La delegación salvadoreña a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana (Buenos Aires, Argentina, junio de 1929)

La delegación salvadoreña a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana (Buenos Aires, Argentina, junio de 1929)
Roberto Pineda 4 de diciembre de 2015

En junio de 1929 tiene lugar en Buenos Aires, Argentina, la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana y por parte de El Salvador asisten como delegados , en representación del “Partido Comunista” los dirigente sindicales que habían participado días antes en mayo, como Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños, FRTS, en la Conferencia Constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA), realizada en Montevideo, Uruguay.

Esta reunión de comunistas latinoamericanos se realiza del 1 al 12 de junio de 1929 y cuenta con la participación de 38 delegados en representación de partidos comunistas de catorce países, entre estos Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Faltaron los partidos de Chile, Nicaragua, Costa Rica y Honduras.

En el caso salvadoreño es interesante que en el documento oficial de la reunión aparezca como partido constituido, cuando tanto los testimonios de Mármol (Dalton, 1972) y del mexicano Jorge Fernández Anaya (Memoria, 1980) señalen la fecha de fundación del PCS en marzo de 1930. Al respecto el historiador costarricense Rodolfo Cerdas Cruz también respalda la fecha de 1930 ya que al referirse al VII Congreso de la IC, realizado en 1935, señala que:

“entre los materiales que se suministraron a los delegados se encontraba una descripción de la situación de los Partidos Comunistas que integraban la organización mundial. Allí se presentaban a países donde se tenían organizaciones comunistas a El Salvador, que había sido organizado en 1930 (no existía propiamente hablando cuando estuvo presente en la Conferencia de Buenos Aires de 1929) y se describía su actitud durante la insurrección, que el documento, erróneamente, sitúa en 1930. Se afirmaba, que en 1933, cuando cesó la persecución, se había iniciado la reconstrucción del Partido”( Ver Cruz Cerdas, La hoz y el machete…San José, 1986).

En septiembre de 1930 Miguel Mármol y Modesto Ramírez en representación de la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños (FRTS) participaran en Moscú en el V Congreso de la Internacional Sindical Roja. Por otra parte, es un hecho que comunistas de El Salvador no habían participado en el VI Congreso de la Internacional Comunista, realizado del 17 de julio al 1 de septiembre de 1928, en Moscú, y para ese caso, en ningún congreso del llamado partido mundial del proletariado.

En el VI Congreso de la IC de 1928 se aprobó la consigna de “clase contra clase”, que oficializó el comienzo del llamado “Tercer Periodo” y esta consigna marcó fuertemente la fisonomía política de los comunistas salvadoreños de esta época inicial, bloqueando la posibilidad de establecer alianzas con sectores democráticos, como los aglutinados alrededor del presidente Arturo Araujo y facilitando así la consolidación del régimen dictatorial del General Martínez.
La participación salvadoreña

Por otra parte, las intervenciones de Diéguez (el carpintero Luis Díaz, luego primer secretario general del PCS) ) y de Márquez (el mecánico Serafín Martínez, asesinado en enero de 1932) en el encuentro nos permiten conocer de primera mano la visión de los obreros revolucionarios salvadoreños de esa época. (Ver El Movimiento Revolucionario Latino Americano, La Correspondencia Sudamericana, Buenos Aires, 1929)

Además participaron en este primer encuentro representantes de la Internacional Comunista, de la Internacional Juvenil Comunista, del Partido Comunista de Estados Unidos, del Partido Comunista de Francia, del Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista y del secretariado Sudamericano de la Internacional Juvenil Comunista.

Esta reunión aborda diez temáticas cruciales para el movimiento comunista latinoamericano de ese momento: la situación internacional de América Latina y los peligros de guerra; la lucha antiimperialista y los problemas de táctica de los Partidos Comunistas de América Latina; la cuestión sindical; la cuestión campesina; el problema de las razas en América Latina, el trabajo de la Liga Anti-Imperialista; el Movimiento de la Juventud Comunista; las cuestiones de organización; el trabajo del Secretariado Sudamericano; así como se presenta un Informe sobre la solución de la crisis en el Partido Comunista de la Argentina.

La conferencia fue inaugurada el 1 de junio por el representante de la Internacional Comunista, el estadounidense Manuel Gómez (Charles Shipman), quien expresa que “por primera vez nos hallamos reunidos en una Conferencia los Partidos Comunistas latinoamericanos. El hecho tiene importancia fundamental porque esta Conferencia permitirá trazar directivas que liguen la acción conjunta del comunismo en Latinoamérica.”

La primera temática ((situación internacional) estuvo a cargo del argentino Victorio Codovilla, responsable del Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista. La segunda temática (lucha antiimperialista y táctica) fue presentada por el miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, el suizo Jules Humbert Droz de pseudónimo Luis, al que se considera como simpatizante de Nikolai Bujarin.

“Basar toda nuestra acción sobre las masas obreras y campesinas.”

Es en el marco del debate de este tema que el delegado salvadoreño de pseudónimo Dieguez emite la siguiente opinión:

“Compañeros: he seguido con mucha atención el debate, y me interesa dejar constancia de mi solidaridad con los que afirman que hay que basar toda nuestra acción sobre las masas obreras y campesinas.”

“Los acontecimientos de Colombia nos demuestran claramente la labor nociva realizada desde Bogotá por los elementos intelectuales que estaban al frente del Partido. Creo yo, y lo repito, compañeros, que no debemos confiar nunca en esa clase de gente que viene a nuestro lado, para explotar el movimiento revolucionario, pero que no se dispone a hacer obra verdaderamente revolucionaria luchando a la par de los obreros y los campesinos.”

“Mi experiencia, aunque corta, aconseja no creer nunca en la bondad de los intelectuales. Ahí tenemos los resultados en el movimiento de la zona bananera de Colombia, Los reveses de ese movimiento y el fracaso de la revolución en todo el país, se debe, exclusivamente, a la pésima táctica del grupo de intelectuales que dirigía la huelga desde la oficina de Bogotá.”

“Para terminar, camaradas, yo creo que es necesario que la Internacional Comunista, se preocupe más del movimiento comunista de nuestros países; muchas veces nuestra falta de experiencia es la que permite a los aventureros, tomar la dirección de nuestro movimiento. Nada más.”

“Nuestro partido, fue organizado casi espontáneamente…”

Es este mismo Diéguez quien por segunda vez participa en el debate de la tercera temática relacionada con la cuestión sindical y en este reitera su posición obrerista y a la vez afirma la existencia ya del Partido Comunista, así como de los problemas que enfrentaron para impulsar la labor organizativa. Plantea que:

“Compañeros, intervenimos en este debate a los efectos de esbozar a grandes rasgos la situación sindical en nuestro país. La actual Federación Regional de El Salvador, nació sobre las bases de una sociedad amarilla. El Consejo de esta organización trabajó en el sentido de penetrar en las masas y organizar efectivamente a todos los trabajadores, pero al mismo tiempo, los trabajadores opusieron tenaz lucha contra nuestro trabajo. A este respecto cabe mencionar la labor meritoria desplegada por un compañero muy inteligente, llamado (Alejandro) González Aragón, que era de Nicaragua.”

González Aragón era un nicaragüense viviendo en El Salvador que pronunció el discurso oficial en el Cine Mundial el 17 de noviembre de 1924, en la constitución de la FRTS, en representación de la Liga de Carpinteros de Santa Tecla (Ver La Prensa, pág. 5, 17 de noviembre de 1924)

“El primer sindicato que trabajó bajo la dirección de la Federación fue el de carpinteros, y luego se unieron los de zapateros, peluqueros, etc. Advierto a los compañeros que tan pronto como nuestra labor tenía éxitos, muchos compañeros dirigentes se manifestaron “izquierdistas” y entonces fue cuando el gobierno puso en práctica toda su política de corrupción para atraer a esos compañeros y desorientar a las masas que estaban bajo nuestra influencia. Así vemos como algunos de ellos se burocratizaron, aceptando cargos en el gobierno como precio de su traición a la clase trabajadora.”

“Nuestro partido, fue organizado casi espontáneamente, puesto que no teníamos en cuenta ninguna experiencia de otros países. Y puede decirse que surgió en el seno de la organización sindical. Al principio, los elementos gubernamentales trataron a todos los compañeros que formaron el Partido, con “benevolencia” como elementos “exaltados”, pero cuando se dieron cuenta que se trataba de un Partido Comunista, desarrollaron toda una táctica tendiente a hundirnos ante el concepto de los trabajadores, para lo cual se valieron de todos los argumentos, pero sin conseguirlo.”

“El proceso que luego sigue nuestro movimiento sindical y con respecto a la adhesión a la CROM y a la presencia de los delegados en el Quinto Congreso de ese organismos, no vale la pena de enunciarlo y si solo tiene algún interés para nosotros es que eso fue obra de los intelectuales a los que jamás debemos dar al dirección de los sindicatos, que siempre traicionan nuestras aspiraciones…Para el caso de El Salvador, solo se puede citar el caso de un estudiante, una excepción, que ha sabido conservarse bajo nuestro criterio eminentemente revolucionario y no defeccionar, pero esto es un caso raro que no perjudica la regla general, que todos los intelectuales son nocivos para nuestro movimiento.”

“He notado, igualmente, que se nos repite por parte de muchos compañeros que han hablado de los asuntos sindicales, que debemos actuar con medios propios, yo me pregunto porqué, entonces, que las organizaciones que hasta la fecha no han pedido ayuda a las organizaciones hermanas de América Latina, no ha hecho la revolución. ¿Cotizar? Muy bien, compañeros, pero ¿por qué las organizaciones de la Argentina y Uruguay, cuyos sindicatos han podido establecer las cotizaciones, no están a la cabeza del movimiento sindical latinoamericano?”

“En mi concepto, se debe establecer a ayuda financiera de otra organización hermana hasta tanto se pueda combatir esa tradición tan arraigada en las masas trabajadoras de nuestros países, referente a las cotizaciones. Cuando las cotizaciones se establezcan, cesará inmediatamente toda ayuda de las organizaciones hermanas.”

“En El Salvador pasa el mismo fenómeno que apuntaba el compañero relator de Colombia, puesto que habiéndose efectuado más de un robo de los fondos sindicales, los obreros no quieren contribuir más, y además, hay que tener en cuenta que los salarios son tan bajos, que no puede exigírsele a un obrero que contribuya financieramente para el sostén de los sindicatos. Si queremos entonces que se desarrolle en América Latina el movimiento sindical, es preciso esa ayuda fraternal, sino, las organizaciones jóvenes no podrán desarrollarse. Piensen eso, los compañeros delegados a esta conferencia. He terminado.”

Le siguió en el uso de la palabra el delegado guatemalteco, de pseudónimo Villalba (Luis Villagran García), quien en una parte de su exposición indica que “en 1925 llegó una delegación de Méjico la cual nos manifestó que el Partido Comunista de Guatemala debía convertirse en Partido Comunista de Centro América, sección de la Internacional Comunista. El Partido envió, entonces, una delegación a El Salvador, que organizó el Partido de ese país.” (El subrayado en nuestro y estamos hablando de 1925).

No hay montañas donde pueda realizarse un movimiento de guerrillas.

En el debate sobre la cuestión campesina interviene Márquez y plantea:

“Compañeros, en El Salvador la cuestión campesina es distinta a la de los demás países de la América Latina. El Salvador tiene una superficie de 34,126 Km2, correspondiéndole entonces, 52 habitantes ´por Km2. No hay montañas donde pueda realizarse un movimiento de guerrillas. El país está dividido en 14 departamentos subdividido s en un sinnúmero de pequeñas fracciones. Para convencer a los campesinos es necesario dar cifras que demuestren que mientras ellos trabajan brutalmente, los terratenientes embolsan grandes sumas de dinero. Es necesario dejar la litetratura, como hacen los anarquistas, que formulan ciudades ideales, para ir directamente a la propaganda sobre hechos concretos, sobre manifestaciones reales. En El Salvador hemos cometido el error de no atenernos a datos concretos. La masa necesita de hechos concretos que la interesen a la acción. Solamente eso quería decir porque el aspecto campesino es igual que en casi todos los demás países.”

El problema de las razas solo podrá solucionarse de una manera perfecta cuando la dictadura del proletariado este en pie.

El mismo Márquez interviene brevemente en el debate sobre la cuestión racial revelando con claridad la visión existente en ese momento entre los comunistas salvadoreños al opinar que:

“El problema de las razas solo podrá solucionarse de una manera perfecta cuando la dictadura del proletariado este en pie. Solamente por medio de la revolución podremos llegar a esta cuestión. En Rusia vemos que después de la revolución se va hacia las tribus no civilizadas, no agitando la consigna de la autodeterminación, sino tratando de asimilarlas.”

“La revolución debe ir de la ciudad al campo. Es necesario aclarar porque se piensa que es necesario hacer antes un estudio concreto de la cuestión india. Lo importante es hacer la revolución en la ciudad y luego por la misma fuerza revolucionaria tiene que venir el indio. La minoría revolucionaria es la que siempre triunfa. Las capas indígenas tendrán que ser fatalmente arrastradas por el movimiento.”

El delegado peruano Saco, Informante de esta mesa, en sus conclusiones refiere que “coincido plenamente con esta afirmación del compañero Márquez (“la solución completa del problema indio sólo llegará con la dictadura del proletariado”) apuntando, sin embargo, que uno de los elementos fundamentales del problema indio, la reivindicación de la tierra, podrá ya ser solucionado dentro del proceso de una revolución democrática-burguesa. De aquí surge al necesidad imperiosa, de dar antes al indio una educación clasista para que luche para sus reivindicaciones en estrecha alianza con el proletariado mestizo o alógeno.”

Democracia y socialismo: una relación difícil

Democracia y socialismo: una relación difícil*

Juan Carlos Portantiero

[1980]

Parece evidente que en el marxismo clásico (el marxismo de Marx), poder y transición forman un solo haz analítico. Esta es una de las razones por las cuales se hace tan dificultoso encontrar allí una teoría positiva del estado (capitalista o “de transición”): fuertemente societalista, el pensamiento marxiano desde su ruptura política juvenil con Hegel lleva a sus extremos una tradición que tiende a subsumir lo político en lo social y a fundar las bases para una progresiva extinción del estado, entendida como una recuperación de los poderes de la sociedad alienados en aquél.

Esa tradición es, sin dudas, la tradición política liberal y Marx supone dentro de ella una dimensión de radicalización democrática. La “emancipación humana” que Marx anunciaba en La cuestión judía no anulaba la “emancipación política” sino que la completaba, dándole sentido. No debe olvidarse, sin embargo, que durante todo el “ciclo cuarentiochesco” (y hasta la Comuna de París), liberalismo y democracia aparecían como alternativas enfrentadas; Marx se colocaba, en el segundo polo de agregación, pero entendiendo al proceso revolucionario como una secuencia de “conservación-superación”, que el comunismo era una ruptura con la democracia y está lo era con respecto al liberalismo.

En todos los casos el elemento antiestatista era central: en ese sentido Marx era un hombre del siglo XIX y su visión de la emancipación social tenía serias dificultades para hacerse cargo de realidades como la nación y el estado. No es necesario, para comprobar ese aserto, detenerse en la sugerente hipótesis de Luporini (1981) acerca de la imposibilidad lógica de derivar una teoría del estado desde el interior de las deliberadas restricciones que Marx se colocó a sí mismo para construir el modelo de El Capital; basta simplemente con advertir que él coexiste (y comparte en líneas esenciales) con una visión ideológica societalista (que, en una escala obviamente diferenciada, abarca desde Saint Simón y Proudhon hasta Stuart Mill y Spencer) para la cual cuanto más débil sea el estado más libre será la sociedad.

La propuesta marxiana lleva a sus extremos esta tradición según la cual el estado debe subordinarse completamente a la sociedad. En este sentido su polémica con los anarquistas en cuanto al tema estatal alude mucho más a los medios y a los tiempos que a los fines. Aun en las agrias notas sobre Bakunin aparece claro que, para Marx, la problemática del estado futuro (como violencia separada de la sociedad) se liga exclusivamente con un proceso de transición que culminará con la extinción del estado como esfera autónoma.

La presencia de la coacción estatal es transitoria (en el doble sentido de ser pasajera y de anunciar una transición ideológicamente definida en la que los elementos de la disolución anunciada para el futuro están ya colocados en el presente); todo parto de una nueva civilización requiere su presencia.

La génesis histórica de la producción capitalista requirió según Marx (1966; I: 627) “la intervención constante del estado”, utilizando “la coacción, la fuerza brutal, extraeconómica”, pero como excepción, hasta que la maduración del capitalismo (y éste es el momento en que coloca Marx su análisis) permita que el trabajador quede abandonado a la acción de las “leyes naturales de la producción” o sea, dice, “a la dependencia del capital, engendrada, garantizada y perpetuada por el propio mecanismo de la producción”.

El paralelo con la etapa de transición del capitalismo al comunismo, tal como el marxismo clásico lo pensó, es notorio. En su famoso texto De la autoridad, Engels recuerda que el estado político está condenado a desaparecer como resultado de la revolución social.

Pero advierte esa desaparición no puede ser resuelta de un plumazo, sin antes abolir las condiciones sociales que lo hicieron nacer. Entretanto, agrega, no puede imaginarse algo más autoritario que una revolución, en la medida en que ella pone en marcha un proceso de transición en el que las bases de una nueva sociedad deben ser creadas.

En esta línea, Gramsci (1975; II: 1021) justificaba también una etapa de “estadolatría” en los inicios de los procesos revolucionarios, sobre todo en aquellas sociedades en que las masas no habían tenido “un largo período de desarrollo cultural y moral, propio e independiente”, pero añadiendo que ella no deberá transformarse en “fanatismo teórico” o concebirla como “perpetua”: la “estadolatría” debe ser criticada para contribuir, por el contrario, a la expansión de la sociedad y de su capacidad de autorregulación, hasta llegar a una fase de “libertad orgánica”.

Por cierto que éste es también el tema de Lenin en El estado y la revolución: en todos los casos, la diferenciación entre marxismo y anarquismo a propósito de la desaparición del estado alude siempre más a “tiempos” que a fines. En rigor, el enemigo irreconciliable sobre el tema estatal en el interior del movimiento socialista era, para Marx y para Engels, Lassalle.

Esto es, en efecto, quien, recogiendo como inspiración de su praxis política otro modelo de construcción estatal bajo el capitalismo (el alemán, ejemplo típico de “revolución desde arriba”) coloca en el socialismo, como dimensiones problemáticas y no sólo críticas, al estado y a la Nación.

Su tentativa, a contramano de toda la tradición liberal, democrática y socialista, fue furiosamente enfrentada por Marx y por Engels en nombre de la subordinación de las luchas nacionales al objetivo internacionalista del
proletariado y de una concepción de la libertad según la cual, como señala Marx en la Crítica al programa de Gotha ratificando así sus temas juveniles, ésta “consiste en convertir al estado de órgano que está por encima de la sociedad en un órgano completamente subordinado a ella” (1979: 29).

En este texto Marx se ve obligado a discutir una propuesta concreta sobre organización estatal y, retornando una expresión que ya había utilizado y que era común en el lenguaje político de la época, señala que entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista debe mediar un “período político de transición” cuya forma estatal no puede ser otra que la “dictadura revolucionaria del proletariado”.

La expresión marxiana con la que busca combatir “la fe servil de la secta lassalleana en el estado” implica nada más que una orientación estratégica tendiente a formular las características de transición de un período que debe concluir con la extinción del estado. Pero esa visión societalista lleva implícita una imagen simple de las relaciones entre economía (clases) y política, condensada en su definición de 1848 sobre el estado como “comité administrativo” de los intereses de la burguesía.

Con ella Marx aludía no sólo al problema de la “naturaleza de clase” del estado sino también a su materialidad organizativa: hasta el último tercio
del siglo XIX, en efecto, cuando se obtiene el sufragio universal, los mecanismos políticos participativos se limitaban a propiciar una selección de personal político puramente interna a la burguesía, por lo que la afirmación de Marx contenía también una descripción empírica de la realidad estatal bajo el liberalismo restringido.

Para una situación en la cual naturaleza de clase y forma de organización del estado coincidían totalmente (esto es, para una fase del desarrollo político en la que el estado está articulado unilinealmente como función de la clase dominante) la especificidad de lo estatal frente a lo social perdía totalmente significación: podía ser legítimo, por lo tanto, referirse a una etapa de transición (genérica) con una expresión también tan genérica como la de “dictadura revolucionaria del proletariado”.

No es difícil advertir que en la combinación conceptual de transición con dictadura (como recurso supremo para aplastar la resistencia de los partidarios del antiguo orden) aparece la percepción de Marx sobre el carácter de la revolución socialista, inspirada en el modelo jacobino de lo que se consideraba como la revolución burguesa por antonomasia: la francesa de 1789.

Toda discusión sobre este problema de la dictadura del proletariado que
prescinda de ese contexto que marca la manera en que Marx y luego Lenin y los bolcheviques pensaron el proceso de transformación socialista, pierde sentido, se transforma en un juego bizantino.

La cuestión consiste en que ese tipo de revolución burguesa fue una excepción histórica y de ningún modo una regla: los procesos de transformación capitalista fueron en su mayoría revoluciones “desde arriba” (“revoluciones pasivas”, en los términos de Gramsci) y lo mismo aconteció, luego de 1917, con las revoluciones socialistas.

Más allá de lo correcto o incorrecto, en términos de valores, de la propuesta lassalleana de un proceso de cambios basados en la alianza entre trabajadores y estado, es un hecho que su planteo recogía la realidad de la revolución burguesa en Alemania – transformándola en estrategia del proletariado- que desmentía todas las predicciones formuladas en 1848 por Marx y, en general, por el democratismo radical de su tiempo.

Será Engels, en momentos de ascenso legal del movimiento de masas, quien en 1895 tendrá que hacerse cargo del nuevo problema, a través del primer texto político moderno del socialismo marxista: su Introducción a la reedición de La lucha de clases en Francia de Marx.

Por algo la historia de ese escrito resultó tan accidentada en su momento y aún hoy su lectura aparece llena de problemas: Engels coloca allí una verdadera divisoria de aguas en la historia del marxismo (ya no como crítica de la realidad sino como ordenador doctrinario de un movimiento de masas), planteando las primeras y provisorias respuestas políticas del socialismo para una situación en la que las características del fenómeno estatal han variado, haciendo que la idea simple del “comité administrativo” evolucione hacia una percepción más compleja por la cual –en inversión absoluta de la situación anterior- la legalidad (burguesa) favorece al proletariado y “mata a la burguesía”.

Y califico de parteaguas a ese texto engelsiano, porque él es el que funda la madurez del socialismo como doctrina política, al menos para las situaciones de desarrollo estatal complejo del capitalismo.

El texto de Engels intentaba hacerse cargo de dos situaciones (que al cabo no resolvería y cuya irresolución estaría en la base de los problemas del marxismo de la II Internacional, sea en su vertiente “revisionista” u “ortodoxa”: en primer lugar, la ampliación del estado, interiorizando a través de las representaciones surgidas del sufragio universal a la lucha de clases; y en segundo lugar, la presencia de las naciones como espacios particulares de la lucha de clases.

La Introducción de 1895 se enfrentaba así a las dos realidades más poderosas del siglo XX: El estado y la Nación. En ese marco, en el que los temas de la democracia no eran ya los de la “revolución permanente” de 1848 (porque la burguesía en parte los había asumido en su discurso hegemónico) y tampoco los del internacionalismo tal como se había planteado hasta entonces, porque las desigualdades nacional-estatales introducían quiebres en una visión lineal de cosmopolitización burguesa del mundo, las propuestas para el estado y la sociedad cambiaban de signo: para la burguesía, el siglo XX fue mucho más hegeliano que lockeano y para la “transición” mucho más lassalleano que marxista.

Un vacío teórico

En este universo político en el que los derechos democráticos se ampliaban (ya no más “un burgués un voto” sino “un hombre un voto”) ocurrían otras transformaciones en el estado burgués por las cuales la explosión de participación (lo que Weber llamó “crecimiento de la socialización”) podía ser neutralizada. El locus en donde se expresaba el sufragio universal, el parlamento, pasó a un segundo plano como instancia gubernamental y el poder real se trasladó hacia un centro oligopólico de decisiones, en clave tecnoburocrática.

En la medida en que la única herencia teórica disponible, sobre el tema del estado (más allá de su crítica), eran las referencias generales a la dictadura del proletariado (que por añadidura Lenin consideraría como piedra de toque para diferenciar al verdadero marxismo), no es aventurado suponer que el enorme vacío que el marxismo del siglo XX propone sobre la cuestión se deriva de esa precaria contraposición entre un enunciado abstracto y una realidad estatal y social enormemente más compleja.

En efecto, descendida a la arena de las propuestas institucionales ¿qué se quiere decir con la fórmula de la dictadura del proletariado? Para Engels -en 1 la forma específica de esa dictadura era la de la Comuna de París; esto es, la de un suceso social ya en 1875 (carta a Bebel), había considerado como una forma política “que no era ya un estado en el sentido verdadero de la palabra”. Lenin, en 1917, recogería esa asimilación y el movimiento conciliar europeo de la posguerra continuará con esa línea cuyo sentido es el de pensar formas políticas de transición, responsables de reprimir a la contrarrevolución, pero sobre todo comprometidas con la progresiva absorción en el seno de la sociedad de las funciones separadas en el estado.

El antiparlamentarismo no tenía otro sentido que éste: ¿para qué fomentar la presencia de una institución como ésa cuyo sentido era el de la enajenación política, cuando nuevas instituciones como los soviets (consejos) eran capaces de encarnar mejor el proceso de transición hacia la disolución del estado?

Cualquiera sabe ya que el resultado histórico de esa profecía fue absolutamente contrario a la utopía de “la extinción”. Las formas reales de la política en la URSS y, a partir de allí, en todas las sociedades que siguieron su modelo de “dictadura del proletariado”, fueron constituyendo otro modo particular de soberanía: la del partido dirigente-vanguardia-del proletariado.

Aunque Marx no lo dijera expresamente quedaba claro dado el mismo nivel de generalidad que la envolvía que la fórmula de la dictadura del proletariado no podía calificar formas de gobiernos puntuales sino en todo caso un tipo de estado, la naturaleza política de un orden económico-social de transición que podía expresarse de diversas maneras.

En Lenin, por ejemplo, el razonamiento adquiere la siguiente forma: todo estado es una dictadura de clase; el absolutismo y la república son, ambos, expresiones de la dictadura de la burguesía. Luego, la expresión “dictadura” alude a la naturaleza de la dominación y no a sus formas, que son variadas.

Pero en los hechos esta caracterización tan amplia de lo que debe entenderse por dictadura que transgredía todo lo que la teoría política clásica había dicho sobre la cuestión terminó, para el caso de las dictaduras del proletariado, por recuperar parte de su sentido tradicional, hasta transformarse en lo que finalmente fue (y es): una forma autocrática de crear un ordenamiento jurídico, por la cual la ley y el poder descienden de arriba hacia abajo, pero no como procedimiento de excepción sino como modo permanente de gobierno.

Esta realidad empírica, que cubre con su concepción de la soberanía todas las
experiencias socialistas conocidas, muestra el carácter vacío de ciertas discusiones actuales que se colocan en el plano de las definiciones y no en el de la historia: no importa tanto saber qué quisieron decir Marx, Engels o Lenin sobre la cuestión de la dictadura del proletariado, sino cuál ha sido el resultado práctico de esa experiencia.

El problema es que con una fórmula tan genérica, cuyo sentido estaba dado por la idea teleológica de una transición hacia el fin del estado, es imposible establecer un orden político democráticamente compensado: si no consideramos al poder como una potencia autónoma, y lo vemos simplemente como una emanación de la sociedad, es difícil apreciar la necesidad de equilibrar ese poder a través de otras instituciones.

¿Cómo ejerce el poder esa dictadura del proletariado? He aquí una pregunta tan importante como aquella otra que hace referencia al quién detenta desde el estado el poder soberano. La importancia deriva de que el cómo y el quién no pueden ser disociados. ¿A través de qué instituciones puede decirse que el proletariado ejerce su dictadura?.

Cuando Kautsky (1976) planteó esa pregunta, Lenin (1976) le contestó, en un violento folleto, que esas instituciones eran los soviets, cuyo contenido democrático era superior al más democrático de los parlamentos. La realidad, sin embargo, fue colocando a los soviets en un segundo plano, menos significativo todavía que el que tiene el parlamento en los modernos sistemas estatales burgueses.

La verdad de la soberanía en los procesos de transición está en el partido único, garantizador del monolitismo ideológico. En esas condiciones, como diría Gramsci (1975, ///: 1691), el partido no tiene “funciones auténticamente políticas, sino sólo técnicas, de propaganda, de policía, de influencia moral y cultural”. La consecuencia de esa centralización política absoluta (porque el partido se fusiona con el estado) es la fragmentación social: ninguna iniciativa individual o grupal, en lo político, en lo económico o cultural puede ser tolerada si busca alcanzar formas organizativas fuera de la mediación del partido o del estado, constituidos en únicos espacios legítimos de
recomposición.

La dictadura del proletariado al negar toda forma del pluralismo, se expresa así hacia las propias masas populares, como un medio de enajenación política poco diferente en ese plano a la que prima en las sociedades capitalistas. Para los llamados países socialistas desarrollados el indicador de esa enajenación es la apatía política generalizada; para los subdesarrollados, que emergen recientemente de situaciones de atraso económico, social y político, la participación a través de asambleas
plebiscitarias en las que se aclama lo que ya decidió la cúpula, o a nivel de
organismos de base (que cumplen también funciones importantes de control estatal) en los que, centralmente, se ventilan sólo problemas administrativos zonales o estamentales.

Así, la forma política real de la dictadura del proletariado en la transición es la de un despotismo ilustrado que, a través del control estatal del excedente económico, resuelve los problemas de la extrema pobreza pero que una vez conseguidos esos satisfactores mínimos (y de ninguna manera quisiera subestimar lo que esos logros materiales implican) enfrenta enormes dificultades para encarar incrementos reales de participación social y política.

El recurrente “caso” polaco (como lo fue el estallido húngaro de 1956 y la “primavera” de 1968 en Praga) parece demostrar que la insatisfacción política de esas sociedades “en transición”, al chocar contra esa impenetrable fusión de partido y estado que cierra totalmente sobre el individuo la “jaula
de hierro” del control burocrático, sólo puede ser resuelta mediante una explosión de masas.

Los riesgos del consejismo

La enceguecedora evidencia de esta situación, difícilmente controvertible, ha generado dos intentos de reformulación en el interior del pensamiento socialista: Uno está constituido por la respuesta “consejista”, habitualmente esgrimida hoy por lo que llamaríamos, por comodidad expresiva, corriente trotskista. La otra, en un plano de abstracción más alto, es la que busca en el concepto de hegemonía una alternativa frente a la dictadura del proletariado, tal cual es en la realidad.

El Consejismo esgrime como teoría política de la transición la democracia directa o de base y enfoca la realidad hoy vigente como una desviación burocrática. Recupera al Marx de los textos sobre la Comuna de París y de la Crítica al programa de Gotha; al Lenin de 1917 y, en general, a todo el discurso “sovietista” de la primera posguerra, el joven Gramsci de L’ Ordine Nuovo incluido.

Sin duda que su punto fuerte es el colocar, como eje de la indagación, a la problemática de la transición como un momento de socialización del estado, y el plantear la estrategia de fundación democrática del socialismo sobre la base de la necesidad de recomponer las relaciones disociadas entre economía y política. Pero no advierte (o subestima) las limitaciones internas al propio esquema consejista, que no pueden ser ligeramente atribuidas a una desnaturalización del modelo, sino a ciertas premisas propias de él y que sólo pueden ser compensadas por su combinación con otras redes institucionales.

La democracia directa contiene, en primer término, dificultades de realización práctica ya conocidas por el propio Rousseau y relativas al tamaño de las comunidades en las que sus principios pueden ser puestos en práctica, Pero no quisiera detenerme en ese aspecto que, aunque de ningún modo secundario, podría ser refutado en el futuro mediante el desarrollo técnico de una sociedad que introduzca la computarización en la vida cotidiana.

Hay otros aspectos sustantivos a la misma definición de la democracia directa o de base que merecen, en cambio, ser discutidos.
El punto de partida del consejismo es una definición unilateral de la soberanía en el período de transición. En efecto, supone que en la medida en que el principio de soberanía encarnado en la figura del ciudadano nace, en el mundo burgués, de la igualdad de los propietarios de mercancías en la esfera del mercado (“verdadero Edén de los derechos humanos”, en la expresión de Marx), en el estado de transición -cuyo
eje económico es la propiedad común y la cooperación libre- el depositario de la soberanía no debe ser ya el ciudadano sino el productor.

Su forma institucional de representación serían los consejos, nueva trama del estado que arrasaría con la función del parlamento en la misma medida en que el protagonista de éste, el ciudadano, perdería vigencia. No se duda que, desde un punto de vista lógico, las formas políticas de un proceso de
transición post-capitalista, cuya orientación de futuro es la eliminación de la distinción entre gobernantes y gobernados y la rearticulación entre economía y política disociada en el capitalismo, deben tener como institución central a los consejos y a otras formas nuevas de organización-constitución de los sujetos políticos.

Pero la pregunta es si esa centralidad de los consejos (que, por otro lado y éste es un punto neurálgico, acepta como un dogma la necesidad de que el proletariado absorba todas las demandas sociales, lo que en la actualidad es un problema abierto) debe transformarse en principio único de representación o si acepta a otros -como el parlamento y el sistema plural de partidos-para completar un esquema de funcionamiento político realmente
democrático.

¿Es posible una forma de “democracia mixta”, o la presencia de los
consejos es excluyente de la del parlamento y los partidos? El consejismo ortodoxo plantea la segunda de las hipótesis, porque abstractamente considera que se trata de dos principios antagónicos de articulación política que no podrían ser mezclados, ni aun en “la transición”.

Creo que, así planteado, el razonamiento esconde una falacia que estalla en el
momento en que intenta explicar la realidad autoritaria de los socialismos, aludiendo a una desnaturalización de la dinámica natural de los consejos. En sí los consejos alojan potencialidades democráticas pero también potencialidades corporativas,.

La realidad de los procesos de transición no es sólo la desaparición del modelo consejista sino el desarrollo de sus virtualidades corporativas. La fragmentación social resultante de ese proceso de corporativización de los intereses llevó al resultado obvio de que la recomposición política el momento de lo universal fuera capturada por el partido y por
el estado.

Pero esa limitación enajenante -sociedad corporativizada, estado como
Razón- no es externa a una de las posibilidades que el consejismo, como alternativa excluyente del poder bajo “la transición”, contiene en su interior. Ella se manifiesta de manera inevitable cuando se postula a la figura del productor como única forma de agregación política: la secuencia corporativismo-recomposición autoritaria parece ser una condición del exclusivismo consejista.

La necesidad de reflexionar seriamente sobre la permanencia de la figura del ciudadano, de los partidos y del parlamento, se impone en el socialismo con la fuerza de una premisa inevitable de toda teoría y práctica democráticas.

Hegemonía y dictadura

¿Todos estos problemas se conjugarán a través de un cambio de palabras? Ese parece ser el peligro que subyace a cierta crítica de las realidades derivadas del ejercicio de la “dictadura del proletariado” que cifran la solución en la utilización -a partir de Gramsci del concepto de hegemonía como una alternativa frente al de dictadura. Por cierto que, en esa línea de indagación, puede avanzarse con mayor profundidad para la construcción de una teoría (y práctica) política que haga menos difícil la relación entre socialismo y democracia, pero sólo en la medida en que el cambio no se limite a reemplazar un término por otro.

“Hegemonía “ tiene tantas (o más) potencialidades totalitarias que “dictadura”, Y habría que decir que esas potencialidades no son de ningún modo ajenas a algunas ambigüedades que aparecen en el propio Gramsci, quien a veces define al socialismo como sociedad autorregulada y otras parece exaltar la constitución de un bloque histórico en el que “estructuras” e “ideologías” se recompongan de manera orgánica “en un 100%”.

El problema es realmente complejo porque recorre la alternativa de concebir una hegemonía organicista o una hegemonía pluralista. Por la primera, el ideal del consenso se transforma en pura instrumentación, y hegemonía equivale a homogeneidad y semejanza: en última instancia a unanimidad.

Así, la “sociedad” hecha “estado” (la producción política del consenso) premia a los valores de la integración personal y sociocultural y construye una politicidad total encarnada en el estadopartido que finalmente disuelve la vida activa de la sociedad civil y absolutiza a una estructura que interpreta y responde a todas las demandas, recomponiéndolas en su seno.

Es claro que el rechazo a esta concepción totalitaria de la hegemonía no resuelve la dificultad que subyace al hecho de que un plano de recomposición de las particularidades es imprescindible; el problema se coloca en la forma de producción de esa recomposición. Aquí entra la idea de la hegemonía pluralista, que ve en el consenso una realización que no disuelve las diferencias, que reconoce la legitimidad de los disensos y que articula la posibilidad de procesarlos. Todo esto implica —es obvio- un diseño institucional complejo, absolutamente alejado de una concepción ontológica de la autoridad que busca resumir este campo amplio de conflictualidad en una centralidad burocrático-mística.

Este planteo del pluralismo como constitutivo de la hegemonía no totalitaria, nos lleva de nuevo a las preguntas ya formuladas sobre la democracia (como trama institucional) y sobre la transición.

Es conocida y no insistiré sobre ello la vieja discusión acerca de la diferencia entre “democracia formal” (liberal-capitalista) y “democracia sustantiva o real” (socialista): esquemáticamente la primera enfatizaría el cómo del ejercicio de la soberanía; la segunda el quién. Creo que a esta altura, un acercamiento correcto a la cuestión debería articular ambas preocupaciones. Porque la pregunta central sobre esta cuestión de la hegemonía, para que sea realmente alternativa de la dictadura, es la
siguiente: ¿cómo se elabora el consenso?

Parece evidente que una tensión social hacia la igualdad de base y, por lo tanto, el desarrollo de procesos de transformación de las relaciones de producción favorece a una perspectiva democrática. Pero esa igualdad social es condición necesaria más no suficiente de la democracia. Hay una autonomía de la problemática de la construcción de la democracia, que desborda la determinación mecánica por los modos de producción o de propiedad.

La democracia es también necesariamente “formal” y no podría ser de otra manera, pues remite a la construcción de un orden político. Quisiera ser lo más simple posible: más allá de una determinación económica, democracia significa: participación de todos en la formación de las decisiones, lo que no puede resolverse por agregación corporativa sino a través de instituciones de tipo parlamentario, esto es surgidas del sufragio universal.

En segundo lugar, democracia quiere decir posibilidad de control institucional (es decir, no asambleístico ni por aclamación) por parte de la sociedad sobre el estado. Y, por fin, libertad para disentir, porque se sabe “la libertad es siempre libertad para quien piensa de modo distinto” (Luxemburgo: 1975: 64).

Quisiera que se entendiera que esta concepción de la democracia como orden político (y de la hegemonía como producción articulada institucional de una base social para el consenso) no implica la ilusoria esperanza en una forma estatal que descarte toda función de coacción. Lo único que busca señalar es si se acepta la inevitable experiencia de que en “la transición” el estado no parece tener visos de extinguirse que la sociedad, redefinida por el proceso de transformaciones en curso, pueda estructurar instancias de control efectivo sobre el poder.

Ni el stalinismo ni Pol Pot pueden ser explicados por la demonología: son productos altamente probables en situaciones en donde el poder no está sometido a ninguna limitación, en donde no existen reglas para la formación de la voluntad colectiva.

El “consejismo”, como única posibilidad representativa, no tiene respuestas para estos dilemas, pues la democracia “directa” que propugna se instala en el plano de la diferenciación antagónica entre democracia “formal” y “real”, descartando a la primera, en función de una visión teleológica de “la transición”, que es definida como un punto necesario de llegada ideal, previamente constituido como modelo, y no como un proceso histórico de desarrollo, por lo tanto pluralista, que debe alojar una confrontación dinámica entre diversas opciones.

Si la “transición” (no en clave finalista sino conflictual) se caracteriza, según Marx, por una tensión entre plan (centralización) y cooperación libre (autogestión de la sociedad) ¿qué ordenamiento político puede resolver la contradicción inevitable entre el centro estatal (a través de la capa que ocupa esas posiciones) y la sociedad?

Dudo que esa tarea la puedan cumplir los consejos, sobre todo en un plano que supera las tendencias a la cooperativización que ellos encierran: el plano de las libertades civiles. En rigor, todos los problemas de una institucionalidad democrática que vincule poder y transición hacia un nuevo orden social, no hacen sino replantear un viejo problema de la teoría política: si el estado ha de existir: ¿Cómo se legitima en la sociedad?

El marxismo clásico resolvió esto a través de la utopía de “la extinción”, por lo que el control del estado por la sociedad ya no era un problema sino un dato; función de la igualdad social en clave roussoneana: El liberalismo clásico en cambio pensó estas cuestiones con mayor realismo. ¿Existe
todavía el ciudadano de la ciudad liberal? Cierto es que sólo existió plenamente cuando la participación en ella era restringida, pero es lícito preguntarse si los principios de constitución del ciudadano no son también aplicables cuando la ciudadanía se amplía y, más todavía, cuando la sociedad tiende a resolver el problema de la desigualdad económica.

Es obvio que la democracia no es identificable con el estado liberal, pero ya
parece también evidente que el socialismo no podría prescindir de la acumulación cultural y política que implican ciertas adquisiciones del liberalismo. A la teoría política del socialismo le ha sobrado Rousseau y le ha faltado Locke. Por ese exceso y por ese defecto le ha nacido la tentación por Hobbes.
Nota

  • Artículo extraído de la revista Punto de Vista, Año VII, nº 20, Mayo 1984.

Referencias bibliográficas – Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, Turín, 1975. – Kautsky, Karl, La dictadura del proletariado, Madrid, 1976. – Lenin, Y. I., La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Madrid, 1976. – Luporini, Cesare, “Crítica de la política y crítica de la economía política en Marx”, en VVAA, Teoría marxista de la política, México, Cuadernos de Pasado y Presente, 1981. – Luxemburg, Rosa. La Revolución Rusa y otros escritos, Madrid, 1975.

Voies démocratiques vers le socialisme

Voies démocratiques vers le socialisme. Le retour de la question stratégique. Peter Thomas

Après la longue éclipse durant laquelle l’orthodoxie néolibérale proclama la mise à la retraite de l’Etat en tant qu’acteur historique, et avec lui, la mise au rencart de toute théorie de la nature et de la spécificité du pouvoir d’Etat, la question de l’Etat est réapparue ces dernières années au cœur des débats théoriques et pratiques à gauche et dans la gauche marxiste révolutionnaire en particulier.

Au Brésil, au Venezuela et en Bolivie, mais aussi, sous des formes plus compliquées et plus variées, en Europe occidentale, la gauche a dû répondre à la nécessité de clarifier la question de son rapport à l’Etat en termes institutionnels concrets.
Dans certains cas, les partis et organisations révolutionnaires ont déjà choisi d’assumer les responsabilités et les risques d’une participation gouvernementale, avec des succès contrastés ; dans d’autres, la question constituera encore l’horizon de la conjoncture actuelle, en particulier au regard de la crise économique mondiale et des prises de position en faveur de diverses formes d’intervention étatique pour y faire face.

Les appels à « changer le monde sans prendre le pouvoir » ont sans doute trouvé un certain écho dans divers secteurs du mouvement altermondialiste au tournant de ce siècle ; il demeure, cependant, que la réalité, pour une orientation révolutionnaire responsable aujourd’hui, est celle d’un retour de la question politico-stratégique, pour reprendre la formule stimulante de Daniel Bensaïd (2).

Dans ce contexte, il est utile d’en revenir à l’un des débats centraux de la dernière grande floraison de la théorie marxiste de l’Etat dans les années 1970, à savoir, à la critique que proposa Poulantzas de la notion de « guerre de position » chez Gramsci et de la thèse de la « dualité de pouvoir » chez Lénine.
Bien qu’un tel débat puisse donner l’impression de parler dans la langue d’une culture politique oubliée depuis longtemps, je voudrais défendre la thèse selon laquelle peu de débats issus de la tradition marxiste sont aussi pertinents que celui-ci aujourd’hui parce qu’il touche au cœur du statut non-résolu de la tradition marxiste en tant que, fondamentalement et avant toute chose, critique théorique et pratique de l’Etat capitaliste.
Dans une certaine optique, les caractérisations de la nature de l’Etat et du pouvoir social et politique que l’on trouve chez Poulantzas et Gramsci, se présentent l’une et l’autre comme deux modèles pour la compréhension des mouvements contemporains, comme ensemble des pré-conditions théoriques possibles de l’engagement pratique.
La critique de Poulantzas : guerre de position = dualité de pouvoir
La confrontation avec Gramsci accompagna, de manière productive, toutes les phases de la trajectoire intellectuelle de Poulantzas, souvent énoncée dans les termes d’une critique poussée inspirée de la lecture de Gramsci par Althusser (3). Mais c’est seulement dans le chapitre final de son dernier livre, L’Etat, le Pouvoir, le Socialisme, qu’il proposa une interprétation véritablement personnelle. De cette lecture ressort une image de Gramsci très différente de deux autres alors beaucoup plus familières dans la gauche des années 1960 et 1970 et dont l’influence s’exerce encore de nos jours.
Pour la première de ces interprétations (issue de l’eurocommunisme de droite), la « guerre de position » gramscienne correspond à une proposition de « longue marche à travers les institutions » de l’Etat bourgeois, l’Etat étant lui-même conçu comme simple somme de ses parties, divisible, permettant une stratégie de conquête progressive de postes individuels (d’institutions) alors soustraits à la domination politique bourgeoise au cours d’une simple progression arithmétique, jusqu’à ce que la seule force du nombre investisse le cœur de l’appareil et que la classe ouvrière prenne possession de l’Etat (conçu comme instrument de gouvernement).
A la différence de la « guerre de manœuvre » (dans l’une de ses interprétations, du moins), elle ne cherche pas à prendre d’assaut la citadelle au cours d’une bataille rangée, mais passe par une « lente subversion » s’attaquant à l’Etat bourgeois de l’intérieur. Les socio-démocrates de gauche étaient de bonne foi lorsqu’ils proposèrent cette interprétation dans les années 1970. Sa logique depuis, a été cyniquement pervertie et redéployée dans certains aspects de la troisième voie néolibérale qui a maintenu des liens résiduels, d’ordre rhétorique, avec la tradition social-démocrate.
Dans la seconde interprétation (social-démocrate de gauche), le terrain privilégié de la « guerre de position » gramscienne en Occident est la société civile. Elle passe par une stratégie de « construction de tranchées » lente et laborieuse, à une distance suffisamment grande de l’Etat pour que le règlement de compte décisif avec lui soit, en pratique, indéfiniment remis à plus tard, sans effet immédiat sur les luttes contemporaines.
Elle se définit en opposition à la « guerre de manœuvre », autrement dit, à l’affrontement direct avec l’Etat que seuls les bolcheviks ont su mettre en œuvre à l’Est, compte tenu du sous-développement de leur société civile alors incapable d’offrir un dispositif de tranchée à même de protéger l’Etat de tout assaut direct, contrairement à ce que l’on pense être le cas à l’Ouest.
L’héritage de ces interprétations se fait encore ressentir aujourd’hui dans ces versions du concept d’hégémonie qui en font une « logique du social » sans avoir grand-chose à dire de la spécificité du pouvoir d’Etat dès lors que celui-ci a été dissous dans une « discursivité » envahissante et indéterminée (4). Dans les deux cas, la guerre de position gramscienne est présentée comme rupture définitive avec la théorie de l’Etat chez Lénine.
Poulantzas, quant à lui, voyait dans Gramsci un théoricien qui s’était pleinement imprégné de la stratégie léniniste et, dans une version différente, troisième internationaliste de la « dualité de pouvoir » – trop, d’ailleurs, dans le cas de Gramsci, selon Poulantzas, et ce, malgré toute la sophistication de sa conception de l’Etat, conception qui était restée finalement prisonnière des métaphores topographiques propres à cette tradition.
Poulantzas considérait qu’« [U]ne ligne principale traverse les analyses et la pratique de Lénine : l’Etat doit être détruit en bloc par une lutte frontale dans une situation de double pouvoir, et remplacé-substitué par le deuxième pouvoir, les soviets, pouvoir qui ne serait plus un Etat au sens propre car il serait déjà un Etat en dépérissement ». Poulantzas a su vite reconnaître la différence entre cette thèse analytique et perspective stratégique d’une part et d’autre part, sa dégénérescence stalinienne ultérieure en « refus du politique ».
Il fut néanmoins tout aussi prompt à développer l’idée d’une continuité entre les perspectives qui avaient informé la pratique bolchevique en 1917 et la théorie de l’Etat canonisée par la IIIe Internationale. Elles avaient plus particulièrement en commun leurs perspectives quant à la localisation de « la lutte des masses populaires pour le pouvoir d’Etat » (hors de l’Etat, dans ce domaine mal défini et flou que représente la société civile alors conçue comme reste), quant à ses moyens (« création d’une situation de dualité de pouvoir »), son concept du pouvoir politique et social (« une substance quantifiable » aujourd’hui séquestrée par la bourgeoisie au sein d’un Etat-instrument pouvant être approprié par les forces prolétariennes au moyen d’une stratégie de dualité de pouvoir progressant vers la captation de l’appareil d’Etat existant), et son objectif (la prise et la destruction de l’Etat forteresse auquel doit se substituer « le deuxième pouvoir (soviets) constitué en Etat de type nouveau » (5).
Ces perspectives se rencontraient aussi, selon Poulantzas, dans les Cahiers de prison de Gramsci. Dans L’Etat, le Pouvoir, le Socialisme, « Certes, écrit-il, on ne saurait mettre en doute les apports théorico-politiques considérables de Gramsci, et on connaît les distances qu’il a prises avec l’expérience stalinienne. Il n’empêche que lui non plus (bien qu’on le tire actuellement à hue et à dia) n’a pu poser le problème dans toute son ampleur. Ses fameuses analyses concernant les différences entre la guerre de mouvement (celle des bolcheviks en Russie) et la guerre de positions sont saisies pour l’essentiel comme application de la stratégie-modèle léniniste à des « situations concrètes différentes », celles de l’Occident (6). »
Ces reliquats léninistes furent déterminants pour la manière dont Gramsci théorisa l’Etat. Gramsci n’avait pas compris que « [P]rendre ou conquérir le pouvoir d’Etat ne saurait signifier une simple mainmise sur des pièces de la machinerie étatique, en vue de sa substitution au profit du deuxième pouvoir. » Il était resté fasciné par une idée de l’Etat comme « forteresse où l’on pénètre par des chevaux de bois » ou comparable à « un coffre-fort que l’on perce par effraction ».
Fidèle à l’esprit de la formulation léniniste, Gramsci envisagea la société civile comme s’il s’agissait d’une basse-terre extérieure à l’Etat, locus d’une construction d’un contre-pouvoir possible. Le mouvement ouvrier pouvait, de là, mener une « guerre de position » qui devait lui permettre, à terme, de mener une attaque contre la citadelle de l’Etat bourgeois dans le but de le détruire et d’y substituer une forme plus satisfaisante d’organisation sociale. Ainsi, et au bout du compte, bien que d’une sophistication plus grande et moins susceptible d’instrumentalisme vulgaire que ses variantes staliniennes ou social-démocrates, la perspective proposée par Gramsci au mouvement ouvrier occidental en était restée à la problématique de la stratégie de « dualité de pouvoir », dans la mesure où « la modification décisive du rapport de forces ne se joue pas au sein de l’Etat mais entre l’Etat […] et les masses supposées extérieures à l’Etat » (7).
L’alternative de Poulantzas : l’Etat comme condensation d’un rapport de forces et la voie démocratique vers le socialisme
Dans ses œuvres antérieures, et en particulier dans Pouvoir politique et classes sociales, Poulantzas avait déjà tenté d’élaborer une analyse plus nuancée de la nature de l’Etat capitaliste et ses modalités distinctes de pouvoir. Poulantzas jugeait crucial de saisir dans quelle mesure l’Etat capitaliste était déjà traversé, de l’intérieur, par les antagonismes et des luttes de classes.
Autrement dit, la politique ne se situe pas « hors » de la forteresse de l’Etat mais constitue sa matérialité même : l’Etat comme condensation d’un rapport de forces. Plus particulièrement, Poulantzas rejetait la métaphore topographique selon laquelle se trouverait un lieu « au-delà de l’Etat » dans lequel les forces d’un Etat à venir, d’un genre différent, pourraient être rassemblées (8).
Dès lors que tous les rapports sociaux sont toujours déjà des rapports de forces internes à un Etat donné, ils sont interpellés par cet Etat tout en en étant constitutifs. « C’est en ce sens précis que l’on ne peut penser, une fois l’Etat posé, un réel social quelconque (un savoir, un pouvoir, une langue, une écriture) figurant un état premier par rapport à l’Etat, mais un réel social toujours en relation avec l’Etat et avec la division en classes (9). »
Dans le fond, pour Poulantzas (et pour proposer une variation sur une célèbre formule derridéenne), « Il n’y a pas de hors-Etat » (10), parce que l’Etat se définit d’emblée comme lui-même coextensif à la formation sociale. Le débouché stratégique de cette analyse fut l’idée d’une « voie démocratique vers le socialisme » à l’intérieur de l’Etat existant.
C’était là la contribution finale du Poulantzas de la maturité au débat sur la « crise du marxisme », formulée explicitement comme dépassement de la « guerre de position » gramscienne, représentante la plus sophistiquée de la tradition de « dualité de pouvoir ». Profondément ancré dans les débats de l’époque (celui, par exemple, concernant la dictature du prolétariat dans le PCF) et indubitablement influencé par l’expérience chilienne et par l’échec de la révolution portugaise, Poulantzas se préoccupa plus particulièrement de l’absence, au sein de la stratégie de la dualité de pouvoir, d’une théorie de la « transformation de l’appareil d’Etat ».
Selon lui, « ce processus long de prise du pouvoir » consistait à « déployer, renforcer, coordonner et diriger les centres de résistance diffus dont les masses disposent toujours au sein des réseaux étatiques […] de telle sorte que ces centres deviennent, sur le terrain stratégique qu’est l’Etat, les centres effectifs du pouvoir réel (11). »
La voie démocratique vers le socialisme proposait une « guerre de position » conduite à l’intérieur même de l’Etat existant qui, une fois redéfini en termes relationnels et stratégiques, comprenait le terrain que Gramsci, aux yeux de Poulantzas, avait continué d’identifier à la « société civile ». Cette stratégie était à mener dans des luttes d’intensité et de profondeur variables, les unes, proches du cœur de l’appareil d’Etat, les autres, à une certaine « distance » de cet appareil.
«[L]es formes d’articulation […] des transformations de l’Etat et de la démocratie représentative […] de la démocratie directe et du mouvement autogestionnaire » (12) étaient un enjeu central de stratégie de pouvoir « bifurqué » (plutôt que duale).
Par le renforcement de la démocratie représentative – en tant que garantie d’équité juridique – Poulantzas proposait de surmonter le risque de dégénérescence vers une autarcie stalinienne ; en renforçant le pouvoir de la démocratie directe –comme garantie d’une participation active des masses – il proposait de surmonter le risque du « réformisme traditionnel » qui, de son propre aveu, était implicite dans cette stratégie. Quant à savoir précisément ce qu’impliquerait une telle transformation de l’appareil d’Etat, et si elle pourrait aboutir à l’Absterben [au dépérissement] de l’Etat comme l’avait anticipé au moins une tradition marxiste antérieure, ce sont des énigmes que Poulantzas ne fut jamais en mesure de résoudre.
Ces énigmes restent les mêmes pour nous aujourd’hui, et ce, dans des formes immédiatement pratiques. Nombre de discussions à l’ordre du jour des mouvements sociaux et politiques contemporains peuvent se caractériser comme relevant de cette problématique de la voie démocratique vers le socialisme, avec toutes ses ouvertures et tous ses dangers, qu’il s’agisse des problèmes du rapport entre société civile et Etat, entre mouvements sociaux et leurs « expressions » politiques, et entre la démocratie directe de la base et sa « représentation » dans l’appareil d’Etat existant.
Un regain d’intérêt international pour la pensée de Poulantzas témoigne de sa pertinence théorique et, au bout du compte, politique dans la conjoncture actuelle (13). Dans la mesure où la proposition de voie démocratique vers le socialisme visait à dépasser ce que l’on a pu voir comme une persistance de résidus léninistes compromettant les tentatives de Gramsci pour rompre avec une théorie instrumentaliste de l’Etat, la légitimité de cette proposition, et son utilité contemporaine, peut être jugée, au moins en partie, sur la base de la justesse de sa caractérisation de la théorie qui lui servait de point de départ.
Deux questions, en apparence d’ordre purement théorique ou philologique, devraient nous aider à poser le problème de manière plus concrète. Tout d’abord, trouve-t-on chez Poulantzas une compréhension adéquate des présupposés théoriques de la conception gramscienne du rapport entre Etat et société civile ? En d’autres termes, on se demande si Gramsci postule bien un terrain hors de l’Etat, terrain sur lequel pourrait émerger un pouvoir politique nouveau, à même de s’emparer de l’(appareil) Etat et de s’y substituer.
Ensuite, trouve-t-on chez Gramsci un conception du pouvoir sociale et politique entendue comme « substance quantifiable » aux mains d’une classe particulière et par conséquent, pouvant être confrontée à une autre « quantité » de pouvoir détenue par une autre classe ?
Autrement dit, la guerre de position chez Gramsci n’est-elle vraiment rien d’autre qu’une variante sophistiquée de la stratégie de dualité de pouvoir, dans ses présupposés fondamentaux, continuant de prêter le flanc aux mêmes critiques que Poulantzas avait adressées à ses versions léninistes, troisième-internationalistes et social-démocrates ? Ou est-ce qu’au contraire, Gramsci élabora une théorie qui combine les forces et la sophistication des recherches de Poulantzas tout en évitant ses conséquences potentiellement désarmantes sur le terrain politique ?
Gramsci et l’Etat intégral
La caractéristique la plus frappante et la plus ironique de la critique que propose Poulantzas de la théorie de l’Etat de Gramsci est que, comme bien d’autres interprétations de la fin des années 1960 et du début des années 1970, cette critique ne prend pas en compte ce qui fut la contribution la plus importante de Gramsci à la théorie de l’Etat : le concept d’Etat intégral comme identité-distinction dialectique de la société civile et politique.
Il est doublement ironique que Poulantzas ait pris le relais de ces interprétations qui considéraient que pour Gramsci, les termes renvoyaient à deux terrains distincts d’une formation sociale : premièrement, parce que l’une de ses proches collaboratrices, Christine Buci-Glucksmann, fut l’une des première à attirer l’attention sur l’importance du « concept général de l’Etat » ou, de « l’Etat intégral » chez Gramsci, pour comprendre l’articulation inédite de ces concepts dans les Cahiers de prison (14) ; deuxièmement, parce que, de tous les théoriciens marxistes antérieurs, Gramsci est peut-être celui qui va le plus loin dans la recherche d’une rupture définitive avec une théorie exclusivement instrumentaliste de l’Etat. Plus précisément : avec le concept « d’Etat intégral », Gramsci décrit la formation des Etats modernes en Occident comme – pour reprendre les termes mêmes de Poulantzas – condensation des rapports de forces entre et à l’intérieur des classes.
Chez Gramsci, la proposition du concept d’« Etat intégral » était précédée d’analyses historiques approfondies de l’émergence de l’Etat capitaliste moderne, de son élaboration comme projet éthique investissant l’ensemble de la société après la Révolution française puis de sa dégénérescence en une phase de révolution passive face aux révoltes ouvrières. Compte tenu de la vaste bibliographie qui est apparue sur ce thème au cours de la récente et riche période d’engouement pour la philologie gramscienne, il n’est pas nécessaire de revenir sur le détail de ces découvertes (15).
On s’intéressera plus directement ici à ce nouveau concept que Gramsci élabora au terme de ces recherches. Avec le concept d’Etat intégral, Gramsci visait à analyser les interpénétrations et les renforcements mutuels de la « société politique » et de la « société civile » (à distinguer l’un de l’autre analytiquement plutôt qu’organiquement) au sein d’une forme d’Etat unifiée (et indivisible). Selon ce concept, l’Etat dans sa forme intégrale ne doit pas être limité à la machinerie du gouvernement et des institutions légales (à l’Etat entendu au sens instrumental, en opposition à la « société civile »).
Le concept d’Etat intégral, au contraire, avait vocation à constituer une unité dialectique des moments de la société civile et de la société politique. L’hégémonie civile fournit la base sociale du pouvoir politique de la classe dirigeante dans l’appareil d’Etat, qui à son tour renforce ses initiatives dans la société civile. Pour Gramsci, la société civile est le terrain sur lequel se joue la concurrence entre classes sociales pour la direction politique, ou l’hégémonie, sur les autres classes sociales.
Le maintien de cette hégémonie dépend entièrement, toutefois, « en dernière instance », de la mainmise sur le monopole légal de la violence incarné dans les institutions de la société politique, ou l’Etat au sens restreint d’appareil d’Etat. Cependant, compris dans son sens intégral, d’après Gramsci, « l’Etat est l’ensemble des activités pratiques et théoriques grâce auxquelles la classe dirigeante non seulement justifie et maintient sa domination mais réussit à obtenir le consensus actif des gouvernés » (16). Ou, dans une formule célèbre : « Il entre dans la notion générale d’Etat des éléments qu’il faut rattacher à la notion de société civile (en ce sens, pourrait-on dire, Etat = société politique + société civile, c’est-à-dire une hégémonie cuirassée de coercition) (17). »
Par conséquent, pour Gramsci, la société civile ne doit pas être conçue de manière topographique, comme terrain hors de l’Etat. Bien plus qu’un domaine intact au-delà de l’Etat, la société civile, dans cette vision, consiste en une série de pratiques et des rapports dialectiquement interpellés au sein même de l’Etat (intégral), formant sa « base sociale » (18). En même temps, refusait d’abolir la distinction entre l’Etat (au sens restreint d’« appareil d’Etat ») et la société civile (comme c’est par ailleurs le cas avec Gentile et sa compréhension actualiste spéculative de la tentative d’Etat totalitaire fasciste dans laquelle l’Etat est tout) (19).
Au contraire, il garda les deux termes, à la fois dans leur unité et leur distinction, en tant que rapport dialectique entre différents niveaux de formation de classe et d’efficace politique, même après son élaboration du nouveau concept d’Etat intégral en octobre 1930.
Chez Gramsci, plutôt que des lieux géographiques ou des terrains, la « société politique » et de la « société civile » sont comprises comme rapports sociaux et politiques différentiels au sein de l’ « Etat intégral » ; les uns comprennent l’Etat en fonction de la consolidation du pouvoir politique d’une classe dans des institutions (étatiques), ou si l’on préfère, en fonction du degré de coercition ; les autres, en fonction de la constitution de ce pouvoir politique (possible) parmi les forces présentes sur le terrain social (critère de consentement).
Gramsci était donc en mesure de faire apparaître, à la fois, l’unité de l’Etat capitaliste tout en analysant les différentes combinaisons et articulations de la coercition et du consentement qui en sont constitutifs, permettant alors une détermination plus précise des axes de développement à même d’aboutir à sa transformation.
Poulantzas faisait donc fausse route en expliquant que Gramsci présupposait un terrain extérieur à l’Etat sur lequel un nouveau pouvoir politique pouvait apparaître. Comme Poulantzas, les Cahiers de prison essayèrent de saisir la spécificité de l’Etat capitaliste comme condensation des rapports de forces entre classes, condensation accomplie sous la domination de la bourgeoisie. De la même manière, Poulantzas se trompait en expliquant que pour Gramsci, la rupture décisive intervient « entre l’Etat […] et son supposé extérieur absolu, le deuxième pouvoir » (20).
Pour Gramsci, un tel moment de rupture à lieu au sein même du mouvement ouvrier, en tant que rupture avec sa constitution économique-corporative, lorsque les masses peuvent rompre avec leur intégration paralysante de la révolution passive et construire leur propre projet hégémonique en tant que classe, réduisant la capacité à agir (ou plutôt, la capacité à dominer) de la bourgeoisie par l’accroissement de leur propre capacité à agir.
La route vers le pouvoir politique pour le prolétariat impliquerait, en premier lieu, la modification du rapport de forces au sein de l’Etat intégral, la dislocation du renforcement mutuel de la coercition et du consentement exploité par la bourgeoisie afin d’entretenir sa propre domination de classe.
L’appareil d’Etat de la bourgeoisie ne pourrait être neutralisé qu’à condition que le prolétariat le prive de sa « base sociale » à travers l’élaboration d’un projet hégémonique alternatif. Gramsci concevait ce projet en termes concrets, en termes « d’appareils hégémoniques » : le large éventail d’ « institutions » et de pratiques – de la presse jusqu’aux organisations éducatives, aux initiatives culturelles et aux partis politiques – au moyen desquels une classe et ses alliés peuvent se confronter à leur adversaire dans une lutte pour le pouvoir social, puis politique, ou pour la direction de la société dans son ensemble (21).
Le pouvoir politique est ici conçu non pas comme instrument ou « substance quantifiable », mais en termes rationnels : en tant que capacité, ou incapacité, d’agir d’une classe en rapport à une autre, mais aussi en tant que disposition des initiatives d’une classe dans la société politique à être en phase avec sa « base sociale » dans la société civile. Autrement dit, chez Gramsci, le pouvoir politique est immanent, non pas simplement à l’Etat en tant que condensation des rapports de forces (des rapports entre les classes) ; il est immanent aux projets hégémoniques à travers lesquels les classes se constituent elles-mêmes en classes (rapports internes aux classes) capables d’exercer le pouvoir politique (par opposition à une masse incohérente d’intérêts « corporatifs »).
Le potentiel d’une classe pour exercer le pouvoir politique dépend, par conséquent, de sa capacité à trouver les formes institutionnelles appropriées à la differentia specifica de son propre projet hégémonique particulier, à savoir, les formes qui lui permettent non seulement de faire la transition de l’ordre l’économique-corporatif vers l’ordre proprement politique, de la société civile à la société politique, mais également, et de manière décisive, une fois le pouvoir d’Etat acquis, de rester pleinement en phase avec sa base sociale.
Dans la forme assimilatrice d’un Etat intégral renforcé par la révolution passive, la bourgeoisie avait trouvé un moyen de promouvoir sa propre forme contradictoire de modernisation. Il restait au prolétariat à trouver ce que la tradition marxiste avait appelé un « nouveau type d’Etat », ou, contre l’Herrschaft de la bourgeoisie, de trouver ce que Lénine appelait son propre « pouvoir d’un genre complètement différent », qui permettrait la réabsorption de la dyade société politique-société civile dans ce que Gramsci décrivait en termes de société « régulée » (22).
Le retour de la dualité de pouvoir
Poulantzas avait donc raison de dire que la notion gramscienne de guerre de position présupposait une variante plus sophistiquée de la stratégie de la dualité de pouvoir, mais pas pour les raisons qu’il avait imaginées. Tel qu’initialement conçu par Lénine, le concept de « dualité de pouvoir » n’était pas affaire de choix d’une proposition stratégique contre une autre, et n’impliquait pas non plus un simple rejet de la confrontation avec l’appareil d’Etat existant avec ses mécanismes de démocratie parlementaire (à propos desquels Lénine ne cessa d’expliquer qu’ils pouvaient être tactiquement utiles pour le mouvement révolutionnaire, dans certaines conjonctures), au nom d’une forme de pouvoir politique plus « authentique ».
Ce concept renvoyait, au contraire, à la réalité de « l’état d’exception négatif » entre les deux révolutions de 1917. En fait, la thèse de la dualité de pouvoir n’apparut explicitement dans la pensée de Lénine qu’au moment très spécifique d’ « interregnum ». Présente « à l’état pratique » dans les Thèses d’avril, explicitement formulée dans un article paru dans la Pravda le 9/22 avril 1917, et recevant son exposé le plus célèbre dans Les Tâches du prolétariat dans notre révolution (écrit le 10/23 avril, mais qui ne fut publié qu’en décembre), la thèse de la dualité de pouvoir [dvoelastie] fut conçue pour penser ensemble la situation « extrêmement originale » d’« enchevêtrement » ou d’« amalgame de deux dictatures », les soviets à côté du gouvernement provisoire.
Les bases sociales de ces « dictatures » étaient tout à fait différentes : l’une était « un Etat au sens propre du terme », à savoir, un appareil d’Etat fondé sur le droit et au bout du compte, sur les droits de propriété privée ; l’autre était « le nouveau type d’Etat » de la Commune de Paris, fondé et fonctionnant sur la base d’initiatives populaires.
Ces dictatures étaient, au sens le plus strict, des formes incompatibles de pouvoir politique dont l’antagonisme devait aboutir à la disparition de l’une ou de l’autre. Lénine insista sur la nature exceptionnelle de cette bifurcation : « Il ne fait aucun doute que cet « enchevêtrement » ne peut durer longtemps. Il ne saurait exister deux pouvoirs dans un Etat. […] La dualité du pouvoir ne reflète qu’une période transitoire du développement de la révolution (23). »
La notion gramscienne de guerre prolétarienne de position contre la logique de révolution passive vient des mêmes présupposés que ceux de Lénine dans son analyse de 1917 quant à la nature de classe des différentes formes d’Etat. Son analyse historique de la consolidation du projet hégémonique bourgeois dans le cadre d’un Etat intégral qualitativement nouveau et son opposition inscrite dans une hégémonie prolétarienne étendue et progressiste tournée contre les formes révolutionnaires passives, sclérosantes, prises par un projet hégémonique bourgeois en crise, lui permit de bien saisir la nature spécifiquement bourgeoise et capitaliste de l’Etat existant, « en dernière instance », au-delà des divers éléments et contradictions qu’il peut contenir.
Cependant, si la thèse de Lénine décrivait une conjoncture déjà advenue (et non prédite), la théorie de Gramsci, élaborée dans un moment de défaite au fond d’une geôle fasciste, cherchait à regrouper les forces qui rendraient possible le retour d’une telle situation de dualité de pouvoir. A la différence de l’ultra-gauchiste intransigeant des années de la fondation du PCI, le Gramsci des Cahiers de prison reconnut qu’un tel processus peut avoir effectivement besoin de passer par une phase de transformation de l’intérieur de l’Etat existant – son ralliement tardif à la stratégie de front unique et son ultime conseil au mouvement ouvrier italien quant à la nécessité de voir un large front antifasciste reconstituer des institutions représentatives (contre la folie du dogme de la troisième période de l’Internationale communiste) défendait explicitement de telles transformations dans la conjoncture donnée.
Cela restait, toutefois, une manœuvre tactique, subordonnée à l’objectif stratégique ultime visant à doter les classes subalternes des formes institutionnelles nécessaires à leur transition entre groupe dirigeant et groupe dominant, fondateur d’un « nouveau type d’Etat » qui consisterait en pas d’Etat. Il ne s’agit donc pas, pour modifier une des formulations de Poulantzas à la fin de L’Etat, le Pouvoir, le Socialisme, « d’une simple alternative entre » voie démocratique vers le socialisme « et guerre de positions car cette dernière, au sens de Gramsci, consiste toujours en un » déploiement tactique de la première (24).
Avec Gramsci, la voie démocratique vers le socialisme prend acte de la réalité de l’Etat intégral existant (comme seul lieu du pouvoir politique et par conséquent, comme horizon sur lequel le mouvement ouvrier doit opérer), et en même temps, de la réalité du mode d’existence de cet Etat particulier en tant qu’Etat bourgeois et capitaliste fondé sur une condensation spécifique de rapports sociaux bourgeois, et dans la société civile et dans la société politique.
C’est sur la base de cette reconnaissance que Gramsci put formuler en termes concrets la possibilité d’un tout autre type de condensation, à savoir, l’intensification des forces sociales au sein du mouvement ouvrier qui seraient en mesure de remettre à l’ordre du jour « le type d’Etat complètement nouveau » qui détermina les contours de l’expérience politique d’octobre 1917.
Dans cette perspective, l’enjeu pour la gauche contemporaine qu’il y a à apporter une réponse satisfaisante au retour de la question politico-stratégique (25) ne se limite pas simplement à une confrontation responsable avec la réalité de l’Etat existant et le terrain politique qu’il définit. De manière bien plus cruciale, cette question renvoie à l’enjeu de l’actualisation de l’analyse initiale, chez Lénine, de la réalité de la dualité de pouvoir, à savoir, que le mouvement ouvrier doit développer sa propre forme de pouvoir politique et tenter avec assurance d’aller jusqu’au bout de ses conséquences institutionnelles.
Cette voie démocratique vers le socialisme a vocation à dépasser l’Etat capitaliste, et en ce sens, un déploiement tactique des analyses de Poulantzas dans la perspective stratégique de la guerre de position gramscienne pour un « nouveau type d’Etat » pourrait bien s’avérer être la forme la plus viable et effective de l’héritage de Poulantzas aujourd’hui.
Peter Thomas
Traduction de Thierry Labica

cet article est paru dans la revue Contretemps n° 8

Notes
1 En français dans le texte (N. d. T.) 2 Le présent texte a été initialement rédigé en réponse aux contributions de Daniel Bensaïd dans le cadre du séminaire Projet K de l’été 2006. Il est, par conséquent, dédié à sa mémoire. 3 Voir, par exemple, N. Poulantzas, Pouvoir politique et classes sociales [1967], Paris, Maspero, 1982, p. 37, 147-149, 210, 216, 221. Pour une analyse des premières lectures althussériennes de Gramsci, voir mon livre, The Gramscian Moment. Philosophy, Hegemony and Marxism, Historical Materialism Book Series, Brill Academic Press, Leiden, 2009 4 Ernesto Laclau et Chantal Mouffe, dans leur Hégémonie et stratégie socialiste, Les Solitaires Intempestifs, 2009, ont été les principaux promoteurs de ce type de lecture. 5 N. Poulantzas, L’Etat, le Pouvoir, le Socialisme, PUF, 1978, p. 278. 6 Ibid., p. 283-284. Voir également « Une révolution copernicienne dans la politique » in La Gauche, le Pouvoir, le Socialisme. Hommage à Nicos Poulantzas, dir. C. Buci-Gluckslmann, PUF, 1983, p. 37-41. 7 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p. 285. 8 Cf. Bob Jessop, State Theory. Putting the Capitalist State in its Place, Cambridge, Polity, 1990, p. 230. 9 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p. 44. 10 En français dans le texte. Allusion à Jacques Derrida : « Il n’y a pas de hors-texte. » (N. d. T.) 11 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p .285.
12 Ibid., p. 293. 13 Cf. le recueil intitulé Poulantzas lesen: Zur Aktualität marxistischer Staatstheorie, dir. L. Bretthauer, A. Gallas, J. Kannankulam et I. Stützle, VSA, Hambourg, 2006 et The Poulantzas Reader, Verso, Londres, 2008. 14 Christine Buci-Glucksmann, Gramsci et l’Etat : pour une théorie matérialiste de la philosophie, Paris, Fayard, 1975. 15 Pour l’étude philologique la plus détaillée, cf. Guido Liguori : « Stato-società civile », in Fabio Frosini, Guido Liguori (éd.), Le parole di Gramsci. Per un lessico die Quaderni del carcere, Rome, 2004, p. 208-226. Domenico Losurdo, Antonio Gramsci dal liberalismo al « comunismo critico », Rome, 1997, offre un survol synthétique des développements historiques de Gramsci, en particulier concernant sa notion originale de révolution passive. 16 Antonio Gramsci, Cahiers de prison, vol. IV, trad. F. Bouillot & G. Granel, Gallimard, 1990, cahier 15, § 10, p. 120. 17 Antonio Gramsci, Cahiers de prison, vol. II, trad. M. Aymard & P. Fulchignoni, Gallimard, 1983, cahier 6, § 88, p. 83. 18 Ibid., cahier 6, § 136. 19 Ibid., cahier 6, § 10. 20 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p .286. 21 Sur le concept d’ « appareil hégémonique », cf. Antonio Gramsci, Cahiers de prison, vol. I, trad. M. Aymard & F. Bouillot, Gallimard, 1996, cahier 1, § 48 ; et vol. II, op. cit., cahier 6, § 136 et § 137. 22 Sur ce concept de « pouvoir d’un genre complètement différent » de Lénine, cf. « Sur la dualité de pouvoir » [1917], disponible en français sur www.marxists.org. 23 V. I. Lénine, « Les tâches du prolétariat dans notre révolution » [1917], disponible en français sur www.marxists.org. 24 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p. 285-286. 25 En français dans le texte (N. d. T.).
date:
17/04/2011 – 15:33

Hemisphere Gauche: una cartographie des nouvelles pensees

Hemisphere Gauche: una cartographie des nouvelles pensees
Pour RAZMIG KEUCHEYAN
Par Patrick Coulon

S’il est un titre qui résume bien ce livre c’est bien celui-ci. Razmig Keucheyan a littéralement cartographié un bon nombre de pensées critiques contemporaines, leurs auteurs, ainsi que leurs trajectoires.

Parce qu’on assiste depuis la seconde moitié des années 1990 au retour de la critique sociale et politique, du mouvement altermondialiste à la campagne contre le traité européen ( le mouvement des Indignés surgissant après l’écriture de l’ouvrage confirmant ce processus) et parce que la critique n’est pas que dans la rue , que la bataille idéologique fait rage aussi il était utile et nécessaire de pointer les thématiques montantes dans la critique du capitalisme. Des théories diverses et – fait nouveau- dépassant les sphères géographiques habituelles: la mondialisation est passée par là.

Tout au long de ces 310 pages on se familiarisera avec des auteurs tels que Alain Badiou, Slavoj Zizec, Judith Butler, Fredric Jameson, Toni Negri, Axel Honnet, Jacques Rancière, Paolo Virno, Perry Anderson ou Gayatri Spivak…et bien d’autres que la lecture que je vous recommande vivement vous fera découvrir. Quant aux théories développées elles se veulent résolument innovantes. Elles sont selon l’auteur le produit d’ une part de l’hybridation, qui voit d’anciennes références du corpus critique se combiner de manières inédites, ou être associées à de nouveaux auteurs ou courants qui n’étaient pas présents dans ce corpus précédemment. L’innovation résultant aussi de l’introduction de nouveaux objets d’analyses, comme les médias, l’écologie. Ce livre rend compte au final d’une grande diversité de nouvelles pensées : théorie queer, marxisme et postmarxisme, théorie post-coloniale, théorie de la reconnaissance, poststructuralisme, néo spinozisme, etc.
Elles s’ajoutent à celle plus classiques concernant l’exploitation, et illustrent le fait que de nouvelles idées surgissent là où se posent les nouveaux problèmes. Or c’est aussi dans des pays comme la Chine, l’Inde, ou le Brésil que ces problèmes surgissent déjà, ou surgiront à l’avenir.
On retiendra les quatres hypothèses fortes que soumet le maître de conférences en sociologie à l’université Paris IV-Sorbonne
Une première hypothèse est que les nouvelles théories critiques se développent dans le cadre de coordonnées politiques héritées des années 1960 et 1970. Ceci signifie d’abord que certains des principaux débats existant au sein de ces théories sont apparus à cette époque. C’est notamment le cas du débat portant sur la nature des sujets de l’émancipation, et de celui qui concerne la question du pouvoir.
Dans ces deux cas, les problèmes surgis de la crise des modèles et des théories classiques du mouvement ouvrier à la fin des années 1950 sont encore en vigueur aujourd’hui. De ceci, l’auteur déduit que, d’un certain point de vue, nous évoluons toujours à l’heure actuelle dans la séquence historique ouverte alors. Par ailleurs, les nouvelles théories critiques doivent être pensées en rapport avec le cycle politique des années 1960, car elles sont le produit de la défaite des mouvements de l’époque. On ne comprend rien à la situation politique et théorique actuelle si on ne voit pas qu’elle regorge de ce pessimisme dont seules témoignent les périodes marquées par la défaite.
Une deuxième hypothèse est que rares sont les théoriciens critiques actuels en prise avec des processus politiques réels. Dans la plupart des cas, les penseurs dont il est question dans cet ouvrage n’ont pas ou peu de rapports avec des organisations politiques, syndicales ou associatives. Ceci vaut d’ailleurs aussi bien pour les plus radicaux d’entre eux que pour les modérés. Il s’agit en somme d’un problème structurel. Les nouvelles théories critiques ont accentué une tendance inaugurée au milieu des années 1920 par le marxisme occidental, décrite par Perry Anderson, conduisant à la dissociation de la théorie et de la pratique.
Une troisième hypothèse avancée est l’internationalisation des pensées critiques. De plus en plus, celles-ci proviendront à l’avenir de régions situées dans les périphéries du système-monde, comme l’Asie, l’Amérique latine et l’Afrique. L’Europe et le monde occidental ont perdu le (quasi-) monopole dont ils disposaient jusqu’ici sur la production des théories critiques. Ceci n’empêche pas le caractère central des États-Unis et de leurs universités dans la « république mondiale des théories critiques ». Les universités états-uniennes constituent pour les théoriciens critiques actuels un lieu de consécration comparable à celui que fut Paris pour les écrivains de la première moitié du XXe siècle.
La quatrième hypothèse est que l’innovation au sein des théories critiques actuelles est pour l’essentiel le produit de deux mécanismes. Le premier est l’hybridation, qui voit d’anciennes références du corpus critique être combinées de manière inédite, ou être associées à de nouveaux auteurs ou courants qui n’étaient pas présents dans ce corpus précédemment. En outre, l’innovation résulte de l’introduction de nouveaux objets d’analyse, comme les médias ou l’écologie. Ceci implique un renouvellement de l’appareillage conceptuel sur lequel s’appuient les pensées critiques concernées.
Enfin précisons pour finir que la présentation de tous les auteurs et de leurs pensées , des hypothèses formulées par Razmig Keucheyan s’avère toujours claire et éminemment lisible.
Introduction
I / Contextes
1. La défaite de la pensée critique (1977-1993)
Périodiser
Vers une géographie des pensées critiques
D’une glaciation à l’autre
La mondialisation de la pensée critique
Un foisonnement de références
2. Brève histoire de la « nouvelle gauche » (1956-1977)
Aliénation et crise du sujet de l’émancipation
La question du pouvoir
Résonances du structuralisme
La « pensée 68 » revisitée
Vers les nouvelles théories critiques
3. Les intellectuels critiques contemporains : une typologie
Les convertis Les pessimistes
Les résistants
Les novateurs
Les experts
Les dirigeants
II / Théories
4. Système
Michael Hardt et Toni Negri, ou la « joie d’être communiste »
L’opéraïsme – Empire et Multitude – Vers un capitalisme cognitif ?
Le renouveau des théories de l’impérialisme
Marxisme et impérialisme – Leo Panitch : chronique de la superpuissance états-unienne – Robert Cox : la théorie néo-gramscienne des relations internationales – David Harvey : spatial fix et accumulation par dépossession
L’État-nation : persistance ou dépassement ?
Benedict Anderson, Tom Nairn : les États-nations face à la mondialisation – Jürgen Habermas, Étienne Balibar : la question de l’Europe – Giorgio Agamben : l’État d’exception permanent
Capitalismes, anciens et nouveaux
Critique du capitalisme cognitif – Robert Brenner : le long retournement – Giovanni Arrighi : un dernier « cycle systémique d’accumulation » ? – Elmar Altvater : le capitalisme fossile
5. Sujets
L’événement démocratique
Jacques Rancière : la « part des sans-parts » – Alain Badiou : événement, fidélité, sujet – Slavoj Zizek : quand Lénine rencontre Lacan
Post-féminités
Donna Haraway : cyborgs de tous les pays ? – Judith Butler : la fin des identités sexuelles – Gayatri Spivak : le silence des subalternes
Classes contre classes
E.P. Thompson : la théorie constructiviste des classes sociales – David Harvey : la communauté de la classe et la classe de la communauté – Erik Olin Wright : le marxisme analysé – Alvaro Garcia Linera : classe, multitude et indigénisme
Les identités conflictuelles
Nancy Fraser, Axel Honneth, Seyla Benhabib : la théorie de la reconnaissance – Ernesto Laclau : construire les antagonismes – Fredric Jameson : capitalisme tardif et schizophrénie
Conclusion. Chantiers
Index.
Nouvelles pensées critiques ? Entretien avec Razmig Keucheyan et François Cusset
Razmig Keucheyan et François Cusset ont publié deux ouvrages importants consacrés aux « pensées critiques » et à leurs migrations planétaires (1)[1]. Croisant leurs approches, ContreTemps s’est entretenu avec les deux auteurs.
ContreTemps : Le sous-titre du livre de Razmig soulève d’emblée trois interrogations importantes en termes de méthode (la cartographie), de contenu (les pensées critiques) et de caractérisation historique (leur nouveauté). Je commence par le choix du registre cartographique. On peut être tenté d’y voir une référence à l’idée de Franco Moretti d’un atlas du roman européen au XIXe siècle, ou plus encore au projet de Fedric Jameson de « cartographie cognitive » [cognitive mapping] d’une totalité irreprésentable. Bref, pourquoi une cartographie, plutôt qu’une généalogie, une histoire, ou un simple panorama, par exemple ?
Razmig Keucheyan : L’idée qu’à l’époque « postmoderne » l’espace domine le temps, alors que la modernité se caractérisait au contraire par une domination du temps sur l’espace, est très répandue aujourd’hui. Des auteurs tels Jameson ou Laclau avancent l’hypothèse d’une spatialisation du social, et soutiennent que, lorsque le sens de la temporalité est perdu comme à l’heure actuelle, les formes de la pensée et les mouvements sociaux tendent à devenir spatiaux. D’où la prolifération de concepts géographiques, comme la « cartographie » que j’emploie dans mon sous-titre.
Je ne nie pas que quelque chose de cet ordre soit vrai. En même temps, mon usage du mot « cartographie » est plus concret et terre-à-terre, si j’ose dire. Une carte, c’est ce dont on a besoin quand on s’avance en territoire inconnu, pour s’orienter dans un espace non familier qu’on commence à explorer. C’est ce qu’on essaie d’élaborer – même à très grands traits – lorsque des cartes ne sont pas encore disponibles.
Les « nouvelles pensées critiques » sont un continent inconnu, en voie de formation, puisque la défaite historique du marxisme comme pensée et comme mouvement nous a fait entrer dans une ère nouvelle – dans laquelle le marxisme est présent, mais sur un mode différent que précédemment – dont les coordonnées nous sont encore inconnues. De là l’importance de multiplier et de confronter les cartes.
Par ailleurs, si le mot « cartographie » figure bien dans le titre, je passe mon temps dans le livre à faire de la généalogie et de l’histoire, à essayer de comprendre ce que tel penseur contemporain doit à tel courant passé, ou à périodiser et référer les traditions intellectuelles à des cycles plus ou moins longs. Cartographie et généalogie ne s’opposent donc pas à mes yeux. Mais elles ne s’opposent pas non plus aux yeux de Jameson, qui est le grand penseur des temporalités et de la périodisation, et dont l’un des mots d’ordre est « We cannot not periodize »…
François Cusset : J’ajouterais, au crédit de cette approche cartographique, ses vertus didactiques, au sens de l’exposition sélective mais raisonnée (comme les catalogues du même nom), et au sens d’une modestie nouvelle : l’horizontalité fait le pari d’une analyse qui ne procéderait pas d’un jugement historique, elle produit une certaine égalité entre les traditions et les courants décrits, ne les soumet pas à l’ordre historique du visible et de l’invisible, ou de la filiation et de la promesse. Bien sûr il n’est pas question de choisir entre ces formes à priori de la sociologie intellectuelle que sont le temps et l’espace, la cartographie plurielle et l’évolution historique – elles sont indissociables –, mais il n’en reste pas moins que cette spatialisation spontanée redonne de l’oxygène.
Elle évite le grand lyrisme ou le grand désarroi des téléologies historiques, elle déjoue même les apories de l’obsession historique, les chantages verticaux au sens et au non-sens de l’histoire, en échappant à l’alternative obligatoire entre déterminismes historiques nouvelle manière d’un côté, et de l’autre messianismes du kairos ou de l’événement comme seul dépassement de l’histoire.
A condition, comme y invitent la pensée postcoloniale ou le postmarxisme (Jameson et d’autres), d’associer à une telle cartographie la pluralité historique, de substituer au singulier de la grande H(ache) la lutte des récits, la relativité de leur élaboration, histoire dominante vs contre-histoire, histoire par en haut contre histoires par le bas, etc.
En même temps il est vrai que cette approche spatiale est le résultat d’une certaine accélération des rythmes et des rites du penser, d’un rétrécissement du cadre historique, d’une inflation des discours critiques incitant leurs commentateurs à tenter d’en saisir la simultanéité et la diversité.
Ce qui risque toujours d’être à courte vue : ici, l’approche par les institutions et les logiques de champ (par les conditions sociales de la production des savoirs), telle que la pratique Razmig, a du bon, elle compense les effets dépolitisants ou trop « photographiques » d’une cartographie au présent, elle rappelle la puissance souterraine des évolutions institutionnelles, les règles du marché des concepts, les réflexes d’adaptation du travail intellectuel… Un feuilleté d’approches et une modestie d’ensemble, qui ne prémunissent pas contre les risques de la visée exhaustive, assumée ou non.
Toute cartographie postule une totalisation, une échelle commune, la prétention de pouvoir faire le tour d’une affaire, en l’occurrence le travail intellectuel en rupture, qu’aucun livre ne saurait épuiser : les lacunes sont toujours plus nombreuses que les occurrences.
CT : La catégorie de « pensées critiques » couvre un très large éventail d’auteurs. Ne risque-t-on pas de faire un peu violence à leur diversité extrême en les rassemblant dans une même rubrique ? Ou doit-on présumer qu’ils et elles ont en commun une critique de la mondialisation capitaliste et de la multiplicité des formes de dominations dont elle se nourrit, critique qui appellerait alors une forme de totalisation ? Autrement dit, quels sont les critères centraux de cette unité ou convergence présumées par le titre du livre, et peut-on le lire comme proposition de totalisation là où nombre d’auteurs que tu abordes seraient probablement hostiles à cette perspective ?
R. K. : Ce serait comme une totalisation provisoire et partielle, qui n’exclurait pas et même encouragerait activement l’apparition de totalisations rivales… L’idée de « pensées critiques » est certes hautement problématique, mais me semble inévitable dans le présent contexte. C’est en quelque sorte la dernière tranchée qui sépare les penseurs qui, d’une manière ou d’une autre, considèrent que le capitalisme n’est pas un horizon indépassable, et les autres. Mais bien entendu, Axel Honneth et Alain Badiou correspondent tous deux à cette caractérisation, or ce qui les sépare est – presque – aussi important que ce qui les réunit…
Je ne suis bien entendu pas le seul à utiliser la notion de « pensées critiques ». Il existe aujourd’hui dans le monde anglo-saxon nombre de readers ou d’introductions à la critical theory. Mais la mise en circulation de cette expression est récente. La notion de « pensées critiques » et d’expressions voisines comme « théories critiques » n’apparaissent pas dans le lexique de la gauche des années 1960 et 1970, et sans doute moins encore précédemment (la « Théorie critique » de l’Ecole de Francfort, au singulier et avec une majuscule, c’est évidemment autre chose).
Le flou sémantique qui entoure la notion de « pensées critiques » renvoie en dernière instance au caractère incertain de la période que nous traversons, au plan des idées, mais aussi politiquement. Il renvoie aussi au fait que le marxisme, qui constituait autrefois la colonne vertébrale de ce que l’on n’appelait pas encore les pensées critiques, est devenu aujourd’hui un secteur très dynamique, mais minoritaire, de ces dernières. « Pensées critiques » est donc un concept invertébré, mais l’objet qu’il cherche à saisir l’est également…
Il serait d’ailleurs intéressant de se demander ce qui distingue la notion de « pensées critiques » de celle de French Theory qui donne son titre au livre de François. Ces expressions ne sont pas substituables à l’identique, même si elles se recoupent largement, notamment parce que quand on parle de « pensées critiques », on ne peut pas ne pas se poser la question de l’héritage du marxisme, alors que la notion de French Theory permet peut-être de contourner ce problème…
F. C. : Cette notion fourre-tout de « pensées critiques » est ambivalente, sinon embarrassante, du moins dès qu’on dépasse sa définition minimale : car du féminisme lesbien au néo-tiers-mondisme elles relèvent bien, toutes, d’une communauté en négatif, d’une opposition commune à l’eschatologie dominante ou d’un ennemi commun (moins le capitalisme en tant que tel que l’historiographie libérale supposée incontournable, avec son individualisme méthodologique, son européocentrisme, sa chronologie scolaire).
Elles relèvent peut-être encore des simples taxinomies en vogue dans l’université anglo-américaine, pour rendre plus désirables les vieilles humanités ou plus attirants les rayons « subversifs » des librairies spécialisées. Reste que le mot de « critique » est doublement piégé. D’un côté par la tentation textualiste, dans la mesure où tout l’enjeu serait le pont à jeter entre les deux sens du mot, entre opposition et exégèse, refus de l’ordre existant et interprétation des textes (même si une telle tentative peut être beaucoup mieux que textualiste, par exemple chez Edward Said).
Et, de l’autre, par ses connotations paradoxales en termes d’histoire des idées: il y a un problème quand ce terme kantien puis hégélien, venu en droite ligne de la métaphysique logocentriste (comme dirait Derrida), se trouve appliqué à Foucault, Deleuze ou Judith Butler, autrement dit à ceux-là mêmes qui firent carrière sur un dépassement annoncé du rationalisme kantien et de la totalisation historique hégélienne.
De même qu’il y a un problème à appeler « théorie critique » – bien que je pense qu’elles en relèvent en un sens nouveau –, des pensées en rupture avec la tradition dialectique et moderniste marxo-freudienne, cette tradition qui aboutit précisément à la Kritishe Theorie de l’Ecole de Francfort et de ses succédanés.
Bref, l’épithète critique risque d’avoir un sens faible. A moins de désacraliser le contenu des textes en question et de mettre l’accent sur leurs usages, leurs mises en œuvre, leurs champs de pratique, sur les modalités de réappropriation des textes pour confronter des situations d’oppression toujours singulières ou des stratégies subjectives au croisement de circonstances complexes. Dès lors toutes ces théories sont « critiques », du textualisme postcolonial jusqu’à sa critique néo-marxienne : à la mesure de leur potentiel de remise en circulation socio-politique et de son actualisation effective dans des univers variés, de l’université au militantisme, ou même aux mondes de l’art.
En outre la catégorie de French Theory est tout sauf une solution à l’ambigüité du terme de théories critiques : elle renvoie à un packaging américain, à une étiquette culturelle stéréotypée (au sens où serait nécessairement transgressive une pensée French), bref à une citation dans l’ordre des déplacements intellectuels plus qu’à une catégorie objectivement valide… Enfin c’est ce qui me semble, pour avoir tenté de faire le tour des usages de l’expression dans le contexte nord-américain.
CT : Comment proposes-tu de situer la nouveauté des « nouvelles » pensées critiques ? Nombre d’intellectuels universitaires de gauche, voire marxistes, dans les pays anglophones, se sont inscrits dans la vaste mouvance du postmodernisme à partir des années 1980. Cette nouveauté intègre-t-elle ce tournant, avec son inventivité et ses pièges, ou est-elle, au contraire, rupture avec ce moment des années 1980-1990 ?
R. K. : L’usage de l’adjectif « nouveau » pour qualifier les pensées critiques actuelles nous plonge au cœur du problème de périodisation que nous évoquions en commençant. Dire que ces pensées sont « nouvelles » implique de les considérer comme étant, au moins dans une certaine mesure, en rupture avec celles qui précédaient.
De nombreux éléments corroborent la nouveauté des nouvelles pensées critiques : comme on l’a dit, le marxisme n’est plus hégémonique, de nouveaux thèmes sont venus au devant de la scène critique, comme l’écologie, les médias ou la question postcoloniale, l’académisation-professionnalisation des penseurs critiques s’est approfondie, le rapport à la politique concrète s’est encore distendu, la chute de l’URSS a changé la donne géopolitique, etc…
En même temps, l’histoire est faite de cycles qui se superposent. Que l’un de ces cycles s’achève n’implique pas que les autres se terminent également. Comme aimait le dire Daniel Bensaïd, les temps sont « discordants ». Si bien que, parallèlement aux éléments de nouveauté que j’ai suggérés, les pensées critiques se caractérisent aussi par des éléments de continuité, qui sont peut-être constitutifs d’un cycle politico-intellectuel de plus longue durée : des thématiques comme l’Etat ou l’analyse du capitalisme persistent, la question des opérateurs (pour ne pas dire « sujets ») de l’émancipation reste omniprésente, le (non) rapport entre la théorie et la pratique demeure tout aussi anxiogène pour les intellectuels critiques contemporains… L’histoire dont nous parlons est en réalité en train de se faire, elle vient même à peine de commencer. Il y a donc peu de certitudes…
Concernant ta question sur le postmodernisme, si l’on prend ce terme au sens que lui confère Jean-François Lyotard de fin des « grands récits », il est clair que les penseurs critiques dont je parle s’opposent en principe au postmodernisme ainsi entendu, puisque tous cherchent à leur manière à réactiver des projets d’émancipation à grande échelle (pas nécessairement sous la forme de « récits », mais c’est une autre affaire).
Il arrive donc que j’aborde des auteurs communément classés dans la catégorie des « postmodernes », comme Donna Haraway par exemple, mais lorsque je le fais, c’est avec l’intention de montrer que leurs idées peuvent être lues comme participant de l’histoire des théories de l’émancipation, c’est-à-dire comme « modernes » (au sens là encore de Lyotard). Dans le cas de Haraway, ce n’est d’ailleurs pas difficile à montrer, puisque son fameux Manifeste cyborg a pour sous-titre « La science, la technologie et le féminisme-socialiste à la fin du XXe siècle », ce qui montre qu’elle même considère le cyborg comme une figure socialiste !
F. C. : A lire le livre de Razmig on entend « nouvelles » comme s’appliquant davantage aux modalités de la critique qu’aux pensées elles-mêmes, la nouveauté moins comme affaire de contenu conceptuel ou argumentaire que comme affaire de focale, et d’orientation : pluralisation des voies de la critique (qui s’attaque non seulement au terrain social « classiste », mais aussi au contrôle social, à l’encadrement normatif, à l’oppression sexuelle ou identitaire, aux nouvelles bien-pensances, etc.), déplacements des enjeux qui font une place plus grande aux enjeux culturels ou de reconnaissance, mais renouvellement aussi des objets à mesure que le capitalisme néolibéral entrait dans une phase nouvelle : fin de sa rivalité structurante avec son autre supposé (le capitalisme d’Etat soviétique), essor des nouvelles technologies et du profit « cognitif », production directe de la subjectivité et des normes de vie au sens de Foucault.
Voilà en quoi les auteurs variés que passe en revue cette cartographie, et qui forment effectivement à eux tous un rempart intellectuel contre l’ordre dominant, peuvent être qualifiés de « critiques » en un sens neuf : non pas en termes de paradigmes ou d’organisation du discours, mais en termes d’objet, d’énonciation, de « genre » aussi ou de type de discours.
Et ce moyennant un déclin relatif de l’énonciation philosophique classique et des sciences sociales, au profit d’un discours théorique plus prescriptif et plus fragmentaire mais aussi d’énonciations de type littéraire ou de contre-récits historiques. Bref : il serait un peu rapide d’en conclure qu’il n’y a rien de neuf sous le soleil intellectuel critique (ou qu’à l’Ouest rien de nouveau, compte tenu de l’émergence de penseurs venus d’Asie ou de l’hémisphère sud), mais disons que le recours si courant à Deleuze, Foucault ou Negri, et les déclarations de guerre un peu rhétoriques aux « maîtres » d’il y a cent ans, n’ont pas invalidé pour autant, chez beaucoup de ceux qui les prolongent aujourd’hui, les perspectives générales de la dialectique historique (Marx) et de l’analyse critique de la subjectivité (Freud).
Quant au mot « postmoderne » pour coiffer la plupart des nouveaux courants critiques en question, je m’en méfie beaucoup : il est plus normatif qu’explicatif, il révèle davantage un jugement axiologique chez qui l’emploie qu’il ne désigne quoi que ce soit de cohérent. Même son sens en théorie littéraire comme « déstructuration » ou sa définition lyotardienne comme « incrédulité à l’égard des grands récits » sont aujourd’hui trop galvaudés pour éclairer quoi que ce soit. La seule chose intéressante avec ce mot un peu insultant de « postmoderne » (disons pour faire vite que quiconque l’utilise ne l’aime pas, car qui s’en revendiquerait ?) est la vague polarisation sentimentale qu’il produit : moderne vs postmoderne c’est plus que Marx vs les Queer Studies (car pourquoi seraient-elles incompatibles ?), la mélancolie vs l’ironie, la nostalgie vs la mémoire sélective, le temps de la rupture vs le temps composite, la libido totalisante vs le désir circulatoire, etc. En fin de compte, différence d’attitude, ou de style, plus que de contenu.
CT : On peut être aussi tenté de voir dans cette diversification des problèmes et enjeux un effet de l’université concurrentielle qui doit « innover », trouver des niches pédagogiques et éditoriales, entrer dans ou entretenir des logiques de prestige (à l’image d’un marché des « groupes » sociaux et des reconnaissances dans lequel l’Etat lui-même joue un rôle central de fragmentation et de codification). Que penser de cette ambiguïté ? Sur ce terrain, pourrait-on d’ailleurs imaginer que, paradoxalement, la loi LRU de mise en concurrence (et d’appauvrissement pur et simple) des universités françaises, favorise une réception plus active et l’aménagement d’un espace contradictoire des pensées critiques ?
R. K. : Les mécanismes qui sous-tendent la réception des pensées critiques en France depuis quelques années sont très intéressants. Cette réception repose, semble-t-il, sur cinq principaux acteurs. D’abord, une nouvelle génération d’éditeurs radicaux, sortes de rejetons tardifs de Maspero, qui importent avec une belle ténacité les penseurs critiques internationaux : Prairies ordinaires, Amsterdam, Agone, Lignes, la Fabrique, etc. Il faut saluer le travail de ces éditeurs, qui ne ménagent pas leur peine dans une conjoncture économique difficile.
Deuxième acteur : une série de figures tutélaires, qui appartiennent à la génération 68 (pour faire bref), qui ont « tenu » pendant les années 1980 et 1990, et dont les travaux retrouvent aujourd’hui une seconde (ou même une première…) jeunesse en étant lus par un nouveau lectorat. Je pense notamment – dans des styles certes très différents – à Alain Badiou, Jacques Rancière, Etienne Balibar, Daniel Bensaïd…
Ces penseurs produisent eux-mêmes des pensées critiques, mais du fait de leur forte internationalisation, ils exercent aussi une fonction d’« interface » entre la France et des penseurs étrangers. Voir par exemple le duo philosophique formé par Badiou et Slavoj Zizek : copublication de L’Idée du communisme (chez Lignes), échange de lettres à propos des écrits de Mao (à La Fabrique), etc.
Le troisième acteur de cette réception, ce sont les mouvements sociaux, qui ont repris quelques couleurs après les « cauchemardesques » années 1980 et 1990. L’intérêt actuel pour les nouvelles pensées critiques n’est pas abstrait, il intervient dans un contexte de crise du capitalisme et d’affaiblissement de l’hégémonie néolibérale, où le besoin de penser les alternatives au système est grandissant.
Le quatrième acteur, ce sont les générations d’« intellos précaires » que l’université produit désormais en quantité industrielle. Ces intellectuels ont réalisé leurs thèses dans des conditions souvent difficiles, et se trouvent ensuite en galère de postes, ou lorsqu’ils ont la chance d’en avoir un, ils s’aperçoivent que les tâches administratives qui pèsent sur un maître de conférences, du fait des réductions drastiques d’effectifs chez les Biatoss, font de la recherche un luxe de plus en plus inatteignable. Une part significative du lectorat des pensées critiques est composée de ces intellos précaires.
Le cinquième acteur de la réception des pensées critiques est le plus problématique. L’institution la plus à l’avant-garde de cette réception est incontestablement Sciences Po, modèle de l’université française du futur… Le CNAM, m’a-t-on dit, est lui aussi en pointe sur certains de ces thèmes. On trouve à Sciences Po depuis plusieurs années des cours où il est question de Spivak, Jameson, Rancière, Stuart Hall, Haraway, etc.
Si ce que la LRU nous prépare est la généralisation du modèle économique et pédagogique de l’IEP (ou une version amoindrie de celui-ci), la réception des pensées critiques se fera dans les meilleures conditions… Deux questions se posent à partir de ce constat : d’abord, quelles sont les motivations des directions de ces institutions (semi-)privées lorsqu’elles mettent des penseurs radicaux à leur programme ? Ensuite, que faire pour que les pensées critiques ne deviennent pas le dernier courant de pensée inoffensif à la mode ?
Concernant la première question, les pensées critiques ont pour elles l’attrait de la nouveauté, une nouveauté qui, de plus, est en provenance des Etats-Unis. Il est possible aussi, comme tu le dis, qu’une logique de « niche » pédagogique dans un contexte de concurrence accrue entre universités se mettent en place. Une prime à l’innovation pédagogique (superficielle) sera l’une des conséquences de cette concurrence. Que le pouvoir joue la fragmentation des intérêts des classes populaires, et que ceci trouve une traduction dans les disciplines et traditions des sciences humaines est possible aussi, même si une analyse plus approfondie serait nécessaire pour établir ce fait.
Concernant la seconde question, la réponse est assez simple : le seul moyen d’éviter que les pensées critiques ne soient aseptisées par leur circulation dans ce genre d’institutions est de les arrimer solidement à des mouvements sociaux antisystémiques…
F. C. : Je n’ai rien à redire aux cinq facteurs avancés par Razmig de l’émergence, ou de la ré-émergence, en France des pensées critiques en question, sinon qu’il s’agit autant d’effets que de causes, de symptômes que de facteurs au sens strict. Car j’insisterais davantage ici sur deux lames de fond, deux conditions plus globales, l’une historique et l’autre relevant d’une nouvelle géopolitique des concepts : il y a l’essor, à partir de la seconde moitié des années 1990 (dans la foulée du mouvement social de la fin 1995 et des mouvementismes de 1996-1997), de formes de lutte et de problématisation nouvelles, sur les ruines de l’unitarisme social à l’ancienne (celui du PCF et des grands bastions syndicaux), autour d’un nouage inédit entre luttes spécifiques liées aux formes de vie et de survie, logiques minoritaires et identitaires, et réappropriation de l’initiative intellectuelle par des collectifs de lutte, un tournant majeur dont on connaît les combats les plus acharnés (pour le droit au logement, les sans-papiers, les minorités sexuelles ou la mondialisation des luttes) et qui a dessiné, au-delà de la seule cause « altermondialiste » la mal-nommée, le cadre de réception de ces pensées critiques ; et puis il y a la mondialisation des instances de production des savoirs critiques, à partir de l’université anglo-américaine et de son marché des pensées subversives, mais pas seulement, toute une géopolitique nouvelle des concepts où l’on trouve de tout (le meilleur comme le pire des discours postcoloniaux, postféministes ou techno-anarchistes) et dont la France repliée sur elle-même des années 1980 était restée coupée, pour cause de chantage antitotalitaire et de désillusion de la gauche au pouvoir.
Or cette France-là rejoint bon gré mal gré depuis quelques années l’arène critique mondialisée, parce que les conditions politiques aussi bien que les générations changent, si bien que sous couvert d’objets théoriques exotiques comme le postcolonialisme ou la critique queer, nous reviennent depuis peu, à la faveur de cette entrouverture tardive et encore difficile, les corpus intellectuels critiques élaborés en Europe occidentale, notamment en France (de Foucault et Deleuze jusqu’à l’Ecole de Francfort), ces référents théoriques qu’avaient cru pouvoir invalider pour toujours les penseurs réactionnaires du tournant des années 1980.
Dans cette logique, j’ajouterai, sur la question de la « diversité » des causes défendues et du « marché de la reconnaissance », qu’il faut se méfier de la polarisation trop symétrique, terme à terme, entre le preux combat social unitaire et la balkanisation égoïste des petites différences, l’affaire étant à la fois plus complexe et, sur le terrain, beaucoup plus mélangée.
Enfin, sur la loi LRU, comme d’ailleurs sur ce rôle étrange de passeur que joueraient ici des institutions dominantes telles que Sciences Po ou le CNAM (pour reprendre le « cinquième facteur » de Razmig), je ne pousserais pas trop loin le paradoxe, ou cette ruse de la raison marchande favorisant soudain les pensées critiques pour attirer étudiants et capitaux : imaginer qu’une université néolibérale, fragmentée (ou reféodalisée) sinon privatisée, suffirait à ouvrir un boulevard à tous les discours critiques du moment, c’est croire que les obstacles français à cette pensée critique, si flagrants pendant si longtemps, seraient imputables uniquement aux logiques institutionnelles, au centralisme à la papa de l’université d’hier.
Alors que la résistance est plus profonde en France, ou plus ancienne, elle renvoie à tout un rapport à la science et à l’objectivité, à une idéologie sous-jacente de l’Etat rationnel et de l’universalisme abstrait, à une vulgate « anticommunautariste » qu’entonnent aussi bien les gaullistes historiques que les socialistes d’appareil, ou même Jean-Luc Mélenchon qu’Alain Finkielkraut. En bref, la circulation et le succès des pensées critiques est certes fonction d’un marché intellectuel et universitaire, mais pas seulement, et Valérie Pécresse n’est pas avant tout une contrebandière de discours en vogue contre le pouvoir du mâle blanc hétérosexuel…

CT : Pour finir, si le domaine des pensées critiques dans ses dimensions académiques, culturalo-centrées (pour une large part) et nord-américaines, avec ses logiques de prestige, tend à être dominant en général (à l’exclusion relative de la France), peut-on encore lui trouver un extérieur, des intellectuels qui ne seraient pas encore médiés par lui et qui, bien que moins ou pas visibles, doivent être nombreux ? Ou le champ intellectuel critique contemporain tient-il sa condition d’existence – avec toutes ses nuances et contradictions – à ce seul horizon, sans déconnexion possible ? Razmig, je retiens de ta conclusion que tu répondrais par l’affirmative à cette dernière question. Peux-tu en dire un peu plus ici et suggérer ce qui pourrait constituer une alternative à cette dominante ? François, au-delà des migrations de la « théorie française » aux Etats-Unis, tu t’intéresses à quelque chose comme une géopolitique des cultural studies et d’un champ intellectuel qui est aussi celui des pensées critiques. Penses-tu que puissent exister une pertinence et une capacité d’intervention intellectuelle en deçà de cet écran mondialisé ? Ne pourrions-nous pas être coupables, finalement, d’un effet de disproportion de milieux intellectuels cooptés par l’impérialisme et la communauté de l’argent, et ce, aux dépens d’un monde qui resterait, en vérité, autrement plus vaste et méconnu ?
R. K. : Perry Anderson a montré qu’à l’époque du marxisme classique, celui de Lénine, Trotsky, Rosa Luxemburg ou Otto Bauer, les principaux producteurs de marxisme étaient aussi les principaux dirigeants des organisations ouvrières de leur temps. A partir du milieu des années 1920, une rupture s’opère entre la théorie et la pratique, du fait de la glaciation stalinienne notamment, si bien que la distance se creuse entre les producteurs de marxisme et ces organisations.
Anderson ne dit pas qu’à l’époque du marxisme classique, le mouvement ouvrier était dirigé par des « intellectuels », fussent-ils des intellectuels marxistes. Il dit que la théorie et la pratique étaient à cette époque indistinctes, ce qui est très différent. En somme, Lénine ou Trotsky n’étaient pas des « intellectuels » au sens actuel de ce terme. Cette analyse d’Anderson procède en partie d’une idéalisation à posteriori du marxisme classique, mais elle saisit quelque chose d’important le concernant.
Quelle est la situation aujourd’hui sur le front des rapports entre la théorie et la pratique ? L’écrasante majorité des penseurs critiques que j’évoque dans mon livre sont des universitaires, sans affiliation organisationnelle d’aucune sorte.
Zizek, Jameson, Rancière et consorts ont certes pu croiser à un moment ou un autre de leurs parcours le champ politique proprement dit, mais pour l’essentiel ils se cantonnent à un rôle de conférenciers radicaux, le plus souvent dans de prestigieuses universités, au mieux dans des forums sociaux mondiaux ou régionaux. La seule exception notable à ce constat est Alvaro Garcia Linera, le vice-président bolivien, qui est aussi un théoricien subtil, que l’on peut par conséquent considérer comme une sorte de marxiste classique perdu dans un siècle qui n’en produit plus…
La professionnalisation-académisation des pensées critiques est due à plusieurs facteurs. Le principal est l’approfondissement constant de la division du travail, dont se nourrit le capitalisme, et en particulier de la division entre le travail manuel et le travail intellectuel, que Marx considère comme la matrice de toutes les divisions du travail. Ce constat est effectivement pour moi une donnée irréductible de la période, qu’il faut bien entendu combattre activement, mais dont il faut commencer par prendre la mesure.
F. C. : Oui, tout tient encore et toujours aux conditions d’articulation d’une élaboration théorique autonome et de champs de pratique (et de lutte) constitués, ou au vieux rapport entre textes et contextes, entre lectures et usages, ou mises en œuvre, comme c’était déjà le cas sous Blanqui, sous la « République des professeurs », puis sous le règne des marxistes « scientifiques » de la rue d’Ulm.
Sauf qu’il y a aujourd’hui beaucoup à faire, et à reconstruire. Entre la constitution du champ universitaire critique en classe intellectuelle d’élite roulant plus souvent pour ses carrières que pour le « hors-texte », le déclin des sciences sociales qui avaient offert pendant quelques courtes décennies un certain modèle de rapport entre théorie et pratique, la dispersion aussi bien des paradigmes théoriques que des sites et des motifs de la lutte politique, et en arrière-plan la logique autophage d’un capitalisme cognitif (ou d’une « société apprenante ») qui finit souvent par mettre les outils intellectuels critiques au service de ce contre quoi ils furent d’abord élaborés…
On est dans une situation où beaucoup est à faire pour éviter que le travail intellectuel ne soit irrémédiablement déconnecté du combat social. Mais beaucoup se fait, surtout hors de France, cette vigilance-là est partagée par pas mal de monde, et quels qu’en soient les qualificatifs (avec les limites qu’on a dites du mot « critiques »), le travail intellectuel effectif me semble aujourd’hui plus éloigné qu’hier du fantasme de l’omniscience, de la religion de la théorie, du mythe des idées changeant le monde.
Et on avancerait un peu, il me semble, à se représenter l’intellectuel contemporain moins sous les traits du maître-penseur ou du subversif en chaire (tenured radicals, disent les Américains) que sous les aspects du collectif de lutte, du militant détricotant un texte de loi, de l’artiste pratiquant le happening comme une maïeutique, ou du précaire se bricolant un kit de survie entre lectures et séminaires. Un peu comme Deleuze trouvait qu’un mathématicien, un musicien ou un psychothérapeute alternatif sont souvent plus directement des « philosophes » que ceux qui en font profession.

Propos recueillis par Thierry Labica
cet article est paru dans la revue Contretemps n° 8
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[1] Razmig Keucheyan, Hémisphère gauche. Une cartographie des nouvelles pensées critiques, Zones, 2010 ; François Cusset, French Theory, Foucault, Derrida, Deleuze et Cie et les mutations de la vie intellectuelle aux Etats-Unis, La Découverte, 2003.
date:
17/04/2011 – 15:42

La odisea roja. Varias líneas al retrato político de Jorge Vivó d’Escoto

La odisea roja. Varias líneas al retrato político de Jorge Vivó d’Escoto***

Víctor Jeifets*
Universidad Estatal de San Petersburgo (SP, Rusia)
jeifets@gmail.com
Lazar Jeifets**
Universidad Estatal de San Petersburgo (SP, Rusia)
lazarjeifets@gmail.com

  • Ph.D. en Historia, profesor de la Universidad Estatal de San Petersburgo (Facultad de Relaciones Internacionales) y de la Universidad de Instrumentación Aerospacial.
    • Ph.D. en Historia, profesor de la Universidad Estatal de San Petersburgo (Facultad de Relaciones Internacionales), representante del Instituto de América Latina en San Petersburgo.
      • Este artículo es producto del proyecto de investigación: “URSS, Rusia y la formación del sistema de partidos en América Latina” financiado por la Universidad Estatal de San Petersburgo. Este texto, con la excepción de la introducción que fue traducida por Vladimir Rouvinski, fue traducido al español por Yulia Ryzhikh, egresada de la Academia Médica Sechin de Moscú.

CS No. 14, 167–200, julio-diciembre 2014. Cali, Colombia

Resumen

La historia del comunismo internacional y de varios Partidos Comunistas (PC) sigue siendo una gran laguna historiográfica a pesar de la apertura parcial de los archivos de la Interna¬cional Comunista. Sobre todo, tiene que ver con la falta de información acerca de las activi¬dades de varios militantes y dirigentes de la izquierda. El único PC gobernante en América Latina, el de Cuba, tampoco logró evitar este problema. Los autores del artículo pretenden trazar las líneas principales de la vida y actividades políticas del “Secretario General olvida¬do” que dirigía el PCC a inicios de los años 1930s, Jorge A. Vivó d’Escoto.

Era, además, uno de los personajes claves del desarrollo de la izquierda centroamericana, colombiana y mexicana; y estos pormenores de su biografía también se revelan en el texto. El artículo se basa en la enorme cantidad de los materiales de archivos rusos y mexicanos.
Palabras clave: Comintern, Cuba, Colombia, México, Jorge Vivó.
Introducción

La historia de la Tercera Internacional (Komintern) y los vínculos que ha tenido con sus filiales en distintos países, sigue siendo uno de los vacíos de la historio¬grafía internacional. La situación es muy parecida a la historia de la izquierda mundial, especialmente en lo que se refiere a la historia de la izquierda latinoa¬mericana. A pesar de que las relaciones entre la Komintern y los comunistas la¬tinoamericanos han sido tema de investigaciones académicas durante décadas1, son pocos los trabajos que han utilizado fuentes primarias.

Lo anterior no nos debe sorprender puesto que los archivos de la Komintern, la mayoría de los cuales se encuentra en la ciudad de Moscú, y permanecieron inaccesibles para muchos de los investigadores, incluso para miembros destacados de los parti¬dos comunistas. Solo después de la desaparición del sistema soviético en 1991, se pudo levantar un poco esta cortina de hierro que rodeaba a los archivos.

Algunos documentos de la Tercera Internacional, así como otros materiales relacionados con las estructuras del partido comunista mundial, ya han sido publicados. Estos documentos consisten, en buena parte, en las memorias de los congresos de la organización, documentos que ilustran las actividades de liderazgo de la Komintern. A partir de estos documentos se puede especular –aunque de forma parcial– sobre el papel que han jugado los países de América Latina, en su conjunto, en la estrategia de la Komin¬tern, así como sobre algunas de las tendencias del desarrollo y evolución de la izquierda latinoamericana.

Sin embargo, una investigación que solo tiene en cuenta fuentes oficiales es insuficiente debido a varias razones. La primera es que este tipo de documentos rara vez asumen las controversias y discusiones acerca de las estrategias y las tácticas de la Tercera Interna¬cional. Otra preocupación sobre estas investigaciones reside en la falta de información acerca del mecanismo de toma de decisiones en el Partido Comunista Internacional. Adicionalmente, los documentos mencionados no prestan suficiente atención a las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los partidos. Por fuera del record oficial quedaron directivas y ofertas que llegaban de Moscú y eran recibidas por miembros de la izquierda latinoamericana.

En cierta medida, la falta de conocimiento existente podría sopesar¬se con ayuda de memorias de activistas del partido comunista internacional y disidentes que abandonaron el partido. No obstante, no se puede confiar plenamente en dichos testimonios.

1 Véase, por ejemplo: Alexander R. J. Communism in Latin America. New Brunswick, 1957; Goldenberg B. Kommunismus in Lateinamerika. Stuttgart, Koln, Mainz:, 1971; Caballero M. La Internacional Comunista y la Revolución Lati¬noamericana 1919-1943. Caracas, 1987. Sin embargo, como reconoció uno de los autores de estas monografías, todas estas investigaciones poseían una falla: una parte considerable del análisis se basaba “en suposiciones y conjeturas”.

La combinación –de manera casi abierta y durante prácticamente toda la existencia de la organización– de actividades públicas y secretas, es una de las particularidades de la Tercera Internacional que impide la investigación de la historia de la izquierda nacional fuera del contexto de la historia de la Komintern, así como de las prácticas cotidianas de trabajo de su liderazgo y su personal. El partido comunista internacional se constituyó como un actor autoritario cuyas dependencias locales y centrales deberían funcionar como partes de un mismo organismo. Todas las secciones nacionales de la Tercera Internacional, especialmente las de los países latinoamericanos, se vieron su¬jetas a la fuerte presión ejercida por Moscú.

Otra dificultad académica a tener en cuenta frente al estudio de la Tercera Internacional, es que muchos de los documentos relevantes ya no existen. Algunos de estos documentos desaparecieron debido a la ilegalidad de algu¬nos partidos comunistas latinoamericanos, otros, como los archivos policia¬les, continúan inaccesibles. Desde esta perspectiva, el archivo histórico de la Komintern constituye una fuente clave para el estudio de la izquierda.

Hoy en día, el acervo documental del Archivo Ruso de Historia Socio- Política representa la colección más grande del mundo en cuanto a do-cumentos relevantes sobre las actividades de movimientos de izquierda bajo la sombra de la Komintern. Se trata de alrededor de 22.000 folios con varios millones de páginas en casi noventa idiomas. Entre estos folios se encuentran documentos originales de siete congresos, así como documen¬tos del Comité Ejecutivo (CE) de la Internacional Comunista y de más de sesenta organizaciones internacionales comunistas y socialistas.

En general, y contrario a la situación que se presenta con documentos de sindicatos, el archivo de la Komintern contiene pocos documentos internos de parti¬dos comunistas latinoamericanos, mientras que hay un número significativo de correspondencia entre la izquierda local/nacional y Moscú. Un análisis detallado de esta correspondencia puede facilitar la tarea de comprender mejor lo que estaban pensando los militantes comunistas, en particular, en relación al papel y lugar de su organización en el contexto político y socio-económico de su propio país.

A partir de este archivo y a través de las memorias personales de los activistas y militantes de izquierda, se puede estudiar, desde fuentes prima¬rias, el desarrollo y evolución de la izquierda. Lo anterior permite ilustrar de mejor manera la historia “extra oficial” que los documentos oficiales raramente dejan entrever. El contenido de las carpetas personales de varios comunistas permite no solo compendiar los hechos bibliográficos de los miembros de la Tercera Internacional sino también precisar las posibles opciones de desarrollo del movimiento revolucionario en el continente.

Los escritos, cuyos autores no pensaron que algún día serían publicados, contienen detalles que tienen un valor sobresaliente respecto a la historia de los partidos comunistas locales. Se puede considerar una paradoja el he¬cho de que en una organización tan burocrática como lo era la Komintern, no se hizo ningún intento sistemático de crear un archivo de datos biblio¬gráficos de militantes comunistas. La única excepción son los funcionarios del CE de la Komintern que tenían que llenar formularios, presentar hojas de vida, fotografías etc.

El archivo no cuenta con datos biográficos signi¬ficativos en relación con los personajes más sobresalientes de la izquierda latinoamericana, ni siquiera de aquellos que eran miembros del CE; líderes de estructuras regionales de la Tercera Internacional y de partidos y sin¬dicatos comunistas, como: Alejandro Barreiro y Julio Antonio Mella del Partido Comunista (PC) de Cuba, Tomás Uribe y Moisés Prieto (PC de Colombia), Isaías Hiriarte y Luis Emilio Recabarren (PC de Chile), José F. Penelón y Juan Greco (PC de Argentina), José Allen (PC Mexicano, Buró Latinoamericano de la III Internacional).

La información disponible no tiene carácter sistemático, depende en gran parte del carácter y las capacidades de cada militante, así como de sus deseos de contar, en detalle, su historia de vida. Las autobiografías de Jorge Vivó d’Escoto (PC de Cuba), de Georgiy Skalov (Sinani), Jefe del Lender Secretariado de Suramérica y América Central, y de Antonio Maciel Bon¬fim (Miranda, PC de Brasil), son ejemplos sobresalientes de este tipo de documentos. Al contrario, los documentos personales de Blas Roca (PC de Cuba), y de los hermanos Rodolfo y Orestes Ghioldi (PC de Argentina), no constituyen casos de estudio interesantes.

Desde una perspectiva general, el tesoro de los documentos que se en-cuentra en Moscú, facilita enormemente el estudio de la historia de la iz-quierda latinoamericana a través de un mejor entendimiento del papel que jugaron los partidos comunistas en el ambiente político y social de cada país. La pregunta sobre quienes deben ser caracterizados como sujetos históricos que contribuyeron al desarrollo de los movimientos comunistas y de izquierda en Latinoamérica, es una tarea metodológica significativa.

Tradicionalmente, muchos investigadores otorgan importancia al papel que jugó el liderazgo del partido; perspectiva institucional que demanda un estudio detallado del movimiento de izquierda bajo la lógica de su or-ganización, la lucha interna y la incidencia de los líderes del movimiento en eventos locales. Al mismo tiempo, no se debe olvidar que, para los co-munistas, los cambios en la cúpula de liderazgo del partido –y, en cuanto a lo internacional, en la cúpula de la Komintern– son el resultado de una lucha ideológica y política que con frecuencia construye las bases de los cambios posteriores de la estrategia del partido.

La historia completa de la Tercera Internacional muestra que los casos de contradicciones entre la política de los altos mandos del partido comunista mundial y la opinión de sus secciones nacionales, no fue una ocurrencia episódica. No obstante, la construcción de un mecanismo de toma de decisiones de abajo hacia arriba, o sea, desde el nivel local hasta el nivel de liderazgo internacional, solo puede caracterizarse como imposible.

De igual modo, es importante investigar los orígenes de las tendencias políticas y organizativas de la izquierda latinoamericana; puesto que, según Maurice Duverger, “todos los partidos se ven impactados fuertemente por su origen, de la misma manera en que las personas llevan toda su vida el sello de su niñez” (Duverger, 1951). De esto, el archivo de la Komintern contiene una cantidad asombrosa de documentos varios relacionados inter alia con la fundación de partidos comunistas y el papel que han jugado en este proceso las facciones locales y Moscú desde una perspectiva internacional.

El marco de análisis tradicionalista gramsciano2 hace mayor énfasis en la inte¬gración de la historia del partido en la historia de la sociedad3, que en la recons¬trucción de la vida interna de una organización política desde su nacimiento, y los debates ideológicos que resultaron en la formación de la ideología del mo¬vimiento. Desde una perspectiva similar, Perry Anderson propone vincular la evolución de los modelos nacionales del comunismo con la historia del “balance de poder nacional” de clases, partidos e instituciones estatales en cada sociedad particular. En otras palabras, aprender sobre la izquierda solo es posible teniendo en cuenta el contexto socioeconómico y político del hecho en cuestión.

Sin embargo, desde la perspectiva de los autores de este artículo, la propuesta analítica de Gramsci y Anderson, no cuenta con un poder ex-plicativo suficiente, ya que en la mayoría de países no europeos el naci-miento de movimientos de izquierda y comunistas no se debe a la anterior evolución del movimiento obrero.

De igual manera, no tiene mucho sentido buscar relaciones entre la evolución de la sociedad global y la izquierda nacional porque, durante varios años, la lógica de desarrollo del partido comunista y de la Komintern estipulaba una adaptación de las activida¬des de la izquierda a los estándares universales impuestos por la Tercera Internacional.

Debido a estas particularidades de la evolución de los mo¬vimientos de izquierda en América Latina, la investigación respecto a la vida de los actores políticos que implementaban la “línea de Moscú” –o a veces se oponían a ella–, tiene un valor especial para los investigadores. El estudio de la vida de dichos actores puede significar una cierta personali¬zación de los hechos históricos a costa de prestar una menor atención a la lógica de desarrollo de los grupos locales de izquierda. Por esta razón, el análisis de las biografías políticas de los representantes de las fuerzas de izquierda es una de las condiciones necesarias para comprender mejor, y en su totalidad, el movimiento de la izquierda. El reconocido activis¬ta de partidos comunistas de varios países latinoamericanos, Jorge Vivó d’Escoto, es uno de estos actores clave del campo político de la izquierda. Sin embargo, su biografía es prácticamente desconocida.

2 Una variedad del acercamiento formacionalista, con elementos de estructuralismo, sobre los estudios del movimiento de izquierda.
3 “Evidentemente será necesario tener en cuenta el grupo social del cual el partido en cuestión es la expresión y la parte más avanzada. La historia de un partido, en suma, no podrá ser menos que la historia de un determinado grupo social. Pero este grupo no está aislado; tiene amigos afines, adversarios, enemigos. Sólo del complejo cuadro de todo el conjunto social y estatal (y frecuentemente también con interferencias internacionales) resultará la historia de un determinado partido, por lo que se puede decir que escribe la historia general de un país”. A. Gramsci. Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Madrid- Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1972-1980.176

El misterioso “Pablo” y su papel en las actividades de la Komintern en América Latina

Blas Roca, el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, hablando de su vida en una entrevista en su aniversario 70, mencionó su elección como secretario general del Partido Comunista de Cuba (PCC) en el Segundo Congreso del año 1934, luego de que el puesto fuese ocupado por alguien llamado “Pablo”.

Blas Roca no mencionó el verdadero nombre de “Pablo” y no dio una descripción detallada de su personalidad ni de sus actividades. ¿Falló la memoria del veterano? o ¿por alguna razón –personal o política– no consideró adecuado revelar dicha información? Otro aspecto es aún más interesante: ¿por qué R. Martínez Villena, según la opinión de B. Roca, aplicando métodos autoritarios para dirigir el partido clandestino, es considerado una figura de culto en Cuba, pero el verdadero nombre de otro dirigente del PCC, que cometió errores similares, quedó en el olvido?

Blas Roca no pudo haber olvidado al hombre con quien trabajó hombro a hombro durante varios años en el Buró Político, y con el cual asistió al VII Congreso. Por consiguiente, él simplemente no quería hablar en detalle sobre el tema. Además, en la entrevista surgieron otras inexactitudes asociadas con la figura de «Pablo», parece ser que no era trabajador ni tenía procedencia de la clase obrera. Francisco Calderio (que en aquel momento tenía el apodo de «Julio Martínez», y más tarde se conocería como «Blas Roca»), secretario general del partido, miembro del Buró Político y Secretariado, jefe interino del Comité Militar del Comité Central, fue elegido en el Pleno del CC el 14 de noviem¬bre de 1933, sustituyendo al trabajador ferrocarrilero «Sampedro» (Isidro Figueroa)4, el cual por un corto período de tiempo había dirigido el partido.

4 Figueroa Botempo, Isidro («Sampedro»; «Edmundo Sampedro»; «San Pedro»; «Luis Granda»; «Grau»). Estudiante de la UP “José Martí”. Miembro del CC de la Liga de Jóvenes Comunistas y del PCC. Suplente del secretario general del PCC (1930-1933), en la misma época era miembro del Bureau Político del CC del PCC, encargado por los departamentos de organización y sindical del CC, dirigente del Comité del PCC en La Habana. Secretario General Interino del PCC en agosto-diciembre de 1933. Durante la revo¬ lución de agosto dirigía al PCC junto con Vivó y Ordoqui. En el Pleno del CC del PCC en diciembre del mismo año fue electo miembro del Bureau Político y del Bureau Ferrocarrillero del CC, también le eligieron secretario general del Comité del PCC en La Habana. Véanse más detalles en: Jeifets L., Jeifets V., Huber P. La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1943. Ginebra: Instituto de Latinoamérica de la Academia de las Ciencias (Moscú), Institut pour l’histoire du communisme (Ginebra). 2004. pp. 110-111.

“Pablo”, uno de los secretarios “olvidados” del PCC, era Jorge Abilio Vivó d’Escoto, cuya biografía tratamos de representar en el presente, en aras de resta¬blecer la justicia histórica con respecto a este personaje pintoresco del movimien¬to revolucionario cubano y latinoamericano de los años 1920-1930. La revisión de su bibliografía también es un caso que permite vislumbrar las tensiones ideológi¬cas dentro de organizaciones comunistas locales, que muestran una historia para¬lela y extra oficial. Esta historia paralela, muestra el desarrollo de la izquierda bajo otros lentes :unos más alejados de las doctrinas de estudio tradicionales, pero que al mismo tiempo permiten apreciar el factor humano de las luchas internas que terminaban definiendo el accionar y las líneas políticas de los partidos comunistas.

Jorge Abilio Vivó d’Escoto nació en La Habana el 22 de febrero de 1906 en una familia semi-burguesa y estudió derecho y antropología. En la época en que Vivó estudiaba, la isla literalmente “hervía” debido a las tensiones políticas de la época. La corrupción y el nepotismo florecidos del Gobierno de Alfredo Zayas condujeron a su rechazo masivo, dando lugar a protestas regulares. Un factor igualmente importante fue el descontento frente a la dependencia de la “seudorepública” del vecino Estados Unidos, que influía activamente en la vida política y económica de Cuba. En la escena política aparecieron grupos de “minoristas”5: la Asociación Nacional de Veteranos y Patriotas, y la Federación Obrera de La Habana (FOH), entre otras. A principios de la década de 1920, en muchos países de América Latina se desarrollaba con rapidez el movimiento es¬tudiantil para la reforma universitaria. La Universidad de La Habana se convir¬tió en el núcleo de este movimiento en Cuba. Pronto fue fundada la Federación de Estudiantes Universitarios, que insistía en el despido de varios profesores y el establecimiento de la autonomía de la educación superior.

5 El núcleo del grupo fue formado por R. Martínez Villena, F. Lizaso, J. A. Fernández de Castro, E. Roig de Leuchsenring y otros. Cairo, Ana. El grupo minorista y su tiempo. La Habana: Ed. de Ciencias Sociales, 1978. p. 22.178

Mientras estudiaba derecho, Vivó también trabajaba como maestro, periodista, y empleado de la Unión Nacionalista, partido político que se opuso a la dictadura. En octubre de 1923, el activista de diecisiete años se convirtió en delegado del Primer Congreso Nacional de Estudiantes de Cuba, el cual decididamente exigió la reforma del sistema educativo de todo el país, y tomó la decisión de establecer la Universidad Popular José Martí (UP)6.
6 Rivero Caro, A. El Gobierno de Zayas (1921-1925). Cuba 100 Años Después. Recuperado en http:// www.contactomagazine.com/zayas100.htm179

Vivó se unió incondicionalmente al ala izquierda del Congre¬so (junto con A. Bernal, S. Pascual, D. M. Escalona, y L. Fernández Sán¬chez). Desde entonces, formó estrechos vínculos con Julio Antonio Mella. En 1923, Vivó ingresó a la Liga Anticlerical, fundada por este carismático líder del movimiento juvenil, y asumió el cargo de Secretario General y Vi¬ce-presidente, participó en la fundación de la UP, enseñó en ella, y en 1925 sustituyó a Mella en el puesto de Secretario General de la Universidad.

En la nueva UP se impartían cursos totalmente distintos, desde clases para iletrados, hasta conferencias sobre cuestiones generales de política. Entre los profesores se encontraban los líderes representantes de los minoristas, y los co¬nocidos sindicalistas Alfredo López y Antonio Penichet. Las aulas universitarias se ubicaban en las dependencias de uno de los sindicatos. En 1925, después de la llegada a la presidencia del General Gerardo Machado, la UP –al igual que el resto de organizaciones sindicales– enfrentaba nuevos retos. Profesores y estu¬diantes eran encarcelados por sus actividades de oposición.

Tras la detención de Mella en 1925, por cargos de conspiración y plani-ficación de atentados, y la declaración de huelga de hambre del líder estu-diantil y del secretario del CC del recién creado PCC, Vivó entró al Comité para su liberación. La campaña de apoyo al oposicionista tomó un carác¬ter internacional, pero el PCC se aíslo de esta lucha. Además, la dirección del partido reprochó a su carismático líder la “indisciplina y desobediencia frente a las decisiones del Comité Central Ejecutivo”. Los camaradas del partido consideraron la huelga de hambre de Mella un error, a pesar de que le llevó a la fama a él y al PCC, y lo sometieron al ostracismo político.

En el conflicto entre el PCC y Mella, los profesores de la UP, con pocas excepciones, tomaron el lado de su fundador. Las acciones de Vivó y sus otros compañeros fueron firmes e inflexibles. De la Universidad fueron despedidos A. Bernal del Riesgo y A. R. Ruiz Cortés, quienes apoyaron la decisión del tribunal del partido. Una posición similar fue adoptada por la sección cubana de la Organización Panamericana de la Liga Antiimperia-lista de las Américas.

Jorge Vivó también se convirtió en secretario de esta organización en enero de 1926 (Daily Worker, 1927). Es obvio que él fue el iniciador de esta línea de conducta que la primera conferencia del partido en 1926 describió como “mellismo comunista, irresponsable, sospechoso y malicioso, oportunista y amarillo, contra el PCC”.7 Uno de los ideólogos del “mellismo comunista” era Vivó, que en aquel momento no era miembro del PCC8.

7 El PCC a los miembros del CC del PCM, La Habana, 31.05.1926. (El Archivo Estatal Ruso de His¬toria Social y Política, RGASPI, por sus siglas rusas). Fond 495, opis’ 105, delo 2. Fs. 44-46. Más detalles sobre el “caso de Mella” véase: V.L.Jeifets y L.S.Jeifets. Obviniaetsia Julio Antonio Mella // Latinskaia Amerika. 1999. № 7-8. pp. 64-89.
8 J. Vivó formaba parte del Club Socialista de La Habana y desde el año de 1925 era su secretario general. Fundada en agosto de 1925.

¿Cuál era la posición de quien refleja¬ba los intereses concretos del movimiento revolucionario antiimperialista? Hoy es evidente: los líderes del PCC seguían la línea sectaria, mientras que los partidarios de Mella, y en primer lugar Vivó, insistieron en la unifica¬ción de diferentes fuerzas anti dictatoriales. Para la realización de este ob¬jetivo, Vivó no se conformó con su labor con los trabajadores en la UP y la liga, y se integró activamente al movimiento sindical: desde 1926 comenzó a trabajar en el FON, y después como Secretario auxiliar de la Confedera¬ción Nacional Obrera de Cuba (CNOC).

A Vivó, un marxista convencido y un seguidor fiel de las ideas de la III Internacional, no le convenía el papel de crítico imparcial de las políticas del PCC. En diciembre de 1926, solicitó afiliarse al PCC, a pesar de que seguía oponiéndose a las posiciones sectarias de sus dirigentes. Este deseo se realizó sólo después del reconocimiento del CC del PCC de su derrota en la confron¬tación con Mella, quien fue apoyado por los partidos comunistas de México, Estados Unidos y el personal del Komintern.

Después de la restauración a Mella de “todos los derechos y obligaciones de un miembro del Partido”9, en junio de 1927, fue admitido en el PCC un grupo de profesores de la UP, incluyendo a Vivó. Sin embargo, su actividad política no agradaba a las autori¬dades cubanas. 9 El CCE del PCC al CCE de la Internacional Comunista, La Habana, 29.05.1927. – RGASPI, fond 495, opis’ 105, delo 8. F. 13.180

En julio de 1927 Vivó d’Escoto fue detenido por el pleito (también Mella fue detenido por el mismo pleito y se le presentaron cargos de rebeldía). En el informe del jefe de la policía de La Habana para el gobierno de México se dijo que Mella y Vivó “no pertenecen a ningún partido políti¬co de Cuba, no son ni obreros ni trabajadores, no están perseguidos por el gobierno de Cuba, sino por la justicia” (Jeifets y Jeifets, 2004:333). Debido al peligro que enfrentaba su neófito, el PCC organizo la salida de Vivó del país.

Así comenzó la odisea de Vivó d’Escoto, diez años de servicio al movi-miento comunista internacional. El 6 de septiembre de 1927 llega a Nicaragua y pronto se muda a Costa Rica, se naturaliza como un nacional tico para evitar una deportación a Cuba. Por un tiempo trabaja como reportero en La Prensa y como funcionario de una oficina gubernamental. Posteriormente ingresó a la Universidad Popular de San José como profesor de economía política. Mientras aprendía marxismo con los artesanos, fundó grupos comunistas en Cartago, Limón, San José y Heredia, que en 1929 sirvieron de base para for¬mar el Partido Popular de orientación comunista.10
10 Pakkassvirta, J. ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y las revistas culturales en Costa Rica y en el Perú (1919-1930). Helsinki: Academia Scientiarum Fennica, 1997. p. 137; Cerdas Cruz R. La hoz y el machete. La Internacional Comunista, América Latina y la Revolución en Centroamérica. San José: Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1986. p. 318. El Partido Popular fue un partido antecesor del Par¬tido Comunista fundado en 1931, participó en varias campañas electorales durante la década de los treinta y logró algunos escaños en el parlamento nacional y municipios, asimismo formó una base importante de apoyo entre los trabajadores de la ciudad y de las plantaciones bananeras. Molina, I. y S. Palmer. Historia de Costa Rica. San José: Ed. UCR, 2009. p. 87.181

Las condiciones en Costa Rica diferían sustancialmente de las cubanas; las autoridades realizaban varias reformas sociales y los obreros organizados no eran perseguidos ferozmente. Los trabajadores disponían de clubs y periódi¬cos. Al mismo tiempo, el movimiento obrero nacional estaba alejado de los principales centros revolucionarios y no tenía contactos con la Komintern y la Internacional Sindical Roja.

Vivó asumió el reto de integrar los grupos obreros y sindicales de su nueva patria con el movimiento comunista interna¬cional. No debe de sorprender que fue percibido por el movimiento sindical internacional afiliado con la Komintern como un auténtico representante de los sindicatos costarricences y fue elegido como miembre suplente del Con-sejo Central de la ISR como representante tico en 1928.

Pero ni siquiera entera de su nuevo puesto. En febrero de 1928 se mudó a Panamá, donde estableció contactos con el Partido Laborista; sin embargo
se enfermó y se fue a Colombia, donde trabajó como obrero linotipista y desempeñó funciones en el diario de la Confederación Obrera Nacional, La Humanidad, el órgano no oficial del Partido Socialista Revolucionario en Cali, en los años 20 era uno de los periódicos más significativos del país (Núñez, 2006; Archila, 1985); además fue reportero de El Espectador y del Diario Na¬cional. Fue electo secretario general de la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos en Colombia.11
11 La Asociación fue fundada en México en 1928 por Mella, quien fue el secretario general de su delegación central.

Al ingresar en marzo de 1928 al PSRC, el cubano era parte del comité del partido del Valle de Cauca y el centro de la “corriente antiputchista” (un grupo de comunistas disidentes que no apoyaban a los dirigentes decididos a formar una unión con los liberales para organizar la insurrección armada). La carrera de Vivó en el PSRC fue rápida y exitosa: desempeñaba funciones de secretario de la organización y fue elegido como delegado del PSR al VI Con¬greso de la Komintern.

Sin embargo, fue detenido y no pudo asistir al evento. Esas circunstancias disminuyeron el papel desempeñado por la delegación de los socialistas revolucionarios en el congreso. Los restantes delegados, J. Cárdenas y N. Arce, no eran comunistas convencidos y carecían de alguna base teórica marxista, ambos no participaron activamente en las discusiones.

Siendo presidente del II Congreso del PSR (Diciembre de 1928 a Enero de 1929) y miembro del CE del partido, participó activamente en la conforma¬ción de directivas para la huelga bananera y fue crítico feroz del dirigente de su comité de huelga, Raúl Mahecha, conductor de la “línea putchista”(Meschkat, 2009). Después del congreso, en enero de 1929, el cubano fue detenido y de¬portado a Panamá, de donde se mudó a Guatemala, durante un mes trabajó con los comunistas guatemaltecos.

En abril de 1929 fue a México e ingresó en el PCM; trabajó con la Confederación Sindical Unitaria de México y en el Ejecutivo de la sección mexicana del Socorro Rojo Internacional. Cuando Mella fue asesinado, Vivó lo sustituyó en el puesto de secretario general de la delegación mexicana de la ANERC; hizo contactos entre las secciones mexi¬cana y cubana de la Komintern, desempeñando el cargo de representante del PCC ante el Comité Central del Partido Comunista de México12. En 1929 termina sus estudios y recibe el título de abogado; entra a la Es¬cuela de Economía y se convierte en funcionario profesional del partido13.
12 Informe del representante del P.C. Vivó sobre el partido apócrifo de Cuba. México, D.F., a 28 de 182
13 Jorge Abilio Vivó Escoto. En Moscú – Marin. [Autobiografía]. RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134, f. 41

En México ya no pudo combinar el trabajo en el partido con las ganancias extrapartidarias (como lo hacía en Cuba, Costa Rica y Colombia). En mayo de 1929, el PCC designó a Jorge Vivó y Sandalio Junco sus delegados a la Prime¬ra Conferencia Comunista Latinoamericana. Sin embargo, la CSUM y el SRI se expresaron en contra del viaje de Vivó, considerándo más importante que desempeñe sus labores en México. De tal manera, de nuevo ha sido incapaz de tomar parte en discusiones sobre los problemas del movimiento revolucio¬nario latinoamericano en el foro comunista internacional.

Junto a otros emigrados cubanos, M. A. Cotoño, R. Teurbe Tolón, S. Junco y A. Barreiro, Jorge Vivó participó activamente en la campaña contra el gobierno autoritario de G. Machado y preparó la edición del periódico Mella, en mayo de 1929. Las actividades del exilio revolucionario eran un factor de preocupación para Machado; la embajada cubana solicitó a las autoridades mexicanas no tole¬rar mítines en la tumba de Mella ni otros actos antimachadistas14.
14 Embajada de Cuba [a Secretaría de Gobernación de México?], a 30 de abril de 1929. – Archivo General de la Nación (AGN), Ramo Departamento de Investigaciones políticas y sociales (DIPS), vol. 33, exp. 41, f. 30.

El Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación de Méxi¬co seguía de cerca las actividades de varios emigrados, no tanto por el deseo de ayudar a las autoridades cubanas sino por causas internas; muchos de ellos eran militantes de la izquierda mexicana. Vivó, según la estimación hecha por un agente de policía, era uno de los dirigentes del PCM15.
15 Informe de la agente núm. 20 del Departamento Confidencial de la Segob al Jefe del Departamento sobre las actividades de los elementos comunistas en México. México, D.F., a 29 de agosto de 1929. – Ibid., vol. 61, exp. 15. f. 124. El miembro de la Federación de Jóvenes Comunistas de México, Saturnino Ortega, detenido en 1929 fue interrogado varias veces sobre su participación en la adquisición de armas, los policías se interesaban también en averiguar cuál era el papel desempeñado por J. Vivó en los preparativos militares del PCM. – Declara¬ción de Saturnino Ortega, 20 años de edad, de la ciudad de México, soltero, con domicilio en la calzada Gorostiza No. 31 Interior 61, vive con su madre y sus hermanos, estos últimos con domicilio en Chizalpopeca 144. – Ibid., Ramo P. Ortiz Rubio, Año 1930, exp. 168А, foja s.n. Sin embargo, las autoridades no han logrado obtener alguna información precisa durante los interrogatorios de Ortega. Ya estaban enteradas sobre el exilio del cubano, mien¬tras los datos comunicados por el detenido respecto a la “simple militancia” de Vivó no eran ciertos.

La estalinización del partido comunista mundial, iniciada en otoño de 1928, y las purgas de los partidarios de la llamada corriente “reconciliado-ra”, cambiaron sustancialmente las relaciones entre Moscú y los partidos comunistas en países que se convertían en herramientas de las decisiones de Stalin, indiscutibles aunque no encajaran en las circunstancias internacio¬nales. La III Internacional fomentaba el radicalismo de la izquierda latinoa¬mericana, insistiendo en una ruptura con los socios que no correspondieran a la nueva ideología16. Muchos militantes del PCM, a su vez, estaban listos para enfrentar a las autoridades de su país.
16 Así, la Carta Abierta del Secretariado Latinoamericano del CEIC a los Partidos Comunistas de Améri¬ca Latina “Sobre el peligro de derecha” (publicada el 20 de septiembre de 1929 en La Correspondencia Sudameri¬cana) insistía: “la tolerancia pequeño-burguesa debe ser erradicada con toda la energía”. (Citado en: Kalmykov N. Komintern i kommunisticheskoie dvizheniie v Latinskoi Amerike // Istoriia Kommunisticheskogo Inter-natsionala. 1919-1943. Dokumentalnye ocherki. Moscú: Ed. Nauka, 2002. p.393).

Las pasiones izquierdistas –siempre fuertes en el PCM– se consolidaron tras el inicio de las represiones desatadas por el gobierno de E. Portes Gil en contra de los comunistas. La policía recopilaba información sobre los militantes de la III Internacional y buscaba a los de procedencia extranjera; muchos fueron deportados entre diciembre de 1929 y febrero de 193017. El único diputado comunista en el parlamento nacional, Hernán Laborde, fue desaforado.
17 Informe de la Agente núm. 20 al Jefe del Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación sobre domicilios de los comunistas en México, D.F., 30 de septiembre de 1929. // AGN. DIPS. Vol. 61. Exp. 15. F. 128. В Los agentes de la policía secreta lograron averiguar el domicilio del miembro del CE del Secretariado del Caribe del SRI el peruano Jacobo Hurwitz y establecer el hecho de la estancia en México de M. Grollman (emisario de la Komintern); sin embargo, nunca pudieron esclarecer de quién exactamente se trataba, solo se referían a “un roso de nombre Pedro”. En diciembre de 1929 las autoridades encarcelaron al ruso Julio Rosovsky, rumanos Da¬vid Halperin, Faire Soloveichin y Frain Protot, los polacos Abraham Goldfeder y Chana Domovska, los cubanos Manuel Cotoño, Alejandro Barreiro, Fernando (Sandalio) Junco, argentine Luis Hipólito Echevere. – Relación de los Comunistas extranjeros que se ponen a disposición de la Secretaría de Gobernación para que sean expulsados del país. México, 27 de diciembre de 1929. // AGN. Ramo P. Ortiz Rubio. Año 1930. Exp. 168А.

Vivó fue deportado a los Estados Unidos en marzo de 1930 y El PCEU lo envió a trabajar en el Centro de Obreros de Habla Española, y lo promovió al Buró de la sección española del partido hasta ocupar la secretaria general en los últimos meses de estancia en tierra americana. Mientras tanto, en 1930, el PCM fue ilegalizado y renunció a su derecho de coordinar el trabajo de las estructuras regionales de varias organizaciones de filiación comunista. El Buró del Caribe del SRI también fue trasladado de México a Nueva York, y en febrero de 1930 Vivó fue designado su secretario general en reemplazo del italiano Vittorio Vidali; mientras era miembro suplente de la Komintern. El 16 de abril, el PCM lo designa representante ante el CC del PCEU18.
18 Informe sobre las últimas labores del Secretariado del Caribe del SRI, 23 de enero de 1930. RGASPI, fond 539, opis’ 3, delo 218, f. 23; Resolución del Comité Central del Partido Comunista de México sobre el SRI, 184

Trabajando en Nueva York, participa en la resolución de varios asuntos claves para los comunistas mexicanos, como la organización de ayuda a la CSUM (cuya actividad estaba casi paralizada por las represiones gubernamentales) y el “caso de Sandino” (conflicto emergido entre el PCM y el jefe de los rebel¬des nicaragüenses por la aceptación de la ayuda de las autoridades mexicanas).

Mientras vivía en Nueva York, el cubano colaboraba activamente con el periódico Vida Obrera del PCEU, en las líneas de clase contra clase y de lucha contra la oposición de izquierda trotskista. Bajo el seudónimo de R. Gómez atacó enérgicamente a la Oposición Comunista Internacional (como se denominaban los trotskistas) y a su sección mexicana por su actitud en la cuestión china (Vida Obrera, 1930).

Para Vivó, la campaña anti-trotskista tenía un significado adicional: su ex-camarada en el PCC y el PCM, Sandalio Junco, se unió a las filas de la Oposición Internacional. Los conflictos entre los comunistas y trotskistas en la isla del Caribe no tardaron en surgir. Vivó tuvo que encabezar una campaña de purgas en el PCC para expulsar a los trotskistas encabezados por Junco, quien a la sazón había regresado de Moscú19.
19 Sesión ampliada del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (sección de la I.C.) celebrada el 24 de septiembre de 1932. RGASPI, fond 495, opis’ 105, delo 50, fs. 10-21. Junco y M. García Villareal fueron expulsados del PCC por el Pleno Ampliado del CC del PCC (24 de septiembre de 1932) y después han fundado el Bureau de la Oposición Comunista transformado posteriormente en el Partido Bolchevique Leninista (PBL).

Siendo uno de los dirigentes del Buró del Caribe, participó plenamente en la campaña de crítica hacia un grupo de comunistas que encabezaba el Partido Revolucionario Venezolano, fundado en 1927 (Gustavo y Eduardo Machado y Salvador de la Plaza)20.
20 G. Machado a H. Laborde, París, 1 de junio de 1930. RGASPI, fond 495, opis’ 108, delo 134, f. 23.185

La III Internacional no apoyaba la idea de una expedición armada al territorio de Venezuela, propuesta por los co¬munistas venezolanos en el exilio mediada la década de los años 20. Obvia¬mente, una ironía del destino: un plan similar respecto a Cuba fue planteado por el amigo de Vivó, Julio Antonio Mella, dispuesto a colaborar con los representantes de la Unión Nacionalista. Mella era uno de los militantes del PRV y estaba convenciendo a Moscú de contribuir a la organización de la actividad armada en contra del régimen dictatorial de J. V. Gómez. Según Mella, en el caso de triunfar la expedición armada en Venezuela se formaría otro centro, aparte del mexicano, para desplegar la causa nacional antimpe¬rialista. Sin embargo, el joven dirigente cayó víctima de un atentado. La in¬fluencia de los líderes del PRV fue debilitada, sobre todo tras la derrota del “ataque a Curazao” realizado por el grupo de Gustavo Machado en 1929, a pesar de la falta de buen visto de la Komintern.

La III Internacional envió una carta a los militantes comunistas del PRV rechazando el derrocamiento de J. V. Gómez por las fuerzas de la expedi-ción armada desde afuera, y condenando la idea de sustituir la organización de la rebelión de masas por actos de “heroísmo individual”. Esa carta fue discutida en la reunión del CE del PCM con la resolución tomada de concentrarse en formar un Partido Comunista de Venezuela sobre la base de grupos de emigrados y del movimiento obrero dentro del país, y de con¬vertir la fracción comunista del PRV en una estructura consolidada capaz de llevar a cabo la línea de la Komintern.21
21 Resolución del Partido Comunista mexicano sobre la cuestión venezolana (a causa de la carta enviada por el Secretariado Latinoamericano de la I.C. a los comunistas venezolanos). México, 16 de abril de 1929. RGASPI, fond 495, opis’ 108, delo 102, fs. 1-2.

Solo después de esto, según las estimaciones de Moscú, era posible que la revolución social estallara en Venezuela. La Primera Conferencia Comunista Latinoamericana en Buenos Aires, en junio de 1929, confirmó este planteamiento. Vivó había conocido muy bien a los comunistas venezolanos del PRV desde la época de sus actividades en Cuba22, luego trabajó con ellos en el PCM y en LADLA.
22 Los hermanos Gustavo y Eduardo Machado y Salvador de la Plaza estaban en el exilio en Cuba en 1925, los tres formaban parte del Comité Pro Mella, daban clases en la UP y militaban en la Liga Antiimperialista.186

¿Por qué decidió condenar las ideas de sus amigos antiguos y de Mella que participaba activamente en la preparación de ex¬pediciones armadas a Venezuela y Cuba? ¿Traicionaba la memoria de Me¬lla y de sus ex-compañeros de lucha revolucionaria ante el cambio de los cálculos del Komintern? Nos parece que no era así. Obviamente, dejó de seguir de cerca al movimiento cubano durante su estancia en Costa Rica y Colombia, y no necesariamente se enteraba de los planes secretos de Mella y del PRV. Además, su experiencia colombiana le llevaba a rechazar este tipo de actividades.

Los venezolanos estaban molestos, y no tanto con la actitud de Moscú, sino con las actividades de Vivó. Según G. Machado y S. de la Plaza, no solamente eran un “acto poco amistoso” de parte del cubano, sino que podrían ser considerados una “traición”.23 El 29 de mayo de 1930, durante la preparación del II Congreso del PCC, todo el Secretariado de su Comité Central fue detenido por la policía cuba¬na24.

23 Secretario general del Bureau del Caribe del SRI Jorge A. Vivó a Salvador de la Plaza, Nueva York, a 27 de enero de 1931. Ibid., fond 495, opis’ 104, delo 55, f. 2; secretario general del CC del PC de Cuba L. Miranda al Comité Central del PC de América, a 29 de marzo de 1930. Ibid., opis’ 105, delo 33, f. 10
24 Secretario General del PCC J. Valdés (Gregorio Cortina), F. Grobart (Otto Modley), J. Rego, F. Ro¬dríguez Abascal, J. Wong (este último, dirigente del grupo chino del PCC, posteriormente fue asesinado por policías). – Represión fascista del Gobierno (últimos acontecimientos). – Ibid., delo 31, f. 55

El poco numeroso PCC se quedó sin dirigentes influyentes dentro del país: un año antes Mella había sido asesinado; Martínez Villena estaba en la URSS trabajando en la Komintern y recuperando su salud; el otro comunista prominente, Joaquín Ordoqui, estaba trabajando en la Internacional Sindical Roja en Moscú. Sandalio Junco y Ramón Nicolau también se encontraban en la URSS estudiando en la Escuela Leninista Internacional. El miembro suplente del CEIC, A. Barreiro trabajaba en el Subsecretariado del Caribe de la Confederación Sindical Latino Americana y L. Fernández Sánchez dirigía la edición de Vida Obrera en Nueva York.

La actividad del PCC fue efectivamente paralizada y urgía restablecer los enlaces destruidos. De hecho, había que reorganizar todo el trabajo del partido. El Buró del Caribe resolvió que Jorge Vivó era la mejor opción para realizar este plan y solicitó al CEIC liberarlo de sus cargos en el SRI y enviarlo a Cuba para “organizar el trabajo del nuevo CC del Partido Comunista de Cuba”25.
25 Suplente del Encargado por el Lender-Secretariado Latinoamericano del CEIC Sinani a Stasova (SRI). Ibid., delo 38, f. 7.187

Las causas de la elección de Vivó en este cargo son superficiales. En primer lugar, en el país las opciones eran limitadas y buscar a un nue¬vo dirigente del partido entre los emigrantes políticos del extranjero era necesario. En segundo lugar, a pesar de las aptitudes de los potenciales candidatos, ninguno reunía las cualidades de Vivó: experiencia de trabajo internacional y conocimiento de la organización del partido y de los en-laces con los Partidos Comunistas de EEUU y México, y en la oficina ca-ribeña del Komintern. En tercer lugar, desde Nueva York, donde él vivía y trabajaba, trasladarse a Cuba (de manera legal o ilegal) era más fácil que desde cualquier otro lugar.

Aunque la actividad de la sección cubana de la Komintern bajo el lideraz¬go de Vivó todavía requiere investigaciones profundas26, se puede pensar que en aquel período (y con el trabajo emprendido por el nuevo secretario gene¬ral) el PCC logró prepararse para las futuras luchas, la primera de las cuales se desató en 1933 y culminó con la caída de la dictadura de Machado. Vivó realizaba la estrategia propuesta por Mella: fundar numerosas organizaciones antiimperialistas, estudiantiles, intelectuales, sindicales, juveniles, etc., bajo la tutela del PCC; ampliando de esa manera la influencia comunista.
26 Ni siquiera el estudio pormenorizado sobre el “primer partido marxista leninista de Cuba”, escrito por Angelina Rojas Blaquier, nos abastece con detalles del desarrollo del PCC durante aquel período; además no presta atención al papel desempeñado por el secretario general del PCC, a pesar de que el capítulo dedicado a los años 1930-1933 (justo cuando J. Vivó lideraba a los comunistas cubanos) se titula “El PCC durante el alzamiento del movimiento popular”. Rojas Blaquier, A. Primer Partido Comunista de Cuba. La Habana: Ed. Ori¬ente, 2006. Op. cit. p. 117-198. La estudiosa cubana se refiere varias veces a Vivó, pero no lo identifica como “Pedraza”. Tampoco logra identificar a los emisarios de la ISR “Juan” y “Orestes”, aunque estos personajes ya habían sido investigados por historiadores que averiguaron que se trataba del polaco Witold Lovsky (M. Michrovsky) e italiano Ennio Gniudi (Jeifets y Jeifets, 2004:184, 332-334).

Jorge Vivó logró llevar el PCC, de ser un grupo de intelectuales y obreros de La Habana, a convertirse en una estructura nacional, que contaba con locales en diferentes regiones de Cuba. Para 1933, el PCC disponía de 2 mil militantes y al final de ese año logró ampliar sus filas aún más (entre 6 y 10 mil personas). La Liga de los Jóvenes Comunistas de Cuba también creció y contaba con 6 mil mili¬tantes. La CNOC alcanzó a tener 25 mil militantes27. El Ala Izquierda Estudiantil, dirigida por los comunistas, se convirtió en una fuerte organización.
27 El protocolo de la discusión sobre “el error del agosto” en el Lender-Secretariado de América del Sur y del Centro (1934). RGASPI, fond 495, opis’ 79, delo 196, f. 39; Kommunisticheskii Internatsional pered VII vsemirnym kongressom. (Materialy). Moscú: 1935. p. 413.188

Vivó, los dirigentes de la CNOC Joaquín Ordoqui y César Vilar, y el líder de la LJC Severo Aguirre, fueron detenidos por la policía en 1933; la campaña por su liberación fue uno de los motores de la lucha antidictatorial que logró transformarse en una huelga general en agosto de 1933. Las autoridades fue¬ron obligadas a empezar negociaciones con los sindicatos revolucionarios y el PCC. El dirigente informal del Partido Comunista, Rubén Martínez Villena, que a la sazón regresaba desde Moscú, planteó ante los miembros del CC del PCC la necesidad de llegar a un acuerdo con Machado tras el cumplimiento de reivindicaciones económicas de la huelga, la legalización de la CNOC, del PCC y otros grupos opositores, y el restablecimiento de derechos democráti¬cos. El argumento principal de Villena era: “Un Machado debilitado es mejor que la intervención” (Soto, 1979:376-379; Tenant, 2000:21).

Durante el punto culminante de la huelga general, cuando enormes masas de gente estaban en la calle y no querían regresar a las fábricas a pesar del cumpli¬miento de varias demandas, los comunistas cubanos recibieron, según palabras del emisario de la ISR “Juan” (Witold Lovsky), un telegrama de la Komintern que cancelaba “la venta final” (la continuación de la huelga). Todo eso sirvió de base para que Martínez Villena exigiera a los miembros del CC limitar las actividades obreras con las demandas económicas. No quería decir, sin embargo, que los co-munistas evitaban asumir las responsabilidades. Los partidarios de Rubén partían de la posibilidad de tomar el poder donde ya “estaba tirado en la calle”, a causa de la desaparición de gobernadores y presidentes municipales machadistas28.
28 El protócolo de la discusión sobre “el error del agosto” … fs. 45-46, f. 54.

Los acontecimientos cambiaban velozmente, cualquier decisión podría ser errónea. La mayoría del CC siguió los planteamientos de Martínez Villena, con¬siderándolos adecuados a las instrucciones de la Komintern. Paradójicamente, la táctica del partido comunista mundial, propuesta por Moscú en el caso cubano, estaba en absoluto desacuerdo con las posturas de los emisarios del PCEU, de la ISR y del Buró del Caribe que se encontraban en la isla del Caribe, convencidos de seguir presionando a la dictadura y no regresar a los lugares del trabajo.

Tras volver a Moscú, el emisario de la ISR, W. Lovsky, informó a sus su¬periores que Vivó había sido el único de los miembros del CC del PCC que había tenido “una línea correcta”: sin embargo, no la estaba defendiendo (…) Más o menos se orientaba en la situación y exigía continuar la huelga dándole carácter político29. Más tarde, cuando Jorge A. Vivó ya no era militante del PCC, su comportamiento durante la discusión de errores de agosto fue con¬siderado como una actitud indigna, porque “al no estar en contra de la línea del CC, negaba que estaba de acuerdo”.30
.
29 El protócolo de la discusión sobre “el error del agosto” … fs. 46-47.
30 G. Perez [C. Vilar]. Seudónimo Pablo. Nombre [verdadero] Jorge Vivó. – RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134, f. 27 vuelta.189

El conflicto entre Martínez Villena y Vivó era un reflejo de la complicada situación en Cuba y las contradicciones contenidas en las instrucciones de la Komintern. Los emisarios de la III Internacional en Cuba no solamente observaban los acontecimientos revolucionarios, también participaban acti¬vamente en todo el proceso, llegaron a la conclusión de que Rubén era “uno de los mejores camaradas con que contaba la Komintern”; Vivó fue estimado como “un trabajador valioso que mantenía la línea cominternista” y pensaba que la revolución socialista estaba en la agenda cubana.31
31 El protócolo de la discusión sobre “el error del agosto” … fs. 57-58190

Hay que reconocer también que la revolución de agosto de 1933 contribu-yó muchísimo a la transformación del PCC, de ser un grupo sectario a la orga¬nización de masas, a una parte inalienable de la vida nacional política cubana capaz de influir muchos procesos. Al mismo tiempo, el Partido Comunista ya estaba preparado para esas metamorfosis, por su actividad en la fase anterior bajo el liderazgo de su Secretario General ‘camarada Pablo’ (“Pedraza”), y gracias a implementar varias ideas de J. A. Mella.
Originalmente, la Komintern consideraba que el principal culpable del “error de agosto” era R. Martínez Villena. Sin embargo, más tarde Vivó fue culpado de definir erróneamente la estrategia y la táctica del PCC, lo que no permitió aprovechar las posibilidades surgidas de la revolución antimachadista. Martínez Villena falleció en enero de 1934; el PCC necesitaba la experiencia de Vivó. Por eso siguió siendo miembro del Buró Político en el Comité Central reorga¬nizado, y dirigía su trabajo sindical (al tiempo que era secretario de la fracción comunista de la CNOC) y las labores del Buró Portuario del CC del PCC. Fue encargado de preparar el IV Congreso de la CNOC conocido como congreso de la unidad sindical en 1934, y presentó su informe sobre el trabajo sindical en el II Congreso del PCC (donde fue reelegido como miembro del CC).

Más tarde Vivó fue encargado por el Buró del Caribe de visitar Puerto Rico con el objeto de resolver una crisis dentro del recién fundado Partido Comu¬nista. Gracias a sus esfuerzos, la unidad del PCPR fue reestablecida, luego el partido fue admitido en el seno de la III Internacional. Tras cumplir su misión, en agosto de 1934, fue a Moscú para asistir al Séptimo congreso de la Komin¬tern, pero no logró asistir a la III Conferencia de los Partidos Comunistas de América del Sur y del Caribe.

Mientras el Lender-Secretariado de América del Sur y del Centro analizaba el “error de agosto” cometido por el PCC, el ex-líder del Partido Comunista fue objeto de una severa crítica. Sin embargo, esas críticas no excluían buenas estimaciones de otras actividades del suplente del dirigente del lender-secretariado ‘Sinani’ (Georgui Skalov). El cubano asistía a las reuniones del Lender-secretariado y recibió la encomienda de organizar un grupo para capacitación teórica de los delegados latinoamericanos al VII Congreso. Luego, por decisión del Lender-secretariado regresó a Cuba en di¬ciembre de 1935 para seguir trabajando en el Buró Político del PCC.

En 1937 Vivó fue excluido del Buró Político del Comité Central. Explicando a la dirección del CEIC esta decisión, sus antiguos compañeros de partido le atri¬buyeron todos los errores posibles, concebibles e inconcebibles. “Él llevó al par¬tido cierta corriente terrorista. Esta corriente se manifestó en un momento de descenso del movimiento, pero durante el cual se desarrollaban grandes luchas”. A Vivó le incriminaron la “Confianza en las promesas de M. Gómez que con¬ducían al partido en una línea “seguidista”. En la cuestión sindical, lo acusaron de que “concesiones a elementos reformistas y las ilusiones en la Secretaría del Trabajo llevaron prácticamente a la liquidación de la CNOC como organismo de masa”32. Para completar el cuadro de la caída ideológica, le incriminaron que “no estaba de acuerdo con la política de la URSS sobre España”.

32 La dirección del partido estimó en aquel momento la línea comenzada por el congreso “unión sindical” en 1934 y que terminó en 1939 con la creación de la Confederación de Trabajadores de Cuba, CTC, la asociación más poderosa de los trabajadores cubanos. La Komintern calificó los resultados del congreso contradictoriamente. Se consideró un éxito por su composición (2 mil delegados de 426 mil obreros que pertenecían a los sindicatos revolucionarios y reformistas). Además se notaba que “el Partido Comunista cometió un error de no usar el congreso para el establecimiento de una unión sindical eficaz en Cuba. El partido no desplegó suficiente trabajo dentro de los sindicatos existentes reformistas”. kommunisticheskii Internatsional pered VII vsemirnym kongressom (Materialy). Мoscú: 1935. P. 416. Pero esto fue una valoración de la actividad de todo el partido, y no solamente del dirigente sindical.

En el Lender -secretariado de América Central y América del Sur del IKKI, debían recordar bien el informe del mismo C. Vilar (1934) en el que se decía: “Para la dirección de la realización del 4to congreso de la Confederación el Comité Central del partido formó una comisión, en la cual ingresó el secretariado del partido por completo, los secretarios y los dirigentes de las facciones Comunistas de los sindicatos esenciales y las asociaciones. En el congreso de la Confederación fueron creadas las facciones Comunistas por las aso¬ciaciones profesionales provinciales, ya que había una cantidad considerable de miembros del partido en el congreso y no había posibilidad de crear una sola facción. A la cabeza de cada una de estas facciones en las provincias fueron puestos dirigentes. Todos estos dirigentes de las distintas facciones más los dirigentes del Comité Central, se reunían no sólo antes de cada sesión del congreso, sino que discutían cada tarde todas las cuestiones. El protocolo de la discusión sobre “el error del agosto”… f. 30.

Según Lovsky, durante el discurso en el foro sindical, B. Roca cometió un grave error “indicando la necesidad de que por cada obrero muerto caiga un soldado”. Tal posición podía llevar a una fuerte confrontación del movimiento de los trabajadores con las fuerzas armadas. Acta sobre la discusión “del error de agosto”… Ibid., fs. 31-32. 191

Vivó se negó a cumplir la decisión del Buró Político. Esto fue considerado una intensificación de su labor de calumnia y difamación contra la dirección del partido. El paso siguiente fue su expulsión del Comité Central y la deci¬sión de enviarlo a “un trabajo en la base”. Vivó manifestó su desacuerdo con este veredicto y expresó el deseo de salir al extranjero. El Buró Político le prohibió la salida, pero la decisión de “Pablo” era inalterable: “sin someterse a la disciplina salió para México, siendo separado del partido”. El PCC informó a los camaradas mexicanos y americanos sobre la situación.

Los comunistas cubanos advirtieron a los partidarios del extranjero que Vivó, “conserva pequeños remanentes burgueses”, y manifestaron que Vivó “cree que debe ser el Secretario General del partido. Le atormenta que otros tengan más personalidad que él ante el partido y ante las masas. Este es un compañero que puede hacer mucho daño; tiene gran capacidad de acción; por su trabajo en el SRI en México y los Estados Unidos tiene muchos contactos con elementos del Caribe. La permanencia de Trotski en México, la situación del partido Mexicano y Lombardo Toledano pueden contribuir a que pase a la contrarrevolución”33.

33 G. Pérez [C. Vilar]. Seudónimo Pablo… f. 27 vuelta. Se trataba sobre las tensiones surgidas entre los comunistas mexicanos y la Confederación de los Trabajadores de México (CTM), durante la pelea por los puestos directivos en esta central sindical.

Dos acusaciones de la larga lista parecen absurdas, por lo menos a primera vista. La primera, una corriente “terrorista” en la actividad del partido; y la segunda, una posible asociación al trotskismo. ¿Cómo era posible levantar tales acusa¬ciones a la persona que encabezaba “la corriente anti golpista” en el partido colombiano, que criticaba “la vía garibaldista” del PRV, que luchaba continua¬mente contra “los junquistas”, seguidores cubanos de Trotsky? En 1937, ya todo era posible.

Después de la derrota de la insurrección en Brasil, cuyas causas en Moscú atribuían a “una provocación”, y el inicio de los procesos en Moscú, crearon el ambiente para que cualquier acusación, por increíble que fuese, se tomara como verídica. No obstante, cuando se le informaba al Komintern sobre “el asunto de Vivó”, el representante del PCC se vio obligado a reconocer “que durante su estancia en el puesto de secretario general en el período de crecimien¬to del movimiento revolucionario, el partido tuvo un importante desarrollo y se convirtió en un partido arraigado por todo el país”34.
34 G. Pérez [C. Vilar]. Seudónimo Pablo… f. 27.192

Con la posibilidad de asistir al congreso del PCM en enero de 1937, Vivó trató de convencer a sus dirigentes y “al delegado fraternal” del PC de los EE.UU., James Ford, quien conocía muy bien los asuntos cubanos35, de que él tenía la razón, “comentando sobre los pasos en falso del Partido Comunista de Cuba y del camarada Blas Roca”. El americano, sin embargo, tomó la posición del PCC.
35 Ford fue miembro del Bureau Negro del Lender-Secretariado Oriental del CEIC y miembro suplente del CEIC. Participante en el congreso antiimperialista de Francfort. En 1932 y 1936 fue candidato a vicepresi¬dente del PC de los EE.UU. Delegado del PC americano y de los sindicatos revolucionarios de los EE.UU. en los funerales de R. Martínez Villena, y delegado en el Congreso de la unidad sindical (enero de 1934).

El motivo de su decisión es claro: en la disputa entre la dirección del partido, que se encontraba en auge, y su ex secretario general, los colegas del Komintern prefirieron irse con el PCC, sacrificando la extraordinaria persona de Jorge Vivó. Para él, el trato proveniente de sus antiguos camaradas fue una cruel lección que lo alejó para siempre de la participación en política.

El castigo por heterodoxia del ex secretario general del PCC, sometido al ostracismo, se extendió por años. El golpe fue inesperado, donde él menos lo esperaba, donde no había relación directa con la política. En marzo de 1939 Vivó se dirigió con una carta al Comité Ejecutivo del SRI solicitando ayuda en la reunificación con sus hijos Jorge y Aldo, que estudiaban en la ciudad de Ivanovo en el Horfanato Internacional36.

36 Vivó combinaba asombrosamente la actividad política con tempestuosas aventuras románticas. A los 16 años se casó con Silvia Laurent, quien dio a luz a su hijo Jorge antes del matrimonio. Con su primera esposa, la madre de sus tres niños, él tenía divergencias políticas. Al regresar a Cuba en 1931, trató de restablecer la familia; Silvia, que se encontraba bajo la influencia machadista de su padre, le puso una condición irrealizable: “con el comunismo o con ella”. En adelante Jorge Vivó sostendría firmemente sus principios ideológicos en las relaciones con las mujeres. Extremadamente franco, cuenta en su autobiografía escrita para el Departamento de Personal del CEIC que en Colombia tuvo una amiga miembro del PSR, María Pérez; en los EEUU, una miembro del Partido Comunista (no menciona su nombre, sólo que ella lo dejó). En Cuba, entre 1923 y 1934, vivía con una miembro del PCC, Carmen Blanco; en la URSS, con una miembro del komsomol, Vera Orlova. En su emigración a México, Vivó se casó con la ex esposa de I. Figueroa, Lola de la Torriente, posteriormente conocida activista política y es¬critora. Jorge Abilio Vivó Escoto. En Moscú – Marin. [Autobiografía]… ff. 36-47; L. de la Torriente. Testimonio desde dentro. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1985. p. 339-341. A pesar de su vida agitada, no olvidaba a sus hijos. De algún modo Vivó consiguió convencer a Silvia Laurent de dejar ir a sus hijos a estudiar en la URSS. El hijo menor llegó a Moscú con la delegación del Primero de Mayo de Cuba, en la cual se encontraba C. Vilar, secretario general de la CNOC, y Valdez Rodríguez, miembro del CE de la liga Antiimperialista. La prensa soviética escribió: “Con ellos llegó a la URSS el hijo del conocido revolucionario en los países de la América Latina Jorte [así en el texto] Vivó, el muchacho Aldo Vivó de 10 años. El ex secretario general del Partido Comunista de Cuba, camarada Vivó, se esconde de la policía. Su hijo Aldo se educará en el Horfanato Internacional en Ivánovo-Voznesensk”. Pravda de Leningrado, 27 de abril, 1934. El hijo mayor, Jorge, llegó en junio de 1935 en el barco “Reina del Pací¬fico” junto con el delegado del PCC al VII congreso del Komintern B. Roca. García Riveron, R. y J. Alonso Padilla. Ellos sintieron el deber de luchar. Granma, 27 diciembre de 1984. 193

Habiendo recibido “los permisos apropiados” del Comité Central del PCC y PCM, expresó lo siguiente: “Quie¬ro el regreso de mis hijos, ya que considero que los puestos ocupados por ellos [en el Horfanato Internacional] deben ser ocupados por otros niños, y ya que en el presente momento puedo cubrir sus gastos necesarios y, además, quiero que aprendan lo más rápidamente posible el idioma español”37.
37 Jorge A. Vivó al CE del SR de México, México, 29.03.1939. RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134, f. 26.

Por lo visto, la oficina central del SRI nunca le respondió. El reencuentro con uno de sus hijos tuvo lugar años después. Convertidos en ciudadanos soviéticos, en miembros de la Unión Comunista de la Juventud (Komsomol en ruso), los hermanos Vivó ingresaron voluntariamente al ejérci¬to Rojo en los primeros días de la Gran Guerra Patria. El menor, Aldo, fue explorador de los marines en el Hocico de Neva, quien iba a la retaguardia del ejército hitleriano. Según una de las versiones, a finales de 1941 el grupo al cual pertenecía el voluntario cubano fue descubierto y ametrallado por un avión alemán. Aldo Vivó fue enterrado en el cementerio fraternal en Dubro¬vka de Neva (García y Padilla, 1984). Jorge pertenecía a un grupo especial del capitán Borodulin y combatía en las proximidades a Leningrado, fue grave¬mente herido y evacuado de la asediada ciudad.

Encontrándose en Asia Central (1942-1944), Jorge recibió a través del SRI un telegrama con la dirección de su padre, pero no podía comunicarse con él. Solamente hasta 1945, a través de la embajada en Moscú, se enteró de la posibilidad de viajar a México. La empleada del SRI, quien aclaraba preguntas relacionadas con la partida, le formuló una pregunta muy profunda: “¿Por qué quiere ir donde su padre?”, y recibió esta respuesta: Antes de la guerra su padre había solicitado su retorno y le había pedido gestionar el permiso para salir de la URSS, pero por ser menor de edad, no sabía cómo ni a través de quién gestionar dicho permiso. Quería irse entonces y quería irse ahora. Comprendiendo que el SRI no asignaría recursos para el viaje, declaró cate¬góricamente que quería recibir el permiso de salida y la visa, y que el dinero él lo encontraría38.
38 Informe sobre la plática con Jorge Vivó, 19.09.1945. RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134, f. 10.194

En México, Jorge Vivó hijo, se hizo ingeniero y trabajó en la compañía petrolera estatal “Pemex”. En honor al aniversario 40 de la Vic¬toria, los hermanos Vivó y el tercer cubano que había participado en la Gran Guerra Patria, Enrique Vilar, fueron condecorados con órdenes soviéticas: a Jorge la Orden de la Guerra Patria de II grado; a Aldo y Enrique (póstu¬mamente), la Orden de la Guerra Patria de I grado. El Consejo Estatal de la República de Cuba condecoró póstumamente a Aldo Vivó y Enrique Vilar con la orden Ernesto Che Guevara en primer grado.

En México inició la nueva vida de Jorge Vivó d’Escoto. Fuera de la política, se sumergió en la ciencia con mucha pasión. Se hizo profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM (1939), y más tarde director del de¬partamento de geografía de la universidad. Vivó es uno de los fundadores de la Sociedad Mexicana de Antropología, y fue director (1936-1940) de los Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología. Desde 1938 trabajó como director de la biblioteca del Instituto Panamericano de Geografía e Histo¬ria de México, coordinando la actividad editorial del instituto. También dirigió la edición del Anuario Geográfico (1961-1979) y Los anales de la geografía (1975-1979). En 1951 el científico sustentó su tesis de maestría en etnología, La Integración de Chiapas en la nación mexicana; al año su tesis en geografía, La Geografía Económica y Demográfica de Chiapas, y en 1956 obtuvo el grado de doctor.

Bajo su pluma salieron a la luz numerosos trabajos, incluyendo: Las razas Indias y las lenguas de México (1941), la monografía La Geografía de México, que por mucho tiempo se consideró un clásico y fue publicada en la URSS39.
39 El Método Conexivo Dialéctico en la Investigación de la Antropogeografía, 1939; Razas y lenguas indígenas de México, 1941; Geomorfología de El Sumidero y la Región Central de Chiapas, 1971; La Depre¬sión Chapala-Acambay, México Oriental, 1972; El Terremoto del 23 de Diciembre de 1972 en la Ciudad de Managua, 1973; Geografía de América Latina, 1975; El Medio Físico y Recursos de Baja California, 1975; Tectónica y Morfología en el Centro y Sur de México, 1976; Currículum Vitae del Ing. Jorge L. Tamayo, 1978; Panorama de la Geografía 1950-1977, 1979. Jorge A. Vivó. Biografías y vidas. http://www.biografiasyvidas. com/biografia/v/vivo.htm; J. A. Vivó. Geografiia Meksiki. Moscú: ed. de literatura extranjera, 1951; Dr. Jorge A. Vivó Escoto. La Geografía en México: Aspectos Generales de su Evolución”, 1964.195

Según el criterio de sus alumnos, la geografía era para el Dr. Jorge A. Vivó “una ciencia mixta, un tipo de ciencia social acerca de la naturaleza; es decir, acerca de la naturaleza en relación con el hombre como ser social”. Para el cubano el alejamiento de la política no significó en lo absoluto el olvido de sus postulados ideológicos, a los cuales dedicó decena y media de sus años de vida, como sabían sus amigos, colegas y alumnos. Esto fue supremamente importante, pues la influencia del doctor Vivó en la geografía mexicana de comienzos de 1950 resultó bastante importante, contribuyendo a un serio aumento en la cantidad de investigaciones sobre cuestiones sociales en los
estudios geográficos.

La metodología de investigación geográfica propuesta por el cubano a la comunidad científica mexicana, fue dominante del IV al VII Congreso Nacional de Geografía, eventos organizados con su partici¬pación y bajo su influencia ideológica (Hernández Iriberri, 1984). Sus ideas fueron patrimonio de la comunidad científica internacional. El doctor Vivó representó a la escuela mexicana en los congresos mundiales de geografía, empezado por el XVII, que se efectúo en Washington (1952). En 1976 viajó a Moscú para participar en el XXIII congreso de geógrafos. Al profesor Vivó le pertenece el mérito de la transformación del Departamento de Geo¬grafía e Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM a Colegio Geográfico, el cual cuenta con un sistema de tres niveles para la preparación de especialistas (licenciatura, maestría y doctorado).

Para el científico, la ruptura con el movimiento comunista fue comple¬ta e irreversible. No aceptó la revolución cubana de 1959. Recuerda su hija Xochitl que Jorge Vivó d’Escoto estaba seguro de que el papel principal en la victoria lo jugó el movimiento estudiantil, no la insurrección de Fidel Castro y menos los comunistas40.
40 Entrevista de Xochitl Vivó de la Torriente (hija de Jorge A. Vivó d’Escoto) a Víctor Jeifets, México, D.F., 15 de noviembre de 1998.196

El conocido investigador mexicano, Profesor Honoris Causa de la UNAM, Doctor en jurisprudencia y geografía, Maestro de antropología, lingüística, et¬nología, antiguo activista de algunos partidos de izquierda de América Latina, y secretario general “del primer partido marxista-leninista de Cuba”, entrega¬do al olvido por su partido, murió el 13 de julio de 1979 en México.
A manera de conclusión

“La mentira es la religión de los esclavos y los amos. La verdad es el Dios de una persona libre”. Esta frase del escritor proletario ruso Maxim Gorky podría ser el leitmotiv de cualquier investigación histórica. Es coherente, por ejemplo, con la historia de los partidos y los movimientos políticos. Los his¬toriadores de los partidos crean a menudo mitos e imágenes de los líderes, caballeros sin miedo ni reproche cuyo carácter recuerda a Don Quijote de La Mancha. Lo que no encaja en el esquema propuesto, es cortado o cambiado. Generalmente esto les sucede a personas que, debido a las circunstancias, están cerca de los jefes o incluso son jefes rechazados por el partido, o también a personas que abandonan la organización. Alrededor de un líder carismático no puede haber nadie que pueda quebrantar su autoridad.

Esto solo permite tener una versión de la historia, la escrita por los “ga-nadores”. Las historias paralelas de importantes líderes de los movimientos políticos, que han sido excluidos, quedan en las sombras. Estas historias pa¬ralelas de personajes fundamentales generalmente quedan en el olvido, así como detalles de suma importancia que permitan construir una historia más robusta sobre los hechos. El caso de la Tercera Internacional y su relación con los movimientos de izquierda latinoamericanos no escapa a esta dinámi¬ca.

El caso de Jorge Vivó d’Escoto es un claro ejemplo. El olvido sobre este ferviente militante comunista y pieza clave en el desarrollo y evolución de la izquierda en América Latina, es solo una muestra de una de las tantas historias ocultas que podrían servir para reconstruir de manera más precisa la historia de la izquierda en el continente, sin limitarse a los enfoques tradicionales o a las fuentes oficiales, que solo cuentan una parte de la historia.

Nadie sabe toda la verdad y nadie la sabrá nunca. Pero acercarse a ella es la tarea principal del historiador. Con este artículo sobre uno de los líderes olvi¬dados por el Partido Comunista de Cuba, Jorge Vivó d’Escoto, quien jugó un papel extraordinario en su proceso de formación, hemos tratado de aportar a la búsqueda de esta verdad.

Referencias
Fuentes no publicadas

Entrevista de Xochitl Vivó de la Torriente (hija de Jorge A. Vivó d’Escoto) a Víctor Jeifets, México, D.F., 15 de noviembre de 1998.
Archivo General de la Nación (AGN). México, D.F.
Declaración de Saturnino Ortega, 20 años de edad, de la ciudad de México, soltero, con domicilio en la calzada Gorostiza No. 31 Interior 61, vive con su madre y sus hermanos, estos últimos con domicilio en Chizalpopeca 144. – AGN. Ramo P. Ortiz Rubio, Año 1930, exp. 168A.197
Embajada de Cuba [a Secretaría de Gobernación de México?], a 30 de abril de 1929. – Archivo General de la Nación (AGN) (México, D,F.). Ramo Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS), vol. 33, exp. 41.
Informe de la agente núm. 20 del Departamento Confidencial de la Segob al Jefe del Departamento sobre las actividades de los elementos comunistas en México. México, D.F., a 29 de agosto de 1929. – AGN. Ramo DIPS. vol. 61, exp. 15.
Informe de la Agente núm. 20 al Jefe del Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación sobre domicilios de los comunistas en México, D.F., 30 de septiembre de 1929. – AGN. Ramo DIPS. Vol. 61. Exp. 15.
Relación de los Comunistas extranjeros que se ponen a disposición de la Secretaría de Gobernación para que sean expulsados del país. México, 27 de diciembre de 1929. – AGN. Ramo P. Ortiz Rubio. Año 1930. Exp. 168А.
El Archivo Estatal Ruso de Historia Social y Política (RGASPI, por sus siglas rusas). Moscú.
El CCE del PCC al CCE de la Internacional Comunista, La Habana, 29.05.1927. – RGASPI, fond 495, opis’ 105, delo 8. F. 13.
G. Machado a H. Laborde, París, 1 de junio de 1930. – RGASPI, fond 495, opis’ 108, delo 134.
G. Pérez [C. Vilar]. Seudónimo Pablo. Nombre [verdadero] Jorge Vivó. – RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 13.
Informe del representante del P.C. Vivó sobre el partido apócrifo de Cuba. México, D.F., a 28 de Noviembre de 1929. – Ibid., fond 495, opis’ 105, delo 20.
Informe sobre la plática con Jorge Vivó, 19.09.1945. RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134.
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Situación internacional e influencia global de la Komintern

Situación internacional e influencia global de la Komintern *

Jorge Luis Acanda González
La III Internacional, conocida también como Internacional Comunista o KOMINTERN, fue fundada en marzo de 1919, en Moscú. Se correspondía con una vieja tradición y un principio fundante del movimiento obrero: la tradición y el principio del internacionalismo. Si la burguesía y el capital tienen un carácter internacional, la clase obrera también lo tiene, y necesariamente ha de organizarse por encima de las fronteras nacionales en su lucha.

Frente al nacionalismo, un sentimiento y una ideología agitados en Europa por la burguesía para sus propósitos de poder, el movimiento obrero organizado proclamó el principio del internacionalismo. En la segunda mitad del siglo XIX habían existido la Primera Internacional y la Segunda Internacional. La Primera Internacional había tenido una breve existencia, debido a la fuerte represión que sufrió. La Segunda Internacional tuvo una duración mayor, pero la prevalencia de las tendencias oportunistas y reformistas en su interior, que llevaron a que los partidos social-demócratas europeos, en su mayoría, se aliaran a las burguesías de sus países y apoyaran las políticas belicistas que condujeron a la Primera Guerra Mundial, provocaron lo que Lenin, con razón, calificó como bancarrota.
Tras el cese de la guerra, esa II Internacional pretendió seguir existiendo y continuar desempeñando su papel diversionista. La convicción, fuertemente arraigada en esa época, de la necesidad de que existiera una organización internacional del movimiento obrero revolucionario que coordinara la lucha, y la necesidad de promover la aparición de partidos realmente revolucionarios que superaran las posiciones reformistas de la social-democracia, condujeron a que Lenin promoviera la fundación de la KOMINTERN.
El contexto internacional en aquel momento estaba marcado por la división del movimiento obrero europeo entre la corriente reformista y la revolucionaria, y por el auge de la situación revolucionaria en Europa tras el triunfo de la revolución soviética en noviembre de 1917 y el fin de la Guerra Mundial en noviembre de 1918. La terrible crisis general, que se manifestó en todos los ámbitos sociales, que sacudió ese continente, seguido del fin de la guerra, generó un auge del movimiento revolucionario en Europa, que después se expandió a otras regiones del mundo.
El auge de las huelgas, de las movilizaciones obreras, el descontento generalizado con el viejo orden, llevó justificadamente a que en muchos luchadores surgiera la confianza en el triunfo inmanente de la revolución mundial. Ese estado de ánimo optimista, fundamentado en razones objetivas, dominó al movimiento comunista internacional hasta 1922-1923, cuando la derrota de la revolución húngara de los consejos en 1919, la toma del poder por los fascistas en Italia en 1922 y las sangrientas derrotas sufridas por los comunistas alemanes, condujeron a la comprensión de que la época de situación revolucionaria había concluido, y tanto la joven Unión Soviética como los partidos comunistas de los distintos países debían prepararse para enfrentar un largo invierno.

Un primer desafío, ahora, lo constituyó la urgencia de tener que pensar la relación entre lo nacional y lo internacional, entre el Estado y la revolución, entre el poder y el proyecto, sobre todo porque ahora, por primera vez, el movimiento comunista no era sólo oposición, sino que en un país, la antigua Rusia zarista, era también poder y Estado. ¿Cómo vincular estos elementos, no necesariamente concordantes? La respuesta a este desafío marcó toda la historia de la Internacional Comunista.
Lamentablemente, la necesaria consigna de urgencia de la defensa de la URSS terminó significando la prevalencia de los intereses no de la URSS, sino de la camarilla burocrática monopolizadora del poder en ese país, camarilla la cual lanzó la consigna de la “construcción del socialismo en un país”, haciéndola pasar como expresión del pensamiento de Lenin. Se pasó a la subordinación incondicional de todos los partidos comunistas a los intereses del Estado soviético.
La labor de la KOMINTERN estuvo dirigida inicialmente hacia Europa central y en especial hacia Alemania, pues fue allí donde el movimiento revolucionario alcanzó un mayor auge en el período inmediatamente posterior a noviembre de 1918. La KOMINTERN desarrolló una fuerte estructura organizativa y de dirección: ante todo, la realización casi anual de Congresos, considerados su máxima instancia de dirección; la creación del Comité Ejecutivo; la realización reuniones ampliadas de dicho Comité Ejecutivo; una comisión internacional de control; el departamento de relaciones internacionales.
Junto con esto se desarrolló una red de delegados: por un lado “representantes permanentes” en Moscú de los partidos nacionales; por el otro, “representantes plenipotenciarios” del Comité Ejecutivo ante los partidos. Además, una red de organizaciones de masas: la Internacional Sindical Roja; La Internacional de las Juventudes Comunistas, El Auxilio Rojo, el Secretariado Internacional Femenino, etc.
La intención era clara: se trataba de crear una estructura organizativa perfecta que facilitara la integración de los partidos comunistas que recién se constituían. De hecho, como expresión del predominio del ideal internacionalista, cada partido comunista nacional se consideraba, y de hecho era denominado así, como una sección específica de la Internacional Comunista, y no como una unidad independiente en sí misma, como pasó a ser posteriormente.
Para que funcionara mejor la dirección global del movimiento comunista se creó estructuras regionales. Creo que todos comprenderemos que la concepción de que el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) tenía una mayor experiencia y un mayor prestigio, y por lo tanto debía desempeñar el papel de guía, fue algo que adquirió carácter casi “natural” al seno del movimiento comunista. Lo que si no fue de ninguna manera tan “natural” fue que el modelo del “partido hermano mayor” se aplicara también a nivel regional. Así, en el caso de América Latina, los partidos comunistas de México, Argentina y EE UU desempeñaron esa función con respecto a los demás del área.
Esa centralidad que inicialmente tuvo la situación política en Europa central, constituyó una de las razones por las que América Latina no estuvo al inicio en el centro del interés de los órganos de dirección de la KOMINTERN. En este punto de la exposición, quiero destacar algo: se ha escrito mucho sobre la historia de la KOMINTERN. Reconstruir esa historia nunca ha sido una tarea fácil. Abundan las memorias de participantes, los documentos oficiales, las investigaciones realizadas y publicadas por historiadores. Y mucho de ese material escrito está marcado por el subjetivismo y la tendenciosidad, tanto de un lado como del otro.
Por otra parte, siempre ha sido difícil conocer y escribir esa historia, porque muchos de los documentos de los partidos y de los órganos de dirección de la III Internacional se mantuvieron en el más absoluto secreto durante muchos años, y porque muchos de los protagonistas o actores de los hechos prefirieron guardar silencio o, peor aún, mentir, movidos por un sentido de fidelidad a lo que consideraron “la causa”. Estamos ante una historia sobre la que todavía hay mucho que investigar. Una circunstancia importante lo constituyó la apertura, a comienzos de la década de los 90 del siglo pasado, de los archivos de la KOMINTERN en Moscú, y la apertura, también por aquella época, de archivos policiales, históricos y de organizaciones políticas en los países de Europa del Este.
Pasemos a un estudio más específico de la historia de la KOMINTERN, la cual suele dividirse en tres períodos:
El primer período de la KOMINTERN abarcó de 1919 a 1924/25, del I al IV Congresos. Durante esa etapa –sobre todo hasta la derrota de la revolución alemana de 1923– todavía había esperanzas en el triunfo de la revolución mundial. Así, en el II Congreso Mundial, celebrado en julio de 1920, se le dedicó un espacio importante a los debates sobre los problemas de la revolución en los países coloniales y semicoloniales. En este congreso se adoptaron los famosos “21 puntos” como condiciones para la admisión a la KOMINTERN.
En ellos se les exigía a los partidos miembros la observancia estricta del centralismo, la disciplina y la pureza ideológica. En el III Congreso Mundial, efectuado en el verano de 1921, se creó la Internacional Sindical Roja (ISR) como organismo de dirección mundial de la política sindical comunista. Otras organizaciones internacionales, asociadas a la KOMINTERN, fueron el Socorro Rojo Internacional y la Internacional Campesina. Desde el I Congreso, Zinoviev fue nombrado presidente del Comité Ejecutivo. En el III (1921) y IV (1922) Congresos, debido al cambio de la situación mundial, se combatieron las posiciones “ultraizquierdistas” y se elaboró la táctica del “frente único”.
La segunda etapa estuvo caracterizada por la primera gran reorganización de la KOMINTERN, que comenzó tras la celebración del V Congreso en el verano de 1925. Duró varios años, y tuvo como objetivo la organización fuertemente centralista de las secciones nacionales, siguiendo el modelo del Partido Comunista de la Unión Soviética, alcanzando así la “bolchevización“ de las mismas y subordinando directamente sus órganos de dirección a la estructura de mando de la KOMINTERN, el Comité Ejecutivo.
Los principios de la “bolchevización” fueron: disciplina partidaria como máxima virtud, centralismo democrático, estructuración obligatoria en células y sincronización con las decisiones políticas más importantes del comité ejecutivo (EKKI) de la Internacional. La “stalinización” de la organización comenzó por lo tanto con la “bolchevización”; un síntoma de ello fue el rechazo a cualquier postura de oposición dentro del partido. Mientras que inicialmente el esfuerzo se dirigió a expulsar del partido ruso a la “derecha”, a partir de 1926 se combatió ante todo a la “oposición de izquierda” dirigida por Trotski. En el verano de 1926 Zinoviev perdió la dirección de la KOMINTERN y fue elegido Nikolai Bujarin para sucederle como Secretario General del CEIC.
El VI Congreso Mundial de la Internacional Comunista tuvo lugar entre julio y septiembre de 1928 en Moscú. En el nuevo contexto del comienzo de la grave crisis económica se aprobó la consigna de “clase contra clase”, que oficializó el comienzo del llamado “Tercer Periodo”.
Las secciones ejecutaban estos cambios de dirección política ordenados por la KOMINTERN. Esta etapa terminó para América Latina con la primera conferencia regional, celebrada en Buenos Aires en junio de 1929, que Jürgen Mothes caracterizó como “el punto final convencional de las ofertas teóricas y políticas, vinculadas con la realidad, de los comunistas en y sobre América Latina”.
Se impusieron estructuras y modelos de pensamiento stalinistas, divorciados de la realidad. Fue el momento de ruptura radical en la historia del desarrollo del comunismo latinoamericano, el final de su colaboración con movimientos sociales de modernización, como el movimiento estudiantil y el antiimperialista, ambos expresión del despertar de una conciencia nacional-democrática en el continente. Los partidos se debilitaron mediante la realización de furiosas pugnas internas – siguiendo el modelo ruso – que los condujeron posteriormente a una existencia gris al margen de la movilización política.
El punto de giro decisivo de este desarrollo lo constituyó el VI Congreso mundial de la KOMINTERN en el verano de 1928, que reafirmó las transformaciones políticas y organizativas de la “bolchevización“. Con esto dio comienzo el ultraizquierdista “Tercer Período” de la KOMINTERN, la lucha contra el “peligro de derecha” y la definitiva entronización de la fracción estalinista en los más altos niveles de dirección.
Nicolai Bujarin, entonces presidente de la KOMINTERN, presentó en este congreso su teoría sobre la crisis final del sistema capitalista, el “tercer período”: según la misma, el sistema capitalista y la Unión Soviética habían rebasado el nivel económico de pre-guerra; el esperado desarrollo acelerado produciría nuevas contradicciones en el capitalismo. Stalin subrayó que la anunciada crisis capitalista agudizaría las contradicciones inter-imperialistas y desencadenaría nuevas luchas revolucionarias en los países capitalistas, las que debían llevarse a cabo bajo la consigna de “clase contra clase“, contra las organizaciones socialdemócratas y reformistas.
En abril de 1929 Bujarin se vio obligado a dimitir de su cargo. Para sustituirle al frente del CEIC, fue elegido en 1934 el comunista búlgaro Georgi Dimitrov, quien dirigió la Internacional Comunista hasta su disolución.
El VII Congreso Mundial de la Internacional Comunista se reunió en agosto de 1935 en Moscú. Tras el auge de de los fascismos, y el fracaso de la política ultraizquierdista aprobada en el anterior congreso, se dio paso a la política de Frentes Populares.
La KOMINTERN y el fascismo
Inicialmente muchos consideraron al fascismo sólo como un fenómeno pasajero, que desaparecería para dar paso a la reconstitución del viejo Estado liberal o barrido por la supuesta inminencia de la revolución proletaria. Los partidos y políticos burgueses tradicionales, y también la socialdemocracia, creyeron que después que los fascistas realizaran el “trabajo sucio” de ahogar en sangre a la revolución tendrían que ceder el poder y permitir el retorno del viejo régimen constitucional y parlamentario. Incluso al propio movimiento comunista le costó tiempo entender la esencia y complejidad del fascismo.
La Internacional Comunista comenzó a ocuparse “oficialmente” del fascismo después de la llegada al poder de Mussolini en 1922. Su primera apreciación reflejó su subestimación, así como la incomprensión del carácter preciso y del papel histórico del fascismo. Umberto Terracini, líder comunista italiano, escribió en una revista de la KOMINTERN que el fascismo no era más que una “crisis ministerial” pasajera.[1] Amadeo Bordiga, también figura importante del Partido Comunista italiano, en su ponencia presentada al V Congreso de la KOMINTERN, en 1924, afirmaba que en Italia no había ocurrido otra cosa sino “un cambio del personal gubernamental de la burguesía”.[2] Todavía en 1933, tras once años de gobierno fascista en Italia, e inmediatamente después de la llegada de Hitler al poder en Alemania, el Presidium del Comité Ejecutivo de la KOMINTERN decía:
La Alemania de Hitler corre a una catástrofe económica que cada vez se dibuja de manera más inevitable… La calma momentánea después de la victoria del fascismo no es más que un fenómeno pasajero. La marea revolucionaria subirá ineluctablemente en Alemania a pesar del terror fascista.[3]
Hubo voces aisladas, dentro del movimiento comunista, que advirtieron sobre lo errado de esta visión simplista y sus consecuencias catastróficas. Merece destacarse la figura de Clara Zetkin. El 23 de junio de 1923 ella hizo la siguiente advertencia:
El error… ha consistido principalmente en el hecho de considerar al fascismo solamente como un movimiento militar-terrorista, no como un movimiento de masa presentando bases sociales profundas. Debe ponerse explícitamente el acento sobre el hecho de que, antes de que el fascismo gane militarmente, ha alcanzado ya la victoria ideológica y política sobre la clase obrera”.[4]
Y también la del propio Gramsci, quien en 1926, poco antes de su encarcelamiento, en las tesis que redactó para ser sometidas a discusión en el próximo congreso del PCI a celebrarse en Lyon, Francia, señaló la necesidad de lograr una amplia alianza con los sectores menos reaccionarios de la burguesía para poder enfrentar la dictadura fascista. Pero en líneas generales esas advertencias sobre la necesidad de estudiar la novedad cualitativa del fascismo fueron rechazadas por la dirección de la Internacional Comunista.
Uno de sus principales ideólogos, Manuilsky, afirmó tajantemente que “entre el fascismo y la democracia burguesa no existe más que una diferencia de grado… el fascismo no es un nuevo método de gobierno”, para más adelante establecer lapidariamente que “la misión de los comunistas no es, pues, en modo alguno, buscar con unos lentes extraños una pseudoteoría que les haga encontrar cualesquiera diferencias entre la democracia y el fascismo”.
La definición clásica que asumió el movimiento comunista internacional con respecto al fascismo la proporcionó Georgui Dimitrov en el VII Congreso de la KOMINTERN en 1935, y fue después repetida durante decenios: “El fascismo es la dictadura abierta y terrorista de los elementos más reaccionarios, más chovinistas, más imperialistas del capital financiero”. Debe reconocerse que esta definición capta adecuadamente la relación objetiva del fascismo con los procesos económicos en desarrollo del modo de producción capitalista.
Como ha señalado acertadamente Nicos Poulantzas, no se puede entender al fascismo si no se establece su relación orgánica con la fase imperialista del capitalismo. Pero precisamente por limitarse a una caracterización económica, soslaya muchos aspectos sociológicos y psicológicos. Sólo teniendo en cuenta estos aspectos es que puede explicarse por qué la mayoría de los sectores medios favorecieron al fascismo y un importante sector de la propia clase obrera apoyó al Estado fascista.
Atrapada en su estrategia de “clase contra clase”, la KOMINTERN y los partidos comunistas europeos no pudieron elaborar estrategias políticas adecuadas para enfrentar el auge del fascismo. La estrategia de la formación de alianzas políticas con fuerzas y partidos no comunistas para detener al fascismo, proclamada en 1935, llegó demasiado tarde para Alemania. La toma del poder por Hitler creó las condiciones que prefiguraron el futuro desencadenamiento de lo que sería la Segunda Guerra Mundial.
La firma del pacto Germano-Soviético, en 1939, constituyó uno de los momentos más infamantes de la historia del stalinismo, y de la supeditación de los más elementales principios revolucionarios a los intereses de una camarilla en el poder. No se trató sólo de un pacto de no agresión, sino también de un conjunto de pactos secretos que estipulaban el consentimiento de la URSS a la invasión nazi a Polonia a cambio de su repartición entre ambos países, además de la entrega al gobierno de la Alemania hitleriana de militantes comunistas, lo cual significó una condena a muerte para ellos. La defensa a ultranza que los partidos comunistas nacionales hicieron del mismo, contribuyó a la pérdida de prestigio de los mismos.
La disolución de la KOMINTERN
El 15 de mayo de 1943, después de celebrada la Conferencia de Teherán, el Presidium del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, “teniendo en cuenta la madurez de los partidos comunistas” nacionales, y para evitar los recelos de los países capitalistas aliados decidió disolver la Internacional Comunista.
En 1947 fue creada la Kominform (Oficina de Información Comunista) como sustituta de la KOMINTERN, que reunía a los Partidos Comunistas de Bulgaria, Checoslovaquia, Francia, Hungría, Italia, Polonia, la Unión Soviética y Yugoslavia. Fue disuelta en 1956.
La KOMINTERN y América Latina
Desde comienzos de los años 20 existían en Moscú departamentos especiales para el subcontinente latinoamericano. En 1926 se crearon secretariados regionales, y América Latina fue colocada bajo el control del secretariado regional “latino” (a partir de 1928, “latinoamericano”), y el número de funcionarios residentes en Moscú que se ocupaban de América Latina (tanto latinoamericanos como europeos) creció.
El secretariado regional estaba subordinado al EKKI y se ocupaba de todas las cuestiones relevantes vinculadas con América Latina. Desde principios de los años 20, el máximo responsable para América Latina lo fue Edgar Woog (seudónimo “Alfred Stirner”), un suizo emigrado a México, y desde mediados de esa década hasta fines de la misma dirigió el secretariado su compatriota Jules Humbert-Droz (seudónimo “Luis”). Ni siquiera los funcionarios de más alto rango estaban a salvo de perder sus posiciones de poder, si caían en desgracia política. Esto le ocurrió a Woog y también a Humbert-Droz, ambos partidarios de Nicolai Bujarin, cuando este fue despojado en 1928 por Stalin de todas sus funciones.
Ya en 1919 se abrió la primera dependencia latinoamericana de la KOMINTERN en México, aunque sólo funcionó algunos pocos meses. En el proceso de la “bolchevización”, por resolución del Presidium del EKKI, se creó en 1925 en Buenos Aires el Secretariado Sudamericano. Debía contribuir a la “intensificación y unificación del trabajo de formación comunista con el objetivo de una más estrecha relación entre los partidos sudamericanos y la Internacional Comunista“. El Secretariado Sudamericano, con sus campañas políticas y la labor de su órgano de prensa, la Correspondencia Sudamericana, realizó una decisiva contribución a la difusión de la política de la KOMINTERN en América Latina. Fue reorganizado en el verano de 1928, y con la ocupación de su dirección por el ítalo-argentino Victorio Codovilla se garantizó el cumplimiento de las directivas stalinistas.[5]
En México actuaban junto con la Liga Antiimperialista de las Américas, fundada en 1924, y diversas sub-secretarías que habían sido instituidas en 1928 para la preparación de la primera conferencia sindical latinoamericana (celebrada en Montevideo en junio de 1929), varias instituciones regionales de dirección controladas por los comunistas. En New York se había creado en 1930 o 1931 el Buró del Caribe, encargado con las mismas tareas que su similar sudamericano, y que existió hasta mediados de los años 30.
La Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) fue fundada a fines de 1924 por los partidos comunistas de México y los Estados Unidos a propuesta de la Internacional Comunista. La idea se basaba en la concepción desarrollada por Lenin sobre el frente unido antiimperialista: obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales del continente americano eran convocados, en consecuencia, a unirse contra el “enemigo principal”, el imperialismo norteamericano.
La política de “bochevización” de los partidos comunistas, desencadenada en la “tercera etapa de la KOMINTERN, condujo a la instauración en los mismos de las peores características de lo que se conoce como “stalinismo”. Aunque muchas veces agruparon militantes abnegados, sinceramente socialistas, esos partidos rápidamente degeneraron al tener que seguir las evoluciones políticas de la línea de Stalin, que los utilizó como peones en el tablero internacional según las necesidades nacionales de la Unión Soviética o, mejor dicho, de la afirmación en ésta del poder de una casta burocrática.
Del mismo modo que la capitulación de la IIa Internacional ante la guerra de 1914-1918 convirtió a los partidos socialistas en socialistas nacionalistas, ligados a la burguesía respectiva, la teoría del socialismo en un solo país, stalinista, redujo a los partidos comunistas a la defensa de la Unión Soviética y, convirtiendo al Partido Comunista de ésta en un partido nacionalista, sembró el nacionalismo en los demás partidos y preparó el camino para su integración en los respectivos Estados capitalistas.[6]
Los derroteros tomados por los partidos comunistas latinoamericanos en el período entre 1919 y 1943 fue poco feliz, por no decir menos.
El caso de Cuba
Un ejemplo demostrativo de las dificultades que enfrentó el movimiento comunista en esa época para comprender las especificidades de la situación y la elaboración de cursos de acción revolucionarios efectivos, lo tenemos en la relación, plagada de conflicto, entre Julio Antonio Mella y los dos partidos comunistas en los que militó (el cubano, primero, y el mexicano).
Mella fue expulsado por un período de dos años del PCC, por decisión tomada en enero de 1926. Había sido liberado de su encarcelamiento el 23 de diciembre. Las acusaciones del partido fueron: resquebrajamiento de la disciplina, rechazo a la obediencia, oportunismo táctico, relaciones con la burguesía y falta de solidaridad con los demás detenidos.
En enero de 1927 el Secretariado de la KOMINTERN evaluó esa medida como sectarista, y exigió una revisión. En mayo de 1927 el PCC revisó su fallo contra Mella, pero se reservó el derecho a tomar las correspondientes medidas en caso de una nueva ruptura de la disciplina.
En sucesivas cartas al PC de México, el PCC desacreditó a Mella (23.03.1926 y 31.05.1926). Fue catalogado de traidor, desertor y oportunista, y de realizar intrigas políticas para debilitar al PCC. El Partido Comunista de México, en el cual había ingresado Mella al llegar a ese país, no se dejó impresionar: llegó a ser miembro de su Comité Central. Mella fue elegido como secretario general del Comité Continental Preparatorio del Primer Congreso Mundial contra el Imperialismo y la Opresión Colonial, que tuvo lugar en Bruselas en febrero de 1927. Incluso llegó a ser elegido el 30 de junio de 1928 como secretario general interino del Partido Comunista de México, cargo que desempeñó hasta septiembre de ese año.[7] Durante ese período se ocupó de cuestiones de táctica sindical, y luchó por la organización de una nueva central sindical. Esto provocó serias desavenencias entre Mella y sus compañeros del partido, con el resultado de que Mella fue separado a fines de 1928 del Comité Central y abandonó el partido por un corto período.
En 1927, Mella se opuso a la política sindical del PCM, de participar en la oficialista Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM). Stirner, representante de la EKKI, en uno de sus reportes (18 dic 1927), destacó que Mella se contraponía a la posición del partido, y afirmaba que las posiciones de Mella eran idénticas a las Andreu Nin y Lozovski (importantes dirigentes de la Internacional Sindical Roja, que ya en esa época tenían fuertes discrepancias con la dirección de la KOMINTERN).[8] Mella propuso crear una nueva central sindical.
La disolución de la CROM creó las condiciones para reabrir la discusión sobre la cuestión sindical. Como resultado del debate que se produjo, Mella fue separado del CC del PCM.[9]
En el VI Congreso de la KOMINTERN se efectuó un giro. Bujarin (entonces aliado de Stalin) fue colocado al frente. Se dió un giro a la ultraizquierda y se catalogó a los reformistas y socialdemócratas como los principales enemigos.
Mella fundó en la primavera de 1928 la ANERC. Ella existió independientemente de las estructuras comunistas y no fue controlada por ellas. El rumbo de ultraizquierda establecido por el KOMINTERN convertía en algo mal visto a las alianzas políticas con organizaciones reformistas o liberal-burguesas. Por otro lado, los comunistas optaron sobre todo por “acciones proletarias de masa”, como las huelgas (generales) o las sublevaciones. Una acción guerrillera de carácter putchista con aliados dudosos, como la que se proponía la ANERC, olía desde esta perspectiva inevitablemente a “acciones terroristas pequeño-burguesas”. Las concepciones estratégicas de Mella sobre la lucha contra Machado y la revolución en Cuba, diferían de las que se habían implantado en el movimiento comunista latinoamericano y mundial.
Todo esto explica los errores estratégicos que el Partido Comunista de Cuba, al igual que la mayoría de sus similares latinoamericanos, cometió en ese período, y que se concentraron sobre todo en su alianza con la dictadura de Batista a partir de 1938.
En general, y a manera de conclusión, puede afirmarse que los comunistas no estaban preparados para transformar el campo de tensiones existentes entre la revolución social y una amplia alianza nacional, entre la lucha de clases y la unidad nacional, en una estrategia política.
Notas

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  • Taller Científico “Comunismo, Socialismo y Nacionalismo en Cuba (1920-1958)”.

[1] Citado en: Nicos Poulantzas: Fascismo y dictadura, Siglo XXI Editores. México, 1974, p. 45.
[2] Ídem.
[3] Ídem.
[4] Ídem, p. 88.
[5] Como que los responsables del secretariado eran muy inclinados a enviar informes, la correspondencia y las actas proporcionan una visión de primera mano de su modo de funcionar. Desde 1925 Codovilla secundaba la labor del Secretariado, bien desde Moscú o desde Buenos Aires. Las Tesis publicadas por el Secretariado con motivo del tercer aniversario de la muerte de Lenin (enero 1927) son un claro ejemplo de que la difusión de la política stalinista se dio en América Latina desde muy temprano. En ellas se le asignaba a Lenin la paternidad de la teoría de la construcción del socialismo en un solo país: ¨ (…) Una de las más geniales previsiones y tesis de Lenin es la de la posibilidad de edificar el socialismo en un sólo país. (…)¨, ver: RGASPI, Fondos 503-1-18, folio 7-19, aquí folio 7. Citado en: Christine Hatzky: Julio Antonio Mella. Una biografía. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008.
[6] Guillermo Almeyra: ¨Comunistas revolucionarios y socialistas silvestres en América Latina¨, Ponencia para el Seminario sobre el comunismo en la Universidad Autónoma de Ciudad México, 7-11 de noviembre del 2005.
[7] El entonces secretario general del PCM, Carrillo, había partido hacia Moscú para participar en una reunión de la KOMINTERN.
[8] Citado en: Christine Hatzky. Julio Antonio Mella. Una biografía. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008, p. 259.
[9] Ver: Ch. Hatzky, ob. cit., p. 269.

Repensar a los comunistas en América Latina

Repensar a los comunistas en América Latina
Dra. Elvira Concheiro Bórquez
Introducción:

América Latina es una región que ha sufrido enormes cambios que han afectado de manera dramática las condiciones de vida de la mayoría de su población. Las políticas neoliberales seguidas durante los últimos decenios han profundizado la desigualdad y provocado un mayor atraso económico y social, de forma que hoy se está más alejado del desarrollo, de la equidad y de la inclusión política y social que en los años setenta del siglo pasado. Es éste el resultado de una profunda y persistente expoliación por parte de los países centrales del capitalismo globalizado y de las nuevas formas de explotación del trabajo que éste ha impuesto en el mundo entero.

Durante la última década, en respuesta a esta lacerante situación, se han producido importantes movimientos sociales que de diversas formas y a través de muy diversos medios, han cuestionado el rumbo seguido. Es por eso, también, que podemos decir que este es un momento en el que las izquierdas latinoamericanas, muchas de las cuales han triunfado y son hoy gobierno o han estado muy cerca de serlo, enfrentan grandes posibilidades, pero también enormes retos que merecen ser analizados.

No es el propósito de este trabajo adentrarnos en tan vasto e importante asunto. Tan sólo queremos señalar que las expectativas de retorno de las izquierdas que han provocado las multitudinarias movilizaciones realizadas en prácticamente todos los países de América Latina y el Caribe, y, sobre todo, los procesos de cambio iniciados, en particular, en Venezuela, Bolivia y Ecuador, reclaman el análisis de la crisis por la que las izquierdas han atravesado las últimas décadas así como la recuperación de lo mejor de su herencia, con el propósito de poder responder al urgente desafío de construir un proyecto de transformaciones de gran alcance.

Pese a esta apremiante necesidad de contar con perspectivas generales que den sentido a las múltiples luchas que brotan incesantemente ante el deterioro creciente de las grandes mayorías, lo cierto es que, en términos generales, los esfuerzos aún se pierde en múltiples e inconexas reivindicaciones y, con frecuencia, sus análisis y denuncias de la injusticia y la desigualdad que prevalece en el mundo se extravían en el laberinto de la pobreza y la falta de oportunidades. Se reivindica un mundo sin injusticia, sin miseria, sin desigualdades, sin exclusión, sin autoritarismo ni violencia, pero ¿cómo lograrlo?
Las miras, hasta ahora, se detienen en la exigencia de una distribución más equitativa y de creación o ampliación de espacios de participación. Aunque en el espacio latinoamericano lo mencionado resulta no ser de poca importancia, lo cierto es que las raíces que provocan tal desigualdad y regatean continuamente la democracia, permanecen incólumes.

En las limitaciones mencionadas se expresan tanto la desarticulación de las fuerzas de izquierda como las derrotas sufridas por los trabajadores a nivel mundial o, dicho en otras palabras, la pérdida de centralidad del conflicto entre el capital y el trabajo. Lo cual ha provocado que aparezca en la escena política y social “una conflictividad puntual y episódica, fuerte e impetuosa pero al mismo tiempo incapaz de unificar un movimiento social según el objetivo de una reforma del sistema.”

No obstante, en los últimos años el múltiple y disperso proceso de resistencia ha dado lugar a una terca búsqueda en la que han empezado a reconstruirse las izquierdas y a surgir algunos movimientos que, a falta de una pertinente denominación positiva, simplemente se reconocen como “anticapitalistas”. También se han producido un sinnúmero de movimientos y organizaciones que aunque no se designen de alguna forma específica, sus acciones empiezan a estar orientadas al cuestionamiento del régimen socioeconómico de nuestros días o, al menos, de aspectos importantes de este.

De forma simultánea, en Venezuela, Bolivia y, más recientemente, en Ecuador, han accedido al gobierno fuerzas que pugnan por un cambio de rumbo en forma más nítida y radical, abriendo paso a complejos procesos que están en curso y reclaman una nueva reformulación del proyecto anticapitalista. El reto que ha lanzado la revolución bolivariana de pensar el socialismo del siglo XXI; así como la exigencia de desplegar el proceso de descolonización que ha emanado de nuestros pueblos originarios y, en particular, tanto de la selva lacandona como de la cordillera de los Andes, nos obliga a repensar qué puede significar hoy el “anticapitalismo”, o más aún, nos impele a repensar el proyecto de sociedad que debiera superar a la actual.

Estos retos, sin embargo, se han topado con una profunda dificultad, perplejidad, confusión, ausencia de debate, desconcierto, que no permiten aún levantar realmente la mirada y ensanchar el cauce de la elaboración de alternativas emancipadoras. Y es que en esta resistencia, que también es incapacidad, hay historias con las que no se han ajustado cuentas, fenómenos que no han sido analizados y comprendidos, particularmente en relación con el comunismo del siglo XX, el más audaz intento de superar el capitalismo, pero también por ello, el más frustrante y malogrado.

Es, por tanto, nuestra convicción que analizar críticamente la experiencia comunista del siglo XX, su historia de victorias y fracasos, así como su final derrota, como parte medular de la crisis por la que han atravesado las izquierdas del mundo entero, se convierte día a día en una urgencia de la lucha emancipadora de nuestros pueblos.

Si en el terreno de la lucha política ha estado prácticamente ausente el análisis de esta y otras experiencias pasadas, en forma paradójica, en las últimas décadas en particular el fenómeno del comunismo del siglo XX ha suscitado gran interés en espacios académicos (sobre todo norteamericanos), que llevó a la realización de un gran número de estudios. Aunque hacia mediados de la década de los años noventa la mayor parte de esos estudios sobre el comunismo tuvieron un claro propósito político e ideológico, encaminado a presentarlo en forma simplificada como un fenómeno reducible y claramente identificable con las peores atrocidades cometidas en el siglo más violento y destructor de la historia humana, lo cierto es que el interés se ha mantenido, animado sobre todo por la enorme cantidad de documentación que salió a la luz tras la caída de los regímenes del este europeo.

En lo que se ha convertido en una amplia revisión de aspectos medulares de la historia del siglo XX, el esquema interpretativo dominante, cuyos términos no difieren sustancialmente de los utilizados durante la llamada Guerra Fría, ha marcado la pauta de gran parte de las publicaciones realizadas sobre el comunismo, de forma que se han generalizado una serie de estereotipos con los que siempre se denigró a los comunistas, en los que se presentan como hechos comprobados todo aquello que durante décadas no fue más que propaganda ideológica.
Ahora se exhiben documentos secretos con los que se recrea el carácter conspirativo y criminal de un complejo fenómeno que ha sido reducido, casi exclusivamente, a una obscura y totalitaria fuerza al servicio del estado soviético. De forma que estamos ante una situación en la que una rica experiencia histórica, acontecimientos extraordinariamente complejos y contradictorios, así como personajes con vivencias intensas, quedan reducidos a unas cuantas frases repetidas y a una trillada estigmatización.

Es pertinente considerar que hoy existen las condiciones para que el conflicto que subyace en toda sociedad contemporánea, y que en América Latina se ha hecho más visible en los procesos de la última década, pueda ser –tal como escribe Pietro Barcellona— “rediseñado sobre la cuestión fundamental de la actualidad del comunismo en términos absolutamente no reconducibles a las estructuras y a las instituciones de las experiencias de los países del Este (del socialismo estatista, economicista y burocrático –y autoritario, habría que agregar–) ni al paradigma economicista de la redistribución compensatoria de las políticas socialdemócratas”.

Pero para que esto sea posible, es ineludible el conocimiento y análisis de esas experiencias emancipadoras que produjo el siglo XX y que fracasaron.
Estudiar críticamente al comunismo desde y en América Latina

En primer lugar, es evidente que el fenómeno comunista plantea un conjunto de hechos e ideas extraordinariamente amplio y complejo, que no permite que se le reduzca –al menos sin distorsionarlo, como se ha hecho—en una sola de sus facetas. Por el contrario, se hace indispensable estudiarlo desde una mirada amplia y compleja que permita entender la intrincada interrelación del comunismo como una corriente de pensamiento de alcance universal, como un movimiento político revolucionario presente en todo el planeta a través de múltiples formas y acciones y como una expresión estatal que involucró por décadas a más de un tercio de la humanidad y fue componente esencial de la geopolítica mundial, sobre todo durante la segunda mitad del siglo XX.

En otras palabras, frente a la potente construcción ideológica dominante no sólo hace falta una rigurosa reconstrucción histórica de la experiencia comunista que hoy, como nunca antes, es posible gracias a la montaña inmensa de documentos resguardados en los archivos comunistas abiertos apenas en la última década del siglo pasado; sino también es necesario un serio replanteamiento metodológico que permita, entre otras cosas, el desmontaje de ese encadenamiento que comparten la derecha y la izquierda dogmática, que inicia con Marx, pasa por Lenin y llega a Stalin (y a Mao en el caso de China), en lo que se refiere a la emblemática personificación del comunismo; o el desmantelamiento de ese otro encadenamiento, tanto o más perverso, que identifica el comunismo con el bolchevismo, con el estalinismo, con el totalitarismo, en el que el terror y los asesinatos estalinistas son principio y fin que explica todo y hace desaparecer toda diferencia con el nazismo, arrimando hacia el olvido, entre otras muchas cosas, a los millones de muertos provenientes del bando comunista que dejó la Segunda Guerra Mundial.

Con un enfoque diverso podremos distinguir lo que de manera evidente es distinto, aunque mantenga vínculos y relaciones (por momentos acompasadas, por momentos tensas) que resultan en un enmarañado y complejo fenómeno de la mayor importancia. Distinguir, por ejemplo, lo que son numerosos actos de lucha justiciera por transformar las ominosas condiciones de vida y trabajo, de lo que es la lógica de Estado de una gran potencia, es decir, distinguir lo que fueron las luchas y revoluciones encabezadas por los comunistas de lo que representó el poder del Estado soviético.
Distinguir, también, lo que ha sido resultado de lo más avanzado del pensamiento social, como proyecto de transformación radical, de lo que fue su uso y encajonamiento ideológico con fines de dominio; es decir, diferenciar a Marx y los marxistas del llamado marxismo-leninismo; así como el pensamiento de Lenin del leninismo.

Con lo anterior, no pretendemos sugerir algún tipo de justificación, también frecuente en el campo de las izquierdas, o pretender relativizar o desdibujar lo que sin duda es también un componente sustancial del fenómeno comunista del siglo XX, es decir, su historia de crímenes y dictaduras. Por el contrario, de lo que se trata es de proponer simplemente el soporte de las condiciones mínimas para estar en posibilidades de analizar críticamente y comprender esa experiencia y su derrota, al margen de determinaciones ideológicas unilaterales que, particularmente en este tema, son tan frecuentes.

Es indispensable insistir en una visión que sea rigurosa en el análisis histórico, pues con demasiada frecuencia en los estudios que hemos mencionado se filtran imprecisiones o se desvanecen los datos, las fechas precisas que dan sentido a hechos, mismos que, como veremos, sacados de su contexto preciso adquieren un sentido muy diferente.

Ahora bien, lo dicho hasta aquí implica principalmente a los estudios que en el mundo, particularmente anglosajón pero también de los países que anteriormente conformaron el llamado “campo socialista”, se han realizado desde la caída de estos regímenes, pero ¿qué ha sucedido en América Latina? ¿Cómo se ha estudiado el comunismo latinoamericano? ¿Cómo se representan y caracteriza a los comunistas en los países de la región? ¿Cuáles son los rasgos que se destacan de su inserción en el movimiento mundial? En otras palabras: ¿tenemos en y desde esta parte del mundo otras miradas para entender esta expresión política que, a decir de muchos, marcó distintivamente la historia del siglo XX?

En nuestra América –como la nombró José Martí–, el comunismo ha sido pobremente estudiado en general y, especialmente, en los países en los que los comunistas tuvieron poca fuerza política. Más allá de ciertas historias oficiales de los partidos comunistas (algunas, por cierto, no tan malas) o varios libelos anticomunistas, hasta hace poco eran sumamente escasos los estudios serios sobre el tema (y son aún menos los que alcanzaron el nivel, la agudeza y lo bien escrito de los textos sobre el comunismo salvadoreño, y más precisamente sobre las memorias de Miguel Mármol, uno de sus fundadores, que nos dejó el poeta comunista Roque Dalton).
Con ello, no desmerezco en ningún sentido los serios trabajos que han realizado investigadores como Arturo Taracena o Ricardo Melgar, en lo referente al comunismo en Centro América; Carlos Mazzeo o Marcos del Roio, sobre el comunismo brasileño; Hernán Camarero, Horacio Tarkus o Daniel Campeone, del comunismo argentino; Barry Carr, Martínez Verdugo u Horacio Crespo acerca de los comunistas mexicanos, por señalar sólo algunos.

Ciertamente, junto a estos importantes esfuerzos, en las últimas décadas, no sólo por el acceso a mayor documentación sino –paradójicamente– por lo que aparece como ciclo conclusivo de su existencia, en América Latina, un poco más tarde que en otras partes, hemos visto aparecer, además de valiosas memorias de militantes y dirigentes comunistas, un número considerable de nuevos estudios sobre el comunismo que no reparan en la discusión conceptual señalada y que, en buena medida, reproducen elementos del esquema dominante.

Existe un primer implícito particularmente relevante en lo que se refiere al estudio del comunismo, dada la carga política e ideológica que siempre acarrea, pero que es muy cuestionable: los historiadores de hoy se presentan con la bandera de la “objetividad”. Ante lo cual, vale la pena señalar, con honestidad explícita, tal como atinadamente insiste Boaventura de Sousa, que nuestra objetividad, de cara a nuestras realidades, no puede ser neutralidad, porque –decimos nosotros– la injusticia, la miseria, el sufrimiento, la exclusión y violencia que viven y han vivido nuestras sociedades no nos puede ser indiferente. De forma que el compromiso con las luchas que por superar esa situación se han dado y se dan hoy en América Latina, nos debieran dotar de una mirada comprensiva y analítica que, sin dejar de ser crítica, tenga sentido de pertenencia.

Una pertenencia que no se ancla en el pasado, sino que se suma a la reinvención de la emancipación social a la que se refiere el sociólogo portugués. Esa es una de las primeras dificultades, y debiera ser, quizá, una de las primeras particularidades de las otras miradas que podemos tener quienes desde aquí estudiamos a los comunistas, lo mismo que a otras expresiones de las izquierdas.

El tema que abordamos reclama de los investigadores conocimiento y comprensión de lo que significa, por ejemplo, la militancia política, de lo que representan los símbolos y los ideales; de las construcciones teóricas que están detrás de las acciones; de los distintos significados que, en momentos diferentes, tienen los planteamientos políticos. Por lo mismo, la más rigurosa contextualización histórica, se hace aún más indispensable.

Y es eso lo que con harta frecuencia se elude, se omite o se manipula. Con los anteojos de un momento como el actual, en el que se enseñorea la desesperanza y la antipolítica, es sumamente difícil entender los lenguajes y las motivaciones con que se movían los comunistas. Si, además, no reflexionamos sobre los términos que han impuesto quienes, pilares de la guerra fría, se consideran vencedores, nuestras propias temáticas, y los instrumentos conceptuales con los que trabajamos estarán impregnados de una determinada ideología, aunque no seamos conscientes de ello.

Habría, por tanto, que empezar por preguntarnos, como decía Franz Wieacker, el fundamento de nuestras preguntas. Eso debiéramos intentar como cimiento de un análisis sustentadamente crítico y enclavado en nuestra historia y nuestras realidades.
Los estudios sobre la Internacional Comunista en América Latina

En particular, nos detendremos aquí en el tema, que ha renovado el interés de los estudios recientes, de la presencia de la Internacional Comunista en América Latina. En primer lugar, porque el mismo nos remite a los orígenes, al momento en que surgen –y las causas que lo permitieron– el conjunto de organizaciones que se adhirieron al movimiento comunista que emergió con fuerza tras la revolución rusa; asunto que desde siempre hubo quienes se empeñaron en presentarlo como una mera implantación de un fenómeno “externo”, ajeno a nuestra realidad, cargado en muchos sentidos de una connotación negativa (a lo cual contribuyó–con la exclusiva excepción del cardenismo mexicano–, sin duda, la fuerte afirmación nacionalista que se desarrolló en América Latina sobre todo en la primera mitad del siglo XX).
Pero no sólo, sino también porque nos refiere a uno de los aspectos más controvertidos y, quizá menos entendidos, que es la interrelación de la esfera nacional y la proyección internacional que caracterizó de manera más definida al comunismo del siglo XX. Asimismo, es –el de la Internacional Comunista en AL– un tema eludido siempre en las historias generales de la IC y en los que sólo encontramos un estudio más general realizado en la década de los ochenta por un historiador venezolano, junto a otro de un costarricense, pero sobre el que se ha reavivado un gran interés que, con la sola excepción del monumental trabajo del Diccionario Biográfico de la Internacional Comunista en América Latina (1919-1943), se ha canalizado en estudios muy específicos y locales.
De forma que, en estos últimos trabajos, se sigue citando como la obra principal y como referente central el trabajo de Manuel Caballero, escrito sin acceso a la información contenida en los archivos hoy abiertos y la cual adolece, no sólo por lo anterior, de enormes deficiencias.

Repensar a los comunistas desde estas nuestras tierras obliga, tal como señala Jaime Massardo, en primer lugar, a desentrañar las características de una recepción; las peculiaridades de una relación con un “otro”; las maneras de apropiación y recreación; o, parafraseando a Mariátegui, de “creación heroica”.

Sin duda, la corriente comunista tiene su origen en tierras muy lejanas y en un contexto de profunda y sangrienta crisis –la de la Primera Guerra Mundial–, que involucra fundamentalmente a Europa. Como resultado de la irreversible –hasta ahora– división del movimiento de los trabajadores del “viejo” continente, misma que termina por consumarse tras la segunda revolución rusa de 1917, el comunismo aparece como un poderoso movimiento sin fronteras.

Sin embargo, por la dimensión y alcance de la impronta revolucionaria rusa, ese potente movimiento tuvo desde sus inicios un localizado centro de irradiación, el cual, no obstante los lentos medios de comunicación de aquellos tiempos, no tardó tanto en llegar a todos los rincones de planeta.
No era, por cierto, la primera vez que los trabajadores de la “periferia” capitalista, tenían noticia y se sumaran a las luchas y organizaciones de sus pares europeos.
Habría que mencionar, así sea de paso, la influencia que tuvo la Comuna de París en los principales centros fabriles de Latinoamérica, a donde sus hazañas y desventuras llegaron las más de las veces, en el equipaje intangible de los emigrados que poblaron las fábricas de Argentina, Chile, Estados Unidos, y tantos otros lugares. Sin duda, también, la Segunda Internacional, la Internacional Socialista, tuvo aquí presencia no sólo por la continua emigración de fines del siglo XIX sino ya, también, a través de publicaciones y textos que se reprodujeron en nuestra América, de forma que los primeros marxistas latinoamericanos reprodujeron la interpretación dominante en aquella organización y crearon a imagen y semejanza del partido alemán, sus propios instrumentos partidistas. El Partido Socialista argentino de Juan B. Justo sería el más notable de aquellos partidos.

De forma que, cuando en Europa los poderosos partidos obreros se hundían en una profunda división, para dar surgimiento a una nueva corriente que exigía la paz y se disponía a propagar su grito insurrecto para acabar con el capitalismo, en América Latina llegaban los ecos de la proeza de los trabajadores de la ciudad y el campo rusos, en buena medida a través de la prensa que se escandalizaba por la intrepidez bolcheviki, llevando a los revolucionarios latinoamericanos también a transformar sus partidos socialistas en comunistas.

Es innegable, por tanto, que el surgimiento de las organizaciones que se adhirieron al comunismo estuvo bajo el influjo de los acontecimientos lejanos que ocurrían a fines de la segunda década del siglo pasado. Sin embargo, lo relevante es que en América Latina existían ya los receptores de tal experiencia y del entusiasmo que generaba.

Aunque en Argentina, los ecos de la división de los socialistas, haría que en 1918 surgiera el Partido Socialista Internacional, sería en México donde, en 1919, naciera el primer Partido Comunista de estas tierras.

Aunque el proceso de conformación de los partidos adheridos a la Internacional Comunista fue largo y complejo, acorde con las muy distintas condiciones políticas de cada país latinoamericano, en los primeros años de la década de los años veinte surgieron el Partido Comunista de Chile (1921), cuando el Partido Socialista fundado en 1912 por Luis Emilio Recabarren, a instancias de él mismo cambia de nombre, lo mismo que el Partido Socialista de Uruguay y el Partido Socialista Internacional de Argentina, que aquel año adoptan el nombre de Comunistas; en 1922 se organizan los Partidos Comunistas de Brasil, a la cabeza del cual estaba el exlibertario Astrojildo Pereira, el de Guatemala y el de Honduras; en 1925 el de Cuba, con Julio Antonio Mella y Martínez Villena entre sus promotores; en 1926, el de Ecuador, en el que jugó importante papel el comunista mexicano Rafael Ramos Pedrueza, en 1928, el de Paraguay. Entre 1930 y 1931, surgieron los PC de Colombia, Bolivia, Costa Rica, El Salvador y Panamá. Uno de los últimos en adoptar el nombre de Partido Comunista sería el Peruano, que hubo de esperar a la muerte de José Carlos Mariátegui para dejar su denominación de Partido Socialista, en el que el Amauta persistía con propias razones, aunque estuviera adherido a la IC.

En la investigación de los orígenes de cada uno de esos partidos, hay sin duda una diversidad enorme de situaciones, motivaciones, personajes legendarios, que borran de un plumazo toda simplificación o reduccionismo.

Sin embargo, se sigue sosteniendo la visión sobre el surgimiento de los partidos comunistas basada principalmente en la idea de una “importación”, que lo entiende como un proceso ajeno al país en cuestión, en el que la intervención de los “agentes” del Komintern es definitoria. Tal es el caso de México, el cual es relatado por algunos como resultado exclusivo de las acciones de espionaje y diplomacia del “agente” Mijail Gruzenberg, mejor conocido como Mijail Borodin.
Aún en el libro de Paco Ignacio Taibo sobre el origen del comunismo mexicano, que abunda en el relato de un proceso mucho más complejo (y por momentos novelesco), en el que la presencia de Borodin incide básicamente en el nombre del partido que venía conformándose y que, por tanto, no es sino uno de sus componentes junto a muchos otros, la actuación de aquél se explica por momentos como si se tratara ya de un espía ruso del tipo que mucha filmografía norteamericana propagó.
En realidad, sobre todo si hablamos del año 1919, momento en el que este personaje arriba a tierras mexicanas, se trata de un audaz revolucionario dispuesto a vivir una incierta tarea y sus riesgos. Personaje que mantenía lazos amistosos con la primera presidenta de la Internacional Comunista, la cual le pide, dado que Borodin había pasado varios años de exilio en Estados Unidos, cruce el Atlántico para difundir la recién fundación de la IC y busque conversaciones con el gobierno de Venustiano Carranza para abrir paso al establecimiento de relaciones oficiales de la joven República Soviética con México.

En este, como en otros casos, es fundamental tener presente que en aquel tiempo el Estado soviético no era aún más que un prospecto profundamente afectado por la cruenta guerra civil, bastante alejado del que sería bajo el mando de Stalin. De forma que la manera de actuar de sus dirigentes y, aún más de los militantes bolcheviques, distaba enormemente de lo que sería la de los agentes de la maquinaria aceitada de la potencia roja que surgió en la posguerra. Lo contrario permite, sin duda, escribir entretenidas historias de espías, pero no un análisis histórico.
¿Cultura comunista o cultura kominterniana?

Otro aspecto que llama la atención en las actuales investigaciones es el hecho de que cada vez con mayor frecuencia se pone énfasis en el término “kominterniano” que llega a sustituir el de comunista: “hombres del komintern”, “emisarios kominternianos”, “cultura kominterniana”. ¿Qué significado adquiere ese sutil cambio? Al parecer, se trata de enfatizar la pertenencia o sometimiento a un centro mundial, y más puntualmente, a un centro soviético.
Ciertamente, todo partido comunista se concibió desde sus orígenes como parte integrante de una organización mundial, como una sección de la IC (lo cual con frecuencia se exhibía en el propio nombre del partido). Sin embargo, como hemos señalado, ello no significó siempre simple ingerencia externa, o aún más, sometimiento a una determinada fuerza de Estado que define todo, lo somete, lo vigila y controla.

Tal como examina el estudio de Ricardo Melgar sobre los “cominternistas centroamericanos”, el proceso de inicio de una “cultura política cominternista” en América Latina no sólo debe ser fechado entre 1929 y 1933, sino que este debe ser entendido fundamentalmente como un proceso propio, es decir, inmerso en las luchas específicas de cada país o región, aunque tenga siempre el referente de Moscú. Sorprende, por lo mismo, que el autor no repare en la utilización excesiva del término cominterniano (aunque sea sin k).

El importante y, en muchos sentidos, impresionante trabajo realizado por Víctor y Lazar Jeifets y Meter Huber, pese a no utilizar el término señalado, deja, en este sentido, muchas dudas, sobre todo porque no hay precisión en lo que se entiende por los “colaboradores del aparato de la Comintern”. ¿Podría, entonces, considerarse kominterniano a todo aquel que mantuvo alguna relación (así sea fugaz) con los órganos de la IC? Cualquiera que haya participado en alguno de los congresos o reuniones de la IC? ¿Cualquier comunista o no que haya realizado en aquel tiempo un viaje a Moscú? Incluso: ¿Cualquier clase de vínculo con los comunistas lleva a tener relaciones con la IC? Así parece, tal como lo muestra el caso de Sandino, cuya biografía forma parte del mencionado libro sin que realmente se justifique.

No obstante lo señalado, es en otros estudios donde se revela de forma más nítida el sentido de la utilización del término que analizamos. Olga Ulianova, historiadora del comunismo chileno, entiende de la siguiente manera la “cultura kominterniana”:
“…mesiánica y eurocéntrica, la destinación de sus delegados a diversos países se consideraba primordial para asegurar el curso adecuado de la revolución mundial. Sin conocer muchas veces en detalle las más diversas realidades nacionales, pero convencidos de poseer la nueva revelación que salvaría el mundo, los delegados de la Internacional creían ser protagonistas de la Historia, con mayúscula, una especie de nuevos profetas.”
¿Cuándo surge y a través de qué medios esta “cultura”? ¿Quiénes constituyeron o fueron parte de ésta? ¿Todos los comunistas que mantuvieron relaciones con la IC? ¿Todos los extranjeros que participaron de acciones comunistas? ¿Eran parte de ella militantes como Julio Antonio Mella, Farabundo Martí o José Carlos Mariátegui, quienes sin duda participaban de la convicción revolucionaria comunista y, como en el caso de los primeros, estuvieron dispuestos a ofrendar su vida en una lucha que para ellos no tenía fronteras?

En realidad, muchos ejemplos podrían ponerse de militantes comunistas que habiendo, por ejemplo, viajado a Moscú a algún congreso; enviado informes de sus partidos, o incluso haber tenido alguna “misión” por encargo del Ejecutivo comunista, distan mucho del estereotipo del “hombre kominterniano”, del “agente” o “informante” en el que, como hace Ulianova, fácilmente se ubica a todo aquel que tuvo vínculos directos con la IC.
Justamente los casos de Mella, Martí y Mariátegui, no sólo por ser lo más conocidos, ponen en cuestión tal calificativo. Comunistas que nunca concibieron su militancia más que en plena libertad para expresar sus convicciones, al margen de que estuvieran o no en la “línea” de la IC o de sus partidos. En el caso de Mella, incluso, ocurrió, por el contrario, una intervención del agrupamiento internacional para revertir lo que era, sin duda, un exceso disciplinario, por decir lo menos, de la dirección de su partido.

Auspiciada por el acceso a nueva documentación, parte de la historiografía se ha centrado en una verdadera reconstrucción “arqueológica”, en la que momentos que se consideran “oscuros” o personajes que su actividad encubierta mantuvo ocultos o desconocidos para los historiadores, son indagados minuciosamente. En un mundo repleto de momentos de clandestinidad y duras represiones, hay, sin duda, un enorme trabajo de “investigación detectivesca” para averiguar a quién protegía un seudónimo, qué documento prueba tal o cual acción no reconocida por los comunistas, quiénes movían los hilos de una representación que no se sabe bien a qué respondía, etcétera.
Todo lo cual con frecuencia se realiza desde una óptica que, ajena a y desconocedora de los ámbitos de la militancia política y minimizando en los hechos las duras condiciones en las que actuaron los comunistas, muestra profundo desprecio por la voluntad, el coraje y la decisión de sencillos hombres y mujeres movidos exclusivamente por la convicción de poder construir sociedades sin desigualdad y opresión. Una perspectiva que de antemano parte de considerar absurdas las pretensiones revolucionarias (¡más aún si se trata de una revolución mundial!); descabellados sus propósitos; criminales sus métodos; ajeno a nuestra “tradición” que vendría siendo, en suma, el comunismo en América Latina.

En relación al asunto de la “revolución mundial” al que alude Ulianova al definir esa “cultura kominterniana”, no podemos dejar de señalar que se trata de un asunto destacado por más de un historiador del comunismo, pero muy pocas veces abordado con rigurosidad. Por lo demás, es muy cuestionable que se maneje sin distingos más allá de 1924 cuando la IC, tras el fallido y último intento insurreccional en Alemania, resuelve que la situación mundial es de “estabilización del capitalismo”.
Ciertamente, la IC se diferenció permanentemente de la socialdemocracia en su política revolucionaria, aunque pasó por diversas etapas en las que el tono insurreccional se modificó; pero lo que significó entre 1917 y 1924 la idea de la revolución mundial nunca volvió a ser la misma tras el debate encabezado por Stalin sobre la construcción del “socialismo en un solo país”.

En el caso de la lectura latinoamericana de lo que podría significar la dimensión mundial de la lucha comunista, por señalar otro ejemplo, ¿se recupera acaso el planteamiento de Julio Antonio Mella que la hacía empatar con la tradición bolivariana? Ciertamente no.

¿Medias verdades? ¿Énfasis en unos aspectos y rápida mención a otros? ¿Omisiones deliberadas? En estos términos, la falta de rigor analítico no resulta tan inocente. Cuando la mayor parte de los estudios no destacan, ni se detienen a desentrañar, los cambios operados en el seno de la Internacional Comunista, ciertamente a los pocos años de fundada, en el interregno que va de la enfermedad y muerte de Lenin al dominio pleno de Stalin, no sólo incurren en falta de precisión histórica, sino que con ello asumen uno de los sustentos del paradigma dominante que hace aparecer como un proceso continuo, sin rupturas ni resquebrajamientos, la historia del comunismo, la cual, por tanto, no tuvo ni podía tener otro sentido que el gulag.

Es necesario insistir en que al no diferenciar lo que fue el comunismo como movimiento revolucionario y lo que fue como fuerza de Estado (particularmente del Estado bajo el estalinismo que lo define todo, lo somete, lo vigila y controla), el análisis sobre la Internacional Comunista está incapacitado para comprender su complejidad y desentrañar su significado. En este sentido, es relevante analizar, por ejemplo, que se trata de un agrupamiento que, en un primer momento, expresa claramente al mencionado movimiento y, después, queda en el lidero y bajo la permanente tensión de no ser un órgano estatal, pero estar bajo control del partido-Estado soviético; una organización que representa una diversidad extraordinaria en permanente cambio, pero encorsetada pronto bajo rígidas directrices centralizadas.

Si recordamos, por ejemplo, la obra de Aldo Agosti, que investigó sobre los primeros y diversos componentes de la nueva Internacional, hecho que produjo acalorados y enriquecedores debates; si no olvidamos la defensa de los anarquistas perseguidos que, ante Lenin, hicieron varios delegados al tercer congreso de la IC; si tenemos presente la feroz disputa entre los líderes bolcheviques tras la muerte de su principal dirigente, de la que pudo dar cuenta Antonio Gramsci todavía en 1926; si rememoramos la lucha intensa y directa que, hacia fines de los años veinte, aún podía dar Trotsky contra el nuevo secretario general del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (b), nos daremos cuenta de lo diferente, pese a las 21 condiciones aprobadas en 1921, que esta organización será menos de una década después.

El rechazar el camino fácil que nos encajona en una sola de sus facetas, el estalinismo, no significa que se pretenda eludir el hecho contundente que éste representa en la historia del comunismo. Por el contrario. De lo que se trata con esta insistencia es de reclamar una historicidad precisa y una concepción abierta sobre el comunismo que permita comprenderlo en su devenir, en sus contradicciones, en su entramado problemático.
América Latina en la Internacional Comunista

Por último, es necesario abordar un aspecto sobre el cual existe una paradoja. Por un lado, se ha señalado con insistencia (de forma que más parece reproche), que la Internacional Comunista no le dio la misma relevancia a América Latina que la que dio a otras partes del mundo, primero especialmente a algunos países europeos (Alemania, sobre todo), luego a China. Pero, por otro lado, se sostiene la idea de un permanente intervencionismo marcado, además, por la incapacidad de los dirigentes de la IC de captar la realidad de nuestros países.
¿Distancia con la problemática latinoamericana? ¿Se trató siempre de simple traslado mecánico de una política elaborada en Moscú? ¿Fue siempre así? Veamos.

En relación a la primera interrogante, no deja de ser, en cierta forma, sorprendente. ¿Acaso podía ser de otra manera? Lo cierto es que la lucha política más intensa, en los momentos en los se derrumbaban los viejos imperios como resultado de la Primera Guerra Mundial y la revolución rusa se debatía entre la vida y la muerte amenazada por el “cerco sanitario” impuesto por todas las potencias europeas, se desplegaba en otras partes, no en América Latina.

Por otra parte, los comunistas –como todas las corrientes políticas de la primera mitad del siglo XX– no escapaban, ciertamente, de una visión eurocéntrica que dominaba el mundo. Si consideramos lo presente que aún está dicha visión, quizá podamos entender las profundas raíces que tiene y lo difícil que resulta su desmontaje. Con esto, no se quiere justificar una posición, sino tratar de entender en su momento, el complejo entramado cultural en el actuaron los comunistas y, a partir de ello, explicar su proceder, evaluar sus limitaciones y reconocer sus avances.

A partir de esta posición, más bien no deja de llamar la atención que, pese a la distancia y la carga eurocéntrica, en una declaración, publicada en enero de 1921 en L’ Internationale Communiste (num. 15), el Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista tratase por primera vez el tema latinoamericano, con bastante conocimiento (que hace pensar en la intervención de algún comunista cercano a estas realidades) y acierto. En éste, ciertamente, no se deja ver ni traslación mecánica ni ignorancia alguna sobre la situación de nuestros países.
No sólo encontramos una vehemente denuncia del imperialismo norteamericano y la sujeción de AL a sus dictados, sino algunas puntualizaciones sumamente pertinentes. Por ejemplo, en relación al componente campesino de nuestras sociedades y, en particular, a México, leemos:
“El problema agrario es un problema capital. En América del Sur, la economía agrícola ocupa el primer lugar (aun Argentina, el país más desarrollado de América del Sur desde el punto de vista capitalista, cuenta con menos de cuatrocientos mil obreros industriales para una población total de más de ocho millones). Tremendamente explotado, el campesinado vive en una miseria negra, bajo un yugo aplastante, y solo sirve de carne de cañón para los aventureros militares. La experiencia de México es simultáneamente característica y trágica. Los obreros agrícolas se rebelan y hacen revoluciones para verse después despojados de los frutos de su victoria por los capitalistas, los explotadores, los aventureros políticos y los charlatanes socialistas…”
El citado texto que convoca a los comunistas a penetrar entre los campesinos “No con fórmulas y teorías abstractas”… sino con un programa que promueva la unidad de la clase campesina pobre con los obreros, hablaba entonces de dos revoluciones complementarias: la revolución proletaria y la revolución agraria.

El asunto de los sindicatos da pie al Ejecutivo comunista para volver a mencionar el caso de México:
“Los sindicatos que no agrupan a grandes masas industriales (como en Estados Unidos) son de tendencias revolucionarias. Pero ocurre frecuentemente que los líderes de los sindicatos sean traidores: es el caso de México donde Morones y sus semejantes explotan a los trabajadores y utilizan las organizaciones para su beneficio personal. Es importante expulsar a esos jefes y liberar a los sindicatos de los chantajistas y de su influencia reaccionaria.”

¿Será simplemente que se desconoce documentos como el arriba citado, o que de acuerdo a los lugares comunes que se difunden no encaja? Ahora bien, si lo que se busca señalar es la práctica de trasladar mecánicamente fórmulas políticas válidas para otras latitudes (asunto, sin duda, que fue instaurándose con fuerza en el movimiento comunista) y, aún más, develar los mecanismos de presión política para aceptarlas acríticamente, entonces digámoslo directamente y estudiémoslo en lo específico. En particular, ¿desde cuándo se produce?, ¿en qué términos se da?

No hay duda, en efecto, que el dogmatismo y el seguidismo acrítico fueron características instauradas bajo el estalinismo, que marcaron profundamente a los partidos comunistas de todo el planeta, incluso más allá de la muerte de Stalin. Sin embargo, no fue una práctica que no encontrara oposiciones y, en particular, en América Latina podemos destacar algunos casos de suma relevancia como los que hemos mencionado de Mella y Mariátegui, por hablar de personajes relevantes que se opusieron en diversas circunstancias a intentos de dictados impuestos. Pero también podemos señalar partidos que, en tanto tales, no siguieron esa conducta. En particular, el caso de los comunistas costarricenses o, en otros términos el del Partido Comunista Mexicano que, desde los años sesenta, inició un largo y consistente proceso de independencia política, son ejemplos que debemos señalar junto a otros de diferentes partes del mundo.

Con lo anterior estamos tratando de ilustrar que, en una evaluación general, nutrida, sin duda, de la reconstrucción histórica de cada uno de sus componentes, el comunismo latinoamericano no puede ser conceptualizado simplemente como “calco y copia”; como simple instrumento de la política estatal soviética, sin por ello omitir ni un ápice el análisis de la injerencia que por largas décadas y en determinadas circunstancias, el estalinismo y sus secuelas tuvieron en la vida y organización de los comunistas latinoamericanos. Así lo constatan las investigaciones críticas de múltiples acontecimientos y periodos de la vida de los comunistas en la región, en los que se deja ver la permanente tensión entre la dinámica propia de su actuación que define mucho del quehacer cotidiano de sus partidos, y las pretensiones y desplantes hegemónicos de los comunistas soviéticos.

Es en esa dirección que hago mías las palabras de Francisco Fernández Buey, en las que señala:
“Si sigue habiendo comunistas en este mundo es porque el comunismo de los siglos XIX y XX, el de los tatarabuelos, bisabuelos, abuelos y padres de los jóvenes de hoy, no ha sido sólo poder y despotismo. Ha sido también ideario y movimiento de liberación de los anónimos por antonomasia. Hay un Libro Blanco del comunismo que está por rescribirse.
Muchas de las páginas de ese Libro, hoy casi desconocido para los más jóvenes, las bosquejaron personas anónimas que dieron lo mejor de sus vidas en la lucha por la libertad en países en los que no había libertad; en la lucha por la universalización del sufragio en países en los que el sufragio era limitado; en la lucha en favor de la democracia en países donde no había democracia; en la lucha en favor de los derechos sociales de la mayoría donde los derechos sociales eran ignorados u otorgados sólo a una minoría. Muchas de esas personas anónimas, en España y en Grecia, en Italia y en Francia, en Inglaterra y en Portugal, y en tantas otras partes del mundo, no tuvieron nunca ningún poder ni tuvieron nada que ver con el estalinismo, ni oprimieron despóticamente a otros semejantes, ni justificaron la razón de Estado, ni se mancharon las manos con la apropiación privada del dinero público.

“Al decir que el Libro Blanco –sigue diciendo– del comunismo está por rescribirse, no estoy proponiendo la restauración de una vieja Leyenda para arrinconar o hacer olvidar otras verdades amargas contenidas en los Libros Negros. No es eso. Ni siquiera estoy hablando de inocencia. Como sugirió Brecht en un poema célebre, tampoco lo mejor del comunismo del siglo XX, el de aquellos que hubieran querido ser amistosos con el prójimo, pudo, en aquellas circunstancias, ser amable. La historia del comunismo del siglo XX tiene que ser vista como lo es, como una tragedia. El siglo XX ha aprendido demasiado sobre el fruto del árbol del Bien y del Mal como para que uno se atreva ahora a emplear la palabra “inocencia” sin más. Hablo, pues, de justicia. Y la justicia es también cosa de la historiografía.”
Francisco Fernández Buey*
En efecto, las mejores y más trágicas (por ello, también más interesantes) páginas de la historia del comunismo latinoamericano están, en muchos sentidos por rescribirse con una visión propia y enclavada en las luchas emancipadoras o, incluso, escribirse, pues se han ignorado. Todo con un ánimo de hacerle justicia.
Bibliografía

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——————, (2005 y 2009), Chile en los archivos soviéticos 1922-31 (primer tomo) y 1931-1935 (segundo tomo), Ed. LOM, Chile.
Waack, William, (1993), Camaradas. Nos arquivos de Moscou. A historia secreta da revolucao brasileira de 1935, Ed. Companhia das Letras, Sao Paulo. Pietro Barcellona, Posmodernidad y comunidad. El retorno de la vinculación social, Ed. Trotta, Madrid, 1992, p.132.

Este aspecto lo hemos desarrollado en el trabajo “El comunismo del siglo XX: una memoria en disputa”, publicado en el libro coordinado por Maya Aguiluz y Norma de los Ríos, Memorias (in)cógnitas en la historia.
Pietro Barcellona, op.cit., p. 135.
En esa categoría de “historias oficiales” podríamos incluir el libro coordinado por Arnoldo Martínez Verdugo, secretario general del Partido Comunista Mexicano (hasta la disolución de éste), Historia del Comunismo en México. Libro, en general, alejado de la simple apología.
Roque Dalton, Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, Ed. Cuicuilco, México, 1982.
A varios de estos autores los hemos reunido en nuestro libro El comunismo: otras miradas desde América Latina, Ed. CEIICH-UNAM, México, 2005.
Boaventura de Sousa Santos, Una epistemología del Sur, Ed. Siglo XXI y FLACSO, Buenos Aires, 2009.
La mayor parte de esas historias de la IC llegan incluso a no mencionar su presencia e intervención en AL. Otras, como la de Pierre Broué, no sólo lo aborda de manera muy sucinta, sino incurriendo en enormes falsedades. Cfe. P. Broué, Histoire de l’Internationale Communiste, 1919-1943, Ed. Fayard, 1997
Manuel Caballero, La Internacional Comunista y la revolución en América Latina, 1919-1943, Segunda Edición, Editorial Nueva Sociedad, caracas, 1987.
Anterior a la caída de la URSS, tenemos también el libro de Rodolfo Cerdas Cruz, La hoz y el machete: la IC, América Latina y la Revolución en Centro América, Ed. Universidad Estatal a Distancia (EUED) de Costa Rica, 1986.
Lazar y Víctor Jeifetz, Peter Huber, la Internacional Comunista en América Latina (1919-1943). Diccionario Biográfico, Ed. Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias de Moscú y Institut pour l’ histoire d communisme de Ginebra, 2004.
Entre ellos: Alberto Plá, La Internacional Comunista y América Latina: sindicatos y política en Venezuela (1924-1950), Ed. Homo Sapiens, Argentina, 1996; Olga Ulianova, “Levantamiento campesino de Lanquimay y la IC”, mimeo., 2003; de la misma autora Chile en los archivos soviéticos 1922-31 (primer tomo) y 1931-1935 (segundo tomo), Ed. LOM, Chile, 2005 y 2009; Hernán Camarero, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Ed. Siglo XXI, Argentina, 2007; Aníbal Toledo Casanova, Los comunistas y la historia uruguaya, Ed. Orbe, Uruguay, 2008. Al calor de la apertura de los archivos de la IC, aparecieron en Brasil libros como: Paulo Sérgio Pinneiro, Estratégias da illusao. A Revolucao Mundial e o Brasil, 1922-1935; Ed. Companhia das Letras, Sao Paulo, 1992; William Waack, Camaradas. Nos arquivos de Moscou. A historia secreta da revolucao brasileira de 1935, Ed. Companhia das Letras, Sao Paulo, 1993.
Jaime Massardo, “Apuntes para una relectura de la historia del marxismo en América Latina”, en El comunismo: otras miradas desde América Latina, op.cit.
Cfe. Paco Ignacio Taibo, Bolchevikis, op.cit.
Pese al enredo en el que cae con la clasificación de los tipos de agentes o emisarios soviéticos, Manuel Caballero también sostiene que “no se puede hablar de la formación del PC de México como algo ‘artificial’, sino, por el contrario, como algo muy natural en un contexto de crisis y revoluciones.” Op. cit., p. 90.
En referencia a la Komintern, que es la abreviatura en ruso de la Internacional Comunista. En ocasiones se prefiere utilizar la abreviatura en inglés de Comintern.
Ricardo Melgar Bao, “Una cultura política en formación: los cominternistas centroamericanos”, en El comunismo: otras miradas desde América Latina, op. cit., ps. 385-421.
Jeifets, Lazar, Jeifets, Víctor y Meter Huber, La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1943. Diccionario Biográfico, Ed. Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias (Moscú) y el Institut pour l’ histoire du communisme (Ginebra), 2004.
Ibid, p. 297. Como es conocido, Augusto César Sandino mantuvo relaciones con el Partido Comunista Mexicano principalmente a través del comunista salvadoreño Farabundo Martí, quien fue cercano colaborador de él, hasta que éste consideró que Sandino había “traicionado” la causa antiimperialista. Aunque se acercó a la Liga Antiimperialista y a la organización Manos fuera de Nicaragua, ambas impulsadas por lo comunistas (entre ellos de forma destacada Julio Antonio Mella), hasta donde sabemos, el luchador nicaragüense nunca tuvo relación alguna con el aparato de la IC, ni viajó a Moscú.
Olga Ulianova, “Develando un mito: emisarios de la Internacional Comunista en Chile”, en Historia, num. 41, vol. 1, enero-junio de 2008, p. 103.
Comité Ejecutivo de la IC, “América del Sur, base colonial del imperialismo norteamericano”, reproducido en M. Löwy, El marxismo en América Latina, Ed. LOM, Santiago de Chile, 2007, p. 85.

La Hemerografía cominternista y América Latina, 1919-1935. Señas, giros y presencias

La Hemerografía cominternista y América Latina, 1919-1935. Señas, giros y presencias
Melgar Bao, Ricardo
Revista Izquierdas, núm. 9, abril, 2011, pp. 79-137
Universidad de Santiago de Chile
Santiago, Chile

A Antonio García de León

Se presenta un cuadro sumario de las principales iniciativas
hemerográficas desarrolladas por la Internacional Comunista en América
Latina entre 1919 y 1935, tanto de las de carácter oficial, como de varias
otras de idéntica filiación pero de significación puntual o particular a cada
uno de los países de la región. Junto con su mención, se señalan diversas
perspectivas acerca del renovado valor metodológico que estas fuentes
poseen para el estudio del comunismo en nuestros países.

Palabras clave: Internacional Comunista, Publicaciones, Propaganda,
espacio comunicacional

We present a summary of the major hemerographic initiatives developed
by the Communist International in Latin America between 1919 and
1935, both form the official character, as several others of the same
parentage but specific or particular meaning to each of the countries
region. Along with his words, we identify different perspectives on the
new methodological value that these sources have for the study of
communism in our countries.

Keywords: Communist International, Publications, Propaganda,
communication space

  • Resultado de investigación UNAM presentado en Segundo Congreso Internacional Ciencias, Culturas, Tecnologías, USACH, Santiago, 30 octubre, 1 y 2 noviembre 2010. Expreso mi reconocimiento a los historiadores Antonio García de León y Salvador Morales, quienes solidariamente me obsequiaron copias de valiosas publicaciones cominternistas. Agradezco también las fraternales críticas y sugerencias al texto brindadas por los historiadores Barry Carr, Arturo Taracena y Perla Jaimes.
    • Peruano, residente en México, antropólogo e historiador. Investigador del Instituto Nacional de Historia y Antropología, México, docente en la UNAM.

Las investigaciones acerca de la Comintern en América Latina durante la última década se han reiniciado, gracias a que los archivos de Moscú, sumados a algunos archivos policiales se abrieron a consulta. Estas fuentes abren nuevas posibilidades a los investigadores, en tiempos en que los lastres ideológicos de la guerra fría parecen haber quedado atrás. Nos interesa para efectos de este trabajo, dotar de visibilidad a la hemerografía cominternista, es
decir, la de los organismos internacionales y la de los organismos continentales.

Los periódicos y revistas de las secciones nacionales de la Internacional Comunista en nuestra región han tenido mejor suerte, no todos, pero sí varios de ellos. Un hecho aislado fue la reproducción digital de El Libertador (1925-1929), vocero de la Liga Antiimperialista de las Américas, a mi cargo. En cambio, la prensa cominternista mexicana ha tenido más continuidad. A la precoz reedición en facsímile de El Machete Ilegal (1929-1933) en 1975,
le siguió Frente a Frente (1933-1938) 19 años después, esfuerzo notable por bregar a contracorriente del desplome editorial sobre tópicos comunistas que acompañó el derrumbe del socialismo real en Europa. En la actualidad, nos encontramos en vísperas de la reedición en DVD de El Machete (1924-1938).

Pero no es nuestra intención presentar un cuadro sumario de los proyectos de
reedición logrados o fallidos en cada uno de nuestros países. Preferimos orientar nuestra mirada y nuestras reflexiones sobre la presencia de América Latina y cada uno de sus países en el principal órgano de prensa cominternista mundial, para luego aproximarnos a otras publicaciones regionales de la misma filiación.

La hemerografía roja: estigma y realidad

Existe una visión prejuiciada y anacrónica sobre el valor de las fuentes
hemerográficas cominternistas. Varios estudiosos las contraponen a las fuentes documentales partidarias y estatales. En ese contexto las fuentes hemerográficas son consideradas equívocamente como secundarias y subalternas frente a las documentales.

Sería más acertado ver su complementariedad. El documentalismo no puede ser celebrado acríticamente. Los documentos apócrifos o su velado sesgo faccional pueden confundir al investigador durante momentos de lucha interna y viraje. Una perspectiva crítica frente al formalismo ingenuo y la precaria axiología de las fuentes de los monocultores del documentalismo o el hemerografismo invita a nuevos enlaces entre sí, sin olvidar la utilidad y valor de los testimonios situados dentro o fuera de los llamados archivos de la palabra. Pero para tal fin debemos avanzar en el proceso de inventario.

En nuestro caso, presentaremos un primer índice de temas y autores, hacia la construcción de un inventario más pormenorizado de las colecciones de periódicos, revistas y boletines cominternistas editados entre 1919 y 1943.

Reiteramos que el juego de enlaces entre el texto extraído de una publicación
periódica o eventual con los de tipo documental, fotográfico, icónico, magnetofónico o fílmico es significativo, sus valores de complementaridad más allá de su asimetría, será pertinente y útil. En muchas ocasiones nos hemos encontrado en fuentes hemerográficas cominternistas: cartas, testimonios, manifiestos, comunicados, fotografías o actas políticamente significativas que no aparecen en los archivos por diversas razones (requisa,
destrucción, extravío).

Cierto es que las fuentes hemerográficas cominternistas no están exentas de riesgos: distorsiones intencionales o involuntarias, silenciamientos,
magnificación de eventos, sucesos o crecimiento orgánico. Pero a pesar de ello, son susceptibles de ser situadas y explicadas en la urdimbre de los procesos políticos vividos.

Las fuentes hemerográficas suelen proyectar un prejuicio ideológico, dada la baja confiabilidad que exhiben tanto los diarios nacionales como los periódicos que en el campo político expresan intereses particulares. A pesar de lo anterior, merecen ser tomados en cuenta. La posición faccional y la ideología ayudan a comprender a los actores en juego durante el periodo que se pretende estudiar. Además de lo anterior, nos brindan datos sobre
la presencia faccional en ciertos frentes de masas, así como sobre sus urgencias, dilemas, preocupaciones y prácticas, más allá de sus exageraciones y silencios.

Consideramos que el universo hemerográfico exhibe sus propias virtudes, a veces nos permiten rastrear en los artículos de modo explícito, sugerido o en lenguaje esópico la fundamentación ideológica y política de un nuevo viraje, o por lo menos sus indicios, sus tendencias en ciernes o en desarrollo. También nos permite escudriñar tanto a las facciones como a las redes existentes a partir de coordenadas discursivas, asistencias e intervenciones en eventos o en reportes de acciones políticas o armadas. Sus obituarios aún en las lindes de la hagiografía ilustran aspectos no conocidos acerca de los cuadros así como acerca del martirologio, arista relevante de su imaginario y ritual político.

Si el periódico expresa el punto de vista y/o los intereses del cuerpo editorial frente a un proceso político o de lucha social o partidaria en la que está participando o sobre el cual, decide brindar una defensa o un parecer disidente, la descripción de un evento, una carta o una imagen circunstanciada, puede ser considerada una fuente primaria. Nos debemos guiar por las siguientes preguntas: ¿qué ha dicho ese periódico o revista sobre esta
problemática, evento o praxis política o social? ¿Cómo lo han dicho o representado en la coyuntura?

Sería más apropiado evaluar cierta heterogeneidad de la prensa cominternista según su diseños, los contenidos de sus secciones y editoriales, así como por el sello que le imprimía su cuerpo de redactores, corresponsales y colaboradores eventuales. Y a partir de lo anterior determinar su relevancia como fuente, la cual bien puede ser considerada como complementaria o aleatoria a las fuentes documentales utilizadas por el investigador.

Incluso en el caso de que los colaboradores del periódico o la revista expresen puntos de vista discrepantes. Y si de estudiar se trata algún periódico o revista por el interés que reviste para el análisis de redes, no debe descuidarse la indagación sobre la propagación de sus ideas e imágenes fuerza, su circuito de irradiación, la pérdida o no de su periodicidad, la afectación de su distribución, así como las variantes de sus modos de recepción.

La inmensa mayoría de los autores son varones y un número apreciable de ellos son latinoamericanos, aunque los cuadros extranjeros parecen representar las visiones más oficiales u oficiosas de la Comintern. Excepcionales son las colaboraciones de mujeres cominternistas. Myra Page, la feminista norteamericana escribió acerca de la reforma agraria mexicana en 1925, país que conocería trece años más tarde. Por su lado, la mexicana María del Refugio García en 1929 ofreció su visión sobre la participación de las mujeres en la lucha de clases del país azteca.

Por todo lo anterior, debemos matizar nuestra manera tradicional de valorar la
utilidad y calidad de las fuentes hemerográficas. Estas últimas exhiben cierta
heterogeneidad la cual se traduce en sus respectivas cualidades informativas.
Evitemos la fetichización de las fuentes, en aras de la complementariedad que ellas poseen.

Los puntos de vista, las pasiones cotidianas o coyunturales, las imágenes que
contienen las revistas y periódicos cominternistas merecen nueva atención y trato por parte de los investigadores. Los tropos de la escritura, la retórica llana o barroca, incendiaria o fría expresan desde la forma muchos signos e indicios relevantes acerca de: los personajes, los frentes de masas, las tramas intrapartidarias, las proyecciones revolucionarias, las escisiones y los caminos accidentados de la negociación el propio seno de la Comintern o con los representantes gubernamentales y otras fuerzas políticas.

Las colecciones de periódicos cominternistas distan de ser accesibles o completas en las hemerotecas públicas en América Latina, mientras que algunos de los archivos reservados de los partidos comunistas, gradualmente han comenzado a abrirse a la consulta externa. Novedad fue la apertura de los “archivos secretos de Moscú” a partir de 1991, los cuales poseen un valor indiscutible, pero son poco accesibles a los investigadores latinoamericanos por falta de recursos. Lo que sabemos acerca de ellos se lo debemos
principalmente más a investigadores europeos que norteamericanos. En la actualidad, dichos fondos comienzan a revelar algunos vacíos de información, parcialmente atribuibles a su traslado de urgencia de Moscú durante la ofensiva militar nazi en 1942. El principal vacío de información acerca de América Latina en los archivos rusos corresponde a los años de la Segunda Guerra Mundial previos a la disolución de la Internacional Comunista el 15 de mayo de 1943.

Complica el análisis el uso de pseudónimos en varios de los colaboradores de la prensa cominternista, en parte explicable por la vida clandestina que vivían varios de ellos. Es difícil identificar en Pick al alemán Wilhelm Pieck, aunque el parecido fonético pueda ser considerado como un indicio. No así en el caso de SINAI, que indiscutiblemente es Sinani. Andrei Volski quien en 1929 escribe una nota necrológica a la muerte de Guadalupe Rodríguez en México, es Stanislav Stanilasvovich Petskovsy. Los firmantes como Gómez como bien lo han señalado Lazar y Víctor Jeifets pueden referir a más de una identidad: Vicente Uribe Galdeano, Jorge Abilio Vivó Escoto, aunque quizás ninguno de
los dos sea el autor del artículo sobre el Perú de 1932.1
1 Jeifets, Lazar et al, La Internacional Comunista y América Latina 1919-1934. Diccionario biográfico,
Moscú: Academia de Ciencias de Moscú, 2004, p.397
Cartografía: luces y contraluces
La cartografía de la prensa cominternista no puede dejar reconocer la primacía que tuvieron el periódico La Correspondencia Internacional y la revista La Internacional Comunista por encima de las demás publicaciones generadas por sus diversos organismos responsables de frentes específicos de su proyección política e ideológica en el mundo.

Mención aparte merecen los voceros de los secretariados y burós cominternistas para todo el continente, o para sus dos privilegiadas áreas: Caribe y Sudamérica. La Correspondencia Internacional cubre la mayor parte de nuestra atención en este trabajo, habiendo rescatado la versión castellana editada en Barcelona y que sometida a censura gubernamental y obligada a cambiar de nombre en diciembre de 1934 por el de Revista Universal.

En cambio, la revista teórica Internacional Comunista únicamente fue
consultada de manera parcial, sin que esto implique desdeñar su relevancia para América Latina. Considérese el hecho de su edición castellana y los varios artículos que salieron sobre problemáticas políticas diversas tanto nacionales como regionales a lo largo de sus páginas.

L’ Internationale Syndicale Rouge vocero de la Internacional Sindical Roja (ISR) posee en sus páginas registros que merecen ser consultados. Luis Fraina ilustra lo anterior en su versión francesa: “Mexique: La lutte pour l’ adhesión â L’Internationale Syndicale Rouge” (L’ISR Nº 1 (12), janvier 1922, París, pp. 70-74). Lo refrenda un artículo de L. Guerrero titulado: “Le muvement ouvrier â Cuba” (L’ISR Nºs ¾. 20 avril 1923, París, pp. 23-24). Independientemente de que la ISR auspiciase la edición de El Trabajador Latinoamericano como vocero de su ramal continental la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), el cotejamiento de L’ISR merece ser tomado en cuenta en sus
diversos idiomas.

La Internacional de Trabajadores de la Enseñanza (ITE) que fundó y animó Henri Barbusse desde París, editaba una publicación del mismo nombre. A partir de la constitución de su ramal continental la Internacional Magisterial Americana (IMA) en 1928, editó un Boletín de amplia circulación en los países del Cono Sur y algunos de América Central. La Internacional Juvenil Comunista (IJC) editó un vocero de igual nombre. En América Latina no se registra la existencia de un vocero regional, sí varios de alcance nacional.
El Secours Rouge Internacional (SRI) publicó un periódico del mismo nombre que contiene valiosa información sobre los cuadros comunistas o líderes sindicales o de movimientos sociales que fueron detenidos, deportados, heridos o muertos. En el continente circularon entre las décadas de los años veinte y treinta diversas ediciones nacionales o regionales. Es menos conocida la prensa de La Internacional Campesina fundada en 1923, más conocida como Krestintern.

El proyecto de Úrsulo Galván de organizar un ramal continental bajo el lema: “¡Campesinos de América Uníos!” fue acompañado de una publicación de vida breve y con una circulación limitada que al parecer no trascendió las fronteras mexicanas. Otros proyectos cominternistas dedicados al frente de los escritores revolucionarios o de las mujeres que tuvieron publicaciones periódicas de corta existencia no deben ser desdeñados como potenciales fuentes de consulta.

Hemos de destacar que la realización de esta guía tuvo un largo, discontinuo y
sinuoso camino entre los años 1978 y 2004. Implicó un periplo que contempló bibliotecas mexicanas (CEMOS y la ENAH), argentinas (CEDINCI y Universidad Nacional de Córdoba), francesas (Biblioteca Nacional de París), italianas (Instituto Antonio Gramsci) y holandesas (Instituto de Historia Social), además de muchas otras públicas y privadas, en las que se encontraron ejemplares aislados y faltantes, todos ellos útiles a nuestros
propósitos.

Razones ajenas a nuestra voluntad nos impidieron consultar el valioso acervo
del BDCIC de Nanterre entre otros. Por último, cabe señalar nuestra propia adquisición de ejemplares sueltos de publicaciones cominternistas en librerías de viejo en cinco países latinoamericanos: Chile, Costa Rica, México, Perú y Uruguay. No es un mapeo exhaustivo sin duda. Se trata más bien de una cartografía en desarrollo que demanda en perspectiva nuevos esfuerzos, recursos y acción colectiva. Con todo, creemos que, a pesar de sus
limitaciones, puede ser útil a los investigadores interesados en la problemática
cominternista o en asuntos vinculados a ella.

LA CORRESPONDENCIA INTERNACIONAL

Esta guía registró un total de 336 artículos sobre América Latina en tres colecciones de La Correspondencia Internacional editadas en lengua inglesa, francesa y española. Hay que señalar, sin embargo, que el cotejamiento de estas fuentes fue parcial, sea porque la versión española fue tardía con respecto a sus símiles europeas, sea porque en su conjunto las colecciones consultadas distaban de ser completas. Las guías hemerográficas de Manuel
Caballero2 y de Eugenia Scarzanella3 nos fueron de gran utilidad para la elaboración de la que venimos presentando.
2 Caballero, Manuel. La Internacional Comunista y América Latina: la sección venezolana, México, D.F.: Ediciones de Pasado y Presente, Siglo XXI Editores, 1978.
3 Scarzanella, Eugenia “L’ America latina nei dibattiti e nella stampa dell’Internazionale Comunista (1928-1935)”, 1967.

Uno de los resultados de esta confrontación parcial indica que el testimonio de Leo Zuckerman es correcto, en el sentido de afirmar que la edición simultánea de La Correspondencia Internacional que él y sus camaradas realizaron durante algún tiempo en París contenía algunas variaciones significativas a las realizadas en otros idiomas.4 Las políticas de lenguaje que subyacen carecen de asepsia política y están marcadas por diferenciadas huellas culturales. El idioma comunica ideología, postura política y marca cultural. Queda del investigador precisar sus alcances políticos según la región, el país y la
coyuntura internacional.
4 Comunicación personal de Leo Zuckerman, México, D.F. 18 de Octubre de 1979.

Queda igualmente pendiente el cotejamiento de estas versiones con aquellas que fueron impresas en lengua rusa y alemana. Fue infructuosa nuestra búsqueda de una reseña crítica del libro La Escena Contemporánea (1925) de José Carlos Mariátegui, presuntamente publicada en las páginas de este vocero cominternista, según la versión de Scarzanella. Quizás, la respuesta positiva se encuentre en algún ejemplar de las ediciones en inglés y ruso, del año de 1926.

La valoración de los 411 artículos registrados dista mucho de concentrar la
producción hemerográfica global sobre América Latina de filiación cominternista, ya que omite los muchos artículos consignados en sus paralelos y diversos órganos sectoriales y regionales. No obstante este elemental señalamiento, el inventario comparativo de este vocero privilegiado de la I.C, nos permitió realizar algunas constataciones.

En primer lugar, que la atención periodística de la I.C. acerca de América Latina precisa marcar un punto de viraje a partir del VI Pleno (Moscú, l7 de febrero al 15 de marzo de 1926), en los últimos meses de hegemonía zinovietista. Este cambio de rumbo ya se había manifestado en los debates y resoluciones del VI Pleno del CEIC realizados un año antes, pero los resultados se hicieron visibles durante este otro mandato. Reforzó esta orientación la aparición del más importante órgano regional: la revista La Correspondencia Sudamericana.

Arturo Taracena nos ha hecho notar que los tres artículos dedicados a Guatemala en 1922, argumentan a favor de considerar a la sección mexicana de la IC como plataforma de propaganda y organización en América Central.
A partir de entonces, independientemente de los cambios de línea política y
dirección, la tendencia en la producción periodística de la I.C. fue creciente, salvo algunas caídas durante los mandatos del VII y IX Plenos del CEIC, pero que no llegaron a alcanzar los niveles previos, salvo el II Pleno. En todos estos años pesó más la atención sobre México y los países del Caribe que la existente en torno a los países del Cono Sur, hecho que no coincide necesariamente con los ritmos y exigencias del desarrollo político y
orgánico de sus diversas secciones latinoamericanas. Entre unos y otros, los países andinos fueron casi virtualmente ignorados por este vocero cominternista.

Para un mejor seguimiento de la guía hemerográfica hemos creído de utilidad
elaborar un cuadro de concentración hemerográfica por congresos y plenos de la I.C., sin perder de vista las referencias nacionales. De su lectura se desprende que, de los diecinueve países aludidos en La Correspondencia Internacional, sólo dos de ellos registraron un tercio del total: México 27.08% y Cuba 15.17%. Sin embargo, estas estimaciones porcentuales cobran otras significaciones al hacer el seguimiento de las coyunturas. Así, por ejemplo, el caso chileno devino en centro de atención durante el mandato del IX Pleno
del CEIC.

En el caso del vocero oficial de la IC, La Correspondencia Internacional hemos decidido diferenciar el análisis de sus referencias en función de dos entradas. La primera evalúa la atención hemerográfica sobre América Latina consignada en el primer cuadro. La segunda, es un puntual inventario por países de los artículos cominternistas aparecidos en esta revista.

Miradas latinoamericanas en La Correspondencia Internacional, 1921-1934
Continentales
y nacionales
Número
de artículos
Eventos orgánicos de la IC
Fechas
III Congreso IC
Junio de 1921
Argentina 2
Chile 1
México 1
Uruguay 3
II Pleno del CEIC Junio de 1922
América Latina 1
Argentina 1
Brasil 1
Guatemala 1
Haití 1
México 2
Uruguay 5
IV Congreso IC
Noviembre de 1922
América Latina 1
Brasil 3
Chile 1
Guatemala 2
México 3
III Pleno del CEIC
Junio de 1923
América Latina 1
Argentina 5
Brasil 1
México 6
V Congreso IC
Junio y julio de 1924
América Latina 1
Argentina 2
México 1
IV Pleno del CEIC
Agosto de 1924
Brasil 1
Chile 2
México 2
V Pleno del CEIC
Marzo y abril de 1925
Argentina 2
Chile 1
México 4
VI Pleno del CEIC Febrero y marzo de
1926
América Latina 5
Brasil 3
México 2
Panamá 1
Perú 2
Uruguay 2
Venezuela 2
VII Pleno del CEIC Noviembre y diciembre
de 1926
América Latina 5
México 5
Nicaragua 6
VIII Pleno del CEIC
Agosto de 1927
América Latina 5
Bolivia 3
Cuba 1
México 2
Nicaragua 1
IX Pleno del CEIC
Febrero de 1928
América Latina 3
Argentina 1
Brasil 2
Cuba 1
México 1
VI Congreso del CEIC
Julio de 1928
América Latina 27
Argentina 1
Bolivia 1
Brasil 4
Colombia 2
Cuba 6
Ecuador 2
México 26
Paraguay 2
Uruguay 1
Venezuela 2
X Pleno del CEIC
Julio de 1929
América Latina 11
Cuba 3
Guatemala 1
Haití 4
México 8
XI Pleno del CEIC
Marzo y abril de 1930
América Latina 16
Argentina 6
Bolivia 1
Brasil 11
Chile 11
Colombia 4
Cuba 11
Dominicana 1
Ecuador 1
El Salvador5 1
México 18
Nicaragua 3
Panamá 1
Paraguay 4
Perú 3
Puerto Rico 1
Uruguay 3
Venezuela 2
XII Pleno del CEIC Agosto y septiembre de
1933
5 Véase la revista Mundo Obrero de Diciembre de 1931 a Abril de 1932.
Colombia 1
Cuba 12
Paraguay 1
Perú 1
Uruguay 1
XIII Pleno del CEIC Noviembre y diciembre
de 1933
América Latina 14
Argentina 9
Bolivia 4
Brasil 11
Chile 5
Colombia 2
Cuba 17
Ecuador 1
Honduras 1
México 10
Paraguay 3
Perú 2
Puerto Rico 2
Uruguay 1
Venezuela 4

FUENTE: La Correspondencia Internacional, Biblioteca Nacional (París), Instituto de Historia Social (Ámsterdam), Biblioteca del Dr. Antonio García de León.

En el mapa hemerográfico que presentamos a continuación, se puede observar que los autores europeos, norteamericanos y asiáticos, desplazaron a los propiamente latinoamericanos. En algunos casos, muy contados, será difícil reconocer la real autoría por el uso de pseudónimos. Esta transparencia de autoría contrasta con la seguida en los órganos regionales y nacionales. De las grandes figuras cominternistas podemos ubicar: al economista y orientalista Eugenio Varga (1926), a Willy Münzemberg el organizador de la Liga Antiimperialista Mundial (1927); a Manabendra Nath Roy (1928), uno de los
fundadores del primer Buró Latinoamericano de la IC y autor junto con Lenin del viraje cominternista hacia los pueblos coloniales y semicoloniales (1920), a Jules Humbert-Droz el principal responsable del Secretariado Latino de la IC bajo la hegemonía bujarinista. De todos ellos, sólo Roy y Humbert-Drotz estuvieron en países latinoamericanos: México (1918-1919) y Argentina (1929) respectivamente.
América Latina en La Correspondencia Internacional
Código
Fecha
Artículos
1
IPC, 19-9-1922, No. 80, p. 598
YAROSHEVSKY, M. “South America and Soviet
Russia”
2
LCI, 20-1-1923, No. 2, pp. 26-27
IPC, 26-1-1923, No. 3, p. 48
“To the workers and peasants of South America”
3
LCI, 29-6-1923, No. 52, p. 384
IPC, 21-6-1923, No. 44, pp. 430-
431
AMTER, I. “Pan-Americanism two Conferences”
4 IPC, 24-7-1924, No. 48, pp. 494,
501
WOLFE, Bertram D. “The struggle against
imperialism in Latin America”
5
LCI, 2-1926, No. 10/11, pp. 160-
162/112-115.
LE SECRÉTARIAT DU C. E. DE L´L. C. PUR
L´AMÉRIQUE LATINE “Projet de theses sur le
mouvement révolutionnaire de l´Amérique Latine”
6
IPC, 4-2-1926, No. 11, p. 155 GEORGE, Harrison. “Yankee imperialism shows its
teeth”
7
LCI, 13-3-1926, No. 32, pp. 287-
288
“L´affaire de Tacna-Arica et l´imperialisme
américain”. Déclaration de la Ligue anti-imperialiste
pour toute l´Amerique.
8
LCI, 25-5-1926, No. 66, p. 753
IPC, 24-5-1926, No. 43, pp. 753-
762
VARGA, E. “World Economic Report. Ist. Quarter of
1926, Point 3. Economic situation in Latin America”
9
IPC, 15-7-1926, No. 52, pp. 878-
879
“The United States and the breakdown of the Tacna-
Arica plebiscite in South America”
10
LCI, 28-11-1926, No. 128, pp.
1537-1539
WILENKIN, J. “La lutte du gouvernement et des
ouvriers contre l´Eglise catholique et l´imperialisme
américain”
11 IPC, 20-12-1926, No. 88, pp. 1539-
1540
VII ECCI: “comrade Codovilla (South America)”
12 LCI, 22-1-1927, No. 12 TANIN, M “L’offensive imperialiste des Etats-Unis.”
13
LCI, 26-1-1927, No. 13, p. 168 ICJ. (CEIC). “Pour l’Indépendence des peuples de
L’Amérique Latine”
14
LCI, 2-2-1927, No. 16, p. 214
IPC, 21-1-1927, No. 7, p. 141
“Le prestige de la diplomatie americaine”
15
IPC, 15-12-1927, No. 71, pp. 1622-
1623
“The Brussels Conference against imperialism”
16
IPC, 22-12-1927, No. 72, pp. 1633-
1635
NZENBERG, Willy. “Growing revolutionary
militancy among the colonial Peoples. The Second
Brussels Conference of the League against
Imperialism”
17 IPC, 22-12-1927, No. 72, pp. 1633-
1635
“Towards a Latin American trade union secretariat”
18
LCI,21-1-1928, No. 6
IPC, 19-1-1928, No. 3, pp. 73-74
ROY, M. N. “The Pan American Congress”
19
LCI, 26-1-1928, No. 8, p. 109
IPC, 25-1-1928, No. 4, pp. 106-107
GHIOLDI, R. “The influence of Leninism in Latin
America”
20
IPC, 16-2-1928, No. 8, pp. 174-175
ENGDAHL, Louis. “American Communist Party
develops defeatist campaign against US Imperialism”
21
LCI, 25-2-1928, No.17
IPC, 23-2-1928, No. 9, pp. 189-190
GEORGE, Harrison. “The Pan American
Conference”
22
LCI, 23-3-1928, No. 30, pp. 394-
395
IPC, 21-3-1928, No. 18, pp. 352-
354.
GHIOLDI, R. “The trade union movement in Latin
America”
23
IPC, 30-7-1928, No. 39, p. 708
“La Revolución en América Latina”
24
IPC, 13-8-1928, No. 49, p. 871
VI World Congress of the C.I. from the Bukharin
reply: “The importance of work in South America”
25
IPC, 31-8-1928, No. 57 MÜNZENBERG, Willy. “The Berlin meeting of the
League against Imperialism”
26
LCI, 24-9-1928, No. 108, p. 1192
IPC, 19-9-1928, No.64, pp. 1150-
1151
VI World Congress of the C. I. Methods of struggle
against imperialist war: “Peluffo (Latin America)”
27
LCI, 19-10-1928, No. 118
IPC, 17-10-1928, No. 72, pp. 1299-
1305
VI World Congress of the questions of the
revolutionary movement in the colonies: “Questions of
the Latin American Countries. Co-report of comrade
Humbert-Droz”
28
IPC, 17-10-1928, No. 72, pp. 1307-
1308
VI World Congress of the C.I. (Answer to Humbert-
Droz): “Comrade Banderas (communist Fraction of
the Peasant’s International)”
29 IPC, 17-10-1928, No. 72, pp. 1315-
1316
VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
“Comrade Darcy (YCL)”
30 IPC, 17-10-1928, No. 72, pp. 1319-
1320
VI World Congress of the C.I. (Reply to H-Droz):
“Comrade Gómez (USA)”
31 LCI, 19-10-1928, No.139, pp.
1364-1367
VI World Congress of the C.I. (Reply to H-Droz):
“Comrade Travine”
32
IPC, 25-10-1928, No. 74, pp. 1354-
1355
VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
“Traving (CPSU)”
33
IPC, 25-10-1928, No. 74, pp. 1361-
1363
VI World Congress of the C.I. Continuation of the
discussion on the reports on colonial questions:
Comrade Vasiliev”
34
LCI, 30-10-1928, No. 130, p. 1432
IPC, 30-10-1928, No. 76, pp.1405-
1407
VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
Comrade Wolfe (USA)”
35
LCI, 30-11-1928, No. 145, p. 1664
IPC, 21-11-1928, No. 81, pp. 1545-
1546
VI World Congress of the C.I. Report of Comrade
Humbert Droz on the admittance of new sections”
36
IPC, 21-11-1928, No. 81, p. 1531 VI World Congress of the C.I. From the report
Pianitsky on credentials”
37 IPC, 12-12-1928, No. 88, pp. 1659-
1676
“Theses on the revolutionary movement in the
colonies and semi-colonies”
38
LCI, 19-12-1928, No. 152, pp.
1778-1779
IPC, 20-12-1928, No. 90, pp. 1710-
1711
FRANKLYN and HARVEY. “The United States and
Great Britain in Latin America”
39
LCI, 19-12-1928, No. 152, p. 1777
DUBOIS, George. “Le danger de guerre en Amerique
du Sud”
40 IPC, 27-12-1928, No. 91, pp. 1731-
1732
FRANKLIN and HARVEY. “The United States and
Great Britain in Latin America.” (Continued)
41
IPC, 3-1-1929, No. 1, p. 4
FRANKLIN and HARVEY. “The United States and
Great Britain in Latin America”
42
LCI, 9-1-1929, No. 2, p. 20
DUBOIS, George. “Le Conférence Panaméricaine”
43
IPC, 25-1-1929, No. 5, pp. 77-78 MÜNZENBERG, Willy. “The Cologne meeting of the
League against Imperialism”
44 LCI, 26-1-1929, No. 8, p. 85 “La situation en Amérique Latine”
45 LCI, 9-2-1929, No. 12, p. 128 « La commission Latino-Européen de l´ISR »
46
LCI, 9-2-1929, No. 12, p. 239 “Quatrième èchec des tentaives de ptsh de l´axe en
Amerique du sud”
47 LCI, 4-5-1929, No. 37, p. 522
IPC, 10-5-1929, pp. 491-492
CH., M. “Anti-war conference of the Latin American
trade unions”
48
LCI, 24-5-1929, No. 44, pp. 986-
987
MARTÍNEZ, R. A. “L´Amérique latine après le
VII Congrés mondial de l´I. C. ”
49 IPC, 21-6-1929, No. 29, pp. 636-
637
NZENBERG, Willy. “From Brussels to Paris. Two
years of the League against Imperialism”
50
IPC, 9-8-1929, No. 38, pp. 812-813 MÜNZENBERG, Willy. “The Frankfurt Congress of
the League against Imperialism”
51
IPC, 16-8-1929, No. 39, p. 834 LEIBRAND, R. “The first youth’s anti-imperialist
Congress”
52
IPC, 17-9-1929, No. 51, pp. 1094,
1095
X Plenum of the ECCI. Discussion report Kuusinen
and Manuilsky: “Comrade Americo Ledo (Latin
America)”
53
IPC, 17-9-1929, No. 51, pp. 1100-
1101
X Plenum of the ECCI. Discussion report Kuusinen
and Manuilsky: “Comrade Banderas (Communist
Fraction of the Peasant’s International)”
54
IPC, 27-9-1929, No. 54, p. 1171 PADMORE, G. “Revolutionary task in the West
Indies”
55 IPC, 15-10-1929, No. 59, pp. 1269-
1279
X Plenum of the ECCI. Discussion report Thalman
and Losovsky:“Comrade Ramírez (Latin America)”
56
IPC, 1-11-1929, No. 62, p. 1336
“Statement of the All-American League against
Imperialism on the new wave of terror in Latin
America”
57
LCI, 1929, No. 123, p. 1648 « Communication du Présidium du CE de l´IC sur
l´exclusion de Roy »
58 LCI, 4-1-1930, No. 1, p. 7 “PADMORE, George. “Le dévelopement
58economique des Antilles Britanniques”
59 LCI, 1-2-1930, No. 10-11, pp. 100-
103
« Project de thèses pur le mouvement révolutionnaire
de l´Amérique Latine »
60
LCI, 8-2-1930, No. 12, p. 124
KOGAN, M. “The economic crisis in Latin America”
61
LCI, 20-9-1930, No. 79, p. 1056
“Comité mondial contre la guerre imperialiste”
62
IPC, 2-7-1931, No. 35, p. 655
HUNSKY, C. “A new period of development in the
League against Imperialism”
63
IPC, 30-7-1931, No. 40, pp. 751-
752
BELL, John. “The significance of august 23 rd, Antiimperialist
Day”
64
IPC, 3-9-1931, No. 47, pp. 867-868
MOREAU, Albert. “The ‘debt moratorium’ for Latin
America”
65
IPC, 7-4-1932, No. 16, p. 310
RODRIGUEZ, O. “The dictatorship of the American
United Fruit Company”
66
LCI, 8-6-1932, No. 48, p. 519
MARCUCCI. “L’Amérique Latine dans la guerre
imperialiste”
67
LCI, 25-6-1932, No. 53, p. 1343
LOMBARDO TOLEDANO, Vicente. “Pour un
rassemblement des forces démocratiques de
l´Amérique latine ”
68
LCI, 1932, No. 56, p. 623 M., C. “Les investissements de capitaux des E.U. en
Amérique Latine.”
69
LCI, 13-8-1932, No. 67, p. 754
IPC, 11-8-1932, No. 35, pp. 723-
724
LCI, 19-8-1932, No.34, pp.423-
424
RODRÍGUEZ, José. “The new armed conflict in
South America”
70
LCI, 6-8-1932, No. 65, p. 738
IPC, 11-8-1932, No. 35, pp. 743-
744
LCI (e), 21-10-1932, No. 43, pp.
43-44
GOMEZ, J. “Party cadres in the communist parties of
South America and Caribbean America”
71
LCI, 5-10-1932, No. 83, p. 932
LCI (e), 7-10-1932, No.41, pp.
514-515
MARCUCCI, A. “la fascisation de la jeunesse en
Amérique du Sud et du Centre”
72
LCI, 14-10-1932, No. 42, p. 525 MARCUCCI, A. “Corrijamos las posiciones
oportunistas”
73
LCI, 5-11-1932, No. 93, p. 1073
BRANDAO, Octavio. “En Amérique du Sud comme
ailleurs le pacifismo masque la Preparation de la
guerre”
74
LCI, 14-1-1933, No. 4, p. 46 M, V. “Les social-reformistes et la menace de guerre
en Amérique du Sud”
75
LCI, 14-1-1933, No. 4, p. 46
“Aux peuples de L’Amérique Latine (Appel du
Comité Mundial de Lutte contre la Guerre
Imperialiste”
76
IPC, 26-5-1933, No. 23, p. 510
“May Day in South America”
77
LCI, 18-11-1933, No. 93-94 p.
1147
IPC, 17-11-1933, No.50, pp. 1125-
1126
LCI, 24-11-1933, No.50,
pp.810-811
AGOSTI, Hector. P. “Japan in Latin America”
78 IPC, 1-12-1933, No. 52, pp. 1189-
1190
“Increasing white terror in Latin America”
79
IPC, 15-12-1933, No. 55, p. 1245
YOUKELSON, R. “The Pan American Conference
and the aims of American Imperialism”
80
LCI, 13-1-1934, No. 3/4 p. 52
LCI (e), 26-1-1934, No. 5, pp. 83-
84
BYKLOVSKY, A. “Sur quelques journaux de
Syndicats et du parti en Amérique Centrale, aux
Antilles e en Amérique du Sud”
81
IPC, 19-1-1934, No. 3, p. 64
YOUKELSON, R. “The struggle between the USA
and Great Britain in Latin America”
82
LCI, 26-1-1934, No. 5, p. 82 “El terror blanco en los países de América del Sur y
del Caribe”
83
LCI, 14-3-1934, No. 26, p. 500
IPC, 7-5-1934, No. 28, pp. 719-720
LCI (e), 17-4-1934, No. 22, pp.
480-481
XIII Plenum of the ECCI. Discussion on the reports of
comrade Kuusinen, Pieck And Pollit: “Comrade
Morales (Latin America)”
84 LCI (e), 27-7-1934, No. 40, pp.
790-792
GHIOLDI, Rodolfo. “los congresos de Santa Fe y de la
“Democracia Iberoamericana”
85 RU, año II, No.6, 11-1-1935,
pp.12-13.
“El Congreso mundial de los estudiantes contra la
guerra y el fascismo” (representantes por América Latina)
“El Congreso mundial de los estudiantes contra la
guerra y el fascismo”
87 IPC, 25-5-1935, No. 22, p. 593 “Open letter to Haya de la Torre”
88 IPC, 24-8-1935, No. 39
Discussion report Ercoli “Oracia (South
America)”
89 IPC, 31-8-1935, No. 42
Reports on the applications for new members of the
CI “Comrade Wang Ming”
LCI, No. 95-96, p. 1399
90 IPC, 19-10-1935, No. 55, pp. 1364-
1365
MACHADO, Louis, “L’idée du front populaire
progresse en Amerique du Sud”
FUENTES: Se consultaron parcialmente las tres colecciones de La Correspondencia Internacional,
identificables por sus abreviaturas LCI (francesa), LCI e (española) e inglesa (IPC).
A continuación presentamos la relación de artículos por países enlistados en orden alfabético y cronológico publicados en La Correspondencia Internacional, la numeración sigue la asignada a los artículos de tenor regional y continental:
ARGENTINA
Código
Fecha
Artículos
91
LCI, 1-1922, No. 1, p. 15.
GHIOLDI, Rodolfo. “Le parti communiste Argentina”
92
LCI, 1-1922, No. 1, p. 22
IAROCHEUSKI. “En Argentine”
93
LCI, 22-10-1922, No. 81, pp.
624-625
PENELON, J.F. / GRECO, J. “Le parti Communiste
Argentine”
94
LCI, 8-6-1923, No. 46, pp.
342-343
NIN, Andrés. “Le fasciste en Argentine”
95
LCI, 6-7-1923, No. 54, pp.
402-403.
GHIOLDI, Rodolfo. “Le fascisme en Argentine”
96
LCI, 29-8-1923, No. 68, p.
514
NIN, Andrés. “En Argentine. La Dernière General”
97
IPC, 4-10-1923, No. 64, p.
718
NIN, Andrés. “The latest general strike in Argentina”
98
LCI, 16-10-1923, No. 82, pp.
626-627
GHIOLDI, Rodolfo. “La question syndicale en Argentine
99
LCI, 17-6-1924, No. 32, p.
370
NIN, Andrés. “La strategie des gréves des libertaires
Argentins”
100
IPC, 19-6-1924, No. 35, p.
356
GHIOLDI, Rodolfo. “The tactics of the Argentina trade
union leaders”
101
IPC, 7-1-1926, No. 1, p. 7
OLLOYER, R. “The Young Communist League of
Argentina and the Death of Comrade Muller”
102
IPC, 19-1-1928, No. 3, pp. 87-
88.
V.R. “The labor movement in Argentina”
103
IPC, 2-2-1928, No. 6, p. 139
FL. E. “The labor movement in Argentina”
104
IPC, 8-11-1928, No. 78, pp.
1462-1463.
VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
“Comrade Ravetto (Argentina)”
105
LCI, 30-8-1930, No. 72, p.
961.
“V Congress ISR: Galves (Argentina)”
106
LCI, 17-9-1930, No. 78, pp.
1046-1047.
PALVE, Enrique. “Le coup d’état en Argentina”
107
LCI, 27-9-1930, No. 81, p.
1073
GANNES, Harry. “Le capital financier des Etats-Unis et
la ‘revolte’ en Argentine.”
108
LCI, 25-7-1931, No. 68, p.
851.
IPC, 30-7-1931, No. 40, p.
744.
GHIOLDI, Rodolfo. “Imperialist contradictions in
Argentina”
109
LCI, 12-8-1931, No. 73, p.
893
IPC, 13-8-1931, No. 42, pp.
781-782.
GHIOLDI, Rodolfo. “The raid on the Soviet Trade
Mission and the persecution of the proletariat in
Argentina”
110
LCI, 29-8-1931, No. 79, p.
948
IPC, 3-9-1931, No. 47, pp.
866-867.
ZEVINE, Z. “The world economic crisis: ‘Argentina
under the control of fish and. . .’ ”
111
LCI, 27-1-1934, No. 7/8, p.
100
“La cellule du frigorifique ‘Anglo’ (Parti Communiste
d’Argentine)”
112
LCI, 10-3-1934, No. 24/25, p.
453
IPC, 9-3-1934, No. 16, p. 402
LCI (e), 16-3-1934, No. 5, pp.
83-84
ALCARAZ, Aurelio. “Argentina’s neutrality in the war
between Bolivia and Paraguay”
113
LCI, 31-3-1934, No. 34/35, p.
639.
LCI (e), 30-3-1934, No. 18,
pp. 364-365.
SOTO, G. “La ‘conspiration communiste’ en Argentine”
114
LCI, 1-6-1935, No. 44-34,
p.655.
“Greve contre les fascistes en Argentina”
115
LCI, 6-7-1935, No. 54-55,
p.782
IPC, 6-7-1935, No. 28, p. 729
RU, año II No. 35, 26-6-1935,
p.7
“Contre le pacte antipopulaire et contre-révolutionaire
de Vargas-Justo”
116
IPC, 17-8-1935, No. 36, p.
947
The discussion of the report of the ECCI to the VII world
Congress “Torres (Argentina)”
117
LCI, No. 104-105, p. 1523
LUCIANO, “Gréve politique contre le gouvernement
fedéral d’Argentine”
118
IPC, 2-12-1935, No. 65, p.
1610-1611
Discussion report Ercoli “Comrade Torres (Argentina)”
119
IPC, 12-12-1935, No. 67, p.
1663
Discussion report Ercoli “Comrade Mora (Argentina)”
BOLIVIA
Código
Fecha
Artículos
120
LCI, 31-8-1927, No. 90, p. 1250
PRAVDA. “A propos de l’Insurrection en Bolivie”
121
IPC, 29-9-1927, No. 55, p. 1226.
S, A. “After the crushing of the revolt in Bolivia”
122
LCI, 5-10-1927, No. 101, p. 1422
GEORGE. “L’ Insurrection en Bolivie”
123
IPC, 20-12-1928, No. 90, pp.
1712-1713
DEUTSCH, G. “Danger of war in South America.
The conflict between Bolivia and Paraguay”
124
LCI, 20-8-1932, No. 69, p. 769
IPC, 18-8-1932, No. 36, pp. 745-
747
MAGGI. “The new war between Bolivia and
Paraguay”
125
LCI, 10-3-1934, No. 24/25, p. 453
IPC, 9-3-1934, No. 16, p. 402
LCI (e), 16-3-1934, No. 5, pp. 83-
84
ALCARAZ, Aurelio. “Argentina’s neutrality in the
war between Bolivia and Paraguay”
126 RU, año I, No. 2,14-12-1934, pp.
8-9
“La guerra entre Bolivia y Paraguay”
127
IPC, 9-2-1935 No.6, pp. 154-155
TORRES, A. “The Conflagration in Chaco”
128
LCI, No. 11/12, p.12.
RU, año II, No.11, 15-2-1935,
pp.13-14.
TORRES, “L’Incende du Chaco”
BRASIL
Código
Fecha
Artículos
129
LCI, 9-8-1922, No. 59, p. 458.
“Le P.C. Brésilien”
130
LCI, No. 36, 1923, pp. 72-73
“El encerrado. Un appel des communistes brésiliens”
131
LCI, 26-1-1923, No. 8, pp. 43-44.
PEREYRA, Astrojildo. “La situation financiere du
Brésil”
132
LCI, 11-4-1923, No. 29, p. 206.
PEREYRA, Astrojildo. “La concurrence Anglo-
Americaine au Brésil”
133
LCI, 28-12-1923, No. 95, p. 732.
LCI, 9-4-1924, No. 21, pp.
230-231.
BRANDAO, O. “Une lettre sur la presse au Brésil”
134 LCI, 19-11-1924, No. 77, pp.
855-856
“P.C. Brasilien. En Amérique medievale; au Brésil
(lettre)”
135
LCI, 3-4-1926, No. 43, pp. 417-
418.
IPC, 1-4-1926, No. 25, p. 394.
D, B. “Letter from Brazil”
136 LCI, 1-9-1926, No. 98, pp. 1093-
1094
“Les dificultés de la propagande communiste au
Brésil”
137
IPC, 9-9-1926, No. ?
BRANDAO, Octavio “…”
138
IPC, 10-5-1928, No. 23, pp. 492-
493
BRANDAO, Octavio. “Persecution of the
revolutionary movement in Brazil”
139
LCI, 30-6-1928, No. 62, p. 724
IPC, 28-6-1928, No. 35, pp. 640-
641.
BRANDAO, Octavio. “The fight between English and
American imperialism in Brazil”
140
LCI, 20-9-1928, No.106, pp.
1131-1132
IPC, 11-9-1928, No. 61, p. 1084-
1085
VI World Congress of the C.I. Continuation of the
discussion of war danger, Ramírez (México) and
González (Brazil)”
141
LCI, 19-10-1928, No. 125, p.
1358
IPC, 25-10-1928, No. 74, pp.
1347-1348
VI World Congress of the C.I. (Reply to H-Droz):
“Comrade Lacerda (Brazil)”
142
IPC, 30-10-1928, No. 76, pp.
1393-1395
VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
“Comrade Cárdenas (México)”
143
LCI, 11-5-1929, No. 39, p. 558
IPC, 17-5-1929, No. 23, pp. 514-
515.
Comunist Party of Brazil. “To the working class of
Brazil”
144
LCI, 28-6-1930, No. 55, p. 636 “Le Parti Communiste du Brésil á propos du
Manifeste du Luis Carlos Prestes”
145
LCI, 28-6-1930, No. 55, p. 636. P.C. do Brésil. “A propos du manifeste du Luis A.
Prestes”
146
LCI, 13-8-1930, No. 68, p. 872
BORODINE, Saul. “La situation politique et le
mouvement ouvrier revolutionaire au Brásil”
147
LCI, 15-10-1930, No. 86, pp.
1110-1111
Latino-Americain. “A propos des évenements du
Brésil”
148
LCI, 15-11-1930, No. 95, p. 122
MAJORSKI, J. “La guerre civile au Brésil et la crise
économique”
149
LCI, 20-6-1931, No. 54, p. 711
IPC, 25-6-1931, No. 33, p. 599.
“Appeal from the Red Aid of Brazil”
150
LCI, 10-9-1932, No. 76, p. 854.
IPC, 1-9-1932, No. 39, pp. 818-
819.
LCI, 9-9-1932, No. 37, p. 461-
462
KOELNER, R. “Insurrection and Civil war in
Brazil”
151
LCI, 21-9-1932, No. 79, p. 889.
IPC, 22-9-1932, No. 42, pp. 883-
884.
LCI, 30-9-1932, No. 40, pp.
496-497
BRANDAO, Octavio. “Preparation for the
partitioning of Brazil”
152
LCI, 28-12-1932, No. 109, p.
1277.
BRANDAO, Octavio. “La vague de gréves au Brésil”
153
LCI, 15-2-1933, No. 13, p. 191.
LCI (e), 17-2-1933, No. 8, pp.
124-125
BRANDAO, Octavio. “Le P. C. du Brasil dans les
gréves”
154
LCI, 31-3-1934, No.34/35, p. 639.
IPC, 20-4-1934, No. 24, p. 624.
LCI, 20-4-1934, No. 20, p. 491
PRESTES, L.C. “The struggle of the peasants in
Brazil”
155
RU, año II, No. 7,18-1-1935, p.
11-12
“El Congreso mundial de los estudiantes contra la
guerra y el fascismo” ( reseña de intervenciones de los
delegados de Brasil y México)
156
LCI, 26-1-1935, No. 7/8, p.113
IPC, 26-1-1935 No. 4, p. 101
“L’assesino de jeune communiste Tobías Varchavski
au Brésil”
157
IPC, 4-5-1935 No. 19, p. 525
“Support the Fight of the Workers Masses of Brazil”
158
LCI, 25-5-1935, No. 42-43, p.
655
IPC, 25-5-1935, No. 22
ZENNEIRO, T.O, “La loi pour la protection de l’Etat
au Brésil”
159
LCI, 6-7-1935, No. 54-55, p. 782
IPC, 6-7-1935, No. 28, p. 729
RU, año II, No. 35, 26-6-1935,
p.7
“Contre le pacte antipopulaire et contrerévolutionaire
de Vargas-Justo”
160 RU, año II No. 35,26-7-1935,
p.5-7
“Manifiesto de la Alianza Nacional Libertadora del
Brasil”
161
IPC, 10-8-1935, No. 34-36
The discussion of the report of the ECCI to the VII
world Congress “Comrade Marques (Brazil)”
162
IPC, 17-8-1935, No. 36, p. 945
The discussion of the report of the ECCI to the VII
world Congress “Lacerda (Brasil)”
163
IPC, 28-8-1935, No. 41
Discussion of the report of the Activities of the ECCI
to the VII world Congress “Comrade Marques
(Brazil)”
164
IPC, 2-12-1935, No. 65, pp.
1601-1603
Discussion report Ercoli “Comrade Lacerda
(Brasil)”
165
LCI, No. 122-123, p.1817
IPC, 21-12-1935, No.70, pp.
1718-1720
“L’Insurrection nationale révolutionnaire au Brésil”
CHILE
Código
Fecha
Artículos
166
IPC, 3-3-1922, No. 17, p. 124
MITELBURG, R. J. “The labor and trade union
movement in Chile”
167
LCI, 21-2-1923, No. 15, pp. 102-
103
RECABARREN, L. “Le Mouvement ouvrier au Chili”
168 LCI, 22-10-1924, No. 72, pp.
796-797
GHIOLDI, Rodolfo. “The military coup d’état in
Chile”
IPC, 29-10-1924, No. 76, p. 847.
169
LCI, 28-2-1925, No. 15, pp. 128-
129
ALBERT, R. Nos. Morts1: “Luis Recabarren”
170
LCI, 19-12-1925, No. 123, p.
1047
IPC, 24-12-1925, No. 89, p.
1354.
“Appeal of the ECCI and the RILU against the mass
murders in Chile”
171
LCI, 26-8-1931, No. 77, p. 926
IPC, 27-8-1931, No. 46, pp. 847-
848.
MOREAU, Albert. “Chilean dictator Ibáñez is
overthrown”
172
LCI, 26-9-1931, No. 87, p. 1013
IPC, 24-9-1931, No. 50, pp. 910-
911.
SINANI, G. “The first lesson of the revolt in Chile”
173
LCI, 10-10-1931, No. 91, p.
1043
MONTEZ, J. L. “Insurrection chilienne”
174 LCI, 30-1-1932, No. 8, p. 87
IPC, 28-1-1932, No. 4, p. 63.
MOREAU, Albert. “The fascist regime of Montero in
Chile”
175 LCI, 11-5-1932, No. 39, p. 408
IPC, 5-5-1932, No. 20, p. 403.
LORENZ, E. “The bankruptcy of Chilean saltpeter
trust”
176
LCI, 15-6-1932, No. 50, p. 537
IPC, 16-6-1932, No. 27, pp. 541-
542.
GHIOLDI, R. “The recent upheaval in Chile”
177
LCI, 25-6-1932, No. 53, p. 583
IPC, 23-6-1932, No. 28, pp. 567-
568.
GHIOLDI, R. “The new dictatorship in Chile”
178
LCI, 13-7-1932, No. 58, p. 639.
LCI (e), 15-7-1932, No. 29, p.
364
CH, M. “Les soviets au Chili”
179
LCI, 23-11-1932, No. 98, p.
1124.
LCI, 25-11-1932, No. 59, p.
626
C, L. “Les résultat des élections presidentielles au
Chili”
180
IPC, 7-4-1933, No. 16, p. 368 GREENE, E. P. “The liquidation of the COSACH: a
blow at American imperialism in Chile”
181
LCI, 1-6-1933, No. 52, p. 656.
IPC, 30-6-1933, No. 29, p. 631.
LC I(e), 7-7-1933, No. 28, p. 444
GREENE, E. P. “Fascist methods in Chile”
182
LCI, 15-12-1933, No. 98-99
SINAI, G. “A Cuba se constituent les soviets”
183
LCI, 28-7-1934, No. 60/70, p.
1117.
IPC, 3-8-1934, No. 42, pp. 1078-
1079.
LCI (e), 3-8-1934, No. 41, pp.
801-802
GHIOLDI, Rodolfo. “The situation in Chile”
184
IPC, 17-8-1935, No. 36, p. 949 The discussion of the report of the ECCI to the VII
world Congress “Borges (Chile)”
185
LCI, 14-9-1935, No. 80-81, p.
1021
IPC, 7-9-1935, No.4 3, pp. 1115-
116
“La premiere victoire dans la lutte pour le front
unique au Chili”
186
IPC, 2-12-1935, No. 65, p. 1622
Discussion report Ercoli “Comrade Borges (Chile)”
COLOMBIA
Código
Fecha
Artículos
187 IPC, 8-11-1928, No. 78, pp.
1457-1458
VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
“Comrade Cárdenas (Colombia”
188
IPC, 3-1-1929, No.1, pp. 5-6 MARTÍNEZ and HARVEY. “The background of the
struggle in Colombia”
189
LCI, 3-9-1930, No. 74, pp. 1017-
1018
V Congreso ISR: “Pérez (Uruguay), Ganot
(Colombia), Fernández (Cuba)”
190
IPC, 16-7-1931, No. 38, pp. 718-
719.
MOREAU, Albert. “The meaning of the Girardot
strike in Colombia”
191
IPC, 8-10-1931, No. 52, p. 947
MOREAU, Albert. “Unemployment demonstration in
the Colombian Congress”
192
LCI, 15-4-1933, No. 29/30, p. 395 GREENE, E. P. “Le conflict entre la Colombia et le
Pérou”
193
LCI, 19-8-1933, No. 66/67, p. 801 PEREZ, J. “L’armistice entre la Colombie et le
Pérou”
194
LCI, No. 15-16, p. 272
IPC, 23-2-1935, No. 8, p. 228-
229
“The Tension between Colombia and Venezuela”
195
LCI, 26-10-1935, No. 98-99, p.
1439
IPC, 24-9-1935, No. 36, p. 1217-
1818
OTT, Peter. “Lettre de Colombie”
CUBA
Código
Fecha
Artículos
196
LCI, 8-10-1927, No. 102, pp.
1440-1441
IPC, 13-10-1927, No. 57, p.
1273.
KORSUNSKY. “Persecution of the labor movement in
Cuba”
197
IPC, 24-5-1928, No. 28, p. 523
GORKIN. “White terror in Cuba”
198
IPC, 23-11-1928, No. 83, p.
1579
CEIC. “Resolution on the admittance of Communist
Parties of Cuba”
199
IPC, 25-1-1929, No. 5, p. 80
“Protested by League against Imperialism the murder
of Antonio Mella”
200
LCI, 23-1-1929, No. 7, p. 80
Nos Morts: “Julio Antonio Mella”
201
IPC, 1-2-1929, No. 6, p. 95
“Declaration of the CEC of the Workers (communist)
Party of America on the murder of Julio Antonio
Mella”
202
IPC, 1-2-1929, No. 6, p. 96
MARTINEZ, R. A. “Assassination of J. A. Mella by
agents of Yankee Imperialism”
203
LCI, 1-5-1929, No. 36, p. 50
IPC. 3-5-1929, No. 21, pp. 445-
446.
RAOUL. “The crisis of the Machado dictatorship in
Cuba”
204
LCI, 22-1-1930, No. 7, p. 155
FOSTER, William, Hernan “Le III Congrés du Parti
communiste cubain ”
205
LCI, 15-2-1930, No. 14, p. 142
FERRAGUT. “L’Impérialisme yankee á Cuba”
206
IPC, 27-2-1930, No. 11, pp. 194 GANNES, Harry. “The sugar lobby scandal and the
USA imperialist banker’s control of Cuba”
207
IPC, 6-3-1930, No. 12, p. 204 MOREAU, Albert. “Under the Wall Street Machado
regime in Cuba”
208
LCI, 28-6-1930, No. 55, p. 642
IPC, 3-7-1930, No. 31, pp. 562-
563.
FERRAGUT. “The Cuban nationalists as instruments
of yankee imperialism”
209
LCI, 3-4-1930, No. 74, p. 1018
V CONGRESS ISR: Fernandez (Cuba)
210 LCI, 3-9-1930, No. 74, p. 1017-
1018
V Congreso ISR: “Pérez (Uruguay), Ganot
(Colombia), Fernández (Cuba)”
211
IPC, 22-1-1931, No. 3, pp. 62-63 The second anniversary of the murder of Antonio
Mella”
212
LCI¸ 1931, No. 36, p. 508 RAOUL. “La crise de la dictadura de Machado a
Cuba”
213
IPC, 20-8-1931, No. 44, pp. 811-
815
MORALES, Pedro. “The events in Cuba”
214 IPC, 17-9-1931, No. 49, pp. 900-
902
MORALES, Pedro. “Chadbourne sugar plan increases
cuban workers misery”
215
LCI, 29-4-1933, No. 33/34, p.
450
IPC, 28-4-1933, No. 19, p. 433
“Against the persecution of revolutionaries in Cuba”
216
LCI, 27-5-1933, No. 41/42, p.
519
IPC, 12-5-1933, No. 21, p. 466.
GREENE, E. P. “The revolutionary upsurge in Cuba”
217
LCI, 3-6-1933, No. 43/44, p. 542
IPC, 2-6-1933, No. 24, p. 536.
FRANCISCO. “Welles: an outspoken Wall Street
emissary to Cuba”
218 IPC, 11-8-1933, No. 35, pp. 776-
777
FRANCISCO. “The fight for the unemployed in
Cuba”
219
LCI, 19-8-1933, No. 66/67, p.
798.
IPC, 18-8-1933, No. 36, pp. 782-
783.
LCI, 25-8-1933, No. 35, p.
552
PEREZ, J. “The revolutionary upheaval in Cuba”
220
IPC, 8-9-1933, No. 39, pp. 847-
849
GREENE, E. P. “Nine years of Machado in Cuba”
221
LCI, 2-9-1933, No. 70-71, p.
860.
IPC, 8-9-1933, No. 39, pp. 848-
849.
LCI (e), 8-9-1933, No. 38, pp.
610-611
“Manifesto of the CC of the CP of Cuba and the YCL
of Cuba”
222
LCI, 11-9-1933, No. 75-76
IPC, 15-9-1933, No. 41, pp. 884-
886.
LCI (e), 15-9-1933, No. 39, pp.
622-624
GOMEZ, J. “The revolutionary events in Cuba and
tasks of the CP”
223
LCI, 23-9-1933, No. 77/78, p. 9.
IPC, 22-9-1933, No. 42, p. 908.
LCI, 20-9-1933, No. 41, pp.
661-663
BOSSE, A. G. “Cuba’s second revolution”
224
LCI, 7-10-1933, No. 81/82, p.
1006
IPC, 6-10-1933, No. 44, pp. 961-
962
“Support the emancipation struggle of the toilers of
Cuba”
225
IPC, 6-10-1933, No. 44, p. 962
“Support the Cuban masses”
226
IPC, 6-10-1933, No. 44, p. 980
BOSSE, A. G. “The Cuban revolution”
227
LCI, 1933, No. 66/67, p. 798
SINANI, G. « A Cuba se constituent les soviets »
228
LCI, 1933, No. 72/73, p. 895
P.C. des E. U. “Une déclaration a popu des événements
de Cuba”
229
LCI, 28-10-1933, No. 87/88, p.
1064.
IPC, 27-10-1933, No. 47, p.
1036.
LCI, 3-11-1933, No. 47, p.
756
“The further development of the revolution in Cuba
and American Imperialism”
230
LCI, 11-11-1933, No. 91/92, p.
1131.
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The discussion of the report of the ECCI to the VII world Congress “Marín (Cuba)”
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Discussion report Ercoli “Comrade Bueno (Cuba)”
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LCI, , 14-12-1935, No. 119-120,
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DOMINICANA
Código
Fecha
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Código
Fecha
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KOLNER, R. “The rising in Ecuador”
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EL SALVADOR
Código
Fecha
Artículos
252
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RODRIGUEZ, O. “The uprising in Salvador and our immediate tasks”
GUATEMALA
Código
Fecha
Artículos
253
IPC, 9-6-1922, No. 46, p. 348
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254
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STIRNER, Alfred. “From Guatemala”
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presencias; Revista www.izquierdas.cl, 9, abril 2011, 79-136
255
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L’Amérique Centrale: au Guatemala”
256
LCI, 18-9-1929, No. 89, p. 1216
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HAITÍ
Código
Fecha
Artículos
257
IPC, 30-6-1922, No. 56, p. 412
JONES, D. Ivan. “American Imperialism and the
Negro”
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LCI, 18- 9-1929, No. 89, p. 1216.
IPC, 18-10-1929, No. 60, pp.
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ROSEMOND, Henry Ch. “USA Imperialism in
Haití”
258
LCI, 28-12-1929, No. 126, pp.
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WILSON, William. “The revolt in Haití”
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LCI, 4-1-1930, No. 1, p. 5
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260 IPC, 6-2-1930, No. 6, pp. 102-
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GANNES, Harry. “Haití and the struggle against
USA Imperialism”
HONDURAS
Código
Fecha
Artículos
261
LCI, 9-12-1933, No.100-101 PEREZ I. “Le Honduras sous le jong de
l´Imperialisme ”
XICO
Código
Fecha
Artículos
262
LCI, 11-3-1922, No. 19, p. 146 STIRNER, Alfredo. “Le mouvement ouvrier au
Mexique”
263
IPC, 9-6-1922, No. 46, p. 348 “The Communist Party of Mexico to the workers and
peasants of Guatemala”
254
LCI, 1922, No. 84, pp. 926-927 STIRNER, H. “La situation au Mexique at la lutte
contre l´Eglise catholique”
265
IPC, 5-4-1923, No. 31, p. 250
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266
IPC, 26-4-1923, No. 34, p. 293.
NIN, Andrés. “Labor movement in Mexico”6
267
LCI, 6-4-1923, No. 28, pp. 194-
200
ISR. “La lutte de classes au Mexique”
268
LCI, 8-6-1923, No. 46, pp. 1028-
1029
LABORDE, H. “Le fascisme menace le Mexique ”
269
LCI, 29-8-1923, No. 68, p. 870
PICK. “La situation au Mexique et le rôle des socialfascistes

270
IPC, 14-2-1924, No. 11. p. 78
PEPPER, John. “United Status war on Mexico looms
up”
271
LCI, 9-4-1924, No. 21, p. 438
LABORDE, H. “Le fascisme menace le Mexique ”
272
LCI, 9-4-1924, No. 21, pp. 228-
229
STIRNER, A. “Au Mexique”
273
LCI, 14-4-1924, No. 38, p. 488
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et le Mexique”
274
IPC, 24-7-1924, No. 48, p. 501
WOLFE, Bertrand. “V World Congress.
Continuation of discussion on report of the executive:
Comrade Wolfe (México)”
275
IPC, 5-8-1924, No. 55, p. 579
WOLFE, Bertrand. “V World Congress. Report of
comrade Kolarov on the agrarian question: Comrade
Wolfe (México)”
276
IPC, 11-2-1925, No. 14, p. 188
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International”
6 Reproducido en: Internacional Sindical Roja, No. 24, abril y mayo de 1923, pp. 54-56
277
LCI , 11-4-1925, No. 35, p. 372
“Les scissionnistes a l’oeuvre au Mexique”
278 LCI, 6-1925, No. 64, pp. 1453-
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PAGE Myra. “La réforme foncière au Mexique ”
279 LCI, 27-6-1925, No. 65, p. 541
IPC, 18-6-1925, No 51
WOLFE, Bertrand. “Bolshevisation and immediate
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280
LCI, 16-12-1925, No. 122, p.
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IPC, 24-12-1925, No. 89, pp.
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BELLULE, F (Moscou) “L’offensive d’ Ámsterdam
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281
LCI, 1926, No. 19, p. 163.
IPC, 18-2-1926, No. 13, p. 198.
BELLUGNE, F. “For the unity of the trade union
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282
LCI, 21-7-1926, No. 84, p. 927
IPC, 22-7-1926, No. 53, pp. 878-
879.
STIRNER, A. “The position in México and the fight
against the Catholic Church”
283
LCI, 11-1926, No. 130, p. 1598
IPC, 9-12-1926, No. 86, pp.
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STIRNER, A. “The situation in México and the tasks
of the C.P. “
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284
IPC, 25-11-1926, No. 80, p. 1395.
“México. . . (¿)”
285
LCI, 28-11-1926, No. 130, p.
1557
IPC, 2-12-1926, No. 84, p. 1442.
VILENKIN, J. “The struggles in México”
(o WILENKIN, J.)7
286
LCI, 5-2-1927, No. 17, p. 228
IPC, 4-2-1927, No. 12, pp. 247-
248
S., P. “The intervention policy of the United States”
(Nicaragua & México)
287
LCI, 5-2-1927, No. 17, p. 228 MILLER, Alfred. “L´ « anticommuniste », refrain
électoral des fascistes mexicains”
288
LCI, 10-9-1927, No. 94, p. 1327
WOLFE, Ella G. “La situation au Mexique”
7 ¿J.Vilenkin o Wilenkin es un pseudónimo o es la misma persona que bajo el nombre IA. Vilenkin publicó
¡Amerikanskii imperializm y revoliutsiia v Nikaragua” en Bol’shevik (Moscow) N°10: May 1929?
289
LCI, 5-11-1927, No. 111, pp.
1584-1585
IPC, 27-10-1927, No. 60, p.
1323-1324.
WICKS, H. M. “Wall Street’s latest Mexican
insurrection”
“Les récentes intrigues des Etats-Unis au Mexique”
290
LCI, 18-4-1928, No. 38
IPC, 4-1928, No. 22, pp. 426-427
LOWEN, H. “The oil peace between the United
Status and México”
291
IPC, 25-7-1928, No. 39, p. 708
VI World Congress of the C. I.: “Speeches of
greeting of Lacerda (South America) and Carrillo
(México)”
292 LCI, 7- 1928, No. 70, p. 814.
IPC, 26-7-1928, No. 40
CARRILLO, Rafael. “The struggle in México”
293 IPC, 8-8-1928, No. 46, p. 819-
822
VI World Congress of the C.I.: “Speeches of Lacerda
(Brazil), Carrillo (México) and Sala (Uruguay)”
294
LCI, 1928,No. 152, p. 1787 “Les différends entre la fédération syndicale et le
gouvernent au Mexique”
295
IPC, 6-9-1928, No. 60, p. 1052
CORK, Jane. “Class forces in México”
296
LCI, 20-9-1928, No.106, pp.
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IPC, 11-9-1928, No. 61, pp.
1084-1085
VI World Congress of the C.I. Continuation of the
discussion of war danger, Ramírez (México) and
González (Brazil)”
297
LCI, 20-11-1928, No. 139, p.
1583.
IPC, 8-11-1928, No. 78, pp.
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VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
“Comrade Ramírez (México)”
298
IPC, 3-1-1929, No. 1, pp. 15-16
“The Mexican trade unions and the Portes Gil
government”
299
LCI, 6-2-1929, No. 11, p. 114
“Un village d’enfants du sol au Mexique”
300
LCI, 9-2-1929, No. 12, p. 128
“La conférence syndicale au Mexique”
301
LCI, 16-3-1929, No. 24, p. 313
WOLFE, B. D. “L’insurrection au Mexique”
302
IPC, 29-3-1929, No. 16, pp. 316-
317
“The creation of a Worker’s and Peasant’s Bloc in
México”
303
LCI, 10-4-1929, No. 30, p. 408
“Offensive contre le P.C. du Mexique”
304 LCI, 10-4-1929, No. 30, pp. 407-
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RAOUL. “La défaite de la réaction au Mexique”
305 IPC, 12-4-1929, No. 18, pp. 365-
366
WOLFE, Bertrand D. “The Mexican Revolution
‘ends’ ”
306 LCI, 4-5-1929, No. 37, p. 524
IPC, 10-5-1929, No. 22, p. 478
DIAZ RAMIREZ, Manuel. “The Mexican Revolution
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307
LCI, 24-5-1929, No. 44, p. 629
“Les terreur contre les chefs paysans au Mexique”
308
LCI, 24-5-1929, No. 44, p. 629 LEE, Jack. “La lutte pour l´achèvement de la
révolution bourgeoise-nationale au Mexique ”
309
LCI, 15-5-1929, No. 40, p. 575
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GARCIA, María del Refugio. “The women in the
class fights in México”
310
LCI, 1929, No. 47, p. 685
IPC, 7-6-1929, No. 27, p. 604
VOLSKI, Andrei. “Our martyrs: Guadalupe
Rodríguez”
311 LCI, 1929, No. 37, p. 524 « La Révolution Mexicaine et les paysans »
312
LCI, 8-6-1929, No. 48, p. 1073
“D´importants congrès se terminent au Mexique ”
313
LCI, 8-6-1929, No. 48, p. 698
LOZOVSKI, A. “Le Congrès des Syndicats de
l’Amérique Latine”
314
LCI, 15-6-1929, No. 50, p. 735 BANDERAS, Diego. “La persécution du mouvement
paysan au Mexique”
315
LCI, 16-6-1929, No. 51, p. 749
“Persécutions féroces contre mouvement mexicain”
316
LCI, 29-6-1929, No. 54, p. 795.
IPC, 5-7-1929, No. 32, pp. 704-
705
DIAZ RAMIREZ, Manuel. “The white terror in
México”
317
LCI, 17-7-1929, No. 60, pp. 855-
856
IPC, 19-7-1929, No. 34, pp. 732-
733.
“Against fascist reaction in México”. Appeal of the
C.I. to the workers and peasant of México and the
whole world.
318
LCI, 19-7-1929, No. 30
LABORDE, Hernán. ¿Por qué fui desaforado?
319
LCI, 16-9-1929, No. 89, p. 1217.
IPC, 20-9-1929, No. 52, p. 1133
“The presidium of the International Peasant Council
to the National Peasant League of México in
Veracruz”
320
LCI, 4-1-1930, No. 1, p. 5
“Les persécutions au Mexique”
321
LCI, 1930, No. 6, p. 127
“Le Congrès du Parti communiste mexicain ”
322
LCI, 22-1-1930, No. 7, p. 72.
IPC, 23-1-1930, No. 4, pp. 68-69
“Against terror, reaction and betrayal in México”
323 LCI, 1-2-1930, No. 10, pp. 112-
115
PRAVDA. « La rupture des relations entre le
Mexique et l´Union Soviétique »
324
LCI, 15-2-1930, No. 14, p. 139.
IPC, 13-2-1930, No. 7, pp. 118-
119
“Against the fascist government in México which is
imprisoning and murdering the communist
functionaries”
“Contre le gouvernement fasciste du Mexique!”
325
LCI, 5-3-1930, No. 20, p. 425 “Il n´y a pas de place au Mexique pour l´espion
fasciste Trotski ”
326
LCI, 5-3-1930, No. 20, p. 224-
225.
IPC, 6-3-1930, No. 12, pp. 203-
204
GEORGE, Harrison. “México before and after the
break with the Soviet Union”
327
LCI, 1930, No. 20, pp. 418-419
MORRIS, George. “Le gouvernent mexicain
exproprie les magnats du pétrole”
328
LCI, 27-8-1930, No. 71, pp. 946-
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V Congreso ISR: “Roja (México), Urso (Paraguay)”
329
LCI, 1932, No. 36, pp. 1000-1001
WICKS, H. M. “Les progrès de la révolution
bourgeoise démocratique au Mexique”
330
LCI, No. 39, pp. 888-889
MARTÍNEZ, R. A. “Le lutte du Mexique contre le
fascisme”
331
LCI, 13-8-1930, No. 68
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PICK. “The situation in México and the role of the
social fascists”
332
LCI, 27-8,1930, No. 71, p. 94
V CONGRES ISR: Rojas (Mexique)
333
LCI, 30-8-1930, No. 72, pp. 951-
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IPC, 4-9-1930, No. 41, pp. 859-
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LABORDE, Hernán. “The political situation in
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LCI, 24-9-1930, No. 80, p. 1066
ROJO, S. “Le carnage de Matamoros”
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MOREAU, Albert. “War clouds in Mexican horizon”
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LCI, 14-1-1933, No. 4, p. 92-93 LABORDE, Hernan “Le Mexique sur la voie de la
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VIAMONTE, Eduardo N. “Le terreur au Mexique”
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gouvernement au Mexique”
348
LCI, 20-7-1935, No. 58-59, p.
826
IPC, 13-7-1935, No. 29, p. 755-
756
WIENMAN, Samuel, “Le plan hexenal du Mexique”
349
IPC, 10-8-1934, No. 34, 877 The discussion of the report of the ECCI to the VII
world Congress “Marcano (México)”
350
IPC, 17-8-1935, No. 36, p. 948 The discussion of the report of the ECCI to the VII
world Congress “Serrano (México)”
351
IPC, 28-8-1935, No. 41, p. 1073-
1074
Discussion of the report of the Activities of the ECCI
to the VII world Congress “Comrade Marenco
(México)”
352
IPC, 2-12-1935, No. 65, p. 1607 Discussion report Ercoli “Comrade Serrano
(Mexico)”
NICARAGUA
Código
Fecha
Artículos
353
LCI, 12-1-1927, No. 5, p. 75 GEORGE, Harrison. “Les intrigues des Etats Unis au
Nicaragua”
354
IPC, 28-1-1927, No. 10, p. 211 “Appeal of the Young Communist International
against American imperialism”
355
IPC, 4-2-1927, No. 12, p. 247 ECCI. “ Down with American imperialism in
Nicaragua” (telegraphic extract)
356
LCI, 5-2-1927, No. 17, p. 228
IPC, 4-2-1927, No. 12, pp. 247-
248
S., P. “The intervention policy of the United States”
(Nicaragua & México)
357 IPC, 10-2-1927, No. 13, pp. 272,
273
ECCI. “Down with American imperialism in
Nicaragua” (Full text)
358
LCI, 25-5-1927, No. 57, p. 698
CODOVILLA, (Victorio). “L’occupation définitive
du Nicaragua par l’impérialisme yankee”
359
LCI, 28-1-1928, No. 9, p. 119
IPC, 26-1-1928, No. 5, p. 121.
DE LA PLAZA, Salvador, “The struggle of Nicaragua —the Struggle of Latin America for its Independence.”
359
IPC, 7-5-1931, No. 24, pp. 446-
447
“Statement of the Anti-Imperialist League of the US on Nicaragua”
360
LCI, 25-3-1933, No. 23/24, p. 347
IPC, 24-3-1933, No. 14, p. 323.
LCI (e), 24-3-1933, No. 13, pp.
200-201.
GOMEZ, J. “Sandino’s betrayal of Nicaraguan Independence Movement”
361
IPC. 13-4-1933, No. 17, p. 376 RIVERA, M. “Sandino’s betrayal of the antiimperialism
struggle”
PANAMÁ
Código
Fecha
Artículos
362
LCI, 3-3-1926, No. 15, p. 137 GEORGE, Harrison. “La grève des locataires de
Panama”
363 LCI, 2-7-1932, No. 55, p. 614
LCI, 6-7-1932, No. 28, p. 358
LES nouveaux présidents de Panamá et du
Paraguay”
PARAGUAY
Código
Fecha
Artículos
364
IPC, 25-10-1928, No. 74, p. 1369 VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
“Comrade Ibarrola (Paraguay)”
365 IPC, 20-12-1928, No. 90, pp.
1712-1713
DEUTSCH, G. “Danger of war in South America.
The conflict between Bolivia and Paraguay”
366
LCI, No. 11/12, p.12
TORRES, “L’Incendie du Chaco”
367
LCI, 27-8-1930, No. 71, pp. 946-
948
V Congreso ISR: “Roja (México), Urso (Paraguay)”
368
LCI, 2-7-1932, No. 55, p. 614
LCI, 6-7-1932, No. 28, p. 358
LES nouveaux présidents de Panamá et du
Paraguay”
369
LCI, 20-8-1932, No. 69, p. 769
IPC, 18-8-1932, No. 36, pp. 745-
747
MAGGI. “The new war between Bolivia and
Paraguay”
370
LCI, 7-10-1933, No. 81/82, p.
1000.
LCI (e), 6-10-1933, No. 42, pp.
679-680
“Le mouvement révolutionnaire de Paraguay se
développe dans la lutte contre la guerre” (lettre
d’Assomption)
371
LCI, 10-3-1934, No. 24/25, p. 453
IPC, 9-3-1934, No. 16, p. 402
LCI (e), 16-3-1934, No. 5, pp. 83-
84
ALCARAZ, Aurelio. “Argentina’s neutrality in the
war between Bolivia and Paraguay”
372
RU, año I, No. 2,14-12-1934, pp.
8-9
“La guerra entre Bolivia y Paraguay”
373
IPC, 9-2-1935, No.6, pp. 154-155
TORRES, A. “The Conflagration in Chaco”
PERÚ
Código
Fecha
Artículos
374
LCI, 13-3-1926, No. 32, pp. 287-
288
IPC, 11-3-1926, No. 19, p. 292.
“The Tacna-Arica challenge. Statement of the All-
America Anti-imperialist League”
375
LCI, 21-7-1926, No. 84, p. 927
Ligue Américaine Anti-impérialiste. “Les Etats Unis
el l’Echec du plébiscite de Tacna-Arica dans
l’Amérique du Sud”
376
LCI, 11-6-1932, No. 49, p. 534
IPC, 9-6-1932, No. 26, p. 540.
LCI (e), 3-6-1932, No. 22, pp. 271-
272.
GOMEZ. “The growth of the Communist Party of Peru”
377
LCI, 7-1-1933, No. 2, p. 17
“Le P.C. du Pérou dans la lutte contre le danger de
guerre”
378
LCI, 15-4-1933, No. 29/30, p. 395
GREENE, E. P. “Le conflit entre la Colombie et le
Pérou”
379
LCI, 19-8-1933, No. 66/67, p. 801
PEREZ, J. “L’armistice entre la Colombie et le
Pérou”
380
LCI, 1-6-1935, No. 44-45, p. 659
IPC, 25-5-1935, No. 22, p. 593
“Lettre ouverte a Haya de la Torre”
381
IPC, 19-10-1935, No. 95-96
APRA. “Respuesta al PC del Perú”
PUERTO RICO
Código
Fecha
Artículos
382
IPC, 18-6-1931, No. 32, p. 579-588 BELL, John. “The tasks of the Communist in Porto
Rico”
383 IPC, 3-11-1934, No. 56, pp. 1478-
1479
“The Socialist Party in Puerto Rico”
384
LCI, 1-6-1935, No. 44-45, p. 658
IPC, 4-5-1935, No.19, pp. 513
RU, año II, No. 28, p. 16
WEIENMMAN, Samuel, “Exploitation des
ouvrières de la confection a Porto Rico”
URUGUAY
Código
Fecha
Artículos
385
LCI, 1922, No. 11, p. 34
PELUSO, B. “Le parti Communiste de l’Uruguay”
386
LCI, 22-4-1922, No. 31, p. 239
PINTOS, F. R. “L’ Uruguay”
387
LCI, 5-5-1922, No. 34, pp. 263-
264
PINTOS, F. R. “Le Parti Communiste de l’Uruguay”
123
Ricardo Melgar B., La Hemerografía cominternista y América Latina, 1919-1935. Señas, giros y
presencias; Revista www.izquierdas.cl, 9, abril 2011, 79-136
388
LCI, 1-7-1922, No. 47
ISR. “Message aux prolétaires de l’Uruguay”
389
IPC, 8-8-1928, No. 46, pp. 819-
822
VI World Congress of the C.I.: “Speeches of Lacerda
(Brazil), Carrillo (México) and Sala (Uruguay)”
390
LCI, 12-8-1922, No. 60, p. 463
IPC, 12-8-1922, No. 68, p. 511.
“The communist struggle in trade unions of
Uruguay”
391
LCI, 9-9-1922, No. 68
MARTINEZ, Catalina. “Lettre de l’Uruguay. Le
parti Communiste d’Uruguay.
392
IPC, 3-10-1922, No. 85, p. 644
MARTINEZ, Catalina. “Letter from Uruguay”
393
IPC, 24-6-1926, No. 48, pp. 794-
795
GEORGE, Harrison. “For the unity of the trade
union movement. The Western Marine Worker’s
Conference at Montevideo”
394
LCI, 1926, No. 84
GEORGE, Harrison, “La Conférence des marins et
dockers de Montevideo”
395
IPC, 30-10-1928, No. 76, pp.
1400-1401
VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
“Comrade Sala (Uruguay)”
396
LCI, 1-9-1928, No. 96, p. 1034
IPC, 16-11-1928, No. 80, pp.
1505-1506.
SALA, L. “The communist movement in Uruguay”
397
LCI, 3-4-1930, No. 74, p. 1017
V Congres ISR: Pérez (Uruguay).
398
LCI, 3-9-1930, No. 74, pp. 1017-
1018
V Congreso ISR: “Pérez (Uruguay), Ganot
(Colombia), Fernández (Cuba)”
399
LCI, 15-8-1931, No. 74, p. 903
MORALES, Pedro. “L’accroissement de la misère
dans la Suisse Américaine”
124
Ricardo Melgar B., La Hemerografía cominternista y América Latina, 1919-1935. Señas, giros y
presencias; Revista www.izquierdas.cl, 9, abril 2011, 79-136
400
LCI, 29-9-1933, No. 41, pp.
663-664
GONZALEZ ALBERDI, Paulino. “El Partido
Comunista del Uruguay ha celebrado un importante
pleno”
401
IPC, 14-9-1934, No. 48, p. 1265
“Demonstration of behalf of Comrade Rakosi in
Montevideo”
VENEZUELA
Código
Fecha
Artículos
402
LCI, 20-10-1926, No. 113, p.
1274
IPC, 21-10-1926, No. 68, pp.
1180- 1181.
KORSUNSKY, George. “The white terror. The deeds
of horror in Venezuela”
403 IPC, 25-10-1928, No. 74, pp.
1367-1368
VI World Congress of the C.I. (Reply to H- Droz):
Comrade Martínez (Venezuela)”
404
LCI, 19-6-1929, No. 53, p. 749
IPC, 21-6-1929, No. 29, p. 640.
VRIES, A. de. “The incident of Curaçao ”
405
LCI, 26-6-1929, No. 53, p. 778
VANTER, Gerad. “Le conflit de Curaçao ”
406
IPC, 26-5-1933, No. 23, p. 514
“Act for the victims of terror in Venezuela”
407
LCI, 3-6-1933, No. 43/44, p. 542
IPC, 16-6-1933, No. 26, pp. 562-
563.
IMAR, Elisa. “The twenty-fifth year of the
dictatorship of Juan Vicente Gómez”
408
LCI, No. 15-16, p. 272
IPC, 23-2-1935, No. 8, p. 228-
229
“The Tension between Colombia and Venezuela”
409
LCI, 9-3-1935, No. 20-21
IPC, 9-3-1935, No. 10, p. 297
HARMAN, Luis, “La libération des emprisonnes
politique au Venezuela”
410
IPC, 12-12-1935, No. 67, p. 1668
Discussion report Ercoli “Comrade Rivas
(Venezuela)”
411
IPC, 12-12-1935, No. 67, p. 1668
Discussion report Ercoli “Comrade Rivas
(Venezuela)”

La Correspondencia Sudamericana (1926-1930), órgano del Secretariado
Sudamericano de la Internacional Comunista, editado en Buenos Aires. La influencia de Penelón, Codovilla, Gonzáles Alberdi, y los hermanos Ghioldi, es decisiva en la orientación de dicho órgano en sus dos épocas. El peso de la Sección Argentina no admite rival. Entre 1928-1930 hay manifestaciones evidentes de su confrontación con la Sección Mexicana que demandaba una mayor autonomía en sus decisiones políticas.

LCS comenzó a editarse el 15 de abril de 1926 como quincenario, periodicidad que mantuvo casi constante hasta la publicación de su número extraordinario de junio de 1930, con el cual cierra su ciclo de existencia. Su historia se divide en dos épocas: la primera se corresponde con el espíritu del V Congreso y de los VI, VII, VIII y IX Plenos del CEIC, expresando cierta flexibilidad con sus colaboradores (p. ej. Víctor Raúl Haya de la Torre) y los movimientos y reivindicaciones populares sin dirección comunista. La segunda época
traduce la línea izquierdista del VI Congreso, el X Pleno de la I.C., y las directivas de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana realizada en el curso del mes de junio de 1929.
Nombre de la
publicación
Número
Fecha
Editoriales
La correspondencia
Sudamericana
25 15-06-1927 “La Guerra que viene”
26 30-06-1927 “Nuestro Deber”
27 15-07-1927 “El Peligro Inminente”
28 31-07-1927 “La Lucha Antiimperialista”
29 15-08-1927 “Contra el Partido Comunista”
30-31 15-09-1927 “La Segunda Internacional y la guerra
imperialista”
II Época
1 01-08-1928 “Dos Palabras”
2 15-08-1928 “Sacco y Vanzetti”
3 31-08-1928 “La doctrina Monroe”
4 15-09-1928 “La pregunta de Costa Rica: Sociedad de
Naciones versus Unión Panamericana”
5 30-09-1928 “Los sucesos de Colombia: A las masas
trabajadoras de la América Latina”
6 15-12-1928 “¡Abajo el imperialismo! A propósito del viaje de Hoover”
7 19-01-1929 “Agentes de Machado. Ejecutores del imperialismo, asesinaron a Julio A. Mella”
8 30-01-1929 “Hoover-Irigoyen”
9 01-04-1929 “La Revolución Mejicana”; Convocatoria a la I Conferencia Comunista Latinoamericana”
10 30-04-1929 “La proposición de Sandino al Presidente argentino”
11 05-05-1929 “La situación chilena”
12-13-14 -05-1929 “Primera Conferencia Comunista Latinoamericana”
15 -08-1929 “La importancia de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana”
16 08-1929 “Jornada Internacional del 1ro. de Agosto”
17 23-08-1929 “Llamado del Secretariado Sudamericano
de la I.C. a las masas trabajadoras de
América Latina con motivo de la jornada
antiimperialista”
18 20-09-1929 “SSA de la IC. Carta abierta a los Partidos
Comunistas de la América Latina sobre los
peligros de derecha”
19 15-10-1929 “El X Plenum del C.E. de la I.C.”
20 01-11-1929 “El Plan Quinquenal de la URSS”
21 20-11-1929 “Bajo el signo de la Autocrítica”
22 01-12-1929 “La aplicación mundial de la nueva línea”
23 31-12-1929 “Plebiscitos Dictatoriales”
24 15-01-1930 “El Fascismo Mexicano”
25 15-02-1930 “Contra la Desocupación”. Instrucciones
del S.S.A. de la I.C.”
26 01-05-1930 “La situación política y los deberes de
nuestros partidos”
27 25-06-1930 “El Plenum Ampliado del Secretariado
Sudamericano de la Internacional
Comunista”
FUENTE: Colecciones de la Biblioteca “José Aricó” de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina; CEDINCI de
Buenos Aires, y CEMOS de México, D.F.

Revista Comunista (1930-1931), órgano del Secretariado Sudamericano de la
Internacional Comunista, editada en Montevideo. La influencia de Codovila, González Alberdi y los hermanos Ghioldi persiste y con ello la hegemonía de la Sección Argentina se consolida. Traduce la línea de la II Conferencia Comunista Latinoamericana de mediados de 1930 y el XI Pleno del CEIC.
El centralismo y la inflexibilidad política se expresaron número a número, artículo a artículo, en su corta existencia. Su primer número salió en Montevideo en septiembre de 1930; el No. 2 en enero-febrero de 1931; el No. 4-5 en mayo-junio de 1931, y el No. 6 y último a fines de 1931. Su irregular periodicidad y distribución contrastan con los atributos del órgano precedente.

La represión y clandestinidad de las secciones nacionales de la IC en la región, aunadas a la línea vanguardista a la que adherían, contribuyeron a su pronto
fracaso. Sus pretensiones de pasar de la prensa de información a la prensa teórica del movimiento comunista latinoamericano como parte del proceso de bolchevización anunciado el 1o. de mayo de 1930 en LCS, No. 26, no pasó de ser una lírica declaración de propósitos. En dicho texto afirmaban:
. . .el S.S.A. pasa a ser en los hechos el director del movimiento
comunista latinoamericano: es esto mismo lo que obliga a transformar
nuestro órgano. Pues si antes podía ser la expresión de una necesidad
revolucionaria manteniendo la información y la coordinación
simplemente, del movimiento continental, hoy no puede ayudar
realmente a dicho movimiento en su actual etapa de desarrollo sin
proceder al análisis leninista de cada problema suscitado por la
revolución.8
Nombre de la
publicación
Número
Fecha
Editoriales
Revista
Comunista
1 -09-1930
2-3 01 y 02-1931 “Por la formación de los partidos”
4-5 05 y 06-1931
6 -12-1931
FUENTES: Biblioteca del autor y del CEDINCI
8 La Correspondencia Sudamericana (Buenos Aires) Nº 26, 1º de Mayo de 1930

Mundo Obrero (1931-1933), dedicado al “Movimiento Proletario Revolucionario y a la Liberación Nacional”, especialmente de los países del Caribe. Se comenzó a editar en Nueva York como mensuario a partir de julio de 1931. Hemos podido consultar su publicación hasta el No. 27 que corresponde al mes de diciembre de 1933, lo que indica solvencia en su regularidad. Su publicación se corresponde parcialmente con las directivas
emanadas del XI y XII Plenos del CEIC. Nos revela una mayor flexibilidad aproximándola más a la primera época de LCS. En los hechos, reemplazó a la Revista Comunista como prensa oficial del movimiento comunista latinoamericano adherido a la IC.

Si bien en la revista hay un énfasis en las cuestiones del Caribe, queda claro que no descuidaron su atención sobre el curso de las luchas particulares emprendidas por las secciones sudamericanas de la IC.

Una lectura analítica de la línea editorial de MO podría dar mayores luces sobre el papel y posición del Buró del Caribe frente a los problemas de su área y de la región en su conjunto. En su primer consejo editorial figuran: Hernán Laborde (México); Leonardo Sánchez, Rubén Martínez Villena (Cuba); Michael Gold, John Dos Passos (EE.UU.); Gustavo Machado (Venezuela); Luis Vidales, Inés Martell (Colombia) y Farabundo Martí (Centro América).
Publicación
Número
Mundo Obrero
1 01-08-1931 “Arrojaremos al imperialismo de la región del Caribe.
¡Hagamos de Mundo Obrero un órgano de masas!
2 01-09-1931 “Rompamos el terror fascista en el Caribe”
3
01-10-1931
“De la vida en la Unión Soviética”
4
01-11-1931
A. Montero. “El terror en Santo Domingo contra el
naciente movimiento revolucionario”
5 -12-1931 E. Negro. “Las próximas luchas revolucionarias y las
tareas de los comunistas en El Salvador”
6 -01-1932 “El Golpe de Estado en El Salvador”
7
-02-1932 Leon Vivaldi. “Lucha contra el terror en el Caribe”
8
-03-1932
“Los levantamientos de masas en El Salvador”
9
-04-1932
“León Vivaldi. Se acentúa el terror en contra del
movimiento Revolucionario en el Caribe”
10
-05-1932
“La lucha contra la guerra en los países del Caribe”
11
-06-1932
Octavio López. “Bajo el régimen del terror en
Venezuela”
12
07-1932
Juan del Campo “Las masas campesinas de México en
la lucha”
13
08-1932
Pio Dávila. “Construyamos el movimiento de los
pioneros rojos en el Caribe”
14
09-1932
“L. Rojas. La Huelga de Inquilinos en Panamá”
15
10-1932
“Conflictos de Guerra imperialista en América del Sur”
16
11-1932
J. Marcel. “El Partido Comunista de Cuba y las
elecciones”
17
12-1932
Pierre Leiva. “Haití. La situación actual y las luchas de
las masas”
18
01-1933
F. Ibañez Miguelez. Las masas en Cuba en la lucha
contra el hambre y el terror
19
02-1933
Alberto Sánchez. “El Congreso Mundial del S.R. y las
secciones de los Países del Caribe”
20-21
03 y 04-1933
Pío Dávila. La traición de Sandino a la lucha
antiimperialista”
22
05-1933
La lucha Anglo-Yanqui en el Conflicto Colombo-
Peruano
23
06-1933
Pedro. A, Coloma. “Panamá: centro de preparativos
para la guerra imperialista”
24
07-1933
La intensificación del Terror en los Países del Caribe
25
08 y 09-1933
Dora Zucker. Costa Rica entra en la arena de las luchas
revolucionarias”
26
10 y 11-1933
Eduardo Viamonte. “La Revolución Cubana en
marcha”
27
12-1933
“Notas Editoriales”
FUENTES: Bibliotecas del CEMOS y del autor.
Luchador del Caribe (1934- ?), Revista Mensual. A pesar de su formal
autoadscrIPCión se trata más de un periódico que de una revista. Consta de 8 páginas y tiene el mismo formato que el de La Correspondencia Internacional. Su primer número fue editado en Nueva York en el mes de septiembre del año 1934. Sólo pudimos rastrear su edición hasta el No. 4, correspondiente a diciembre de 1934. Es de notar que la presencia del mismo administrador de MO. Nos referimos a Walt Carmon. Es probable que este
cambio al igual que los anteriores se corresponda con el XIII Pleno del CEIC y la II Conferencia Comunista Latinoamericana de 1934.

Entre los colaboradores de esta publicación figuraban: el ruso V. Mirochevsky
(Secretariado Latino del CEIC), Rafael Carrillo Azpeytia (México), Luz Díaz (Costa Rica), y Lino Álvarez (Cuba). El Luchador del Caribe al igual que LCS editaba folletos de personalidades cominternistas. Así podemos mencionar a La Crisis, la Depresión y el Movimiento Obrero en la América del Sur y el Caribe (1934) del conocido dirigente estalinista y dirigente de la IC, G. Sinani.

La presentación del Comité de Redacción del LDC traduce el clima de expectativas cifrado en dicha área político-cultural. Los criterios de homogenización fueron más ideológicos que producto de un diagnóstico, la línea y la intuición pretendían tener el monopolio de la traducción y significación de lo real caribeño. Así dice:

La serie de acontecimientos que se desarrollan en los países ribereños del
Mar Caribe; la identidad de propósitos de los movimientos de liberación
nacional y social, su identidad de problemas, urgían la publicación de un
periódico que sirviese de hilo conductor de las experiencias, de los éxitos,
de los errores y de las razones de los primeros y de las causas y formas de
enmendar los segundos, popularizando así la táctica y la estrategia de las
luchas de unos países a otros.9
9 Luchador del Caribe (Nueva York), Año 1, Nº 1, Septiembre de 1934.
Publicación
Número
Fecha
Editoriales
Luchador del Caribe
1
09-1934
“Nuestro Saludo”
2
10-1934
3
11-1934
4
12-1934
V. Mirochevskii. “Comunistas Criollos” de Manuel
Seoane, Indoamérica, Santiago de Chile, 1933”
FUENTE: Biblioteca del Autor.

LAS PRENSAS NACIONALES Y LA IC

A partir del VII Congreso de la IC (1935) desaparecieron las revistas y periódicos del Secretariado Latinoamericano y del Buró del Caribe. Los únicos órganos reconocidos a nivel continental como expresión de la línea de la IC para cada país y la región en su conjunto se inscribirán en los marcos de la lucha antifascista. Ellos fueron: La Correspondencia Internacional en su edición castellana, misma que se había iniciado en 1929 en Barcelona, y la revista La Internacional Comunista, cuya edición castellana fue tardía frente a las editadas en otros idiomas. Esta se inició en abril de 1932 para cubrir el
horizonte militante en España y América Latina. Es probable que este cambio, al igual que los anteriores, tenga correspondencia con las orientaciones del XIII Pleno del CEIC y de la II Conferencia Comunista Latinoamericana de 1934. En la presentación de LIC se resumió su carácter y proyección ideológica y política en los siguientes términos:
. . .elevar el nivel teórico de los Partidos Comunistas de España y
América Latina, para el desarrollo de la lucha de clases en estos países,
para difundir en un plano internacional las experiencias de la lucha de la
clase obrera, la aparición de la I.C. en español tiene una importancia
excepcional, teniendo en cuenta que el órgano del C.E. de la I.C. es un
guía seguro en todas las cuestiones del marxismo-leninismo en todas las
cuestiones actuales, concretas, estratégicas, tácticas, de principio y de
organización, ante los cuales puede encontrarse el movimiento
revolucionario.10
10 La Correspondencia Internacional (Barcelona), Año IV, Nº 17, 29 de Abril de 1932, p. 212.

Queda pendiente el levantamiento del índice contrastado sobre temas
latinoamericanos publicados en esta revista tanto en su edición en lengua castellana como en sus ediciones en lengua francesa e inglesa, lo que no resta relevancia a otras ediciones (ruso, alemán). Tres ejemplos extraídos de las ediciones que nos interesan por ahora, iluminarán su relevancia. Iulli Isakovich Rosovsky bajo el pseudónimo de Julio Gómez publicó “El reclutamiento y la fluctuación en los partidos comunistas de México y Cuba”
(LIC N° 14, 15 de septiembre de 1934). En la versión francesa destacaremos el texto de S.Travine intitulado “Deux mouvements révolutionnaires en Amérique Latine, La Internationale communiste, anne X, N°17, 15 août 1928, y en la edición inglesa el de Mijowsky titulado “Weaknesses and Mistakes of the Communist Press in Cuba”, Communist International, 5 april, 1934.

El Secretariado Sudamericano y el Buró del Caribe de la IC expresaron sus puntos de vista a través de la prensa intermedia. Nos referimos al Trabajador Latinoamericano, órgano de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA), que se editaba en Montevideo desde el 15 de septiembre de 1928. Su relevo fue realizado por la Confederación de Trabajadores de América Latina (CTAL), que a partir de 1938 comenzó a editar un boletín propio. Las publicaciones de la CSLA y más tarde de la CTAL, aunque en distinto grado y estilo, tradujeron la línea del frente popular durante el último periodo de
existencia de la IC (1935-1943).

Hacia principios de 1942 se constata un esfuerzo del Secretariado Latino del CEIC en diferenciar una prensa central para el movimiento comunista latinoamericano que se distanció de la prensa intermedia y de las que expresaban los puntos de vista particulares de cada una de las secciones de la IC en el continente. Este proyecto fue la revista Dialéctica, que se publicó desde La Habana y en cuyo primer número colaboró Mirochevsky con su
controvertido ensayo sobre el presunto populismo pequeño burgués de José Carlos Mariátegui. La revista tuvo como director a Carlos Rafael Rodríguez y contó con el apoyo de la IC y de todas y cada una de las secciones nacionales de América Latina. Su primer editorial se encargó de ubicarla en función de su rango frente a las revistas marxistas existentes que editaban las secciones chilena, mexicana y cubana. Así sostuvo:
Revistas como Principios en Chile, Actualidades en México y
Fundamentos en Cuba, dan un impulso poderoso a la difusión del
marxismo. Pero, ceñidas esas publicaciones al marco de los problemas
más inmediatos del momento, quedan a veces, al margen de sus páginas,
innumerables cuestiones que necesitan debatirse y esclarecerse para
orientación de los trabajadores e intelectuales avanzados de nuestra
América.11
11 Dialéctica (La Habana), Revista continental de teoría y estudios marxistas, Año 1, Nº 1, Mayo-Junio de
1942, p.2.

Esta tarea de centralización ideológica se proponía cumplir Dialéctica. Además serviría de tribuna al desarrollo teórico del marxismo latinoamericano “interpretando críticamente la historia de sus países y del continente”. Tal pretensión quedó desvirtuada en el mismo número con la crítica metafísica de la obra de Mariátegui, lo más logrado de la creación marxista en el continente. Dialéctica sobrevivió a la disolución de la IC sin perder su hegemonía en el movimiento comunista latinoamericano.

OTRAS PUBLICACIONES PERIÓDICAS DE LA IC EN AMÉRICA LATINA

El Libertador, órgano de la Liga Antiimperialista de las Américas (1925-1929), editado en México, D. F., y más tarde en Nueva York, fue la publicación de mayor regularidad y audiencia en el concierto continental. A lo largo de sus 22 números mantuvo una flexibilidad política decreciente, pero notable frente a los otros órganos de la IC. Para una valoración crítica y pormenorizada, o para ver el índice de autores y temas véase la edición
facsimilar de 2006.

La Correspondencia Juvenil Sudamericana, que apareció eventual mente como órgano del Secretariado Sudamericano de la Internacional Juvenil Comunista. Sólo tenemos referencias de su publicación a fines de la década del veinte.

Boletín del Bureau Sudamericano de la IC comenzó a editarse semanalmente en Montevideo a fines de 1930. Sólo conocemos el índice de sus 12 primeros números. Dada su rareza, reproducimos a continuación su índice:
Publicación
Número
Sumario
Boletín del Bureau
Sudamericano de la IC
1 – El Reciente Pleno del Bureau Sudamericano de la IC. – Directivas del II Pleno del BSA. de la IC a los CC.CC.
de los Partidos.
2 – Carta del B.S.A. de la 1.0. al P.C. de la Argentina.
3 – El problema de la dirección de los partidos. – Cómo realizar las decisiones. – El trabajo de los partidos entre el semiproletariado y la
pequeña burguesía. – La proletarización de los partidos latinoamericanos y el
trabajo en las células (1ª parte) – Carta al movimiento comunista juvenil – La lucha interimperialista por la América Latina como
parte de la preparación de la guerra. – Los imperialistas preparan la intervención armada
contra la Unión Soviética.
4 – Abajo el gobierno masacrador de Sánchez Cerro. – Las lecciones de las últimas Luchas en el Perú. – Por las Repúblicas Keshwas y Aymarás.
5 – Hacia el frente único de los obreros, campesinos e
indígenas del Perú. – Boletín editado por la C.G.T.P. con motivo de la
masacre de Mal Paso. – Un relato de los crímenes y atropellos del agente
imperialista Sánchez Cerro. – El problema Indígena en Perú, Bolivia, Ecuador y el
Norte Argentino. – La reacción fascista en la Argentina.
6 – La proletarización de los partidos latinoamericanos y el
trabajo celular (II Parte) – Un viraje decisivo en la política de organización (1
Parte).
7 – Un viraje decisivo en la Política de organización
(Conclusión). – Dwight Morrow, embajador de Walt Street y ‘amigo’ de
México – ¿Donde está la Indochina?
8/9 – Tesis adoptada por el B.S.A. de la IC sobre la situación
P.C del Brasil. – Resoluciones del Pleno del B.S.A. de la IC ampliado con
representantes del B Bureau Político y de varios
Comités de Estados del Partido Comunista Brasileño.
10/11 – Tareas del PC del Brasil: frente a las próximas
insurrecciones contrarrevolucionarias; tareas en el
campo y en el movimiento sindical.
12 – Luc Campaña contra la desocupación (25 de febrero al
20 de marzo). – Luchemos por pan y trabajo – Las reivindicaciones en la lucha contra la desocupación. – Los social-fascistas una vez más, quieren salvar al
capitalismo en peligro.

FUENTE: Revista Comunista, Biblioteca del Autor.

Mella, órgano del Buró del Caribe del Socorro Rojo Internacional, editado en Nueva York a partir de 1930. Únicamente tenemos referencias de su publicación. El Obrero del Caribe, editado en Nueva York a partir de 1934 y que apareció como vocero de la línea auspiciada por la CSLA y la ISR en el área del Caribe. Sólo tenemos referencias de su orientación y edición.
La Lucha Obrera, periódico quincenal de información obrera, Montevideo (CSLA), publicado a partir de 1931.

El Trabajador del Mar, órgano mensual del Comité Continental Marítimo,
publicado en Montevideo a partir de 1931.
El Comunista, órgano del Buró del Caribe de la IC. Sólo tenemos referencias de su primer número, publicado en Nueva York en mayo de 1931. Trae los siguientes artículos:
“El papel y las Tareas del BC en Nicaragua, Honduras y El Salvador”; “Misión del PC en la Revolución Española”; “Tareas del Movimiento Revolucionario en Cuba y Venezuela”; “La lucha de los desocupados en Panamá”; “Periódicos y Correspondencia”.
Publicación
El Comunista
1
05-1931
“El papel y las tareas de B. Del Caribe”
136
En lo general, aunque está cartografía hemerográfica cominternista acerca de
América Latina dista de ser completa, dadas las limitaciones de una empresa individual, marcada por nuestras limitaciones económicas y la debilidad de no haber podido formar una red de investigadores interesada en estas fuentes y tópicos.

Más allá de todas las ausencias que puedan ser objeto de reclamo por parte de los especialistas, creemos que se justifica esta entrega. Nos avala el hecho de proponer un inventario más completo que los que en su momento presentasen Scarzanella y Caballero, fuera de aportar algunos elementos críticos. Destacamos en esa dirección, el haber trazado una correlación necesaria entre los hitos político-orgánicos de la IC, con los artículos publicados y sus temáticas o preferencias nacionales.

La revista Mundo Obrero (1930-1933) y el Buró del Caribe de la IC

La revista Mundo Obrero (1930-1933) y el Buró del Caribe de la IC

http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/763-la-revista-mundo-obrero-1930-1933-y-el-buro-del-caribe-de-la-ic

Teresa de Jesús Campos Domínguez

Resumen: El proceso de inventariar una revista cominternista como Mundo Obrero, tiene como propósito ofrecer una guía hemerográfica con cuatro entradas, que consideramos útiles para los investigadores: Autor, Título, Número y Temática. El valor de la revista como fuente de consulta se sustenta en su carácter regional y en el arco temporal que cubre los duros años de la crisis económica internacional y que potenciaron radicalizadas huelgas, insurrecciones e intentos de conformación de soviets. Para la Comintern, el Caribe incluía a las Antillas Mayores, América Central, México, Colombia y Venezuela.

Palabras clave: Mundo Obrero, Internacional Comunista, Buró del Caribe, revolución

El Buró del Caribe se constituyó el año 1930 y tenía como sede la ciudad de Nueva York, de significativa concentración de migrantes latinoamericanos y de una cantidad no desdeñable de exiliados. Mundo Obrero, es una revista de filiación ideológica cominternista, así lo refrendan sus autores y las cuestiones abordadas en sus páginas. Destacamos los artículos relacionados con la lucha proletaria en el área del Caribe y en general de toda América Latina.
Para la localización de esta revista, 4 de sus números (1, 2, 3, 18) fueron pedidos al extranjero Inglaterra a través del CISCH-Universidad Nacional Autónoma de México; la otra parte (4, 5, 7, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 22, 26) fue facilitada por el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (CEMOS) de la Ciudad de México, con la ayuda invaluable de su director y fundador Arnoldo Martínez Verdugo. Otra parte (núms. 6, 8, 9, 19, 10, 21, 23, 25, 27), fue localizada en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de México (ENAH), cuyos ejemplares en la actualidad han desaparecido. El tráfico ilegal de este tipo de publicaciones continúa a la alza y es motivo de preocupación en todas las instituciones académicas.
El cuerpo editorial de la revista estuvo integrado por Hernán Laborde (México); Leonardo Fernández Sánchez; Rubén Martínez Villena (Cuba); Michael Gold; John Dos Passos (Estados Unidos); Gustavo Machado (Venezuela); Luis Vidales; Inés Martell (Colombia); Agustín Martí (Centroamérica). El editor original, Alberto Sánchez fue relevado por Rubén Martínez Villena a partir del número 25 (agosto-septiembre de 1933), mientras que el administrador, Walt Carmon se mantuvo al frente de sus quehaceres financieros y de distribución a lo largo de su breve existencia.
Fuente: Pacarina del Sur – http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/763-la-revista-mundo-obrero-1930-1933-y-el-buro-del-caribe-de-la-ic – Prohibida su reproducción sin citar el origen.
Walt Carmon (1894-1968), fue un periodista y prestigiado editor comunista vinculado a los medios intelectuales de Chicago y Nueva York. En Chicago tuvo a su cargo Labor Defender a partir de 1925, vinculada al Socorro Rojo Internacional así como la distribución de Daily Worker vocero del Partido Comunista de los EEUU desde 1924. Al trasladarse a Nueva York se abocó a la edición de New Masses entre 1929 y 1932. Al desaparecer Mundo Obrero participó en la edición del periódico Luchador del Caribe (1934), versión renovada al servicio del Buró del Caribe de la IC.
Para poder introducirse a la consulta de este trabajo, se realizó la investigación por orden cronológico de los artículos aparecidos según volumen o año, mes, año y número de la revista. Todos los temas aparecen enumerados y al lado la página. Posteriormente viene ordenado según el tema, anarquismo, proletariado, etc. el año y el número de referencia. La selección se hace explícita remitiéndose al apartado anterior -índice cronológico—. A continuación aparece un índice onomástico de los autores de los artículos, cooperantes de la revista y el artículo en que puedan ser localizados.

Mundo Obrero (1930-1933)
Autor Título Número Temática
“Arrojaremos al imperialismo de la región del Caribe. ¡Hagamos de Mundo Obrero un órgano de masas! No. 1, 01-08-1931 Imperialismo
Propósitos de Mundo Obrero No. 1, 01-08-1931 En torno a Mundo Obrero
Jornada internacional contra la guerra No. 1, 01-08-1931 Guerra
Día de la lucha Anti-imperialista No. 1, 01-08-1931 Imperialismo
La labor de los socialistas en el movimiento obrero de Puerto Rico No. 1, 01-08-1931 Socialismo
La significación de la Huelga Girardot-Colombia No. 1, 01-08-1931 Huelga
Las luchas agrarias en Panamá No. 1, 01-08-1931 Campesinos
Trabajo forzado en la Isla de Trinidad No. 1, 01-08-1931 Lucha Proletaria
La desocupación y las marchas de hambre en Cuba No. 1, 01-08-1931 Lucha Proletaria
La clase obrera en las luchas revolucionarias en Puerto Cabeza No. 1, 01-08-1931 Lucha Proletaria
Cómo poner fin a la Guerra Imperialista No. 1, 01-08-1931 Imperialismo
La ley federal del trabajo y los líderes reformistas en México No. 1, 01-08-1931 Lucha Proletaria
En la Unión Soviética. Las nuevas viviendas obreras No. 1, 01-08-1931 Unión Soviética
Bajo el régimen del terror en Venezuela No. 1, 01-08-1931 Dictadura
Rompamos el terror fascista en el Caribe No. 2, 01-09-1931 Fascismo
¡Abajo el Plan Hoover! No. 2, 01-09-1931 Imperialismo
Los mineros del carbón de los Estados Unidos están señalando el camino No. 2, 01-09-1931 Lucha proletaria
Los renegados trotskistas en la Revolución Española No. 2, 01-09-1931 Trotskismo
Desenmascaremos las maniobras anti-clericales del fascista Tejeda No. 2, 01-09-1931 Realidades de América
Shan-Fei, Comunista No. 2, 01-09-1931 Biografía
La “Moratoria de las deudas” para la América Latina No. 2, 01-09-1931 Economía
El anarcosindicalismo: enemigo de la Revolución Española No. 2, 01-09-1931 Anarquismo
Las próximas elecciones en Costa Rica No. 2, 01-09-1931 Elecciones
El derrocamiento del Dictador Ibáñez No. 2, 01-09-1931 Dictadura
Correspondencia obrera y campesina No. 2, 01-09-1931 Corresponsales Obreros
Salvemos a los obreros de Alabama No. 2, 01-09-1931 Juventud proletaria
En la Unión Soviética. El seguro social para los trabajadores No. 2, 01-09-1931 Unión Soviética
De la vida en la Unión Soviética No. 3, 01-10-1931 Unión Soviética
Saludemos el 14 aniversario del poder Soviético No. 3, 01-10-1931 Lucha revolucionaria
Abajo los aplastadores del levantamiento de los Marinos Chilenos No. 3, 01-10-1931 Realidades de América
La crisis del Imperialismo Británico No. 3, 01-10-1931 Imperialismo
La traición de la oposición burguesa en Cuba No. 3, 01-10-1931 Realidades de América
Biografía de Stalin No. 3, 01-10-1931 Biografía
Los preparativos de guerra Imperialista contra la Unión Soviética No. 3, 01-10-1931 Imperialismo
Las luchas de la clase obrera en Cuba y la Unión Sindical No. 3, 01-10-1931 Lucha proletaria
La Unión Soviética ha entrado en el periodo del Sindicalismo No. 3, 01-10-1931 Socialismo
La revolución rusa y los campesinos No. 3, 01-10-1931 Campesinos
Demostraciones de desocupados en el Congreso Colombiano No. 3, 01-10-1931 Lucha proletaria
Turner se ofrece a la burguesía de Panamá para poner fin a la lucha de clases No. 3, 01-10-1931 Imperialismo
El terror blanco en los campos de Jague y Grande Cuba No. 3, 01-10-1931 Terrorismo
Las leyes soviéticas sobre la libertad de conciencias No. 3, 01-10-1931 Unión Soviética
En la Unión Soviética. 518 factorías serán terminadas este año No. 3, 01-10-1931 Unión Soviética
Lucha Final. Vesubio Rojo No. 4, 01-11-1931 Literatura
[Editorial] El Panamericanismo es el escudo de la dominación yanqui en la América Latina No. 4, 01-11-1931 Panamericanismo
[Editorial] El Gobierno Mexicano y la liga de las Naciones. No. 4, 01-11-1931 Realidades de América
[Editorial] Luchas de desocupados en Puerto Rico. No. 4, 01-11-1931 Lucha proletaria
Algunos aspectos de la vida y obra de Vladimir Ilytach Ulianov -Lenin. No. 4, 01-11-1931 Biografía
Montero, A. El terror en Santo Domingo contra el naciente Movimiento Revolucionario No. 4, 01-11-1931 Terrorismo
Gorki, Máximo El aniversario de una decisión histórica. No. 4, 01-11-1931
Los beneficios adquiridos por la clase obrera en la Revolución Rusa No. 4, 01-11-1931 Lucha proletaria
Diez días que estremecieron al mundo. No. 4, 01-11-1931 Lucha revolucionaria
El rol del Partido Comunista en la Revolución Soviética No. 4, 01-11-1931 Comunismo
Las luchas contra la desocupación en Venezuela No. 4, 01-11-1931 Lucha proletaria
Los Partidos Burgueses y las tareas de la clase obrera en Nicaragua No. 4, 01-11-1931 Imperialismo
Queremos libertad. Vesubio Rojo. No. 5, 01-12- 1931 Literatura
La participación imperialista de China y las preparaciones de Guerra contra la Unión Soviética. No. 5, 01-12- 1931 Imperialismo
El día nacional contra la desocupación en los países del caribe. No. 5, 01-12- 1931 Lucha proletaria
Que es lo que los “amigos de la Reconciliación” están haciendo en la América Latina. No. 5, 01-12- 1931 América Latina
Declaraciones de la liga anti-imperialista de los Estados Unidos y de la ANERC No. 5, 01-12- 1931 Antiimperialismo
Una víctima de la monstruosa “justicia” Capitalista Norteamericana No. 5, 01-12- 1931 Antiimperialismo
Las próximas luchas revolucionarias y las tareas de los comunistas en El Salvador No. 5, 01-12- 1931 Comunismo
Los agentes del imperialismo en Puerto Rico de Turistas en Nueva York No. 5, 01-12- 1931 Imperialismo
El aniversario de la Gran Huelga bananera en Colombia. No. 5, 01-12- 1931 Lucha proletaria
Las luchas revolucionarias en el Perú las elecciones y el papel de “APRA” No. 5, 01-12- 1931 APRA
Organicemos los obreros azucareros en Cuba. No. 5, 01-12- 1931 Lucha proletaria
Sección Educativa. Lecciones de Leninismo. (Curso de auto-educación para los obreros y grupos de Estudiantes obreros. No. 5, 01-12- 1931 Educación
La Bandera Roja. No. 6, 01-1932 Lucha proletaria
El golpe de Estado en el Salvador. No. 6, 01-1932 Imperialismo
La Conmemoración Lenin -Liebknecht-Luxemburgo-Mella. No. 6, 01-1932 Comunismo
La gran Marcha Nacional de Hambre hacia Washington en los Estados Unidos. No. 6, 01-1932 Lucha proletaria
La lucha por la hegemonía del proletariado en la Revolución Cubana No. 6, 01-1932 Lucha proletaria
La Comuna de Cantón. No. 6, 01-1932 Lucha proletaria
Gente sin zapatos. No. 6, 01-1932 Lucha proletaria
Las masas trabajadoras de América Latina y la Revolución China. No. 6, 01-1932 Lucha proletaria
Las elecciones municipales en Colombia. No. 6, 01-1932 Política
La jornada Lenin-Liebknecht-Luxemburgo en el Caribe y la Conmemoración del Asesinato de J. A. Mella. No. 6, 01-1932 Comunismo
Luís Carlos Prestes rompe con su pasado pequeño burgués. No. 6, 01-1932 Lucha proletaria
De nuestros corresponsales obreros. Las luchas actuales del proletariado de Tampa. No. 6, 01-1932 Lucha proletaria
DE LA UNION SOVIETICA. El rol de las estaciones de máquinas y tractores en la agricultura soviética. No. 6, 01-1932 Unión Soviética
Carta del Club Internacional de emigrados políticos. No. 6, 01-1932 Comunismo
Sección Educativa. Lecciones de Leninismo (Curso de Auto-Educación para los obreros y grupos de Estudiantes Obreros). No. 6, 01-1932 Lucha proletaria
Construyamos para mundo obrero una verdadera y amplia circulación de masas. Organicemos grupos pro-Mundo Obrero en las fábricas, talleres, minas, haciendas, etc. No. 7, 02-1932 Lucha proletaria
Hacia la celebración del día Internacional de la Mujer. No. 7, 02-1932 Feminismo
[Editorial] Conferencias en lugar de Revolución. No. 7, 02-1932 Lucha proletaria
[Editorial] Provocaciones Imperialistas de Guerra contra la Unión Soviética. No. 7, 02-1932 Unión Soviética
[Editorial] Las luchas revolucionarias de los obreros en Honduras. No. 7, 02-1932 Lucha proletaria
Komeder, J. Un moderno capitán Blood. No. 7, 02-1932 Lucha proletaria
Vivaldi, León La lucha contra el Terror en el Caribe. No. 7, 02-1932 Antiimperialismo
Protestemos contra el régimen fascista de Montero en Chile. No. 7, 02-1932 Fascismo
Sánchez, Alberto Las luchas de los obreros mexicanos al Norte del Río Grande. No. 7, 02-1932 Lucha proletaria
Montero, A. La liberación de la mujer trabajadora No. 7, 02-1932 Feminismo
Simons, William Hacia la Organización del día Nacional contra la desocupación. No. 7, 02-1932 Lucha proletaria
Ibañez Miguelez, F. De la Unión Soviética. La liberación de la Mujer en la URSS No. 7, 02-1932 Unión Soviética
Wong, W. Ch. De Nuestros Corresponsales obreros. Apoyemos la huelga de los obreros Chinos en Curazao. Luchemos contra las deportaciones de masas del imperialismo holandés. No. 7, 02-1932 Lucha proletaria
Carta de un obrero cubano No. 7, 02-1932 Lucha proletaria
Castro, José Campesinos mexicanos luchan por la tierra. No. 7, 02-1932 Lucha proletaria
Moreau, A. Sección Educativa. Lecciones de Leninismo (Curso de Auto-educación para los obreros y grupos de Estudiantes Obreros. No. 7, 02-1932 Comunismo
El Labriego. La Internacional. No. 8, 03-1932 Lucha proletaria
Defendamos la Revolución China. Defendamos la Unión Soviética. No. 8, 03-1932 Lucha proletaria
Los levantamientos de masas en El Salvador. No. 8, 03-1932 Lucha proletaria
El crecimiento del surgimiento revolucionario en España. No. 8, 03-1932 Lucha proletaria
Protestemos contra el terror en El Salvador, Guatemala y Honduras. No. 8, 03-1932 Imperialismo
La Comuna de París. No. 8, 03-1932 Lucha proletaria
Los Anarquistas, la Revolución Rusa y la Dictadura Proletaria. No. 8, 03-1932 Lucha proletaria
El Senado de los Estados Unidos investiga para los tenedores de bonos. No. 8, 03-1932 Imperialismo
La crisis en Guatemala y la lucha contra las persecuciones del gobierno. No. 8, 03-1932 Antiimperialismo
Guatemala
Contra la olimpiada de los imperialistas. La olimpiada de los obreros. No. 8, 03-1932 Lucha proletaria
DE LA UNIÓN SOVIÉTICA. La XVII Conferencia del Partido comunista de la U.R.S.S. y el Segundo Plan Quinquenal. No. 8, 03-1932 Unión Soviética
El Plan Quinquenal en una fábrica Soviética. No. 8, 03-1932 Unión Soviética
Lecciones de Leninismo (Curso de Auto-educación para los obreros y grupos de estudiantes obreros y grupos de estudiantes obreros). No. 8, 03-1932 Comunismo
Obreros tampeños condenados a 53 años de prisión. No. 8, 03-1932 Lucha proletaria
La masacre de Enero 23 en Nariño Colombia. No. 8, 03-1932 Lucha proletaria
Salvemos de la muerte a los nueve jóvenes negros de Scottsboro. No. 9, 04-1932 Lucha proletaria
Manchuria es ya una base de guerra contra la Unión soviética. No. 9, 04-1932 Imperialismo
Armas Trotskystas para la guerra antisoviética. No. 9, 04-1932 Trotskismo
La dictadura de la United Fruit Company. No. 9, 04-1932 Imperialismo
El militarismo y la juventud en el Caribe. No. 9, 04-1932 Imperialismo
Se acentúa el terror contra el movimiento revolucionario en el Caribe. No. 9, 04-1932 Imperialismo
La VIII reunión del concejo central de la Internacional Sindical Roja. No. 9, 04-1932 Comunismo
Por un Primero de Mayo militante en el Caribe. No. 9, 04-1932 Lucha proletaria
La lucha revolucionaria contra el plan Chadbourne en Cuba. No. 9, 04-1932 Lucha proletaria
Las luchas contra la Desocupación en México y Colombia. No. 9, 04-1932 Lucha proletaria
De la Unión Soviética. El segundo Plan Quinquenal. Abolición de Clases en la Unión Soviética. No. 9, 04-1932 Unión Soviética
Sección Educativa. Lecciones de Leninismo (Curso de Auto Educación para los obreros y grupos de Estudiantes Obreros.) No. 9, 04-1932 Comunismo
Aseguremos la continuación de Mundo Obrero N0. 10, 05-1932 En torno a Mundo obrero
La lucha contra la guerra en los países del Caribe N0. 10, 05-1932 Lucha proletaria
[Editorial] Próximas luchas electorales N0. 10, 05-1932 Política electoral
[Editorial] Los P.C. en la lucha contra la ofensiva de los Exploradores. N0. 10, 05-1932 Comunismo
A los lectores y amigos de Mundo Obrero N0. 10, 05-1932 En torno a Mundo obrero
Ibañez Miguelez. F. María Pérez en viaje por la URSS visita la redacción de Mundo Obrero N0. 10, 05-1932 En torno a Mundo obrero
Por la defensa del pueblo Chino y de la Unión Soviética. A los obreros, campesinos, negros, indios, estudiantes e intelectuales revolucionarios y a todos los oprimidos de las Américas N0. 10, 05-1932 Comunismo
Paremos el linchamiento de los jóvenes negros de Scottsboro N0. 10, 05-1932 Antiimperialismo
El Imperialismo yanqui construye el Frente Anti-Soviético en América Latina N0. 10, 05-1932 Antiimperialismo
Apuntes históricos sobre el Primero de Mayo N0. 10, 05-1932 Lucha proletaria
La participación de la clase obrera en las elecciones de Nicaragua N0. 10, 05-1932 Política electoral
Aumentan los armamentos en América Latina N0. 10, 05-1932 Militarismo
El Congreso Mundial del Socorro Rojo Internacional N0. 10, 05-1932 Comunismo
Sección Educativa Lecciones de Leninismo. (Curso de Auto-Educación para los obreros y Grupos de estudiantes obreros N0. 10, 05-1932 Comunismo
Todos a la ayuda de Mundo Obrero. No. 11, 06-1932 En torno a Mundo obrero
Esta es la hora de actuar. No. 11, 06-1932 Lucha proletaria
Luchemos por la libertad de los negros de Scottsboro. No. 11, 06-1932 Antiimperialismo
Más marinos para Nicaragua. No. 11, 06-1932 Militarismo
El motín en la Marina peruana y el rol del APRA No. 11, 06-1932 APRA
La movilización de las masas y el Congreso Mundial del Socorro Rojo Internacional. No. 11, 06-1932 Comunismo
Bajo el régimen del Terror en Venezuela. No. 11, 06-1932 Imperialismo
Los juegos olímpicos son medios de preparación de la Guerra Imperialista. No. 11, 06-1932 Imperialismo
Apoyemos el Mitín Atlético Internacional Obrero de Chicago. No. 11, 06-1932 Lucha proletaria
La Campaña Electoral de Bloque Obrero y Campesinos de México. No. 11, 06-1932 Política electoral
Machado concentra el Terror contra la clase obrera y sus organizaciones. No. 11, 06-1932 Imperialismo
Carta de los prisioneros de Tampa. No. 11, 06-1932 Lucha proletaria
De la Unión Soviética. Impresiones. No. 11, 06-1932 Unión Soviética
El deporte en la Unión Soviética. No. 11, 06-1932 Unión Soviética
La política económica del Poder Soviético en China. No. 11, 06-1932 Unión Soviética
Sección Educativa. Lecciones de Leninismo (Curso de Auto Educación para los grupos de Estudiantes Obreros). No. 11, 06-1932 Comunismo
Nuestro primer aniversario. Hemos completado un año en la brecha No. 12, 07-1932 En torno a Mundo obrero
A través del aumento de la Lucha diaria debemos preparar el Día Internacional Contra la Guerra. No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
[Editorial] El surgimiento de Huelgas de los obreros y luchas de los campesinos en los países del Caribe. No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
Recientes acontecimientos en Chile. No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
Campo, Juan del Las masas campesinas de México en la lucha. No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
Montero, A. Levantamientos armados en Cuba y las tareas de la clase obrera y su partido. No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
Palacios, R. Por la lucha revolucionaria independiente del proletariado de Costa Rica. No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
Ibañez Migueles, F. Apoyemos la campaña a favor de las víctimas de Shangai. No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
Rojas, L. Por la conquista de obreros coloniales y semicoloniales en EU No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
Pascual, L. F. El Primero de Mayo en el Caribe. No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
Dávila, Pío Las recientes luchas locales de los indios y campesinos en Colombia. No. 12, 07-1932 Lucha proletaria
Mayen, R. Salvemos a El Martillo No. 12, 07-1932 Comunismo
Castro Hernández Continúa el terror contra los obreros y campesinos de Honduras. No. 12, 07-1932 Imperialismo
Moreau, A. Sección Educativa (Curso de Auto-Educación para los obreros y grupos de Estudiantes Obreros). No. 12, 07-1932 Comunismo
A los obreros de Tampa. Corrido histórico por Concha Michell. No. 13, 08-1932 Lucha proletaria
Luchemos contra el hambre, el Terror y la Guerra. No. 13, 08-1932 Antiimperialismo
Líderes de la Segunda Internacional tratan de desorganiza el Congreso contra la Guerra. No. 13, 08-1932 Comunismo
Terror social y Demagogia en México. No. 13, 08-1932 Imperialismo
Construyamos el movimiento de los Pioneros Rojos en el Caribe. No. 13, 08-1932 Lucha proletaria
El 35 Congreso Eucarístico y la lucha anti-religiosa. No. 13, 08-1932 Lucha proletaria
Recordemos el asesinato de Sacco y Vanzetti. No. 13, 08-1932 Lucha proletaria
La preparación del Congreso mundial del S.R.I., en los países del Caribe No. 13, 08-1932 Comunismo
Agosto 23 Día Anti-imperialista en la América del Sur y el Caribe. No. 13, 08-1932 Comunismo
La Campaña Electoral del P:C: de los E:U. No. 13, 08-1932 Comunismo
Luchemos por la libertad de los negros de Scottsboro. No. 13, 08-1932 Antiimperialismo
De la Unión Soviética Entrevista concedida por nuestro camarada Stalin escritor alemán Emil Ludwig. No. 13, 08-1932 Unión Soviética
Sección Educativa. Lecciones de Leninismo. (Curso de auto-Educación para los obreros y grupos de Estudiantes Obreros). No. 13, 08-1932 Comunismo
En el corazón del Asia. No. 13, 08-1932 Asia
La Revolución de Octubre. No. 14, 09-1932 Unión Soviética
El Imperialismo japonés extiende su frontera de guerra. No. 14, 09-1932 Imperialismo
Crece el ascenso revolucionario en Alemania. No. 14, 09-1932 Alemania
Abajo la guerra imperialista entre Bolivia y Paraguay. No. 14, 09-1932 Imperialismo
Preparémonos para la celebración del XV aniversario de la Revolución de Octubre. No. 14, 09-1932 Unión Soviética
La Unión Soviética Baluarte de Paz. No. 14, 09-1932 Unión Soviética
La huelga de inquilinos en Panamá. No. 14, 09-1932 Lucha proletaria
El Partido Bolchevique y la Revolución de Octubre. Lecciones para el movimiento revolucionario de los países del Caribe. No. 14, 09-1932 Unión Soviética
La Revolución de Octubre como la salida de la crisis y de la Guerra. No. 14, 09-1932 Unión Soviética
Los beneficios adquiridos por los niños con la Revolución de Octubre. No. 14, 09-1932 Unión Soviética
La Marcha de los veteranos a Washington. No. 14, 09-1932 Antiimperialismo
La Revolución de Octubre y las masas campesinas. No. 14, 09-1932 Unión Soviética
Sección Educativa. Lecciones de Leninismo (Curso de Auto-Educación para los obreros y grupos de Estudiantes Obreros. No. 14, 09-1932 Comunismo
Episodios Históricos de la Revolución. No. 14, 09-1932 Lucha proletaria
Hijo del Pueblo No. 15, 10- 1932 Comunismo
Soy comunista No. 15, 10- 1932 Comunismo
Conflictos de guerra imperialista en América Latina. No. 15, 10- 1932 Imperialismo
[Editorial] Octubre 10 Día Internacional Scottsboro-Mooney. No. 15, 10- 1932 Unión Soviética
[Editorial] Apoyemos la Semana Infantil Internacional de Lucha contra el Hambre y la Miseria. No. 15, 10- 1932 Antiimperialismo
Coloma, Pedro A. El Rol de Lenin y Stalin en la Revolución de Octubre. No. 15, 10- 1932 Unión Soviética
Ortiz, Luis Los Imperialistas, instigadores de la Guerra entre Bolivia y Paraguay No. 15, 10- 1932 Imperialismo
Montero, A. Quince años de intervenciones y sabotaje de los imperialistas contra la U:R:S:S No. 15, 10- 1932 Unión Soviética
Flores, Ana La Revolución de Octubre Libertó las Naciones oprimidas por la Rusia zarista No. 15, 10- 1932 Unión Soviética
Palacios, R. Hacia una sociedad sin clase en la Unión Soviética. No. 15, 10- 1932 Unión Soviética
Dávila, Pío La Juventud en la Unión Soviética y la Revolución de Octubre. No. 15, 10- 1932 Unión Soviética
Ibañez Migueles, F. Las Marchas de Hambre en México. No. 15, 10- 1932 Lucha proletaria
Moreau, A. Sección Educativa. Lecciones de Leninismo (Curso de Auto-Educación para los obreros y grupos de Estudiantes Obreros). No. 15, 10- 1932 Comunismo
Episodios Históricos de la Revolución. No. 15, 10- 1932 Unión Soviética
R.J.L. Versos al taller No. 16, 11-1932 Comunismo
R.J.L. A martillazos No. 16, 11-1932 Comunismo
Lenin El primer discurso de Lenin después de la Revolución No. 16, 11-1932 Unión Soviética
[Editorial] La Comisión Lytton: Un paso más hacia el desmembramiento de China No. 16, 11-1932 Imperialismo
[Editorial] Las crecientes luchas de las masas chilenas No. 16, 11-1932 Lucha proletaria
Sánchez, Alberto E. El Congreso Mundial del Socorro Rojo Internacional. Su importancia para el movimiento Revolucionario de los países del Caribe No. 16, 11-1932 Comunismo
Marcel., J. El Partido Comunista de Cuba y las Elecciones No. 16, 11-1932 Comunismo
Montero, A. Los sindicatos de la Unión Soviética en la Construcción del socialismo No. 16, 11-1932 Unión Soviética
Flores, Ana El Ejército Rojo y la Revolución de Octubre No. 16, 11-1932 Unión Soviética
Dávila, Pío El actual conflicto de guerra Imperialista entre Bolivia y Paraguay. Rivalidades Agudizadas entre el imperialismo yanqui y el Británico en los países de América del Sur y del Caribe No. 16, 11-1932 Imperialismo
La emancipación de una mujer en la URSS No. 16, 11-1932 Unión Soviética
Bolter, Enrique Nuevos arrestos en Guatemala No. 16, 11-1932 Imperialismo
Simons, William El Congreso Mundial contra la guerra No. 16, 11-1932 Comunismo
Gorki, Máximo Días con Lenin No. 16, 11-1932 Unión Soviética
Moreau, A. Sección Educativa. Lecciones de Leninismo (Curso de Auto-Educación para los obreros y grupos de estudiantes obreros) No. 16, 11-1932 Comunismo
Grupo de Deportados Revolucionarios de las Islas Marías Carta del Grupo de Deportados Revolucionarios de las Islas Marías al Congreso Mundial del SRI No. 17, 12-1932 Antiimperialismo
El XII Pleno de la Internacional Comunista No. 17, 12-1932 Comunismo
[Editorial] Continuemos por la libertad de los negros de Scottsboro No. 17, 12-1932 Antiimperialismo
La jornada Lenin-Liebknecht-Luxemburgo No. 17, 12-1932 Unión Soviética
Leiva, Pierre Haití. La situación actual y las luchas de las masas No. 17, 12-1932 Lucha proletaria
Coloma, Pedro A. Las Elecciones en Cuba, Nicaragua y Honduras No. 17, 12-1932 Política electoral
Davila, Pío El aniversario de la Huelga y Matanza de obreros Bananeros en Colombia No. 17, 12-1932 Lucha proletaria
Fernández, E. Movilicemos las Masas para ganar la Huelga de Inquilinos en Panamá No. 17, 12-1932 Lucha proletaria
Castellanos, L. El próximo Congreso Latinoamericano contra la guerra No. 17, 12-1932 Comunismo
Palacios, R. La campaña Lenin-Liebknecht-Luxemburgo en el Caribe No. 17, 12-1932 Comunismo
Ortiz, Luis Jim Nine. Un comunista militante No. 17, 12-1932 Comunismo
Moreau, A. Sección Educativa Lecciones de Leninismo (Curso de auto-Educación para los obreros y grupos de estudiantes obreros) No. 17, 12-1932 Comunismo
Hacia las luchas revolucionarias de masas bajo la Bandera del Leninismo. No. 18, 01-1933 Comunismo
Se intensifican los preparativos de guerra Imperialista. No. 18, 01-1933 Antiimperialismo
La Próxima reunión del Consejo General de la Confederación Sindical Latino Americana. No. 18, 01-1933 Comunismo
¿Qué puede esperar la América Latina de las últimas elecciones en los Estados Unidos? No. 18, 01-1933 Antiimperialismo
El movimiento revolucionario en Colombia. Frente a la Guerra. No. 18, 01-1933 Antiimperialismo
La próxima zafra en Cuba y los obreros azucareros. No. 18, 01-1933 Lucha proletaria
Movilicemos las masas para el Congreso Antiguerrero Latino Americano No. 18, 01-1933 Comunismo
La expulsión de los 4 ex líderes del Partido Comunista español y sus enseñanzas. No. 18, 01-1933 Lucha proletaria
Se prepara otro Chaco- Boreal en la Frontera Colombo- venezolana. No. 18, 01-1933 Lucha proletaria
La lucha revolucionaria en las Islas Filipinas. No. 18, 01-1933 Lucha proletaria
El Aniversario del levantamiento en El Salvador. No. 18, 01-1933 Lucha proletaria
Sección Educativa. La Concepción Leninista de la Nación. No. 18, 01-1933 Comunismo
El Peonaje de los Mexicanos en los Estados Unidos. No. 18, 01-1933 Lucha proletaria
Comité Mundial de la lucha contra la guerra Imperialista ¡A los pueblos de la América Latina! (Llamamiento del Comité Mundial de Lucha contra la Guerra Imperialista) No. 19, 02-1933 Antiimperialismo
Se precipitan hacia la Guerra Imperialista No. 19, 02-1933 Antiimperialismo
[Editorial] ¿Qué se oculta tras las denunciaciones del pacto de los cinco países centroamericanos? No. 19, 02-1933 Imperialismo
Hitler a la Cabeza de la Dictadura Fascista No. 19, 02-1933 Fascismo
Coloma, Pedro A. El Congreso Estudiantil Anti-guerrero de Chicago No. 19, 02-1933 Comunismo
Sánchez, Alberto El Congreso Mundial del SRI y las secciones de los países del Caribe No. 19, 02-1933 Comunismo
Hernández Rodríguez, Guillermo La lucha Inter-Imperialista a través del conflicto Colombo- Peruano No. 19, 02-1933 Imperialismo
Ruiz Valdés La última revuelta en Honduras No. 19, 02-1933 Honduras
Palacios, R. 1871–En Conmemoración del 62° aniversario de la Comuna de París–1933 No. 19, 02-1933 Lucha proletaria
Martell, Inés El Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Su celebración en los países del Caribe No. 19, 02-1933 Feminismo
Ibañez Miguelez, F. Las Masas en Cuba en la lucha contra el Hambre y el Terror No. 19, 02-1933 Lucha proletaria
León, Felipe Luchas huelguísticas en Colombia No. 19, 02-1933 Lucha proletaria
De la Unión Soviética. La Producción Soviética en 1932 ha aumentado en un 334 por 100 sobre la de ante- guerras. La de Estados Unidos ha decaído en un 84 por ciento No. 19, 02-1933 Unión Soviética
De nuestros corresponsales obreros. La policía de Vázquez-Vela Tejeda y las fuerzas federales atropellan los delegados de la marcha de hambre en Orizaba No. 19, 02-1933 Lucha proletaria
¡Obreros de la región del Caribe: Todos a la ayuda de Mundo Obrero! No. 20-21, 03/04-1933 En torno a Mundo obrero
Apoyemos a la clase obrera alemana en la lucha contra la sangrienta dictadura fascista No. 20-21, 03/04-1933 Lucha proletaria
[Editorial] La crisis bancaria en los Estados Unidos No. 20-21, 03/04-1933 Imperialismo
[Editorial] Por una movilización el Primero de Mayo No. 20-21, 03/04-1933 Lucha proletaria
[Editorial] Intensifiquemos la lucha por la libertad de los negros de Scottsboro No. 20-21, 03/04-1933 Antiimperialismo
Un nuevo juicio para Tom Mooney No. 20-21, 03/04-1933 Imperialismo
Engels Discurso de Engels sobre la tumba de Carlos Marx No. 20-21, 03/04-1933 Marxismo
Imar, Elisa Rasgos biográficos de Carlos Marx No. 20-21, 03/04-1933 Marxismo
Sánchez, Alberto E. La política de hambre del imperialismo yanqui en Puerto Rico No. 20-21, 03/04-1933 Imperialismo
Heredia, Gerardo Algunos aspectos de la lucha contra la guerra en los países del Caribe No. 20-21, 03/04-1933 Antiimperialismo
Ramírez, Jorge Hacia la jornada del Primero de Mayo en los países del Caribe. No. 20-21, 03/04-1933 Comunismo
Martínez Villena, R. Qué significa la transformación del ABC y cuál es el propósito de esta maniobra No. 20-21, 03/04-1933 Imperialismo
Pascual, Luis, F. Sección juvenil. Hacia la Espartaquiada Mundial en Moscú, URSS No. 20-21, 03/04-1933 Unión Soviética
Llanes, Armanda El movimiento revolucionario entre los niños de Cuba No. 20-21, 03/04-1933 Antiimperialismo
Dávila, Pío La traición de Sandino a la lucha anti-imperialista. No. 20-21, 03/04-1933 Antiimperialismo
Brandao, Octavio De la Unión Soviética. En la Usina de automóviles de Moscú. No. 20-21, 03/04-1933 Unión Soviética
Huelgas de Masas en las centrales azucareras de Cuba. No. 20-21, 03/04-1933 Lucha proletaria
Solo la ayuda de los obreros puede ayudarnos a perfeccionar nuestra revista. No. 22, 05-1933 En torno a Mundo obrero
La lucha anglo-yanqui en el conflicto Colombo- Peruano. No. 22, 05-1933 Imperialismo
[Editorial] De bombardeador de Veracruz a Embajador en México No. 22, 05-1933 Imperialismo
[Editorial] El Congreso de la Federación Iberoamericana de Estudiantes No. 22, 05-1933 Comunismo
[Editorial] La lucha por la libertad de los negros de Scottsboro No. 22, 05-1933 Antiimperialismo
Martínez Villena, R. Las contradicciones Internas del Imperialismo yanqui en Cuba y el alza del Movimiento Revolucionario No. 22, 05-1933 Imperialismo
Sánchez, Alberto E. Apuntes sobre los proyectos de programa del Partido Comunista de Puerto Rico No. 22, 05-1933 Comunismo
Palacios, R. Por un frente único contra el Fascismo No. 22, 05-1933 Fascismo
León, Felipe La labor del Congreso Anti-guerrero Latino Americano No. 22, 05-1933 Comunismo
Ruiz Valdez Se agudizan la crisis y el terror en Honduras No. 22, 05-1933 Imperialismo
Leyva, Pierre El Primer Proceso Comunista en Haití y la provocación del Servicio Secreto yanqui No. 22, 05-1933 Comunismo
El frente único y los intereses vitales de las masas trabajadoras en México. (Discurso pronunciado por el delegado del Partido Comunista de México ante la Conferencia Nacional del Frente Único convocado por la CSUM) No. 22, 05-1933 Lucha proletaria
Geiser, Karl Sección Juvenil. El Congreso contra la guerra. No. 22, 05-1933 Comunismo
Ortiz, Luis De la Unión Soviética. El juicio de los saboteadores en Moscú, revela las intrigas y preparativos de guerra de los imperialistas. No. 22, 05-1933 Unión Soviética
Los nuevos contratos colectivos para 1933. No. 22, 05-1933 Lucha proletaria
¿Qué estaremos haciendo a favor de la circulación y sostenimiento de Mundo Obrero? No. 23, 06-1933 En torno a Mundo obrero
[Editorial] Summers Welles, emisario de Wall Street Cuba. No. 23, 06-1933 Imperialismo
[Editorial] El cuervo se adorna con las plumas de pavo real , pero no deja de ser cuervo No. 23, 06-1933 Imperialismo
[Editorial] La URSS, una vez más se declara la paz. No. 23, 06-1933 Unión Soviética
Pascual, Luis F. Hitler en la arena política de relaciones internacionales y la lucha contra el fascismo. No. 23, 06-1933 Fascismo
Imar, Elisa El año veinticinco de la dictadura de Juan Vicente Gómez. No. 23, 06-1933 Dictadura
Sánchez, Alberto E. El Partido Socialista de Puerto Rico y el Imperialismo Yanqui. No. 23, 06-1933 Comunismo
Erderberg, Oscar China arde en el fuego inextinguible de la lucha. Introducción Cuentos de la China Moderna No. 23, 06-1933 Comunismo
Coloma, Pedro A. Panamá: Centro de preparativos para la guerra Imperialista No. 23, 06-1933 Imperialismo
Impidamos que Machado y el Imperialismo yanqui. Asesinen los dirigentes comunistas César Villar, Joaquín Ordoqui y Jorge A. Vivó. (Correspondencia de Cuba). No. 23, 06-1933 Antiimperialismo
Deportaciones en masa de trabajadores mexicanos de los Estados Unidos. No. 23, 06-1933 Imperialismo
La lucha contra los impuestos de Guerra en Colombia N.N. No. 23, 06-1933 Imperialismo
Nuevas Victorias del ejército Rojo Chino. No. 23, 06-1933 Comunismo
Sección Juvenil. Los jóvenes obreros en la Conferencia de Frente Único de la CSUM. No. 23, 06-1933 Comunismo
La juventud inquilina de Panamá continúa su lucha. No. 23, 06-1933 Lucha proletaria
De la Unión Soviética. La enseñanza Técnica de los Obreros. No. 23, 06-1933 Unión Soviética
“El Koljos nos ha librado de la opresión y del yugo Kulak”. No. 23, 06-1933 Comunismo
Zetkin, Clara Llamamiento de Clara Zetkin para la semana Internacional del Socorro Rojo Internacional. No. 24, 07-1933 Comunismo
La intensificación del terror en los países del Caribe. No. 24, 07-1933 Imperialismo
[Editorial] La Conferencia Económica Mundial No. 24, 07-1933 Imperialismo
[Editorial] En memoria de la Camarada Clara Zetkin No. 24, 07-1933 Lucha proletaria
Lenin El socialismo y la guerra No. 24, 07-1933 Lucha proletaria
Zucker, Dora Apuntes sobre el Congreso de la Confederación Ibero americana de Estudiantes. No. 24, 07-1933 Comunismo
El Duque Plato del día. No. 24, 07-1933
Ibañez Miguelez, F. La jornada del Primero de Mayo en la región del Caribe. No. 24, 07-1933 Lucha proletaria
Leiva, Pierre Agosto 1º. Jornada contra la Guerra y por la defensa de la URSS No. 24, 07-1933 Unión Soviética
González, Pedro El llamamiento de la IMOP a los obreros proletarios del Caribe No. 24, 07-1933 Lucha proletaria
Sánchez, Alberto E. El Partido Socialista de Puerto Rico y el Imperialismo Yanqui No. 24, 07-1933 Comunismo
¡Alerta contra los agentes policíacos! No. 24, 07-1933 Imperialismo
López, Octavio El petróleo y las rivalidades imperialistas en Venezuela No. 24, 07-1933 Imperialismo
Diego Rivera y los millonarios yanquis No. 24, 07-1933 Imperialismo
J.M.F. Sección Juvenil. La militarización y la juventud trabajadora de México No. 24, 07-1933 Comunismo
Nevares Pueblos Emancipados No. 24, 07-1933 Lucha proletaria
Campo, C. del La agravación de la situación en Honduras No. 24, 07-1933 Lucha proletaria
De nuestros corresponsales obreros. Las condiciones de vida de los obreros en las centrales “Céspedes” y “Estrellas”, en la provincia de Camagüey, Cuba No. 24, 07-1933 Lucha proletaria
[Editorial] Salvemos el segundo aniversario de Mundo Obrero No. 25, 08/09-1933 En torno a Mundo obrero
Comité Central del Partido Comunista de Cuba Manifiesto No. 25, 08/09-1933 Comunismo
¡Adelante!! Hacia el XIX Día Internacional de la Juventud. No. 25, 08/09-1933 Comunismo
El caso de Scottsboro, símbolo contra la lucha, contra la opresión nacional No. 25, 08/09-1933 Imperialismo
Michelena, Alberto El 23 de Agosto, Día de lucha contra el Imperialismo y la Reacción No. 25, 08/09-1933 Antiimperialismo
Serrano, Pedro La lucha por los mercados en América del Sur y el Caribe. No. 25, 08/09-1933 Lucha proletaria
El peligro de Guerra entre Perú y Colombia subsiste. No. 25, 08/09-1933 Imperialismo
Manifiesto del Partido Comunista de Cuba a los soldados marinos. No. 25, 08/09-1933 Comunismo
El empuje revolucionario de las masas termina con la dictadura machadista. No. 25, 08/09-1933 Antiimperialismo
Costa Rica entra en la arena de las luchas revolucionarias. No. 25, 08/09-1933 Lucha proletaria
Lombardo Toledano, Reformista de “Izquierda” y falsificador del marxismo. No. 25, 08/09-1933 Comunismo
Dos años de Guerra Imperialista en el extremo Oriente. No. 25, 08/09-1933 Imperialismo
Cada lector; subscriptor y agente debe cooperar en arraigar el periódico entre las masas y ampliar su circulación. No. 26, 10/11- 1933 En torno a Mundo obrero
[Editorial] Nubarrones en el horizonte de la Conferencia Pan- Americana. No. 26, 10/11- 1933 Comunismo
[Editorial] Ante el octavo aniversario de la huelga inquilinaria de Panamá. No. 26, 10/11- 1933 Lucha proletaria
Saludo del Partido Comunista de Cuba al Congreso Anti-guerrero de E.U. No. 26, 10/11- 1933 Comunismo
Nevares, J. El buitre azul en Puerto Rico y las crecientes luchas huelguísticas. No. 26, 10/11- 1933 Lucha proletaria
Michelena, Alberto 30 años de vida del Partido Bolchevique Ruso. No. 26, 10/11- 1933 Unión Soviética
K., A. El Congreso Mundial de la Juventud Combatiente. No. 26, 10/11- 1933 Comunismo
Las elecciones municipales en Colombia. No. 26, 10/11- 1933 Política electoral
Ortiz, Luis El XVI aniversario de la Revolución de Octubre. No. 26, 10/11- 1933 Unión Soviética
Viamonte, Eduardo La Revolución Cubana en marcha. No. 26, 10/11- 1933 Revolución cubana
Torero A., Eugenia Nuestras vidas (cuento) No. 26, 10/11- 1933 Revolución cubana
¡Aumentemos el apoyo y la solidaridad al movimiento revolucionario de Cuba! No. 26, 10/11- 1933 Revolución cubana
Laborde, Hernán Lombardo Toledano. Reformista de “Izquierda” y falsificador del marxismo No. 26, 10/11- 1933 Comunismo
Campo, Juan del Las luchas campesinas en la región Norte de Veracruz. No. 26, 10/11- 1933 Lucha proletaria
C.C. del P.C.A. ¡Arranquemos de las garras de los asesinos fascistas a nuestros heroicos camaradas! ¡Movilicemos a las masas laboristas del Caribe en su defensa! No. 26, 10/11- 1933 Comunismo
Delegación anti-imperialista de Estados Unidos en Cuba. No. 27, 12-1933 Antiimperialismo
[Editorial] Notas Editoriales. No. 27, 12-1933
Ortiz, Luis 25 años del régimen de Terror y hambre de Gómez en Venezuela. No. 27, 12-1933 Imperialismo
Comité Central del Partido Comunista de Cuba Opongamos el internacionalismo revolucionario al Pan-americanismo No. 27, 12-1933 Antiimperialismo
Asamblea Nacional Constituyente del Uruguay ¡Abajo la Conferencia Pan Americana! No. 27, 12-1933 Antiimperialismo
Medina, Hugo El terror de Grau San Martín- Batista en Cuba. No. 27, 12-1933 Revolución cubana
Vivaldi, León La comuna de Cantón. No. 27, 12-1933 Comunismo
¡En la picota! No. 27, 12-1933 Comunismo
Palacios, R. Hacia dónde va cuba. No. 27, 12-1933 Revolución cubana
Saludo de Henri Barbusse al Congreso Juvenil de México Contra la Guerra. No. 27, 12-1933 Comunismo
Rojas, L. 15 años de vida en loso Komsomolsk. No. 27, 12-1933 Unión Soviética
Lenin Marxismo y alzamiento. No. 27, 12-1933 Marxismo
Gómez encarcela a periodistas venezolanos que publican noticias sobre la revolución cubana. No. 27, 12-1933 Revolución cubana
Bolter, Enrique El reconocimiento de la Unión Soviética por los Estados Unidos. No. 27, 12-1933 Unión Soviética
Bolter, Enrique ¡Los procesados de Scottsboro en inminente peligro de muerte! No. 27, 12-1933 Imperialismo
Katayama, Sen Nuestros muertos. Sen Katayama. No. 27, 12-1933 Obituario
Otero Silva, Miguel La rotonda No. 27, 12-1933 Fuente: Pacarina del Sur – http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/763-la-revista-mundo-obrero-1930-1933-y-el-buro-del-caribe-de-la-ic – Prohibida su reproducción sin citar el origen.

Índice onomástico de Mundo Obrero (año y número)

A.
Adams, Marina. 1932: 8; Adler, Frederick. 1932: 13; Alegría, Manuel. 1932: 7; 8; Aiexandrovna, María. 1931: 4; Alonso, Rafael. 1931: 1; Alonso, Sandalio. 1931: 1; Altamirano, Casimiro. 1933: 23; Altamirano, Juan. 1933: 20-21; Álvarez, del Vallo. 1933: 25; Álvarez, Gabriel E. 1932: 7; Álvarez, Perfecto. 1932: 8; Ameglio, Pedro. 1931: 1; Anderson Nexoe, Martín. 1932: 16; Andino, E. 1931: 4; 1933: 1; Andino Oscar. 1932: 7; Andrade Carlos. 1931: 1; Aragón Domingo. 1932: 6; Araujo, Arturo. 1932: 6; Argucia, José María. 1933: 24; Argüello Bolaños, Horacio. 1932: 10; Arias, Francisco. 1931: 1; Armegnac, Quinidio. 1933: 27; Ascencio, Marcelo. 1932: 12; Axelrod, Paul. 1931: 4; Ayala, Daniel. 1931: 2

B.
Babushkin. 1931: 4; Baccine, Julio. 1933: 27; Bach, Federico. 1933: 25; Bailey Forrest. 1933: 18; Baliño, Carlos. 1932: 6; Ballesta, Esteban. 1931: 3; Banegas, Juan. 1932: 12; Baquero, Rafael. 1933: 27; Barbuse, Henri. 1932: 13; 1933: 26, 27; Barcelo, Antonio. 1931: 5; 1932: 11; Bard, Phil. 1931: 4; Bautista Grageda, Manuel. 1932: 9; Bautista Pérez, Juan. 1931: 1; Becquer, J. 1932: 12; Belt, Catharine. 1933: 22; Benitez, Gregorio. 1932: 12; Berenguer B. Dámaso. 1931: 2; Billings Warren, K. 1931: 5; Blanc, Luis. 1931: 1; Blanco, Bernardo. 1933: 19; Blanco y Contreras, Manuel. 1932: 12; Bolter, Enrique. 1933: 27; Bonaparte, Luis. 1933: 19; 20-21; Brandao, Octavio. 1933: 20-21; Brandshaw, Thomas. 1931: 5; Browder, Earl. Brown, Willie. 1932: 6; 1933: 19; Brown Willie. 1932: 14; Bucovich, Juan. 1932: 15; Buchner, J. 1933: 24; Burdolou, M. 1933: 23.

C.
Cabrera, Ramón. 1931: 3; Cachín, Marcel. 1933: 16; Calderán, Rafael. 1931: 2; Calix Herrera. 1932: 12; Calix Matute, Felipe. 1933: 19; Calles, Plutarco E. 1931: 2; 1932: 10, 11; 1933: 25; Campos Albizu. 1933: 24; Campos, Miguel Angel. 1932: 16; Cano, José de Jesús. 1931: 2; Cañas, Fernando. 1932: 12; Carbonell, Luis J. 1931: 3; Cardoza, Wm. 1932: 16; Carmon, Walt. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 10; 11; 12;13; 14; 15; 16; 17; 1933: 18; 20-2; 22; 23; 24; 25; 26; 27; Casauranc Puig. 1933: 25; Castaño, Pedro. 1931: 3; Castellanos, L. 1932: 17; Castellán, Armando. 1932: 7; Castilla, Lizandro. 1932: 12; Castrillón, Alberto. 1931: 5; Castro Hernández. 1932: 12; Castro, José. 1931: 3 (36); 4; 1932: 7; Celis, Máximo. 1931: 3; Chacón, Jacinto. 1932: 14; Chadbourne, Thomas. 1931: 5; Chamlee, George W. 1932: 9; Charsky, Lunat. 1931: 4; Chiang Kai-Shek. 1932: 6; Chinguichon, Juan Luis. 1932: 9; Ching Wei Wang. 1932: 6; Choy Yu Lim. 1932: 7; Choy Ye Sem. 1932: 7; Chua-Gen. 1932: 6; Chuan-Fang Sun. 1932: 6; Close, Upton. 1933: 19; Cohen, Fania M. 1933: 18; Coloma A. Pedro. 1933: 19; 23; Conde, Alfredo. 1933: 19; Cordies, Emilio. 1933: 27; Cortés Vargas. 1931: 5; Costa, Miguel. 1932: 6; Creag, Enrique. 1933: 27; Cruz, Pedro Manuel. 1931: 2; Cumes, Antonio. 1932; 9; Cunha, Ed. 1931: 5;

D.
Daniels, Josephus. 1933: 2; Dávila, José María. 1932: 10; Dávila, Pío. 1932: 9; 11; 1933: 18; 20-21; 23; Delano Roosevelt, Franklin. 1931: 1; 1933: 18; De la Selva, Salomón. 1933: 20-21; Del Campo, Juan. 1932: 12; 1933: 26; Del Final, Alberto. 1932: 9; Del Prado, Félix. 1931: 5; Deprez, Marc. 1933: 20-21; Díaz, Juan. 1931: 1; 1932: 12; Díaz, Raúl. 1932: 7; Díaz Verson, Salvador. 1932: 16: Diéguez Castellanos. 1933: 27; Dos Pasos, John. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 17; 1933: 18; 19; 20-21; 22; 23; 24; 25; 26; 27; Dunn, Robert. 1932: 8; Dwight, W. Wilson. 1931: 4.

E.
Engels, Federico. 1931: 5; 1933: 19; 20-21; Erderberg, Oscar. 1933: 23; Estrada, Heliodoro. 1932: 9; Estrada, José Manuel. 1931: 3; 1932: 7.

F.
Faerion, Francisco. 1931: 2; Fauriel, Oscanio. 1933: 27; Fernández, Crescencio. 1932: 17; Fernández, E. 1932: 17; Fernández Sánchez, Leonardo. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; Fernández Torrac, Francisco. 1933: 27; Ferragut, J. 1932: 8; Fiz, Epifanio. 1931: 1; Flores, Ana. 1932: 15; Flores Córdova, Raúl. 1931: 5; Ford, James W. 1932: 13; Fors, Alfonso. 1932: 12; Foster, William Z. 1932: 5; Frank, Luis. 1932: 8; Frausto, Juan. 1932: 17.

G.
Gales, Luis. 1933: 23; Gamio, Manuel. 1933: 23; Gannes, Henri. 1933: 27; García, Andrés. 1932: 12; García Lobos, José. 1932: 17; García, Miguel A. 1931: 3; García Monje, Joaquín. 1932: 7; García, Sebastián. 1933: 23; Gebel, Natan. 1932: 17; Geiser, Karl. 1933: 19; Gellert, Hugo. 1933: 23; Girón, Antonio. 1933: 19; Gold. Michael. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 10; 11; 12; 13; 14; 15; 16; 17; 1933: 18; 19; 20-21; 22; 23; 24; 25; 26; 27; Gómez, Cándido. 1932: 17; Gómez, Eugenio. 1933: 27; Gómez, Joaquín. 1931: 3; Gómez, Juan Vicente. 1931: 1; 11; 1933: 20-21; 23; 27; Gómez, Rogelio. 1931: 1; Gómez, R. 1931: 2; González, Gonzalo. 1932: 7; González, Manuel. 1932: 12; González, Pedro. 1933: 24; Gordon, Russell. 1933: 25; Gorki, Máximo. 1931: 4; Granados, Arturo. 1932: 12; Granela, Paz. 1931: 1; Grau, San Martín. 1933: 27; Gropper, William. 1931: 5; Grullón, J. D. 1933: 22; Guggenheim, Clarence.1932: 11; Gutiérrez, Antonio. 1932: 17; Gutierrez, Viriato. 1931: 5.

H.
Hamilton, Salvy. 1933: 18; Hauser, Raymond. 1932: 16; Haya de la Torre. 1931: 5; 1932: 11; Henderson, Donald. 1933: 19; Heredia, Gerardo. 1933: 20-21; Herdon, Angelo. 1933: 25; Hernández, Enrique 1932: 6; Hernández Rodríguez, G. 1932: 6; 1933: 19; Hernández William. 1931: 2; Henríquez, Manuel. 1932: 12; Herrera Angeles, Manuel. 1933: 19; Herrera, Silvio. 1932: 8; Hevia, Aurelio. 1932: 12; Hitler, Adolfo. 1933: 19; 23; 25; Hoover Clark, Herbert. 1931: 1; 2; Holton, James E. 1933: 25; Hoyle, James H. 1931: 5; Hsiang-Chung. 1932: 6; Hughes, Langston. 1932 6; Huiza, Porfirio. 1932: 12; Hurley, Pat. 1932: 11.

I.
Ibáñez, Carlos. 1931: 2; Ibáñez Miguelez, F. 1931; 5; 1932: 7; 8; 9; 10; 11; 12; 1933: 18; 19; Ibarra Angel. 1932: 17; Ibarra, Roberto. 1932: 17; Iglesias, Santiago. 1931: 5; Imar Elisa. 1933: 20-21; 23.

J.
Jiménez, Carlos Maria. 1931; 2; Jiménez Oreámuno. 1932: 2; Jiménez, Ricardo. 1931: 2; Jiménez, Rémulo. 1932: 17; Johnhassen, Anton. 1931: 5; Johnes, Orphan. 1932: 13; Junco, Sandalio. 1933: 23.

K.
Kahattawai, José. 1932: 11; Kamanev. 1931: 4; Katayama, Sen. 1933: 27; Kelso, Byrd. 1931: 5; Kerensky. 1931: 4; Kolontai. 1931: 4; Komfeder, J. 1932: 7; Kropotkin, Pedro. 1931: 1; Kunitz, Joshua. 1933: 13.

L.
Laborde, Hernán. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 9; 10; 11; 12; 13; 14; 15; 16; 17; 1933: 18; 19; 20-21; 22; 23; 24; 25; 26; 27; Lao-Tse Tun. 1933: 23; Lavigne, Angel Luis. 1933: 19; Lay, Julius C. 1933: 19; Lazarraga, José. 1933: 27; Ledesma, Juan. 1932: 17; Lee, Yuel. 1932: 13; Leguía, Augusto. 1931: 5; 1932: 8; 11; Leiva, Pierre. 1932: 17; 1933: 22; 24; Lenin. V. I. 1931: 4; 5; 1932: 6; 8; 1933: 27; León Castillo, José. 1932: 9; León, Felipe. 1933: 18; 19; Levonsky, Charles J. 1932: 10; Liebknecht, Carlos. 1932: 6; Ligoria, Pablo. 1932: 9; Limón, Porfirio. 1932: 17; Linares, José. 1933: 25; Litinov, Máximo M. 1933: 27; Llanes, Armando. 1933: 20-21; Loettke, Augusto. 1933: 25; Lombardo Toledano, Vicente. 1933: 19; 25; 26; López, Octavio. 1932: 11; López, Pedro. 1933: 27; Lorente, Sebastián. 1931: 5; Losovski, A. 1932: 9; Lozano, Fernando H. 1932: 17; Lozano, Salomón. 1933: 19; Ludwig, Emil. 1932: 13; Luna, Alfonso. 1932: 8; 9; 10; Luxemburgo, Rosa. 1931: 2; 1932: 6.

M.
Machado, Eduardo. 1931: 3; Machado, Gerardo. 1931: 1; 3; Machado, Gustavo. 1931: 1; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 1933: 19; Madeiros, Celestino F. 1932: 13; Mann, Gertrudis. 1932: 16; Manrique, Alejandro. 1932: 10; Marcel, J. 1932: 16; Marcus Bernard, K. 1933: 20-21; Marenales, Roberto. 1933: 27; Martell, Inés. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 10; 11; 12; 13; 14; 15; 16; 17; 1933: 18; 19; 20-21; 22; 23; 24; 25; 26; 27; Martí, Agustín. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 10; Martínez, Eulalio. 1933: 19; Martínez, Maximiliano. 1932: 6; 8; 9; Martínez Villena, Rubén. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 9; 10; 11; 12; 13; 14; 15; 16; 17; 1933: 18; 19; 20-21; 22; 23; 24; 25; 26; 27; Marx, Carlos. 1931: 5; 1932: 8; 1933: 20-21; 25; Matheu, Alfredo. 1931: 1; Mayen, R. 1932: 8; 10; 12; Mayers, Bert. 1932: 16; Mazuera, Alfredo. 1932: 7; McArthur, Douglas. 1932: 11; Medina, Hugo. 1933: 27; Medina, Nicomedes. 1933: 23; Medina Vérez. 1933: 25; Mejía, Heliodoro. 1931: 3; Mejía, Manuel. 1931: 3; Mella, Julio Antonio. 1931: 5; 1932: 6; 1933: 18; 19; 27; Mello, Plinio. 1932: 6; Méndez, Raúl. 1933: 23; Méndez Peñate, Roberto. 1932: 12; Mendieta, Carlos.1932: 12; Michel, Concha. 1932: 13; Michelena, Alberto. 1933: 25; 26; Miles, Nelson A. 1933: 20-21; Milián, Milton. 1933: 19; Minor, Robert. 1931: 2; Mira, Adolfo. 1932: 12; Miranda, Fidel. 1932: 17; Miranda, Polo. 1932: 7; Mitchell, Charlie. 1933: 20-21; Moncada, José M. 1931: 4; Montero, A. 1931: 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 10; 12; 14; 15; 16; Montero, R. 1931: 3; Mooney, Tom. 1931: 5; 1932: 8; 10; 11; 1933: 20-21; Morán Timoteo. 1931: 1; Morales, Bernardino. 1932: 17; Morales, Carlos A. 1932: 10; Morales, Feliciano. 1931: 2; Morales, René. 1932; 16; 17; Morales, Rosendo. 1932: 17; Moreau, Alberto. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 10; 11; 12; 13; 14; 15; 16; 17; Morgan, Ed. 1931: 5; Most, Amicus. 1933: 19; Müeller, Walter. 1933: 25; Mújica, Juan V. 1933: 27; Muñoz, Cupertino. 1933: 23; Mussolini, Benito. 1933: 20-21; Muste, A. J. 1931: 5.

N.
Negro, E. 1931: 1; 5; Nine, Jim. 1932: 11; Nevares, J. 1933: 26; Nolan, Edward. 1931: 5.

O.
Ochar, Bolívar. 1931: 1; Oliveras, Blas. 1931: 1; 1933: 23; Olivares, Francisco. 1933: 20-21; Olaya Herrera, Enrique. 1931: 1; 1932: 18; Ordóñez, Oscar. 1933: 18; Ordoqui, Joaquín. 1933: 23; 25; Ortiz, Luis. 1933: 23; 25; 26; 27; Ortiz Rubio, Pascual. 1931: 2; 4; 1932: 10; 12; 14; Otero Silva, Miguel. 1933: 27; Oxman, F. C. 1931: 5.

P.
Pagan, Bolívar. 1933: 23; Palacios Cerro, Horacio. 1933: 20-21; Palacios, Guillermo. 1932: 17; Palacios, Miguel Angel. 1933: 23; Palacios, R. 1931: 5; 1932: 6; 9; 12; 1933: 19; 27; Pascual, L. F. 1932: 12; 1933: 20-21; 23; Patterson, Heywood. 1933: 27; Patterson, W. D. 1931: 5; Pavón Hipólito. 1932: 12; Pedrazas, J. 1933: 27; Pérez, Fausto. 1932: 17; Pérez, María. 1932: 10; Pino, Lucas. 1932:16; Piña, Francisco. 1931: 3; Piña, Teódulo. 1931: 4; Pléjanov, Jorge. 1931: 4; Pollach, Walter. 1932: 9; Portes Gil, Emilio. 1931: 2; 1932: 6; Prado, Pedro. 1931: 3; Prestes, Luis Carlos. 1932: 6.

Q.
Quesada, Javier. 1932: 14; Quezada, Manuel. 1932: 12; Quintana, Valente. 1931: 5; Quispe, Eduardo. 1931: 5.

R.
Rabines, Eduardo. 1933: 20-21; Rabines, Eudocio. 1933: 20-21; 25; Ramírez, Jorge. 1932: 10; 1933: 20-21; Randolph Hearst, William. 1933: 18; Raso, J. 1932: 17; Reamen, Janet. 1932: 16; Reed, John. 1931: 4; Reriverena, Julio. 1933: 27; Revueltas, José. 1932: 17; Rey, Alfonso. 1933: 23; Reynoso, Jesús. 1932: 17; Riera, Pablo. 1933: 23; Rigal, F. E. 1931: 5; Rivera, Diego. 1933: 23; Rivera, Martínez Prudencio. 1931: 5; 1933: 23; Rivera, Pablo. 1931: 1; Rivera, Primo. 1931: 2; Rivera, Vérulo T. 1933: 19; Roble, José A. 1931: 3; Roddy, Steven R. 1931: 2; Rodríguez, Abelardo. 1933: 19; Rodríguez, Damián. 1933: 19; Rodríguez, Germán A. 1932: 17; Rodríguez, Guillermo. 1931: 3; Rodríguez, M. 1932: 17; Rojas, L. 1933: 27; Roland, Romain. 1932: 13; 16; Rolph, Edwin. 1932: 8; 11; Romero, Vespero. 1932: 8; Rojas, C. 1933: 27; Rosas, L. 1932: 12; Rossell, Alberto. 1932: 11; Rossell, Julio. 1933: 19; Ruge, Arnold. 1933: 20-21; Ruiz Valdez. 1931: 4; 1933: 19.

S.
Sacasa, Jorge. 1933: 20-21; Sacco, Nicolás. 1932: 11; 1933: 20-21; 25; Salsedo, Andrés. 1932: 13; Sanabria, Bruno. 1933: 23; Sánchez, Alberto. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 10; 11; 12; 13; 14; 15; 16; 17; 1933: 18; 19; 20-21; 22; 23; 24; 25; 26; 27; Sánchez Cerro, Luis Miguel. 1931: 5; 1933: 18; Sánchez, Mirabel. 1933: 23; Sánchez Obanda, Antonio. 1932: 9; Sandino, Cesar Augusto. 1931: 1; Sandino, José. 1933: 20-21; Santos, Higinio. 1931: 3; Secades, Amelia A. 1932: 8; Serrano, Pedro. 1933: 25; Shan Fei. 1931: 2; Sheppard, Henri. 1933: 27; Sherwood, M. 1931: 3; Show, Bernard. 1932: 13; Silva, Manuel. 1932: 12; Sirnons, William. 1931: 5; 1932: 7; 1933: 18; Singer, Saúl. 1933: 20-21; Skrypnik, N. 1931: 4; Slodovitz, Shimen. 1932: 12; Smedley, Agnes. 1931: 2; Smith Theresa. 1932: 16; Solís, A. 1931: 3; 1932: 9; 10; 11; Stalin, José. 1931: 3; 1932: 10; 1933: 18; 19; Stewart, George. 1931: 5; Stimson, Leticia. 1932: 6; Subin, Ven. 1933: 18; Sun Chuang Fang. 1932: 6; Swanson, Martín. 1931: 5.

T.
Tallentire, Norman. 1931: 5; Tisch, Tino. 1933: 25; Thomas, Norman. 1932: 7; 10; Torero A. Eugenia. 1933: 26; Trotzky, León. 1931: 2; Trujillo, Rafael. 1931: 5.

U.
Ubico, Jorge. 1932: 8; 9; Uribe, Márquez: 1931: 5.

V.
Valdés, Alfredo. 1932: 6; 8; 9; Valencia, Luis. 1932: 12; Vando, Erasmo. 1933: 20-21; Vargas, Antinio C. 1931: 3; Vanzetti, Bartolomé. 1932: 11; 1933: 20-21; 25; Vázquez, Enrique. 1931: 2; Vázquez, Miguel Ángel. 1932: 9; Vázquez Vela, Gonzalo. 1933: 19; Viamonte, Eduardo. 1933: 26; Vidales, Luis. 1931: 1; 2; 3; 4; 5; 1932: 6; 7; 8; 9; 1933: 18; 19; Villalba, Angel María. 1931: 3; Villagrán, Luis. 1932: 9; Villar, César. 1933: 23; 25; 27; Vincent, Stenio. 1933: 19; Vivaldi, León. 1932: 7; 8; 9; 10; 1933: 25; 27; Vivó, Jorge A. 1933: 23; 25; Von Westpalen, Jenny. 1933: 20-21; Volya, Narodnaya. 1931: 4.

W.
W. Ch. Wong. 1932: 7; Wainwright, Juan Pablo. 1932: 9; 10; Walsh, Frank D. 1931: 5; Wang Ching-Wei. 1932: 6; Weinberg, Israel. 1931: 5; Wilson, Walter. 1933: 18; Wilson, Woodrow. 1933: 18; Will, Rafael. 1932: 9; Wood, Laura. 1933: 18; Wolf, Karl. 1933: 25; Woll, Mathew. 1932: 6; Wupei, Fu. 1932: 6.

Y.
Yotan, B. M. 1932: 10.

Z.
Zapata, Mario. 1932: 8; 9; 10; Zaragoza, Julio. 1931: 2; Zasulitch, Vera. 1931: 4; Zender, J. H. 1932: 17; Zepeda, Pedro J. 1933: 20-21; Zholtousky, I. V. 1932: 10; Zinobiev, Boris. 1931: 4; Zucker, Dora. 1933: 25.

Fuente: Pacarina del Sur – http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/763-la-revista-mundo-obrero-1930-1933-y-el-buro-del-caribe-de-la-ic – Prohibida su reproducción sin citar el origen.

Julio Antonio Mella en los corazones de Nuestra América

Julio Antonio Mella en los corazones de Nuestra América.

Posted in historia de Cuba, tagged Julio Antonio Mella on enero 8, 2009 | Leave a Comment »

A 80 años de su vil asesinato en México.

Por Orlando Cruz Capote

Cada cierto tiempo la figura atlética de Julio Antonio Mella regresa a todos los cubanos y latinoamericano-caribeños. Sus fotos inmortales, tomadas muy artísticamente por su enamorada Tina Modotti, nos muestran su carisma y personalidad viril. Pero si hurgamos en su historia revolucionaria, martiana y marxista-leninista reafirmaremos que este hombre constituye, sin lugar a dudas, uno de los pilares de la nación cubana y que su pensamiento y acción se inscriben con letra de oro en las mejores tradiciones históricas de la Isla y de Nuestra América.

En el “re-despertar de la conciencia nacional” o la “década crítica” de los años de la tercera década del siglo XX, Mella es uno de los imprescindibles. Luego de la gran frustración de la República martiana, truncada y segada por la intervención y ocupación militar norteamericana de 1898 a 1902, hecho que se repetiría entre 1906 hasta 1909, Julio Antonio Mella significó la necesaria articulación entre la vieja generación mambisa y clasista-revolucionaria y la savia juvenil de la gran hornada que irrumpe y retoma las banderas de la lucha y les reimprime un nuevo accionar e ideario, muy acorde con la nueva situación histórica-concreta. Pero esa ruptura es continuidad, y por lo tanto, una superación dialéctica trascendental. Por eso se encuentra junto con Carlos Baliño, fundador del Partido Revolucionario Cubano de José Martí (1892), otros líderes y simples obreros en la creación del primer Partido Comunista de Cuba en agosto de 1925.

Pero su obra transformadora teórica y práctica no había comenzado en ese instante. Ya estuvo dirigiendo las sesiones de trabajo del Congreso de Estudiantes y es el inspirador máximo del surgimiento de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en 1922, primera organización juvenil cubana. Además está involucrado en la Liga Anticlerical y la Liga Antiimperialista de Cuba, en la Universidad Popular José Martí y en la Agrupación Comunista de La Habana. Es amigo y camarada de lucha de Alfredo López, dirigente obrero que consolida la Federación Obrera de La Habana en 1921, de quien admira su valor y carácter clasista intransigente a pesar de que posee como corriente ideopolítica el anarcosindicalismo. El asesinato del dirigente proletario en 1926, por sicarios de la tiranía de Gerardo Machado (1925-1933) le hace escribir bellas palabras sobre el hombre que llamó su maestro, y le demuestra que el camino emprendido de unir en un solo haz a los estudiantes, los campesinos y otras clases y capas patrióticas de la sociedad cubana de entonces, con los obreros de la ciudad y el campo, eran de una urgencia vital para el triunfo de la Revolución Social en Cuba que, para él, únicamente era la socialista.. También es un hermano, real y de convicción marxista, de una gran parte de esa generación de vanguardia de los años álgidos años de los años 20 de la pasada centuria: Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente Brau, Gabriel Barceló, Leonardo Fernández Sánchez, Raúl Roa García, Alejo Carpentier, Emilio Roy de Leuchsenring, y muchos otros no tan jóvenes, como Gustavo Aldereguía, Juan Marinello, Isidro Figueroa, etc.

La figura de Mella vuelve de tiempo en tiempo, tal como afirmamos al inicio de este artículo. Pero no sólo es motivo de recuerdo y enseñanza revolucionaria y comunista. Al lado de quienes lo enarbolamos como bandera de combate militante, existen otros que retoman a Mella para intentar denigrarlo, manipular su vida sentimental y, como una mentira reciclada, para hablar de fantasías de complots por parte de sus propios camaradas de lucha y llegar a la falaz conclusión que fue asesinado por estos marxistas, fueran cubanos o mexicanos o agentes de la KGB soviética enviados por J. Stalin. La relación amorosa de Mella con Tina y, después, de esta desprejuiciada, extraordinaria y militante mujer con Vittorio Vidali (Carlos Contreras), comunista italiano que vivió y luchó en nuestras tierras latinoamericana-caribeñas, han servido para escribir miles de páginas de conspiraciones y hasta de un posible crimen pasional. Sin embargo, nada más lejos de la verdad histórica, la cual tenemos que defender a capa y espada, porque el adversario trata, una y otra vez, de confundir, principalmente, a las nuevas generaciones.

¿Por qué Mella otra vez en el 80 aniversario de su asesinato?

Cuando ya se escuchan disímiles voces en foros científicos y se escriben variados artículos, ensayos y libros al interior y exterior de Cuba, acerca de la urgencia de restablecer constructivamente, aunque sin obviar errores e insuficiencias, la historia y la teoría del socialismo sus ideas y las prácticas ejercidas se hace necesario introducir en el debate y la polémica de las ciencias sociales y/o humanísticas otras visiones críticas, basadas en un novedoso material fáctico e interpretativo, que continúen esta tarea con el objetivo de mostrar en su dimensión adecuada ese difícil, complejo y contradictorio decursar histórico. Más que todo se debe participar en la discusión con el diáfano propósito de ayudar en la aproximación a la verdad y no al extravío de la memoria histórica. En este sentido es ineludible recuperar la historia de la etapa fundacional del marxismo y el leninismo en Cuba (1) en sus relaciones con el movimiento comunista internacional y latinoamericano.

Después del derrumbe del socialismo este-europeo y de la Unión Soviética, entre 1989 y 1991, (2) respectivamente, la clase burguesa transnacionalizada, neoconservadora y neoliberal, así como los sectores de la derecha de distinto espectro y sus tanques pensantes (Thins Tanks) desataron una campaña denigrante contra la praxis socialista con el fin supremo de enterrar y olvidar, junto al auto-llamado “socialismo real” término exclusivo y exclusivista, a la teoría marxista, a todos los pensadores de esta escuela y también a los partidarios del pensamiento social crítico. Sobre todo trataron de borrar de la mente de las personas, a escala global, las experiencias acometidas en los distintos países en que éste había triunfado y que se construía de disímiles formas y con diferentes contenidos, en las que sus éxitos y derrotas, principalmente estas últimas, fueron atribuidas completamente a todas las lecturas y elaboraciones de esta cosmovisión del mundo, concepción materialista de la historia, metodología científica, filosofía de la praxis y guía para la acción, lógica y dialéctica, sin realizar una distinción de las diversas corrientes y tendencias que no siempre la representaron dignamente, ni en su letra y mucho menos en su espíritu. La arremetida reaccionaria fue de tal envergadura que muchos se confundieron, otros desertaron y traicionaron, coincidiendo algunos con tales hipótesis y “tesis” cayendo en la trampa de desacralizar y desmitificar, aunque el objetivo era la desacreditación, a la teoría y la práctica más reflexiva, crítica-transformativa y revolucionaria de la historia, debido también a su carácter socioclasista, internacionalista y solidario, ético y humanista universal. (3)

Y esa propensión crítica también se hizo extensiva en América Latina y Cuba, cuando los estudios marxista-leninistas parecieron perder su hegemonía en la educación, en la cultura científica y política, aunque se continuara haciendo profesión de fe en los mismos. También en ese espacio-tiempo se manifestaron otras preferencias teóricas, incluyendo al denominado marxismo occidental bastante pudiente en su teoría pero muy pobre en su práctica y se asumieron acríticamente otras escuelas de pensamiento, corrientes y tendencias, en muchos casos eclécticas. El distanciamiento se hizo más evidente cuando algunas de las agendas de discusión teórica sobre muchas disciplinas de las ciencias sociales, incluida la filosofía, parecían impuestas desde el exterior por las modas postmodernistas, (4) el pensamiento único, el fin de la historia, de las ideologías y las utopías, (5) predominando los estudios y los pensares empíricos, positivistas en esencia, o en su reverso, una teoría abstracta y analítica muy alejada de los problemas sociales y políticos de las sociedades contemporáneas.

A la sazón, no se realizó una “revisión” muy seria y madura sobre ese movimiento comunista en el mundo, en Latinoamérica y en Cuba. Hubo además otras tendencias, como aquellas que se parapetaron tras las variadas asimilaciones y lecturas de un viejo marxismo denominado por algunos como pro-soviético y manualístico, pero que era y sigue siendo ante todo esquemático, reduccionista, sesgado y escolástico, sin lograr distinguir las obras que no eran precisamente de ese corte, elaboradas por una pléyade de importantes científicos sociales marxistas y leninistas de los ex-países socialistas y otros teóricos muy afines a las mismas en las más disímiles latitudes geográficas.

Parecía ser la hora de poner en la picota pública los desastres y los naufragios. Algunos historiadores, filósofos, sociólogos, sicólogos sociales, antropólogos y etnólogos del patio y de la región destacaron a otras figuras políticas y procesos socioeconómicos e ideopolíticos de la historia nacional y regional, objetivos legítimos y necesarios, pero también se ocultaron, se subestimaron y se criticaron fuertemente por otros estudiosos e investigadores a aquellas figuras y proyectos que pertenecían a las fuerzas de la izquierda más radical. Se contrapusieron personalidades y procesos, en los que algunos de ellos parecieron perder su verdadero lugar en la larga historia de las luchas emancipatorias nacional-antiimperialistas y socioclasistas.

Hoy no puede existir un Socialismo del Siglo XXI, en el Siglo XXI o para el Siglo XXI, sin una investigación seria de la historia de las ideas y las prácticas del socialismo del pasado que, inexorablemente, se reflejan en el presente y se proyectan hacia el futuro. Cualquier abandono, por desidia e ignorancia, de lo que ocurrió y de lo que ocurre en el plano de las ideas y las prácticas socialistas podría ser un terrible boomerang que nos golpee una y otra vez. ¿O es que acaso la experiencia socialista cubana, así como la China, la vietnamita, la coreana del norte y la laosiana, con todas los éxitos y limitaciones que podamos advertir en ellas, no provienen del siglo XX y se relanzan hacia el XXI?

Los procesos revolucionarios en América Latina, con sus diferentes matices, como la Venezuela Bolivariana de Hugo Rafael Chávez Frías, la Bolivia del líder social Evo Morales, el Ecuador del presidente Rafael Correa y la Nicaragua del sandinista Daniel Ortega, entre otros, son herederos por muchas rupturas definitorias que se pronuncien, quiéranlo o no, de las elaboraciones y la praxis socialistas de las dos centurias anteriores, desde la elaboración del Manifiesto Comunista en 1848, del primer ensayo obrero-revolucionario en el poder, la Comuna de París en 1871 y de la Revolución Socialista Rusa de octubre de 1917.

Las lecciones, enseñanzas y experiencias históricas no están para ser obviadas sino para ser aprendidas, aprehendidas y comprendidas, además de proceder a su revisión cuidadosa y rigurosa, con la pretensión de criticarlas constructivamente, así como para re-crear y re-inventar algunas de sus partes teórica-metodológicas, hasta reactualizar y eliminar aquello que ya no nos sirve porque el tiempo y las nuevas circunstancias rebasaron los conceptos y los accionares establecidos. Lo que sería contraproducente es que nos demos el lujo de que se repitan los decepcionantes acontecimientos socialistas euro-orientales del siglo XX, por no conocer lo que sucedió realmente en aquellas experiencias históricas.

Al unísono, hoy es necesario apoderarse, realistamente, del tan polémico debate sobre como asumir, respetar y desplegar, con toda la intensidad posible, la inevitable presencia de la emergencia de la diversidad sociocultural, nacional, étnica, racial, de género, etárea, de opciones sexuales, diferencias regionales y locales, etc., de los diferentes movimientos sociales y políticos. (6) Porque todos ellos son signos de la complejidad del sujeto social-popular múltiple contemporáneo. El reconocimiento de las diferencias deviene punto de partida para aceptar la diversidad, siendo la Identidad el punto inicial para reconocer la misma. Y estos ya no pueden ser dicotómicos o antagónicos, simple y llanamente, sino que la mayoría coexisten y urgen de la promoción de interacciones, relaciones sociales basadas en el respeto mutuo, el razonamiento, el fortalecimiento del tejido asociativo, la aportación constructiva y la coherencia ética. (7)

Esa ética de la articulación se construye sobre la base del aprendizaje y desarrollo de la capacidad dialógica, disposición a construir juntos desde saberles, cosmologías y experiencias de acumulación y confrontación distintas, de potenciar identidades y subjetividades hasta el infinito. Es un enfoque ético-político que reconoce la multiplicidad y diversidad del sujeto social alternativo, de sus diferentes conceptualizaciones teóricas y aquellas que se producen desde el sentido común, por la legitimidad de epistemes y de reconocer que nadie en absoluto tiene la verdad absoluta. Donde estén representados el conjunto de demandas emancipatorias y libertarias, independientemente de las tendencias cosmovisivas ensayadas y, hasta confrontadas.

Las alternativas prácticas-transformativas de los tradicionales y nuevos movimientos sociales y políticos, fracasarán si no existe un pensamiento teórico alternativo para ir construyendo, en paralelo, ese socialismo necesario e imprescindible. “Sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario”, (8) continuaría expresando Vladimir Ilich Lenin si estuviera hoy con nosotros.

Si asumimos que esta es la situación actual del planeta, agravada por la crisis estructural del sistema capitalista que por primera vez es múltiple: económica-financiera, alimentaría, energética y ambiental-ecológica; del recién comenzado ataque genocida sionista contra los palestinos en a Franja de Gaza territorio ocupado por los israelíes; y asumimos que junto a estas serias calamidades los pueblos de Nuestra América han dado pasos positivos y extraordinarios en su integración complementaria y unidad: el ALBA, UNASUR, Petrocaribe; y que la Revolución Cubana, en su 50 aniversario de la victoria del primero de enero de 1959, ingresó al Grupo de Río y participó por derecho propio en la Primera Cumbre de los Países de América Latina y el Caribe, sin la presencia de extraños los Estados Unidos de América, ni ninguno de sus aliados europeos, tendremos los motivos y las claras sospechas de que los ataques diversionistas, maquiavélicos y manipuladores contra las conciencias de nuestros pueblos van a ir en aumento. Por eso, surge como “ave fénix”, la seudo-historia acerca de la muerte de Mella, ahora publicada en La Jornada de México, aunque el autor del artículo reconoce la verdad histórica. Pero, ¿por qué escribir de una historia pasada que ya está verificada por documentos de la época y otros más recientes?, ¿por qué se tiene que dedicar un artículo para desmentir otra historia violatoria de la realidad?

Algunos antecedentes necesarios del movimiento comunista cubano y latinoamericano.

Al escribir la historia del movimiento comunista latinoamericano y, específicamente, del cubano debemos analizar obligatoriamente la ascendencia real que tuvo sobre estos la III Internacional (Internacional Comunista, IC o KOMINTERN) fundada entre el 2 y el 6 de marzo de 1919, en Moscú, por los bolcheviques rusos y los comunistas de otros países -la mayoría de ellos ex-miembros de los partidos socialdemócratas que se separaron de la II Internacional, por su traición oportunista y socialchovinista-, (9) y por iniciativa del líder del primer Estado socialista del mundo, Vladimir Ilich Lenin que la dirigió hasta su muerte en 1924. A su vez, la Internacional Comunista se auto-disolvió en mayo de 1943. (10) Anteriormente, algunos importantes acontecimientos internacionales y regionales habían repercutido en las luchas nacionales del subcontinente latinoamericano, nos referimos a la Revolución Mexicana (1910-1917), el triunfo de la Revolución Socialista en la Rusia de los Zares, en 1917 y el Movimiento por la Reforma Universitaria de Córdova, Argentina, en 1918.

La influencia de la IC abarcó la mayoría de las soluciones teóricas y prácticas que elaboraron los primeros marxistas y comunistas de la región latinoamericana y caribeña, (11) así como los impactos ineludibles, directos e indirectos, sobre el amplio espectro de las fuerzas de izquierda del continente y, en especial, de Nuestra América. (12) La labor más positiva de la KOMINTERN fue la de darle forma organizativa y de acción definitiva a ese movimiento socialista y comunista en ciernes, de consolidarlo, relacionarlo y depurarlo de sus enemigos externos, encaminarlo e impulsarlo a mayores empeños y conquistas teóricas y prácticas. Pero, además, difundió el marxismo y el leninismo, así como la experiencia de la Gran Revolución Socialista de Octubre, profundizó en el pensamiento y el accionar antiimperialista e internacionalista en el seno del movimiento revolucionario mundial, denunció y desenmascaró las corrientes oportunistas y revisionistas, reformistas y anarquistas, anarcosindicalistas y trotskistas en el seno del movimiento obrero y comunista internacional, ayudó a la educación ideológica y política de la clase obrera, la campesina, las masas trabajadoras manuales e intelectuales, el estudiantado, etc. Esa fue su gran misión histórica. (13)

Sin embargo, no se deben ignorar las semejanzas y diferencias entre las historias de la IC y el movimiento comunista latinoamericano y caribeño que tienen como premisas, primero, el impulso inicial y vital que significó la presencia de la KOMINTERN en la organización, las estructuras, en la construcción de los primeros programas políticos mínimos y máximos de los destacamentos comunistas, en las implementaciones acertadas o no de la teoría y la práctica, de las consumaciones en la estrategia y la táctica, de los métodos y acciones para organizar, dirigir, convocar y movilizar a la clase obrera y las masas populares por los caminos de la Revolución proletaria y socialista; segundo, las maneras independientes de interpretar y resolver por cada partido comunista fundado en esos años, las distintas problemáticas histórico concretas de sus países; tercero, las formas en que aplicaron creadoramente o no el marxismo y el leninismo que se recepcionó, sus percepciones y traducciones incluidas, (14) en las distintas etapas históricas, aportando al enriquecimiento del marxismo o copiando de aquellas versiones que resultaron ser las más esquemáticas y escolásticas. Sin embargo, es correcto reconocer que Carlos Marx y Federico Engels se conocieron a través de Vladimir Ilich Lenin, el teórico y práctico más traducido aunque también tardíamente, (15) sin subestimar las obras de sus seguidores. Y, cuarto, la colaboración teórico práctica entre los comunistas latinoamericanos, los cubanos y la III Internacional se manifestó de diversos modos, con diferentes intensidades en la propia región, sus sub-regiones y en cada país en particular, confiriendo que todo este intercambio colaborativo estuvo contextualizado en los distintos momentos de la propia historia de la Internacional Comunista. (16)

En el transcurso del año 1925, la Internacional Comunista re-inicia una mirada diferente, diríamos más interesada, hacia la región latinoamericana (17) y se re-crea el Secretariado Latinoamericano, radicado en Moscú y, es fundado el Secretariado Sudamericano, con sede en Buenos Aires, Argentina. Más tarde, entre 1930-1931, surgió el Buró del Caribe, con su dirección en Nueva York, en los Estados Unidos de América, a instancia de las peticiones y necesidades de algunas delegaciones nacionales, en específico, las centroamericanas y caribeñas, en la Primera Conferencia de los Partidos Comunistas de América Latina realizada en Buenos Aires, Argentina, en 1929, cuando critican al Secretariado Sudamericano, por no atender de forma igual y adecuada a los destacamentos marxista-leninistas de los diferentes países y sus subregiones. (18)

El primer Partido Comunista de Cuba (PCC) se funda en agosto de 1925. (19) Sus máximos inspiradores fueron, como ya señalamos, Carlos Baliño (20) y Julio Antonio Mella. (21) Era, si se quiere apreciar de esta forma, una época de re-despertar político, pero con mayor pasión y voluntad revolucionaria que con conocimiento profundo de la teoría marxista y de las ideas socialistas. A pesar de las dificultades intrínsecas de una nueva organización que fue duramente golpeada desde sus inicios por la dictadura de Machado (1925-1933) -recordar los procesos anticomunistas de 1925 y 1927-1928, respectivamente-, de las represalias, persecuciones, expulsiones (exilio obligado) y asesinatos de algunos de sus miembros, de la ilegalidad extrema impuesta y de la gran campaña anticomunista en su contra, el partido marxista-leninista cubano ya estuvo en recomposición desde finales de 1927, organizando sus células clandestinas y creciendo en número, organización, capacidad movilizativa y también en influencia política e ideológica, clímax aun prematuro que alcanza desde 1929, (22) y que adquiere otra dimensión, luego de la primera huelga general de masas revolucionaria efectuada el 20 de marzo, las manifestaciones obreras por el Primero de Mayo y los acontecimientos estudiantiles del 30 de septiembre, todas en el año 1930. (23)

El inigualable joven Julio Antonio Mella, el primer marxista orgánico de la Isla, aunque algunos autores plantean que fue Carlos Baliño desplegó su actividad herética e irreverente ante los ojos insólitos de los comunistas de la también denominada Casa Matriz, en el Kremlin, y sus seguidores en la región. No es que no tuviera dificultades mayores, ni que no sufriera incomprensiones por su apreciación y percepción creadora del marxismo y el leninismo, pero su actividad práctica fue exuberante y de un albedrío increíble. Luego de su sanción en el PCC, en 1925, por haber sido indisciplinado y, más que todo por contactar, durante su histórica huelga de hambre, con sectores sociales y políticos de las más diversas afiliaciones ideológicas fue separado, provisionalmente, por dos años de las filas del partido comunista, (24) el propio Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC) de la III Internacional, le devolvía en 1927, la militancia que él había mantenido incólume, gracias en parte, por el apoyo de los comunistas latinoamericanos y mexicanos (hasta fue miembro y Secretario General del CC del Partido Comunista de México por un tiempo), pero más que todo porque no se sintió jamás castigado y no tuvo nunca una declaración pública suya de queja y de molestia para con sus compañeros de lucha. Su labor dirigente-fundacional durante esos años en la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA), la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC) y en el Comité Manos Fuera de Nicaragua (MANFUENIC); su paso como líder por varias organizaciones obreras y campesinas mexicanas; su presencia en el Congreso Mundial contra la Opresión Colonial y el Imperialismo, celebrado en Bruselas en 1927; su visita a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en los primeros meses de ese año; su amistad inquebrantable con Rubén Martínez Villena y otros camaradas cubanos; sus escritos en el periódico de los comunistas mexicanos El Machete; sus mensajes y manifiestos de apoyo a la lucha de los estudiantes, obreros, intelectuales y comunistas cubanos que enviaba clandestinamente a la Isla, lo muestran como un comunista pleno de acción y sin limitaciones. Aunque debe subrayarse que sí padeció las desavenencias y las miradas recelosas de algunos dirigentes comunistas propios, regionales e internacionales que se regían por las orientaciones emanadas de la Internacional Comunista y el PCUS.

Un hombre como él, que ya en 1924 escribía que “(…) No pretendemos implantar en nuestro medio copias serviles de revoluciones hechas por otros hombres en otros climas, […] en algunos puntos no comprendemos ciertas transformaciones, en otros nuestro pensamiento es más avanzado, pero seríamos ciegos si negásemos el paso de avance dado por el hombre en el camino de su liberación […]” (25) y, que en ese propio año expresaba: “(…) La causa del socialismo en general, es la causa del momento, en Cuba, en Rusia, en la India, en los Estados Unidos y en la China. En todas partes. El solo obstáculo es saberlo adaptar a la realidad del medio […]”, (26) entre otras ideas creadoras y originales posteriores, no podía pasar inadvertido para los dogmas y esquemas que estaban tratando de imponerse en el panorama del movimiento comunista internacional.

Pero sin contradecirnos hay que exponer que Mella solo enfrentó los primeros embates y amenazas provocadas por las luchas internas del Partido Comunista de la Unión Soviética, la KOMINTERN y su repercusión en la arena internacional. Por ejemplo, la presencia en el mencionado Congreso de Bruselas, en 1927, del líder de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), Víctor Raúl Haya de la Torre, (27) contrarió al comunista cubano y a otros latinoamericanos, incluyendo al Amauta peruano José Carlos Mariátegui, porque el representante del denominado “Koumintang latinoamericano” fue un invitado de última hora gracias a la iniciativa inconsulta de la IC, posiblemente de su Secretariado Latinoamericano, con sede en Moscú y del Secretariado Sudamericano (1925), con sede en Buenos Aires, bajo las égidas del comunista suizo Embert Droz (que estuvo en ese cargo hasta el año 1931) y del argentino Vittorio Codovilla, respectivamente. Sin embargo, el VI Congreso de la IC se celebra en junio de 1928 y es, en este conclave, en que se aprueba el Programa y los Estatutos de esa organización, consolidándose de una vez y para siempre la pretendida hegemonía y dominación del PCUS sobre el resto del movimiento comunista y obrero internacional. Asimismo también habría que recordar que León Trotsky es separado de las filas del PCUS en 1927 y expulsado de la URSS entre 1928-1929, por lo que estas y otras divergencias enconadas estaban aun, pudiera decirse, en sus inicios. Y Mella es asesinado en México, por sicarios del dictador Machado, el 10 de enero de 1929 (muriendo el 11 por la madrugada en el hospital), por lo que podemos apreciar que esa gran presión desde Moscú aun no era determinante.

Observando de forma analítica y profunda la época, es Rubén Martínez Villena (1898-1934), quien tiene ante sí la necesidad de conducir al PCC y confrontar, sin llegar a la escisión, a la KOMINTERN y sus órganos regionales, promoviendo un reacomodamiento y adecuación con sus lineamientos y directrices, porque este es el momento del enraizamiento del estalinismo en el movimiento comunista internacional y el inicio de los graves obstáculos para las iniciativas singulares y originales de los partidos comunistas y para el propio desarrollo creador de la teoría marxista y leninista. Y también porque es el instante histórico de un auge del movimiento revolucionario y social en Cuba que desencadenó en la Revolución del 33 coincidente, además, con los procesos revolucionarios de Nicaragua (1927-1933), El Salvador (1932) y Brasil (1924-1927-1930), entre otros.

El vil asesinato de Mella.

Es muy poco lo que hay que añadir con respecto al asesinato de Julio Antonio Mella. La pérdida de su vida un 10 de enero de 1929 en realidad muere en el hospital el 11 por la madrugada y es enterrado el 12 fue obra de los sicarios machadistas. Incluso el partido comunista cubano le había enviado algunos mensajes acerca de que en tierras aztecas se encontraban algunos individuos con órdenes muy precisas de matarlo. Ya se había montado un espectáculo propagandístico en su contra aduciendo que había profanado la bandera cubana al pisarla intencionalmente en una actividad y el propio Mella se defendió de esa calumniosa mentira.

Como hombre de acción, Mella no era cobarde, solo eso explica que saliera de noche con Tina y se expusiera a los revólveres de sus asesinos. Según Tina Modotti, sus últimas palabras fueron: “Muero por la Revolución”. Su amigo entrañable, Rubén Martínez Villena lloró de rabia al conocer su muerte y se propuso continuar su obra original y creativa a pesar de las directrices de la Internacional Comunista, y aun más, se comprometió a traer sus cenizas de regreso para Cuba.

Esta acción recayó en la figura de Juan Marinello y otros camaradas, quienes viajan a México en 1933, y logran cremar parte de sus restos mortales en el cementerio de la capital mexicana. Estos fueron traídos a La Habana en un buque y son multitudinariamente recibidos por una parte de la población citadina. Ya se había preparado un pequeño y humilde obelisco en el Parque de la Fraternidad donde, supuestamente, deberían ser depositados sus restos.

El 29 de septiembre fueron veladas sus cenizas en el edificio donde radicaba la Liga Antiimperialista de Cuba, en la calle Reina. Allí habló por última vez en público Rubén Martínez Villena, desde el balcón, con un estado febril muy alto y con su enfermedad la tuberculosis en estado terminal. Allí Villena expresó: “Camaradas, aquí está, pero no en ese montón de cenizas sino en este formidable despliegue de fuerzas […] Pero no estamos sólo aquí para rendir este tributo a sus merecimientos excepcionales. Estamos aquí, sobre todo, porque tenemos el deber de imitarlo, de seguir sus impulsos, de vibrar al calor de su generoso corazón revolucionario. Para eso estamos aquí, camaradas, para rendirle de esta manera a Mella, el único homenaje que le hubiera sido grato: el de hacer buena su caída por la redención de los oprimidos con nuestro propósito de caer también si fuera necesario […]”

Pero el régimen que había sustituido a Machado no iba a permitir que sus cenizas descansaran en paz en tierra cubana, porque ello significaba un símbolo subversivo y una reivindicación política para las masa populares que estaban transitando por un período revolucionario muy complejo. Aunque se había autorizado el entierro por parte del gobierno, la reacción burguesa, liderada por Fulgencio Batista -jefe del ejército-y en pleno contubernio con el embajador estadounidense Welles, comenzó una infernal balacera contra la manifestación popular que estaba en la calle esperando para escoltar las cenizas hasta su última morada. También grupos de derecha como Pro-Ley y Justicia y Ejército Caribe se apostaron y comenzaron a ametrallar al pueblo. Allí muere asesinado el niño pionero Paquito González, cuya organización había sido fundada en 1931 (La Liga de Pioneros de Cuba).

A pesar de la gran matanza y confusión, algunos hombres y mujeres del partido comunista logran sacar las cenizas de Mella y las llevan de forma azarosa hasta la imprenta clandestina del PCC, en la Calle Lamparilla, entre Compostela y Aguacate, en la Habana Vieja. Mella entonces no pudo ser enterrado en su patria.

Tendrían que pasar 26 años para que sus cenizas pudieran reposar en una patria libre y soberana, mientras permanecieron atravesando algunas brutales épocas de persecución y terror, en manos de fieles luchadores revolucionarios que la guardaron con celo y amor. El excelso intelectual y dirigente comunista cubano Juan Marinello Vidaurreta, se la entregó al Comandante en Jefe Fidel Castro después del triunfo revolucionario, y estas fueron depositadas en un mausoleo erigido, prácticamente, delante de la escalinata de su Universidad de La Habana, en ocasión del primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en diciembre de 1975. En aquella trascendental ocasión Fidel afirmó: “La reacción persiguió a Mella en vida incansablemente, y lo persiguió también en muerte. Es increíble cómo el pueblo cubano no pudo siquiera dar sepultura a Mella, y cómo los restos mortales de Mella peregrinaron en el clandestinaje para preservarse de la persecución de los enemigos […] Hoy, detrás de las cenizas de Mella, escoltándolas están juntos a los soldados, marchaban también los pioneros. Los pioneros son el símbolo del porvenir, del mañana, de la marcha de la futura de la Revolución, de sus futuras victorias”.

Finalmente, como puede percatarse cualquier lector, esta es la historia real, la auténtica, no aquella que se deriva de lascivas especulaciones y manipulaciones dañinas, enfiladas a causar divisiones y escisiones entre las fuerzas revolucionarias y los pueblos. La Historia como verdad, o aproximación a la misma, es aquella que no miente, porque solo la verdad es revolucionaria. Julio Antonio Mella sigue hoy más que nunca en el corazón de todos los cubanos patriotas, revolucionarios y socialistas. No habrán campañas, artículos, libros y otros textos apócrifos que puedan torcer su estatura de gigante político y líder indiscutible latinoamericano-caribeño.

Notas bibliográficas y referencias:

(1) Angelina Rojas Blaquier Historia del Partido Comunista de Cuba, en Dos Tomos, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2005 y 2006.

(2) Helio Gallardo La crisis del socialismo histórico. Ideología y desafíos, Editorial DEI, Costa Rica, 1991; Colectivo de Autores Cubanos El Derrumbe del Socialismo en Europa del Este. Causas y Consecuencias, Dirección política de las FAR, La Habana, 1992; Colectivo de Autores Cubanos El derrumbe del modelo eurosoviético: una visión desde Cuba, Editorial Félix Varela, La Habana, 1994; Vitali Vorotznikov Mi Verdad, Editora Abril, La Habana, 1995; Camilo Valqui Desde Cuba: el derrumbe del socialismo eurosoviético, Editorial Feijoo, Universidad Central de las Villas, Santa Clara, 1998; Ariel Dacal Díaz y Francisco Brown Infante Rusia. Del socialismo real al capitalismo real, Editorial de Ciencias Sociales y el Centro Memorial Dr. Martin Luther King, JR, La Habana, 2006; Orlando Cruz Capote Unas notas y dos visiones sobre la Perestroika y sus consecuencias, Revista Cubana de Ciencias Sociales, No. 36 – 37, Instituto de Filosofía, La Habana, 2006, pp. 108-126; y, del mismo autor, “Apuntes para un estudio del impacto ideopolítico de la Perestroika en Cuba. 1985-1991”, 2004. Inédito.

(3) Javier Amadeo Mapeando el marxismo; Ellen Meiksins Estado, Democracia y globalización; Pablo González Casanova Colonialismo interno (Una Redefinición); Francois Houtart Los movimientos sociales y la construcción de un nuevo sujeto histórico; John Bellamy El Redescubrimiento del Imperialismo; Terry Eagleton ¿Un futuro para el socialismo?, en La Teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas, Atilio Borón, Javier Amadeo y Sabrina González (Compiladores), CLASO, Buenos Aires, 2006.

(4) Alfonso Ibáñez Modernidad y posmodernidad en la política, Memorias (CEMOS), México DF, febrero de 1992, pp. 53-57; Adolfo Sánchez Vázquez Liberalismo y socialismo, en revista Dialéctica, No. 22, primavera de 1992, Puebla, México, 1992; Néstor García Canclini Culturas hibridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Editorial Grijalbo, México, 1995; Frederic Jameson Ensayos sobre el Postmodernismo, Imago Mundi, Buenos Aires, 1995; Pablo Guadarrama Humanismo, Marxismo y Postmodernismo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998; El Postmoderno, el postmodernismo y su crítica en Criterios, Selección de Desiderio Navarro, Centro Teórico-cultural Criterios, La Habana, 2007.

(5) Ignacio Ramonet Un mundo sin rumbo, Debate, Madrid, 1997; Como nos venden la moto. Información, poder y concentración de medios, Editorial Paidos, Barcelona, 1998; y Propagandas Silenciosas, Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2000; Francis Fukuyama ¿El final de la Historia?, The National Interest, No. 16, 1989, en Comentarios, Artículos y Editoriales, Departamento de Orientación Revolucionaria del CC del PCC, 21 de marzo de 1990, p. 1-7; The End of History and Last Man, Peguin Books, USA, 1992; Samuel Huntington El Choque de las Civilizaciones y la reconfiguración de un nuevo orden mundial, Ediciones Paídos, Ibérica, S.A., Barcelona, 1997; Daniel Bell El fin de las ideologías. Sobre el agotamiento de las ideas políticas en los años cincuenta, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid, 1992; Inmanuel Wallerstein Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, Editorial Siglo XXI, México, 1998; Eric Hobsbawm Sobre la historia, Colección crítica, Editorial Grijalbo-Mondalori, Barcelona, 1998; Paul Ricoeur Ideología y utopía, Gedisa editorial, Barcelona, 1998; Yamandú Acosta Utopía y política en América Latina: entre el capitalismo utópico y el nihilista, en Utopía y Praxis Latinoamericana, Año 8, No. 23, oct.-nov., Universidad de Zulia, Venezuela, 2003; Franz Hinkelammert Crítica a la razón utópica, Editorial Desclée de Brouwer, S.A., 2002; Adolfo Sánchez Vázquez A tiempo y destiempo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2004.

(6) Entre ellos podemos mencionar: los indigenistas, étnicos, raciales, ecologistas, alterglobalización capital transnacional neoliberal, los antibélicos, sindicales, comunitarios, barriales; los antideuda externa, feministas, homosexuales (gay); los campesinos (como el Movimiento Sin Tierra y la Vía Campesina del Brasil), los movimientos anti-Tratados de Libre Comercio (como el que se desarrolla en América Latina contra el NAFTA, el ALCA y los TLC), los religiosos (como la Teología de la Liberación, en el subcontinente Latinoamérica y caribeño), las Abuelas de la Plaza de Mayo y las Madres de la Plaza de Mayo, ambos en Argentina, los pro-derechos humanos, los piqueteros, los cocaleros, etc.

(7) Informe Final de Investigación del Grupo de Axiología y Filosofía Social en América Latina (GALFISA), Diversidad e Identidad en los Movimientos Sociales y Políticos en América Latina, Instituto de Filosofía, CITMA, 2006, en Archivo del Instituto de Filosofía.

(8) Vladimir Ilich Lenin ¿Qué hacer?, Obras Escogidas, en Doce Tomos, T. II, Editorial Progreso, Moscú, 1975, p. 22.

(9) Vladimir Ilich Lenin La Bancarrota de la II Internacional, Obras Escogidas (Ob. Cit.), T. V, Editorial Progreso, Moscú, 1976, pp. 219-275.

(10) En el propio 1919, bajo la égida de la KOMINTERN, se creó la Internacional Juvenil Comunista; la Internacional Sindical Roja se fundó en 1920 y la Organización Internacional de Ayuda a los Luchadores de la Revolución, más conocida como el Socorro Rojo Internacional, en 1922, entre otras organizaciones y organismos dirigidos por los comunistas desde su sede en Moscú. Ver: Vladimir Ilich Lenin Las tareas de la III Internacional, Obras Escogidas, T. X,. (OB. Cit), pp. 80-97; Instituto de Marxismo Leninismo La Internacional Comunista, Editorial Progreso, Moscú, s/f; Manuel Caballero La Internacional Comunista y la Revolución latinoamericana. 1919-1943, Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1987.

(11) Antes del surgimiento del Partido Comunista de Cuba (1925) se habían fundado: el Partido Comunista de Argentina, en 1918; México, en 1919; Uruguay, en 1920; Chile, en 1921; Brasil, en 1922; Guatemala, en 1922, y Honduras, en 1924. Mas tarde fueron creados el PC de Ecuador, en 1926; Paraguay, en 1928; Panamá, en 1930; Perú, en 1930; Colombia, en 1930; Venezuela, en 1931; Costa Rica, en 1931, etc.

(12) V. I. Lenin La Tercera Internacional y su lugar en la historia, Obras Escogidas, T. IX., (Ob. Cit.), pp. 403-411.

(13) El marxismo llega a tierras latinoamericanas y caribeñas a través de algunas traducciones de los textos originales de C. Marx, F. Engels y V. I. Lenin, en el siglo XIX y el XX, realizadas en México, Argentina, los Estados Unidos de América y en otros países europeos como España, Portugal y Francia; pero, principalmente, por el arribo de oleadas de inmigrantes europeos y de la prensa ibérica al subcontinente. Las traducciones de los clásicos fueron incompletas y confusas por el desconocimiento del idioma y porque estuvieron influenciadas, en parte, por otras escuelas, tendencias y corrientes de pensamiento. En, Arnulfo Martínez Verdugo Partido Comunista Mexicano. Trayectoria y Perspectivas, Fondo de Cultura Popular, México D.F., México, 1971; Boris N. Brodovich Las Obras de Marx en América Latina, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, y Astroghildo Pereira Formacao do PCB (Partido Comunista de Brasil), Lisboa, 1978.

(14) En este esfuerzo por conocer el marxismo-leninismo en América Latina-Caribe hay que destacar, a partir de la década del 20, a la Editorial Europa-América de España; la Anderlecht-Bruselas de Bélgica; de algunas editoriales mexicanas, estadounidenses, argentinas, etc. Asimismo, las publicaciones de las revistas “La Internacional” editada en Moscú y traducida a varios idiomas, en especial, en inglés, francés y alemán; “Venezuela Libre” y “América Libre”, ambas gracias a los esfuerzos de la Liga Antiimperialista de las Américas; “La Correspondencia Sudamericana”, del Secretariado Sudamericano (Argentina); “Mundo Obrero”, del Buró del Caribe, “Luchador del Caribe”; “El Machete” del PC de México, entre otros órganos de prensa comunistas de la región. En Cuba se destacaron los periódicos del primer Partido Comunista de Cuba (1925): “Lucha de Clases” (entre 1924 y 1925), “Justicia” (1925-1927), “El Trabajador” (1931-1933), “Bandera Roja” (1933-35) y “Hoy”, (desde 1938, conjuntamente con “Carta Semanal” (1953-1959), hasta 1965 cuando se funde con el periódico “Revolución” y, se crea, el diario “Granma”. También circularon el diario “Juventud Obrera” (órgano de la Liga Juvenil Comunista fundada entre 1928 y 1929), “Mella”El centinela” (dirigido a los soldados y marinos), “Línea” (del Ala Izquierda Estudiantil-1931), “Confederación” (de la CNOC- 1934), órgano de Defensa Obrera Internacional-1931), “ entre otros.

(15) Orlando Cruz, Ídem; El movimiento revolucionario latinoamericano. Primera Conferencia de los Partidos Comunistas de América Latina, junio de 1929; en Archivo del Instituto de Historia de Cuba.

(16) La historia de las distintas organizaciones socialistas y marxistas que antecedieron al PCC antes de 1925 es la siguiente: Partido Socialista Cubano (1899), Partido Popular (1900), Club de Propaganda Socialista (1903), Partido Obrero (1904), Partido Obrero Socialista (1904), Partido Socialista Internacional (1905), Partido Socialista de Cuba (1906), Agrupación Socialista de La Habana (1918), Agrupación Comunista de La Habana y otras, de ocho regiones del país, entre 1923 y 1925. En Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba Historia del Movimiento Obrero Cubano. 1865-1958, en dos tomos, Editora Política, La Habana, 1985, y Angelina Rojas Historia del Primer Partido […], Tomo I, Ob. Cit.

(17) Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba Carlos Baliño. Documentos y Artículos, Editado por el DOR del CC del PCC, La Habana, 1976.

(18) Erasmo Dumpierre Julio Antonio Mella: Biografía, Editorial Orbe, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1975; Pedro Luis Padrón Julio Antonio Mella y el movimiento obrero, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1980.

(19) Rubén Martínez Villena Las contradicciones internas del imperialismo yanqui en Cuba y el alza del movimiento revolucionario, en revista Mundo Obrero, órgano del Buró del Caribe de la IC, mayo 1933, Nueva York, EE.UU., en Archivo del Instituto de Historia de Cuba.

(20) Alfredo Martín Fadragas Mella. Nacimiento de un líder, Ediciones Extramuros, Centro Provincial del Libro y la Literatura, Ciudad de La Habana, 2001.

(21) Aunque, en el juicio interno al que lo sometió el CC del PCC, Mella si estuvo muy irritado y molesto con sus compañeros. En el Acta de dicha reunión Julio Antonio respondió acerca de sí había pedido autorización para la huelga de hambre: “[…] Sólo recibí un posible acuerdo del CC en carta sin firma y sin cuño y en forma tal de injusticia insultante que nunca creí pudiese ser acuerdo de un CC del PC a un moribundo, a los 17 días de huelga.” Y en carta posterior afirmó que “[…] Es una cobardía que se me esté acusando sin haberme juzgado. Solo a envidiosos y cobardes se les ocurre esto. […] sino me dejan defenderme son todos unos miserables” Ver: Acta de la discusión con Julio Antonio Mella, fondo 6, primer Partido Comunista de Cuba y Carta de Julio Antonio Mella al Comité Central, Ídem., en Archivo del Instituto de Historia de Cuba.

(22) Orlando Cruz Capote La Liga Antiimperialista de las Américas: el antiimperialismo y las primeras intenciones de articular el marxismo y el latinoamericanismo en la América Latina y el Caribe. (1925-1935-37). Pendiente de publicar en los Anuarios Martianos. Inédito.

(23) La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se fundó en diciembre de 1922. Mella la visita desde el mes de febrero hasta aproximadamente abril de 1927. Allí participó en el IV Congreso de la Internacional Sindical Roja y se entrevistó con dirigentes del Socorro Rojo Internacional. Además que escribió y discutió diversas ponencias en la KOMINTERN, que fueron publicadas en ese país posteriormente. Ver: Erasmo Dumpierre Julio Antonio Mella. Biografía, Ob. Cit.

(24) Raquel Tibol Julio Antonio Mella en El Machete, Fondo de Cultura Popular, México, 1968.

(25)Julio Antonio Mella Lenine Coronado (febrero de 1924), en Mella. Documentos y Artículos, Instituto de Historia del Movimiento Comunista y de la Revolución Socialista de Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 87-88.

(26) Ídem., Los Nuevos Libertadores (noviembre de 1924), p. 124.

(27) La obra escrita, revisionista y oportunista, de Víctor Raúl Haya de la Torre fue prolifera, entre las que podemos citar: “El antiimperialismo y el APRA”; “Construyendo el Aprismo”, “Espacio-Tiempo Histórico”, “30 Años de Aprismo”, etc. En 1931, ya está proponiéndose para la presidencia del Perú, entre otros intentos frustrados que repetiría a lo largo de su vida. Además, mintió cuando creó una farsa al pretender enrolarse en las huestes del famoso “Pequeño Ejército Loco” del General de Hombres Libres Augusto César Sandino, en Nicaragua, hecho que nunca consumó. La visión aprista de que era el campesinado, los estudiantes y las capas de la pequeña y mediana burguesía quienes dirigirían los combates antiimperialistas, fue una revisión profunda del marxismo y el leninismo en América Latina y el Caribe.

(28) Ana Núñez Machín Rubén Martínez Villena, UNEAC, La Habana, 1970; Rubén Martínez Villena, Colección Órbita, Instituto Cubano del Libro, La Habana, diciembre de 1972; Testimonios de varios compañeros de lucha de Rubén Martínez Villena, en revista Santiago, No. 16, Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, diciembre de 1974; Ana Núñez Machín El joven Rubén, Editorial Gente Nueva, Ciudad de La Habana, 1981; Raúl Roa García El fuego de la semilla en el surco, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1982; Rubén Martínez Villena Poesía y prosa. Antología, Editorial de Letras Cubanas, La Habana, 1983; Angelina Rojas y Ana Núñez Machín Asela mía, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2000; Olivia Miranda Francisco Rubén Martínez Villena: ideario político, Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP), La Habana, 2003; Carlos E. Reig Romero Correspondencia de Rubén Martínez Villena (mayo 1912-mayo 1933), Selección y Notas del Autor, Editorial Unicornio, La Habana, 2006; Mella, 100 años. Selección, prefacio y notas Ana Cairo, Editorial Oriente, Editorial La Memoria, Santiago de Cuba, La Habana, 2003; Caridad Massón Rubén: desde el recuerdo y la esperanza, Editorial Unicornio, La Habana, 2006.

(23) Podemos mencionar, la lucha del “General de Hombres Libres” Augusto César Sandino y su “Pequeño Ejército Loco” contra la intervención militar norteamericana (1927-1934); la insurrección campesina en El Salvador dirigida por el PC y su dirigente Farabundo Martí (1932) y, el “Movimiento Tenentista” en Brasil (1930-1935), encabezado por Luis Carlos Prestes; también la llamada República Socialista en Chile (1931-1932) y el ascenso del patriotismo militar pequeñoburgués en Bolivia y Paraguay.

Dr. Orlando Cruz Capote, Investigador Auxiliar, Instituto de Filosofía, Cuba