COSTA RICA: los partidos de izquierda y el decadente neoliberalismo

Por Carlos A. Abarca V.           

(Publicado por El Socialista Centroamericano el 05 Enero 2014)       

Este artículo no pretende abordar la historia política de Costa Rica, ni de las organizaciones de la izquierda. Lo escribo con el propósito de refrescar la memoria crítica e inconforme de la juventud, la clase trabajadora y demás sectores sociales que hoy reflexionan su decisión electoral en la contienda que culmina el 2 de febrero del 2014.                     

I. ANTECEDENTES HISTÒRICOS

La historia reciente de las luchas por el poder del Estado en Costa Rica irrumpe con el legado de la Guerra Civil de 1948 y el fallido levantamiento militar del Dr. Calderón Guardia, en 1955. Comprende las presiones de inversión pública lideradas por la burguesía agropecuaria, industrial y el comercio exportador; en vivienda, salud, educación y prestaciones sociales, dirigidas por los agentes de los partidos gobernantes a través de las instituciones estatales y las municipalidades, y las gestiones de bienestar ciudadano derivadas de luchas reivindicativas de diferentes sectores de la sociedad.   

La distribución de la riqueza social como gran logro del Estado reformista fue, además, resultado del ascenso de las luchas sociales; de las protestas, huelgas y demandas del magisterio nacional, empleados estatales, el proletariado bananero, los obreros de la manufactura y los consumidores de servicios públicos. En esa dinámica de conflictos y conciliaciones, la sociedad civil adquirió de nuevo tesitura política y electoral, después de la Guerra Civil.

La constitución de 1949 otorgó derechos electorales a las mujeres y a la población negra. Poco después se redujo de 21 a 18 años la edad para ejercer el derecho al voto y la participación de la población joven en actividades políticas. Desde 1953 se reorganizó el movimiento sindical obrero y campesino en la Confederación General de Trabajadores. Desde 1955 se formaron las juntas progresistas comunales y otras confederaciones sindicales que se vincularon al PLN. Entre 1960 y 1970 surgieron nuevas agrupaciones obreras, de estudiantes, campesinos y sectores ciudadanos, las cuales se adscribieron en buen número a los emergentes partidos políticos de izquierda.   

En tercer lugar, el tema del Estado reformista es inseparable de las repercusiones de la coyuntura económica y política en los liderazgos, composición y estructuras de los partidos, así como en las instituciones ideológicas y consensuales organizadas por la burguesía local en alianza con los intereses de los Estados Unidos en Centroamérica. Entre esos momentos de cambio resaltan la revolución cubana, la crisis del mercado común centroamericano, el alza de precios del petróleo desde 1971, la depresión económica de 1973-1975, la derrota militar y política de la dictadura somocista, el auge de movimientos revolucionarios en El Salvador y Guatemala, y la depresión capitalista de 1979-1983.

En el seno de esas alarmas se fraguó la fusión de los intereses del capital financiero e industrial con la política exterior de los Estados Unidos y Europa, y se lanzó la ofensiva imperialista que exigió a los Estados latinoamericanos el pago de las deudas externas e impulsó un comercio mundial sin restricciones nacionales, proteccionistas. El neoliberalismo forzó la reducción de las inversiones en bienestar social para subsidiar la reproducción y circulación del capital e impuso los ajustes de estructuras que arrasaron con las políticas de sustitución de importaciones, vigentes entre 1960 y 1980. Un antecedente estructural del neoliberalismo fue la revolución en la tecnología microeléctrica que unificó las industrias de telecomunicaciones, informática y automatización. A ese cambio se integró la biotecnología aplicada en farmacología, ingeniería genética, el cultivo de tejidos, industria alimenticia, minería y medio ambiente.

El neoliberalismo, la fase contemporánea del capitalismo imperialista, se convirtió en un sistema global cuando adquirió hegemonía política mundial a raíz de las transformaciones en la URSS y el desmembramiento de los países socialistas de Europa Oriental, durante los gobiernos de Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin (1985-1991). A partir de entonces, Estados Unidos y Europa a través de la OTAN se encontraron sin competencia militar y retomaron la ofensiva neocolonialista con las guerras regionales en Europa balcánica, el Medio Oriente, Asia y Àfrica.

En ese contexto adquieren relevancia en Costa Rica, los impedimentos de los gobiernos para avanzar el desarrollo de políticas sociales de interés popular. Surgieron contradicciones en el bloque político detentor del poder por medio de los partidos Liberación Nacional y diversas coaliciones del liberalismo tradicional. Se configuraron nuevas corrientes ideológicas y partidos de izquierda, cuyo itinerario histórico ha concordado con los objetivos de las luchas sociales en relación con el reparto de la riqueza nacional y para encauzar las instituciones del Estado hacia metas de desarrollo con sentido ético, equidad en la propiedad y reparto de la riqueza y soberanía nacional.

En particular, porque desde 1983 el bipartido PLN-PUSC controló el poder del Estado. En momentos, adoquinado con los ajustes estructurales que diseñaron e impusieron a los gobiernos el FMI, el BM, el BID y el capital transnacional. En otros, enfangado por la corrupción descarada de conductores de esas políticas como Rafael A. Calderón Fournier, José María Figueres Olsen y Miguel Àngel Rodríguez, en mafiosa colaboración con políticos y empresarios ligados a algunas instituciones autónomas y a la banca transnacional.

En consecuencia los gobiernos del PLN- PUSC de los últimos 30 años abandonaron el reformismo; no así la intervención del Estado a favor de la reproducción sin fronteras del capital. Viraron al ala derecha del liberalismo, alimentaron la ingobernabilidad, agudizaron las luchas sociales, la desconfianza en los poderes del Estado y sus instituciones, y el descontento político. De ahí que, lentamente se fue abriendo el horizonte para la reformulación radical de la dominación neoliberal bajo liderazgo de nuevas y jóvenes expresiones del espectro político de centro e izquierda; en competencia, aún sin confrontación, con quienes militan en la extrema derecha de la política.        

II.- EXCLUSION DE LOS COMUNISTAS Y RUPTURAS EN EL P.L.N.   

En Costa Rica, entre 1949 y 1979 se avanzó otra fase del Estado Benefactor, con sustento en el Capítulo V de la Constitución. Este período difiere en cuanto al fundamento ético e ideológico de los cambios sociales y laborales que se institucionalizaron entre 1941 y 1948. En los artículos del capítulo V, las garantías sociales se perciben a distancia del concepto republicano y socialista que las legitimó inicialmente. Ahora se sustentan en la doctrina keynesiana del Estado Interventor o Estado Benefactor. Ya no se apela a una ética política, a los principios de doctrina social católica, ni del socialismo; sino a la evolución de las estructuras y las relaciones económicas de la sociedad capitalista que determinan la distribución de la riqueza social. 

La doctrina liberal clásica consideró las necesidades sociales básicas y de las clases trabajadoras, en la noción “interés general de la nación” y priorizó el crecimiento de la producción en el agro y la industria. En los años 40, ese tema de política económica generó la confrontación entre los republicanos liberales de izquierda, los comunistas y los socialdemócratas; porque éstos conciben las garantías sociales como parte del Estado de Derecho y las subordinan al crecimiento de la producción privada con mediación estatal a favor de la acumulación capitalista.

Para ellos, las cuestiones de Estado son temas seculares de tipo jurídico y político. Por principios derivados del dogma de la preservación inalterable de la propiedad privada de la tierra, la banca y las empresas productivas, los socialdemócratas rechazan las tesis marxistas sobre la sociedad y las finalidades del Estado. De ahí que, vencedores en la Guerra, ilegalizaron al Partido Vanguardia Popular y han menospreciado las alianzas políticas con los movimientos socialistas y los partidos marxistas. http://www.monografias.com/trabajos62/costa-rica-reformas-sociales/.shtml#ixzz2nUJu9SwD

El Decreto Ley No. 105 de la Junta de Gobierno y el Artículo 98 de la Constitución de 1949 ilegalizaron al PVP y los sindicatos campesinos, obreros y del sector público afiliados desde 1943 a la Confederación de Trabajadores. Los comunistas, que en 1947 sumaban unos 12.000 militantes vanguardistas, solicitaron inscribir el Partido Nacional Democrático para las elecciones de la Asamblea Constituyente, pero el 16 de agosto de 1949 el Tribunal Electoral desacreditó la pretensión. En 1950 insistieron en legalizar al PVP y fueron excluidos por la Ley No. 1191 del 1 de agosto del mismo año. 

En 1953 los vanguardistas hicieron actividad electoral como Partido Progresista Independiente, con el candidato Joaquín García Monge. De nuevo fueron proscritos por Ley No.1608 del 16 de julio. En 1957 propusieron la denominación Partido Unión Popular y en 1958 el Partido Socialista Costarricense, con Fabián Dobles como candidato. Las dos iniciativas fueron anuladas por la Ley No. 2788 del 20 de julio de 1961. Por ello, en 1962 apoyaron al Partido Acción Democrática Popular, liderado por Enrique Obregón Valverde, un liberacionista de izquierda y por el periodista Julio Suñol, miembro de la Sociedad de Amigos de la Revolución Cubana. El PADP obtuvo en 1962 el 0.9% votos para Presidente y 2.5% para diputados. (Gutiérrez, 1984:68).

En 1966 los comunistas presentaron al Tribunal el Partido Acción Popular Socialista con el candidato Marcial Aguiluz Orellana, disidente del PLN. Simultáneamente, Manuel Mora Valverde, secretario general del PVP, expresó públicamente sus simpatías por el candidato Daniel Oduber. Ese año el PVP celebró el X Congreso y constató un apreciable crecimiento. La composición social del partido mostraba un 43% de militantes de extracción obrera y campesina, 57% personas de la clase media, el 80% hombres y el 20% mujeres. (Gutiérrez, 1984:72)

En 1969 se negó el registro electoral de los vanguardistas, como Bloque de Obreros Campesinos e Intelectuales, presidido por Eduardo Mora Valverde. Ese año, Marcial Aguiluz inscribió el Partido Acción Socialista (PASO) el cual fue aceptado por el Tribunal y la Asamblea Legislativa, ante el dilema de ilegalizar dos partidos en un mismo proceso de elecciones. El PASO obtuvo el 5.5% votos para diputados. Eligieron 12 regidores municipales y llevaron a la Asamblea a Manuel Mora Valverde y a Marcial Aguiluz O. Los dos presentaron el Proyecto de Ley contra el Art. 98 de la Constitución. Cuatro años después el Plenario no había tramitado el proyecto. El PVP tenía 1.023 militantes en 1970. http://www.estudiosgenerales.ucr.ac.cr/estudios/no22/papers/iisec1.html

En las elecciones de 1974, los vanguardistas participaron y fueron electos diputados Eduardo Mora Valverde y Arnoldo Ferreto Segura, a pesar que aún regía la proscripción de los comunistas. Como fracción parlamentaria el PVP defendió leyes, como la expropiación de Osa Productos Forestales; eliminación de los Contratos-Ley de la Constitución; reforma a la Ley de la zona marítimo-terrestre; la Ley de Prohibición de Pesca en Aguas Patrimoniales del Estado; la creación del Parque Nacional “Manuel Antonio” en Quepos; reforma a la Constitución para derogar el párrafo segundo del Art. 98 y legalizar al PVP y otras fuerzas de izquierda activas en ese momento.

De modo que los vencedores de la Guerra Civil modularon el Estado Benefactor sin competencia electoral socialista, sin movilizar a sus bases sociales y con el fin de no contrariar los requisitos para la acumulación y reproducción del capital; sino más bien, para complementarlos atendiendo la necesidad de racionalizar la reproducción de la fuerza de trabajo. Ejercieron coacción y represión contra las voluntades reformistas de corrientes ciudadanas no liberacionistas. Y, a pesar de eso, otros hechos malograron la consistencia de su experimento reformista. Entre ellos, las rupturas de consensos y las fisuras entre los partidos gobernantes; los alineamientos con los intereses de los Estados Unidos; las diferencias con respecto al sindicalismo y sobre las funciones políticas de las organizaciones sociales y sus liderazgos populares.   

Las discontinuidades y estancamientos en los programas de reforma social se acentuaron en sincronía con otros acontecimientos. En el plano sindical, el rechazo a las autoridades eclesiales y el aval a la influencia sindical peronista. En la gestión de gobierno, el apego a los programas de la Alianza para el Progreso y el Mercado Común Centroamericano, estrategias de los Estados Unidos no siempre en concordancia con los objetivos de la Comisión Económica para América Latina o las orientaciones de la Internacional Socialdemócrata al PLN. En el campo internacional, el seguidismo a las directrices de la ONU, la OEA y las agencias regionales del gobierno norteamericano o de la Unión Europea, sin ponderar particularidades sociales, políticas y culturales de la historia nacional.       

Los partidos Unión Nacional (Ulatista) Unificación (Echandista) y otras facciones opositoras a los gobiernos del PLN carecían de asideros reformistas y renegaron los compromisos históricos con el “caldero-comunismo” de los 40. Eran agrupamientos elitistas más que partidos políticos contralores; liderazgos que envejecían políticamente, sumas de electores y pocos militantes orgánicos que disfrutaban puestos y prebendas en los gobiernos del PLN. Sólo a finales del setenta lograron alguna cohesión con el liderazgo de José Joaquín Trejos y Rodrigo Carazo Odio. Por esos años surgió también el Partido Demócrata Cristiano, con muy poco desarrollo

En las tiendas del PLN las escisiones afloraron desde 1958. Algunos rechazaban el caudillismo autoritario de José Figueres y el relevo de candidatos a Presidente de la República con criterio de comandos militares. Censuraban el abandono del ideario socialdemócrata. Resentían los fraudes electorales en las convenciones. Demandaban diferenciación social e ideológica con respecto a los liberales republicanos y los “mariachis”. Las “inconformidades” resquebrajaron al Partido.

Jorge Rossi creó en 1958 el Partido Independiente. Enrique Obregón Valverde fundó el Partido Revolucionario Independiente, en 1962. Rodrigo Carazo acogió desde 1964 la doctrina social católica y Benjamín Núñez, con el mismo libreto, redactó en 1968 los Documentos de Patio de Agua. El texto legitimó las fisuras. Nacieron el Grupo 70 y la fracción legislativa independiente que lideró Frank Marshall Jiménez con conceptos de ultraderecha. En esas deserciones, unos fundaron el Partido Socialista, el Partido Demócrata Cristiano o se acercaron a Vanguardia Popular.

Carazo abandonó el Partido Liberación en 1969 y con José J. Trejos fundó la Alianza Nacional Cristiana en 1972 y el Partido Renovación Democrática en 1974. Cuatro años después, el Partido Liberación vivió la primera gran derrota histórica con la presidencia de Carazo Odio y su proyecto de abandonar el paternalismo de Estado, combatir la corrupción, dignificar la política, defender la soberanía frente al FMI y fortalecer la identidad nacional con un ideario anticomunista, socialcristiano y liberal demócrata, divulgado por el Partido Unidad. (Abarca V. 1995: 38-40)

III.- RENACIMIENTO Y DISPERSIÓN DE LA IZQUIERDA ESTUDIANTIL

Otros cambios removieron la conciencia histórica, actualizaron ideologías y conceptos, ampliaron temáticas y metodologías de acción política en relación con la transformación social, consecución de la soberanía nacional y satisfacción de aspiraciones socialistas. Una vez más, la juventud universitaria y liceísta, magisterio, intelectuales y sectores de clase media irrumpen en varios escenarios políticos, tres décadas después de la exitosa alianza de republicanos y vanguardistas y del Partido Socialdemócrata que fundaron el Centro de Estudios de los Problemas Nacionales y José Figueres Ferrer.   

Entre 1960 y 1970 una intensa agitación gravitó en México, Centroamérica, el Caribe y el Cono Sur. La aureola de soberanía y justicia social irradió de la revolución cubana, de la estrategia insurreccional del proyecto OLAS y el heroísmo del Che Guevara en Bolivia; acompañó a los emergentes movimientos revolucionarios urbanos europeos y de América Sur, las luchas de descolonización y las agendas autonomistas de los Países No Alineados. La viabilidad de la paz mundial afloró en la iniciativa soviética de distensión en la Guerra Fría y de congelamiento de la carrera nuclear, en contexto de multitudinarias protestas contra la guerra imperialista en Viet Nam.

Esa atmósfera envolvió las academias y fue referente de identidad política de una generación de intelectuales, estudiantes y habitantes urbanos. A fines de los 50 la juventud crítica se declaraba admiradora del Movimiento 26 de Julio y se acercaba a los Amigos de la Revolución Cubana.

En 1963 un grupo formó el Partido Revolucionario Auténtico (PRA) el cual fue otro polo de atracción de quienes radicalizaban ideales y criticaban el comunismo ruso. El PRA lo integraron entre otros: Sergio Eric Ardón, Otto Castro Sánchez, Álvaro Montero Mejía, José Francisco Aguilar Bulgarelli, Guillermo Arce, Jorge Arturo Camacho, Juan Antillón, Guillermo Joseph y el “Chino” Vargas. En la campaña del 62 apoyaron al Partido Acción Democrática Popular y forjaron vínculos con militantes disidentes del PLN y del clero católico. (Iglesias, 1984: 109).

Otra corriente apareció en 1961. Ese año el estudiante Rodolfo Cerdas Cruz fundó en la UCR la Juventud Socialista, vinculada al PVP, ilegalizado. Cerdas se propuso eliminar la tutela comunista y hubo divergencias de fondo con la dirección del partido. En un viaje a la URSS, entró en relaciones con la embajada China, cuando los maoístas rompían con los comunistas-leninistas. Expulsado del PVP en 1969, con el apoyo del comunismo chino se dedicó a elaborar la letra de una “nueva democracia” y un “nuevo bloque revolucionario de cuatro clases”. (Cerdas, 1981:99-138). A raíz de las protestas estudiantiles del 24 de abril de 1970 contra de la aprobación del Contrato Ley con la transnacional ALCOA, la agitación estudiantil le dio tema y ocasión para atacar al PVP y fundar el Frente Popular Costarricense (FPC). (Mayer, S., 1984: 141).

Las protestas contra ALCOA movilizaron más de 50.000 universitarios y liceístas y remiten al repunte del movimiento estudiantil y los partidos de izquierda. En ese campo fértil cuajaron otras corrientes de pensamiento marxista y las organizaciones políticas: Frente Popular (FP) Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) y el Partido Socialista Costarricense (PSC). El PVP no capitalizó de inmediato la rebeldía estudiantil. Estaba involucrado en acciones sindicales y electorales. (Ruiz, A. 1984: 126).

En esos años se formó un grupo de discusión de los problemas nacionales que llenó un vacío de pensamiento crítico ante la ausencia de respuestas del PVP. En 1971 fundaron una organización de estudiantes, alternativa a la JVC, con Rodolfo Cerdas, Pablo Azofeifa, Álvaro Montero M., Eduardo Dorian, Nelson Gutiérrez Espeleta, Daniel Masís, José Ml. Arroyo, Roberto Hidalgo, María Eugenia Trejos y Álvaro Soto. De ahí nació el Frente Amplio Estudiantil Nacional (FAENA) el cual se presentó como “la única organización de la izquierda patriótica y antiimperialista”.

En tercer lugar, el 11 de abril de 1972 se fundó el Partido Socialista Costarricense (PS); aunque funcionaba como grupo desde 1971 presidido por Álvaro Montero M. -fundador del PRA- Enrique Obregón Valverde, José F. Aguilar Bulgarelli, Arnoldo Mora, Rodrigo Gutiérrez S. y Alberto Salóm E. Con el logotipo de la hormiga, el PSC se opuso a la línea política del MRP y se dedicó a disputar espacios al PVP generando pugnas de representatividad política y sindical. Su base social arraigó en universidades, empleados públicos, obreros y campesinos, y grupos de católicos. Fue exitosa la creación de la Juventud Universitaria Socialista (JUS). En 1975, en coalición con otras fuerzas eligieron a Alberto Salóm, Presidente de la FEUCR y la JUS fue un fuerte componente de la Unidad para Avanzar (UPA). (Ruiz, Á. 1984: 125-128)

El Movimiento Revolucionario Auténtico (MRA) en parte heredero del PRA, surgió en enero de 1970. Ese año ganaron presencia en los episodios de ALCOA pues ocupaban el directorio de la Asociación de Estudiantes de Estudios Generales. De ahí surge el Frente Estudiantil del Pueblo (FEP) “siguiendo la línea de construcción de frentes que desarrolló el MIR en Chile”. Al año siguiente, una escisión originó el Movimiento de Acción Revolucionaria Socialista (MARS) y poco después sus dirigentes Hubert Méndez, José Picado, César Solano, José Merino y Oscar Madrigal se adhirieron al PVP. El otro sector del FEP fundó el Frente Obrero del Pueblo (FOP), en competencia con el Movimiento Iglesia Joven (MIJ). 

Otra división del MRP dio lugar al Bloque 24 de Abril, poco antes de las elecciones nacionales de 1974. Después vino la fractura en el Movimiento Estudiantil Católico (MEC). Más repercusión tuvo “la escisión militar” provocada por algunos estudiantes que, años más tarde, organizaron “el Grupo La Familia” a raíz de las quemas de unos autobuses. Esa acción fue condenada por el MRP, a pesar de que tenían información de la “Operación Miguelito”. En 1981, un comando del grupo la Familia se involucró en una acción contra la embajada americana en San José. A raíz de esto hubo un tiroteo y murió un policía. Fueron apresadas Viviana Gallardo y otras dos muchachas. Estando en prisión, un amigo del policía fallecido, el Cabo Bolaños, asesinó vilmente a Viviana para vengar la muerte del compañero.

La siguiente ruptura del MRP la provocó un grupo influido por el trotskismo. Salieron dos miembros de la dirección y con otros militantes acogieron como guía revolucionaria las obras de León Trotsky. Ante esa actitud, la dirección apeló a los estatutos y a medidas disciplinarias. Surgió el grupo leninista-trotskista internacionalista (LTI) y otro que ingresó a la Tendencia Mayoritaria Internacional (TMT). (Iglesias J. 1984:114-116).

En la campaña electoral de 1986 se presentaron como Organización Socialista de los Trabajadores (OST), en 1990 como el Partido de los Trabajadores en Lucha (PTL) y en el 2002 como Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). En las elecciones de 2010 se aliaron con el PVP liderado por Humberto Vargas Carbonell.

EL MIJ fue una opción radical de cristianos de izquierda que surgió inspirada y legitimada por el Congreso de Medellín (CELAM) de 1968. El evento estimuló la formación de organizaciones con compromiso político cristiano. Su líder, ejemplo de revolucionario, fue el sacerdote colombiano Camilo Torres Restrepo. En CR, el MIJ acuerpó a los partidos de izquierda; no tuvo independencia, estructura política de alcance nacional, ni realizó acciones de organización popular. Tampoco despegó un movimiento social cristiano radical. Al crearse el FOP, se enlazaron al MRP. Aportaron “gente fresca que se sumó a las aventuras militaristas y trató de atraer a obreros de la industria”. (Iglesias, J. 1984: 109-113).

En la UCR, desde 1967 el Frente de Acción Universitaria (FAU) imprimió al movimiento estudiantil y a la FEUCR un compromiso solidario internacional y nacional, y mayores vínculos con las luchas populares. En 1969, por acción del FAU y de la FEUCR se realizó un Seminario sobre el Contrato de la ALCOA y se organizó la protesta permanente en la Asamblea Legislativa. http://www.ticovision.com/cgi-bin/index.cgi?action=viewnews&id=12709

En 1970 el FAU, ligado al PVP a través de la JVC, era la única organización de izquierda aunque con poca fuerza electoral. En abril de 1972 se formó la Unidad Estudiantil de Izquierda (UNEI) una alianza de la JUS, ligada al PSC, el Frente Estudiantil del Pueblo (FEP), extensión del MRP, y la JVC. Ganaron la dirección de la FEUCR con un crecimiento de más de 1.000 votos. El grupo estudiantil del PVP se separó de UNEI en mayo de 1973 y se unió al Movimiento de Acción Revolucionaria Socialista (MARS) para formar el Frente Amplio Universitario (FAU). (Gutiérrez, 1984:72).

Para las elecciones de la FEUCR de 1974, el PS y el PVP, con la papeleta Unidad para Avanzar (UPA) llevaron a Alberto Salom a la Presidencia. Obtuvieron 5.200 votos. Al año siguiente UPA obtiene otra vez el triunfo, pero con una baja de casi 2.000 votos. El FEP-MRP se negó a formar parte de la alianza y solo obtuvo 204 votos en 1974.

FAENA no formó coaliciones con la izquierda. Creó el Frente Estudiantil Mayoritario (FAM) con actividad en las sedes regionales de la UCR y facultades. En San Ramón nació el JIRU, Juventud de Izquierda Regional Universitaria, en la UNA el grupo Patria Joven. En 1972 presentó de candidatos a Eduardo Dorian y Pablo Azofeifa. Obtuvieron menos de 1.000 votos. En 1973, tuvieron buena presencia en las luchas por el presupuesto universitario y contra la Ley del Oleoducto. Se abstuvieron de participar en las elecciones de 1974 y apoyaron a UPA, la cual ganó el directorio de la FEUCR. En 1976 formaron el grupo Bases Universitarias Organizadas (BUO) y obtuvieron 3.000 votos. BUO viró a la derecha, dirigido por Federico Flores. Desaparece en 1979 y con él, FAENA. Hubo un “sucesor”: el grupo Liga de Asociaciones Solidarias (LAZOS). En sus mejores tiempos FAENA a lo sumo integró a 50 militantes. (Mayer, 1984:151-152)

Los años 1974-1976 fueron de auge de la izquierda universitaria. UPA se mantuvo en el directorio, hasta 1976, año que marcó la derrota de la izquierda. (Gutiérrez, 1984:73). En 1977 Fernando Coto, hijo del Presidente de la Corte de Justicia, magistrado del mismo nombre, dirigió la derrota de la izquierda estudiantil con su carapacho, danzas alucinógenas y triviales posiciones de derecha.

IV.- UNIDAD Y RUPTURAS EN LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA

Entre 1949 y 1975, el Partido Vanguardia Popular dedicó sus esfuerzos a la actividad política para la consecución de legalidad electoral, el trabajo parlamentario y a la articulación de sus militantes con las luchas sindicales, agrarias, estudiantiles y en organizaciones comunales. Sus diligencias fueron marginales entre las clases medias económicamente activas. Ideológicamente, después del período estalinista y con la consolidación de Nikita Khrushchev y Leonid Brezhnev en el PC-URSS (1956 y 1982) se proclamó el “triunfo inevitable del socialismo sobre el capitalismo”.

En consecuencia, el PVP de los años 60-70 percibió que su función era contribuir con el desarrollo del capitalismo, más que luchar por la revolución. Propició “la vía pacífica al socialismo” en Costa Rica, (Ferreto, S.1981: 176) con rechazo explícito de la lucha armada; sin ponderar el impacto del apogeo de la Revolución Cubana, el avance de las actividades insurgentes del FSLN contra la dictadura somocista y la constitución en el país del PRA-MRA.

Sin embargo, desde 1968, ante los esperanzados aires de libertad y rebeldía de las juventudes a nivel mundial, el PVP consideró que debido a los cambios “en la correlación de fuerzas”, en Costa Rica era posible instaurar el socialismo sin agotar el desarrollo capitalista. Manuel Mora resaltó que en un gobierno del PLN podría surgir alguna resistencia al imperialismo. Reconoció el esfuerzo de Figueres, favorable a los cafetaleros, de abrir relaciones diplomáticas con la URSS y otros países socialistas, “señales claras de nuestra vía no capitalista en la transición al socialismo”. (Gutiérrez 1984: 67-69).

En perspectiva de acontecimientos futuros, esas tesis “consolidaron el “morismo” dentro de la izquierda vanguardista, aunque sus nuevos militantes se formaron en oposición a esa ideología. (Gutiérrez 1984:70). En posición hegemónica, el sector del partido afín a Manuel Mora retomó la tesis del “comunismo a la tica” enunciada entre 1936 y 1946, la cual había originado discrepancias. En 1949, Arnoldo Ferreto, Secretario General interino debido al autoexilio de Manuel Mora, documentó la autocrítica en relación con las posiciones políticas del partido en la coyuntura de 1943-1946. Esas censuras las formuló de nuevo en otros momentos, pero sin repercusión en el Comité Central del Partido. (Montero V. 2013:163-164 y 177)

Mientras tanto, la invasión norteamericana de Bahía Cochinos, la crisis de los misiles nucleares y la exacerbación del conflicto Cuba-URSS, hasta 1968, condimentaron rebeldías y suministraron en parte las ideas que originaron la “teoría del foco guerrillero”. Esquemáticamente: se considera que la izquierda debe construir una columna militar con el objetivo de agudizar las contradicciones sociales y políticas. Dado que las “condiciones objetivas” están dadas para la revolución, la guerrilla debe desarrollarse para forjar claridad y madurez en la conciencia revolucionaria. La propaganda y la organización de los trabajadores deben satisfacer ese objetivo. El frente militar operaría en terrenos de difícil acceso con acciones legítimas, como boicotear la producción y golpear las instituciones represivas, de modo que el conflicto social se polarice y facilite el asalto al poder. (Iglesias J., 1984: 110-111)

El “foquismo” lo adoptaron algunos movimientos revolucionarios que se apartaron de los PC en el período del pacifismo soviético. En Costa Rica lo acogió el PRA y luego el MRP. Colaboraron con el FSLN y participaron en la excarcelación de Carlos Fonseca Amador, del cuartel de Alajuela. Después de ese acto el PRA desapareció. El MRA, primero y luego, el MRP crecieron entre 1970 y 1976. Abordaron el financiamiento “realizando actividades selectivas, no comprensibles por el pueblo y en las que puso en peligro a cuadros muy especializados (…)

En una ocasión la tercera parte del partido cayó en prisión (…) En el secuestro de “Cuco” Arrieta fueron apresados otros militantes. (Iglesias, 1984: 120). El profesor Patrocinio Arrieta Leiva ocupó la Jefatura de Educación Primaria en 1924-25 y como tal presidió la Sociedad de Socorros Mutuos del Magisterio. Adquirió fama como prestamista (“cuando aprieta, Cuco Arrieta…”) y como víctima del primer secuestro político en Costa Rica. Era propietario de una vivienda que adquirieron unos chinos e instalaron el Restaurante Tin Jo, en el Paseo de los Estudiantes. Después del suceso, “Cuco” colaboró con dinero para el MRP.

En esas circunstancias “los Cucamaros”, por analogía con los “Tupamaros” de Uruguay, no participaron en las elecciones de 1974. Organizaron a pequeños productores de caña de Grecia, crearon el Sindicato de Trabajadores de Coope-Victoria y dirigieron la huelga de 1975. A finales de 1976 trabajaron con el PS y a mediados del 77 dialogaron con el PVP con miras a un trabajo sindical y electoral conjunto. Uno de esos acuerdos creó la alianza MRP-PS y AVANCE, sindicato que, junto con LUCHA (PVP), desalojó al FP de la dirección de ANEP. (Iglesias J. 1984: 117)

Entre 1979 y 1983 se mantuvo la alianza AVANCE pero unida al MT-11 de Abril, grupo que surgió de una escisión en el PS. En 1981 AVANCE se alía a sectores del PLN para enfrentar a LUCHA (PVP) y perdió la dirección de ANEP. “Entregaron el sindicato completamente sin fondos…al PVP”. Ante la iniciativa de los vanguardistas de formar la Confederación Unitaria de Trabajadores (CUT) (Ferreto 1981: 195) en 1979, el MRP se aisló y trató de conservar la dirección de ANEP. De nuevo son derrotados en 1982 y entonces conformaron un eje con el sector del PLN afín a Daniel Oduber, para lo cual, el Ing. Rolando Araya Monge fue puente y argamasa.

En 1983, en el III Congreso del MRP reconocen que AVANCE se mantuvo en la ANEP con los recursos del MRP. Afirman que “legalizaron” la manipulación y la burocracia, sin dirección colectiva y sin claridad política (…) sin generar cuadros que reprodujeran la organización”. Consideran que predominó un accionar político voluntarista y parcial por parte de algunos dirigentes. Después lograron convencer a sus activistas para que convirtieran el Partido en un sindicato. Pero en 1984 le piden a sus afiliados que abandonen AVANCE y reingresen a la ANEP, porque el MRP intentaría ganar la dirección, en alianza con el PVP- grupo Manuel Mora, contra el PVP-Vargas Carbonell, que ese año dirigía la ANEP.” (Iglesias, J. 1984: 118-122)

El MRP, creció en sectores obreros. En 1979 organizaron y dirigieron otra huelga, esta vez, en la Central Azucarera del Tempisque S.A. (CATSA), “una de las más heroicas y combativas que se recuerdan en Guanacaste”. Se suspendió para negociar cuando el movimiento estaba en auge y la patronal logró romper la huelga con ayuda policial”. Ese año crearon sindicatos en FERTICA, Hospital Monseñor Sanabria, estibadores del muelle de Limón y en una fábrica de calzado, en Alajuela. Aquí condujeron otra huelga. Dirigieron además la huelga en la fábrica Pozuelo. Esa protesta tuvo repercusión por la organización de las obreras. Pero se desgataron en una campaña contra el consumo de galletas que no beneficiaba a las trabajadoras en huelga. Después de esas luchas crearon organizaciones campesinas. En Limón, San Carlos, Puntarenas, Miramar, Tenorio y Guácimo dirigieron ocupaciones de tierras y formaron el sindicato UPAGRA.

La presencia del MRP en Pueblo Unido (PU) fue opacada por el PVP, pues hacia 1982 PU era identificado por la mayoría de los ticos, como Vanguardia Popular o “los comunistas”. Lejos de diferenciarse, siguiendo con la línea militar, el MRP colocó su gente en puestos claves que le dieran acceso a sectores que no podían organizar por sus medios. Se quedó en la coalición PU, disfrutaron de la deuda política y de la diputación de Sergio Eric Ardón, en el gobierno liberacionista de 1982-1986.

El MRP realizó tres congresos. El primero en 1977, de cara a las elecciones. El segundo en 1980, en el punto más alto de actividad. Influido por el auge revolucionario en CA, dieron por un hecho la “madurez” de las condiciones para realizar la revolución en Costa Rica. Copiaron esquemas de organización de las FPL de El Salvador y del EGP de Guatemala. Mejoraron la preparación militar de sus militantes. Acordaron pasar a la clandestinidad y trabajar entre las masas para “poner en crisis el proyecto burocrático y economicista de la CUT, propuesta por el PVP.

En el tercer congreso, en 1983, ya había mucha deserción al punto que “ese Congreso aceptó la ruptura y definió quién heredaría el partido “oficial”. El grupo perdedor, dirigido por Otto Castro S. y Rolando Barrantes se dedicó a construir la Alianza Patriótica, la cual sufrió otra ruptura. El resto del grupo, con el nombre del partido, tampoco avanzó. La mayoría de cuadros del MRP rompió con ambos sectores. “En este momento el partido son dos personas: José Fabio Araya Monge y Sergio Eric Ardón. (Iglesias, 1984:119-122). El MRP y el FEP se esfumaron en el gobierno de Luis Alberto Monge.

El Partido Socialista Costarricense, otra agrupación de la “nueva izquierda”, trató de insertarse en varios frentes como las universidades, empleados públicos, zonas obreras y campesinos, y entre grupos de cristianos católicos. “La Hormiga” participó en la campaña nacional de 1973-74, una labor decisiva para su despegue político. Aportó ante todo “equipo joven, fresco y voluntarista y un tremendo empirismo”. No desarrollaron polémica teórica, ni metodológica con el PVP, ni con el MRP. Más que partido, fue la suma de personalidades en un grupo con experiencias y trayectorias heterogéneas; en un principio, alrededor de Álvaro Montero Mejía y Alberto Salom.

Desde 1974 la JUS en coalición con otras fuerzas fue el motor la Unidad para Avanzar (UPA) que dio a la izquierda la representación de la FEUCR. En los empleados públicos, en 1975, su trabajo dio a luz a la FENATRAP, desplazando a dirigentes de la CCTD, afín al PLN. Ese año organizaron campesinos de la Colonia Chambacú, en San Carlos. En fábricas y comunidades dirigieron una movilización contra el alza en las tarifas de buses en 1976, “la manifestación popular más importante de los años 70”. En el SINDEU cedieron ante el PVP. Entre los empleados públicos, el MRP los superó.

Los socialistas celebraron el primer congreso en octubre de 1972. Elaboraron el Programa de 21 Puntos, base de la campaña de 1974. El segundo Congreso se realizó en 1976. Ese año, la huelga del ICE les deparó éxito político, a pesar que fue derrotada y constituyó un golpe casi mortal para ASDEICE; aunque consagró figuras como Mario Devandas y el Ing. Alfaro. El PS creció entre los trabajadores de la caña, obreros, intelectuales y profesionales. Dirigieron la huelga de la caña en SITRATUVI, en Juan Viñas, y lograron puestos en el SINDEU. En las comunidades se sumaron al modelo de desarrollo comunal de la DINADECO. Entre 1974 y 78 ganaron presencia nacional.

En 1976 el PS propuso la unidad electoral con el PVP y el MRP. Se formó la coalición Pueblo Unido (PU) que obtuvo el 7.8% en las elecciones del 78 y tres diputados, en ellos Mario Devandas. Pero el partido fue absorbido por el PVP. La crisis en la dirección surgió en febrero de 1978 y se formaron dos facciones. Un grupo dirigido por Romano Sancho, Manuel Solís y Oscar Núñez, al perder la batalla legal por el nombre y el patrimonio del partido, fundaron el MT-11 de Abril. El PS “oficial” se lo dejaron Mario Devandas, Alberto Salom, Álvaro Montero y Arnoldo Mora.

La coalición PU no fue causa de la escisión del PS. En 1978 el partido catalizó un sector electoral no comunista, afín a la izquierda marxista. En PU, un equipo del grupo Montero – Devandas participó en la campaña de 1982. Álvaro Montero fue diputado “artificialmente”, por un pacto con el PVP. En 1982 Mario Devandas abandonó el partido con otros para conformar el núcleo, CANDIL. No lograron encender la mecha.

En síntesis, “el PS fue una experiencia política que, igual a otros partidos de izquierda, expresó los síntomas de la descomposición política del bloque dominante”, las angustias de sectores de la clase media alta y las utopías estudiantiles. Las divisiones del PS no generaron emigración al PVP. En 1984 algunos socialistas participaron en las elecciones con el nombre de Alianza Patriótica. El grueso del partido se negó a conciliar con el Comité Patriótico Nacional (COPAN) fundado y dirigido por Fausto Amador. (Ruiz, A. 1984: 125-133). El ex cura Arnoldo Mora fue cooptado por el PLN. 

El Frente Popular (FP) fue otra organización del abanico de izquierda. Para las elecciones de 1970, Cerdas formó el Frente Revolucionario Nacional, después llamado, Frente Popular Costarricense. “Figueres dio fuertes apoyos económicos al FP y al grupo FAENA, y China era una fuente económica permanente”. Por su parte, Juan José Echeverría Brealey hacía de puente con la Unidad. Rodolfo Cerdas era amigo de Enrique Benavides, vocero de la extrema derecha desde el periódico la Nación S.A., así como de Armando Vargas A., “hombre de estrechas relaciones con los Estados Unidos” y Ministro de Información del gobierno de Luis A. Monge. 

Desde 1972 iniciaron trabajo sindical en la Municipalidad de San José y algunas fábricas. Formaron comités contra el alza en el precio de la leche y recogieron firmas para forzar controles de precios a los productos de la canasta básica. Tenían el apoyo de varios miembros que salieron del PVP como Jaime Cerdas, Luis Alberto Jaén -fundador de las Juntas Progresistas- y Manuel Leitón, miembro de la Comisión Política del PVP. En las elecciones de 1974, las figuras relevantes fueron Cerdas, el sacerdote Carlos Muñoz, segundo lugar para candidato en San José y Daniel Camacho, en el tercer lugar. El FP presentó candidatos en Puntarenas y Acosta, en oposición al PVP. No lograron elegir diputado pero formaron 15 núcleos en San José, cada uno de 6 a 15 personas que impulsaron algunas luchas reivindicativas en comunidades, como Hatillo.

En 1974 se creó el cantón Corredores de Puntarenas y el FP fue a las elecciones municipales de 1975. Eligieron un regidor, en 1978. En Golfito, el regidor del PVP electo en 1975, ingresó al FP. En 1976 disolvieron los núcleos y células de San José y enfatizaron en los sindicatos. Primero en fábricas y luego en municipalidades, empleados públicos y universidades. Promovieron una huelga en Tirrases, con cierre de calles, dirigida por Plácido López, carpintero. En Puntarenas coordinaron tomas de tierras para viviendas suburbanas. En la zona sur, fundaron la Central Campesina del Sur en 1974 con 8 uniones campesinas de 40 miembros cada una. Sus dirigentes eran vanguardistas en retirada, como Miguel Arias y Pedro Araya. En 1977 regresaron a los barrios de la capital, en ocasión del proceso electoral del año siguiente.

El FP reconoció sus alianzas con sectores de la derecha para las elecciones de ANEP y en el SINDEU, en una autocrítica que publicaron en 1977. En la UCR eligieron tres miembros de 14 dirigentes. Ese año recurrieron a Leonel Villalobos, “director administrativo de la guardia rural” para movilizar empleados de ANEP. Luego crearon el SITECO y promovieron la división de los empleados públicos afiliados a ANEP.

El 23 de mayo del 77 realizaron el Congreso Nacional. Acordaron participar en la campaña de 1978 y “crearon una comisión de agitación y propaganda móvil que representaba obras de teatro en las comunidades…Hicieron millonarios programas de TV y radio centrados en el candidato a diputado, Rodolfo Cerdas. En Puntarenas, de los 9 candidatos a regidores todos dirigían comités comunales, pero el partido no les dio suficiente financiamiento electoral.

El triunfo personal de Cerdas marca el inicio del fin del FP. En mayo de 1978, el nuevo diputado dio el voto público a la Unidad para elegir el directorio legislativo. Fue un pacto con Carazo a fin de que el PLN pasara a la llanura. Ahí quedó claro que la “nueva democracia” no implicaba revolución popular…ni un camino al socialismo…Tampoco sería el producto de un nuevo bloque de fuerzas sociales…En el fondo consistía en un acentuado énfasis anti liberacionista. Cerdas buscó apoyo en  la burguesía para crear el Partido Nacional Democrático. Después del 78 abandonaron los frentes de trabajo. No lograron realizar una Conferencia Nacional propuesta. La comisión de cultura presentó un documento donde reconocen que el partido “no está dando la talla”. Poco después se fundó el Partido Nacional Democrático y desapareció el FP. (Mayer, S. 1984: 143-155).

La Organización Socialista de los Trabajadores (OST) de orientación trotskista, participó en las elecciones de 1978 con Carlos Coronado candidato a Presidente y Alejandra Calderón Fournier para diputada. Hija del segundo matrimonio del Dr. Calderón Guardia, Alejandra fue militante del PS antes de ingresar a la OST. En 1975, formó parte del Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM). Fue dirigente de la Coordinadora Patriótica Nacional (COPAN), una opción a los Comités de Vivienda, al Frente Democrático de la Vivienda y el Frente Costarricense pro Vivienda Digna controlados por PLN. En 1981 el MLM se convirtió en el Centro Feminista de Información Acción (CEFEMINA) una organización no gubernamental por Decreto Ejecutivo No. 17515-J de 1987 http://calderocomunismo.blogspot.com/2010/02/maria-alejandra-calderon-fournier-1954.html

En el clímax de la depresión de 1979-1983, el gobierno de Luis Alberto Monge propició un acuerdo con el líder de la oposición republicana, Rafael A. Calderón Fournier, para disfrutar conjuntamente el financiamiento adelantado de las deudas electorales, una vez que se constituyera el Partido Unidad Social Cristiana. La idea de reeditar la alternancia de gobiernos de los republicanos y los liberacionistas se legitimaría con el accionar de un nuevo bloque político que tendría el control del poder estatal y el usufructo capitalista de la riqueza nacional.

El cálculo político visualizó las reacciones, respuestas y exigencias de las Agencias Financieras Internacionales ante futuras crisis coyunturales. Éstas constituían, a la vez, las premisas del cambio en el “modelo de sustitución de importaciones” y sus crisis recurrentes desde la “Guerra del Fútbol” entre Honduras y El Salvador de 1969, el alza de precios del petróleo y la depresión de 1973-1975.

El entendimiento conservador burgués se vio favorecido por la división del PVP. El 3 y 4 de diciembre de 1983 el Pleno del Comité Central aprobó crear la jerarquía de Presidente. Designó en el alto puesto a Manuel Mora Valverde y nombró Secretario General, a Humberto Vargas Carbonell. La decisión del Pleno produjo cisma político. Durante 1984 la división arrasó con todas las células y núcleos de cohesión y dirección del partido construidas con tenacidad proletaria entre 1948 y 1983. Por segunda vez después de 35 años, de los cuales 27 fueron de activismo parcialmente ilegal, se infligía otra derrota política al PVP y sectores del movimiento popular.

El reemplazo de Manuel Mora como Secretario General, cargo que ostentó desde la fundación del Partido Comunista el 6 de junio de 1931, fue el hecho cimero de un proceso de disensiones internas solapadas. Las diferencias ideológicas y sobre tácticas y estrategia política, torpemente postergadas, escindieron al PVP en dos grupos: El Partido del Pueblo Costarricense cohesionado por familiares del clan Mora Valverde, amigos y militantes acríticos del “morismo”, y el PVP comandado por Arnoldo Ferreto S y Humberto Vargas. Los antecedentes más cercanos a la división arrastraban desacuerdos, agudizados al calor del nacimiento de la CUT en 1979, del triunfo de la revolución sandinista y el apogeo del movimiento insurgente en el Salvador y Guatemala.

Cual “bomba de tiempo” las discrepancias en el PVP estallaron en 1984 en consonancia con la guerra contrarrevolucionaria en Nicaragua; en coincidencia con el 50 aniversario de la gran huelga bananera del Atlántico y en sincronía con la huelga bananera del Pacífico Sur. La heroica lucha de los bananeros y obreros de la palma había incubado en siete meses de tediosas negociaciones entre la Unión de Trabajadores de Golfito y la United Fruit Co., alevosamente postergados por la transnacional. La UFCo. tenía el propósito de abandonar el cultivo del banano sin cumplir las obligaciones con el Estado establecidas en los Contratos de 1934 y 1938. Además, había previsto reinsertarse en la apertura comercial que auspiciaron Ronald Reagan y el capital financiero en el Plan para la Cuenca del Caribe, presidido por el gerente generalísimo de la United Fruit Company.         

Mil novecientos ochenta y cuatro, como en la novela futurista de Orwell publicada en 1949, en la cual conjetura sobre las contradicciones entre el capitalismo monopolista y el comunismo estalinista de la postguerra, fue también preludio de la globalización neoliberal.

V.- BIPARTIDISMO Y DISPERSIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER

El neoliberalismo despegó en Costa Rica hace tres décadas. En el gobierno del PLN, de Luis A. Monge se aprobaron las leyes monetarias, cambiarias e institucionales que satisfacían requisitos de política económica exigidos por el FMI y rechazados o postergados por el Presidente Rodrigo Carazo. Oscar Arias S., en el siguiente gobierno del PLN, aprobó el primer Plan de Ajuste Estructural, PAE-I. En la gestión de Calderón Fournier se firmó el PAE II y al día siguiente del Pacto Figueres-Calderón, dado a conocer en 1995, se convino la forma de destrabar las pugnas en el Congreso para aprobar el PAE III en el gobierno de Figueres y para futuras administraciones.

En quince años, de 1983 a 1998, el Estado Benefactor keynesiano perdió todo el ropaje jurídico e institucional que le dio señorío. El país quedó desprotegido ante la competencia mundial e invasora de las firmas transnacionales de la banca, industria, comercio, diversiones y difusión de dogmas religiosos. Las agencias de los monopolios fueron protegidas por Luis A. Monge y Ronald Reagan en “zonas francas” exentas de impuestos de renta y territorial, con tarifas de privilegio en el consumo de agua, electricidad, Internet y servicios municipales.

El calvario de la nación comenzó con traslado al capital privado de las empresas productivas del Estado (CODESA) y algunos servicios del ICE y el MOPT, y la eliminación del monopolio del Banco Central como ente receptor de dinero. Se aprobaron leyes para reducir inversiones sociales con cargo al presupuesto nacional. Se lanzó al mercado la inversión en educación, desde la pre-escolar a la universitaria. Se reprimió y coaccionó al movimiento sindical, en particular sobre el tema de la firma y vigencia de convenciones colectivas. Se amparó al solidarismo patronal-obrero. Se estimuló la inversión privada en salud pública. La infraestructura portuaria, terrestre, aérea y peatonal construida por el Estado entre 1935 y 1975 se entregó en administración a consorcios financieros para aliviar el presupuesto nacional, la deuda externa y favorecer la circulación regional del capital.

Con el slogan demagógico, “volvamos a la tierra”, la burguesía empresarial-agrícola, sin diferenciar el capital nacional del transnacional, disfrutó a lo grande de privilegios tributarios y aduaneros. La geografía económica cambió: piña, melón, cítricos, banano, yuca y palma africana ocuparon los vagones del transporte ferroviario, portuario y marítimo. Las importaciones de granos hicieron inoperante al Consejo Nacional de Producción y los centros comerciales medianos y grandes arrasaron con los estancos del Estado y los expendios de comercio minorista. El café adquirió fama como materia prima agroindustrial; igual que la ganadería, procesada por un oligopolio. Nuevos capitales emigraron o se acumularon en litorales “paradisíacos”, aprovechando incentivos estatales al turismo y reproduciéndolos por medio de un mercantilismo frívolo, procaz y delictivo.

Desde 1983, la ofensiva del PLN y los gobiernos bipartidistas contra el movimiento sindical clasista marcó pautas a las empresas extranjeras y nacionales. La contratación y explotación de la fuerza de trabajo se rige hoy por la oferta y demanda de brazos, más que, por la legislación laboral. Jóvenes mujeres y hombres calificados en universidades privadas y públicas son diestros en las innovaciones técnicas y formas modernas de gerencia y administración de empresas, comercios y bancos. Pero, en general, padecen crónicamente de una incomprensión sistémica de sus culturas, sus contradicciones y fundamentos humanistas. El nuevo sector de clase media alta trabaja todos los días sin más horizonte que alimentarse, estudiar y disfrutar las noches del presente.

Quizás no saben que desde el gobierno de Luis Alberto Monge y del bipartidismo se estableció el impuesto a las viviendas, al salario y las jubilaciones; se quitaron los controles de precios a los productos de la canasta básica y la educación, y se contrajo el empleo en el Estado. Muchas hijas e hijos de educadores y profesionales sí conocen que el magisterio y los empleados estatales han quedado acorralados en un régimen ocupacional austero, de salarios y pensiones congeladas en proporción a las alzas en el costo de vida, las devaluaciones del colón y la demanda privada de fuerza de trabajo en el sector de servicios calificados.

Saben por experiencia o “porque han oído”, que la pirámide de población se ensancha en la franja de adultos mayores y los jóvenes e inmigrantes ocuparán los índices de empleo y de satisfacción de necesidades de la población activa y pasiva del país. Todos los días las imágenes de televisión y las letrillas de la prensa los alerta sobre el aumento de la criminalidad: en la última década se pasó de 7 a 14 homicidios por cada 100.000 costarricenses, en muchos casos, crueles asesinatos de mujeres jefas de hogar, madres solteras o laboriosas esposas. La pobreza cifrada en ingresos fijos acosa desde 1994 al 20% de los hogares. El desempleo y subempleo suman el 21% y el gasto social, obligación del Estado, se mantiene comprimido y enredado en la inequidad tributaria. A seis de cada 10 mujeres asalariadas se le violenta al menos uno de sus derechos. Dos tercios de la clase trabajadora con empleo formal y salario fijo, no superan los $ 600 mensuales.

En el ámbito político, la representatividad de los ciudadanos y de las clases sociales en los órganos del poder gubernamental y estatal, muestra el naufragio del bipartidismo desde el año 2006. Los ciudadanos repudiaron el enriquecimiento ilegal e inmoral de sus líderes y algunos funcionarios, y el Partido Acción Ciudadana (PAC) tuvo gran éxito electoral. En adelante, una marea multicolor de partidos personalistas, acaso con intereses parciales, inunda cada cuatro años al TSE provocando dispersión de energías y fuerzas políticas; “dando palos de ciego” sobre cómo lograr la satisfacción del interés general de la nación y para donde enrumbar a la más estable democracia electoral de Centroamérica.

A escala de candidatos presidenciales ha habido elecciones con dos partidos y otras, hasta 14. En 1978 y 1982 participaron 8 partidos con candidatos presidenciales, en ellos cuatro agrupaciones de izquierda que formaron la alianza PU, y la OST. En 1986 el PVP se salió de PU y se unió al Frente Amplio Democrático para formar la Alianza Popular. PU desapareció en 1990. En 1994 emergen partidos a escala regional, como el Unión Generaleña. Ese año, Fuerza Democrática abanderó a izquierda del país.

En 1998 el PVP levantó PU con escasa votación y también participó FD. En el 2002 renacen los partidos inscritos a nivel regional y cantonal, y otros de izquierda: El Independiente Obrero, el Patriótico Nacional, FD y la Coalición Cambio 2000, integrada por PU y Acción Democrática Alajuelense. Por primera vez en medio siglo, el Presidente fue electo en segundas elecciones que favorecieron al Dr. Abel Pacheco. En 2006 se inscribieron 14 partidos, entre ellos seis de izquierda. En el 2010 se fundó el partido Alianza Patriótica con el Acción Demócrata Alajuelense. FD ni PVP presentaron candidatos. http://es.wikipedia.org/wiki/Partidos_pol%C3%ADticos_de_Costa_Rica

Cuantos más partidos hay, observa el historiador Vladimir de la Cruz, aumenta el abstencionismo, como en los años 1998, 2002 y 2006. A más partidos no ha correspondido mayor participación ciudadana. El abstencionismo comprende a quienes no van a votar, cifra que ha llegado a un 34% en el 2006 y en promedio es del 24.38%, y los que entregan papeletas en blanco. Hasta 2010 se elegían los candidatos al Poder Ejecutivo, Legislativo, Municipales y de los Consejos Distritales. En el 2014, entre 9.000 y 12.000 puestos no se van a elegir porque se hará por separado en el 2016. http://www.ticovision.com/cgi-bin/index.cgi?action=viewnews&id=13883

El suceso relevante de este año electoral fue la divulgación de los resultados que eventualmente obtendría el Partido Frente Amplio y su candidato José María Villalta, según dos empresas de encuestas. A finales de diciembre, Villalta ocupa el segundo lugar en las intenciones de voto y el candidato del PLN no lograría el 40% necesario para obtener la Presidencia. Se conjetura sobre la segunda vuelta electoral en abril del 2014. Hipótesis que, de confirmarse, acentuaría la polarización ideológica y el desencuentro de las actitudes y voluntades ciudadanas, entre aquellas posturas de derecha y las de centro-izquierda; entre los candidatos de los partidos aferrados a los dogmas del neoliberalismo y sus desigualdades sociales, y quienes rechazan ese modelo de capitalismo.

Importantes antecedentes indican la resistencia al neoliberalismo y a los partidos que lo instauraron en el país y lo siguen defendiendo. Bastantes acontecimientos confluyen en la aceptación de las propuestas de centro-izquierda propagadas por el Frente Amplio, Acción Ciudadana y otras fuerzas que, a pesar de su expreso anti-neoliberalismo, reciben menos simpatías de los votantes.

Entre ellas, el aumento de las acciones colectivas de protesta contra la Ley de Pensiones y el Combo ICE, en 1995 y 1999; el movimiento del NO al TLC, en el referéndum del 2007; las luchas obreras contra el arriendo del muelle de Limón; las manifestaciones ciudadanas contra la explotación de la minería abierta y por la protección de las cuencas hidroeléctricas; las alianzas de los partidos regionales y locales para desplazar a dirigentes del bipartidismo del poder municipal y los consejos de distrito; las luchas estudiantiles por el presupuesto universitario; o la formación de un bloque legislativo para derrotar al PLN en la elección del Presidente de la Asamblea, hace apenas dos años. http://www.hablandoclarocr.com/index./hablando-juntos/politica/203-transicion-y-politica-

El surgimiento del Partido Frente Amplio sintetiza una vertiente de las incidencias constructivas de la izquierda costarricense que, históricamente, ha reivindicado las necesidades y derechos de la clase trabajadora y la ciudadanía democrática. La reversión de la crisis de los partidos de izquierda avanzó entre 1984 y 1995. El 23 de julio de 1995 hubo una asamblea nacional con invitación a todas las corrientes de izquierda, a la cual no asistió el Partido del Pueblo Costarricense, facción Mora Valverde del PVP escindido en 1983. Ahí se fundó el Partido del Pueblo Unido (PPU) con el Lic. Trino Barrantes Araya, como Presidente.

Otras fuerzas de izquierda lideradas por el PPC e intelectuales y estudiantes, fundaron el Partido Fuerza Democrática para las elecciones de 1998 y llevaron a José Merino del Río, yerno de Eduardo Mora Valverde, a la Asamblea Legislativa. En el 2002 el PPU, PSC y el PADA (Alajuela) forman la Coalición Cambio 2000 que escogió candidato presidencial al Ex secretario General del PLN, Walter Coto Molina. Por su parte, FD se dividió en las elecciones del 2002 y Merino del Río lideró el Foro de Acción Política “Otra Costa Rica es posible, otro mundo es posible”, así como el Movimiento Alternativa de Izquierdas (MAIZ). Esta organización inscribió el FA el 16 de octubre del 2004.

Cambio 2000 y FD tuvieron un revés en el 2004 y al año siguiente nació la coalición Izquierda Unida, integrada por seis partidos: Movimiento Autónomo del Pueblo Unido (MAPU), Movimiento de Trabajadores y Campesinos (MTC) un Partido de Limón, Partido del Pueblo Costarricense (PPC), Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), Partido Socialista de los Trabajadores y Partido Vanguardia Popular (PVP). Estas agrupaciones no lograron coaligarse en el 2006, mientras en esa campaña resultó electo de nuevo como diputado, José Merino del Río.   

En las elecciones de 2010 el FA dejó de ser un partido provincial y se inscribió a escala nacional. Postuló para presidente al Rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) y ex vocero del No al TLC, Eugenio Trejos. En esas elecciones resultó el nombramiento como diputado del Lic. José María Villalta Florez-Estrada. Sólo eligió el regidor de Siquirres, pero se integró a la lucha electoral en alianza con otros partidos en diez municipalidades de San José, Alajuela y Heredia. Asimismo, para la elección de Alcaldes, participó en cuatro municipios aliado con ecologistas, socialcristianos, PASE y Alianza Patriótica. www.tse.go.cr/revista/art/2/beers.pd

De manera que, en relación con la campaña que culmina en febrero del 2014, la opinión pública que prefiere al candidato Villalta del FA, ha sido forjada en el lento proceso del despertar de la conciencia de pertenencia a unas u otras clases sociales del país; en la oposición al caudillismo y el pragmatismo del PLN, en el repudio a la corrupción de distintos agentes de la clase gobernante y la defraudación del presente gobierno del PLN. En fin, por un sentimiento de identidad nacional que se cultivó y maduró desde 1983 en contra del neoliberalismo y de las desigualdades económicas y sociales que ensucian la buena imagen internacional de Costa Rica.         

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www.tse.go.cr/revista/art/2/beers.pd

María “Chichilco”: me casé con un primo a los 16 años

Entrevista Diario 1, 2013

Chichilco es una montaña con una altura superior a los 300 metros en el departamento de Chalatenango. Una mujer de 1.5 metros de estatura adoptó el nombre de ese cerro durante la guerra civil en El Salvador y hasta ahora lo conserva. Le gusta más que su verdadero nombre: María Ofelia Navarrete.

“María Chichilco” –actualmente viceministra de Gobernación− vivió la opresión política de los años 60, 70 y 80. Se fue un mes a una montaña hondureña a la espera de que pasara un operativo militar en Arcatao, Chalatenango. Después se mantuvo en la clandestinidad. Regresó a vivir a su pueblo después de 26 años.

Durante este tiempo fue combatiente de la otrora guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), encargada de hospitales clandestinos donde curaban a los heridos, coordinadora de logística y un sinnúmero de ocupaciones dentro de las filas subversivas. “María Chichilco” relató para Diario1 sus memorias en las que cuenta su sentir, pensar, cómo se convirtió en guerrillera, el amor de su vida, las ofensivas militares, la firma de los Acuerdos de Paz, su paso por la Asamblea Legislativa como diputada, y a que se dedicará cuando deje de ser viceministra de Gobernación.

Me gusta que me digan María y María Chichilco me gusta más. Chichilco viene de la guerra. Me mandaron para el cerro Chichilco en 1982. Era un cerro donde íbamos a construir un corredor guerrillero. Los compañeros me mandaban correos a nombre de María Chichilco. Después que me fui de ese cerro me quedó siempre María Chichilco, a mi me gustaba tanto.

Nunca estuve largo tiempo en un solo lugar. Una noche dormí aquí, otra allá, en otro lado. Así era mi vida.

Nosotros nos organizamos en la UTC (Unión de Trabajadores del Campo), que surgió en 1974 después del fraude electoral de 1972. Ya no creíamos en elecciones, pero de repente llegó Facundo Guardado a Arcatao con un discurso que a mí me gustaba porque no era electorero. Decía que los pobres teníamos que juntarnos para ayudarnos mutuamente. Yo tenía 24 años de edad.

Anteriormente había trabajado en una tienda, cuando era soltera, y el hijo mayor de la señora donde trabajaba era de oposición, del PDC, y a mí me encantaba el discurso de don Neto. Además, el era valiente, cualidad que tendrá vigencia toda la vida. Era el único hombre en Arcatao que se le paraba a discutir a la Guardia (Nacional). Por supuesto, no lo apaleaban ni lo mataban porque era hijo de la familia más pudiente en Arcatao.

El papá de él era una persona, no tengo palabras para describir su bondad, que se encargaba de un montón de necesidades del pueblo. Entre ellas, si un guardia iba a llegar a Arcatao había que irlo a traer desde la presa 5 de noviembre que son como 5 leguas (20 kilómetros). El se encargaba de mandarlos a traer.

Este hombre miraba eso como un avance dentro la seguridad, para evitar el cuatrerismo. Era una persona noble. Todo eso le valía a don Neto a que no arremetieran contra él. Sin embargo, en una ocasión lo echaron preso porque tuvo una discusión con un sargento. Pero rápido lo sacaron.

Ahí escuché las primeras ideas de lucha por los pobres. Y como yo era de ese pueblo pobre, me pegaba mucho ese discurso. Por tanto, pienso que esa es como la génesis de mi participación en la guerrilla.

Me casé a los 16 años. Muy joven. Amaba la escuela, pero sentía que estaba vedada para los pobres. Un primo comenzó a mentirme que me quería. Me casé con un primo. Al cura que estaba en el pueblo había que pagarle para poderse casar. Yo le decía a mi marido: con eso que pagó ya se paró la sangre, porque ya no éramos parientes.

Aunque no estaba inscrita en el PDC, militaba en forma activa. Me involucraba en elecciones. En las mesas receptoras de votos. Me peleaba con los guardias. Estoy hablando de las elecciones del 68 o 69, no recuerdo bien, pero los diputados y alcaldes hacían un período de 2 años.

En 1972 ganamos las elecciones, pero nos hicieron fraude. Le dieron el poder a Molina (coronel Arturo Armando Molina, del PCN). Entonces pensé que las elecciones eran una burla. Yo me podía la ley electoral de memoria, era joven apasionada, me discutía y sacaba todos los artículos, me los podía todos. Así logré detener en esa elección a un montón de hondureños que venían a votar; les habían dado cédula para que votaran. Conocía a toda la gente, los comencé a parar y entonces me echaron la guardia en Arcatao.

Me puse a discutir con los guardias. Les recordaba que ellos debían estar a tantos metros de las juntas receptoras de votos; y a la gente de honduras la paraba y les decía: miren hoy no van a votar aquí porque ustedes son hondureños, no les guardo rencor, pero cuando hagan elecciones en su país entonces votan. Esos eran los votos que ellos tenían para su candidato. Entonces, hubo una gran pelea y cuando nos hicieron fraude, yo sentí una profunda frustración, una gran desilusión y pensé: las elecciones son una burla para los pueblos, para qué voy a meterme en estas tonteras.

En 1974, llegó Facundo a Arcatao con la plática de la UTC. El era cooperativista, su papá y un montón de gente. Había cooperativistas más despiertos y hubo algunos curas que contribuyeron a que la gente pensara que ayudándonos mutuamente la vida es más fácil. Facundo nos dijo que la UTC era una organización de campesinos, que era terrible que los ricos nos explotaran, pero más terrible que entre nosotros no nos ayudáramos. Un discurso a cuya base estaba la solidaridad. Me encantó como no tienen una idea.

Había que hacer práctica de esto. Empezamos a ayudarnos unos con otros. Yo sentía eso tan rico, tan apasionado, que ya no había más. Recuerdo había compañeros que no tenían dinero para comprar un remedio para los hijos o la esposa que se les enfermaban y todos contribuíamos para comprar el medicamento.

Eso lo miraba muy lindo. Una actitud de esas es muy linda. Y luego la milpa; deshierbar tiene un período específico y si dentro de este no se hace no se saca maíz. La planta no da mazorca. Había compañeros que tal vez no podían hacerlo, entonces todos íbamos a ayudarle y en un par de horas, le limpiábamos la milpa. Y aquel guardaba gratitud para toda la vida.

Eso fue lo que me llevó a organizarme en la UTC. Después conocí un poco a un cura que lo quitaron; no había párroco, llegaban de Chalatenango a dar misa. Y empezamos a escuchar sobre la conformación de las comunidades eclesiales de base. No es mentira, cuando el cuerpo flaquea hay que fortalecer el espíritu.

Yo vivía a la par de la guardia. Esa fue una experiencia indescriptible. Vivir a la par donde torturan a los hombres, oír que los hombres lloran. Gritos por la capucha. Cuando no se tienen facultades para decirles ni siquiera que ya no les peguen, es un terror incomparable. Entonces yo sentía que era necesario luchar para que no siguiéramos igual.

Sentía angustia, impotencia terrible. Lloré un montón de veces, me metía los dedos en los oídos para no oír, pero siempre oía porque solo una pared nos dividía. Por eso soy enemiga de la tortura, porque los hombres amarrados, los seres humanos en general cuando están amarrados, ya están rendidos, no tiene nadie por qué atropellarlos más. Eso lo detesto.

Como miembros de la UTC, veníamos a San Salvador a participar en marchas a pedir que le bajaran los precios a los insumos agrícolas. En las cortas de café que nos hicieran una galera porque nos caían grandes tormentas. También comida, que les dieran arroz y frijoles a los trabajadores. Era una reivindicación pírrica. Pero los poderosos de este país han sido tan ciegos toda la vida lamentablemente. Quizás no se han sentido salvadoreños o más bien pensaban que el país era una finca de ellos y que todos los demás éramos sus peones, porque solo daban una tortilla con un puño de arroz chuco, ni lo limpiaban. Es así como me involucro en una organización popular.

Cuando nos tomamos el ministerio de Trabajo cantábamos una canción que decía: nosotros lo que exigimos es salario de 11 colones y también arroz, tortilla y frijoles.

En la medida que nos organizamos la presión también crecía. Pero nuestro lema era que a más represión más revolución o más lucha, pero juntos, porque individualmente lo llegaban a traer a uno en la madrugada a la casa y lo desgargantaban.

Hubo grandes casos de represión en Arcatao individual y colectiva. Cuando llegó monseñor Romero. En febrero de 1979, durante las fiestas patronales, a las 2 de la madrugada, llegó el Ejército y ordenó a la gente salir del pueblo dentro de las próximas 2 horas. Toda la gente se fue.

Yo me quedé. Tenía alguna relación con los guardias. Conversaba con ellos y mi suegro les prestaba un par de pesos cuando no tenían dinero y no les habían pagado. Manteníamos una relación como de guerra fría porque no nos querían pero tampoco nos agredían tan peladamente.

Después capturaron a unas religiosas mexicanas. Las dieron como desaparecidas un tiempo y luego las fueron a tirar allá por Guatemala.

Y nosotros en ese tiempo, cuando ellas las capturaron, íbamos a la celebración de la Palabra todas las noches. A mí encantaba porque era la comparación de la escritura con la vida. Se puede hacer un parangón con nosotros. Los hombres no se acercaban por miedo a que los mataran, y es que era verdad que los mataban.

Yo asistía todos los días pero no era celebradora porque mi marido nunca me iba a dejar a ir a sacar un cursillo y pasar días fuera de la casa. Tenía que hacer oficio en la casa y no era correcto que una señora casada anduviera por allá. Además, era una esposa sumisa, pues lo amaba tanto, sigo amándolo igual; soy bayunca todavía. El pobre hombre también ha tenido que soportar algunas cosas mías. Ahora tenemos casi 50 años de habernos casado.

Todos estaban atemorizados y acudía a la iglesia a buscar fortaleza. Mi casa estaba a una cuadra de la iglesia y para llegar tenía que pasar por el puesto de la Guardia. Me temblaban las canillas, pero todas las noches regresaba a la casa con más valor. Todos los días me decía mañana no voy a tener miedo, pero volvía a tener miedo.

Algunos guardias me decían: ya viene de cantar Cristo al Servicio de Quien. Les respondía: Fíjese que esa no me la sé, pero me puedo otras.

Después llegó monseñor Romero (Oscar Arnulfo) para dar respaldo a las monjas que se habían quedado. Metieron un operativo como no tienen idea. Fueron tan abusivos que en un retén que estaba a la entrada del pueblo, lo pararon, le hurgaron el carro, le levantaron la sotana.

En la iglesia no cabía ni un alma más. En cada una de las tres puertas de la iglesia se apostaron soldados y llegaron refuerzos de la Guardia. Montaron un operativo muy grande. Mi marido desde entonces ya no volvió a la casa y se fue a esconder a una propiedad de mi suegro. Algunos guardias me decían: porque ya no viene Ovidio, a lo que les respondía: se están robando el ganado y está cuidando. ¡Mentiras, no llegaba por miedo!, a los hombres los colgaban, si tenían suerte, y a otros los desaparecían.

Comencé a tener miedo porque un guardia me dijo: mire, cuando usted oiga hablar de un operativo, váyase porque la van a matar. El que nada debe nada teme, le contesté. Pero el insistió: no la vamos a matar nosotros, van a venir de otro lado.

Y después de eso hubo otro operativo. Había un lengón, gente que brota de la comunidad que se vuelven enemigos de su propio pueblo. Y les gusta ir a mentir para quedar bien con aquel, y también para ensañarse con alguien a quien le deben un par de pesos y así no le pagan.

Alguien les fue a decir al puesto de la guardia que venía la guerrilla. Llegaron refuerzos, y yo me fui. Eso fue el 9 de septiembre de 1979.

Me fui a huir a un cantón de Honduras que está a una hora de Arcatao. Ahí permanecí un mes aproximadamente. Después me mantuve en la clandestinidad. En esa época yo pensé: ya va a pasar y vamos a volver. ¡Ay Dios!, regresé a vivir a la casa en Arcatao en 2005, después de 26 años.

Parte II | Me hubieran dado lo del pasaje a Moscú para comprarle botas a la tropa

Las picadas de los mosquitos en la montaña le provocaron paludismo en nueve ocasiones. Su estado de salud era precario. La guerrilla la sacó del país y la envió a Cuba a recibir tratamiento médico. Después, la idea original era viajar de Nicaragua a Estados Unidos, pero el frente externo de la entonces guerrilla advirtió que la podían reconocer y sería arrestada.

De Managua salió hacia Moscú, donde participó en un congreso de mujeres latinoamericanas. Por insistencia de la esposa de Raúl Castro, María “Chichilco” habló ante unas 10 mil mujeres. Recuerda que dijo: “yo hubiera preferido que me dieran lo que valía el pasaje para comprarle botas a la tropa porque allá la tenemos sin zapatos”.

El 15 de octubre (1979) fue el golpe de Estado, un domingo por la noche. El día anterior mataron al hijo de don Neto Menjívar, hermano de Violeta (actual viceministra de Salud). Una semana antes le había enviado un papelito con un cipote porque leí una lista que la encabezaba Ernesto Menjívar Escalante. Decía: comunistas de Arcatao reciben sueldo de Cuba.

La lista la tenían en la Guardia (Nacional). Le advertía que se fuera porque lo matarían. El me respondió: Véngase, aquí todavía podemos vivir. Lo que hay aquí es una guerra de lenguas.

La siguiente semana mandé al cipote otra vez a que comprara una libra de carne al pueblo, pero era para que fuera a naricear algo. El cipote regresó rápido y me dijo: mataron al hombre aquel, al que usted le mandó el papelito. Y quien le ha dicho eso, le pregunté. No me han dicho, yo lo vi tapado con una cobija blanca, exclamó.

Nos fuimos a un cantón de Arcatao, de mayor altura, a una cañada. Ahí llegó la guerrilla y nos reclutó. Tenía una idea muy romántica de la guerrilla. Pensaba que era gente extraordinaria, y son extraordinarios, pero podía ser cualquiera. Cuando me plantearon la posibilidad de ser guerrillera, yo sentí rico. Adentro, les dije, vamos.

Anduve armada todo el tiempo. Aprendí a usar todo tipo de armas. Primero una 38, que era mía, me la compró mi marido. Después unos compañeros requisaron un checo. Con ese checo nos sentíamos reyes. Cuando teníamos el checo yo dormía lindo. Pensaba: tenemos la fuerza. Es increíble la moral de uno.

Al principio, arma propia solo podía ser una pistola, que la comprara uno. Pero las prestábamos a todos. El que tenía zapatos buenos, los prestaba a quienes los tenían rotos cuando iban a una operación.

Yo siempre estuve en las FPL. Cuando ya había más fusiles, tuve un M-16, pero ya no era combatiente. Lo fui poco tiempo, desde finales del 79 hasta después de la ofensiva del 10 de enero de 1981.

En esa ofensiva, por suerte no nos mataron. Podíamos ser muchos pero pobres en armamento y técnicas guerreras. Ellos también porque nunca habían tenido una guerra interna.

En la ofensiva del 81 me tocó ir a la entrada de Chalatenango. Me mandaron por El Jícaro, por una montañita. Entonces sí ya éramos combatientes. También antes de esa ofensiva porque había que pelear con la gente de Orden. Los de Orden eran aguerridos, defendían su posición hasta que terminaban su último cartucho.

Dejé de ser combatiente porque los jefes de entonces me sacaron de ahí. Me pusieron a coordinar un hospital clandestino. No era enfermera pero sabía inyectar, primeros auxilios, podía poner un suero, detener una hemorragia. Estaba en la Cañada, un cantón de Arcatao, recién pasada la ofensiva.

Me sacaron de ahí, me metieron en una estructura con Germán Serrano (un compa que murió en el 92, de un aneurisma congénito). Era un hombre aguerrido A el lo mandaron a dirigir las tropas. Teníamos 3 campamentos, uno en la Cañada, otro en Chupamiel, y en El Portillo, con 3 pelotones, de masas, porque éramos solo gente apasionada. Estábamos estructurados como guerrilla pero no teníamos armas, uniformes ni zapatos.

Él me sacó del hospital y me puso de jefe político militar del destacamento de fusileros 2. Ahí siempre hacía una cosa y otra, como La chimoltrufia (personaje de televisión cómico). Ese año rugimos de hambre porque por estar preparando la ofensiva del 81 no sembramos maíz.

Me pidieron que organizara el poder popular, era un equipo para administrar la vida en los frentes de guerra, porque en la ofensiva del 81 hubo un montón de gente que se alzó al calor de la ofensiva pero no triunfamos. Había que organizar la vida de esa población. La vida no se acababa, la gente siempre se casaba, tenía niños, comía, dormía, se enfermaba.

Todo oscilaba alrededor de la lucha armada. La organización política y social estaba para fortalecer la lucha armada. Siempre tuve misiones. Por ejemplo, ya no era la jefa de un hospital, pero tenía que ver con todos los hospitales. No era jefe de milicias, pero tenía que ver con todos los milicianos.

En el 81, el jefe militar fue Germán, después la compañera Susana, hermana de Lorena Peña. Después tuvimos a Douglas Santamaría Linares, pero el jefe de todos era Ricardo Gutiérrez. Luego a Dimas Rodríguez, que era el segundo de nuestra organización.

Durante la ofensiva de 1989, se nos encargó la misión de detener al Ejército en Chalatenango para que no fuera a San Salvador, donde era la gran batalla. Yo no fui a la ofensiva de San Salvador.

En Chalatenango, los comandos del norte tuvimos un combate a muerte con el ejército. Había que sostenerlos para que no fueran a reforzar a San Salvador. Esos días fueron más tensos, acalorados.

Antes del 89 estuve en el volcán de San Salvador. Prácticamente no tenía una tarea asignada. Llegué caminando desde Chalatenango. Iba a salir fuera del país a una misión a Estados Unidos. Me sacaron del frente caminando de posición en posición hasta que llegué al volcán. Caminé varias noches.

Estuve varios días en el cerro El Sartén en Joya Grande, de Apopa. Después llegué al volcán. La gente del frente externo quería que fuera a una gira a Estados Unidos. Me iban a arreglar papeles. Logré salir del país y llegué a Managua el 28 de febrero de 1987, y el 8 de marzo mataron a una de mis hijas aquí. Murió en una emboscada. También era combatiente, sanitaria y zapadora, el que sabe poner y quitar minas.

Me mandaron a Cuba porque iba con una gran anemia. En el 85 me dio nueve veces paludismo. Era un paludismo persistente, ya lo tenía en el hígado. Me mandaron a Cuba a recibir tratamiento. Allá me dieron de comer bueno para restablecerme un poquito. De ahí me fui a Managua, de donde saldría hacia Estados Unidos.

Cuando estaba en Managua, hubo una invitación al FMLN para un congreso mundial de mujeres en Moscú y la jefa del frente externo era Lorena Peña. Ella dijo: no hay nadie más representativo del Frente que María; que vaya ella. Imagínense yo saliendo del charral.

Yo sentía que era una pasarela, un montón de gente exhibiendo sus vestidos. Éramos 10 mil mujeres. La esposa de Raúl Castro, que ya murió, dijo: yo quiero que hable María. Quizás Lorena algo le había hablado o supo de mí cuando estuve curándome en Cuba. Y qué puedo hablar yo, le respondí. Di cualquier cosa, me dijo.

Entonces hablé: Imagínense, vengo saliendo del monte. Yo hubiera preferido que me dieran lo que valía el pasaje para comprarle botas a la tropa, porque allá las tenemos sin zapatos.

No contaba con la preparación para ir a un foro de esos, pero tenía el peso que iba del Frente.

Cuando regresé de allá, decidieron no mandarme a Estados Unidos porque dijeron que había como 300 periodistas y más de alguno me iba a conocer y me podían capturar.

Eso fue en el 87. Pero para aprovechar la salida me mandaron a un curso a Vietnam. Ese fue un curso bonito porque era de tácticas guerrilleras. Llegué a Vietnam a finales de agosto y regresé a finales de diciembre.

Durante el proceso de paz los mensajes nos llegaban a la montaña en clave por medio de radio o papeles. Nos decían cómo iban las negociaciones. Llegó Chus a visitarnos para informarnos sobre cómo iba la negociación y nos aseguró que guerra se terminaría. Francamente no creía eso.

En esa visita nos mataron a Chus, cuyo nombre real era Antonio Cardenal, un compañero jesuita nicaragüense que estaba con nosotros.

Para la desmovilización tuve un temor grandísimo porque las tropas estaban concentradas y nos podían bombardear. Pensaba: nos van a matar un montón de tropa y por eso vamos a volver a la guerra.

Después había que destruir los fusiles. Quebrarlos enfrente de la ONUSAL. Yo lloré cuando los destruimos.

Yo no entregué ni un fusil. Yo tenía mi pistola 9 mm, esa no había que entregarla. No usaba fusil porque no me gusta la ostentación. Prefería una pistola 9 mm, esa pistola es buena, pegaba algo bien.

Después de la desmovilización de la tropa, comenzamos a organizar el FMLN en partido político. A finales del 92 era parte de la comisión política del Frente y me asignaron la coordinación en Chalatenango.

En el período 1997-2000 fui diputada de la Asamblea Legislativa. Quedé desilusionada. La experiencia en la Asamblea no me gustó. Yo entendí que ahí todo se hace en función de votos. Puede ser que yo no sirva para hacer ese tipo de lucha.

Asistí a un seminario sobre el aborto desde la visión de salud, religiosa y social. Fue un taller grandioso para mí. Me encantó por estar relacionado con el sentir y pensar de las mujeres. Perdónenme, pero aunque los hombres nos amen nunca sabrán que es un dolor de vientre por una regla. Nunca sabrán eso, gracias a Dios. Por eso no tienen el criterio que tenemos las mujeres.

Pertenecía a las comisiones de la Familia, la Mujer y la Niñez; y en la de Municipalismo, las que no llaman prensa. Como diputado uno va descubriendo eso. Otros se pelean por estar en Hacienda, Legislación. Uno es tontito pero no tanto, esas cosas uno las va captando. Lamentablemente es igual en todos los partidos.

En noviembre, discutimos qué hacer en el día de la no violencia contra la mujer. Propuse la despenalización del aborto terapéutico. Si le dicen que un garrobo tiene en la barriga, es de justicia que se lo saquen.

La gente de la Fundación Sí a la Vida levantó un gran escándalo. Y entonces nosotros tuvimos que votar por Sí a la Vida. Tuve algunas reprimendas de parte de mis compañeros diputados porque me dijeron que no tenía que meterme en esos temas. Y yo pensé: me voy a la chingada de aquí.

No estaba acostumbrada a vivir con tanto pisto. Yo tenía mis trapitos que me los hacían en Guarjila, el cantón donde vivo por ratos. Nunca llegué a la Asamblea vestida de otra forma porque sabía que al salir de ahí seguiría siendo María Chichilco. No me puedo crear un estatus que no lo puedo sostener. Cuando uno reniega de su realidad, se convierte en chipuste pegado con saliva. Uno debe ser feliz de lo que es.

En el ministerio de Gobernación estoy contenta porque se hacen más cositas. Trabajo con los gobernadores. Hay problemas de la gente que se pueden resolver con la ayuda de los ministerios.

Cuando deje de ser viceministra, a partir de junio próximo daré clases. En el 2000 saqué un profesorado, me gradué en el 2003.

Todo funcionario debe ser siempre parte del pueblo. Somos simples mortales. El que se infla se le olvida ese detalle. Después de tres días de muertos, ni nuestra madre nos quiere tener en la casa. La muerte es parte de la vida. Lo que pasa es que uno no quiere aceptarla, porque la vida es amable aunque se aguante hambre.

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La Unión Popular Salvadoreña, UPS, desafiando al General Martínez en 1939

SAN SALVADOR, 6 de mayo de 2019 (SIEP) “Constituye una gran alegría  como historiadores del movimiento popular recuperar este pedazo de la historia oculta, prohibida, censurada,  de la izquierda revolucionaria en El Salvador que en mayo de 1939, originaba un frente antidictatorial llamado Unión Popular Salvadoreña, UPS, enfatiza Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agrega Pineda que “esta información surge como resultado de la publicación por el Bloque Popular Juvenil, BPJ, en su periódico Militante de mayo de este año (pág. 10,11) del artículo El Futuro de la revolución salvadoreña, del aprista salvadoreño devenido trotskista, José Enrique Blanco Corpeño, publicado por la revista fundada por Trotski, Clave/Tribuna Marxista, en mayo de 1939. Blanco Corpeño era en diciembre de 1938, en ciudad de México, editor de Trinchera Aprista.”

Señala que “agradecemos infinitamente al BPJ –no obstante nuestras obvias diferencias ideológicas-por permitirnos echar un vistazo a esta segunda generación de comunistas luego del 32,  así como recuperar este eslabón organizativo llamado Unión Popular Salvadoreña, que se suma a otros esfuerzos posteriores como la UNT, el PRAM, el PAR Nueva Línea y el UDN, que fueron expresiones abiertas del clandestino Partido Comunista de El Salvador, PCS, en su existencia de 65 años.”  

A continuación, reproducimos en su integralidad el texto histórico mencionado de Blanco Corpeño.

El Futuro de la Revolución Salvadoreña

Años de reacción se han sucedido después del fracasado intento de liberación campesina de 1932, llevada a cabo por primera vez en la historia salvadoreña, con el concurso de un proletariado incipiente, falto de un verdadero partido proletario, y al contrario, dirigido por un partido que no respondió a la hora de la revolución más que a los dictados de unos cuantos pequeño-burgueses vacilantes y faltos de una verdadera conciencia bolchevique-leninista.

Estos años de reacción han comprobado que el Partido stalinista (III Internacional) que hoy apenas existe en la cabeza de algunos abogados, médicos e intelectuales frente populistas y social-patriotas, fue incapaz de dirigir la lucha del campesinado contra los señores feudales de la tierra, al no combinarla con el proletariado para hacerla culminar con la revolución proletaria, única capaz de llevar hasta su fin la revolución burguesa. Tampoco podrá, en los actuales momentos que vive la humanidad, llevar al triunfo contra el fascismo al proletariado salvadoreño ni a la realización de la revolución nacional-demócrata que corresponde a este pequeño país como nacionalidad oprimida, país semi-colonial, bajo la dominación de los imperialismos yanqui e inglés fundamentalmente.

Mas sin embargo, aunque dolorosa la experiencia (20,000 campesinos y obreros ametrallados) la lección de esta revolución será histórica como lo fue la de la primera revolución rusa der 1905 para el proletariado de 1917. Será histórica, decimos, para el joven proletariado salvadoreño que se mostró demasiado débil en 1932 para tomar el poder. Los años de reacción brutal del régimen policiaco-militar del Gral. Martínez, que todavía parece, lo fortalecerán y a darán al madurez necesaria, que solo de la  clandestinidad, para llevar tarde o temprano la revolución nacional-democrática hasta su final realización.

Ocho años de reacción, transcurridos desde la revolución campesina, han transformado la mecánica política de las diversas fuerzas sociales. En los primeros años del régimen policiaco-militar del General Martínez, este tuvo el apoyo de toda la sub-burguesía y clases feudales así como el de la mayoría de la pequeña burguesía.

La sub-burguesía se ha dividido en dos tendencias políticas frente al gobierno. Parte de ella, sirve las exigencias de los intereses imperialistas de los Estados Unidos e Inglaterra, y la otra responde  a la presión de los imperialismos fascistas de Alemania e Italia en especial. En la misma situación, se hayan las clases feudales, unidas por diversos vínculos económicos tanto al imperialismo internacional como a la sub-burguesía. La pequeña burguesía, por otro lado, afianza sus posiciones políticas, bien con las clases dominantes, bien con las masas populares (campesina y proletaria) divorciadas completamente del gobierno.

La acelerada penetración económica de los imperialismos fascistas de Alemania (fundamentalmente) e Italia, en los años en que el gobierno careció del reconocimiento diplomático de los Estados Unidos, dio origen a una pugna entre las dos fracciones sub-burguesas dependientes del capital financiero internacional, extendiéndose asimismo esta pugna a las capas feudales.

El gobierno del Gral. Martínez se inclinó desde un principio en favor de las clases que representaban intereses de los fascistas mencionados, las relaciones comerciales y políticas con los estados totalitarios fueron estrechadas en detrimento del imperialismo anglo-sajón y de sus agentes del interior.

Esta pugna política en el seno de las clases dominantes se ha exteriorizado en los últimos años por medio de intentonas políticas en contra del régimen, dirigidas por coroneles y generales a sueldo de la sub-burguesía descontenta con el régimen. Estas intentonas de cuartelazo no han tenido más que débil eco entre las clases populares, que intuitivamente se dan cuenta del origen de estas pugnas, cuyos resultados, sean los que fueren, no cambiaran el régimen económico, político y social a que están sujetas hoy, bajo el despotismo brutal del gobierno del Gral. Martínez.

La situación internacional se caracteriza por una profunda crisis política entre los diversos países imperialistas. El imperialismo fascista de Alemania, siguiendo la aventura del imperialismo fascista de Italia en Etiopía, (solo que cambia do de métodos) se anexa primeramente a Austria, luego a parte de Checoslovaquia para meses más tarde anexarse a Memel y a Checoslovaquia entera. En España, el fascimo ítalo-germano presta su ayuda de una manera definitiva al fascista Franco, hasta culminar con la rendición de Madrid y la fuga aparatosa de los líderes del Frente Popular español. Las llamadas “democracias” imperialistas de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, ante esta situación, hacen lineamientos para “salvar la humanidad de las garras del fascismo “, constituyendo un frente único de las democracias burguesas contra Alemania-Italia.

La guerra interimperialista, tarde o temprano, se desencadenará; los campos ya están delimitados: imperialismos “democráticos” contra imperialismos fascistas. El stalinismo, tomando la misma posición que tenían los social-patriotas de al II Internacional en 1914, toma ya su puesto al lado de los imperialismos “democráticos”, a fin de contribuir con la sangre del proletariado internacional a la defensa de la “democracia burguesa.” Para el stalinismo no hay más disyuntiva que “democracia” burguesa o fascismo. En México, ya el líder máximo de la Confederación de Trabajadores (C.T.M.) el abogado mixtificador de los objetivos del proletariado en la guerra interimperialista, Lombardo Toledano, ha declarado, en el mitin de celebración de la expropiación petrolera (19 de marzo) que el proletariado mexicano y todo el pueblo en general debe aprestarse para luchar en la próxima guerra contra el fascismo internacional, al lado de los imperialismos “democráticos” que son los únicos que pueden salvar a la humanidad de la crisis actual.

Ante la situación política salvadoreña,(indudablemente ligada con la situación internacional de pugna imperialista) todo luchador proletario salvadoreño se preguntara , ¿Qué hacer? El stalinismo salvadoreño responde: Sostener los “principios” tratar de “ampliarlos y fortalecerlos con mayores garantías”, “la economía pública” debe ser organizada “sobre lineamientos científicos y honestos” debe hacerse “un llamamiento a todos los elementos democráticos del país para que, borrando las diferencias ideológicas y de clase, nos unifiquemos sobre la base democrática en la lucha contra Martínez” puesto que “en estos momentos en que las democracias americanas se alían para defenderse de la penetración fascista, Martínez no solo sabotea, al margen de las declaraciones oficiales, democráticas y de buena vecindad del presidente Roosevelt, sino que también traiciona los más caros aspiraciones de todos los pueblo democráticos de América (Lo entre comillas pertenece a fragmentos del “Manifiesto de la Unión Popular Salvadoreña” –U.P.S.-, organización controlada y dirigida por la fracción stalinista de El Salvador).

Respondiendo a los dictados de la III Internacional el stalinismo salvadoreño –diremos con palabras de Lenin, en 1905- ha “aprendido que la transformación democrática tiene en su base económica la revolución burguesa, y han “entendido” esto de tal modo que es necesario rebajar los fines democráticos del proletariado hasta el nivel de la moderación burguesa, hasta el límite más allá del cual “la burguesía se aparta.”

En realidad, el stalinismo salvadoreño lanza llamamientos a la unificación con las clases sub-burguesas y feudales descontentas con el régimen martinista, para que en ella el proletariado vaya a remolque, pues la dirección de este último a base de una política independiente, en la revolución que se inicia, haría que las clases dominantes se apartasen de él; es decir, el stalinismo salvadoreño sostiene la teoría y su practica contrarrevolucionaria del “Frente Popular” que pretende  vivir fuera del terreno de la lucha de clases. Sin embargo, -con palabras de Lenin, en 1905- “el proletariado espera su salvación, no de su desviación de la lucha de clases, sino de su desarrollo, de su ensanchamiento, de la conciencia, de la organización, de la decisión.” Y esto lo decía Lenin refiriéndose a la política independiente que debe sostener el proletariado en la revolución.

Por otro lado, cuando Lenin en 1905 hablaba de la revolución democrática-burguesa en su aspecto popular, así como del abuso de la palabra “pueblo” (abuso que comete hoy el stalinismo) decía: “El que menoscaba los fines proletarios en la revolución democrática-burguesa, convierte al social-demócrata, que debe ser un caudillo de la revolución popular, en líder de sindicato.”…”la socialdemocracia ha luchado y lucha con pleno derecho contra el abuso burgués-democrático de la palabra “pueblo.” Exige que con esta palabra no se encubra la incomprensión de los antagonismos de clase en el seno del pueblo. Insiste incondicionalmente en la necesidad de una independencia de clase completa del partido del proletariado. Pero divide al “pueblo” en “clases” no para que la clase avanzada se encierre en sí misma, se  limite con una medida mezquina, castre su actividad con consideraciones como la de que no s e aparten los soberanos económicos del mundo, sino para que la clase avanzada, que no adolece de la actitud de medias tintas, de la inconsistencia, de la indecisión de las clases intermedias, luche con  tanta mayor energía, con tanto mayor entusiasmo por la causa  de todo el pueblo  y al frente del mismo.” Al mismo tiempo, Lenin aclara en este pasaje el significado dialectico de la política independiente del proletariado como clase y de su vanguardia, el partido, en una revolución de carácter popular.

Freten al problema revolucionario de El salvador, nosotros bolcheviques-leninistas de al IV Internacional, y frente a la posición derrotista del stalinismo salvadoreño, en su defensa de la democracia burguesa y entrega del proletariado a las clases dominantes del país, oponemos la consigna de la revolución nacional-democrática, que deberá estar a la orden del día en los países que como El salvador, luchan por romper el yugo imperialista, deberá realizar la revolución agraria y cumplir las tareas democráticas -sobre la base de la revolución permanente-ante las reminiscencias feudales.

Para que una consigna verdaderamente revolucionaria, como la de la revolución nacional-democrática pueda ser llevada a su realización, el proletariado salvadoreño deberá constituir su verdadera vanguardia revolucionaria, esto es, un partido auténticamente bolchevique-leninista.

Solamente el proletariado, bajo al dirección de un verdadero partido proletario, será capaz de llevar hasta sus últimas consecuencias –sobre la base de la teoría y práctica de la revolución permanente- la revolución nacional-democrática. No son los partidos stalinistas (los mencheviques de hoy) en entrega mercenaria a las burguesías nacionales y a los imperialismos “democráticos” los que dirigirán al proletariado mundial en su lucha por el poder y la revolución proletaria.-

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El nuevo laberinto político y social salvadoreño del 1 de mayo

Roberto Pineda                                         3 de mayo de 2019

El impacto provocado por el resultado electoral del pasado 3 de febrero[1] derivó este 1 de mayo en altos niveles de dispersión ideológica y política, en el marco de un nuevo periodo histórico a iniciarse el 1 de junio con la llegada al gobierno  del movimiento Nuevas Ideas y de su fundador, Nayib Bukele.

Alrededor de ocho marchas y cuatro lugares de llegada indicaron el momento cuasi posmoderno, “liquido” de fragmentación que vive el movimiento popular y social salvadoreño, luego de un periodo de 30 años (1989-2019) en el que las categorías “duras” de derecha e izquierda definían el panorama.

En los 4 gobiernos de la derechista ARENA (1989-2009) los trabajadores enfrentaban la ofensiva neoliberal. En los dos gobiernos del izquierdista FMLN (2009-2019) los trabajadores apoyaban los programas sociales. Por lo general eran dos marchas, la de fuerzas sindicales orientadas por el FMLN y la de fuerzas de izquierda independientes (trotskistas, anarquistas y otros). Hoy es un complejo laberinto de fuerzas, intereses y agendas.

A continuación hacemos un breve abordaje de este laberinto social y político, para buscar puntos de coincidencia que permitan a futuro hacer avanzar los intereses populares, frente a la ofensiva imperial y oligárquica interna.  

Antecedentes

Hace 95 años se realizó la primera celebración en San Salvador del 1 de mayo[2]. Fue en 1924, y convocada por la Confederación Obrera de El Salvador, COES, ya que todavía no existía la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños, FRTS.  Desde entonces se ha venido celebrando esta fecha, con excepción de periodos de intensa represión como los que siguieron a la derrota de la insurrección indígena-campesina de enero de 1932. 

El 1 de mayo de 1989  los sectores sindicales y populares aglutinados en la Unidad Nacional de los Trabajadores Salvadoreños, UNTS realizan una masiva y combativa marcha en la que incluso comandos urbanos del FMLN dinamitan cajas telefónicas. Se estaba a las puertas –creíamos- de una insurrección popular triunfante. Fue la primera marcha contra el presidente electo Feliz Cristiani, de ARENA. Salió del parque Cuscatlán y concluyó en la Plaza Cívica. Al final, el desenlace del conflicto armado fue por la vía de la negociación, que concluyó en enero de 1992.

El 1 de mayo de 2009 se realizaron dos marchas. Una por los sectores sindicales y populares influenciados por el FMLN que salió del Salvador del Mundo, y concluyó en la Plaza Cívica y tuvo como punto central el discurso del presidente electo, periodista Mauricio Funes. El FMLN llegaba al gobierno, luego de 29 años de lucha armada y electoral. La otra marcha popular, salió de la UES y fue una marcha de sectores estudiantiles y sindicatos en contra de Funes, a quien acusaron de ser de derecha, y concluyó en la Plaza Libertad. 

Dime adonde llegas y te diré quién eres (Fuerzas sociales y referentes políticos)

Hubo ocho diferentes lugares de salida de marchas pero únicamente cuatro lugares de llegada, cuatro plazas emblemáticas de la capital salvadoreña.  Fue tal la dispersión que algunas fuerzas políticas de izquierda, tales como el Partido Socialista Centroamericano, PSOCA, Movimiento por un Nuevo País, MNP, decidieron no marchar y participar desde diversas movilizaciones. Otras como el FMLN, Unidad Socialista de los Trabajadores, UST, hoy Plataforma de la Clase Trabajadora, PCT y el PCS si llamaron a  determinadas marchas.

Los que llegaron a la plaza Cívica (Gerardo Barrios) salieron de la plaza Minerva de la UES, del Salvador del Mundo, del Hospital Rosales, del redondel Schafik Handal   y de las 4 letras de Metrocentro. Fue la marcha más numerosa y contó con la presencia de funcionarios del gobierno saliente y de altos dirigentes del FMLN. Estuvo convocada por CONPHAS, CSTS, FSS, CIRAC, MPS, MPR-12, el trotskista Bloque Popular Juvenil (BPJ), FNS, FEASIES, FESTRASPES, partido FMLN, etc. La consigna de la| Coordinadora Intergremial Rafael Aguiñada Carranza, CIRAC fue: Unidad, Solidaridad y Lucha por el Socialismo.

Los que llegaron a la plaza de la Constitución (Chulona)  salieron de la UES. Estuvo convocada por la Coordinadora Nacional de Amplia Participación, CONAPAR, formada en agosto de 2017, que aglutina a Bases magisteriales (BM), SEJES, Movimiento de Trabajadores Policías (MTP);  Sitrasalud, Sitramec, Unep, Anejus, FENASTRAS, SIMEDUCO, Veteranos de la Fuerza Armada y otros.

Los que llegaron a la plaza Morazán salieron de la UES y del Hospital Bloom. Estuvo coordinada por la Unidad para la Refundación y Resistencia Sindical Salvadoreña (URRSS), que incorpora a AGEPYM, SITTOJ, MTS (Movimiento de Transparencia Salvadoreño), CNTS, Fesitrapes, Sitraues, , Unidad Socialista de los Trabajadores, UST   hoy Plataforma de la Clase Trabajadora, PCT; Partido Comunista de El Salvador (PCS refundado). Marcharon bajo la consigna: No más neoliberalismo. Cambio de Patrono no es Liberación.

Los que llegaron a la plaza Libertad salieron de la Fuente Luminosa (ex Embajada). Estuvo dirigida por la Coordinadora Sindical Salvadoreña, CSS, nacida en 2013, con el apoyo entonces tanto de la UST como del PSOCA.  Participaron estudiantes de Arte, Las Febes, sindicatos del CNR, PDDH, Capres, Coordinadora Estudiantil, de trabajadores de seguridad privada, Unión Anarquista, etc.  

Las banderas de lucha: contra la privatización del agua, contra las AFPs y  contra la Ley de Servicio Público.

Al revisar la plataforma reivindicativa de las diferentes formaciones sindicales y populares sobresalen tres grandes temas, que constituyen importantes coincidencias,  que permiten la posibilidad de alcanzar acuerdos inmediatos de lucha. Estos son la temática vinculada al rechazo a  la privatización del agua, a la necesidad de una reforma del sistema de pensiones que elimine a las AFPs, y el rechazo  a la Ley de Servicio Público, impulsada por este gobierno y que podría legalizar el despido de miles de trabajadores del Estado.

Entre las diferencias se encuentran las vinculadas a la relación entre movimiento sindical y partidos políticos, así como la actitud frente a la llegada al gobierno de Nuevas Ideas y Nayib Bukele. Con respecto al primer punto; la CSS y la URRSS reivindican la independencia y autonomía de la clase obrera.

Con respecto al segundo punto, en la caracterización del nuevo gobierno, para el FMLN se trata de un gobierno de derecha, pro oligárquico y pro imperialista. Y no obstante sus diferencias tácticas e ideológicas,  las agrupaciones que se concentraron en el centro de San Salvador (plazas Cívica, Libertad y Morazán) coinciden en esta  valoración política. Únicamente CONAPAR exhibe una visión de esperar y ver qué es lo que va suceder y a partir de la realidad, definir una táctica de lucha.

Las alianzas

El FMLN y las organizaciones populares que influye, puede llegar a acuerdos con el CSS y la URRSS  a partir de la visión anti Nayib. En el caso de CONAPAR se convertirá seguramente en base social del nuevo gobierno.  Habrá una disputa cerrada por los corazones y las mentes de los sectores populares, en el caso de Nuevas Ideas por desalojar a ARENA y al FMLN de la Asamblea Legislativa y los gobiernos municipales en el 2021, y en el caso del FMLN por  mantenerse, y evitar la debacle.

Y en general, todo el movimiento popular y social puede llegar a acuerdos -que conduzcan desde la unidad en la acción hasta modalidades incluso orgánicas- a partir de una plataforma de lucha que tenga como pilares básicos los ya mencionados de  la lucha por la reforma al sistema de pensiones, en contra de la privatización del agua, en contra de la Ley del Servicio Público,  en contra de los despidos y por la libertad sindical.

Conclusiones

Estamos en un nuevo momento histórico en el que se vuelve necesario para el movimiento popular y social, afinar el análisis político, para diseñar una estrategia que le permita asegurar lo ya conquistado en logros sociales y seguir avanzando, hacia la desarticulación del modelo neoliberal y la construcción de poder popular mediante la unidad, organización, conciencia y  movilización.

San salvador, 3 de mayo de 2019


[1] Ese día tuvieron lugar elecciones presidenciales, en las cuales el candidato Nayib Bukele derrota abrumadoramente a los partidos Alianza Republicana Nacionalista, ARENA y Frente Farabundo Martí para la Liberación nacional, FMLN.

[2] Ver Pineda, Roberto. Las Luchas de los Movimientos Populares en El Salvador 1810-2010. San Salvador, Ediciones Prometeo Liberado, 2014

Terra incognita

Por Jorge Luis Borges

Soy el primer aventurero hispánico que ha arribado al libro de Joyce: país enmarañado y montaraz que Valery Larbaud ha recorrido y cuya contextura ha trazado con impecable precisión cartográfica (N. R. F., tomo XVIII) pero que yo reincidiré en describir, pese a lo inestudioso y transitorio de mi estadía en sus confines.

Hablaré de él con la licencia que mi admiración me confiere y con la vaga intensidad que hubo en los viajadores antiguos, al describir la tierra que era nueva frente a su asombro errante y en cuyos relatos se aunaron lo fabuloso y lo verídico, el decurso del Amazonas y la Ciudad de los Césares.

Confieso no haber desbrozado las setecientas páginas que lo integran, confieso haberlo practicado solamente a retazos y sin embargo sé lo que es, con esa aventurera y legítima certidumbre que hay en nosotros, al afirmar nuestro conocimiento de la ciudad, sin adjudicarnos por ello la intimidad de cuantas calles incluye ni aun de todos sus barrios.

James Joyce es irlandés. Siempre los irlandeses fueron agitadores famosos de la literatura de Inglaterra. Menos sensibles al decoro verbal que sus aborrecidos señores, menos propensos a embotar su mirada en la lisura de la luna y a descifrar en largo llanto suelto la fugacidad de los ríos, hicieron hondas incursiones en las letras inglesas, talando toda exuberancia retórica con desengañada impiedad. Jonathan Swift obró a manera de un fuerte ácido en la elación de nuestra humana esperanza y el Mikromegas y el Cándido de Voltaire no son sino abaratamiento de su serio nihilismo; Lorenzo Sterne desbarató la novela con su jubiloso manejo de la chasqueada expectación y de las digresiones oblicuas, veneros hoy de numeroso renombre; Bernard Shaw es la más grata Realidad de las letras actuales. De Joyce diré que ejerce dignamente esa costumbre de osadía.

Su vida en el espacio y en el tiempo es abarcable en pocos renglones, que abreviará mi ignorancia. Nació el ochenta y dos en Dublín, hijo de una familia prócer y piadosamente católica. Lo han educado los jesuitas: sabemos que posee una cultura clásica, que no comete erróneas cantidades en la dicción de frases latinas, que ha frecuentado el escolasticismo, que ha repartido sus andanzas por diversas tierras de Europa y que sus hijos han nacido en Italia. Ha compuesto canciones, cuentos breves y una novela de catedralicio grandor: la que motiva este apuntamiento.

El Ulises es variamente ilustre. Su vivir parece situado en un solo plano, sin esos escalones ideales que van de cada mundo subjetivo a la objetividad, del antojadizo ensueño del yo al transitado ensueño de todos. La conjetura, la sospecha, el pensamiento volandero, el recuerdo, lo haraganamente pensado y lo ejecutado con eficacia, gozan de iguales privilegios en él y la perspectiva es ausencia. Esa amalgama de lo real y de las soñaciones, bien podría invocar el beneplácito de Kant y de Schopenhauer. El primero de entrambos no dio con otra distinción entre los sueños y la vida que la legitimada por el nexo causal, que es constante en la cotidianidad y que de sueño a sueño no existe: el segundo no encuentra más criterio para diferenciarlos, que el meramente empírico que procura el despertamiento. Añadió con prolija ilustración, que la vida real y los sueños son páginas de un mismo libro, que la costumbre llama vida real a la lectura ordenada y ensueño a lo que hojean la indiligencia y el ocio. Quiero asimismo recordar el problema que Gustav Spiller enunció (The Mind of Man, p. 322-3) sobre la realidad relativa de un cuarto en la objetividad, en la imaginación y duplicado en un espejo y que resuelve, justamente opinado que son reales los tres y que abarcan ocularmente igual trozo de espacio.

Como se ve, el olivo de Minerva echa más blanda sombra que el laurel sobre el venero de Ulises. Antecesores literarios no le encuentro ninguno, salvo el posible Dostoiewski en las postrimerías de Crimen y Castigo, y eso, quién sabe. Reverenciemos el provisorio milagro.

Su tesonero examen de las minucias más irreducibles que forman la conciencia, obliga a Joyce a restañar la fugacidad temporal y a diferir el movimiento del tiempo con un gesto apaciguador, adverso a la impaciencia de picana que hubo en el drama inglés y que encerró la vida de sus héroes en la atropellada estrechura de algunas horas populosas. Si Shakespear –según su propia metáfora– puso en la vuelta de un reloj de arena las proezas de los años, Joyce invierte el procedimiento y despliega la única jornada de su héroe sobre muchas jornadas de lector. (No he dicho muchas siestas.)

En las páginas del Ulises bulle con alborotos de picadero la realidad total. No la mediocre realidad de quienes sólo advierten en el mundo las abstraídas operaciones del alma y su miedo ambicioso de no sobreponerse a la muerte, ni esa otra media realidad que entra por los sentidos y en que conviven nuestra carne y la acera, la luna y el aljibe. La dualidad de la existencia está en él: esa inquietación ontológica que no se asombra meramente de ser, sino de ser en este mundo preciso, donde hay zaguanes y palabras y naipes y escrituras eléctricas en la limpidez de las noches. En libro alguno –fuera de los compuestos por Ramón– atestiguamos la presencia actual de las cosas con tan convincente firmeza. Todas están latentes y la dicción de cualquier voz es hábil para que surjan y nos pierdan en su brusca avenida. De Quincey narra que bastaba en sus sueños el breve nombramiento consul romanus, para encender multisonoras visiones de vuelo de banderas y esplendor militar. Joyce, en el capítulo quince de su obra, traza un delirio en un burdel y al eventual conjuro de cualquier frase soltadiza o idea, congrega cientos –la cifra no es ponderación, es verídica– de interlocutores absurdos y de imposibles trances.

Joyce pinta una jornada contemporánea y agolpa en su decurso una variedad de episodios que son la equivalencia espiritual de los que informan la Odisea.

Es millonario de vocablos y estilos. En su comercio, junto al erario prodigioso de voces que suman el idioma inglés y le conceden cesaridad en el mundo, corren doblones castellanos y siclos de Judá y denarios latinos y monedas antiguas, donde crece el trébol de Irlanda. Su pluma innumerable ejerce todas las figuras retóricas. Cada episodio es exaltación de una artimaña peculiar y su vocabulario es privativo. Uno está escrito en silogismos, otro en indagaciones y respuestas, otro en secuencia narrativa y en dos está el monólogo callado, que es una forma inédita (derivada del francés Edouard Dujardin, según declaración hecha por Joyce a Larbaud) y por el que oímos pensar prolijamente a sus héroes. Junto a la gracia nueva de las incongruencias totales y entre aburdeladas chacotas en prosa y verso macarrónico, suele levantar edificios de rigidez latina, como el discurso del egipcio a Moisés. Joyce es audaz como una proa y universal como la rosa de los vientos. De aquí diez años –ya facilitado su libro por comentadores más tercos y más piadosos que yo– disfrutaremos de él. Mientras, en la imposibilidad de llevarme el Ulises al Neuquén y de estudiarlo en su pausada quietud, quiero hacer mías las decentes palabras que confesó Lope de Vega acerca de Góngora: Sea lo que fuere, yo he de estimar y amar el divino ingenio deste Cavallero, tomando del lo que entendiere con humildad y admirando con veneración lo que no alcanzare a entender.

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El proyecto político de Nayib Bukele y sus perspectivas

Roberto Pineda                                                              8 de abril de 2019

Introducción

El 3 de febrero de 2019 el joven candidato presidencial Nayib Bukele se alza con la victoria electoral en primera vuelta. Y esto sucede contra todo el pronóstico de la derecha, pero de acuerdo con los resultados de múltiples encuestas de opinión. ARENA se negaba a creer lo que le gritaba la realidad, y confundió deseos con realidades, creyendo que con giras turísticas diarias de su candidato presidencial Carlos Calleja iban a resolver el problema del desgaste político prolongado y así lograr el triunfo electoral. 

La pretensión de comprender esta victoria electoral de Nayib Bukele, a partir de su perfil ideológico o mediático en su caso,  no logra explicar la complejidad de este  vertiginoso ascenso al poder político así como su proyecto político.

Considero más adecuado tomar en cuenta sus intereses y necesidades como marco exploratorio para captar su visión política, fuertemente influenciada por altas dosis de pragmatismo y espectacularidad, controversia y eclecticismo, contracultura, local e internacionalmente, que acompañaran y marcaran su gestión como gobernante en el quinquenio 2019-2024.  Su referente no es Marx ni Weber sino Bismarck.

Nos encontramos claramente ante una nueva recomposición del bloque hegemónico, -ante el colapso del bloque anterior surgido en 1992-que fue iniciada desde el gobierno de Saca y hoy se  cristaliza en el triunfo de Bukele,  y que es el resultado en el plano político de los profundos cambios económicos y sociales que por una parte, han desplazado a los viejos poderes oligárquicos y por la otra, del fracaso en consolidar vía electoral un poder popular.

Representará una vía de centro-izquierda y pro mercado (socialdemócrata) en oposición a la izquierda de los gobiernos nucleados en el ALBA.Es además un bonapartismo sui generis el que presenciaremos del 2019 al 2024.  El gobierno Bukele será anti oligárquico pero no antiimperialista; pro empresarial pero no necesariamente neoliberal.

Y sucede en el marco de una ofensiva planetaria conservadora que llevó a la presidencia de Estados Unidos a Trump, que ha barrido con gobiernos de izquierda y centro-izquierda en Sudamérica (Brasil, Argentina, Chile) y que mantiene en jaque a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua, integrantes del ALBA.

Es a partir de criterios de intereses y necesidades que  elaboro las siguiente reflexiones sobre posibles y diversas áreas del accionar  del nuevo régimen, en particular su perspectiva internacional, de seguridad, económica y de lucha contra la corrupción. , tomando en cuenta que Nayib Bukele pasa a controlar una parte estratégica del Estado, el ejecutivo, el gobierno.

Y tomando en consideración que presenciamos el nacimiento de un nuevo bloque de poder  en el país hegemonizado políticamente por el partido Nuevas Ideas  y socialmente por sectores no oligárquicos del capital local, en particular de origen árabe y la determinante influencia del capital transnacional. Asistimos a la recomposición del bloque hegemónico también a nivel regional centroamericano,  presenciamos el cierre de un ciclo histórico. 

También seguramente presenciaremos el debilitamiento de la dimensión ideológica del conflicto político, -aunque no de la controversia-que resaltó en el caso de los gobiernos del FMLN y de ARENA.

Un elemento importante a tomar en cuenta en el análisis es el papel de Estados Unidos, en particular de la administración Trump. El apoyo estadounidense a Nayib  Bukele divide y confunde a la derecha salvadoreña, incluso coloca a sus tanques de pensamiento, como FUSADES, (el instrumento ideológico), en la necesidad confesa de respaldar al nuevo gobierno, y dar un viraje en sus respaldos políticos. Otros se subirán tarde o temprano a esta ola.

La misma ANEP, (el instrumento gremial),  e incluso ARENA, (el instrumento político), tendrán que reevaluar sus posturas de choque y quizás incluso dar a regañadientes “el beneficio de la duda” al nuevo gobierno. La otra perspectiva de ARENA es el choque frontal, que al final seguramente terminara por provocarle un mayor desangramiento, en las próximas elecciones legislativas y municipales de 2021. 

En este contexto es significativo que el clan empresarial Calleja es el que no se ha regionalizado y su prioridad sigue siendo  nacional, pero su control de ARENA está en disputa por el clan empresarial Simán, de origen árabe, y ya transnacionalizado.  A continuación examinamos el contexto internacional; las fortalezas (cañones) de Nayib Bukele; sus retos principales,  así como los desafíos del movimiento popular en esta nueva coyuntura y algunas conclusiones.

1.       La visión internacional

1.1 Un viaje programático: la gira en marzo a las ciudades de México y Washington

La primera gira de Nayib Bukele ya como presidente electo no es casual y responde a las líneas maestras de su política exterior: priorizar las relaciones con México y Estados Unidos. Con México porque se trata –entre otras razones-de un gobierno de izquierda y con Estados Unidos por múltiples motivos, que incluyen una fuerte presencia de  población salvadoreña en su territorio y su estratégico perfil comercial con nuestro país.

En su visita a AMLO en México su interés era posicionarse como aliado y lo logró. Como resultado de esta gira el próximo gobierno Bukele se integrara a diversas iniciativas mexicanas regionales.

En su gira a Estados Unidos el elemento espectacular –que forma parte de su estilo- fue pronunciar un discurso y ser aplaudido  en las entrañas del poder ideológico de la ultraderecha estadounidense, nada menos y nada más que en la mítica fundación Heritage; y reunirse con el secretario de seguridad del gobierno Trump.

USA respalda  una agenda basada en tres pilares: lucha contra la corrupción, contra la delincuencia (pandillas) y contra la migración de salvadoreños hacia USA. Estas son las preocupaciones y pesadillas de Washington con respecto a El Salvador y Centroamérica. 

Esto los vincula al programa político de  Nayib Bukele, son coincidencias básicas que difícilmente las hubieran tenido con  Calleja y muchos menos con Martínez, con el primero por su vinculación a los intereses del núcleo oligárquico que necesita la migración y el segundo, porque  aunque lo hubiera deseado, su partido le hubiera bloqueado esta posibilidad de ver exclusivamente hacia el norte. La mirada del FMLN es hacia el sur.

Nayib Bukele incursionó en el poder ideológico y en el poder político del imperio. Buscaba el reconocimiento y lo logró. Fue una lección clásica de realpolitik a lo Bismarck, no son  consideraciones morales ni ideológicas, filosóficas ni teóricas,  las que impulsan sus acciones, sino el obtener logros prácticos, resultados, éxitos, beneficios para su gestión gubernamental.

Se presentó como un socio, no como un adversario, desplegó coincidencias y ocultó diferencias. En buen salvadoreño, optó tácticamente por sobarle el lomo a la bestia. Y esa será su tónica. Y explica porque en ambas reuniones no tuvo reparos en criticar a Venezuela, Nicaragua y la República Popular China, lo que es música celestial para los oídos de la derecha estadounidense.

Por otra parte, en la región Nayib convertirá a El Salvador en santuario de los movimientos  opositores guatemaltecos (contra Morales), hondureños  (contra JOH) y nicaragüenses (contra  Ortega). Una prueba  de esto es su alianza con el movimiento político guatemalteco Semilla y su máxima dirigente, la abogada Thelma Aldana, ahora candidata presidencial, con amplias perspectivas de éxito en ese país.

  • Los cañones de Nayib Bukele

El presidente electo, que asumirá el 1 de junio, Nayib Bukele,  cuenta con un poderoso capital político que es el resultado de seis  elementos, de seis cañones.

2.1  Un respaldo popular mayoritario

El primero es el innegable respaldo popular mayoritario, particularmente de jóvenes,  que se expresó en las urnas y que tuvo a la base el desgaste político tanto de ARENA como de los diez años de gobierno del FMLN; Nayib se alzó con la victoria en una campaña electoral en la que visitó muy poco el territorio y sin contar con organización partidaria.

2.2 El ingrediente étnico: lo árabe-palestino

El segundo es que representa a un sector del capital no oligárquico, a un sector del capital árabe,  y seguramente también a sectores del capital trasnacional  que ocupan las principales plazas de la economía nacional, incluyendo energía y telecomunicaciones, y que seguramente estarán representados en su gabinete. El ingrediente étnico, no obstante diferencias políticas con otros, es un factor cohesionador. Lo étnico pesa, crea poderosos e insospechados puentes.

2.3 El respaldo de la diáspora

El tercero es el respaldo de la comunidad salvadoreña de la diáspora, que constituye un inmenso potencial de desarrollo, en la medida que las remesas familiares dejen de ser exclusivamente fuente principal de acumulación de los  sectores importadores y comerciales del gran capital, y se conviertan en herramienta  de promoción de alternativas productivas, que impacten en los sectores informales, y de la micro, pequeña y mediana empresa. Es la posibilidad de un nuevo eje de acumulación.

2.4 El apoyo de Estados Unidos y de México

El cuarto es el respaldo de los gobiernos de Estados Unidos y de México, el primero de ultraderecha (Trump) y el segundo de izquierda democrática (AMLO). Hay coincidencia de intereses. Mantener este respaldo va garantizarle el apoyo de Japón, Corea del Sur y la Unión Europea. Así como la posibilidad de ruptura con Venezuela y Nicaragua y el posible enfriamiento o incluso ruptura de relaciones con la República Popular China.

2.5 La continuidad del enfrentamiento contra ARENA

El quinto es la necesidad de mantener vigente el discurso programático novedoso, de ruptura, la polémica que debe de seguir en un plano seductor de los sectores populares garantizando nuevos ejes de interés y de expectativa; y a la vez de enfrentamiento político con el bloque opositor.   Y el manejo de las redes sociales como clave para enfrentar a los medios tradicionales.

2.6 Presencia en Asamblea Legislativa

Y finalmente Nayib Bukele cuenta con una representación legislativa (GANA-CD), que aunque minoritaria, le permitirá incidir con propuestas  y que será vital en estos dos años que quedan para poder modificar la actual correlación legislativa, que favorece a ARENA.  ARENA no solo cuenta con esta influencia parlamentaria sino también con el control municipal de las principales ciudades del país, con influencia determinante en la Corte Suprema de Justicia y sobre los medios escritos y televisivos de comunicación social.

3. Los retos de Nayib Bukele

El presidente electo Nayib Bukele enfrenta variados y complejos retos hacia futuro. En particular los de garantizar la recuperación de la tranquilidad ciudadana, de enfrentar la corrupción, de promover niveles de inversión que permitan empleos de calidad; y disminuir los flujos ciudadanos hacia Estado Unidos y mantener y de ser posible aumentar los programa sociales. Cada uno de estos problemas esta interrelacionado. La solución de uno contribuye a la solución de todos y viceversa. No son retos fáciles sino que cada uno de estos problemas es complejo y llevara tiempo. No habrá soluciones mágicas.

3.1 La tranquilidad ciudadana.

Los acuerdos de Paz de 1992 concluyen la guerra política pero inauguran la guerra social. Y a esta altura los niveles de violencia provocados por la delincuencia, en particular por las pandillas son críticos. Tanto los gobiernos de ARENA (20 años) como los del FMLN (10 años) hicieron uso de la represión para enfrentar este problema y fracasaron. Se necesita priorizar la prevención y fundamentalmente elevar los niveles de vida de las comunidades afectadas, que aunque focalizadas cubren los 14 departamentos del país.

Esto necesita de recursos y de acompañamiento social. Es un proceso a mediano y largo plazo. El reto es el de reconstruir el tejido social y la presencia del estado en esas comunidades. Un peligro es que al priorizar la prevención se perciba popularmente que se le están haciendo concesiones a las pandillas y esto bloquee este proceso. Un peligro latente será la tentación siempre presente de recurrir a la represión para conquistar aplausos de los sectores populares.

El tratamiento hacia las poderosas pandillas juveniles (maras) está marcado desde una óptica estadounidense por la amenaza  y el peligro es que Nayib compre este discurso y continúe la militarización como estrategia principal. Esto será inaceptable para el movimiento popular  y le provocará un seguro desgaste.

3.2 La lucha contra la corrupción.

El aprovechamiento del Estado por parte de funcionarios gubernamentales y privados para el enriquecimiento personal tiene larga historia y parece incluso haber echado fuertes raíces en el imaginario social en la famosa frase de “a mí no me den, pónganme donde hay.” Es por esto que la propuesta de establecer una CICIES, una comisión internacional para investigar la corrupción, levanta fuertes protestas de  fuerzas interesadas en que esto no suceda. En esto va ser por lo tanto clave el respaldo popular y la participación de la ONU y la OEA. Pero va ser un proceso, y llevará tiempo, y la derecha seguramente tratará de bloquear este proyecto. Un peligro latente será la tentación de realizar compromisos con la derecha de impunidad para garantizar estabilidad política.

3.3 La búsqueda de la inversión extranjera

El Salvador lleva décadas con bajos niveles de crecimiento económico, y en esto juega un papel clave, entre otros,  los bajos niveles de inversión extranjera. La atracción de compañías que garanticen empleos de calidad es un desafío, pero influenciado negativamente por el nivel académico de nuestra población laboral.  Un peligro latente será la tentación de atraer capitales golondrina que llegan, explotan y se van.

3.4  La migración hacia Estados Unidos.

A partir del conflicto armado (1980-1992) el flujo poblacional hacia Estados Unidos y el correspondiente envió de remesas familiares vino a modificar el panorama económico y social, pasando de una economía agro-exportadora a una economía basada en los servicios, que origina una cultura consumista. Son casi tres millones de salvadoreños y salvadoreñas viviendo en Estados Unidos. Y  nuestra gente emigra porque literalmente son expulsados por este sistema capitalista dependiente que los condena a la pobreza extrema y a  la violencia. Huyen en busca de trabajo y seguridad.  Un peligro latente será la tentación de diseñar estrategias represivas para cumplir compromisos con gobiernos mexicano y estadounidense de parar el flujo migratorio.

Mientras para los sectores dominantes salvadoreños la “exportación de gente” resulta ser un jugoso y lucrativo negocio, pilar de la acumulación capitalista, y fundamento del despliegue de una cultura consumista para llenar sus centros comerciales; para ciertos sectores de poder los Estados Unidos este fenómeno se utiliza electoralmente como un problema de seguridad nacional, que deben de resolver para garantizar así unas fronteras seguras frente al enfrentamiento global con la República Popular China.  Esto crea un conflicto entre las necesidades de seguridad estadounidense y las necesidades de acumulación oligárquica.  Esto hace que el gobierno USA necesite cerrar el flujo migratorio.

Esto crea una contradicción secundaria entre los intereses de los sectores oligárquicos y los del imperio estadounidense. Es en este marco que se inserta el respaldo que adquiere la agenda de Nayib Bukele desde diversos centros de poder  en Estados Unidos, incluyendo a la conservadora Heritage Foundation, y reconocidos halcones de la administración Trump.

3.5 Los programas sociales.

Los programas sociales que en la actualidad benefician a niños y niñas, adolescentes y jóvenes, mujeres y adultos mayores son conquistas populares que no pueden ser revertidos sino que necesitan ampliarse e institucionalizarse. Un peligro latente será la tentación de diseñar estrategias para debilitar o incluso suprimir algunos de estos programas alegando falta de recursos del Estado. Contribuye desde ya a este propósito la decisión legislativa de ARENA de aumentar el FODES del 8 al 10 por ciento del presupuesto nacional.

4.Los desafíos como movimiento popular

La lucha y la organización popular es la garantía de atravesar este momento complejo en que entra en disputa el rumbo del próximo gobierno como expresión de un nuevo momento histórico. Va depender de nuestra capacidad de incidir para evitar que este se oriente fundamentalmente hacia la derecha internacional y nacional y para que asuma compromisos históricos de transformación social que siguen vigentes desde el conflicto armado.

Es fundamental para una recomposición de las fuerzas de izquierda en sus diversos componentes sociales, religiosos, académicos, culturales y políticos, lo siguiente:

a) Desenlace orientado a la lucha popular de las elecciones  internas del FMLN                                                                                                                            b) Que los programas sociales se conviertan en espacios de organización de los sectores populares                                                                                                   c) Fortalecer los instrumentos de lucha a nivel de estado, economía y sociedad.                                                                                                                       d) Buscar compromisos con el nuevo gobierno, como el rechazo a la privatización del agua, mantenimiento de programas sociales, reformas  a las pensiones y evitar que se apruebe una Ley del Servicio Público represiva  y pro patronal.

Conclusiones

Como movimiento popular, como izquierda social,  tenemos el desafío de la defensa de los  programa sociales, de defender el derecho a emigrar pero fundamentalmente el derecha a vivir dignamente en nuestra  patria; empleos de calidad, eliminar corrupción y seguridad en nuestros vecindarios rurales y urbanos. 

Este 1 de mayo de 2019 es una oportunidad magnífica para dar una demostración, de unidad sindical y popular (ojala una sola marcha), de fuerza y de exigencia de una plataforma de reivindicaciones que incluya no privatizar el agua, reforma de pensiones, contra el alto costo de la vida,  contra los feminicidios, juicio a los crímenes de guerra, por un aumento salarial generalizado y rechazo a la Ley de Servicio Público.

Roberto Pineda, San Salvador, 8 de abril de 2019

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La reinvención de la derecha en El Salvador

Roberto Pineda, San Salvador, 22 de marzo de 2019

Derecha salvadoreña reinicia campaña electoral hacia el 2021

La reciente victoria legislativa de ARENA de aprobar un aumento del 8% al 10% del presupuesto nacional para las alcaldías, señala inequívocamente el reinicio de la campaña electoral hacia las próximas elecciones legislativas y municipales de 2021.

Estos serán fondos frescos que además de debilitar financieramente al nuevo gobierno de Nayib Bukele, permitirá realizar obras y quizás así evitar que les arrebaten los gobiernos locales de San Salvador, Santa Ana, Santa Tecla, Soyapango, Apopa, Ciudad Delgado, Sonsonate  y  el emblemático Antiguo Cuscatlán.

La pérdida en ARENA de dos elecciones presidenciales consecutivas, 2009 y 2014, coloca a esta formación política en una situación complicada, no obstante su actual presencia legislativa y municipal. Este es el horizonte político en el que aparece la actual crisis de este partido.

Y es que la avalancha del 3 de febrero golpeó profundamente a ARENA. Y por lo tanto el principal partido de derecha también se ve obligado a reinventarse para sobrevivir y continuar siendo el principal instrumento político en defensa de los intereses de la oligarquía salvadoreña.

A continuación exploramos el trasfondo histórico, político de esta situación, las diversas expresiones sociales de la derecha salvadoreña, con énfasis en los desafíos que tiene planteados el partido ARENA en lo que podría ser quizás su última crisis, desencadenada por su segunda derrota en elecciones presidenciales y por los previsibles resultados negativos del 2021.

Los múltiples rostros de la derecha salvadoreña

A lo largo de la historia la derecha se ha manifestado principalmente en cuatro expresiones. Ha existido una derecha empresarial, una derecha militar, una derecha académica, y una derecha religiosa. En términos de conducción política del Estado manejaron cinco instrumentos: Pro-Patria (1931-1944), Partido Unificado Social Demócrata, PUSD (1945-1948) , Partido Revolucionario Unificación Democrática, PRUD (1948-1960), Partido de Conciliación Nacional, PCN  (1961-1979-actualidad) , y Alianza Republicana Nacionalista, ARENA  (1981-actualidad). 

  1. La derecha académica

Con respecto a  la derecha académica es de reciente surgimiento. Su primera expresión fue la creación de la jesuita Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA)  en 1965 como un proyecto conservador para disputar la hegemonía en la educación superior a la “izquierdista” Universidad de El Salvador, UES. Posteriormente surge en septiembre de 1977 la Universidad José Matías Delgado, administrada por el intelectual David Escobar Galindo.

Y en 1994 luego de los Acuerdos de Paz, surge en Santa Tecla estrechamente vinculada  a la familia Poma, la Escuela Superior de Economía y Negocios, ESEN, así como importantes tanques de pensamiento nacidos durante el conflicto armado, como la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social, FUSADES, creada en 1983  por la AID y la Fundación Empresarial para el Desarrollo Educativo, FEPADE, fundada en 1986.

  • La derecha religiosa

En relación a la derecha religiosa, conservadora,  mantuvo históricamente hasta mediados de 1960 el control ideológico de la Iglesia católica Romana. A partir de esa fecha se produce en su seno una división entre sectores conservadores y partidarios de las nuevas corrientes de la Teología de la Liberación. Con el asesinato en marzo de 1980 de Monseñor Romero la “Iglesia Popular” se debilita y es desplazada de la conducción institucional.

Durante el desarrollo de la Guerra Popular Revolucionaria (1980-1992) sectores de la iglesias evangélicas de naturaleza conservadora (Tabernáculo Bíblico Bautista “Amigos de Israel.”, Misión Cristiana Elim, Iglesia Luz del Mundo, Asambleas de Dios, etc.) pasan a ocupar el espacio dejado por las comunidades eclesiales de base católicas y sus celebradores de la palabra,  que se ven diezmados por la represión gubernamental.

  • La derecha militar

En el caso de la derecha militar conduce el estado desde diciembre de 1931 hasta mayo de 1982, en términos formales, y hasta enero de 1992 en términos reales. La derecha militar en tanto dictadura militar practicó diversas  modalidades de gobierno entre estas el gobierno unipersonal, y las juntas y consejos militares.

Los golpes de estado definían la sucesión generacional y a la vez la construcción de un nuevo instrumento político electoral. El General Maximiliano Hernández Martínez fue el  Jefe Supremo del partido Pro-Patria. Duró este partido de 1934 a 1944. En mayo de 1944 surge el Partido de Unificación Social Demócrata.

En 1948 surge el Partido Revolucionario Unificado Demócrata, PRUD; vinculado al golpe de estado “de los Mayores” de diciembre de 1948. Duró de 1948 a octubre de 1960, cuando fue disuelto por otro golpe de estado. En1961 surge el Partido de Conciliación Nacional, PCN, que es “disuelto” en octubre de 1979 en un nuevo golpe de estado de la Juventud Militar, pero logra sobrevivir hasta nuestros días. En síntesis la derecha militar gobernante construyó a  lo largo de sesenta años cuatro expresiones políticas: Pro-Patria, el PUSD, el PRUD, y el PCN.

3.1 El Partido Patriótico Nacional (Pro-Patria) [1]

El Partido Patriótico Nacional (Pro-Patria) con su “Jefe Supremo” surge  en julio de 1934  como resultado de una alianza entre sectores militares conducidos por el General Maximiliano Hernández Martínez y un grupo de “profesionales, terratenientes y empresarios” interesados en que Martínez continuara como presidente del país, incluso si esto significaba la ruptura del orden constitucional, que prohibía la reelección, ante lo cual diseñaron una imaginativa “solución legal” consistente en que depositara por un momento (agosto de 1934) el mando presidencial en el vicepresidente, para poder participar en las elecciones presidenciales de enero de 1935.

Este grupo representativo de las “fuerzas vivas” del país, se constituye en julio de 1934 en la primera directiva nacional (Consejo Supremo) del Pro-Patria, y lo integran:

-Dr. Rodrigo Samayoa, abogado, excompañero de Martínez en la Facultad de Derecho de la UES, casado con Celina Rivas, padre de los hermanos Mauricio (1949-2015) y Rodrigo Samayoa  Rivas. El primero ingeniero y banquero, presidente de la aseguradora SISA y del  Banco Cuscatlan. El segundo abogado, gobernador departamental de San Salvador,  diputado de ARENA y luego de GANA.                                                                                                     -Dr. Atilio Peccorini, migueleño, casado con Ana Delfina Letona, nacido en 1883, abogado  y terrateniente del oriente del país, propietario de la Hacienda La Estancia, en el municipio de Moncagua.   Padre del filósofo anticomunista Francisco Peccorini Letona., 1915-1989, que fue  “ajusticiado” por el FMLN.                                                                                  -Dr. Francisco Antonio Reyes, santaneco, casado con Luz Regalado, hermana menor del General y terrateniente cafetalero Tomás Regalado.                                                                                                                 -Federico Escalón Rodríguez, hijo del expresidente salvadoreño Pedro José Escalón, (1903-1907) terrateniente cafetalero de Santa Tecla                                              -Gustavo Alejandro Vides Valdés, terrateniente cafetalero santaneco, propietario de finca Las Cruces

  • El Partido de Unificación Social Demócrata, PUSD[2]

Surge al calor de la apertura democrática provocada por el derrocamiento del General Martínez en mayo de 1944. Y es precisamente en ese mes en el que surgen diversas expresiones partidarias luego de trece años de un solo partido oficial, el Pro-Patria. En este caso su líder máximo es el General Salvador Castaneda Castro (1888-1965), que compite en febrero de 1945 como candidato único para la presidencia y que es  luego derrocado por el “golpe de los Mayores” del 14 de diciembre de 1948.

3.3 El Partido Revolucionario de Unificación Democrática, PRUD[3]

La primera directiva del Partido Revolucionario de Unificación  Democrática, de agosto de 1949 estuvo integrada por:

-Mayor Oscar Osorio, agregado militar en México, dirigente máximo del PRUD y presidente de El Salvador (1952-1956).                                                  -Dr. Reynaldo Galindo Pohl, abogado, participante en el Comité de Huelga Estudiantil que convocó en mayo de 1944 a la Huelga de Brazos Caídos que logró el derrocamiento del General Martínez                                                    -Ing. Atilio García-Prieto Bustamante,  terrateniente migueleño (1911-2004)                                                                                     

  • El Partido de Conciliación Nacional, PCN[4]

El día 30 de septiembre de 1961, con la asistencia de más de cien personas entre profesionales, agricultores, comerciantes, empleados y obreros provenientes de las distintas zonas del país, quedó constituido el PARTIDO DE CONCILIACION NACIONAL. La Directiva provisional del Partido de Conciliación Nacional, quedó integrada por: Secretario General: Doctor José Vicente  Vilanova; Secretarios Adjuntos, Doctor José Italo Iammatei y Bachiller Roberto Morán López; Secretario de Finanzas, Doctor Antonio Belismelis Alvarez, Secretario de Propaganda, Doctor Francisco José Guerrero, Secretario de Relaciones Públicas, Don Rafael Solórzano Morán.

El tres de octubre de 1961, el PCN realiza una concentración pública con la asistencia del Teniente Coronel Julio Adalberto Rivera, y dan a conocer los objetivos del partido, recibiendo el respaldo de los gremios cafetalero, algodonero, azucarero, ganadero y cerealero.  El jueves 12 de octubre de 1961, el PCN lanza su primer manifiesto público “UNIDOS PARA SALVAR A LA PATRIA”, en el que invita a unirse a sus filas en forma serena y desapasionada para servir a la patria.[5] 

El PCN, conocido como partido de las manitas,  tuvo cuatro presidentes:  Coronel Julio Adalberto Rivera  (1962-1967); General Fidel Sánchez Hernández (1967-1972) ; Coronel Arturo Armando Molina (1972-1977) y General Carlos Humberto Romero (1977-1979).

  • La derecha empresarial

En el caso de la derecha empresarial, un antecedente histórico es la Asociación Cafetalera de El Salvador, creada en diciembre de 1929 y todavía existente.  En septiembre de 1966 surge  la Asociación Nacional de la Empresa Privada, ANEP, como su representante gremial. Es de señalar que la oligarquía agro-exportadora, es desplazada por los militares desde 1930 de la  conducción del estado. En 1944 otro antecedente histórico es el Partido Agrario, así como desde 1966 hasta su desaparición en 1989,  lo es el Partido Popular Salvadoreño, PPS, dirigido por José Francisco Quiñonez Ávila.  

Y los sectores oligárquicos vuelven a retomar el Estado, casi sesenta años después, por medio del partido Alianza Republicana Nacionalista, ARENA, a partir de junio de 1989 hasta junio de 2009, cuatro gobiernos empresariales en un periodo de veinte años.  Y ese año, no solo pierden el gobierno frente al FMLN sino también sufren una división en sus filas, y nace el partido GANA.

4.1 El Partido Popular Salvadoreño, PPS[6]

El Partido Popular Salvadoreño, PPS surge en 1966 como un esfuerzo desde sectores empresariales para recuperar directamente la conducción del Estado. Según Zamora representó “una alternativa conservadora de carácter civilista frente a los partidos de corte militar.” [7]

Participa en tres elecciones presidenciales, la primera en 1967 donde  su candidato Álvaro Magaña disputa con el Dr. Fabio Castillo (PAR Nueva Línea) y el general Fidel Sánchez Hernández (PCN).  En 1972 por medio del Dr. José Antonio Rodríguez Porth contra el democristiano Ing. José Napoleón Duarte (UNO) y el Coronel Arturo Armando Molina (PCN). Y en 1984 a través de José Francisco Quiñonez Ávila contra el Ing. José Napoleón Duarte (PDC) y el Mayor Roberto DAubuisson (ARENA).

“Chico” Quiñonez Ávila, fundador del PPS, y propietario de la empresa de envoltorios BEMISAL fue premiado recientemente por COEXPORT. Su hermano, Ricardo Quiñonez Ávila, fue Ministro de Agricultura durante el gobierno del Dr. Armando Calderón Sol, 1994-1999. 

4.2 El partido Alianza Republicana Nacionalista, ARENA[8]

Las cuatro grandes rupturas de ARENA

ARENA se crea el 30 de septiembre de 1981 con 35 fundadores constituyentes. Entre estos su líder máximo, Roberto d’Aubuisson (1943-1992) , Ricardo Ávila, Ricardo Valdivieso,  Mario Ernesto Molina Contreras, Gabriel “Bibi” Montenegro, Roberto “Bobby” Daglio (piloto aviador) Emilio Redaelli y el número dos Fernando Sagrera, entonces de  37 años y piloto aviador especializado en riego de cultivos agrícolas.

Un antecedente inmediato de ARENA fue el Frente Amplio Nacional, FAN, formado también por el Mayor Roberto DAubuisson en 1980. Una de las principales acciones del FAN fue la tentativa fallida de derrocar a la segunda junta de gobierno, lo cual fue frustrada por la captura en la finca San Luis de Santa Tecla, el 7 de mayo de 1980,  de su dirección nacional (doce militares y doce civiles), incluyendo a DAubuisson y Fernando  “El Negro” Sagrera.

La actual crisis de ARENA entre dos bloques claramente definidos no es una novedad. Durante sus casi 40 años el partido ARENA ha experimentado múltiples conflictos internos. De estos hemos seleccionado como los más representativos los que tuvieron lugar en 1991, 1996-1997, 2009 y el actual.

1991: el conflicto de la herencia de DAubuisson

En febrero de 1991, ya bajo el primer gobierno arenero de Alfredo Cristiani, 1989-1994,  y a meses de la firma de los Acuerdos de Paz, ARENA se enfrenta a la crítica situación que su líder máximo padecía de un cáncer de lengua terminal. La enfermedad y luego la desaparición del fundador origina tres agrupaciones interesadas en la conducción del barco de ARENA.

Estaban los “duros” luchadores anticomunistas al mando de Víctor Antonio Cornejo Arango, conocido como El Maneque; estaban los “modernizantes” que integraban el gabinete de gobierno y eran conducidos por el banquero infieri Alfredo Cristiani; y estaban los “pragmáticos”  dirigidos por el Dr. Armando Calderón Sol.

En 1993 los pragmáticos logran imponerse sobre los tradicionalistas y los modernizantes, con la candidatura presidencial de su líder Calderón Sol, y posteriormente asumen el segundo gobierno de ARENA, 1994-1999. Y además asumen la conducción del partido, a través del empresario Juan José “El Conejo” Domenech, pero bajo el asedio de los duros y los modernizantes.

La crisis de septiembre 1996 entre maneques y pragmáticos

En septiembre de 1996 los ataques de los “maneques” contra Calderón Sol y Domenech salen a luz pública, rompiendo con el hermetismo que había caracterizado a los grupos en pugna al interior de ARENA. Logran los “maneques” con el apoyo de muchos alcaldes areneros, incluso  descarrilar el COENA que se ve forzado a la salida de Domenech y a designar como presidente “interina” a la santaneca Gloria Mercedes Salguero Gross, entonces presidenta de la Asamblea Legislativa, y a las cuales los maneques respetaban por su fiero anticomunismo.

Pero aunque logran la salida de Domenech no logran que su líder Cornejo Arango pase a integrar el Consejo Ejecutivo Nacional, COENA, el que se renueva con la integración de la misma Salguero Gross, de Milena Calderón de Escalón y del entonces joven Walter Araujo, jefe de la fracción legislativa. Modernizantes y pragmáticos se unieron para bloquear a los “escuadroneros.” Luego de Salguero Gross asumirá Araujo la presidencia del COENA. Y en mayo de 2002 Archie Baldochi, presidente además del Banco Agrícola y ya fallecido. 

Frente a esta humillante derrota, a los “maneques” no les quedo opción más que correr a refugiarse al PCN. Y así lo hicieron, el mismo Cornejo Arango, el coronel Sigifredo Ochoa Perez, el Dr. Mauricio Gutiérrez Castro y el exvicepresidente Francisco Merino. Pero la  “revancha maneque” fueron los resultados de las elecciones legislativas y municipales de marzo de 1997:   pérdida de 11 diputados en  ARENA, y para el PCN una ganancia de 7 diputados.[9]

Es del grupo pragmático vinculado a Calderón Sol  que en febrero de 1998 surge la candidatura “sorpresa” de Francisco Flores, entonces presidente de la Asamblea Legislativa, y con el cual se logra el tercer gobierno de ARENA, 1999-2004. En este caso, no  obstante la oposición del grupo modernizante dirigido por Cristiani, se opta por regresar al acuerdo de “lavar la ropa sucia en casa”, de resolver los conflictos internos de manera secreta. Este certero golpe de mano de Calderón Sol y de Flores bloqueó las posibles candidaturas del mismo Cristiani, de Oscar Alfredo Santamaría, de Cecilia Gallardo de Cano e incluso del elusivo empresario cervecero, Roberto Murray Meza.

En marzo de 2003 ARENA sufre una aplastante derrota electoral en las elecciones legislativas y municipales, pero en  julio de 2003, Antonio Saca, un periodista radial usuluteco, de origen palestino, gana en primarias la nominación presidencial y el siguiente año derrota al candidato presidencial del FMLN, Schafik Handal, convirtiéndose  en el cuarto y último presidente de ARENA, y dando lugar al nacimiento de una nueva corriente al interior de este partido, que se volvió rápidamente dominante, en alianza con sectores de la banca y el comercio importador.  

En esos momentos el presidente del partido era el terrateniente Antonio Salaverría, que fue sustituido posteriormente por el  mismo Saca.  Desde la presidencia Saca se orientó demagógicamente a los temas sociales, implementando la llamada “Red Solidaria”, un subsidio a las familias en situación de extrema pobreza.

Ya al filo de 2007 varios grupos al interior de ARENA le adversaban, entre ellos los llamados Torogoces; los dueños de los canales TCS y de “El Diario de Hoy” junto a grandes empresarios agropecuarios y agroindustriales, entre estos Francisco Callejas, dueño de los supermercados Selectos; otro grupo eran  Los Generales: ex-presidentes de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP).Y también estaban Los Apóstoles: empresarios, políticos e intelectuales que se reunían con el industrial y banquero Roberto Murray Meza. Entre esos apóstoles se mencionaba a la ex-canciller María Eugenia Brizuela, a la ex-directora de “La Prensa Gráfica”, Cecilia Gallardo de Cano y al presidente de FUSADES, Antonio Cabrales.[10]

Ya antes  en el 2007, y siendo presidente, diversos sectores de ARENA objetaban su gestión política, pero Saca como presidente del COENA y acompañado de Cesar Funes y René Figueroa, mantenía el control del partido  junto con poderosos sectores de la banca y del comercio importador. 

2009: una nueva división en ARENA, surge GANA

En marzo de 2009 las elecciones presidenciales son ganadas por el periodista Mauricio Funes, candidato del FMLN. ARENA sufre una profunda derrota con su candidato presidencial, Rodrigo Ávila, seleccionado por el presidente Antonio Saca. Luego de esta derrota un grupo de 12 diputados de ARENA deciden abandonar este partido para fundar la Gran Alianza por la Unidad Nacional, GANA. Y lo peor para ARENA fue que este nuevo partido decide  en aras de la “gobernabilidad” establecer una alianza con el gobierno del presidente Funes 2009-2014, que se prolonga con el gobierno de Sánchez Ceren, 2014-2019.

La dirección de ARENA acusa al expresidente Saca por esta grave división así como de haber “amañado” la elección de Rodrigo Ávila, por lo que lo someten a un juicio político que concluye en diciembre de 2009 con su expulsión del partido. Concluyeron los “jueces” que el COENA no obstante existir 18 candidatos, había bajado línea para que votaron por Ávila, lo que dejo fuera candidatos como Ana Vilma Escobar -vinculada a las familias Cristiani y Poma-, Francisco Laínez -ex-presidente de la ANEP, principal gremio de la empresa privada- y Eduardo Barrientos, fundador del partido.[11]

En la actualidad el expresidente Saca se encuentra guardando prisión en Mariona por haberse declarado culpable por cargos de corrupción.

La última crisis de  2018-19: Simán contra Calleja El capital árabe contra el capital oligárquico

El presidente del COENA desde septiembre de 2016 es Mauricio Interiano, acompañado por el diputado Carlos Reyes (legislador desde 1997), el fundador Eduardo “el Grillo” Barrientos y la veterana alcaldesa de Antiguo Cuscatlán, Milagro Navas.  Este fue un COENA inclinado hacia el candidato presidencial Calleja.  Y hoy se encuentra en crisis, obligados a convocar a elecciones internas, donde seguramente recuperaran el poder partidario la alianza empresarial Simán –Murray Meza-Sagrera-Poma.

Y esta crisis se expresa en la actualidad en la aparición de un grupo de 2 diputados y 2 diputadas que se manifiestan con libertad de criterio en términos de votaciones partidarias y que da la impresión que están a punto de ser expulsados del partido, lo que provocaría una nueva crisis institucional de ARENA.[12]

Esta crisis del partido ARENA tiene sus raíces en la disputa que sostuvieron en 2018/2019  los empresarios, Carlos Callejas, hijo del dueño de supermercados Selectos,  y el textilero Javier Simán[13], presidente de la Asociación de Industriales, ASI,  y miembro del clan Simán, por la candidatura presidencial de ARENA.

Ambos representan intereses económicos con origen diverso, el primero de origen europeo y el segundo de origen árabe. Esta disputa fue ganada en ARENA por el joven Callejas, quien con el respaldo de su padre, Francisco Calleja, compitió en las elecciones presidenciales y resultó derrotado frente al también joven Nayib Bukele. Pero esta situación por segunda vez dividió al partido en callejistas (europeos) y simanistas (árabes). Ya antes en el 2009 la división fue entre los europeos Cristiani, Poma, Kriete y el árabe Saca.

Entre los partidarios de Callejas se encontraban Carlos Reyes, miembro del Coena y actual jefe de la fracción legislativa;  y los alcaldes Milagro Navas (Antiguo Cuscatlan) , Carmen Elena Calderón de Escalón (Santa Ana) , Ernesto Muyshondt (San Salvador) , y Roberto DAubuisson hijo,(Santa Tecla)  entre otros. Y está el respaldo oligárquico de Roberto Kriete; del azucarero Tomás Regalado padre e hijo; Juan José y Ernesto Borja, herederos del Grupo Borja (agroindustria, energía, diario El Mundo, telecomunicaciones, Sertracen); y Alejandro Dueñas, familia emblemática de la oligarquía, entre otros.   

Alrededor de Javier Simán se nuclearon a la vez importantes apoyos, entre estos elementos del anterior equipo de conducción partidaria 2010-2016, dirigido por Jorge Velado,  del grupo Poma, con lo que   incluso se logra romper la frontera étnica. Estaba naturalmente su primo Ricardo Simán, presidente de Almacenes Simán; Ricardo Poma (CEO del Grupo Poma), Ricardo Sagrera (presidente de Hilasal) y Roberto Murray Meza (presidente de Agrisal).[14]

Ricardo Simán, durante la crisis anterior contra Saca en el 2009, llevo la voz cantante para reorientar el rumbo político de ARENA, y para esta tarea contó con el apoyo de precisamente estos tres empresarios (Murray Meza, Poma y Sagrera) que con base en intereses comunes, le brindaron  esta vez el aval  a su primo Javier Simán. En aquella oportunidad se tomaron el COENA colocando como Presidente a Jorge Velado. Veremos que sucede en septiembre de este año.

Conclusiones

La derecha salvadoreña no obstante haber salido debilitada de la última contienda electoral y  estar sometidos  a la presión de unas próximas elecciones internas y el reto de elecciones municipales y legislativas en el 2021, cuenta con múltiples recursos para recomponerse, para reinventarse.

Entre estos está el hecho que políticamente administran la principal fracción legislativa así como las principales ciudades del país, lo que les garantiza una presencia pública que en el caso de ser bien utilizada podría  redundar en réditos políticos y electorales, y volverle la vida difícil a Nayib Bukele.  

Asimismo no obstante que sus núcleos económicos vendieron empresas emblemáticas como el cemento y la banca, siguen manteniendo significativa presencia y recursos ya que mantienen en el control de los  medios de comunicación (periódicos y televisión), bienes raíces, centros comerciales, centros corporativos, empresas importadoras, etc. 

Y fundamentalmente su margen de influencia ideológica y cultural es significativa,  ya que influyen poderosamente en varios partidos políticos (PCN, PDC) , universidades, centros de pensamiento, iglesias, medios de entretenimiento (futbol, cine), etc. 

Roberto Pineda, San Salvador, 22 de marzo de 2019


[1] Datos tomados de la obra del insigne historiador Juan Mario Castellanos, El Salvador 1930-1960

[2] Ibid.

[3] liminar.cesmeca.mx/index.php/r1/article/download/646/pdf

[4]http://americo.usal.es/oir/opal/Documentos/ElSalvador/Partido%20de%20Conciliaci%C3%B3n%20Nacional/Historia%20y%20principios.pdf

[5] Ibid.

[6] memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/uploads/media/ElSalvador_heridas_que_no_cierran_Cap2.pdf

[7] Ibid.

[8] http://arena.org.sv/partido/historia/. https://elfaro.net/es/201711/ef_academico/21192/Los-or%C3%ADgenes-del-partido-Arena.htm

[9] Ver artículo de Oscar Martínez Peñate https://www.monografias.com/trabajos88/arena-divisiones-y-protagonismo-politico/arena-divisiones-y-protagonismo-politico2.shtml

[10] http://archivo.elfaro.net/secciones/noticias/20070723/noticias1_20070723.html

[11] http://archivo.elfaro.net/secciones/noticias/20070205/noticias1_20070205.html

[12] https://elfaro.net/es/201706/el_salvador/20447/Dos-millonarios-libran-disputa-no-autorizada-por-la-candidatura-presidencial-de-Arena.htm

[13] https://www.lapagina.com.sv/nacionales/116827/2016/04/24/Se-calienta-la-campana-por-presidencia-de-la-ANEP

[14] https://elfaro.net/es/201706/el_salvador/20447/Dos-millonarios-libran-disputa-no-autorizada-por-la-candidatura-presidencial-de-Arena.htm

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Prudencia Ayala: inmortal, amores de loca

Era la mañana del 16 de agosto de 1930. Una mujer morena, vestida de azul, caminó hacia el Palacio Nacional, solicitó audiencia. Ninguno de los múltiples periodistas quiso abordarla para hacerle una entrevista. No fue atendida. Pero al salir, “la candidato” se retiró sonriente. Contemplando las gradas del palacio y pensando para sí: Aquí mandaré yo”.

¿Quién es ella? Una modista, una lectora de cartas y quiromancia, una madre soltera, una indígena, una …mujer. Su nombre: Prudencia Ayala.

Nunca escuché de ella en la escuela. Era invisible. No importó su lucha que fue opacada. En los libros de historia no aparecía. A finales de los noventas fue que escuché sobre las investigaciones que comenzaba a hacer Santiago, director del Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI).

Abro carpetas en el Archivo Histórico del MUPI. Leo sus pensamientos, hay artículos publicados sobre ella en periódicos y revistas, me hacen sentir en el año 1930. Ante ella, una sociedad que no reconocía el derecho al voto a las mujeres salvadoreñas. Como ciudadana sí, pero sin derecho para elegir, siempre estaba a la sombra. Las largas melenas de las mujeres en la ciudad de San Salvador fueron reemplazadas por nuevos cortes radicales, como el famoso Bob, hasta los hombros… Las cintas en la cabeza, vestidos holgados, escuchar jazz, etc. La opulencia y la pobreza juntas, el silencio ante un derecho, una realidad.

Prudencia Ayala nace en una noche de tormenta, el 28 de abril de 1885. Según cuenta ella en sus memorias, su madre Aurelia Ayala venía cabalgando embarazada por los caminos clandestinos que de Guatemala conducen a Sonsonate. Y de repente, un rayo cae cerca de Aurelia, causando la muerte de tres campesinos. Da a luz a su hija, en una cabaña de paja en Sonzacate, departamento de Sonsonate.

De su padre, el mexicano  Vicente Chilel no se sabe mucho, pero también era de origen indígena como su madre. Veo la foto de Aurelia, se nota una fuerza muy especial. A los meses de nacida, se trasladan madre e hija hacia la ciudad de Santa Ana, lugar que conozco perfectamente, ahí crecí, en esa época habitaban muchos pudientes, abundaban cafetaleros, calles empedradas, un lugar de cultura y sociedad. Un lugar de miles de trabajadores en las fincas de café que llegaban hasta los alrededores de esa ciudad. Descalzos, con sus cotones blancos, con sus sombreros de paja.

Ella caminó por esas aceras, observó, leyó, creyó en su ideal inmortal, amores de loca, como ella misma decía. Le dijeron loca muchas veces.

Según relata en una biografía, publicada en el Diario del Salvador, y pedida de la Prensa Unida de Nueva York por medio de su representante don Francisco Espinoza, dice: “de diez años estudié solamente un año en el colegio de la colombiana María Luisa de Cristofine de Santa Ana”.

Debido a inconvenientes económicos de su madre, ya no pudo seguir estudiando. Pero eso bastó para poder aprender a leer y escribir, y promover sus dones e ideas libertarias y justas para las mujeres de la época. A la vez ganándose la vida de costurera.

Foto archivo MUPI.

Foto archivo MUPI.

Aunque parecería una más de sus locuras, Prudencia Ayala sentía que tenía un don psíquico de predecir cosas, y desde muy joven comienza a escuchar voces que le hablan del futuro, y esas cosas comenzó a publicarlas en el Diario de Occidente de Santa Ana.  En 1914, predijo la caída del Káiser de Alemania.

Su inclinación a la literatura, el arte de adivinar el futuro y la lucha por los derechos de la mujer continuó. Al comenzar a publicar esas predicciones, y acertar,  don Rosendo Díaz Galeano, quien le corregía sus escritos, la bautizó con el sobrenombre de “La Sibila Santaneca”. El nombre “sibila”, proviene de un personaje de la mitología griega y romana. Se trata de una profetisa, ​ capaz de conocer el futuro. Le quedó ese “apodo” al final.

En muchos de los artículos que leo, percibo el menosprecio, le nombran como “La Prudencia”. La Prudencia aquí, La Prudencia allá… Como una forma despectiva de ver que una mujer pensante y políticamente incorrecta para su tiempo.

En 1918 publica en Santa Ana Aguinaldo a las Nacionesdonde habla que ese escrito “fue una visión que la tuve en el año de 1912. El interés que pongo de mi parte en obsequiar Aguinaldo a las Naciones, es para que penetrados en el sentimiento de igualdad podamos formar una cadena de verdadera fraternidad universal en la práctica de la justicia”.

Por sus ideas políticas fue prisionera, por feminista, y por hacer conciencia en la mujer en pro de los derechos ciudadanos, para que la mujer pueda desempeñar puestos públicos.  Es así que 1919, es encarcelada en Atiquizaya por criticar al alcalde. Después marcha a Guatemala, donde es procesada y encarcelada acusada de participar en la planificación de un golpe de Estado contra el presidente Estrada Cabrera. En Guatemala tenía amistades vanguardistas, que posiblemente le dieron ánimo en sus luchas. Posteriormente, es expulsada a El Salvador. Es por ello que publica Escible. Aventuras de un viaje a Guatemala. Escible quiere decir “que puede o merece saberse”. Esas vivencias marcaron su vida política y rebelde por una causa moderna y ciudadana.

Foto archivo MUPI.

Foto archivo MUPI.

A todo eso, en medio de sus ideales. También ocurre un suceso, María Solano de Guillén, quien inspirada en los movimientos de mujeres en el mundo y asesorada por la Liga de Mujeres Neoyorquinas funda, el 19 de abril de 1922, la Sociedad Confraternidad de Señoras de la República de El Salvador. El 25 de diciembre de 1922 marcharon de azul en apoyo a la candidatura para presidente de Tomás Medina, por primera vez por las principales calles capitalinas exigiendo el derecho femenino al sufragio, hasta ese momento un derecho exclusivo de los hombres. La respuesta del gobierno fue que la Guardia Nacional disparara contra ellas; murieron personas ahí.  La manifestación de mujeres fue dispersada a tiros y machetazos frente a la entrada de la iglesia el Calvario. Se dice que Prudencia pudo acompañar esta marcha y librarse de la muerte.

En 1925, publica en San Salvador  Inmortal, amores de loca, con la Imprenta Arévalo. Contiene una serie de temáticas, algunos publicados en periódicos de la época años atrás.
Sin dejar su trabajo de modista, o de lectora de cartas,  Prudencia Ayala ahorra todo lo que puede para poder publicar sus notas, sus pensamientos.

Esta compilación, según ella, era “un libro libre y huérfano en apoyo. La fortuna o la desgracia, es ser hijo u obra de una mujer la más humilde que ha producido la Nación de Centro América”.

Expresa ampliamente su pensamiento tildado de locura, es por eso que irónicamente desafiante e impetuosa escribe “todos los seres dotados del uso de razón, por lo que sienten y piensan, tienen derechos que reclamar y defender recíprocamente entre los dos sexos que componen el complemento del hogar, de las sociedades y del Estado”.

Es un libro que está conformado por múltiples pensamientos, temáticas, y vivencias. Sobre el amor, tristeza, el mar, los árboles, la inspiración, la batalla, la soledad, el hipnotismo, el espíritu,  entre otros. Por ejemplo, en uno de esos apartados llamado Quince de septiembre dice:  “¡Oh! La dicha que ejercen los pueblos cuando están gobernados  por la equidad de esas antorchas luminosas, que destruyen la ignorancia con la instrucción para llevar a la nación por el camino del progreso… ¡Oh! Desgracia fatal, cuando se apodera del rebaño de la Patria, el murciélago que busca oscuridad”.

Confiesa aquí, que “Inmortal, amores de loca”, también es germen que produce bien, porque es aquí, donde se refleja el árbol de su vida en flor de ideales y amores.

La vida social y política del país continuaba como si nada, las mujeres sin derechos, obligadas a obedecer a callar, a posar en la sociedad, a trabajar y servir. Pero ella no se conformó. ¡Porque el hombre y la mujer son parte de la sociedad!

Es así como en 1928 publica un nuevo libro, Payaso literario en combateen la misma imprenta Arévalo. Una historia que claramente habla de los derechos y la equidad, y también compila varias notas publicadas sobre ella en diversos periódicos o revistas, y donde se le llama “Nuestra Sibila”.  Menciona la historia de su madre Aurelia y su padre el mexicano Vicente Chilel: “En el año de 1915 mi padre me visitaba desde Sonsonate hasta Santa Ana”.

Se sentía orgullosa de ser una indígena, nacida en ese pueblito de Sonzacate. Entre ese trópico y donde abundaba el agua. Ya para finales de la década de 1920, El Salvador estaba sumergido en una crisis económica. Ya existían indicios de reuniones secretas entre los cafetales por parte de los campesinos organizados. En 1929 cayó la bolsa de Nueva York, que también hizo venir abajo la economía nuestra. Con esa excusa, las personas más pobres, la mayoría, sintieron ese golpe, en un país de un millón y medio de habitantes.

En las fotografias de Prudencia, se le puede ver con atuendos elegantes, aunque sobrios, que ella de confeccionaba. Hacía todo lo posible de verse bien, a pesar que no tenía un peso, que no pertenecía a la alta sociedad “pensante”, y a pesar de ser mujer.

El 24 de abril de 1930, Prudencia Ayala envía una carta desde Ciudad de  Guatemala, a Casa Presidencial, al presidente Dr. Pío Romero Bosque, donde dice: “no queriendo que el sexo femenino permanezca fuera de la ley restringida de los derechos ciudadanos, lanzo mi candidatura para Presidente de la República, inspirada en la justicia de un gobierno mixto que identifique la soberanía de la nación en los dos sexos, en la política cívico social que instruya al ciudadano”.

Los periódicos en El Salvador, comienzan a dar a conocer, la posibilidad de una candidato “mujer”.

Desde Guatemala, Prudencia lanzó su candidatura y programa de gobierno en Redención Femenina, un periódico que fundó y publicó tres números. El primer número, fechado en junio de 1930.

Foto archivo MUPI.

Foto archivo MUPI.

Fue ella, la pionera en América Latina, quien irrumpió y se atrevió naturalmente en dar ese paso para la candidatura a la Presidencia cuando la legislación salvadoreña aún no reconocía a la mujer para ejercer el voto, menos para optar a un cargo político.

Y es en Redención Femenina que escribe en el editorial: “La mujer ha gobernado en Europa en el sistema monárquico. ¿Qué de extraño tiene que gobierne en las Repúblicas del Continente indo-latino-hispanoamericano en el sistema democrático?…Es razón, puesto que el hombre y la mujer forman el cauce del mundo: los dos forman el hogar, los dos forman la sociedad, los dos deben formar el concepto ciudadano y construir las leyes democráticas contra la esclavitud, los dos deben formar el gobierno”.

Muchas burlas surgieron, durante el año 1930, caricaturas muy ofensivas mostrándola como  “la fea”, “la marimacha”, “la loca” “la Prudencia”… Ella creía que las mujeres debían apoyar su candidatura.

Por honor, porque no era posible pensar que esas mujeres quisieran seguir bajo el oscurantismo político, sin derechos, sin potestad de su individualismo como seres humanos y ciudadanas. Estaba segura que tendría apoyo de las mujeres.

En Santa Ana, el 7 de julio de 1930, en el vespertino Diario La Época, fue publicada una breve entrevista que le fueron a hacer al lugar donde se hospedaba en la Pensión San Francisco, ella mantiene el optimismo para su candidatura, se lee.

También el Diario El Espectador, del martes 15 de julio de ese año, titula “Estudiantes universitarios ovacionaron hoy a Prudencia Ayala”, ahí mencionan que fue al pasar frente al edificio de la Universidad, y que le aplaudieron lanzándole vivas, y se detuvo a conversar sobre los derechos femeninos.

Portando un bastón en su mano, símbolo de la intelectualidad y por rebeldía, se presentó ante el congreso.

En 1930, La plataforma de Prudencia Ayala, promovía los derechos de las mujeres, el respaldo a los sindicatos y el reconocimiento de los llamados “hijos ilegítimos”, entre otros.  Su acción implicó un triple desafío ya que era indígena, mujer y madre soltera.   Además no tenía estudios universitarios, apenas había ido a la escuela.

El debate sobre su derecho a ser candidata a la presidencia llegó a la Corte Suprema de Justicia de El Salvador. Los magistrados fallaron en su contra.  Los jueces determinaron que las leyes no concedían el derecho ciudadano a la mujer, como consecuencia, no podía ser candidata.

Pero Prudencia no entendía eso. ¿Cómo? Si según la ley, era una ciudadana de la nación, y no quería entender porqué no era razonable que las mujeres no son ciudadanas en el pleno sentido de la palabra: de elegir y ser electa.

La auto-postulación presidencial de Prudencia Ayala la convirtió en la primera mujer en El Salvador en tratar de optar a esa investidura.  Aunque posiblemente ella sabía que su aspiración a la presidencia era algo irrealizable, su acción sentó un precedente histórico que abrió el sendero hacia la conquista de los derechos civiles y políticos de las mujeres salvadoreñas.  No tuvo oportunidad de participar. Si hubiera ganado esas elecciones, hubiera sido Presidenta. La primera en serlo en América Latina.

Prudencia luchó y lo hizo en momentos álgidos de la historia política de El Salvador. Así es que Arturo Araujo ganó las elecciones en enero de 1931. Gobernando desde marzo. El 2 de diciembre de ese mismo año, su vicepresidente, el general Maximiliano Hernández Martínez, le da un golpe de Estado, y queda como presidente, postergando su dictadura con falsas elecciones antidemocráticas durante tres periodos hasta mayo  de 1944. Durante ese gobierno, estalla el 22 enero de 1932 el levantamiento indígena campesino, exigiendo mejores condiciones de vida y trabajo. No fueron escuchados. Esta rebelión, es sofocada violentamente ocurriendo “La Matanza”.

Desde el estallido insurreccional, día en que también hizo erupción el volcán de Izalco, como presagiando este suceso, muchos mueren fusilados, perseguidos, vejados, sin juicio. Las botas de los guardias, peinan los caminos rurales en busca de campesinos, para ejecutarlos. En ese panorama, las mujeres fueron sobrevivientes. Aunque apoyaron la causa, se reprimió sobre todo a los hombres de 12 años en adelante, aun no hay datos exactos pero es entre 10 mil a 30 mil muertes.

De esos años, hay un articulo que le dedica a Prudencia el general Presidente Hernández Martínez. Donde prácticamente la descalifica. En medio del revuelo político y opresión. En tensa calma. Desde San Salvador, Prudencia Ayala envía una carta al presidente Ubico de Guatemala, en marzo de 1932, donde le solicita poder entrar a ese país, ya que le obstaculizaron la entrada. No creo que recibiera respuesta Prudencia. Ubico era otro dictador. Y ella ya estaba fichada.

El Salvador vivía un momento difícil, donde con naturalidad queriendo cubrir la represión, se busca y requiere forjar las bases fundacionales de esa Nueva Nación, de “Lo Nuestro”, bajo los cimientos de miles de campesinos muertos. Muchos espacios culturales en la capital, alabaron las propuestas del general Martínez de promover su política de la cultura. A su manera.

Pero el terror y el silencio reinaba en los campos, en los cafetales, en los descalzos, en los pocos hombres que quedaban…

Fueron las mujeres las que guardaron el idioma Náhuat, en el seno del hogar, y se fue dejando de usar la vestimenta tradicional, el refajo. La gente con apellidos indígenas también los cambiaron para no ser identificados con la insurrección. Ya que todo el que pareciera indígena, o tenia apellido indígena, o era obrero o trabajador, o joven, era un atentado contra la patria, era comunista o era rebelde, y había que fusilarlo. Mucho silencio reinó durante décadas,  entre las poblaciones rurales, sobretodo en el occidente del país.

Prudencia vivió todo eso. Al parecer siguió viviendo aquí. Hay un anuncio de 1935, en los archivos del MUPI, donde se promueve como Sibila, para adivinar el futuro, atendiendo en el Hotel Regis, de Santa Tecla.

Prudencia Ayala murió el 11 de julio de 1936. Sus restos yacen en el Cementerio de Los Ilustres de San Salvador.

Las mujeres salvadoreñas obtuvieron por primera vez el derecho al voto  hasta el 5 de diciembre de 1938, cuando la Asamblea Constituyente aprobó, con 27 votos a favor y ocho en contra. Pero con objeciones, el artículo solo permitía votar a “mujeres casadas mayores de 25 años y a las mujeres solteras mayores de 30 con alto nivel de escolaridad”. Este hecho, nunca se llevó a la práctica, por la inestabilidad de la época en el régimen de Hernández Martínez, derrocado por la Huelga de Brazos Caídos en mayo de 1944.

Fue hasta en 1950, que se aprobó este derecho ciudadano a la mujer. Realizando ellas el sufragio por primera vez en marzo de 1950.

Prudencia dejó un camino alumbrado en esa oscuridad.

***

El Museo de la Palabra y la Imagen diseñó la exposición “Prudencia Ayala Presidenta”, publicó un folleto historieta, y también un audiovisual de diez minutos en dibujos animados. En mayo de 2014, el Estado le entregó a la familia de Prudencia Ayala la medalla de la Orden Nacional José Matías Delgado en el grado Gran Cruz Plata con distinción especial. La medalla máxima distinción a una personalidad en El Salvador. La medalla estuvo expuesta en el MUPI un tiempo desde 2014 a 2016.

Prudencia inmortal, con sus amores de loca, con su ideal, camina erguida junto al bastón que la acompaña clareando el camino de libertad.

TANIA PRIMAVERA

* Ponencia inaugural en evento de la Primera Cátedra de Género “Hermanas Mirabal y Prudencia Ayala”
Universidad de El Salvador Cine Teatro Universitario Campus UES.


Fuimos educados en la organización y la lucha popular…entrevista con Edito Genoves

SAN SALVADOR, 18 de abril de 2019 (SIEP) “Nosotros fuimos educados por el Partido en la organización y la lucha popular…” nos comparte Edito Genovés, de 87 años, dirigente sindical y militante comunista salvadoreño.


Añade que “me inicie en las luchas sindicales en 1953 cuando participe allá en Santa Ana en la constitución del Sindicato de la Industria de la Construcción, junto con los compañeros ya fallecidos por cierto, Julio Cesar Castro Belloso, Hugo González Martínez, Santos Villeda, y otros”.

“Yo fui el número14 de 50 compañeros que decidimos constituirnos en sindicato. En ese entonces no había ninguna ley que regulara el número de miembros para constituirse en sindicato, desde ese momento vengo y no he descansado, no he dejado de luchar…”

Nací en el Barrio Nuevo de Santa Ana, soy del año 32, somos seis hermanos. Mi papá era mandador de finca, de nombre Bartolomé Vásquez, y mi mamá María Genovés, santanecos ambos. A los 20 años me acompañe con María Berta Hernández. Estaba trabajando en la construcción de la casa de la familia Álvarez, en las afueras de Santa Ana y María trabajaba como doméstica de esa familia. Ahí nos conocimos. Tuvimos seis hijos, Mario Edwin, que lo mataron; José Orlando, que desapareció hace 14 años. Y además Ever Humberto, Mirna Elizabeth, Mabel Armida y Luis Alonso.

En la constitución de la CGTS

Fíjate que tengo la dicha de haber participado en la constitución de la Confederación General de Trabajadores Salvadoreños, CGTS, allá por agosto del 57, el acto se realizó en el local de la UTF, allá por el Parque Centenario. Su primer secretario general fue un ferrocarrilero, que olvido su nombre. Participaron también en este acto, Alfonso Martínez, y el sindicalista bancario Antonio Velasco Iglesias.

Directivos de la CGTS. Jorge Quijano del sindicato Nacional de obreros zapateros, El Chele Cativo fallecido en los Estados Unidos del sindicato Nacional de obreros zapateros, Beto Lopez del sindicato Nacional de obreros zapateros, Antonio Velazco Iglesias, empleados bancario, Alfonso Martínez del sindicato Nacional de trabajadores Sastres, Miguel Angel Cea, del sindicato de la industria de la construcción “falleció en accdente de tránsito”, Hipolito Calles de la UTF ya fallecido, Delfino Pérez Martínez del sindicato Nacional de trabajadores zapateros “falleció en accidente de tránsito”, Julio Cesar Castro, del sindicato de la industria del pan, fue lecionado en combate y trasladado a Rusia a curación donde falleció, Carlos Marin del sindicato Nacional de trabajadores Sastres ya fallecido, Blas Escamilla del sindicato de la industria del pan, ya fallecido, Marenco del sindicato Nacional de trabajadores Sastres.

En el año 59 me vengo para San Salvador buscando un mejor ambiente de trabajo.

Yo me juramento en el Partido Comunista hasta en 1963, porque entonces eran bastante exigentes en el reclutamiento, y te observaban tu conducta, tus cualidades y defectos, tu nivel político, tu actividad sindical, todo esto se tomaba en cuenta para aceptarte como militante. Me juramentó Virgilio Guerra padre, un camarada ejemplar, enérgico, decidido, muy desconfiado de cualquier infiltración, pero muy fraternal, solidario y también santaneco. El tenía una venta de muebles allá cerca del puente de la calle Barrios, allá por el cementerio. Y ahí solo te dejaba entrar si te tenía confianza…

Integraban la célula a la que me asignaron Raúl Padilla Vela, Carlos “El Chino” Ramírez, que también era muy desconfiado y exigente de normas de seguridad y de puntualidad, y además un economista que trabajaba con Morales Ehrlich cuando este estuvo de alcalde de San Salvador.
En esa época pertenecíamos a la Columna Obrera del FUAR que dirigía Blas Escamilla. Pertenecían a esta columna que desarrolla importantes luchas de calle contra el dictador Lemus, los siguientes compañeros: Porfirio Navarro, que acaba de fallecer, y los también fallecidos Julio Cesar “El Oso” Castro Belloso, Mario Rivera, Remberto “El Ronco” Carrillo, y otros más.

El 2 de octubre de 1965 participo también en la constitución de la Federación Unitaria Sindical Salvadoreña, FUSS. Lo hago desde la base y luego sería dirigente. La reunión fue de nuevo donde los ferrocarrileros, en la UTF.

Integrantes de la primera junta directiva de la FUSS: José Enríquez Herrera secretario general, venía de la UTF, Pedro Alvarado Soriano Srio. De organización, del sindicato de refinería de azúcar salvadoreña; José Dimas Alas, primer Srio. De conflictos del sindicato de artes gráficas; Marcelo de León Pineda, segundo secretario de conflictos del sindicato de industrias de la construcción, Rigoberto Pineda Martínez, Srio de prensa y propaganda del Sindicato de trabajadores sastres, Raúl Díaz, Srio de seguridad y previsión social del sindicato Unión de empleados particulares, Rafael Martínez, Srio. De asuntos juveniles del Sindicato de trabajadores de productos lácteos DIADEMA, Amanda Morales Carranza, secretaría de asuntos femeninos del sindicato de la industria Mecánica muebles Prado, José Delfino Pérez Martínez, Srio de asuntos agrarios del sindicato nacional de zapateros, Cecilio Cuenca Carrillo, Srio de finanzas del sindicato de la industria mecanica, Carlos H Mayorga, Srio. De acta y relaciones del Sindicato de fábrica de aceites y grasas El Dorado.
En 1967 participe apoyando la huelga de los trabajadores del acero, allá en Zacatecoluca. La huelga inició el6 de abril y terminó el 29 de ese mismo mes. Fueron 23 días de intensas jornadas de solidaridad y de lucha que incluyó la experiencia de una Huelga General Progresiva, que hicieron avanzar y fortalecer el movimiento sindical. Logramos combinar en este esfuerzo organización, unidad, cariño y conciencia, fue esto lo que nos garantizó lograr el triunfo en esta lucha de los trabajadores. Sobresalieron en este esfuerzo los camaradas Julio Cesar castro Belloso y Salvador Cayetano Carpio.
En 1970 paso a integrar Junta Directiva de la FUSS. Y me desempeñe en sus diversas secretarías incluyendo la secretaría general. De esa primera junta del 7 me acuerdo del secretario de organización, Alfredo Aquino Díaz, quien también era dirigente de la Juventud Obrera Salvadoreña, JOS y quien lamentablemente murió en las filas de las FAL al inicio del conflicto armado.
En el año 72 soy capturado, cuando se dio el golpe de estado contra Tapón, contra el presidente Fidel Sánchez Hernández. Fíjate que era el secretario general del Sindicato de la Industria de la Construcción. Y en una de nuestras seccionales, en la de la empresa Arévalo Palomares, que estaba construyendo los institutos nacionales en santa Ana y en Sonsonate se desarrolló una huelga, como resultado de malos tratos de la patronal. En ese intervalo se me captura en San Salvador y esta captura ablandó a los compañeros que terminaron cediendo en sus demandas y solo logramos la mitad de los que nos habíamos propuesto, no se ganó pero tampoco se perdió del todo.
Me tuvieron 40 días en las mazmorras de la Policía Nacional. Al final gracias a la presión popular y sindical, que reclamaba mi libertad en las calles, me pusieron en libertad, pero quede seriamente fracturado, muy golpeado, tanto que el Partido decidió enviarme a que me curaran en la Unión Soviética. Esa es otra historia que otro día te voy a contar….

Clifford Geertz y el ensamble de un proyecto antropológico crítico

Clifford Geertz y el ensamble de un proyecto antropológico crítico (2008)
Carlos del Cairo1 University of Arizona, USA
Jefferson Jaramillo Marín2 Pontificia Universidad Javeriana, Colombia
jefferson.jaramillo@javeriana.edu.co
Tabula Rasa. Bogotá – Colombia, No.8: 15-41, enero-junio 2008 ISSN 1794-2489
Introducción

En su colección de ensayos acerca de los estilos de la literatura etnográfica titulado El antropólogo como autor (1989), Clifford Geertz (1926-2006) definió los fundadores de discursividad como aquellas figuras intelectuales que a través de sus obras antropológicas innovan las formas de producción etnográfica, y «al mismo tiempo han firmado sus obras con cierta determinación y construido teatros del lenguaje en los que toda una serie de otros, de manera más o menos convincente, han actuado, actúan aún, y sin duda alguna seguirán actuando durante algún tiempo» (Geertz 1989:31).

Y aunque él mismo se describió de manera modesta como un simple autor (Ortner, 2007), Geertz fue un fundador de discursividad en todo el sentido del término. Muchos reconocen en su obra un estilo singular en el que la teatralidad y los juegos del lenguaje alcanzaron una intensidad poco usual de acuerdo con el canon antropológico de la posguerra, inaugurando un nuevo estilo que fue emulado por muchos y controvertido por otros, a la vez que intentó reformular con resultados afortunados y ambiguos la concepción de la cultura y del ejercicio etnográfico entre los antropólogos.

Geertz también quiso ampliar las fronteras intelectuales de la antropología cultural norteamericana caracterizada por su marcado acento en leer y citar antropólogos, pero poco proclive a entablar diálogos con la filosofía y mucho menos con la literatura. Su proyecto de renovación de la antropología fue objeto de agudas críticas por parte de aquellos que consideraron su posición no sólo revisionista sino además peligrosa por antipositivista y políticamente reaccionaria (Kuper, 1999; Reyna, 1997).

Aun así, sus ideas traspasaron las fronteras disciplinarias y de las ciencias sociales, llegando incluso a permear a un público no académico. Se trata sin lugar a dudas de una de las figuras más destacadas y controvertidas de la antropología cultural de la segunda mitad del siglo XX.

En este artículo haremos una semblanza intelectual de la antropología interpretativa de Geertz tomando como base las perspectivas críticas ofrecidas por varios autores, y exploraremos en particular los siguientes aspectos: 1) la relación entre género literario y descripción densa, y su intención de hacer de la interpretación la tarea fundamental de la antropología; 2) la ambigüedad de su proyecto antropológico que fluctuó entre una teoría cultural del sistema cultural y una teoría de la acción simbólica, como probable expresión de la tensión que generó su filiación en los comienzos de su carrera con la sociología parsoniana; 3) la «comprensión» en el dialogo entre sociedades humanas, como una opción antropológica por un relativismo moderado y reflexivo; y, 4) las críticas y autocríticas, donde destacamos algunos de los más interesantes debates en torno a sus planteamientos, además de explorar la perspectiva autocrítica que Geertz expresó al final de su vida. En suma, el artículo ofrece una síntesis de algunos de los aspectos más relevantes y polémicos de la obra de este fundador de discursividad.
Género literario y descripción densa
La trayectoria intelectual de Geertz estuvo marcada por las eventualidades de un sujeto corriente en los Estados Unidos de su época: un veterano de guerra, como tantos otros, aunque con un singular interés por la literatura y la filosofía. Llegó a la antropología por casualidad más que por un plan sistemático y premeditado; él mismo definió su carrera académica como «errática, mercurial, variada, libre, instructiva y nada mal pagada» (Geertz, 2002:30).
En tal sentido, su proyecto antropológico fue lo más parecido a un camino en constante ensamble, a un juego y a un drama que se fueron componiendo y recomponiendo, lo que hizo que tratara de encontrar su propio lugar en todo tipo de lugares (Geertz, 1996a). Adam Kuper (1999) sugiere que en la trayectoria intelectual de Geertz se destacan dos momentos: uno inicial en el que se percibe su inspiración weberiana, vía Talcott Parsons, en el que estaba preocupado por explorar los vínculos entre los procesos sociales y las ideas, cristalizados en la estructura y la acción, configurando un debate en el que incluso Geertz consideró que el programa parsoniano de producir una teoría general de la acción era un proyecto «grandilocuentemente arquitectónico» (Geertz, 1996a:105).
Y un momento tardío, en el que se desprende de Parsons y se vincula a un proyecto interpretativo, receloso de la objetividad antropológica, y alimentado por debates filosóficos y literarios. Sin embargo, mantuvo constante su interés por explorar la cultura separada de la organización social (Kuper, 1999:80-83).
El nodo argumentativo de la obra de Geertz podría resumirse en su enfoque semiótico de la cultura. En su influyente colección titulada La interpretación de las culturas, publicada originalmente en 1973, sostuvo que desde una matriz semiótica, la antropología trasciende su pretensión de constituir «una ciencia experimental en busca leyes» para elaborar «una ciencia interpretativa en busca de significaciones» (Geertz, 2000a:20).
Su afinidad inicial con las ideas de Weber se hacen explicitas al definir la cultura como un concepto «esencialmente (…) semiótico. Creyendo con Max Weber que el hombre es un animal inserto en tramas de significación que él mismo ha construido, considero que la cultura es esa urdimbre» (2000a:20).
Si la cultura no es lo que solía ser para los positivistas –un agregado de símbolos y cosas materiales e inmateriales que estaban «allí»-, esto requiere entonces de una transformación en el modus operandi de los antropólogos. Para Geertz es imposible entender la cultura simplemente a través de una teoría; la re-conceptualización teórica de la cultura implica un refinamiento del método. Así, Geertz tratará de definir la antropología por aquello que los antropólogos hacen, que es en particular un tipo de descripción: la descripción densa (Geertz, 2000a).
Este tipo particular de descripción empezó a interesarle desde que se aventuró en el trabajo de campo en Pare (Indonesia), todavía muy influenciado por la perspectiva funcionalista de la década del cincuenta, pero que moldearía con mayor precisión a mediados de la década del sesenta y comienzos de los años setenta a raíz de su trabajo de campo en Sefrou (Marruecos).
En palabras de Geertz la descripción densa consiste básicamente en un proyecto antropológico centrado en la significación que para los actores tienen las acciones, y las creencias e instituciones que confieren esos significados a dichas acciones (…) y por ello no parecía probable que tuviera más éxito intentar comprender la vida social y cultural en términos de fuerzas, mecanismos y tendencias, variables objetivadas instaladas en sistemas cerrados de causalidad (1996a:129–130).
La descripción densa pretende desentrañar las estructuras de significado socialmente establecidas penetrando en el discurso simbólico entre líneas, en lugar de limitarse simplemente a la descripción de un ritual, de un sistema de parentesco o de una forma de organización económica, interpretando las significaciones que varían de acuerdo con los códigos culturales y con los sistemas simbólicos en los cuales emergen.
El célebre caso del «guiño en el ojo» (Geertz, 2000a:21-22), ilustra la densidad contextual de los símbolos que requiere de la separación de las estructuras de significación para indagar la superposición de significaciones que rodean a los símbolos culturales en contexto, es decir, en el flujo de la vida social.
Esta propuesta encontrará mayor claridad en su ensayo titulado Juego profundo: notas sobre la pelea de gallos balinesa , en el cual explora por qué la riña de gallos, que puede ser un espectáculo relativamente trivial, resulta ser culturalmente absorbente y sobretodo significativo, en la acepción weberiana. Allí radica la profundidad del juego (Geertz, 2000a).
Pero la descripción densa es un espejismo: en efecto, la interpretación de la riña de gallos no hace evidente cómo los balineses se leen a sí mismos, sino cómo los interpreta Geertz (Lindholm, 2000). Adicionalmente, se le criticó la rigidez con la que expresó la dramaturgia de la cultura: los «guiones culturales» que orientan la acción social de los balineses envueltos en la riña parecen ser seguidos con tanta fidelidad que dejan poco espacio para la contingencia (Alexander y Mast, 2006:12).
Geertz tuvo un proyecto ambicioso: hacer de la antropología una disciplina mucho más amplia y densa en términos intelectuales, que la que conoció en sus años de formación, en sus primeras jornadas de trabajo de campo, y en su docencia en Harvard y en Berkeley (Geertz, 1996a).
Entre 1950 y 1956 el ambiente intelectual de la antropología norteamericana era dominado por el funcionalismo parsoniano aunque ciertos antropólogos ya comenzaban a deslindarse de su tutela. En la década de 1960 se acentuarían esas reacciones motivadas por el «recelo [de varios de los colegas de Geertz] por las perspectivas que moldeaban las ciencias sociales a imagen de las ciencias naturales y de los esquemas generales que explicaban demasiado» (Geertz, 1996a:129).
Si Geertz comenzaba a contagiarse de la crítica al funcionalismo, también le merecería un «declarado escepticismo» el estructuralismo de Lévi-Strauss, en particular por su extravagante pretensión de penetrar la estructuras profundas que determinaban las habilidades simbólicas de los seres humanos (Geertz, 1989). Además, el canon antropológico clásico, estrechamente ligado en la época a la antropología social británica y a la posición privilegiada del estructuralismo en Francia, comenzaba a padecer síntomas inevitables de fatiga: la publicación de algunos trabajos «confesionales», como Return to Laughter de Eleonore Bowen (1964), revelaba la conformación de una vertiente de antropólogos interesados en la exploración de nuevas dimensiones estilísticas en la producción de etnografías, trascendiendo la pretensión de objetividad latente en las etnografías de antaño (Trencher, 2002:213).
Desde entonces, la experimentación de la etnografía a partir de la utilización de estilos literarios reflexivos supuso la relativización del «parsionano realismo etnográfico» (Marcus y Cushman, 2003). Y Geertz, motivado por su sueño de convertirse en novelista, como él mismo lo sugirió, se empeñó en la exploración de las imbricaciones entre la antropología y la literatura.
La década de 1960 fue definitiva para perfilar las preocupaciones estilísticas en la etnografía. En efecto, después de llegar de hacer trabajo de campo en Pare se incorporó al Departamento de Antropología de la Universidad de Chicago, y más específicamente a la Comisión para el Estudio Comparado de las Nuevas Naciones. En ese departamento, Geertz emprendió con otros colegas «una tarea extremadamente influyente y extremadamente controvertida: redefinir total y completamente la empresa etnográfica» (Geertz, 1996a:117).
Geertz sostuvo que allí comenzó a tejerse la «antropología simbólica», nombre que acuñó la nueva empresa y con el cual nunca se sintió cómodo debido a su renuencia a fraccionar la disciplina en compartimientos arbitrarios. Sin embargo, el ambiente intelectual de Chicago le permitió orientar la antropología hacia el «estudio sistemático del significado, de los vehículos de significado y de la comprensión de significado en el mismo centro de la investigación y el análisis: hacer de la antropología, o al menos de la antropología cultural, una disciplina hermenéutica» (Geertz, 1996a:117).
También reconoció que en sus comienzos la orientación hermenéutica fue vista con sospecha, demasiado europea, literaria y filosófica aunque, como es sabido, ésta cobraría progresivamente mayor importancia. Geertz percibió la reorientación que operó en ese tipo de antropología como «un movimiento hacia el significado» (1996a:118) que representaba, en su criterio, una auténtica revolución para la disciplina.
La analogía entre cultura y texto, reflejó «con nitidez la diferencia entre el científico de la conducta y el intérprete de la cultura. De acuerdo con este punto de vista, las actividades sociales pueden ser “leídas” por el observador para conocer sus significados, tal como, en un sentido más convencional, pueden serlo los materiales escritos y hablados» (Marcus y Fischer, 2000:54).
La reconfiguración de su proyecto antropológico luego de la experiencia en Pare, permite destacar una característica muy llamativa en Geertz: la afectación radical de su enfoque a partir de la experiencia etnográfica. En efecto, aunque durante su formación en Harvard se vio estrechamente identificado con el funcionalismo parsoniano, su viaje a Indonesia le hizo tomar distancia de la antropología convencional. Al volver de Indonesia e incorporarse a la Universidad de Chicago reorientó su proyecto intelectual hacia lo simbólico.
La experiencia en Marruecos sería distinta. La sensibilidad etnográfica en uno y otro lugar estuvo dirigida a la comprensión de diferentes fenómenos: el proyecto de Pare fue «un intento de racionalizar la investigación social en función de patrones industriales» mientras que el proyecto de Sefrou fue «una tarea más artesanal de juntar piezas» (1996a:122). Esas experiencias y su inevitable proclividad a la empresa interpretativa gestaron en Geertz su preocupación por el estilo literario en la producción de etnografías y en la carga hermenéutica de su proyecto antropológico. Más aún, su propuesta interpretativa requería de una sofisticación y flexibilidad literaria, por lo cual hizo de las formas retóricas un asunto central para discernir temas de posicionamiento en la interpretación cultural, cuyo libro titulado El antropólogo como autor (1989), resulta paradigmático en ese aspecto.
Ahora bien, el estilo literario que caracteriza la producción etnográfica de Geertz se compone de una prosa ágil, cargada de un sentido cáustico e irónico que se advierte en las recurrentes alegorías, metáforas y analogías que utilizó para ilustrar y simplificar sus argumentos sobre temas aparentemente inconexos como el Islam, los sistemas políticos en Indonesia, la dimensión ontológica de la diversidad y la retórica de los antropólogos. En su estilo se combinan lo lúdico, lo dramático y lo textualista, precisamente por los géneros que identificó en algunos influyentes literatos, filósofos, sociólogos y antropólogos, de los que se nutrió.
La confluencia de esos elementos particularizan su estilo; de hecho, como lo sostiene Lahire (2006:81), «al igual que es fácil asociar la metáfora teatral con Erving Goffman, la económica con Pierre Bourdieu, se puede asociar la literario–semiológica con Clifford Geertz». Los géneros, en la acepción de Geertz, son desarrollados por ciertos autores quienes no se limitaron a construir una teoría del mundo social sino que desarrollaron un género específico de escritura que, fundamentalmente, se sustenta en registros metafóricos que les permite interpretar el mundo social e innovar las tradicionales metáforas y analogías derivadas e inspiradas en la ciencias biológicas y físicas, tales como: sistema, fuerza, cuerpo social, función, aparato, organismo social (Geertz, 1996a).
Aparecen así nuevas analogías que hacen énfasis en el caos, la transformación, lo inestable y lo efímero de la vida social. Por ejemplo, lo lúdico se identifica en la utilización constante de la metáfora del juego para explicar cómo la sociedad se compone de expresiones, máscaras y convenciones. En este aspecto reconoce que Goffman y Wittgenstein fueron las influencias más representativas.
Lo dramatúrgico se asocia con Víctor Turner y la utilización del ritual y del drama social para explicar cómo muchas situaciones de la vida cotidiana se sacralizan. Y Geertz debe en lo textual especial reconocimiento a Paul Ricoeur por su utilización del texto como inscripción, como fijación de la significación.
De manera particular, Geertz se inspiró en Ricoeur para entender cómo las instituciones sociales, los cambios sociales y las costumbres se pueden «leer» a la manera de un exegeta, de un traductor, más que como un administrador de encuestas (Geertz, 2003). A las influencias mencionadas, Geertz suma otras fuentes de las cuales se alimentó, como por ejemplo los actos de habla de Austin y Searle, la arqueología del conocimiento de Foucault, y la competencia comunicativa de Habermas.
En ese sentido, de forma literaria, Geertz establece que «las cuestiones [de estilo y de género] no son ni estables ni consensuales, y no parece que vayan a serlo pronto. El problema más interesante no es cómo arreglar todo este enredo, sino qué significa todo este fermento» (2003:76).
Sin embargo, el uso de metáforas y analogías extraídas de autores poco convencionales en el pensamiento social como Goffman, Wittgenstein o Turner, no puede hacernos perder de vista que Geertz enfatizó tanto en las potencialidades como en los peligros que tendrían el uso y abuso de estas por parte del investigador. Así, Lahire (2006:81) destacó que «Clifford Geertz tuvo la oportunidad de subrayar al mismo tiempo las afinidades que mantiene cada registro metafórico con objetos particulares del mundo social, y la legítima voluntad, por parte de los investigadores, de superar los límites fijados por estas afinidades».
En ese sentido, según Lahire, Geertz sugiere algo que aún no había sido sistemáticamente analizado por los investigadores sociales: que las metáforas y analogías «tienen un campo de pertinencia sociohistórico limitado» y que «convertidas en léxico universal, las palabras tomadas de un registro metafórico particular [el mundo social es un juego, es un teatro o es un texto] pierden su poder de hacer aparecer mecanismos, objetos, funcionamientos y procesos nunca antes vistos hasta ese momento, para recaer a su vez en el lote común de las palabras adormecidas o entumecidas» (Lahire, 2006:82).
En la pluma de Geertz no solamente se advierte un estilo singular de escritura; a través de ella también se dibuja un pensador social como pocos incisivo y persuasivo, al que se le atribuye la paternidad intelectual de lo algunos han catalogado como el «giro hermenéutico», el giro «ontológico-hermenéutico» o el «proyecto literario» de la antropología (Trencher, 2002). Para algunos, el magnetismo de su estilo literario potenció la densidad de sus planteamientos teóricos. Para otros, su estilo refleja cierta laxitud bajo el precepto que la rigurosidad analítica sucumbe a las contingencias de la metáfora literaria.
Teoría cultural del sistema cultural o teoría cultural de la acción simbólica: ¿un tránsito ambiguo o definitivo?
La posición interpretativa de Geertz se perfila en dos célebres ensayos que «continuaban y criticaban la teoría parsoniana de la cultura» (Alexander, 1995:244). Se trata de La ideología como sistema cultural y La religión como sistema cultural .
En el segundo ensayo se puede observar con claridad cuáles fueron las claves conceptuales que Geertz retomó de Talcott Parsons y en qué sentido las trascendió. En él, Geertz siguió a Parsons y Shils para demostrar la dimensión cultural de la religión, en tanto que búsqueda de «significado de la vida» (Alexander, 1995:244). Sin embargo, se distanció de Parsons al definir qué era lo que le interesaba analizar. En efecto, Geertz sostuvo que su interés era lo simbólico en sí sobre la base que la dimensión simbólica de la cultura es el lugar de los valores culturales institucionalizados y articulados a los otros subsistemas de personalidad y societal, como los catalogaba Parsons.
La razón de esta posición es que Geertz consideraba que los sistemas culturales se expresaban en símbolos más que en valores, y aquellos no comunicaban problemas sociales sino problemas culturales. Por ejemplo, para Geertz lo importante de la religión no eran los símbolos institucionalizados en valores sino la significación pura de los símbolos.
De acuerdo con Alexander, lo fundamental es que Geertz «describe con más vigor que el mismo Parsons, la estructura interna y los efectos independientes de los sistemas simbólicos en la vida social» (1995:246). Allí es donde Alexander ubica la vigorosidad del planteamiento de Geertz: cómo logra integrar una teoría de la cultura a un análisis multidimensional que tiene en cuenta el sistema y también la significación, otorgándole a ésta última una importancia mayor que la que había merecido hasta el momento. Al adentrarse «en la comprensión de la naturaleza y la fuerza de los sistemas simbólicos» (1995:248), Geertz otorga una mayor fuerza al significado y al contexto donde se desarrollan estas significaciones.
Es decir, en La religión como sistema cultural Geertz mantuvo una visión multidimensional (texto-contexto; significado-sistema) de la cultura. Sin embargo, en La ideología como sistema cultural, que se publicó antes que La religión como sistema cultural, aunque Alexander supone que fue escrito después, Geertz critica a Parsons y a Marx al calificarlos de reduccionistas simbólicos y los sitúa «como obstáculos para el desarrollo del análisis cultural» (Alexander, 1995:254).
Geertz se aleja entonces de los planteamientos de Parsons y explora una teoría cultural centrada en los símbolos solamente, pero «ya no en la estructura de los símbolos, sino en la acción simbólica» (Alexander, 1995:255). En criterio de Alexander, Geertz «se desplaza de un análisis interno y puramente cultural de los sistemas hacia un análisis interno y puramente cultural de la acción» (Alexander, 1995:258). A partir de ese ensayo, y en los posteriores Juego Profundo y Negara, por ejemplo, Geertz se concentró en la contingencia absoluta de la acción. Relegó la búsqueda de una teoría cultural sistémica por causa de su énfasis en la descripción, hecho que para Alexander (1995) configura el problema central de Geertz ya que no logra elaborar una teoría cultural fuerte al abandonar todo esfuerzo multidimensional; es decir, que articule lo cultural con ciertos ordenes que trascienden los códigos y las acciones de los individuos, como sucede con su descripción de Juego Profundo donde menciona una lista interminable de temas que representan la riña, pero que no permiten entrever la vida cultural balinesa en su conjunto (Alexander, 1995).
Ahora bien, lo significativo de Geertz es que representa uno de los primeros antropólogos de los años sesenta en transitar de una teoría cultural de corte sistémico a un método cultural de corte interpretativo (Alexander, 1995). ¿En qué consiste esto? Básicamente en que lo que se entiende por cultura es inseparable de cómo se estudia la cultura. De tal manera, método y teoría están intricados al punto que la teoría cultural de Geertz es una teoría hermenéutica que parte de la idea de que la acción es motivada por la experiencia, y que el orden cultural es colectivo y por lo tanto produce vínculos significativos que atenúan las contingencias de la vida individual. ¿Eso quiere decir que hay que abandonar las pautas racionales de la ciencia? En opinión de Alexander (1995), Geertz no desea escapar de la relatividad que subyace a la posición hermenéutica, hecho que desde luego algunos le han cuestionado radicalmente por considerarlo antipositivista, es decir sin conciencia de la necesidad de la evidencia y la validación empírica (Kuper, 1999).
Sin embargo, para Geertz el asunto va más allá de un simple antipositivismo y de un ingenuo relativismo. La discusión central tiene que ver con que mientras la ciencia busca leyes que expliquen y sirvan para predecir, el análisis cultural implica interpretar significados y textualidades. Para comprender las lógicas y dinámicas culturales no basta la explicación causal; es necesario incorporar la interpretación del sentido que subyace a cómo se producen los textos culturales y explorar qué encierran internamente.
Desde esa óptica, no es suficiente con transformar la cultura en folclor y compilarla, traducirla en instituciones y clasificarla, convertirla en estructuras y explicarla, al estilo de los mejores exponentes de la antropología funcionalista. La intencionalidad de Geertz es objetivar la subjetividad significativa para hacer posible una ciencia interpretativa. Esto sólo es posible si se plasma el discurso mediante la acción significativa considerada como texto que permite fijar el significado. En este planteamiento Geertz sigue a Ricoeur cuando sostiene que la única manera de fijar el discurso y su sentido es a través de la escritura; de manera análoga, en el caso de la cultura, la acción significativa es la que se fija en símbolos que comparten las personas.
En ese orden de ideas, aunque la hermenéutica tiene un elemento objetivo no relativista hay que dar cuenta permanente de los elementos subjetivos de la misma. Si bien es cierto que los actos, las palabras, los gestos y los acontecimientos revelan los componentes visibles y objetivos de un texto cultural, este texto es resultado del pensamiento generalizador y ordenador del observador. Tal interpretación se construye a partir de un reservorio interpretativo del observador o del «trasfondo» cultural del cual hace parte el observador y no sólo de lo que quiere decir o hacer la persona que está «observando».
Es decir, es preciso jugar dentro del círculo hermenéutico: describir como actúa la gente y al mismo tiempo esas descripciones se imbrican con las presunciones del investigador. Por tanto, el método interpretativo es necesario porque las personas experimentan sus vidas con creatividad en lugar de reaccionar mecánicamente. El significado es subjetivo, como lo es el método para descifrarlo pero, para Geertz, eso no niega que las interpretaciones puedan hacerse e interpretarse como inscritas en marcos comprensivos más objetivos.
Pero, como mencionamos anteriormente, aunque Geertz explora la estrecha relación entre estructura y acción en La religión como sistema cultural, en La Ideología como sistema cultural, se introduce en «un análisis interno y puramente cultural de la acción» interesándose por comprender «las ideologías como sistemas de símbolos interactuantes, como patrones de significados interactivos» (Alexander, 1995:256). El asunto es que, según Alexander, aunque Geertz quiera escapar a la ceguera simbólica de Marx e incluso de Parsons, su problema radica en limitarse a una teoría culturalista al privilegiar la interpretación de las acciones simbólicas sobre los sistemas culturales. En otras palabras: el énfasis pasa del texto al autor. Al centrarse en el desarrollo de una teoría de la acción simbólica, Geertz queda atrapado en el dilema interpretativo.
Pero ¿por qué Geertz sigue preso de la teoría culturalista? Porque no quiere interpretar la cultura como un reflejo de la estructura social, sino que quiere construir una teoría cultural independiente, autónoma, que se concentre exclusivamente en la acción simbólica. Pero al momento de interpretar la acción simbólica argumenta que ésta no se encuentra en la cabeza de los agentes sino que hace parte del dominio público, está en el contexto. La interactividad no se relaciona con los procesos simbólicos internos de los sistemas culturales sino, fundamentalmente, con el proceso social. Se establece así una tensión entre lo objetivo y lo subjetivo, entre la textualidad y la autoría, y entre la estructura y la acción que Geertz no resuelve.
Un excelente ejemplo de esos dilemas lo constituye Juego Profundo. En él, Geertz se ocupa de interpretar la acción simbólica en lugar de comprender la estructura interna de un sistema cultural (2000a). Geertz infiere el orden cultural y religioso de los balineses, pero no hay nada en el texto que permita entrever cuáles son las características específicas de ese orden cultural. La pregunta que surge es: ¿dónde está la estructura del significado de la acción? Para Alexander (1995), Geertz se queda en «descifrar códigos»: la riña de gallos simboliza el poder creativo de la virilidad, el poder destructivo de la animalidad, el salvajismo animal y el narcisismo masculino; por eso no logra trascender la contingencia de la acción aunque quiera escapar de ella.
Por extensión, Geertz continúa preso del dilema entre lo objetivo y lo subjetivo. Por lo tanto, pareciera que Geertz se enfoca en una descripción de la dimensión significativa de la vida social, más que en desarrollar una teoría multidimensional del orden y del conflicto cultural. Allí aparece una falencia sustancial: Geertz parece olvidar que «[una] teoría de la práctica debe respetar la relativa autonomía de las estructuras de significado. Pragmática y semántica son distinciones analíticas, no distinciones concretas» (Alexander y Mast, 2006:5)5.
De todas formas, reconocemos aquí que pese a las múltiples ambivalencias que pueda generar el proyecto de Geertz, a medio camino entre una teoría del sistema cultural y una teoría de la acción simbólica, él mismo invita a hacer consciente la interacción del antropólogo o del sociólogo con las estructuras de significado. En esa medida Geertz fue consistente con su proyecto antropológico al mostrar que el análisis cultural construye un discurso acerca de los significados y traza conclusiones comprensivas sin pretender agotar el significado de las cosas. Por lo tanto, ninguna teoría cultural multidimensional podría agotar la lógica total de la realidad y de eso sí fue consciente Geertz; en su lugar, se trata de interpretaciones circunstanciales pero disciplinadas que hacen de la empresa interpretativa una labor contingente. Ni siquiera el proyecto multidimensional de Alexander lo logra (1995, 2000).
Aun así, la crítica a Geertz que efectúa Alexander resulta importante para ponderar su impacto en la teoría social contemporánea, y particularmente en la sociología. Alexander destaca que un programa fuerte de sociología cultural requiere tomar en cuenta las acciones y las instituciones. Según Alexander, la labor de la sociología consiste en descubrir los códigos culturales, las narrativas y la dimensión simbólica de la acción, y posteriormente enlazar el «momento hermenéutico con el momento analítico referido a lo institucional» (2000:32). Es decir, se requiere el acoplamiento del texto (la acción significativa) con el contexto (la influencia de otros actores e instituciones y la agencia reflexiva). Aunque Geertz ejerce una influencia paradigmática en ese sentido, no es el único que aportó elementos y estrategias significativas en tal dirección. Alexander ubica además a Robert Bellah, Mary Douglas, Víctor Turner y Marshall Sahlins como autores que estimulan el estudio de la acción significativa. Incluso señala que en los años setenta Geertz popularizó la noción de acción significativa/acción simbólica, que ya había introducido Kenneth Burke en los años cuarenta (Alexander y Mast, 2006).
De todas maneras, todos esos autores «escribieron contra la corriente reduccionista de los sesenta [las microsociologías] y setenta [las teorías del poder y de la dominación] e intentaron poner de relieve tanto la textualidad de la vida social como la autonomía necesaria de las formas culturales» (Alexander y Smith, 2000:49). Sin embargo, para Alexander y Smith en la sociología americana de hoy, la «textualidad de la vida social» y «la autonomía de las formas culturales», han cobrado valor en sí mismas más allá de lo que hicieron los autores del giro interpretativo, y esas dimensiones continúan siendo alimentadas por algunos en su pretensión de construir un programa fuerte de sociología cultural, preocupado por los «grandes contextos» y por superar el dilema textualidad-contextualidad que fue en parte imposible de saldar para Geertz, y para algunos sociólogos que intentaron desarrollar un programa cultural o una agenda de teoría cultural en Estados Unidos y Europa. En este sentido, según Alexander y Smith:
[Hoy los] contextos se tratan no como fuerzas en sí mismas que determinan en última instancia el contenido y la significación de los textos culturales. Con todo, son considerados como instituciones y procesos que refractan los textos culturales de un modo colmado de significado. Son los asideros en los que las fuerzas culturales se combinan o pugnan con las condiciones materiales e intereses racionales para producir resultados particulares (Alexander y Smith, 2000:52).
Es importante agregar aquí que la apuesta de Alexander por un programa fuerte de sociología cultural suscribe la idea de «que toda acción, independientemente de su carácter instrumental, reflexivo o coercitivo respecto a los entornos externos se materializa en un horizonte emotivo y significativo» (Alexander y Smith, 2000:38). De igual modo concibe «que las instituciones, independientemente de su carácter impersonal o tecnocrático, tienen fundamentos ideales que conforman su organización, objetivos y legitimación» (Alexander y Smith, 2000:39).
¿Qué significa aquello? Que la cultura opera como «una variable independiente en la conformación de acciones e instituciones» en lugar de ser «una variable dependiente blanda, cuyo poder explicativo consiste, en el mejor de los casos, en particular en la re-producción de las relaciones sociales» (2000:39). Lo interesante de la reflexión de Alexander sobre Geertz que aquí hemos querido destacar es que éste último aportó definitivamente para la construcción de un programa fuerte en sus primeras obras, pero desistió de tal empeño en su fase intelectual ulterior cuando desligó la acción simbólica del asidero contextual y se dedicó, en extremo, a lo descriptivo de los trazos simbólicos, renunciando a una teoría cultural de la acción inscrita en sistemas, instituciones y contextos más amplios. De todas formas, Alexander destaca que el programa de Geertz ha sido la inspiración más importante para consolidar un programa fuerte de la cultura, incluso más que otras influencias que en su momento fueron declaradas bastante firmes como la ejercida por Bourdieu, los estudios culturales (en particular, la tradición vinculada a la Escuela de Birmingham) y Foucault. Estos redujeron la cultura a una variable dependiente, que en el primer caso se enmarcó en una cuestión de reproducción de las desigualdades sociales, en el segundo caso en un problema de hegemonía vs resistencia y en el tercero en un problema discursivo.
La «comprensión» como estrategia hacia un relativismo moderado y reflexivo
El tema del relativismo no solo fue discutido por Geertz en el ámbito de la comprensión antropológica. También se encargó de explorarlo en el escenario del debate sobre el etnocentrismo y el relativismo cultural. Aunque es poco claro el impacto real que sus argumentos acerca de la diversidad tuvieron por fuera de los círculos antropológicos, él se definió como «un antropólogo preocupado por la legitimidad con la que se habla de otros, por los efectos distorsionadores que las etiquetas occidentales tienen sobre esos otros y por las implicaciones ambiguas del lenguaje y la autoría en la descripción de los otros» (Geertz, 1996a:131).
Su perspectiva acerca del relativismo desde la perspectiva de la «comprensión», que explicaremos más adelante, constituye la faceta más ideológica y una de las más sugestivas de su proyecto intelectual al propender, sobretodo en la última etapa de su vida intelectual, por la articulación de la teoría antropológica con las discusiones inherentes a la naturaleza de las asimetrías entre las sociedades humanas.
El antecedente más directo de esta postura es su ensayo titulado El impacto del concepto de cultura en el concepto de Hombre , en el que aboga por la disolución de la percepción antropocéntrica e iluminista del Hombre a partir de la concepción antropológica de la cultura. Según Geertz la concepción iluminista considera que existe una naturaleza humana constante, general y universal y que las diferencias que se presentan en los hombres en cuanto a creencias, valores y costumbres no tienen mayor significación. Sin embargo, para Geertz la humanidad es variada tanto en su esencia como en sus expresiones. Además, lo que está en juego es cómo se ha trazado esa compleja línea entre lo universal y lo particular, lo constante y lo convencional, y lo local y lo variable.
Geertz siempre previno a sus lectores contra la tendencia de hacer generalizaciones abusivas sobre el «Hombre» y la cultura, excepto que uno y otro son muy variados. En tal sentido, según Geertz, solo es posible descubrir qué es el Hombre modificando el interrogante, y preguntándose qué son los hombres, esto es, seres humanos matizados culturalmente, con sistemas de significación históricos en virtud de los cuales ordenan y orientan sus vidas. Ello implica reemplazar la concepción estratigráfica por una sintética del ser humano en la que las esferas psicológica, biológica, social y cultural se analizan como factores interdependientes (Geertz, 2000a).
La articulación de esta línea de pensamiento hace que Geertz se identifique con una postura crítica relativista en cuanto a las discusiones filosóficas sobre la naturaleza humana. En esta línea, Shweder (2005:2) argumenta que los «grandes temas filosóficos o teóricos» que se derivan de la obra de Geertz, son cuatro:
[1]: La diversidad es inherente a la condición humana. [2]: No hay una esencia universal de la naturaleza humana que determine fuertemente el comportamiento humano. [3]: A través del tiempo y del espacio (historia y cultura) la naturaleza humana se transforma continuamente por un intento de nunca acabar de grupos particulares de seres humanos balineses, marroquíes, protestantes del norte de Europa de comprenderse a sí mismos y de crear un mundo social que haga manifiestas sus auto-comprensiones. [4]:
Asegurar un acuerdo universal acerca de que es bueno, verdad, bello o eficiente en la vida es raramente posible a través de las culturas y, aún más importante, no es bueno el impulso ecuménico por valorar la uniformidad (…) sobre la variedad y desdeñar, devaluar o aún erradicar la «diferencia» (2005:2).
En tal sentido, algunos incluso atribuyen a Geertz un papel sustancial en el pensamiento occidental por ser «quizás la voz más persuasiva» de los antropólogos culturales norteamericanos en la defensa de una postura relativista no ingenua (Windschuttle, 2002:6), aunque su maniobra de la doble negación para criticar a los anti-relativistas resulte «irrelevante dado que la conclusión de su ensayo [titulado sugestivamente Contra el Anti-Relativismo ] se suma a la posición central con la cual está comprometida el relativismo: que los principios de moralidad y conocimiento están vinculados a culturas particulares, y que nunca podrá haber moralidad o conocimiento alguno que sea transcultural o más allá de la cultura» (Windschuttle, 2002:9).
No obstante, aquí es importante anotar que el mismo Geertz se sintió siempre en una posición intermedia entre el universalismo procedimental vacío, propio de un cosmopolitismo liberal sin contenido, y el relativismo cultural radical, propio de un comunitarismo cerrado que se traduciría en un etnocentrismo terco. Por lo tanto, su posición anti-relativista no lo convierte automáticamente en un relativista; por el contrario, el juego de lenguaje del «contra anti-relativismo» lo pone en una situación ambigua: lo distancia del relativismo simple y simultáneamente, pero sobretodo, lo aleja del anti-relativismo reduccionista.
Su posición se caracterizaría por un relativismo moderado y reflexivo, posición que representa un aporte ideológico interesante para las ciencias sociales. Por ejemplo, en Tras los hechos reconoció que la singularidad de los procesos sociales entre países como Indonesia y Marruecos no podía reducirse a las categorías y criterios preconcebidos y exógenos elaborados desde fuera por la antropología. En particular, argumentó que estos países experimentan de distinta manera la modernidad, una categoría construida desde el mundo europeo occidental, en virtud de las particularidades históricas, políticas y sociales que les caracterizan (Geertz, 1996a). En su percepción reflexiva del relativismo se identifica una faceta poco mencionada de Geertz como crítico cultural con argumentos políticos fundamentados en la teoría antropológica, interesado en producir una reacción favorable de los lectores occidentales hacia la diversidad cultural. Como arguye Windschuttle:
[La] agenda [de Geertz] fue persuadir a sus lectores de tener una actitud diferente del comportamiento frente al cual muchos occidentales normalmente reaccionarían con disgusto. Al retratar una pelea de gallos como un arte noble y la quema de viudas como un espectáculo de una belleza impresionante, él estaba comprometido con la misma hazaña de sus precursores Sapir, Whorf y Mead: estaba usando lo bizarro y lo exótico para desestabilizar las suposiciones culturales occidentales (Windschuttle, 2002:7-8).
Precisamente en un ensayo titulado «Los usos de la diversidad» (1996b), Geertz ofrece los fundamentos de su percepción acerca de la convivencia entre personas de diferentes culturas. Su propuesta se opone a la perspectiva de la «coalición» desarrollada por Claude Lévi-Strauss, otro paradigmático fundador de discursividad. La postura del etnólogo francés está claramente esbozada en un célebre escrito elaborado para la campaña contra la discriminación racial promovida por la UNESCO. En ella, Lévi-Strauss argumenta que «la exclusiva fatalidad, la única tara que podría afligir a un grupo humano e impedirle realizar plenamente su naturaleza, es la de estar solo» (Lévi-Strauss, 1996:94). En un mundo cada vez más «estrecho», la salida es «la coalición [entendida de manera simple como un intercambio recíproco], a escala mundial, de culturas que preservan cada una su originalidad» (Lévi-Strauss, 1996:97).
Pero sostiene que esto no deja de ser una motivadora ilusión en tanto que «uno no puede fundirse plenamente en el disfrute del otro, identificarse con él, y, al mismo tiempo, permanecer diferente» (1996:97). Para Geertz, la propuesta de Lévi-Strauss encarna algo así como «la sordera hacia la llamada de otros valores», que se traduciría en una pregunta densa y sugestiva según la cual: «¿Es el narcisismo moral la alternativa a la entropía moral?» (Geertz, 1996b:72). Y a partir de allí, traza una crítica de fondo a los defensores de posturas esencialistas en antropología:
Una antropología tan asustada de destruir la integridad y creatividad culturales, ya sean las nuestras o las de cualquier otro, por culpa de acercarnos a otra gente, embarcarnos con ellos e intentar captarles en su inmediatez y su diferencia, está condenada a perecer de una inanición tal, que ninguna manipulación de datos objetivos puede compensar. Cualquier filosofía moral tan temerosa de verse enredada tanto en un relativismo romo como en un dogmatismo trascendental que no pueda pensar en nada mejor que hacer con otros modos de lidiar con la vida más que hacerles parecer peores que el nuestro, está condenada simplemente a hacer del mundo un objeto de piadosa condescendencia (Geertz, 1996b:75).
La propuesta geertziana se fundamenta entonces, en que el mundo contemporáneo conforma un collage por las múltiples relaciones y densas imbricaciones entre diversos conjuntos sociales, políticos, religiosos y culturales que coexisten e interactúan de manera compleja. Pero ese collage no implica, como pretenden los relativistas extremos, que los miembros de estos grupos involucrados en él estén preocupados por «glorificarse mutuamente» en sus diferencias; en su lugar, lo que se advierte en la actualidad es «la imagen de un mundo lleno de gente haciendo alegremente la apoteosis de sus héroes y satanizando a sus enemigos» (Geertz, 1996b:91).
De tal manera, y a diferencia de la coalición levistraussiana, Geertz propugna porque ese collage contemporáneo puede hacerse más «convivible» cuando se acude a la comprensión entendida como el deber de «aprender a captar aquello a lo que no podemos sumarnos» (Geertz, 1996b:91).
De una u otra manera, la intencionalidad de Geertz al proponer la idea de la comprensión entre las culturas, supone trascender el romanticismo que se preocupa por modelar lo utópico, esto es, un mundo donde se convive con la fascinación respetuosa por la alteridad, para aplicar a ámbitos no antropológicos el principio de tomarse en serio la alteridad. Así, el «ver competentemente» proporciona la capacidad de juzgar también competentemente y llegar hasta allí es, en sí mismo, un logro complejo pero considerablemente útil, en tiempos en los cuales los dispositivos de discriminación y exclusión acuden a criterios no solo de raza o de origen nacional, sino también a la convicción religiosa o las tendencias sexuales, por mencionar algunos.
Las implicaciones para la ciencia social de ese planteamiento son importantes. El debate teórico deviene en sí mismo un acto moral: El pensamiento es conducta y debe ser juzgado moralmente como tal. No se trata de la idea de que pensar es un asunto serio (…) Se trata del argumento de que la razón por la cual el pensar es serio es que este es un acto social y (…) que por ello uno es responsable de éste como de cualquier otro acto social. Acaso más incluso, pues es a la larga, el acto social de mayores consecuencias (Geertz, 1996b:39).
Por lo tanto, los planteamientos antropológicos, sociológicos, filosóficos, etc. requieren de una decantación teórica y de una reflexividad política. Estas disciplinas no podrían resguardarse en la asepsia de su discurso teórico para sustraerse de la responsabilidad social que les compete al producir pensamiento crítico sobre lo social y cultural.
Aunque Geertz formuló esa frase que suena comprometida y políticamente correcta, su discurso se desenvolvió principalmente en la abstracción de las metáforas para explicar los detalles del flujo cultural. Sin embargo, como lo exponen Marcus y Fischer (2000) la antropología comprehensiva, como denominan la perspectiva hermenéutica de Geertz, es un refinamiento del relativismo clásico, que «pone en tela de juicio todas aquellas visiones de la realidad sustentadas en el pensamiento social que prematuramente pasen por alto o reduzcan la diversidad cultural en beneficio de la capacidad de generalizar o de afirmar valores universales, por lo común desde el punto de mira, aún privilegiado, de una homogeneización cultural que emana de Occidente» (2000:63).
Crítica y autocrítica
Las críticas a Clifford Geertz tienen diversos orígenes: desde quienes añoran el legado positivista de la antropología, o están adscritos al neofuncionalismo sociológico, hasta quienes adoptan una perspectiva postmoderna. Las divergencias en los orígenes y fundamentaciones de las críticas dificultan la tarea de hacer un balance exhaustivo de ellas. Más aún, lo que para unos es una falencia para otros puede ser una fortaleza. Por ejemplo, como hemos visto, Alexander (1996, 2000) critica el carácter ambiguo de Geertz en la resolución inacabada del debate entre estructura interna y sistema cultural y entre teoría cultural e interpretación, mientras que Ortner (2007) destaca que uno de los más importantes legados de Geertz fue llevar a la antropología a un lugar más cercano a las humanidades, una «fértil posición intermedia entre las ciencias sociales y las humanidades» (2007:789).
Es decir, de cierta manera Ortner destaca en Geertz lo que precisamente Alexander le critica al renunciar a la pretensión del «programa fuerte» de la cultura.
Otros han tratado de hacer un balance de las críticas hechas a Geertz. Por ejemplo, Reynoso (1995) de acuerdo con su propio juicio y con una revisión cuidadosa de las críticas hechas a Geertz por varios autores, enumera los puntos centrales que hacen débil la antropología interpretativa:
1) la falta de documentación de los pasos que en su etnografía conducen de los hechos a las interpretaciones conclusivas. 2) la caracterización falaz y sesgada que Geertz realiza de la peculiar forma de «inferencia clínica» asequible a los antropólogos. 3) la ambigüedad y falta de estructuración de su idea de significado. 4) la impropiedad sistemática de la comparación literaria. 5) la falsificación de una tradición humanística que se confunde con su objeto. Y, 6) su prédica normativa en favor de metáforas que deben originarse, necesariamente, en el lado humanístico de la divisoria científica (Reynoso, 1995:16).
En un escrito posterior, Reynoso proporciona un concepto lacónico acerca de lo que considera es la verdadera dimensión de Geertz para la antropología:
A veces pienso que se podría aplicar a Geertz lo que Winston Churchill dijo de un rival suyo en el Parlamento: que sus palabras eran originales e interesantes, pero nunca simultáneamente. Me arriesgo a afirmar que el liderazgo de Clifford Geertz en la antropología americana fue fruto más de su carisma literario, de su estrategia de relaciones públicas y de su influjo en otras disciplinas como la historia, que de la verdadera innovación de las ideas que representa o de su valor intrínseco (Reynoso, 1998:224).
Por otra parte, autores como Yoshida (2007), increpan la propuesta geertziana por desestimar el valor de una ciencia de lo social. Yoshida señala que las limitaciones de Geertz comienzan con el establecimiento de un abismo insalvable entre «lo natural y lo social» (2007:290), a partir del cual fundamenta su argumentación anti-positivista. Las limitaciones se acentúan al promover una proximidad, inevitable por momentos, de la antropología con la crítica literaria (2007:296).
En tal sentido, Yoshida considera que la propuesta de Geertz entraña dos problemas centrales: Primero, si el progreso de la antropología interpretativa opera en términos del refinamiento del debate sobre la calidad de la interpretación, Geertz pareciera no ser consecuente con ello ya que no provee los parámetros para desarrollar de manera arbitrada ese debate. Esto, de acuerdo con Yoshida, produce un efecto perverso: «la antropología interpretativa de Geertz sirve como una manera de evitar la discusión critica» (2007:293).
Segundo, al reducir a la autoría el problema de la legitimidad de la antropología, Geertz está reproduciendo el problema del autoritarismo; Geertz «se suma al status quo y carece de una actitud crítica frente a él», hecho que encarna un «defecto serio» (Yoshida, 2007:293). En conjunto, estos elementos llevan a Yoshida a argumentar que estas estrategias conforman una suerte de «estrategia de inmunización» (2007:295) para evitar cualquier confrontación con aquellos que interrogan su coherencia epistemológica. El hecho que Geertz considere la imposibilidad de una antropología semejante a las ciencias naturales lo convierte irónicamente, de acuerdo con Yoshida, en un «positivista en huida» (2007:299) ya que «abandona el proyecto de la ciencia social y argumenta que las ciencias sociales ahora están mezclándose con las humanidades» (2007:299).
Sin embargo, al contrario de lo que critica Yoshida, consideramos que Geertz si estableció una argumentada defensa epistemológica de su proyecto interpretativo. Más allá de si se está de acuerdo o no con la concepción semiótica de la cultura estructurada por Geertz, es indudable que los ensayos El impacto del concepto de cultura en el concepto de Hombre y Descripción Densa: Hacia una teoría interpretativa de la cultura son una sofisticada discusión teórica y metodológica acerca de los quiebres interpretativos que tuvo que enfrentar la antropología cultural norteamericana desde la década de 1970.
En ese sentido, es posible afirmar que Geertz estaba llamando la atención de los antropólogos para hacer más conscientes los modos de representación etnográfica en lugar de quedarse anquilosados en una disciplina clasificatoria a la mejor usanza del legado decimonónico. Ahora bien, en cuanto a la renuencia de Geertz a ser responsable y crítico, y con ello a inmunizarse frente a los problemas reales de la sociedad a través de un positivismo en huida, es posible argumentar que Geertz siempre fue consciente de la necesidad de mantener una posición vigilante y crítica, y por ende responsable, antropológicamente hablando. Así, en Los usos de la diversidad (1996b), como mencionamos anteriormente, llegó a formular la importancia de reconocer que el pensamiento (antropológico o de cualquier otra naturaleza), es fundamentalmente moral, hecho que supone la necesidad de emitir juicios decantados y autocríticos.
Originadas desde una perspectiva teórica opuesta al positivismo, surgen otras críticas interesantes a la obra de Geertz. De manera esquemática, podemos simplificar en dos las más recias críticas a Geertz desde una perspectiva postmoderna. Primero, la ausencia de una discusión acerca del poder en la producción de textos antropológicos. Y, segundo, el sobredimensionamiento de los aspectos literarios del ejercicio antropológico en menoscabo de cualquier tipo de referencia crítica a la posicionalidad del antropólogo en la producción de conocimiento.
Las dos críticas están estrechamente relacionadas; no obstante la primera hace énfasis en los condicionamientos que ejercen las estructuras de poder en las dinámicas culturales, mientras que la segunda pone de manifiesto cómo el «género» interpretativo enfatiza en los asuntos de la forma estilística de la etnografía en detrimento de la reflexividad sobre el ejercicio de poder en la representación etnográfica.
La primera crítica se basa en el hecho de que Geertz evitó discurrir acerca de las implicaciones de los significados culturales en términos de poder, hecho que representaba dejar de lado los aportes de autores como Antonio Gramsci o Michel Foucault, acerca de la insoslayable atmósfera de poder en la que discurre la vida social de los seres humanos. A ese respecto, Geertz desestimó las críticas perfiladas por autores como Talal Asad, quienes le criticaban la ausencia en su obra de cualquier imbricación de lo cultural con el poder.
Reaccionando a esas críticas, Geertz argumentó que alguien como Asad era un «reduccionista del poder» sugiriendo con ello la incapacidad de algunos pensadores involucrados en los debates sobre la condición postcolonial de reconocer la interdependencia de los contextos culturales y del poder (Geertz con Micheelsen, 2002:2). Para Geertz ese debate no se podía limitar a la discusión acerca de qué fue primero: el contexto cultural o la distribución del poder. Por el contrario, Geertz sugería la influencia recíproca entre ambas dimensiones. Más aún, consideraba que algunos de sus libros (i.e. Negara) trataban enteramente acerca de asuntos del poder y la dominación pero que la «textualización del poder» que elaboró no significaba la pérdida de la capacidad comprehensiva del proyecto interpretativo (Geertz con Panourgia, 2002:5).
En Negara (1980) Geertz explora la dimensión semiótica del poder a través de los aspectos simbólicos y políticos entre los balineses, produciendo una interpretación de los significados sociales alrededor de las instituciones políticas y religiosas. Pero ese trabajo involucra una exterioridad del poder en relación con el antropólogo; es decir, lo trata como un aspecto ajeno a la labor antropológica y, por el contrario, circunscrito como objeto de estudio de la antropología. Con los años y las críticas, Geertz subvertiría esa exterioridad del poder: consideró en tal sentido que «no es una cuestión de tratar con el poder sino de cómo el poder puede ser concebido y si una perspectiva disciplinaria sobre el poder, que fue lo que realmente hizo Foucault, es realmente válida» (Geertz con Panourgia, 2002:5).
En Tras los hechos, Geertz expresó su preocupación por la poca atención que merecía la labor etnográfica como ejercicio de poder: una etnografía que impone y distorsiona. Por lo tanto argumentó «que por todos lados la reivindicación etnográfica del conocimiento está siendo puesta bajo la duda moral, recalificada como una impronta de poder» (1996a:131). En ese sentido reconoció que la representación/descripción del otro «no es fácilmente separable de su manipulación» (1996a:132).
De todas maneras, y a pesar de que Geertz trató de refutar las críticas acerca de su falta de discusión sobre el poder, consideramos que sus contraargumentos no son del todo satisfactorios. Llamar la atención acerca de una «perspectiva disciplinaria sobre el poder» es una forma poco efectiva de evitar el debate que sus críticos quisieron plantearle: ¿cuáles deben ser los puntos fundamentales de una perspectiva interpretativa sobre las imbricaciones de las dinámicas culturales con las dinámicas del poder? O, de manera más persuasiva: ¿la perspectiva interpretativa es apropiada para dar cuenta de las relaciones de poder inherentes a las dinámicas culturales? Estos cuestionamientos no son satisfactoriamente respondidos a través de la obra de Geertz.
La segunda crítica a la antropología interpretativa producida desde el postmodernismo antropológico, enfatiza las limitaciones que depara el «género» interpretativo en términos de la revelación del poder dentro de la producción etnográfica. En otras palabras, se interpela en qué medida el sobredimensionamiento de los asuntos retóricos y textuales en la producción de etnografías distrae la discusión de fondo acerca de la posicionalidad del antropólogo en la producción de etnografías.
Para algunos de sus lectores y críticos, entre quienes se destacan algunos de los participantes en el volumen colectivo titulado Writing Culture (Clifford y Marcus, 1986), la aproximación textual de Geertz impide la discusión acerca de los ejercicios de poder y autoridad intrínsecos a la escritura etnográfica. El análisis crítico de las etnografías no se puede limitar a lo estrictamente textual porque es necesario referir el contexto teórico que sustenta, legitima y da coherencia a la propuesta de los fundadores de discursividad, y a los contextos extra-académicos en los cuales se halla inserto el antropólogo.
En efecto, según Clifford (1986), a lo menos existen seis maneras por las cuales la escritura etnográfica se haya intervenida: lo contextual, lo retórico, lo institucional, lo genérico, lo político y lo histórico. En esta línea de argumentación, la etnografía resultaría ser una ficción, entendida en su sentido etimológico: del latín fingere que indica «algo hecho o modelado» (Clifford 1986:6). Y aunque podríamos decir que Geertz ya había reconocido de manera temerosa que la antropología posiblemente era un género de ficción lo que para Reynoso (2003) daría origen al postmodernismo antropológico, se le reprochó la ausencia de firmeza en tal afirmación, pese al camino potencial que abrió con ello.
No obstante, Marcus y Cushman (2003), reconocen la importancia de Geertz como «figura influyente, no sólo como escritor de etnografías, sino como introductor de fuentes de estímulo teorético». Además reconocen que haya «convertido la etnografía en un modo de hablar sobre la teoría, la filosofía, la epistemología, mientras se realiza el trabajo tradicional de interpretación de los diferentes modos de vida» (2003:184).
Sin embargo, Geertz reconoció su limitación al respecto de la reflexión sobre la posicionalidad en la producción del discurso etnográfico: en la entrevista que le concedió a Neni Panourgia, éste le pregunta a Geertz: «¿Cómo puede (o debe) ser situado el «sujeto» antropológico en relación con su objeto de estudio?» (Geertz con Panourgia, 2002:5). La respuesta es honesta: Geertz reconoce que fue un «error» tratar al antropólogo como un ser abstraído de las relaciones que se generan en la escena etnográfica que éste trata de interpretar.
No obstante, Geertz consideró que fue un error transitorio en su carrera intelectual; «ahora respondía Geertz cuatro años antes de su muerte todos en la tradición interpretativa, reconocen la necesidad de incluirse ellos mismos en el mundo que están describiendo» (Geertz con Panourgia, 2002:5).
Lo que resulta bastante sugestivo es que Geertz tratara de reconocer las limitaciones de su propia tarea intelectual en un contexto académico en el que la modestia y la humildad no son propiamente los valores más extendidos. Sin embargo, recordemos que el mismo Geertz escribió en Tras los hechos, que precisamente «es la trayectoria de su vida profesional, que no es ni estándar, ni representativa, sino muy irregularmente planificada y con unos objetivos marcados nada específicos, donde se puede encontrar al antropólogo» (1996a:102).
Esa sentencia implicaba asumir que su modo de hacer antropología traía consigo una dosis muy alta de reconocimiento de un proyecto ambicioso pero irregular, en el que había una necesidad sentida, aunque no siempre explícita en su obra, de «revisar extensamente la antropología misma, cuáles deberían ser su objetivos y qué se podía esperar razonablemente que consiga» (1996a:132).
En los últimos años de su vida, Geertz desarrolló un sentido crítico en torno a sus propios fundamentos y trayectoria intelectuales que revela su preocupación por explorar el sentido del oficio antropológico. De hecho, en las entrevistas que concedió al final de su vida, Geertz revela su trayectoria intelectual manteniendo constante la idea de la antropología como un campo de conocimiento que se piensa a sí mismo. Además, en dos de sus últimos libros: Tras los hechos (1996a) y Available Light (2000b) , Geertz describió las influencias, limitaciones y posibilidades de su forma de hacer antropología, cuyas claves centrales habían sido expuestas previamente en La interpretación de las culturas (2000a).
Estos libros constituyen un interesante intento, sumado a El antropólogo como autor (1989) por sintonizarse con los debates antropológicos, filosóficos y literarios en boga para la época. También constituyen un esfuerzo por pensarse como un buscador incesante de su lugar en el mundo, después de haber recorrido cuatro décadas de trabajo, dos países y de estar en varios escenarios académicos de renombre, como apropiadamente lo revela el subtitulo de «Tras los hechos». Su privilegiada posición en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, que ocupó desde principios de la década de 1970 hasta su muerte, sin duda le permitió como el mismo lo reconoció, continuar proyectando la perspectiva interpretativa en los círculos antropológicos.
Finalmente, es necesario anotar que a pesar de reconocer sus errores y de defender su obra frente a las críticas que consideraba inapropiadas, con un éxito controvertible, Geertz fue optimista acerca del futuro de la antropología interpretativa (Geertz con Micheelsen, 2002:7). Futuro que por cierto no preveía como homogéneo sino más bien oblicuo y expresado de múltiples maneras. En ese sentido, podemos afirmar que las diferentes corrientes que Reynoso (2003) denominó con nombres tan sugestivos como «meta-etnografía», «etnografía experimental» o «etnografía de vanguardia», deben mucho al esfuerzo intelectual de Geertz, aunque las personas adscritas a estas corrientes hayan roto radicalmente con él, lo hayan trascendido o hayan tomado nuevos rumbos, como es apenas lógico en un escenario intelectual de debate y confrontación argumentada. Ese es el carácter contingente del desarrollo de la teoría social, que se revela apropiadamente en la obra misma de Geertz.
En la actualidad los dogmas que impedían la adscripción a diversas fuentes intelectuales se han ido relativizando. Para algunos, el otrora abismo entre el positivismo y la hermenéutica que Geertz intentó aproximar a través de su enfoque semiótico de la cultura, hoy parece ser un rezago del pasado. De hecho, los antropólogos contemporáneos han experimentado un «curioso giro»: «se han movido como bricoleurs a combinar piezas de diferentes perspectivas -positivista y post-positivista, histórica y genealógica, simbólica y de la economía política, teórica y aplicada- en relación con proyectos y tópicos particulares» (Knauft, 2006:407). Hoy las fronteras entre lo explicativo y lo interpretativo continúan redefiniéndose y transformándose, constatando la anticipación que hizo Geertz en Géneros Confusos (2003), cuando afirmó que la apuesta por lo interpretativo y lo simbólico es cada vez mayor para sociólogos, psicólogos, politólogos e incluso economistas.
Conclusiones
El rasgo más distintivo del proyecto intelectual de Geertz es el desarrollo de una propuesta crítica sobre el concepto central de la disciplina en la tradición norteamericana, la cultura, y la manera apropiada de dar cuenta de ella. En efecto, aunque Geertz se formó en un ambiente intelectual que privilegiaba el análisis de los sistemas y de las estructuras, a través de su obra pretendió relativizar el oficio del antropólogo y el ejercicio de la disciplina bajo la adopción de una perspectiva semiótica de la cultura, a la cual articuló la descripción densa para interpretarla.
Su convicción por ese proyecto crítico lo llevó a «colocarse en oposición directa a la corriente dominante en ciencias sociales, que permanece fiel a las ideas recibidas en cuanto a lo que se considera evidencia, conocimiento, explicación y prueba» (Geertz, 1996a:130). Aun así, los alcances de esa crítica a la antropología son ambiguos.
El énfasis en los aspectos significativos de la cultura le ocasionó a Geertz serias críticas de sus colegas por considerarlo antipositivista, reaccionario, impresionista y, en general, poco sistemático. De todas maneras, recordemos que para Geertz el asunto no se reducía a ser o no un antipositivista; su interés era hacer evidentes los artificios sobre los cuales se había estado construyendo la ciencia social; poner al descubierto que «los fundamentos sobre los que habían descansado las ciencias sociales desde como mínimo Comte habían cambiado, se habían debilitado, tambaleado, dislocado» (Geertz, 1996a:130).
El mismo Geertz, pareció ser consciente que como antropólogo no había hecho otra cosa que cuestionar el oficio del antropólogo, evitando posar de «especialista sin espíritu que reparte panaceas políticas» y de «sabio de atril que reparte juicios aprobados» (2003:77). Para él, su oficio fue lo más cercano a alguien que trata de «inducir a alguien en algún sitio a mirar ciertas cosas de la misma forma en que a mí me han inducido a mirar los viajes, los libros, las observaciones y conversaciones; es decir, a tomar interés» (1996a:69).
Esto supone reconocer que el antropólogo es lo más cercano a un negociador incesante de narrativas o, como lo llama Geertz, un «traficante» de relatos de informantes, sean estos javaneses, de oficiales coloniales, de colegas antropólogos, predecesores, o los del investigador mismo. Y también implica admitir que la antropología y cualquier otra disciplina que se interese por lo hermenéutico «construye relatos de relatos, visiones de visiones» (1996a:69).
En este artículo exploramos cuatro aspectos que, desde nuestra perspectiva, permiten estructurar un balance significativo de los aportes centrales de Geertz y sus críticas, aunque no pretende ser exhaustivo en virtud de la magnitud de su obra. En primer lugar, los efectos de la perspectiva semiótica de la cultura en la consolidación de la preocupación estilística en la etnografía que caracterizó a Geertz, en la cual los géneros emergen no como modelos literarios simplemente sino, fundamentalmente, como cartografías del mundo social.
Su interés fue explorar nuevas metáforas, más versátiles y heterogéneas, que le permitieran dar cuenta de la plasticidad de la experiencia simbólica de las sociedades humanas.
En segundo lugar, la manera por la cual Geertz utilizó el legado funcionalista en un comienzo y luego lo trascendió creativamente y cómo en el intento, como lo indica la crítica neofuncionalista de Jeffrey Alexander, quedó preso de un exceso hermenéutico, renunciando con ello a la posibilidad de desarrollar una teoría cultural fuerte y multidimensional. En tercer lugar, las implicaciones de su perspectiva de la comprensión para hacer posible un diálogo intercultural entre las sociedades contemporáneas. Esta postura se estructuró sobre la base de un relativismo cultural revigorizado que lo hizo más moderado y reflexivo.
A partir de allí, emerge uno de los aspectos más sugerentes de Geertz para pensar la utilidad de la antropología por fuera de la academia, y las implicaciones que supone considerar el pensamiento como un acto social y por lo tanto moral. Por último, exploramos algunas de las críticas más interesantes hechas a Geertz, elaboradas desde matrices divergentes como lo son el positivismo y el postmodernismo. Con ello quisimos enunciar el carácter ambiguo de su legado y la postura auto-crítica que reveló en sus últimos años de vida.
Finalmente, la obra de Geertz evaluada en conjunto refleja a un pensador agudo y con una fuerte inclinación literaria que aportó decididamente a la introducción de los debates críticos y hermenéuticos en antropología. Su proyecto fue variado y dinámico, se nutrió significativamente de la experiencia de campo y fue valioso en una época de transformaciones importantes para la antropología.
Hoy su legado sigue siendo objeto de disputa: algunos reivindican la importancia de sus ideas al momento de enfrentar los fantasmas positivistas que han perseguido a la antropología, mientras que otros le increpan su falta de rigor y su sospechosa proclividad a los juegos y ambigüedades de la metáfora. En la medida en que inspiró a unos y otros para continuar con su trayecto intelectual, para controvertirlo o desecharlo, Geertz se convirtió en uno de los fundadores de discursividad más representativos de la segunda mitad del siglo XX en el pensamiento social y, en un promotor como pocos del ensamble de un proyecto antropológico crítico.
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