La unidad de la izquierda salvadoreña en diciembre de 1979

La unidad de la izquierda salvadoreña en diciembre de 1979 Por Roberto Pineda San Salvador, 23 de octubre de 2014

El 15 de diciembre de 1979 se cierra en La Habana, Cuba, un sombrío capitulo de división en la historia de la izquierda salvadoreña, que abarcó diez años de hiriente tirantez y voraz disputa del movimiento popular. Este acuerdo unitario inicial entre Partido Comunista (PCS), Resistencia Nacional (RN) y Fuerzas Populares de Liberación (FPL), viene a fortalecer el aspecto subjetivo del proceso revolucionario y pone a la orden del día la lucha por el poder mediante el derrocamiento de la dictadura militar.

Este primer acuerdo de tres organizaciones revolucionarias permitió la creación el 11 de enero de 1980 de la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM, aglutinando al BPR, UDN, FAPU, MLP y LP-28; y a la convocatoria a la histórica Marcha de la Unidad el 22 de enero de 1980 y asimismo proclama la Plataforma Programática del Gobierno Democrático Revolucionario, así como impulsó la fundación el 2 de abril del Frente Democrático Revolucionario, FDR, integrado por MPSC, MNR, MIPTES y CRM; el 22 de mayo de la Dirección Revolucionaria Unificada, DRU, integrada por el PCS, RN, FPL y ERP y el 10 de octubre del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.

En las siguientes líneas abordamos esta temática desde el prisma de los comunistas, quienes fueron los que históricamente impulsaron con mayor decisión esta línea de acción dentro de la izquierda salvadoreña.

Entrevista de Schafik con periodista mexicano (10 de enero de 1980)

Considera Schafik que “inseparablemente unido al tema de la unidad de las fuerzas revolucionarias está el tema de su división. No se puede abordar uno sin analizar el otro; son dos aspectos contradictorios de un mismo proceso dialéctico de desarrollo del movimiento revolucionario. Nosotros hemos reflexionad sobre este proceso, sobre las causas de la división y sus consecuencias. Quizás por eso es que estábamos listos para la unidad.”

Agrega que “hasta 1970 es que se forman las núcleos que dieron origen a las organizaciones revolucionarias armadas. Así pues, durante 40 años fue el PCS un combatiente solitario, que a pesar de su grave debilitamiento después d el derrota de 1932, pudo en condiciones muy difíciles mantener en alto la bandera de la democracia, del socialismo y del comunismo y poco a poco abrió espacio a esa causa, a esa bandera, a esas ideas.”

“Nosotros nos hemos preguntado ¿Por qué estuvimos solos durante tanto tiempo? Si esto se ve superficialmente, a la luz de algunas argumentaciones que han sido esgrimidas por otros, se podría creer por ejemplo, que nuestro Partido ejercía algo así como un monopolio de la izquierda que no dejaba espacio a otros, el cual fue roto “por fin” en 1970; o que la línea del PCS fue correcta hasta cierto momento en los años sesenta, pero su orientación degeneró volviendo al Partido inepto para la revolución y que, por una o ambas razones, aparecieron nuevas organizaciones revolucionarias.”

Enfatiza que “el hecho de que no existieran otras organizaciones de izquierda no basta para afirmar que el PCS monopolizaba todo ese espacio. La verdad objetiva dice que el PCS, fue durante aquellos 40 años una organización muy pequeña, rodeada de un difundido anti-comunismo, dominante incluso en la Universidad hasta 1960-1961. El PCS no “monopolizaba” la izquierda, luchaba dentro de ese cerco y bajo la persecución para abrir espacio al pensamiento de izquierda.”

Analiza que “lo ocurrido en los últimos dos decenios y en particular la división de los revolucionarios a partir de 1970 no puede comprenderse correctamente si no se tienen en cuenta las mutaciones y tendencias del desarrollo de la formación social, junto con el análisis de los principales conflictos políticos y de la conducta de las diferentes fuerzas de clase, el PCS entre ellas.”

Opina que “la industrialización dependiente trajo consigo cambios sustanciales en la estructura clasista de la sociedad: nuestra clase obrera era principalmente artesanal, habían muy pocas fábricas hasta 1950 y con su proliferación desde entonces, empezó a formarse un proletariado abril, reclutado en el campo y las localidades urbanas del interior del país…la expansión del capitalismo dependiente engendra estos nutridos segmentos sociales, pero su establecimiento industrial y económico es incapaz de absorberlos.”

Sostiene que “los errores y debilidades del PCS en aquellos años (finales de la década de los sesenta) no fueron las causas profundas el aparecimiento de otras organizaciones revolucionarias; esta se finan, en primer lugar, en los nuevos fundamentos sociales formados en el curso de la tercera etapa del desarrollo del capitalismo dependiente en nuestro país.”

Estima que “el surgimiento y desarrollo de nuevas organizaciones de izquierda, aunque estas ha cometido muchos errores y en más de un caso sufrieron la división de sus filas, imprimió dinamismo al movimiento popular, incorporó a este la lucha armada y trajo una positiva emulación en todas las filas revolucionarias.”

Concluye que “la lucha en común va a unirnos mucho más; que el abordar en común el análisis de los problemas de nuestro país va a unirnos mucho más; que el derramar sangre juntos, combatiendo por la misma causa, v unirnos mucho más y que de esto va surgir pronto la dirección única de la revolución y a un plazo que no puede ser demasiado largo, va a surgir también el partido marxista-leninista único.”

Entrevista de Schafik con Prensa Latina (Febrero de 1980)

Sostiene Schafik sobre el proceso de unidad que este “concluirá unificando pronto todo el pueblo, todas sus corrientes revolucionarias y democráticas. El anuncio de la unidad produjo una explosión de jubilo popular, lo cual demuestra que la división era insostenible…Las bases de todas nuestras organizaciones, las grandes masas sobre las que influimos, cargaban con la división como un mal injustificable…”

Agrega que “el antecedente más inmediato, el que, por decirlo así, precipitó el acuerdo sobre la unidad salvadoreña, fue al unidad de las tres corrientes que integraban el Frente Sandinista y que condujo al triunfo de la Revolución Nicaragüense. Unidad y victoria, esta relación, esta conjugación precisa para obtener la victoria del pueblo de Nicaragua, produjo un fuerte impacto en El Salvador y la causa de la unidad se convirtió en una bandera para todos.”

Explica que “hemos alcanzado un acuerdo de unidad que pone en marcha un proceso orientado, según lo considera el PCS, hacia la creación de una dirección unificada de la revolución, una dirección político-militar unificada…y todavía más: hacia la formación de un partido único marxista-leninista de la Revolución Salvadoreña. Esa es la perspectiva con la que trabajamos todos…”

Opina que “la única posición verdaderamente revolucionaria que el PCS podía adoptar, era de reconocer como una consecuencia natural del desarrollo tardío de una sociedad capitalista dependiente la pluralidad de las organizaciones revolucionarias, con un base social y estable en El salvador y presentar el problema de la vanguardia de al revolución salvadoreña como algo para resolver a partir de la unidad de las organizaciones revolucionarias o, lo que es lo mismo: la vanguardia única se forma en un proceso de unidad progresiva.”

Subraya que “el PCS, fue fundado en 1930 y no fue sino hasta 1970 cuando surgieron los núcleos que dieron origen a las organizaciones revolucionarias armadas. Esto quiere decir que el PCS fue un combatiente solitario pro la causa de la revolución democrática y el socialismo en este período de 40 años; el PCS era la única organización marxista-leninista del país, combatida por el enemigo y durante mucho tiempo aislada d amplios sectores de las capas medias y de los mismos trabajadores.”

“Las masas mismas no sabían que comunistas dirigían sus luchas reivindicativas, había muchos prejuicios, y esto, inclusive, produjo traumas entre nuestros militantes y desviaciones en la metodología de trabajo. Ahora bien ¿Por qué el PCS estuvo solo durante tanto tiempo? Es decir: las organizaciones revolucionarias armadas surgieron hace diez años debido a los errores del PCS y al hecho d que era insostenible su monopolio sobre la izquierda. Consideramos que esto argumentos encierran algunos elementos de la verdad, pero no constituyen toda la verdad.”

Añade que “el proceso de industrialización produjo cambios substanciales en las estructura de las clases sociales salvadoreñas. La clase obrera, hasta 1950, estaba ligada a talleres que por el desarrollo de su técnica, de sus fuerzas productivas, eran de tipo artesanal. Había pocas fábricas en El Salvador. Entonces, empezó a surgir un proletariado fabril, reclutado en el campo, en las poblaciones urbanas del interior del país, un proletariado sin experiencia en la lucha de clases…”

“Al mismo tiempo, como una necesidad del mismo proceso de industrialización se produce la expansión del sistema educativo y con ello el surgimiento de un sector sumamente numeroso de estudiantes universitarios y de intelectuales que, integran una masa que, también es marginal, por que no puede ser absorbida por el proceso de desarrollo industrial.”

Argumenta que “se registro entonces, un despliegue de la lucha de clases; brotaron nuevos conflictos, y esta expansión del capitalismo dependiente en El Salvador aportó la base social que hacia necesaria la aparición de organizaciones revolucionarias de diverso tipo. Esta es la nueva base social que también ofreció la posibilidad de sostener diversos matices ideológicos y políticos en la izquierda salvadoreña.”

Especifica que “los errores del PCS fueron el detonante que hizo surgir a las demás organizaciones revolucionarias pero las raíces profundas, las cusas, tiene una base social e histórica. En este proceso, el PCS no ve únicamente el enfrentamiento de concepciones ideológicas y el pretendido monopolio de la vanguardia revolucionaria. También considera que en las condiciones del desarrollo social de América Latina, el surgimiento de la clase obrera y de otras clases, grupos y capas sociales…esta influid ay marcada por las características del capitalismo dependiente. Debido a eso, existe una suficiente base social para la irrupción no de una, sino de varias organizaciones revolucionarias en un solo país.”

Concluye que “la única posición revolucionaria que el PCS podía adoptar era la de reconocer, como una consecuencia natural del desarrollo tardío de una sociedad capitalista dependiente, la pluralidad de las organizaciones revolucionarias con una base social propia y estable en El Salvador, y presentar el problema de la vanguardia de la revolución salvadoreña como algo por resolver a partir de la unidad de las organizaciones revolucionarias, o lo que es lo mismo: la vanguardia única se forma en un proceso de unidad progresiva.”

La participación del PCS en la primera Junta de Gobierno

Explica Schafik que “el PCS participó porque la revolución salvadoreña necesita también de las fuerzas democráticas. Solo, el movimiento revolucionario no puede triunfar. Y en aquel entonces, a la caída del régimen el General Carlos Humberto Romero, las corrientes democráticas, los sectores progresistas, brindaron su apoyo y se incorporaron a la Junta de Gobierno. Así, siendo el PCS la organización revolucionaria con las relaciones más antiguas hacia las fuerzas democráticas, fuerzas con las que anteriormente había desplegado una política de alianzas, era necesario acompañarlas, ir a su lado hasta el momento en que el proyecto fracasara, a fin de evitar la dispersión después de la derrota y poder inmediatamente vincularlas con el movimiento revolucionario.”

Agrega que “en segundo lugar, porque independientemente de que el golpe del 15 de octubre de 1979 fue una maniobra y una simulación del imperialismo y la derecha salvadoreña, estaba involucrada una corriente patriótica, progresista, de jóvenes militares que desconocían los objetivos de nuestro enemigo principal y que en verdad habían cifrado sus esperanzas en esa salida para la crisis nacional. Ahora, ante esos militares, también han sido definidos los caminos y se presenta la posibilidad histórica de que una parte del ejercito se una al pueblo y a su movimiento revolucionario.”

Explica que “el PCS considera que esta es una hermosa posibilidad, aunque también subraya que la revolución es un proceso irreversible y su triunfo no depende de si participa o no un parte del ejército. Sin embargo, también es cierto que la incorporación de los militares patriotas representaría el ahorro de un costo social, y los revolucionarios somos los primeros en tratar de evitar la violencia y sus trágicas consecuencias.”

Añade que “es necesario subrayar que el PCS no se limitó a una presencia, digamos, de personalidades, no, fue la única fuerza política que emitió una plataforma y un programa de cambios políticos y estructurales consecuente con los intereses populares…Y ese es precisamente el programa, que mutilado, se abre paso ahora con la segunda Junta de Gobierno. Advertimos lo de mutilado, porque no se realizaron los cambios políticos dirigidos a expulsar del aparato del estado a los fascistas, ni cesó la represión, ni se puso en libertad a los presos políticos, ni se castigo a los asesinos y torturadores, ni se liquidaron los cuerpos para-militares, etc., todo lo cual ya provocó una nueva crisis.”

Concluye que “la primera Junta de Gobierno fracasó, como lo esperaba el PCS, y fue una derrota para los fascistas, porque las fuerzas democráticas se retiraron asestándoles golpes contundentes. Por otra parte, y a pesar de que al Democracia Cristiana se encuentra en la actual Junta de Gobierno, es preciso advertir que en su seno existen corrientes progresistas, y en la medida en que se agudice la lucha de clases, en esa misma medida se irán incorporando al lado del pueblo, con el movimiento revolucionario, que no les cierra las puertas.”

Tenemos un solo camino: la lucha armada. Junio de 1980

Reconoce Schafik que “nosotros teníamos confianza en que íbamos a llegar a los acuerdos de unidad, a pesar de la apasionada polémica, pus hacia algún tiempo que habíamos arribado a algunas conclusiones, derivadas del análisis de l estructura clasista d ela sociedad en condiciones de capitalismo dependiente y de subdesarrollo propios e la formación social en El Salvador.”

Explica que “antes, en la polémica con otras organizaciones surgía con mucha frecuencia esta argumentación de parte de ellas: el Partido Comunista era una organización revolucionaria que monopolizaba todo el espacio revolucionario del país, pero a finales de los años 60 cometió errores que negaron su carácter revolucionario y lo convirtieron en una organización reformista; y por eso fue necesario y posible el surgimiento de otras organizaciones revolucionarias.”

Comparte que “nosotros analizamos estos argumentos, tratando de encontrar lo que hubiera de verdad en ellos. En 1970, el Partido Comunista tenía 40 años de vida. ¿Por qué durante eso 40 años no aparecieron otras organizaciones revolucionarias? Nuestros amigos decían que el Partido monopolizaba la izquierda porque era revolucionario, pero esa explicación no resultaba satisfactoria., simplemente eso no era cierto. Después de la derrota de la insurrección de 1932, nuestro Partido quedo sumamente debilitado durante muchos años, cometió muchos errores, la mayoría de las veces errores de reformismo y algunos de índole izquierdista.”

Agrega que el PCS “fue sumamente pequeño y débil, con muy poca influencia, cercado por la hostilidad anticomunista de la reacción. Hubo un tiempo en que el pequeño Partido de los comunistas se sintió tan cercado, que incluso empezó a propagarse la idea de que él no existía. Era, desde luego, una idea errónea que fue corregida. El pequeño grupo de comunistas participaba en todas las luchas, se vinculaba a todas ellas, y por eso subsistió y logró luego desarrollarse, pero tuvo que realizar una lucha muy grande para abrirse campo.”

Concluye que “las respuestas radican fundamentalmente en los cambios sufridos por la estructura clasista de la sociedad en el curso de la tercera etapa de desarrollo del capitalismo dependiente en nuestro país. Esta se inició a finales de los años cuarenta en el marco de la inmediata posguerra y alcanzó sus niveles culminantes en los años sesenta; teniendo como núcleo dinámico la industrialización penetrada por los monopolios imperialistas y apoyada en el Mercado Común centroamericano…Era imposible que sobre la base del aparecimiento de estos nuevos sujetos sociales dejaran de surgir diversas organizaciones de izquierda.”

Evalúa en relación a los acuerdos unitarios que “nosotros mismos estábamos sorprendidos de como sobre la base de los primeros acuerdos ha surgido un clima verdaderamente fraternal entre nuestras organizaciones. Por supuesto que no es idílico el panorama; hay restos de sectarismo, de la dura polémica de10 años, quedan prejuicios. Pero todo eso es hoy muy secundario y hasta insignificante y no puede detener la marcha ascendente del proceso unitario, cuya meta es la creación del Partido Marxista-Leninista Unificado, para lo cual no hay, desde luego, un plazo fijado.”

Estuve en AES en 1973…

Estuve en AES en 1973…Entrevista con Roberto Pineda

SAN SALVADOR, 22 de octubre de 2014 (SIEP) “A finales de enero de 1973 regrese a El Salvador procedente de la ciudad de Nueva York, donde había vivido por dos años. En esos dos años habían sucedido tantos acontecimientos que habían marcado fuertemente a mis amigos del edificio D de la Colonia Atlacatl donde vivía antes y donde regrese. Tanto ellos como yo habíamos avanzado políticamente…” nos comparte Roberto Pineda, autor del libro recién publicado Las luchas de los movimientos populares en El Salvador 1810-2010.

Ellos me contaron de su participación en la huelga de ANDES 21 de Junio, en la campaña electoral presidencial de 1972 en las filas de la Unión Nacional Opositora, UNO, “estuvimos cuidando urnas” del fraude cometido, del golpe de estado y los combates entre la Guardia y los soldados de la 1ra. Brigada. Yo les conté de la ciudad de Nueva York y del PSP y la lucha de los puertorriqueños por conquistar su independencia.

El 1 de mayo asistí a la marcha que salió del Reloj de Flores en la Avenida Independencia y concluyó en el Parque Libertad. Me impactó fuertemente el discurso que pronuncio el dirigente sindical de la FUSS, Julio Cesar Castro Belloso, que sacó una copia de la Constitución y se puso a leer varios artículos y los comentaba diciendo: “¿cuál libertad de asociación? Si en nuestro país los cuerpos represivos… ¿Cuál derecho a la salud?”

Me impresionó el bloque de estudiantes del Bachillerato en Artes que cantaban viejas canciones de la Guerra Civil española, La hierba de los caminos: La hierba de los caminos/la pisan los caminantes/y a la mujer del obrero/la pisan cuatro tunantes/de esos que tienen dinero./ ¡Cuando querrá el Dios del cielo/ que la tortilla se vuelva/ que la tortilla se vuelva/que los pobres coman pan/ y los ricos mierda, mierda!

Iban vestidos de negro y eran muy enfáticos. Impresionante. Se cantaba también la canción de los partisanos italianos: Una mañana de sol radiante/Oh bella ciao, bella ciao, bellaciao, ciao, ciao/ Una mañana de sol radiante/ el estudiante combatió….Y los obreros marchaban cantando La Internacional: Arriba los pobres del mundo/ de pie los esclavos sin pan/ luchemos ya todos unidos /¡Viva la Internacional!

Y me encontré con el para mi desconocido pero contagioso clásico grito de batalla de la juventud salvadoreña: ¡Gorilas hijos de puta, los estudiantes somos vergones! Todavía no había llegado la música chilena, que luego se apoderó toda esa década de nuestras marchas con El Pueblo Unido de Quilapayun, y estábamos muy lejos del Sombrero Azul de Ali Primera a finales de los años ochenta.

Uno de estos amigos del edificio D, de nombre Nelson Munguía, que luego desapareció, una vez a mediados de año, me habló que él conocía a una amiga que le parecía que estaba organizada “en algo.” Y me llevó a conocerla. Tanto Nelson como yo andábamos rapados. Se había puesto de moda en esa época y andábamos pelones al ras. Ella se llamaba Vladimira Landaverde y estudiaba en el Nuevo Liceo Centroamericano….ya el nombrecito era significativo.

1973: me incorporo a AES

Vladimira que entiendo hoy vive en México,era bonita, gordita, con camanances, de brillantes y misteriosos ojos verdes. Yo me había matriculado en noveno grado en el Instituto Cultural Miguel de Cervantes. Nelson nos presentó y le explique mi interés en organizarme. Un poco reservada al principio luego me habló de la Asociación de Estudiantes de Secundaria, AES y me invitó “este jueves a las dos tenemos reunión, lléguese, nos reunimos en el ACUS, donde queda el Arzobispado.”

Llegue el jueves. Fui el primero en llegar, estaba ansioso de conocer de qué se trataba. La primera en llegar fue una joven delgada, blanca, pecosa, de anteojos. Me preguntó confiada: ¿vos venís a la reunión? –Sí, Vladimira me invitó. –ya va venir la gente. Se llamaba Dinora Aguiñada y su uniforme blanco revelaba que estudiaba en el Central de Señoritas. Era muy simpática. Luego llegó Vladimira. -¿ya se conocieron? Ya van a venir los demás. Luego llegó otra estudiante del Central de Señoritas, pero esta era de tez morena y a oírla hablar le hice una pregunta imprudente. ¿Estás mal de la garganta? “No, así hablo yo…”Se llamaba Sonia, era prima de Dinora y luego fue dirigente del ERP.

Me explicaron que esta era la comisión de propaganda de AES y que se reunía todos los jueves. Les explique sobre la lucha por la independencia de Puerto Rico y me miraban sorprendidas por el tema, del cual nunca habían escuchado hablar. Seguí llegando puntual y religiosamente a las reuniones que a veces se realizaban en el ACUS y otras veces en el Ricaldone o en la Iglesia Episcopal, y así fui conociendo a los miembros de las otras comisiones. Éramos un grupo de unos veinte jóvenes. El secretario general era Lito Aguiñada, hermano de Dinora que estudiaba en el INFRAMEN, como la mayoría de los miembros de AES de esa época.

En agosto realizamos una Asamblea General en el Instituto Ricaldone. Éramos un grupo de alrededor de treinta jóvenes. En la asamblea fui electo Secretario de Conflictos. Y se eligió en ausencia como secretario general a Rogelio Cacerez, (INFRAMEN). Entre los que me acuerdo estaban Lito y Dinora Aguiñada, Vladimira Landaverde, un primo de Dinora, Agustín Najarro (INFRAMEN) que fue electo en la directiva y que luego se incorpora a las FPL; Coqui Handal, (INFRAMEN), Tito Bazan, (INFRAMEN), Amílcar Estrada, que luego fuedestacado agitador de la CRM y desaparecido; Ramón Portillo que era de origen campesino, y Guillermo Castro,(INFRAMEN) que es capturado y desaparecido en febrero de 1980.

Al terminar la asamblea y cuando íbamos ya a tomar el bus, se apareció Rogelio para enterarse que había sido electo secretario general y pude conocerlo, y le conté sobre la lucha por la independencia de Puerto Rico y desde entonces nos hicimos muy amigos. Y me invitaron ala Colonia Santa Lucía donde vivía buena parte de todos ellos, incluyendo a Guillermo, Tito, Rogelio, Ramón, Agustín.

Éramos un grupo muy unido, hacíamos excursiones, celebramos nuestros cumpleaños, hacíamos rifas, siempre estábamos vendiendo números para rifas de inexistentes círculos culturales, como el Pablo Neruda. De esa época me acuerdo una vez que hicimos una Caminata al cantón El Limón en Soyapango para una Atolada, sentía que nunca llegábamos por la calle de tierra y otra vez que fuimos en excursión en tren a Amapulapa, o una fiesta de cumpleaños una tarde en la Col. IVU, donde vivía Lito y Dinora, los dos aparecieron vestidos de negro.

Ya como directivo de AES en el Cervantes me movilice para formar un Consejo de Alumnos que me permitió conocer a dos grandes amigos que incorpore a la secretaría de Conflictos, me refiero a Nelson Guevara, que era poeta y publicaba en El Mundo y era muy progresista y que luego se va estudiar a la URSS, regresa con los Esquimales y muere en Guazapa; y Guillermo Campos, poeta y catedrático de Filosofía en la UES.

En septiembre de 1973 Guillermo Campos me avisa que hay una huelga estudiantil en la Escuela República de Corea en la Col. Zacamil y que como AES debíamos ir a solidarizarnos. Lo hacemos. Llegamos y nos identificamos. Nos reciban un poco desconfiados. Hablamos con el presidente del consejo de alumnos y nos explica que la lucha es por sacar al director que abusaba de las estudiantes. Al escucharlo me parece una voz muy familiar. Trato de reconocerlo y lo logro.¡Es mi hermano René! Si, un hermano por parte de papá al que no miraba por mucho tiempo. Me pregunta: ¿vos sos Armando? ¿Ya no vivís en Estados Unidos? ¿Regresaste? Con Guillermo y como AES los estuvimos acompañando hasta que se ganó la huelga.

Visitaba mucho la (Colonia) Santa Lucía. Primero iba a buscar a Rogelio y si estaba nos íbamos a fumar a la sacristía de la iglesia, a la cual entraba como Pedro por su casa. Luego nos íbamos a comer pupusas y pedía dos y se devoraba una botella de curtido; o sino nos íbamos a buscar a Guillermo, ahí conocí a Roberto Miranda López, que fue asesinado el 30 de julio; o sino nos íbamos donde Tito, donde también vivía Ramón.

Y luego ellos empezaron a visitarme a mi apartamento en la Col. Atlacatl. Llegaba Rogelio, Guillermo y Ramón. Le correspondió a Ramón empezar a reclutarme para la Juventud Comunista. Me acuerdo que una vez que lo acompañaba a tomar la ruta 13 de regreso a la Santa Lucía me hablo sobre incorporarme y me dejó para que lo estudiara el Programa General del PCS. Pero después lo metieron preso en Zacatecoluca y el proceso quedo inconcluso. Y fue entonces Guillermo el que me “trataba…”

1974: la lucha por la reducción del pasaje

Así llegamos a marzo de 1974 en el que se inicia una nueva fase en la vida de AES. En esta fase se incorpora un nuevo y numeroso contingente de jóvenes luchadores sociales. El detonante de esta nueva situación fue la decisión gubernamental de aumentar el pasaje del trasporte urbano de 10 a 15 centavos. Como AES se decide convocar a una marcha de protesta que visitaría el Ministerio de Economía y de Educación y que saldría del Parque Cuscatlan. Nunca nos imaginamos que la respuesta a nuestra convocatoria tendría tal pasividad.

Poco a poco fueron llegando grupos de estudiantes. Desde el norte aparecieron los del INFRAMEN, desde el sur los de la ENCO junto con los del Bachillerato en Artes, que se destacaban en la parte agitativa; del centro de San Salvador llegaron colegios completos, e incluso colegios de Ciudad Delgado, Ilopango, Soyapango. Logramos movilizar cerca de 5 mil estudiantes. Y logramos convencer o atemorizar a los funcionarios de Economía y Educación ya que se acordó que a los estudiantes de secundaria s eles daría un carnet con el que pagarían 20 centavos. ¡Habíamos triunfado!

De esta coyuntura de la lucha por la reducción del pasaje AES quedo fortalecida. Las asambleas eran masivas y se abandonan los anteriores sitios de reunión y estas se trasladan al 630 de la Avenida Cuscatlan, el local de la FUSS. Se incorporan a AES del Bachillerato en Artes: Francisco Osorio“Bigote Chuco” que luego asume la secretaría general y hoy vive en Suiza; Leopoldo Argûello que vive en Canadá; Saul R Roberto Salinas, que viven en Dinamarca, Fidel Cortez, Fernando Umaña, director de teatro; Fernando Segura que vive en Australia; del Instituto Manuel José Arce, Edgar Nuñez, docente de INPNC y Napoleón Rodríguez, docente de la UES; del Instituto Obrero José Celestino Castro, Benito Lara, Ministro de Justicia y Seguridad Pública; Rafael Aquino “El Indio”, abogado de la PDDH, Víctor “AES” Ramos, desaparecido; los hermanos Silvia, Jorge Montalvo “Gato Baleado” caído en la guerra en las filas de las FAL; Jorge Molina “Candelita” que estudiaba en el Colegio David J. Guzman, desaparecido; Darold Velis, que estudiaba en el Colegio Simón Bolívar y luego fue dirigente del PRTC; Cesar, que se hizo después de la Liga para la Liberación; Maritsa y Claudia del Colegio América; Roberto “Canelón” de Acción Cívica Militar; Víctor “Pucho” Quintanilla, del Colegio Rubén Darío, que luego se incorporó al ERP y murió en febrero de 1980 en la toma del local del PDC.

Y en este periodo AES se despliega a nivel nacional. Paso a ocupar el cargo de secretario de organización. Roberto era el secretario general, Darold de Propaganda, Benito de Finanzas, Amílcar Estrada de Educación. Teníamos presencia en cerca de veinte institutos nacionales y treinta colegios privados. Y la causa chilena nos seguía apretando con Víctor Jara: te recuerdo Amanda/ la calle mojada/ corriendo a la fábrica/ donde trabaja Manuel/La sonrisa ancha/ la lluvia en el pelo/ no importaba nada/ ibas a encontrarte con él.

Y ese año se abre la UES y nos trasladamos también para AGEUS que era dirigido por Manuel Franco. Y conocemos a la gente del Frente de Acción Universitaria, FAU, que eran también de la Jota Ce, entre los que estaban el Chele Guillen, el Chele Melcocha, Cecilia Vega, Roberto Ceballos de Derecho, Rolando Mata, Gladis Chiquillo, Toni Martínez, presidente de la SEC; Norma Guevara de Educación, y luego se incorpora Carlos “El Diablito” Ruiz. Por esa época AGEUS realiza un Festival de Música y viene el Grupo Tiempo de Argentina y nos queda grabado el Río esta llamando: ¿Por qué me preguntas, compañera,/dónde fui con mi sangre, si lo sabes?/Es que el río llamaba,/una sola esperanza/nos decía ¡adelante Y también hay un festival de teatro y viene el grupo colombiano La Candelaria con Ciudad Dorada y el TEC. Y ha surgido desde el Bachillerato en Artes el Sol del Río 32.

También se crea la Comisión Nacional de Secundaria, conducida por el Comité Ejecutivo de la JCS. Me nombran Coordinador y el Responsable era Tito Bazan. La integran Francisco Osorio, Benito Lara, Darold Velis y Jorge Molina. Nos reuníamos donde Benito a la vuelta del Cine Apolo o en mi casa en la Col. Atlacatl. Con Jorge Molina “Candelita” que para esa época vivía con su familia en Quezaltepeque, nos veíamos temprano por la mañana y no íbamos a clase sino que uniformados nos íbamos a diversas poblaciones a organizar estudiantes de secundaria, a crear consejos de alumnos.

El 11 de septiembre realizamos una marcha desde el Parque Cuscatlan al Parque Libertad en solidaridad con la resistencia chilena. Logramos movilizar a muchos estudiantes, habíamos aprendido la táctica de pedir permiso a los directores e irlos a sacar. A la altura de ANTEL un guardia de seguridad disparó e hirió levemente a Víctor Quintanilla. Cantábamos la Canción del Poder Popular: “Porque esta vez no se trata de cambiar un presidente/ será el pueblo quien construya un Chile bien diferente/ Porque esta vez no se trata… /La patria se verá grande con su tierra liberada/de la junta militar y el imperialismo yanqui/Ya nadie puede quitarnos el derecho de ser libres/ y como seres humanos podremos vivir en Chile.”

1975: la marcha del 30 de julio

La marcha del 30 de julio fue otro gran parteaguas para AES. Jugamos un papel destacado tanto en su convocatoria como en los acontecimientos que se desencadenaron posteriormente. Participamos en la marcha, íbamos con nuestra en medio pero cuando escuchamos que había efectivos militares por el Hospital Rosales nos movimos hacia la cabeza de la manifestación, donde iba la bandera de AGEUS. Al iniciar los disparos nos saltamos el muro del Seguro y nos permitieron ingresar, subimos al cuarto piso. Estuve en este lance junto con Francisco Osorio y Benito Lara. Como a la hora nos permitieron salir y nos dirigimos a la FUSS a intercambiar información y planificar la respuesta.

Nos dividimos para ir a buscar compañeros y asegurarnos que estaban bien. Fui a buscar a Candelita por La Isla y por suerte ya estaba en su casa. El siguiente día salió una marcha unitaria de mujeres todas de luto, impresionante, cayó una gran tormenta y seguimos marchando. Al llegar a catedral una comisión de las diversas fuerzas ingreso y cerraron las puertas. Catedral estaba tomada. Fueron jornadas inolvidables.

Nos trasladamos como AES a las gradas de Catedral, allí vivíamos, comíamos, agitábamos desde los parlantes, distribuíamos propaganda, hacíamos colectas, realizábamos asambleas…eran miles las personas que llegaban a expresar su repudio a la dictadura militar. Era una coyuntura de mucha movilización, marchas todos los días. La respuesta popular era contundente. A mediados de agosto la situación se fue enfriando…

Como AES hubo cambio de dirección. Tito Bazan asumió la secretaría general. Yo continúe en Organización. A esta altura ya había surgido el Movimiento Estudiantil Revolucionario de Secundaria, MERS, que con fuerte apoyo de NDES 21 de Junio nos disputaba la conducción de los estudiantes de secundaria. Su dirigente principal era un exdirigente de AES, del Colegio David J. Guzman, pero también había gente del Celestino Castro, como Rogelio Bazaglia, y en particular estudiantes del Damián Villacorta de Santa Tecla y del Instituto de San Sebastián, en San Vicente. A finales de ese año asumo la secretaría General en AES y Jorge Candelita pasa a ser el de Organización.

Contamos con una organización a nivel nacional. Me correspondía atender Santa Ana y por lo general viajaba los fines de semana, y aprovechábamos para ver lo de AES en el INSA y lo del trabajo de secundaria de la JC, también viajaba a veces a Chalchuapa a reunirme con Judith Chafoya, dirigente juvenil comunista del lugar. También viajaba a Usulutan y me reunía con Carlos Rodríguez, dirigente del INU, hermano de Flashman y con Leopoldo, obeso dirigente partidario que luego se fue para México.

Fue en su casa que leí por vez primera al peruano Vallejo y quede maravillado hasta ahora. En todo este periodo dirigimos muchas huelgas estudiantiles de institutos de secundaria que permitieron la organización y toma de conciencia de miles de jóvenes. A finales de 1976 Jorge Candelita asume la secretaría general de AES. Salgo de bachiller ese año del Colegio Divino Salvador. Ese año se incorporan dos grandes amigos de la Colonia Atlacatl a AES, Iván “Botellón” Calderón y Jaime “Cebolla” Estevez, este último fue asesinado y el primero vive en Costa Rica.-

El marxismo latinoamericano y la dependencia.

Cuadernos Políticos, número 38, ediciones era, México, D.F., enero-marzo 1984, pp.40-59. Jaime Osorio Urbina

El marxismo latinoamericano y la dependencia.

ENSAYO SOBRE LAS DOS ÚLTIMAS DECADAS

Nuestro interés por analizar el marxismo latinoamericano de las dos últimas décadas va dirigido en primer lugar a quienes recién se introducen al estudio de los problemas del subdesarrollo, de la dependencia y de las especificidades del capitalismo en América Latina, con el fin de que cuenten con una rápida y muy general visión de ciertos autores y temas que han sido abordados en este periodo. En este sentido, este ensayo no es una revisión de todas las corrientes marxistas ni de todos los autores adscritos a este pensamiento, ni aun en el caso de la propia teoría marxista de la dependencia que es la que se privilegia en este trabajo. Citamos solamente a aquellas corrientes y autores que han centrado la atención de la crítica, son más polémicos o que más han aportado a los temas en discusión.

No pasará inadvertido a ningún lector que este ensayo interpreta en particular el
desarrollo de la teoría de la dependencia, por lo cual jerarquiza y postula una evaluación
del movimiento de dicha temática, de sus etapas, aportaciones y contradicciones. Pero
también existen preocupaciones de otra índole al escribir este trabajo. Buscamos llamar
la atención sobre ciertos campos y problemas en los cuales la teoría marxista
latinoamericana ha avanzado poco en las últimas décadas, dando aliento con ello a que
diversos enfoques —algunos claramente ajenos al marxismo, otros eclécticamente
marxistas— ganen terreno y planteen nuevos retos teóricos y políticos. Dedicamos
algunos comentarios a la definición de estas corrientes.

Nadie crea que si la teoría revolucionaria no supera sus deficiencias la revolución
latinoamericana no podrá avanzar. Afortunadamente, las clases dominadas del
continente y sus organizaciones políticas han podido ganar terreno sin depender de
tratados marxistas adecuados a cada situación y problema. Un rico marxismo-leninismo
práctico ha resuelto en muchas ocasiones las carencias anteriores. Pero es indudable que
varios problemas actuales de la lucha de clases se resolverían más fácilmente si la teoría
revolucionaria pudiera adelantárseles en su definición.

Muchas de las preocupaciones que aquí se presentan centradas en la temática de la
dependencia han perdido terreno en la discusión de las ciencias sociales
latinoamericanas en el último tiempo, no siempre como resultado de resoluciones
teóricas o pérdida de vigencia, sino por razones de índole política. La agudización de la
lucha de clases en el continente, con claras perspectivas de crisis revolucionarias, ha
provocado la confluencia de las principales corrientes políticas marxistas de la zona.
Partidos comunistas y la llamada izquierda revolucionaria luchan hoy unidos en
diversos países, proceso que multiplica las perspectivas de victoria. Dichos
acercamientos no siempre han sido el resultado de resoluciones de las discrepancias y
diferencias teóricas existentes sino de la fuerza de los hechos. Por ello no es engañoso
pensar que en algún tiempo próximo, bajo nuevas condiciones, la teoría reivindique su
autonomía relativa y los problemas no resueltos vuelvan u ser abordados.

A diferencia de lo que sucede en América Latina, la discusión sobre la dependencia ha
ganado terreno en otras regiones en los últimos años. En el norte de América, en Asia,
África, Europa occidental y en la Unión Soviética, la temática ha sido asumida con
entusiasmo y —no podía ser de otra manera— con grandes discusiones. El tema ya no
pertenece a América Latina como hasta hace algún tiempo.

De seguro contaremos, en el mediano plazo, con nuevos trabajos que relativizarán muchas de las afirmaciones aquí planteadas.

EL INICIO Y SUS RAZONES HISTÓRICAS

En el periodo que consideramos, los puntos más altos del desarrollo de la teoría
marxista en América Latina han estado directamente relacionados con la problemática
de la dependencia. La apropiación por el marxismo de la categoría “dependencia” no ha
sido un proceso fácil ni exento de contradicciones. Por el contrario, sólo después de una
década de discusiones, avances y retrocesos, dicha categoría logra romper
definitivamente con el cordón umbilical burgués y premarxista que caracteriza su
nacimiento en América Latina.

Dos grandes procesos marcan la historia de las ciencias sociales latinoamericanas en los
años sesenta. Ambas, con raíces totalmente contradictorias, están en la base de los
fenómenos que generarán los estudios de la dependencia y, posteriormente, una teoría
marxista de la dependencia. El primero de ellos es la revolución cubana, que se
constituye en uno de los principales parámetros en las definiciones teóricas y políticas
del continente.

El proceso cubano, en lo que aquí nos preocupa, tuvo como efecto profundizar la crisis
política y teórica del marxismo prevaleciente en los partidos comunistas de América
Latina. Aferrado a un grosero evolucionismo en la interpretación del devenir de los
modos de producción, a un mecanismo en la concepción de cómo opera la contradicción
fuerzas productivas/relaciones de producción y propiciando en el plano político la
alianza del movimiento popular con la burguesía industrial, en aras de desarrollar un
capitalismo con vocación revolucionaria que rompería con los supuestos cotos feudales
existentes, esta corriente marxista poco había aportado, en las décadas previas a la gesta
cubana, a la interpretación de los problemas fundamentales del capitalismo
latinoamericano y menos aún a la concepción de un proceso revolucionario con
perspectivas socialistas.

En sus manos, el marxismo no era más que un dogma castrado de su potencial revolucionario en tanto “análisis concreto de situaciones concretas”, al decir de Lenin.
La revolución cubana, más que mil documentos, puso en evidencia lo anquilosado y
estéril de dichas reflexiones, desatando el auge de nuevas organizaciones políticas, que
pondrán en el centro de sus luchas el socialismo y la lucha armada, y abriendo las
puertas para una nueva reflexión sobre la realidad latinoamericana a partir del marxismo. Luego de los primeros brotes guerrilleros de orientación foquista, una nueva
izquierda comienza a hacerse presente en el continente y un nuevo marxismo comienza
a ganar vida, preocupado por dar cuenta de las especificidades del capitalismo
latinoamericano. Es en este marco que los estudios marxistas de la dependencia hacen
su entrada en las ciencias sociales de América Latina.

Otro factor que incide en el surgimiento de la dependencia como temática de análisis, es
la integración imperialista del proceso productivo latinoamericano en los años cincuenta y sesenta, que agudiza las contradicciones sociales en la región.

Este proceso, en tanto provoca el control de amplias ramas del sector industrial por el
capital extranjero y genera nuevos problemas sociales, por las condiciones tecnológicas
que impone, como el desempleo creciente y el deterioro de las condiciones de vida de
amplios sectores populares, pone fin a las ilusiones de un capitalismo autónomo y al
carácter democrático y progresista de la burguesía industrial.
El proceso real hizo entrar en crisis la reflexión de los teóricos burgueses que dieron
vida a la llamada “teoría del desarrollo”, la cual se caracteriza por sostener que, en la
medida en que se intensificara el desarrollo capitalista de América Latina, ésta iría
alcanzando los niveles de desarrollo vigentes en las economías industriales, ya que
suponía al subdesarrollo como una etapa previa al desarrollo o, en su versión
sociológica, como “sociedades tradicionales” en vías de alcanzar las metas de las
“sociedades modernas”, según la visión de Gino Germani.

Pero la realidad caminaba en otra dirección. No vamos a entrar al análisis de la teoría del desarrollo y sus variantes latinoamericanas, elaboradas principalmente en la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), pues exceden los objetivos de este trabajo. Indiquemos tan sólo que dicha teoría concibe el subdesarrollo y su reproducción como el resultado de factores externos, tales como el “deterioro de los términos de intercambio”, lo que —utilizando la terminología cepalina— beneficia a los países centrales en desmedro de los países periféricos. Este tipo de formulaciones cumple un objetivo básico, consistente en dejar intacto al nivel del análisis el orden social y político de las sociedades latinoamericanas, poniendo el acento sobre un elemento que se supone ajeno al control nacional y de las clases dominantes. Los intereses políticos que subyacen en estos planteamientos no son difíciles de desentrañar. Es así como diversos autores cepalinos, como Aníbal Pinto y Celso Furtado, hablarán de dependencia externa. El economista argentino Raúl Prebisch constituye sin duda el más destacado representante de esta corriente en nuestro continente.

A partir de criticar la teoría de los costos comparativos, la cual supone que la división
internacional del trabajo produce una especialización que necesariamente conduce al
desarrollo de todos los países que participan en el mercado mundial, la CEPAL sostiene
la necesidad de industrializar el subcontinente, como forma de impedir la transferencia
de recursos a los países centrales vía el comercio internacional. Como quiera que sea, no
será sino hasta los sesentas, cuando es ya aguda la crisis social y política de América
Latina, que la CEPAL enfatizará el tema de las reformas, con la consiguiente supresión
del sector “atrasado” mediante medidas políticas y no meramente económicas. Sin
embargo, para entonces, la Alianza para el Progreso habrá quitado a ese reformismo
cualquier carácter progresista, al convertirlo, junto con la contrainsurgencia, en receta
para frenar las tendencias revolucionarias que se desplegaban en la región.

Cuando gira la atención hacia los problemas internos, aparece la tesis del dualismo
estructural, que plantea que coexiste un sector tradicional y atrasado (feudal dirían
algunos) junto a un sector moderno en las sociedades latinoamericanas. Para esta
corriente, el desarrollo se logrará una vez que se salven los “obstáculos” que impone el
sector atrasado, esto es, propiciando un más profundo y extendido desarrollo del
capitalismo, ya que se entiende que el sector moderno poco o nada tiene que ver con el
atraso del sector tradicional, pero éste sí con aquél, impidiendo su crecimiento.

EXOGENISTAS Y ENDOGENISTAS: UNA FALSA DISYUNTIVA

Las críticas a la teoría del desarrollo ganan fuerza en el seno mismo de la CEPAL. Sin
embargo estas visiones críticas, en tanto arrancan de puntos de vista de clases no
antagónicos y de perspectivas teóricas afines, están enmarcadas generalmente en los
parámetros de las concepciones criticadas. En medio de estas limitantes, se multiplicó
en las ciencias sociales latinoamericanas el concepto de dependencia. Los puntos de
vista más ligados a las necesidades e intereses de las clases dominantes se mezclaron
con otros de perspectivas menos oficiales pero amarrados aún a las visiones del
establishment, en donde se postulaba la necesidad de cambios sociales sin que el
socialismo se planteara como la meta de dichas transformaciones.

En un esquema centro-periferia muy caro a la CEPAL, autores como Osvaldo Sunkel y
Pedro Paz plantean la tesis de que el desarrollo y el subdesarrollo constituyen las dos
caras de un mismo proceso, la expansión del capitalismo a nivel mundial, desechando la
idea de que el subdesarrollo constituye un peldaño más bajo en la escala del desarrollo.
Sin embargo, el peso de los factores externos sigue manteniendo la atención
fundamental en la explicación del subdesarrollo.

La dependencia, en estos análisis, sigue siendo una categoría que no permite analizar el funcionamiento interno de las sociedades latinoamericanas. Estas concepciones iniciales de la dependencia las podemos caracterizar como exogenistas, en tanto no establecen la relación de los factores externos con los internos, para analizar el atraso y el subdesarrollo de América Latina. No aparecen los elementos que internalizan la dependencia.

Como contrapartida a estos análisis, surgirán corrientes teóricas que, definidas como
antidependentistas, llamarán particularmente la atención a los factores internos para
explicar el subdesarrollo, inclinando la balanza al lado contrario. Estas corrientes
endogenistas, que tendrán en los teóricos de los partidos comunistas sus principales
voceros, intentarán explicar las especificidades del desarrollo capitalista
latinoamericano a partir del análisis de las relaciones de producción vigentes, la
articulación que éstas establecen con las fuerzas productivas, las modalidades de la
explotación, etcétera, sin comprender que estos aspectos sólo se pueden analizar a la luz
de las vinculaciones de América Latina al mercado mundial. En pocas palabras, el
capitalismo en América Latina no fue el simple resultado de la maduración de las
fuerzas productivas y de las relaciones de producción, sino que la inserción de la región
en la expansión del mercado mundial capitalista jugó un papel clave en su gestación.
La vinculación de lo externo y lo interno en los análisis de la dependencia, que abrirá
fructíferas perspectivas, adquiere en el trabajo de Cardoso y Faletto, Dependencia y
desarrollo en América Latina
7
publicado en 1969, una de sus primeras expresiones. Allí
se plantea que
[… ] el concepto de dependencia [. . . ] pretende otorgar significado a una serie de
hechos y situaciones que aparecen conjuntamente en un momento dado y se busca
establecer por su intermedio las relaciones que hacen inteligibles las situaciones
empíricas en función del modo de conexión entre los componentes estructurales
internos y externos (pp. 19-20).
Visto en perspectiva, el libro de Cardoso y Faletto expresa la confluencia de una
reflexión que apunta a romper con la visión teórica y metodológica desarrollada por ,1a
CEPAL, y el pensamiento marxista que hace de los estudios de la dependencia su objeto
sustancial de análisis. Esta situación permite a los autores superar diversas limitaciones
y abrir a la discusión problemas y enfoques de significativa importancia. Sin embargo,
no se logra abandonar totalmente los lastres del campo intelectual que se busca superar.

En los trabajos de la CEPAL a la fecha, uno de los rasgos más notorios lo constituía el
énfasis en los elementos económicos como aspectos explicativos del subdesarrollo. Pero
hablamos de un énfasis económico, no de un enfoque de economía política, por lo que
dichos análisis, al desligarse de las clases y su gestión, se limitaban a la consideración
de las variables “técnicas” del atraso y los desequilibrios, Cardoso y Faletto enfrentan
esta situación, otorgando al análisis de las clases y sus alianzas una significativa
importancia. Sin embargo, se hacen presentes en su trabajo dos problemas. El primero,
la débil ponderación que se concede a la clase obrera y al campesinado, frente a la
sobrevaloración de los llamados “sectores medios”. El segundo, en palabras de Vania
Bambirra, que “lo económico está presente en este estudio sólo como un marco muy
general, a partir del cual se desarrolla un análisis esencialmente sociológico”; esto es,
que lo económico importa sólo en cuanto define los patrones estructurales, mientras el
estudio se centra en “la acción de los distintos grupos” tomados desde el punto de vista
sociológico [… ] [lo que] no permite revelar en toda su complejidad la gama intrincada
de la acción de los diversos grupos y clases sociales que actúan en función de intereses
económicos objetivos, cuya imposición exige la lucha por la hegemonía política.

Por otra parte, no se trata de un trabajo propiamente marxista, por la combinación
teórica enmarcada aún en la matriz de la CEPAL en lo económico y en enfoques
weberianos en el tratamiento de las clases.
9
La importancia de Fernando Henrique Cardoso en el desarrollo de la teoría de la
dependencia supera ampliamente el trabajo que comentamos. Más allá de la amplia
difusión que el libro citado ha tenido, creemos que su ensayo Comentarios sobre ¡os
conceptos de sobrepoblación relativa y marginalidad, en polémica con José Nun,
constituye su más valioso aporte a los problemas que aquí nos ocupan.

Apoyado en una rigurosa conceptualización marxista y en la comprensión de la dinámica de la acumulación y sus repercusiones sobre la población obrera, Cardoso critica agudamente los supuestos althusserianos y funcionalistas presentes en la obra de Nun, pero profundizando, en vista de que los estudios de la llamada “marginalidad” ganaron creciente atención en los años sesenta, siendo fuertemente influidos por corrientes eclécticas de pensamiento.

DEPENDENCIA Y MARXISMO

En el marxismo, la reflexión desarrollada en torno a la dependencia no partió de cero; se
apoyó en diversos trabajos que se habían realizado en años previos y que tenían como
denominador común negar el carácter feudal de la formación social latinoamericana. Un
trabajo pionero en este sentido es el libro de Sergio Bagú, Economía de la sociedad
colonial: ensayo de historia comparada de América Latina, publicado en 1949.

Los trabajos iniciales de Andre Gunder Frank, donde criticaba las teorías burguesas del
desarrollo y las tesis de una América Latina feudal, se ubican de Heno en la nueva
corriente marxista en torno a la dependencia y constituyen un “parteaguas” fundamental
para el tratamiento de la temática. Posteriormente, aparecerán nuevos estudios que
inciden sobre el mismo problema, en particular América Latina: ¿feudal o capitalista?,
de Luis Vítale, publicado en 1966, y el ensayo de Rodolfo Stavenhagen, Siete tesis
erróneas sobre América Latina, que ganó enorme difusión al sintetizar varios de los
principales puntos en discusión.

Algunas de las tesis que levanta la nueva corriente marxista frente al marxismo
endogenista y frente a las concepciones desarrollistas burguesas pueden sintetizarse así:
• el capitalismo latinoamericano es un capitalismo específico y en su desarrollo sigue
una legalidad que no es la del capitalismo llamado industrial o desarrollado;
• el subdesarrollo y los desequilibrios de las sociedades latinoamericanas son una
resultante de la expansión mundial del capitalismo y de la reproducción de éste en su
interior;
• por tanto, el rezago y los desequilibrios son el resultado del desarrollo capitalista y no
producto de una insuficiencia de su desarrollo;
• por ello, más que alcanzar las metas y peldaños de las economías industriales, se
recorre un camino diverso de profundización del subdesarrollo;
• sólo la revolución socialista puede romper con los factores que reproducen esta
situación;
• así, la revolución socialista es una tarea actual y no para futuras etapas o
generaciones.

En manos de intelectuales que reivindican el marxismo como su cuerpo teórico y
metodológico de análisis, los estudios sobre la dependencia pusieron en primer plano la
articulación d« factores internos y externos que inciden en la reproducción del atraso y
del subdesarrollo de las formaciones sociales latinoamericanas. Sin embargo, dichos
estudios continuaron presentando por un largo periodo diversos lastres de su pasado, el
cual se negaba a desaparecer. Si bien se superaban muchas de las limitaciones
anteriores, predominó en ellos un sesgo sociologista y descriptivo, sin poder avanzar en
las leyes económicas que explican las particularidades del capitalismo dependiente. Por
estas razones, durante algún tiempo tendió a ser más claro el corte en el plano político
que en el plano propiamente teórico con el legado premarxista del estudio. Sin embargo,
esta situación no implicó un estancamiento. Por el contrario, los análisis de la
dependencia no sólo ganaron en profusión, ampliando enormemente el campo de
problemas abordados desde la nueva perspectiva, sino, también, en rupturas con el
pasado.

Uno de los autores que más ayudó en el plano teórico y metodológico a definir el nuevo
objeto de estudio fue el sociólogo brasileño Theotonio Dos Santos. Sus críticas a la
teoría del desarrollo y sus formulaciones sobre las diversas “formas de dependencia”,
permitieron mostrar que el estudio de esta problemática era un campo indispensable de
análisis. Su libro Imperialismo y dependencia, editado muy posteriormente, recoge
buena parte de los mejores trabajos desarrollados en esa época, junto a estudios más
recientes sobre el imperialismo v la actual crisis mundial capitalista, temas a los que
desplazó MI atención.

Iguales méritos corresponden a Vania Bambirra, también una de las precursoras de esta
nueva corriente marxista. A partir de criticar la tipología propuesta por Cardoso y
Faletto, desde aspectos metodológicos hasta aspectos de contenido, en MI libro El
capitalismo dependiente latinoamericano

Bambirra propone una nueva clasificación global de los países latinoamericanos en función del tipo de estructura productiva que presentan en el momento de la integración monopólica que se produce con posterioridad a la segunda guerra mundial. Allí establece dos tipos de estructuras:
1] Estructuras diversificadas, en las cuales aún predomina el sector primario-exportador,
existiendo sin embargo ya un proceso de industrialización en expansión, y 2]
Estructuras primario-exportadoras, cuyo sector secundario estaba compuesto aún casi
exclusivamente por industrias artesanales (p. 23).
El análisis de los diversos tipos propuestos, en particular el dr los países “tipo A”
(Argentina, México, Brasil, Chile, Uruguay), constituye un valioso avance en la
caracterización de las estructuras dependientes.

En este estadio del desarrollo de la teoría marxista de la dependencia, fueron los
trabajos de Andre Gunder Frank los que se constituyeron en el centro de la crítica de las
corrientes antidependentistas, tanto del marxismo endogenista como de la historiografía
económica marxista y no marxista, así como de los teóricos de la burguesía. Esto no fue
casual. En Frank se sintetizaron con mucha claridad los elementos que definen a la
teoría marxista de la dependencia en ese momento. Sus formulaciones sobre la
especificidad del capitalismo latinoamericano se topaban con las dificultades de
encontrar las herramientas teórico-metodológicas y los conceptos precisos que pudieran
dar cuenta de la situación, problema que en Frank queda de manifiesto en su más
comentado trabajo, El desarrollo del subdesarrollo capitalista en Chile, en donde
formula la relación metrópoli-satélite como base de la expropiación del “excedente
económico” a que se asiste en el sistema capitalista. Por otra parte, la conclusión de que
la única vía real de solución para los pueblos del continente se encuentra en el
socialismo constituía piedra de escándalo para los “científicos” de la burguesía y para
los impulsores de la revolución por etapas.

Apoyado más en geniales intuiciones que en un bagaje teórico riguroso, el trabajo de
Frank apuntó a problemas claves y a líneas políticas correctas. Así, por ejemplo, su
hasta hoy válida fórmula del “desarrollo del subdesarrollo” sintetizaba agudamente la
profundización de los desequilibrios y los atrasos de América Latina respecto a las
economías industriales en tanto se siguiera una vía capitalista de desarrollo, pero al
extender históricamente la situación de dependencia de América Latina confundía a ésta
con la situación colonial.

Ante las debilidades del análisis y las “provocativas” tesis políticas no fue extraño que
desde distintos bandos se cuestionaran los planteamientos de Frank. A pesar de las
limitaciones antes indicadas, creemos que Frank es sin duda quien mejor sintetiza esta
primera asunción del enfoque de la dependencia por parte del marxismo latinoamericano, en un esfuerzo intelectual que no logra resolver de un solo golpe —y
tales sucesos no ocurren en el plano teórico— los diversos problemas de su desarrollo.
Era (y es) difícil ser contemporáneamente marxista en una situación que exige no la
simple repetición de Marx, sino, sobre todo, recrear el marxismo.

UN NUEVO ESTATUTO TEÓRICO DE LA DEPENDENCIA

Uno de los principales problemas del nuevo marxismo en los años sesenta fue su
incapacidad para avanzar en una economía política de la dependencia, cuestión que en
parte se explica porque la mayoría de los teóricos de esta corriente eran sociólogos o
provenían de escuelas ajenas a la economía política. Tal era el caso de Dos Santos,
Frank, Bambirra, Vasconi, etcétera. Igual situación prevaleció en los análisis post-
CEPAL de Cardoso y Faletto. El débil desarrollo de esta disciplina provenía de décadas
anteriores en el marxismo latinoamericano en que la historiografía económica
predominó por sobre los análisis propiamente económicos. Éstos fueron más bien
patrimonio de corrientes burguesas, como hemos visto en el caso de los trabajos de la
CEPAL.

Esto no constituía un problema menor, ya que marcó los límites a los cuales podía
arribar el marxismo latinoamericano en la explicación de las raíces de su forma
dependiente de desarrollo. Esta explicación necesariamente debía realizarse en el plano
de la economía política, como base para posteriores estudios que dieran cuenta de los
fenómenos del Estado, las clases y la lucha de clases. Sólo una economía política de la
dependencia podía gestar la, comprensión de la legalidad vigente en la producción y
reproducción del capitalismo latinoamericano. En los autores anteriores, hay incursiones
en el campo de la economía, pero tales avances sólo sirven para acompañar
tangencialmente el análisis sociológico o se realiza en base a categorías que dificultan la
cabal comprensión del problema.

Curiosamente y como una prueba más de las debilidades de los economistas marxistas
latinoamericanos, va a ser un sociólogo—Ruy Mauro Marini— el que formulará las
bases de la economía política de la dependencia, marcando con su libro Dialéctica de la
dependencia el corte en el proceso de transición de una categoría que, surgida en un
campo teórico ajeno al marxismo, asume un estatuto teórico marxista. En Dialéctica de
la dependencia (DD en adelante), el marxismo latinoamericano alcanza su punto más
alto en tanto formulación de las leyes y tendencias que engendran y mueven el
capitalismo sui generis llamado capitalismo dependiente. Esto se alcanzaba luego de
una década de estudios sobre el tema.

A pesar de la importancia de caminar en esa línea, ya que el trabajo de Marini, por su
nivel de abstracción, no propiciaba el examen de situaciones particulares que
permitieran introducir en el estudio un cierto grado de relativización, llama la atención
la esterilidad presente en la economía política producida aun con posterioridad a dicho
libro. En este sentido, el trabajo de Marini es pionero y sólo ha tenido alguna
continuidad en otros ensayos que también le pertenecen: Plusvalía extraordinaria y
acumulación de capital y Las razones del neodesarrollismo.

Algunas de las aportaciones de Marini que permiten hablar de la fundación de una
verdadera teoría marxista de la dependencia son las siguientes:
a] la dependencia es una relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia (DD, p. 18);
b] la formación del capitalismo dependiente sólo puede entenderse “en función de la
acumulación de capital en escala mundial y en particular de su resorte vital, la cuota
general de ganancia” (DD, p. 16);
c] América Latina ayuda a contrarrestar las tendencias a la caída de la tasa de ganancia
en las economías desarrolladas, favoreciendo el incremento de la tasa de explotación
(vía reducción del valor de los bienes salarios) y rebajando el valor del capital
constante (vía exportación masiva de materias primas);
d] en las relaciones comerciales internacionales y dada la monopolización que ejercen
las economías industriales sobre bienes industriales y tecnología, se establece un.
intercambio desigual desfavorable a las economías latinoamericanas, las cuales
transfieren valor a los países industriales;
e] como mecanismo de compensación de esta exacción, el capital latinoamericano
redobla la explotación de los trabajadores con el fin de incrementar la masa de valor;
esto genera una superexplótación de los trabajadores;
f] en base a la superexplótación, el capitalismo dependiente genera un ciclo del
capital en donde se produce una ruptura entre la esfera de la producción y la esfera de la
circulación, que desde otra perspectiva no es más que el creciente divorcio entre el
aparato productivo y las necesidades de consumo de las amplias mayorías;
g] el fundamento de la dependencia es así la superexplotación, en tanto explica la forma
fundamental de producción de plusvalía y da cuenta de por qué el aparato productivo y
la esfera de la circulación caminan desligados, reproduciendo un capitalismo que
extrema las contradicciones que son inherentes al modo de producción capitalista.
En trabajos posteriores, Marini introduce nuevos elementos en el desarrollo de la teoría
marxista de la dependencia, en particular referidos a la gestación del subimperialismo y
al peso particular que asume la producción de plusvalía extraordinaria en la economía
latinoamericana.

Luego de su publicación, las tesis de Dialéctica de la dependencia concentraron en el
corto plazo la atención de los científicos sociales de la región, y las posiciones críticas
desde diversos ángulos no se hicieron esperar. Así por ejemplo, Cardoso y Serra y
Castañeda y Hett plantearon un juicio común: el análisis de Marini es marcadamente
economicista y desconoce una de las deficiencias más notables del marxismo
latinoamericano: su débil desarrollo en la economía política.

En este tipo de críticas se hace palpable el sociologismo remante en las ciencias sociales
latinoamericanas, en donde las esferas social y política adquieren tanta autonomía que
se explican a sí mismas, dejando de lado la determinación económica (con todos los “en
última instancia” que se quiera) de los procesos sociales.

Arrancando de estas últimas deformaciones, se ha planteado que en los análisis
económicos de Marini no aparecen las clases sociales y la lucha de clases. Son las
mismas confusiones de quienes creen que el análisis de las clases en El Capital sólo
aparece en el capítulo Lil del tercer tomo y no ven que está presente, en tanto análisis de
las clases a nivel económico, bajo las categorías de plusvalía, valor de la fuerza de
trabajo, salario, ganancia, a lo largo de toda la obra.

Otra crítica muy generalizada desde un espectro de posiciones muy amplio es la que
plantea que en Dialéctica de la dependencia prevalece un análisis circulacionista por
sobre el análisis de la esfera productiva. Aquí se confunde un problema de método, esto
es, la necesidad de partir de la circulación de capitales y mercancías para comprender la
vinculación de América Latina al mercado mundial, con un problema de objeto, cual es
analizar el ciclo del capital que a partir de dicha vinculación se crea en la región y las
razones y leyes que asume en su reproducción. Suponen los críticos, por la confusión
anterior, que Marini postularía la supremacía de la circulación por sobre la producción
en el funcionamiento del capitalismo, lo cual es absolutamente errado.

Digamos por último que la categoría de superexplotación se ha constituido en uno de los puntos más polémicos de las ciencias sociales latinoamericanas en los últimos años.
Entendida como el proceso mediante el cual “el trabajo se remunera por debajo de su
valor” (DD, p. 42) y no como “una supervivencia de modos primitivos de acumulación
de capital, sino [—] inherente a ésta y [que] crece correlativamente al desarrollo de la
fuerza productiva del trabajo” (DD, p. 98), la categoría de superexplotación ha sufrido
todo tipo de equívocos y es quizá el punto clave de las disputas respecto al carácter del
capitalismo latinoamericano. Para algunos, constituye una categoría que da cuenta de
procesos pretéritos anteriores al capital. Otros, aceptando que es un fenómeno que
puede darse en el capitalismo, lo restringen a las formas de producción de plusvalía
absoluta y en tanto dan por supuesto que el capital industrial se rige por la producción
de plusvalía relativa, la entienden como un mecanismo extraordinario y accidental.
Terceros la confunden con el proceso de pauperización absoluta y, en tanto el capital no
puede “liquidar” a la fuerza de trabajo, suponen incorrecta la tesis de la
superexplotación.
No es difícil constatar que en esta diversidad de opiniones lo que se hace manifiesto es
la incomprensión del término y de los procesos que da cuenta. No repetiremos aquí
ideas ya formuladas con suficiencia refutando los planteamientos anteriores.
24
Digamos
tan sólo que la categoría de superexplotación es la piedra angular para comprender la
especificidad del capitalismo latinoamericano en tanto da cuenta de las formas
particulares en que se asienta la producción de plusvalía, cómo es explotada la fuerza de
trabajo y las tendencias que de ello se derivan en el plano de la circulación y
distribución.
Si Frank constituyó el punto más alto en el tránsito de la dependencia al marxismo,
Marini es el autor que funda la teoría marxista de la dependencia. Ya decíamos
anteriormente que este autor ha permanecido prácticamente sólo entre su generación en
el desarrollo de estas temáticas y con una producción todavía escasa. Esto no deja de ser
un proceso curioso. Justo cuando se dan las bases para que en el plano teórico el
marxismo latinoamericano pueda dar un alto general, se produce el abandono de esta
tarea por diversos intelectuales ligados anteriormente a estos proyectos.
Esta paradoja tiene parte de su explicación en el proceso contrarrevolucionario que se
desata en el cono sur de América Latina con particular fuerza en la primera mitad de los
setentas. Por su incidencia en el tema que nos ocupa, es particularmente significativo el
golpe militar en Chile, ya que allí se concentraba parte importante de los intelectuales
marxistas que dieron vida a los estudios de la dependencia. Tras el golpe militar en ese
país, se produce la diáspora que desarticula equipos de trabajo y temas de investigación.
La teoría marxista en todas sus vertientes resintió agudamente el proceso
contrarrevolucionario: unas, como sostenes ideológicos de la derrota de la “vía chilena
ni socialismo”; otras, como el resultado del violento cambio en las correlaciones de
fuerza y por la liquidación de sus proyectos. Todas, por la represión.
Pero desde antes del golpe militar algunos de los más importantes teóricos de la
dependencia ya habían iniciado un camino que los apartaba de los temas centrales
propuestos. Andre Gunder Frank por ejemplo, ya había escrito La dependencia ha
muerto, viva la dependencia y la lucha de clases ensayo en donde se hacía evidente su
agotamiento en aquella problemática. Theotonio Dos Santos, por otra parte, iniciaba sus
estudios sobre el imperialismo, que, si bien ligados a los problemas de la dependencia,
ponían el acento en la economía desarrollada y los avances tecnológicos. De esta forma,
Marini no sólo concentró las críticas sino la tarea de avanzar en el tema.

Más allá de los elementos puntuales de la crítica a la obra de Marini antes señalados,
existen dos grandes corrientes que plantearon en forma más global posiciones
alternativas a la teoría de Marini. Nos referimos a los trabajos provenientes del
marxismo endogenista, que luego de un largo periodo de repliegue teórico buscó nuevos
aires tras las tesis de la “articulación de modos de producción”, y a las formulaciones de
antiguos dependentistas que, junto con los antiguos teóricos liberales cepalinos, han
dado vida al neo-desarrollismo.
LA ARTICULACIÓN DE MODOS DE PRODUCCIÓN

La crisis que vivió el marxismo endogenista en los años sesenta, con la “sorpresa” de la
revolución cubana, el agotamiento de sus tesis políticas y el quiebre de muchas de sus
organizaciones, creó dificultades a su elaboración teórica. Sus planteamientos tendieron
a ser más contestatarios respecto a las formulaciones de la dependencia que tocante a la
creación de puntos de vista nuevos en la caracterización del capitalismo
latinoamericano. Sólo a mediados de los años setenta la situación se modifica, cuando
ciertas formulaciones gestadas en Europa, particularmente en Francia,
26
son retomadas
por teóricos comunistas latinoamericanos, dando vuelo a la teoría de la “articulación de
modos de producción”, en un claro sentido alternativo a las tesis de la dependencia.
Agustín Cueva ha sido sin duda el más lúcido exponente de esta interpretación en
nuestro continente. Su libro El desarrollo del capitalismo en América Latina
27
es una de las obras más valiosas producidas en la segunda mitad de los años setenta en la zona. En el trabajo de Cueva se repiten viejas tesis teóricas y políticas del marxismo endogenista pero con significativas innovaciones, tomadas muchas de ellas de las propuestas de los teóricos de la dependencia. Estos cambios, presentes en ideas como “las deformaciones del aparato productivo capitalista debido a nuestra integración en el orden económico mundial”, “situaciones de dependencia” o sobrexplotación, harán más corta la brecha entre este enfoque y las formulaciones marxistas de la dependencia.

En este trabajo hay un esfuerzo evidente por superar las limitaciones endogenistas más
recalcitrantes, tratando de integrar en el análisis los condicionantes exteriores con los
factores internos para explicar la originalidad del capitalismo latinoamericano. Es así
como se indica que “la plena incorporación de América Latina al sistema capitalista
mundial […] no ocurre a partir de un vacío, sino sobre la base de una matriz económico-
social preexistente”, por lo que esta situación “nos coloca ante la complejidad de un
proceso en el que lo interno y lo externo, lo económico y lo político, van urdiendo una
trama histórica hecha de múltiples y recíprocas determinaciones” (pp. 11 y 12).
La idea de “recíprocas determinaciones” de los factores externos e internos, si bien
supera los enfoques unilaterales que consideran sólo uno u otro elemento, no nos
resuelve el hilo conductor que debe guiar el análisis. El problema no se aclara con una
sumatoria de elementos y conceptos o con un equilibiro indeterminado de factores
internos y externos.

¿Dónde están las raíces de nuestro subdesarrollo? ¿Cuáles son los elementos
definitorios en la gestación del capitalismo particular latinoamericano? Cueva formula
una propuesta. Así nos dice que el subdesarrollo latinoamericano sólo se torna comprensible al conceptualizarlo como un proceso de acumulación muy particular de contradicciones que no derivan únicamente de los elementos históricos en que hemos enfatiza-do […] (“prusianismo” agrario, “deformaciones” del aparato productivo capitalista debido a nuestra integración en el orden económico mundial, succión de excedentes por el capital monopolice) sino también de una heterogeneidad más amplia, explicable en términos de articulación de modos de producción, sin cuyo análisis resulta imposible entender el propio desarrollo concreto de los elementos estudiados hasta ahora, (p. 100.)

El peso de la respuesta de Cueva, en medio de un agregado de factores, claramente se
inclina a hacer de la “articulación de modos de producción” un elemento clave en la
explicación.

El subdesarrollo latinoamericano se presenta a primera vista como un proceso atrasado e
insuficientemente capitalista frente a las formas y modalidades que asumió el
capitalismo en los llamados países centrales. Por esta razón, la idea de la “articulación
de modos de producción” (en tanto integración de formas “atrasadas” y “modernas” de
producción) no es más que quedarse en la descripción del problema, en cómo el
capitalismo latinoamericano se muestra y se expresa. Pero poco se ha avanzado en
explicar por qué asume esas formas.

Apoyémonos en una larga cita de Marx para avanzar en el tema. En la sección dedicada
al ciclo del capital (tomo II de El Capital) Marx indica:
Dentro de su proceso de circulación, en que el capital industrial funciona como dinero o
como mercancía, el ciclo del capital industrial, ya sea capital dinero o capital
mercancías, se entrecruza con la circulación de mercancías de los más diversos tipos
sociales de producción, siempre y cuando sean al mismo tiempo, sistemas de
producción de mercancías. No importa que la mercancía sea producto de – un tipo de
producción basado en la esclavitud o del trabajo de campesinos (chinos, ryots indios,
etcétera), de un régimen comunal (Indias orientales holandesas) o de la producción del
Estado (como ocurre en ciertas épocas primitivas de la historia de Rusia, basadas en la
servidumbre), de pueblos semisalvajes dedicados a la caza, etcétera.

Y Marx agrega:
El carácter del proceso de producción de que procedan [las mercancías] es indiferente,
para estos efectos, funcionan como tales mercancías en el mercado y entran como
mercancías tanto en el ciclo del capital industrial como en la circulación de la plusvalía
adherida a él. Es pues su carácter universal, la existencia del mercado como mercado
mundial, lo que caracteriza al proceso de circulación del capital industrial. (Ed. del
Fondo de Cultura Económica, tomo n, p. 98.)

De lo anterior podemos señalar tres cuestiones centrales en relación a los problemas que
nos ocupan:
1. Lo que determina la imbricación que se produce entre los distintos “modos de
producción” en América Latina es el tipo de inserción que establece esta zona con el
mercado mundial capitalista.
2. La vinculación de América Latina al mercado mundial (que se modifica al avanzar el
proceso histórico, de ahí la necesidad de estudiar los fenómenos de la dependencia)
genera particularidades en su ciclo del capital, el cual en determinadas situaciones no
sólo permite sino que requiere la reproducción de formas no típicamente capitalistas
para consolidarse y desarrollarse.
3. Esta “articulación de modos de producción” no se da a nivel de la producción
inmediata, sino de la circulación. Pero al hacerse presente las tendencias propias de la
producción de plusvalía y capital, los modos de producción existentes se readecúan y
restructuran, sufriendo variadas alteraciones, para hacer frente a los requerimientos de
una producción mercantil adecuada a las exigencias del capital. El capital buscará
apropiarse no sólo de la periferia de los diversos tipos de producción sino de sus bases
mismas.

Si en América Latina estas readecuaciones en la producción no asumen formas clásicas
no es tanto por una insuficiencia de desarrollo capitalista, porque aun cuando se trate realmente de un desarrollo insuficiente de las relaciones capitalistas, esa noción se refiere a aspectos de una realidad que, por su estructura global y su funcionamiento, no podrá nunca desarrollarse de la misma forma como se han desarrollado las economías capitalistas llamadas avanzadas. Es por lo que más que un precapitalismo, lo que se tiene es un capitalismo sui generís […] (DD, p, 14).

De esta forma, salvo que aún se sostenga que nos encontramos en estadios inferiores de
desarrollo frente al capitalismo clásico, el capitalismo latinoamericano ha madurado de
una manera específica marcada por sus modalidades de integración al mercado mundial
capitalista, lo que ha definido particularidades en la reproducción del capital.
En otro orden de cosas Cueva insiste en la dominación de un modo de producción
feudal en América Latina, pero a diferencia de los planteamientos anteriores del
marxismo endogenista, no lo hace vigente para este siglo sino hasta las tres cuartas
partes del siglo pasado.

Así indica: Al finalizar la forma de implantación del capitalismo en América Latina creemos haber
sentado las bases para la comprensión de este problema, que en estricto rigor no es, en
el siglo XX, el de la transformación del feudalismo en capitalismo, puesto que este
proceso, en sus líneas generales, se ha operado ya durante la fase oligárquica (p. 148,
subrayado nuestro).

En todo caso, el hacer retroceder en el tiempo el feudalismo tiene implicaciones
políticas importantes. Para Cueva, se hace difícil sostener la vigencia para este siglo de
revoluciones democrátíco-burguesas reales y por ende de alianzas del movimiento
popular con la burguesía industrial. De esta forma, en un verdadero mea culpa, plantea
algo que el marxismo de la dependencia formuló desde sus inicios.

Pero esta misma confrontación [entre la fracción agraria e industrial], que en épocas de
crisis alcanzó el grado máximo de paroxismo, está teñida siempre de ambigüedades, en
la medida en que la tendencia expansiva del capital industrial, que en principio lo
impulsa a buscar una ampliación del mercado interno, se ve contrarrestada por el temor
de desarticular el motor principal ya establecido de acumulación de capital en general.
Por esta razón la burguesía industrial latinoamericana no ha desempeñado un papel
revolucionario, sino que se ha detenido en las fronteras de un tibio reformismo; la
revolución democrático-burguesa le ha parecido como un gran “salto al vacío”, como un
riesgo de perspectivas inciertas que nunca se decidió a asumir (p. 150, subrayado
nuestro).

Esta última parte avanzada por el marxismo endogenista también ayudará a crear
condiciones para que en el plano político pueda producirse el acercamiento entre las
vertientes comunistas y de la izquierda revolucionaria en América Latina, proceso
producido en todo caso por razones más objetivas.
LA CONFLUENCIA DE LAS PRINCIPALES CORRIENTES MARXISTAS

Si la revolución cubana puso en crisis las tesis dominantes en el seno del marxismo
latinoamericano y abrió las puertas para el desarrollo de una línea de reflexión nueva,
que pondrá a la dependencia en el centro de su análisis, la revolución nicaragüense
también provocó en el marxismo latinoamericano significativas consecuencias. La
primera y más inmediata es la legitimación de las organizaciones político-militares
creadas en los años sesenta y setenta, que se reivindican marxistas, con un desarrollo
paralelo a los partidos comunistas y que ponen en el centro de su planteamiento político
a la lucha armada. Por otra parte, en la medida en que la reflexión y el análisis de los
revolucionarios nicaragüenses se encuentran inmersos en los parámetros de la teoría
marxista de la dependencia, esta corriente se fortaleció en sus confrontaciones teórico-
ideológicas.

Más aún, la revolución nicaragüense puso en evidencia una estrategia de victoria frente
a la derrota sufrida por el movimiento popular en Chile en su intento de abrir una vía
pacífica al socialismo, respetando el aparato estatal burgués. Todos estos elementos no
podían sino comunicar nuevamente al marxismo endogenista, particularmente a
aquellos partidos comunistas inmersos en sociedades en crisis políticas y
prerrevolucionarias o a aquellos que habían destinado cuadros en los frentes de batalla
en Nicaragua.

Los resultados de los factores anteriores pronto comenzaron a hacerse sentir en el plano
político y en el plano teórico en América Latina. En el plano político, se inició un
acercamiento entre la nueva izquierda marxista y algunos partidos comunistas, proceso
que arrancó en los países centroamericanos, principal zona de los conflictos políticos de
la región, y que también se extendió a otros países del continente como Chile y Bolivia.
Así se logró avanzar en la confluencia de las dos principales corrientes políticas
marxistas latinoamericanas, proceso inédito en el continente a la fecha.

En el plano teórico, este proceso se expresó en el reflujo de la discusión mantenida entre
el marxismo endogenista y la teoría marxista de la dependencia. Desde ambos campos
la polémica fue reducida, prevaleciendo el criterio de fortalecer la incipiente unidad
política. Éste es uno de los factores que explica la paralización de la discusión en torno
a los problemas de la dependencia en el último tiempo en América Latina.

Otra razón, derivada también del movimiento político real, contribuyó a minimizar las
diferencias en el plano teórico. La multiplicación de golpes militares en la región,
particularmente en el cono sur del continente, en la primera mitad de los años setenta,
puso en el centro de la misma la caracterización del nuevo Estado latinoamericano. El
tema pasó a ser abordado desde diversas corrientes teóricas marxistas y no marxistas,
multiplicándose los ensayos y trabajos sobre un campo que en fechas anteriores había
despertado escasa preocupación.

En relación a las corrientes que aquí nos ocupan, la discusión asumió cortes en donde la
dicotomía casi general presentada anteriormente entre endogenistas y dependentistas se
expresó con nuevas modalidades. Muchos de los marxistas de la dependencia se
adscribieron a la caracterización que el marxismo endogenista realizó de los nuevos
gobiernos militares en tanto regímenes de corte fascista, agregando en algunos casos la
connotación de fascismo dependiente. Una buena síntesis de las diversas posiciones
encontradas es el material “La cuestión del fascismo en América Latina”, que reúne la
participación de teóricos endogenistas (Agustín Cueva), dependentistas que coinciden
en la caracterización de fascismo (Theotonio Dos Santos, Pío García) y dependentistas
30
A partir de una consideración de los cambios operados en la estrategia imperialista
hacia América Latina, en las fuerzas armadas bajo la doctrina de la contrainsurgencia y
en las clases sociales, donde destacan la constitución de una burguesía monopólica y el
crecimiento del proletariado, Marini formula su categoría del Estado de cuarto poder
que sintetiza las funciones de poder de los aparatos armados burgueses (junto a los tres
poderes clásicos del Estado, de ahí lo de cuarto poder) en el marco de alianzas de estos
aparatos con el capital monopolice. Este planteamiento es sin duda la mejor
aproximación a las transformaciones que sufre el Estado latinoamericano en las últimas
décadas, ya sea que asuman éstos la forma de dictaduras militares o de gobiernos
civiles.
La discusión de estos temas, que permitió un sustantivo avance de la teoría política
marxista latinoamericana, también entró en una suerte de reflujo, como resultado en
primer lugar de los acercamientos políticos entre las corrientes marxistas antes
señaladas, pero también como producto de los cambios operados en diversos regímenes
militares que, al institucionalizarse, han dado paso a fórmulas civiles de gobierno, con
lo cual la idea de fascismo ha perdido no sólo fuerza teórica sino también el carácter
agitativo y de denuncia que en algún momento pudo ser útil.

DEPENDENTISTAS Y NEODESARKOLLISTAS

Las diferencias y contradicciones entre los teóricos de la dependencia sólo asumieron un
carácter significativo luego de la publicación de Dialéctica de la dependencia. Ello
obedeció al claro corte de aguas que estableció el análisis de Marini en el plano teórico.
A partir de ese punto, ya no todos los dependentistas se sintieron dependentistas, porque
el calificativo comenzó a significar muchas más cosas que en sus inicios. El marxismo
se había apropiado de dicha categoría, dando connotaciones clasistas al enfoque de los
problemas que afronta el capitalismo latinoamericano y a las tendencias de la lucha de
clases, lo que obligó a definiciones.

El primer signo de este decantamiento fue el trabajo de F. H. Cardoso Notas sobre el
estado actual de los estudios sobre la dependencia, publicado en 1972. Allí, Cardoso
inicia moderadamente sus objeciones a la categoría de superexplotación en tanto factor
clave del capitalismo dependiente, al considerarla una forma antediluviana de
explotación capitalista y no resultado del desarrollo del capitalismo como tal.

Posteriormente, bajo un nuevo cuadro político en Brasil, con pasos significativos de la
dictadura militar por institucionalizarse, en medio de aperturas políticas y una creciente
recomposición y reactivación del movimiento popular, Cardoso lanza un violento
ataque a la obra de Marini, rechazando las tesis de la superexplotación y del
subimperialismo. Su ensayo Las desventuras de la dialéctica de la dependencia,
en colaboración con J. Serra, es una férrea defensa del capitalismo brasileño y de una
salida burguesa democrática a la situación política. Marini responde a las “desventuras”
con un ensayo titulado Las razones del neodesarrollismo en donde precisa una serie de
elementos en torno a la superexplotación que en sus trabajos anteriores, por su carácter
más general, no fueron considerados, al igual que sobre el subimperialismo.

El título de la respuesta de Marini e» esclarecedor respecto a ciertos cambios operados
en los últimos años en las ciencias sociales latinoamericanas. El avance del proceso
contrarrevolucionario, con sus secuelas de desarticulación y dispersión en la reflexión
del marxismo latinoamericano, y el abandono de ciertas temáticas, dieron espacio para
que nuevamente comenzaran a recuperar posiciones perspectivas pequeñoburguesas y
burguesas, las cuales habían perdido audiencia y proyección desde mediados de los
sesenta y la primera mitad de los setenta. Así, intelectuales como Prebisch, Furtado y
Pinto, padres del desarrollismo, han vuelto a levantar cabeza en muchas discusiones,
alimentándose en su renacer de planteamientos extraídos del arsenal de la misma teoría
de la dependencia.

El neodesarrollismo ha ganado vida a partir de propiciar fórmulas más orgánicas y
equilibradas de desarrollo capitalista, frente a los nuevos desequilibrios provocados por
la creciente internacionalización que vive el capitalismo latinoamericano y a la
voracidad de sus fracciones monopólicas y financieras. Estos planteamientos han
tendido un puente de plata para que intelectuales y fuerzas políticas del movimiento
popular apoyen las posiciones de fracciones burguesas desplazadas en el actual esquema
económico y político. Pero esto ha requerido de nuevas formulaciones teóricas en el
plano específico de la política. Veamos brevemente qué ha ocurrido allí.

EL NEOGRAMSCIANISMO

El neodesarrollismo constituye la cara económica de una ofensiva teórica y política que
también cuenta con una cara específicamente política. En efecto, en los últimos años ha
ganado cuerpo una vertiente teórica que busca su legitimidad, en tanto corriente
marxista, apoyándose en los trabajos de Antonio Gramsci. Este aspecto es, quizá, lo más
novedoso de una repetición de viejas tesis revisionistas, que han sido actualizadas con el
rico y variado vocabulario del revolucionario italiano. Gestada inicialmente en Europa
occidental para alimentar al llamado eurocomunismo, esta corriente también ha
adquirido presencia en América Latina.

Más allá de las contradicciones reales presentes en la obra de Gramsci, acrecentadas en
gran medida por su carácter fragmentario y por un Vocabulario que disfraza muchos de
sus planteamientos para evitar la censura carcelaria,
37
lo cierto es que la amplia difusión
de sus trabajos ha sido acompañada de una verdadera mutilación de su reflexión, en
donde se ha separado el espíritu de una búsqueda de las vías de la revolución para
Occidente y de su práctica revolucionaria. Así se ha construido una reflexión
gramsciana acorde con los postulados reformistas de la política y el Estado, en un nuevo
intento por socialdemocratizar el marxismo. Se trata de una ofensiva —no siempre
explícita— que busca desarticular al marxismo del leninismo con el fin de construir
algo así como un marxismo-gramscianismo. Se hace manifiesto el intento de
contraponer Gramsci a Lenin, a partir de dar por sentado que la vigencia de este último
está en entredicho, quedando así el propio marxismo en cuestión.

Autores como Ernesto Laclau, Juan Carlos Portantiero, Fernando Delich, Carlos Pereyra
y Tomás Moulian son algunos de los más connotados voceros del neogramscianismo
latinoamericano. El revisionismo subyacente en sus planteamientos, apoyado en “abusos” de Gramsci, constituye el denominador común a esta corriente, la cual presenta en su interior matices y diferencias menores frente a los factores que la unen. La concepción unidimensional de la hegemonía burguesa, en tanto dirección y consenso, desligada de la coerción y la fuerza, la sobrevaloración del Estado burgués como expresión no sólo de los intereses de las clases dominantes, sino también de las clases dominadas, subordinándose el problema clave referido al carácter de clase de dicha institución, son algunas de las tesis que permiten al neogramscianismo justificar y
alentar estrategias gradualistas de “conquista” del Estado, a través de su copamiento.
Implícitamente se introduce la vieja idea de que el Estado capitalista responderá a la
clase que lo ocupe, y que logre acceso a sus instituciones.

Bajo estos supuestos, la conocida estrategia de “guerra de posiciones” formulada por
Gramsci, es restringida a la asunción de espacios en la sociedad civil y en la sociedad
política, y la revolución a un proceso de conquistas parciales que en un determinado
punto marcarían el cambio de las correlaciones de fuerza entre las clases antagónicas,
quedando de esta forma totalmente diluida.

LOS EJES GEOGRÁFICOS DE LA TEORÍA DE LA DEPENDENCIA

La combinación de factores objetivos y subjetivos ha determinado un desarrollo
desigual de la teoría de la dependencia en los diversos países del subcontinente. Nuestra
intención en este punto no es hacer un análisis de las diversas formaciones económico-
sociales en cuanto a su participación en el desarrollo de aquel campo teórico. Sólo nos
limitaremos a llamar la atención sobre aquellos países que en forma más amplia han
incidido en este fenómeno en tanto nos permiten considerar algunos problemas
relacionados con los condicionantes que han actuado en los aspectos más dinámicos del
marxismo latinoamericano en estas últimas dos décadas.

Es notorio que la teoría marxista de la dependencia ha encontrado en países del cono sur
del continente (Brasil, Argentina, Chile) y en México sus puntos geográficos de
desarrollo por excelencia. Es también en estos países en donde el pensamiento social
bajo sus diversas vertientes ha encontrado sus centros más relevantes. El denominador
común a todos ellos y que seguramente juega un papel destacado en cuanto base
objetiva del marxismo latinoamericano es el hecho de que constituyen las formaciones
sociales en donde el capitalismo ha alcanzado un más profundo y extendido desarrollo.
A lo largo de nuestra exposición es manifiesta la reiteración de teóricos brasileños en las
principales discusiones y aportes a la teoría de la dependencia: Cardoso, Dos Santos,
Banibirra, Marini. El marxismo brasileño quizá tiene menos tradición que el marxismo
argentino, chileno o peruano, los cuales produjeron en las primeras décadas de este siglo
nombres como Aníbal Ponce, Luis Emilio Recabarren y José Carlos Mariátegui.

Sin embargo, surge en los años sesenta con mucha fuerza pasando a ocupar, sin lugar a
dudas, el centro del desarrollo teórico marxista latinoamericano.

A diferencia del marxismo argentino de la misma fecha, los teóricos brasileños han
mantenido una relación muy estrecha con organizaciones políticas, ya sea de su país o
en Chile, cuando la mayoría de ellos debió emigrar a causa de la dictadura, lo cual
alentó que su reflexión mantuviera una ligazón con problemas de orden político y
favoreció la integración de teoría y praxis. De aquí arranca la riqueza de sus trabajos y
su capacidad para incidir sobre problemas claves, lo que ha hecho que sus tesis estén en
el centro de las discusiones de las ciencias sociales de la región.
41
Como en otros casos, la implantación de la dictadura militar y la persecución del
marxismo han puesto en entredicho la regeneración de cuadros teóricos marxistas en
Brasil. No aparece en el horizonte un signo claro que indique la continuidad; más bien
la ruptura entre aquella generación y la generación por venir caracteriza la situación.
Los nombres de Weffort, Furtado y Conceigáo Tavares confirman desde otras líneas de
reflexión la importancia del pensamiento brasileño en las ciencias sociales
latinoamericanas.

Incluso en el campo del trotskismo, que constituye, sin duda, una importante vertiente
del marxismo latinoamericano, se hace palpable esta suerte de concentración geográfica
en el desarrollo del marxismo latinoamericano. Así, dos de sus principales exponentes,
Michael Lowy y Adolfo Gilly, el primero brasileño y el segundo argentino, confirman
lo anterior.

En relación a los problemas de la dependencia, el aporte de los intelectuales argentinos
ha sido limitado. Con una rica tradición el marxismo argentino ha presentado con
mucha mayor fuerza que en Brasil y Chile muchas de las características que Anderson
atribuye al llamado “marxismo occidental”; un fuerte academicismo, con una reflexión
distante del trabajo militante, privilegiando los estudios superestructurales y,
agregaríamos, más centrado en las problemáticas teóricas definidas en Europa
occidental que en América Latina.

Ya hemos indicado que uno de los pioneros de los estudios que culminarán en la teoría
de la dependencia es Sergio Bagú. Con posterioridad los trabajos de Tomás Vasconi
sobre educación abrieron este campo a los estudios de la de-pendencia y sus trabajos
más recientes sobre los regímenes militares constituyen materiales valiosos en la
discusión respecto a la caracterización del nuevo estado en la región. José Nun
introdujo en la discusión el tema del ejército industrial de reserva y de la llamada
marginalidad desde la óptica de la dependencia con su artículo “Sobrepoblación
relativa, ejército industrial de reserva y masa marginal, el cual recibirá una
contundente respuesta en sus equívocos funcionalistas en el trabajo de F. H. Cardoso,
Comentarios sobre los conceptos de sobrepoblación relativa y marginalidad

Ernesto Laclau y Carlos Sempat Assodourian, desde posiciones críticas centradas
particularmente en Andre Gunder Frank, participaron en la discusión sobre el carácter
de la formación social latinoamericana. Como vimos anteriormente, Laclau traslada más
tarde su campo de atención a los problemas de la teoría política.

Los trabajos de Ménica Peralta, Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero sobre el desarrollo económico y las clases constituyen materiales necesarios para el estudio de la formación social argentina.

Una de las aportaciones más importantes de la intelectualidad argentina ha sido en
materia editorial. El trabajo de José Aricó en este sentido, particularmente en Cuadernos
de Pasado y Presente, ha sido de incalculable valor al permitir al lector latinoamericano
conocer materiales “olvidados” del marxismo clásico, polémicas y discusiones y, en
general, textos de difícil acceso, todo lo cual ha enriquecido el acervo del marxismo
latinoamericano.

Digamos, por último, que los trabajos más recientes de Juan Carlos Marín, centrados en
la búsqueda de explicaciones sobre las particularidades de los enfrentamientos clasistas
en la región, mantienen una perspectiva que rebasa las especificaciones del continente,
mostrando una fuerte influencia de Foucault.
49
En el caso de Chile, el marxismo se ha desarrollado en una cercana ligazón a las
organizaciones políticas, pero con una proyección muy localista que apenas si alcanza
un carácter más universal. No es arriesgado indicar que la aportación de los intelectuales
chilenos a los problemas aquí comentados ha sido bastante secundaria. Destacan los
trabajos de Fernando Fajnzylber, Alberto Martínez y Pedro Vuscovic, a los cuales
pueden agregarse los de Orlando Capullo, Alvaro Briones y Sergio Ramos.

Faletto es quizá uno de los inlelecluales chilenos más conocidos luego de su trabajo
conjunto con Cardoso ya señalado. El peso de las concepciones weberianas en sus
estudios impide con rigor ubicarlo plenamente en el campo del marxismo.
Chile tiene importancia en el desarrollo de la teoría marxista de la dependencia no por el
aporte de sus intelecluales al lema sino porque fue en ese país donde se escribieron
muchos de los más importantes trabajos que hemos comentado, en la pluma de
intelectuales extranjeros que se concentraron en sus universidades desde la segunda
mitad de los años sesenta hasta el golpe militar. El ascenso que vivía el movimiento
popular y el fortalecimiento de las fuerzas políticas marxistas crearon el marco objetivo
para alentar estos estudios.

Digamos, por último, que de todos los casos mencionados es en México donde el
movimiento popular muestra mayores dificultades para consolidarse en el periodo que
consideramos. Los golpes sufridos a fines de los sesenta y comienzos de los setenta, sin
duda repercuten en esta situación. Lo anterior, unido a las debilidades de las fuerzas
políticas marxistas, ha significado trabas para una participación más creativa y profunda
del marxismo mexicano. Sin embargo, los trabajos de Rodolfo Stavenhagen, Alonso
Aguilar, José Luis Ceceña y Pablo González Casanova constituyen referentes
importantes para abordar los estudios de la formación social mexicana y
latinoamericana.

Luego de la oleada represiva en el cono sur se concentraron en México muchos de los
teóricos marxistas latinoamericanos que tuvieron destacada participación en la gestación
de los estudios de la dependencia, como Dos Santos, Marini, Bambirra, Caputto, así
como autores que responden al neogramscianismo, como Portantiero y Aricó. Es
prematuro sacar conclusiones respecto a la incidencia de este proceso en el curso del
marxismo mexicano, particularmente en las nuevas generaciones.

TEORÍA Y REVOLUCIÓN

Entre la línea de un marxismo militante que caracterizó el movimiento de esta teoría en
los comienzos de este siglo en Rusia, Alemania, Polonia, Austria, Italia, en estrecha
relación con los procesos revolucionarios y con una preponderancia en los estudios de la
economía política y de la teoría política y otra que deja su huella posteriormente en
Europa Occidental, con un claro tinte académico, privilegiando aspectos no centrales
del análisis superestructural, el marxismo latinoamericano se ha desarrollado en las
dos últimas décadas en un terreno intermedio. Ha llegado a las universidades y le ha
sido reconocida su calidad de ciencia social, pasando a ser objeto y método de estudio
en las aulas universitarias, lo cual ha favorecido su masiva difusión, siendo creciente el
número de investigadores que utilizan su instrumental teórico. El costo de esta ventaja
ha sido la gestación de un marxismo académico, que lima muchas de sus aristas
políticas en aras de no perder ante los ojos de sus enemigos su carácter “objetivo”,
rompiendo o tensando su unidad básica en tanto teoría y ciencia para la acción.

Pero a diferencia del llamado marxismo “occidental”, los teóricos marxistas
latinoamericanos —tanto dependentistas, endogenistas, como sectores del
neogramscianismo— han mantenido, por lo general, junto al trabajo en la academia, una
ligazón con la vida partidaria, lo cual ha marcado parte sustancial de sus preocupaciones
y de las líneas de solución teóricas propuestas. De esta forma, vista globalmente, la
contradicción antes apuntada ha tendido a encontrar una vía de solución, y las
perspectivas académicas y militantes han podido equilibrarse, aunque con desventajas
fundamentales del materialismo histórico, generalmente para estas últimas, pero sin rupturas.

El hecho de que América Latina sea en estos años uno de los “eslabones débiles de la
cadena imperialista”, constituye sin duda, uno de los factores que más han incidido en
que la contradicción entre un marxismo académico y uno militante no se resuelva
incorrectamente. Sin embargo, no siempre los ejes geográficos del desarrollo teórico del
marxismo latinoamericano han coincidido con los ejes geográficos de la revolución.
Más bien ha prevalecido la dislocación. Esta asincronía constituye uno de los elementos
que han marcado los límites de la reflexión marxista latinoamericana, particularmente
en el campo de la teoría política.

La revolución latinoamericana ha desplazado sus ejes desde el cono sur en la primera
mitad de los años setenta a Centroamérica en la segunda mitad de esa década y
comienzos de la actual. De esta forma, en los momentos de maduración de la teoría
marxista de la dependencia, básicamente en Brasil, y posteriormente en Chile, hasta
1973, existió cierta correspondencia geográfica entre teoría y revolución. Pero ello no
ha sido así para la segunda parte.

La suerte del proceso más cercano a una crisis revolucionaria en el primer periodo —el
proceso chileno— expresa los límites del desarrollo de una teoría revolucionaria en la
región. No fue accidental el poderoso impulso que alcanzaron en Chile los estudios
sobre la dependencia. La concentración de teóricos marxistas constituyó sin lugar a
dudas un factor de vital importancia. Pero no menos importante fue la crisis de
dominación y el periodo prerrevolucionario abierto en el país y en particular el auge del
movimiento de masas que impuso su signo en la lucha de clases desde fines de los años
sesenta. Esto alentó a muchos teóricos a establecer una activa vida militante junto a las
labores académicas. Los estudios políticos se multiplicaron al calor de las exigencias
que imponía la lucha de clases. La nueva situación de un gobierno popular inmerso en
un Estado burgués incentivó propuestas teóricas con claras connotaciones en el
quehacer político. Llamemos la atención sobre dos estudios al respecto que expresan las
principales visiones como se caracterizó el momento estatal. El primer trabajo, de
Sergio Ramos, cuadro intelectual del partido comunista, en su trabajo Chile, ¿una
economía de transición? plantea la tesis de la dualidad de poderes dentro del Estado y
el inicio de la construcción del socialismo en el país. Marini, en su ensayo “La pequeña
burguesía y el problema del poder”, el parámetro para evaluar la acción del […] gobierno [de Allende] no es la construcción del socialismo, sino más bien la conquista del poder político. Es la revolución, no la transición, el eslabón por el cual hay que asir la cadena del desarrollo político, para poder pasar al eslabón siguiente.

La derrota del movimiento popular en Chile impidió que la fructífera reflexión teórico-
política desde el campo rnarxista continuara apoyándose en el auge revolucionario,
quedando inconclusa una formulación explícita sobre amplios campos requeridos por la
teoría de la revolución.

Estos campos tampoco han encontrado su desarrollo para cuando los ejes de la
revolución latinoamericana se trasladan a Centroamérica, llegando incluso a irrumpir en
una revolución triunfante en el caso de Nicaragua y a plantear agudas crisis políticas en
El Salvador y Guatemala. El marxismo teórico militar ha estado alejado orgánicamente
de estos procesos, por lo que no ha acompañado paso a paso los procesos
revolucionarios, esto ha limitado su campo de análisis y las reflexiones que ha levantado al respecto, manteniendo éstas un carácter muy general y ex-post.

Las afirmaciones anteriores no niegan la existencia de una valiosa reflexión en el caso
de los procesos revolucionarios más recientes para no tener que remontarnos hasta la
revolución cubana y hablar de Ernesto Che Guevara, dirigente y teórico de la
revolución, con importantes trabajos sobre las leyes de la lucha armada en el continente,
el carácter de las formaciones sociales latinoamericanas, sobre la economía socialista, el
hombre nuevo, etcétera.

En el caso de la revolución nicaragüense, un buen ejemplo de recreación del marxismo
y del leninismo se hace patente en la entrevista realizada por Marta Harnecker al
comandante Humberto Ortega, en donde éste expone brillantemente cuestiones claves
de la teoría política de la revolución, como los problemas de la acumulación de fuerzas
sociales, políticas y militares en los diversos momentos del proceso revolucionario, la
dialéctica entre lo militar y lo político y los pasos en la construcción de la vanguardia
revolucionaria. Pero todas estas valiosas aportaciones y muchas otras que realizan los
revolucionarios centroamericanos (como por ejemplo los logros del trabajo
revolucionario en el seno de comunidades indígenas en Guatemala), están limitadas a
líneas prácticas que para ser aprovechadas por otras experiencias requieren de reflexión
teórica. El marxismo latinoamericano está lejos aún de hacer explícitas las enseñanzas
de sus ricos procesos revolucionarios. Falta un largo trecho para configurar una teoría
de la revolución en el subcontinente.

CONCLUSIONES

Difícilmente puede hablarse de una teoría de la dependencia englobando en tal
afirmación una temática que ha debido sufrir variadas mutaciones teóricas y políticas
desde su surgimiento hasta nuestros días y que en la diversidad de corrientes y autores
que hemos reseñado apunta a problemas distintos y con desiguales niveles de
concreción. En estricto rigor, sólo se ha constituido una teoría de la dependencia cuando
ésta ha sido apropiada por el marxismo, es decir, cuando se ha conformado la teoría
marxista de la dependencia. Sólo allí ha sido posible definir con precisión una
perspectiva de análisis, la integración de América Latina al mercado mundial capitalista
y un objeto específico de estudio, el capitalismo dependiente, sus leyes de gestación y
de reproducción.

Es una moda en el último tiempo hablar de la “crisis del marxismo”. Las corrientes
neomarxistas que buscan aportaciones a sus interrogantes en otros cuerpos teóricos, sin
el proceso de la crítica, cayendo por ello en visiones eclécticas, son algunas de las
principales sustentadoras de estas tesis. Nosotros creemos, por el contrario, que en
América Latina se asiste a una crisis de los marxistas en donde algunos de los aspectos
aquí abordados —los efectos de la contrarrevolución en el trabajo teórico, la dislocación
entre ejes geográficos de la revolución y de la teoría, etcétera— han abierto brechas
entre la reflexión y los procesos reales. Pero esto es distinto a suponer un agotamiento
de la reflexión sobre la realidad desde el marxismo, implícito en la idea de crisis del
marxismo.

En la actualidad el marxismo latinoamericano enfrenta retos de variada naturaleza. Unos
tienen como puntos centrales los planteamientos del neodesarrollismo y del
neogramscianismo. Frente al primero, apoyándose en los avances logrados en la teoría
de la dependencia, se requiere de un esfuerzo de crítica similar al producido en los años
sesenta respecto a la teoría burguesa del desarrollo. Para esto es fundamental que la
economía política marxista latinoamericana avance en la comprensión de las nuevas
tendencias que atraviesan a la región, como resultado de la larga crisis mundial
capitalista y de las transformaciones que operan en su funcionamiento.

En general, los estudios sobre la dependencia permitieron una buena aproximación a las
características del capitalismo industrial latinoamericano vigente hasta los años sesenta.
Pero de allí en adelante la realidad ha caminado mucho más rápido que la teoría,
estando en pañales la comprensión de la reestructuración económica de la última
década. Los estudios sobre el nuevo patrón de reproducción del capital en América
Latina se presentan así como una necesidad vital.

De esta forma, se estará en mejor pie para enfrentar los equívocos planteamientos
teóricos y políticos de un capitalismo “más civilizado” reivindicado por el
neodesarrollismo.

Frente al neogramscianismo, que ha ganado posiciones agitando problemas reales pero
proponiendo soluciones diversionistas, el marxismo latinoamericano debe avanzar en
resolver problemas referidos al tipo de socialismo que se construye y es posible
construir en América Latina, a partir de una justa valoración de los procesos presentes
en las sociedades socialistas actuales y de las condiciones de engarce entre democracia
y socialismo. En este sentido, el proceso revolucionario nicaragüense muestra que
muchos de los condicionantes internacionales e internos de la lucha de clases en
revoluciones anteriores, que han dado por resultado una contradictoria relación entre
democracia y socialismo, se modifican, abriendo nuevas perspectivas para que la
bandera del socialismo sea atractiva para los más amplios sectores populares.

Estos retos exigen un salto en el lento desarrollo que presenta el marxismo
latinoamericano en el último tiempo. La confluencia de las principales vertientes
políticas marxistas en la región genera potencialidades que permiten fortalecer la teoría,
en tanto se apoye en el actual auge de la lucha democrática y revolucionaria que recorre
al continente, y enfrente las discrepancias teóricas reales existentes y éstas no sean
soslayadas o abandonadas. Teoría y revolución tendrán así mejores condiciones para
fundirse, abriendo amplias perspectivas de triunfo a las luchas de las mayorías del
continente.

Presentan en Universidad de Sonsonate USO libro sobre movimientos populares en El Salvador

Presentan en Universidad de Sonsonate USO libro sobre movimientos populares en El Salvador

SONSONATE, 17 de octubre de 2014 (SIEP) “La misma creación de esta ciudad en 1553 obedeció a una pugna entre los sectores dominantes, entre los peninsulares, entre encomenderos y comerciantes, por el control del cacao…” expresó Roberto Pineda, autor del libro “Las luchas de los movimientos populares en El Salvador 1810-2010.”

Pineda hizo la presentación de su libro esta tarde en la Universidad de Sonsonate, USO y en su intervención se refirió “a la lucha de clases entre explotadores y explotados, opresores y oprimidos, y sus diferentes expresiones en las diferentes épocas históricas, desde las luchas en los cacahuatales, balsamares, obrajes añileros, cafetales, cañales, algodonales, talleres artesanales, fábricas, en los cuarteles, mercados, escuelas, hospitales, etc.”

Mencionó que “durante el siglo XVI las comunidades indígenas de Izalco eran productoras de cacao y luchaban tanto contra los encomenderos, algunos de los cuales vivían en Santiago de Guatemala así como contra los comerciantes de cacao que se habían ido a vivir a los pueblos de Izalco para saquearlos…”

“Al final se logró expulsar a estos comerciantes de Izalco y se fueron a instalar a las orillas del río Sensunat y allí se formó Sonsonate, vinculado al puerto de Acajutla, que era en esa época nuestra única ventana hacia el mundo y entonces funcionaba el triangulo productivo y comercial Izalco, Sonsonate y Acajutla…”señaló Pineda.

Concluyó haciendo un llamado a los jóvenes a “estudiar nuestra historia de lucha , a conocer nuestras raíces, porque eso nos da fortaleza, porque ustedes son herederos de un pasado glorioso, herederos de Feliciano Ama, de Francisco Sánchez, de miles de héroes y mártires que han luchado por la democracia y la justicia en nuestra patria.”

Colonialismo y socialismo: hacia una interpretación marxista de la historia de Puerto Rico (1974)

Cuadernos Políticos, número 3, México, D.F., editorial Era, enero-marzo de 1975, pp. 19-32 Manuel Maldonado-Denis Colonialismo y socialismo: hacia una interpretación marxista de la historia de Puerto Rico ( Ponencia presentada ante el coloquio sobre Estructuras Políticas y Relaciones Internacionales en el caribe auspiciado por UNESCO, CLACSO y UNAM. México, D. F. 21-25 de octubre de 1974.)

El propósito del presente trabajo no es —no podría serlo dada su limitada extensión— la de ofrecer así sin más una interpretación marxista de la historia de Puerto Rico. Nos guía el propósito más modesto de plantear una serie de problemas que presenta cualquier intento de interpretar la historia puertorriqueña desde una perspectiva marxista.

Dichos problemas se agudizan considerablemente debido a dos factores primordiales: de una parte, es muy magra la contribución que, desde el punto de vista del pensamiento crítico y de la tradición historiográfica marxista, se ha hecho a la mejor comprensión de nuestra historia si se le ve desde la perspectiva del materialismo histórico. Intentos de interpretación marxista tales como los de Corretjer, Andreu Iglesias y Lanauze Rolón , entre los más conocidos, han adolecido de la falla de que por su propia naturaleza han sido productos de circunstancias que han limitado considerablemente un tratamiento sistemático de nuestro desarrollo histórico.

Ha sido sólo en un periodo relativamente reciente que tanto las organizaciones políticas de izquierda como algunos autores con orientación marxista han afrontado la tarea de elaborar una interpretación de nuestra historia desde esa perspectiva.

Esta situación debe entenderse a la luz de la influencia ideológica decisiva que ha ejercido entre las filas del movimiento independentista puertorriqueño la revolución cubana de 1959 y la crisis mundial del imperialismo que ha contribuido a detonar la guerra de Vietnam.

Lo dicho hasta aquí no debe interpretarse como una afirmación en el sentido de que antes del decenio del sesenta el marxismo se desconocía en Puerto Rico. Con anterioridad a la fundación del Partido Comunista de Puerto Rico en 1934 había sectores dentro del Movimiento Obrero Puertorriqueño que tan temprano como en 1917 plantearon tesis marxistas y antiimperialistas muy avanzadas para su época.

Sin embargo, la influencia marxista en el movimiento obrero puertorriqueño sólo se manifestará después de la fundación del Partido Comunista Puertorriqueño, y ello primordialmente a través de la relativamente breve etapa que culmina con la fundación de la Confederación General de los Trabajadores (CGT). En contraste con el caso de Cuba —donde a partir de 1925 la influencia de la ideología marxista en el movimiento obrero cubano es decisiva—, en Puerto Rico el anarcosindicalismo de una parte y el tradeunionismo de corte norteamericano de la otra constituyen la tendencia ideológica hegemónica dentro del Movimiento Obrero Puertorriqueño.

Lo que pretendo afirmar, pues, es que el marxismo ejerce hoy en día una enorme influencia sobre los sectores más avanzados de la intelectualidad puertorriqueña, así como de sus principales movimientos libertadores, si bien dicha teoría está aún lejos —y dado nuestro status colonial-capitalista dependiente es comprensible que así sea— de constituir lo que David Horowith ha descrito como el “paradigma” de las disciplinas sociohistóricas.

El presente auge del marxismo en el movimiento libertador puertorriqueño no es desde luego un hecho fortuito ni accidental. Es bueno recordar en el contexto presente la siguiente observación de Marx:
La humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.

En este caso ha sido el surgimiento y desarrollo de un proletariado industrial creado en el seno mismo de la sociedad colonial-capitalista dependiente, así como la crisis misma de un sistema prisionero de unas estructuras que cimentan y refuerzan la explotación de esa misma clase obrera, lo que ha contribuido a que el socialismo se proponga hoy como un objetivo alcanzable del pueblo puertorriqueño. No se trata por lo tanto de un simple epifenómeno, de una teoría traída por los cabellos a nuestra realidad nacional, sino de un hecho objetivamente comprobable: Puerto Rico no puede permanecer al margen de la historia universal y del desarrollo del ésta hacia formas superiores de convivencia social y humana.

Cualquier intento de interpretación marxista de la historia de Puerto Rico, empero, tropezará por fuerza con varios obstáculos importantes: 1] la carencia de una tradición viva de historiografía marxista, así como de obras teóricas que hayan pretendido poner en su justa perspectiva ideológica la aportación del marxismo a la clarificación de la problemática puertorriqueña; 2] la falta de una “praxis” manifestada históricamente bajo la guía ideológica del marxismo. Vale decir, la carencia de movimientos sociales de envergadura masiva que hayan permitido la decantación de prácticas y experiencias cuyas lecciones puedan servir como base para presentes y futuras elucubraciones en este campo; 3] el dominio prácticamente monopolístico de las facultades de ciencias sociales e historia por parte de ideólogos colonialistas-burgueses, relegándose en dichas facultades al marxismo al limbo de lo exótico y de lo absurdo; 4] la recepción tardía del marxismo en nuestro ámbito si se le compara con la recepción de éste en otros países del hemisferio.

Tomando todos esos factores en consideración comenzaremos planteando un conjunto de problemas —todos ellos inextricablemente ligados entre sí— que deben, a nuestro juicio, servir a manera de guía para una interpretación marxista de la historia de Puerto Rico. Para algunos de esos problemas no tenemos una contestación definitiva. En esos casos sugeriremos algunas hipótesis a la luz de la evidencia historia disponible. En ningún caso pretendemos hacer de Marx un nuevo oráculo de Delfos, sino meramente explorar hasta dónde nos llevan sus teorías y sus metodologías. He aquí alguno de esos problemas:

1 ¿Es Puerto Rico una colonia de tipo clásico o debe considerarse como ejemplo de una sociedad neocolonial?

La mejor manera de contestar esta pregunta es recurrir a los escritos de Marx y Lenin sobre el problema del colonialismo, particularmente a la obra de este último. En ella podemos encontrar descritas todas las características básicas imperialismo en cuanto fase superior del capitalismo como perfectamente aplicables al caso de Puerto Rico: conquista militar, explotación de mano de obra barata y abundante, despojo de las materias primas del país colonizado por el país colonizador, apertura de un mercado cautivo donde el país imperialista puede vertir sus mercancías excedentes.

El concepto de “colonialismo de tipo clásico” debe entenderse a la luz de lo recién descrito. Puerto Rico se distingue de las sociedades bajo dominio neocolonial por el hecho de que Estados Unidos ejerce sobre nuestra nación un dominio directo, a través de las múltiples agencias e instrumentos que determinan los más importantes aspectos de nuestra vida colectiva. Al carecer Puerto Rico del mero ejercicio formal y legal de la soberanía, las condiciones estructurales para el cambio social se dan dentro de un marco que permite a la metrópoli una penetración mucho más intensa y extensa en todos los aspectos de nuestra vida colectiva que lo que es el caso en sociedades dependientes de carácter neocolonial.

El argumento en el sentido de que la sociedad puertorriqueña actual es una que por su
desarrollo industrial y el consabido crecimiento de un proletariado urbano difiere básicamente de sociedades coloniales de economías predominantemente agrícolas pasa por alto el hecho de que un mismo fenómeno, en este caso el imperialismo, toma diversas formas sin alterar para nada su sustancia. Lo que ha cambiado en Puerto Rico ha sido la estrategia económica del imperialismo, hecho que se da como resultado de las transformaciones que sufre la economía capitalista a partir de la segunda guerra mundial. El tránsito de una economía agraria asentada sobre el monocultivo a una predicada sobre el flujo de capitales concentrados en la manufactura obedece, no a una decisión de la débil burguesía puertorriqueña, sino a la necesidad imperialista de buscar enclaves de alta rentabilidad donde pudiesen establecerse aquellas empresas medianas y pequeñas que no podían competir con las gigantescas empresas monopolísticas multinacionales. Es ésta la primera fase del proceso de industrialización, asentado en el predominio del capital variable sobre el capital constante y cuyo signo principal es la explotación de la mano de obra barata y abundante y el señuelo de la exención
contributiva industrial. Puerto Rico tendrá en ese momento —aproximadamente de 1946 a 1960— el carácter de un campo experimental, razón por la cual el término de “vitrina”, producto de los ideólogos de la colonia, no era una simple metáfora propagandística, sino la descripción de la realidad misma.

A partir de 1960 entran en escena las petroquímicas y la ecuación se invierte: el capital constante será mayor que el capital variable. El advenimiento de la era petroquímica ha marchado de la mano con el éxodo de las pequeñas y medianas empresas que, al agotar su exención contributiva y confrontada con aumentos salariales, emigran en busca de nuevos veneros de explotación bajo el “fomento” de los gobiernos de Haití y Santo Domingo. El proyecto de un superpuerto petrolero pone las cosas en su justa perspectiva, ya que se ve claramente cuál es el nuevo papel que le asigna la estrategia económica imperialista a Puerto Rico.

Es por estas razones que estimamos como correcta la proposición teórica de que Puerto
Rico es una colonia en el clásico sentido del vocablo, vale decir, que se trata de una sociedad encuadrada perfectamente dentro de las condiciones expuestas por Lenin en su descripción del fenómeno imperialista.

2. El modo de producción imperante en Puerto Rico en un determinado momento histórico debe verse en conexión con las diferentes fases por las cuales atraviesa el capitalismo a nivel mundial

Resulta por lo tanto incorrecta cualquier descripción de las formaciones económico- sociales puertorriqueñas con base al esquema de que nuestra sociedad ha atravesado por los diferentes modos de producción que Marx expone en su obra, a saber, comunismo primitivo, modo asiático, modo feudal, modo capitalista, etcétera. No hay duda, de otra parte, de que se dan en Puerto Rico, con antelación al desarrollo del capitalismo dependiente-colonial que hemos vivido durante este siglo, modos precapitalistas de producción.

No obstante, dichos modos precapitalistas de producción no pueden entenderse más que desde el punto de vista de la integración de los países coloniales al mercado mundial que Marx mismo nos describe en el tomo primero de El Capital: El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el cimiento de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros; son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria.

Tras ellos, pisando sus huellas, viene la guerra comercial de las naciones europeas, cuyo escenario fue el planeta entero. Rompe el fuego con el alzamiento de los Países Bajos, sacudiendo el yugo de la dominación española, cobra proporciones gigantescas en
Inglaterra con la guerra antijacobina, sigue ventilándose en China, en las guerras del
opio, etcétera.

Luego entonces, en palabras de Mandel, “el imperialismo […] es una forma combinada
de desarrollo social que entrelaza las formas más atrasadas y las más modernas de actividad económica, explotación y vida sociopolítica, en formas variables, en diferentes países”.

Las formaciones económico-sociales de los países coloniales deben verse a la luz de la “ley universal de desarrollo desigual y combinado” que el imperialismo lleva hasta sus últimas consecuencias. Ello explica o contribuye a explicar por qué Puerto Rico —que es una sociedad donde no habrá de abolirse la esclavitud hasta 1873— se halla no obstante integrado a la economía capitalista a través del mecanismo del mercado mundial. El sociólogo brasileño Florestan Fernándes, en un trabajo reciente acerca de las clases sociales en América Latina, ha contribuido a aclarar la cuestión al sugerir el concepto “sistema de producción colonial” como el más adecuado para descubrir la naturaleza de la economía y la sociedad latinoamericana, y por ende puertorriqueña, que es la que nos preocupa en este trabajo.Aunque sea un poco extensa, citamos la opinión de Florestan Fernándes a continuación:

En realidad, el elemento capitalista central de la economía colonial provenía del comercio colonial interno y externo, lo cual imponía formas de apropiación y de expropiación —y por lo tanto de acumulación de capital— precapitalistas. El reverso del capitalismo comercial en América Latina era un sistema de producción colonial,
estructural y dinámicamente adaptado a la naturaleza y a las funciones de las colonias de explotación. El carácter precursor de tal sistema de producción aparecía en las combinaciones de la esclavitud, la servidumbre y modalidades meramente suplementarias de trabajo pagado con la creación de una riqueza destinada a la apropiación colonial, ordenada legalmente y practicada por medios político- económicos. Los que afirman que el sistema de producción colonial, así constituido, no era feudal están en lo cierto, porque tal sistema de producción requiere un contexto histórico en el que el feudalismo sería una aberración regresiva. Por otra parte, en ausencia de un mercado interno capaz de funcionar como un auténtico mercado de “tipo burgués”, y dada la estructura de las relaciones económicas imperantes en el sistema de producción colonial (predominantemente fundadas en modalidades directas de apropiación de la persona, bienes y servicios de los trabajadores), el modo de producción vigente sólo era “moderno” en cuanto adoptó la creación de riquezas, a las funciones que debían cumplir las colonias de
explotación, en virtud de su articulación económica, legal y política a las economías y las sociedades metropolitanas de Europa.
Siguiendo a Fernándes, podemos decir que la sociedad puertorriqueña muestra entonces
durante los primeros cuatro siglos de su existencia formaciones económico-sociales
peculiares de los sistemas coloniales y que el tránsito del capitalismo de su fase mercantilista a su fase comercial deja su impronta en todo el desarrollo de las clases sociales en Puerto Rico, sobre todo a partir del siglo XIX. Es de vital importancia, no obstante, que todo el desarrollo de la sociedad puertorriqueña durante el periodo de la colonización española sea estudiado desde una perspectiva histérico-social de manera mucho más exhaustiva que lo que ha sido el caso hasta este momento.

Son esperanzadoras en ese sentido las investigaciones históricas de los compañeros Ángel Quintero Rivera, Gervasio García, Guillermo Baralt y Benjamín Nístal, para mencionar sólo a los más prominentes, que se han abocado a la tarea ya cumplida en las demás Antillas por estudiosos tales como Julio Le Riverend, Manuel Moreno Fraginals, José Luciano Franco, Gerard Pierre-Charles, Suzy Castor, Hugo Tolentino, Pedro Mir y Franklin Franco.

Creemos que la aportación al análisis histórico-social por parte de los compañeros antes mencionados servirá de mucho para aclarar aspectos de nuestra historia tales como las causas económico-sociales del “Grito de Lares”, la abolición de la esclavitud y sus consecuencias histórico-sociales, los jornaleros en la sociedad puertorriqueña del siglo
XIX, etcétera. Pero definitivamente tenemos que reconocer que, desde una perspectiva
marxista, la historia social de Puerto Rico, particularmente en lo referente a la sociedad
colonial bajo el dominio español, está todavía por hacerse.

3 El hecho sociohistórico de que Puerto Rico no haya alcanzado aún su independencia no es el resultado de presuntas “fallas” en nuestro “carácter nacional”, sino que es el producto de la debilidad e incapacidad de la burguesía nacionalista como clase social.

Esta clase ha agotado ya sus posibilidades como agente de cambio social en nuestra sociedad. En el momento histórico que vivimos corresponde al proletariado industrial el papel fundamental en el proceso de la transformación revolucionaria de la sociedad puertorriqueña.

Me parece innecesario señalar, en el contexto presente, que las teorías que pretenden
explicar nuestra condición colonial a base del recurso de adjudicar a nuestro pueblo rasgos tales como “la docilidad”, el “aplatanamiento”, etcétera, son en realidad el producto de las elucubraciones de una clase acorralada que ha agotado sus posibilidades históricas y que culpa a las masas por negarse a seguir los dictámenes de las élites ilustradas. Por ese motivo me parece que el método más fructuoso para enfocar este problema debe basarse en un análisis de las clases sociales puertorriqueñas y del poder —o carencia de poder— que éstas hayan podido ejercer en el contexto de nuestro medio social. Ése debe ser, sin lugar a dudas, el punto de partida para cualquier interpretación marxista de la historia de Puerto Rico.

Si Puerto Rico no ha logrado aún su independencia formal, ello se ha debido a que la clase que la hubiese podido lograr nunca pasó de ser un caso extremo de la “lumpenburguesía” de que nos habla Gunder Frank. El contraste con Cuba resulta aleccionador. La burguesía puertorriqueña del diecinueve no alcanzó nunca el grado de madurez y desarrollo de la burguesía cubana de ese mismo periodo. Como se indica más adelante, el desarrollo de las fuerzas productivas en Puerto Rico no se halla al nivel del desarrollo de las mismas en la sociedad cubana en ese momento histórico.

El profesor Ramón de Armas ha definido claramente el problema desde una perspectiva comparada al apuntar lo siguiente:
Puede entonces delinearse, a grandes rasgos, una estructura pequeño parcelaria de la
propiedad de la tierra, dentro de la cual la célula básica de una economía de exportación
plenamente constituida —el latifundio—, si bien no está excluida, no ocupa aún posiciones predominantes. Y ello nos sitúa, consiguientemente, ante el cuadro de una economía que todavía conserva apreciables perspectivas de desarrollo ulterior; de una organización económica de cuyos beneficios es partícipe —si bien en muy diferentes grados— una mayoría significativa de la población rural. A su vez, esta población rural se caracteriza en el periodo por una alta proporción de población propiamente campesina (o pequeños agricultores), por una menor proporción de trabajadores agrícolas asalariados (o proletariado agrícola), y por la ausencia de fuerza de trabajo esclava desde más de dos décadas atrás.

No están operando aún en ella, evidentemente, los factores que operaron para condicionar las posibilidades de surgimiento violento y continuación de una revolución radical en el otro territorio americano de supervivencia colonial española: Cuba. Estos factores pueden caracterizarse, fundamentalmente, como: consolidación de una economía exportadora con alto grado de permanencia, predominio absoluto de dicha economía de exportación dentro de la economía nacional, muy avanzado proceso de concentración de la propiedad dentro de ella, consiguiente desposesión generalizada de las grandes masas de la población rural, falta absoluta de perspectiva de desarrollo fuera de la esfera de exportación y consiguiente exclusión de una parte significativa de las clases poseedoras de medios de producción.

Mientras que, muy por el contrario —y dejando a un lado los elementos comunes inherentes a la expoliación y dominación metropolitana—, Puerto Rico parece haber estado aún, hacia la época, en una etapa de relativo florecimiento económico en la que todavía no ha culminado la conformación de un cuadro económico-social cerrado a toda perspectiva ulterior de desarrollo.

El proceso precipitado de entrega del patrimonio nacional que acaece en Cuba y en Puerto Rico a partir de la guerra de 1898, hace que Puerto Rico recorra el camino de la enajenación del patrimonio que presenciamos durante las primeras cuatro décadas de dominación norteamericana, pero con una importante salvedad frente a Cuba: al convertirse en un país con economía exportadora en ese periodo histórico, Puerto Rico transita el camino que ya Cuba había recorrido, pero sin que logre desarrollarse en. el seno de su sociedad una burguesía similar a la cubana.

Se trata de una burguesía en extremo débil y dependiente que emprende sus proyectos de reformas —al igual que otros países latinoamericanos— bajo el signo del desarrollismo característico de la posguerra. Pero un desarrollismo dentro de un
marco colonial no podía menos que cimentar nuevas formas de dependencia económica y fomentar el surgimiento de una clase parasitaria totalmente identificada con la clase
hegemónica de la metrópoli. Como bien ha indicado Octavio Ianni:

La verdad es que las relaciones de tipo imperialista crean grupos sociales parasitarios.
Es obvio que la dependencia estructural provoca deformaciones en la estructura
productiva del país subordinado (por la hipertrofia de algunos sectores y la atrofia de
otros). En el mismo sentido, es evidente que las relaciones de dependencia crean grupos
sociales parasitarios; o mejor, transforman la clase dominante “nativa” y también
algunos grupos pertenecientes a las otras clases sociales, en beneficiarios de la propia
dependencia.

Lo cierto es que la burguesía puertorriqueña nunca logre un desarrollo suficiente como
para que sus intereses entraran en contradicción con los intereses de la metrópoli. El sector nacionalista de dicha burguesía ha sido un sector de cierta importancia numérica, pero de escaso poder económico y político. La burguesía “lumpen” que medra en el
“lumpendesarrollo” descrito por Gunder Frank es ya definitivamente una clase con
demasiadas ataduras con la metrópoli como para que pueda pensar en la independencia de Puerto Rico. Sólo los sectores nacionalistas menos “integrados” a la metrópoli pueden —mediante una alianza con la clase obrera que ha surgido al calor del desarrollismo—constituir una fuerza capaz de romper con la principal causa estructural de la dependencia: el colonialismo capitalista dependiente.

Es el reconocimiento de que hoy en día sólo la clase obrera podría ser capaz de constituir la espina dorsal del movimiento libertador de Puerto Rico lo que ha determinado que los principales partidos independentistas actualmente propugnen que no puede haber independencia sin socialismo ni socialismo sin independencia. En sus orígenes, la clase obrera puertorriqueña estaba compuesta principalmente por obreros agrícolas tales como los tabaqueros, los trabajadores de la caña, etcétera. Dicho movimiento carecería, en su momento, de la fuerza necesaria para librar la doble batalla de la justicia social y la independencia.

Más aún, sus luchas eran por lo general contra la débil burguesía nacionalista que surge durante los primeros treinta años de dominación estadounidense. Durante la crisis del sistema colonial que marca la década del treinta, el movimiento obrero puertorriqueño llega a crear un instrumento eficaz de lucha antimperialista mediante la fundación de la Confederación General de Trabajadores (CGT). Pero ésta sucumbe ante el divisionismo y el peso del poderío del Partido Popular Democrático y sus proyectos desarrollistas. Ese mismo desarrollismo, sin embargo, ha contribuido al surgimiento y desarrollo de una numerosa clase obrera urbana. Es este proletariado urbano —debidamente organizado y con un instrumento eficaz capaz de canalizar su lucha— la principal esperanza de Puerto Rico en su lucha por poner fin a la penetración imperialista que pesa como un íncubo sobre su desarrollo político, económico y cultural.

Con el surgimiento del proletariado urbano como clase en sí dentro del contexto de la
sociedad puertorriqueña actual, el problema consiste en que dicho proletariado, mediante una toma de conciencia política radical, se convierta en una clase política para sí, en la fuerza propicia para servir como el principal agente de cambio social revolucionario de Puerto Rico.

La vieja ideología del “tradeunionismo” norteamericano que apuntalaba a los movimientos obreros puertorriqueños durante las primeras cuatro décadas de este siglo ha demostrado su total bancarrota frente a la situación del obrero puertorriqueño bajo un régimen colonial y capitalista. Es por la comprensión de la nueva coyuntura histórica que vive nuestro pueblo que el movimiento independentista puertorriqueño ha trascendido los viejos esquemas basados en nociones románticas y apocalípticas del proceso revolucionario y ha gravitado hacia una interpretación marxista de éste.

De otra parte el carácter parasitario y superdependiente de la burguesía puertorriqueña se hace cada día más obvio. Es evidente que aquellas capas sociales de la débil burguesía puertorriqueña que abrazaron el nacionalismo, frente al proceso sistemático de expropiación de que fueron víctimas bajo el alud de capital norteamericano que se desbordaría sobre nuestro pueblo durante las primeras cuatro décadas de este siglo, nunca estuvieron en condiciones de realizar, exitosamente, una revolución anticolonial en nuestra patria. Ello es así máxime cuando la propia contradicción entre sus intereses inmediatos como clase y los de la clase obrera que signan ese periodo de nuestra historia impide una alianza de clases, una unión de las fuerzas anticolonialistas contra la dominación imperialista de Puerto Rico.

Sin el apoyo de las masas obreras era sumamente difícil, por no decir imposible, que la pequeña burguesía nacionalista pudiese romper con la atadura colonialista. Ello se entiende a la luz de la propia ideología nacionalista, refractaria a la tesis de la lucha de clases y proclive a una noción de que la nación es un fenómeno metaclasista. Pero también la propia clase obrera pierde de vista a su verdadero enemigo: el imperialismo, para deshacerse en estériles luchas intestinas con la pequeña burguesía nacionalista. En el mejunje ideológico mezcla de anarcosindicalismo español, tradeunionismo norteamericano y retórica seudorrevolucionaria extraída por los cabellos de la revolución burguesa de 1789 en Francia, Santiago Iglesias y sus adláteres en el liderato obrero de la Federación Libre de Trabajadores terminan por crear la gran babel ideológica en el movimiento obrero puertorriqueño.

Ahora bien, si la burguesía puertorriqueña de los primeros cuarenta años de dominación
norteamericana era débil y parasitaria, la burguesía actual compuesta de compradores e
intermediarios de las grandes empresas industriales, comerciales y financieras de Estados Unidos lo es aún más. Durante los últimos treinta años el proceso de cimentar la dependencia de la burguesía puertorriqueña se ha incrementado a pasos agigantados. Sólo algunas capas dentro de la pequeña burguesía —profesionales, pequeños industriales y comerciantes, etcétera— ven en el nacionalismo una posible solución política y económica al problema de dependencia de nuestro pueblo. Pero nadie debe llamarse a engaño: la burguesía nacionalista puertorriqueña hace ya tiempo que agotó sus posibilidades históricas como agente del cambio social en Puerto Rico. La única alternativa que se abre ante la burguesía nacionalista puertorriqueña en este momento histórico es, por consiguiente, la de negarse a sí misma como clase e incorporarse a la lucha de las masas populares en favor de la independencia y el socialismo. Ello implica también, paralelamente, la adopción por parte de esa burguesía nacionalista de la ideología socialista.

Tanto Marx como Lenin comprendieron en su momento la capital importancia de los
movimientos de liberación nacional en la lucha contra el imperialismo al nivel global, si bien no puede negarse que el primero sucumbió en ocasiones al prisma distorsionado producto de su propia formación europea. El nacionalismo es una ideología reaccionaria cuando sirve para crear una falsa conciencia en las masas explotadas sobre el carácter de su verdadero enemigo y para obnubilar el cariz fundamentalmente internacionalista de toda lucha revolucionaria.

El caso típico de lo recién expuesto lo ofrecen los países capitalistas altamente industrializados, donde la burguesía manipula hábilmente el chovinismo y las diferencias étnicas para mediatizar la lucha de la clase obrera. Pero el nacionalismo puede ser una fuerza progresista cuando toma el carácter de una ideología anticolonialista y antimperialista. Esta proposición es singularmente válida en el caso de países coloniales como Puerto Rico.

Se trata, sin embargo, de una fuerza progresista que lo es únicamente cuando participa en el proceso de la liberación nacional consciente de que una vez alcanzada dicha meta habrá cumplido su misión histórica. He ahí la difícil disyuntiva con que se confronta todo movimiento nacionalista en nuestro país, puesto que una vez alcanzada la liberación habrá la tendencia —tan hábilmente descrita por Fanon— de que la burguesía nacionalista quiera ahora calzarse los zapatos de los antiguos dominadores.

A la luz de la experiencia puertorriqueña el nacionalismo —como factor catalizador de la conciencia antimperialista y anticolonialista de nuestro pueblo— ha tenido un papel de capital importancia en nuestro desarrollo durante este siglo. Es esta faceta la que debemos incorporar dentro de nuestra lucha por la independencia y el socialismo, alcanzando de esta manera una síntesis superior donde se fundan las luchas de suyo inseparables entre la autodeterminación de Puerto Rico y las reivindicaciones sociales de las masas populares.

4 El desempleo masivo y el subempleo, el éxodo rural-urbano y el proceso emigratorio hacia la metrópoli deben entenderse a la luz de los conceptos de “superpoblación relativa” y “ejército industrial de reserva” más bien que como meros fenómenos carentes de relación con las transformaciones sociohistóricas que se dan a nivel macrohistóríco y mícrohístórico dentro del sistema imperialista mundial
Es ya prácticamente un lugar común de nuestro tiempo que uno de los principales
instrumentos del imperialismo en su empeño contrarrevolucionario se basa en la supuesta “explosión demográfica” y su presunta panacea: el control de la natalidad. Se trata en verdad de un intento de revivir la polémica entre Marx y Malthus, dándole la razón, de más está decirlo, al último. Esta ideología ha sido adoptada y puesta en práctica por el gobierno colonial de Puerto Rico durante los últimos treinta y pico de años.

Una mano de obra abundante constituye en el marco del capitalismo en su fase
competitiva un factor tendiente a deprimir el valor de cambio de la fuerza de trabajo y a
minusvalorar, por consiguiente, el precio del trabajo humano en el mercado capitalista. El propio Marx así nos lo indica en El Capital (t.I, p. 541):

Durante los periodos de estancamiento y prosperidad media, el ejército industrial de
reserva ejerce presión sobre el ejército obrero en activo, y durante las épocas de
superproducción y paroxismo pone un freno a sus exigencias. La superpoblación
relativa es, por tanto, el fondo sobre el cual se mueve la ley de la oferta y la demanda
de trabajo. Gracias a ella, el radio de acción de esta ley se encierra dentro de los
límites que convienen en absoluto a la, codicia y al despotismo del capital. [El énfasis
es de Marx.] I

Hoy, cuando en toda América Latina y el mundo subdesarrollado en general se lanza
como parte de la ideología imperialista la tesis de los efectos nocivos de la “explosión
demográfica” y sus consecuencias, conviene recordar la polémica de Marx con Malthus,
sobre todo aquella agudísima observación del primero:

Por tanto, al producir la acumulación del capital, la población obrera produce también, en proporciones cada vez mayores, los medios para su propio exceso relativo.Es ésta una ley de población peculiar del régimen de producción capitalista, pues en realidad todo régimen histórico concreto de producción tiene sus leyes de población propios, leyes que rigen de un modo históricamente concreto. Leyes abstractas de población sólo existen para los animales y las plantas, mientras el hombre no interviene históricamente en estos reinos. [El Capital, t. I, pp. 534-35.]

Siguiendo en la misma línea de razonamiento Marx afirma a renglón seguido:
Ahora bien, si la existencia de una superpoblación obrera es producto necesario de la
acumulación o del incremento de la riqueza dentro del régimen capitalista, esta
superpoblación se convierte a su vez en palanca de la acumulación del capital, más aún,
en una de las condiciones de vida del régimen capitalista de producción. Constituye un
ejército industrial de reserva, un contingente disponible, que pertenece al capital de un modo tan absoluto como si se criase y mantuviese a sus expensas. \El Capital, t. I, p. 535.]

A nuestro juicio los conceptos de “sobrepoblación relativa” y “ejército industrial de
reserva” contribuyen no sólo a explicar la dinámica propia del régimen colonial-capitalista dependiente que impera en Puerto Rico, sino que también son útiles para explicar las razones sociohistóricas para el éxodo migratorio que en el momento actual mantiene a más de una tercera parte de nuestra población fuera del territorio nacional.

De la misma manera los conceptos mencionados son útiles para el análisis de la situación de los puertorriqueños en los Estados Unidos, ya que permiten concebir el problema desde una perspectiva macrohistórica que ubique a nuestro pueblo en el ámbito más amplio de las emigraciones como un fenómeno global producto de las necesidades del propio régimen capitalista de producción. De esta manera el problema de la extracción de la plusvalía puede verse a la luz de cada situación concreta tanto al nivel de la forma peculiar en que se manifiesta la explotación, digamos, en una granja de obreros agrícolas en los Estados Unidos, cuanto en una planta petroquímica en
Puerto Rico. Puede así captarse con una mayor lucidez lo que hay de específico y particular en una situación sociohistórica dada y lo que hay en ésta de general y universal.

Se entrelazan por tanto a través de los conceptos marxistas antes mencionados la microhistoria con la macrohistoria, lo nacional con lo internacional. Huelga decir que este método de aproximaciones sucesivas a los fenómenos sociales que nos preocupan es un instrumento heurístico y no pretende erigirse en un esquema dogmático y por lo tanto antimarxista. De lo que se trata es de proveer un aparato teórico y metodológico basado en los esquemas de Marx que nos permita aprehender y engarzar la realidad social de una manera concorde con la mejor tradición del pensamiento crítico.

5 La lucha de clases en Puerto Rico debe analizarse en el contexto sociohistórico de las formaciones socioeconómicas predominantes en un determinado momento histórico.

Dicha lucha de clases, a su vez, debe estudiarse desde una perspectiva dual: desde aquella que plantea las contradicciones y antagonismos de clases dentro del marco jurídico-político de la relación metrópoli-colonia, y desde aquella que revela la dinámica de las clases sociales a nivel nacional. Esta perspectiva, claro está, debe partir del fenómeno sociohistórico que es la sociedad puertorriqueña como una totalidad

Como he indicado anteriormente, la lucha de clases en Puerto Rico requiere un estudio
sistemático de nuestra realidad nacional que no se ha hecho hasta el presente. Esta
afirmación es particularmente válida en lo que respecta al estudio de la sociedad
puertorriqueña en el siglo XIX, aunque somos conscientes de los esfuerzos en tal dirección hechos por un grupo de historiadores jóvenes que ya tuvimos ocasión de mencionar en este trabajo.

Existe un acuerdo virtual, entre los estudiosos de la materia, de que Puerto Rico cristaliza como sociedad de cultura nacional en el siglo XIX. Por eso es importante delinear a grandes rasgos las clases sociales y sus antagonismos durante ese periodo de nuestra historia, si bien ello no excluye en modo alguno el estudio de los siglos anteriores al XIX. Si examinamos atentamente la situación de las clases en Puerto Rico durante dicho siglo debemos notar lo siguiente: hasta 1873, cuando la esclavitud es
Legalmente abolida, la esclavocracia peninsular y criolla constituía la clase dominante, apoyada desde luego por todo el aparato político-militar de la metrópoli. Pero la contradicción de esta clase no es únicamente con los esclavos cuyo alzamiento temen, sino también con los jornaleros libres cuya producción de plusvalía resulta también indispensable para la continuada expoliación de la colonia.

En conjunción con lo mencionado encontramos también que los colonos españoles residentes en Puerto Rico, en adición a su dominio de la administración pública de la colonia, dominaban a su vez el comercio al por mayor (almacenistas) y el crédito (las instituciones bancarias). Esta situación es lo que hace que la clase dominante explotadora de esclavos y jornaleros basada en el sistema de las haciendas pueda, en determinados momentos de crisis —como en 1865 y 1887—, entrar en contradicción con los intereses de algunos sectores de la burguesía criolla.

No obstante, esta misma burguesía y pequeña burguesía criolla, cuyo principal instrumento político será el Partido Autonomista, verá también con creciente aprensión la participación de los jornaleros y esclavos libertos en la política puertorriqueña del diecinueve. Vale decir que la élite colonial criolla libra la lucha de clases en dos frentes: contra la hegemonía económica y política de los colonos peninsulares de una parte y contra las masas puertorriqueñas desposeídas de la otra.

Con el colapso del imperio español que marca la guerra hispano-cubana-americana
presenciaremos un proceso que tendrá un gran impacto en el desarrollo de nuestras clases sociales. Bajo el signo del nuevo imperio la burguesía criolla se dividirá en dos alas, una autonomista y la otra anexionista. Ángel Quintero Rivera, en un trabajo reciente, ha contribuido a poner el panorama en una mejor perspectiva, si bien resulta a veces confusa su terminología descriptiva.

Con el advenimiento del imperialismo norteamericano notaremos a grandes rasgos el
siguiente proceso: se intensifica un proceso de expropiación de la burguesía puertorriqueña, que en un lapso de treinta años habrá consumado el proceso de centrar la economía puertorriqueña alrededor del latifundio azucarero ausentista. AI mismo tiempo se da un proceso de éxodo-rural-urbano que será decisivo en la creación de un proletariado rural. La devaluación de la moneda perpetrada en los comienzos mismos de la ocupación militar norteamericana (y hecha bajo sus auspicios), la inclusión de Puerto Rico dentro de las barreras tarifarias estadounidenses, la pérdida de los mercados tradicionales para frutos tales como el café y el tabaco y, por último, aunque no menos importante, la ubicación de la isla dentro de la división de trabajo mundial capitalista como país productor de azúcar y su integración por esta vía a los mecanismos del mercado mundial, marcan todo este proceso cuya impronta quedará indeleble en la estructura de nuestras clases sociales durante las primeras cuatro décadas de este siglo.
El desarrollo de una burocracia reclutada entre puertorriqueños que crece como parte de
todo el establecimiento del aparato político-militar norteamericano implantado en nuestra isla a partir de la ocupación de 1898, la formación de capas medias directa o indirectamente vinculadas con la presencia económica del imperialismo en Puerto Rico, junto con el proceso intensificado de penetración cultural que se desata sobre nuestra sociedad a partir de 1898, contribuyen a la formación de la expresión política de la burguesía anexionista puertorriqueña: el Partido Republicano.

De otra parte tenemos a ese sector de la burguesía criolla, que presencia, sin poder
alterarlo, el proceso de declinación del régimen de las haciendas y la progresiva expropiación que terminará por socavar los cimientos mismos de una presunta o real “autonomía” frente a la potencia económica de la metrópoli. El nacionalismo puertorriqueño de las primeras tres décadas de este siglo debe entenderse a la luz del fenómeno recién descrito. La expresión política de este sector de la burguesía criolla lo será el Partido Unión de Puerto Rico.

En cuanto a la clase obrera puertorriqueña podemos distinguir tres sectores fundamentales: el de los obreros agrícolas de las haciendas que constituyeron una importante fuerza política en favor del Partido Unionista (según demuestra Quintero Rivera en el estudio antes mencionado); el de los obreros agrícolas de las grandes plantaciones azucareras, y el de los obreros urbanos relacionados con la producción de mercancías diversas en el seno de las ciudades. Estos dos últimos sectores tuvieron como su expresión política al Partido Socialista dirigido por Santiago Iglesias Pantín.

La crisis del capitalismo mundial que estalla en los años treinta será a su vez un hecho de profundo impacto sobre toda la estructura del poder político en la colonia. Surge entonces un vasto movimiento de protesta social que tiene como protagonista a la pequeña burguesía nacionalista en coalición con los sectores más avanzados de la clase obrera puertorriqueña.

Esta protesta habrá de culminar en un movimiento populista que logra canalizar el
descontento existente por la vía reformista-institucional. Nos referimos aquí, naturalmente, al Partido Popular Democrático fundado en 1938 por Luis Muñoz Marín. Este partido, heredero del Partido Liberal y del antiguo Partido Unionista, logra plasmar un movimiento pluriclasista, dirigido por la pequeña burguesía nacionalista, que alcanza a capitalizar la crisis existente para romper con la hegemonía de la clase dominante tradicional, si bien ello conduciría, como veremos más adelante, a nuevas formas de dependencia dentro del marco colonial-capitalista dependiente.

El Partido Liberal, heredero de la tradición nacionalista del Partido Unionista, y el Partido Nacionalista, ahora bajo la dirección de Pedro Albizu Campos, el primero desde una perspectiva reformista y el segundo desde la revolucionaria, plantearán el logro de la independencia de Puerto Rico como única salida a la situación por la que atravesaba nuestro pueblo en ese momento histórico. Ambos partidos constituyen la expresión política de la pequeña burguesía nacionalista. No obstante, el Partido Nacionalista habrá de plantearse el rompimiento con el régimen colonial por la vía insurreccional.

La feroz represión que se desata contra dicho partido culmina con el encarcelamiento de todo su alto liderato y con la masacre de sus militantes en Ponce (1937) y será un golpe eficaz contra un movimiento político que no logra vincular orgánicamente a la lucha por la liberación nacional con la lucha social de nuestro pueblo. El Partido Liberal, de otra parte, desaparece para todo propósito práctico cuando sus sectores más avanzados fundan junto con Luis Muñoz Marín el Partido Popular Democrático (1938).

Es el Partido Popular Democrático el que logra plasmar un movimiento político capaz de servir como expresión de los dos reclamos básicos de nuestro pueblo en ese momento: el de la independencia nacional y el de la justicia social. Poco importa —y mucho importa— que este partido, siguiendo la trayectoria de movimientos análogos como el APRA peruano y los adecos venezolanos, se haya convertido más tarde en la antítesis de los principios que sustentó retóricamente en 1938. Lo importante es, en verdad, comprender las causas de la forja de un partido político que ha sido el más poderoso movimiento de masas que registra la historia de Puerto Rico.

La crisis en el seno del movimiento obrero puertorriqueño, dramatizada por el llamado de los obreros del este de la isla a Albizu Campos cuando aquéllos se declaran en huelga contra las compañías azucareras ausentistas, servirá para demostrar la incapacidad del ala más radical dentro del movimiento independentista puertorriqueño para lidiar con una situación que hubiese requerido una mayor compenetración y comprensión entre su liderato y las demandas y esperanzas de la clase obrera boricua. Fue penosamente evidente que ni los nacionalistas ni los liberales podían realmente ofrecer una alternativa revolucionaria para los trabajadores en aquel momento histórico, y el liderato del Partido Comunista Puertorriqueño (1934) sólo podrá llenar parcialmente dicho cometido.

Así, pues, el decenio del treinta, cuya coyuntura histórica favorable al rompimiento de las estructuras de dominación colonial-capitalista no puede negarse, conduce no a la revolución anticolonial y antiimperialista, sino a un realineamiento de las fuerzas sociales bajo el signo del populismo. En ese sentido Puerto Rico repite, con las variantes de rigor debido a su condición colonial, la experiencia populista que presenciaremos en muchos países latinoamericanos. La culminación de todo este proceso con el triunfo del PPD en 1940 marcará un hecho coyuntural que no podemos soslayar y mucho menos escamotear.

El Partido Popular Democrático comienza su gestión gubernamental cuando está a punto de estallar la segunda guerra mundial. Su programa populista alternaba la retórica
seudorradical con ofrecimientos para todos los sectores y clases de la población
puertorriqueña. Su liderato, proveniente de las capas medias profesionales, ve en el aparato estatal un poderoso instrumento de dominación y una vía de ascenso social y económico. La burocracia estatal crecerá impetuosamente. Se busca y se logra controlar al movimiento obrero independiente mediante la división de la Confederación General de los Trabajadores (CGT).

Con el resultado electoral de 1944 se sientan las bases para una nueva política
económica alejada de todo lo que puede oler a “nacionalización”. El populismo de los anos cuarenta irá cediendo gradualmente el paso al tecnocratismo y desarrollismo que tendrá su máxima expresión en el programa de “Fomento Industrial” dirigido por Teodoro Moscoso.

Una vez concluida la segunda guerra mundial el panorama se hará más claro. En este
momento corresponderá a Puerto Rico el papel de centro experimental del capitalismo en el Caribe y el resto de la América Latina. La nueva estrategia económica del imperialismo se asentará sobre un “desarrollo económico” erigido sobre la exención contributiva industrial y la mano de obra abundante y barata, así como sobre el “clima industrial” adecuado existente en la isla. Para lograr ese fin es menester sentenciar a la agricultura a una inanición lenta pero segura, lanzándose como consigna del nuevo programa la panacea de la “industrialización”.

Puerto Rico se convertirá, a partir de 1948, en el refugio de las empresas manufactureras de pequeña o mediana dimensión incapaces de competir con las enormes corporaciones
transnacionales características del capital monopolístico norteamericano.

De país monoproductor de azúcar basado sobre la gran plantación de carácter latifundista, Puerto Rico pasará a ser, durante los tres lustros que se inician a partir de la segunda guerra mundial, en un emporio para inversionistas norteamericanos en la busca de un altísimo rendimiento de su capital invertido. En esta primera fase del programa de Fomento predomina lo que algunos economistas burgueses llaman empresas con un predominio del “trabajo intensivo”, significando con ello que son industrias livianas con un alto porcentaje de mano de obra.

Durante la segunda fase de este programa, que se inicia alrededor de la década del sesenta y que se extiende hasta nuestros días, la estrategia económica del imperialismo se concentra en el establecimiento en nuestra patria de gigantescas empresas petroquímicas. Se altera entonces el balance anterior y se invierte la ecuación. La empresa conocida como de “capital intensivo” será la predominante, mientras las pequeñas y medianas empresas, una vez agotado el señuelo de la exención contributiva industrial, optarán por emigrar a otras áreas del caribe —como Haití y Santo Domingo— dispuestas en este momento a imitar el experimento iniciado en Puerto Rico.

Todo este proceso, iniciado formalmente en 1948, ha traído como secuela un enorme
dislocamiento de la economía agraria y un éxodo sin precedentes; no sólo del campo hacia la ciudad, sino de la isla hacia los Estados Unidos. Este éxodo, que ha significado la pérdida de más de medio millón de puertorriqueños que abandonan nuestro territorio nacional a partir de la conclusión de la segunda guerra mundial, debe verse en el contexto de las necesidades y demandas de la economía de la metrópoli.

El panorama de las clases sociales en Puerto Rico a partir de 1940 puede delinearse a
grandes rasgos de la manera siguiente: en la cúspide de la pirámide social tenemos a un
puñado de capitalistas puertorriqueños cuyos intereses económicos están directa o
indirectamente vinculados con la presencia económica, política y militar del capitalismo
norteamericano en Puerto Rico. La expresión política de este grupo es por lo general el
Partido Nuevo Progresista (PNP), heredero del viejo Partido Republicano, si bien es cierto que hay también miembros de este grupo en el Partido Popular Democrático. La vinculación estrecha de este grupo con el capitalismo norteamericano, así como el propio orden jurídico dentro del cual se desenvuelven, hacen de ellos una burguesía dependiente, lejos de ser lo que podría denominarse una “burguesía nacional” en otros países latinoamericanos.

A este grupo debemos añadir todo un conjunto de grupos cuyas probabilidades de existencia se hallan directamente vinculadas al gran capital norteamericano o a su aparato económico-político, tales como los banqueros, los especuladores en bienes raíces, los constructores, los profesionales altamente pagados, etcétera. Es esta clase lo que en otro contexto yo he denominado la élite colonial puertorriqueña, pero que para ser más exactos deberíamos llamar la clase dominante colonial, que sirve a manera de intermediaria de los grandes intereses monopolísticos que mandan en Puerto Rico.

Como consecuencia directa del crecimiento elefantiásico de las burocracias estatales y
privadas en Puerto Rico, tenemos un desarrollo numérico extraordinario de las capas medias de nuestra población. Estas capas medias tienen como su medio principal de ascenso social la educación universitaria. Son capas residentes por lo general en áreas urbanas, recipientes de un salario por sus servicios y con un estilo de vida orientado hacia la sociedad de consumo cuyo modelo son los Estados Unidos. De estas capas medias no es menos cierto que el contingente más numeroso entre ellas se inclina por las diversas modalidades del anexionismo (incluyendo aquí al “Estado Libre Asociado”).

A estas capas medias debemos añadir a los pequeños comerciantes y detallistas, empleados secretariales, choferes, tenderos, etcétera, que viven una precaria existencia en la penumbra entre la pequeña burguesía y el proletariado. Entre estas capas hay también propulsores de la independencia de Puerto Rico. La clase obrera industrial, de otra parte, es hoy el sector más importante y poderoso dentro del desarrollo de la clase obrera puertorriqueña. Basta con percibir el papel preponderante de la manufactura y el menguado papel de la agricultura en nuestra economía para darse cuenta de la magnitud del fenómeno acaecido. Ello no significa que el obrero agrícola haya desaparecido, pero su destino parece ser el de emigrar hacia las granjas agrícolas en los Estados Unidos.

La clase obrera puertorriqueña tuvo como expresión política durante las primeras dos
décadas de este siglo al Partido Socialista de Santiago Iglesias Pantín. Pero ya para 1924 este partido se había corrompido y se halla en contubernio con el Partido Republicano, partido de la oligarquía criolla anexionista. Con la fundación del Partido Comunista en 1934 la clase obrera encuentra un portavoz de sus intereses como clase, pero en 1940 y 1944 el Partido Comunista, siguiendo la política de los frentes populares, apoyará al PPD en las elecciones coloniales. Éste le paga con la destrucción de la CGT y con el anticomunismo macartista de los años cincuenta, cuando la persecución política contra el Partido Comunista Puertorriqueño alcanza su mayor intensidad y fiereza.

Ante esa situación la clase obrera puertorriqueña ha optado por vertir su fuerza política en alguno de los dos partidos tradicionales. Ése es precisamente el propósito que anima al Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) en el momento actual: el de servir como expresión política, como instrumento de lucha de los trabajadores puertorriqueños.

Ahora bien, es imprescindible notar el hecho de que bajo el régimen económico actual
existen grandes masas de obreros desplazados tanto por los cambios estructurales operados en la economía puertorriqueña a partir del “Fomento”, como por las transformaciones tecnológicas que han marchado de la mano con esos cambios. El resultado de ello ha sido la creación de un vasto subproletariado compuesto por los desempleados, los subempleados, los desplazados en general por la propia naturaleza del régimen capitalista. Una vez más el concepto de superpoblación relativa de Marx a que hicimos referencia anteriormente en este trabajo nos ayuda a comprender mejor lo que estamos discutiendo. Merece la pena detenernos en este concepto por la luz que vierte en torno a nuestra situación económica.

Para Marx la superpoblación relativa reviste tres formas constantes: la flotante, la latente y la intermitente: a] La latente:
“En los centros de la industria moderna —fábricas, manufacturas, altos hornos, minas, etc.— nos encontramos con que la producción tan pronto repele como vuelve a atraer contingentes obreros en gran cantidad, por donde el número de obreros en activo aumenta en términos generales, aunque siempre en proporción decreciente a la escala de
producción. Aquí, la superpoblación existe en forma flotante.” [El Capital, i, 543.]
b] La constante:
“Tan pronto como la producción capitalista se adueña de la
agricultura o en el grado que la somete a su poderío, la acumulación del capital que aquí funciona hace que aumente en términos absolutos la demanda respecto a la población obrera rural, sin que su repulsión se vea complementada por una mayor atracción, como ocurre en la industria no agrícola. Por tanto, una parte de la población rural se encuentra
avocada a verse absorbida por el proletariado urbano o manufacturero y en acecho de circunstancias propicias para esta transformación. (La palabra “manufacturero” tal como aquí se emplea, engloba toda la industria no agrícola). Como vemos, esta fuente de superpoblación relativa flota constantemente. Pero su flujo constante hacia las ciudades presupone la existencia en el propio campo de una superpoblación latente constante, cuyo volumen sólo se pone de manifiesto cuando por excepción se abren de par en par las compuertas del desagüe. Todo esto hace que el obrero agrícola se vea constantemente reducido al salario mínimo y viva siempre con un pie en el pantano del pauperismo.” [ El Capital,I, 544.]
c] La intermitente:
“La tercera categoría de la superpoblación relativa, la intermitente,forma parte del ejército obrero en activo, pero con una base de trabajo muy irregular. Esta categoría brinda así al capital un receptáculo inagotable de fuerza de trabajo disponible. Su
nivel de vida desciende por debajo del nivel normal medio de la clase obrera, y esto es
precisamente lo que la convierte en instrumento dócil de explotación del capital. Sus
características son: máxima jornada de trabajo y salario mínimo. Bajo el epígrafe del trabajo domiciliario, nos hemos enfrentado ya con su manifestación fundamental. Su contingente se recluta constantemente entre los obreros que dejan disponibles la gran industria y la agricultura, y sobre todo las ramas industriales en decadencia, aquellas en que la industria artesana sucumbe ante la industria manufacturera y ésta se ve desplazada por la industria maquinizada. Su volumen aumenta a medida que la extensión y la intensidad de la acumulación dejan ‘sobrantes’ a un mayor número de obreros”. [El Capital,I, 544-45.]
Como puede notarse, estas tres categorías referentes a la superpoblación relativa pueden
ser de gran utilidad como instrumento para analizar una sociedad como la nuestra, con un desempleo de un 30% de la fuerza trabajadora (en algunos pueblos del interior esta cifra alcanza más del 50%). Las transformaciones sufridas por la sociedad puertorriqueña una vez emprendido el camino de la industrialización capitalista pueden encuadrarse dentro de ese marco teórico, precisándose en cada caso particular la aplicabilidad del esquema marxista.

Hay una última categoría de análisis marxista que nos compete particularmente. Nos
referimos al concepto de lo que Marx llama el pauperismo y que también puede sernos de gran utilidad en nuestro análisis. Marx describe el fenómeno de la siguiente manera:
Los últimos despojos de la superpoblación relativa son, finalmente, los que se refugian
en la órbita del pauperismo.

Dejando a un lado a los vagabundos, los criminales, las prostitutas, en una palabra, al
proletariado andrajoso (“lumpenproletariado”) en sentido estricto, esta capa social se halla formada por tres categorías.
Primera: Personas capacitadas para el trabajo.Basta consultar superficialmente la estadística del pauperismo inglés para convencerse de que la masa de estas personas aumenta con todas las crisis y disminuye en cuanto los negocios se reaniman.
Segunda: Huérfanos e hijos de pobres. Estos seres son candidatos al ejército industrial de reserva, y en las épocas de gran actividad, como en 1860 por ejemplo, son enrolados rápidamente y en masa en los cuadros del ejército obrero en activo.
Tercera: Degradados, despojos, incapaces para el trabajo.

Se trata de seres condenados a perecer por la inmovilidad a que les condena la división del trabajo, de los obreros que sobreviven a la edad normal de su clase y, finalmente, de las víctimas de la industria, cuyo número crece con las máquinas peligrosas, las minas, las fábricas químicas, etc., de los mutilados, los enfermos, las viudas, etc. El pauperismo es el asilo de inválidos del ejército obrero en activo y el peso muerto del ejército industrial de reserva. Su existencia va implícita en la existencia de la superpoblación relativa, su necesidad en su necesidad, y con ella constituye una den las condiciones de vida de la producción capitalista y del desarrollo de la riqueza. Figura
entre los faux frais de la producción capitalista, aunque el capital se las arregla, en gran
parte, para sacudirlos de sus hombros y echarlos sobre las espaldas de la clase obrera y
de la pequeña clase media. [Marx, El Capital, t.I, 545-46.]

El concepto de “pauperización” nos trae a colación el papel del “lumpenproletariado” en
la lucha revolucionaria, hecho que ha motivado grandes debates dentro del seno del
movimiento libertador puertorriqueño. No es éste el momento de entrar en ese debate.

Baste con señalar que la categoría “lumpenproletariado” que Marx nos describe requiere un estudio a fondo de sus implicaciones como sector del proletariado industrial-urbano en cada instancia específica.

En todo caso, hemos intentado hasta aquí ofrecer un somero esbozo de la lucha de clases en Puerto Rico a la luz del análisis marxista. En el momento que vivimos esa lucha de clases se ha agudizado tanto a nivel nacional como internacional, hecho que se hace más flagrante con la crisis del capitalismo a escala mundial. Nos corresponde a nosotros analizar los lineamientos generales de esa crisis y sus implicaciones para aquellas fuerzas sociales capaces de realizar un cambio revolucionario en Puerto Rico.

El propio desarrollo de la lucha de clases en nuestra patria ha ubicado al proletariado industrial puertorriqueño en el papel del principal agente revolucionario de cambio en nuestra sociedad. Nuestra contribución consiste en convertimos en aquello que Gramsci llamó “intelectuales orgánicos” cuyo destino se entrelace inextricablemente con el del proletariado boricua.

El golpe de estado del 15 de octubre de 1979 en El Salvador

El golpe de estado del 15 de octubre de 1979 en El Salvador
Por Roberto Pineda 15 de octubre de 2014

Hace 35 años un golpe de estado contra el presidente Carlos Humberto Romero vino a modificar completamente el panorama político y abrió las puertas para la cuarta y última fase de la dictadura militar de derecha, que tuvo como característica principal el desarrollo de una prolongada Guerra Popular Revolucionaria, la cual concluyó con los Acuerdos de Paz de 1992, que modificaron el sistema político, permitiendo la incorporación de FMLN como partido político, como parte de un nuevo sistema basado en la democracia representativa, el cual lleva ya más de dos décadas de funcionamiento.

El golpe de estado del 15 de octubre de 1979, encabezado por los coroneles Jaime Abdul Gutiérrez y Adolfo Arnoldo Majano, estuvo precedido por masivas y combativas movilizaciones populares que incluyeron tomas de las embajadas de Costa Rica y Francia, tomas de iglesias y represión al BPR en mayo en las gradas de Catedral y otras acciones populares que desafiaron a la dictadura durante los meses de mayo y junio; por ataques contra la Iglesia Católica incluyendo el asesinato en junio del sexto sacerdote, Alirio Napoleón Macías; visitas reiteradas del diplomático estadounidense Viron Vaky y luego de William Bowdler para advertirle al General Romero del deterioro internacional del régimen; etc.

En septiembre había surgido el Foro Popular como la primera expresión de un proceso que pugnaba por la unidad de los sectores populares frente al régimen militar, incluyendo al partido UDN, al FAPU y a las Ligas Populares 28 de Febrero. Y uno de los principales dirigentes del Foro Popular, el socialdemócrata Guillermo Manuel Ungo, pasa a formar parte de la primera Junta de Gobierno, la cual era producto de una negociación y compromiso entre diversos sectores golpistas, incluyendo a militares fascistas y demócratas. A continuación nos trasladamos a este periodo, visto desde la óptica de los comunistas salvadoreños.
Plataforma Común del Foro Popular de El Salvador
En septiembre de 1979 se constituye el Foro Popular como una de las primeras expresiones de la unidad de sectores revolucionarios y populares. Coinciden en este esfuerzo los partidos que conformaron la desaparecida Unión Nacional Opositora, UNO, o sea el PDC ( democratacristianos), MNR (socialdemócratas) y UDN (comunistas) junto con dos fuerzas revolucionarias: FENASTRAS (conducida por la RN) y las LP*28 (dirigida por el ERP). Únicamente quedaba fuera de este esfuerzo unitario el BPR, influenciado por las FPL. El Foro Popular, creado el 4 de septiembre, fue un antecedente valioso de la unidad entre fuerzas revolucionarias y democráticas, que luego se expresarían en el FMLN y el FDR. A continuación presentamos el programa enarbolado por el Foro Popular
Documento de constitución del Foro Popular de El Salvador
Manifestamos que:
1. Existe en el país una aguda crisis política que se expresa en un proceso antidemocrático y represivo que el gobierno y sectores y clases reaccionarias están impulsando desde hace varios años, por medio del cual han venido marginando más y más a las mayorías populares de su participación en los asuntos económicos, sociales y políticos de la vida nacional. Como una consecuencia de esa situación, el ejercicio de los derechos humanos constitucionales por parte del pueblo y sus organizaciones, se consideran oficialmente como actividad “subversiva” contra el Estado, sólo porque así conviene a los intereses de una minoría que controla el poder político y económico del país.
2. Ese proceso represivo, autoritario y excluyente, afecta la vida y funcionamiento de todas las organizaciones e instituciones sindicales, gremiales, políticas, culturales y religiosas, las cuales son controladas, espiadas, hostigadas y reprimidas en sus actividades y miembros por los cuerpos de seguridad y las bandas asesinas bajo la jefatura de éstos. De ese modo, se violan los derechos individuales y sociales y se impide el cumplimiento de las funciones que dichas organizaciones e instituciones están llamadas a jugar.
3. Junto con la crisis política a la que hacemos referencia, existe un agravamiento de las condiciones de vida del pueblo salvadoreño, en el que ningún sector trabajador queda al margen, aunque son los sectores de menos ingresos los más afectados. El ingreso real de la familia salvadoreña ha disminuido; el desempleo se ha vuelto un mal crónico, la vida en el campo ha llegado a extremos de miseria.
4. Asimismo, la economía nacional se ha vuelto más vulnerable a las influencias exteriores, dado su acentuada dependencia en relación a las potencias económicas capitalistas, lo que se ha traducido en una creciente penetración de compañías transnacionales que han venido no sólo a explotar más a los trabajadores salvadoreños, sino lo que es más grave, a seguir impidiendo las posibilidades de un desarrollo independiente de nuestro país.
5. Que en vista de esa situación, nuestras organizaciones consideran necesaria la concurrencia de sus esfuerzos, dentro de sus propias competencias, características, tácticas y modalidades de actuación, con pleno reconocimiento del pluralismo ideológico, para poner nuestra contribución en la búsqueda de una solución con iniciativa y contenido popular, a la crisis política que vive el país. Estamos absolutamente convencidos de que sólo la acción de las organizaciones populares es garantía de realización de un verdadero proceso de democratización del país. Está demostrado que quienes ahora hablan en nombre de la democracia desde las esferas oficiales, son quienes la han anulado y envilecido, incluso utilizando en los últimos años, esquemas fascistas de dominación.
6. La concurrencia de esfuerzos de nuestras organizaciones significa la inauguración de una nueva fase de lucha de nuestro pueblo, en la que hemos procurado colocar en primer plano los aspectos que nos permiten coincidir, y no las discrepancias que, como es natural, existen entre nosotros, como expresión de las diferencias ideológicas que sustentamos. De ese modo, con profundo convencimiento de la necesidad de la unidad de las fuerzas populares, creemos que debemos hacer los esfuerzos pertinentes para que luchemos por el objetivo común de conquistar la democracia y la libertad para nuestra patria, sin perder cada una de nuestras organizaciones su naturaleza e independencia. Se trata en una palabra, de superar los obstáculos que impiden la participación popular, masiva y amplia, en las acciones que definan el destino político del país.
7. La conquista de la libertad y la justicia, requiere la elaboración de un proyecto democrático y popular, el cual deberá irse elaborando con los aportes de todas las fuerzas que participen en esta concurrencia y en el proceso de lucha que ahora iniciamos juntos las organizaciones firmantes. Sin embargo nuestra coincidencia actual está basada en una plataforma de reivindicaciones políticas y económicas inmediatas que deberá servir de bandera de lucha a sectores cada vez más amplios y mayoritarios del pueblo salvadoreño. Ésta es la Plataforma para una salida democrática y popular a la actual crisis política, por la cual nos comprometemos a luchar:

1. El cese de la represión que desarrolla el gobierno y que afecta a las organizaciones gremiales, sindicales, políticas, culturales y a la Iglesia Católica, comprendidas todas sus formas de persecución, hostigamiento, control, vigilancia, cárcel, tortura, secuestro y asesinato. Para ello es necesario:
■ La disolución de los cuerpos especiales de policía política, de ORDEN, de las bandas paramilitares, tales como UGB, Falange, Mano Blanca, que son instrumentos de la política represiva del Estado y tienen por objetivo liquidar o controlar a todas las fuerzas sociales que se oponen al Gobierno y a los minoritarios sectores dominantes.
■ Respeto a la legalidad y cumplimiento de sus verdaderas funciones por parte de los cuerpos de seguridad, garantizando los Derechos Humanos y los preceptos constitucionales.
■ Amnistía general y libertad para todos los presos y desaparecidos políticos.
■ Retorno de todos los exiliados, expulsados de la Patria a partir de 1972, con garantía de seguridad y no para que sean víctimas de la represión.

2. La lucha por las libertades democráticas que signifique la participación de todos los sectores, clases y fuerzas sociales en la solución de la problemática nacional, dentro del respeto del pluralismo ideológico. Ello implica:
■ Libertad de organización sindical, gremial y política, sin la cual no es posible la participación organizada del pueblo en la decisión de los destinos nacionales en materia social, económica y política. Uno de los sectores de mayor conflictividad, el sector rural, requiere el establecimiento de instrumentos institucionales para que se expresen y diriman los conflictos; por consiguiente, la libre sindicalización y asociación de los trabajadores del campo, tiene carácter de urgencia y de necesidad, ya que el camino democrático no es compatible con la supresión de la conflictividad social por medio de la violencia represiva.
■ Reconocimiento y respeto del funcionamiento de las organizaciones sindicales, gremiales, políticas, culturales y religiosas, sin controles ni vigilancias basados en razones de “Seguridad Nacional”, ateniéndose al cumplimiento de las disposiciones constitucionales.
■ Reconocimiento pleno del derecho de huelga de los trabajadores, sin adoptar políticas represivas que impiden y obstaculizan su ejercicio legítimo. En tal sentido, se hace necesaria la reforma del Código de Trabajo, para que dicho derecho adquiera plena vigencia como corresponde a un Estado democrático, y no sea ilusorio su ejercicio o considerado “subversivo”.
■ Cese de los despidos masivos de trabajadores y dirigentes sindicales, los que aun cuando se realicen con indemnización, atentan al derecho al trabajo, a la vida, a la seguridad de los trabajadores y sobre todo a la libertad de organización sindical.
■ Libertad efectiva de expresión del pensamiento, de reunión y de movilización tal como esas libertades se encuentran establecidas por la Constitución Política. En consecuencia, debe suprimirse todas las políticas y acciones destinadas a impedir, entorpecer y reprimir el libre ejercicio democrático de estas libertades; como por ejemplo los de varios procedimientos que vuelven inaccesibles los medios de comunicación social para el pueblo y sus organizaciones, o la destrucción de aquellos pocos que mantienen su compromiso popular; los métodos de toda clase para impedir la realización de mítines, manifestaciones y reuniones.
■ Cese del control autoritario y represivo sobre el sistema educativo y respeto efectivo a la Autonomía Universitaria.

3. El cumplimiento de las anteriores demandas políticas debe ir acompañado de medidas socioeconómicas que alivien la situación de las mayorías populares, entre las que demandamos:
a) Medidas económicas y administrativas urgentes para evitar que la inflación siga ejerciendo sus nocivos efectos sobre los hogares salvadoreños. Entre esas medidas deberán incluirse las siguientes:
■ Mejora general y sustancial de los salarios de los trabajadores en todas las áreas de la actividad económica y los servicios, sin faltar los empleados estatales; condición indispensable para que puedan aspirar a una vida digna.
■ Regular efectivamente los precios de los artículos de uso y consumo popular. Parte de estas medidas serían el riguroso control de precios tanto de los artículos de primera necesidad, medicina y vestuario, como de aquellos otros vinculados a importantes servicios públicos, tales como combustibles para transporte, energía eléctrica y agua.
■ Congelamiento real de las tasas de alquileres de viviendas y control efectivo que garanticen la aplicación de multas a los casatenientes que violen esta disposición.
b) El acceso efectivo y masivo de los campesinos y trabajadores agropecuarios al uso y propiedad de la tierra, encaminado a aliviar los problemas económicos, sociales y culturales de las masas del campo, que ayuden a promover el desarrollo integral del país y constituyan la base de la liberación social para las masas rurales. También deberá otorgarse beneficios a la pequeña producción agropecuaria, otorgándole créditos en condiciones favorables, proporcionándoles asistencia técnica y garantizando el desarrollo del mercado interno para la justa comercialización de sus productos. No creemos en soluciones superficiales, ni mucho menos en los ofrecimientos gubernamentales de apertura democrática y elecciones “libres”, cuando al mismo tiempo se incrementa la represión y los gastos militares para mantener el esquema de violencia y de terror.
Nuestras organizaciones son de la opinión de que el sufragio, que es uno de los instrumentos para garantizar la libre manifestación de la voluntad soberana del pueblo en la conquista y mantenimiento de su libertad y bienestar, únicamente podrá cumplir tal función en un régimen verdaderamente democrático, y no en el actual del país. La plataforma de demandas políticas y económicas que hoy presentamos, recoge las aspiraciones de la inmensa mayoría de nuestro pueblo y abarca los problemas más graves que aquejan al país en la actualidad, por ello estamos seguros que esta plataforma se convertirá en motivo de movilización de vastos y amplios sectores populares, los que más temprano que tarde harán triunfar los ideales de democracia y libertad que hoy inspiran nuestra lucha común. Creemos, como lo hemos dicho antes, que sólo la acción de las organizaciones populares es garantía para conquistar un proceso de democratización real y un régimen político nuevo, verdaderamente democrático, en donde la justicia social y la libertad sean elementos indispensables del mismo.
El Salvador, septiembre de 1979
Partido Unión Democrática Nacionalista (UDN Mario Aguiñada).– Partido Movimiento Nacional Revolucionario (MNR Guillermo Ungo).– Partido Demócrata Cristiano (PDC Julio Adolfo Rey Prendes ).– Ligas Populares 28 de Febrero (LP–28 Marisol Galindo).– Confederación Unitaria de Trabajadores Salvadoreños (CUTS Adán Chicas).– Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS Santiago Hernández).– Federación Nacional de Trabajadores Salvadoreños (FENASTRAS Bernabé Recinos).– Federación de Sindicatos de Trabajadores de la Industria del Alimento, Vestido, Textil, Similares y Conexos de El Salvador (FESTIAVTSCES Alfonso Martínez).– Central de Trabajadores Salvadoreños (CTS).– Federación de Sindicatos de la Industria de la Construcción, el Transporte, Similares y Conexos (FESICONTRANS).– Asociación de Trabajadores Agropecuarios y Campesinos de El Salvador (ATACES Víctor Rivera).– Central Campesina Salvadoreña (CCS).– Sindicato Textil de Industrias Unidas S.A. (STIUSA).– Partido Unionista Centro Americano (PUCA)
Sobre el golpe de estado del 15 de octubre

En una publicación del Comité Exterior del PCS, realizada semanas después del golpe de estado, el secretario general del PCS, Schafik Handal hace una valoración sobre este acontecimiento, señalando que “para entender la coyuntura actual…es necesario pasar la mirada sobre el momento que precedió al golpe. Como es sabido, se viene desarrollando desee hace varios años, un proceso ascendente de lucha por la revolución, enfrentado a una sangrienta y creciente represión de parte de la dictadura militar derechista.”

Agrega que “en la base de este proceso hay una honda crisis estructural, agravada en los últimos tiempos por la profundización de la crisis económica nacional y por la influencia de la crisis política del país e el terreno de la actividad económica.”

La revolución sandinista estimula la creación de una coyuntura revolucionaria en El Salvador

Opina Schafik que “por el triunfo de la Revolución Popular Sandinista el proceso de lucha revolucionaria se aceleró grandemente, al tiempo que tuvo un brusco agravamiento la crisis “por arriba”, la crisis de las fuerzas “de arriba.” Es decir, se ahondaron las grietas y contradicciones dentro de las clases dominantes nacionales.”
Continúa diciendo que “dentro del imperialismo hay dos posiciones que han permanecido en un cierto impasse: una representada por al tendencia que procura darle una solución aperturista la situación crítica de Centroamérica, tendencia que busca una “apertura democrática” incorporando al gobierno “fuerzas moderadas” y la otra tendencia, defendida por el Consejo de Seguridad, el departamento de Defensa, el Pentágono, la CIA, se pronunciaba y se sigue pronunciando por una fórmula en que el papel fundamental lo juega el fortalecimiento militar, basado en el predominio del ejército dentro del Estado, con vistas al aplastamiento y a la liquidación física del movimiento popular y revolucionario.”

“para la primera tendencia la lección de Nicaragua era que no se había expulsado con la suficiente anticipación a Somoza del gobierno; que si se le hubiera expulsado en 1978, los sandinistas no hubieran triunfado en 1979. Para la otra tendencia, consistía en que no se había liquidado a tiempo el movimiento sandinista y se le había permitido pasar a la ofensiva.”

El auge de las luchas populares agrava la crisis del régimen y es el factor principal para explicar el rumbo de los acontecimientos

Plantea que “es un ero creer que lo único que actuaba en el escenario político nacional y sobre la crisis política de “arriba” , es decir del régimen, eran los EE. UU. Eso es simplificar todas las cosas. Ante todo y sobre todo, sobre la crisis política del régimen lo que ha venido actuando, antes y mucho más profundamente que los EE. UU es la grande y heroica lucha del pueblo salvadoreño, que llevó al fracaso la tentativa de instaurar un modelo fascista de dominación en el país.”

Añade que “según nuestras informaciones, los fascistas se disponían a hacer alguna suerte de maniobras sobre la base de desplazar a Romero, pero sin ceder posiciones hegemónicas dentro del ejército y los cuerpos represivos. Replegarse un poco temporalmente, entregar incluso el gobierno a fuerzas reformistas civiles o militares y seguir adelante con la represión, seguir adelante con sus tentativas de liquidar el movimiento revolucionario y popular.”

El imperialismo se encuentra en una profunda crisis, y si bien participa en los acontecimientos no puede controlar todos los procesos ni todas las tendencias

Considera que “el factor principal del desarrollo de los acontecimientos no es la acción de tal o cual tendencia de los EE.UU., que el factor principal es la profunda crisis objetiva del sistema, llevada a ese punto por la acción revolucionaria en El Salvador, por el tremendo despliegue de la lucha popular y revolucionaria en todas sus formas,:política, militar, etc. Ese es el factor principal y no se pude peder de vista al interpretar los acontecimientos.”

“Como se demostró en Nicaragua, el imperialismo por un lado puede actuar, trata de actuar, mejor dicho, con la mayor agilidad; actúa cada vez más al descubierto; se lanza abiertamente hoy en una dirección y mañana en otra; abiertamente. Pero eso es una parte. La otra verdad es que cada día tiene menos posibilidades de que sus acciones, sus presiones, tengan en realidad los resultados exactos que se propone. Es decir, la acción norteamericana se ha vuelto mas desembozada en la medida en que tiene que realizar acciones desesperadas para atajar el curso de la revolución. Eso se vio en Nicaragua muy claramente.”

Varias conspiraciones se venían desenvolviendo independientemente; el golpe se da en torno a una mesa de negociaciones en que participan todas ellas

Subraya Schafik que “en la primera mitad de octubre tuvo lugar una intensa actividad conspirativa de distintas corrientes, variados propósitos y buscando distintas alternativas…Conspiraban los fascistas. Dos agrupamientos dentro de los fascistas en conspiraciones distintas; un particular del grupo de Romero que estaba dispuesto al desplazamiento de Romero pero no a perder las posiciones de privilegio que todos ellos ocupaban. La segunda conspiración, la fascista que excluía al grupo de Romero. Y además había otra conspiración: la conspiración de sectores democráticos del ejército, entre los cuales hay distintos matices.”

Añade que “unos días antes, el gobierno descubre actividad conspirativa en la fuerza armada, en al fuerza aérea; actividad conspirativa de ese sector democrático independiente de los fascistas y de Romero; aunque no podría afirmar que del todo independiente de la actividad norteamericana. Aunque lo más seguro es que también en las esferas de este movimiento dentro del ejército, también la embajada norteamericana tuviera contactos.”

Expresa que “se llega al 15 de octubre. El descubrimiento de la actividad conspirativa en la fuerza aérea precipita todo. Si era aplastada por Romero, entonces eso le iba a dar al grupo romerista una preeminencia muy grande, y todos los que conspiraban adelantan sus planes. Ya el día 15 es evidente que el golpe no puede ser detenido, que todos se lanzan en esa dirección, que el gobierno se cae. Los cables internacionales han dicho que Romero y su gente pasaron esperando el golpe toda la noche, Y es que no podían hacer otra cosa. Entonces el día 15 se produce la inesperado. En vez del enfrentamiento lo que viene es una negociación. Nuez horas de negociación. Un golpe alrededor de una mesa.”

Y plantea que de esa negociación “surge este nuevo gobierno que se establece sin duda sobre la base de compromisos, pero en el cual parece predominar ese sector democrático independiente de la oficialidad joven. Aunque nosotros no estamos seguros de si esto expresa una correlación de fuerzas real dentro de la fuerza armada, a favor de este sector.”

Pese a la represión el movimiento popular se ha fortalecido y desarrollado

Considera que “después del triunfo de la Revolución Sandinista el movimiento popular en El Salvador se encontraba visiblemente animado y estimulado. El proceso de lucha recibió un grande y nuevo impulso y alcanzó los niveles más altos a pesar d que, desde mayo para acá, el movimiento popular y especialmente el de orientación revolucionaria venía sufriendo un ataque sangriento y particularmente destructivo. Este es, sin duda, el período más doloroso, más duro de la represión y de la destrucción de fuerzas populares en los últimos años.”

Concluye que “el cuadro era este: una profunda crisis “por arriba” que pone más y más en desventaja a las clases dominantes, y por otro, un gran ascenso de la lucha popular que más y más deja atrás sus propias debilidades, sus propios obstáculos y se va colocando en posiciones de mayor ventaja.”

La debilidad del nuevo gobierno es que es un híbrido basado en los compromisos

Estima que “del golpe surgió un híbrido., un gobierno de “mezclas” en el que hay compromisos. Efectivamente fue desplazado Romero y su equipo más cercano, más visible, pero eso está muy lejos de ser el alejamiento de los fascistas de todo el aparato militar. Parece que uno de los compromisos fue ese: no pasar a la limpieza de ellos. Todo esto pone de manifiesto que los fascistas pueden seguir actuando espaldas del nuevo gobierno, o dentro del nuevo gobierno, desde sus posiciones.”

Valora que “Majano y algunos otros militares que ocupan puestos importantes no están haciendo demagogia. Pero existe una realidad innegable: ahí están los fascistas que tienen bien agarrada la maquina por dentro y realizan sus propias operaciones. De manera que este problema de la libertad de los presos ha dejado de ser un asunto puramente humanitario y se ha convertido en un punto muy sensible. Hoy por hoy es el problema clave. Este híbrido comenzara a desarmarse alrededor de este punto: a descomponerse en un dirección o en otra; a favor o en contra de los fascistas.”

Para los comunistas y el movimiento popular no se trata de apoyar o no a la Junta sino de aprovechar a presente coyuntura para profundizar la lucha hasta liquidar a los fascistas

“¿Cómo caracterizamos nosotros este acontecimiento del golpe, entonces? Se pregunta Schafik. Y responde que “como un episodio más de la crisis del régimen. Un episodio del que pude salir fortalecido o del que puede salir aún más en crisis, lo cual dependerá en buena medida de la política que lleven adelante las organizaciones populares. El desarrollo del movimiento popular en los últimos tiempos puede “pincharse”, puede haber un reflujo en la actividad política de las masas sin necesidad d que se aumente la represión., sino mediante una apertura democrática real , pero también la crisis puede agravarse habida cuenta de que el resultado de este golpe es una mezcla de todas las posibilidades planteadas frente a la alternativa popular, sin que se elimine ninguna de ellas.”

Piensa que “la acción debe estar dirigida a romper este híbrido y a presionar en favor de que se apliquen las medidas que l Junta anunció y que se orientan objetivamente contra los fascistas y la represión. Por ejemplo la liberación de los presos y el dar cuenta de los desaparecidos, la disolución d e ORDEN , el desmantelamiento de las bandas asesinas como la Unión Guerrera Blanca y la reestructuración de los cuerpos de seguridad. Este conjunto de medidas es el área más sensitiva del programa de la Junta, el área que precisamente tiene que ver con el rompimiento del compromiso, del nudo que hay en el nuevo gobierno. Pensamos que la acción debe estar dirigida a romper ese híbrido.”

Nuestra orientación no es participar en este gobierno sino crear una correlación de fuerzas dentro de él favorable a las posiciones democráticas

Aclara que “el Foro (Popular) ha participado en el proceso de integración del gabinete influyendo con sus opiniones y propuestas propias, aunque es claro que el gabinete no es el que el Foro ha propuesto en todos su términos porque allí están participando otras fuerzas.¿se trata de involucrarnos así para gobernar? No. No es eso lo que se busca, sino crear una correlación e fuerzas en al aparato civil, a niveles del gabinete, que permita aislar las posiciones fascistas y reaccionarias en general. Esto esta al servicio del aspecto principal de la táctica, que consiste en proseguir la ofensiva contra los fascistas y debilitarlos hasta liquidarlos.”

Agrega que “un aspecto de nuestra táctica consiste en ganar a un sector de los que participan con posiciones democráticas en esta coyuntura y lograr de ellos, un grado mayor de compromiso con el pueblo y de menor compromiso con el imperialismo y la oligarquía. Y consideramos que influir en la composición del gobierno ayuda a realizar este objetivo, porque ese es un punto de trabajo estrecho con esas fuerzas, que facilita realizar ese trabajo.”

Una correlación de fuerzas favorable es importante no sólo para el gobierno de pasos positivos sino para prepararnos adecuadamente para el enfrentamiento que ha de venir

Establece que “la posibilidad de que este gobierno pueda llevar adelante un programa avanzado depende de la correlación de fuerzas. Además del punto sensible de la liberación de los presos y la desmantelación del aparato represivo, hay otros puntos cuyo cumplimiento es muy importante para el debilitamiento de las posiciones reaccionarias y para atraernos a las fuerzas democráticas y progresistas del ejército y otros sectores. Uno es el de la realización de la reforma agraria, que forma parte del programa de nuestro Partido. La Junta se ha comprometido a realizar la reforma agraria. Esa es una cuestión muy importante en El Salvador.”

Opina que “estos pasos se encaminan a alistarnos para la confrontación que va a venir seguramente. Ya he dicho que, en la mecánica de los golpes y contragolpes en El Salvador, después de los golpes democráticos viene la réplica reaccionaria. Con todas esta medidas nosotros queremos llegar a ese momento en las mejores condiciones, para poder enfrentarla adecuadamente, y hacer que esa replica sea el final de esta vieja dictadura, que se logre una salida revolucionaria ala crisis. En la lucha por derrotar el contragolpe de la reacción, pretendemos que se liquide, se destruya este viejo aparato de poder.”

En este momento las elecciones no son importantes y pueden desviar la atención de los problemas centrales

“Nosotros planteamos –señala Schafik- que las elecciones no son importantes. No porque estemos en contra de las elecciones en general, porque en el futuro podría ser un forma de enfrentamiento; pero nuestra posición es que en este momento lo importante no son las elecciones sino el cumplimiento de los puntos que dijimos: que se ponga en libertad a los presos, que cese la represión, que se castigue a los fascistas.”

Agrega que “con respecto a los sectores burguesas aperturistas, en tanto que sea un sector opuesto a los fascistas, seguiremos concertando pactos con ellos en contra del enemigo principal y más peligroso. Mientras tengamos coincidencias, aunque difiramos en nuestros objetivos, podremos trabajar juntos en puntos concretos como la libertad de los presos y al disolución de ORDEN y de las bandas paramilitares.”

Esta es una política leninista que no debería entorpecer las relaciones con otras fuerzas revolucionarias

Sostiene que “haremos el mayor esfuerzo porque quienes no hayan comprendido nuestra posición comprenda, pero la mayor fuerza de convicción estará en los hechos prácticos. Serán estos los que demuestren al servicio de que política está este trabajo. Si tenemos una política sectaria, cerrada, mecánica en relación con el nuevo gobierno, donde hay fuerzas de tan distintos tipos, no podríamos realizar una política internacional que conjugara todas estas condiciones favorables en Centroamérica y América Latina contra el imperialismo y contra las oligarquías.”

La legalización del Partido no es ahora una cuestión primordial y no desistiremos por ella de nuestras consignas

Plantea que “con respecto la legalización del Partido Comunista anunciada por la junta, no vamos a rechazarla pero no aceptaremos que sirva para desviar la atención de las consignas centrales de nuestro Partido y de todo el movimiento revolucionario. Ahora estamos actuando más abiertamente y sabemos que la legalidad del Partido está orientada a enfatizar la cuestión de una participación electoral. Pero tenemos que dar la lucha en la calle, a la par de las masas, y para eso estamos actuando con audacia. Eso forma parte de nuestra tara. Debemos organizar y crecer, aprovechando a nueva coyuntura.”

La violencia revolucionaria en El Salvador un respuesta absolutamente justificada ante la brutalidad represiva de la dictadura

Considera que “la historia de la violencia de los últimos años es la historia de la violencia fascista en toda su brutalidad. Y es frente a esta violencia que surge la violencia contestataria, revolucionaria. Una violencia absolutamente justificad no sólo desde u punto de vista moral y de principio, sino que era imposible que fuera de otro modo. Objetivamente ese es el curso de la lucha del pueblo salvadoreño por su liberación. Intima e indisolublemente ligado a ala lucha contra violencia está el ejercicio de la violencia revolucionaria.”

Concluye Schafik que “este golpe, en definitiva, no va a aplazar al revolución; en definitiva va a replantear la lucha por al revolución en el marco de un nuevo reagrupamiento de fuerzas. Las fuerzas revolucionarias tienen hoy la posibilidad de rodearse de una amplia alianza de fuerzas democráticas nacional e internacionalmente. Dependerá de su política y de la suerte en la aplicación de esa política.”

No podemos volver al pasado…

“No podemos volver al pasado. Pero quedar en el vacío presente como proponen los ideólogos de la burguesía es insoportable”: Entrevista con Michael Löwy
13/10/2014 Deja un comentario Go to comments

lowy_changing_pttMichael Löwy es uno de los más importantes pensadores marxistas actuales. Su basta obra, desde La teoría de la revolución en el jóven Marx (1970) hasta su último La cage d’acier: Max Weber et le marxisme wébérien (2014), abarca temáticas muy diversas como el romanticismo, la sociología marxista o el ecosocialismo. El sociólogo y filósofo de origen brasileño recibió una parte del equipo de Marxismo Crítico en su apartamento de Paris para discutir sobre su enfoque romántico-revolucionario en Marx y su propuesta ecosocialista. Entrevista a cargo de Diana Fuentes y Victor Neves.

DF: Nos gustaría empezar por destacar el trabajo que llevas haciendo desde hace muchos años, que entre otras obras has plasmado en el libro “Rebelión y melancolía. El romanticismo como contracorriente de la modernidad”, escrito con Robert Sayre hace más de 20 años, y donde abordas una cuestión que a nuestro modo de ver plantea una fértil lectura de Marx. ¿De qué manera podemos pensar que Marx es un romántico? ¿Es Marx un romántico?

ML: Planteado de esa forma sencilla y directa, la respuesta sería no. Marx no es un romántico. En realidad la posición de Marx hacia el romanticismo él mismo la resume muy bien en un pasaje de los Grundrisse, fundamentos para la crítica de la economía política de 1857-1858, primer manuscrito de El Capital que quedó inacabado. Ahí Marx plantea que en el pasado existían formas de vida social mucho más llenas de autenticidad, desde el punto de vista de la plenitud de la vida y que querer volver a esa plenitud como plantean los románticos es absurdo. No podemos volver al pasado. Pero quedar en el vacío presente como proponen los ideólogos de la burguesía es insoportable. En tanto que la crítica de los románticos a la civilización burguesa tiene su legitimidad en nombre del pasado, los burgueses no tienen como contestarla. Por eso la crítica romántica seguirá existiendo como una sombra de la burguesía hasta que ésta desaparezca. Creo que ahí está todo dicho.

Marx reconoce al mismo tiempo la legitimidad de la crítica romántica de la burguesía y la distancia crítica respecto a la ilusión romántica de poder volver atrás, junto al hecho que mientras exista el capitalismo y la sociedad burguesa existirá su crítica romántica. Este es el planteamiento acertado que define bien la posición de Marx.

Entonces, Marx no es un romántico. Es alguien que trató en su obra de desarrollar una superación dialéctica en el sentido de la Aufhebung hegeliana, una superación dialéctica de la oposición entre romanticismo e ilustración. Es decir, toma elementos de los dos, critica sus limitaciones y trata de proponer una alternativa superior, representada por la dialéctica marxista. Esto como primer elemento de respuesta. Marx no es un romántico, pero reconoce la legitimidad de la crítica romántica de la sociedad burguesa. Por eso, Marx se apropia del pensamiento de los críticos románticos del capitalismo desde los reaccionarios hasta los más progresistas, que también los hay. No son todos reaccionarios, existe una izquierda romántica, socialista, anarquista o comunista. Una izquierda romántica que no quiere volver atrás sino que quiere dar una vuelta por el pasado en dirección al futuro.9782228884808

Pero Marx también se interesa por los críticos reaccionarios y toma de ellos la parte crítica mientras rechaza sus planteamientos regresivos respecto al pasado. Hay un montón de ejemplos de este tipo. Para empezar con la economía política: Sismondi, a quien Marx se refiere en diversos momentos. En el Manifiesto Comunista hay un capítulo sobre Sismondi, en el que lo llama pequeño burgués, reaccionario, etc., pero en el que dice que fue Sismondi el primero en plantear que el capitalismo significa crisis, pauperización de los campesinos, destrucción de las personas por la división del trabajo, etc. Hace un listado de críticas al capitalismo que son casi todas las que Marx mismo va a retomar. Hay una especie de homenaje en varios escritos de Marx, como en su historia de las teorías de la plusvalía, donde va a retomar a Sismondi distanciándose de sus ilusiones pequeño burguesas y su reivindicación de volver al artesanado del pasado, interesándose por su crítica del capitalismo.

Lo mismo vale para escritores como Balzac, que era un reaccionario, legitimista, que quería restaurar la monarquía absoluta, pero la manera como analiza la sociedad burguesa es muy importante para Marx y para Engels. Los dos dicen que aprendieron más sobre lo que era la sociedad burguesa leyendo a Balzac que muchos tratados de economía política y estadísticas. Entonces, hay también un homenaje a Balzac.

Primer elemento a retener: el romanticismo o la crítica romántica del capitalismo, es una de las fuentes del marxismo, junto con la economía política inglesa, el socialismo francés y la dialéctica hegeliana. Ha sido una fuente ignorada, normalmente se habla de las otras tres pero hay también una cuarta. En segundo lugar, destacar que en la misma obra de Marx y Engels hay algo que yo llamo el momento romántico o dimensión romántica, esto es, una serie de argumentos en los que Marx, por citar el ejemplo de un pasaje famoso de la Miseria de la filosofía, argumenta como cosas que en el pasado se intercambiaban o se regalaban entre individuos como el amor, la amistad, el honor, la solidaridad, la fraternidad, etc., ahora en el capitalismo se han convertido en mercancías que se llevan al mercado para vender por su precio; es lo que se puede llamar la venalidad universal: todo se ha transformado en mercancía. Se trata de una crítica que se refiere al pasado; en el pasado precapitalista hubo valores humanos que ahora están desapareciendo, lo que no significa que Marx quiera volver al pasado, pero es claramente una crítica que se apoya en el pasado. O cuando Engels, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, habla de la dignidad del hombre en la comunidad primitiva. Todos esos elementos están presentes en Marx y Engels, claro, sería largo desarrollarlos ahora, se puede simplemente indicar que hay una vena, un momento romántico, que es parte del pensamiento de Marx y Engels y del marxismo y que lamentablemente se ha dejado a un lado.

No es el único enfoque, ni mucho menos, sino que está articulado con elementos que vienen de la ilustración, la racionalidad y la ciencia. Se encuentran los dos planteamientos; es lo que Ernst Bloch llama la corriente fría y la corriente cálida del marxismo. La corriente fría hace referencia a la ciencia, al análisis despiadado de la realidad capitalista. La corriente cálida es la utopía, el sueño, el momento romántico. Bloch presenta la necesidad de los dos, pero situando la corriente fría y el análisis científico, al servicio de la corriente caliente, del sueño y de la utopía.

DF: ¿Qué vigencia le podemos dar hoy a este enfoque?, ¿de qué modo se puede presentar en el momento actual en el que hay una suerte de regreso al marxismo, en el que los círculos de investigación marxista están actualizando ciertas discusiones y otras están siendo cuestionadas?, es decir, ¿qué sentido tiene hoy para ti enfatizar este enfoque, partiendo de la alusión a Bloch de la corriente cálida del marxismo y, particularmente, en aquello que tiene que ver con el romanticismo?

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ML: Primero, creo que este enfoque es importante para rescatar en la historia del marxismo la presencia de una corriente marxista cálida. No podemos entender la historia del marxismo en el siglo XX y hasta hoy sin tener en cuenta que existió, dentro del marxismo, una corriente que se reclama del romanticismo, que se autodefine romántico-revolucionaria. Esa corriente incluye a Ernst Bloch, Walter Benjamin, José Carlos Mariátegui, entre otros. Entonces, el primer paso sería tomar conciencia de esa corriente dentro del marxismo del siglo XX.

Segundo, porque creo que esta crítica romántica es importante en la lucha política, cultural, ideológica y ética que llevamos a cabo contra el capitalismo. Es un error limitar la crítica del capitalismo, como muchas veces hace la izquierda, únicamente al hecho de la explotación de la plusvalía. Este elemento es importante pero el capitalismo no es sólo eso. También somos anticapitalistas porque el capitalismo es destructor, lo destruye todo, la comunidad humana, los valores éticos, la solidaridad, el contenido humano de la vida social, la naturaleza. Y son los románticos quienes enfatizaron estas dimensiones. En mi opinión, para que el anticapitalismo mantenga su fuerza ética y cultural debe tener en cuenta estas críticas.

Además, creo que el romanticismo nos ayuda a entender una serie de cuestiones muy actuales. Por ejemplo, la crítica de la visión ilustrada de la civilización del progreso, que desde varios puntos de vista, empezando por el ecológico, es un desastre. Para entender por qué el progreso dentro del capitalismo y la civilización moderna es un desastre hay que valerse de esa perspectiva romántica.

Y, por último, para tomar un ejemplo latinoamericano, si queremos entender la lucha de los indígenas en contra del neoliberalismo, las multinacionales y del capitalismo agrario, que es un elemento muy importante de las luchas sociales hoy en día en América Latina, tenemos que partir de ese enfoque, que está en Marx y Engels, sobre la valoración de la comunidad primitiva, de las formas de vida precapitalistas comunitarias, que están en la raíz de esas luchas indígenas tan importantes.

Todo ello configura un conjunto de temáticas importantes para pensar el marxismo en el siglo XXI que tienen que ver con esa corriente cálida o romántico-revolucionaria dentro del marxismo.

DF: Sobre este punto, para profundizar, es muy interesante analizar si esto contribuye también a pensar este horizonte del que hablas, es decir, el caso latinoamericano y los movimientos indígenas. Lo apasionante de la cuestión es que este romanticismo que expones no significa un regreso al pasado o una pervivencia de un pasado que no ha sido tocado por el largo proceso que ha implicado la modificación del estilo de vida y de las relaciones sociales en el capitalismo. Nos gustaría que abundaras en esta cuestión, ¿cómo nos ayuda esta visión romántica a entender y aproximarnos a estos fenómenos sociales y de resistencia al capitalismo sin que por ello pensemos que se trata de una suerte de regreso a un pasado intocado?

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ML: José Carlos Mariátegui ya lo había planteado de manera muy acertada. Hay que volver a leer a Mariátegui en América Latina. Él decía que hubo en el pasado precapitalista, precolombino, anterior a la conquista, algo que él llama el comunismo inca. Fue muy criticado por esa definición, lo trataron de populista, de romántico. Hay que tener en cuenta que la expresión “comunismo inca” se encuentra en Rosa Luxemburg, en su libro sobre Introducción a la Economía Política habla del comunismo inca. ¿Qué quiere decir esto? En la civilización inca además de la estructura absolutista, el poder del inca y su oligarquía, existían en la base, en las comunidades indígenas, formas comunitarias de vida, de trabajo, con propiedad común de la tierra, etc. A eso lo llama comunismo inca. Y dice Mariátegui que a pesar de los siglos de conquista y de liberalismo capitalista han sobrevivido en las comunidades indígenas, esas prácticas colectivistas comunitarias, ese espíritu comunitario, y que nosotros, los socialistas, comunistas, revolucionarios marxistas, debemos apoyarnos en esas tradiciones, en ese espíritu colectivista de los campesinos e indígenas para desarrollar nuestro trabajo socialista o comunista moderno. No para volver al Tahuantinsuyo, al Imperio Inca, sino para construir el socialismo moderno, el comunismo, incluso con las conquistas técnico-científicas, pero rescatando ese espíritu comunitario tan enraizado en las comunidades indígenas. Ése es el planteamiento de Mariátegui que a mí me parece muy acertado y muy actual.

Lo que vemos ahora es un hecho sorprenderte, casi un siglo después de Mariátegui, los indígenas siguen revelándose, peleando, luchando a partir de sus comunidades, de su espíritu comunitario y sus prácticas de ayuda mutua y de su relación comunitaria con la naturaleza. Actualmente volvemos a encontrar eso bajo una forma nueva, que Mariátegui no podía haber previsto, lo que se pueden llamar luchas socio-ecológicas. Luchar por la defensa del medio ambiente, de la naturaleza, de los bosques, del agua, de la tierra, en contra de las multinacionales del petróleo, de la minería, del oro, por ejemplo, del agronegocio, etc.

Cuando los campesinos de Perú, de la región de Cajamara, se revelan contra una multinacional de la minería del oro con la consigna “Agua sí, oro no”, es a partir de la comunidad indígena, de su relación con la naturaleza, de su espíritu comunitario, que están resistiendo al capitalismo, al neoliberalismo y a las multinacionales imperialistas. Están en la vanguardia de las luchas y eso se ha traducido, por ejemplo, en Cochabamba, Bolivia, en la Conferencia Mundial de los Pueblos contra el cambio climático y el neoliberalismo, con la participación de decenas de miles de delegados indígenas, ecologistas, de izquierda, sindicales, etc., donde se decidió luchar para defender la madre tierra contra el carácter destructor del capitalismo. Y me gusta siempre recordar que en los años 30, Walter Benjamin decía, hablando de Bachofen y de la discusión sobre la comunidad primitiva, que las comunidades primitivas consideraban la naturaleza como una madre generosa mientras que el capitalismo es un sistema no sólo de destrucción sino de asesinato de la naturaleza. Corresponde casi palabra por palabra con la resolución de la conferencia de Cochabamba.

DF: Pensando en Walter Benjamin y en esta veta del pensamiento cálido, la crítica que se inscribe en la discusión del romanticismo, ¿podríamos decir que se abona la idea de que en el propio marxismo, en Marx mismo y en Engels, no hay una temporalidad lineal? Porque estas resistencias al capitalismo y los movimientos abiertamente contestatarios no podríamos comprenderlos bajo una perspectiva lineal progresiva de acumulación de experiencia política. Tus planteamientos me hacen pensar que en el propio Marx podemos percibir también que hay la posibilidad de comprender estas resistencias bajo una idea de temporalidad distinta y que también podría estar en esta discusión sobre el romanticismo. Y por ello para ahondar en esta idea del porqué insistir en la crítica romántica, nos gustaría que nos vincularas esto con tu propuesta sobre el ecosocialismo, sobre cómo toda esta discusión sobre tu lectura de la obra de Marx y el romanticismo y tu propio análisis se proyecta en esta propuesta.Walter Benjamin

VN: Yo añadiría otro problema que tiene que ver con todo esto. Cuando pensamos en una corriente cálida y una corriente fría que se combinan para superar el capitalismo, en los ejemplos que nos has traído, sobre las comunidades indígenas y la defensa de la madre tierra, ¿no haría falta ahí el análisis frío de la crítica de la economía política capitalista? ¿Cómo desde el marxismo podemos, por ejemplo a través de la propuesta ecosocialista, aproximar las dos perspectivas?

ML: El ecosocialismo que ser refiere a la herencia marxista trata de incorporar las dos corrientes. La crítica de Marx a la Economía Política capitalista que incluye los tres volúmenes de El Capital y todo lo que Marx ha llevado a cabo como análisis científico del capitalismo, juntamente con lo que se ha hecho después, como el análisis del imperialismo, etc. Tenemos que apropiarnos de toda la tradición marxista de análisis científico de lo que es el capitalismo, el imperialismo, la globalización, etc. Y eso está presente también incluso en la declaración de Cochabamba, en su análisis del neoliberalismo y el capitalismo.

Debemos integrar las dos corrientes. El ecosocialismo trata precisamente de asociar la crítica ecológica del productivismo, el consumismo, el carácter destructor de las fuerzas productivas capitalistas con el análisis marxista de cómo funciona el sistema capitalista.

El ecosocialismo toma de la crítica romántica al capitalismo la idea de que el capitalismo no es simplemente un progreso. Es a la vez progreso y regresión. Desde el punto de vista de ciertas conquistas científicas y técnicas, es un avance, pero desde el punto de vista humano y de la relación con la naturaleza, es desastroso. Hay que romper con esa visión lineal de la historia como progreso según la cual el desarrollo de las fuerzas productivas nos llevará al socialismo. Pensar que cuanto más avanza la productividad y las formas más sociales de la producción más nos acercamos al socialismo es una ilusión. El ecosocialismo rompe con esta visión que está presente, si no en Marx y Engels, en buena parte de la tradición marxista. El ecosocialismo plantea que el carácter destructor del capitalismo, que ya Marx había antevisto pero no había desarrollado, hoy en día es uno de los problemas más importantes de la lucha revolucionaria, porque el capitalismo está conduciendo a una catástrofe ecológica. El cambio climático, en particular, sin precedentes en la historia de la humanidad, es una amenaza a la misma existencia de la vida en el planeta y, por tanto, eso replantea la cuestión de la lucha anticapitalista en términos nuevos, más radicales. Lo que hay que plantear es la superación de una visión muy estrecha que existió en la izquierda marxista en el pasado según la cual la revolución tiene por tarea transformar las relaciones de producción para permitir el libre desarrollo de las fuerzas productivas. Eso no funciona así. Desde el punto de vista ecosocialista sabemos que las mismas fuerzas productivas, el aparato productivo, son capitalistas, están al servicio del capitalismo y tienen una dinámica destructora del medio ambiente, de la naturaleza, de los equilibrios ecológicos. El aparato productivo, tal y como existe, basado en las energías fósiles, en los pesticidas, en los químicos, etc., es lo que nos está llevando al desastre. Tenemos que pensar la transformación revolucionaria no sólo de las relaciones de producción, sino también del aparato productivo, del patrón de consumo que es totalmente artificial e insostenible, de los medios de transporte, etc. Es toda la civilización que debe ser cambiada desde su raíz, desde sus fundamentos. La visión de la transformación revolucionaria que propone el ecosocialismo es mucho más radical que una cierta visión tradicional de la izquierda que se limitaba a plantear la cuestión de la propiedad privada, que obviamente es muy importante porque el primer paso es romper con la propiedad privada, pero la transformación no termina ahí, sino que ahí empieza. Un cambio que implica transformar el conjunto de la civilización, romper con el paradigma de la civilización industrial-capitalista occidental moderna y plantear una nueva civilización ecosocialista basada en otros valores: en el valor de uso y no en el valor de cambio, en la solidaridad y no en la competencia, en la planificación democrática y no en el mercado salvaje. Se trata de un planteamiento radical.

DF: Viendo el panorama y todos los elementos que nos planteas, añadamos un punto final. Hoy día estamos frente a una suerte de “regreso del marxismo” que nos permite reflexionar sobre todos los temas de los que nos has hablado, pero no podemos negar que, por otro lado, en el espectro social generalizado se produce un incremento y profundización del individualismo y la enajenación. Desde este marco general, ¿cómo podríamos recuperar para esta discusión la insistencia de la perspectiva del romanticismo sobre el sujeto autárquico, autónomo, sin ponerlo en discusión con algo que está presente por ejemplo en Luckàcs en Historia y conciencia de clase, y que tiene que ver con el problema del colectivo y el sujeto. Es decir, ¿cómo no caer en la perspectiva conservadora del romanticismo que insiste en un sujeto autónomo, autárquico, pero que lo escinde de las relaciones colectivas y las relaciones sociales y que a la sociedad contemporánea le viene muy bien?, ¿cómo abundar en eso que Luckàcs observaba?

ML: La crítica de los románticos al capitalismo tiene dos vertientes que no son contradictorias, pero sí son distintas. Una es la afirmación de la singularidad de los individuos, la valorización del individuo en su calidad única y singular. Cada individuo tiene una singularidad que tiene un valor humano profundo. Pero, ¿qué hace el capitalismo? Uniformiza todos los individuos, destruye la singularidad, los hace todos copias conformes uno del otro, todos consumen la misma Coca Cola, todos ven las mismas películas, todos se sientan delante de su televisión. Se produce una homogeneización y una uniformización mercantil que destruye esa calidad singular de los individuos. Por otro lado, dicen los románticos, el capitalismo destruye los vínculos comunitarios, las relaciones sociales colectivas, atomizando a la gente, dejando los individuos atomizados, disociados, entonces el individuo ya no va al sindicato, al partido, ni al café o al teatro, sino que se queda en su casa con su televisión individualmente. Esa atomización es una característica del capitalismo.

Creo que podemos recuperar esos dos elementos de la crítica romántica. Al mismo tiempo valorizar el sujeto individual, en su singularidad, en su autenticidad, y a la vez valorizar las relaciones sociales, comunitarias, no solo la comunidad tradicional de la que hablaban los románticos, sino nuevas formas comunitarias como pueden ser el sindicato, el partido, el movimiento social, el grupo de afinidad, etc. La lucha de clases en un sentido amplio y todo el conjunto de luchas que tienen que ver con el enfrentamiento social, son nuevas formas colectivas de comunidad fundamentales porque no habrá cambio social sin organización colectiva. En eso Luckacs tiene toda la razón.

Podemos reivindicar esta crítica romántica en sus dos dimensiones pero obviamente sabemos que la transformación social pasa por la organización de los oprimidos y los explotados. Se trata de una pelea contra esa atomización individualista, esa guerra de todos contra todos del espíritu del capitalismo. Es una pelea que no sabemos si vamos a ganar, como decía, Daniel Bensaïd, es una apuesta.

Entrevista con Michael Löwy para Marxismo Crítico a cargo de Diana Fuentes y Víctor Neves.

El libro de la transgénesis: protegiendo el mundo de las semillas

El libro de la transgénesis: protegiendo el mundo de las semillas
Roberto Rodriguez · · · · ·

12/10/14

Tic toc. Tic toc. Tic toc

Recientemente asistí a una conferencia internacional “La justicia comienza con las semillas” de la “Alianza por la Preservación de la Biosfera”, en Portland, Oregón. Fue reveladora y discordante pero también muy enfocada: oposición a los tratados de comercio y leyes que permiten modificaciones genéticas y alimentos con organismos genéticamente modificados (GMO en sus siglas en inglés), mientras promueven la variedad en los alimentos, sobre todo alimentos locales seguros y orgánicos.

Entre los cuarenta ponentes había gente con formación biológica y científica, educadores, abogados, activistas de derechos humanos y agricultores ecológicos. Lo que todos ellos tenían en común es que poseían una riqueza de información y el deseo de proteger las semillas sagradas del mundo de los corporaciones multinacionales productoras de transgénicos como Monsanto, Dow y Dupont.

Para decir la verdad, la información presentada en la conferencia fue muy deprimente, con un aura apocalíptica, especialmente con respecto a lo que ha sucedido en el abastecimiento de alimentos durante esta última generación. Al mismo tiempo, no había signos de derrotismo porque todos, generalmente, se han unido con ese movimiento para combatir los esfuerzos de las corporaciones extralegales – corporaciones que virtualmente escriben sus propias leyes eximiéndose a sí mismas de las regulaciones y leyes respecto al medioambiente, al trabajo, la seguridad y los derechos humanos. Mientras esto fue siempre el caso, con el advenimiento de los transgénicos, lo que estas corporaciones hacen ya llega al nivel de crímenes contra la naturaleza, contra la humanidad y contra la tierra misma.

Yo había sido invitado a esta conferencia porque los organizadores sintieron que el mensaje de mi próximo libro, “Nuestro sagrado maíz es nuestra madre” (University of Arizona Press), era un mensaje que entraba en el marco de la conferencia.

Para mí, el mensaje principal de mi presentación es un recuerdo para los que venimos de culturas basadas en el maíz:

Maíz es lo que somos.

Es de dónde venimos,

Es el material que nos constituye,

Es nuestra carne,

Es nuestro sustento diario, y

Y por eso vivimos.

Cuando acababa de arribar, cuestioné cómo el mensaje que estaba trayendo, entraba dentro de la conferencia anti-GMO. Quizá fuera una pregunta equivocada ó quizás no debiera haber sido una cuestión, porque virtualmente todas las personas indígenas y todas las personas provenientes de las culturas basadas en el maíz entienden lo sagrado de las semillas, su importancia y nuestra necesidad de protegerlas, especialmente de la ingeniería genética.

La finalidad de la conferencia fue disparar las alarmas: El abastecimiento mundial de alimentos ha sido secuestrado por un puñado de corporaciones, y a menos que montemos una campaña internacional contra ellas, virtualmente todos nuestros alimentos serán pronto genéticamente tratados y contaminados, en detrimento, no simplemente de todos los seres humanos, animales y plantas, sino de toda vida en el planeta. Por decirlo muy eufemísticamente.

Son las 23:59h.

Tic toc. Tic toc. Tic toc.

La inminente crisis sobre alteraciones genéticas y alimentos contaminados es peor que el cambio climático sobre el que los científicos han estado clamando frenéticamente durante aproximadamente una generación. Es peor que la crisis sobre la privatización de las fuentes de suministro de agua. En realidad, están relacionados, y las amenazas de las modificaciones genéticas son más ominosas de lo que suena, porque realmente, nosotros somos lo que comemos, y los GMO tienen el potencial de afectar la vida de cada ser humano y la vida del planeta.

Y lo que estamos comiendo… Ud. no quiere saberlo. Y este es realmente el problema. Mínimamente, todos deberían saber que el 99 por ciento de la carne de los EEUU se produce en fábricas-granjas, con un gran porcentaje de animales alimentados con granos GMO. Pero la amenaza va mucho más allá de lo que comemos, bebemos y respiramos. La amenaza proviene de “los pesticidas de rigor”… la amenaza proviene de los cultivos con ingeniería genética, que están creando súper insectos resistentes a poderosos insecticidas. La amenaza es también de las malezas que son resistentes a los herbicidas. Todos estos agroquímicos están destruyendo nuestro maravilloso suelo y contaminando toda el agua del mundo a un ritmo sin precedentes con productos químicos cancerígenos. Y es peor porque la mayoría de los productos transgénicos están siendo usados para alimentar a los animales que comemos y, cada vez más, para producir gasolina.

Tic toc. Tic toc. Tic toc.

Hay también algo llamado bioagricultura. Los científicos se refieren a esto como “modificación genética con hormonas” y este es el uso de plantas modificadas genéticamente para crear drogas sintéticas. Las modificaciones genéticas en plantas también pueden ser usadas como armas (algas y árboles).

La mitad de los ponentes presentaron un rápido acercamiento al escenario del desastre. Ello incluye información acerca de las modificaciones genéticas en vertebrados: salmón, cachorros, cerdos y vacas. Hay incluso escenarios de ingeniería genética de embriones humanos para que sean intolerantes a la carne roja – como una solución para combatir el cambio climático. Y las noticias no van mejorando: hay la posibilidad de embriones híbridos humano-animales. Suficiente para decir que a menos que como especie pongamos freno a los alimentos GMO, tenemos delante un futuro de Frankenstein. Pero desafortunadamente, este futuro, ya está aquí.

Pero no se desesperen.

Los otros presentadores describen exitosas batallas que tienen lugar a lo largo del país y del mundo, combatiendo a este puñado de codiciosas corporaciones.

Una batalla actual supone la Medida de Obregón 92, que obliga a etiquetar todos los productos de ingeniería genética vendidos en el estado. Mientras que es poco usual en los EEUU, las empresas americanas ya tienen que etiquetar sus alimentos GMO en más de 60 países. Si la Medida 92 tiene éxito, los organizadores se movilizarán para proyectos similares en California y en otros estados.

Las corporaciones de transgénicos siempre se han negado a etiquetar los alimentos GMO porque si los consumidores pueden elegir optarán por alimentos no-GMO. Por eso el optimismo. A pesar de los esfuerzos de las corporaciones de transgénicos para suprimir la investigación, las conclusiones y la verdad, si el etiquetado se consigue, los consumidores siempre volverán a rechazar los alimentos con GMO.

La parte más inspiradora de la conferencia son las noticias sobre la demanda colectiva presentada por la Fundación Semillas de Vida para prohibir la plantación de maíz GMO en México. El año pasado, la corte dictó una moratoria que prohíbe la plantación de maíz GMO, hasta que se haya dictado sentencia en el juicio. No está prohibida la importación de maíz GMO; simplemente prohíbe plantar dicho maíz en el país, reconociéndolo como la cuna del maíz hace miles de años.

A pesar de estar siendo machacados por 100 súper-abogados de Monsanto, los 53 demandantes – una coalición de indígenas, organizaciones de derechos humanos y consumidores – se sienten seguros de que ellos eventualmente van a triunfar. Dentro de este asombroso movimiento, fui invitado a transmitir mi mensaje, y fue simple: cuando tú consideras sagrado tu cuerpo, la última cosa que quieres hacer es desacralizarlo con toxinas o con algo antinatural, en particular, alimentos GMO. Muchos pueblos que tienen culturas basadas en el maíz, han perdido sus historias, rituales y ceremonias, pero aún queda la más importante conexión, es decir, la conexión diaria con la tortilla, judías y chile (cactus y calabacín también). Lo cierto es que la comida de los indígenas de este continente – si no es tóxica o genéticamente modificada – es la comida más sana del mundo.

Desafortunadamente, la gente de culturas basadas en el maíz está ya mostrando una crisis de obesidad – lo cual incluye tasas por las nubes de diabetes y enfermedades cardíacas. Para nuestras comunidades, comer saludablemente –una dieta descolonizada- ya no es una opción. Vencer la crisis de la obesidad significa volver a la dieta indígena; pedir simplemente que nuestros alimentos no sean genéticamente modificados no es un enorme salto a hacer. Dentro de este contexto, los que hacen la cosecha – expuestos directamente a los agroquímicos – tampoco deberían ser dejados de lado en la ecuación de la lucha por la elección de alimentos, justicia y soberanía alimentaria… esto ha sido la razón del movimiento United Farm Worker’s desde su comienzo.

Esto es también la perspectiva más amplia. Mientras combatimos estos cultivos ilegítimos, la gente también debería entender que muchos de nosotros estamos también luchando por nuestra propia humanidad. En Arizona – en realidad todo el país – la gente de tez marrón es vista como gente ilegal ­– sujeta a ser cuestionada por la policía o por los “migra” – o como los llamamos nosotros: los “poli-migra”.

Afirmar nuestra completa humanidad, con todos los derechos humanos y luchando por el derecho a comida sana y asequible (no alimentos GMO) de verdad no es un esfuerzo tan enorme.

Roberto Rodriguez enseña en el Departamento de Estudios Mexicanos de la Universidad de Arizona

OBSERVATORIO DE MEDIOS SOBRE DERECHOS DE LA JUVENTUD SALVADOREÑA SEPTIEMBRE 2014

ASOCIACION CRISTIANA DE JOVENES DE EL SALVADOR OBSERVATORIO DE MEDIOS SOBRE DERECHOS DE LA JUVENTUD SALVADOREÑA SEPTIEMBRE 2014

INRODUCCION

A continuación presentamos la edición del mes de septiembre de 2014 del Observatorio de Medios sobre Derechos de la Juventud Salvadoreña.

SEPTIEMBRE 2014

Temática/ Medio y fecha
Candidatos ARENA, en la búsqueda de voto joven Candidatos a diputados por ARENA se reunieron ayer con miembros del sector juventud del partido para planificar estrategias y conquistar el voto de los jóvenes en las próximas elecciones legislativas de marzo de 2015. David Reyes, director nacional de la Juventud Republicana Nacionalista (JRN), manifestó que en esta primera reunión con los candidatos jóvenes, elegidos en votación de las bases tricolores, empezaron a planificar las estrategias de cómo atraer el voto joven. http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=47673&idArt=9064076 ARENA prepara estrategia para atraer voto joven Los jóvenes candidatos a diputados del partido ARENA comenzaron ayer a trazar la hoja de ruta con la que buscarán el respaldo popular en marzo próximo, donde la oferta electoral se centrará en iniciativas a favor del emprendedurismo, la seguridad y la educación para este segmento de la población salvadoreña. http://www.laprensagrafica.com/2014/09/02/arena-prepara-estrategia-para-atraer-voto-joven

Cerca de 80 mil jóvenes no podrán votar en elecciones de 2015 (Diario Colatino 3 de septiembre de 2014)
Cerca de 80 mil jóvenes no podrán votar en las elecciones municipales y legislativas de 2015 por no haber obtenido el Documento Único de Identidad Personal (DUI), exigido en El Salvador para participar en comicios, advirtieron representantes de organizaciones civiles y legisladores. http://nuevaweb.diariocolatino.com/cerca-de-80-mil-jovenes-no-podran-votar-en-elecciones-de-2015/
Asesinan a tres jóvenes en cantón El Suncita de Acajutla (la Prensa Gráfica 3 de septiembre de 2014) Tres jóvenes, de entre 17 y 23 años de edad, fueron asesinados en dos puntos del pasaje La Ceiba, colonia Bicentenario, cantón El Suncita, del municipio de Acajutla, Sonsonate.
http://www.laprensagrafica.com/2014/09/03/asesinan-a-tres-jovenes-en-acajutla

RNPN dice que si facilito trámite d DUI a jóvenes (El Diario de Hoy 6 de septiembre de 2014)
El Registro Nacional de Personas Naturales (RNPN) ha explicado que sí facilitó el trámite para obtener el Documento Único de Identidad (DUI) a jóvenes que se presentaron el sábado anterior a requerirlo en el Centro de Servicio situado en el centro comercial Galerías de la colonia Escalón, pero motivos ajenos a su voluntad afectaron el proceso. http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=47673&idArt=9073982

ATENCIONES POR VIOLENCIA sangran hospitales del país (La Prensa Gráfica, 7 de septiembre de 2014) Víctor cumple con el perfil de las víctimas de las balas. De las 900 hospitalizaciones registradas 265 son de niños y jóvenes entre los 10 y 19 años. El grupo más numeroso es el de los jóvenes entre los 20 y 29 años que suma 305 egresos. http://www.laprensagrafica.com/2014/09/07/atenciones-por-violencia-sangran-hospitales-del-pais

Podrán votar 60,577 jóvenes más en 2015 (El Diario de Hoy 11 de septiembre de 2014) Un total de 60 mil 577 jóvenes podrán votar en los comicios de 2015, en comparación a las elecciones presidenciales de este año, de acuerdo con cifras del Registro Nacional de las Personas Naturales (RNPN).
http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=47673&idArt=9084997

“No solo somos objetos de protección “afirman niños en Primer Consejo Consultivo de la Niñez Con el objetivo de hacer valer el respeto a la participación de la niñez y la adolescencia, el Consejo Nacional de la Niñez y de la Adolescencia (CONNA), con el apoyo de Plan El Salvador, presentaron el primer Consejo Consultivo de la Niñez y la Adolescencia, el cual está integrado por 24 menores, quienes representan a los 14 departamentos del país. http://nuevaweb.diariocolatino.com/no-solo-somos-objetos-de-proteccion-afirman-ninos-en-primer-consejo-consultivo-de-la-ninez/

Prevensida denuncia esterilización obligada a mujeres con VIH (El Diario de Hoy-Yamileth Cácerez 16 de septiembre de 2014) Tres mujeres denunciaron ante la Fundación Vida Nueva que fueron esterilizadas contra de su voluntad en el hospital nacional de Maternidad solo por tener VIH, dos de ellas adolescentes; pero el director del centro médico, Roberto Sánchez Ochoa, negó que este tipo de casos se estén dando. La organización, que forma parte de la Red Nacional para la Prevención del VIH-SIDA (Prevensida) documentó los casos y recogió varios testimonios, pero solo una de las afectadas decidió continuar con el proceso, manifestó Crissia Pérez, abogada de la fundación. http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=47673&idArt=9098897

Jueza advierte no divulgar falsa información sobre caso de prostitución de menores (el Diario de Hoy-David Marroquín 18 de septiembre de 2014) Ante las falsas informaciones que han circulado en redes sociales en las que se señalan a varias personas como “clientes” de una red de explotación sexual de menores, el Juzgado Noveno de Instrucción advirtió a fiscales y defensores de los acusados que se abstengan de revelar información relacionada al caso de trata de menores o pedirá a la Fiscalía que deduzca responsabilidad penal. http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=47859&idArt=9101446

Asesinan a joven por no entrar a pandillas: PNC (La Prensa Gráfica-Jesel Santos 19 de septiembre de 2014) Tres hombres armados aprovecharon que el microbús de la ruta A-1 paró en el kilómetro 27 de la autopista al aeropuerto Monseñor Óscar Arnulfo Romero, en Olocuilta (La Paz), para cometer el crimen. Se subieron, se dirigieron al asiento donde se encontraba William Alberto Méndez, de 18 años, y le dispararon, informaron algunos testigos a la Policía Nacional Civil (PNC). http://www.laprensagrafica.com/2014/09/19/asesinan-a-joven-por-no-entrar-a-pandillas-pnc

Políticas de la Ley General de Juventud serán ejecutadas en este período (Diario Colatino-Patricia Meza 22 de septiembre de 2014) En estos primeros cien días de gobierno, se establece un cambio de enfoque, ya que en el periodo anterior se logró el marco jurídico y las bases de este, pero ahora el componente principal es poner en práctica el trabajo con las juventudes, a través de políticas sectoriales que no tengan a la base el cumplir un compromiso por fondos otorgados, si no que sean palpables a la juventud. Este es el planteamiento que dejó claro Roberto Escobar, Sub Director de Promoción de los Derechos de la Educación, del INJUVE, en una visita de cortesía a Diario Co Latino, junto a José Luis Díaz, Webmaster de la institución. http://nuevaweb.diariocolatino.com/politicas-de-la-ley-general-de-la-juventud-seran-ejecutadas-en-este-periodo/ Más de 138 niños desaparecidos (El Diario de Hoy-Jaime López 22 de septiembre de 2014) La Fiscalía General de la República (FGR) informó que ha registrado 139 menores desaparecidos de agosto del año pasado a septiembre de 2014. Los datos han sido divulgados por el programa “Ángel Desaparecido” (A.A.D.), que la Fiscalía puso en marcha hace más de un año para unirse a la búsqueda de niños y adolescentes desaparecidos durante las primeras horas. Al 2 de septiembre, de la totalidad extraviados, 41 aparecieron, incluyendo una niña de origen mexicano que fue rescatada tras haber sido raptada por un salvadoreño y traída al país. http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=47859&idArt=9111690

Denuncian esterilizaciones forzadas en Hospital de Maternidad ( La Página 23 de septiembre de 2014) Omar Castro, de la Red Prevensida, explicó que la entidad que representa brinda entre otras servicios asesoría legal a personas viviendo con VIH y durante esos procesos han detectado supuestas amenazas contra mujeres muy jóvenes que buscan dar a luz a sus bebés, las cuales incluyen no brindarles los servicios de salud si no firman la autorización de la esterilización. http://www.lapagina.com.sv/nacionales/99415/2014/09/23/Denuncian-esterilizaciones-forzadas-en-hospital-Maternidad “Ciudad Mujer Joven” abre sus puertas en el municipio de San Martín (Diario Colatino 23 de septiembre de 2014) La Secretaria de Inclusión Social, Vanda Pignato, dio por inaugurado el programa piloto: “Ciudad Mujer Joven”, como una respuesta a niñas, adolescentes y jóvenes que buscan un desarrollo personal, social y económico, para sus proyectos de vida.“Hacemos el lanzamiento oficial de una nueva estrategia en El Salvador, orientada en facilitar el acceso a las adolescentes y mujeres jóvenes a los diferentes servicios que brindamos en Ciudad Mujer”, declaró.
http://nuevaweb.diariocolatino.com/ciudad-mujer-joven-abre-sus-puertas-en-el-municipio-de-san-martin/

Ministerio indagara a policías por supuesta violación (La Prensa Gráfica-Nelson Rauda 24 de septiembre de 2014) El alcalde de Ilopango, Salvador Ruano, organizó una conferencia de prensa para protestar por “las frecuentes arbitrariedades que ocurren en barrios del municipio”. Según la denuncia, los agentes privaron de libertad a tres menores de edad y golpearon a uno de ellos. Los diputados areneros David Reyes, Ana Vilma de Escobar y Edwin Zamora acompañaron al alcalde de su partido en el evento. http://www.laprensagrafica.com/2014/09/24/ministerio-indagara-a-policias-por-supuesta-violacion

Señalan a militares de matar a un menor (El Diario de Hoy-Jorge Beltrán 26 de septiembre de 2014) José R. A., un adolescente de 14 años, murió la noche del miércoles anterior por disparos de arma de fuego. El padre del menor dijo ayer, a El Diario de Hoy, que los responsables de la muerte de su hijo eran unos soldados de la Brigada Especial de Seguridad Militar (BESM) que, en ese momento, patrullaban el lugar. El hecho ocurrió en la colonia San Antonio Sur del municipio de Cuscatancingo, explicó el padre de la víctima, quien también dijo que era miembro de la Policía Nacional Civil (PNC).
http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=47859&idArt=9122155

EE.UU. deporta a menores cuyos padres tienen permiso legal Luego del caos por la crisis fronteriza desatada por la ola de niños migrantes de Centroamérica que llegaron solos a Estados Unidos, abogados están descubriendo una ironía extraña en el sistema de inmigración: la administración Obama está deportando a los niños cuyos padres tienen permiso para residir en Estados Unidos. Así lo publicó el periódico estadounidense The Boston Globe, que relata el caso de una familia salvadoreña que atraviesa el drama ante la inminente repatriación de su hijo de 17 años, quien se fue hace dos años a reunir con sus padres, huyendo del peligro de las pandillas.
http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=47860&idArt=9125899
Tímida cuota de jóvenes en candidaturas de 2015 (Diario El Mundo-Beatriz Benítez 27 de septiembre de 2014)
Mediante un sondeo departamental, se encontró que ARENA tiene apenas 12 candidatos a alcaldes abajo de los 35 años seleccionados a la fecha y que formarán parte de una planilla de 262 aspirantes ediles que aún no han completado. Por otra parte, han presentado más de 15 candidatos jóvenes a diputados, de un total de 82 seleccionados. Sin embargo, el partido no conoce una cifra exacta de candidatos jóvenes. http://elmundo.com.sv/timida-cuota-de-jovenes-en-candidaturas-de-2015

ANALISIS DEL MES DE SEPTIEMBRE

Asesinatos, manipulación y exclusión política, violaciones, prostitución, reclutamiento por pandillas, esterilizaciones de mujeres jóvenes viviendo con vih, son los ejes temáticos que determinan la pauta noticiosa para los y las jóvenes que viven en El Salvador e incluso fuera de sus fronteras, durante este mes, en el que como cruel ironía se celebran las fiestas patrias.

Bajo el azul y blanco de la bandera y con los ecos cercanos de los alegres desfiles, los y las jóvenes salvadoreños padecen hambre, sufren desempleo y viven bajo el temor lacerante de perder sus vidas, en sus comunidades, escuelas e incluso en sus hogares.

De 19 notas, tres se refieren al voto juvenil para el 2015; tres a jóvenes que no podrán votar en el 2015; tres a la situación de salud juvenil, tres a situaciones de violencia, una a prostitución de jóvenes, una a la violación de un joven por agentes de la PNC; una a que existen 138 niños y jóvenes desaparecidos; y hay tres notas de signo positivo: la primera sobre el primer consejo consultivo de la niñez; sobre la creación de Ciudad Mujer Joven en San Martín y sobre el compromiso del Instituto de la Juventud, INJUVE por implementar la Ley General de Juventud.

Sobre el voto juvenil, los partidos políticos, y en este caso, el partido Alianza Repúblicana Nacionalista, ARENA, pretende diseñar estrategias que les permita agenciarse, capturar el voto juvenil para las próximas elecciones municipales y legislativas de marzo de 2015.

Por otra parte, es altamente escandaloso y preocupante que en las próximas elecciones de 2015, 80,000 jóvenes no podrán participar debido a la incapacidad de los partidos políticos, del Tribunal Supremo Electoral, TSE, y principalmente del Registro Nacional de Personas Naturales, RNPN, por garantizar mecanismos adecuados que permitieran incentivar y captar a este numeroso contingente.

El hecho que 80,000 jóvenes no podrán votar es una señal del evidente deterioro del actual sistema político salvadoreño. La exclusión y marginación de los jóvenes en la sociedad salvadoreña se manifiesta a dos niveles: el sistema socio-económico los expulsa del país y el sistema político los expulsa del proceso electoral.

Otro hecho preocupante, que vulnera gravemente los derechos humanos de las mujeres jóvenes viviendo con vih, es la decisión adoptada por el Hospital de Maternidad de someter a estas jóvenes a campañas de esterilización forzada. Debemos exigir que estas acciones cesen.

Por otra parte, la violencia contra los jóvenes golpeó en ese mes a tres muchachos de Acajutla sumándose a la lista interminable de jóvenes que mueren diariamente en las veredas rurales o en los pasajes urbanos, inmolados en una espiral de violencia irracional. También es muy preocupante por lo que se va generalizando, el caso de un joven asesinado por no ingresar a una pandilla.

En conclusión, los y las jóvenes salvadoreños son víctimas de la violación sistemática a sus derechos tanto civiles y políticos, como sociales, económicos y culturales. Y cada vez más el Estado no tiene la capacidad de cumplir con su obligación primordial de garantizar su seguridad y bienestar. Frente a esta situación como ACJ de El salvador nuestro llamado es a organizarnos y movilizarnos para exigir nuestros derechos, en particular nuestro derecho a una vida libre de violencia.

ACJ de El Salvador divulga Observatorio de Medios sobre Derechos de la Juventud de Septiembre 2014

ACJ de El Salvador divulga Observatorio de Medios sobre Derechos de la Juventud de Septiembre 2014

SAN SALVADOR, 10 de octubre de 2014 (SIEP) “Asesinatos, manipulación y exclusión política, violaciones, prostitución, reclutamiento por pandillas, esterilizaciones de mujeres jóvenes viviendo con vih, son los ejes temáticos que determinan la pauta noticiosa para los y las jóvenes que viven en El Salvador e incluso fuera de sus fronteras, durante este mes, en el que como cruel ironía se celebran las fiestas patrias…”indica la edición de septiembre del Observatorio de Medios sobre Derechos de la Juventud, realizado por la Asociación Cristiana de Jóvenes de El Salvador.

Agrega que “bajo el azul y blanco de la bandera y con los ecos cercanos de los alegres desfiles, los y las jóvenes salvadoreños padecen hambre, sufren desempleo y viven bajo el temor lacerante de perder sus vidas, en sus comunidades, escuelas e incluso en sus hogares.

Explica que “de 19 notas, tres se refieren al voto juvenil para el 2015; tres a jóvenes que no podrán votar en el 2015; tres a la situación de salud juvenil, tres a situaciones de violencia, una a prostitución de jóvenes, una a la violación de un joven por agentes de la PNC; una a que existen 138 niños y jóvenes desaparecidos; y hay tres notas de signo positivo: la primera sobre el primer consejo consultivo de la niñez; sobre la creación de Ciudad Mujer Joven en San Martín y sobre el compromiso del Instituto de la Juventud, INJUVE por implementar la Ley General de Juventud.”

Informa que “sobre el voto juvenil, los partidos políticos, y en este caso, el partido Alianza Repúblicana Nacionalista, ARENA, pretende diseñar estrategias que les permita agenciarse, capturar, manipular el voto juvenil para las próximas elecciones municipales y legislativas de marzo de 2015.”

“Por otra parte, indica es altamente escandaloso y preocupante que en las próximas elecciones de 2015, 80,000 jóvenes no podrán participar debido a la incapacidad de los partidos políticos, del Tribunal Supremo Electoral, TSE, y principalmente del Registro Nacional de Personas Naturales, RNPN, por garantizar mecanismos adecuados que permitieran incentivar y captar a este numeroso contingente.”

Sostiene que “el hecho que 80,000 jóvenes no podrán votar es una señal del evidente deterioro del actual sistema político salvadoreño. La exclusión y marginación de los jóvenes en la sociedad salvadoreña se manifiesta a dos niveles: el sistema socio-económico los expulsa del país y el sistema político los expulsa del proceso electoral.”

“Otro hecho preocupante, que vulnera gravemente los derechos humanos de las mujeres jóvenes viviendo con vih, es la decisión adoptada por el Hospital de Maternidad de someter a estas jóvenes a campañas de esterilización forzada. Debemos exigir que estas acciones cesen.”

“Por otra parte, la violencia contra los jóvenes golpeó en ese mes a tres muchachos de Acajutla sumándose a la lista interminable de jóvenes que mueren diariamente en las veredas rurales o en los pasajes urbanos, inmolados en una espiral de violencia irracional. También es muy preocupante por lo que se va generalizando, el caso de un joven asesinado por no ingresar a una pandilla.”

Concluye que “los y las jóvenes salvadoreños son víctimas de la violación sistemática a sus derechos tanto civiles y políticos, como sociales, económicos y culturales. Y cada vez más el Estado no tiene la capacidad de cumplir con su obligación primordial de garantizar su seguridad y bienestar. Frente a esta situación como ACJ de El salvador nuestro llamado es a organizarnos y movilizarnos para exigir nuestros derechos, en particular nuestro derecho a una vida libre de violencia.”