Un texto en tres duraciones: Braudel y El Mediterráneo

Un texto en tres duraciones: Braudel y El Mediterráneo

Emiliano Canto Mayen

Temas Antropológicos, Revista Científica de Investigaciones Regionales, volumen 34, número 2, 2012, Universidad Autónoma de Yucatán, ISSN 1403-843X, pp. 155-178.

Abstract

This article analyzes the method that Braudel used in his text The Mediterranean and the Mediterranean World in the Age of Philip II. This methodological analysis proposes to appreciate the principal conceptual and theoretical contributions of the French historian. Therefore, this essay propounds the study and rehabilitation of Braudel historiographical model to interpret some of the social and historical issues of History discipline.

Key words: Fernand Braudel, The Mediterranean and the Mediterranean World in the Age of Philip II, French historiography, Methodology.

Resumen

El presente artículo analiza el método que utilizó Fernand Braudel al redactar El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. Este planteamiento de análisis metodológico permite apreciar las principales
aportaciones conceptuales y teóricas del historiador francés. Así pues, este
ensayo propone el estudio y la rehabilitación del modelo historiográfico de Braudel para la interpretación de algunas de las realidades sociales e históricas que conforman las problemáticas de estudio de la disciplina histórica.

Palabras claves: Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, Historiografía francesa, metodología.

El autor

Fernand Braudel nació en 1902 en Lumeville-en-Ornois, localidad ubicada
al norte de Francia. De esta población, tan ajena a las costas mediterráneas, Fernand −hijo de un maestro− pasó a París donde cursó sus estudios básicos y superiores hasta obtener su título en letras, en 1923, en la Universidad de la Sorbonne. El recién titulado profesor anhelaba obtener un puesto como maestro de secundaria en una escuela cercana a su ciudad natal, pero para decepción suya, “la burocracia central” decidió enviarlo a Argelia (Ruiz Martín, 1999: 10).

Entonces se dio el primer contacto de Braudel con el mar Mediterráneo
y ahí surgió el germen de su obra magna; este personaje poseía una
sensibilidad diferente a la de aquellos investigadores originarios de este
medio geográfico, el pasar del norte de Francia a la costa de África le hizo
sufrir una impresión violenta que −en sus propias palabras− lo enamoró
“apasionadamente al Mediterráneo” y le obligó a explorar sus archivos
(Braudel, 1987, Tomo I: 12).

La pasión por los viajes que se despertó en Braudel desde su estadía en
Argelia, y que le hizo pasar tres años enseñando en la Universidad de Sao
Paolo, representó una coyuntura en su vida que lo desprendió del ámbito
geográfico en que había nacido y que le hizo desafiar la rutina de sus
ancestros, campesinos de la región de Lorraine (Ruiz Martín, 1999: 11).

Ahora bien, si Braudel rompió con su herencia geográfica por haber dejado
su región con el afán de ganar experiencias ¿habrán tenido la misma
coyuntura los hombres del Mediterráneo que continuamente se veían
obligados a entablar viajes prolongados con tal de intercambiar sus
productos? La historia del Mar Interior, desde sus inicios más remotos, se
haya plagada de intercambios, por lo que la naturaleza misma del hombre
mediterráneo es el continuo desplazamiento e interrelación con los demás
puntos de la costa mediterránea.

Para ahondar en esta tesis, Braudel recurrió a investigadores que habían propuesto teorías y soluciones acerca de la relación entre el hombre y el espacio. Así, desde finales del siglo XIX, Friedrich Ratzel con su Antropogeographie y su Politische Geographie, había intentado armar una visión de análisis totalizador que veía al hombre como un ser que basa los cimientos de sus sociedades y arma sus estructuras políticas según las
características específicas de su medio ambiente.

En Francia, la obra de este alemán había sido duramente criticada por
un maestro de Braudel, Paul Vidal de la Blache, el cual se opuso a que la
ecología política determinaba la formación de las sociedades humanas,
acuñando el concepto de geografía humana, que en lugar de afirmar que
las relaciones entre los hombres son afectadas invariablemente por su
geografía, asegura que la geografía es afectada invariablemente por las
relaciones que se entablan entre los hombres (Braudel, 1987, Tomo II: 836
y Ewald, 1986: 11).

El autor del Mediterráneo, conocedor de las propuestas de Ratzel y de
Vidal de la Blache, retomó la importancia que la situación geográfica y
ambiental ejerce sobre las formaciones políticas, pero −cuidándose de no
caer en un determinismo− tuvo siempre en cuenta que en el
desenvolvimiento histórico las relaciones humanas configuran una
geografía muy particular. En este sentido Braudel definió a la Geohistoria
como “el estudio de las relaciones económicas, culturales y de intercambio
que los hombres entablan −trazando rutas, forjando alianzas− en un
espacio geográfico a través de una duración muy larga” (Cornette, 2002:
51 y 52).

Braudel y la Escuela de los Annales

Después de haber visto de qué autores Braudel se sirve a la hora de
construir su aparato de interpretación histórica a través de la geografía
humana, expondremos a continuación las aportaciones teóricas de otros
dos investigadores que marcaron profundamente el pensamiento del autor
del Mediterráneo: Marc Bloch y Lucien Fevbre (Bloch, 1988 y Febvre,
1959).

Estos historiadores habían creado en 1929 una nueva escuela historiográfica en torno de la revista Annales, publicación que rechazaba en sus páginas la estéril erudición factual del Historicismo en boga que veía al hecho histórico como “el objetivo supremo, tal vez el único, para el historiador” (Fontana, 1985: 111). Fevbre y Bloch −maestros de Braudel a su regreso de Argelia− habían dado tres principales postulados que más tarde recogería nuestro autor, exponiéndolos en su Mediterráneo.

El primer postulado de Bloch y Fevbre asegura que la historia es una
ciencia con una teoría y métodos propios, que estudia las diversas
creaciones de los hombres de todos los tiempos, y que no puede reducirse
solamente a la “historia política del acontecimiento” (Braudel, 1987, vol. II:
335); la segunda afirmación de los fundadores de esta Nueva Historia
insiste que esta ciencia debe estudiar todos los elementos de un espacio y
de un tiempo determinados con tal de descubrir la manera en que estas
condiciones humanas se armonizan y se relacionan; y por último −el
postulado más polémico− hace un llamado a los historiadores
contemporáneos a modernizar los métodos concretos de la ciencia
histórica a través de una colonización de sus vecinas: las demás ciencias;
en palabras de Fevbre, “volver a la Historia la reina de las ciencias
sociales” (Braudel, 1987, vol. II: 794).

Fernand Braudel, que conoció a los fundadores de la Nueva Historia y
que a la muerte de Fevbre heredará el cargo de director de los Annales,
siguió de cerca los trabajos de sus maestros interesándose en la manera
en que tanto Bloch como Fevbre habían subyugado a la sociología, la
geografía (Bloch) y la psicología (Fevbre) en dos estudios de mentalidades
colectivas1, para terminar tomando los primeros dos postulados de Bloch y
de Fevbre al experimentar en su Mediterráneo con un método total que
abarcara todas las creaciones y conductas humanas a través de un estudio histórico que mezclara la información de variadas disciplinas científicas.

1 Los Reyes Taumaturgos (1988) de Bloch y El Problema de la Incredulidad en el siglo XVI. La Religión de Rabelais (1959) de Fevbre.

Ahora bien, en cuanto al último de los postulados de Fevbre y Bloch que
pugnaba por la creación de un Imperio regido por la ciencia histórica, la
cual sería la única encargada de dictar los métodos de las demás
disciplinas humanas, con el derecho de arrebatarle sus innovaciones a las
otras, Braudel se apasiona menos y considera que en el intercambio entre
las ciencias sociales no debe haber disciplinas superiores a las demás;
pues afirma que:
Desearía que las ciencias sociales dejaran provisionalmente de discutir
tanto sobre sus fronteras recíprocas” y que “la sabiduría consistiría en que
todos juntos rebajáramos nuestros tradicionales derechos de aduana. La
circulación de ideas y de técnicas se vería favorecida, y las ideas y técnicas,
al pasar de una a otra de las ciencias del hombre, sin duda se modificarían
pero crearían, esbozarían un lenguaje común (Braudel, 1991: 75).

He ahí la mayor diferencia entre Braudel y sus maestros Bloch y Fevbre, ya
que pese a que en el prefacio de la primera edición del Mediterráneo sigue
hablando de expandir el Imperio de la Historia, no lo hace con el objetivo de
introducir a la Historia dentro de las demás ciencias con el afán de
imponerles su lenguaje técnico; no, Braudel desea −a través de la Historia
Total− compartir conceptos históricos con disciplinas como la sociología,
antropología, psicología, lingüística, matemáticas, etcétera, y tomar
términos de éstas con el afán de hallar un lenguaje común que permitiera a
todos estos científicos entenderse entre ellos.

Entonces El Mediterráneo se planea y redacta con el afán de permitir
que tanto demógrafos, geógrafos, economistas y antropólogos se
sumerjan en sus páginas, buceen en su estructura buscando las perlas
conceptuales de la Nueva Historia y tomen de ésta los métodos que
consideren más valiosos y útiles en sus respectivas áreas.

Esta nueva postura dentro de la Escuela de los Annales no representa
una ruptura con los postulados originales de Bloch y Fevbre, sino más bien
un enriquecimiento y apertura más amplia de esta corriente a los otros
campos del saber científico que permita a la Historia ser auxiliar de otras
ciencias, así como servirse de éstas a la hora de hacer sus retrospectivas.

El mismo Braudel lo expresó en su última entrevista:
En la época de Bloch y de Fevbre el gran problema era el asimilar a la
historia todas las ciencias humanas que la rodean. Anexarlas a la historia
aun a riesgo de transformarlas en ciencias auxiliares. En Fevbre y Bloch
había un evidente imperialismo, un proyecto de colonización de las ciencias humanas: economía, geografía, etc. Yo no tenía el mismo punto de vista. Para mí el problema no es asimilar la historia a las ciencias humanas. Lo
más importante sería crear una especie de interciencia que comprendiera
la historia y todas las otras ciencias. El problema de las vinculaciones, las
mezclas es lo que me apasiona…. La historia no tiene por qué ser dominante. Es solamente una disciplina de una utilidad extraordinaria que enriquece a las demás. No hay una ciencia humana que no esté obligada a tener perspectivas históricas… (Robitaille, 1986:3 y 4).

El Mediterráneo surgido de la sensibilidad de Braudel, está en deuda con
numerosas corrientes que le prestaron sus útiles postulados: Bloch y Fevbre le despertaron el deseo de crearle a la Historia una nueva metodología y le señalaron que todas las creaciones humanas son fuentes confiables del pasado; Vidal de la Blanche le hizo tomar conciencia del papel determinante que juegan las relaciones humanas en el plano geográfico y, Ratzel le aconsejó no despegar la vista del espacio en el cual se desenvuelve un pueblo.

Fernand Braudel tomará estas ideas y muchas más2, y se propondrá
construir una historia del Mar Interior que permita la entrada de todas las
ramas del saber humano, que rompa las barreras entre las ciencias,
aceptando disciplinas como las matemáticas, sociales, biológicas,
nutrición y medicina.

2 De sus maestros Georges Pagès, Albert Demangeon y Henri Hausser; de su colega argelino Emile-Fèlix Gautier, autor de Siècles obscurs du Moghreb-Le passé de l’Afrique du Nord ; del belga Henri Pirenne autor de Les villes du Moyen Age-Mahomet et Charlemagne; de Marcel Bataillon, Benedetto Croce y Ernest Labrousse.

Ahora bien ¿cómo iba a lograr unir a todas estas disciplinas Braudel? En su vida profesional lo hizo debatiendo, combatiendo y fundando en
1970 la Maison des sciences de l’homme en la cual se trabaja desde
entonces interdisciplinariamente; y en su obra lo hizo armando
interpretaciones que englobasen a las ciencias humanas dentro de una
visión total del devenir histórico y que observasen todos los actos humanos
bajo la lupa de tres distintas velocidades: la larga en la que se cobijan la
geografía, la antropología y las ramas biológicas; la mediana en la que
marca el ritmo la economía; y la corta en la cual entra la sociología
intentando entender lo instantáneo, veloz y agitado de la superficie (Le Petit, 1995: 17).

La obra

Desde que en 1929 presentó el proyecto de tesis doctoral Felipe II y el
Mediterráneo hasta que en 1947 publicó El Mediterráneo y el mundo
mediterráneo en la época de Felipe II, Braudel hizo un gran número de
cambios estructurales a su obra que fueron mucho más allá del nuevo
título.

En un inicio su proyecto siguió la técnica y metodología tradicional que
daba más importancia a los hechos y a los personajes; pero sus viajes y
prospecciones en archivos, le demostraron que la realidad de aquel vasto mundo mediterráneo en la época del poderoso Felipe II era muy diferente a
la que clásicamente se creía, ya que los documentos que salían de las
Cancillerías y despachos afectaban muy poco la amplia realidad
mediterránea y, en más de una ocasión, el mismo monarca del Escorial se
vio obligado a ceder ante la avasalladora y aplastante fuerza del conjunto
(Ruiz Martín, 1999: 10).

Después de haber descubierto esta debilidad del método de la historia
del acontecimiento, hubo otro incidente en su vida que le hizo abandonar
definitivamente los postulados que lo seguían uniendo a la historia clásica:
la Segunda Guerra Mundial, ya que después de enrolarse en el ejército
francés cayó prisionero de los alemanes.

Durante su cautiverio, Braudel reflexionó en torno a la naturaleza de
este conflicto internacional y concluyó que este tipo de enfrentamientos no
era algo nuevo, ya que sus prospecciones en los acervos de Argelia, Italia y
España le habían demostrado que aquellas guerras mediterráneas habían
envuelto a pueblos tanto de África, Europa y Asia, protagonistas muy
similares a los que en pleno siglo XX luchaban ante sus ojos, y potencias
herederas de los reinos de Francia, España e Inglaterra.

La Segunda Guerra Mundial influyó en la teoría de Braudel al inspirarle
su más grande aportación: las tres duraciones, pues al caer prisionero y
comprobar que este conflicto −que estalló en un momento económicamente crucial− envolvía países descendientes de los antiguos reinos mediterráneos, descubre que tres duraciones se mueven en el
tiempo: un ritmo largo ha formado desde mucho atrás a las potencias
mediterráneas, una velocidad media hace que regresen cíclicamente las
crisis económicas, y una corta duración lo ha hecho a él reo de su presente.

Esta concepción del tiempo dividido en tres duraciones −producto de
las reflexiones del prisionero− van a reflejarse en el escrito redactado
dentro de aquella cárcel, ya que en cada una de las partes en las cuales
Braudel divide su obra contará el mismo relato abordado desde diferente
duración −como si el francés se hubiera propuesto tomar fotografías
instantáneas del mismo objeto con diferentes velocidades de obturación−.
Pero aún no se ha explicado cuáles son estas tres duraciones que van
rápida, moderada y lentamente ¿qué características tienen? ¿en qué se
diferencian una de la otra? y ¿cómo funcionan y se relacionan?

El tiempo largo es el que transcurre a la velocidad más lenta y en él las
transformaciones duran milenios; en palabras de Braudel, esta velocidad
construye una “historia casi inmóvil del hombre en sus relaciones con el
medio que le rodea; historia lenta en fluir, hecha no pocas veces de
insistentes reiteraciones y de ciclos incesantemente reiniciados” (Braudel,
1987, Tomo I: 17).

El tiempo medio es el que lleva una velocidad moderada de apenas
siglos. Este tiempo sustituye los rasgos de un proceso, objeto o
comportamiento, alterando su superficie pero dejando vestigios muy
visibles que permiten identificar su naturaleza primigenia. Braudel
ejemplifica magistralmente esta duración al hablar de los navíos que eran
comprados fuera de Venecia por los comerciantes de esta República:
Era bastante habitual en el siglo XVI que una nave comprada fuera de
Venecia se trajese a esta ciudad y se la revisase de proa a popa,
encargándose hábiles carpinteros de las reformas y alteraciones
aconsejables… pero, pese a todo ello, continuaba siendo el mismo barco de
siempre: un barco salido de los arsenales de Dalmacia u Holanda, y su
origen identificable a la primera mirada” (Braudel, 1987, Tomo II: 787).

En el tiempo medio de Braudel, al iniciarse un nuevo ciclo económico se
modifican las cosas, transformándose y sustituyéndose sus elementos
obsoletos sin alterar su función; todo con tal de satisfacer las demandas
que le imponen las nuevas empresas capitalistas.

¿Qué es lo que produce este movimiento de velocidad moderada? Según Braudel los ciclos económicos, los cuales se reinician cada determinado tiempo. La ventaja de esta duración media es que nos permite a través del estudio de las coyunturas económicas, armar una historia más próxima al individuo en base a la reconstrucción de las transformaciones de los grupos, que comparten un destino colectivo y se mueven conjuntamente (Braudel, 1987, Tomo I: 471).

La última de las duraciones propuestas por Braudel es la corta, en ella
todos los cambios son tan acelerados −se dan en meses, días, segundos−
que es muy difícil comprenderlos y más aún registrarlos. A esta alta
velocidad pasan cambios de poder, guerras, reyes y presidentes.

Braudel con su muy característica manera de escribir, dice que los
acontecimientos que forman esta duración “son el efímero polvo de la
Historia: cruzan su escenario, brillan un momento, para inmediatamente,
volver a la oscuridad y tal vez al olvido” (Braudel, 1987, Tomo II: 335).

Pero no porque se exprese de esta manera, debemos creer que nuestro autor
menosprecia la importancia de absolutamente todos los acontecimientos,
no, él los interpreta y éstos lo ayudan a explicar sus planteamientos pues
“cada uno de ellos por muy breve que sea, aporta un testimonio, ilumina
algún oscuro rincón de la escena o, incluso, una vasta panorámica de la
historia” (Braudel, 1987, Tomo II: 335).

Después de haber explicado la naturaleza y las características de estas
tres duraciones, debemos ejemplificar la manera en que estas tres
dimensiones históricas o duraciones temporales funcionan
relacionándose entre sí, para ello entraremos de lleno en El Mediterráneo,
explicando desde un principio cuál es el objetivo que se propone cumplir
Braudel y cuál es la pregunta que planea responder a lo largo de su libro.

La historia tradicional, aquella que se hallaba reflejada en los manuales básicos de los tiempos de Braudel y que sigue todavía impresa en nuestros
textos básicos, asegura que el Mediterráneo es el
[…] gran mar interior comprendido entre Europa meridional, África del Norte
y Asia Occidental. Comunica con el océano Atlántico por el estrecho de
Gibraltar y con el mar Rojo por el canal de Suez… este mar fue el centro vital de la Antigüedad… perdió parte de su importancia a causa de los grandes descubrimientos de los s. XV y XVI; recuperó su categoría de ruta mundial de la navegación gracias a la construcción del canal de Suez en 1869 (Larrousse, 1983: 1432 y 1433)3.

3 En la edición de 1997 de este diccionario la definición sigue siendo exactamente la misma salvo por el hecho de que dice “perdió parte de su importancia tras los descubrimientos de los s. XV y XVI” en lugar de “a causa”. (Larrousse, 1997: 1507). Este cambio no es fortuito, y más adelante en el tercer apartado señalaremos que puede ser consecuencia del legado de nuestro autor. Las negritas son del autor.

Braudel, con el bagaje que carga sobre sus espaldas, pronto se vuelve
enemigo de esta versión de los hechos, ya que la geografía humana que le
ha enseñado Vidal de la Blanche le impide ver al Mar Interior limitado por el
Sur de Europa, el Este de Asia y el Norte de África, ya que si el Mediterráneo no es únicamente el volumen de sus aguas sino también las relaciones que entablan sus hombres, las fronteras de este océano son mucho más dilatadas que las que aseguran los geógrafos convencionales.

Además, Braudel está en desacuerdo con la tesis que sitúa la decadencia mediterránea en el XVI, ya que sus consultas en los archivos más neurálgicos de Europa, Asia y África le han demostrado que las más fuertes transacciones y las más grandes riquezas del mundo se siguieron concentrando en el Mar Interior hasta bien entrado el siglo XVII.

¿Cómo comprobar entonces esta teoría y cómo esbozar un modelo de Geohistoria que aclare la situación del Mediterráneo del siglo XVI? Muy simple, abordando la época del más poderoso soberano europeo de esta época: Felipe II. Este rey de Castilla, señor de España y de las Américas, heredero de Portugal y de sus colonias africanas y asiáticas, ha apasionado a una inmensa cantidad de historiadores y biógrafos, los cuales en infinidad de
estudios han elogiado la victoria de Lepanto y llorado la pérdida de la
Armada Invencible.

Esta colmena de estudiosos tradicionales tenían forjada en bronce una
incuestionable versión: Felipe II era −según ella− el culpable de la sustitución del Mar Interior por las rutas del Atlántico, ya que su gran triunfo sobre el Turco no había generado ningún resultado palpable, y también porque su catastrófica derrota ante los ingleses había acelerado la ya acentuada decadencia del Mediterráneo.

Braudel sabía perfectamente que esta versión se basaba en fuentes e
interpretaciones de la escuela clásica, y como ya conocía de antemano los
riesgos y desventajas del método constituido únicamente en el estudio de
los acontecimientos: la simplificación de la materia y el monopolio de los
hechos de la alta política (Braudel, 1987, Tomo II: 336-337), se declaró
escéptico a esta explicación tradicional.

Para romper entonces con la tradicional historia que se contenta con
citar fechas y batallas, y con tal de acabar con el monopolio de los eventos
de la alta política en los estudios históricos, decide dedicar por entero la
primera parte de la obra al planteamiento y justificación de su Geohistoria.

Para trazar esta innovadora geografía Braudel se olvida de los mares,
meridianos y paralelos que conforman y limitan al Mediterráneo y vuelve su
principal delimitador a las relaciones de los hombres que viven en el Mar
Interior y que son afectados por los intercambios que se dan en este océano: es decir, las fronteras del Mar Interior llegarán hasta el último de los individuos que reciba hasta la más mínima influencia mediterránea en su existencia.

Al escoger este estándar de medición, traza un mapa mucho más amplio que el de los geógrafos tradicionales ya que en este mundo mediterráneo entran montañas, cordilleras, estepas, llanuras, desiertos, ríos y regiones costeras ¡del Atlántico!

¿Cómo es posible esto? Muy simple, Braudel considera primero a los hombres que han venido a poblar las ciudades costeras del Mediterráneo, los que habitan desde siempre en ellas y los que viven de ellas. La mayor parte de los habitantes de las ciudades costeras provienen de las montañas que contienen al mundo mediterráneo como los bordes de un plato hondo; estos hombres se han visto obligados a abandonar sus lugares de origen ya que las montañas pese a ofrecer una vida más natural no poseen la seguridad del trabajo bien organizado de las ciudades de la llanura. Este movimiento de trabajadores del campo, hace que las ciudades se enriquezcan y empiecen a comerciar con los demás puertos del Mar Interior a través de rutas comerciales que no sólo navegan dentro del amplio océano sino que también se aventuran a atravesar canales y ríos que llevan los preciados productos hasta el Báltico y Alemania.

El mundo mediterráneo de Braudel es entonces una red compleja de
intercambios en la que los montañeses y los nómadas de los desiertos
formarán los límites y el Atlántico Norte y las murallas de Pekín serán las
salidas.

Todo aquel hombre que reciba un producto vital para su subsistencia
del Mediterráneo, que se beneficie de su comercio y que trabaje, siembre y
viva dentro del descomunal encadenamiento forma parte de este mundo;
por lo que Braudel concluye que el hecho de que durante los siglos XV y XVI
se hayan dado aquellos asombrosos descubrimientos, lejos de marcar el
inicio de una época de decadencia iniciarían tiempos de mayor bonanza, en los que la plata del Potosí pagaría en Génova las deudas de Carlos V y
Felipe II, y Venecia podría financiar aquellos bellos edificios marmóreos
que algún crítico llamó signos de un “florido ocaso barroco” (Fleming,
1989: 193).

¿Ocaso? ¿decadencia en el siglo XVI? −se pregunta Braudel− ¿dónde?
Los palacios se construyen más lujosos que antes y en las peores épocas
de carestía las grandes ciudades pueden comprar de contado trigo a más
del cien por ciento de su precio original, ahora bien, no porque la ruta de la
seda y de las especias se encuentre momentáneamente interrumpida se
debe creer por ello que languidecen las ciudades mediterráneas, no, éstas
se las han arreglado para cambiar hábilmente sus inversiones y en lugar
de arriesgar sus fortunas en prolongados viajes a las Indias prefieren
volverse agiotistas de los reyes europeos que, con tal de centralizar sus
estados y cimentar sus monarquías, realizan préstamos a la hora de iniciar
sus guerras.

Con lo anterior, pasamos de la larga duración que a lo largo de milenios
se ha entablado, tejido y mantenido en las relaciones entre los puertos, las
montañas y los nómadas mediterráneos, a la mediana, ya que la Geohistoria braudeliana ha iniciado un juego de intercambios comerciales sometido al ritmo de coyunturas cíclicas de la economía.

Los primeros capitalistas que habían amasado sus fortunas desde las
pequeñas ciudades independientes del Mediterráneo, al ver cómo se
cerraba ante ellos la posibilidad de continuar con su vieja manera de
existencia al ser tomada Constantinopla por los turcos, cambian sus
estrategias habituales y empiezan a destinar el grueso de sus inversiones
en empresas guerreras; ya que ante la necesidad continua de combatir que tienen los monarcas europeos, éstos piden prestadas fuertes sumas a
cambio de grandes concesiones y privilegios.

Los magnates de las ciudades independientes mediterráneas invierten
en la que será la desgracia y el fin de los pequeños dominios donde vieron
la luz, ya que al patrocinar las grandes guerras del siglo, fortalecen a los
grandes estados que, en un futuro asfixiarán la autonomía de las urbes de
las que han salido. Pero, curiosamente, estos prestamistas salen
beneficiados ya que al dejar las veleidades y contratiempos del Mar Interior
se van adueñando de tierras, bienes y propiedades del continente,
transformándose en los futuros hombres de empresa de los grandes
estados centralizados.

Ahora bien, si estos cambios económicos caracterizan al siglo XVI y estos reacomodos van preparando la sustitución del Mediterráneo por el
Atlántico a mediados del XVII como afirma Braudel ¿qué hay de los
acontecimientos? ¿qué papel juegan los reyes en este desarrollo? y ¿qué
impacto producen los grandes conflictos entre las civilizaciones e imperios
en el relevo del Mar Interior por las rutas que prefieren el Índico o el
Atlántico?

Braudel empieza la parte final de su obra recordándonos dos definiciones que nos ayudarán a entender el último confrontamiento que el Islam y el Cristianismo entablaron en las aguas del Mar Interior: la de civilización, de Maus, y la de imperio, de Pirenne.

Una civilización se compone de un gran número de pueblos y sociedades que comparten un pasado que sus miembros consideran compartido, y que son herederos de rasgos legados de tiempos remotos y tienen sistemas políticos muy similares.

Braudel afirma que las civilizaciones han sido creadas por medio de la
larga duración y han sido transformadas por la media para afectar todos los
actos que se realizan desde la corta: en el mundo mediterráneo existen
dos grandes civilizaciones: la cristiana y la islámica; en la primera los
rasgos compartidos son, además de la religión católica, la fuerte herencia
latina que les hace hablar español, francés, italiano, rumano, etcétera; y el
mismo sistema monárquico que corona a sus reyes.

La civilización islámica comparte el árabe en que está el Corán −su
texto sagrado−, las prácticas de su culto, y el sistema gubernativo que
favorece la formación de pequeñas autonomías dominadas por los jeques
o visires.

Ahora bien, como todas las civilizaciones tienen la necesidad de propagarse y la urgencia de unificarse conciliando las diferencias que hay
entre sus diferentes sociedades componentes, la civilización cristiana
busca resolver sus conflictos por medio de una política intolerante que
expulsa y persigue a los que no comparten el legado latino y la religión
católica, mientras que la política de la civilización islámica acepta e inserta dentro de sí a cristianos y judíos, con tal de expandirse a lo largo y ancho del Mediterráneo.

Braudel asegura que históricamente ninguna de estas estrategias logró
su cometido ya que tanto España como Roma −atalayas de la civilización
cristiana− siempre estuvieron en pugna para volverse el centro de irradiación de la Cristiandad, como tampoco Turquía jamás logrará imponer su dominio absoluto sobre África del norte.

La segunda definición braudeliana en torno a la cual girará la tercera
parte del libro es la de los Imperios: un imperio para Braudel “es toda
entidad política poderosa que revistiéndose con la imagen de salvaguarda
y principal representante de su civilización justifica sus expansiones
territoriales por medio de la fuerza” (Braudel, 1987, Tomo II: 14).

Al igual que las civilizaciones mediterráneas son dos los Imperios que
se enfrentarán a causa de sus afanes expansionistas en las aguas del Mar
Interior: el Español y el Turco.

En este momento hace su aparición Felipe II, este rey vuelve en sus
prácticas a su Monarquía la más católica de Europa con el afán de ganarse el derecho a volverse el representante máximo de la civilización cristiana, y
poder dirigir una cruzada que le permita expandirse sobre el Norte de África, arreglando junto con el papa Sixto V y con el Dux, una Santa Alianza
con la cual intentaron calmar los conflictos que desde hacía mucho tiempo
entablaban los principales miembros de la cristiandad: Roma, España y la
República de Venecia.

Conformada esta Alianza, los navíos al mando de Juan de Austria logran la famosa victoria de Lepanto sobre la armada turca. Pero este triunfo sin botín, sin expansión territorial y sin consecuencias políticas convenció tanto a las potencias cristianas como al Imperio turco de que las grandes batallas ya eran demasiado perniciosas dentro del Mar Interior.

Los venecianos que desde hacía siglos comerciaban con los turcos, conviviendo conflictivamente con ellos, descubrieron que les dañaba
entablar una costosa guerra en su contra, ya que además de cerrarse ante
ellos les obligaba a tirar al mar sin ganancia alguna sus inversiones.

Por su parte Felipe II, el Monarca del Escorial, se daba cuenta que la
expansión sobre África sólo le generaría conflictos que, a la larga,
desequilibrarían sus dominios y la bien urdida economía de las demás
potencias cristianas del Mediterráneo; además, en vista de que el mundo
había crecido y se había expandido, las civilizaciones que había visto
nacer el Mediterráneo salían de sus márgenes y se instalaban cada vez
más y más lejos, la economía expandía los capitales fuera de sus playas, y
el aumento poblacional abismaba a los mediterráneos a emigrar y correr la
aventura hacia América o Asia.

Las nuevas rutas importantes que nacían en el Mediterráneo se
alargaban hacia América y la India, el negocio a partir de este momento no
sería dominar el Mar Interior sino monopolizar las rutas Atlánticas e
Índicas; entonces tanto el Sultán como el Castellano deciden entablar una
tregua que dejara en paz las aguas mediterráneas, importantes para
sostener el más grande intercambio de la época: el europeo, y que les
permitiera tanto al Imperio Español como Turco adueñarse del Atlántico y
del Índico.

No por este replanteamiento de prerrogativas imperiales y por este
cese de hostilidades debe creerse que el Mediterráneo pierde importancia,
al contrario, tanto el Gran Turco como el Castellano reconocen que las
rutas y relaciones tejidas en el Mar Interior son necesarísimas para el
mantenimiento del equilibrio entre las potencias mediterráneas, y que
también representan la base económica de sus expansiones hacia la India
y América; hasta el punto de volver al Mediterráneo, en la tregua hispanoturca, el lago tranquilo que sin grandes batallas y sobresaltos se volverá el sólido sostén de sus afanes imperialistas.

Entonces, luego de haber mostrado la manera en que las tres duraciones entran en acción a lo largo del devenir histórico, Braudel concluye afirmando ambiciosamente que aquel que desee dominar las rutas de todos los mares exteriores debe primero apoderarse del Mediterráneo; razón por la que no son fortuitos, la construcción del Canal del Suez en 1869 por los ingleses, y el estallido de un conflicto entre Israel, Francia, Gran Bretaña y Egipto cuando el presidente Nasser nacionalizó este canal, ya que los ingleses que sustituyeron a España en la América colonial y que suplantaron el dominio turco en la India no hacían más que repetir la estrategia que usó Felipe II, autonombrarse atalayas de una civilización con el afán de excusar sus expansiones. La larga, mediana y corta duración permean absolutamente todo en este mundo: Inglaterra sustituyendo a España en el dominio mundial es un relevo de mediana duración.

El legado

A Braudel y a la Escuela de los Annales que él dirigió a partir de la muerte
de Fevbre se le acusan principalmente de tres cosas: primero de que
carecen de un sistema fijo de interpretación, es decir, que sus obras son
dispersas y nunca encadenan una estructura lógica; la segunda acusación
con la que se ataca fuertemente la óptica braudeliana dice que el
Mediterráneo carece de un verdadero sistema metodológico pues no
teoriza explícitamente sobre el intercambio e interacción entre las tres
duraciones y, por último, se afirma que el autor de la obra es un
determinista que reduce absolutamente todas las creaciones, acciones,
movimientos y cambios a la influencia del medio geográfico (Fontana,
1985: 109-127).

Ahora bien, estas tres críticas que normalmente se hacen al trabajo y a
la escuela de Braudel, lejos de evidenciar las debilidades de la obra magna
del francés, demuestran los frecuentes errores de lectura en los que han
caído sus apasionados detractores.

Aquellos que aseguran que tanto Braudel como la Escuela de los Annales carecen de una estructura sistemática sobre la cual construir sus
trabajos, dirigir sus investigaciones y armar un cuerpo coherente, ignoran
uno de los principales postulados que fundaron esta corriente
historiográfica.

Los Annales iniciaron su vida convencidos de que absolutamente todas
las creaciones y manifestaciones humanas, bien criticadas, son fuentes
confiables de información del pasado, pues un poema me permite
adentrarme en la sexualidad de una época al mismo tiempo que me enseña la geografía, botánica y preocupaciones de una sociedad, así como los censos y demás documentos oficiales.

Ahora bien, si absolutamente toda manifestación humana que ha
llegado al presente desde el pasado es una fuente de información, es
imposible diseñar un molde en el cual los investigadores vacíen sus
estudios con tal de seguir una estructura uniforme.

Ciertamente la Escuela de los Annales es eminentemente práctica, pero no porque las investigaciones de sus científicos utilicen métodos que
respondan a la personalidad del investigador se debe creer que este
comportamiento representa un caos; no, al contrario, el afán de hallar un
método propio para la Historia es el que ha dado esta libertad a los
miembros de esta escuela.

Lo asistemático de los trabajos de la revista de los Annales no es
producto de una anarquía teórica, al contrario, la variedad y gama de
interpretaciones arrojadas por esta escuela responde a dos objetivos muy
bien planteados desde el principio: construir un nuevo método
auténticamente histórico y servirse de las numerosas fuentes no
necesariamente escritas que han sido ignoradas por los historiadores
clásicos.

Después de haber rebatido esta falta de sistematización y de haber
demostrado que en realidad es una libertad de experimentación de los
partidarios de la Nueva Historia, nos centraremos en las dos
equivocaciones en las que, supuestamente, incide Braudel en su
Mediterráneo: una falta de coherencia y su determinismo geográfico.

Braudel, al construir su obra, en ningún momento afirma que una
duración tiene mayor influencia en la Historia que las otras, no, ya que pese
a que asegura que se ha abusado del estudio centrado en la corta duración
jamás se declara enemigo del acontecimiento, y mucho menos dice que
centrarse únicamente en la larga duración es el mejor método histórico.

Para Braudel las tres duraciones se entrelazan en toda acción, proceso
y comportamiento. Ahora bien, Braudel se ha propuesto mostrarnos las
tres velocidades de manera independiente, congelando las tres
duraciones en la época de Felipe II, para luego mostrarnos cómo funciona
cada una en el mismo periodo.

Braudel toma tres negativos a diferentes velocidades y nos los muestra
en su obra con el afán de que nosotros los revelemos, descubramos la
relación entre estas duraciones y veamos cómo en una misma época
funcionan las tres diferentes velocidades del tiempo:

Este libro representa un triple relato del prestigioso Mediterráneo del s. XVI, pero las tres imágenes sucesivas, la de sus constantes, la de sus tardos
movimientos y la de su historia tradicional atenta a los acontecimientos y a
los hombres, los tres aspectos se refieren, en realidad, a una misma y única
existencia. El lector tendrá que combinar las sucesivas imágenes de este
libro y ayudar así al autor a reconstruir la unidad de un complicado destino,
que sólo le ha sido posible captar y evocar volviendo a él hasta tres veces
(Braudel, 1987, Tomo I: 9).

¿Acaso este afán de participar con el lector y de reconstruir junto con él a lo
largo de toda la obra la unidad histórica del Mediterráneo puede ser
acusado de carente de metodología interna? No, ya que la interpretación
braudeliana presenta objetivamente las tres duraciones al lector para
luego dejarle construir su propia conclusión; ciertamente, esta es una
complicada tarea pero, eso sí, permite al lector sumergirse de lleno en el libro, lo obliga a debatir continuamente con el autor y le permite formular su propia conclusión acerca del funcionamiento de las tres duraciones después de haber recorrido las páginas de Braudel.

Aquel que asegura que la pluma ágil de Braudel oculta una supuesta
incoherencia metodológica, no ha leído a profundidad la obra, e ignora que
la libertad lógica que propugnó la Escuela de los Annales guió a través de
cada capítulo la mano del francés.

Otra crítica asegura que Braudel es un determinista al estilo de Ratzel y
que reduce todas las formaciones políticas y comportamientos humano al
ámbito geográfico; a ello puede argumentarse que Braudel considerara
que la geografía, los límites y las fronteras son trazadas por los
intercambios humanos.

El autor afirma en su misma obra que el orden capitular en que ha
publicado El Mediterráneo podría ser alterado sin cambiar su estructura ya
que ha escrito sin darle más importancia a una duración que a las otras:
Cuando salió a la luz la primera edición de este libro, André Piganiol, me
escribió, diciendo que yo habría podido, perfectamente invertir el orden
escogido, es decir, comenzar por el acontecimiento, rebasar, a
continuación sus aspectos brillantes –con frecuencia falaces–, llegar a las
estructuras subyacentes, y, finalmente, a su fundamento sólido, La metáfora del reloj de arena, eternamente reversible, es quizás la imagen más adecuada” (Braudel, 1987, Tomo II: 337).

Ahora, después de responder a las principales críticas hechas a Braudel,
debemos exponer cuál es el impacto real de la obra y de los postulados del
francés.

En un ensayo que escribió en los años cincuenta, en el que hizo un
repaso de la situación de las ciencias sociales y la historia contemporánea
en Francia, Braudel suena desalentado, ya que al parecer su obra sólo
había sido leída por los historiadores; pues hasta el momento en que
escribió el ensayo los demás científicos sociales se habían abstenido de
hacerle alguna crítica a su trabajo. Sus alumnos: Le Roy Ladurie, Duby,
Chaunu, Ferro, Mandrou, habían preferido abordar temas de menor
envergadura que la problemática de su maestro. Ewald, a un año antes de
la muerte del autor, escribió que Braudel estaba solo en el panorama de la
Historia Global y que era así no por un fracaso de su método sino porque el
autor del Mediterráneo era alguien “único” (Ewald, 1986: 14).

Afirmo lo anterior por dos razones: primero, la misma libertad de
experimentar métodos innovadores que permitió la Nueva Historia, hizo
que los alumnos de Braudel siguieran nuevos caminos y, segundo, creo
que el legado braudeliano continúa hasta la actualidad porque la influencia
del uso de las tres duraciones puede hallarse en obras posteriores como la
Historia de la Civilización Francesa (1966) de Mandrou y Duby, que la
califican como obra esencial entre El problema de la incredulidad en el
siglo XVI. La religión de Rabelais (1959) y Los reyes taumaturgos (1988), o
en la totalizante Historia de la vida privada (1990) coordinada por Ariès y
Duby (Braudel y Duby, 1990: 163).

Ciertamente ninguno de los alumnos de Braudel emprendió una
investigación global y total de un espacio tan amplio como el Mediterráneo
Geohistórico; pero por muy específicos que estos trabajos hubieran sido
en ningún momento dejan de tener en cuenta que el devenir temporal
posee diferentes ritmos que producen, cambian y mantienen las cosas en
un momento coyuntural determinado. Es decir, si hoy en día nos
propusiéramos estudiar el desarrollo de la región conocida como el Caribe,
no necesariamente debemos escribir dos volúmenes dividido en tres
partes, no, eso no es rescatar el legado Braudeliano sino fotocopiar El
Mediterráneo; sus alumnos sabían esto, y entendiendo estas duraciones
las aplicaron sin tener que justificar su uso −como hizo Braudel en todas
las ediciones de su obra−.

Pero ¿el impacto del Mediterráneo se limita a los historiadores? no, ya
que la visión general de la suplantación del Mar Interior por el Atlántico y el
Índico se ha ido transformando; en 1983 el Larrousse ilustrado decía que
esta pérdida de importancia se dio “a causa de los descubrimientos del XV
y XVI”, y en la edición de 1997 una corrección tipográfica cambia la frase
por “Tras de los descubrimientos del XV y XVI” este cambio ha podido estar
motivado por la obra de Braudel (Larrouse, 1997: 1507).

Ha tardado bastante, pero Braudel ha hecho cuestionarnos si en verdad se dio la “decadencia” Mediterránea en el siglo XVI, ya que el vocablo tras, deja abierta la posibilidad a la tesis braudeliana que asegura que esta crisis no se dio sino hasta mediados del XVII y acaba al mismo tiempo con la versión oficial que responsabiliza de la pérdida de importancia de las rutas mediterráneas a los descubrimientos geográficos.

Para finalizar

Sólo falta agregar, que el legado braudeliano que podemos rescatar del
Mediterráneo puede darnos un método de interpretación histórico que
satisfaga la urgente necesidad de hacer trabajos interdisciplinarios en las
universidades, gobiernos e instituciones. Braudel, es innegable, aportó un
grueso grano de arena en la construcción del conglomerado de las
ciencias, al comprobar que el devenir histórico es como una ópera: las
breves notas de la voz humana representan a la corta duración, el leit
motiv continuo de la melodía de la orquesta es la mediana, y la partitura en
la que se compone uniformemente la música es la larga. Separadas,
notas, ejecución y partituras son un caos ruidoso, mientras que juntas y
bien concertadas son una sinfonía.

Nota del autor: Agradezco al doctor Jorge Castillo Canché y a mi padre sus comentarios y aportes a este ensayo historiográfico.

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Emiliano Canto Mayén. Maestro en estudios regionales por el Instituto
José María Luis Mora. Profesor de la Escuela de Escritores de Yucatán
Leopoldo Peniche Vallado. Colaborador de la sección Cultura del periódico
Por Esto! Líneas de investigación: historia regional yucateca.
Publicaciones recientes: prólogos a “Una historia a Pie: Mérida y sus
barrios” (2012) “Andrés Quintana Roo: patriota y literato” (2011), de Jorge
Ignacio Rubio Mañé; “Leona Vicario: la mujer fuerte de la Independencia”
de Carlos Echánove Trujillo (2010).
Correo electrónico: ecantomayen@gmail.com

A AB-InBev comunicou à SABMiller que pretende adquiri-la

A AB-InBev comunicou à SABMiller que pretende adquiri-la
Avisando não é traição
Por Enildo Iglesias

Rebanadas de Realidad – Rel-UITA, Montevideo, 22/09/15.- A AB-InBev, a maior produtora de cerveja do mundo, acaba de informar à sua rival SABMiller, que tem a intenção de apresentar uma oferta para adquirir a empresa britânico-sul-africana, ainda que formalmente não tenha feito nenhuma proposta.
Fotos: Week in Business

A SABMiller, a segunda maior produtora de cerveja (vende ao mundo 140.000 garrafas de cervejas por minuto), emitiu um comunicado onde reconhece ter sido informada de que a AB-InBev pretende fazer uma proposta de compra, mas carece de informações adicionais sobre os termos dessa compra.

“A diretoria da SABMiller analisará e responderá a qualquer proposta feita, da forma que achar melhor” declararam porta-vozes da empresa, segundo a agência Reuters.

Lembremo-nos de que a SABMiller, que não se caracteriza por ser uma boa empregadora, em nossa região, opera na Argentina, Colômbia, Equador, El Salvador, Honduras, Panamá e Peru. Em todos estes países, com exceção da Argentina, capta 90 por cento do mercado.

Se esse negócio for fechado, a empresa resultante teria um valor de mercado de cerca de 270 bilhões de dólares, e seria a responsável por um terço da produção mundial de cerveja.

Além disso, em muitos países, a AB-InBev se transformará em virtual monopólio, com grande capacidade de produção ociosa, ocasionando fechamento de fábricas e perda de postos de trabalho.

Devemos ficar atentos e preparados.

EE UU: La visita del Papa Francisco pone a los republicanos a la defensiva

EE UU: La visita del Papa Francisco pone a los republicanos a la defensiva
James Hohmann 26/09/2015

Cuando era Papa Juan Pablo II, los conservadores se deleitaban en atacar a los demócratas como “católicos de cafetería” por seleccionar y escoger las enseñanzas de la Iglesia que se ajustaban a su política. En el año 2004, el arzobispo de San Luis advirtió a John Kerry, candidato demócrata a la presidencia, que “no se presentara a recibir la comunión” a causa de su apoyo al derecho al aborto. En ese periodo, el conservador obispo de Sioux Falls ordenó a Tom Daschle que dejara de describirse como miembro de la Iglesia Católica, una imponente directriz a la que los republicanos recurrieron en su campaña para derribar al entonces líder de la minoría del Senado.

Con un nuevo Papa, se da la vuelta a la tortilla. Francisco es un agente de cambio que le ha quitado énfasis a preocupaciones tradicionales como los anticonceptivos, el aborto, el matrimonio homosexual y la investigación con células madre. El argentino ha pasado buena parte de sus dos años y medio al timón presionando en cuestiones que resultan incómodas para los conservadores.

Los demócratas más influyentes confían en privado en que el viaje de Francisco a los Estados Unidos sirva para que se retuerzan todo lo posible los dirigentes republicanos. Son católicos seis de los candidatos presidenciales republicanos: Jeb Bush, Marco Rubio, Chris Christie, Bobby Jindal, Rick Santorum y George Pataki. El desafío que se les presenta consiste en mostrar respeto por el Papa a la vez que diferencian el terreno moral del político, un delicado equilibrio practicado por los demócratas desde John F. Kennedy.

Siete cuestiones de primera importancia en las que el Papa Francisco difiere de la mayoría de los políticos republicanos:

1. El Papa quiere que Cuba se abra. Su Vaticano desempeñó un papel central entre bastidores en las negociaciones secretas del año pasado entre los EE.UU. y Cuba. Mucho antes de su elevación al papado, con un libro escrito en los años 90, Francisco alzó la voz contra el embargo norteamericano. Al visitar Cuba este fin de semana, alabó el deshielo entre los dos vecinos largamente distanciados como “ejemplo de reconciliación para el mundo entero” que nos “llena de esperanza”.

2. Respalda contundentemente la reforma migratoria. El Papa ha denunciado las “inhumanas” condiciones que arrostran los migrantes que vienen a los EE.UU. desde México, y ha espoleado a Europa para que acepte más refugiados sirios. “Yo espero que Francisco, en su discurso al Congreso, ponga en tela de juicio nuestra conciencia nacional sobre inmigración y nos recuerde el coste humano cada vez mayor resultado de nuestra indiferencia y del fracaso de la voluntad política”, escribe hoy Jose H. Gómez, arzobispo de Los Ángeles, la mayor comunidad católica del país, en un artículo de opinión en el Wall Street Journal. “Al apelar a la compasión y hospitalidad de los norteamericanos, también apelará a que vindiquemos nuestras raíces como nación de inmigrantes y refugio de los oprimidos”.

3. Apela a una enérgica acción contra el cambio climático. El Papa publicó este verano una encíclica de 184 páginas sobre el cambio climático, afirmando que es a los seres humanos a quienes más hay que culpar. “La Tierra, nuestro hogar, está empezando a parecerse cada vez más a un inmenso montón de inmundicia”, declaró, al describir el cambio climático como “uno de los principales retos a los que se enfrenta la humanidad en nuestros días”.

4. Apoya el acuerdo nuclear con Irán. La semana pasada, en el congreso de la Agencia Internacinal de Energía Atómica en Viena, el ministro de Exteriores del Vaticano, alabó el acuerdo del presidente Obama, declarando que “la forma de resolver disputas y dificultades debería ser siempre la del diálogo y la negociación”.

5. Reconoce al Estado palestino. El Vaticano firmó un tratado en mayo que fue ampliamente criticado tanto en Israel como en los EE.UU.

6. Habla sobre desigualdad de renta más incluso que los candidatos presidenciales demócratas. Francisco pasó decenas de años de labor pastoral en barrios de chabolas. “La desigualdad es la raíz del mal social”, dice Francisco. Denuncia las “teorías del chorreo (trickle-down)” como “un sistema económico estructuralmente perverso”. En su visita a Bolivia este verano, el Papa se refirió a la búsqueda sin trabas del dinero como “bosta del diablo”. Dice que los problemas de los pobres deberían “resolverse de modo radical rechazando la absoluta autonomía del mercado y la especulación financiera”.

7. Devoto de la justicia social, este Papa ha urgido repetidamente a incrementar la ayuda a los pobres. “La política, aunque resulta a menudo denigrada, sigue siendo una vocación elevada”, escribió Francisco en una exhortación de 2013. “¡Ruego al Señor que nos conceda más políticos genuinamente conmovidos por el estado de la sociedad, por las vidas de los pobres! Resulta vital que los dirigentes de los gobiernos y los dirigentes financieros presten atención y amplíen sus horizontes, trabajando para garantizar que todos los ciudadanos dispongan de un trabajo, una educación y una sanidad dignas”.

El Papa dispondrá esta semana de varias oportunidades para intervenir acerca de estas cuestiones candentes. Los funcionarios vaticanos han dicho telegráficamente que será “franco pero amistoso”. Francisco llega mañana a la base de Andrews a las 4 de la tarde, señalando así la primera vez que pisa tierra norteamericana. El miércoles se reúne con el presidente Obama a las 9.15 de la mañana.

Después de un desfile, se dirigirá a la Conferencia Episcopal norteamericana y luego oficiará la misa de canonización de Junípero Serra. El jueves se dirigirá al Congreso reunido en sesión conjunta a las 9:20 de la mañana. El viernes hablará ante las Naciones Unidas a las 8:30 de la mañana. Y el domingo podría ofrecer apoyo a una reforma de la justicia penal durante su visita a una cárcel de Pennsylvania.

Lo que vaya a decir este hombre de 78 años es siempre impredecible, pero la enorme mayoría de los católicos aprueba que se inmiscuya en la política pública. Dos tercios de los católicos norteamericanos afirmaron en un sondeo del Washington Post-ABC que es apropiado que durante su discurso ante el Congreso el Papa apremie a actuar en cuestiones sociales, económicas y medioambientales. Sólo el 13% de los católicos quiere que el Papa se muestre menos activoa en esos cuestiones, comparado con el 30% que desearía que fuera más activo y el 52% que quiere que continúe con ese rumbo. Nuestro sondeo reveló que solo el 55% de los adultos norteamericanos tiene una visión favorable de la Iglesia Católica, pero un 70% ve positivamente a Francisco. Dos tercios de los norteamericanos, y hasta un 89% de quienes se identifican como católicos, aprueban el rumbo que sigue Francisco en su conducción de la Iglesia. Sólo un 13% no está de acuerdo.

Reacciones en contra de Francisco por parte de la derecha republicana:

George F. Will, que solía alabar A Juan Pablo II por su papel en la terminación de la Guerra Fría, denostó la “extravagancia despreciativa de los hechos” del nuevo Papa en una columna dominical en The Washington Post
Paul Gosar (congresista republicano por Arizona), que se denomina a sí mismo como “un católico orgulloso”, anunció la semana pasada sus planes para boicotear la sesión conjunta del Congreso debido a la “misión imposible del cambio climático” emprendida por el Papa. Escribe en un artículo publicado en TownHall que tiene la “obligación moral” de “apelar” al jefe de su iglesia y apremiar a Francisco para que debata en cambio sobre libertad religiosa o sobre la santidad de la vida humana.

Chris Christie criticó ayer el apoyo del Papa al compromiso con Cuba. “Creo sencillamente que el Papa se ha equivocado”, declaró. “Lo cierto es que su infalibilidad es cosa de religión, no de política”.

Donald Trump respondió a las preguntas sobre las críticas del Papa a la gente que rinde culto al dinero. “Si me conociera”, bromeó, “creo que probablemente le caería bien”.

Jeb Bush declaró en junio: “Espero que no me vaya a castigar mi párroco cuando vuelva a casa, pero mi política económica no la saco de mis obispos, mis cardenales o mi Papa”.

Rick Santorum ha sido menos matizado. “A veces resulta muy difícil escuchar al Papa y a algunas de las cosas que dice improvisadamente”, se quejó a principios de este año.
Matt Drudge, el más influyente comisario de la derecha, ha tachado a Francisco de hipócrita: “una plegaria por los encarcelados en la cruel Cuba esta mañana por disentir mientras el Papa disfruta del esplendor de la adulación de las masas.

Filosofía de (para) la Conquista. Eurocentrismo y colonialismo en la disputa por el Nuevo Mundo

Filosofía de (para) la Conquista. Eurocentrismo y colonialismo en la disputa por el Nuevo Mundo1

José Santos Herceg

1 Este artículo ha sido desarrollado en el marco del proyecto Fondecyt 1080017.
2 Licenciado en Filosofía (Universidad Católica de Chile), Dr. en Filosofía (Universidad de
Konstanz, Alemania). Docente en el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), Universidad de Santiago de Chile (USACH). Santiago, Chile. E-mail: jose.santos@usach.cl

Resumen

El objetivo de este escrito es demostrar que tanto la discusión “acerca” de la conquista de América –conocida como “filosofía de la Conquista”– como la reflexión de los más famosos pensadores que participaron en el debate –Juan Ginés de Sepúlveda, Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas– se caracteriza por ser eurocéntrica y colonialista.

Esta es la razón por la cual sería preferible en este caso hablar de una filosofía “para” la conquista, en lugar de una filosofía “de” o “acerca” de la Conquista.

Palabras clave: Conquista, América Latina, eurocentrismo, colonialismo.

Abstract

This paper aims to demonstrate that the discussion “about” the Conquest of America –known as the Philosophy of the Conquest– as well as the reflections of the most famous thinkers who participated in the debate –Juan Ginés de Sepúlveda, Francisco de Vitoria and Bartolomé de las Casas– can be characterized as being eurocentric and colonialist. This is the reason why it would be preferable to speak of a philosophy “for” the conquest instead of a philosophy “of” or “about” the conquest.

Keywords: Conquest, Latin America, eurocentrism, colonialism.

A los pocos años del “descubrimiento” de América comienzan a hacerse evidente –de eso es fiel testimonio el famoso “Sermón de Montecinos” (1511)– que los españoles cometen excesos, que simplemente abusan de los habitantes originarios del continente. “(…) [t]odos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes”, sentencia Montecinos, a lo cual agrega dos preguntas: “¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido?”.

En estas dos cuestiones se encuentra el germen de los dos grandes problemas filosóficos a que da lugar la conquista de América: un problema de orden moral-antropológico y otro de carácter filosóficopolítico.

La primera cuestión se refiere, como es evidente, al asunto de la esclavitud.
Ésta es la que primero surge dada la impresionante e indesmentible realidad del maltrato, del abuso. Montecinos, de hecho, esboza ya el meollo del asunto discutido, cuando acentúa: “Estos, ¿no son hombres? ¿No tienen
ánimas racionales?”3.

3 No se conservan los textos autógrafos de los sermones. Sólo se conocen mediante un resumen que consigna fray Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias (1957, caps. 3-5).

La segunda cuestión se relaciona con la licitud de la guerra de conquista y surge, sin duda, de la primera. Aunque la preocupación por el asunto de la esclavitud prima durante la parte inicial del siglo XVI, será la segunda, en tanto que fundamento de una posible respuesta a la primera, la que finalmente ocupará el centro de la reflexión. Son estas inquietudes de Montecinos las que dan lugar a lo que Silvio Zabala llamó “filosofía de la conquista”.

Para Zabala esta “filosofía de la conquista” es “(…) una filosofía política
en contacto con problemas vivos, de penetración y asiento en las nuevas tierras” (1994: 21). Se trataría, por lo tanto, de una reflexión cuyo tema, cuyo
asunto, es una serie de problemas que se desprenden del hecho de la conquista.

Filosofía de la conquista sería, en este sentido, una “filosofía acerca de la conquista”. Un pensamiento que se hace cargo de los problemas que surgen de dicho proceso –puntualmente los de carácter político– e intenta buscarles una solución. Lo hace, hay que tenerlo presente, exclusivamente con elementos teóricos que, como lo hace ver el mismo Zabala, “provenían de Europa” (20). Filosofía política europea que busca hacerse cargo de la
situación americana. Incluso los pensadores que participan de la discusión son todos europeos y, en algunos casos, ni siquiera llegan a pisar América,
como Juan López de Palacios Rubios, Juan Ginés de Sepúlveda y Francisco
de Vitoria4.

4 Existen, sin embargo, otros autores que han sido llamados “indianos”, es decir, europeos con experiencia en ultramar, como Bartolomé de las Casas y José de Acosta. Interesante es anotar en este punto que, según Zavala, “(…) es perceptible cierta diferencia –muy comprensible según él– entre el pensamiento de unos y otros” (20).

No participa en esta discusión, bajo ninguna forma, representante alguno del mundo indígena. Ellos, que evidentemente tenían interés en el asunto y, sin duda, habrían aportado con una postura alternativa a la disputa, no son tomados en cuenta de ninguna forma. Habrá que esperar a que Miguel León-Portilla compile y publique bajo el nombre de La visión de los vencidos algunos escritos indígenas, para que se diera a conocer la postura de los habitantes originarios acerca del tema de la conquista. Este libro se publica, sin embargo, recién en 1959, más de cuatro siglos y medio
después del primer desembarco español.

Por otra parte, la llamada “filosofía de la conquista” no es una reflexión
filosófica realmente pura, sino que en ella se entremezclan argumentos propiamente filosóficos con otros de orden teológico. Esta mezcolanza tiene su origen en la entrada misma del Nuevo Mundo a la cosmovisión española.

Es necesario no perder de vista, tal como hace ver Fernando Mires, que dado el contexto de la Reconquista y la expulsión de los infieles “(…) el
descubrimiento de América no podía sino ser considerado como un acto
milagroso de acuerdo con el cual Dios premiaba a los Reyes de España por
sus servicios a la causa cristiana” (2006: 41).

El Nuevo Mundo es percibido como una “recompensa” de un Dios justo que habría de compensar las pérdidas y dolores sufridos en nombre de la Iglesia. La nueva tierra adquiere caracteres de tierra prometida, tierra santa, paraíso perdido para los clérigos. Para los conquistadores, sin embargo, es un espacio plagado de oro y plata, de riquezas sin límite que explotar y saquear, de hombres que esclavizar. Como ha hecho ver muy acertadamente Mires, aunque la espada y la cruz fueron clavadas al mismo tiempo en la tierra americana, la espada, no obstante, requería de la cruz para justificarse (2006: 40-53).
Dicha justificación tenía que ver con hacer aparecer la conquista en general y cada campaña5 en particular como indispensable para la misión evangelizadora, para la tarea misional.

5 “Afirmamos: para el propio cumplimiento de sus tareas militares los conquistadores no podían prescindir de los cléricos pues, sin ellos a su lado, las guerras a los indios habrían aparecido como lo que eran: vulgares depredaciones” (Mires, 2006: 48).

La necesidad de una justificación misional tiene su origen en el hecho de que la propiedad de España sobre las tierras descubiertas provenía de la autoridad papal. No debe olvidarse que América le fue adjudicada a España por una Bula de Alejandro VI. La “filosofía de la conquista” es, al mismo tiempo, una “filosofía de la evangelización”.

La “filosofía de la conquista” es una reflexión neta y exclusivamente europeo-occidental, hecha por europeos y mezclada –por no decir revuelta–
con asuntos y argumentos de orden teológico-misional. En ella, como es
evidente, es posible encontrar posiciones diferentes, incluso antagónicas6.

6 Fernando de Mires ha hablado de que durante el período de la conquista habrían existido fundamentalmente tres posturas en disputa: una claramente imperialista o esclavista cuyo mayor ideólogo fue Juan Ginés de Sepúlveda, una eminentemente anti-esclavista o indigenista cuya voz más sobresaliente fue la de Bartolomé de las Casas y una intermedia, llamada también “centrista”, caracterizada por la opinión de autores como fray Pedro Mexía y fray Toribio de Montolinia.

Todas ellas comparten, no obstante, una idea de base: que los indígenas
deber ser incorporados –se discute si violenta o pacíficamente– al mundo
europeo, a su cosmovisión, a su religión: que deben ser civilizados; evangelizados.

Ni la corriente más extremamente esclavista e imperialista, como es evidente, pero tampoco la visión indigenista eran, de hecho, anticolonialistas7.

7 “(…) creemos aquí que la corriente indigenista no era necesariamente anticolonialista, sino que se basa en otro tipo de sujeción colonial que no deriva de la esclavitud de la fuerza (…)” (Mires, 2006 138).

Juan Friede señala, por eso mismo, que de haber triunfado la corriente indigenista, “(…) hubiera convertido al indio, siervo de hecho, en un libre vasallo de la Corona (…)” (1974: 27). El destino de vasallaje, de
subordinación de los indígenas al imperio, nunca estuvo realmente en discusión.

La “filosofía de la conquista” se para sobre la base incuestionada de
una cosmovisión dicotómica: centro y periferia, o, como se expresará en
la discusión misma, prudentes-bárbaros y cristianos-infieles. La discusión
en general tendrá de fondo, como bien lo vio Lewis Hanke, un solo gran
tema: la “capacidad o incapacidad de los indios para vivir como los españoles”
(1967: 81), de los bárbaros para ser civilizados, de los infieles para
convertirse en cristianos. Incluso la pregunta por su “humanidad” –¿son
hombres los indios?– debe entenderse, de acuerdo con Enrique Dussel, en
el sentido de “¿son europeos y por ello animales racionales?” (1977: 12).

La sobrevaloración del modo de vida español y la minusvaloración de la de
los habitantes originarios de América salta a la vista: la duda acerca de la
capacidad de los indios es una pregunta por las condiciones de posibilidad
de su ascenso, de su mejoramiento, de su europeización.

La “filosofía de la conquista” no es, por lo tanto, una simple “disputa acerca del nuevo mundo”. Es, en realidad, como se intentará demostrar, un intento por fundamentar la legitimidad del dominio español sobre las Indias, por justificar el gesto radical e indetenible de hacer de América otra España.

Desde esta perspectiva la “filosofía de la conquista” es eminentemente una filosofía hegemónica, una filosofía “para” la conquista. Juan Ginés de Sepúlveda, Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas, quizás los más grandes y, sin duda, los más famosos teóricos de la filosofía de la conquista, aunque tienen posturas en muchos sentidos diferentes y en algunos claramente antagónicas, tienen en común, sin embargo, el eurocentrismo y el colonialismo; el convencimiento de la superioridad europeo-cristiana y
de una inferioridad de los indígenas para los cuales el camino de la colonización y la evangelización es un ascenso, un evidente mejoramiento, la ruta hacia la civilización y el reino de Dios.

1. INFERIORIDAD NATURAL

Juan Ginés de Sepúlveda ha pasado a la posteridad por haber sido el gran
defensor de la “servidumbre natural” de los indios (1996 [1567]: 47). Lo
particular de este autor radica fundamentalmente en que no se trata de un teólogo, ni su análisis nace de la teología que dominaba el debate en la época que sigue al descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo. El prestigioso jurista intentó desarrollar una argumentación racional, y en virtud de ella pretendió, según su propia confesión, haber mostrado “(…) con sólidas y evidentísimas razones (…) la justicia de nuestro imperio” (47).

Como se verá, el “nuestro” de esta afirmación debe entenderse como un “de nosotros los españoles”, y el término “imperio” hay que leerlo en el sentido de “tener dominio sobre otras gentes”, que aquí son, evidentemente, los indígenas
del Nuevo Mundo. Lo que pretende haber demostrado Sepúlveda es, por lo tanto, la justicia del dominio de los españoles sobre las tierras y los habitantes de las Indias, y las “razones” tan “sólidas y evidentísimas” a las que el autor hace referencia tienen que ver con el hecho “indesmentible” de que los habitantes de este Mundo Nuevo eran “bárbaros”.

El ser “bárbaros” de los indígenas –nombre con que Sepúlveda se refiere
a ellos siempre8– se pone de manifiesto según el autor en dos cosas: su
“torpeza de entendimiento” y sus “costumbres inhumanas” (82-83).

8 Nótese en este punto que al usar esta denominación Sepúlveda presupone justamente aquello que debería probar, esto es, que los indígenas era “bárbaros”. Lo hace, sin duda, porque lo considera un factum incontrastable, pero, como veremos, toda su argumentación en favor de la “esclavitud” se basa sobre este presupuesto.

Sostendrá que estos “hombrecillos” –nombre que también utiliza para hablar
de los indios–, por una parte, carecen de cultura, de ciencia, de escritura, de
historia, no tienen leyes escritas, lo que demuestra su falta de
racionalidad (105-113) y, por otra parte, son antropófagos, hacen sacrificios humanos, tienen cultos impíos a ídolos, lo que prueba que sus costumbres son inhumanas( 133).

En esta falta de racionalidad, con su consecuente inferioridad natural, y en sus atentados contra la ley natural, testimonios de su evidente barbaridad, encontrará Ginés de Sepúlveda dos de sus principales argumentos para justificar la conquista. Porque son torpes de entendimiento se les considera inferiores y por ello determinados por naturaleza a estar al servicio de otros: los superiores, los racionales9.
9 “El que es necio servirá al sabio. Tales son las gentes bárbaras e inhumanas, (…) Y será siempre justo y conforme al derecho natural que tales gentes se sometan al imperio de príncipes y naciones más cultas y humanas” (85).

Porque sus costumbres son inhumanas y atentan sistemática e impunemente10 contra la ley natural11 es necesario hacerles la guerra y conquistarlos. A estas naciones, dice el autor,
“(…) podrían con pleno derecho los cristianos, si rehúsan someterse a su imperio, destruirlas por sus nefastos delitos y barbarie e inhumanidad”
(125)12.

10 “Pero si hubiese una gente tan bárbara e inhumana que no contase entre las cosas torpes todos o algunos de los crímenes que he enumerado y no los castigase en sus leyes y en sus costumbres o impusiese penas levísimas a los más graves y especialmente a aquellos que la naturaleza más detesta, de esa nación se dirá con toda justicia y propiedad que no observa la ley natural”
(121-125).
11 “No es doctrina temeraria pues, sino muy racional y enseñada por varones erudísimos y por la autoridad del sumo pontífice, el ser lícito a los cristianos perseguir a los paganos y hacerles la guerra si no observan la ley natural, como pasa en lo tocante al culto de los ídolos” (121-123).
12 “Y si rehúsan nuestro imperio, podrán ser compelidos por las armas a aceptarle, y será esta guerra (…) justa por ley de la naturaleza” (135).

Lo “prudente” de los españoles, por su parte, es la razón por la cual son
ellos los llamados a constituirse en los señores de los indígenas. La apología que hace Ginés de Sepúlveda de los españoles, sin que se pretenda desconocer las virtudes de este pueblo, raya definitivamente en el ridículo13.

13 Fernando Mires ha puesto de manifiesto que el nacionalismo de Sepúlveda “(…) no conoce límite y por momentos adquiere un peligroso carácter militarista” y lo califica de “fanático hispanista” (2006: 78).

Según él, ensalza y eleva a los españoles el que posean figuras culturalmente
excelsas, su gran poder bélico, y las virtudes de la templanza, la frugalidad,
la sobriedad, la fortaleza, la prudencia, el ingenio, la mansedumbre y la
religiosidad acompañada de sentimientos humanitarios. La conclusión es,
por lo tanto, “(…) que con perfecto derecho los españoles imperan sobre
estos bárbaros del Nuevo Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia,
ingenio, virtud y humanidad son tan inferiores a los españoles” (101-102).

Es más, lo mejor que les puede ocurrir a los bárbaros será, a su juicio, el ser conquistados por los españoles14, e insiste, una y otra vez, en el hecho de que los mayores beneficiados con la conquista son los indianos, pues “(…) la virtud, la humanidad y la verdadera religión son más preciosas que el oro y que la plata” (135).

14 “¿Qué cosa pudo suceder a estos bárbaros más conveniente ni más saludable que el quedar sometidos al imperio de aquello cuya prudencia, virtud y religión los han de convertir de bárbaros, tales que apenas merecían el nombre de seres humanos, en hombres civilizados en cuanto pueden serlo; de torpes y libidinosos, en probos y honrados; de impíos y siervos de los demonios, en cristianos y adoradores del verdadero Dios?” (Ginés de Sepúlveda, 1996: 133).

Hay dos cuestiones que saltan a la vista en la argumentación de Sepúlveda.
Por una parte, su dependencia evidente y no disimulada de la reflexión
de Aristóteles. Por otra parte, su extremado y tampoco oculto eurocentrismo,
o hispanocentrismo más bien. Ambos asuntos, por supuesto, están claramente vinculados: en la reflexión aristotélica hay rasgos de un helenocentrismo evidente. En efecto, Aristóteles fue un claro partidario de la “esclavitud”; así lo evidencian algunos pasajes de la primera parte de su Política. Allí es donde señala que, “está claro que unos son libres y otros esclavos por naturaleza, y que para éstos el ser esclavos es conveniente y justo” (1254b-27- 1255a-2).

Del mismo modo, Aristóteles era un convencido partidario de la “colonización”, pues, como él mismo señala citando al poeta, “justo es
que los helenos manden sobre los bárbaros” (1252b3-4). El asunto se zanja
rápidamente, pues, “(…) de nacimiento –señala– algunos están destinados
a obedecer y otros a mandar” (1254a2). El fundamento último de sus afirmaciones lo encuentra el filósofo, tal como lo hará siglos después Gines de Sepúlveda siguiendo su ejemplo, en la naturaleza. Es en ella donde está el origen de las diferencias: unos mandan por naturaleza y otros son súbditos por la misma razón15.

15 “En efecto, en todo lo que consta de varios elementos y llega a ser una unidad común, ya de elementos continuos o separados, aparecen siempre el dominante y el dominado, y eso ocurre en cuanto pertenecen al conjunto de la naturaleza” (1254a-4).

Tan natural es la distinción y jerarquización que, de hecho, lo más “conveniente y justo” que le puede pasar al dominado es ser dominado y al dominante, el dominar16.

16 “De éstos, para uno, es conveniente y justo ser esclavo, y para otro, dominar, y uno debe obedecer y otro mandar con la autoridad de que la naturaleza le dotó, y por tanto, también dominar” (1255b-9-10). Esta opinión será matizada más adelante cuando sostenga que hay distintas clases de autoridad y que si bien es cierto la que se ejerce sobre la mujer se haga “(…) esencialmente en interés de los gobernados (…)” (1278b7). En el caso de los esclavos es diferente. “La autoridad del amo, aunque haya en verdad un mismo interés para el esclavo por naturaleza y para el amo por naturaleza, sin embargo no menos se ejerce atendiendo a la conveniencia del amo, y sólo accidentalmente a la del esclavo (…)” (1278b6).

El helenocentrismo de Aristóteles se pone en evidencia en estos pasajes
de su Política, del mismo modo como el eurocentrismo o hispanocentrismo de Ginés de Sepúlveda impregna toda su argumentación. Una España superior, céntrica, depositaria de todo tipo de virtudes, cuasi perfecta en relación con la cual todo pueblo es pobre, vicioso, opaco. El Nuevo Mundo y sus habitantes están en las antípodas de los españoles: pobres, retrasados, idólatras, simplemente insignificantes, despreciables.

Nótese, por ejemplo, los parámetros que utiliza para “demostrar” la irracionalidad de los indígenas: carecen de ciencia, de escritura, de historia, no tienen leyes escritas. Todas estas son marcas propias de la cultura europea, que se considera el paradigma de perfección.

En el contexto de los etnocentrismos la disparidad sería suficiente argumento para justificar una invasión, una conquista, una guerra. Ya lo había dicho el mismo Aristóteles: “Por eso el arte de la guerra será en cierto modo un arte adquisitivo por naturaleza (el arte de la caza es una parte suya) y debe utilizarse contra los animales salvajes y contra aquellos hombres que, habiendo nacido para obedecer, se niegan a ello, en la idea de que esa clase de guerra es justa por naturaleza”17. 17 1256b-12 [67].

El aristotelismo y etnocentrismo que se percibe en la argumentación de
Sepúlveda son también características que están presentes en los textos de
sus más connotados y famosos críticos: Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas. Es más, los propios contra-argumentos de estos autores demuestran que, de hecho, la estructura argumental de Sepúlveda está plenamente justificada.

Dicho de otra forma, tanto Vitoria como Las Casas siguen siendo aristotélicos, eurocéntricos y colonizadores: en sus argumentos en contra de Sepúlveda es posible observar que lo fundamental del pensamiento de Aristóteles sigue estando justificado y permanece incuestionado y que, por lo tanto, ellos son, en sus propios razonamientos, etnocéntricos y dominadores.
A. Irracionalidad e inferioridad

En la postura de Sepúlveda cristaliza una larga tradición de pensadores que
sostuvieron, antes que él, ideas que apuntaban en la misma dirección. La
irracionalidad de los indios había sido utilizada como argumento en favor
de la conquista y esclavitud; por ejemplo, ya en 1524 por fray Tomás Ortiz,
quien, entre otras cosas, dice de los indios que “son como asnos, abobados,
alocados, insensatos” (López, 1941: 242). A raíz de ello es que, aunque
parezca sorprendente, cuando Ginés de Sepúlveda sostenía esta postura, hacía ya años que había sido puesta en cuestión por Francisco de Vitoria, quien en 1538-39 sostuvo la tesis de que pese a que los bárbaros –también
utiliza esta denominación– están en una posición desmedrada y “(…) se
diferencian muy poco de los dementes”, sin embargo, “ (…) no están totalmente faltos de juicio” (1998: 148).

Esta posición la fundaba en el hecho de que “no son dementes sino que a su manera tienen uso de razón” (82). Algo racionales, aunque no prudentes del todo, para Vitoria los habitantes originarios de América siguen siendo “bárbaros”. El origen de dicha barbaridad no radica, sin embargo, en la naturaleza, sino en una “mala y bárbara educación”, lo que lo distancia del argumento de Sepúlveda. Para Vitoria es, por lo tanto, “dudoso” un título de conquista basado en aquel “principio de caridad”, esto es, en la conveniencia –ya no necesidad– de someter a los bárbaros a la tutela de algún “superior”.

Este autor se da cuenta, además, de que este fundamento se sostiene simplemente sobre la base de “la rudeza que les atribuyen los que han estado allí” (149). Recordemos que ni Vitoria ni Sepúlveda pisan nunca las Indias y toda su información es de oídas; pero al menos en el primero, a diferencia del segundo, se percibe un reconocimiento de los límites de su juicio a causa de ello.

Quien no tiene informes indirectos sino de primera fuente es Bartolomé
de las Casas. Para él los indígenas no son sólo racionales, sino que, como
dice en su tratado Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión, “todos ellos están dotados de verdadero ingenio” (1942: 3), o, como destaca en la Brevísima relación de la destrucción de Indias, “son (…) vivos de entendimiento, muy capaces” (1999: 76). Nada de irracionales tienen los indígenas según el juicio de Las Casas. El objetivo esencial de todo el trabajo del fraile será de hecho, como bien ha escrito Todorov, mostrar que ninguna de las costumbres o de las prácticas de los indios prueba que sean inferiores (1992: 177). La historia se vuelve, por lo tanto, para este autor, Apología. Sus escritos pueden ser leídos como una gran defensa de los indígenas y una denuncia de la injusticia de los conquistadores.

Negada la irracionalidad e inferioridad de los indios, ni la conquista ni la consecuente esclavitud están justificadas, al menos en virtud de este título.
Hay que hacer notar, sin embargo, que por loable que sea la intención y los sentidos de estas argumentaciones de Vitoria y de Las Casas, ninguno de
los dos discute el título de conquista y dominio esgrimido por Sepúlveda: lo que tanto Vitoria como Las Casas discuten es el simple hecho de que en el
caso de los indios no se verifica. Para Vitoria “(…) si todos fueran dementes,
no hay duda de que esto sería no solo lícito sino muy conveniente, y hasta
estarían obligados a ello como si se tratara de simples niños” (1998: 148).

La doctrina aristotélica de que lo inferior debe subordinarse a lo superior,
en que se ampara la argumentación de Ginés de Sepúlveda, no es rebatida
ni por Vitoria ni por Las Casas. Para estos autores ocurre simplemente que
en el caso de los indios no puede hablarse propiamente de irracionalidad,
demencia ni, por lo tanto, de una inferioridad tal que haga indispensable una conquista por la fuerza. Junto a Sepúlveda quedan atrapados sus críticos presa de los mismos prejuicios. Vitoria y Las Casas no rozan siquiera el fundamento argumental de Sepúlveda.

La primera premisa, la premisa universal, queda intacta: los racionales –superiores– debe dominar a los faltos de razón –inferiores–. Sólo la segunda premisa, la particular, es puesta en duda: (tal vez) los indios no son irracionales. Aquí puede encontrarse el fundamento de aquella desafortunada y para algunos tan sorprendente defensa que hiciera en algún momento Las Casas de la esclavitud de los negros. El sacerdote no duda en afirmar que si se necesitan esclavos, debería dejarse en paz a los indios y traerlos de África. Como se ve, la esclavitud sigue estando justificada: los negros sí son irracionales, sí son inferiores18.

18 Para ser justos hay que recordar que Las Casas se desdice de esta posición (Cf.: Mires, 2006: 172). Esto no quita, sin embargo, el hecho de que la sostuvo.

Junto a este aristotelismo algo oculto tras la argumentación de Vitoria y
Las Casas, es posible observar también rasgos evidentes de etnocentrismo.
Cuando Vitoria habla de la “inferioridad de los Indios se debe a su falta de
educación, pues (…) no están totalmente faltos de juicio, (…) a su manera
tienen uso de razón”(1998: 148), el parámetro de comparación es el juicio
y la razón europeos. En un sentido diferente, pero con el mismo fundamento,
cuando la apología que hace Las Casas alude a que los indios tienen
“verdadero ingenio” (1942: 3) y que “son (…) vivos de entendimiento, muy
capaces” (1999: 76), el criterio para sostenerlo es una vez más el ingenio y
el entendimiento europeos.

En ambos casos, ya sea para demostrar que no se está tan lejos o para establecer que se tiene el mismo nivel, lo europeo es utilizado como paradigma, como medida de perfección. Dicho de otra forma, para Vitoria no está justificada la conquista por esta vía, pues los indios, con la correcta educación, podrían llegar a tener un juicio y usar la razón tal como lo hiciera un europeo, y que para Las Casas no lo está, pues los indígenas poseen un ingenio y entendimiento del mismo nivel que el de los europeos. La sobrevaloración de lo europeo es evidentemente un rasgo característico del pensamiento de estos autores.

B. In-humanidad e in-fidelidad

Sus costumbres son inhumanas, sus atentados contra la ley natural; en síntesis, los “pecados” de los indígenas deben ser castigados pues sus almas tienen que ser salvadas aunque sea por la fuerza19.

19 Cabe hacer nota que el argumento de los atentados contra el derecho natural proveía en la práctica de un marco extraordinariamente amplio para la conquista, pues, como señala Fernando Mires, “cualquier señal de resistencia, cualquier gesto de rebelión podía ser visto como un pecado. Cualquier actividad que los indios hicieran podía ofender a Dios” (2006: 67).

Al igual que en el caso de la acusación de inferioridad por irracionalidad, el argumento de la necesidad de una conquista que ponga un punto final a los aberrantes pecados de los indios y, por lo tanto, tienda a la salvación de sus almas, precede a Ginés de Sepúlveda. Entre los autores que sostuvieron esta tesis se puede mencionar a Palacios Rubios, al licenciado Gregorio, a Alonso de Loaysa, a Barrios, a Martín de Valencia, a Soto, a Jiménez, a Reginaldo Morales y a Vicente de Santa María20.
20 Cf.: García, 1984: 67-115. El mismo Francisco de Vitoria menciona entre quienes detentan esta tesis al Arzobispo de Florencia, a Agustín de Ancona, a Silvestre y a Inocencio (Cf.: 1998: 119).

Incluso después de Sepúlveda algunos autores seguirán sosteniendo esta misma tesis para fundamentar la entrada por la fuerza contra los indios. Un ejemplo paradigmático lo constituye fray Pedro de Azuaga, obispo de Santiago de Chile, quien en 1596 sostenía que “(…) la ocupación violenta de Nueva España fue justa por la infidelidad y vicios de los naturales; era necesario castigar la injuria que éstos hacían a Dios con su apostasía. Se trataba de árboles infructuosos que habían de cortarse o quemarse” (Mires, 2006: 66). En el mismo sentido había escrito fray Juan Salmerón en 1584 a Felipe II: “Haber sido la guerra justa por razón de los bestiales pecados que estos indios tenían en destrucción de la naturaleza, matando y sacrificando hombres y por la mayor parte inocentes de lo cual siendo aconsejados y aprehendidos no queriendo enmendarse, pudieron con justo título ser conquistados” (Mires, 2006: 66).

Bartolomé de las Casas dirá al respecto, en primer término, y en un
contexto general, que “todas estas universas e infinitas gentes a todo genero
crió Dios las más simples, sin maldades ni dobleses (…) más humildes,
más pacientes, más pacíficas y quietas, sin rencillas ni bollicios, no rijosos,
no querulososo, sin rancores, sin odios, sin desear venganza, que hay en
el mundo” (1999: 75, 76 y 1957). La Historia de las Indias puede, de hecho,
concebirse como un intento por “(…) escribir íntegra la historia de los acontecimientos de las indias y mostrar cómo eran de verdad sus habitantes” (Pérez Tudela, 1957: CIX). El texto está plagado de alusiones a la mansedumbre y placabilidad de los indios, a la facilidad con que son
atraídos a la fe y las buenas costumbres (Cf.: 1957: 158-159, 161, 163, 175,
183-84, 269, 271-272, 275), a su bondad natural y simplicidad (161, 165,
198, 188-89, 195, 258-259, 275, 359), a su docilidad (171), su humanidad
(268, 275), en síntesis, proponiendo que, como habría escrito Colón, “(…)
en el mundo creo que no hay mejor gente” (195).

Alusiones que, las más de las veces, Las Casas refuerza con una nota al pie de página haciendo hincapié en las correspondientes virtudes. Este esfuerzo, por supuesto, cristaliza en la obra que lleva por nombre Apologética, cuya finalidad, de acuerdo con su autor es, justamente, mostrar que estas indianas gentes “son hombres, de naturaleza bien razonables y bien inclinados”.
Las Casas se referirá a cada una de las imputaciones específicas de inhumanidades: antropofagia, sacrificios humanos, cultos impíos a ídolos.
Acerca de la idolatría de los indios refiere el testimonio del mismo Colón,
quien habría sostenido que “(…) no son idólatras” (171); que, al menos los
indios de la Española, “jamás comieron carne humana ni tuvieron otras
abominaciones que les han levantado” (176). Hay en Las Casas, en primer
término, una negación de la existencia de atentados contra la ley natural
entre los indígenas, y para sostener esta posición alude al testimonio de
autoridad y a su propia experiencia, por lo que se fundamenta, en su mayor
parte, una vez más, en la referencia a la realidad.

Los indígenas no atentan contra la humanidad y si lo hacen es por ignorancia, pues su naturaleza es pura, transparente y están inclinados naturalmente hacia la bondad. De esta forma pretende desmantelar la argumentación de Sepúlveda desde su base empírica, pues ella se sostiene fundamentalmente en la obra de Fernández de Oviedo. Toda ella se sustentaba, según él, en información errada.

Por ello dice que “Dios privó al doctor Sepúlveda de la noticia de todo esto”.
Esta referencia a la “realidad” de una condición naturalmente “virtuosa”
de los indígenas revela algunos problemas en la argumentación lascasiana
ya antes aludidos. Por una parte, está el hecho ostensible de que la imagen
de indígenas “virtuosos” que dibuja Las Casas está confeccionada de acuerdo
con sus propios valores. En otras palabras, lo que trata de mostrar el
dominico es que los indígenas americanos eran espontáneamente “buenos
cristianos”. La imagen idealizada de los indios presentada por Las Casas
consiste, como ha señalado Todorov, en “identificar pura y simplemente al
otro con el propio ideal del yo (o con el propio yo)”. De allí se comprenden
las virtudes “cristianas” atribuidas por doquier a los indígenas. El etnocentrismo de este gesto es evidente: no se les castigaría pues los indígenas son más cristianos que los propios cristianos.

Con eso, por supuesto, no se desmantela en lo más mínimo el argumento de que se pueda hacer la guerra a quien atenta contra la ley natural, pues lo que se dice es, simplemente, que en este caso no se aplica. Al aludir a la virtud concreta de los indígenas, una vez más, no se desestabiliza el que a raíz de los atentados contra el derecho natural se pueda conquistar a un pueblo y someterlo por las armas en vistas de su propia salvación.

Las Casas admite, por lo demás, algunas situaciones límites en donde la
referencia a la “realidad” pierde efectividad. En efecto, en algunos casos se
ve en la necesidad de reconocer la existencia de “pecados imperdonables”
por parte de los indígenas. En este contexto, sin embargo, niega nuevamente
que ello otorgue un fundamento para una conquista, pero la razón que
trae a colación, nuevamente, está lejos de atacar al argumento mismo. La
guerra, señala el dominico, siempre es un mal mayor y por lo tanto siempre es más conveniente no llegar hasta ese límite. Con ello, lo que hace Las Casas es considerar que habría una falta de prudencia, una suerte de desproporción en cuanto a la consecuencia: hacer la guerra sería poco conveniente si lo que se pretende es castigar o alejar a los indígenas del pecado, es decir, salvarlos.

Por sus pecados imperdonables habrían de ser castigados; sin embargo, la Guerra no es el medio adecuado para hacerlo, pues ésta sería un mal mayor. Una vez más el argumento de Sepúlveda permanece, pues lo único que se estaría alterando es que a causa de sus pecados los indígenas deben ser castigados –aunque el castigo debería ser otro–, deberían ser alejados del pecado para salvarlos –aunque la manera debería ser pacífica–.

El punto de Las Casas parece ser sólo un asunto de método: niega la
viabilidad de la guerra y la esclavitud como camino para lograr la salvación de las almas de los indígenas. Sin ir más lejos, Las Casas sostendrá la idea de que el Nuevo Mundo es un antiquísimo e inagotable criadero de almas para el infierno (1957: 369). Almas que deben ser salvadas, pero no se consigue nada con la violencia, sino que sólo será posible mediante la evangelización, cristianización.

La conversión debía ser ganada a través de “la persuasión del entendimiento por medio de razones y la invitación y la suave moción de la voluntad” (1942), pues, como señala, “(…) si tales verdades se propusieran con arrebato y rapidez; con alborotos repentinos y tal vez con el estrépito de las armas que respiran terror; o con amenazas o azotes, o con actitudes imperiosas y ásperas; o con cualquier otros modos rigurosos o perturbadores, cosa manifiesta es que la mente del hombre se consternaría de terror; que con la grita, el miedo y la violencia de las palabras, se conturbaría, se llenaría de aflicción y se rehusaría, de consiguiente, a escuchar (…)” (41).

Nótese que lo que mueve a Las Casas a eliminar el uso de la violencia en la predicación son argumentos de carácter práctico: es poco eficiente. También Vitoria había previsto esta posibilidad: “Puede ocurrir que con estas guerras, matanzas y expolios más que promover y fomentar la conversión de los bárbaros se obstaculice” (1998: 142). Es por esto que, en vista de ciertas sospechas que tiene de lo que estaría ocurriendo de hecho en la práctica con los indios, advierte: “no sea que lo que de suyo es lícito se convierta en una cosa mala por alguna circunstancia” (143).

Dicha cristianización supone, por supuesto, la anexión al imperio español.
De allí que para Todorov “[h]ay una cosa segura: Las Casas no quiere que cese la anexión de los indios, simplemente quiere que la hagan religiosos en vez de soldados” (1992: 184). “La sumisión, y colonización, se debe mantener, pero hay que llevarlas de otra manera; no sólo ganarán con ello los indios (al no ser torturados y exterminados), sino también el rey y España” (185).

Independientemente de las discusiones acerca de su personalidad y sus posiciones, de la visión contradictoria que se puede encontrar en la literatura acerca de él21, y los problemas que pueden verse en su argumentación, Bartolomé de las Casas ha pasado a la Historia como el gran defensor de los Indios, título que indesmentiblemente le pertenece por derecho: hará de la lucha contra la esclavitud de los indios el objetivo de su vida22.

21 Cf.: O’Gorman, 1993, y Menéndez Pidal, 1963.
22 En este punto habrá que poner de manifiesto que Las Casas no fue el único defensor de los indios, su posición no era una postura aislada sino compartida por otros autores pertenecientes a lo que Fernando Mires ha llamado la “Inteligentzia clerical-indigenista” que parece haber constituido una suerte de “movimiento ideológico” o casi un “partido”, según este autor (Cf.: Mires, 2006, 142ss).

Vitórico Muñoz R. ha escrito con razón que “nunca, ningún otro autor que se ha referido a Nuestra América ha escrito con sangre y tinta, apasionada actitud y serena argumentación, emotiva defensa y horrorosa denuncia, los usos, abusos, estropicios, muerte y desolación que los españoles u otros semejantes realizaron sobre el Nuevo Mundo” (1999: 92). El reconocimiento de esta grandeza, sin embargo, no puede borrar el hecho evidente que la anexión de los indígenas al imperio español nunca fue criticada ni puesta en tela de juicio por el santo.

2. INJURIA Y GUERRA JUSTA

A juicio de Francisco de Vitoria el fundamento general de toda guerra que pueda ser calificada de “justa” y, por lo tanto, también de la guerra de conquista, es el haber recibido una “injuria” (1998: 173-175). Dicha injuria es la que permitiría, pese a reconocer ciertos límites23, lícitamente el dar muerte a los enemigos tanto durante como una vez terminado el combate si se lo estimara necesario para conseguir la paz y la seguridad (200-204), despojarlos de sus bienes (197) y reducirlos a la “cautividad y servidumbre” (199-200).

23 Entre los límites está el dar muerte a inocentes (niños y mujeres) directa e intencionadamente. Sobre este asunto Vitoria hace una serie de distinciones (Cf.: 193-197).

Una vez vencido el enemigo y terminada la guerra justa, el vencedor
puede retener lo conquistado –ya sean bienes muebles o inmuebles–, lo
que no significa, sin embargo, que el saqueo esté necesariamente permitido
(205-209); puede, a su vez, imponer tributo a los enemigos vencidos (209)
e incluso, en algunos casos justificados, llegar a deponer a los príncipes enemigos y reemplazarlos por otros o apoderarse directamente del gobierno
(210). La guerra para Vitoria es siempre claramente una conquista.

En efecto, si se considera la pregunta por las razones por las que se levantan las armas contra alguien, por una parte, la respuesta de Vitoria es, como se dijo, el haber sido injuriado. Al abordar la pregunta acerca de la finalidad que se persigue con ello, por otra parte, la respuesta, de acuerdo con Vitoria, es el afán de castigar y escarmentar a quien nos ha ofendido. Hacerle la guerra a quien nos ha ofendido está considerado, por lo tanto, como un castigo, de allí que el ofensor deba pagar con sus bienes, incluso con su libertad.

Se trata de un castigo que tiene como fundamento principal la revancha,
la venganza. Castigo que puede –incluso tal vez debe– ser impuesto por la fuerza de las armas, mediante una violencia justificada; una violencia como la de la ley. El castigo impuesto será, como se ve, el ser conquistado, saqueado, esclavizado. Esta causa justa de la guerra –ser víctima de injuria– tiene en Vitoria su desarrollo en una serie de “justos títulos de conquista”24.

24 Es importante recordar que Vitoria se encarga de enumerar y desautorizar a un grupo no menor de títulos de conquista a los que llama “Títulos no legítimos de la dominación”. Éstos son: (1) que el emperador sea el señor del mundo y por lo tanto tenga derecho a ocupar y tomar posesión de los territorios de los bárbaros (pp. 87-96), (2) que el Papa sea señor del orbe, incluso temporal, por lo que pueda constituir como príncipes de los bárbaros a los reyes de España e imponerlos por la fuerza de existir oposición (pp. 96-105), (3) que las tierras descubiertas, pese a estar habitadas, sean de quien las encuentra (105-106), (4) que en caso de que los bárbaros se nieguen a recibir la fe, pese a habérseles propuesto y rogado insistente y pacíficamente, se le pueda obligar con violencia, mediante la guerra y el terror, a aceptarla, despojándolos a la vez de sus bienes (106-118), (5) que a causa de los pecados mortales de los bárbaros, que atentan contra la ley natural, deban ser atacados con las armas y sometidos por la fuerza (118-122), (6) que puesto que los bárbaros mismos han aceptado libre y voluntariamente ceder sus derechos a los españoles, éstos se harían dueños y señores (123), (7) que Dios hubiera condenado a los bárbaros por sus abominaciones y los haya entregado en manos de los españoles (123-124).

Se trata de situaciones puntuales en que, a su juicio, se da efectivamente una injuria que justifica o legitima la guerra de conquista: la violación del principio de la sociedad y comunicación natural: libertad de tránsito, de comercio, de participación de los bienes comunes, acceso a la ciudadanía (129-139); la resistencia al derecho de propagación de la fe cristiana, esto es, de predicar anunciar el Evangelio (139-143); la opresión y terror ejercido sobre los conversos para que vuelvan a la idolatría (143); la liberación de los cristianos conversos que se encuentran bajo el yugo de un señor infiel (144-145); la defensa de los inocentes que se encuentran bajo la tiranía y la opresión (145-146); la de proteger a quienes libre y voluntariamente eligen subordinarse al rey de España (146); la de defensa de los amigos y los aliados (147).

A. Defensa y protección de los nuestros

En la dinámica de la defensa, de la protección y de la liberación se mueven
la gran mayoría de los Justos Títulos de Vitoria (4, 5, 6 y 7). No todo ellos
se refieren, sin embargo, a los mismos sujetos que han de ser defendidos,
protegidos o liberados: unos aluden a los conversos, otros a los oprimidos y
otros a los súbditos voluntarios, amigos y aliados. No todas las situaciones,
por lo tanto, son iguales, sin embargo, en principio se podría afirmar que la
dinámica argumental –si se le puede llamar de esa forma– es la misma en
todos los casos.

Estos títulos tienen en común el hecho de que quien ha sido injuriado –el converso, los oprimidos, los súbditos voluntarios, los amigos y los aliados– no es a quien se le otorga el derecho de reaccionar ante dicha injuria. Quien toma venganza no es el ofendido. En todos los casos los injuriados son indígenas, indígenas que se han vuelto cristianos, que están siendo tiranizados por sus reyes, que han aceptado someterse al imperio español o que se declaran amigos o aliados de éstos. No son ellos, sin embargo, los que de acuerdo con estos títulos adquieren el derecho de reaccionar frente a la injuria que se les ha infringido. Son los españoles quienes adquieren un justo título para hacer la guerra y conquistar a aquellos que, sin haberlos injuriado en lo más mínimo, sin embargo, sí lo habrían hecho con los conversos, con los oprimidos, los súbditos voluntarios, los amigos y los aliados. Se puede observar que aquí opera una suerte de traspaso de derecho desde los ofendidos hacia los vengadores.

Se podría sostener, con Vitoria, que aquel que ha sido injuriado tiene un justo título para reaccionar; incluso se podría afirmar que tiene derecho para hacerlo con la fuerza de las armas si la injuria así lo amerita. De eso se trata la “legítima defensa”, pero en estos casos que Vitoria trae a colación no es el injuriado mismo quien adquiere el justo título de reacción, sino los
españoles. Sólo por esta simple razón es que no se puede hablar de estos
títulos como si se tratara de “legítima defensa”, puesto que, como es bien
sabido, ella tiene requisitos taxativos muy estrictos, el primero de los cuales
es que sea el ofendido, el injuriado, quien en justicia se defienda del agresor,
del injuriador, y éste no es el caso en ninguno de los títulos de Vitoria ahora
analizados.

Hay, sin embargo, en casi todos los casos mencionados por el autor un vínculo, una ligazón entre el injuriado y los españoles: el compartir la fe cristiana, el ser súbditos del rey, el ser amigo o aliado. Esta vinculación
podría, en principio, servir para explicar que los españoles tengan el
derecho a intervenir. Un caso que en principio parece algo diferente es el
de los oprimidos, pues allí no hay vínculo evidente –fuera del hecho de ser
humanos–, sin embargo el desamparo de quien no puede defenderse por sí
mismo permitiría operar el traspaso del derecho a la reacción hacia quien
sí tiene el poder de hacerlo.

Este último caso permite constatar que en todas estar situaciones de
defensa lo que ocurre es que el español adquiere el derecho a intervenir
porque el sujeto que es víctima de una injuria no puede defenderse con
sus propias manos. Dicho de otra forma, se trata en todos los casos, en el
fondo, de uno y el mismo título: defensa del abusado, del injuriado, del
oprimido, del violentado, que no puede defenderse por sí mismo. Defensa
que se haría especialmente vinculante porque o bien se trata de cristianos
igual que los españoles, o porque se han declarado libremente súbditos de
la corona, o porque son amigos o aliados del imperio español o, simplemente,
porque son seres humanos que no pueden defenderse de los abusos
de que son objeto.

Como sea, sin embargo, el título de fondo sigue siendo siempre el mismo: “defensa de los débiles”. Dicha menesterosidad estaría en el fundamento del derecho que tendrían los españoles para intervenir en los asuntos de los indígenas. Con esto se estaría respondiendo a la pregunta que planteara Fernando Mires: “¿de dónde provenían los derechos de los españoles para inmiscuirse en los asuntos internos de otras naciones?” (Mires, 2006: 72). Lo que hace Vitoria con estos títulos es establecer excepciones para lo que se conoce hoy en derecho internacional como el principio de “no intervención”.

La soberbia del autodenominado civilizado se pone de manifiesto aquí con toda nitidez. Tzvetan Todorov ha puesto claramente de manifiesto que la reciprocidad en este caso desaparece, pues aquí los españoles son “quienes
decidieron el sentido de la palabra ‘tiranía’, y eso es lo esencial. Los
españoles, a diferencia de los indios, no son solo parte, sino también juez,
puesto que ellos determinan los criterios según los cuales se habrá de emitir
el juicio” (192-161). Los españoles son los que deciden, de hecho, en qué
momento y de qué forma se ha cometido una injuria contra los indígenas
–sean cristianos o no lo sean, sean amigos o no, sean súbditos o no– que
amerita una intervención armada de su parte.

Una vez más nos encontramos frente a un eurocentrismo, un hispanocentrismo flagrante: son los españoles quienes deciden, por los indígenas, cuando han sido ofendidos, y son ellos los llamados a tomar las acciones correspondientes, esto es, la venganza por medio de la guerra de conquista.

B. Sociedad y comunicación natural

El primero de los “Justos Títulos” para la conquista de Vitoria, el llamado
“de la sociedad y comunicación natural”, es, sin duda, de un tremendo alcance. No en vano ha pasado a constituir uno de los pilares del Derecho
Internacional moderno. Este título se refiere a la existencia y eventual violación de cuatro derechos que le deben ser reconocidos a los españoles (nótese que Vitoria se refiere sólo a los españoles como depositarios de estos
derechos): (1) el de “recorrer” los territorios de los bárbaros y permanecer en ellos (129), (2) el de “comerciar” con los bárbaros (132), (3) el de participar de los bienes comunes de los bárbaros (133) y (4) el de ciudadanía
(134-135).

El presupuesto de funcionamiento del título y, por lo tanto, su límite –en esto Vitoria será majadero– es que se dé “sin daño alguno para los bárbaros” (129), “sin injusticia ni daño” (130), “sin perjuicio para su patria” (132), “sin daño para los ciudadanos” (132), “con tal de que no se perjudique a los ciudadanos y naturales del país” (134). Los españoles tendrán que “demostrar por todos los medios que no vienen a hacerles daño, sino que quieren residir allí pacíficamente y recorrer su territorio sin daño alguno para ellos” (136).

Muy bien los derechos de paso, de establecimiento, de comercio, de participación y ciudadanía, pero siempre y cuando ellos no impliquen perjuicio alguno para los indígenas. Los conquistadores deberán demostrar “por todos los medios” con “razones y argumentos”, “no solo con palabras sino con hechos” que es así, de lo contrario los derechos no serían exigibles.

La injuria que daría paso a una guerra justa se basa, de acuerdo con Vitoria, en estos dos supuestos: la existencia de los derechos y la falta absoluta de daño y perjuicio. Allí reside la injuria ejercida contra el extranjero que simplemente pretende transitar, instalarse o participar sin que ello implique ninguna consecuencia negativa para la nación receptora. “(…) los bárbaros, al prohibir a los españoles el ejercicio del derecho de gentes, les hacen injurias; luego si fuera necesario hacer la guerra para obtener su derecho, puede lícitamente hacerla” (136).

Aunque Vitoria sólo se refiere a los derechos de los españoles respecto de los “bárbaros” (sólo a modo de ejemplo menciona el caso de la relación entre España y Francia), los derechos a los que hace alusión podrían eventualmente tener valor universal como normas de derecho internacional. Si este derecho de la sociedad de las comunicaciones esbozado por Vitoria tuviera una validez universal, sería indispensable, sin embargo, una total “reciprocidad”, esto es, que los derechos se los reconocieran mutuamente españoles e indígenas.

Si se tratara de un derecho universalmente válido, de hecho, todo pueblo, cada pueblo tendría el derecho al que Vitoria alude. En su discurso no hay pasaje alguno, sin embargo, en que el autor se refiera a que los españoles les reconozcan a los indios el derecho de paso, de permanencia, de participación y nacionalidad.

La razón que podría esgrimirse para fundamentar esta falta de reconocimiento,
para continuar en la lógica de Vitoria, es el posible daño o perjuicio que ello ocasionaría a España, a los españoles, a su comercio, etc. El bien de España está primero. Con ello se salva la universalización del principio vitoriano, pero se ponen las bases para un nuevo problema: el del titular del derecho. Ahora bien, si España puede justamente expulsar a un extranjero, negarle el derecho a instalarse y participar de sus bienes comunes, si puede limitar el derecho a la nacionalidad amparada en el argumento de que la perjudicaría, entonces es España la que determina si un extranjero atenta o no contra ella, si es un peligro, si debe evitar que traspase siquiera sus límites.

En este mismo esquema, no importa cuantos gestos haga el bárbaro para demostrar que su intervención sería inocua, que tiene intenciones pacíficas,
que su permanencia no afectará en nada la marcha normal del país, podrá echar mano de “razones y argumentos”, de “palabras y de hechos”, pero si los españoles lo juzgan potencialmente dañino le negarán con todo derecho, para usar una terminología más contemporánea, la visa. Quien evalúa la inocencia e inocuidad de un extranjero, por lo tanto, es el país receptor, para nuestro caso, los habitantes de las Indias y no los españoles.

¿Por qué habría de constituir una injuria, por lo tanto, el que los indígenas
limiten el ejercicio de estos derechos a los españoles? Los conquistadores
pueden hacer todos los gestos que quieran para demostrar su “buena fe”;
quienes deben juzgar si ello es ajustado o no a la realidad son los indígenas
y no los españoles, por lo que tienen todo el derecho, todavía en el marco
de la argumentación vitoriana, de negarles el derecho a pisar siquiera su
territorio, sin que ello constituya, ahora en contra de Vitoria, una injuria,
sino simplemente el ejercicio de su derecho de soberanía.

En todo caso, este título de Vitoria –así lo ponen de manifiesto los relatos
de Bartolomé de las Casas y otros– da cuenta de una enorme inocencia
o ceguera, pues de hecho los españoles que llegan al Nuevo Mundo no
tenían para nada la intención de no afectar la situación encontrada, ya sea
por medio de las armas en busca de riquezas o mediante la evangelización
en busca de nuevos feligreses (139).

Su permanencia no pretendía ser, en ningún caso, inocua, y les correspondía a los habitantes originarios evaluar como positivo o negativo ese cambio que venían a provocar los extranjeros. Es perfectamente posible, y ajustado a la argumentación vitoriana, el sostener que los indígenas podían considerar dañina la presencia y el paso de los españoles por sus tierras –tanto de los conquistadores como de los evangelizadores– y por lo tanto, tenían pleno derecho de negarles la entrada a las tierras americanas.

Finalmente, la argumentación de Vitoria, aludiendo a todos sus títulos, se diluye al ser contrastados con la realidad de lo ocurrido en el Nuevo
Mundo. La pregunta que podría plantearse es: ¿dónde está la tremenda
injuria que los indígenas habrían cometido contra los cristianos que justifica la conquista y la esclavitud, la destrucción y el horror de un genocidio?

Antes bien, fueron los indios quienes luego de abrir su tierra, sus casas y
sus corazones a los recién llegados, fueron ofendidos, agraviados, asesinados.
Bartolomé de las Casas escribía que “(…) nunca los indios de todas las
Indias hicieron mal alguno a los cristianos, antes los tuvieron por venidos
del cielo, hasta que primero, muchas veces, hubieran recibido de ellos o sus
vecinos muchos males, robos, muertes, violencias y vejaciones de ellos mismos” (1999: 79). La causa justa se desplaza, por lo tanto, tal como lo viera
Las Casas, hacia los indios. “(…) y sé por cierta e infalible ciencia, que los
indios tuvieron siempre justísima guerra contra los cristianos, y los cristianos,
una ni ninguna nunca tuvieron justa contra los indios” (88 ).

CONCLUSIONES

Son varios los aspectos de la llamada “filosofía de la conquista” que se han
querido destacar en este trabajo. En primer lugar, el hecho que aunque hay
autores que sustentan posiciones diferentes, incluso antagónicas, todas
comparten, sin embargo, la idea de que los indígenas deben ser
incorporados al mundo europeo, a su cosmovisión, a su religión, que deben ser civilizados y evangelizados. Ni la corriente más extremadamente esclavista e imperialista representada tan claramente en el pensamiento de Juan Ginés de Sepúlveda, pero tampoco la visión indigenista encarnada en la
reflexión de Bartolomé de las Casas, eran, de hecho, anticolonialistas.

El destino de vasallaje, de subordinación de los indígenas al imperio nunca estuvo realmente en discusión. La “filosofía de la conquista” se sustenta sobre las dicotomías civilizados-bárbaros, y cristianos-infieles. Dicotomías que se concretizan en una evidente sobrevaloración del modo de vida español y una minusvaloración de la de los habitantes originarios de América. La “filosofía de la conquista” constituye, en realidad, un intento por fundamentar la legitimidad del domino español sobre las Indias, por justificar el gesto radical e indetenible de hacer de América otra España.

Desde esta perspectiva es eminentemente una filosofía hegemónica, una filosofía “para” la conquista. Juan Ginés de Sepúlveda, Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas, aunque difieren radicalmente en sus postura, tienen en común el eurocentrismo y el colonialismo; el convencimiento de la superioridad del mundo europeo-cristiano y de una inferioridad de los indígenas, para los cuales el camino de la colonización y la evangelización es un ascenso, un evidente mejoramiento, la ruta hacia la civilización y el reino de Dios.

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La historicidad del “ciclo progresista” actual: sus nudos problemáticos (I)

La historicidad del “ciclo progresista” actual: sus nudos problemáticos (I)

Roger Landa
Rebelión

Se abre la discusión sobre el supuesto “fin de ciclo” de los llamados gobiernos progresistas o posneoliberales en América Latina y el Caribe. Ya varios pecadores lanzaron sus piedras: Ángel Guerra, Katu Arkonada, Raúl Zibechi, Maristella Svampa, Gustavo Codas, Emir Sader, Aram Aharonian y Alfredo Serrano [1]. Para participar en la discusión quiero exponer lo que considero son los principales nudos problemáticos de la misma, así como delinear algunas tesis propositivas para continuar el debate más allá de esta primera ronda de discusión. Espero nadie quiera arrojar la última pedrada.

La construcción histórica del actual “ciclo progresista”

Lo que conocemos como “gobiernos progresistas”, de “nueva izquierda” o “posneoliberales”, configuran una serie de procesos nacionales que han sido historiados bajo una misma narrativa que los ubica en una totalidad geohistorica. Dicha construcción parte del la constatación empírica del ciclo de luchas que abrió la Revolución Cubana desde 1959, que permitió una renovación del movimiento de la izquierda continental entroncando, luego, con diversos procesos nacionalistas, como el de Omar Torrijos en Panamá y Velzaco Alvarado en Perú. Particularmente, las luchas populares toman vigor en Centroamérica con el Sandinismo nicaragüense, el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional salvadoreño, y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca. Asimismo, en Suramérica, se renueva la guerrilla colombiana (FARC y ELN) y venezolana; y avanza la Unidad Popular chilena con Salvador Allende a la cabeza.

Este ciclo cerraría hacia finales de la década de los ochenta con la entrada del periodo especial en Cuba (previsto por Fidel antes del mismo derrumbe de la URSS), la invasiones estadounidenses en Panamá en el 1989 y Haití en el 1994, la derrota electoral del Frente Sandinista en 1990, la firma de los acuerdos de Paz en Centroamérica (1992), la desmovilización de buena parte del movimiento guerrillero colombiano (1990-91) y el declive de los partidos tradicionales de izquierda en el continente.

Las luchas anti-neoliberales en la región son consideradas como el punto de partida para el “nuevo ciclo progresista”. Estas se fechan comúnmente con el estallido popular en Venezuela conocido como “Caracazo” en 1989, continuando con el levantamiento zapatista en México de 1994, la oposición social contra el ALCA, y el triunfo de la Revolución Bolivariana en 1998, que habría de ser secundada con diversos ascensos electorales de la llamada “nueva izquierda” en el siglo XXI. Estos gobiernos de izquierda se sostienen sobre amplios procesos de movilización popular contra los ajustes neoliberales en países como Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay, Ecuador y Nicaragua. El nuevo ciclo vendría de una incubación de resistencias populares, primero, frente a las dictaduras de seguridad nacional, y segundo, frente a la instauración de las democracias representativas acompañadas de la imposición del neoliberalismo, lo cual acentuó la destrucción del tejido social latinoamericano y caribeño.

Algunos/as autores/as enfatizan cierta continuidad entre este nuevo ciclo y las luchas anteriores, constatando la permanencia de diversos actores, como por ejemplo el Sandinismo, el PT y el Frente Amplio, así como la permanencia de la Revolución Cubana, que tomará nuevas fuerzas por sus relaciones con los gobiernos de izquierda que ascendían electoralmente en la región (iniciando con Venezuela, pero extendiéndose a Brasil, Ecuador, Bolivia, etc.). Otros/as autores/as hacen una escisión basándose en la emergencia de “nuevos” actores políticos englobados bajo el término de movimientos sociales o nuevos movimientos sociales que vendrían a llenar el vacío dejado por la izquierda tradicional partidista. Ciertos analistas observan una renovación del populismo histórico en base a nuevos líderes que estarían llevando a cabo procesos de modernización nacional, aún incompletos. Pero, en definitiva, el grueso de las posturas con diversos matices de los que no puedo ocupar aquí parten de aquella construcción histórica, atendiendo a uno y otro elementos de acuerdo a las categorías interpretativas utilizadas.

Todo este proceso se enmarca en el tránsito del mundo bipolar y el auge del Tercer Mundo, hacia el mundo unipolar y la hegemonía del neoliberalismo a nivel planetario.

Ahora bien, ¿es válida esta construcción? Considero que sí es válida como una primera aproximación, en la medida en que permite obtener un panorama general que nos ubica en la historia reciente. Sin embargo, esta narrativa tiene límites claros cuando se olvida que se trata de una construcción epistemológica de interpretación histórica sobre la sinergia de diversos procesos nacionales y su vinculación con los mecanismos de acumulación y la dinámica de poder a escala global. He allí, considero, el principal nudo problemático de la discusión actual. ¿Cómo se relacionan estos procesos políticos, historiados bajo aquella visión, con los mecanismos de acumulación global, la dinámica de poder internacional y las resistencias populares ante la exclusión capitalista? Dejando de lado las pseudo tesis de la derecha, existen, grosso modo, dos tesis principales.

La primera asegura que los gobiernos progresistas actuales constituyen un nuevo ciclo de luchas que habrían superado o al menos tienen una dirección que apunta hacia el establecimiento de modelos posneoliberales. Esta tesis se acompaña con la afirmación de la pérdida de hegemonía por parte de Estados Unidos, y la entrada a un mundo multipolar con el surgimiento de otras potencias de alcance mundial (Rusia y China principalmente) y el impulso de procesos de regionalización autónomos. Entre estos últimos, el énfasis en América Latina y el Caribe recae sobre la derrota del proyecto continental del ALCA, el fortalecimiento del Mercosur, y el establecimiento de nuevos esquemas como el ALBA-TCP, PetroCaribe, UNASUR, y la CELAC.

La segunda tesis establece que los actuales gobiernos llamados progresistas habrían alcanzado las instituciones del Estado a partir de una amplia movilización social pero que, luego del establecimiento de dichos gobiernos, estos no han trascendido cierto nacionalismo y defensa de los recursos naturales y capitales nacionales frente al capital transnacional, pero también en detrimento de las mismas luchas populares y clases trabajadoras explotadas por las burguesías de la región. Cuando no, estos gobiernos habrían creado las condiciones óptimas (garantías de infraestructura, energía, mano de obra, etc.) para la acumulación transnacional vía inversión privada.

Ambas posiciones aceptan que en la base económica de dichos gobiernos se encontraría el aumento de las rentas nacionales a causa de los elevados precios de las materias primas exportadas por la región. Para unos, estas rentas habrían servido y continúan sirviendo para cancelar parte de la inmensa deuda social acumulada en la región, aumentando los niveles de vida de las capas más empobrecidas; en los casos de Brasil, Argentina y Uruguay, se constata un fortalecimiento de los modelos de acumulación nacionales y sus procesos industriales. Esto bajo esquemas de recuperación de la soberanía nacional en la toma de decisiones acordes a los proyectos de desarrollo particulares. Para otros, aquel auge de los precios de materias primas, al implicar una reprimarización de las economías, conlleva a la acentuación de la dependencia y la desigualdad, ocultadas momentáneamente por el alto ingreso nacional. El fortalecimiento de algunas burguesías nacionales permitiría la acentuación individual del modelo de acumulación nacional-burgués de algunos países (particularmente Brasil) en detrimento de los demás. En algunos análisis este auge formaría parte de los nuevos mecanismos de acumulación capitalista a nivel global.

A nivel geopolítico, las diversas posturas también aceptan la existencia de un conflicto permanente con los Estados Unidos y sus pretensiones imperialistas que lo llevarían a sostener una constante desestabilización a los gobiernos de la “nueva izquierda”, buscando en todo momento mantener su dominio sobre la región. El acompañamiento de gobiernos conservadores, como los de Colombia, México, Chile, Perú o Costa Rica, y de las oposiciones nacionales a los gobiernos progresistas, conformarían un eje que impide el avance de la izquierda en la región, participando muchas veces en la desestabilización nacional y saboteo de los procesos de integración autónomos. Para unos, esto configura una de las dificultades principales que impide el avance de los gobiernos de nueva izquierda, obstaculizando con ayuda de las oposiciones nacionales el desarrollo de los proyectos de transformación propuestos. Para otros, este conflicto, en vez de ser configurado como la base para avanzar en la radicalización de los procesos políticos algunos denominados revolucionarios, ha servido, más bien, como excusa para retrazar las transformaciones e incluso posponer el horizonte poscapitalista para cuando existan las condiciones.

Considero que una revisión de algunos elementos de la construcción histórica sobre la cual se piensa las relaciones (su historicidad) de los actuales procesos políticos con los mecanismos de acumulación capitalista, la dinámica de dominación imperialista y los procesos de lucha/resistencia de las clases populares, permitiría arrojar luces para renovar la discusión cargada de muchas dicotomías que responden más a concepciones teóricas que al movimiento de la realidad.

La expansión del neoliberalismo y las fuerzas en pugna

Si revisamos la dinámica del poder de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI, podemos evidenciar que la resistencia al neoliberalismo es tan antigua como su imposición a sangre y fuego en la periferia; los intentos de aplicación de paquetes de ajuste estructural en Bolivia en 1956 y la India en 1964, fallaron por la resistencia interna y la correlación de fuerzas contraria a los designios del BM y el FMI. Sin embargo, con la desarticulación del Tercer Mundo emprendida por Estados Unidos y el sometimiento de muchos de sus procesos revolucionario (por ej. en el Congo, Chile o Indonesia) se abrió el paso para que, al inicio de la crisis de los setenta, se impulsara un nuevo proceso de acumulación basado en la liberalización acelerada de la economía y la protección de los capitales de las economías del centro. Este ciclo que abre con el golpe de Estado en Chile (1973) como primer experimento neoliberal en sentido estricto, se extiende luego en el mismo centro del sistema (EEUU e Inglaterra principalmente) y a partir de la década de los ochenta en todo el continente latinoamericano. Sin embargo, la hegemonía mundial (en sentido geohistórico) de dicha forma de acumulación se establece sólo hacia la década de los noventa con el ingreso del antiguo bloque de la URSS al sistema histórico capitalista hegemonizado por Estados Unidos. Para la fecha, el sureste asiático, África y América Latina (la periferia) se encontraban bajo la égida neoliberal, y ya se empezaban a sentir sus efectos adversos, particularmente en América Latina con el desastre económico en Chile, y las crisis en México y Brasil.

Es decir, el establecimiento mundial del neoliberalismo coincide con los hitos que son tomados como antecedentes del actual ciclo de luchas. En este sentido, si observamos la historicidad de expansión del neoliberalismo, habríamos de comprender que el auge de los movimientos de resistencia en América Latina y el Caribe implican un proceso de confrontación de fuerzas que va a extenderse entrado el siglo XXI. Esto, que podría parecer obvio, sostiene una consecuencia inmediata, a saber, que el proceso de consolidación del neoliberalismo, como forma actual del capitalismo, está lejos de haberse disipado en le horizonte. Antes bien, los primeros lustros del siglo XXI significan una acentuación de aquella confrontación de fuerzas, por lo que los gobiernos llamados de nueva izquierda o posneoliberlaes, estarían más bien inmersos en una confrontación donde el neoliberalismo avanza y se consolida, ejerciendo una clara presión de atracción sobre los ejes de acumulación de la región, independientemente de los discursos o retóricas. Bajo diversos mecanismos de regionalización, el grueso de los países de la región estarían inmersos en procesos de liberalización económica; no solamente los países con gobiernos conservadores (México, Colombia, Chile y Perú), el Caribe y Centro América; también países como Ecuador (con la firma de un TLC con Europa, aún no vigente) Brasil y Argentina (con la intensión de los BRICS de eliminar el proteccionismo a las economías y su llamado a apoyar a la OMC), y Uruguay (con su participación en las negociaciones del TISA). Además, Venezuela y Bolivia, que aún mantienen relaciones comerciales con dirección solidaria bajo el esquema del ALBA, ingresaron recientemente al esquema de Mercosur, que si bien ha establecido mecanismos de participación social y mantiene una estructura de regionalismo estratégico (protección de empresas básicas), tiene como fin en su esquema escalonado el establecimiento de un Mercado Común en la eliminación progresiva de diversas barreras al comercio, constituyendo en la actualidad una especie unión aduanera imperfecta. Con la construcción del Gran Canal en Nicaragua se prevé el establecimiento de una Zona de Libre comercio la cual afectará, sin duda, las economías del continente; igualmente, aún están por verse los efectos de subordinación sobre la economía cubana que tendrá la apertura al capital estadounidense, alto precio que pagará la Revolución para ganar la normalización de sus relaciones internacionales y un eventual cese del bloqueo económico que padece.

En síntesis, considero que la dinámica de confrontación a la que el neoliberalismo ha sumergido a la región, supone una disputa en la que cada caso nacional da la medida de la dinámica de correlación de fuerzas, los poderes que entran en tensión, así como los procesos de resistencia interna, no siempre conocidos y reflejados fuera de las fronteras locales. Estos procesos nacionales se van configurando de acuerdo a las necesidades particulares, pero también de acuerdo a la dirección que tomen sus dirigentes respecto a las relaciones con los mecanismos de acumulación global. Hacer cumplir la ley frente a la inversión extranjera, como ejercicio de soberanía formal, no exime de las implicaciones que conlleva la acumulación signada por el capital, a saber, la concentración de riqueza en un polo, y de pobreza en el otro; no hay ley en el derecho burgués que revierta esta realidad material del sistema. La consolidación del neoliberalismo ha permitido su extensión apegado a las leyes, cambiándolas a su antojo y, cuando no, escondiendo su dominación bajo diversas fachadas ideológicas. En definitiva, los elementos que constituyen el neoliberalismo (eliminación de barreras al comercio, privatización de servicios, financierización del consumo, etc) representan medidas que pueden ser tomadas en determinados casos y momentos, para determinados fines y por un país en particular; cuando estas medidas se aplican en bloque y de forma extrema es lo que conocemos como “paquete” de ajuste estructural; sin embargo, que no se tomen en bloque no significa que no están presente, en algún nivel de la cadena de relaciones económicas y políticas, y en alguna articulación con el sistema internacional. Con ello también quiero llamar la atención en que es difícil calificar a un país de netamente neoliberal o netamente posneoliberal, puesto que no existen estas condiciones como “estados puros” (más allá de algunos experimentos fracasados). Se trata, en todo momento, de una dinámica compleja modelada por la confrontación de fuerzas en la que están implicados los actores políticos que detentan poder en los gobiernos, las bases populares que pueden o no apoyarlos, las clases burguesas nacionales (que continúan siendo hegemónicas, con excepción de Cuba), las burguesías transnacionales y el imperialismo; esclarecer las particularidades en cada caso, cómo se expresan, entrelazan y confrontan estos actores y la correlación de fuerzas que van configurando, es imperativo para poder comprender la dinámica de estos procesos y su dimensión geohistórica común. Este estudio, más allá de las opiniones y discusiones coyunturales, aún está por hacerse.

Renovación del pensamiento conservador.

Con el auge de los procesos de lucha contra el neoliberalismo en la región también se produjo una reconfiguración del pensamiento conservador que impulsara dicho esquema de acumulación. En este sentido, para comienzos de la década de los 90 (un año luego del llamado “consenso de Washington”) se establece un cambio de gramática desde los núcleos de pensamiento neoconservador para hacer frente al desprestigio ideológico neoliberal, pero también para apuntalar una reestructuración del capitalismo con base a una dominación que buscaba hacer funcional al metabolismo del capital las fuerzas de presión anti-neoliberales que se alzaban, en lo profundo, contra las relaciones capitalista de reproducción social. Quien mejor ha estudiado estos “giros” del pensamiento conservador ha sido Betraiz Stolowicz2. Según ella, para América Latina y el Caribe con esta reestructuración neoconservadora, formulada por Marcelo Selowsky, se establecieron en tres etapas consecutivas:

1) inicio del ajuste y la estabilización,

2) profundización de las reformas estructurales y

3) consolidación de reformas y recuperación de los niveles de inversión.

En buena parte de la región la primera etapa, que buscó la destrucción del patrón anterior de acumulación y las instituciones que estructuralmente lo sustentaban, se consolidó bajo la égida del fascismo totalitario que significaron las dictaduras militares como expresión política clara de la totalización totalitaria del capital. Las siguientes dos etapas debían implementarse ahora bajo la democracia liberal representativa, en proceso de extensión y consolidación en toda la región luego de la caída de los autoritarismos dictatoriales. La gobernabilidad como instrumento para el control social de las fuerzas que pugnaban por mejorar las condiciones de las clases trabajadoras, se expresaba en la defensa de la democracia representativa liberal y su institucionalización para la mediación política necesaria la única admitida por el capital en el mantenimiento del orden social y la consiguiente estabilización para la recuperación económica de los países de la región de acuerdo al plan establecido.

Bajo esta renovada égida política neoconservadora se apuntaló una crítica a las políticas neoliberales de años anteriores con el posicionamiento ideológico de un llamado a ir más allá del neoliberalismo y avanzar a una nueva fase “pos-neoliberal”. “Debe aclararse, una vez más dice Stolowicz, que el término “posneoliberal” fue acuñado por el sistema… Lo interesante es que el término “posneoliberalismo” fue siendo socializado en el seno de la “izquierda moderna” o “nueva izquierda”. Abonando a la confusión, en el último lustro, el término “posneoliberalismo” es utilizado para denominar los proyectos de los gobiernos de izquierda y centroinzquierda, como un camino que apenas se estaría recorriendo.”

Esta nueva fase ve en la progresiva democratización de los gobiernos de la región una oportunidad para la consolidación normativa de consensos a favor de las reformas económicas enmarcadas en la reestructuración capitalista, con lo cual, el campo político fue nuevamente reducido, esta vez a su instrumentalización democrática liberal como mecanismo para la “gobernabilidad”, incluyendo la institucionalización de cierta izquierda partidista que avanzaba electoralmente a nivel local en los noventa, y en la década siguiente a nivel nacional. El gasto social volvió a recobrar fuerza en la gramática de los discursos hegemónicos, y era asumido por el capital privado para proveer ciertos “servicios sociales” y ocupar la resolución de aquellas necesidades que el Estado no puede atender. El punto de llegada era claro: convertir al continente Latinoamericano y caribeño en una zona de mayor estabilidad política y económica para la reproducción de la acumulación, asediada por las contradicción entre la producción/extracción de plusvalor y la realización del valor, y las crisis de acumulación que esta contradicción conlleva.

Esta constatación del giro neoconservador es fundamental si recordamos que el neoliberalismo es la forma que actualmente adquiere el modo de producción material capitalista y que, en definitiva, implica una estabilización del capitalismo en la región para mantener la acumulación de valor, si la oposición al neoliberalismo no va en dirección opuesta a esta estabilización, se mantiene dentro de los marcos establecidos por el sistema bajo la forma conservadora neoliberal. Mantener la estabilidad y la gobernabilidad puede ser una necesidad para avanzar en los procesos de transformación, pero sin la dirección adecuada también puede significar un “favor” al capitalismo, al mantener las condiciones de acumulación. El ¿cómo hacer? (más que el “qué hacer”) retoma aquí una prioridad estratégica, puesto que implica la discusión sobre la instrumentación de las mediaciones necesarias que permitan una acumulación de fuerza suficiente para avanzar en dirección a un horizonte poscapitalista. He ahí otro nudo problemático que se debe desenredar.

Notas:

[1] Véase: Hacer balance del progresismo de Raúl Zibechi; Termina la era de las promesas andinas de Maristella Svampa; Desafíos al ciclo progresista en América Latina de Gustavo Codas; El presunto “fin del ciclo progresista” y Otra vez sobre “el fin del ciclo progresista” de Ángel Guerra Cabrera; ¿Fin del ciclo progresista o reflujo del cambio de época en América Latina? 7 tesis para el debate, de Katu Arkonada; Diagnosticadores de la capitulación de Aram Aharonian; ¿El final del ciclo (que no hubo)? de Emir Sader; Geopolítica de América latina: entre la esperanza y la restauración del desencanto de Alfredo Serrano Mancilla.

[2] Véase su antología: A contracorriente del pensamiento conservador, Espacio Crítico Ediciones, Bogotá, 2012.

“Un orgasmo es el peor accidente laboral que nos puede pasar”

“Un orgasmo es el peor accidente laboral que nos puede pasar”

Haydee Laínez y María Consuelo Raymundo son coordinadoras del movimiento Orquídeas del Mar, y en esta entrevista cuentan el lado oculto del trabajo sexual, mismo que aseguran volverían a elegir si volvieran a nacer.

Bryan Avelar

Haydee Laínez y María Consuelo Raymundo son dos trabajadoras sexuales que, hace diez años se reunieron en una esquina de la Avenida Independencia, de San Salvador, y decidieron crear el primer gremio de prostitutas de El Salvador, que ahora lideran, para exigir que se les respeten sus derechos humanos y para luchar en contra de los estigmas que las acompañan, a ellas y a sus demás compañeras, todos los días de su vida.

Ahora ellas quieren que el Estado salvadoreño reconozca el trabajo sexual como un oficio digno. Sin embargo, entre líneas no dejan de aceptar que esta ocupación no es la primera que escogen la mayoría de mujeres que la ejercen, sino que muchas veces es la situación económica la que las lleva hasta las calles o los burdeles del país.

En esta entrevista cuentan las infidencias del oficio, desde cómo sus parientes supieron que ellas eran trabajadoras sexuales, pasando por “lo tedioso de este trabajo”, unos curiosos “accidentes laborales”, y “lo que más les gusta de esto”.

El movimiento de mujeres Orquídeas del Mar nació de una reunión de 19 amigas que trabajaban en lo mismo, un 13 de octubre de 2005. Desde entonces han ido encontrando el apoyo de varias organizaciones internacionales y hoy pueden decir que atienden a más de tres mil mujeres trabajadoras sexuales en todo el país.

Desde esta trinchera, ahora como directora y representante legal de la fundación, respectivamente, siguen luchando por los derechos de sus compañeras, y aunque ya no les queda tanto tiempo “para ir a la cuadra” a vender su sexo, dicen, entre risas, que nunca es tarde para darse una escapada de sábado con algún enamorado.

Ustedes se han dado a conocer porque defienden a la prostitución como un trabajo digno, algo con lo que mucha gente no está de acuerdo ¿cuál es su argumento para decir que la prostitución, más que ser una fuente de dinero, es un trabajo que dignifica a la persona?

María Consuelo Raymundo (MC): Nosotros concebimos el trabajo sexual como algo que dignifica porque es de donde comemos, de lo que viven nuestras familias, de donde nos mantenemos.

Si tenés un trabajo y es remunerado, lógicamente es un trabajo y entra en el concepto de trabajo. Nosotras no somos ni delincuentes ni nada de lo que la gente dice. Nuestra empresa somos nosotras.

Haydee Laínez (HL): Decimos que es un trabajo digno porque somos mayores de edad y lo realizamos con consentimiento propio. Por otra parte, la palabra “prostituta”, para nosotros, es una palabra que en la historia nos borró derechos humanos porque han dicho que somos mujeres que no valemos nada, que solo pasamos paradas en la calle; y eso tiene que ver con los mitos y prejuicios que en la historia se han venido fomentando.

Sin embargo, cuando se habla de trata, eso sí es delito, y nosotras estamos en contra de la trata de personas. Nosotras decimos que la trata es cuando se ejerce el trabajo sexual de manera forzada, a eso le llamamos prostitución.

¿Es diferente decir prostituta que decir trabajadora sexual?

Trabajadora sexual es una mujer que tomó la decisión, que tiene sueños, tiene metas, y que quiere vender su sexo y que decide irse a la Avenida o a un night club; pero una prostituta puede ser una mujer que está siendo víctima de trata, que está obligada, alcoholizada o bajo efectos de drogas para que otro venda su sexo.

¿Cómo se sienten sus hijos al saber que usted se acuesta con varios hombres al día?

MC: Yo tengo dos hijos mayores, y en aquel momento, cuando les dijeron que yo era una prostituta y que estaba en la calle, quizá se sintieron mal, porque incluso, no le dijeron solamente que yo me acostaba con un montón de hombres sino también que yo era una alcohólica, drogadicta, y tantos mitos y prejuicios que le meten al tema que al principio quizá lo creyeron.

¿Cómo fue que sus hijos se dieron cuenta de su trabajo?

MC: Un día yo estaba en la Avenida, trabajando, leyendo el periódico, porque yo siempre acostumbraba leer el periódico mientras esperaba a los clientes. Entonces ahí estaba acostada en la camita cuando, como a eso de las nueve de la mañana, miré un hombre joven frente a la puerta. ¡Mirá que ironías tiene la vida! Entonces yo dije “si ese hombre no me habla, yo tampoco le voy a hablar”, y seguí leyendo el periódico. Cuando, de repente, veo que era mi hijo.

En ese momento no hallaba qué decirle, hasta que me armé de valor y le dije “Ajá, hijo, ¿qué es lo que te trae por aquí?”. No había de otra. ¡Es que ese no era el momento ni era el espacio para aclararle las cosas!

Entonces le di una plata que él necesitaba ¿Y te digo para qué necesitaba plata mi hijo? Para su graduación, porque ya iba a bachillerato, a segundo año, y se la di y se fue. Pasó eso. No nos dijimos nada más.

Ajá…

Como al mes de haber pasado ese incidente yo no tenía el valor para explicarle lo que pasaba, pero el momento se dio cuando faltaban como tres días para la graduación y estábamos solos en la casa. Él se me acercó e inició la plática diciéndome “mami, no te sintás mal, yo sé que eso es un trabajo”. Con mucha madurez, mi hijo de 16 años, me dijo eso. “Gracias mami por que por vos soy quien soy, y ¿sabés qué? Como hijo no te voy a defraudar”, me dijo.

Tres días después se estaba graduando y le dieron el primer lugar de bachillerato. Fue el alumno ejemplar, el más exitoso de esa promoción. Y él me dijo que eso lo había hecho porque ya sabía, desde hace tiempo él ya sabía y que quería reconocerme el sacrificio que yo hacía en el trabajo sexual. ¿Cómo creés que me sentí yo?

Después me puse a hablar con mi hijo de diez años y le expliqué de mi trabajo. ¿Cuál fue mi sorpresa? “Mami, yo ya sé”, me dijo, “gracias por ser la madre que eres”. Eso no te lo esperás de los hijos, pero pasa.

¿Y usted de qué les había dicho que trabajaba?

MC: Yo nunca fui muy clara con ellos en ese sentido. Pero es bueno decirle a la familia dónde uno trabaja porque también que uno se libera de cargas, porque eso sí es una gran carga, el andar pensando en cuándo se va a dar cuenta tu familia y qué van a decir.

Yo me recuerdo que cuando llegaba a mi casa rodeaba las calles principales para que los vecinos no me vieran, porque toda la gente que tenés a tu alrededor sabe, pero a mí quienes me importaban eran mis hijos, mi núcleo familiar, todos los demás me valían un pepino. Entonces, cuando mis hijos se dieron cuenta, yo tuve la libertad de caminar por la calle del centro sin que me importara lo que dijeran los vecinos. Hasta entonces me quité esa gran carga.

En todo trabajo hay momentos en que la jornada se torna difícil. Si bien el sexo es placentero, pero ¿cuándo su trabajo se torna difícil, tedioso, cansado?

HL: Nosotras hemos disfrutado el trabajo sexual porque cuando uno tiene una remuneración económica, se disfruta. Hay ocasiones en las que se complica, pero es mayormente cuando no llegan clientes. Eso es algo que nos baja la autoestima.

Entonces, en esos momentos sí se vuelve tedioso, y uno dice “púchica, estuve todo el día aquí parada y no hice nada, mejor voy a buscar otro trabajo”, pero no es una expresión de odio al trabajo sexual porque si así fuera estuviéramos viendo que hay más mujeres saliendo del trabajo sexual, pero lo que vemos es lo contrario, que hay más mujeres entrando, que la cifra está incrementando; incluso mujeres mayores, de 60 o 70 años ingresando a estas alturas al trabajo sexual.

¿Señoras de 70 años que van empezando en esto?

Sí, claro, y nosotras hablamos con ellas.

-¿Qué tal, niña Juanita, cómo le va?

-Aquí, aunque sea haciendo un ratito a la semana, pero vendo dulces también para ir saliendo – nos dicen.

Porque así son algunas de las compañeras, tienen sus propias estrategias. Algunas venden dulces, cigarros, cosméticos, pero siempre hacen trabajo sexual.

Llega un momento en el que las parejas se cansan un poco de tener sexo y tienen la libertad de darse un descanso, por llamarlo de una manera, algo que ustedes no tienen. ¿Se vuelve tedioso o desagradable tener que acostarse con varios hombres todos los días?

HL: No, no, nada que ver. Al contrario, es agradable. Para mí se ha convertido en una experiencia agradable porque al final tengo el placer de no estar solo con un hombre. Es una de las cosas que yo más disfruto. Aparte de eso, me puedo dar el gusto de estar con alguien mayor que yo, con un joven, con un casado, un divorciado… ¡Además! uno tiene la autonomía como mujer de decir “con este voy y con este no voy”.

¿Cómo una trabajadora sexual vive la violencia y la inseguridad en las calles?

MC: Primero quiero decir que existe en la mente de las personas una vinculación entre el trabajo sexual y la inseguridad. Es decir que con solo que en una esquina se ejerza el trabajo sexual, la gente ya piensa que ahí es inseguro, pero en la práctica no siempre es así.

Lo que sucede es que en las zonas donde se ejerce el trabajo sexual el Estado ha perdido su interés por garantizar la seguridad, entonces pasa que incluso nosotras mismas somos víctimas de la violencia. Muchas compañeras están siendo maltratadas por los clientes o están siendo extorsionadas por pandilleros.

¿Tienen casos específicos de maltrato, amenazas o extorsión a las trabajadoras sexuales?

MC: Sí, pero lamentablemente es mínimo. Lo que pasa es que por la misma situación la gente no se atreve a denunciar, y esto pasa incluso con nosotras, las líderes, que no denunciamos por miedo a que el día de mañana, al solo salir, nos pueden matar. Incluso como algunas de ellas están acompañadas con los muchachos estos pandilleros es que no dicen nada.

HL: Lo que hemos visto es que cuando les pasamos un estudio en el que se les pregunta quién es el que más las violenta, si el CAM, la Policía o las pandillas, las compañeras no contestan. “No, esta no la quiero contestar”, nos dicen. Por miedo. ¿Por qué? Porque la seguridad nunca nos llegó a las trabajadoras sexuales. Porque dicen que las zonas donde se ejerce el trabajo sexual es, automáticamente, una zona ZAR (Zona de Alto Riesgo). Para mí esa palabra es estigmatizaste.

Pero si dice que algunas son mujeres de pandilleros, incluso…

HL: No te voy a decir que todas somos buenas ni que todas somos malas. En la viña del Señor de todo hay. Igual que en todo lugar, vas a encontrar gente que está vinculada, y en este trabajo pasa igual. Pero el problema es que a nosotras se nos ha estigmatizado tanto que se dice que no servimos para nada, que somos delincuentes, que somos la quita-maridos. Y con eso la gente nos borra nuestros derechos.
Afiche de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y El Caribe a la cual pertenece Orquídeas del Mar

Afiche de la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y El Caribe a la cual pertenece Orquídeas del Mar

La iglesia. ¿Ustedes creen en Dios? ¿Creen en la iglesia? ¿Cómo ven ustedes a la iglesia y cómo la iglesia las ve a ustedes?

MC: Fijate que así como hay diferentes corrientes feministas hay diferentes corrientes de iglesias. Hay algunas que todavía ven a la prostitución como un pecado, y ha sido condenada por diferentes pastores de la iglesia católica como de la evangélica. Pero en otras ya se está empezando a ver como un trabajo, o al menos lo tratan un poco más suave que antes.

¿A qué cree que se debe ese cambio?

MC: Es parte de un análisis de país. Si vos te vas a ver a las calles del centro de San Salvador, ahora vas a ver más puestos, más ventas ambulantes que hace unos años ¿por qué? Porque hay más desempleo, hay más necesidad. Lo mismo pasa en el trabajo sexual. Hoy se está empezando a ver como lo que es porque la misma realidad lo permite.

Esto te lo digo porque yo soy de las mujeres guerreras que han trabajado a nivel nacional, en parques calles, night club´s, todo eso, y me he dado cuenta de que hay muchas mujeres que ejercen el trabajo sexual y son periodistas, enfermeras, profesoras, trabajan en bancos. ¿Y sabés por qué están ahí? Porque muchas veces tienen una situación económica insoportable en que las empresas donde trabajan les pagan un salario de hambre y ellas tienen una familia que mantener; eso nos pasa a medio mundo.

A ver si le entiendo, entonces ¿me está diciendo que las mujeres que ejercen el trabajo sexual lo hacen porque se ven obligadas a hacerlo cuando ya no saben qué hacer con sus necesidades económicas?

MC: No es obligación porque siempre es opcional. Mientras no haya alguien detrás de ella que la esté amenazando, el trabajo sexual sigue siendo opción. Porque muchas veces es que una mujer, aún sin tener una profesión, pueda trabajar en otra cosa. Una mujer conservadora puede ser que, al verse en esta situación, se dedique a vender en la calle, por ejemplo.

Se habla mucho de la prostitución en mujeres, pero ¿en El Salvador también hay gigolós?

MC: ¿Hombres trabajadores sexuales? Sí hay. Solo que acordarte que están más ocultos. Si los buscás detenidamente te vas a dar cuenta que, por ejemplo, en la playa El Tunco hay un grupo de gigolós que incluso solo atienden a extranjeros. Entonces sí hay, solo que no están organizados.

A partir de eso cambiemos de papeles. Póngase en el plan de que usted es una mujer que tiene a su esposo y a sus hijos, y no es trabajadora sexual. Pues un día se da cuenta de que su esposo es un gigoló. Sin tener los conocimientos que ahora tiene, ¿cómo reaccionaría?

MC: ¿Qué hiciera?… Pues… lo primero que haría sería irme a hacer todos los exámenes del mundo, jajajaja. De afligida porque mi pareja se anda acostando con medio mundo. Es que en relaciones de pareja muchas veces se hace sin condón… ay, no, no me quiero poner en esa situación, pero lo más seguro es que hasta lo agarraría para ir con él y ¡ahí ve vos si salís con una tu enfermedad! Jajaja. Yo, lógicamente tendría que tener mi reserva, mi desconfianza.

Quizá como ahora tengo una mente más abierta lo podría aceptar, pero en ese caso lo más seguro es que lo cuestionaría, porque en una relación de pareja esto del trabajo sexual es difícil, y uno quiere que esa parte sexual sea solo de uno y de nadie más. También nosotras, en algún momento queremos que sea un hombre sea solo de nosotras. Pero, bueno, creo que platicaría con él, y si logramos llegar a un acuerdo y me da una buena explicación de porqué hace eso, pues podríamos seguir con la relación.

¿Es decir que hay trabajadoras sexuales que tengan a su pareja fija y que esta acepte abiertamente su trabajo?

HL: Sí hay. Lo que pasa es que la gran mayoría, no digo todas, pero un gran porcentaje a lo mejor las parejas aceptaron su trabajo sexual porque son los de los mismos clientes.

Una de las cosas que nosotros no confundimos es que con un cliente puedo pasar un rato bien rico pero con mi pareja puedo ser respetuosa porque una cosa es el trabajo y otra es la unión libre que tengo con mi pareja. Este es un trabajo como todos y debe ser respetado.

Todos tenemos algo que nos gusta más de nuestro trabajo, ¿a usted cómo le gustan los clientes?

MC: ¿Cómo me gustan a mí los clientes? jaja… pues… fijate que como hay diversidad de clientes uno se da cuenta que en el trabajo sexual hay unos que le dan a uno un trato como reina, la hacen sentir que es la mujer más importante del mundo, y no importa si es chiquito, alto, grandote; lo que importa es el trato que le dan.

Hay otros que realmente nos tratan como un objeto sexual y solo nos quieren para quitarse las ganas, y uno entiende que es porque le están pagando, pero hay momentos en los que eso se siente mal. En cambio hay otros que nos tratan realmente como una persona. Por ejemplo, yo tuve uno que hasta me cantaba y me llevaba detalles. Con esos clientes, te digo, uno como trabajadora sexual tiene accidentes laborales.

¿Accidentes laborales? ¿Embarazo o qué?

MC: ¡No! ¡Son los orgasmos! jajajaja. Hay momentos en los que viene un cliente, y uno sabe que es un cliente, pero a veces uno se confunde y pasan ese tipo de accidentes laborales.

Es falso eso que dicen de las trabajadoras sexuales. Por muy rígidas que seamos, uno siente y está propensa a tener un accidente laboral. ¿Y sabés qué es lo peor? Que a uno le pasan con gente que ni se imagina, que ni conoce, ¡eso es lo que al final da cólera! Jajaja.

Jajajaja ¿pero por qué le da cólera tener un orgasmo, que no debería ser la mejor parte del trabajo?

MC: ¡Porque te hace rico! Porque a lo mejor tiene la experiencia que no tiene el joven o ¡que ni mi misma pareja tiene! De eso estoy hablando

¿Pero por qué no les gusta?

HL: Porque uno se guarda para su pareja, pero tuvo un accidente laboral en el sentido de que mi cuerpo ya no se resistió con un desconocido.

Una última pregunta, a ver, ¿si usted volviera a nacer, y pudiera elegir, volvería a ser trabajadora sexual o cambiaría?

MC: Sí volvería a serlo. Te voy a decir porqué. Porque ser una trabajadora sexual me ha dado la oportunidad que muchas mujeres desean. Una de esas es tener conocimiento, experiencias, e incluso la que casi no me gusta decirlo es viajar a capacitarnos por casi todo el mundo. Hay muchas mujeres profesionales que cómo desean un viajecito aunque sea ahí nomás, a Costa Rica; pero para llegar a esas oportunidades como trabajadoras sexuales hay que plantarnos y luchar no solo por nosotras sino por todas las compañeras.

HL: Yo igual, solo que si volviera a nacer empezaría más temprano. Empecé a los 18 años, pero comenzaría antes, jajaja. Tomaría las mismas decisiones de mujer porque creo que el trabajo sexual no nos denigra, lo que nos denigra son las condiciones en que ejercemos y la sociedad por cómo nos ve.

Yo, a todos los lugares donde voy, me presento como “Haydé Cabrera, trabajadora sexual”. Aunque ya no vamos a la cuadra todos los días porque no nos queda lugar, yo tengo mis clientes por fines de semana o en la noche, después de que salgo de acá.

A nosotras dos ya no nos queda mucho tiempo de ir a estar en la cuadra pero añoramos esos días, mientras tanto yo disfruto estudiar, disfruto mucho leerme un libro, hacer mis trabajos en grupo porque todo eso te da conocimiento. Admiro a la gente inteligente y quiero estar a la par de ellos. Por ejemplo, hay un hombre al que admiro mucho que es a don Dagoberto Gutiérrez.

Historias y territorios oligárquicos en El Salvador

Historias y territorios oligárquicos en El Salvador Por Roberto Pineda 24 de septiembre de 2015

El desarrollo del capitalismo en El Salvador en sus casi 500 años (1524-2015) comprende diversas historias, sujetos y territorios. En ese prolongado periodo ha visto pasar variadas embarcaciones por los peligrosos puentes de sus imaginarios ríos, estrafalarios personajes han vagado por sus estrechas callejuelas y subido sus frágiles torres en variados y violentos momentos, cuando privilegiados grupos han cabalgado en los carruajes más de la dominación violenta que de la sutil hegemonía.

Desde los sanguinarios guerreros pipiles que doblegaron a los mayas hasta los primeros conquistadores ibéricos convertidos en ávidos encomenderos, pasando luego por los chocolateros, balsameros, añileros, cafetaleros, algodoneros, azucareros, banqueros, hasta llegar a los actuales industriales, constructores y comerciantes, y quizás hasta narcotraficantes, en un alucinante deslizadero de la lucha de clases, con sus respectivos ascensos y descensos, y el apolillado escenario actual de pretendientes virtuales al trono y a la corona en una futura restauración oligárquica…
El feroz y misterioso trapiche de la competencia empresarial capitalista se ha encargado, sin prisa pero sin pausa a lo largo de los siglos de triturar en sus inevitables ruedas a los más débiles y de favorecer a los más astutos, crueles y poderosos. Hay algunas familias oligárquicas que han logrado sobrevivir a las tempestades, erupciones y terremotos del siglo XIX y del XX, y continúan explotando trabajadores y trabajadoras, destruyendo la naturaleza, así como generando suculentas ganancias en este chispeante nuevo siglo. A continuación exploramos los senderos seguidos por algunos de estos pocos clanes sobrevivientes del diluvio neoliberal.
La disputa actual de mercados en la región centroamericana que realizan estos clanes empresariales salvadoreños transcurre tanto en la construcción de torres que desafían los cielos como en la edificación de centros comerciales que se aferran a la tierra. El clan de origen árabe Siman inaugura en diciembre próximo un centro comercial en Santo Tomas, camino al aeropuerto; mientras el clan Dueñas se encuentra construyendo la Puerta Los Faros, en el Distrito El Espino.
Mientras el Grupo Bolívar (de Sola) se encuentra construyendo en la Zona Rosa una segunda torre de apartamentos de lujo bajo el nombre de Alisios 115, el Grupo Agrisal (Meza) construye la Torre Quattro en el complejo World Trade Center de la Colonia Escalón; y el Grupo Roble (Poma) construye dos proyectos habitacionales, uno en La Escalón y otro en San Martín. Cinco familias oligárquicas en disputa: Simán, Dueñas, de Sola, Meza y Poma.

El clan Dueñas (1851) la Finca El Espino, Urbánica
El expresidente Francisco Dueñas Díaz, uno de los principales patriarcas de la oligarquía, que gobernó entre 1851 y 1871 nunca se imaginó que en las amplias, aromáticas y sombreadas fincas cafetaleras que esmerada y astutamente fue adquiriendo en esos años, iban a estar surcadas décadas después por lujosas áreas y torres residenciales y por gigantescos centros comerciales, sobreviviendo incluso a una reforma agraria contrainsurgente y a dos gobiernos de izquierda. Pero la realidad siempre supera a la más descabellada fantasía.
Francisco Dueñas construye un poderoso imperio agrario en lo que hoy es Antiguo Cuscatlán y Santa Tecla, y aunque no son parte de los principales núcleos oligárquicos actuales, sobreviven y se proyectan mediante el proyecto Urbanica, constructores. Se han instalado en medio de centros comerciales, áreas residenciales de lujo y oficinas interinstitucionales como la Cancillería y el SICA.
En marzo de 1980 la familia Dueñas sufre un fuerte golpe al ser nacionalizada la Finca El Espino, ubicada entre Antiguo Cuscatlan y Santa Tecla. Pero no se rindieron y logran que en 1986 la Corte Suprema de Justicia les devuelva 350 manzanas “urbanizables” las cuales les permiten realizar negocios con la familia Poma, la cual ni lenta ni retrasada, construye los centros comerciales Multiplaza y Las Cascadas. Esta experiencia es luego retomada por los Dueñas para la invención de Urbánica y la construcción en 2004 de La Gran Vía.
De acuerdo con el periódico digital El Faro “dos empresarios de la cuarta generación de los Dueñas, de 80 y 69 años respectivamente, son socios de Dueñas Hermanos Limitada, Dueñas Hermanos y Compañía, y Roberto Dueñas Limitada, que en conjunto tienen un capital social (el aporte que los socios de las compañías dan a estas) de 121 millones 717 mil 215 dólares, según el Registro de Comercio. Solo Dueñas Hermanos Ltda., dedicada a la construcción de apartamentos, casas y complejos urbanísticos, reportó en 2013 ganancias por 2.92 millones de dólares.”
Actualmente en la que fuera la emblemática Finca el Espino, clásico territorio oligárquico, hoy convertida en Distrito El Espino, la rama de desarrollo inmobiliario del holding Dueñas Hermanos Ltda., bajo el moderno apelativo de Urbanica, se encuentra construyendo la Puerta Los Faros, que consistirá de dos lujosas torres de diez niveles con 28 apartamentos cada una. Forma parte del exclusivo Portal Canarias.
El director ejecutivo de Urbanica, es Alejandro Arturo Dueñas Soler, de 38 años, quinta generación de la familia. Alejandro viene a sustituir al anterior conductor de este grupo familiar, al fallecido Archie Baldocchi Dueñas (1948-2003) , ex presidente del Banco Agrícola Comercial y de ARENA, casado con María de los Angeles Kriete. Por cierto, el hijo de Archie, Marco Andre Baldocchi Kriete, es actualmente miembro de la Junta Directiva de Avianca.
Puerta Los Faros es el tercer condominio que viene a sumarse a este complejo residencial. Los precios de cada apartamento en este popular vecindario de este a la vez violento país oscilan entre los 250,000 a los 500,000 dólares, en un El Salvador en el que el salario mínimo de la mayoría de la población, ronda los 250 dólares al mes. Naturalmente esta maravillosa residencial está construida en medio de dos manzanas de bosque, casa club, gimnasio, juegos infantiles, seguridad púbica y privada, cancha de fútbol rápido, piscina, espacio para barbacoa y picnic, y su respectivo estacionamiento para visitas.
Urbanica (Desarrollos Inmobiliarios) construyó en el 2004 el centro comercial La Gran Vía; en el 2006 Puerta La Castellana y residencial El Espino (urbanización de 76 lotes) ; en el 2007 el edificio de oficinas Promérica y el Hotel Courtyard Marriot; en 2010 el Portal La Ribera; en 2011 Puerta Gran Canaria y Portal del Casco; en 2012 Puerta La Palma; en 2013 Portal del Casco Norte; en 2014 Puerta La Castellana.
El Clan Wright, (1882) Ingenio El Ángel
En 1862 Don Rafael Meléndez (+1880), padre de los ex presidentes Carlos Meléndez Ramírez ( casado con Sara Meza Sandoval) y Jorge Meléndez Ramírez ( dueño de los Ingenios Prusia y Venecia ubicados en Soyapango) , ambos de la famosa dinastía Meléndez-Quiñonez (1913-1931). Carlos decidió sembrar caña de azúcar en su hacienda al norte de San Salvador, de nombre El Ángel, a la que añadió luego un pequeño trapiche para producir artesanalmente azúcar de pilón. Otra hija de don Rafael, de nombre Leonor fue esposa del también ex presidente Alfonso Quiñonez Molina. Era una familia vinculada a la Casa Blanca, como entonces se le llamaba a la casa presidencial.
Posteriormente la viuda de don Rafael Meléndez , doña Mercedes Meléndez Ramírez, hija también del ex presidente Norberto Ramírez, junto con tres de sus diez hijos (Carlos, Jorge y Guillermo) crean en 1882 el Ingenio El Ángel, que desde entonces se apoderó de las “espadas de esmeralda” del norte de la capital, cercana a las poblaciones de Apopa y de Nejapa, donde encontraba la “mano de obra” fácil y abundante, en su mayoría comuneros, que cultivaban antiguamente el añil en los obrajes de criollos independentistas.
En 1967 por deudas la propiedad pasó a manos del Banco Hipotecario, y en 1969 este ingenio azucarero cambia de manos y pasa a la familia de origen inglés Wright. El empresario Juan Wright (padre) , dueño también de la emblemática hacienda algodonera La Carrera en Usulután, y casado con Teresa Alcaine, junto con otros cuatro empresarios (Guillermo Borja Nathan, Jorge López Harrison, Enrique Allwood, y la fundadora del Frente Femenino y de ARENA, Nena Wright Alcaine de Ávila). En marzo de 1980 la propiedad es intervenida como parte de la reforma agraria contrainsurgente (1980-1985) pero luego es devuelta a sus dueños. El actual presidente del Ingenio El Ángel (128 manzanas) es Juan Wright Alcaine (hijo), tataranieto a la vez de doña Mercedes Meléndez.

El Banco Salvadoreño (1885) hoy el colombiano Davivienda
El 5 de enero de 1885 abre sus puertas el Banco Particular, como una concesión del Ministerio de Fomento a los empresarios Mauricio Duke ( cuñado de Ángel Guirola); Francisco Camacho, Emeterio Ruano, José María Alexander y Ángel Guirola de la Cotera (1826-1910), para estimular el cultivo del café y del azúcar. Este mismo Mauricio Duke después funda el primer Banco Agrícola Comercial. El 12 de noviembre de 1891 el banco Particular cambia su nombre por el de Banco Salvadoreño y se instala frente a la emblemática Plaza Morazán, edificio ocupado en la actualidad por El Gran Imperio, un negocio de venta de ropa usada importada de Estados Unidos.
El Banco salvadoreño estuvo vinculado fuertemente a Ángel Guirola, casado con Cordelia Duke Alexander, primero gran comerciante añilero y luego cafetalero, se instala en Santa Tecla y establece las fincas “El Cafetalón” y “San Rafael”, además invierte en el tranvía entre San Salvador y Santa Tecla y construye El Teatro Olympia.
En 1896 el Banco Salvadoreño se fusiona con el Banco Internacional (nacido en 1880) pero conserva su nombre y en 1902 con el London Bank of Central America, y se convierte en la principal institución financiera de antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). A partir de este periodo es controlado por los intereses financieros de las familias Guirola y Quiñonez. Carlos Alberto Guirola Drews, segunda generación, fue presidente de este banco por mucho tiempo.
En 1980 es nacionalizado y posteriormente entregado a un grupo comercial de capital árabe, la familia Simán. En el año 2000 se fusiona con el Banco de Construcción y Ahorro (BANCASA). Y en 2006 es adquirido por el gigante bancario internacional de capital inglés HSBC. Posteriormente en 2012 es adquirido por el colombiano Davivienda. Su actual presidente es Gerardo Simán Siri, por cortesía de la oligarquía antioqueña.
El Clan de Sola, (1890) La Curacao, Ceteco, Inversiones Bolívar

El Grupo Bolívar, que inicia en 1994 con la construcción en Santa Tecla de Plaza Merliot, edificará en la exclusiva Zona Rosa una segunda torre de apartamentos de lujo, para hacerle compañía a la primera torre, ya ocupada, construida en 2006, y que lleva como estandarte el de Alisios 115. Estaría terminada como meta en junio de 2017. Diego de Sola, director ejecutivo explica que se trata de un concepto innovador orientado hacia el segmento de jóvenes urbanos, de altos ingresos.

Asimismo planea construir dos edificios de apartamentos en su proyecto residencial Condado Santa Rosa, ubicado a ambos costados del Bulevar Monseñor Romero, en Santa Tecla. La primera etapa de este proyecto ya fue finalizada e incluye 452 viviendas y de postre, el centro comercial La Skina, y se planea construir un segundo centro comercial en esta área, El Triangulo. En este mismo vecindario la familia de Sola es la dueña de otras tres torres de apartamentos, con los números 515,525 y 370 en plena Avenida La Capilla, así como de las Torres 105 Campestre, inauguradas en 2008.

En 2010, Bolívar ingresa al mercado hondureño con la torre 325 Río Piedras en San Pedro Sula, una torre de 21 niveles y otra de 19, con 100 lujosos apartamentos. El año pasado incursiona a San José, Costa Rica, con el proyecto Sportiva SkyHomes, que comprende dos torres con un total de 100 apartamentos, ubicado en la zona Real Cariari, a 10 minutos del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, y en el entorno de de Plaza Real Cariari, en Heredia, y que finalizará a principios de 2016.

Diego de Sola, cuarta generación, es el delfín que dirige desde el 2003 los negocios de la poderosa familia de Sola. Su bisabuelo Herbert de Sola, creo en 1890 la compañía La Curacao, nombre de la isla caribeña holandesa donde había nacido, de una familia española sefardita. En El Salvador Herbert de Sola inicia sus operaciones en la esquina noreste de la Avenida España y la Calle Arce, al norte de la Universidad Nacional, inaugurando el 15 de marzo de 1896 el almacén “A la Ville de París”, importando todo tipo de artículos extranjeros como telas, abarrotes y fantasías. En 1911 entra al negocio de la venta de productos agrícolas y cambia el nombre de su compañía por el de Curacao Trading Company (CETECO) de Holanda.

Don Herbert de Sola tuvo cinco hijos, Víctor, que se dedicó a la caficultura, fundador y director de CEPA e impulsor de la energía hidroeléctrica, Ernesto, que como Arquitecto se dedicó el área de la construcción, Francisco que dominó el área industrial, Orlando, que fue médico-cirujano, y Lorenzo que murió a corta edad víctima de una enfermedad epidémica.

En 1945 se establece en Guatemala y en 1947 reorienta su accionar hacia la comercialización al detalle de artículos electro-domésticos, en toda la región centroamericana, y con la modalidad del crédito. En el 2000 CETECO vende sus operaciones en Centro América y esta son adquiridas por inversionistas salvadoreños y un fondo de inversión inglés (ACTIS). De esta alianza nace Unicomer, para administrar los 87 almacenes existentes en la región. En la actualidad La Curacao funciona en 18 países. Diez años después. En 2010, ACTIS vendió su parte al grupo empresarial mexicano Liverpool. En la actualidad es una empresa mexicano-salvadoreña.
La rama hotelera del salvadoreño Grupo Bolívar, vinculada a capitales guatemaltecos en el Hospiteum Corporation, abrió su primer hotel en marzo de 1993 en Guatemala, el Princess Reforma. Cuatro años después, en 1997 inauguran el hotel de cinco estrellas, Princess Zona Rosa en San Salvador. En 1998 abren el hotel Princess en Managua, Nicaragua y en 1999 el Hotel Princess en San Pedro Sula, Honduras. En 2004 estos cuatro hoteles se convierten en filiales de la cadena hotelera Hilton Internacional, adoptando así el apellido de la segunda cadena en importancia a nivel mundial. El Grupo de Sola estuvo vinculado al Banco Cuscatlan, y es socio importante de la exportadora de café, UNEX.

El Clan Dutriz (1903)
La Prensa gráfica (1915) es el principal periódico salvadoreño y forma parte de un poderoso conglomerado mediático iniciado en 1903 por los hermanos Antonio y José Dutriz (1877-1946), que incluye a la Tipografía La Unión ( creada en Santa Ana) . José Dutriz contrajo nupcias con Antonia Thomé en 1911, y el matrimonio procreó a José, Roberto, Mario, Alex y Rodolfo. Por muchos años el edificio de La Pnrensa Gráfuica, ubicado sobre la 3ra. Calle poseía un faro que iluminaba buena parte de la capital. Hoy sus oficinas estan situadas en Santa Elena, en Antiguo Cuscatlan. El actual jefe del consorcio es José Roberto Dutriz, (tercera generación).
Hace cuatro años (2007) , Grupo Dutriz decidió convertirse en una empresa regional. Y así, con la revista El Economista como su vehículo insignia, llegó a toda Centroamérica. Pero ese fue solo un paso. La semana pasada inauguró sus oficinas en Guatemala para afianzarse en ese mercado con todos sus productos, un paso firme para la internacionalización de la firma editorial, que para 2012 tiene la vista puesta en nuevos mercados. – See more at: http://www.laprensagrafica.com/economia/nacional/230587-grupo-dutriz-con-paso-firme-en-guatemala.html#sthash.R8imejts.dpuf

El clan Meza(1906) ILC y AGRISAL
El Clan Meza conocido como Grupo Agrisal agregara una nueva joya a su complejo del World Trade Center, ubicado en la Colonia Escalón, que ya incluye a la Torre Futura y el Hotel Crowne Plaza (antiguo Sheraton). Se trata de la Torre Quattro, de doce pisos (siete para oficinas y cinco para estacionamiento).

Roberto Murray Meza, tercera generación, forma parte del Consejo Nacional de Desarrollo pero es a la vez la cabeza visible del Clan Meza, aunque su actual chairman sea su cuñado Luis Alvarez Prunera hermano de su esposa María de los Ángeles Alvarez Prunera, y le CEO del Grupo sea Roberto Siman. Murray Meza es descendiente del patriarca cervecero de origen guatemalteco, Rafael Meza Ayau, el cual en diciembre de 1906 inicia en Santa Ana una fábrica de cervezas que luego se trasladaría a San Salvador. Inicia con cuatro marcas: Perro, Abeja, Extracto de Malta y Pilsener, de las cuales solo esta última perdura hasta la actualidad.

En 1920 comienza la planta embotelladora de bebidas gaseosas bajo el nombre de La Tropical. En 1928 se traslada al oriente de San Salvador cerca de la estación del tren, al comienzo del Paseo Independencia. En 1935 se fusiona con la competencia Cervecería Polar y nace La Constancia. En 1939 se convierte en el distribuidor autorizado de la bebida estadounidense Coca Cola.

En 1944 inaugura el embotellado de agua bajo el nombre de Cristal. En 1965 funda Embotelladora Salvadoreña, que inicia operaciones con la marca Coca-Cola. En 2003 se fusionan Cervecería La Constancia, EMBOSALVA e Industrias Cristal de Centroamérica, originando Industrias La Constancia (ILC). En 2005 ILC (2, 800 empleados, 64,000 distribuidores y detallistas, cuatro marcas de cervezas, cuatro gaseosas, un agua gasificada, dos de jugos, dos de agua potable y una bebida energizante) es adquirida por la sudafricana SABMiller, la segunda cervecera a nivel mundial. A la sombra de ILC se forma el poderoso Grupo Agrisal, que se dedica a varios giros comerciales, entre estos el inmobiliario, el hotelero y el de automotores (Rensica).

En 1958 se construye el hotel El Salvador Intercontinental, que en 1975 se pone el apellido de Sheraton, en 1990 se lo quita y se llama Hotel El Salvador a secas, en 1999 se vuelve a casar y esta vez adopta el apellido de Radisson Plaza El Salvador, y en la actualidad es el Crown Plaza, de la cadena mundial inglesa IHG. Pero los dueños siempre fueron los mismos: el grupo Agrisal en el que la familia Meza juega un papel hegemónico.

El clan Poma (1919) Grupo Roble, Excel
Altos de la Escalón II, ubicado en la prolongación de la Avenida Juan Pablo II, y con 32 casas exclusivas de dos niveles, y Puertas de Miraflores, casas de dos pisos, en el municipio de San Martín, cerca del Unicentro Altavista, al oriente de la capital, son los último proyectos habitacionales del poderoso Grupo Roble, del Clan Poma, el cual podrán no ser el más antiguo, pero si es sin duda alguna el más poderoso.

El inmigrante catalán Bartolomé Poma, llegado al país en 1915, inició en 1919 una empresa distribuidora de vehículos que se convertiría con el paso del tiempo en la mayor de Centroamérica, la Excel Automotriz. En los años treinta del siglo pasado obtuvo la franquicia para distribuir vehículos de la corporación estadounidense General Motors. Pero fue en 1953 que se amplió su panorama empresarial al convertirse en distribuidor exclusivo de la japonesa Toyota. Asimismo comenzó una red de talleres de mantenimiento y de venta de repuestos llamada DIDEA, que en 2005 se transforma en Excel Automotriz, con 50 salas
de venta de automóviles, 30 salas de repuestos, 34 talleres de servicio y siete talleres de en-
derezado y pintura.

En 1962 el esfuerzo se diversifica hacia la construcción de viviendas residenciales ( Colonia Miramonte) mediante el Grupo Roble que inaugura en 1970 el primer centro comercial llamado Metrocentro, junto con su respectivo hotel, el cinco estrellas Camino Real. Operan 30 hoteles de lujo en Centroamérica, México, Estados Unidos y Colombia. En la actualidad poseen 19 centros comerciales; y continúan en el área de proyectos de viviendas, como son las residenciales Los Almendros, Miramar y La Hacienda. Esta última se encuentra ubicada en San José Villanueva, carretera al puerto de La Libertad, y es un complejo residencial privada con viviendas valoradas entre 100 mil y 300 mil dólares, y se encuentra al lado del exclusivo Club de Golf, fuertemente criticado por sus lagos artificiales en medio de comunidades que carecen de agua potable.

En 1999 el Clan Poma inicia un proceso de expansión regional que los lleva primeramente a Honduras, luego a Guatemala (2000) Nicaragua y panamá (2005). Asimismo existe una división industrial, a través del Grupo Solaire, que se especializa en sistemas de techos aislados, ventanas, aluminio y productos de vidrio. En 1994 bajo la dirección de Ricardo Poma, tercera generación se crea la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN), orientada la formación de cuadros empresariales.

El clan Simán (1921)
Inversiones Simco, la rama de construcción y bienes raíces del Clan Simán, inaugurará en diciembre de este año un nuevo centro comercial, la Plaza Santo Tomás, el cual estará ubicada en el municipio de este nombre, ubicado al sur de la capital, en la carretera que conduce al aeropuerto Monseñor Oscar Arnulfo Romero y es una inversión de $5 millones en 7,000 mettros cuadros, incluyendo área comercial, zonas recreativas y jardines. Esperancubiri a las poblaciones de San Marcos, Panchimalco, Olocuilta, Santiago Nonualco, San Pedro Nonualco, San Juan Talpa, San Luis Talpa y Santiago Texacuangos.
La familia Siman ha logrado ubicarse como parte del núcleo oligárquico salvadoreño y abrirse espacio en un mundo dominado por el origen europeo o estadounidense. El patriarca Jose J. Simán llego de Palestina junto con su esposa Natalia debido a la Primera Guerra Mundial y abrieron un pequeño almacén en diciembre de 1921 en el centro de San Salvador. En la actualidad es una de las cadenas de tiendas por departamentos más grandes de la región. Es un grupo empresarial (Alsicorp) dirigido por Ricardo Félix Simán Dabdoub (1953), tercera generación. Alsicorp incluye a Almacenes Simán, Prisma Moda, Comet, Lego Store, XClaim y las marcas del Grupo INDITEX (Zara, Bershka, Pull & Bear).

En 1970 el Clan Simán inaugura el primer almacén por departamentos, con sus respectivas gradas eléctricas y ascensores. En 1983 abren una sucursal en Metrocentro. En 1991 abren una sucursal en santa Ana y en 1994 inauguran la sucursal Galerías, en 1995 abren en san Miguel. En 1993 inician proceso de regionalización mediante la apertura de una tienda en Guatemala, en el Centro Comercial Los Próceres. En 2002 adquieren la Galería Internacional en Nicaragua. En 2003 abren su segunda tienda en Guatemala. En noviembre de 2004 inauguran una sucursal en el centro “de estilo de vida” La Gran Vía, en Antiguo Cuscatlán. En 2009 desembarcan en San José, Costa Rica. En la actualidad administran 12 tiendas en la región, incluido El Salvador. El patrarica del grupo fue José J. Simán, quien en 1921 abrió un pequeño almacén en el centro capitalino.

El clan Cristiani (1931 ) Omnisport, Droguería Santa Lucía
Luego de la venta del Banco Cuscatlán ( incluyendo a SISA, AIG, AFP Confía, etc.) a Citi en 2007 y de la desarrolladora de semillas Cristiani Burkard a Monsanto en 2008, el clan Cristiani, conducido por el expresidente Alfredo Cristiani (1989-1994) se ha mantenido en una silenciosa penumbra. No obstante esto, algunas de sus empresas insignias han seguido funcionando y cosechando ganancias, entre estas se encuentra la distribuidora de equipos electrónicos, línea blanca y muebles, Omnisport, creada en 1954 y vinculada a la marca japonesa Sony y con 35 tiendas a nivel nacional; también distribuye la smarcas LG, Haier, General eklectric, Mabe, IEM, Whirpool, Black & Decker, Windemere, entre otras.
Otra empresa insignia es la Droguería y Farmacía Santa Lucía, propiedad de Juan Cristiani desde 1931 y actualmente propiedad de Alfredo Félix Cristiani (tercera generación). En 1961 la farmacia Santa Lucía es la más grande del mercado, situación que mantiene durante los años sesenta y setenta del siglo pasado. En 1972 se crea la Droguería Santa Lucía S.A. de C. V., la cual continúa siendo una de las más poderosas del mercado farmacéutico.
Otras empresas que se relacionan con esta familia oligárquica son el Hotel Tesoro Beach, en la Costa del Sol; Sistemas C&C importa equipos de computación; Hemisferios S.A. de C.V. ofrece servicios de arquitectura; Radex S.A. de CV, cultiva y vende flores; Exportadora de plantas ornamentales cultiva y exporta flores; Plásticos Salvadoreños, produce y comercializa plásticos; Unión de Exportadores y Llach S.A. de CV es empresa exportadora de café; Parcelaciones Desarrollo S.A. se encarga de parcelar terrenos; Consejo S.A. de CV, compra y vende terrenos; Parque Jardín Las Rosas de El Salvador, es un cementerio ubicado en Santa Elena; Textufil, produce hilos y tejidos; Imacasa, elabora instrumentos agrícolas, como machetes, palas y más; Aguacorporación, se dedica a la actividad agropecuaria y a la exportación de pescado. Asimismo el Clan Cristiani también se regionalizo, con negocios financieros y de semillas y con alianzas empresariales con el guatemalteco Grupo Paíz y el costarricense Corporación BFA, vinculado a bancos, tarjetas de crédito y pensiones.

El clan Kriete (1945) TACA y hoy Avianca
El salvadoreño Roberto Kriete Ávila (tercera generación) , nacionalizado colombiano y casado con Celina Sol, ocupa un puesto en la junta directiva de la línea aérea Avianca, y es considerado uno de los empresarios más acaudalados de la región centroamericana. Su apellido estuvo vinculado históricamente a la desaparecida línea aérea TACA, fundada por su abuelo en los años treinta. En el 2009 Roberto Kriete toma la decisión de fusionarse con Avianca., y de esta manera participar con un 33% en esta empresa colombiana.
La empresa fue creada en 1930 en Tegucigalpa, por el capitán de origen neozelandés Lowell Yerex como una empresa de servicio mixto (pasajeros y carga). Yerex abandonó la empresa en 1945 y esta al trasladarse a San salvador fue adquirida por Ricardo Kriete, estadounidense nacionalizado salvadoreño.
El clan Palomo (1953) ADOC
La empresa ADOC emplea a 5,000 personas y posee 250 tiendas de calzado en la región centroamericana, desde Panamá hasta Guatemala, de las cuales 124 se encuentran en El Salvador, además de 7 fábricas donde procesan cuero, hule, etc. Distribuye la línea de calzado ADOC pero también Bracos, Royal Church, Hush Puppies y Reflection.
Los intereses de esta empresa familiar se encuentran conducidos por Arturo Sagrera Palomo, tercera generación, aunque su padre Jaime Roberto Palomo Meza, es todavía presidente de la Junta directiva. El patriarca fundador de la empresa, Roberto Palomo (1925-2009), estuvo casado con Lolly Meza Hill, también fallecida.
Roberto Palomo funda la fábrica de calzado en 1953 en Soyapango, y se orienta tanot hacia el trabajador rural (los famosos Burros) como hacia el empleado urbano (Royal Church). Logra rápidamente penetrar el mercado local e incluso inundar el mercado hondureño, por lo que se ve fuertemente afectado por el conflicto armado de julio de 1969. Hay que registrar que la fundación de ADOC condenó al desempleo a centenares de artesanos zapateros que no pudieron competir con los precios de esta empresa.

De la “parusía” de los dioses a la “invasión “

Tercera parte
De la “invasión “ al “des-cubrimiento” del Otro

En esta Tercera Parte tomamos, decidida y metódicamente, la “otra”
perspectiva en la “interpretación” -es decir, es una hermenéutica desde
“el Otro”- de 1492. Dicha fecha deja de ser ahora un momento histórico y deviene un acontecer “mítico”, por ello profundamente racional pero revestido del doble sentido del símbolo, de la metáfora1.

1 Véase en Paul Ricoeur la rica significación de la “metáfora” en su obra La métaphore vive, Seuil, Paris, 1975.

“1492” deviene el comienzo de un “discurso”, aun de un “texto” (en el
caso de los mayas o aztecas), que queremos describir en su “sentido”.
Esto es lo que no se ha podido entender: el “descubrimiento” como
“invención” de la Europa Occidental acontece en el movimiento hegeliano Oriente-Occidente (Asia, Medio Oriente, Europa, Océano Atlántico hacia América) y como reconocimiento y control de un continente
situado en el Atlántico entre Europa y el Asia.

En nada queremos disminuir la importancia de este hecho, y le hemos dedicado la Primera Parte de estas Conferencias. Pero lo que no se quiere ver es que en el movimiento Occidente-Oriente (Medio Oriente, Asia, Océano Pacífico hacia América), que es el de nuestros indígenas, “1492” deviene un acontecer mítico, metafórico, el de la “Parusía” de dioses desconocidos (primera figura, Gestalt), que descubiertos después como humanos se transforman en bestiales “invasores” (segunda figura, y con ella se suplanta el mito sacrificial azteca, por ejemplo, por el mito sacrificial de la Modernidad).

Desde el “mundo” indígena se comprenderá que se ha consumado el “fin del mundo” (tercera figura). Todo el “sentido” de “1492” desde el mundo indígena (que será diacrónico, porque comenzando en 1492 en las islas caribeñas del Atlántico no se ha cumplido aún en algunas tribus y clanes del Amazonas en 1992; por lo tanto, éstos están hoy antes del 1492 mítico) tiene, es evidente, un “sentido humano”, que puede ser descrito racional y hermenéuticamente.

Esa” otra” interpretación es real y debe ser objeto de estudio. Que no
sea el “descubrimiento” de un continente, globalmente, como para la
mirada moderno-europea: ¡es evidente! Pero que sea una interpretación
humana y de extrema importancia hasta nuestros días, porque nos revela la vigencia sacrificial del “mito de la Modernidad” en la periferia, es lo que se les ha escapado a muchos, desde un eurocentrismo dominante -en Europa, en Estados Unidos, en América Latina y otras partes del Mundo Periférico.

Conferencia 7
De la “parusía” de los dioses a la “invasión “

“In teteu inan in tetu ita, in Huehuetéutl [Madre de los dioses, Padre de los dioses, el Dios viejo]1, yaciendo2 en el ombligo de la Tierra, metido en un encierro3 de turquesas. El que está en las aguas color de pájaro azul4, el que está encerrado en nubes5, el Dios viejo, el que habita en las sombras de la región de los muertos6, el señor del fuego y del año”.
(Canto a Ometéotl, el ser originario de los tlamaltinime aztecas)7.

1 El “Dios viejo” es Omotéotl, principio originario dual: Madre-Padre, como el “Alom-Qaholom” (Madre-Padre originario) de los mayas. Véase Popol-Vuh (FCE, México, 1990, pp. 23 y 164). Es la “divina dualidad” originaria (que nos recuerda los “gemelos” de todas las otras culturas americanas, desde las praderas norteamericanas, hasta el Caribe, el Amazonas y hasta la Tierra del Fuego). El principio dual en Heráclito indicaba lo mismo.
2 Este “estar tendido”, “descansando”, “yaciendo”, da la idea de estar debajo, fundamentar, ser la última referencia, en el sentido del Absoluto como fundamento (als Grund, para el Hegel de la Lógica Mayor y Menor). “Estar yaciendo (ónoc)” como fundamento del universo es darle su “verdad”.
3 Sería el concepto del “en sí (in sich)”.
4 El Océano, los mares del Norte y del Sur del imperio azteca.
5 El cielo “de arriba”, ya que las mismas aguas “de abajo”, de los Océanos, se continúan en el cielo, como las aguas de arriba.
6 “El abajo”, el reino que cierra la trilogía: Cielo-Tierra-Hades, como en los cultos de la Mesopotamia. Ese abajo (topan mictlan) era la “región de los muertos”, que debe distinguirse de Tllocan o el paraíso de los justos.
7 Citado de Miguel León Portilla, La filosofía náhuatl, UNAM, México, 1979, p.93.

Deseamos exponer el “sentido de 1492” -que no es otro sino “la
primera experiencia de los europeos modernos”- desde el “mundo” de
los aztecas, ya que la conquista propiamente dicha comenzó en México.
Nos referiremos a otras culturas en algunos casos para sugerir otras exposiciones, sabiendo que son sólo pocos ejemplos entre los muchos posibles y sólo valen a manera de mera “indicación” de la problemática. Además, y en vista de continuar un diálogo intercultural iniciado en 1989 en Freiburg8, me referiré en primer lugar a la existencia del pensamiento reflexivo abstracto en nuestro continente.

8 Con Karl-Otto Apel hemos dialogado en México en 1991 sobre la existencia o no de la filosofía en la protohistoria americana anterior a la llegada de los europeos, y sobre la posibilidad o no de una Aufklärung (Ilustración), al menos en el sentido jasperiano de la “Edad eje (Achsenzeit)”.

7.1. El “tlamatini”

Entre las culturas nómadas (primer grado) o de plantadores aldeanos
(como la de los guaraníes) no había diferenciación social suficiente
para que se distinguiera una función tal como la del “filósofo“9.

9 Aquí en el sentido griego originario, de “amante de la sabiduría” y por lo tanto filósofo-teólogo actual, antes de la secularización, producto del cristianismo (que transforma desde el siglo III d. C., al filósofo en un noteólogo cristiano).

Mientras que en las culturas urbanas se perfila claramente esa figura
social. Leemos en los Comentarios reales de los incas de Garcilaso
de la Vega:
“Demás de adorar al Sol por dios visible, a quien ofrecieron sacrificios
e hicieron grandes fiestas […], los Reyes Incas y sus amautas, que
eran como filósofos [comenta Garcilaso de la Vega], rastrearon con
lumbre natural al verdadero sumo Dios y Señor Nuestro, que crió el
cielo y la tierra […] al cual llamaron Pachacámac: es nombre compuesto
de Pacha, que es mundo universo, y de Cámac, participio presente
del verbo cama, que es animar, el cual verbo se deduce del nombre
cama, que es alma. Pachacámac quiere decir el que da ánima al mundo
universo, y en toda su propia y entera significación quiere decir el
que hace con el universo lo que el ánima con el cuerpo […] Tuvieron
al Pachacámac en mayor veneración interior que al Sol, que, como he
dicho, no osaban tomar su nombre en la boca […] y por esto no le
hacían templos ni le ofrecían sacrificios, más que lo adoraban en su
corazón (esto es, mentalmente) y le tenían por Dios no conocido“10.

10 Libro II, cap. 2; Editorial Universo, Lima, t. I, 1967, p. 74. El Inca Garcilaso
agrega poco después: “El cual, en decir que el Dios de los cristianos y el
Pachacámac era todo uno” (Ibíd., p. 75). Critica la interpretación de Pedro
de Cieza, que “por ser español no sabía la lengua tan bien como yo, que soy
indio Inca” (Ibid., p. 74).

Los “amautas” tenían funciones propias en el Imperio, y proponían
a Pachacámac (de la costa del Perú) o Illa-Ticsi Huiracocha Pachayachic
(Esplendor originario, Señor, Maestro del Mundo) como el principio
primero del universo. Entre los aztecas tenemos más testimonios:
el “tlamatini”11 tiene una definición social mucho más
clara.

11 Viene de “mati”: él sabe, él conoce; “tla”: cosa o algo; “ni”, que da carácter
sustantivado: el que sabe. “Tlamatini”: el que sabe algo.

Bernardino de Sahagún, en su Historia general de las cosas de
Nueva España, en el libro X, cuando habla de los oficios, después de
describir al carpintero, cantero, albañil, pintor y cantor, se refiere al
tlamatini12.
12 Cap. VII; Ed. Porrúa, México, 1975, p. 555. Cabe destacarse que el “pintor” es un oficio principal, ya que también pintaba los códices sagrados; lo mismo el cantor, que deberá entonar el “canto” -en el sentido que hemos visto entre los guaraníes, pero ahora ritualizado con un esplendor sin medida mayor que en los sencillos y pobres pueblos de las selvas tropicales.

De manera que había clases, funciones y oficios perfectamente definidos. Los gobernantes, los jueces, los guerreros, los sacerdotes, y, específicamente delimitado, los “sabios” Sahagún escribe al margen del manuscrito: “filósofos”, de los cuales Fernando de Alva Ixtlizóchitl nos dice:

“Los filósofos o sabios que tenían entre ellos (los aztecas) a su cargo pintar todas las ciencias que sabían y alcanzaban y enseñar de memoria todos los cantos que conservaban sus ciencias e historias” (13).

13 Obras históricas, México, t. II, 1892, p. 18. En Colloquios y Doctrina Christiana (Sterbende Götter und Christliche Heilsbotschaft, editada por W. Lehmann, Stuttgart, 1949, pp. 96-97), leemos, después de describir la función de los que gobiernan, de los sacerdotes y los astrónomos, una quinta función social: “Los que están mirando, los que cuentan, los que vuelven ruidosamente las hojas de los códices, los que tienen en su poder la tinta negra
y roja y lo pintado; ellos nos llevan, nos guían, nos dicen el camino”. Es el tlamatini.

Del “tlamatini”, que eran educados en el Calmécac (escuela de sabios
escrupulosamente reglamentada)14, tenemos una espléndida
definición.
14 Argumento éste fuerte para mostrar la existencia de una filosofía azteca.

León Portilla va indicando el profundo sentido de cada palabra en náhuatl; nosotros nos referiremos a alguna de ellas solamente:
“El tlamatini, una luz, una tea, una gruesa tea que no ahuma15.
15 Al no ahumar es clara, transparente, lúcida.

Espejo horadado, un espejo agujereado de ambos lados16.
16 Los dioses miraban a través de un agujero a la tierra; pero también miraban los cielos los astrónomos por un objeto horadado. “ Agujereado de ambos lados” significa descubrir el sentido de lo humano desde los dioses y de los dioses desde lo humano.

Suya es la tinta negra y roja […]. El mismo es escritura y sabiduría. Es camino y guía veraz para otros […] El sabio verdadero es cuidadoso y guarda la tradición. Suya es la sabiduría trasmitida, él es quien la enseña, sigue
la verdad17.

17 Verdad: “Neltiliztli”, de la raíz “nelhuáyotl: cimiento, fundamento (como el
“fundamento de la palabra” guaraní); y también de “tla-nél-huatl”: raíz. “Podemos
concluir que la preocupación náhuatl al inquirir si algo era verdad o estaba de pie [como entre los guaraníes], se dirigía a querer saber si había algo fijo, bien cimentado, que escapara al sólo un poco aquí, a la vanidad de las cosas que están sobre la tierra (tlaltícpac), que parecen un sueño” (León Portilla, Op. cit., p. 61). Es toda la cuestión de la “fundamentación”: “¿acaso son verdad los hombres? Por tanto ya no es verdad nuestro canto. ¿Qué por ventura está en pie?” (Ms. Cantares mexicanos, folio 10, v.; León
Portilla, Ibíd., p. 327).

Maestro de la verdad, no deja de amonestar. Hace sabios los rostros de los otros18, hace a los otros tomar un rostro, los hace desarrollarlo […] Pone un espejo delante de los otros19 […] Hace que aparezca su propio rostro […] Aplica su luz sobre el mundo20 […] Gracias a él la gente humaniza su querer21 y recibe una disciplinada enseñanza” (22, pág. 113).

18 “Teixtlamachtiani”: el que hace rico o comunica algo a otro. “Ix” (de “ixtli”): cara, rostro; “te”: el otro. El “rostro” o “cara” es el ser del otro. La expresión “teixicuitiani” es aún más poderosa en expresión: hace tomar
“rostro” propio a los otros (los personaliza, individualiza). Y, por último:
“teixtomani”, hace desarrollar el rostro del otro. Una persona “sin rostro”
significa que es ignorante, que va a la deriva, que no descubre sentido en
nada ni en sí mismo. “Tiene rostro” el educado, el que puede descubrir un
sentido crítico que trasciende el mero tlalticpac (“sobre la tierra”, lo
efímero, lo “fenoménico”, la “doxa” platónica): “como en sueños”. Toda la
sabiduría consiste en sobrepasar el tlaltipac (lo terrestre) para pasar a “1o
que nos sobrepasa” (topan mictlan), lo trascendente. Existe aquí una “Ilustración (Aufkärung)” explícita. Estamos, al menos, en el nivel de los poemas de Parménides y los oráculos de Heráclito. Es decir, en el “Achsenzeit” jasperiano, como entre los Presocráticos. León Portilla lo prueba abundante y profundamente, y sus argumentos podríamos desarrollarlos ampliamente, pero en razón del corto espacio de estas Conferencias no podemos hacerlo.
19 “Tetezcaviani”: de “tezcatl” y “tezcavia”, poner un espejo a los otros. El
“espejo” es explícitamente la reflexión crítica, lo “especulativo”, el poder
mirarse a sí mismo, el superar el sin-sentido. El “tlamatini “ pone entonces
un espejo ante el rostro del otro, para que se descubra, para que lo reconstruya,
para que lo desarrolle…
20 Mundo es un concepto fundamental: “cemanáhuac”: es el anillo completo
del agua; de “cem”: enteramente, todo; “a(tl)”: agua; “náhuac”: anillo. Es todo el “mundo”, México, desde el Mar del Norte (el Caribe, Atlántico) hasta el Mar del Sur (Pacífico). El Océano (“teóatl”) es el agua divina, que se junta con el cielo (“ilhuicaatl”), también agua divina, porque ambas son idénticas. (Véase Eduard Seler, Gesammelte Abhandlungen zur Amerikanischen Sprach undAltertumskunde, Ascher und Behrend, Berlín, t. IV, 1923, p. 3). “ Aplica su luz sobre el mundo” significa entonces: observa y descubre con su luz, su inteligencia, el misterio o el aspecto del mundo. “Tla-iximantini”: que por su rostro-aspecto conoce a las cosas.
21 “Itech netlacaneco”. De “ne-tlaca-neco”: “-neco” (él es querido), “tlácatl”
(ser humano), “ne-” (prefijo impersonal). Es decir, “es querida humanamente
la gente” gracias a él (“itech”). De otra manera, humaniza, hace civilizada, educada, hace moralmente sostenible el querer, el amor. Se trata de
la delicadeza de la subjetividad, del trato paciente, humilde, profundo, solidario.
22 León Portilla, La filosofía náhuatl, pp. 65-74.

Tan importante como la descripción positiva del sabio es la negativa, la del “falso sabio“23, lo que nos confirma en la opinión de que había un pensar no meramente “mítico”, sino estrictamente “conceptual” aunque en base a metáforas (metáforas conceptuales24 y no meramente símbolos míticos).
23 Entre otras facetas: “Hechicero que hace volver el rostro del otro (teixcuepani)”;
es decir, en vez de mostrarle al otro su rostro para que lo pueda realizar,
le muestra la nuca, no puede ver su rostro. Podríamos decir que los
europeos en el “descubrimiento” de América sólo vieron “un rostro vuelto
hacia atrás” (en-cubierto). O “hace perder su rostro a los otros (teixpoloa)”
(León Portilla, Op. cit., p. 73).
24 “Todos los cantares de éstos son compuestos por unas metáforas tan oscuras que apenas hay quien las entienda, si muy de propósito no se estudian y platican para entender el sentido de ellas. Yo me he puesto de propósito a escuchar con mucha atención lo que cantan y entre las palabras y términos de la metáfora, y paréceme disparate y, después, platicando y conferido, son admirables sentencias, así en lo divino que agora componen, como en los cantares humanos que componen” (Diego Durán, Historia de las Indias
de Nueva España e islas de Tierra Firme, Porrúa, México, t. I,1967, p. 21).
Un elemento a tenerse igualmente en cuenta es la existencia de una
institución social: el Calmécac, escuela de momachtique (estudiantes).
Allí los jóvenes, que dejaban sus familias desde los seis a nueve años
para integrarse a la “comunidad” (lcniuhyotl), tenían una vida absolutamente
reglamentada25, cuyo centro consistía en los “diálogos” o las “conversaciones” entre los sabios (Huehuetlatolli)26.
25 “Limpiaban la casa todos a las cuatro de la mañana […] La comida que
hacían la guisaban en la casa de Calmécac […] Cada media noche todos se
levantaban a hacer oración, y al que no se levantaba y despertaba, castigábanle
punzándole las orejas, el pecho, muslos y piernas” (B. de Sahagún,
Historia general de las cosas de Nueva España, México, 1829, t. I,
p. 327).
26 En náhuatl un “tratado filosófico” debería traducirse por “diálogo” o “conversación”
como los Diálogos platónicos, que, esencialmente, eran
“Teutlatolli”: “discursos acerca de la divinidad”. Tenían sus reglas del discurso,
su método argumentativo, su articulación necesaria.

El fruto de la enseñanza era el conocer “la sabiduría ya sabida” (momachtique), para con ella poder articular una “palabra adecuada” (in qualli tlatolli), con disciplina retórica (como en la Academia o el Liceo), que se articulaba en la obra mayor del Calmécac: la “flor y canto” (in xóchitl in
cuícatl)27, que proferida de viva voz o por escrito en los códices(amates), eran recitados o cantados con o sin música, en ritmo y aun en danza; era el “lugar” por excelencia de comunicación de “lo terrestre” (tlaltípac) con lo divino, para lo que también servía el interpretar los sueños28.

27 Era mucho más que una obra poética; era la expresión de la sabiduría, una
pieza donde lo humano se comunica con lo divino y viceversa, la culminación de toda la cultura náhuatl. Como la “palabra” sagrada de los guaraníes, pero mucho más elaborada.
28 “Se les enseñaba el tonalphualli, el libro de los sueños (temicámatl) y el libro
de los años (xiuhámatl)” (Códice florentino, libro III, p. 65; en León Portilla, Op. cit., p. 228). Como entre los guaraníes y en el resto de todos los pueblos amerindios el sueño era el lugar privilegiado de la manifestación verdadera.

Opinamos que entre los aztecas en el siglo XV había una gran tensión
entre lo que pudiéramos llamar el “mito sacrificial “ de Tlacaelel
(que será reemplazado por el “mito de la Modernidad”), de dominación
y militarista, y la “protofilosofía” de los tlamantinime, -que no será tenida en cuenta por el movimiento emancipador de la Ilustración (Aufklärung), en Europa o América Latina-29.
29 Aunque un Clavigero en el siglo XVIII en México, recuperó estas tradiciones
y las juzgó explícitamente como “filosofía”, reaccionando ante la Ilustración española (Véase Bernabé Navarro, La introducción de la filosofía moderna en México, El Colegio de México, México, 1948; lean Sarrailh, La España ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII, FCE, México, 1974).

Esto explica el titubeo de Moctezuma que era más un tlamatini que un militar. A la admiración del “descubrimiento” por parte de los navegantes y
científicos cartógrafos europeos, le será correlativa el desconcierto interpretativo de los tlamantinime, que aceptan en un primer momento
una “parusía” de los dioses. A la violencia sacrificial de la “conquista”,
le será correlativa la aceptación inevitable por parte de los vencidos de la experiencia brutal de la “invasión”; a la “colonización” le será correlativa el “Sexto Sol” o la época de la servidumbre; a la “conquista espiritual”, la “muerte de los dioses…”.

7.2. La “parusía” de los dioses

Buena parte de las creencias de los tlamantinime coincidían con las
populares y las de las clases dominantes política, guerrera y comercial
como, por ejemplo, la existencia de los “Cinco Soles“30, pero otras eran producto de una racionalización altamente conceptualizada y abstracta que desarrollaron los tlamantinime en el Calmécac, y que resumiremos apretadamente sólo para poder comprender el “cómo” interpretaron la llegada de los recién venidos por el Oriente, donde nace cada amanecer el Sol (Huitzilopochtli).

Más allá de todo mito, la razón azteca afirmaba, como el origen absoluto
y eterno de todo, no al “Uno“31, sino al “Dos” (Ome). En el origen, en el cielo trece32, estaba el “lugar de la Dualidad” (Omeyocan) donde residía la “Divina-Dualidad” (Ometeótl) o simplemente la “Dualidad” (Oméyotl). No era como para Hegel, primero el Ser y la Nada, y, en segundo lugar, por el devenir o movimiento, el Ente (Dasein).

31 Como en el caso de Platón (en el Parménides) o Plotino (en la Enéada), en
el pensamiento hindú o taoísta chino. En todos ellos el problema era cómo
se determinaba el “Uno” para llegar a la “pluralidad”; es decir, la cuestión
de la “materia”.
32 Para los aztecas (recuérdese que para Aristóteles había hasta 60 cielos o esferas
) había trece cielos. El primero de la luna, el segundo de las estrellas
(para los griegos era la última esfera, la de los “fijos”), el tercero del Sol, etcétera.
Ometeótl habitaba en el último cielo, el trece.

Para los tlamatinime el origen es ya codeterminado (i-námic33 significa “comparte”), a la manera metafórica34 de una “mujervarón” 35, pero recibía determinaciones de un altísimo grado de abstracción conceptual:
“Y también le decían [1] Moyucayatzin [2] ayac oquiyocux, [3] ayac oquipic, que quiere decir que nadie lo creó o formó“36.

33 “Allá vive el dios fundado y su coprincipio” (León Portilla, Op. cit., p.
151). El “Dios viejo” siempre tiene su auto-coprincipio.
34 Pero adviértase que la “metáfora” no es ya mítica simplemente, sino “conceptualmente”
metafórica.
35 Esto se decía de muchas maneras: Omecíhuatl (Señora dual), Ometecuhtli
(Señor dual); Tonacacíhuatl (Señora de nuestra carne); Tonacatecuhtli
(Señor de nuestra carne:); in teteu inan (Madre de los dioses); in teteu ita
(Padre de los dioses).
36 Gerónimo de Mendieta, Historia eclesiástica indiana, México, 1945, t. I, p. 95.

Mendieta no podía imaginar el grado de precisión ontológica, claramente
habiéndose superado una razón mítica estricta razón filosófica entonces, de estos términos: el primero de ellos [1], significa “Señor que se inventa a sí mismo“37; la segunda determinación [2], indica “nadie lo hizo a él”; la tercera [3], “nadie le dio su forma”. Sólo la “flor y canto” del tlamantini llega a proferir alguna expresión aproximadamente comprensible sobre Ometeótl: “noche-viento” (Yohualli-Ehecátl)38, “el que está próximo y nos rodea” (in Tloque in Nahuaque) 39, “el que nos da la vida” (Ipalnemohuani).

37 Sería el caso de una auto-poiésis absoluta. Pero lo más relevante es que ese
“auto-producirse” es por el “pensamiento” (yucoya es producir por el pensamiento).
38 En la “noche” originaria todo es invisible, misterioso; en el “viento” originario
todo es impalpable, imperceptible, no objeto de los sentidos: trascendencia absoluta.
39 Este es quizá el más extraordinario de los atributos de Ometéotl (Dualidaddivina).
Tloc: cerca; náhuac: circunda, rodea como el anillo; la terminación “-e” indica el abstracto (como “-dad “en castellano o “-heit “en alemán): “cercanía-circundante”. La “divina dualidad” originaria, Ometeótl, es el absoluto en el que vivimos, está cerca, nos rodea, junto al cual el tlamatini tiene la experiencia místico-ontológica de los grandes contemplativos de las grandes civilizaciones en su “Tiempo eje (Achsenzeit)”. Es semejante a la expresión de Agustín: “En él vivimos y somos”.

¿Cómo explicaban los tlamatinime la relación entre la “Divinadualidad”
(principio ontológico absoluto) con la realidad “fenoménica”, “temporal”, “terrestre” (tlaltípac), donde vivimos como “en sueños”? La “Dualidad-divina” auto-poiética se despliega ahora, ejerce una Diremtion40 o Explicatio (a la manera del Pseudo-Dionisio Aeropagita o de Scoto Erígena): “Este dios-diosa engendraron cuatro hijos…“41, cada uno de ellos se llamaba Tezcatlipoca42. Son los principios concretos originarios del universo. Dispuesto en los “cuatro puntos cardinales” como en la ontología china, las tradiciones polinésicas y en las culturas americanas, desde los esquimales hasta los incas o araucanos: el del Oriente, rojo; el del Norte, negro, región de los muertos; el del Occidente, Quetzalcóatl blanco, fecundidad y vida;
el del Sur, Huitzilopochtli de los aztecas, azul. Como entre los presocráticos,
entonces reinan los cuatro principios: tierra, aire, agua y fuego.

40 No se podría con Hegel llamarle “Entzweiung” (el tomarse “dos”) porque
ya originariamente son “Dos”; sería más bien una “Entveirung” (un hacerse
cuatro). Hegel escribía: “El absoluto es la noche (!) y la luz (!) anterior a ella, la diferencia entre ambas” (Differenz des Ficht’schen und Schelling’schen
Systems der Philosophie, ed. Lasson, Hamburg, 1962, p. 65; véase mi Método para una filosofía de la liberación, Sígueme, Salamanca,
1974, pp. 89 ss.). Obsérvese que las metáforas son idénticas (“noche”, “luz”). Esperamos poder profundizar en el futuro todos estos elementos de la reflexión ontológica de la cultura náhuatl, para probar ante los escépticos
más contundentemente un inicio formal explícito de la filosofia en la protohistoria latinoamericana anterior al 1492.
41 Historia de los mexicanos por sus pinturas, en I. García Icazbalceta, Nueva
colección de documentos para la historia de México, México, t. III, 1890, pp. 228 ss.
42 “Espejo ahumado”, que no refleja, que no deja ver por ser de noche. Lo
contrario es Tezcatlanextia: “espejo que hace aparecer las cosas” (determinación del mismo Ometeótl, que produce las cosas como su reflejo). El “espejo” cumple la función de “reflexión”, del “volverse” sobre sí de la divinidad, o de la subjetividad filosófica del tlamatini: “el que está dialogando con su propio corazón” (Mayolnonotzani).

Pero, además, cada uno de ellos dominaba una “época” del mundo. Habían acontecido cinco épocas, “Cinco Soles”; la presente edad era la del “Sol en movimiento”, la edad de Huitzilopochtli, el dios guerrero de los aztecas:
“Este Sol, su nombre 4 movimiento, éste es nuestro Sol, en el que vivimos
ahora […] El quinto Sol […] se llama Sol de movimiento porque se mueve, sigue su camino“43. 43 Cita de León Portilla, Op. cit., pp. 103 y 333.

“Movimiento” (Y-olli) tiene que ver con “corazón” (Y-ollo-tl) y con
“vida” (Yoliliztli)44. Ometeótl es por quien “todos viven” (Ipalnemohuani),
pero mediante el Sol (uno de los rostros de Tezcatlipoca).

44 En realidad “vida” significa “movilidad (Bewegenheit)” como Marcuse probaba en su tesis sobre el sentido del Ser para Hegel. Vida, para los aztecas, era “movilidad”; el corazón era el órgano que “movía”. El Sol se movía en el cielo siguiendo su “camino” (Iohtlatoquiliz), y “moviendo” o vitalizando todos los seres vivos (los que se mueven por sí). Estos debían dar su vida en sacrificio para que el Sol viviera. Era un círculo vital-sacrificial (como en las metáforas con respecto al capital en la interpretación de Marx).

Además estos cuatro “principios” están en continua “lucha”. La vida
de los humanos, los macehuales45, entran en dicha lucha para conservar
lo que más se pueda la existencia del “Quinto Sol” dentro del cual viven; se tornan solidarios y cómplices del Sol reinante. De todas maneras, siempre, la existencia humana está regulada, reglada necesariamente por el ritmo del tiempo, “de los años”. Los aztecas tuvieron una visión “trágica “ de la existencia, ya que ninguna libertad cabía en el acontecer humano y todo estaba predeterminado de antemano, en la “vieja regla de vida” (Huehuetlamanitiliztli).

45 “Los que fueron merecidos”, porque Quetzalcóatl los resucitó al “sangrar su miembro” (Manuscrito de 1558; León Portilla, Op. cit., p. 184). Mazehualtin significa así aquellos que el dios mereció por su autosacrificio sangriento. Toda la humanidad nace así con una deuda de sangre con Quetzalcóatl (que es como un Prometeo, pero divino y no encadenado, como un Cristo ensangrentado).

En efecto, “en la tierra” (tlaltípac) todo está regulado por el querer de Ometéotl:
“Nuestro Señor, el Señor que está cerca y nos rodea (in Tloque in Nahuaque),
determina46 lo que quiere, lo planifica, se divierte. Como él quiere, así querrá. En el centro de la palma de su mano nos tiene colocados, nos está moviendo a su antojo“47. En los cielos, arriba, los astros siguen su necesario “camino“48,
así también los humanos. Por ello la obsesión de encontrar el “fundamento”
49 de las cosas, en el que consistía la “verdad”: “ ¿Acaso son verdad50 los hombres? ¿Por tanto ya no es verdad nuestro canto? ¿Qué está de pie51 por ventura?“52.

46 Moyocoia indica que los “planes” de la divinidad producen lo que ella
quiere; muy análogo al concepto de “providencia”.
47 Códice florentino, libro VI, fol. 43 v; León Portilla, Op. cit., pp. 199-200 y 349.
48 Iohtlatoquiliz significa “el avance por los caminos del cielo”. El “camino”
(ohtli) es necesario, y en cierta manera cada persona sigue igualmente “su
camino”, desde el día de su nacimiento, su “nombre” ha sido elegido astrológicamente
según los “signos” del día, y toda su vida está ya “marcada”
de antemano.
49 El Anáhuac (la tierra rodeada por el Océano: Teoatl), la tierra como el mundo
conocido (Cemanáhuac) estaba “fundado”, puesto sobre el “ombligo de
la tierra (Tlalxicco)” que reposaba sobre Ometeótl que “yacía (ónoc)” debajo.
50 Nelli (verdad) tiene un sentido particular en náhuatl: es la “fundado”, la que
tiene permanencia, para siempre. La pregunta tiene el siguiente sentido:
¿Acaso poseen los hombres en su ser algo firme, bien enraizado? Sería,
para Hegel, la pregunta por la “esencia” (fundamento) en su sentido dialéctico-
ontológico (y no en su sentido óntico o metafísico tradicional).
51 Como entre los guaraníes “estar de pie” es estar “fundado” en Ometeótl, el
Absoluto.
52 Ms. Cantares mexicanos, fol. 10 v; León Portilla, Op. cit., p. 61.

Para el tlamatini, al final, sólo la “flor y canto” (el comunicarse con
la divinidad en la comunidad de los sabios) es “lo único verdadero en
la tierra (nelli in tlaltícpac)“53. Pero si el sabio puede vivir la experiencia
místico-filosófica del fundamentarse en la divinidad, el “mundo
de la vida (Lebenswelt)” habían otras maneras de lograr la ansiada
fundamentación. En primer lugar, por la calendarización divina del ritmo
de la vida. Por ello, los aztecas tenían un conocimiento exacto de
la medición del tiempo sagrado: tiempos del día, días, semanas (de 13
días), años: el año lunar, el año solar54 el año de Venus55.

53 Ibid., fol. 9 v; p. 142.
54 Había un ciclo, de 4 veces 13, 52 años, que era considerado por ellos como
un siglo, tiempo en el que se superponía a todos los templos existentes un nuevo piso, con el encendido del “fuego nuevo”.
55 De 65 años solares, coincidían cada 104 años solares, que era llamado “una
vejez (huehueliztli)”.

Cada día tenía una divinidad protectora: la tenían también cada semana,
cada mes, cada tipo de año y sus muy complejas combinaciones. Toda una “procesión”, una multitud jerarquizada de divinidades se “movía” por el “camino” del cielo cada día, desde el amanecer hasta la noche, y en la noche misma, y había que rendirle culto (cantos, ritos, sacrificios, etcétera), para hacerlos felices y calmar sus posibles maleficios.

De allí las fiestas o celebraciones56. Una vida enteramente “regulada”.
Además, y esto es fundamental, el “eterno retorno de lo Mismo” se complementaba con la astrología57, y con la “interpretación” (era una hermenéutica) de “signos” que daban sentido a los acontecimientos
“aparentemente” no “fundados” en “verdad“58. La “astrología” era una “regla” divina a priori que se aplicaba a todo acontecimiento en el tiempo (in tlatícpac); la hermenéutica de los “agüeros” era en cambio un partir a posteriori de un “signo” concreto, empírico, “aparentemente” nuevo, para aplicarle una regla a priori y poder así descubrir un sentido “contingente”. Los “agüeros” pronosticaban hechos futuros (pasados), pero siempre “necesarios” (“que no pueden ser de otra manera”, diría Aristóteles).

57 “De la astrología judiciaria y del arte de adivinar” (Ibid., libro IV, pp. 221 ss.). La “astrología” determinaba el contenido cada día del año, y los
períodos de años, para nacimientos o para consultas de hechos situados en
el tiempo, y por lo tanto válidos para siempre.
58 “Que trata de los agüeros y pronósticos, que estos naturales tomaban de algunas aves, animales y sabandijas para adivinar las cosas futuras” (Ibid., V; pp. 267 ss.). En cierta manera Sahagún es inexacto, ya que dichos agüeros y pronósticos eran para descubrir hechos presentes “como pasados”, no como “cosas futuras”. Es decir, en el ciclo del eterno retorno de lo Mismo, todo acontecimiento “futuro” era, para ellos, un hecho pasado de un presente futuro, pero “presente-futuro” que será idéntico al “presente-presente” ya todos los “presentes-pasados”). No hay sentido “histórico” de los acontecimientos, y ésta es la diferencia entre la conciencia trágica (prometeica) de Moctezuma, y la conciencia dramática (cristiano-moderna, recuérdese La simbólica del mal de Paul Ricouer, o mi El humanismo semita, ya citado) de Hernán Cortés.

De esta manera, la conciencia trágica azteca, desde el pueblo oprimido a las clases gobernantes o guerreras y los mismos tlamatinime, tenía “asegurada” la “fundamentación” de su existencia en la “verdad” de Ometeótl.

Ahora podemos intentar una cierta comprensión de lo que debió acontecerle a Moctezuma al conocer las “nuevas “ de la aparición de los recién llegados a las costas del Cemanáhuac (“toda la tierra”) desde el infinito Teoatl (Atlántico):
“Y cuando fueron vistos los que vinieron por el mar (teoatl), en barcas van viniendo […] Y cuando estuvieron cerca de los hombres de Castilla59, al momento frente a ellos hicieron ceremonia de tocar la tierra y los labios […] Tuvieron la opinión de que era Nuestro Señor Quetzalcóatl que había venido“60.

59 El Códice florentino (lib VI, cap. 2) pone nombres a los aztecas que subieron a los barcos: Píntol huasteco, Yoatzin de Ñuctlancuauhtla, el de Teuciniyocan, Cuitlapíltoc y Téntitl que eran guías. Una historia vista “del otro lado”: con nombre y personas “reales”.
60 Informantes indígenas de Sahagún, Códice florentino, lib. VI, cap. 2 (cit.
León Portilla, El reverso de la conquista, Joaquín Mortiz, México, 1978,
pp. 32-33).

Moctezuma opina -por una conclusión acertada de razón estratégica
como veremos, si la hermenéutica de los textos nos permite sacar esta
conclusión- que Cortés es Quetzalcóatl61 aún en el momento de recibirlo
en la ciudad de México. Las actitudes del Emperador han sido
consideradas titubeantes, contradictorias y escasamente comprensibles,
las razones dadas por T. Todorov62, N. Wachtel63, M. León
Portilla64, Octavio Paz65, J. Lafaye (66, pág. 121) y otros no explican suficientemente la “racionalidad” del comportamiento de Moctezuma.

61 Todo nuestro análisis que sigue a continuación se apoya sobre la “plausibilidad” de la tradición de que Moctezuma opinó que Cortés era Quetzalcóatl. James Lockhart (véase de este autor: Nahuas and Spaniards. Postconquest Central Mexican History and Philology), Stanford University Press, Stanford, 1991; otras obras del mismo autor en Ibid., pp. 301-302 y Susan Gillespie, The Aztec Kings. The Construction of Rullership in Mexica History, University of Arizona Press, Tucson, 1989), opinan que la creencia de que Cortés fuera Quetzalcóatl es incorporada por los cronistas, decenios después de los hechos. En los textos náhuatl nada aparece sobre el asunto, y
son posteriores a 1540. De todas maneras, con esto, no se prueba que la
identificación Cortés-Quetzalcóatl sea falsa, sino simplemente queda en el
estatuto de plausible y tardíamente narrada.
62 La conquista de América, ya citada, en “Moctezuma y los signos” (pp. 70
ss. ), se acerca a nuestra interpretación, pero lo atribuye a que tenían los aztecas
un tipo de “comunicación” diferente. No saca total provecho a su
hipótesis de que todo estaba reglado desde siempre. Tzvetan Todorov /
Georges Baudot han publicado una colección de Récits aztèques de la Conquête,
Seuil, Paris, 1983 (con excelente edición italiana Racconti aztechi
della Conquista, Einaudi, Torino, 1988) que incluyen el Códice florentino,
Anales históricos de Tlatelolco, Códice Aubín en náhuatl; y en español:
Códice Ramírez, historia de Tlaxcala de Diego Muñoz Camargo, y la Historia
de Diego Durán.
63 La visión des vaincus, edición citada: en p. 45 no sabe por qué Moctezuma
debe recibir a “les Blancs comme des dieux”.
64 El reverso de la conquista, edición ya citada, en p. 20 indica algunas de las
“posibilidades” que Moctezuma considera, pero no logra explicarla “racionalidad”
de sus decisiones.
65 El laberinto de la soledad, FCE, México, 1976, p. 85: “La llegada de los
españoles fue interpretada por Moctezuma al menos al principio no tanto
como un peligro exterior sino como el acosamiento interno de una era
cósmica”. En efecto, el “fin del mundo” era una tercera posibilidad, pero no fue la que enfrentó Moctezuma, “al menos al principio”. (En Posdata Siglo
XXI, México, 1970), trata más el asunto, (pp. 126-143), pero no distinguirá las “posibilidades” que analizaremos a continuación.
66 En Quetzalcóatl y Guadalupe, La formación de la conciencia nacional en
México, (FCE, México, 1977, pp. 219-224), no clarifica para nada la situación.

En efecto, se recibe a Cortés con estas palabras:
“Señor nuestro: te has fatigado, te has dado cansancio: ya a esta tierra
tú has llegado. Has arribado a tu ciudad: México. Aquí has venido a
sentarte en tu solio, en tu trono. Oh, por tiempo breve te lo reservaron,
te lo conservaron, los que ya se fueron, tus sustitutos. Los señores
reyes, Itzcaotzin, Motecuhzomatzin el viejo, Axayácac, Tízoc, Ahuítzotl.
Oh, qué breve tiempo tan sólo guardaron para ti, dominaron la
ciudad de México. […] No, no es que yo sueño, no me levanto del
sueño adormilado: no lo veo en sueños, no estoy soñando. ¡Es que ya
te he visto, es que ya te he puesto mis ojos en tu rostro! Ha cinco, ha
diez días yo estaba angustiado: tenía fija la mirada en la Región de los
Muertos (topan mictlan). Y tú has venido entre nubes, entre nieblas.
Como que esto era lo que nos habían dejado dicho los reyes, los que
rigieron, los que gobernaron tu ciudad: que habrías de instalarte en tu
asiento, en tu sitial […] Ven y descansa; toma posesión de tus casas
reales; da refrigerio a tu cuerpo“67.

67 León Portilla, Op. cit., pp. 38-39. Estos “tu” o “tus” pueden ser interpretados como fórmula retórica de educación náhuatl. Como cuando alguien invita a otro a su casa y le dice: “Esta es su casa”, tan frecuente en México.

¡Moctezuma ofrece al recién llegado su trono, el gobierno, el dominio
sobre los aztecas! ¿No es acaso eso justamente lo que deseaba
Cortés? pues no, Cortés no entiende el ofrecimiento y además no intenta
ocupar dicho trono. Esto producirá un nuevo desconcierto en Moctezuma -pero no es el primero ni el último, y por ello seguirá reaccionando ante cada “novedad”. ¿Son los comportamientos de Moctezuma, “racionales”? Eran racionales y lo más convenientes, si se toma en consideración el “mundo “ de Moctezuma y no se proyecta sobre él la perspectiva eurocéntrica.

Analicemos las diversas “posibilidades“68 que se abren desde los textos considerados; es decir, lo que le era “posible” desde su “mundo”
fácticamente emplazado, el de un emperador azteca, buen guerrero pero mejor tlamatini, de austera educación moral en la mejor tradición
de los sabios toltecas.

Para aquel emperador culto y refinado que era Moctezuma, se le presentaron ante sí, después de informarse con todos los recursos que su civilización le daba69 las siguientes “posibilidades”:

1. Que los recién llegados fueran un grupo de seres humanos, que era lo menos probable 70 desde la perspectiva hermenéutica náhuatl y que debería confirmarse con otros hechos no acontecidos hasta ese momento71, y, por ello, “razonablemente” se descartaba esta “posibilidad” por el momento terminará por ser el comienzo de una “invasión”, pero con nuevos datos que a priori Moctezuma no tenía ante sí en ese momento.

68 En el sentido de Heidegger (“Möglichkeit”; véase nuestra Para una ética de la liberación latinoamericana, Siglo XXI, Buenos Aires, 1973, t. I, pp. 65 ss.: “Las posibilidades ónticas”), o de N. Luhmann, Systemlehre, Suhrkamp, Frankfurt, 1987, en cuanto referido al sistema autorreferente y autopoiético.
69 Estos recursos, según los textos considerados (y dentro de su plausibilidad,
con respecto a las hipótesis críticas de James Lockhart) eran los siguientes:
1. Escuchar el juicio de los guerreros de la tradición de Tlacaélel (que entrarán
a actuar sólo en la segunda “figura”). 2. Pedir juicio a los tlamatinime,
los filósofos. 3. Escuchar el juicio de los astrólogos, que le indicaban
que Quetzalcóatl vendría por el Occidente un ce-acatl (fecha que coincidía
con la llegada de los españoles). 4. Tomar el parecer de los que descifraban
“agüeros” o presagios (que en número de ocho, incluyendo acontecimientos
referentes al fuego, tierra, aire y agua, los cuatro elementos fundamentales
tanto para los aztecas como para los presocráticos, indicaban funestos “futuros”
necesarios). Véanse los ocho “Presagios funestos” en León Portilla, El
reverso de la conquista, pp. 29 ss.
70 Lo “anormal” (como un defecto de nacimiento en un niño) o era eliminado
(como en el caso de los espartanos) o divinizado (como los defectuosos enfermos
colocados como dioses en Monte Albán, en la cultura zapoteca en
México). Que “aparecieran” humanos en el Gran Océano era lo “menos
probable”.
71 Por otra parte, era lo menos peligroso, porque su reducido número no podía
ser un peligro militar, aun con sus técnicas de guerra. Es necesario además
borrar por el momento la posibilidad, en el análisis de racionalidad estratégica
de Moctezuma, de una “invasión”. Esta no tenía todavía ningún sentido;
es decir, no era una “posibilidad” real dado los datos empíricos
recabados en su “mundo” concreto.

2. Quedaba racionalmente sólo una posibilidad: que fueran dioses. Si es así: ¿cuáles? Todo indicaba –tanto en el parecer de los astrólogos como en el de los tlamatinime- que debía ser Quetzalcóatl. Una posibilidad interna a la segunda consistía en que Quetzalcóatl volvía, después de haber sido expulsado de Tula por los toltecas u otros pueblos72.

72 Hemos dicho que los toltecas eran, respecto a los aztecas, un poco como los griegos respecto a los romanos. El pueblo antiguo culto, ejemplo en todo. La tradición azteca era, en realidad, la toltecayotl (toltequidad, como la romanitas para los romanos, o la christianitas para los cristianos, o el Deutschtum para los alemanes). Quetzalcóatl, como una figura histórica, era el sacerdote y sabio Ce Acatl Topilzin (siglo IX a. C. ?), “aquél que nació en un día 1-Caña, Nuestro Príncipe” (Véase Walter Lehmann, “Geschichte der
Königreiche von Colhuacan und Mexiko”, en Quellenwerke zur alten Geschichte Amerikas, Stuttgart, 1938). Siendo joven solitario cerca de Tulancingo fue buscado como rey de Tula. Fuerte pensador y formulador de la ontología de Ometeótl, se opuso por anticipado a la visión de Tlacaelel: “Se dice que cuando vivió allí Quetzalcóatl, muchas veces los hechiceros quisieron engañarlo, para que hiciera sacrificios humanos, para que sacrificara hombres. Pero él nunca quiso, porque amaba mucho a su pueblo, que eran los toltecas” (Anales de Cuauhtitlán, Códice Chimalpopoca, fol. 5; León Portilla, La filosofía náhuatl, pp. 307-308). Lo cierto es que lo expulsaron injustamente, pero prometió regresar. Tenían los aztecas, y particularmente Moctezuma, muchos motivos de temer: primero, porque los aztecas habían dominado sangrientamente al resto de los pueblos toltecas; segundo, porque el mito sacrificial de Huitzilopochtli era contrario al pensar de Quetzalcóatl; tercero, porque siendo un rey depuesto, podía intentar ocupar el lugar de Moctezuma (y veremos que ésta será la conclusión “racional” del emperador, como se puede considerar “explícitamente” en el texto de la recepción de Cortés en México). Es interesante que Cortés aconsejaba a Moctezuma “que no se sacrificasen hombres. Y otro día llamó (Moctezuma) a su principal sacerdote y le mandó que, por algunos días, disimulase con los castellanos en no sacrificar hombres” (1. de Torquemada, Monarquía indiana, IV, cap. 40; ed. cit., t. II, p. 173). Este era un signo indicativo de la relación entre Cortés y Quetzalcóatl, el sabio de Tula.

3. La tercera “posibilidad”, como otra alternativa de la segunda, que aunque retornaba Quetzalcóatl, el príncipe se confundía ahora con el principio divino, como uno de los rostros de Ometeótl, y esto era lo verdaderamente nefasto73-esto sería el “fin del Quinto Sol“74.

73 En efecto, acerca del “Quinto Sol” se lee: “Igualmente fue este Sol de nuestro príncipe, en Tula, o sea de Quetzalcóatl” (Documento de 1558; León Portilla, La filosofía náhuatl, p. 103). En este caso, los pronósticos de
“movimiento de tierra, habrá hambre y con esto perecemos” (Ibid.) indicarian
el fin del “Quinto Sol”. Esta fue la interpretación más generalizada.
74 Octavio Paz piensa que esta posibilidad fue la primera que enfrentó Moctezuma, op. cit., p. 85, pero no es así.

Ante estas “posibilidades” Moctezuma dudaba, pero iba tomando
resoluciones racionales. En primer lugar, sería bueno homenajearlos
con regalos y proponerles que volvieran a su lugar de origen (sea el que fuere). Por ello Moctezuma no quería enfrentarse a los recién llegados
“rostro-a-rostro”, porque en ese caso era su fin. Esto es lo que no se ha interpretado a veces correctamente:

“ Ahora bien, Moctezuma cavilaba en aquellas cosas, estaba preocupado;
lleno de terror, de miedo: cavilaba qué iba a acontecer con la ciudad“75.
75 Informantes de Sahagún, Ibíd., p. 35.

No era para menos. Para los enemigos del Imperio, los oprimidos (como los de Zempoala o Tlaxcala, y lo mismo le acontecerá a Atahualpa entre los incas), Cortés era un aliado (fuera un hombre, fuera un dios) para emanciparlos del dominio azteca76. Los guerreros fieles a Huitzilopochtli “lucharían” como colaboradores de su dios, pero debían actuar sólo en el caso que los de Cortés verdaderamente fueran seres humanos (posibilidad 1.), o que Quetzalcóatl intentara poner fin al “Quinto Sol” (posibilidad 3.).

76 Es verdad que nunca se jugaban del todo por Cortés, porque si éste era derrotado por los aztecas, tendrían dónde apoyarse para volver a reconocer su dominio.

El pueblo de México-Tenochtitlán nada perdía con que Quetzalcóatl retomara el poder en “su” imperio (posibilidad 2.). Todos entonces, juzgaban las posibilidades de distinta manera. Pero sólo Moctezuma enfrentaba una decisión límite77.
77 En realidad tenía una única posibilidad positiva: que los recién venidos fueran
seres humanos, y, en este caso, en un segundo momento, podría destruirlos con sus guerreros fieles a Huitzilopochtli, ya que eran los de Cortés unas pocas decenas de soldados. Esta posibilidad, por ser la más débil, debía ser dejada para el final, después de “probar” racionalmente el no cumplimiento de las otras que tenían mayor peso.

Para él había muy poco espacio de maniobra: si Quetzalcóatl quería retomar el poder del Imperio, él debía renunciar (posibilidad 2.); en todos los otros casos Moctezuma podía jugar su suerte con los guerreros (pero sólo después de saber que esa posibilidad 2., no era la real). Es por ello que “racionalmente”, con clara razón estratégica, Moctezuma, el gran tlamatini, toma la resolución de renunciar al Imperio78 y dejar en su lugar a Quetzalcóatl-Cortés:
“¡toma posesión de tus casas reales!” (leemos en el texto citado).
78 Moctezuma muestra el ethos del discípulo del Calmécac, temple de héroes
y de sabios. De allí lo que le expresa a Cortés (¡que no tenía ninguna posibilidad de “interpretar” la grandeza inmensa ética del hombre que tenía delante!; el mismo Cortés, siendo sólo un buen soldado y apto político, de ninguna manera tenía la estatura de Moctezuma): “…Ha cinco, ha diez días yo estaba angustiado: tenía fija la mirada en la Región del Misterio […] Pues ahora, se ha realizado: ya tú llegaste” (Texto citado supra). El tlamatini estuvo en contemplación en lo que está más allá que lo meramente “terreno”
(in tlaltícpac), en lo “trascendente” (Topan mictlan). y allí se resolvió, pensando como Quetzalcóatl, que “quería mucho a su pueblo”, y él mismo “cavilaba qué iba a acontecer con la ciudad”. Moctezuma, al renunciar, evitaba al menos en lo que estaba en su poder mayor sufrimiento a su pueblo. El se hacía a un lado, renunciaba… Como Quetzalcóatl lo había hecho en Tula. ¡Este argumento, Quetzalcóatl-Cortés debía entenderlo! Moctezuma era el nuevo Quetzalcóatl de su México y se inmolaba por él.

Por supuesto, una vez más, los recién llegados lo desconciertan.
Cuando los aztecas les ofrecieron comidas con sangre, estos dioses extraños
las desdeñaron. Más extraños eran aún cuando se alegraban del oro, que irracionalmente transformaban preciosas joyas en lingotes, destruyendo el inmenso trabajo de refinados orfebres que serían la admiración de Durero en Holanda; que absurdamente matan a los enemigos en las batallas en vez de tomarlos prisioneros para inmolarlos a los dioses. ¡Una vez más, Cortés no toma el poder en México!

Pero, al menos, Moctezuma saca una primera conclusión: no es el príncipe Quetzalcóatl que quiere recuperar el poder temporal (in tlaltícpac). Quedan las otras posibilidades, pero es necesario estudiar la situación con cuidado, porque Cortés podría actuar en nombre del dios y significar el fin del Quinto Sol -que era el peligro supremo, y por ello Moctezuma soportaba humillaciones sabiendo que, si eran humanos, en último caso su vida corría peligro, pero sólo sería su fin como monarca, y nada sufriría su ciudad de México79.

79 Todo esto podría ser desarrollado de otra manera, si las propuestas críticas
de James Lockhart llegaran a probar que nunca los náhuatl pensaron que
Cortés fuera Quetzalcóatl pero le será muy difícil probarlo. Lo que puede
probarse es lo extrañamente tardío de la descripción de los hechos en las
narraciones (de los cronistas), y la ignorancia del hecho en los textos
náhuatl más cercanos a la conquista de 1520.

7.3. La “invasión” del Imperio

Un nuevo hecho, a posteriori y por ello nunca Moctezuma pudo
considerarlo antes (y a causa de esto no podía antes ser una “posibilidad”
histórica o real)80, comenzó a inclinar la situación hacia un desarrollo
posterior de la “posibilidad 1” aunque la “posibilidad 3” quedaba flotando en el aire como un peligro supremo:

“No fue bien llegado con el armada [de Pánfilo Narváez contra Cortés
procedente de Cuba], cuando Motecuhzuma fue dello avisado a tiempo”.
Y el emperador llamando a Cortés le dijo: “Señor capitán, sabed
que son venidos navíos de vuestra tierra, en que podréis [part]ir, por
tanto aderezaos con brevedad que así conviene“81.
Ahora Moctezuma, sabiendo que son seres humanos82, tiene conciencia
por primera vez que hay otros iguales a Cortés, con numerosos
y nuevos soldados detrás de ellos. Si se vuelven a donde vinieron todo
terminaría bien (y quedarían a salvo el Imperio, las tradiciones, y los
dioses, el Quinto Sol y el mismo Moctezuma). Pero dos hechos nuevos
(y van tres), le hacen comprender un desarrollo inesperado de la “posibilidad
1” (y por ello se trata de una nueva “posibilidad 4 “ nunca antes
considerada): el primero, que Cortés no sólo no volvió hacia su lugar
de origen, sino que, venciendo a Narváez, reforzó su ejército (con el
que retornaba triunfante a México); el segundo, no menos importante,
la matanza que realizó Pedro de Alvarado contra la élite azteca. Estos dos hechos ”probaban” el error de Moctezuma83, e inclinaban la balanza
en favor de los guerreros inspirados por el mito sacrificial de Tlacaélel, que considerando a los españoles meramente como seres humanos, habían pensado desde el comienzo que era necesario luchar contra ellos. Moctezuma estaba terminado. Cortés, que nada había entendido del “mundo argumentativo” del Otro84, del mundo sumamente desarrollado de Moctezuma, intenta usarlo como antes, y pierde un tiempo vital para su propia causa85.

80 Aquí, usando la hipótesis tan fecunda de E. O’Gorman de que Colón “no
pudo descubrir América”, ahora podemos decir que Moctezuma “no pudo
descubrir una invasión” antes de la llegada de Pánfilo Narváez.
81 J. de Torquemada, Ibid., cap. 59, p. 184.
82 Han visto morir caballos y soldados españoles, han convivido largas semanas juntos en México, no han visto otras “señales” extraordinarias, etcétera.
83 Error, claro, a posteriori, y no a priori.
84 El hombre “moderno” nunca comprende las “razones del Otro” (véase mi
ponencia en el diálogo con Karl-Otto Apel en México, titulada: “La razón
del Otro. La Interpelación como acto-de-habla”).
85 Cortés debió haber salido de la ciudad de México de inmediato a su regreso
de la costa con los refuerzos que logró ganarse de las derrotadas fuerzas de
P. Narváez. En cambio, como no había comprendido las “razones” de Moctezuma,
creyó que podía seguir “usándolo” (mientras que en realidad Moctezuma
se había dejado aparentemente “usar” ya que debía ir “probando”
hasta el final cada una de las “posibilidades”, que no eran “posibilidades”
para Cortés). Lo mismo le aconteció a Alvarado, que creyó que podía fortalecerse
mostrando mucha agresividad, no comprendiendo que lo que los
había protegido en México no era su valentía sino la “visión del mundo
(Weltanschauung)” de los tlamatinime, desaparecida la cual debía comenzar
la lógica de la guerra y con su acción inclinaba la balanza en su contra.

Ahora es tarde, todos los aztecas han descubierto, claramente y por primera vez, que Cortés y los suyos sólo son un grupo de humanos guerreros; son la avanzada de una “invasión”: la “invasión del Cemanáhuac”, de todo el “mundo conocido” por los aztecas.

La sabiduría de los tlamatinime había sido negada, destruida; toda su “visión del mundo (Weltanschauung)”, ahora se había probado, era inadecuada y no daba cuenta de la realidad. Moctezuma, como tlamatini que era, había muerto. Su muerte física era cuestión de horas. Así terminaba la “Parusía de los dioses”, Pánfilo Narváez y no Cortés (como había sido Amerigo Vespucci y no Colón el que descubre América) probaba que los acontecimientos eran parte de una “invasión” y no antes.

Tlacaélel, el Rómulo y Remo86 de los aztecas, que venciera a los
tepanecas de Azcapotzalco, la Albalonga de México- Tenochtitlan, en
el año 1-Pedemal (1428), había nacido en el año 10-Conejo (1398), y
fue llamado “el Conquistador del Mundo” (in Cemanáhuac Tepehuan)87, a él se deben las “reformas” que dieron al Imperio su gran visión cosmopolita, la interpretación desde un paradigma sacrificial del poder dominador de México:
“Este es el oficio de Huitzilopochtli, nuestro dios, a esto fue venido a reunir y trae así a su servicio a todas las naciones, con la fortaleza de su pecho y de su cabeza“88.

86 Teóricamente era un poco Hegel, el de la Filosofía del derecho, más un
teórico de la guerra como Clausewitz y un político como Bismarck del imperio alemán. Nunca quiso ser el rey del imperio azteca, aunque cuatro reyes fueron sus protegidos.
87 Fernando Alvarado Tezozómoc, Crónica Mexicáyotl, UNAM, México,
1949, p. 121. Sobre Tlacáelel véase Miguel León Portilla, La filosofía
náhuatl, pp. 249 ss.; y del mismo autor Los antiguos mexicanos, FCE, México, 1990, pp. 46 ss.; pp. 92 ss.
88 D. Durán, Historia de las Indias de Nueva España, México, t. I, 1867, p. 95.

Ometeótl se manifiesta por los Tezcatlipocas, el del “Quinto Sol”, el de Quetzalcóatl, fue reinterpretado por los aztecas en un paradigma sacrificial:
“Y aquí está su señal, cómo cayó en el fuego el Sol, en el fogón divino,
allá en Teotihuacán” 89.

89 Documento de 1558, ya citado (León Portilla, La filosofía náhuatl, pp. 103-
109). 90 Ms. Cantares mexicanos, fol. 20 v (León Portilla, La filosofía náhuatl, p.

En efecto, el pequeño dios colibrí, Nanahuatzin, ofreció su vida en sacrificio, se inmoló por todos, y quemado en el fogón divino apareció, después de larga noche, como el Sol naciente, que los aztecas interpretaron
como su dios tribal: Huitzilopochtli. Ese dios secundario guerrero, será, por la “Reforma de Tlacaélel”, el dios principal de todo el Anáhuac. Tlacaélel quemará todos los códices sagrados de los pueblos dominados, y los escribirá de nuevo. Una verdadera dominación de las teogonías. El Imperio quedaba ahora “fundado” como el servidor de la existencia y la vida del Sol.

Por ello el “movimiento” (del Sol y de toda la realidad), la “vida” y el “corazón” tienen relación con la “sangre” (chalchihuitl): la vida del Sol-Huitzilopochtli depende de los sacrificios humanos. Las víctimas son conseguidas en las “guerras floridas” y ello justifica la existencia del Imperio:
“Allí donde se tiñen los dardos, donde se tiñen los escudos, están las blancas flores perfumadas, las flores del corazón: abren sus corolas las flores del que da la vida, cuyo perfume aspiran en el mundo los príncipes:
es Tenochtitlan” 90.
90 Ms. Cantares mexicanos, fol. 20 v (León Portilla, La filosofía náhuatl, p. 128-257). Sólo Karl Marx, en sus “metáforas teológicas” (véase mi obra Las metáforas teológicas de Marx), inspiradas en el pensamiento semita-bíblico judeo-cristiano, mostrará cómo el “capital”, el nuevo Moloch, vive de la vida de los oprimidos y chupa su sangre: la circulación del valor es Blutzirkulation (circulación de sangre).

Tlacaélel logra así, por el mito de la necesidad de los sacrificios humanos
del Templo Mayor de Huitzilopochtli, hacer del Imperio un colaborador de la subsistencia del universo y de prolongar la vida del “Quinto Sol”. Era, con la llegada de Cortés ahora descubierto como no-Quetzalcóatl, el momento en que los guerreros intentarán prolongar el “Quinto Sol” venciendo a los intrusos:
“En consecuencia luego salieron de noche. En la fiesta de Techílhuitl
salieron; fue cuando murieron en el Canal de los Toltecas. Allí furiosamente
los atacamos“91.

91 Ms. Anónimo de Tlatelolco (1528) (véase León Portilla, El reverso de la conquista, p. 43).

De poco les valió a los guerreros aztecas expulsar de la ciudad a Cortés en la “Noche Triste” (triste para los españoles, es evidente)92.

92 Los españoles atribuirán a la Virgen de los Remedios el haberlos salvado. Por ello, en 1810, Hidalgo enarbolará, como veremos, la Virgen de Guadalupe como bandera de los americanos, y los españoles (“gachupines”) la de los Remedios: ¡Lucha de vírgenes, lucha de dioses, lucha de clases! Véase mi artículo “Christliche Kunst des Unterdrückten in Lateinamerika. Eine Hypothese zur Kennzeichung einer Aesthetik”, en Concilium 152 (1980), pp. 106-114.

Para males de México se desata la peste, que es interpretada como un augurio nefasto contra el Imperio. Desde Tlaxcala los invasores reorganizaron sus fuerzas; como los reyes católicos Cortés comenzó a “debilitar” a México, así como aquellos habíanlo hecho con Granada. El asedio de Tenochtitlan se extiende durante meses. Al final expulsan a los aztecas de la ciudad, los acorralan en Tlatelolco. Son vencidos:
“En los caminos yacen dardos rotos; los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas, enrojecidos tienen sus muros. Gusanos
pululan por calles y plazas y están las paredes manchadas de sesos. Rojas están las aguas, cual si las hubieran teñido, y si las bebíamos, eran agua de salitre“93.

93 Ms. Anónimo de Tlatelolco, cit., p. 53.

“El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco. Por agua se fueron ya los mexicanos; semejan mujeres; la huida es general. ¿Adónde vamos? ¡oh amigos! Luego ¿fue verdad? 94. Ya abandonan la ciudad de México: el humo se está levando, la niebla se está extendiendo […] Esto es lo que ha hecho el Dador-de-la- Vida en Tlatelolco“95.

94 Esta pregunta es esencial: ¿fue verdad que los dioses nos abandonaron, que el Imperio sería destruido? Extraña y profunda pregunta que muestra lo
trágico del momento. El “Quinto Sol” ha terminado.
95 Cantares mexicanos (León Portilla, op. cit., p. 62).

La “invasión” ha terminado. Los guerreros han sido derrotados. Lo mismo acontecerá con los mayas, con los incas de Atahualpa… hasta
los confines de Tierra del Fuego por el Sur, o hasta Alaska por el
Norte, en el correr de los años96.

96 No se piense que la resistencia a la invasión fue poca, por el contrario fue
heroica e ininterrumpida.
La Modernidad se ha hecho presente… ha emancipado a los oprimidos de los aztecas de ser víctimas de sus dioses sanguinarios… y como un “Sexto Sol” que amanece en el horizonte de la humanidad, un nuevo dios (el capital) inaugura un nuevo “mito sacrificial”, el “mito” de Tlacaélel deja lugar al “mito” no menos sacrificial de la “mano de Dios” providente que regula armónicamente el mercado de Adam Smith, y de competencia perfecta (que hay que garantizar destruyendo el “monopolio” del trabajo de los sindicatos obreros) de F. Hayek.

Fe e Ideología en la visita del Papa Francisco a Cuba

Fe e Ideología en la visita del Papa Francisco a Cuba Roberto Pineda 23 de septiembre de 2015

La recién concluida visita del Papa Francisco a Cuba tuvo como trasfondo el enfrentamiento de dos visiones del mundo, aunque este fuera realizada dentro de los perímetros dictados por las sutilezas de la diplomacia como por las tradicionales obligaciones del país anfitrión.

Fue una visita política e ideológica. El Papa Francisco llega a Cuba como representante del principal consorcio ideológico internacional del Mundo Occidental, el Vaticano, con una historia de dos mil años a cuestas que incluye la justificación ideológica de la Conquista realizada por Europa en América Latina y el Caribe así como de las Cruzadas que golpearon a los pueblos árabes en la Edad Media, entre otros equipajes.

Pero a la vez llega a Cuba como expresión del esfuerzo que ha venido realizando para promover la reanudación de relaciones entre Cuba y Estados Unidos y poner fin al bloqueo económico existente. Llega como amigo e incluso se reúne con el Comandante Histórico Fidel Castro. No obstante esto, en su homilía realizada en la Plaza de la Revolución emite algunos juicios que ameritan una profunda reflexión, habla de abandonar las ideologías, de reconciliación y de superar la resistencia al cambio. Muy atrevido.
Dos visiones del mundo
Entre la ideología del Papa Francisco y la ideología de la Revolución Cubana existen claramente diferencias. El Papa Francisco abraza lo que se conoce como doctrina social de la iglesia, que plantea el cambio de las prácticas políticas que dañan en el mundo a la naturaleza y al ser humano, sin cambiar el sistema capitalista. La Revolución Cubana es una revolución socialista, que desde hace 64 años acabó con la explotación y opresión capitalista, y que a 90 millas de la ciudadela imperialista más poderosa del planeta, defiende su derecho a la dignidad y la independencia.
Es precisamente la fortaleza ideológica lo que le ha permitido a Cuba resistir el criminal bloqueo impuesto por Estados Unidos. Fueron los ideales de justicia social y de democracia los que impulsaron a los hombres y mujeres que atacaron el 26 de julio de 1953 al Cuartel Moncada en la provincia de Oriente; que desembarcaron en el Granma, que libraron la lucha guerrillera en la Sierra Maestra, que alfabetizaron, que crearon escuelas y hospitales, que se declararon socialistas, que combatieron en África para terminar con el colonialismo, que tienen hoy el orgullo planetario que ningún niño o niña cubanos se duerme sin haber cenado. Todo es no podría haberse realizado sin las ideas de Martí, sin las ideas del Che, sin las ideas de Fidel. Estas fueron y son las ideas del cambio.
Fe e ideología
La fe es una experiencia humana que responde a la necesidad de trascender mientras que la ideología es una construcción cultural e histórica que responde a intereses de clase. Ambas caminan juntas en las sociedades que han existido hasta nuestros días. La fe se manifiesta a través de personajes, rituales e instituciones concretas, que siempre están al servicio de determinados intereses materiales e ideológicos. No hay vuelta de hoja.
Por lo que la iglesia mediada por la fe y también por la cultura y la historia nos puede convocar a sentarnos, orar y reconciliarnos entre explotados y explotadores, entre víctimas y victimarios, entre opresores y oprimidos, entre patriotas e imperialistas, pero a la vez nos puede convocar a la resistencia ante el opresor, ante el explotador, ante el victimario y ante el imperialista. Eso depende ya de la ideología que movilice esa fe. No hay fe en el vacío.
El Papa Francisco y el Vaticano
El Papa Francisco representa los intereses de poderosos sectores materiales e ideológicos interesados dentro y fuera en la renovación de la Iglesia Católica Romana., en la superación de la crisis provocada por diversos desafíos, que incluyen la necesidad de incluir a la mujer en condiciones de igualdad, el enfrentamiento frente al Islam, y frente al Protestantismo fundamentalista, en América Latina y el Caribe. Es el primer Papa que viene de la periferia y no del centro europeo. Un argentino y para colmo, jesuita.
Y está enfrentado a corrientes ideológicas y políticas dentro del mismo Vaticano y fuera, que defienden a capa y espada la visión imperial, el derecho de los pueblos civilizados dirigidos por Europa y Estados Unidos, a imponer su visión sobre el tipo de sociedad y de iglesia aceptable para estos poderes imperialistas.
Es una pelea que recién empieza y de su desenlace dependerá el fortalecimiento del discurso renovador del Papa Francisco, o su descalificación. Algunos sectores dentro de la ultraderecha norteamericana incluso están ya planteando que este Papa no es católico, que es “comunista.”
Los desafíos de la Revolución Cubana
Cuba vive en la actualidad quizás la mayor y más peligrosa de sus batallas, la batalla de ideas. La batalla de renovar sus instituciones, la disputa entre marxismo y liberalismo. Está en debate la validez y continuidad de las ideas que han orientado por más de sesenta años a la Revolución Cubana, las ideas del marxismo. Pedir la desideologización es pedir la rendición, y para eso primero tienen que derrotarlos. Porque cuando se abandonan los principios ideológicos se queda derrotado, vencido. Y Cuba no está vencida…

Nuestro cuerpo, nuestro territorio en lucha

Nuestro cuerpo, nuestro territorio en lucha
Colaboración/11 marzo, 2014/1 comentario

Por Sofía Blanco Sixtos y Diana A. Manrique Ascencio
Fotografías: Juan José Estrada Serafín

¿Cómo construir la idea del cuerpo de las mujeres a partir de la cosmovisión comunitaria?

Deconstruir el cuerpo femenino ha sido uno de los puntos centrales del feminismo para visibilizar las desigualdades sociales entre mujeres y hombres basadas en la “naturalización” de las identidades femeninas y masculinas. Una naturalización que como tal, tiene una historia donde aquello que es indicativo como esencia femenina se ha mantenido gracias a diversos dispositivos sociales como la Iglesia y el Estado.

El despojo del conocimiento a las mujeres ha sido uno de los mecanismos de control que comenzó en la Edad Media a través de la Santa Inquisición con la persecución de la brujas, que se extiende hasta mediados del siglo pasado por la ciencia; un despojo que es palpable al revisar y cuestionar quiénes han sido las voces autorizadas para hablar del cuerpo femenino, para nombrar los sentires y pensares de nosotras las mujeres.

Con la propuesta del feminismo comunitario (ver Cabnal y Paredes) hacemos una analogía entre el cuerpo y el territorio. El cuerpo de las mujeres, al igual que los territorios de nuestros pueblos originarios, ha sido expropiado y colonizado por los saberes occidentales, desde la Iglesia y la medicina.

«Con los cuerpos marcados por el colonialismo, las mujeres hemos recorrido la historia, relacionándonos unas con otras y relacionándonos como mujeres con los varones, también. Estas relaciones, que se han dado en el contexto de un colonialismo interno, tienen por resultado un comportamiento colonial en el erotismo, el deseo, la sexualidad, el placer y el amor, por supuesto» (ver Paredes, 2008)

Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Nosotras reconocemos cómo nuestro cuerpo ha sido expropiado por la medicina y el Estado? Esta interrogante la hacemos desde los diferentes contextos en los que nos ubicamos, pues innegablemente tanto en la ciudad como en los pueblos, la medicina ha permeado las prácticas de cuidado y de atención de nuestros cuerpos, ajenos a nosotras. Antiguamente, la medicina –al ser más un saber empírico que teórico– otorgaba legitimidad a los saberes femeninos, pues ellas estaban más cercanas a la naturaleza, al ‘dar vida’, por su capacidad reproductiva.

Como lo indica Viveros (1995), «Los saberes sobre el cuerpo y sobre las enfermedades infantiles les ha conferido en diversos momentos históricos y lugares geográficos un poder y un reconocimiento social. Esta posición difícilmente podía obtenerse de otra manera, si tenemos en cuenta la situación de la subordinación que han vivido las mujeres en la mayor parte de las sociedades».

Partiendo de esta idea, si hablamos de la menarca, de la primera menstruación, es adentrarnos a un territorio colonizado por las prácticas médicas desde la higiene, la normalización de los periodos menstruales, de la separación del cuerpo con la subjetividad, los sentires, pensares y el alma de cada mujer. Hace algunos meses, abordamos estas temáticas y conversamos con algunas mujeres en comunidades rurales michoacanas, donde uno de los temas fue la menstruación. En la charla preguntamos ¿qué sucedió durante su menarca?

—Mi primera vez de menstruación fue en la noche cuando me acosté a dormir y me desperté, eran por ahí a las cuatro de la mañana, estaba bien mojada de sangre y me asusté, me cambié y me quedé pensando por qué me había pasado eso, entonces me dio mucha pena y vergüenza y así le dije a mi mamá, entonces ella me dijo que así pasa eso —Ana, 32 años.

Se lee en este testimonio cómo persiste el silencio sobre nuestro cuerpo. Aun cuando actualmente se habla desde la medicina sobre los procesos biológicos de hombres y mujeres durante la adolescencia, no se contextualiza ese conocimiento ni se le relaciona con los simbolismos comunitarios sobre la feminidad y la masculinidad. Por lo tanto, se abre la distancia entre ese saber pragmático, científico y la enunciación del cuerpo desde los discursos religiosos, tradicionales, en donde la virginidad y el pudor han sido durante mucho tiempo los estandartes para mirar, pensar y construir nuestro cuerpo.
Comunitaria de Apatzingán

Comunitaria de Apatzingán

¿Qué pensamos y sentimos sobre nuestro cuerpo? ¿Cómo lo vemos? Es necesario identificar cómo nuestro cuerpo ha sido nombrado y explicado desde su tecnificación y moralización, desvalorizando los saberes de las mujeres como madres, parteras, cocineras, curanderas. Así, cuando leemos nuestro cuerpo que sangra, que se mueve, que expresa nuevas fusiones y fluidos podemos vivenciar sentimientos como: miedo, vergüenza, amenaza, dolor.

La menarca es un momento crucial en la vida de las mujeres pues marca el inicio de otra etapa. Como dicen «Le sale sangre cuando una es muchacha», y sin embargo, una gran parte de las mujeres que participaron en los talleres expresaban incomodidad y molestia de tener cada determinado tiempo –pues no todas menstrúan cada 28 días–, un sangrado que puede llegar a impedirles realizar su actividades como cotidianamente las llevan a cabo.

Se reconoce entonces que en la memoria corporal de nuestras abuelas, de nuestras ancestras, está presente la colonización de los cuerpos femeninos que subyuga la identidad de las mujeres; por lo que, como mujeres, es necesario reconocer en nuestro cuerpo un sistema patriarcal que desea invisibilizar en él la potencia política, la liberación y el placer de las mujeres. Entonces, los saberes locales de las mujeres sobre sus cuerpos son expresiones de la pluridimensionalidad de ser y estar en el cosmos, de sentir y pensar el cuerpo como una energía fundamental de la amalgama cuerpo-vida-territorio-comunidad. Donde la potencialidad se va creando y recreando en un continuum en nuestras vidas y territorios.
Ceremonia del amanecer en el año nuevo p’urhépecha
Mujer p’urhépecha con flores
Mujeres nahuas en la costa michoacana
Niña p’urhépecha de Cherán K’eri
Niñas de Ocumicho

La percepción del cuerpo como una fuente de placer ha estado constreñida a la identidad femenina de la maternidad y la virginidad, que son las plataformas primarias para constituirse como mujer dentro de la sociedad patriarcal. Como lo indica Basaglia (ver Lagarde, 2005), «El ser considerada cuerpo-para-otros, para entregarse al hombre o procrear, ha impedido a la mujer ser considerada como sujeto histórico-social, ya que su subjetividad ha sido reducida y aprisionada dentro de una sexualidad esencialmente para otros, con la función específica de la reproducción».

Percibir nuestro cuerpo erótico ha estado presente en las comunidades rurales desde el silencio pues es «algo de lo que sólo se habla con el esposo» pues «no vaya siendo que luego digan que una anda de loca». Y es que expresar en grupo el gozo que puede derivarse de sentir el placer podría llegar a ser un elemento para pensarla desde la deshonra “de no darse a respetar”, desde lo prohibido, como sucede al respecto de aquellas mujeres que no tienen marido y son vistas con hombres son nombradas como las “locas”, “prostis”, “putas”.

Vivir y expresar el erotismo es romper con estereotipos abrigados en la dicotomía santa/puta, donde la santa alberga la identidad opresora de la mujer obediente, maternal e infantil; asumir el erotismo desde la autonomía, la diversidad, es pensarnos como creadoras de mundos, visibilizando la pluralidad de las mujeres y las potencialidades al entretejer nuestros saberes locales con los saberes médicos.

De esta reflexión, nos planteamos ¿cómo construir la idea del cuerpo de las mujeres a partir de la cosmovisión comunitaria? Pensar en descolonizar nuestros cuerpos implica que se reconozca y se recupere el cuerpo como un espacio de lucha.

Identificamos, en el diálogo con algunas mujeres jóvenes de comunidades, su voluntad de abordar y reconocer lo que sucede con sus cuerpos y las implicaciones sociales. «Es necesario que se hable más con nuestras mamás, con nuestras abuelas, nosotras entendemos que es importante pero aquí casi no se habla de eso». Entonces, ¿qué sucede con las mayores, con las nanas, las madres, las abuelas? ¿Cuáles serán los arraigos y colonialismos atravesados en sus vidas y en sus cuerpos? ¿Es posible que su lucha y resistencia tenga una configuración diferente?

Los procesos que actualmente viven las mujeres indígenas y la lucha por su territorio han configurado una identidad. El reconocerse como parte de este movimiento interno en sus comunidades ha posibilitado para las mujeres que su hablar sea escuchado, accionado y se perciban a sí mismas como mujeres que tienen la oportunidad de moverse, salir y decir lo no dicho.

Descolonizar y desneoliberalizar es ubicar geográfica y culturalmente las relaciones de poder internacionales planteadas entre el norte rico y el sur empobrecido. Cuestionar profundamente a las mujeres del norte y su complicidad con el patriarcado transnacional (ver Paredes).

En tal caso, para descolonizar es necesario abandonar esa concepción escindida del cuerpo, por un lado, y el alma, por el otro. Partir del cuerpo como una integralidad que comprende desde la genética y la energética hasta la afectividad, pasando por la sensibilidad, los sentimientos, el erotismo, la espiritualidad y la sexualidad.

A partir de la experiencia sería necesario recuperar y resignificar las enseñanzas de nuestras ancestras; privilegiar el diálogo y el intercambio de saberes; reconocer lo propio y lo ajeno asumiendo la dinamización de las culturas. La emancipación de nuestros pueblos está implicada con la de las mujeres, pues la descolonización de nuestros cuerpos se basará en sus expresiones de resistencia y cambio comunitario en los distintos territorios.

Referencias:

Cabnal, Lorena. 2010. Feminismos diversos: el feminismo comunitario. ACSUR-Las segovias, España. En línea. [Recuperado el 2 de Febrero]
Lagarde, Marcela. 2005. Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas. CEIIH-UNAM, México.
Paredes, Julieta. 2008. Hilando fino, desde el feminismo comunitario. Lifs, Perú. En línea. [Recuperado el 5 de febrero]
Viveros, María. 1995. Mujeres y dolores secretos. Mujeres, salud e identidad. En Aragon L., León M. y Viveros M .(comp.). “Género e Identidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino”. TM editores, Colombia.