El Che y el partido leninista

Un nuevo aniversario de la caída en combate (fusilado) de Ernesto Che Guevara, sirve para que ratifiquemos la pertenencia al mismo espacio político e ideológico de ese gran revolucionario. Ese rearme con las ideas guevaristas es necesario en un momento político complejo, pletórico de oportunidades y peligros, donde la reacción quiere sepultar al Che. Nos referimos a las notas vomitivas publicadas por “La Nación” firmadas por Alvaro Vargas Llosa y otros gusanos a sueldo del imperio.

Reivindicamos al Guerrillero Heroico no sólo por las cosas extraordinarias que hizo en vida sino también por las enseñanzas teórico-prácticas que legó a los pueblos.

Ser guevaristas hoy es luchar contra el imperialismo yanqui encabezado por neonazis como George Bush. Mientras el ala podrida del socialismo, los Gorbachov y antes los Kruschov, hacía la apología de la unidad y competencia pacífica con el imperialismo, el Che llamó a las cosas por su nombre. Dijo que éste es saqueo, guerra, ocupaciones, hambre, barbarie, napalm, neocolonialismo, usura, crímenes, etc.

Por eso sentenció: “no hay que confiar en el imperialismo ni un tantico así”. Lo sucedido en el Golfo, Los Balcanes, Afganistán e Irak, y la devastación latinoamericana producida en con el “Consenso de Washington” y el FMI, le dieron la razón.

Aquellos que recuerdan al Che, debieran ir a Mar del Plata este 4 y 5 de noviembre a repudiar a Bush en la IV Cumbre de las Américas. Un poster suyo agitado ante el Hotel Hermitage, en las narices del genocida y la maldita policía, será el mejor homenaje al fusilado en 1967 en Bolivia por orden de la CIA.

Inspirados por el Che, los revolucionarios debemos organizar campañas antiimperialistas y superar la postura cómplice del gobierno. Nos referimos a forzar el no pago de la deuda externa y romper con el FMI, a reestatizar las privatizadas comenzando por el complejo petrolero-gasífero, a estatizar la banca y el comercio exterior, a dejar los ejercicios militares con el Pentágono, etc.

Ninguna de esas banderas será realizada por el gobierno actual, que está dispuesto a firmar un ALCA “light”, mantener los ejercicios haciéndolos fuera del país, pagar la deuda, no reestatizar el agua potable ni aún ante el retiro del grupo Suez, ofrecer nuevos negocios petroleros a Repsol, etc. El Che se iría en elogios a estos regateadores como Kirchner que a la hora de la verdad suelen aflojarle al imperio.

El otro aspecto a reivindicar del camarada argentino-cubano fue que impulsó procesos de liberación nacional y social en Cuba, el Congo y Bolivia. En Cuba, bajo la dirección de Fidel Castro, no sólo se echó al dictador Fulgencio Batista y se hicieron las primeras nacionalizaciones y reforma agraria, sino que después de derrotar la invasión en Playa Girón, en abril de 1961, se comenzó la etapa de construir el socialismo.

Esa concepción de la revolución popular, democrática y antiimperialista, y su tránsito ininterrumpido al socialismo, es una lección para nuestros pueblos y la clase obrera, sobre todo de América Latina y el resto del Tercer Mundo.

Esa concepción –enfrentada al trotskismo- permite llegar al poder enfrentando al enemigo principal de cada fase de la revolución, como en Cuba. Y a su vez, demanda pasar luego al socialismo, que es lo que no supieron hacer los sandinistas tras el triunfo del 19 de julio de 1979 contra la dictadura de Anastasio Somoza. No querían ser “una nueva Cuba” y terminaron siendo una vieja Nicaragua. La descolonización en Africa lamentablemente tampoco fructificó en el socialismo. Una experiencia valiosa, aún cuando no haya llegado a la victoria, es la de las FARC-EP en Colombia.

Esa interrupción de luchas heroicas que podían terminar con victorias populares en Argelia, Sudáfrica, El Salvador, Indonesia, etc, realza un tercer elemento del pensamiento guevarista: el partido marxista-leninista. Para hacer la revolución se necesita un partido revolucionario: es la verdad de Perogrullo compartida por el Che y Mao Tsé tung. Tal herramienta también se precisa para continuar la revolución e impedir la restauración capitalista sobre la que ambos alertaron sobre Yugoslavia, Europa oriental y la URSS. El tiempo les dio otra vez la razón.

Cuando hablamos de partido marxista-leninista lo concebimos vinculado a los trabajadores y las masas populares, unido a otras corrientes antiimperialistas en frentes políticos amplios y luchando en forma combativa por el poder político.

La derrota de la oleada revolucionaria de los ´70, las promesas posteriores de gobiernos radicales y peronistas, la decepción por la debacle del socialismo en el Este y la confusión generada por la socialdemocracia, etc, desdibujaron ante el activismo la necesidad del partido leninista. Incluso crecieron concepciones basistas, antipartido, movimientistas, entristas, electoralistas, trotskistas, seguidistas de la burguesía, etc.

En este aniversario del asesinato del Che surgen sus enseñanzas de antiimperialismo, liberación nacional, socialismo, internacionalismo, hombre nuevo, factores subjetivos y partido de vanguardia. Hay que superar el atraso en forjar el estado mayor de la clase obrera argentina tomando de base al Partido de la Liberación y echar raíces en el pueblo trabajador, la juventud combativa y la intelectualidad avanzada.

Una convencion necesaria. Cultura salvadoreña más allá de las fronteras nacionales 1975-2005

Durante tres días este tema servirá como polo para discutir los más candentes problemas de los salvadoreños en el interior y el exterior del país. En dicho evento participarán los principales representantes de las fuerzas políticas salvadoreñas como el Presidente de la República, el Canciller y el Presidente de Concultura, Federico Hernández, así como una nutrida representación de diputados y políticos del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), representantes del Centro Democrático político salvadoreño como el Dr. Héctor Silva, uno de los más destacados líderes políticos del país, nacido en Boston.

Organizada por la Asociación «El Rescate» que preside en Los Ángeles el líder comunal Salvador Sanabria y apoyada por la Mesa Redonda Centroamericana de Estados Unidos presidida por Francisco Rivera, la III. Convención de Salvadoreños en el Exterior tiene como uno de sus objetivos principales, conseguir el voto en el exterior para los compatriotas residentes fuera del país.

1. Cultura popular y desterritorialización
Hay tres aspectos fundamentales en el contexto de la expansión de la cultura salvadoreña en el exterior a partir de la década de los 70 y 80, en un proceso dinámico que va in crescendo hasta nuestros días: 1o.) el concepto de cultura y de cultura popular, pues la emigración salvadoreña abarca actualmente cerca de tres de los nueve millones de salvadoreños; 2o.) esta cultura se desarrolla fundamentalmente en los EE.UU. hacia donde se desplaza el grueso de la migración motivada por causas políticas y económicas; 3o) otros escenarios de la emigración salvadoreña, salvatrucha, salvacuaca o guanaca, son los países que se encuentran en la ruta hacia los Estados Unidos, se inmiscuyeron abiertamente en el conflicto, o abrieron posibilidades de emigrar como Guatemala, México, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Canadá, Australia o Italia, que fueron asiento de emigraciones durante el conflicto civil. Actualmente hay más de 2,5 millones de salvadoreños en los EE.UU. residiendo legal, ilegal o en el limbo semilegal del Estatus de Protección Temporal (TPS en sus siglas en inglés) que les permite tener un permiso temporal de trabajo y residencia en los EE.UU. Dicha emigración se concentra en Los Ángeles, con cerca de un millón de salvadoreños, y Washington, con cerca de 400,000, pero también Las Vegas, San Francisco y otras ciudades. Sus remesas periódicas, que en el 2003 ascendieron a más de 2,000 millones de dólares, son la principal fuente de divisas del país, por encima de las obtenidas por exportaciones tradicionales como café, algodón, caña de azúcar e industria pesquera.

Se trata de 3 millones de salvadoreños que han roto las fronteras nacionales y han desterritorializado El Salvador, pues ésta emigración ha cargado con sus elementos culturales hasta los países en los cuales se ha instalado, creando centros de cultura popular en Los Angeles, Washington y Montreal. Si nos atenemos al concepto de cultura que el diccionario de la Real Academia Española (RAE) define como el “conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grados de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”, y al de cultura popular que define como el “ conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”, estamos ante un fenómeno cultural de nuevo tipo; una transculturación de “lo salvadoreño” en su sentido más acabado, pues en los hogares guanacos en el exterior se conservan idioma, creencias, música, comida y costumbres. Esta transculturación funciona en varias direcciones, ya que la cultura salvadoreña en el extranjero es abierta, concilia lo foráneo con lo sui generis, en un proceso que el teórico argentino-mexicano Néstor García Canclini ha definido, refiriéndose a la cultura latinoamericana contempóranea, como de hibridación cultural, que se da dentro de un proceso de renovación de lo tradicional en un marco de heterogeneidad multitemporal de cada nación.

Se trata de una combinación asimétrica de la cultura popular salvadoreña en el exterior con elementos culturales del nuevo país en un proceso de no-simultaneidad de lo simultáneo. Para ilustrar lo anterior basta el ejemplo de los restaurantes de Los Ángeles, las pupuserías, donde se venden platos típicos – tamales, pupusas, chilate, refresco de agua dulce, shuco, pasteles, yuca con chicharrón, sopa de mondongo, torrejas, camote en miel, nuégados, enchiladas, chilacayote, etc.etc. –, al tiempo que en la pantalla de la televisión se ven los video-clips de los cantantes de moda estadounidenses interpretando sus canciones en inglés; el personal de servicio habla en español-salvadoreño mientras que los parroquianos adolescentes hijos de salvadoreños nacidos en EE.UU. que acompañan a sus mayores leen “Los Angeles Times” en inglés y éstos leen “La Opinión”, periódico angelino, en español. Si tres de los principales elementos que constituyen una nación – etnia, idioma y religión -, se toman en cuenta, El Salvador se extiende hoy por hoy hasta Washington, pasando por Los Ángeles, toda vez que los millones de salvadoreños residentes fuera del país conservan no sólo su idioma, regionalismos, creencias, religión, tradiciones, música, danzas folklóricas y fiestas patronales sino también la conciencia de ser salvadoreños. García Canclini anota al respecto, “Las búsquedas más radicales acerca de lo que significa estar entrando y saliendo de la modernidad son las de quienes asumen las tensiones entre desterritorialización y reterritorialización. Con esto me refiero a dos procesos: la pérdida de la relación “natural” de la cultura con los territorios geográficos y sociales, y, al mismo tiempo, ciertas relocalizaciones territoriales relativas, parciales, de las viejas y nuevas producciones simbólicas. Para documentar esta transformación de las culturas contempóraneas (hay que) analizar primero la transnacionalización de los mercados simbólicos y las migraciones.”

2. ¿Por qué se van? Razones de la emigración
Uno de los motivos de la emigración salvadoreña hacia EE.UU. y otros países desde 1974 hasta la firma de los Acuerdos de Paz en Chapultepec, México, en 1992, fue la escalación del conflicto armado entre las fuerzas de izquierda y los gobiernos militares desde la década de los setenta. Desde 1932, con la masacre de una insurrección indígena campesina, parte de la población se vio obligada a emigrar, primero hacia Honduras, y a partir de los 70 hacia EE.UU. En 1969, luego de “la guerra del fútbol” entre El Salvador y Honduras, que repatrió al país a cerca de 300,000 salvadoreños, la crisis del país se agudizó, después de colapsar el Mercado Común Centroamericano. Los grupos oligarcas (según un estudio de la Universidad Católica de 1984, habían 114 grupos familiares que “probablemente integraban el sector oligárquico de la empresa privada”), no fueron capaces de realizar las mínimas reformas sociales y la sociedad entera entró en crisis; al principio con la creación de los primeros grupos guerrilleros, luego con la protesta de las organizaciones de masas, y después con la lucha abierta de ambos, organizados bajo el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Frente Democrático Revolucionario (FDR). Después de los Acuerdos de Paz de 1992 la emigración, al contrario de lo que se esperaba, aumentó, siendo mayoritariamente de carácter económico.

El país sigue sumido en una crónica crisis económica que el partido en el poder desde hace veinte años, ARENA (Alianza Republicana Nacionalista), no puede resolver. Ésta se agudiza por la concentración de la riqueza nacional en manos de un puñado de familias que controlan el poder político-financiero sin realizar reformas estructurales que favorezcan la consolidación de una clase media como amortiguador de la polarizada sociedad salvadoreña. Culpable de este status quo después de 1992, es también una izquierda ciega, inculta, ortodoxa, anclada en una burbuja del tiempo, prisionera de sus dogmas, que no lucha para evitar que los salvadoreños huyan desesperados de su patria o sean extranjeros en su propio país. Siete décadas después de 1932, la problemática salvadoreña de la tenencia de la tierra y la distribución de la riqueza sigue sin resolverse. Por ello, la emigración salvadoreña hacia EE.UU., legal o ilegal, aumentará drásticamente en los próximos lustros.

3. Una metanación entre las pupusas y El Salvador de El Mundo
Los Ángeles es una de las ciudades más marcadas por la migración salvadoreña; allí, en barrios enteros y en la mayoría de zonas residenciales han crecido las tradicionales pupuserías salvadoreñas, y en sus clubes de recreo y salas de baile campea el sabor de lo salvadoreño. No sólo las pupusas han pasado a ser una seña de identidad salvatrucha en EE.UU. sino también las ventas de tamales y la celebración de las fiestas patronales de cada comunidad. Sólo en Los Ángeles hay más de 81 asociaciones vecinales que mantienen vínculos con sus lugares de origen en El Salvador, y que realizan actos culturales como la elección de la Reina de la Belleza, celebración de la fiesta patronal o cenas benéficas para recaudar financiamiento para obras comunitarias en sus pueblos. Este fenómeno se da en todas las ciudades donde existen juntas vecinales. Por ejemplo, en el periódico cibernético de octubre del 2004 “El Faro” (www.elfaro.net), uno de los principales voceros de la comunidad salvadoreña en el exterior, aparece un reportaje gráfico de la celebración de las fiestas patrias del 15 de septiembre (Declaración de Independencia de El Salvador de España en 1821) en Milán, Italia, donde se aprecia a varios niños bailando música autóctona como “El Barreño”, “La Danza de las Flores”, “Mi Panchita” o “El Carbonero”. Lo mismo sucede con las fiestas patronales en Los Ángeles y Washington. Un comité de ciudadanos viajó a El Salvador a traer la imagen del Divino Salvador del Mundo (un muñeco barbado que representa a Jesucristo, saliendo de un globo terráqueo, que simboliza la salvación del mundo) bendecida por la jerarquía católica, y en un viaje por tierra, simbolizando la peregrinación cargada de peligros que hicieron y hacen los cientos de miles de salvadoreños hacia los EE.UU.

La comunidad logró que el Condado de Los Ángeles decretara el 6 de agosto como “El Día del Salvadoreño”. Durante las fiestas agostinas tanto en Los Ángeles como en Washington y otras ciudades del mundo, se hacen desfiles con las reinas de la belleza de cada comunidad, acompañadas de carrozas con atuendos tradicionales de las diferentes ciudades y pueblos del país. Cuentan con la presencia del Arzobispo o el obispo auxiliar de San Salvador, del Vice-presidente de la República y de otros representantes políticos. Se canta el himno nacional y se celebra la misa de la transfiguración de Jesucristo en el Monte Tabor. Esta enumeración de ejemplos de cultura popular salvadoreña en el extranjero indica que existe una añoranza que empuja a la emigración a crear en su imaginario una metáfora de país, un metapaís que, trasladado a la ciudad donde ellos residen, funciona como el recuerdo ideal del país que dejaron y al que quieren retornar. Todo salvadoreño que llega a la ciudad de Los Ángeles se da cuenta al cabo de unos días, que ése El Salvador que los compatriotas tratan afanosamente de trasladar es una ilusión, pues como en las reproducciones, tienen que seguir las huellas del pasado para ser fieles a su representación, pasado que ya no existe pues el país original tiene su propia dinámica de cambio y transformación cultural.

4. Artistas, mareros y académicos
Hay una cantidad no descrita de artistas salvadoreños desperdigados por el mundo; algunos ejemplo son: en Alemania, el pintor René Chacón, quien ha participado en varias bienales de Venecia; en París, los actores Raúl Fernández y Donald Paz, el primero en el mundo de la ópera, como actor y diseñador de vestuario y Paz con su grupo “El Taller de los sueños”. En Los Ángeles, el escultor Dagoberto Reyes (DAGO), fundó y dirige la Casa de la Cultura de El Salvador, en el Parque McArthur esculpió un homenaje al emigrante salvadoreño acompañado del “Poema de amor” de Roque Dalton; hay varios periodistas que laboran en los principales medios de comunicación como Carlos Ramos, Norma Roque, Roger Lindo, Francisco Rivera y un colectivo de pintores donde sobresale el muralista Rafael Escamilla. En San Francisco, Armando Molina, autor de una novela sobre los emigrantes salvadoreños a EE.UU., “El amanecer de los tontos”, dirigió por años la revista cultural “Voces”. En Washington residen los escritores Mario Ben Castro y Mayamérica Córtez y el ceramista Carlo Mejía. En Vancouver, Canadá residen los escritores Alfonso Kijadurías y Carlos Santos.

La cultura salvadoreña tiene un flujo sur-norte y norte-sur, lo demuestra la exportación de la cultura de la violencia que llegó y aún sigue llegando de los EE.UU. con la deportación de delincuentes juveniles de las maras. Fue en Los Ángeles, en la 18th y la 13th West Street., donde surgieron a principios de la década de los ochenta los dos “gangs” simbólicos de esta cultura, la “Mara 18” (18) y la “Mara Salvatrucha” (MS), ambas formadas en sus inicios por delicuentes juveniles salvadoreños de la región de Pico Union-Olimpyc de Los Ángeles, conocida como “Little Centroamérica”. Su objetivo fue controlar dicho territorio donde campeaban narcotráfico, criminalidad y prostitución. Esta exportación de la cultura de la violencia es enorme, pues actualmente sólo en El Salvador la MS y la 18, según cálculos conservadores, tienen más de treinta mil pandilleros organizados y armados que controlan el crimen organizado en el país, Guatemala y Honduras.

Otro flujo cultural norte-sur son las visitas de los “hermanos lejanos” que vienen a pasar vacaciones por breve tiempo impregnados de la cultura estadounidense y que influencian a parientes, amigos y conocidos con el fomento de una cultura del despilfarro, el consumismo y la adoración de los iconos del “american way of life” como las cadenas de fast-food, los centros comerciales agringados, el culto a la música y el cine estadounidenses. El Salvador se ha vuelto una fotocopia tercermundista de los EE.UU., con una dolarización que ha elevado los precios y el costo de la vida a niveles desesperantes.

También la emigración salvatrucha más allá de las fronteras nacionales cuenta con una infinidad de compatriotas que han trascendido el barrio y el guetto y han logrado terminar carreras universitarias. Es común que cientos de salvadoreños coronen sus PhD y sus doctorados en ciencias exactas en prestigiosas universidades donde residen. Ejemplo de ello son los doctores Rafael Lara Martínez, catedrático de la Universidad de Nuevo México; Rhina Toruño Directora del Departamento de Literatura y Lengua Española en The University of Texas of the Permian Basin, Texas o Héctor Lindo-Fuentes, profesor de Historia y director del Instituto de Estudios Latinos y Latinoamericanos de la Universidad de Fordham de Nueva York.

(*) David Hernández, PhD Universidad Hannover. Premio Nacional de Novela Embajada de España-Editorial Alfaguara con “Berlín años guanacos” (Alfaguara 2004). Vive en Alemania. El presente texto en forma de conferencia magistral inaugurara la III. Convención de Harvard.

Paro Civico Nacional contra TLC en Colombia

Este 12 de octubre el conjunto del movimiento popular colombiano, agrupado en la Gran Coalición Democrática, realizará un paro cívico nacional que tiene como bandera central la protesta contra el TLC que el gobierno quiere firmar con Estados Unidos. Durante todo el proceso de negociación y a pesar de la desinformación oficial, ya es claro para una parte muy importante de la población que con el TLC se sacrificará la producción nacional, la capacidad del Estado para promover el desarrollo social y productivo y el bienestar de la población.

Entre muchas de las actividades programadas por el movimiento popular, a partir del 10 de octubre miles de indígenas realizarán marchas en Sucre, Risaralda y Caldas. La Federación Colombiana de Educadores, el núcleo sindical más grande y extendido del país, también llamó a sus afiliados a sumarse al paro, al cual asimismo han convocado el resto del movimiento sindical, las organizaciones campesinas, los movimientos de usuarios de servicios públicos, las organizaciones juveniles y las fuerzas políticas de izquierda.

A medida que se acerca el cierre de la ‘negociación’ del TLC, el gobierno ha tratado de crear un clima de temor y acrecienta su mano dura contra el movimiento popular. Se supo que prohibió a los indígenas Embera de Caldas, Risaralda y Sucre realizar una marcha pacífica que está organizada desde hace varios meses y seguramente habrá un gigantesco despliegue militar.

En días pasados, durante la ronda de negociaciones en Cartagena, sucedió lo mismo cuando para ‘cuidar’ a los cerca de 1.000 asistentes, incluyendo periodistas y observadores, destacó más de 5.000 soldados, cinco por cada asistente, de tal forma que la ciudad parecía un territorio de guerra. Esa misma semana, durante protestas realizadas en Cali, fue asesinado por la fuerza pública el estudiante Jhonny Silva Aranguren mientras participaba en las movilizaciones que juntaban la denuncia del TLC con los reclamos del corregimiento de Villagorgona, municipio de Candelaría, el cual sufría un corte del servicio de agua desde hacía una semana. Este asesinato, producto de la agresión del ESMAD, se suma al cometido el 1 de mayo pasado del niño Nicolás Neira, agredido brutalmente por este destacamento policial.

Durante el proceso de preparación del Paro Cívico, decenas de organizaciones sindicales, universidades y otros sectores populares invitaron a sus afiliados a pronunciarse en contra del TLC en unas consultas internas de carácter educativo. Inclusive el gobernador del Valle, Angelinos Garzón, durante el sepelio del estudiante asesinado y en una especie de respuesta a la decisión de Uribe de firmar el TLC así le cayeran rayos y centellas, afirmó que si se firmaba el tratado él promovería una consulta en el Valle del Cauca. En las consultas se pudo establecer que, a medida que el movimiento popular va conociendo el tema, la oposición arrecia.

El gobierno ha sido sordo a las protestas populares, ha ignorado los resultados de los estudios que demuestran que habrá más daños que beneficios y ha intentado ignorar y marginar a la oposición. Ahora recurre a la represión. Bien se merece un paro. Invitamos a la ciudadanía a expresar mediante su movilización activa el rechazo al TLC.

Llamado de solidaridad para presos de Montaña Verde, Honduras

CONSEJOVICO DE ORGANIZACIONES POPULARES E INDÍGENAS DE HONDURAS.

COPINH.

INFORME GENERAL DE LA SITUACIÓN DE LOS PRESOS POLÍTICOS DE HONDURAS.

El COPINH tiene 5 años de estar luchando para que cese la represión en contra de los dirigentes del Consejo Comunal Indígena y otros líderes comunales de Montaña Verde. La raíz de la problemática es la lucha de las comunidades por sus tierras, situación que persiste todavía porque a la comunidad de Planes no se ha entregado el título comunal, sólo se trasladó el expediente del INA al Instituto de la Propiedad. La lucha más fuerte ha sido desde enero del 2003, cuando Marcelino y Leonardo Miranda fueron capturados y torturados violentamente por agentes de la policía preventiva e investigativo y paramilitares que trabajan con los poderosos terratenientes de la región. Aunque Amnistía Internacional ha reconocido a Marcelino y a Leonardo como presos políticos, aún permanecen carcelados en Gracias, Lempira. También a esta grave situación se suma el ataque violento contra Luciano Pineda (Feliciano) el 5 de junio del año en curso y su posterior encarcelamiento con los compañeros Miranda, donde enfrenta el mismo cargo falso de asesinato, las mismas amenazas, y el mismo sistema judicial que se presta para reprimir a nuestros compañeros y demás líderes comunales de Montaña Verde, afiliados al COPINH.

A continuación compartimos la situación de los presos políticos indígenas de Honduras, informándoles sobre la situación de los casos de Luciano Pineda (Feliciano), Marcelino y Leonardo Miranda y pidiéndoles su solidaridad. Están incluidos los teléfonos de varias instancias en el país, pidiéndoles que llamen para hacer presión. Y a nuestros compañeros y compañeras de otros países, les solicitamos que hagan presión tanto en las Embajadas de Honduras en sus países y a las Embajadas de sus respectivos países aquí en Honduras.

Ø En el caso de Luciano Pineda (Feliciano) la situación es que aun no tiene sentencia y como el COPINH y la familia no tienen recursos para contratar un abogado defensor ha sido el poder judicial a través de la defensa publica quien ha nombrado un defensor publico, hay que hacer notar que el mismo es de la ciudad de Gracias Lempira en donde los terratenientes son todopoderosos que tienen a sus ordenes a todas las autoridades y funcionarios del gobierno, en ese sentido el papel del defensor es presionar a Luciano Pineda para que el acepte hacerse de los cargos que se le imputan, con la promesa que la sentencia saldrá rápido y con unos años menos que la de los otros presos políticos indígenas, es de hacer notar que el compañero rechazo estas presiones manifestándole que el no se podía hacer cargo de falsedades, esto provoco que las presiones se incrementaran al punto que el guardia del penal, el agente de policía Tomas Bautista le pusiera la boquia de su arma de reglamento un fusil de asalto de fabricación israelí marca Galil en el costado conminándolo a que se inculpara, este policía es uno de los encargados de las torturas físicas y psicológicas a los presos políticos indígenas en el penal de Gracias departamento de Lempira. De nuevo el compañero Luciano rechazo hacerse cargo de las acusaciones negándose a firmar el escrito que le presento el guardia, de manera que recurrieron a traer a los paramilitares que le causaron las heridas en montaña verde estos que gozan de todo el respaldo de la secretaria de seguridad, del ministerio publico y de los juzgados, le plantearon al compañero que se hiciera cargo de los cargos y que lo mejor para él era firmar el documento y que además firmara otro en el que los exonerara de culpa por las heridas y que a cambio le iban a dar 200 pesos.

Ø El defensor que más parece ser acusador y según la fiscalia de las etnias sostiene que el le dice que se haga cargo porque ya Marcelino y Leonardo están condenados, este argumento del “defensor” no tiene razón puesto que si bien es cierto que los mencionados están condenados hay que decir que la sentencia no está en firme puesto que se esta haciendo uso del recuro de casación.

Ø No hay duda que se trata de una persecución política por parte del estado de Honduras quien pretende despojar a la comunidad, de las tierras de Montaña Verde sobre esto queremos señalar los hechos siguientes: A los paramilitares que agredieron a Luciano Pineda, pese a que el ministerio publico esta obligado a acusarlos, el escrito presentado al juzgado por parte del M.P. plantea que los supuestos hechores deben de ser juzgados en libertad y la secretaria de seguridad se encarga de brindarles apoyo y protección, para que disfruten de su libertad incondicional.- Otra situación es que siempre a existido la confabulación contra los lideres indígenas lencas afiliados a COPINH en Montaña Verde por parte del estado hondureño y los terratenientes ya que pretenden ofrecer esta zona en venta a transnacionales esto ultimo lo podemos ver con la resiente decisión del ministro de instituto nacional agrario y el programa tierras de la unión europea que esta cercenando el territorio de Montaña Verde.- Y el otro hecho es que cuando Luciano fue agredido la familia lo traslado al hospital Escuela, el centro asistencial mas importante de Honduras y ahí ya lo estaba esperando la policía para capturarlo y a pesar de la gravedad de las heridas se lo llevaron y ahora según la fiscalia de la etnias es que en este hospital dan un dictamen en el que aseguran que que el compañero Luciano lo que tenia era una enfermedad común, con esto lo que se pretende es proteger a los paramilitares ejecutores de las heridas y por otra parte proteger a la policía que sin esperar la mas mínima recuperación del compañero Luciano lo sacaron exponiéndolo a la muerte.

Ø Un elemento mas sobre la situación del compañero Luciano es que aun no ha sido sentenciado pero que se puede prever que la sentencia será de carácter condenatorio porque lo que hay es una persecución política contra Montaña Verde.

Ø En el caso de Marcelino y Leonardo Miranda la situación esta en que el expediente 18 57-2004 en el que la corte de apelación emite sentencia condenatoria que conjuntamente a la otra sentencia se llega a 29 años de cárcel para este ex presidente del consejo indígena de Montaña Verde Marcelino Miranda y para su hermano 33 años según dice la policía por haberse resistido al secuestro del cual fueron victimas hace tres años a la media noche, pues el expediente de la condena de 25 años a sido trasladado para la formalización de la infracción de la ley al abogado Armando Alcides García con teléfono 504 2386092, seguidamente este expediente será enviado al ministerio publico, específicamente a la fiscalia de impugnaciones donde la titular la abogada Lorena Soto tendrá que decidir, la decisión de esa Fiscalía será fundamental ya que si la misma es favorable los compañeros se libraran de la sentencia de los 25 años, en el caso de Marcelino Miranda este recuperaría la libertad inmediatamente que se conmute lo que le queda de cumplir las otras sentencias en el caso de Leonardo este se quedaría unos años mas, si es contraria la decisión lo seguro es que los compañeros mueran en la cárcel bajo la crueldad de las torturas sometidos por el estado de Honduras solo por defender el derecho a la tierra.- El teléfono de la abogada Lorena es el 504 221 56 20 extensión 2161.

Ø Agradecemos a la solidaridad nacional e internacional y al mismo tiempo les suplicamos que continúen pronunciándose ya que la violencia contra la comunidad de Montaña Verde Continua, hay mas ordenes de aprehensión contra Tiburcio Bejarano, Marcos Reyes, Margarito Vargas, según versiones los terratenientes y las fuerzas represivas del estado se preparan para nuevas acciones violentas.

Ø Por parte del COPINH no descansaremos hasta ver en libertad a los presos políticos indígenas de Honduras.

¡Con la fuerza ancestral de Iselaca, Etempica y Lempira,

Se levantan nuestras voces de Vida, Justicia, Libertad, Dignidad y Paz!

La Esperanza, Intibucá, 10 de Octubre del 2,005

Después de la tormenta viene… la «otra» tormenta

“y a fuerza de sumar nuestras debilidades

seremos los más fuertes del mundo,

de la historia y de las luchas de la razón “

Roque Dalton,

Octubre del 2005.

Espero estés bien. Nosotros estamos más o menos, recuperándonos poco a poco del naufragio y preocupados por l@s compas en la costa y en todos los estados afectados.

Seguramente l@s adherentes a la Sexta que aún están sec@s, tenderán abajo los puentes para el apoyo que se debe entre compañeros y compañeras. Lo de arriba no pasa de ser un dramático espot publicitario y, cuando acabe el horario estelar, quedarán sepultadas (como bajo el agua y el lodo) las historias de las omisiones, irresponsabilidades e ineficacias de gobiernos estatales y federal que no son buenos ni para el espectáculo.

Atrás de las imágenes y los sonidos de la catástrofe que provocó la tormenta acá abajo, se insinúa el programa de gobierno que, con diferentes colores y siglas, se mantiene allá arriba: convertir a nuestro país en una gigantesca zona de desastre y a los mexicanos y mexicanas en una gran masa de damnificados, víctimas propicias para la limosna mediática e instantánea (porque tampoco hay que exagerar, dicen, después de todo lo más importante sigue siendo el proceso electoral).

¿Sabes? Como que se advierte una cierta desesperación allá arriba. Como si el “respetable” público fuera cada vez más reacio a consumir las noticias plásticas y transgénicas que se le ofrecen una tras otra: un helicóptero que cae o “lo caen” y la consabida ausencia de un funcionario cuya muerte apaga la de Miguel Ángel Mesino M. y de Tomás Cruz Zamora (éste último del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Parota CECOP). O sea que hay muertos arriba y muertos abajo. Los de arriba merecen titulares, tiempos en horario estelar, especulaciones. Los de abajo… bueno, qué mejor ejemplo de actitud que la del gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca (que llegó al cargo con las siglas y colores del PRD), que pidió “que no se magnifiquen estos crímenes”. Y luego pues no hay, como luego dicen, “condiciones favorables”: cuando está la celebración del triunfo en el mundial sub 17, vienen las lluvias a arruinarlo todo y a recordar que la desgracia tiene también vocación de clase y abraza preferentemente a quienes poco tienen y lo pierden.

El Fox ya declaró que “después de la tormenta viene la calma”. Sólo le faltó pedir “que no se magnifiquen estas catástrofes”. Ahora las noticias se irán a otro lado, y en las zonas devastadas se reconstruirán en silencio las redes de corrupción y complicidad que asegurarán que la historia se repita. ¿Y los millones de damnificados? Pasarán de tema noticioso a tema de las campañas electorales: “si votan por mí, esto no se repetirá… porque serán otros los que lucren con su desgracia”.

Pero allá arriba no ven que después de la tormenta no viene la calma, sino “otra” tormenta, una que irá de abajo a arriba, sacudirá este dolor que llamamos Patria y le devolverá lo que alguna vez tuvo: dignidad. Y como pequeño y débil viento, tal vez apenas una nubecita, la “otra” campaña empieza a levantar en todas partes, desde el iracundo Suchiate hasta más allá del río Bravo.

Me preguntas del problema de l@s compas del IMSS, de la campaña mediática en su contra (un día son trabajadores “mimados” y otro día son nazis “antisemitas”) y de la “otra campaña” frente a éste y otros movimientos.

Bueno, en las reuniones preparatorias escuchamos la palabra de algunas personas (mujeres la mayoría) que están en ese movimiento: no reciben paga alguna por su trabajo político, toman tiempo de sus ratos libres para organizarse, estudiar y luchar por sus derechos, están más preocupados por las generaciones venideras de trabajadores que por sí mismos (sí, como en el movimiento estudiantil de 1999-2000), y nos hablaron con esa camaradería de quienes se saben en el mismo empeño. Recién ahora nos mandaron algunos escritos. Así que de lo que entiendo de lo que me explican (y sin pretender suplantar su voz) de la lucha de los trabajadores y trabajadoras del IMSS, a riesgo de ser demasiado sintético, te puedo decir lo siguiente:

.- La lógica de una empresa estatal o paraestatal no es la misma que la de una empresa privada. Mientras a ésta última le interesa sólo la ganancia a toda costa (llegando hasta el crimen), a la primera le interesa el servicio social, es decir, el servicio a la comunidad (o eso debiera). La empresa privada busca el beneficio del empresario, la estatal o paraestatal busca (o eso debiera) el beneficio de la gente, el pueblo, los trabajadores, o como se le quiera llamar.

.- Dejando de lado el asunto de si la existencia de las empresas estatales o paraestatales sea un paliativo al descontento social, una vía de control, o una conquista de la lucha social (para nosotros es, sobre todo, esto último), quienes ahí laboran son trabajadores y trabajadoras (con derechos a conquistar y defender frente a un patrón (el Estado en este caso). Ergo, tienen derecho a organizarse en sindicatos, corrientes sindicales, colectivos, grupos, círculos o como quieran llamarse y funcionar.

.- En el capitalismo de ahora, el afán de ganancia capitalista no se detiene ante los límites del Estado. Quiere todo y lo quiere ya. Por eso trata de apoderarse de todo lo que genera o puede generar ganancias, incluyendo las empresas estatales y paraestatales. Esta compra/venta de la propiedad del Estado es uno de los aspectos del neoliberalismo y cuenta con la complicidad de los gobernantes (que, de ser políticos, se transformaron en gerentes).

.- La lógica común de los gobiernos neoliberales es: tomar una empresa estatal o paraestatal; hacer mancuerna entre los funcionarios torpes y/o corruptos y los líderes sindicales corruptos y/o torpes para el saqueo del patrimonio; volverla ineficiente e incosteable; argumentar que hay que venderla para que dé buen servicio y sea competitiva; modificar o violar las leyes que impiden la privatización; venderla; deshacerse de los trabajadores y/o sus organizaciones; declarar que el país avanza porque ha crecido la inversión extranjera directa “lo que refleja el alto grado de confianza que México ha alcanzado a escala global en un mundo cada vez más competitivo” (infamia gramatical con cargo al gobernante en turno).

.- En México, al menos desde el sexenio de Miguel de la Madrid, los sucesivos gobiernos han hecho de la privatización la columna vertebral de su proyecto económico. Los resultados se pueden ver: disminuyen la cantidad y calidad de los servicios, aumentan los precios, crece el desempleo y decrecen los salarios, aumentan las ganancias de los empresarios y se reduce el bienestar social. En suma: con esa política cada vez más están peor y cada vez menos están mejor.

.- Desde hace dos décadas, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha sido uno de los objetivos principales de los gobiernos neoliberales. Por un lado se ha llevado adelante una política de saqueo y descapitalización del IMSS para justificar su privatización. La idea no es sólo “desfondar” al IMSS de sus recursos, sino “transferir” éstos a los grandes capitalistas. Con la aprobación de las Reformas a la Ley del Seguro Social en el que se privatizaron los fondos de pensiones al crearse la AFORES, se ha generado una ganancia de 60 mil millones de pesos, los cuales han ido a parar a las arcas de los grandes bancos que hoy están ya en manos del capital financiero internacional. Se redujo en 33 por ciento la cuota patronal en seguros de enfermedad y maternidad. Además, en lugar de invertir en el mantenimiento y modernización del equipo en el IMSS, se le han pasado a hospitales privados servicios médicos como el de ambulancias, cirugías y estudios clínicos (o sea que se financia con dinero público a empresas privadas). Además, está lo siguiente: disminución del salario hasta del 70%; precariedad en el empleo; reducción del presupuesto; aumento de los sueldos y prestaciones para los altos funcionarios; exención y evasión tolerada de cuotas para los patrones.

.- Con las reformas a la Ley del Seguro Social aprobadas en el 2004, se violan la Ley Federal del Trabajo y el Contrato Colectivo de Trabajo porque se establecen dos regímenes laborales: uno para los que ya estaban trabajando antes de la reforma y otro para los que entren después. Para los últimos hay peores condiciones de jubilación que para los primeros.

.- Todo esto nos habla de una política conciente de los empresarios, políticos y los burócratas sindicales de las centrales charras, de descapitalizar el IMSS para darle el golpe final y llevar a cabo la privatización de los servicios médicos públicos.

.- Esto no sólo va en contra de quienes laboran en el IMSS, también contra todos los trabajadores y sus familias.

.- Los trabajadores y trabajadoras que luchan, en el IMSS, en contra de este plan de destrucción están por: echar atrás la reforma de 2004; no permitir la existencia de dos tipos de relación laboral; hacer una auditoria de las finanzas del IMSS para detectar los negocios sucios de las sucesivas direcciones; realizar movilizaciones para evitar que los charros traicionen los acuerdos, defender al IMSS y las demandas de sus trabajadores; preparación de una huelga nacional si no se da marcha atrás al plan neoliberal; aumento salarial del 10%; y dedicar el 50% de los ingresos excedentes petroleros para fortalecer financieramente al IMSS.

.- La lucha de los trabajadores del IMSS no es más que la defensa de la salud, de la seguridad social, de los derechos laborales, de los contratos colectivos y de los sindicatos.

.- Como era de esperarse, este movimiento ha sido objeto de una auténtica campaña de desprestigio en los medios de comunicación. El argumento común es que los trabajadores del IMSS, y los pensionados en el régimen del IMSS, son trabajadores “privilegiados” en lo que se refiere a pensiones. Un pensionado del régimen del IMSS recibe cerca de 22 mil pesos al año (menos de 2 mil pesos al mes), mientras que el gobierno de Fox mantiene a los verdaderos “privilegiados”: los bancos (en el sexenio del “cambio” se pagarán cerca de un billón 400 mil millones de pesos en el pago del servicio de la deuda); los expresidentes (son 4 y reciben cerca de 45 millones de pesos al año cada uno o sea más de 2 millones de pesos al mes); los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (más de 133 millones de pesos anuales para cada uno de los vivos o para las viudas -o sea más de 10 millones de pesos mensuales”).

En resumen: estos compañeros y compañeras del IMSS han conseguido levantar una lucha inteligente y digna que frenará la ofensiva privatizadora de arriba. Por otra parte, los charros sindicales no la tienen nada fácil: sí se ponen del lado de los trabajadores, serán inútiles para la patronal y el gobierno; y si se ponen del lado de los patrones, serán inútiles para los trabajadores. Y, viéndolo bien, también para eso sirven estos movimientos: para demostrar la inutilidad de los charros más allá del folclore para turistas despistados.

Y si el gobierno no se frena e insiste en imponer su voluntad privatizadora, pues enfrentará no sólo la huelga del IMSS, también el apoyo que tod@ la “otra” campaña en general, y el EZLN en particular, habremos de ofrecerles como campañer@s que somos.

De lo demás, qué te puedo decir: la “otra” sigue creciendo (para el 2 de octubre había ya 64 organizaciones políticas de izquierda, 118 organizaciones indígenas, 197 organizaciones sociales, 474 ong’s-grupos-colectivos y 1898 individuos e individuas), lenta pero inexorablemente, empiezan a llegar las valoraciones de la plenaria, las opiniones sobre los 6 puntos de definición, y las propuestas (algunas incluyen una dieta para bajar de peso) para el primer recorrido del “agente X”.

Nosotros creemos que pronto se superarán los afanes de autodepurarnos cuando apenas empezamos a andar, y pasará la etapa de intercambiar “ismos” (a veces como elogio y a veces como insulto) cuando se llegue a entender que ser de izquierda en el México de hoy es estar, por lo menos, no en el centro, sino a la izquierda de la derecha. No sé bien a bien qué pasará, pero créeme que el resultado no será una izquierda agradable a la derecha, o sea que será “otra izquierda”.

Ya me despido. No dejes de escribir, que a veces en las palabras también caminamos.

Vale. Salud y que siga creciendo el viento que somos.

Desde las montañas del Sureste Mexicano.

Subcomandante Insurgente Marcos

México, Octubre del 2005.

CONSTRUYAMOS UN MUNDO NUEVO

(Un canto a la esperanza, al mestizaje y a la Patria)
Por Javier Arrue (Venezolano)

– Dame tu mano formidable, certero cazador del hombre
cósmico, que surge de la tierra, el agua y la candela,
asomado desde siempre al origen de los tiempos.

– Dame tu mano prodigiosa, artista genuino capaz de
doblegar el hierro, la piedra y la madera, que llegas
a pintar de arco iris nuestros sueños.

– Dame tu mano, hábil tejedora indígena, araña
incansable capaz de mecer en tu chinchorro los
indómitos vientos que baten los morichales.

– Dame tu mano oscura, de ritmos de tambor y junglas
palpitantes y cantos de dolor, inmortal superviviente
de genocidios ancestrales, arraigado para siempre al
otro lado de los mares.

– Dame tu mano, campesino creador, cuarteada de
machete y siembra de esperanzas, con raíces profundas
enraizadas en culturas milenarias.

– Dame tu mano, noble mujer del campo, curtida de maíz
y cantos de pilón, fecunda de pueblo y esperanzas, en
perpetua vigilia de fogones humeantes y sancochos
compartidos.

– Dame tu mano sagrada, sacerdotisa de almas, chamán
de espíritus, pastor de cuerpos, predicadora
incansable, cura y pagano bíblicos de credos
increíbles, mensajeros de cielos y diablos.

– Dame tu mano experta en teclados informáticos,
profesional tenaz y laborioso, baqueano incansable de
nuevas rutas amigables, ingeniero insigne, médico
sagaz, economista cauto, arquitectos todos de nuevos
amaneceres.

– Dame tu mano diestra, veloz motorizado, creador
alado de equilibrios inestables, tuteador del
irrespeto, convertido en sangre esencial de nuestras
venas urbanas.

– Dame tu mano obrero, hombro y espalda también, clave
esencial de nuestro devenir cotidiano, nacido en el
café mañanero, despierto hasta tan tarde que ya es
temprano, en carretera, mercados y noctámbulos aseos.

– Dame tu mano mujer, madre y maestra del compartir,
pilar inconmovible y generosa de regazos, ama de casa
previsora, profesional arrogante y responsable, para
todo consecuente y tenaz en tus empeños, celosa en tus
conquistas.

– Dame tu mano estudiante, bruñido y escandaloso de
mañanas colegiales, chateador irreverente de amistades
ignoradas, provocador irresistible de retos renovados.

– Dame tu mano niño, piérdela entre mis anhelos,
manantial perenne de sorpresas refrescantes,
cautivador y fuerza de mis íntimas sonrisas.

– Dame tu mano soldado, generala y recluta, aviador y
marino, apagadora de guerras, compañero de cantos,
defensor de suelos soberanos.

– Dame tu mano, poeta, alma de todos los pueblos,
contador de cuentos, de lágrimas y risas, que rescatas
el niño ingenuo que llevamos en las entrañas.

– Dame tu mano deportista insigne, retador de cumbres,
gacela indómita, esencia de conjuntos victoriosos,
testimonio vivo de esfuerzos sobrehumanos.

– Dame tu mano intelectual profundo, académico
versátil, investigadora de asombros, catedrático de
esencias y verdades, caminemos juntos nuevas rutas del
saber.

– Dame tu mano buhonero, y compártela entre
tarantines, libros viejos, ropa nueva, “todo a cien”,
economista informal, prodigio y solución de
circunstancias inéditas.

– Dame tu mano, empresario y comerciante emprendedor,
trapecista arriesgado de inversiones, generador de
futuros compartidos, visionario de humanismos
productivos.

– Dame tu mano maestro, multiplicador incansable de
consuelos, suma constante de valores solidarios,
borrador de indignaciones, impenitente compañero de
caminos balbucientes.

– Dame tu mano anciano, surcada de experiencia y
relatos de tu infancia, faro permanente de nuestras
tradiciones; imponme la tuya, abuela tierna, cómplice
de mis trastadas, sosiego de mil batallas.

– Dame tu mano, en fin, paisano de patrias grandes y
de historias patrias, heredero de sangres heroicas e
infinitas libertades, nacido aquí o, ¿qué importa?,
portador de otras gestas y semillas promisorias.

Y con todas las manos y sudores mutuos, construyamos
un mundo nuevo donde germinen tu cultura y la mía,
nazcan diferentes saludos y nuevos adioses y muchos te
quiero, y el trabajo supere al lucro, donde el respeto
irrespete el temor, donde tu felicidad también sea
mía, y así siempre nos sobrarán motivos para estar
alegres.

Estrechadas nuestras manos, finas unas gruesas otras,
negras, blancas y cobrizas, levantarán huracanes de
esperanza, de justicia y de paz, donde el hambre, la
marginalidad, la opresión y el desamparo se conviertan
en viejos petroglifos perdidos en la historia.

Cada boricua, un Filiberto

Eran aproximadamente las cinco de la tarde cuando el compañero Pablo José Rivera, Presidente Editor de Claridad, me llamó para preguntarme si sabía algo acerca de lo que se estaba reportando ya por la radio sobre el operativo represivo del Buró Federal De Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) contra el líder máximo de los Macheteros (Ejército Popular Boricua) Filiberto Ojeda Ríos en Hormigueros. El rumor es que han matado a Filiberto, añadió. Me hallaba a la sazón almorzando en un restaurante de Cabo Rojo con mi familia, habiendo regresado apenas una hora antes de Lares donde se conmemoraba otro aniversario más del Grito de Independencia del 23 de septiembre de 1868.

Confieso que la mera posibilidad de que efectivamente hubiesen abatido al compañero me consternó. Por esos vericuetos de la vida, lo conocía desde hace ya tres décadas. Las circunstancias, las obligadas; los motivos, profundamente humanos: darle noticias acerca de su familia en Cuba, esa sensible ausencia que para él era, sin embargo, una de sus más preciadas presencias. Para ese entonces, la década de los setentas, vivía yo en Cuba, siendo el responsable en La Habana de la Misión de Puerto Rico que mantenía allí el Partido Socialista Puertorriqueño. Desde entonces sólo sentí la más entrañable admiración y respeto hacia el compañero.

Rápidamente llamé a un periodista amigo de Mayagüez para ver qué sabía. Resultó que ya él se hallaba en el lugar de los hechos junto a otros miembros de la prensa. Me informó que hasta el momento no se había confirmado la muerte del líder Machetero. Agregó que ya habían acudido al lugar otros compañeros, entre éstos abogados, médicos y militantes independentistas en general. Se había lanzado un llamado para que se diese una movilización solidaria al lugar en el sector Plan Bonito del Barrio Jagüitas de Hormigueros donde aparentemente estaba viviendo clandestinamente Filiberto junto a su esposa, la compañera Elma Beatriz Rosado Barbosa. Debíamos tan siquiera intentar salvar al querido patriota de lo que nadie dudaba eran los propósitos asesinos de los agentes del Imperio. Mientras más testigos presentes, más podría, tal vez, dificultársele consumar sus intenciones criminales.

Al poco rato escucharía una noticia por la radio al efecto de que alegadamente ella había sido herida y estaba en manos del FBI. También se indicó que había sido herido un agente del cuerpo represivo asaltante.

Finalmente llegué al lugar poco antes de las ocho de la noche. Me acompañaban el director de noticias de WPAB radio de Ponce, José Elías Torres y su esposa. José Elías había sido el último periodista que, durante el mes de agosto pasado, había entrevistado al líder Machetero en lo que a mi juicio constituye el más elocuente y magistral testimonio político de quien sin dudas era el más preclaro dirigente independentista en la coyuntura actual de nuestra patria. Ese mismo día había compartido brevemente sobre ello con el compañero Norberto Cintrón Fiallo mientras estaba en la Plaza de la Revolución de Lares. Me lamentaba con el compañero que en vez de sentirse el independentismo todo obligado a evaluar en sus méritos los significativos planteamientos políticos hechos por Filiberto en dicha entrevista los que a todas luces era la más articulada agenda política que se había puesto sobre la mesa por líder alguno del independentismo en este momento histórico, se prefirió ignorarlos y seguir centrado en la paja insustancial llena de recriminaciones y sectarismos que nada aporta a la potenciación del independentismo como alternativa real de cambio en nuestro país. Para Filiberto no había mayor urgencia patriótica que abordar en estos momentos la necesaria vigorización de la capacidad propia del independentismo para influir decisivamente en la actual crisis por la que atraviesa el país. Para ello había que dejar a un lado toda tentación reformista, así como todo ataque irrespetuoso entre compañeros independentistas. Nos invitó a apalabrar la unidad para levantar una poderosa oposición radical que pudiese, cada uno desde su respectiva trinchera política, dar con la clave de nuestra definitiva liberación política y económica. Como el mítico Edipo, Filiberto buscaba, a partir de su sabiduría, desenredar los enigmáticos hilos que mantenía atado y oprimido a su pueblo.

El lugar de los hechos se hallaba acordonado por agentes locales del ilegítimo orden. Estaban garantizándole al FBI el control del perímetro en los alrededores de la casa donde vivían pacífica, amorosa y revolucionariamente, Filiberto y Elma Beatriz. Frente a ellos, un contingente de periodistas con caras de desconcierto ante la sinrazón de todo lo que allí acontecía. Olían la canallada federal pero se les impedía documentarla con hechos. Frente a la lacaya fuerza policial especial también se hallaba el dirigente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), el compañero Héctor Pesquera, entre otros, que les reclamaba a los agentes, como representante designado de la familia de Filiberto, tener acceso de inmediato al compañero, estuviese muerto o herido. Sobre todo, insistía en que si sólo estaba herido, la más mínima humanidad requería que se le permitiese, como médico, asistirlo. No hubo caso. Oficial tras oficial de la Policía de Puerto Rico a quienes se les hacía el reclamo y se comprometían a consultarlo con los agentes del FBI, retornaban al rato con el rabo entre las patas y una negativa aplastante.

El rumor insistente en el perímetro era que ya Filiberto había sido asesinado por un francotirador federal. Sin embargo, ello fue puesto en duda por un oficial de la policía insular que pasó sigilosamente entre nosotros expresando a media voz que el compañero estaba aún vivo, como finalmente resultó. De ahí que se hiciesen de inmediato las gestiones para que el doctor Pesquera pudiese hablar con el Fiscal General de Puerto Rico, Pedro Gerónimo Goyco, para ver si así se podía romper el cerco federal y entrar a la propiedad donde Filiberto podía, en el mejor de los casos, aunque herido, aún yacer con vida. Sin embargo, Goyco sólo vino a corroborar el total control que los federales mantenían sobre el operativo, ya que ni siquiera a sus fiscales se les había permitido la entrada a esa hora, aproximadamente las once de la noche. Como se conocería al día siguiente, los agentes federales dejaban desangrar al patriota herido y no deseaban interrupción alguna en su trama criminal.

Poco a poco nos fue quedando la más horrible impotencia, junto a una inmensa ira contenida. En las afueras del perímetro donde nos hallábamos, en los alrededores de lo que se conoce como Casablanca, contiguo a la Carretera número dos, una manifestación espontánea apalabraba su descontento y uno de los manifestantes recibió todo el peso de la ley sobre su cuerpo a manos de unos agentes de la Fuerza de Choque apostados en el lugar.

Ya un poco pasada la medianoche, decidimos bajar a Casablanca y unirnos allí un rato a la manifestación. Era como si me negara a permitir que acabase la noche pues si lo hacía sentía que podía despertar con la confirmación de la más terrible de las noticias. Los compañeros decidieron mantener allí una vigilia hasta tanto se supiese finalmente de Filiberto y su compañera.

A eso de las dos de la madrugada decidí finalmente que mi cuerpo ya no aguantaba más, y mi corazón y sentimientos menos. Había sido un día terriblemente trágico. Primeramente, el lastimoso espectáculo tribal dado por el independentismo en Lares. Luego esto, como si las circunstancias y el Imperio quisiesen restregarnos en la cara nuestra total incapacidad política. En ese momento, alguien grita: ¡Filiberto vive! De repente, reflexiono sobre esa gran verdad. Éramos decenas de Filibertos allí reunidos, otros centenares habían estado igualmente protestando frente al Edificio Federal en San Juan. Todos independentistas uniéndose por fin en contra del verdadero enemigo.

Ya lo había vaticinado un compañero estudiante de la Facultad de Derecho Eugenio María de Hostos que me encontré en camino al perímetro: Filiberto será para éste pueblo otro David Sanes que, al igual que ocurrió en Vieques, despertará la ira contenida de los puertorriqueños para poner fin, ya en la Isla Grande, a la gran indignidad de la subordinación colonial que padecemos.
Filiberto, como los héroes míticos de antaño que asumían plenamente su destino trágico, no ha muerto. Sólo se ha hecho inmortal y como tal, ha acrecentado su presencia entre nosotros. Definitivamente les ganó la batalla a sus enemigos pues sólo consiguieron que cada boricua, en su coraje y convicciones libertarias, se sienta hoy un Filiberto.

“País mío no existes”. Apuntes sobre Roque Dalton y la historiografía contemporánea de El Salvador.

A la memoria de don Jorge Arias Gómez1

La historiografía constituye un aspecto medular de la configuración ideológica y política de todo Estado nacional. Siempre controverti­da, hilvanada generación tras generación con retazos alternados de recuerdo y olvido, la historia escrita constituye al mismo tiempo memoria vital y también testimonio de las distintas maneras en que dicha memoria ha sido preservada. Y ese estilo, la forma peculiar en que pueblos y Estados recrean su pasado, dice tanto de sí mismos como las propias narraciones que configuran su Historia. Extrañamente, en El Salvador el quehacer historiográfico ha contado desde siempre con escasos adeptos. Es un hecho que, con excepción de Belice, la tradición historiográfica de dicho país es la más pobre de toda Centroamérica. Apenas suman unos 180 los libros de historia publicados en los últimos treinta años, y han sido escritos en su inmensa mayoría por sociólo­gos, economis­tas, literatos, abogados, periodistas y militares; cabe mencionar también que apenas a principios del año 2002 fue establecida la licenciatura en Historia como una carrera universitaria (Vázquez, 1995; . Silva/ Viegas, 2002).

Algunos atribuyen esta “miseria” historiográfica a la mez­quindad y ceguera política de la oligarquía salvadoreña, a su pobre cultura y escaso sentido de nacionalidad, así como al carácter retrógrado y obtuso de los sucesivos gobiernos de extrema derecha que han regido los destinos del país desde finales del siglo XIX. Pero esta interpretación es demasiado simplista. En países vecinos como Guatemala, Honduras y la Nicaragua de los Somoza, los estudios históricos alcanzaron un desarrollo muy superior en similares o peores circunstancias políticas. Y por si no bastara esta referencia comparativa, puede probarse que los mejores tiempos para la historiografía salvadoreña fueron precisamente los años felices del liberalismo oligárquico de principios del siglo XX así como la dictadura del general Maximiliano Hernández Martínez (1932-1944), y que en la actualidad, bajo el gobierno derechista del partido ARENA, se experimenta un notable renacimiento de la disciplina.

Por otra parte, si bien es cierto que la falta de respaldo gubernamental ha dificultado sobremanera el trabajo de los histo­ria­dores salvadoreños, obligándolos a sortear inumerables obstáculos para poder realizar y difundir sus investigaciones, no es difícil constatar que el menosprecio hacia la historia nunca fue privativo de la extrema derecha; a lo largo del siglo XX sucesivas generaciones de intelectuales de oposición, reformistas y revolucionarios, también manifestaron actitudes semejantes.

Entre los portavoces más destacados de esta “tradición” antihistoricista puede señalarse al famoso pensador vitalista de los años veinte, Alberto Masferrer, quien como alternativa a las alegorías patrióticas de orientación oficial, acuñadas en los tiempos de esplendor de la república oligárquica, en su opinión “fantasmagóricas”, vacuas, y falsamente nacionales, postuló la adopción de un credo inmediatista, muy afín a la peculiar idiosincrasia del pueblo salvadoreño. En su opinión las urgencias del hoy, y no las especulaciones en torno del ayer, debían orientar la regeneración nacional. Como escribió en 1928 en la edición inaugural de su famoso periódico Patria:

En este diario la palabra Patria tendrá perennemente una significación… muy concreta: significará, en primer lugar y ante todo, la vida de los salvadoreños que viven actualmente. El escudo, la bandera, los próceres, los antepasados… Atlacatl, la mitología india y todo lo demás que forma el Ayer, pasará a segundo término, por muy interesante que parezca. Sin duda no negaremos el pasado, ni olvidaremos que es la semilla de que ha nacido el presente. Solo que, urgidos por la necesidad, y dándonos cuenta exacta de que estamos viviendo horas de peligro y de dolor… nos vemos obligados a concentrar todas nuestras fuerzas en torno al momento que se llama hoy (Masferrer, 1960:11).

Tras la caída del dictador Hernández Martínez, la figura y la obra de Alberto Masferrer fueron reivindicados por los gobiernos militares que se sucedieron en el poder hasta finales de los años setenta. De manera paradójica, su postura con relación al estudio de la historia se asemeja en mucho a la actitud que asumieron intelectuales y dirigentes revolucionarios de El Salvador durante la pasada guerra civil (1980-1992). Cabe recordar que aún durante los momentos más duros del conflicto tanto la Universidad de El Salvador como la Universidad Centroamericana, las dos consideradas “de izquierda”, lograron mantener en funcionamiento facultades y departamentos de tradicional inclinación crítica, como Derecho, Letras, Periodismo o Filosofía. Asimismo, sus respectivas editoriales publicaron libros y revistas de contenido crítico, antigubernamental, e incluso abiertamente de propaganda revolucionaria. En cambio, no dedicaron mayores esfuerzos a fomentar el estudio o la divulgación de la historia patria.

Desde luego, para explicar esta extraña vocación de “desmemoria” ?Y?Nque sin duda constituye un aspecto característico de la cultura salvadoreña?Y?N, se requiere de un estudio a profundidad del desenvolvimiento intelectual del país en el contexto general de la forma­ción del Estado, lo cual trasciende por mucho los propósitos del presente ensayo. Sin embargo es importante mencionarlo desde un principio pues enmarca y justifica nuestro tema de análisis.

¿Por qué concederle importancia al poeta Roque Dalton dentro de un examen de la historiografía contemporánea de El Salvador?

En primer lugar, porque tenemos la certeza de que en dicho país, dada su débil tradición historiográfica, fueron ideólogos, y en particular literatos, quienes estructuraron las narrativas históricas de la nación más perdurables e influyentes. Tal fue el caso de Francisco Gavidia (1864-1955), una de las primeras figuras del modernismo centroamericano y sin duda la figura cimera de la literatura nacional, cuya obra está constituida en gran parte por una florida alegoría literaria, mitológico-patriótica, de cuño liberal y tintes hegelianos, que hacia el final de su vida resumió y postuló como filosofía de la historia en su poema Sooter (Gavidia, 1976; Lara, 1991). El vasto corpus gavidiano constituyó la principal fuente de inspiración de la historia de bronce de corte oficialista que floreció en El Salvador durante las primeras cuatro décadas del siglo XX.

Irónicamente, sin embargo, quien siguió más de cerca los pasos del maestro Gavidia fue quizá su principal detractor, Roque Dalton García (1935-1975), poeta y ensayista de vanguardia, y militante revolucionario, muerto en los albores de la guerra civil.

Actualmente, Dalton es reconocido como uno de los autores más influyentes dentro la historia literaria de El Salvador. A semejanza de Gavidia, dedicó una gran parte de su obra a reflexionar sobre la historia, la cultura y la identidad nacional salvadoreña. Sus reflexiones al respecto estuvieron vinculadas estrechamente a su militancia comunista y al proyecto político del movimiento insurreccional surgido a principios de los años setenta. Por ser uno de los ideólogos más destacados del movimiento insurgente y sin duda el principal hombre de letras de la revolución, y dado el profundo impacto que tuvo el estallido revolucionario en la vida política, social e intelectual de El Salvador durante las últimas tres décadas del siglo XX, su obra y su figura llegaron a cobrar una especial relevancia, no solamente en el campo de las letras sino también en el terreno ideológico, y dentro de éste, ciertamente, en cuanto se refiere a interpretar la historia nacional.

La Historia y las historias de Roque Dalton

Hijo ilegítimo de un empresario estado­unidense radicado en El Salvador, Dalton conoció de niño el ambiente exclusivo de la élite así como la vida rutinaria de la clase media capitalina. Tras una corta estancia en Chile inició la carrera de abogado, que pronto abandonó para dedi­carse a escribir, a beber y a conspirar contra el gobierno de turno. Ya para entonces hacia mediados de los años cincuenta se había revelado como uno de los más promete­dores talentos poéticos del país. De esos años data su ingreso al Partido Comunista de El Salvador (PCS). La notoria actividad política de Dalton, y sobre todo sus viajes a Cuba y Europa socialista repre­sentando al PCS, lo condujeron a prisión en un par de ocasiones, y a vivir un breve exilio en México y La Habana entre 1961 y 1963. En 1965, amenazado de muerte tras escaparse de una cárcel, abandonó El Salvador. El PCS lo envió a Praga, como corresponsal del partido ante la Revista Internacional. En 1967 dejó Checoslovaquia para establecerse en Cuba como parte del equipo de Casa de Las Américas.

A pesar de haber fungido como representante interna­cional del PCS, Dalton nunca ocupó un sitio importante dentro de la jerarquía partidaria. De hecho, su estancia en Praga, donde trabajó en estrecho contacto con la burocracia de la Cominform, influyó de manera determinante en su decisión de abandonar el partido. Pero en un primer momento su posición como funcionario internacional le permitió viajar por el mundo y entrar en contacto con las tendencias más novedosas del movimiento socialista radical de Asia, Europa y América Latina, así como con las vanguardias intelectuales del momento.

Una vez instalado en Cuba, Dalton se convirtió en protagonista imprescindible de la tertulia cultural y política de la izquierda latinoamerica­na que por aquellos años tenía en La Habana una importan­te sede. Hacia finales de los años sesenta, el salvadoreño se vinculaba por igual con afamadas perso­nalidades del mundo literario que con políticos de izquier­da y dirigentes revolucionarios. Julio Cortázar, Pedro Orgambi­de, Enrique Lhin, Silvio Rodríguez y Mario Benedet­ti, entre muchos otros, le prodigaban particular afecto. Una consideración semejante gozaba por parte de personajes políticos como Regis Debray, el comandante Manuel Piñeiro el famoso “Barbarroja” y el propio Fidel Castro, con el que mante­nía una estrecha relación personal y política.

En aquella Habana floreciente la obra de Dalton alcanzó su madurez. Allí cobraron cuerpo sus libros más importantes: Taberna y otros lugares (poesía), ¿Revolución en la Revolu­ción? y la crítica de la derecha, (ensayo político), Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador (testimonio), Las historias prohibidas del Pulgarcito (collage histórico) y Pobrecito poeta que era yo, (novela autobiográfica).

En 1970, el traductor de la edición italiana de su libro sobre Debray presentaba a nuestro autor de la siguiente manera: “Políticamente, Dalton pertenece a la corriente crítica surgida en el seno del movimiento comu­nista latinoamericano sobre la base del triunfo de la revolución cubana y de la influencia ejercida por Guevara” (Dalton, 1970: contratapa). En efecto, para entonces el antiguo funcionario “del Partido Comunista más chiquito del mundo”, como alguna vez se había calificado (Dalton, 1969: 132), se había convertido en partidario de la lucha arma­da; tras romper con el PCS preparaba su retorno clandestino a El Salvador convertido en combatiente del Ejército Revolucionario del Pueblo.

En cuanto al tema que nos ocupa, este hecho tuvo una especial relevancia. Para comprenderlo mejor es necesario mencionar antecedentes que, si bien no son desconocidos, tal vez no han sido ponderados debidamente por los estudiosos de su vida y su obra.

Desde muy temprano la producción literaria de Roque Dalton se caracterizó por su interés en las raíces históricas y culturales de El Salvador y su mordaz cuestionamiento del nacionalismo oficialista. Dos personas ejercieron en ello una notable influencia. El escritor y antropólogo Pedro Geoffroy Rivas (1908-1979), quien había residido largo tiempo en México, así como su amigo y mentor político Jorge Arias Gómez (1923-2002), por ese entonces líder estudiantil, más tarde abogado, periodista y profesor universitario, miembro del Comité Central y destacado cuadro intelectual del PCS (Arias, 1999).

Hacia finales de los años cincuenta Arias Gómez asumió la encomienda de orientar ideológicamente a Roque Dalton y otros jóvenes escritores de la llamada “generación comprometida”. Entre otras cosas, buscó transmitirles su propio interés en combatir la versión convencional de la historia salvadoreña, y proponer en cambio una versión alternativa, “comunista”, es decir inspirada en el marxismo pero también nacionalista y sobre todo apegada a los lineamientos partidarios.2 Él mismo había iniciado dicha tarea al emprender el rescate historiográfico de figuras negadas por la mitología gavidiana y el discurso oficial, como el cacique Anastasio Aquino, que encabezara la sublevación de los indios nonualcos en 1833, o el dirigente comunista Farabundo Martí, fusilado tras la revuelta popular de 1932.

A la larga, la iniciativa de Arias Gómez fue exitosa en el terreno de la propaganda política. Aún cuando no había sido éste su propósito original, al reivindicar la insurgencia campesina y el historial combativo del PCS contribuyó a reforzar las tendencias radicales dentro del movimiento popular y la oposición de izquierda, incluyendo su propio partido, antecedente inmediato de la aparición de la guerrilla. En cambio, en el ámbito académico las ideas del abogado comunista con respecto a renovar la escritura de la historia no encontraron una recepción igualmente favorable. A diferencia de otras disciplinas sociales y humanísticas (economía, sociología, derecho, filosofía, filología), en las que el marxismo fue rápidamente adoptado, la historia continuó siendo coto de historiadores anticuarios, por lo común de extrema derecha, congregados en la Academia Salvadoreña de la Historia. El mismo Arias Gómez, absorbido por sus compromisos partidarios, relegó a segundo plano su trabajo de investigación.

Hacia principios de los años setenta la historiografía de nuevo cuño producida en El Salvador se reducía a algunos cuantos artículos publicados en la revista de la Universidad, los trabajos de Arias Gómez (Arias, 1963/1972) y otros estudios monográficos como la historia de la prensa y la biografía de Gerardo Barrios escritas por Ítalo López Vallecillos (López Vallecillos, 1964/1967), el pequeño libro de Dagoberto Marroquín acerca de la independencia (Marroquín, 1964) y el manual de historia económica de David Alejandro Luna (Luna, 1971).

Fuera de López Vallecillos, ningún otro miembro de la “generación comprometida” mostró mayor entusiasmo por los estudios históricos. Su interés en este campo se limitó a la publicación de poemas sueltos, en general alegóricos y de escasa trascendencia. La propia producción de Roque Dalton durante la mayor parte de los años sesenta exhibe tal característica, no obstante haber sido el más persistente de aquel grupo en cuanto se refiere a la exploración literaria de temas relativos a la cultura popular, las tradiciones y la historia de El Salvador.

Lejos de su país, sin embargo, la reflexión sobre estos temas llegó a convertirse en una de las preocupaciones fundamentales de Dalton. Tenía el antecedente de una breve pero formativa estancia en México, donde inclusive cursó algunas asignaturas en la Escuela de Antropología. Luego, su estrecho contacto con intelectuales comunistas y revolucionarios de diversos países, pero sobre todo su fecunda estancia en Cuba, parecen haberle revelado la importancia del nacionalismo cultural y político como factor fundamental dentro de la lucha revolucionaria y antiimperialista en el Tercer Mundo.3 Asimismo, sus múltiples lecturas y su relación personal con intelectuales vanguardistas de Europa le abrieron los ojos a perspectivas de interpretación histórica y social que rebasaban por mucho el marxismo de manual.

Intelectuales salvadoreñas de los cuarenta: Negociando lo privado y lo público

La década del cuarenta fue una de las más convulsivas en la historia centroamericana del siglo veinte. El discurso democratizador que surgió tras la segunda guerra mundial hizo que los países del istmo se plantearan su destino político para la segunda mitad del siglo. En El Salvador, por ejemplo, estos fueron años ricos en acciones políticas que tenían por objetivo primeramente derribar la dictadura de trece años (1931-1944) de Maximiliano Hernández Martínez para posteriormente establecer una sociedad democrática. Con este fin se convocó a diversos sectores de la sociedad entre los cuales fue muy visible la participación de las mujeres. Una vez derrocado el regimen martinista se impulsó un nuevo proyecto de construcción de nación en el que ya no se podía seguir negándole al elemento femenino un espacio público. Las mujeres querían inscribirse en el nuevo mapa nacional con los mismos derechos que sus compatriotas masculinos gozaban y para ello emprendieron toda una campaña pro sufragio femenino y abogaron por la participación de la mujer en las diferentes esferas de la sociedad. Esta no fue una tarea fácil pues en el país aún estaban bien arraigadas las ideas tradicionales sobre el papel social de la mujer. Dada esta situación las feministas de la época tuvieron que buscar maneras de mediar entre los dos espacios, el privado y el público, definidos tradicionalmente por categorías genéricas. Las escritoras feministas, por su acceso a la letra, fueron quienes en el foro público y en su escritura misma expusieron con mayor lucidez esta problemática.

¿Quiénes son estas intelectuales?

El feminismo salvadoreño de estos años no contaba con figuras femeninas radicales que desafiaran abiertamente las jerarquías genéricas. Las voces que se alzaban en pro de los derechos femeninos eran de intelectuales que comenzaban a adquirir conciencia de su subordinación en una sociedad patriarcal donde su quehacer artístico había estado excluído del ámbito nacional. Algunas de estas escritoras como María Loucel y Matilde Helena López en realidad no se consideraban feministas aunque sus actitudes desplegadas en su obra literaria y en su militancia política dan cuenta de lo contrario.

Ambas mujeres llegan a la esfera pública, no con una agenda feminista sino como parte del movimiento revolucionario de 1944 que depuso a Martínez. Ante las primeras señales de subversión, se lanzan a través de los medios masivos a convocar a la ciudadanía a la resistencia. Es su participación en esta lucha emancipadora lo que les sirve de elemento catalizador para exigir la igualdad de derechos frente a sus contrapartes masculinos. Al presentarse como portavoces y líderes de la campaña para obtener los derechos de la mujer no abandonan, sin embargo, la socialización de la que eran objeto como mujeres educadas para pensarse primordialmente en su rol de esposas y madres. El discurso público que elaboran depende, de hecho, de estos papeles asignados por el patriarcado, papeles que no obstante transforman de manera que concuerden con sus demandas. Todo esto se traduce en su escritura tanto periodística como creativa en una constante y a veces conflictiva interacción entre aspectos que se consideran típicamente femeninos por pertenecer al espacio de lo privado como el amor y la maternidad y aquellos aspectos que se relacionan con la esfera pública como la participación política. La mayoría de las intelectuales de la época encuentran una solución a este dilema constituyendo la maternidad como una experiencia pública y así crean un discurso que les permite ubicarse en la agenda nacional para exigir los derechos que por siglos se les han negado.

La mujer madre como símbolo de la nación no es una noción nueva. En Latino América tenemos a figuras como Domingo Faustino Sarmiento quien popularizó el concepto de maternidad republicana postulando que la mujer tenía cabida en la nación como dadora y educadora de los futuros ciudadanos pero no como sujeto con derechos políticos propios.Estas ideas tuvieron eco en Centro América en los diferentes momentos en que se propuso el sufragio femenino. Aquellos que estaban en contra del voto de la mujer argumentaban que no se podía poner en juego su moralidad y virtudes permitiéndole intervenir en los “viciados” espacios de la política pero que desde la casa ella podía desempeñar una gran labor nacional (Villars cap. 2). La gran mayoría de las mujeres aceptaron esta función sin cuestionamiento alguno; no vieron en reformulaciones de este tipo que sólo se buscaba perpetuar su confinamiento al espacio doméstico privándola de una voz pública (Villars cap. 3).

En el caso salvadoreño la integración de la mujer a la nación, aunque fuera puramente en su rol de madre, ni siquiera se había discutido en el discurso oficial del estado martinista; se daba por sentado que la identidad femenina, como se evidencia en el código civil desde fin de siglo diecinueve, se definía por su relación al padre o al marido. La invisibilidad de la mujer salvadoreña en el discurso oficial era por lo tanto un hecho, hasta los años de la posdictadura en que las mujeres mismas exigieron ser inscritas en el plan maestro de la nueva nación aunque fuera a partir de su rol reproductor.

María Loucel, la más destacada entre las sufragistas, aunque tenía muestras del patriotismo y civismo femenino, veía en el discurso de la feminidad una estrategia más eficaz para convencer a los hombres de sus argumentos. Al demandar la igualdad de derechos ciudadanos, dejaba claro, por ejemplo, que las mujeres no estaban bajo ninguna circunstancia renunciando a su “feminidad” inherente en el rol de madre ni buscaban abandonar sus hogares para correr tras el poder despojando a los hombres de éste. Para no enajenar a los aliados masculinos ni arriesgarse a que las mujeres fueran catalogadas de feministas “locas” proponía que la construcción de la nación fuera una tarea compartida:

“Tiempo es que ya se conozca sin reticencias que la mujer razona, trabaja, lucha y triunfa con igual visión cívica que el hombre. Que se les deje romper las asperezas y los obstáculos para que así el resultado de su compañerismo sea para El Salvador (masculino) o la patria (femenina) la prosperidad nacional […] (Diario Latino, 12/7/1944).

Si bien aquí se postula la idea del compañerismo en otros argumentos a favor de la participación femenina en la esfera pública aparece la mujer como un ser con superioridad moral y por lo tanto con más capacidad para curar los males nacionales. Debido a su papel de madre protectora se creía que la mujer traería armonía y paz a una sociedad propensa a la violencia. Así Matilde Elena López clamaba que la mujer “por su doble deber de dar vida y de protegerla, es la abanderada de la causa y de la paz” (El Universitario, (4/7/1966). Esta era una estrategia empleada tanto por hombres y mujeres sufragistas en toda Latino América para insistir en que la presencia femenina en el ámbito nacional tendría una función regeneradora y democratizante (Villars 141-5). Dicha propuesta no indicaba que se le abrían todas las puertas en la esfera pública; era más bien un rol simbólico. Las mismas feministas como López con su discurso “maternalista” concebían la participación pública de la mujer restringida a sectores específicos como la salud y la educación que es donde creían podía velar mejor por el bienestar general.

Esta actitud de esencializar lo femenino asociándolo casi exclusivamente con la maternidad ha sido frecuente entre líderes feministas latinoamericanas que creen firmemente en una misión diferente para la mujer debido a su capacidad procreadora (Miller 74). Dicha idea entra en una clara contradicción con la labor que como intelectuales públicas desempeñaron las escritoras latinoamericanas que en la mayoría de los casos no se limitaron únicamente a ser madres y esposas. López, por ejemplo, en su trabajo como organizadora y militante del partido comunista en Guatemala tuvo que luchar constantemente por ser respetada como líder política en un ambiente que muy a pesar de su discurso liberador se mostraba reacio a ver a la mujer como igual.En un reconocimiento que aparece en El Mediodía un supuesto admirador le hace el siguiente halago: “en cuestiones de justicia social, esta chica ¡es todo un hombre¡” (22/8/1945). El comentario revela que sus acciones se consideraban una anomalía en esa sociedad machista tanto así que ni siquiera se le concede estatus de mujer sino se la rebaja al nivel de una chica joven y sin experiencia.

Los argumentos de las intelectuales sufragistas descansaban entonces en las funciones biológicas y sociales que se les atribuían a causa de su sexo y no en ideas como las de la igualdad que podrían acarrear divisiones contraproducentes. Estas posturas aluden a un rasgo distintivo del movimiento sufragista latinoamericano, como ha observado Francesca Miller, que tendía a enfatizar la “maternidad social” más que la cuestión de igualdad (97). La historia de las mujeres latinoamericanas ha mostrado que la maternidad puede ser un arma de doble filo pues por un lado perpetúa modelos de conducta tradicional más por el otro facilita la entrada a la arena oficial que de otra manera sería de difícil acceso. En el caso de El Salvador, el postularse como madres y compañeras les permitió a algunas intelectuales incursionar por primera vez en ciertos espacios públicos y abrir brechas en el camino para una mayor integración femenina en el quehacer político nacional.

A fin de cuentas lo que buscaban las intelectuales salvadoreñas no era transformar por completo los roles genéricos sino crear un diálogo conciliador, vinculando lo privado con lo público en perfecta armonía, para poder proseguir con la tarea de construcción de nación. Su actitud es muestra de lo que Deniz Kandiyoti ha señalado a propósito de la mujer en el patriarcado: “women bargain with patriarchy and paternalism, struggling agaisnt circumstances but also making the best choices possible in existing circumstances” (Citado en McDowell 86). Pero hay que tener en cuenta que la negociación de estas feministas no fue siempre calculada sino que dependía de su propia internalización y aceptación del rol de madre y compañera como lo más noble en la mujer. Dada su educación tradicional dentro de la sociedad patriarcal era lógico que aún siendo feministas cayeran en contradicciones de este tipo. En ningún sitio son sus conflictos entre la femininad y el feminismo, lo privado y lo público más notables que en su escritura misma como veremos a continuación.

Manifestaciones literarias de lo privado y lo público

En su obra poética escritoras feministas de esta época como Matilde Helena López (1923-) y Lydia Valiente (1900-1976) apropian los roles tradicionales femeninos y les dan nuevos contornos de acuerdo con las posibilidades de un mayor desempeño público para la mujer. Para llegar a esta etapa sin embargo, las escritoras mismas tuvieron que reconceptualizar su rol como figuras públicas y al mismo tiempo repensar su literatura y la manera de representar lo femenino. En su poesía ya no estamos más en el universo intimista de la casa o el amor romántico; ya la mujer madre no canta sólamente canciones de cuna a su hijito sino se pregunta por las condiciones socio políticas del país en el que va a vivir su familia. Entonces alza una voz denunciadora ante las injusticias sociales que no permiten que las mujeres, los niños y todo ser marginal avance en la escala social.

Estas nuevas actitudes están en consonancia con las corrientes de literatura comprometida que arrasaban por el país durante estos años. Lydia Valiente que fue de las más audaces voceras de la necesidad de que el quehacer artístico reflejara la realidad política y social de la época concibió el papel del poeta de la siguiente manera:

“el poeta debe extender su horizonte y con la misma voz que salmodea al amor de sus amores, debe fustigar injusticias, estimular a los que luchan, consolar a los que sufren y hacer gozar a los niños; la poesía es pan de vida; debe satisfacer todas las hambres y llegar a todo corazón”. (Prensa Gráfica 29/6/1941)

Al tratarse de la mujer escritora ligó su labor artística a su rol de madre:

[…]. Somos nosotras las mujeres que tenemos el don de escritora las que llevando en la entraña del espíritu la maternidad universal, estamos obligadas por nuestro mismo sentimiento amparador a velar por tales intereses [los de los débiles y los humildes]” (Prensa Gráfica 23/8/1940).

Matilde Elena López por su parte también concibió un nuevo papel para la mujer intelectual donde su obra tuviera impacto en los asuntos nacionales:

Nuestra mujer intelectual ya no sólo se decide a escribir versos o poemas en prosa, sino que también se preocupa por la solución de los más importantes problemas nacionales […]. Síntoma halagador decimos, por cuanto nuestras mujeres han encontrado al campo de la acción bien hechora y cuyo aporte será indiscutiblemente un factor decisivo en el logro de un mayor progreso, de una mayor civilización y de una mayor cultura para El Salvador ( Diario de Hoy 11/1/1941).

Esta claro para ambas escritoras entonces que la mujer intelectual puede y debe poner su obra al servicio de causas sociales. Es por eso que las figuras femeninas que emergen en su obra hablan con una voz que intenta suprimir las experiencias individuales. En su colección de poemas, Raíces amargas (1951), Lydia Valiente, por ejemplo, construye la imagen de la voz poética como una madre en cuyo abrazo caben todas las aflicciones y desgracias de los que sufren: “todo el dolor del mundo se volcó en mi regazo” declara la hablante femenina con un tono hiperbólico. Si la figura poética de estos poemas es la de una madre, el pueblo se constituye como un niño huérfano al que la madre tierna da consuelo y ánimo en la hora del dolor. El poema “Raíz” da cuenta de esto: “Mi pueblo, pueblo mío de sonrisa de niño” y “Mi pueblo, pueblo mío simiente de mi raza/ sencillo y angustiado, mi niño en orfandad” (25-6).

En sus numerosos artículos periodísticos Valiente parece insistir en el modelo de la madre virtuosa al estilo de Gabriela Mistral. Insta a las mujeres a ser madres responsables y buenas educadoras ya que los tiempos exigen de ellas que produzcan hijos de bien para la patria. En este sentido su imagen pública de la mujer se ciñe casi exclusivamente a su papel reproductor; pero, en aparente contradicción al mismo tiempo se queja de que siempre se la relegue a este rol:

“[…] la mujer no se encierra ni se encerrará más en el círculo estrecho del parto y de la lactancia. Llevará más alta la frente y verá más alto el provenir, desligada de ver la vida bajo tres únicos aspectos: como bestia de procreación, como bestia de carga o como bestia de placer […]”. (Diario Latino, 22/9/1943).

Contradicciones aparte, Valiente concibe la maternidad como un acto revolucionario donde la mujer tome consciencia de su poder procreador no sólo en el sentido biológico sino también en el espacio simbólico de la nación. En ella deposita la responsabilidad de fertilizar el terreno en que ha de germinar la nueva patria, libre de tiranías. La mujer entonces, según su visión, viene a cumplir con una misión purificadora y regeneradora.

Para esta tarea apela a su sentido de sacrificio. En sus poemas, por ejemplo, llega al punto de perfilar a la hablante lírica como una madre que renuncia a todo para realizar esta noble tarea. Este espíritu de auto inmolación que se espera de la mujer, sin embargo, entra en conflicto con los deseos y aspiraciones individuales (lo privado) del sujeto femenino de su poesía. La hablante femenina desea entregarse de lleno al amor romántico pero este acto se lo impide la responsabilidad de amar a más de un sólo ser que como mujer, madre y poeta se ha impuesto. Es así que se ve obligada a postergar su propia realización en el amor:

Amor tiene dos alas.

………………………………..

Amor tan sin medida y

amor tan sin orillas

por estos dos amores me olvidé ya de mi

y a mi amado le grito que no debe de amarme

y en la cruz de este grito enclavada me vi.

(El Diario de Hoy, 12/10/1938)

Es evidente que en el papel de la madre dadivosa y protectora plasmado en este poema, el sujeto femenino se siente dividido entre el deseo y el deber, entre sus anhelos particulares y los de interés público. El verso, “Partida en dos pedazos voy zurciendo mi historia” revela precisamente este dilema que decide resolver renunciando al amor de su amado para servir a su pueblo. No obstante le queda un vacío pues por más que la voz poética asegure que el amor de los demás la inunda, se percibe claramente un sentimiento de insatisfacción.

Matilde Elena López por su parte también tiene que librar una lucha en su poesía para tratar de encontrar un balance entre lo privado y público. En su poesía la imagen femenina más frecuente es la de la compañera que trabaja al lado del hombre en la tarea de la nueva nación. Esta nueva mujer está representada por el arquetipo de la Ruth bíblica, símbolo de laboriosidad y virtud. La nueva Ruth de López debe luchar por la emancipación femenina pero sin olvidar que le corresponde el papel de compañera del hombre a cuyo lado puede ayudar a construir un mejor porvenir. En el poema “Camarada” expresa su relación con el amado de la siguiente manera: “Que en nuestro pacto esté presente el hombre/y la fuerza de sus puños apretados/que impulsan el torrente de la historia” (El Mediodía 3/7/1946). El amor de la pareja según este poema además de ser mutuo debe extenderse a toda la humanidad. He allí de nuevo la noción del amor femenino esparcido por todo el mundo sacrificando a su vez cualquier impulso que pueda parecer individualista.

Este pensamiento fraternalista se inscribe claramente en la línea del discurso socialista de la época en el que se tendía a borrar las diferencias genéricas para hablar de una lucha de clases. Las escritoras como López y Valiente, así como las que vendrían en la próxima década, no lograron ver como sus demandas en pro de las mujeres estaban postergándose para dar paso a un socialismo que no veía como problema apremiante la falta de derechos femeninos y la opresión de la mujer. Entonces, aunque ambas escritoras propusieron imágenes femeninas poderosas, es evidente que seguían actuando en la esfera pública según patrones tradicionales y bajo un concepto esencialista de lo femenino. Asímismo en su escritura sintieron el impulso de suprimir toda manifestación de deseo personal para formar parte de la colectividad de pensamiento que se les exigía como escritoras revolucionarias.

Conclusión

Las intelectuales salvadoreñas de la década del cuarenta emplearon un discurso conciliatorio en sus artículos periodísticos y en su obra literaria para presentar sus demandas en pro de los derechos femeninos dentro de la sociedad patriarcal de la época. Para tener éxito en su campaña tuvieron cuidado de no alienar a sus compañeros masculinos proponiendo imágenes femeninas fuera de lo establecido por la sociedad. He ahí una aparente paradoja ya que si bien insistían en el rol de madre como la misión primordial en la mujer ellas mismas con sus acciones políticas dieron muestra de la capacidad femenina para desempeñar con éxito los más exigentes deberes ciudadanos. Con su ejemplo querían forjar un molde de la nueva mujer al día con las exigencias de los tiempos: una mujer que sin descuidar su función materna fuera capaz al mismo tiempo de luchar en la creación de una patria democrática. Sus actitudes hacia lo femenino que en ciertos casos socavan sus propuestas feministas son producto de su propia socialización en una sociedad que insistía y sigue insistiendo en el papel de madre como lo más adecuado para la mujer. Aunque a fin de cuentas lograron importantes conquistas como el derecho al voto, no consiguieron que se dejara de relegar a la mujer al espacio doméstico ni que se le diera cabida en la tarea de reconstrucción nacional. La participación femenina en los momentos de mayor urgencia nacional, había, sin embargo, de perdurar como símbolo de la capacidad de las salvadoreñas para desenvolverse en la esfera pública.

Bolivia: un país mejor es posible

Octubre 1, 2005

Desde que, hace dos meses, se lanzó la convocatoria a elecciones generales y de prefectos, los previsibles candidatos del neoliberalismo, Jorge Quiroga Ramírez y Samuel Doria Medina, se lanzaron a una campaña de ataque abierto hacia la representación popular que encabeza Evo Morales. Salvo alguna circunstancia, todo su discurso se hilvana alrededor de lo que hará, lo que anuncia, lo que hace y lo que no hace el MAS y su candidato.

En ese mismo tiempo, por sus escasos recursos económicos, los candidatos del MAS se han preocupado en la elaboración de un programa de gobierno distinto a las ofertas de los partidos tradicionales.

Diez puntos esenciales

Es bueno anotar las bases de ese programa que se resumen así: instalación de la Asamblea Constituyente, para refundar el país; nacionalización de los hidrocarburos y todos los recursos naturales, entendiendo por tal reasumir el dominio de su explotación y uso; ley Andrés Ibáñez para las autonomías, basándonos en la diversidad cultural y regional; plan de desarrollo productivo, con una matriz integrada por hidrocarburos, minería, agropecuaria, agroindustria, industria manufacturera, turismo y forestal; ley Marcelo Quiroga contra la corrupción y la impunidad.

Los cinco puntos siguientes son estos: ley de austeridad estatal, para eliminar los gastos excesivos; ley de tierra y territorio, para acabar con el latifundio reaparecido y la especulación de la tierra; plan eficaz de seguridad ciudadana, en base a la inclusión social, la inversión pública y la coordinación con las instituciones del orden; soberanía social, para estructurar un nuevo sistema de seguridad social; ley Elizardo Pérez para la transformación de la educación.

Sería injusto decir que, el programa del MAS, se reduce a estos señalamientos. Se trata, más bien, de los puntos salientes de un programa que privilegia la recuperación de la soberanía, se afirma en la capacidad de manejo propio de los recursos naturales y promueve la generación de empleo para darle dignidad a cada boliviano y boliviana.

El país que queremos

La refundación del país, como propone el MAS, tiene dos niveles: de una parte, restablecer la soberanía que fue entregada a niveles intolerables en los últimos veinte años, por la aplicación del modelo neoliberal. En un segundo plano, se trata de instalar, por primera vez después de 180 años de vida republicana, el papel protagónico de los sectores desplazados de esta sociedad, principalmente los pueblos originarios.

Pero no se trata de hacer proclamas o inscribir declaraciones en documentos oficiales. La soberanía debe ejercerse readquiriendo el derecho a disponer de nuestros recursos, a diseñar las políticas nacionales, a estructurar la economía nacional y a construir un país que responda a las necesidades de toda la población.

Tampoco es cuestión de reconocer que los pueblos originarios fueron humillados, mantenidos en la servidumbre, desconociendo sus derechos. En ellos se halla la fuerza de la nación, su integridad, su propia visión de la realidad. Si queremos alcanzar niveles de desarrollo que permitan vivir bien a todos y cada uno de nosotros, debemos incorporar lo mejor de sus usos y costumbres a la realidad cotidiana de toda la sociedad.

A la vez, tenemos que reconocernos parte de un todo mayor. El proceso de integración que ha comenzado en esta Sudamérica, que a su vez es una parte de América Latina, es condición esencial del desarrollo de los pueblos de esta amplia región. Pero, para integrarnos, para ser uno igual entre iguales, debemos tener dominio sobre nuestra tierra y nuestro cielo, sobre nuestras riquezas y nuestros anhelos. No podemos ser parte de esa sociedad mayor, si carecemos de identidad propia y, por supuesto, de nuestra integridad. No estaremos completos, mientras se nos impida acceder a soberanamente a las rutas del mar que unen a todos los pueblos del mundo.

Este es el país que queremos. Esta es la patria que debemos construir, pasando por encima de los intereses mezquinos, sorteando los obstáculos que intentan detenernos.