LA LIGA ANTIIMPERIALISTA DE COSTA RICA: UNA ESCUELA DE CUADROS PARA EL PARTIDO COMUNISTA DE COSTA RICA

LA LIGA ANTIIMPERIALISTA DE COSTA RICA: UNA ESCUELA DE CUADROS PARA EL PARTIDO COMUNISTA DE COSTA RICA

Recibido el 8 de setiembre de 2009
Aceptado el 8 de octubre de 2009

Por: Dr. Daniel Kersffeld
dakersffeld@hotmail.com

Resumen
La Liga Antiimperialista de Costa Rica fue una organización revolucionaria vinculada a la Internacional Comunista, con actuación entre 1926 y mediados de la década de los ’30. Sus principales acciones estuvieron dirigidas en contra de la penetración económica estadounidense en el país y de la oligarquía local vinculada a la exportación de café y platanos. Pese a su inicial cercanía con el APRA, y los conflictos derivados de esta situación, la Liga Antiimperialista de Costa Rica se convirtió en una escuela de formación para futuros líderes del Partido Comunista como los estudiantes universitarios Manuel Mora Valverde, Ricardo Coto Conde y Jaime Cerdas Mora.
Palabras clave: Comunismo, antiimperialismo, nacionalismo, universidad, revolución.

Abstract
The Anti-Imperialist League of Costa Rica was a revolutionary organization linked to the Communist International, with political proceedings between 1926 and mid of the 30s. Their main activities were directed against U.S. economic penetration in the country and the local oligarchy linked to the export of coffee and bananas. Despite their initial proximity with APRA, and the conflicts arising from this situation, the Anti-Imperialist League of Costa Rica became a training school for future leaders of the Communist Party as college students Manuel Mora Valverde, Ricardo Coto Conde y Jaime Cerdas Mora.
Kewords: Communism, Anti-Imperialism, Nationalism, University, Revolution

En torno a los orígenes de la tradición comunista y antiimperialista costarricense

La Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) fue uno de los primeros intentos exitosos por parte de la Comintern en su intensión de crear una organización capaz de denunciar la presencia colonial o directamente el injerencismo de las potencias europeas y de los Estados Unidos, marcando al mismo tiempo un creciente sentido de filiación y de respaldo hacia la todavía joven Unión Soviética. Bajo una estrategia frentista, rubricada en el mundo de la Internacional Comunista sobre todo a partir de su V° Congreso en 1924, es que pronto la Liga Antiimperialista, como entidad periférica u organización de apoyo a los partidos comunistas, se dio a la tarea de nuclear, principalmente, a aquellos representantes de las burguesías progresistas que veían con preocupación el expansionismo colonial sobre la región y que al mismo tiempo brindaban su apoyo al proceso revolucionario ruso. Así, y en una organización que, por lo menos hasta fines de la década de 1920 evitó aparecer públicamente como demasiado roja, se agrupaban en torno a ella artistas e intelectuales y, junto a ellos, estudiantes universitarios, trabajadores urbanos y dirigentes campesinos y agraristas los que, más allá de las diferencias, mantenían en cambio un fuerte sentido de identidad y de pertenencia en común: en este sentido, su órgano continental, El Libertador, editado en México, servía en gran medida a esta finalidad.
Desde la fundación a principios de 1925 de su primer filial en la Ciudad de México, fueron varios los países en los que se instaló esta entidad, en algunos casos, favoreciendo la consolidación de un incipiente partido comunista, mientras que en otros, incidiendo directamente en su futuro establecimiento. Además de México, e incluso con relación a la importante sección estadounidense, la Liga actuó en países como Argentina, Cuba, Brasil, Uruguay, Chile, Colombia y Puerto Rico, demostrando en gran parte de los casos y sobre todo en sus primeros años de vida, una notable capacidad de iniciativa que, sin embargo, se vería menguada tanto por la complicada situación política regional, como así también por las inevitables diferencias surgidas en todo este proceso ya sea entre las Ligas y los partidos dentro de un mismo contexto local, directamente entre las propias Ligas o bien entre la LADLA y la Comintern. Luego de un declive generalizado ocurrido hacia fines de los años ’20, en los que la perspectiva cercana de una revolución provocaría la radicalización de los partidos comunistas y, de manera consecuente, la desactivación de aquellas organizaciones que justamente tenían como última misión la de recabar apoyos entre grupos burgueses y de las clases medias, la Liga Antiimperialista reaparecía bien entrada la década de los ’30, de nuevo, como una fórmula estratégica de acercamiento para la definitiva constitución de los frentes antifascistas pero con aquellos mismos sectores a los que hasta muy poco tiempo antes se había rechazado cualquier tipo de contacto.
De este modo, la historia de la LADLA, desde su fundación en 1925 hasta su desaparición, prácticamente diez años más tarde, no fue otra cosa que la del movimiento comunista en su período fundacional, en el que los primeros comunistas intentaron, con mayor o menor fortuna, la síntesis entre tradiciones e ideologías locales y regionales, con una corriente teórica, la marxista leninista, que en realidad, era comprendida más a través de la propia práctica que por medio de su sustento teórico, llevándose a cabo de este modo un doble proceso de reapropiación e, inevitablemente, también de transfiguración. En este sentido, y en esta combinación de factores tanto internos como externos, la sección costarricense de la LADLA, fundada a inicios de 1927, no dejaría de reconocerse como expresión del movimiento comunista local, revelando con ello todo un conjunto de antecedentes ideológicos y doctrinarios tendiente por igual a la constitución de una identidad políticamente definida tanto como de una estrategia práctica específica. Y este papel no fue menor en el caso particular de esta sección, ya que como se verá a lo largo de este trabajo, nos interesará plantear como ella ofició, a partir de esta articulación de saberes y prácticas, en una verdadera escuela de formación política para la primera generación de comunistas costarricenses
La filial local de la LADLA, en este sentido, surgiría como resultado de la progresiva confluencia de dos vertientes distintas aunque con inocultables puentes y articulaciones: por un lado, a partir del crecimiento progresivo aunque todavía disperso de un amplio conjunto de organizaciones vinculadas al mundo sindical y en un sentido más amplio, al de la izquierda política y partidaria, en tanto que por otro costado, a través de la conformación de diversos núcleos y círculos de intelectuales y sectores profesionales en permanente denuncia ante los abusos económicos y políticos sufridos por el país a causa del expansionismo neocolonial. Por ello, y desde una perspectiva de progresiva conformación de un ideario marxista de raigambre nacional así como también desde una estructuración institucional cada vez más representativa de los intereses de los trabajadores, campesinos y sectores nacionalistas ilustrados, es que podemos datar la historia moderna de la izquierda y del movimiento obrero costarricense a partir de un doble antecedente de suma importancia: la fundación en 1912 del Centro Germinal, un círculo de estudios propiciado por el intelectual y político Omar Dengo a partir de la prédica latinoamericanista desarrollada en toda la región por el argentino Manuel Ugarte (1), y la creación al siguiente año de la primera Confederación General de Trabajadores (2).
Sería sin embargo a partir de las repercusiones de la Revolución Rusa que las ideas marxistas comenzaron a difundirse en el país con cada vez mayor amplitud acompañando, sobre todo después de 1919, al ascenso del movimiento obrero en el contexto de la crisis por la finalización de la Primera Guerra Mundial. Su traducción en una sucesión de efímeras asociaciones daba cuenta de una inicial vocación por la organización aunque también de una cultura política todavía inestable y con evidentes fallas en su propia consolidación.

Puede considerarse como uno de los primeros efectos de este nuevo clima de ideas la creación del Partido Socialista, en 1920, por el dirigente Aniceto Montero. Por otra parte, la huelga general desarrollada en 1921 también se constituiría en un verdadero hito determinante en este proceso de lucha social, generadora a su vez de una huella histórica notable con la conquista del alza salarial. En 1923 el campo progresista y las amplias aunque todavía indefinidas fuerzas de izquierda se ensancharon con el surgimiento del Partido Reformista bajo el liderazgo del general y ex sacerdote católico Jorge Volio, encargado de promover la agitación social mediante una combinación de consignas socialistas y cristianas y cuyo declive comenzaría a producirse hacia 1926. Paralelamente, sería también hacia 1923 cuando un grupo de artesanos que había militando en el Reformismo comenzó a recibir distinto tipo de material escrito sobre marxismo y comunismo, junto con distintas publicaciones socialistas y anarquistas de España, Argentina y otros países. Este proceso de creciente activación intelectual se vería por último reforzado en el mes de abril de ese mismo año con la creación de la Federación Obrera Costarricense, en relaciones con el Partido Socialista y con el Partido Reformista, y vinculada con su par gremial de El Salvador (si bien hubo que esperar casi un lustro para que esta central obrera tuviese un papel mucho más activo en la vida política costarricense). Sería entonces sobre esta base que en 1928 se fundaría la Unión General de Trabajadores, central obrera que propiciaría más tarde la vinculación con la Liga Feminista, la formación en 1926 de la Universidad Popular y, tres años más tarde, de la Asociación Revolucionaria de Cultura Obrera, en el mismo momento en que también se establecía la Alianza de Obreros, Campesinos e Intelectuales, encabezada por Joaquín García Monge y que pese a su vinculación con el APRA, guardaba también con la Liga Antiimperialista una muy cercana relación (Abarca, 2005, Calvo y Zúñiga Díaz, 6: 1980).
Prácticamente al mismo tiempo en que se conformaban estar primeras experiencias políticas y organizativas en el campo sindical y en el espectro de la izquierda, y a la par en que se profundizaba la presencia neocolonial en el país por medio de empresas y monopolios extranjeros, también se creaban los primeros agrupamientos de tendencia nacionalista y, mayormente, de carácter antiimperialista, de los que la Liga heredaría parte de su pensamiento a la vez que de su comprensión de la realidad social y política del país y de la región. Teniendo en cuenta como un primer precedente al ya citado Centro Germinal, en 1925 un grupo de profesionales y docentes de tendencia liberal y anticolonial se terminó de constituir para la creación de la Liga Cívica Juan Rafael Mora: presidida por Ricardo Moreno Cañas, formaban parte de ella, entre otros, el propio Dengo, José Victory, Alejandro Alvarado Quirós, Ricardo Fournier, Alfredo y Luis Felipe González Torre. En una tónica similar a la que luego sostendría la Liga Antiimperialista, su predecesora se ubicó en contra de la penetración del capital extranjero y de la formación de monopolios foráneos en recursos estratégicos como la tierra, la electricidad y el sector automotor, principalmente, en los tranvías como servicio público. Su principal lucha fue en realidad en contra de la United Fruit Company, especializada en el cultivo y comercialización del banano, y que actuaba en el país desde el siglo pasado con amplia libertad de movimientos y una marcada impunidad ante las leyes del país (3).
Mientras tanto, la ideología marxista viviría un proceso de creciente desenvolvimiento durante los últimos años de la década del ’20, sobre todo cuando hacia octubre de 1927 arribara a Costa Rica el comunista cubano Jorge A. Vivó, perseguido por el gobierno de Gerardo Machado y luego de una corta residencia en Nicaragua. Pese a su juventud (tenía para ese entonces apenas 23 años), Vivó contaba con una amplia experiencia militante en organizaciones estudiantiles, partidarias y sindicales de La Habana: asimismo, cabe destacar que también se había desempeñado como secretario de la Liga Antiimperialista cubana durante 1926 y como corresponsal para El Libertador, el boletín de la LADLA cuya difusión en el país también era posible gracias a los intercambios comerciales que mantenía con otra prestigiosa publicación, Repertorio Americano, dirigida desde San José por Joaquín García Monge (4).
Una vez radicado en Costa Rica, Vivó procedió a naturalizarse para evitar cualquier posibilidad de deportación. Mientras se ganaba la vida primero como corresponsal del diario La Prensa y luego como empleado en una oficina del gobierno, se dedicó también a enseñar economía política marxista en la Universidad Popular de San José y a conformar grupos de militantes comunistas en Cartago, Limón, San José y Heredia. En tanto que su presencia en el país incentivaría también el desarrollo de varias iniciativas, siendo la más trascendente aquella ocurrida en el mes de diciembre de 1927 cuando tuvo lugar la publicación de un manifiesto del autodenominado Partido Comunista limonense, dirigido al pueblo de Costa Rica, como expresión en realidad de la voluntad política de algunos cuadros latinoamericanos momentáneamente exiliados en el país (como eran los casos del español José Lavín y del guatemalteco José Portilla) y articulados a una incipiente vanguardia local (integrada a su vez por algunos activistas de creciente renombre como Gonzalo Montero Berry y Carlos Marín Obando). Asimismo, Vivó contribuyó a impulsar al movimiento revolucionario en Costa Rica gracias a su colaboración en la organización del Partido Popular, precedente directo del Partido Comunista “oficial” que, hacia fines de los años ’20, lograría un escaño en el Consejo Municipal de San José. Finalmente, su estancia en el país hasta su partida rumbo a Panamá en enero de 1928 también sería decisiva para la progresiva articulación de varias entidades sindicales y gremiales al universo de la Internacional Sindical Roja.

La presencia de Jorge A. Vivó en Costa Rica resultó, al parecer, de gran importancia ya que además de aportar su propia experiencia política en los siempre difíciles tiempos fundacionales del movimiento comunista latinoamericano, se encargó también de afianzar la estructura de la izquierda costarricense por medio de su inserción en aquellas redes política y de la izquierda ya establecidas, como eran los casos de México y Estados Unidos, o en franco proceso de constitución, fundamentalmente, en el caso cubano. En este sentido, la actividad de este cuadro cominternista fue altamente provechosa para Costa Rica, en el que la ausencia de una aguda conflictividad social, sumada a la posibilidad de que las organizaciones de izquierda, sindicales y políticas pudieran actuar con cierto margen de libertad (a diferencia de lo que palpablemente ocurría en los vecinos países centroamericanos), y a la situación de relativo aislamiento geográfico en el que se encontraba el país, había contribuido a cierto estado de orfandad por parte de la Comintern. De acuerdo con lo anterior, también es entendible que, como en su momento lo planteó Rodolfo Cerdas Cruz (1986: 352-5), haya sido el Partido Comunista Cubano (incluso más que el mexicano), el que de algún modo asumió cierto carácter “tutor” sobre las organizaciones revolucionarias que se irían creando en Costa Rica a partir de este entonces. Y no resulta casual entonces que el primer ensayo de un Partido Comunista en el país haya sido aquella agrupación efímera fundada por Vivó a fines de 1927, casi cuatro años antes de la creación del “oficial” Partido Comunista de Costa Rica, y casi ocho antes de su pleno reconocimiento como sección local por parte de la Comintern. Por último, y aunque no tenemos constancia de la participación de Vivó en la LADLA de Costa Rica, su experiencia en esta misma organización en Cuba, así como su trabajo en otras entidades periféricas y, en general, en la estrategia del PCC así lo hacen suponer.

Aciertos y errores en los primeros tiempos de la Liga local
Aparentemente, y según lo informó El Libertador (5), los primeros intentos por crear una sección de la Liga Antiimperialista en Costa Rica tuvieron lugar a mediados de 1926, cuando desde México se quiso aprovechar la presencia en el país de dos cuadros cominternistas de origen centroamericano, el abogado salvadoreño Moisés Castro y Morales, y el maestro guatemalteco Manuel Chavarría Flores. Sin embargo, y ya sin la presencia de estos dos militantes, sería recién en enero de 1927 cuando se estableciera en San José la filial local de la LADLA: como no podía ser de otra manera, su original intensión expresa era la de apoyar el combate de Augusto Sandino en contra de la presencia estadounidense en Nicaragua (Botey Sobrado, 2005: 87; Fischel Volio, 1992: 225). En este sentido, su instauración era resultado de la nueva perspectiva de la lucha antiimperialista motorizada de manera cada vez más evidente desde Centroamérica, por lo que el contexto regional para la fundación de una filial costarricense de la Liga era, por ende, altamente propicio.
Con el crecimiento de la protesta sandinista, la mirada de la sección mexicana de la LADLA y, fundamentalmente de su dirección, encarnada en el Comité Continental de Organización, comenzó a fijarse, con cada vez mayor atención, en la realidad social, económica y política centroamericana. En apoyo a este nuevo intento de construcción, la sección mexicana celebraría el 8 de diciembre de 1926 una importante concentración, el “Gran Mitin contra el Imperialismo”, organizado principalmente en solidaridad con la lucha del pueblo nicaragüense, y en el que participó una amplia y variada gama de organizaciones sociales, sindicales y políticas, junto con un conjunto de dirigentes mexicanos, venezolanos y peruanos. Por lo demás, ésta terminó convirtiéndose en la primera actividad de la Liga Antiimperialista en apoyo a Centroamérica frente el intervencionismo estadounidense, y en un punto de apoyo fundamental para el establecimiento de varias filiales en distintos estados de México, así como también para la creación al siguiente año, del Comité Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC) de respaldo al ejército insurgente de Sandino (6). Por otra parte, también ejerció una importante influencia en todo este proceso constitutivo el Congreso Mundial contra el Imperialismo y la Opresión Colonial, celebrado en Bruselas entre el 10 y el 15 de febrero de 1927 por un comité de apoyo a la Comintern, y en el que se dieron cita un total de ciento sesenta y cuatro delegados, mayormente provenientes de países coloniales y semicoloniales, en un encuentro que, indirectamente, serviría para reforzar la presencia comunista en América Latina, Asia y África, regiones crecientemente conmovidas por movimientos de liberación nacional y por un ascenso de la corriente trabajadora y socialista. Si bien en dicho congreso no hubo representación de Costa Rica, sí la hubo por parte de Cuba, Puerto Rico, Nicaragua, El Salvador y Panamá, a cargo de los cubanos Julio A. Mella y Leonardo Fernández Sánchez, el venezolano Gustavo Machado, el peruano Víctor Raúl Haya de la Torre y el mexicano José Vasconcelos.
Las repercusiones combinadas del “Gran Mitin contra el Imperialismo” y del Congreso Antiimperialista mundial resultaron altamente exitosas para Centroamérica y El Caribe: no resultó casual entonces la fundación de secciones en países del área como Puerto Rico, Santo Domingo (República Dominicana), Panamá y Costa Rica en los primeros meses de 1927. Por otra parte, las resoluciones anticoloniales alcanzadas en el encuentro de Bruselas sirvieron asimismo como guía ideológica para un marxismo todavía en ciernes y para el más amplio movimiento antiimperialista que comenzaba a cuajar organizacionalmente en dicha región.
Una vez instituida esta filial de la LADLA en 1927, ella fue conducida por Manuel Mora Valverde, dirigente del Partido Reformista, a quien acompañaban otros referentes estudiantiles como Jaime Cerdas, Luis Carballo y Ricardo Coto Conde. No es difícil suponer, por lo tanto, que esta sección estuvo en sus inicios integrada mayormente por clases medias e intelectuales, teniendo como principal línea de acción la solidaridad con el combate desarrollado por Sandino en Nicaragua y, consecuentemente, el rechazo a la intervención estadounidense en toda la región (Botey Sobrado, 2005: 87). Fue en este contexto, a fines de marzo de 1927, que la Liga organizó un multitudinario acto estudiantil contra la política norteamericana en Centroamérica y contra la dictadura de Juan V. Gómez en Venezuela, tomado éste como un verdadero símbolo de la dominación imperialista en la región, que contó con la participación, como oradores, de Servando Reina, Jaime C. Quesada, Jesús Vega, el maestro Marcelino Canales y Enrique Guillén.
El ascendente clamor en rechazo a la presencia norteamericana en Centroamérica sirvió también para expandir el reclamo anticolonial, nacionalista y latinoamericanista por Costa Rica, impactando éste ya no sólo entre las capas ilustradas y estudiantiles de la población sino, directamente, entre los sectores obreros y trabajadores del país. En este sentido, y bajo el auspicio de la sección local, no tardaría en formarse un “Núcleo Obrero” de la Liga Antiimperialista, dispuesto a contrarrestar aquellas críticas que únicamente la veían como una entidad pequeñoburguesa. El “Núcleo Obrero” fue finalmente comandado por Fernando C. García como Secretario General, Carlos Monge Sáenz como Secretario de Correspondencia, Alberto Cortés como Secretario de Propaganda, Luis F. Ibarra como Tesorero, José A. Zeledón como Secretario de Prensa, y Manuel Marín Obando, Enrique Guillén, Isaac Vargas Coto y Servando Reina como vocales. Por otra parte, participaron también de esta agrupación otros militantes, en mayor o menor medida vinculados al movimiento comunista en formación, como Gonzalo Montero Berry, Candelario Granados, Fernando Hernández A., Enrique Rodríguez G., José Alcázar Durán, Juan R. Pérez, Lido Bonilla P., Carlos Marín Obando, Paulino Tapia F., Juan R. Loría, Eliseo Castillo Z., Francisco Peraza E., Otoniel Fonseca G., Carlos Alfaro Durán, David Castrillo, Gilberto Bonilla P., Mercedes Duarte Alvarado, H. V. Herrera, Víctor S. Salazar, Julio R. Mendioraz, Pedro Lamicq y Alberto Quesada Q.
Pronto, sin embargo, la Liga Antiimperialista de Costa Rica iría a compartir con otras agrupaciones el escenario de la política izquierdista anticolonial que hasta ese momento la había tenido por una protagonista prácticamente excluyente. Puntualmente, y con Víctor R. Haya de la Torre presente en el país entre agosto y diciembre de 1928, fue fundada la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), la que en realidad recién se oficializaría como sección local al siguiente año (7). Es innegable la seducción generada por Haya en gran parte de la intelectualidad costarricense: en este sentido, y habiendo sido la mayor parte de sus miembros originarios de la anterior Liga Cívica, la filial aprista estuvo presidida por el periodista y ensayista Joaquín García Monge en tanto contó con una activa participación de la escritora Carmen Lyra y de otras figuras como Luisa González (ambas, antes de su llegada al comunismo en 1931), y de Gonzalo González. Como la organización mayor de la que formaba parte, esta sección local del APRA se caracterizó también por la lucha contra el imperialismo, focalizando su accionar en contra de las compañías extranjeras de origen estadounidense que operaban sobre suelo costarricense (8). Posteriormente, cumpliría también un papel destacado el militante de origen peruano Esteban Pavletich como ocasional redactor y como contacto internacional de la revista Repertorio Americano, del ya mencionado García Monge.
Pese a que luego del Congreso de Bruselas y, más aún, de la firma bajo reserva de los dos delegados apristas (el propio Haya de la Torre y su compatriota Eudocio Ravines) contra la resolución latinoamericana impulsada por sus pares comunistas, las relaciones entre la Liga y el APRA prácticamente llegaron a quebrarse, en Costa Rica todavía pudieron subsistir ciertas prácticas de colaboración entre ambas organizaciones antiimperialistas (en contra, incluso, de las directivas emanadas de la propia Comintern, exigiendo la ruptura total de relaciones entre las dos entidades). De ahí que en 1928 la LADLA constituyera en el país una filial local del Comité Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC) con la popular escritora Carmen Lyra, todavía en las filas apristas, al frente (9). Por otra parte, Haya de la Torre encontraría aún suficiente espacio como para continuar desenvolviendo su actividad política en ámbitos ya constituidos como la Universidad Popular o en otros directamente fundados por él como el Centro de Estudios e Investigaciones Económicas (Pakkasvirta, 2000). Es probable entonces que la recepción altamente favorable brindada al joven dirigente peruano por las capas ilustradas de este país, haya refrenado a los comunistas en sus críticas y, por el contrario, los obligara a compartir espacios de lucha y de militancia con él.
La agitación pro sandinista en la región, y particularmente en Centroamérica, se fue intensificando con el tiempo. Las protestas, las manifestaciones, los mítines políticos y los encuentros culturales en apoyo a la guerrilla insurgente en Nicaragua se constituyeron en un punto de encuentro entre agrupaciones que se veían obligadas a interactuar en el mismo escenario izquierdista y latinoamericanista y, aunque por momentos tensa, la camaradería imperante entre comunistas, apristas, liberales, socialistas, nacionalistas, etc. se constituyó en un fenómeno que, con sus propios matices, fue prácticamente inédito en la historia de los países de la región y, particularmente, en Costa Rica. De este modo, fue importante en este país, sobre todo, la participación de intelectuales en apoyo a Nicaragua, principalmente, de Joaquín García Monge, quien incluso llegó a asumir la defensa internacional de la causa sandinista (10)
En todo caso, fue hacia fines de 1928 y sobre todo, en 1929, cuando en el clima social del país comenzó a percibirse de manera cada vez más elocuente el crecimiento de aquellas fuerzas de izquierda que, apenas un par de años más tarde, darían vida al Partido Comunista local. Sin duda, la visita del presidente electo Herbert Hoover a Costa Rica a fines de noviembre de 1928, mientras se encontraba en una gira de propaganda por diversos países latinoamericanos, avivó las manifestaciones y las protestas en contra de la presencia estadounidense en la región, contribuyendo con ello a la difusión del ideario latinoamericanista y anticolonialista, y propiciando al mismo tiempo el progresivo aglutinamiento de militantes y círculos de índole marxista o prosoviético. De hecho, para 1929, parte de la juventud más radicalizada y nacionalista intentó postular para las elecciones legislativas al intelectual Joaquín García Monge, director de Repertorio Americano, como cabeza de lista de la Alianza de Obreros y Campesinos en tanto que en el interior del país, en ciudades como Alajuela, se fortalecía un movimiento estudiantil de un carácter cada más firmemente antiimperialista. Pronto, a este nuevo partido se le sumaron desde grupos liberales a otros de marcada tendencia izquierdista y anticolonial, como lo eran algunos estudiantes de la Escuela de Derecho. Pero si bien la Alianza de Obreros y Campesinos no logró el mínimo de votos necesario como para asegurar la entrada de García Monge al Parlamento, por otro lado, su formación fue un hito de importancia para la posterior creación del Partido Comunista, tanto en cuanto a práctica militante como a formación intelectual y doctrinaria para la incipiente juventud rebelde y tica. Y en este sentido, y más allá de su constante prédica obrerista, su estructura multiclasista, que agrupaba por igual a trabajadores urbanos, a campesinos y a intelectuales, resultaría un modelo de construcción política en cierto modo inspirador durante los primeros pasos de la Liga Antiimperialista.
Mientras tanto, el proceso de difusión del marxismo y de organización de nuevas entidades continuaba su camino, favoreciendo el afianzamiento y la consolidación de agrupamientos y círculos entre obreros y sindicales, como así también entre estudiantes, profesionales y docentes universitarios. De particular importancia fue la actuación de aquel grupo de alumnos de la Escuela de Derecho que un par de años antes había creado la sección local de la LADLA y que ahora, en febrero de 1929, se integraba a la Asociación de Resistencia Cultural Obrera (ARCO), constituida por un círculo de obreros de tendencia más antiimperialista que marxista y que a través de ella pretendían redituar a la Universidad Popular (Molina Jiménez, 2002). Por tanto, no resultó extraño que ambas organizaciones compartieran parte del mismo núcleo dirigente, conformado por Manuel Mora Valverde, Ricardo Coto Conde, Luis Carballo y Jaime Cerdas, entre otros. Por otra parte, también el grupo ARCO iniciaría su acercamiento con el Partido Popular (anteriormente fundado por Vivó en Limón y pronto constituido en el principal centro marxista del país) además de establecer puentes con otros círculos y partidos de la región (11).
Los cambios suscitados en el escenario comunista internacional entre fines de la década de 1920 e inicios de la de 1930, en los que las iniciales fórmulas frentistas terminaron siendo abruptamente reemplazadas por los esquemas mucho más radicales y sectarios del Tercer Período, no tardaron en hacerse sentir también en la región y, particularmente, en Centroamérica. De acuerdo con esto, en ARCO resultó claramente perceptible un espíritu izquierdizante y extremista (12). A través del flamante vocero de la Asociación, el boletín Revolución, este grupo no dudaba en definirse como “bolchevique” e interesado, además, en difundir al marxismo leninismo (sin que por lo demás esta orientación les resultara del todo clara) en la sociedad costarricense, puntualmente, entre obreros, artesanos y estudiantes. Sin embargo, y prefigurando lo que en cierto modo sería constitutivo del posterior comunismo costarricense, no podían ocultar una tendencia marcada entre el deseo revolucionario y el apego a la legalidad: en este sentido, y si bien se preocupaban por difundir diversos artículos en los que se relataban los logros de la Unión Soviética, al mismo tiempo se señalaba la necesidad contradictoria de “un partido socialdemócrata, que instaurara una democracia verdadera en el país” (Cerdas Cruz, 1986: 319). Sus contactos gremiales fueron cada vez más fluidos, sobre todo con la Unión General de Trabajadores, al mismo tiempo que perseverantes en su propósito de organización entre inquilinos y trabajadores desocupados, grupos particularmente afectados por la crisis económica, y que les generaría persecuciones policiales y encontronazos con el gobierno.
Por otro lado, y a causa de la difusión errática y en parte tardía que la teoría marxista y la práctica leninista estaban desarrollando en Costa Rica (traducidas en una multiplicidad de organizaciones políticas, sindicales y estudiantiles pero con la notoria ausencia de un partido comunista), las críticas de la Comintern, puntualmente las de los dirigentes de algunas estructuras de la región, no se hicieron esperar, en tanto que tampoco la Liga Antiimperialista iba a poder sustraerse a ellas. Precisamente, fue éste el caso del cubano Sandalio Junco quien, a fines de 1929 había sido elegido como el último secretario de la dirección continental de la LADLA, justo en un momento en el que sin embargo esta organización tendía a desestructurarse y fragmentarse en sus unidades nacionales como producto de las políticas represivas y disolventes llevadas adelante por los gobiernos autoritarios de la región. Con las claras excepciones de Cuba y Haití, para Junco, la Liga costarricense debía ser “forzosamente reformulada”, lo mismo que las filiales existentes en el resto de los países centroamericanos, en Santo Domingo, Colombia, Venezuela y México, debido a una clara preponderancia de los sectores pequeño burgueses y liberales en su dirección. El mandato tendiente a la proletarización de sus cuadros dirigentes no era otra cosa que un reacomodamiento de la estrategia de esta organización ahora directamente bajo el esquema del así llamado Tercer Período y de los lineamientos de Clase contra Clase, aconsejándose por lo tanto la reestructuración de esta entidad sobre una base de claros preceptos obreristas.
Pero no solamente Sandalio Junco, y la propia dirección continental de la Liga Antiimperialista de las Américas reflexionaron en torno a las fallas organizativas de la sección costarricense. También lo hizo el Buró Sudamericano de la Comintern en 1930, recomendando, no tan sólo para esta filial, sino también para aquellas otras situadas en Guatemala, El Salvador y Honduras, la participación directa de la Juventud Comunista con secciones juveniles de los sindicatos para la creación de subsecciones de la Juventud de la Liga Antiimperialista. Para ello, estos grupos debían apoyarse principalmente sobre los sectores campesino, intelectual y de la clase media, asegurándose de ese modo la dirección de aquellas federaciones juveniles que pudieran crear bajo este impulso movilizador (13). Resultaba claro de este modo, en tiempos de masacres, deportaciones, exilios y traiciones de algunos liderazgos ya tradicionales y fundacionales, la influencia creciente de los sectores juveniles tanto dentro de la estructura de los partidos comunistas de la región como así también hacia el interior de la propia Comintern (14). Por lo tanto, los cambios que finalmente se recomendaron para la filial costarricense no resultaron ajenos a este espíritu de renovación ideológica, en tanto que sus efectos pronto se hicieron sentir cuando la Liga Antiimperialista se metió de lleno en la discusión de los contratos de exportación de bananas, principal recurso económico del país, impulsando luego, junto con otros grupos, la fundación de un Partido Comunista local.

Una “nueva” Liga Antiimperialista entre el legalismo y la revolución

Ante el avance de los círculos de ultraderecha, principalmente, del Comité Fascio de Costa Rica, constituido a su vez en el centro del Comité Fascio de Centroamérica, en abril de 1931 se fundó el Comité Seccional de la Liga Antiimperialista de la Escuela de Derecho. Luego de la constitución del primer grupo, a principios de 1927, y del posterior “Núcleo Obrero”, constituía éste el tercer intento en la recreación de esta organización cominternista. Con un importante trabajo de agitación desarrollado sobre todo durante los meses de abril y mayo de dicho año, esta filial se nutriría de varios de los integrantes de la Asociación Revolucionaria de Cultura Obrera, como así también de varias figuras fundacionales del posterior Partido Comunista. En este sentido, el grupo sería nuevamente conducido por Manuel Mora Valverde, al que se le sumarían otros estudiantes como Claudio Alvarado Oreamuno, Celio Remo Porras, Luis Carballo Corrales, Jaime Cerdas Mora, Manuel Zamora, Ricardo Coto Conde, Fernando Mora y el estudiante venezolano exiliado Rómulo Betancourt, quien había llegado a Costa Rica en 1929. El principal blanco de los ataques de esta sección de la Liga estuvo centrado en la figura de Raúl Gurdián Rojas, Secretario de Gobernación y Policía en 1931, quien se había ocupado de cerrar una radioemisora de la ciudad de Heredia que estaba combatiendo a las compañías eléctricas (de las que el mismo funcionario había sido su abogado), estableciendo además una política de censura contra aquellos libros de tendencias radicales que entraban al país. La denuncia terminaría por conmover a la sociedad costarricense de la época al no circunscribirse únicamente a los militantes comunistas, sino también a los intelectuales críticos al gobierno, como era el caso de García Monge. Así, los efectos de la llamada Ley Gurdián terminaron por afectar no tan sólo al universo militante de las todavía incipientes filas marxistas del país, sino más aún, a todos aquellos intelectuales progresistas y, por ende, opositores al represivo régimen de Cleto González Víquez (De la Cruz, 1983: 241-2) (15).
Fue en este difícil contexto, bajo vigilancia y detenciones policiales y en un grave cuadro social de agudización de la pobreza y del desempleo, que un grupo de militantes mayormente enrolados en ARCO contribuyeron el 6 de junio de 1931 a fundar el Partido Comunista de Costa Rica (PCCR), bajo influencia directa del Buró del Caribe, creado un año antes y con sede en Nueva York (16). Con Manuel Mora Valverde al frente como Secretario General, el flamante partido tuvo en su comisión directiva original a otros tres fundadores y responsables del funcionamiento de la Liga Antiimperialista: los estudiantes Luis Carballo Morales, Ricardo Coto Conde y Jaime Cerdas Mora, con lo cual si por un lado se quería favorecer la coordinación entre ambas organizaciones, en realidad no se hacía más que revelar la escasez de militantes capaces de asumir eficazmente puestos dirigenciales, con la complicación añadida de la falta de funcionamiento de las dos entidades si, por alguna razón y de improviso, este grupo no podía continuar desempeñando sus funciones directivas. Por otra parte, y más allá de esta fuerte presencia estudiantil en los principales lugares del partido, sus vocalías terminarían siendo mayormente ocupadas por aquellos militantes provenientes del campo obrero y artesanal, revelándose en este sentido, y a contrapelo de las directivas de la Comintern, la primacía que seguían teniendo los cuadros provenientes de las clases medias por sobre aquellos otros de extracción proletaria (17). Con un credo revolucionario y antiimperialista manifestado desde la misma introducción del Programa Mínimo (18), pronto el Partido Comunista tendría una gravitación cada vez mayor al encabezar varias manifestaciones en contra de la situación social en el país: por supuesto, esto no ocurrió sin que el gobierno comenzara a reprimir al flamante partido y a sus principales representantes obreros, incluso expulsando del país a algunos de sus dirigentes de origen extranjero. En tanto que hacia el siguiente mes de julio de 1931 dejaría de salir el periódico Revolución, de ARCO, para ahora ser reemplazado por Trabajo, editado como boletín del Partido Comunista de Costa Rica.

Junto con una labor estrictamente organizativa, el Partido Comunista de Costa Rica orientó sus primeros pasos en un sentido de reforzamiento de su base sindical original, principalmente entre los ebanistas, al tiempo que se orientaba también hacia aquellos sectores de la pequeña burguesía proletarizados a partir de la profunda crisis económica. Por otro lado, la prohibición existente para denominar a la naciente organización como “Partido Comunista de Costa Rica” frente a la próxima contienda electoral de 1931, obligó a su re nombramiento como “Bloque de Obreros y Campesinos”, fórmula impuesta por estos años por la Comintern como estrategia excluyente de toda organización partidaria afiliada a los preceptos de Moscú. Esta primera participación fue exitosa en las elecciones locales de San José, posibilitando la entrada a la legislatura de esa ciudad a dos representantes del nuevo partido, Adolfo Braña y Guillermo Fernández. Las contradicciones, sin embargo, volvían a revelarse cuando en el seno legislativo, estos dirigentes se pronunciaban por la violencia revolucionaria, por la necesidad de un gobierno puramente obrero y, consecuentemente, por su rechazo a colaborar con los gobiernos burgueses.
Por otra parte, una de las primeras iniciativas encaradas por el PCCR fue la refundación de la Universidad Popular, una de cuyas materias, “Historia de la Penetración Imperialista en América Latina”, contó también con el apoyo de la Liga Antiimperialista. Asimismo, a principios de octubre de 1931, el Partido colaboró con la fundación de la Biblioteca Lenin, radicada en la Universidad Popular, donando medio millar de libros y revistas recolectados en su mayor parte por medio de la Liga. Sin embargo, y pese a la utilización ocasional de la Liga por parte del Partido, sobre todo, en aquellas iniciativas en las que la denuncia anticolonial ocupaba un lugar de primacía, lo cierto es que la entidad antiimperialista se encontraba debilitada a causa de la adopción de la estrategia de “clase contra clase” recomendada por la Comintern, la que la hacía ver, sobre todo, como una organización con intereses primeramente pequeñoburgueses y a la que, por tanto, convenía desactivar en su actividad política concreta. Sería recién desde fines de 1932 y sobre todo, a partir de 1933, cuando la estrategia radical y sectaria comenzaba a dar las primeras muestras de agotamiento y en momentos en que el fascismo iba a convertirse en la peor amenaza para la supervivencia de la Unión Soviética y del comunismo en general, que la Liga Antiimperialista volvería a tener cierta actividad, propiciada ahora por una renovada política frentista insuflada directamente desde Moscú y mediada en este caso por el Buró del Caribe. Aunque ya no pudo volver a plantear iniciativas políticas concretas, la Liga volvió a ocupar un lugar en la escena pública a partir de la publicación de manifiestos y convocatorias.
Un buen ejemplo de ello lo encontramos en el posicionamiento público frente a Augusto Sandino. En este sentido, la Liga Antiimperialista local, como instrumento de apoyo del Comintern, no dudó en plegarse al mandato originado desde Moscú y por el cual el comunismo latinoamericano justificaba la ruptura de relaciones con la guerrilla comandada por Sandino desde Nicaragua. El otrora aliado, convertido ahora en un enemigo bajo la estrategia del Tercer Período, resultó acusado por los comunistas de traición a los intereses del proletariado internacional, ya que según esta percepción, su lucha en realidad se había reducido a la expulsión de los marines norteamericanos de Nicaragua, sin que se hicieran efectivas aquellas reformas sociales y revolucionarias exigidas en su momento por las entidades de filiación marxista. Sumándose entonces al rechazo generado por la figura de Sandino, la sección costarricense de la Liga Antiimperialista emitió un documento en enero de 1933, poco antes de que se firmara el acuerdo de paz en Nicaragua, en el que se afirmaba que “los centenares de sus compañeros serían hoy millares de millares si a su consigna justa, pero limitada de ‘Fuera los yanquis’, hubiera agregado otras: ‘La tierra para el que la trabaja’, ‘El gobierno para los obreros y campesinos’, ‘No más argollas de los explotadores en alianza con el imperialismo de afuera’” (citado en Cerdás, s/a: 123).
Tiempo después, en mayo de 1933, la realización en San José del II° Congreso de la Confederación Centroamericana de Estudiantes (CIADE) se presentó como un espacio idóneo para que los jóvenes dirigentes del PCCR pudieran dar a conocer varios de sus planteos en torno a cuestiones como el imperialismo, la toma del Estado, la defensa de la Unión Soviética frente a la amenaza fascista, etc. Sin embargo, y pese a que desde la propia Comintern se comenzaba a dejar atrás las posiciones sectarias para dar lugar a futuros frentes y alianzas, también se convirtió a éste en un espacio de denuncia frente a aquellas posturas señaladas como oportunistas, pro burguesas o indulgentes frente a la hegemonía estadounidense en la región. Seguramente con la idea de reforzar su influencia en el área centroamericana y aprovechando que el Partido Comunista Mexicano se encontraba en pleno proceso de reconstrucción, la sección norteamericana de la LADLA envió a una de sus dirigentes, Dora Zucker, especialista además en el trabajo de organización de los trabajadores negros. Luego de celebrado el congreso, el cuadro norteamericano fue aprovechado para revitalizar a la Liga local por medio de su participación en mítines antiimperialistas y antifascistas desarrollados en distintos puntos de Costa Rica. Sin embargo, su expulsión del país, sumada a la detención policial y al posterior destierro de algunos dirigentes comunistas a la vuelta de una misión sindical en Limón, impidió el fortalecimiento de estos vínculos entre las organizaciones antiimperialistas costarricense y estadounidense.
Ciertamente, se trató de un duro golpe para el PCCR, el que a partir de entonces debió desarrollar sus actividades bajo una estrecha mirada policial. Pero si bien estos obstáculos no impidieron que para las siguientes elecciones de 1934 el partido obtuviera dos escaños parlamentarios, en cambio parecieron hundir todavía más la labor ya en declive de la filial de la LADLA. No resulta extraño, entonces, que la principal iniciativa anticolonial de esta época, la huelga bananera de 1934 en contra de la United Fruit Company, la haya encarado directamente el Partido Comunista y no la Liga Antiimperialista, al parecer más concentrada en la difusión de propaganda y en la solidaridad con el movimiento popular nicaragüense y salvadoreño (19). Con todo, sería ésta una de las últimas apariciones de la Liga, ya que el siguiente congreso internacional de la Comintern, el séptimo, celebrado en 1935, a la vez que reconocería el status oficial del Partido Comunista de Costa Rica como miembro pleno de la organización, certificaría la disolución de entidades como la LADLA o, eventualmente, su reconfiguración como frentes antifascistas, más a tono con los nuevos tiempos que habían comenzado a correr y teniendo en cuenta las nuevas hipótesis de conflicto que podían afectar la supervivencia de la Unión Soviética. Fue ese, entonces, el fin de esta sección local, una organización que más allá de la potencialidad que tuvo en otros países de la región, no alcanzó en este caso un nivel de actividad y participación similar, menos aún, ya durante la primera mitad de los años ’30, con el Partido Comunista en plena actividad.

Algunas consideraciones finales

En el caso costarricense, la Liga Antiimperialista pareció haber cumplido un destacado papel más allá de la propia actividad con la que fue originalmente ideada, es decir, como una entidad de denuncia y movilización frente a los atropellos del expansionismo foráneo. Particularmente, ella fue exitosa como una de las primeras organizaciones cominternistas del país, que incluso antecedió a la formación del Partido Comunista local en más de cuatro años. Por ello, no es de extrañar que la Liga se constituyera también como una especie de escuela de formación de los futuros cuadros del particular marxismo tico, tan diferente por su propia idiosincrasia política a aquellos otros surgidos en conflictivos países vecinos como Nicaragua y El Salvador. En este sentido, la Liga tuvo un papel definido en cuanto a la transmisión de conocimientos, valores y rituales propios de una cultura cominternista que apenas comenzaba a hacer pie en Costa Rica en la segunda mitad de los años ’20. Por lo mismo, parecería que en realidad el papel de esta organización se redujo más bien a esa funcionalidad, cayendo en una especie de letargo una vez que estos cuadros en formación finalmente pudieron “profesionalizarse” en 1931 con la creación del Partido Comunista local. En todo caso, la recreación de la Liga bajo tres formas distintas, ya sea con un perfil más universitario, más obrero o más partidario, nos da también la pauta de la debilidad en su estructura organizativa a punto tal de dificultar sus labores a lo largo del tiempo.
Por otra parte, y como contraparte, es llamativo que en cuanto a su labor en el campo de la lucha anticolonial, la Liga haya cumplido más bien una actividad de tipo marginal o bien de tipo limitada. Esto puede responder a varias causas, entre las que se encuentran algunas ya mencionadas a lo largo de este trabajo: una situación de relativo aislamiento geográfico; un bajo nivel de conflictividad social y política, lo que probablemente generó que a Costa Rica se le restara importancia frente a la mirada de algunos centros comunistas de la región en la intención de contribuir a la expansión de esta ideología en el área centroamericana; y, con relación a esto último, las dificultades encontradas por la Comintern para terminar de instalarse en este país, frente a la existencia de otras opciones políticas tanto o más atractivas como podían serlo las distintas expresiones del nacionalismo, el reformismo, el aprismo, etc. Finalmente, también resulta probable que la situación de cierta tolerancia encontrada por el PCCR y la relativa liberalidad de los gobiernos sucedidos durante la década del ’30, sumado esto a la temprana vocación legalista de los comunistas costarricenses (más allá de un radicalismo inicial que hoy luce, más que nada, como un dato excepcional), haya hecho innecesaria su actuación a través de entidades satélites y de apoyo, como lo era la Liga, que podían fácilmente encubrir su naturaleza roja, tal como ocurría en otros lugares de América Latina.
Por todos estos motivos mencionados, y tal como usualmente se considera al movimiento comunista local, podemos ver que también en este caso la Liga Antiimperialista de Costa Rica puede ser interpretada como un factor de excepción en medio del contexto regional en el que actuó. De este modo, y en vez de ser soporte de partidos marxistas ya establecidos, o bien un sector de apoyo para la pronta constitución de estos, tenemos en esta nación un ejemplo prácticamente inédito de una organización que, directamente, se convirtió en un ámbito de aprendizaje teórico a la que vez práctico para una buena parte de la primera generación de comunistas costarricenses.

Notas

1. Como el propio Omar Dengo lo expresaría, “el Centro Germinal fue fundado de acuerdo con un importante movimiento internacional de propaganda por la cultura del proletariado que responde, a su vez, a la inconmovible convicción filosófica que consagra la cultura en su más amplia forma, como base indispensable de toda labor emancipadora, ya sea individual o colectiva” (Gamboa, 1990: 16).
2. Si bien esta fundación reconoce algunos antecedentes de organización política de los sectores populares costarricenses desde fines del siglo XIX, cuando fueron constituidos sindicatos y entidades gremiales de panaderos y tipógrafos, de mayor influencia anarquista durante las siguientes décadas (Cerdas Cruz, 1986: 314-315).
3. La United Fruit Company se convirtió en un verdadero símbolo de la penetración neocolonial en Centroamérica y, particularmente, en Costa Rica. En este sentido, la exportación del banano, junto con la del café, para el mercado británico, terminó de situar a este país como dependiente de una economía central y en el que todos los productos de primera necesidad debían ser importados (Cerdas Cruz, 1986: 313).
4. El entramado de redes políticas e intelectuales tejidas desde México por una publicación como El Libertador fue realmente importante para su época. Basta ver para ello el listado de revistas partidarias, académicas y culturales que, junto con la mencionada Repertorio Americano, fueron puestas en contacto entre sí o afianzadas en vinculaciones previamente establecidas gracias a la publicación del boletín de la Liga Antiimperialista continental: El Boletín del Torcedor (La Habana), Justicia (Montevideo), La Internacional (Buenos Aires), Crítica (Buenos Aires), Man Set Yat Po (órgano del Kuo Min Tang de Cuba), La Chispa (Buenos Aires), Imprekor (Viena), La Protesta (Buenos Aires), Claridad (Bogotá), Renovación (Buenos Aires), Repertorio Americano (San José de Costa Rica), Revista de Oriente (Buenos Aires) y The Workers Monthly (Chicago).
5. En sus números 9-10 correspondientes a los meses de septiembre y octubre de 1926.
6. Participaron de este mitin la Confederación de Sociedades Ferrocarrileras, la Liga Nacional Campesina, la Unión de Carpinteros y Similares, la Sociedad de Alumnos de la Preparatoria, la Liga de Comunidades Agrarias del Estado, etc., la sección mexicana del Kuo Min Tang y de la Acción Iberoamericana, entre muchas otras entidades, al mismo tiempo que fungieron como oradores José Allen, fundador del Partido Comunista Mexicano; el profesor José Romano Muñoz, por aquel tiempo, jefe de la sección Preparatoria de la Universidad Nacional de México y autor del Proyecto de Ley sobre la Reforma Universitaria; y, Julio A. Mella, fundador de la sección cubana de la Liga Antiimperialista de las Américas, y secretario general de su Comité Continental de Organización. Por otra parte, el comité MAFUNIC fue fundado inicialmente en la Ciudad de México, con el peruano Jacobo Hurwitz, ex dirigente aprista devenido comunista, al frente. Bajo la impronta de la LADLA y, a través suyo, de la Comintern, pronto el MAFUENIC generó otras bases de apoyo dentro de la república mexicana y, fuera de ella, en los Estados Unidos y Guatemala, además de la que aquí se menciona en Costa Rica.
7. Haya de la Torre se encontraba para ese entonces en medio de una gira política centroamericana cuyo propósito era llegar a Nicaragua, para acercarse a la lucha de Sandino y “combatir al imperialismo en sus propios dominios”. Este periplo lo llevó de Yucatán primero a Guatemala, de dónde salió deportado, y luego a El Salvador, país en el que debió pedir asilo en la embajada mexicana. Al negarse a desembarcar en Nicaragua, entonces siguió viaje a Costa Rica (Pakkasvirta: 2000).
8. Para esta época, existían filiales apristas (sobredimensionadas en la historia de la propia agrupación) en Buenos Aires y Ciudad de México, así como también en países como Bolivia, Chile, Perú, El Salvador, Guatemala, Puerto Rico, República Dominicana y Cuba. Asimismo, se habían constituido filiales en las ciudades europeas de París y Londres.
9. Como bien se ocupó de denunciar el propio Augusto Sandino en una misiva al Congreso Antiimperialista reunido en la ciudad de Frankfurt en 1929, el apoyo a su guerrilla no resultaba menor si tenemos en cuenta que, en el marco de la Unión Panamericana, el gobierno de Costa Rica, junto con los de Estados Unidos, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua operaban como garantes del orden y del respecto a la Constitución en Centroamérica (pese, por cierto, a la constante y disruptiva influencia de la potencia del norte en esta región) (Kersffeld, 2008).
10. Se sumaron además a los distintos frentes de esta lucha otros hombres de la cultura y de las letras costarricenses como Abelardo Bonilla, Ramiro Aguilar Villenave, Ricardo Rojas Vicenzi, Carlos Salazar Gagini, Noé Solano Vargas, J. Francisco Villalobos, Justo A. Facio, Moisés Vicenzi y José Ángel Zeledón.
11. Ambos agrupamientos, ARCO y el Partido Popular, recibieron en 1929 una invitación por parte de la Internacional Sindical Roja para asistir a Montevideo, al congreso formativo de la Confederación Sindical Latinoamericana. Ante la falta de recursos, se delegó en el grupo salvadoreño la representación para dicho cónclave. Por otra parte, cabe también mencionar que ARCO no sería el único agrupamiento que se conformaría por esta época, en una línea de acción izquierdista y anticolonial, y en profunda vinculación con la Liga Antiimperialista. En este sentido, también participaron, desde un lugar más modesto, colectivos como la Asociación Acción Proletaria, con un perfil obrerista mucho más marcado y en vinculación a su vez con la Asociación de Estudiantes de Cuestiones Eléctricas, entidad fundada por Carmen Lyra (en un proceso de mayor acercamiento a la ideología comunista) y con la intención de denunciar las condiciones abusivas impuestas en el país por el trust eléctrico.
12. Este extremismo, no exento de ingenuidad, resultó palpable en el intento de secuestro en 1930 del presidente Cleto González Víquez, en una acción que en principio iba a ser coordinada con un grupo de militares y civiles de la oposición (Melgar Bao, 2007: 394).
13. Relación de documentos sobre México en el Centro Ruso (Biblioteca Manuel Orozco y Berra-Instituto Nacional de Antropología, México) Rollo N° 13/533-4-163 y 164.
14. Por lo tanto, era ésta una definitiva prueba de la capacidad de influencia ejercida por la Internacional de la Juventud Comunista, influencia que incluso ya se había expresado cuando, en 1929, al celebrarse el segundo congreso antiimperialista mundial (esta vez en la ciudad alemana de Frankfurt), se llevó a cabo paralelamente un encuentro de las juventudes revolucionarias y anticolonialistas con la intención declarada de auspiciar la conformación de estos círculos de lucha dentro de la estructura operativa de las Ligas esparcidas por todo el mundo.
15. El ministro Gurdián justificaría su controvertida propuesta al afirmar que “A causa de la tolerancia de los gobiernos que han tenido en estos asuntos, el país está invadido de literatura comunista, venenosa, perjudicial en todo sentido a la salud espiritual del pueblo y cuya importancia precisa a todo trance impedir”. Finalmente, el 6 de mayo de 1931, el Presidente y su Ministro de Gobernación acordaron el Decreto N° 394 por el cual quedó “terminantemente prohibido circular por medio del correo toda clase de publicaciones comunistas o que tengan tendencias disociadoras; o que vayan contra la seguridad del Estado y del orden público” (citado en De La Cruz, 1983: 242).
16. Si bien fue a partir de un manifiesto de 1934 que este partido se denominó como Sección de la Internacional Comunista, ésta dilató su tratamiento e incorporación hasta 1935. Hasta entonces sólo pudo desempeñarse, apenas, como una “organización simpatizante” (Cerdas Cruz: 1986: 340). De todos modos, y según la opinión de Manuel Caballero, se trató del “más grande partido de América Central y uno de los más exitosos del continente entero” (1988: 91).
17. Su Comité Ejecutivo Provisional se conformó con los siguientes nombres: Secretario General, Manuel Mora Valverde; Secretario de Actas, Luis Carballo Morales; Secretario de Correspondencia, Ricardo Coto Conde; Secretario de Finanzas, Jaime Cerdas Mora; Vocales, Efraín Jiménez Guerrero, Carlos Martín Obando, Gonzalo Montero Berry, Alfredo Valerín, José Barquero y Anselmo Soto (De la Cruz, 1983: 247-8).
18. Los párrafos introductorios del Programa Mínimo planteaban que “Costa Rica es un país de economía dependiente o semicolonial, por cuanto su industria, economía y agricultura están mediatizados por el imperialismo de los grandes países capitalistas (Estados Unidos, Inglaterra, etc.). Debido a este hecho fundamental, la implantación del programa comunista integral (abolición de la propiedad privada, socialización de los medios de producción, etc.) no se pondrá a la orden del día en el país sin haberse ya realizado la revolución social en las metrópolis de que dependemos económicamente o sin la concurrencia de factores especialísimos, que permitieran organizar la economía y la vida social del país, sobre bases totalmente comunitarias sin provocar intervenciones imperialistas” (De la Cruz, 1983: 249).
19. Rodolfo Cerdas Cruz, en La hoz y el machete, menciona incluso la indiferencia de la sección estadounidense de la Liga con respecto a la filial costarricense, cuando el venezolano Ricardo Martínez, uno de los cuadros dirigentes del Buró del Caribe, directamente dejó sin respuesta un pedido concreto efectuado por Manuel Mora (1986: 325).

Bibliografía:

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CALVO, Gilberto y Francisco Zúñiga Díaz (comps.) (1980) Manuel Mora Valverde. Discursos (San José, Costa Rica: Editorial Presbere).

CERDAS CRUZ, Rodolfo (1986) La hoz y el machete. La Internacional Comunista, América Latina y la revolución en Centroamérica (San José, Costa Rica: Editorial Universidad Estatal a Distancia/EUNED).

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MELGAR BAO, Ricardo (2007) “Una cultura política en formación: los cominternistas centroamericanos”, en Crespo, Horacio et al. El comunismo: otras miradas desde América Latina (México: UNAM/Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades).

MOLINA JIMÉNEZ, Iván (2002) Un pasado comunista por recuperar: Carmen Lyra y Carlos Luis Fallas en la década de 1930, en http://www.helsinki.fi/hum/ibero/xaman/articulos/2002_01/molina.html (consultado el 10 de marzo de 2009)
PAKKAVISTA, Jussi (2000) Víctor Raúl Haya de la Torre en Centroamérica ¿La primera y última fase del aprismo internacional? (San Salvador, El Salvador) Ponencia presentada en el V° Congreso Centroamericano de Historia.

La Fuerza Armada de Venezuela, el verdadero poder detrás del trono

La Fuerza Armada de Venezuela, el verdadero poder detrás del trono
Yahoo en Español Noticias
Por Maye Primera | Yahoo en Español Noticias – vie, 28 mar 2014

La primera noche del velatorio de Hugo Chávez, el jefe del Comando Estratégico Operacional de Venezuela –puente directo entre las tropas de la Fuerza Armada Nacional y la Presidencia de la República— se detuvo a saludar uno a uno a los soldados y oficiales que hacían fila junto a sus familias en el patio interno de la Academia Militar para asomarse al ataúd durante tres segundos y cuadrarse frente al comandante por última vez. “¿Cuándo llegaste? ¿De dónde vienes? ¿De San Juan de los Morros?”, preguntaba el general Wilmer Barrientos a cada cual.

Y cuando se formó un corro a su alrededor, el general dio a todos este mensaje sobre el papel que debían jugar los militares en el futuro de la ‘revolución’ que comenzó Chávez en el seno mismo de los cuarteles: “No me fallen. Ustedes deben ser soldados estadistas, no porque deban estudiar de estadística, sino porque deben conocer el Estado venezolano. Deben estudiar economía, política, como siempre les decía Chávez, para que esta revolución sea socialista y bolivariana”. La tropa asentía, en la certeza de su responsabilidad. Hacía ya mucho que Hugo Chávez había convertido a la Fuerza Armada Nacional en su verdadero partido de Gobierno y tras su muerte, en ella ha recaído el mayor peso –y disfrute— del poder.

Desde la muerte del presidente Chávez, anunciada el 5 de marzo de 2013, el Gobierno venezolano, a nivel nacional y regional, es aún más militar en su conformación, lo cual es decir bastante. Desde el principio de su Gobierno, Chávez incorporó a los cuarteles a su gestión de Ejecutiva: primero, como columna vertebral del Plan Bolívar 2000, el gran programa social para la distribución de alimentos y reparación y construcción de infraestructuras que antecedió a las “misiones sociales” puestas en marcha en 2008. Los oficiales también se incorporaron por cientos a la burocracia hasta sumar, al día de hoy, 1.500 uniformados activos que trabajan como viceministros o directores de despacho de un amplio Gabinete conformado por una treintena de despachos.

Diez de los 23 gobernadores de Venezuela también son ex militares –ex pupilos y ex compañeros de armas de Hugo Chávez— y fueron electos en los comicios regionales que se celebraron en diciembre de 2012, donde el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) obtuvo la mayor votación en 20 Estados. Entre ellos están cuatro de los últimos ministros de la Defensa que nombró Chávez en sus 14 años frente al Gobierno, que antes ocuparon otros cargos burocráticos: el general Ramón Carrizales, actual gobernador del Estado Apure y también ex Vicepresidente Ejecutivo, ex ministro de Infraestructura y ex presidente del Fondo Nacional de Transporte Urbano (Fontur); el general Jorge Luis García Carneiro, gobernador reelecto del Estado Vargas y ex ministro de Desarrollo Social y Participación Popular; el general Henry Rangel Silva, actual gobernador del Estado Trujillo, ex director de la antigua Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip) y ex presidente de la estatal Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (Cantv); y el general Carlos Mata Figueroa, actual gobernador del Estado Nueva Esparta, quien antes de ser ministro de la Defensa estuvo al frente del Comando Estratégico Operacional (CEO).

Tras ser declarado vencedor de las presidenciales de abril de 2013, el presidente Nicolás Maduró incorporó a un mayor número de ex militares a algunos puestos clave de su tren ministerial; especialmente en el área económica y en el área de la seguridad ciudadana, responsables de conducir la crisis financiera que atenaza las cuentas del Estado y de reducir la alta tasa de criminalidad y reprimir las protestas callejeras que se extendieron por las principales capitales del país en febrero de 2014. Es así que en enero de 2014, el general Wilmer Barrientos, ex comandante del CEO, se convirtió en ministro de Industrias y este jueves 27 de marzo, fue reemplazado por José David Cabello, hermano del presidente del Parlamento y e militar, Diosdado Cabello; y el ex general de brigada Rodolfo Marco Torres pasó a dirigir el Ministerio de Economía, Finanzas y Banca Pública. Y al frente del ministerio de Interior, Justicia y Paz fue nombrado el general mayor Miguel Rodríguez Torres, quien durante la última década ha manejado los hilos de los servicios de inteligencia de Venezuela.

El presidente Nicolás Maduro (i), acompañado del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. (EFE/MIGUEL
Al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, es a quien se le atribuye el control del ala militar del chavismo: ex teniente del Ejército (reincorporado a la FAN y ascendido a capitán en diciembre por Nicolás Maduro), ex alumno y ex compañero de armas de Chávez, participó en el fallido golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez que catapultó al presidente fallecido en la opinión pública. Los civiles del Partido Socialista Unido de Venezuela lo describen como un hombre pragmático, vinculado a negocios que involucran millonarios fondos del Estado y lo señalan como el líder “de la derecha endógena” en el seno del chavismo. El de Cabello era uno de los nombres que sonaba con más fuerza para suceder a Hugo Chávez en el poder, cuando se hizo evidente la gravedad de su enfermedad. Pero el comandante, finalmente, ungió a Nicolás Maduro como su delfín, a lo cual Cabello respondió con la frase: “Yo nunca discuto las órdenes del comandante, yo las cumplo”. Y una vez muerto Hugo Chávez, un amplio sector del chavismo sostiene que quien ahora da las órdenes no es Maduro sino él.

La denuncia de una nueva conspiración realizada este martes por el presidente Nicolás Maduro, que involucra a tres generales sin manejo de tropas, coincidió con la devaluación en 88% del bolívar fuerte frente al dólar, que resultó de la puesta en marcha, el lunes, del nuevo sistema de subasta de divisas, en el marco del férreo control de cambio vigente desde 2003. La detención aislada de estos tres oficiales, sin ofrecer mayores detalles de sus supuestos planes golpistas, luce como una cortina de humo para contrarrestar el debate público en torno a la depreciación de la moneda de local; casualmente, la mayoría de las seis decenas de conspiraciones y magnicidios que ha denunciado el Gobierno venezolano en los últimos quince años han coincidido también con importantes coyunturas políticas y económicas: elecciones, devaluaciones anteriores, picos en la crisis de los servicios públicos como el de la electricidad.

Ahora que los uniformados han incorporado al manejo de la política económica, que mantienen el monopolio de la fuerza y que han sido favorecidos con constantes aumentos de sueldo, resulta improbable pensar en un alzamiento militar. ¿Existe acaso algún espacio del mando político del que no participen? Solo les faltaría controlar la mayor fuente de riquezas del país, la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa), para completar el triángulo del poder.
Miembros de las fuerzas armadas de Venezuela asisten al desfile militar en honor Chávez. (EFE/SANTI DONAIRE)

La militancia mayoritariamente civil del chavismo incluso se ha uniformado, a petición de Chávez, al incorporarse a las Milicias Bolivarianas que son, por la vía de los hechos, el quinto componente de la Fuerza Armada Nacional. Más de 30.000 hombres y mujeres –amas de casa, empleados públicos, miembros de Consejos Comunales, jubilados y universitarios— tomaron juramento como milicianos, alzando sobre sus cabezas los viejos fusiles de asalto ligero que solía usar el Ejército, en un mitin convocado por Hugo Chávez el 15 de abril de 2010, declarado como “Día de la Milicia” para celebrar un año más de su regreso al poder tras el golpe de Estado de abril de 2002.

En la víspera de las elecciones presidenciales convocadas tras la muerte de Chávez, justo el 14 de abril de 2013, un día antes de celebrarse el “Día de la Milicia”, el Gobierno chavista que aspiraba a la reelección se ufanaba de contar con 375.000 combatientes. “Esta es una revolución pacífica pero armada”, solía decir Chávez cuando se veía amenaza. Maduro, desde que fue investido como presidente, repite esa frase como un mantra para conjurar cualquier posible mal contra la revolución que le fue encargado dirigir.

El Salvador: el conflicto de ideas entre liberales y conservadores

El Salvador: el conflicto de ideas entre liberales y conservadores Por Roberto Pineda 28 de marzo de 2014

La memoria de la resistencia

A lo largo de nuestra historia el enfrentamiento social entre las ideas de los opresores y de los oprimidos es una vigorosa llama que se ha mantenido siempre encendida. Pero rastrear este proceso no es fácil ya que por lo general los oprimidos carecen de las condiciones y recursos para grabar sus pensamientos, visiones y experiencias.

La memoria de la resistencia es un silencio poderoso porque fluye desde las canciones de nuestras abuelas y se nutre del misterio subversivo de los ríos de la palabra y del viento rebelde de los recuerdos. Los opresores por su parte poseen esclavos que graban y dibujan la autoridad de sus miradas y de sus órdenes.

No es casual que las estelas de Copan y de Tikal nos trasmitan exclusivamente los linajes de los emperadores o de la nobleza, de los comerciantes pochtecas, pero enmudezcan sobre la vida de los labriegos y sus familias, de los macehuales. Así fue en el pasado y así es en el presente. La ideología dominante es la ideología de la clase dominante.

En el caso del Copan milenario sabemos sobre la dinastía Yax Kuk Mo (Primer Quetzal Guacamaya) que gobernó mediante 16 reyes mayas por un período de cuatro siglos. Del año 426 hasta el 822 d.n.e. Su primer gobernante y fundador fue Kinich Yax Kuk Mo (426-437). Sabemos que su último gobernante fue Yax Pasah (763-822) pero ignoramos los seguros cantos de rebelión, las danzas de guerra y los gritos de protesta de sus esclavos y siervos, porque siempre donde hay lagunas de opresión hay ríos de resistencia.

Introducción

En Cihuatan (Aguilares) Tazumal (Chalchuapa) San Andrés (Zapotitan) y Quelepa (San Miguel) existen sitios arqueológicos que nos permiten deducir la existencia de estos sectores poderosos, de la antigua oligarquía indígena, aunque desconocemos sus nombres, pero también tenemos a Joyas de Ceren (Opico) que nos descubre la vivienda de los sectores populares. La lucha de clases cruzaba por los tejados de estos lejanos senderos, penetraba en sus mercados y templos, en sus canchas de juegos de pelota, en sus humildes viviendas y lujosos palacios.

Sabemos muy poco de la resistencia indígena pipil, chorti y lenca (1524-1539) ante la invasión y conquista española. Únicamente contamos con el relato de los opresores, de los mismos conquistadores. Y es desde estos relatos sesgados, en particular del Adelantado Pedro de Alvarado y sus Cartas de Relación, que hemos tenido que intuir, adivinar, descubrir, descifrar señales de resistencia. En la palabra del amo se esconde muchas veces la voz del sirviente, sus sueños y anhelos.

También desconocemos los discursos de “evangelización” de los primeros misioneros católicos, adornados seguramente de demonios e infiernos, así como de sus sordos conflictos con los encomenderos, de los diferentes estilos del primer ejército ideológico, y sus cuatro osados regimientos, los franciscanos, dominicos, mercedarios y juaninos.

Sabemos que estos religiosos luego de terminado el periodo del enfrentamiento militar, se establecieron en las dos únicas ciudades españolas de la época: San Salvador y La Trinidad (Sonsonate) y desde allí incursionaron como misioneros “doctrineros” a los pueblos circunvecinos. Sus espadas relucientes herían con más fuerza que la de los soldados porque buscaban arrebatarnos el corazón rebelde y en alguna medida lo lograron, luego de muchos inviernos nos despojaron del idioma y lograron arrinconar a nuestros dioses en cuevas lejanas, y domesticaron a muchos de nuestros caciques, pero no pudieron destruir la semilla de la resistencia, nuestra fe en la lucha por la justicia y nuestro grito de dignidad.

Los primeros misioneros católicos en establecerse en San Salvador fueron los dominicos, que fundaron un convento en 1551, en 1574 llegaron los franciscanos y en 1594 los mercedarios. Los primeros en La Trinidad fueron los dominicos en 1570, los franciscanos en 1574 y los mercedarios en 1599.

Seguramente estos frailes españoles se dividían en partidarios de los tradicionales y crueles castigos infernales y terrenales, congruentes con el pensamiento hispánico, defensor abierto de la ideología imperial y por el otro lado, algunos simpatizantes del dulce paternalismo benefactor, expresión edulcorada de la misma ideología imperial de la Corona española.

Posteriormente, ya durante la colonia, fueron manifestándose diferencias con respecto a las relaciones con el imperio español. Ya para entonces los llamados criollos y algunos mestizos claramente se separaron de la visión dominante y asumieron los ideales progresistas de la ilustración europea. Y a partir de estas ideas encabezaron la lucha por la independencia del yugo español. Otro sector y en particular la jerarquía eclesiástica y los grandes comerciantes, representaron el pensamiento colonial conservador, reaccionario. Y fueron estas dos visiones las que se enfrentaron por definir el rumbo de nuestra historia.

Logran estos sectores de criollos y mestizos en 1821 una salida negociada al conflicto luego de diversos intentos insurreccionales por apoderarse del poder colonial. Se firma el Acta de Independencia el 15 de septiembre y se establece la patria del criollo, iluminada por las ideas de los enciclopedistas pero afincada en una sociedad de carácter feudal. El liberalismo se convierte en la ideología dominante en pugna con el pensamiento conservador clerical. Surgen en el siglo XIX dos personalidades que encarnan esta doctrina liberal y que le imprimen su propio sello.

En la primera mitad del siglo XIX el General Francisco Morazán y en la segunda el General Gerardo Barrios. El primero representa e inicia el liberalismo unionista, anticlerical, combativo. El segundo el liberalismo económico, ya más vinculado a lo que algunos llaman “El paisito.” Ambos enfrentaron la oposición encarnizada de sectores conservadores y ambos murieron fusilados. Pero sus seguidores logran imponerse en el manejo del aparato de estado poscolonial.

Pero es en la década del veinte del siglo XX cuando llegan al país nuevos paradigmas que iban a chocar espadas y dejar su huella en la historia nacional. Llegan desde la lejana Rusia las ideas del marxismo revolucionario, que se convierte rápidamente en la doctrina hegemónica del movimiento obrero y popular hasta nuestros días. Llegan incluso antes las ideas del anarquismo que se disputan al sector artesanal de la incipiente clase obrera. Llegan las ideas reformistas del movimiento obrero vinculado a la II Internacional de Ámsterdam.

Nacen las ideas también reformistas de la última fase del liberalismo encarnadas en la doctrina del Mínimum Vital y del laborismo criollo. Surge el feminismo militante con Prudencia Ayala, así como el antiimperialismo nacido de la solidaridad con Nicaragua y principalmente con Sandino. Y también florecen las ideas del autoritarismo militar que posteriormente marcarían buena parte del siglo XX.

A principios de la década del cuarenta toman fuerza las ideas del fascismo alemán e italiano en algunos sectores de las comunidades locales, originarias de estos países. A principios de los años sesenta surgen en el marco de los sectores democráticos los pensamientos democratacristiano y socialdemócrata. A mediados de los setenta en el seno de la izquierda surge el pensamiento trotskista así como en sectores rurales del occidente del país, el pensamiento indigenista. En los años ochenta nace el ecologismo. Y ya en el siglo XXI renace el pensamiento anarquista.

Identificamos catorce corrientes ideológicas en la historia de las ideas políticas en El Salvador a lo largo de dos siglos: conservatismo, liberalismo, antiimperialismo, marxismo, militarismo, anarquismo, reformismo, feminismo, fascismo, democracia cristiana, social democracia, trotskismo, indigenismo y ecologismo. A continuación hacemos un breve recorrido por estas catorce vertientes ideológicas, por sus orígenes, ideas principales, personajes representativos y su impacto en la vida nacional.

1. El conservatismo

Orígenes

La génesis del pensamiento conservador se identifica con la reacción a la Revolución Francesa y la Ilustración ( Aufklarung) por los partidarios del ancien regime. El término conservador, viene del latín conservare que significa preservar y se refiere a la corriente política que defiende el estatus quo y lucha por la preservación de las tradiciones e instituciones establecidas. En esa época defendieron la monarquía absoluta como forma insuperable de gobierno.

Se considera al anglo-irlandés Edmundo Burke como el más destacado ideólogo del pensamiento conservador por su crítica al significado universal de la Revolución Francesa. El conservadurismo es, en esencia, contrarrevolucionario, nace como reacción a la Revolución Francesa y desde esta óptica desencadena movimientos contrarrevolucionarios.

Ideas principales

Los conservadores son enemigos de los cambios políticos; en lo social defienden los valores de la familia tradicional, de la Iglesia Católica y del Nacionalismo; en lo económico se manifiestan por la implantación de políticas proteccionistas en oposición a las doctrinas del librecambismo. Son defensores de la ley y el orden y del principio de autoridad.

Tienen como fundamento filosófico la teología medieval basada en la escolástica, derivada de Tomas de Aquino, que plantea el principio que la realidad está sujeta a un plan divino y que los acontecimientos sociales y políticos forman parte de los planes de la Providencia. Para el conservador monárquico la soberanía o derecho de gobernar reside en el monarca, mientras que para los liberales en el pueblo. Entre las propuestas conservadoras estaba la de proteger al comercio, a la iglesia y a las instituciones coloniales. Eran conocidos popularmente inicialmente como los bacos y luego como los serviles e incluso ser viles.

El investigador mexicano Alfonso Noriega distingue seis rasgos básicos del pensamiento conservador:
a. El providencialismo histórico (un designio divino dirige la sociedad)
b. El prejuicio (la creencia arraigada y añeja) y la tradición sobre fórmulas utópicas
c. la convicción que toda civilización requiere de un orden jerárquico y desigual de la sociedad.
d. La condición de la libertad es el respeto a la propiedad privada que conlleva necesariamente una desigualdad material.
e. Se gobierna desde la tradición y el prejuicio de una tierra, no mediante grandes teorías universales
f. El cambio (gradual, consensuado) sobre la reforma (repentina, unilateral).

Personajes

En el marco de la lucha por la independencia surge la primera generación de partidarios del pensamiento conservador. En los debates para definir el rumbo político de la región centroamericana sobresalía el ideólogo independentista José Cecilio del Valle, director del periódico El Amigo de la Patria, que luego fue acompañado por Manuel José Arce. A nivel eclesial sobresale el arzobispo de Guatemala, Ramón Casaus y Torres.

Este último enfrentó por medio de su labor conspirativa y homilías los movimientos independentistas de 1811 y 1814 así como el esfuerzo de José Matías Delgado de erigirse en obispo de El Salvador. Casaus fue un fiel aliado del Capitán General José de Bustamante y Guerra. En 1829 fue expulsado por el General Morazán del territorio centroamericano.

Durante mediados del siglo XIX el personaje más representativo de esta tendencia política fue el guatemalteco Rafael Carrera que gobernó ese país de 1842 a 1865. Carrera inicia en 1837 la lucha armada contra el régimen unionista de Francisco Morazán, y logra en 1838 separar a Guatemala de la Federación, ese mismo año invade El Salvador pero es derrotado por las tropas morazanistas y en 1839 declara a Guatemala como nación independiente. En 1859 cede ingenuamente el territorio de Belice al Imperio Británico. En 1863 invade de nuevo a El Salvador y logra el derrocamiento del liberal General Gerardo Barrios.

Entre las principales acciones de Carrera se encuentra la de instalar ese año de 1863 en El Salvador al primer presidente conservador, el cafetalero Francisco Dueñas, que gobierna hasta 1871 y se convierte en fiel defensor de las tradiciones e instituciones religiosas y opositor de los ideales liberales unionistas, por lo que enjuicia y ejecuta al General Gerardo Barrios el 29 de agosto de 1865; además Dueñas es iniciador de una ya centenaria familia oligárquica cafetalera, hoy dedicada al negocio de bienes raíces.

El programa político de Dueñas tenía tres pilares: la defensa de los intereses y el rol dirigente de la Iglesia Católica; el mantenimiento de las instituciones y legislación colonial; y la férrea oposición a los ideales y movimientos a favor de la unión centroamericana. Indudablemente, la cultura política de las sociedades centroamericanas y en particular la salvadoreña ha estado influenciada fuertemente por este pensamiento desde las luchas por la independencia hasta el presente. En la actualidad existen algunos sectores al interior de ARENA que comparten esta visión ideológica.

2. El liberalismo

Orígenes

El liberalismo político es hijo de la Ilustración europea y sostiene la subordinación del poder religioso al civil; se plantea la búsqueda de la felicidad y esto queda plasmado en la Constitución de Estados Unidos y posteriormente en las ideas, personajes, documentos y jornadas de la Revolución Francesa de 1789. Cuestiona la sociedad estamental del aristocrático ancien regime y se posiciona como la ideología predilecta de la clase capitalista, de la naciente burguesía que proclama ante el régimen feudal: libertad, igualdad y fraternidad. En particular, la libertad de explotar a la clase obrera y oprimir a los sectores populares.

Ideas principales

El liberalismo es el predominio de la razón del mercado contra las tinieblas de las haciendas feudales. En términos estéticos surge el neoclasicismo, símbolo del renacimiento italiano. En el campo religioso, las 95 tesis de Martín Lucero desafían y quiebran a la iglesia católica institucional con sede en Roma y dan origen a las iglesias protestantes. En el terreno de la filosofía, las obras de los enciclopedistas franceses dirigidos por Voltaire, junto con las corrientes racionalistas (la razón debe prevalecer sobe el dogma) y empiristas (la experiencia debe privar sobre la creencia) inglesas.

El liberalismo proclama la libertad individual como principio y surge en el marco de la revolución industrial. Se fundamenta en la defensa de las libertades y los derechos individuales de pensamiento, conciencia y asociación. Establece la igualdad jurídica de los ciudadanos ante la ley así como la división de poderes y el predominio de la ley fundamental o constitución. Origina los derechos civiles y políticos. Es el marco filosófico en que descansa nuestro sistema jurídico y político.

La esencia del pensamiento económico liberal esta plasmado en la célebre frase de los fisiócratas franceses: laissez faire, laissez passer: la monde va de lui meme. O como lo planteaba el inglés Adam Smith, la sociedad y la economía se conducen y equilibran mediante la mano invisible del mercado. Dentro de la visión liberal los sectores indígenas eran considerados como salvajes a los cuales había que “civilizar” para integrarlos a la civilización.

Esto explica que fuera un gobierno liberal, el del morazanista Mariano Prado, el que enfrenta y derrota la heroica rebelión indígena de Anastasio Aquino en 1833. Así como que fuera otro gobierno liberal, el de Rafael Zaldívar, el que disuelve las comunidades indígenas y los ejidos municipales, para fortalecer la producción de café.

Personajes

La lucha por la independencia centroamericana originó el surgimiento de los primeros movimientos ciudadanos y sus portavoces. Entre estos sobresalen en un primer momento las figuras de José Matías Delgado, Manuel José Arce, los hermanos Nicolas, Vicente y Manuel Aguilar, Pedro Pablo Castillo y José Santiago Celis, entre otros. También estaba el Dr. Pedro Molina, director del periódico El Editor Constitucionalista, que respaldaba a la poderosa familia guatemalteca Aycinena, que pugnaba por sus propios intereses por una mayor apertura comercial. Eran conocidos popularmente al inicio como los cacos y luego como los fiebres. Muchos de ellos abrazaron las creencias de la masonería.

Esta primera generación de luchadores independentistas, partidarios de las ideas del liberalismo europeo, comprendía desde sectores de criollos moderados hasta sectores de mestizos y mulatos radicales. Los unos aspiraban a cierto nivel de autonomía en el marco de una monarquía constitucional mientras los otros a una independencia total. En la entonces Intendencia de San Salvador las notas de La Marsellesa como himno subversivo precedieron a los acordes futuros de La Internacional.

Esta primera generación liberal, en el caso salvadoreño, refleja los intereses de los añileros exportadores, apoya la liberación del comercio que estaba bajo el poder de comerciantes guatemaltecos aliados con las casas comerciales españolas; la separación entre iglesia y estado para quitarle los privilegios a los jerarcas eclesiásticos; la abolición de privilegios para los llamados peninsulares, españoles nacidos en Europa; y lucha por un régimen federal, que garantizara la autonomía de cada provincia.

Una segunda generación de luchadores liberales está encabezada por el General Francisco Morazán y su ejército unionista. Se enfrentó al líder conservador guatemalteco Rafael Carrera, que propugnaba por un estado centralizado, con Guatemala como capital y que gozaba del respaldo del Imperio Británico. El principal objetivo de Morazán, fue lograr la unidad regional, lo cual cristalizó en la República Federal de Centro América en 1823 y en la Constitución Federal en 1824.

En 1829 expulsó de Guatemala a las órdenes religiosas, en particular a los dominicos. Morazán logro mantener unida a la región durante casi diez años (1829-1839) mediante su poderoso ejército, hasta ser vencido por las intrigas e intereses de la oligarquía conservadora aliada a la jerarquía eclesiástica.

En esa época y durante todo el siglo XIX en el imaginario social predominaba el concepto de Centroamérica sobre el de países en particular, el nacionalismo no existía. Y fueron los sectores conservadores, los que en su afán de derrotar a los liberales y su idea de unión, los que iniciaron el ensamblaje de una idea de nación. Este cambio inicia en El Salvador en 1841 al constituirse como estado.

Una tercera generación de combatientes liberales esta dirigida por el General Gerardo Barrios, que gobierna el país entre 1959 y 1963. Se caracteriza por su enfrentamiento encarnizado con la iglesia (Obispo Miguel Tomas Pineda y Saldaña) no obstante que firma un Concordato con el Vaticano, y su combate contra sectores de la aristocracia conservadora. Impulsa el cultivo del café y la educación pública, y se opone a que la Universidad Nacional sea entregada a los jesuitas. Barrios y su esposa Adela tuvo como fiel base social los trabajadores artesanos capitalinos y en particular los sectores populares de los alrededores del Calvario.

Una cuarta generación inicia con el Mariscal Santiago Gonzáles en 1871 vinculado al líder guatemalteco liberal Justo Rufino Barrios y que llega al gobierno mediante el derrocamiento del líder conservador Francisco Dueñas. El presidente González expulsa tanto a los jesuitas como a los capuchinos y mantiene con firmeza la separación ente el estado y la iglesia, llegando a aprobar la secularización de los cementerios y el cese de los efectos del Concordato de 1862.

En otro momento, entre 1881 y 1882, bajo el gobierno de Rafael Zaldívar, se da la confiscación tanto de tierras comunales como ejidales con lo cual se modifica sustancialmente el paisaje económico del país, en las que se conocen como las reformas liberales. Esta generación de gobernantes liberales, se extiende hasta principios del siglo XX, pero hay una ruptura en 1932. Y es hasta principios de los años ochenta, sesenta años después, que la oligarquía decide construir su propio partido para de nuevo administrar el aparato de Estado, función que por décadas, se había delegado en las fuerzas armadas. Esta tarea le corresponde al partido ARENA. Y se enfrenta esta vez a los herederos del pensamiento marxista, al FMLN.

El partido ARENA

Y vamos a examinar el funcionamiento del partido Alianza Republicana Nacionalista, ARENA, desde esta óptica liberal, no obstante que también comprende en su estructura ideológica, características del pensamiento conservador. Dividiremos la historia de ARENA en varios periodos.

Primer periodo que va del 30 de septiembre de 1981 al 1 de junio de 1989. La fundación de ARENA es el resultado de la unidad de diversos esfuerzos civiles y militares de la derecha política y la derecha económica encabezados por el Mayor Roberto DAubuisson. El golpe de estado del 15 de octubre de 1979 provocó la agilización de procesos de unidad tanto entre fuerzas de izquierda como de derecha.

En diciembre de 1979 la derecha se unifica y se crea el Frente Amplio Nacional, FAN. DAubuisson es capturado en Santa Tecla el 7 de mayo de 1980, junto con “El Gringo” Ricardo Valdivieso y son liberados una semana después por sus aliados al interior de la Junta de Gobierno. Se van al exilio a Guatemala y entran en contacto con el derechista MLN de Mario Sandoval Alarcón y con la Universidad Francisco Marroquín, de donde reciben instrucción y apoyo.

En marzo de 1981 a orillas del lago Atitlan comienzan a construir la idea de formar un partido político. El 2 de mayo en Guatemala, en el Hotel Cortijo Reforma ante 34 personas de 300 invitadas, se expone el programa de ARENA. El 30 de septiembre se constituye en El Salvador y el 4 de diciembre se inscribe legalmente. En febrero de 1982 ARENA participa en las elecciones legislativas y queda en segundo lugar, abajo del PDC, pero logra mediante alianzas que DAubuisson asuma la presidencia de la Asamblea Legislativa que es Constituyente y él entonces coordina las labores para la nueva Constitución de la Republica, que es aprobada en 1983. El 8 de agosto ARENA firma lo que se conoce como el Pacto de Apaneca. El Mayor como era conocido, luego compite por la presidencia en 1984 con el demócrata cristiano José Napoleón Duarte y pierde, alegando fraude. DAubuisson fallece el 20 de febrero de 1992.

Segundo periodo. La presidencia de Alfredo Cristiani (1989-1994). Cristiani, originalmente de AD, asume desde la presidencia el desafío de aceptar y promover una solución política al conflicto armado por medio de los Acuerdos de Paz de enero de 1992. A la vez impulsa un proceso de contrarreformas que permiten la reprivatización del sistema bancario, y del comercio exterior.

Tercer Periodo. La presidencia de Armando Calderón Sol (1994-1999) Calderón Sol, nieto del famoso militar genocida de 1932, General Tomás Calderón, continua el proceso de privatización iniciado por Cristiani. Cuarto periodo. La presidencia de Francisco Flores (1999-2004) Durante la presidencia de Flores ocurre la dolarización así como el TLC con Estados Unidos.

Quinto periodo. La presidencia de Antonio Saca (2004-2009). Saca lograr derrotar al líder histórico del FMLN, Schafik Handal, y en su gobierno inicia programas sociales de corte populista. Sexto periodo. La oposición a Mauricio Funes. El candidato de ARENA, Rodrigo Avila compite contra el candidato del FMLN, Mauricio Funes y es derrotado. En octubre de 2009 doce diputados abandonan la fracción de ARENA y crean el partido GANA. En diciembre de 2009 el expresidente Antonio Saca es expulsado de ARENA.

Séptimo periodo. La oposición a Salvador Sánchez Ceren. Norman Quijano compite contra el candidato del FMLN, Salvador Sánchez Ceren y es derrotado. No aceptan la derrota y salen a la calle en marchas y se preparan para las elecciones municipales y legislativas de marzo de 2015. La decisión del segundo gobierno de Obama de reconocer la victoria del FMLN los obliga a también reconocer la victoria de Sánchez Ceren y presentarse como una “oposición seria” y prepararse para la revancha en las elecciones legislativas y municipales de 2015.

Un 8 de diciembre de 1941: La locura bestial (2)

Un 8 de diciembre de 1941: La locura bestial

Carlos Cañas Dinarte / Segunda parte

Diario El Mundo

Hace 70 años, el imperio japonés lanzó un contundente ataque aeronaval contra la base estadounidense de Pearl Harbor, en Hawaii. Más de 2,400 norteamericanos murieron en el ataque. Al día siguiente, El Salvador entraría en la II Guerra Mundial del lado de Estados Unidos y el resto de aliados contra las potencias del Eje.

Para cuando las primeras bombas y metrallas de la Lutwaffe (fuerza aérea alemana) hicieron blanco en las fábricas portuarias de Polonia, en aquella madrugada funesta del primer día de septiembre de 1939, El Salvador ya había empezado a avizorar la inminencia de un nuevo conflicto bélico mundial.

A fines de agosto de 1939, Hitler ordenó la reconcentración inmediata de todas las naves civiles y militares de bandera alemana. Un barco de pasajeros que se encontraba atracado en el puerto de La Libertad abandonó allí a su carga humana: más de 40 personas tuvieron que ser alojadas, protegidas y repatriadas por el régimen martinista.

Algo grande se avecinaba en el mundo y, después de ello, el planeta jamás volvería a ser el de antes. Mientras tanto, el presidente Martínez se apuntaba un tanto más a favor de su política expectante cuando, el 25 de junio de 1940, emitía el acuerdo ejecutivo que prohibía la permanencia en puertos y aguas territoriales de El Salvador de cualquier nave o tripulación de las “naciones beligerantes”.

La nueva gran guerra, esa “locura bestial” como la denominara el sabio renacentista Leonardo Da Vinci, estaba en marcha y las páginas de los principales periódicos salvadoreños le daban amplia cobertura, de datos locales, sometidos a la severa censura policial de los esbirros del general Hernández Martínez. De vez en cuando, alguna nota relacionaba al país con los sucesos mundiales, como cuando se alertaba a los residentes en la zona costera acerca de la posible presencia de submarinos alemanes “U”, manifiestos luego en el hundimiento de varios barcos mercantes en Puerto Limón (Costa Rica), Mar Caribe y Océano Atlántico, hechos en los que perdería la vida una decena de marinos salvadoreños.

Entre junio y julio de 1940, las notas periodísticas llamaban la atención sobre la suerte del doctor José Gustavo Guerrero, abogado nacional de proyección mundial que entonces fungía como magistrado presidente del Tribunal Internacional de La Haya (Holanda). Pero aquel soñador del fin de todas las guerras, aquel creyente en el arbitraje y en el Derecho Internacional estaba a salvo en Suiza, adonde llegó el 16 de julio de 1940, a bordo de un tren especial cedido por los nazis y en compañía de todo el personal del tribunal a su cargo.

Pocos meses más tarde, en noviembre de 1940, Richard von Heynitz, encargado de negocios de Alemania en el país, es encontrado muerto por su propia mano en su despacho. El crimen, cometido en un país con una alta tasa de población de origen germánico e italiano, nunca fue aclarado. Para ese momento, la Alemania nazi, con su aviación, sus divisiones Panzer (artillería motorizada), su marina y su infantería habían doblegado militarmente a muchos pueblos europeos y africanos, por lo que ya amenazaban la seguridad de los expectantes Gran Bretaña y Estados Unidos.

Entre sus garras de águila vencedora, los miembros de la Gestapo (policía judicial alemana) también habían tenido ocasión de detener e interrogar a algunos salvadoreños, como fue el caso de los hermanos Salvador y Paulino Cañas, intérpretes de la marimba “Azul y Blanco”, que se encontraban de gira europea. A otros, como a los hermanos Michel Martínez, Armando Torres, los hermanos Aguilar Trigueros, José Rodríguez, Rafael, Odette y Rubén Calderón h., Andrés Cañas y al resto de marimbistas de la “Atlacatl” los habían remitido a campos de concentración.

Para darle una mayor atención mediática a la guerra desde el ámbito nacional, el poeta y periodista Serafín Quiteño fundó el semanario capitalino El mundo libre, aparecido en marzo de 1941, en cuya plana de redacción incorporó al poeta y periodista sonsonateco Alfonso Morales Morales (1919-2004) y a los intelectuales hondureños Julio Connor y Medardo Mejía. En mayo de 1941, con la salida de Quiteño de la jefatura editorial, Morales Morales asumió el cargo y, a partir de ese momento, mantuvo a Connor y Mejía en sus empleos, contrató como corredactor al salvadoreño Alirio García Flamenco. Bajo su estímulo directo, el 20 de mayo de 1942, en el local de ese periódico surgiría el capítulo salvadoreño del Congreso Centroamericano de Intelectuales Antitotalitarios, en el que militaron Matilde Elena López, Claudia Lars, Pilar Bolaños, Alberto Quinteros h., Luis “Tito” Mejía Vides, el Dr. Salvador Ricardo Merlos, José Anastasio Miranda, Jacinto Castellanos Rivas, Alirio García Flamenco, Julio Connor, Víctor Manuel Alemán, Juan Francisco Ulloa, José Quetglas y otros hombres y mujeres más.

La guerra comenzaba a tener entonces un matiz de horror más cercano. Y fue entonces cuando se comenzó a escuchar en varios puntos de América Latina acerca de la “humanización del conflicto”. Mientras esto no llegara, las legaciones o representaciones diplomáticas centroamericanas y el Comité Internacional de la Cruz Roja abogaban por los prisioneros de guerra y procuraban su liberación y repatriación, vía Lisboa y Nueva York.

De Polonia a París, de Dunkerque a Moscú, de Normandía a Tokio, las noticias y fotografías de todos sucesos bélicos estremecían a la población salvadoreña y hacían ver que, pese a todo, la guerra tenía entonces un lado ganador. Al menos, así aparecía en las lecturas personales del péndulo martinista.

¡Extra, extra, estamos en guerra!

Pero aquel 8 de diciembre de 1941 todo cambió. El péndulo osciló de forma violenta. A las 12: 55 de la tarde, Hernández Martínez dio su discurso ante la Asamblea Nacional Legislativa, en el Palacio Nacional. Con sus palabras, el mandatario instó a los diputados a que le declararan la guerra al imperio japonés, lo cual quedó consignado en el decreto legislativo número 90, a la vez que decretaban el estado de sitio en todo el territorio nacional, con las consecuentes alteraciones a las garantías ciudadanas consignadas en la Carta Magna vigente desde 1886 y con reformas hechas durante ese gobierno.

Esas declaratorias las solicitó el presidente salvadoreño en concordancia con los designios de la Carta del Atlántico y la Declaración de las Naciones Aliadas, encabezadas por el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill, documentos de intenciones globales emitidos el 14 de agosto de 1941y el 1 de enero de 1942.

La guerra ya no era un asunto del Eje contra Inglaterra y Estados Unidos. Ahora era una verdadera contienda mundial. Por ello, la población de San Salvador salió a marchar a las calles el día 10, en solidaridad con el pueblo de los Estados Unidos. Roosevelt comenzaba a ser mostrado y visto como un héroe de la Libertad global, cuyo nombre quedaría perpetuado en una calzada principal de la capital salvadoreña.

Quizá sin adivinar los alcances de su adhesión a los principios libertarios de la Carta del Atlántico, Hernández Martínez aceptaba el principio de que “todos los pueblos han de tener el derecho de elegir al régimen de gobierno bajo el cual han de vivir; y que se restituyan los derechos soberanos y la independencia a los pueblos que han sido despojados de ellos por la fuerza.”

Ante dichos principios, las personas y grupos que constituían la oposición antimartinista, acallados a fuerza de sangre, fuego y exilio, vieron llegar hasta ellos una bocanada de aire nuevo, un aliento político que recorría el mundo. Había que reorganizarse y comenzar a luchar de nuevo, porque las tiranías y dictaduras latinoamericanas debían caer y desaparecer.

Mientras tanto, el péndulo permanecía inmóvil, ajeno a estas acciones de la sociedad salvadoreña, dentro y fuera del país.

FEMICIDIOS E INFANTICIDIOS: ESTADO NEGLIGENTE, SOCIEDAD TOLERANTE, IMPUNIDAD GALOPANTE

FEMICIDIOS E INFANTICIDIOS:
ESTADO NEGLIGENTE, SOCIEDAD TOLERANTE, IMPUNIDAD GALOPANTE
El Instituto de Estudios de la Mujer “Norma Virginia Guirola de Herrera” CEMUJER, se pronuncia
enérgicamente:
1. Denuncia una vez más ante la opinión pública nacional e internacional la permanente y cada vez más creciente ola de violencia contra mujeres, niñas, niños y adolescentes sin que el Estado salvadoreño tenga una respuesta clara, efectiva, contundente e integral en la prevención y combate así como en la
protección, restitución de derechos y garantía de no repetición de la violencia, para las mujeres, niñez y adolescencia víctima y sobreviviente.
2. Cada 3 horas una violación, cada 10 horas una mujer asesinada aunque sus cuerpos no sean encontrados inmediatamente, mujeres, niñas, niños y adolescentes desaparecidos, cementerios clandestinos, acoso sexual, formas contemporáneas de esclavitud, torturas, tratos crueles e inhumanos, impunidad y tráfico
de influencias.
3. No basta con discursos y mini campañas coyunturales, cuando no hay una visión estratégica, integral y sistémica que oriente coordinadamente la respuesta del Estado, cuando de manera sistemática no se quieren escuchar los cuestionamientos y las propuestas de instituciones serias y consistentes.
4. CEMUJER señala esta actuación negligente del Estado salvadoreño, la alta tolerancia de la violencia contra mujeres, niñez y adolescencia por parte de la sociedad y la ahora imperceptible voz de organizaciones de la sociedad, de derechos humanos de las mujeres y niñez, de organizaciones feministas, que ha perdido su fuerza en la denuncia pública, persistente y demandante ante esta que más que ola es un tsunami horrendo de violencia e impunidad contra las mujeres, niñas, niños y adolescentes.
5. El Estado salvadoreño se encuentra en un permanente incumplimiento efectivo de instrumentos internacionales de derechos de las mujeres y niñez ratificadas desde hace más de dos décadas y de la normativa nacional correspondiente, constituyéndose ello en una deuda aún pendiente, mientras El Salvador sigue encabezando las listas de los países con más Femicidios en el mundo.
6. Los esfuerzos diversos que realizamos entidades no gubernamentales y entidades gubernamentales están ahí y los reconocemos, pero también debemos reconocer su escaso impacto en el efectivo cumplimiento de los derechos humanos mientras no haya una Estrategia Nacional coordinada.
7. Es impostergable encontrar el rumbo, alejado de la prepotencia, la adulación y el fanatismo, reconocer de una vez por todas la realidad y desistir de los espejismos distorsionadores y manipuladores que lo único que logran es el impulso de decisiones erráticas e invisibilizadoras,
8. En este esfuerzo, el silencio y la tibieza condescendiente y justificadora no tienen cabida, así como tampoco lo tienen la indiferencia y tolerancia hacia la violencia.
9. CEMUJER hace un llamado urgente al Sistema de Naciones Unidas en El Salvador, al Cuerpo Diplomático acreditado en el país, a las instancias internacionales de Derechos Humanos, a Amnistía Internacional, a la opinión pública nacional e internacional, y Demanda que el Estado salvadoreño:
a. Asuma públicamente la necesidad de corregir el rumbo.
b. Convoque a la brevedad a su gabinete.
c. Declare estado de emergencia en cuanto a la violencia contra mujeres, niñez y adolescencia.
d. Escuche y retome las diversas propuestas las distintas organizaciones así como las que CEMUJER ha planteado reiteradamente como la estructuración de una Unidad Especializada de Investigación de Femicidios articulada entre Fiscalía, Policía y Medicina Legal, la implementación de un Sistema de Alerta Temprana en la detección de potenciales Femicidios que incluye el abordaje de TODO acto de violencia de pareja, intrafamiliar y sexual como un potencial Feminicidio.
e. Estructure una estrategia de organización comunitaria para enfrentar la violencia contra mujeres,
niñez y adolescencia.
f. Establezca los mecanismos y disponga de los recursos necesarios para responder de forma clara, efectiva, contundente e integral en la prevención y combate así como en la protección, restitución de derechos y garantía de no repetición de la violencia para las mujeres, niñez y adolescencia víctima y sobreviviente.

NO MÁS IMPUNIDAD, SÚMATE AL ESFUERZO

CEMUJER, Casa Morada de la Mujer, San Salvador, El Salvador, 24 de Marzo de 2014.

Llamamiento del Movimiento Nuevo País

No. 8 LLAMAMIENTO DEL MOVIMIENTO NUEVO PAÍS Marzo 2014

El 9 de marzo recién pasado, los dos partidos contendientes ARENA y el FMLN fueron sorprendidos por la votación realizada, durante la segunda campaña electoral, la derecha como clase dominante asumió la dirección los contenidos, el financiamiento y el rumbo de la campaña y Arena, como instrumento, salió del área de las
decisiones por eso pudimos apreciar a toda la clase dominante, en sus distintos segmentos y fracciones, actuando como partido político: Cambiaron sustituyeron la seguridad nacional por el tema Venezuela, sembraron el miedo en el corazón de los más pobres y en sectores de la pequeña burguesía, organizaron el traslado de los votantes y aseguraron que la derecha acudiera a votar el día de la votación, amenazaron y presionaron a sus trabajadores.

El partido FMLN no alcanzó a prever el rumbo de los acontecimientos ni a entender lo que ocurrió y los resultados demostraron que durante este años de gobierno del FMLN no ha sido construido ningún pensamiento alternativo al de la derecha, ningún proyecto y ningún camino ni ruta esencialmente diferente al de la vieja oligarquía tradicional.

Cualquiera que capture el gobierno será un gobierno débil y partirá, eso sí, de la derrota filosófica e ideológica de la derecha clasista porque aunque esta derecha gano esta campaña electoral no le alcanzaron los números para capturar el Ejecutivo pese a su campaña total que eclipso la campaña eficiente, costosa y técnica que el partido FMLN hizo en la primera vuelta. Estamos ante una gran derrota de grandes dimensiones, de la oligarquía tradicional que abre el camino para las luchas populares venideras.

Entre los dos partidos contendientes no hay diferencias filosóficas, políticas y programáticas de relevante importancia y por eso el pueblo no tiene más camino que asegurar y defender sus propias reivindicaciones e intereses, construir su propio movimiento político independiente de todo partido político, alinear los intereses de
país con los intereses de las mayorías populares y prepararse para una movilización y formación necesarias para defender la vida individual y social amenazadas.

Se trata de defender los intereses de los pensionados, de los trabajadores del Estado y privados, de la construcción de un nuevo Estado, de la organización de una nueva democracia de defender la vida del Río Lempa, de recuperar la agricultura, de garantizar la soberanía y seguridad alimentaria, de salvar al bosque cafetero, de construir una nueva relación con América Latina, con Estados Unidos y con el mundo, de lograr una nueva relación con la naturaleza.

En definitiva se trata de construir un nuevo país y una nueva República donde quepamos todos con una economía que de comida, dignidad, educación y agua a los seres humanos, por eso el pueblo organizado ha de asegurar estas y otras exigencias.

Apoyamos toda iniciativa encaminada al logro de acuerdos políticos entre sectores ideológicamente diferentes pero políticamente concertados, rechazamos los acuerdos de cúpulas partidarias o de cúpulas empresariales que desconozcan y sepulten los intereses de la mayoría por mucho que se llamen acuerdos de nación o democracia
pero que marginen los intereses de los que solo tienen su fuerza de trabajo.

Llamamos al pueblo a expresarse, a movilizarse y a organizarse porque el momento de la patria y la crisis histórica del país requieren determinántemente que el pueblo haga política, aprenda a identificar sus intereses y luche por ellos, esta es la clave para que nuestro país pueda ser salvado.
¡LUCHAMOS POR NUEVO PAIS!

Sobre la historia del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos

Sobre la historia del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos

Nidia Díaz: La creación del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos debe contextualizarse en un período dictatorial de represión, de violación de las libertades y los derechos políticos, y de surgimiento del movimiento guerrillero salvadoreño, que abarca desde 1969 hasta 1975. Fue un período de construcción de las fuerzas revolucionarias político‑militares, que también se caracterizó por la dispersión ideológica, política y organizativa, luego que en 1969 se produce la ruptura del Partido Comunista de El Salvador que da origen a las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí y, casi simultáneamente, aparece que se conoció como «El Grupo», que fue prácticamente el germen del Ejército Revolucionario del Pueblo‑Resistencia Nacional, formado por jóvenes que venían de las filas comunistas, en particular, por jóvenes que habíamos trabajado en sectores cristianos y estudiantiles.

Somos producto del legado histórico de nuestros libertadores, de la influencia de la conciencia revolucionaria de otros pueblos y también de nuestro propio proceso de lucha. Recordemos que Francisco Morazán crea la República Federal de Centroamérica en 1824 y que Farabundo Martí funda el Partido Comunista Centroamericano en 1925. Recordemos, además, que en 1930 surgen las primeras células revolucionarias en el país, al fundarse el Partido Comunista de El Salvador, también liderado por Farabundo Martí, nuestro conductor ideológico, cuyos valores y principios nos llevaron adoptar su nombre para nuestro partido, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y el desarrollo el centroamericanismo. Esos años de lucha del PCS fueron la antesala de nuestra conciencia revolucionaria. Es preciso reconocer su papel en la historia

La vertiente de la que surge El Grupo es expresión de los primeros esfuerzos unitarios del movimiento político‑militar salvadoreño, aunque en el momento inicial la relación entre ellos fuese federativa, es decir, que estaba formada por varios núcleos y sus respectivas redes de células. Entre los fundadores de esta vertiente se encontraban Cáceres Prendes, Leonel Lemus Arévalo, Eduardo Sancho, Francisco Jovel, Adán Díaz Salazar, Eduardo Rico y Chino Cibrián. El Grupo se descoordinada a raíz de acciones fallidas y de un accidente explosivo. Una vez superados esos problemas, esta articulación entre núcleos guerrilleros se transforma en el Ejército Revolucionario del Pueblo y la Resistencia Nacional (ERP‑RN). En este momento, a los núcleos iniciales se suman otros dirigentes como Rafael Arce Zablah, Virginia Peña, Francisco Montes, Alfonso Hernández, Humberto Mendoza y Joaquín Morales Chávez. La mayoría de los compañeros que dirigían este esfuerzo opinaban que el fusil era lo determinante para el desarrollo de la lucha en El Salvador, es decir que la lucha armada estaba por encima de la lucha política, lo cual generó una polémica porque la Resistencia Nacional era el conducto de la lucha política con el pueblo, era un destacamento de cuadros políticos que discrepan del enfoque militarista.

El ERP se da a conocer mediante una acción de propaganda armada realizada el 2 de marzo de 1972, consistente en la recuperación de fusiles. Esa operación se iba a realizar en dos lugares: uno iba a ser en el Hospital Rosales y el otro en el de Maternidad. La operación exitosa fue la del Hospital Rosales, donde se dejaron escritas las siglas ERP. Ese día se conmemora la aparición pública de esa organización pero en realidad el proceso de formación de los primeros grupos guerrilleros ocurre entre 1969 y 1972. Por ejemplo, estaba el grupo de Francisco Jovel, integrado también por Alfonso Hernández y Francisco Montes. Este último fue quien me reclutó a mí en el año 1971, con el planteamiento de que la estrategia era político-militar y que los tipos de lucha debían de ser político, militar e ideológico, todos articulados entre sí, con una visión de acumulación de las fuerzas del pueblo, en un gran ejército político de masas que iba a ser el agua donde iba a nadar el pez, que era nuestro ejército, dentro del cual había que construir un partido.

Como el ERP, en su estrategia y su táctica revolucionarias, combinaba todos los tipos y formas de luchas, cuidamos urnas de la Unión Nacional Opositora en las elecciones de febrero de 1972, en representación de la Unión Democrática Nacional. Yo fui secretaria de una Junta Electoral y sufrí en carne propia que la dictadura militar me golpeara y que me quitaran la urna. En esas elecciones hubo un gran fraude electoral, que impuso en la presidencia al coronel Arturo Armando Molina, quien un mes después intervino la Universidad Nacional de El Salvador y eso provocó que otra oleada de revolucionarios ingresara a la guerrilla. En esos momentos yo estaba dedicada a las actividades político-ideológicas, a la formación militar de los compañeros que ingresaban a la organización y a los vínculos con sectores sociales, pero nuestros colectivos eran aun dirigidos por la estructura militar.

En el ERP se desata una lucha ideológica y política en contra de la línea militarista que culminó en 1973 con el fraccionamiento de esa organización. Esta lucha fue principalmente sobre dos puntos: primero, nuestra insistencia en que se debía construir un Partido de la Revolución, marxista‑leninista; segundo, que nosotros defendíamos que había que combinar todas las formas de lucha, pero que la lucha política es la que rige el resto de luchas, es decir, que el fusil se somete a la política y no al revés, porque para nosotros la lucha armada era la continuidad de la lucha política.

La ruptura la desencadena la evaluación de los resultados de una acción militar contrala Guardia Nacionalrealizada en Cuscatancingo en una zona en la cual se estaba construyendo una organización social. Aquella acción, decidida por la dirección del ERP, desató una represión que afectó a los habitantes del lugar, quienes estaban trabajando en la formación del frente de masas de la propia organización. El rechazo de la dirección del ERP a aceptar que la lucha político‑social también contara con un espacio propio dentro de la organización es lo que provoca nuestra separación y la de otros tres núcleos con sus respectivas redes de células. En mi célula participaban Luis Adalberto Díaz, Mercedes Turcios y Carlos Asencio. Entre los liderazgos de esos otros núcleos resaltaban Fabio Castillo, Manuel Federico Castillo, Roberto Galeano y Alicia de Galeano.

Después de ese esfuerzo unitario fallido, entre 1973 y 1974, nos dedicamos a construir la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT). Ese último año hicimos actividades de recuperación de fondos, reestructuramos nuestros colectivos y emprendimos, junto a la Resistencia Nacional, el proyecto de crear un frente revolucionario de las masas, en este caso el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU), con dirigentes de los sectores magisterial, campesino y religioso, entre los se destacaban Mario López, José Acosta, Margarita Villafranco y los padres Alas. La influencia de la Educación Popular de Paulo Freire y de la Teología de la Liberación es lo que explica, entre otros aspectos, el surgimiento de muchos núcleos guerrilleros en Suchitoto y San Vicente, donde sectores de la población, en particular, los campesinos, adquieren conciencia y adoptan la decisión de organizarse, no solo para luchar por su sector, sino también por la liberación nacional. Este es un momento en el que se dan las condiciones sociales, políticas y sicológicas para el encuentro de un amplio sector campesino con las organizaciones guerrilleras marxistas-leninistas.

En los años 1974-1975 se da otra lucha ideológica en el seno de la ORT, sobre si, desde el inicio, el carácter de nuestra lucha seria regional, es decir centroamericanista, o si seria nacional. La mayoría estábamos convencidos de que debía ser regional, de que no podría crearse una situación revolucionaria en un solo país, aisladamente. Pensábamos que era necesario tener en cuenta, por un lado, el apoyo solidario de los países vecinos y, por el otro lado, trabajar en la construcción de una retaguardia en ellos una retaguardia de la lucha revolucionaria. Partíamos que los pueblos centroamericanos teníamos un enemigo común, el imperialismo norteamericano, y de que el desarrollo económico y social, se lograría si nos uníamos. Ese era el sueño de Francisco Morazán y de Farabundo Martí, quien fue a pelear a Nicaragua con Augusto C. Sandino. Todo eso es válido, pero, además, nosotros teníamos la visión de que la formación económico‑social también era casi igual en toda la región, lo cual la vida nos demostró que era un error, pues el origen y desarrollo del capitalismo es desigual. Con ello se relaciona otro error en que incurrimos: no tener en cuenta el desarrollo desigual de la lucha de clases. No obstante, en aquel momento prevaleció ese enfoque y la mayoría de nosotros dijimos: Bueno, vamos a consolidar desde un principio una organización centroamericana que, aunque tenga diferencias en cuanto a profundización de la lucha, vamos a tener que impulsar todos estos factores, de propaganda, de organización regional, para que sea exitosa la lucha en donde esté el eslabón más débil, y decidimos crear un partido centroamericano. Hubo otro sector de la ORT, que, por cierto, se quedó con el nombre, que se alió con la Resistencia Nacional y se fundió con ella. Eso fue a principios de 1975.

La ruptura entre el sector de la ORT que se fundiría con la RN y el que funda el PRTC se expresa, durante todo 1975, en la construcción de las fuerzas sociales, de las fuerzas populares. En una asamblea celebrada en abril de 1975, se da una discusión sobre si el FAPU iba a ser un frente de una tendencia o de varias tendencias, es decir, si iba a ser un frente de solo de la RN o si también iba a participar el núcleo que iba a formar el PRTC, pero como el sector de la ORT que rompió con nosotros se fundió con la RN, ya nosotros no cabíamos ahí. Entonces, quienes estábamos en proceso de fundar el PRTC tomamos la decisión de no participar en el FAPU y nos fuimos, con todos los vínculos que teníamos en el movimiento popular, a construir la Liga para la Liberación, que se funda en mayo de 1975 como una organización multisectorial de obreros, campesinos, estudiantes y maestros.

El planteamiento estratégico y político de la Liga era muy interesante porque era una organización que combinaba todas las formas de lucha, que se estaba construyendo en esa etapa de la dictadura y que también formaba parte de la lucha por la liberación, a tal punto fue que entramos en contacto con un grupo de sacerdotes jesuitas que luego ingresaron a las FPL. Se incorporaron a las FPL porque en el seno de nosotros se dio una discusión sobre la relación entre marxismo y cristianismo, en la cual prevaleció la idea de que no eran compatibles. Esa no era la posición de quienes veníamos del sector cristiano, de las filas de la Teología de la Liberación, y que habíamos asumido también el marxismo, pero predominó otro criterio. Así es como los compañeros jesuitas entran en las FPL y forman una organización revolucionaria de estudiantes en la Universidad Centroamericana.

Durante 1975 nos desplazamos por todo Centroamérica para organizar el congreso de fundación del PRTC. Primero hubo plenarias locales por zona. La zona 0 era México; la zona 1, Belice; la zona 2, Guatemala; la zona 3, El Salvador; la zona 4, Honduras; la zona 5, Nicaragua; la zona 6, Costa Rica; la zona 7, Panamá; y la zona 0.1, los Estados Unidos. Esa fue nuestra estructura. Cada zona tenía una pequeña dirección. Donde más desarrollo organizativo había era en El Salvador, Honduras y Costa Rica. En Nicaragua no logramos formar un colectivo de dirección. Eso es lógico porque el Frente Sandinista de Liberación Nacional tenía un gran desarrollo y no veíamos forma alguna de hacer un planteamiento alternativo. En El Salvador, formamos la dirección de la zona en 1975. El encargado era Mario López, quien llamábamos comandante Venancio Salvatierra. En esa zona estaba también Francisco Jovel, pero él se movía más en toda la región y estaba más ligado a Costa Rica.

La plenaria del congreso de fundación del PRTC se desarrolla en Costa Rica entre noviembre de 1975 y enero de 1976. Allí definimos la estrategia y la táctica, aprobamos los Estatutos, elegimos los organismos de dirección regional y ratificamos los organismos de dirección local, nacional. Elegimos como secretario general a Fabio Castillo y como comisario organizativo a Francisco Jovel. Ratificamos a Mario López como encargado de la zona de El Salvador y a Manuel Federico Castillo como responsable de la Liga para la Liberación. Yo quede como miembro de la Dirección Nacional de El Salvador y a cargo del sector campesino.

El nombre del partido fue ampliamente debatido. Algunos pensábamos que Partido de los Trabajadores Centroamericanos era suficiente para dejar establecido el carácter de la lucha y la identidad con los trabajadores pero en la votación triunfó la propuesta de llamarlo Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos. Por el carácter centroamericano de nuestra lucha y por el nombre del partido, hubo personas que creyeron que éramos trotskistas. Nosotros éramos marxistas‑leninistas y estábamos pensando en que el nombre del partido se asemejara al de Viet Nam, que era Partido de los Trabajadores de Viet Nam.

En marzo de 1979 celebramos nuestro segundo congreso, en forma muy clandestina, en Tegucigalpa. Ahí se eligió, al hondureño, José María Reyes Mata como secretario general del PRTC. Allí evaluamos autocríticamente que la formación económico-social de Centroamérica no era idéntica y que no podía haber una sola táctica para todos los países. Comprendimos que el desarrollo de la lucha de clases y el desarrollo del proceso revolucionario era diferente en cada país. La pretendida uniformidad regional se había convertido en un obstáculo para nosotros en El Salvador, donde la lucha era más aguda, pero para realizar una acción armada o de propaganda armada en El Salvador, la decisión había que tomarla en Costa Rica. Había compañeros como Reyes Mata, quien fue nombrado Comisario Militar en 1975, que tenían ideas espectaculares. Por ejemplo, montamos varios operativos de recuperación en los que se capturaba a alguien en un país y se liberaba en otro, para que la propaganda armada fuera simultánea. La idea era que el día que aparecieran las letras del PRTC en El Salvador, también tenían aparecer en los demás países. Pero, el desarrollo organizativo era desigual y también lo eran la capacitación y la preparación de la guerrilla. En El Salvador estábamos enfrentados a la lucha diaria y no podíamos esperar por los otros. Eso nos fue creando una situación muy engorrosa porque nos acusaban de irrespetar las líneas, pero tampoco podíamos quedarnos cruzados de brazos. Eso se resolvió dándonos independencia táctica por acuerdo del congreso, sabiendo diferenciar que había elementos comunes en una estrategia para enfrentar el imperio, pero que debíamos construir estrategias locales y tener independencia táctica.

Washington y el FMLN: aprender a bailar

Washington y el FMLN: aprender a bailar

Por Héctor Silva Ávalos
Publicado el 19 de Marzo de 2014

Nadie duda ya aquí que Salvador Sánchez Cerén es el presidente electo de El Salvador y que el FMLN, que no tendrá que leerse ya a través del caleidoscopio Funes, hará gobierno con más propios que extraños. Nadie duda aquí que habrá que bailar con esa pareja en Centro América: la fragilidad de Honduras, la relación tensa con Otto Pérez en Guatemala y la silenciosa resignación ante la Nicaragua de Ortega, a los que se suman la creciente influencia de las comunidades salvadoreñas en Estados Unidos y asuntos estratégicos para Washington que seguirán pasando por El Salvador, como la interdicción de drogas a través del radar instalado en Comalapa, marcan ritmos que Washington no parece querer obviar. Y aunque la influencia de Caracas parece haber entrado al más complicado de sus capítulos tras los despropósitos del regimen venezolano, la sombra de China en la región es, también, un asunto a tratar por la comunidad estadounidense de política exterior.

Pero a Washington no le gusta bailar con la izquierda salvadoreña. Aun hoy, años después de las guerras de los 80. Viejos prejuicios ideológicos, la inercia que provoca haber tenido por aliada a la derecha criolla durante décadas y una agridulce relación con la administración de Mauricio Funes, han dejado al establishment político estadounidense los funcionarios de Obama y asistentes del Congreso que lidian con América Latina con pocas ideas sobre cómo relacionarse con el futuro gobierno de Salvador Sánchez Cerén, el guerrillero elegido presidente del pequeño país donde en 1983 Ronald Reagan dibujó la última frontera de su guerra contrinsurgente.

A falta de ritmos conocidos y casi con la certeza que los primeros pasos en la pista serán en seco, sin música, Washington empieza a preguntar con ansias sobre las posibles características del nuevo gobierno.

Del presidente electo la CIA y el Departamento de Defensa guardan viejos memos que lo perfilan como uno de los cinco comandantes del FMLN, heredero de las FPL de Marcial y Ana María. Dicen algunos de esos informes que Sánchez Cerén, el comandante Leonel González, es un hombre parco, cuyo liderazgo, sin haber sido estridente, fue importante en las rondas de negociaciones previas a la firma de los Acuerdos de Paz. Otros, más a la izquierda, añaden a ese perfil de hombre más bien discreto el adjetivo honesto. Entre asistentes legislativos y burócratas menos curtidos, el nuevo presidente es, en esencia, una incógnita. De todas estas fuentes, y a falta de nexos de comunicación fluidos entre el Frente y Washington, está extrayendo sus insumos la administración Obama.

Hoy, despejados algunos lugares comunes, exacerbados por la derecha local asociada al partido republicano o al lobby cubano-americano de la Florida, como el episodio de aquella manifestación en la que Sánchez Cerén participó y en la que simpatizantes de la izquierda salvadoreña quemaron una bandera estadounidense tras los atentados del 9 de septiembre de 2011, ha empezado en las riberas del Potomac una conversación un poco menos ideológica sobre el ex comandante que gobernará El Salvador.

“Lo de la bandera es importante para mucha gente, quizá una explicación sería oportuna… Sobre el resto de cosas que se han dicho, lo de la conexión con las FARC y todo eso, se entiende perfectamente que fue un intento de la derecha de aquí por influir en la campaña electoral”, reconoce un asistente legislativo cercano al partido demócrata.

Tras varias rondas de pláticas con funcionarios estadounidenses, en el Congreso y el Departamento de Estado, y con académicos y oenegés a la que los primeros acuden en busca de pistas, quedan claras tres líneas iniciales de preguntas que hay en la ciudad sobre ese al que ya Washington se refiere como el primer gobierno real del FMLN. Se habla del signo ideológico y programático del nuevo gobierno: ¿Es Sánchez Cerén un radical? ¿Quiénes serán sus principales influencias en política económica y exterior?; sobre la seguridad pública: ¿Qué hará el nuevo gobierno con la policía? ¿qué hará el gobierno respecto a la tregua? ¿cómo se relacionará el presidente electo con el ejército?; y sobre política exterior, área en que las preguntas empiezan, casi siempre, en Caracas, aunque no necesariamente terminen ahí: ¿Si el FMLN se alinea oficialmente con ALBA, será su retórica antiestadounidense? ¿Será El Salvador un modelo parecido al de Nicaragua -en el que Daniel Ortega tiene buenas relaciones con las fuerzas productivas e incluso con Washington, a pesar de la retórica?

A las preguntas sigue, en la plática, el menú de los temas salvadoreños inmediatos sobre los que en Washington se empieza a discutir desde que, a finales de 2013, empezaba a quedar claro que el FMLN tenía buenos chances de ganar la presidencia. Son tres: la relación del gobierno del Frente con los organismos mulilaterales, el segundo compacto de la Cuenta del Milenio (el Fomilenio 2) y el futuro de la tregua entre pandillas.

Sobre la relación con los organismos multilaterales, la primera cita importante será la próxima semana en Bahía, Brasil, donde en el marco de la reunión anual de gobernadores del BID pueden, según dos analistas independientes en Washington quienes pidieron no ser citados por sus nombres por no estar autorizados a hablar en público del tema, surgir las primeras preguntas del Fondo Monetario Internacional sobre los planes fiscales del FMLN, sobre el manejo de la deuda pública, sobre futuros préstamos y, lo más importante, pistas sobre las condiciones que el FMI puede poner para avalar líneas de financiamiento del BID y el Banco Mundial. Puedes haber, ahí, pistas de cómo el FMLN se posicione respecto a las multilaterales, y a las exigencias del FMI, que pueden incluir alzas en impuestos.

Desde el Congreso, la pregunta por el tema fiscal: Una pregunta constante aquí es si el gobierno del FMLN podría recurrir a financiamientos de otros socios, como China o Venezuela, lo que, a juicio de algunos, no sería una jugada inteligente, sobre todo cuando en Estados Unidos hay temas en la mesa como el Fomilenio y el Asocio para el Crecimiento.

Cuando la conversación llega a Fomilenio 2, el segundo compacto que la directiva de MCC ya aprobó el año pasado pero cuyo financiamiento sigue pendiente en el comité de apropiaciones de hacienda del senado, el asunto se ramifica hacia la relación de Washington con Funes y hacia el mapeo inicial de los aliados con los que el gobierno de Sánchez Cerén podría contar en Capitol Hill.

Desde el Congreso se aclara, también, que Fomilenio 2 es un tema inconcluso. Primero, el Departamento de Estado pidió congelar la discusión hasta que pasaran las elecciones en El Salvador y estuviese claro quién gobernará los próximos cinco años. “No porque la decisión pudiese cambiar dependiendo del ganador, sino sobre todo porque había quedado claro que antes de la elección no se resolverían algunos temas que son fundamentales, como la ley APP (Ley de Asocios Público-Privados, pendiente de aprobación final en la Asamblea Legislativa de El Salvador)”, dice un asistente. Luego, está claro que las dudas de (el senador Patrick) Leahy siguen sin aclararse. A mediados del año pasado, Leahy, un influyente legislador de Vermont objetó verbalmente la aprobación del segundo compacto para El Salvador debido a que, según él, instituciones públicas como la PNC eran presas de la corrupción y a que el gobierno del presidente Funes no hacía suficiente para combatir el crimen organizado. La directiva de MCC puede aprobar, pero el Congreso puede congelar los fondos. Las dudas siguen…

Y está el asunto de la tregua. Ya hay, en esta ciudad, matices diferentes al rechazo inicial que la administración Obama mostró frente al pacto, cuyo símbolo más importante es hasta ahora la nominación de la MS como organización criminal transnacional y de seis de sus miembros como “objetivos” de la fuerza pública estadounidense. En la USAID y en algunas oficinas del Departamento de Estado hoy ya se habla de “aproximaciones alternativas” que pueden significar devolver el financiamiento a programas sociales en zonas con alta presencia pandilleril. Hay dos visiones, una desde State y la AID, que puede ser más flexible, y otra de las agencias policiales, que es la que tenemos hasta ahora; así las explicaciones desde Capitol Hill.

“Todo lo que sobre la policía pidió Leahy y el tema de las negociaciones por la tregua… todo eso se puede abordar y creo que habrá flexibilidad. Hay que ver ahora el tema de las símbolos, de cómo se ve al FMLN desde aquí…”, dice un asistente legislativo que conoce la conversación en torno a El Salvador.

Y está, claro, el asunto de cómo el FMLN verá a Estados Unidos en su lista de prioridades. Desde esa perspectiva en la pista de baile, la del Frente, también es claro que no ha sido Washington un compañero fácil.

Así la partitura inicial.

Viejos socios y viejos hábitos

Puede parecer un sinsentido, pero no lo es. En Washington siguen vigentes los viejos conceptos y toda la narrativa oficial creada en torno al FMLN la última vez que El Salvador ocupó un lugar prioriatirio en la agenda estadounidense de política exterior. Cuando el 27 de abril de 1983 Ronald Reagan se dirigió a una sesión conjunta del Congreso ambas cámaras presentes para decir que el apoyo al ejército salvadoreño en su lucha contra la guerrilla era una apuesta de su gobierno por “la libertad” y “la seguridad” de los Estados Unidos, creó una especie de marco teórico de la política exterior que se vio fortalecida cuando los halcones de Bush ocuparon a Venezuela y a Hugo Chávez para volver a la narrativa dual de buenos y malos.

Mucho ha llovido desde entonces, pero aun hoy, en el segundo periodo de la administración Obama y con el Departamento de Estado dirigido por John Kerry, quien en los 80 fue un crítico importante de las políticas reaganistas, esos viejos ritmos de la Guerra Fría aun se escuchan en el sonido ambiente en Washington. Son viejos hábitos, difíciles de cambiar para una burocracia como la de la política exterior en esta ciudad que tiene 30 años dominados por funcionarios que heredaron todo el discurso reaganista o, en el mejor de los casos, por clintonitas de la era de Bill Clinton a los que no les importaba ya Centro América.

Cuando Funes ganó la presidencia, se vendió en Washington como un moderado, un Lulista. Y Washington compró. Con congresistas demócratas influyentes como aliados Leahy y Kerry en el senado y Jim McGovern en la Cámara Baja y con burócratas del Departamento de Estado abiertos a rechazar la vieja partitura maniquea, Funes se anotó tantos tempraneros, como la vista de Obama a San Salvador, el Asocio para el Crecimiento (AC) y el inicio de la gestión por Fomilenio 2.

Washington, luego, presionó a Funes para que removiera a Manuel Melgar de Justicia y Seguridad Pública; el tema se convirtió en punto de honor para seguir con la pláticas en torno al AC. Funes cedió y aprovechó para sacar al FMLN de todo el gabiente de seguridad e instalar como jefe a David Munguía Payés, un militar al que la Embajada de Estados Unidos en San Salvador había llamado buen aliado antes de 2009. Golpeado porque Munguía gestó la tregua pandillera sin avisarle, Washington terminó por renegar del general, de su gestión y de varios de sus oficiales protegidos en la PNC. Ese baile entre la izquierda y Estados Unidos empezó, entonces, a sonar ríspido.

Y vino luego la desconexión de Funes de aquellos aliados naturales de la izquierda en el congreso. De McGovern se distanció luego del nombramiento de Munguía. Y con Leahy protagonizó el presidente saliente un rifi-rafe público luego que el senador señalara a su gobierno por permitir y tolerar la corrupción.

Hoy, a favor del FMLN juega que tras el holgado triunfo de la primera vuelta y de la caída en desgracia del ex presidente Francisco Flores favorito de la derecha republicana tras las revelaciones del Taiwan-Gate, Washington empezó a entender con más matices el débil estado del instrumento político de la derecha salvadoreña.

Así la música. Así la partitura. El FMLN y Washington estarán a partir del primero de junio en una pista de baile inédita para ambos.

  • El autor es investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos de American University en Washington, DC.

Carta a Mauricio Funes

Carta a Mauricio Funes
marzo 19, 2014 Voces Comentar
Publicado en: Actualidad, Contracorriente – Dagoberto Gutiérrez, Elecciones 2014, Nacionales, Política

Los cinco años de tu periodo pasaron rápido, casi volando y casi corriendo, y casi como una exhalación, será porque los tiempos son muy acelerados o porque el país requiere tantas cosas por hacer, pero tu gobierno llegó rápido y pasó rápido, las huellas son como un testimonio de que alguien o algo pasó por un lugar y en un cierto momento; en la historia las huellas tienen que ver con los pasos que alguien da y con las cosas que alguien hace o no hace, con lo que dicen o no dicen.

Dagoberto Gutiérrez

Tu gobierno es de aquellos de los que todos esperan todo o casi todo porque llegaste desde las cámaras de televisión a un lugar donde las decisiones no eran fáciles y sin tener la fuerza necesaria para tomar las decisiones necesarias.

En la historia tu gobierno no responde a una transición porque ésta requiere la derrota de un régimen político anterior y el montaje de uno nuevo y en ese proceso en el que lo antiguo no desaparece y lo nuevo no aparece es donde estalla, enmarañado, el conflicto. Tu gobierno no registra conflictos históricos y estructurales, es más bien un gobierno de transito.

He de decirte que tu decisión de controlar el aparato de Estado, junto con tus amigos y de establecer tu propio centro de decisión fue muy importante y otorgó una característica clave para tu gobierno, porque eso te permitió asegurar las decisiones convenientes y adecuadas sin que ningún aparato partidario controlara y usufructuara el aparato estatal. Estoy seguro que nos entendemos cuando afirmo que es el control del aparato del estado y su uso en la dirección que se acuerde y en la manera que se estime conveniente y al servicio de los intereses a los que se sirven, lo que determina los temblores y estremecimientos de la lucha política del país.

Hay algo fundamental en todo ese empeño y es que en todo momento vos fuiste siempre vos, y no permitiste que el cargo te subsumiera, por eso no fue el presidente el que le dio el uniforme a Mauricio Funes, sino Mauricio Funes fue el que se hizo Presidente, pero sin dejar de ser Mauricio Funes. Te repito, esto le dio a tu presidencia un cierto olor, un cierto sabor y un cierto color de alguien que sabe que los cargos son pasajeros como la vida toda y que la clave es saber que la carga viene cuando la persona descubre que hay que encargarse de la realidad y hay que hacerse cargo de ella, ambos sabemos que un cargo no supone eso de encargarse de lo que estoy hablando.

Por supuesto que navegaste en la maraña encendida del conflicto, porque siendo este un componente infaltable de la realidad, lo es más cuando se trata del poder y sobre todo, del poder político que sirve o de manera subversiva o de manera conservadora, todo depende de quién lo use y en ambos casos si se usa para transformar la vida de los seres humanos beneficiando a los más débiles hay conflictos con los más poderosos, pero cuando el poder se usa en beneficio de estos poderosos debe, tiene y puede haber conflictos con los débiles, afectados, heridos y ofendidos, sobre todo cuando estos débiles han esperado y desesperado, bajo el Sol y la noche, por una vida diferente y nueva, de modo que el conflicto tiene que ver con la circunstancia de ¿Para quién trabaja el gobierno?

Entiendo que esto lo tienes resuelto en tu cabeza, porque la gente y también el pueblo, tiene sobre esto, ideas que son cada vez más claras.

Por supuesto, querido Presidente Mauricio Funes, que aparecer peleando con las cúpulas empresariales del país era algo inusual en los estilos de gobernar y también en los métodos de someterse a los poderes, porque los presidentes se sometían sin hacer ruido, pero tu conflicto pareció romper ese conocido arroyo de imponer y de acatar los intereses más fuertes; por supuesto que todo depende de la naturaleza de los conflictos, de sus esencias mas allá de las palabras ríspidas y los discursos con llamas, aunque al público pareció gustarle esa confrontación así como pareció aprobar que el aparato de Estado no fuera apropiado por los partidos políticos.

La figura del cambio fue el anuncio y también el motor de tu ascenso al gobierno y en cierto modo tú representaste eso, el cambio, como ambos sabemos es una palabra húmeda y sinuosa que puede significar desgracia o ventura, por eso es una palabra que requiere de ingredientes precisos para convertirse en transformación; pero cómo pudiste aprender, transformar un país, requiere una cabeza subversiva, total respaldo de un pueblo ganado para las transformaciones y saber situarse, totalmente en el terreno del conflicto.

El nuevo gobierno que previsiblemente asumirá el próximo primero de junio te debe mucho, bastante, como la luz al día. Tu decidida campaña política en medio de la campaña electoral, sin ese trabajo y sin tu experiencia en la comunicación, los resultados en la primera campaña electoral no hubieran sido, probablemente, los obtenidos.

La segunda campaña es otra historia y aquí es más importante la derrota de unos que la victoria de los otros, porque el que gana con pocos votos es débil, y el que pierde con pocos votos es fuerte y esto es importante para los días y meses que están corriendo.

Te diré que el nuevo gobierno no enciende las esperanzas ni las hogueras que vos encendiste, esto no es necesariamente un consuelo, pero sí un punto de diferencia sustantiva cuando los días que vienen van a requerir de un pueblo movilizado, organizado y formado, dispuesto a construir, con sus propias manos, las esperanzas necesarias; sabiendo que estas no vienen de arriba, pues nacen abajo, muy abajo. Por eso los movimientos en el cielo son precedidos por los cambios en la tierra y la crisis agravada y la ofensa agigantada producirá, sin falta, sus movimientos, pero esto es otro tema.

Elecciones con resultados sorprendentes

Elecciones con resultados sorprendentes
15 de Marzo de 2014 a la(s) 6:0 – Juan Medrano
El Tribunal Supremo Electoral ha terminado el escrutinio de los votos emitidos por la ciudadanía en las elecciones del pasado domingo 9 de marzo, pero al momento no ha proclamado a la fórmula ganadora hasta que se cumpla con el proceso de revisión y conteo de los votos de las actas impugnadas. Aunque Eugenio Chicas dijo que él considera que los resultados son irreversibles. Cosa lógica, en tanto que la suma de los votos impugnados es de alrededor de 4,000, mientras que la diferencia a favor del FMLN es de más de 6,600.
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La noche del domingo 9 de marzo, después de que se realizaron las elecciones de segunda vuelta, yo decía en una entrevista con el periodista Fernando del Rincón, de CNN: “ARENA casi pierde en primera vuelta y casi gana en segunda vuelta”. Eso podría explicar, que la situación haya alterado los nervios y ánimos de algunos dirigentes que se proclamaron ganadores de las elecciones antes de que el TSE terminara el conteo preliminar del mismo día. Y la oposición está en su derecho de exigir que se cumplan los procedimientos legales, sobre todo con una diferencia tan pequeña. Pero ese tipo de discurso irresponsablemente incendiario no es aceptable en personas que aspiran a dirigir los destinos de los salvadoreños.

Afortunadamente, Salvador y Óscar se mantuvieron serenos, y esperaron que el TSE diera los datos preliminares (en los que aparecían con ventaja sobre ARENA), para proclamarse triunfadores. Y afortunadamente también, el día siguiente los ánimos de los dirigentes areneros amanecieron menos caldeados.

Para la primera vuelta, el FMLN metió toda la carne al asador y casi gana; le faltó un punto (menos de 30,000 votos) para ganar. En la segunda vuelta ARENA metió toda la carne al asador y casi gana, le faltó 0.22 % (un poco más de 6,600 votos) para ganar. En la primera vuelta, el Frente tensionó al máximo sus estructuras y realizó una campaña superior a la de la derecha en cantidad y calidad. Pero además, los temas Flores-Taiwán y CEL-Enel, inteligentemente empujados por el presidente Mauricio Funes, fueron muy negativos para los intereses de ARENA.

En la segunda vuelta, ARENA movilizó sus estructuras y aliados, combinando también una campaña propositiva y más intensa que la del Frente, con una campaña de miedo a que en El Salvador (si ganaba el FMLN) se podía generar una situación parecida al actual caos que vive Venezuela. Y manejó además una intensa campaña de rumores, de que en el accidente del Ferrari del redondel Masferrer iba el presidente Funes manejando. Temas muy negativos para los intereses políticos del FMLN.

Pero en la segunda vuelta, gana el que obtiene la mitad más uno de los votos; y el Frente ha ganado, al sacar 6,645 votos más que ARENA, según los datos del TSE. Datos que podrían variar con la revisión de los votos impugnados.

Al final, tenemos un país políticamente dividido, pues cada partido sacó cerca del 50 % (millón y medio de votos) y cada uno ganó en siete de los 14 departamentos. Hoy más que nunca se necesita de la sensatez y madurez de los dirigentes, en ambos bandos. Y sabiduría y voluntad, para alcanzar entendimientos; y coincidir en un plan de nación, para el combate común a la delincuencia y la pobreza.