo demás las luchas sociales, inevitables, se trasladan al campo mismo de la metafísica y de la religión, cuando están asociadas. Aquí de nuevo las revueltas populares en la cristiandad oriental y occidental y en el islam medieval presentan analogías profundas. Todas recurren a una interpretación de la metafísica y de los textos sagrados que están en desacuerdo con la de las clases dominantes.

Es este espíritu metafísico, así descrito, el que caracteriza a toda la época medieval: una búsqueda de lo absoluto que adquiere mayor importancia que diversas preocupaciones que en la época antigua estaban mucho menos unificadas por esta aspiración de lo que estarán en las escolásticas medievales. La filosofía de la naturaleza de los primeros griegos ese ‘’materialismo espontaneo” de las ciencias y la praxis, como la llamaran Marx y Engels cede lugar a una reconstrucción global del orden del mundo, un orden del mundo fatalmente y en gran medida imaginario como podemos preverlo.

Ahora bien, me parece que todos los elementos del triunfo metafísico se producen desde la época helenística. Ya hacia fines de la época griega clásica, la crisis del pensamiento antiguo ha comenzado. La toma de conciencia de la relatividad de las creencias y una necesidad de universalismo hacen que tanto Sócrates (470-399 a. C.) como Platón (428-348 a. C.) tomen sus distancias con respecto a las mitologías particulares. Las insuficiencias de estas en lo que concierne a sus conceptos del individuo, su alma y su eventual inmortalidad, de una moral y una justicia inmanente necesarias, provocan el esceptismo y crean un malestar al que Sócrates cree poder hacer frente recurriendo solo a la razón humana que -según él—-debe permitir descubrir la verdad, aun en esos dominios de lo absoluto.

Platón conoce Egipto, que ha visitado, y aprecia plenamente el adelanto moral que permite su creencia en la inmortalidad del alma. Aparece de manera simultánea una necesidad de cosmogonía con pretensión universalista
(porque se cree que se deduce exclusivamente del razonamiento), que sustituye a las mitologías múltiples, que Aristóteles (384-322 a. C.) creerá satisfacer por medio de una clasificación de los componentes del universo (de los astros al mundo infralunar, así como de los seres), tomada en gran medida de la tradición astrológica de los caldeos.

Se reúnen todos o casi todos los elementos para permitir la síntesis neoplatoniana del helenismo. Plotino (¿203-270?) hay que hacer notar que es egipcio produce su expresión acabada. Esta reúne cuatro conjuntos de proposiciones, que me parece definen lo esencial de la metafísica medieval.

En primer término, afirma el predominio de la nueva preocupación metafísica: la búsqueda de la verdad absoluta, de los principios últimos y de la razón de ser del universo y de la vida. Reduce a ello lo esencial de la filosofía, la sabiduría. De manera simultánea afirma que el descubrimiento de esta verdad se puede lograr mediante el uso exclusivo de la razón deductiva, sin recurrir a las mitologías particulares que, a final de cuentas, no constituyen textos sagrados propiamente dichos.

En segundo lugar considera que esta verdad absoluta implica necesariamente el reconocimiento de la existencia del alma, individualizada e inmortal, objeto y sujeto de acciones morales, de naturaleza universal.

En tercer lugar, invita a completar la búsqueda de la verdad por la razón dialéctica mediante la práctica del ascetismo. Llegada de la lejana India a través de los persas en los tiempos de Alejandro, esta invitación al sentimiento intuitivo habría podido hacer dudar del poder ilimitado atribuido a la razón humana. Plotino se conforma con tratarla como complemento: la práctica ascética al permitir al alma despojarse de las limitaciones de los cuerpos y del mundo purifica y refuerza la lucidez de la razón.

Este es un razonamiento extremadamente idealista, que se opone de manera diametral al “materialismo espontaneo” de las ciencias y de la práctica productiva según el cual es al contrario, mediante la confrontación con la realidad y el esfuerzo concreto de la acción sobre la naturaleza, como podemos llegar a mejorar los conocimientos y a afinar el uso de la razón. Algunos de los neo- platónicos tomaran de este pensamiento hinduista hasta algunas de sus formas de expresión, como la metempsicosis.

En cuarto lugar, cede a la propensión de una construcción cosmogónica y acepta, en este plano, la heredada de la tradición caldea. Aquí el neoplatonismo llegara hasta a adoptar algunas de las formas de expresión de esta cosmogonía atribuyendo a los astros del universo almas superiores, susceptibles de actuar sobre el mundo sublunar y por lo tanto sobre los destinos humanos. Toda la astrología que ha sobrevivido hasta nuestros días hasta en el corazón de Occidente, está contenida en su principio y hasta en sus detalles, en esta proposición del neoplatonismo.

¿Constituye esta síntesis grandiosa un progreso o un retroceso con respecto al pensamiento antiguo? Sin duda una y otra cosa, de manera desigual, como podemos juzgar según el punto de vista donde nos coloquemos.

Destacaremos aquí tres de sus caracteres que parecen los más importantes:
Primer carácter: el pensamiento accede plenamente a un humanismo universalista que trasciende las mitologías y las especificidades de los pueblos. La moral, el individuo y el alma inmortal constituyen los cimientos de este humanismo. El terreno esta entonces preparado para el éxito de las religiones de vocación universalista, el cristianismo y el islam.

Segundo carácter: el triunfo del espíritu metafísico afirmado en todas sus dimensiones define al espíritu de la escolástica y el uso que ella va a hacer de la razón humana (deductivo). Un uso abusivo porque se propone un objetivo que uno puede creer (yo lo creo) imposible de lograr: el descubrimiento de los principios últimos.

Hoy en día, a la distancia, la escolástica parece haber hecho un uso en gran medida estéril de las capacidades de la razón. La paralogiza y el razonamiento por analogía sustituye al rigor al que obliga la confrontación empírica con la realidad en los diversos dominios de la búsqueda de conocimientos científicos, necesariamente particulares y relativos. El desprecio de estos conocimientos particulares y relativos en beneficio de la pretensión metafísica, así como el del empirismo y de la acción sobre la naturaleza, inspiran construcciones cosmogónicas gigantescas pero sin gran fundamento. Mas grave aun es el hecho de que el espíritu escolástico tendera a hacer de estas construcciones verdades “indiscutibles”, que el poder buscara imponer por la violencia, haciendo a un lado la tolerancia y las exigencias de la curiosidad científica.

Tercer carácter: la expresión helenística de esta primera formula de la escolástica medieval es laica, en el sentido de que es el producto exclusivo de proposiciones que ni se apoyan en revelaciones sagradas ni tratan de reafirmarlas. En ese sentido la metafísica helenística laica es “suave”, pues admite mas fácilmente la contradicción y la diversidad de expresión. Más tarde, cuando esta metafísica se convierte en complemento de las religiones reveladas (cristianismo e islam), será movida por la necesidad de reafirmar los textos sagrados (dándose, es verdad, un margen de interpretación). Al hacerlo la metafísica escolástica se endurecerá.

El helenismo ha sido la ideología de la clase dominante y la ideología dominante del Oriente antiguo durante por lo menos tres siglos, sobreviviéndose a sí mismo en el cristianismo oriental durante los seis siglos siguientes y de manera grosera en Occidente desde la época romana. Sin embargo, el cristianismo se impuso en la región, pues si bien las clases acomodadas y cultas se conforman con la formulación neo- platónica, las clases populares que experimentaban la misma necesidad de ir mas allá de las mitologías locales esperaban su liberación de una revelación que una vez mas demostró el poder de la movilización de las energías a que puede dar lugar.

Esta espera mesiánica era reforzada por el conjunto de las dimensiones de la crisis global de la sociedad, que dan cuenta de la complejidad extrema del fenómeno y de las luchas internas que ocasionó. Lo cierto es que el cristianismo halló en su confrontación con el helenismo exactamente los mismos problemas que más tarde el islam.

Para empezar habría que conciliar las creencias que se habían vuelto sagradas (y los textos sobre los que se fundan) y la razón, fundamento de la construcción neoplatónica. Esta conciliación implicaba echar mano de la interpretación figurada de los textos, por oposición a su interpretación literal. Por supuesto hacerlo abría el capitulo nuevo de los debates teológicos, con todas las disputas que iban a ocasionar, sobre todo porque salvo dar prueba de gran ingenuidad esas disputas podían muy bien servir a numerosos intereses sociales en conflicto (conflicto de clases, de pueblos, de poderes, etcétera).

Por otro lado, la metafísica helenística se prestaba bien a una reinterpretación religiosa (así fuera en el caso cristiano como mas tarde en el islámico). Hasta había preparado el terreno en cuanto al punto esencial de la inmortalidad del alma y la moral inmanente. La reflexión sobre la responsabilidad individual y el libre albedrio, en conflicto potencial con la omnipotencia divina, así como sobre la naturaleza de la intervención de esta omnipotencia en el orden del mundo, condujo en poco tiempo a soluciones que prácticamente definieron la nueva fe religiosa, poniendo el acento en dos conclusiones: la responsabilidad moral individual ilimitada y la exigencia para el creyente de una convicción intima, que deje atrás la sumisión formal a los ritos; el reconocimiento de que la creación no excluye la regulación del universo por un orden de leyes que pueden ser descubiertas por la razón científica y, por consiguiente, la condición excepcional del milagro (la intervención divina fuera de esas leyes).

Los debates concernientes a las relaciones entre el universo y la creación se mantuvieron más abiertos y fracasaron. Porque si bien algunas interpretaciones intelectuales admitían la eternidad del mundo coexistente con la de Dios, otras, mas próximas a la creencia popular, valorizaban la letra de la mitología del Génesis. Por esto de igual modo las construcciones cosmogónicas podían ser objeto de interminables debates, regularmente estériles a nuestros ojos contemporáneos.

Las circunstancias han establecido una estrecha relación entre la expresión religiosa nueva, el monoteísmo en su forma judaica y la espera mesiánica. Se trata de circunstancias que tienen menos importancia de la que generalmente se les atribuye. En todo caso, por ello había que conciliar la realización de la espera mesiánica con el dogma monoteísta. La teología nueva, propia del cristianismo, se vio enfrentada a la cuestión de la naturaleza de Cristo (divina y humana), pero también, mas allá, de las “cualidades divinas”. Una vez más las escuelas se han enfrentado incesantemente al respecto. La contribución de Egipto a la formación del mundo cristiano nuevo fue decisiva.2 2 Vease Murad Kainef, La civilisation de l’Egypte copte, en árabe, El Cairo, 1961.

La historia nos ensena que, en la mayoría de los casos, la adopción de una nueva religión se impone por la fuerza de la conquista extranjera o por la voluntad del Estado y las clases dirigentes. Ahora bien, la cristianización de Egipto es, excepcionalmente, producto exclusivo de un movimiento interno propio de la sociedad La riqueza del pensamiento cristiano en Egipto es el resultado de exigencias de esta confrontación con los poderes establecidos y con el helenismo pagano. Lejos de rechazar esta cultura sabia y matizada, el Egipto copio integra su aportación a la nueva religión.

La cuestión central que preocupa a los filósofos de Alejandría sean estos cristianos o no (pero aquellos viven en un medio cristianizado en su mayor parte) es la de reconciliar la razón y la fe. El agnóstico Plotino, sus discípulos cristianos Amonio, Orígenes, Valentín, Clemente y Dedemos son los grandes nombres que la historia ha retenido, como fundadores de la filosofía agnóstica.

Esta produce una síntesis magistral que conciba la razón y la fe y constituye la forma acabada de la ideología tributaria cuyos argumentos serán retomados por el islam motacilita. Propone clasificar a los individuos desde este punto de vista en tres categorías: la elite de los agnósticos cuya inspiración divina viene a completar su dominio de la razón, la masa popular, poco preocupada por las exigencias del espíritu, y cuya interpretación de la religión resulta grosera y formalista, y finalmente una clase intermedia capaz de aceptar la conciliación de la razón y la fe, aun cuando ella se mantiene extraña a la inspiración divina.

Esta clasificación jerárquica, natural para una sociedad de clases adelantada, tenía la ventaja evidente de dar a la elite pensante una gran libertad en la interpretación de los dogmas, como volverá a verse en el islam de la gran época, pero no en el Occidente cristiano antes del Renacimiento.

Veremos más adelante como el islam, enfrentado a los mismos problemas, les dio respuestas idénticas. Este primer milenio de la era medieval (del 300 a. C. hasta el 600 d. C.) no fue pobre ni estéril, cualesquiera que sean los juicios que podamos emitir hoy día sobre la metafísica y la escolástica helenística y luego cristiana de Oriente.

La metafísica y la escolástica islámicas proseguirán la misma obra en el transcurso de los siguientes cinco primeros siglos de la Hégira (de 700 a 1200). Durante este primer milenio medieval, la Universidad de Alejandría, de los Tolomeos a Plotino y en los últimos tiempos del Egipto copto, probablemente fue el centro más activo del pensamiento en toda esta parte del mundo, no solo en el dominio de la metafísica, sino igualmente en el de las ciencias, en particular la astronomía y la medicina, a las cuales hizo avanzar notablemente.

La expansión cristiana redujo los centros y señalaremos al menos Haran en Siria, aunque solo sea porque su producción intelectual constituyó una de las fuentes de inspiración para la metafísica islámica. Desde luego también los innumerables conflictos de poder alimentaron las escuelas y las disputas durante los seis siglos del cristianismo oriental, oponiendo entre otras cosas las ambiciones imperiales de Bizancio a los intereses locales (egipcios y sirios sobre todo). Una vez más nada que difiera mucho de lo que veremos reproducirse en el transcurso de los cinco siglos omeya y abasida que seguirán.

3. La metafísica medieval: la versión árabe-islámica acabada y la versión occidental periférica3

3 No llenare d texto de referencias a las etapas de este desarrollo del pensamiento árabe-islámico. Las obras (en árabe) de Husein Merue, Tayeb El Tizini, Yazji, pueden constituir aquí la fuente esencial de estas referencias. Los debates organizados en los últimos años en torno de los trabajos de Merue y Tizini están también presentes en nuestro espíritu,. Nuestros puntos de vista críticos han sido expresados en diversos escritos publicados en árabe: Samir Amin, La crise de la societe arabe, El Cairo, 1985: del mismo autor, L’apres-capitalisme, Beirut, 1987, y A propos de la crise de (ideologie arabe contemporainef Al Fikr Al Arabi, num; 45, 1987

Apenas algunos decenios después de su aparición, el islam se vio enfrentado, por su conquista de Oriente, a una serie de desafíos importantes a los cuales respondió brillantemente.

El islam se constituyo sobre textos sagrados precisos, en un grado mucho mayor que el cristianismo, cuyos Evangelios siguen siendo, en comparación con el Corán y la Zuna (la colección de los dichos y los hechos de) Profeta, los Haditas) más o menos vagos.

Los musulmanes extraerán de inmediato de esos textos una verdadera legislación la charia que, sin necesariamente reglamentar por adelantado todos los aspectos de la vida social, proporcionan un buen número de principios y, en algunos aspectos, reglas precisas.

La fe en sí misma es, en la interpretación de los primeros musulmanes de Arabia, probablemente grosera, como ellos mismos lo son en su vida social y cultural. La prueba la proporciona poco más tarde el esfuerzo que hubo que desplegar para adaptarla a los pueblos del Oriente civilizados conforme se iban islamizando.

Ahora bien, el Estado musulmán resulta, de la noche a la mañana, señor de ese Oriente helenizado y cristiano. El desafío es capital en todos los planos. En el plano de los conocimientos científicos y técnicos (y del desarrollo de las fuerzas productivas), sin comparación con el nivel alcanzado por los nómadas árabes. En el plano de la complejidad de las relaciones sociales, administrativas y políticas de las organizaciones estatales milenarias en la región.

En el plano de la cultura helenística-cristiana de la que, como se vio en paginas anteriores, habría elaborado una metafísica y una escolástica globales, inspiradas por un humanismo universalista, una hábil conceptualización de la fe y la moral, una reconciliación con la razón científica. Pero también en el plano de la diversidad aun marcada de las realidades populares, de sus expresiones lingüísticas, literarias, de las practicas y las creencias que transmiten, etc.

En resumen, Persia, que solo había sido superficialmente helenizada (en un grado sin comparación con el de Egipto, Siria y Mesopotamia), se había quedado fuera de la nueva cristiandad oriental, aunque en contacto estrecho con esta por una parte, pero también abierta a la India en un grado mayor por la otra. La escuela de Jundishapur, que también desempeñara un papel importante en la elaboración escolástica islámica, es testimonio de esa situación específica del Irán islamizado.

Quizá hasta se encuentre en esta diferencia una de las claves que explican el misterio de esta oposición sorprendente entre la arabización de Mesopotamia, Siria y Egipto (y más tarde el Mahgreb) y la supervivencia del persa al este del Zagros.

Había que conciliar la nueva fe y sus textos sagrados por una parte, con las exigencias materiales, políticas e intelectuales de esos mundos helenizados (cristiano y persa), por la otra. Eso implicaba una verdadera revolución cultural, que el islam logró.

Señalemos bien aquí que lo que los árabes llamaran la “cultura griega” es en realidad la del helenismo, y este ya cristianizado. De la filosofía griega clásica prehelenistica, todavía lo ignoran todo; y de hecho solo conocerán a Sócrates, Platón y Aristóteles a través de Plotino.

Los árabe-musulmanes comprenderán de inmediato veremos después mediante que caminos que podían conciliar la escolástica helenística y la nueva fe, exactamente como los cristianos de Oriente lo habían hecho, planteando las mismas cuestiones y dándoles las mismas respuestas.

Merece recordarse el camino de la construcción de la escolástica islámica, del Discurso motacilita (el Kalam) del primer siglo de la Hégira a Ibn Rochd, punto culminante y termino de aquella en el sexto siglo de la Hégira.

El discurso de los motacilitas (el Kalam) plantea sus cuestiones precisamente a partir de la crítica de la interpretación grosera de los primeros musulmanes, inaceptable tanto para los recién convertidos como para la nueva clase dirigente y la elite intelectual árabe-persa-islámica. Debemos señalar aquí al menos las cuestiones principales.

Se había partido modestamente del rechazo al formalismo de la sumisión a los ritos como elemento constitutivo suficiente que establecía la convicción religiosa. Se acepta la idea de una justicia divina inmanente (a propósito del debate concerniente “a los musulmanes autores de graves pecados”) que escruta las conciencias. Esto conduce de inmediato a plantear la cuestión del libre albedrio ante la omnipotencia divina.

En este dominio, los partidarios del libre albedrio (al qadaria, la voluntad) se oponen a los del determinismo divino (al jabaria, al tassir, la determinación divina) a golpe de interpretaciones divergentes de los textos sagrados, poniendo el acento ya en estos, ya en aquellos. Cuestión que a su vez contraria la idea que uno se hace del modus operandi de la omnipotencia divina. Los motaziles optan por la solución helenística: Dios opera por medio de las leyes de la naturaleza (namus al sababia), que él ha establecido y, dado que no se ocupa de “detalles” (la jouzjyat), rechaza el recurso al “milagro”.
Esto era tanto como afirmar que, puesto que las leyes de la naturaleza en cuestión pueden ser descubiertas mediante el uso de la razón, no existe conflicto entre esta y la revelación.

Así pues progresivamente se autorizaba la interpretación figurada de los textos sagrados. Ya era necesario para conciliar los conceptos del libre albedrio y de la regulación del mundo por leyes físicas por una parte y el de la omnipotencia divina por la otra. La interpretación del sentido que había que darles a las cualidades del Creador, descritas en términos antropomórficos en los textos, dio así lugar a la oposición entre los partidarios de la letra (al tashbih) y los de una interpretación purificada de esas formas (al tanzih).

Con el mismo espíritu se rechazara la letra del dogma de la resurrección de los cuerpos para sustituirla por el de la reunión de las almas (el problema llamado de “haskr al ajsad”). No obstante la interpretación figurada también permite tomar distancia, de ser necesario, con respecto a la ley (la chana) en sus prescripciones de apariencia precisa, pues el Corán mismo, aunque palabra de Dios, fue “creado”.

Hoy día diríamos que está fechado, y se dirige a los hombres de una época y un lugar. Debemos pues, inspirándonos en sus principios, adaptar sus prescripciones a la evolución de las condiciones. Para muchos eso significaba rayar en el sacrilegio.

El problema de la creación estaba en el centro de los debates que permitieron ir lo más lejos posible en el marco de un pensamiento metafísico. Al afirmar la eternidad del mundo coexistente con la del Creador, se adherían a las tesis de la metafísica helenística, reduciendo la descripción de la creación a un mito destinado a convencer a las muchedumbres. También allí, eso era tanto como rayar en el sacrilegio.

El Kalam abría el camino a la filosofía, concebida como metafísica, es decir la búsqueda de la verdad absoluta. Al Kindi, el primer filosofo de lengua árabe (muerto en el año 873 d. C., 260 de la Hégira), es prudente. Reconoce la existencia de diversas vías de acceso a la verdad: los sentidos, que son suficientes para aprehender la naturaleza mediante la practica empírica de las relaciones que podemos tener con aquella; la razón (deductiva), que alcanza su plenitud en las matemáticas; la inspiración divina, único medio para acceder al conocimiento superior de lo absoluto.
No obstante, el no concebía conflictos entre estas tres vías, sino por el contrario su complementariedad, dado que los sentidos y la razón fueron dados al hombre por Dios. Al Farabi (muerto en el año 950 d. C., 339 de la Hégira), en lucha con la cuestión central de las leyes de la naturaleza (namus al sababia), integra a su vez la cosmogonía caldea a la nueva metafísica islámica.

Ibn Sina (muerto en el año 1037 d. C., 428 de la Hégira), adoptara a su vez esta perspectiva cosmogónica, reforzándola con el concepto de la eternidad del universo coexistente con la de Dios.

Ibn Rochd (muerto en 1198 d. C., 595 de la Hégira), polemizando contra los adversarios de la razón, produce una especie de síntesis de la metafísica islámica, un compendio que será retomado casi tal cual por la escolástica cristiana de Occidente. En todos los dominios, del libre albedrio, de la causalidad, de la interpretación figurada de los textos, él se coloca a la vanguardia del pensamiento árabe-islámico.

¿Ha llegado hasta a pensar que la verdad racional cuya independencia con respecto a la verdad revelada (por su teoría de la “doble verdad”) proclama podrá incluso entrar en conflicto con, si no la fe, al menos el dogma? Fue condenado por este motivo por sus correligionarios y luego por los herederos cristianos de su escolástica.

¿Habrá llegado a poner en duda los desbordamientos cosmogónicos? La cuestión sigue causando controversia. El hecho de que no hable en su polémica de ello puede ser interpretado ya sea como un rechazo (lo cual a mi parecer es poco probable, pues entonces lo habría dicho con toda seguridad) o porque simplemente era admitida por todos, incluso los adversarios a los que respondía (Ghazzali muerto en el 11 d. C., 505 de la Hégira en primer lugar) y porque, en una obra polémica, no era necesario recordar las tesis admitidas por los dos campos.

Lo cierto es que en otro dominio que era objeto de las más violentas controversias porque ponía en tela de juicio intereses sociales más directamente a saber el dominio del margen de interpretación de la ley (la charia) Ibn Rochd llego al extremo de lo posible. Al abogar en favor de una visión “circunstancial” de esta, abrió la vía a una separación posible del Estado (y del derecho) y de la religión. Pero este principio de “revolución protestante” en el islam, por así decirlo, no tuvo consecuencias. Ibn Rochd será condenado y sus libros quemados.

En efecto, la construcción metafísica de esta escolástica islámica, hermana gemela de las construcciones helenística y cristiana, que fue la ideología dominante en los sectores mas ilustrados del mundo árabe-persa-islámico en sus mejores periodos, a veces hasta sostenida por el poder del kalifa (en la época de Al Mamun -813-833 d. C.; 198 hasta 219 de la Hégira) jamás conoció un triunfo sin rival.

Muy pronto las audaces conclusiones de Kalam son rechazadas e Ibn Safuán reafirma la preeminencia del destino, determinado en todos sus detalles por el poder divino, abriendo el camino al fatalismo vulgar pero siempre popular. Desde Al Asari —muerto en 953 d. C., 324 de la Hegira— y sus partidarios, hasta Ghaz- zali, quien finalmente triunfara para ser reconocido durante los ocho siglos siguientes como “la prueba del islam” (Hauja al islam), los partidarios de la letra de los textos harán oír su voz y aun más a partir de la época del kalifa Al Mutawakil (847 d. C., 231 de la Hégira) ganaran el poder para su causa.

El argumento invocado contra la escolástica de la razón era enorme: la razón no es suficiente y no permite llegar a la verdad absoluta que se busca. La intuición, el corazón, la inspiración divina son aquí irremplazables. El descubrimiento de los límites del poder de la razón habría podido conducir a dudar de la propia metafísica y su proyecto imposible de llegar al conocimiento absoluto. No lo hará.

Por el contrario, el poner en duda la escolástica de la razón no se hará para avanzar (y habrá que esperar el Renacimiento europeo para que este rebasamiento se inicie), sino dando un paso atrás, mediante la afirmación de una metafísica apoyada en razonamientos. En estas condiciones, la utilización de las técnicas del ascetismo, de inspiración hinduista, encontró su lugar, inspirando el sufismo, expresión misma del fracaso de la construcción metafísica helenística-islámica.

En efecto, en adelante el sufismo proclamara claramente su duda con respecto a la razón. Conserva empero la preocupación por el conocimiento absoluto e incluso, más que nunca, le concede más importancia que a cualquier otro conocimiento parcial. La organización de cofradías (generalmente secretas) y las practicas que permiten “el viaje” (al safar) cantos rítmicos, a veces droga y hasta alcohol, el principio de la obediencia ciega de los miembros al jeque del grupo, todo eso acabo por inquietar al poder, siempre conservador pero moderado y celoso de que se le escaparan los centros de decisión, sobre todo porque habría que ser ingenuo para no suponer que este tipo de reconstrucción social interviene necesariamente en los múltiples conflictos sociales y políticos, ya sea por cuenta propia, o manipulado. El suplicio que sufrió en 922 d. C., 309 de la Hégira, el más grande pensador del sufismo Al Hallaj es testimonio de esta hostilidad para con él.

El islam se despliega así durante unos cinco siglos en diversas direcciones que podemos reclasificar en tres familias.

La primera es la metafísica moral y racional, de aspiración universalista, de inspiracion helenistica. Hermana gemela de la metafísica escolástica cristiana, produce el mismo tipo de conciliación entre diversas preocupaciones: la de la moral individualizada y universalista, la de la confianza en la razón deductiva, la del respeto por los textos sagrados. Esta conciliación debe también desplegarse a otros dominios para permitir absorber la herencia social, económica, administrativa y política del Oriente civilizado.

Se basa en gran parte en el uso de la lógica formal del lenguaje, pero no evita la paralogica y la analogía. Eso le permite también complementarse con una cosmogonía totalizadora (con sus inevitables deslices astrológicos) por una parte y admitir el recurso al ascetismo, pero en dosis moderadas. En ese marco global, este islam acepta cierta diversidad de opiniones y pragmatismo. Todo ello crea una atmosfera relativamente favorable al progreso, en las ciencias parciales y la vida social, que en algunos aspectos ha sido notable y no igualada en los tiempos medievales. Esta interpretación es también la de los medios ilustrados. Pero el poder no la admite real y totalmente.

El poder debe tener en cuenta lo que es: el poder de las clases dominantes explotadoras. Asimismo prefiere gobernar a una masa ignorante que se conforma -claro que no siempre-con una interpretación simple que, poco preocupada por la filosofía y por la conciliación de la razón y de la fe, se nutre de textos tomados al pie de la letra y del formalismo de los ritos. Ello es igualmente conciliable con el mantenimiento de diversas practicas populares, que van del culto de los santos a la astrología, la videncia, y hasta la brujería, etcétera.
La interpretación oficial del poder sunita, para favorecer al conservadurismo, algunas veces reformador y que el poder necesita, se sitúa a medio camino entre estas dos familias de actitudes, siempre vigilante y utilizando un doble lenguaje, según el destinatario. La Cristiandad de la Edad Media y el poder absoluto del Antiguo régimen pertenecen a la misma edad mental y política y recurren a los mismos procedimientos.

Por lo demás la insatisfacción producida por la escolástica refinada de los intelectuales, por una parte, y el formalismo zafio del pueblo por la otra (y el doble juego del poder entre los dos) alimentaron una tercera familia de actitudes. La aspiración al conocimiento absoluto inspira la búsqueda de lo “oculto” (al baten) detrás de la nitidez aparente de los textos.

El chiismo, en particular en sus interpretaciones extremistas (a veces verdaderos sincretismos entre el islam y otras creencias religiosas: mesianismo cristiano, mazdeismo e hinduismo) se prestó más que el sunismo a este ejercicio. Quizá también aquí haya otra de las claves que explican el éxito del chiismo en Irán (abierto hacia la India).

Pero el sufismo, que se generaliza a partir del siglo cuarto de la Hégira, responde a la misma necesidad. Por supuesto, en general el poder no simpatiza mucho con este tipo de actitudes. Salvo el caso en que llegue a controlarlas oficializándolas, como lo hicieron el Estado fatimita o el Irán chiita; pero entonces las vacían de su contenido explosivo. Siempre son posibles los resurgimientos, como el Irán jomeinista (y en general el fundamentalismo) lo ilustra en nuestro tiempo.

Por supuesto el pensamiento árabe-islámico no se ha limitado a la reflexión filosófica. Y esta no se ha desarrollado en un vacio social. El examen de la evolución del pensamiento y de los movimientos sociales aclara sobre el debate escolástico cosas difíciles de sospechar de otra manera.

En diversos escritos publicados en árabe habríamos intentado caracterizar la naturaleza de las luchas sociales y políticas que agitaron al mundo árabe-islámico medieval. Sin insistir en el detalle de la argumentación nos ha parecido posible identificar dos tipos de conflicto. Esta el conflicto latente, permanente, entre el pueblo y el poder, que lleva consigo todas las caracteristicas de la lucha de clases en las sociedades tributarias.

El pueblo (campesinos y pequeño artesanado) sufre la opresión y la explotación permanentes propias de toda sociedad tributaria. Se somete, por la manipulación o la búsqueda de la salvación del alma; de vez en cuando se rebela y entonces utiliza el estandarte de la interpretación revolucionaria de la religión (que no es ni la escolástica racionalizante ni la sumisión llana al formalismo).

Movimientos como el de los carmatas del siglo IX, y otros, hacen una crítica de la ley (la charia) para dar una interpretación justificadora de sus aspiraciones a la igualdad y a la justicia. Es evidente la analogía con las luchas del pueblo contra el poder en otros sistemas tributarios de Europa medieval y del Antiguo régimen en China.

Pero también hay conflictos en el seno de la clase dirigente tributaria, entre sus secciones profesionales o los intereses regionales que sus diversas fracciones pueden representar. Estos conflictos ocupan generalmente el proscenio y dan cuenta de las guerras y de las luchas en las cuales lo que está en juego es el poder.

Los debates en torno de la escolástica islámica se articulan, sobre estos conflictos de naturaleza diferente y encuentran su reflejo en el pensamiento social, que se expresa ya sea directamente como tal o a través de los prismas de la expresión literaria, poética, artística, culta o popular. Algunos ejemplos ilustraran esta afirmación.

En el siglo X los Hermanos de la Pureza (Ijuan Al Sifa) expresan sin duda la insatisfacción del pueblo ante el poder del califa. Proponen la reforma que debiera garantizar simultáneamente la felicidad en el mundo terrenal (la igualdad y la justicia, la solidaridad social) y el acceso a la eternidad del más allá (un poder moral es la condición del triunfo de los principios de la moralidad en el propio pueblo).

La nostalgia de los primeros tiempos alimenta sus aspiraciones de restauración de la teocracia de los califas Rachidin (los cuatro primeros califas), probablemente embellecidas como siempre bajo la forma de una “edad de oro”. La ambigüedad del llamamiento al regreso a las fuentes aparece aquí con toda claridad. Es a la vez la expresión de un proyecto de transformación de la realidad juzgada insoportable y la del estancamiento en el pasado como medio de transformación. Este llamamiento traduce la inexistencia de un pensamiento social científico.
Esta ausencia impide comprender porque la realidad –insoportable- es lo que es. Pero habrá que esperar a los tiempos modernos para que el pensamiento humano llegue a plantearse las cuestiones relativas a la organización de la sociedad de una manera que rebase el simple debate moral.

El pensamiento social árabe-islámico queda entonces confinado a la discusión moral, lo mismo que el pensamiento social de otras sociedades tributarias de la Europa precapitalista a China. Tenemos un buen ejemplo de ello, una vez más, en el proyecto de ciudad ideal (Al Madina Al Fadila) de Farabi. Como su predecesor Hassan Al Basri (muerto en el año 728 d. C., 111 de la Hégira), Farabi considera que el mal no proviene de las imperfecciones de la ley (aqui la charia) sino de los hombres encargados de su aplicación. Es un análisis bastante pobre.

Se podrían multiplicar los ejemplos. El pensamiento social árabe-islámico queda prisionero de las condiciones objetivas de la sociedad tributaria, la cual da vueltas y vueltas, chocando unas veces con el muro de la escolástica racionalizante y otras con el de la sumisión formalista, metiéndose a veces en el callejón sin salida de la aceleración del proceso ascético.

A veces el mismo individuo, como en el caso del poeta Abu Ala Al Maari (muerto en el año 1057 d. C„ 449 de la Hégira) manifiesta su confianza en la razón para caer a continuación en el determinismo fatalista o la retirada ascética.

No hay duda de que los hombres de la época, a pesar de los límites objetivos del tiempo, son tan inteligentes como sus sucesores. También son capaces de experimentar el malestar del estancamiento del pensamiento tributario y de expresar por ello un escepticismo que prefigura un progreso posible más allá de aquel. Pero no irán más allá.

La excepción es por cierto Ibn Jaldup (muerto en 1406 d. C. 808 de la Hégira), cuyos progresos en dirección de un pensamiento social científico son extraordinarios, inigualados e insuperados hasta el siglo xviii o xix. El piensa que la sociedad está sometida a leyes como la naturaleza (na- mus al sababia). Solo falta descubrirlas. Pero su equipo conceptual no se lo permite. Tampoco las vagas determinaciones geográficas y el ciclo de las generaciones (inspiradas por una parapsicología social) pueden conducir más que a una visión del eterno retomo y de la repetición sin fin y sin progreso.

Eso convenía bien al actor-observador de las clases/dirigentes, como lo era él, convertido en escéptico; pero no podía alimentar una fuerza social de transformación real.

Por último, si se desea intentar una síntesis de la naturaleza de los progresos realizados por la sociedad árabe-islámica medieval y de sus límites, quizá sea posible hacerlo en algunas de las propiedades siguientes.

En primer lugar, la arabización y la islamización de esta región crean las condiciones para una vasta sociedad unificada (por la lengua, la cultura y la religión), base objetiva del progreso de las fuerzas productivas y por lo tanto del desarrollo del Estado basado en el modo de producción tributario.

La gran revolución que en su primera época de grandeza realiza el islam es precisamente la de haberse adaptado a las exigencias de esta construcción estatal. Sin esta revolución, el Oriente civilizado no hubiera probablemente podido ser islamizado; y el paso de los árabes solo lo habría marcado por las devastaciones, como sucedió en ocasión del paso de los mongoles.

Los nostálgicos del islam de los primeros tiempos, aquellos del Profeta y de los cuatro primeros califas, se rehusaban a comprender que ese fuera el precio del éxito del islam. En esta vasta reconstrucción estatal, social y cultural de Oriente y del Magreb, la producción de la escolástica helenística islámica racional cumplió funciones esenciales, aun cuando el poder guardaba ciertas distancias a su respecto. Seria fastidioso e inútil enumerar todos los dominios en los que se realizaron progresos importantes en ese marco.

Prácticamente de todas las ciencias, comenzando por las matemáticas (la invención del cero y de la numeración decimal, trigonometría, algebra) y de la astronomía, la medicina y la química (paso de la alquimia a la química científica). Y lo mismo ocurrirá en el dominio de las técnicas de producción y del desarrollo de las fuerzas productivas (sobre todo por la extensión de los métodos de irrigación), así como en los de las letras y las artes.
En todos estos dominios, como en los del pensamiento social (con la percepción excepcional en dirección de una ciencia social) y filosófico, los momentos más brillantes del desarrollo de esta civilización nueva corresponden a aquellos en los que la diversidad, la controversia, la grandeza de espíritu, incluido el escepticismo, son tolerados y aun considerados como naturales y bienvenidos.

En segundo lugar, se trata de un pensamiento medieval, caracterizado, como todo el pensamiento medieval, por el predominio de la producción metafísica (llegar al conocimiento supremo) marcado por una fe religiosa que se trata de reforzar, y hasta de “probar” su veracidad.

En este plano nos hemos separado de los principales analistas árabes contemporáneos (principalmente de Hussen Merue y Tayeb el Tizini). Estos autores han propuesto un análisis en términos del conflicto materialismo/idealismo en el seno de la filosofía árabe-islámica, que reflejaría según ellos el conflicto entre las tendencias progresistas del capitalismo y las fuerzas reaccionarias del feudalismo.

No volveré aquí sobre mis comentarios relativos a esas proposiciones. Conformémonos con hacer observar que el contraste materialismo/idealismo es menos decisivo de lo que quizá se ha creído en la versión popular del marxismo; y que la existencia del “materialismo espontaneo” de las ciencias (la eternidad de la materia) no anula el carácter idealista fundamental de la preocupación que definía a toda la metafísica a fortiori religiosa.

Agreguemos que el análisis en términos de conflicto capitalismo/feudalismo parece carecer de fundamento real. Por el contrario podemos ver en el auge de esta escolástica medieval la expresión de la necesidad de adaptación del islam a la construcción tributaria en un vasto espacio integrado, mientras que las resistencias a este auge han expresado los rechazos de fuerzas sociales diversas, sacrificadas en distintos grados por el auge de la nueva gran sociedad tributaria.

Entre ellas estaban sin duda las fuerzas del pasado en decadencia; alimentando las nostalgias por el pasado, pero también las fuerzas populares victimas permanentes de toda prosperidad fundada en la explotación y la opresión. La clasificación “izquierda’’/“derecha” de las ideas debe tomar en cuenta las ambigüedades en las que se expresa el rechazo popular, el cual no se manifiesta en una metafísica racional sino en su rechazo.
La hipótesis emitida tiene la ventaja de proporcionar una explicación de este hecho aparentemente curioso, a saber, que el brillante auge de la civilización se sitúa en los primeros siglos de la Hégira, en tanto que los siglos siguientes se caracterizan por un estancamiento sin brillo. Es un fenómeno exactamente inverso al que caracteriza la historia del Occidente europeo, el Renacimiento, que se abre al desarrollo capitalista que sucedió a los tiempos medievales.

El pensamiento árabe-islámico se constituyó en la confrontación que la reconstrucción tributaria en una base más amplia imponía en las relaciones entre el poder nuevo y las sociedades del Oriente civilizado. Cuando el Estado tributario nuevo se hallo bien establecido y el proceso de arabización y de islamización estuvo suficientemente avanzado, las incitaciones creadas por la confrontación dejaron de ejercer sus efectos benéficos.

El pensamiento árabe-islámico se adormeció entonces apaciblemente. Hay allí una expresión complementaria del desarrollo desigual. El auge del pensamiento se asocia en las situaciones de confrontación y de desequilibrio. Los tiempos de apariencia fácil construidos sobre un equilibrio estable son pues los del estancamiento del pensamiento. El auge de los primeros siglos del islam no tiene pues ninguna relación con ningún “capitalismo naciente”. Por el contrario, la ausencia de este desarrollo capitalista explica precisamente el ulterior adormecimiento del pensamiento.

En tercer lugar, la escolástica islámica medieval inspiro en gran medida el renacimiento de la escolástica cristiana en Occidente. En este Occidente semibarbaro hasta el siglo XI, incapaz por eso de retomar por su propia cuenta la escolástica helenística y cristiana de Oriente, que por lo demás habían desaparecido sumergidas por la islamización, las condiciones objetivas maduran a partir del siglo XI-XII, imponiendo el paso de las fuerzas primitivas del modo tributario (la disgregación feudal) a sus formas evolucionadas (la monarquía absoluta).

El Occidente cristiano esta entonces maduro para comprender el alcance de la escolástica islámica que adoptara casi tal cual, sin experimentar el menor malestar. Los debates que habían opuesto a los motaziles y filósofos al asarismo y en particular el sueño que Ibn Roch (Averroes) habían producido, en su polémica contra Ghazzali, son leídos con pasión e interés por Tomas de Aquino (1225-1274) y sus sucesores, para irrigar la renovación de la escolástica cristiana que reprodujo con los mismos argumentos tomados tal cual los mismos debates.

En la misma época, el judaísmo andaluz salía de la edad primitiva para entrar, con Maimonides (muerto en 1204 d. C-, 601 de la Hegira), en una construcción metafísica que no podría distinguirse en nada de aquella del islam. El pensamiento helenístico es entonces descubierto por Occidente a través de su integración en la construcción metafísica islámica. Es solo más tarde, con el exilio romano de los griegos de Constantinopla, tras la caída de la ciudad en 1453, cuando Occidente comenzara a saber que este pensamiento helenístico había sido precedido por el de la Grecia clásica, cuya existencia misma se ignoraba hasta entonces.

La exposición anterior ha puesto voluntariamente el acento en la metafísica islámica. Por una parte porque esta es poco y mal conocida en Occidente, deformada por el prejuicio eurocéntrico de la oposición islam-cristianismo. Por otra parte y sobre todo porque esta exposición muestra como la metafísica islámica acaba la obra del helenismo y del cristianismo oriental y lleva a su apogeo la ideología tributaria de la región. En contraste, se calculara la pobreza de la versión de la metafísica del cristianismo occidental, que no es más que un reflejo pálido, grosero e inacabado (periférico) de esta ideología tributaria.

La historia del pensamiento del cristianismo en Occidente paso por tres etapas: la de los dos primeros siglos (siglos IV y V, es decir el final del Bajo Imperio romano de Occidente), los seis siglos sombríos (del VI al XI), la renovación escolástica de los siglos XII y XIII.

En el transcurso del primero de estos periodos, la metafísica cristiana, que se constituye en Oriente, se difunde en Occidente en una versión simplificada. En el egipcio Orígenes (en Contre Celse), se encuentra la expresión refinada de la preocupación fundamental: conciliar la razón y la revelación, el discurso de la racionalidad griega y de la moral humanista de los Evangelios.

La inmortalidad del alma y el libre albedrio se fundan tanto en la razón como en la revelación. Por lo demás, Orígenes defiende la autonomía de la Iglesia en relación con el Estado, condición esencial según él para la protección del pensamiento contra las vicisitudes de las exigencias del poder (nosotros diríamos hoy, si se nos permite esta extrapolación temeraria, condición para la democracia mediante la separación de la sociedad civil y del Estado).

En forma simultánea Orígenes integra la aportación lejana de las técnicas del ascetismo cuyas practicas, que generalizara el monarquismo egipcio (San Pacome, San Antonio, etc.), preconiza. Paralelamente a esos debates fundamentales, se desarrolla una teología de controversias concernientes a la naturaleza de Cristo , divino y humano, cuyos maestros (Atanasio, Ario, Cirilo, Nestor) son orientales.

Nada de eso ocurrió en Occidente. La aportación de San Jerónimo y de San Ambrosio se limita a las epístolas que recuerdan al Emperador y los Grandes sus deberes, en las cuales la trivialidad del contenido señala la ausencia de interés por la cuestión de la conciliación entre la razón y la fe. El berebere San Agustín (La Ciudad de Dios), considerado con toda razón el espíritu mas sofisticado de Occidente, defiende sin embargo la letra de los textos concernientes a la creación y rechaza la idea filosófica de la eternidad de la materia que está en el centro del problema de la conciliación razón-fe.

Y si San Agustín brilla en el firmamento de la antología occidental, es probable que sea principalmente porque la Reforma encontró que su alegato en defensa de la separación de la Iglesia del Estado era una defensa elocuente de su rebelión contra las pretensiones papales. Queda por decir que el argumento sobre el que fundó San Agustín su alegato a saber que los designios de la Providencia son inescrutables no está por encima de la argumentación del cristianismo de Oriente. El cristianismo de Occidente es al de Oriente lo que Roma es a Grecia.

Nada o casi nada hay que señalar en los seis siglos que siguen. Reyes, señores y aun en gran parte hombres de la Iglesia son, como sus pueblos, casi todos iletrados. Su cristianismo es pues casi simple formalismo y superstición. La excepción que representa Jean Scot, irlandés del siglo IX, quien conoce la tesis de la conciliación Razón-Revelación y admite el libre albedrio, solo demuestra que en su isla, que todavía no ha sido alcanzada por las hordas de invasiones bárbaras, la lectura de los orientales no ha desaparecido.

La escolástica medieval occidental se constituye a partir del siglo XII y, no por casualidad, a partir de las regiones de contacto con el mundo islámico: la Andalucía árabe y la Sicilia de Federico. Caracteres compartidos con los de su fuente de inspiración islámica: su confianza ilimitada en el silogismo y la lógica formal, pasablemente indiferentes ante los hechos y la ciencia en general, su llamado a la razón para reafirmar las conclusiones establecidas de antemano por la revelación (la existencia de Dios).

No obstante, mientras que la metafísica acabada de las vanguardias islámicas depura estas conclusiones de sus escorias textuales, para no retener más que la abstracción de la inmortalidad del alma (rechazando la interpretación literal de la creación como se ha visto más arriba), la escolástica occidental es en este plano inferior. Y Santo Tomas de Aquino (La Suma contra los gentiles), a pesar de ser el espíritu mas avanzado de su época, se queda en este plano por debajo de Ibn Ruch (Averroes), cuyas conclusiones, consideradas demasiado temerarias y amenazadoras para la fe, rechaza.

No obstante, la pobreza de la escolástica occidental debía constituir precisamente la ventaja de Europa. Dejando forzosamente una insatisfacción mayor que la versión refinada del islam, no ofrecía mas que una resistencia menor a los asaltos del empirismo del cual Roger Bacon (quien restaura la importancia de la experiencia frente a la dialéctica del silogismo escolástico) inaugurara el proceso de un desarrollo precisamente autonomizado por esta razón en relación con el discurso metafísico.

Los historiadores de las Cruzadas saben como los árabes se escandalizaron al ver las practicas de los francos. En particular su “justicia” basada en la superstición (las ordalias) no tenia comparación con la sutilidad de la interpretación de la charia. Se olvida con demasiada frecuencia hoy día, cuando se le califica de “medieval”. Pero a la inversa era más fácil desembarazarse de un “derecho” tan primitivo como el de los francos que rebasar la sabia casuística de derecho musulmán.

Así pues, el triunfo de la metafísica escolástica cristiana seria de corta duración en Occidente. Apenas tres siglos después maduraron a su vez las condiciones objetivas de un rebasamiento de los horizontes tributarios de la sociedad.

Con el Renacimiento, desde el siglo XVI, se inician simultáneamente el desarrollo capitalista y el cuestionamiento del sistema de pensamiento medieval. El paralelo se impone: al feudalismo, forma periférica del modo tributario, corresponde una versión periférica de la ideología tributaria cuya expresión acabada en la región fue la metafísica islámica, heredera del helenismo y del cristianismo oriental.

El paradigma sugerido inspira las siguientes conclusiones. En primer lugar, la ruptura edad antigua/edad medieval no se sitúa allí donde la historia convencional eurocentrica la coloca, es decir al final del Imperio romano de Occidente (los primeros siglos de la era cristiana).

Nosotros situamos esta ruptura antes, en la época de Alejandro el Grande, es decir en el momento de la unificación helenística de Oriente (300 años a. C.). La época medieval comprende pues la sucesión (o la coextensión) de los mundos helenístico (incluso romano), bizantino, islámico (incluso otomano) y cristiano occidental (feudal).

La elección de la ruptura convencional situada al final del Imperio romano revela un prejuicio bien anclado que otorga a la era cristiana el valor de una ruptura cualitativa decisiva que en realidad no tiene. Esta ruptura es sin duda importante para el conjunto europeo, dado que corresponde al paso gradual de los años de la barbarie (celtica, germánica y eslava) a la sociedad de clase organizada (aquí bajo la forma feudal), pero en Oriente (bizantino e islámico) no es estable.

Retenerlo aquí revela una proyección eurocentrica abusiva. Mutatis mutandi lo mismo sucede con la ruptura de la Hégira. Evidentemente esta no tiene el mismo significado en el Oriente islamizado (Egipto y Persia) que para la península arábiga.

En segundo lugar, la ruptura propuesta edad antigua/edad medieval no corresponde a una transformación importante del modo de producción dominante, como por ejemplo el paso de la esclavitud al feudalismo.

En tercer término, la ruptura propuesta es entonces propia del dominio de la historia de las ideas y de la formación ideológica. Esta proposición es la consecuencia lógica de la precedente. Por tanto de alguna manera esta ruptura es bastante relativa. La tesis es que la elaboración ideológica propia de los tiempos muy prolongados de las sociedades tributarias se inicia lentamente en el Oriente civilizado (seria más justa la expresión los Orientes civilizados) para tomar forma de una manera más coherente, más consistente y de alguna forma “definitiva” a partir de la época helenística. Su concreción pasa entonces por formas sucesivas o coexistentes, que son las de la edad helenística (incluyendo la cristiandad bizantina), del islam y de la cristiandad occidental.

Cuarto, la ruptura edad medieval/edad moderna corresponde por el contrario, efectivamente, al paso al modo capitalista. La posición de la religión en el sistema de las ideas (como la de la ciencia, la filosofía, la moral social) es entonces objeto de una reinterpretación radical.

Apéndices de 1492. El encubrimiento del otro

Apéndices de 1492. El encubrimiento del otro Enrique Dussel

Apéndice 1

Diversos sentidos de las palabras “Europa”, “Occidente”, “Modernidad”, “Capitalismo tardío”

Debe distinguirse claramente en las siguientes palabras el contenido
Semántico, el significado que van adquiriendo sincrónicamente en
la historia:

1. Europa bárbara versus Grecia, la helenicidad. El “Asia” será una
provincia de Anatolia (actual Turquía), y nada más. Es el sentido
más antiguo y primero. Por lo tanto. Europa es lo incivilizado,
bárbaro, no-político, no-humano.

2. Occidental (imperio romano latino, que ahora contiene al Africa
como las provincias del sur del Mediterráneo) versus Oriental (imperio
romano-helenista, griego). El “Asia” es parte del imperio
oriental (el Egipto ptolomeico es parte oriental, y no propiamente
parte del Africa). No hay concepto relevante de Europa.

3. En Constantinopla (desde el siglo VII), el imperio romano cristiano
versus Mundo árabe-musulmán (desde el sigloVII). “Lo griego”
clásico es de ambos (y de hecho Aristóteles será más estudiado por los árabes en Bagdad o Córdoba, que en Constantinopla). No hay concepto de Europa. Constantinopla nunca es ni lo Occidental ni Europa, por oposición al Asia y África.

4. La Europa latina versus mundo árabe. Nuevamente Aristóteles es
considerado más un filósofo de los árabes que de los latinos cristianos.
Abelardo, Alberto y su discípulo Tomás comienzan el cambio y adaptación, pero todavía Aristóteles no es considerado occidental
ni europeo. Aquí, de manera inicial y lentamente, Europa se distinguirá del África (ahora musulmana y negra) y del Asia (musulmana igualmente). Lo oriental es todavía Constantinopla, el mundo ortodoxo.

5. En el renacimiento italiano (desde la caída de Constantinopla principalmente, 1453) comienza la fusión entre: occidental (latino) y
griego (oriental) versus turcos, los árabes o musulmanes (los turcos
abandonan el mundo helenista, y se olvida el eslabón árabehelenista).
Se inicia la ecuación: Occidental = Helenístico + Romano
+ Cristiano. Desde 1474 al menos (en carta de Toscanelli), el Occidente comienza a enfrentarse al Oriente por el Atlántico, como posibilidad.

6. Europa, desde 1492, que se había usado desde antiguo, pero en un sentido más amplio, se consolida definitivamente en el siglo XVI, para distinguir ese continente de América, y del África y Asia antiguos. Pero ahora Europa es la parte restringida latino-germánica sitiada por el mundo musulmán (de Viena a Granada). Además ahora, por primera vez, habiendo una “Cuarta Parte” del mundo (América), es el “Centro” (Europa como “Centro”). Las otras tres partes (América, África y Asia) comienzan su historia de “Periferia”. El “Oriente” es ahora el continente entre el Asia Menor, el
Mar de los Árabes (Océano Indico) y el “Mar del Sur” (Océano
Pacífico).

7. En el siglo XVIII se consuma la fusión Occidente (desde 2, todo
confusamente), Helenicidad (que era en 1, la anti-Europa) y Europa-
Centro, con sus colonias en la Periferia. Hegel es la expresión
filosófico-teológica más impresionante de esta nueva ideología.
Sólo ahora es, por primera vez, Europa Occidental. Nunca se había hablado de “Europa” con la determinación “Occidental”.

8. Con el colonialismo, los racismos, nacionalismos (como el de Hitler
y con la ideología de la CIA, por ejemplo), la “Cultura (o Civilización)
Occidental” no es sólo Europa. Ahora Europa es una “parte” de dicha cultura, Es la cultura y sistema Centro-europeonorteamericano.
Por otra parte, el concepto ideológico norteamericano de “Hemisferio Occidental” excluye el “Sur”: África y América Latina son parte geográficamente de ese Hemisferio, pero no se los incluye; en realidad sólo se entiende el “Hemisferio Occidental Norte”). En su sentido más amplio la Cultura Occidental puede ser la cultura de América Latina, al menos de sus élites (de los criollos y mestizos, como lo piensa Edmundo O’Gorman).

9. Además, frecuentemente, se le agrega lo de “Cristiana”: Cultura
(Civilización) Occidental y Cristiana. En realidad e históricamente
el “Cristianismo” nada tiene de occidental, ya que es una religión que nace en el mundo semita (como la religión islámica), del judaismo, y es geográfica y culturalmente completamente “oriental”, asiática, por su situación en el Imperio romano (en la parte más “Oriental” del Imperio en términos absolutos).

El “Cristianismo” proviene de un “mundo” más oriental que el mismo helenismo (que históricamente nunca fue “europeo”). La expresión
Cultura (o Civilización) Occidental y Cristiana es un sincretismo
contradictorio e ideológico, antisemita primero (con Hitler y los integrismos en el Centro y la Periferia), antisocialista después (el “Oriente” será ahora, desde el triunfo de la revolución leninista, el Socialismo real).

Se ha fusionado un nuevo elemento: la “cultura occidental y cristiana”. Oriente-Occidente es la bipolaridad ideológica de la “Guerra Fría” posterior a la Segunda Guerra llamada Mundial (en realidad, guerra intracapitalista del Centro).

10. Por su parte, el concepto de Modernidad, aunque surge al final del
siglo XV o comienzo del XVI, con obras tales como Mundus Novus:
lo “nuevo”, moderno, será sólo desde el siglo XVIII, de hecho,
el nombre de la cultura de “Europa “ (cuyo significado está indicado
en el sentido 6), y de “Occidente” (en el sentido 7); una Europa como Centro (excluyéndose rápidamente a España y Portugal desde el siglo XVIII, que es la Europa del Sur que no es nombrada ya por Hegel).

11. Para encontrar el concepto de cultura o sistema Capitalista, propiamente
industrial, debemos remontamos hasta el siglo XVIII. Por el fenómeno de la burocratización, secularización y otros, propios del capitalismo, es como entiende la “Modernidad” Max Weber. Es una nueva ecuación: Modernidad = Europeo (sentido 6) +Occidental (sentido 7) + Capitalista (sentido 11).

12. El Spät-kapitalismus es un momento avanzado del capitalismo y de
la “Modernidad “ ya en pleno siglo XX (en el sentido de Habermas ).

Estos son 12 posibles sentidos (y hay más) de estas palabras que se usan rápidamente, pero que están contaminadas ideológicamente de eurocentrismo, falacia desarrollista e imprecisiones propias de lo “obvio”
pero nunca clarificado adecuadamente. Tendremos en cuenta estos sentidos de las palabras en todas nuestras conferencias, por ello remitiremos continuamente a este Apéndice 1.

Apéndice 2

Dos paradigmas de Modernidad

Definiciones

Semánticamente la palabra “Modernidad” tiene ambiguamente dos
contenidos:
1) Por su contenido primario y positivo conceptual, la “Modemidad”
es emancipación racional. La emancipación como “saIida“1 de la inmadurez por un esfuerzo de la razón como proceso crítico, que abre a la humanidad a un nuevo desarrollo histórico del ser humano.
2) Pero, al mismo tiempo, por su contenido secundario y negativo
mítico2, la “Modemidad” es justificación de una praxis irracional
de violencia. El mito podría describirse así:
a) la civilización moderna se autocomprende como más desarrollada, superior (lo que significará sostener sin conciencia una posición ideológicamente eurocéntrica).
b) La superioridad obliga a desarrollar a los más primitivos, rudos, bárbaros, como exigencia moral.
c) El camino de dicho proceso educativo de desarrollo debe ser el seguido
por Europa (es, de hecho, un desarrollo unilineal y a la europea, lo que determina, nuevamente sin conciencia alguna, la “falacia desarrollista”).
d) Como el bárbaro se opone al proceso civilizador; la praxis moderna debe ejercer en último caso la violencia si fuera necesario, para destruir los obstáculos de la tal modernización (la guerra justa colonial).
e) Esta dominación produce víctimas (de muy variadas maneras), sacrificio que es interpretado como un acto inevitable, y con el sentido cuasi-ritual de
sacrificio; el héroe civilizador inviste a sus mismas víctimas del carácter de ser holocaustos de un sacrificio salvador (del colonizado, esclavo africano, de la mujer, de la destrucción ecológica de la tierra, etcétera).
______________
1 Kant, Was heisst Aufklärung?, A 481.
2 Es sabido que Max Horkheimer- Theodor Adorno, Dialektik der Aufklärung
(1944), Fischer, Frankfurt, 1971 (véase Jürgen Habermans, Der philosophische Diskurs der Moderne, Suhrkamp, Frankfurt, 1988, pp. 130 ss.: “Die Verschlingung von Mythos und Aufklärun”), define un cierto nivel mítico de la Modernidad, que Habermas no puede admitir. Nuestro sentido de “mito” se sitúa, no en un nivel intra-europeo (como en el caso de Horkheimer, Adorno o Habermas), sino en un nivel Centro-Periferia, Norte-Sur, es decir, en un nivel mundial.

f) Para el moderno, el bárbaro tiene una “culpa“3 (el oponerse al proceso civilizador)4 que permite a la “Modernidad” presentarse no sólo como inocente sino como “emancipadora” de esa “culpa” de sus propias víctimas.
g) Por último, y por el carácter “civilizatorio” de la “Modernidad”, se interpretan como inevitables los sufrimientos o sacrificios (los costos) de la “modernización” de los otros pueblos “atrasados” (inmaduros)5,
de las otras razas esclavizables, del otro sexo por débil, etcétera.

3) Para la superación de la “Modernidad” (no como Post-modernidad, que ataca a la razón en cuanto tal, desde el irracionalismo de la inconmensurabilidad, sino como Trans-Modernidad, que ataca como irracional a la violencia de la Modernidad, en la afirmación de la “razón del Otro”), será necesario negar la negación del mito de la Modernidad. Para ello, la “otra-cara” negada y victimada de la “Modernidad” debe primeramente descubrirse como “inocente”: es la “víctima inocente” del sacrificio ritual, que al descubrirse como inocente juzga a la “Modernidad” como culpable
de la violencia sacrificadora, conquistadora originaria, constitutiva, esencial.

Al negar la inocencia de la “Modernidad” y al afirmar la Alteridad de “el Otro”, negado como víctima culpable, permite “des-cubrir” por primera vez la “otra-cara” oculta y esencial a la “Modernidad”: el mundo periférico colonial, el indio sacrificado, el negro esclavizado, la mujer oprimida, el niño y la cultura popular alienadas, etcétera (las “víctimas” de la “Modernidad”) como víctimas de un acto irracional (como contradicción del ideal racional de la misma Modernidad).

4) Sólo cuando se niega el mito civilizatorio y de la inocencia de la
violencia concomitante, se reconoce la injusticia de la praxis sacrificial
fuera de Europa (y aún en Europa misma), entonces se puede igualmente superar la limitación esencial de la “razón emancipadora”. Se supera la razón emancipadora como “razón liberadora” cuando se descubre el “eurocentrismo” de la razón ilustrada, cuando se define la “falacia desarrollista” del proceso de modernización hegemónico.
____________
3 Kant, Op. cit., nos habla de inmadurez “culpable (verschuldeten)”.
4 El mismo Francisco de Vitoria, profesor de Salamanca, admite como última razón para declarar la guerra, el que los indígenas opongan impedimentos a la predicación de la doctrina cristiana. Sólo para destruir esos obstáculos se puede hacer la guerra.
5 Para Kant “unmundig”: inmaduro, rudo, no-educado.

Esto es posible, aún para la razón de la Ilustración (más allá de una razón comunicativa todavía eurocéntrica y desarrollista, y por supuesto de una razón estratégica o instrumental), cuando éticamente se descubre la dignidad del Otro (de la otra cultura, del otro sexo y género, etcétera); cuando se declara
inocentes a las víctimas desde la afirmación de su Alteridad como Identidad en la Exterioridad como personas que han sido negadas, como su propia contradicción, por la Modernidad.

De esta manera, la razón moderna es trascendida (pero no como negación
de la razón en cuanto tal, sino de la razón violenta eurocéntrica,
desarrollista, hegemónica). Se trata de una “Trans-Modernidad” como proyecto mundial de liberación (y no como proyecto universal unívoco, que no es sino la imposición violenta sobre el Otro de la razón particular de Europa, del machismo unilateral, del racismo blanco, de la cultura occidental como la humana en general) donde la Alteridad, que era co-esencial de la Modernidad, se realice igualmente.

La “realización” de la Modernidad no se efectúa en un pasaje de la potencia (de la Modernidad) al acto de la Misma (la Modernidad europea). La “realización” sería ahora el pasaje trascendente, donde la Modernidad y su Alteridad negada (las víctimas), se co-realizarán por mutua fecundidad creadora.

El proyecto trans-moderno es una co-realización de lo imposible para la sola Modernidad; es decir, es co-realización de solidaridad, que hemos llamado analéctica (o analógica, sincrética, híbrida o “mestiza”) del Centro/Periferia, Mujer/Varón, diversas razas, diversas etnias, diversas clases, Humanidad/tierra, Cultura occidental/culturas del Tercer Mundo, etcétera; no por pura negación, sino por subsunción desde la Alteridad6 (Subsuntion,
que es la trans-conceptualización de Marx, por su etimología latina,
de la Aufhebung hegeliana).

De manera que no se trata de un proyecto pre-moderno, como afirmación
folklórica del pasado; ni un proyecto anti-moderno de grupos
conservadores, de derecha, de grupos nazis o fascistas o populistas; ni
un proyecto post-moderno como negación de la Modernidad como
crítica de toda razón, para caer en un irracionalismo nihilista.

6 Véase mi Philosophie der Befreiung, con respecto al “momento analéctico”
del movimiento dialéctico subsuntivo (5.3).

Debe ser un proyecto “trans-moderno” (y sería entonces una “Trans-Modernidad”) por subsunción real del carácter emancipador racional de la
Modernidad y de su Alteridad negada (“el Otro” que la Modernidad),
por negación de su carácter mítico (que justifica la inocencia de la
Modernidad sobre sus víctimas y por ello se torna contradictoriamente
irracional).

En ciertas ciudades de la Europa medieval, en las renacentistas del “Quatrocento”, creció formalmente la cultura que producirá
la Modernidad. Pero la Modernidad realmente puede nacer cuando se
dieron las condiciones históricas de su origen efectivo. 1492 -su
empírica mundialización, la organización de un mundo colonial, y el
usufructo de la vida de sus víctimas, en un nivel pragmático y económico-.

La Modernidad nace realmente en 1492: esa es nuestra tesis.

Su real superación (como Subsuntion y no meramente como Aufhebung
hegeliana) es subsunción de su carácter emancipador racional
europeo trascendido como proyecto mundial de liberación de su Alteridad
negada: la “Trans-Modernidad” (como nuevo proyecto de liberación
político, económico, ecológico, erótico, pedagógico, religioso,
etcétera).

Proponemos entonces dos paradigmas contradictorios: el de la mera
“Modernidad” eurocéntrica, y el de la Modernidad subsumida en un
horizonte mundial, donde el primero cumplió una función ambigua
(por una parte, como emancipación; y, por otra, como mítica cultura
de la violencia). La realización del segundo paradigma es un proceso
de “Trans-Modernidad”. Sólo el segundo paradigma incluye a la
“Modernidad/Alteridad” mundial.

En la obra de Tzvetan Todorov, Nosotros y los otros,7 el “nosotros” son los europeos, y “los otros” somos nosotros, los pueblos del mundo periférico. La Modernidad se definió como “emancipación” con respecto al “nosotros”, pero no advirtió su carácter mítico-sacrificial con respecto a “los otros”.
_____________
7 Seuil, Paris 1989.
Montaigne lo vio de alguna manera cuando escribió:
“Así, podemos llamarlos bárbaros con respecto a nuestras reglas de la
razón, pero no con respecto a nosotros, que los rebasamos en toda
especie de barbarie”8.

8 “Des Cannibales”, en Oeuvres Complètes, Gallimard-Pléiade, Paris, 1967, p.
208

I) Determinaciones más relevantes:
A: Europa en el momento del “descubrimiento” (1492)
B: El presente europeo moderno
C: Proyecto de “realización” (habermasiana) de la “Modernidad”
P: Proyecto del nihilismo post-moderno
D: La “invasión” del continente (de Africa y Asia posteriormente)
E: El presente “periférico”
F: Proyecto dentro del “Nuevo Orden Mundial” dependiente
G: Proyecto mundial de liberación (“Trans-modernidad”)
R: Renacimiento y Reforma
K: La “Aufklärung” (el capitalismo industrial)

II) Relaciones con una cierta dirección o flechas:
a: Historia europea medieval (lo pre-moderno)
b: Historia “moderno”- europea
c: Praxis de realización de C
d: Historia amerindia pre-europea (de Africa y Asia igualmente)
e: Historia colonial y dependiente mercantilista
f: Historia del Mundo periférico al capitalismo industrial
g: Praxis de realización de F (desarrollismo)
h: Praxis de liberación o de realización de G
i: Praxis de solidaridad del Centro con la Periferia
1,2,3, n: Tipos históricos de dominación (de A sobre—-> D, etc.)

III) Los dos paradigmas de Modernidad:
[ ]: Paradigma eurocéntrico de “Modernidad”: [R->K->B->C]
{ }: Paradigma mundial de “Modernidad/Alteridad” (hacia una “Trans-
Modernidad”): {A/D->B/E->G}

Apéndice 3

El descubrimiento del Atlántico hasta 1502
1: ruta de los Vikingos. 2: viajes ingleses de Juan Caboto. 3: ruta de ida a Guinea.
5: ruta de ida a la India, según queda establecida a partir de 1500.6: ruta de regreso de la India (a partir del Ecuador coincide con la “volta da Mina”). 7 y 8: ida y regreso del primer viaje de Cristóbal Colón, 1492 (tramos de costa americana conocidos en 1502, fechas de descubrimiento de algunos puntos del litoral en Africa y en el Nuevo Mundo, y las dos primeras feitorias permanentes de los lusitanos en Africa). 9,10 y 11: principales reinos islamizados del Africa subsahariana, de los que partían las rutas de caravanas hacia el Norte.
_______________
Fuente: Guillermo Céspedes del Castillo, América Hispánica (1492-1898), en Historia de España, de Manuel Tuñon de Lara, Labor, Madrid, t. VI, 1983, p. 46.

Apéndice 4
Mapa de la II Cuarta península asiática II de Henricus Martellus (Florencia 1489)
______________
Fuente: Gustavo Vargas Martínez, América en un mapa de 1489, inédito, Bogotá, 1991; Paul Gallez, Crist6bal de Haro: banqueros y pimenteros en busca del estrecho magallánico, Instituto Patagónico, Bahía Blanca, 1991, y del mismo autor, La Cola del Dragón: América del sur en los mapas antiguos. medievales y renacentistas, Instituto Patagónico, Bahía Blanca, 1990.

Mapa de la “Cuarta península asiática” de Henricus Martellus (Florencia 1489) con aclaración de las explicaciones

Cronología

700 Fundación de Tula.
711 Conquista musulmana de la Península Ibérica.
718 Comienza con Covadonga la “Reconquista” (718-1492).
900 Quetzalcóatl, sabio sacerdote tolteca.
1398 Nace Tlacaélel en México- Tenochtitlan.
1415 Conquista de Ceuta en el Norte del Africa.
1441 Primeros esclavos africanos vendidos por Portugal. Se inventa
la carabela.
1460 Muere Enrique El Navegante, príncipe portugués.
1485 Consagración del Templo Mayor de México a Huitzilopochtli.
1487 Matanza de musulmanes en Málaga. Se cruza el Cabo de Buena
Esperanza y se llega al Mare Islamicum.
1489 Heinrich Hammer confecciona el mapa de la “Cuarta península
asiática” en Roma.
1492 Enero 6: Ocupación de Granada por los reyes católicos, derrota
del sultán Boabdil. Nebrija publica la gramática castellana.
La “invención” del ser-asiático de las islas del Mar Océano
1492 Octubre 12: Cristóbal Colón llega a unas islas en el occidente del Mar Océano. Nace el Atlántico (Mar del Norte).
1493 Segundo viaje de Colón.
1497 Tercer viaje de Colón: el Orinoco “río del Paraíso”.
1502 Cuarto viaje de Colón.
1506 Muere Colón sin “descubrir” América. El “descubrimiento” del Nuevo Mundo
1502 Amérigo Vespucci regresa de su viaje a la Antípoda Sur, y poco después escribe Mundus Novus (1503-1504).
1504 Primeros esclavos africanos en Santo Domingo.
1507 Se publica la Cosmographiae lntroductio.
1511 Crítica profética de Antón de Montesinos en la Hispañola, primer grito de crítica contra la violencia de la Modernidad.
1513 Vasco Nuñez de Balboa descubre el Mar del Sur (el Océano
Pacífico).
1520 Sebastián Elcano circunvala la tierra, como sobreviviente de la
expedición de Magallanes (termina la época central de la “Era
de los Descubrimientos”).

La “conquista” de las culturas urbanas. De la “parusía de los
dioses” a la “invasión”
1519 Hernán Cortés comienza la Conquista de México- Tenochtitlan.
1520 22 mayo: matanza de Alvarado de los guerreros aztecas.
24 de junio: vence Cortés a Pánfilo Narváez.
30 de junio: la “Noche Triste”.
1521 Derrota de los Comuneros (la naciente “burguesía” española)
en Valladar (España). El 13 de agosto Cortés consuma la ocupación
del último barrio de la ciudad de México- Tenochtitlan.
1525 Asesinato de Cuauhtémoc por Cortés.
1545 Se descubre la mina de plata de Potosí (en el Alto Perú).
1546 Se descubre la mina de plata de Zacatecas (en México).
1553 Batalla del fuerte Tucapel, en la que Lautaro, jefe de los mapuches
en Chile, detiene a los españoles en el Sur (termina la “Conquista” de las culturas urbanas).
La “conquista espiritual”. Del “fin del mundo” al “Sexto Sol”
1524 Llegan los “Doce apóstoles” franciscanos a México (la “Edad
dorada” de Mendieta: 1524-1564).
1536 Bartolomé de las Casas escribe De único modo en Guatemala.
1550 Comienza la disputa filosófico-teológica sobre la Modernidad
(Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas) en Valladolid.
1552 Bartolomé de las Casas escribe La destrucción de las Indias.
1568 La “Junta Magna” convocada por Felipe II. Termina la constitución originaria de la ontología moderna
1580 Montaigne comienza sus Essais (en especial Des Cannibales).
1636 Descartes expresa el ego cogito en el Discurso del Método

Panama: Socialismo, democracia y justicia (1850-2010)

Panama: Socialismo, democracia y justicia (1850-2010)

ALAI net

Marco A. Gandásegui, h.

Panamá – mapa

El socialismo es un viejo anhelo de los pueblos que luchan por alcanzar un estado de bienestar general para toda su población. En la actualidad, hay gobiernos dirigidos por partidos políticos que se dicen socialistas, tanto en América latina, Europa, Asia y África. En el caso de estos partidos, a pesar de las marcadas diferencias que los distingue en la actualidad, casi todos si no todos, tienen una raíz común.

Son partidos socialistas que tienen su origen en las grandes luchas sociales que caracterizaron el nacimiento del capitalismo industrial en el siglo XIX. Las relaciones sociales capitalistas que fueron prendiendo en país tras país generaron una creciente masa de trabajadores que organizaron poderosos movimientos obreros. Los trabajadores se rebelaban contra las condiciones injustas de trabajo y condiciones miserables de vida. En el marco de estas protestas, levantaron como reivindicación la necesidad de construir una sociedad nueva, una sociedad con democracia y justicia social, que bautizaron con el nombre de socialismo.

Las primeras manifestaciones en Panamá

En Panamá las primeras protestas laborales contra la explotación capitalista se produjeron en 1853, hace más de siglo y medio. Fueron los trabajadores de la Compañía de Vapores del Pacífico que paralizaron sus labores por las condiciones infrahumanas de trabajo existentes en una terminal en la isla de Taboga, frente a la ciudad de Panamá. Durante la segunda mitad del siglo XIX – según los registros de la época – los trabajadores portuarios, del Ferrocarril Transístmico y del Canal francés se enfrentaban con frecuencia a los capitalistas y a los gobiernos que solían reprimirlos con mucha violencia.

A principios del siglo XX, con la construcción del Canal de Panamá y actividades conexas en el área de tránsito, el movimiento obrero y los ideales socialistas dieron un salto cualitativo. Los trabajadores del Canal – a pesar de las leyes racistas impuestas por EEUU – se organizaron en sindicatos, asociaciones y logias de todo tipo. Las huelgas eran reprimidas por la Policía especial creada en la entonces Zona del Canal y, a veces, por el Ejército de EEUU. Las huelgas reivindicativas se generalizan bajo la dirección de organizaciones sindicales con programas de trabajo, objetivos y recursos.

El grupo comunista de 1921

Los trabajadores reivindicaban el socialismo, la democracia, principios nacionalistas e identidades étnicas. En la década de 1920 aparecieron los primeros sindicatos y movimientos que organizaron grupos socialistas. En 1921 se creó el Grupo Comunista (bajo la dirección de Manuel Garrido, José Brouwer, Blázquez de Pedro y José González R.) y en 1923 se funda el Sindicato General de Trabajadores (SGT). Este último cuenta con la participación destacada, entre otros, de S. Casis y D.H. Turner. El crecimiento de la clase obrera en Panamá recibió influencia de la revolución mexicana (1910) y, sobre todo, de la revolución rusa (1917).

El primer movimiento que une a los trabajadores de las ciudades terminales del Canal se produjo en 1925 cuando el pueblo dirigido por el SGT organizó el movimiento inquilinario que rechazó los precios abusivos de los alquileres de los casa-tenientes de la época. El movimiento fue derrotado por una de las tantas intervenciones militares de EEUU, causando muchos muertos y heridos. Los dirigentes identificados como socialistas fueron deportados, otros fueron encarcelados y perseguidos.

Los partidos comunista y socialista

En 1930 se fundó el Partido Comunista y en 1932 el Partido Socialista. El primero tenía una línea próxima a la III Internacional que acababa de definir una posición proletaria. En aquella época privilegiaba el papel de la clase obrera como “vanguardia revolucionaria” sobre las otras clases, especialmente la campesina. El Partido Socialista (PS), en cambio, no se identificaba con una línea internacional propiamente tal. El presidente del PS, Demetrio Porras, estaba bajo la influencia de los planteamientos teóricos de los socialistas franceses. Reconocía el peso específico de los trabajadores del campo y planteaba una táctica política que promovía la alianza obrero – campesina.

El PC se cambió de nombre durante la II Guerra Mundial para crear un Frente Popular con todas las fuerzas que combatían el fascismo en Europa y Japón. La propuesta democrática de los socialistas tuvo mucho impacto en la década de 1940 con la agitación del nuevo Partido del Pueblo y la participación del PS en la Asamblea Constituyente de 1946.

La guerra fría declarada por EEUU contra la URSS después de la segunda guerra mundial tuvo un fuerte impacto sobre Panamá. Los partidos socialista y comunista tuvieron que pasar a la clandestinidad. Los líderes políticos, sindicales e intelectuales eran perseguidos con entusiasmo por la Guardia Nacional y la Policía Secreta. Incluso, los profesores universitarios de pensamiento socialista eran destituidos de sus puestos.

El cerro Tute y el MLN

En 1959 varios destacamentos de jóvenes socialistas se alzaron en armas en el Cerro Tute, en la provincia de Veraguas. Fueron perseguidos y sometidos por el capitán Omar Torrijos quien posteriormente tendría un papel destacado en la vida nacional. La guerrilla del Tute fue una muestra del espíritu de lucha revolucionaria que caracterizaba a la juventud de la región latinoamericana. Ese mismo año destacamentos de socialistas colonenses organizaron la Marcha del Hambre que culminó con la toma de la Asamblea de Diputados. Los trabajadores de las bananeras mantuvieron una lucha por décadas bajo banderas socialistas hasta que en 1960 su sindicato tuvo que ser reconocido tras una larga y sangrienta huelga. En 1964 la juventud estudiantil impregnada de ideas socialistas, democráticas y antioligarcas encabezó un levantamiento popular y nacionalista contra la ocupación militar de EEUU.

Con motivo del golpe militar de octubre de 1968 los jóvenes socialistas de la época fueron perseguidos, encarcelados y torturados. La figura más conocida de esa época – por su discurso y espíritu de lucha – fue Floyd Britton dirigente del Movimiento Universitario Revolucionario (MUR). Britton fue torturado y muerto en la isla penal de Coiba. Sus seguidores fundaron el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) 29 de Noviembre (fecha de su muerte en 1969).

La social democracia torrijista

La era torrijista (1969-1981) produjo un rompimiento en las filas del PS. Algunos se asociaron con el discurso nacionalista del general Torrijos, mientras que otros se alinearonn con la oposición abandonando con el tiempo sus ideales socialistas. La juventud comunista, en cambio, se pasó en bloque al torrijismo, mientras que el Partido del Pueblo mantuvo un “apoyo crítico” a la gestión de los militares. La juventud comunista formó la llamada “tendencia” que contribuyó a crear el Partido Revolucionario Democrático (PRD).

El PRD se afilió a la Segunda Internacional Socialista dirigida por los social demócratas europeos en la década de 1980. Desde entonces los partidos afiliados a la internacional socialista han adoptado políticas neoliberales.

La actualidad

El MLN mantuvo viva la militancia de su organización durante el régimen militar (1968-1989) y sigue vigente en la actualidad apoyando el trabajo de agitación y organización socialistas entre sindicatos, asociaciones y grupos comunitarios. El Partido del Pueblo con estrechos lazos con la III Internacional Socialista sufrió las consecuencias del colapso del bloque soviético en 1990. Sin embargo, continúa haciendo una labor educativa a escala nacional. De reciente formación, el Partido Alternativa Popular (PAP), optó por una táctica de agitación y educación que incluye la vía electoral.

Han pasado 150 años desde las primeras manifestaciones de protesta de una clase obrera incipiente en Panamá y la aparición de organizaciones socialistas. Lo interesante es comprobar que mientras existan trabajadores organizados, sus aspiraciones siempre se asociarán con la construcción de una sociedad nueva, donde impere la democracia, el bienestar y la justicia social.

Panamá, 1º de mayo de 2010.

Marco A. Gandásegui, hijo, (Profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA

http://marcoagandasegui10.blogspot.com

http://alainet.org/

La identidad del progresismo, su agotamiento y los relanzamientos de las izquierdas

La identidad del progresismo, su agotamiento y los relanzamientos de las izquierdas

Eduardo Gudynas

ALAI AMLATINA 07/10/2015.- Las circunstancias que afectan a los gobiernos progresistas en América Latina siguen despertando mucha atención. Algunas reflexiones recientes señalan una crisis, un final o un agotamiento del progresismo, mientras que otros rechazan cualquier debilidad o retroceso (1).

Intentando salir del ruido en este debate, se confirma la divergencia entre izquierdas y progresismos, donde éstos últimos muestran una condición propia de un agotamiento antes que un final. Sorpresivamente, unos cuantos defensores de los progresismos en lugar de repotenciarlo confirman esta situación.

El reconocimiento que los progresismos tienen una identidad política en sí misma es evidente desde los dichos y prácticas de esos gobiernos y sus bases de apoyo. Estos usan ese rótulo, lo defienden, e incluso lo usan en sus coordinaciones continentales (como los Encuentros Latinoamericanos Progresistas, ELAP).

Esta distinción del progresismo como un régimen político distintivo, que resulta de una “gran divergencia” con las izquierdas desde las cuales se originaron, ya fue señalada poco tiempo atrás (2). En efecto, las izquierdas de fines de los años noventa, entre otras cosas criticaban las bases conceptuales del desarrollo, se comprometieron a terminar con la corrupción en el estado y la política, defendían la ampliación de los derechos y la justicia, buscaban una radicalización de la democracia con más participación y consultas, y estaban estrechamente vinculadas a diversos movimientos sociales.

Los progresismos actuales, en cambio, abrazan las ideas del desarrollo aunque disputan la apropiación de sus excedentes, parecen haberse rendido ante la corrupción, recortan algunos derechos ciudadanos, insisten en una mirada economicista de la justicia, detuvieron o retrocedieron en los mecanismos de democracia participativa y deliberativa para volcarse hacia el hiperpresidencialismo, y poco a poco se fueron desconectando de muchos movimientos sociales hasta terminar enfrentados con algunos de ellos.

Los progresismos se reconocen a sí mismos como una familia política y establecen claras distinciones con otras posturas. Se presentan como parte de un mismo agrupamiento progresista gobiernos que van desde Nicolás Maduro en Venezuela hasta Tabaré Vázquez en Uruguay. A la vez se consideran distintos, por un lado de los gobiernos conservadores (otro amplio conjunto que incluye a O. Humala en Perú o J.M. Santos en Colombia), y por otro lado, del resto de las izquierdas, a las que varios califican como infantiles, ultra, radicales o trotskistas. Por todo este tipo de razones, las diferencias entre izquierdas y progresismos se han vuelto fáciles de capturar y las organizaciones ciudadanas las usan cada vez más.

Es comprensible que existan muchos entusiastas del progresismo, pero también hay que aceptar que sus ideas y prácticas merecen ser sopesadas críticamente. Si eso se hace con seriedad, está claro que estos progresismos no se han vuelto neoliberales. Calificarlos de esa manera no sólo me parece exagerado, sino que muestra problemas conceptuales en entender el concepto de neoliberalismo.

Pero los progresismos también son diferentes de las posiciones de las izquierdas plurales, independientes y democráticas de las que partieron a finales de los años noventa. Los progresismos rehúyen de las pluralidades y prefieren los pensamientos únicos, no les gusta mucho la independencia ya que reclaman obediencia, y privilegian la delegación democrática hacia el hiperpresidencialismo antes que radicalizarla localmente.

En cuanto a sus ideas sobre el desarrollo, cuando se analiza lo que dicen y hacen los progresismos, si bien hay matices en sus estrategias, todas ellas buscan el crecimiento económico a partir de la exportación de recursos naturales y la atracción de inversiones, apoyan la ampliación del consumo popular y aplican algunas medidas compensatorias con los sectores más pobres. Sus Estados conceden al capital en varios frentes para conseguir estabilidad económica e inserción comercial, mientras que intenta controlarlo en otros, en especial allí donde puede aumentar la captura estatal de excedentes. Supieron aprovechar una coyuntura de altos precios de las materias primas y crisis en las naciones industrializadas para crecer económicamente.

Fin de ciclo o agotamiento

Esas estrategias están enfrentando variados problemas, y que son especialmente evidentes en Venezuela y Brasil. Bajo ese contexto resurgió el debate sobre si esos progresismos están en una crisis terminal o se están agotando. La distinción entre las dos condiciones no es menor, ya que sería muy arriesgado hablar de un final de ciclo. Aún bajo condiciones muy adversas, los agrupamientos políticos progresistas pueden ganar una elección y retener el poder (como sucedió con la reelección de Dilma Rousseff en 2014 en Brasil). Incluso hay progresismos que por ahora tiene buen respaldo y son estables (como el Frente Amplio en Uruguay).

Pero más allá de si retienen o no los gobiernos, es más claro que se ha debilitado la reflexión teórica que los sostenía, están perdiendo sus capacidades de innovación, de responder a las nuevas circunstancias, y les cuesta mucho mantener alineada a su propia militancia por lo que deben recurrir asiduamente a las adhesiones de sus propios funcionarios o a impresionantes campañas publicitarias. Se le hace más difícil explicar los pactos económicos para sostener sus estrategias de desarrollo (como las concesiones al capital extranjero, las flexibilizaciones sociales y ambientales o los acuerdos con la vieja derecha). Siguen pendientes problemas serios, como la violencia urbana o agudos deterioros ambientales. La conclusión es que no estamos ante una crisis final sino que presenciamos un agotamiento.

Al sumarse los problemas, la conflictividad retoma en varios países, pero ya no se logra apaciguarla fácilmente apelando al encantamiento con ideas y sensibilidades progresistas. A la vez, hay menos opciones para revertirla por medio de compensaciones económicas. El Estado progresista se ve forzado a lidiar con la conflictividad mediante otros instrumentos, como recortando algunos derechos, criminalizando la protesta, e incluso ha llegado a cruzar algunas líneas rojas de la represión (como ha ocurrido recientemente contra movilizaciones indígenas en Ecuador y Bolivia). Son medidas que alejan a esos gobiernos todavía más de la izquierda y los vuelve aún más progresistas.

Las defensas progresistas

Es bajo esta coyuntura que aparecen las recientes defensas a los progresismos. En muchas de ellas los alcances son limitados y se repiten ideas comunes, pero lo que más impacta es que en su propia formulación refuerzan esta percepción de agotamiento. Algunos ejemplos ilustran esta situación.

Como los argumentos escasean, posiblemente las defensas más comunes están en afirmar que cualquier cuestionamiento expresa pensamientos conservadores o sirve a los intereses de la derecha. No se analizan las puntualizaciones de la izquierda, sino que el progresismo inmediatamente la rotula de conservadora. O bien, se afirma que las prédicas de la izquierda son funcionales a las ideas conservadores. Tampoco hay argumentos, sino que se parte de un juicio previo donde cualquier crítica al progresismo siempre serviría a intereses conservadores y por ello debe ser rechazada.

Otras defensas se centran en destacar hechos positivos, como la reducción de la pobreza o el control nacional sobre algunos recursos naturales. Sin duda allí hay avances progresistas, y esas son sus herencias más positivas. Pero parece que no se asume que ese tipo de justificaciones están perdiendo su fuerza, y que las contradicciones actuales de ese tipo de desarrollo son cada vez más claras. La insistencia en reducir la justicia al campo de los instrumentos de compensación económica parece estar chocando con sus límites, y se hace evidente que por ese sendero se vuelve a caer en una mercantilización de la vida social y la Naturaleza, un extremo que las izquierdas rechazan pero los progresismos parecen aceptar bajo ciertas condiciones.

Están los que afirman que los progresismos no pueden ser culpados por los problemas actuales ya que ellos se deben a lo que ocurrió diez o quince años atrás, bajo los gobiernos neoliberales. Por ejemplo, la desindustrialización en Brasil sería culpa de las administraciones Collor o Cardoso, y se evita analizar en detalle las responsabilidades de los dos gobiernos de Lula da Silva o Dilma Rousseff. En la misma línea, otros van todavía mucho más atrás, sosteniendo que contradicciones actuales, como los extractivismos, no se pueden resolver porque venimos haciendo lo mismo durante cinco siglos.

Aquí el agotamiento se expresa como fugas al pasado que desnudan las trabas en asumir un análisis crítico sobre el presente. Siguiendo con el ejemplo de Brasil, hay dificultades para evaluar el papel del progresismo en exacerbar la primarización de las exportaciones, el desmedido apoyo gubernamental a las grandes corporaciones (los llamados “campeones nacionales”, algunos de los cuales ahora se sabe participaban en redes de corrupción con el mundo político), las resistencias a lograr cadenas productivas compartidas con los países vecinos, o las medidas financieras que sobre todo beneficiaron a la banca.

Otras defensas, en cambio, se atrincheran en la dimensión internacional, aunque por momentos se cae en simplificaciones fenomenales. Los progresismos por cierto han tenido momentos estelares, como la derrota del ALCA, y que debemos reconocer. Pero eso no impide analizar problemas actuales, como los roles concedidos a China, las razones que explican la ausencia de políticas regionales comunes en rubros claves como energía o agroalimentos en espacios como UNASUR, o las incapacidades en concretar efectivamente el Banco del Sur o el SUCRE.

Por último, hay defensas progresistas que son bastante sinceras en dejar al desnudo este agotamiento. Como no hay argumentos piden adhesión y obediencia. Esto se puede ver, pongamos por caso, en los cuestionamientos de Emir Sader a los que denomina como mesiánicos escritores de misivas (tal vez en alusión a una carta pública donde varios intelectuales alertábamos sobre el hostigamiento del vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, a un puñado de ONGs). Sader dice, con mucha acidez, que los que firman esas cartas públicas son personas sin “ninguna capacidad de influencia en la realidad”, sin “ningún vínculo con la izquierda latinoamericana realmente existente”, y que cuando fueron candidatos partidarios tuvieron “votaciones irrisorias” (3). Su posición es clara: abandona el sitio de un intelectual independiente y crítico, para reclamar disciplina y adhesión partidaria.

Si se apelara a una defensa basada en argumentos y explicaciones, habría que fundamentar qué tiene de izquierda amenazar con cerrar a organizaciones ciudadanas que trabajan en temas de desarrollo o ambiente, o que apoyan a sindicatos o indígenas. O analizar si un gobierno es realmente tan pero tan débil que siente que cuatro pequeñas ONGs lo amenazan. O explicar cuál es la lógica política de entender que una carta pública será cierta o errada según el caudal de votos que pudieron tener algunos de sus firmantes. Uno de los adherentes en defensa de esas ONGs fue Noam Chomsky, de donde habría que preguntarse si lo que ha escrito ese académico debe ser desechado por no haber ganado nunca una elección.

Cuando el único camino que queda para este tipo de defensas es apelar a una incondicional y disciplinada adhesión al gobierno, es evidente que estamos ante un agotamiento conceptual. No se analiza si lo que hace un gobierno está bien o mal, sino que se exige no hacer públicas las críticas.

Relanzando debates en clave de izquierdas

¿Cómo lidiar con esta situación? Las izquierdas que son plurales e independientes no pueden quedar atrapadas bajo estas circunstancias. El debate de ideas sigue siendo fundamental, el entendimiento de las prácticas y urgencias de los movimientos sociales es indispensable, y el antídoto ante los slogans sigue siendo manejos serios y rigurosos de la información y los análisis. Las voces de las izquierdas son necesarias, aunque sin duda deberán navegar bajo condiciones adversas ya que en muchos casos serán hostigadas desde los progresismos como por la derecha.

Las izquierdas plurales, democráticas e independientes siguen teniendo un papel crítico, tanto para evitar retornos a gobiernos y posturas conservadoras, como para alertar sobre consecuencias negativas de los progresismos actuales. Muchas medidas que están tomando estos gobiernos ante la presente crisis tienen efectos casi contrarios a los supuestos beneficios que dicen sus defensores. Por ejemplo, la adicción progresista a los extractivismos, está dejando economías todavía más dependientes de las materias primas, un viejo sueño de las corporaciones transnacionales que manejan el comercio en esos rubros, y a la vez se traban las exploraciones de alternativas postextractivistas, otro sueño de las empresas mineras y petroleras.

Las izquierdas plurales y democráticas también deben estar atentas a no caer en reflejos conservadores, ni ser partícipes de una restauración neoliberal. El antídoto está en permanecer siempre enfocadas en los compromisos con la justicia social y ambiental. Pero tampoco deberían caer en guerrillas intelectuales donde la diferencia es personificada en enemigos a combatir, o en una lucha para ver quién es más de izquierda.

Muy por el contrario, las izquierdas deben relanzar sus propias miradas críticas, que rescaten los aportes positivos de los progresismos, pero que también sean capaces de entender sus contradicciones y retrocesos. Ellas dejan en claro que los progresismos no son el final del camino, sino una etapa en procesos de cambio que necesitar proseguir. No pueden quedarse calladas, y todos tenemos que escuchar sus reflexiones sobre justicia social y ambiental.

Notas

1. Algunas defensas conocidas son: ¿El final del ciclo (que no hubo)?, Emir Sader, ALAI (Quito), 14 setiembre 2015; Diagnosticadores de la capitulación, Aram Ahoronian, Nodal (Buenos Aires), 15 setiembre 2015; Geopolítica de América latina: entre la esperanza y la restauración del desencanto, Alfredo Serrano M., ALAI (Quito), 15 setiembre 2015. Entre las críticas recientes se pueden señalar a: El fin del relato progresista en América Latina, S. Schavelzon, Animal Político, La Razón, La Paz, 21 junio 2015; Hora de hacer balance del progresismo en América Latina, R. Zibechi, Brecha (Montevideo), agosto 2015; Venezuela: ¿crisis terminal del modelo petrolero rentista?, E. Lander, Aporrea (Caracas), Octubre 2014.

2. Esta distinción fue adelantada, por ejemplo, en Izquierda y progresismo: la gran divergencia, E, Gudynas, ALAI, Quito, 24 diciembre 2013, http://alainet.org/active/70074

3. Os missivistas messiânicos, E. Sader, Carta Maior (S. Paulo), 30 agosto 2015.

– Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). Este artículo adelanta algunas ideas de un libro en preparación sobre la divergencia entre las izquierdas y los progresismos en América del Sur. Twitter: @EGudynas

Death and Transfiguration

DEATH AND TRANSFIGURATION / THE ECONOMIST

Schumpeter

Death and transfiguration

The golden age of the Western corporation may be coming to an end

EDWARD GIBBON, the great English historian, begins his “Decline and Fall” with a glowing portrait of the Roman Empire in the age of Augustus. The Empire “comprehended the fairest part of the earth”. Rome’s enemies were kept at bay by “ancient renown and disciplined valour”. Citizens “enjoyed and abused the advantages of wealth and luxury”. Alas, this happy state of affairs was not to last: the Empire already contained the seeds of its own destruction.

Gibbon soon changed gear from celebrating triumphs to chronicling disasters.

Perhaps the history of the Western corporation will one day be written in much the same vein.

Today’s corporate empires comprehend every corner of the earth. They battle their rivals with legions of highly trained managers. They keep local politicians in line with a promise of an investment here or a job as a consultant there. The biggest companies enjoy resources that have seldom been equalled; Apple, for instance, is sitting on a cash pile of more than $200 billion.

And they provide their senior managers and leading investors with “wealth and luxury” that would have impressed even the most jaundiced Roman.

A new report by the McKinsey Global Institute provides some invaluable statistics for any future Gibbon, which MGI calculated by crunching data from nearly 30,000 firms across the world. Corporate profits more than tripled in 1980-2013, rising from 7.6% of global GDP to 10%, of which Western companies captured more than two-thirds. The after-tax profits of American firms are at their highest level as a share of national income since 1929.

Yet the men and women from McKinsey change gear as quickly as Gibbon. The golden age of the Western corporation, they argue, was the product of two benign developments: the globalisation of markets and, as a result, the reduction of costs. The global labour force has expanded by some 1.2 billion since 1980, with the new workers largely coming from emerging economies. Corporate-tax rates across the OECD, a club of mostly rich countries, have fallen by as much as half in that period.

And the price of most commodities is down in real terms.

Now a more difficult era is beginning. More than twice as many multinationals are operating today as in 1990, making for more competition. Margins are being squeezed and the volatility of profits is growing. The average variance in returns to capital for North American firms is more than 60% higher today than it was in 1965-1980. MGI predicts that corporate profits may fall from 10% of global GDP to about 8% in a decade’s time.

Two things in particular are shaking up the comfortable world of the old imperial multinationals. The first is the rise of emerging-market competitors. The share of Fortune 500 companies based in emerging markets has increased from 5% in 1980-2000 to 26% today.

These firms are expanding globally in much the same way as their predecessors from Japan and South Korea did before them. In the past decade the 50 largest emerging-world firms have doubled the proportion of their revenues coming from abroad, to 40%. Although the outlook for many emerging markets is more mixed than it was just a couple of years ago, troubles at home may push rising multinationals to globalise more rapidly.

The second factor is the rise of high-tech companies in both the West and the East. These firms have acquired large numbers of customers in the blink of an eye. Facebook boasts as many users each month as China has people: 1.4 billion. Tech giants can use their networks of big data centres rapidly to colonise incumbents’ territories; China’s e-commerce giants Alibaba, Tencent and JD.com are doing this in financial services. Such firms can also provide smaller companies with a low-cost launching pad that allows them to compete in the global market.

MGI does not dwell on it, but the political environment is also becoming more hostile. Populists on both the left and the right rage against corporate greed. In America, presidential hopefuls Bernie Sanders and Donald Trump both criticise companies for exploiting tax loopholes. Even middle-of-the-road politicians are sounding a more anti-corporate note. Angela Merkel introduced Germany’s first minimum wage in 2014; and in Britain David Cameron is phasing in a “living wage”.

Companies may find themselves under pressure to “give back” to wider society.

How can Western companies navigate these threats to their rule? MGI advises them to focus on the one realm where they continue to have a comparative advantage—the realm of ideas. Many companies in labour- and capital-intensive industries have been slaughtered by foreign competitors, whereas idea-intensive firms—not just companies in obvious markets such as the media, finance and pharmaceuticals, but in areas such as logistics and luxury cars—continue to flourish. The “idea sector”, as MGI defines it, accounts for 31% of profits generated by Western companies, compared with 17% in 1999.

Capitalist redemption

The relative decline of the Western corporation could also lead to a rethinking of some of the long-standing assumptions about what makes for a successful business. Public companies may lose ground to other types of firm: in America the number of firms listed on stock exchanges has fallen from 8,025 in 1996 to about half that number now. The cult of quarterly earnings may lose more of its following. A striking number of the new corporate champions have dominant owners in the form of powerful founders.

They are willing to eschew short-term results in order to build a durable business, such as Mark Zuckerberg at Facebook, the Mahindras and other assiduous families in India, and private-equity firms. Gibbon’s great work was a tale of decline and fall, as classical civilisation gave way to barbarism and self-indulgence. With luck, the tale of the relative decline of the Western corporation will also be a tale of the reinvention of capitalism as new forms of companies arise to seize opportunities from the old.

La visión del PCS sobre el Programa de la Revolución Democrática (marzo de 1993)

La visión del PCS sobre el Programa de la Revolución Democrática (marzo de 1993)

La discusión y aprobación del documento Programa de la Revolución Democrática en el VIII Congreso del Partido Comunista de El Salvador, realizado en marzo de 1993 en las faldas del cerro de Guazapa, tuvo como contexto el programa histórico de las luchas populares; la nueva situación nacional generada por los Acuerdos de Paz de enero de 1992 así como los rasgos principales del rumbo socialista del proceso revolucionario.

El hilo conductor de este documento es la necesidad de garantizar -bajo una nueva situación de legalidad y una nueva institucionalidad conquistada mediante una guerra-darle continuidad a la lucha por la consumación de la Revolución Democrática; es un documento brújula para orientar la continuidad de la lucha en el marco de nuevos desafíos surgidos por los Acuerdos de Paz.

Este documento es el resultado de una variada y amplia consulta entre las bases partidarias en un esfuerzo por sistematizar la experiencia de décadas de lucha social y popular así como de la contribución realizada por el congreso anterior, el VII Congreso de abril de 1979. Es un documento más político que ideológico y está vertebrado en tres partes: la primera parte trata sobre los objetivos democráticos de más de 60 años de lucha.

La segunda parte trata sobre las tareas a cumplir para garantizar la continuidad de la lucha popular, que incluye la propuesta de “defensa nacional sin ejército permanente” y la última parte, comprende un esbozo sobre el rumbo socialista de la revolución. A continuación realizamos una síntesis de este trascendental documento, en el marco ya de un segundo gobierno de izquierda.

I. PROCESO DE LUCHA POR LA REVOLUCION DEMOCRATICA

Sostiene que “la lucha de nuestro pueblo por la democracia y la justicia social ha vuelto insostenible el viejo modelo político de la dictadura militar que, por más de 60 años, se impuso y se consolidó en contra de las necesidades del desarrollo social, la democratización y la modernización de nuestro país. La Guerra Popular Revolucionaria y el Acuerdo de Paz para El Salvador crearon condiciones para comenzar a poner en marcha un modelo político democrático, fundamentalmente en lo que respecta a la modernización del Estado, a la desmilitarización y al desarrollo socioeconómico, en interés del pueblo trabajador y de toda la Nación.”

Agrega que “el Acuerdo de Paz ha creado, asimismo, condiciones políticas para independizar, sanear, y modernizar el sistema judicial, sobre la base de una profunda reestructuración, a fin de convertirlo en instrumento eficaz para dar seguridad a la ciudadanía contra el abuso de autoridad y la delincuencia. Han propiciado el inicio de un proceso de democratización y saneamiento del sistema electoral, de democratización del sistema político, que abren posibilidades para la expresión del pluralismo político e ideológico, tanto en la Asamblea legislativa como en el resto de los órganos del poder nacional y local.”

Concluye que los acuerdos de paz “abona las condiciones para continuar la lucha por otros cambios estructurales indispensables, para asegurar el desarrollo económico en democracia y con justicia social. La consecución de esta meta, sólo será posible con la consumación de la revolución democrática, tarea histórica pendiente de solución, en tanto no se resuelva, en lo fundamental, el problema del poder político.”

II. PROGRAMA PARA LA CULMINACION DE LA REVOLUCION DEMOCRATICA

A. INTRODUCCION

Considera que “la culminación de la revolución democrática, presupone que las fuerzas revolucionarias y democráticas alcancen el poder político del estado, y valiéndose de él , completen de modo consecuente, la ejecución del programa contenido en los Acuerdos de Chapultepec y los profundicen, especialmente, en el terreno económico, y social, el cual es insuficiente.”

En este marco el documento propone siete cambios a impulsar ya desde el gobierno, los cuales son los siguientes: “a) supremacía de la sociedad civil y del poder civil democráticamente generado, sobre el poder militar; b) honestidad, imparcialidad e independencia de la administración de justicia; c) total respeto y promoción de los derechos humanos en un marco en que impere la verdad y la justicia; d) pleno estado social de derecho, fundamentando en el reconocimiento de las libertades derechos y garantías democráticas, en principios de justicia social y en la igualdad ante la ley de todas las personas; e) separación clara y definida tanto orgánica como funcional, entre el Estado y el partido en el gobierno; f) un régimen político que asegure: la soberanía del pueblo, la igualdad de derechos y oportunidades de todas las fuerzas políticas para acceder al gobierno, mecanismos de participación del pueblo en la vida del país, sometimiento de las autoridades al control de la población y limpieza y transparencia del sistema electoral; g) un Estado que rompa la marginación de los trabajadores respecto de la propiedad de los medios de producción, distribución, financiamiento y comunicación y que apoye el desarrollo del sector popular de la economía y h) ejercicio real de la autodeterminación nacional.”

Asegura que “un rasgo de esta etapa, es que la democracia política será en el comienzo más avanzada que la social; aquella irá adelante, despejando el camino de ésta, pero serán inseparables, ya que la plena democracia social sólo podrá alcanzarse en el socialismo.”

B. DESMILITARIZACION DE LA SOCIEDAD

Considera que “la primera tarea de la revolución democrática, en una primera fase, es ponerle fina la militarización del estado y su intimidación sobre la sociedad. Nuestra meta histórica, al sociedad socialista, incorporará, entre otros principios democráticos, una concepción de la defensa nacional son ejército permanente, basada en la participación de toda la sociedad civil en las tareas de la defensa cuando la patria lo reclame.”

Enumera seis tareas para “el desmontaje de los pilares básicos del militarismo: a) supeditación incondicional de la Fuerza Armada al gobierno democráticamente generado; b) culminación del proceso de depuración de la FAES transformándola en una institución profesional; c) culminación de proceso de reducción del tamaño de la Fuerza Armada hasta el mínimo indispensable; d) armonizar la legislación militar con los nuevos preceptos constitucionales y la nueva doctrina, atendiendo al objetivo histórico de eliminar el militarismo de la sociedad salvadoreña; e) asegurar la vigencia y divulgación de la nueva doctrina militar , basada en la obediencia incondicional al poder civil y en el respeto irrestricto a los derechos humanos y libertades democráticas; y f) garantizar la total separación institucional de las funciones militares, las de seguridad y orden público, asegurando el despliegue de la nueva Policía Nacional Civil para que asuma el cumplimiento de estas últimas, con total independencia respecto de la Fuerza Armada.”

C. NUEVO ESTADO DE DERECHO Y DEMOCRATIZACION DEL SISTEMA POLITICO

1. Por una profunda Reforma al Derecho y un Poder Judicial Independiente e Imparcial. Sin una sana e imparcial Administración de Justicia no habrá democracia
Considera que “el conjunto de las transformaciones legales e institucionales debe conducir a la instauración de un Estado social de derecho, en el cual deberán quedar plasmadas las conquistas de la revolución democrática, afirmadas las transformaciones sociales y políticas históricamente necesarias en nuestro país…Habrá que proceder a la modernización jurídica. Todo el cuerpo de leyes, entre las cuales hay algunas que datan desde principios de siglo, deberán ser reformadas., actualizadas y armonizadas para facilitar las nuevas relaciones económicas, políticas y sociales que nuestra nación demanda.”

2. Régimen y Sistema político verdaderamente democrático
Estima que “se deben consolidar y desarrollar las facultades legislativas para controlar al ramo Ejecutivo y algunos aspectos del Poder Judicial, sobre todo de aquellos que garantizan el carácter pluralista que debe existir en el seno de este último. Es importante que el sistema político cuente con mecanismos que permitan la influencia y control del electorado sobre los funcionarios de elección popular, de tal manera que efectivamente respondan a los intereses del mandato ciudadano. Para ello, habrá que instituir mecanismos de consulta popular directa.”

3. Protección y garantía de los derechos humanos y ciudadanos
Subraya que “la Procuraduría para la defensa de los Derechos Humanos debe ser fortalecida, dinamizada y desarrollada, buscando que asuma el pleno ejercicio de sus facultades y genere una cultura nacional de r4espeto y promoción de los derechos humanos.”

4. Nuevo sistema electoral
Considera que “el sistema electoral debe asegurar elecciones democráticas, libres y honestas con igualdad de oportunidades para todos de tal manera que reflejen cabalmente el principio de que la soberanía reside en el pueblo y sean fuente real de su poder.”

5. Democratización y fortalecimiento del poder municipal
Plantea que “los Concejos Municipales, deben reflejar también el carácter pluralista del sistema político, estableciendo la representación proporcional de los distintos partidos políticos en al composición del mismo, basado en los resultados electorales.”

6. Ley y medidas para la irrestricta libertad de organización, movilización y protesta
Únicamente apunta la “ratificación y cumplimiento de los convenios internacionales sobre la materia.”
7. Libertad de expresión y medios de difusión para todos los sectores
Sostiene que “el objetivo es lograr la mayor democratización del flujo informativo, basada en la mayor pluralidad de la propiedad de los medios de difusión y en un ejercicio libre y responsable del periodismo.”
8. Medias y legislación para combatir la corrupción, el abuso de poder y la malversación de bienes del Estado
Propone que “será necesario que la Corte de Cuentas de la república cumpla rigurosamente con las atribuciones quela Constitución le otorga al respecto.”
D. NUEVO ORDEN ECONOMICO Y SOCIAL
Considera que “el modelo económico neoliberal está haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres y conduciendo, en consecuencia, a una mayor concentración de la riqueza nacional y a la marginación permanente de la economía de grandes masas de la población. Por ello es fundamental establecer un nuevo orden económico que ponga fin a la hegemonía de un reducido grupo social en el país. El nuevo orden económico y social pasa necesariamente por un cambio de hábitos, costumbres y fundamentalmente, del pensamiento de cada salvadoreño y de un proceso de capacitación técnica masiva.”
1. Creación y fortalecimiento del sector Popular de la Economía
Apunta que “la Revolución Democrática debe asegurar que un porcentaje importante de la economía esté en manos de los trabajadores del campo y de la ciudad, mediante el fortalecimiento, extensión, diversificación y desarrollo de las formas de propiedad social e individual de los trabajadores en todas las áreas de la economía.”
2. Nueva orientación de la Economía Nacional
Sostiene que “a diferencia del modelo económico neoliberal, que privilegia la producción de bienes y servicios para los merados internacionales, las actividades económicas principales del modelo alternativo deben orientarse a producir bienes y servicios básicos, agropecuarios e industriales, para satisfacer las necesidades de la mayoría de la población , para sustituir con eficiencia las importaciones de bienes y, al mismo tiempo, para insertarse en condiciones de competitividad en los mercados internacionales.”
3. El modelo alternativo y la necesidad de profundas reformas
Indica que “el modelo alternativo requiere de la aplicación de cambios estructurales profundos que ensanchen el mercado interno y sientan bases para la justicia social. Lo anterior, implica entre otras cosas, profundizarla reforma agraria hasta la solución del fundamental problema agrario sin lo cual no despegara le desarrollo sostenible. Implica también reformar el sistema tributario y financiero, modificar la estructura productiva conforme a la orientación que rija a las actividades económicas en general y productivas en particular.”
4. Solución al problema agrario
Considera que “la revolución debe procurar que a mayoría de los salvadoreños pueda vivir y trabajar en el país. Esto implica reestructurar las bases de la economía nacional, comenzando por la solución del problema agrario para que la estructura agropecuaria del país se transforme en una de las bases fundamentales del desarrollo económico, y en consecuencia, de la justicia social. Deberá profundizarse la reforma agraria hasta liquidar el problema de la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos y sea trasferida a los campesinos sin tierra o que la posean en poca cuantía y a los trabajadores asalariados del campo.”
5. El estado debe ser el principal promotor del Desarrollo nacional y cumplir una función de regulación de la Actividad Económica, en particular de la Inserción Económica en el Mercado Internacional dentro de un marco de razonable protección de la Producción nacional, en beneficio de todos los habitantes.
Subraya que “el Estado debe asegurar que el modelo de desarrollo económico que proponemos de lugar a que la riqueza y el ingreso nacional sean distribuidos equitativamente entre las familias salvadoreñas, como base de la democracia y la justicia social y debe crear condiciones para la incorporación productiva de los sectores marginados a las actividades económicas.”
6. La Salud, la Educación y la Seguridad Social son Derechos Socioeconómicos de todos los salvadoreños, base de la justicia social y de la reunificación nacional
Plantea que “el presupuesto de la nación dará la más alta prioridad a la educación y la cultura, a la salud y seguridad social. La calidad y cobertura de estos servicios debe ser mejorada y extendida a otros sectores de la población y a todo el territorio. La educación debe ser pluralista, abierta a todas las corrientes del pensamiento, y al mismo tiempo, estar en función de las necesidades del desarrollo económico y social.”
7. debe asegurarse la irreversibilidad de las Conquistas Económicas y Sociales de los Sectores Populares, logradas en particular, con la aplicación del Acuerdo de Paz.
Sostiene que “se promoverá la consolidación y desarrollo de una base económica fundamentada en formas de propiedad social, autogestionaria, en la ciudad y el campo. En correspondencia con ello, velará porque cualquier política y medida de privatización, llevada adelante por el estado, reconozca el derecho preferencial de los trabajadores de acceder a la propiedad de los bienes que deban privatizarse.”
8. Reforma Urbana en beneficio de los sectores más pobres
Propone “la descentralización del aparato productivo del país tendiente a frenar el flujo poblacional del campo a la ciudad. Tal proceso, orientará con sentido social, el plan de urbanización, regulado por el Estado, asegurando el acceso de las mayorías al financiamiento y a los recursos técnicos para la adquisición y construcción de viviendas, así como de los servicios de agua potable, salubridad, alquileres injustos y demás servicios públicos.”
9. El papel de la pequeña y mediana propiedad es indispensable para la reactivación y modernización de la economía
Plantea que “se procurará que la política crediticia, fiscal, monetaria, de inversiones, lo mismo que aquellas sobre el uso de los recursos externos, den trato preferencial a esos sectores mayoritarios.”
10. Concertación permanente para solución de problemas económicos
Opina que “promoveremos el empleo de la concertación entre el estado, los trabajadores y los empresarios, como mecanismo permanente de solución a los problemas económicos y sociales y de participación de todos los sectores en la toma de decisiones, tanto en materia de política económica como social.”
11. La defensa de los recursos nacionales y el medio ambiente
Propone que “la recuperación y preservación ambiental deben estar, en primer lugar, en función del bienestar de la sociedad y contribuir de manera significativa a su desarrollo armónico y sostenible, a fin de que las generaciones futuras puedan satisfacer ampliamente sus necesidades.”
12. Por la democratización del Sistema Financiero Nacional
Considera que “debe promoverse a democratización real del crédito, mediante la incorporación de estos sectores actualmente marginados de la dirección y toma de decisiones de las instituciones financiera, así como también estableciendo la igualdad de oportunidades de acceso a los recursos financieros para todas las empresas sin discriminaciones de ningún tipo.”
E. LA REVOLUCION DEMOCRATICA Y LA SOCIEDAD
1. La familia y la comunidad
Plantea que “debe promoverse en la comunidad los valores del humanismo, de la cooperación y de la solidaridad, estimulando la organización de las personas en función de sus intereses y necesidades cotidianas. Al mismo tiempo, debe promoverse a las comunidades a garantizar que los órganos de poder local sean representantes efectivos de sus intereses.”
2. Juventud y niñez
Considera que “los jóvenes constituyen el sector de la población, en el que descansa el futuro del país. El sector más sacrificado en los doce años de guerra. El Estado debe garantizar la educación de todos los jóvenes y su política económica y social debe asegurarles empleo, recreación sana y participación en el quehacer cultural.”
3. La Revolución Democrática y los derechos de la mujer
Sostiene que “la revolución democrática propiciara la participación activa de la mujer en los diferentes órganos de dirección política, económica y social de la nación. Debe promoverse una ética basada en la solidaridad, el respeto, y la lealtad entre los sexos y combatir la doble moral. De esta forma la revolución podrá llegar a la vida cotidiana e influir en la sociedad.”
4. Trabajadores del Campo y la Ciudad
Asegura que “el desarrollo de la Revolución Democrática y su consumación ampliaran y fortalecerán las posibilidades para el desarrollo de las organizaciones sociales y para la defensa de sus conquistas, derechos e intereses, al mismo tiempo que generarán condiciones cada vez más favorables para la concertación como método en la búsqueda de solución a los problemas que afectan a los trabajadores.”
5. Trabajadores por cuenta propia, Artesanos, Pequeños y Medianos Propietarios
Indica que “el sector informal de los trabajadores, representa un elevado porcentaje de la población económicamente activa que está marginado del sistema económico del país particularmente del acceso al crédito y la asistencia técnica. La actividad artesanal, la pequeña industria, y el pequeño comercio son actividades legitimas y dignas, integrantes e indispensables de nuestra estructura económica.”
6. Los profesionales
Subraya que “la revolución democrática promoverá la institucionalización de una Política Nacional de Ciencia y Tecnología y la participación activa de los gremios de profesionales y técnicos en la definición y aplicación de la misma y en las políticas nacionales fundamentales de la nación.”
7. La religión
Propone “el respeto absoluto a las tradiciones y sentimientos religiosos del pueblo. Se fomentara la tolerancia irrestricta de la práctica religiosa y su enseñanza. Ampliación y mejoramiento de las relaciones de cooperación del Estado con todas las iglesias a fin de trabajar por la paz, la solidaridad, el progreso social y el bien común.”
8. La Revolución Democrática en la educación, la Cultura, y el Arte y el Deporte
Enfatiza que “la revolución Democrática propiciará una reforma profunda e integral en el sistema educativo nacional., en todos sus niveles, a fin de transformarlo en un factor clave en la construcción de la nueva sociedad democrática, la cual presupone al democratización del sistema educativo nacional, tanto en sus contenidos como en su cobertura, para garantizar el derecho constitucional de todo salvadoreño de recibir educación primaria y secundaria y cuya obligación corresponda al estado.”
9. La Comunidad Indígena
Considera que “debemos trabajar para asegurar la unidad de estas comunidades; garantizar el respeto a las formas de organización libremente escogidas por ellas; rechazar toda manifestación de racismo y segregacionismo; rescatar y promover sus valores y tradiciones culturales; respetar el derecho que tienen de expresarse de modo directo, individual y colectivamente en la vida nacional; promoviendo la creación de escuelas indígenas y asegurar su protección y promoción legal y económica.”
F. POLITICA INTERNACIONAL DE LA REVOLUCION DEMOCRATICA
Considera que se deberá “rescatar la soberanía y la independencia políticas de nuestro país asumiendo posiciones dignas ante la comunidad internacional, en el marco del reconocimiento de la creciente interdependencia y globalización que tiene lugar en el mundo de hoy.”
Asimismo que se necesita “contribuir al reforzamiento del latinoamericanismo y el pluralismo sociopolítico e ideológico como base de las relaciones entre los países, de nuestro sub-continente. Punto crítico del latinoamericanismo es hoy el apoyo a Cuba socialista, a su derecho a la autodeterminación y a relaciones económicas y políticas normales con el mundo. El bloqueo de Estados Unidos contra Cuba atenta contra estos principios y debe terminar incondicionalmente.”

El Eurocentrismo. Crítica de una ideología

INTRODUCCION

1. El eurocentrismo es un culturalismo en el sentido de que supone la existencia de invariantes culturales que dan forma a los trayectos históricos de los diferentes pueblos, irreductibles entre sí. Es entonces antiuniversalista porque no se interesa en descubrir eventuales leyes generales de la evolución humana. Pero se presenta como un universalismo en el sentido de que propone a todos la imitación del modelo occidental como única solución a los desafíos de nuestro tiempo.

El eurocentrismo no es la suma de prejuicios, equivocaciones e ignorancias de los occidentales con respecto a los demás. Después de todo, estos no son más graves que los prejuicios inversos de pueblos no europeos para con los occidentales. No es pues un etnocentrismo banal, testimonio solo de los limitados horizontes que ningún pueblo del planeta ha superado verdaderamente todavía.

El eurocentrismo es un fenómeno específicamente moderno cuyas raíces no van más allá del Renacimiento y que se ha difundido en el siglo XIX. En ese sentido constituye una dimensión de la cultura y de la ideología del mundo capitalista moderno.

El eurocentrismo no es una teoría social, que por su coherencia global y su aspiración totalizadora pretenda dar la clave de la interpretación del conjunto de problemas que la teoría social se propone dilucidar. El eurocentrismo no es más que una deformación, pero sistemática e importante, que la mayoría de las ideologías y teorías sociales dominantes padecen. Dicho de otra manera, el eurocentrismo es un paradigma que, como todos los paradigmas, funciona de manera espontanea, con frecuencia en la vaguedad de las evidencias aparentes y del sentido común. Por esto se manifiesta de maneras diversas, tanto en la expresión de los prejuicios trivializados por los medios de comunicación como en las frases eruditas de los especialistas de diversos dominios de la ciencia social.

2. Hay varias maneras de tratar el tema: la primera consistiría en captar el eurocentrismo en sus múltiples manifestaciones y en revelar cada vez los errores particulares. Entonces se deberían definir los diversos campos de expresión de esas manifestaciones.

Uno de ellos podría ser la crítica de la versión propuesta por los medios masivos sobre problemas del mundo contemporáneo y la política. Un proyecto de este género implicaría el trabajo de un equipo consagrado a examinar sistemáticamente algunos diarios importantes y programas de televisión. Que yo sepa, este trabajo no ha sido realizado, aunque sin duda alguna merecería serlo. Pero no es este nuestro proyecto.

Podrían analizarse otros dominios del edificio cultural moderno de esta misma manera. Por suerte existen algunos trabajos valiosos que se han propuesto este objetivo. Por ejemplo, Edward Said ha escrito un excelente análisis de la deformación eurocentrica producida por el orientalismo. Asimismo existe un análisis profundo de la “helenomanía” y de la construcción del mito de Grecia-ancestro-de-Occidente, que ha propuesto Martin Bernal. Hay cantidad de buenas críticas de las diferentes versiones del racismo, etc. Como es evidente nos inspiraremos en las conclusiones de todas estas contribuciones importantes.

La segunda manera de tratar el tema, que será la nuestra, se propone ir desde el principio más allá de estas contribuciones sectoriales a la crítica del eurocentrismo, para situarlo en la construcción ideológica del conjunto del capitalismo. Se tratara pues de precisar las funciones de legitimación particulares a las cuales responde la dimensión eurocentrica así como habrá que mostrar como esas funciones contribuyen a ocultar la naturaleza del capitalismo realmente existente, a deformar la conciencia que uno se puede hacer de sus contradicciones y de las respuestas que se les dan.

Esta opción entraña tres consecuencias.

La primera es que no es eficaz entrar en el meollo del tema desde la primera página del libro. Se le pide al lector, entontes, que tenga un poco de paciencia, a lo cual desgraciadamente no siempre predispone la deformación de las lecturas rápidas de nuestra época. Pero si el eurocentrismo, como lo pretendemos nosotros, es una reconstrucción mitológica reciente de la historia de Europa y del mundo en su dimensión cultural entre otras, es más eficaz comenzar por ofrecer otra visión de esta historia, al menos en lo que respecta a la región a la cual pertenece desde la antigüedad griega y pasando por la Edad media, la Europa real y mítica.
Cuando del texto surja el eurocentrismo —en el capítulo 2 de la primera parte— se verá entonces en respuesta a que problemas nuevos y en contraste con que realidades se construye. Habíamos pensado por un momento invertir esta presentación precisamente para satisfacer la curiosidad del lector impaciente. Pero el “retrato hablado” del eurocentrismo que aparecerá a su debido tiempo en el texto para resumir los caracteres de la deformación en cuestión colocado de entrada al comienzo, hubiera parecido extremadamente trivial, y por añadidura poco convincente puesto que retoma el conjunto de opiniones dominantes que a la gran mayoría parecen evidencias de un supuesto sentido común.

La segunda es que el análisis del eurocentrismo que aquí se propone suscita los problemas más difíciles de la teoría social. Ahora bien, pensamos que desde este punto de vista, los instrumentos conceptuales de que disponemos siguen siendo completamente insuficientes. La teoría está dividida, no solo por la oposición –útil- de las escuelas del pensamiento, sino todavía más por su desarrollo extremadamente desigual de una disciplina de la ciencia social a otra.

Quizá existan teorías económicas del capitalismo que responden aproximadamente a los criterios contenidos en la definición de !a ciencia. Pero en los dominios de lo político (el poder) y de lo cultural casi no hay más que reflexiones. Sin embargo, este juicio severo está lejos de ser ampliamente compartido. La reflexión social esta todavía atestada de dogmatismos de toda naturaleza, cuya preocupación exclusiva sigue siendo la de revocar los viejos edificios y, mediante acrobacias dudosas, reproducir las antiguas respuestas a las nuevas preguntas.

Mas grave aun es el hecho de que, al responder a las desilusiones y a la crisis de nuestra época, los best-sellers se nutren de la teología llamada neoliberal cuya respuesta a todo respuesta fácil tiene sin embargo la ventaja de reafirmar y legitimar los prejuicios, lo cual explica sin duda su éxito.

La tercera es que el paradigma del eurocentrismo como todo paradigma no puede ser echado abajo solo por la crítica interna de sus debilidades. Este paradigma responde a cuestiones reales, aun cuando podamos pensar que lo hace de manera errónea. Hace falta entonces sustituirlo por respuestas positivas correctas. Pero esto deberá hacerse sabiendo que el equipo conceptual del cual disponemos sigue siendo frágil.
Se trata pues de un complejo trabajo de reconstrucción de larga duración, y no tenemos la ambición de proponer aquí la teoría global de la que aun se carece. Sin embargo expondremos algunos de los elementos de esta reconstrucción, que nos parecen indispensables,

3. El plan de la obra se deriva de las observaciones precedentes. En la primera parte nos proponemos hacer la crítica del eurocentrismo a partir de una hipótesis que concierne a la teoría de la cultura, puesto que el eurocentrismo es un culturalismo. Sobre la base de esta hipótesis, en el capítulo 1 desarrollaremos la idea de que la construcción cultural de la Europa precapitalista pertenece a la familia de las construcciones ideológicas ‘tributarias periféricas”.

En el capítulo 2 demostraremos que la nueva cultura capitalista que se forja en Europa a partir del Renacimiento es ambigua: por una parte rompe totalmente con su pasado tributario (lo cual le da su dimensión progresista y alimenta su ambición universalista), pero por la otra se reconstruye sobre cimientos míticos cuya función es la de borrar el alcance de esta ruptura mediante la afirmación de una continuidad histórica inexistente (lo cual constituye el contenido mismo de la dimensión eurocentrica de la cultura del capitalismo, que anula el alcance universalista de su proyecto).

En la segunda parte nos proponemos desarrollar positivamente dos tesis que nos parecen esenciales en la reconstrucción de una teoría social no eurocentrica. La primera es que la hipótesis del desarrollo desigual explica el “milagro europeo” (el salto precoz al capitalismo) sin tener que recurrir necesariamente a los subterfugios del eurocentrismo. La segunda es que la hipótesis del valor mundializado explica la verdadera dinámica del capitalismo como sistema mundial realmente existente y su contradicción principal, una dinámica que al proyecto eurocentrico le interesa oscurecer a cualquier precio.

4. Este proyecto de una crítica de eurocentrismo no tiene sentido a menos que se convenga en que el capitalismo ha creado una necesidad objetiva real de universalismo, en el doble plano de explicación científica de la evolución de todas las sociedades humanas (y de la explicación de los diferentes caminos por medio del mismo sistema conceptual) y de la elaboración de un proyecto para el porvenir que se dirija a toda la humanidad.
Esto no es evidente para todos porque, ante este desafío, identificamos tres familias de actitudes.

Para algunos -más numerosos de lo que con frecuencia se cree-el universalismo carece de importancia. El “derecho a la diferencia” (el apartheid?) y el elogio culturalista a los provincialismos suprimen el problema. Esta posición hace que también se acepte como natural e insuperable la fragmentación de la teoría en campos múltiples distintos y el triunfo del pragmatismo en cada uno de ellos.

Para otros que representan la corriente eurocentrica dominante la respuesta a la cuestión existe y Europa ya la ha descubierto. Su lema será pues: “imitad al Occidente, que es el mejor de los mundos” La utopía liberal y su receta milagrosa (mercado + democracia) no son más que la versión pobre en boga de esta visión dominante permanente en Occidente.

Su éxito ante los medios masivos no le confiere por si mismo ningún valor científico; solo es testimonio de la profundidad de la crisis del pensamiento occidental. Porque esta respuesta, fundada sobre un rechazo pertinaz a comprender que es el capitalismo realmente existente, quizá no sea ni deseable ni siquiera deseada por las víctimas de este sistema ¡Quizá simplemente sea imposible sin una reconsideración de los fundamentos del sistema que defiende!

Nosotros nos alinearemos en el tercer campo, el de quienes piensan que estamos en un estancamiento grave y que entonces vale la pena discutir su naturaleza.

5. La elección misma del término “eurocentrismo” puede prestarse a debate. Si bien se trata de una dimensión esencial de la ideología del capitalismo, sus manifestaciones caracterizan ante todo las actitudes dominantes comunes en el conjunto de las sociedades del mundo capitalista desarrollado, centro del sistema capitalista mundial. Ahora bien, este centro es hoy día Europa Occidental, América del Norte, Japón y algunos otros estados (Australia, Nueva Zelandia, Israel), por oposición a las periferias (América Latina y las Antillas, África y Asia no comunista, exceptuando a Japón).

El mismo centro de los centros es norteamericano; Japón no es ni occidental ni cristiano, pero América Latina es en gran medida producto de la expansión de Europa. El mismo mundo socialista tiene una historia que no podría borrar integralmente (a pesar del lema “hagamos tabla rasa del pasado”): es europeo en Europa y asiático en Asia.

Por otra parte al menos hasta el fin de la guerra mundial, el enemigo hereditario en Europa era el europeo vecino, y los nacionalistas chovinistas podían ocultar el sentimiento de una europeidad común. Hitler llego a extender a los europeos no alemanes el racismo general de los europeos con respecto a los demás. Solo después de 1945 la conciencia europea común logra triunfar en sus manifestaciones, sobre las conciencias nacionales o provinciales locales.

No obstante, suponiendo que sustituyéramos el término de eurocentrismo por el de occidentalocentrismo (aceptando la definición común del término Occidente), uno no se podría dar cuenta de casos como los de América Latina o Japón, negando la importancia que debemos otorgar al origen europeo de la cultura capitalista. Pensándolo bien, “eurocentrismo” expresa bien lo que quiere decir.

El tema no es nuevo para mí. Desde hace treinta años, he consagrado todos mis esfuerzos a tratar de fortalecer la dimensión universalista en el materialismo histórico y la tesis del desarrollo desigual es la expresión de los resultados de esos esfuerzos. También el lector que haya leído ya algunas de mis obras se encontrara en un terreno familiar. Sin embargo, he concebido este libro con el afán de que se baste a si mismo.

Convocan en Cuba a 1er. Seminario Internacional sobre Participación Popular y Cambio Social

SERVICIO INFORMATIVO ECUMENICO Y POPULAR
Convocan en Cuba a 1er. Seminario Internacional sobre Participación Popular y Cambio Social

LA HABANA, Cuba, 6 de octubre de 2015 (SIEP) “Trataremos temas de mucha actualidad para los pueblos latinoamericanos y caribeños…” expresó hoy el Dr. Roberto Lima, docente del Instituto de Filosofía de Cuba, al referirse a la convocatoria para noviembre de 2016 del 1er. Seminario Internacional “Participación popular y hegemonía en los procesos de cambios sociales.”

Agregó que “esta es una iniciativa derivada del proyecto de investigación “la recomposición de la hegemonía popular en el proceso de actualización y transición socialista en Cuba” y tiene como objetivo estimular el intercambio de propuestas teóricas, metodológicas y epistémicas para la construcción de la lucha anticapitalista en las actuales condiciones regionales y mundiales.”

Enfatizó que este evento “contará con la presencia de fuerzas sociales y organizaciones de izquierda y progresistas, académicos e intelectuales orgánicos que debatirán sobre los desafíos de la participación popular en los procesos hegemónicos y de cambios sociales en curso, por la línea de los fundamentos y fortalecimiento de las alternativas contra el capital en todas sus expresiones, locales, nacionales, regionales y mundiales.”

Subrayo el académico cubano que en las sesiones se tratara sobre “la determinación del escenario geopolítico actual para visualizar el enclave constructivo de la noción de hegemonía en términos del proceso histórico, sus nuevos componentes materiales y espirituales como encadenamiento consuetudinario y causal de los hechos producidos en la sociedad local y mundial del capital.

Finalmente indicó el Dr. Lima que “además de la determinación del escenario geopolítico, trataremos también los temas de la democracia como experiencia y reflexión, la hegemonía popular como concepto metodológico y la responsabilidad y compromiso de la filosofía en la conformación de una nueva concepción revolucionaria integral para la transformación.”

Crítica a la concepción eurocentrista

Crítica a la concepción eurocentrista**

  • (Autor: Francisco Bauer) – El trabajo fue presentado en las VIII Jornadas Interescuelas de Historia en Salta el año 2001. Publicado en el Anuario de la Escuela de Historia, Nº 2, de la Universidad de la Provincia de Córdoba.

RESUMEN
Este artículo tiene por objeto aportar a la revisión crítica de las ciencias sociales dirigidas a romper con el paradigma eurocéntristico y tratar de dar un paso adelante en la creación de una red conceptual y cambios metodológicos que permitan incorporar lo omitido, lo tergiversado y hacer una lectura diferente del pasado y el presente.
La política neoliberal de mundialización y su desarrollo capitalista pretende unificar culturalmente (en su sentido antropológico) a la humanidad configurando una nueva forma de colonialismo que se asienta en supuestos eurocentristas.
En la medida que se impone el neoliberalismo implica mayor riesgo de existencia para la diversidad cultural, las sociedades no europeas, debido a sus graves tergiversaciones y acciones aculturativas. Considerando que todavía hoy las diversas culturas del mundo no tienen la representación proporcional en la historia universal, la construcción de una historia no eurocentrista, ni americacentrista, ni asiacentrista, ni africacentrista, requiere la revisión de las ciencias sociales para poder entender los pueblos en un plano de igualdad.
LA EXPANSION Y ACULTURACIÓN EUROPEA
El eurocentrismo es un tema polifacético, tiene sus raíces en la cultura de Europa y en su difusión durante el proceso histórico de expansión a escala planetaria. Tal proceso da comienzo cuando Colón llega al continente Americano en 1492 y luego acuerdan los tratados de Tordesillas y Zaragoza en los cuales España y Portugal se reparten el mundo, sin que el resto del mundo no europeo se diera por enterado en esos momentos. Este proceso continua abierto hasta el presente, expresado en la tendencia a la homogeneización cultural del globo.
Durante la conquista de América se sometió a unos pueblos y se destruyó a otros desde el comienzo del proceso. Tres siglos después, Alexis de Tocqueville comentaba en ese entonces:

«¿Acaso no se diría, viendo lo que pasa en el mundo, que el europeo es a los hombres de las otras razas lo que el propio hombre a los animales? Los utiliza en su provecho, y si no puede doblegarlos, los destruye».1

Más adelante agrega:

«La desaparición gradual de las razas indígenas tales como las tribus indias que en otro tiempo habitaban el territorio de Nueva Inglaterra, los narragansetts, los mohicanos, los pecots, sólo existen en el recuerdo de los hombres; los lenapes, que recibieron a Penn hace ciento cincuenta años en las orillas del Delaware, hoy han desaparecido. He conocido a los últimos iroqueses: pedían limosna».2

Esta faceta del proceso es un fenómeno de larga duración que continua en el presente, implacable e intolerante con los pueblos en situación de riesgo o bien con las culturas en extinción.

Las relaciones imperio – colonias también desarrollaron otra faceta en el proceso, otro fenómeno de larga duración, la aculturación.3 Los pueblos autóctonos tuvieron a modo de opciones las siguiente alternativas: una, alejarse del blanco, quedando librado a la suerte de no ser alcanzado y de que la depredación del medio ambiente no hiciera desaparecer su alimento; segundo, la guerra contra el blanco y tercero, debieron aceptar la imposición de la «civilización».
En la India, colonia de Gran Bretaña, «La alternativa principal fue la de Macaulay: la creación de «una clase que podría ser intérprete entre nosotros y los millones que gobernamos: una clase de personas indias de sangre y color, pero inglesas en sus gustos, opiniones, moral e intelecto».4

Estos procesos tienen otra característica: se trata de las relaciones verticales entre el país imperialista y sus colonias, como mercados cautivos, al mismo tiempo, obstruían las relaciones horizontales de los pueblos colonizados impidiendo sus comunicaciones. La colonización fue reforzada por la revolución industrial, la división internacional del trabajo y luego por el capital financiero al transmitir algunos cambios científicos y tecnológicos producidos en Europa y otros no, de este modo, el ritmo de modernización y occidentalización se acelera en la periferia pero, ensanchando la brecha entre dominadores y dominados.
Luego el imperialismo modifica su forma de operar, y da lugar al último período gestado el neocolonialismo: Este entendido como la relación de dominación del conjunto de países del centro capitalista sobre la periferia, que se apoya en el factor económico y en el proceso de aculturación anterior, valiéndose entre otras cosas de los medios de comunicación de masas. Esto se lleva acabo sin ocupación territorial permanente y sin bandera, pero ejerciendo presiones externas económicas, políticas militares y culturales. Cada mercado que antes era dominado por una potencia imperialista, pasó a ser sometido y compartido por varias potencias simultáneamente. Mac Ferro expresa:

«El imperialismo sin colonización: (…) se desarrolla de manera más pura (es decir, sin la idea de instalar allí colonos) en América Latina, (…) en relación a Estados Unidos. Este imperialismo sin bandera sobrevivió a los movimientos de independencia de la segunda mitad del siglo XX.

Así, las diferentes formas del imperialismo y de la colonización se empalman y se penetran mutuamente».5

Desde la Conferencia de Bandung (1955), la descolonización y el protagonismo de los Movimientos Nacionalistas Modernos, hicieron posible por primera vez entre los países periféricos la relación orgánica horizontal en el Movimiento del Tercer Mundo. Este movimiento es el resultado combinado de la resistencia cultural y la aculturación, transmitida por las potencias europeas, éstas dieron forma a la sociedad, al Estado y la Nación en el mundo colonial, y los nuevos países al independizarse trataron de imitar, unos más otros menos, a los estados europeos. En consecuencia, se puso de manifiesto la crisis de identidad cultural con todo lo que ello implica en los nuevos estados – naciones.

Una de las diferencias importantes entre el comienzo y el momento actual de la expansión europea, es que antes predominaba la diversidad cultural entre los pueblos sin que una cultura tuviese la hegemonía planetaria. Los antropólogos estiman que en la actualidad existen aproximadamente la mitad de las etnias que había en 1492. Al respecto afirma Darcy Ribeiro: “que la actual configuración étnica de la humanidad es el resultado del exterminio de millares de etnias, de la fusión de razas y de la difusión lingüística y cultural”.
Así, en el camino hasta el hoy, la población de Europa creció y se difundió con su movimiento migratorio sobre el mundo, dando lugar a una diferencia notable, con tantos pueblos no europeos, que se perdieron con sus tesoros culturales, sus autodeterminaciones, sus economías autosuficientes, sus derechos a ser, el equilibrio ecológico, etc.
No obstante, la cultura de Europa sigue actuando como la fuerza del proceso de aculturación dentro de un proceso histórico abierto. De este modo, la hegemonía cultural europea del presente contrasta con la mayor diversidad cultural del pasado. Este cambio, se expresa en la formación del sistema internacional como la estructura mayor creada hasta el momento, formada por los estados – naciones centrales y periféricos con voz y voto, como una obra del imperialismo.
El resto de los pueblos que no se asimilaron, es decir, no formaron estados – naciones, carecen de representatividad y de derechos ante los pueblos del mundo. El sistema internacional omite por un lado y oprime por el otro a los pueblos sin representación en la ONU, ambos de hecho, forman el sistema mundo más amplio que el internacional. Todos los pueblos autóctonos o indígenas son las minorías explotadas y oprimidas dentro de los estados naciones. Esto debería dar lugar a reflexiones, como la de revisar nuevamente el concepto de frontera, para que estos pueblos adquieran el status de seres humanos respetados por los otros, de esta manera, podríamos sugerir la idea de fronteras culturales, o bien, combinar las diferentes fronteras políticas y culturales en las naciones existentes.
En el caso de África se requiere una redefinición de fronteras, de esta manera se evitarían guerras de secesión basadas en diferencias étnicas que fueron ignoradas, o no consideradas adecuadamente desde la conquista hasta el presente, por eso allí el estado nación es una quimera.

Chesneaux afirma:

El capitalismo, agente unificador de la historia. Está fundado a la vez en la capacidad y en la necesidad de un autodesarrollo ilimitado: el capital, base del sistema, no puede subsistir sino ampliando su sustancia; tiene constantemente necesidad de invertirse en nuevas actividades, productoras de plusvalor y, por lo tanto, de nuevos capitales a los que habrá que encontrar a continuación nuevos mercados…

Para reforzar esta idea, Chesneaux cita del Manifiesto Comunista lo siguiente:

La invasión del globo. Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes. (…)Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas (economías autosuficientes en el proceso de aculturación) 6 y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indígenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. (…) Se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. (…) Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza. Luego Chesneaux comenta: En este sentido, la historia universal, la fusión de la historia particular de los diferentes pueblos en un destino común, comenzó realmente en el siglo XVI.7

En consecuencia señaló tres fenómenos íntimamente ligados en todo el planeta. Primero, la formación de la economía mundo, que a un mismo tiempo, conecta las economías de los diferentes lugares del planeta funcionado como un espacio cerrado, y en su camino va destruyendo las economías autosuficientes de la diversidad cultural de los pueblos no europeos.
Segundo, sin duda que el capitalismo es el agente unificador de la historia, porque obliga a adoptar el modo burgués de producción y crea así una tendencia a un destino común para la humanidad, simultáneamente interconectó las historias particulares de los diferentes pueblos con la historia de Europa, y en este sentido viene operando con todas sus implicancias. Pero ¿El autodesarrollo del capitalismo es realmente ilimitado? ¿El planeta puede soportar indefinidamente la contaminación del aire, el agua, la tierra y de todo cuanto ella contiene?
El desequilibrio ecológico, el cambio de clima en el mundo por causas culturales, es también una realidad creada principalmente por el imperialismo. No hay duda, los límites existen, aunque no podamos precisarlos con exactitud. La población misma constituye un límite, ya no hay continentes a incorporar al capitalismo y a esto debemos sumarle que las masa de pobres sigue creciendo en el planeta.
Tercero, ¿haber obligado a gran cantidad de pueblos a seguir la vía del capitalismo y su cultura no es una actitud eurocentrista? Sí, efectivamente la expansión europea sobre el conjunto de los pueblos de toda la tierra no respetó los diferentes modos de vida y generó una contradicción central de carácter intercultural entre la cultura europea capitalista y la diversidad cultural del resto del mundo.
Esta contradicción se inició con la conquista de América, continuo difundiéndose con las sucesivas conquistas y colonizaciones hasta llegar vigentes al presente. Reconocer la centralidad de esta contradicción omitida y relegada en los estudios históricos, económicos, políticos, etc., daría lugar a una reinterpretación de lo acontecido en los últimos cinco siglos y permitiría abordar las cuestiones pasadas, presentes y futuras de manera diferente, es decir, no eurocentrista.
Esta contradicción, debe verse como un inclusor mayor, que contiene y combina en ella a las otras contra-dicciones, tales como: capital – trabajo, tanto en los países del centro como en la periferia, aunque de manera diferente, con sus particularidades en cada caso. Este planteo implica un reordenamiento en el entramado de las contradicciones en la historia unificada mundial, (este tema será desarrollado en otro trabajo).
También, significa reconocer a los otros al identificar las contradicciones interculturales, tales son por ejemplo, los pueblos aborígenes nucleados en el Movimiento Zapatista de Liberación Nacional, y aquellos pueblos considerados como minorías sometidas, o insignificantes desde la perspectiva de la contradicción imperio – colonias, imperio – nación, capital, trabajo, imperios – neocolonias.
Hasta el presente la unificación capitalista y cultural es una tendencia homogeneizadora y hegemónica inconclusa que desarrolla una lógica de destrucción de la diversidad cultural del mundo. Los países periféricos y los Pueblos sin Representación Política en la ONU, por su situación de riesgo, deberían mejorar solidariamente su participación con el Movimiento de Países NO Alineados y su contribución en el Foro Social Mundial a los fines de unir posiciones alternativas al neocolonialismo.
PENSAR CRITICAMENTE
Para abordar esta compleja realidad tomamos las palabras de Inmanuel Wallerstein:

Las ciencias sociales han sido eurocéntricas a lo largo de su historia institucional, es decir, que han existido departamentos que han enseñado ciencias sociales dentro del sistema universitario. (…) Las ciencias sociales son un producto del sistema – mundo moderno y el eurocentrismo es constitutivo de la geocultura del mundo moderno. Además, como estructura institucional, las ciencias sociales se originaron básicamente en Europa.
Emplearemos aquí Europa más como una expresión cultural que cartográfica; en este sentido, cuando hablemos sobre los dos últimos siglos nos estaremos refiriendo principal y conjuntamente a Europa occidental y Norteamérica. Al menos hasta 1945, las disciplinas de las ciencias sociales están de hecho abrumadoramente localizadas en tan sólo cinco países: Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia y los Estados Unidos. (…) Las ciencias sociales surgieron como respuesta a problemas europeos en un momento de la historia en el que Europa dominaba todo el sistema-mundo.
Era prácticamente inevitable que la elección de su objeto, su teorización, su metodología y su epistemología reflejarán todas las fuerzas del crisol donde se forjaron. (…) En el período posterior a 1945, (…) La descolonización de Asia y Africa y el incremento de la conciencia política de la totalidad del mundo no europeo han afectado al mundo del conocimiento tanto como a la política del sistema mundo. Uno de los cambios fundamentales que se produjeron y que perduran hasta hoy desde al menos treinta años, es que el eurocentrismo de las ciencias, ha sido atacado, duramente atacado. (…) y no hay ninguna duda de que, si las ciencias sociales han de progresar en el siglo XXI están obligadas a superar su herencia eurocéntrica, que ha tergiversado sus análisis y su capacidad de abordar los problemas del mundo contemporáneo».8

Para facilitar su utilización es conveniente definir tal concepto. El eurocentrismo es una expresión particular del etnocentrismo europeo en las ciencias sociales (historia, filosofía, economía, política, derecho, sociología, cartografía, etc.), se constituye en un paradigma que opera de forma inconsciente o consciente, formado por actitudes, sentimientos y prejuicios de superioridad actuando como supuestos, valorando en mayor medida lo propio europeo al estudiar pueblos y culturas diferentes. Otra forma más sutil es omitir información, o bien, dejarla de lado.

El eurocentrismo no considera que cada cultura es única y tiene su propia dinámica, lo que le da el carácter histórico a cada pueblo. Si bien hoy la mayoría de los pueblos han sufrido la aculturación o algún tipo de contacto con lo europeo y es imposible volver atrás, sin embargo, es conveniente proponer el respeto y el derecho a la vida y a su propia cultura de los diferentes pueblos en situación de riesgo, donde cada comunidad elabore su propia síntesis cultural con lo existente, como una forma de oponerse a la uniformidad cultural que cierra caminos a la humanidad y está propiciada por la política neoliberal.
Desde otra posición, se decía después de la Segunda Guerra Mundial que la antropología desaparecería junto con su objeto tradicional, los llamados pueblos primitivos, por la rapidez con que estos pueblos desaparecían, sin embargo, en el año 1989 con el fin de la Guerra Fría y la disolución de la URSS, resurgen los problemas étnicos, de nacionalidades, etc.

¿Será que el concepto de nación y estado moderno en los países periféricos no se corresponden con el contenido que encierran? Los casos más evidentes están en África donde cada Estado nación puede tener cinco, diez o cuarenta etnías diferentes en su seno. ¿Será que setenta y cinco años de conquista y colonización directa no fueron suficientes para completar la aculturación? El concepto de sociedades multiculturales tampoco tiene una aplicabilidad en Africa, se trata de pueblos que fueron forzados a convivir en un mismo país artificial. Edmundo Heredia sobre las relaciones internacionales en Latinoamérica dice: «se requiere una específica teoría para el estudio de estas relaciones, y por no existir tal teoría es necesario recurrir a soluciones meramente convencionales cuando, como en este caso, debemos hacer una relación crítica de su historiografía.» 9

El eurocentrismo tampoco tiene en cuenta el relativismo cultural, es decir, que al evaluar los hechos, los comporta-mientos, etc., dentro de una cultura, aunque están interrelacio-nadas con otras culturas, debe hacerse de acuerdo a los valores del propio contexto en que se producen. De este modo, la consecuencia es que el eurocentrista, al no utilizar este concepto, distorsiona la historia de los pueblos conquistados y colonizados por ellos en América, Asia, Africa y Oceanía. Por supuesto que no se trata sólo de conceptos, sino también, de intereses creados económicos y políticos que están en juego.

La aculturación producida en el largo proceso de conquista y colonización mundial, trajo aparejado el resultado que la cultura europea se convirtió en hegemónica. Las ciencias sociales enseñadas en las universidades y escuelas medias de los países periféricos también son eurocentristas, debido a los supuestos desde donde piensan, porque los países centrales continúan siendo los modelos que se tratan de imitar, desvalorizando la propia producción y reproducción cultural en su sentido antropológico.
La afirmación de lo europeo se corresponde con lo que se denomina xenocentrismo: valorar más la cultura ajena que la propia. La bibliografía es abrumadoramente de origen europeo, lo que opera como un fuerte condicionante de los investigadores, docentes y alumnos. A esta situación distintos autores la denominan coloniaje cultural, por reproducir la cultura hegemónica de los países imperialistas. Al respecto Cardoso y Brignoli dicen: «Aunque la anulación total de los condicionamientos e imposiciones resultantes de la dependencia cultural no es posible, salvo eliminándose las verdaderas causas de esta última,…»10

El eurocentrismo de las ciencias sociales se ha manifestado de formas diferentes. La explicación del dominio europeo en el mundo moderno fueron justificados por los logros de la historia europea en la economía, la tecnología y lo militar. Se trata de algo que los europeos se enorgullecen y creen que el resto del mundo debería imitar. Por lo tanto, en el ámbito académico y a todos los niveles (universitario, medio y primario) la tarea consiste en modificar los planes de estudio, los programas de las materias, seminarios, cursillos, etc., y desde el punto de vista particular de una historia revisionista es necesario desenmascarar y deconstruir la historia eurocentrista. Por lo tanto, se trata de una tarea colectiva de los intelectuales acompañando simultáneamente los movimientos sociales locales.

Tratemos algunos de los problemas más generales:

En la visión europea la historia y la prehistoria se distinguen a partir de la escritura. Con este criterio, los pueblos que no inventaron esa técnica no tendrían historia. Sabemos que son muchos más los pueblos sin escritura, pero sabemos también que tienen historia oral, ésta se trabaja con otros métodos completándose con la antropología y la arqueología.

Todavía hoy se enseña la secuencia: Prehistoria, Historia Antigua, Medieval, Moderna y Contemporánea como una periodización universal, cuando sólo corresponde a Europa. Podríamos decir, cada continente tiene su propia periodización, aunque éstas se están construyendo con muchas dificultades: archivos incompletos o ausencia de documentación (el obispo Landa hizo quemar los códices Mayas), falta mejorar y difundir los métodos de la historia oral, incorporación plena de actores como son los pueblos aborígenes y las tierras usurpadas transformadas en latifundios. Este tema haría cambiar notablemente muchas historias nacionales en América por la cantidad de tratados y acuerdos realizados y no contemplados en la historia oficial y así se aportaría a la superación del enfoque eurocentrista.

Otro defecto son las extrapolaciones incorrectas de conceptos que corresponden a períodos de la historia de Europa, tal como el feudalismo que fue aplicado a un enorme número de casos, sin que fuesen feudales. De esta manera pretendieron darles a sus conceptos una universalidad que no tienen.

El concepto civilización, fue utilizado como un principio de distinción entre la Europa Moderna considerada a sí misma como la única civilizada, una sociedad adulta, mientras los otros eran vistos como niños necesitados de tutela o bien como primitivos y bárbaros. Esto justificaba la imposición de valores y normas de la cultura europea a los otros pueblos.

La teoría del progreso moderno marcó las ciencias sociales. Esta idea europea tuvo una fuerte presencia en la política de los países denominados periféricos, dando lugar a conceptos de desarrollo y subdesarrollo capitalista, es decir, conceptos que son el resultado de la dominación europea bajo su propia expresión. Así es como los europeos comparaban sus países con los otros llamados atrasados, omitiendo que todos los pueblos antes de ser conquistados, eran autosuficientes y desconociendo que cada cultura tiene su propio ritmo de crecimiento e identidad en un mundo con diversidad cultural. El progreso moderno está cuestionado por su costo social, cultural, ecológico y porque es una de las causas que alimenta la contradicción intercultural entre uniformidad y diversidad cultural.

La palabra occidente expresa uno de los cuatro puntos cardinales en el campo de la geografía, pero lo redefinieron como una categoría ideológica que identifica lo europeo, porque depende del lugar en que se sitúe el meridiano cero, para que tal parte del mundo sea oriente u occidente. Además, no olvidemos que el meridiano de Greenwich surge como un acuerdo técnico entre las potencias europeas para repartirse África en la Conferencia de Berlín en el año 1884. Como afirma Arno Peters el meridiano de Greenwich tampoco tiene razón de existir porque el observatorio fue cerrado y trasladado a Hurstmonceux en el año 1953.

Caracterizar a diversos pueblos del planeta como precapitalistas, supone que esos pueblos necesariamente debían pasar por el capitalismo, implica una concepción lineal de la historia. A menos que se considere precapitalistas a los pueblos antes de ser aculturados por Europa. La multilinealidad en la interpretación de la evolución histórica a ganado fuerza en el siglo XX debido a las impensadas consecuencias de los grandes acontecimientos. Ambas interpretaciones son hechas desde posturas europeístas. Deberíamos pensar la multilinealidad en la historia desde la diversidad cultural de la humanidad y no sólo desde la perspectiva eurocentrica.

Sobre los modos de producción es interesante conocer el aporte de Claude Meillassoux, que superando las actitudes dogmáticas y estudiando Africa, ha elaborado el concepto de modo de producción doméstico válido como un instrumento de carácter universal, además encontró nuevas aplicaciones al concepto marxista de «acumulación originaria» en los procesos de colonización. Perry Anderson nos comenta acerca del “modo de producción asiático”:

Demos a este último concepto el honroso entierro que se merece. Está perfectamente clara la necesidad de una investigación histórica mucho más amplia y profunda antes de que puedan deducirse verdaderas conclusiones científicas de las diversas vías de desarrollo no europeas(…)11

El debate sobre el modo de producción asiático dejó una lección clara, no se puede reducir la historia de todos los pueblos de un continente con una gran diversidad cultural a una categoría uniforme de modo de producción y formación económico social. Reconocer la diversidad de opciones, que cada pueblo puede construir, significa, que puede haber tantos modos de producción como culturas diferentes existieron y/o existen.

Por último, tanto el liberalismo como el marxismo son eurocéntricos. Si bien este último constituye una de las críticas científicas mejor fundamentadas al sistema capitalista, Marx no pudo escapar a la influencia del marco ideológico de su tiempo. Por ejemplo, Marx escribió:

Inglaterra tiene que cumplir en la India una doble misión: destructora por un lado y regeneradora por otro. Tiene que destruir la vieja sociedad asiática y sentar las bases materiales de la sociedad occidental en Asia. (…) Los ingleses fueron los primeros conquistadores de civilización superior a la hindú, y por eso resultaron inmunes a la acción de esta última.12

El texto expresa sin lugar a dudas una justificación del proceso de aculturación, por el cual Inglaterra sometió a la India. Cien años después Nehru afirmaba:

La antigua cultura de la India se sobrevive a sí misma. Silenciosa y desesperadamente, lucha contra un adversario nuevo y todo poderoso: la civilización del Occidente capitalista. Es seguro que sucumbirá porque el Oeste aporta su ciencia (…). Pero el Oeste aporta también un antídoto contra los venenos de una civilización caracterizada, en cierta manera, por la violencia y el caos, y este antídoto son los principios del socialismo, la idea de la cooperación al servicio de la comunidad y para el bien de todos. Idea que no está muy lejos del antiguo ideal Brahmanico de «servicio»; pero que significa también la «brahmanización» (en un sentido laico) de todas las clases, de todos los grupos, y la abolición de la distinción de clases. Y quizá la India, cuando cambie de traje, lo cual es inevitable porque su traje viejo esta hecho harapos, mandará cortar el nuevo sobre este mismo patrón, de manera que convenga tanto a las condiciones actuales como a su pensamiento antiguo. Los principios a los que se incorpore tendrán que estar relacionados con las raíces de su suelo.13

Después de doscientos años de colonización inglesa la India se encontraba entre las naciones más pobres del mundo, pero la europeización continúa con el neocolonialismo, quizá como el último vínculo que debe romper y superar mediante una síntesis cultural. En el siglo XX los partidos de izquierda pretendieron crear sociedades socialistas opuestas al capitalismo, pero con intenciones igualmente uniformadoras culturalmente desde una perspectiva eurocentrista y no pocas veces combatiendo a otras culturas.

Este pequeño conjunto de críticas a los conceptos y explicaciones eurocentristas necesariamente nos debe conducir a la revisión de las teorías del conocimiento, distinguiendo en ella dos críticas bien diferenciadas a los saberes europeos modernos que se difundieron por el mundo. Primero, las tres características básicas eurocentristas del saber científico y religioso, a) que sus saberes fueron considerados los únicos válidos, b) como universales, y c) excluyentes de los otros saberes de la diversidad cultural. Segundo, la otra crítica es al saber europeo moderno en su propio contexto histórico y cultural, al dualismo, al idealismo, a la autonomía de la razón, al mecanicismo, etc.
CONSTRUIR ALTERNATIVAS
La crítica al eurocentrismo, implica cambiar el punto de vista desde donde se piensan las ciencias sociales. Es otro paradigma para desmontar la historia eurocentrista y trabajar en conformar otra historia, ganando claridad sobre el objeto de estudio y en el sujeto que estudia.

La crítica al eurocentrismo corre el peligro de hacerse desde los propios supuestos teóricos europeos, esto es lo que debe evitarse. Tampoco se trata de negar todos los conceptos europeos, sino de ir creando una red conceptual como plantea Dominique Perrot y Roy Preiswerk: «conceptos monoculturales correspondientes a la experiencia de un grupo.
Los conceptos interculturales son válidos en muchas culturas cuyo número no está necesariamente determinado. Por fin, los conceptos cosmoculturales se vinculan a experiencias comunes a todas las culturas como a proposiciones teóricas verificadas. Serían, por lo tanto, de aplicación universal.»14

De esta manera se aportaría a la construcción de un aparato teórico nuevo. En este sentido es imprescindible señalar el enfoque alternativo al eurocentrismo. ¿Desde qué otro lugar se puede pensar?

a) La crítica al eurocentrismo está unida a la crítica de la modernidad europea. Debemos aclarar que en el etnocentrismo reconocemos como positivo la afirmación de la identidad y el hacer sentir parte de un todo cultural en tiempo de la niñez y la adolescencia, mientras que sus manifestaciones negativas se expresan en el adulto como hemos señalado anteriormente.
El eurocentrismo incide en todo lo que se puede observar, oír en las maneras de obrar, de pensar y de sentir, cuando el investigador selecciona el objeto de estudio, los conceptos, elabora hipótesis y elige los hechos, en las descripciones, clasificaciones, análisis, interpretaciones y explicaciones. También en la formación general de las personas, por todo esto, no es fácil de combatir, y al tergiversar las explicaciones de las ciencias sociales, restringe la capacidad de abordar problemas y soluciones, porque lo hace sólo desde las pautas europeas.

La crítica a la modernidad, la hacemos limitada sólo al enunciado de algunos aspectos relevantes: en su aspecto económico está regido por la ganancia sin límites, la riqueza convertida en valor principal de la sociedad y no el hombre. Con el transcurso del tiempo, la búsqueda del lucro desnaturalizó los otros aspectos de la cultura, a la educación, la salud y la medicina son transformadas en un comercio, a los deportes, la música, la política, la ciencia, la técnica, la naturaleza, en fin, todo lo que la burguesía toca es convertido en negocio, de este modo, podríamos decir que la cultura se economiza, y cada uno de sus componentes se desvirtúa al perder lo que le es propio. Así, la moral ha quedado reducida al discurso, a la retórica, mientras el individualismo exacerbado (creación moderna) reina sobre los intereses sociales.

b) Para romper con el paradigma eurocentrico además de la crítica debemos señalar nuestros supuestos básicos. El universo y todo lo que él contiene es bastante más amplio y complejo que todas las concepciones elaboradas por los hombres. Se trate de concepciones europeas o no europeas. Desde este punto de referencia se deben intentar construir las síntesis culturales, tanto en la interpretación de la historia, como en los modos de vida, considerando las culturas anteriores a la expansión europea, ella misma y las sobrevivencias de las etnias indígenas hoy, es decir, desde la diversidad cultural de la humanidad acompañada del debate necesario y constructivo considerando al otro, al diferente, y así acercarnos a otra verdad provisional, que nos permita avanzar superando los obstáculos.
Ver el mundo desde la perspectiva de la diversidad cultural, y como dice Arno Peters: “Ya no vemos el mundo desde el ángulo de nuestro propio país, sino el propio país desde la perspectiva del mundo.“15. Este cambio de actitud es correctivo de los diferentes enfoques etnocéntricos, por lo tanto, constituye un paso adelante en el campo de las ciencias sociales.

c) Pensar desde la propia identidad cultural, ya sea mestiza, criolla, aborigen, etc., para construir el nosotros y proyectarse hacia el futuro, en un proceso permanente de destrucción y construcción unida a proyectos que le den sentido. En otras palabras como pueblos dependientes, que en lo interno, se caracterizan por tener una diversidad cultural: población mestiza, plurilingüistica, plurietnica y pluricultural, como sociedades complejas y dependientes del imperialismo a un mismo tiempo nacionales y multinacionales.
Pensar desde cada lugar en que vivimos, parece simple, pero no debemos olvidar los mestizos, que nosotros fuimos formados, sin darnos cuenta, en una concepción eurocentrista. También estamos experimentando la hegemonía de la cultura europea en el mundo, entonces, para ser coherentes, debemos sustraernos a esa influencia dominante, trabajando en la construcción de una síntesis cultural mestiza y propia. Edmundo Heredia lo plantea así:

Una clave para la comprensión(…) es la historia sentida y pensada como experiencia vital y la perspectiva de lo americano que recibe, incorpora, asimila y recrea lo europeo a la vez que recupera e instala a la autoctonía americana, es el estudio de las culturas latinoamericanas.16

d) La crítica al eurocentrismo nos permite ver otra característica que suele manifestarse en Latinoamérica el xenocentrismo, es decir, valorar más lo ajeno que lo propio, valorar lo europeo más que lo latinoamericano. Esto se debe entre otras cosas a la aculturación y su enorme peso en el inconsciente colectivo de los pueblos. De esta manera resultó ser una paradoja: El etnocentrismo es un fenómeno común a la mayoría de los pueblos, sin embargo, coexiste en las mismas personas y pueblos con el xenocentrismo.

Es necesario ejercitar el autocontrol del etnocentrismo propio, esto requiere una práctica prolongada para evitar caer en el otro extremo como es el américacentrismo, asiacentrismo, africacentrismo, etc. De esta manera, la historia deberá «mostrar la diversidad y la relatividad de las culturas».17 Otro concepto a tener en cuenta es el de la ambigüedad, como una característica presente en los fenómenos sociales y culturales donde predominan las culturas mestizas y dependientes.

e) “La cultura europea se ha asentado en un básico divorcio entre la naturaleza y la cultura, en donde el hombre se concibe a sí mismo como dominador de la primera más que como parte integrante de la misma.“18 A este divorcio han contribuido las ciencias modernas de la naturaleza y del hombre. En este campo nos damos cuenta que el progreso moderno puede llevar a la autodestrucción, de ahí que, surgieron los movimientos ecologistas tratando de religar al hombre y la naturaleza. La armonía hombre naturaleza es el principio desde el cual se pretende recuperar el equilibrio ecológico y abandonar el accionar destructor de la naturaleza considerada como un simple recurso económico para explotar.
¿Cuáles son las implicancias metodológicas del cambio de paradigma?
Estamos hablando de una historia en función social y de la naturaleza que registra y explica los cambios en la naturaleza y las acciones humanas.

Nuestro enfoque histórico se realiza desde la perspectiva del mundo considerando la diversidad y relatividad de las culturas de cada continente o país. Al enfocar de esta manera debemos incorporar lo omitido, o sea, la historia de los pueblos extraeuropeos. En los países periféricos, generalizando, podríamos decir que hay dos historias paralelas la oficial eurocentrista y la historia de los pueblos aborígenes.
Para ser abordada, esta última, hay que considerar contradicciones y actores sociales que antes se soslayaban. Se requiere apelar a la heurística para crear conceptos específicos en las investigaciones de las experiencias de cada país. La especificidad de los conceptos nos permitirá alcanzar mayor precisión en las interpretaciones y contribuir a superar las extrapolaciones distorsionantes. Recordemos la red conceptual sugerida: conceptos monoculturales, pluriculturales y universales. Esta es una manera de afrontar la crisis interpretativa que genera el mutuo desconocimiento cultural de lo europeo y no europeo.

Otro aspecto lo constituye la renovación metodológica en torno al uso de la etimología como rama de la filología. Podemos partir de concebir que la “Etimología” es un concepto universal y que comprende el origen de las palabras, la razón de su existencia, forma y significado. A ésta definición del diccionario, le debemos asociar las transformaciones en las palabras relacionadas con sus contextos culturales y territoriales propios y ajenos como parte de procesos históricos.

La etimología de las palabras suele ser la parte inicial de un criterio científico moderno para nombrar un concepto o una teoría. Este consiste regularmente en tomar siempre palabras de origen griego o latino y luego se define la ciencia. Por ejemplo: Etimológicamente, la palabra antropología se deriva de la raíz griega antropho (hombre) y de la terminación nominal logia (ciencia). Este criterio se repite con las diferentes disciplinas cuando se abordan los temas de investigación de todo tipo y de diferentes culturas en todo el planeta.
Sí bien el criterio es válido, tiene limitaciones, los idiomas son siempre parte de una cultura y en su propio contexto funcionan adecuadamente, pero en otros contextos culturales no puede nombrar del mismo modo todas las cosas, es allí donde se debe observar que hay palabras imposibles de traducir a otra lengua, hay fenómenos que sólo pueden nombrarse desde la propia lengua y cultura. Resultan ininteligibles o no pueden definirse desde lenguas europeas. Esta es otra limitación de la ciencia moderna eurocentrista.

¿No sería más conveniente y enriquecedor tomar los significados de palabras de varias lenguas como el Nahualt, Quichua, Guaraní, lenguas Bantú, Swahili, Sánscrito, Hindi, Chino, Thai, Urdu, Arabe, etc., además del griego y el latín?
Sí se trata de formar conceptos de carácter universal sería interesante tomar varias lenguas de los distintos continentes como referencias. Cuando se investigan problemas singulares de un determinado pueblo, la lengua de esa cultura puede estar dando la palabra precisa para un concepto local o regional. Comparar los significados de una misma palabra en varias lenguas nos puede deparar la sorpresa de aportes no considerados.

Este criterio más amplio, que tomar el griego o el latín solamente, incluyendo otras lenguas podía dar lugar a conceptos o teorías, etc., que no pueden ser entendidas desde los supuestos eurocentricos porque tienen el límite de las lenguas y culturas europeas.

Sería interesante indagar de este modo sobre las palabras hombre, mujer, individuo, comunidad, educar, conocimiento, paz, guerra, trabajo, logos, tao, contemplación, etc. Luego hacer las respectivas comparaciones relacionadas a temas o investigaciones concretas. También tomar investigaciones en las que el investigador por no conocer la lengua propia del lugar no puede llegar a ciertas conclusiones y, se nota en trabajos realizados que no guardan la correcta relación el desarrollo con las conclusiones.

La historia oral forma parte de los estudios que antes eran objeto de omisión, y ahora necesita difundirse, para salvar los testimonios de los pueblos sin escritura.

Jean Chesneaux propone «integrar la historia natural en la historia social».19 Se trata de relacionar fenómenos naturales como el clima, la desertización, particularmente en los países periféricos donde se produjeron grandes transformaciones, y su relación con el hombre; su consecuencia la crisis del medio ambiente y la ecología.

¿Esta propuesta de trabajo permitiría una historia más objetiva que la historia eurocentrista? La subjetividad del historiador esta siempre presente como dice E. H. Carr:

(…) la interpretación es elemento constituyente del dato histórico.(…) Mi primera contestación a la pregunta que es la Historia, será pues la siguiente: un proceso continuo de interacción entre el historiador y los hechos, un diálogo sin fin entre el presente y el pasado.20

Al sentido de avance lo dan las verdades provisionales o explicaciones que se puedan elaborar como fruto de investigaciones. Nuestro conocimiento del etnocentrismo debe permitirnos llegar al autocontrol de las propias pautas culturales, reduciendo un gran obstáculo, y mejorando la objetividad, junto a nuevos conceptos, teorías, tecnología (filmaciones, grabaciones), el debate y la crítica. Se trata de una tarea colectiva para intelectuales de todas las disciplinas, que enriquecerá la capacidad de comprensión y las posibilidades de elaborar explicaciones sobre el pasado y el presente.
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1. El autor señala que estos asuntos de negros e indios rozan su tema la democracia, sin embargo, «son americanos sin ser democráticos», eran excluidos del sistema político. Alexis de Tocqueville: La Democracia en América I, Ed. SARPE, España, 1986. (p. 317).
2. Alexis de Tocqueville, op. cit., (p. 321).

3. La aculturación es un proceso de cambio complejo, en el cual a medida que se impone la cultura invasora se va destruyendo la del grupo invadido. El resultado será que producirá hombres de ropa occidental y sanas costumbres, pero gravemente enfermos del alma, y es probable que también del cuerpo. Colombres, A.1977.
4. Worsley Peter, El tercer mundo, Ed. Siglo XXI, México, 1966. (p.54).
5. Ferro, Marc: Una historia global, (p. 42).
6. Este parentesis tiene el sentido de aclarar, que Marx consideraba como parte del progreso la destrucción de otros modos de producción y la introducción del capitalismo en pueblos no europeos. Este fue un aspecto eurocentrista en él.
7. Chesneaux, Jean, ¿hacemos tabla rasa del pasado? (pp. 120 y 121).
8. Wallerstein, Inmanuel: El eurocentrismo y sus avatares. New Left Review, Nº0, (pp. 97,98,99).
9. Heredia, Edmundo, A.: Espacios Regionales y Etnicidad, Editorial, Alción, Córdoba, 1999. (p. 15).
10. Cardoso, Ciro, F.S. y Brignoli Pérez, H.: Los métodos de la Historia, Editorial, Crítica, Barcelona, 1984 (p. 54).
11. Anderson, Perry: El Estado absolutista, Editorial, Siglo XXI, México, 1980. (p. 568).
12. Marx, Carlos: Futuros resultados de la dominación británica en la India, en Obras Escogidas, Ediciones, Lenguas extranjeras, Moscú, 1961. (p.361).
13 Braudel Fernand: Las civilizaciones actuales, Editorial, Tecnos, Madrid, 1978. (pp. 227 y 228).
14. Perrot Dominique y Preiswerk Roy: Etnocentrismo e historia, (pp. 86 y 87).
15. Peters, Arno: La nueva cartografía, Editorial, Vicens Vives, Barcelona,1992. (119).
16. Heredia, Edmundo, A.: Espacios regionales y etnicidad, Córdoba, 1999. (p.159).
17. Perrot, Dominique y Preiswerk, Roy, op. cit. (p.382).
18. Magrassi, G. E.; Frigerio, A y Maya, M. B.: Cultura y civilización desde sudamérica, (p. 159).
19. Chesneaux, Jean : ¿Hacemos tabla raza del pasado? , Editorial, Siglo XXI, Argentina, 1984. (p.139) 20 Carr, E.H.: ¿Qué es la Historia?, Editorial, Ariel, Barcelona,1983. (p.40)