El hambre de los cortadores

El hambre de los cortadores
19 de Enero de 2014 a la(s) 6:0 – Una crónica de Sigfredo Ramírez / Fotos de Giovanni Lemus y Ana María González
La temporada de corta de café es la estampa más folclórica de El Salvador. La imagen que representa a la alegría, a la bonanza, al trabajo de miles de personas y el colorido de la vieja república cafetalera. Pero en los últimos años, la roya inmoló cafetales en todo el país. En muchas fincas ni siquiera hay granos qué cortar. Esta temporada 113,000 familias se quedaron sin su mayor o única fuente de ingresos. Los colonos ya no tienen qué comer, un drama que sufren en silencio.
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Sin comida. El 96 % de los hogares que depende del jornal en los cafetales tenía pocas o no poseía ninguna reserva de alimentos en diciembre de 2013, según el PMA.

En las profundidades de la finca de La Malinche, en un rincón escarpado del municipio de Apaneca, en Ahuachapán, el silencio parece estar hermanado con la tristeza, con la soledad. Es un silencio incómodo en plena temporada de corta del café. Porque esta mañana de enero –según la tradición– debería de ser festiva en el cafetal, pero solo se escucha el viento. No se oyen las voces de los cortadores, el griterío de los niños que los acompañan, ni la voz fuerte de los mandadores. Todo parece embargado por el silencio, también la familia Girón.

René Girón –padre–, Sara Girón –su hija– y Leonardo Girón –el nieto de seis años– lucen distantes en un sendero de esta finca. Los tres son colonos en La Malinche. René y Sara lucen estoicos. Leonardo corretea tímido entre los arbustos. Los adultos lucen preocupados. El niño no lo entiende. En toda la mañana, los Girón solo han recolectado dos arrobas (50 libras) de café. Una jornada en la que solo han ganado $2 entre Sara y René. Por eso no cruzan palabras. El silencio tiene una explicación.

—Es por la roya… –dice René, derrotado, mínimo, casi susurrando.

Su hija Sara –morena y de ojos taciturnos– habla de años pasados en que les iba bien. Y “bien” acá es tener suficiente dinero para comprar frijoles y maíz. Nada más. Nada. Pero eso era antes de que la roya quemara las hojas de este cafetal y del resto de fincas en Apaneca, en Ataco, en Juayúa, en las faldas del volcán de Santa Ana, en San Salvador, en Chinameca, el 40 % de los cafetales del país. Sara habla de 2011 como si ya fuera lejano. Habla de jornadas en las que 200 cortadores trabajaban en las profundidades de La Malinche –rompiendo con su trajín el silencio del cafetal– y una sola persona podía recolectar más de 10 arrobas de café. “No como ahora que andan 40 personas y ajustamos una arroba”, dice Sara, cabizbaja. Nada es exagerado y esta no es una plática trivial. La vida de colonos como la familia Girón está reducida a un acto de supervivencia: sin terreno, sin milpa, sin frijolar, sin ganado, sin luz eléctrica, sin agua potable. El límite no se mide en posesiones sino en tener algo sobre el fogón para engañar al hambre.

Entonces el silencio del cafetal se vuelve trampa. Uno puede morir en esta finca, que es una montaña fértil desde donde se ve el océano Pacífico, sin que nadie se dé cuenta de ello. Y en medio de una crisis agrícola como la que el hongo de la roya ha llevado a los cafetales, no hay espacio para la exageración.

Se corta café y hay dinero justo para el maíz y un poco de frijoles. No se corta y una familia puede pasar días sin comer. En El Salvador hay 50,000 familias vulnerables a la inseguridad alimentaria por la roya, según las cifras del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas. Son 50,000 familias como la de René Girón, su hija Sara y su nieto. “La situación de los colonos es una bomba de tiempo, una verdadera emergencia silenciosa”, plantea Dorte Ellehammer, representante del PMA en el país. René Girón dice que en su casa se han quedado otras seis bocas qué alimentar, dos son recién nacidos. Uno es el bebé de su hija Sara. Pero hoy, en la finca La Malinche, al mediodía, mientras otros cortadores comen tortillas y tomatada; René, su hija y su nieto de seis años no tienen comida para almorzar. René miente y dice que uno puede engañar al estómago para no sentir tanta hambre después del trabajo. Se resigna. Los tres descansan bajo la sombra de un árbol de pepeto que no luce ni un solo fruto. No cruzan palabras. Como si estuvieran esperando que alguien viniera o quisieran mimetizarse en este paisaje bucólico. El hambre se sufre en ese silencio.

***

René Girón se está quedando sordo. Hace años, el colono de La Malinche sufrió un dolor de cabeza que lo dejó sin audición. Era un dolor punzante que lo aturdía y lo mareaba. Fue a consulta pero nunca se sometió a los exámenes correspondientes. Dice que nunca tuvo “esa facilidad”. Así que René desconoce el motivo por el cual apenas escucha lo que los demás dicen. Y poco a poco, las voces de toda su familia se le van apagando. Su hija Sara casi le grita para comunicarse con él.

—¡Le pregunto si ya había visto una cosecha más mala que esta! –grita Sara.

—No, nunca en todo el tiempo que llevo aquí –responde René, tranquilamente.

El tiempo que René lleva en La Malinche es toda la vida. El colono nació y creció en este cafetal de Apaneca. Antes eran él, su madre y sus hermanos. Ahora son él, su esposa María del Tránsito Álvarez, sus hijas y sus nietos. Pocas son las cosas que han cambiado. Todos son colonos y viven como siempre han vivido los colonos: con frío, lejos de todo y de todos, habitando en un refugio levantado por su propia necesidad con madera, plásticos y cartones. A 1,326 metros sobre el nivel del mar y casi dos horas caminando del pueblo de Apaneca. Solos.

René se queda cortando en el cafetal sin haber almorzado, mientras otros cortadores caminan por los senderos de La Malinche. La mayoría de ellos han subido hasta esta finca desde San Pedro Puxtla, Guaymango o Ataco. Todos vienen huyendo de los cafetales que están a menor altura sobre el nivel del mar. Allí, la infección de la roya ha sido aún más letal. “Allá abajo no hay corta, hay fincas que ni siquiera hojas tienen y uno, por la necesidad, no se puede quedar sin cortar”, asegura Javier Jiménez, un cortador que ha venido junto a su hijo de 15 años desde el cantón La Esperancita de Guaymango, donde no hay luz eléctrica ni agua potable.

La finca de La Malinche tiene poco café. Tan poco que dejaron de pagar $1.25 por cada arroba recolectada como en 2012 y ahora paga solo $1. Centavos que son cruciales para los colonos. El número de cortadores también se ha reducido drásticamente en la finca. Si uno se adentra mucho en el cafetal de 150 manzanas pronto se encuentra totalmente solo. Pero siguiendo por el sendero principal de la finca se llega a la casa del colono René Girón. La vivienda está en un filo angosto de la montaña. A esta hora del mediodía, María del Tránsito, la compañera de vida de René, cuida a los cinco niños de la familia. Pero sobre todo, ella resiste en su propio calvario.

Este es el segundo año que no corta café en La Malinche. Su aporte es una entrada menos para este hogar. Porque a finales de 2011, a María del Tránsito Álvarez le diagnosticaron cáncer en la matriz. Por eso se queda cuidando a los niños junto a su hija Mercedes. Y María del Tránsito sigue resistiendo su cáncer sin medicinas ni hospitales. A esta hora del almuerzo, las dos están sentadas –sin comer– dentro de la vivienda con paredes de madera donde se cuela el viento. Cada una chinea a un bebé: Mercedes carga a su hijo Élmer, de cinco meses; María del Tránsito carga a su nieto Otoniel, quien nació el 15 de septiembre de 2013, en un país que celebraba su independencia y donde alrededor del 6 % de su población todavía sobrevive con $1 al día, según las mismas estadísticas oficiales.

Y en la emergencia alimentaria por el impacto de la roya en los cafetales hay 25,860 niños afectados. Alrededor de 8,410 de ellos son menores de cinco años de edad. Porque nacer en el seno de una familia de colonos es tener todo en contra desde el primer momento. La noche del 18 de septiembre de 2013, Sara Girón se adentró en el cafetal con su hijo de tres días de nacido en brazos –después de que le dieron el alta en el hospital de Ahuachapán– y le tocó correr bajo la lluvia. Antes hizo lo suyo al solicitar ayuda a la unidad de salud, a la policía, a la alcaldía municipal pero nadie la vino a dejar hasta las profundidades de la finca. Le dijeron que la ambulancia estaba en el taller, que no había suficiente gasolina para la patrulla policial, o que no había carros municipales de Apaneca para auxiliarla a ella y a su hijo de tres días de edad. Al final, un conductor de mototaxi se apiadó de los Girón y los acercó lo más que pudo a su casa. Pero igual se mojaron. Unos días después de la tormenta, Sara y su bebé volvieron de emergencia al hospital. Madre e hijo pasaron casi una semana internados. Nacer como colono es tener garantizado un rosario de adversidades.

Los dos bebés en la familia Girón se parecen mucho entre ellos. Mercedes –madre de uno y tía del otro– los amamanta a ambos mientras su hermana, Sara, corta café en la finca. El cuadro familiar de los Girón es completado por Kenya, de ocho años, la inquieta hija de María del Tránsito; y Jessica, la hija de cuatro años de Sara. Jessica es la única que come a esta hora. La niña tiene un plato lleno arroz entre sus manos. Es el arroz que les dio el Programa Mundial de Alimentos (PMA) en septiembre, octubre y noviembre.

Porque la situación de los colonos –y otras familias que dependen de la corta del café– es tan precaria a escala nacional, que el PMA ya les entregó tres raciones de alimentos de 20 libras de frijol, 66 libras de maíz, 66 libras de arroz y un galón de aceite. Fueron 11,205 familias beneficiadas y que ya se habían quedado sin comida ante el impacto de la roya en las fincas cafetaleras. Y en enero de 2014, a casi dos meses de la última entrega de alimentos, la familia Girón sigue comiendo de esa ayuda. Es lo único que tienen.

—A saber qué hubiera pasado si no nos dan esos frijolitos –cuenta María del Tránsito, sentada frente a una estrecha mesa de madera.

—¿Y qué cenaron el 24 y el 31 de diciembre solo con esa ayuda?

–Ah, si no cenamos, como no teníamos nada ligerito nos acostamos.

—¿Nunca cenan?

–A veces, solo cuando conseguimos algo.

***

La precaria vivienda de la familia Girón es solo una de las más de 1,000 que están sumergidas en el océano de los cafetales de Apaneca. Cada finca tiene uno, dos, cinco o hasta una comunidad de más de 40 colonos. Ninguno de ellos tiene milpa o frijolar así que la comida casi siempre escasea. La roya solo ha sido el tiro de gracia. Los colonos hacen lo que pueden por sobrevivir. Nelson Santos en la finca La Bellota sube al vecino cerro Chichicastepec y baja pantes de leña para venderlos. Tiene un ingreso de $1.25 al día. El hijo de Reina Granados de la finca Miramar se cansó del cafetal y se fue a trabajar de vigilante a Santa Ana. Gana $90 cada quincena.

Cada quien se rebusca como puede. Eso se nota al caminar por la finca Pretoria, una de las comunidades de colonos más grandes en Apaneca. Casi todos en este asentamiento con nombre de ciudad sudafricana recibieron el paquete de alimentos del PMA. Adelina Ordóñez, de 63 años, cuenta sobre la emergencia alimentaria que viven en Pretoria, mientras camina rumbo a su casa después de pasar todo el día intentando cortar café en la vecina finca Santa María.

—Con esta temporada sí que nos desconsolamos, si solo puchitos hacemos, hoy hice tres arrobas porque me tocó lo bueno –dice Adelina, caminando.

—¿Y cuánto dinero les va a quedar al final de la temporada?

–Ah Dios, tata. Nada…

Adelina es una mujer morena, bajita y de paso ágil. De todos sus años de vida, solo salió de esta finca durante tres, cuando era joven y se fue a trabajar como empleada doméstica en una casa de la colonia San Francisco, en la ciudad de San Salvador. Ese es el camino que la mayoría de colonos siguen por la crisis del café. Adelina se para a la orilla del cafetal que rodea a Pretoria, ve a todos lados, y asegura que antes había muchos más que los 70 colonos que todavía viven en esta finca. Pero poco a poco, más hombres y mujeres dejan el cafetal ante la falta de trabajo. O porque no les alcanza con el $4.60 que pagan por un día de trabajo en el cafetal durante la temporada lluviosa. La llegada de la roya solo ha acelerado el éxodo de los colonos.

No se van rumbo a Estados Unidos. De hecho, solo cuatro de cada 100 personas reciben remesas en Apaneca, según las estadísticas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Los hombres se van a San Salvador para convertirse en los guardias de seguridad que vigilan bancos y restaurantes. Son los uniformados que abren la puerta y se pasean por los estacionamientos con una escopeta al hombro. Las mujeres también se van y trabajan de empleadas domésticas en la cocina o cuidando niños. Es una vida difícil la que aguarda a los colonos afuera del cafetal. Lejos del lugar donde crecieron pero que nunca les perteneció, para llegar a otro donde el sacrificio es grande y el salario es mínimo. “Pero al menos ganan perenne, aunque sea un poquito”, dice Adelina, con tono de resignación, mientras llega al extremo sur del casco de la finca Pretoria.

La anciana luce extenuada por el trabajo de todo el día entre los cafetos. La hija de Adelina sale a encontrarla cuando la oye llegar. Se llama Margarita y esta temporada no ha salido a cortar porque está cuidando a su bebé de dos meses. Margarita regresó hace un tiempo a Pretoria después de trabajar por años en la cocina de una casa en la colonia Maquilishuat de San Salvador. Le pagaban $100 cada quincena y cocinaba para 10 personas. Es bachiller General pero eso no le valió para conseguir un mejor empleo. No volvió a la finca porque quiso, sino porque su madre enfermó y no había quien cuidara de ella. Pero ahora, después de unos meses de maternidad, ya está pensando en volver a la ciudad para buscar empleo.

—Si la situación no mejora quizás si vuelva a San Salvador, aunque sea tan sacrificado –dice Margarita, de pie en el pasillo de su casa de madera, frente a una vieja y oxidada báscula para pesar el café.

Ella no es la única que piensa irse de nuevo del cafetal y probar suerte en la ciudad. Uno de los vecinos de Margarita, el colono Tereso Pérez, también medita la idea. Él ya trabajó por 11 años como guardia de seguridad en la zona industrial del puerto de Acajutla, y en un negocio de máquinas tragamonedas en Sonsonate. Allí, Tereso veía cómo niños, jóvenes y adultos perdían cientos de dólares por su adicción a los juegos, mientras a él le pagaban $120 quincenales y venía de una finca donde cada centavo es vital para la comida. “Al local casi siempre llegaba un niño que quizás ‘gaveteaba’ a la mamá porque de las 8 de la mañana a las 3 de la tarde se podía gastar $300 jugando en las maquinitas ¡Imagínese! Lo que una familia hace en una buena temporada cortando café”, exclama Tereso todavía impactado, desde el reducido solar de su casa construida con tablas de pino y laurel.

Pero Tereso Pérez volvió a Pretoria –después de tanto tiempo lejos del hogar– para encontrar una situación más complicada de la que se vivía cuando se fue por primera vez. Apenas y ha conseguido trabajar en la finca La Cubana en las faldas de un alto cerro cerca a Pretoria, y la comida que el PMA le entregó a su familia de 11 integrantes ya se está terminando. Los próximos meses de 2014 no pintan nada bien. La temporada de corta fue mala y efímera, todos dudan que los dueños de los cafetales inviertan mucho en el mantenimiento de la finca. Van a ser pocos los colonos que logren trabajar abonando, cortando la maleza y podando las ramas que hacen sombra al cafetal durante la próxima temporada lluviosa. Aquí en la finca Pretoria, y en el resto de Apaneca, nadie sabe con certeza cómo va a sobrevivir.

“Estas son familias tan pobres que con cada golpe que ellos reciben, pierden el entusiasmo de poder salir adelante, muchos ya se han resignado, es triste, pero esta solo es la punta del iceberg y el panorama no es alentador, como PMA ya tenemos un nuevo proyecto de entrega de comida que esperamos iniciar en marzo de 2014, pero este es un problema que no tiene soluciones fáciles, la pobreza de los colonos no se va a solucionar solo dando cositas, hay que buscarle nuevas alternativas a la problemática”, explica Dorte Ellehammer, representante del PMA en El Salvador.

La funcionaria de Naciones Unidas asegura que en cualquier comunidad en un estado de emergencia como el que se vive en Pretoria, la estrategia del PMA sería desarrollar proyectos que beneficien al asentamiento, como el mejoramiento de caminos o aprender nuevas prácticas agrícolas. Pero los colonos habitan en las profundidades de fincas privadas y sin tierra que cultivar.

Tereso asegura que se va a rebuscar lo más que pueda. Ya comenzó a buscar trabajo en las fincas cercanas a Pretoria. Hoy cortó café en la finca de El Ópalo, después dice que irá más lejos. A donde sea. No quiere dejar a su familia. Tereso está decidido a agotar todos los recursos antes de irse a la ciudad y desvelarse trabajando como vigilante. Asegura que esa vida está llena de amarguras y frustraciones. En el trabajo que tenía en la sala de máquinas tragamonedas en Sonsonate, su jefa le descontaban las cuotas del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), pero una vez que enfermó y fue a consultar a la clínica le dijeron que a él nunca se las habían depositado. “No es justo que uno tenga necesidad y aún así le roben”, dice Tereso.

***

La roya también destrozó los cafetales de Ataco. Eso se ve a simple vista si uno deja atrás el casco del pueblito y se adentra en el camino de tierra que lleva al cantón El Naranjito. Los cafetales se ven calvos y sin frutos. Un martes a las 4 de la tarde, un hombre triste camina con un guacal lleno de orquídeas sobre su espalda. Dice que la corta está mala, que no hay nada que hacer, que pocos andan cortando, que todo da lástima. El hombre sigue su camino entre el polvo. Vende cada orquídea a $1.50 y también la aromática planta que llaman Galán de novia.

Pocos cortadores vienen por la calle polvosa que lleva hasta El Naranjito. Un grupo de hombres, mujeres y niños que está separando el café verde del rojo, en la finca San José, tienen rostro melancólico. Casi no han cortado nada. Una de los mejores cafetales en la zona dejó de producir como solía hacerlo. Esta temporada, el pesar todo el café recolectado ha dejado de ser un acto de alegría, y se ha convertido en algo triste. No hay ningún ingreso extra qué celebrar.

—No hayamos para dónde agarrar –dice un cortador llamado Miguel Reynosa.

En las fincas aledañas el panorama es igual. A esta hora, un grupo de cortadores viene bajando desde la finca Santa Fe, una cumbre empinada a más de 1,300 metros de altura sobre el nivel del mar. Todas son mujeres. Todas vienen cabizbajas. Casi no cortaron nada. Rosa Martínez, una de las cortadoras, asegura que esperaba mejor suerte. Creyó que ante la falta de cortadores podría hacer un par de arrobas de más. Porque muchos se fueron ya de estos cantones de Ataco urgidos por la necesidad. La mayoría de hombres se han ido a rebuscar a Juayúa o Salcoatitán.

Al llegar a la encumbrada finca Santa Fe, el mandador Manuel Aguilar asegura que buscó a 50 personas para la temporada de corta, pero no pudo apuntar a más de 20 en su cuaderno. Tuvo que traer a 35 personas desde Atiquizaya. El camión rojo que los trajo hasta aquí hace maniobras de salida a esta hora. Es una tarde fría en la cima de la montaña. Los rayos del sol se reflejan en el Pacífico. El mandador Manuel Aguilar camina raudo por la finca Santa Fe, donde ha vivido por el último año.

Él se ha encargado de todos los trabajos para combatir a la roya. En buena parte de la propiedad ya sembró un nuevo cafeto resistente al hongo. El mandador dice que apenas el 20 % de la hacienda va a rendir sus frutos esta temporada, el resto de nuevos árboles tendrá granos de café hasta dentro de dos a tres años.

“La crisis más grande será en los próximos años, porque en muchas fincas de aquí han cambiado todo el cafetal y va a costar que crezca, ahora se corta poco pero en los próximos años no va a ser nada, ¿qué va a ser la gente sin ese ingreso? ¿Con qué van a comprar los frijolitos”, dice Manuel mientras se adentra en la finca Santa Fe.

***

Hay quienes parecen no tener nada que perder. Cuando todos los cortadores que vinieron desde Atiquizaya se van de la finca Santa Fe, solo queda el mandador del cafetal y una familia que ha venido desde el vecino Guaymango. Es la familia Sigüenza. Ellos han sido los únicos perseverantes. Ya pasaron tres días cortando los pocos granos de la finca y todavía no se van. Hubo otras familias que también vinieron desde Guaymango y prefirieron regresar a sus casas, después de ver la ínfima ganancia que les dejaba la temporada de corta.

Los Sigüenza son cinco adultos y cinco niños. Ahora, juegan fútbol con unas metas hechas de madera. Se ven felices a pesar de todo, más los niños que corretean atrás del balón. Los rayos del sol se extinguen en la montaña. El casco de la finca Santa Fe está rodeado de un jardín de hortensias. El cortador Samuel Sigüenza juega con su hija Jennifer, de cuatro años de edad.

—¿Ha sido provechoso venir desde Guaymango a cortar café? –se le pregunta a Samuel Sigüenza, mientras toma café de una vaso de plástico.

—No, no lo vale, antes hacíamos $150 por la temporada y ahora solo hacemos $40.

—¿Y por qué se vino toda la familia?

–Este es como un paseo familiar, y acuérdese que la gente humilde como nosotros no tiene nada que perder.

Jennifer hala a su papá del suéter gris que lleva puesto. Samuel la ve de reojo y le sonríe. La niña quiere llevarlo hacía la cocina de leña que está en la parte de atrás del rancho. Le pide un vaso de café caliente para sortear el frío antes de irse a dormir. Mañana, la niña de cuatro años se va a levantar en la gélida madrugada para acompañar a Samuel a cortar granos de café, el poco que queda ya en esta cumbre de Concepción de Ataco.

Las aventuras del padre Guido

Las aventuras del padre Guido
22 de Mayo de 2011 a la(s) 0:0 – Un reportaje de Carlos Chávez Fotografías de Rony González

Sammy Guido es un fraile gringo; 51 de sus 80 años de edad han transcurrido en una escabrosa y empobrecida región entre Ahuachapán y Sonsonate. Allí, incluso para el bastión más grande de nahuahablantes, él es el “padre Guido”. A manera de los antiguos misioneros coloniales, pero con humor, el padre Guido también ha empezado a escribir la crónica de su vida. Una mezcla de Sicilia, Massachusetts y San Pedro Puxtla.

Al mediodía, un vapor propio de una jungla envuelve a San Pedro Puxtla. Y ni aún así fray Sammy Guido se quita su sotana franciscana o sus tenis blancos New Balance. Suda. Pero no prende el ventilador de techo de la casa parroquial. Su figura chaparrita parece más preocupada en hojear una vieja National Geographic en inglés.

—¡Aquí está! Mire esta foto, este avioncito es un Spitfire. Los británicos lo construían durante la Segunda Guerra Mundial. El Spitfire tenía estas cosas que dan vuelta… –con revista en mano, busca explicarse el fraile de marcado acento gringo.

—¿Tenía hélices?

—¡Exacto! Pues, en 1960, así me vine a El Salvador: en un avión de cuatro hélices. Ni me quise asomar por la ventanilla porque los motores vibraban fuerte como si fueran a desprenderse. ¡Nunca oré tanto en mi vida como en esa ocasión!

El fraile intenta hacerme entender que hace 51 años, y por designios de la iglesia católica, se alejó de su natal Massachusetts para radicar en un trío de apartados y empobrecidos poblados: San Pedro Puxtla, Guaymango y Santo Domingo de Guzmán, el fortín más grande nahuahablantes indígenas del país.

El padre Guido –quien recién el mes pasado alcanzó los 80 años– dice que desde 196o ha experimentado todo tipo de andanzas y malandanzas. Asaltos. Terremotos. Diluvios. Viajar con tuncos. Escuchar regaños en náhuat. Objetos que vuelan. Y hasta exorcismos. Quizá por eso, hace unos minutos, me dejó caer un gran chorro de agua bendita sobre mi cara y camisa. Lo hizo, porque soñé con el diablo.

A este fraile gringo le tiene sin cuidado que lo comparen con un moderno fray Bartolomé de las Casas. O con Robinson Crusoe, el literario náufrago inglés que pasó 28 años en una remota isla tropical. A estas alturas de su vida, lleva meses en su ordenador, engrosando un libro-bitácora, en inglés y español, llamado “Las aventuras reales del padre Guido”. En la página 13, hay una crónica sustanciosa de cuatro partes.

Parte I: El recordatorio constante

Uno de los pueblos de los cuales yo era responsable era Santo Domingo de Guzmán. Allí casi todos sus pobladores hablaban el dialecto náhuat, proveniente del lenguaje Uto-Azteca. El mismo que hoy ha caído en desuso.

Como pastor, era mi obligación celebrar misa, especialmente para las festividades del patrono. En este caso: Santo Domingo, cuya solemnidad ocurre el 4 de agosto. Sin embargo, sucedió que la fiesta se acercaba y yo no había cumplido con mi responsabilidad.

En los primeros días de junio, tres hombres originarios de aquel lugar vinieron muy serios a recordarme mi obligación pastoral. Debía llegar un día antes, el 3 de agosto, para poder rezar el Santo Rosario y oficiar la misa de víspera. Les dije que estaba de acuerdo sin recapacitar mucho en su visita.

Un mes después, en julio, vino otro grupo a recordarme mi promesa y mi obligación. Yo pensé: Creo que quieren asegurarse que no vaya a olvidar mi compromiso. Y así me quedé pensando en la manera que realizaría ese viaje de seis horas montado a lomo de caballo.

El 1 de agosto, volvieron a recordármelo y me dije: “¿Es que no confían en mí?” Y comencé a sentirme incómodo con esta situación, así que tranquilamente les dije: “No tengan pena. Estén seguros que allí estaré”.

Lo que me sorprendió es que el 2 de agosto, a las 6 de la mañana estaban tocando otra vez mi puerta. Esta vez, con el grupo de hombres venía un niño. Habían caminado once kilómetros solo para asegurarse que yo estaría listo para el viaje. ¡Era increíble!

Bueno, el día convenido llegó. Y a las 9 de la mañana partí acompañado de mi sacristán, que era un campesino. Este cabalgaba detrás de mí, llevando mi estuche para la misa y mi valija negra. Parecíamos Sancho Panza y Don Quijote. Yo cabalgaba sin saber lo que me esperaba.

Parte II: Maltratado, golpeado y magullado.

A las 10:30 de la mañana aún estábamos muy lejos de Santo Domingo de Guzmán. El sacristán me preguntó la hora, y me replicó “¡Es tarde!” Se colocó detrás de mi caballo y con un látigo de bambú le pegó en las ancas. ¡Y zaz! El caballo sale volando y yo con él, abiertas mis piernas y saltando en el aire, como en un rodeo. ¡Hasta llegué a pensar que iba en un avión jet!

Tomó algún tiempo para que el caballo se aquietara. Yo no estaba muy contento con mi compañero, quien volvió a preguntarme por la hora, estaba tan distraído con el paisaje, que me había olvidado del látigo. ¡Y zaz! Volví a volar por los aires, teniendo que calmar al caballo, no sin grandes esfuerzos. Tenía unas ganas de quitarle el látigo a mi compañero y darle su medicina. Y le dije: “¡Pare, ya está bueno!”

Para calmarme, el campesino empezó a enseñarme unas palabras indígenas. Quería distraerme. Allá al rato, me volvió a preguntar la hora. Entonces, fui más inteligente que él. Lo vi seriamente y no le contesté. Con ello le hice ver que no me engañaría por tercera vez, pues yo no era un gringo tonto.

Cuando habíamos recorrido tres cuartas partes del trayecto, cayó una fuerte tormenta, característica del mes de agosto. Dichosamente yo llevaba puesta una capa, pero mi pobre sacristán no. Y tuvo que cubrirse apenas con un pedazo de plástico.

Llegamos a Santo Domingo a eso de las 5 de la tarde, hora y media después de lo esperado. Aún llovía, y entramos directamente a una casita de adobe y paja donde nos hospedaríamos. La casita tenía un corredor de frente y traté de entrar con todo y caballo, pero mi cabeza no entraba bajo el techo. El agua corría como un río sobre mi cabeza. Yo imaginaba que estaba tomando un baño de regadera a lomo de caballo. El cacique –nombre que recibe el jefe del lugar– nos estaba esperando. Él era el encargado de los festejos patronales. Me miró fijamente y vociferó:

—¡Llegó tarde!

—¡Por Dios Santo! ¡Ayúdeme a bajar de este caballo, no sé cómo hacerlo! –“¡Dios mío! ¿Qué vendrá después?”, pensé.

Cuando por fin bajamos de los caballos, secamos nuestras ropas. El cacique se notaba que no tenía consideración alguna y volvió a vociferar:

—¡Llegó tarde!

Mejor me fui directamente a la iglesia a oficiar la santa misa. A pesar de que no había comido desde el desayuno, cuando llegó el momento de las peticiones, el lector de la misa pidió algo.

—¡Que el padre Guido trate de cumplir a tiempo sus compromisos!

No podía creer lo que mis oídos escuchaban.

Parte III: El regalo del cacique

Después de desayunar sopa de patas y tortillas verdes, celebré la misa en honor de Santo Domingo, tal como lo prometí en reiteradas ocasiones.

Como es costumbre, para la fiesta del patrono los campesinos celebran con danzas folclóricas de origen español, conocidas como “Historiantes”. Pues bien, me hallaba observando con sumo cuidado la danza y a la vez tomaba fotos con mi cámara. Celestino, el cacique, me miraba curioso y asombrado. Él era el padre de una de las niñas que participaba en la danza folclórica. Yo seguía observando cada escena. De pronto, Celestino se acerca y me pregunta algo.

—¿Le gusta, padre?

—¡Claro que sí! –respondí, pensando que se refería a la danza.

—Le doy a mi hija, padre. ¡Se la regalo!

No sabía qué pensar. ¿Era otra de sus bromas?

—Un momento, jefe. Aprecio su obsequio, pero no puedo aceptarlo. ¡Ni siquiera puedo cuidar de mí mismo, mucho menos podría ser capaz de cuidar a su hija! ¡Y basta, no se moleste!

Dicho esto regresé a la iglesia a bendecir a los feligreses. “¡Por Dios Santo!, dije, ¡Gracias a Dios que me escapé!”

Llueve a cantarazos sobre San Pedro Puxtla. En el aire, vaga una fría sensación de aislamiento.

—¡Esta tormenta no es nada! Han pasado muchas peores por aquí –asegura el fraile, mientras fisgonea el aguacero que cae detrás de su puerta con malla antimosquitos.

El padre Guido recuerda que bautizó como “El Diluvio” a los doce días de lluvia intermitente que dejó el huracán Stan en 2005. Durante el diluvio, dice que ocurrieron cosas muy peculiares. El volcán de Santa Ana explotó y “todo San Pedro parecía como si lo hubieran pintado a brochazos con pintura gris”. Al mismo tiempo, albergaba en la parroquia a unos 80 damnificados por la lluvia. Y sus dos mascotas –una gata y una perra pastor alemán– hacían lo suyo.

El 9 de octubre, su gata, llamada Penny como las monedas de un centavo de dólar, parió seis gatitos. Dos días después, su pastor alemán, llamada Cora como las monedas de 25 centavos de dólar, tuvo siete perritos, “cuatro varones y tres hembras”.

—Cora le ganó a Penny por uno. Y debido a que el último perrito nació el 12 de octubre, el día de Cristóbal Colón, decidí darles nombres relacionados con él. Así pues, a los perritos los llamé: Cris, Columbus, Discovery y Atlantic. A las hembras las nombré: Pinta, Tinta y Marry.

El fraile gringo dice que agradeció a Dios por mandarle estos animalitos: “Así verdaderamente puedo decir que aquí: ‘Me llovieron gatos y perros’”.

El padre Guido continúa platicando sentado en una silla plástica. A su alrededor, las paredes intentan robarle atención. Cuelga una bandera de EUA, junto a la de El Salvador. Enmarcado, tiene el pergamino que desde 2003, y por decreto legislativo, lo convirtió en ciudadano salvadoreño. También hay un mapa de la isla italiana de Sicilia, o “Chichilia”, desde donde emigraron sus padres rumbo a Massachusetts a inicios del siglo pasado, para trabajar en fábricas de lana.

—Yo nací un Viernes Santo, justamente durante las tres horas de sufrimiento de Cristo, el Salvador, en la cruz . Por eso me bautizaron como Salvatore. Para los no-italianos, Salvatore o Salvador es difícil de pronunciar. Y me inscribieron como “Sammy”.

Eso explica el fraile cuyo nombre completo es Sammy Salvatore Guido Vellardita. Él encuentra curioso que su “Chichilia”, Massachusetts y El Salvador tienen en común ser territorios de alrededor de 25,000 kilómetros cuadrados. Pero, lo que más cosquillea mi curiosidad es un comalito con inscripciones acrílicas y que cuelga de la pared. ¿Qué dice?

—¡Es el Padre Nuestro en náhuat! –explica el fraile que sabe inglés, italiano, español y una cuantas palabritas en lengua nativa. En Santo Domingo de Guzmán se tomó la tarea de traducirlo.

El comal reza: “Tegu tupal ga tenemi gaigacu santoshisigua ma tugai maguigui…”. El fraile me resume que los “inditos” son interesantes. Dice que cuando regañaban a sus cipotes, en su presencia, lo hacían en náhuat, para que no entendiera. De su gastronomía rescata el alguashte. Tanto, que podría jurar que su platillo favorito no son las hamburguesas o los hot-dogs, sino el pollo frito ahogado en salsa de alguashte. Lo que aún no digiere es cómo hornean los comales como el que está aquí colgado. Dice que es una dura faena exclusiva de mujeres indígenas “topless”, que casi parecen quemarse junto a los comales.

Mientras me habla de comales, miro una antigua fotografía suya que ha dejado sobre una mesita. En ella, aparece mucho más joven, como de 30 años, oficiando algún evento en Santo Domingo. Luce como el hollywoodense actor ítalo-americano Al Pacino. De hecho, su cabellera, de melena lacia, es similar.

—Padre, ¿Y en estos 51 años de vivir aquí, ninguna muchacha se enamoró de usted?

—No sé… Yo creo que no. Y no es que no me llamen la atención, pero soy un religioso.

Dicho esto, mejor me invita almorzar algo “humilde”. Sobre la mesa desfilarán albóndigas con arroz. Tortillas gordas. Mangos y naranjas. Salva Cola. Y una sopa de espinacas, a la que, él le añadirá quesito parmesano del gringo, y trocitos de aguacate del indio. Todo lo preparó su longeva ama de llaves. Una robusta y chele señora de 84 años, con rostro de beata, María Ernestina Ramos. El fraile aprovecha para comentar que disfruta de la música de otros ítalo-americanos como él, como Liza Minelli y Frank Sinatra. Y habla de otras “medio-italianas”, Madonna y Lady Gaga. “La primera está loca. ¡Y la otra es una sinvergüenza!”

Tras el almuerzo, el fraile chupa una naranja y dice estar listo para mostrarme San Pedro Puxtla. Antes de salir, en la puerta, me obsequia un escapulario verde. Uno como el que él utilizó durante un exorcismo que sucedió en Ataco, y que él describe en su libro-bitácora. Se trata de una crónica de tres partes.

Parte I: Un desafío

Un domingo, estaba rezando mi breviario cuando llegó una mujer con dos galones de agua.

—Padrecito, quiero que usted bendiga estos dos galones de agua.

—¿Para qué?

—Padrecito, quiero que usted bendiga esta agua por mi hijo José. Está poseído, y quiero bendecirlo con ella. Hay un espíritu malo que entra en mi hijo.

—¡Un momento, señora! Tengo que consultar al pastor de Ataco, al padre Sully.

Yo le conté todo al padre Sully. Y me dijo que iría con el doctor a visitar a ese joven, y que me quedara aquí. Al día siguiente, el doctor no llegó por lo cual el padre Sully decidió enviarme a mí. ¡Qué reto! Fui con Tito, Martín, el sacristán, y un hijo de la señora.

La casa estaba ubicada en una finca de café, propiedad de otra persona. Era de adobe. Todos entramos a la casa y hayamos acostado al enfermo, José. Él estaba boca arriba sobre una cama de madera. A pesar de que se veía muy enfermo, estaba normal.

La mamá de José me pidió que lo bendijera con agua bendita. Y que a la vez bendijera la casa, adentro y por fuera, lo cual hice con gusto. Y le dije a la señora que no se preocupara más por José porque acaba de recibir toda la protección espiritual que necesitaba.

Parte II: La señora enloquecida

El siguiente domingo, la mamá de José me estaba esperando. Me dijo que su hijo seguía igual, como poseído. No pude creerlo, y comencé a pensar que ella estaba perdiendo la cabeza.

Al día siguiente, fui con mi grupo de acompañantes. Esta vez llevé un crucifijo, mucha agua bendita, escapularios verdes y cafés. Y otra cuerda franciscana, como la que uso. Entramos en la casa de adobe y pude ver a José, el enfermo. Estaba profundamente dormido.

Preferí salir de la casa, a platicar con el papá de José debajo de una planta de banano. Mientras platicaba con él, la señora salió corriendo de la casa gritando: “¡Aquí, aquí, aquí! ¡Aquí está el espíritu malo!”

Me sentí muy nervioso y asustado. Oré intensamente a Dios. Y sentí la protección de Dios entrando en mí. Entré con la mamá y el papá de José a la casa. Estaba extremadamente caliente, como a 45 grados.

Parte III: El exorcismo

El joven, que tenía alrededor de 19 años, ahora parecía como de 120 años de edad. Estaba acostado boca arriba. Y su cara estaba negra como el carbón. Rechinaban sus dientes y tiraba puñetazos al aire como si estuviera boxeando. Hablaba en voz baja y ronca. Dos tonos salían de él. La voz de una señora espiritista que vivía cerca y la de otra espiritista que vivía en un pueblo como a 80 kilómetros de distancia. ¡Estaban utilizando al joven como médium de conversación!

Cuando las espiritistas terminaron su conversación el poseso hablaba entrecortado. Dijo que estaba en un campo de juego, en las cantinas, en el alcohol.

—¡Deja a este joven libre! ¡Déjalo en paz porque él tiene todas las bendiciones y la protección de la iglesia!

—¡No estamos solos! ¡Somos varios!

Esa voz salió de José. Me retiré de la cama, la cara del joven estaba más negra que antes, y él me preguntaba: “¿Dónde están tus adoradores? ¿Dónde están los Legionarios de María y de la Sociedad del Santísimo Sacramento?” Empecé a rociar agua bendita sobre el poseído. Y con mi otra mano sostenía el crucifijo. Se ponía más furioso. Tomé el cordón de San Francisco para golpearlo suavemente. A la vez, tiré sobre él los escapularios. El poseso saltó. Se dio vuelta hacia donde estaba una pequeña mesa con imágenes de Jesús y la Virgen.

—¿Dónde están sus feligreses para que lo defiendan? Ahora voy a pelear contra este altar y el altar de su iglesia… ¡Voy a pelear contra usted y su iglesia!

Aquello fue el acabose. Nunca estuve más asustado en mi vida. Oré a Dios y a todos los santos. Apuntaba el crucifijo y rociaba agua bendita. Finalmente, el joven empezó a calmarse. Su tono de voz bajo. Sus dientes aún rechinaban y murmuraba cosas, pero se quedó dormido.

Al día siguiente, el sacristán y unos amigos lo llevaron al hospital de Ahuachapán. Amarrado, por si se ponía violento. Estuvo tan manso como un cordero. Poco después, el mismo José llegó a visitarme. Me agradeció lo que había hecho por él. Y hasta se hizo parte del grupo de la iglesia. Su madre, también muy agradecida, me contó que hallaba sapos disecados en botes de vidrio. Y que creía que los dueños de la finca los ponían allí para asustarlos y así provocar que se fueran.

—Juanita: ¡Sálgase de allí lo más pronto posible! —Así lo hizo, y desde entonces todo ha sido diferente para ellos. ¡Gracias a Dios!

En San Pedro Puxtla, el teléfono fijo e internet no funcionan. Algunos no tienen ni energía eléctrica. Ayer, cerca de la casa del fraile Guido, un rayo gordo achicharró parte del cableado aéreo del poblado. O eso es lo que murmura el adormitado pueblo.

A diferencia, el fraile gringo parece más diligente. En poco tiempo, se subió a un caballo. Me mostró una ambulancia y la escuela de 233 alumnos que el hizo construir en 1977. Saludó a varios parroquianos. Vio una casa, en cuya fachada alguien mantiene una fétida paloma ahorcada, dijo que averiguaría qué pasaba allí. Pidió un “coffee break”, en su casa, con galletas de avena con choco chips. Me mostró el espacioso interior de la parroquia. Me platicó que en Santa Ana, pistola en mano, lo llevaron a un cafetal para intentar robarle su camioneta. Y en la calle, varios chuchos bravos se le abalanzaron. Él los adormitaba con la misma frase.

—You’re a good boy. You’re good boy…

El padre Guido parece tener simpatía por los animales. Hace unos años, dice que tuvo una “lora piadosa”. Por aquí cerca, solía vivir una señora muy devota. Tanto, que a su lora le enseñó varias expresiones religiosas. Al fallecer la señora, la lora le fue obsequiada.

—Ernestina, la ama de llaves, le dio a la lora más gustos de los normales. El problema era Fluffy, el gato. Fluffy tenía sus ojos puestos en la lora, siempre esperando la oportunidad para comérsela.

El padre Guido dice que trató de mantener vigilancia, pero un día, Fluffy atacó a la lora. Salvaron al pájaro, pero el ataque la dañó mucho.

“Manteníamos en cuidados a la lora, pero no albergábamos muchas esperanzas. Un día, mientras estaba en mi cuarto, escuché el canto: ‘Ave, Ave, Ave María’. Era el mismo tono del himno que cantan en el santuario de Lourdes, en Francia. ¡No podía creerlo! Salí al patio, donde estaba la lora envuelta en una toalla, para que tomara el sol y el aire fresco. Mientras la veía, la lora cantaba la parte final del himno, ‘Ave, Ave, Ave María’. Al terminar cerró los ojos para siempre con un suspiro. Recé y le impartí la bendición. La lora honraba a nuestra bendita madre. Seguramente está en el cielo en una estaca de oro, cantando a Jesús y su madre bendita: Ave, Ave, Ave María”.

Tras el cuento de la lora, el fraile gringo me confiesa que más de alguna vez se ha sentido como solo o “abandonado acá”. Pero transcurridos más de 51 años sería pecado que no se hubiera labrado un séquito de conocidos y amigos. Eso sí, es incapaz de olvidar la primera vez que puso un pie en El Salvador. Cuando bajó del avión de cuatro hélices en el aeropuerto de Ilopango. Lo hizo con unas botas de caña alta, pensando en culebras mordedoras. Dice que nadie le dio la bienvenida al entonces religioso de 28 años. Tuvo que esperar más de cinco horas allí, hasta que un par de curas lo recogieron y lo llevaron hasta el otro lado del mundo, Sonsonate. Allí, un superior esbozó su destino. Le asignó un primer pueblo ahuachapaneco: Ataco.

—El día que llegué a Ataco (el 2 de febrero de 1960), di mi primera misa a las 6 de la tarde. ¡Y tan pronto hice la señal de la cruz, la tierra se estremeció! Proseguí, pero luego sucedió un segundo temblor, y ni corto ni perezoso dije a los presentes: ¡Salgamos del templo!

Antes de despedirnos, el fraile me lleva a la cúspide de un cerro jalonado por un amate y una inmensa cruz. En un pick up, ascendemos hasta allí. Y pronto, el padre descubre que el pedestal de la cruz tiene un grafito en spray: “Susan patas de lora y culo de tabla”.

—¡Oh, my God! Esto no estaba el 3 de mayo, en el día de la cruz. Hace poco lo han hecho. ¡Qué barbaridad! –hace cara compungida. Luego pierde su mirada en el paisaje que se abre en dirección sur. A vista de pájaro se adivinan las tejas y láminas oxidadas de San Pedro Puxtla. Y más allá, el muelle de Acajutla.

—Mire aquel cerro, por allá queda Guaymango, allí solía dar misas, pero iba en mi jeep. Y de este otro lado, por allá, queda Santo Domingo de Guzmán. Bueno, allí usted ya sabe, antes de que pavimentaran el camino, tenía que ir a lomo de caballo.

—Padre, después de 51 años acá, ¿no extraña su Estados Unidos? ¿No se siente solo a veces?

—Sí, pero ya solo me sobrevive un hermano en Massachusetts. Él nunca ha venido aquí, yo lo visito una vez al año. Pero mi misión es esta, estar con la gente más sencilla y humilde que es la que mejor entiende a Dios. Y para estar siempre conectado con Estados Unidos, recibo por suscripción la revista National Geographic. Antes recibía aquí la revista Time, pero ya no. El Salvador que yo conozco no es El Salvador del que habla Time.

Contra el estilo de cliché en el partido

CONTRA EL ESTILO DE CLICHÉ EN EL PARTIDO∗
Mao Tse-tung

El camarada Kai Feng acaba de señalarnos el propósito de la reunión de hoy. Quisiera hablar ahora acerca de cómo el subjetivismo y el sectarismo han hecho del estilo de cliché del Partido su instrumento de propaganda o forma de expresión. Luchamos contra el subjetivismo y el sectarismo, mas si no liquidamos al mismo tiempo el estilo de cliché del Partido, los dos conservarán un lugar donde esconderse. Si terminamos con ese estilo, daremos jaque mate al subjetivismo y al sectarismo, exhibiendo esos dos monstruos en sus verdaderos colores. Entonces quedarán como una rata que cruza la calle seguida por los gritos de “¡Matadla!”, y así podremos aniquilarlos fácilmente.

No es muy grave si uno escribe en estilo de cliché del Partido sólo para sí mismo. Pero si da a leer lo escrito a otra persona, se duplica el número de lectores, y eso ya causa un daño mayor. Y si fija en la pared su escrito, si lo reproduce en mimeógrafo, lo publica en los periódicos o lo imprime en forma de libro, el problema es verdaderamente serio, porque su influencia puede alcanzar a mucha gente. Los que escriben en estilo de cliché del Partido siempre desean que sus artículos sean leídos por mucha gente. Por lo tanto, es necesidad imperiosa denunciar y liquidar este estilo.
El estilo de cliché del Partido es una variante del [Pág. 37] estilo de cliché extranjero, que Lu Sin combatió hace tiempo.1 ¿Por qué, entonces, lo llamamos etilo de cliché del Partido? Porque, aparte del olor extranjero, tiene un tufillo a suelo natal. ¡Tal vez se lo pueda considerar como una creación! ¿Quién dice que nuestra gente no crea nada? ¡He aquí un ejemplo! (Carcajada general.)
El estilo de cliché del Partido ya tiene una larga historia en nuestras filas; particularmente en el período de la Revolución Agrafia, llegó en ocasiones a ser un problema muy serio.
Desde el ángulo histórico, el estilo de cliché del Partido es una reacción contra el Movimiento del 4 de Mayo.
1 La oposición al estilo de cliché, nuevo y viejo, es el consecuente espíritu de las obras de Lu Sin. El estilo de cliché extranjero fue desarrollado después del Movimiento del 4 de Mayo por intelectuales burgueses y pequeñoburgueses de conceptos mezquinos. Difundido por ellos, este estilo tuvo vigencia por largo tiempo entre las filas revolucionarias del campo cultural. Contra dicho estilo Lu Sin se manifestó en muchas de sus obras, y lo criticó en los siguientes términos:
“El estilo de cliché, sea viejo o nuevo, debe ser extirpado radicalmente […] Otro tipo de cliché es, por ejemplo, el de aquellas personas que sólo saben ‘insultar’, ‘intimidar’ y ‘pronunciar su fallo’, pero no quieren utilizar, de manera concreta y en concordancia con la realidad, las fórmulas extraídas de la ciencia, para explicar los nuevos hechos y fenómenos cotidianos, y se limitan a copiar fórmulas ya confeccionadas y a aplicarlas sin discernimiento a todos y cada uno de los hechos”. (“Respuesta a Chu Siu-sia).
Durante este Movimiento, la gente de ideas nuevas se opuso a la lengua clásica y preconizó la lengua escrita moderna, combatió el viejo dogma y propugnó la ciencia y la democracia. Todo esto fue muy justo. El Movimiento era entonces vivo, vigoroso, progresista y revolucionario. Las clases dominantes de aquel tiempo inculcaban a los estudiantes las doctrinas confucianas y obligaban al pueblo a venerar esas doctrinas como un dogma religioso; todos los autores escribían en lengua clásica. En una palabra, lo que entonces escribían y enseñaban las clases dominantes y sus acólitos era de estilo estereotipado y dogmático, tanto en la forma como en el contenido. Se trataba del viejo estilo de cliché y el viejo dogma. Un gran mérito del Movimiento del 4 de Mayo consistió en que puso al desnudo ante el pueblo la fealdad del viejo cliché y del viejo dogma y llamó al pueblo a luchar contra ambos. Otro gran mérito, ligado con el precedente, fue su lucha contra el imperialismo; pero, de todos modos, la lucha contra el viejo estilo de cliché y el viejo dogma fue una de sus grandes contribuciones. Más tarde, sin embargo, hicieron su aparición el estilo de cliché y el dogma extranjeros. Cierta gente de [Pág. 38] nuestro Partido, gente que contravenía al marxismo, los desarrolló hasta convertirlos en subjetivismo, sectarismo y estilo de cliché del Partido. Estos son el nuevo estilo de cliché y el nuevo dogma. Se encuentran tan profundamente enraizados en la mente de muchos camaradas que incluso hoy hemos de realizar grandes esfuerzos en el trabajo de reeducación. Vemos, pues, que el vivo, vigoroso, progresista y revolucionario movimiento del período del 4 de Mayo, que luchó contra el viejo estilo de cliché y el viejo dogma feudales, fue convertido luego por cierta gente en su contrario, dando origen al nuevo estilo de cliché y al nuevo dogma. Estos últimos no son vivos ni vigorosos sino muertos y rígidos; no son progresistas sino retrógrados; no son revolucionarios sino un obstáculo para la revolución. Esto significa que el estilo de cliché extranjero, o estilo de cliché del Partido, es una reacción contra la naturaleza misma del Movimiento del 4 de Mayo. Sin embargo, este movimiento tuvo también sus defectos. Muchos de los dirigentes de entonces carecían aún del espíritu crítico marxista, y sus métodos eran en general los de la burguesía, es decir, métodos formalistas. Tenían toda la razón al combatir el viejo estilo de cliché y el viejo dogma y preconizar la ciencia y la democracia. Pero, para valorar la situación de aquel tiempo, la historia y lo extranjero, carecían del espíritu crítico del materialismo histórico, consideraban lo que calificaban de malo como algo absoluta e íntegramente malo, y lo que calificaban de bueno como algo absoluta e íntegramente bueno. Esta manera formalista de abordar los problemas influyó en la evolución subsiguiente del Movimiento, el cual se dividió en dos corrientes en el curso de su desarrollo. Un sector heredó su espíritu científico y democrático y lo transformó sobre la base del marxismo; eso fue lo que hicieron los comunistas y algunos marxistas que no militaban en el Par- [Pág. 39] tido. El otro tomó el camino de la burguesía, lo cual significó el desarrollo del formalismo hacia la derecha. Pero dentro del Partido Comunista tampoco había unanimidad: una parte de sus miembros, sin haber asido firmemente el marxismo, se desviaron y cayeron en errores formalistas, es decir, en el subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido, lo cual constituyó el
desarrollo del formalismo hacia la “izquierda”. De lo anterior se deduce que el estilo de cliché del Partido es, por un lado, una reacción contra los factores positivos del Movimiento del 4 de Mayo, y por el otro, una herencia, continuación o desarrollo de sus factores negativos; en modo alguno es un fenómeno fortuito. Es útil que comprendamos este punto. Si durante el Movimiento del 4 de Mayo era revolucionario e indispensable luchar contra el viejo estilo de cliché y el viejo dogmatismo, hoy para nosotros lo es también criticar a la luz del marxismo el nuevo estilo de cliché y el nuevo dogmatismo. Sin la lucha contra el viejo estilo de cliché y el viejo dogmatismo en el período del Movimiento del 4 de Mayo, la mente del pueblo chino no hubiera podido liberarse de esas trabas y China no hubiese tenido esperanza de libertad e independencia. El Movimiento del 4 de Mayo no fue más que el comienzo de esta empresa, y la liberación completa del pueblo chino de la dominación del viejo estilo de cliché y el viejo dogmatismo requiere aún grandes esfuerzos y sigue siendo una inmensa obra en el camino de la transformación revolucionaria. Si hoy no luchamos contra el nuevo estilo de cliché y el nuevo dogmatismo, la mente del pueblo chino se verá sometida a otro tipo de formalismo. Si no anulamos el efecto producido por el veneno del estilo de cliché del Partido en una parte de nuestros camaradas (claro que sólo en una parte), si no corregimos los errores dogmáticos que ellos han cometido, será imposible despertar el vivo [Pág. 40] y vigoroso espíritu revolucionario, erradicar el vicio de tomar una actitud incorrecta hacia el marxismo, y difundir y desarrollar ampliamente el auténtico marxismo; además, no seremos capaces de sostener una enérgica lucha contra la influencia del viejo estilo de cliché y el viejo dogma existente entre todo el pueblo, ni contra la del estilo de cliché y el dogma extranjeros entre mucha gente del país, y por consiguiente no lograremos el objetivo de destruir y barrer estas influencias.
El subjetivismo, el sectarismo y el estilo de cliché del Partido, los tres, son antimarxistas y no responden a las necesidades del proletariado sino a las de las clases explotadoras. Son reflejo de la ideología pequeñoburguesa en nuestro Partido. China es un país donde la pequeñoburguesía es muy numerosa; nuestro Partido está rodeado de esa enorme clase, un gran número de sus miembros provienen de ella, y es inevitable que ingresen en el Partido con su larga o corta cola pequeñoburguesa. Si no se refrena el fanatismo de los revolucionarios pequeñoburgueses ni se rectifica su unilateralidad, pueden fácilmente engendrar subjetivismo y sectarismo, una de cuyas formas de expresión es el estilo de cliché del Partido.
No es fácil arrancar y barrer estas cosas. Hay que hacerlo en la forma debida, es decir, empleando argumentos persuasivos. Si nuestros argumentos son convincentes y adecuados, surtirán efecto. En el proceso de la argumentación, debemos empezar por provocar una gran conmoción en el paciente, gritándole:
“¡Estás enfermo!”, y luego, cuando sude de miedo, aconsejarle sinceramente que se haga tratar.
Analicemos ahora el estilo de cliché del Partido para ver dónde está el mal. Vamos a presentar, a la manera del viejo estilo de cliché, un “ensayo en ocho
2 Véase “Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria de China”, nota 36, Obras Escogidas de Mao Tse-tung, t. I.
partes”,2 administrando un veneno como an- [Pág. 41] tídoto de otro, y lo llamaremos “Los ocho cargos principales”.
El primer cargo contra el estilo de cliché del Partido es que llena de palabras vacías un número interminable de páginas. Algunos camaradas gustan de escribir artículos largos pero sin sustancia, que son como las “vendas de los pies de una mujer indolente, tan largas como hediondas”. ¿Por qué persisten en escribir artículos tan largos y por añadidura tan hueros? No hay más que una explicación: están decididos a impedir que las masas los lean. Ante estos escritos tan extensos y vacíos, las masas menan la cabeza al primer vistazo. Así, ¿qué ganas pueden tener de leerlos? Tales artículos sólo pueden engañar a los ingenuos, extender entre ellos una influencia perniciosa e inculcarles malas costumbres. La guerra contra la agresión que la Unión Soviética sostiene desde el pasado 22 de junio (1942) es de proporciones gigantescas; no obstante, el discurso de Stalin el 3 de julio no fue más largo que un editorial de nuestro Diario de la Liberación. Si uno de nuestros señores hubiera escrito dicho discurso, habría resultado una cosa terrible: un discurso de decenas de miles de caracteres por lo menos. Ahora, en tiempos de guerra, debemos estudiar la manera de escribir artículos breves y sustanciosos. Aunque todavía no hay batallas en Yenán, nuestras tropas combaten todos los días en el frente y la gente de la retaguardia está muy ocupada en su trabajo. Si los artículos son demasiado largos, ¿quién los va a leer? Algunos camaradas del frente gustan también de escribir largos informes. Gastan muchas energías para redactarlos y los mandan aquí con el propósito de que los leamos. Pero ¿quién tiene el coraje de leerlos? Si los artículos largos y vacíos no son buenos, ¿qué decir de los cortos e insustanciales? Tampoco lo son. Debemos terminar con toda palabrería. Pero la primera y principal tarea es echar [Pág. 42] de inmediato al basurero las largas y hediondas vendas de la mujer indolente. Puede haber quienes pregunten: “¿Qué hacer con El Capital, que es tan largo?” Es muy simple: continuar leyéndolo. Hay un dicho popular que reza: “Que en una nueva montaña otra sea tu canción.” Y otro dice: “Acomoda el apetito a la comida, y haz el traje según la talla.” Todo lo que hacemos debe estar en conformidad con la situación, sin exceptuar el escribir artículos y pronunciar discursos. A lo que nos oponemos es al estilo de cliché que se manifiesta en los artículos largos y vacíos, pero esto no quiere decir que todo deba ser corto para ser bueno. Claro que en tiempos de guerra necesitamos artículos cortos, pero sobre todo, sustanciosos. Los artículos sin contenido son los menos justificables y los más condenables. Lo mismo puede decirse de los discursos; debemos terminar con toda clase de peroratas difusas y sin sustancia.
El segundo cargo contra el estilo de cliché del Partido es que se da ínfulas con miras a intimidar a la gente. Algunos artículos escritos en ese estilo no sólo son largos y vacíos, sino que se muestran presuntuosos para intimidar a la gente, lo que lleva en sí un veneno de la peor especie. Escribir artículos largos y vacíos puede calificarse de un acto infantil, pero darse ínfulas con la intención
3 Título de una obra de Lu Sin, escrita en 1932 e incluida en la colección “Dialectos mixtos”, Obras Completas de Lu Sin, t. V.
de intimidar a la gente es más que eso: es prácticamente una canallada. Criticando a personas de este tipo, Lu Sin dijo: “Insultar e intimidar no es en modo alguno luchar.”3 Lo que es científico jamás teme a la crítica, porque la ciencia es verdad y no tiene miedo a la refutación. Pero el subjetivismo y el sectarismo que se expresan en artículos y discursos en estilo de cliché del Partido, tienen un miedo mortal a la refutación; son de una gran cobardía, y por eso asumen una actitud presuntuosa para intimidar a la gente, calculando que con amenazas [Pág. 43] pueden reducirla al silencio y “volver triunfantes a la corte”. La presunción, lejos de reflejar la verdad, constituye un obstáculo para ella. La verdad no asume una actitud presuntuosa para intimidar sino que habla y actúa con honestidad y sencillez. Antes, en los artículos y discursos de muchos camaradas solían aparecer dos expresiones: “lucha despiadada” y “golpes implacables”. Estos procedimientos son totalmente necesarios para hacer frente al enemigo u oponerse a las ideologías enemigas, pero es erróneo utilizarlos para tratar con nuestros propios camaradas. Sucede con frecuencia que en el Partido se infiltran enemigos e ideologías enemigas, como se señala en el punto 4 de la Conclusión del Compendio de Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS. Contra esa gente sin duda debemos recurrir a la lucha despiadada y a los golpes implacables, pues esos malvados usan estos mismos procedimientos contra el Partido; si los toleramos, iremos derecho a caer en sus trampas. Pero no debemos emplear estos medios para tratar con los camaradas que hayan cometido errores ocasionalmente, caso en el cual es necesario utilizar el método de la crítica y la autocrítica, señalado en el punto 5 de la Conclusión de la obra citada. La razón por la cual en el pasado aquellos camaradas gritaban en favor de la “lucha despiadada” y los “golpes implacables” contra los camaradas que cometían errores ocasionalmente, es que, por un lado, no hacían ningún análisis del blanco de su ataque, y por el otro, se daban ínfulas para amedrentar a la gente. Esta táctica de intimidación es inadmisible, no importa a quién le sea aplicada, porque es completamente ineficaz si se emplea contra el enemigo, y no puede sino causar perjuicio si se utiliza contra los propios camaradas. Es una táctica a la que suelen recurrir las clases explotadoras y los lumpemproletarios, pero el proletariado [Pág. 44] no la necesita. Para el proletariado, el arma más afilada no es otra que una seria y combativa actitud científica. El Partido Comunista no vive de la intimidación, sino de la verdad del marxismo-leninismo, de la búsqueda de la verdad en los hechos, de la ciencia. Huelga decir que es infame la idea de alcanzar fama y buena posición dándose ínfulas. En resumen, cuando las entidades oficiales tomen decisiones o den instrucciones, y cuando los camaradas escriban artículos o pronuncien discursos, deben basarse en la verdad del marxismo-leninismo y esforzarse porque su labor sea útil. Sólo actuando de esta manera podremos alcanzar la victoria de la revolución; de otro modo no se logrará nada.
El tercer cargo contra el estilo de cliché del Partido es que dispara la flecha sin tener un blanco, que no tiene en cuenta a quién se dirige. Hace algunos años, se vio en la muralla de Yenán la siguiente consigna: “¡Obreros y campesinos,
4 Los habitantes de Shanghai llamaban piesan a los vagabundos que vivían de la mendicidad o el robo y que, por lo general, eran muy flacos.
uníos para alcanzar la victoria de la Guerra de Resistencia contra el Japón!” La idea de esta consigna era intachable, pero en la palabra “obreros”, uno de sus caracteres estaba mal escrito, a la vieja usanza, lo que hacía del todo ininteligible la consigna. El camarada que los había escrito era sin duda un discípulo de los antiguos letrados, pero ¡cuán incomprensible es que se escriban así estos caracteres en la muralla de una ciudad como Yenán cuando sostenemos la Guerra de Resistencia contra el Japón! Tal vez el autor había jurado impedir que la gente sencilla leyera su consigna; es bien difícil encontrar otra explicación. Si los comunistas desean realmente hacer propaganda, deben tener en cuenta a quién se dirigen, quién va a leer sus artículos y manuscritos o a escuchar sus discursos y charlas; si actúan de otro modo, es como si hubieran decidido impedir que la gente los leyera o los escuchara. Con frecuencia, muchos se imaginan que lo que [Pág. 45] han escrito y dicho es fácil de comprender; sin embargo, la realidad es completamente distinta. Si sus artículos y discursos están en estilo de cliché del Partido, ¿cómo los va a entender la gente? El dicho “tocar el laúd ante un buey” implica la idea de burlarse del auditorio. Si interpretamos el dicho de otra manera, respetando al auditorio, la burla se vuelve contra el que toca. ¿Para qué rasguear el instrumento sin considerar quién es su auditorio? Peor aún es cuando el son que se toca es el estilo de cliché del Partido, que es como un cuervo que insiste en graznar ante las masas populares. Cuando uno dispara una flecha, debe apuntar al blanco, cuando uno toca el laúd, debe tener en cuenta quién es su auditorio. ¿Puede uno escribir artículos o pronunciar discursos sin tener en cuenta quiénes son sus lectores u oyentes? Cuando trabamos amistad con una persona, quienquiera que sea, ¿podemos llegar a ser íntimos amigos si no nos conocemos a fondo, si el uno no sabe qué piensa el otro? Los que hacen el trabajo de propaganda no llegarán a ninguna parte si se dedican a parlotear a su capricho sin investigar, estudiar ni analizar a su auditorio.
El cuarto cargo contra el estilo de cliché del Partido es su lenguaje insípido, que recuerda a un piesan.4 Esos tipos que los habitantes de Shanghai llaman “pequeños piesan” son tan resecos y feos como el estilo de cliché del Partido. ¿No es cierto que un artículo o un discurso que se limita a repetir unos cuantos términos en tono escolar y sin rastro de viveza ni vigor, tiene un lenguaje insípido y un aspecto repelente, como un piesan? Cuando se trata de una persona que ingresó en la escuela primaria a los siete años, pasó a la secundaria siendo adolescente y terminó sus estudios en la universidad a los veinte y tantos, no podemos reprocharle la pobreza y monotonía de su lenguaje, pues nunca [Pág. 46] ha estado en contacto con las masas; si no aprendemos su lenguaje, no podremos trabajar bien. Ahora incluso muchos de nuestros camaradas que trabajan en la propaganda no estudian el idioma. Su propaganda es muy insípida, sus artículos tienen pocos lectores y sus discursos pocos oyentes. ¿Por qué debemos aprender el idioma, y más aún, estudiarlo con gran empeño? Porque el idioma no se domina fácilmente; para dominarlo hay que hacer un esfuerzo tenaz. Primero, debemos aprender el lenguaje de las
masas populares. El vocabulario popular es muy rico y vivo, y refleja la vida real. Como muchos de nosotros no dominamos el idioma, nuestros artículos y discursos contienen pocas frases vivas, precisas y vigorosas; no se parecen a un hombre saludable, sino a un piesan desagradablemente extenuado, con un cuerpo esquelético. Segundo, debemos asimilar de las lenguas extranjeras lo que nos sea necesario. No podemos adoptar mecánicamente expresiones extranjeras, ni abusar de ellas, sino asimilar de esas lenguas todo aquello que sea bueno y convenga a nuestras necesidades. Como el antiguo vocabulario chino era insuficiente, ya hemos incorporado a nuestro vocabulario corriente muchas expresiones extranjeras. Por ejemplo, lo que celebramos hoy es una reunión de kampu (cuadros), y el término kampu es de origen extranjero. Debemos seguir asimilando muchas cosas nuevas del extranjero, no sólo las ideas progresistas sino también expresiones nuevas. Tercero, también hemos de aprender lo que haya de vivo en el idioma de nuestros antepasados. Como no nos hemos esforzado lo suficiente en el estudio del idioma, no hemos podido utilizar en forma plena y adecuada lo mucho que hay de vivo en el lenguaje antiguo. Desde luego, nos oponemos firmemente al uso de las expresiones y alusiones muertas; en esto no cabe duda alguna, pero debemos heredar lo que es bueno y [Pág. 47] sigue siendo útil. En la actualidad, los que están demasiado envenenados por el estilo de cliché del Partido se niegan a hacer un esfuerzo tenaz para estudiar lo que hay de útil en el lenguaje popular, en las lenguas extranjeras y en el lenguaje antiguo; por eso, las masas no acogen bien su propaganda insípida y seca, y nosotros tampoco necesitamos de esos propagandistas tan mediocres e incompetentes. ¿Quiénes son propagandistas? No sólo los maestros, periodistas, artistas y escritores, sino también todos nuestros cuadros. Tomemos a los mandos militares, por ejemplo. Aunque no hacen declaraciones públicas, tienen que hablar con los soldados y tratar con el pueblo. ¿Qué es eso sino una forma de propaganda? Cuando una persona habla con otras, está haciendo propaganda. Y a menos que uno sea mudo, tiene que hablar con otros. Por eso, es de necesidad imperiosa que nuestros camaradas estudien el idioma.
El quinto cargo contra el estilo de cliché del Partido es que dispone las cosas según el orden A, B, C, D… como en una botica de medicina china. Si ustedes echan una ojeada en el interior de una de esas boticas, verán armarios con numerosas gavetas, cada una de las cuales lleva una etiqueta con el nombre de un medicamento: angélica, digital, ruibarbo, sulfato sódico… todo lo que se quiera. Nuestros camaradas han hecho suyo este método. En sus artículos y discursos, en sus libros e informes, primero usan los numerales chinos en mayúscula, luego en minúscula, después los signos de los sistemas decimal y duodecimal del zodíaco chino, para seguir con las letras A, B, C, D en mayúscula, luego en minúscula, los números árabes, y qué sé yo cuántas cosas más. ¡Qué suerte que los antiguos chinos y los extranjeros hayan creado todos estos signos para que nosotros podamos instalar boticas sin ningún esfuerzo! Un artículo que esté [Pág. 48] lleno de tales números y signos, que no plantee problemas, no los analice ni los resuelva y que no se manifieste ni en favor ni en contra de nada, carecerá de todo contenido real, y con toda su verborrea, no
pasará de ser una botica de medicina china. No quiero decir que esos signos no puedan usarse, sino que el método para abordar los problemas es equivocado. El método tomado de la botica de medicina china, que deleita a tantos camaradas, es en verdad el más rudimentario, infantil y vulgar. Es un método formalista, que clasifica las cosas de acuerdo con sus rasgos exteriores y no con sus conexiones internas. Si en un artículo, discurso o informe uno no hace más que poner en orden un montón de conceptos sin mutuas conexiones internas, basándose en los rasgos exteriores de las cosas, entonces está jugando con los conceptos y puede inducir a los demás al mismo juego, y a que se conformen con una disposición de los fenómenos en el orden A, B, C, D… en lugar de servirse de su cerebro para pensar en los problemas y estudiar la esencia de las cosas. ¿Qué es un problema? Es la contradicción en una cosa. Allí donde la contradicción no está resuelta, hay un problema. Cuando existe un problema, uno debe tener una posición en favor de una parte y en contra de la otra, y tiene que plantearlo. Para esto, hay que hacer, en primer término, una investigación y un estudio en líneas generales, se puede descubrir y plantear el problema, pero no resolverlo. Para resolverlo es preciso hacer una investigación y estudio sistemáticos y minuciosos. Éste es el proceso de análisis. Para plantear el problema también se requiere el análisis, [Pág. 49] pues ante un montón de fenómenos confusos e intrincados, sin analizar no se sabrá dónde está el problema o contradicción. El proceso de análisis de que aquí se trata es un proceso de análisis sistemático y minucioso. Sucede con frecuencia que, aun después de planteado un problema, es imposible resolverlo porque no se han puesto de manifiesto las conexiones internas entre los fenómenos, porque no se ha pasado por un proceso de análisis sistemático y minucioso, y en consecuencia, no se puede ver claramente los rasgos del problema, ni sintetizarlo, ni llegar a su solución en la forma debida. Un artículo o discurso que sea importante y esté destinado a orientar, siempre debe plantear un problema específico, analizarlo y hacer luego una síntesis a fin de precisar su naturaleza y proporcionar el método para su solución; en todo esto el método formalista no sirve para nada. Como este método formalista, infantil, rudimentario, vulgar y que no exige ninguna actividad cerebral está muy de moda en nuestro Partido, debemos denunciarlo; sólo así todo el mundo podrá aprender a utilizar el método marxista para observar, plantear, analizar y resolver los problemas, sólo así podremos realizar bien nuestro trabajo y lograr la victoria de nuestra causa revolucionaria.
El sexto cargo contra el estilo de cliché del Partido es que no tiene sentido de responsabilidad y dondequiera que aparece perjudica a la gente. Todas las faltas denunciadas más arriba se deben en parte a la inmadurez y en parte al insuficiente sentido de responsabilidad. Tomemos, por ejemplo, el lavado de la cara. Todos nos lavamos diariamente la cara, y muchos, más de una vez al día, y después de lavarnos, nos miramos al espejo a modo de “investigación y estudio” (carcajada general), temiendo que algo no esté bien. Fíjense, ¡qué sentido de responsabilidad! Si nuestros artículos y discursos [Pág. 50] se hicieran de esta manera, serían más o menos aceptables. No se debe mostrar lo que no es presentable. Hay que entender que lo presentado influirá en el pensamiento y
en la acción de otros. Si un hombre ocasionalmente deja de lavarse la cara uno o dos días, eso desde luego no está bien; si, después de lavársela, le quedan todavía una o dos manchas, por cierto no tendrá un buen aspecto; sin embargo, ninguno de los dos casos encierra un gran peligro para nadie. La cuestión es distinta cuando se trata de escribir artículos o pronunciar discursos, que están destinados especialmente a influir sobre otras personas. Sin embargo, nuestros camaradas toman esta tarea a la ligera, lo que significa poner lo secundario por encima de lo importante. Mucha gente escribe artículos o pronuncia discursos sin previo estudio ni preparación y después de escribir un artículo, no se molesta en revisarlo varias veces, como se miraría al espejo después de lavarse la cara, sino que lo envía despreocupadamente para su publicación. El resultado suele ser el siguiente: “De un tirón mil palabras salidas de la pluma, pero diez mil li del tema.” Escritores de este tipo tienen aires de genios, pero en realidad causan daño en todas partes. Hay que corregir esta mala costumbre, este escaso sentido de responsabilidad.
El séptimo cargo es que esparce veneno en todo el Partido y obstaculiza a la revolución. El octavo cargo es que, al difundirse, ocasiona desastres al país y al pueblo. Estos dos cargos son evidentes por sí mismos y no requieren más explicación. En otras palabras, si en vez de rectificar el estilo de cliché del Partido, se le da rienda suelta, las consecuencias serán muy graves. En el estilo de cliché del Partido se oculta el veneno del subjetivismo y del sectarismo; permitir la difusión de este veneno causará daño al Partido y al país. [Pág. 51]
Los ocho cargos arriba expuestos constituyen nuestra declaración de guerra al estilo de cliché del Partido.
Como forma de expresión, el estilo de cliché del Partido no sólo es inadecuado para traducir el espíritu revolucionario, sino que muy fácilmente puede sofocarlo. Para desarrollar el espíritu revolucionario, debemos descartar ese estilo y adoptar en su lugar un estilo literario marxista-leninista, vivo, fresco y vigoroso. Este último existe desde hace mucho tiempo, pero aún no se ha enriquecido, ni extendido ampliamente. Una vez que hayamos terminado con el estilo de cliché extranjero y con el estilo de cliché del Partido, lograremos enriquecer y extender ampliamente el nuevo estilo, y de este modo, impulsaremos la causa revolucionaria del Partido.
El estilo de cliché del Partido no se limita a los artículos y discursos, aparece también en nuestras reuniones: “1. Apertura; 2. Informes; 3. Discusión; 4. Conclusiones, y 5. Clausura.” ¿Acaso no es también una forma del estilo de cliché del Partido el repetir este rígido orden del día en todas las revoluciones, sean grandes o pequeñas, y por todas partes? Con frecuencia, los “informes” presentados en las reuniones contienen los mismos puntos: “1. La situación internacional; 2. La situación nacional; 3. La situación en la Región Fronteriza, y 4. La situación en nuestra sección”; a menudo las reuniones duran de la mañana a la noche y hasta los que no tienen nada que decir toman la palabra, como si en caso de no hacerlo, faltaran a su deber. En resumen, esto significa desprecio por las condiciones reales y testarudo apego a las rígidas y viejas formas y costumbres. ¿No debemos corregir también estas actitudes?

Actualmente, muchos propugnan la transformación de nuestro estilo literario en un sentido na- [Pág. 52] cional, científico y de masas. Esto está muy bien. Pero transformación significa un cambio de la cabeza a los pies, por dentro y por fuera. Hay quienes propugnan la “transformación” mientras ellos mismos no han cambiado ni siguiera un poco. Yo aconsejaría a esos camaradas que empezaran por cambiar un poco ellos mismos antes de proceder a su “transformación”; si actúan de otra manera, no se librarán del dogmatismo ni del estilo de cliché del Partido; esto es lo que se llama “mirar muy alto teniendo cortos los brazos”, “ser muy ambicioso pero con escasas aptitudes”, y con ello no se logrará ningún resultado. Aquel que habla de una transformación en el sentido de grandes masas, pero que en realidad practica una transformación en el sentido de “pequeñas masas”, debe tener mucho cuidado, porque si un día se encuentra en la calle con alguien de las masas que le diga: “Señor, sírvase mostrarme un poquito de su ‘transformación’”, se hallará en un gran aprieto. Los que se pronuncian por la transformación en el sentido de masas, no sólo de palabra, sino con un verdadero deseo de realizarla, deben aprender honestamente de la gente sencilla; de otro modo, su “transformación” quedará en el aire. Aquellos que claman todos los días por una transformación en el sentido de grandes masas pero no saben decir siquiera tres frases en el lenguaje de la gente sencilla, evidentemente nunca se han decidido a aprender de ella, y en el fondo de su corazón siguen deseando una transformación en el sentido de “pequeñas masas”.
En esta reunión se han repartido ejemplares de Guía para la propaganda, folleto que contiene cuatro documentos; aconsejo a los camaradas que los lean una y otra vez.
El primer documento, compuesto de extractos del Compendio de Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, trata de la manera como [Pág. 53] Lenin llevaba la propaganda. Describe, entre otras cosas, cómo Lenin redactaba octavillas:
“La ‘Unión de lucha’ por la emancipación de la clase obrera de Petersburgo fue, bajo la dirección de Lenin, la primera organización de Rusia que llevó a cabo la fusión del socialismo con el movimiento obrero. Cuando estallaba una huelga en cualquier fábrica, la ‘Unión de lucha’, que conocía magníficamente, a través de los obreros que tomaban parte en sus círculos de estudios, la situación en cada empresa, reaccionaba inmediatamente, con la publicación de hojas y proclamas socialistas. En estas hojas, se denunciaban los abusos de que los patronos hacían objeto a los obreros, se explicaba cómo debían luchar éstos para defender sus intereses y se reproducían sus reivindicaciones. Estas hojas contaban toda la verdad acerca de los horrores del capitalismo, de la mísera vida de los obreros, de su trabajo brutal y agotador, con jornadas de 12 a 14 horas, de su carencia total de derechos. Y en estas mismas hojas se formulaban las reivindicaciones políticas correspondientes.”
Fíjense: ¡”conocía magníficamente” y “contaban toda la verdad”!
“A fines de 1894, Lenin redactó, en colaboración con el obrero Bábushkin, la primera de estas hojas de agitación y una proclama dirigida a los huelguistas de la fábrica de Semiánikov, en Petersburgo.”
5 Compendio de Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, I, 3.
6 J. Dimitrov: Por la unidad de la clase contra el fascismo, conclusiones del VII Congreso de la Internacional Comunista, parte VI: “No es suficiente tener una línea justa”.
7 Revista mensual publicada de 1931 a 1932 por la Unión de Escritores de IZquierda de China. El artículo de Lu Sin “Respuesta a la revista Osa Mayor” aparece en la colección “Dos corazones”, Obras Completas de Lu Sin, t. IV.
Para escribir una octavilla, se debe consultar a los camaradas que estén bien informados de la situación. Era sobre la base de esta investigación y estudio sobre la que Lenin escribía sus artículos y realizaba su labor. [Pág. 54]
“Cada una de ellas [esas hojas] levantaba y fortalecía el espíritu de los obreros. Estos veían que los socialistas les apoyaban y les defendían”5
¿Estamos de acuerdo con Lenin? Si lo estamos, debemos trabajar siguiendo su espíritu. Es decir, tenemos que trabajar como Lenin, y no llenar interminables páginas con palabras vacías, ni disparar la flecha sin tener un blanco, ni hacer caso omiso de aquellos a quienes nos dirigimos, ni considerarnos infalibles, ni fanfarronear.
El segundo documento está compuesto de extractos del informe de Dimitrov ante el VII Congreso de la Internacional Comunista. ¿Qué dijo Dimitrov? Lo siguiente:
“Hay que aprender a hablar con las masas no en el lenguaje de las fórmulas librescas, sino en el de los que luchan por la causa de las masas, de los que en cada palabra, en cada idea reflejan el pensar y el sentir de millones de seres.”
“[…] es imposible que las amplias masas hagan suyas nuestras decisiones si no aprendemos a hablar un lenguaje asequible a ellas. Estamos lejos de saber hablar siempre con sencillez, concretamente, con imágenes familiares y asequibles a las masas. Aún no somos capaces de prescindir de las fórmulas abstractas aprendidas de memoria. En realidad, mirad nuestras octavillas, periódicos, resoluciones y tesis, y veréis que con frecuencia están escritos en un lenguaje tal y redactados de una manera tan pesada, que son difíciles de entender incluso para los funcionarios de nuestros Partidos, no digamos ya para los simples obreros.”
¿Qué les parece? ¿No es verdad que pone el dedo en la llaga de nuestros defectos? Obviamente, el estilo de cliché del Partido existe tanto en China [Pág. 55] como en los países extranjeros; por lo que se ve, es una enfermedad universal. (Risas) Pero, de todos modos, debemos curarnos pronto de nuestra enfermedad, de acuerdo con las indicaciones del camarada Dimitrov:
“Cada uno de nosotros debe asimilar a fondo, como una ley, como una ley bolchevique, la siguiente regla fundamental:
Cuando escribas o hables, piensa siempre en el simple obrero que ha de entenderte, creer en tu llamamiento y seguirte de buena gana. Debes pensar en aquel para quien escribes y a quien hablas.”6
He aquí la receta que nos prescribe la Internacional Comunista para curar la enfermedad, receta a la que debemos atenernos. ¡Es una regla!
El tercer documento, tomado de las Obras Completas de Lu Sin, es la respuesta del autor a la revista Osa Mayor 7 acerca de cómo escribir. ¿Qué dijo
8 Citado de las Analectas de Confucio, libro V: “Kungye Chang”.
9 Jan Yu (768-824) fue un célebre escritor de la dinastía Tang. En su obra “Acerca de cómo estudiar”, escribió: “El éxito de lo que se hace está en la reflexión, y el fracaso, en la irreflexión”.
Lu Sin? Formuló en total ocho reglas para escribir, algunas de las cuales voy a citar aquí.
Regla 1: “Presta atención a todo tipo de cosas; observa más, y no escribas tan pronto como hayas visto sólo un poco.”
Dice que debemos “prestar atención a todo tipo de cosas”, y no una sola cosa o a la mitad de una. Nos insta a “observar más”, y a no lanzar sólo una o media ojeada. ¿Y cómo actuamos nosotros? ¿No solemos proceder completamente al contrario, empezando a escribir apenas hemos visto un poco?
Regla 2: “No te fuerces a escribir cuando no tengas nada que decir”.
¿Y de qué manera actuamos nosotros? ¿No sole- [Pág. 56] mos escribir profusamente cuando en realidad no tenemos nada que decir? Es irresponsable tomar la pluma y “forzarse a escribir” sin investigación ni estudio previos.
Regla 4: “Lee tu escrito por lo menos dos veces después de haberlo terminado, y procura en lo posible suprimir sin ninguna piedad las palabras, frases y párrafos superfluos. Es preferible condensar en un relato el material para una novela a estirar el material de un relato para escribir una novela.”
Confucio aconsejó: “piensa dos veces”;8 Jan Yu dijo también: “El éxito de lo que se hace está en la reflexión.”9 Uno y otro se referían a cuestiones de los tiempos antiguos. Hoy las cosas son mucho más complicadas y en ocasiones ni siquiera basta con pensar en ellas tres o cuatro veces. Lu Sin nos recomendó leer lo escrito “por lo menos dos veces”, pero ¿cuántas veces como máximo? Eso no lo dijo; en mi opinión, si se trata de un artículo importante, es conveniente leerlo más de diez veces, revisándolo a conciencia antes de que se publique. Los artículos reflejan la realidad objetiva, pero, como la realidad es intrincada y compleja, debemos estudiarla una y otra vez antes de que podamos reflejarla con propiedad; actuar con negligencia a este respecto es ignorar las nociones más elementales del arte de escribir.
Regla 6: “No inventes calificativos u otras cosas parecidas que nadie entiende excepto tú mismo.”
Hemos “inventado” demasiadas expresiones “que nadie entiende”. A veces, una sola frase contiene hasta cuarenta y cincuenta caracteres, y está llena de “calificativos u otras cosas parecidas que nadie [Pág. 57] entiende”. Muchos que nunca se cansan de proclamarse seguidores de Lu Sin, ¡son precisamente quienes han vuelto la espalda a sus enseñanzas!
El último documento, tomado del informe adoptado en la VI Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional del Partido Comunista de China, trata de cómo desarrollar un estilo nacional de propaganda. En esta Sesión, celebrada en 1938, dijimos: “Si [los comunistas…] hablasen de marxismo, separándolo de las características de China, su
marxismo no pasaría de ser abstracto y vacío.” Es decir, hay que combatir la palabrería sobre el marxismo, y nosotros, comunistas, que vivimos en China, debemos estudiar el marxismo ligándolo con la realidad de la revolución china.
El informe dice:
“Debe eliminarse el estilo de cliché extranjero, debe haber menos cantinelas abstractas y vacías, y debe mandarse a descansar el dogmatismo, dando paso al estilo y espíritu chinos llenos de vida y lozanía, que gustan a la gente sencilla de nuestro país. Separar el contenido internacionalista de la forma nacional es la práctica de quienes no entienden nada de internacionalismo. Nosotros, por el contrario, debemos ligar los dos estrechamente. Los graves errores que a este respecto se cometen en nuestras filas deben ser corregidos a conciencia.”
En este documento se propugnaba la eliminación del estilo de cliché extranjero, pero algunos camaradas siguen fomentándolo en la práctica. En él se pedía que hubiera menos cantinelas abstractas y vacías, pero algunos camaradas se obstinan en repetirlas con mayor energía. Allí se instaba a que se mandara a descansar al dogmatismo, pero algu- [Pág. 58] nos camaradas lo llaman a levantarse de la cama. En resumen, este informe adoptado por la VI Sesión Plenaria del Comité Central a muchos les entra por un oído y les sale por el otro; actúan como si se opusieran a él deliberadamente.
Ahora el Comité Central ha decidido que se descarten de una vez por todas el estilo de cliché del Partido, el dogmatismo y sus semejantes, y por eso he venido y hablado un buen rato. Espero que los camaradas piensen en lo que he dicho y lo analicen, y que cada cual haga un análisis de su caso particular. Cada uno debe examinarse bien a sí mismo, discutir con sus amigos íntimos y con los camaradas que trabajan junto con él sobre lo que haya aclarado en su examen, y vencer de manera efectiva sus propias debilidades.
[Finaliza en la página 59. Las notas en el original están al final. Las tres primeras notas a pie de página corresponden a la página 59. El resto, a la página 60]
∗ Éste texto es la trascripción de un discurso pronunciado por Mao Tse-tung ante una reunión de cuadros en Yenán, 8 de febrero de 1942. Ha sido extraído del volumen El estilo de trabajo en el partido, Ediciones R. Torres, Barcelona, 1976. La versión en español de este conjunto de textos procede de Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1968. Como expresa la Nota Editorial al comienzo del libro: “Se presenta a continuación una selección de trabajos de Mao Tse-tung elaborados en el plazo que va de 1929 a 1945. Todos ellos se refieren a problemas concretos de la vida interna del Partido Comunista de China”.

How to Read a Maya Glyph

How to Read a Maya Glyph

by Lily Ball
published on 25 January 2015

For over three centuries, the ancient Maya flourished in Mesoamerica. They built giant stone pyramids surrounded by dense jungle, used a calendrical system that made many believe that 2012 would be the end of the world, and created a writing system that is as beautiful as it is complex. Its decipherment is ongoing, even today. In fact, it is so aesthetically rich and difficult to master, one needed to be an accomplished artist in order to write it properly. Fittingly, ancient Maya scribes and artists were all known by the same title: t’zib.
Deciphering Ancient Maya: Syllables and Concepts

The Maya writing system is logosyllabic, meaning its symbols can represent sounds in the form of syllables (like “ma” or “tot”), or they might represent whole concepts (like “river” or “house”). This made the language very difficult to decode, and in fact, scholars initially thought the entire writing system was phonetic due to the unfounded assumptions of a missionary named Diego de Landa. Originally from Spain, de Landa’s first language was naturally Spanish. Therefore, when he attempted to decipher the Maya language, he broke it down into individual sounds (vowels and consonants) rather than syllables, the product of which is an inaccurate record of the Maya written and spoken language and a misleading guide for scholars. It wasn’t until 1952 CE that it was suggested that the language might be syllabic rather than phonetic. This was a major breakthrough in the decipherment of the ancient Maya written language.
Even with all these hurdles, scholars have managed to decipher much of the ancient Maya written language, which covered topics from astronomical mathematics to their royal lineage.

The distinction between a phonetic and a syllabic language is small but essential. A phonetic language uses individual sounds to build spoken words. English, German, and modern Romance languages like French, Italian, and Spanish are phonetic languages, to name a few. When written, each symbol (letter) represents a single sound (a vowel or consonant) like “o” or “b”. Syllabic languages, however, are made up of consonant-vowel (CV) or consonant-vowel-consonant (CVC) combinations, like “ta” or “bot.” Japanese, for example, uses the CV model for the majority of two of its alphabets: katakana and hiragana.

The Maya glyphs are further complicated by their use of conflation, wherein two or more glyphs are combined, and some elements of the glyphs are eliminated or simplified, diminishing their individual complexity in order to create a legible, aesthetically pleasing glyph that fits within the space provided, whether that be on a small decorated cup, or a giant stone stela.
Reading Ancient Maya

Even with all these hurdles, scholars have managed to decipher much of this ancient written language, which covered topics from the Maya’s vast understanding of astronomical mathematics, to their vivid storytelling, to their royal lineage. The basic structure of this writing system consists of one or more main glyphs with additional glyphs attached to it. For example, this complex glyph represents the ancient Maya city of Copan. The main glyph is the head of a bat, complete with upturned nose, a flaring ear, and grinning mouth. With a glyph like this, it’s easy to see the complex artistry necessary to become an accomplished t’zib.

Copan glyph
Copan glyph

Arguably one of the most famous glyphs of the Maya written language is the glyph for chocolate. This glyph has been painted or inscribed onto many vessels, some of which have been found to contain traces of chocolate, leading scholars to believe that in these cases, the Maya labeled vessels with their intended use. Luckily, the glyph for chocolate is entirely syllabic, making it easy for us to read.

Glyph representing chocolate
Glyph representing chocolate

There are three elements we need to recognize in order to read this glyph:

the main glyph, which resembles a fish (we’ll call this part of the glyph element “A”);
the oval and hook shapes on the right, which resemble a fish’s tail but are actually a separate glyph (let’s call this element “B”);
the two dots that resemble a colon near the fish’s mouth (element “C”).

The main glyph, A, represents the syllable sound “ka”. Element B, near the fish’s tail, represents the syllable sound “ua” (also written “wa”). So far, the glyph is pronounced “ka-ua” since the Maya read their glyphs left-to-right and top-to-bottom. Next, we need to take into account element C near the fish’s mouth. Anyone who reads music will recognize element C as a repeat sign, which can be placed at the end of a bar of music to indicate that a portion of the piece should be repeated. Surprisingly, that’s exactly the function it serves here, too. It tells the reader to repeat the sound of the symbol next to it. Here, that’s element A, “ka”. So, when each element is read in the correct order, left-to-right and top-to-bottom, the glyph reads “ka-ka-ua.”

Just one further insight is needed to pronounce this glyph properly: the Maya were known to drop the last vowel of a spoken word. Therefore, this glyph should be read without the final “a” sound at the end. Without that last “a,” the glyph reads “ka-ka-u,” or as we currently spell it, cacao, the main ingredient for chocolate.

Los caminos de Sánchez y los caminos de Funes

Los caminos de Sánchez y los caminos de Funes 21 de enero de 2015 Roberto Pineda
Al acercarse las próximas elecciones legislativas y municipales del 1 de marzo, debemos de evaluar, con la mente fría y el corazón ardiente, como aconsejaba Lenin, en qué medida se ha modificado la correlación de fuerzas sociales y políticas que disputan la conducción del proceso político nacional. Las siguientes notas se orientan en esa dirección.
Un presidente risueño en un país atormentado
La sonrisa del presidente Sánchez es ya proverbial. En un país sumido en una profunda crisis social y económica, con altos índices de criminalidad y aplazado en los principales índices económicos, esta es una cualidad que puede ser muy útil. La táctica de limar asperezas y proponer la “unidad nacional” tiene sus ventajas y a la vez sus desventajas. Entre las ventajas se encuentran las de evitar el fatal aislamiento político.
Y entre las desventajas está la de confundir amigos con enemigos e ilusionarse tanto con la “armonía social” como con el “imperio benefactor.”Ojala con toda su experiencia, esto no le esté sucediendo al presidente Sánchez y comprenda que los oasis en los desiertos por lo general son espejismos y que al final la arena siempre golpea en el rostro, y más cuando es arena oligárquica.
Por otra parte existe la peligrosa tentación de seguir gobernando desde arriba, como es la tradición política del orden oligárquico desde el cubano Barriere en 1821, la cual es estimulada por los actuales aliados políticos (GANA) y económicos (fracción árabe Saca-Bukele-Salume) que integran el bloque de poder y que fue el estilo asumido por el gobierno Funes y heredado desde entonces.
Pero de esta manera se abandona la posibilidad real de construir poder popular por medio del probado método de gobernar desde abajo, respaldado en la conciencia y la movilización popular más que en las negociaciones de cúpulas legislativas. Pero existen temores para emprender este rumbo, posiblemente originados en cuarteles y embajadas.
Y es que la crisis nacional es muy compleja y ha provocado altos niveles de violencia social, y ha creado una situación paradójica, en la cual incluso los policías se han convertido en un grupo social altamente vulnerable, olfateado, cercado y asediado por las pandillas delincuenciales. Y esto no se resuelve con oraciones ni marchas, sino con planes, voluntad y recursos.
El segundo gobierno del FMLN: rupturas y continuidades
Entre el gobierno de Funes y el de Sánchez hay rupturas y continuidades. Mientras el primer gobierno del FMLN exhibió un estilo de gobierno confrontativo con la oligarquía, este segundo gobierno práctica un estilo conciliador, con un discurso de “unidad de la nación.” ¿Es este un problema de forma o de contenido? ¿Obedece a una línea táctica de no confrontar para avanzar o a una línea estratégica de conciliación de clases?
Es todavía muy temprano para juzgar. Y si bien es cierto que la gobernabilidad y la búsqueda de consensos es importante para evitar el aislamiento, también lo es la necesidad de irle abriendo paso a la ruptura con el sistema vigente. Al final los hechos hablan por sí solos. Y lo que es clave es saber al servicio de quien se está gobernando y esto no puede ocultarse.
Por ejemplo, escuchamos por segunda vez un ya conocido discurso que nos indica que hay que crecer en la economía para poder luego distribuir. Pero fue precisamente con ese mismo discurso que se implantó un destructor modelo a partir de 1989, que privatizó la banca y vendió recursos estratégicos como la distribución de energía, las telecomunicaciones y hasta los fondos de pensiones. Hoy se habla de asocios público privados. Ojala bajo esta fórmula mágica no vendamos hoy hasta nuestras nuestras playas, con el Fomilenio II.
Entre los principales desafíos de este segundo gobierno del FMLN, desde una óptica de los sectores populares, se encuentran en el plano económico los de promover una profunda reforma económica que comprende la reversión de los mecanismos del modelo neoliberal (privatizaciones, tratados comerciales lesivos y dolarización). No podemos confiar en un crecimiento económico sin justicia económica. De hacerlo así, únicamente seremos administradores del crecimiento económico de la oligarquía financiera y de las corporaciones y bancos transnacionales.
En el plano social asumir el desafío de crear las bases para la incorporación social de los amplios sectores sociales que han caído en la delincuencia ante la fragilidad de las políticas sociales y la destrucción del aparato productivo; En el plano político promover la participación popular en la toma de decisiones fundamentales y en el plano cultural, recuperar el terreno perdido y enfrentar los avances de la derecha en el pensamiento de los sectores populares, en particular a nivel religioso y educativo.
Es preciso llamar la atención sobre los avances de la derecha a nivel ideológico. Los avances logrados mediante las luchas populares de los años sesenta, setenta y ochenta que permitieron que los sectores populares tuvieran claridad acerca de la explotación generada a partir del capitalismo así como la construcción de una cultura progresista y tolerante se han venido perdiendo.
La derecha mediante el proyecto ideológico neoliberal ha logrado construir, afianzar o recuperar poderosas instituciones tales como iglesias y universidades, incluyendo la UES y la Iglesia Católica, que moldean fuertemente las visiones de los sectores populares, orientándolas hacia el individualismo, consumismo, pesimismo, racismo, chovinismo, machismo, homofobia y el autoritarismo.
Incluso hay sectores políticamente de izquierda, que votan por el FMLN pero se congregan en iglesias de derecha, donde son adoctrinados en la pasividad y la indiferencia social. No basta con votar hay que también luchar. Pero incluso en el debate parlamentario, se escuchan opiniones desde la izquierda sobre temas como el aborto o las luchas y organizaciones sociales, que no se diferencian de las esgrimidas por el ultraderechista Opus Dei o el Diario de Hoy.
Es este retroceso en la cultura política de los sectores populares unido a la desintegración social, lo que sustenta ideológicamente la expansión territorial del accionar de las pandillas. Es un problema ideológico y a la vez político. Enfrentar este desafío requiere un profundo trabajo de educación política en la militancia de izquierda y en los sectores populares.
En cada uno de estos campos señalados existen amenazas desde visiones extremas de derecha y de izquierda. En el plano económico una visión de derecha, oportunista, pragmática sostiene en los hechos aunque conservando un lenguaje progresista que hay que adecuarse a la realidad y convertirse en empleados privilegiados del imperio y sus proyectos. En el otro extremo existen sectores de izquierda que con sus acciones llevan agua al molino de la derecha y no entienden la complejidad del momento.
En el plano social hay sectores dentro de la misma izquierda que en sintonía con la derecha más recalcitrante, propugnan por un holocausto similar al de 1932 para terminar con “las maras” sin tomar en cuenta que la actual situación de violencia tiene entre una de sus múltiples causas, el debilitamiento del movimiento popular a partir de los Acuerdos de Paz de 1992.
La izquierda salvadoreña
El FMLN como la expresión mayoritaria y de mayor experiencia de la izquierda salvadoreña, enfrenta múltiples retos y responsabilidades.
A nivel táctico existe la necesidad objetiva de volver a derrotar a la derecha, al partido ARENA en estas próximas elecciones del 1 de marzo para evitar que esta bloquee los planes de gobierno. El camino al socialismo pasa ineludiblemente por continuar derrotando a la derecha política mientras se fortalece el control y la experiencia política de gobernar y el despliegue de un movimiento popular. Un obstáculo en este camino es la aparición pública –entendible aunque no justificable luego de veinte años de lucha electoral en la que los aliados nos influyen- de usar la política para objetivos de enriquecimiento personal.
Por otra parte, la decisión táctica del FMLN desde 1992 es fortalecer el aparato partidario y sus alianzas por encima del movimiento popular y social, lo cual es un grave error y explica las dificultades para enfrentar desde el Ejecutivo los problemas de la delincuencia, el empleo y el alto costo de la vida.
A nivel estratégico la tarea estratégica principal consiste en desmontar el aparato neoliberal que incluye las privatizaciones, tratados comerciales lesivos y dolarización, que implica remover el modelo neoliberal implantado desde 1989 y que sobrevivió a los acuerdos de paz de 1992 y que sigue vigente ya en dos gobiernos del FMLN.
Esto tomara seguramente –y mis disculpas a los impacientes- por lo menos otros dos periodos en el ejecutivo y seguramente esta tarea estratégica sería acelerada si contáramos con un fuerte movimiento social y popular que exigiera ese tránsito. Y permitiera una victoria decisiva, que aun no se ha dado, sobre la derecha reaccionaria.
A nivel estratégico existe la necesidad de construir un frente nacional por los cambios que permita movilizar a diversos sectores alrededor de una plataforma de reformas estructurales que permitan elevar los niveles de la calidad de vida de la población.
Un imperio benefactor y complacido
El gobierno de Estados Unidos ha logrado a partir de 1992 presentarse como una fuerza interesada en la estabilidad y el progreso de El Salvador, pretendiendo borrar en la opinión pública el nefasto papel jugado en apoyo de la dictadura militar durante sesenta años (1932-1992) y en particular el respaldo militar de contrainsurgencia durante la guerra popular revolucionaria (1980-1992) desde el que se desarrollaron masacres como El Mozote y asesinatos de personalidades como Monseñor Romero.
Y hoy se nos presenta como una potencia benefactora interesada en nuestro desarrollo (Fomilenio I y II) e incluso funcionarios gubernamentales de los gobiernos del FMLN agradecen quizás hasta sinceramente, la vigencia del CAFTA, de la ILEA y la presencia desinteresada de sus compañías internacionales como AES, además que en estos tiempos de globalización neoliberal algunos consideran como obsoleto y de muy mal gusto hablar de imperialismo.
No obstante esto, es importante registrar la actitud del gobierno estadounidense en el marco de la evolución de las relaciones entre nuestros dos países. En los años que van desde el fin de la II Guerra Mundial hasta mediados de los años setenta se consolida la presencia hegemónica de los Estados Unidos frente a otras potencias, como Alemania o Japón, muy a pesar del corazoncito nazi del General Martínez.
Durante este período la economía estadounidense se fundamentaba en el desarrollo industrial de las gigantescas corporaciones transnacionales. Se basaba en una economía real, material, que comprendía la producción, distribución y consumo de bienes y servicios. Y en este marco se desarrollan en nuestra región procesos de integración y de industrialización dependiente, simbolizadas por el Mercado Común Centroamericano.
A mediados de los años setenta concluye este periodo de crecimiento del capitalismo global que duró treinta años. Inicio un nuevo periodo caracterizado por un débil crecimiento y altos niveles de inflación, agudizados por el aumento de los precios del petróleo.
Frente a esto las corporaciones transnacionales decidieron revertir los logros y conquistas sociales, alcanzados por los sindicatos durante el periodo anterior y cerraron industrias e incorporaron nuevas tecnologías al proceso productivo y lo más decisivo, sacaron sus capitales de la industria y canalizaron de manera masiva sus cuantiosas ganancias hacia el sector financiero, la banca, inversiones en bienes raíces, búsqueda de mano de mano de obra barata en el tercer mundo, gestión de derechos de propiedad, de patentes de semillas, privatización de la salud, educación, seguridad social, agua , prisiones, parques, etc. Esto creo una nueva realidad internacional en la que los mercados financieros y la OMC se convirtieron en los nuevos dueños del mundo.
Y luego mediante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) y el famoso Consenso de Washington (Williamson) de 1989 nos impusieron esta doctrina y nos obligaron a alinearnos, nos arrodillaron. Y esta modalidad neoliberal del capitalismo global de la actualidad, de economía basada en las finanzas, se establece a mediados de los años ochenta, cuando nuestro país estaba en la mitad del conflicto armado.
Y este proyecto global levanta cabeza en Estados Unidos con la llegada al gobierno en 1981 de Ronald Reagan y en nuestro país llega en 1989 mediante el primer gobierno de ARENA, que firma en 1992 la paz y a la par firma las privatizaciones. Es un proyecto que no solo es económico, sin tiene componentes sociales, militares, políticos y culturales. Y a partir de 1989 en El Salvador se abandona la agricultura, nuestra economía real, y va tomando fuerza el sector financiero, la oligarquía financiera, que se ve obligada en el 2006 a despojarse de sus bancos y a vender a los grandes capitales colombianos, canadienses ingleses y estadounidenses.
Pero la oligarquía se quedó con sus grandes inversiones en bienes raíces, hoteles y centros comerciales mediante los cuales rebasaron las fronteras nacionales y se regionalizaron, aumentando sus ganancias. A nivel local el capital imitó a sus referentes internacionales y se fortaleció como fuerza oligárquica. Pero en 2008 este proyecto global entró en crisis. Y los mismos gobiernos de los países globalizadores se vieron obligados a salir al auxilio de sus bancos, para mitigar la pérdida de empleos, ingresos, viviendas, etc. Hoy desde finales del 2014 asistimos a nuevos fenómenos vinculados a esta misma crisis, caracterizados por la baja en el precio del petróleo, lo cual va generar una nueva redistribución de poder mundial, en el que seguramente las grandes corporaciones transnacionales y bancos internacionales saldrán de nuevo favorecidos.
Las luchas del movimiento popular y social
Lo más seguro es que el movimiento popular deberá recuperar su papel histórico de lucha mediante su propias fuerzas, sin contar con el acompañamiento de la principal fuerza de izquierda. Esto vuelve el proceso más difícil y prolongado, pero a la vez le libera de compromisos con la institucionalidad partidaria. Esta situación rompe con una tradición de sesenta años de la izquierda salvadoreña, surgida desde la fundación del PCS en 1930. Pero es una realidad desde 1992 y en particular desde el 2003, y así debemos de asumirla. Ojala en el camino de reconstruir el movimiento popular y social podamos de nuevo encontrarnos las diversas expresiones de izquierda, hoy dispersas.
Han pasado más de veinte años desde el último gran oleaje de lucha de masas vinculado con la lucha contra la privatización de la salud. En este periodo han existido diversos proyectos organizativos así como diferentes expresiones de lucha. En el periodo anterior, el de los gobiernos de ARENA, era más fácil aglutinar fuerzas y esfuerzos. Había claridad sobre el enemigo a vencer. Lo mismo fue antes, durante el periodo de la Guerra Popular Revolucionaria.
Hoy la situación es mucho más compleja, inédita y a veces confusa. A partir del 2009 el respaldo a los gobiernos del FMLN se ha convertido en la pauta principal de acción, lo cual ha desmovilizado al grueso del movimiento popular, que muestra su poderoso musculo los primeros de mayo, y luego se repliega obediente hasta la próxima marcha o campaña electoral. Modificar esta conducta política es un reto principal, de carácter estratégico.
Y solo podrá lograrse en la medida que logremos identificar las agendas de lucha que nos permitan construir poder popular, generar organización popular mediante su coordinación y solidaridad. Es un gran reto y lo principal radica en unificar en un solo torrente las diversas luchas dispersas que vemos surgir casi a diario, como la de los bomberos pidiendo mejores condiciones de trabajo. Y la exigencia justa y válida será hacia nuestros propios compañeros funcionarios locales y nacionales. Y esto va generar conflictos con nuestro mismo gobierno, pero es parte del aprendizaje.
Los vericuetos electorales
En un mes (1 de marzo) se definirá la nueva correlación política de fuerzas legislativas. Es un desenlace que permitirá obstaculizar o facilitar la gestión del segundo gobierno del FMLN. Lo más probable es que se reproduzca con mínimas variaciones la actual correlación de fuerzas. Y esto beneficia al FMLN y a GANA en el caso que mantenga su condición de tercera fuerza. Naturalmente, ARENA lo mismo que el FMLN aspiran a aumentar su cuota. Pero modificar las realidades territoriales es sumamente difícil. Y más con las reformas electorales que permitirán como elemento de novedad, el voto cruzado.
Es muy interesante en el caso de la izquierda que estarán participando cinco formaciones políticas. Únicamente queda fuera el PSOCA y los Anarquistas por el momento. Entre las exquisiteces electorales pueden mencionarse al CD que lleva como candidato a la Alcaldía de San Salvador al excomandante guerrillero Roberto Cañas; al PSD que le ha prestado la camisa a Mario López, dirigente del MNP; al FMLN con Nayib Bukele como candidato a la Alcaldía de San Salvador. Y como dato histórico la participación de un candidato independiente, de origen trotskista, del joven maestro Ernesto García, dirigente de la Unidad Socialista de los Trabajadores,(UST).
Y también es interesante en el caso de la derecha participen siete formaciones políticas: ARENA, GANA, PCN, PDC, DS, PSP y FPS. Lo más destacado es el recambio a mitad de la carrera del actual Alcalde Norman Quijano por el empresario Edwin Zamora para la Alcaldía de San Salvador; por la que compiten también el exdirigente arenero Walter Araujo y el empresario Adolfo Salume.

Meet The 80 People Who Are As Rich As Half The World

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Rich People
Meet The 80 People Who Are As Rich As Half The World

7:01 PMJan 18 By Mona Chalabi
Prince Al-Waleed bin Talal Bin Abdulaziz Alsaud, right, nephew of King Abdullah of Saudi Arabia, and his wife, Princess Amira, left, arrivel in Mogadishu, Somalia, to witness the famine in the Somali capital on Aug. 27, 2011.

Prince Al-Waleed bin Talal Bin Abdulaziz Alsaud, right, nephew of King Abdullah of Saudi Arabia, and his wife, Princess Amira, left, arrivel in Mogadishu, Somalia, to witness the famine in the Somali capital on Aug. 27, 2011.

Farah Abdi Warsameh / AP

Eighty people hold the same amount of wealth as the world’s 3.6 billion poorest people, according to an analysis just released from Oxfam. The report from the global anti-poverty organization finds that since 2009, the wealth of those 80 richest has doubled in nominal terms — while the wealth of the poorest 50 percent of the world’s population has fallen.

To see how much wealth the richest 1 percent and the poorest 50 percent hold, Oxfam used research from Credit Suisse, a Swiss financial services company, and Forbes’s annual billionaires list. Oxfam then looked at how many of the world’s richest people would need to pool their resources to have as much wealth as the poorest 50 percent — and as of March 2014, it was just 80 people.

Four years earlier, 388 billionaires together held as much wealth as the poorest 50 percent of the world.

Thirty-five of the 80 richest people in the world are U.S. citizens, with combined wealth of $941 billion in 2014. Together in second place are Germany and Russia, with seven mega-rich individuals apiece. The entire list is dominated by one gender, though — 70 of the 80 richest people are men. And 68 of the people on the list are 50 or older.

If those 80 individuals were to bump into each on Svenborgia, what might they talk about? Retail could be a good conversation starter — 14 of the 80 got their wealth that way. Or they could discuss “extractives” (industries like oil, gas and mining, to which 11 of them owe their fortunes), finance (also 11 of them) or tech (10 of them).

There might be some quiet voices in the room, though, because 11 of the wealthiest people on the planet were simply born into their money (19 others inherited their wealth and then made it grow). The remaining 50 names on the list, according to Forbes, are self-made billionaires.

Oxfam notes that global wealth inequality is increasing while the rich get richer. If trends continue, the organization projects that the richest 1 percent of people will have more wealth than the remaining 99 percent by 2016.

Here’s the list of the 80 people with as much wealth as the world’s poorest 3.6 billion people:

RANK NAME 2014 WEALTH (BILLIONS) COUNTRY SELF-MADE? SECTOR

1 Bill Gates $76 USA ✓ Tech
2 Carlos Slim Helu $72 Mexico ✓ Telecom
3 Amancio Ortega $64 Spain ✓ Retail
4 Warren Buffett $58 USA ✓ Finance
5 Larry Ellison $48 USA ✓ Tech
6 Charles Koch $40 USA Diversified
7 David Koch $40 USA Diversified
8 Sheldon Adelson $38 USA ✓ Entertainment
9 Christy Walton $37 USA Retail
10 Jim Walton $35 USA Retail
11 Liliane Bettencourt $35 France Product
12 Stefan Persson $34 Sweden Retail
13 Alice Walton $34 USA Retail
14 S. Robson Walton $34 USA Retail
15 Bernard Arnault $34 France Luxury
16 Michael Bloomberg $33 USA ✓ Finance
17 Larry Page $32 USA ✓ Tech
18 Jeff Bezos $32 USA ✓ Retail
19 Sergey Brin $32 USA ✓ Tech
20 Li Ka-shing $31 Hong Kong ✓ Diversified
21 Mark Zuckerberg $29 USA ✓ Tech
22 Michele Ferrero $27 Italy Food
23 Aliko Dangote $25 Nigeria ✓ Commodities
24 Karl Albrecht $25 Germany ✓ Retail
25 Carl Icahn $25 USA ✓ Finance
26 George Soros $23 USA ✓ Finance
27 David Thomson $23 Canada Media
28 Lui Che Woo $22 Hong Kong ✓ Entertainment
29 Dieter Schwarz $21 Germany Retail
30 Alwaleed Bin Talal Alsaud $20 Saudi Arabia ✓ Finance
31 Forrest Mars Jr. $20 USA Food
32 Jacqueline Mars $20 USA Food
33 John Mars $20 USA Food
34 Jorge Paulo Lemann $20 Brazil ✓ Drinks
35 Lee Shau Kee $20 Hong Kong ✓ Diversified
36 Steve Ballmer $19 USA ✓ Tech
37 Theo Albrecht Jr. $19 Germany Retail
38 Leonardo Del Vecchio $19 Italy ✓ Luxury
39 Len Blavatnik $19 USA ✓ Diversified
40 Alisher Usmanov $19 Russia ✓ Extractives
41 Mukesh Ambani $19 India Extractives
42 Masayoshi Son $18 Japan ✓ Telecom
43 Michael Otto $18 Germany Retail
44 Phil Knight $18 USA ✓ Retail
45 Tadashi Yanai $18 Japan ✓ Retail
46 Gina Rinehart $18 Australia Extractives
47 Mikhail Fridman $18 Russia ✓ Extractives
48 Michael Dell $18 USA ✓ Tech
49 Susanne Klatten $17 Germany Cars
50 Abigail Johnson $17 USA Finance
51 Viktor Vekselberg $17 Russia ✓ Metals
52 Lakshmi Mittal $17 India Metals
53 Vladimir Lisin $17 Russia ✓ Transport
54 Cheng Yu-tung $16 Hong Kong ✓ Diversified
55 Joseph Safra $16 Brazil ✓ Finance
56 Paul Allen $16 USA ✓ Tech
57 Leonid Mikhelson $16 Russia ✓ Extractives
58 Anne Cox Chambers $16 USA Media
59 Francois Pinault $16 France ✓ Retail
60 Iris Fontbona $16 Chile Extractives
61 Azim Premji $15 India Tech
62 Mohammed Al Amoudi $15 Saudi Arabia ✓ Extractives
63 Gennady Timchenko $15 Russia ✓ Extractives
64 Wang Jianlin $15 China ✓ Real Estate
65 Charles Ergen $15 USA ✓ Telecom
66 Stefan Quandt $15 Germany Cars
67 Germán Larrea Mota Velasco $15 Mexico Extractives
68 Harold Hamm $15 USA ✓ Extractives
69 Ray Dalio $14 USA ✓ Finance
70 Donald Bren $14 USA ✓ Real Estate
71 Georg Schaeffler $14 Germany Product
72 Luis Carlos Sarmiento $14 Colombia ✓ Finance
73 Ronald Perelman $14 USA ✓ Finance
74 Laurene Powell Jobs $14 USA Entertainment
75 Serge Dassault $14 France Aviation
76 John Fredriksen $14 Cyprus ✓ Transport
77 Vagit Alekperov $14 Russia ✓ Extractives
78 John Paulson $14 USA ✓ Finance
79 Rupert Murdoch $14 USA ✓ Media
80 Ma Huateng $13 China ✓ Tec

Las teorías conspiranoicas de Washington y Arabia Saudí para bajar el precio del petróleo y hundir a Rusia e Irán

El precio del petróleo sigue en descenso y ha llegado a los 53 dólares el barril. Si bien muchos atribuyen esta caída al simple resultado de la oferta y la demanda por el hidrocarburo, hay otros, como Larry Elliott de The Guardian, que asignan este descenso a una burda manipulación de la política de Estados Unidos. Para Elliott, si Arabia Saudita fue capaz de cuadruplicar el precio del petróleo en los años 70 para castigar a Estados Unidos por su apoyo a Israel, y luego hundir el precio en los 80 para desestabilizar el régimen de Saddam Hussein, hoy tiene mayores razones para bajar el precio a la mitad y así eliminar a los enemigos número uno de Estados Unidos que son Siria, Rusia e Irán. Según Larry Elliott, Washington ha convencido a los saudíes que deben inundar el mercado con petróleo barato para bajar los precios y así diezmar la economía de Rusia e Irán. Con esto se reduciría la resistencia de Moscú para la ampliación del cerco de la OTAN y el aumento de las bases militares estadounidenses en Asia Central. Según esta teoría el plan estadounidense-saudí ha conseguido reducir los precios del petróleo en un 50 por ciento desde sus últimos máximos hace seis meses, creando gran turbulencia en los mercados con un auténtico “golpe petrolero”. Otro autor que confirma la “conspiración” estadounidense es F.William Engdahl, quien en El estúpido secreto entre Estados Unidos y Arabia Saudí sobre el reparto de Siria, señala:

“Los detalles entre un nuevo acuerdo secreto, y bastante estúpido, entre Arabia Saudí y Estados Unidos contra Siria y los llamados países del bloque IS están emergiendo… Esto implica el control del petróleo y el gas en toda la región y el inundamiento de petróleo barato por Arabia Saudita para el debilitamiento de Rusia e Irán. Estos detalles fueron acordados en la reunión del 11 de septiembre entre el secretario de Estado estadounidense, John Kerry y el rey saudí… Desde entonces, el reino de Arabia Saudita ha estado inundando el mercado con petróleo barato, lo que provocó una guerra de precios dentro de la OPEP… Los saudíes están apuntando las ventas a Asia y en particular a su principal cliente asiático, China, donde han comenzado a ofrecer el crudo a tan sólo 50 dólares el barril en lugar del precio anterior de 100 dólares el barril. Esta operación de descuento financiero saudí tiene todas las luces de constituir una operación de guerra financiera de Estados Unidos contra Rusia, a través de la oficina de Terrorismo e Inteligencia Financiera anclada en Wall Street, donde se controla el comercio de los derivados del petróleo. El resultado de todo esto ha sido un pánico que cobra fuerza diaria y al cual algunos mercados, como China, están muy felices de comprar petróleo barato, pese a que sus aliados más cercanos, Rusia e Irán, están siendo golpeados severamente…

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Lo que se busca, de acuerdo a esta teoría “conspiranoica”, es desestabilizar a la región asiática, ofreciéndole petróleo barato que las haga romper sus vínculos con Rusia, el proveedor oficial que resultaría cobrando precios “abusivos”. De hecho, Arabia Saudí está vendiendo petróleo a China a 50 dólares el barril, bastante menos de los 110 dólares que tenía hace seis meses.
Petróleo barato para hundir a Rusia

Para Rashid Abanmy, Presidente de las Políticas petroleras de Arabia Saudita, con sede en Riad, el colapso de los precios está siendo causado deliberadamente por los saudíes. El motivo esgrimido por Arabia es ganar nuevos mercados ante un debilitamiento global de la demanda de petróleo. Pero la verdadera razón, según Abanmy, es para presionar a Irán sobre su programa nuclear, y hacer que Rusia ponga fin a su apoyo a Bashar al-Assad en Siria. Más del 50% de los ingresos del Estado ruso proviene de sus venta de exportación de petróleo y gas. La manipulación de los precios del petróleo entre Estados Unidos y Arabia está dirigido a desestabilizar a los máximos oponentes de las políticas expansivas de Estados Unidos que hoy se encuentran a un paso de su broche de oro con el Tratado de libre comercio entre Europa y Estados Unidos, que no solo da amplias ventajas a las megacorporaciones de Estados Unidos sino que de acuerdo a un informe independiente generaría la pérdida de 600 mil empleos en Europa.

Si bien las “teorías conspiranoicas” que exponen estos autores tienen un fundamento sólido como lo es la manipulación del precio que realiza Arabia Saudí, hay otros elementos que muestran que el tema es algo más complejo por las presiones geopolíticas que gravitan en el Medio Oriente.

En primer lugar, es efectivo que Arabia Saudí ha manipulado anteriormente el precio del petróleo. En 1973, el presidente egipcio Anwar Sadat convenció al rey Faisal de Arabia Saudi de reducir la producción y aumentar los precios, y luego ir aún más lejos como embargar las exportaciones de petróleo. Todo esto con el objetivo de castigar a Estados Unidos por su apoyo a Israel en su lucha contra los países árabes. El castigo funcionó y los precios se cuadruplicaron al pasar de 3 a 12 dólares el barril. Además, este hecho permitió idear el acuerdo que brindó la protección militar de Estados Unidos a Arabia Saudí y que dió inicio a los petrodólares

En 1986, 1990 y 1998 los saudíes volvieron a manipular los precios para hacerlos caer en picado como una forma de hundir a Rusia. En 1998 tuvieron un gran éxito cuando lograron reducir el precio más del 50 por ciento (de 25 a 12 dólares el barril). Tras este hecho, Rusia dejó de pagar su deuda y entró en una severa crisis económica. La conocida crisis de 1998 que se sumó a la crisis asiática iniciada en julio de 1997 y que dio pie a la quiebra de Long Term Capital Management, la quiebra de Enron y la crisis de las puntocom.
Geopolítica y “guerra de precios”

Sin embargo, la teoría de la conspiración entre Washington y Arabia Saudí se desploma si consideramos que esta “guerra de precios” también destruye la industria del Shale Oil, incubada en Estados Unidos y responsable de reducir el desempleo y aumentar el crecimiento de manera muy significativa. ¿Puede querer, Estados Unidos, destruir sus fuentes de empleo y riqueza por una guerra geopolítica con Rusia? El análisis no es fácilmente atribuíble a una teoría conspiranoica dado que es más complejo.

Al bajar el precio del petróleo Arabia Saudí da un golpe a su principal enemigo en la región que es Irán, país que posee armas nucleares y que a su vez es el principal apoyo del gobierno de Siria en la región. Con su estrategia de bajar los precios, Abdullah da un serio golpe a Siria e Irán. El conflicto es una guerra de poder entre Irán y Arabia Saudi, que atraviesa el Libano, Siria e Irak. Los saudíes saben que Irán es vulnerable al precio del petróleo dado que necesita 130 dólares por barril para equilibrar su presupuesto. Con el petróleo a 50 dólares Irán tiembla y el ayatolá Alí Jamenei puede hacerse más flexible a las presiones de occidente para contener sus ambiciones nucleares. El presidente iraní Hassan Rouhani señaló que la violenta caída en el precio del petróleo era “una conspiración contra los intereses de la región, contra el pueblo musulmán y contra el mundo musulmán”. El descenso en el precio del petróleo afecta a todos los países productores. Las necesidades presupuestarias de Rusia y Arabia Saudí se encuentran casi en el mismo nivel de acuerdo a esta gráfica de Deutsche Bank y el FMI. Pero Venezuela, Nigeria, Algeria, Irán y Libia se deslizan hacia la asfixia financiera por la guerra de precios emprendida por Arabia Saudí.

El objetivo principal para los saudíes es deshacerse de Bashar al-Assad para romper el acuerdo entre Siria, Irán e Irak y la construcción del oleoducto que va desde el puerto iraní Assalouyeh a la ciudad siria de Damasco a través de Irak.

Este proyecto de 10 mil millones de dólares tardaría tres años en terminarse y se alimentaría de gas en los campos de South Pars que Irán comparte con Qatar. Las autoridades iraníes manifestaron su intención de extender el gasoducto hacia el Mediterráneo para suministrar gas a Europa. El temor a que este cordón umbilical económico ayude a consolidar un eje predominantemente chiita en la región siembra los miedos en occidente. Es el miedo que propaga Estados Unidos para impulsar una guerra estratégica que paralice a Rusia y China y evite la creación de una eje euro-asiático que ponga en apuros el orden mundial que controla Estados Unidos. Oil Cost Sin embargo la guerra de precios está lejos de hundir a Rusia y más cerca de socavar los avances de Estados Unidos en materia de empleo y crecimiento en los últimos años. Rusia posee reservas por más de 500 mil millones de dólares lo que lo instala muy lejos de un colapso aunque caiga en una profunda recesión. Tras la crisis de 1998 Rusia aprendió la lección (al igual que los países asiáticos tras la crisis de 1997) y ha acumulado una gran cantidad de reservas. Asimismo, la deuda pública de Rusia llega al 14 por ciento del PIB, lo que instala a este país en una situación inmejorable frente a Estados Unidos y los países europeos donde la deuda pública supera el 100 por ciento del PIB. La amenaza de Rusia al igual que los países europeos, es la abultada deuda del sector privado, que llega a los 700 mil millones de dólares.

Los factores que no toman en cuenta las teorías conspiranoicas en torno al precio del petróleo, es quien pierde más a un precio de 53 dólares el barril. Como vemos en la gráfica siguiente, los países de la OPEP tienen un costo promedio de 37 dólares el barril mientras Rusia tiene un costo de 44 dólares el barril. Aún a 50 dólares el barril, Rusia (y por cierto los países de la OPEP) tienen un margen, aunque sea pequeño, de utilidades. No ocurre lo mismo en Estados Unidos donde el Shale-Oil, el producto estrella de Estados Unidos en estos seis años de crisis, tiene un costo de 75 dólares el barril.

El fuerte descenso en el precio del petróleo afecta, de sobremanera, a Estados Unidos y la industria del fracking se encamina a su desplome. La burbuja del fracking fue la responsable del aumento en la producción de petróleo y la disminución del desempleo en Estados Unidos. La reversa que ha comenzado a sufrir esta industria amenaza con volver a disparar el desempleo en Estados Unidos y devolverlo al epicentro de la crisis. Una vez que se agoten los stocks el petróleo volverá nuevamente a subir y puede volver sin problemas a los 145 dólares el barril de julio de 2008. Y en esta nueva explosión del precio también tendrá mucho que ver Arabia Saudí, el principal manipulador del precio del petróleo.

Stakes are high as US plays the oil card against Iran and Russia (The Guardian)

Imagine that at the start of 2014 you were an investor who liked to dabble in the commodity markets. You could sniff something going seriously wrong in Ukraine and you were alarmed by early reports of groups of militants marauding across northern and western Iraq.

With hopes that the global economy would continue to strengthen, the smart money would have been on oil prices continuing to climb. That’s what geopolitical tension plus robust demand usually means.

On this occasion, though, the smart money was wrong. After standing at well over $110 a barrel in the summer, the cost of crude has collapsed. Prices are down by a quarter in the past three months. More oil has been pumped at a time when the global recovery has faltered, with traders caught unawares by the slowdown in China and renewed stagnation in the eurozone.

That, though, is not the whole story. The fourfold increase in oil prices triggered by the embargo on exports organised by Saudi Arabia in response to the Yom Kippur war in 1973 showed how crude could be used as a diplomatic and economic weapon. History is repeating itself.

Think about how the Obama administration sees the state of the world. It wants Tehran to come to heel over its nuclear programme. It wants Vladimir Putin to back off in eastern Ukraine. But after recent experiences in Iraq and Afghanistan, the White House has no desire to put American boots on the ground. Instead, with the help of its Saudi ally, Washington is trying to drive down the oil price by flooding an already weak market with crude. As the Russians and the Iranians are heavily dependent on oil exports, the assumption is that they will become easier to deal with.

John Kerry, the US secretary of state, allegedly struck a deal with King Abdullah in September under which the Saudis would sell crude at below the prevailing market price. That would help explain why the price has been falling at a time when, given the turmoil in Iraq and Syria caused by Islamic State, it would normally have been rising.

The Saudis did something similar in the mid-1980s. Then, the geopolitical motivation for a move that sent the oil price to below $10 a barrel was to destabilise Saddam Hussein’s regime. This time, according to Middle East specialists, the Saudis want to put pressure on Iran and to force Moscow to weaken its support for the Assad regime in Syria.

Turning on the oil spigots comes at a cost. The Saudis, like all other producers, have become accustomed to oil above $100 a barrel. The Arab spring in Libya and Egypt raised fears that the political unrest would spread. Oil revenues financed higher public spending, so Saudi Arabia needs the price to be above $90 a barrel to balance the books.

But a bit of pain is acceptable. The Saudis are gambling that they can live with a lower oil price for longer than the Russians and the Iranians can, and that therefore the operation will be relatively short-lived.

There is no question that this new manifestation of cold war muscle is hurting Russia. Oil and gas account for 70% of Russia’s exports and the budget doesn’t add up unless the oil price is above $100 a barrel. Moscow has foreign exchange reserves, but these are not unlimited. The rouble fell by 10% last week. That adds to the debt servicing costs of Russian firms, and the central bank is under pressure to push up interest rates, which should help stabilise the currency, but only at the expense of a deeper recession.

But thus far, Russia’s foreign policy does not appear to have been affected. Support for President Bashar al-Assad of Syria remains strong and there were reports at the end of last week of Russian troops entering eastern Ukraine. It remains to be seen how Iran will react. In the meantime, the Middle East looks as unstable as it has ever done.

Provided it is sustained, a falling oil price will boost global growth. Andrew Kenningham at Capital Economics estimates that if the cost of Brent crude settles at $85 a barrel, the upshot will be a transfer of income from producers of oil to consumers of oil amounting to 0.9% of global GDP. As consumers tend to spend a higher proportion of their income than producers, demand will increase. The big winners will be the big oil consumers: China, India and Europe.

Simultaneously, inflation will fall. The drop in the oil price so far is enough to ensure that headline inflation is around half a percentage point lower in advanced countries next year. That would be enough to take inflation below 1% in the UK and below zero in the eurozone. Lower inflation should help to boost consumer and business spending because budgets will stretch further. For the US, the picture is more mixed. Washington’s willingness to play the oil card stems from the belief that domestic supplies of energy from fracking make it possible for the US to become the world’s biggest oil producer. In a speech last year, Tom Donilon, then Barack Obama’s national security adviser, said the US was now less vulnerable to global oil shocks. The cushion provided by shale oil and gas “affords us a stronger hand in pursuing and implementing our national security goals”.

Recent US production of crude has certainly been impressive, with a jump of almost 50% from 5.7m barrels a day in 2011 to 8.4m barrels a day in the second quarter of 2014. This increase in supply has meant that any reduction in supplies from Iran or Russia due to sanctions can be absorbed without disrupting the global economy.

But the sharp drop in the oil price will make some shale fields unviable. That is especially true of planned new developments, where a high price is needed to cover start-up costs. But it is also true of some of the more mature fields, where the rapid depletion of reserves has forced companies to go deeper – at greater expense – in search of supplies.

At the weekend, George Osborne announced that he supported the idea of putting revenues from shale production in the north of England into a sovereign wealth fund for the north. The idea would be to prevent the proceeds being squandered on day-to-day spending, which – sadly – is what happened to the revenues from the North Sea.

Friends of the Earth said the chancellor’s intervention was a cynical ploy designed to win over strong opposition to fracking. It was certainly ill-timed. One side-effect of the US-Saudi attempt to drive down the oil price will be to prick the shale bubble.

El peligroso juego político en la manipulación del precio del petróleo

El petróleo ha llegado a los 45 dólares el barril y no hay atisbos de que revierta la tendencia en el corto plazo. El peligroso juego político de Arabia Saudita tiene a los productores petroleros en ascuas. Rusia, Irán, Venezuela, Noruega, Nigeria y Canadá dependen de sus exportaciones de petróleo para estabilizar su presupuesto. Por eso el derrumbe del precio de su motor comercial los tiene al borde de la bancarrota. Para Venezuela el petróleo constituye el 96 por ciento de sus ingresos de exportación y con cada dólar de descenso el país pierde 800 millones de dólares.

Venezuela se tambalea con una inflación que supera el 60 por ciento y con escaséz de alimentos básicos. Para Rusia los ingresos del petróleo y el gas representan las tres cuartas partes de su factura de exportación; mientras que para Nigeria el petróleo representa el 90 por ciento de sus exportaciones. Irán lucha por hacer que su dependencia del petróleo llegue en el corto plazo al 30 por ciento en lugar del 50 por ciento actual.

El descenso del petróleo tiene múltiples aristas y ramificaciones pero lo que ya nadie descarta es la mano de Washington y Arabia Saudita en el desplome del precio oro negro. El príncipe saudí Alwaleed bin Talal aseguró el pasado fin de semana que “Nunca más volverá el petróleo a los 100 dólares”, manifestando su clara intención de hacer que el petróleo baje aún más, a los 30 e incluso a los 20 dólares como apuestan los mercados de futuros. Arabia Saudita está segura de ser un ganador, al menos en el corto y mediano plazo, dado que tiene las mayores reservas y los menores costos de producción mundial. Además, desde 1945 el gobierno de Riad es el brazo armado de Estados Unidos en la política mundial del petróleo, recurso energético que durante todo el siglo 20 fue un arma geopolítica.

Arabia Saudí representa el 10 por ciento de la producción mundial de petróleo y ha sido el gran regulador del precio desde el estallido de la crisis del petróleo en 1973. Su sola decisión de subir o bajar la producción influye en el precio y por eso la decisión de mantener la producción no ha podido tomarse sin el consentimiento de Estados Unidos, dado que Estados Unidos es un claro perdedor con el precio del petróleo a 45 dólares. Sin embargo Estados Unidos busca estrangular económicamente a Rusia, Venezuela e Irán, en una repetición de lo que hizo con Arabia Saudita en 1985 cuando arrastró al colapso a la Unión Soviética al hundir el precio del petróleo a 10 dólares. Lo que vivimos ahora, 30 años más tarde, es una repetición de ese escenario con la salvedad de que Rusia esta vez está más fortalecida que Estados Unidos: su deuda pública es del 12 por ciento del PIB mientras la de Estados Unidos supera el 100 por ciento del PIB.

El discurso de Arabia Saudita es que quiere recuperar el mercado del petróleo que perdió por el ingreso de otros competidores y que no reducirá su producción aunque el precio siga descendiendo. Si consideramos que Arabia Saudi produce el petróleo a un costo de 20 dólares el barril y que es el petróleo más barato del mundo, podemos entender lo que espera al resto de los productores que, como Rusia, producen a 30 o 35 dólares el barril… Este es el punto en el cual también pierde Estados Unidos: la producción de petróleo via Shale-Oil y responsable de gran parte de la generación de empleo y del crecimiento en ese país tiene un costo de 50 dólares el barril. ¿Puede Washington echar por tierra el camino que ha sido su principal fuente de recuperación? Aquí entra la manipulación financiera.
Desregulación y manipulación financiera

En julio de 2013 y cuando el petróleo Brent y WTI se disputaban los 115 dólares el barril, aseguramos que ese precio estaba fuertemente manipulado y anticipamos un pronto descenso a 80 e incluso a 60 dólares el barril. Año y medio tardó en cumplirse nuestro pronóstico y hay que apuntar ahora que el descenso en el precio va para largo porque estamos asistiendo a la explosión de una burbuja financiera que infló los precios gracias a las bajas tasas de interés de los bancos centrales y el siempre delirante optimismo de quienes invocan la esperada “recuperación”. Esto es porque las finanzas y la macroeconomía están estrechamente interconectadas, aunque la teoría económica indique que el dinero es completamente neutral. Si la desregulación financiera provocada en el mundo desde fines de los años 80 ha permitido el más obsceno y corrosivo nivel de manipulación de los mercados, ¿qué podemos esperar de la salud de la macroeconomía cuando ésta depende justamente del juego limpio de los participantes del mercado?

Lo que estamos presenciando es el estallido de la burbuja especulativa con el petróleo (y también de otras materias primas como el cobre y el acero), resultado de la prolongación de la crisis. La burbuja del petróleo viene desde fines del siglo pasado dado que se convirtió en uno de los deportes favoritos del mundo financiero. Hacia el año 2005 el intercambio financiero en el mercado del petróleo representaba 3 veces el mercado físico y la crisis financiera que estalló en 2008 lejos de revertir esta tendencia la acentuó: el año 2013 los intercambios financieros por el petróleo eran más de 8 veces los intercambios reales.

Existen miles de instrumentos financieros (o “derivados”) que apoyaron estratégicamente la especulación con el petróleo. Paquetes por cientos de miles de millones de dólares que, bajo la garantía del petróleo, generaron una montaña de compromisos financieros que hoy, bajo la inclemencia de la crisis, se derrumba como un castillo de naipes.

El aumento en el precio del petróleo hasta los 147 dólares el barril en julio de 2008 fue visto como una gran oportunidad para muchos inversionistas que apostaron por duplicar las perforaciones en busca del oro negro. Este nuevo El Dorado, permitió a Estados Unidos más que duplicar su producción de petróleo y pasar de los 4,3 millones de barriles diarios de 2008 a los 9,4 millones de barriles diarios en diciembre pasado, cifra que no se producía desde 1982. Rusia, Irán, Nigeria y Noruega también aumentaron la producción para satisfacer la demanda creciente de China.

Sin embargo, el crecimiento de China se detuvo y Europa entró de nuevo en un camino a ninguna parte por lo que la demanda de petróleo se desplomó. Se calcula que cada día se producen un exceso de oferta de 3 a 4 millones de barriles. La recuperación no ha llegado y la especulación con el petróleo tiene una arista aún más compleja. Muchas empresas se están declarando en insolvencia y cerrarán la producción. La consultora petrolera noruega Rystad Energy advierte de proyectos de perforación por valor de más de 150 mil millones de dólares serán detenidos en los próximos meses y que 800 proyectos de producción de petróleo por más de 500 mil millones de dólares podrían aplazarse.

Si el petróleo permanece en los niveles actuales o desciende aún más se puede desatar el efecto boomerang: como muchos proyectos están siendo aplazados o abandonados, la falta real de nuevas inversiones puede hacer que hacia fines de la década se produzca una seria escasez de petróleo que lleve a un aumento extremo de los precios y lo disparen sobre los 150 dólares el barril. Ese será el momento para recordarle la palabra al príncipe saudí “Nunca más volverá el petróleo a los 100 dólares”. Habrá que ver qué dice, y si Washington lo autoriza.

Le capital au XXIe siècle

Le capital au xxie siècle
Thomas Piketty

Introduction

La répartition des richesses est l’une des questions les plus vives et les plus débattues aujourd’hui. Mais que sait- on vraiment de son évolution sur le long terme ? La dynamique de l’accumulation du capital privé conduit- elle inévitablement à une concentration toujours plus forte de la richesse et du pouvoir entre quelques mains, comme l’a cru Marx au xixe siècle ? Ou bien les forces équilibrantes de la croissance, de la concurrence et du progrès technique conduisent- elles spontanément à une réduction des inégalités et à une harmonieuse stabilisation dans les phases avancées du développement, comme l’a pensé Kuznets au xxe siècle ? Que sait- on réellement de l’évolution de la répartition des revenus et des patrimoines depuis le xviiie siècle, et quelles leçons peut- on en tirer pour le xxie ?

Telles sont les questions auxquelles je tente de répondre
dans ce livre. Disons- le d’emblée : les réponses apportées sont
imparfaites et incomplètes. Mais elles se fondent sur des don-
15
nées historiques et comparatives beaucoup plus étendues que
tous les travaux antérieurs, portant sur trois siècles et plus de
vingt pays, et sur un cadre théorique renouvelé permettant de
mieux comprendre les tendances et les mécanismes à l’oeuvre.
La croissance moderne et la diffusion des connaissances ont
permis d’éviter l’apocalypse marxiste, mais n’ont pas modifié
les structures profondes du capital et des inégalités – ou tout
du moins pas autant qu’on a pu l’imaginer dans les décennies
optimistes de l’après-Seconde Guerre mondiale. Dès lors que
le taux de rendement du capital dépasse durablement le taux
de croissance de la production et du revenu, ce qui était le
cas jusqu’au xixe siècle et risque fort de redevenir la norme
au xxie siècle, le capitalisme produit mécaniquement des
inégalités insoutenables, arbitraires, remettant radicalement en
cause les valeurs méritocratiques sur lesquelles se fondent nos
sociétés démocratiques. Des moyens existent cependant pour
que la démocratie et l’intérêt général parviennent à reprendre
le contrôle du capitalisme et des intérêts privés, tout en
repoussant les replis protectionnistes et nationalistes. Ce livre
tente de faire des propositions en ce sens, en s’appuyant sur
les leçons de ces expériences historiques, dont le récit forme
la trame principale de l’ouvrage.
Un débat sans source ?
Pendant longtemps, les débats intellectuels et politiques
sur la répartition des richesses se sont nourris de beaucoup
de préjugés, et de très peu de faits.
Certes, on aurait bien tort de sous- estimer l’importance
des connaissances intuitives que chacun développe au sujet
des revenus et des patrimoines de son temps, en l’absence
de tout cadre théorique et de toute statistique représentative.
Nous verrons par exemple que le cinéma et la littérature, en
particulier le roman du xixe siècle, regorgent d’informations
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
16
extrêmement précises sur les niveaux de vie et de fortune des
différents groupes sociaux, et surtout sur la structure profonde
des inégalités, leurs justifications, leurs implications dans la vie
de chacun. Les romans de Jane Austen et de Balzac, notamment,
nous offrent des tableaux saisissants de la répartition
des richesses au Royaume- Uni et en France dans les années
1790-1830. Les deux romanciers ont une connaissance intime
de la hiérarchie des patrimoines en vigueur autour d’eux.
Ils en saisissent les frontières secrètes, ils en connaissent les
conséquences implacables sur la vie de ces hommes et de ces
femmes, sur leurs stratégies d’alliance, sur leurs espoirs et leurs
malheurs. Ils en déroulent les implications avec une vérité et
une puissance évocatrice qu’aucune statistique, aucune analyse
savante ne saurait égaler.
De fait, la question de la répartition des richesses est trop
importante pour être laissée aux seuls économistes, sociologues,
historiens et autres philosophes. Elle intéresse tout le
monde, et c’est tant mieux. La réalité concrète et charnelle
de l’inégalité s’offre au regard de tous ceux qui la vivent,
et suscite naturellement des jugements politiques tranchés
et contradictoires. Paysan ou noble, ouvrier ou industriel,
serveur ou banquier : chacun, depuis le poste d’observation
qu’il occupe, voit des choses importantes sur les conditions
de vie des uns et des autres, sur les rapports de pouvoir et
de domination entre groupes sociaux, et se forge sa propre
conception de ce qui est juste et de ce qui ne l’est pas. La
question de la répartition des richesses aura toujours cette
dimension éminemment subjective et psychologique, irréductiblement
politique et conflictuelle, qu’aucune analyse prétendument
scientifique ne saurait apaiser. Fort heureusement,
la démocratie ne sera jamais remplacée par la république des
experts.
Pour autant, la question de la répartition mérite aussi d’être
étudiée de façon systématique et méthodique. En l’absence
de sources, de méthodes et de concepts précisément définis,
INTRODUCTION
17
il est possible de dire tout et son contraire. Pour certains, les
inégalités sont toujours croissantes, et le monde toujours plus
injuste, par définition. Pour d’autres, les inégalités sont naturellement
décroissantes, ou bien spontanément harmonieuses,
et surtout rien ne doit être fait qui risquerait de perturber cet
heureux équilibre. Face à ce dialogue de sourds, où chaque
camp justifie souvent sa propre paresse intellectuelle par celle
du camp d’en face, il existe un rôle pour une démarche
de recherche systématique et méthodique – à défaut d’être
pleinement scientifique. L’analyse savante ne mettra jamais
fin aux violents conflits politiques suscités par les inégalités.
La recherche en sciences sociales est et sera toujours balbutiante
et imparfaite. Elle n’a pas la prétention de transformer
l’économie, la sociologie et l’histoire en sciences exactes.
Mais en établissant patiemment des faits et des régularités,
et en analysant sereinement les mécanismes économiques,
sociaux, politiques, susceptibles d’en rendre compte, elle peut
faire en sorte que le débat démocratique soit mieux informé
et se focalise sur les bonnes questions. Elle peut contribuer
à redéfinir sans cesse les termes du débat, à démasquer les
certitudes toutes faites et les impostures, à tout remettre toujours
en cause et en question. Tel est, à mon sens, le rôle
que peuvent et doivent jouer les intellectuels, et parmi eux
les chercheurs en sciences sociales, citoyens parmi d’autres,
mais qui ont la chance d’avoir plus de temps que d’autres
pour se consacrer à l’étude (et même d’être payés pour cela
– privilège considérable).
Or, pendant longtemps, force est de constater que les
recherches savantes consacrées à la répartition des richesses se
sont fondées sur relativement peu de faits solidement établis,
et sur beaucoup de spéculations purement théoriques. Avant
d’exposer plus précisément les sources sur lesquelles je me
suis fondé et que j’ai tenté de rassembler dans le cadre de ce
livre, il est utile de dresser un rapide historique des réflexions
sur ces questions.
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
18
Malthus, Young et la Révolution française
Quand naît l’économie politique classique, au Royaume- Uni
et en France, à la fin du xviiie et au début du xixe siècle,
la question de la répartition est déjà au centre de toutes les
analyses. Chacun voit bien que des transformations radicales
ont commencé, avec notamment une croissance démographique
soutenue – inconnue jusqu’alors – et les débuts de
l’exode rural et de la révolution industrielle. Quelles seront
les conséquences de ces bouleversements pour la répartition
des richesses, la structure sociale et l’équilibre politique des
sociétés européennes ?
Pour Thomas Malthus, qui publie en 1798 son Essai sur
le principe de population, aucun doute n’est permis : la surpopulation
est la principale menace 1. Ses sources sont maigres,
mais il tente de les mobiliser au mieux. Il est notamment
influencé par les récits de voyage d’Arthur Young, agronome
anglais qui a sillonné les routes du royaume de France en
1787-1788, à la veille de la Révolution, de Calais aux Pyrénées,
en passant par la Bretagne et la Franche- Comté, et qui
raconte la misère des campagnes françaises.
Tout n’est pas faux dans ce passionnant récit, loin de là. À
l’époque, la France est de loin le pays européen le plus peuplé,
et constitue donc un point d’observation idéal. Autour de
1700, le royaume de France comptait déjà plus de 20 millions
d’habitants, à un moment où le Royaume- Uni comprenait
à peine plus de 8 millions d’âmes (et l’Angleterre environ
5 millions). L’Hexagone voit sa population progresser à un
rythme soutenu tout au long du xviiie siècle, de la fin du
règne de Louis XIV à celui de Louis XVI, à tel point que
1. Thomas Malthus (1766-1834) est un économiste anglais, considéré
comme l’un des plus influents de l’école « classique », aux côtés d’Adam
Smith (1723-1790) et de David Ricardo (1772-1823).
INTRODUCTION
19
la population française s’approche des 30 millions d’habitants
dans les années 1780. Tout laisse à penser que ce dynamisme
démographique, inconnu au cours des siècles précédents, a
effectivement contribué à la stagnation des salaires agricoles
et à la progression de la rente foncière dans les décennies
menant à la déflagration de 1789. Sans en faire la cause
unique de la Révolution française, il paraît évident que cette
évolution n’a pu qu’accroître l’impopularité grandissante de
l’aristocratie et du régime politique en place.
Mais le récit de Young, publié en 1792, est également
empreint de préjugés nationalistes et de comparaisons approximatives.
Notre grand agronome est fort insatisfait des auberges
qu’il traverse et de la tenue des servantes qui lui apportent
à manger, qu’il décrit avec dégoût. Il entend déduire de
ses observations, souvent assez triviales et anecdotiques, des
conséquences pour l’histoire universelle. Il est surtout très
inquiet des excès politiques auxquels la misère des masses
risque de conduire. Young est notamment convaincu que
seul un système politique à l’anglaise, avec Chambres séparées
pour l’aristocratie et le tiers état, et droit de veto pour la
noblesse, permet un développement harmonieux et paisible,
mené par des gens responsables. Il est persuadé que la France
court à sa perte en acceptant en 1789-1790 de faire siéger
les uns et les autres dans un même Parlement. Il n’est pas
exagéré de dire que l’ensemble de son récit est surdéterminé
par sa crainte de la Révolution française. Quand on disserte
sur la répartition des richesses, la politique n’est jamais très
loin, et il est souvent difficile d’échapper aux préjugés et aux
intérêts de classe de son temps.
Quand le révérend Malthus publie en 1798 son fameux
Essai, il est encore plus radical que Young dans ses conclusions.
Il est comme son compatriote très inquiet des nouvelles
politiques venant de France, et pour s’assurer que de tels excès
ne s’étendront pas un jour au Royaume- Uni, il considère
qu’il faut supprimer d’urgence tout système d’assistance aux
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
20
pauvres et contrôler sévèrement la natalité de ces derniers,
faute de quoi le monde entier sombrera dans la surpopulation,
le chaos et la misère. En vérité, il est impossible de
comprendre la noirceur – excessive – des prévisions malthusiennes
sans prendre en compte la peur qui saisit une bonne
part des élites européennes dans les années 1790.
Ricardo : le principe de rareté
Rétrospectivement, il est évidemment aisé de se moquer
de ces prophètes de malheur. Mais il est important de réaliser
que les transformations économiques et sociales en cours à la
fin du xviiie et au début du xixe siècle étaient objectivement
assez impressionnantes, voire traumatisantes. En vérité, la plupart
des observateurs de l’époque – et pas seulement Malthus
et Young – avaient une vision relativement sombre, voire
apocalyptique, de l’évolution à long terme de la répartition
des richesses et de la structure sociale. C’est notamment le
cas de David Ricardo et de Karl Marx, qui sont sans doute
les deux économistes les plus influents du xixe siècle, et
qui s’imaginaient tous deux qu’un petit groupe social – les
propriétaires terriens chez Ricardo, les capitalistes industriels
chez Marx – allait inévitablement s’approprier une part sans
cesse croissante de la production et du revenu 1.
Pour Ricardo, qui publie en 1817 ses Principes de l’économie
politique et de l’impôt, le principal souci concerne l’évolution
à long terme du prix de la terre et du niveau de la rente
foncière. De même que Malthus, il ne dispose pratiquement
1. Il existe bien sûr une école libérale davantage portée sur l’optimisme :
Adam Smith en semble pétri, et à dire vrai ne se pose pas véritablement
la question d’une possible divergence de la répartition des richesses à long
terme. Il en va de même de Jean- Baptiste Say (1767-1832), qui croit lui
aussi dans l’harmonie naturelle.
INTRODUCTION
21
d’aucune source statistique digne de ce nom. Mais cela ne
l’empêche pas d’avoir une connaissance intime du capitalisme
de son temps. Issu d’une famille de financiers juifs d’origine
portugaise, il semble en outre avoir moins de préjugés
politiques que Malthus, Young ou Smith. Il est influencé
par le modèle de Malthus mais pousse le raisonnement plus
loin. Il est surtout intéressé par le paradoxe logique suivant :
à partir du moment où la croissance de la population et
de la production se prolonge durablement, la terre tend à
devenir de plus en plus rare relativement aux autres biens.
La loi de l’offre et de la demande devrait conduire à une
hausse continue du prix de la terre et des loyers versés aux
propriétaires terriens. À terme, ces derniers recevront donc
une part de plus en plus importante du revenu national, et
le reste de la population une part de plus en plus réduite, ce
qui serait destructeur pour l’équilibre social. Pour Ricardo,
la seule issue logiquement et politiquement satisfaisante est
un impôt sans cesse plus lourd sur la rente foncière.
Nous verrons que cette sombre prédiction ne s’est pas
vérifiée : la rente foncière est certes longtemps restée à des
niveaux élevés, mais pour finir la valeur des terres agricoles
a inexorablement décliné relativement aux autres formes de
richesses, au fur et à mesure que le poids de l’agriculture
dans le revenu national diminuait. En écrivant dans les années
1810, Ricardo ne pouvait sans doute pas anticiper l’ampleur
du progrès technique et de la croissance industrielle qui allait
avoir lieu dans le siècle qui s’ouvrait. De même que Malthus
et Young, il ne parvenait pas à imaginer une humanité
totalement affranchie de la contrainte alimentaire et agricole.
Son intuition sur le prix de la terre n’en demeure pas moins
intéressante : le « principe de rareté » sur lequel il s’appuie
peut potentiellement conduire certains prix à prendre des
valeurs extrêmes pendant de longues décennies. Cela peut
être amplement suffisant pour déstabiliser profondément des
sociétés entières. Le système de prix joue un rôle irrempla-
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
22
çable pour coordonner les actions de millions d’individus
– voire de milliards d’individus dans le cadre de la nouvelle
économie-monde. Le problème est qu’il ne connaît ni limite
ni morale.
On aurait bien tort de négliger l’importance de ce principe
pour l’analyse de la répartition mondiale des richesses au
xxie siècle – il suffit pour s’en convaincre de remplacer dans
le modèle de Ricardo le prix des terres agricoles par celui
de l’immobilier urbain dans les grandes capitales, ou bien par
le prix du pétrole. Dans les deux cas, si l’on prolonge pour
la période 2010-2050 ou 2010-2100 la tendance observée
au cours des années 1970-2010, alors on aboutit à des déséquilibres
économiques, sociaux et politiques d’une ampleur
considérable, entre pays comme à l’intérieur des pays, qui
ne sont pas loin de faire penser à l’apocalypse ricardienne.
Certes, il existe en principe un mécanisme économique
fort simple permettant d’équilibrer le processus : le jeu de
l’offre et de la demande. Si un bien est en offre insuffisante
et si son prix est trop élevé, alors la demande pour ce bien
doit baisser, ce qui permettra de calmer le jeu. Autrement
dit, si les prix immobiliers et pétroliers augmentent, il suffit
d’aller habiter à la campagne, ou bien d’utiliser le vélo (ou
les deux à la fois). Mais outre que cela peut être un peu
désagréable et compliqué, un tel ajustement peut prendre
plusieurs dizaines d’années, au cours desquelles les propriétaires
des immeubles et du pétrole peuvent accumuler des créances
tellement importantes vis- à- vis du reste de la population
qu’ils se retrouveront à posséder durablement tout ce qu’il
y a à posséder, y compris la campagne et les vélos 1. Comme
1. L’autre possibilité est bien sûr d’augmenter l’offre, en découvrant
de nouveaux gisements (ou de nouvelles sources d’énergie, si possible plus
propres), ou en densifiant l’habitat urbain (par exemple en construisant des
tours plus hautes), ce qui pose d’autres difficultés. En tout état de cause,
cela peut également prendre des décennies.
INTRODUCTION
23
toujours, le pire n’est jamais certain. Il est beaucoup trop
tôt pour annoncer au lecteur qu’il devra payer son loyer à
l’émir du Qatar d’ici à 2050 : cette question sera examinée
en son temps, et la réponse que nous apporterons sera évidemment
plus nuancée, quoique moyennement rassurante.
Mais il est important de comprendre dès à présent que le
jeu de l’offre et de la demande n’interdit nullement une telle
possibilité, à savoir une divergence majeure et durable de la
répartition des richesses liée à des mouvements extrêmes de
certains prix relatifs. C’est le message principal du principe
de rareté introduit par Ricardo. Nous ne sommes pas obligés
de jouer avec les dés.
Marx : le principe d’accumulation infinie
Quand Marx publie en 1867 le premier tome du Capital,
soit exactement un demi- siècle après la publication des
Principes de Ricardo, les réalités économiques et sociales ont
profondément évolué : il ne s’agit plus de savoir si l’agriculture
pourra nourrir une population croissante ou si le prix de la
terre montera jusqu’au ciel, mais bien plutôt de comprendre
la dynamique d’un capitalisme industriel en plein essor.
Le fait le plus marquant de l’époque est la misère du
prolétariat industriel. En dépit de la croissance, ou peut- être
en partie à cause d’elle, et de l’énorme exode rural que la
progression de la population et de la productivité agricole
a commencé à provoquer, les ouvriers s’entassent dans des
taudis. Les journées de travail sont longues, pour des salaires
très bas. Une nouvelle misère urbaine se développe, plus
visible, plus choquante, et par certains côtés plus extrême
encore que la misère rurale de l’Ancien Régime. Germinal,
Oliver Twist ou Les Misérables ne sont pas nés de l’imagination
des romanciers, pas plus que les lois interdisant le travail
des enfants de moins de 8 ans dans les manufactures – en
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
24
France en 1841 – ou de moins de 10 ans dans les mines – au
Royaume- Uni en 1842. Le Tableau de l’état physique et moral
des ouvriers employés dans les manufactures, publié en France en
1840 par le Dr Villermé et qui inspire la timide législation
de 1841, décrit la même réalité sordide que La Situation de
la classe laborieuse en Angleterre, publié en 1845 par Engels 1.
De fait, toutes les données historiques dont nous disposons
aujourd’hui indiquent qu’il faut attendre la seconde moitié
– ou même plutôt le dernier tiers – du xixe siècle pour
observer une hausse significative du pouvoir d’achat des
salaires. Des années 1800-1810 aux années 1850-1860, les
salaires ouvriers stagnent à des niveaux très faibles – proches de
ceux du xviiie siècle et des siècles précédents, voire inférieurs
dans certains cas. Cette longue phase de stagnation salariale,
que l’on observe aussi bien au Royaume- Uni qu’en France,
est d’autant plus impressionnante que la croissance économique
s’accélère pendant cette période. La part du capital
– profits industriels, rente foncière, loyers urbains – dans le
revenu national, dans la mesure où on peut l’estimer avec
les sources imparfaites dont on dispose aujourd’hui, progresse
fortement dans les deux pays au cours de la première moitié
du xixe siècle 2. Elle diminuera légèrement dans les dernières
décennies du xixe siècle, quand les salaires rattraperont en
partie leur retard de croissance. Les données que nous avons
rassemblées indiquent toutefois qu’aucune diminution structurelle
des inégalités ne se produit avant la Première Guerre
1. Friedrich Engels (1820-1895), qui deviendra ami et collaborateur de
Marx, a une expérience directe de son objet : il s’installe en 1842 à Manchester
et dirige une fabrique possédée par son père.
2. L’historien Robert Allen a récemment proposé de nommer « pause
d’Engels » cette longue stagnation salariale. Voir R. Allen, « Engels’ pause :
a pessimist’s guide to the British industrial revolution », Oxford University,
2007. Voir également R. Allen, « Engels’ pause : technical change, capital
accumulation, and inequality in the British industrial revolution », Explorations
in Economic History, 2009.
INTRODUCTION
25
mondiale. Au cours des années 1870-1914, on assiste au mieux
à une stabilisation des inégalités à un niveau extrêmement
élevé, et par certains aspects à une spirale inégalitaire sans fin,
avec en particulier une concentration de plus en plus forte des
patrimoines. Il est bien difficile de dire où aurait mené cette
trajectoire sans les chocs économiques et politiques majeurs
entraînés par la déflagration de 1914-1918, qui apparaissent
à la lumière de l’analyse historique, et avec le recul dont
nous disposons aujourd’hui, comme les seules forces menant
à la réduction des inégalités depuis la révolution industrielle.
Toujours est- il que la prospérité du capital et des profits
industriels, par comparaison à la stagnation des revenus allant
au travail, est une réalité tellement évidente dans les années
1840-1850 que chacun en est parfaitement conscient, même
si personne ne dispose à ce moment de statistiques nationales
représentatives. C’est dans ce contexte que se développent les
premiers mouvements communistes et socialistes. L’interrogation
centrale est simple : à quoi sert le développement de
l’industrie, à quoi servent toutes ces innovations techniques,
tout ce labeur, tous ces exodes, si au bout d’un demi- siècle
de croissance industrielle la situation des masses est toujours
aussi misérable, et si l’on en est réduit à interdire le travail
dans les usines pour les enfants au- dessous de 8 ans ? La
faillite du système économique et politique en place paraît
évidente. La question suivante l’est tout autant : que peut- on
dire de l’évolution à long terme d’un tel système ?
C’est à cette tâche que s’attelle Marx. En 1848, à la veille
du « Printemps des peuples », il avait déjà publié le Manifeste
communiste, texte court et efficace qui débute par le fameux
« Un spectre hante l’Europe : le spectre du communisme 1 »
1. Et la première phrase de se poursuivre ainsi : « Toutes les puissances
de la vieille Europe se sont unies en une Sainte- Alliance pour traquer ce
spectre : le pape et le tsar, Metternich et Guizot, les radicaux de France et
les policiers d’Allemagne. » Le talent littéraire et polémique de Karl Marx
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
26
et se termine par la non moins fameuse prédiction révolutionnaire
: « Le développement de la grande industrie sape,
sous les pieds de la bourgeoisie, le terrain même sur lequel
elle a établi son système de production et d’appropriation.
Avant tout, la bourgeoisie produit ses propres fossoyeurs. Sa
chute et la victoire du prolétariat sont également inévitables. »
Dans les deux décennies qui vont suivre, Marx va s’appliquer
à écrire le volumineux traité qui devait justifier cette
conclusion et fonder l’analyse scientifique du capitalisme et
de son effondrement. Cette oeuvre restera inachevée : le
premier tome du Capital est publié en 1867, mais Marx
s’éteint en 1883 sans avoir terminé les deux tomes suivants,
qui seront publiés après sa mort par son ami Engels, à partir
des fragments de manuscrits parfois obscurs qu’il a laissés.
Comme Ricardo, Marx entend asseoir son travail sur
l’analyse des contradictions logiques internes du système capitaliste.
Il entend ainsi se distinguer à la fois des économistes
bourgeois (qui voient dans le marché un système autorégulé,
c’est- à- dire capable de s’équilibrer tout seul, sans divergence
majeure, à l’image de la « main invisible » de Smith et de
la « loi des débouchés » de Say), et des socialistes utopiques
ou proudhoniens, qui selon lui se contentent de dénoncer la
misère ouvrière, sans proposer d’étude véritablement scientifique
des processus économiques à l’oeuvre 1. Pour résumer,
Marx part du modèle ricardien du prix du capital et du principe
de rareté, et pousse plus loin l’analyse de la dynamique
du capital, en considérant un monde où le capital est avant
tout industriel (machines, équipements, etc.) et non terrien,
et peut donc potentiellement s’accumuler sans limite. De
(1818-1883), philosophe et économiste allemand, explique sans doute une
part de son immense influence.
1. Marx avait publié en 1847 Misère de la philosophie, livre dans lequel
il tourne en dérision la Philosophie de la misère publiée quelques années plus
tôt par Proudhon.
INTRODUCTION
27
fait, sa principale conclusion est ce que l’on peut appeler le
« principe d’accumulation infinie », c’est- à- dire la tendance
inévitable du capital à s’accumuler et à se concentrer dans
des proportions infinies, sans limite naturelle – d’où l’issue
apocalyptique prévue par Marx : soit l’on assiste à une baisse
tendancielle du taux de rendement du capital (ce qui tue le
moteur de l’accumulation et peut conduire les capitalistes à
s’entre- déchirer), soit la part du capital dans le revenu national
s’accroît indéfiniment (ce qui conduit à plus ou moins
brève échéance les travailleurs à s’unir et à se révolter). Dans
tous les cas, aucun équilibre socio- économique ou politique
stable n’est possible.
Ce noir destin ne s’est pas davantage réalisé que celui
prévu par Ricardo. À partir du dernier tiers du xixe siècle,
les salaires se sont enfin mis à progresser : l’amélioration du
pouvoir d’achat se généralise, ce qui change radicalement la
donne, même si les inégalités demeurent extrêmement fortes
et continuent par certains aspects de progresser jusqu’à la
Première Guerre mondiale. La révolution communiste a bien
eu lieu, mais dans le pays le plus attardé d’Europe, celui où
la révolution industrielle avait à peine commencé (la Russie),
pendant que les pays européens les plus avancés exploraient
d’autres voies, sociales- démocrates, fort heureusement pour
leurs populations. De même que les auteurs précédents, Marx
a totalement négligé la possibilité d’un progrès technique
durable et d’une croissance continue de la productivité, force
dont nous verrons qu’elle permet d’équilibrer – dans une
certaine mesure – le processus d’accumulation et de concentration
croissante du capital privé. Sans doute manquait- il de
données statistiques pour affiner ses prédictions. Sans doute
aussi est- il victime du fait qu’il avait fixé ses conclusions dès
1848, avant même d’entreprendre les recherches susceptibles
de les justifier. De toute évidence, Marx écrivait dans un
climat de grande exaltation politique, ce qui conduit parfois
à des raccourcis hâtifs auxquels il est difficile d’échapper
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
28
– d’où l’absolue nécessité de rattacher le discours théorique
à des sources historiques aussi complètes que possible, ce que
Marx ne cherche pas véritablement à faire autant qu’il aurait
pu 1. Sans compter que Marx ne s’est guère posé la question
de l’organisation politique et économique d’une société où
la propriété privée du capital aurait été entièrement abolie
– problème complexe s’il en est, comme le montrent les
dramatiques improvisations totalitaires des régimes qui s’y
sont engagés.
Nous verrons cependant que, malgré toutes ses limites,
l’analyse marxiste conserve sur plusieurs points une certaine
pertinence. Tout d’abord, Marx part d’une vraie question
(une invraisemblable concentration des richesses pendant la
révolution industrielle) et tente d’y répondre, avec les moyens
dont il dispose : voici une démarche dont les économistes
d’aujourd’hui feraient bien de s’inspirer. Ensuite et surtout,
le principe d’accumulation infinie défendu par Marx contient
une intuition fondamentale pour l’analyse du xxie comme du
xixe siècle, et plus inquiétante encore d’une certaine façon
que le principe de rareté cher à Ricardo. Dès lors que le
taux de croissance de la population et de la productivité
est relativement faible, les patrimoines accumulés dans le
passé prennent naturellement une importance considérable,
potentiellement démesurée et déstabilisatrice pour les sociétés
concernées. Autrement dit, une croissance faible ne permet
d’équilibrer que faiblement le principe marxiste d’accumulation
infinie : il en résulte un équilibre qui n’est pas aussi
apocalyptique que celui prévu par Marx, mais qui n’en est
1. Nous reviendrons dans le chapitre 6 sur les relations que Marx entretient
avec les statistiques. Pour résumer : Marx tente parfois de mobiliser au
mieux l’appareil statistique de son temps (qui a fait quelques progrès depuis
l’époque de Malthus et de Ricardo, tout en restant objectivement assez
rudimentaire), mais le plus souvent de façon relativement impressionniste,
sans que le lien avec ses développements théoriques soit toujours établi très
clairement.
INTRODUCTION
29
pas moins assez perturbant. L’accumulation s’arrête à un point
fini, mais ce point peut être extrêmement élevé et déstabilisant.
Nous verrons que la très forte hausse de la valeur
totale des patrimoines privés, mesurée en années de revenu
national, que l’on constate depuis les années 1970-1980 dans
l’ensemble des pays riches – particulièrement en Europe et
au Japon –, relève directement de cette logique.
De Marx à Kuznets : de l’apocalypse au conte de fées
En passant des analyses de Ricardo et de Marx au xixe siècle
à celles de Simon Kuznets au xxe siècle, on peut dire que
la recherche économique est passée d’un goût prononcé – et
sans doute excessif – pour les prédictions apocalyptiques à
une attirance non moins excessive pour les contes de fées, ou
à tout le moins pour les « happy ends ». Selon la théorie de
Kuznets, les inégalités de revenus sont en effet spontanément
appelées à diminuer dans les phases avancées du développement
capitaliste, quelles que soient les politiques suivies ou
les caractéristiques du pays, puis à se stabiliser à un niveau
acceptable. Proposée en 1955, il s’agit véritablement d’une
théorie pour le monde enchanté des « Trente Glorieuses » :
il suffit d’être patient et d’attendre un peu pour que la
croissance bénéficie à tous 1. Une expression anglo- saxonne
résume fidèlement la philosophie du moment : « Growth is
a rising tide that lifts all boats » (« La croissance est une vague
montante qui porte tous les bateaux »). Il faut aussi rapprocher
ce moment optimiste de l’analyse par Robert Solow en
1. S. Kuznets, « Economic growth and income inequality », The American
Economic Review, 1955. Les Trente Glorieuses sont le nom souvent
donné – surtout en Europe continentale – aux trois décennies suivant la
Seconde Guerre mondiale, caractérisées par une croissance particulièrement
forte (nous y reviendrons).
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
30
1956 des conditions d’un « sentier de croissance équilibré »,
c’est- à- dire une trajectoire de croissance où toutes les grandeurs
– production, revenus, profits, salaires, capital, cours
boursiers et immobiliers, etc. – progressent au même rythme,
si bien que chaque groupe social bénéficie de la croissance
dans les mêmes proportions, sans divergence majeure 1. C’est
le contraire absolu de la spirale inégalitaire ricardienne ou
marxiste et des analyses apocalyptiques du xixe siècle.
Pour bien comprendre l’influence considérable de la théorie
de Kuznets, au moins jusqu’aux années 1980-1990, et dans
une certaine mesure jusqu’à nos jours, il faut insister sur le
fait qu’il s’agit de la première théorie dans ce domaine qui
s’appuie sur un travail statistique approfondi. De fait, il faut
attendre le milieu du xxe siècle pour que soient enfin établies
les premières séries historiques sur la répartition des revenus,
avec la publication en 1953 de l’ouvrage monumental
consacré par Kuznets à La Part des hauts revenus dans le revenu
et l’épargne. Concrètement, les séries de Kuznets ne portent
que sur un seul pays (les États- Unis), et sur une période de
trente- cinq années (1913-1948). Il s’agit cependant d’une
contribution majeure, qui mobilise deux sources de données
totalement inaccessibles aux auteurs du xixe siècle : d’une
part, les déclarations de revenus issues de l’impôt fédéral sur
le revenu créé aux États- Unis en 1913 ; d’autre part, les
estimations du revenu national des États- Unis, établies par
le même Kuznets quelques années plus tôt. C’est la toute
première fois qu’une tentative aussi ambitieuse de mesure de
l’inégalité d’une société voit le jour 2.
1. R. Solow, « A contribution to the theory of economic growth »,
Quarterly Journal of Economics, 1956.
2. Voir S. Kuznets, Shares of Upper Income Groups in Income and Savings,
NBER, 1953. Simon Kuznets est un économiste américain, né en Ukraine
en 1901, installé aux États- Unis à partir de 1922, étudiant à Columbia,
puis professeur à Harvard ; il décède en 1985. Il est à la fois l’auteur des
INTRODUCTION
31
Il est important de bien comprendre que sans ces deux
sources indispensables et complémentaires il est tout simplement
impossible de mesurer l’inégalité de la répartition des
revenus et son évolution. Les premières tentatives d’estimation
du revenu national datent certes de la fin du xviie et du
début du xviiie siècle, au Royaume- Uni comme en France,
et elles se sont multipliées au cours du xixe. Mais il s’agit
toujours d’estimations isolées : il faut attendre le xxe siècle et
la période de l’entre- deux- guerres pour que se développent,
à l’initiative de chercheurs comme Kuznets et Kendrick aux
États- Unis, Bowley et Clark au Royaume- Uni, ou Dugé
de Bernonville en France, les premières séries annuelles de
revenu national. Cette première source permet de mesurer
le revenu total du pays. Pour mesurer les hauts revenus et
leur part dans le revenu national, encore faut- il disposer de
déclarations de revenus : cette seconde source est fournie,
dans tous les pays, par l’impôt progressif sur le revenu global,
créé un peu partout autour de la Première Guerre mondiale
(1913 aux États- Unis, 1914 en France, 1909 au Royaume-
Uni, 1922 en Inde, 1932 en Argentine) 1.
Il est essentiel de réaliser qu’en l’absence d’impôt sur le
revenu il existe certes toutes sortes de statistiques portant sur
les assiettes fiscales en vigueur (par exemple sur la répartition
du nombre de portes et fenêtres par département dans la
France du xixe siècle, ce qui n’est d’ailleurs pas sans intérêt),
mais il n’existe rien sur les revenus. D’ailleurs, les personnes
concernées ne connaissent souvent pas bien leur propre revenu
tant qu’elles n’ont pas à le déclarer. Il en va de même pour
l’impôt sur les sociétés et l’impôt sur le patrimoine. L’impôt
premiers comptes nationaux américains et des premières séries historiques
sur les inégalités.
1. Les déclarations de revenus ne concernant souvent qu’une partie de la
population et des revenus, il est essentiel de disposer également des comptes
nationaux pour mesurer le total des revenus.
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
32
n’est pas seulement une façon de mettre à contribution les
uns et les autres pour le financement des charges publiques
et des projets communs, et de répartir ces contributions de
la manière le plus acceptable possible ; il est aussi une façon
de produire des catégories, de la connaissance et de la transparence
démocratique.
Toujours est- il que ces données permettent à Kuznets de
calculer l’évolution de la part dans le revenu national américain
des différents déciles et centiles supérieurs de la hiérarchie des
revenus. Or que trouve- t-il ? Il constate qu’une forte réduction
des inégalités de revenus a eu lieu aux États- Unis entre 1913
et 1948. Concrètement, dans les années 1910-1920, le décile
supérieur de la répartition, c’est- à- dire les 10 % des Américains
les plus riches, recevait chaque année jusqu’à 45 %- 50 %
du revenu national. À la fin des années 1940, la part de ce
même décile supérieur est passée à environ 30 %- 35 % du
revenu national. La baisse, supérieure à dix points de revenu
national, est considérable : elle est équivalente par exemple
à la moitié de ce que reçoivent les 50 % des Américains
les plus pauvres 1. La réduction des inégalités est nette et
incontestable. La nouvelle a une importance considérable,
et aura un impact énorme dans les débats économiques de
l’après- guerre, aussi bien dans les universités que dans les
organisations internationales.
Voici des décennies que Malthus, Ricardo, Marx et tant
d’autres parlaient des inégalités, mais sans apporter la moindre
source, la moindre méthode permettant de comparer précisément
les différentes époques, et donc de départager les
différentes hypothèses. Pour la première fois, une base objective
est proposée. Elle est bien sûr imparfaite. Mais elle a le
1. Dit autrement, les classes populaires et moyennes, que l’on peut
définir comme les 90 % des Américains les plus pauvres, ont vu leur part
dans le revenu national s’accroître nettement : de 50 %- 55 % dans les années
1910-1920 à 65 %- 70 % à la fin des années 1940.
INTRODUCTION
33
mérite d’exister. En outre, le travail réalisé est extrêmement
bien documenté : l’épais volume publié par Kuznets en 1953
expose de la façon le plus transparente possible tous les détails
sur ses sources et ses méthodes, de manière que chaque calcul
puisse être reproduit. Et, de surcroît, Kuznets apporte une
bonne nouvelle : les inégalités se réduisent.
La courbe de Kuznets : une bonne nouvelle
au temps de la guerre froide
À dire vrai, Kuznets lui- même est parfaitement conscient
du caractère largement accidentel de cette compression des
hauts revenus américains entre 1913 et 1948, qui doit beaucoup
aux multiples chocs entraînés par la crise des années
1930 et la Seconde Guerre mondiale, et n’a pas grand- chose
à voir avec un processus naturel et spontané. Dans son épais
volume publié en 1953, Kuznets analyse ses séries dans le
détail et met en garde le lecteur contre toute généralisation
hâtive. Mais en décembre 1954, dans le cadre de la conférence
qu’il donne comme président de l’American Economic
Association réunie en congrès à Detroit, il choisit de proposer
à ses collègues une interprétation beaucoup plus optimiste
des résultats de son livre de 1953. C’est cette conférence,
publiée en 1955 sous le titre « Croissance économique et
inégalité du revenu », qui va donner naissance à la théorie
de la « courbe de Kuznets ».
Selon cette théorie, les inégalités seraient partout appelées à
suivre une « courbe en cloche », c’est- à- dire d’abord croissante
puis décroissante, au cours du processus d’industrialisation
et de développement économique. D’après Kuznets, à une
phase de croissance naturelle des inégalités caractéristique des
premières étapes de l’industrialisation, et qui aux États- Unis
correspondrait grosso modo au xixe siècle, succéderait une
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
34
phase de forte diminution des inégalités, qui aux États- Unis
aurait commencé au cours de la première moitié du xxe siècle.
La lecture de ce texte de 1955 est éclairante. Après avoir
rappelé toutes les raisons d’être prudent, et l’importance
évidente des chocs exogènes dans la baisse récente des inégalités
américaines, Kuznets suggère, de façon presque anodine,
que la logique interne du développement économique,
indépendamment de toute intervention politique et de tout
choc extérieur, pourrait également conduire au même résultat.
L’idée serait que les inégalités s’accroissent au cours des
premières phases de l’industrialisation (seule une minorité
est à même de bénéficier des nouvelles richesses apportées
par l’industrialisation), avant de se mettre spontanément à
diminuer lors des phases avancées du développement (une
fraction de plus en plus importante de la population rejoint
les secteurs les plus porteurs, d’où une réduction spontanée
des inégalités 1).
Ces « phases avancées » auraient commencé à la fin du xixe
ou au début du xxe siècle dans les pays industrialisés, et la
compression des inégalités survenue aux États- Unis au cours
des années 1913-1948 ne ferait donc que témoigner d’un
phénomène plus général, que tous les pays, y compris les pays
sous- développés présentement empêtrés dans la pauvreté et la
décolonisation, devraient en principe être amenés à connaître
1. Voir S. Kuznets, « Economic growth and income inequality », art.
cité, p. 12-18. Cette courbe est parfois appelée « courbe en U inversé »
(« inverted- U- curve »). Le mécanisme spécifique décrit par Kuznets repose
sur l’idée d’un transfert progressif de la population d’un secteur agricole
pauvre vers un secteur industriel riche (seule une minorité commence par
bénéficier des richesses du secteur industriel, d’où un accroissement des
inégalités, puis tout le monde en bénéficie, d’où la réduction des inégalités),
mais il va de soi que ce mécanisme hautement stylisé peut prendre une
forme plus générale (par exemple sous la forme de transferts progressifs de
main- d’oeuvre entre différents secteurs industriels ou différents emplois plus
ou moins porteurs, etc.).
INTRODUCTION
35
un jour ou l’autre. Les faits mis en évidence par Kuznets dans
son livre de 1953 deviennent subitement une arme politique
de grande puissance 1. Kuznets est parfaitement conscient du
caractère hautement spéculatif d’une telle théorie 2. Il reste
qu’en présentant une théorie aussi optimiste dans le cadre de
sa « Presidential address » aux économistes américains, qui étaient
tout disposés à croire et à diffuser la bonne nouvelle apportée
par leur prestigieux confrère, Kuznets savait qu’il aurait une
influence énorme : la « courbe de Kuznets » était née. Afin
de s’assurer que tout le monde avait bien compris de quoi
il était question, Kuznets prit d’ailleurs soin de préciser que
l’enjeu de ses prédictions optimistes était tout simplement le
maintien des pays sous- développés « dans l’orbite du monde
libre 3 ». Dans une très large mesure, la théorie de la « courbe
de Kuznets » est le produit de la guerre froide.
Que l’on me comprenne bien : le travail réalisé par Kuznets
pour établir les premiers comptes nationaux américains
et les premières séries historiques sur les inégalités est tout
à fait considérable, et il est évident à la lecture de ses livres
– davantage que de ses articles – que Kuznets avait une
véritable éthique de chercheur. Par ailleurs, la très forte
croissance que connaissent tous les pays développés dans
l’après- guerre est un événement fondamental, et le fait que
tous les groupes sociaux en aient bénéficié l’est encore plus. Il
est bien normal qu’un certain optimisme ait prévalu pendant
les Trente Glorieuses et que les prédictions apocalyptiques du
1. Il est intéressant de noter que Kuznets n’a pas de série démontrant la
hausse des inégalités au xixe siècle, mais que cela lui semble une évidence
(comme à la plupart des observateurs de l’époque).
2. Comme il le précise lui- même : « This is perhaps 5 per cent empirical
information and 95 per cent speculation, some of it possibly tainted by wishful
thinking. » Ibid., p. 24-26.
3. « The future prospect of underdevelopped countries within the orbit of the free
world. » Ibid., p. 26.
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
36
xixe siècle sur la dynamique de la répartition des richesses
aient perdu en popularité.
Il n’en reste pas moins que la théorie enchantée de la
« courbe de Kuznets » a été formulée en grande partie pour
de mauvaises raisons, et que son soubassement empirique est
extrêmement fragile. Nous verrons que la forte réduction
des inégalités de revenus qui se produit un peu partout dans
les pays riches entre 1914 et 1945 est avant tout le produit
des guerres mondiales et des violents chocs économiques et
politiques qu’elles ont entraînés (notamment pour les détenteurs
de patrimoines importants), et n’a pas grand- chose à
voir avec le paisible processus de mobilité intersectorielle
décrit par Kuznets.
Remettre la question de la répartition
au coeur de l’analyse économique
La question est importante, et pas seulement pour des raisons
historiques. Depuis les années 1970, les inégalités sont
fortement reparties à la hausse dans les pays riches, notamment
aux États- Unis, où la concentration des revenus a retrouvé
dans les années 2000-2010 – voire légèrement dépassé – le
niveau record des années 1910-1920 : il est donc essentiel de
bien comprendre pourquoi et comment les inégalités avaient
diminué la première fois. Certes, la très forte croissance des
pays pauvres et émergents, et notamment de la Chine, est
potentiellement une puissante force de réduction des inégalités
au niveau mondial, de même que la croissance des pays riches
pendant les Trente Glorieuses. Mais ce processus génère de fortes
inquiétudes au sein des pays émergents, et plus encore au sein
des pays riches. Par ailleurs, les impressionnants déséquilibres
observés ces dernières décennies sur les marchés financiers,
pétroliers et immobiliers peuvent assez naturellement susciter des
doutes quant au caractère inéluctable du « sentier de croissance
INTRODUCTION
37
équilibré » décrit par Solow et Kuznets, et selon lequel tout
est censé progresser au même rythme. Le monde de 2050 ou
de 2100 sera- t-il possédé par les traders, les super- cadres et
les détenteurs de patrimoines importants, ou bien par les pays
pétroliers, ou encore par la Banque de Chine, à moins que ce
ne soit par des paradis fiscaux abritant d’une façon ou d’une
autre l’ensemble de ces acteurs ? Il serait absurde de ne pas se
poser la question et de supposer par principe que la croissance
est naturellement « équilibrée » à long terme.
D’une certaine façon, nous sommes en ce début de xxie siècle
dans la même situation que les observateurs du xixe : nous
assistons à d’impressionnantes transformations, et il est bien
difficile de savoir jusqu’où elles peuvent aller, et à quoi ressemblera
la répartition mondiale des richesses, entre les pays
comme à l’intérieur des pays, à l’horizon de quelques décennies.
Les économistes du xixe siècle avaient un immense mérite :
ils plaçaient la question de la répartition au coeur de l’analyse,
et ils cherchaient à étudier les tendances de long terme. Leurs
réponses n’étaient pas toujours satisfaisantes – mais au moins se
posaient- ils les bonnes questions. Nous n’avons dans le fond
aucune raison de croire dans le caractère autoéquilibré de la
croissance. Il est plus que temps de remettre la question des
inégalités au coeur de l’analyse économique et de reposer les
questions ouvertes au xixe siècle. Pendant trop longtemps,
la question de la répartition des richesses a été négligée par
les économistes, en partie du fait des conclusions optimistes
de Kuznets, et en partie à cause d’un goût excessif de la
profession pour les modèles mathématiques simplistes dits « à
agent représentatif 1 ». Et pour remettre la répartition au coeur
1. Dans ces modèles, qui se sont imposés dans la recherche comme dans
l’enseignement de l’économie depuis les années 1960-1970, on suppose par
construction que chacun reçoit le même salaire, possède le même patrimoine
et dispose des mêmes revenus, si bien que par définition la croissance
bénéficie dans les mêmes proportions à tous les groupes sociaux. Une telle
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
38
de l’analyse, il faut commencer par rassembler le maximum
de données historiques permettant de mieux comprendre
les évolutions du passé et les tendances en cours. Car c’est
d’abord en établissant patiemment des faits et des régularités,
et en confrontant les expériences des différents pays, que nous
pouvons espérer mieux cerner les mécanismes en jeu et nous
éclairer pour l’avenir.
Les sources utilisées dans ce livre
Ce livre s’appuie sur deux grands types de sources permettant
d’étudier la dynamique historique de la répartition des
richesses : les unes portant sur les revenus et l’inégalité de
leur répartition ; et les autres portant sur les patrimoines, leur
répartition, et le rapport qu’ils entretiennent avec les revenus.
Commençons par les revenus. Dans une large mesure, mon
travail a simplement consisté à étendre à une échelle spatiale et
temporelle plus vaste le travail novateur et pionnier réalisé par
Kuznets pour mesurer l’évolution de l’inégalité des revenus aux
États- Unis de 1913 à 1948. Cette extension permet de mieux
mettre en perspective les évolutions constatées par Kuznets (qui
sont bien réelles) et conduit à remettre radicalement en cause
le lien optimiste qu’il établit entre développement économique
et répartition des richesses. Étrangement, le travail de Kuznets
n’avait jamais été poursuivi de façon systématique, sans doute
en partie parce que l’exploitation historique et statistique de
la source fiscale tombe dans une sorte de « no man’s land »
académique, trop historique pour les économistes, et trop économique
pour les historiens. Cela est dommage, car seule une
perspective de long terme permet d’analyser correctement la
simplification de la réalité peut se justifier pour étudier certains problèmes
très spécifiques, mais limite évidemment de façon drastique l’ensemble des
questions économiques que l’on peut se poser.
INTRODUCTION
39
dynamique des inégalités de revenus, et seule la source fiscale
permet d’adopter cette perspective de long terme 1.
J’ai commencé par étendre les méthodes de Kuznets au
cas de la France, ce qui a donné lieu à la publication d’un
premier ouvrage en 2001 2. J’ai eu ensuite la chance de
bénéficier du soutien de nombreux collègues – au premier
rang desquels Anthony Atkinson et Emmanuel Saez –, qui
m’ont permis d’étendre ce projet à une échelle internationale
beaucoup plus vaste. Anthony Atkinson a traité du cas du
Royaume- Uni et de nombreux autres pays, et nous avons
dirigé ensemble deux volumes publiés en 2007 et 2010
rassemblant des études similaires portant sur plus de vingt
pays, répartis sur tous les continents 3. Avec Emmanuel Saez,
nous avons prolongé d’un demi- siècle les séries établies par
Kuznets pour les États- Unis 4, et il a lui- même traité de plusieurs
autres pays essentiels, comme le Canada et le Japon.
De nombreux chercheurs ont contribué à ce projet collectif :
Facundo Alvaredo a notamment traité du cas de l’Argentine,
de l’Espagne et du Portugal ; Fabien Dell de celui de l’Allemagne
et de la Suisse ; avec Abhijit Banerjee, j’ai étudié le
1. Les enquêtes sur les revenus et les budgets des ménages réalisées par
les instituts statistiques débutent rarement avant les années 1970-1980, et
elles tendent à sous- estimer gravement les hauts revenus, ce qui est problématique,
dans la mesure où le décile supérieur détient souvent jusqu’à la
moitié du revenu national. Malgré ses limites, la source fiscale fait mieux
apparaître les hauts revenus et permet de remonter un siècle en arrière.
2. Voir T. Piketty, Les Hauts Revenus en France au XXe siècle : inégalités
et redistributions 1901-1998, Grasset, 2001. Pour une version résumée, voir
également « Income inequality in France, 1901-1998 », Journal of Political
Economy, 2003.
3. Voir A. Atkinson et T. Piketty, Top Incomes over the 20th Century :
A Contrast Between Continental- European and English- Speaking Countries,
Oxford University Press, 2007 ; Top Incomes : A Global Perspective, Oxford
University Press, 2010.
4. Voir T. Piketty et E. Saez, « Income inequality in the United States,
1913-1998 », The Quarterly Journal of Economics, 2003.
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
40
cas de l’Inde ; grâce à Nancy Qian, j’ai pu traiter celui de
la Chine ; et ainsi de suite 1.
Pour chaque pays, nous avons tenté d’utiliser les mêmes
sources, les mêmes méthodes et les mêmes concepts : les
déciles et les centiles de hauts revenus sont estimés à partir
des données fiscales issues des déclarations de revenus (après
de multiples corrections pour assurer l’homogénéité temporelle
et spatiale des données et des concepts) ; le revenu national
et le revenu moyen nous sont donnés par les comptes
nationaux, qu’il a fallu parfois compléter ou prolonger. Les
séries débutent généralement à la date de création de l’impôt
sur le revenu (autour de 1910-1920 dans de nombreux pays,
parfois dans les années 1880-1890, comme au Japon ou en
Allemagne, parfois plus tard). Elles sont constamment mises
à jour et vont actuellement jusqu’au début des années 2010.
Au final, la World Top Incomes Database (WTID), issue
du travail combiné d’une trentaine de chercheurs de par le
monde, constitue la plus vaste base de données historiques
disponible à ce jour sur l’évolution des inégalités de revenus,
et correspond au premier ensemble de sources mobilisé dans
ce livre 2.
Le second ensemble de sources, que je mobiliserai en réalité
en premier dans le cadre de ce livre, concerne les patrimoines,
leur répartition et les rapports qu’ils entretiennent avec les
1. Les références bibliographiques complètes sont disponibles en ligne
dans l’annexe technique. Voir également l’article de synthèse suivant :
A. Atkinson, T. Piketty et E. Saez, « Top incomes in the long- run of
history », Journal of Economic Literature, 2011.
2. Nous ne pourrons évidemment traiter de façon détaillée du cas de
chaque pays dans le cadre de ce livre, qui propose une synthèse d’ensemble.
Nous renvoyons le lecteur intéressé aux séries complètes disponibles en ligne
sur le site de la WTID (voir http://topincomes.parisschoolofeconomics.eu)
et dans les ouvrages et articles techniques indiqués plus haut. De nombreux
textes et documents sont également disponibles dans l’annexe technique du
livre : voir http://piketty.pse.ens.fr/capital21c.
INTRODUCTION
41
revenus. Les patrimoines jouent déjà un rôle important dans
le premier ensemble de sources, à travers les revenus issus
des patrimoines. Rappelons en effet que le revenu comprend
toujours deux composantes, d’une part les revenus du travail
(salaires, traitements, primes, bonus, revenus du travail non
salarié, etc., et autres revenus rémunérant le travail, quelle que
soit leur forme juridique précise), et d’autre part les revenus
du capital (loyers, dividendes, intérêts, bénéfices, plus- values,
royalties, etc., et autres revenus obtenus du simple fait de la
détention d’un capital terrien, immobilier, financier, industriel,
etc., quelle que soit là aussi leur forme légale). Les données
issues de la WTID contiennent beaucoup d’informations sur
l’évolution des revenus du capital au cours du xxe siècle. Il
est cependant indispensable de les compléter par des sources
portant directement sur les patrimoines. On peut distinguer
ici trois sous- ensembles de sources historiques et d’approches
méthodologiques, tout à fait complémentaires les unes des
autres 1.
Tout d’abord, de la même façon que les déclarations de
revenus issues des impôts sur les revenus permettent d’étudier
l’évolution de l’inégalité des revenus, les déclarations de
successions issues des impôts sur les successions permettent
d’étudier l’évolution de l’inégalité des patrimoines 2. Cette
approche a d’abord été introduite par Robert Lampman en
1962 pour étudier l’évolution des inégalités patrimoniales aux
États- Unis de 1922 à 1956, puis par Anthony Atkinson et
Alan Harrison en 1978 pour étudier le cas du Royaume-
1. La WTID est actuellement en cours de transformation en une « World
Wealth and Income Database » (WWID) intégrant ces trois sous- ensembles
de données complémentaires. Nous présentons dans le présent livre les
principaux éléments actuellement disponibles.
2. On peut aussi utiliser les déclarations de patrimoines issues des impôts
annuels sur le patrimoine des vivants, mais ces données sont plus rares que
les données successorales sur la longue durée.
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
42
Uni de 1923 à 1972 1. Ces travaux ont récemment été mis à
jour et étendus à d’autres pays, comme la France et la Suède.
Nous disposons malheureusement de moins de pays que pour
les inégalités de revenus. Mais il est possible, dans certains
cas, de remonter beaucoup plus loin dans le temps, souvent
jusqu’au début du xixe siècle, car la fiscalité successorale est
beaucoup plus ancienne que la fiscalité des revenus. En particulier,
nous avons pu, en rassemblant les données établies
aux différentes époques par l’administration française, et en
collectant avec Gilles Postel- Vinay et Jean- Laurent Rosenthal
un vaste ensemble de déclarations individuelles dans les
archives successorales, établir des séries homogènes sur la
concentration des patrimoines en France depuis l’époque de
la Révolution 2. Cela nous permettra de replacer les chocs
causés par la Première Guerre mondiale dans une perspective
historique beaucoup plus longue que les séries portant sur les
inégalités de revenus (qui fort malencontreusement débutent
souvent autour de 1910-1920). Les travaux réalisés par Jesper
Roine et Daniel Waldenström à partir des sources historiques
suédoises sont également riches d’enseignements 3.
Les sources successorales et patrimoniales nous permettent
également d’étudier l’évolution de l’importance respective
de l’héritage et de l’épargne dans la constitution des patrimoines
dans la dynamique des inégalités patrimoniales. Nous
avons réalisé ce travail de façon relativement complète pour
1. Voir les ouvrages pionniers suivants : R. J. Lampman, The Share of
Top Wealth- Holders in National Wealth, 1922-1956, Princeton University
Press, 1962 ; A. B. Atkinson and A. J. Harrison, Distribution of Personal
Wealth in Britain, 1923-1972, Cambridge University Press, 1978.
2. Voir T. Piketty, G. Postel- Vinay et J.-L. Rosenthal, « Wealth
concentration in a developing economy : Paris and France 1807-1994 »,
American Economic Review, 2006.
3. Voir J. Roine et D. Waldenström, « Wealth concentration over
the path of development : Sweden, 1873-2006 », Scandinavian Journal of
Economics, 2009.
INTRODUCTION
43
le cas de la France, dont les très riches sources historiques
offrent un point de vue unique sur l’évolution de l’héritage
sur la longue durée 1. Ce travail a été partiellement étendu
à d’autres pays, en particulier au Royaume- Uni, à l’Allemagne,
à la Suède et aux États- Unis. Ces matériaux jouent
un rôle essentiel dans notre enquête, car les inégalités patrimoniales
n’ont pas le même sens suivant qu’elles sont issues
de l’héritage légué par les générations précédentes, ou bien
de l’épargne réalisée au cours d’une vie. Dans le cadre de
ce livre, nous nous intéressons non seulement au niveau de
l’inégalité en tant que telle, mais également et surtout à la
structure des inégalités, c’est- à- dire à l’origine des disparités
de revenus et de patrimoines entre groupes sociaux, et aux
différents systèmes de justifications économiques, sociales,
morales et politiques susceptibles de les conforter ou de les
condamner. L’inégalité n’est pas nécessairement mauvaise en
soi : la question centrale est de savoir si elle est justifiée, si
elle a ses raisons.
Enfin, les sources patrimoniales permettent d’étudier sur
très longue période l’évolution de la valeur totale du stock
de patrimoine national (qu’il s’agisse du capital terrien, immobilier,
industriel ou financier), mesuré en nombre d’années
de revenu national du pays considéré. L’étude de ce rapport
capital/revenu au niveau global est un exercice qui a ses
limites – il est toujours préférable d’analyser également l’inégalité
des patrimoines au niveau individuel, et l’importance
relative de l’héritage et de l’épargne dans la constitution
du capital –, mais qui permet toutefois d’analyser de façon
synthétique l’importance du capital au niveau d’une société
considérée dans son ensemble. En outre, nous verrons qu’il
est possible, en rassemblant et en confrontant les estimations
1. Voir T. Piketty, « On the long- run evolution of inheritance : France
1820-2050 », École d’économie de Paris, 2010 (version résumée publiée
dans Quarterly Journal of Economics, 2011).
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
44
réalisées aux différentes époques, de remonter pour certains
pays – en particulier le Royaume- Uni et la France – jusqu’au
début du xviiie siècle, ce qui nous permettra de replacer la
révolution industrielle en perspective dans l’histoire du capital.
Nous nous appuierons ici sur les données historiques que
nous avons récemment rassemblées avec Gabriel Zucman 1.
Dans une large mesure, cette recherche consiste simplement
à étendre et à généraliser le travail de collecte de bilans
patrimoniaux par pays (« country balance sheets ») réalisé par
Raymond Goldsmith dans les années 1970-1980 2.
Par comparaison aux travaux antérieurs, la première nouveauté
de la démarche développée ici est d’avoir cherché à rassembler
des sources historiques aussi complètes et systématiques
que possible afin d’étudier la dynamique de la répartition des
richesses. Il faut souligner que j’ai bénéficié pour cela d’un
double avantage par rapport aux auteurs précédents : nous
disposons par définition d’un recul historique plus important
(or nous verrons que certaines évolutions longues n’apparaissent
clairement que si l’on dispose de données portant sur les années
2000-2010, tant il est vrai que certains chocs causés par les
guerres mondiales ont été longs à se résorber) ; et nous avons
pu, grâce aux possibilités nouvelles offertes par l’outil informatique,
rassembler sans peine excessive des données historiques
à une échelle beaucoup plus vaste que nos prédécesseurs.
Sans chercher à faire jouer un rôle exagéré à la technologie
dans l’histoire des idées, il me semble que ces questions
purement techniques ne doivent pas être totalement négligées.
Il était objectivement beaucoup plus difficile de traiter
1. Voir T. Piketty et G. Zucman, « Capital is back : wealth- income
ratios in rich countries, 1700-2010 », École d’économie de Paris, 2013.
2. Voir en particulier R. W. Goldsmith, Comparative National Balance
Sheets : A Study of Twenty Countries, 1688-1978, The University of Chicago
Press, 1985. Des références plus complètes sont données dans l’annexe
technique.
INTRODUCTION
45
des volumes importants de données historiques à l’époque
de Kuznets, et dans une large mesure jusqu’aux années
1980-1990, qu’il ne l’est aujourd’hui. Quand Alice Hanson
Jones rassemble dans les années 1970 des inventaires au décès
américains de l’époque coloniale 1, ou quand Adeline Daumard
fait de même avec les archives successorales françaises du
xixe siècle 2, il est important de réaliser que ce travail s’effectue
pour une large part à la main, avec des fiches cartonnées.
Quand on relit aujourd’hui ces travaux remarquables, ou bien
ceux consacrés par François Simiand à l’évolution des salaires
au xixe siècle, par Ernest Labrousse à l’histoire des prix et
des revenus au xviiie siècle, ou encore par Jean Bouvier et
François Furet aux mouvements du profit au xixe siècle, il
apparaît clairement que ces chercheurs ont dû faire face à
d’importantes difficultés matérielles pour collecter et traiter
leurs données 3. Ces complications d’ordre technique absorbent
souvent une bonne part de leur énergie et semblent parfois
prendre le pas sur l’analyse et l’interprétation, d’autant plus
que ces difficultés limitent considérablement les comparaisons
internationales et temporelles envisageables. Dans une
large mesure, il est beaucoup plus facile d’étudier l’histoire
de la répartition des richesses aujourd’hui que par le passé.
Le présent livre reflète en grande partie cette évolution des
conditions de travail du chercheur 4.
1. Voir A. H. Jones, American Colonial Wealth : Documents and Methods,
Arno Press, 1977.
2. Voir A. Daumard, Les Fortunes françaises au XIXe siècle. Enquête sur la
répartition et la composition des capitaux privés à Paris, Lyon, Lille, Bordeaux et
Toulouse d’après l’enregistrement des déclarations de successions, Mouton, 1973.
3. Voir en particulier F. Simiand, Le Salaire, l’évolution sociale et la monnaie,
Alcan, 1932 ; E. Labrousse, Esquisse du mouvement des prix et des revenus
en France au XVIIIe siècle, 1933 ; J. Bouvier, F. Furet et M. Gilet, Le Mouvement
du profit en France au XIXe siècle. Matériaux et études, Mouton, 1965.
4. Il existe aussi des raisons proprement intellectuelles expliquant le
déclin de l’histoire économique et sociale consacrée à l’évolution des prix,
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
46
Les principaux résultats obtenus dans ce livre
Quels sont les principaux résultats auxquels m’ont conduit
ces sources historiques inédites ? La première conclusion est
qu’il faut se méfier de tout déterminisme économique en cette
matière : l’histoire de la répartition des richesses est toujours
une histoire profondément politique et ne saurait se résumer
à des mécanismes purement économiques. En particulier, la
réduction des inégalités observée dans les pays développés entre
les années 1900-1910 et les années 1950-1960 est avant tout le
produit des guerres et des politiques publiques mises en place
à la suite de ces chocs. De même, la remontée des inégalités
depuis les années 1970-1980 doit beaucoup aux retournements
politiques des dernières décennies, notamment en matière fiscale
et financière. L’histoire des inégalités dépend des représentations
que se font les acteurs économiques, politiques, sociaux, de ce
qui est juste et de ce qui ne l’est pas, des rapports de force
entre ces acteurs, et des choix collectifs qui en découlent ;
elle est ce qu’en font tous les acteurs concernés.
La seconde conclusion, qui constitue le coeur de ce livre,
est que la dynamique de la répartition des richesses met en jeu
de puissants mécanismes poussant alternativement dans le sens
de la convergence et de la divergence, et qu’il n’existe aucun
processus naturel et spontané permettant d’éviter que les tendances
déstabilisatrices et inégalitaires l’emportent durablement.
Commençons par les mécanismes poussant vers la convergence,
c’est- à- dire allant dans le sens de la réduction et de la
compression des inégalités. La principale force de convergence
est le processus de diffusion des connaissances et d’investissement
dans les qualifications et la formation. Le jeu de
l’offre et de la demande ainsi que la mobilité du capital et
des revenus et des patrimoines (parfois appelée « histoire sérielle »), déclin
à mon sens regrettable et réversible, sur lesquelles nous reviendrons.
INTRODUCTION
47
du travail, qui en constitue une variante, peuvent également
oeuvrer en ce sens, mais de façon moins forte, et souvent de
façon ambiguë et contradictoire. Le processus de diffusion des
connaissances et des compétences est le mécanisme central
qui permet à la fois la croissance générale de la productivité
et la réduction des inégalités, à l’intérieur des pays comme
au niveau international, comme l’illustre le rattrapage actuel
des pays riches par une bonne partie des pays pauvres et
émergents, à commencer par la Chine. C’est en adoptant
les modes de production et en atteignant les niveaux de
qualification des pays riches que les pays moins développés
rattrapent leur retard de productivité et font progresser leurs
revenus. Ce processus de convergence technologique peut
être favorisé par l’ouverture commerciale, mais il s’agit fondamentalement
d’un processus de diffusion des connaissances
et de partage du savoir – bien public par excellence –, et
non d’un mécanisme de marché.
D’un point de vue strictement théorique, il existe potentiellement
d’autres forces allant dans le sens d’une plus grande
égalité. On peut par exemple penser que les techniques de
production accordent une importance croissante au travail
humain et aux compétences au cours de l’histoire, si bien
que la part des revenus allant au travail s’élève tendanciellement
(et que la part allant au capital diminue d’autant),
hypothèse que l’on pourrait appeler la « montée du capital
humain ». Autrement dit, la marche en avant vers la rationalité
technicienne conduirait mécaniquement au triomphe
du capital humain sur le capital financier et immobilier, des
cadres méritants sur les actionnaires bedonnants, de la compétence
sur la filiation. Par là même, les inégalités deviendraient
naturellement plus méritocratiques et moins figées
(si ce n’est moins fortes en niveau) au fil de l’histoire : la
rationalité économique déboucherait mécaniquement sur la
rationalité démocratique, en quelque sorte.
Une autre croyance optimiste très répandue dans nos sociétés
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
48
modernes est l’idée selon laquelle l’allongement de la durée
de la vie conduirait mécaniquement au remplacement de
la « guerre des classes » par la « guerre des âges » (forme de
conflit qui est somme toute beaucoup moins clivante pour
une société, puisque chacun est tour à tour jeune et vieux).
Autrement dit, l’accumulation et la répartition des patrimoines
seraient aujourd’hui dominées non plus par un affrontement
implacable entre des dynasties d’héritiers et des dynasties ne
possédant que leur travail, mais bien plutôt par une logique
d’épargne de cycle de vie : chacun accumule du patrimoine
pour ses vieux jours. Le progrès médical et l’amélioration
des conditions de vie auraient ainsi totalement transformé la
nature même du capital.
Malheureusement, nous verrons que ces deux croyances
optimistes (la « montée du capital humain », et le remplacement
de la « guerre des classes » par la « guerre des âges »)
sont en grande partie des illusions. Plus précisément, ces
transformations – tout à fait plausibles d’un strict point de
vue logique – ont partiellement eu lieu, mais dans des proportions
beaucoup moins massives que ce que l’on imagine
parfois. Il n’est pas sûr que la part du travail dans le revenu
national ait progressé de façon véritablement significative sur
très longue période : le capital (non humain) semble presque
aussi indispensable au xxie siècle qu’il l’était au xviiie ou au
xixe siècle, et on ne peut exclure qu’il le devienne encore
davantage. De même, aujourd’hui comme hier, les inégalités
patrimoniales sont à titre principal des inégalités à l’intérieur
de chaque groupe d’âge, et nous verrons que l’héritage n’est
pas loin de retrouver en ce début de xxie siècle l’importance
qu’il avait à l’époque du Père Goriot. Sur longue période, la
force principale poussant véritablement vers l’égalisation des
conditions est la diffusion des connaissances et des qualifications.
INTRODUCTION
49
Forces de convergence, forces de divergence
Or le fait central est que cette force égalisatrice, si importante
soit- elle, notamment pour permettre la convergence
entre pays, peut parfois être contrebalancée et dominée par
de puissantes forces allant dans le sens contraire, celui de la
divergence, c’est- à- dire de l’élargissement et de l’amplification
des inégalités. De façon évidente, l’absence d’investissement
adéquat dans la formation peut empêcher des groupes sociaux
entiers de bénéficier de la croissance, ou même peut les
conduire à se faire déclasser par de nouveaux venus, comme
le montre parfois le rattrapage international actuellement à
l’oeuvre (les ouvriers chinois prennent la place des ouvriers
américains et français, et ainsi de suite). Autrement dit, la
principale force de convergence – la diffusion des connaissances
– n’est qu’en partie naturelle et spontanée : elle dépend
aussi pour une large part des politiques suivies en matière
d’éducation et d’accès à la formation et à des qualifications
adaptées, et des institutions mises en place dans ce domaine.
Dans le cadre de ce livre, nous allons mettre l’accent sur
des forces de divergence plus inquiétantes encore, dans la
mesure où elles peuvent se produire dans un monde où
tous les investissements adéquats en compétences auraient
été réalisés, et où toutes les conditions de l’efficacité de
l’économie de marché – au sens des économistes – seraient
en apparence réunies. Ces forces de divergence sont les
suivantes : il s’agit d’une part du processus de décrochage
des plus hautes rémunérations, dont nous allons voir qu’il
peut être très massif, même s’il reste à ce jour relativement
localisé ; il s’agit d’autre part et surtout d’un ensemble de
forces de divergence liées au processus d’accumulation et de
concentration des patrimoines dans un monde caractérisé par
une croissance faible et un rendement élevé du capital. Ce
second processus est potentiellement plus déstabilisant que le
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
50
premier, et constitue sans doute la principale menace pour la
dynamique de la répartition des richesses à très long terme.
Entrons immédiatement dans le vif du sujet. Nous avons
représenté sur les graphiques I.1 et I.2 deux évolutions fondamentales
que nous allons tenter de comprendre, et qui
illustrent l’importance potentielle de ces deux processus de
divergence. Les évolutions indiquées sur ces graphiques ont
toutes des formes de « courbe en U », c’est- à- dire d’abord
décroissantes puis croissantes, et on pourrait croire qu’elles
correspondent à des réalités similaires. Pourtant, il n’en est
rien : ces évolutions renvoient à des phénomènes tout à fait
différents, reposant sur des mécanismes économiques, sociaux
et politiques bien distincts. En outre, la première évolution
concerne avant tout les États- Unis, et la seconde concerne
principalement l’Europe et le Japon. Il n’est certes pas exclu
que ces deux évolutions et ces deux forces de divergence
finissent par se cumuler dans les mêmes pays au cours du
xxie siècle – et de fait nous verrons que cela est déjà partiellement
le cas –, voire au niveau de la planète entière, ce qui
pourrait conduire à des niveaux d’inégalités inconnus dans le
passé, et surtout à une structure des inégalités radicalement
nouvelle. Mais à ce jour ces deux évolutions saisissantes
correspondent pour l’essentiel à deux phénomènes distincts.
La première évolution, représentée sur le graphique I.1,
indique la trajectoire suivie par la part du décile supérieur
de la hiérarchie des revenus dans le revenu national américain
au cours de la période 1910-2010. Il s’agit simplement de
l’extension des séries historiques établies par Kuznets dans les
années 1950. On retrouve de fait la forte compression des
inégalités observée par Kuznets entre 1913 et 1948, avec une
baisse de près de quinze points de revenu national de la part
du décile supérieur, qui atteignait 45 %- 50 % du revenu
national dans les années 1910-1920, et qui est passée à
30 %- 35 % à la fin des années 1940. L’inégalité se stabilise
ensuite à ce niveau dans les années 1950-1970. Puis on
INTRODUCTION
51
observe un très rapide mouvement allant en sens inverse
depuis les années 1970-1980, à tel point que la part du décile
supérieur retrouve dans les années 2000-2010 un niveau de
l’ordre de 45 %- 50 % du revenu national. L’ampleur du
retournement est impressionnante. Il est naturel de se demander
jusqu’où peut aller une telle tendance.
Nous verrons que cette évolution spectaculaire correspond
pour une large part à l’explosion sans précédent des très hauts
revenus du travail, et qu’elle reflète avant tout un phénomène
de sécession des cadres dirigeants des grandes entreprises. Une
explication possible est une montée soudaine du niveau de
qualifications et de productivité de ces super- cadres, par comparaison
à la masse des autres salariés. Une autre explication,
qui me semble plus plausible, et dont nous verrons qu’elle est
nettement plus cohérente avec les faits observés, est que ces
cadres dirigeants sont dans une large mesure en capacité de
fixer leur propre rémunération, parfois sans aucune retenue,
et souvent sans relation claire avec leur productivité indivi-
25 %
30 %
35 %
40 %
45 %
50 %
1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
Part du décile supérieur dans le revenu national
Lecture : la part du décile supérieur dans le revenu national américain est passée de 45-50 % dans les
années 1910-1920 à moins de 35 % dans les années 1950 (il s’agit de la baisse mesurée par Kuznets) ;
puis elle est remontée de moins de 35 % dans les années 1970 à 45-50 % dans les années 2000-2010.
Sources et séries : voir piketty.pse.ens.fr/capital21c.
Graphique I.1.
L’inégalité des revenus aux États-Unis, 1910-2010
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
52
duelle, au demeurant très difficile à estimer au sein d’organisations
de grande taille. Cette évolution s’observe surtout
aux États- Unis, et à un degré moindre au Royaume- Uni,
ce qui peut s’expliquer par l’histoire particulière des normes
sociales et fiscales qui caractérise ces deux pays au cours du
siècle écoulé. La tendance est à ce jour plus limitée dans les
autres pays riches (Japon, Allemagne, France et autres pays
d’Europe continentale), mais la pente pousse dans la même
direction. Il serait bien hasardeux d’attendre que ce phénomène
prenne partout la même ampleur qu’aux États- Unis
avant de s’en préoccuper et de l’analyser aussi complètement
que possible – ce qui n’est malheureusement pas si simple,
compte tenu des limites des données disponibles.
La force de divergence fondamentale : r > g
La seconde évolution, représentée sur le graphique I.2,
renvoie à un mécanisme de divergence qui est d’une certaine
façon plus simple et plus transparent, et qui est sans doute
plus déterminant encore pour l’évolution à long terme de
la répartition des richesses. Le graphique I.2 indique l’évolution
au Royaume- Uni, en France et en Allemagne de la
valeur totale des patrimoines privés (immobiliers, financiers
et professionnels, nets de dettes), exprimée en années de
revenu national, des années 1870 aux années 2010. On
notera tout d’abord la très grande prospérité patrimoniale qui
caractérise l’Europe de la fin du xixe siècle et de la Belle
Époque : la valeur des patrimoines privés s’établit autour de
six- sept années de revenu national, ce qui est considérable.
On constate ensuite une forte chute à la suite des chocs des
années 1914-1945 : le rapport capital/revenu tombe à tout
juste deux- trois années de revenu national. Puis on observe
une hausse continue depuis les années 1950, à tel point que
les patrimoines privés semblent en passe de retrouver en
INTRODUCTION
53
ce début de xxie siècle les sommets observés à la veille de
la Première Guerre mondiale : le rapport capital/revenu se
situe dans les années 2000-2010 autour de cinq- six années
de revenu national au Royaume- Uni comme en France (le
niveau atteint est plus faible en Allemagne, qui il est vrai
partait de plus bas : la tendance est tout aussi nette).
100 %
200 %
300 %
400 %
500 %
600 %
700 %
800 %
1870 1890 1910 1930 1950 1970 1990 2010
Valeur du capital privé, en % du revenu national
Graphique I.2.
Le rapport capital/revenu en Europe, 1870-2010
Allemagne
France
Royaume-Uni
Lecture : le total des patrimoines privés valait entre 6 et 7 années de revenu national en Europe en
1910, entre 2 et 3 années en 1950, et entre 4 et 6 années en 2010.
Sources et séries : voir piketty.pse.ens.fr/capital21c.
Cette « courbe en U » de grande ampleur correspond à
une transformation absolument centrale, sur laquelle nous
aurons amplement l’occasion de revenir. Nous verrons en
particulier que le retour de rapports élevés entre le stock de
capital et le flux de revenu national au cours des dernières
décennies s’explique pour une large part par le retour à un
régime de croissance relativement lente. Dans des sociétés
de croissance faible, les patrimoines issus du passé prennent
naturellement une importance disproportionnée, car il suffit
d’un faible flux d’épargne nouvelle pour accroître continûment
et substantiellement l’ampleur du stock.
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
54
Si de surcroît le taux de rendement du capital s’établit
fortement et durablement au- delà du taux de croissance (ce
qui n’est pas automatique, mais est d’autant plus probable que
le taux de croissance est faible), alors il existe un risque très
fort de divergence caractérisée de la répartition des richesses.
Cette inégalité fondamentale, que nous noterons r > g
– où r désigne le taux de rendement du capital (c’est- à- dire
ce que rapporte en moyenne le capital au cours d’une année,
sous forme de profits, dividendes, intérêts, loyers et autres
revenus du capital, en pourcentage de sa valeur), et où g
représente le taux de croissance (c’est- à- dire l’accroissement
annuel du revenu et de la production) –, va jouer un rôle
essentiel dans ce livre. D’une certaine façon, elle en résume
la logique d’ensemble.
Lorsque le taux de rendement du capital dépasse significativement
le taux de croissance – et nous verrons que cela
a presque toujours été le cas dans l’histoire, tout du moins
jusqu’au xixe siècle, et que cela a de grandes chances de
redevenir la norme au xxie siècle –, cela implique mécaniquement
que les patrimoines issus du passé se recapitalisent
plus vite que le rythme de progression de la production
et des revenus. Il suffit donc aux héritiers d’épargner une
part limitée des revenus de leur capital pour que ce dernier
s’accroisse plus vite que l’économie dans son ensemble. Dans
ces conditions, il est presque inévitable que les patrimoines
hérités dominent largement les patrimoines constitués au
cours d’une vie de travail, et que la concentration du capital
atteigne des niveaux extrêmement élevés, et potentiellement
incompatibles avec les valeurs méritocratiques et les principes
de justice sociale qui sont au fondement de nos sociétés
démocratiques modernes.
Cette force de divergence fondamentale peut en outre
être renforcée par des mécanismes additionnels, par exemple
si le taux d’épargne progresse fortement avec le niveau de
INTRODUCTION
55
richesse 1, et plus encore si le taux de rendement moyen
effectivement obtenu est d’autant plus élevé que le capital
initial est important (or nous verrons que cela semble être de
plus en plus le cas). Le caractère imprévisible et arbitraire des
rendements du capital et des formes d’enrichissement qui en
découlent constitue également une forme de remise en cause
de l’idéal méritocratique. Enfin, tous ces effets peuvent être
aggravés par un mécanisme de type ricardien de divergence
structurelle des prix immobiliers ou pétroliers.
Résumons. Le processus d’accumulation et de répartition
des patrimoines contient en lui- même des forces puissantes
poussant vers la divergence, ou tout du moins vers un niveau
d’inégalité extrêmement élevé. Il existe également des forces
de convergence, qui peuvent fort bien l’emporter dans certains
pays ou à certaines époques, mais les forces de divergence
peuvent à tout moment prendre le dessus, comme cela semble
être le cas en ce début de xxie siècle, et comme le laisse
présager l’abaissement probable de la croissance démographique
et économique dans les décennies à venir.
Mes conclusions sont moins apocalyptiques que celles
impliquées par le principe d’accumulation infinie et de divergence
perpétuelle exprimé par Marx (dont la théorie repose
implicitement sur une croissance rigoureusement nulle de
la productivité à long terme). Dans le schéma proposé, la
divergence n’est pas perpétuelle, et elle n’est qu’un des avenirs
1. Ce mécanisme déstabilisateur évident (plus on est riche, plus on
accroît son patrimoine) inquiétait beaucoup Kuznets, d’où le titre donné à
son livre de 1953 : Shares of Upper Income Groups in Income and Savings, National
Bureau of Economic Research. Mais il manquait de recul historique
pour l’analyser pleinement. Cette force de divergence est également au
coeur du livre classique de J. Meade, Efficiency, Equality, and the Ownership
of Property, Allen & Unwin, 1964, et de l’ouvrage de A. Atkinson et de
A. Harrison, Distribution of Personal Wealth in Britain, 1923-1972, op. cit.,
qui en est d’une certaine façon le prolongement historique. Nos travaux se
situent directement dans les traces de ces auteurs.
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
56
possibles. Mais elles ne sont pas pour autant très réjouissantes.
En particulier, il est important de souligner que l’inégalité
fondamentale r > g, principale force de divergence dans
notre schéma explicatif, n’a rien à voir avec une quelconque
imperfection de marché, bien au contraire : plus le marché
du capital est « parfait », au sens des économistes, plus elle
a de chances d’être vérifiée. Il est possible d’imaginer des
institutions et des politiques publiques permettant de contrer
les effets de cette logique implacable – comme un impôt
mondial et progressif sur le capital. Mais leur mise en place
pose des problèmes considérables en termes de coordination
internationale. Il est malheureusement probable que les
réponses apportées seront en pratique beaucoup plus modestes
et inefficaces, par exemple sous la forme de replis nationalistes
de diverses natures.
Le cadre géographique et historique
Quel sera le cadre spatial et temporel de cette enquête ?
Autant que possible, je tenterai d’analyser la dynamique de
la répartition des richesses au niveau mondial, aussi bien à
l’intérieur des pays qu’entre les pays, depuis le xviiie siècle.
En pratique, cependant, les multiples limitations des données
disponibles m’obligeront souvent à restreindre assez nettement
le champ étudié. Pour ce qui concerne la répartition de la
production et du revenu entre les pays, que nous étudierons
dans la première partie, il est possible d’avoir un point de
vue mondial depuis 1700 (grâce notamment aux comptes
nationaux rassemblés par Angus Madisson). Quand nous étudierons
la dynamique du rapport capital/revenu et du partage
capital- travail, dans la deuxième partie, nous serons contraints
de nous limiter pour l’essentiel au cas des pays riches, et de
procéder par extrapolation pour ce qui concerne les pays
pauvres et émergents, faute de données historiques adéquates.
INTRODUCTION
57
Quand nous examinerons l’évolution des inégalités de revenus
et de patrimoines, dans la troisième partie, nous serons
également fortement contraints par les sources disponibles.
Nous tenterons de prendre en compte le maximum de pays
pauvres et émergents, grâce notamment aux données issues
de la WTID, qui essaie autant que possible de couvrir les
cinq continents. Mais il est bien évident que les évolutions
sur longue période sont nettement mieux documentées dans
les pays riches. Concrètement, ce livre repose avant tout
sur l’analyse de l’expérience historique des principaux pays
développés : les États- Unis, le Japon, l’Allemagne, la France
et le Royaume- Uni.
Les cas du Royaume- Uni et de la France seront particulièrement
sollicités, car il s’agit des deux pays pour lesquels
les sources historiques sont les plus complètes sur très longue
période. En particulier, il existe pour le Royaume- Uni comme
pour la France de multiples estimations du patrimoine national
et de sa structure, permettant de remonter jusqu’au début
du xviiie siècle. Ces deux pays constituent en outre les
deux principales puissances coloniales et financières du xixe
et du début du xxe siècle. Leur étude détaillée revêt donc
une importance évidente pour l’analyse de la dynamique
de la répartition mondiale des richesses depuis la révolution
industrielle. En particulier, ils constituent un point d’entrée
incontournable pour l’étude de ce que l’on nomme souvent
la « première » mondialisation financière et commerciale, celle
des années 1870-1914, période qui entretient de profondes
similitudes avec la « seconde » mondialisation, en cours depuis
les années 1970-1980. Il s’agit d’une période qui est à la fois
fascinante et prodigieusement inégalitaire. C’est l’époque où
l’on invente l’ampoule électrique et les liaisons transatlantiques
(le Titanic appareille en 1912), le cinéma et la radio, la voiture
et les placements financiers internationaux. Rappelons
par exemple qu’il faut attendre les années 2000-2010 pour
retrouver dans les pays riches les niveaux de capitalisation
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
58
boursière – en proportion de la production intérieure ou
du revenu national – atteints à Paris et à Londres dans les
années 1900-1910. Nous verrons que cette comparaison est
riche d’enseignements pour la compréhension du monde
d’aujourd’hui.
Certains lecteurs s’étonneront sans doute de l’importance
particulière que j’accorde à l’étude du cas français, et me
suspecteront peut- être de nationalisme. Il me faut donc me
justifier. Il s’agit tout d’abord d’une question de sources. La
Révolution française n’a certes pas créé une société juste et
idéale. Mais nous verrons qu’elle a au moins eu le mérite
de mettre en place un incomparable observatoire des fortunes
: le système d’enregistrement des patrimoines terriens,
immobiliers et financiers institué dans les années 1790-1800
est étonnamment moderne et universel pour l’époque, et
explique pourquoi les sources successorales françaises sont
probablement les plus riches du monde sur longue période.
La seconde raison est que la France, parce qu’elle est le
pays qui a connu la transition démographique la plus précoce,
constitue d’une certaine façon un bon observatoire de ce
qui attend l’ensemble de la planète. La population française
a certes progressé au cours des deux derniers siècles, mais
à un rythme relativement lent. La France comptait près de
30 millions d’habitants au moment de la Révolution, et elle
en compte à peine plus de 60 millions au début des années
2010. Il s’agit bien du même pays, des mêmes ordres de grandeur.
Par comparaison, les États- Unis d’Amérique comptaient
à peine 3 millions d’habitants au moment de la Déclaration
d’indépendance. Ils atteignaient les 100 millions vers 1900-1910
et dépassent les 300 millions au début des années 2010. Il
est bien évident que quand un pays passe de 3 millions à
300 millions d’habitants (sans parler du changement radical
de l’échelle territoriale au cours de l’expansion vers l’ouest
au xixe siècle), il ne s’agit plus vraiment du même pays.
Nous verrons que la dynamique et la structure des iné-
INTRODUCTION
59
galités se présentent très différemment dans un pays où la
population a été multipliée par cent et dans un pays où elle
a tout juste doublé. En particulier, le poids de l’héritage est
naturellement beaucoup plus réduit dans le premier que dans
le second. C’est la très forte croissance démographique du
Nouveau Monde qui fait que le poids des patrimoines issus
du passé a toujours été plus réduit aux États- Unis qu’en
Europe, et qui explique pourquoi la structure des inégalités
américaines – et des représentations américaines de l’inégalité
et des classes sociales – est si particulière. Mais cela implique
également que le cas américain est dans une certaine mesure
non transposable (il est peu probable que la population mondiale
soit multipliée par cent au cours des deux prochains
siècles), et que le cas français est plus représentatif et plus
pertinent pour l’analyse de l’avenir. Je suis convaincu que
l’analyse détaillée du cas de la France, et plus généralement
des différentes trajectoires historiques observées dans les pays
aujourd’hui développés – en Europe, au Japon, en Amérique
du Nord et en Océanie –, est riche d’enseignements pour
les dynamiques mondiales à venir, y compris dans les pays
actuellement émergents, en Chine, au Brésil ou en Inde, qui
finiront sans doute par connaître eux aussi le ralentissement
de la croissance démographique – c’est déjà le cas – et économique.
Enfin, le cas de la France a ceci d’intéressant que la
Révolution française – révolution « bourgeoise » par excellence
– introduit très tôt un idéal d’égalité juridique face
au marché, dont il est intéressant d’étudier les conséquences
pour la dynamique de la répartition des richesses. La Révolution
anglaise de 1688 a certes introduit le parlementarisme
moderne ; mais elle a laissé derrière elle une dynastie royale,
la primogéniture terrienne jusqu’aux années 1920, et des privilèges
politiques pour la noblesse héréditaire jusqu’à nos jours
(le processus de redéfinition de la pairie et de la Chambre
des lords est toujours en cours dans les années 2010, ce qui
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
60
est objectivement un peu long). La Révolution américaine
de 1776 a certes introduit le principe républicain ; mais elle a
laissé l’esclavagisme prospérer pendant un siècle de plus, et la
discrimination raciale légale pendant presque deux siècles ; la
question raciale continue dans une large mesure de surdéterminer
encore aujourd’hui la question sociale aux États- Unis.
La Révolution française de 1789 est d’une certaine façon plus
ambitieuse : elle abolit tous les privilèges légaux, et entend
créer un ordre politique et social entièrement fondé sur l’égalité
des droits et des chances. Le Code civil garantit l’égalité
absolue face au droit de propriété et à celui de contracter
librement (tout du moins pour les hommes). À la fin du
xixe siècle et à la Belle Époque, les économistes conservateurs
français – tel Paul Leroy- Beaulieu – utilisaient souvent cet
argument pour expliquer que la France républicaine, pays
de « petits propriétaires », pays devenu égalitaire grâce à la
Révolution, n’avait aucunement besoin d’un impôt progressif
et spoliateur sur le revenu ou sur les successions, contrairement
au Royaume- Uni monarchique et aristocratique. Or
nos données démontrent que la concentration des patrimoines
était à cette époque presque aussi extrême en France qu’au
Royaume- Uni, ce qui illustre assez clairement que l’égalité
des droits face au marché ne suffit pas à conduire à l’égalité
des droits tout court. Là encore, cette expérience est tout à
fait pertinente pour l’analyse du monde d’aujourd’hui, où de
nombreux observateurs continuent de s’imaginer, à l’image
de Leroy- Beaulieu il y a un peu plus d’un siècle, qu’il suffit
de mettre en place des droits de propriété toujours mieux
garantis, des marchés toujours plus libres, et une concurrence
toujours plus « pure et parfaite », pour aboutir à une société
juste, prospère et harmonieuse. La tâche est malheureusement
plus complexe.
INTRODUCTION
61
Le cadre théorique et conceptuel
Avant de se lancer plus avant dans ce livre, il est peutêtre
utile d’en dire un peu plus sur le cadre théorique et
conceptuel dans lequel se situe cette recherche, ainsi que sur
l’itinéraire intellectuel qui m’a conduit à cet ouvrage.
Précisons tout d’abord que je fais partie d’une génération qui
a eu 18 ans en 1989, année du bicentenaire de la Révolution
française, certes, mais aussi et surtout année de la chute du mur
de Berlin. Je fais partie de cette génération qui est devenue
adulte en écoutant à la radio l’effondrement des dictatures
communistes, et qui n’a jamais ressenti la moindre tendresse
ou nostalgie pour ces régimes et pour le soviétisme. Je suis
vacciné à vie contre les discours anticapitalistes convenus et
paresseux, qui semblent parfois ignorer cet échec historique
fondamental, et qui trop souvent refusent de se donner les
moyens intellectuels de le dépasser. Cela ne m’intéresse pas
de dénoncer les inégalités ou le capitalisme en tant que tel
– d’autant plus que les inégalités sociales ne posent pas de
problème en soi, pour peu qu’elles soient justifiées, c’est- àdire
« fondées sur l’utilité commune », ainsi que le proclame
l’article premier de la Déclaration des droits de l’homme et du
citoyen de 1789 (cette définition de la justice sociale est imprécise,
mais séduisante, et ancrée dans l’histoire : adoptons- la
pour l’instant ; nous y reviendrons). Ce qui m’intéresse, c’est
de tenter de contribuer, modestement, à déterminer les modes
d’organisation sociale, les institutions et les politiques publiques
les plus appropriés permettant de mettre en place réellement
et efficacement une société juste, tout cela dans le cadre d’un
État de droit, dont les règles sont connues à l’avance et applicables
à tous, et peuvent être démocratiquement débattues.
Il est peut- être adapté d’indiquer aussi que j’ai connu mon
rêve américain à 22 ans, en me faisant embaucher par une
université bostonienne, sitôt mon doctorat en poche. Cette
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
62
expérience fut déterminante à plus d’un titre. C’était la première
fois que je mettais les pieds aux États- Unis, et cette
reconnaissance précoce n’était pas désagréable. Voici un pays
qui sait y faire avec les migrants qu’il souhaite attirer ! Et
en même temps j’ai tout de suite su que je voulais revenir
très vite en France et en Europe, ce que je fis à tout juste
25 ans. Je n’ai pas quitté Paris depuis, sauf pour quelques
brefs séjours. L’une des raisons importantes derrière ce choix
est directement pertinente ici : je n’ai pas été très convaincu
par les économistes américains. Certes, tout le monde était
très intelligent, et je conserve de nombreux amis au sein de
cet univers. Mais il y avait quelque chose d’étrange : j’étais
bien placé pour savoir que je ne connaissais rien du tout aux
problèmes économiques du monde (ma thèse se composait
de quelques théorèmes mathématiques relativement abstraits),
et pourtant la profession m’aimait bien. Je me rendais vite
compte qu’aucun travail de collecte de données historiques
conséquent n’avait été entrepris sur la dynamique des inégalités
depuis l’époque de Kuznets (ce à quoi je me suis attelé dès
mon retour en France), et pourtant la profession continuait
d’aligner les résultats purement théoriques, sans même savoir
quels faits expliquer, et attendait de moi que je fasse de même.
Disons- le tout net : la discipline économique n’est toujours
pas sortie de sa passion infantile pour les mathématiques
et les spéculations purement théoriques, et souvent
très idéologiques, au détriment de la recherche historique
et du rapprochement avec les autres sciences sociales. Trop
souvent, les économistes sont avant tout préoccupés par de
petits problèmes mathématiques qui n’intéressent qu’euxmêmes,
ce qui leur permet de se donner à peu de frais des
apparences de scientificité et d’éviter d’avoir à répondre aux
questions autrement plus compliquées posées par le monde
qui les entoure. Être économiste universitaire en France a un
grand avantage : les économistes sont assez peu considérés
au sein du monde intellectuel et universitaire, ainsi d’ailleurs
INTRODUCTION
63
que parmi les élites politiques et financières. Cela les oblige
à abandonner leur mépris pour les autres disciplines, et leur
prétention absurde à une scientificité supérieure, alors même
qu’ils ne savent à peu près rien sur rien. C’est d’ailleurs le
charme de la discipline, et des sciences sociales en général :
on part de bas, de très bas parfois, et l’on peut donc espérer
faire des progrès importants. En France, les économistes sont
– je crois – un peu plus incités qu’aux États- Unis à tenter de
convaincre leurs collègues historiens et sociologues, et plus
généralement le monde extérieur, de l’intérêt de ce qu’ils font
(ce qui n’est pas gagné). En l’occurrence, mon rêve quand
j’enseignais à Boston était de rejoindre l’École des hautes
études en sciences sociales, une école dont les grands noms
sont Lucien Febvre, Fernand Braudel, Claude Lévi- Strauss,
Pierre Bourdieu, Françoise Héritier, Maurice Godelier, et tant
d’autres encore. Dois- je le confesser, au risque de sembler
cocardier dans ma vision des sciences sociales ? J’ai sans doute
plus d’admiration pour ces savants que pour Robert Solow,
ou même pour Simon Kuznets – même si je regrette qu’une
grande partie des sciences sociales ait dans une large mesure
cessé de s’intéresser à la répartition des richesses et aux classes
sociales, alors que les questions de revenus, de salaires, de prix
et de fortunes figuraient en bonne place dans les programmes
de recherches de l’histoire et de la sociologie jusqu’aux années
1970-1980. J’aimerais en vérité que les spécialistes comme
les amateurs de toutes les sciences sociales trouvent quelque
intérêt aux recherches exposées dans ce livre – à commencer
par tous ceux qui disent « ne rien connaître à l’économie »,
mais qui ont souvent des opinions très fortes sur l’inégalité
des revenus et des fortunes, ce qui est bien naturel.
En vérité, l’économie n’aurait jamais dû chercher à se
séparer des autres disciplines des sciences sociales, et ne peut
se développer qu’en leur sein. On sait trop peu de chose
en sciences sociales pour se diviser bêtement de la sorte.
Pour espérer faire des progrès sur des questions telles que
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
64
la dynamique historique de la répartition des richesses et la
structure des classes sociales, il est bien évident qu’il faut
procéder avec pragmatisme, et mobiliser des méthodes et des
approches qui sont celles des historiens, des sociologues et
des politistes autant que celles des économistes. Il faut partir
des questions de fond et tenter d’y répondre : les querelles
de clocher et de territoire sont secondaires. Ce livre, je crois,
est autant un livre d’histoire que d’économie.
Comme je l’ai expliqué plus haut, mon travail a d’abord
consisté à rassembler des sources et à établir des faits et des
séries historiques sur les répartitions de revenus et de patrimoines.
Dans la suite de ce livre, je fais parfois appel à la
théorie, aux modèles et aux concepts abstraits, mais je tente
de le faire avec parcimonie, c’est- à- dire uniquement dans la
mesure où la théorie permet une meilleure compréhension
des évolutions étudiées. Par exemple, les notions de revenu
et de capital, de taux de croissance et de taux de rendement,
sont des concepts abstraits, des constructions théoriques, et non
des certitudes mathématiques. Je tenterai toutefois de montrer
qu’ils permettent d’analyser plus efficacement les réalités historiques,
pour peu que l’on adopte un regard critique et lucide
sur la précision – par nature approximative – avec laquelle
il est possible de les mesurer. J’utiliserai également quelques
équations, comme la loi α = r × β (selon laquelle la part du
capital dans le revenu national est égale au produit du taux de
rendement du capital et du rapport capital/revenu), ou encore
la loi β = s/g (selon laquelle le rapport capital/revenu est égal
dans le long terme au rapport entre le taux d’épargne et le
taux de croissance). Je prie le lecteur peu féru de mathématiques
de ne pas refermer aussitôt le livre : il s’agit d’équations
élémentaires, qui peuvent être expliquées de façon simple et
intuitive, et dont la bonne compréhension ne nécessite aucun
bagage technique particulier. Surtout, je tenterai de montrer
que ce cadre théorique minimal permet de mieux comprendre
des évolutions historiques importantes pour chacun.
INTRODUCTION
65
Plan du livre
La suite de ce livre est composée de quatre parties et de
seize chapitres. La première partie, intitulée « Revenu et
capital », constituée de deux chapitres, introduit les notions
fondamentales qui seront abondamment utilisées dans la suite
de l’ouvrage. En particulier, le chapitre 1 présente les concepts
de revenu national, de capital et de rapport capital/revenu,
puis décrit les grandes lignes d’évolution de la répartition
mondiale du revenu et de la production. Le chapitre 2 analyse
ensuite plus précisément l’évolution des taux de croissance
de la population et de la production depuis la révolution
industrielle. Aucun fait véritablement nouveau n’est présenté
dans cette première partie, et le lecteur familier de ces
notions et de l’histoire générale de la croissance mondiale
depuis le xviiie siècle peut choisir de passer directement à
la deuxième partie.
La deuxième partie, intitulée « La dynamique du rapport
capital/revenu », est formée de quatre chapitres. L’objectif
de cette partie est d’analyser la façon dont se présente en ce
début de xxie siècle la question de l’évolution à long terme du
rapport capital/revenu et du partage global du revenu national
entre revenus du travail et revenus du capital. Le chapitre 3
présente tout d’abord les métamorphoses du capital depuis le
xviiie siècle, en commençant par le cas du Royaume- Uni et
de la France, les mieux connus sur très longue période. Le
chapitre 4 introduit le cas de l’Allemagne et de l’Amérique.
Les chapitres 5 et 6 étendent géographiquement ces analyses
à la planète entière, autant que les sources le permettent, et
surtout tentent de tirer les leçons de ces expériences historiques
pour analyser l’évolution possible du rapport capital/
revenu et du partage capital- travail dans les décennies à venir.
La troisième partie, intitulée « La structure des inégalités »,
est composée de six chapitres. Le chapitre 7 commence par
LE CAPITAL AU XXIe SIÈCLE
66
familiariser le lecteur avec les ordres de grandeur atteints en
pratique par l’inégalité de la répartition des revenus du travail
d’une part, et de la propriété du capital et des revenus qui en
sont issus d’autre part. Puis le chapitre 8 analyse la dynamique
historique de ces inégalités, en commençant par contraster
les cas de la France et des États- Unis. Les chapitres 9 et 10
étendent ces analyses à l’ensemble des pays pour lesquels nous
disposons de données historiques (en particulier dans le cadre
de la WTID), en examinant séparément les inégalités face au
travail et face au capital. Le chapitre 11 étudie l’évolution de
l’importance de l’héritage dans le long terme. Enfin le chapitre
12 analyse les perspectives d’évolution de la répartition mondiale
des patrimoines au cours des premières décennies du xxie siècle.
Enfin, la quatrième partie, intitulée « Réguler le capital
au xxie siècle », est composée de quatre chapitres. L’objectif
est de tirer les leçons politiques et normatives des parties
précédentes, dont l’objet est avant tout d’établir les faits
et de comprendre les raisons des évolutions observées. Le
chapitre 13 tente de dresser les contours de ce que pourrait
être un État social adapté au siècle qui s’ouvre. Le chapitre
14 propose de repenser l’impôt progressif sur le revenu à la
lumière des expériences passées et des tendances récentes. Le
chapitre 15 décrit ce à quoi pourrait ressembler un impôt
progressif sur le capital adapté au capitalisme patrimonial du
xxie siècle, et compare cet outil idéal aux autres modes de
régulation susceptibles d’émerger, de l’impôt européen sur
la fortune au contrôle des capitaux à la chinoise, en passant
par l’immigration à l’américaine ou bien le retour généralisé
au protectionnisme. Le chapitre 16 traite de la question
lancinante de la dette publique et de celle – connexe – de
l’accumulation optimale du capital public, dans un contexte
de détérioration possible du capital naturel.
Un mot encore : il aurait été bien hasardeux de publier
en 1913 un livre intitulé Le Capital au XXe siècle. Que le
lecteur me pardonne donc de publier en 2013 un livre
INTRODUCTION
67
intitulé Le Capital au XXIe siècle. Je suis bien conscient de
l’incapacité totale qui est la mienne à prédire la forme que
prendra le capital en 2063 ou en 2113. Comme je l’ai déjà
noté, et ainsi que nous aurons amplement l’occasion de le
voir, l’histoire des revenus et des patrimoines est toujours une
histoire profondément politique, chaotique et imprévisible.
Elle dépend des représentations que les différentes sociétés se
font des inégalités, et des politiques et institutions qu’elles se
donnent pour les modeler et les transformer, dans un sens ou
dans un autre. Nul ne peut savoir quelle forme prendront
ces retournements dans les décennies à venir. Il n’en reste
pas moins que les leçons de l’histoire sont utiles pour tenter
d’appréhender un peu plus clairement ce que seront les choix
et les dynamiques à l’oeuvre dans le siècle qui s’ouvre. Tel
est dans le fond l’unique objectif de ce livre, qui en toute
logique aurait dû s’intituler Le Capital à l’aube du XXIe siècle :
tenter de tirer de l’expérience des siècles passés quelques
modestes clés pour l’avenir, sans illusion excessive sur leur
utilité réelle, car l’histoire invente toujours ses propres voies.

Sommaire

Remerciements . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Introduction . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
PREMIÈRE PARTIE. REVENU ET CAPITAL . . . . . . . . . 69
Chapitre 1. Revenu et production . . . . . . . . . . . . . . 71
Chapitre 2. La croissance : illusions et réalités . . . . . 125
DEUXIÈME PARTIE. LA DYNAMIQUE DU RAPPORT
CAPITAL/REVENU . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
Chapitre 3. Les métamorphoses du capital . . . . . . . . 183
Chapitre 4. De la vieille Europe au Nouveau Monde 223
Chapitre 5. Le rapport capital/revenu
dans le long terme . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259
Chapitre 6. Le partage capital- travail au xxie siècle . . 315
7
TROISIÈME PARTIE. LA STRUCTURE DES INÉGALITÉS 373
Chapitre 7. Inégalités et concentration :
premiers repères . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 375
Chapitre 8. Les deux mondes . . . . . . . . . . . . . . . . . . 427
Chapitre 9. L’inégalité des revenus du travail . . . . . . 481
Chapitre 10. L’inégalité de la propriété du capital . . 535
Chapitre 11. Mérite et héritage dans le long terme . 599
Chapitre 12. L’inégalité mondiale des patrimoines
au xxie siècle . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 685
QUATRIÈME PARTIE. RÉGULER LE CAPITAL
AU XXIE SIÈCLE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 749
Chapitre 13. Un État social pour le xxie siècle . . . . 751
Chapitre 14. Repenser l’impôt progressif
sur le revenu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 793
Chapitre 15. Un impôt mondial sur le capital . . . . . 835
Chapitre 16. La question de la dette publique . . . . . 883
Conclusion . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 941
Table des matières . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 951
Liste des tableaux et graphiques . . . . . . . . . . . . . . . .