Iglesia Luterana Popular participa en acto en solidaridad con luchas del pueblo palestino

Iglesia Luterana Popular participa en acto en solidaridad con luchas del pueblo palestino

SANTA TECLA, 2 de agosto de 2014 (SIEP) “Condenamos el genocidio que comete el estado de Israel contra el pueblo palestino, contra sus mujeres, contra sus niños…”expresó esta tarde el Rev. Ricardo Cornejo de la Iglesia Luterana Popular, en un Acto en el paseo El Carmen de esta ciudad.

El acto fue organizado por el recién creado Comité Salvadoreño de Solidaridad con el Pueblo Palestino, que se plantea aglutinar a los diversos sectores populares y sociales que se repudian la brutal agresión que realiza el estado de Israel en la población palestina de Gaza.

Por su parte, el también pastor luterano, Rev. Roberto Pineda indicó que “nuestra presencia esta tarde simboliza la solidaridad que une a nuestros pueblos, el pueblo salvadoreño y el pueblo palestino. Ambos pueblos hemos sufrido los ataques de los imperios y tenemos una larga tradición de lucha.”

“El dolor que nos causan estos crímenes nos llena de indignación. Y esta indignación debe de transformarse en solidaridad. En denuncia de estos crímenes. En exigencia de romper relaciones con este estado terrorista. En apoyo a las y los que defienden con las armas en la mano la independencia de Palestina. Tenemos la firme convicción, nuestra esperanza es que los sionistas no pasaran y Gaza, Palestina toda será reconstruida y los niños y niñas irán de nuevos a sus escuelas en paz, sin temor a ser bombardeados. Amén.”

Realizan charla de MPTIES en San Miguel sobre pensamiento político de Schafik Handal

Realizan charla de MPTIES en San Miguel sobre pensamiento político de Schafik Handal

SAN MIGUEL, 26 de julio de 2014 (SIEP) “Conocí a Schafik Handal siendo joven, hace cuarenta años y desde entonces le he dado seguimiento a su pensamiento político…” indicó el Lic. Roberto Pineda, de 55 años, director del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete” en charla realizada esta mañana con integrantes en esta ciudad del Movimiento de Profesionales, Técnicos e Intelectuales, MPTIES.

Agregó que “hay un hecho fundante en la vida de Schafik que sucedió cuando él tenía 14 años y estudiaba bachillerato en el Colegio García Flamenco, y una tarde de mayo de 1944 un estudiante universitario pidió permiso en su aula al profesor para hablar y dijo: esta es la hora de derrocar al tirano, les hago un llamado a incorporarse a la huelga general. Y todos sus compañeros se pararon, tomaron sus libros y salieron del aula. Schafik nunca olvidaría esas palabras de ese estudiante que le marcaron su vida.”

“Vamos a estudiar el pensamiento político de Schafik desde su génesis hasta sus últimas intervenciones en la Asamblea Legislativa. Schafik fue el más grande pensador marxista de nuestro país, y uno de sus más grandes revolucionarios, constructor de la teoría, de la estrategia y la táctica de la revolución salvadoreña.”

Schafik pudo cumplir esta misión como teórico y como conductor revolucionario mediante tres elementos: en primer lugar, el estudio profundo de los perfiles históricos, económicos, sociales, políticos y culturales de la realidad salvadoreña junto con la participación en las luchas de los sectores populares.

En segundo lugar a través del estudio sistemático de la teoría marxista, de l economía política, del materialismo histórico y del materialismo dialéctico junto con el estudio de las experiencias de Cuba y la participación como militante desde 1950 del Partido Comunista de El Salvador.

Y en tercer lugar, el conocimiento de la experiencia del Partido Comunista de Chile. En 1953 sus padres lo sacan del país para evitar que cayera víctima de la ola represiva desatada por el gobierno dictatorial del Coronel Oscar Osario. En Chile a diferencia de El Salvador el Partido Comunita era legal. Cuenta Schafik en sus memorias que una vez vio en Santiago, en un quiosco de periódicos, el semanario del PC, llamado El Siglo, y que sigilosamente se lo pidió, lo pagó y lo guardó rápidamente ante la mirada sorprendida del vendedor. Seguía con los viejos hábitos de la clandestinidad interiorizados profundamente, en un país done los comunistas gozaban de legalidad. El punto es que su militancia en el PCCh por tres años lo marcó fuertemente.

Estos tres factores contribuyeron a la construcción del pensamiento político de Schafik. Y le sirvieron para enfrentar desde la conducción política los desafío del diseño de una estrategia revolucionaria que debería dar respuesta a los temas recurrentes de: la vía de la revolución ( como hacerla) , del carácter de la revolución (para que hacerla) de sus fuerzas motrices o el sujeto (quien la hace) de la política de alianzas ( con quienes se hace) y de su conducción ( quien la dirige). Es en estos territorios de la conducción revolucionaria que Schafik conduce a su organización, el PCS por 35 años,

Y en 1956 se entera que un nuevo gobierno, el del Coronel Chema Lemus ha decretado que pueden regresar todos los exilados. Y con una inmensa alegría se va para el consulado a sacar el pasaporte para poder regresar a la patria. Y lo hace, regresa y se incorpora de nuevo a las luchas populares. A las luchas contra el Coronel Lemus que fue adoptando actitudes represivas que al final condujeron a su derrocamiento.

En octubre de 1960 un golpe de estado establece un breve periodo de apertura democrática que es brutalmente cerrada en enero de 1961. Y frente a este nuevo golpe de estado represivo y reaccionario, Schafik se pone a la cabeza del Frente Unido de Acción Revolucionaria, el FUAR. Y empieza a pensar en las modalidades de la lucha armada en El Salvador. Y la visión, la tesis predominante que se prolonga por casi treinta años es la de una vía insurreccional.

Pero los momentos de flujo revolucionario no son permanentes. Y ya en 1963-1964 el momento, la situación de efervescencia había podido ser superada por el régimen militar. Y entonces Schafik asume la secretaría de educación y se dedica por meses al estudio de la estructura agraria del país, valiéndose de un censo del año 50. Y es de estos estudios, de estas reflexiones que surge el Programa Agraria que es aprobado por el V Congreso del PCS en 1964.

Posteriormente Schafik se dedica a la búsqueda de los mecanismos que permitan a los comunistas aprovechar los eventos electorales para impulsar procesos de organización, educación y movilización política. Y se encuentra un instrumento idóneo: el Partido Acción Renovadora, PAR. Y se decide llevar como candidato a la presidencia al Dr. Fabio Castillo, académico con mucho prestigio. Es la vez primera que los comunistas salen a la calle a disputarle terreno electoral a la dictadura desde 1932.

Habían pasado 35 años de sostener una línea antielectoral. Y Schafik participa activamente en el diseño e implementación de esta nueva línea estratégica de disputarle a la dictadura en su propia cancha. Y la bandera de la reforma agraria es uno de los puntos programáticos que son presentados a los sectores campesinos. Y la oligarquía temblaba asustada al escuchar los discursos de campaña.

Esta experiencia permitió construir una gran alianza política a principios de los años setenta entre comunistas (por medio del UDN) socialdemócratas (a través del MNR) e incluso democratacristianos (el PDC). La alianza se llamó Unión Nacional Opositora, UNO, y llevó como candidato a la presidencia al Ing. José Napoleón Duarte. Y entonces pro vez primera se derrota a la dictadura en su propia cancha y se ven obligados a realizar un gigantesco fraude y hasta mandan al exilio a Duarte a Venezuela

Pero la UNO como alianza política subsiste y en 1977 desafía a la dictadura militar presentándole un militar como candidato opositor a la presidencia. Una cuña de su propio palo para que les doliera. Se trataba del Coronel retirado Ernesto Claramount, un prestigioso militar. Y en los mítines como se estaba seguro que iban a cometer fraude los amenazaba diciéndoles: si nos roban el triunfo, nos damos en la madre. Al final hubo fraude, y hubo resistencia popular, pero por diversas razones, no se estuvo en capacidad de garantizar una respuesta contundente. Pero si quedo definido el agotamiento de este camino electoral.

A la par de este esfuerzo por construir y fortalecer este instrumento electoral con aliados democráticos, durante la década de los setenta Shafik tuvo otras dos preocupaciones teóricas: la primera vinculada a identificar las características que estaba asumiendo la antigua dictadura militar y su transformación en una dictadura fascista. Y la segunda preocupación, la necesidad de ajustar cuentas en el plano teórico con las otras organizaciones de izquierda a las que se les calificaba como ultra-izquierdistas, pero que influenciaban diversos segmentos del movimiento popular a la vez que contaban con aparatos político-militares de conducción y que era urgente atraerlas a buscar construir procesos de unidad frente a la dictadura militar.

Este proceso adquiere una gran celeridad a partir de diciembre de 1979 con los primeros acuerdos unitarios entre el PCS, las FPL y la RN. Atrás quedaban diez años de dispersión política, ideológica y organizativa. Este proceso concluyó en octubre de 1980 con la creación del FMLN y quince años después con la disolución incluso de las cinco organizaciones fundantes, incluyendo el PCS, que le puso fina 65 años de existencia ininterrumpida.

Pro la unidad de la izquierda revolucionaria salvadoreña impuso la necesidad de diseñar un planteamiento estratégico conjunto de enfrentamiento político-militar y aquí el ingenio y la sabiduría de Schafik jugaron un papel crucial, porque era preciso enfrentarse no solo a la dictadura militar sino al involucramiento estadounidense. Y fue importante extraer las lecciones derivadas del fracaso de la ofensiva general de enero de 1981 y el diseño de resistir, desarrollarnos y avanzar.

Y la prolongación del conflicto originó los frentes guerrilleros y la construcción inicialmente de brigadas y posteriormente el viraje hacia pequeñas unidades militares que combatían en todo el territorio. Y luego el diseño de llevar la guerra a las ciudades y el uso del sabotaje económico. Y la necesidad de combinar lo militar, con lo conspirativo, con la lucha diplomática, con la solidaridad, con la lucha de masas. Y el pensamiento de Schafik contribuyó a la construcción de estos diversos planteamientos.

Y es por su amplia y probada visión y experiencia política que la Comandancia General del FMLN le otorga la tarea de conducir posteriormente el esfuerzo político-diplomático. Y pone su pensamiento en la lógica de proponer un nuevo sistema político en el marco de una profunda reforma legal. Y los Acuerdos de Paz de 1992 tienen el sello de Schafik, de su visión, de su voluntad, de sus ideas, de sus sueños democráticos.

“Y al concluir la guerra Schafik asume el desafío de construir a partir de las fuerzas guerrilleras un gran partido político que le dispute en el terreno electoral la conducción del país ala derecha oligárquica representada en ARENA. Y lo logra. Y ya en 1997 se conquista San Salvador. Y en 2004 asume la responsabilidad de lanzarse a la presidencia. Y centenares de miles de salvadoreños y salvadoreñas apoyaron con su voto una opción de izquierda, pero el miedo logró predominar y no se logró la victoria. Pro esta batalla electoral creo las condiciones para el triunfo de 2009 con Mauricio Funes. Y hoy estamos en un segundo gobierno de izquierda” concluyó el Lic. Roberto Pineda

¡Por la democratización de la UES, Viva el 30 de Julio Heroico!

¡Por la democratización de la UES, Viva el 30 de Julio Heroico!

Compañeros y compañeras:

La conmemoración del 39 aniversario de la Marcha Estudiantil del 30 de julio de 1975 se convierte este 30 de Julio de 2014 en el símbolo de dos procesos altamente vinculados: el justo homenaje al sacrificio de los mártires y héroes de esa gloriosa jornada, junto con el esfuerzo por enfrentar y derrotar a los agresores actuales de la autonomía universitaria.

El 30 de julio de 1975 el dictador militar Arturo Armando Molina ordenó la represión con tanquetas de una pacífica manifestación estudiantil que protestaba contra la violación a la autonomía universitaria en el Centro Universitario de Occidente, con sede en Santa Ana. Molina manchó sus manos con la sangre de estudiantes universitarios.

Este 30 de julio de 2014, 39 años después, nuestra Universidad atraviesa una profunda crisis de su sistema académico y administrativo. Es una Universidad que responde a la lógica del capital, que se encuentra penetrada por la derecha en sus instancias de gobierno, y que impulsa políticas de privatización que violentan el carácter público de su función constitucional.

La respuesta popular a la masacre del 30 de julio fue masiva y contundente. Miles de personas marcharon por las calles expresando su repudio a los militares fascistas, que tuvieron que replegarse. Hoy estamos llamados de nuevo a construir una respuesta masiva y contundente frente a las políticas de privatización de nuestra Alma Máter. Es una tarea de honor como universitarios consecuentes.

Nuestras organizaciones estudiantiles, de trabajadores, y de docentes aglutinadas en Universitarios por el Cambio, reiteramos este 30 de Julio Heroico nuestra decisión y compromiso con los estudiantes caídos en la lucha, de continuar luchando hasta derrotar las estrategias de la ANEP y FUSADES por tomarse nuestra UES y nuestra voluntad y convicción por recuperar la autonomía de nuestra UES para que vuelva a ser una Universidad Popular, Democrática y Humanista.

¡Viva el 30 de julio Heroico!

¡Los privatizadores de la UES, no pasaran!

Ciudad Universitaria, 30 de julio de 2014

UNIVERSITARIOS POR EL CAMBIO

Carta de duelo por Hugo Molina

Carta de duelo por Hugo Molina
julio 29, 2014 Voces Un Comentario
Publicado en: Contracorriente – Dagoberto Gutiérrez, Nacionales, Voces Ciudadanas

El Instituto Nacional de Santa Ana era, allá por los años 60 del siglo pasado, el Centro Educativo más grande de la Ciudad de Santa Ana, tenia mayor tamaño que el actual y nosotros, estudiantes de bachillerato en ese entonces lo veíamos muy grande, muy nuevo, muy elegante y muy adecuado para los que nos creíamos dueños de una sed inmensa por saber y entender el mundo.

Dagoberto Gutiérrez

Eran los años frescos de la revolución cubana, del golpe de estado contra el gobierno de José María Lemus, de la turbulencia social y la resistencia, eran los momentos en donde ser bachiller constituía una distinción ganada a sangre y fuego y en donde la educación pública estaba muy por encima de la educación privada y los bachilleres que nos graduábamos en el INSA éramos de verdad bachilleres, por lo menos así lo veía y entendía una parte de la sociedad, no es casual que el primer bachiller de la República de esos años, haya sido precisamente compañero de nosotros.

Las aulas del quinto curso de bachillerato eran iluminadas, con suficiente espacio, pizarras amplias y tiza disponible. Antes de que el profesor de física, don Cayito Fuentes llegara al aula la bulla era muy grande y todo mundo hablaba reía y hasta gritaba, de repente, una semilla de jocote lanzada desde atrás estallaba en la pizarra mientras don Cayo se acercaba al aula, caminando lentamente, con una especie de cordel en la mano mientras con su mano izquierda iba tocando las perillas de las puertas de las aulas.

El silencio se instaló cuando él entró y empezamos a realizar un examen anterior. Una vez iniciada la clase un estudiante pequeño, moreno, de mirada huidiza, de cabello negro y ondulado, un poco cazcorvo, con la camisa de fuera y un cuaderno metido en el bolsillo derecho trasero del pantalón, entró al aula y en silencio sin mirar a nadie tiró una imperceptible mirada a la pizarra solo para ver, distraídamente, algunos números que don Cayo estaba utilizando para explicar algo, se sentó, se sacó el cuaderno doblado del bolsillo, lo dejó doblado en el pupitre, parecía que no llevaba ni lápiz ni lapicero y no parecía prestar atención a nada y cuando el profesor de física le dijo que pasara a la pizarra pareció hacerlo de muy mala gana, como cuando alguien es pillado en algo indebido y desprevenido.

Lentamente y sin mirar a nadie el estudiante llegó a la pizarra, tomo el yeso y sin decir nada empezó a escribir correctamente las operaciones correctas para resolver correctamente el problema planteado, Don Cayo Fuentes estaba sentado y apenas sonreía, nosotros, que ya conocíamos al personaje no estábamos sorprendidos y el estudiante hechas las ecuaciones correspondientes, dejó el yeso en la pizarra y se fue a sentar como quien no ha hecho nada.

Así era Hugo Molina, inadvertido, conocedor de la vida en los barrios mas populosos de Santa Ana, siempre parecía moverse en la franja divertida, en la no permitida y parecía no prestar atención a las cosas que eran importantes, pero todo eso era simple apariencia, lo cierto es que sabía distinguir, muy bien las cosas fundamentales de la realidad y en algún momento de su vida optó por un camino, por aquel que conduce al desorden mas importante, al orden construido a partir de un desorden muy grande.

Hugo estudió economía, viajó a Chile y presumiblemente el proceso político de la unidad popular y el gobierno de Salvador Allende inundó su conciencia y le confirmó ideas criterios y conceptos que ya estaban presentes en su cabeza, por eso se vinculó al proceso revolucionario que en esos años florecía en nuestro país, ese vinculo se mantuvo hasta el final, ya como hombre trabajando en un gobierno, Hugo siempre se distinguió como alguien estudioso, con criterio propio y como un hombre de bien.

Su muerte nos ha dolido porque entendemos que el país pierde una vida útil y necesaria sobre todo en estos momentos de medias luces. Hacemos llegar a su esposa Ana María, a sus hijos: Hugo, Tania y Mauricio y a toda su familia, nuestro pésame mas sentido.
Hugo Molina es de los hombres necesarios, es una voz, una mirada, una idea, un razonamiento que necesitamos y necesitaremos cuando llegue la hora de los vientos fuertes y los huracanes florecidos.

¡Hugo Molina, Presente, Ahora y Siempre!

SERVICIO INFORMATIVO ECUMENICO Y POPULAR
¡Hugo Molina, Presente, Ahora y Siempre!

SAN SALVADOR, 26 de julio de 2014 (SIEP) “Lamentamos profundamente el fallecimiento este día de nuestro querido hermano y amigo Hugo Molina, experimentado revolucionario salvadoreño, expresó el Rev. Roberto Pineda, pastor de la Iglesia Luterana Popular, ILPES.

Agregó que “Hugo, conocido en la clandestinidad como Víctor, se incorpora a las luchas revolucionaria desde sus años de estudiante universitario de Economía, en las filas del Partido Comunista de El Salvador, PCS y posteriormente del FMLN, poniendo su inteligencia y voluntad al servicio de los intereses populares.”

“Durante el desarrollo de la Guerra Popular Revolucionaria, sus análisis sobre la evolución y el impacto financiero del conflicto en los sectores económicos, contribuyeron al diseño de una estrategia que permitió a las fuerzas insurgentes desplegar toda su iniciativa militante.”

“Al concluir la guerra, su experiencia y conocimientos estuvieron al servicio de enfrentar a la derecha desde la lucha parlamentaria, así como asesorar al movimiento popular y social en el desarrollo de sus luchas reivindicativas y fortalecimiento organizativo…” opinó el pastor luterano.

Concluyó que “la vida y obra de Hugo Molina, sus sueños y sus ideales más queridos, perduran y perduraran por siempre en las luchas que libra nuestro pueblo salvadoreño por profundizar la democracia, por la justicia social y en la lucha por una sociedad socialista.”

Amigos peligrosos,enemigos mortales: un analísis de Somoza y el movimiento obrero nicaraguense (1944 – 1946)

AMIGOS PELIGROSOS, ENEMIGOS MORTALES:
UN ANALISIS DE SOMOZA Y EL MOVIMIENTO
OBRERO NICARAGUENSE (1944 – 1946)
Jeffrey Gould
INTRODUCCION
La historiografía del movimiento obrero nicaragüense se caracteriza tanto
por la extrema pobreza y la dispersión de las fuentes primarias. como por una
tendencia a compensar mediante estructuras analíticas lo que falta en
contenido. El triunfo en 1979 de un movimiento revolucionario genuinamente
interesado en permitir al pueblo nicaragüense convertirse en “dueño de su
historia”, ha estimulado la búsqueda de fuente_s primarias y ha despertado el
interés de los historiadores en la trayectoria de la lucha de clases en
Nicaragua. A menos que abordemos problemas metodológicos fundamentales,
esta nueva búsq’ucda del pasado no darála luz necesaria para la comprensión de
los problemas de desarrollo y de los conflictos de clases en Nicaragua
contemporánea.
En años recientes, Gustavo Gutiérrez. Onofre Guevara. Carlos Pérez-
Bermudez y otros estudiosos han dirigido su atención a la fase formativa de
las organizaciones obreras en la década de 1940. Es importante subrayar que
tales trabajos han sido condicionados por circunstancias históricas
excepcionales. Tales investigaciones se realizaron en un período
revolucionario (inmediatamente antes y después del triunfo revolucionario de
1979) y por lo tanto, no sólo tuvieron dificultades en el proceso de
investigación sino que la perspectiva “antirreformista” naturalmente repercutió
en su enfoque.1 Los estudios mencionados pretenden ofrecer un marco de
referencia explicativo con el propósito de comprender la “debilidad” del
movimiento obrero y particularmente del Partido Socialista Nicaragüense
(PSN) en relación con el régimen somocista. Todos los autores postulan
como la variable clave de sus análisis el bajísimo nivel del desarrollo
capitalista de e51e período. Gutiérrez Mayorga señala:
“En tales organizaciones (sindicatos) en tanto que surgen en un período
en que predomina la forma de producción artesanal. su base la constituyen
preponderadamente trabajadores in— corporados a este tipo de producción pre-
capitalista.”
A partir de esta premisa básica, Gutiérrez Mayorga concluye que el modo
de producción artesanal condiciona la actividad política y la ideología, al
extremo de que los “artesanos socialistas” podían únicamente trabajar hacia
una transición reformista del modo de producción capitalista:
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“Los obreros artesanos no podían estar a la altura del verdadero personaje
que querían representar.”
El juicio de Ortega y Delgado es compatible con el de Gutiérrez. Ambos
señalan: “El movimiento obrero no sobrepasa los límites del mutualismo“. 4
Luego subrayan la fuerza del populismo de Somoza como un elemento clave
en la “castración del movimiento”. El Equipo Interdisciplinario amplía sobre
el tema del populismo:
“La demagogia de Somoza García con respecto a los trabajadores logran
conseguirle el apoyo de estas clases sociales. Sobretodo en los centros
urbanos se encontraron en un estado muy primitivo de desarrollo . El Código
de Trabajo, neutralizando el peligro de agitación laboral. el PSN, tarado desde
sus comienzos por su vinculación de origen con el Partido Comunista de los
EE.UU., lo cual significaba una línea de negociación. auxiliado por el Estado
Capitalista. Somoza. maestro de la negociación, auxiliado por el débil
desarrollo del capitalismo, y por tanto de la clase obrera industrial, pudo
fácilmente jugar al gato y al ratón con el PSN hasta 1948… El PSN nace en
un mitin cuyo objetivo era proclamar el apoyo al gobierno de Somoza”. 5
Evitando el “problema artesanal”, el Equipo Interdisciplinario claramente
está de acuerdo con el postulado de que “un bajo nivel de desarrollo capitalista
produce un bajo nivel de conciencia de clase, pero añade nuevas variables.
En primer lugar, supone el control hegemónico por parte de Somoza sobre las
clases populares urbanas. En segundo lugar, señala una influencia ideológica
externa —“Browderismo”, o sea la política de colaboración de clases impulsada
por los comunistas norteamericanos— como una variable clave para explicar el
comportamiento del PSN‘
Todos 105 autores establecen el “pecado original” del movimiento obrero:
su apoyo a Somoza en 1944. En síntesis , el argumento es: un bajísimo
nivel de desarrollo capitalista produjo desviaciones ideológicas en un débil
movimiento obrero con una composición básicamente artesanal. Estas
debilidades determinan la capitulación del PSN. ante Somoza.
Estos argumentos teóricos no ayudan mucho a nuestra comprensión de la
historia del movimiento obrero, dado que los mismos no iluminan el
desarrollo interrelacionado de los participantes: el régimen de Somoza, el
PSN y la fracción somocista del movimiento obrero. Antes de que un análisis
de este tipo pueda ser realizado, es necesario responder a algunas interrogantes
derivadas de una lectura de estudios al respecto. En primer lugar. necesitamos
saber si el movimiento obrero fue o no “artesanal”. Es evidente que algún
conocimiento de la estructura socio—económica sería útil para esto.
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Seguidamente, necesitamos responder a las preguntas: ¿qué era el movimiento
obrero?, cuán fuerte fue en términos numéricos?, ¿cuántos sindicatos, cuántos
sindicalistas había, y qué porcentaje de la población económicamente activa
(PEA) abarcaban? Estos son aspectos que se han dejado fuera de las
interpretaciones polémicas sobre el origen del movimiento obrero.
Parcialmente, la razón de estas graves omisiones tiene que ver con la extrema
dificultad que supone la falta de evidencia estadística. Después de sugerir
algunas respuestas tentativas a las preguntas anteriores, me centrará
fundamentalmente en la triple relación entre Somoza, sindicalismo izquierdista
y sindicalismo somocista en el período 1944 — 1946. Mi hipótesis es que el
sindicalismo somocista tenía una “autonomía relativa” con respecto al
régimen y como tal ayudó en la consolidación de una parcial hegemonía
somocista en la clase obrera. Una nueva evaluación del papel del ala izquierda
del movimiento no sólo sugiere un nivel de autonomía en relación con el
régimen mayor del que antes se suponía, sino además una sorprendente
capacidad para expandirse en un clima tx>lítico cambiante y adverso.
LA CONFORMACION DE LA CLASE TRABAJADORA
Durante su primera década en el poder, Somoza García hizo pocos
esfuerzos por alterar la naturaleza agroexportadora de la economía
nicaragüense. Sin embargo, el virtual colapso del comercio cafetalero en los
años treinta y los prohibitivos costos de importaciones norteamericanas
durante la guerra, forzaron a Somoza a hacer ciertas concesiones importantes
con el fin de desarrollar industrias alternativas. En particular, ofreció
incentivos fiscales a productores nacionales de azúcar y textiles, así como a
los intereses extranjeros en minería y hule. Al principio de los años
cuarenta, Somoza, como empresario privado, participó en el establecimiento
de cuatro industrias sustitutivas de importaciones: textiles, cemento. fósforos
y leche. Al mismo tiempo, su régimen emprendió obras públicas de
envergadura, construyendo ferrocarriles, la carretera interamericana y la
transístmica, que servían tanto a intereses estratégicos de los Estados Unidos
como a intereses económicos extranjeros y locales. Somoza, como es bien
conocido, lucró tremendamente durante los años de guerra, y el desarrollo
estimulado por su régimen conllevó invariablemente la acumulación de su
fortuna privada.6 Al mismo tiempo que Somoza acumuló capital, ayudó sin
embargo a alentar el relativamente rápido crecimiento de una clase obrera
asalariada que no era ni agrícola ni artesanal. Cinco industrias manufactureras
fundadas durante la Segunda Guerra Mundial empleaban aproximadamente 1000
trabajadores (ver anexo A). Este número es significativo, dado que la gran
mayoría de los 23.000 empleados del sector manufacturero en 1940,
trabajaban en talleres artesanales (con menos de cinco empleados). Durante la
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guerra, las filas de esta naciente clase obrera industrial crecieron. hasta cierto
punto, a través de transformaciones en el sector artesanal. Nuevas demandas
de alimentación y vestido para la población urbana así -como restricciones en
las importaciones, durante la guerra, provocaron tensiones en este sector, que
llevaron al crecimiento de pequeños establecimientos manufacmreros y la
proletarización de muchos artesanos. Es así que como para 1945 los 8.000
obreros empleados en industrias formaban el 30% de la población
manufacturera económicamente activa.7
El número de obreros de transporte, minería y construcción también creció
significativamente durante la primera década de Somoza. Entre 1940 y 1945,
el sector de transportes se expandió en un 25%. La minería de oro y plata,
estimulada por la extremadamente “liberal” ley de inversiones extranjeras
(1939), empleaba cinco veces más trabajadores en 1945 que en la década
anterior. Finalmente, los empleos relacionados con la construcción de
edificios, después de declinar de más de 3.000 a 1.100 trabajadores entre 1939
y 1943 debido a la escasez de materiales, se incrementaron a 5.000 entre
1944 y 1945 como resultado de ambiciosas obras públicas en Managua.
Igualmente, la construcción de carreteras, virtualmente inexistente antes de la
guerra, absorbió 4.000 trabajadores al final de la misma. Para 1945, estos
sectores normalmente ignorados por los historiadores, empleaban 18.000
trabajadores. 8
Desde la perspectiva de la organización de los trabajadores, el hecho de
que 25.000 personas, que representaban una tercera parte de la población
económicamente activa no agrícola, se convirtieron en trabajadores
asalariados no artesanales en un breve período de tiempo, claramente abrió
horizontes estratégicos que no existían 10 años antes. Al mismo tiempo, el
75% de la población en labores agrícolas, ligada en su mayoría a los
latifundios por relaciones semi-serviles, aparecía como una masa inerte que
tendría que ser movilizada para que el movimiento obrero prosperara en una
Nicaragua en proceso de industrialización.
Para la élite política, el crecimiento de la clase obrera era solamente un
aspecto de un fenómeno más sorprendente; el crecimiento de las masas
urbanas. Entre 1920 y 1940, Managua creció de 27.800 a 83.500 habitantes.
El comercio, el servicio doméstico y la burocracia estatal (particularmente
desde 1937), crecieron cinco veces y absorbieron la mayoría de los nuevos
asalariados.9
Acostumbrados al servilismo en relaciones socio—económicas. así como a
las disputas entre sectores de la oligarquía en política, los oligarcas -afectados
todavía por los resabios de la amenaza de clase de la lucha sartdinista— vieron
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con alarma el rápido crecimiento de “la multitud”. Anastasio Somoza, sin
embargo, vio en las masas urbanas un apoyo potencial para adueñarse del
poder y para el desarrolo de una “Nueva Nicaragua“.
SOMOZA Y EL SURGIMIENTO DEL MOVIMIENTO OBRERO
Una huelga general de más de cinco mil trabajadores (choferes, obreros de
la ‘construcción y ferrocarrileros), el ll de febrero de 1936, señaló el
comienzo de la lucha de Somoza por el poder. Somoza intervino en favor de
los huelguistas, enfocando la cólera popular por el aumento de la gasolina en
contra del Presidente Sacasa, y reprirnió al pequeño Partido Trabajador
Nicaragüense (PTN) el cual intentó prolongar la huelga. Así, se proyectó ante
los ojos de la oligarquía como único líder capaz de comunicarse con las masas
y de reprimir la izquierda.10
El golpe de Estado de Somoza, en junio del ’36, se realizó con el aura de
un movimiento popular. Los pequeños grupos de estudiantes. intelectuales,
trabajadores y. campesinos segovianos que luchaban por mantener vivo el
sandinismo habían enfrentado una represión continua desde 1934. Con la
toma del poder por Somoza crecía la represión específicamente antisandinista.
Así, por ejemplo, en febrero de 1937 Somoza encarceló a los trabajadores del
PTN y a estudiantes que conmemoraban el asesinato de Sandino.11 El silencio
impuesto a la sub—cultura Sandinista le permitía a Somoza lucir no sólo como
el Gran Pacificador y el defensor de la clase trabajadora sino como un patriota.
Es importante subrayar que Somoza García logró establecer un vínculo
importante con un sector “obrerista” del Partido Liberal. Tal fracción dirigida
por artesanos independientes y dueños de pequeños talleres. desde la
intervención norteamericana de 1912, había desarrollado una resistencia activa
al gobierno conservador y sus aliados extranjeros. Su protagonismo de la
lucha antigubemamental condicionaba una ideología “obrerista”, la cual
realzaba el valor del trabajo artesanal y el derecho de los ‘obreristas’ a dirigir
el Partido Liberal. Además se caracterizaba por un fuerte antagonismo a la
oligarquía de cualquier tendencia política y a la intervención norteamericana.
Tal como lo analicé en un estudio sobre los obreros chinandeganos, en varios
casos el antiirnperialismo de los ‘obreristas’ desembocó en apoyo a la lucha
sandinista.12 El hecho de que Somoza pudo ganar el apoyo condicional de
tales obreristas chinandeganos, indica una capacidad política que merece
mayor atención investigativa. Por el momento es suficiente recalcar que
efectivamante la base popular de Somoza en los años de 1930 se conformó en
gran parte de artesanos liberales organizados en gremios que le ofrecían un
apoyo condicionado con la esperanza de que Somoza implementada reformas
laborales y rompería los esquemas de dominación oligárquica 3.
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En su discurso inaugural en 1937 Somoza logró atacar al liberalismo
oligárquico sin ofender seriamente a la misma oligarquía:
.. estamos asistiendo al despertar de una nueva etapa en nuestro país, pues se
agita en la conciencia nacional el deseo de renovar sistemas y métodos de
gobierno, que la experiencia ha señalado, por lo menos parcialmente, como
caducos e ineficaces. Tales anhelos emanados de distintos sectores de la
opinión nicaragüense, han encontrado en mí hondo eco. 14
En todos los discursos de Somoza antes de 1944, se presenta como el
líder que manda como una respuesta a la voluntad popular nacional. la cual
aspira a la paz, el desarrollo y la justicia nacional. En el discurso inaugural
de 1939 declaró:
“ .. estoy profundamente compenetrado con el espíritu de la Nueva Nicaragua.
Ese espíritu ha guiado mis pasos de gobernante en el pasado, y continuará
guiándonos en el futuro”.1
Aunque Somoza disfrutaba de un amplio apoyo popular entre 1936 y
1938, factores de índole político y económico minaban sus bases de apoyo.
Disputas ideológicas también debilitaron su coalición de centro-derecha.
que se componía de elementos tanto fascistas como antifascistas.16 El mismo ‘
programa para el desarrollo de la infraestructura económica indirectamente
causó problemas económicos, pues los programas de obras públicas dependían
de préstamos extranjeros, lo cual obligaba al pago de deudas previas. El
régimen tuvo así que devaluar la moneda en un 500% e iniciar estrechos
controles sobre el comercio exterior, afectando intereses comerciales y
cafetaleros.17 Una tasa inflacionaria de 100% entre 1937-1938 bajó los
salarios reales por debajo del nivel de subsistencia. En parte como respuesta
a las promesas de Somoza a las clases trabajadoras y a su inmersión en la
“voluntad popular nacional”, trabajadores urbanos y rurales participaron en
numerosas huelgas espontáneas en 1938. Somoza intervino en algunas de las
huelgas (por ejemplo. la de los choferes de 1937) permitiendo a los
trabajadores obtener aumentos salariales. Pero en otras huelgas apoyó a
patronos intransigentes con unidades de la Guardia Nacional (como en las
minas).18 Finalmente, la Guardia encarceló repetidamente a estudiantes
sandinistasymilitantes del PTN. 19
Reconociendo tanto la amenaza de la izquierda como el creciente
descontento de los sectores comerciales y oligárquicos, Somoza tomó medidas
importantes para crear una base permanente en la clase obrera. Por ejemplo.
en 1938 intentó conquistar la adhesión del PTN. que a pesar de la represión
había organizado sindicatos de carpinteros, albañiles, sastres, zapateros y
24
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tipógrafos con una afiliación colectiva de alrededor de 1.500 miembros. 20
La táctica Somocista tenía mucho que ver con la necesidad de movilizar
apoyo para la Asamblea Constituyente de 1938.
Somoza ofreció ventajas concretas para la clase obrera en la nueva
constitución, tales como’ el salario mínimo, la jornada de ocho horas,
vacaciones y derechos sindicales que se establecerían en un código de trabajo,
aunque se formuló en un lenguaje corporativista que oscureció los derechos
sindicales y dejó amplios motivos para la represión estatal. Sin embargo, la
constitución otorgó demandas por las cuales el P’I’N había luchado por varios
anos.
Algunos de los líderes del PIN, a cambio de la promesa de Somoza y las
concesiones constitucionales de apoyar el movimiento obrero, aceptaron una
alianza de los trabajadores con el régimen. La experiencia generacional y la
extracción social tendían a diferenciar a este grupo de los obreros que
rechazaron la colaboración, quienes en 1938 sufrieron la cárcel y cinco años
más tarde, en 1943—1944, emergieron como la dirección del Partido Socialista
Nicaragüense. El grupo pro-somocista dirigido por Jesús Maravilla, Roberto
González. Alejandro del Palacio, Absalón González y el poeta Emilio
Quintana representaban la vieja dirección del PI’N y como tal habían pasado
muchos años encarcelados. Así, Maravilla exclamó en 1938: “Somoza o la
cárcel”.22 Las declaraciones de Somoza en favor de la armonía obrero-
patronal y de la creación de cooperativas manufactureras posiblemente
influyeron en el apoyo de la vieja guardia, dada su condición social como
dueños de pequeños talleres o negocios. Al contrario, en el ala
independentista %edominaban jóvenes obreros asalariados, sobretodo en
Managua y León.
Algunos historiadores han enfatizado el ‘oportunismo‘ y el ‘oficialismo’
del grupo colaboracionista. Sin embargo. es necesario subrayar dos puntos.
Primero, tales militantes gozaban de bastante prestigio en el pequeño e
incipiente movimiento obrero. Este prestigio se nota especialmente en
Chinandega. como veremos. Segundo, al pactar con Somoza no se
convirtieron necesariamente en meros agentes del régimen. Incluso los
‘obreros’ chinandeganos que obtuvieron puestos públicos no pudieron
desligarse demasiado de sus bases locales de apoyo, por el riesgo de perder su
utilidad para el régimen. Aunque es cierto que Somoza, en efecto, ‘compró’ a
varios dirigentes obreros y los convirtió en agentes personales dentro del
movimiento, es erróneo concebir a todo el grupo somocista como carente de
autonomía con respecto al régimen. Roberto González y Jesús Maravilla, en
particular, sostenían posiciones políticas que no coincidían siempre con la
línea somocista. Por ejemplo, en 1941 y de nuevo en 1945 hicieron un
llamado a la creación de un partido laborista independiente de los otros
25
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partidos, incluso del somocista. En 1945 el llamado estaba ya teñido de una
influencia peronista que iba a afectar al sindicalismo oficial más hondamente
que al régimen de Somoza.24 González y Maravilla combatían a la izquierda.
pero sus propias posiciones políticas contenían elementos de un análisis
marxista. En 1945, González y Maravilla atacaron al programa oficial del
Partido Socialista Nicaragüense (PSN) que proclarnaba ‘la colaboración de
clases’. el cual a su vez se aproximaba a la posición oficial del populismo
sornocista de la época.25 Los ataques constantes del PSN en contra de los
somocistas ‘ullra izquierdistas’ hacen difícil aplicar la etiqueta de ‘agente
somocista’ a tales dirigentes obreros.
Ninguna de las dos fi’acciones creció significativamente antes de 1944;
los colaboracionistas consolidaron su apoyo en las asociaciones mutualistas y
compitieron con la izquierda en los pequeños sindicatos urbanos. La política
represiva de Somoza en contra de la izquierda seriamente limitaba su capacidad
organizativa. No obstante, los militantes sindicalistas viajaban más allá de
su base urbana para organizar a los mineros y trabajadores agrícolas. La
favorable respuesta de los trabajadores a los esfuerzos sindicalistas entre
19424944. hacía mm más frustrante la represión de la Guardia Nacional. 26
El estancamiento del movimiento sindical temu’nó en 1943 cuando
Somoza optó por disminuir la intensidad de la represión anfisocialista Sería
importante determinar con más precisión la interrelación de factores
nacionales e internacionales en el ablandarniento de la represión antisindical.
Intemacionalmente, Somoza tuvo que actuar como aliado de las Naciones
Unidas incluyendo desde luego a la URSS. El prestigio de la URSS.
especialmente después del triunfo de Stalingrado, repercutió hondamente en
todos los sectores no derechistas del país. A finales de 1943, La Tribuna
Obrera describió a la URSS como el país que iba a “señalar el derrotero de la
humanidad”. Por otra parte Somoza se sintió obligado por sus mismos
compromisos internacionales a invitar a Lombardo Toledano, Presidente de la
CI‘AL. a compartir la tarima en una manifestación en noviembre de 1942.
Según un observador de la Embajada de Estados Unidos de América, Lombardo
hizo un “discurso maestro” muy aplaudido. Tal intervención probablemente
provocó una fuerte impresión en Somoza La repentina tolerancia de Somoza
hacia los sindicalistas también reflejaba una ansiedad frente al crecimiento del
movimiento sitor de estudiantes, empresarios, profesionales y oligarcas
conservadores. Así, el PSN pudo salir de la clandestinidad, agitar en favor
del prometido Código de Trabajo 2y organizar sindicatos sobre todo en las
nuevas fábricas de cigarros y textiles. 8
El ala somocista del movimiento sindical respondió a la actividad
socialista con un incremento en sus actividades organizativas. Aunque los
líderes somocistas continuamente atacaban a los militantes socialistas. de vez
en cuando cooperaban con la izquierda en campañas sindicales, como por
26
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ejemplo en Chinandega.29 Tales breves experiencias de colaboración entre
los dos grupos condicionaron hasta cierto punto una meta común de un
movimiento obrero unificado.
A pesar del anticomunismo virulento de los somocistas. tenían una cierta
afinidad ideológica con el PSN, Ambos grupos lucharon contra la derecha
nacional. que concebí-an como aliada a las potencias del Eje. Su resistencia
común a la derecha oligárquica se fortaleció al enfrentar la oposición
coniservadora al Código de Trabajo. Militantes de ambas fracciones habían
luchado durante una década para conseguir la promulgación de esta “Biblia de
los trabajadores”.3o Además el crecimiento del movimiento obrero
costarricense, el logro principal de la alianza de la izquierda con el Presidente
Calderón Guardia. irnpresionaba profundamente a todos los sindicalistas
nicaragüenses.
En abril de 1944. Somoza promovió la unidad sindical al empujar al
Congreso para que aprobara el Código de Trabajo. al llamar a la creación de
una ‘central sindical única’, para terminar con la ‘rivalidad estéril’. y al pedir
disculpas a la izquierda sindicalista por su encarcelamiento. Somoza declaró
‘Me equivoqué‘. No se había dado cuenta que los del PSN eran ’los mejores
hijos de Nicaragua’. Sin embargo, hay otra interpretación de la frase ‘Me
equivoqué‘. En mayo de 1944. después de la postergación del Congreso
Sindical, un grupo de dirigentes sindicales fue a entrevistarse con Somoza en
una de sus haciendas, ‘La Fundadora’ . Según Domingo Ramín’1. viejo
dirigente liberal obrerista de Chinandega. Somoza recibió a la delegación con
bastante’ frialdad y acusó verbalmente al grupo de ser ‘comunistas‘.
Momentáneamente, los sindicalistas no hallaron qué contestarle. Sólo el
valor del informante Ramírez y de Augusto Loría (PSN) permitió corregir la
impresión ‘errónea’ de Somoza. Arm si fuera verídico el relato de Ramírez. no
afecta significativamente nuestro análisis. ya que es imposible que Somoza no
se hubiera dado cuenta de la militancia política de dirigentes bien conocidos
del PSN como Loría y otros presentes. Lo que sí es probable es que Loría y
Ramírez le señalaran que el movimiento obrero sería un sostén importante del
régimen si se promulgaba el Código de Trabajo. Como demostración de buena
fe, se supone, Somoza ofreció asistir al congreso obrero.
Somoza inauguró el Congreso Sindical el 26 de mayo de 1944. ofreciendo
su apoyo incondicional al movimiento obrero. Se comprometió por primera
vez con medidas legislativas de reforma agraria y de seguro social. Su retórica
ya en ese Congreso se distinguió de discursos anteriores en los cuales
encamaba la voluntad popular. Ahora reconoció a los obreros como sujetos
semi—autónomos. con quienes tenía Somoza una relación especial. El
otorgaría beneficios para los trabajadores, pero los obreros también
conquistan sus derechos‘. En el discurso ‘ooncluyó:
27
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“Con estas palabras dejo esta tribuna de acción y de pensamiento con mis
mejores deseos que las deliberaciones, estudios y Conclusiones de este
Congreso lograrían con el ardor de patriotismo, beneficios para los obreros
nicaragüenses.
He querido inspirar fe y esperanza en los campesinos curtidos por el sol. que
trabajan de la madrugada hasta el atardecer en la tarea fecunda de sembrar la
tierra y en los obreros de los talleres y fábricas, como en los de las minas que
con su sudor y sangre durante noches sin estrellas aumentan la riqueza
nacional. Que tengamos fe y esperanza en un futuro de pan, alegría y
canción.”
Sin duda. Somoza esperaba el aval sindical para su proyecto de reelección
que requería una reforma constitucional. Más aun, Somoza necesitaba el
apoyo de un movimiento obrero organizado tácticamente en contra de las
fuerzas opositoras de la derecha oligárquica y de los disidentes liberales de los
sectores medios, y estratégicamente como el elemento clave en la
conformación de un ‘regimen hegemónico’.
.
El Congreso Sindical, no obstante rechazó un aval para la reelección.
Simpatízantes del PSN conformaron una mayoría de más de doscientos
delegados, representantes de sindicatos y asociaciones mutualistas. La
insistencia de la izquierda en la autonomía del sindicalismo con respecto al
Estado provocó discusiones verbales y pleitos callejeros, y así casi abortó el
proceso de unificación sindical. El PSN, sin embargo, optó por la unidad al
elegir a Absalón González. reconocido agente somocista. como presidente del
Comité Organizador de la Confederación de Trabajadores Nicaragüenses
(COCTN) y al otorgar “un voto condicional de confianza” en Somoza.
La respuesta relativamente favorable de la izquierda sindicalista sólo puede
comprenderse en el contexto de un joven movimiento sindical con clara
capacidad de expansión. debilitado por serías divisiones internas,
constantemente reprimido por los patronos y hasta poco antes por la GN, y
peocupado por la posibilidad de una toma de poder derechista. No está claro
si el PSN estaba plenamente consciente del creciente poderío fmanciero de
Somoza o del trato otorgado recientemente por él a los opositores políticos.
pero en mayo de 1944 los militantes reconocieron que Somoza “ofrecía
derechos a los obreros“ y la oposición parecía ofrecer un retorno a la edad
medieval.
El movimiento estudiantil. por su parte. no conformó un bloque
ideológicamente homogéneo dentro de la oposición. Los estudiantes
identificados con la tradición sandinista planteaban la necesidad de una
coalición amplia para derrocar al régimen, aún si se tuviera que ceder la
28
Page 11
dirección del movimiento a los Conservadores. Pero los sandinistas
simpatizaban abiertamente con el marxismo y con el movimiento obrero, y
trabajaban estrechamente con activistas estudiantiles del PSN 35. El
desacuerdo fundamental entre éstos y los sandinistas era la presencia de
anticomunistas conservadores en posiciones de liderazgo en el movimiento
estudiantil y la creciente hegemonía de las fuerzas antisindicales en el
conjunto del movimiento opositor. Militantes estudiantiles del PSN
consideraban necesario inculcarle al movimiento anúsomocista ideales
prolaborales, mientras que los sandinistas fervientemente abogaban por las
mismas metas, tolerando una alianza táctica con las fuerzas anticomunistas.
Los Partidos Conservador y Liberal Independiente (PLI), a pesar de sus
diferencias ideológicas tradicionales y sus distintas bases sociales. unieron
sus fuerzas en 1944 con el fin de derrocar a Somoza. Los Conservadores, que
representaban principalmente los intereses ganaderos. azucareros y
comerciales bajo el liderazgo de intelectuales derechistas, tenían quejas
específicas tanto económicas como políticas en contra del régimen. Desde
1940, Somoza había acosado a los conservadores cerrándoles los clubes
sociales y declarando ilegal a la fracción independiente del Partido.37 Desde
la perspectiva conservadora. tanto la política somocista como sus medidas
económicas eran una amenaza. Mientras debilitaba la capacidad de resistencia
de la oligarquía, Somoza se había convertido en un ganadero cuyo contrabando
y monopolio en la pasteurización de la leche había debilitado gravemente la
competencia oligarca. Por otra parte, la adquisición de dos importantes
plantaciones de caña y la coerción económica en contra de la principal
plantación conservadora (El Ingenio San Antonio, ISA) estaban amenazando
con desmoronar otro pilar oligárquico -el monopolio azucarero.38 La
oposición conservadora aumentó cuando Somoza comenzó a hacer concesiones
al movimiento laboral. No solo por costumbre se oponían los oligarcas al
movimiento sindical, sino que además consideraban que Somoza’ utilizaría la
Reforma Agraria y las huelgas laborales en contra de sus ya debilitados
intereses económicos.
El PLI fue fundado en marzo de 1944 por profesionales urbanos,
comerciantes, estudiantes y ex-funcionarios del régimen somocista. En
Chinandega, durante el período de 1945-1946, el PLI (en contraste con los
partidos conservadores y socialistas con sus liderazgos esencialmente
terratenientes y obreros, respectivamente) tenía en su directiva a un dueño de
una pequeña tenería , seis obreros, un abogado, un médico y un estudiante
universitario. No obstante, incluso antes de su auge en 1946, su militancia
incluía a varios miembros activos en el movimiento sindical. Los miembros
del PLI compartían una animadversión profunda al régimen, pero su
antagonismo a Somoza se debía a otras razones, tales como resentimientos en
contra de la corrupción oficial, la competencia desleal, la traición a los
29
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principios liberal—democráticos, y la falta de oportunidades profesionales en
una sociedad atrasada. Frente al problema sindical. el PLI en Chinandega no
pudo desarrollar un programa común, ya que el dirigente Ricardo Caldera era un
patrono muy represivo respecto del sindicalismo. En el plano nacional. la
misma diversidad de intereses del PLI, desde el sandinista hasta el empresario
molesto por los controles de precios y prácticas extorsionistas. pem1itía a los
políticos profesionales asumir el liderazgo del partido. Aunque dirigentes del
PLI buscaban el apoyo del PSN desde 1944 – 1946, no estaban dispuestos a
poner en peligro su alianza con los conservadores o los propios intereses
empresariales de sus miembros. La renuencia de la oposición a ofrecer
garantías sindicales al PSN y a legalizarlo condicionaba significativamente la
opción del partido de no apoyar la convocatoria oposicionista a una huelga
general en contra del régimen, con lo cual condenó la huelga al fracaso.
Factores coyunturales también influyeron en tal decisión trascendental. Sin
duda influyó la momentánea armonía relativa con el ala somocista del
movimiento sindical, con cuyos dirigentes firmaron un manifiesto en pro de
la lucha democrática en Guatemala y Nicaragua, pero en contra de “los
acusadores y apóstoles de la politiquería“ y “los agentes de tipo nazi-fascista”
quienes estaban manipulando el movimiento estudiantil. Sin embargo, la
participación de militantes del PSN en las manifestaciones opositoras subraya
el grado de antisomocismo dentro del Partido. Tal actividad señala una
división interna del partido tomando en cuenta la línea oficial del PSN
promulgada sobre todo por sus dirigentes principales, Juan Loría y Francisco
Hernández. Mientras que todos los miembros del partido favorecían una
alianza antisomocista con garantías pro-sindicales. una fracción postulaba
como prioritario el derrocamiento de Somoza. El crecimiento del movimiento
obrero se aseguraba, para ellos, mediante el fortalecimiento de su alianza con
los sandinistas y otros grupos progresistas dentro del Pl.l. El
encarcelamiento de simpatizantes del PSN por su participación en las
manifestaciones anfisomocistas permitió a Loría y Hernández actuar de una
manera decisiva sin tener que enfientar inmediatamente un debate interno. 39
Finalmente, en los últimos días de junio, durante el auge de la lucha
estudiantil, Somoza se entrevistó con dirigentes sindicales izquierdistas y les
¡xometió derechos sindicales para trabajadores agrícolas y mineros y
garantizó la neutralidad del Estado en todo conflicto obrero-patronal. 40
Aunque el apoyo del PSN para Somoza en junio-julio de 1944 fue decisivo
para proteger la existencia del régimen, no fue sacrificada la autonomía del
movimiento obrero. En su congreso inaugural. un dirigente del PSN instó a
Somoza para que retirara la Guardia Nacional “para que no sean las bayonetas
de la Guardia Nacional las que se manchen para defender la inalterabilidad del
orden” y así permitir a los obreros defender directamente al régimen en contra
de los reaccionarios. El partido hizo un llamado para la liberación de los
presos políticos y en contra de los monopolios, como causantes de la
30
Page 13
inflación. Ya que los monopolios somocistas de la leche, el cemento y los
fósforos eran de conocimiento público. el mensaje de la autonomía obrera era
más patente. Finalmente, el Partido rehusó endosar el plan de reelección de
Somoza, que era el blanco principal de la cólera oposicionista.
El 6 de julio Somoza renunció a sus planes de reelección. Sin embargo,
actuó desde una posición de fuerza relativa. Aunque el debilitado movimiento
estudiantil seguía protestando contra el régimen. y sobretodo contra la
clausura de las universidades, Somoza, con el apoyo del movimiento sindical,
sobrevivió la peor crisis de su carrera política. En setiembre se había
consolidado tanto su régimen que pudo liberar a centenares de presos
políticos. 42
Anteriormente se analizaron las razones del apoyo sindical para Somoza.
Además de las ya citadas, es probable que una brecha de tipo clasista separaba
a los obreros socialistas de la mayoría de la oposición. En efecto, la
transparencia de todas las fuerzas clasistas. con la excepción del somocismo
que en ese entonces actuaba principalmente dentro del movimiento obrero,
influyó decisivamente en la opción socialista de apoyar al régimen. Sin duda
el espectáculo de manifestaciones antisomocistas encabezadas por “damas
distinguidas de la alta sociedad”. además de la oposición intransigente de
dirigentes conservadores al Código de Trabajo. influyó en la respuesta de las
clases populares urbanas y por tanto en la del Partido Socialista. 43
COYUNTURA ECONÓMICA Y DESARROLLO SINDICAL
El desarrollo y expansión del movimiento sindical y las primeras
acciones de los obreros fabriles estaban condicionados no sólo por la apertura
de la alianza táctica, sino también por las cambiantes condiciones materiales
de la vida obrera. Ya para junio de 1945, militantes obreros habían
organizado a más de 17.000 trabajadores en más de 100 sindicatos (véase
anexo B). Los afiliados representaban más de la mitad de la totalidad de
mineros, transportistas y obreros fabriles y de la construcción. equivalente
aproximadamente al 25% de la PEA no agrícola. Por lo tanto. la imagen
actual en la historiografía nicaragüense de un ‘débil movimiento mutualista’
conducido por artesanos-socialistas. debería modificarse sustancialmente. El
porcentaje de afiliados respecto del la PEA sólo se podría superar con el
triunfo de la revolución sandinista y. en términos absolutos. es dudoso que el
movimiento sindical tuviera más de 17.000 afiliados antes de los años 70.
Entre 1948, el año de la represión antisocialista, y 1960, los sindicatos en su
conjtmto disponían de una afiliación de menos de 4.000 trabajadores. 44
Expondremos sintéticamente los factores que condicionaban el
extraordinario crecimiento del movimiento sindical. El régimen somocista no
31
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podía reprimir sistemáticamente a un movimiento sindical que, en efecto, era
su base principal de apoyo. Militantes sindicales de ambas tendencias se
aprovechaban de tal situación política, y así participaron en el más
importante período de expansión del movimiento obrero antes del 19 de julio
de 1979: los meses entre agosto de 1944 y junio de 1945.
La situación del empleo durante la guerra también favoreció
significativamente al movimiento en su etapa inicial. Los proyectos de obras
públicas (especialmente, debido a los altos salarios, la carretera panamericana
financiada por los Estados Unidos) absorbían tanta mano de obra urbana y
rural que frecuentemente los patronos se quejaban de la ‘escasez de
trabajadores’. Desde la perspectiva de la organización sindical, el desempleo
sectorial que re5ultaba de la suspensión gradual de los proyectos a partir de
1945, sólo se convertía en un problema una vez establecidos los sindicatos,
Aunque está claro que el desempleo no ayudaba al movimiento, no obstante
estimulaba luchas que tendían a delimitar la autonomía sindical, tal como lo
sugieren las siguientes: En junio de 1945, el sindicato de la construcción
atacó frontalmente a Somoza por crear más desempleo (además de violar el
Código de Trabajo) al despedir sin preaviso a doscientos obreros que
trabajaban en la remodelación de la Casa Presidencial. Asimismo, la
Federación de Trabajadores de Managua (FTM), la cual reunía en mayo de 1945
a 35 sindicatos bajo la clara hegemonía del PSN, agitaba por el siguiente
programa de reivindicaciones:
. La construcción de hospitales estatales.
. El calzado para todo niño descalzo mediante un subsidio estatal.
. Un subsidio estatal para la publicación de libros.
El cumplimiento del Código de Trabajo, promulgado el 2 de abril de
1945. El cumplimiento del Código se convirtió en la demanda
principal del movimiento obrero en 1945 _ 1946. 45
La inflación. princiapl expresión de la crisis económica en 1945 deprirnió
gravemente los salarios reales y aumentó el atractivo de la autodefensa obrera.
La economía nicaragüense cayó bajo la casi total dominación de los EEUU
durante la Segunda Guerra. Los incrementos sustanciales en el valor de las
importaciones norteamericanas sin duda contribuían significativamente a la
tasa inflacionaria. Sobre todo, el valor de las importaciones alimenticias
saltó de 5462.352 en 1942 hasta 51.167.875 en 1945. Las importaciones de
productos textiles subieron en valor de 31.8 millones en 1942 hasta 33.2
millones en 1943.46 Bajo presiones del gobierno norteamericano, el régimen
somocista limitó las importaciones de tal rubro, con el resultado de que en
1944 se importaron 51.5 millones de productos textiles. A pesar de las
restricciones en el volumen de importaciones (claramente un estímulo a la
naciente industria textil). el valor de tales bienes subió otra vez en 1945
32
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hasta S23 millones.47 Aunque no hemos podido determinar el impacto
cuantitativo del incremento en el valor de las importaciones sobre la tasa de
inflación, el siguiente cuadro demuestra el dramático aumento para el pueblo
nicaragüense de los precios de artículos de primera necesidad.
INDICE DE PRECIOS DE PRODUCTOS
DE PRIMERA NECESIDAD 1942 – 1945
(en córdobas)
Cantidad 1942 1943 1944 1945
Arroz 1 lb. .184 .261 .261 .546
Came (corte
popular) 1 lb. .233 .310 .313 .761
Frijoles 1 lb. .150 .214 .220 .514
Leche 1 lt. .218 .288 .290 .654
Pinol 1 lb. .182 .229 .230 .353
Cuajada (queso) 1 lb. _ .687 .660 1.448
Azúcar 1 lb. _ .307 .310 .533
Pantalones (de
trabajo) 1 par __ 6.32 7.65 10.30
Camisa 1 4.32 4.89 5.60
FUENTE: Anuario Estadístico, 1942, 1943, 1944, 1945. Ministerio de
Hacienda. Managua.

Entre 1939 y 1943, los consumidores nicaragüenses tuvieron que
enfrentar aumentos en los precios alimenticios de casi un 200%. Los precios
subieron otro 100% entre 1944 y 1945. En febrero de 1945, la Federación de
Trabajadores de Managua (FTM) publicó un estudio que demostró que una
familia de cinco miembros necesitaba un ingreso de cincuentra y ocho
córdobas semanales para garantizar Sus necesidades básicas. El análisis de los
sindicalistas eliminó el pan y la leche de su consideración por ser “artículos
de lujo para el proletariado” 48. Otras fuentes coinciden con el análisis de la
FI’M, el que a su vez concuerda con el índice de precios oficial. 48

El salario real de los trabajadores nicaragüenses sufrió un descenso
dramático durante la guerra (véase anexo C). A principios de 1945 aun los
obreros mejor remunerados ganaban menos de lo necesario para alimentar,
vestir y pagar alquiler a una familia de cinco miembros. Sin duda, la situación
de los demás obreros era aun más desesperante, amortiguada en parte por
ingresos familiares adicionales. En tal sentido la lucha obrera por la
organización sindical significaba literalmente una lucha por la supervivencia.
Los patronos dueños de talleres. fábricas, ingenios y minas resistieron
la organización sindical durante 1944 y 1945. Más aún, empresarios
conservadores lucharon políticamente contra la promulgación del Código de
Trabajo (promulgado en abril de 1945). Tal como vimos, el Código de
Trabajo, aunque era “una vieja reinvidicación de la Clase obrera,” resultó de
una alianza táctica entre Somoza y el movimiento obrero. Mientras que
Somoza por un lado respondía a las necesidades políticas coyunturales, a la
vez el Código promovía la racionalización de la economía capitalista
nicaragüense. Por supuesto, la legalización de los sindicatos y las huelgas
limitaba el poder del empresario y otorgaba una cuota principal de tal poder al
Estado. como el mediador entre el capital y el trabajo.

Ciertos artículos del Código atacaban frontalmente a las condiciones de sobre-explotación del trabajador. Así, por ejemplo, si en 1943 la mayoría de los obreros tabajaba entre 10 y 14 horas diariamente, el Código estableció en 1945 la jornada
laboral de ocho horas. Además, el Código obligó a los patronos a pagar el
séptimo día y vacaciones anuales de un mes. No obstante, a pesar de las
promesas de junio de 1944, ya señaladas, el Código prohibió huelgas de
trabajadores agrícolas durante la siembra y la cosecha. golpeando así
severamente los esfuerzos sindicales de organizar a los trabajadores del
campo. 50 El contenido del “populismo” somocista se sintetizó
diáfanamente en el Código de trabajo. El apoyo sindical para Somoza
dependía de la promulgación y la aplicación de “la Biblia de los obreros”.

El Código postuló los límites del populismo somocista, encamados en su
alianza con el movimiento obrero. Sin embargo. dado el nivel de desarrollo
económico nicaragüense, y su subordinación al poderío económico de los
Estados Unidos y al mismo Somoza. el peculiar populismo del “jefe obrero”
en ese período era un proyecto potencialmente explosivo.

LA LUCHA DE CLASES Y LOS LIMITES DEL POPULISMO SOMOCISTA

Después de la momentánea pacificación del movimiento opositor por
parte de la Guardia Nacional (GN), militantes sindicales de ambas tendencias
presionaban para que el Congreso aprobara el Código y -lo que es más
significativo- en los talleres y fábricas los obreros luchaban por hacer del
Código una realidad efectiva.

De agosto a diciembre de 1944. obreros nicaragüenses se lanzaron a la
huelga en varios sectores de la economía. El Ministro de Agricultura y
Trabajo, en su informe anual. declaró que ‘muchas huelgas’ se llevaron a cabo
en 1944, exigiendo la reintegración a sus puestos de militantes sindicales
despedidos.51 La huelga fracasó por el gran porcentaje de reompehuelgas que
hubo entre los obreros permanentes. Durante el mismo período, zapateros.
tipógrafos :y ferrocarrileros se lanzaron a la huelga en defensa de sus
sndicatos. 5

Las huelgas citadas indican claramente la reacción patronal ante la
amenaza inminente de la promulgación del Código. Los empresarios
esperaban herir al incipiente movimiento sindical con el fin de incapacitarlo
para la posterior lucha por el cumplimiento de la legislación laboral. Las
huelgas que buscaban la consolidación organizativa demostraban nítidamente
que los militantes actuarían de una manera autónoma, para convertir .las
garantías legales en una realidad. La respuesta oficial, enunciada por el
Ministro de Agricultura y Trabajo, José Zelaya. fue algo ambigua. Declaró que
una vez promulgado el Código, las huelgas de solidaridad carecen’an de
legalidad, ya que sería igualmente ilegal el despido de militantes sindicales.
El Estado garantizaría que ni la represión antisindical ni las huelgas
tendrían lugar en la “Nicaragua organizada“. 54

La relativa neutralidad estatal se puede ver en su actuación durante una
huelga en una fábrica textil. El administrador de esta compañía. un general
retirado, Pasos (ex-somocista, y jefe del ala derechista del PLI), y un señor de
apellido Arellano. intentaban suplir el súbito incremento en la demanda de
productos textiles cuando el gobierno limitó las importaciones en 1944. A]
establecer el horario semanal de 84 horas. para operarias, (dos turnos diarios.
supuestamente voluntarios) y la jornada de nueve horas para mecánicos, la
fábrica PAYCO aumentó la producción entre julio y setiembre en un 20%, de
28.000 a 35.000 yardas. 55
Los obreros textiles de PAYCO comenzaron a organizarse en octubre de
1943. Para setiembre de 1944, 123 de un total de 232 obreros se habían
afiliado al sindicato. Durante ese mes, la gerencia despidió al militante
sindical y dirigente socialista Manuel Pérez Estrada. El 28 de setiembre más
de 180 obreros asistieron a una reunión llamada por el sindicato para
responder a la represión. La Asamblea discutió y aprobó las siguientes
demandas:
Reintegración inmediata de Pérez Estrada.
Aumento salarial del 40%
Jornada de ocho horas para obreros calificados.
La instalación de dos baños.
La reforma del sistema de multas por errores.
No represalias. 56

Al no recibir una respuesta a sus demandas, los obreros se lanzaron a una
de las primeras huelgas industriales en la historia laboral del país. PAYCO
respondió ofreciendo incrementos desde el 10 hasta el 25% para cualquer
obrero dispuesto a romper la huelga y a denunciar la “agitación comunista” en
la prensa. Treinta y seis afiliados aceptaron la propuesta de la gerencia. No
obstante, los otros 96 obreros afiliados lograron convencer a 70 de sus demás
compañeros de ir a la huelga y afiliarse al sindicato.

Otros sindicatos de la FTM aportaron fondos para la huelga. Los 168
huelguistas recibieron un total de C1400 durante los cinco días de huelga.
Después de dos días, el Ministro Zelaya llamó a negociaciones. Frente al
movimiento huelguístico. bastante fuerte. y la solidaridad de la FTM, PAYCO
optó por hacer concesiones. Aceptó aumentar los salarios en un 20 – 25% y
conceder las otras demandas. con la excepción de reintegrar a Pérez Estrada.

El comité de huelga convocó a una asamblea. La mayoría de los obreros
quería proseguir la huelga. El dirigente Pérez Estrada, sin embargo, argumentó
de manera convincente que los obreros habían ganado una batalla importante
y el sindicato había adquirido fuerza y experiencia valiosa. 57 Los obreros
votaron por aceptar el contrato. Así concluyó la primera huelga industrial
exitosa en la historia nicaragüense, que además demostró claramente el
potencial del movimiento obrero para extraer concesiones del capital. El
papel relativamente neutral del Estado, acentuado por el papel dirigente del
general Pasos en la oposición, se orientó hacia la terminación de la huelga
pero sin recurrir a la represión, y sin duda sirvió como un estímulo a la
militancia sindical.

Aunque el PSN dirigió la mayoría de las huelgas, la tendencia somocista
también organizó y participó en movimientos huelguísticos durante el
período. La Liga de Motoristas, fundada a mediados de los años treinta, se
había convertido en el sindicato somocista más grande. El presidente de la
Liga, Edmundo Jarquín, era un viejo amigo de Somoza. En setiembre y
octubre de 1944, la Liga organizó a los choferes, mecánicos y ayudantes de la
recién inaugurada Cementera Nacional en San Rafael del Sur (1942). En
octubre de 1944 la Liga lanzó una huelga por aumentos salariales de sus
afiliados en la Cementera. Los sindicalistas ganaron la huelga, que duró dos
días.58 La Liga estimuló y guió el desarrollo de los trabajadores de la
Cementera Nacional, cuyo sindicato agrupaba aproximadamente 200 miembros
en 1945. La huelga de la Liga y la subsiguiente campaña de organización
sindical se destaca por una razón principal: Somoza era codueño de la fábrica.
La reacción presidencial a la huelga de la Liga no está clara, pero dada la
necesidad urgente de la produccion de cemento para la carretera a “Puerto
“Somoza” (hoy Puerto Sandino) y el hecho de que la Liga representaba a sólo
una minoría de los trabajadores de la cementera, se supone que él aceptaría la
pequeña pérdida en sus ganancias sin mayor molestia. No obstante, el
siguiente año la actitud de Somoza hacia el Sindicato Industrial de los
Trabajadores de la Cementera fue mucho menos magnánima. Los intereses
privados de Somoza, ubicados en sectores claves de la economía, demarcaban
ciertos límites al populismo somocista. La respuesta del sindicalismo
somocista a tales límites definía el grado de su autonomía con respecto al
régimen.

Durante al mismo año, de 1944, la Liga de Motoristas tuvo que
enfrentarse con el régimen somocista. En setiembre los sindicalistas de la
Liga que trabajaban en la construcción de la carretera Panamericana pidieron al
Gobierno aumentos salariales, alegando que su salario apenas llenaba las
necesidades personales y no les dejaba nada ara sostener a sus familias
(generalmente de las ciudades del Pacífico). 5 Poco tiempo después, el
Gobierno autorizó un incremento de cuatro centavos. La Liga siguió agitando
durante los siguientes meses por un aumento sustancial, y el 11 de diciembre
más 2.000 trabajadores de la carretera se lanzaron a la huelga en pro de un
aumento de 100%. 60 Somoza reaccionó inmediantamente a la primera huelga
en el sector público y viajó en avión a varios sitios de la construcción para
hablar con los trabajadores. Llamó a una reunión con la dirección de la Liga.
con la excepción de su presidente, Jarquín.61 Somoza le negó la participación
a su viejo aliado por “ser extraño al movimiento”.62 El COCTN somocista
denunció la huelga aunque el Sindicato de los Carpinteros -de tendencia
socialista— anunció una huelga de solidaridad. Somoza entonces ofreció un
incremento salarial de 65%. La dirigencia (menos Jarquín) y los trabajadores
aceptaron la propuesta. 63

Al mes siguiente, la Liga de Motoristas dejó de existir. Sus dirigentes,
a excepción de Jarquín, intentaron fundar un taller cooperativo de mecánicos
con la ayuda del Gobierno. Las bases de la Liga se afiliaron al nuevo
sindicato dirigido por Roberto González, del COTN, que era en efecto un
sindicato estatal. El 23 de febrero de 1945 agentes de seguridad arrestaron al
Dr. Edmundo Jarquín.64 La experiencia del dirigente sindical fue
aleccionadora acerca de los límites del sindicalismo somocista. Cuando La
Liga y .Ïarquín se opusieron al régimen, los demás sindicalistas somocistas
aislaron a Jarquín y después, con la ayuda de Somoza, reincorporaron las
bases a una nueva organización, más controlable. Así, al terminar el año 1944, Somoza salió airoso de su primera confrontación seria en el sentido de
que. si bien tuvo que hacer concesiones a los trabajadores. logró debilitar la
autonomía de un sector importante del movimiento obrero. y a la vez mejoró
su imagen como el “Jefe Obrero”.

Durante 1945, Somoza enfrentaba dos impedimentos en la consolidación
de su control sobre el movimiento obrero. Por un lado, el ala socialista no
sólo seguía manteniendo una posición de liderazgo en el movimiento (sobre
todo en Managua), sino que tenía una creciente autonomía con respecto al
régimen. Por otra parte, el ala somocista. con el fin de combatir la
influencia socialista, intentó penetrar en el incipiente sector industrial.
Somoza había adquirido intereses en la nueva industria sustitutiva, v.g. de
fósforos, cemento y textiles (1946). Pero los sindicalistas somocistas tenían
que responder a sus bases. Los conflictos entre Somoza y ambos sectores del
movimiento obrero, así como la división del sindicalismo, cada vez más
aguda. condicionarían los acontecimientos decisivos de los años 1945-1946.
años que marcarían el punto más alto de la lucha obrera nicaragüense.

El apoyo socialista a Somoza en noviembre de 1944 dependía
esencialmente de las mismas variables que en julio:
l. Presión política de Somoza en favor del Código, entonces en el Congreso.
2. El potencial de la unificación sindical con el grupo somocista.
3. El rechazo conservador de los derechos sindicales y la falta de voluntad de
la dirección del PLI de romper con el partido oligárquico.

El PSN no declaró una adhesión incondicional a Somoza. Al contrario,
las declaraciones del partido izquierdista demuestran una postura crítica de sus
políticas económicas y laborales. Durante este período el PSN demandó
libertad para los presos políticos. libertad de prensa y para los partidos
políticos, la abolición de los monopolios, controles rígidos de precios, la
renegociación de los contratos mineros y la rápida promulgación del Código.
Más aun, el partido delimitó estrictamente los límites de su apoyo. Si
Somoza no cumplía con sus promesas democráticas y sociales. declaró el PSN,
los socialistas tendrían que “considerar la conveniencia de cambiar de táctica y
aun recurrir a la lucha armada”. 65

Somoza repondió a las huelgas y las declaraciones socialistas con un
endurecimiento de su posición frente a la izquierda. El 19 de noviembre la
mayoría somocista en el COCI’N expulsó a dos militantes socialistas por ‘su
afiliación política’. 66 Dos días después el Ministro de Gobemación negó
personería jurídica al PSN. Es bastante revelador el pretexto oficial para la
medida represiva

Los primeros pasos de la clase obrera

Los primeros pasos de la clase obrera

Onofre Guevara

Onofre Guevara López, nace en Nandaime, Granada, el 11 de marzo de 1930. Zapatero de oficio, organizador obrero, líder sindical, periodista y analista político, aunque nunca obtuvo formalmente un título universitario. Se “graduó” y muy bien, escribiendo en periódicos sindicales. Se incorpora a la edad de catorce años al Sindicato de Zapateros, y posteriormente al Partido Socialista Nicaragüense. Participó en el primer esfuerzo nacional de unificación obrera en la Coordinadora Sindical de Nicaragua (CSN).

Se integra como militante al Frente Sandinista de Liberación Nacional, en 1979. Onofre y el dirigente sindical Carlos Pérez Bermúdez, hicieron esfuerzos para publicar, en plena dictadura somocista, folletos sobre la historia de la lucha obrera en Nicaragua, y en los años ochenta publicaron los mismos en forma de un libro. Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, fue Representante ante el Consejo de Estado y luego Diputado ante la Asamblea Nacional.

Fue columnista del diario Barricada; y ahora en El Nuevo Diario publica una columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia” y semanalmente ofrece un comentario político en la sección de Opinión. Onofre publicó los libros: Sea moderado tu sueño (2003); y Cien Años de Movimiento Sindical en Nicaragua (2007). Es miembro del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE).

Al calor de una huelga de zapateros, en 1922, nace el primer sindicato, como expresión de la necesidad de organización de la clase obrera, que sintetiza la experiencia acumulada de las anteriores uniones de los trabajadores. Maduraba así la conciencia obrera, de asalariados, que sólo cuentan con su fuerza de trabajo para sobrevivir, en un intento de asumir de manera colectiva, como protagonistas, la lucha por sus reivindicaciones frente a los patronos y el Estado.

Nicaragua ha sido una nación recurrentemente intervenida por el imperialismo norteamericano, por lo cual el Estado nicaragüense se construyó con un doble rol: como estado representante de los intereses de los oligarcas nacionales, terratenientes, militares, políticos y como representante de los intereses imperialistas. Durante mucho tiempo la dictadura somocista jugó el rol de sostén y árbitro de los encontrados intereses locales y representante de los intereses yanquis.

La expansión de la producción de agro exportación permitió el surgimiento del proletariado urbano y rural, pero sus intentos de organización gremial fueron siempre mediatizados o reprimidos por el naciente régimen somocista. Las luchas obreras y sindicales sin embargo no lograban gestar una organización política lo suficientemente fuerte y decidida como para encabezar la lucha nacional contra la dictadura. Fue hasta el surgimiento y desarrollo del FSLN que se visibiliza una organización que se constituyó en columna vertebral y forma de expresión organizada de lo más avanzado de la conciencia nacional y de la conciencia de clase. La lucha revolucionaria contra la dictadura tomó así un perfil más definido, como expresión de la lucha de clases. “Por la Liberación Nacional y el Socialismo” rezaba el lema del FSLN de entonces.

No es de extrañar que los primeros luchadores revolucionarios y los primeros integrantes del FSLN, en su mayoría, tuvieran un origen popular, proletario. Algunos habían militado en el Partido Socialista Nicaragüense o participaron en algunos de los movimientos sociales de entonces, en organizaciones gremiales o en el movimiento estudiantil, y se rebelaban, no sólo contra la dictadura, sino al régimen de clase que ésta representaba.

El Partido Socialista Nicaragüense (partido de los comunistas de Nicaragua, 1944), se funda en momentos en que en el movimiento comunista internacional prevalece la tesis de la conciliación de clases, y durante su primera etapa la línea oficial del partido promovió la conciliación de intereses incluso con la dictadura somocista, mientras eran reprimidos y exiliados quienes desde su seno propugnaban por una línea distinta.

Aunque varios de los principales fundadores del FSLN provenían de las filas socialistas, el PSN no asumió la lucha armada como estrategia, lo cual causó dos importantes divisiones en su seno. De la primera, en 1968, después de la masacre del 22 de enero de 1967, surgió lo que se conoció como el Partido Obrero Socialista Nicaragüense (1968), luego transformado en el Partido Comunista de Nicaragua (1970), que tampoco asumió la opción armada.

La segunda división terminó en dos partidos socialistas: uno de ellos permaneció en una alianza de derecha denominada Unión Democrática de Liberación (UDEL), y el otro se decidió por la lucha armada, y organizó a finales de la década de los 70 su propio aparato armado, la Organización Militar del Pueblo (OMP), con la cual formalizó su alianza militar con el FSLN, y se integró a la Insurrección Final. Después del triunfo de la Revolución, sus militantes se integraron políticamente al Frente Sandinista.

“Más tarde, varios líderes del partido, entonces llamado “de los Sánchez” –por el liderazgo que ejercían Domingo y Luis Sánchez–, se pasaron en cuerpo y alma a la derecha y su alianza política. De estos líderes, sólo el legendario Domingo Sánchez, “Chagüitillo”, junto a varios cuadros de ese partido, rompieron con la derecha, rescataron al partido y aún proclaman su posición e ideología marxista-leninista”. (Guevara, Onofre: 2008).

Onofre Guevara, sindicalista, socialista, sandinista y compañero de indiscutible trayectoria de lucha por los intereses de los trabajadores, nos resume en esta conversación los hitos fundamentales de lo que llamó “etapa pionera de la lucha obrera en Nicaragua”, y que se ubica de 1900 a 1945.

Mónica: Onofre, ¿cómo surge y se desarrolla el movimiento obrero en Nicaragua?

Onofre: El movimiento obrero se desarrolló en correspondencia con el avance del capitalismo en la época. Durante la década de 1880, Nicaragua apenas comenzó a insertarse en el mercado capitalista mundial por medio de la exportación de café, que era su primer producto y su primera liga con el mercado internacional capitalista.

Primeramente, el café que se producía era producto del trabajo de los campesinos en una condición de semi-servidumbre en las grandes haciendas de los conservadores. Eran la versión feudal nicaragüense en aquella época. Al desarrollarse la producción de café para la exportación, los hacendados se ven obligados a contratar mano de obra, y ahí es donde nace el trabajo asalariado y con ello automáticamente, sin que ellos lo supieran, nacía una nueva clase social: la clase obrera.

Poco más tarde, ya con José Santos Zelaya en el poder1, surgen las primeras formas de organización de los trabajadores artesanales de la ciudad, pero como sociedades mutualistas, una forma de organización que corresponde a un estado de desarrollo capitalista muy primario.

Cuando Zelaya es derrocado en 1909, ya había confederaciones de carpinteros que no llegaban a sindicatos; sino que eran organizaciones gremiales y mutualistas de carpinteros, de sastres, de zapateros. Los trabajadores artesanales participaban en ellas con fines de ayuda mutua.

Mónica: ¿Tenían recursos para hacer un fondo social?

Onofre: Ellos mismos cotizaban para hacer un fondo social que servía para ayuda de los propios afiliados y de sus familias en caso de necesidad, enfermedad o muerte. Eso era el mutualismo, como una auto justicia social, porque no correspondía al reclamo reivindicativo de un sector social hacia otro, para que le respondieran, como es la lucha de los sindicatos cuando ya se organizan, sino que era una autogestión. Más tarde surgen las uniones obreras. Esta es una etapa intermedia entre la sociedad mutualista y los sindicatos. Aparecen a partir de la intervención norteamericana en 19122, en una combinación de sentimientos patrióticos y sociales.

Mónica: Pareciera que las formas más avanzadas de organización en nuestro país estuvieron durante mucho tiempo vinculadas a la lucha contra la acción intervencionista de los Estados Unidos.

Onofre: Sí, porque las primeras organizaciones captan los procesos, las necesidades, los problemas y situaciones económico-sociales del país frente a las intervenciones extranjeras, concretamente la de los Estados Unidos. Y no es una casualidad que este trance de la organización mutualista primitiva elemental, a las uniones obreras, tenga una influencia política por la presencia del ejército norteamericano en Nicaragua, que llega a combinar el sentimiento patriótico con otro de reivindicación social.

Las uniones obreras son un paso intermedio entre la sociedad mutualista y los sindicatos. La característica de estas uniones es que ya no estaban formadas por diferentes tipos de artesanos y especialidades, sino que eran exclusivamente gremiales. Eran uniones sólo de talabarteros o sólo de zapateros, o sólo de carpinteros, hasta los aurigas se organizaron. Esta forma de organización ya amplía un poco su horizonte reivindicativo, porque no sólo está haciendo una cotización mensual o semanal para ayudarse mutualmente, sino que ya tiene una identidad gremial, una identidad social, una ampliación, una participación de los trabajadores organizados en la sociedad.

Mónica: ¿Cómo van surgiendo los sindicatos?

Onofre: Los sindicatos surgen como resultado del desarrollo de estas uniones que ya crecen junto con los talleres artesanales. En la primera década, cuatro, seis y diez obreros. Para 1920 eran talleres de hasta sesenta obreros, talleres de zapatería que ocupaban espacios grandísimos, porque el trabajo era manual, artesanal; pero su condición era más proletaria que artesanal, es decir, lo artesanal es la forma de producir, pero obrera, proletaria, en cuanto a que los trabajadores no eran dueños del producto de su trabajo, si no que eran obreros asalariados de una forma abierta y directa.

El primer sindicato en Nicaragua del que se tiene registro, surge de una huelga de zapateros en un gran taller de Managua, propiedad de don Constantino Pereira. En esa época se realiza una huelga gremial, y al calor de la huelga, esa unión obrera, esa unión de zapateros que protagoniza este movimiento huelguístico, se transforma en sindicato. Al calor de la huelga adquieren un nivel de desarrollo de su conciencia, dan un salto cualitativo bien importante en un momento de agitación social. Toda la experiencia acumulada con el trabajo de las uniones obreras, se transforma en una organización sindical con conciencia de que no se está enfrentando a un problema social aislado, porque hay dos protagonistas antagónicos bien definidos: los patronos y los trabajadores.

Mónica: Hay que enfatizar que cuando Nicaragua se inserta en la división internacional del trabajo, lo hace como abastecedor de materias primas, es decir, nuestro modelo capitalista nace dependiente. Adicionalmente, la intervención norteamericana truncó los procesos de construcción de la nación nicaragüense. Durante muchos años nuestro país estuvo intervenido, los yanquis controlaban puertos, aduanas y definían la política fiscal. De esa manera el Estado nicaragüense representaba principalmente los intereses del imperialismo.

Onofre: Esa situación nacional imprime un sello a ese larvado movimiento sindical, por el acercamiento de las uniones obreras con los ideólogos liberales progresistas, quienes estaban en la oposición y que también se oponían a la intervención imperialista.

Los que orientaban a las uniones obreras hacia determinadas políticas de oposición a la intervención extranjera, eran jóvenes liberales que se habían graduado en Chile o en cualquier universidad extranjera y que venían con ideas renovadas, nuevas para la realidad nicaragüense. Además, rectoraba a los trabajadores en la lucha contra el atraso pre capitalista. En 1913 se organiza una central obrera en León, dirigida por un maestro carpintero de apellido Ayestas. Era un ancianito que yo conocí en 1945, y no faltaba a las celebraciones del Primero de Mayo en la Casa del Obrero.

Sin ser obrero, el poeta Salomón de la Selva se convierte en un ideólogo del sindicalismo, especialmente en León, porque era su ciudad natal. Él tenía experiencia y había vivido en el extranjero muchos años; así ocurría con los intelectuales y profesionales liberales que se graduaban en el exterior. Salomón de la Selva fue un miembro activo de la Federación Obrera de León, lo cual no es casual.

En 1917 se dan los primeros contactos con los jóvenes intelectuales liberales, y es Sofonías Salvatierra, un historiador liberal, quien constituye un comité de trabajo obrero, con participación de artesanos e intelectuales.

Mónica: ¿Cómo hacían para tomar contacto con esas ideas, cuando no había periódicos ni televisión?

Onofre: Las fuentes principales eran los estudiantes que salían al exterior. Ellos oían y se vinculaban con ideas de avanzada, y luego las traían y las trasladaban a los trabajadores.

Mónica: ¿Cuándo surge lo que se denominó “el obrerismo organizado”?

Onofre: El obrerismo organizado3 inicia en 1918 y termina de constituirse en 1923. Aunque era un avance en la organización de los trabajadores, estaba subordinado ideológicamente a los liberales. Entre sus planteamientos estaba la “apoliticidad”; sin embargo, en 1929 se involucró en la lucha electoral por la alcaldía de Managua, en donde el propio Sofonías Salvatierra fue el candidato a Alcalde; pero sus aspiraciones fueron frustradas porque mediante decreto presidencial, José María Moncada convirtió la municipalidad en Distrito Nacional, eliminando el carácter electivo del Alcalde.

Mónica: Paralela a la creación del primer sindicato y al surgimiento del obrerismo organizado, se organiza la Federación Obrera de Nicaragua (FON)4, que surge en 1923. Uno de sus fundadores fue precisamente Salomón de la Selva, vinculado también a la lucha contra la intervención de 1926. ¿Qué diferencia hay entre la FON y el Obrerismo Organizado?

Onofre: La FON surge en León, su orientación era sindical-reformista y se centró más en la lucha social. A diferencia del obrerismo, era una especie de central nacional, y contaban con afiliados en León, Chinandega, Matagalpa, Carazo, Granada, Masaya y Rivas. La FON fue la expresión organizada más avanzada de esa época, pero se debatió también entre distintas influencias externas no obreras. La más clara fue la corriente de Samuel Gompers, un dirigente oportunista yanqui. Al final, la FON se escindió entre los influenciados por el nacionalismo, proveniente del Partido Laborista Mejicano, y la pro-yanqui, estimulada por la Federación Americana del Trabajo.

En la lucha constitucionalista de 1926, el obrerismo se plegó al bando liberal, y la FON mantuvo un poco más su perfil. Así, en la Conferencia Panamericana del Trabajo, en julio de 1927, Salomón de la Selva y Tranquilino Sáenz, quienes fueron delegados por la FON, consiguieron una resolución de condena al bombardeo yanqui contra Ocotal. Ésta fue la acción más conocida a favor de la lucha de Sandino, aunque Salomón de la Selva se identificó hasta su muerte con Sandino.

Mónica: Tal como explicas en tu libro, en 1930 surge la Unión Patriótica Nicaragüense (UPN), que fue un esfuerzo de articulación de obreros y estudiantes para oponerse a la intervención, y luego surge el Partido Trabajador Nicaragüense (PTN). ¿Cómo surge el PTN y cuál es su papel en el momento de la lucha de Sandino, y posterior al asesinato del General de Hombres Libres?

Onofre: Todo lo que surge a partir de 1922 con el primer sindicato, comienza a multiplicarse, y en el camino asume diferentes nombres. La aparición el 7 de agosto de 1931 del Partido Trabajador Nicaragüense5, es un salto cualitativo muy importante. Es como la maduración de todo un proceso de formación organizativa en el seno de la clase obrera, y además influenciado por la presencia de la lucha anti-imperialista de Sandino.

No es casual que haya nacido precisamente en 1931, en plena lucha sandinista, y que algunos de los dirigentes que fundaron este partido tuvieran una relación directa con Sandino o con la lucha sandinista por su presencia en la mina San Albino. Cuando Sandino estaba en San Albino, también hubo dirigentes obreros inquietos, conocieron la lucha de Sandino en el propio terreno, y, luego, al ingresar a Managua, comenzaron a impulsar la inquietud por organizar un partido trabajador, y lo logran hacer en agosto de 1931.

Mónica: Contás en tu libro que cuatro trabajadores del Pacífico, que temporalmente laboraron en San Albino en actividades no mineras (Manuel Alemán Guerrero, Salvador Sevilla González, Felipe Medina y Carlos Pérez Bermúdez), tuvieron una reunión con Farabundo Martí, el secretario privado de Augusto C. Sandino, quien precisamente insistió sobre la necesidad de una organización partidaria de los trabajadores en Nicaragua. Me parece que esto es muy importante, y por eso lo cito textualmente:

Esta excitativa de Martí fue precedida de una profunda explicación del significado del pensamiento y acción sandinista para la liberación de Nicaragua y el resto del continente, sometidos a la dominación imperialista. Para conjugar la lucha de liberación sandinista con la lucha por el progreso social del pueblo nicaragüense, Martí trató de hacer comprender a los trabajadores la necesidad de una organización política de clase que los condujera a la acción revolucionaria contra las injusticias propias del sistema y por las reivindicaciones de carácter patriótico –como la de Sandino– llevadas al seno de los trabajadores de la ciudad.

Onofre: Todo esto es un proceso, aquí no hay nada aislado, todo tiene una vinculación a través de las personas, a través de los hechos, a través de los sucesos y de la información. Siempre hay una intercomunicación permanente, una interrelación entre un fenómeno y otro.

Mónica: En Nicaragua sólo existían dos grandes organizaciones políticas: los liberales y los conservadores, y ambos son representantes de los explotadores; entonces, Farabundo hacía la siguiente reflexión: “Hay que crear una especie de alternativa real para los sectores oprimidos”. ¿Logró el movimiento romper el monopolio político de los partidos tradicionales, al menos temporalmente?

Onofre: El PTN rompe el monopolio político de los partidos tradicionales, los conservadores y los liberales, aunque ellos siempre se han subdividido por ambiciones políticas de caudillos en partidos con otros nombres, pero siempre conservadores o siempre liberales. En cambio, la aparición del PTN es el primer intento de la ruptura definitiva del monopolio político de las clases explotadoras en Nicaragua. Es un paso fundamental para el desarrollo del movimiento revolucionario en general en Nicaragua.

Mónica: Tengo entendido que Somoza hizo un fuerte trabajo para atraer al PTN y llegó a identificarse popularmente con los obreros, hasta desarrolló las llamadas Casas del Obrero, y en un momento determinado hubo sindicatos fuertes que le dieron su respaldo y su apoyo. Después que se acaba el PTN surge el Partido Socialista. ¿Cuál fue el papel del Partido Socialista en esa época?

Onofre: El movimiento del PTN significó un grado de maduración de todo el movimiento sindical y mutualista anterior, y ese paso cualitativo significó la consolidación de una etapa del movimiento sindical jefeado y orientado por el PTN.

El PTN, además de realizar trabajo en los barrios miserables, como Miralagos, se expresó en contra del nombramiento de Somoza García como Jefe Director de la Guardia Nacional, y en abril de 1932, fueron desterrados hacia honduras sus principales dirigentes: Andrés Castro Wassmer, Manuel Vivas Garay, Felipe Medina, Carlo Palma y el doctor Humberto Barahona, acusándolos de comunistas.

Poco después, el PTN repudia la campaña electorera, acusándola de farsa y asumiendo el lema “Contra las elecciones, a favor de Sandino”. Pero en el seno del Partido también se manifestó el oportunismo, y una vez que asesinan a Sandino, terminan por hegemonizarlo.

El PTN publicó el periódico Causa Obrera y luego El Proletario; y una de las huelgas más importantes en las que se involucró fue la de choferes, a través de la Liga Nacional de Choferes, en 1936, contra el incremento del precio de la gasolina.

Ahora bien, el sindicalismo –y esto no es una tendencia única en Nicaragua–, desgraciadamente se subdividió desde el momento en que nace prácticamente como efecto de la labor de atracción, de penetración, de infiltración ideológica de políticas de los partidos de la clase dominante.

El movimiento obrero en Nicaragua arranca, así como lo hemos venido diciendo, de las formas más elementales de organización, hasta los sindicatos. La culminación de la etapa de formación de los sindicatos ocurre a partir de 1931, precisamente después de la formación del primer partido obrero en Nicaragua, que fue el PTN, que se encargó de desarrollar la organización obrera, y en 1933 dio nacimiento al movimiento sindical en Nicaragua de una forma estable, permanente.

Entre 1936 y 1937, después del golpe de Estado de Somoza García a Sacasa, Somoza comienza a hacer una labor de atracción y de penetración en ese sindicato recién nacido y logra la división; se atrae a determinados dirigentes sindicales con la promesa de establecer en la Constituyente que nació en el año 1938, un capítulo de garantías sociales a los trabajadores, que luego fue el Código del Trabajo. Es el primer anzuelo demagógico que lanza Somoza García para atraerse el apoyo de los trabajadores. Y dirigentes del PTN muerden el anzuelo y así comienza su fin.

En 1940, la dictadura incrementa la represión contra el movimiento obrero, y muchos dirigentes salen al exilio, otros van a la cárcel y otros tienen que esconderse. En los años 40 la Iglesia Católica hace esfuerzos de penetrar en el sindicalismo, creando la Juventud Obrera Católica, cuyos dirigentes eran los párrocos de los barrios. En esa misma época de los años 1940 a 1945, comienzan a surgir las organizaciones estimuladas por Somoza, eran cascarones, pero ya reflejaban orgánicamente la división obrera. Así finaliza la vida del Partido Trabajador Nicaragüense.

Ni el gobierno ni la clase dominante lograron impedir el surgimiento de los sindicatos en la etapa anterior, tampoco pudieron impedir su reorganización, y surgió un movimiento sindical vigoroso entre 1943 y 1945, por la labor de la organización de los sindicatos, producto de la situación internacional en que se había declarado la guerra de 1939, y en los años 40 estaba en pleno apogeo.

Los obreros combinaron la lucha reivindicativa con las tareas de solidaridad con el pueblo soviético, agredido en 1941 por las hordas nazis, y esto produjo una combinación de actividad y fuerza que redundó en la formación de un frente anti-fascista de los trabajadores, que en 1945 da como resultado el surgimiento del Partido Socialista Nicaragüense.

Pero entre 1944 y 1945 Somoza García estaba interesado en su reelección presidencial, y esto provocó un movimiento de oposición muy fuerte; entre otros de parte del movimiento estudiantil de la generación del 44, que produjo nombres como los de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Ernesto Cardenal, Mario Flores Ortiz, y una serie de dirigentes políticos que después tuvieron alguna participación en la política nacional. Este fenómeno de oposición anti-reeleccionista, encabezado también por el movimiento estudiantil, y el surgimiento de los sindicatos, produce una confusión política. Después que por la represión no pudo impedir la reorganización sindical, Somoza realiza una política demagógica buscando como atraerse a los sindicatos, pero sólo lo logró en parte.

En 1945, cuando por primera vez se celebra el Primero de Mayo, la situación política es tal, que Somoza permite la libre movilización obrera para hacerse propaganda.

Mónica: Pero desde 1937 no había permitido la celebración del Primero de Mayo.

Onofre: No lo había permitido, pero en 1945 lo permite, y los obreros se concentran donde ahora es el Estadio Cranshaw, que era un patio cercado por bardas, y de ahí salió una gran manifestación que recorrió la Calle Colón hasta la Avenida Roosevelt, en aquella época Avenida Central, hasta la Plaza de la República. Era una concentración masiva. Para entonces, el país tenía apenas un millón de personas, y Managua era una enorme aldea de doscientos mil habitantes. Entonces, poner cuatro o cinco mil obreros en una marcha –cosa que ni todos los partidos políticos juntos había logrado–, fue algo que asustó al mismo Somoza. Como él había permitido la libertad de movilización, era imposible no tener la presencia del Presidente de la República en la manifestación, y él tomó la palabra en el acto de cierre; pero los trabajadores comenzaron a disgregarse en el momento en que Somoza García comenzó a hablar.

Mónica: ¿En señal de rechazo?

Onofre: Sí, porque su interés era –y en el discurso lo manifestó– su reelección presidencial, y los obreros comenzaron a dejar vacía la plaza porque ya habían hablado los principales dirigentes de la época: Armando Amador, que era el Secretario General de la CGT que convocó la concentración, Juan Lorío y Pérez Estrada; y a Somoza le tocó hablar de último, y habló casi con la plaza vacía.

Mónica: Me imagino que llegaba a ufanarse de la publicación del Código del Trabajo.

Onofre: Llegaba a recoger la cosecha política de la promulgación del Código del Trabajo, que se produjo en febrero de 1945. En 1948 se produce el Pacto Somoza-Cuadra Pasos, preámbulo del Pacto de los Generales en el 50.

Mónica: Carlos Fonseca señala que los primeros dirigentes del Partido Socialista provenían realmente del sector artesanal de nuestro pueblo, lo cual expresaba el atraso ideológico general del país. Hay una etapa en que el Partido Socialista aparece respaldando la reelección de Somoza García.

Onofre: Hay una situación confusa que incluso la derecha opositora siempre trató de utilizar en contra del Partido Socialista, y ocurrió precisamente entre los años 1944 y 1945, porque en 1946 ya se producen las primeras represiones. Acababa de triunfar la Revolución Guatemalteca, y cuatro dirigentes se fueron exiliados para allá; pero antes de eso, cuando Somoza propuso el Código del Trabajo a la derecha tradicional conservadora, la clase patronal liberal considera que es una concesión al desarrollo del comunismo internacional, y que había sido Vicente Lombardo Toledano, Secretario General de la Confederación de Trabajadores de América Latina y que había estado aquí en el año 1944, quien había pactado con Somoza para que los “comunistas” lo apoyaran en su reelección.

Pero la historia está escrita: no hubo apoyo del movimiento obrero a la reelección de Somoza. Hubo represión en el año 1946, y la llamada alianza se reduce al hecho de que los trabajadores no iban a desechar el Código del Trabajo, sólo porque a la clase patronal y a los conservadores les parecía mal.

Mónica: En tu libro hablás de la influencia del browderismo6, que en el Partido Socialista se expresó como una corriente que propugnaba por la conciliación de clases y el entendimiento con Somoza. Aunque un sector anti-somocista del PSN fue fuertemente reprimido, encarcelado y enviado al exilio, otros creían que se podía conciliar. Eso se ve clarísimo en documentos insertos en tu libro, y en las publicaciones que trataban de justificar este contubernio con Somoza. Para mí esto es muy importante porque uno ve cómo en la historia se repiten situaciones y circunstancias. Porque hoy también se habla de conciliar, sin considerar que hay intereses tan encontrados y que hay profundos abismos entre una clase y otra.

Onofre: Es correcto, y en aquél momento el fenómeno de la conciliación era un fenómeno importado, o sea que ideológicamente se proclamaba la alianza de todos los sectores de la sociedad nicaragüense para hacer resistencia al embate del nazi-fascismo. Hay que recordar que la guerra estaba en su apogeo, pero en Nicaragua eso era como una situación artificial, superpuesta, porque en realidad las contradicciones internas eran muy fuertes, y la idea de la conciliación y de la unidad nacional fue una idea artificial.

Además, esta política de alianza estaba calcada de la alianza de la Unión Soviética –agredida por los nazis– con los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y China, contra la Alemania nazi. Ésta era una situación internacional que no se reflejaba en Nicaragua, donde sus contradicciones y su crisis eran por causas internas; por lo que venir a proclamar la unidad nacional en ese momento, resultaba no solamente oportunista, si no totalmente equivocado, y esta equivocación la refleja el documento cuando sale a luz en 1945 el Partido Socialista.

Mónica: Si los sindicatos son la expresión de la organización de los trabajadores por centro de trabajo o por rama de producción, es lógico que luchen por reivindicaciones laborales, por mejoras salariales, y los dueños de medios de producción tratarán de debilitarlos, de dividirlos, de atraerlos.

Onofre: Sí, además del trabajo del somocismo, la iglesia con la Juventud Obrera Católica, y también otras fuerzas de derecha. Por ejemplo, cuando surge el Partido Socialcristiano en 1957, aparece como un movimiento sindical llamado Sindicatos Cristianos que luego, entre 1960 y 1962, lo transforman en Movimiento Obrero Sindical Nicaragüense (MOSAN); y en 1972 nace la Central de Trabajadores de Nicaragua (CTN), de orientación socialcristiana.

Mónica: Onofre, y ya a un nivel más personal, yo quería preguntarte: ¿cuándo te integraste al Partido Socialista?

Onofre: Mi incorporación al movimiento social surgió en 1944, a los catorce años, pero mi integración al Partido fue en 1945.

Mónica: ¿En qué trabajabas?

Onofre: A esa edad yo ya era obrero zapatero, y llegué al movimiento sindical precisamente porque me incorporé al Sindicato de Zapateros.

Mónica: ¿Y ahí en los sindicatos estudiabas teoría revolucionaria o fue hasta en el Partido que estudiaste?
Onofre: No, leía de todo porque entre el año 1944 y 1945, el Partido Socialista fundó una editorial que se llamó Editorial Vivas Garay, en memoria de un viejo “petenista”7 que había muerto. Y ahí había publicaciones, ahí se leía por ejemplo la revista Lucha Soviética y textos marxistas.

Mónica: Esto del papel de las publicaciones y textos es increíble. A lo largo de tu libro yo encuentro un montón de referencias a publicaciones que se fueron haciendo, unas que duraban hasta tres meses y ya no se podían continuar, pero que trataban de reproducir, de manera mecánica experiencias de otros países y que, en cierta medida, nos afectaba a nosotros, porque, como vos decís, se importaron esquemas o enfoques que no tenían nada que ver con la realidad.

Creo que la grandeza de líderes como Carlos Fonseca, por ejemplo, o de Ricardo Morales, estuvo en que como marxistas lograron hacer el análisis de las propias condiciones y hacer una aplicación científica del marxismo a la realidad de nuestro país en las condiciones concretas de su tiempo. Como decía Morales Avilés: “Hay que estudiar nuestra historia y nuestra realidad como marxistas, y el marxismo como nicaragüenses”.

Onofre: Esa es una apreciación sabia, porque efectivamente los viejos dirigentes del Partido Socialista nunca lograron captar este fenómeno. Recuerdo que sobre esto, en 1970, en Tegucigalpa, Honduras, tuve una discusión con Carlos Fonseca. Él se encontraba de tránsito para Cuba y yo venía de allá.

Carlos me dijo algo que se vino a hacer realidad muchos años después. Me dijo: –Los dirigentes del Partido Socialista no son proletarios, es una pequeña burguesía obrera que tiene una concepción exclusivamente reformista. En primer lugar, la clase obrera de Nicaragua está subdesarrollada y los dirigentes no han alcanzado un desarrollo ideológico como revolucionarios del proletariado, sino que continúan con una mentalidad como si estuvieran dirigiendo a los sindicatos artesanales. Porque fijate, en Nicaragua hasta en el año 1945 aparecieron los primeros sindicatos industriales, en las textilerías Mayco y Gadala María, y en la Cervecería.

Mónica: Entonces conociste a Carlos, ¿tuviste varias oportunidades de hablar con él?

Onofre: Muchas veces desde el año 1956, hasta todo este tiempo.

Mónica: Cuando hablamos de historia del movimiento obrero en Nicaragua, debemos entender la historia de la lucha del pueblo nicaragüense por su emancipación, es decir, de la lucha de los sectores populares que durante muchos años estuvieron bajo la égida de las paralelas históricas, usados para sus mezquinos propósitos. La historia de lucha del movimiento obrero, no es más que la lucha del movimiento revolucionario que en nuestras condiciones concretas es la lucha por la soberanía nacional, por la expulsión de los yanquis del territorio, y la lucha del pueblo contra la dictadura que sostenía a sangre y fuego un régimen de opresión, de clase dictatorial. Esa es la verdadera historia del movimiento de los excluidos de Nicaragua, lucha que al final se articuló: la lucha sindical, la lucha de los estudiantes, de los campesinos, y la de todos los sectores para derrocar a la dictadura.

Oyente: Manuel Beteta.Muy buenos días, Comandante, muy buenos días licenciado, maestro de generaciones de periodistas, don Onofre Guevara. Don Onofre, en su libro usted dice que los sindicalistas de tendencia opositora terminan como viceministros o funcionarios públicos. Yo quisiera que explicara esto mejor, porque habemos sandinistas que hemos estado de una u otra forma dentro de los sindicatos, y estamos siempre en la lucha; pero yo no he tenido conocimiento de que un sandinista esté como funcionario de un gobierno.

Onofre: Bueno, en parte tiene razón el compañero, y voy a aclarar que eso que él dice no es del libro, sino de una entrevista que sale hoy en el suplemento de La Prensa. Yo creo que el compañero tiene que ampliar un poco la mente en el sentido de que el sindicalismo desgraciadamente se dividió desde el momento en que nace, prácticamente como efecto de la labor de atracción, de penetración, de infiltración ideológica, de políticas de los partidos de la clase dominante.

Mónica: A lo largo de la historia, el movimiento sindical ha sido objeto de represión y persecución, pero también de halagos, pues los patronos intentan ablandarlos y así debilitar sus demandas por salarios, por prestaciones. Tratan de atraerlos y efectivamente el sindicalismo se ha debilitado en muchas partes del mundo. Lo hemos visto en Brasil, en México, en los propios Estados Unidos, pero sobre todo en los países en donde el neoliberalismo y el capitalismo en expansión, requieren la desregulación de la fuerza de trabajo. Hay una serie de mecanismos de desorganización del movimiento revolucionario de estos países. Yo he afirmado que los cargos que se dan a los dirigentes obreros son un mecanismo para desmovilizarlos.

Onofre: Me refería precisamente al viceministro del Trabajo Roberto Moreno, quien nace como dirigente sindical de la Central de Acción y Unificación Sindical (CAUS), del Partido Comunista; Emilio Márquez igual, todavía es dirigente de la CAUS y es diputado del Partido Liberal; y en la época de doña Violeta, también dirigentes sindicales de la Confederación General de Trabajadores, fueron diputados por los partidos aliados de la derecha.

Oyente: Francisco.Me parece que en la actualidad la situación del movimiento obrero en Nicaragua es bien sui generis, ¿por qué?, porque la dirigencia del Frente Sandinista hizo que en la actualidad un sinnúmero dirigentes obreros sean al mismo tiempo grandes empresarios. Es increíble, aquí se ha visto a obreros demandando a sus dirigentes, uno como obrero y el dirigente como empresario. ¿Qué es lo que pasa? Me parece que el movimiento obrero ahorita está a la deriva por esa misma situación, no es como antes de los años 80 en que había claramente definida una dirigencia obrera.

Mónica: Antes de concluir, resuminos con toda tu sabiduría, ¿cómo mirás la situación actual del movimiento sindical en Nicaragua?

Onofre: Ya tenemos poco tiempo, voy a ser breve. La situación actual del movimiento sindical es crítica, porque se está enfrentando a situaciones económicas y políticas que son una reedición de situaciones anteriores a 1979: libertad sindical, salario, empleo, costo de la vida, y ahora hay un elemento nuevo, que es la lucha contra la corrupción; pero eso no es nada más que consecuencia de una corrupción histórica que ahora se manifiesta de una forma demasiado evidente.

En estas condiciones ¿cuál es la situación de los sindicatos? Hablo de los sindicatos en general. En nuestro país los dirigentes sindicales de tendencia, digamos, derechista, se han convertido en cuadros políticos de los partidos de la clase dominante. Otros sindicalistas han terminado como empresarios, dueños o socios o dirigentes de empresas; ésa es una situación anómala desde el punto de vista histórico y de la pureza del movimiento revolucionario obrero.

¿Cómo se resuelve este problema?, me preguntaba hace unos días una periodista. Bueno, creo que no hay fórmula para solucionarlo, pero sí hay un camino que los trabajadores tienen que seguir en este momento, o sea las bases sindicales, y es retornar a sus raíces y realizar actividades de forma independiente, depurándose de los cuadros sindicales que ya están contaminados de política o de cualquier injerencia no obrera en su conciencia, en su actividad política y social, desarrollando sus propios cuadros sindicales y adoptando una posición independiente respecto a los partidos políticos.

Y hablo en general, porque desnaturaliza la esencia de la lucha obrera la adopción de una posición, digamos, de subordinación de los sindicatos frente a los partidos; y de esto tenemos experiencias históricas, no desde ahora, aunque tenemos que señalar que la asepsia política en los sindicatos es un absurdo. En este sentido, no hablo en términos absolutos. No podemos negar incluso que un partido político –como el PTN del que estábamos hablando hace un rato– es un factor de la organización obrera. Me estoy refiriendo a la independencia en cuanto al punto de vista orgánico.

En estos últimos minutos deberíamos hacer justicia al recuerdo de unos mártires anónimos del Primero de Mayo, en 1978. En esa fecha se convocó a la celebración del Día de los Trabajadores, pero el somocismo reprimió esa concentración. Algunos de los que fuimos a esa actividad incluso no pudimos llegar hasta allá, porque fuimos sorprendidos por el tiroteo que se produjo en los patios del mercado Roberto Huembes, en construcción. Las noticias al siguiente día registraron la muerte de tres obreros cuyos nombres se han perdido, y yo creo que hay que rescatar esos nombres. Están cumpliendo veinte y un años de haber sido asesinados por la Guardia.

1 de mayo de 1999

Internacionalización de los grupos empresariales chilenos

Internacionalización de los grupos empresariales chilenos
Por Fundación NODO XXI | 03/03/2014

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Este texto forma parte del primer Cuaderno de Coyuntura,
presentado por la Fundación NODO XXI el 12 de diciembre de 2013.

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La apertura extrema y la privatización de la economía que propicia el giro neoliberal chileno respecto al patrón desarrollista anterior, generan condiciones para la formación y desenvolvimiento de nuevos grupos empresariales. Vinculados, principalmente, al sector primario exportador y de servicios, sobre todo financieros, los emprendedores criollos se consolidan en la economía local pese a la significativa presencia de capitales multinacionales mediante una sostenida tendencia a la concentración en la mayoría de los rubros productivos y de servicios. Esto permite que en los últimos años las principales empresas nacionales inicien un llamativo proceso de internacionalización que las posiciona inmediatamente detrás de sus pares brasileños y mexicanos, y muy por encima del resto de los grupos empresariales de la región. Un escenario que difiere del periodo nacional-popular, en el que una economía de enclave minero como la local, no originó un sector productivo como el que era posible apreciar en Argentina, Brasil o México. Pero tampoco, en otro nivel, como los que se formaron en Colombia o Venezuela. Luego, se trata de una fisonomía totalmente nueva que relativiza la histórica posición de rezago regional que ostentó el empresariado en Chile.

El objetivo de la sección es analizar el fenómeno de la internacionalización de los grupos empresariales nacionales y, con ello, constituir una reflexión sistemática respecto de este grupo social, que por lo general, el pensamiento crítico ignora. Una mirada que busca, a lo largo del tiempo, precisar la orientación que le imprimen las distintas fracciones del empresariado al modelo de desarrollo y si, además, deviene en forma inédita en un grupo capaz de liderar, política y culturalmente, al conjunto de la sociedad chilena.

1. La inversión extranjera directa

Desde la década de 1970 el capitalismo viene experimentando un vertiginoso proceso de liberalización comercial y financiera que se ha expresado no sólo en el incremento de los intercambios comerciales de bienes y servicios entre países, sino que también en la intensificación de la inversión extranjera directa (IED) y de la inversión de cartera desde los grupos económicos de países desarrollados hacia otros de menor riqueza. Particularmente la IED desde los países ricos hacia otros con mejores condiciones para la captura de ganancia por abaratamiento de costos en la mano de obra, disponibilidad de materias primas, beneficios fiscales, tributación, cercanía de mercados de consumidores, entre otros aspectos, ha generado un cambio sustantivo en la configuración de la estructura productiva y comercial a nivel global. De ese modo se configuran empresas o industrias fragmentadas geográficamente y organizadas a partir de procesos productivos en cadenas de valor a nivel mundial. Lo relevante de este proceso es que los grupos económicos multinacionales se introducen en la estructura productiva de un país a través de la IED generando un efecto positivo en las cuentas nacionales, empero fundamentalmente, instalando un poder, que en alianza con las élites locales, define las condiciones de las estructura productiva local, especialmente del empleo a escala nacional.

En este sentido la IED, en tanto inversión dirigida a la creación y/o expansión de empresas en territorios con soberanía distinta a la del capital inversor, es expresión del ensanchamiento del poder económico de los grupos multinacionales e indicador de la fuerza de penetración de estos intereses en el espacio nacional. Proceso históricamente conocido por los países de América Latina y que en la actualidad se diferencia, principalmente, por su carácter multilateral y de producción en cadena. Es desde este punto de vista que se debe entender el progresivo y reciente aumento de la IED chilena en el concierto latinoamericano, con una distinción relevante, la IED desde los países desarrollados representa el poder industrializado –manufacturas- de la economía mundial sector más dinámico de la economía internacional, versus la IED de los grupos económicos regionales que se sustenta principalmente en la industria extractiva, los recursos naturales y el comercio minorista –retail–, como es el caso chileno. Esto último evidencia la histórica desigualdad en la distribución internacional de la producción y de la riqueza.

En el caso nacional, durante el año 2012 los montos de Inversión Extranjera Directa (IED) desde Chile hacia el exterior alcanzaron un record histórico, llegando a 21.090 millones de dólares, dejando a las empresas criollas en el segundo lugar de América Latina, siendo superadas sólo por el monto de inversiones hacia el exterior de las empresas mexicanas1.

Gráfico 1. Inversión Extranjera Directa desde Chile hacia el exterior (2005-2012)
Grafico1

Fuente: Elaboración propia en base a datos anuales de cuenta financiera de la balanza de pagos, Banco Central de Chile.

Como se muestra en el gráfico 1, el monto de la IED realizada desde Chile ha crecido aceleradamente desde 2006, experimentando un salto significativo en los últimos años que ha llevado a duplicar el monto de 2010, cuadriplicar el de 2007 y multiplicar por doce veces el de 2003. Esta situación implica un cambio importante en las relaciones económicas que establece Chile con el exterior, pues si bien el país continúa siendo un receptor neto de IED como ha sido tradicionalmente, la diferencia entre la inversión enviada y recibida se ha ido reduciendo progresivamente: si en 2003 el monto de la IED desde Chile representaba un 39% respecto a la IED recibida, este porcentaje alcanzó el 89% en 2011, para descender al 70% durante el año 2012.

Se trata de significativos grados de expansión regional conseguidos a través del crecimiento corporativo o directamente por la vía de la adquisición de otras empresas regionales, incluso europeas y norteamericanas establecidas en América Latina. Esto evidencia, entre otras cuestiones, el tamaño alcanzado por los empresarios nacionales y su capacidad para movilizar enormes masas de capital, de proporciones desconocidas para la historia local. Un exitoso recorrido que contrasta marcadamente con las profundas dificultades financieras que enfrentan gran parte de las potencias desarrolladas y no pocas economías latinoamericanas.

2. El salto hacia América Latina

Esta capacidad de inversión de los grupos empresariales nacionales se explica fundamentalmente por la acción de las grandes empresas vinculadas al comercio minorista (retail), la industria forestal y el caso de Lan (Grupo Cueto y otras familias locales) en el transporte aéreo, capitales que consolidando su posición dominante en el mercado local y alcanzando una alta capacidad de ahorro y ganancia han salido a competir fuera de Chile, dando cuenta de la capacidad expansiva de las empresas y del capitalismo local en estos rubros. Uno de los casos más importantes es el de la empresa aérea Lan, cuya fusión con la brasileña TAM representó la operación transfronteriza más relevante de América Latina en 2012, involucrando un monto de 6.502 millones de dólares2. Otros ejemplos emblemáticos de este proceso son las inversiones de Cencosud (Grupo Paulmann) y Falabella (Grupo Solari-Del Río-Cuneo) en la región, empresas consolidadas en un mercado chileno altamente concentrado 88% de las ventas de supermercados correspondieron a sólo 4 empresas en 20113. Las ganancias de ambas empresas en el año 2012 alcanzaron los 269 mil millones de pesos y 371 mil millones de pesos respectivamente4, base a partir de la cual se ha iniciado su expansión internacional y que ha posibilitado que los grupos económicos vinculados a ellas figuren para el mismo año, según Forbes, entre las mayores riquezas del mundo5.

De esta manera, el crecimiento en los montos de IED enviados desde Chile hacia el exterior ha conducido a elevar la importancia relativa de las inversiones realizadas por empresas chilenas dentro de la IED latinoamericana, en la cual Brasil ocupa el primer lugar. En efecto, Chile hasta 2010 realizó anualmente una IED que representó alrededor de un 20% del total de América Latina; hacia 2011 y 2012 ha superado el 40% (cuadro 1).

Cuadro 1: Importancia relativa por país en los montos de IED hacia el exterior en América Latina.
Tabla1

Fuente: Fundación Nodo XXI. En base a datos de CEPAL, 2013.

En cuanto al destino principal de la IED chilena, Brasil, Colombia y Perú representan las economías cuyos montos han venido sostenidamente incrementándose en los últimos años. Como se observa en el gráfico 2, mientras la IED en los últimos 10 años se mantiene relativamente constante desde Chile a EEUU, hacia los países de la región se incrementa sostenidamente. En el año 2011, Chile fue el cuarto principal país de origen de la IED en Argentina, por detrás de Estados Unidos, Brasil y Suiza. En el año 2012, la IED chilena ocupó el tercer lugar en Colombia superando incluso el monto de las inversiones de Estados Unidos y Brasil en ese país. De esta forma, si se excluyen las inversiones en el sector petrolero y la reinversión de utilidades, Chile pasa a ser el principal inversionista extranjero en Colombia, debido fundamentalmente a las operaciones realizadas por Cencosud adquisición de Carrefour Colombia por 2.614 millones de dólares y Corpbanca (Grupo Saieh) compra de Santander Colombia por 1.225 millones de dólares en el último año6.

Expansión que no sólo abarca el más conocido rubro del retail sino también la expansión orgánica como las adquisiciones en el rubro forestal, en países como Brasil, Colombia y Uruguay, pero también en Estados Unidos y Canadá, que incluye plantas de procesamiento, ha terminado por proyectar a las principales matrices chilenas del área, como son los consorcios CMPC (Grupo Matte), Arauco y Copec (Grupo Angelini), a los primeros planos mundiales en términos de sus dimensiones productivas y de comercialización.

Gráfico 2: Monto de los flujos de inversión directa desde Chile hacia el extranjero en los cinco principales países de destino de la inversión (2003 – 2012).
Grafico2

Fuente: Elaboración propia en base a datos anuales de cuenta financiera de la balanza de pagos, Banco Central de Chile.

3. Conclusión

Las dimensiones que alcanzan la formación de capitales y la masa de capital propiamente tal, que manejan estos grupos económicos gracias a ello, comienza a hacer sentir su peso en el concierto regional. Este curso permite que empresas chilenas, y otras extranjeras con asiento en el país, inicien una agresiva política de adquisiciones o directamente su expansión en la mayoría de los países de la región. Un posicionamiento inédito que destaca todavía más, si se considera que en Chile, el llamado Estado empresario resulta considerablemente más desmantelado que en el resto de experiencias regionales, en especial, en relación a los casos brasileño y mexicano. En estos últimos países, a diferencia de la variante chilena, el liderato empresarial todavía resulta encabezado por empresas que se encuentran dentro de la órbita estatal.

En definitiva, los datos de la IED en los últimos años muestran un notorio crecimiento de las inversiones realizadas por las empresas chilenas en el exterior, llevando a reducir la diferencia entre la inversión extranjera recibida y la enviada. Como parte de este mismo proceso, los grupos económicos chilenos se consolidan como uno de los principales inversores en el ámbito latinoamericano, adquiriendo una presencia relevante en países como Colombia y Perú. Contrariamente a las tesis que anuncian el derrumbe del modelo, el empresariado chileno, a lo menos sus fracciones más dinámicas, gozan de una excelente salud, consolidando y ampliando su influencia económica en la región. En todo caso, queda abierta la interrogante respecto a si esta es una tendencia coyuntural, producto de la crisis económica que afecta a una mayoría de países europeos y latinoamericanos, o si se consolida como una tendencia que catapulta al empresariado chileno como líder regional.

[1] http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=108837

[2] CEPAL, 2013. La inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe.

[4] Según Ranking Empresas 2013, Diario Estrategia.

[5] Miembros del grupo Solari y Horst Paulmann forman parte del listado de las personas más ricas del mundo publicado por la Revista Forbes: http://www.forbes.com/billionaires/list/

[6] Cepal, 2013. La inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe.

“El testimonio como Historia” El reto de Adiós Muchachos de Sergio Ramírez a la historiografía Nicaragüense.

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Número especial de Diálogos
Revista electrónica de Historia 2008. ISSN 1409- 469X
www.novenocongreso.fcs.ucr.ac.cr
Indexaciones: Repositorio de Revistas UCR, DIALNET,
Latindex, REDALYC Directorio y recolector de recursos
digitales del Ministerio de Cultura de España, Directory of
Open Access Journals.
Historia Regional
La Investigación Histórica: Teorías,
Métodos, Enfoques, Fuentes e
Historiografía
Page 2
www.novenocongreso.fcs.ucr.ac.cr
Escuela de Historia
Centro de Investigaciones Históricas de América Central
Postgrado Centroamericano en Historia
Número especial de Diálogos. Revista electrónica de Historia
ISSN 1409- 469X
Fecha de recepción: 15 de mayo 2008
Fecha de aceptación: 30 de mayo 2008
Miembros del Consejo Editorial:
Dr. Ronny Viales, Dr. Juan José Marín
Editores Técnicos:
Allan Fonseca, Andrés Cruz, Gabriela Soto
“El testimonio como Historia”
El reto de Adiós Muchachos de Sergio
Ramírez a la historiografía Nicaragüense.
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Diálogos Revista Electrónica de Historia ISSN 1409- 469X. Número especial 2008. Dirección web: http://historia.fcs.ucr.ac.cr/dialogos.htm
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Introducción

La historiografía nicaragüense después de la década de los noventa se caracterizó por un sorprendente abandono de los temas del pasado reciente. Por el contrario, la obra de Sergio Ramírez, Adiós Muchachos. Una memoria de la revolución sandinista1
narra y explica, desde la perspectiva de un testigo privilegiado 25 años de sandinismo. Esta obra es una oposición al silencia historiográfico de ese periodo, escrito en la mejor tradición del continente, las memorias de un protagonista de los hechos narrados donde hacer la historia y escribirla parecen ser parte
de un mismo proceso.

La fuerte carga emotiva de la obra incita a la reflexión de lo que significó la última
revolución latinoamericana victoriosa del Siglo XX y su trágico desenlace, un llamado a nuevas
visiones y versiones de los hechos, a nuevos trabajos sobre el periodo y a significar desde la historia
y/o desde la experiencia personal el proceso revolucionario en Nicaragua. Para desarrollar esta
propuesta, en primer lugar se hará una aproximación a la producción historiográfica nicaragüense
desde las memorias políticas de los protagonistas, después un análisis de la Adiós Muchachos en
su contexto y por ultimo una valoración del reto de la obra a la historiografía y para la elaboración
de otras memorias sobre la época
Las Memorias y su tradición
La historiografía latinoamericana tiene sus antecedentes en las crónicas de conquista, diarios de
campañas y las memorias de los grandes hombres que deseaban dejar testimonio de su accionar y
de sus luchas. A diferencia del soldado español Bernal Díaz del Castillo que escribió La Verdadera
Historia de la Conquista de la Nueva España2, por “amor propio”. Para el escritor nicaragüense
Sergio Ramírez la razón de escribir Adiós Muchachos es salvar la revolución sandinista del
1
Sergio Ramírez, Adiós muchachos. Una Memoria de la revolución sandinista, (México, Aguilar,1999).
2
Bernal Díaz del Castillo, La verdadera historia de la conquista de la Nueva España. (México, Espasa
Calpe, edición de 1968)
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“El testimonio como Historia”
El reto de Adiós Muchachos de
Sergio Ramírez a la historiografía
Nicaragüense.
Mtra. Verónica Rueda Estrada
Doctorante del Posgrado en Estudios Latinoamericanos
de la Universidad Nacional Autónoma de México.
v_rueda_motor@yahoo.es
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olvido injusto al que está sometida y reconoce que la tradición de las memorias en Nicaragua
es tan antigua como la primera intervención norteamericana y se remonta a la realizada por el
filibustero William Walker3..
Esta opinión es compartida por el chileno Marcos Roitmann para quien: “La historia de
América Latina se ha escrito a través de batallas contra conquistadores, oligarcas, tiranos y hoy
neo-liberales. Y a cada paso en la lucha contra el imperio español, el imperialismo británico o el
estadounidense le siguen una lista de mártires y héroes. Epopeyas y gestas se narran como parte
de un destino forjado entre avances y retrocesos, triunfos y derrotas. Toda una marea de nombres
y circunstancias disímiles se agrupan en la guerra contra la explotación […] Todas las riquezas
que posee el Continente son codiciadas por extranjeros y vende-patrias. Multinacionales, piratas,
especuladores, empresarios configuran una larga lista de personajes cuya existencia está signada
por su falta de escrúpulos, sus sueños de riquezas, sus ansias de poder y sus ínfulas de grandeza
[…]”4..
Por su parte, para el ex vicepresidente sandinista, el origen del género se establece a partir
de eventos sociales de gran magnitud (extra-literarios) relacionados con las luchas nacionalistas
nicaragüense y claro esta, las intervenciones norteamericanas. Ejemplo de ello serían, para el
siglo XX, las obras de Anastasio Somoza García El verdadero Sandino o el calvario de Las
Segovias5; de Manolo Cuadra Contra Sandino en las montañas6
, Juan Bautista Sacasa: Cómo y
por qué caí del poder7
, de Pedro Joaquín Chamorro Cuadra, Estirpe sangrienta. Los Somoza8
3
Ramírez, “Adiós”, 137.
4
Marcos Roitmann “El relato épico de América latina” en La Jornada 12 de junio de 2004. http://www.
jornada.unam.mx/2004/06/12/016a2pol.php?origen=opinion.php&fly=2 (Fecha de acceso 10 de febrero de 2008).
5
Anastasio Somoza García, El Verdadero Sandino o el calvario de Las Segovias (Managua, Editor
Robelo,1939).
6
Manolo Cuadra, Contra Sandino en las Montañas (Managua, Editorial Nuevos Horizontes,1942).
7
Juan Bautista Sacasa, Como y Porqué caí del Poder, (León y Managua sin editorial, 1946).
8
Pedro Joaquín Chamorro Cuadra Estirpe Sangrienta. Los Somoza (México, Ediciones Patria y Libertad,
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y Diario de un preso9; Luis Gonzaga Cardenal Mi rebelión. La dictadura de los Somoza10
y
Jerónimo Aguilar Cortés Memorias: de los yanquis a Sandino11
.
Hasta antes del 1979 la historia de Nicaragua estaba relacionada con Somoza como el gran
hombre y su familia quienes daban pauta para la elaboración histórica. A partir del 19 de julio de
ese año, con la victoria militar del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el discurso
político, social, económico y cultural cambia, por lo tanto, el historiográfico se ve influenciado
hacia una tendencia que tiene como finalidad escribir “la nueva historia de Nicaragua”.
Esta nueva historia tenía como paradigma central la lucha de Sandino y la importancia
del pueblo nicaragüense en el largo y duro proceso de liberación Nacional. El pueblo es visto
como el verdadero creador de los cambios sociales y, en consecuencia, como protagonista de
la historia y como un sujeto histórico determinante. Durante el periodo revolucionario se da
une efervescencia de memorias de protagonistas, ya no se trataba de los grandes hombres, sino
del ciudadano común que participaba en acciones importantes y que conseguía un lugar en la
historia.
Así, bajo el paradigma de las luchas de liberación nacional de todo el continente esta nueva
forma de registro quedo consignado bajo el nombre de testimonios, entre los casos nicaragüenses
sobresalen: La montaña es algo más que una inmensa estepa verde12
y Canción de amor para
los hombres13 de Omar Cabezas y, La paciente impaciencia14 de Tomás Borge. También están
1957).
9
Pedro Joaquín Chamorro Cuadra, Diario de un preso (Managua, Editorial Nuevos Horizontes, 1963).
10
Luis Gonzaga Cardenal, Mi rebelión (La dictadura de los Somoza) (México, Ediciones Patria y Libertad,
1961).
11
Jerónimo Aguilar Cortés, Memorias: de los yanquis a Sandino (San Salvador, Talleres Gráficos del I. T.
Ricaldone,1972).
12
Omar Cabezas, La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, (Managua, Editorial Nueva Nica-
ragua, 1982).
13
Omar Cabezas, Canción de amor para los hombres (Managua, Editorial Nueva Nicaragua, 1988)
14
Tomas Borge, La paciente impaciencia (Managua, Editorial Vanguardia y México, Editorial Diana,
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los testimonios de protagonistas que salen a la luz gracias al oficio de un mediador como: Somos
millones: la vida de Doris María, combatiente nicaragüense15
y Todas estamos despiertas – testimonios de la mujer nicaragüense hoy16 ambos de Margaret Randall; y Revolucionarios por
el evangelio17 de Teofilo Cabrestero. Desde una postura anti sandinista Memoirs of a counter-
revolutionary. Life with the contras, the sandinistas and the CIA18
de Arturo Cruz Jr. y Nicaragua
traicionada19
de Somoza Debayle y Jack Cox entre muchos otros.
Si bien estas obras no eran trabajos de investigación histórica si tenían una connotación
histórica, pues la suma de las memorias de los protagonistas daría lugar a la construcción de la
historia del pueblo nicaragüense en sus luchas de liberación. Después de 1990, con la derrota
electoral del FSLN el discurso político del sandinismo y de sus antagonistas se ve forzado a
transformarse, y con él la tendencia historiográfica: la derrota electoral obligo a re-significar
el pasado reciente. La Unión Nacional Opositora (UNO) se vuelve gobierno y desde el poder
–en manos de Violeta Barrios, viuda de Chamorro- se podía controlar también la educación y la
elaboración de la historia de Nicaragua. Pero eso sucede de manera muy débil, prácticamente
inexistente.
Durante ese gobierno y los que le siguieron de cuño neoliberales no se propone siquiera
una historia contraria a la del sandinismo, la década revolucionaria sólo aparece como la “noche
1989).
15
Margaret Randall, Somos millones. La vida de Doris María, combatiente nicaragüense, (México, Editorial
Extemporáneos, Colección Latinoamérica, Serie testimonio # 2, 1977).
16
Margaret Randall, Todas estamos despiertas – testimonios de la mujer nicaragüense hoy (México, Edito-
rial Siglo XXI, 1980)
17
Teófilo Cabestrero, Ministros de Dios, ministros del pueblo. Testimonio de tres sacerdotes en el gobierno
revolucionario de Nicaragua [Miguel D’escoto y Ernesto y Fernando Cardenal] (Nicaragua, Editorial La Ocarina,
Ministerio de Cultura, edición de 1985)
18
Arturo Cruz Jr. (1989) Memoirs of A Counter-Revolutionary. Life with the Contras, the Sandinistas and
the CIA (New York, USA, Doubleday, 1989).
19
Jack Cox, y Anastasio Somoza Debayle, Nicaragua Traicionada (Boston-Los Angeles, Editorial Western
Islands, 1980).
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oscura de Nicaragua” o “la década perdida” un periodo turbio del acontecer de la nación que debe
quedar en el olvido pues “el tiempo pasado fue peor”20. Los trabajos históricos desde la academia
se centran en temas económicos como el impacto del boom algodonero o bien sobre los procesos
para el establecimiento de las fronteras geográficas nicaragüenses, sobre la construcción del
Estado-Nación, análisis sobre el periodismo del Siglo XIX, sobre el mito del Guegüense y su
importancia en la identidad popular del nicaragüense, así como amplios estudios sobre historia
regional21. y sobre la mal llamada “transición democrática” de los 90.
Los protagonistas de la contrarrevolución tampoco se mostraron muy interesados en
escribir sus memorias o en la reconstrucción histórica de la Resistencia Nicaragüense, salvo
contadas excepciones como la de Jaime Morales Carazo con su libro La Contra. Anatomía de una
traición múltiple22, Gringos, contras y sandinistas. Testimonio de la guerra civil en Nicaragua23
de Donald Castillo Rivas, Comandos24
con investigaciones de Sam Dillon y los testimonios de
Luis Fley, un importante ex jefe de La Contra y The real contra war. Higlander peasant Resistence
in Nicaragua del diplomático norteamericano Timothy Brown25. Tal vez la obra más importante
sobre la Resistencia provenga de un simpatizante sandinista, el investigador Alejandro Bendaña
que en Una Tragedia Campesina. Testimonios de la Resistencia26
proporciona una serie de
elementos que confirman la fuerte presencia de campesinos en las filas de la Contra y las razones
20
“Todo tiempo pasado fue peor” en La Prensa, 20 de Julio de 2004 http://www.laprensa.com.ni/archivo/2004/
julio/20/editorial/ (fecha de acceso: 20 de febrero de 2008) .
21
Véase por ejemplo las publicaciones del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica de la Univer-
sidad Centroamericana (IHNCA-UCA).
22
Jaime Morales Carazo, La Contra. Anatomía de una traición múltiple (México, Editorial Planeta, 1989).
23
Donald Castillo Rivas, Gringos, contras y sandinistas. Testimonio de la guerra civil en Nicaragua, (Co-
lombia, TM Editores, 1993)
24
Sam Dillon, Comandos (New York, USA, Published by Henry Holt and Company, 1991)
25
Timothy Brown, The real contra war. Higlander peasant Resistence in Nicaragua, (USA, University of
Oklahoma, Norma, 2001).
26
Alejandro Bendaña, Una Tragedia Campesina. Testimonios de la Resistencia (Managua, Editora de Arte
(Edit-arte) y Centro de Estudios Internacionales (CEI), 1991).
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de su lucha, más allá del discurso norteamericano de “Paladines de la libertad” o del sandinista
que los calificó como mercenarios.
Sobre la etapa de la post revolución sandinista sobresale la obra de Erick Aguirre,
La espuma Sucia del Río. Sandinismo y transición política en Nicaragua27
, una mezcla de
ensayo y memoria. Otro caso interesante son las obras publicadas en la década del 90 sobre el
asesinato de los Somoza, la de Alejandro Mella Latorre, Somoza y yo. Crónica de un calvario
en Paraguay28 la de Claribel Alegría y D.J Flakoll, Somoza: Expediente Cerrado -La historia de
un Ajusticiamiento-29, así como la de Agustín Torres Lazo La saga de los Somoza. Historia de un
magnicidio30.
Otros testimonios sobre la época son los del Cardenal Miguel Obando y Bravo Agonía
en el Bunker31 que narra los últimos días de Somoza Deabyle en Nicaragua, la del sacerdote
Xavier Gorostiaga Dando razón de nuestra esperanza32
, la recopilación de Testimonios de niños,
niñas y adolescentes trabajadores de Nicaragua33 del investigador Manfred Liebel que trata
sobre los cambios en las condiciones laborales desde el régimen sandinista hasta el fin del
gobierno de chamorro, y por último, el testimonio de Violeta Barrios viuda de Chamorro, que
27
Erick Aguirre, La espuma Sucia del Río. Sandinismo y transición política en Nicaragua, (Managua,
CIRA- Editorial Nueva Nicaragua, 2001).
28
Alejandro Mella Latorre, Somoza y yo Crónica de un calvario en Paraguay (Asunción, Paraguay, Edi-
ciones Ñandutí vive -Intercontinental Editora, 1990)
29
Claribel Alegría y D.J Flakoll Somoza: Expediente Cerrado La historia de un Ajusticiamiento, (Nicara-
gua, El Gato Negro, Latino Editores, 1993).
30
Agustín Torres Lazo, La saga de los Somoza. Historia de un magnicidio, (Nicaragua, Editorial Hispa-
mer, 2002).
31
Miguel Obando y Bravo Agonía en el Bunker (Managua, Comisión de Promoción So-
cial Arquidiocesana (COPROSA), 1990).
32
Centro Ecuménico Antonio Valdivieso y Xavier Gorostiaga, Dando razón de nuestra
esperanza: los cristianos latinoamericanos frente a la crisis del socialismo y la derrota sandi-
nista (Managua, Nicaragua, Ediciones Nicarao, 1991).
33
Manfred Liebel, Testimonios de niños, niñas y adolescentes trabajadores de Nicaragua (Managua, Edi-
torial Nueva Nicaragua, 1996)
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sintomáticamente aparece publicado originalmente en Inglés Dreams of the Heart34.
Otras memorias de la revolución
En los años posteriores a la segunda derrota electoral sandinista (1996), tres importantes
integrantes de aquella dirigencia, actualmente reconocidos poetas y novelistas, escribieron sus
memorias: por un lado, el sujeto de esta ponencia Sergio Ramírez Mercado y por el otro Gioconda
Belli y Ernesto Cardenal. Ellos iniciaron un proceso de recuperación de la memoria individual,
evocando en sus libros la tradición memorialista de la región. Miembros de esa generación de
jóvenes y adolescentes que vivieron durante los años 60 y 70, que alcanzaron su madurez en los
años 80 y 90, y ahora que son adultos o viejos, recuerdan, un pasado doloroso, un pasado que
para otros, es mejor no recordar.
El sacerdote trapense y ex Ministro de Cultura del gobierno revolucionario Ernesto
Cardenal, publica los tres tomos de sus memorias: Vida perdida35; Las ínsulas extrañas36
y La
revolución perdida37
. Por su parte, la poetisa Gioconda Belli da a conocer El país bajo mi piel:
Memorias de amor y guerra38 (2001). Todas estas obras son una revelación individual en contra
del olvido institucional y colectivo.
El XX aniversario de la revolución sandinista les sirve de marco y de pretexto a los
tres para presentarnos sus reflexiones –principalmente críticas- del período: una retrospectiva
situada entre los años de 1999 y 2001, sobre eventos que forman parte de la historia reciente
34
Violeta Barrios, Guido Fernández y Sonia Cruz de Baltodano Dreams of the Herat the autobiography of
President Violeta Barrios de Chamorro of Nicaragua (New York : Simon & Schuster, 1996). Posteriormente es edi-
tada en español como Sueños del Corazón: memorias (Madrid, España, Editorial Acento, 1997).
35
Ernesto Cardenal, Vida perdida (México, Fondo de Cultura Económica, 1999).
36
Ernesto Cardenal, Las Ínsulas Extrañas, México (México, Fondo de Cultura Económi-
ca, 2001).
37
Ernesto Cardenal, La Revolución Perdida (Madrid, España, Editorial Trotta, 2003).
38
Gioconda Belli, El país bajo mi piel: Memorias de amor y guerra, (Barcelona, España, Plaza y Janés
Editores, 2001).
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nicaragüense y que son narrados desde la problemática perspectiva del yo-escritor-memorialista
y la conflictiva relación con su pasado.
La decisión de los autores de usar el concepto de memoria, y no el de autobiografía y/o
testimonio, depende de las perspectiva literarias-culturales e incluso políticas de los autores.
En general la autobiografía es vista como una expresión de liberalismo en el que un sujeto
narra su propia vida y hace un recuento de ella y de su obra. Aquí el hombre protagonista es
percibido como un sujeto político capaz de hacer historia, por lo tanto, tiene su anclaje en el
sujeto de expresión liberal, con el que no se sentiría cómodo ninguno de estos participantes de
la revolución sandinista. Probablemente tampoco lo consideran testimonio porque el término
está estrechamente relacionado con los movimientos de izquierda de los años sesenta, setenta y
ochenta. En la crítica literaria sigue siendo objeto de debates y los autores pretenden romper con
ese capital literario que seguramente ven como estrecho. En tal sentido, el concepto de memoria
e incluso el de confesión es visto desde una perspectiva que incluye la tradición, pero al mismo
tiempo abre nuevos horizontes de creación y libertad.
Cardenal requirió de 3 tomos para contar su vida, y Belli nos narra de manera romántica
su paso por la revolución. En este contexto, la memoria de Sergio Ramírez nos da una mayor
riqueza pues no se trata de la vida pormenorizada del autor, ni de una época de su vida, sino de
toda la revolución de manera que Ramírez intenta hacer hablar a la revolución a través de él, de
su memoria, e inscribirse a sí mismo en la historia de la revolución. Es a es la riqueza de Adiós
muchachos, una obra cuyo tema central es la revolución sandinista, como explicación del pasado
reciente y su importancia en la Nicaragua democrática39.
39
Sobre el tema de la democracia el autor plantea una visión socialdemócrata del proceso y considera que
el mayor logro de la revolución fue la construcción de la democracia en la nación centroamericana. Este tema ha
sido uno de los ejes centrales del debate post revolucionario, para sus detractores la lucha contrarrevolucionaria se
realizo en busca de la democracia pues los sandinistas negaban la participación de las fuerzas opositoras en las de-
cisiones nacionales y por lo tanto se trataba de un régimen autoritario. Desde mi perspectiva el régimen sandinista
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Sobre Adiós Muchachos
Está escrita en 1999, cuando se cumplen 20 años de la victoria revolucionaria, pero también
después de dos derrotas electorales para el sandinismo. El autor se había separado del FSLN y en
1996 había participado como candidato a la presidencia por el Movimiento Renovador Sandinista
(MRS), sufriendo una gran derrota. El libro tal como lo indica el título es una despedida a sus
antiguos compañeros del Frente y es, además, un cierre personal con el pasado del autor: « […]
yo diría que es un ajuste de cuentas conmigo mismo, yo quise entrarle como catarsis personal,
de una pasión que me hizo violencia en mí mismo, dentro de mi propia vida, yo creo que al fin
y al cabo no lo logre, es decir, porque ese fantasma de la revolución siempre esta rondándome
¿por qué? por que fueron los años más intensos de mi vida, no es posible saldar cuentas con lo
que fue, fueron para mí los años más intensos, más notables, más apasionantes y apasionados
de mi vida»40
.
Adiós muchachos es entonces una forma de resistencia ante el olvido a que se quiere
someter a la revolución y al ideal político, pues a ambos hay que rescatarlos. Para Ramírez, y
así lo demuestra a lo largo del texto, el escribir, pensar y analizar parece ser la mejor manera de
mantener vivo algo, y que es el espíritu de la revolución lo inamovible, lo que sigue y seguirá
ahí. Es, entonces, la enorme preocupación por el olvido lo que distingue a esta obra de otras
memorias de la época.
El tiempo de Adiós queda marcado por la separación política del autor con el sandinismo:
un hecho consumado y sin reconsideraciones. En ese momento el FSLN está en la oposición,
luchando por su acomodo en el nuevo contexto, después de haber traicionado muchos de sus
abrió la posibilidad del sistema democrático nicaragüense, prueba de ello son las elecciones de 1990 que los sacaron
de poder dando lugar también a la alternancia política.
40
Verónica Rueda “Entrevista a Sergio Ramírez Mercado realizada en la ciudad de Managua, Nicaragua en
julio de 2003”.
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principios, principalmente los valores éticos en que se sustentaba la revolución. El libro es la
despedida del autor al sandinismo-partido, encerrado en el caudillismo de Daniel Ortega, aquél
que en dos ocasiones fuera su compañero de fórmula.. El final de una época es una realidad y el
rescate de la revolución significa salvarla del olvido, y no regresar el FSLN al poder.
Para Sergio Ramírez, el ex vice-presidente de Nicaragua durante el gobierno revolucionario,
el intelectual orgánico del proceso, el escritor de renombre internacional y un protagonista de
ese periodo, la historia de la revolución no puede ser escrita únicamente por un intelectual, sino
también por quienes puedan dar otras versiones, por ello el titulo de una memoria, que hace
referencia a que es una de las muchas que pueden darse. Desde esta perspectiva cada individuo
y cada protagonista debe de tener su visión y versión de los hechos lo que implica “verdades”
individuales. En este sentido para Ramírez no es posible contar una verdad, ni muchos menos la
verdadera historia de la revolución, lo que hace es darnos su memoria de la revolución, tal como
el la recuerda y como espera que sea recordado.
El subtítulo Una memoria de la revolución sandinista parece un juego de palabras, pues
ambos términos parecen antitéticos: una revolución no tiene memoria. Lo que pretende Ramírez
es darle individualidad a la reconstrucción del proceso insurreccional. El autor es consciente, de
que se trata de una memoria, sólo una de las muchas que pudieran existir; por tal razón habla
desde una memoria propia, personal y específica, la de quien escribe. Ahora bien, se trata, a la
vez, de una memoria que puede ser compartida por varias de las personas-personajes que el
autor menciona o por los lectores que se sientan identificados. De este modo, se evidencia que la
memoria no es exclusivamente la del texto, por el contrario, éstas son múltiples; no existe -o por
lo menos esta obra no pretende ser- la memoria única, ni mucho menos la oficial.
El conjunto del título hace referencia directa a dos obras básicas de la historiografía
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centroamericana, Memoria41 de Manuel José Arce, conocida como la memoria de Xalapa por
estar escrita en el exilio del autor en la capital veracruzana; y Memoria para la historia de la
revolución de Centroamérica42 del costarricense Don Manuel Montúfar y Coronado. A través de
sus experiencias ambos autores dejaron sendos documentos que son obligatorios para entender
la historia de la región en sus respectivas épocas.
Ramírez apela a esa tradición centroamericana y continúa una vía de composición sobre
las memorias y recuerdos de los protagonistas, que son inevitables en la historia del istmo y en
la propia historia nicaragüense. Caminos, por lo demás, ya previamente andados por el mismo
autor en anteriores obras como: Abelardo Cuadra. Hombre del Caribe43
, La marca del Zorro.
Vida y Hazañas del Comandante Francisco Rivera contadas a Sergio Ramírez44
, la biografía de
su mentor, Mariano Fiallos Gil45
y Mis días con el rector46
.
Adiós muchachos también forma parte de una tradición de pensamiento del mismo
autor, una línea que recorre la colección de ensayos históricos El Alba de Oro47
y Confesión de
Amor48
obras en las que también está plasmada la visión de Ramírez sobre la historia reciente
nicaragüense y esta como la larga lucha para defender la identidad de la patria acorralada por el
poder del imperio y de los intereses de una ciega clase poderosa. También es un recuento y una
41
. Manuel José Arce Memoria (San Salvador, El Salvador, Concultura, Dirección de Publicaciones e Im-
presos, Colección Biblioteca Popular, edición conmemorativa de los 150 años de su muerte (1847-1997) escrita en
1830).
42
Manuel Montúfar y Coronado Memoria para la historia de la revolución de Centroamérica (Guatemala,
Tipográfica Sánchez & De Guise, 4ª edición, 1934).
43
Sergio Ramírez Abelardo Cuadra. Hombre del Caribe. Memorias presentadas y pasadas en limpio por
Sergio Ramírez (San José, Costa Rica, EDUCA, 1977).
44
Sergio Ramírez, La marca del Zorro: Vida y hazañas del Comandante Francisco Rivera (Managua, Edi-
torial Nueva Nicaragua,1989).
45
Sergio Ramírez, Mariano Fiallos [Biografía de] (León, Nicaragua, Editorial Universitaria, 1972).
46
Sergio Ramírez, Mis días con el Rector (León, Nicaragua, Editorial Universitaria, 1965).
47
Sergio Ramírez, El alba de oro (Mexico, Editorial Siglo XX, 1983).
48
Sergio Ramírez, Confesión de amor (Managua, Nicaragua, Ediciones Nicarao, 1990).
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interpretación histórica que no es nueva, ya previamente había sido hecha por el autor en obras
como Estás en Nicaragua49
y Seguimos de frente50
. Así mismo su rescate del pensamiento del
héroe nicaragüense y origen ideológico del FSLN en El pensamiento vivo de Sandino51
y los
ensayos sobre la revolución sandinista Las armas del futuro52
y Volcanes y Balcanes53
En estas
construcciones sobre el pasado, Ramírez también destaca la importancia de la ruptura y el cambio
revolucionario en la realidad social, así como la labor de hombres –muchas veces anónimos- que
han luchado por defender la soberanía nacional para construir una patria digna y justa.
Ramírez escribe sobre una revolución que es pasado, pero que también es su propio
pasado. De ahí que la memoria, el rescate, la revolución y la despedida sean símbolos de la
nostalgia por los tiempos pretéritos. El libro es un gran entramado de zonas de confesión afectiva,
porque acordarse es recibir una imagen del pasado y hay una práctica para encontrarla en el gran
archivo de la memoria, en los lugares de la memoria, «exhumando recuerdos» diría Ramírez54 y
se convierte en hombre que rememora, que realiza una selección y composición de lo ocurrido,
y que trata de conferirle a la experiencia pasada cierto significado, pues «relatar el pasado es, en
realidad un acto de encuentro con el presente».
Los55 temas centrales de la obra son las crisis económicas como una constante del
gobierno revolucionario, la inexperiencia política del FSLN, las complicadas circunstancias de
las elecciones presidenciales en 1984 y 1990, el terrorismo internacional en su territorio, la brutal
guerra interna, las causas y consecuencias del bloqueo económico y la muerte y desolación en
49
Sergio Ramírez, Estás en Nicaragua (México, Joan Boldo I Climent Editores, Edición de 1987)
50
Sergio Ramírez, Seguimos de frente (Caracas, Venezuela, Ediciones Centauro, 1985).
51
Sergio Ramírez, El pensamiento vivo de Sandino (San José, Costa Rica, EDUCA, 1975).
52
Sergio Ramírez, Las armas del futuro (Managua, Nicaragua, Editorial Nueva Nicaragua).
53
Sergio Ramírez, Balcanes y volcanes (Managua, Nicaragua, Editorial Nueva Nicaragua, 1986)
54
Ramírez, “Adiós”, 20.
55
Ricardo Ramos, (2001) Narraciones contadas, narraciones vividas. Un enfoque sistemático de la terapia
narrativa (Barcelona, Colección Terapia Familiar # 84, Editorial Paidos, 2001), 98.
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que quedó una generación sacrificada.
Adiós muchachos se puede situar en dos niveles: por un lado, el literario, en el que se
incluiría su vida, su familia, su papel, sus valores y sus sentimientos y, por otro, el histórico-
argumentativo, donde se presentan los hechos, la ética, el credo de la revolución y el balance
de ésta y además puede dividirse en tres niveles diferentes de elaboración narrativa: por un lado
una gran historia de la revolución sandinista, por otro lado la historia de Sergio Ramírez en la
revolución y por último, una serie de historias periféricas que rememoran a otros protagonistas
de la revolución.
Ramírez representa a una generación que dedicó lo mejores años de su vida a la
causa revolucionaria y que, a diferencia de muchos de ellos, escribe sobre esos hechos. Sus
contemporáneos tienen cierta predisposición al texto, pues se le puede considerar un disidente,
un traidor o un critico del sandinismo. Así, el discurso del protagonista implica y expresa un
posicionamiento acerca de las cosas que dice, no sólo dentro del marco de referencia de la
situación presente a la escritura (elaborados en época de profundas crisis en Nicaragua), sino
también de hablar y escribir como una estrategia de hacerse escuchar, y por lo tanto de ser
considerado.
La narración de Ramírez son discursos construidos desde el Yo, con la autoridad de un
testigo presencial y protagonista de los hechos. Es un texto con claras pretensiones de verdad
en dos niveles, en el histórico y en el literario. A nivel histórico, la pretensión de veracidad de la
narración yace en que los hechos narrados sucedieron en la vida “real” y pueden ser comprobados
mediante investigaciones o a través de las personas que vivieron esos años.
Ramírez es la fuente directa, sujeto enunciante y, al mismo tiempo, protagonista de
los hechos y del proceso que narra, y por ello podría ubicarse en la vieja tradición de la doble
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acción de la que habla Gliemmo56: la de hacer la historia y de escribirla. Sin embargo, en el caso
de escrituras donde se relaciona el Yo con el pasado, lo más importante no es comprobar con
evidencias irrefutables la forma en que el recuerdo encaja perfectamente con un trozo de realidad
pasada, sino cómo los actores históricos van construyendo sus recuerdos, ya sea porque los
consideran importantes para la sociedad, ya sea porque lo que se narra es precisamente «Aquello
de lo que el sujeto es el único o principal testigo»57
.
De modo que, a pesar de que esta narración hable a partir de un Yo y de que sea una
memoria personal, en ella se implica también un “nosotros” como sujeto colectivo de accionar;
en ella se reconoce la participación de otros en la construcción del proceso revolucionario, tanto
así, que en realidad corren casi paralelos dos discursos: el de la representación de un yo-autor, yo-
narrador y yo-personaje protagonista, y el de la representación de un nosotros en cuanto “grupo
de cambio” y “acción”; discurso que puede ser retomado y compartido por una serie de voces
frecuentemente “anónimas” o bien a través de un discurso de voz individual, que finalmente
también es colectivo.
Como escritor, Ramírez no hace ningún tipo de negación sobre la autoridad de otros en
los posibles discursos sobre el pasado, por el contrario, promueve la generación de ese tipo de
reflexiones. Pero así como lo expresado puede ser retomado por otros, Ramírez cuenta desde
una experiencia personal lo que le da valor testimonial (y documental), para que el pasado sea
recuperado por los que vivieron esos hechos y para que las nuevas generaciones recuperen las
experiencias, narra una larga lucha por tomar, mantener y recuperar la posibilidad del cambio
social, rememora en contra de los que quieren enterrar el pasado, y cuenta a nombre de los que
56
Graciela Gliemmo, “Hacer la Historia: particularidades de los testimonios escritos por sus protagonistas”
Revista BairesGráfica,1996. http://bairesgrafica.com.ar/gliemmo/testiverdad.htm (Fecha de acceso: 25 de agosto de
2004)
57
Ramos, 95.
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vivieron ese periodo y le son cercanos. Ramírez apela a otras memorias, mismas que están por
emerger, y que son elementos fundamentales, pues sus voces son fuentes para la construcción de
un pasado que esta aun por significar.
Para la reconstrucción de todo el periodo, Sergio Ramírez se propone adoptar el lugar
del escritor y no el de disidente, ya que el ser leído como tal tiene la desventaja de que su
obra pueda ser vista como una bandera política, una falsificación de recuerdos, o bien, como
el resultado de los sentimientos de culpa de su participación en el fracaso, y de la ruptura con
los ex compañeros. Se sabe que el discurso histórico ha sido usado por el poder político para
legitimarse (en el somocismo y en el sandinismo ya que en ambas hay una historia no de hechos
sino de los significados que se le dan a éstos). Por eso Ramírez, en definitiva, no quiere que sus
memorias sean tomadas como una forma de legitimarse. Por eso no quiere apelar a la posición
del disidente.
Hay que tener presente que aunque recuerda con otros y comparta experiencias con
un sector, Ramírez no pretende ser el portavoz de una colectividad; aunque apela a ellos para
que recuerden junto con él, su intención también es edificar la diferencia entre lo grupal y
lo individual de la experiencia. En este sentido, el ex vicepresidente, además de rescatar lo
personal en la revolución, también pretende propiciar la reflexión histórica «En los recuentos de
los acontecimientos del Siglo XX falta la revolución sandinista»58, porque “rescatar” el trágico y
traumático pasado es el único remedio contra la desmemoria y el olvido.
A través de la experiencia de la propia vida de Ramírez la obra se va construyendo con el
fin de explicar la revolución sandinista y al mismo tiempo de explicarse a sí mismo, por lo que el
tiempo del autor y el tiempo del proceso revolucionario se funden y se confunden. Así, Ramírez
al escribir sobre su pasado, se escribe y describe a sí mismo, son las memorias de un sandinista
58
Ramírez, “Adiós”, 95.
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cuya historia es tan grande que motiva a confundirla con la memoria de toda la revolución.
El reto de Adiós Muchachos
Para el autor, es necesaria la explicación histórica, la que permite tomar conciencia de la realidad
social, para asumirla y transformarla: «una generación aprenderá de los errores del pasado»59
.
Así, la historia sirve para que tarde o temprano sea un medio de explicación, para que el pasado
deje de ser como una carga que se arrastra a través del tiempo y se convierta en una cercanía,
porque como dice el psicólogo social Ricardo Ramos: «los hechos, la historia [con mayúsculas
y con minúsculas] no están en ninguna parte para que los encontremos y los escribamos. Hay
que sumergirse en una época [o en una vida] para seleccionar, ordenar, comprender, explicar
[…] encontrando los hilos que unen ciertas cosas entre el caos de todas»60
.
En Adiós muchachos encontramos una relación problemática entre ficción e historia,
entre los acontecimientos reales, vividos y documentados por personajes contemporáneos a los
hechos, y los sucesos y acontecimientos recordados. Los lazos entre lo vivido y lo documentado se
encuentran en diferentes niveles, por ejemplo, el autor afirma: «sólo yo conservo en mi biblioteca
más de quinientos libros sobre la revolución»61
y desde la experiencia personal de «exhumar
también de mis cajones del pasado»62
.
El autor es consciente que está elaborando una memoria y que aunque habla de sucesos
históricos de gran importancia no sólo en la región, sino en el nivel internacional, no pretende
llevar a cabo una investigación histórica. Para Ramírez:
«[…] hacerlo como una confesión personal, de lo contrario me parece que tal
vez hubiera tenido que escribir dos o tres tomos que realmente quedan como un
59
Ibid., 17.
60
Ramos, 53.
61
Ramírez, “Adiós”, 14.
62
Ibid., 28.
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depósito documental de algo que va a consultar alguien alguna vez, pero no es
lo que yo pretendía, lo que yo pretendía es entregarle a las generaciones más
jóvenes un documento de reflexión, escrito por un novelista, sin inventar nada,
pero con la técnica del novelista para exponer esta vivencia personal, que como
te repito, pues es siempre para mí una confesión»63
.
Si bien Adiós muchachos no es un depósito documental –como el autor lo nombra-,
es una valiosa fuente de información socio-histórica de la revolución, que posee además una
pretensión histórica, puesto que aunque el relato no es histórico en el sentido estricto de la
palabra, sí mantiene una fuerte relación con la historia,
La problemática relación entre el pasado experimentado y el pasado recordado es zanjada
por el autor con la expresión “como yo la viví”64, enunciado que contiene a sus homólogos:
“como yo la recuerdo” y “como yo la narro”; todos los cuales nos advierten acerca de una
experimentación absolutamente personal del pasado, convirtiéndose así en especie de vacuna
contra las “falsificaciones del pasado” ¿cómo podrían ser debatidos sus recuerdos individuales?
En la misma dirección, la técnica de novelista empleada le permite a nuestro autor salir una vez
más bien librado de tales cuestionamientos.
En la medida en que sus memorias tienen como finalidad luchar en contra del olvido,
Ramírez se convierte en el escritor de una historia de la revolución (a pesar de la propuesta
discursiva que despliega en la entrevista).
«me dediqué a escribir este libro acudiendo a ciertos documentos que yo conservo
todavía, no a todos, porque cuando yo me enfrente con la enorme cantidad de
63
Rueda.
64
Ramírez, “Adiós”, 13.
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documentos de mi archivo personal, de la vida política me di cuenta que yo me
iba a entretener demasiado, entonces preferí escribir con los recuerdos, escribir
con los recuerdos y después ir a corregir las cosas que pudieran parecer un error
demasiado grueso como fechas, meses, año y por último lo que agregue fue una
cronología bastante exhaustiva de todo el tiempo a que el libro se refiere»65
.
En el discurso de Ramírez, la historia no sólo es la que se realiza por medio de documentos,
sino que incluye también la que construye la memoria. Adiós muchachos cubre una dimensión
de la realidad latinoamericana que no está cubierta ni por la historia ni por la sociología, por eso
lanza el reto de hacerlo a los “verdaderos” historiadores, a los de oficio:
«otros frutos que siguen allí, inadvertidos, bajo el alud de la debacle que enterró
también los sueños éticos, sueños que no tengo duda, volverán tarde o temprano a
encarnar en otra generación que habrá aprendido de los errores, las debilidades
y las falsificaciones de pasado»66
.
En ese sentido, cabe preguntarse, ¿el autor pretende escribir la contra- historia? Aunque
Ramírez nos da su versión de participante, no considero que pretenda la construcción de esa
“contra historia”, ya que para que ella aparezca, debe de haber previamente una historia que
contraponer, la que no existe propiamente, excepción hecha por los textos de educación básica
surgidos a partir de los noventa en los que más bien la propuesta es de olvido del periodo pues se
trata de unas pocas cuartillas, sin profundidad ni análisis bastando la sola mención de la guerra.
Más que una contra- historia Adiós es una propuesta de recordación del periodo ante el olvido
65
Rueda.
66
Ramírez,“Adiós”. 17.
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institucional y social..
Efectivamente, en el contexto actual de Nicaragua no hay una historia que desafiar, no
hay propuestas serias para contar la historia oficial de la revolución, y la versión de Ramírez
tampoco puede considerarse como tal, pues el escritor ya no es parte del FSLN. Desde esa
perspectiva, su obra constituye, repito, un reto para los que les tocó vivir ese periodo doloroso,
lo que implica enfrentarlos con su pasado, y un reto también a la historiografía, que aún no ha
recuperado todos los documentos del periodo para escribir la historia de la revolución. Por otro
lado, esta obra se aleja de dos de las funciones adjudicadas al testimonio “contar lahistoria de desde
abajo y de servir de contra historia”67.
Adiós muchachos es un texto que ha merecido poca atención de la crítica, pero que
es un ejemplo significativo para «la publicación de balances críticos sobre el experimento
revolucionario en Nicaragua -que aún falta por escribir para Guatemala-»68
. Es un libro
imprescindible pues «aunque no se tenga conocimiento previo de lo que ha sido la historia de
Nicaragua, el libro se lee extremadamente rápido, es un texto que agarra»69
.
Sobresale por su complejidad narrativa y de estructura, opinión que comparte el periodista
Geovani Galeas, quien no vacila «en recomendarlo como una lectura imprescindible, ni en
considerarlo desde ya un clásico centroamericano»70
. Desde nuestro enfoque, es un clásico por
su carácter único y una singular hazaña, pues se aboca a uno de los periodos más conflictivos
67
Margaret Randall, Testimonios (San José, Costa Rica y Managua, Nicaragua, Centro de Estudios y Publi-
caciones Alforja y Editorial Nueva Nicaragua, 1983), 4.
68
José Domingo Carrillo, “Entre la historia y la memoria. Entrevista y revolución: Estudio de las elites
políticas revolucionarias en Guatemala, 1960-1996”, Istmo. Revista virtual de estudios literarios y culturales cen-
troamericanos, 2, Julio- diciembre (2001) http://collaborations.denison.edu/istmo/n02/articulos/elites.html (Fecha
de acceso, 3 de febrero de 2008).
69
César Guemes, “Dar una visión del todo implica arriesgar la verdad: Ramírez”, La Jornada, México, 23 de
julio de 1999 www.lajornada.unam.mx/1999/jul990723/cul-dar.html (Fecha de acceso: 12 de agosto 2004)
70
Galeas Geovani El naufragio de un sueño en La Prensa Gráfica – El Salvador, 25 de mayo de 2000, http://
www.sergioramirez.org.ni/criticas/criticas-Adios%20muchachados.html (Fecha de acceso 5 de mayo de 2008)
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de la historia nicaragüense y centroamericana a través de la compleja incorporación tanto de la
memoria como del análisis.
Adiós muchachos es la memoria de Ramírez procurando convertirse en la memoria de
toda la revolución sandinista. Para tal efecto, el autor busca que el lector tome un papel activo por
medio de una especie de psicología de choque: “escribo para que ustedes también recuerden”,
parece apelar Ramírez. Su obra deviene, así, en una apología a la memoria; memoria que en el
actual contexto nicaragüense es imprescindible enaltecer, ya que algunos buscan olvidar pues el
pasado es muchas veces visto como la praxis del error.
Si la revolución se quedó sin cronistas, Sergio Ramírez decide tomar ese papel, por sus
dotes literarios, por su disposición de archivos para obtener la información e, incluso, porque su
memoria funciona como el archivo principal donde guarda recuerdos importantes. Su memoria
es su fuente primaria y su capacidad de escritor, la mejor forma de transmisión de la información
almacenada. Los tiempos narrativos fluyen e influyen en la estructura interna tanto para relacionar
los hechos familiares y personales con los personajes y los acontecimientos históricos y con las
anécdotas políticas, como para intentar descubrir los procesos. Ramírez además de memorizador
es un cronista de su época, registra los hechos y hace una reconstrucción histórica de suma
importancia. Ramírez escribe su entrada triunfal a la historia por medio de la tinta, sin derramar
una gota de sangre y tal propuesta de escritura lo hace reposicionarse con bastante éxito ante el
lector como el protagonista del pasado revolucionario. Él decide crearse un lugar en ese pasado
ya que sabe que se le podría intentar excluir al haberse separado del FSLN.
Pasado el gobierno revolucionario no hay otras versiones de la revolución, ni siquiera otras
interpretaciones que giren en torno a los discursos y discusiones que generó ese período. Ahora
bien, dicha carencia no explica lo imprescindible de la obra de Ramírez. Me parece que ésta es
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indispensable porque funciona, explica, justifica, ejemplifica y narra ciertos aspectos del pasado,
como la actualización de un punto de vista que ha retenido del pasado aquello que considera
significativo y que permanece con cierta viveza, aquello que es capaz de vivir en la conciencia
del autor esperando que la sociedad lo cultive y no olvide, en fin, una época que «creó la ilusión
del futuro, la idea de que todo, sin excepciones, pasaba a ser posible, realizable, con desprecio
absoluto del pasado»71. Esta última actitud es la que Ramírez quiere revertir para las nuevas
generaciones. Así, este testimonio personal no polemiza, insistimos, con otras interpretaciones
de la historia, más bien espera provocar la elaboración de posteriores versiones.
Para el escritor nicaragüense, el entendimiento del pasado significa también una especie
de libertad, en el sentido de que el pasado no es un lugar al que se pueda llegar, sino que es
un conjunto de construcciones que se elaboran. Por eso es que su obra representa una aguda
reflexión, pionera del trabajo que pudieran hacer los historiadores, un relato por la historia,
por una historia de Nicaragua, tal vez con minúsculas, pero construida con restos inusuales:
imágenes, memorias, relatos históricos, experiencias, visiones del imaginario social, fotografías,
recuerdos y experiencias personales.
Ramírez nos plantea una alternativa revolucionaria y no en el sentido que el marxismo
popularizó; propone una forma novedosa y diferente de hacer historia en Nicaragua, una que
toma en cuenta la realidad, que obliga a pensar y repensar el pasado. Una propuesta casi radical,
pues ataca el problema desde la raíz al asumir que la situación de olvido debe ser cambiada.
En consecuencia, crea esta obra como un acto de compromiso y a la vez como un acto de
liberación.
Así, y a pesar de que Lyotard72 declaró el fin de los grandes relatos y la imposibilidad de
71
Ramírez, “Adiós”, 16.
72
Jean Francoise Lyotard, La condición posmoderna. Informe sobre el saber (Madrid, España, Cátedra Teo-
rema, edición de 1987).
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la historia universal, Ramírez contradiciendo tales planteamientos en los hechos mismos nos
ofrece una historia acerca de los recientes sucesos ocurridos en la Nicaragua de la segunda mitad
del siglo XX. Sucesos que, a fin de cuentas, se inscriben naturalmente en la siguiente reflexión
de Rita De Grandis: «el acontecer histórico dentro de la era revolucionaria no ha hecho sino
demostrar que la historia como la ficción ha sobrepasado la realidad»73
.
La Pretensión de verdad y la reconstrucción del pasado revolucionario
La pretensión de verdad en esta obra está dada por el estatuto de protagonista de los hechos,
que el autor posee y además despliega como forma de legitimación. Efectivamente, el escritor
formó parte del sandinismo al que critica, por lo que tiene la autoridad para escribir sobre ese
periodo. La conformación de su memoria nos permite establecer una doble relación entre la
representación escrita del pasado (el texto) y la actividad práctica de hacer memoria, instancias
que en el texto parecen indisolubles.
La obra de Sergio Ramírez procura recuperar una memoria perdida y no pretenden
ofrecernos una historia tradicional de genealogía de la patria, sino la historia del proceso en el
que él participó y que se pueden considerar como tradicional sólo en relación con el contexto
histórico latinoamericano de los cronistas; en el que hacer, participar y protagonizar la historia
también significa escribirla, porque el ser actor de los sucesos e intentar lograr la trascendencia
de los mismos se da a través del vínculo que la escritura permite entre el pasado, el presente y el
futuro, entre los sucesos experimentados y las circunstancias y consecuencias actuales.
El pasado es, por lo tanto, el elemento central que organiza la obra, pasado que es revivido
por el autor como actualización de la historia con el fin de preservarlo del olvido. Ramírez, que
vivió esos hechos, al igual que muchos de sus lectores nicaragüenses e incluso extranjeros, logra,
73
Rita De Grandis, Rita, Polémica y estrategias narrativas en América Latina, (Rosario, Santa Fe, Argenti-
na, Beatriz Viterbo Editora, Colección tesis, 1993), 90.
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mediante su escritura, dar cuenta de los cambios de la sociedad y de lo que aún permanece. Su
labor es un reto para los historiadores y para los protagonistas de la revolución, una invitación
a que den su versión, a que ayuden, de esa forma, a reconstruir aquel pasado que sigue vivo en
la memoria de Ramírez y en la memoria colectiva de la que ella, sin duda, es parte. Y aunque la
memoria no conserve el pasado de un modo preciso, lo recobra y lo reconstruye sin cesar a partir
del presente; he ahí su inmenso valor.
Lo importante de la obra de Ramírez es que no es sólo la narración de unos hechos
considerados simplemente en su secuencia temporal, sino que es una narración de sucesos que
pone énfasis en la relación de causalidad que existe entre ellos, lo que les da una significación
que va más allá de los hechos mismos.
Adiós muchachos nos induce a reconsiderar la validez y utilidad de la historiografía como
único lenguaje válido de la explicación histórica, pues a través de las memorias literarias, el
autor nos hace entender su pasado y también el de la historia nicaragüense: al explicarnos la
revolución y se explica a sí mismo y viceversa.
Actualmente, el ser revolucionario tiene un nuevo significado, tal vez ya no contiene la
idea de cambiar el mundo, de trabajar por un futuro socialista o, como diría Ernesto Cardenal,
de «construir el paraíso en la tierra»74. Hoy parece más tener que ver con rebelarse frente al
conformismo social, frente al olvido de los ideales y de los propósitos de una generación que
creía en el cambio.
La cultura popular dice que “la historia empieza ahí donde comienza a desvanecerse la
memoria”. Si esta afirmación es cierta, entonces la revolución sandinista no es historia, pues parece
vivir todavía en la memoria. Ante lo cual cabría preguntarse si existe verdaderamente como una
memoria colectiva o es tan sólo un sueño del pasado. Desde mi perspectiva, los acontecimientos
74
Ernesto Cardenal, Oráculo sobre Managua, (Argentina, Editorial Lohle, 1973).
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de ese proceso pueden ya constituirse en historia, no porque no vivan en la memoria, todo lo
contrario, sino porque hay las suficientes fuentes para sustentarla: precisamente en una sólida e
incuestionable memoria histórica.
El pasado reciente nicaragüense “está vivo”, los protagonistas de esa revolución y
contrarrevolución aún caminan por las calles, la historia, además de estar en los archivos, en los
documentos, en los periódicos y libros de la época, está en los protagonistas y antagonistas que
conviven en una controvertida memoria del pasado reciente.
Si vivir, como dijo alguien, es construir futuros recuerdos, para todos los protagonistas
debería ser tiempo de revivirlos. Pero eso no ha sucedido y es aquí donde cobran nueva
importancia la obra analizada de Sergio Ramírez, como un ejemplo sintomático de la historiografía
contemporánea de esa nación, tradición que además es retomada por un literato y no por un
historiador, lo que otorga una doble relevancia al mérito del autor. Y aunque él insista en que no
es una obra histórica, considero que, de todas maneras, tiene una pretensión histórica.
Es por esta razón que Adiós muchachos constituye una reserva documental de historia,
un ejemplo de cómo la mente codifica, almacena y recupera información para «la creación de
una afirmación sobre [los] estados de cosas pasadas, por medio de un marco compartido de
comprensión cultural»75. En efecto, esta memoria histórica que evoluciona está enmarcada en
lo social, la misma narración nos hace pensar que no hay separación estricta entre el individuo
y la sociedad, por el contrario, se unen de forma tal que devienen en un proceso constituido
socioculturalmente, mediante el cual se reconstruye un pasado que se ha vivido por una
colectividad. Es justamente en ese sentido que el lector nicaragüense se siente identificado,
porque no sólo importa la trascendencia del acontecimiento, importa también, y a veces mucho
75
David Middleton y Derek Edwards, (1992) Memoria compartida. La naturaleza social del recuerdo y el
olvido (Barcelona, España, Editorial Paidos, 1992),64.
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más, quién vivió tales acontecimientos: la memoria es, en consecuencia, tan importante como el
memorialista mismo.
Paul Vayne dice que «lo vivido tal como sale de las manos del historiador [o del escritor]
no es lo que han vivido los actores [incluido él mismo], es una narración […] Lo mismo que la
novela, la historia selecciona, simplifica, organiza, hace que un siglo quepa en una página»76
y
toda la revolución en un libro.
A pesar de que la revolución está tatuada en una gran parte de la población, los análisis
sobre el periodo son muy pocos. En cambio, existe un importante grupo que promueve el olvido
de esos cruentos años. A diferencia de la situación actual, en los años 80 la revolución propiciaba
una gran cantidad de escritos que incluían la memoria de los protagonistas: una explosión de
textos que dio lugar a que la historiografía nicaragüense creciera y que fuera escrita en su inmensa
mayoría por sociólogos, economistas, literatos, abogados, periodistas y militares. A partir de la
derrota electoral la disciplina ha experimentado una notable decaída, en lo que pareciera «una
urgencia del hoy, y no las especulaciones en torno del ayer». Si, como dice Mario Vázquez, «la
forma peculiar en que los pueblos y Estados recrean su pasado, dice tanto de sí mismos como
las propias narraciones que configuran su Historia»77
los nicaragüenses tienen actualmente una
extraña vocación de “desmemoria”.
Cada sociedad recrea su pasado mediato e inmediato de diferente manera. Por eso es
que, en el caso de Latinoamérica, primero la historia se elaboró para producir patria y, después
de la independencia, para hacer de las nuevas naciones, patrias con civilización propia. Sin
embargo, además de la historia oficial elaborada por los sabios del siglo XVIII y XIX, se hallan,
76
Veyne, Paul, Cómo se escribe la historia. Ensayo de epistemología (España, Editorial Fragua, 1972), 12.
77
Mario Vázquez Olvera, “País mío no existes. apuntes sobre Roque Dalton y la historiografía contem-
poránea de El Salvador”, en Humanidades, 2, Facultad de Ciencias y Humanidades, Universidad de El Salvador,
(Enero-marzo 2003): 56.
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paralelamente, una serie de mitos y leyendas de identidad de esos pueblos, que constituyen
–al igual que desde otro nivel lo hacen la historia y la historiografía- un aspecto medular de la
configuración ideológica y política de todo Estado-nación.
Pero la historia de Nicaragua ha estado plagada de discriminaciones tanto sociales como
étnicas, la historia es en general de y sobre las clases altas y las elites dirigentes, de hechos
militares y políticos de esos grupos sociales y de las instituciones que han ido construyendo y
dominando. No hay, por ejemplo una historia de sus actividades empresariales o sociales. Los
indios, campesinos, artesanos, obreros, mujeres y trabajadores en general han estado ausentes
de las narraciones históricas o bien entre los intersticios de narraciones de luchas de clases, pero
desde una perspectiva de masas detrás de una vanguardia revolucionaria.
Los nicaragüenses saben que su pasado esta a medio contar y sus referencias sobre el
pasado son siempre inestables. Por ejemplo la ciudad de Managua ha sido destruida en dos
ocasiones (1931 y 1972), se han seguido terremotos, huracanes, incendios y además desastres
políticos que derrumbaron las referencias de la ciudad y muchas direcciones son paradójicamente
en referencia a sitios que no existen ya “de donde fue la Hormiga de oro dos cuadras al lago”.
Pero los managuas saben donde fue la heladería hormiga de oro, están acostumbrados a
recordar esos fantasmales espacios, y así ante la imposibilidad de mantener físicamente el lugar,
no les queda otra que recordar, ese es el fundamento de su manera diaria y ordinaria de relación
con su pasado y no sólo de los capitalinos sino de todos los nicaragüenses, recuerdan pero no
hay evidencias de ese pasado. Para los nicaragüenses su presente es tan inestable como su pasado
y por lo tanto su historia esta hecha de recuerdos y pocas certezas, el pasado esta vivo pero en
forma fantasmal, el pasado y la historia son contribuciones de conversaciones y testimonios de
lo que se recuerda y de los que recuerdan.
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Después de la derrota electoral del sandinismo las referencias volvieron a cambiar,
ya no más Plaza de la Revolución, ahora Plaza de la República o Plaza Juan Pablo II según
las preferencias políticas o religiosas, y los barrios cambiaron una vez más de nombre ya no
pertenecientes a los héroes de la revolución, sino a nombres menos problemáticos como Barrio
La Aviación78. Los nombres, los documentos, las fuentes y las referencias duran los que los
desastres naturales y políticos y una gran mayoría no han sido correctamente recuperados, pero
la historia de esa nación es como un organismo vivo que se alimenta de recuerdos, memorias
y testimonios –escritos y orales- la historia de nicaragua es como su geografía misma llena de
enormes vacíos, lagunas, pobreza y unas acumulaciones explosivas que dejan desolación, pero
también esperanza.
Conclusiones
Después de veinticinco años del inicio de la revolución sandinista, apenas se empieza a intentar
un rescate de su historia, incluso los posteriores gobiernos cayeron en una especie de negación,
donde lo preponderante no era el pasado, si no la construcción de un futuro de paz; como si el
pasado y su significación no importaran en la visión del mundo
La revolución sandinista sigue esperando ser significada, pues ese pasado reciente
tiene una gran carga simbólica actual por su vínculo con importantes necesidades y demandas
sociales, explícitas o soterradas. La significación histórica de la revolución permite explicar las
condiciones económicas, políticas y sociales e incluso de la lucha democrática-electoral que hoy
se vive en Nicaragua, en la medida en que los acontecimientos pasados constituyen antecedentes
de este presente.
Lo importante, en el caso de la revolución sandinista es que ya no es suficiente intentar
78
Verónica Rueda “El rebelde nicaragüense. La santidad del sandinismo” en El rebelde contemporáneo en
el Circuncaribe. Imágenes y representaciones [coord.] Enrique Camacho Navarro (México, CCYDEL-UNAM,
Editorial Edere, 2006),197.
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analizar lo que pasó, los hechos, el proceso, sino también lo que significó en su momento y lo que
puede significar actualmente, en coherencia con el tiempo en que se está. De ahí la importancia
de la obra de Sergio Ramírez: la elaboración de una significación necesaria del pasado. Tarea que
adquiere fundamental valor en una Nicaragua donde los acontecimientos vividos recientemente
todavía se mantienen resguardados en el ámbito de la memoria, específicamente, de la memoria
colectiva, y están esperando, ansiosos, convertirse en historia.

Un pensamiento diáfano y una vida consecuente

Un pensamiento diáfano y una vida consecuente
Edgard Barberena
END – –

Por el terror que le tenía a los maestros que durante los años 40 obligaban a los estudiantes a repetir de memoria las lecciones, no terminó la primaria, pero se volvió un extraordinario autodidacta entre la zapatería, el sindicalismo, entre ejercer como Secretario General del Partido Socialista Nicaragüense (PSN) y practicar el periodismo desde “Orientación Popular” hasta END, pasando por Barricada.

Este personaje es Onofre Guevara López, hijo de Onofre Guevara Pérez y de Paula López, quien nació en Nandaime el 11 de febrero de 1930.

Se vino a Managua en 1942 y aprendió a ser zapatero. A los 13 años ya estaba en el Sindicato de Zapateros, un año antes de que se fundara el Partido Socialista Nicaragüense, en 1944.

Ingresó al PSN en 1945 cuando era un chavalo, comenzó a vender periódicos, a distribuir hojas sueltas y a realizar una serie de tareas prácticas. Antes, en el sindicato, le ocurrió algo muy particular: “Ahí aprendí a escribir”, dice.

“Jovencito me nombraron Secretario de Actas del sindicato y eso me obligaba a redactar las actas. Hacer el acta de una asamblea es como hacer una crónica de un acto político”, comenta Onofre.

A inicio de los años 60 le piden permiso para utilizar su nombre como director del semanario “Orientación”, a lo que accedió. Esto lo llevó a problemas con el régimen somocista.

“Cuando la Policía quiso reprimir el periódico, me llamó Nicolás Valle Salinas para interrogarme, éste se alejó un poco del interrogatorio y me quedé con Agustín Fuentes, de La Prensa, y Alejandro H. del Palacio, de Novedades.

Ahí comienza otro interrogatorio con el periodista de La Prensa, que fue más fuerte que el que le hizo el guardia, tanto, que el redactor de Novedades le dijo: “¡Estás peor que el teniente!”

“Fuentitos” le hizo una mala jugada
Al siguiente día, al leer la crónica de Agustín Fuentes, acabándolo por un error en la pronunciación de una palabra, Onofre se dijo a sí mismo: “No me voy achantar”. Fuentes explotó la falta para ponerlo en ridículo. “Eso me tocó el amor propio y me empeñé en escribir mejor”, nos dijo.

Guevara, entonces, leía más de lo habitual, y practicaba escribiendo sobre cualquier cosa. Un día se encontró con Manuel Pérez Estrada, Secretario General del PSN, quien le preguntó qué tanto sabía de Sandino. “He leído algo”—le dije. “Le conté lo que había leído de un congreso internacional que tuvo lugar en un país europeo, y entonces me dice: hágase un artículo para el periódico. Ese fue mi primer trabajo, y lo publicaron en el semanario Orientación”, rememora.
Viaje a Cuba y “Orientación Popular”
En 1960, el PSN lo envió a Cuba al séptimo aniversario del asalto al Cuartel Moncada. La revolución estaba tierna, apenas tenía año y medio. A la isla Onofre llegó a dos congresos: al de las Juventudes Revolucionarias de América Latina y al del Partido Socialista Popular de Cuba como delegado.

Cuando regresa a Managua pasa a la dirección del partido con el cargo de Secretario Juvenil, con la misión de organizar a la juventud socialista, por lo que todo el año 1961 fue de actividades políticas-organizativas, y en noviembre de ese año llevaron a cabo el congreso constitutivo de la juventud.

Para esa ocasión, Onofre tenía 31 años. “Me quitaron la juventud y me hicieron editor del periódico que ya se llamaba Orientación Popular”, recuerda. Así editó el periódico hasta 1965. Ese año se fue a la Unión Soviética a estudiar al Instituto Internacional de Marxismo-Leninismo, de marzo de 1965 a octubre de 1966.

Al regresar al país vuelve a hacerse cargo de la edición del periódico, pero antes enfrentó lo que pasó todo aquel nicaragüense que viajó por esos años a países considerados comunistas: cayó preso en Managua y fue interrogado por agentes de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN) de Somoza.
Varado en Bruselas
No hay personajes sin anécdotas, y Guevara lo sabe bien. A él le tocó pasar apuros en Berna, cuando venía de regreso a Nicaragua. “Es que mi pasaporte se venció. Cuando hice escala en Suiza me advirtieron que debía arreglar eso”, recordó. Una cónsul en ese país se negó a ayudarle, y no tenía fondos suficientes para pasar 15 días allá esperando una respuesta.

Del poco dinero que portaba decidió comprar un boleto a México. “Todo parecía marchar bien hasta pasar por Bélgica, la seguridad del aeropuerto me detuvo y perdí la conexión, con todo y maletas”, recuerda Guevara.

En Bruselas se quedó solamente con la ropa que llevaba puesta. Las autoridades migratorias le dieron un permiso de tres días, en un lugar donde no conocía a nadie. Lo primero que hizo fue irse a la calle y comenzar a preguntar dónde estaba el consulado de Nicaragua. “Ahí tuve el ejemplo de lo que debe ser el servicio diplomático”, comentó.

Ese ejemplo se lo dio el entonces cónsul de Nicaragua en Bruselas, un señor de apellido Rivas Novoa, hermano de Gabry Rivas. El diplomático le dijo no estar interesado en preguntarle ni de dónde venía, ni adónde iba, le bastaba saber que era nicaragüense. Ahí le actualizaron el pasaporte y así viajó a México para recuperar sus pertenencias.
La división del partido
En “Orientación Popular” Onofre trabajó hasta 1967, cuando se produjo la ruptura interna del PSN sobre los sucesos de la masacre del 22 de enero de ese año, y ahí terminó el periódico. Onofre siguió en el partido, y quedó en una fracción en la que eligieron Secretario General a Álvaro Ramírez González, en sustitución de Manuel Pérez Estrada, quien se quedó con el grupo de Elí Altamirano, los que después formaron el Partido Comunista.

En noviembre de 1967 renuncia Álvaro Ramírez, y en un pleno del partido eligen como secretario general a Onofre, e inmediatamente el partido le comunica que debe viajar a Moscú para informar sobre la situación del PSN. En 1968 se traslada a Costa Rica (entró por veredas) y allá le proporcionan un pasaporte costarricense.

Salió como costarricense del aeropuerto “Juan Santamaría”, y llegó a Moscú cuando celebraron los cincuenta años de la revolución soviética. De regreso enfrentó otra anécdota no muy agradable, pero simpática a la altura del tiempo.

Como portaba pasaporte costarricense, llegó a Holanda y se hospedó en un hotel económico mientras arreglaba su salida hacia México. La noche que llega a Ámsterdam le golpean la puerta a la media noche, y un conserje del hotel le dice que habían llegado unos costarricenses a saludarlo.

Supo que los ticos llegaron de París en tren, y habían planeado pasar con “el paisa” un fin de semana. “Yo no hallaba qué hacer porque no los conocía”, comparte Guevara. Salió a recibirlos. Todos estaban ebrios, y entre ellos estaba un hijo del embajador costarricense en París. “Estaban tan alegres, que ni cuenta se dieron de que yo era nicaragüense y de que mi nacionalidad sólo era una farsa. Salimos y quedamos en vernos a la mañana siguiente”, recuerda. A primera hora, Guevara escapó del hotel y se fue a pasar las horas a un parque cercano.

Al regresar a Managua por veredas desde Honduras, volvió a caer preso. Esa vez estuvo seis meses. Allá conoció a Daniel Ortega, a Jacinto Suárez y a Jacinto Baca Jerez. “De todos los presos, yo era el único que no pertenecía al Frente Sandinista”, recordó.

En la cárcel conoció que Ortega no es el hombre calmo que aparenta ser, porque en una ocasión tomó con violencia y autoritarismo un plato de comida, y se lo lanzó en la cara a Axel Somarriba, un muchacho que había desertado del FSLN. Esto ocurrió en 1968.
Caen dos de sus hijos
En 1969 —después de haber sufrido otra carceleada—renunció al partido, quedando Luis Sánchez en la Secretaría General.

En 1976 se reincorpora al PSN con la gente de Álvaro Ramírez, y le dan la responsabilidad de la educación popular clandestina. Comenzó a trabajar en el periódico con Federico López. Todo el 78 y el 79 imprimieron el periódico en forma clandestina. En 1978 cayó abatido su primer hijo en el asalto a la Policía de San Judas, y en mayo de 1979 fallece otro hijo suyo en un enfrentamiento con la Guardia también en San Judas.

En 1980, la tendencia del PSN de Álvaro Ramírez se integró al FSLN, por lo consiguiente a Onofre lo mandan al diario Barricada, donde comenzó como jefe de Redacción y corrector de originales, y donde enfrentó problemas con periodistas de escuelas que no admitían ser dirigidos por un periodista empírico.
Onofre es diputado
La verdad es que la pulcritud de la prosa de Onofre es para un periodismo exigente, y es hoy por hoy, con sus escritos de opinión y su columna, una notable simbiosis del buen escribir con la congruencia y la amenidad en la crítica política.

Onofre fue también diputado de Managua por el FSLN, y encargado del registro de actas, una especie de historia de la Asamblea Nacional.

Su vida ha transcurrido con la misma modestia con que habita en el barrio San Judas, y la misma firmeza de sus ideales por una sociedad justa e igualitaria, pero en libertad y democracia.

Aprendió a ser crítico
Guevara también relató en la entrevista otras anécdotas, entre ellas una del curso de preparación ideológica que hizo en la URSS. En la última etapa, llevaron a los estudiantes de varias naciones latinoamericanas a la República de Moldavia, y “nos decían que esa república tenía un desarrollo similar al de Nicaragua”.

Él fue el jefe del grupo de estudiantes enviados a Moldavia, y le tocó hacer el agradecimiento a sus autoridades. “Experimenté por primera vez mi compromiso con la crítica, y lo que hice fue señalar todo lo que me parecía criticable en Moldavia, y eso me ha servido para mi formación en el periodismo”, destacó.

“Desde ese momento me decidí a ser crítico, pero sucedió que en lo poco que sabía de ruso me di cuenta de que la traductora no dijo lo que yo había dicho, sino que convirtió en alabanza mis señalamientos, y eso también me sirvió para criticarla a ella (a la intérprete) cuando regresamos al Instituto en Moscú”, dijo Guevara, quien comparó la situación con lo que ocurría aquí con la Dirección Nacional del FSLN en los años 80.