Reforma y revolución en El Salvador
Por Roberto Pineda 3 de julio de 2012
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La herencia de Rosa Luxemburgo y de Farabundo Martí
El conflicto entre reforma y revolución ha recorrido las avenidas del marxismo desde hace muchas décadas tanto a nivel mundial como en este pequeño rincón “mágico” llamado El Salvador. Y las seguirá recorriendo en la medida que la lucha por un nuevo mundo siga vigente en los corazones y las mentes de los revolucionarios.
La revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo, asesinada junto con Carlos Liebknecht por la derecha en 1919, nos dejó valiosas enseñanzas en la lucha contra el reformismo. En su obra Reforma o revolución, publicada en 1900, revela y refuta las concepciones del alemán Eduardo Bernstein, las cuales este trataba de imponer al movimiento obrero alemán de aquel tiempo.
Bernstein sostenía que la revolución era innecesaria y se podía llegar al socialismo mediante reformas graduales que fueran modificando el sistema capitalista y esto podría realizarse mediante cooperativas de consumo, la labor reivindicativa de los sindicatos y la ampliación de la democracia política mediante la actividad parlamentaria del partido obrero.
Argumentaba Bernstein que debido a la capacidad de adaptación del capitalismo, el partido de la clase obrera, que en aquella época se llamaba socialdemócrata, “debe transformarse de partido para la revolución social en partido para la reforma social…” O sea que el socialismo puede construirse mediante reformas sociales dentro del capitalismo, sin necesidad de una ruptura revolucionaria.
Rosa Luxemburgo denunció estas tesis como expresiones de oportunismo político y de revisionismo ideológico, que renunciaban a la misión histórica del proletariado de organizar la destrucción del orden establecido por la burguesía y construir un nuevo orden, una nueva sociedad, el socialismo. Asimismo rechazaban en la esfera política la teoría de la lucha de clases.
Pero el marxismo no rechaza las reformas, en la medida que contribuyan a la lucha por la toma del poder. A diferencia de Bernstein, Luxemburgo expresaba que “la lucha por reformas es el medio, la revolución social, el fin.” Decía Luxemburgo que “en la historia de las clases la revolución es el acto de creación política, mientras la legislación es la expresión política de la vida de una sociedad que ha surgido ya…”
Tanto Luxemburgo como Lenin enfrentaron firmemente la amenaza del reformismo en el movimiento obrero. En su obra clásica ¿Qué hacer? Publicada en 1902, Lenin también denuncia las tesis reformistas de Bernstein. En particular su tesis que “el movimiento es todo, el objetivo final es nada.” Expresa que la clase obrera necesita construir un partido de revolucionarios profesionales para arrebatarle el poder a la clase capitalista.
Afirma Lenin que “loas marxistas admiten la lucha por las reformas, por mejorar la situación de los trabajadores que no lesionan el poder en manos de la clase dominante. Pero, a la vez los marxistas combaten con la mayor energía a los reformistas, los cuales circunscriben la actividad de la clase obrera a las reformas.”
Evaluando a la Comuna de París de marzo de 1871, Lenin expresó en su obra El estado y la revolución que “la clase obrera no puede limitarse simplemente a tomar posesión de la maquinaria del Estado y servirse de ella para sus propios fines.” Porque al final podría agregarse es la antigua clase dominante la que termina recuperando el poder.
Otro clásico marxista como lo fue Antonio Gramsci expresaría en su Cuadernos de la cárcel que “toda revolución que como la cristiana y la comunista se realiza mediante la más profunda agitación de las amplias masas populares ha de quebrar y destruir el sistema existente de organización social.”
En la experiencia revolucionaria salvadoreña, los marxistas han enfrentado en diversos momentos las tendencias reformistas que se han manifestado de diversas maneras. Durante el periodo de las primeras luchas obreras (1919-1924) el reformismo tomó fuerza mediante el control que ejercían los patronos sobre las primeras sociedades artesanales. Los obreros tuvieron que independizarse del reformismo y construir sus propios sindicatos. La primera huelga por aumento salarial fue conducida por la Unión de Sastres y estalló el 21 de julio de 1919(1).
En el siguiente periodo, el de las luchas obreras conducidas por la FRTS (1924-1930), los obreros revolucionarios se enfrentaron a las tesis reformistas sostenidas por simpatizantes de la II Internacional, que planteaban la conciliación de clases y la lucha exclusivamente por demandas económicas. Fue en 1928 que en el seno de la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños se logró incluso expulsar a los reformistas, que se aglutinaron posterior y adecuadamente en el Partido del Proletariado y abrazaron el credo vitalista de Alberto Masferrer. (2)
En el próximo periodo, el de fundación del Partido Comunista de El Salvador (1930-1932) la primera generación de comunistas salvadoreños se planteo la necesidad de impulsar la toma del poder para establecer la revolución democrático-burguesa, como era en esa época la consigna de la III Internacional para los países coloniales y semicoloniales. En este periodo la figura de Agustín Farabundo Martí es un obligado referente en términos de lucha resuelta y firme contra cualquier desviación reformista. (3) No obstante esto, de marzo de 1930 a octubre de 1931 el énfasis estuvo centrado en la lucha económica reivindicativa “sin hacer política.” En octubre se toma la decisión en el PCS de participar en diciembre en las elecciones para diputados y alcaldías, atendiendo al clamor de las bases. Aquí lo electoral vino a complementar la lucha económica.
Posteriormente vino el periodo de la insurrección de enero de 1932 y su derrota. La bestial represión desatada por la oligarquía y el ejército, luego de la derrota del esfuerzo insurreccional, marcó profundamente por muchos años el accionar de la izquierda y borró físicamente del horizonte político, tanto a comunistas como anarquistas y reformistas, destruyó al movimiento popular y su vanguardia, el recién fundado PCS.
Se abrió un periodo de lucha para derrocar la dictadura militar martinista (1932-1944) que duró trece años. La dirección del PCS fue destruida en su casi totalidad. Y los pocos sobrevivientes quedaron sumamente aislados. La segunda generación de comunistas, en su mayoría intelectuales, evaluó que lanzar la insurrección había sido un grave error. Y decidieron impulsar la reorganización del movimiento popular pero a la vez ocultar la existencia del PCS, para evitar que fuera de nuevo destruido. En una clara visión reformista abandonaron la lucha por el poder. Pero la misma crisis del régimen al final de este periodo empujó a los comunistas a participar activamente en las jornadas de abril, mayo y octubre de 1944.
La dictadura militar logró superar esta crisis del 44 y prolongarse y en 1948 incluso renovarse con una faceta populista. Este nuevo periodo va de octubre de 1944 a octubre de 1959 y es el periodo de lucha contra el PRUD. Surge una tercera generación de comunistas vinculado a la lucha sindical, universitaria y popular.
En el siguiente periodo, el periodo de lucha contra el PCN (1961-1979) el reformismo se manifestó en un primer momento como falta de voluntad para emprender la lucha armada desde el Frente Unido de Acción Revolucionaria, FUAR; posteriormente como una actitud economicista en el movimiento sindical dirigido por FUSS-FESTIAVTCES para concluir con una actitud electorera desde la coalición de partidos llamada Unión Nacional Opositora, UNO. Es a mediados de este periodo que surgen las organizaciones político-militares, y las organizaciones revolucionarias de masas, padeciendo inicialmente la enfermedad infantil del izquierdismo. En este periodo surge una cuarta generación de comunistas y una primera generación de militantes de las fuerzas guerrilleras.
Luego viene el periodo de la Guerra Popular Revolucionaria (1980-1992). En este periodo la izquierda dispersa se unifica en el FMLN y emprende por segunda vez en la historia, una iniciativa insurreccional, la cual fracasa, pero origina una larga guerra en la cual los revolucionarios logran construir un ejército popular con amplias áreas de influencia y desplegar una ofensiva permanente en el campo político, diplomático, de la solidaridad, lucha de masas y ataques militares contra cuarteles de la dictadura militar. Surge una quinta generación de comunistas alrededor de las FAL y una segunda generación de militantes de las FPL, ERP, RN y PRTC. El movimiento social se aglutina alrededor de la UNTS.
Le sigue el periodo de los Acuerdos de Paz y la lucha contra ARENA (1992-2009) En este periodo el FMLN se transforma de fuerza guerrillera en partido político y se adopta la vía electoral como la forma de lucha principal. En 1995 desaparecen los cinco partidos de izquierda y se establece el FMLN como forma superior de unidad. La lucha electoral se refleja en conquista de alcaldías, incluyendo la capital San Salvador y de creciente presencia en la Asamblea Legislativa. El FMLN se convierte en un gran partido de masas. Surge una sexta y última generación de comunistas y de militantes de las FPL, ERP, RN y RTC. El movimiento social se diluye.
Schafik Handal (1930-2006), el más destacado revolucionario marxista salvadoreño del siglo XX, en su testamento político, titulado La vigencia del pensamiento revolucionario en el FMLN (2004) evalúa la evolución del FMLN como partido político y sobre este último periodo, sostiene que “para transformar la realidad en El salvador necesitamos un Partido que siga fiel a la misión revolucionaria de cambiar este sistema. Su composición, su organización y funcionamiento deben ser coherentes con esa misión…”
Y finalmente surge el periodo de gobierno del FMLN junto con otras fuerzas democráticas (2009-2012) El FMLN alcanza el ejecutivo y puede impulsar políticas sociales de beneficio a la población. Surgen claras diferencias entre el presidente Funes y el FMLN. El movimiento y la lucha social se debilitan aún más mientras la lucha parlamentaria ocupa el plano principal. No existe la certeza sobre un segundo gobierno de cambio dirigido por el FMLN. El reformismo levanta cabeza mediante el predominio de la lucha electoral por encima de la lucha social y la ausencia de lucha ideológica al interior de la principal fuerza de izquierda. Y la constitución contrainsurgente de 1983 se eleva al rango de “documento revolucionario.”
Este breve recorrido pretende situar el problema en su contexto histórico. En la actualidad necesitamos como izquierda salvadoreña tanto política, social o cultural, evaluar nuestra posición con respecto a la lucha por el poder, tomando en cuenta que han pasado ya más de veinte años desde la caída de los muros ideológicos, casi veinte años de la constitución del FMLN como partido político y que estamos inmersos en una época de grandes transformaciones sociales y tecnológicas. Es el mundo del internet.
La lucha electoral parece ser en esta segunda década del siglo XXI en América Latina, el camino preferido por la izquierda para enfrentar el modelo neoliberal y abrir la puerta a un desarrollo independiente. Las experiencias de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua parecen comprobarlo. Parece que hemos pasado como en un péndulo, del foco guerrillero de los años sesenta del siglo pasado al foco electoral para construir el ya famoso socialismo del siglo XXI. A estos gobiernos hay que agregar los procesos democratizadores de Brasil, Uruguay, Argentina y hasta hace muy poco Paraguay. Y sí, El Salvador también.
En El Salvador la izquierda fue creciendo electoralmente desde su primera participación en 1994. El FMLN también creció en membrecía y llegó a rondar los 80,000 miembros. Y en el 2009 se alcanza la presidencia que en nuestro país se asocia con una guayaba. Y en el 2012 se quiebra esta tendencia ascendente y se pierden ciudades estratégicas. Ya antes en el 2009 se había perdido San Salvador. Y hoy nos acercamos a una nueva elección presidencial en el 2014.
La derecha ha logrado recuperar su voto duro, y reparar su partido ARENA. La derecha está dividida con la existencia del partido GANA, que representa intereses del capital nacional no hegemónico. La izquierda representada por el FMLN cuenta con una poderosa maquinaria electoral, pero necesita recuperar su voto duro y para ganar la elección, atraer al voto indeciso de las capas medias urbanas. Quedan veinte meses para lograrlo.
Pero es importante reflexionar sobre los límites concretos de esta forma de lucha en estos momentos. Hay que estar claros que las elecciones son una gran escuela que nos permiten educar y acercarnos a los sectores populares. Pero a la vez es una gran oportunidad para que la derecha siembre ilusiones en la gente. Es una gran disputa ideológica y un gran enfrentamiento político que hay que realizar.
Y realizarlo sabiendo que mientras no se vincule a las luchas populares antiimperialistas y a la búsqueda de una ruptura del sistema, lo que estamos haciendo es promover visiones y prácticas reformistas, electoreras. Y como nos decían los del UR-19 en aquellas buenas y doradas épocas: ¡electoreros, al basurero!
El FMLN ya tiene candidato
La definición anticipada de candidato en el FMLN puede ser beneficiosa o perjudicial en la medida que se vincule o no a una oferta electoral novedosa y propositiva y abandone las cancioncitas pegajosas que imponen los gurús internacionales de la mercadotecnia electoral. Aferrarse a un discurso de continuidad con lo que existe claramente no es alternativa. La gente lo va rechazar. Se necesita una oferta electoral que haga click con la gente.
Una definición anticipada corre el riesgo de cargar por veinte meses con los errores cometidos por el partido de gobierno en sus diversas expresiones, principalmente la parlamentaria e incluso con los errores del mismo gobierno del cual se continúa siendo parte, y hasta del mismo presidente.
Pero también puede tener la ventaja de contar con el tiempo suficiente para hacer los amarres adecuados a nivel de alianzas, de construcción de programa, y soltar los nudos difíciles en la militancia, para tensionar la cuerda que va permitir ahorcar electoralmente a la derecha.
Las situaciones cambian y lo que fue excelente como estrategia electoral para la victoria del 2009 puede que no resulte para el 2014, entre esto la definición anticipada. En el diseño anterior se actuaba desde la oposición, hoy se actúa desde el gobierno. Quizás lo más prudente hubiera sido esperar a conocer las demás cartas de la baraja electoral. Aunque lo hecho hecho esta.
Represión en Intipucá
El modelo neoliberal implantado en nuestro país desde el gobierno de Alfredo Cristiani (1989-1994) ha conducido a un empobrecimiento generalizado y al crecimiento de comunidades rurales y urbanas “ilegales” que se establecen en tierras del estado o a la orilla de las líneas férreas y resuelven de esta manera su problema de vivienda.
Pero el estado constantemente amenaza y llega hasta el desalojo brutal como ocurrió el 18 y 19 de junio en la población oriental de Intipucá, en la cual una jueza ordenó el desalojo y este fue realizado por la PNC con lujo de barbarie, destruyendo sus pertenencias e incluso hasta cortando las milpas que habían sembrado. No hubo muertos pero si destrucción y violencia contra sectores populares por parte del estado.
Es triste y muy preocupante que esto se realice en el marco de un gobierno de izquierda. La PNC juega el triste papel que desempeñaba la Guardia Nacional en el pasado. Este es el resultado de la debilidad organizativa del movimiento popular y de la confusión ideológica de la izquierda que ha permitido que se desarrollen peligrosos procesos de derechización e incluso de militarización en estas instituciones surgidas de los Acuerdos de Paz de 1992.
Por eso es importante la denuncia popular de la amenaza de militarización y la exigencia a los generales al mando de la seguridad del país, que se respete los derechos humanos consignados en nuestra estructura legal, y que como decía Monseñor Romero que una orden injusta no debe de ser obedecida.
Las enseñanzas del presidente Lugo
Los recientes acontecimientos en Paraguay imponen la necesidad para el movimiento popular de aprender el arte de enfrentar el nuevo set de golpes de estado ideado por la derecha latinoamericana con el apoyo, asesoría o simpatía de Washington. Ya van dos y seguramente habrá más. ¿Estaremos en la lista? Algunos opinan que no hay necesidad, otros que no puede descartarse.
Los primeros argumentan que el gobierno de izquierda de este país es un “socio estratégico” del imperio. Y los socios no se golpean entre sí sino que se ayudan. Y por eso existe Asocio para el Crecimiento y la segunda ronda de la Cuenta del Milenio.
Los segundos sostienen que la ignorancia es atrevida y que la derecha salvadoreña no es muy lúcida que digamos. Y de que se atreven se atreven. Pero necesitan el móvil y la oportunidad. Y lo andan buscando y deberíamos de no servírselo en bandeja de plata. La ruptura de la institucionalidad, el caos nacional que sea la derecha la que lo realice.
Veamos qué pasó con el presidente Lugo y que podemos salvando las grandes diferencias, guardar en nuestra matata. En primer lugar, de la misma forma que el presidente Funes, el presidente Lugo en agosto de 2008 llegó a desplazar al Partido Colorado, que gobernó por 60 años, en la cresta de un poderoso movimiento popular y social que se fue gradualmente diluyendo. Pero igual que en nuestro caso, no se realizó ningún esfuerzo por darle a este respaldo popular un carácter orgánico. En el caso del Frente Guasú (amplio en guaraní) este se forma hasta marzo de 2010.
En segundo lugar la amplia coalición política incluyó una alianza con el Partido Liberal Radical Autentico, PLRA, de cuyas filas surge el vicepresidente y hoy presidente golpista, Federico Franco. Rápidamente las relaciones entre el presidente Lugo y el PLRA de deterioraron, llegando a altos niveles de distanciamiento. En diversos momentos ha sido la experiencia vivida entre el presidente Funes y el FMLN.
En tercer lugar el pronunciado viraje hacia posiciones de derecha y pro imperialistas de Lugo no evito sino que precipito los acontecimientos ya que lo proyecto como un presidente débil, manipulable, incluso vanidoso, que fácilmente podía ser aislado y golpeado, como efectivamente lo fue.
Y en cuarto lugar, la actividad conspirativa de la derecha que no ha descansado hasta lograr el derrocamiento “legal” de este presidente, que despertó muchas expectativas en la población pero que gradualmente fue acomodándose a los dictados de los poderes constituidos. Y la derecha no descansó un solo momento en su labor conspirativa hasta lograr recuperar el gobierno. Cualquier parecido con la situación salvadoreña lógicamente es pura coincidencia.
La lucha por la democratización de El Salvador
El actual conflicto entre la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y la Asamblea Legislativa es un reflejo de los profundos cambios que han tenido lugar en la sociedad salvadoreña. Es un conflicto impensable en el periodo anterior al 2009 en el que la derecha controlaba todos los espacios institucionales y en el que desde la Presidencia se ordenaba el rumbo del país.
Los principales afectados de la conducta de sus fracciones legislativas en esta cambiante coyuntura serán naturalmente los candidatos presidenciales de los partidos involucrados. Las facturas serán cobradas sin duda alguna y pronto. Y el partido favorecido será aquel que proyecte el mayor nivel de madurez y sentido de nación.
En este marco, es válido preguntarse cuál es el propósito para el FMLN de coronar a 5 magistrados de la CSJ del 2006 claramente derechistas, seleccionados y apoyados por ARENA. Los del 2012 al menos se entiende que es para garantizar compromisos entre aliados, principalmente con GANA, y personal propio de confianza.
La actual Sala de lo Constitucional es la primera en la historia del país que asume el desafío de controlar el poder político y esto genera oposición, pero debería ser desde la derecha, lo extraño es que sea desde la izquierda. Elevar a la categoría de próceres a figuras tales como Gallegos, Merino y Parker no parece ser muy adecuado. Probablemente el FMLN va quedar muy mal parado después de esta crisis.
¿Qué ondas con la “banca salvadoreña”?
El seguimiento a la actividad que realiza la banca “salvadoreña” nos permite comprender las dinámicas provocadas por los procesos de transnacionalización así como los niveles de rentabilidad de este sector económico, que fue entregado por la oligarquía al capital internacional. Para conocer algunos elementos informativos tomaremos como base el último número (51) de la revista trimestral El Economista que publica el Grupo Dutriz.
Sostiene El Economista que “la banca (va) por buen camino.” Asegura que “la calma llega a la banca regional, que poco a poco recupera su brillo después de la crisis internacional, y comienza a retomar el camino del crecimiento y la consolidación.” Y como prueba de esto revela que “el ranking (regional) aglutina a cantidades con un peso total de $65,486.8 millones de dólares en activos.”
Con respecto a El Salvador señala que en el ranking bancario 2007-2011 que enumera a los 10 mayores bancos de la región, nuestro país aparece ausente no obstante que en el quinquenio anterior el Banco Agrícola ocupaba el octavo lugar. Hoy ha pasado a ocupar el doceavo puesto. Ocupa el primer lugar el HSBC Bank de Panamá.
La razón de este descenso estriba según El Economista en que “la banca salvadoreña no solo se rezagó, sino que retrocedió -5.8% en dicho periodo…” esto ocurrió debido a dos factores: “resintió más la recesión en Estados Unidos y segundo, el inmaduro proceso de internacionalización de la banca local, al principio de la crisis.”
Explica René Medrano, de Fitch centroamerica, que “los bancos internacionales asumieron una posición muy conservadora; limitaron el crecimiento del crédito a fin de favorecer la liquidez y garantizar una estabilidad en sus operaciones, pero en El Salvador eso se notó más…”
Subraya El Economista que no obstante la crisis internacional en el año 2011 El Salvador “comenzó a recuperar el terreno perdido.” Y lo fundamenta en que los créditos brutos subieron en un 3.7% y que la demanda crediticia en el sector servicios llegó al 10.4%. Pero aclara que por otra parte, los activos retrocedieron -0.9% ; el nivel de depósitos descendió en un -1% y el patrimonio tuvo una baja del -0.2%.
Precisa que los cuatro bancos más grandes del sistema: Agrícola (propiedad del grupo colombiano Bancolombia); Citibank (capital estadounidense) Scotiabank (capital canadiense) y HSBC (propiedad del banco colombiano Davivienda desde enero de este año) “registraron una contracción de 8.22 millones en préstamos y hubo una cuantiosa baja de Citi, que anuló el crecimiento conjunto del Agricola, Scotiabank y HSBC.” No obstante esto, informa que “el mayor porcentaje de utilidades del sistema es del Banco Agrícola.”
Hay que señalar que el quinto banco del sistema, el Banco de América Central-Credomatic es también propiedad de la banca colombiana ya que fue adquirido por el Grupo Aval, en diciembre de 2010.
Por otra parte, aparece desde septiembre del año pasado en la escena financiera un nuevo actor: la Banca de Desarrollo, la cual puede ser clave en revertir el proceso de medidas neoliberales. Actualmente la oligarquía se relame los bigotes pensando en que la cartera de préstamos de esta banca estatal (200 millones de dólares) va ser orientada hacia sus negocios y no hacia el apoyo a la micro, pequeña y mediana empresa como debería ser. BANDESAL se va convertir en un instrumento financiero en disputa entre los sectores populares y el gran capital. En definitiva, la lucha popular debe aprender a caminar en los nuevos senderos abiertos por el triunfo popular de marzo de 2009. Adelante!
(1) Pineda, Roberto. La primera huelga obrera en El Salvador. www.ecumenico.org
(2) Dalton, Roque. Miguel Mármol. Ocean Sur. Bogotá. 2011. Pág. 108.
(3) Dalton….Ibid. Pág. 125.