1977: el 60 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre en El Salvador

1977: el 60 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre en El Salvador
Por Roberto Pineda 18 de agosto de 2014

Diversas organizaciones populares vinculadas al Partido Comunista como la FUSS y el partido UDN ya bajo la dictadura del General Carlos Humberto Romero celebraron en octubre-noviembre de 1977 con diversas actividades el 60 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, que inicio la época de las revoluciones proletarias en el planeta.

Entre estas actividades se encuentran charlas en Santa Ana, San Miguel, Usulutan y La Unión; que incluyeron exhibición de diapositivas y del documental “Lenin y la III Internacional.” A la vez la dirección de los comunistas salvadoreños publicó un extenso documento acerca de este acontecimiento.

Asimismo se publica en el número 95 de Voz Popular, reiniciada su publicación luego de un hiato de diez meses, un documento crítico sobre las posiciones eurocomunistas del entonces secretario general del Partido Comunista español, Santiago Carrillo. A continuación hacemos un resumen de ambos documentos, en un esfuerzo por conocer la visión internacional del PCS, de esta época, en el marco de este ya prolongado estudio sobre las ideologías políticas en El Salvador, en la parte correspondiente al marxismo.

60 años de la Gran Revolución Socialista de Octubre

“Hace 60 años la Humanidad fue estremecida –inicia el documento del comité central del PCS- en medio de la Primera Guerra Mundial, por la Gran Revolución Socialista de Octubre, la hazaña del proletariado revolucionario de la vieja Rusia, llevado a la victoria por la conducción magistral del Partido Bolchevique, organizado, educado y dirigido por Vladimir Illich Lenin. Esto acontecimiento no solo significó un viraje radical en la vida social y política de Rusia, sino que ha sido sin duda el más importante y determinante suceso del presente siglo, puesto que modificó por completo el curso de la historia de toda la humanidad.”

Agrega que “el Gran Octubre Rojo comprobó la verdad científica del marxismo y, en particular, su tesis fundamental de que la clase obrera es la fuerza más revolucionaria bajo el capitalismo, capaz de liquidar la explotación del hombre por el hombre hasta sus cimientos, liberar al conjunto de la sociedad definitivamente de la división de clases antagónicas y abrirle las puertas a un desenvolvimiento histórico, esencialmente superior y distinto a todo lo vivido hasta entonces. Al mismo tiempo, la grandiosa hazaña de la Revolucion de Octubre entregó al proletariado y a los pueblos de todo el mundo, una extraordinaria arma teórico-práctica revolucionaria, el leninismo, desarrollo creador del marxismo en las condiciones de imperialismo.”

Considera el documento que “bajo la influencia bienhechora de la hazaña bolchevique, se crearon la mayoría de los Partidos Comunistas y Obreros de la actualidad, y las ideas iluminantes de Lenin se convirtieron en la guía segur de todo el Movimiento Comunista Internacional, la fuerza política de alcance mundial más influyente de la Historia. El Gran Octubre dio un potente impulso a la lucha por el socialismo de la clase obrera de los países capitalistas y abrió, para los pueblos sometidos al colonialismo y a otras formas de dominación imperialista, las condiciones, la posibilidad y el apoyo necesarios para conquistar su liberación nacional…”

Plantea que “desde octubre de 1917, en el breve plazo histórico transcurrido , el pueblo soviético, impulsado por la portentosa energía creativa desatada por la revolución socialista, ha recorrido un glorioso camino de radicales transformaciones sociales, políticas y culturales, y realizado pasos gigantes en su propio progreso general: abolió l régimen burgués de explotación y todas las otras formas de explotación anteriores al capitalismo existentes en su inmenso país multinacional; abolió la opresión nacional y creo una comunidad de naciones hermanas, iguales en derechos, que edificaron juntas un poderoso e imbatible estado proletario internacionalista; se abrió el acceso a la educación para todos sus componentes, elevó a los niveles más altos de la cultura y conquistó las cumbres de la ciencia universal…”

Subraya el documento de los comunistas salvadoreños que “en la gestación y victoria de la Revolución de Octubre, en el triunfo definitivo del socialismo en la URSS y, ahora, en la fase de tránsito al comunismo, ha sido determinante el papel revolucionario de vanguardia del Gran Partido de Lenin. El PCUS ostenta para siempre los grandes galardones de haber sido el primer partido de nuevo tipo de la clase obrera, dirigente de la primera revolución socialista victoriosa, fundador del Primer Estado Socialista y, seguramente, conquistará un galardón más como constructor de la Primera Sociedad Comunista.”

Reconoce que “el prestigio conquistado por el PCUS y la Unión Soviética ante todos los pueblos, es también un factor que favorece la marcha del proceso anti-imperialista mundial; por eso nuestros enemigos se esfuerzan hoy, con renovado impulso y refinados métodos demagógicos, en deformar la verdad política y social del país soviético y de otros del campo socialista.”

El octubre rojo inspiró a la clase obrera salvadoreña

Añade que “la estremecedora victoria del proletariado revolucionario en Rusia, y el auge revolucionario mundial que siguió mal Octubre Rojo, insufló combatividad e inspiró ideológicamente a la clase obrera salvadoreña, que comprendió desde los años 1918-1919, y sobre todo durante la década de los veinte, una inusitada actividad, culminada con la creación del Partido Comunista de El Salvador (PCS) y con la insurrección obrera-campesina de enero de 1932, seguida de un gran baño de sangre contra-revolucionario, luego de su derrota.”

Señala que “a pesar de la extrema debilidad a que lo condenó este severo revés, sufrido amenos de dos años de su nacimiento, el PCS desempeñó un papel importante en la reagrupación de las fuerzas democráticas y en las acciones decisivas que derrocaron, en 1944, la sanguinaria tiranía de los 13 años, lo mismo que en la condena del nazi-fascismo y la solidaridad con la URSS durante la Segunda Guerra Mundial.”

“Perseguido añade el documento citado y obligado a profunda clandestinidad durante muchos años, el PCS mantuvo en alto la bandera el socialismo y el comunismo, promovió continuamente a la clase obrera a organizarse, unirse y luchar; se esforzó por unir a las fuerzas democráticas y promover la lucha por la libertad y la solidaridad con los demás pueblos, pero fue solo hasta el triunfo de la Revolución Cubana, su rápido tránsito al socialismo y el decisivo e impresionante respaldo que le dio la Unión Soviética, cuando nuestro pueblo tuvo la oportunidad de mirar de cerca lo que es el socialismo y lo que significa la solidaridad del gran país de Lenin.”

Precisa que “el PCS contó entonces con condiciones favorables para llevar con amplitud a la clase obrera y al pueblo en general las ideas del socialismo y difundir la realidad de la URSS y su papel histórico mundial, vincularse cada vez más extensa y raigalmente con las masas y, elaborar en consecuencia, una línea cada vez más acabada y certera, promover con éxito la unidad de las fuerzas democráticas populares y, junto con ellas, lanzar sucesivas ofensivas políticas de gran envergadura, que han terminado agrupando a la gran mayoría del pueblo y aislando a la reacción y su tradicional instrumento de poder, la dictadura militar derechista instaurada desde diciembre de 1931.”

Concluye que “el Partido Comunista de El Salvador –está seguro que con él la clase obrera y el pueblo salvadoreño- rinde un emocionado homenaje al pueblo soviético y al PCUS, en ocasión de celebrarse el 60 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, que como bien dijera Lenin, inició “una nueva época en la Historia Universal, época en que domina una clase nueva que se halla oprimida en todos los países capitalistas y que en todas partes avanza hacia una vida nueva, hacia la liberación de la humanidad del yugo del capital y de las guerras imperialistas.”

A propósito de las declaraciones de Santiago Carrillo, Secretario General del P. C. Español

La comisión política del PCS, en declaración oficial del 7 de octubre de 1977 considera que “cuanto mayores han sido el prestigio de la URSS y su poderío, tanto mejor y más favorable ha sido y será ello para la lucha de los pueblos de todo el planeta, y tanto más rápido ha avanzado y avanzarán hacia su liberación, en el camino hacia el socialismo…Por ello nos aceptamos las declaraciones públicas que ha venido realizando el camarada Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista español (PCE), endilgadas contra el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS),ni ciertos conceptos suyos vertidos en su libro “Eurocomunismo y Estado.”

Agrega que “según se desprende las aludidas declaraciones y conceptos, el camarada Carrillo cree que para los comunistas españoles puedan avanzar en su lucha, es necesario dirigir ataques contra el PCUS y que a su vez, es conveniente que el PCUS dirija ataques contra ellos. Esta tesis contradice el curso histórico del proceso revolucionario mundial y de los partidos comunistas europeos en particular, cuyo engrandecimiento a estado vinculado de muchas maneras a la gloriosa epopeya del PCUS y del pueblo soviético: a su internacionalismo ejemplar, al aprovechamiento d su riquísima experiencia revolucionaria; a las geniales e inmortales ideas de Lenin.”

Considera que “el camarada Carrillo da la espalda a esta verdad de la vinculación esencial y objetiva ente el papel internacional del PCUS y la URSS, con el desarrollo del proceso revolucionario mundial: al hacerlo así, lesiona los intereses de todas las fuerzas anti-imperialistas, al mismo tiempo que introduce un factor que actúa por la división del Movimiento Comunista Internacional.”

Aclara que “no es que el Partido Comunista de El Salvador (PCS) considere que las actuaciones nacionales e internacionales de los partidos comunistas, incluido el PCUS, sean indiscutibles e incriticables, o que el proceso de construcción del socialismo en los países del campo socialista, incluida la URSS, haya estado exenta d errores y deficiencias. Cada partido Comunista responde por su conducta ante su clase obrera y su pueblo, pero también ante el proletariado mundial y el Movimiento Comunista Internacional.”

Por lo que “las relaciones entre los partidos integrantes del Movimiento Comunista Internacional se asientan en su independencia, en el no sometimiento de unos a otros pero también en la base principista común del marxismo-leninismo, en la solidridad mutua, activa e inquebrantable y en la crítica camaraderil de unos a los otros.”

“Por nuestra parte –afirman los comunistas salvadoreños- rechazamos categóricamente que haya o pueda haber un marxismo-leninismo no revolucionario o reformista para Europa Occidental y otro revolucionario para el resto del mundo, no aceptamos la idea consiguiente que la revolución social sea un asunto de los países atrasados pero una necesidad “superada” por el desarrollo capitalista y por la lucha de clases en ellos; nosotros consideramos que tales tesis implícitas en los conceptos expuestos por Carrillo, tienen una negativa significación teórica general y que, por lo tanto, deben ser rebatidos:”

Se constituye la Confederación Unitaria de Trabajadores Salvadoreños, CUTS

El 4 de diciembre de 1977 las tres principales centrales del país, FUSS, FESTIAVTSCES y FENASTRAS se unifican en la Confederación Unitaria de Trabajadores Salvadoreños, CUTS. La Creación de la CUTS, conquista histórica del proletariado salvadoreño, fue el resultado de un largo y complejo trabajo de unidad sindical, emprendido y orientado por los comunistas salvadoreños aglutinados en el sector sindical del PCS.

Al acto de constitución asistieron representantes de la Liga para la Liberación (LL) y del Frente de Acción Popular Unificada (FAPU). Posteriormente FENASTRAS se constituye en el brazo sindical del FAPU, vinculado a la organización político-militar Resistencia Nacional (RN) y logra una fuerte presencia en el movimiento de los trabajadores urbanos.

La primera Directiva Confederal quedo integrada por Ricardo Martínez Flores, como Secretario General; junto con Fernando Cortez Ávalos (Organización), José Arnulfo Grande (Conflictos), Ricardo Erazo (Finanzas), Rigoberto Torres (Relaciones Nacionales) , Diego Flores (Relaciones Internacionales) , Salvador Sánchez Hidalgo (Educación Sindical) , Adán Chicas (Prensa y Propaganda), Mario Rivera (Asuntos Agrarios), Reyes Henríquez (Seguridad Social)y Alfredo Hernández Represa (Actas y Acuerdos). En ese momento el secretario general de la FUSS, que inauguró el evento, era el militante del PCS, Maximino Jaimes, que hoy vive en Edmonton, Canada.

Derrotemos la Ley de Defensa y Garantía del Orden Público. Comisión Política del PCS. Diciembre de 1977

“El gobierno del General Romero- afirma la declaración del PCS- ha asestado un nuevo golpe a los ya maltratados y precarios derechos humanos y democráticos de nuestro país, al hacer aprobar por su incondicional Asamblea Legislativa la llamada “Ley de Defensa y Garantía del Orden Público.” Esta ley prácticamente anula los derechos individuales y colectivos establecidos por la Constitución y establece un Estado de excepción permanente (comúnmente llamado estado de Sitio) sin necesidad que la Asamblea decrete la suspensión temporal de las garantías constitucionales.”

Considera que “en el plano jurídico, es una ley opuesta a la Constitución, violatoria de principios fundamentales del Derecho Moderno, violatoria del contenido y la forma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, de los convenios internacionales relativos a los derechos sindicales y sociales en general, suscritos por el estado de El Salvador y que tienen, por tanto, fuerza de ley en nuestro país.”

Además “desde el punto de vista político e histórico, esta es una ley profundamente reaccionaria que se suma al arsenal de las sucias herramientas con las que el gobierno realiza la represión sistemática contra el pueblo salvadoreño, contra sus anhelos de libertad y cambio social en pos de los cuales ha luchado, cada vez con mayor madurez, organización y determinación, a lo largo de toda nuestra historia.”

Y cita para fundamentarlo históricamente “desde sus gloriosas batallas por la emancipación del yugo español en 1811; su heroica resistencia solitaria a la invasión anexionista del retrógrado imperio de Iturbide, la insurrección campesina de Anastasio Aquino, la incorporación masiva a la causa unionista y genuinamente democrática de Francisco Morazán y Gerardo Barrios, las grandes luchas contra la tiranía de los Meléndez-Quiñonez, la valiente y heroica insurrección campesina de 1932 contra el dictador Hernández Martínez, las ejemplares jornadas cívico-militares de abril, mayo y diciembre de 1944 contra los tiranos Maximiliano Hernández Martínez y Osmín Aguirre.”

“De septiembre-octubre de 1960 contra el tirano José María Lemus, hasta las cada vez más extensas luchas por conquistar un gobierno democrático de independencia y cambios estructurales profundos, que vienen teniendo lugar durante la década de lso años sesenta y lo que va de los setenta, luchas en las cuales han salido y salen más y más a la palestra histórica las grandes mayoría sobreras y campesinas, que son al sustancia principal de que esta hecha nuestra nación.”

Considera que esta ley “es un instrumento para dar a la represión una apariencia legal y aplicándola a un cierto numero de casos destinados a la publicidad, mientras el grueso de la represión continuara por los mismo canales de siempre, es decir, por las vías de hecho y al margen de la ley.”

Además que “el hecho que se haya arrancado el juzgamiento de los delitos que ella establece e manos de los Jueces de lo Penal y del Jurado, como corresponde, para trasladarla a las Cámaras de Segunda Instancia, se debe a que estas se forman por personas de la intima confianza del régimen, comprometidos con él, lo cual le asegura sentencias condenatorias, peor busca, llevar a los altos escalones del Poder Judicial a participar activamente en la represión.”

Por otra parte esta ley “pretende también convertirse en un instrumento de intimidación, en una amenaza “terrible” capaz de sembrar el temor y rebajar la combatividad popular e inducir el repliegue a las organizaciones políticas sociales. Pero en El Salvador ninguna amenaza de esta clase es ya superior a lo que en la práctica viene sufriendo nuestro pueblo a manos del régimen asesino desde hace tantos años. Ellos se ha constituido en uno de los principales estímulos para levantar la resolución de las masas a combatir por su libertad, a buscar su propia defensa y no creemos que el propósito atemorizador de esta Ley vaya a cumplirse.”

Concluye que “es necesario derrotar esta nueva maniobra del régimen, este nuevo paso en su escalada fascista, este intento de enmascararse, esta ofensiva de atemorización. Debemos unir la acción de todas las fuerzas revolucionarias y democráticas para conquistar la derogatoria de esta ley, como un golpe que hay que asestar a los fascistas, pero al mismo tiempo debemos en la práctica frustrar y nulificar los objetivos que ella persigue.”

Historia y laicismo en México

Historia y laicismo en México

Documento con fecha sábado, 17 de abril de 2010. Publicado el jueves, 26 de agosto de 2010.
Escrito por: Patricia Galeana.Fuente: Cuaderno de Laura Campos.

La cultura de la intolerancia religiosa se estableció en México desde la conquista española. En España el Estado se había cohesionado en torno de la religión católica, con la expulsión de musulmanes y judíos. La Inquisición se erigió para perseguir al que pensara diferente. La alianza entre la corona española y la iglesia católica se selló mediante el establecimiento del Regio Patronato.

La iglesia, como aliada del imperio español, condenó a la insurgencia; excomulgó a sus miembros y se negó a reconocer la Independencia, hasta quince años después de consumada. Los papas Pío VII, León XII, Pío VIII y Gregorio XVI siguieron increpando al pueblo de México, para que aceptara el dominio español, hasta 1836. Después, el Pontificado se negó a firmar un concordato con los gobiernos mexicanos, no obstante que todas sus Constituciones, desde la de 1814, la federalista de 1824 reestablecida en 1847 y las dos centralistas (1836 y 1843), establecían un Estado confesional e intolerancia religiosa y por tanto reconocían a la iglesia como un poder constitucional.

Después de luchar por la independencia de España, el liberalismo mexicano buscó la independencia del Estado mexicano respecto de la iglesia. En 1833 una segunda generación de liberales quiso asumir el Patronato que había ejercido la corona española sobre la iglesia católica, por considerarlo un derecho de todo Estado soberano en el territorio bajo su jurisdicción. El pontificado lo rechazó por considerarlo una concesión que no iba a otorgar a un país cuya independencia no reconocía.

Valentín Gómez Farías y José María Luis Mora intentaron someter a la iglesia convirtiéndola en órgano del Estado. Al mismo tiempo quisieron sustituir al ejército pretoriano por guardias cívicas. Las corporaciones eclesiástica y militar se unieron al grito de “¡Religión y fueros!” y el intento reformista fracasó. Una tercera generación del liberalismo emprendió una segunda reforma social y logró la creación del Estado laico mexicano.

Fue un largo y conflictivo proceso que inició en 1855 con leyes moderadas. La primera de ellas fue la ley de administración de justicia conocida como la ley Juárez por el apellido de su autor. La ley tenía el objetivo de establecer la igualdad jurídica de los mexicanos, razón por la cual limitó los fueros sin suprimir ni a los tribunales eclesiásticos ni a los militares, sólo se evitó que ventilaran delitos del orden común. No obstante, fue condenada por el papa Pío IX. El obispo de Puebla, Pelagio Antonio Labastida y Dávalos, financió el levantamiento armado de Antonio Haro y Tamariz contra el gobierno. Ello provocó que se pasara de la secularización de los bienes del clero planteada desde 1833, a la nacionalización de los bienes del obispado de Puebla.

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La Constitución de 1857 incorporó las leyes reformistas, facultó al Estado para legislar en materia de culto y dio un paso trascendental al superar la intolerancia religiosa y dejar implícita la libertad de cultos. La iglesia sacó su arma más poderosa: la excomunión ipso facto a quienes juraron la Constitución. Estalló la guerra civil. En la parte más cruenta de la guerra se decretaron las leyes de Reforma. La legislación fue presidida por un manifiesto en el que el gobierno constitucional explicó que la iglesia había promovido la guerra civil. Por tal razón procedió a nacionalizar los bienes del clero para indemnizar a la República.

El corpus que conocemos con el nombre de leyes de Reforma consta de cuatro leyes y cuatro decretos. Dos son producto de la guerra: la ley de nacionalización de bienes del clero y el decreto de supresión de las corporaciones religiosas, y tres leyes son esenciales para la laicidad del Estado: la del matrimonio y el registro civil y la de libertad de cultos, así como los decretos de secularización de cementerios y de hospitales y el de días festivos, que evitó que los funcionarios asistieran con carácter oficial a actos religiosos. La ley de libertad de cultos significó la culminación de la reforma liberal. Acababa así la mezcla de la política y de la religión, que había prevalecido durante las cuatro primeras décadas de la vida independiente de México, separándose los asuntos civiles de los eclesiásticos.

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A la guerra civil siguió la guerra contra la intervención francesa y el segundo imperio. El jefe del ejército francés, Forey, lo primero que hizo al tomar la ciudad de México fue declarar que Napoleón III vería con buenos ojos el establecimiento de la libertad de cultos, principio esencial a los Estados modernos. Maximiliano ratificó las leyes de Reforma de Juárez, aunque declaró a la religión católica la religión oficial del Estado y por tanto quiso ejercer el Patronato.

Al triunfo de la República, Juárez intentó dar rango constitucional a las leyes de Reforma, pero las heridas estaban aún abiertas. Aplicó la legislación con indulgencia. Los propios conservadores como Francisco de Paula Arrangoiz consideraron que la iglesia gozó de más libertades con Juárez que con Maximiliano. En efecto, Juárez ya no buscaría hacer uso del Patronato al establecerse la completa separación entre Estado e iglesia. Fue en el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada en 1873, cuando se dio nivel constitucional a las leyes de Reforma. No obstante, fue hasta la Constitución de 1917, que reformó a la Constitución de 1857, que ya no se otorgó protección especial a la religión católica y no fue jurada por Dios. La jerarquía de la iglesia católica había apoyado a la contrarrevolución huertista, razón por la cual la revolución constitucionalista fue anticlerical. Después, el alto clero se enfrentó a los gobiernos emanados de la Revolución y promovió la rebelión cristera.

La cristiada concluyó con una negociación con el gobierno de Emilio Portes Gil. Dio inició una entente cordial, con base en la cual la iglesia fue retomando nuevamente fuerza política a ciencia y paciencia de los presidentes en turno, hasta que en 1992 se reformó la Constitución para otorgar personalidad jurídica a las asociaciones religiosas, y se establecieron relaciones diplomáticas con la cabeza de la iglesia católica.

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Al llegar el Partido Acción Nacional al poder, la jerarquía eclesiástica católica se está convirtiendo en un desiderátum de la política nacional; en un poder fáctico que busca abiertamente acabar con el Estado laico mexicano y restablecer un Estado confesional. El papa Pío IX condenó al liberalismo y el principio de soberanía del Estado en el Syllabus de 1864.

Fue hasta el Concilio Vaticano II en 1965, inspirado por el papa Juan XXIII, que la iglesia católica aceptó la separación de la iglesia y el Estado. Sin embargo, el papa Benedicto XVI alienta hoy un movimiento integrista que busca la unión de religión y política, de Estado e iglesia, mediante el restablecimiento de Estados confesionales. Ratzinger ha dado su bendición al movimiento de neocatecúmenos que encabeza en España Kiko Argüello y que pretende acabar con lo que llaman laicismo negativo del siglo XIX, para establecer un “laicismo positivo” que propicie la religiosidad, en particular el catolicismo. Es una nueva cruzada.

Lo anterior confirma lo señalado por Ernesto Renan de que la nación es el plebiscito de todos los días, que nada se da de una vez y para siempre. Hubo quienes pensaron que la separación del Estado y de la iglesia, como principio propio de todo Estado democrático, era irreversible, ya que también favorecía a la institución eclesiástica al respetar su autonomía. Se creyó que el Estado laico no tenía enemigos sino sólo malquerientes. Sin embargo, la abierta campaña de la iglesia contra la laicidad del Estado demuestra lo contrario. Las relaciones Estado-iglesia han vuelto al centro de la vida política mexicana.

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El episcopado ha planteado la necesidad de hacer una reforma constitucional para establecer una “verdadera libertad religiosa”, no de convicciones éticas y filosóficas. Quiere que se imparta religión en las escuelas públicas y que el Estado la subvencione. O sea, volver al Estado confesional anterior a las leyes de Reforma del periodo juarista. El propio cardenal Tarsicio Bertone, brazo derecho del papa Ratzinger, se manifestó en contra del “laicismo decimonónico” mexicano desde el teatro de la República en Querétaro. Aunque la Constitución vigente sólo mencione la palabra laica textualmente una sola vez, al señalar en el artículo 3 que la educación que imparta el Estado será laica, la laicidad del Estado está implícita en la Constitución, de otra manera no podría impartir educación laica un Estado que no lo fuera.

La violación reiterada a la laicidad del Estado por autoridades de los tres niveles de gobierno aliados a la institución eclesiástica y que han permitido su injerencia en los asuntos públicos, ha hecho necesario promover reformas constitucionales para reiterar explícitamente que la República mexicana es laica. La laicidad debe extenderse a todos los ámbitos del Estado mexicano como el sector salud. Hace falta también reformar al artículo 24, sustituyendo el concepto decimonónico de la libertad de cultos, un gran paso en el siglo XIX, pero que es insuficiente en el siglo XXI, donde no solamente debe haber libertad para profesar una religión sino para no tener ninguna.

Debe garantizarse tanto la libertad de conciencia, o sea la de profesar en forma privada cualquier culto, como la religiosa que implica exteriorizar su religión en actos de culto externo, y también el respeto a quienes no tienen religión y sí tienen derecho a sus convicciones éticas y filosóficas. El que en nuestro tiempo se haya criminalizado en 18 estados a las mujeres siguiendo la agenda dictada por la iglesia, que impone sus concepciones religiosas privando a las mujeres de su derecho a decidir sobre su cuerpo; el haber desatado la homofobia social al calificar de anormales y perversas a las personas homosexuales, violando lo establecido por la Constitución en cuanto a no discriminar a nadie por razón de su sexo o ninguna otra condición; el que se declare por las autoridades de la iglesia mayoritaria que no hay que obedecer a las leyes de los hombres sino sólo a las de Dios; nos habla de la crisis en que se encuentra el Estado laico en México y por ende nuestra democracia.

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Quienes nos formamos en la historiografía liberal, de la que la Revolución mexicana se hizo heredera, nunca pensamos que en el inicio del siglo XXI, fuera necesario defender al Estado laico mexicano, cuyo establecimiento costó tanta sangre. En este contexto cobra mayor significación el 150 aniversario de las Leyes de Reforma, que crearon al Estado laico mexicano. Los aniversarios son momentos propicios para la reflexión, pero en este caso la celebración pasa de ser un tema de efeméride histórica para convertirse en tema del debate político actual. De ahí la importancia de releer el manifiesto, las leyes, y circulares de la reforma liberal.

Tanto en el manifiesto firmado por Benito Juárez, Melchor Ocampo, Miguel Lerdo de Tejada y Manuel Ruiz, como en los considerandos y artículos de cada ley, así como las circulares de sus autores, se hace manifiesta la acción de la iglesia en contra del Estado mexicano y la razón que asistió a éste para asumir la soberanía a plenitud, terminando con la delegación de funciones que habían quedado en manos de la iglesia y sometiendo a la institución patrocinadora de la guerra a la autoridad soberana del Estado. El mayor legado de la generación juarista fue la independencia del Estado de la iglesia. La mezcla de los asuntos políticos y religiosos causó una guerra civil y la ocupación extranjera más prolongada y sangrienta que ha sufrido nuestro país desde su independencia.

La efeméride del sesquicentenario de las leyes de Reforma se presenta en el momento en que se requiere defender al Estado laico, por ello la lectura de estos textos fortalecerán no sólo la cultura histórica y jurídica, sino la política. Una ciudadanía informada lleva a una vida democrática. Sin laicismo no puede haber democracia.

Por ello, después de releer los textos de las leyes dados en plena guerra civil de Reforma en Veracruz, consideramos que la mejor forma de preservar el legado de la reforma liberal juarista es modificar el artículo 24 constitucional para establecer la libertad de conciencia y no solamente de cultos, y reformar la Constitución para señalar explícitamente que el Estado mexicano es laico.

El Salvador de 1977: elecciones, represión y agotamiento de vía electoral

El Salvador de 1977: elecciones, represión y agotamiento de vía electoral
Por Roberto Pineda 14 de agosto de 2014

En opinión del Partido Comunista de El Salvador, el año 1977 marca el viraje de las amplias masas populares a la lucha armada, ya que la experiencia de dos elecciones presidenciales en el 72 y 77, que fueron arrebatadas a la oposición por la dictadura militar mediante el fraude y la represión les permitieron este aprendizaje. A partir de la masacre del 28 de febrero de 1977, la puerta queda abierta para incorporar a los sectores populares a la lucha abierta contra el sistema castrense de dominación política. A continuación rastreamos este proceso, desde enero hasta abril de 1977.

El proceso político actual y las luchas del pueblo

En el número 92 de Voz Popular de la segunda semana de enero de 1977 se hace un balance de la situación política preelectoral, que incluye valoraciones sobre cambios en la Fuerza Armada, la inscripción de los candidatos de la UNO y la conducta del gobierno, y de cómo la candidatura del Coronel Claramount esta convirtiéndose en un extenso y poderoso movimiento popular.

Se considera que “el nuevo año inició en el terreno político con algunas importantes decisiones del gobierno, que perfilan bastante claramente sus planes definitivos para la presente campaña electoral y las elecciones presidenciales del 20 de febrero próximo.”

Sobre los cambios en la Fuerza Armada se estima que son para “crear en la Fuerza Armada una sensación de respeto a las normas institucionales, un sentimiento de complacencia en todos los niveles de la oficialidad y viabilizar la solución de una parte de las contradicciones y el descontento suscitados por la candidatura de General Romero entre los uniformados.”

Evalúan los analistas de VP que “la imposición inconsulta de la candidatura de Romero planteó al gobierno serios problemas dentro de la Fuerza Armada, agravados por la claudicación de Molina ante ANEP-FARO en el asunto de l “transformación agraria” después de que había recibido el apoyo mayoritario de los militares y alimentado su mística reformista.”

Además que “la candidatura militar de la UNO tomó hasta cierto punto por sorpresa al gobierno. Este hecho y la claudicación en su política de “transformación agraria” dejaron al gobierno sin una línea definida y clara para la campaña electoral de su candidato, la cual había diseñado con un estilo demagógico y a al vez agresivo contra la oposición.”

Así como que “a partir de la proclamación de la candidatura de Claramount, la campaña de Romero tuvo que abandonar el tono amenazante, gritón y agresivo con que se inició, porque ello podía no solo restarle posibilidades de obtener votos, sino también ayudar a que en el ejército se acreciente el descontento y se perfile un fuerte atropamiento en favor de Claramount.”

De la misma manera se señala que “por todos lados surgieron para la campaña a favor de Romero dificultades, inconvenientes y limitaciones. ¿Qué hacer entonces para sacarlo adelante? Crear la apariencia de un proceso electoral libre y al mismo tiempo prepararse a realizar un gran fraude sigiloso.”

Considera que este plan “resulta de la debilidad política del gobierno, de al crisis profunda que sufre su partido, es la expresión d su perdida de todo crédito y prestigio en la opinión pública; es un plan que intenta resolverlo todo mediante maniobras más o menos astutas, a falta de respaldo efectivo y seguro.”

Subraya que “los grupos ultraizquierdistas han desatendido nuestros llamamientos a la unidad y dan muestras de no entender lo que esta ocurriendo y lo que se está jugando en el actual proceso electoral. De manera ciega y dogmática, se esfuerzan por alimentar el abstencionismo, procuran desprestigiar a la UNO, quebrantar las esperanzas que las masas ponen en su triunfo y distraerlas con acciones aventureras.”

Agrega que “en realidad, los ultraizquierdistas están consiguiendo muy poco con esta tortuosa línea, e incluso, en sus propias bases hay duda creciente acerca de su justeza y preocupación por lo que con ella pueden ayudar a l gobierno y a Romero.”

Y exhorta “una vez más, nosotros llamamos a estos amigos a reflexionar y a buscar los claros e históricamente probados caminos de la unidad popular. Revolucionario no es el que se proclama tal continuamente, ni es revolucionario por el mero hecho de actuar invocando la revolución; revolucionario es el que en cada momento sabe orientarse en medio de la situación y actuar de manera de unir las fuerzas del pueblo y guiarlas a adelantar efectivamente la victoria sobre sus enemigos.”

Analiza que “la campaña electoral de la UNO ha puesto en marcha un gran movimiento de masas en torno a al candidatura de Claramount. La fuerza de este movimiento s el resultado de la conjugación de varios factores: el extenso e irreversible descontento popular respecto al régimen pecenista, su repudio de este gobierno; la clara tesis política que esta candidatura representa, en cuyo núcleo se encuentra el esfuerzo consciente por alcanzar el reeencuentro entre el pueblo y los militares demócratas para gobernar juntos y realizar el programa de “Democracia, Independencia, Honestidad, Cambios , Desarrollo, Justicia Social” que la UNO ha propuesto.”

Valora que “la ofensiva la tiene hoy sin duda la UNO y el plan del gobierno únicamente tiene posibilidades si esta se deja poner a la defensiva y descuida su deber de arreciar la movilización popular y prepararse a derrotar el fraude y la imposición con ayuda de la acción de las masas.”

Concluye que “mucha más movilización, muchísima más organización, y una disposición a combatir con la mayor energía y resueltamente, sin vacilaciones; para llevar a las urnas más de medio millón de votos a favor de la UNO, para controlar y derrotar el fraude que preparan las huestes romeristas y, finalmente, para defender con firmeza y valentía la voluntad popular, tal es lo que se necesita para asegurar la victoria.”

BPR: miope y reaccionario en el actual proceso electoral

En el número 93 de Voz Popular de la cuarta semana de enero de 1977 aparece un artículo que relaja la virulencia de la polémica existente en aquella época entre el PCS y las FPL. En este artículo se informa que el Bloque Popular Revolucionario, BPR definió su posición con respecto a las próximas elecciones presidenciales considerando que “no es más que una rueda de caballitos donde 2 sectores representantes de las clases dominantes (PCN y UNO) juegan con los intereses y se valen de la miseria que padece nuestro pueblo.”

Considera la VP que “en realidad esta posición del BPR no ha sorprendido a nadie, ni por su miopía ni por la superficialidad en que se queda su “análisis” de la actual situación política. Lo que ha llamado la atención es el gran retraso del BPR en cumplir su obligación de definir públicamente su línea frente a un proceso que esta en el centro de toda la actividad política actual de nuestro país. Este retraso tiene su origen en que dentro del BPR surgió el debate; por un lado, cierta parte d e la dirigencia y ciertos elemento s del dirección intermedia y activistas absolutamente enfermos de ultra-izquierdismo, mentalmente prisioneros del estrecho dogmatismo miope, propia d su concepción seudo-revolucionaria, se empecinaron en imponer su concepción a toda costa…”

Frente a la opinión que es más conveniente la llegada de Romero, el PCS estima que “la instauración de un régimen fascista podría acarrear fuerte destrucción al movimiento popular y podría postergar por muchos años su victoria, tal como lo ilustran suficientemente las experiencias de Brasil, Uruguay y Chile. La instauración de gobiernos fascistas es al respuesta contrarrevolucionaria actual de los sectores más rabiosos del imperialismo yanqui y de las oligarquías, frente al proceso de avance de la revolución en América Latina, es la línea de la CIA y el Pentágono, es al respuesta de los consorcios transnacionales…”

Establece que “los revolucionarios tenemos la obligación de no confundir los deseos con las realidades y debemos siempre hacer un análisis concreto, realista e históricamente válido de la situación APRA trazar las orientaciones que hemos de aplicar. La línea que ha sido asignada la Bloque Popular Revolucionario por el sector más sectario y menos estudioso de su dirigencia es el típico ejemplo de una orientación destinada a jugar un papel objetivamente favorable a la peor reacción, contra el movimiento popular, aunque busque justificarse en una simplista declamación de propósitos revolucionarios.”

Reitera que “amigos del BPR, aún están a tiempo de corregir su línea reaccionaria frente al actual proceso electoral y deben hacerlo pronto, porque si no lo hacen se verán atrapados en medio de los acontecimientos futuros en una posición incómoda, favoreciendo a los enemigos del pueblo salvadoreño, o se verán simplemente marginados del curso de los hechos, tal como han comenzado a verse marginados durante estos meses últimos…”

Expresa que “nosotros insistimos en plantearles a ustedes, amigos del BPR, nuestro llamamiento a la unidad de toda la izquierda salvadoreña. Debemos dialogar y buscar un acuerdo y podemos lograrlo; ello sólo puede traer beneficios para el movimiento popular. Tal es nuestra invariable posición. La negativa a buscar la unidad de la izquierda, el rechazo obstinado a realizar siquiera un diálogo exploratorio entre las organizaciones de izquierda, constituye una falsa postura revolucionaria que de hecho ayuda ala reacción y facilita su golpes contra el movimiento popular y sus organizaciones.”

Aclara que “es necesario que se sepa que los dirigentes del BPR han rechazado todo entendimiento con las demás organizaciones populares. La semana pasada rechazaron la propuesta de realizar conjuntamente la movilización del 29 de enero en favor de la libertad para los preso políticos y el retorno de los exiliados.”

Concluye que “nosotros les proponemos, amigos, tomar realmente en serio la lucha por los presos políticos, contra los “desaparecimientos”, contra la tortura, contra los destierros y por el retorno de los exiliados y públicamente les ofrecemos unir nuestras fuerzas a esta justa lucha. ¡Concertemos la unidad de acción aunque solo sea en este punto!”

Nuestra línea política en la presente coyuntura. Comisión Política del PCS. 19 de abril de 1977

En un extenso análisis de la experiencia del proceso electoral y su desenlace, la dirección del PCS reconoce que “muchas interrogantes esenciales se han abierto y exigen respuestas claras. Para alcanzar esas respuestas es necesario analizar el proceso y la situación, contrastando la línea de nuestro Partido con la experiencia concreta de la lucha de clases.”

Precisa que “lo primero que surge ante nuestra vista, es que la presente coyuntura constituye un eslabón de tránsito a virajes profundos y duraderos: enlazara con el viraje abierto hacia la dictadura fascista o con el viraje hacia la apertura democrática y, puede ser, hacia la revolución democrática, anti-imperialista. Esta es la característica principal de la presente coyuntura por lo que se refiere a su cara o nexo con el futuro.”

Agrega que “En su “espalda” o límite con el pasado inmediato, hay un formidable auge de la lucha política de masas, tras el objetivo claro y central de establecer un gobierno de las fuerzas democráticas, civiles y militares, reunidas en frente único popular en cuyo seno tiene destacada participación nuestro Partido.” (Se refiere a la UNO).

Señala como características de este auge político de masas la combinación de “diferentes formas de lucha, tanto en las ciudades como en el campo: la huelga política progresiva obrera, estudiantil y de otros sectores (como las señoras de los mercados y los maestros), con las grandes manifestaciones y concentraciones de masas, las acciones no violentas con las violentas e incluso armadas, la lucha legal e ilegal, etc. Todo ellos ha sido determinante para impedir que cundiera el sentimiento de frustración y desmoralización en que desembocó la lucha electoral de 1972.”

Considera que “lo ocurrido puede limitarse a constituir una breve pausa o paréntesis en el proceso de ascenso del Partido y la clase obrera cabía la cabecera del movimiento popular, a condición de que elaboremos y llevemos pronto a la práctica, una nueva orientación para la lucha por el poder en la nueva situación, capaz de incorporar a ella a las grandes masas, desatar su iniciativa revolucionaria ilimitada y conducirlas acertadamente hasta la victoria.”

Pero advierte el documento “de lo contrario, la pausa podría devenir en ineptitud del Partido para desempeñar el papel de vanguardia, y ello, dejaría al movimiento popular expuesto a los errores de izquierdismo o de oportunismo de derecha, en provecho de la consolidación de los fascistas en el pode para un largo tiempo, que podría significar un nuevo aplazamiento de reopción hasta fines del presente siglo.”

Estima que “tanto las fuerzas populares de masas, como las fuerzas reaccionarias, tuvieron una dirección única e indiscutible durante la confrontación electoral. Esta es otra diferencia notable con la coyuntura electoral de 1971-72. La polarización total en la contienda electoral fue uno de los factores que más promovieron el extraordinario apoyo masivo a la UNO.”

El cual “permitió minimizar la influencia y acción discordante o divisionista de los varios grupos de la ultra-izquierda, a pesar de su crecida fuerza orgánica y capacidad movilizadota actuales, las que eran apenas embrionarias en 1971-72.”

Subraya que “el desalojo de la Plaza Libertad, la matanza en el centro de la capital, la expulsión del país de Claramount y el Estado de Sitio, dieron al gobierno la iniciativa e hicieron pasar al movimiento de masas casi al receso. Pero la posición de ofensiva lograda por el gobierno duró poco: el asesinato del sacerdote Rutilio Grande fue le motivo que promovió un rápido reagrupamiento de las masas y su retorno a la calle, esta vez bajo al forma de concentraciones religiosas.”

Califica al “clero, tomado en conjunto, y las masas católica son sin duda una importante fuerza antifascista, y este es el rasgo principal que debe tenerse en cuenta hoy, para trazar nuestra política hacia la Iglesia Católica. La definición del Arzobispo Romero aún está pendiente y, a pesar de sus bandazos, no es posible descartar que pueda asumir en el futuro una actitud más comprometida con la lucha anti-fascista.” Tres años después el Obispo Romero sería asesinado por su compromiso con la liberación del pueblo salvadoreño.

Plantea que “durante la campaña electoral y después de las elecciones, hasta el 27 de febrero la jefatura del movimiento popular la tuvo en sus manos la UNO. Desde entonces se ha producido un vacío de jefatura. ¿Podrá y querrá la UNO asumir de nuevo la jefatura?; y, si ello no fuera así, ¿qué organización y como ha de llenar este vacío? ¿cual será en el futuro el papel de la UNO? Tal es uno de los principales problemas a resolver, que tiene que ver con el carácter, la amplitud y las formas de organización y acción del frente único en la situación actual y en el periodo que se avecina.”

Evalúa que “la orientación hacia la Fuerza Armada fue uno de los dos elementos componentes fundamentales de la línea de la UNO que le permitieron conseguir tan grande apoyo a pesar de las experiencias reiteradas de fraude electoral. Esa línea sugería que las masas no estarían solas ni desarmadas frente al gobierno asesino y fraudulento; la victoria de las fuerzas democráticas surgía, en consecuencia, como una posibilidad real.”

El papel de los militares progresistas

“Al lanzarse a realizar tan grande movilización y al emprender acciones colindantes con la insurrección, las masas tenían en cuenta, sin duda, que sectores militares democráticos, de seguro actuarían al lado suyo; por eso, el que la acción de los militares no haya ocurrido todavía, ha suscitado, entre las masas, contradictorios sentimientos de espera y desilusión, de expectación impaciente ante la conducta de los militares y vuelta a los viejos anatemas contra ellos.”

Sostiene que “existen dificultades no despreciables para la acción de los militares opuestos al régimen; ellas de por si no anulan sus posibilidades, pero pueden imponerle postergaciones que, en definitiva, ayuden a los fascistas a consolidarse y a “limpiar” la Fuerza Armada de elementos opositores, como señala la experiencia suramericana.”

Plantea que “quizá no hay en este continente otro país donde se haya utilizado, de modo tan multiforme y agotante, las posibilidades de la lucha electoral. Hemos utilizado la participación en las elecciones como medio de concientización y organización de las masas trabajadoras, como instrumento de protesta y condena política contra el régimen; para construir el frente único de las fuerzas democráticas y para unificar el pensamiento político de las masas alrededor del programa y transformaciones democráticas. Todo esto lo hemos hecho en el corto periodo de once años.”

Considera que “nos parece muy claro, hoy en día, que las elecciones han agotado sus posibilidades como componente central de la vía de acceso al poder para las fuerzas democráticas, no solo ante las capas avanzadas y organizadas, sino también, ante las grandes masas del país, que lo han aprendido de su propia experiencia. Ha quedado así planteada la necesidad de reemplazar esa vía hacia el poder por otra. Las elecciones podrán en el futuro asumir algún valor táctico ocasional comprensible para las masas, pero, a menos que este gobierno sea sustituido por un régimen de apertura, las elecciones no recuperaran su valor estratégico en relación con la vía hacia el poder para las fuerzas democráticas.”

“¿Cuál y cómo será en adelante la vía hacia el poder? Esta es a interrogante clave sin cuya respuesta acertada no puede elaborarse hoy una línea política aceptable para las masas, de esto depende, la suerte misma de todo el proceso hacia la revolución democrática antiimperialista frente al fascismo que avanza. La coyuntura conduce necesariamente a un viraje estratégico y abre el paso a nuevas formas de lucha”

Por otra parte, aclara que “nuestra línea ante la ultra-izquierda ha sido, en general, de lucha ideológica contra su línea y concepción equivocada, pero al mismo tiempo, llamándolos a concertar la unidad.”

Considera que en esta coyuntura “las masas rebasaron y hasta marginaron a los dirigentes ultra-izquierdistas, que no lograron, en ningún momento, elaborar una táctica aplicable durante meses, y se vieron aún sorprendidos por la multifacética lucha de masas durante los días posteriores a la elección y al desalojo de la Plaza Libertad, lucha que ellos prefirieron calificar de “acciones espontáneas y desorganizadas” antes que admitir el papel organizador y dirigente del Partido y de la J.C.”

Analiza que “el error fundamental de todos los ultra-izquierdistas, madre de estos otros errores o falsos enfoques, durante la jornada electoral post-electoral, reside en su equivocada determinación del carácter de la revolución que está madurando en nuestro país. Comenzaron hace cinco años, por decidir que esta revolución tiene un carácter socialista, después se vinieron deslizando, poco a poco y a hurtadillas, a formulas fases previas, como:”el gobierno provisional,”la “revolución popular y el gobierno revolucionario popular”,etc.”
Define que “tenemos que estar alertas contra la penetración en nuestras filas de erróneas concepciones, propias de la ultra-izquierda, ahora que debemos organizar el paso a una fase superior de la lucha de nuestro Partido al frente de las masas, porque ello nos conduciría a graves errores y al aislamiento.”

Subraya que “debemos ahora estudiar con seriedad, problemas relativo a la vía de la revolución, a la insurrección y la preparación de la misma; los problemas que nos oponen resistencia para elevar a la clase obrera al papel revolucionario de vanguardia y a nuestro Partido a la dirección de movimiento popular revolucionario, en particular las manifestaciones concretas, “salvadoreñas” del economismo, debemos estudiar más a fondo el problema campesino y el problema agrario de nuestro país y descubrir el camino para penetrar hondamente en el campo y ganar a las masas rurales para la revolución; debemos profundizar nuestro estudio sobre el carácter de la revolución que está en marcha en nuestro país.”

Aprecia que “a escala mundial continúa avanzando el profundo viraje histórico universal de nuestro tiempo, el proceso de tránsito del capitalismo al socialismo: los consistentes logros de la Unión Soviética en su política de disensión; la derrota del imperialismo yanqui en Viet Nam, Laos y Camboya, la consiguiente reunificación de Vietnam y su proclamación como República socialista; el desarrollo de la crisis económica del mundo capitalista; los grandes logros económicos , científico-técnicos y culturales de los países socialistas, en particular, respecto de América Latina, la consolidación y progreso económico, los grandes logros en todos los órdenes, el poderío militar y la elevación aún mayor de su prestigio internacional alcanzados por Cuba. ”

Considera que en El Salvador “el gran auge de la lucha política de masas, el amplio frente unido de las fuerzas democráticas y las expectativas de una victoria popular constituían y, podría decirse que aún constituyen, uno de los posibles puntos de arranque para el logro d el sucesión de derrotas que es necesario inflingir a los fascistas, hasta ahora invictos y ensoberbecidos, para hacer posible la formación de una nueva ola revolucionaria en nuestro continente.”

A partir de esto “nuestra lucha no solo se encuentra bajo al influencia de la situación latinoamericana, sino que también puede ejercer una positiva influencia sobre ella si logra alcanzar un desenlace victorioso. En esto consiste hoy la significación concreta internacional de nuestros deberes revolucionarios nacionales.”

En término de proyecciones estima que si el General Romero asume el gobierno el próximo 1ro. de julio y “si ello no fuera impedido, nuestro país entraría de lleno bajo el dominio de un régimen fascista, calcado en lo fundamental del modelo brasileño-uruguayo-chileno.”

Pero a la vez “si la inauguración y consolidación del gobierno de Romero fuera impedida, se abriría una situación histórica nueva, favorable a las fuerzas populares y democráticas, cuya profundidad y alcances estaría determinados por el grado de participación combativa de las masas populares y trabajadoras en general, en las batallas decisivas por el derrumbe del actual régimen y la instalación de un gobierno democrático y en la lucha por su consolidación y avance.”

La táctica a seguir luego del 28 de febrero de 1977

Informa que “la Comisión Política, en su reunión del 7 de marzo determinó como el objetivo principal hasta el 1ro. de julio, el de impedir a instalación del gobierno de Romero y realizar con ese fin todas aquellas actividades y tareas que favorezcan la acción coordinada de las diversas fuerzas democráticas encaminadas hacia esa meta. Las acciones decisivas para le derrocamiento del gobierno, al menos en sus inicios, únicamente pueden provenir hoy por hoy, de los sectores militares democráticos o simplemente desafectos a él, y que, por tanto, se ha puesto a la orden del día al necesidad de estimularlos y prepararse para realizar oportuna y eficaz coordinación e la acción popular de masas con la acción militar directa.”

La táctica del momento se define de la siguiente manera: “la camarilla de jefes militares fascistas, el sector fascista de la gran burguesía local y sus sirvientes, el sector fascista de los imperialista yanquis, sus aliados y sirvientes en los gobiernos latinoamericanos, constituyen el enemigo principal más peligroso de la clase obrera y el pueblo salvadoreño en la actualidad.”

“Contra este enemigo debemos concentrar la punta de la lucha en neustro país y la solidaridad internacional, para aislarlo, dificultar lo más posible la aplicación de sus planes de destrucción de las organizaciones populares, debilitarlo y derrocarlo antes de que se consolide en el poder y, en todo caso, antes de que hunda sus raíces profundas en la organización del estado y en la economía.”

Evalúa que “si se produjera a corto plazo una apertura democrática, la realización de muchas de estas tareas sufriría modificación o posposición, pro no cancelación. Tal es el caso de la combinación de la lucha política y armada y de la insurrección. La determinación del enemigo principal más peligroso, el carácter del frente único, etc., sufrirían también modificaciones.”

Informa que “la pauta acordada punta a al organización de grupos de acción popular (GAP) alrededor de las células del Partido y la J.C., dirigidas en las instancias inmediatas por ellas y al trabajo por su consolidación y desarrollo como organismos revolucionarios. En los GAP deben incorporarse los mejores elementos provenientes de las masas sin partido, que se destacaron junto a nosotros durante la jornada electoral, durante la huelga política y demás combates posteriores a las elecciones. La organización de los GAP nos permitirá recoger la gran cosecha de elementos conscientes y combativos espigados y seleccionados por la lucha. Debemos recoger con esmero esta cosecha.”

Concluye el extenso documento resaltando “la importancia que hoy tiene la lucha en defensa de los derechos humanos, de las libertades y derechos sindicales y sociales en general, de todas las libertades y garantías democráticas. Esta orientación debe emprenderse partiendo de la lucha por la libertad de los presos políticos, el cese de las masacres, de los “desaparecimientos”, de la tortura, el cese de los despidos masivos y de las maniobras anti-sindicales de los patronos y gobierno, la reconquista de la autonomía universitaria, etc.”

Una historia de maravilla

En la casa mexicana de Gabriel García Márquez está gestándose una revolución. Carlos Payán, Epigmenio Ibarra, Maravilla y el autor de “Cien años de soledad” planean el argumento de una serie televisiva de ficción. Tiene que ser algo que los mexicanos no hayan visto nunca en sus pantallas. Ese algo no puede ser otra cosa que la pura y simple realidad mexicana.

Una idea se impone: la política y el narcotráfico.

El hilo de la historia se enreda en el punto en que se cruza el sonriente saludo presidencial con el frío puñal del capo de la droga. El nexo existe, o por lo menos existió durante el sexenio de el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Pero ¿cuáles son sus gestos, lenguajes, lugares, personajes?

Inopinadamente, el guardaespaldas de Carlos Payán les dice que andan más perdidos que María Luisa Landín en el bolero, si los señores le permiten. Él ha sido policía judicial y sabe cómo carajos es la cosa. La historia adquiere nombres, rostros, fechas, lugares, cantidades precisas, cadáveres. El argumento está listo.

Un seudónimo

Maravilla cree que todo en la vida es acción política. Pero también cree que todo acto político es susceptible de ser puesto en pantalla. El tipo es feliz si tiene a una chica, una cámara, suficiente ron y, con fondo de rumba caribeña, alguna batalla por librar.

Ahora es un rey de telenovela, pero antes fue un guerrillero en los cerros salvadoreños. Pero antes fue amante de Vanessa Redgrave, en Londres. Pero antes, en su Caracas natal, un cáncer le afectó el cráneo, y se fue a Moscú para someterse a una operación de la cual salió con casi media calavera de platino.

Los rusos son excelentes médicos y pararon la metástasis, pero no son precisamente unos estetas, y a Maravilla le quedó la cara descabalada para siempre. Según mis cuentas el tipo ya era feo, pero las mujeres mueren por él a pesar de mis cuentas. Las mujeres y sobre todo aquella mujer que para mí fue una pausa de luz en la noche larga de la guerra: una vieja factura que Maravilla aún me debe.

Lo conocí en 1981. Yo recién salía todo flaco, fané y descangallado de un campamento guerrillero. Él iba para el frente.

Allá se quedo once años, maravillando a los guerrilleros con sus historias, y maravillándose él mismo de esa chica, el sol, esa emboscada, aquella iguana, el río, la vida, coño. Y los guerrilleros terminaron llamándole así sencillamente: Maravilla.

Me lo volví a encontrar en México. Llegó a mi casa de la colonia Portales el 16 de enero de 1992. Venía del castillo de Chapultepec, del evento donde se había firmado la paz salvadoreña. Justo allí le dijo a Joaquín Villalobos: “Yo aquí termino, vale”. Y ho hubo orden ni argumento del comandante Villalobos que lo hiciera reconsiderar. “Aquí empiezo otra guerra”, me dijo entre triste y alegre, “no conozco a nadie en esta ciudad, y no tengo ni un peso, pero aquí me quedo”. Acto seguido despachamos algunas botellas de ron, conversando hasta el amanecer.

Me contó que de la guerra solo había sacado una gran conclusión que era una verdad de Perogrullo: “el mundo es más ancho que yo. No quiero cambar a nadie. Lo que amo es precisamente la diferencia”. Se fue al mediodía y no volví a verlo. Yo me vine a el Salvador.

Desafío

Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, termina de leer el argumento. Maravilla, Epigmenio y Payán intentan adivinar el sí o el no en las expresiones faciales del joven magnate. Saben que su proyecto vale oro. Pero una cosa es querer tocarle las bolas al Tigre Azcárraga, dueño de Televisa, y otra cosa era meterse con el Señor de los Pinos, la Casa Presidencial mexicana, y con el Señor de los Cielos, el capo del cártel de Sinaloa.

—No —dice Salinas Pliego.

Payán suspira resignado. Epigmenio ahoga en su garganta un “chingue a su madre”. Maravilla siente que se le nubla la vista y que se le mueve el piso.

Salinas Pliego sonríe y agrega:

—¿De qué me sirve una serie de ocho capítulos? Lo que necesito es cubrir tres mil horas en la barra estelar. Conviertan esto en telenovela y lo hacemos ¿pueden?

La cita

Siete años después de aquel 16 de enero de 1992, regreso a México. Maravilla me cita en el Konditori, un restorán danés que tiene valet parking y mayordomos engominados de muy corbatín de pajarita y chalecos de seda; las meseras parecen reinas de belleza y los meseros se creen lores ingleses, por lo menos. Le digo estás loco, Mara, aquí un trago debe costar una fortuna. “No hay problema”, me dice, “pide champán y caviar, yo invito”.

Y las reinas y los lores se deshacen en atenciones, porque resulta que Maravilla es uno de los habitués más encumbrados de ese encumbrado lugarejo. Pedimos dobles de tequila reposado y un aderezo de carnes frías, y le pregunto qué hay de nuevo. “Una hija”, responde. Yo conozco a la mamá de la niña. La he visto en la tele, en revistas y periódicos: es una de las actrices más bellas de México y en ese momento protagoniza una de las telenovelas de Maravilla.

— ¿Telenovelas? —le digo— ¿quieres que te aplauda, que me arrodille? Pasarse los años matando y muriendo entre aquellos chiribiscales del frente y terminar haciendo telenovelas, no lo entiendo.

Maravilla agota de un trago su doble tequila y pide otra ronda: “Voy a contarte una historia”, me dice.

El ágrafo

Epigmenio Ibarra, un periodista mexicano que cubrió la guerra salvadoreña para el Canal 13 de su país, y que terminó enredándose con la guerrilla, andaba de frilans haciendo reportajes y vendiéndolos a quien se dejara. Al reencontrarse al Maravilla en México lo invitó a que trabajaran juntos.

Consiguieron una asignación en Paris. Allá estaban cuando reventó la guerra en Yugoslavia, y no vacilaron en tomar el primer vuelo a Belgrado. Se internaron entre las líneas de fuego y lograron imágenes inéditas en Occidente. La BBC y CNN pagaron un pequeño capital por esas tomas. Epigmenio reportaba la evolución de la batalla para El Nacional y le pidió a Maravilla que hiciera lo mismo para La Jornada.

Maravilla se negó. Lo suyo ha sido siempre la cámara, contar el cuento pero en imágenes. Él jura que nunca ha podido redactar ni siquiera medianamente bien un telegrama. Epigmenio porfió en vano, hasta que se cansó de rogarlo, como en la ranchera, le metió whisky hasta por las orejas y le ordenó: “¡Ahora escribe, carajo!”.

Atarantado pero también envalentonado por el whisky, el ágrafo comenzó a teclear. A partir de las medias de seda negra muy demodé que usan las yugoslavas, tan guapas y occidentales ellas detrás de la cortina de hierro y en medio del estallido, describió desde la cotidianeidad la atmósfera de guerra y la historia del muy particular socialismo edificado por el mariscal Tito. Las crónicas de Maravilla hicieron época.

De nuevo en México, el director de La Jornada, Carlos Payán, todo un mito del periodismo azteca, quiere conocer al tipo que enfundó en medias de seda negra la tragedia yugoeslava. “Ustedes ya me demostraron que saben consignar la guerra”, dice Payán, “quiero ver qué saben hacer con la paz”. Y los invita a Oaxaca, a la casa de Francisco Toledo, un indígena zapoteco que está entre los mejores y más cotizados artistas plásticos del mundo.

Entre trago y trago, Maravilla cuenta algunas de sus historias de amor y de guerra. El pintor se conmueve hasta las lágrimas y le regala un óleo cuya venta, supongo, podría permitirme pasármela en caviar y champán durante cinco años en el Konditori… Y ahí, en el jardín de Toledo, Epigmenio, Maravilla y Payán inventan Argos, la empresa que habría de marcar un hito en la televisión mexicana.

Caracas y Londres

A mediados de los setenta, en Caracas, Maravilla se llamaba Hernán Vera. Estudiaba cine y militaba en la izquierda entre radical y festiva del Movimiento al Socialismo, cuya voz emblemática era la del dramaturgo Ignacio Cabrujas.

Por ese tiempo Duglas Bravo, un guerrillero venezolano que le gritó imbécil a Fidel Castro en sus propias barbas, organizó en su campamento un encuentro entre jefes revolucionarios latinoamericanos distanciados de la línea cubana. Hernán Vera fue a filmar para la historia ese cónclave clandestino.

En un receso, Duglas le pidió que registrara con particular atención las intervenciones del delegado salvadoreño. El fulano era un muchacho flaco y lampiño que se llamaba René Cruz, o Chon, o Atilio y también (pero esto lo ignoraban todos) Joaquín Villalobos. “Ese tipo es un genio” le dijo Duglas Bravo. “Ese tipo es una obsesión de poder enlatada al alto vacío”, pensó Hernán Vera.

Meses después, Hernán Vera se fue a Londres a seguir estudiando cine, dejaba atrás un amistad que casi era un amor: María Auxiliadora Barrios. En Londres se pasó cuatro años entre la escuela y la cama de Vanessa Redgrave, la bella actriz que protagonizó junto a Jane Fonda aquel bellísimo film titulado Julia.

La película

Cuando salió de la neblina londinense, Hernán Vera soñaba con entrar cámara en mano al fuego insurgente de Caracas. Solo que para entonces Duglas Bravo andaba a salto de mata y la mayoría de sus compañeros estaban muertos o presos.

Pero los sandinistas toman el poder en Nicaragua y Hernán Vera piensa que es allá donde está la película. Con otros dos periodistas se va a Nueva York a comprar el equipo cinematográfico necesario. En la gran manzana compran, se divierten como enanos y, además, adquieren un auto grande y cómodo para hacer la Panamericana hasta Managua.

Tequila, marihuana y hongos en México. Ron, marihuana y lo que queda de hongos en Guatemala. En El Salvador ron y… bueno, buscando algo de marihuana andaba Hernán Vera cuando se le ocurre entrar al baño de hotel Alameda de San Salvador. Ahí esta orinando cuando de pronto, al dar la vuelta, viene a darse de frente con Raúl Uzcátegui, el Negro Grandes Ligas. “¡Coño!”, grita Hernán Vera, “¡pero si tú estás preso en Caracas, negro!”.

El Negro, un viejo guerrillero de la columna de Duglas Bravo, había sido capturado y confinado a una cárcel venezolana de máxima seguridad junto a otros de sus compañeros. Pero cavaron un túnel hacia una casa ubicada frente a la prisión. Y el Negro equivoca la ruta y sale a otra casa, a media noche, justo en la sala donde una anciana yoruba y por añadidura sacerdotisa del Palo Mayombe, convoca a Ochún y a Yemayá.

Y desde debajo de la tierra, junto a la mesa repleta de veladoras y de señoronas ansiosas de comunicarse con los espíritus, comienzan a escucharse ruidos y voces, señor, ¡y ya vienen los espírutus, Dios mío! Y la tierra se abre, te lo juro vale, y esto es el juicio final, ¡Virgen santísima, qué es esto! Y de la tierra emergen, polvorosos y más asustados que las asustadas señoronas, no los espíritus sino veinte guerrilleros en calzoncillos, ¡madre santa!

—Así es que aquí estoy, mientras se enfría un poco la cosa en Caracas… ¿Y tú que coñuemadres haces aquí Hernán?

Al Negro le brillan los ojos cuando escucha lo de las cámaras y lo del auto grande y cómodo.

—¿Filmar en Managua, Hernán? La película está aquí. Allá la guerra se terminó, pero aquí recién empieza. Estoy metido en esto y tú me tienes que ayudar, coño.

El Negro había sido enviado por Duglas Bravo para echarle una mano al ERP salvadoreño, cuyo comandante no era otro que Joaquín Villalobos.

Otras guerras

Uno de los hombres más ricos del mundo, el mexicano Emilio Azcárraga, ha perdido el sueño. Durante años ha sido el rey de la televisión latinoamericana, sobre todo por las telenovelas que produce. Pero Salinas Pliego ha comprado TV 13, el canal estatal, lo ha convertido en TV Azteca y parece haberle declarado la guerra a Televisa.

El asunto no es para morirse, porque mientras Televisa maneja raitins de 40 puntos o mas, TV Azteca ni sueña con pasar a los dos dígitos. Y, sin embargo, Azcárraga desconfía. Por algo le llaman el Tigre.

Epigmenio y Maravilla se entrevistan con Salinas Pliego y le proponen encargarse del noticiero de TV Azteca. El hombre sabe que son tipos talentosos, pero dice que no: “Lo que quieran, pero el noticiero jamás”.

Maravilla y Epigmenio hacen otros trabajos y con el ingreso de Carlos Payán al equipo fundan Argos, un proyecto más bien periodístico. A finales de diciembre de 1993 reciben un supertip: “Vénganse a Chiapas con todo y cámaras. El reventón del año nuevo será histórico”. Y en Chiapas explota, la medianoche del 31 de diciembre, la insurrección zapatista. La única cámara profesional en la batalla es la de Argos, y es la primera que registra la imagen del misterioso encapuchado de ojos azules que comanda el alzamiento indígena. Y la primera entrevista que concede el subcomandante Marcos, en lo profundo de la selva Lacandona, la realizan Epigmenio y Maravilla. El reportaje conmueve a México y al mundo, pero sobre todo a Salinas Pliego, quien reitera la oferta de trabajo y pregunta:

—¿Qué me proponen?

—El noticiero.

—No. Eso no.

Otro truene con TV Azteca y vuelta al frilanceo. Al tiempo otra llamada de Salinas Pliego. El canal cumple su primer año en el aire y necesita un programa especial: “Quiero algo fuera de serie y solo ustedes pueden hacerlo”. Y el programa me sale de maravilla.

—Y ahora qué? —dice Salinas Pliego— ¿se quedan a trabajar conmigo, qué hacemos?

—El noticiero.

—No.

Pero ahora el hombre explica sus razones: “Sé que nadie puede hacerlo mejor. Pero ideológicamente ustedes son mis adversarios. El noticiero es mi línea editorial, ¿cómo voy a ponerlo en sus manos? Un día les pediré que digan que esa pared blanca es negra… ¿Me harían ese pequeño favor?”

Argos entonces propone un programa semanal: Cámara y delito, periodismo de nota roja pero de finísima factura. El proyecto es un éxito y permite que, por primera vez y sostenidamente, TV Azteca alcance los dos dígitos de raiting.

—¿Ahora qué? —vuelve a preguntar Salinas Pliego después de un año.

Un viejo amor

Solo hay una cosa que un intelectual latinoamericano de izquierda odia más que la bandera gringa: las telenovelas. Pero una telenovela sobre política y narcotráfico ya es otra cosa, piensa Epigmenio, admite Payán, corrobora Maravilla… Pero ¿tú tienes idea de cómo carajos se hace una telenovela?

La cosa es que Argos se comprometió con Salinas Pliego a entregar para ya el primer tratamiento del guión. Y le dan vueltas y revueltas al asunto y llega la medianoche y nada. La madrugada, el mediodía y otra vez la noche y la madrugada y nada. Entonces Maravilla que siempre tiene mil recursos debajo de la manga, grita ¡ya lo tengo! Epigmenio y Payán se vuelven y le clavan los ojos suplicantes…

—Coño, no —se disculpa Maravilla en un hilo de voz y mostrando un papelito arrugado—, me refiero al teléfono de una amiga venezolana a la que no veo desde hace 15 años.

Es María Auxiliadora Barrios, aquella amistad fue casi un amor. Maravilla no sabe por qué tiene el impulso de llamarle justo en ese momento. Pero María Auxiliadora le ha pedido a su secretaria que no le pase llamadas ni así sean del Santo Papa. Pero Maravilla insiste: “Dígale que le habla Hernán Vera”, y la jeva viene al teléfono y como estás, Hernán, hermanito del alma, coñuemadre, amor, canalla ¿dónde andas, vale?

La conversación se prolonga. Payán y Epigmenio apremian a Maravilla: la cuenta telefónica, el guión, ¿ya córtale, no? Maravilla se hace el suizo y continua oyendo a la jeva. Que dice que Elvita se caso y se descaso, ¿y te acuerdas del Catire?, lo mataron, el Cholo esta preso, ¿política? No, vale, cocaína, Coco muy bien y candela preciosa y… ¡bajen las cenitales, coño!…pues sí, Hernán, fíjate que Pancho… ¡Los cenitales, carajo, y cierren el encuadre, eso no sirve, ya les dije que todo capítulo termina en balazo o en besito, coño… disculpa, Hernán, qué te decía…

—Espera, chica, ¿qué besos y balazos son esos?

—Una tiene que ganarse la vida, Hernán. Es mi trabajo. Hago telenovelas, ¿sabes? Tengo 10 años en este negocio?

—Chica —dice Maravilla—, si te pongo un pasaje ahora mismo, ¿tú podrías venirte a México mañana? Es cosa de vida o muerte, jeba.

Cabrujas

—No —dice María Auxiliadora después de hojear el argumento—, eso no es una telenovela. Pero conozco al único que puede convertir esta historia en la mejor telenovela jamás filmada: José Ignacio Cabrujas. El genio es él, yo solo soy su asistente.

El mismo José Ignacio Cabrujas que era la voz del movimiento político en el que Maravilla había militado en Venezuela.

—¿José Ignacio escribe telenovelas?

—Es el mejor. Pero el exceso de trabajo y de whisky lo tiene un poco mal del corazón. Ya no escribe los guiones. Solo asesora y supervisa. Cuando en Chile o en Perú o en Colombia se les cae una telenovela, lo llaman para que corrija la historia sobre la marcha. El tipo levanta raiting de lo que toca. Y cobra una fortuna por cada punto de raiting ganado.

—Llámalo —dice Epigmenio.

—No viene. Ahora esta en Colombia levantando una telenovela. Pero quizás si lo llama Hernán…

En general, los venezolanos admiraban a sus compatriotas que en los ochenta combatían al lado de los revolucionarios nicaragüenses o salvadoreños. Eran una prolongación del sueño bolivariano. En particular, los viejos cuadros de la izquierda, entre ellos José Ignacio Cabrujas, se sentían reivindicados por esos bravos internacionalistas.

¿Cómo negarle un favor a Maravilla, hijo del gran Simón, emulo del Ché?

—Hay mil razones por las que no puedo- responde José Ignacio desde Bogotá. Pero tratándose de ti voy, Hernán, pero solo tres días. Les doy un taller intensivo y me regreso.

La fórmula

—Es el mejor argumento que he leído en mi vida —confiesa Cabrujas—, pero ¿dónde esta la historia de amor? Si no hay historia de amor no hay telenovela. Ahora bien , ustedes me invitaron a darles un taller. Olvídenlo. Ahora yo los invito a recuperar la telenovela como genero, a dignificarla. Comencemos a trabajar este argumento.

Y de su maletín saca un libraco bastante maltrecho, casi despastado, es El Conde de Montecristo, de Alexandre Dumas.

—Quien no haya leído este libro tampoco tiene nada que hacer aquí —agrega—. En esta novela está la fórmula precisa. Primer tercio: el caballero es agraviado; segundo tercio: va a la cárcel y encuentra un tesoro; tercer tercio: la venganza. Eso es todo. Lo demás es pura artesanía. Ahora escribamos el primer capitulo.

Si, pero…

En cosa de horas lo termina, diseña las grandes líneas de la historia y suelta la mala noticia:

—Mi mujer y yo estamos separados. Pero no puedo vivir sin ella. Ahora está en su casa de Isla Margarita con mi hijo. Voy para allá a tratar de convencerla para que se venga conmigo. En el avión escribo el segundo capitulo y se los mando por correo electrónico. Si ella acepta seguimos trabajando. Si no, ahí les dejo la cosa bastante avanzada.

La cosa es cruzar los dedos y rogarle a la santísima virgen que al agravio de la separación le siga el encuentro del tesoro. Y que el tercer acto, el de la venganza, no sea otra cosa que una segunda luna de miel en una bellísima casa solariega de Cuernavaca, que ya María Auxiliadora esta condicionando.

Y llega el segundo capítulo y hay que seguir con las rogativas. Y suena el teléfono y dice José Ignacio que sí, nos vemos pasado mañana. Y en Argos hay fiesta y algarabía y vivas a la virgen. Y en eso entra María Auxiliadora Barrios bañada en lagrimas y dice entre sollozos que se murió José Ignacio, vale.

Del rosa al negro

Junto a la alberca de su casa en Isla Margarita, Isabel dice por fin que sí. José Ignacio con los ojos velados por las lágrimas le da un beso, enciende un cohiba, se sirve un whisky y hace una llamada telefónica a México. Todo esta bien. Sonríe. La vita e bela. Hace un poco de calor.

Vuelve a besar a Isabel.

—Voy a nadar —dice.

—Ahorita te alcanzo —dice Isabel.

José Ignacio se lanza a la alberca y su corazón se detiene para siempre.

El último tequila

El escritor colombiano Alberto Barrera termina el guión de la telenovela, que resulta un superhit. Televisa ha perdido el liderazgo por primera vez. Las telenovelas ya no volverán a ser lo mismo. Argos produce otras telenovelas (Nada personal, Demasiado corazón, Mirada de Mujer, La vida en el espejo) y el raiting sigue subiendo.

Una ronda mas de tequila.

—Coño, yo soy un comunicador. Eso es lo mío. Yo no hago cine experimental para que lo vean solo los amigos.

—No —le digo— te mueves en la cárcel del formato comercial. Modificas, cortas o prolongas tu historia según el reporte de raiting.

—Sí. Lo hago. Te respondo con un santo de tu devoción, Cortázar: Un puente es siempre un hombre cruzando un puente. Si no solo es un montón de piedras sobre el río… Televisión es gente viendo televisión.

¿Sabes?, mi primer acto político después de la guerra fue aquella primera telenovela–, concluye Maravilla.

—También es tu venganza —le digo.

—¿Y sabes cuál fue el agravio?

—No lo sé, Maravilla.

—¿Y sabes cuál fue la cárcel y cuál el tesoro?

—No.

—Sí lo sabes —dice. Piénsalo un poco… ¿Otro tequila?

Izquierda tradicional y nueva izquierda: algunas aclaraciones

Izquierda tradicional y nueva izquierda: algunas aclaraciones
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Autor(es): Acha, Omar

Acha, OmarAcha, Omar. Historiador y ensayista. Doctorado en la Universidad de Buenos Aires y en la École des Hautes Études en Sciences Sociales, es investigador del CONICET y docente en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras. Ha publicado los libros El sexo de la historia (2000), Carta abierta a Mariano Grondona: interpretación de una crisis argentina (2003), La trama profunda (2005), La nación futura (2006), Freud y el problema de la historia (2007), La nueva generación intelectual (2008), Las huelgas bancarias, de Perón a Frondizi (2008), Historia crítica de la historiografía argentina, vol. 1, Las izquierdas en el siglo XX (2009), Los muchachos peronistas (2011); ha compilado en colaboración Cuerpos, géneros e identidades (2000) e Inconsciente e historia después de Freud (2010), Integra los colectivos editores de las revistas Herramienta. Revista de Crítica y Debate Marxista y Nuevo Topo. Revista de Historia y Pensamiento Crítico.

Introducción

Me propongo examinar un equívoco subyacente a la distinción entre las formaciones ideológico-políticas que en los últimos años suelen nombrarse como “izquierda tradicional” y “nueva izquierda”. Esa diferenciación entre izquierdas supone una divergencia en el modo de comprender su relación con la historia secular de la izquierda y con su siempre incierto porvenir. Pues si la izquierda tradicional (IT) se ajusta cómodamente con una parte de su pasado, la nueva izquierda (NI) se piensa como un cambio paradigmático, superador de lo agotado que conviene relegar.

Voy a explicar por qué –en nuestra situación histórico-política– la mencionada distinción es injustificable a la luz de un análisis riguroso del concierto conceptual que hermana a sus términos. La distinción entre IT y NI, al menos de acuerdo al modo en que se constituyó en Occidente durante las dos últimas décadas, es inadecuada. Argumentaré que la NI procede a través de una lógica de la inversión, sin inquietar dicotomías básicas compartidas con la IT. Lo dañino es que la tenacidad de tales dicotomías menoscaba las chances de una reconstitución de la izquierda. Por lo tanto el propósito de construir una nueva izquierda no solo persiste como aspiración futura, sino que su consumación –que no puede hacerse sin tramitar de un modo no reactivo su relación con la IT– requiere un desplazamiento de la negativa en la NI a comprender de un modo no meramente negativo la historia de la izquierda en el último siglo. No habrá una nueva izquierda real sin la autosuperación de la vieja izquierda y una revisión del carácter “antiguo” que subyace en la lógica política de la mal llamada “nueva izquierda”.

Por razones de espacio no puedo dialogar con numerosos ensayos dedicados a convalidar nociones como “izquierda independiente”, “nueva izquierda” o “izquierda autónoma”. Espero poder hacerlo en otro ensayo.

La así llamada izquierda tradicional

La denominación de “izquierda tradicional” no es peyorativa para la propia izquierda así identificada. Aquí la empleo sin hostilidad. Para la IT hay solo una izquierda efectiva: ella misma. Proclamadamente revolucionaria, afirma continuar los pasos fundamentales de Lenin y Trotsky, quizás de Mao o Guevara, sin apelar a revisiones sustantivas. De allí que la pertenencia a una tradición no es una mácula para una izquierda que se resiste a abandonar conceptos que considera válidos.
Se entiende por IT la izquierda radical que persevera en la custodia y promoción de ciertas nociones teórico-organizativas predominantes durante el siglo veinte. Las puntualizo en tres registros de 1] estrategia, 2] sujeto, y 3] organización: 1] el acto revolucionario entendido como corte abrupto y definitivo entre dos periodos históricos, escisión no siempre compatible con una política de reformas; 2] la centralidad de la clase obrera como sujeto social y político, sujeto dado objetivamente por las relaciones sociales de producción capitalistas; 3] la concepción leninista de la organización política de un partido de cuadros que comanda a la clase trabajadora en la lucha de clases y sintetiza sus intereses “históricos”. (El cierto marxismo explícito en estas nociones no puede ser debatido en este ensayo).
Puesto que tales principios fueron sostenidos por la izquierda durante buena parte del siglo veinte, es válido preguntarse por qué persisten incuestionados si es que partimos –como creo inexorable hacerlo– de un diagnóstico de la derrota y fracaso históricas de la izquierda durante la última centuria. Para quienes piensen que solo ocurrió una derrota, que los problemas no fueron de concepto sino de implementación, nada hay para revisar y el argumento de este texto será irrelevante. Me parece que a pesar de las afirmaciones polémicas al respecto entre la NI, no es inevitable en la IT un atrincheramiento en la negación del fracaso y derrota catastróficos de toda la izquierda.
En primer término es necesario descartar una explicación psicologista de la IT según la cual su perfil descansa en un conjunto de ideas, de contenidos de conciencia. No la mueven un conservadurismo teórico y político, ni un autoritarismo organizativo, ni un mesianismo intelectual, ni un sectarismo ideológico. Es decisivo comprender que hay atendibles razones para la existencia de la IT. En primer lugar, ante la ausencia de un balance preciso del pasado secular reciente de la izquierda, no se entiende por qué habría que arrojar al cesto de residuos tramos decisivos de convicciones cruciales para su corriente mayoritaria socialista.
Por ejemplo, no es indiscutible que la noción de clase obrera sea irrelevante para orientar la política de izquierda de hoy. En efecto, la mutación en la composición de la clase ha variado, pero no las relaciones sociales en las que emerge. La clase obrera, puede argüirse, continúa siendo generada por el automovimiento contradictorio del capital. Que la clase obrera incluya hoy a una trabajadora de fábrica textil, a un maestro y a un oficinista entraña la obsolescencia del modelo clásico heredado del siglo diecinueve, o de su promoción al rango de prototipo social, pero de ninguna manera del concepto de clase obrera en tanto que tal. Tampoco niega la importancia de esa clase el reconocer una efectividad específica de lo político y lo simbólico. Algo similar puede decirse respecto de los otros dos fundamentos de la IT: la revolución y el partido. ¿Acaso el reformismo resuelve las desigualdades constitutivas del capitalismo, detiene sus guerras, la destrucción del medio ambiente, las crisis económicas? ¿Es que el horizontalismo ha mostrado ser una práctica organizativa conducente a resultados más valederos que el clásico partido de cuadros? ¿Sucede que los “movimientos sociales” son un fundamento más eficiente para la orientación política? ¿Acaso el basismo o el autonomismo prosperan en una convincente voluntad estratégica? No sostengo que tales preguntas sean incontestables; digo que no son arbitrarias y pueden ser formuladas por buenas razones.
Adherir a la IT no es un signo de dogmatismo o contumacia ideológicos. Sus militantes suelen participar activamente en las luchas sociales, culturales y políticas. Mantienen vivas demandas, reformas y reivindicaciones defensivas. En más de un caso han impulsado novedosas experiencias de organización obrera. Sin su acción mucho de lo bueno que debe conservarse de la política y cultura de izquierda se hubiera perdido.
En suma, hay razones atendibles para la adhesión a la IT.
Esto no significa que sus dificultades sean pocas ni que sea convincente sostener –este es el credo básico de la IT– que el porvenir de la izquierda reside en realizar bien lo que en el siglo veinte se hizo mal: digamos una Revolución Rusa menos Stalin. La denuncia de los límites de las nuevas propuestas de reconstrucción de la izquierda no legitima la repetición o corrección superficial de su modelo “tradicional” como una respuesta a la altura del fracaso y derrota sufridos. Y por ende su recreación mejorada no parece prometer una política adecuada para las décadas venideras del proyecto socialista.
La continuidad de las organizaciones de IT en la democracia capitalista ha conducido casi siempre a un encierro defensivo de esa izquierda, satisfecha con el éxito relativo que su institucionalidad le asegura, por el momento, en comparación con la NI. En efecto, gracias a su alineación en forma partidaria la IT posee efectividad y unidad militantes, consolida una identidad y es públicamente reconocible. De allí que, aunque sea minoritariamente, trabajadoras y trabajadores con sensibilidad de izquierda se acerquen a esos partidos, y no a la NI con un perfil discursivo más claramente movimientista y sin una manifiesta identidad clasista. También conquista una mayor visibilidad electoral, aunque asistimos a algunos experimentos recientes que quizás presagien otro panorama para la NI. Por lo tanto la sobrevida de la IT en los márgenes de la democracia realmente existente es segura, y habría que pensar hasta qué punto es un ficha más en el tablero de la reproducción ideológica de lo mismo. Lo que me interesa enfatizar es que esa paradójica fortaleza de la IT en disponer de algunas implantaciones en la clase trabajadora y su relativa visibilidad electoral redunda en una incomprensión sistemática de las “verdades” de la NI.
Para la IT la NI sobrepuja las condiciones de la crisis capitalista: se alimenta de una destrucción del sistema económico industrialista, de la fragmentación de la clase obrera y la emergencia de una multiplicidad de sectores con débil articulación con la producción material. De allí que sus “valores” no sean sino la contratara de una falsa realidad “postmoderna”: diferencia, multiplicidad, nomadismo, fluidez, son semblantes de los ideales del capitalismo actual y no una amenaza revolucionaria al mismo. La NI es una parte del problema, se dice, y no su solución.
Por eso la IT expone una deslumbrante incapacidad para captar las razones de la NI. Para ella el vocablo “autonomía” es mero ruido, fantasmagoría de universitarios de clase media sin significación política “en la clase obrera”. Por ende a menudo la IT encuentra a los grupos tendientes a forjar una NI más como enemigos que como aliados en una transformación de la realidad y, más enemigos aún, en su genérica desconfianza hacia la exigencia de una auto-transformación de la izquierda.

La así llamada nueva izquierda

A fines del siglo veinte el derrumbe definitivo del falaz “socialismo real”, autoritario y estatista, instauró condiciones para el surgimiento de una NI distinta a la conocida en la década de 1960. Vuelvo a los tres criterios utilizados para esquematizar a la IT (estrategia, sujeto y organización). Para la NI: 1] la estrategia no contrapone con simpleza la reforma a la revolución, ni la temporalidad de ésta es la de una insurrección y toma del poder en una fecha determinada; 2] el sujeto social es múltiple y construido, no excluye a la clase obrera pero niega que ésta provea un “fundamento” exclusivo: 3] impugna por autoritario el modelo leninista de partido y se inclina por las formas asamblearias, reticulares y horizontales.
Descartaré en este análisis la referencia a una nueva izquierda tal como algunas voces han propuesto en América latina en la última década a propósito de experiencias reformistas (Brasil, Argentina, Uruguay) e incluso de perspectivas más radicales (Venezuela, Ecuador, Bolivia). Esos gobiernos postneoliberales y en general neodesarrollistas, con diferencias entre sí, solo sus casos más radicales han instalado un debate sobre cuál debería ser una política de izquierda, como en el un poco precipitado pero siempre desafiante Socialismo del Siglo Veintiuno chavista. Los países mayores de la región, Brasil y Argentina, han sido regidos por gobiernos que en el mejor de los casos y con generosidad podrían ser llamados de centro-izquierda, orientados a una gestión “progresista” del capitalismo local. Los casos radicales son demasiado complejos para ser tratados aquí siquiera de manera sintética. Solo apunto que estos últimos tienen alguna influencia en la idea de una NI tal como la que examino aquí.
La NI a la que refiero emergió, con las comprensibles asincronías de un fenómeno hemisférico, en el cambio de siglo del 2000. Quizás el Foro Social Mundial fue su expresión más conocida. Con el paso del tiempo surgieron algunos desafíos que tensionaron a la NI. Eso ocurrió de manera crucial con las exigencias florecidas internamente para intervenir en el ámbito político tradicional aunque con métodos y objetivos diferentes a los burgueses, sin abandonar los principios básicos del pluralismo y horizontalismo asambleario.
El declive casi generalizado de los partidos comunistas, la integración completa de los partidos socialistas a la gestión –a veces neoliberal y siempre institucionalista– del orden establecido, hizo de la lógica identitaria de la NI, como ya dije, algo distinto de la dinámica de ruptura en su antecesora “new left” sesentista. Mientras por entonces los partidos tradicionales de la izquierda ejercían una nada desdeñable influencia en la clase obrera y en otros sectores sociales, la NI tuvo que enfrentar a un establisment de izquierda. Actualmente los partidos de IT poseen una fuerza menor. Debido al desastre ideológico de comunistas y socialistas la impugnación antipartidaria suele dirigirse hacia las organizaciones trotskistas.
Los discursos de la NI saben solazarse en el vituperio de la IT, subrayando sus cegueras, remarcando sus obsolescencias, denunciando la carencia de perspectivas constructivas que no sean las de la organización propia. Aunque no se trata de un talante generalizado, no es inusitado hallar en el dialecto de la NI expresiones que bordean incluso un abierto macartismo.
Otra tendencia discursiva consiste en pregonar principios a priori: horizontalismo, democratismo, igualitarismo, antidogmatismo, pluralismo, etcétera. No se trata de que esos principios sean erróneos. La dificultad reside en que la invocación de ideales sin explicar sus implantaciones socio-culturales ni las maneras de lograrlos redunda en una inexplicada declaración de principios.
Como en un juego de espejos, el interés que caracteriza a la idea de una NI se marchita por la monserga contra la IT como dechado de todos los defectos. Así las cosas, la NI no puede comprender lo que para ella es un mero obstáculo. La vieja izquierda, se dice, haría su mejor contribución a la cultura de izquierda si desapareciera. De allí el carácter mecánico y predecible del modo en que analiza a la IT, la falta de comprensión de los motivos de su persistencia, y por ende la incapacidad para entenderla y superarla.
Acosa a la NI una complicación real cada vez más evidente: el agotamiento del asambleísmo como método excluyente, la repulsa a toda representación y, a la vez, la perentoriedad de desarrollar una concepción de la organización política. Una vez que la maduración de la NI niega que la democracia directa sea la fórmula privilegiada y unidimensional del quehacer activista se genera una parálisis política y en el mediano plazo el cese de la vida interna en los organismos asamblearios. Se imponen entonces preguntas complejas y controversiales: ¿cómo delegar y bajo qué condiciones? ¿Qué mecanismos de representación local y qué dispositivos de integración en niveles diferentes? ¿Intervenir en la democracia electoral capitalista? ¿Con qué formas institucionales? ¿Qué hacer con la burocratización y la tendencia a erigir liderazgos carismáticos? Etcétera.
La antipolítica organizativa y el practicismo habituales en la infancia de la NI impide siquiera reconocer la validez de tales interrogaciones y es en consecuencia un estorbo para su propio crecimiento político e intelectual. Por eso el desarrollo político que suscita preguntas como las recién formuladas conduce a fraccionamientos cuyas razones sus actores comprenden mal.

Una solidaridad conceptual

Mi tesis principal sobre lo descripto es la siguiente: hay una profunda solidaridad conceptual entre la IT y la NI. ¿Cómo es eso posible si ambas se descalifican y contraponen recíprocamente? Mi respuesta consiste en señalar que ambas hablan un mismo lenguaje, un mismo sistema categorial construido en el ensamble de oposiciones.
No es raro que sectores o ideas que se presentan superficialmente como antagónicos compartan un mismo suelo conceptual. Pues sus diferencias obedecen de un conjunto de oposiciones nocionales comunes. Por ejemplo eso acontece en filosofía con las versiones más unilaterales de la confrontación entre idealismo y materialismo. Ambas posturas suponen una escisión entre lo ideal y lo material. Lo que distingue a ambas filosofías es el régimen de determinación, causación o expresividad donde uno de los aspectos prevalece sobre el otro. Por supuesto, lo que debe discutirse es la binariedad entre ideal y material. Es posible plantear las cosas de otro modo, cuestionando el esquema, sin restringirse a elegir una de sus opciones. Algo así lo que ocurre con la oposición entre las izquierdas que aquí discuto.
La NI emerge de una inversión reactiva respecto de la IT. Hay por ende una solidaridad inconsciente sobre las mismas dicotomías, solo que con valoraciones invertidas. Así las cosas, se opone la unidad de pensamiento atribuido al “centralismo democrático” de filiación leninista a la ausencia de estructuras de representación. Entonces no hay alternativa a la dicotomía absolutista. O bien se es leninista en el sentido más autoritario (negándose de antemano toda experiencia democrática leninista), o bien se es “libertario” y se rechaza toda institucionalidad como si no pudiera generarse una “tiranía de la falta de estructuras”.
Para la IT no hay alternativa al partido vertical pues ceder soberanías locales es sinónimo de individualismo pequeño-burgués. Para la NI solo pensar en un partido garantiza secuelas estalinistas. Exactamente lo mismo ocurre con esta alternativa: o bien la clase obrera es el sujeto social privilegiado, o bien lo son los movimientos sociales pluriclasistas o populares.
Lo falso es la partición en opciones excluyentes. Lo que debe ponerse en entredicho es la obligatoriedad de elegir entre las dicotomías básicas tanto para la IT como para la NI.
No es difícil percibir cuán importante son las dicotomías para la enfermedad conservadora que suele afectar a la IT. En efecto, en el formalismo del o bien esto, o bien lo otro anida su intransigencia para reflexionar sobre sus principios. Toda vacilación en torno a los valores tradicionales es sinónimo de traición y defección.
En cambio, un ejemplo demostrativo del carácter improductivo de una actitud reactiva en algunas posturas de la NI es el antileninismo. Si el leninismo es entendido como la apuesta por un partido político centralizado, con unidad ideológica y programática, hegemonizado por el “interés” de la clase obrera, el antileninismo deplora una organización política con especialización dirigencial –aun sea provisoria– pues es considerada como equivalente de burocracia y dominación. El antileninismo es el arquetipo de la naturaleza reactiva y negativa que con frecuencia daña el pensamiento de la NI. Se ha dicho bien que “con el antileninismo no alcanza” para redefinir el proyecto de izquierda. Yo voy más lejos y encuentro el antileninismo en tanto postura refractaria como un desatino. El mero rechazo del leninismo lo anula como problema y lo sustrae de la reflexión, comprende mal sus dimensiones válidas y se niega a pensarlo.
Debido a la sumisión hacia dicotomías en las que solo cabe elegir una opción y descartar la otra (una forma mentis de linaje monoteísta), ambas izquierdas revelan una sorprendente debilidad conceptual. La actitud defensiva de la IT que se parapeta en sus conceptos centrales inhibe la generación de nuevas ideas pues éstas son vistas como claudicaciones “revisionistas” de verdades inmarcesibles. La prestancia reactiva de la NI refleja esa misma indigencia teórica pues es también celosa de las nociones orientadoras que, como negativos del discurso de la otra izquierda, articula sus perspectivas. Esto hace a la NI muy frágil ante los desafíos del ingreso a la competencia electoral y la aparición de gobiernos reformistas. La intransigencia de fórmulas teóricas redunda en el mediano plazo en divisiones intestinas. En cambio la imperturbable obstinación de la IT garantiza su certidumbre al precio del congelamiento de su archivo conceptual.

Por un antagonismo dialéctico

Nuestro enigma no es si hay un futuro para la izquierda. Mientras exista el sistema democrático la izquierda, incluso la izquierda revolucionaria, tendrá un casillero asegurado. Ya lo tiene en el ámbito electoral con su cuota destinada a fluctuar entre un 2 y un 10% de votantes; que cada tanto la coyuntura procure un 20% no modifica la situación. Lo tiene por cierto en el terreno cultural con su preocupación por los temas sociales, ecológicos, feministas, entre muchos otros; y por la tolerancia de las facultades universitarias de ciencias sociales y humanidades con los nichos de “pensamiento crítico”. Y lo tiene sobre todo por el carácter periódico e irresoluble de las crisis capitalistas que tornan algo más creíbles los ánimos radicales de la izquierda hasta que el nuevo ciclo de recuperación más o menos modesta reconduzca a las ovejas descarriadas al redil del reformismo burgués.
La dificultad mayor consiste la constitución de una izquierda renovada que pueda acometer las tareas más válidas de sus formulaciones iniciales durante los siglos diecinueve y veinte, pero a la vez lo haga a la luz de la exigencia de una elaboración de su derrota y fracaso.
Para contribuir a esa reflexión quiero formular ahora algunas anotaciones para continuar desarrollando lo expresado en párrafos anteriores. Mi tesis al respecto –que renuncia de antemano a inventar desde el mero pensamiento y el deseo– es que una renovación de la izquierda solo es viable a partir de las izquierdas realmente existentes, o más bien, de la superación de sus dilemas. Esta tesis es incompatible con la idea de que el desarrollo exitoso de una de las izquierdas, y por ende la desaparición de la otra, es la vía regia hacia una recomposición de la estrategia revolucionaria.
Doy por un dato la necesidad histórica de construir una política de izquierda que elabore los fracasos y las derrotas del siglo veinte. Quien suponga que solo se trata de reincidir en fórmulas consolidadas hacia 1920 o 1960 permanece fuera de una proyección futura de otra (nueva) izquierda. Pienso que salvo casos extremadamente minoritarios no hay izquierda viva que asuma como fortaleza identitaria la continuidad y repetición de la amplia familia de la izquierda leninista –aquí incluyo también al trotskismo y al maoísmo– predominante en el siglo veinte. La IT en sus variantes más lúcidas no impugna la perentoria necesidad de autotransformarse a la luz de las nuevas condiciones. Solo que, con buenos motivos, reclama no olvidar algunas referencias sustantivas: el anticapitalismo, el socialismo, el igualitarismo, el concepto de revolución, la importancia de la clase trabajadora. Y para ello demanda considerar en toda su importancia la tradición socialista, incluyendo la específicamente marxista. No veo que tales referencias deban ser eliminadas a priori de la estrategia de izquierda. Pienso menos aún que no deban ser pensadas.
Por ejemplo, respecto de algunas preferencias por los movimientos sociales en la NI, una conjetura accesoria que me limitaré a enunciar dice que sin la recomposición política de la clase trabajadora, ya no imaginarizada en el modelo exclusivo del obrero industrial, no será viable ninguna estrategia de izquierda futura. No porque debamos recentralizar lo social y lo político en un sujeto/objeto de la Historia, como sucedió con el obrerismo socialista de cuño economicista, sino porque mientras haya capitalismo la clase trabajadora incidirá cuantitativa y cualitativamente en los engranajes decisivos de la legitimación y reproducción del orden dominante. Una izquierda que carezca de una sólida política en y hacia la clase obrera navega –a ese respecto, al menos– en una nube de quimeras. Pero de allí no se deduce que la “centralidad” y “primacía” de la clase obrera legitime la marginalización de otras demandas, tal como aconteció en la argumentación obrerista de tan extensa vigencia.
Planteo una conclusión provisoria, que es, lo admito, más bien una nueva hipótesis que solicita ulteriores reflexiones: es lícito deducir que en el panorama ideológico-político aquí dibujado –la oposición mecánica entre IT y NI– no habrá de edificarse una izquierda que supere adecuadamente el legado del siglo veinte. Pues la presunta NI es tan heredera de los dilemas irresueltos del siglo veinte como lo es, sin culpa, la IT. Sucede así que incluso con sus matices ambas vertientes participan y a la vez niegan la profundidad de la crisis de la izquierda revolucionaria.
Estoy lejos de pensar que la revisión radical del inconsciente conceptual que he descripto pueda hacerse a través de una “reforma del entendimiento” en las izquierdas. Y menos aún quisiera reiterar en otro nivel el mismo gesto idealista de estipular lo que una real “nueva” izquierda debería ser. Prefiero apelar al método materialista de partir de las contradicciones de lo dado, de lo que hay en sus tensiones constitutivas. Es decir, de las desventuras de unas izquierdas que no por sus aperturas al diálogo y el debate franco sino, por el contrario, gracias a sus sorderas y resentimientos, son hermanas-enemigas de una misma familia ideológica. Por ello no consiguen emanciparse de los legados del siglo veinte al que todavía, conceptualmente, pertenecen. La IT y la NI son así síntomas de la crisis de la izquierda; pero el síntoma más significativo es más bien su oposición formal y no dialéctica. Así solo están destinadas a repetirse, a consolidarse en un antagonismo opaco y autocomplaciente para cada una de las partes.
Hay una dificultad formal para una discusión superadora del antagonismo entre IT y NI. No se me escapa que la urgencia de la práctica política requiere “formaciones de identidad”, la sanción de nombres que cristalizan sujetos. Sé que desde la indeterminación estratégica no se convence a la militancia propia, y mucho menos a los posibles interlocutores.
No puedo prever cómo podría darse la autosuperación de la IT y la NI. Y no quiero recostarme sobre ese tópico del pensamiento mágico que imagina situaciones revolucionarias donde se fusionen las distintas izquierdas que sepan estar a la altura y más allá de las circunstancias, exigidas por la autoactivación organizada y movilizada de las masas obreras y populares. Es infructuoso esperar ese acontecimiento purificador pues la faena de construir una izquierda nueva debe comenzar ya mismo. El tiempo del ahora es hoy.
Mi contribución quiso delinear la idea de que solo en la confluencia de una IT que sepa evaluar críticamente su pasado, metamorfoseándose, y una NI que asuma los desafíos urgentes del presente siglo, podrá emerger una variante original para una nueva era de la práctica revolucionaria.
No habrá nueva izquierda real sin la autotransformación de la IT. Ni habrá una nueva izquierda efectiva, no reactiva, sin que se disuelvan los clichés que la tornan en un negativo contrapuesto a su contraparte acostumbrada.
Con todo, esta confluencia no descansa en un deseo arbitrario. Pienso que se observan señales empíricamente documentables de la convergencia necesaria para abrir una época inédita de la izquierda. Desde el lado de la izquierda tradicional el paso de los lustros revela de modo crecientemente notorio que sus categorías, si no están obsoletas, merecen reformulaciones profundas, como las que Rosa Luxemburg, Lenin, Trotsky y Gramsci, por ejemplo, se atrevieron a encarar sin resignar por ello su vocación revolucionaria. Así la revisión no equivale a renegar de una tradición sino a tornarla activa en inéditas condiciones históricas.
Aunque en modo alguno es una tendencia dominante, percibo articulaciones de la izquierda tradicional que avanzan en ese sentido, esto es, que no condenan de antemano toda innovación teórica o práctica ni se lanzan a cooptarla con la meta predefinida de reproducirse y ampliarse.
Desde la obra vereda, las mejores experiencias de la NI ponen en suspenso las actitudes reactivas y resentidas con que supo atorarse en su repulsión hacia la IT. Se trata de esfuerzos por leer en toda su significación, su drama y sus legados, una historia revolucionaria de complejidad extraordinaria. Al hacerlo se resisten a plantear abstractos abismos entre el pasado y el porvenir, asumiendo una actitud crítica hacia las nuevas doctrinas que reclaman representar una novedad radical.
Así las cosas, la perspectiva de una renovación de la izquierda revolucionaria a partir de lo existente pero ciertamente más allá de lo que hay no entraña un deseo solo imaginario. Para estimularla estas palabras balbucearon algunas ideas con el objeto de encarar diálogos constructivos en la izquierda.

Junio de 2014

FREDRIC JAMESON

FREDRIC JAMESON

Fredric Jameson (Cleveland, 1934) es uno de los más reconocidos críticos de la cultura contemporánea. Estudió letras en la Universidad de Yale, donde se doctoró en 1959 con una tesis sobre Sartre. Durante su actividad docente ha impartido clases en las universidades de Harvard, Yale y Duke, entre otras.

Desde la década de los setenta ha cultivado una amplia obra donde se dedica al análisis literario y cultural. Su marco de análisis se construye a partir de un marxismo metodológico que, de manera preferente, estudia las relaciones entre el desarrollo del capitalismo y la producción cultural. Según Jameson, en el escenario histórico del capitalismo se observa una mutación de las formas de expresión culturales y mediáticas. Para Jameson, las formas estéticas que definen la posmodernidad se corresponden con la fase de mundialización del mercado.

Entre sus obras traducidas al español destacan La cárcel del lenguaje (1980), Documentos de cultura. Documentos de barbarie (1989), El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado (1991), La estética geopolítica (1995), Teoría de la postmodernidad (1996), La postmodernidad y el mercado (1998), Estudios culturales: Reflexiones sobre el multiculturalismo (1998) o Las semillas del tiempo (2000).

Archipiélago: Tal vez la aportación teórica por la que es más conocido para los lectores en lengua española sea su análisis marxista de la posmodernidad como «lógica cultural del capitalismo tardío», análisis que ha venido desarrollando en otras obras suyas durante los años 80. ¿Considera que, en lo esencial, aquel análisis sigue siendo válido? A grandes rasgos, ¿qué modificaciones ha supuesto la deriva reaccionaria de la cultura posmoderna, que ya señaló hace una década?

Fredric Jameson: No fue hace una década sino dos, hace veinticinco años que escribí este primer ensayo y desde luego habría modificaciones que realizar. Algunas personas sostienen que el posmodernismo ha tocado a su fin, sin embargo es preciso establecer una diferencia entre el posmodernismo como estilo y la posmodernidad como situación cultural. Existen diversos estilos en el seno del posmodernismo, y algunos de ellos han desaparecido al tiempo que han ido surgiendo otros. Pero la posmodernidad, tal y como la caractericé en aquella obra, sigue estando vigente e incluso en expansión. Lo que quizás habría que añadir ahora para destacar su relevancia es que finalmente posmodernidad y globalización son una misma cosa. Se trata de las dos caras de un mismo fenómeno. La globalización lo abarca en términos de información, en términos comerciales y económicos. Y la posmodernidad, por su lado, consiste en la manifestación cultural de esta situación.

En lo que se refiere a si es o no productiva, desde luego, cualquier situación histórica nueva acaba siendo productiva, o sea, produce toda una nueva cultura. Lo que nos debería interesar en este sentido es cuáles son las posibilidades de una cultura de oposición frente a una cultura posmoderna afirmativa, que en cambio se limita a reproducir el sistema. Ésta es una cuestión difícil de contestar porque no creo que, por ejemplo, se pueda o deba dictar a los artistas qué hacer o anticipar el tipo de cosas que hay que hacer. Creo que los artistas, a título individual, aunque quizás en menor medida en el campo literario, sí que ejercen algún tipo de oposición. La pregunta crucial que yo plantearía aquí, una pregunta para la que no tengo respuesta, la verdad, sería: ¿Pueden erosionar al capitalismo las formas de oposición cultural que surgen en un momento? ¿Precisa este sistema caracterizado por la posmodernidad y globalización el mismo tipo de oposición que la que se generó en la época de lo moderno? En el momento moderno hablábamos de subversión, crítica, oposición, pero me pregunto si todas estas formas de resistencia son realmente válidas en las condiciones presentes. Recuerdo ahora el título de un famoso libro de Sloterdijk, Crítica de la razón cínica. Mucha gente usaría esos términos para describir la situación, e incluso Zizek se refirió a ello en una conferencia a la que asistí en Los Ángeles el año pasado. Sí, creo que nos encontramos inmersos en una cultura de la razón cínica, en la que todo el mundo ya sabe todo de antemano, en la que ya no hay sorpresas, un momento en el que todo el mundo sabe lo que es el sistema y lo que hace, que el sistema no ofrece ilusiones a nadie y que simplemente está basado en el beneficio, en el dinero, etc. Si es así, si todos somos tan conscientes de este hecho, entonces es evidente que la función de la cultura de desenmascarar y revelar ese mismo hecho deja de ser necesaria. Aunque al mismo tiempo, si todos lo sabemos ¿por qué no resistimos? Estos son los nuevos tipos de interrogantes a los que hoy se enfrenta la cultura, y los que tendría que acometer una cultura posmoderna de izquierdas.

Archipiélago: La vieja guardia, pongamos Adorno, asociaba la oposición cultural con cosas como la música de vanguardia, la literatura modernista, mientras que la nueva crítica que surgió con su generación se centró más en los productos de la cultura de masas, los medios de comunicación, el cine, la TV , el vídeo, etc. ¿Qué otras diferencias hay entre la antigua lucha cultural y la posmoderna?

F. Jameson: Creo que la idea de oposición y subversión iba unida a la idea de vanguardia y a la propia diferencia entre alta cultura y cultura de masas. Una de las cosas importantes de la posmodernidad es que esa diferencia se diluye. En realidad, ya sucedía con Thomas Pynchon. No es que Pynchon fuera exactamente cultura de masas, sin embargo sí que estaba absorbiendo o impregnándose de la cultura de masas de un modo que no se había producido anteriormente en la literatura.

Pero volviendo a la pregunta, ¿cuál es el nuevo contenido de oposición o resistencia? ¿Se trata de una muestra de pluralismo cultural? Todo el mundo está a favor del pluralismo, pero lo cierto es que éste no va necesariamente unido a un programa político. Tampoco sé, igual que le sucede al resto, cuál sería el programa político adecuado, y mis sugerencias en realidad no son útiles en el plano político.

Creo que es preciso distinguir dos niveles y hablar de lo local y lo global no es una tontería en este punto. Desde luego, existen políticas nacionales donde se han producido ciertas conquistas democráticas y donde se han alcanzado algunos logros sociales, que están siendo destruidos por una nueva derecha conservadora muy agresiva. En este contexto no sé si se puede sostener una política radical, dado que uno parece obligado a defender una política de conservación del viejo Estado del Bienestar. Pero existe otro nivel, el de la cultura global, en el que ciertamente suceden y puede que sucedan otro tipo de cosas. Posiblemente esas cosas no se vayan a originar entre nosotros, en el Primer Mundo, en Europa o en Estados Unidos, son cosas que vendrán de otros lugares, quizás de lo que está sucediendo en América Latina, de lugares en los que se está fraguando una resistencia contra los países ricos. Podemos apoyar todo eso desde el interior de los países ricos, pero al mismo tiempo nos es muy difícil originar una política antiglobalización desde el Primer Mundo, desde nuestra posición acomodada. Podemos, desde luego, identificarla y apoyarla y eso es lo que ha representado Seattle, el Foro Social Mundial, el Foro Social Europeo. Son acontecimientos que se producen en un ámbito internacional, mientras que en el seno de los países se da otro nivel de política, y localmente otro. En realidad, en cierto sentido todos ellos están desconectados entre sí, aunque discurren en paralelo, simultáneamente, y una de las cosas que genera confusión política es el hecho de que no podamos identificar de forma inmediata cuáles son las grandes causas políticas de este momento. Esto también tiene que ver con la lentitud con la que está emergiendo un nuevo movimiento obrero internacional. Claro que el comercio internacional está operando, pero sus movimientos son muy contradictorios, y lo que es bueno para los trabajadores chinos resulta que es malo para los latinoamericanos y los españoles. La vieja izquierda moderna, la izquierda comunista, se basaba en una idea internacionalista, pero el espacio para que esa idea se desarrolle más no ha surgido aún.

Archipiélago: En su trabajo, la arquitectura y el urbanismo han desempeñado un papel central a la hora de determinar las características del capitalismo contemporáneo. Perry Anderson señaló ya posibles razones biográficas (el contacto en Duke con Venturi). ¿Podría explicarnos las razones teóricas de esta preocupación?

F. Jameson: Mi interés por la teoría arquitectónica se originó cuando algunos estudiantes de Arquitectura de la Universidad de Yale vinieron a verme y me dijeron: tenemos un nuevo decano, no le interesa la teoría en absoluto, ¿harías algo de teoría con nosotros? Y yo les dije que sí si me contaban qué estaba pasando en el mundo de la arquitectura. Fue un verdadero intercambio y me beneficié enormemente de él. Y fue así como llegué a conocer a algunos de los viejos arquitectos, justo en un momento en el que los arquitectos comenzaban a hacer teoría. Aparecieron algunas revistas estupendas, algunas todavía existen, y se convirtieron en un auténtico motor de la reflexión. Algunos la impulsaron más que otros: Peter Eisenman, por ejemplo, demostró tener una mente muy teórica. Gery, en cambio, no estaba tan interesado por la teoría. En cualquier caso, comenzaron a darse reflexiones muy interesantes desde el terreno de la teoría y todo aquello acabó por interesarme. Percibí entonces que era realmente en el campo de la arquitectura y de la producción arquitectónica donde antes se podía advertir una transformación en la producción de las artes, una transformación que cabría llamar «posmoderna».

Obviamente, también sucedía algo en la literatura, por ejemplo con Pynchon y gente parecida. Siempre surgía la pregunta: ¿es o no posmoderna esta literatura?, pero en la arquitectura se produjo una auténtica ruptura, toda una reacción violenta contra el movimiento moderno, contra Le Corbusier y demás, una rápida iniciativa para producir otras cosas, un regreso a ciertas formas de placer, etc. En fin, un cambio que traté de describir en mis ensayos. No creía, eso sí, que todo lo que se producía en el momento posmoderno fuera necesariamente bueno. Le Corbusier es una figura inmensa, pero pertenece al pasado, mientras que lo que se estaba haciendo resultaba, en sus distintas manifestaciones, algo realmente profético. Esto me dio la idea de que existía una auténtica ruptura y que algo nuevo estaba empezando a emerger, algo que era preciso explorar.

Luego está la cuestión de lo que yo llamo «lo espacial». A mi juicio hay modos simplistas de hablar de esto y no me gustaría contribuir a ello, pero en términos generales podría decirse que las grandes obras modernas, particularmente en la literatura, incluso en la pintura, plantean la cuestión del tiempo, del tiempo y la memoria, o más exactamente, la cuestión de por qué en cierto momento nuestro sentido del tiempo, del pasado, quedó debilitado. En cierta ocasión alguien me contó —-y no sé si será cierto, si lo es resulta muy interesante, pero si no también es una buena fábula—- que en este momento existen más personas vivas sobre la faz de la tierra que las que nunca hayan podido existir a lo largo de la historia. En este sentido, el presente se hace más importante que el pasado y conforme nuestro sentido del tiempo histórico ha cambiado, también lo ha hecho nuestro sentido del tiempo existencial. Si se presta atención a la obra de autores como Deleuze, y sobre todo a la idea deleuziana de esquizofrenia, advertimos que se trata de una filosofía del presente.

Hay, en efecto, un extraño presente absoluto en el que vive la gente y parece que el tiempo cede ante lo espacial, ante este sentido espacial de las cosas. Pues bien, éste pudo ser otro motivo por el que la arquitectura ocupó una posición más central en este nuevo sistema que llamamos posmodernidad. Además, tengo el presentimiento de que, aunque haya algunos escritores y poetas maravillosos, no van a volver a producirse grandes cosas en el campo de la literatura nunca más. Durante el movimiento moderno era el centro de todo ya que se pensaba que se estaba viviendo una total degradación del lenguaje, una degeneración que se ejercía desde los periódicos, desde las masas; una idea de derechas en cierto sentido. Y así surgió la idea de que quizás uno podría recobrar la pureza de una lengua original. Hoy en día, en cambio, todo el mundo entiende que la lengua está irremediablemente corrompida, que la esfera pública habita en el basurero de la lengua y que no puede ser purificada. Los poetas más interesantes de Estados Unidos, los llamados language poets (quizás se les conoce un poco aquí también), hacen poesía a partir de basura lingüística, recopilando piezas de esa lengua degradada. En el nuevo período, pues, la lengua deja de estar en el centro, mientras que el espacio, en sentido general, pasa a ocupar su lugar, junto con la llamada cultura visual, las imágenes, la société du spectacle, la publicidad, etc., o sea, series de imágenes que transforman el espacio, aunque incluso podríamos incluir a la música (cuando la gente se desplaza con sus walkmans no se limita a escuchar música, sino que consecuentemente el espacio también se transforma).

Pese a todo ello, lo cierto es que el espacio nunca fue un objeto preeminente para la teoría. David Harvey fue una de las pocas personas que puso en primer plano el lenguaje del espacio y de la geografía. Durante la guerra de Vietnam surgieron muchos geógrafos radicales, y él mismo se reconocería en esta corriente, pero con anterioridad a ese momento la geografía había sido un área menor. Sin embargo, en poco tiempo y desde distintos puntos de vista, la idea de espacio se convirtió en algo central para las personas y se fueron sumando más y más cuestiones apremiantes, como la del hecho mismo de ocupar el espacio, la del ciberespacio, del espacio informativo y la velocidad de las conexiones mundiales, etc.

Archipiélago: El bloqueo de la imaginación es otro problema al que ha prestado mucha atención, en relación, por ejemplo, con ciertos aspectos del antiurbanismo de Koolhaas o con la ciencia-ficción contemporánea. Parece que no se trata de volver a la utopía, sino de…

F. Jameson: En lo que se refiere a la utopía, creo que hay dos cuestiones relevantes. Una tiene que ver con una especie de impulso utópico que siempre está presente. Tiene que ver con la colectividad, la felicidad, el cuerpo. Gran parte de lo que pensamos sobre la degradación de la cultura contemporánea se alimenta de ese impulso. Es un sentido de utopía que late en todas partes. Lo que, sin embargo, no siempre está presente son representaciones de la utopía, ya que éstas surgen en oleadas. En Estados Unidos, por ejemplo, el gran momento para las utopías fue la década de 1890, el período del Movimiento Progresista, de la formación de los sindicatos, de los IWW (Industrial Workers of the World), los wooblies, etc., un período en el que la gente experimentó verdaderos cambios históricos y se sintió interpelada a imaginar otros futuros que, quizás, ahora puede que no nos parezcan nada atractivos, pero que realmente formaron parte del imaginario de esos movimientos. Después nos encontramos con la década de 1960, un período en el que también se asistió a un florecimiento de las utopías, en gran medida gracias a la segunda ola feminista (que también estaba presente en el primer período, en el primer momento de las utopías feministas). En nuestra época también han empezando a emerger algunas nuevas utopías, pero el fenómeno ha adquirido mucha más importancia política que antes, dado que cada vez nos ha resultado y nos resulta más difícil imaginar algo distinto a lo existente. Recordad, por ejemplo, la célebre expresión de la Sra. Thatcher : “No hay alternativa al capitalismo”. El problema político al que nos enfrentamos desde hace tiempo es que no hay alternativa a la utopía.

La utopía, sin embargo, sigue siendo el primer paso en la emergencia del futuro y, por eso, cosas como la ciencia-ficción actual están tan relacionadas con lo que comentaba anteriormente, o sea, con el problema del tiempo histórico. Vivimos en un período en el que nuestro sentido del pasado sólo se corresponde con un montón de imágenes y de simulacros y en el que el futuro es cada vez más difícil de imaginar. La ciencia-ficción, con todo, parece que siempre había sido la forma en la que era posible imaginar algo y en la que se podía poner a prueba el futuro en un sentido bueno y malo. O, más exactamente, yo diría que el sentido de la ciencia-ficción consistía en demostrar lo difícil que resulta imaginar un futuro diferente, algo que no es necesariamente malo, dado que fuerza a la gente a tratar de pensar y a adoptar distintas iniciativas.

Volviendo al tema general, diría que con el conjunto del movimiento antiglobalización también estamos asistiendo una vez más al surgimiento de todo tipo de utopías. Estuve en el Foro Social en Porto Alegre y allí era posible ver distintos movimientos tratando de imaginar distintas versiones del futuro. Lo importante, de hecho, sería intentar darse cuenta de cuál está siendo la tendencia histórica y tratar de ver cómo la gente está pensando en alternativas. Parece que asistimos a una situación límite, por ejemplo, a una situación en la que todo el trabajo sobre la faz de la tierra es trabajo asalariado, en la que se produce una destrucción total de la agricultura, una transformación global de cualquier cosa en mercancía. De modo que es desde ahí desde donde estamos tratando de imaginar. No creo que haya razones para el pesimismo en todo esto.

Archipiélago: Uno de los grandes problemas a la hora de pensar la globalización es el papel que juega Estados Unidos en ella. Antonio Negri cree que, a pesar de su preponderancia, Estados Unidos manifiesta una incapacidad para dirigir el proceso de globalización (igual que le ocurriría a cualquier otro Estado). De hecho, en opinión de Negri resulta confuso hablar de imperialismo y sería mejor pensar en una idea de imperio con naturaleza no estatal. Usted, en cambio, en artículos como “Globalización y estrategia política”, parece afirmar lo contrario. ¿Es así? ¿Podría explicarnos su opinión sobre el papel del Estado-nación en el proceso de globalización y de cómo se sitúa realmente Estados Unidos en ese proceso?

F. Jameson: Creo que es preciso recordar que ambos, Michael Hardt y Toni Negri, son italianos, y que de algún modo para ellos imperio significa imperio romano, no el imperio del imperialismo. El imperialismo se corresponde más bien con un orden anterior al capitalismo y por eso seguir utilizando la misma palabra genera cierta confusión. Cuando ellos hablan de imperio, lo interpreto en ese sentido, en el del imperio romano: nos hallamos ante un imperio del que forman parte Estados equiparables y existe determinado modo de ciudadanía global; los europeos y los americanos, digámoslo así, detentamos cierta ciudadanía global de la que, en cambio, carecen otros países, o sea, los bárbaros de la periferia del imperio romano. Sin embargo, en grandes momentos de crisis, de repente se produce un estado de excepción en el que una única potencia dirige todo. Esto es lo que creo que vienen a decir ellos. No se trata de que Estados Unidos como nación sea ahora de algún modo la única nación. Existen muchas corporaciones multinacionales que no son estadounidenses, que son europeas, o japonesas, o de muchos otros sitios, lo cual no quita que, en el estado de excepción bajo el que vivimos, los estadounidenses se erijan como dirección de todo el imperio. Parece claro, por ejemplo, a tenor de las elecciones que se celebraron ayer en España (14-3-2004), que no todo el mundo está dispuesto a aceptar la hegemonía de Estados Unidos. Incluso parece evidente que, cuando la excepción acaba, Estados Unidos puede volver a ocupar su lugar entre las naciones y puede hacer algún caso a las Naciones Unidas. Comprendo el debate sobre si la globalización es esencialmente estadounidense, pero no creo que se trate de una discusión realmente productiva. Estados Unidos está en el centro de todo el asunto, pero no se trata de Estados Unidos en sí mismo, sino, poniéndolo en otros términos, del capitalismo.

Al mismo tiempo, creo que Estados Unidos no es exactamente una nación como el resto de las naciones y es así por distintos motivos. Para empezar, nuestra política es algo diferente. Una de las cosas importantes que trajo consigo el colapso del socialismo fue el colapso del federalismo. Existe, sin duda, una crisis del federalismo en la Unión Soviética , aquí en España, en Canadá, en Irlanda, en Inglaterra. Pero algo parecido también pasaría, creo, en Estados Unidos. En la década de 1960 ya surgieron algunas voces (algunas utopías surgieron de ahí) que hablaban de las siete naciones de Estados Unidos. Luego se llegó a hablar de nueve, las nueve naciones de Norteamérica. Sólo acudiendo a la geografía podemos pensar, en efecto, en el Sur, los Apalaches, Quebec, la costa Noroccidental, California, Arizona, etc. La cuestión es: ¿por qué no se escinde, por qué no se desune Estados Unidos? Mi respuesta es que no lo hace porque el universo de la cultura de masas en Estados Unidos es un factor clave de nivelación. No es un factor político en un sentido inmediato, pero sí en un sentido más amplio gracias al cual se produce ese proceso de igualación. En el Sur, donde vivo yo, la gente tiene distintos acentos y sus propios movimientos locales; y hay gente que ondea la bandera confederada, algo que, evidentemente, también implica un asunto racial. En cualquier caso, si el impulso separatista no crece es por la cultura de masas. En esto, el capitalismo americano sí que fue pionero. No teníamos una aristocracia que tuviera que ser desplazada, una cultura de clases anterior, una casta cultural, y esto hizo de Estados Unidos un lugar muy diferente. Con todo, quizás estos asuntos ya no son los más importantes para el análisis del papel general que desempeña Estados Unidos en la situación actual.

Por otro lado, nos tenía que tocar todo el equipo de Bush, como si alguien de la Casa Blanca hubiera salido a comprar un ejemplar de Imperio y al enseñarlo allí dentro alguien dijera: “ ¡Oye, esto sí que es una buena idea!, ¡llevémosla a cabo!”. Es como si esa idea ya estuviera en el guión, como si fuera parte del capitalismo global. También habría que tener en cuenta que el equipo de Bush encarna una facción del capitalismo global que no es la que representa a la industria informática. De acuerdo con ciertos análisis, los partidarios de Bush lograron tomar el poder en el seno del Partido Republicano gracias a la crisis de la economía informática: el grupo que la representaba fue incapaz de jugar un papel de importancia en la política conservadora general y por eso fue sustituido por ese otro grupo. Este tipo de fenómenos pertenece a la naturaleza del capitalismo y lo mínimo que puede hacer la izquierda es combatirlos.

Creo, también, que sería posible formar alianzas entre naciones con una jerga económica distinta. Samir Amin acuñó una palabra maravillosa que en inglés se traduce como delinking (“desligarse”). Resulta muy difícil imaginar cómo podría desligarse un país. Cuba, por ejemplo, ¿cómo va a desligarse del resto? Sin embargo, una agrupación entre, pongamos, Brasil con Lula, Argentina, etc., una agrupación así hasta cierto punto podría llegar a desligarse del fmi. Si contáramos con un grupo de Estados europeos que adoptara una posición antineoconservadora, esto también podría constituir una suerte de contrapeso. Hasta el momento, Europa ha intentado algo, Japón, en cambio, se muestra increíblemente débil y poco dispuesto, pero China está demostrando que posee un espíritu innovador sorprendente, y en cierto modo se ha mantenido desligada, aunque en estos momentos no podemos contar con que China lleve a cabo una política realmente radical, igual que tampoco podía esperarse en tiempos de Mao.

Archipiélago: En alguna ocasión ha afirmado que el 11 de septiembre no puede considerarse un acontecimiento que realmente haya transformado las condiciones políticas del mundo. En su opinión, la principal consecuencia del atentado ha sido la legitimación de un gobierno que hasta entonces estaba seriamente cuestionado. También ha subrayado la importancia que ha cobrado lo religioso como fenómeno político tras la descomposición de la política radical de izquierdas. Quizás, como para Zizek, sea un síntoma del fracaso del proyecto revolucionario. Por último, ¿qué relación guarda el éxito de Bin Laden con el proceso de militarización de la política internacional? ¿Qué ha supuesto la invasión estadounidense de Iraq?

F. Jameson: Obviamente, se produjeron hechos horribles, pero creo que en Estados Unidos el eslogan de que tras el 11 de septiembre todo cambió se ha convertido en algo verdaderamente asqueroso. En realidad significa que después de esta fecha el gobierno de Bush y su política de seguridad no van a cambiar, que es lo que necesitamos, y que no hay otra posibilidad. Y eso es justamente lo que —-creo—- debería negarse rotundamente. Sí, debería negarse ese tipo de periodización, aunque sabemos que fue un trauma y que a los traumas les sigue toda clase de efectos colectivos.

En términos políticos estos atentados siempre son contraproducentes, siempre desencadenan lo opuesto a lo que pretendían, a no ser que la intención a la que respondan sea ésa, es decir, la de provocar justamente lo contrario. En los años 60 y 70, estaban los provos y después los alemanes, y su teoría era la siguiente: el Estado es implícitamente fascista y debemos hacer emerger ese fascismo para que todo el mundo lo vea. Lo sacaron a la luz, de acuerdo, pero no pasó nada, probablemente porque estaban en lo cierto, o sea, el Estado era fascista. Lo importante es que semejante acción no dio lugar a una revolución o algo por el estilo, sino más bien a un fortalecimiento del aparato de control y seguridad del Estado y a una auténtica contraofensiva política.

Ahora tenemos a Al Qaeda y, aunque todo sea obra de ella, en realidad no sabemos qué visión política hay detrás. Quizás, como en otros casos, una organización así tenga que ver más con una forma de vida que con la búsqueda de una revolución; quizás consista en una forma con la que cierta gente da a sus vidas un sentido similar, algo en torno a lo cual se organiza todo lo demás, pero realmente no es algo —-creo yo—- de naturaleza política. Lo que sí es político es otra cosa, algo que, sin embargo, quizás expresaría en términos distintos a los de Zizek. No creo que se trate de un mero síntoma, sino más bien de una misión islámica de algunos, de Bin Laden, por ejemplo, contra la forma de vida occidental.

Creo que en Irán una prominente figura iraní inventó la palabra “Occidintoxicación” (westoxification) para designar la amenaza representada por cualquier elemento del modo de vida occidental: el capitalismo, el cristianismo y todo lo demás. Quizás todo empezó así, o sea, como una forma de revuelta contra estos elementos. Evidentemente, se adoptó una postura conservadora teniendo en cuenta la posición de las mujeres en el Islam, aunque no tenía por qué haber sido así, pero lo cierto es que resurgió coincidiendo con el fin de las alternativas de izquierdas. Apareció, en efecto, después de que se produjera un vacío, una situación que no se planteó únicamente a causa del derrumbe de la Unión Soviética. No, ese vacío ya se había producido, en realidad, con la masacre de los partidos comunistas en Iraq, en Indonesia, por todas partes al Este de Egipto, masacres a las que contribuyeron los estadounidenses. La cuestión, pues, es la aparición de una gran crisis social, pero ya en ausencia de la izquierda. En este contexto apremiante, este tipo de religión politizada parece venir a colmar ese vacío, pero ya sin los propósitos de un movimiento anticapitalista (Bin Laden, recuérdese, es un hombre muy rico, su familia es increíblemente rica, muy amiga de los Bush y compañía). Desde una perspectiva marxista, pues, no estamos ante un movimiento que ataque las bases económicas de todo el tinglado, sino más bien ante un desplazamiento hacia cuestiones de forma de vida, religión… o sea, ante un giro cultural.

Respecto a los hechos que han ocurrido aquí en Madrid (11-3-2004), cualquiera puede llegar a la conclusión de que es preciso salirse de la guerra de Bush. Evidentemente, es una de las conclusiones que está sacando la gente y sin embargo, en un sentido más amplio, es justamente la típica cosa invariablemente utilizada por los gobiernos conservadores como parte de su propaganda. Con esto —-entiéndaseme bien—- no quiero infravalorar el sufrimiento de la gente, el dolor que acarrea todo esto, la estupidez que supone volar por los aires trenes llenos de trabajadores, estudiantes, etc. Pero el problema es que cuando dices otras cosas te pueden calificar de desalmado, igual que le pasa al que crítica a Israel y que acaba siendo tachado de antisemita. De algún modo tenemos que ser capaces de criticar la utilización política de un trauma. A mi modo de ver, el trauma ya se ha utilizado de una manera políticamente determinada, como en el caso de Bush. Por muy terrible que sea, es preciso ser conscientes de los efectos perversos que desencadena en el contexto político interno.

Archipiélago: Quizás el problema podría verse de otra manera, quizás, en términos de Zizek, podríamos decir que respecto a Marx estamos bastante de acuerdo, mientras que el problema sigue siendo Lenin. Es decir, la razón de la ineficacia de la izquierda reside menos en el análisis teórico que en las cuestiones prácticas de la organización y la estrategia. ¿Cuáles son, en su opinión, las características básicas del nuevo sujeto político revolucionario global? ¿Cuáles son sus prioridades estratégicas? ¿Cómo ve la relación entre el llamado «movimiento antiglobalización» y el movimiento contra la guerra?

F. Jameson: Sí, un daño serio provocado por Al Qaeda ha sido el giro del movimiento antiglobalización hacia el movimiento antiguerra, y con esto tampoco quiero decir que no sea importante crear un movimiento antiguerra. Si nos fijamos en los años 60, en Estados Unidos, por ejemplo, vemos que el movimiento en contra de la guerra de Vietnam deja de tener efectos políticos justamente después de la guerra. Frente a ejemplos como ése, el movimiento antiglobalización parece haber sido mucho más prometedor y por eso sería bueno que siguiera en movimiento y que se desarrollase más, pase lo que pase en el frente de la guerra. Podría ser que se produjera un fortalecimiento del movimiento antiglobalización a causa de la guerra, pero es más importante que exista un movimiento anticapitalista, no simplemente pacifista repito sea cual sea la posición que sostengamos al respecto.

En lo que concierne al problema de la organización, es cierto. El concepto político básico sobre el que aún tenemos que pensar es el de organización, en un sentido general, y en el de partido, en un sentido particular. La gente, sin embargo, se ha sentido tan asqueada por la tradición comunista y por el concepto general de partido que sencillamente tiende a rechazarlo o a ignorarlo. En estos momentos, diría uno, la mayor parte de la izquierda es anarquista o anticomunista y, por lo tanto, se siente mucho más atraída hacia nociones como la de espontaneidad, irrupción y similares. Creo que una de las debilidades de Imperio es que proviene de una tradición anticomunista, o sea, de una tradición de oposición a los partidos comunistas. Su idea de «multitud» implica un movimiento más espontáneo en contra del sistema. Sin embargo, más tarde o más temprano…uno no puede limitarse a organizar una concentración o una manifestación; estas cosas tienen que ir dirigidas hacia una meta, y para eso es preciso desarrollar reflexiones nuevas, nuevas ideas sobre la organización o, más exactamente, nuevas ideas internacionales sobre la organización. Parece claro que la globalización tiene muchos efectos positivos, siendo uno de ellos el hecho de que ahora la izquierda puede establecer estas conexiones, al igual que las puede establecer la banca o el comercio. Pero eso es justamente lo que no se ha logrado aún. Laclau y Mouffe lo expresan de manera brillante mediante la noción del “significante vacío”, la noción de “equivalencia”. Yo mismo recurro a veces a la palabra combination, una antigua palabra inglesa que remite al movimiento obrero del siglo XIX, que ya no empleamos mucho con este sentido, pero que es una buena idea, porque enfatiza la idea de una política de alianzas. De algún modo asistimos a eso, a una política de las alianzas que se basa en lo que Laclau llama «proyección de equivalencia», o sea, uno de estos significantes vacíos.

Con todo, no creo que Laclau y Mouffe precisen suficientemente el significado de todo esto. En último término, tiendo a pensar que esa proyección es siempre de carácter económico y que gira en torno a la idea de identificar un enemigo. Lo productivo del movimiento antiglobalización fue eso: de repente, de nuevo y por primera vez, se logró identificar a un enemigo. Eso es lo que hicieron tantos movimientos: los Sin Tierra en Brasil, los trabajadores en otras regiones, los nacionalistas en distintos países dirigidos por Estados Unidos o por compañías globalizadas, todos pudieron unirse a través de la identificación de ese foco común. Quizás esto constituya un punto de partida para pensar cómo se puede producir una política de alianzas que sea verdaderamente una política antiglobalización. Negri y Hardt han escrito un nuevo libro titulado Multitud, no lo he leído aún y quizás introduce ideas más concretas. A pesar de todo, no creo que ninguno de nosotros tenga la solución. Lenin es para muchos de nosotros un magnífico ejemplo de cómo pensar políticamente, es verdad; pero eso no significa que podamos volver atrás y fundar un partido bolchevique ni nada por el estilo. Es un ejemplo de inteligencia política, que es justamente lo que hoy necesitamos.

La culture comme enjeu politique

la culture comme enjeu politique

vendredi 6 mai 2011

Présentation du séminaire

« la culture comme enjeu politique ».

« Trésor accumulé des créations humaines » (comité central d’Argenteuil 1966) ou bien encore « ce qui permet à l’individu de sentir pleinement sa solidarité avec les autres hommes, dans l’espace et le temps, avec ceux de sa génération comme avec les générations qui l’ont précédé et avec celles qui le suivront… » (Paul Langevin 1931)… la culture est un objet de réflexion et un champ d’action auxquels les communistes ont longtemps accordé une place déterminante en empruntant en France la voie singulière ouverte par les Lumières, à la fois respectueuse du passé, critique et utopiste.

Cette démarche a toujours été animée d’un double refus : celui de considérer la culture comme un luxe réservé à une élite ou comme un simple produit valorisable.

Animée également d’une double ambition : élever le niveau culturel de l’ensemble de la population quelle que soit son origine sociale, ethnique, territoriale afin de l’aider à exercer son esprit critique et son intervention citoyenne et faire de l’enjeu culturel un enjeu politique émancipateur pour la personne humaine et transformateur des rapports sociaux.

Force est de constater que depuis plusieurs années maintenant, la création artistique, la démocratisation culturelle et la promotion de la diversité culturelle connaissent une stagnation, voire une régression très sensible.

Cette crise est à la confluence d’au moins trois phénomènes :

• Sur le plan économique avec le développement d’une industrie et d’un commerce symptômes d’une marchandisation accélérée des « œuvres de l’esprit ».

• Sur le plan politique par le démantèlement systématisé depuis l’arrivée au pouvoir de Nicolas Sarkozy, des politiques publiques de la culture, du ministère lui-même avec la RGPP, ainsi que par les attaques contre les collectivités locales avec la réforme actuelle.

• Sur le plan idéologique et moral par l’offensive intellectuelle menée depuis plusieurs décennies autour d’une conception libérale des rapports sociaux (individualisation, concurrence sociale, darwinisme social…) d’une régression intellectuelle sans pareil (survalorisation du biologique, mise en cause de la psychanalyse, créationnisme et résurgence d’un fondamentalisme religieux … Enfin du « retour de très vieilles ombres » (Patrick Chamoiseau) avec l’émergence d’un populisme voire d’une xénophobie d’Etat survalorisant une vision de l’identité nationale profondément réactionnaire.

Face à cela le monde de la culture a beaucoup de mal à développer un mouvement de résistance aux attaques gouvernementales et les forces politiques de gauche, PCF compris, se contentent le plus souvent d’accompagner et de soutenir ces luttes qui ne rencontrent pas l’écho et le soutien populaire nécessaires à des victoires significatives. Revendiquer une augmentation des budgets, une meilleure politique culturelle (mais par rapport à quelle période précédente ?) ne suffit plus. Ce qui est en cause aujourd’hui dans le mouvement social et surtout sur le plan politique c’est notre capacité à définir le sens, la portée, l’ambition d’un projet culturel se situant lui-même au cœur d’un projet politique de transformation des actuels rapports de domination et d’aliénation.

Le champ des questionnements est vaste et l’épuiser ne sera sans doute pas à la portée de ce séminaire. Mais quelques questions peuvent servir de point de départ :

• Comment redonner du sens au soutien public à la création contemporaine ? Comment repenser les conditions mêmes de l’exercice de la liberté de création face au poids de l’argent et à l’interventionnisme politique ? Comment être particulièrement attentif à l’innovation et aux formes émergeantes de la création artistique ?

• Comment légitimer la place de l’art dans la société ? comment réfuter cet « air du temps » qui fait de l’art un luxe insupportable en temps de crise parce que prétendument capté par les « couches moyennes cultivées » ? Comment montrer que l’art est « ce moyen qu’a trouvé une femme ou un homme pour raconter à un(e) autre son rêve par lequel il révèle et constitue sa réalité intérieure » (Roland Gori, 2010) ou encore que c’est ce qui incite le spectateur ou le lecteur à reconfigurer son « partage du sensible » (Jacques Rancière, 2000) ou bien encore qu’il n’y a pas de société, ni d’activités humaines sans forme de symbolisation et de ritualisation, sans production mythique.

• Comment renouer avec l’ambition démocratique du partage des œuvres et des pratiques artistiques, d’une appropriation populaire de l’imaginaire et du symbolique par et pour la société toute entière ? Comment relancer sous des formes neuves et citoyennes l’éducation populaire dans tous les territoires, dans l’espace urbain comme dans celui du travail ?

• Comment prendre en compte les pratiques culturelles réelles des Français, en particulier avec l’irruption du numérique et le poids croissant des industries culturelles ? Comment inventer une autre économie de la culture respectueuse des droits des créateurs, de la liberté de circulation des œuvres tout en refusant la soumission aux exigences de la reproduction du capital ?

• Et surtout comment refaire de l’enjeu culturel un enjeu de société, un enjeu politique pour ceux à gauche qui réfléchissent aujourd’hui aux formes du dépassement d’un capitalisme à bout de souffle mais qui ne s’effondrera pas de lui-même ? Comment penser une alternative à cette société de l’éphémère, du reproductible, du jetable, du rentable ?
Dans son discours au monde de la culture à Nîmes en janvier 2009 Nicolas Sarkozy affirmait que la culture n’était pas un secteur de l’activité gouvernementale parmi d’autres mais « ce qui donnait le sens à toute l’action publique ». La droite semble en effet avoir compris l’enjeu gramscien de la construction d’une hégémonie culturelle à l’échelle de la société, singulièrement dans les classes populaires au même rythme que nous l’avons oublié. Les liens étroits désormais établis entre le monde des médias, en particulier l’audiovisuel, celui de l’édition et de la presse, participent de cette construction. L’offensive pour intégrer l’école et l’université à ce dispositif relève de la même ambition.

Il est grand temps, à gauche, de savoir comment refaire de la culture, du « partage du sensible » pour reprendre l’expression de Jacques Rancière, de l’imaginaire et du symbolique, le creuset d’une pensée sur l’avenir et sur l’alternative.

Le moment est venu de « pousser dans une autre direction que celle qui depuis trente ans nous poussait à fonctionner dans une certaine direction » (Yves Citton, « Mythocratie », 2010).

« La culture est la condition de la politique parce qu’elle est la condition du débat, de la circulation de la parole, des opinions et des jugements, de l’accès à la citoyenneté dans la liberté et l’égalité à travers les gestes de la pensée et de la création » nous rappelle Marie-José Mondzain dans Cassandre d’août 2010.

L’urgence de refonder une pensée politique de gauche est en soi une question culturelle. Elle est d’autant plus forte que nous savons que tout projet de société transformateur doit désormais procéder d’une intervention citoyenne et de la participation de tous à l’élaboration et à la construction d’une alternative émancipatrice durable et solidaire à la société actuelle.

Une intervention citoyenne qui ne peut se résumer aux luttes et qui doit s’emparer des champs politiques, idéologiques et culturels.
Espaces Marx et le PCF se proposent de traiter de l’ensemble de ces questions dans un séminaire de longue durée avec la participation de personnalités issues du monde universitaire, artistique, politique et syndical.

Vicente Romano, el profesor que nos enseño la comunicación y el socialismo

Vicente Romano, el profesor que nos enseño la comunicación y el socialismo

Pascual Serrano

La noche del pasado viernes nos dejaba Vicente Romano, doctor en Ciencias de la Información por la Complutense de Madrid y doctor en Comunicación social por la Universidad de Münster (Alemania), pero sobre todo, para muchos, ese gran maestro de la comunicación que nos enseñó a ver con nuestros propios ojos. A dudar de la versión dominante, a pensar con crítica e independencia. Como debe hacerlo un sólido y coherente comunista como lo que él fue.

Y todo eso con una vitalidad y una alegría que nos contagiaba a todos. Una de las paradojas de las universidades es que fuimos coetáneos en la Facultad de Ciencias de la Comunicación en Madrid, él como profesor y yo como alumno, pero nunca me dio clase. Sin embargo, luchas, causas y principios comunes me
han permitido, con toda seguridad, aprender de él mucho más que algunos alumnos a los que la normativa universitaria les dio la oportunidad de tenerlo como docente.

Comencé a trabajar, o debiera decir a aprender, o mejor dicho a disfrutar, de Vicente Romano el año 1992, cuando, siempre a contracorriente, un “comando” armado sólo de la palabra, nos dedicábamos a desmontar la campaña oficial de bombo y platillo
del gobierno municipal sobre el Madrid Cultural del 92, por entender que sólo eran unos fastos sin contenido.

Aquello lo hacíamos en un antiquísimo apartamento de un centenario e histórico edificio, donde tenía su sede en la capital de España la Fundación de Investigaciones Marxistas. Fue entonces cuando pude comprobar el privilegio que disfrutaba por poder tener de profesor y compañero a Vicente.

Poco después se publicó una de sus obras más populares La formación de la mentalidad sumisa. Y como Vicente era tan irreverente, cuando le hacías algún comentario sobre el libro nunca precisaba ni lo importante que era este texto, ni lo ameno y pedagógico, ni nada parecido que sirviese para hacerle campaña publicitaria.
Siempre decía que se había divertido mucho haciéndolo, lo cual en términos de mercadotecnia (Vicente no me dejaría decir marketing) no tenía mucha utilidad, nadie compraba un libro
seducido por el argumento de que el autor dijese que se había divertido al escribirlo. A Vicente le alegraba cada que vez que yo le contaba que había descubierto una nueva edición pirata de ese libro en algún país de América Latina.

Aquel texto, utilizando palabras del propio autor, es sencillamente un libro para explicarnos cómo buscan meter en las mentes de la gente al guardia de la porra en lugar de tener que pagar un costoso
sistema de represión. O cómo el poder capitalista recurre a instituciones como la Iglesia, la escuela, los medios de comunicación y los de entretenimiento para ya no tener que reprimir y encarcelar a anarquistas, socialistas, comunistas, sindicalistas y todo tipo de rojos irreverentes. Si esto Vicente fue capaz de analizarlo hace veinte años, podemos apreciar el mérito de la obra.

A lo largo de su trabajo, después llegaría La intoxicación lingüistica, Vicente Romano nos demuestra cómo el
sistema mediático e ideológico puede lograr que las preferencias de las masas puedan ser, paradójicamente, diametralmente opuestas a los lógicos intereses de esas masas.

Fue también el que fusionó el concepto de la ecología con la comunicación para reivindicar un carácter más saludable (Ecología de la comunicación).

Vicente no podía evitar escribir de todo lo que le sucedía, pero no para contarnos superficiales experiencias, sino para encontrar reflexiones profundas y moralejas brillantes como las que recogió en Estampas, donde nos presenta sus observaciones a lo largo de los lugares que visitó por motivos académicos principalmente.

En sus últimos trabajos se introdujo en la antropología con Sociogénesis de las brujas, todo un tratado sobre la discriminación de la mujer por parte de la Iglesia y los sectores más oscurantistas de nuestra sociedad. Su exilio en la República Democrática Alemana sirvió para que Vicente Romano nos tradujera y trajese a España las poesías de Bertolt Brecht (Poemas y canciones) o nos diera a conocer a ese otro gran comunicador que era Lothar Bisky, posteriormente conocido como líder político de Die Linke, el Partido de la Izquierda alemana.

La irreverencia de Romano la he podido ir descubriendo donde quiera que el destino le llevara. Primero en esa Universidad Complutense de Madrid, pero también en las organizaciones sociales y políticas donde hemos compartido militancia, donde siempre mi amigo profesor fue la conciencia crítica de arribistas,
oportunistas y mediocres. También en la Universidad de Sevilla, donde fue posteriormente destinado.

En cambio, ha sido en América Latina –cuando lo encontraba en La Habana o en Caracas o escribía de sus viajes a Brasil- donde, a alguien tan díscolo y exigente como él, siempre lo percibí feliz, entusiasta e ilusionado.

Quizás también en ese aspecto, él intuía el esperanzador futuro que este continente albergaba para todos los que en Europa nos asfixiábamos por el nivel tan evolucionado de formación de mentalidad sumisa.

Vicente me contagió algunas de sus obsesiones reivindicativas: la de los espacios públicos y la del ocio. Le indignaba cómo nos estaban dejando sin lugares comunes para compartir físicamente y sin tiempo para disfrutar de nuestras relaciones.

La última vez que me visitó me regaló el libro ABC de la guerra, un trabajo, traducido por Vicente, donde Bertolt Brecht recorta imágenes de la prensa durante la Segunda Guerra Mundial y las comenta en apenas cuatro líneas. Todo un alarde de ironía y genialidad que tanto gustaba y compartía Vicente.

Quiero pensar que está en compañía de Bertolt Brecht, firmes y disciplinados como buenos comunistas, pero siempre burlándose y rebeldes ante todo el que les quiera gobernar sin justicia.

ACJ divulga edición de julio 2014 del Observatorio de Medios sobre Derechos de la Juventud Salvadoreña

ACJ divulga edición de julio 2014 del Observatorio de Medios sobre Derechos de la Juventud Salvadoreña

SAN SALVADOR, 11 de agosto de 2014 (SIEP) “Hay un panorama para los jóvenes que sigue estando marcado por el desinterés, la exclusión y la marginalidad, lo que constituye un serio desafío para las nuevas autoridades del país, que plantean el diálogo y la inclusión como instrumentos para lograr el avance de El Salvador” indica la edición de Julio 2014 del Observatorio de Medios sobre Derechos de la Juventud Salvadoreña, que realiza al Asociación Cristiana de Jóvenes, ACJ de El Salvador.

Agrega esta tercera edición que “de 18 notas, ocho están dedicadas a cuatro temáticas: la del debate legislativo provocado por una propuesta del partido GANA para aumentar las penas a los jóvenes que cometan delitos. Es muy interesante que en una de las dos notas, una diputada del FMLN aparezca receptiva a la idea mientras que el Presidente de la República, del mismo partido, rechace enfáticamente seguir criminalizando a la juventud. Otra temática se relaciona con dos actividades vinculadas a debates entre jóvenes sobre la realidad del país, uno impulsado por FUSADES y el otro con la participación de líderes juveniles de ARENA y GANA.”

Asimismo están las de “la continuación de los asesinatos de jóvenes en distintas partes del país como resultado de la violencia generada por pandillas. Y la última temática que se repite es la de dos experiencias exitosas de emprendimientos con participación de jóvenes, una de estas realizada en Chalatenango.”

Indica que “las otras diez temáticas se distribuyen entre derechos de la niñez, derechos civiles y políticos, y derechos económicos, sociales y culturales. A nivel de derechos de la niñez se encuentran los del estudio del Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes, CONNA que revela a la agresión física como la más denunciada por los niños así como una nota sobre como los adolescentes se ven obligados a abandonar sus padres y huir hacia Estados Unidos, para escapar de la violencia de las pandillas.”

Subraya que “a nivel de derechos políticos aparece el desinterés de la juventud por participar en la vida política del país ya que de 50,000 jóvenes aptos para ejercer el voto únicamente 65 han solicitado el documento único de identidad, DUI. Una nota trata sobre el nombramiento de Yeimy Muñoz como nueva presidente del Instituto de la Juventud, INJUVE. Otra sobre la presentación del Informe de Labores 2013-2014 por parte del Procurador de Derechos Humanos, con una parte relacionada con el estado de los derechos de la niñez y juventud.”

Concluye que “a nivel de derechos sociales hay notas sobre el derecho a la educación, el derecho al empleo y a una vivienda digna. Sobre educación una nota informando de baja calidad educativa por reiterada falta de dinero para contratación de docentes; en empleo una nota sobre un estudio del PNUD que revela que de cada 100 jóvenes, 21 ni estudian ni trabajan. Y una nota sobre como jóvenes y niños son afectados principalmente por la prevalencia de asentamientos precarios.”

REALIZAN ENCUENTRO FAMILIAR EN RESIDENCIAL TAZUMAL

REALIZAN ENCUENTRO FAMILIAR EN RESIDENCIAL TAZUMAL

SAN SALVADOR, 9 de agosto de 2014 (SIEP) “La oración y vivir en comunidad, cuidándonos, protegiéndonos en esta hora difícil, son las enseñanzas de esta lectura de Mateo 14:22-32, sobre el desafío cristiano de aprender a caminar en el agua…expresó el Rev. Roberto Pineda, pastor de la Iglesia Luterana Popular de El Salvador.

El Rev. Pineda fue invitado para compartir la palabra del Evangelio en un Encuentro Familiar organizado por la directiva de la Residencial Tazumal, al poniente de esta ciudad, que incluyó un delicioso almuerzo-bufette, que fue disfrutado por las familias de esta comunidad de profesionales.

Explicó el Rev. Pineda que “la Palabra nos permite comprender la vida y sus múltiples problemas y como enfrentar las tormentas de la cotidianidad, en nuestra salud, en nuestros empleos, con nuestros hijos, con nuestros vecinos, al enfrentar la criminalidad vigente en nuestro país…”

“Debemos –aseguró- evitar hundirnos, ahogarnos y para esto se necesita mucha oración, mucha fe, y también sentirnos en comunidad, pero esto no surge espontáneamente, hay que construirla, hay que cultivarla, y este encuentro es parte de ese esfuerzo, por lo que los felicito porque donde se reúnen dos o tres en el nombre de Jesús ahí está la bendición de Dios.”