Las FPL y los zarpazos bestiales del enemigo del pueblo (agosto de 1974)

Las FPL y los zarpazos bestiales del enemigo del pueblo (agosto de 1974)

En el número conjunto 20-21 y 22, del periódico El Rebelde de las FPL, de doce páginas, correspondiente a los meses de junio, julio y agosto de 1974, aparece un interesante artículo acerca de Los zarpazos bestiales del enemigo del pueblo en el que se analiza las tácticas contrainsurgentes de la dictadura militar. En este mismo número aparece un comunicado oficial de las FPL sobre la caída en combate de JUAN SEBASTIAN y ALBERTO, un manifiesto del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP y “Pensamientos del Che.” A continuación reseñamos estos materiales.

En Los zarpazos bestiales del enemigo del pueblo se indica que “en las últimas semanas las medidas antiinsurgentes del enemigo se van intensificando. Los dispositivos militares de control de la población y de pesquisa contrarrevolucionaria cobran dimensiones cada vez mayores. Los cercos y rastrillos de colonias, poblaciones y regiones enteras, los cateos cada vez más frecuentes, los “ensayos” en gran escala de las fuerzas represivas combinadas han pasado a la orden del día.”

Agrega que “en el mes de julio y agosto las fuerzas represivas realizaron el cerco y peina de los volcanes de Santa Ana y San Salvador después de acciones guerrilleras, utilizando gran cantidad de efectivos; la ciudad de Suchitoto fue ocupada y rastrillada por una fuerza de aproximadamente 500 soldados, que prácticamente encerró a la población en sus casas; centenares de soldados, policías y guardias cercaron y rastrillaron las colonias Zacamil, Santa Lucía y otras en operativos militares en gran escala.”

Analiza que “el rasgo característico de este nuevo nivel de la guerra de contrainsurgencia es al gradual entrada en combate del fuerzas del Ejército contra la población y la guerrilla. Durante varios años el mando militar reaccionario ha utilizado principalmente a los otros cuerpos represivos como la fuerza de choque para detener la acción guerrillera y destruir a las fuerzas revolucionarias. Pero en este momento, ese esquema está sufriendo una modificación importante: es la fuerza estratégica del enemigo, el ejército, que hasta ahora se ha mantenido actuando a través de sus cuerpos auxiliares la que está entrando cada vez más frecuentemente y en mayor escala (aunque ahora todavía limitada) a la lucha contra las fuerzas armadas del pueblo.”

Subraya que “en Santa Ana y Santa Tecla unidades del ejército en combinación con sus fuerzas auxiliares, entraron en combate contra los revolucionarios. En los rastrillos, cada vez más sistemáticamente entran unidades del Ejército. Eso está indicando la ampliación de la guerra de contrainsurgencia, frente a la intensificación de la guerra revolucionaria del pueblo.”
Comunicado oficial de las FPL sobre la caída en combate de Juan Sebastián y Alberto

El 9 de agosto de 1974 durante una acción de recuperación de fondos efectuada en la agencia de Santa Tecla del Banco Agrícola Comercial, cayeron en combate dos destacados combatientes de las FPL, de pseudónimos Juan Sebastián (Alejandro David Ramírez Acosta), hermano de Clara Elizabeth y Alberto (Ernesto Avalos) estudiante de secundaria.

Consideran que “la muerte de los compañeros JUAN SEBASTIAN y ALBERTO es una gran pérdida para las FPL y para todo el movimiento revolucionario y ha llenado de luto a nuestra Organización. Ambos eran revolucionarios ejemplares en todo sentido, forjados en el sacrificio, en el amor y lealtad a los intereses del pueblo trabajador, dedicados incansablemente a la lucha contra los enemigos del pueblo. Encarnaban las cualidades que se están forjando en el hombre nuevo, en el revolucionario verdadero que está naciendo de la entraña de nuestro pueblo en el combate contra los explotadores opresores: gran arrojo, técnica y valentía en la lucha, modestia, elevada conciencia revolucionaria, visión política y decisión inquebrantable de trabajar calladamente hora tras hora y, llegado el caos, de dar su vida y su sangre por los intereses del pueblo trabajador.”

Agrega que “en su intento de detener la retirada de las fuerzas revolucionarias, los cuerpos de represión lesionaron a varios civiles ajenos a la lucha. Encolerizados pro su fracaso de impedir la operación de retirada de la guerrilla, los cuerpos represivos se dedicaron durante varias horas a atropellar a la población, deteniendo y golpeando a peatones, disparando sobre los vehículos y aterrorizando al pueblo.”

Concluye el comunicado expresando que “con renovado amor al pueblo, pero con renovado odio contra los explotadores y los opresores de las clases trabajadoras, las FPL elevan sus niveles de lucha y hacen un llamamiento a los obreros, campesinos, estudiantes, maestros, empleados y demás sectores populares a incorporarse gradualmente a la Guerra Revolucionaria Prolongada, hasta alcanzar a victoria definitiva de los explotadores y opresores, y la victoria de la revolución popular.”

Comunicado del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP

“A continuación insertamos en EL REBELDE el siguiente comunicado “¡A VENCER O MORIR! El día 19 de julio una escuadra del Ejército Revolucionario del Pueblo, E.R.P. realizó en la ciudad de Santa Ana una expropiación económica de C. 15,000.00 a los conocidos oligarcas santanecos Álvarez Meza. Dos elementos de la Guarda Nacional, encargados de defender el dinero de estos millonarios fueron muertos durante la acción y sus fusiles G-3 recuperados por las fuerzas revolucionarias.”

Añade que “poco después se registró un choque armado entre dos guerrilleros del E.R.P. y dos policías motorizados, efectivos de la Guardia Nacional y elementos de la 2da. Brigada de infantería. En este combate cayó nuestro compañero JUAN, uno de los mejores luchadores que ha dado nuestro pueblo. Quedaron heridos los dos policías motorizados, un mayor del ejército y varios soldados.”
Reconoce que “la colaboración del pueblo santaneco facilitó la retirada ordenada de los demás integrantes de la escuadra guerrillera. El EJERCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO, E.R.P. advierte a los guardias, policías, orejas, etc., que si siguen defendiendo a los ricos y a la tiranía fascista lo que les espera es la muerte.”

Concluye el comunicado afirmando que “los guerrilleros del EJERCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO estamos dispuestos a ¡VENCER O MORIR! Julio de 1974.”

Ante qué coyuntura nos encontramos

Ante qué coyuntura nos encontramos
Wim Dierckxsens

ALAI AMLATINA, 29/11/2016.- Parece que hemos entrado en el Imperio del Caos, entendido como lo que resulta de la negativa a aceptar el propio declive hegemónico. Parece que Obama lidió con la decadencia de Estados Unidos, como Gorbachov en la ex URSS. Con la paliza que recibieron los Demócratas en EE.UU., los perdedores principales son los globalistas, con los banqueros de Wall Street (City Bank, los Rothschild, etc.) y sus empresas transnacionales que operan en los países emergentes así como los principales medios masivos bajo su control (CNN, etc.).
Con la pretensión de California, Hawai y Puerto Rico de separarse de la Unión de Estados parece anunciarse incluso la Perestroika en Occidente. Las tendencias nacionalistas amenazan también la desintegración de la Unión Europea y se vislumbra un retorno al proteccionismo y nacionalismo. Al no prosperar los tratados de libre comercio empujados por Obama (ATP, el TTIP y TISA) un proceso de des-globalización se pone en marcha a menos que se lo impongan a la fuerza.

Es preciso saber que en Estados Unidos existe un Estado profundo o gobierno de sombra. Así como Clinton sufrió un ataque del Estado Profundo en la recta final de las elecciones cuando el FBI presentó nuevos correos electrónicos relacionados con el mal manejo de información clasificada, también Trump puede ser comido por el omnipotente ´Deep State´ e incluso antes de asumir la presidencia.

Ya seis miembros del Colegio Electoral estadounidense, han anunciado que no tienen intención de votar en línea con los resultados pero hacen falta 21 para evitar que Trump asuma la presidencia. Todo sucede en un paisaje económico con alto riesgo de otra crisis financiera mundial. Si Trump asume la presidencia las tasas de interés subirán porque necesita dinero rápido para su proyecto de invertir un millón de millones de dólares en infraestructura. Es un proyecto que constituye un genuino neo-keynesianismo anti-neoliberal que conllevaría a la des-globalización.
Con aumento en las tasas de interés, en el entorno de una inmensa pirámide invertido de crédito y deudas, otra gran crisis financiera global se pondrá en marcha. La nueva política económica no podrá evitarla, pero los globalistas sí podrían hacerle responsable a la administración Trump por el caos que resulte de ello. En semejante coyuntura el capital financiero globalista (el verdadero responsable de la especulación financiera) se presentará como los salvadores del caos global.
Ante la tesis que los nacionalismos solo generan caos, racismo, xenofobia y hasta fascismo, trabajan para poner nuevo orden en el mundo, con un proyecto del Estado Global que estaría por encima de las naciones e incluso por encima de los EE.UU. Para lograr su cometida no se puede descartar en este contexto un golpe, la ley marcial para no mencionar la eliminación física del nuevo presidente.
Lo prioritario en este contexto es lograr que se conserve la paz. No se olvide que ahora, si algo se rompe, estamos en pie de guerra, todos contra todos. No está nada claro que exista una red de seguridad internacional. Y ni Trump ni nadie puede estar seguro de que no la necesitará. La salida más sensata en el momento parece ser ir por un nuevo orden multipolar con diferentes regiones en el mundo sin guerra. La paz mundial tiene también su precio cuando China y Rusia, deberían ser solidarios y ayudar incluso a Estados Unidos a salir de su marasmo civilizatorio y económico.
En un mundo multipolar más proteccionista se erosiona el comercio internacional. La suma de las cuentas nacionales daría negativa, o sea, habrá decrecimiento económico a escala mundial y sin mayor perspectiva que lo habrá en el futuro. Tal vez se anuncia una nueva era de decrecimiento estructural sin otra salida que la lucha social por otra civilización donde la re-producción de la vida colectiva está en el centro de nuestros valores y para lograrlo hemos de dar vida colectiva a las cosas que producimos. Solo así también podamos devolver la vida a la naturaleza y saber ser parte de ella.
San José 25.11.2016

– Wim Dierckxsens, sociólogo-economista, de origen holandés, radicado en Costa Rica.

Trump: el otro fin de ciclo

Trump: el otro fin de ciclo

10 Nov 2016 Atilio Boron

En el último año hablar del “fin del ciclo progresista” se había convertido en una moda en América Latina…Pero no, es otro ciclo el que se acabó : el del neoliberalismo, cuya malignidad convirtió a la Unión Europea en una potencia de segundo orden e hizo que Estados Unidos se internara por el sendero de una lenta pero irreversible decadencia imperial.

Uno de los supuestos de tan temeraria como infundada tesis, cuyos contenidos hemos discutido en otra parte, era la continuidad de las políticas de libre cambio y de globalización comercial impulsadas por Washington desde los tiempos de Bill Clinton y que sus cultores pensaban serían continuadas por su esposa Hillary para otorgar sustento a las tentativas de recomposición neoliberal en curso en Argentina y Brasil.1

Pero enfrentados al tsunami Donald Trump se miran desconcertados y muy pocos, tanto aquí como en Estados Unidos, logran comprender lo sucedido. Cayeron en las trampas de las encuestas que fracasaron en Inglaterra con el Brexit, en Colombia con el No, en España con Podemos y ahora en Estados Unidos al pronosticar unánimemente el triunfo de la candidata del partido Demócrata.

También fueron víctimas del microclima que suele acompañar a ciertos políticos, y confundieron las opiniones prevalecientes entre los asesores y consejeros de campaña con el sentimiento y la opinión pública del conjunto de la población estadounidense, esa sin educación universitaria, con altas tasas de desempleo, económicamente arruinada y frustrada por el lento pero inexorable desvanecimiento del sueño americano, convertido en una interminable pesadilla.

Por eso hablan de la “sorpresa” de ayer a la madrugada, pero como observara con astucia Omar Torrijos, en política no hay sorpresas sino sorprendidos. Veamos algunas de las razones por las que Trump se impuso en las elecciones.

Primero, porque Hillary Clinton hizo su campaña proclamando el orgullo que henchía su espíritu por haber colaborado con la Administración Barack Obama, sin detenerse un minuto a pensar que la gestión de su mentor fue un verdadero fiasco. Sus promesas del “Sí, nosotros podemos” fueron inclementemente sepultadas por las intrigas y presiones de lo que los más agudos observadores de la vida política estadounidense esos que nunca llegan a los grandes medios de aquel país denominan “el gobierno invisible” o el “estado profundo”.

Las módicas tentativas reformistas de Obama en el plano doméstico naufragaron sistemáticamente, y no siempre por culpa de la mayoría republicana en el Congreso. Su intención de cerrar la cárcel de Guantánamo se diluyó sin dejar mayores rastros y Obama, galardonado con un inmerecido Premio Nobel, careció de las agallas necesarias para defender su proyecto y se entregó sin luchar ante los halcones.

Otro tanto ocurrió con el “Obamacare”, la malograda reforma del absurdo, por lo carísimo e ineficiente, sistema de salud de Estados Unidos, fuente de encendidas críticas sobre todo entre los votantes de la tercera edad pero no sólo entre ellos. No mejor suerte corrió la reforma financiera, luego del estallido de la crisis del 2008 que sumió a a la economía mundial en una onda recesiva que no da señales de menguar y que, pese a la hojarasca producida por la Casa Blanca y distintas comisiones del Congreso, mantuvo incólume la impunidad del capital financiero para hacer y deshacer a su antojo, con las consabidas consecuencias.

Mientras, los ingresos de la mayoría de la población económicamente activa registraban no en términos nominales sino reales un estancamiento casi medio siglo, las ganancias del uno por ciento más rico de la sociedad norteamericana crecieron astronómicamente.2 Tan es así que un autor como Zbigniew Brzezinski, tan poco afecto al empleo de las categorías del análisis marxista, venía hace un tiempo expresando su preocupación porque los fracasos de la política económica de Obama encendiese la hoguera de la lucha de clases en Estados Unidos.

En realidad esta venía desplegándose con creciente fuerza desde comienzos de los noventas sin que él, y la gran mayoría de los “expertos”, se dieran cuenta de lo que estaba ocurriendo bajo sus narices. Sólo que la lucha de clases en el corazón del sistema imperialista no puede tener las mismas formas que ese enfrentamiento asume en la periferia. Es menos visible y ruidoso, pero no por ello inexistente. De ahí la tardía preocupación del aristócrata polaco-americano. En materia de reforma migratoria Obama tiene el dudoso honor de haber sido el presidente que más migrantes indocumentados deportó, incluyendo un exorbitante número de niños que querían reunirse con sus familias. En resumen, Clinton se ufanaba de ser la heredera del legado de Obama, y aquél había sido un desastre.

Pero, segundo, la herencia de Obama no pudo ser peor en materia de política internacional. Se pasó ocho años guerreando en los cinco continentes, y sin cosechar ninguna victoria. Al contrario, la posición relativa de Estados Unidos en el tablero geopolítico mundial se debilitó significativamente a lo largo de estos años. Por eso fue un acierto propagandístico de Trump cuando utilizó para su campaña el slogan de “¡Hagamos que Estados Unidos sea grande otra vez!” Obama y la Clinton propiciaron golpes de estado en América Latina (en Honduras, Ecuador, Paraguay) y envió al Brasil a Liliana Ayalde, la embajadora que había urdido la conspiración que derribó a Fernando Lugo para hacer lo mismo contra Dilma.

Atacó a Venezuela con una estúpida orden presidencial declarando que el gobierno bolivariano constituía una “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos.” Reanudó las relaciones diplomáticas con Cuba pero hizo poco y nada para acabar con el bloqueo. Orquestó el golpe contra Gadaffi inventando unos “combatientes por la libertad” que resultaron ser mercenarios del imperio.

Y Hillary merece la humillación de haber sido derrotada por Trump aunque nomás sea por su repugnante risotada cuando le susurraron al oído, mientras estaba en una audiencia, que Gadaffi había sido capturado y linchado. Toda su degradación moral quedó reflejada para la historia en esa carcajada. Luego de eso, Obama y su Secretaria de Estado repitieron la operación contra Basher al Assad y destruyeron Siria al paso que, como confesó la Clinton, “nos equivocamos al elegir a los amigos” –a quienes dieron cobertura diplomática y mediática, armas y grandes cantidades de dinero- y del huevo de la serpiente nació, finalmente, el tenebroso y criminal Estado Islámico.

Obama declaró una guerra económica no sólo contra Venezuela sino también contra Rusia e Irán, aprovechándose del derrumbe del precio del petróleo originado en el robo de ese hidrocarburo por los jijadistas que ocupaban Siria e Irak. Envió a Victoria Nuland, Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Euroasiáticos , a ofrecer apoyo logístico y militar a las bandas neonazis que querían acabar con el gobierno legítimo de Ucrania, y lo consiguieron al precio de colocar al mundo, como lo recuerda Francisco, al borde de una Tercera Guerra Mundial.

Y para contener a China desplazó gran parte de su flota de mar al Asia Pacífico, obligó al gobierno de Japón a cambiar su constitución para permitir que sus tropas salieran del territorio nipón (con la evidente intención de amenazar a China) e instaló dos bases militares en Australia para, desde el Sur, cerrar el círculo sobre China. En resumen, una cadena interminable de tropelías y fracasos internacionales que provocaron indecibles sufrimientos a millones de personas.

Dicho lo anterior, no podía sorprender a nadie que Trump derrotara a la candidata de la continuidad oficial. Con la llegada de este a la Casa Blanca la globalización neoliberal y el libre comercio pierden su promotor mundial. El magnate neoyorquino se manifestó en contra del TTP, habló de poner fin al NAFTA (el acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá) y se declaró a favor de una política proteccionista que recupere para su país los empleos perdidos a manos de sus competidores asiáticos.

Por otra parte, y en contraposición a la suicida beligerancia de Obama contra Rusia, propone hacer un acuerdo con este país para estabilizar la situación en Siria y el Medio Oriente porque es evidente que tanto Estados Unidos como la Unión Europea han sido incapaces de hacerlo. Hay, por lo tanto, un muy significativo cambio en el clima de opinión que campea en las alturas del imperio. Los gobiernos de Argentina y Brasil, que se ilusionaban pensando que el futuro de estos países pasaría por “insertarse en el mundo” vía libre comercio (TTP, Alianza del Pacífico, Acuerdo Unión Europea-Mercosur) más les vale vayan aggiornando su discurso y comenzar a leer a Alexander Hamilton, primer Secretario del Tesoro de Estados Unidos, y padre fundador del proteccionismo económico.

Sí, se acabó un ciclo: el del neoliberalismo, cuya malignidad convirtió a la Unión Europea en una potencia de segundo orden e hizo que Estados Unidos se internara por el sendero de una lenta pero irreversible decadencia imperial. Paradojalmente, la elección de un xenófobo y misógino millonario norteamericano podría abrir, para América Latina, insospechadas oportunidades para romper la camisa de fuerza del neoliberalismo y ensayar otras políticas económicas una vez que las que hasta ahora prohijara Washington cayeron en desgracia.

Como diría Eric Hobsbawm, se vienen “tiempos interesantes” porque, para salvar al imperio, Trump abandonará el credo económico-político que tanto daño hizo al mundo desde finales de los años setentas del siglo pasado. Habrá que saber aprovechar esta inédita oportunidad.

Notas:

1 Ver Atilio A. Boron y Paula Klachko, “Sobre el “post-progresismo” en América Latina: aportes para un debate”, 24 Septiembre 2016, (disponible en varios diarios digitales)

2 Cf. Drew Desilver, “For most workers, real wages have barely budged for decades” donde demuestra que los salarios reales tenían en el año 2014 ¡el mismo poder de compra que en 1974! Ver http://www.pewresearch.org/fact-tank/2014/10/09/for-most-workers-real-wages-have-barely-budged-for-decades/

Fuente: Investig’Action – See more at: http://www.investigaction.net/es/trump-el-otro-fin-de-ciclo/#sthash.Ln5S1oc7.dpuf

Posmodernismo y contrarrevolución

Posmodernismo y contrarrevolución
Creado en 15 Mayo 2012
Oscar A. Fernández O. (*)
La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. Karl Marx
SAN SALVADOR – Karl Marx (1818-1867) amplió el campo de aplicaciones en el debate sobre que define la llamada “modernidad” y con ello también el horizonte de su transcendencia; así, en un primer estadio de su análisis crítico que incide ante todo sobre el ámbito socioeconómico, lo “moderno” equivale a una categoría más bien negativa que viene a identificarse con la abstracción, la metafísica y el dualismo que alienan al hombre y que deben superarse para alcanzar la realización del hombre; posteriormente, al hacer extensivo su análisis al ámbito político y tocado él mismo por la visión optimista de la época ante el progreso, atribuye a la modernidad una noción más positiva: la transición de una sociedad menos desarrollada a otra más desarrollada en la que se hacen presentes los nuevos elementos progresivos –si bien, el progreso no ha de entenderse aquí necesariamente en su vertiente moral de mejoramiento, sino en el sentido histórico de incremento y acumulación, con el que se da paso a la liberación del hombre en el nuevo tipo de sociedad (socialista) que surge- (Ruíz Esparza: 1992)
Lo que se ha dado en llamar “posmodernidad” no es un fenómeno puramente ideológico, es decir, que no se trata de un juego conceptual elaborado por intelectuales deprimidos y nihilistas del “primer mundo”, sino, ante todo, de un discurso civilizatorio, un cambio de sensibilidad sobre el ser humano. Hoy la posmodernidad, es vista como antítesis de la modernidad, se entiende como “negación” de la modernidad; crisis y acabamiento –muerte- de la razón; pesimismo, desconfianza en la razón; tiempo de pragmatismo y prejuicio, deconstrucción de la historia. (Castro Gómez:1997)
La posmodernidad es pues, la agudización de la modernidad y por tanto, la expresión de un capitalismo jadeante pero voraz. Por lo tanto podemos concluir que las características que suelen atribuirse al postmodernismo no son más que las que constituyen a la Modernidad (Giddens 1994)
Adolfo Sánchez Vázquez opina que la posmodernidad es una ideología propia de la “tercera fase de expansión del capitalismo” que se inicia después de terminada la segunda guerra mundial. A diferencia de las dos anteriores, esta tercera fase ya no conoce fronteras de ninguna clase, llegando a penetrar incluso en ámbitos como la naturaleza, el arte y el inconsciente colectivo. Para lograr sus objetivos, el “capitalismo tardío” engendra una ideología capaz de inmovilizar por completo cualquier intento de cambiar la sociedad.
En opinión de Sánchez Vázquez, el pensamiento posmoderno arroja por la borda la idea misma de “ razón” y “derecho”, con lo cual se arruina todo intento de legitimar un proyecto de transformación social. Al negar el potencial emancipador de la modernidad, la postmodernidad descalifica la acción política y desplaza la atención hacia el ámbito contemplativo de lo estético. Así mismo, la reivindicación de lo fragmentario y lo justo elimina cualquier tipo de resistencia y sume al hombre en una espera resignada del fin. (Castro Gómez: 2001)
El economista y filósofo Franz Hinkelammert ve en la posmodernidad un peligroso regreso a las fuentes del nazismo. La influencia de Nietzsche en los filósofos posmodernos no es gratuita, pues de lo que se trata es de corroer los cimientos mismos de la racionalidad. Vivimos en una Sociedad postmoderna, es decir, en un “no lugar”, en donde se deja que el capitalismo limite y reglamente el poder de la sociedad de disponer de éste. No existe base social ni constitución política, el contrato social se ha rescindido y solo se enuncia el derecho del capital globalizado.

En esta visión de las cosas el discurso emancipador queda abolido, la emancipación también; la filosofía que se forma como conjunción de teoría y praxis y como pensamiento que proviene de la historia y va hacia ella, pierde todo sentido porque la historia también la ha perdido. El pueblo como sujeto no representa ninguna legitimidad porque los sujetos como tales están deslegitimados; la idea del futuro pende de un horizonte sin historia, como pieza de arqueología en los museos de la modernidad. Todo lo moderno es ya arcaico, fósil.

La estética que engloba la vida cotidiana es un proceso del modelaje de la llamada modernidad tardía, caracterizada por la creciente individualidad, expresión personal y autoconciencia estilística de los sujetos. Autores como Bourdieu y Featherstone proponen pensar al sujeto del capitalismo tardío como un ser preocupado por el estilo y la estética de su vida, y que en función de ello mantiene un profundo deseo por aprender y enriquecerse continuamente, por buscar nuevos valores y vocabularios. Se trata de un sujeto que autoconstruye su propia cotidianeidad a partir del consumo de bienes y servicios simbólicos, y que cree además que la vida estética es la vida éticamente buena.
La postmodernidad no es solamente la deslegitimación y desconstrucción de los modelos, arquetipos y relatos que dejarían a la ideología, entre otras cosas, archivada en los museos del tiempo irremediablemente pasado, sino que es la construcción de nuevos modelos a partir de una realidad globalizante.
Aparentemente hay una gran diferencia entre posmodernismo que se autodefine como un pensamiento débil y escéptico y el neoliberalismo presentado como una doctrina fuerte y dogmática del mundo. Sin embargo, ambos están ligados por un carácter robustamente doctrinario en su rechazo tajante a la modernidad. Para los posmodernos el socialismo no es más que un mito, una leyenda fantasiosa y por ello el fin de la modernidad sería asimismo el fin del socialismo y sus argumentos.
El neoliberalismo, como corriente de pensamiento, comienza a configurarse en los años 40 con la obra de Friedrich Hayek, “El Camino de la Servidumbre”. Después de tres décadas de deambular por los ámbitos académicos, los sectores dominantes del poder político lo comienzan a asumir y lo pondrán en práctica en las principales naciones del capitalismo industrializado. Estos sectores vieron en esta nueva doctrina la posibilidad de poner en práctica los programas de ajuste y reestructuración necesarios para salir de la crisis de acumulación del régimen fordista y por ende del salvataje del sistema en su conjunto.
Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania fueron los países que asumieron con mayor dinamismo el proceso de reestructuración política y económica que llevó progresivamente a la derechización de gran parte del mundo en la década de los 80 y 90. Nos descubrimos ante un verdadero proyecto hegemónico de escala planetaria. (Javier García: 1997)
“La respuesta neoliberal es simplista y engañosa: promete más mercado cuando, en realidad, es en el propio mercado donde se encuentran las raíces de la exclusión y la desigualdad. Es en el mercado donde la exclusión y la desigualdad se reproducen y se amplían. El neoliberalismo nada nos dice acerca de cómo actuar contra las causas estructurales de la pobreza; por el contrario, él actúa intensificándolas (R. Aruj, 2000)
La revolución conservadora de Reagan y Tatcher se alimentó de estas ideas reaccionarias y pesimistas para desarrollar una salvaje política de hostilidad contra el Estado del bienestar. Contradictoriamente, bajo la apariencia de una política estrictamente neoliberal, se reforzaron políticas keynesianas para la producción de armamentos que contribuyeron decisivamente al auge en los ’80. (J. Garcia: 1997)
Tras la quiebra del llamado socialismo real dirigido por la ex Unión Soviética, el postmodernismo se transformó en pensamiento único, afianzándose como la nueva filosofía política contemporánea, encumbrando las delicias del mercado y convirtiéndose así en el principal soporte ideológico del neoliberalismo.
El discurso de la globalización construye un imaginario que introyecta la ilusión de un mundo mejor en el cual hay una dudosa libertad, consumismo, hedonismo y búsqueda constante y posible de una mejor calidad de vida por un camino individual, sin importar la ética: ¡sálvense quién pueda! El proyecto neoliberal de la globalización, tiene como premisa lograr el desarrollo de la humanidad sin tener en cuenta los costos que ello implique, apuntando a que un sector (aquellos que detentan el poder y algunos de sus seguidores) subsista hasta el final del camino. Para ello ha desplegado una serie de instrumentos que junto con el desarrollo de la tecnología, le han permitido un mayor poder para lograr y mantener ese control.
El pensamiento único puede y debe presentarse como sucesor umbilical del postmodernismo político. La diferencia sustancial es que el pensamiento único es una ideología cerrada y totalizadora, que se autoafirma presentándose con la autoridad de lo indiscutible. Caído el muro, no hay otra alternativa que el capitalismo realmente existente.
Pero, la realidad es bien distinta. El nuevo orden prometido no tardó en convertirse en un colosal desorden. La globalización económica, es decir, la internacionalización de los mercados financieros y la producción manufacturera combinada con la incesante revolución tecnológica del fin de siglo, devora todo lo social, empequeñece el papel del estado, robando paulatinamente la soberanía nacional de cada burguesía e instaurando la gran dictadura mundial de los mercados. La democracia burguesa, es decir, la dictadura con rostro humano del gran capital de cada estado nacional, se ha convertido en la plutocracia “prestigiosa” de mercados que fluctúan sin control arrasando a su paso, cual plaga de langostas, las bolsas, monedas y reservas de divisas de los más débiles, obligándolos a hipotecarse hasta el cuello, convirtiendo así las deudas en impagables, lo que los vuelve dueños de naciones enteras.
Este nuevo darwinismo macroeconómico impone la selección natural de las economías más fuertes y estables excluyendo grandes áreas geopolíticas como África, que no han sido ni siquiera invitadas al gran juego de la globalización.
La desvergüenza y la palabra vacía con la que se manejan los representantes de los intereses del neoliberalismo, pretende paralizar cualquier tipo de acción alternativa, es una condición movilizadora y a la vez paralizante, es un mensaje que indica el hacer, el quehacer y el pensar. La masa debe obedecer las palabras y sus consignas, y luego las repite. “Quien domine la jerga no necesita decir lo que piensa, ni siquiera pensarlo honestamente; de esto le exonera la jerga, que al mismo tiempo desvaloriza el pensamiento”. (Aruj: cit.)
La dictadura de los mercados concentra el capital cada vez en menos manos, como pronosticó Marx con gran acierto hace ahora siglo y medio. Pero el fenómeno de la concentración oligárquica de la riqueza conlleva necesariamente la depauperación económica de amplias capas de la sociedad. Esto ha provocado como relación causa-efecto, situaciones insostenibles de inestabilidad política que más temprano que tarde, traerán consigo grandes conmociones sociales que ponen encima de la mesa la cuestión del poder.
Como en todo proceso de revolución y contrarrevolución, la humanidad se enfrentará a una crisis de civilización a escala planetaria que, con diferentes ritmos dependiendo de cada país, planteará dos únicas alternativas globales: o la clase trabajadora rompe el dominio del capital en un país clave abriendo de nuevo la posibilidad de la construcción revolucionaria del socialismo a nivel mundial, o la burguesía desesperada pondrá su futuro en manos de nuevas dictaduras fascistas, incluso en los civilizados países de Europa y Estados Unidos, desatando una voracidad imperialista sin precedentes.
El marxismo leninismo no tiene nada que ver con la melancolía. Reivindicamos nuestro derecho al optimismo revolucionario. Pero, si no somos capaces de aprovechar los próximos años en educar cuadros revolucionarios y extender las ideas del marxismo, nos enfrentaremos a esos procesos con una debilidad innecesaria que puede facilitar la derrota del proletariado e incluso la vuelta al fascismo. Si bien en la izquierda no hemos logrado aún sacudirnos del todo la polvareda levantada por la caída del muro de Berlín, nuestro propio desarrollo nos impone repensar la teoría y ponerla a tono con el mundo de hoy.
Este ejercicio teórico y de rediseño de la práctica, requiere también de la investigación seria y concienzuda del ayer; precisa del reencuentro con el marxismo clásico, la lucha de clases y del estudio de todo el pensamiento social, sobre todo de aquel que desde una postura revolucionaria se mostró original y creativo, a fin de que el análisis contribuya a la necesaria recomposición de la teoría en este extravagante tiempo de globalización, desprecio de la razón y culto a la apariencia.

Una radiografía marxista de la globalización

Una radiografía marxista de la globalización.
(Olmedo Beluche)
En este siglo XXI, siete mil millones de seres humanos vivimos bajo el signo de lo que se ha llamado “globalización”. Este concepto procura captar una realidad compleja pero concreta, que determina, cual si de Dios se tratase, nuestras vidas: empleo, pobreza, migraciones, democracia, identidad, gustos, formas de pensar, etc. ¿Dónde está la esencia de este fenómeno multidimensional? ¿Qué es lo determinante: el proceso económico, el político – institucional, sus resultados sociales o sus consecuencias culturales?
“Marxismo y globalización capitalista”, de Roberto Ayala Saavedra, profesor de sociología de la Universidad de Costa Rica, aborda de manera brillante este complejo problema y lo hace, como indica desde su título, con el método del materialismo histórico, “una teoría de la totalidad social,…, que busca fundar racionalmente la acción y que se construye en esa acción,…, una praxis transformadora que quiere ser consciente y racional”.
De la generación de cientistas sociales centroamericanos de este inicio del siglo XXI, Roberto Ayala es uno de los más capacitados para acometer la titánica tarea de arriesgar una radiografía de la globalización bajo la lupa del método marxista. Ayala es una persona que ha combinado la lucidez de un pensamiento crítico, basado en una sólida formación teórica, con una vida de compromiso militante desde hace 40 años.
“Praxis transformadora” que Roberto ha sostenido inquebrantable desde que lo conocimos como brillante estudiante de secundaria y dirigente estudiantil, a mitad de los años 70; pasando por sus años de formación académica y política en Brasil; que lo llevó a ser uno de los fundadores del Partido Socialista de los Trabajadores de Panamá; y que ha sostenido por 20 años en Costa Rica, donde emigró y ha continuado combinando su labor académica con el compromiso militante hasta el día de hoy.
Globalización, un proceso abierto y en disputa
“Marxismo y globalización capitalista” es una obra extraordinaria, que disecciona al “capitalismo del siglo XXI” o “capitalismo tardío” (concepto tomado de Ernest Mandel), en una reflexión crítica que polemiza con enfoques teórico metodológicos de diversas corrientes de la Ciencia Social. Cada momento del análisis concreto va acompañado de una explicación metodológica, uno de sus mejores aportes, en que Ayala demuestra un dominio sobre el método hegeliano-marxista. El libro está compuesto por cinco capítulos y su conclusión: capitalismo global; América Latina: reconsideración del problema de la dependencia; globalización y cambio cultural; cuestión social y capitalismo; neoliberalismo y ética.
Desde la Introducción, Ayala se aleja de interpretaciones mecanicistas y metafísicas, para señalar que la globalización: “…es un proceso abierto y en disputa, cuya ulterior conformación depende de la relación de fuerzas entre diversas clases…” (Pág. 5). Siendo que una característica del capitalismo es su expansión sin fronteras y que desde el siglo XVI existe lo que I. Wallerstein llama “sistema mundo”, Ayala se focaliza en las características específicas del capitalismo bajo la globalización actual.
De manera que define a la globalización como una realidad “compleja, multidimensional y móvil”, estructurada y jerarquizada, no una “amalgama”, que tiene “su base y condición general de posibilidad… su anatomía, en la economía política…” (Págs. 26 y 27). La globalización tiene cuatro dimensiones: económica, política, tecnológica y cultural, según Ayala.
Las cuatro dimensiones de la globalización
Respecto de la dimensión económica, llama a repudiar lo métodos que se focalizan sobre aspectos incidentales, abusando de la fenomenología y el método individualista, deshistorizando lo real. Por ende, a partir de la cita de Marx (“el problema de la historia es la historia del problema”), invita a comprender la globalización a partir de la historia del capitalismo como un sistema de explotación de clases.
Al abordar la dimensión tecnológica, propone repudiar la “fetichización tecnológica” que se niega a ver que todos los desarrollos en esta dimensión tienen como objetivo el aumento de la productividad del trabajo, es decir, la explotación de clase.
Sobre la dimensión político-institucional, Roberto Ayala recuerda que el objetivo de la ideología liberal, y neoliberal por extensión, no es otro que la “naturalización” del mercado (“reificación”, diría Lukacs). La globalización ha implicado una “ofensiva capitalista en la lucha de clases” (J. Hirsh), bajo los criterios neoliberales. Pero esta ofensiva es velada a través de una institucionalidad internacional (ONU, OMC, UE, OEA, etc.) que opera como legitimadora de las decisiones, impulsando métodos políticos que han reducido la democracia a una práctica restringida y una ciudadanía con derechos humanos reducidos.
En el plano de la cultura, “las industrias culturales (audiovisuales), organizan la canalización del placer hacia formas y ámbitos compatibles con la reproducción económica y social del orden vigente” (Pág. 52). A la vez que promueven un hiperindividualismo, la indiferencia social, el consumismo cosificante con derrapes escapistas.
La globalización desplaza a las burguesías ‘nacionales’ de su propio mercado interno.
El capítulo 2, donde se aborda el problema de la dependencia en América Latina, es uno de los más brillantes y donde se hacen aportes novedosos. Luego de polemizar con la teorías desarrollistas y de la dependencia, defendiendo la marxista teoría del imperialismo, Roberto Ayala sostiene que la fase de la globalización implica una nueva situación, un salto adelante de la internacionalización del sistema capitalista y dependencia de nuestros países.
La globalización implicaría un desplazamiento de los capitales nacionales en favor de los multinacionales imperialistas, una “tendencia general que desplaza a una posición subordinada, en su propio mercado ‘nacional’… su participación en el excedente internamente producido se reduce a una porción bastante menor… Desplazamiento en su propio mercado por el capital metropolitano…” que implica la derrota del proyecto capitalista autónomo en la periferia (Pág. 104 y 105).
Esta nueva realidad marca los límites y determina lo que pueden hacer los gobiernos “neodesarrollistas”, que algunos llaman “populistas” o “progresistas”.
Al respecto señala: “Cualesquiera que sean los avances puntuales, justamente apropiados y defendidos por los trabajadores y sectores populares como conquistas, en absoluto modifican la estructura socioeconómica interna ni las relaciones con la economía mundial, los mecanismos de la dominación permanecen inalterados… el neodesarrollismo no rompe con la lógica del sistema, se limita a buscar estrategias y políticas económicas heterodoxas que impulsen el crecimiento, mitiguen la desigualdad… No va más allá, aún en su versión de retórica más radical, de una variante de gestión del capitalismo periférico” (Pág. 119).
Las subjetividades moldeadas por la industria cultural

En lo que atañe a la globalización y el cambio cultural, Ayala empieza por señalar que tratar el tema de la cultura como una entidad separada de “las condiciones generales de existencia” es metodológicamente incorrecto porque rompe la unidad compleja de los social y lleva a caer en la metafísica idealista.

Las relaciones individuo / sociedad “se dan mediadas por objetos simbólicos, climas culturales,…, que refuerzan tendencias estructurales… las subjetividades adaptadas, integradas…” (Pág. 142). De ahí que proponga que una teoría de la acción social no puede despreciar los contextos históricos, que dan sentido a la acción, en esa perspectiva Ayala rescata el interaccionismo simbólico de G. H. Mead, y la fenomenología de Berger y Luckmann.

En una sociedad de clases como la globalizada capitalista, la industria cultural fabrica el clima cultural en que se forman las subjetividades individuales. “La modernidad burguesa se funda en el impetuoso desarrollo de las fuerzas productivas, pero se apoya en la colonización de la subjetividad. La interiorización naturalizada y mayormente inconsciente de las relaciones sociales imperantes” (Pág. 150).
Pero también se producen resistencias culturales, acciones subversivas y lucha de los oprimidos que no se reduce a la acción política o económica, sino que también es cultural. Estas respuestas son producidas por las evidentes contradicciones del sistema, en el que el gran desarrollo de fuerzas productivas no hace más feliz al ser humano, sino que la mayoría padecen sumidos en una vida frustrada por la miseria y el trabajo alienante (cuando lo consiguen).
Resistencias reaccionarias y resistencias revolucionarias
Ahora bien, el lado positivo del proceso en la visión de Ayala, es que “la globalización no es solo hamburguesas y coca cola, comporta todo un amplio espectro de normas y valores, ideologías y representaciones… (la) transculturización de los valores…” (Págs. 196 y 197). Esos valores no solo reproducen las relaciones sociales capitalistas, sino también conquistas democráticas que pertenecen a la humanidad y que confrontan valores y costumbres tradicionalistas, conservadoras y fundamentalistas arcaicas, pero que aún perviven.
De ahí que Ayala rescata el concepto de “sociedad abierta”, pese a provenir de uno de los más grandes voceros del liberalismo, Karl Popper. Y lo hace en el sentido siguiente: “El capitalismo da lugar a una forma social incomparablemente abierta respecto de todas las formas que le antecedieron, impulsando de esta manera un proceso de individuación y secularización…” (Pág. 203).
Por eso no hay que confundirse, no todas las resistencias son progresivas. Nos propone Ayala que diferenciemos de las diversas resistencias que genera la globalización aquellas que son de tipo reaccionario (“conservatismo atávico, exaltación teológico-trascendentalista, escapismo neorromántico, nihilismo epistemológico posmoderno o ingenuidad primitivista”) de las resistencias que, basadas en el pensamiento crítico, defiendan las conquistas democráticas de la modernidad, “sin el oscuro costado del capitalismo”.
De la caridad cristiana al enfoque neoliberal de las políticas sociales
En el capítulo IV se traza la historia de las doctrinas sociales, desde los siglo XIV al XVI, cuando se emitieron las primeras “leyes de pobres”, época en que se interpretaba la pobreza como castigo divino, y asignaba a las parroquias el deber de auxiliarla, mientras que el objetivo de esa legislación consistía en obligar a la fuerza de trabajo desplazada del campo a disciplinarse de manera forzosa en las nacientes manufacturas y la vida urbana, so pena de cárcel y virtual esclavitud.
El análisis histórico pasa por la consolidación del capitalismo en el siglo XIX, en que el problema social adquiere dos perspectivas coetáneas: la liberal ascética, que percibe la riqueza como premio al trabajo (Mandeville), pero que promueve un individualismo insolidario que llega al paroxismo con el darwinismo social de Spencer; por otro lado, como subproducto de la Revolución Francesa se visualiza el problema desde la “dignidad humana” que no debe permitir la degradación social extrema, de la cual surgirá perspectiva de Bismarck, que busca atenuar el conflicto social con políticas de mitigamiento en las que la atención a la pobreza se desplaza de las parroquias a un deber del Estado.
La crisis posterior a la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa (primer intento concreto de construir una sociedad sin explotación de clases), la quiebra de 1929 y los dramáticos acontecimientos políticos de ese período, parieron el Estado Benefactor (J. M. Keynnes) como una forma de salvar al capitalismo de sí mismo, regulando la economía y las relaciones sociales desde el estado, dando origen así a la verdadera “política social”. Pero el Estado Benefactor seguía siendo un estado capitalista que no podía superar sus contradicciones, dando paso el “boom” de la post guerra al estancamiento económico.
De esa crisis abierta en los años 70, se impone en la lógica del capital la doctrina neoliberal y su particular manera de enfocar el problema social, la cual arrecia a partir de la desaparición de la URSS, una de las amenazas a las que el estado de beneficio intentaba responder.
En “…la nueva fase de despliegue del capitalismo… la cuestión social sufre un replanteamiento correlativo…: retirada del estado, limitación fiscal, focalización, centralidad de la gestión de la pobreza (…), protagonismo del llamado tercer sector (ONG’s), alejamiento de los sectores medios de los servicios públicos y reorientación hacia el mercado, desplazamiento semántico de ‘igualdad’ a ‘equidad’”, con el consiguiente aumento de la pobreza y la desigualdad (Pág. 321).
En fin, que la política social no ha escapado al objetivo de reproducir las condiciones de existencia del capitalismo administrando la cuestión social.
Frente a la ética individualista del capitalismo la ética de la solidaridad, única garantía de la libertad individual
El capítulo dedicado al neoliberalismo y la ética inicia analizando la filosofía del grupo de Mont Pelerine, y su ideólogo, Fiedrich von Hayek, para quienes el “igualitarismo” del Estado Benefactor mataba la libertad individual porque la desigualdad era un valor positivo, ya que alentaba la competencia, de la que depende el progreso social, en la perspectiva neoliberal.
Bajo la lógica liberal el individuo lo es todo, la sociedad o colectividad o no existe, o es una coerción contra el primero. Cita a Mario Vargas Llosa: “La libre elección está en la base del pensamiento liberal. Y lo está como manifestación de su individualismo, de su cerrado rechazo del colectivismo, de la defensa que hace, frente a la pretensión ideológica de convertir lo social en una instancia moral o política superior a los hombres y mujeres particulares”. En palabras de Margaret Tatcher: “’la sociedad no existe’, sería un invento de los comunistas” (Pág. 354).
Ayala señala que en vez de libre elección, esta nefasta ideología liberal es egoísmo social, que pretende elevar a la ética las reglas convenientes al orden social capitalista. Esa ética liberal pretende naturalizar la desigualdad social y pone como su norte la competencia, y la división del mundo entre ganadores y perdedores, como algo “normal”.
Esa perspectiva egoísta del capitalismo es introducida por el clima cultural en la mente de los oprimidos “mediante una sutil operación de fragmentación (demolición) de la estructura de la personalidad del individuo… y el consecuente desarrollo de los rasgos de carácter típicos, timidez, vida interior pobre, reverencia ante el poder, subordinación servil, baja autoestima y pobre autoconfianza, formas estereotipadas de pensamiento, inclinación al pensamiento mágico y a la superstición, resentimiento, canalizado con violencia en la relaciones personales, o en la situaciones de anonimato del individuo-masa,…, desprecio hacia los de su propio entorno…” (Págs. 368 y 369).
De manera que la lucha por una sociedad superior al capitalismo sólo puede construirse desde una ética en que “la libertad personal está en función de sí misma, mediada por la aspiración y la lucha por la emancipación humana y el enriquecimiento de la vida. Lo cual quiere decir que solo se torna realizable, alcanzable, sobre la base de una sociedad emancipada (de la explotación y las desigualdades estructurales) y emancipadora” (Pág. 375).
“El liberalismo es una falsa defensa de la libertad y la defensa de una falsa libertad”, dictamina Ayala. Para él, “el yo humano solo puede actualizarse y ser entendido en el contexto condicionante y posibilitador del nosotros (la solidaridad es indispensable para el desarrollo de la individualidad); la consciencia/autoconsciencia solo puede surgir en la interacción; fuera de la interacción no hay sujeto humano…” (Pág. 382).
Crisis de la civilización es el fracaso de encontrar una salida al capitalismo
En sus conclusiones finales Roberto Ayala reflexiona sobre los grandes desgarramientos sociales, miserias y desigualdades que son producidos por este capitalismo del siglo XXI, llamado globalización o “capitalismo tardío”. Reiterando, con Rosa Luxemburgo, que la disyuntiva humana actual está entre conquistar el socialismo o retroceder a la barbarie. La incapacidad hasta ahora demostrada para conseguir el primer objetivo es lo que explica los síntomas de la llamada “crisis civilizatoria”.
“… sólo la acción consciente y decidida de los trabajadores, de todos los explotados y oprimidos, junto a la intelectualidad crítica y comprometida, siempre crucial, de todos aquellos, en fin que aspiran a un futuro de libertad, igualdad y solidaridad, puede abrir el horizonte a posibles vías de superación progresiva de la crisis civilizatoria a la que ha conducido el orden capitalista”, concluye.
Panamá, 11 de septiembre de 2016.

(tomado de Redacción Popular, Argentina)

Romero Losacco: Colonialismo se consolidó sobre el supuesto de la superioridad cultural

Romero Losacco: Colonialismo se consolidó sobre el supuesto de la superioridad cultural
21 octubre, 2016 • 0 Comentarios
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José Romero Losacco (der.). Foto: AVN (Rosalia Barreto)

La Cátedra de Historia Insurgente Federico Brito Figueroa contó este jueves 20 de octubre con la participación del antropólogo José Romero Losacco, quien habló sobre Divergencia y brecha colonial, en la sala Federico Brito Figueroa, ubicada en el Archivo General de la Nación. Romero Losacco es investigador del Centro de Estudios Sociales y Culturales de la Universidad Central de Venezuela y miembro fundador del Centro Internacional de Investigaciones Descoloniales. Su investigación ha girado en torno a la problemática del colonialismo a partir de una crítica radical de la modernidad y a la hegemonía cultural de occidente.
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Texto: Prensa MPPC / Fotos: AVN (Rosalia Barreto)

Tal como expresó, esta hegemonía se consolidó a partir de la difusión de la supuesta superioridad del occidental frente a las demás manifestaciones culturales. La narrativa de occidente se articuló desde el progreso y se estableció una línea ascendente en la cual esta cultura ocupa la vanguardia.

“La idea de occidente está articulada fundamentalmente desde la idea de progreso, pero a esto hay que sumarle la lectura crítica de hechos como la influencia decisiva del racismo y la esclavitud y la cristianidad como legitimadora”, agregó.
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José Romero Losacco (der.). Foto: AVN (Rosalia Barreto)

Esto trajo como consecuencia una historiografía y una periodización que permitiera justificar esa aparente preeminencia, mantenida por la tradición e incluso por intelectuales que abordan el tema pero que no analizan de manera crítica su propia historia. Por ello, los pensadores que se encarguen de desentrañar este tipo de temas deben hacerlo de una manera crítica, profundizando en el análisis de la historiografía más allá de su propio relato.

“Esa periodización se traslada luego al interior de nuestras regiones y empezamos a periodizar introduciendo en nuestras propias realidades conceptos y categorías que van en contra de la identidad de nuestros pueblos y hablamos de conquista, colonia, república y eso que ahora se llama historia contemporánea sin que nada de eso hable de lo que somos”, enfatizó Romero.

El antropólogo señaló que la aparente preeminencia occidental sólo ha sido posible a partir de lo que llamó, citando a Boaventura de Sousa, cuatro genocidios-epistemicidios, es decir, la eliminación no sólo de pueblos enteros, sino de sus creaciones culturales y el conocimiento en ellas contenido.
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José Romero Losacco (der.). Foto: AVN (Rosalia Barreto)

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Romero resaltó que a pesar de los años esta actitud occidental no ceja. Aun en pleno siglo XXI, la emergencia de la economía china deja ver los prejuicios bajo los cuales occidente construyó su hegemonía y a partir de los cuales pretende sostenerla.

El caso chino fue clave para Romero, quien demostró, a partir de un análisis profundo de las fuentes historiográficas, que el recelo que existe contra su cultura no es más que otra operación de extrañamiento, cuyo propósito es mostrar el peligro que corre el sistema-mundo si China se vuelve el centro del orden mundial.
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José Romero Losacco (der.). Foto: AVN (Rosalia Barreto)

Sin embargo, más de 50 años de debate y crítica contra el eurocentrismo y el occidentalismo han dado frutos, y los recelos dan paso a un nuevo examen sobre la exclusión cultural que lleva como bandera occidente allá donde va.

De hecho, para Romero Lossaco, los mitos bajo los cuales la hegemonía cultural occidental se extendió a la economía dejan ver que China no está haciendo nada que no haya hecho antes y que la grandilocuencia con la que se ha construido el relato del proceso a través del cual occidente accedió a la “cúspide” de lo humano es sólo parte de una forma bastante interesada de narrar la historia.

Romero mencionó dos puntos clave: la supuesta renuencia de China a participar en el comercio internacional y la “poderosa” revolución industrial que, a juicio del antropólogo, “ni fue tan revolución ni tampoco tan industrial”.

La crítica contra la actitud de China con respecto al comercio cumple una doble función negativa, pues desconoce los procesos internos del país y le da preeminencia a la actitud y al papel que tuvieron los comerciantes occidentes en la constitución de las relaciones de poder del mundo.
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José Romero Losacco. Foto: AVN (Rosalia Barreto)

Sin embargo, recordó que para 1830, cuando occidente se supone estaba en uno de sus momentos de mayor auge, era China la que representaba cerca de 30 % del Producto Interno Bruto mundial, lo que desdice la supuesta renuencia china al comercio.

Además, frente a la supuesta industrialización de Francia, Inglaterra y el resto de Europa y Occidente, el antropólogo recordó que en plena ebullición industrial Inglaterra, paradigma industrial según la tradición historiográfica, producía un poco menos hierro del que producía China en el siglo X.

Se trata de desmontar una operación de encubrimiento que occidente ha llevado a cabo una y otra vez, estableciendo un límite abismal aparentemente insalvable entre una cultura y otra.

Por ello, el investigador instó a los presentes a analizar de manera crítica la hegemonía occidental, pues sólo así es posible encarnar la divergencia y llevar a cabo un proceso de verdadera descolonización cultural, única forma de alcanzar la soberanía como parte de los pueblos del mundo.

Enrique Dussel: “Sin una descolonización del pensamiento no hay revolución.»

Enrique Dussel: “Sin una descolonización del pensamiento no hay revolución”
12 octubre, 2016 • 0 Comentarios
Foto: AVN

Foto: AVN

Fundador de la tendencia de la Filosofía de la Liberación, figura emblemática del pensamiento crítico latinoamericano, Enrique Dussel concedió una entrevista a Clodovaldo Hernández, de LaIguana.TV, durante su reciente visita a Caracas. En la conversación habló acerca de la coyuntura política latinoamericana, caracterizada por un reflujo de las fuerzas conservadoras y de la importancia que tiene la filosofía en la lucha de los pueblos por su definitiva emancipación.
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Fuente: LaIguana.tv (Clodovaldo Hernández)

Enrique Dussel es un filósofo y un trotamundos. Muchos son licenciados o doctores en Filosofía, o son profesores de la especialidad. Pero Dussel (Mendoza, Argentina, 1934) es un pensador en el sentido estricto de la palabra, más allá de los títulos, que también los tiene en cantidad (licenciatura de la Universidad de Cuyo, Argentina, doctorados de la Complutense de Madrid, Sorbona de París y Münster de Alemania, en Filosofía, Historia y Teología), y de las credenciales docentes que abarcan casas de estudio en todo el planeta, incluyendo el rectorado interino de la Universidad Nacional Autónoma de México, su patria adoptiva.

¿Y lo de trotamundos? Pues, para Dussel la filosofía no es un ejercicio de meditación en una torre de marfil, sino un contacto permanente con la realidad que se interpreta. Por eso ha recorrido Latinoamérica de cabo a rabo, y ha sido un intelectual trashumante, desde mediados del siglo pasado, en Europa, el Medio Oriente, África y Asia.
Entrevista Exclusiva Cara a Cara: Enrique Dussel

Mire este video en Youtube.

Fundador de la tendencia de la Filosofía de la Liberación, figura emblemática del pensamiento crítico latinoamericano, Dussel concedió una entrevista al equipo de LaIguana.TV durante su reciente visita a Caracas. En la conversación habló acerca de la coyuntura política latinoamericana, caracterizada por un reflujo de las fuerzas conservadoras y de la importancia que tiene la filosofía en la lucha de los pueblos por su definitiva emancipación.

Al respecto, expresó ideas como las siguientes:

Hoy, cuando se siente la carencia de Hugo Chávez, se aprecia más su importancia, pues él es considerado por la izquierda y por la derecha como un parteaguas, es un hombre que dejó muchas cosas y cuya falta se hace sentir.
Por distintos factores internos y externos, estamos en una situación que podría describirse como que habíamos dado dos pasos hacia adelante y ahora hemos dado uno hacia atrás, pero de ninguna manera puede hablarse de triunfo de la reacción. La historia es como un forcejeo, una dialéctica compleja a largo plazo, aun los triunfos también son cortos y hay que saber acumular fuerzas para los próximos dos pasos adelante.
Ahora, cuando les dan de pronto el frenazo, muchos de los que votaron (por Macri en Argentina, por la oposición en Venezuela, por el NO en Colombia) se van a dar de nariz contra la pared y se van a preguntar qué hicimos. A veces el pueblo, engañado por la prensa y por ilusiones, tiene que confrontar la realidad y hay un sufrimiento inevitable.
Hay que tener mucho cuidado para que en los próximos dos pasos adelante no volvamos a cometer los errores que hemos cometido. La etapa anterior debemos entenderla como una escuela.
Ahora ha cobrado una fuerza y el pensamiento crítico debe dar un horizonte de largo plazo, pues una revolución que no llega a una descolonización del pensamiento, sigue siendo colonial.
Estamos en una situación colonial agobiante, pero mucho más sutil que antes y mucho más extractiva de nuestras riquezas. Los españoles nos robaron pequeñas cosas. Ahora nos roban hasta el alma.
A medida que voy creciendo, ganando años, pero no perdiendo juventud, voy viendo más la importancia de la filosofía
La filosofía permite saber que lo que nos proponen son fantasías e ir a la esencia de las cosas. Y ese es el origen de cualquier revolución. No quiero ponerme a citar clásicos, pero alguien dijo que una revolución sin teoría no es revolución.
La filosofía hay que pensarla por su contenido político, económico, psicológico porque el asunto no es hablar, sino de qué hablo.
Cuando le preguntan a un shamán, en una comunidad indígena quiché o guahibo, el sentido de la muerte, él cuenta un mito y le da un sentido. El filósofo puede comparar el distinto sentido que ha dado a la muerte cada civilización.
En Venezuela, la crisis se plantea en términos filosóficos entre gente que quiere dar de comer al hambriento y gente que, en nombre de principios modernos, están en contra de ese aspecto fundamental del cristianismo. Lo que les interesa es alimentar al capital.
La situación va a cambiar, pero no mañana ni pasado, ni en diez años, se va a llevar todo el siglo XXI. El que quiera hacer la revolución a fondo en vida, es un iluso, las revoluciones se hacen por siglos. Hay que echarse una mochila al hombro, de mucha alegría, y entrar a la historia, porque si no tienes alegría no vas a aguantar. Dimos un pasito atrás, ya veremos más adelante cuándo damos los próximos dos hacia adelante.

A continuación, una versión del diálogo completo de Dussel con el periodista Clodovaldo Hernández:

-En América Latina veníamos avanzando hacia una etapa de desarrollo de las fuerzas progresistas, y con ello de la discusión de temas como la descolonización y una nueva ética política, pero en los últimos años ha habido retrocesos por vía electoral o por otras vías. Usted, como el trotamundos que ha sido, ¿diría que va a triunfar la reacción, que va a imponerse la doctrina que nos estaba arropando en los años 90, el neoliberalismo, el fin de la historia, la postmodernidad?

-Bueno, el imperio, Estados Unidos, ha ido siempre modificando sus prácticas para detener la emergencia de los pueblos latinoamericanos. En algún momento fueron las dictaduras militares, después fue el atractivo de la expansión de las trasnacionales y el neoliberalismo. Pero, efectivamente, desde el fin del siglo XX, desde 1999, y debe decirse que por influencia de la experiencia muy particular de Venezuela, hemos presenciado el avance de las fuerzas progresistas. Hoy, cuando se siente la carencia de Hugo Chávez, se aprecia más su importancia, pues él es considerado por la izquierda y por la derecha como un parteaguas, es un hombre que dejó muchas cosas y cuya falta se hace sentir.

Pero no se trata de individuos, sino de estructuras más generales, y de ahí en adelante (desde la Revolución Bolivariana) vivimos lo que llamamos la primavera política de América Latina, con Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Brasil. Eso amplió la fisonomía de América Latina. Así lo reflejé en un libro de 2006, titulado Veinte tesis políticas, en el que planteaba que hay que repensar la política desde esta primavera. Por distintos factores internos y externos, estamos en una situación que podría describirse como que habíamos dado dos pasos hacia adelante y ahora hemos dado uno hacia atrás, pero de ninguna manera puede hablarse de triunfo de la reacción. La historia es como un forcejeo, una dialéctica compleja a largo plazo, aun los triunfos también son cortos y hay que saber acumular fuerzas para los próximos dos pasos adelante. Y esos pasos tendrán que darse porque estos gobiernos que están surgiendo, y hasta el NO de Colombia, están demostrando que sí, el pueblo ha sido desorientado. En el caso de Argentina, la gente que votó por Macri, en gran parte, ya está arrepentida y sufriendo los efectos.

Con el pueblo brasileño va a pasar exactamente igual. Estaban montados sobre la alegría de los logros y lo que querían era disfrutarlos. Perdieron de vista que esos logros se habían alcanzado gracias a una conducción severa, objetiva, que había defendido los intereses del pueblo. Ahora, cuando les dan de pronto el frenazo, muchos de los que votaron se van a dar de nariz contra la pared y se van a preguntar qué hicimos. A veces el pueblo, engañado por la prensa y por ilusiones, tiene que confrontar la realidad y hay un sufrimiento inevitable. Claro que sufren más los que vieron el peligro, los que estuvieron en contra, pero también los que se dejaron atraer por espejitos. Hay que preparar los dos pasos adelante. Entender que no hay triunfo de los que están gobernando y tampoco la izquierda progresista debe creer que los logros que había alcanzado eran definitivos, toda vez que son muy perecederos, y aceptar que se han cometido errores, ha habido corrupción. El militante, a veces, es austero, disciplinado y luchador mientras está en la base, pero al llegar a posiciones de poder tiene un salario alto, se compra un auto, cambia de casa, y resulta que se corrompió. Hay que tener mucho cuidado para que en los próximos dos pasos adelante no volvamos a cometer los errores que hemos cometido. La etapa anterior debemos entenderla como una escuela.

-Esos próximos dos pasos adelante tienen mucho que ver, según numerosos análisis, con que haya una revolución cultural, que en la mente y en el alma de las personas se produzca de verdad un cambio revolucionario. ¿Que faltó en esta primavera para instaurar esa revolución en el terreno cultural?

-Bueno, uno ha estado entregado a este mundo de la filosofía desde los quince años de edad y ve la complejidad de este lenguaje de lenguajes, este metalenguaje muy complejo, que es una cierta visión orgánica, argumentada, histórica de la realidad. Es lo que va detrás de siglos, del pensamiento de Platón en Grecia, de Confucio en China o del Upanishad en la India. Y lo que estamos descubriendo es un pensamiento crítico que en América Latina comenzó hace cuarenta años. Cuando planteamos una filosofía latinoamericana de liberación se le quiso dar un sentido anecdótico. Lo profesores en Estados Unidos y Europa lo veían como el producto de una incultura, no de una cultura latinoamericana. Teníamos que golpear las puertas de las universidades, y nos rechazaban, no nos permitían ser profesores. Ahora (esta doctrina) ha cobrado una fuerza y el pensamiento crítico debe dar un horizonte de largo plazo, pues una revolución que no llega a una descolonización del pensamiento, sigue siendo colonial. Ni la izquierda esta vacunada de seguir siendo colonial. Hasta los sectores más vanguardistas, entre comillas, porque son dogmáticos.

La tarea es difícil, pero ya la empezamos. Lo que debemos es tomar conciencia de cosas que estamos elaborando, que no dependen de EEUU o Europa, es algo nuestro porque partimos de una realidad distinta, hemos aprendido a pensar y ahora tenemos que ser responsables y hacer cambios mucho más profundos. Debemos tomar conciencia de que tenemos en la cabeza, en el fondo, una interpretación eurocéntrica de todo, tan profunda que cuando uno da ciertos ejemplos, la gente se espanta porque cómo es posible que yo viera las cosas de un modo tan unilateral, a la europea, negándome a mí mismo y justificando la dominación que sufría. Debemos entender que el último nivel de la dominación, y al mismo tiempo de la transformación histórica, es una cierta visión del mundo.

Y a eso hoy le hemos llamado descolonización epistemológica. Epistéme significa ciencia, por lo que sería una descolonización filosófica, científica y tecnológica. Tenemos que ver que nuestro mundo latinoamericano, el que tenemos por delante, es colonial. No debemos seguir creyendo que ya en 1810 o 1820 nos liberamos de España y pasamos a ser independientes, pues caímos en manos de Inglaterra y EEUU, y por eso, como lo habían dicho Mariátegui y Martí, nos toca la segunda emancipación. Estamos en una situación colonial agobiante, pero mucho más sutil que antes y mucho más extractiva de nuestras riquezas. Los españoles nos robaron pequeñas cosas. Ahora nos roban hasta el alma. La dominación no es que haya un soldado en un destacamento español a cientos de kilómetros, sino que se metan en nuestras camas con la televisión y la propaganda. Por ejemplo, la oposición a esta Revolución Bolivariana es no solo de un conservadurismo económico, político, burgués, liberal: es histórica, cultural, y hasta espiritualmente y cristianamente colonial, no saben pensar lo nuestro, desprecian lo nuestro. Y el mismo pueblo a veces, tal es la influencia de la educación, los medios de comunicación, la televisión, llega a despreciarse a sí mismo y anhela salir. No podrá hacerlo, tendrá que aprender a revalorizar lo propio y a partir de allí construir un proyecto de felicidad.

-Venezuela vive una crisis bastante grave desde los puntos de vista económico y social. Y eso lleva a una vieja pregunta que mucha gente se ha hecho: ¿para qué sirve la filosofía?, y en casos como el nuestro, ¿para qué sirve cuando la persona está pasando necesidades o tiene hambre?

-Debo decir que esto es una convicción que he ido acumulando con los años, desde que era un joven licenciado de 23 años, hace casi 60. A medida que voy creciendo, ganado años, pero no perdiendo juventud, voy viendo más la importancia de la filosofía. No es un asunto de comer hoy, es comer mañana. Es, como decía un líder asiático, no es cuestión de darle a alguien, como limosna, un pescado, sino de enseñarle a pescar (bueno, si hay pescado, si el capitalismo no los ha matado a todos).

Considero que es tanta la importancia de la filosofía que hasta me extraña que me pregunten para qué sirve. Sirve para cambiar el cerebro, la interpretación, para poder ver lo que nos están haciendo. Porque aparte de eso solo hay apariencias, la Coca Cola, la riqueza, el modelo americano… y los mismos ciudadanos americanos están completamente desilusionados de lo que son. Basta ver los dos candidatos que tienen. El pueblo no cree en ellos. Y ese pueblo, que parece ser la imagen de la democracia es un pueblo barbarizado, voy a atreverme a decirlo. Se le dan las noticias que convienen, casi todas norteamericanas. Van a Siria y la destruyen sin siquiera saber lo que es Siria.

Destruyeron Alepo sin saber nada de ese lugar, destruyeron Bagdad, que es el centro de una cultura mundial, el origen de las matemáticas modernas, de la astronomía, un lugar donde vivieron grandes filósofos aristotélicos, que luego pasaron a Fez, a Córdoba y apenas llegaron a París en el siglo XIII. Bagdad es la Mesopotamia, el origen la cultura humana, allí estuvo Hamurabi, allí estuvo el pueblo de Israel en el exilio, allí empezaron a escribir la Biblia, en estilo cuneiforme. Y el señor Bush, que se dice cristiano fundamentalista de derecha, es un ignorante que no ve ni lo que tiene delante de la nariz, destruyó Bagdad sin saber que destruía la cuna de la Biblia. Bueno, la filosofía permite saber que lo que nos proponen son fantasías e ir a la esencia de las cosas. Y ese es el origen de cualquier revolución.

No quiero ponerme a citar clásicos, pero alguien dijo que una revolución sin teoría no es revolución. En ese sentido, Hugo Chávez era un estadista excepcional en todo el mundo, que leía y estudiaba, que cuando hablaba mostraba los libros que había leído en la semana. ¿Qué presidente hace eso? Por cierto, los adversarios siempre se opusieron por atavismos eurocéntricos. Me gustaría ponerlos a discutir con mis colegas de la universidad y poderles probar que tienen una suma ignorancia, pues se dedican, cuando mucho, a comentar a los europeos. Les preguntan, ¿usted qué es?, y responden kantiano; ¿y usted?, hegeliano; ¿y usted?, comentador de Habermas… Señor, son repetidores, ¿dónde está la filosofía nuestra?, ustedes no son filósofos. Les llamo sucursaleros y lo son, de vergüenza. No se dan cuenta de que ni sus líderes los quieren. ¿Usted cree que Habermas va a querer a alguien porque está propagando su pensamiento? No, no lo va a respetar porque no ha hecho nada. El punto sería que criticara a Habermas y fuera más denso que él, desde Venezuela. Allí sí, hasta el propio Habermas diría “este me está serruchando el piso desde una situación distinta”. Pero no se animan porque son cobardes políticamente e ignorantes teóricamente.

-Usted ha postulado la necesidad de impulsar una filosofía de los pueblos originarios latinoamericanos. ¿Cómo puede instrumentarse esa filosofía, tomando en cuenta que en su mayoría fueron pueblos sin una lengua escrita?

-Mire, dice Aristóteles, y luego lo reiteraron Platón y los demás griegos, que el filósofo es mitopoyético (creador de mitos). Porque el mito es método para hacer filosofía, contra lo que piensan algunos analíticos, formalistas del lenguaje anglosajones que hoy tienen el poder político y filosófico en casi todos los departamentos de Filosofía en la Tierra y a los que solo les interesa el habla. La filosofía hay que pensarla por su contenido político, económico, psicológico porque el asunto no es hablar sino de qué hablo. El mito, decía mi profesor en la Sorbona, muy famoso, Paul Ricoeur, que el mito es un relato racional basado en signos. Si es racional das justificación, argumentas simbólicamente, no unívocamente. Hay que tener hermenéutica para saber interpretar los mitos para ver el contenido racional, no la parte estúpida, para chiquillos o inventada. El sabio crea mitos en el sentido de que pone relatos que son muy difíciles de interpretar. Por ejemplo, el relato de Adán y Eva es un mito en el sentido de Ricoeur, es una cosa muy seria, muy racional, no es para chicos, es para grandes, está cifrado simbólicamente. El tema no es el pecado original, sino la estructura de la falta moral hoy y siempre.

Es un relato que corrige otro mito, el de Gilgamesh en la Mesopotamia, en el siglo V antes de la era común o cristiana, hace 25 siglos. Si yo leo solo al mito adánico, no entiendo nada porque no sé a quién corrige. Es un mito absolutamente actual, que me enseña cosas que en cada época puedo leer. El mito es un gran instrumento de la filosofía. Dirán que el mito no es filosófico, pero la filosofía tampoco es ciencia, sino que piensa el principio de la ciencia. El geómetra es un científico, pero el filósofo se pregunta qué es el espacio. El matemático es un científico, pero el filósofo indaga qué es un número, qué es la cantidad, va al fundamento de la ciencia. Cuando a un shamán, en una comunidad indígena quiché o guahibo, le preguntan el sentido de la muerte, él cuenta un mito y le da un sentido y el filósofo puede comparar el distinto sentido que ha dado a la muerte cada civilización. Eso ha sido clave porque unos, como los griegos, los hindúes y los indoeuropeos, decían que muere el cuerpo, pero el alma es inmortal. En cambio, los semitas, los de Babilonia, los palestinos, los egipcios, decían que muere todo el ser humano, pero luego resucita. Otro mito. Ninguno de los dos se puede probar científicamente, pero cada uno le da un sentido diferente a la vida. Si yo creo que el alma es lo bueno, lo divino, lo ingenerado y eterno, el cuerpo es el origen del mal, tener deseos sexuales es pecados, como creyó el pobre San Agustín.

Osiris, tres siglos antes del fundador del cristianismo y 19 siglos antes de Engels y Marx, le preguntó al muerto: “¿Qué has hecho de bueno en la Tierra?”, y el muerto le respondió: “Le di de comer al hambriento, de beber al sediento, de vestir al desnudo y una barca al peregrino en el Nilo”. Todos eran principios vitales, relacionados con la carne. Para los semitas y para el fundador del cristianismo, dar de comer era la primera obligación, eso es una política, una economía, una concepción del mundo. En Venezuela, la crisis se plantea en términos filosóficos entre gente que quiere dar de comer al hambriento y gente que, en nombre de principios modernos, están en contra de ese aspecto fundamental del cristianismo. Lo que les interesa es alimentar al capital. El filósofo les muestra su contradicción. Así ocurre en otros países. Vengo de Colombia, allá hay un tal Uribe, un gánster.

Es un país católico y ahora hay un papa que dice que la paz es importante, pero el señor Uribe dice que el papa es castro-cheguevarista. Y no vaya a ser que tenga razón, pero para el bien, porque él es un adorador de Satán. Satán come seres humanos, igual que el capitalismo. Pero Uribe jura que es cristiano. Lo que hablo no es una crítica de doce o quince años, sino de toda una historia mundial de 5 mil años, que ahora está en ebullición porque se acaba el eurocentrismo, la China y la India comienzan a crecer y habrá un mundo multipolar. La situación va a cambiar, pero no mañana ni pasado, ni en diez años, se va a llevar todo el siglo XXI. El que quiera hacer la revolución a fondo en vida, es un iluso, las revoluciones se hacen por siglos. Hay que echarse una mochila al hombro, de mucha alegría, y entrar a la historia, porque si no tienes alegría no vas a aguantar. Dimos un pasito atrás, ya veremos más adelante cuándo damos los próximos dos hacia adelante.

Cuba promueve en UES Doctorado en Filosofía

Cuba promueve en UES Doctorado en Filosofía

San Salvador, 21 de octubre de 2016 (SIEP) “Es para nosotros motivo de mucha satisfacción y alegría iniciar este Curso Propedéutico, que será facilitado por la Dra. Yohanka del Río, como parte del Doctorado que realizaremos junto con el Instituto de Filosofía de Cuba” indicó el Maestro Guillermo Campos, Jefe del Departamento de Filosofía de la Universidad de El Salvador, UES.

Agregó que “es justo mencionar que este esfuerzo es resultado también de nuestra relación académica estratégica con el Centro de Estudios de El Salvador, CEES, con quienes compartimos la visión de una filosofía de naturaleza emancipadora, así como hemos realizado ya diversas actividades conjuntas.”
Explicó que se abrió el Curso Propedéutico “para 30 profesionales de la UES, en particular para docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias y Humanidades, ya que uno de los objetivos es el de capacitar personal para que en un futuro cercano este Doctorado en Filosofía se realice de manera presencial en nuestro país.”
Concluyó afirmando que “no es casual que este Doctorado lo iniciemos con Cuba Socialista, sino que responde a nuestra tradición como conciencia crítica de nuestra sociedad, y al desafío planteado en este momento de ofensiva neoliberal, de formar profesionales con una mentalidad crítica, comprometida y propositiva.”

Carta a los jurados de los premios Nobel: Guerra y paz, Bob Dylan y Juan Manuel Santos

Carta a los jurados de los premios Nobel: Guerra y paz, Bob Dylan y Juan Manuel Santos
Por Paolo Lüers14.oct.2016 | 20:03
Distinguidos letrados:

Ustedes tienen el poder de marcar rumbo con los premios que otorgan. Detrás de los premios Nobel, sobre todo de Paz y de Literatura, hay una enorme autoridad ética e intelectual. El peso mundial de los Nobel les da un gran poder a ustedes, quienes año por año escogen entre cientos de personalidades a los mejores. Para nosotros, los mortales, resulta difícil criticar los criterios que aplican. Pero nadie es infalible… A mi humilde criterio, esta vez acertaron con el Nobel de Literatura, y fallaron con el Nobel de Paz.

El jurado noruego al cargo del Nobel de Paz quería premiar los esfuerzos de los colombianos por superar una estúpida guerra de 52 años y alcanzar la paz. Implacable decisión. Pero no es al presidente Santos a quien tenían que premiar. Pocas veces son los poderosos, los presidentes, que merecen ser premiados. Si ustedes hubieran dado el Nobel de Paz 2016 a las víctimas de las FARC, de los paramilitares y de los excesos represivos de la Fuerza Armada que se unieron para apoyar una paz con justicia y reconciliación, mejor servicio hubieran dado al proceso de paz en Colombia. Valorar el papel de los políticos como Santos o Uribe es tarea del pueblo colombiano, y este jurado todavía no tiene veredicto. Intervenir con el Nobel de Paz para Santos en la disputa interna de los colombianos sobre el cómo de la paz, no es tarea de ustedes, y compromete el prestigio moral del Nobel, igual como lo hizo su decisión de premiar a Barak Obama.

En cambio, me encanta la decisión sabia que tomó el jurado sueco al dar el Nobel de Literatura a Bob Dylan.

Franz Josef Wagner, el columnista alemán a quien robé la idea de las cartas, escribió en su “Correo de Wagner”:
Querido Bob Dylan: Te escribo escuchando “Blowin’ in the wind”. Lo escuché por primera vez en los años sesenta. Fue una locura: Todos escucharon esta canción.
Fue nuestro himno. “Blowin’ in the wind” fue un medio de transporte, nos movilizó, nos transformó. La canción resultó más poderosa que las armas. En los años sesenta reinaba la guerra de Vietnam. Ya era tiempo que Bob Dylan recibiera el Nobel de Literatura. “Blowin’ in the wind” es gran literatura. Literatura no es escribir bonito. ¿Cuántos idiotas no figuran en los ranking de los bestsellers?

Tuve la suerte de estudiar literatura con un gran escritor y maestro, Walter Höllerer, quien fundó en la Universidad Técnica de Berlín el “Instituto del Lenguaje en el Siglo Tecnológico”. Nos puso a analizar, con los métodos de la lingüística y de la ciencia de la literatura, formatos como películas, reportajes, música Rock, comics, telenovelas, películas, spots de televisión – a la par de novelas, poemas, y obras de teatro. En este instituto se prepararon futuros escritores, catedráticos, dramaturgos, editores, periodistas, directores de cine – y Höllerer nos obligó a todos explorar el potencial de todos los formatos de la literatura.

Me tocó escribir, como tesis, un análisis sobre cómo el nuevo lenguaje combinado de fotografía, música pop, y reportaje de guerra marcó la manera como mi generación, en todo el planeta, procesó la guerra en Vietnam. En esta investigación, Bob Dylan y el fotógrafo Eddie Adams de AP (quien hizo la foto del jefe de la policía de Sur Vietnam ejecutando a un prisionero), jugaron un papel mucho más importante que Jean Paul Sartre, Bertrand Russel y Julio Cortázar con su “Vietnam Tribunal”. Cité estas líneas de Bob Dylan: “There's the battle outside raging/It'll soon shake your windows and rattle your walls/For the times they are a-changing/Come mothers and fathers/throughout the land/and don’t criticize/what you can’t understand/your sons and daughters are beyond your command” (“ahí fuera está rabiando la batalla/pronto sacudirá sus ventanas/y hará temblar sus muros/porque los tiempos están cambiando/vengan padres y madres/de todo el país/no critiquen lo que no saben entender/sus hijos e hijas están fuera de su control”) – y otros versos de John Lennon, Edwin Starr, Jimmy Hendrix…

Felicidades por la valiente decisión del jurado sueco de ampliar el concepto de literatura; y un llamado al jurado noruego que no sigan usando criterios de conveniencia política para otorgar el Nobel de Paz.

Disculpen el atrevimiento, pero los premios Nobel son patrimonio de la humanidad.

Saludos, Paolo Lüers

Fugaz

A mi me toca decir que seré la persona
Que siempre estará ahí
Para mirarte cuidarte y también expresarte
Y dar mi vida por ti

Las veces, que sea necesario
Esconderte, tras de un armario
Y cobijarte las noches y abrazar tu llanto
Y ser tu héroe, tus risas, tus juegos, tu sueños, tu canto

Y dibujarte castillos con sueños perdidos
Volvértelos realidad
Y resanar las paredes de tu cuerpo herido
Para que pueda amar

Tu sueño personal el mas inesperado
La estrella que alumbra el hilo de tus pesadillas
Y sigiloso meterme bajo tu cama
Y ser por siempre el que a toda hora cuide de tu alma

Y ser tu sueño fugaz
Y ser tu sueño fugaz
Y ser un sueño fugaz que de paso te convierta
El rostro en una canción
Y ser tu ocaso y tu aurora
Quien por las noches te devora
Ser de tu mente un pensamiento
Que vuela a traves del tiempo

A mi me toca decir que seré la persona
Que siempre estará ahí
Para mirarte cuidarte y también expresarte
Y dar mi vida por ti

Las veces, que sea necesario
Esconderte, tras de un armario
Y cobijarte las noches y abrazar tu llanto
Y ser tu héroe, tus risas, tus juegos, tu sueños, tu canto, y ser un sueño fugaz