Algunos mitos del mercado y el «libre comercio»

A propósito de la próxima aplicación de impuestos a las importaciones de acero y neumáticos de China en Estados Unidos, que ha enfurecido al gigante asiático, hay un hecho que no se puede pasar por alto. La próxima G20 se realiza en Pittsburgh, que fue justamente la principal ciudad acerera de Estados Unidos hasta principios de los años 80, cuando el libre comercio del mercado la hizo decaer desmantelando todo ese sector industrial. La ex ciudad del acero que figura en la pelìcula The Deer Hunter, de 1977 (los personajes que interpretan Robert DeNiro y Christopher Walken, trabajan en una acerera), es un testigo directo de los cambios que implica el libre comercio.

Por ello podemos cuestionar una de las afirmaciones centrales de la globalización que dice que el libre comercio es la clave de la prosperidad y que a mayor comercio de bienes, a mayor cantidad de productos circulando por el mundo, mejor será la prosperidad humana y mayor el bienestar. Parte de esta creencia nace del hecho de que los países hoy desarrollados se hicieron ricos con el libre comercio. Y si ellos pudieron… ¿por qué no el resto del mundo? Pensar de esta manera en la era de internet, en la “aldea global” de profetizó MacLuhan, tiene sus bemoles. Un examen más atento de la verdadera historia del capitalismo y del libre comercio arroja consideraciones diferentes. Existen mitos claves no revelados frente al “libre comercio”.

Cuando aquellos países, hoy desarrollados, estaban en pañales, no practicaban para nada el libre comercio. Actuaban como economías cerradas que se protegían del comercio externo con altos aranceles para promover su industria interna.

El economista coreano Ha-Joon Chang en su libro La patada a la escalera, reseña que ninguno de los países hoy desarrollados practicaba el liberalismo económico en la forma en que el neoliberalismo lo ha querido imponer al mundo en los últimos 30 años.

Aquellos países que hoy son desarrollados promovieron las más sorprendentes tasas arancelarias, impuestos, subsidios y otras medidas a los productos que cruzaban sus fronteras. Entre 1820 y 1870 las tasas arancelarias de Estados Unidos y Gran Bretaña superaban el 50%. Por eso es que la mayor brecha entre la historia “real” y la historia “imaginaria” del libre comercio es la que se refiere a estos dos países, pues se piensa y se da a entender que alcanzaron la cima de la jerarquía económica mundial adoptando políticas de “libre comercio”. Sin embargo, ambos países fueron los pioneros y más ardientes practicantes de las políticas intervencionistas en el comercio y la industria a través de los aranceles e impuestos. Eso demuestra que la “historia oficial” del capitalismo aún no se escribe.

Por eso, nada mejor que las palabras de Friedrich List, economista alemán que en pleno siglo XIX escribe:

“Una vez que se ha alcanzado la cima de la gloria, es una argucia muy común darle una patada a la escalera por la que se ha subido, privando así a otros de la posibilidad de subir detrás. Aquí está el secreto de la doctrina cosmopolítica de Adam Smith y de las tendencias cosmopolíticas de sus contemporáneos… Para cualquier nación que, por medio de aranceles proteccionistas y de restricciones, haya elevado su poder industrial y su capacidad de comercio hasta tal grado de desarrollo que ninguna otra nación pueda sostener una libre competencia con ella, nada será más sabio que eliminar esa escalera por la que subió a las alturas y predicar a otras naciones los beneficios del libre comercio, declarando en tono penitente que siempre estuvo equivocada, mientras que ahora ha descubierto la senda de la verdad” (Friedrich List, 1885)

Es interesante constatar, de una vez, que sin el proteccionismo de Estado la revolución industrial del siglo XVIII nunca habría sido posible, y Gran Bretaña no habría destacado como la primera potencia mundial que fue en aquellos años. Más aun si se constata que entre los siglos XIII y XIV su economía se hallaba plenamente atrasada y se basaba en exportaciones de lana en bruto hacia países, obviamente, más adelantados (Holanda, por ejemplo).

Daniel Defoe, comerciante, político y escritor, autor de Robinson Crusoe (1725), describe cómo los monarcas de la dinastía Tudor, sobretodo Enrique VII (1485-1509) transformó Inglaterra de un país exportador de lana en bruto a una fábrica de productos laneros a todo el mundo. Según Defoe, las políticas que en 1489 puso en marcha Enrique VII se caracterizaban por el proteccionismo a la industria interna y los altos aranceles aplicados a todo tipo de lana que llegara del exterior.

La receta del proteccionismo en los Estados Unidos nació casi a la par que su Independencia. Los intelectuales y políticos de ese país entendieron claramente que la economía propuesta para el libre comercio por Adam Smith y los otros liberales de la época no era la apropiada. Por eso protegieron fuertemente sus industrias frente a los consejos de Smith y de Jean Baptiste Say.

Ulises Grant, héroe de la Guerra Civil y presidente de EE.UU. de 1868 a 1876, muestra claramente que los estadounidenses no permitirán a los británicos “patear la escalera”:

“Durante siglos, Inglaterra confió y aplicó medidas de protección, las llevó al extremo y obtuvo resultados satisfactorios. No cabe duda de que a ese sistema debe su fortaleza actual. Tras dos siglos, Inglaterra ha encontrado conveniente adoptar el libre comercio porque la protección ya no tiene nada que ofrecer. Muy bien, caballeros, mi conocimiento de nuestro país me lleva a pensar que en un par de siglos, cuando los Estados Unidos hayan obtenido todo lo posible de la protección, adoptará el libre comercio”.

Una de las cosas que poco se les ocurre a los gobiernos y economistas actuales es el arte de la comparación. Este gesto tiene que ver con las capacidades reales que cada quien tiene (país, empresa, individuo) y dichas capacidades tienen que ver con la ética. Pero el neoliberalismo no está con la ética, de hecho es justamente uno de los elementos que Hayek y Friedman llaman a no tener en cuenta frente al análisis económico.

Los modelos neoliberales también tienen el defecto de no tomar en cuenta las lecciones de la historia. Dan la patada a la escalera que ellos utilizaron para alcanzar la posición privilegiada que hoy ocupan y con eso aumentan la brecha de la desigualdad. A comienzos del siglo XX la renta per cápita en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA) de los países más ricos era dos a cuatro veces mayor que la de los países más pobres. Hoy, gracias a las políticas aplicadas en los últimos treinta años, esa brecha ha aumentado 60 veces.

Sean cuales sean las intenciones que hay tras la “patada a la escalera” lo cierto es que una globalización desordenada y con tratados de libre comercio por doquier, la economía mundial no ha alcanzado el dinamismo prometido y en muchos países simplemente se ha estancado. Esto es porque los tratados de libre comercio a secas no generan beneficios que se propaguen a toda la comunidad, sino que más bien tienden a favorecer a unos pocos.

Las raíces profundas del oportunismo en El Salvador

29 noviembre 2014
Las raíces profundas del oportunismo en El Salvador

Hace algunos años, amigos y conocidos me sugerían que simulara mis convicciones profundas políticas y filosóficas, es decir mis convicciones comunistas. Su argumento era que si deseaba tener audiencia era preferible dirigirme a mis compatriotas sin referirme al pensamiento de Marx, el estado de consciencia había retrocedido enormemente y que desde la caída del Muro de Berlín ya ni siquiera los que se llamaban revolucionarios recurrían al vocabulario marxista. Los objetivos ya no podían ser los mismos y sobre todo que el anticomunismo en vez de retroceder había avanzado.

Desobedecí estas recomendaciones, desde el principio de mis intervenciones políticas preferí de inmediato dar a conocer mis convicciones. Mi análisis era totalmente diferente, si la conciencia de clase de los trabajadores había menguado entre mis compatriotas, lo mejor era emprender una batalla ideológica abierta contra la reacción salvadoreña y contra los que preferían colaborar con la oligarquía. Desde ese tiempo hasta ahora la audiencia de mis escritos no ha sido muy grande, pero los miles que han visitado mis “Cosas tan pasajeras” algunos de entre ellos se tomaron el trabajo de distribuir mis artículos entre sus amigos, creando un relevo muy importante. Las referencias a las ideas revolucionarias de Marx han ido reconquistando su pasada audiencia y ahora de nuevo con orgullo y abiertamente hay organizaciones y personas que se refieren al pensamiento de Marx sin ambages, ni preámbulos. En esto ha contribuido mayormente la crisis generalizada del sistema capitalista de la primera década del siglo.

No obstante en nuestro país las ideas marxianas han sido divulgadas en versiones rencas, limitadas y dogmáticas. Además las ideas de Marx así presentadas llegaron al país cuando la represión era feroz y sangrienta. Destierro, prisión y torturas era el lote que se reservaba a los opositores; los materiales circulaban clandestinamente (me estoy refiriendo a los años cincuenta, cuando el PCS pudo reactivarse realmente, después del Martinato) y en esas condiciones era imposible tener discusiones y debates amplios. Hubo algunos camaradas que pudieron asistir a las escuelas clandestinas del PCS, aunque es necesario reconocer que los mismos instructores no estaban debidamente preparados para trasmitir un pensamiento sumamente complejo. Algunos apenas habían asimilado el manual de Politzer “Principios Elementales de Filosofía” con todas las limitaciones que este manual tenía que no pueden ser imputadas a Politzer mismo, pues fue redactado por uno de los oyentes en la “Universidad Popular” de París, a partir de sus notas tomadas durante los cursos y además el folleto fue publicado después del asesinato de Politzer por los nazis. También llegaban folletos soviéticos de propaganda y algunos textos cortos o compendiados de Karl Marx y de Friedrich Engels. Esta escasez inicial en los documentos, en traducciones con cavilaciones terminológicas imputables a las condiciones mismas del retraso en los estudios marxistas en nuestra lengua, en las condiciones que acabamos de señalar, difícilmente podían producir un pensamiento propiamente marxista.

Debemos agregar que el tipo de organización (no solamente debida a la clandestinidad), sino a la tradición misma surgida de la Tercera Internacional, que reposaba en el centralismo democrático y que se había convertido en centralismo autocrático durante el estalinismo, propiciaba que los dirigentes se convirtieran en autoridades infalibles y dotadas de una inteligencia que los volvía eminentes economistas, acabados filósofos y grandes especialistas en otras ciencias. Un dirigente entonces no podía mostrar ninguna duda, estaba obligado a guiar, a mostrar el camino y el modo de pensar exacto, sus análisis de la situación eran indiscutibles. Muchos de estos dirigentes apenas habían leído un texto integral de Marx o de Engels y cuando digo “leído” me refiero a eso simplemente, no habían tenido el tiempo suficiente para poder estudiarlo y releerlo hasta asimilar profundamente su contenido.

Dos o tres miembros de la dirección del PCS de entonces pudieron asistir a los cursos que prodigaba a los dirigentes de los partidos “hermanos” de los países subdesarrollados el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Estos cursos eran variados, el nivel superior duraba entre tres hasta seis meses en el seno de la Escuela Central del PCUS. Allí se dispensaba el dogmatismo estaliniano, toda la riqueza del pensamiento de Marx y Engels reducida a unas cuantas “leyes de la historia y de la dialéctica”. Es esto pues lo que nos fue sirviendo de base para desarrollar “nuestro marxismo”.

Necesidad de refundar el movimiento revolucionario

Esta descripción les parecerá a algunos un tanto caricaturesca, no obstante hasta el día de hoy algunos jóvenes salvadoreños siguen sosteniendo como la suma ciencia de la dialéctica marxista los tres o cuatro principios a lo que redujo Stalin la inmensa riqueza del pensamiento dialéctico de Marx. He mencionado arriba a algunas organizaciones que se declaran marxistas-leninistas, algunas se declaran afiliadas a la IV Internacional (trotskista), otros ponen en el mismo plano de sus páginas a Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao. Todo esto parece mera amalgama de principios sin ninguna crítica. Se trata de una simple declaración de pertenencia y una evidente dispersión de fuerzas. Hay algo en esto que es importante señalar, esta declaración de pertenencia a corrientes heterodoxas y en cierto sentido hasta eclécticas demuestra que no se ha analizado profundamente ni el contenido ideológico de esas tendencias, ni tampoco la situación política nacional. Muchas de estas conductas me resultan reacciones epidérmicas, que han surgido de la decepción de la política revisionista y oportunista que conduce desde hace años el FMLN.

La necesidad de suplir al FMLN, que en estos momentos se encuentra gobernando al país y que no escatima esfuerzos por presentar su política como la única posible y que prodiga su más ingenioso denuedo por demostrar que en un país como el nuestro y en nuestra situación es imposible iniciar la transformación de la sociedad. No obstante la necesidad real y urgente de refundar un movimiento revolucionario en el país nos obliga a que no nos equivoquemos al analizar las posiciones actuales de los dirigentes y de la mayoría de militantes del FMLN, algunas personas suponen que el oportunismo actual es el resultado de su participación en el sistema electoral y sobre todo de disponer ahora del gobierno. Pero si nos detenemos un instante para analizar lo que ha causado este resultado, veremos que no se trata solamente de la participación dentro del sistema, sino que se trata de causas internas, inherentes al proceso político nacional de más medio siglo.

Desde hace más de medio siglo, los enfrentamientos con el enemigo de clase han tenido formas y contenidos muy variados, pero al mismo tiempo desde entonces hubo al interior mismo del movimiento enfrentamientos internos precisamente sobre esas formas y contenidos de la lucha por los intereses de los trabajadores. Hubo dos tendencias que dominaron los debates, pero es necesario señalar que los debates no tuvieron lugar entre todos los miembros del PCS, sino dentro del círculo reducido de los dirigentes y a los militantes les llegaban ecos amortiguados por la siempre urgente unidad del partido, que constantemente se presentó como un objetivo primordial. La escasa o nula preparación ideológica tanto de la dirección como de los militantes, agreguemos a esto las condiciones de represión brutal y asedio que llevaban los diferentes gobiernos son hechos que hay que tener siempre presente. Era imposible materialmente llevar adelante un debate de ideas o la simple preparación ideológica.

Todas las células del PCS hacían esfuerzos por cumplir con la obligación estatutaria de una reunión semanal, pero a veces uno se conformaba a una reunión de vez en cuando, por falta de locales, por falta de quórum, por falta de tiempo. Cuando las condiciones de seguridad medio se lograban y el secretario de célula había recibido el “informe” del Comité Central (CC), mecanografiado en un fino papel, entonces se llevaba a cabo la reunión. Esta consistía la mayoría de veces en escuchar al secretario de célula leer el “informe” del CC y una vez acabada la lectura procedía a quemar el papelito que dejaba una escasa ceniza en el suelo, que luego se recogía cuidadosamente para botarla en la basura. Los militantes se veían obligados a prestar infinita atención a esa lectura y tratar de memorizar y entender lo leído. El secretario a veces preguntaba si alguien quería opinar o si necesitaba un complemento de información. Si había preguntas la reunión podía alargarse un poco, los puntos restantes en la agenda eran las finanzas (reclamar las cotizaciones no pagadas por el militante) y otro que misteriosamente se llama “organización”. En este punto se hablaba de todo, de las medidas que había que tomar para que los posibles “orejas” no pudieran sospechar que había alguna reunión, escasamente en los años cincuenta y sesenta se organizaba las pintas o el reparto (siempre nocturno) de volantes debajo de las puertas de las casas. Rara vez se hablaba de reclutar nuevos miembros, pues antes de eso había que llevar a cabo una investigación para evitar infiltraciones. Se hablaba pues sobre todo de las medidas de seguridad para protegerse del enemigo. De vez en cuando en las reuniones aparecía un folleto de propaganda sobre la vida cotidiana en el “País de los Soviets”. Las células estudiantiles de la Universidad o con presencia de estudiantes o algunos intelectuales se entablaban conversaciones de mayor contenido ideológico.

Las injerencias externas

He descrito estas reuniones y lo que en ellas se trataba para mostrar la precariedad impuestas por las circunstancias. Pero los intercambios más nutridos eran afuera de las reuniones de las células, durante encuentros informales entre amigos que se conocían y que se sabían miembros del “partido”. La división del partido en dos tendencias no nos aparecía entonces con gran evidencia, pues de manera general todos los dirigentes altos e intermediarios estaban de acuerdo que la “toma del poder” se iba a realizar usando la fuerza, por la lucha armada. Este acuerdo declarado se fue resquebrajando poco a poco, en cierta medida por influencia extrajera: los cubanos ejercían presión para que en el continente se iniciaran luchas armadas. Fue entonces que surgió claramente la teoría del “foco revolucionario” que en realidad constituía una interpretación abusiva de la experiencia guerrillera en Cuba. En todo caso, alrededor de este tema y en general de la posibilidad de llevar a la práctica la estrategia de la toma del poder por la lucha armada fueron apareciendo dos posiciones opuestas. Una que fue minoritaria pregonaba la necesidad de prepararse inmediatamente para llevar a cabo la lucha armada, preparar escuelas de instrucción en el manejo de armas y de la estrategia militar y la otra que señalaba la imposibilidad de organizar una lucha de guerrilla en un territorio tan pequeño como el nuestro y sin montañas tan altas como la Sierra Maestra en Cuba.

Es en estas discusiones que se van a ir perfilando ambas tendencias, pero estas discusiones no se dan realmente en el seno del PCS, quiero decir en las instancias deliberativas, en reuniones de direcciones departamentales o nacionales, sino que en conversaciones informales entre miembros y en alguna ocasión en que algún dirigente acudía una reunión “ampliada” de direcciones departamentales que solían organizarse. Es en ellas que se tenía la oportunidad de escuchar las dos posiciones opuestas, pero no en la misma reunión, sino cuando dirigentes que pensaban distinto aparecían por separado en las reuniones. Nunca hubo tendencias organizadas realmente, ni proselitismo.

Dos tendencias opuestas

Las divergencias entre algunos dirigentes fueron apareciendo en la superficie con el correr de los años sesenta. Hubo unidad respecto a las insistencias e inmiscuiciones de los dirigentes cubanos que se rechazaron. En el fondo de las divergencias surgía también un análisis diferente de la coyuntura nacional y sobre todo en el análisis de la composición clasista de la sociedad salvadoreña. La sociedad capitalista salvadoreña no era reconocida como tal por la ausencia de instalaciones industriales y por el carácter de exportadora agrícola de nuestra economía y sobre todo su carácter monocultivadora. Se había optado por llamar a nuestra sociedad de “semifeudal”. En esta clasificación intervinieron economistas e ideólogos soviéticos que entonces eran la última instancia dirimente. Las clases dominantes se componían por estratos que giraban en torno de las familias oligárquicas. Las familias terratenientes eran también las que habían fundado bancos y poseían la incipiente industria. Aquí había un déficit teórico. Las relaciones feudales ya habían desaparecido, no quedaban ni resabios de la sociedad colonial económicamente hablando. Algunos para justificar el apelativo de “semifeudal” ponían como ejemplo la tienda de las haciendas que endeudaban a los campesinos y las fichas que formaban parte del salario que obligaban a los campesinos a adquirir mercancías en las tiendas de la hacienda. Esto fijaba a los campesinos en las haciendas sin poder tener libre circulación en el país, pues las deudas eran como las “cadenas feudales”.

Este modo de ver nuestra sociedad olvidaba o hacía caso omiso que la dominación mundial del capitalismo (imperialismo) ya era una incontestable realidad, la economía capitalista ya estaba mundializada. No obstante lo que en realidad reinaba como fundamento en el país eran las relaciones capitalistas, los trabajadores ya no tenían los medios de producción, para vivir o sobrevivir estaban obligados a vender su fuerza de trabajo y el origen de las riquezas de la burguesía era la plusvalía obtenida por el impago de un tiempo determinado de las jornadas. Esto es lo que pasa en las relaciones capitalistas, esto era lo que pasaba en las cosechas de café, de la caña, del algodón y es lo que pasa en el capitalismo actual. El hecho de que la realización de las ganancias se operara en la venta internacional no le resta en nada a la esencia capitalista de nuestra economía de entonces, de ahora. Luego apareció el neologismo “capitalistoide” que en esencia no divergía mucho del “semifeudal”, aunque ya el énfasis era el capitalismo.

En realidad los que sostenían que no teníamos montañas lo suficientemente altas agregaron asimismo el argumento de que las condiciones no estaban dadas, pues era imposible pasar de la situación “semifeudal” al socialismo, además no existía en el país la clase proletaria que dirigiera la revolución. Pero si se podía luchar por acceder al poder para acelerar la instauración del capitalismo que al mismo tiempo iba a crear a su sepulturero, la clase obrera. Simultáneamente se descubrió que entre los oligarcas y algunos miembros de la burguesía había contradicciones y que los revolucionarios estaban obligados a aprovecharlas. Fue a través de esto también que apareció el argumento de que existían militares progresistas y que también en el seno de las Fuerzas Armadas había contradicciones. Todas estas contradicciones eran “aprovechables”, se empezó a usar los términos “contradicción principal” y “contradicción secundaria”. Estos términos fueron tomados del folleto de Mao Tse-tung “Sobre la contradicción” (agosto 1937) y no creo que al introducirlos en su vocabulario se preocuparan mucho de asimilarlos, ni mucho menos procedieron a una crítica del aporte del líder chino. Más adelante voy a volver en detalle sobre este tema.

Las “contradicciones” en el seno de la burguesía

Esta interpretación de la realidad servía de base teórica para considerar la acción política del partido. Si existían contradicciones en el seno de las clases dominantes era necesario aprovecharlas y tratar de profundizarlas. Una parte de las clases dominantes eran conservadoras y las otras “progresistas” que intentaban “modernizar” la economía del país para sacarlo del semifeudalismo que lo dominaba. Este era uno de los “objetivos” del partido, modernizar el país, ponerlo en el camino del progreso y sacarlo del atraso casi feudal. O sea que buscar alianzas con la “burguesía nacional” contra la oligarquía y el imperialismo —que eran los principales obstáculos para el progreso del país— se convertía en objetivo. Para justificar este tipo de alianza sin pasar a la colaboración de clases, se alegaba que la burguesía había entrado en una contradicción secundaria con la oligarquía, que de la misma manera que Mao Tse-tung había señalado la existencia de “contradicciones en el seno del pueblo”, contradicciones no-antagónicas, en nuestra sociedad existía en el seno de las clases dominantes contradicciones no antagónicas, pero que adquirían las formas de una contradicción antagónica, sobre todo si ese sector burgués se aliaba a las fuerzas progresistas del país bajo la conducción de los revolucionarios del PCS. Esto de alguna manera se consideraba como una estrategia a mediano plazo.

Este oportunismo se trataba de fundamentar en la teoría marxista. Nuestra sociedad debía atravesar todas las etapas de desarrollo económico, salir realmente del feudalismo hacia el capitalismo para que surja una clase proletaria digna de ese nombre. Sólo la clase obrera puede liberar la sociedad y disolver las clases sociales, claro que es necesario aliarse a los campesinos y como en la gran Revolución de Octubre también con los soldados. Y es aquí también que nuestros oportunistas descubrieron entre los oficiales una “fracción progresista” que había entrado en una contradicción secundaria con el Alto Mando. Contradicción no antagónica, pero como lo había indicado el líder chino Mao Tse-tung, una contradicción puede también tomar las formas de su contrario y en este caso volverse antagónica. Este tipo se sofisma les sirvió de base teórica a los oportunistas de los años sesenta, setenta y ochenta. Esto los sustentaba para participar activamente en los golpes de Estado, en los que las clases trabajadoras estaban totalmente ausentes, pero representadas por los dirigentes del PCS. En esa época no se citaba ya a Mao, pues había entrado en contradicción irreconciliable con los líderes moscovitas y entre las ortodoxias existentes los dirigentes del PCS siempre se sometieron al gran centro del movimiento comunista internacional: Moscú.

Como ven el oportunismo no ha surgido hoy, no se ha solidificado en estos años de participación en las instituciones del Estado democrático burgués. El oportunismo fue el que llevó al PCS a atacar a las FPL con igual ahínco con que lo hacía la prensa nacional durante casi toda la década de los setenta. Los mismos epítetos, criminales, bandoleros, terroristas, etc. Ellos seguían preparando golpes de Estado “progresistas”. No me voy a extender sobre las condiciones en que el PCS puso el pie en el último estribo del tren de la lucha armada. Sobre lo que ocurrió entonces lo ha abordado ya en mis artículos de “Cosas tan pasajeras” sobre todo el objetivo de salir lo más pronto de la guerra e iniciar las negociaciones.

Como pienso haber demostrado que la ausencia de un conocimiento profundo del pensamiento de Marx y sus desarrollos posteriores tuvo mucho que ver en la deriva oportunista del PSC desde los años cincuenta y que ha culminado con su política gubernamental y su funcionamiento interno. Por supuesto que en estas cortas páginas han quedado afuera los detalles, apenas se trata de las pinceladas mayores en el esbozo de toda esta historia. Me queda por cumplir con una promesa hecha arriba: volver sobre el tema de la contradicción. Para poder extenderme lo necesario en este tema que es uno de los que fundamentan la dialéctica en general y la materialista en particular, les pido que me perdonen y acepten que lo haga en otro momento, en una segunda parte que escribiré luego.

Energía, comunicaciones y centros comerciales en El Salvador

Energía, comunicaciones y centros comerciales en El Salvador
Por Roberto Pineda San Salvador, 18 de marzo de 2015

La economía salvadoreña del siglo XXI, todavía en el marco del sistema capitalista dependiente y globalizado, se ha modificado profundamente y esto ha impactado tanto en el sector empresarial como en el de los trabajadores. Y estos cambios han impactado en los roles de elementos estratégicos como la energía, las telecomunicaciones, así como de las actividades relacionadas con los centros comerciales, hoteles y restaurantes.

En el caso particular de la energía y las telecomunicaciones, hoy controladas por el capital transnacional, únicamente una política de Estado orientada a recuperar estas palancas estratégicas del desarrollo nacional merece llamarse de izquierda. En el caso de hoteles, restaurantes y centros comerciales, son de los principales nichos de la actual oligarquía comercial-importadora, antigua oligarquía financiera, nieta de la oligarquía agro-exportadora. Y se expresan en tres grandes grupos de la burguesía comercial: los Poma (Grupo Roble), Meza (Grupo Agrisal) y Simán. A continuación exploramos estos sectores tanto en sus antecedentes históricos como en su actualidad.

Antecedentes históricos y actualidad de la producción de energía

La electricidad es el pilar fundamental del desarrollo industrial de El Salvador. Y el que controla la generación y distribución de este bien posee una de las palancas estratégicas de la economía. En nuestro caso, la generación es todavía nacional pero su distribución se comparte entre una compañía estadounidense (AES) y otra colombiana (Delsur).

La electricidad en El Salvador tiene su cuna en Soyapango. En 1890, Gustavo Lozano, Herman Prowe, Carlos D ́Aubuisson, Manuel Estévez y Maximiliano Cohn inician su producción, distribución y comercialización. Instalan en el sector de Agua Caliente, la primera planta de generación de la Compañía de Alumbrado Eléctrico de San Salvador, CAESS , con una turbina hidroeléctrica de 70 caballos de capacidad, que únicamente permitía la iluminación del hoy centro histórico de la capital, en esa época con 32, 000 habitantes. Todavía se observan las huellas en el lugar de estas instalaciones. Y el primer lugar donde nació la luz fue el Parque Bolívar, hoy Plaza Cívica o Parque Barrios.

Dos años después, en 1892 se crea en Santa Ana la Compañía de Luz Eléctrica, CLESA, orientada a los departamentos de Santa Ana, Sonsonate, Ahuachapán y parte del Departamento de La Libertad.

En el caso de CAESS esta empresa creció rápidamente y en pocos años atendía otros departamentos del país como Chalatenango, Cabañas, Cuscatlán, San Vicente, Morazán, San Miguel, La Unión, La Paz y La Libertad. Y en 1930 CAESS inicia sus operaciones como empresa de Alumbrado Público. En 1936 su capital accionario fue vendido a inversionistas canadienses con quienes el Gobierno acordó una concesión para administrar CAESS durante los siguientes 50 años, o sea hasta 1986.

En 1945 bajo la dictadura militar de Salvador Castaneda Castro, se crea la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL) que desde el estado asume la producción energética, dejando a la empresa canadiense CAESS únicamente con la distribución.

Al concluir la concesión, en 1986, bajo el gobierno del Ing. José Napoleón Duarte y en plena guerra, la generadora y transmisora estatal, CEL, pasa a administrar los bienes de CAESS y comienza a preparar tanto la reestructuración como la futura privatización de la Compañía. Entre 1994 y 1996, bajo el gobierno de Calderón Sol, las empresas viven un proceso de reestructuración donde en occidente desaparecen CLEA y CLES y son absorbidas por CLESA. En el caso de CAESS se fracciona y nacen dos nuevas empresas: DEL SUR S.A. de C.V. y EEO S.A. de C.V. En esta ruta en 1995, se decide dividir a CAESS en tres compañías diferentes: CAESS SUR (ahora DELSUR), CAESS ORIENTE (ahora EEO) y CAESS NORTE (ahora CAESS).

En 1998, se realiza la privatización de estas tres distribuidoras y la venezolana EDC adquiere las acciones de CAESS y de EEO. Las acciones compradas de CAESS incluían la Distribuidora Eléctrica de Usulután, S.A. de C.V. (DEUSEM). Posteriormente, en junio de 2000, EDC vende estas acciones a la estadounidense AES Corp. En el caso de DELSUR esta fue adquirida en 1998 por la corporación mexicana AEI, y vendida en 2011 a la colombiana EPM.

En la actualidad existen cinco compañías de distribución. La participación en el mercado con datos de 2006 fue la siguiente: CAESS: 44% Delsur: 25 , AES-CLESA: 18, EEO: 10% y Deusem: 2% . CAESS, CLESA, EEO (Empresa Eléctrica de Oriente) y Deusem (Distribuidora Eléctrica de Oriente) están controladas por AES Corporation, mientras que Delsur por la colombiana Empresa Pública de Medellin, EPM. AES controla el 75% mientras que EPM el 25%.

El heroico Sindicato de la Industria Eléctrica de El Salvador, SIES

Entre los años 1946-1950 trabajadores de CAESS, CLESA, CEO y CLES crearon una estructura mutualista con características de Cooperativa, la cual fue llamada Sociedad de Empleados Eléctricos. A mediados de 1947 a través de dicha Asociación presentaron un Pliego Reivindicativo a las Administraciones de CAESS, CLESA, CEO y CLES, donde advertían que de no resolverse favorablemente lo planteado, los trabajadores estaban decididos a implementar una huelga.

Era tan claro el objetivo que recaudan 35 mil colones, para sufragar gastos de alimentación y movilización en caso de llegarse a la huelga. Finalmente, este conflicto se resolvió favorablemente para los trabajadores. Pero, no obstante esta victoria, los empleados del sector eléctrico estaban decididos a organizarse y se dan las primeras reuniones clandestinas de los fundadores. Las reuniones eran semanales y en los lugares que generaban menos sospecha, incluyendo uno que otro bar.

Fue en una de esas reuniones clandestinas a inicios del año 1951 que se llegó al acuerdo de dar el salto cualitativo en cuanto a crear una estructura reivindicativa con una expresión sociopolítica clara y contundente, que permitiría en términos generales mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del sector y con la disposición de luchar para evitar acciones represivas en las empresas. Con base a estos esfuerzos, el 15 de septiembre de 1951 se funda el Sindicato de la Industria Eléctrica de El Salvador, SIES, uno de los más poderosos contingentes del movimiento sindical hasta la actualidad. La primera junta directiva estuvo dirigida por Herbert Martínez Álvarez.

La creación del SIES en 1951 genera un auge organizativo que permite la creación de seccionales en Santa Ana, Sonsonate, San Miguel, San Salvador, y Ahuachapán, donde se afiliaron los trabajadores de las empresas CAESS, CLESA, DEUSEM, DE MATHEU, CLES , CLEA, CECSA, CEO, COSAE. Las últimas 5 empresas mencionadas ya han desaparecido.

Años después, el 17 de noviembre de 1972, ante la necesidad de contribuir a la unificación del movimiento sindical desde una óptica de lucha, se crea la Federación Nacional Sindical de Trabajadores Salvadoreños, FENASTRAS. Nace en el local del SIES, ubicado en la 12 Avenida Norte número 219 en San Salvador. En FENASTRAS se aglutinaron junto al SIES otros combativos sindicatos de esa época, hoy ya desaparecidos, tales como el Sindicato Industrial de Dulces y Pastas alimenticias, Sindicato del IVU (Instituto de Vivienda Urbana), Sindicato de la empresa FORESMOST, Sindicato de Tecnillantas, Sindicato de Industria Textil, Sindicato de la Unión Pesquera Nacional y Sindicato del Beneficio Acahuapa, entre otros.

En octubre de 1978, los compañeros del Sindicato de la Central Azucarera de Izalco se declaran en huelga, y buscan el apoyo solidario del SIES Seccional CLES y en ese apoyo juega un papel protagónico la compañera Ana Silvia Olán, militante del Partido Comunista, PCS, quien era la secretaria administrativa de dicha Seccional. Los cuerpos represivos de la Guardia Nacional y la Policía de Hacienda no le perdonaron este gesto solidario, la identificaran y la asesinaran con lujo de barbarie dentro del mismo local de la Seccional.

A finales de septiembre de 1982, fueron secuestrados, torturados y posteriormente asesinados los compañeros Mauricio Ángel Valenzuela y Roberto Portillo Soto, ambos miembros de la Junta Directiva General del SIES. En la actualidad el SIES forma parte de la Federación Sindical de Trabajadores de los Servicios Públicos de El Salvador FESTRASPES. A través de dicha Federación, son parte de la Confederación Sindical de Trabajadoras y Trabajadores Salvadoreños CSTS, y de la Coordinadora Unitaria Sindical salvadoreña, CUSS.

El heroico Sindicato de la Industria Eléctrica de El Salvador, STECEL

En la industria eléctrica, coexistieron dos sindicatos: el de las empresas privadas y el de trabajadores del estado. En 1972 bajo la dictadura militar de Arturo Molina, surge el Sindicato de Trabajadores de Empresa de CEL, STECEL. Desde su nacimiento despliega una intensa jornada de lucha reivindicativa. STECEL es uno de los sindicatos que en 1972 constituyen FENASTRAS, junto con SICAFE, STITAS, SIDPA, SIPES, SIP, ATACES y SETA. De esta forma FENASATRAS aglutina a sectores estratégicos de la economía nacional tales como energía, telecomunicaciones, beneficios cafetaleros, textiles, pesca, puertos y agua.

En 1974 STECEL como parte de FENASTRAS, es de los fundadores del Frente de Acción Popular Unificada, FAPU. En 1980 STECEL conducido por Héctor Bernabé Recinos, y como parte del FAPU pasa a integrar la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM. El 22 de agosto STECEL en el marco de la lucha contra la dictadura militar, impulsa un corte nacional de la energía eléctrica. Por esta acción son capturados Recinos junto con Arnulfo Grande, Arnulfo Preza, y otros dirigentes de STECEL. Fueron puestos en libertad hasta octubre de 1984 y recibieron asilo político en Holanda.

Antecedentes históricos y actualidad de la industria de la comunicación

Es durante el auge cafetalero de finales del siglo XIX que se establece en 1870 en El Salvador la primera línea telegráfica, enlazando la capital con el puerto de La Libertad. En 1876 aparece el primer teléfono y en 1889 surge la primera oficina de telégrafos y teléfonos. El estado se ponía al servicio de la recién nacida oligarquía cafetalera.
En 1916 llega al país la compañía sueca Eriksson, por cierto comprada en el 2012 por la japonesa Sony e instala líneas telefónicas subterráneas y una primera central urbana con 1,050 líneas e interurbana con 50 líneas.
En 1936 el general Martínez construye el histórico edificio conocido como el Telégrafo, que pasa a convertirse desde entonces en blanco obligado de cualquier intento golpista. En 1963, bajo el gobierno del Coronel Julio Adalberto Rivera, se crea la Administración Nacional de Telecomunicaciones, ANTEL; institución rectora de este sector estratégico de la economía nacional. En 1975 se faculta a ANTEL para controlar de manera exclusiva el espectro electromagnético del país.

En 1996 en el marco de los procesos de privatización impulsados por los gobiernos del partido ARENA, bajo el gobierno de Calderón Sol, las telecomunicaciones dejan de ser nacionales y se privatizan. Y ANTEL se divide en dos empresas: CTE- ANTEL para operar el servicio alámbrico e INTEL, para el servicio inalámbrico de telecomunicaciones. En 1998 se vende el 51% de las acciones de CTE-ANTEL a la compañía France Telecom por $275 millones así como el 51 % de las acciones de INTEL por $41 millones, a la española Telefónica. CTE-ANTEL fue posteriormente adquirida por la compañía mexicana América Móvil.

En la actualidad tanto el mercado de telefonía fija como el de telefonía móvil es disputado por cuatro grandes corporaciones internacionales: Tigo El salvador, parte del grupo Milicom de Luxemburgo; la mexicana Claro El Salvador que anteriormente operaba con las marcas Personal, Aló, Telecom, CTE Telecom y Antel; Digicil El Salvador, parte del grupo empresarial irlandés Digicel Group y la española Movistar, parte del grupo Telefónica. Es una disputa entre capitales luxemburgués, mexicano, irlandés y español.

En síntesis, en El Salvador del siglo XXI una corporación estadounidense y otra colombiana controla la distribución de la energía mientras que en las telecomunicaciones la disputa es entre tres corporaciones europeas: Tigo, Digicel y Movistar y una mexicana Claro.

El heroico Sindicato de ANTEL, ASSTEL.

En 1984, en plena guerra, surge un esfuerzo organizativo que se plasma en la Asociación Salvadoreña de Trabajadores de Telecomunicaciones, ASSTEL. ASTEL y su principal dirigente, Humberto Centeno, fallecido recientemente y Ministro de Trabajo durante el gobierno de Mauricio Funes jugaron un papel destacado en la creación de la Unidad Nacional de Trabajadores Salvadoreños, UNTS, en febrero de 1986, así como en los esfuerzos por lograr una salida política al conflicto armado. Al privatizarse ANTEL, ASSTEL desaparece.

Antecedentes históricos y actualidad de la industria hotelera

Se atribuye al alemán Alexander Porth la creación a finales del siglo XIX del primer hotel llamado Nuevo Mundo, que estaba ubicado en la 4ta. Calle Poniente y Avenida Cuscatlán. En los años 50 del siglo pasado, se estableció en este mismo lugar el Hotel Astoria. Posteriormente, en 1912 otro alemán, Jorge Mullenhof, funda la Pensión Germana, con atención en inglés, francés y alemán. En 1916 los italianos contraatacan y Vignolo crea el Hotel Occidental, en la Calle Delgado frente a la entonces Residencia Presidencial, y luego el Hotel Italia, que quedaba frente a la actual farmacia central. Ese mismo año en Santa Ana surgen los hoteles Florida y Roosevelt.

En 1922 Luís Jacinto Flores abre el Hotel Hispanoamericano, para ese entonces un rascacielos de cuatro pisos, además de madera, frente a la Plaza Barrios, donde está hoy la Biblioteca Nacional. En 1935 Jorge Windeisen inaugura el Hotel Internacional. Una segunda etapa hotelera está vinculada a los procesos de integración regional de mediados de siglo XX y el auge del Aeropuerto de Ilopango.
Inicia en la exclusiva Colonia Escalón, en las faldas del volcán de San Salvador, la construcción a mediados de los años 50 del Hotel Intercontinental, el cual es inaugurado en junio de 1958. En 1975 es sede del concurso Miss Universo en nuestro país y funcionaba bajo el patrocinio de la cadena Sheraton.
En 1990 se desliga de la vinculación internacional y opera como Hotel El Salvador. En 1999 se asocia a la cadena Radisson y pasa a llamarse Hotel Radisson Plaza El Salvador. En 1964 surge el Gran Hotel San Salvador, sobre la Avenida España, que es destruido por el terremoto del 1986 desapareciendo el mítico Bar Skandia.
En 1970 surge sobre la Alameda Roosevelt el Hotel Alameda. En 1971 el Hotel Ritz. En 1972 la familia Poma inaugura el Hotel Camino Real vinculado a su centro comercial Metrocentro. Este mismo año surge el Hotel Terraza. En 1978 se inaugura el Hotel Presidente y en 1979 el Hotel Siesta. En 1997 abre sus puertas el Hotel Princess Zona Rosa, vinculado a la cadena Hilton.
En la actualidad existen cuatro grupos empresariales salvadoreños, vinculados a cadenas internacionales, que se disputan el control sobre la industria hotelera: estos son el Grupo Poma, Grupo Agrisal (familia Meza), Grupo Bolívar (familia de Sola) y Grupo Safie. Su vinculación con el negocio hotelero es de décadas.
El patriarca Luis Poma inicio en 1970 la construcción del Hotel Camino Real y de su respectivo centro comercial Metrocentro. Posteriormente busca la sombra de una cadena internacional inclinándose por la poderosa IHG. En la actualidad el Grupo Real (Poma) opera con tres franquicias internacionales: la inglesa InterContinental, y las estadounidenses Choice y Marriot. En 1970 Luís Poma, como patriarca de este conglomerado empresarial, decidió ampliar su portafolio de negocios con acciones en la industria hotelera.
Dos años después inaugura su primer hotel de cinco estrellas, el Hotel Camino Real junto a su también primer centro comercial, Metrocentro. Veinte años después, en 1994 abre su segundo hotel de cinco estrellas, esta vez en San José, Costa Rica. En 1995 surge el Grupo Real como la división hotelera del poderoso Grupo Poma que luego cambia su nombre en 2006 a Real Hotel and Resorts. En 1997, inaugura su tercer hotel de cinco estrellas, en San Pedro Sula, Honduras.
Por su parte, el grupo Agrisal formado en 1953, y vinculado a la familia Meza, inauguró en las faldas del volcán de San Salvador, en 1958 el Hotel El Salvador, vinculado originalmente a la cadena de hoteles Sheraton, que en el 2005 asume el nombre de Radisson Plaza y en el 2010 de Crowne Plaza. Está conectado con el importante centro corporativo World Trade Center y Torre Futura, del mismo grupo Agrisal, conducido por el empresario Roberto Murray Meza, presidente del Fomilenio II. Además son propietarios del Holiday Inn, ubicado en Santa Elena.

La rama hotelera del salvadoreño Grupo Bolívar, vinculado a la familia de Sola, que en alianza con capitales guatemaltecos en el Hospiteum Corporation, abrió su primer hotel en marzo de 1993 en Guatemala, el Princess Reforma. Cuatro años después, en 1997 inauguran el hotel de cinco estrellas, Princess Zona Rosa en San Salvador. En 1998 abren el hotel Princess en Managua, Nicaragua y en 1999 el Hotel Princess en San Pedro Sula, Honduras. En 2004 estos cuatro hoteles se convierten en filiales de la cadena hotelera Hilton Internacional, adoptando el apellido de la segunda cadena en importancia a nivel mundial.
La Corporación Salvadoreña de Inversiones, CORSAIN, construyó el Hotel Presidente en 1979, y en 1992 el presidente Cristiani lo privatiza y lo vende a Oscar Antonio Safie Zacarías. En 1999 Safie adquiere la franquicia de la cadena hotelera Marriot, la cual utiliza hasta el año 2003. En julio de 2005 adquiere la franquicia Sheraton por diez años. En 1989 la marca Sheraton se retiró del país luego de la ofensiva guerrillera de noviembre en la que tropas del FMLN ocuparon la instalación. Antonio Safie es además dueño de Grupo Megavisión (Canal 21), Salnet, Hotel Siesta, Rayones de El Salvador, Hilanderías de Exportación y presidente de Seguros del Pacífico.
Antecedentes históricos y actualidad de la industria de restaurantes

A nivel de restaurantes existe un enfrentamiento entre las grandes corporaciones internacionales y los negocios de capital nacional, así como alianzas entre capitalistas nacionales con estas corporaciones. Es en la década de los años setenta cuando aparecen las grandes cadenas internacionales e inicia un acelerado proceso de transculturación en este sector. No obstante esto, la comida nacional, y en particular las pupusas continúan siendo el plato principal de las mayorías populares.
En 1947 surge el restaurante Los Siete Mares, en la Col. San Benito, vinculados con el estamento militar de la época y con un estricto protocolo de traje completo para ingresar a sus instalaciones. En 1950 surgen los restaurantes Monterrey, de comida mexicana y El Migueleño. Y de esa época son el mítico Frijolitos Carlota en La Praviana, que sucumbió ante el conflicto armado.
Y en esa época del PRUD y del presidente Osorio surgen también los famosos Drive-Inn, como el Café Don Pedro, El Mejicano y el Flamingo, a los cuales había que llegar en vehículo y se servía la comida en bandejas portátiles. En 1964 Doña Graciela de Hollman crea el concepto de La Parrilla (carne asada, arroz, chirimol y pan con ajo) y la obligada Pilsener. Luego surge en esta línea La Carreta y el Cheles.
En 1972 se establece en San Salvador la Pizza Boom, con la especialidad de comidas italianas. Ese mismo año frente al parque Morazán abre sus puertas el primer restaurante de la cadena estadounidense de hamburguesas McDonald, orientada hacia un público juvenil y de estudiantes, que vino a competir con la cadena Hardees, abierta en 1974, que en 1980 se convierte en Biggest, siempre propiedad de la familia Salume.
En 1973 la cadena guatemalteca de pollo frito Campero, propiedad del Grupo Gutiérrez, abre su primer local en el Boulevard de los Héroes. Luego abre el segundo en la Calle Rubén Darío y cuenta en la actualidad con más de 40 establecimientos. En 1974 ofrece sus servicios la Totos Pizza. En 1985 abre sus puertas el restaurante Paradise, propiedad del Grupo (Conrado y Francisco) Rovira de la Corporación Pirámide.
En 1987 se establece la cadena estadounidense Pizza Hut y termina con las pizzerías locales. Este mismo año surge La Pampa Argentina. En 1989 surge Mr. Donuts. En 1990 Lisandro Pohl inaugura el restaurante Dallas con especialidad en carnes, en la Zona Rosa y luego el Puerto Escondido, con espacialidad en mariscos. En 1992 entra en funciones la cadena Burger King. En 1996 abre sus puertas el restaurante guatemalteco Los Cebollines. En 1998 se inaugura el Toni Roma’s.

Antecedentes históricos y actualidad de la industria de centros comerciales (malls)

El empresario Luis Poma logró ampliar los negocios de su familia que descansaban originalmente en la venta de vehículos hacia el sector de los bienes raíces, hoteles y centros comerciales. Sus contactos gubernamentales le permitieron posicionarse en el sector noroccidental de la capital, e iniciar la construcción del primer centro comercial de El Salvador: Metrocentro, en la actualidad con 400 establecimientos comerciales y dividido en 12 etapas, y con su respectivo hotel: el Camino Real.

Metrocentro de los Poma rápidamente se convertiría en el nuevo eje de concentración comercial de la ciudad y contribuiría a la degradación del centro histórico capitalino como “eje de comercio, entretenimiento y cultura ciudadana” (Regazzoli 2002).

Y con el correr de los años el Grupo Poma, de origen catalán, iniciado por Don Bartolome Poma, se ha ido posicionando en todo el país e incluso en la región centroamericana. Existen tres sucursales de Metrocentro en Santa Ana, Sonsonate y San Miguel, además de Multiplaza en Antiguo Cuscatlan. E incluso sucursales en Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.

E incluso los Poma se atreven a construir y manejar 6 hoteles Marriot en Colombia (Bogotá, Cali y Medellin) y uno en Santo Domingo, República Dominicana. Pero además construyen en Bogotá el Centro Comercial Multiplaza La Felicidad. Esto lo convierte en el grupo empresarial más poderoso de El Salvador.

Por otra parte, el Grupo Simán, con el edificio de su almacén principal destruido por el terremoto de octubre de 1986 decide incursionar en nuevos territorios y se instala en la Col. Escalón en la antigua Casona de la familia Guirola y a su alrededor construye el centro comercial Galerías. Posteriormente construyen en Antiguo Cuscatlán, el Centro Comercial La Gran Vía. Con 90 años de existencia, operando en las principales ciudades de El Salvador, San José; Costa Rica, Managua; Nicaragua y Ciudad de Guatemala; Guatemala.
Y también el Grupo Agrisal cuenta con su propio mall. Tiene como base la torre Futura (20 pisos) y la Plaza Futura con su respectivo hotel El Salvador Crowne Plaza. Y además el altamente lucrativo Centro Comercial Plaza Mundo en Soyapango. Grupo AGRISAL ingresó al negocio inmobiliario con la primera etapa del edificio de oficinas World Trade Center San Salvador. Y Agrisal también se ha regionalizado mediante la apertura en San José, Costa Rica en 2012 de la Plaza Tempo, con su respectivo hotel Holiday Inn San José-Escazú.

La expansión urbana de San Salvador

La expansión urbana de San Salvador

POR EDWIN ALFARO

CONFORMACIÓN DEL ESTADO NACIONAL 1870 -1912, PRIMERA EXPANSIÓN.

La consolidación de los liberales y la producción cafetalera generan un clima estable y económicamente bonancible que permitió a las élites y a grupos urbanos dedicarse al ocio y la apreciación del mundo moderno, cuyo referente indiscutible fue Europa. Se produce una pequeña expansión de la ciudad, hacia el sur, absorbiendo San Jacinto, hacia el poniente teniendo como límite al Hospital Rosales inaugurado en 19051 y hacia el norte limitando con el recién inaugurado cuartel El Zapote. Los ejes principales sobre los cuales se realiza la expansión fueron las calles Rubén Darío y Manuel José Arce. Lo que hoy es el centro histórico era el centro político y económico, la casa presidencial se situaba frente al actual mercado ex cuartel. En 1903 se apertura el parque Gerardo Barrios y la gran Avenida Independencia que era la entrada a la capital y a la vez el límite en el extremo oriente.
Como puede observarse en esta primera etapa la lógica era consolidar San Salvador como el centro de poder, se compra el London Bank, el palacio de Justicia es instalado en el ex Instituto Nacional , los límites del tranvía eran mejicanos y el Hospital Rosales. Bajo la óptica del control territorial y de seguridad se construyen los cuarteles: central, El Zapote y el San Carlos cuya ubicación no era para nada arbitraria. Esta primera expansión de las elites urbanas obedecía a la marcada tendencia de este período hacia la concentración económica, condicionada por un grupo que controlaba la producción y la estructura del crédito.

CRISIS ECONÓMICA, POLITIZACIÓN DE SECTORES POPULARES 1927-1944. SEGUNDA EXPANSIÓN.

La capital se expande al poniente al norte y al sur, se construye el Parque Cuscatlán, Hospital Militar, la Calle Arce se expande, se construye la Alameda Roosevelt, se construyen las colonias: Santa Anita, la Rábida, Guatemala, Honduras, colonia Guadalupe, Santa Eugenia, Colonia Modelo, Colonia Manzano, Colonia América, Barrio San Miguelito, Colonia Harrison, Colonia Mugdan. se inicia la colonia Escalón, y se edifica el Estadio Flor Blanca.
En esta segunda expansión y en concordancia con los regímenes militares, desde el golpe de 1931 los militares han permanecido en el poder, parece haber una evolución de la visión política-territorial del poder, ya no interesa estar en el centro político-económico, sino la seguridad, la casa presidencial se traslada a San Jacinto en el edificio cuyo destino era ser la Escuela Normal. Entre 1918 y 1929 el capital norteamericano desplazó completamente al inglés, definiendo así la política económica de Centroamérica, el capital producido por el café permitió el desarrollo de la manufactura, e instalación de las primeras fábricas, las clases trabajadoras comienzan a organizarse, y se clarifican las marginaciones del campo y la ciudad, el espacio urbano de San Salvador presenta una clara delimitación horizontal clasista. Las clases propietarias tienden a abandonar el centro para trasladarse al poniente, mientras las clases trabajadoras se asientan al sur, norte y oriente, el centro histórico comienza a coparse y surge un nuevo fenómeno: La metropolización. [2]

MODERNIZACIÓN Y CRECIMIENTO ECONÓMICO 1948-1960 TERCERA EXPANSIÓN

Se produce un expansión al Poniente, al oriente, al norte y al sur. Se construye El Salvador del Mundo, Colonia Costa Rica, Nicaragua y Barrio Lourdes, Colonia San Luis, 25 Ave. Norte y sur, Colonia Cucumacayán, Colonia Layco e inicios de la colonia Palomo, se construye el Paseo General Escalón, Hotel El Salvador, Colonia Lomas Verdes, Ave. Masferrer, Calle El Progreso, Colonia Centroamérica, Colonia Panamá, inicios de Colonia Atlacatl, 29 Calle Poniente, se construye el Boulevard del Ejército Nacional, Colonia Santa Lucia, Iglesia Don Rúa.
Esta expansión refleja una nueva etapa política y económica caracterizada por una modernización deliberada, la nueva generación de militares profesionales, se plantea el desarrollo como problema estratégico nacional, ya no es una visión liberal, sino intervencionista, hay un marcado crecimiento económico, en el cual se opta por el sector secundario de la economía, buscando la no dependencia del café. Las expansiones más grandes se dan al poniente, al oriente y al norte.
Se abandona la idea de casa presidencial y se sustituye por la residencia presidencial, ejemplo de ello es el Coronel Osorio quien fija su residencia en la Colonia Layco, una zona de crecimiento urbano de clase media. Más tarde el Presidente Lemus se convertiría en el primero en abandonar el radio urbano para domiciliarse en panchimalco. El Presidente Adalberto Rivera vivió en la Colonia Centroamérica un proyecto habitacional del Estado los cuales predominaron en esta época con una tendencia a favorecer a los militares. A estas alturas el centro histórico se encuentra ya saturado.
El Boulevard del Ejército se convierte en el corredor industrial de El Salvador, evidencia del proceso de industrialización a que el país estaba entrando, la expansión al sur significaba a la vez acceso a las planicies costeras lo cual era beneficioso para el café.

GUERRA CONTRA HONDURAS, MIGRACIÓN, CRISIS POLÍTICAS, 1960-1980 CUARTA EXPANSIÓN

Hay un fuerte desarrollo de la colonia Escalón, surgen las colonias: Campestre, El Mirador, Miramonte, Yumuri, se construye Metrocentro, el Centro de Gobierno , el Boulevard de Los Héroes, Colonia La Esperanza, Colonia Zacamil, Colonia Univesitaria, Colonia Miralvalle, Colonia San Francisco, Colonias: La Mercedes, Roma, La Mascota, Jardines de Guadalupe, La Sultana, Monserrat, Vista Hermosa, Jardines de la Hacienda, Jardines de Cuscatlán, Inicio de Ciudad Merliot, se construye la Feria Internacional, el Boulevard Tutunichapa, la Fuente Luminosa y la embajada de USA sobre la 25 Ave. Norte, además se construye el mercado central.
En la década de 1960-1970 la expansión es más ponderada al norte y sur, mientras que de 1970 a 1980 se produce crecimiento más al sur al norte y al poniente, se construyen las colonias: Miralvalle, Montebello, Satélite, Maquilishuat, San Mateo, Lomas de San Francisco, Alta Mira, Loma Linda, La Floresta, Jardines de la Libertad. Se construye la Autopista sur, el inicio a la autopista a Comalapa, y la Alameda Juan Pablo II.
La expansión de San Salvador en este período, es en todas las direcciones, pero más en dirección del volcán de San Salvador, ello significaba por un lado, la expansión de la clase media, militares y profesionales, pero por otro lado la crisis habitacional que produjo el regreso de los salvadoreños de Honduras. Hacia 1980 la crisis política y el estallido de la guerra civil producen un descenso en la dinámica de la expansión del radio urbano, únicamente se construyen 6 colonias nuevas la mayoría de clase media3, no obstante se inicia la gran urbanización de la zona de Soyapango como respuesta a la creciente migración interna producida por la guerra.

FINAL DEL SIGLO POLÍTICO 1992- 2000, QUINTA EXPANSIÓN

Hacia finales de siglo, la expansión de la ciudad decrece hacia el poniente, más bien hay una expansión de colonias de clase media tales como Merliot, Santa Elena y la Escalón, pero producto de las migraciones internas y el cese del conflicto armado, se produce una elevada demanda de vivienda popular urbana, lo cual da origen a los enormes proyectos urbanísticos más que todo hacia el oriente y al norte, dando lugar al fenómeno de las “ciudades dormitorios” y a un desordenado crecimiento urbano.
El gran cambio político del siglo XX fueron los acuerdos de paz, que significaron una transición hacia la democracia expresada en la transformación del FMLN en partido político.

[1] Gustavo Herodier. San Salvador el esplendor de una ciudad.
[2] FUNDE. La traza urbana del Centro Histórico de San Salvador. Carta Urbana 46, Julio de 1996.
[3] Ver cuadro anexo

La bolsa

Bolsa

González, Erika

Es un mercado regulado donde se compran y venden valores financieros con el objetivo de tener el máximo beneficio en el menor plazo de tiempo posible. Entre los productos que se negocian en los MERCADOS bursátiles están las acciones de las sociedades anónimas, que representan una parte del capital social de la empresa. Precisamente, el mercado de acciones y la globalización económica y financiera han facilitado el rápido crecimiento de estas empresas cotizadas, lo cual ha contribuido de forma importante a configurar el rol actual que juegan las grandes EMPRESAS TRANSNACIONALES en la economía mundial.

La Bolsa, como institución, nació a finales del siglo XV en las ciudades de Europa occidental que concentraban una mayor actividad comercial y donde tuvieron lugar las primeras transacciones financieras. La primera Bolsa importante fue la de Ámsterdam, fundada en 1602 por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. En España, la Bolsa de Madrid se registra oficialmente en 1831, y años después se crean las Bolsas de Bilbao (1890), Barcelona (1915) y Valencia (1980). Actualmente, a nivel mundial, el mercado bursátil más conocido es el situado en Wall Street, la Bolsa de Nueva York.

Las Bolsas son organizadas por las sociedades rectoras; en el caso español, ese papel lo ejerce la empresa Bolsas y Mercados Españoles (BME). Dicha compañía —que, a su vez, también cotiza en Bolsa y forma parte del Ibex-35— es el operador de todos los MERCADOS de valores y sistemas financieros en el Estado español. En 2012, los accionistas mayoritarios de BME son el Banco de España, BBVA, Caixabank, Banco Financiero y de Ahorros (BFA) —una sociedad controlada hoy al 100% por el Fondo de de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), accionista mayoritaria de Bankia— y BNP Paribas. Otro agente que hay que tener en cuenta es la institución supervisora, ya que al ser un mercado regulado las compras y ventas deben cumplir con una serie de leyes y ha de existir un órgano supervisor que vigile las posibles irregularidades. En relación con las Bolsas españolas, este órgano es la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), una agencia pública cuya eficiencia ha sido cuestionada al no evitar graves irregularidades como, por ejemplo, las que acontecieron con el caso Gescartera en 2001, la suspensión de pagos de Martinsa-Fadesa en 2008 y la quiebra de varias cajas de ahorro tras su salida a Bolsa en plena crisis financiera, donde Bankia se destaca como el caso más notorio: las acciones de este banco, que se cotizaban a un precio de 3,75 euros en el momento de su salida a Bolsa en julio de 2011, se desplomaban un 83% un año después, llegando a tener un valor de 0,651 euros por acción.

Acciones, dividendos y beneficios para las transnacionales

La cotización en Bolsa tiene un gran atractivo para las EMPRESAS TRANSNACIONALES y les aporta la posibilidad de obtener una mayor capacidad de financiación. Para ello, utilizan distintas vías: el crecimiento del valor de las acciones de las compañías, la emisión de nuevas acciones y la obtención de créditos en condiciones ventajosas. Actualmente están tomando fuerza también las ampliaciones de capital, por las cuales se emiten acciones nuevas para que puedan ser compradas, bien por los que ya son accionistas de la empresa o bien por otros nuevos. Esta inyección de dinero ha sido el mecanismo más importante para financiar la compra de empresas en el mercado global, permitiendo así la expansión de estas compañías a más regiones, a más población y a más sectores. Hay dos ejemplos claros en esta línea: el primero es el caso de Repsol, que hizo una de las mayores ampliaciones de capital monetario de la historia de la Bolsa española en julio de 1999, con el fin de absorber a la entonces argentina YPF; el segundo, el del Santander, que mediante una ampliación de capital captó 13.358 millones de euros en noviembre de 2004 con vistas a financiar la compra del banco inglés Abbey.

El objetivo último de la expansión global de las corporaciones transnacionales es la obtención del máximo beneficio, el cual se redirige, sobre todo, a retribuir a sus accionistas mediante el pago de dividendos. Por citar un ejemplo: en el año en que Telefónica obtuvo más de 10.000 millones de beneficios y batió el récord histórico de ganancias de las empresas españolas, el 70% de dichos beneficios se repartió como dividendo para los accionistas. Además, para cerrar el círculo, todo ello les posiciona mejor en los MERCADOS bursátiles de cara a conseguir una mayor financiación. No es de extrañar, por lo tanto, que las finanzas tengan una enorme influencia en la economía productiva, dando lugar a lo que se conoce como FINANCIARIZACIÓN. La planificación de la actividad de la empresa se pone, entonces, al servicio del crecimiento del valor en Bolsa: de este modo, por poner un caso, cuando Repsol anuncia el descubrimiento de nuevos campos, se revaloriza acto seguido su cotización bursátil y dicho incremento se destina, totalmente o en parte, a la RETRIBUCIÓN al accionista. Bajo esta lógica también se explica lo que se denomina “autocartera” —el número de acciones que una empresa se reserva para sí misma—, que proporciona un mínimo de control sobre el valor de las acciones por parte de la propia empresa y que se ofrece a los directivos de la compañía como parte de su RETRIBUCIÓN: la familia Botín, por ejemplo, tiene el 0,77% del capital del Banco Santander.

En este contexto, las compras y ventas de acciones entre unas empresas y otras responden, a su vez, a intereses financieros. En plena burbuja financiera, las multinacionales de la construcción compraron una parte importante del accionariado de las principales empresas energéticas: ACS entró en Unión Fenosa e Iberdrola; Sacyr, en Repsol; Acciona, en Endesa. Todo ello les sirvió para obtener grandes plusvalías en esos años; asimismo, con la quiebra de la burbuja especulativa, volvieron de nuevo a “hacer caja” con la desinversión y la venta de sus acciones en estas mismas compañías: FCC vendió la filial Flightcare, Repsol recompró a Sacyr el 10% de sus títulos en la petrolera, ACS puso a la venta sus acciones en Unión Fenosa…

Eso sí, aunque parezca que todo este flujo de movimientos de capitales no tiene repercusiones sociales y ambientales, la realidad es que se encuentra plenamente relacionado, por ejemplo, con los despidos masivos, ya sean por las fusiones entre empresas o por conveniencia bursátil. Otro caso, que actualmente está agravando la crisis ambiental y los conflictos sociales, es el de la revalorización bursátil de minerales, hidrocarburos e incluso alimentos básicos: el valor en Bolsa de estas materias primas y commodities ha impulsado el NEOEXTRACTIVISMO en muchos países y regiones de América Latina, África y Asia, donde se están destruyendo ecosistemas muy valiosos, desplazando poblaciones de su territorio y militarizando las zonas de explotación.

El poder del Ibex-35

Desde la integración de España en la Unión Europea, en 1986, hasta el año 2010, el valor bursátil del conjunto de las empresas cotizadas en la Bolsa española se multiplicó por trece. En ello han influido decisivamente el establecimiento del euro y las políticas neoliberales impulsadas por la UE, tales como el Tratado de Maastricht y el Tratado de Lisboa. Por un lado, las reformas neoliberales han impulsado todo un proceso de PRIVATIZACIONES de compañías estatales que, sumadas a las fusiones y adquisiciones, han conformado finalmente los grandes entramados empresariales españoles. Por otra parte, el euro permitió la creación de MERCADOS financieros de mayor dimensión, favoreció la confianza de las empresas españolas para hacer ampliaciones de capital y pedir grandes préstamos que, al final, se emplearon para financiar su expansión a América Latina.

Los MERCADOS bursátiles están formados por multitud de activos financieros y para facilitar la compra-venta de estos activos se crean índices que combinan los valores más representativos. En el caso español el más importante es el Ibex-35, un índice compuesto que engloba a los 35 valores de mayor liquidez que cotizan en las cuatro Bolsas españolas. Los sectores con mayor capitalización bursátil —valor que se calcula multiplicando el número de acciones por su valor unitario— dentro de este índice selectivo son los de banca, energía y agua. La concentración de un gran poder económico en pocas manos resulta todavía mayor si se tienen en cuenta las participaciones accionariales cruzadas de unas compañías con otras: basta comprobar, a modo de ejemplo, cómo hoy Caixabank posee el 12,5% de las acciones de Repsol mientras, a su vez, Caixabank y Repsol suman más del 65% del capital social de Gas Natural Fenosa. En el mismo sentido, si se revisa la composición de los consejos de administración de las principales empresas cotizadas, puede observarse que 47 personas son consejeros de al menos dos compañías del Ibex-35: Isidro Fainé, presidente de Caixabank, es a su vez consejero de Criteria, Telefónica, Repsol y Abertis; Demetrio Carceller, presidente de la cervecera Estrella Damm, es consejero de Sacyr y Gas Natural; Pablo Isla es presidente y consejero delegado de Inditex, a la vez que vocal en el consejo de administración de Telefónica.

Este entramado empresarial interconectado por medio de acciones compartidas cuestiona la teórica “libre competencia”. Y es que a los empresarios que comparten los puestos directivos y parte de la propiedad de estas compañías lo que les interesa es, precisamente, controlar el mercado: entre sus prioridades está el dominar los sectores económicos donde sus empresas tienen actividad, obtener más financiación y mayores beneficios mediante operaciones bursátiles, y generar un frente común para que los sucesivos gobiernos apliquen las políticas económicas que maximicen los beneficios empresariales.

El teatro

Discurso de Roberto Salomón al ingresar a la Academia Salvadoreña de la Lengua como miembro de número.
12 de marzo de 2015.

Ocupará el sillón “B”, en el que antes estuvo el prominente diplomático y profesor de derecho, Dr. Reynaldo Galindo Pohl.
Juramentó: Dr. René Fortín Magaña
Presentó: Dra. Irma Lanzas
La respuesta fue dada por el Arq. Luis Salazar Retana y leída por Ana María Nafría.

Permítanme citar el razonamiento del comité de selección del Premio Nobel, al otorgarle la máxima distinción en Literatura al comediante Darío Fo en 1997: “Por el espíritu renovador de su teatro, en la tradición de los juglares de la Edad Media, que castiga a los poderes establecidos y restaura la dignidad de los oprimidos.” Con una mezcla de política agit-prop, provocación lingüística y técnica teatral de la commedia dell arte italiana, Darío Fo crea una imagen cómica de una sociedad al borde de la locura. Mezclando gravedad y comicidad, abre nuestros ojos al abuso y la injusticia de una sociedad complaciente, paternalista e interminablemente corrupta.

La búsqueda insaciable del hombre por el control sobre sus semejantes ha dado lugar, desde tiempos inmemoriales, a instituciones en cuyo nombre se han cometido las atrocidades más grandes. Así, a través de la historia, el venerado y respetado sabio, brujo, médium, taumaturgo, milagrero o como se le llamara al chamán que realizara la representación en la comunidad y la conexión con lo sagrado, ha sido relegado a la posición jerárquica más baja de la sociedad, cuando no expulsado de ella.

En Europa de la Edad Media, el estado eclesiástico, consciente que el teatro es el último recinto de comunión no religiosa de la sociedad, hace de su única competencia todo ritual, magia, ceremonia y comunión, y proscribe al artista escénico. La representación secular como tal desaparece por unos siglos para surgir nuevamente a través del drama litúrgico.

Los saltimbanquis han recorrido un largo camino desde la época de Shakespeare en que los actores eran marginados por la sociedad. No podían ser sepultados en camposantos como cualquier mortal. Debían ser enterrados bajo un cruce de calzadas para que el alma no supiera por qué camino ir, y así evitar que se perpetuara el oficio.

Una de las razones para crear el “teatro a la italiana” con su marcada separación entre artista y público tal como lo conocemos hasta este día, fue para evitar la “contaminación” con el mundo del arte.
Por eso, luego de siglos de opresión, persecución y tortura, puede sorprender un poco la justificación del comité del Premio Nobel.

Este es el mundo que, sin conocerlo, elegí desde temprana edad. El mundo de los marginados, pero también el mundo de la verdad. Estoy de acuerdo con el Comité del Premio Nobel al reconocer que uno de los roles del teatro es el de “castigar a los poderes establecidos”. Pero sin olvidar nunca que, si el teatro debe formar, criticar, educar y elevar, su primer papel es de entretenimiento.
No quiero pasar por alto lo importante que me parece que la Academia Salvadoreña de la Lengua honre este día a alguien que no viene del mundo de la academia ni de la literatura, sino del teatro. Lo leo como un verdadero signo de apertura.

Para nosotros, los teatreros, como nos gusta autodenominarnos, aunque consideremos que el teatro escrito es literatura y se convierte en teatro solo al ser llevado a escena, la relación que tenemos con la palabra escrita es enorme. Dependemos de ella.

Por mi parte, vivo y trabajo en tres idiomas: español, inglés y francés. Como mi vocación es proponerle al público ideas y sensibilidades que puedan servir para ensanchar su visión del mundo, me encuentro continuamente trabajando en traducciones, ya sea de Shakespeare y Tennessee Williams al francés y al español, de Valle-Inclán y García Lorca al francés, o como es el caso actualmente, de Molière al oído salvadoreño.

En cuestión de estilo, el teatro, como todas las artes, cuenta con muchos “ismos”: expresionismo, impresionismo, realismo, naturalismo, lirismo, etc. Estos apelativos se refieren a la dramaturgia o sea a la parte del teatro que es un género de la literatura. En cuanto a lo que se refiere a la práctica misma del teatro ―y aquí hablo de técnica y teoría̶-, a partir del final del siglo diecinueve, el teatro occidental sufre una revolución profunda que surge desde sus mismas entrañas para buscar lo que llamaré “el teatro total”.

Desde el francés André Antoine, el padre del naturalismo decimonónico, que pretende que el teatro debe ser “una rodaja de la vida” y que, si se representa un drama que se sitúa en una carnicería se debe trasladar la verdadera carnicería al teatro, hasta las realizaciones actuales más osadas en que los artistas laceran sus propios cuerpos y exponen sus partes íntimas para hacer que nosotros, el público, reaccionemos ante lo que sucede en nuestro entorno, la búsqueda por el teatro total es incesante.

Así, el inglés Gordon Craig nos habla de un teatro total en el que la “über marionette”, sería el centro. Craig pide un actor virtual de un gran virtuosismo capaz de responder a las exigencias vocales y físicas imaginadas por el director más exigente. Ese actor capaz de demostrar las emociones humanas sin perderse en ella. Ese actor capaz tan deseado por el compositor alemán Richard Wagner, el hombre tan ansiado por el filósofo Friedrich Nietzsche.
El concepto de escenografía surge con el suizo Adolphe Appia que propone crear espacios en que los decorados tradicionales serán remplazados por una concepción del espacio definido por el volumen y la luz.

El ruso Constantín Stanislavski desarrolla el método que permite al actor encontrar en cada representación, su verdad interna, acabando de una vez por todas con falsas poses, y abriendo el camino a la actuación cinematográfica tal como la apreciamos hoy: realista y sentida.

El alemán Bertolt Brecht, a través de su “verfremdung” o teoría de la distanciación, plantea quitar la cuarta pared que separa al espectador del escenario, de modo que el público sea parte de la reflexión escénica.

El francés Antonin Artaud nos dirige hacia un “teatro de la crueldad”, que no es otra cosa sino un llamado para volver a los orígenes y reconectarnos con lo sagrado.

Hoy mismo, quien por muchos es considerado como el más grande de todos los directores teatrales actuales, Peter Brook, nos propone volver a experimentar un instante donde el teatro era ceremonia iniciática, espacio de magia hechicera, latido de un rito sagrado. Shakespeare, Molière, Goldoni, Antón Chejov, Emile Zola, Eugene Ionesco, Samuel Beckett, Tennessee Williams, Harold Pinter son algunos de los gigantes que dominan el mundo del teatro en cuanto a textos dramáticos. Para los que practicamos el oficio de director escénica, los gigantes que iluminan nuestro camino son efectivamente: Craig, Appia, Stanislavski, Brecht, Artaud y Brook.

En 1965, Peter Brook presentó en Nueva York una de las grandes obras teatrales del siglo XX, “La persecución y el asesinato de Jean-Paul Marat, interpretado por los internos del asilo de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade”, mejor conocida como “Marat/Sade”, del alemán Peter Weiss. La obra, considerada marxista, es revolucionaria en todos los sentidos: texto, posibilidades escénicas, contenido social, económico, ideológico-político, religioso. En esa época yo estudiaba para mi bachelor’s en historia del arte en la universidad de Dickinson. Me subí a un bus por siete horas desde Carlisle, Pennsylvania, hasta Nueva York sin tener idea de que iba a ver al inglés que era el máximo director del mundo; iba para divertirme.

Ver el montaje de Marat/Sade de Peter Brook fue una revelación. Me cambió mi horizonte, mi manera de concebir el teatro, de ver el mundo, de analizar el texto, de relacionarme con el teatro. Fue un gran momento de encuentro con el arte precisamente porque se trataba de un espectáculo de teatro total; había una implicación completa del actor, dentro de su propio cuerpo, los locos del asilo tenían una dicción perfecta; estéticamente, el montaje era hermoso de inicio a fin, con análisis que reportaban a la situación social, política e histórica totalmente claros. Cuarenta años más tarde, logré conocer a Peter Brook en persona y pude agradecerle por el crucial encuentro. En 1970 monté esa misma obra en El Salvador, con las primeras promociones del Bachillerato en Artes, orgullo de la Reforma Educativa de Walter Béneke.

El escritor Geovani Galeas me ha preguntado si yo estaba consciente de que traje un movimiento teatral tremendamente liberal a un país que estaba en plena gestación de una guerra. Debo responder que, desde un punto de vista político o sociológico, no; pero desde un punto de vista teatral, sí.

En 1971, José Luis Valle, un escritor que dirigía teatro y que vive en Santa Ana, escribió en un periódico sobre mi montaje de Marat/Sade, “tenía que ser un burgués el que me enseñara lo que es teatro revolucionario”. Ese burgués, soy yo. Más claro no puedo ser. ¿Soy burgués? Sí. ¿Quise revolucionar El Salvador? Sí. ¿A qué nivel? Revolucionando las mentalidades, no destruyendo el sistema. Es lo que todavía busco. Revolucionar la forma de pensar de la gente y no los sistemas políticos. A los sistemas políticos a menudo llega gente con mentalidades que no son revolucionarias.
El teatro en El Salvador era básicamente un teatro de texto; Marat/Sade planteaba, además del texto, un teatro del cuerpo, de la imagen, del gesto. En el contexto de la revolución cultural mundial de 1968, los jóvenes nos rebelamos contra un teatro de texto para acceder al teatro del cuerpo, de la imagen y del gesto. Nuestra estética correspondía al espíritu de contradicción de la época en la que, con todas las virtudes y todos los defectos de la juventud, pretendíamos romper con todo y crear un nuevo mundo. Con un discurso de ruptura bastante beligerante, pensábamos que ya no era el texto lo que importaba, sino la situación. Pero todo movimiento cultural es como el péndulo que oscila, yendo de un extremo al otro. El péndulo volvió de su rechazo a los textos, pero enriquecido de los logros del trabajo sobre la imagen y el gesto.

Los caminos de la guerra y de la vida me llevaron a vivir y trabajar durante 25 años en otra cultura y en otro idioma: el francés. Entre otras cosas, esa experiencia me enseñó a revalorar la importancia del texto en el teatro.

Mis estudios en Estados Unidos en el método stanislavskiano me habían formado a pensar que la situación que vive el personaje en una obra es casi tan importante como el texto mismo. En el ámbito de la cultura francesa, eminentemente cerebral, bañada de lógica cartesiana, la concepción es distinta. Por cierto, el método Stanislavsky ha tardado mucho más en ser asimilado por esta cultura en que el acercamiento sucede más a través de las ideas que del sentimiento. En tanto que, para un ruso como Stanislavsky, todo acercamiento se da por medio del sentimiento y de la acción física.

Pero la tradición del teatro occidental se basa primeramente en el texto. Como dice Shakespeare, “The play is the thing”; y hoy vemos un regreso a la tradición. Paradójicamente, cuando uno es joven no comprende que la ruptura misma es parte de la tradición. La generación de 1968 abominábamos de nuestros padres, pero la filiación es un hecho y así como uno no puede existir sin sus padres, no puede seguir existiendo sin sus hijos. Aunque no lo reconociéramos, nuestro movimiento se nutría de lo que nos precedía y sería alimento de lo que vendría después. Es la filiación del arte. De lo contrario se tiene un vacío, una adolescencia perenne que no permite acceder al estado que todo artista busca: el de un adulto eternamente abierto al mundo, joven, sorprendido y capaz de asimilar lo que aún no conoce.

Un buen director de teatro busca una forma orgánica en un clima en que los actores se sientan libres, donde todo está abierto.

Cuando comienza a trabajar una obra, empieza con una profunda intuición sin forma, un aroma, un color, una sombra. ¿Cómo será el vestuario? ¿Qué colores usar? Hacer y deshacer, buscar que esa intuición se convierta en algo más concreto. Hasta que de todo ello emerge una forma, que se modificará.

En los ensayos, debe provocar al actor, estimularlo, hacerle preguntas, crear una atmósfera en la que el actor pueda probar, investigar, hasta que el trabajo irrumpe en una zona oscura que es la existencia subterránea de la obra, y la ilumina.

Allí el director queda en posición de ver la diferencia entre las ideas del actor y la obra propiamente dicha. Hay que eliminar lo superfluo, todo lo que pertenece al actor y no a la conexión intuitiva que el actor ha establecido con la obra. El director está en mejor posición para decir qué es propio de la obra y descarta todo lo que está de más. Y hay que hacerlo sin miramientos, sin piedad, incluso con uno mismo.

El escenario es un lugar donde puede aparecer lo invisible. Los teatreros sabemos eso mejor que nadie; nuestro arte es por naturaleza efímero y al terminar la función no queda nada.
La palabra ‘dirigir’ tiene que ser dividida en dos. La mitad de dirigir es hacerse cargo, tomar decisiones, decir sí o no, tener la última palabra.

La otra mitad de dirigir es mantener la dirección correcta. El director es un guía, lleva el timón; tiene que haber estudiado las cartas de navegación y tiene que saber si lleva rumbo norte o sur. No cesa de buscar, pero no por la búsqueda misma, sino porque tiene un objetivo. El director podrá atender a lo que le digan los demás, transformará sus propias ideas, cambiará constantemente de rumbo y, sin embargo, las energías colectivas acumuladas seguirán sirviendo al mismo único fin.

Al igual que Peter Brook, pienso que el director de teatro tiene que trabajar entre dos extremos. Por un lado, debe tener un objetivo claro, pero un objetivo no tiene herramientas; sin embargo, un oficio está compuesto sólo de herramientas. ¿cómo enfrentar esta paradoja?

Primero, tiene que desarrollar un vivo interés por las relaciones, lo que significa comprender que él y un actor, él y un autor, él y las palabras, están siempre en relación. Así se desarrolla una mejor capacidad de observar, de escuchar, utilizar de manera más refinada los instintos e intuiciones; sólo se puede desarrollar en uno ayudando a otros a desarrollarlo.

Sucede que un actor escucha al director, le deja explicar con todos los medios de persuasión algo que el director piensa que es absolutamente perfecto; luego el actor hace exactamente lo contrario y el director se da cuenta de que eso es exactamente lo que la obra necesitaba. Esa es la colaboración creativa.

Y nunca olvidar que dentro del equipo, cada uno posee apenas una sola herramienta, su propia subjetividad.
Todas las interrelaciones son importantes, sobre todo el sentido del público. Si hay un respeto total por el público, el director teatral se vuelve consciente de qué le atrae y qué le hace perderse, desarrolla cada vez más la percepción de lo que el ritmo, el espacio, todos los aspectos físicos del teatro despiertan en el público.

Nunca debe despreciarse ninguna forma de teatro. Comedia, tragedia, sátira, drama histórico, costumbrismo, toda forma de teatro tiene derecho a la existencia.

Los intelectuales a menudo queremos “elevar” el nivel del público, pero el público es como el atleta: si la valla está colocada muy alta, no saltará el obstáculo. Y cuando hablamos de altura, no hay que perder de vista que los problemas de ritmo en un arte vivo como el teatro son de capital importancia. Los gritos de un director: ‘más rápido’, ‘no se escucha’, ‘no corran’ ‘no se te ve’ ‘demasiado lento’ ‘habla más alto’, son tan fundamentales como ‘¿dónde está el alma de la obra?’ ‘¿dónde está el corazón?’, ‘¿dónde está el significado?”

Finalmente, los dejo con la idea de Federico García Lorca que el rol del teatro es recoger el latido social, el latido histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas. Y que un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo.

No hacemos teatro para predicar ni para indicar camino alguno a seguir. No proponemos ideas fijas ni mensajes cerrados.

Procuramos que el espectador sienta. Y, como dice Peter Brook, cuando alguien siente, comprende.

El corazón de San Salvador

El corazón de San Salvador

La vieja San Salvador tiene la rara facultad de conservar en estado de absoluta sinceridad cien años de la historia del país; los cien años de mayor esplendor, lujo, ambición, extravagancia y también buen gusto. Los conserva como la naturaleza conserva los fósiles, sin querer, sin cuidado y sin propósito. Algunos son embriones de futuras ruinas; otros ya son escombros adultos. Una vieja tradición islámica dice que las ruinas son el hogar favorito de los genios. Por eso a los salvadoreños asusta el centro de su capital. Pero si uno escucha con atención los susurros de esos espíritus verá como ante sus ojos toma vida un pasado preñado de ensoñaciones pero incapaz al fin de burlar las exigencias de la naturaleza, los dioses y el alma de los hombres.

La ciudad es una de las más antiguas de Centroamérica y al igual que sus hermanas ha sucumbido numerosas veces a las catástrofes naturales. San Salvador conserva sin embargo vestigios de su pasado colonial, restos de fachadas novohispánicas, mesones con decoración mudéjar y la configuración de sus calles y sus plazas a base de cuadrículas exactamente alineadas con los puntos cardinales según el plano cósmico de Marco Vitruvio impuesto por el emperador Carlos V. Tres siglos después, la Independencia fue un regalo de los cielos que la aristocracia criolla pasó varias generaciones disputándose y utilizando como pretexto para el exterminio de las últimas formas de vida tradicional.

En la década de 1880 la propiedad compartida (comunal) y la asociación religiosa entre iguales (cofradía) fueron abolidas y con ellas el último fundamento de la organización social indígena. Una exquisita droga empezaba a ser consumida de manera masiva en las antiguas metrópolis. La producción de café requería cierta inversión tecnológica, tierras ricas y de altura, abundante mano de obra y una cuidadosa aritmética en la organización del trabajo. En cuanto las modernas élites salvadoreñas aprendieron a neutralizar la jurisprudencia indígena (no debió ser fácil convertir el ocio en una actividad delictiva, por ejemplo) sustanciosas cantidades de capital procedentes de las Europas y Américas blancas reencontraron su camino de regreso al paisito.

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Plaza Mayor 1890 (hoy Parque Libertad). Tomada del facebook de Carlos Quintanilla.

La otrora pequeña capital de provincia de un reino periférico de un imperio a la deriva, se convertía de repente en la “París de Centroamérica”. De Carrara fueron importados los mármoles más puros esculpidos por las más habilidosas manos italianas. De Cataluña y de Bélgica llegó la última tecnología en láminas metálicas con intrincados y caprichosos diseños. Los más insignes arquitectos y diseñadores que el dinero pudiera comprar llegaron de Europa así como artesanos y mercaderes chinos, turcos, árabes, rusos, judíos y quien sabe que otras naciones de la Tierra toda. De allende los océanos y los siglos llegaron también los estilos arquitectónicos del siglo XIX, los historicismos neogóticos, neogriegos, neobizantinos, neorrenacentistas, neobarrocos… San Salvador era poseída por un pasado ajeno, un nacionalismo lejano y un romanticismo fingido que inundaba sus calles y su Ilustre Cementerio.

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Costado oriental de la Catedral. Años 30. Tomada del facebook de Carlos Quintanilla.

Ya a principios del siglo XX la ciudad poseía una fisionomía característica (y no del todo desprovista de excelentes muestras de arquitectura ecléctica) que la hacían sobresalir por encima del resto de las ciudades de la región. Los continuos quebraderos de cabeza provenientes del campo exigieron mano dura y paternal represión. El punto crítico llegó a principios de 1932 cuando una amalgama de indígenas, campesinos pobres, desterrados y comunistas (los primeros de América) tomaron las cumas y usurparon el poder en algunas plazas menores del occidente salvadoreño. La reacción del gobierno (ya para entonces militar) fue inmediata, contundente y ejemplarizante, dejando regados los campos de cadáveres que en el más optimista de los cálculos se cuentan por decenas de miles.

La apuesta dio los frutos esperados, la élite burguesa se amplió enormemente y rindió su peculiar homenaje a la ciudad. A partir de los primeros años del siglo XX pocos espacios del centro pasaron sin ser renovados en los nuevos estilos modernistas. Cada vecino asumió la tarea de rivalizar con el contiguo en creatividad, capricho y fantasía. El movimiento que en su conjunto se conoce como Art Noveau en El Salvador se convirtió en un abigarrado desfile de formas y colores unas veces con claras reminiscencias mediterráneas, centroeuropeas, anglosajona o asiáticas y otras claramente latinoamericanas o exclusivamente locales. Durante los años 30 y 40, las huellas dejadas en San Salvador por los nuevos estilos internacionales como el Art Decó sirvieron para marcar el ritmo ascendente de la maquinaria moderna.

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Calle Arce, Años 30. Tomada del facebook de Carlos Quintanilla.

A finales de los años 50 El Salvador se convertía en el tercer exportador mundial de café, el país más industrializado de toda la región y el más visitado por los turistas. La revista National Geographic hacía públicos unos malabares estadísticos que convertían El Salvador en el mejor lugar del mundo para vivir. El país atraía grandes inversiones de capital estadounidense junto con sofisticada maquinaria industrial y los mejores medios de transporte. La nueva promesa de una verdadera “Revolución Verde” propiciada por la agroindustria (fertilizantes y pesticidas derivados de los petroquímicos) encontró en El Salvador el más fértil de los terrenos.

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Parque Libertad. Años 60. Tomada del facebook de Carlos Quintanilla.

El centro capitalino, fiel a su vocación escaparatista, acogió de nuevo lo mejor de las tendencias internacionales y ahora sus edificios empezaban a hablar los lenguajes de la bauhaus, el funcionalismo, el organicismo, el brutalismo, etc., llegando en ocasiones a elevadas cotas de excelencia creativa como en el caso de la Iglesia de El Rosario del escultor y arquitecto salvadoreño Rubén Martínez. El más exaltado espíritu triunfalista dominaba todas las esferas de la vida pública del país. Los males del pasado, los siglos de contradicciones y confrontaciones, parecían conjurados para siempre. Nunca en cambio la apariencia resultó tan engañosa. El poder económico, los inversores extranjeros, el ejército y los grandes medios de comunicación pasaban por momentos de intensa autoafirmación que de nuevo los condujo por la senda del exceso. Durante los 70 se produjeron al menos dos clamorosas violaciones de la voluntad democrática del pueblo, se perpetraron varias matanzas de civiles en la universidad y en otras plazas públicas, acabando por institucionalizarse los infames Batallones de la Muerte para la liquidación rutinaria y fulminante de opositores, campesinos, estudiantes, proletarios, mujeres, niños, curas, monjas y el mismísimo obispo de El Salvador. El centro sigue hoy exhibiendo en algunos de sus muros y sus puertas de hierro las huellas de las balas asesinas.

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Biblioteca Nacional y Ministerio de Cultura (frente al actual mercado Excuartel) Años 70.
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Azotea del Gran Hotel San Salvador en la Avenida de España. Años 70.

La Guerra de los Ochenta convirtió la capital en un bastión sitiado. Más de medio millón de salvadoreños migraron del campo a la ciudad durante los primeros años del conflicto. La economía dejó de crecer, los inversores se retiraron, los puentes y autopistas fueron volados y los pesticidas agroquímicos arruinaron los campos creando superplagas que aún hoy, cuarenta años después, siguen imposibilitando el cultivo del algodón en las tierras salvadoreñas y mantienen sus aguas subterráneas altamente contaminadas. Pero la Ira de Dios todavía encontró una manera más explícita de hacerse notar. El 10 de octubre de 1986 un sismo de 7.5 grados de intensidad y 5 segundos de duración destruyó el 90% de los edificios del centro de San Salvador, matando a 1.200 personas, hiriendo a 8.000 y dejando sin hogar a 200.000.

Fotos de Carlos Quintanilla y Antonio García Espada
Lotería de Beneficencia, 1970 y 2014.

Los edificios más altos y lujosos fueron los primeros en caer. El Gran Hotel, el Edificio del Café, la Biblioteca Nacional, el Ministerio de Educación, el Edificio Comercial, la Lotería Nacional, el Rubén Darío… Las ruinas de algunos de estos majestuosos colosos rendidos siguen hoy esperando a ser retiradas y la mayor parte de los edificios supervivientes está técnicamente inhabilitada para la vivienda. Desde entonces el centro de la ciudad ha perdido sus líneas rectas. Paredes y estatuas cívicas aun siguen dobladas, como humilladas ante el furor de la madre tierra.

Las élites y las autoridades se retiraron definitivamente del centro y con ellos sus extravagancias y derroches. Las nuevas líneas rectas (cada vez más rectas, cada vez más altas) están al oeste de la ciudad, rodeadas de amplias avenidas y alambres de espino. El centro en cambio quedó desahuciado y a punto estuvo de desaparecer como desapareció el centro de la Managua de los Somoza. Sin embargo, la densidad demográfica de El Salvador, la particular fisionomía del “Valle de las Hamacas” y las mareas de refugiados provocadas por la guerra inauguraron un nuevo destino para el centro histórico de San Salvador.

Foto de Mauro Arias Panamá
Costado poniente de Iglesia del Calvario. Foto de Mauro Arias Panamá.

El centro es en realidad un enorme intercambiador donde aun hoy más del ochenta por ciento de los medios de transporte público comienza o termina su ruta. Sus usuarios son por lo general los más pobres del país y en torno a ellos se ha desarrollado un vibrante comercio de minucioso menudeo que satisface sus necesidades al mejor de los precios posibles. Los artículos ofertados son vendidos generalmente en unidades en el último nivel de subdivisión (pañales, clavos, tomates… por unidades) y los exiguos márgenes de beneficio de los comerciantes dependen en su totalidad del volumen de venta; es decir, de extenuantes jornadas laborales de más de doce horas o tantas como dure la luz del sol sin dejar de ofrecer el producto con pasión, una voz adecuadamente modelada y distinguible del resto.

El Alcalde Morales Ehrlich sancionó la iniciativa popular espontánea el mismo año del terremoto y entregó una sección de la calle Arce desde la Catedral hasta la Plaza Hula Hula a los vendedores ambulantes. A partir de entonces el mercado al aire libre se fue extendiendo hasta cubrir la mayor parte del centro histórico (la sección oficialmente conocida como Perímetros A y B) arrebatándole el paso a los vehículos y llegando en ocasiones a techar calles enteras a lo largo de varias cuadras.

Foto de Antonio García Espada
Calle Delgado. Foto del autor.

La oferta es variadísima y tiende a agruparse por gremios: aperos de labranza, herramientas, herrajes, ropa, muebles, libros, discos, juguetes, electrodomésticos y muchas, muchas peluquerías. Abundan productos raros de encontrar en otras partes de la ciudad como yerbas y plantas medicinales, productos mágicos y esotéricos, objetos de culto así como la variada e imaginativa producción alfarera de raíces indígenas; también petates, morrales, matatas, cebaderas y todo tipo de pequeños y gigantescos canastos de fibra vegetal; caites, delantales de mil encajes, sombreros de paja y hamacas… Entre los puestos abundan las preparaciones rápidas de comidas y bebidas típicas como pupusas, pasteles, tamales, tortas, frescos, horchatas, cocacolas en bolsa… En algunos lugares se concentran en grandes cantidades y ofertan productos más sofisticados como hamburguesas y cervezas.

Desde hace no muchos años están alcanzando un notable éxito los comerciantes que venden productos importados de Estados Unidos. Conocidos como bodegones o más popularmente agachones, estos negocios venden cantidades ingentes de mercancía descartada en el exuberante país vecino bien por defectuosa, pasada de moda o simplemente desgastada por el uso. Son negocios que requieren gran cantidad de mano de obra y que gracias a su eficiente gestión en el reciclaje han introducido importantes modificaciones en el look de los salvadoreños que, ahora, por unas coras, adquieren ropas, calzados y juguetes, algo deslucidos, pero de la mejor de las facturas.

Foto de Mauro Arias Panamá
Foto de Mauro Arias Panamá.

Se calcula que en el centro tienen lugar un millón de transacciones diarias. Su intensidad, ajetreo y organicismo recuerda mucho a los bazares orientales de Fez, Cairo o Estambul, solo que los supera a todos en tamaño. Sin embargo el gran mercado a cielo descubierto que es el centro tiene su propia poesía. Alguno de sus admiradores de entre los pocos eruditos lo considera un tianguis. El tianguis es una modalidad de mercado popular, temporal e informal característica de las poblaciones indígenas mesoamericanas. El debate no está cerrado respecto a si su origen es totalmente prehispánico o si tiene influencias musulmanas traídas por los invasores cristianos. Pero en El Salvador es una realidad atemporal. El tianguis san salvadoreño es un fenómeno no controlado, pero que satisface las necesidades reales de la inmensa mayoría de la población de este país. Y no parece que ninguna otra iniciativa de las impulsadas desde arriba haya conseguido satisfacer realmente las necesidades de los de abajo, por lo que debemos a la inapelable ley de la naturaleza un tipo de equilibrio que merece al menos un momento de consideración desprejuiciada.

La última guerra oficial en El Salvador terminó sin aportar soluciones visibles a ninguno de los bandos. Los ricos siguen teniendo miedo y los pobres hambre. Todos de una manera u otra soportan imposiciones que a menudo rayan en lo insoportable. La conversión espontánea del centro en un inmenso tianguis es también producto de ese conflicto no tan lejano en el tiempo. Su capacidad de aplacar la miseria, aunque sea levemente, puede haber sido una de las razones de la paulatina y creciente pacificación de, al menos, la capital. Dicha capacidad posee su propia belleza. El centro es amable, colorido, trata bien al visitante y posee un enorme atractivo turístico. En vez de estar sitiado, continuamente amenazado y expuesto a las sacadas de pecho de los políticos, el centro debería ser mimado como el refugio de los pobres, como el puente de El Salvador con su propio pasado, como un lugar de contradicciones pero también de encuentros, de disensión así como de consenso, de caos y de orden: de vida en suma.En el centro hoy miles de vendedores (ambulantes, informales, espontáneos) y compradores (apresurados, humildes, improvisados) pululan entre los grandes monumentos y las más adorables huellas del pasado, pero también entre las ruinas y los testimonios arqueológicos del sufrimiento. El centro contiene más información sobre la historia de El Salvador que todas las bibliotecas juntas. Permite largos paseos sin competir con el acero de los vehículos. Entre sus calles se encuentran objetos curiosos y de gran valor cultural. Hay también músicos ambulantes, billares, buena comida, espectáculos de lucha libre y exaltados predicadores del evangelio. No faltan tampoco encomiables iniciativas privadas como la restauración de fachadas e insignes edificios como el Plaza Centro, la Biblioteca Luis Alfaro Durán, o la Excasa Munguía. Ciertamente no estaría mal que alguien eliminara para siempre y del todo las nefastas rejas que convierten la plaza Morazán en un corral de pollos o que se mostrara algo de respeto por la iglesia de San Francisco y las decenas de sorprendentes mesones de la parte oriental del centro antes de que salgan ardiendo como tantos otros edificios antes de ellos. Emblemáticos edificios como el segundo Hotel Nuevo Mundo están en manos de celosos propietarios que no permiten su contemplación… en fin.

Pero también hay que aplaudir el puntual aseo y desinfectado del Mercado Central y el Mercado Excuartel, así como el esmerado cuidado del espectacular cementerio de los Ilustres. El Palacio Nacional y el Teatro están bien conservados (aunque los horarios de visita no pueden ser más inapropiados). Se sigue intentando tenazmente hacer funcionar la fuente de la Plaza Barrios (o Cívica o Telefónica o como quieran llamarla los sucesivos alcaldes) y sus pocos árboles supervivientes aun continúan siendo motivo de reunión de consumados tertulianos que hablan entre sí sin propósito y sin prisas. Los viernes por la tarde en la plaza San José, una orquesta a los Hermanos Flores deleita a transeúntes despistados y alivia las penas de vagabundos, bolos y prostitutas. Jóvenes emprendedores universitarios solo tienen que poner juntas tres tablas para lanzar sus ideas a la calle y vender elaboradas artesanías, esencias personalizadas, sus sueños de un mundo mejor. Las vendedoras y sus hijas cultivan un raro arte de persuasión que combina entonaciones embrujadoras, comprometedores halagos e impúdicas caricias en las manos y los hombros que a mí y a otros como yo han convencido hasta de comprar el traje del equipo de fútbol rival.
Foto de Antonio García Espada
Bella por dentro. Foto del autor.

El Salvador hoy es un país muy distinto al de los años 30 y los años 60 del siglo XX, al de los años 40 y los años 80 del siglo XIX y al de los trescientos años de la colonia española. Todas estas épocas en cambio tienen en común una marcada cultura de confrontación violenta. Comparten también un fuerte rechazo hacia su propio pasado y la convicción generalizada que hay que comenzar de nuevo. De hecho, la idea de abandonar San Salvador es una constante en la historia de El Salvador. Ya en 1854, después de otro desolador terremoto, el presidente Dueñas decidió mover la capitalidad a Santa Tecla. Los terroneros, como eran conocidos los san salvadoreños por pasar la vida entre los terrones dejados por los continuos sismos, circularon un panfleto en el que se leía que “preferirían hundirse o que se los tragara la tierra antes que abandonar el solar de sus antepasados”. Y, bueno, por el momento van ganando.

El centro de San Salvador es criticado por todos: quienes lo habitan saben cuánto debería mejorar y quienes no lo conocen piensan que debería desaparecer. Sin embargo ahí está. El centro crece, tiene una historia y una personalidad propia. Cambia y se adapta a las nuevas exigencias. Solo desde el respeto a esta extraordinaria capacidad de resistencia y supervivencia encontraremos maneras de hacer del centro un espacio más habitable, inclusivo, digno de orgullo y admiración.

Los centros comerciales y su impacto en la ciudad

Los centros comerciales y su impacto en la ciudad

Por:
Arq. Jorge Regazzoli
Universidad Centroámericana “José Simeón Cañas”, UCA jregazzoli@uca.edu.sv

Desde la década de los noventa ha crecido en América Latina un proceso de privatización de la planificación urbana, que usualmente ha sido regido por las fuerzas del libre mercado representadas por inversionistas inmobiliarios y empresas constructoras; agentes motivados principalmente por factores de lucro y no por principios de bien común.
Consecuentemente, han surgido nuevos paradigmas con elementos que rompen totalmente con características positivas de nuestros centros urbanos.

Uno de estos elementos es el centro comercial tipo mall, tan “populares” ahora en nuestra ciudad. Dos debates han surgido alrededor de estos centros comerciales: 1) ¿Son o no espacios públicos?; 2) ¿Cuáles son sus impactos urbanos? Respecto al primer debate, considerar un centro comercial como espacio público o no depende de a qué le asignemos el carácter de público, si a la propiedad o al uso.

Los centros comerciales son propiedades privadas de uso público, esto conlleva mayor regulación sobre su uso y una inducción sobre el comportamiento de los usuarios-clientes. Incluso cumplen un rol en la definición de las prioridades de la sociedad en tanto forman parte de un modelo que promueve una sociedad consumista. Por tanto, no se cumple la principal cualidad de un espacio público que es la construcción de ciudadanía desde la ciudadanía.

Respecto al segundo debate, los promotores de estas inversiones afirman tener un impacto beneficioso al crear polos de desarrollo que generan empleos. Esta aseveración es cuestionable. Muchas veces lo que pasa no es que se generan nuevas dinámicas económicas sino más bien que las dinámicas económicas se trasladan. Grandes almacenes abandonan su ubicación histórica para trasladarse a centros comerciales, los cines que antes existían por toda la ciudad desaparecen porque ahora esa actividad se realiza en los centros comerciales etc.

La vida, entonces, se traslada de la ciudad a los centros comerciales y los lugares donde se desarrollaban actividades como compras, ocio y trabajo quedan abandonados y en proceso de deterioro.

Richard Sennett afirma que la atomización de la ciudad, de la cual los enclaves fragmentarios como los malls son una expresión, “han puesto fin en la práctica a un componente esencial del espacio público: es la superposición de funciones en un mismo territorio lo que creacomplejidad en la experiencia vivida en ese espacio” (Sennett, 1977).

Según Adam Ezrahi, este tipo de desarrollos inmobiliarios es uno de los factores responsables del creciente debilitamiento de los centros urbanos en beneficio del modelo norteamericano de ciudad expandida. Ezrahi afirma que “el modelo norteamericano de hábitat suburbano, que tiene como complementos necesarios el automóvil privado y el mal o centro comercial, provoca el vaciamiento de las ciudades, empobreciendo el espacio público y transfiriendo la responsabilidad de la conformación del estilo de vida de la sociedad a las fuerzas del mercado” (Ezrahi, 1999).

Según Esther Zandberg este tipo de desarrollos inmobiliarios “crean un modelo cultural definido de carácter conservador, aislacionista y culturalmente heterogéneo” (Zandberg, 1998).

En nuestra capital y otras ciudades, la degradación de los espacios públicos ciertamente comenzó antes de la proliferación de los centros comerciales. Pero el que estos sustituyan su función empeora las cosas. Los parques, plazas y ejes peatonales lejos de recuperarse tienden a degradarse más si no se interviene en ellos.

En su artículo sobre transporte público de la edición 01 de La Casa de Todos, Raúl Avelar lanza la pregunta de ¿cómo queremos vivir? el autor afirma que la respuesta nos dará pistas de la ciudad que queremos. En el mismo artículo plantea: “Si por ejemplo, queremos una ciudad donde algunos habitantes tengan acceso exclusivo a ciertas amenidades que la mayoría no, debemos construir centros comerciales; la inversión en parques, el rescate de espacios públicos, y el ordenamiento del comercio informal seguramente estarían al final de nuestra lista de prioridades, ya que dichas medidas contravienen la exclusión que nos interesa establecer” (Avelar, 2009).

Está claro que los centros comerciales tipo mall obedecen a un modelo que segrega la sociedad y fragmenta la estructura urbana de la ciudad. Vale la pena preguntarse entonces: ¿Cuál es la ciudad que queremos? ¿Una ciudad de carácter individualista, consumista y segregador o una ciudad con una perspectiva comunitaria y diversa donde la solidaridad y la cohesión social son prioridades?

Referencias:
Ezrah, Adam. 1999. La Planificación Suburbana Como Cultura. Pag. 3. Aurora.
Zandberg, Esther. 1998. El País del Suburbio. Haaretz.
Avelar, Raul. 2009. El Transporte Público. Pag. 22.La Casa de Todos, Edición 01.
Sennett, Robert (1977) The fall of the public man. Northon & Company.

¿Una iglesia estéril?

¿Una iglesia estéril?
marzo 12, 2015 Voces Comentar
Publicado en: Actualidad, De furias y ternuras – Julia Evelyn Martínez, Foro de opiniones, Voces Ciudadanas

Julia Evelyn Martínez

En su alocución dominical del pasado 8 de marzo, el papa Francisco quiso congraciarse con las mujeres del mundo, y no dudó en afirmar que “un mundo que margina a las mujeres, es un mundo estéril”.

De inmediato, las agencias noticiosas y los medios de comunicación se encargaron de transmitir este mensaje, supuestamente como una muestra más del talante reformador del nuevo jerarca de la Iglesia Católica, y por supuesto, sin cuestionar en ningún momento la coherencia entre este discurso y la manera en cómo se trata a las mujeres en el seno de esta institución religiosa.

De acuerdo al diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra marginar significa “poner o dejar a una persona o grupo en condiciones sociales, políticas o legales de inferioridad”. Es decir, según el papa, un mundo que coloca a las mujeres en condiciones sociales, políticas o legales de inferioridad, es un mundo estéril, un mundo que no puede producir frutos o resultados positivos para quienes habitan en él. Excelente aforismo utilizado por el papa para ilustrar los resultados de la marginación de las mujeres que existe en la mayoría de sociedades actuales, PERO…. ¿Se podría aplicar la misma sentencia para calificar a la iglesia que el papa dirige?

La iglesia católica es una institución poderosa. Se estima que sus adeptos en el mundo suman casi 1,200 millones de personas, y que cuenta con una plantilla de 200 cardenales, 5,000 obispos, 410,000 sacerdotes, 55,000 religiosos, y 740,000 monjas.

El poder económico y financiero de esta entidad es incalculable. Sin embargo, se sabe que el Vaticano posee la segunda reserva mundial de oro después de la del tesoro de Estados Unidos, y que sus inversiones inmobiliarias y financieras, incluyen asocios con los mayores grupos financieros mundiales (Rotchild, JP Morgan, Credit Suisse y otros). Únicamente en Estados Unidos se calcula que el Vaticano tiene inversiones por valor de $500 millones en acciones de corporaciones como General Motor, General Electric, y Gulf Oil.

Este incalculable poder social y económico explica en buena medida la enorme incidencia que esta entidad tiene en los “asuntos terrenales”, que incluyen no solo la influencia del Vaticano en el rumbo de las políticas de los Estados sino también su influencia en las prácticas culturales, educativas y sexuales de millones de personas.

¿Cómo trata a las mujeres esta poderosa institución religiosa?

En primer lugar, pese a que las mujeres representan el 61% de miembros de las órdenes religiosas católicas, se les niega la posibilidad de llegar ser ordenadas en el sacerdocio, y por ende, se les inhabilita para ocupar un puesto en la compleja estructura eclesial, ya sea como obispos, arzobispos, cardenales o papas.

En segundo lugar, los hombres que forman parte de las órdenes religiosas católicas (jesuitas, franciscanos, dominicos, etc.) disponen de las facilidades para el desarrollo de su intelecto y para incursionar en ámbitos profesionales de prestigio social, como filosofía, física, biólía, sociología, medicina o economía En cambio, la trayectoria académica de las mujeres religiosas es más limitada, y salvo excepciones, se circunscribe a ocupaciones y profesiones “femeninas”, tales como la educación básica, los cuidados de salud, y el trabajo social comunitario.

En tercer lugar, la iglesia católica aún mantiene en su doctrina, el estudio y enseñanza de textos que constituyen verdaderos ejemplos de violencia simbólica contra las mujeres y/o que reproducen y refuerzan los patrones de discriminación en contra de las mujeres.

Así por ejemplo, en la Biblia católica se puede encontrar el libro del Eclesiastés (o libro del predicador) que no omite pasajes de clara misoginia que alientan la discriminación de las mujeres en las familias y comunidades católicas. Por ejemplo, en la versión latinoamericana de la Biblia católica de este libro se lee:”La mujer es más amarga que la muerte; ella es para el hombre una trampa, su corazón es una red y sus brazos cadenas. El que agrada a Dios se escapa de ella, pero el pecador se deja atrapar”.(7:26).

De igual manera, en la galería de los llamados “doctores de la Iglesia”, se otorga un lugar especial a los escritos de Santo Tomás de Aquino y de San Agustín de Ipona, quienes sin ningún tipo de censura en pleno siglo XXI se dedican aún a menospreciar y a denigrar la imagen de las mujeres. ¿Habrá leído el papa Francisco el pasaje de Santo Tomás de Aquino en donde se cuestiona la utilidad de las mujeres cuando afirma “yo no veo la utilidad que pude tener la mujer para el hombre, con excepción de la función de parir hijos”?¿ Habrá reparado el papa que aún se encuentra en la bibliografía oficial de la doctrina católica el texto de San Agustín que acusa a las mujeres de la muerte de Jesucristo , y que afirma que “ las mujeres, sois la puerta del diablo; las transgresoras del árbol prohibido, sois las primeras transgresoras de la ley divina…. Por causa de vuestra deserción, habría de morir el hijo de Dios”.?

Por supuesto que la marginación de las mujeres no es exclusiva del catolicismo. Con mayor o menor medida se encuentra en otras religiones monoteístas que adoran a deidades masculinas, como en el caso del judaísmo o del Islam. Pero al menos, los jerarcas de estas instituciones religiosas no tienen la hipocresía de ver la paja en el ojo ajeno, para desviar la atención de la enorme viga que tienen en sus propios ojos.

Perdiendo la Cabeza de Jaguar

Perdiendo la Cabeza de Jaguar
Federico Paredes Umaña *
El Faro / Publicado el 6 de Marzo de 2015

El robo del monumento prehispánico #47 de la tradición Cabeza de Jaguar del occidente de El Salvador revela la existencia de grupos de contrabando de arte prehispánico especializado y pone a la Secretaría de Cultura en entredicho, debido a que, por su negligencia, el monumento no estaba registrado en la Lista Roja de Bienes patrimoniales, lo que dificulta su repatriación en caso de ser localizado fuera del país.

Monumento #47 de la Tradición Cabezas de Jaguar fue robado el 1 de marzo de la finca Loma de Paja, en Santa Ana. Pesa 5 quintales y mide mide 0.80 m de alto, 0.63 de ancho y 0.60 de grueso. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Monumento #47 de la Tradición Cabezas de Jaguar fue robado el 1 de marzo de la finca Loma de Paja, en Santa Ana. Pesa 5 quintales y mide mide 0.80 m de alto, 0.63 de ancho y 0.60 de grueso. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Que un bien cultural antiguo sea robado en El Salvador no es inusual; hemos visto robos a iglesias coloniales, saqueo de sitios arqueológicos mediante excavaciones nocturnas, robos de vasijas de cerámica polícroma de las mismas vitrinas de los museos de sitio. Sin embargo, el caso del robo del Monumento #47 de la tradición “Cabeza de Jaguar”, en el primer fin de semana de marzo del 2015, me tiene francamente desconcertado.

El reporte de robo me llegó el domingo 1 de marzo por la noche, mediante un correo electrónico del dueño de la finca cafetalera en la que se encontraba el monumento, un lugar alto y poco accesible. La escultura había permanecido ahí desde que fue hallada por el padre del finquero, hace tantos años que nadie recuerda bien.

Soy el arqueólogo que registró la pieza por primera vez, durante mi trabajo de tesis doctoral. Era una tarde nublada en 2011 cuando por fin tuve acceso al lugar para ver y registrar el monumento. Lo sumé como el número 47 de mi lista. Hoy conocemos un registro de 53 monumentos que pertenecen a esa tradición oriunda del occidente de El Salvador, algunos llegan a medir un metro de altura y en general son artefactos bastante pesados, lo que hace pensar que su robo es un acto planificado. Los ejemplares conocidos proceden de los departamentos de Ahuachapán, Sonsonate y Santa Ana. Esta prolija tradición escultórica representa rostros estilizados de felinos y otros seres del reino animal, fusionados con rostros humanos, y pertenecen a una cultura que se desarrolló cerca del año 300 AC en el occidente de El Salvador. Su importancia para entender el surgimiento de la cultura Maya es incalculable, y sin embargo conocemos muy poco todavía de sus creadores. Los hallazgos que reporté en mi tesis muestran que las cabezas de jaguar se usaron junto con retratos de gobernantes, una práctica acompañada de escritura jeroglífica y notaciones calendáricas que están a la base de los desarrollos civilizatorios del sureste de Mesoamérica. Todos estos monumentos han sido tallados en bulto en rocas basálticas, andesitas o escorias volcánicas, material adecuado para una cultura que surge y se desarrolla en la cadena de volcanes que corre paralela a la costa del Pacífico.

El Museo Nacional de Antropología de El Salvador tiene en su colección 15 ejemplares; los 38 restantes se distribuyen en colecciones particulares en el territorio nacional, o fuera de él. La cabeza de jaguar #53 de mi catálogo la conozco solo por fotos; está en una colección particular cuya localización no me ha sido revelada por mi informante, curador de arte prehispánico en los Estados Unidos.

Los ejemplares que sí he podido ver, tocar y medir en el territorio nacional están distribuidos por los caminos de fincas, estanques, piletas y hasta gasolineras del occidente de El Salvador o en casas de recreo. Otros han corrido la suerte de estar en propiedad municipal, en condiciones de preservación variable; algunos empotrados en cemento y expuestos a la intemperie y otros con tratos más dignos, como en el caso de Ataco, donde se ha abierto una pequeña sala de exhibición para resguardarlos que cuenta con vigilancia las 24 horas.

Monumentos #24 y #25 de la Tradición Cabezas de Jaguar pintados de campaña política en la pileta de la ex-hacienda La Labor. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Monumentos #24 y #25 de la Tradición Cabezas de Jaguar pintados de campaña política en la pileta de la ex-hacienda La Labor. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

El robo del monumento #47 pone de relieve varias cosas sobre las pasadas y la actual administración de cultura. Una de estas cosas es la inexplicable negligencia de las autoridades en el procesamiento de información relevante, que resalta la importancia y vulnerabilidad de una tradición escultórica de características únicas en Mesoamérica. Dicha investigación fue socializada desde el año 2012; ejemplares de la tesis doctoral Local Symbols and Regional Dynamics: The Jaguar Head Core Zone in Southeastern Mesoamerica During the Late Preclassic, por la Universidad de Pensilvania, fueron entregados a la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural, a la biblioteca especializada del Museo Nacional de Antropología, a la biblioteca de la Asamblea Legislativa y a la biblioteca de la escuela de Antropología de la Universidad Tecnológica. Copias digitales de la misma fueron entregadas en la Universidad de El Salvador, y circulan entre arqueólogos nacionales e internacionales.

En el año 2014 hice entrega a la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural de una base de datos en formato digital de los 52 registros localizados hasta ese momento de la tradición escultórica cabeza de jaguar, procedente del occidente de El Salvador.

La entrega del material se hizo con el propósito expreso de que los monumentos fueran debidamente registrados como patrimonio cultural de la nación. A la fecha no poseo información fidedigna que pruebe que esos registros se llevaron a cabo.

Monumento #36 de la Tradición Cabezas de Jaguar luce empotrado en cemento en una gasolinera del occidente de El Salvador. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Monumento #36 de la Tradición Cabezas de Jaguar luce empotrado en cemento en una gasolinera del occidente de El Salvador. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

La urgencia de acción ante un robo como este es evidente para todo el mundo, por lo tanto no es extraño que las autoridades hayan reaccionado rápidamente tomando nota del mismo y que manifiesten haber interpuesto ya la denuncia ante la fiscalía. Sin embargo, lo que se observa como constante en la gestión del patrimonio cultural del país, en pasadas administraciones y en la actual, es la acción reactiva ante las crisis. Casi nunca vemos las políticas preventivas, ni las acciones legales que aseguren que no actuemos como bomberos, ya ante el incendio.

Si efectivamente los registros derivados de la investigación mencionada hubieran sido usados para actualizar la Lista Roja de Bienes Culturales, de acuerdo con los convenios internacionales, estaríamos ante una acción preventiva de parte de las autoridades de cultura. No parece ser el caso; una institución que registra bienes culturales sabe dónde y en qué condiciones están. Dudo que un funcionario comprometido con la salvaguarda y defensa del patrimonio nacional pueda dormir tranquilo conociendo las condiciones del Monumento #12, quizá una de las piezas más exquisitas del arte escultórico de El Salvador, y su ubicación actual, empotrado en una pileta en un establecimiento comercial en la ciudad de Santa Ana. Tampoco tendría un sueño tranquilo un funcionario que hubiera registrado estos monumentos en la Lista Roja si supiera que hay dos monumentos de esta tradición Monumentos #24 y 25 empotrados en una pileta en una finca en el municipio de Turín, y que a una de ellas le han instalado un tubo para que saque agua por la boca, y que todos los años estos dos monumentos prehispánicos son pintados con la bandera política de un partido en contienda electoral. Tampoco podría un secretario de cultura ufanarse de preservar el patrimonio cultural del país si supiera que uno de los monumentos más espectaculares de la talla en piedra de la tradición Cabeza de Jaguar, el Monumento #36 yace empotrado en una cápsula de cemento en una gasolinera de occidente.

Monumento #12 de la Tradición Cabezas de Jaguar empotrado en pileta en una colección particular Santa Ana. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Monumento #12 de la Tradición Cabezas de Jaguar empotrado en pileta en una colección particular Santa Ana. / Fotos cortesía de Federico Paredes.

Me preocupa el robo del monumento #47 porque nos confronta con su desaparición y nos habla del peligro que otros desaparezcan en los días venideros. Nos enfrenta con la logística criminal de grupos especializados, con la capacidad de entrar a una finca remota con vehículos adecuados y fuerza suficiente para cargar un monumento de por lo menos 5 quintales de peso. Esto nos pone de manifiesto que hay comandos especializados dedicados al robo de arte prehispánico, y que existe un mercado nacional e internacional, donde estos artefactos patrimoniales son requeridos. También nos muestra, quizá, que la investigación arqueológica que se genera en el territorio nacional no la están leyendo las personas adecuadas, no está siendo usado para crear políticas que aseguren el resguardo y disfrute de estos monumentos por parte de la población.

El conocimiento del pasado no es un fin en sí mismo, no se lleva a cabo para que los académicos desarrollen sus carreras en universidades e institutos de investigación. Su fin en una sociedad como la nuestra es prepararnos para razonar sobre los procesos sociales de nuestra especie, para dimensionar el tiempo profundo en el proceso de formación de sociedades, sus alcances y sus limitaciones. El territorio simbólico es el escenario de las disputas más duras en nuestra sociedad de posguerra. Los investigadores ofrecemos datos para nuevos imaginarios. Si el presente no nos unifica, el pasado tiene un potencial profundo. Nuestra relación con el pasado es esquizofrénica; sanarla es el papel de la cultura. Hay que recuperar la cabeza.