Ficciones el intelectual y el poder en El Salvador (1928-1932)

Ficciones el intelectual y el poder en El Salvador (1928-1932)

Publicado por: Tres Mil 7 noviembre, 2015 en Suplemento Tres Mil

Rafael Lara-Martínez

New Mexico Tech,

soter@nmt.edu

Desde Comala siempre…

“La poesía es más filosófica que la historia”, Aristóteles

Más allá de la memoria se halla el archivo, a menudo oculto a la mirada actual. De su búsqueda nace la ficción. Se le llama literatura, porque su nombre evoca la letra. Transcribe signos en vez de calcar los hechos antecesores del habla. En su afición funeraria excava un mundo deslucido, sin más esmalte que lo negro y lo blanco. En su arcaísmo, ignora la técnica del color. Por hábito milenario, la tinta oscura se imprime en la página lechosa del fondo. Su labor la realiza el encierro en una celda bibliotecaria. En el claustro, el registro de lo antiguo despierta los espectros y los difuntos. Pervive en un 2 de noviembre intacto, cual fósil recluso del tiempo. A contracorriente, retrocede hacia un origen —furtivo quizás— sitio de la palabra. De ahí escarba un logos escrito en el silencio retraído de los comienzos (arkhe). Su arqueología no surge del sentimiento íntimo ni del recuerdo. La ficción germina de la huella recóndita que estampa el luto perenne de lo escrito. Lo dibuja, para que el presente no olvide oficiar el réquiem de un pasado que siempre resulta peor. Sin ilusión de semejanza con lo actual, salvo la añoranza de lo perdido, que jamás fue.

I.

La ficción literaria consiste en documentar la presencia de tres grandes intelectuales latinoamericanos antes de la revuelta de 1932 en El Salvador: el peruano Víctor Haya de la Torre (23 de agosto-14 de septiembre de 1928), el mexicano José Vasconcelos (18 de noviembre de 1930) y la chilena Gabriela Mistral (19 de septiembre-9 de octubre de 1931). A nivel político, el trío difunde una conciencia bolivariana continental, a la vez que inculcan ideas antiimperialistas, indigenistas y, hacia la época, de apoyo a la lucha de César Augusto Sandino. Asimismo, en lo cultural, promueven la educación popular y la producción poética propia. La ficción indaga los vínculos de estos escritores con los intelectuales nacionales. A. Masferrer recibe a Haya de la Torre en su periódico Patria; Julio Enrique Ávila, entre otros, a Vasconcelos y Mistral en la Universidad Nacional, quien por paradoja luego apoya a Maximiliano Hernández Martínez al forjar el nombre literario del país: “el Pulgarcito de América” (http://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/2190/1/3.%20Cronica%20de%20encuentro%20con%20el%20Pulgarcito%20de%20America.pdf).

Tradicionalmente de izquierda —calco pasado del presente— esas tres posiciones revierten sus valores en suelo salvadoreño. No incitan ni expresan necesariamente su defensa de la revuelta de 1932, como tampoco condenan el quehacer represivo posterior (véase, G. Mistral, “El Salvador”, Repertorio Americano, 2 de septiembre de 1933). Existe evidencia documental —ficticia por supuesto— que apunta lo contrario. Hacia diciembre de 1931, ante muchos intelectuales nacionales y del istmo, el general Maximiliano Hernández Martínez figura como presidente antiimperialista sin reconocimiento de Washington y en oposición a empréstitos extranjeros (véase: Octavio Jiménez Alpízar, “Estampas. Si El Salvador capitula… Urge ya el ejemplo viril. Ya no queremos más el tutelaje del amo yanqui”, Repertorio Americano, Tomo XXIII, No. 22, 12 de diciembre de 1931 y placa de Asamblea Legislativa (1937) y A. Masferrer, “Contra el presidente Araujo”, Diario Latino, diciembre de 1931 (cortesía de Caralvá), al igual que V. Sáenz, Rompiendo cadenas, las del imperialismo yanqui en Centroamérica. México, D. F.: Editorial Ciade, 1933).

Años después, Martínez se configura en mecenas del arte indigenista por su aporte financiero a la Primera Exposición Centroamericana de Arte en Costa Rica (“Salarrué en Costa Rica (1935)”, http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=2257). También se consolida por sus gestiones de atraer a Vasconcelos a su gobierno y por el reconocimiento del Instituto Indigenista Interamericano (1941). Según la ficción documental, defienden su presidencia quienes celebran la gesta de Sandino en pleno 1932 y durante su largo mandato (G. Alemán Bolaños y luego A. Guerra Trigueros, etc.). La poesía exhuma documentación primaria olvidada en los periódicos y las revistas nacionales y latinoamericanas, así como interpreta un capítulo inédito de la literatura salvadoreña.

A la historia en boga según la cual Martínez gobierna sólo por terror y opresión, el proyecto ficticio agrega una hipótesis descabellada y engorrosa, a saber: el apoyo ideológico e intelectual a su presidencia. Martínez no sólo deriva su prestigio del cargo de presidente del Ateneo de El Salvador en 1929, el cual ocupa el General Calderón en 1932. También, se renombre procede de las redes teosóficas, así como del apoyo editorial al regionalismo de Salarrué, L. Mejía Vides, A. Guerra Trigueros, C. Lars, M de Baratta, S. Flores, etc., en revistas oficiales como la de la Biblioteca Nacional o la de la Logia Teotl (nótese el término náhuatl-mexicano).

Si la gesta antiimperialista de Haya de la Torre la diluye el golpe de estado de diciembre de 1931, el indigenismo de Vasconcelos y Mistral lo disuelve una política cultural de la misma índole. Su tesón disemina la obra de sus mayores exponentes nacionales por un “leer y escribir” masferreriano. Mientras los hechos comprobados auguran que a los campesinos analfabetas —a los indígenas náhuat-pipiles— los incitan las tertulias poéticas y las lecturas de los autores latinoamericanos clásicos —Haya de la Torre, Mistral, etc.— la ficción documenta la distancia entre la élite intelectual y los insurrectos. Los letrados recriminan que se “habla de degollar” –al reclamar la “justicia”— y organizar “su levantamiento de venganza”.

La enemistad entre los hechos en bruto, la historia, y la palabra, la poesía, es milenaria. La historia fotografía hechos sin palabras, mientras la ficción restituye un mundo donde las palabras crean las cosas. En su ficción ancestral, en su uso performativo (hágase la luz; Ud. es culpable; lo nombro ministro…), las palabras declaran el contenido subjetivo de los objetos que nombran.

Arquitectura Moderna en El Salvador

Arquitectura Moderna en El Salvador1
Sandra Gutiérrez Poizat,
Departamento de Organización del Espacio_UCA

Abstracto—El siguiente artículo se basa en el trabajo de investigación sobre Arquitectura Moderna en El Salvador, parte del tema estratégico de Historia y Teoría de la Arquitectura, del Departamento de Organización del Espacio (DOE).

Se ha identificado el período moderno (1940-1980) como uno de los más intensos en producción espacial a nivel local. Interesa explorar las determinantes que dieron pie a esta particular situación desde diversos ángulos:
a) por un lado la formación tanto a nivel político como económico del Estado-Nación, expresada en nuevas instituciones y en nuevas espacialidades;
b) la formación de los profesionales dedicados al diseño y construcción, quienes se ven profundamente influenciados por las ideas del modernismo internacional, pero que deben al mismo tiempo adaptarse a las particularidades del trópico;
c) los nuevos lenguajes formales, que rompen con los estilismos de períodos anteriores y que en gran medida son posibles gracias a la
introducción de nuevas tecnologías y materiales.

Índice de términos— Arquitectura, Arquitectura Moderna,
Modernismo en El Salvador, Modernismo Internacional.

I. INTRODUCCIÓN

COMO se ha mencionado antes, el período identificado como moderno en la arquitectura salvadoreña, y que para efectos de esta investigación se ha centrado entre los años de 1940 y 1980, ha sido uno de los más prolíferos en producción espacial. Estudiando los procesos históricos tanto salvadoreños como mundiales, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, nos damos cuenta que las determinantes económicas, políticas y sociales de la época, preparaban a El Salvador para profundos cambios en su configuración espacial, notablemente en su producción arquitectónica.

Nos ha llamado profundamente la atención al trabajar con más detenimiento en la investigación, que dichos cambios y las determinantes que los propiciaron han sido poco estudiados en el país, y mucho menos de una forma científica y extensa.

1. Este trabajo ha sido posible gracias al apoyo de la Cooperación Española, a través de la Junta de Andalucía y la Consejería de Obras Públicas, quienes financiaron la investigación para la Guía de Arquitectura de El Salvador.
Producto de dicha investigación se identificó el período moderno como tema a investigar con mayor profundidad. El DOE decide entonces apoyar la investigación con Trabajos de Graduación, y participar en equipo junto con los Departamentos de Comunicaciones y Cultura y Audiovisuales UCA, en el concurso para fondos de investigación UCA 2012-2013, el cual se ganó. Este trabajo se apoya en todos estos trabajos, con especial énfasis en el Trabajo de Graduación 2012, Arquitectura Moderna en El Salvador de las décadas de
1940 hasta finales de 1970.
Los investigadores participantes son:
Coordinadora: S. Gutiérrez Poizat, trabaja en el Departamento de Organización del Espacio (DOE), de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), Boulevard de Los Próceres, La Libertad, El Salvador (sgutierrez@uca.edu.sv).
Colaboradores: C. Cornejo (cristy.cornejo@gmail.com), G. Gónzalez (german.egc@gmail.com), R. Torres (alohachio_10@hotmail.com).

Algunos trabajos de graduación sobre todo en la Universidad Albert Einstein, han sido de gran ayuda para esta investigación. El único libro dedicado al estudio parcial del este período, Historia de la Arquitectura Contemporánea en El Salvador, de O. Monedero [1], que salió a la luz en 1970, presenta sobre todo una colección de obras, lamentablemente con mínimas reflexiones, sin embargo posee el gran mérito de ser el único libro dedicado al tema desde 1970 hasta su re-edición en 2011. Esto significa cuarenta y un años de deuda
con la arquitectura moderna en El Salvador.

Para poder organizar el trabajo que hemos emprendido desde el DOE, hubo que sentar algunas premisas:
1) la abundante producción arquitectónica de El Salvador entre 1940 y 1980 fue posible gracias a particulares determinantes económicas, políticas y sociales promovidas en la mayoría de los casos desde el Estado, dichas determinantes se expresan en nuevas instituciones y nuevas espacialidades
¿Cuáles son esas determinantes? ¿Qué nuevas instituciones promueven? ¿Qué programas sociales producen? y ¿cómo se traducen en programas espaciales?
2) Para que exista producción arquitectónica deben haber profesionales encargados de los diseños y la construcción de las mismas, hasta 1954 no existe ninguna escuela de arquitectura en El Salvador, por lo tanto ¿quiénes eran esos profesionales del diseño?, ¿en dónde se formaron?, ¿cuáles
son las características espaciales particulares que le imprimen a sus obras?
3) al introducir el término arquitectura moderna, estamos haciendo alusión directa a un tipo de lenguaje espacial reconocido internacionalmente como característico de cierto tipo de diseños, este lenguaje surge en El Salvador gracias a la influencia del movimiento moderno internacional, pero además a la introducción de nuevos materiales y técnicas constructivas que posibilitan el cambio de lenguaje. Nos preguntamos entonces ¿quiénes introducen los nuevos lenguajes? ¿Cómo llegan al país las nuevas tecnologías y materiales? ¿Cómo son aplicadas?

Existe además una relación adicional a explorar que por el momento se está trabajando en un nuevo proyecto de investigación junto con el Departamento de Comunicaciones y Cultura y AudiovisualesUCA (2012-2013). Esta relación es la existente entre la producción arquitectónica y las bellas artes, sobre todo aquellas que tienen más afinidad con una obra edificada como el muralismo o la escultura. En este artículo se mencionarán algunas obras que llevan impresa una marca particular de trabajo conjunto entre arte y arquitectura. Sin embargo las profundizaciones al respecto se presentarán en
futuros documentos

II. METODOLOGÍA DE TRABAJO

Para llevar a buen término nuestra investigación recurrimos
a la siguiente metodología de trabajo:

A. Definición del período de estudio

¿Cómo definir el período a estudiar? Basándonos en las categorías de clasificación de obras propuestas por la Guía de Arquitectura de El Salvador, y bajo criterios de formalismos espaciales de las obras de arquitectura del movimiento moderno internacional, observamos que hacia principios de 1940 aparecen en el país algunas obras “diferentes”.

La diferencia se observa en dos aspectos principalmente: el lenguaje espacial, que toma distancia de los neo-clásicos y neo-góticos extensamente utilizados hasta el momento; y la introducción de nuevas técnicas constructivas, especialmente las estructuras metálicas y el concreto armado.
Las décadas de 1950 y 1960 son las más fértiles en producción de obras, muy condicionada por las particulares circunstancias de bonanza económica del país en esos años.

También es en este período que aparece la primera escuela de arquitectura. Además de haberse experimentado mejor con las nuevas técnicas constructivas y materiales disponibles en el mercado lo que posibilita el diseño de formas más “atrevidas”.

De 1970 a 1980 se percibe un descenso en la producción en términos cuantitativos, una vez más afectada directamente por la menor disponibilidad de fondos, pero sobre todo por ser años de conflicto social previos al inicio de la guerra civil salvadoreña (1981-1992), período este en el que la producción desciende notablemente. Pero sobre todo, en el que muchas de las continuidades se quiebran.

B. Búsqueda de información

1) Archivo Guía de Arquitectura de El Salvador
Una vez definido el período de estudio se procedió a identificar un listado preliminar extenso de obras de arquitectura moderna, entre 1940 y 1980, tomando como base el acervo de la Guía de Arquitectura de El Salvador.
2) Búsquedas en otros archivos
Una vez elaborado el listado preliminar, se procedió a confrontarlo con otras posibles fuentes: Trabajos de Graduación tanto de la UCA, como de otras universidades, principalmente la Universidad de El Salvador y la Universidad
Albert Einstein; el Archivo General de la Nación y archivos privados que nos fueron generosamente puestos a disposición, en especial el archivo personal del arquitecto Leonel Avilés.

Esta nueva búsqueda de información posibilitó dos procesos paralelos: 1) confirmar la importancia de algunas obras del listado extenso; 2) permitir descubrir otras obras que no se habían tomado en cuenta inicialmente.

A partir de esta búsqueda en archivos se depura el listado preliminar de obras. Clasificándolas además en diversas categorías que permiten un mejor estudio de los programas y tipologías.

C. Otras fuentes bibliográficas

Se consultaron además otras fuentes bibliográficas como periódicos y revistas de la época, el Diario Oficial, así como una serie de libros base de historia local, internacional y del movimiento moderno.

D. Entrevistas

Una vez identificados los proyectos en una lista depurada, se procedió a entrevistar a algunos de los autores clave de las obras, así como profesionales que se han dedicado a hacer algunas investigaciones históricas relacionadas con el tema.

Especial agradecimiento merecen los arquitectos: Juan José Rodríguez, Alberto Harth, Carlos Ferrufino, Leonel Avilés, Joaquín Aguilar, Roberto Dada, Ehrentraut Schott de Katstaller, Ricardo Carbonell, Ernesto García Rossi y Rubén Martínez. Así como el ingeniero René Suárez.

Esta ronda de entrevistas permitió nuevamente dos procesos paralelos: 1) depurar una vez más el listado de obras; 2) obtener valiosa información adicional sobre el contexto y los autores de varias de las obras propuestas como representativas.

E. Catalogación y depuración de obras

La catalogación y depuración de obras se hizo respondiendo a los siguientes criterios:
1) para la época se identifican una serie de programas sociales que se traducen en programas espaciales, algunos de ellos novedosos en el país como la preocupación por la vivienda de interés social, o los complejos recreativos, esto permitió agregar categorías nuevas a otras más tradicionales como las edificaciones religiosas;
2) en cuanto a las formas, se incluyen en el listado de obras representativas aquellas que introducen el uso de elementos novedosos, o elementos que siendo tradicionales se utilizan de forma novedosa en el manejo espacial, esto último sucede sobre todo en las adaptaciones locales del lenguaje moderno internacional;
3) finalmente existen algunas obras dentro del listado que son únicas en el contexto salvadoreño, por ejemplo aquellas que por sus mismos programas espaciales difícilmente se pueden repetir, u obras singulares de un enorme valor espacial encargadas en la mayoría de casos por clientes privados.

F. Listado de obras
A continuación se presenta el listado final de obras seleccionadas,
Agrupadas en las clasificaciones correspondientes:

TABLA I

LISTADO DE OBRAS PRIVADAS REPRESENTATIVAS DE ARQUITECTURA MODERNA EN EL SALVADOR 1940-1980

OBRAS PRIVADAS
CATEGORIA OBRA AUTOR AÑO
Edificios Comerciales Edificio García Rossi Ernesto García Rossi 1954
Casa Ortíz Jaime Paz Larín 1963
Casa Díaz Ricardo Carbonell 1965
Vivienda Unifamiliar Casa Salaverría Juan José Rodríguez 1965
Casa Alfaro Jaime Paz Larín 1965
Institucional Edificio Cajas de Crédito Juan José Rodríguez 1964
Edificios Educativos Campus UCA
(primera etapa)
Juan José
Rodríguez
1968

Edificios Religiosos Capilla de San
Benito
Armando Sol 1948
Capilla San
Ignacio de
Loyola
Salvador Choussy
1963
Parroquia
Corazón de
María
Manuel Meléndez
1966

Iglesia del
Perpetuo
Socorro
Roberto Monge –
Francisco Ferri
1969

Iglesia El
Rosario
Rubén Martínez
1964-
1971

Fuente: Elaboración propia.

TABLA II
LISTADO DE OBRAS PRIVADAS REPRESENTATIVAS DE ARQUITECTURA MODERNA EN EL SALVADOR 1940-1980
OBRAS PUBLICAS
CATEGORIA OBRA AUTOR AÑO IMAGEN
Centros Urbanos/ Vivienda en Altura Centro Urbano
Montserrat
Equipo de
diseño
Instituto de
Vivienda
Urbana (IVU) 1951

Centro Urbano
Libertad Equipo de
diseño
Instituto de
Vivienda
Urbana (IVU) 1957
Centro Urbano
José Simeón
Cañas
Equipo de
diseño
Instituto de
Vivienda
Urbana (IVU)
1967
INSTITUCIONAL
Torres Lotería
Nacional y ex
Ministerio de
Economía
Benjamín
Cañas
1970
Palacio Corte
Suprema de
Justicia
Carlos Rosales
1976
Torre del
Ministerio de
Gobernación
Manuel
Meléndez
1977
EDIFICIOS
EDUCATIVOS
Edificios varios UES
Facultad de
Ingeniería y
Arquitectura
Karl Katstaller
+ Ehrentraut
Schott de
Katstaller
1955

Comedor
Universitario
Gonzalo
Yánez Días
1965

CONJUNTOS
RECREATIVOS Hotel de
Montaña del
Cerro Verde
René Suárez
1958
Centro Obrero
Constitución de
1950
Oscar Reyes 1958
MONUMENTOS
Monumento a la
Revolución
Martín Schultz
+ Oscar Reyes
/ Violeta
Bonilla +
Claudio
Cevallos
1958
EDIFICIOS
EDUCATIVOS
Campus UCA
(primera etapa)
Juan José
Rodríguez
1968
INFRAESTRUCTURA
Edificio
Administrativo
de CEPA en
Acajutla
KarlKatstaller
+ Ehrentraut
Schott de
Katstaller
1958

Fuente: Elaboración propia.

TABLA III
LISTADO DE OBRAS DESAPARECIDAS REPRESENTATIVAS DE ARQUITECTURA MODERNA EN EL SALVADOR 1940-1980
OBRAS DESAPARECIDAS

CATEGORÍA
OBRA
AUTOR
AÑO
IMAGEN
EDIFICIOS
RECREATIVOS
Ex cine
Viéytez
Benjamín Cañas
1969
INSTITUCIONAL
Ex Biblioteca
Nacional
Armando Muñiz /
EhrentrautSchott de
Katstaller
1959

Fuente: Elaboración propia.

III. ANÁLISIS

Para poder hacer un análisis de las obras seleccionadas se procedió a estudiar, además del período establecido (1940-1980), algunos años previos en los que se dan ciertos antecedentes importantes.

A. Antecedentes

Se determinó un primer período de 1850 a 1900, en el que a pesar de manifestarse bastante inestabilidad en el ámbito político (luego de la independencia de España en 1821), los gobiernos de la época inician algunas obras públicas importantes para la consolidación de la imagen de la República.

En el ámbito económico se introduce el cultivo del café, que años más tarde llegaría a ser el producto de exportación más importante de El Salvador y fuente de recursos para emprender obras físicas de grandes proporciones.
Acompañando al café se introducen ciertas infraestructuras y servicios básicos en las áreas de comunicaciones y transporte: el tranvía (1865), el telégrafo (1870) y el tren (1882).

En términos sociales y culturales se apuesta por mejorar el nivel de las instituciones educativas, reforzando por un lado la instrucción popular a través de la construcción de escuelas públicas rurales y urbanas; por otro lado se siente la necesidad de contar con una institución de educación superior,
fundándose la Universidad Nacional (1841), y la Biblioteca y el Archivo Nacional (1870).

La arquitectura estatal de la época emula a la utilizada en Europa y Estados Unidos como imagen de los Estados independientes, de fuerte acento Neoclásico. Ejemplo de ello es el antiguo Palacio Nacional, construido en 1868, y el antiguo Teatro Nacional de 1886 [2]. Ambos edificios fueron
destruidos por un fuerte terremoto en 1873.

Fig. 1. Antiguo Teatro Nacional, San Salvador, 1886. Fuente: S. Grant, Postales Salvadoreñas de ayer, 1900-1950

Un segundo período es el comprendido entre 1900 y 1940. En 1917 San Salvador es destruido por un fuerte terremoto provocado por la erupción del volcán de San Salvador. La reconstrucción de la ciudad permite que se introduzcan nuevos materiales y nuevas tecnologías, más acordes a la condición sísmica del país. Es en esta época que se introducen los
edificios de estructuras metálicas y envolventes (paredes y techos) de lámina, como el Hospital Rosales (1902) [3], muchos de ellos comercializados por catálogo (procedentes sobre todo de Bélgica, Francia y Alemania). Asimismo se comienza a experimentar con el concreto armado.

En esta época los diseñadores y constructores eran ingenieros civiles, maestros de obra y artesanos. Algunos arquitectos extranjeros como Augusto Baratta (Italia) y Brutus Targa (de probable nacionalidad Italiana o Filipina) [4-6], realizaron las primeras obras en concreto armado en el
país, entre otros la Villa Cipactli (por Augusto Baratta, en 1925), y el llamado “Castillo de la Policía” (por BrutusTarga, entre 1930-1932).

Fig. 2. Villa Cipactli, San Salvador, 1925. Fuente: archivo familia Baratta.

Sin embargo, a pesar de introducirse nuevas técnicas constructivas y materiales, los lenguajes de las obras arquitectónicas se mantuvieron bastante conservadores, continuándose los neoclásicos e introduciéndose algunas obras neogóticas (Basílica del Sagrado Corazón, 1903), o el llamado
neo-indigenismo (Villa Cipactli, 1925).

En el ámbito privado sobresale la obra de los arquitectos salvadoreños Armando Sol (1909-1983) y Ernesto de Sola. Ambos formados en el extranjero. Sol se gradúa de la Escuela Superior de Arquitectura Saint-Luc, Institut Jean Bethune(Bélgica) en 1933, incorporándose a la Universidad de
El Salvador en la Facultad de Ingeniería, en 1935; de Ernesto de Sola se tienen menos datos, pero se sabe que estudio en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Su obra es ampliamente reconocida destacando el desarrollo urbano de la
colonia Flor Blanca, en San Salvador, donde además diseñaron varias casas particulares [7-8]. Bajo el gobierno del general Maximiliano Hernández
Martínez (1882-1966, presidente entre 1931-1944), nuevas instituciones de gobierno son creadas, como el Fondo de Mejoramiento Social (1932), y la Junta de Fomento y Obras Públicas (1934), las cuales invierten en diversos proyectos de infraestructura como carreteras, puentes y alcantarillado. En este período además que se introduce el automóvil (1915) y por tanto se inicia la pavimentación de San Salvador (1925).

Si bien es cierto las obras locales de arquitectura y urbanismo de este período siguen siendo tímidas en sus formas y lenguajes con respecto a los movimientos de arquitectura moderna internacionales en auge (en 1928 se realiza el primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, CIAM, en
La Sarraz, Francia) [9], siendo prioritaria la inversión en obras públicas. Es esta inversión la que permite por primera vez construir una imagen de país.
La construcción de la carretera Panamericana (1932) y del puente Cuscatlán (1939) [10], permite cruzar la barrera del río Lempa y unir las zonas occidental y central de El Salvador, con la zona oriental. Es
posible a partir de este momento pensar además en redes de inversión a nivel nacional (escuelas, mercados, alcaldías, hospitales, cines, entre otros).

B. Modernidad en El Salvador

Al referirnos a la modernidad en El Salvador hablamos, además de la arquitectura y el urbanismo, de la idea de modernidad que surge en los primeros años del período en estudio (1940-1960). El país se “moderniza” a través de la inversión en obras civiles como las carreteras y puentes antes
mencionados, pero también de otras obras como las presas hidroeléctricas, la introducción del alumbrado público y el alcantarillado,que cambian el estilo de vida de miles de salvadoreños, especialmente en las zonas urbanas.

Los gobiernos militaristas que se suceden en estos años, el del general Salvador Castaneda Castro (1888-1965), entre 1945-1948; el del teniente coronel Oscar Osorio (1910-1969), entre 1948-1956; y el del teniente coronel José María Lemus (1911-1993), entre 1956-1960 [11], empiezan a tener cada vez más conciencia del poder de la imagen del objeto arquitectónico como promotor de las ideas de modernidad para la nación.

Es en este período que el despunte de los precios del café a nivel internacional permite contar con suficientes recursos económicos para emprender una diversidad de inversiones en infraestructura y equipamiento públicos. Aparece entonces la figura del “Estado Benefactor”. Se crean entonces nuevas
instituciones públicas que canalizan dichos recursos y son las encargadas de impulsar el “bienestar social”, entre otras están: la Junta Nacional de Turismo (1945), la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa, CEL (1945), el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, ISSS (1949), la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma, CEPA (1949), el Instituto de Vivienda Urbana, IVU (1950), y la Dirección de Urbanismo y Arquitectura, DUA (1950).

Por otra parte, en el ámbito privado, surgen numerosas empresas dedicadas a la producción y comercialización de materiales para la industria de la construcción, entre otros se encuentran: Cementos de El Salvador S.A., CESSA, que abre su primera planta en playa Las Flores, Sonsonate, en 1949; SALVANITE, fundada en 1948, y que en 1958 cambiaría su
nombre a Industrias Eureka (en la actualidad se le conoce como AMANCO); y SOLAIRE que desde 1958 se dedica a la comercialización de productos de aluminio, pvc y vidrio [12-15].

Un hecho de trascendental importancia para la arquitectura de El Salvador en estos años fue la fundación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional de El Salvador, UES, en 1954. Adscrita a la Facultad de Ingeniería, que cambia su nombre por Facultad de Ingeniería y Arquitectura. Sin embargo este hecho no significa que no continuaran
formándose arquitectos y arquitectas salvadoreños en el extranjero, así tenemos a Juan José Rodríguez, Manuel Meléndez y Dikky Mejía (Estados Unidos), Ricardo Carbonell (El Salvador 1926) en Italia, y Renato Romero y Gonzalo Yánez Díaz (México).

No será hasta años más tarde (a finales de los ‘60s y durante la década de 1970), que algunos de los profesionales salvadoreños formados en esta escuela, edificarán obras relevantes para la arquitectura nacional.
Mientras tanto llegan al país algunos arquitectos extranjeros que se incorporan a trabajar en los equipos del DUA, IVU, en la Escuela de Arquitectura y eventualmente abren sus prácticas privadas.

Entre los que más obras realizaron se encuentran los esposos Karl Katstaller (Austria1921- EstadosUnidos 1989) y EhrentrautSchott de Katstaller (Austria 1924), ambos de origen austríaco, junto a ellos colaboraban los
arquitectos Martin Schultze (Alemania) y Rolf Strahle (Suecia)[16].

Desde el gobierno central se impulsa el trabajo conjunto entre arquitectos e ingenieros y artistas plásticos. De esta forma sobre todo pintores y escultores como Carlos Cañas (1924), los españoles Benjamín Saúl (1924-1980) y Valentín Estrada (1902-1987), el mexicano Claudio Cevallos, Violeta
Bonilla (1924-1999), y el costarricense Francisco Zúñiga (1912-1998) [17-18].

En estos años se diversifica notablemente el programa social promovido por el estado, y por ende surgen nuevos programas arquitectónicos y urbanos que se concretizan en proyectos de vivienda de interés social, tanto rural como urbana; conjuntos habitacionales en altura; y espacios públicos que incluyen los tradicionales parques y plazas, pero también espacios públicos comunales dentro de los conjuntos de vivienda, así como centros recreativos y monumentos.
La labor del DUA en estos años es fundamental y el equipo de ingenieros, arquitectos y dibujantes de la época, incluía a varios de los más sobresalientes profesionales, algunos en formación, otros con carreras ya consolidadas. Muchos de ellos combinaban la docencia con la práctica, siendo profesores en la escuela de Arquitectura de la UES. A continuación se detalla el equipo que trabajaba en la DUA en 1953.

TABLA IV
LISTADO DE INGENIEROS, ARQUITECTOS Y DIBUJANTES DEL EQUIPO DE LA DUA EN 1953.
CARGO NOMBRE
Ministro de Fomento y Obras
Públicas Ing. Atilio García Prieto
Dirección DUA
Director General Director General
Arq. Renato Romero Colocho
Sub-director
Arq. Rafael Justiniano Rivera
Departamento de Urbanismo
Ingeniero jefe
Ing. Harold Albert Summer
Departamento de Arquitectura
Arquitecto jefe
Arq. Rafael Antonio Cordero
Equipo de arquitectos
Arq. Ángel Alfredo Alfaro Alvarado
Arq. Oscar Reyes
Arq. RolfStrahle
Arq. KurtSchultze
Ing. y Arq. EhrentrautSchott
Ing. y Arq. Karl Katstaller
Arq. Edmundo Kuri
Arq. Jorge Molina
Br. José Neftalí Velásquez
Arq. Jacques Maisonneuve
Ingeniero residente
Ing. Marius Beján Duke
Ing. Martín Schultz

Dibujantes
Br. Edgar Soundy
Br. Benjamín Cañas
Br. Rubén Martínez

Fuente: elaboración propia con base en Tabla 3.5, Trabajo de Graduación
UCA, Arquitectura moderna en El Salvador de las décadas de 1940 hasta finales de 1970, 2012 [19].

En cuanto a la búsqueda de nuevos lenguajes existe un marcado interés por adecuar los proyectos a las particularidades tanto climáticas como topográficas locales. Las exploraciones son diversas y las adaptaciones creativas.

Por otra parte la influencia de los postulados de la arquitectura y el urbanismo moderno internacional se siente, pero resulta evidente la mezcla entre los postulados internacionales y las realidades locales más vernáculas, relacionadas fuertemente con los procesos constructivos locales, la especialización de la mano de obra nacional, los materiales disponibles en el mercado salvadoreño (y eventualmente centroamericano) y la formación de los profesionales (tanto locales como extranjeros) a cargo de las obras.

Sin embargo es importante mencionar que en estos años se hacen notables avances en términos de técnicas constructivas y utilización de materiales, lo que permite por un lado mejorar los diseños estructurales (estructuras antisísmicas), y posibilitar nuevas expresiones formales (losas aligeradas, concreto pretensado), así como buscar nuevas expresiones formales con materiales como el vidrio, al aluminio, el concreto visto, el bloque de cemento, entre otros [20-38].

A continuación se presentan algunas de las obras más sobresalientes de estos años.

Fig. 3. Conjunto Urbano Libertad, San Salvador, 1957-1966. Fuente: Guía
de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 4. Auditorio Escuela Nacional de Agricultura, ENA, Valle de San
Andrés, 1954. Fuente: Guía de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 5. Monumento a la Revolución, MARTE, San Benito, San Salvador,
1948, 1956. Fuente: Guía de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 6. Centro Obrero Constitución de 1950, 1958, Lago de Coatepeque.
Fuente: Trabajo de Graduación UCA, Arquitectura moderna en El Salvador
de las décadas de 1940 hasta finales de 1970, 2012 [39].
Fig. 7. Edificio García Rossi, 1954, Santa Ana. Fuente: Guía de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 8. Hotel de montaña del Cerro Verde, 1958-1960. Fuente: Guía de
Arquitectura de El Salvador.
Fig. 9. Edificio administrativo de CEPA, 1958, Acajutla. Fuente: archivo
personal arq. Ehrentraut Schott de Katstaller.

El segundo período establecido por esta investigación, de finales de 1960 a inicios de 1980, está marcado por el preámbulo de la guerra civil salvadoreña (1981-1992). En cuanto a la producción espacial dos procesos paralelos son notorios: por un lado poco a poco disminuye la inversión
estatal en proyectos colectivos de beneficio público, y por otro lado son más notorias las inversiones privadas, aunque con programas arquitectónicos más limitados.

Continúan los gobiernos militaristas con las presidencias del Teniente Coronel Julio Adalberto Rivera (1921-1973), presidente entre 1962-1967; el General Fidel Sánchez Hernández (1917-2003), presidente entre 1967-1972; y el
Coronel Arturo Armando Molina (1927-), presidente entre 1972-1977.

A pesar que el país experimenta cierto auge económico por el éxito de la integración económica Centroamericana, que colocó a El Salvador a la cabeza del Mercado Común Centroamericano (1968), son cada vez más notorias las
contradicciones entre el campo y la ciudad, y en el caso urbano entre zonas integradas a los servicios urbanos y zonas marginadas de éstos. Las migraciones campo-ciudad incrementan en este período, relacionadas sobre todo a la búsqueda de mejores oportunidades laborales en las ciudades,
notoriamente el Área Metropolitana de San Salvador (AMSS) [40].

La inversión pública es fuerte en el ramo de vivienda, aunque disminuye tanto la calidad de los procesos constructivos, como las búsquedas formales en proyectos arquitectónicos y urbanos, a pesar de querer encontrar mejores
soluciones a través de la estandarización de un mínimo de metros cuadrados para las viviendas de interés social (50 a 60 mt²) y el uso de prefabricados para mejorar los tiempos en la construcción a la vez que disminuir sus costos [41 47].

Un devastador terremoto en 1965, hace que el déficit habitacional se incremente, y la presión sobre el suelo urbano aumente. Por otra parte, este evento sísmico también dañó muchos edificios públicos, algunos de ellos incluso desaparecieron como la ex Biblioteca Nacional, obra de la
arquitecta Ehrentraut Schott de Katstaller y el arquitecto Armando Muñiz [48-49].

Los gobiernos de la época se desligan poco a poco del diseño y construcción de obras públicas, en especial de los proyectos de vivienda, abriendo cada vez más espacio a licitaciones públicas. En este período se consolidan muchas
empresas constructoras que trabajan para el Estado, entre otras están: Olano Tesak y Cía., S.A., López-Muñiz Arquitectos, Atlas-Tenze, Arco Ingenieros, S.A. También aparecen nuevas empresas proveedoras de materiales para la construcción como: Boni-Blocks. Industria de Asbesto Cemento S.A., Fabrica Tropical, Materiales Saltex,Tambores Reticart,Insalco,
y Acero Block [50].

En el ámbito privado se construyen diversidad de viviendas unifamiliares, muchas de ellas de muy alta calidad constructiva y estética, en las que las búsquedas formales provenientes del lenguaje moderno internacional son
adaptadas de forma integral en el contexto tropical. Algunas de estas casas incorporan además piezas de arte, sobre todo murales y esculturas, dependiendo de la apertura de los clientes y la sensibilidad de los diseñadores [51].

También en este período se producen las primeras obras de arquitectos formados y graduados de la escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional de El Salvador, entre los más destacados podemos mencionar al arquitecto Rubén Martínez (1929) [52].

La década de 1970 a 1980 está marcada por el incremento de los conflictos sociales que darán paso a la guerra civil salvadoreña. Aunque se siguen realizando proyectos, es cada vez más notorio el descenso en la cantidad y calidad de estas obras. Las búsquedas espaciales de los años precedentes
parecen experimentar, en el mejor de los casos, un receso, aunque muchos de estos procesos más bien se vieron descontinuados con el paso de los años.
Algunas de las obras destacadas de este período se muestran a continuación:

Fig. 10. Estadio Oscar Quiteño, 1963, Santa Ana. Fuente: archivo
personal arq.Ehrentraut Schott de Katstaller.
Fig. 11. Comedor Universitario UES, 1965, San Salvador. Fuente: Guía
de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 12. Capilla Externado San José, 1963, San Salvador. Fuente: Guía de
Arquitectura de El Salvador.
Fig. 12. Iglesia El Rosario, 1964, San Salvador. Fuente: Guía de
Arquitectura de El Salvador.
Fig. 13. Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, UCA, 1965,
San Salvador. Fuente: Archivos UCA.
Fig. 14. Casa Ortíz, 1963, San Salvador. Fuente: Guía de Arquitectura de
El Salvador.
Fig. 15. Casa Díaz, 1965, San Salvador. Fuente: Guía de Arquitectura de
El Salvador.
Fig. 16. Detalle de alto relieve en muro de Casa Díaz, 1965, San Salvador.
Fuente: Guía de Arquitectura de El Salvador.

IV. CONCLUSIONES

Algunas de las conclusiones que podemos aproximar luego del análisis previamente desarrollado son las siguientes:

A. De la consolidación de la imagen de país y la idea de progreso

Hasta la consolidación física de la República a través de la inversión en infraestructura, no se consolida igualmente el imaginario de país y la visión de conjunto que permite definir las inversiones prioritarias que reconfiguran el espacio salvadoreño a partir de un particular entendimiento de las ideas de progreso.

Es importante asimismo evidenciar que la idea de progreso de la nación que se consolida en estos años, va de la mano de la construcción de obras físicas que permitan visibilizarla. Los sucesivos gobiernos militares de la época lo comprenden y algunas figuras destacan por su evidente liderazgo y apertura
(gobiernos de Osorio y Lemus). Obviamente posibles gracias a la bonanza económica de esos años.

B. De las inversiones prioritarias

En las décadas de 1940 a 1960, las inversiones prioritarias que además definen la idea de progreso, van de la mano con nuevos programas sociales, que se traducen en programas espaciales, de acuerdo a las nuevas dinámicas nacionales.

Aparecen entonces inversiones en vivienda, espacios públicos y recreativos, y una amplia variedad de edificios públicos como escuelas, bibliotecas, mercados, cárceles, cines, entre otros.

A pesar del auge económico todavía vigente en la década de 1960, los programas sociales y espaciales promovidos por el Estado, tienden a reducirse. Se mantienen solamente las inversiones en vivienda, aunque con el paso de los años disminuyen notablemente en calidad y cantidad.

C. Del DUA y el IVU

Las décadas de 1940 a 1960 son particularmente productivas gracias a la conformación de un valioso equipo de diseñadores aglutinados en la Dirección de Urbanismo y Arquitectura (DUA) y el Instituto de Vivienda Urbana (IVU).
Muchas exploraciones formales y adecuaciones tecnológicas se promueven desde este ‘Tanque de Pensamiento’.

Contribuye a su alta productividad la combinación de profesionales (ingenieros y arquitectos), con bagajes tanto culturales como académicos diversos. Así como la necesidad imperante en la época de diseñar y construir una gran cantidad de obras en diferentes partes del país; por un lado porque no
existían, por otro para hacer evidente en la población el papel activo del estado en la promoción del bienestar social.

Sin embargo es también notoria la poca conciencia de los grandes pasos que se estaban dando. Las grandes necesidades de país siempre primaron sobre los espacios de reflexión y análisis. Esto es evidente en la poca memoria histórica escrita y documentada a través de planos y fotografías, de la época, así como en la pobre valorización actual de muchas de las joyas de la modernidad en El Salvador.

D. De los primeros profesionales en arquitectura formados en el país

Hacia finales de 1960, aparecen las primeras producciones espaciales de arquitectos formados en la Escuela de Arquitectura de la UES. Sus búsquedas espaciales son diversas y muestran con entusiasmo el espíritu de la época en que se formaron.

Lamentablemente su desarrollo se vio truncado con procesos de inestabilidad social, política y económica, previos a la guerra civil. Es necesario seguir con las investigaciones sobre la producción espacial los últimos 50 años del s. XX
hasta nuestros días, para determinar las rupturas y continuidades que esto implicó.

E. Del fin del Estado Benefactor y el incremento de las inversiones privadas

En esos mismos años, el estado deja de invertir gran parte de sus recursos en proyectos públicos, inicia el fin del estado benefactor. Aparecen entonces nuevos actores, especialmente en el ámbito privado, que no necesariamente tienen los mismos objetivos y por tanto sus lenguajes estéticos varían.

F. De la relación con las Bellas Artes

En cuanto a la relación con las bellas artes, son sin duda, las décadas de 1940-1960 las más intensas en búsquedas e intercambios. Más adelante se cae en círculos muy cerrados y elitistas en los que el arte deja de promoverse en espacios de alcance para las grandes mayorías, lo que por otro lado inicia un proceso de desvalorización general del arte. Es necesaria una reflexión más profunda en este sentido.

V. RECONOCIMIENTOS

Los autores agradecen la contribución de todas las personas que fueron entrevistadas, los funcionarios del Archivo General de la Nación, Museo Nacional de Antropología, bibliotecarios de las universidades UCA, UAE y UES, así como los asistentes de investigación de la Guía de Arquitectura de El
Salvador, en especial la arquitecta Ayansi Avendaño y el arquitecto Carlos Manzano.

VI. REFERENCIAS

Libros
[1] O.M. Monedero, “Historia de la Arquitectura Contemporánea en El
Salvador”, Editorial Universitaria,segunda edición, San Salvador, mayo
2011.
[2] S. Grant, Postales Salvadoreñas de ayer, 1900-1950, Fundación María
Escalón de Núñez, San Salvador, 1999.

Trabajos de graduación
[3] C. Aguilar, C. Campos, “Hacedores de la Arquitectura en El Salvador
durante el periodo del siglo XIX al siglo XX (1870-1940)”, Trabajo de
graduación presentado para optar al grado de arquitecto en la
Universidad Albert Einstein, Antiguo Cuscatlán, El Salvador, 1997.
[4] M. Narváez, “Vida y obra del arquitecto Augusto Cesar Baratta del
Vecchio”, Trabajo de graduación presentado para optar al grado de
arquitecto en la Universidad Albert Einstein, Antiguo Cuscatlán, El
Salvador, 2000.
[5] Z. Torres, “Lineamientos para el diseño museográfico aplicado al
material histórico arquitectónico de Augusto Baratta del Vecchio”,
Trabajo de graduación presentado para optar al grado de arquitecto en la
Universidad Albert Einstein, Antiguo Cuscatlán, El Salvador, 2003.
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infraestructura para el rescate del Hospital Rosales”, Trabajo de
graduación presentado para optar al grado de arquitecto en la
Universidad Albert Einstein, Antiguo Cuscatlán, El Salvador, 1995.
[7] C. Arbizú, N. Argumedo, L. Alarcón, “Propuesta de delimitación y
valorización del conjunto urbano arquitectónico de la colonia Flor
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arquitecto en la Universidad Albert Einstein, Antiguo Cuscatlán, El
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museográficos enfocados a su colección de planos y dibujos”, Trabajo
de graduación presentado para optar al grado de arquitecto en la
Universidad Albert Einstein, Antiguo Cuscatlán, El Salvador, 2003.
Libros
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[14] La Prensa Gráfica, Anuncios publicitarios CESSA con obras
arquitectónicas. La Prensa Gráfica, 1968.
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arquitecto en la Universidad Albert Einstein, Antiguo Cuscatlán, El
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Entrevistas
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Trabajos de graduación
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arquitectura salvadoreña: Rubén Martínez y Enrique Salaverría, un
análisis de sus obras”, Trabajo de graduación presentado para optar al
grado de arquitecto en la Universidad Albert Einstein, Antiguo
Cuscatlán, El Salvador, 1998.

Biografías
Sandra Gutiérrez Poizat(San Salvador 1971)
Su desenvolvimiento profesional se ha desarrollado tanto en el área práctica como académica. En el campo académico la arquitecta posee experiencia
en docencia e investigación, tanto en Centroamérica como en Europa. Como docente ha impartido cursos de Diseño Arquitectónico, Diseño Urbano y
Teoría e Historia de la Arquitectura.

Complementariamente organiza y participa en Talleres de Diseño en temas relacionados con el Diseño Urbano y Diseño de Espacios Públicos. Su Maestría en Diseño Urbano, con tesis de graduación en Espacios Públicos, la ha hecho impulsar la cátedra de Diseño de Espacios Públicos, así como el Taller de Vivienda y Espacios Públicos (2006), en la UCA de El Salvador, universidad donde labora actualmente. Ambos cursos han sido objeto de diversas publicaciones, charlas y foros

En el área de investigación sus intereses son el Espacio Público y la Teoría e
Historia de la Arquitectura y el Urbanismo. Ha coordinado la elaboración de la Guía de Arquitectura de El Salvador, con el auspicio de la Junta de
Andalucía, España. Más recientemente coordina un proyecto de investigación
sobre arquitectura y urbanismo modernos en El Salvador para el
Departamento de Organización del Espacio (DOE) de la UCA, y participa
como investigadora en el proyecto sobre “Estética y Política: modernización
cultural en El Salvador (1940-1980), coordinado por el Departamento de
Comunicaciones y Cultura de la UCA.

En el campo práctico ha colaborado en proyectos y consultorías con
profesionales de diversas especialidades. Sus áreas de interés son: diseño de
Espacios Públicos; Arquitectura y Urbanismo Sostenible; Teoría e Historia de
la Arquitectura y Urbanismo. Entre sus proyectos más destacados están: el
primer lugar en el concurso ‘La Gran Manzana’ para Asentamientos Urbanos
Productivos y Sostenibles, promovido por ONU-HABITAT (2011); primer
lugar en el concurso para la remodelación de la Plaza San Esteban en el
Centro Histórico de San Salvador, parte de un colectivo de arquitectos
salvadoreños (2008), que a su vez gano el primer lugar en el premio
internacional Santiago de Compostela de Cooperación Urbana (2008);
asimismo participó con el módulo de vivienda de emergencia SanSal, en la
Bienal de Rotterdam 2009, como parte de un colectivo de arquitectas El
Salvador-Italia-Holanda. Entre sus consultorías más sobresalientes están: el
informe GEO-San Salvador para el PNUD (2004).

Ha dictado conferencias y participado en congresos, foros y debates en países
como: Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Perú, Cuba, Holanda, Francia,
España y Líbano. Posee diversas publicaciones en revistas y libros en el campo de la arquitectura y el urbanismo.

La arquitecta es miembro del Consejo Editorial del Departamento de
Organización del Espacio (DOE), en la Universidad Centroamericana ‘José
Simeón Cañas’ (UCA), en El Salvador y de la revista digital RevisTarquis de
la Universidad de Costa Rica (UCR). Asimismo forma parte del Consejo
Editorial de la Revista D’Arquitectura y DOMUS Centroamérica y el Caribe,
DOMUS Italia + Grupo CERCA, con sede en Costa Rica. Complementariamente domina cuatro lenguas: Español (lengua materna);
Inglés (avanzado); Francés (avanzado) y Holandés (intermedio)

Pensar Latinoamérica desde la complejidad

Pensar Latinoamérica desde la complejidad
Alfredo Guerrero Tapia

Pensar Latinoamérica desde la complejidad implica hacer uso de las metáforas, categorías y conceptos que han emanado de las nuevas ciencias, para reconceptualizar la historia, el presente y el futuro de esta región del continente americano. Es la propuesta que se hace en este trabajo, al observar la imperiosa necesidad de hacerlo de cara a las crecientes complejidades de las realidades en América Latina y las imposibilidades que muestra ahora el pensamiento hegemónico dominante dentro de las ciencias sociales.

De esta manera, se propone mirar Latinoamérica desde el sistema-mundo, la sincronicidad, fractalidad, los atractores, las estructuras disipativas y bifurcaciones, para observar lo que aparece en el paisaje de una nueva narración, en la que se desvelen hechos, sucesos, acontecimientos, que han permanecido ocultos en las narrativas dominantes y oficiales. Se plantea ejercitar las epistemologías de la complejidad dentro del amplio espectro que ha sido y es el pensar sobre Latinoamérica.

Palabras clave: Latinoamérica, complejidad, epistemología

Pensar Latinoamérica desde la complejidad exige colocarse desde una epistemología que se mueva de las tradicionales miradas históricas, políticas, económicas, antropológicas, sociológicas, etc., y las dominantes epistemologías de las ciencias sociales, a reflexiones que recuperen categorías analíticas desveladoras de procesos más abarcativos y profundos, y que ponga en primer plano las voces de quienes han permanecidos ocultos y negados por la historiografía y las artes dominantes.

La vasta literatura científica producida sobre Latinoamérica desde la segunda mitad del siglo XX no agota las interminables problemáticas que emergen para la comprensión de un segmento de la historia del continente, o la larga historia del mismo. Más aún, mucha de esa literatura se ha producido desde las ópticas no sólo disciplinares sino eurocentristas, lo que ha dejado de lado, o ha ocultado, muchos hechos, sucesos, acontecimientos, sujetos, culturas, etc. Es necesario, por consiguiente, investigar otras fuentes de narrativas escondidas, marginadas, archivadas; pero también reinterpretar la historia a través de giros hermeneúticos, que traigan a la escena nuevos paisajes de comprensión. Esto último es lo que se propone en este trabajo. Se plantea pensar Latinoamérica en su historia, su presente y su futuro, desde categorías provenientes de la complejidad.

Los estudios sobre Latinoamérica en el siglo XX fueron predominantemente enfocados desde las también dominantes epistemologías en las ciencias sociales derivadas del funcionalismo y estructuralismo. Lo que produjo la construcción de paisajes que no reflejaban las crecientes contradicciones y paradojas que se desarrollaban al interior de cada país, ni las tendencias generales propiciadas por el denominado “nuevo orden mundial”. Estos enfoques epistemológicos dieron cuenta de forma parcial y fragmentada sobre las historias locales y la historia común de la región latinoamericana. En este sentido, señala López Segrera (2005: 184-185):

A fines de los años cincuenta el futuro de América Latina era visualizado a través de los paradigmas estructural-funcionalista, del marxismo tradicional (y luego de la nueva versión que emergió como resultado de la revolución cubana) y del pensamiento desarrollista de CEPAL.

La falla del funcionalismo fue considerar que se podría reproducir en la periferia el esquema clásico de desarrollo capitalista del centro –tesis validada por el marxismo tradicional, que visualizaba a América Latina como una sociedad feudal- y la de CEPAL pensar que sólo con la sustitución de importaciones y un Estado y un sector público fuertes se obtendría el desarrollo; la Escuela de la Dependencia, en su crítica al denominado capitalismo dependiente latinoamericano, no fue capaz de ofrecer una reflexión con resultados viables acerca de cómo construir un modelo alternativo de sociedad. (…)

La crítica neoliberal del desarrollismo se centró en el excesivo intervencionismo estatal, el estrangulamiento de la iniciativa privada y la asignación de recursos en forma irracional (…) El defecto esencial de la Teoría de la Dependencia fue el no haber percibido que ningún sistema puede ser independiente del sistema-histórico actual, de la economía mundial (…)
Las dos influencias teóricas que predominan en las ciencias sociales latinoamericanas hoy –el neoliberalismo y el postmodernismo- entrañan ciertos peligros. El primero tiende a la reafirmación dogmática de las concepciones lineales de progreso universal y del imaginario del desarrollo y la segunda a la apoteosis del eurocentrismo.
El hecho de que los metarrelatos en boga en el siglo XX hayan hecho crisis, no implica la crisis de toda forma de pensar el futuro y mucho menos de éste.
Lo anterior con relación a la economía y los proyectos de desarrollo, pero igualmente en los ámbitos de las culturas, las sociedades, las artes, las historias, etc., predominaron las epistemologías extraídas principalmente de las teorías y metodologías inventadas en los Estados Unidos de Norteamérica y los países de la Europa central.
En la actualidad, para estudiar América Latina se continúa acudiendo a epistemologías funcionalistas y estructuralistas, renovadas y revitalizadas con enfoques de las filosofías posmodernas. Desde la caída del muro de Berlín, los estudios con perspectiva marxista fueron abandonados. Este hecho da lugar a que las nuevas realidades que vive el mundo y dentro de él América Latina, se alejen cada vez más de la riqueza conceptual aportada por el pensamiento marxista y, consecuentemente, restrinjan las posibilidades de aprehenderlas y comprenderlas.
No obstante, es prometedora la toma de conciencia de algunos pensadores y grupos de pensadores dentro de los medios académicos que proponen nuevas formas de acercamiento a las complejidades que exhibe la región latinoamericana. Es el caso de la perspectiva poscolonial (que sigue la tradición de José Martí y Carlos Mariátegui) con las contribuciones de Edgardo Lander, Enrique Dussel, Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Enzo Del Búfalo, Carlos Lenkersdorf, Boaventura de Sousa Santos, y otros. Y el ya clásico “Informe de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales” coordinado por Immanuel Wallerstein, publicado como libro con el título “Abrir las ciencias sociales”.
Por ésta y otras razones, consideramos necesario avanzar en la exploración de nuevas epistemologías que nos acerquen con mayor profundidad a la historia y actualidad de América Latina. Hacerlo desde la complejidad es sólo un camino, incierto como toda propuesta nueva, pero con la certeza que incitará a reflexiones y críticas. Cabe una aclaración, de entrada. La propuesta que se hace adelante de ninguna manera considera que los fenómenos de la física, la química, la termodinámica, de donde se han retomado las categorías analíticas, sean iguales o similares a los procesos y fenómenos sucedidos en Latinoamérica1.
Se proponen estos conceptos y categorías como heurísticos para explorar la compleja realidad que ha sido, es y será Latinoamérica. Es una propuesta epistemológica para descubrir qué aparece, o cómo aparecen las épocas y los hechos consignados como parte del pensamiento dominante, eurocentrista, con el cual se ha hablado e interpretado Latinoamérica; ver cómo aparece su presente en un mundo globalizado; también ver si las utopías de hoy día se proyectan en futuros viables que recuperen las particularidades históricas de cada nación (Cerutti y otros, 1991; Cerutti y Páez, 2003).
Una segunda aclaración tiene que ver con los riesgos que implica moverse desde las epistemologías de la complejidad. Quienes trabajan con ellas comúnmente diluyen a los actores reales que son protagonistas y creadores, visibles u ocultos, de las realidades latinoamericanas.
En muchas ocasiones cuando se abordan las realidades históricas, antropológicas, sociales, políticas, culturales, psicológicas, etc. mediante la modelización de sistemas complejos (De la Reza, 2010), se incurre en la dilución y ocultamiento del sujeto, mediante fórmulas que lo traducen a una estadística, un nodo, un componente, una relación, etc., despojándole de su estatuto de ser humano con todos y cada uno de sus atributos. Sucede un fenómeno parecido al que sucedió cuando el estructuralismo en los años setenta-ochenta se volvió dominante en el pensamiento de las ciencias sociales: hubo la negación y ocultamiento del sujeto.
Latinoamérica y el sistema-mundo
Hoy día ya no es posible pensar ningún lugar (territorio, localidad, país) sin pensar su ubicación en el mundo y la multiplicidad y complejidad de sus relaciones. De hecho, con las conquistas de América el mundo se vuelve global, las historias de todos los continentes se conjugan (hasta donde sabemos, pues desconocemos las posibles relaciones establecidas en tiempos remotos de la denominada “prehistoria”). Se abrió un nuevo capítulo para la historia mundial. Desde la óptica sistémica el mundo se convirtió en un sistema mundial, planetario (Morin y Kern, 1993). Se crea un holograma en el que, como señalan estos autores:
No solo cada parte del mundo forma parte del mundo cada vez más, sino que el mundo como todo está cada vez más presente en cada una de sus partes. Esto se verifica no sólo para las naciones y los pueblos, sino también para los individuos. Así como cada punto de un holograma contiene la información del todo del que forma parte, así, de aquí en más, cada individuo recibe o consume informaciones y sustancias de todo el universo. (Morin y Kern, 1993: 32).
El sistema-mundo compuesto de decenas de subsistemas, y éstos, a su vez, conteniendo infinidad de sistemas, menos extensos pero igualmente complejos, se están moviendo en tendencias generales pero contradictorias. Por un lado hay una tendencia a la unicidad, a la homogenización de modelos civilizatorios, culturales y de vida cotidiana, impelidos por los postulados doctrinarios del neoliberalismo; y por otra parte, muchos subsistemas producen estados estacionarios o vías retroactivas. Igual emergen procesos fractales que bifurcaciones. La pertenencia de América Latina al sistema- mundo al mismo tiempo que lo integra en una compleja red de relaciones, también le dota de autonomización en sus procesos.
Las utopías generadas para América (Cerutti y otros, 1991) son las tendencias previsibles, observadas o deseadas en que se desenvuelven los componentes del sistema. Su viabilidad es el grado de conocimiento construido sobre el sistema Latinoamericano y el sistema-mundo, o la identificación de la recursividad del sistema. Para Laszlo “Los sistemas complejos no evolucionan sin problemas, paso a paso, son muy poco lineales. Sólo evolucionan paso a paso hasta un punto, y luego franquean un umbral de estabilidad y o bien se descomponen o se bifurcan” (Laszlo, 2008: 12-13).
Comprender la realidad contemporánea de América Latina es comprender las disyuntivas en las que el sistema-mundo se encuentra hoy. La crisis de civilización, o crisis multidimensional (que abarca la crisis económica, crisis ecológica, crisis financiera y crisis alimentaria) plantea la disyuntiva ¿evolución o extinción? (Laszlo, 2008), para el conjunto del sistema, es decir para todos los países y regiones del orbe, aunque las condiciones de cada subsistema sean distintas, y el proceso de creación de macrosistemas (integraciones regionales) intensifique sus intercambios entre sus elementos integrantes.
Sincronicidad
Los hechos históricos que fueron dando lugar a la idea de Latinoamérica y a su configuración como un imaginario definido (Guerrero y Lozada, 2007), sucedieron de manera sincrónica dentro de los países que la constituían, y también en sincronía con los hechos acaecidos en los otros continentes, aunque sincronía no quiere decir determinación (Mignolo, 2005). El surgimiento de Latinoamérica como idea estuvo estrechamente vinculado, y en sincronía, con los hechos históricos del sistema-mundo.
Particularmente las guerras Napoleónicas en la Europa y los procesos colonizadores en Asia y África, hacían que lo sucedido en un lado creara necesidades en los otros lados. La sincronicidad de sucesos influyéndose mutuamente, no como determinismos insalvables, – no obstante lo pausado de las comunicaciones- repercutían en los distintos órdenes de la política, la economía, la sociedad y la cultura. De este modo, el movimiento Bolivariano y las revoluciones independentistas de varios países en América concurrían al tiempo con las grandes revoluciones industriales y las denominadas revoluciones burguesas del siglo XIX, junto con las pugnas en el pensamiento filosófico idealista y materialista, y las ideas liberales y republicanas, acaecidas en Europa.
Ya en el siglo XX, la tesis del “desarrollo desigual y combinado”, que sirvió en los años setentas como “esquema de intelegibilidad” (Berthelot, 1998) para el pensamiento de izquierda, en su necesidad de explicación y entendimiento de las grandes desigualdades entre los países del hemisferio norte y los del hemisferio sur, pero a su vez de relaciones de interdependencia, llevó al reconocimiento de procesos distintos pero articulados.
Otro ejemplo de sincronicidad fue la época de los regímenes militares que ascendieron en muchos países de centro y Sudamérica a través de golpes militares. La mayoría de las veces se interpretaron la como resultados de una política militarista de los Estados Unidos de Norteamérica. En efecto, fueron promovidos por este último, pero como hechos históricos la sincronía de los sucesos abrieron una perspectiva distinta a la puramente política.
Fractalidad
Al pensar Latinoamérica dentro del concierto mundial, identificamos fenómenos de fractalidad (que se vieron muchos de ellos como “influencia” de los grandes centros hegemónicos hacia la “periferia”), es decir, de formas políticas y societales, que se desdoblaron en varias regiones latinoamericanas dentro de sus propios procesos locales.
En la ciencia política, la sociología y la economía se habla de sistemas sociales. Como tales evolucionan en las temporalidades marcadas por los acontecimientos histórico-sociales. Tradicionalmente esta evolución se enmarca dentro de las temporalidades calendáricas. Así, la evolución del sistema se comprende con parámetros temporales que impiden ver los ritmos y cadencias. En consecuencia, los puntos de inflexión se observan como sucesos imprevistos, y no como rupturas previsibles de acuerdo a la evolución de las tendencias.
Vista la evolución del sistema dentro de parámetros de temporalidad producto de los hechos sociales, así como de los acontecimientos histórico-sociales, permite observar los puntos de inflexión que dan lugar a procesos fractales, o bifurcaciones que abren nuevas vías de desarrollo del sistema. Son los problemas insuficientemente trabajados de las inflexiones producidas en América Latina por la modernidad Europea, que en realidad no fue una sola, como muchos autores la conciben (Dussel, 1997; Zemelman, 2001).
¿De qué modo se conjugaron las tres modernidades europeas de las que nos habla Taylor (1999) en Latinoamérica? Nos referimos a la modernidad mercantil holandesa, la modernidad industrial inglesa, y la modernidad norteamericana del consumo, que trascendieron las fronteras de sus propios países generando procesos fractales y auténticas épocas (la época del mercantilismo, la época industrial, y la época del consumo).
¿Cómo se vivieron estas épocas en América Latina? ¿En realidad la fractalidad de estos procesos tuvieron su centro en esos países, o también hubo procesos fractales iniciados en el continente americano hacia los otros continentes? Cabe la pregunta ¿De qué modo los procesos histórico-antropológicos endógenos de Latinoamérica ingresaron como hechos producentes en las escalas mundiales?
La gran cantidad de estudios sociales, culturales, antropológicos, económicos y políticos realizados de manera local en cada uno de los países de América Latina, excepcionalmente hacen articulaciones “contextuales” con estos grandes procesos de modernización. Son situados en contextos nacionales, o acaso regionales, lo que impide ver los fenómenos de fractalidad. Hay conciencia de esta necesidad, pero sólo queda enunciada. Por ejemplo, nos dice Dabène (1999: 13): “Las consecuencias de la apertura repentina de los países al mundo moderno, a mediados del siglo pasado (XIX), son difíciles de estimar”. Este mismo autor hace una interpretación del proceso de aquella época en los siguientes términos:
La revolución industrial europea sorprendió a una América latina que todavía no había encontrado su equilibrio. Para ciertos países medio siglo de independencia no había sido suficiente para que se instaurar un orden político estable. Las increíbles conmociones provocadas por la ruptura de los lazos con España seguían originando amplias repercusiones. Casi por todas partes, unos hombres fuertes, caudillos, habían ocupado el vacío político dejado por la desorganización administrativa. La sed de poder de estos potentados locales, las rivalidades que les enfrentaban y la debilidad de los Estados centrales son otros tantos factores que explican las tensiones centrífugas que se pusieron en marcha en la mayoría de las sociedades latinoamericanas del siglo XIX. La preponderancia de los caudillos se afianzó en un sistema de dominación –el caudillismo- del que, aún hoy en día América Latina lleva la huella. Los grandes debates que animaban estas sociedades (…) dieron lugar a violentos enfrentamientos entre liberales y conservadores. Dada la escasa definición de las fronteras entre los países, estos desórdenes internos generaban, además y con frecuencia, conflictos. (1999: 13).
El ejemplo anterior nos muestra cómo se pueden interpretar un conjunto de hechos desde el ángulo de la política, y hacer comprensibles los rasgos de procesos más generales. Pero estos mismos hechos cobran otros sentidos si se interpretan bajo el heurístico de la fractalidad. Los ejercicios están por hacerse.
Atractores
La noción de “atractor” la podemos utilizar para entender lo que otros pensadores han denominado los “centros hegemónicos culturales”. No se trata de igualar el fenómeno físico de los atractores a los fenómenos culturales. Se intenta recuperar la heurística de la noción y su densidad interpretativa para mirar cómo las élites intelectuales de las sociedades latinoamericanas se vieron “atraídas” por distintos núcleos culturales en distintas épocas.
Lo sucedido en México es ilustrativo. La cultura francesa fue un poderoso atractor para las vanguardias intelectuales durante el Porfiriato. Las élites culturales reproducían los dictados y las modas artísticas, las tendencias científicas, las formas arquitectónicas, los modos de pensar y los hábitos de la vida cotidiana en el vestir, la comida, el habla, etc. Formas culturales de las élites dominantes que se declararon ser la referencia de la “alta cultura”. Desde luego, muchas de estas formas también se volvieron atractores para las variadas formas de las culturas populares.

Destruido, o más exactamente, semidestruido, el régimen Porfirista por la revolución mexicana, en las siguientes décadas del convulsionado proceso de constitución del estado mexicano, hubo un desplazamiento del atractor cultural, ahora fue la cultura norteamericana, el “modo de vida americano”, el “sueño americano”. Más allá de los propósitos imperiales de los Estados Unidos para con México.
En los países sudamericanos la fuerza de atractor de los Estados Unidos fue mucho menor que en México durante el siglo XX. El atractor subjetivo de mayor potencialidad fue Europa, y particularmente Francia, Alemania o Inglaterra; no en balde la corriente de pensamiento descolonizador surge y se define de cara al eurocentrismo, no frente a los Estados Unidos. ¿Tendrá que ver la ubicación geográfica de los países del Sur de América Latina, o las tradiciones culturales de los países que conquistaron y colonizaron esas regiones (Subirats, 1994)?
En opinión de Tejeda (2010: 73-74):
Durante el siglo XX, los latinoamericanos hemos asimilado la vecindad geográfica y cultural que se tiene con los Estados Unidos de América. Se ha convertido en uno de los espejos más importantes de los latinoamericanos para ver su ideal, su modelo y su futuro. Antes veíamos hacia Europa y en particular hacia España, Inglaterra, Francia o Portugal. El dinamismo norteamericano, el american way of life y la cultura del consumo hedonista se convierten en un arquetipo de la estabilidad económica, la seguridad personal y el bienestar familiar y social. La expansión norteamericana hacia el sur, el imperialismo e intervencionismo de que han hecho gala nos ha alcanzado en múltiples ocasiones. El hecho de que hayan quedado como la única superpotencia internacional agrava la vulnerabilidad de las naciones latinoamericanas ante el coloso del norte. En las sociedades latinoamericanas se mezclan sentimientos encontrados de admiración, resentimiento, odio, desconfianza hacia los norteamericanos (…).
En efecto, la anterior es una descripción de un proceso que aún nos falta por comprender desde otras perspectivas que hagan referencia a fenómenos que, incluso, han trascendido las propias voluntades de los gobernantes en turno. ¿Por qué ese país imperialista se ha convertido en un fuerte “atractor” para las burguesías, clases medias e incluso grandes sectores de desposeídos, en muchos países de centro y Sudamérica? La respuesta no es sencilla de responder.

Estructura disipativa, bifurcación
Pensada Latinoamérica como un sistema cuya estructura estuvo prácticamente dependiente de España, Portugal, Holanda, Inglaterra y otros países europeos, los movimientos independentistas operaron como un punto de inflexión a partir del cual se generaron bifurcaciones, creando nuevas estructuraciones al sistema. Quizás no fue un nuevo sistema, pero sí nuevas estructuras.
El punto de inflexión, en un momento determinado del proceso o de la evolución de un sistema, hacia la configuración de un nuevo estado, abre un periodo de inestabilidad y caos. Las direcciones contrarias o contradictorias dan lugar a la emergencia del nuevo estado del sistema. A estas bifurcaciones se les ha reconocido en América Latina como épocas de transición. Las transiciones han sido de regímenes militares a regímenes democráticos; o de regímenes autoritarios a regímenes democráticos. Las “transiciones a la democracia” han sido procesos que se originaron por la emergencia de actores políticos o sociales, o de rupturas de las hegemonías de los bloques del poder.
En la posguerra, los impactos económicos, políticos, societales y culturales se dejaron sentir en el conjunto de los países de América Latina, si bien sus territorios no fueron teatro de operaciones bélicas. Tan sólo para dar un ejemplo, el envío de soldados estadounidenses a Europa, y su consecuente abandono de los campos agrícolas, obligó al gobierno norteamericano a contratar miles de trabajadores mexicanos para los campos sureños. Con los denominados “braceros” se abrieron flujos de migrantes mexicanos a los Estados Unidos que hasta la fecha no cesan. El sistema se abrió para que sesenta años después se cierre. Las economías locales se ajustaron a las economías de guerra.
Por otra parte, el mundo de la posguerra desestructuró también los sistemas políticos poscoloniales en muchos países de Sudamérica y Centroamérica. Muchos de ellos adoptaron sistemas derivados del nuevo imperio o de sus conquistadores. Pocos, de los que habían surgido de alguna revolución social o tenían el antecedente de largas guerras de liberación, se inspiraron en el modelo de la revolución soviética. Fue una búsqueda del lugar que deseaban tener en el nuevo escenario internacional. Sin embargo, desde 1945, varios países de América Latina (y también de Asia) habían experimentado regímenes militares impuestos mediante golpes de estado. En muchos de ellos la respuesta fue la emergencia de movimientos guerrilleros. Al respecto nos dice Hobsbawn (1994:438-439 y 350):
En los años cincuenta los rebeldes latinoamericanos no sólo se nutrían de la retórica de sus libertadores históricos, desde Bolívar hasta el cubano Martí, sino de la tradición de la izquierda antiimperialista y revolucionaria posterior a 1917 (…) En toda América Latina grupos de jóvenes entusiastas se lanzaron a unas luchas de guerrillas condenadas de antemano al fracaso, bajo la bandera de Fidel, de Trotsky o de Mao. Excepto en América Central y en Colombia, donde había una vieja base de apoyo campesino para los resistentes armados, la mayoría de estos fracasaron de inmediato (…)
Y añade:
La política del golpe de estado fue, pues, el fruto de una nueva época de gobiernos vacilantes o ilegítimos (…) En la segunda mitad del siglo, mientras el equilibrio de las superpotencias parecía estabilizar las fronteras y, en menor medida, los regímenes, los hombres de armas entraron de manera cada vez más habitual en política, aunque sólo fuera porque el planeta estaba ahora lleno de estados, unos doscientos, la mayoría de los cuales eran de creación reciente (carecían, por lo tanto, de una tradición de legitimidad), y sufrían unos sistemas políticos más aptos para crear caos político que para proporcionar un gobierno eficaz. En situaciones semejantes las fuerzas armadas eran con frecuencia el único organismo capaz de actuar en política o en cualquier otro campo a escala nacional (…)
El concepto de “estructura disipativa” nos permite visualizar la manera como un orden social se colapsa y entra en caos hacia un nuevo ordenamiento; nos permite observar del conjunto de sucesos y acontecimientos aquel que representa el punto de inflexión y el origen de la bifurcación. Estos conceptos nos ayudan a observar si realmente el sistema se colapsó, si en efecto hubo un momento de inflexión, y si verdaderamente se ha originado un camino nuevo de ordenamiento del sistema. Usar estos conceptos de la complejidad que no significa despolitizar la epistemología (González Casanova, 2004) hace posible valorar mediante una reflexión desideologizada si los procesos transicionales son auténticos, es decir, si se ha generado una bifurcación y el sistema ha entrado con una nueva vía de estructuración.
Este es un problema importante porque en varios casos de transiciones a la democracia de países latinoamericanos, como es el caso de México, lo que hay de modificación del sistema es fundamentalmente en los ámbitos discursivos y jurídicos, pero las instituciones del estado, sus prácticas y las relaciones sociales y de producción se mantienen las mismas. Son procesos engañosos construidos desde el poder hegemónico de las clases dominantes (Lander, 2005).
En resumen
Mirar América Latina desde las epistemologías de la complejidad es una propuesta que tiene el propósito de explorar con sus conceptos y categorías la historia (gran historia e historia contemporánea), la cultura, los proyectos civilizatorios, las utopías, los genocidios, etc., etc. Reinterpretar los hechos desde ópticas procesuales y estructurales; que las miradas y pasiones con las que nos aproximamos a esta parte del continente, Latinoamérica, no queden atrapadas dentro de las fronteras que establecen los dominios disciplinares y restricciones académicas. Construir un nuevo esquema de intelegibilidad que supere los viejos (pero dominantes) paradigmas con los que continuamos investigando y reflexionando América Latina. Vale la pena el ejercicio.
Notas:
[1] Ni siquiera a nivel biológico operan las leyes de la física, como lo mostró Erwin Schrödinger en su libro ¿Qué es la vida?
Bibliografía:
• Berthelot, J-M. (1998). L’intelligence du social. Paris: PUF. 2ª ed
• Cerutti, H. y otros (1991). La utopía en América. México: UNAM.
• Cerutti, H. y Páez, R. (2003)(coords.). América Latina: democracia, pensamiento y acción. Reflexiones de utopía. México: UNAM-DGAPA/CCYDEL/Plaza y Valdés.
• Dabène, Olivier (1999). América Latina en el siglo XX. Madrid: Editorial Síntesis.
• De la Reza, Germán (2010). Sistemas complejos. Barcelona: Anthropos – UAM-Azcapotzalco.
• Dussel, Enrique (1997). “Modernidad, globalización y exclusión”. En Heinz Dieterich (coord.) Globalización, exclusión y democracia en América Latina. México: Joaquin Mortiz, pp. 75-98.
• González Casanova, Pablo (2004). Las nuevas ciencias y las humanidades. Barcelona: Anthropos / UNAM-IIS.
• Guerrero, Alfredo y Lozada, Mireya (2007). “América Latina: invasión, invención y creación” En Angela Arruda y Martha de Alba (Coords.). Espacios imaginarios y representaciones sociales. Aportes desde Latinoamérica. Barcelona: Anthropos/UAM-I, pp. 25-46.
• Hobsbawn, Eric (1994). Historia del siglo XX. Barcelona: Editorial Crítica.
• Lander, Edgardo (Comp.)(2005). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO
• Laszlo, Ervin (2008). El cambio cuántico. Barcelona: Editorial Kairós, primera edición 2009.
• López Segrera, Francisco (2005). “Abrir, impensar, y redimensionar las ciencias sociales en América Latina y el Carie. ¿Es posible una ciencia social no eurocéntrica en nuestra región?” En Edgardo Lander (Comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO, 2005, pp. 177-199.
• Morin, Edgar y Kern, Anne Brigitte (1993). Tierra patria. Buenos Aires: Nueva Visión.
• Mignolo, Walter (2005). La idea de América Latina. Barcelona: Gedisa.
• Subirats, Eduardo (1994). El continente vacío. México: Siglo XXI.
• Taylor, Peter (1999). Modernities. Minneapolis: University of Minnesota Press.
• Tejeda, José Luis (2010). Latinoamérica fracturada. México: CREFAL/M.A. Porrúa.
• Zemelman, Hugo (2001). “Pensamiento, política y cultura en Latinoamérica (proposición de temas)” En Hugo Zemelman y Marcela Gómez (coords.). Pensamiento, política y cultura en América Latina. México: UNAM/CRIM, pp. 15- 34. Fuente: Pacarina del Sur – http://www.pacarinadelsur.com/home/abordajes-y-contiendas/520-pensar-latinoamerica-desde-la-complejidad – Prohibida su reproducción sin citar el origen.

Jacobo Hurwitz: semblanza de un revolucionario latinoamericano

JacoboHurwitz: semblanza de un revolucionario latinoamericano
Daniel Kersffeld1

[inset image=“images/stories/pacarina/0028.jpg” imgwidth=“300” side=“left” title=”“ width=“300”][/inset]Nacido en Lima, el 24 de enero de 1901, Jacobo Hurwitz fue el penúltimo hijo (de un total de once) de una pareja de judíos inmigrantes de origen alemán que se conoció y casó en la capital peruana. Su padre, además de haber sido masón, participó en la Guerra de Secesión norteamericana en el bando perteneciente a los estados norteños de la Unión y, una vez establecido en Perú, a mediados de la década del ’70 del siglo XIX, se convirtió en dirigente de la comunidad judía local, contribuyendo a la creación de la Sociedad de Beneficencia Israelita y del cementerio comunitario de Lima. Durante esta época, su principal ocupación económica estuvo dada por la adquisición y venta de semillas.

Una vez terminados sus estudios secundarios, y después de un breve pasaje por las carreras de abogacía y de economía, en 1918 Jacobo Hurwitz ingresó en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, siguiendo así sus iniciales inquietudes literarias y, fundamentalmente, su gusto por la poesía. Sería también en el ámbito universitario donde se produciría su paulatino acercamiento a la política. Así, y en medio del contexto producido por el movimiento de la Reforma Universitaria, fue elegido como uno de los representantes de los alumnos de primer año de su Facultad. En 1919, al convocarse a elecciones para ocupar nuevos cargos en la Federación de Estudiantes de Perú, renunció a su candidatura para cederle el espacio a otro alumno, Víctor Raúl Haya de la Torre, futuro fundador del APRA y con quien para entonces tenía una directa relación política. Paralelamente, y por medio de los debates producidos con los estudiantes y los obreros en torno a cuestiones clave como la ley del divorcio y el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas, continuaría con su formación ideológica, rompiendo con su anterior educación religiosa judaica para ir acercándose progresivamente al pensamiento marxista.

Para 1920, inmerso ya en la actividad literaria, Jacobo Hurwitz participaría en la creación de la Universidad Popular González Prada, siendo uno de sus profesores y conociendo poco después a quien se convertiría en uno de sus mayores inspiradores, el dirigente y teórico comunista José Carlos Mariátegui. Participaría luego en las violentas movilizaciones de 1923 en las que se rechazó la consagración de Perú al Corazón de Jesús, y al siguiente año, al ser detenido por el gobierno de Augusto Leguía, sufriría la primera deportación de las tantas por las que atravesaría en su vida, a apenas una semana de poder graduarse como profesor de literatura en la Universidad. No sería el único en ser expulsado: junto con él, también se dispersó por los países de la región el principal núcleo estudiantil del reformismo peruano, como fueron los casos del propio Haya de la Torre, Oscar Herrera, Manuel Seoane, Luis F. Bustamente, Nicolás Pavletich, Nicolás Terreros y Luis Heysen, entre otros. Sin embargo, y poco antes de su salida de Perú en julio de 1924, tendría al menos el consuelo de ver publicada su única obra, el poemario De la fuente del silencio (texto que, al decir de José C. Mariátegui, era “incipiente” aunque demostraba “algunas emociones originales y sutiles”).

Luego de una breve estancia en Panamá arribó a Cuba, y gracias a la información suministrada previamente por un conocido, pudo alojarse en la casa de Julio A. Mella, a quien a partir de entonces lo uniría una estrecha amistad. Al cabo de un tiempo, y por mediación de los dirigentes del Partido Comunista Cubano, consiguió empleo como administrador de una hacienda azucarera, propiedad de una empresa estadounidense, cumpliendo así también funciones de espionaje. Hacia fines de 1925 se convirtió en uno de los más destacados miembros del Comité Pro Libertad de Julio A. Mella, constituido en rechazo al injusto encarcelamiento padecido por el joven comunista cubano. Paralelamente, colaboraba también con algunas publicaciones de la época como Venezuela Libre y América Libre, redactadas por profesionales y estudiantes cubanos y por los núcleos de exiliados venezolanos y peruanos momentáneamente instalados en la Isla. En rechazo a la política cada vez más represiva del presidente Gerardo Machado y Morales, fue uno de los firmantes del manifiesto “Nuestra Protesta”, impulsado por el grupo de intelectuales vinculado directamente con el Partido Comunista y dado a conocer públicamente a fines de marzo de 1927.

A causa de su creciente actividad política y de su identificación por parte del gobierno cubano, debió exiliarse nuevamente, llegando a México hacia abril de 1927. En este último país no tardó en vincularse a otros militantes de origen peruano también allí exiliados, como Esteban Pavletich y Nicolás Terreros, constituyendo con ellos una célula aprista y firmando el así denominado “Plan de México” por la liberación de Perú y el derrocamiento de la dictadura de Leguía. Sin embargo, y para mediados de ese mismo año, su creciente cercanía con el comunismo, y particularmente su relación con hombres como Mella y los venezolanos Gustavo Machado y Salvador de la Plaza (todos ellos también como él exiliados en México), lo llevaría a romper con el APRA. Su acusación pública de que Haya de la Torre estaba provocando el divisionismo en las filas del movimiento antiimperialista latinoamericano probablemente estuvo motivada en la decisión de este dirigente de no acompañar la declaración final de sus pares comunistas en el Congreso Antiimperialista de Bruselas de febrero de 1927. Por otra parte, las repercusiones de su ingreso al comunismo fueron amplias, como puede observarse en la polémica desarrollada por esta misma época a través de las páginas de la revista aprista cubana Atuei.

Poco después de su ruptura con el APRA Jacobo Hurwitz sería designado como secretario general del Comité Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC), organizado en México por la dirección continental de la Liga Antiimperialista de las Américas, con apoyo directo de la Comintern. Su finalidad era la de asegurar suministros médicos y pertrechos militares al ejército comandado por Augusto C. Sandino en aquel país centroamericano. En 1928 cumplió distintas misiones encargadas por la Comintern, llegando a participar en el movimiento inquilinario de Panamá, por lo que pronto fue expulsado por el gobierno de este país. Al siguiente año, sus responsabilidades en la estructura comunista aumentaron cuando fue designado primero como miembro del Comité de Organización del Socorro Rojo Internacional en México y, luego, como secretario del Buró del Caribe dentro de la misma entidad, motivo por el cual debió viajar a su sede central, en Nueva York, bajo el seudónimo de “Agustín Gutiérrez Elizalde”. Al mismo tiempo que se dedicaba a la enseñanza de idiomas, dado además su buen conocimiento de la lengua alemana, cumpliría también diversas tareas en la dirección de la Liga Antiimperialista de las Américas y se desempeñaría como uno de los principales animadores de su órgano propagandístico, El Libertador. Por otro lado, sería también por esta misma época cuando formalizó su relación con la que se convertiría en su pareja de toda la vida, la fotógrafa y maestra Marsha (o María) Oynick, quien junto con sus padres, dirigentes bundistas polacos, había inmigrado a México en 1926.

Conmocionado como muchos de sus compañeros de militancia con el asesinato en México del conocido líder comunista cubano en enero de 1929, formó parte como titular del Socorro Rojo Internacional del “Comité Julio A. Mella”, organizado con la finalidad de realizar una investigación paralela a la policial para hallar respuestas frente a este crimen, mientras que paralelamente se desempeñaba como uno de los animadores centrales de los distintos actos de repudio convocados por el Partido Comunista Mexicano. Posteriormente, fue también uno de los principales impulsores de Mella, el boletín del Secretariado del Socorro Rojo Internacional para México, América Central y El Caribe, en el que también colaboraban Tina Modotti y Diego Rivera. Su ímpetu revolucionario se profundizó todavía más cuando en julio de 1929 acudió como representante de la sección mexicana de la Liga Antiimperialista y como secretario del MAFUENIC al congreso antiimperialista celebrado en la ciudad alemana de Frankfurt.

En enero de 1930, y por encargo del PCM, cumplió diversos trabajos en El Salvador, participando además en los preparativos para el congreso constituyente del Partido Comunista de ese país, y en los de la insurrección campesina que finalmente estallaría dos años más tarde. Una vez de regreso a México, un atentado fallido en contra del presidente Emilio Portes Gil desencadenaría una ola represiva en contra del movimiento comunista que lo llevaría a la clandestinidad, momento en el que también aprovecharía para intercambiar su pasaporte con el del dirigente italiano Vittorio Vidali para posibilitar la salida de éste rumbo a Europa junto a un grupo de compañeros expulsados del país.

En julio de 1932, Jacobo Hurwitz fue finalmente detenido y recluido en la prisión de las Islas Marías junto a otros destacados dirigentes e intelectuales comunistas como José Revueltas (a quien probablemente informaría sobre las nuevas ideas políticas de José Carlos Mariátegui), Miguel Ángel Velazco y Rosendo Gómez Lorenzo. Durante este período de encarcelamiento, extendido hasta fines de ese mismo año, su actividad dentro del penal sería la de escribiente. La presión internacional impidió su traslado forzoso a Perú, en donde el gobierno había dado orden de revisar a todos aquellos barcos que llegaran a sus costas para evitar de ese modo su ingreso clandestino al país. A causa de la vigilancia a la que fue sometido a su salida de la prisión, fue recién a fines de los años ’30 cuando decidió volver a su patria, nuevamente bajo el alias de “Agustín Gutiérrez Elizalde”, que ya había utilizado anteriormente. En su travesía de retorno a Perú recorrió toda Centroamérica, Colombia y Ecuador, cumpliendo además distintas funciones para el movimiento comunista. Una vez llegado a Lima, continuó viaje rumbo a Chile para finalmente volver a Perú en 1941. Al siguiente año, una nueva expulsión dictada por el presidente Manuel Prado lo llevaría a solicitar asilo en México, país en el que nacerían sus dos hijos.

Recién en 1957 Jacobo Hurwitz pudo retornar a Perú, involucrándose nuevamente en la actividad política local. A su llegada, su primera actividad en Lima fue el cultivo y venta de rosas para florerías, hasta que finalmente, y por un breve tiempo, pudo volver a hacer funcionar una librería que había fundado en su anterior estancia en Perú, a principios de la década del ’40. Posteriormente, se dedicaría a trabajar como intermediario para una imprenta. Debido a las condiciones políticas imperantes en el país, hacia 1961 fue enviado a prisión, cumpliendo una condena de tres meses hasta que por su condición de intelectual, y dadas sus deficientes condiciones de salud, fue enviado al hospital de la policía, en donde estuvo recluido un mes más. A continuación, y mientras se desempeñaba como corresponsal de la agencia soviética TASS en Lima, contribuyó a la formación del Movimiento Peruano por la Paz, organismo que presidiría en la siguiente década y en representación de la cual viajaría en 1969 al Congreso Mundial por la Paz celebrado en Nueva Delhi, India. Aprovecharía además esta oportunidad para seguir viaje a China y a la Unión Soviética, país éste último al que había consagrado su propia militancia sin nunca haberlo conocido. Jacobo Hurwitz continuó activo en el comunismo peruano hasta que el 3 de marzo de 1973 un accidente automovilístico tronchó su vida militante.

Bibliografía:

Alvarado, Lourdes y Renata Marsiske 1999 Movimientos estudiantiles en la historia de América Latina (México: UNAM/Plaza y Valdés).

Jaifets, Lazar, Víctor Jaifets y Peter Huber 2004 La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1943. Diccionario Biográfico (Moscú: Instituto de Latinoamérica de la Academia de Ciencias/Ginebra: Institut pour l´Histoire du Communisme).

Kersffeld, Daniel 2008 La recepción del marxismo en América Latina y su influencia en las ideas de integración continental (México: UNAM). Tesis de doctorado inédita.

LEA “Jacobo Hurwitz. Militante comunista desde antes que José Carlos fundara el Partido” en Revista Unidad (Lima) 21 de enero de 1971, página 9.

Mac Gregor Campuzano Javier 2002 “Comunistas en las Islas Marías, Julio-Diciembre de 1932” en Signos Históricos (Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa) N° 8, Julio-Diciembre.

Mariátegui, José C. 2006 Literatura y estética (Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho).

Entrevista con Anita Schwartzman, hija de Jacobo Hurwitz (Ciudad de México: 15 de octubre de 2007).

[1] Dr. en Estudios Latinoamericanos (UNAM). Actualmente en una estancia posdoctoral en el Centro de Estudios Teóricos y Multidisciplinarios en Ciencias Sociales (UNAM). Fuente: Pacarina del Sur – http://www.pacarinadelsur.com/home/figuras-e-ideas/50-jacobohurwitz-semblanza-de-un-revolucionario-latinoamericano – Prohibida su reproducción sin citar el origen.

El Comité Manos Fuera de Nicaragua: primera experiencia del sandinismo

El Comité Manos Fuera de Nicaragua: primera experiencia del sandinismo
Daniel Kersffeld

La campaña libertaria llevada adelante por el General Augusto C. Sandino no sólo fue importante como punto de articulación en las demandas nacionalistas y antiimperialistas suscitadas desde mediados de los años ’20 en distintos puntos de América Latina, en los que se veía con inocultable preocupación el avance la presencia de las potencias europeas y, sobre todo, el creciente avance de los Estados Unidos en términos políticos pero, sobre todo, económicos. Este primer sandinismo fue útil además para terminar de construir los puentes políticos entre nuestra región y la Unión Soviética, consolidando de este modo una relación que aun con intermitencias había comenzado a forjarse desde los inicios de la revolución del ’17, sobre todo, a partir de la aparición de partidos, sindicatos y organizaciones culturales, intelectuales y estudiantiles afiliadas ideológica y emocionalmente con el movimiento bolchevique.

Palabras clave: Sandino, comunismo, Latinoamérica, Unión Soviética, Liga Antiimperialista de las Américas

Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN), conducido por su cada vez más famoso caudillo, fue útil para que desde Moscú se comenzara a ver con mayor atención la realidad social y económica de una región virgen y de la que todavía se conocía poco, provocándose por primera vez una verdadera reciprocidad hacia aquellos partidos y organizaciones latinoamericanas que desde un primer momento habían manifestado su solidaridad con el proceso soviético. América Latina se presentaba así como un continente en el que la transformación social podía ser una realidad, sobre todo, una vez frustrado el ciclo revolucionario europeo.

Jacobo Hurwitz (1901-1973)
Jacobo Hurwitz (1901-1973)

Con todo, el apoyo de Moscú y de la Comintern a Sandino no fue directo si no mediado por estructuras políticas periféricas, principalmente, por la Liga Antiimperialista de las Américas, fundada en México a principios de 1925 con la intención de sumar tanto a comunistas como a militantes de izquierda y progresistas en general a la lucha en contra del expansionismo de las potencias europeas y, principalmente, de los Estados Unidos. Se trataba, en suma, de robustecer el sostenimiento político de la guerrilla nicaragüense sin por ello manifestar en un primer plano una identidad que podría haber sido reactiva para una gran cantidad de adherentes que, al menos en un principio, no buscaban de manera prioritaria defender a la Unión Soviética. El Comité Manos Fuera de Nicaragua, con su principal punto de apoyo también en México, fue la principal expresión de este nuevo interés de Moscú en las cada vez más explosivas condiciones sociales latinoamericanas.

La organización del Comité “Manos fuera de Nicaragua” (MAFUENIC)

Julio Antonio Mella (1903-1929)
Julio Antonio Mella (1903-1929)Con la intención de prestar apoyo al EDSN mediante la compra de distintos implementos médicos, a principios de 1928 se conformó en México un primer Comité Pro Sandino, integrado originalmente por ciudadanos nicaragüenses y presidido por el que hasta entonces se había desempeñado como el principal referente del General insurgente en dicho país: el cónsul y dirigente liberal Pedro L. Cepeda. La iniciativa llevada adelante principalmente por los nicaragüenses residentes en México se convirtió en un gran aliciente para la entrada en acción del Partido Comunista de México (PCM), desarrollada en este caso a través de la LADLA. Gracias sobre todo al trabajo previo del venezolano Gustavo Machado, el 18 de enero de 1928 fue fundada en el Distrito Federal una nueva organización de frente único, el “Comité Manos Fuera de Nicaragua” (MAFUENIC),[1] basada en gran medida en el éxito suscitado el año anterior por el Frente Único Pro Sacco y Vanzetti: la nueva entidad tuvo su presentación social el 4 de febrero en el “Gran Mitin contra el imperialismo yanqui, por la liberación de Nicaragua y de toda América, por el triunfo de los mineros de Colorado, por la libertad de Isidoro Azzario y contra la farsa panamericana en La Habana”. Así, y gracias al nuevo dinamismo impreso, no resultó extraño que al cabo de un tiempo la nueva organización fundada desde el PCM terminara por absorber al inicial Comité integrado por los nicaragüenses.

Los principales objetivos del Comité Manos Fuera de Nicaragua, tal como fueron expresados en el primer número de su propio Boletín diario, consistieron en: “1) el envío de medicamentos y en general de auxilios médicos a Sandino, ya que son los únicos elementos que le faltan para continuar la lucha contra los invasores extranjeros; 2) hacer la propaganda más amplia contra los procedimientos del imperialismo norteamericano en Nicaragua, así como en los demás países latinoamericanos, y a favor de la lucha emancipadora de Sandino”.

Diego Rivera (1886-1957)
Diego Rivera (1886-1957)Varias fueron las organizaciones, nacionales e internacionales, muchas de ellas ligadas directamente al PCM y a la Comintern, que formaron parte del MAFUENIC, contándose entre ellas la Liga contra el Imperialismo y por la Independencia Nacional, el Socorro Obrero Internacional, la Liga Antiimperialista de las Américas (Comité Continental y sección mexicana), la UCSAYA2 (Unión Centro Sud Americana y Antillana, representada por el Dr. Carlos León), la Liga Internacional Pro Luchadores Perseguidos (representada por Luis G. Monzón), la Liga Internacional Antifascista; la Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza (encabezada por Rafael Ramos Pedrueza), la Federación Anticlerical Mexicana (con la española Belén de Sárraga como su referente), la Unión Patriótica de Haití (con su representante, J. Jolibois Fils, exiliado y ex director de Le Courrier d’ Haiti), la Asociación de los Trabajadores del Ferrocarril (presidida por Hernán Laborde, concejal en la Ciudad de México), la Liga Nacional Campesina (con su delegado, Úrsulo Galván) y la Federación Minera de Jalisco (con su máximo referente, David Alfaro Siqueiros). Finalmente, su Comité Directivo quedó conformado de la siguiente manera: como Presidente de Honor, Augusto C. Sandino, y como Tesoreros, el Profesor Rafael Ramos Pedrueza (asesorado por el ex senador Luis G. Monzón) y el Dr. Carlos León. Por último, como Secretario General fue designado el peruano exiliado Jacobo Hurwitz3. Además, de Gustavo Machado, otros miembros destacados del Comité fueron Diego Rivera, Julio Antonio Mella y también el ex aprista Nicolás Terreros, pronto convertido en unos de sus principales oradores.

Úrsulo Galván (1893-1930)
Úrsulo Galván (1893-1930)Desde su misma constitución, el MAFUENIC demostró su intención de convertirse en el principal soporte internacional del Gral. Sandino efectuando una amplísima campaña de divulgación tanto de los efectos del imperialismo estadounidense sobre Nicaragua y América Central, como de las acciones llevadas a cabo por la guerrilla insurgente en dicho país. Desde un primer momento, y a fin de eludir cualquier crítica o investigación por parte de las autoridades, el Comité definió su perfil como eminentemente humanitario, convocando a hacer una colecta pública mundial destinada a la adquisición de medicamentos para los hombres de Sandino. Por otro lado, y al mismo tiempo que la central de apoyo y único contacto con Nicaragua se fijaba en México, se hacía un llamado público a la conformación de comités en todo el mundo, convocando también a la prensa internacional a la realización de una amplia propaganda de este movimiento. La estrecha vinculación con la LADLA resultaría finalmente amarrada cuando se designara a El Libertador como el órgano oficial del MAFUENIC, más allá de que éste continuó editando un boletín diario con las principales novedades en torno a la lucha en Nicaragua. Aun con amplias diferencias tácticas y estratégicas, parecía que por el momento y a través de la LADLA y del MAFUENIC, el acuerdo entre los comunistas y el líder insurgente sumaba más beneficios que complicaciones: mientras que el último ganaba en apoyo y en proyección internacional a su propia lucha, los otros adquirían una nueva referencialidad y, consecuentemente, mayor popularidad, al mismo tiempo que parecían cerrarle el paso a los rivales apristas (Cerdás, s/a: 83).

Con su principal objetivo centrado en la obtención de dinero para la compra de medicinas, el MAFUENIC anunció que poco después de constituirse ya había conseguido recolectar doscientos cincuenta pesos (aclarándose que los primeros cinco pesos eran de una donación realizada por un obrero mexicano). A través de toda una seguidilla de actos y declaraciones públicas, los máximos esfuerzos estuvieron colocados, sin embargo, en la fundación de comités en otras ciudades de México como así también en otros países, principalmente en Argentina, Cuba, Colombia y El Salvador.

David Alfaro Siqueiros (1896-1974)
David Alfaro Siqueiros (1896-1974)Por otra parte, y para difundir la existencia del Comité y llamar a la conformación de más filiales, sobre todo en los Estados Unidos, se fijó al 11 y al 12 de febrero como “Días Manos fuera de Nicaragua”, en los que varios grupos de mujeres se ocuparon de recorrer las calles y lugares de trabajo y esparcimiento solicitando aportes para Sandino. Al cabo de unos meses, y sobre todo gracias al clima de movilización generado en México, ya funcionaban filiales del Comité en lugares como Monterrey, Puebla, Veracruz, Tampico, Ciudad Victoria, Guadalajara, Pachuca, Durango y Oaxaca. El 4 de abril, un mitin celebrado en el “Teatro Virginia Fábregas”, de la Capital, marcó un hito para la militancia pro sandinista al ser colmadas las instalaciones por más de cinco mil asistentes. No resultó extraño entonces que, ante el evidente éxito de la campaña pro Nicaragua, el PCM realizara un exitoso balance público tanto por la difusión de la ideología antiimperialista vinculada a las masas obreras y campesinas, como a la fundación de nuevas filiales y secciones del MAFUENIC en territorio mexicano4.

Luis G.Monzón (1872-1942)
Luis G.Monzón (1872-1942)Por otra parte, la campaña de apoyo a Sandino fue también utilizada como plataforma para difundir otros casos de ocupación, como por ejemplo el de Haití, o para denunciar a los gobiernos dictatoriales de la región, como el de Venezuela. Las movilizaciones atravesaban a prácticamente todo el continente, señalándose con particular intensidad en Cuba y en Colombia, así como también en distintos países europeos, principalmente, Francia5. Sin embargo, no en todos los países había condiciones aptas para el desarrollo de una campaña de solidaridad: fue por ejemplo lo que ocurrió en Guatemala, cuando un mitin de apoyo a Sandino fue violentamente reprimido por el gobierno6.

Además de México, uno de los países que más se destacó en la campaña de solidaridad con Sandino fueron los Estados Unidos. Como venía ocurriendo en otros sitios, también aquí fueron los dirigentes comunistas quienes llamaron a la movilización de “todas las organizaciones laborales y progresistas” y a la conformación de un comité norteamericano del MAFUENIC7. El domingo 19 de febrero, luego de una conferencia multitudinaria, finalmente se conformó el frente de apoyo a Sandino a partir de la participación de un amplio conjunto de organizaciones. Su comité directivo se conformó con el dirigente Manuel Gómez como secretario general y con la participación de distintas personalidades vinculados a la intelectualidad, la cultura y el movimiento obrero norteamericano, y en el que la vinculación con el movimiento comunista no siempre era explícita. Así, participaron de dicho comité dirigentes del Workers Party, intelectuales de izquierda, un representante de la comunidad filipina y de la china, entre muchos otros. Por último, los representantes latinoamericanos dentro de este Comité revistieron particular importancia: el venezolano Eduardo Machado, hermano de Gustavo, y Sócrates Sandino, medio hermano del general rebelde y residente en los Estados Unidos con el oficio de mecánico.

José Allen
José AllenPor otra parte, la conformación del Comité norteamericano fue acompañada por la aprobación de una gran cantidad de iniciativas a favor del EDSN, que iban desde campañas de divulgación y de presión a las instancias gubernamentales correspondientes para el retiro de los marines de Nicaragua a la impresión de folletos de propaganda, y desde la publicación de resoluciones de condena por parte de organizaciones partidarias, sindicales y culturales a la fundación de filiales en distintas ciudades de los Estados Unidos. Por último, y tal como estaba ocurriendo en México, también aquí se decidió priorizar la campaña de obtención de dinero para la compra de implementos médicos. De todas las iniciativas llevadas a cabo, probablemente la más original fue la impresión de diez mil estampillas con la leyenda “Proteste contra la intervención de los marines en Nicaragua”[8].

Sin embargo, las importancia creciente de las movilizaciones y de las campañas de agitación no tardaron en provocar la respuesta represiva por parte del gobierno: así, al arresto de más de cien manifestantes provenientes de todo el país en una concentración frente a la Casa Blanca a fines de abril, le siguió en junio la desarticulación de la cúpula de la Liga en Los Ángeles mediante el arresto de sus principales dirigentes, y la detención en julio de más de una docena de militantes concentrados frente al Edificio del Tesoro en Nueva York.

Desde la búsqueda al traslado de fondos

Tina Modotti (1896-1942)
Tina Modotti (1896-1942)Como adelantábamos, la función más importante del comité MAFUENIC fue la recaudación de dinero para la posterior compra y envío de material médico al EDSN: sin embargo, también podemos afirmar que cierta cantidad de lo finalmente recaudado era utilizado para la adquisición de pertrechos militares, algo que obviamente no podía ser difundido. En este sentido, y más allá de las campañas públicas, esta labor debió ser realizada prácticamente en el mayor de los secretos, cuidándose frente a la atenta mirada de las autoridades (sobre todo, las de los Estados Unidos) ansiosas por señalar la presencia de organizaciones que se encargaban de satisfacer las necesidades militares de la guerrilla nicaragüense bajo una acción presuntamente humanitaria.

Aun con el establecimiento de propósitos en común, y de la mutua colaboración en una causa política, el gran movimiento de dinero que se generó sobre todo desde México y los Estados Unidos y el secreto permanente sobre cantidades y rutas de envío fue un factor que tensionó las relaciones entre los partidos comunistas de ambos países: las acusaciones de corrupción fueron reiteradas y hasta la Comintern debió tomar cartas en el asunto a fin de atemperar los ánimos y aclarar los conflictos. Más allá de todas estas complicaciones, resulta interesante notar la confusión y el desconcierto de los aparatos de seguridad estatales, principalmente de sus cuerpos policiales y de espionaje, en la vigilancia de una red que, como la comunista, creían conocer a fondo y a la que sin embargo no pudieron desarticular, por lo menos, hasta la puesta en práctica de políticas claramente represivas terminando la década del ’20 y a principios de la siguiente.

Hernán Laborde (1896-1955)
Hernán Laborde (1896-1955)La red de apoyo a Sandino se estructuró en torno a algunas personalidades de la máxima confianza del general nicaragüense. A fin de no alertar a las autoridades y de no generar malos entendidos con la población en general, se puso especial cuidado en que todo el dinero fuera únicamente recaudado por los comités MAFUENIC en el que tenían participación militantes tanto comunistas como no comunistas y cuyos tesoreros, por lo general, eran hombres comprometidos con la causa pero no necesariamente identificados con la política tradicional o, directamente, con las estructuras de la izquierda más orgánica: intelectuales, artistas, científicos, etc. De ahí que en México el tesorero fuera Rafael Ramos Pedrueza, tal vez más conocido públicamente por su rol de historiador, periodista y diplomático que por su participación dentro del movimiento comunista, mientras que su principal contacto en Honduras (segundo y, en realidad, más importante filtro antes del acceso directo a Sandino) fue el intelectual Froilán Turcios quien, como editor de la prestigiosa revista Ariel operó como vocero internacional del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional prácticamente desde su mismo surgimiento. Por último, fueron varias las veces que la misma Cruz Roja se encargó de guiar a aquellas personas que pretendían parlamentar directamente con Sandino en su campamento, en medio de la selva nicaragüense. Antes de llegar a Ramos Pedrueza y entre medio de él y de Turcios, una amplia cantidad de contactos y mediaciones (entre los que se encontraban el Dr. Cepeda junto con otros dirigentes como el venezolano Carlos León y el mexicano José Allen) se encargaban de asegurar tanto el traslado de dinero e implementos médicos, como de generar confusión entre las autoridades que pretendían seguir la pista a los distintos envíos.

Jorge Fernández Anaya
Jorge Fernández AnayaEn este sentido, la red de apoyo a Sandino se extendía desde el centro hacia el sur de la república mexicana, incluyendo también a varios países de América Central9. Sin embargo, y más allá de esta ruta finalmente establecida, representantes propios ya sea por parte de los comunistas como de Sandino, también se encargaron de asegurar los contactos entre las distintas organizaciones, provocando con ello un desconcierto todavía mayor entre espías y policías10.

Según la propia información vertida por el MAFUENIC, para abril de 1928 se llevaban recaudados en México un total de cuatro mil cien pesos, los que fueron enviados a Sandino en dos pagos. Para junio se logró recaudar cinco mil pesos, al parecer, una suma todavía menor a las expectativas generadas, lo que motivó la puesta en marcha de una campaña para llegar a los diez mil pesos. Sin embargo, y por las acusaciones manifestadas, al parecer también los desvíos de dinero fueron una práctica reiterada, que obviamente hubo que ocultar para no ensombrecer la campaña de solidaridad. En este sentido, y además de las quejas que, fundadas o no, se elevaron desde las filas sandinistas en contra de la red de apoyo comunista, nuevamente hubo problemas entre los camaradas estadounidenses y mexicanos. Sin pruebas concluyentes, e inevitablemente teñidas de manejos políticos e ideológicos, hoy dichas acusaciones pertenecen más bien al terreno de las sospechas y de los mutuos recelos que a efectivos actos de corrupción11. En todo caso, para mayo de 1928 el MAFUENIC anunció la recaudación de un total de cinco mil pesos (con importantes donaciones de Puebla y Veracruz) y, al mismo tiempo que dio a conocer la adhesión del Partido Socialista Fronterizo a la causa sandinista, lanzó la campaña para la obtención de diez mil pesos y el llamado a la creación de más comités a lo largo de todo el continente12.

Por otro lado, la salida de dinero de los Estados Unidos con rumbo a Nicaragua y el nivel de agitación creciente en las calles, pronto motivaron la intervención directa del gobierno. Fue para febrero de 1928 que de hecho se comenzó a investigar a Manuel Gómez, quien para el gobierno asumió de pronto más interés que otros dirigentes del Workers Party, tal vez, un poco más conocidos13. Ante la intriga por saber cómo se estaba enviando a México el dinero recaudado, y por recomendación directa del Departamento de Justicia, Washington también empezó a controlar los movimientos financieros de algunos de los principales bancos estadounidenses, sospechados de contribuir de alguna manera con las actividades encubiertas de los comunistas14. También se puso bajo vigilancia a todos aquellos que por su perfil o por sus actividades previas, podían llegar a estar vinculados con el movimiento sandinista, como fue el caso del poeta nicaragüense Salomón de la Selva, de quien se llegó a pensar que podía actuar como un contacto directo del líder rebelde. Por otro lado, y ante la posibilidad de que el dinero se trasladara por medio de un mensajero, se inspeccionó con especial cuidado la frontera con México registrándose todas aquellas actividades que el gobierno estadounidense pudiese consignar como subversivas.

Salvador de la Plaza (1896-1970)
Salvador de la Plaza (1896-1970)Pronto, sin embargo, la vigilancia excedió los límites de la frontera estadounidense y se aplicó al gobierno mexicano, sospechándose que incluso el jefe del Estado Mayor presidencial, el Gral. Álvarez, podía llegar a formar parte de la red de apoyo a Sandino: bajo este contexto no resultó extraño que entonces aparecieran acusaciones de que el propio presidente Calles se encontraba financiando a la guerrilla nicaragüense15. Dada la envergadura asumida por el caso, para mediados de 1928 lo que había comenzando siendo únicamente una investigación desarrollada por el Buró de Investigación del Departamento de Justicia, había pasado a ser una amplia pesquisa seguida también por la Sección Latinoamericana, la División de Inteligencia Militar, el Departamento de Guerra y el Departamento de Estado de los Estados Unidos16. Finalmente, y luego de meses de investigación, la conclusión a la que se llegó fue que a principios de abril el dinero recaudado fue llevado a la embajada soviética en México por un mensajero del Workers Party: una vez allí se le agregaron otros quince mil dólares y el total de la suma fue luego directamente enviado a Sandino. Si bien nunca pudo descubrirse la identidad de este emisario, el establecimiento de la embajada soviética en México no sólo resultó útil para encubrir estas actividades: era también una manera de evidenciar la responsabilidad de Moscú en todo el asunto, señalando sus relaciones con el gobierno de Calles y justificando, de paso, la continuidad de la política de no reconocimiento a la URSS seguida por Washington y que se continuaría por bastantes años más.

La actividad de los delegados

Una de las primeras acciones concretas de la Comintern, por mediación del MAFUENIC, fue el envío de tres de sus más importantes militantes antiimperialistas. El primero de ellos fue el venezolano Gustavo Machado (quien al parecer ocultó a Sandino su filiación comunista cuando estuvo en su campamento) y que luego de su partida en febrero rumbo a Nicaragua, retornó al Distrito Federal en julio de 1928 como representante del EDSN en México. A diferencia de los dos siguientes delegados, a quienes preponderantemente se les asignó un papel militar y hasta político, en el caso de Machado, su estancia en el campamento de Las Segovias fue, sobre todo, de carácter propagandístico: se trataba del primer contacto directo establecido entre el MAFUENIC y Sandino, y la portación de dinero y medicinas para la guerrilla nicaragüense constituyó una excelente publicidad para la labor que venía desarrollando el movimiento antiimperialista mexicano, sostenido en las sombras por los camaradas del Partido Comunista.

Una serie de crónicas enviadas por Machado desde diversas escalas en su viaje a Nicaragua fueron también oportunamente publicadas en El Libertador y se ocuparon de ilustrar, fundamentalmente a la militancia mexicana, acerca de las difíciles condiciones políticas y sociales existentes en los países visitados, así como también sobre la labor siempre sacrificada de los comunistas para dar vida y sostener a las organizaciones populares por ellos creadas. También fue altamente publicitado el regreso de Machado a México, quien retornó acompañado nada menos que por Sócrates Sandino: aprovechando este suceso, el PCM organizó toda una serie de actos y mítines que fueron desplegados en el recorrido de los cuadros antiimperialistas desde Veracruz hasta su arribo al Distrito Federal. Una vez establecido en México, puede decirse que la misión de Machado en Nicaragua recién culminó cuando hizo entrega al Comité MAFUENIC de una bandera estadounidense que había sido tomada por la guerrilla sandinista en el combate de El Zapote y que había sido otorgada al enviado venezolano en calidad de trofeo y como signo de buen entendimiento entre los pueblos latinoamericanos17.

El segundo delegado, el sargento mayor Carlos Aponte, de origen venezolano y, como tantos de sus compañeros, exiliado en México, llegó a las Segovias en marzo de 1928 con el conocimiento que le daba el hecho de haber participado en dos acciones insurreccionales: en 1917 contra Juan V. Gómez en su patria y en 1925 contra Gerardo Machado en Cuba. El activo compromiso demostrado por Aponte (por ejemplo, en la decisiva batalla de El Chipotón, en marzo de 1928), sumado a su experimentada capacidad militar, motivó su promoción a Teniente Coronel del Ejército rebelde y a segundo ayudante de campo de Sandino a tan sólo ocho meses de su llegada a Nicaragua. Sin embargo, la participación de Aponte en las filas sandinistas encontró su límite en febrero de 1929. En este sentido, el progresivo enrarecimiento de las relaciones con los comunistas, sumado a la perspectiva de una operación militar en Curazao para obtener armas para una posterior invasión a Venezuela motivaron el urgente regreso de Aponte, al tiempo que su amigo Gustavo Machado constituía el Comité Militar del Partido Revolucionario Venezolano. Pronto el clima anticomunista que comenzaba a prevalecer en México alteró los planes de los venezolanos: en efecto, y como encargado de la preparativos militares para la lucha contra Gómez, Aponte fue primero detenido y luego deportado del país. Dado su temperamento y su formación, todo indica que la contribución más importante del teniente coronel venezolano fue de tipo militar. Por otra parte, y dada las relaciones establecidas por la Comintern, es probable que además de su actividad militar a las órdenes de Sandino, Aponte también fungiera como comisario político del líder nicaragüense. En todo caso, se trata de un fragmento de la historia hasta ahora poco dilucidado18.

El tercer y último enviado por la Comintern, Agustín Farabundo Martí, sí pareció haber cumplido, además de las actividades propiamente militares, un papel mucho más político e ideológico. Se había hecho conocido primero como dirigente estudiantil y, en 1920, como uno de los fundadores del Partido Socialista Centroamericano, lo que le valió su primera orden de expulsión. En 1923, y luego de una breve estadía en Guatemala, México y Honduras, retornó al primero de estos tres países para crear, bajo directivas de la Comintern, el Partido Comunista de América Central, del que fue su Secretario Internacional en 1925. Una vez retornado a su patria de manera clandestina, fue uno de los principales dirigentes de la Federación Obrera de los Trabajadores y el principal impulsor de la sección salvadoreña de la Liga Antiimperialista, convirtiéndose en 1927 en secretario de la Sección Centroamericana de la LADLA. En los primeros meses del siguiente año viajó a Nueva York por invitación de la filial norteamericana de la Liga, aunque resultó detenido luego de que la policía allanara el local de dicha entidad: antes de abandonar el país fue designado como representante del Socorro Rojo Internacional en el Buró del Caribe. Llegó a México en mayo de 1928 donde tomó contacto con la Liga y con el MAFUENIC, vinculándose además con algunos de los principales dirigentes comunistas comprometidos con la lucha sandinista, como fueron los casos de Julio A. Mella y, particularmente, Gustavo Machado.

Por instrucciones del Comité, Agustín F. Martí fue comisionado para integrarse al Ejército rebelde de Nicaragua. Debiendo eludir espías y puestos fronterizos, el cuadro salvadoreño llegó a su destino luego de atravesar Cuba, Jamaica, Belice, Guatemala y, por último, Honduras, donde aparentemente se entrevistó con Froilán Turcios, a quien le presentó sus cartas credenciales y una recomendación firmada por Gustavo Machado. El 22 de junio de 1928 el cuadro salvadoreño finalmente arribó al campamento del ejército rebelde. Al parecer, y de una manera similar a como estaba operando Carlos Aponte, también Martí ingresó a la guerrilla nicaragüense bajo el doble papel de consejero político y militar pero también de comisario político aunque, al menos en un primer momento, la estrecha relación de camaradería prevaleciente entre estos hombres y el reconocimiento del fuerte liderazgo popular emanado por Sandino pudo suavizar los originales intentos de control. Gracias a la representatividad conferida por la Comintern, a su preparación teórica y a la valentía demostrada en sus primeras acciones militares, Martí pronto pudo ganarse la confianza de Sandino, quien lo promovió primero al cargo de secretario personal, en agosto de 1928 y de Coronel del EDSN a principios de mayo de 192919.

Belén de Sárraga (1874 – 1951)
Belén de Sárraga (1874 – 1951)Sin embargo, no fue Martí el único representante extranjero perteneciente a una fuerza de izquierda dentro de la guerrilla sandinista. Prácticamente un mes antes de su arribo, en el mes de mayo de 1928, el diario mexicano Excélsior publicaba la noticia de la integración al EDSN de la supuesta “Legión del APRA”, compuesta únicamente por el dirigente de origen peruano Esteban Pavletich, convertido en uno de los hombres de máxima confianza de V. R. Haya de la Torre luego de producido el alejamiento y conversión comunista de Jacobo Hurwitz y Nicolás Terreros (Cerdás, s/a: 98). Con una amplia experiencia militante en su país natal, Guatemala, Cuba y México, Pavletich fue nombrado con tan sólo 22 años de edad “secretario del Sector Caribe” del APRA y a partir de esta representación fue integrado al ejército de Sandino con el grado de coronel. Era, además, una pieza de suma importancia en el contacto entre las redes intelectuales de la época, como lo prueba su participación en Amauta, dirigida en Perú por José C. Mariátegui, y en las revistas Repertorio Americano, de Costa Rica, y Sagitario, de Argentina. La participación de Pavletich en la guerrilla nicaragüense fue de tan sólo dos meses: hacia principios de julio de 1928 se radicó en San Salvador, donde se ocupó de ampliar los círculos apristas por medio de la inclusión de intelectuales, como fue el caso de Alberto Masferrer, designado pronto secretario general de la sección salvadoreña (Taracena Arriola, 1985: 265).

A manera de cierre

Romain Rolland (1866-1944).
Romain Rolland (1866-1944).Pronto la campaña de apoyo a Sandino, encarada desde el movimiento comunista internacional por medio de sus organizaciones periféricas y de apoyo encontraría, sin embargo, un serio límite a su desenvolvimiento y, por ende, a su propio crecimiento. Las diferencias cada vez más profundas con las corrientes ligadas con las luchas nacionalistas que, aun situadas dentro de un marco antiimperialista, no pretendían la transformación del modelo capitalista por uno de tipo socialista, sumado a la desconfianza generalizada acerca de la potencial traición por parte de los movimientos anticoloniales de matriz liberal o pequeño burguesa hacia las masas obreras y populares, finalmente terminaron favoreciendo el progresivo aislamiento de los comunistas frente a sus antiguos aliados y colaboradores. En este sentido, la cada vez más cercana crisis capitalista, presuntamente “terminal”, y un renovado optimismo en la posibilidad concreta de la revolución, auspiciaron una mayor preparación de los cuadros comunistas y un mayor apego a las bases y las doctrinas, en detrimento justamente de cualquier política de alianza que, de manera abierta, hubiera significado compromisos de clases no deseados aun con la posibilidad de expandir el movimiento insurgente hacia nuevas fronteras sociales. La relación entre los comunistas mexicanos y Sandino fue justamente un reflejo, quizás el más notorio en la Latinoamérica de aquellos tiempos, de estos desencuentros y de la generalización de los mutuos recelos y desconfianzas.

Notas:

[1] En su editorial del N° 15, El Libertador, órgano de la LADLA, se refería al MAFUENIC en los siguientes términos: “Veinte pueblos unidos, si no por otras razones, por la necesidad de defenderse del peligro común, reconocen en Sandino al mejor de sus representantes; y atentos a su llamado, se aprestan a ofrecerle los elementos de que carece. El sector consciente de los Estados Unidos del Norte y los pueblos de Europa se apresuran también a ofrecer su contribución” (México, febrero de 1928: 3).

[2] La UCSAYA había surgido en México en 1927 motorizada por el venezolano Carlos León y por el argentino Alejandro Maudet, más conocido por su seudónimo de “Alejandro Sux”. Se trató de una organización latinoamericanista y antiimperialista cuyo principal eje de acción se centró en el apoyo a Sandino en Nicaragua. Su periódico era La Batalla, y algunos de sus colaboradores, además de los dos mencionados, fueron Salvador de la Plaza, Gustavo Machado y Jacobo Hurwitz. Para más información, ver Melgar Bao (2006/7).

[3] Boletín Diario N° 1 del Comité Manos Fuera de Nicaragua, México, 19 de enero de 1928. Relación de documentos sobre México en el Centro Ruso (Biblioteca Manuel Orozco y Berra-Instituto Nacional de Antropología, México) Rollo N° 10/542-1-28.

[4] Ver El Machete, en su número 123, del 14 de julio de 1928.

[5] Uno de los principales propagandistas de la lucha nicaragüense en Francia fue León Debayle Sacasa, cuñado de Anastasio Somoza, quien había estudiado derecho en la Escuela de Ciencias Políticas de París. Como representante del Partido Liberal en Francia, tenía relación con Henri Barbusse y participó en distintos mítines organizados por la Liga contra la Opresión Colonial y el Imperialismo. También era amigo de otros exiliados y estudiantes residentes en Francia, como el uruguayo Carlos Quijano y el cubano Leonardo Fernández Sánchez (Taracena Arriola, 1985: 268-9).

[6] “Contra el gobierno de Guatemala”, en El Libertador (México, febrero de 1928) N° 15: 9.

[7] http://foia.fbi.gov/filelink.html?file=/allamerican/all_american_imperialist_league1b.pdf: 5 USC 552 (b)(1)(d): consultado el 5/2/07.

[8] Otras acciones emprendidas por el MAFUENIC y la sección estadounidense de la LADLA fueron la distribución de veinticinco mil carpetas con información sobre la invasión a Nicaragua, distribuida a través del Daily Worker; la realización de actos con oradores del Partido e intelectuales en locales sindicales, fábricas, teatros y plazas; la impresión de folletos de divulgación, como Enlist with Sandino (que mereció una felicitación pública a la LADLA, en castellano y en inglés, por parte de Sócrates Sandino), Defeat the war against Nicaragua y Facts about the war in Nicaragua, repartidos con la finalidad de sumar adhesiones a la Liga; etc. Cabe remarcar además que sin bien todas estas iniciativas se ponían en marcha en Nueva York pronto eran reproducidas en otras ciudades como, por ejemplo, Chicago, San Francisco y Los Ángeles. Toda esta gran actividad desplegada motivó, por otra parte, el comentario de Manuel Gómez de que “se trata de la campaña más importante de todas las que se han puesto en marcha”. (http://foia.fbi.gov/filelink.html?file=/allamerican/all_american_imperialist_league1b.pdf: 5 USC 552 (b)(1)(d): consultado el 7/2/07).

[9] Además de Turcios, Sandino también tenía otros contactos en Honduras, como Serapio Fernández y Hernández, cónsul general de Colombia (quien le compró y envió municiones); en San Salvador, como el Dr. José de Jesús Zamora; en Sonsonate: el Dr. Ramón Quesada; en Santa Ana: Alberto García (comerciante); en Tapachula, Chiapas: José Calderón (casero); en Córdoba, Veracruz: Francisco de la Llave (presidente de la federación local de trabajadores). En el Distrito Federal, México, además de los ya mencionados, también se encontraba el capitán Leopoldo Carotti (de origen italiano, propietario de varias embarcaciones con las que se trasladaron distintos suministros al EDSN). Otros contactos eran Santos Sequeira, quien llevaba correspondencia de Tegucigalpa a Sandino, y el periodista estadounidense Carleton Beals, a su vez, en estrecha relación con el Dr. José de Jesús Zamora, de El Salvador. Toda esta información según declaraciones efectuadas por el Gral. Julio César Rivas, en la penitenciaría de Managua, el 21 de abril de 1928. (http://foia.fbi.gov/filelink.html?file=/allamerican/all_american_imperialist_league1b.pdf: 5USC 552 (b) (b) (b) (7): consultado el 7/2/07).

[10] En este sentido, uno de los operadores más importantes de Sandino en la tarea de recolección de fondos y armas fue el Gral. Julio César Rivas, quien luego haría también una gira propagandística por Argentina. Al parecer, en los primeros meses de 1928 Rivas realizó un total de cuatro viajes a México, contactándose con Cepeda quien, aparentemente, le posibilitó la entrada al círculo gubernamental presidido por Plutarco E. Calles. Aparte, Rivas también obtuvo apoyo económico de distintas logias masónicas y de la UCSAYA. (http://foia.fbi.gov/filelink.html?file=/allamerican/all_american_imperialist_league1b.pdf: 5USC 552 (b) (b) (b) (7): consultado el 7/2/07).

[11] En el primer caso, y ante la falta de comentarios por parte de Sandino, una carta enviada por Froilán Turcios, desde Honduras, a Carlos León, en México, señala sus propias dudas acerca de que el enviado del MAFUENIC, Gustavo Machado, realmente le hubiera entregado al líder rebelde una suma superior a los 700 pesos en la visita que este último realizara a su campamento, por lo que le solicitaba al dirigente venezolano que lo mantuviera informado al respecto (http://foia.fbi.gov/filelink.html?file=/allamerican/all_american_imperialist_league1b.pdf: 5USC 552 (b) (b) (b) (7): consultado el 8/2/07). En segundo lugar, en dos cartas enviadas desde el PCM al Workers Party, los mexicanos se quejaban de que su principal contacto en los Estados Unidos, Manuel Gómez, todavía no les dijera la cifra exacta de lo recaudado en dicho país, y que aún en mayo de 1928 no habían recibido los envíos de dinero de manera regular, los que por otra parte debían ser remitidos directamente al comité MAFUENIC y no a la redacción de El Machete, como venía haciendo el secretario de la Liga Antiimperialista norteamericana. Relación de documentos sobre México en el Centro Ruso (Biblioteca Manuel Orozco y Berra-Instituto Nacional de Antropología, México) Rollo N° 15/ 515-1-1328.

[12] Ver “Informe de MAFUENIC”, por Jacobo Hurwitz, en El Libertador (México) 18: 8-10.

[13] Así, se descubrió que en realidad “Manuel Gómez” era el seudónimo de Charles L. Phillips y no el nombre de un mensajero de origen mexicano, como en un principio llegó a pensarse. Carta confidencial de Robert F. Kelley a John Edgar Hoover (Director del Buró de Investigación del Departamento de Justicia de los Estados Unidos) 21 de febrero de 1928 (http://foia.fbi.gov/filelink.html?file=/allamerican/all_american_imperialist_league1b.pdf: 5 USC 552 (b)(1)(d): consultado el 7/2/07).

[14] Las investigaciones llegaron incluso a la Superintendencia de Bancos, a la Reserva Federal y al New York Trust Co., todas ellas instituciones radicadas en Nueva York. Sin embargo, se sospechó particularmente del Bankers Trust Company, ya que se sabía que poco tiempo antes había brindado un préstamo al gobierno de la Unión Soviética de unos 5 millones de dólares, generándose cierta controversia ya que ante la prohibición formulada por el gobierno norteamericano para realizar una trasferencia de esta naturaleza, la operación debió llevarse a término desde Cuba. Asimismo, se sospechó del Amalgamated Bank, institución en la que los comunistas del Workers Party habían hecho algunos depósitos (por ejemplo, de su propia venta de libros) y que solía prestar dinero a otros países: aunque no constaban transferencias directas a México, sí pudo hacerlo a través de otro socio, el Canadian Bank. Por último, también constaba que el New York Trust Co. prestaba dinero a varios países latinoamericanos, aunque se carecía de información sobre alguna transferencia proveniente del Amalgamated Bank. (http://foia.fbi.gov/filelink.html?file=/allamerican/all_american_imperialist_league1b.pdf: 5 USC 552 (b)(1)(d): consultado el 7/2/07).

[15] Ver http://foia.fbi.gov/filelink.html?file=/allamerican/all_american_imperialist_league1b.pdf (5USC 552 (b) (b) (b) (7): consultado el 7/2/07).

[16] Ver http://foia.fbi.gov/filelink.html?file=/allamerican/all_american_imperialist_league1b.pdf (5 USC552 (b) (7) (D): consultado el 8/2/07).

[17] La bandera, que había sido capturada por el General nicaragüense P. Sánchez H., fue entregada por Machado al MAFUENIC el 10 de octubre de 1928 y en ella constaba la siguiente inscripción, hecha de puño y letra por el general rebelde: “Esta bandera fue avanzada a la 47 Cía. 11 Rgto. del cuerpo de marinos de los EE.UU. en el combate de ‘El Zapote’ el 14 de mayo de 1928. Patria y Libertad. El Chipotón, 25-5-28.-A.C. Sandino”. La entrega de la insignia fue también acompañada de la siguiente carta que el propio Machado se encargó de leer en dicho acto: “Esta bandera arrebatada por mi ejército a los filibusteros yankees la he destinado al C. C. MANOS FUERA DE NICARAGUA! de México, como una prueba más de que el gobierno de los Estados Unidos está en guerra con el pueblo de Nicaragua. El pueblo norteamericano ha permitido, por su indiferencia, que los banqueros de Wall Street mancillen el símbolo de su honor nacional, manchando con lodo y sangre la bandera de las barras y las estrellas en una guerra feroz de agresión contra una nación pequeña. A los compañeros de México encomiendo el depósito sagrado de este trofeo como manifestación de agradecimiento y de confianza en sus actividades a favor de Nicaragua, de Centro América y de la América Latina”. El MAFUENIC nombró como depositarios de la bandera a Rafael Ramos Pedrueza y a Úrsulo Galván. Ver “Entrega de la bandera norteamericana enviada por el General Sandino al C.C. ‘Manos Fuera de Nicaragua’”, en El Libertador (México) 20: 3.

[18] Luego de ser deportado de México, Aponte vivió por un tiempo también en Estados Unidos y en Ecuador. Envuelto nuevamente en actividades conspirativas, participó en los levantamientos contra la dictadura de Sánchez Cerro en Perú, en 1931. Con la caída de Machado, retornó a La Habana y, a solicitud del PPC, tejió un acuerdo con la organización guerrillera nacionalista “Joven Cuba”. Siendo el principal apoyo militar de su líder, Antonio Guiteras, fue asesinado junto con él en 1935, con apenas 35 años de edad, cuando nuevamente se disponía a abandonar Cuba rumbo a México. El portorriqueño Pablo de la Torriente Brau, dijo de Aponte que fue “el símbolo del hombre-brújula frente al imperialismo” (Jeifets, 2004: 37 y Cerdás, s/a: 94-5).

[19] Además de A. Martí, también hubo otros interesados, que con mayor o menor grado de apoyo por parte de las estructuras comunistas, se internaron en Nicaragua para participar en la lucha sandinista. En este sentido, un caso particular fue el de José de Paredes quien finalmente lograría entrar dentro del círculo íntimo de Sandino una vez que éste decidiera viajar a México a mediados de 1929, convirtiéndose en una pieza clave para el contacto de los comunistas con el líder guerrillero, sobre todo, luego de la ruptura con Martí. La historia de de Paredes, de 21 años, originario de Guadalajara y estudiante de la Academia Militar de San Francisco (en los Estados Unidos) y de todas las peripecias por las que debió atravesar hasta llegar al campamento de Sandino, fueron descriptos en varios números de El Machete publicados entre septiembre y octubre de 1928.

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Periódicos

El Libertador (órgano de la LADLA, México) 1925-1929. Edición Facsimilar Original
El Machete (periódico del Partido Comunista Mexicano) 1924-1925, 1930-1931, 1937-1938.

Archivos

Relación de documentos sobre México en el Centro Ruso (México: Biblioteca Manuel Orozco y Berra-Instituto Nacional de Antropología) 24 rollos de microfilm.
Archivo del FBI: http://foia/fbi.gov/allamerican//al_american_imperialist_league.pdf

La creación del patriarcado

LA CREACIÓN DEL PATRIARCADO
GERDA LERNER

Traducción castellana de
NICA TUSELL

Para
Virginia Warner Brodine y Elizabeth Kamarck Minnich, cuyas ideas han estimulado y confirmado las mías, y cuya amistad y cuyo amor me han dado fuerzas y ánimos

INTRODUCCIÓN

La Historia de las mujeres es indispensable y básica para lograr la emancipación de la mujer. Esta es la convicción a la que he llegado, basándome en la teoría y en la práctica, después de veinticinco años de estudiar, escribir y enseñar Historia de las mujeres. El argumento teórico se tratará ampliamente en este libro; el argumento práctico nace de la observación de los fuertes cambios de conciencia que experimentan las estudiantes de Historia de las mujeres. Ésta transforma sus vidas. Incluso un breve contacto con las experiencias de las mujeres del pasado, como el de un cursillo de dos semanas o en un seminario, ejerce un profundo efecto
psicológico entre las participantes.

Y, sin embargo, la mayor parte de las obras teóricas del feminismo moderno, desde Simone de Beauvoir hasta el presente, son ahistóricas y han descuidado los estudios históricos feministas. Era comprensible en los primeros días de la nueva ola de feminismo, cuando casi no se sabía nada acerca del pasado de las mujeres, pero en los años ochenta, cuando hay gran abundancia de excelentes trabajos especializados en Historia de las mujeres, en otros campos continúa persistiendo una distancia entre el saber histórico y la crítica feminista. Los antropólogos, críticos literarios, sociólogos, estudiantes de ciencias políticas y poetas han ofrecido obras teóricas que se apoyan en la «historia», pero el trabajo de los especialistas
en Historia de las mujeres no ha entrado a formar parte del discurso común.

Creo que las causas de ello van más allá de la sociología de las mujeres que hacen crítica feminista y más allá de los imperativos de su bagaje y formación académica. Las causas se encuentran en la relación, muy conflictiva y problemática, de las mujeres con la historia. ¿Qué es la historia?

Debemos distinguir entre el registro no escrito del pasado –todos los sucesos del pasado que recuerdan los seres humanos- y la Historia -el registro y la interpretación del pasado. (1)

Al igual que los hombres, las mujeres son y siempre han sido actores y agentes en la historia. Puesto que las mujeres representan la mitad de la humanidad, y a veces más de la mitad, han compartido con los hombres el mundo y el trabajo de la misma manera. Las mujeres no están ni han estado al margen, sino en el mismo centro de la formación de la sociedad y la construcción de la civilización.

Las mujeres también han cooperado con los hombres en la conservación de la memoria colectiva, que plasma el pasado en las tradiciones culturales, proporciona un vínculo entre generaciones y conecta pasado y futuro. Esta tradición oral se mantuvo viva en los poemas y los mitos, que tanto hombres como mujeres crearon y conservaron en el folklore, el arte y los rituales.

Construir la Historia es, por otro lado, una creación histórica que data
de la invención de la escritura en la antigua Mesopotamia. Desde la época
de las listas de los reyes de la antigua Sumer en adelante, los historiadores, fueran sacerdotes, sirvientes del monarca, escribas y clérigos, o una clase profesional de intelectuales con formación universitaria, han seleccionado los acontecimientos que había que poner por escrito y los han interpretado a fin de darles un sentido y un significado.

Hasta un pasado reciente, estos historiadores han sido varones y lo que han registrado es lo que los varones han hecho, experimentado y considerado que era importante. Lo han denominado Historia y la declaran universal. Lo que las mujeres han hecho y experimentado no ha sido escrito, ha quedado olvidado, y se ha hecho caso omiso a su interpretación.

Los estudios históricos, hasta un pasado muy reciente, han visto a las mujeres al margen de la formación de la civilización y las han considerado innecesarias en aquellas ocupaciones definidas como de importancia histórica.
Por consiguiente, el registro del pasado de la raza humana que se ha escrito e interpretado es sólo un registro parcial, pues omite el pasado de la
mitad de la humanidad, y está distorsionado, porque narra la historia tan
sólo desde el punto de vista de la mitad masculina de la humanidad.

Oponerse a este argumento, como a menudo se ha hecho, diciendo que a
muchos grupos de hombres, posiblemente a la mayoría de los hombres, se
les ha eliminado durante largo tiempo del registro histórico a causa de las
interpretaciones tendenciosas hechas por intelectuales que actuaban en
representación de las pequeñas elites en el poder, es obviar la cuestión.

Un error no borra otro: hay que corregir ambos errores conceptuales. Las
experiencias de grupos anteriormente subordinados, tales como los
campesinos, los esclavos, los proletarios, han entrado a formar parte del
registro histórico en cuanto han ascendido a puestos de poder o se les ha
incluido en política. Es decir, en las experiencias de los varones de esos grupos; las mujeres se encontraban, como siempre, excluidas. Lo cierto es que hombres y mujeres han sido excluidos y discriminados a causa de su clase.

Pero ningún varón ha sido excluido del registro histórico en razón a su sexo y en cambio todas las mujeres lo fueron.

Se ha impedido que las mujeres contribuyeran a escribir la Historia, es decir, al ordenamiento e interpretación del pasado de la humanidad. Como este proceso de dar sentido resulta esencial para la creación y perpetuación de la civilización, inmediatamente podemos ver que la marginación de las mujeres en este esfuerzo nos sitúa en un lugar único y aparte. Las mujeres somos mayoría y en cambio estamos estructuradas en las instituciones sociales como si fuésemos una minoría.

Si bien este y otros muchos aspectos de su prolongada subordinación a los hombres han victimizado a las mujeres, es un craso error intentar
conceptualizarlas esencialmente como las víctimas. Hacerlo oscurece lo que
debe asumirse como un hecho de la situación histórica de las mujeres: las
mujeres son parte esencial y central en la creación de la sociedad, son y
han sido siempre actores y agentes en la historia.

Las mujeres han «hecho historia», aunque se les haya impedido conocer su Historia e interpretar tanto la suya propia como la de los hombres. Se las ha excluido sistemáticamente de la tarea de elaborar sistemas de símbolos, filosofías, ciencias y leyes. No sólo se las ha privado de la enseñanza en cualquier momento histórico y en cualquier sociedad conocida, también se las ha excluido de la formación de teorías.

He llamado «dialéctica de la historia de las mujeres» al conflicto existente entre la experiencia histórica real de las mujeres y su exclusión a la hora de interpretar dicha experiencia. Esta dialéctica ha hecho avanzar a las mujeres en el proceso histórico.

La contradicción entre la centralidad y el papel activo de las mujeres en
la creación de la sociedad y su marginación en el proceso de interpretar y dar una explicación ha sido una fuerza dinámica, que las ha impulsado a luchar contra su condición. Cuando en ese proceso de lucha, y en ciertos momentos históricos, las mujeres toman conciencia de las contradicciones de su relación con la sociedad y el proceso histórico, las perciben correctamente y las denominan privaciones que ellas comparten en cuanto a que son un
colectivo.

Esta toma de conciencia de las mujeres se convierte en la fuerza dialéctica que las empuja a la acción a fin de cambiar su condición y entablar una nueva relación con una sociedad dominada por los varones.

A causa de estas condiciones únicas en sí mismas, las mujeres han tenido
una experiencia histórica significativamente diferente a la de los hombres.
Comencé haciendo esta pregunta: ¿cuáles son las definiciones y los conceptos que necesitamos para explicar la relación única y aislada de las mujeres con el proceso histórico, con la elaboración de la historia y la interpretación del propio pasado?

Otra cuestión a la que esperaba que respondería mi estudio era la relativa al largo retraso (unos 3.500 años) en la toma de conciencia de las mujeres de su posición subordinada dentro de la sociedad. ¿Qué podía explicarlo? ¿Qué es lo que explicaría la «complicidad» histórica de las mujeres para mantener el sistema patriarcal que las sometía y para transmitir ese sistema, generación tras generación, a sus hijos e hijas?

Ambas preguntas son de gran magnitud y molestas, y parecen conducir a
respuestas que prueban la victimización de las mujeres y su inferioridad
básica. Creo que es esta la causa de que las pensadoras feministas no se
hayan formulado antes dichas preguntas, si bien el saber masculino
tradicional nos ha dado la respuesta patriarcal: las mujeres no han
producido avances importantes en el conocimiento a causa de su
preocupación, determinada por la biología, por la crianza de los hijos y porla afectividad, lo que las llevó a una situación de «inferioridad» en lo que atañe al pensamiento abstracto.

En cambio yo parto del presupuesto de que hombres y mujeres son biológicamente distintos, pero que los valores y las implicaciones basados en esta diferencia son consecuencia de la cultura. Cualesquiera diferencias discernibles en el presente por lo que respecta al colectivo de los hombres y al de las mujeres son consecuencia de la historia particular de las mujeres, que es esencialmente distinta a la historia de los hombres. Esto se debe a la subordinación femenina a los hombres, previa a la civilización, y al rechazo de una historia de las mujeres. El pensamiento patriarcal ha oscurecido y olvidado la existencia de una historia de las mujeres, hecho que ha afectado enormemente a la psicología tanto femenina como masculina.

Comencé con la convicción, compartida por la mayoría de las pensadoras feministas, de que el patriarcado es un sistema histórico, es decir, tiene un inicio en la historia. Si es así, puede acabarse gracias al proceso histórico. Si el patriarcado fuera «natural», es decir, que estuviera basado en un determinismo biológico, entonces cambiarlo supondría modificar la naturaleza. Se podría aducir que cambiar la naturaleza es precisamente lo que la civilización ha hecho, pero que hasta ahora la mayor parte de los beneficios de la dominación de la naturaleza, lo que los hombres llaman «progreso», ha ido a parar al macho de la especie.

Por qué y cómo ha sucedido esto son preguntas históricas, independientes de cómo se expliquen las causas de la subordinación femenina. Mis propias hipótesis sobre las causas y el origen de la subordinación femenina se tratarán con mayor profundidad en los capítulos 1 y 2. Lo que importa dentro de mi análisis es la idea de que la relación de hombres y mujeres con el conocimiento de su pasado es de por sí una fuerza determinante en la elaboración de la historia.

Si era verdad que la subordinación femenina antecedió a la civilización
occidental, y partiendo de que la civilización comenzó con el registro
histórico escrito, mi investigación había de empezar en el cuarto milenio
a.C. Eso fue lo que me condujo a mí, una historiadora norteamericana
especializada en el siglo XIX, a pasar los últimos ocho años trabajando en
la historia de la antigua Mesopotamia con la intención de responder a
aquellas preguntas que a mi modo de ver son esenciales para crear un
teoría feminista de la historia. Aunque las cuestiones relativas al «origen»
me interesaron inicialmente, pronto comprendí que eran mucho menos
importantes que las cuestiones sobre el proceso histórico por el cual se
estableció e institucionalizó el patriarcado.

Este proceso quedó manifiesto en cambios en la organización del parentesco y en las relaciones económicas, en la instauración de las burocracias religiosa y estatal y en el giro que dan las cosmogonías con la ascensión de los dioses masculinos. Basándome en los trabajos teóricos que ya existían, presumí que estos cambios ocurrirían «de repente» en un
período relativamente breve, que podría haber coincidido con la fundación
de los estados arcaicos o que quizá se habría dado antes, cuando se
implantó la propiedad privada, la cual daría paso a la sociedad de clases.

Bajo la influencia de las teorías marxistas del origen, que trataré más
extensamente en el capítulo 1, imaginé una especie de «derrota»
revolucionaria que habría alterado visiblemente las relaciones de poder
existentes en la sociedad. Esperaba hallar cambios económicos que llevasen
a cambios en las ideas y los sistemas explicativos religiosos. En concreto,
buscaba cambios visibles en el estatus económico y jurídico de las mujeres.

Pero a medida que profundizaba en el estudio de las innumerables fuentes
existentes para la historia del antiguo Próximo Oriente, y empezaba a
colocarlas dentro de una secuencia histórica, comprendí que mi asunción
había sido demasiado simplista.

No se trata de un problema de fuentes, porque la verdad es que hay de sobras para llevar a cabo una reconstrucción de la historia social de la
antigua sociedad mesopotámica. El problema de interpretación es similar
al que afronta un historiador de cualquier campo que se aproxima a la
historia tradicional con cuestiones relativas a las mujeres. Hay pocos
trabajos de categoría acerca de las mujeres, y lo que existe es puramente
descriptivo. Los especialistas de esos campos no han dado todavía
interpretaciones o generalizaciones referentes a las mujeres.

Así que todavía están por escribir la historia de las mujeres y la historia del cambio en las relaciones entre los sexos en las sociedades mesopotámicas. Siento un enorme respeto por los estudios y los conocimientos técnicos y lingüísticos de los especialistas dedicados a estudiar el antiguo Próximo Oriente, y estoy convencida de que de entre sus filas saldrá finalmente una obra que sintetice y ponga en la perspectiva apropiada la historia jamás contada del cambio de estatus social, político y económico experimentado por las mujeres en el tercer y segundo milenios a.C. Puesto que no soy una asirióloga cualificada y soy incapaz de leer los textos cuneiformes en versión original, no pretendí escribir esa historia.

Observé, sin embargo, que la secuencia de los acontecimientos parecía
bastante distinta de la que había previsto. Aunque la formación de los estados arcaicos, que siguió o coincidió con importantes cambios económicos, tecnológicos y militares, trajo consigo diversas alteraciones en las relaciones de poder entre hombres, y entre hombres y mujeres, no existía evidencia alguna de una «derrota».

El período de la «formación del patriarcado» no se dio «de repente» sino que fue un proceso que se desarrolló en el transcurso de casi 2.500 años, desde aproximadamente el 3100 al 600 a.C. E incluso en las diversas sociedades del mismo antiguo Próximo Oriente se produjo a un ritmo y en una época distintos.

Además, parecía que las mujeres poseían un estatus muy diferente en distintos aspectos de su vida de manera que, por ejemplo, en Babilonia durante el segundo milenio a.C. los hombres controlaban totalmente la sexualidad femenina y aun así algunas mujeres disfrutaban de una gran independencia económica, numerosos derechos legales y privilegios, y ocupaban cargos de importancia en la sociedad. Me quedé desconcertada cuando averigüé que las evidencias históricas relacionadas con las mujeres carecían casi de sentido si las juzgaba con los criterios tradicionales. Al cabo de un tiempo empecé a comprender que debería centrarme más en el tema del control de la sexualidad femenina y la procreación que en las cuestiones económicas de rigor, así que comencé a indagar las causas y consecuencias de dicho control sexual.

Cuando lo hice, las piezas del rompecabezas empezaron a encajar. No había podido comprender el significado de las evidencias que tenía ante mí porque miraba la formación de clases, tal y como se aplica a hombres y mujeres, desde el presupuesto tradicional de que lo que es cierto para los hombres tiene que serlo para las mujeres. Cuando empecé a preguntarme en qué se diferenciaba la definición de clase para las mujeres de la de los hombres al comienzo mismo de la sociedad de clases, las evidencias que tenía ante mí cobraron sentido.

Voy a desarrollar en este libro las siguientes propuestas:
a) La apropiación por parte de los hombres de la capacidad sexual y
reproductiva de las mujeres ocurrió antes de la formación de la propiedad
privada y de la sociedad de clases. Su uso como mercancía está, de hecho,
en la base de la propiedad privada. (Capítulos 1 y 2.)
b) Los estados arcaicos se organizaron como un patriarcado; así que
desde sus inicios el estado tuvo un especial interés por mantener la familia
patriarcal. (Capítulo 3.)
c) Los hombres aprendieron a instaurar la dominación y la jerarquía
sobre otros pueblos gracias a la práctica que ya tenían de dominar a las
mujeres de su mismo grupo. Se formalizó con la institucionalización de la
esclavitud, que comenzaría con la esclavización de las mujeres de los
pueblos conquistados. (Capítulo 4.)
d) La subordinación sexual de las mujeres quedó institucionalizada en
los primeros códigos jurídicos y el poder totalitario del estado la impuso. A
través de varias vías se aseguró la cooperación de las mujeres en el sistema: la fuerza, la dependencia económica del cabeza de familia, los privilegios clasistas otorgados a las mujeres de clase alta que eran dependientes y se conformaban, y la división, creada artificialmente, entre mujeres respetables y no respetables. (Capítulo 5.)
e) Entre los hombres, la clase estaba y está basada en su relación con
los medios de producción: quienes poseían los medios de producción
podían dominar a quienes no los poseían. Para las mujeres, la clase estaba
mediatizada por sus vínculos sexuales con un hombre, quien entonces les
permite acceder a los recursos materiales. La separación entre mujeres
«respetables» (es decir, ligadas a un hombre) y «no respetables» (es decir,
no ligadas a un hombre o totalmente libres) está institucionalizada en las
leyes concernientes a cubrir con velo la figura femenina. (Capítulo 6.)
j) Mucho después que las mujeres se encontraran sexual y económicamente subordinadas a los hombres, aún desempeñaban un papel activo y respetado al mediar entre los humanos y los dioses en su calidad de sacerdotisas, videntes, adivinadoras y curanderas. El poder
metafísico femenino, en especial el poder de dar vida, era venerado por
hombres y mujeres en forma de poderosas diosas mucho después que las
mujeres estuvieran subordinadas a los hombres en casi todos los aspectos
de su vida terrenal. (Capítulo 7.)
g) El derrocamiento de esas diosas poderosas y su sustitución por un
dios dominante ocurre en la mayoría de las sociedades del Próximo
Oriente tras la consolidación de una monarquía fuerte e imperialista.
Gradualmente, la función de controlar la fertilidad, hasta entonces en
poder de las diosas, se simboliza con el acto de unión, simbólica o real,
del dios o el rey divino con la diosa o su sacerdotisa. Por último, se
separa la sexualidad (erotismo) y la procreación con la aparición de una
diosa distinta para cada función, y la diosa madre se transforma en la
esposa o consorte del principal dios masculino. (Capítulo 7.)
h) El resurgimiento del monoteísmo hebreo supondrá un ataque a los
numerosos cultos a las distintas diosas de la fertilidad. En el relato del
Libro del Génesis se atribuyen el poder de creación y el de procreación a
un dios todopoderoso, cuyos epítetos de «Señor» y «Rey» lo identifican
como un dios masculino, y que asocia toda sexualidad femenina, que no
sea con fines reproductores, al pecado y al mal. (Capítulo 8.)
i) Con el establecimiento de la comunidad de la alianza, el simbolismo
básico y el contrato real entre Dios y la humanidad dan por hecha la
posición subordinada de las mujeres y su exclusión de la alianza
metafísica y la comunidad terrenal de la alianza. Su única manera de
acceder a Dios y a la comunidad santa es a través de su papel de madres.
(Capítulo 9.)
j) Esta devaluación simbólica de las mujeres en relación con lo divino
pasa a ser una de las metáforas de base de la civilización occidental. La
filosofía aristotélica proporcionará la otra metáfora de base al dar por
hecho que las mujeres son seres humanos incompletos y defectuosos, de
un orden totalmente distinto a los hombres. (Capítulo 10.) Es con la
creación de estas dos construcciones metafóricas, que se encuentran en las
raíces de los sistemas simbólicos de la civilización occidental, con lo que la
subordinación de las mujeres se ve como «natural» y, por tanto, se torna
invisible. Esto es lo que finalmente consolida con fuerza al patriarcado
como una realidad y como una ideología.

¿Qué relación hay entre las ideas, y en concreto las ideas del género,
(2) y las fuerzas sociales y económicas que determinan la historia? El modelo
en cualquier idea es la realidad: las personas no pueden concebir algo que no hayan experimentado por sí mismas o que, al menos, otros lo hayan experimentado antes. De este modo, las imágenes, las metáforas y los mitos encuentran todos expresión en formas que están «prefiguradas» en experiencias pasadas. Durante los períodos de cambio, las personas
reinterpretan estos símbolos de una nueva manera que conduce a nuevas
combinaciones e ideas.
Lo que intento hacer con mi libro es seguir, por medio de las evidencias históricas, el desarrollo de las principales ideas, símbolos y
metáforas a través de los cuales las relaciones de género patriarcales
quedaron incorporadas a la civilización occidental. Cada capítulo está
elaborado en torno a una de estas metáforas sobre el género, que
queda plasmada en el título que lo encabeza.

En la presente obra he intentado aislar e identificar las formas en que la civilización occidental construyó el género y estudiarlas en los momentos o en los períodos de cambio. Estas formas consisten en normas sociales expresadas en cometidos sociales, en leyes y en metáforas. En cierta manera, estas formas son artefactos históricos a partir de los cuales se puede deducir la realidad social que dio lugar a la idea o a la metáfora. Si se buscan los cambios de la metáfora o de la imagen, se podrán seguir los avances históricos subyacentes en la sociedad, incluso en ausencia de otros datos históricos.

En el caso de la sociedad mesopotámica, la abundancia de testimonios históricos hace posible, en la mayoría de los casos, confirmar el análisis que hago de los símbolos comparándolo con estos datos más fidedignos.
Los principales símbolos y metáforas del género de la civilización
occidental provenían de las fuentes mesopotámicas y, más tarde, de las
hebreas.

Por supuesto, sería deseable ampliar este estudio a fin de incluir las influencias arábigas, egipcias y europeas, pero una empresa de este
porte exigiría más años de estudio de los que yo, a mi edad, podré
dedicar. Sólo me queda esperar que mi esfuerzo por reinterpretar las
evidencias históricas disponibles sirva de inspiración a otras personas
para que sigan trabajando en las mismas cuestiones desde su propio
campo y con las herramientas de estudio más refinadas de que
dispongan.

Cuando empecé este libro, lo concebí como un estudio de la
relación de las mujeres con la creación del sistema simbólico mundial, su
exclusión de él, sus esfuerzos por salirse de la desventaja educativa
sistemática a la que se veían sujetas y, por último, su llegada a la
conciencia feminista.

Pero a medida que fue avanzando mi trabajo con las fuentes mesopotámicas antiguas, la abundancia de datos me impulsó a ampliar mi obra a dos volúmenes, el primero de los cuales finalizaría aproximadamente en el 400 a.C. El segundo volumen tratará del nacimiento de la conciencia feminista y cubrirá la era cristiana.

Aunque opino que mi hipótesis tiene aplicación universal, no pretendo ofrecer, basándome en el estudio de una sola región, una «teoría general» del surgimiento del patriarcado y del sexismo. Hay que verificar y contrastar las hipótesis teóricas que doy para la civilización occidental con otras culturas y ver si su aplicación es generalizada.

Cuando emprendamos esta exploración, ¿cómo vamos a pensar en las
mujeres como un colectivo? Hay tres metáforas que nos pueden ayudar a
ver desde esta nueva perspectiva: En un brillante artículo del año 1979, Joan Kelly hablaba de la nueva «doble perspectiva» de los estudios feministas:
… el lugar que ocupa la mujer no es una esfera o un dominio aparte de la existencia, sino que está dentro de la existencia social en general … El pensamiento feminista se está alejando de la desgajada visión de la realidad social que heredó de un pasado reciente. Nuestra perspectiva actual ha cambiado, cediendo paso a una nueva conciencia del «lugar» que ocupa la
mujer dentro de la familia y la sociedad … Lo que vemos no son dos esferas de realidad social (la casa y el trabajo, lo privado y lo público), sino dos (o tres) grupos de relaciones sociales. (3)

Estamos añadiendo la visión femenina a la masculina y ese proceso es
transformador. Pero hay que obligar a dar un paso más a la metáfora
de Joan Kelly: cuando miramos sólo con un ojo, nuestro campo de
visión es limitado y carece de profundidad. Si miramos luego con el otro, nuestro campo visual se amplía pero todavía le falta profundidad. Sólo cuando abrimos ambos ojos a la vez logramos tener todo el campo
de visión y una percepción exacta de la profundidad.

El ordenador nos proporciona otra metáfora. La pantalla nos muestra la imagen de un triángulo (bidimensional). Conservando todavía
esa imagen, el triángulo se desplaza y se transforma en una pirámide
(tridimensional). Ahora la pirámide se desplaza y crea una curva (la cuarta
dimensión), aunque todavía aparecen las imágenes de la pirámide y el
triángulo. Vemos las cuatro dimensiones a la vez, sin perder ninguna de
ellas, pero observando también la relación que hay entre una y otra.
La forma en que hemos estado viendo es, en términos patriarcales,
bidimensional. «Añadir las mujeres» al esquema patriarcal lo convierte en
tridimensional. Pero sólo cuando la tercera dimensión queda plenamente
integrada y se mueve con el todo, sólo cuando la visión femenina es igual
a la masculina, percibimos las verdaderas relaciones existentes en el todo
y la conexión entre sus partes.

Para acabar, otra imagen. Hombres y mujeres viven en un escenario en
el que interpretan el papel, de igual importancia, que les ha tocado. La
obra no puede proseguir sin ambas clases de intérpretes. Ninguna
contribuye «más o menos» al todo; ninguna es secundaria o se puede
prescindir de ella. Pero la escena ha sido concebida, pintada y definida
por los hombres. Ellos han escrito la obra, han dirigido el espectáculo, e
interpretado el significado de la acción. Se han quedado las partes más
interesantes, las más heroicas, y han dado a las mujeres los papeles
secundarios.

Cuando las mujeres se dan cuenta de la diferencia de la manera en que
participan en la obra, piden una mayor igualdad en el reparto de papeles. A
veces eclipsan a los hombres, otras veces sustituyen a un intérprete
masculino que ha desaparecido. Finalmente las mujeres, tras un esfuerzo
considerable, obtienen el derecho a acceder a un reparto igualitario de los
papeles, pero primero deberán mostrar que están «cualificadas».

Nuevamente son los hombres quienes fijan los términos de su
«cualificación»; ellos juzgan si las mujeres están a la altura del papel; ellos
les conceden o niegan la admisión. Dan preferencia a las mujeres dóciles y
a aquellas que se adecuan perfectamente a la descripción del trabajo. Los
hombres castigan con el ridículo, la exclusión o el ostracismo a cualquier
mujer que se arroga el derecho a interpretar su propio papel o, el peor
de todos los males, el derecho a reescribir el argumento.

Las mujeres tardan mucho tiempo en comprender que conseguir partes
«iguales» no las convertirá en iguales mientras el argumento, el atrezzo, la
puesta en escena y la dirección estén en manos de los hombres. Cuando las mujeres empiezan a darse cuenta de ello y a reunirse durante los entreactos, e incluso en medio de la representación, para discutir qué hacer al respecto, la obra se acaba.

Si miramos la Historia de la sociedad que se ha escrito como si de dicha obra se tratara, caemos en la cuenta de que el relato de las representaciones dadas durante miles de años ha sido escrito sólo por hombres y contado con sus propias palabras. Han fijado su atención principalmente en los hombres. No es de sorprender que ni se hayan dado cuenta de las acciones emprendidas por mujeres. Finalmente, en los últimos cincuenta años, algunas de ellas han adquirido la formación necesaria para escribir las obras de la compañía.

Cuando lo hacen, empiezan a prestar una mayor atención a lo que hacían las mujeres. Sin embargo, sus mentores masculinos las habían adiestrado bien. Así que encontraban que lo que hacían los hombres era más importante y, en sus ansias de realzar la parte de las mujeres en el pasado, buscaban a
aquellas mujeres que hubieran hecho las mismas cosas que los hombres.
De esta forma nació la historia compensatoria.

Lo que las mujeres deben hacer, lo que las feministas están haciendo,
es señalar con el dedo el escenario, el atrezzo, el decorado, el director y el
guionista, igual que lo hiciera aquel niño del cuento que descubrió que el
emperador iba desnudo, y decir: la verdadera desigualdad que hay entre
nosotros está dentro de este marco. Y luego han de derrumbarlo.

¿Qué tipo de historia se escribirá cuando se aleje la sombra de la dominación, y hombres y mujeres compartan por un igual la tarea de hacer las definiciones? ¿Devaluaremos el pasado, depondremos categorías, suplantaremos el orden por el caos?

No. Simplemente caminaremos bajo el cielo. Observaremos cómo cambia,
cómo salen las estrellas y gira la Luna, y describiremos la Tierra y el
trabajo que en ella se hace con voces masculinas y femeninas. Después
de todo, su visión nos podrá enriquecer. Ahora sabemos que el hombre no
es la medida de todo lo que es humano; lo son los hombres y las
mujeres.

Los hombres no son el centro del mundo: los son hombres y mujeres. Esta idea transformará la conciencia de una forma tan decisiva
como el descubrimiento de Copérnico de que la Tierra no es el centro
del universo. Podemos interpretar partes distintas sobre el escenario, a
veces intercambiándonoslas o decidiendo conservarlas, según nos
parezca. Podemos descubrir talentos nuevos entre aquellas a las que
siempre se ha mantenido a la sombra de lo que otros hacían. Podemos
encontrarnos con que los que siempre habían asumido la carga de actuar y definir pueden disponer ahora de más libertad para interpretar y experimentar el puro goce de vivir. No tenemos ninguna obligación de describir qué hallaremos al final, igual que no la tenían aquellos exploradores que navegaron al otro extremo del mundo para encontrarse con que la Tierra era redonda.

Nunca lo sabremos hasta que no empecemos. El mismo proceso es el
camino, es el objetivo.

1. Para marcar la diferencia escribiré «historia», el pasado que no ha quedado escrito, en minúscula, e «Historia», el pasado que se ha escrito e interpretado, con mayúscula.
2. El sexo es una realidad biológica en hombres y mujeres. El género es la definición cultural de la conducta que se considera apropiada a los sexos en una sociedad y en un momento determinados. El género es una serie de papeles culturales; por lo tanto, es un producto cultural que cambia con el tiempo (se recomienda consultar los apartados de sexo y género
en el Apéndice: «Definiciones»).

3. Joan Kelly, conferencia sobre «The Doubled Vision of Feminist Theory: A Postscript to the “Women and Power“», Feminist Studies, vol. 6, n.° 1 (primavera de 1987), pp. 221-222

Mujeres en el imaginario masculino

Mujeres en el imaginario masculino (La Cuerda, marzo de 1998)
Sergio Valdés Pedroni

En Guatemala la masculinidad aparece casi siempre como una amenaza a la integridad y la dignidad de las mujeres; un ejercicio arbitrario de hegemonía y subordinación arraigado en lo más profundo de la vida cotidiana. Las representaciones masculinas sobre lo femenino en general y sobre la mujer en particular, nos remiten de entrada a un enorme promontorio de prejuicios, insultos y gestos de violencia vedada o manifiesta.

En las calles de la ciudad se advierten a cada instante manifestaciones de desprecio y burla por la naturaleza de las mujeres. Según el sentido común, se trata de seres inacabados y estúpidos que —como expone un panfleto humorístico que obtuve en una imprenta offset de la 4a. avenida de la zona 1— pueden ser muchas veces animales: culebras rastreras con la suegra, camaleones hipócritas con el marido, cerdos cochinos en la cocina… Una taxonomía insultante para cualquier ser humano.
Tal percepción y representación de lo femenino se construye en un intrincado mapa de territorios simbólicos. El discurso eclesiástico, en el que se dan cita curas católicos, pastores fundamentalistas, predicadores musulmanes, etc.; el de los políticos, de derecha, centro e izquierda por igual; el de buena parte de los intelectuales y cuadros académicos; el de los publicistas y voceros empresariales —¿han visto los anuncios de Aguardiente Venado y Cerveza Gallo?— entre muchos otros, constituyen bastiones de una masculinidad aberrante que sustrae a hombres y mujeres del placer de relaciones equitativas y edificantes. A los chicos se les prohibe la ternura y la dulzura y a los grandes se les exige autoridad o compasión por tan débiles e indefensos seres sub-humanos.
No estoy en contra de la contemplación física ni del placer sexual recíproco, nada de eso. Lo que pasa es que en la escuela, en el partido, en la calle, en los bares, en la estación de policía no digamos, las mujeres no pasan de ser buenos culos o buena onda o muy simpáticas e interesantes, útiles a la hora de las compulsiones sexuales. Y otro tanto sucede con los hombres en boca de las mujeres que cayeron en la trampa discursiva de sus victimarios.
Cuando el consenso machista entra en crisis o cuando una mujer lo cuestiona mediante un artículo periodístico, lo expone públicamente con una denuncia legal o lo desafía con un acto de genuina rebeldía en el seno de la pareja, el sistema opta por la coerción, la represión o la violencia abierta y sistemática. Y todo esto, no me cabe la menor duda, es algo que debe transformarse de raíz, empeñando los recursos que hagan falta e impulsando acciones individuales y colectivas, sobre todo de aquellos hombres que renuncian al angustiante rol dominador que la sociedad les impuso. La magnitud del problema es tal que guardar silencio y no actuar constituye una muestra de complicidad y una absoluta falta de solidaridad humana, próxima a la de los genocidas y torturadores.
No será fácil desplazar de la vida cotidiana formas de representación y relación tan enfermas y retorcidas, sobre todo porque Guatemala tiene la estúpida vocación de darle continuidad a los aspectos más desagradables de su vida. No obstante, vale la pena comenzar a enfrentarlas ahora, allanado el camino hacia esta impostergable forma de justicia humana.
Comparto la sugerencia de los Hombres de Sevilla organizados contra la violencia hacia las mujeres en el sentido de que, como mínimo, cada hombre sensible al problema debería escribir un texto crítico para distribuirlo en su familia, en su lugar de trabajo y en los sitios de entretenimiento que visita. Además, podría enviarlo a los periódicos, estaciones de radio y canales de televisión a los que tiene acceso, reclamando campañas para que se legisle y se sancione en contra de quienes violen la dignidad femenina. Cada vez que por chingar los cuates o cuatas se pongan a reproducir la representación machista sobre la mujer, las personas con otro criterio deberían pronunciarse, invitando a la reflexión y al cambio de actitudes.
La masculinidad y la feminidad no son realidades antagónicas sino complementarias, de ahí que sus representaciones públicas simbólicas, materiales, etc. deban cambiar y frenar la espiral de violencia que sus formas actuales originan.
Vale la pena vivir con solidaridad, ternura y placer. Inténtelo y verá….

El evangelio contracultural

El evangelio contracultural

En la discusión sobre la relación entre evangelismo y cultura, no se debe olvidar que el mensaje de Jesús, en su tiempo, fue una enseñanza contracultural. La razón de su impacto y su aceptación no fue el resultado de ser acorde a la cultura del momento. Por el contrario, fue debido a su oposición.

La mujer no era muy valorada en el mundo greco-romano. No obstante, Jesús rompió las normas aceptadas socialmente cuando fue y le habló a solas a una mujer samaritana, cuando recibió a la mujer pecadora, cuando puso en igualdad de condiciones a la mujer adúltera con los hombres adúlteros, cuando escogió mujeres que le acompañaron como grupo de apoyo adondequiera que iba.

En el siglo primero, se consideraba que los niños eran seres humanos incompletos. Pero Jesús los recibió, los cargó en brazos y los bendijo. También recibió a los cobradores de impuestos, prostitutas, leprosos, cojos, ciegos y a todas aquellas personas que culturalmente eran despreciadas y evadidas.

Pero aún más, en una época cuando perdonar se consideraba una debilidad, Jesús insistió que se debe perdonar setenta veces siete y que se debe orar por el enemigo, poner la otra mejía a quien nos golpea y no resistir a quien quiere robarnos. Si el mensaje del evangelio fue buenas nuevas, lo fue porque desafió la manera de ser y pensar de la cultura de su tiempo. Hoy en día, la fuerza del evangelio seguirá siendo su sentido contracultural más que la concordancia que se pueda lograr con las tradiciones.

La crisis del pensamiento crítico latinoamericano

La crisis del pensamiento crítico latinoamericano

Emir Sader

ALAI AMLATINA, 04/11/2015.- En el momento de auge de los enfrentamientos políticos y de las grandes luchas de ideas en América Latina, se siente con más fuerza la relativa ausencia de la intelectualidad crítica. En el momento en que los gobiernos progresistas sufren las más duras ofensivas de la derecha, buscando imponer procesos de restauración conservadora, valiéndose del monopolio de los medios de comunicación, el pensamiento crítico latinoamericano podría tener un rol importante, pero su ausencia relativa es otro factor que afecta la fuerza del campo de la izquierda.

La derecha se vale de ese monopolio y de sus pop stars. Vargas Llosa y Fernando Henrique Cardoso vuelven con fuerza al campo para apoyar a Mauricio Macri, a la derecha venezolana y a atacar a los gobiernos de Brasil. Ecuador, Bolivia. No les faltan espacios, aunque les falten ideas.

Al pensamiento crítico no le faltan ideas, tiene que pelear por espacios, pero falta mucho más participación, faltan entidades que convoquen a la intelectualidad crítica a que participe activamente en el enfrentamiento de los problemas teóricos y políticos con que se enfrentan los procesos progresistas en América Latina.

Frente a la pobreza de las propuestas de retorno a la centralidad del mercado, del Estado mínimo, de las políticas de retorno a la subordinación a Estados Unidos, a la apología de las empresas privadas, queda un amplio marco de argumentos y de propuestas a ser asumidos por la intelectualidad de izquierda. Para desenmascarar las nuevas fisonomías que asume la derecha, para valorar los avances de la década y media de gobiernos posneoliberales, para promover el rol de esos gobiernos latinoamericanos a contracorriente de la onda neoliberal que sigue barriendo el mundo y los derechos de los más vulnerables.

Esos gobiernos han hecho la crítica, en la práctica, de los dogmas del pensamiento único, de que “cualquier gobierno serio” debiera centrarse en los ajustes fiscales. De que no era posible crecer distribuyendo renta. De que las políticas sociales solo podrían existir como subproducto del crecimiento económico. De que el dinamismo depende de más mercado y menos Estado. De que no hay camino en el mundo que no sea el de la subordinación a los países del centro del capitalismo. De que el Sur es el retraso.

En fin, todo lo que los gobiernos progresistas han desmentido rotundamente, son argumentos fuertes para que el pensamiento crítico se apoye en ellos y encare las dificultades presentes en las perspectiva de la profundización de esos procesos y no de su abandono. Esto lo hacen aquellos – de derecha y de ultra izquierda – que se refugian en el triste consuelo para ellos de un supuesto agotamiento del ciclo progresista. A ambas fuerzas les sobran motivaciones, más aún cuando han sido derrotadas por década y media. Pero les faltan razones, no pueden proyectar un futuro para el continente, que no sea la reiteración del pasado desastroso y superado o el discurso sin práctica.

Es el momento del pensamiento crítico, de dejar a un lado las prácticas burocráticas que neutralizan el potencial crítico del pensamiento latinoamericano, que mediocrizan las entidades tradicionales. Es hora de volver a protagonizar, en primera línea, la lucha antineoliberal, es hora de volver, sin miedo, a proponer ideas audaces, nuevas, emancipatorias, es hora de volver a engarzar la intelectualidad crítica con las nuevas generaciones, huérfanas de futuro.

La burocratización es una enfermedad fatal para el pensamiento crítico, sea en las estructuras académicas, sea en las prácticas institucionales de otras instancias. ¿Hasta cuándo la intelectualidad crítica dejará que los “intelectuales mediáticos” de la derecha ocupen prácticamente solos los espacios de los debates de ideas, que formen nuevas generaciones en los valores del egoísmo, de los prejuicios, del consumismo?

La burocratización conduce a la despolitización, que es el mejor servicio que se puede prestar a la derecha, sustrayendo espacios críticos a la lucha de ideas para volcarlos simplemente a la mantención de cargos y de sueldos. Son burócratas que, aunque nominalmente pretendan pertenecer al campo de la izquierda, lo que hacen es desmoralizar a la izquierda, con el uso abusivo de las palabras sin práctica o con una práctica sin ideales ni proyección política concreta.

Fue una tragedia para la izquierda la separación entre una práctica sin teoría – que a menudo se pierde en los meandros de la institucionalidad vigente – y una teoría sin trascendencia concreta – que se pierde en sí misma.

Hoy es indispensable rescatar la articulación entre pensamiento crítico y lucha de superación del neoliberalismo, entre teoría y práctica, entre intelectualidad y compromiso político concreto. Si los viejos caminos se han desviado de esas vías, nuevos tienen que ser abiertos, los espacios públicos conquistados están ahí para ser ocupados.

“Los caminos que encontramos hechos / son desechos de viejos destinos. / No crucemos por esos caminos / Porque solo son caminos muertos” – como canta Pablo Milanés.

Seamos fieles a los precursores del pensamiento crítico latinoamericano, pero, sobretodo, fieles a los nuevos destinos que apenas hemos empezado a construir.

El que pierde la batalla de las ideas está condenado a la derrota política. No merecemos perder ni la una ni la otra.

– Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (Uerj).

Antonio Obando Sánchez

ANTONIO OBANDO SANCHEZ

Por: Miguel Ángel Albizures

Es difícil resumir en unas cuantas páginas, la vida de un hombre como Antonio Obando Sánchez, que escribió un libro sobre su propia trayectoria, y sobre el cual se han escrito otros libros y muchas cuartillas. Quizá es mejor hablar de su entereza, su lucidez hasta el último momento de su vida, su fe en el movimiento sindical y esa necedad de insistir en la unidad de los trabajadores, como única forma de hacer avanzar los procesos de transformación.

Ni la pobreza ni los golpes de la vida lo cambiaron, se mantuvo atrás del banco de carpintero, no lo cambió la sentencia de muerte que le propinó Ubico y el haberse salvado de milagro, ni mucho menos las múltiples veces y las decenas de años que pasó en la cárcel y de la cual hacía mofa: “sólo Nelson Mandela me ha ganado por unos pocos años”. La última de ellas, según él, en el gobierno del General Efraín Ríos Montt, cuando atravesaba los ochenta años.

Sólo hay un Antonio Obando Sánchez que nació con el Siglo XX en Amatitlán, el 10 de mayo de 1902. Muy pronto, al tomar conciencia de lo que era la dictadura de 22 años de Manuel Estrada Cabrera, se unió a los insurrectos a quienes por esa época, otro artesano sastre de nombre Silverio Ortiz, dirigió, haciendo posible, junto con otros sectores sociales, la insurrección del veinte que dio al traste con la dictadura.
Con la franqueza que le caracterizó a lo largo de su vida, Antonio Obando nos cuenta que era hijo de: “Guillermo Sánchez, un campesino rico que llevaba una vida desordenada”, y de Marcos Obando, la madre, quien “desde que… resultó embarazada, mi abuela, a la usanza conservadora, arrojó a mi progenitora de la casa, pretextando rígidos preceptos de moral y de religión por la falta de matrimonio”.

El abuelo paterno reemplazó el afecto de su propio padre y de los abuelos por parte de su madre. Él le dio sus primeras cinco cuerdas de tierra en la que empezó a sembrar para sobrevivir y “así, aquel abuelo, a la par de buen maestro agrícola, ayudaba a aliviar las penalidades de mi madre ocasionadas por el abandono de mi progenitor”.

Hijo de una mujer analfabeta, no ocultaba su admiración, cariño y reconocimiento para quien le dio vida y lo llevó de la mano en su niñez y adolescencia. En sus “Memorias” dice: “Jamás podré escribir con fidelidad el vasto cuadro de ternura, sacrificios y fatigas que una madre vive. Pálido e inconcluso será lo que diga acerca de mi recordada “viejecita”. Trataré de relatar lo más sobresaliente”. Y es en ese relato en donde se ve su vida íntimamente ligada a ella, de donde venían sus principios morales y ese deseo de ser alguien en la vida. Hay que reparar que, por ello, utilizó toda su vida y aun en sus memorias, el apellido materno Obando primero, y Sánchez después, en reconocimiento a quien había sido su madre y su padre al mismo tiempo.

Ya a los 18 años, Antonio Obando andaba haciendo tareas en las organizaciones de artesanos que, posteriormente, serían el semillero del movimiento sindical que él ayudo a fundar, y que se desarrolló con fuerza a lo largo de los años veinte, después de la caída de la dictadura de Manuel Estrada Cabrera. Asimismo, la historia recoge su participación en el primer Partido Comunista de Centroamérica, Sección Guatemala, al que se afiliaría en 1924; en 1928 haría su primer viaje a Moscú al VI Congreso de la Tercera Internacional y luego al Congreso Mundial de Sindicatos, adheridos a la Internacional Roja.

Todo ello le costó su primera visita a la cárcel y la sentencia de muerte a que fue condenado junto con 12 compañeros más, por parte del dictador Jorge Ubico y de la cual sale amnistiado, mientras que el hondureño Juan Pablo Wanright fue fusilado. Obando pasa en la prisión los 14 años que duró la dictadura ubiquista. Logró su libertad al triunfo de la Revolución del 20 de octubre del 1944 e inmediatamente se reincorporó al movimiento sindical, siendo uno de los fundadores de la Escuela Claridad, en donde conoció al salvadoreño Miguel Mármol con quien mantuvo una estrecha amistad.

Obando corrió la misma suerte de muchos otros que hicieron posibles las transformaciones revolucionarias de la Junta de Gobierno, y que habían aportado en los gobiernos de Arévalo y Arbenz: el exilio en 1954 hacia Argentina. También ahí conoció la cárcel junto con otros guatemaltecos asilados, entre ellos el personaje a quien él llamaba Víctor Victorioso, refiriéndose a Víctor Manuel Gutiérrez , por quien mantenía una admiración y recuerdos imborrables por su entrega a los trabajadores. Diez meses estuvieron compartiendo en la cárcel de Villa Devoto, en Argentina.
La situación del país era confusa y políticamente grave, pues continuaba la persecución a los sindicalistas. Pese a todo, Obando volvió al país el 17 de septiembre de 1958 para ver por última vez a su madre que yacía en una caja mortuoria en la antigua casa del Gallito en donde él había vivido. La lucha por su regreso, la habían dado organizaciones argentinas que obtuvieron el salvoconducto para que pudiera viajar e ingresar al país, en una época en la que gobernaba el General Miguel Ydígoras Fuentes.
Ese momento nos lo relata Obando Sánchez en sus memorias: “Abrí la caja y vi a la viejecita que tanto calor brindó a mi vida, ví su rostro demacrado, sus ojos cerrados, aquellos ojos que ansiaron tanto ver por última vez a su hijo, que infortunadamente llegó tarde y no pudo decirle adiós”… ”Así termino la lucha por mi regreso a la patria”.
Y así inicia también otra vez su lucha por los derechos de los trabajadores, reintegrándose al Sindicato de Madera y Vidrio que lo delegó ante la Federación Autónoma Sindical Guatemalteca (FASGUA), de la cual llegó a ser directivo.
Varias veces volvió a la cárcel, pero quién sabe qué ángel le acompañaba, pues lograba recuperar su libertad y volver a la lucha e insistir en la necesidad de la formación y la unidad en el movimiento sindical. Su última visita a las mazmorras carcelarias fue bajo el régimen del General Oscar Mejía Víctores en 1984, cuando fue allanada su casa-taller de carpintería en Ciudad Real y estuvo desaparecido durante varios días. Por esa época tenía 81 años, pero seguía siendo considerado “un peligro” para la seguridad del Estado. El llamado Diario Militar dado a conocer en 1998 es elocuente al referirse a su captura: “106. Antonio Ovando Sánchez (s) Rosales, 81 años de edad, carpintero. 02-04-84: A las 1000, mil horas en su taller de carpintería, fue prensado, siendo el

más antiguo de los miembros del PGT-PC, teniendo un historial muy extenso, principiando de su viaje a Moscú en el año 1928, fue secretario en varias ocasiones del partido. Siendo obrero, escribió varios libros y también dio clases en la universidad. Estuvo en el exilio en Argentina. Conoce mucho de la organización”. El Diario no dice que le vaciaron la casa y lo dejaron sin nada, ni menciona que cuando lo dejaron libre, estaba todo golpeado.
A finales de los años ochenta y antes de su muerte en 1994, se le veía llegar a las oficinas de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA), de la que era parte la Federación Sindical de Trabajadores de la Alimentación y Similares (FESTRAS), y compartía sus experiencias con los trabajadores afiliados a diversos sindicatos. Ahí se juntaba también con niños, hijos de trabajadores, por quienes tenía un cariño especial y quienes lo rodeaban oyendo sus consejos.

Por ese tiempo vivía sólo en la Colonia La Florida y se iba y venía en camioneta a la Federación casi todos los días. Antes de su muerte, se le llevó a El Salvador para su encuentro con Miguel Mármol, su antiguo amigo con quien había compartido penas y alegrías. Es indescriptible la emoción que se sentía en su reencuentro con Mármol en 1994, cuando abrieron los brazos para saludarse y empezar a recordar viejos tiempos y personajes ya idos, entre ellos a Farabundo Martí y unas cuantas sindicalistas que llegaban a la Escuela Claridad en donde ambos habían estado en la época revolucionaria. Fue una ocasión para llevarlo al Lago de Ilopango, lugar en donde se había encontrado con Mármol en 1928, recuerdos que juntos revivieron en esa oportunidad de su reencuentro. Obando Sánchez dejó de existir el 12 de octubre de 1994, a la edad de 92 años.
Pero que no sea sólo nuestra opinión sobre la vida de uno de los fundadores del sindicalismo en Guatemala, sino también la de un periodista destacado y Director del Diario la Hora, Oscar Clemente Marroquín Rojas, quien el 10 de mayo del 2003 escribió un artículo que complementa estas notas.

DON TONITO OBANDO ESTARÍA CUMPLIENDO 101 AÑOS
Oscar Clemente Marroquín

“Lo conocí en los últimos años de su vida y siendo un anciano, se convirtió en ejemplo de tenacidad, entusiasmo y esperanza en la construcción de esa Guatemala mejor que siempre hemos querido. Lejos de tirar la toalla y de sentirse frustrado o fracasado, el viejo sindicalista Antonio Obando Sánchez se mantuvo hasta el último día de su vida con una ilusión enorme por concretar los sueños que desde su infancia había acariciado y que se le negaban de manera persistente.
Fue de los diez condenados a muerte por el gobierno de Ubico acusados de ser comunistas y un verdadero milagro le salvó la vida y en vez de enfrentar al paredón, como pasó con algunos de los que también recibieron idéntica condena, terminó refundido en la vieja penitenciaría situada en donde hoy está el Centro Cívico. Don Tonito había iniciado su lucha cívica cuando como obrero formó parte del levantamiento contra Estrada Cabrera y me comentaba que habían estado hombro con hombro junto a mi abuelo en el fiero combate de la semana trágica que precedió a la caída del tirano. Recordaba claramente cómo desde las alturas de lo que hoy es el Puente del Ferrocarril de la séptima avenida, conocido como Puente de la Penitenciaría, disparaban ambos contra las tropas leales al tirano que lo defendían en La Palma.
Enemigo de las dictaduras, el ubiquismo también le provocó a luchar por la libertad y terminó siendo condenado a muerte. Hoy publico el volante que se difundió en aquellos días, señalando a los que habían sido sentenciados por los tribunales para ser pasados por las armas.
Y en recuerdo a su memoria y, sobre todo, a ese entusiasmo inagotable y esa fe que perduró hasta el último de sus días motivando sus luchas para construir una Guatemala más justa e incluyente, hoy que cumpliría 101 años recuerdo a ese viejo amigo que tantas lecciones de honradez y dignidad prodigó a lo largo de su vida”.
En el artículo publicado, se pueden ver las fotos de los 10 condenados a muerte, entre ellos Antonio Obando Sánchez, con un título que dice “Los diez Comunistas condenados por los tribunales militares”, y un subtitulo que señala la fecha “Mes de febrero de 1932.- Sentencia del Consejo de Guerra, fecha 9 y confirmada por Corte Marcial con fecha 14”.