¿Hay alternativas al TTIP y los tratados de “libre comercio”?

¿Hay alternativas al TTIP y los tratados de “libre comercio”?

Juan Hernández Zubizarreta y Pedro Ramiro // El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y Estados Unidos (TTIP) se asienta en un modelo de sociedad y de economía indiscutido e indiscutible: el capitalismo como el único sistema posible y el mejor. A partir de ahí, los argumentos para promoverlo se transforman en “verdades objetivas”: nos aseguran que con el TTIP se generará crecimiento económico, empleo y desarrollo; las pymes aumentarán sus oportunidades de negocio y el acuerdo entre los dos mayores bloques económicos del mundo ofrecerá, además, la posibilidad de crear estándares y reglas que luego se adoptarán a nivel global, lo que beneficiará a terceros países.

Sus impulsores sostienen que el TTIP puede contribuir a un mejor aprovechamiento de la liberalización económica y a paliar lo que hasta ahora habría sido una “globalización sin reglas”. Todo en base a una idea fuerza: considerar que el comercio internacional tiene como objetivo el libre intercambio de servicios y mercancías, profundizando la competencia entre economías y favoreciendo, por tanto, la disminución de los precios y la creación de empleo.

La realidad, sin embargo, es muy diferente. La UE, que tiene como dogma la libre circulación de capitales y el “libre comercio”, ha sustentado su política económica en el crecimiento económico por el lado de la oferta, el predominio de los intereses del sector financiero, las privatizaciones de los servicios públicos y las políticas fiscales regresivas. Así, el TTIP se vincula con la idea de estimular la economía con el aumento de las exportaciones, el comercio exterior y la competitividad; es decir, a través de la desregulación de los derechos sociales, la bajada de los salarios y la contención de todas las políticas públicas.

Asociar el incremento de los flujos comerciales y el crecimiento económico al bienestar del conjunto de la ciudadanía no es una verdad inmutable. En realidad, en un contexto económico marcado por la caída de las tasas de ganancia y la reducción del consumo, el TTIP responde —al contrario de lo que dicen los propagandistas del acuerdo transatlántico— a la necesidad intrínseca del capitalismo de ampliar las esferas de comercialización, la acumulación ilimitada de la riqueza y la mercantilización de la vida.

Pero los tratados de comercio e inversiones —a los que habitualmente se llama “tratados de libre comercio”, a pesar de que tienen muy poco de intercambios entre libres e iguales— no tienen por qué ser útiles por sí mismos, y sus normas y contenidos no pueden ser ajenos a las realidades internas de los países y a las necesidades del conjunto de la población. De hecho, los contenidos del acuerdo deberían ser fruto del equilibrio entre variables económicas y resultados sociales.

La evaluación de los impactos de estos tratados sobre la vida de las personas tendría que ser el verdadero indicador a tener en cuenta. Porque las cifras macroeconómicas, el incremento de las exportaciones y el crecimiento del PIB no pueden ocultar el hecho de que, por una parte, una minoría continúa con su lógica de crecimiento y acumulación mientras, por otra, aumentan la pobreza y las desigualdades para las mayorías sociales.

El TTIP sirve para apuntalar el modelo económico que está destruyendo la vida en el planeta, dando prioridad a las energías más contaminantes y abriendo la puerta al fracking. Como afirma Noam Chomsky, “la humanidad está en una carrera hacia su propia destrucción: se subsidia a las industrias letales, se incentiva la extracción de la última gota de petróleo aunque la evidencia científica dice que debemos dejar esos combustibles fósiles donde están”. Y es que el crecimiento ilimitado y la competitividad a ultranza, que son el telón de fondo que está detrás de todos los acuerdos comerciales impulsados en el marco de la nueva lex mercatoria, nada tienen que ver con las necesidades reales de la población y con el respeto a la naturaleza.

Desde esta perspectiva, el comercio y las inversiones no pueden ser fines en sí mismos. La distribución de la riqueza, el crecimiento económico y la cuantificación de los indicadores macroeconómicos deben adecuarse, como mínimo, a los principios del desarrollo humano y sostenible, cuando no al planteamiento de otro modelo económico radicalmente distinto que parta de asumir, para empezar, los límites físicos del planeta.

En este contexto, existe una multitud de movimientos sociales que pretenden superar la economía capitalista y el Estado como pilares inmutables de la organización social, buscando alternativas radicales basadas en la solidaridad, la proximidad y la participación. De este modo, la democracia radical y las necesidades humanas aparecen como factores clave para una nueva organización social, en la que se subordinen las dimensiones productiva y financiera de la economía a las personas, a los trabajos de cuidados y a las responsabilidades domésticas.

Eso sí, yendo a lo concreto, ¿cómo articular alternativas reales y viables que sirvan para ir diseñando otra manera de entender la economía? Tratando de avanzar en esta dirección, el nuevo mandato de comercio alternativo establece algunas pautas en esta dirección, siempre en base a una premisa central: “Los derechos humanos, la democracia y la transparencia deben priorizase por encima de los intereses empresariales y privados, al igual que el acceso universal a los servicios públicos de calidad, la protección social, las normas laborales y ambientales”.

A partir de esta idea, apostando “por una nueva perspectiva frente al comercio”, pueden irse concretando diferentes propuestas alternativas de regulación que tengan en cuenta, entre otros factores, que:

La política comercial europea respete el derecho de los países y las regiones a desarrollar —y a darle prioridad— el comercio local y regional por encima del global; por ejemplo, en el sector de la alimentación.

Los bienes comunes y los servicios públicos queden excluidos de las negociaciones de la UE en materia de comercio e inversiones.

Los gobiernos y los parlamentos europeos han de exigir a las corporaciones transnacionales que rindan cuentas en sus países por las consecuencias sociales y ambientales de sus operaciones en todo el mundo.

Los gobiernos deben regular las importaciones, exportaciones e inversiones de forma que estas sirvan a sus propias estrategias de desarrollo sostenible.

Los países, las regiones y las comunidades tienen que controlar la producción, la distribución y el consumo de sus propios bienes y servicios.

Los gobiernos, los parlamentos y las autoridades públicas deben tener plenos derechos para regular los mercados financieros, con el fin de proteger los derechos sociales, salvaguardar el control democrático y garantizar la sostenibilidad socioambiental.

Junto a ello, estas propuestas sobre comercio alternativo —y otras complementarias que vayan en el mismo sentido— pueden completarse con opciones como el Tratado internacional de los pueblos para el control de las empresas transnacionales: “Un tratado del presente y del futuro, basado en la responsabilidad y ética de las generaciones presentes y futuras, y en la obligación de proteger la Tierra y sus habitantes”.

  • Juan Hernández Zubizarreta es profesor de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Pedro Ramiro (@pramiro_) es coordinador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL)

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1 comentario
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migue
migue
01/05/2015, 18:52

Sería tristísimo que no hubiera una alternativa al dichoso TTIP. Sí, sí que la hay y tiene un nombre muy sencillo: decencia.
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Nombran a Adela Pineda secretaria general de la Asociación Cristiana de Jóvenes de El Salvador

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SAN SALVADOR, 28 de abril de 2015 (SIEP) “Es para mí un honor y una gran responsabilidad asumir la conducción de la Asociación Cristiana de Jóvenes de El Salvador, manifestó Adela Pineda, de 25 años y con más diez años de voluntariado en esta institución que funciona desde 1990.

Agregó que “como ACJ enfrentamos diversos desafíos entre los cuales se encuentra el de ampliar nuestra membrecía para poder así fortalecer nuestros programas, entre los cuales se encuentra, el del Observatorio de los Derechos de la Juventud Salvadoreña, que lleva un seguimiento diario de las violaciones que se cometen contra los jóvenes.”

“Asimismo estamos trabajando –subrayó- por la promoción en escuelas y comunidades, de talleres sobre relaciones de equidad entre muchachos y muchachas, ya que este es un gran desafío para construir una sociedad democrática y significa superar una vieja cultura basada en el autoritarismo y el machismo.”

Finalmente explicó que “como ACJ nos manifestamos por promover la ciudadanía juvenil responsable, ya que como jóvenes tenemos la tarea de construir una nueva sociedad salvadoreña, basada en la cooperación y no en el egoísmo, basada en relaciones de hermandad y no de explotación, esos son nuestros sueños, nuestros ideales y para lograrlos hay que estar organizado.”

CEM revela listado de CIA de 1954 sobre comunistas salvadoreños

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SAN SALVADOR, 28 de abril de 2015 (SIEP) “En un memorándum desclasificado en el 2003 por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno estadounidense aparece un amplio listado de 125 personas salvadoreñas calificadas como comunistas…”expresó Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agregó que “este memorándum secreto con fecha 16 de febrero de 1954, está dirigido al “Jefe, Lincoln” por parte del Jefe de Estación de la CIA (Charles F. Rennel). Trata sobre información proporcionada por el “enlace” de nombre JURANT y su número de referencia es A-404. Consta de 5 numerales. En el primero, se informa que Jurant le solicito el 6 de febrero a Carles F. Rennel sostener una reunión para que le pudiera entregar información. La reunión tuvo lugar a las 3 pm. del 10 de febrero en la oficina de JURANT.”

“En el segundo, Jurant manifiesta: a) Guatemala ha acuartelado en Jutiapa 2,000 milicianos y 1,000 efectivos del ejército b) el Teniente Coronel Juan Pablo Duran es un exilado guatemalteco que se sospecha trabaja para e gobierno de su país. C) entrega una lista de comunistas salvadoreños confirmados, ha marcado con un asterisco aquellos confirmados como más peligrosos peor advierte que todos son confirmados comunistas y que luego entregar otra lista de sospechosos. Es de notar que José Blanco Corpeño aparee en el listado.”

“En el tercer numeral Jurant le pregunta Rennel si sabe acerca del movimiento anti-Guatemala en Honduras y Nicaragua. Manifiesta que al gobierno salvadoreño se le ha solicitado asistencia pero no está interesado en involucrarse. Rennel le manifiesta desconocer de esas actividades. En el cuarto numeral Jurant manifiesta estar interesado en saber todo lo que se pueda acerca de José Ramón Almea, debido a que ha estado recibiendo y distribuyendo literatura contra la Conferencia de Caracas y se sospecha fuertemente que sea el contacto entre Romulo Batancour y los comunistas locales. En el numeral 5 “la estación” comenta que Jurant estuvo mucho más colaborador y cooperativo que en la visita anterior. Los interesados en consultar el texto original en inglés puedan ingresar a: http://www.foia.cia.gov/sites/default/files/document_conversions/89801/DOC_0000913362.pdf

LISTA DE COMUNISTAS CONFIRMADOS ENTREGADA POR JURANT 9 de febrero de 1954

Antonio ABREGO, Sincicato (sic) de la Construccion
Pablo ACSUN, barbero, originario y vecino de Tacuba
Marcelino ACUNA, albañil. Ahuachapan ( desde 1932)
Rafael AGUILAR, Ahuachapan ( hay otra persona de mismo nombre que es ferrocarrilera
Adrian ALCANTARA Portillo, en Guatemala
Arturo Alonso ALVARADO Br. Est. Derecho
Carlos ALVARADO * Lic. reside en Mexico
Mauricio ALVARADO * Lic. en Economia, vive en Mexico
Tu1a ALVARENGA * exilada en Guatemala ( Contacto principal entre comunistas de Guatemala y El Salvador)
José AMANCIO en Ataco y Tacuba and Sal.
Víctor Manuel ANGULO Hacienda can Francisco El Porfiado, Dept. de la Paz.
Pablo ARAUZ sastre
Ramon ARGUETA obrero
Jorge ARIAS Gomez Br. Est. Derecho
Antonio ARTIGA Portillo
Antonio ASCENCIO campesino Ahuachapan
Antonio ASFURA Lic. Derecho vive en Mexico
Jesús AVALOS Pleitez albanil Santa Ana
Joaquín AZAHAR mecánico ferrocarrilero
Francisco E. BARAHONA tipografo
Ricardo BARAHONA sastre
Juan BARRERA Urrutia sastre y mortista (sic) Deportado a Honduras
José BERTIN Miranda obrero
Leocadio BERRIOS vivio en B La Esperanza, Pasaje Bojorquez
José BLANCO Corpeno
Manuel H. BLANCO zapatero
Pilar BOLANOS profesora y escritora vive en Costa Rica
María Luisa BONILLA locataria en Mercado Amaya
Floricelda Pozas de CABRERA*hondureña vive San Salavdor (sic)
Felipe CACERES Linares Abogado, milito en el PCS en 1932, la actualidad no se
Bernardo CAMPOS a) El Tigre, Sonsonate tienen referencias
Eduardo CAMPOS Reales Santa Ana, hoy probablemente en San Salvador
Antonio CAMPOS Ancheta, Br. Est. Derecho, exilado en Costa Rica
Eligio Antonio CANALES, sastre
Roberto CARIAS Delgado, Abogado
Juan Frigido CARDONA
Salvador CARPIO, jardinero
Salvador Cayetano CARPIO *, panificador
Amparo CASAMALHUAPA_de Marroquin,* en Mexico , professora
Daniel CASTANEDA * sastre
Virgilio CASTENEDA, obrero, actualmente en Guatemala
Elena CASTELLANOS Figueroa de Mora Valverde, en Costa Rica
Jacinto CASTELLANOS Rivas
Julia CASTELLANOS, professora
Raul CASTELLANCS Figueroa
Roberto CASTELLANOS Calvo*
Roberto CASTELLANOS Figueroa
Carlos CASTELLO (sic), fue expulsado a Honduras en 1932, no se noticias de el
Celestino CASTRO Profesor, hoy en Chile
Moisés CASTRO y Morales, abogado
Luis Felipe CATIVO, zapatero
Miguel Angel CEA, carpintero
Mauricio CLAUDE
Enrique CONDE CONDE, sastre
Humberto CONTRERAS, ferrocarrilero
Corado ARRIAZA, medico, Ahuachapan
C ON Cea Br. Est. Derecho
Edmundo CORDOVA, carpintero
Manuel CORDOVA, albañil
Oswaldo COrDOVA *, obrero de textiles
Angela CORTEZ
Hernan CORTEZ, pintor y barbero
Hernan CORTEZ., contador
Ramon CORTEZ Argueta sastre
Felix Segundo COSTA Garcia, colombiano, tecnico en Censos
Abel CUENCA Martinez, en Guaetmala (sic)
Jose CHACON, obrero
Alfonso CHAVEZ, Zapatero , antes en Santa Ana hoy en San Salvador
Waldo CHAVEZ Velasco, escritor
David del CID, terrerista, vivio En Col. America y despues en Santa Ana
Manuel de LEON Sind. Construccion Sta, Ana( expulsado?)
Alberto DIAZ, pintor, hoy en Guatemala
Antonio DIAZ, ex-director de Sind. Foa. La Estrella en 1952
Bose Antonio DIAZ, carpintero
Jose Antonio or Juan Antonio DIAZ, medico infieri, en Mexico
Luis DIAZ, carpintero, en Costa Rica
J. Antonio DONO, zapatero
Rafael ELENA, jornalero ,
JULIO FAUSTO Fernandez* abogado – Carlos FLORES , obrero en 1952, en La Favorita
Miguel Angel FLORES * abogado, en Guatemala
Mario FLORES Macall, Br. Est. Derecho
Ulises FLORES, Br. Est. Derecho, (a) “La Pepa. Flores”
Vicente FLORES, campesino, Canto Primavera, Santa Ana
Jose Roberto GALDAMEZ Molina, sastre
Gabriel GALLEGOS Valdes, en Costa Rica
Daniel GAMERO, tipografo
Rodrigo Antonio GAMERO, Br.
Carlos GANUZA Moran *, Abogado
Ernesto GARCIA Castellanos, mecanico, trabaja en Cromeria ITA
Graciela GARCIA, estuvo en Mexico en Celula Pancho Villa
Juan GARCIA Mendoza, en Santa Ana en 1951
Salvador M. GARCIA, tipografo
Pedro GEOFFROY Rivas * Abogado
Angel GOCHEZ Castro,* Abogado
Carlos Alex GOMEZ, carpintero, trabajo en IRCA hoy en Guatemala
Miguel Angel Gonzalez Tte. ( Lt. in the Army)
Carlos A. GRANDE, sastre Chalchuapa
Virgilio GUERRA, en Guatemala
Jose Inocente GUERRERO, zapatero
Rafael GUERRERO * sastre
Maria Luisa de GUIROLA esposa Prof. V. M. Guirola
Victor Manuel GUIROLA, Profesor
Benjamin GUZMAN, periodista
David Handal HERNANDEZ, en Chile
Jorge Shaufick HANDALL * Br. E t. Derecho
. . . . . . . . . . . . .HASBUN, en liexic5
Manuel Atilio HABBUN; Br. Est. Derecho, En Guatemala
Alfonso HERNANDEZ Zapatero, 1 Av. Norte, Ahuachapan
David HERNANDEZ Echegoyen, *, Br. Est. Derecho , en Costa Rica
Efrain HERNANDEZ Escobar, obrero, comisionista
Guadalupe HERNANDEZ de Alvarado ( esposa Lic. Mauricio Alvarado en Mexico
Ismael HERNANDEZ, obrero
Jose HERNAI’HJEZ , obrero, San Miguel
Nicasio HERRERA, residio en 27a (1, Poniente no 11, hoy en USA
Rogelio HERREFA
Victor Manuel HERRERA, mecanico
Antonio HUEZO Cordova , Profesor
TRansito RAMIREZ do Huezo Cordova, Profesora
Cristobal H. IBARRA) * Br. Est. Derecho
Miguel Angel Ibarra, carpintero
Alberto JIMINEZ , obrero on Costa Rica
Ricardo JIMINEZ. Castillo, Abogado, en Canada
Rodolfo JIMENEZ Barrios, Abogado
Jose Antonio JOYA, empleado auana (

EE.UU.: El actual Partido Republicano es el partido de Jefferson Davis, no el de Lincoln

EE.UU.: El actual Partido Republicano es el partido de Jefferson Davis, no el de Lincoln
Harold Meyerson · · · · ·

25/04/15

Hace 150 años [el pasado jueves, 9 de abril], después de que la infantería de la Unión rodeara por completo al Ejército del Norte de Virginia, Robert E. Lee le envió una nota a Ulysses S. Grant proponiéndole un encuentro para discutir las condiciones de rendición. Con ello, la Guerra Civil comenzaba su final.

Y en algún momento del futuro, todavía puede que llegue a terminar.

La emancipación de los esclavos que acompañó a la victoria del Norte marcó el inicio, tal como había esperado Abraham Lincoln, de un nuevo nacimiento de la libertad, pero el viejo orden consiguió adaptarse a las nuevas circunstancias. La subyugación de los afroamericanos y la violencia contra ellos prosiguieron rápidamente, sobre todo después de que las tropas del ejército norteamericano se retirasen del Sur al término de la Reconstrucción [1865-77]. Se suprimió el voto de los negros. El sistema laboral del Sur conservó, modificado, su característica más distintiva: el trabajo sin libertad. Tal como ha demostrado Douglas A. Blackmon en su estudio, Slavery by Another Name, galardonado con un Premio Pulitzer, numerosas empresas — muchas de ellas domiciliadas en el Norte — dependían en buena medida del trabajo de miles de presos negros, muchos de los cuales cumplían largas condenas por delitos menores o bien sin haber cometido ninguno.

Desde luego, una razón por la que la subyugación de base racial resultó tan persistente fue que constituía un eje, no sólo de la economía del Sur, sino también del conjunto de la economía norteamericana. Durante buena parte del siglo XX, la visión predominante del conflicto Norte-Sur era que había enfrentado a la economía capitalista cada vez más avanzada del Norte contra la economía premoderna, cuasi feudal del Sur. En años recientes, no obstante, un aluvión de nuevas historias ha situado la economía algodonera del Sur en el centro mismo del capitalismo decimonónico. Obras como Empire of Cotton, del historiador de Harvard Sven Beckert, y The Half Has Never Been Told, del historiador de Cornell Edward E. Baptist, han documentado cómo el algodón producido por los esclavos constituía el mayor y más lucrativo sector de la economía norteamericana anterior a la guerra, origen de la fortuna de comerciantes e inversores con sede en Nueva York y de fabricantes británicos. El incremento de la rentabilidad, demuestra Baptist, fue resultado en buena medida del aumento de la brutalización de la mano de obra esclava.

Lincoln entendió esto, ¿cómo no iba a entenderlo? Los comerciantes e inversores de Nueva York convirtieron esa ciudad en un centro de sentimiento pro-sudista, a tal punto que su alcalde, Fernando Wood, llegó a sugerir de veras segregarse de la Unión a fin de preservar sus lazos con los propietarios de esclavos del Sur. Los intereses comerciales británicos presionaron a su gobierno para que reconociera diplomáticamente a la Confederación. En el discurso inaugural de su segundo mandato presidencial, Lincoln denominó a la esclavitud no un pecado del Sur sino un pecado norteamericano, por el que tanto el Norte como el Sur estaban condenados a alguna forma de castigo divino, empapada en sangre. “Si hemos de suponer que la esclavitud norteamericana es uno de esas faltas que, en la providencia de Dios, había de llegar,” afirmaba Lincoln, “pero que habiendo continuado el tiempo previsto por Él, hoy consiente en suprimir, otorgando tanto al Norte como al Sur esta terrible guerra como aflicción merecida por aquellos por quienes vino la falta, hemos de discernir en ello cualquier divergencia de esos divinos atributos que los creyentes en un Dios vivo le asignan”.

Todavía hoy, uno de los problemas más fundamentales de Norteamérica es que la alianza entre la forma actual del trabajo en el Sur y la forma actual de las finanzas de Nueva York continúa entre nosotros. Los cinco estados que carecen de leyes sobre salario mínimo están en el Sur: Alabama, Luisiana, Misisipi, Carolina del Sur y Tennessee. Grandes empresas domiciliadas en el Sur como Wal-Mart se encuentran entre las principales oponentes de los derechos de los trabajadores a organizarse, y a medida que Wal-Mart se ha ido extendiendo por el Norte y el Oeste, igual ha sucedido con la legislación de “derecho al trabajo” [en realidad, con propósitos antisindicales] aplicada por los gobiernos republicanos del Medio Oeste.

La sudificación del Partido Republicano y la creciente dominación de esa variedad de capitalismo de accionistas propia de Wall Street sobre la vida económica del país se han combinado para erosionar tanto la renta como el poder de los trabajadores norteamericanos. Los sindicatos son anatema para Wall Street y el Partido Republicano. Ambos se oponen a la regulación federal que otorga más facultades a consumidores y empleados.

Alimentado por las megadonaciones de los megarricos, el Partido Republicano de hoy no es que esté lejos de ser el partido de Lincoln, es que es verdaderamente el partido de Jefferson Davis [presidente de la Confederación durante la Guerra Civil]. Reprime el voto de los negros, se opone a los esfuerzos federales para mitigar la pobreza, pone objeciones a la inversión federal en infraestructuras y educación, del mismo modo que el Sur anterior a la guerra se oponía a las mejoras internas y rechazaba la educación pública. Desprecia los compromisos. Es casi todo él blanco. Es el descendiente en línea directa del ejército de Lee, y los descendientes del de Grant tienen todavía que someterlo.

Harold Meyerson es un veterano periodista estadounidense, director ejecutivo de la revista The American Prospect y columnista de The Washington Post.

Los peligros de la negación. Sobre el genocidio armenio

Los peligros de la negación. Sobre el genocidio armenio
Robert Fisk · · · · ·

25/04/15

A las siete de la noche de hoy, un grupo de hombres y mujeres muy valientes se reunirán en la plaza de Taksim, en el centro de Estambul, para organizar una conmemoración sin precedentes y conmovedora. Los hombres y las mujeres serán turcos y armenios, y se reunirán para recordar el 1,5 millón de cristianos armenios hombres, mujeres y niños asesinados por los turcos otomanos en el genocidio de 1915. Ese Holocausto armenio –el precursor directo del Holocausto judío– comenzó hace cien años a sólo media milla de Taksim, cuando el gobierno de la época sacó a cientos de intelectuales y escritores armenios de sus hogares y los preparó para la muerte y la aniquilación de su pueblo.

El Papa ya molestó a los turcos llamando a este acto malvado –la más terrible masacre de la Primera Guerra Mundial– un genocidio, que lo era: el deliberado y planificado intento para erradicar a una raza de gente. El gobierno turco –pero, gracias a Dios, no todos los turcos– mantuvieron su negación petulante e infantil de este hecho de la historia sobre la base de que los armenios no fueron muertos según un plan (la antigua pavada de “caos de guerra”), y que de todos modos la palabra “genocidio” fue acuñada después de la Segunda Guerra Mundial y por lo tanto no puede aplicarse a ellos. Sobre esa base, la Primera Guerra Mundial no fue la Primera Guerra Mundial, ya que no fue llamada ¡la Primera Guerra Mundial en el momento!

Dos pensamientos vienen a la mente, entonces, en este centenario de la carnicería, la violación masiva y los asesinato de niños en 1915. El primero es que para un poderoso gobierno de una fuerte –y valiente– nación europea y de la OTAN, como Turquía continúe negando la verdad de esta masiva crueldad humana está cerca de una mentira criminal. Más de 100.000 turcos descubrieron que tienen abuelas armenias o bisabuelas –las mismas mujeres secuestradas, esclavizadas, violadas en las marchas de la muerte de Anatolia al desierto de Siria en el norte– y los propios historiadores turcos (por desgracia, no los suficientes) ahora presentan la prueba documental detallada de las órdenes siniestras de exterminio de Talat Pasha emitidas desde lo que entonces era Constantinopla.

Sin embargo, cualquiera que se oponga a la negación del genocidio del gobierno sigue siendo vilipendiado. Durante casi un cuarto de siglo, he recibido correo de turcos acerca de mi propia escritura sobre el genocidio. Comenzó cuando cavé los huesos y cráneos de armenios masacrados fuera del desierto de Siria con mis propias manos, en 1992. Unos pocos corresponsales querían expresar su apoyo. La mayoría de las cartas eran casi malignas. Y me temo que la continua negación por el gobierno turco podría ser tan peligrosa para Turquía, como lo es la indignación de los descendientes armenios de los muertos. Recuerdo una señora armenia anciana describiéndome a mí cómo ella vio milicianos turcos apilando los bebés vivos unos sobre otros y prendiéndoles fuego. Su madre le dijo que sus gritos eran el sonido de sus almas yendo al cielo. ¿No es esto –y la esclavitud de las mujeres– exactamente lo que el Estado Islámico (EI) está perpetrando contra sus enemigos étnicos justo al otro lado de la frontera turca hoy? La negación está llena de peligros.

Y preguntémosnos qué pasaría si el actual gobierno alemán afirmara que cualquier demanda de reconocer los “eventos” de 1939-1945 –en los que seis millones de judíos fueron asesinados– como un genocidio sería “propaganda judía” y “mutilación de la historia y le ley”. Sin embargo, eso era más o menos lo que el gobierno turco dijo cuando la semana pasada la UE pidió que reconociera el genocidio armenio. La UE, el Ministerio de Relaciones Exteriores dijo en Ankara, había sucumbido a la “propaganda armenia” sobre los “eventos” de 1915, y fue “mutilando la historia y la ley”. Si Alemania hubiera adoptado tales imperdonables palabras sobre el Holocausto judío, no habría sido capaz de ver por los gases de los caños de escape en Berlín, como los embajadores del mundo se dirigían al aeropuerto.

Sin embargo, al día siguiente de la pequeña conmemoración valiente prevista para la plaza Taksim de esta semana, la grande y la buena parte del mundo occidental se reunirá con líderes turcos a pocos kilómetros al oeste de Estambul para honrar a los muertos de Gallipoli, la extraordinaria y brillante victoria de Mustafá Kemal en 1915 sobre los aliados en la Primera Guerra Mundial. ¿Cuántos de ellos recordarán que entre los héroes turcos luchando por Turquía en Gallipoli había cierto capitán armenio, Torossian, cuya propia hermana moriría pronto en el genocidio?

Tengo la intención de informar sobre la conmemoración de la próxima semana en compañía de amigos turcos. Pero el segundo pensamiento que viene a mi mente –y los amigos armenios me deben perdonar– es que no estoy muy interesado en lo que los armenios dicen y hacen en este 100º aniversario. Quiero saber lo que planean hacer al día siguiente del día del 100º aniversario. Los sobrevivientes armenios –los que podría recordar– ahora están todos muertos. En unos 30 años, los judíos de todo el mundo van a sufrir la misma tristeza profunda cuando sus últimos sobrevivientes desaparezcan del mundo del testimonio vivo. Pero los muertos siguen viviendo, sobre todo cuando su estado de víctima se niega –una maldición que los obliga a morir una y otra vez–. Los armenios seguramente debe ahora elaborar una lista de los valientes turcos que salvaron sus vidas durante la persecución de su pueblo. Hay por lo menos un gobernador provincial, y los soldados individuales turcos y policías, que arriesgaron sus propias vidas para salvar a los armenios en este momento horrible en la historia turca. Recep Tayyip Erdogan, primer ministro triunfalista de Turquía, habló de su dolor por los armenios, sin dejar de negar el genocidio. ¿Se atrevería a negarse a firmar un libro en conmemoración por el genocidio armenio que lleve una lista de los valientes turcos que trataron de salvar el honor de su nación en su hora más oscura?

He estado insistiéndoles a los armenios sobre esta idea durante años. Le dije lo mismo a los armenios en Detroit la semana pasada. Honra a los buenos turcos. Por desgracia, todos aplauden. Y no nadie hace nada.

Robert Fisk es el corresponsal del diario británico The Independent en Oriente Medio

Se lleva muy mal que te pregunten todo el rato por la situación política cubana. Entrevista a Leonardo Padura · · · · ·

Se lleva muy mal que te pregunten todo el rato por la situación política cubana. Entrevista
Leonardo Padura · · · · ·

26/04/15

Cuando un periodista de una democracia liberal habla con un escritor cubano como Leonardo Padura (La Habana, 1955), puede correr el riesgo de pensar que está hablando con una especie de sujeto exótico de la Historia, igual que le ocurre a un turista occidental que se pasea extasiado por las calles de La Habana porque todavía quedan chevrolets del 55 o murales llenos de viejas consignas políticas que ya no se escuchan en casi ningún sitio. Pero luego, la realidad es mucho más normal: que si tú te pides un café y yo un té, que si tú traes tabaco negro y yo te robo un pitillo, que si vamos a esa terraza, que está más tranquila, que si ese toldo parece que se va a caer, que si vamos a hablar de literatura y no de política…

Y así empezó la conversación con Padura, el escritor de novelas y cuentos, el periodista, el guionista, que a principios de los ochenta comenzó a trabajar como un sencillo corrector en la revista cultural cubana El Caimán Barbudo, y que ahora es un imprescindible del catálogo de la editorial Tusquets, con la que acaba de publicar una recopilación con sus mejores relatos, Aquello estaba deseando ocurrir. Justo ahora también, su personaje, el detective Mario Conde, está a punto de saltar a la pantalla de la mano del director Félix Viscarret, en un proyecto de cuatro películas en cuyos guiones ha estado trabajando con su esposa. Y por si fuera poco, se acaba de estrenar en España la película Regreso a Ítaca, del director Laurent Cantet, con guión suyo e inspirada en una de sus novelas, que fue retirada del cartel del Festival de Cine de La Habana por su tono crítico, pero que finalmente se estrenará en Cuba, según El País. Y es que a veces se hace difícil zafarse de las cuitas de la política, como refleja la propia obra de Padura, aunque siempre de un modo personal y elaborado…

¿Cómo se lleva que a uno le pregunten siempre por la situación política de Cuba cuando le entrevistan?

Pues se lleva muy mal. Yo escribí hace cuatro o cinco años una larga crónica que se titula Yo quisiera ser Paul Auster. Estaba en una gira que coincidió con el momento de transición entre Fidel y Raúl, y todo el mundo me preguntaba quién iba a mandar. Entonces me leí una entrevista que le hacían a Paul Auster en una revista, y vi que le preguntaban por literatura, cine y béisbol, y me dije: “Coño, qué felicidad ser Paul Auster, que está hablando de las cosas que a mí me gusta hablar y nadie le pregunta por su Gobierno”. La política está siempre en el subtexto del escritor, y es siempre una preocupación en el caso de los cubanos. Pero es algo desgastante, porque tienes que volver al mismo tema y explicar cosas para las cuales ni tú mismo tienes respuesta. En el caso de España, a veces te preguntan de Cuba como si fuera un tema doméstico, como si fueras catalán y te estuvieran preguntando sobre Cataluña.

Pero los periodistas insistimos… ¿Le llega a molestar?

A veces, porque hay periodistas que empiezan la entrevista diciendo: “Y el régimen castrista…”. Cuando uno empieza la entrevista calificando al Gobierno cubano como régimen, tú ya sabes que viene con una visión muy prejuiciada de la realidad cubana. O lo mismo cuando te dicen: “El compañero general Raúl Castro…”. Eso limita el espacio del diálogo. Yo creo que la opinión política del periodista debe estar en un nivel que permita al entrevistado expresar sus opiniones, sin inducirlo, porque no estás entrevistando a un político, estás entrevistando a un escritor. Si yo fuera el responsable de un Estado en México donde está floreciendo el crimen, por supuesto que entendería que empezaran por ahí, pero yo soy un escritor, escribo libros y no hago política. No milito.

Pero supongo que es consciente de que, de que de alguna manera, representa a la Cuba contemporánea, ¿no?

A mí no me gusta que me identifiquen con nada. Yo soy un escritor que escribe de manera individual, solitaria, que hago mucho esfuerzo con cada libro. Lo que después los libros representan es el resultado de mi trabajo, pero también el efecto que el propio libro crea en su vida comercial, editorial, cultural. El otro día, Paco Ignacio Taibo decía algo muy simpático: “A mí no me digan que vengo representando a nadie, porque malamente me represento a mí mismo”. Y a mí un poco me pasa lo mismo. Y aunque soy consciente que implica algo de responsabilidad que me identifiquen como el escritor de una posible visión de la Cuba contemporánea, hay otras visiones en otros escritores, como Juan Gutiérrez o Wendy Guerra.

Vamos al libro de relatos: la guerra de Angola está muy presente en alguno de los cuentos. No era consciente de que hubiera tenido tanto impacto en algunas generaciones de cubanos…

Mi generación fue la generación que asistió a Angola como soldado, no como altos grados militares, que fueron las generaciones anteriores. Los jóvenes que fueron a Angola eran gente de veintitantos años en los 70. Aunque no se puede decir que fuera algo traumático en primer lugar, porque ganamos la guerra; y en segundo lugar, porque hubo muy pocas bajas cubanas, y las que hubo, fueron por accidentes y enfermedades, sí dejó huellas psicológicas: yo estuve en Angola en el 85 y 86, trabajando como periodista, y fue una experiencia muy fuerte en muchos sentidos. Fue la primera vez que yo estaba fuera de Cuba. Por primera vez, veía la miseria en su grado más supremo. Por primera vez, convivía con personas a las que yo no conocía. El primer día que llegué a Luanda nos llevaron a un entrenamiento, y luego, nos dijeron: “Tú duermes con fulano, mengano y ciclano (en la España peninsular, zutano)”. Y me dieron un fusil y un cargador. Estaba separado de toda la familia, y aquello me afectó mucho. Sin embargo, también nos tomábamos aquello como lo más normal del mundo. Te decían: “Tú has sido seleccionado para ir a Angola como periodista, o como combatiente…” Y la gente se iba.

En ese tipo de circunstancias complicadas, el amor y el sexo parecen el verdadero sustento de los relatos, en lugar de los grandes discursos… Parecen los únicos elementos verdaderamente liberadores de algunas historias

Yo creo que el amor y el sexo son siempre liberadores. Y en el caso cubano, mucho, porque Cuba es un país con un alto nivel de sensualidad. Eso en Cuba es algo que está a flor de piel en las personas. Y crea conflicto, ayuda a tener una relación dinámica a los personajes y pueden ser motivo literario. Por eso están tan presentes en mi obra, porque en Cuba se manifiestan de una manera muy diáfana, con muy pocos prejuicios en comparación, por ejemplo, con la sociedad española, donde tú sientes que todavía hay determinados elementos que frenan la sexualidad de las personas.

Y además, describe escenas sexuales para todos los gustos, de todas las maneras…

Claro, es que como es algo que se expresa con absoluta naturalidad, pues aparece desde las manifestaciones más escatológicas o agresivas, hasta las más normales y las más románticas, por decirlo de alguna manera.

Otra constante de estos relatos es el gusto por el arte. Algunos de los personajes de estos cuentos sueñan con ver a Velázquez en el Prado o visitar Venecia. Son como pequeños placeres cosmopolitas…

Eso personajes son desprendimientos míos, de mis preocupaciones, de mi forma de entender la vida, la cultura, el conocimiento del mundo a través de la creación artística. Y no es casual que aparezcan en mis historias los fantasmas de Velázquez, de Salinger o de Hemingway, porque son fantasmas que me acompañan a mí también.

¿No hay una cierta tensión entre esas ambiciones culturales de los personajes y la imposibilidad de la mayoría de los cubanos de visitar este tipo de lugares?

Sí y no. Porque aunque en el Museo del Prado haya una cola permanente, la cantidad de personas en el mundo que pueden entrar a ver las obras de Velázquez es ínfima. Aunque es cierto que en Cuba hay limitaciones culturales que son de tipo político y económico. En lo económico, un cubano no puede comprarse un billete de avión para ver la Acrópolis en Grecia, como tampoco puede gastarse 20 euros en comprar un libro importado, porque es lo que cobra en un mes. Y en lo político, porque hasta hace muy poco no podíamos salir si no era con permisos oficiales.

Y sin embargo, en Cuba hay mucha gente que conoce a Velázquez…

Claro, es que estamos hablando de un país con un nivel cultural muy alto. Y el nivel de consumo cultural es elevado a pesar de todas las limitaciones, porque aunque se publiquen poco libros, se importen pocos libros, las cosas se comparten. Los ejemplares de Paul Auster que hay en mi casa lo han leído 25 personas. Una película que aquí ve uno con su familia en Cuba se convierte en un producto social. Y eso nos ha salvado en muchos casos.

Le voy a contar una anécdota que tiene implicaciones políticas: una amiga mía cubana que estaba haciendo una estancia en Ecuador porque era profesora de universidad no conocía quién era Cabrera Infante. ¿Extraño?

En Cuba, todo el que realmente ha querido leer a Cabrera Infante lo ha leído. En los años 70, cuando nosotros estábamos en la universidad y nos encontrábamos en el periodo más ortodoxo políticamente hablando, donde todo era blanco o negro, de una forma o de otra leímos Tres Tristes Tigres o La Habana para un infante difunto. En mi caso, fue un escritor que me descubrió un universo lingüístico del que yo me he apropiado a mi manera: el lenguaje habanero literario. Si te impones leerlo, lo lees. Los escritores cubanos, todos, han leído a Cabrera Infante.

Pero, ¿y la población general, los que no son escritores?

Menos, menos… Pero creo que tiene que ver con un problema de acceso, porque sus libros no se publican en Cuba. Como cuando yo escribí sobre Paul Auster: todo el mundo me preguntaba dónde se podían conseguir sus novelas.

En uno de los relatos de este libro, hay un escritor que imparte talleres literarios de manera rutinaria para ganarse la vida, mientras una sus alumnas, una ancianita, espera ansiosa el taller y la oportunidad de enseñar lo que escribe. ¿Por qué ese personaje?

En Cuba, en los años 70 y 80 se creó una estructura burocrática del trabajo cultural, y recuerdo que había un plan del Ministerio de Cultura para la creación por el que debía haber 10 instituciones culturales básicas en cada municipio: un museo, una casa de la cultura, un taller literario, etc. Daba igual que en un sitio hubiera buenas condiciones para tener un coro y en otro para tener un taller literario: en los dos tenía que haber ambas cosas, era una ordenanza. Yo juego con esa burocratización, porque además muchos de mis compañeros trabajaron como asesores literarios en ellos talleres. Yo también estuve a punto, pero salió lo de la revista. Lo que quiere ese personaje es escribir y estar con su mujer, y lo del taller es un trabajo como quien viene a esta cafetería a servir café y té. Nada más. Pero después estaba la gente que iba a esos talleres con mucha ilusión. En el relato hay un juego entre esa ilusión inocente y el conocimiento cínico del escritor.

¿Puede decirse que entre el exilio de algunos escritores cubanos y el exceso de burocratización en la isla ha faltado un cierto fermento para los escritores más jóvenes?

Yo no creo que fuera así del todo. Estaban estos talleres a los que iba gente aficionada… Y es cierto que cuando tú burocratizas la cultura, la congelas. Pero también había otras cosas. Nosotros, por ejemplo, creamos un taller en la universidad entre estudiantes de Humanidades que teníamos una preparación y un interés literario mucho más definido. Fue un lugar de intercambio de ideas y de surgimiento de relaciones que duran hasta hoy entre muchos narradores y poetas. Ahora, en Cuba, desde hace 10 años existe una escuela para escritores donde se dan talleres literarios que dirige un escritor que se llama Eduardo Heras León, y es increíble la cantidad de gente joven que está saliendo de ahí y que escribe cosas notables.

En uno de sus cuentos, hay un personaje que mira desde su oficina a un niño que juega al béisbol. Entonces se da cuenta que sus sueños han sido sepultados por un cierto seguidismo político… ¿Es una crítica a la militancia revolucionaria en Cuba?

Yo creo que estos cuentos son mucho más universales que mis novelas, a pesar de ser historias muy pequeñas. Lo que ocurre aquí es que este personaje ha llegado a un punto de su madurez y se da cuenta de que se ha convertido en un burócrata de mierda. Porque entre los propósitos de las personas y lo que al final logran por limitaciones sociales, económicas, políticas, personales y familiares siempre hay una distancia, siempre. Este personaje ve en ese niño al niño que él mismo fue, y que se llenó de sueños que no pudo lograr. Esto está contextualizado en Cuba y tiene razones cubanas, pero se puede leer de manera universal, porque puede ocurrir en cualquier lugar del mundo, le puede ocurrir a un francés, a un español, a un finlandés.

Por cierto: hay dos suicidios en estos relatos. ¿Le preocupa especialmente el tema?

Para mí, el suicidio es una obsesión puramente literaria. En Cuba sabemos que hay un índice de suicidio bastante alto, pero no sabemos los datos. Hay muchas estadísticas en Cuba que no se conocen, a pesar de que en los últimos años se han empezado a publicar más. Esta es una de las que se desconocen, creo. Pero mi interés en el suicidio probablemente tenga más que ver con la importancia de Hemingway en mi formación. En Hemingway, el suicidio está muy presente. También en Salinger: el genio de la Familia Glass se suicida en una playa de La Florida.

También describe usted muy bien el mundo de la marginalidad en La Habana. ¿Tiene mucho contacto con esos ambientes?

En Cuba, ese mundo marginal es bastante visible si tú quieres verlo. Hay muy pocas personas que vivan en niveles donde no tienen contacto con este mundo. Yo vivo en un barrio de La Habana, un barrio normal, un barrio de toda la vida, y ahí yo me conecto muy fácilmente con las personas. Y aunque es un barrio popular, no es un barrio marginal, pero sí hay actitudes y personas marginales a las que yo conozco y con las que converso. No es algo exótico para mí, no tengo que salir a buscarlo sino que viene a mí, y tengo una relación dinámica y normal con él.

Es usted una referencia en la novela policiaca… Me preguntaba cuáles fueron los autores fundamentales para su formación en este género…

Hammet y Chandler los primeros. Pero una influencia catalizadora fue la de Vázquez Montalbán. Descubrí una literatura policiaca escrita en lengua española en un país de la periferia del centro de la novela policiaca, que estaba en el mundo anglosajón y Francia. Era una literatura de una gran calidad y con una perspectiva social muy evidente. Y fue como un catalizador que me dijo: “Este es el camino por el que puedes entrar y seguir”.

En ese camino hay también mucha tendencia a la melancolía, ¿no?…

La melancolía y la nostalgia son muy literarias, y a medida que va pasando el tiempo, me voy volviendo más melancólico porque me voy volviendo más viejo. En el caso de Mario Conde, es un elemento esencial de su personalidad, porque también lo es de la mía. Yo soy un hombre con una gran nostalgia por un pasado en el que fui joven, tuve sueños, disfruté de cosas de las que ya después no pude disfrutar… A pesar de eso, soy una persona bendecida por lo que haya allá arriba, porque todo lo que yo pude soñar que iba a conseguir con mi trabajo es ínfimo al lado de lo que he conseguido. Nunca habría pensado que iba a conseguir el Premio Nacional de Literatura de Cuba o que iba a publicar con Tusquets, pero no dejo de sentir nostalgia por una época en la que éramos más pobres y más felices, como decía Hemingway …

Y hasta aquí llegó la charla, porque además el sol se iba desplazando, y al final, el fresquito de la incipiente primavera madrileña se metía con facilidad en el cuerpo. Se fue Padura con su esposa por la calle, pero al poco tiempo, Raúl Castro y Obama se encontraron en la Cumbre de las Américas para abrir una nueva etapa en la historia de las relaciones entre Cuba y EEUU. De nuevo, la política. Pero el momento merecía la pena, y había que mandarle un correo al escritor con una pregunta, que él volvió a contestar con toda la amabilidad del mundo.

Después de ver las imágenes y escuchar los históricos discursos de Obama y Castro, ¿qué sensación ha tenido? ¿Qué le ha venido a la cabeza?

He pensado muchas cosas, he sentido muchas cosas. Me he congratulado por estar vivo para ver algo así, algo que jamás pensé que vería… Y he pensado en el futuro. Ojalá que esos estrechones de mano de Raúl y Obama –que fueron varios- de verdad comiencen a cambiar una historia y el diálogo se imponga a la hostilidad, la comprensión a la prepotencia, la cercanía a la lejanía. Siento que no va a ser nada fácil, pero que podemos estar al principio de algo mejor. De un tiempo de diálogos… ¡esa es la palabra clave!: diálogo.

Leonardo Padura, escritor y periodista cubano, galardonado con el Premio Nacional de Literatura 2012. Sus novelas han sido traducidas a más de 15 idiomas, y su obra El hombre que amaba a los perros, tiene como personajes centrales a León Trotski y a su asesino, el militante estalinista catalán Ramón Mercader. Su más reciente novela es Herejes.

Que veut Poutine ?

Que veut Poutine ?

Par Rostislav Ischenko – Le 11 février 2015 – Source thesaker.is

Il est gratifiant que les «patriotes» n’aient pas instantanément accusé Poutine pour l’échec de la mise en déroute à grande échelle des troupes ukrainiennes au Donbass en janvier et février, ni pour les consultations de Minsk avec Merkel et Hollande.

Néanmoins ils attendent impatiemment une victoire. Les plus radicaux sont convaincus que Poutine finira par «rendre la Novorussie», alors que les modérés craignent que, dès la signature de la prochaine trêve (si cela se réalise), un regroupement et un grossissement des rangs de l’armée novorusse aient lieu (ce qui aurait pu être fait sans désengagement des opérations militaires), et qu’il faille se réadapter à de nouvelles circonstances sur le plan international, se préparer à de nouvelles batailles diplomatiques.

En fait, malgré toute l’attention que portent les dilettantes politiques et/ou militaires (les Talleyrands et Bonapartes d’Internet) sur la situation dans le Donbass et plus généralement en Ukraine, il ne s’agit là que d’un seul point sur le front mondial: le résultat de la guerre ne se déterminera pas sur l’aéroport de Donetsk, ni sur les collines des abords de Debaltsevo, mais dans des bureaux de la place Staraya [1], de la place Smolenskaya [2], de Paris, de Bruxelles et de Berlin. L’action militaire n’est qu’un des nombreux éléments qui composent la querelle politique.

C’est aussi bien l’ultime élément, le plus terrible, il comporte de grands risques, mais l’affaire ne commence pas et ne se termine pas avec la guerre. C’est seulement une étape intermédiaire qui marque l’impossibilité du compromis. Sa conséquence est de créer de nouvelles conditions, rendant un compromis possible ou alors montrant que celui-ci n’est plus nécessaire, du fait de la disparition d’une des parties au conflit. Quand vient le moment du compromis – quand les combats cessent, les troupes sont de retour à leurs casernes et les généraux commencent à écrire leurs mémoires et à préparer la prochaine guerre – c’est alors, à la table des négociations que les politiciens et les diplomates déterminent le résultat réel de la confrontation.

Souvent les décisions politiques ne sont comprises ni par la population, ni par les militaires. Par exemple, pendant la guerre austro-prussienne de 1866, le chancelier prussien Otto Von Bismarck (plus tard chancelier de l’Empire allemand) avait ignoré les demandes répétées du roi Guillaume Ier (le futur empereur allemand), ainsi que les exigences des généraux prussiens de prendre Vienne, et il avait eu tout à fait raison. De cette façon, il avait accéléré la paix à partir des exigences prussiennes et s’était également assuré que l’Autriche-Hongrie reste dès lors – jusqu’à son démembrement en 1918 – un partenaire mineur de la Prusse et plus tard de l’Empire allemand.

Pour comprendre comment, quand et dans quelles conditions l’activité militaire peut se terminer, il est nécessaire de savoir ce que les politiciens veulent et comment ils envisagent les conditions d’un compromis d’après-guerre. Alors la raison pour laquelle l’action militaire s’est transformée en guerre civile de faible intensité avec des trêves occasionnelles, non seulement en Ukraine, mais aussi en Syrie, deviendrait claire.

De toute évidence, les points de vue des politiciens de Kiev ne nous intéressent pas, parce qu’ils ne décident de rien. Le fait que les étrangers gouvernent l’Ukraine n’est plus occulté. Que les ministres soient des Estoniens ou des Géorgiens n’a pas d’importance; ils sont tout d’abord des Étasuniens. Ce serait également une grosse erreur de s’intéresser à la façon dont les dirigeants de la République populaire de Donetsk (RPD) et de la République populaire de Lougansk (RPL) voient l’avenir. Les républiques existent seulement grâce au soutien russe. Aussi longtemps que la Russie les soutiendra, ils devront protéger les intérêts de la Russie, même dans leurs décisions et initiatives indépendantes. Les enjeux sont trop importants pour permettre à [Alexandre] Zakharchenko ou [Igor] Plotnitzky, ou n’importe qui d’autre d’ailleurs, de prendre des décisions indépendantes.

Nous ne sommes pas non plus intéressés par la position de l’Union européenne. Beaucoup dépendait de l’UE jusqu’en été dernier. Alors la guerre aurait pu être évitée ou arrêtée dès le départ. Une position ferme de principe de la part de l’UE contre la guerre aurait été nécessaire. Elle aurait pu bloquer les initiatives des États-Unis pour la commencer et aurait fait de l’UE un acteur géopolitique indépendant significatif. L’UE a raté cette occasion et s’est comportée en fidèle vassal des États-Unis.

En conséquence, l’Europe est au bord d’un bouleversement interne effrayant. Dans les années à venir, elle a toutes les chances de subir le même sort que l’Ukraine, mais dans un grand vacarme, une grande effusion de sang et avec moins de chances que les choses ne se tassent en peu de temps – en d’autres termes, que quelqu’un se présente pour mettre de l’ordre.

En fait, aujourd’hui l’UE peut faire le choix de rester l’outil des États-Unis ou de se rapprocher de la Russie. Selon son choix, l’Europe pourra s’en tirer avec une légère frayeur, comme la rupture de certaines parties de sa périphérie et la possible fragmentation de certains pays, ou elle pourra s’effondrer complètement. À en juger par la réticence des élites européennes à rompre ouvertement avec les États-Unis, l’effondrement est presque inévitable.

Ce qui devrait nous intéresser, ce sont les avis des deux principaux acteurs qui déterminent la configuration du front géopolitique et, en fait, se battent pour la victoire dans une nouvelle génération de guerre globale en réseau, la Troisième Guerre mondiale. Ces joueurs sont les États-Unis et la Russie.

La position étasunienne est claire et transparente. Dans la seconde moitié des années 1990, Washington a raté l’opportunité de réformer son économie de guerre froide sans obstacle et d’éviter ainsi la crise imminente de son système, dont le développement est limité par les ressources de la planète Terre, y compris humaines, limites qui sont antagoniques avec l’incessant besoin d’imprimer des dollars.

Après cela, les États-Unis ne pouvaient que prolonger l’agonie du système en pillant le reste du monde. Dans un premier temps, ils s’en sont pris aux pays du Tiers-Monde; puis aux concurrents potentiels; puis à leurs alliés et même à leurs proches amis. Ce pillage aurait pu persister aussi longtemps que les États-Unis seraient restés les maîtres incontesté du monde.

Ainsi, lorsque la Russie a affirmé son droit de prendre des décisions politiques indépendantes – des décisions d’importance régionale et non mondiale – un affrontement avec les États-Unis était devenu inévitable. Ce choc ne pourra pas finir en compromis de paix.

Pour les États-Unis, un compromis avec la Russie signifierait une renonciation volontaire à son hégémonie, ce qui conduirait à une rapide catastrophe systémique – pas seulement une crise politique et économique, mais aussi une paralysie des institutions de l’État et l’incapacité du gouvernement de fonctionner. En d’autres termes, son inévitable désintégration.

Mais si les États-Unis gagnent, ce serait la Russie qui subirait une catastrophe systémique. Après une certaine forme de rébellion, les classes dirigeantes de la Russie seraient punies par la liquidation et la confiscation de leurs actifs ainsi que par l’emprisonnement. L’État serait fragmenté, des territoires importants annexés, et la puissance militaire du pays détruite.

Par conséquent la guerre durera jusqu’à ce qu’un côté ou l’autre gagne. Tout accord intérimaire ne devrait être considéré que comme une trêve – un répit nécessaire pour regrouper, pour mobiliser de nouvelles ressources et trouver (c’est à dire, braconner) des alliés supplémentaires.

Pour compléter le tableau, nous n’avons besoin que de la position de la Russie. Il est essentiel de comprendre les objectifs des dirigeants russes, en particulier ceux du président, Vladimir Poutine. Nous parlons du rôle clé que joue Poutine dans l’organisation de la structure du pouvoir russe. Ce système n’est pas, comme beaucoup l’affirment, autoritaire, mais fait plutôt autorité – ce qui signifie qu’il n’est pas fondé sur la consolidation législative de l’autocratie, mais sur l’autorité de la personne qui l’a créé et qui étant à sa tête, le fait fonctionner efficacement.

Au cours des quinze années de pouvoir exercé par Poutine, et en dépit des situations internes et externes difficiles, il a essayé de maximiser le rôle du gouvernement, de l’Assemblée législative, et même des autorités locales. Ce sont des mesures tout à fait logiques qui auraient dû assurer au système intégrité, stabilité et continuité. Parce qu’aucun politicien ne peut garder le pouvoir éternellement, la continuité politique, indépendamment de qui vient au pouvoir, est la clé de la stabilité du système.

Malheureusement, le contrôle entièrement autonome, à savoir la capacité de fonctionner sans la supervision du président, n’a pas été atteinte. Poutine reste l’élément clé du système parce que les gens mettent leur confiance en lui personnellement. Ils ont beaucoup moins confiance dans le système tel qu’il est représenté par les pouvoirs publics et des organismes individuels.

Ainsi, les opinions et les plans politiques de Poutine deviennent le facteur décisif dans des domaines tels que la politique étrangère. Si l’expression «sans Poutine, il n’y a pas de Russie» est une exagération, alors la phrase «ce que Poutine veut, la Russie le veut aussi» reflète à mon avis assez précisément la situation .

Tout d’abord, notons que l’homme qui pendant quinze ans avait attentivement guidé la Russie vers sa renaissance l’a fait dans des conditions où les États-Unis avaient l’hégémonie en politique mondiale, ainsi que des possibilités importantes d’influer sur la politique intérieure de la Russie. Il a dû comprendre la nature de la lutte et son adversaire. Autrement, il n’aurait pas duré si longtemps.

Le niveau de confrontation que la Russie s’est autorisé face aux États-Unis a progressé très lentement et jusqu’à un certain point est passé inaperçu. Par exemple, la Russie n’a pas réagi du tout à la première tentative de révolution de couleur en Ukraine en 2000-2002 (l’affaire Gongadze [3], le Scandale des cassettes [4] et la protestation d’Ukraine sans Koutchma [5]).

La Russie a pris une position d’opposition, mais n’est pas intervenue activement dans les coups qui ont eu lieu à partir de novembre 2003 jusqu’en janvier 2004 en Géorgie et de novembre 2004 à janvier 2005 en Ukraine. Mais en 2008, en Ossétie et en Abkhazie, la Russie a utilisé ses troupes contre la Géorgie, un allié des États-Unis. En 2012, en Syrie, la flotte russe a démontré sa volonté d’affronter les États-Unis et ses alliés de l’Otan.

En 2013, la Russie a commencé à prendre des mesures économiques contre le régime de [Victor] Ianoukovitch, qui avait contribué à la réalisation et à la signature de l’accord nocif d’association [avec l’UE].

Moscou n’a pas pu sauver l’Ukraine du coup d’État en raison de la bassesse, de la lâcheté et de la stupidité de ses dirigeants – non seulement Ianoukovitch, mais tous sans exception. Après le coup d’État armé à Kiev en février 2014, la Russie est entrée en confrontation ouverte avec Washington. Avant cela, les conflits étaient entrecoupés d’améliorations dans les relations; mais au début de 2014 les relations entre la Russie et les États-Unis se sont rapidement détériorées et ont presque immédiatement atteint le point où en une ère pré-nucléaire la guerre aurait été déclarée automatiquement.

Ainsi, aux moments appropriés, Poutine a su engager précisément le niveau de confrontation avec les États-Unis que la Russie pouvait gérer. Si la Russie maintenant ne limite pas le niveau de ses confrontations, cela signifie que Poutine estime que, dans la guerre des sanctions, la guerre des nerfs, la guerre de l’information, la guerre civile en Ukraine, et la guerre économique, la Russie peut gagner.

C’est la première conclusion importante à propos de ce que Poutine veut et sur ce qu’il anticipe. Il anticipe la victoire. Et considérant qu’il adopte une approche méticuleuse et qu’il s’efforce d’anticiper les surprises, vous pouvez être sûrs que lorsque la décision a été prise de ne pas reculer sous la pression des États-Unis, mais de lui répondre, les dirigeants russes avaient une double, sinon une triple, garantie de victoire.

Je voudrais souligner que la décision d’entrer en conflit avec Washington n’a pas été prise en 2014, pas plus qu’en 2013. La guerre du 8 août 2008 était un défi que les États-Unis ne pouvaient laisser sans réponse. Après cela, chaque nouvelle étape de confrontation s’accompagnait d’une montée des enchères. De 2008 à 2010, la capacité des États-Unis – non seulement militaire ou économique, mais leur capacité globale – a décliné, alors que celle de la Russie s’est sensiblement améliorée. Donc l’objectif principal était de faire monter les enchères de manière lente plutôt qu’explosive. En d’autres termes, devant une confrontation où les simulacres sont écartés, tout le monde comprend la situation et la nécessité de retarder une guerre ouverte aussi longtemps que possible ou mieux encore l’éviter complètement.

Chaque année qui passait voyait les États-Unis s’affaiblir alors que la Russie se renforçait. Ce processus est naturel et impossible à arrêter. Nous pouvons prévoir avec un degré élevé de certitude que d’ici 2020-2025, en l’absence de confrontations, la période hégémonique des États-Unis viendra à sa fin, et qu’ils seraient alors mieux inspirés de ne plus penser comment gouverner le monde, mais comment conjurer la précipitation de leur propre déclin interne.

Ainsi le second désir de Poutine devient clair: maintenir la paix ou son apparence aussi longtemps que possible. La paix est avantageuse pour la Russie parce que dans des conditions de paix, sans énormes dépenses, elle obtiendrait les mêmes résultats politiques, mais dans une bien meilleure situation géopolitique. C’est pourquoi la Russie avance continuellement avec la branche d’olivier. Pareillement la junte de Kiev, dans des conditions de paix au Donbass, s’effondrerait. Dans les mêmes conditions dans le monde, le complexe militaro-industriel et le système financier mondial créés par les États-Unis seraient voués à l’autodestruction. De cette façon, les actions de la Russie reflètent justement la maxime de Sun Tzu : «La plus grande victoire est celle qui ne nécessite pas de bataille.»

Il est clair que Washington n’est pas gouverné par des idiots, peu importe ce qui se dit dans les talk-shows russes ou s’écrit sur les blogs d’internet. Les États-Unis comprennent précisément la situation où ils se trouvent. En outre, ils comprennent également que la Russie n’a pas l’intention de les détruire et qu’elle est vraiment prête à coopérer d’égal à égal. Même si, en raison de la situation politique et socio-économique aux États-Unis, cette coopération ne leur est pas acceptable. Un effondrement de leur économie et une explosion sociale seraient susceptibles de se produire (même avec le soutien de Moscou et de Pékin) avant qu’ils aient le temps d’introduire les réformes nécessaires, et en particulier si l’on considère que l’UE sera dans la même situation et qu’elle aura aussi à faire des réformes. En outre, les membres de l’élite politique qui a émergé aux États-Unis les 25 dernières années sont habitués à leur statut de propriétaires du monde. En toute sincérité, ils ne comprennent pas que l’on puisse le leur contester.

Pour l’élite dirigeante des États-Unis (pas tant la classe affaires, mais la bureaucratie gouvernementale), passer d’un pays qui décide du sort des peuples inférieurs à celui qui négocie avec eux sur un pied d’égalité serait intolérable. Cela équivaudrait probablement à offrir à Gladstone ou à Disraeli le poste de Premier ministre du royaume zoulou sous Cetshwayo kaMpande. Et ainsi contrairement à la Russie, qui a besoin de paix pour se développer, les États-Unis considèrent la guerre comme vitale.

En principe, toute guerre est une lutte pour des ressources. Typiquement, le gagnant est celui qui a plus de ressources et qui peut finalement mobiliser davantage de troupes et construire plus de chars, de navires et d’avions. Même si, parfois, ceux qui sont défavorisés stratégiquement peuvent renverser la situation avec une victoire tactique sur le champ de bataille. Les exemples incluent les guerres d’Alexandre le Grand et de Frédéric le Grand, ainsi que la campagne d’Hitler en 1939-1940.

Les puissances nucléaires ne peuvent pas se confronter directement l’une à l’autre. Par conséquent, leur base de ressources est d’une importance primordiale. C’est précisément la raison pour laquelle au cours de cette année la Russie et les États-Unis se sont engagés dans une course désespérée pour trouver des alliés. La Russie a remporté cette course. Les États-Unis ne peuvent compter comme alliés – et pas toujours de manière inconditionnelle – que sur l’UE, le Canada, l’Australie et le Japon; mais la Russie a réussi à mobiliser le soutien des BRICS, à prendre solidement pied en Amérique latine, et à commencer à remplacer les États-Unis en Asie et en Afrique du Nord.

Bien entendu, ce n’est manifestement pas évident, mais si l’on considère les résultats des votes à l’ONU, en assumant que le défaut de soutien officiel pour les États-Unis signifie la dissidence et donc le soutien à la Russie, il s’avère que les pays alignés avec elle dans leur ensemble contrôlent environ 60% du PIB mondial, ont plus des deux-tiers de la population du globe et couvrent plus des trois-quarts de sa surface. Ainsi la Russie a été en mesure de mobiliser davantage de ressources.

À cet égard, les États-Unis avaient deux options tactiques. La première semblait avoir un important potentiel et ils l’ont employée dès les premiers jours de la crise ukrainienne.

Il s’agissait d’essayer de mettre la Russie en face du dilemme de l’obliger à choisir entre une mauvaise situation et une situation encore pire. La Russie aurait été contrainte d’accepter un État nazi à ses portes et donc de perdre de manière dramatique son autorité internationale, de pair avec la confiance et le soutien de ses alliés. Après un court laps de temps, elle serait devenue vulnérable aux forces pro-étasuniennes internes et externes, sans avoir de chance de survie. Elle aurait pu choisir d’envoyer son armée en Ukraine, balayer la junte avant qu’elle ne s’organise, et rétablir le gouvernement légitime de M. Ianoukovitch. Dans ce cas, toutefois, elle serait accusée d’agression contre un État indépendant et de répression de révolution populaire. Une telle situation aurait entraîné un degré élevé de désapprobation de la part des Ukrainiens et nécessité la dépense constante de ressources militaires significatives, politiques, économiques et diplomatiques, ainsi que le maintien d’un régime fantoche à Kiev, car aucun autre gouvernement n’aurait été possible dans de telles conditions.

La Russie a évité ce dilemme. Il n’y a pas eu d’invasion directe. C’est le Donbass qui se bat contre Kiev. Ce sont les Étasuniens qui sont obligés de consacrer des ressources rares au régime fantoche moribond de Kiev, alors que la Russie peut rester à l’écart en faisant des propositions de paix.

Ainsi, maintenant, les États-Unis emploient la deuxième option. Elle est vieille comme le monde. Ce qui ne peut être tenu, et qui sera pris par l’ennemi, doit être endommagé autant que possible afin que sa victoire devienne plus coûteuse que sa défaite, et que toutes ses ressources soient utilisées pour reconstruire le territoire détruit. Les États-Unis ont donc cessé d’aider l’Ukraine, sauf pour la rhétorique politique tout en encourageant Kiev à répandre la guerre civile à travers tout le pays.

La terre ukrainienne doit brûler, non seulement à Donetsk et Lougansk mais aussi à Kiev et Lvov. La tâche est simple: détruire autant que possible l’infrastructure sociale et laisser la population à la limite de la survie. Alors la population de l’Ukraine consistera en millions d’affamés, désespérés mais lourdement armés, qui s’entretueront pour de la nourriture. La seule façon d’arrêter ce bain de sang sera une intervention massive militaire internationale en Ukraine (la milice à elle seule ne suffirait pas) avec de très importantes injections de fonds pour nourrir la population et reconstruire l’économie jusqu’à ce que le l’Ukraine puisse recommencer à se nourrir.

Il est clair que tous ces coûts seraient à charge de la Russie. Poutine estime à juste titre que dans ce cas, non seulement le budget, mais aussi les ressources publiques en général, y compris militaires, seraient débordées et peut-être insuffisantes. Par conséquent, l’objectif consiste à ne pas permettre à l’Ukraine d’exploser avant que la milice puisse ramener la situation sous contrôle. Il est crucial de minimiser les pertes et la destruction et de sauver autant que possible l’économie et l’infrastructure des grandes villes afin que la population, en quelque sorte, survive. Alors les Ukrainiens eux-mêmes se chargeront des racailles nazies.

À ce stade, un allié pour Poutine apparaît sous la forme de l’UE. Parce que les États-Unis ont toujours essayé d’utiliser les ressources européennes dans leur lutte contre la Russie. L’UE, déjà affaiblie, a atteint le point d’épuisement et doit résoudre ses propres problèmes qui purulent depuis longtemps.

Si l’Europe avait à sa frontière orientale une Ukraine complètement détruite, d’où des millions de gens armés fuiraient non seulement vers la Russie mais aussi vers l’UE, amenant avec eux des passe-temps sympathiques tels que le trafic de drogue, le trafic d’armes et le terrorisme, l’UE ne survivrait pas. D’un autre côté les républiques populaires de Novorussie serviraient de tampon pour la Russie.

L’Europe ne peut pas affronter les États-Unis, mais elle est morte de peur à la perspective d’une Ukraine détruite. Par conséquent, pour la première fois dans le conflit, Hollande et Merkel ne se contentent pas d’atténuer les exigences étasuniennes (en imposant des sanctions, sans aller trop loin), mais entreprennent aussi une action indépendante limitée dans le but de parvenir en Ukraine à un compromis – peut-être pas à la paix, mais au moins à une trêve.
Si l’Ukraine prend feu, elle brûlera rapidement, et si l’UE est devenue un partenaire peu fiable, c’est-à-dire même si elle n’est pas prête à passer dans le camp de la Russie, mais décide juste d’adopter une position neutre, alors Washington, fidèle à sa stratégie, sera obligé de mettre le feu à l’Europe.

Il est clair qu’une série de guerres, civiles et entre pays, dans un continent empli de toutes sortes d’armes, et où vivent plus d’un demi-milliard de personnes, serait bien pire que la guerre civile ukrainienne. L’Atlantique sépare les États-Unis de l’Europe. Même la Grande-Bretagne pourra espérer rester à l’abri derrière la Manche. Mais la Russie et l’UE partagent une très longue frontière.

Il n’est pas du tout dans l’intérêt de la Russie d’avoir un incendie qui s’étend de l’Atlantique aux Carpates alors que dans les territoires entre les Carpates et le Dniepr couvent des cendres encore fumantes. Par conséquent, un autre objectif de Poutine serait, dans la mesure du possible, d’éviter les effets les plus négatifs d’une conflagration en Ukraine et d’une autre en Europe. Parce qu’il est impossible d’empêcher complètement une telle éventualité (si les États-Unis veulent mettre le feu, ils le mettront), il est nécessaire d’être en mesure de l’éteindre rapidement pour préserver ce qu’il y a de plus précieux.

Ainsi, pour protéger les intérêts légitimes de la Russie, Vladimir Poutine considère que la paix a une importance vitale, car c’est la paix qui permettra d’atteindre cet objectif avec un effet maximum et à un coût minimum. Mais comme la paix n’est plus possible, et que les trêves deviennent de plus en plus théoriques et fragiles, il a besoin aussi que la guerre finisse aussi rapidement que possible.

Mais je tiens à souligner que si un compromis aurait pu être atteint il y a un an dans des conditions favorables pour l’Occident (la Russie aurait quand-même atteint ses objectifs, mais plus tardivement – ce qui est une concession mineure), maintenant ce n’est plus possible, et la situation progressivement s’aggrave. En apparence elle reste la même; la paix à presque n’importe quelle condition est toujours bénéfique pour la Russie. Il n’y a qu’une seule chose qui ait changé, mais elle est de la plus haute importance: l’opinion publique. La société russe aspire à la victoire et au châtiment. Comme je l’ai souligné plus haut, la puissance russe fait autorité, plutôt que d’être autoritaire; par conséquent, l’opinion publique en Russie importe, contrairement aux démocraties traditionnelles.

Poutine peut maintenir son rôle de pivot du système aussi longtemps qu’il a le soutien de la majorité de la population. S’il perdait cet appui, du fait qu’aucune personnalité de sa stature n’a émergé de l’élite politique russe, le système perdrait sa stabilité. Mais le pouvoir ne peut maintenir son autorité que tant qu’il incarne avec succès les souhaits des masses. Ainsi la défaite du nazisme en Ukraine, même si elle n’est que diplomatique, doit être claire et incontestable – ce n’est que dans ces conditions qu’un compromis russe serait possible.

Ainsi, indépendamment de la volonté de Poutine et des intérêts de la Russie, compte tenu du rapport de forces global, ainsi que des priorités et des capacités des protagonistes, une guerre qui aurait dû se terminer l’an dernier à l’intérieur des frontières de l’Ukraine débordera presque certainement en Europe. On ne peut que deviner qui sera le plus efficace – les Étasuniens avec leur bidon d’essence ou les Russes avec leur extincteur? Mais une chose est absolument claire: les initiatives de paix des dirigeants russes seront limitées non pas par leurs désirs, mais par leurs capacités réelles. Il est vain de se battre contre les souhaits de la population ou contre le cours de l’histoire; mais quand les deux coïncident, la seule chose qu’un homme politique sage puisse faire est de comprendre les souhaits de la population et la direction du processus historique et d’essayer de le soutenir à tout prix.

Les circonstances décrites ci-dessus font qu’il est extrêmement improbable que les souhaits des partisans d’un État indépendant novorusse s’accomplissent. Étant donnée l’ampleur de la conflagration à venir, déterminer le sort de l’Ukraine dans son ensemble n’est pas excessivement compliqué, mais cela reviendra cher.

Ce ne serait que logique que le peuple russe demande: si les Russes, que nous avons sauvés des nazis, vivent en Novorussie, pourquoi doivent-ils vivre dans un État séparé? S’ils veulent vivre dans un État séparé, pourquoi la Russie reconstruirait-elle leurs villes et leurs usines? À ces questions il n’y a qu’une seule réponse raisonnable: la Novorussie devrait faire partie de la Russie (d’autant plus qu’elle dispose de suffisamment de combattants, bien que la classe dirigeante soit problématique). Eh bien, si une partie de l’Ukraine peut se joindre à la Russie, pourquoi pas l’Ukraine tout entière ? D’autant plus qu’en toute vraisemblance, quand cette question sera à l’ordre du jour, l’Union européenne ne sera plus [pour l’Ukraine] une alternative à l’Union eurasienne.

Par conséquent, la décision de rejoindre la Russie sera prise par une Ukraine unie fédérée et non par une entité sans statut clair. Je pense qu’il est prématuré de redessiner la carte politique. Très probablement, le conflit en Ukraine sera conclu d’ici la fin de l’année. Mais si les États-Unis parviennent à étendre le conflit à l’UE (et ils essaieront), la résolution finale des questions territoriales sera retardée d’au moins un ou deux ans et peut-être plus.

Dans n’importe quelle situation, la paix nous est bénéfique. Dans des conditions de paix, alors que les ressources de la Russie se développeront, de nouveaux alliés (anciens partenaires des États-Unis) viendront se mettre à ses côtés, et comme Washington sera progressivement marginalisée, la restructuration territoriale deviendra beaucoup plus simple et temporairement moins importante, en particulier pour ceux qui seront restructurés.

Notes:
1. Rue de Moscou où se trouve le siège de l’administration présidentielle de la Russie.
2. Place à Moscou où se situe le ministère russe des Affaires étrangères.
3. Géorgiy Gongadze était un journaliste et réalisateur ukrainien né en Géorgie, qui a été enlevé et assassiné en 2000.
4. Le Scandale des cassettes a éclaté en 2000 avec la fuite de cassettes audio où Leonid Koutchma aurait discuté de la nécessité de réduire au silence Gongadze pour avoir rapporté sur la corruption de haut niveau.
5. En conséquence du Scandale des cassettes, une manifestation massive anti-Koutchma avait eu lieu en Ukraine en 2000-2001.

Article original en russe.

Traduit du russe par Denis, Gideon, and Robin

Traduit de l’anglais par Alexandre Moumbaris, relu par Marie-José Moumbaris pour le Saker Francophone.

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador
Roberto Pineda San Salvador, 22 de abril de 2015

Cada generación de revolucionarios y revolucionarias salvadoreños vinculados al Partido Comunista ha realizado su particular lectura sobre los acontecimientos relacionados con el levantamiento indígena-popular de enero de 1932. La generación de comunistas inmediatamente posterior a estos acontecimientos realiza por lo general una lectura negativa y critica fuertemente los errores de aventurerismo que la habían caracterizado.

La generación de principios de los años ochenta, por el contrario, analiza y asume esta gesta como altamente significativa y fuente simbólica de su lucha armada contra la dictadura. A continuación reseñamos algunas de estas últimas ópticas. La primera es una reflexión partidaria medio siglo después del levantamiento (enero de 1982), la segunda un mensaje en el 52 aniversario del PCS (marzo de 1982) y la tercera es un trabajo de Federico Bairez (Antonio), sobre el valor de los testimonios de Miguel Mármol (marzo de 1982).

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador

El comité central del PCS dio a conocer este manifiesto relativo a la insurrección indígena-campesina de enero de 1932. Inicia explicando que “los acontecimientos del mes de enero de 1932 tuvieron a la base el catastrófico impacto de la crisis del sistema capitalista mundial en nuestro país y expresaron la resuelta disposición de las masas trabajadoras y populares en general a resolver el problema de la toma del poder que surgía al primer plano de la exigencia del momento.”

Añade que “a 50 años de distancia no podemos tener de aquellos sucesos solamente la impresión de la horrible matanza que la oligarquía y el ejército desataron sobre los humildes que intentaron conquistar la liberación social con sus propias manos, aunque ciertamente es este uno de los aspectos que nos aproximan a una reflexión valedera en los momentos actuales…Los comunistas de hoy inclinamos nuestras banderas ante los heroicos fundadores de nuestro Partido y de los luchadores de todo un pueblo que supieron cumplir con su deber.”

Establece que “fue en aquel cuadro de agudas contradicciones y vuelcos políticos, que el recién fundado Partido Comunista de El Salvador supo hacer frente a la máxima prueba de toda organización revolucionaria: conducir a las masas populares a la lucha armada por el poder con los resultados históricamente conocidos y aún no suficientemente enjuiciados.”

Reconoce que “la insurrección de 1932 que correspondiendo al atraso social imperante, fue principalmente una rebelión campesina, contó para su estallido con los fuertes factores objetivos ya señalados, aunque no contó, porque no podía contar, con la adecuada dirección político-militar del Partido Comunista, teniendo en cuentas que este tenía apenas menos de dos años de edad y carecía por tanto, de la suficiente experiencia y capacidad para dar organización y dirección eficiente a la insurrección.”

No obstante esto considera que “no se puede ignorar…que aún antes de la fundación de su partido, los comunistas realizaron un extenso y ramificado trabajo de organización de la masas de la ciudad y del campo, difundiendo las ideas de la revolución social, educando políticamente al pueblo, elevando en definitiva su conciencia. Esto es lo que explica porque la insurrección popular surgió indisolublemente vinculada a los comunistas.”

Agrega que “es incuestionable que el problema del poder ocupó un puesto central en la insurrección de 1932; incluso se probó a constituir “soviets” en algunos lugares de las zonas insurrectas, pero el carácter de la revolución por la que se luchaba no estuvo suficientemente clarificado.”

Aclara que “según el testimonio de compañeros que vivieron esa experiencia, el Partido había definido que aquella era la etapa de la “revolución democrático-burguesa”; pero es sumamente dudoso que tal definición fuera todavía comprendida por su militancia de base y, mucho menos, por las masas. En realidad, hacer una acertada definición del carácter de la revolución es un problema nada fácil, que el PCS no pudo resolver durante decenios, sino hasta tiempos bastante recientes.”

Considera que “la derrota de la insurrección y sus duraderas consecuencias negativas en la historia de nuestro país, llevaron incluso a algunos comunistas, a conclusiones alejadas de todo juicio histórico justo en las cuales la insurrección de 1932 aparecía como un tremendo y catastrófico “error cuyo precio fue necesario pagar durante décadas.”Tales conclusiones influyeron en alejar por demasiado tiempo al PCS de la elaboración de una línea revolucionaria, basada en su propia experiencia revolucionaria. Incluso en un tiempo llegó a prohibirse a la militancia hablar de la existencia de su Partido Comunista supuestamente para “asegurar su desarrollo fuera del peligro de la represión.”

Añade que “el 1932 el pueblo oprimido y le naciente Partido Comunista respondieron al reto de la historia y se lanzaron a la lucha armada contra el enemigo de clase; de la derrota de la insurrección y sobre los cadáveres de los treinta mil trabajadores asesinado durante la bestial matanza que la siguió, surgió la dictadura militar que hoy está llegando a sus últimos días, bajo los golpes del puño popular.”

“En 1982 –proclama este manifiesto- 50 años después, el pueblo y sus organizaciones de vanguardia también responden al reto de la historia, nos enfrentamos con los herederos de aquellos que en 1932 cazaron millares de revolucionarios y pacíficos ciudadanos y, saludaron la matanza como una “sagrada necesidad” para defender “el orden y la ley.” Nuestros enemigos de hoy son nuestros enemigos de ayer.”

Aclara que “también hay diferencia de presente con respecto a 1932: el pueblo salvadoreño construye la más poderos empresa unitaria de su historia y las banderas que el FMLN levanta en los frentes de la guerra popular revolucionaria, expresan los intereses, la conciencia, la acción combativa, organizada y experimentada de inmenso sectores del pueblo, directamente incorporados a la lucha: los heroicos revolucionarios de 1932 no pudieron contar con la enorme y calurosa solidaridad internacional que hoy aporta a nuestra lucha.”

“Agustín Farabundo Martí, fundador emérito del PCS y el más destacado dirigente de aquella alborada revolucionaria, está para siempre en el corazón del pueblo trabajador y su nombre es el de la vanguardia unificada que dirige hoy su lucha; los nombres de otros mártires y héroes de 1932, humildes trabajadores todos ellos, son estandartes de combate y denominan nuestros actuales frentes de guerra: Modesto Ramírez, Francisco Sánchez, Feliciano Ama.”

Indica que “la derrota infringida al movimiento popular en 1932, inició largos años de sangrienta dictadura militar. El Partido Comunista pese al aplastante golpe recibido, se convirtió en el único y solitario luchador por las ideas del marxismo-leninismo; en su seno aparecieron tendencias que, evaluando la insurrección a partir únicamente de sus resultados, renunciaban a la lucha armada, dando pie así al nacimiento y perduración de posiciones reformistas. Pese a todo ello, el Partido Comunista fue la única organización revolucionaria capaz de resistir durante décadas las embestidas represivas de los distintos gobiernos que fueron eslabonando la cruel cadena de la dictadura castrense reaccionaria.”

Subraya que “en el seño del PCS fueron formadas generaciones enteras de revolucionarios, fue el partido la fuente primicial donde adquirieron las nociones de marxismo-leninismo destacados revolucionarios, dirigentes sindicales y estudiantiles, dirigentes campesinos, activistas y dirigentes políticos, jefes guerrilleros y combatientes, algunos de los cuales engrosaron las filas de organizaciones revolucionarias hermanas.”

Enfatiza que “a partir del 28 de febrero de 1977, luego de la masacre en la Plaza Libertad, se produjo el vigoroso encuentro de las masas populares mayoritarias con el camino iniciado 7 años atrás por las organizaciones revolucionarias hermanas y por sectores populares avanzados; y dio comienzo también el complicado viraje del PCS hacia la lucha armada y la consiguiente creación de su brazo armado; las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). Se ha sintetizado unificadoramente así la larga y rica experiencia de nuestro partido, con la guerra ´popular revolucionaria que se desarrolla ascendentemente en nuestro país.”

Advierte sobre la intervención militar estadounidense que “si tales planes son ejecutados por el imperialismo yanqui y la dictadura militar fascista, pueden prender las llamas de la guerra en toda Centro América e incluso extenderla regiones del Caribe, con todos los riesgos que hay en ello para la paz mundial, pero no lograran derrotar al pueblo Salvadoreño ni a ningún otro pueblo de esta parte tensa y sensible de la tierra.”

Reconoce que “nuestros héroes del 32 no pudieron formar un ejército revolucionario que batallara y dirigiera militarmente las luchas que las masas del pueblo desplegaron contra el ejército oligárquico, ahora, en cambio, hemos logrado construir su ejército popular revolucionario, expresión fiel de sus intereses y verdadero y único garante del triunfo de la revolución y de su efectiva defensa.”
Explica que “si hace 50 años los trabajadores del mundo se compadecieron de un pueblo masacrado y vejado y deploraron la suerte de una vanguardia revolucionaria que, aun sabiendo cumplir hasta el final con su deber fue derrotada, hoy presencia y apoya la culminación de aquel esfuerzo heroico, con un pueblo que ha aprendido ya a golpear y a derrotar a sus enemigos. La sangre derramada por nuestro mártires durante más de 50 años germina hoy en estas luchas y en la victoria que no está lejana.”

Concluye que “la insurrección popular del 32 y la fundación de nuestro Partido, son acontecimientos estrechamente vinculados que han tenido honda repercusión en la historia política del país y la derrota sufrida a manos de los oligarcas tuvo a su base la debilidad del destacamento revolucionario de vanguardia, pese a la razón y la justicia que le asistió al pueblo insurrecto. Contamos ahora con la razón y la fuerza para triunfar, con el ánimo inquebrantable de vencer. Nuestro pueblo avanza incontenible hacia el logro de su liberación definitiva.”

Saludo del CC del PCS a los Combatientes de las FAL y a todo el Partido en Ocasión del Año Nuevo. 31 de diciembre de 1981

Es el primer saludo oficial del PCS a sus combatientes. Expresa que “el Comité central del PCS y la Comandancia General de las FAL se dirige a ustedes: militantes, candidatos a miembros y simpatizantes de nuestro Partido; combatiente guerrilleros de la ciudad o del campo, combatientes políticos (clandestinos y no clandestinos) de la resistencia popular, cuando dentro de pocas horas concluirá el año de 1981, que se ha caracterizado por la riqueza de los acontecimientos sucedidos a lo largo de sus doce meses.”

Considera que “en el corto período de un año nuestro Partido no solo ha logrado consolidar sus Fuerzas Armadas sino desarrollarlas y ampliarlas. Ha crecido la calidad de sus mandos y combatientes expresado en su capacidad, disciplina, disponibilidad y moral combativas; aparecieron las Escuelas Militares, se consolidaron los Estados y Planas Mayores , se realizaron cientos de operaciones de pequeña, mediana y gran envergadura, se mejoró nuestra armamentización, comunicaciones militares ,el aseguramiento logístico y el dominio por nuestro mandos y combatientes de la técnica de combate; aparecieron- en conjunción con las otras organizaciones hermanas del FMLN- las primeras columnas combinadas móviles; con nuestra decidida participación se formaron en varios frentes los Mandos Conjuntos del FMLN.”

Agrega que “grandes avances ha habido en a construcción orgánica del Partido dentro de las FAL, nuestros trabajadores políticos demostraron su temple comunista en las tareas encomendadas dentro de los frentes de guerra, nuestra milicia creció y se desarrolló. Creció así el prestigio de nuestro Partido ante nuestro pueblo y el Movimiento Comunista Internacional, el peso y el importante papel de las FAL en la guerra popular revolucionaria.”

Expresa que “todo esto nos satisface. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que no siempre todo lo que hicimos fue lo mejor, que no siempre tuvimos la suficiente visión revolucionaria, que no siempre actuamos con suficiente audacia y firmeza comunista y que hubo casos aislados de militantes que mostraron flaqueza y vacilación ante las dificultades que el enemigo y la lucha misma nos impone. Tendremos que hacer renovados y redoblados esfuerzos para darle una mayor dimensión a nuestra lucha político-militar.”

Menciona que “Cada golpe militar que el enemigo recibe, cada fracaso en sus planes, cada derrota política y diplomática termina por socavar más y más la moral del ejército enemigo desde su más altos mandas hasta el último oficial y soldado. El Puente de Oro, el Puente del Guajoyo, las emboscadas en las carreteras Panamericana y del Litoral, Perquín, La Guacamaya y Arambala serán las sombras que los perseguirán continuamente en el futuro próximo.”

Puntualiza que “especial homenaje quiere rendir la Dirección del PCS a los comunistas que en este año ofrendaron sus vidas a la noble e irrenunciable causa de nuestro pueblo, que es la misma de todos los pueblos del mundo. Ellos murieron y vivieron como comunistas. Nuestras rojas insignias siempre flamearan alto sobre sus tumbas. Su recuerdo se conjuga con el de aquellos que en 1932, hace 50 años, vivieron, lucharon y murieron de la misma manera. Ellos forman un legado de nuestra lucha y de nuestra historia. Juramos ser fieles siempre a la causa por la que ellos lucharon y murieron.”

Concluye asegurando que “este nuevo año será de triunfos y grandes éxitos revolucionarios. A nuestros militantes y combatientes expresamos la confianza en que cada uno de nosotros será en 1982 un mejor revolucionario, un mejor combatiente, un mejor comunista. Saludamos con especial cariño a los comunistas que desde las prisiones conocidas y desconocidas continúan combatiendo al enemigo. Hasta ellos extendemos nuestros brazos y nuestra convicción de que el pueblo más temprano que tarde romperá los barrotes que ahora los encierran y sojuzgan. Saludamos a cada uno de los militantes y combatientes e todas las otras organizaciones hermanas del FMLN.”

El valor histórico de los testimonios de Miguel Mármol acerca de la insurrección de 1932

Jorge Federico Bairez (1943-2007) fue un destacado intelectual revolucionario salvadoreño, presidente de AGEUS en 1970, originario de Usulután. En este escrito profundiza sobre el significado de los testimonios de Miguel Mármol y se adelanta a condenar ya en ese momento a aquellos que basados en el anticomunismo abierto o encubierto, desde la investigación académica nacional e internacional, pretenden disminuir o negar el papel de los comunistas y su partido en los acontecimientos de enero de 1932.

Plantea que “durante mucho tiempo los escritores e ideólogos al servicio de la burguesía criolla y del imperialismo, falsificaron a su antojo todo lo relacionado con la insurrección. En esa nefasta tarea han coincidido en los objetivos, aunque variado en los métodos, desde los burdos y enfermizamente anticomunistas de antaño como Schlesinger, hasta los más cautelosos y aparentemente objetivos de hoy día como Anderson.”

Frente a esta situación opina Bairez que “no encontraban mayor oposición en las filas revolucionarias. Era cuestión de tiempo, sin embargo, para que esa oposición llegara, comenzaron a aparecer trabajos tan valiosos como polémicos, entre los muchos trabajos que fueron, poco a poco, develando los mitos reaccionarios, un lugar especial llegó a ocupar , con indisputable mérito, el conjunto de testimonios de Miguel Mármol y de otros camaradas sobrevivientes del 32.”

Sobre las valoraciones de la insurrección Bairez opina que muchas veces se cae en el subjetivismo ya que “no se examina la insurrección de acuerdo a las condiciones históricas concretas existentes en la época. Se asimila, por ejemplo, a los dirigentes como putchistas, y al hecho insurreccional mismo como una aventura sin sentido. Putchistas los dirigentes porque no fueron capaces de organizar el gigantesco torrente espontaneo de la masas; aventura la insurrección porque se decidió y ejecutó en unos cuantos días; tales, juicios, unas veces se sientan como premisas y otras como conclusiones.”

Añade que “el Partido Comunista de El Salvador, al momento de acometer la inmensa tarea insurreccional no había cumplido dos años de existencia. Este hecho clave ignorado por algunos o examinado incorrectamente por otros, explica las insuficiencias en la dirección política y militar. La Historia Revolucionaria, desde la Comuna de Paris hasta nuestros días registra situaciones insurreccionales similares a las de 1932, con idénticos resultados, es decir, situaciones revolucionarias maduras donde la vanguardia no pudo forjar la victoria, al ser sorprendida en periodo de plena gestación.”

Considera que “es válido afirmar que el PCS era, en 1932, un partido marxista-leninista embrionario, y que la prueba de fuego a la que lo sometió la historia tan prontamente, fue demasiado severa para que hubiera podido descifrarla e otros términos que no fueran los del heroísmo, la valentía y la decisión de combatir hasta morir. Ciertamente el poder era la meta. Pero qué lejos estaba la posibilidad de consumar ese ambicioso y, a la vez justo y legitimo, propósito revolucionario.”

Opina que “los testimonios de Miguel Mármol y de otros camaradas sobrevivientes de 1932, la información disponible, los resultados de las investigaciones realizadas hasta la fecha, ponen fuera de toda duda a existencia entonces de agudos desajustes económico-sociales. De crisis del poder político, y de exacerbamiento del espíritu insurreccional de las masas, componentes típicos todos, de las condiciones objetivas de una situación revolucionaria madura.”

Pero por otra parte “también está, fuera de toda duda, la ausencia o débil presencia en 1932, de otros factores que resultaban indispensables para el triunfo, estos del carácter subjetivo, como decir, el escaso grado de organización de las masas y, fundamental y decisivamente, el bajo nivel de desarrollo político, ideológico y militar del partido como en Rusia de 1905, el heroísmo ilimitado de los insurrectos no bastaba para resolver los problemas extraordinarios y desconocidos que sólo la buena organización era capaz de afrontar con éxito.”

De todo esto Bairez concluye que “aun cuando el Partido no alcanzó el fin propuesto, el Poder, el juicio histórico no puede, ni debe descansar en una especie de reclamo “paternal” aunque en unos caso se disfrace de magnanimidad, y en otros, se inyecte de mordacidad.”

Agrega que “a diferencia del Partido de Rusia de 1917, donde el dilema histórico era tomar o no el poder, el Partido en El Salvador de 1932, se fijó además, el propósito de enfrentar y resolver positivamente el dilema de encabezar y dirigir a las masas enardecidas que, con o sin el Partido, estaban dispuestas a combatir.”

Pero a la vez “a semejanza de la Rusia de 1917, donde el Partido con un Lenin firme al frente, asumió la posición correcta y tomó el Poder., en El salvador de 1932 , el Partido, con un Farabundo Martí imperturbable a la cabeza, también adoptó la posición correcta, encauzando, hasta donde era posible hacerlo en aquellas circunstancias , un levantamiento masivo, una insurrección campesina que, al margen de cualquier tipo de juicios atenuantes o estigmatizadores, bien puede calificársele de heroica, grandiosa y necesaria.”

Valora Bairez que “la decisión del Comité central del Partido reflejó una actitud: la actitud de heredar, con el sello de la sangre combatiente, un brillante e incuestionable ejemplo de consecuencia de una dirección revolucionaria que no sólo se precia de ser tal, sino que también actúa como tal.”
Concluye que “destacar este rasgo esencial de a insurrección de 1932, sin caer en la visión “heroica” de la historia constituye, para nosotros, un requisito indispensable para hacer una valoración general justa y objetiva del más grande acontecimiento de nuestra historia revolucionaria.”

Entrevista exclusiva: Michael Reid, el analista de A. Latina más influyente a nivel mundial

Entrevista exclusiva: lo invitamos a recorrer la región junto a Michael Reid, el analista de A. Latina más influyente a nivel mundial

El inglés más poderoso en establecer la imagen de América Latina realiza un paneo regional junto a AméricaEconomía, una zona a la que le tiene especial afecto. Reid trabaja en el semanario británico The Economist desde 1994 y llegó a ser el editor para las Américas.

Reid es autor de “Bello”, el nombre de la columna de opinión más influyente sobre América Latina a nivel global.

Mar, 04/21/2015 – 19:43

Cree que Nicolás Maduro puede ser sacado del poder mediante un referéndum, que la región se mueve hacia una era de presidentes débiles y que Cuba podría cambiar realmente cuando Miguel Díaz-Canel, el sucesor ya designado de Raúl Castro, deba enfrentar el juicio de sus ciudadanos. Michael Reid piensa eso y el mundo lo escucha porque él es quien está detrás de “Bello”, el nombre de la columna de opinión más influyente sobre América Latina a nivel global. Se publica en The Economist. Un nombre elegido por Reid para homenajear a Andrés Bello, el venezolano más cosmopolita (vivió casi dos décadas en Londres) y prestigioso durante el siglo XIX, el hombre que dio forma al español que hablamos y escribimos. Lo hizo desde Chile y es el emblema de una mirada liberal-progresista sobre la región.
Reid, hombre de Oxford, trabaja en el semanario británico desde 1994 y llegó a ser el editor para las Américas. Basado en Lima y Sao Paulo, su último libro, “Brazil: The Troubled Rise of a Global Power”, es un fuerte alegato para que el país deje su política de desarrollo basada en la dirección estatal de la economía y sus empresas, y se enfoque en una mejora drástica de los servicios educativos y de salud.

-Hoy existe quien clasifica los casos de corrupción en Brasil, México y Argentina como evidencia de Estados fallidos. Por otro lado, hay una corriente que afirma que el aumento de transparencia y de la acción judicial hace que estos casos queden más expuestos, dando la sensación de ser una cantidad mayor que en el pasado. ¿Cuál es su opinión?
-Es bueno distinguir a los Estados fallidos de los Estados disfuncionales. Hablamos de Estados fallidos en América Latina para referirnos a Haití, tal vez a Honduras, a pesar de que en el caso de este último hubo una cierta mejoría en los dos últimos años. En cambio la disfunción y la corrupción de un Estado es un problema bastante común en la región. Por definición, es muy difícil saber si se tiene más corrupción o más conciencia de la corrupción. Creo que es un poco de las dos cosas. Creo también que (la corrupción) puede haber sido causada por el hecho de que los Estados han tenido mucho más dinero en sus manos en la última década, debido al crecimiento económico y al boom de las commodities. Al final, la corrupción existe donde está la oportunidad. Tenemos un fenómeno bastante común en la región que es la devolución de poder y de dinero a los gobiernos locales o regionales que tienen menos control que el gobierno central, por ello han surgido casos de corrupción en Perú, Colombia, México y Brasil. De cualquier forma, encuentro que hay más transparencia que en el pasado, con más instituciones dispuestas a investigar y castigar. Vemos eso en Brasil, en Chile y hasta en Perú. En otros países, esto todavía es una lucha.

-¿En qué medida cree que la Operación Lava-Jato, que investiga el esquema de lavado y desvío de dinero que envuelve a Petrobras, empresarios y políticos, podría afectar las decisiones de inversión en Brasil, en un momento de ajuste fiscal en el cual esa inyección sería fundamental para mitigar la desaceleración de la economía?
-Pienso que tendrá efectos, porque tanto los EE.UU. como los países europeos buscan una gestión más decente y estricta en cuanto al pago de coimas de parte de las empresas. Por otro lado, la inversión china no es tan estricta respecto a las conductas relacionadas con la transparencia, lo que puede ser una alternativa. Creo que será preciso ver cómo queda todo conforme avancen las investigaciones. En el corto plazo afectará a los inversores que tienen relación con contratos públicos o estatales, que pasan a mirar el país con cautela. En cuanto a la relación gobierno/empresa privada, pienso que hace tiempo que ésta necesita ser modernizada. Si el resultado de este proceso fuera una reforma del sistema de contratos públicos y el financiamiento de la política, esto puede ser bueno para el país. Más, nuevamente, hay un problema de corto plazo: un sector importante de la economía está paralizado en este momento, debido a ello, para Brasil es necesaria una definición legal cuanto antes.

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-Actualmente se observa una recuperación desigual entre la economía norteamericana, que da señales optimistas, y la de la zona del euro, bajo las expectativa de los resultados de su reciente quantitative easing y la japonesa, que todavía presenta aspectos deflacionarios. ¿En qué medida eso afecta a América Latina?
-Hemos visto un ajuste importante del tipo de cambio en varios países de la región, siendo el caso brasileño el más fuerte. En los otros países la política de tener un cambio flotante ha funcionado, ha habido ajuste precisos frente a las cambios en la cuenta corriente, y sin provocar una inflación significativa. El caso de Brasil es más complejo porque la fluctuación fue detenida equivocadamente, y porque al dispararse el tipo de cambio coincidió con una coyuntura que afecta la capacidad del gobierno de hacer ajuste fiscal. El desafío para la región es cómo ajustarse en esta coyuntura global. El dólar fuerte es una oportunidad para la región en términos de exportaciones, la cuestión es hacer las cosas bien y aprovechar las oportunidades.

¿EXPLOSIÓN SOCIAL EN VENEZUELA?

-Chile es reconocido como una economía destacada en la región. ¿Por qué el milagro chileno menguó, una economía en desaceleración desde la segunda mitad de la gestión del ex presidente Piñera?
-El caso chileno se debe sobre todo a la caída del precio del cobre y a que el ciclo de las inversiones mineras cayó. Otro hecho fue enfrentar el programa de reformas extensas del gobierno de Bachelet. Mi impresión es que la macroeconomía chilena se está recuperando, pero será difícil que la tasa de crecimiento vuelva a los niveles del pasado, especialmente si no hay una mudanza significativa de los precios del cobre.

-¿Considera promisoria la integración de las bolsas de valores de México, Colombia, Perú y Chile?
-El problema es que, en la práctica, estamos hablando de regulaciones nacionales diferentes. En algunos países, la tarea de supervisar la Bolsa corresponde al Ministerio de Hacienda; en otros, a superintendencias autónomas. Es difícil que todos los países armonicen la reglamentación que haga que se puedan hacer inversiones como si éstas fuesen locales. Puede ser que con el tiempo resulte, pero es preciso poner en perspectiva estos anuncios, de que la integración sea un hecho, cuando no lo es, hasta que se armonice la reglamentación.

-¿Cuál es su diagnóstico sobre Venezuela?
-Es un cuadro complejo. Creo que lo que tiene ocurrir, y es muy importante, es una elección parlamentaria que transcurra en un ambiente libre y en condiciones equitativas. No obstante, eso exige que la región asuma un papel. Con una elección libre y equitativa, todo indica que la oposición ganará la Asamblea, y para el año que viene un referendo revocatorio sobre Maduro podría llevar a una transición pacífica, constitucional y democrática. Estuve allá en enero. Se observa una caída del apoyo al gobierno de Maduro, que el chavismo está decayendo. La oposición, a pesar de sus divisiones, está creciendo. Ahora, la gran duda es si va a tener lugar alguna explosión social en las calles, que es lo que el gobierno más teme. Caso contrario, existe la posibilidad de una transición pacífica.

-¿Cuál es la estrategia que los países de la región deberían abrazar en el caso de Venezuela?
-Los países están demasiado temerosos. Ellos firmaron varios tratados que establecen un compromiso con la democracia y los derechos humanos, y deberían observarlos. La Unasur tiene que exigir públicamente que Venezuela cumpla con esos compromisos. Pienso que eso es la única cosa que podría tener algún efecto en Venezuela.

-¿Y en cuanto a Cuba? ¿Veremos el fin del embargo y la construcción de un puente de Key West a La Habana?
-Sería el puente más largo del mundo, ¿no? (risas). El proceso que está en curso es importante, pero será lento. Acabar con el embargo demanda tiempo. Cuba no va, de la noche a la mañana, a convertirse en un país totalmente capitalista, liberal y democrático. Creo que lo importante en este momento es el cambio de la política de los EE.UU. y el reconocimiento de que el cambio que ocurrirá en Cuba será de adentro para afuera y no al contrario. Raúl insiste que dejará el gobierno en 2018 y el sucesor anunciado, Miguel Díaz-Canel, va a ser juzgado por los cubanos por los resultados de su gobierno, el que ya no contará más con el aura revolucionaria. Todo indica que el país tendrá que cambiar e irá camino de una economía más capitalista, más de mercado, sin embargo, el partido no va a perder el control inmediatamente: es un proceso de evolución.

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PRESIDENTESBILES

-¿Cómo es su cobertura periodística hoy, sin estar presente en la línea del frente y tampoco editando desde Europa? ¿Cuál es la fuente de preocupación que hoy rige la pauta de The Economist para la región?
-Edité por 15 años, pero quería volver a vivir en América Latina y escribir un poco más, pues no me limito a la columna “Bello”. Estoy contento de hacer lo que estoy haciendo ahora. En el caso de la cobertura, seguimos nuestras líneas editoriales. Y nos comunicamos internamente, en un debate constante sobre las situaciones de la región y el mundo en general. La tecnología realmente transforma la toma de decisiones.

-A finales de 2012, The Economist sugirió que Dilma Rousseff debería cambiar el equipo económico si quería ser reelecta, lo que le dio fama de haber pedido la renuncia de Guido Mantega. ¿Cuál es su evaluación del actual ministro de Hacienda de Brasil, Joaquim Levy?
-Ahora creo que habría sido mejor si hubiese ganado el gobierno el que predicó el cambio en la economía. Pero éste fue el resultado. Es positivo que Dilma haya escogido a Joaquim Levy para Hacienda, porque él entiende lo que tiene que hacer. Fue bueno que la presidente haya aceptado el fracaso de la nueva matriz económica. Dicho eso, encuentro que Levy va a hacer un ajuste, más lo que queda pendiente es la calidad del ajuste. Pues el Congreso tiene bastante impacto en él. En el caso brasileño es preciso intervenir el sistema de pensiones, tiene que intervenir la estructura del Estado. Tengo mucho escrito en los últimos años apuntando cuestiones como el absurdo de que el país tiene 38 ministerios, una estructura de gobierno tan pesada, cuando Brasil necesita gastar más en hospitales, médicos, saneamiento, etc. No sé si Levy será capaz de hacer ese cambio. Tendrá que ver con el Congreso, pues para mí Brasil está entrando en un régimen semiparlamentario.

-En su libro “Brazil: The Troubled Rise of a Global Power”, ya apuntaba contra la tradición histórica de dirección en el país, de un desarrollo dependiente del Estado, y abogaba por un Estado más eficiente y moderno…
-Uno de los argumentos centrales del libro, que fue lanzado antes de las elecciones, es que Brasil necesita cambiar lo que llamo “Estado corporativo”. Ese Estado con tantos beneficios y gastos entre grupos privilegiados, sean los jubilados del sector públicos, sean entre los privados beneficiados de subsidios, que toda la estructura de los gobiernos municipales sea efectivamente progresista en sus políticas sociales.

-Pero, ¿el caso del país no es parecido a varios otros de la región, que viven un sistema hiperpresidencialista que tuvo éxito mientras hubo dinero, con la bonanza de los commodities?

-Hoy la región está caminando hacia un período de presidentes débiles. Los tiempos en que los presidentes tuvieron apoyos del 60%, 70%, acabaron. Con la excepción de Evo Morales en Bolivia, y de Ecuador y Nicaragua, países pequeños y no representativos. En los países grandes de la región el descontento respecto de la economía es grande. La estructuración conceptual de los sistemas políticos en América Latina es de un presidente y un parlamento. Tienen sistemas multipartidarios. Es difícil para un presidente conseguir una mayoría estable. Brasil, para enfrentar esto, inventó el presidencialismo de coalición, pero eso precisa de retoques en este momento. Hoy, para Brasil, es fundamental la reforma política. Si será una reforma política buena es otra cuestión. Sea como sea, es fundamental reducir el número de partidos en el Congreso. Sin embargo, cada país tiene sus especificidades.

-Finalmente, en la región, algunos de los principales países que han sido grandes exportadores de commodities tuvieron un efecto positivo en la caída de la desigualdad de la renta. Hoy, los precios ya no son los mismos, y trabajamos con un horizonte de cambio diferente. En ese contexto, ¿cuáles son las acciones posibles para que los países se mantengan en camino de la reducción de la desigualdad?

-Son fundamentales tres cosas: continuar mejorando la calidad de la educación, de la enseñanza en todos los niveles. Eso implica gastar mejor. Es absurdo colocar una meta de 10 puntos del PIB para gastar mal. Segundo punto: continuar invirtiendo mucho más en infraestructura, para aumentar la productividad. Y, tercero, el avance mayor fue en el mercado del trabajo, y será difícil mantener eso. La tendencia es que el desempleo suba. Así, es importante tener mercados de trabajo más flexibles, con medidas proactivas de capacitación y ayuda de colocación en empleos, donde la información es importante.

*Con la colaboración de Rodrigo Lara Serrano, en Santiago de Chile.

Subalternidad, antagonismo y autonomía en los movimientos sociopolíticos de México y Latinoamérica

Subalternidad, antagonismo y autonomía en los movimientos sociopolíticos de México y Latinoamérica

Massimo ModonesiPablo Seguel Gutiérrez

En esta entrevista, Massimo Modonesi repasa los procesos de subjetivación política y antagonismo social, al tiempo que revisa críticamente el concepto de movimiento social y su (des)vinculación de una perspectiva clasista. Además, analiza la noción de poder popular a la luz de las actuales condiciones de la lucha de clases en el continente. “Soy escéptico respecto a las prácticas del poder popular pensadas desde el Estado. Personalmente tengo más afinidad con una idea que podríamos llamar del contrapoder popular, que no es tan lejana de esa, pensando la dualidad de poderes no como una condición transitoria, sino como una condición permanente”.

1. Subjetivación política subalterna

— Seguel: Usted en su libro, Subalternidad, antagonismo y autonomía (2010) coloca una tesis sobre la subjetivación política que es muy interesante. En ella plantea que la tríada Subalternidad, antagonismo y autonomía pueden captar diferentes manifestaciones de la experiencia de los sujetos en lucha, inclusive, el carácter de los procesos sociopolíticos, en términos de relaciones de fuerza, de construcción de poder. ¿Qué elementos teóricos nos llevan a plantear que las condiciones “dominación/ conflicto/ emancipación”, que están de fondo en la triada subalternidad, antagonismo y autonomía, delimitan la experiencia de la subjetivación política?

Modonesi: Esas son tres dimensiones muy concretas. Las relaciones de dominación son las relaciones en las cuales estamos insertos cotidianamente. Es una triada clásicamente marxista, en el fondo hay que estudiar las condiciones existentes de la dominación. La noción de dominación también tiene una pendiente weberiana, pero también tiene una pendiente marxista. Gramsci insistía mucho en eso, tratando de mostrar las condiciones sociopolíticas de la existencia material que se da en sociedades capitalistas. O si queremos, incluso, cuáles son las formas de la dominación burguesa, de una dominación de clase, que se expresa en el terreno sociopolítico cultural, donde la dimensión estatal existe pero no es la única que manifiesta -en esa idea de Estado ampliado muy gramsciana. Ahora, toda estructura o relación de dominación implica relaciones conflictivas. La conflictividad es una dimensión que existe y que atraviesa las relaciones de dominación. La dominación no es homogénea, monolítica, está atravesada de conflicto. Es el conflicto mismo por medio del cual se impone la dominación, pero el conflictotambién a través del cual se puede resistir la dominación o se puede trascender cierta forma de dominación y ahí viene la dimensión de la emancipación. La emancipación se puede ver de dos maneras. Una es como la realización de espacios y de ámbitos e de libertad, de liberación.

Seguel: Como el carácter anticipatorio o prefigurativo…

Modonesi: Bueno, esa es la otra dimensión, la de una superación de la dominación. La dominación ya no existe y lo que queda es liberación. Pero en realidad, la historia nos enseña que lo que tenemos son procesos emancipactorios que se anidan, que se insertan en estructuras de dominación, que no logran trascenderlas en su totalidad, pero logran subvertir aspectos parcialmente, temporalmente. Entonces, lo que me parece importante es pensar el conflicto y la emancipación como dinámicas o lógicas que se sobreponen y se trenzan con la de la dominación. Es decir, asumiendo que podemossostener distintas hipótesis. La dominación es el fondo o lógica sobre la que se montan las dinámicas de conflicto o emancipación, tres lógicas que se trenzan y conviven. Y yo lo que trato de hacer ante eso que es bastante concreto, qué corresponde en término de posibilidades de subjetivación políticas, es ver la contraparte más subjetiva. Eso que acabo de decir es algo más bien objetivo, todavía no mencioné a los actores y sujetos que la habitan. O sea la dominación, es un dato real. El conflicto es un dato real y también el proceso y la emancipación es un dato real. Ahora, tienen una dimensión subjetiva o por lo menos intervienen y configuran subjetividades esas realidades sociopolíticas.

Seguel: Pero en ese sentido, estas dimensiones de qué forma se relacionan con la subjetivación política. ¿Hay una que sobredetermine?, es más importante el antagonismo…

Modonesi: Yo creo que esas dimensiones son clásicas del estudio del marxismo, el capitalismo, la lucha de clases y el socialismo. En el fondo, dominación es capitalismo y sociedad burguesa. Conflicto es lucha de clases. Emancipación es hipótesis u horizonte socialista. Ahora, yo creo que hay correspondencia con tres dimensiones subjetivas: subalternidad, corresponde a dominación. Antagonismo corresponde a conflicto o lucha y autonomía corresponde a emancipación. Creoademás que hay coexistencia de esas tres dimensiones. No es que una se come a la otra. Todo proceso de subjetivación política es una combinación desigual de esas tres dimensiones. Toda subjetivación política se nutre de estas tres dimensiones, pero de forma distinta, hay una que sobredetermina a las otras. En unas condiciones pésimas del movimiento social, la Subalternidad es la que domina y la resistencia es lo que marca las prácticas socio-políticas. Entonces las dimensionesantagónicas y autónomas quedan en un segundo plano. No desaparecen nunca, porque la misma resistencia se nutre de ideales de rebelión, de un deseo de rebelión que no logra manifestarse plenamente y ese deseo de rebelión se proyecta hacia alguna idea emancipatoria o de relativa autonomía, pero hay condiciones que no lo permiten. El antagonismo mismo nunca es pleno y puro, porque siempre viene con inercias subalternas.Poniéndolo en otras palabras, la rebelión siempre se nutre de la resistencia, y entonces de alguna manera se ancla a las relaciones de dominación previas. Entonces el antagonismonunca es puro, lamentablemente tampoco es permanente. Es un momento de confrontación y de repliegues. Y luego, la propia autonomía son saldos a favor, en términos de capacidad de ir construyendo ámbitos de liberación, ámbitos de emancipación, que pueden ser mínimos como tener un periódico o tener una asamblea, tener una organización, tomar decisiones en diversos ámbitos de la vida colectiva. Pero, tampoco podemos verlos aislados. Siempre son producto de la lucha, se defienden con la lucha esas conquistas y nunca son plenas y totales. Y ahí es cuando yo creo que, lamentablemente soy de una generación que lamentablemente no tiene elementos para creer que la plena emancipación se realice, en el corto plazo por lo menos, por eso pienso en procesos de liberación en clave prefigurativa, como procesos inacabados, con inevitables inercias subalternas. Es decir, no he podido observar sociedades plenamente liberadas de todo resabio de dominación y, por lo tanto, de subalternidad de los propios actores que quieren liberar a la sociedad. Tampoco he visto procesos de subjetivaciónpuros y acabados, que no estén contaminados, porque además la contaminación es inevitable si es que se realizan y se mantienen en una sociedad que es fundamentalmente regida por estructuras y relaciones de dominación. Entonces, uno puede tener e lcolectivo más avanzado, pero no deja de reproducirse en condiciones que le obligan a negociar su vida cotidiana. Todos, hasta el militante más lúcido, tiene que finalmente convivir con un ámbito familiar, con relaciones en la calle, tiene que adoptar medidas de convivencia que le obligan a negociar su propio margen de liberación, que lo puede llevar de forma muy sostenida en ciertos ámbitos a moverse, a zigzaguear en las sociedades clasistas. Ahora, para darte un ejemplo individual, pero la idea es más bien colectiva. Los mismos grupos revolucionarios inevitablemente están también insertos en relaciones subalternas, por lo que tendrán su dejo –aunque sea mínimo- de subalternidad, no será su rasgo distintivo pero no dejan de tenerlo. Por lo tanto, siempre es importante interrogar los procesos de subjetivación polìtica desde esos tres conceptos que también son tres preguntas. ¿En qué medida es subalterno? ¿en qué medida es antagonista?, ¿en qué medidaes autónomo?

Seguel: Revisando su texto, en el libro ya citado, en el fragmento de los cuadernos de la cárcel en la que Gramsci se refiere a la formación de las clases subalternas en relación a la dinámica de la hegemonía, usted nos recuerda que el antagonismo por sí mismo no funda un espacio de autonomía que posibilite el surgimiento de un campo de acción política. Es decir, la pura resistencia no constituye subjetivación política, el puro antagonismo no constituyen subjetivación política. ¿Es posible leer en ello una hipótesis de la importancia de las mediaciones partidarias en los procesos de subjetivación política?

Modonesi: Yo creo que todo contribuye al proceso de subjetivación política, pero no todo se resuelve en una clave de subjetivación política. O sea lo que yo no creo es que haya una subjetivación estrictamente antagonista o estrictamente autónoma, sino subjetivaciones híbridas y en donde hay elementos dominantes. Eso por una parte. Por otro lado, sí efectivamente creo que la resistencia marca cierto límite de los procesos de subjetivación política. La resistencia es un sello de subalternidad, con la resistencia va siempre acompañada una aceptación relativa de la dominación. Al mismo tiempo la resistencia marca un límite, se acepta hasta aquí, se resiste tratando de renegociar las condiciones de la dominación. Yo no quiero menospreciarla, pero se resiste en la medida en que uno no se puede o no quiere rebelarse, que no le dan las condiciones subjetivas y objetivas para ir a más. Si hay ciertos límites y es necesario ver esos límites. Yo no creo en esa exaltación de la subjetividad antagonista y autónoma que han acompañado ciertos ciclos de lucha latinoamericanos y europeos. Hay como cierto culto, cierta apología del sujeto, sin ver esos pliegues más problemáticos. El principio de subalternidad creo que es muy útil para ver esos pliegues. Ahora, cuando dices mediación partidaria, yo por una cuestión generacional no creo mucho en el partido con la P mayúscula, pero sí creo en la fórmula del partido con p minúscula. Un poco usando esa fórmula que usaba Marx en un carta, hay partido histórico y partido efímero. Partido efímero es esa organización cristalizada en un momento determinado y yo creo que hay organizaciones que cristalizan en un momento dado, además creo que tienen que ser muchas, no creo en el partido único, creo en un pluralismo de izquierda. Pero también creo en los principios de organización que habitan en las organizaciones sociales y populares que son siempre formas de organización. Creo en principio en una forma de organización, no forzosamente le llamaría a eso partido, históricamente se le llamó partido y en ese sentido reivindico formas partidarias del pasado. Pero no necesariamente estoy de acuerdo en que las formas partidarias del pasado sean las formas partidarias o de organización que necesitaremos en el futuro. Pero sin duda mediaciones organizacionales, o si se quiere seguir diciendolo así, partidarias. Sin mediaciones organizacionales no hay acción colectiva, no hay estados puros de antagonismo que no pasen por mediaciones que permitan el despliegue de la subjetivación política.

Seguel: A su juicio, cómo se puede articular la noción de Bloque Histórico que HughesPortelli sistematiza en los trabajos de Gramsci, con la noción de clases subalternas, entendiendo que la noción de Bloque Histórico sólo se encuentra en algunos textos, no es una noción transversal. ¿Usted cree que la noción de Bloque Histórico tiene rendimiento político?

Esa es una pregunta muy delicada, porque en realidad Gramsci usaba la noción de bloque histórico para hablar de cómo una clase dominante y dirigente logra articular estructura y superestructura, como forma de realización concreta y espiritual de la hegemonía, no como una idea de construir alianzas, digamos, de un conjunto de alianzas sociales que construyen un macrosujeto capaz de hegemonía. Entonces, hay que ver, porque la idea de bloque histórico como esa capacidad de concreción de la hegemonía, de hacer corresponder estructura y superestructura, es una idea muy interesante. Da cuenta de cómo cuaja la hegemonía en un momento determinado, pero no es la manera en cómo se usa abitualmente. La otra acepción, que es cercana al concepto clásico –pre-gramsciano- de hegemonía, y Gramscino la usa así, habría que revisar bien, es la que se construye un bloque entorno a una clase y un proyecto político con capacidad de ser hegemónico, que sería una vieja idea de hegemonía que tenían los bolcheviques, que Gramsci recupera, incorpora y supera, de que la clase obrera tendría la capacidad de construir a su alrededor una alianza sólida y construye ese macrosujeto de la trasformación. Es delicado porque yo no creo que eso sea una idea gramsciana o, mejor dicho, una idea original de Gramsci. Que es una idea importante, lo es. Necesitamos pensar en la forma de constitución de un macrosujeto clasista y popular y pensar desde la diversidad de las subjetividades, cómo se pueden articular políticamente en bloque para producir efectos políticos contundentes. No sé si la idea de bloque, que repito no es gramsciana en este sentido y que suena algo rígida y monolítica, por eso Gramsci la usaba para dar cuenta de la cimentación que sostenía el edificio base-superstrutura en clave hegemónica, tenga rendimiento teórico-político, porque si de articulación en clave subjetiva estamos hablando por supuesto que es una problemática vigente y sumamente importante.

Seguel: Como usted se refiere, precisamente, a esta heterogeneidad que compone en términos de sujeto a las clases subalternas. Desde su perspectiva, ¿la noción de clase subalternas empalma con una noción de movimientos sociales? En el sentido, que si hay movimientos sociales no clasistas, al margen de subjetivaciones antagonistas, quiere decir que estás expresiones no dan cuenta de espacios de subjetivación política o dan cuenta de otras relaciones? ¿Quérelación existe, entonces, entre la noción de clases subalternas y movimientos sociales?

A mí no me gusta la noción de movimientos sociales porque está muy cargada de ciertas perspectivas sociales que “desclasifican”, que le quitan una noción clasista a los movimientos sociales, son movimientos que tienden a perder esa perspectiva de clase y esa politicidad. A mi parecer, la noción de movimientos sociales tiene esa pendiente, esa laguna. Es pospolítica, incluso, Melucci lo decía y lo reinvindicaba así. Muchos de los teóricos parten de la idea que una cosa son los movimientos obreros, de clase, y otra cosa son los movimientos sociales. Además le ponen el apellido de sociales para quitarles el de político. Por eso yo siempre digo, movimientos sociopolíticos para salir del paso. Que quede claro que no uso la noción de MS, que tampoco estoy diciendo algo muy distinto pero recupero ideas de clase, de política o, cuando quiero ser más preciso, digo movimientos antagonistas, porque ahí introduzco la dimensión del antagonismo que me parece que caracteriza de cierta manera a los movimientos políticos, a aquellos movimientos sociales con fuertes cargas políticas. No cualquier movimiento antagonista o movimiento sociopolítico es un movimiento antisismtémico, pero al menos se piensan claramente en clave de lucha y confrontación, no sólo de negociación y resistencia, desbordan ese marco reivindicativo inmediato. Yo lo hago de esa manera y salgo un poco del callejón sin salida del problema conceptualpropio de la noción de movimiento social. En ese sentido, retomando tu pregunta, me parece que no hay correspondencia entre la noción de movimiento social y clases subalternas. Además porque las clases subalternas tienden o debería tender a dejar de ser subalternas, y de hecho lo hacen en tanto comienzan a configurarse como sujetospolíticos desde el momento que introducen elementos de antagonismo y autonomía. La pura subalternidad es pasividad. Los elementos de la acción colectiva intervienen cuando en la subalternidad comienzan a aparecer elementos de la resistencia, elementos antagonistas, de autonomía que enriquecen las clases subalternas, le dan politicidad, le dan proyección y la activan. Entonces, la tensión entre activo y pasivo es muy importante aquí, porque sí tenemos actividad y tenemos pasividad en la acción colectiva. Entonces, la pregunta es ¿clases subalternas es una noción de acción colectiva o es también una noción de la pasividad colectiva? Yo creo que un poco de las dos cosas, lo que Gramsci plantea, el subalterno tiene que dejar de ser tal. Entonces, hay que seguir a la subalternidad porque es el punto de partida de la pasividad que se trasforma en actividad. La bisagra que da lugar a la subjetivación política, donde la subalternidad es el lugar de subordinación, donde comienzan a darse elementos de insubordinación. Entonces, en ese sentido, sí hay movimiento de las clases subalternas, movimientos sociopolíticos antagonistas en donde la subalternidad empieza a dejar de ser. Podría decirse un poco provocadoramente que nunca deja de ser, pero en el proceso deja tendencialmente de ser subalterno, siendo antagonistas y autónomos, se constituyen contrapoderes y con eso podríamos pasar a hablar de poder popular.

2. Poder Popular y subjetivación política antagonista

Seguel: Hace un tiempo atrás, revisando materiales sobre poder popular me topé con una tesis de la UNAM. Usted dirigió el trabajo de Mariana Fiordelisio Coll sobre poder popular y autogobierno en Cuba, que luego terminó siendo un libro por la Editorial Itaca. En ese sentido, ¿cómo entiende la noción de poder popular a la luz de la experiencia latinoamericana?, ¿cómo la definiría?

Esa tesis era una buena apología del poder popular en Cuba, que comparto por bien hecha pero no en términos de justificación apologética, yo soy más escéptico que Mariana respecto a esas cristalizaciones institucionales del poder popular. Personalmente creo que hay una tradición de eso en América Latina, es muy válida y que es una forma de pensar una alternativa real de toma del poder desde abajo. Pero yo personalmente creo que no hay condiciones reales de realización de este formato o modelo desde el ciclo ascendente de la década de los sesenta e inicio de los setenta, no hay condiciones para pensar un proceso de poder popular desde abajo primero como poder dual y después como quiebre en un proceso de revolución socialista que además lo sostenga como principio de organización estatal o post-estatal. Yo soy muy escéptico respecto a las prácticas del poder popular pensadas desde el Estado. Entonces, yo personalmente tengo más afinidad con una idea que podríamos llamar del contrapoder popular, que no es tan lejana de esa. Pensando la dualidad de poderes no como una condición transitoria, sino como una condición permanente, por lo menos a mediano plazo. Digo, ojalá que me equivoque, yo no niego la hipótesis ni la posibilidad abstracta de una revolución socialista basada en el crecimiento y generalización duradera del poder popular, de hecho, además la deseo. Lo que siento es que la realidad se nos configura más bien como, en la mejor de las hipótesis, de asentamiento y crecimiento progresivo de contrapoder popular. Construcción de poderes populares, de ámbitos autónomos, de autodeterminación, de espacios de decisión, de construcción de fuerzas que se constituyan como contrapoderes. Y que sí le rasquen hasta donde le puedan rascar, pero en sí creo que también hay un límite. En ese sentido, soy más clásico, hay un momento donde esas autonomías locales y parciales, ese autonomismo de los espacios chocan contra la pared y creo que constituyen espacios muy importantes, que sirven como contrapeso a las tendencias a la mercantilización capitalista, pero ese contrapeso en un momento dado no creo que se puede construir como una autonomía tal que podemos pensar que allí se realiza la emancipación integral, societal. No creo en la emancipación aislada en una comuna, en una montaña, en una ciudad o en un barrio. El socialismo en un solo barrio, el socialismo en una sola ciudad… Creo que hay un nivel sistémico que requiere de un quiebre a nivel estatal, un quiebre a nivel capitalista, inclusive un quiebre a nivel del mercado internacional y creo que estamos muy lejos de eso. Y al creer que estamos muy lejos de eso, no quiere decir que sea imposible, que no haya que luchar todos los días por eso, pero no estamos cerca. Creo que la estrategia justa para luchar en esa dirección sin hacerse ilusiones cortoplacista de un quiebre socialista y revolucionario es pensar en clave de contrapoder popular, de apostar a la construcción de espacios de construcción y acumulación de fuerza en forma de prácticas autónomas pero no olvidar que esta fuerza, para poder ser cabalmente antisistémica tiene que, en algún momento, desafiar el sistema, ser antagonista. Todas las construcciones autónomas suman, son positivas, fortalecen y modifican una correlación de fuerzas, que para Gramsci es molecular, progresiva, y hay coyunturas donde eso que es progresivo y paulatino se vuelve o puede volverse un salto hacia delante. En ese estira y afloja andamos construyendo trincheras y construcciones que nos van a servir para coyunturas más favorables, para dar saltos hacia delante, para que los pasos hacia atrás sean menos dolorosos y no resbalemos todo el camino que hemos recorrido. En ese sentido creo que en América Latina hay muchas experiencias y en eso soy muy poco sectario. Siento que todas son importantes, hay mucha experiencias comunitarias hoy en día de resistencia, movimientos de minería, luchas socioambientales, las respeto todas y todas creo que suman a esa lógica de contrapoderes. Ahora sí, a las que le apuesto, por tradiciones y filiaciones políticas más personales, es a las que sean más ideologizadas, politizadas, más claramente conscientes de ciertas situaciones sistémicas, claramente anticapitalistas y eventualmente también animadas y sostenidas por cierto proyecto socialista y cierto conocimiento de teoría marxista, etc. Esas son con las que me siento más cómodo, más afín. Creo en ese sentido que no sean las únicas que valen la pena, creo que hoy en día América Latina está llena de experiencias de luchas que son válidas. Creo que están bastante dispersas y no están todas lo suficientemente politizadas, no todas se asumen con esa perspectiva de contrapoder popular y se articulan las unas con las otras y se ven en el mediano plazo histórico.

Seguel: Entendiendo también esa centralidad que puede llegar a tener la noción de contrapoder popular o poder popular como una perspectiva de ruptura con el orden capitalista que se reproduce en distintas dimensiones, ¿usted cree que la noción de contrapoder popular abre un campo de subjetivación política subalterna o no se constituye como un espacio de construcción de poder?

Modonesi: Yo creo que puede tenerlo y es un pasaje que además articula subalternidad, antagonismo y autonomía. Arranca desde esa condición de subalternidad, de reconocer que se es subordinado, pero vía lucha, vía insubordinación se construyen espacios de poder y autonomía. Yo creo que funciona. Lo único que no hay que confundirlo. Existen ideas y nociones de poder popular instaladas más desde un ejercicio institucional o más desde una noción de amplio alcance. La noción de poder popular tiene una diferencia, respecto a la que estoy sosteniendo de contrapoder popular. La cuestión es que la noción de poder popular tiene una historia en Chile, que tiene un pie en un proceso de institucionalización y un pie en un proceso de autoorganizacion desde abajo. Están los cordones industriales y está el gobierno de Allende y entre esa bisagra… los cordones industriales fueron reconocidos finalmente a nivel institucional, pero surgen desde abajo. Está en la constitución cubana y está en la experiencia del chavismo. A mí esa experiencia institucional pensada como una estructura de organización de lo social me parece que no es lo mismo que cuando se lo piensa como una experiencia de lucha, con espacios de autonomía desde abajo. No quiere decir que no hay que pensar en clave de esa proyección a futuro, pero por lo pronto hoy en día, si uno habla de poder popular, lo primero que sale a la mente es la referencia a la Unidad Popular, a los mil días del presidente Allende, a Cuba o Venezuela y no estoy seguro si es lo mismo que se quiere sostener en la actualidad. En ese caso, no estoy tan seguro de que sea tan útil si es que genera confusión.

Seguel: Usted cree que es lo mismo esta noción que está entendiendo de poder popular con la noción de dualidad de poder o dualización de poder, que es una distinción que hacen algunos intelectuales para diferenciarse un poco de una noción tan mecánica de dualidad de poder, entendiendo que dualización de poder implica el surgimiento de un contrapoder y de un momento de ruptura.

Modonesi: No sé, no lo he pensado mucho, entonces lo que voy a decir no es producto de una reflexión previa, a diferencia de algunas cosas que he dicho antes. Me parece que sí, si tiene que ver con eso. Obviamente hay que conceptualizar la dualidad de poderes, pero también la dualidad de poderes arranca de un principio de relativo equilibrio en una correlación de fuerzas, mientras yo creo que estamos en un momento de desequilibrio muy fuerte. Siento que no hay que dar ese salto al vacío. Pensar la dualidad de poder y el poder popular en una clave de un momento de “asedio recíproco”, como Gramsci decía, en nuestros días ellos nos asedian a nosotros pero nosotros los estamos realmente asediando a ellos, salvo algunas coyunturas latinoamericanas de la últimas dos décadas que me temo que ya no están a la orden del día. Sólo en momentos de ascenso del movimiento popular realmente estamos rozando condiciones de eso y además de forma muy efímera, muy coyuntural y después inmediatamente de repliegue. En ese sentido la idea de dualidad de poder implica una situación de equilibrio que me parece que no se está dando, que no refleja la correlación de fuerzas que estamos teniendo, no tenemos una situación de empate, ni siquiera catastrófico. Yo creo que en algunos países como Argentina, Venezuela o Ecuador se dieron esas condiciones en unos pasajes históricos precisos, pero ese ciclo pasó, aunque volveremos a tener otro sin duda, pero no lo estamos viviendo ahora. Siento que esa concepción tiene un riesgo, de dar por hecho una condición que es una condición efímera, transitoria, pasajera y que no es la que rige normalmente a las sociedades capitalistas latinoamericanas. La dualidad de poderes es una teorización que sirve para situaciones prerrevolucionarias y hay que ver cuáles son las situaciones prerrevolucionarias o potencialmente revolucionarias que se vivieron o se están viviendo en América Latina hoy.

3. La izquierda mexicana en la coyuntura

Seguel: Le voy a hacer algunas preguntas sobre la izquierda mexicana en la coyuntura. Leyendo el nuevo número de la revista Memoria (250), uno de los elementos que me llamó la atención y que fue un aspecto transversal en varios textos, incluyendo el suyo, es que para muchos Ayotzinapa marca un hito de ruptura en la coyuntura. ¿Desde qué perspectiva se está leyendo esta ruptura en la coyuntura?

Modonesi: Así lo estamos viendo, pero habrá que ver si es cierto. Sin duda es una coyuntura de indignación, es un quiebre simbólico respecto a cierto orden, respecto de la barbarie, de la impunidad. Un quiebre simbólico que hay que ver si es que se vuelve un quiebre político. Lo de quiebre simbólico, podríamos argumentar por qué lo es y sería bastante fácil hacerlo, se trata de decir en qué medida se ponen al desnudo ciertas prácticas, se revelan las miserias del régimen actualmente imperante en México. Sobre eso se ha insistido mucho y no voy a insistir más, voy a decir algo sobre la idea, un poco más problemática, un poco más polémica, de que no estoy seguro de que sea un quiebre político aunque lo puede ser. Entonces, ¿por qué lo puede ser?, porque esa indignación y ese proceso de movilización que acompañó la petición, la demanda de que aparezcan los cuarenta y tres con vida, etc., genera ciertas dinámicas de agregación y de acción colectiva de una juventud que ya se había movilizado el dos mil doce, en torno a las elecciones en el movimiento #yo soy 132. Así como por ejemplo en Chile, en dos periodos un poco más distantes, hubo dos oleadas de movilización, aquí también tenemos dos oleadas de movilización protagonizadas por las mismas personas. Es decir, es muy importante eso por una cuestión generacional. Primero, es una generación que no se había movilizado antes, es la generación postzapatista, que sigue a la generación zapatista que se movilizó entre 2004 y 2001. Después hay como un vacío, un bache, hay una desmovilización a nivel juvenil, se pierden referentes. En 2006 se vuelve a vivir una coyuntura de protesta en México, sin duda, pero no son tanto los jóvenes los que se movilizan. Hay dinámicas en Atenco, en la APPO, contra el fraude electoral aquí en la ciudad, pero no se trata de una movilización masiva de la juventud y de los estudiantes mientras que entre 2012 y 2014 esto ocurre, esta generación vive dos coyunturas de intensa movilización masiva. ¿Por qué puede no ser un quiebre político? No creo yo que en el corto plazo se arme un gran movimiento de una izquierda alternativa, falta un polo de izquierda antagonista en México, hay una sensibilidad a flor de piel y eso, no creo que se aglutine, pero no deja de ser un recurso importante. Por ejemplo, en esas elecciones, nadie está convencido que en esas elecciones intermedias sean relevantes para la historia de México. Todo mundo piensa que la democracia electorera, electoralista o partidocrática en México está en crisis. O sea, hay algo antisistémico que se respira en el aire y que lamentablemente no parece tener pegamento político, pero es un clima político y esa generación respira ese clima político y eso es muy importante. Porque, podría no respirarlo, podría quedarse dispersa, apática. Un poco como la experiencia de Chile. Fíjate, son tres países que son gobernados por derechas o izquierdas que no dejan de operar como derechas, Chile, Colombia y México. Pero se viven procesos de subjetivación política centrados en la emergencia de generaciones de jóvenes y estudiantes combativos que se forjan en el antagonismo y buscan construir ámbitos autónomos. En Chile el movimiento estudiantil, en Colombia también con menos intensidad y extensividad, en México también los jóvenes y los estudiantes generaron y vivieron un clima de politización muy importante. No tengo certeza si tengan la capacidad de convertirse en un referente político, de activar un ciclo político, de ser una generación que transforme el país, en términos de agrietar o quebrar la estructura de dominación y la partidocracia, el tripartidismo de estado. Creo que tienen, cierta fuerza política que pudiera impulsar la gestación de un polo de izquierda antagonista en México, que es lo que yo quisiera. O, visto de otra manera, si algún día se generan las condiciones para construir un polo de izquierda antagonista en México, esto pasa por coyunturas como éstas y, en particular, por la juventud, poruna generación viva un proceso de politización y radicalización y que sepa sedimentarlo, consolidarlo y proyectarlo en términos políticos, de capacidad antagonista, acumulación autónoma y capacidad de construir alternativas.

Seguel: En ese sentido, ¿cuál es el estado de la izquierda marxista en México?

Modonesi: En México hay una gran tradición intelectual de izquierda marxista pero escaso arraigo de masas del socialismo, incluso en la década de los setenta respecto a otros países. Esto se explica en parte por el peso de la tradición de la Revolución Mexicana, el nacionalismo revolucionario que logró desactivar el socialismo revolucionario en las heroicas épocas fundacionales como en la década de 1920, que fue una década de construcción fuerte de esas tradición,y también el pico de los sesenta, setenta, el punto más alto de la historia del socialismo revolucionario en el mundo. Pero sí hay tradición intelectual marxista, porque además México fue el espacio de recepción de todos los exilios. Entonces tenemos una universidad nacional que es unavitrina desfasada respecto de la realidad nacional. Si uno ve a la UNAM aún quedan significativos espacios para el pensamiento progresista, para el pensamiento de izquierda. Hay ciertos márgenes, hay ciertas tradiciones, hay ciertos márgenes, pero eso no se traduce en términos sociales y políticos significativos. Pero en México no tenemos organizaciones marxistas con base social fuerte, tenemos algunos interesantes y válidos esfuerzos estudiantiles o en algunos otros sectores. Este vacío de referente socialistas es lamentable, porque sectores que vienen de esas tradiciones, que tienen esas ideas, en afán de mantenerse activos y de incidir políticamente terminan siendo la izquierda de MORENA, sin que MORENA abandere ninguna de las ideas del marxismo revolucionario. En verdad hay varios socialistas en la izquierda de MORENA,lo cual en buena medida indica que, para ellos, no hay otro lugar más atractivo para hacer política de izquierda. Yo difiero de esta posición por muchas razones que no puedo desagregar aquí pero entiendo que algunos compañeros la sostengan. También hay que reconocer que no es fácil construir polos de izquierda marxistas y socialistas en los tiempos que vivimos. No es solo lamentar que no exista, sino también reconocer las condiciones objetivas que existen en nuestras sociedades y en particular en México. Tanto es así que movimientos antagonistas muy poderosos produjeron o propiciaron la gestación de formas, que yo llamo revoluciones pasivas, en Ecuador, Venezuela, procesos que en realidad tienen tintes progresistas, pero que en realidad desactivaron procesos de movilización y que construyeron formas partidarias muy mediadas, que no apostaron a la participación desde abajo, sino que más bien desmovilizan, despolitizan y buscar tener y ejercer control social, movilización controlada, más que respetar o fomentar las formas autónomas de movilización.

Seguel: En ese sentido, qué elementos requiere la izquierda mexicana para convertirse en una alternativa hegemónica, de ruptura democrática.

Modonesi: No sé, yo no comparto mucho esa tesis de que el gran problema de la humanidad es la dirección revolucionaria, yo creo que si hay problemas de dirección, pero creo que también hay problemas de condiciones sociales generales. Las experiencias griegas y española nos dicen algo de esta relación entre condiciones materiales y politización antagonista, pero otros casos europeos se desatan tendencias involutivas, derechistas, xenófobas, etc. No digo que necesitamos la crisis y hundirnos todos para poder reaccionar para romper de esta manera la inercia conformista del sentido conservador que nos rodea, pero sí necesitamos cierta condición de agrietamiento del orden existente tal que permita que florezcan posturas antisistémicas. Las posturas antisistémicas no florecen porque haya un grupo de dirigentes revolucionarios lúcidos, ni florecen porque hay contradicciones del capitalismo salvaje. Que haya contradicciones y que haya dirigentes nos garantiza que haya resistencia, rebeliones esporádicas e instancias inorgánicas y fragmentadas de contrapoder. Para que eso se expanda, se profundice y se masifique se requiere de un elemento de crisis orgánica diría Gramsci. ¿Cómo se quiebra eso? yo no sé, espero que no sea vía catástrofe, pero no estoy seguro que tengamos otro camino, aunque haya que explorarlos todos los días.

Entrevista realizada el 3 de marzo de 2015, México D.F.

(*) Massimo Modonesi es historiador, sociólogo y latinoamericanista. Estudioso de movimientos socio-políticos en México y América Latina así como de conceptos y debates marxistas relacionados con el análisis de los procesos políticos contemporáneos. Profesor titular del Centro de Estudios Sociológicos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Director de la revista Memoria del Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (CEMOS) Autor de los libros Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismo y subjetivación política (2010), El Partido de la Revolución Democrática (2009) y La crisis histórica de la Izquierda Mexicana (2003).

(*) Pablo Seguel es estudiante de Historia y sociología en la Universidad de Chile. Asistente de Investigación Proyecto Bicentenario Movimientos Sociales: memoria y poder, dirigido por Gabriel Salazar y Miguel Urrutia (Universidad de Chile). Coordinador con Matías Ortiz del libro Poder popular, militancias y movimientos sociales. Desarrollo del proyecto de la Unidad Popular, 1970-1973 (Escaparate, 2015. En prensa).