Consistencia, desafíos y peligros de la cultura cubana frente a las tácticas imperiales

Consistencia, desafíos y peligros de la cultura cubana frente a las tácticas imperiales
Por: Luis Toledo Sande

20 octubre 2016
Más que a una celebración anual, la feliz expresión fiesta de la cubanía merece dar nombre a una actitud cotidiana que aúne júbilo y seriedad en el sentido de trascendencia que debe regir los actos mayores del pueblo cubano. Ese logro no cabe confiarlo a la espontaneidad. La cultura de Cuba tiene la fuerza heredada de su fragua: los preparativos y la lucha armada por la liberación, de la cual, ya arrancada a un imperio, otro la despojó. No en vano su Día de bautismo honra a la primera guerra de independencia en que se alzó la nación que se gestaba, y al estreno en sus inicios, y ya con letra, de su Himno. Por ese camino se llegó a la victoria de 1959, que los gobernantes de los Estados Unidos se han negado a aceptar.
Todo eso es conocido, y merece conocerse cada vez más. Pero la cultura cubana es relativamente joven, y ello, junto con los bríos que la han mantenido viva y en desarrollo, suscita asimismo la falta del sedimento propio de culturas milenarias, y que pueden suplir la conciencia de lo que se es y se quiere ser, y el entusiasmo, pero no el embullo irresponsable, capaz de conducir a deformaciones y trampas funestas. Es necesario estar atentos a los peligros y a los desafíos que la cultura cubana tenga ante sí, y que la ciudadanía deba vencer para cuidar lo que el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, ha llamado el escudo de la nación.
Ahora que se habla de la posible normalización de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, hay muchas cosas en que pensar, o continuar pensando. Una de ellas, no por fuerza la más importante, radica en cuánto al imperio le convendría que, tras el hipotético y esperado fin del bloqueo contra Cuba —llamada por el césar a olvidar la historia, como si el pasado no viviera en el presente y en la marcha de este hacia el futuro—, se le concediera el derecho de seguir utilizando libremente, sin desembolso alguno, el cine de los Estados Unidos. A él, además, como a todo lo del país que representa, suele regalársele el gentilicio americano, con lo que se acepta —y que sea de modo inconsciente no mengua el peso del hecho— la geofagia que desde su fragua aquella nación abrazó hasta en el idioma.
Propiciar que pululen películas del país imperial en Cuba —donde acaso también haya productos audiovisuales de factura nacional marcados por el influjo estadounidense— la llenaría de caballos de Troya portadores de mensajes. Ya prosperan confusiones hasta en planos tan sensibles y representativos como los símbolos. Para ahorrarme argumentaciones que están en textos publicados me permito una autorreferencia bibliográfica: antes y después del 17 de diciembre de 2014 vengo insistiendo sobre el tema en artículos como “¿Banderas nada más?”, “Más que banderas”, “Porque si está la bandera…” y, hace apenas días, “¿Se trata de símbolos?”. Se localizan con relativa facilidad en la red y, el primero de ellos, en la edición digital y en la impresa de la revista Bohemia.
De distintos modos atañen a un tema que he tratado en más artículos, como “Cuba y los Estados Unidos: otra etapa”, aparecido en Cubadebate escasos días después de aquel 17 de diciembre, y reproducido en varios sitios más. A partir de aquella fecha parece haberse disparado algo que venía de antes. El uso, bueno o malo, acertado o desorientado, de los símbolos remite a realidades que los desbordan, y en nuestro caso, se mezcla con muestras de trato irrespetuoso a la bandera y al Himno de la patria la invasión del país por banderas estadounidenses. Ante ello sería irresponsable permanecer indiferentes. Pero ya el hecho se observa, cada vez más, hasta en vehículos de propiedad social que se usan no solo en dependencias subalternas, sino en organismos centrales del Estado.
Para no decir otra cosa, sería candoroso menospreciar semejante señal, y asumir que lo que se despliega en automóviles o se lleva estampado en prendas de vestir, en el calzado y en otros artículos, es no más que la bandera de un pueblo. Por esa condición merece respeto, sí; pero dicho pendón es también, sobre todo oficialmente, el de la potencia que ha generado y genera guerras de rapiña en todo el mundo, y ha intentado estrangular a Cuba por hambre para que se rebele contra el afán socialista y retorne al capitalismo.
Ese es el fin perseguido por el bloqueo económico, financiero y comercial que perdura y ha tenido consecuencias calamitosas para la economía y el pensamiento del país bloqueado. Los estragos en la primera se han contabilizado en cifras colosales, y en el segundo han funcionado de dos modos contradictorios pero que se refuerzan mutuamente: de un lado, la idea de que las carencias sufridas por Cuba se deben a causas internas; del otro, la inercia generada en la justificación de deficiencias propias que no siempre ni por completo se deben al bloqueo.
Pero el bloqueo no ha sido la única acción del imperio contra Cuba: le ha hecho sufrir asimismo una invasión armada, bandas de alzados criminales, ataques terroristas como el de Barbados y otros hechos sangrientos. Tal es el imperio cuyo césar anunció en 2104 que esa política no ha dado los resultados que sucesivas administraciones en su potencia esperaban, por lo cual él y su equipo —encarnación de una línea que viene dando tumbos por lo menos desde John F. Kennedy pero no ha podido imponerse sobre la más burda y retrógrada— entienden necesario buscar otra táctica, para conseguir los mismos fines. Así lo ha dicho el propio césar, desfachatadamente, como corresponde a un emperador. Si hay quienes optan por dejarse engañar no es responsabilidad de ese mandatario.
Reconocer que Cuba necesita el levantamiento del bloqueo, y el cese definitivo de otros crímenes que ella ha venido padeciendo, no obliga a ignorar los rejuegos del imperio. Para vendernos las tácticas de la zanahoria y disimular las del garrote visitó el césar La Habana este año. Me hallaba entonces en España, y algunas personas amigas, solidarias con Cuba pero a menudo con la vista empañada por la distancia y por vivir otras realidades, me preguntaban si tal visita nos haría daño. Les respondía en dos partes. La primera: “Confío en la mayoría de mi pueblo y en nuestra historia revolucionaria”. La segunda: “Espero que la visita no nos dañe más que el bloqueo”.
En ambos casos fui sincero. Pero, estando donde estaba, confieso que no pude sustraerme a recordar una frase que el escritor español Manuel Vázquez Montalbán acuñó para comparar el odioso régimen franquista con las ilusiones propaladas por una transición democrática que algunos han llamado transacción: “Contra Franco estábamos mejor”. Cuba merece que su pueblo logre librarse del bloqueo sin aceptar derivaciones por las cuales se pudiera decir luego: “Contra el bloqueo estábamos mejor que sin él”.
También sinceramente creo que el césar obtuvo logros con su visita. Bastaría saber que, gracias a nuestra televisión —no a la que ofende con su nombre a José Martí—, entró en los hogares y escenificó su papel de tipo simpático. Algún comentarista, en opinión difundida en un medio digital nuestro, llegó a sostener que merecía ese premio por haber venido a Cuba a traernos paz. Y de una cita que el césar hizo del artículo “Tres héroes”, de La Edad de Oro, una cubana dijo a una agencia de prensa de otro país que el gobernante imperial había venido a descubrirnos un Martí que ignorábamos.
Así dijo, a pesar de ser un texto martiano tan conocido, en particular la cita: “Libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía”, una máxima que, por si alguna vez alguien la hubiera olvidado, deberíamos poner en el pórtico de nuestra Constitución socialista junto a otras palabras de Martí que allí ocupan merecido espacio. Ante actos de alabarderismo como aquellos mencionados, indignarse sería poco para un patriota consciente, aunque vinieran de la ignorancia, y no cabe la resignación de considerarlos casos aislados, porque no es seguro que lo sean tanto como quisiéramos.
Otras expresiones verbales y fácticas hablan también de la existencia de hijos e hijas de Cuba prestos a dejarse confundir por la prédica cesárea. Que sean una minoría no es motivo para desconocer ese hecho o restarle importancia. Con razón esas actitudes se han percibido relacionadas con la posibilidad de ver en el césar un salvador, en el camino abonado por la cultura imperial desde los muñequitos hasta el cine, pasando por cuantos terrenos haya podido ella pisar, muchas veces con destripamiento de indios y negros.
Honestidad le faltará al césar, no astucia. Hace poco tiempo visitó Japón, y, aunque en plena ceremonia protocolar un ministro local le recordó abusos cometidos por militares de los Estados Unidos en Okinawa, evadió el elemental deber de pedir perdón al pueblo japonés por hechos tales y, sobre todo, por la barbarie de Hiroshima y Nagasaki. Pero, de haber pedido perdón, ¿habría sido sincero? De paso por Vietnam, ¿no coqueteó aviesamente con ese país, al que la potencia del Norte y sus aliados quisieran utilizar contra China? El tema daría para mucho más, pero apúntese que a la patria de Ho Chi Minh, tan castigada como fue por la salvaje agresión del imperio, al que derrotó, el césar intentó camelarla citando supuestos o reales elogios hechos a su arroz por Thomas Jefferson.
Si avala lo dicho sobre un cereal por ese político —uno de los fundadores de la nación construida a base de usurpaciones que empezaron por los territorios de los pobladores originarios, y se explayaron—, ¿no cabe suponer que abraza también su idea, plasmada en 1820, pero incubada desde antes, según la cual Cuba debía pertenecerles a los Estados Unidos? El entonces presidente de ese país, y autor de su Declaración de independencia, no se quedó en la idea: le instruyó a su secretario de Guerra tomar a Cuba cuanto antes. Tal pensamiento dio origen, en 1823, a la formulación de la llamada teoría de la fruta madura y, en 1898, a la intervención que le arrebató a Cuba el triunfo que ella había probado merecer contra el colonialismo español.
Hoy la invasora presencia de la bandera de los Estados Unidos en Cuba rinde tributo factual a ese pensamiento. A quienes dicen que la exhiben porque les resulta difícil adquirir una enseña cubana, ¿les vamos a creer, aunque tal dificultad sea cierta? Si ostentan la de los Estados Unidos, ¿aman tanto la de su patria? Fuera del uso atenido a protocolos oficiales, otros motivos para tal exhibición puede haber, y ninguno debe resultarnos indiferente. Si es fruto de la indolencia, o del desconocimiento de lo que esa bandera significa para Cuba, algo anda mal en nuestra educación y en nuestra propaganda política, y en parte de nuestro pueblo. Si la causa es simpatía por el imperio, estamos en presencia de una actitud que lleva por directo —o viene de él— al deslumbramiento filoanexionista, si no al anexionismo con todas sus letras, que es harto peligroso.
Cabe insistir en que la anexión está condenada al fracaso, porque, aunque eso ocurra desde perspectivas opuestas, contra ella actúan el pensamiento patriótico y revolucionario y el propio imperio: el primero, por su naturaleza independentista y antimperialista; el segundo, porque no está interesado en anexarse pueblos que considera inferiores, sino en someterlos como colonias, y saquearlos. Pero el anexionismo les abre el camino a las actitudes e ideas lacayunas y antinacionales, y eso basta para que sea necesario combatirlo.
El imperio no cesa en el afán de minar ideológica y culturalmente a Cuba para doblegarla. Mantiene el bloqueo en sus columnas principales; con la decisión del propio césar revalidó hace pocas semanas la Ley de Comercio con el Enemigo, que data de 1917 y da base al bloqueo; sigue aplicando la llamada Ley de Ajuste Cubano y los engendros asociados a ella; ni admite poner en discusión —al menos de modo que llegue a ser noticia— la devolución del territorio de Guantánamo ocupado contra la voluntad de Cuba. Añádase que hace apenas unos días el imperio confirió rango de embajador al máximo representante de su embajada en La Habana, investido hasta entonces como encargado de negocios, asimetría irrespetuosa con respecto a Cuba y su representación en Washington.

Fuentes del imperio mismo revelan planes para quebrantar nuestra sociedad civil y ponerla a su servicio. En estos días se conoció públicamente el informe de 2015 de la denominada Fundación Nacional para la Democracia, con una larga lista de frentes en los cuales proclama lo que invierte el gobierno de los Estados Unidos en busca de que Cuba tenga la sociedad civil que a él le interesa. Con sus particularidades, esa Fundación, al igual que instituciones del tipo de la Agencia para el Desarrollo Internacional y World Learning, son tan brazos del imperio como la CIA y la OTAN, y parte de la maniobra imperial, so pretexto de intercambio académico, estriba en organizar cursos para formar líderes jóvenes contra el proyecto socialista cubano.

La reacción de nuestro estudiantado, con sus organizaciones al frente, ha sido clara. Pero ¿debemos suponer que representa por igual a la totalidad de los estudiantes y de la población? ¿Sería sensato considerar que los planes del imperio no han tenido ningún éxito en nuestra sociedad? Si los ha tenido, urge revertirlos. Habría que hurgar en determinados órganos o sistemas de información llamados independientes pero financiados por fuerzas hostiles a la Revolución Cubana. Esos órganos o sistemas aprovechan, entre otras cosas, reales o supuestas deficiencias de nuestra prensa, que no debe compararse con la inmoral del capitalismo, y sí perfeccionarse, como reclaman el pueblo y la dirección revolucionaria.

La lucha, ni fácil ni corta, solo terminaría con la desaparición del imperio, la cual no está a la vista, o con el sometimiento de Cuba, y eso nos toca a nosotros impedirlo. La proliferación de la bandera estadounidense tendrá distintas implicaciones, y dos de ellas no son equivalentes pero tienen concomitancias entre sí, o todo un conjunto intersección: de un lado, la idealización de los Estados Unidos; del otro, la marginalidad presente en nuestro cuerpo social. Esta concierne incluso a la formación del gusto, que no siempre ni básicamente es cuestión de responsabilidad individual. Corresponde a la sociedad en pleno y a sus instituciones de información y educacionales, y al mercado, que a veces parece que, en cuanto a ropa, abona lo que pudiéramos llamar estética jineteril.

Probablemente entre marginales proliferen más que en cualquier otro ámbito la bandera estadounidense y referencias a ella en prendas de vestir o modos de llevarlas que están lejos de evidenciar buen gusto. Pero entre nosotros la marginalidad requiere una valoración particular y a fondo. Si la entendemos como el sector que se autoexcluye del centro de un proyecto social determinado, hallaremos marginales de cuello blanco, muy bien vestidos, y otros que habría que ubicar muy cerca o de lleno en el lumpen, que en nuestra sociedad a veces parece ocupar espacios centrales y arrinconar a las personas decentes.
Eso quizás no pueda saberse bien, o se tendrá solamente como un dato más o menos abstracto, si no se frecuentan nuestras calles ni se usa el transporte colectivo, que viene a ser como una universidad sociológica itinerante. Por lo menos en la capital del país los ómnibus llamados urbanos merecen ese nombre por las zonas donde circulan, no porque los caracterice la urbanidad. Acaso el mal entendido igualitarismo —ojo: no esgrimirlo contra la aspiración de alcanzar una justa equidad— haya propiciado que se le dé a la chusma espacios que no le pertenecen ni se le debe permitir que domine.
José Martí, quien echó su suerte con los pobres de la tierra —lejos de proclamarlo como simple consigna, optó por ser pobre cuando pudo haber sido rico—, en 1880 dijo: “Ignoran los déspotas que el pueblo, la masa adolorida, es el verdadero jefe de las revoluciones”. Y fue también el revolucionario que en 1887, ante el drama terrible que en los Estados Unidos generaba la represión antiobrera, escribió que aquella república, devenida cesárea, se confabulaba y ponía sus recursos en función de “aterrar […] no a la chusma adolorida que jamás podrá triunfar en un país de razón, sino a las tremendas capas nacientes”.
Cabría meditar sobre cuánto es probable que en ocasiones hayamos dejado de ser un país de razón. Aquí la chusma, ni siquiera ya adolorida —o no más adolorida que el pueblo que trabaja, padece penurias y se esfuerza por salvar la patria—, emerge y contagia. A niveles colectivos ello se aprecia en el apogeo de la grosería, en una creciente pérdida de la fineza, cualidad que ha sido una de las características de la cultura cubana hasta en sus expresiones más populares. Se manifiesta incluso en el doble sentido cultivado por compositores como Ñico Saquito o El Guayabero, y que ya parece pensado para niños y niñas ante la andanada de groserías que prosperan en hombros del peor reguetón, y valga lo de peor, porque ningún género está fatalmente llamado a ser grosero. Si la vulgaridad pulula, búsquese la explicación en la sociedad, no en una expresión musical determinada.
Sería terrible que lo cubano terminara confundido con la vulgaridad. Pero eso, más que un peligro, es a veces un hecho, y la cultura cubana necesita salvarse de todo aquello que la ponga en peligro, aunque sea porque niegue la fineza de su alma popular. En esta parte retomo y amplío puntos de una entrevista que a finales de septiembre o inicios de octubre circuló en Cubarte. En ella, para la que respondí un cuestionario de la periodista Astrid Barnet, rocé elementos concernientes a la cubanidad y la cubanía, y a circunstancias que pueden abonarlas o empobrecerlas.
Si conceptos que pudieran descansar en sus soportes naturales —textos especializados y otros por el estilo— saltan de esos sitios y se agitan reclamando atención, probablemente sea porque las circunstancias demandan reflexionar sobre su significado, sus implicaciones y sus exigencias. Eso ha venido ocurriendo en torno a expresiones empleadas en 1949 por Fernando Ortiz en su conferencia “Los factores humanos de la cubanidad”, en la cual definió ese concepto y otro afín, la cubanía. Es más o menos sabido que aquel concierne a la condición genérica —objetiva, digamos— del ser cubano, mientras el segundo remite a esa condición asumida en el plano afectivo, emocional, con capacidad para ejercerla. Es cuestión de idiosincrasia, sicología y querencia.
Para Cuba y su cultura la cubanidad y la cubanía son vitales, y no deben tomarse con chovinismos patrioteros, pero sí con patriotismo, con orgullo natural y fértil en una nación formada en lucha o resistencia contra imperios. La ausencia de patriotismo refuerza peligros diversos, máxime cuando no se vislumbra el triunfo a escala planetaria del internacionalismo liberador, y en su inmensa mayoría los pueblos viven amenazados por unas pocas potencias que obedecen a una de ellas, cuartel general de un imperio todavía hegemónico, o dominante al menos. Su declive, ya en marcha, se vislumbra largo: ha usurpado recursos que le permiten perdurar y seguir influyendo sobre el resto del mundo.
No solamente goza de poderío económico, militar y político. Su industria del entretenimiento y de la moda le aporta frutos que, comoquiera que merezcan ser considerados —razones sobran a veces para calificarlos de anticulturales— han tenido éxito en el plano cultural. Con ello ha conseguido que su cultura muchos la tengan por paradigmática, como si fuera, sin más, la cultura del mundo.
A la cultura cubana le urge librarse de esas expresiones colonizantes, y de las andanadas de la vulgaridad. Así como el robo es objetivamente más contrarrevolucionario que una consigna contrarrevolucionaria escrita en una pared, la grosería es profundamente anticultural, contraria a la mejor cubanía, y no se debe seguir permitiendo que los cultores de lo grosero actúen a sus anchas para que no se revuelvan políticamente, porque su vulgaridad, como el robo, es contraria a la Revolución y a la convivencia bien educada que ella necesita, debe y merece fomentar.
La cubanidad es un hecho objetivo, ni siquiera limitada a revolucionarios. Puede hallarse en personas que no compartan no digamos ya la aspiración socialista, sino un pensamiento opuesto al neoliberalismo, al culto de la propiedad privada. Pero la cubanía, en la que también caben matices políticos diferentes —aunque aspiremos a que en ella prime el patriotismo revolucionario— solamente puede vivir de la alegría y el orgullo de ser cubano, o cubana, y esa actitud, que no se ha de confundir con banalidad y chapucería, no se da gratis ni de modo automático en todas las personas que son objetivamente cubanas.
Las penurias materiales generan una miseria que infecta la esfera espiritual, y puede menguar la plenitud que la cubanía requiere para ser verdaderamente firme y constituir una fuerza capaz de enfrentar desafíos, confusiones, maniobras imperiales y otros retos. Si extranjero, palabra que nació con intención más bien insultante —excluyente al menos, como forastero y fuereño, sin olvidar bárbaro— se convierte en un rótulo parecido al nombre de un oficio rentable, algo puede lacerar la cubanidad y, sobre todo, la cubanía.
Especialmente contra la segunda pueden operar las carencias, las privaciones que no todas las personas asumen con igual actitud, con la misma entereza, sin dejarse aplastar por ellas y manteniendo una máxima que era orgullo de las mejores expresiones de cubanos y cubanas: ser pobre, pero honrado. Esa dicotomía valdría la pena replantearla de un modo más orgánico: ser pobre y honrado, sin olvidar que el desiderátum digno no está ni en la riqueza opulenta ni en la miseria, y que la prosperidad material vale poco y se sostiene mal si no se acompaña de la prosperidad de las virtudes, de la utilidad de la virtud, la que Martí quería para su Ismaelillo, que en él, todo un Ismael fundador, sería de hecho el pueblo y la república a cuya fundación se consagraba, no solo su hijo carnal.
En un terreno donde la individualidad desempeña un papel tan relevante pueden causar estragos los males fomentados por el bloqueo y otras acciones del enemigo; pero también se puede sufrir el efecto provocado por decisiones internas que, aunque fueran ineludibles o se estimara que lo son, dejan secuelas deplorables. Pensemos en lo que significa, en el país del Nicolás Guillén de “Tengo”, prohibir a sus naturales entrar en hoteles. Esa prohibición se derogó hace años ya, felizmente; pero no tienen por qué haber desaparecido sus huellas, y los peligros acechan por distintos caminos, como contratar, para construir en Cuba, a obreros de otras naciones que así reciben, aunque explotados por empresas extranjeras, beneficios económicos que los trabajadores y trabajadoras del país necesitan.
Esa contratación podrá ser incluso legal —lo que llamaría a revisar leyes y reglamentos—, y tal vez se requiera en algunas especialidades de la construcción, aunque Cuba ha sido capaz de exportar fuerza de trabajo para construir en otros países. Pero no dejará de tener efectos nocivos, máxime cuando en la realidad, o en la imaginación —a veces tan influyente como los hechos, o más—, la opción se explica por la falta de trabajadores cubanos capaces de construir con altos niveles de calidad, y aún peor si se dice que en general no son confiables, porque roban.
Semejante generalización, como otras, será injusta; pero ello no borraría la evidencia de que el país está urgido de sanearse en el plano ético, sin el cual ninguna esfera de la sociedad estará bien plantada. Y esa no es una meta que empiece y termine en abstracciones: incluye fomentar, junto con la honradez personal y colectiva, y la pericia en oficios y profesiones, el hábito y la disciplina laborales, imprescindibles para crear los bienes materiales necesarios y nutrir la moral cotidiana. Si el trabajo no es la fuente principal de la existencia y del bienestar, el funcionamiento de la sociedad será, cuando menos, fallido.
Lo indeseable que se ha dicho en los párrafos precedentes, y a lo cual seguramente habría que añadir otros elementos, es peligroso para un país que se ha forjado, y se ha hecho su lugar en el mundo, a base de luchar contra el colonialismo y contra el imperialismo. Estos, aun vencidos, pueden dejar huellas y esporas de su herencia, incluidos los complejos de inferioridad que en tales circunstancias prosperan de modo sostenido en algunas mentes. Quién sabe si no en pocas.
Con respecto a eso, hay una realidad sobre la cual una afirmación categórica no podría hacerse sin la debida investigación. Pero no parece aventurado relacionar la proliferación de banderas de los Estados Unidos en Cuba con la cantidad de personas, no solo jóvenes, que aquí —como en otras latitudes— cifran sus esperanzas en emigrar al mismo país imperial que ha agredido y bloqueado a Cuba, pero que, poderoso como es, mucho ha invertido en dar una imagen amable de sí mismo, la imagen con que se enmascara una potencia que en realidad siembra muerte y saqueo en todas partes. La cifra de personas que ven en los Estados Unidos la solución de sus problemas, ¿no encarna un logro visible del llamado “sueño americano”, traducción mecánica de American dream, que debería pasarse al español como “sueño estadounidense”?
Antes cargábamos la mano al estimar que la emigración a los Estados Unidos era de carácter político, y quienes se iban para allí eran apátridas que no pasarían de lavaplatos. Soslayábamos que ningún trabajo es de suyo indigno, y que el imperio invertiría para beneficiar interesadamente, y enfrentarlos a la Revolución, a los cubanos y cubanas que llegaran a él. Ahora tal vez incurramos en otra valoración simplista: dar por sentado que la emigración responde solo a causas económicas. En último caso, si es política, debe alarmarnos, porque habla de contradictores, para no decir enemigos, del proyecto revolucionario; y, si es económica, también, porque habla de penurias materiales y de un funcionamiento que el país no ha alcanzado, y necesita que sea cotidiano para ser no solo próspero y sustentable, sino también vivible con alegría.
Impedir ese logro ha sido uno de los propósitos del bloqueo imperialista, pero la nación cubana tiene el deber de revertir los efectos de tal propósito, exista o no exista el bloqueo. Es, al menos, un desiderátum ineludible. Y el sentido común, no solo el marxismo que a veces parece que olvidamos, a cada paso muestra que la política y la economía son inseparables. Cuando se les intenta desvincular, se corren peligros como sucumbir a un politicismo dogmático, desmedulado de realidad, o a un pragmatismo que está lejos de representar propiamente las aspiraciones revolucionarias y emancipadoras, el afán de independencia, soberanía y justicia social.
Hacer que el país sea vivible supone crear condiciones para que permanecer en Cuba resulte atractivo, amable, y no parezca un sacrificio al que solo están dispuestos quienes sean revolucionarios verdaderos. La vanguardia revolucionaria se esforzará por mantener en pie a la nación, con soberanía y con equidad. Pero no todos los pobladores del país estarán en la vanguardia, y esta, por serlo, lo más probable es que sea minoritaria, o no alcance la cifra que, más a base de deseos que de datos, le atribuimos.
Si la cubanía se quiebra por indiferencia ante los valores que la nutren, o estos se ignoran, hay motivos para preocuparse, porque no solo estará en peligro un sentimiento: lo estarán la cultura de la nación, y la nación misma. Sin esa cultura Cuba no sería la que deseamos que exista y perdure, y que debemos defender, cultivar como realidad emancipadora en desarrollo, no como fantasmagoría de nociones propaladas por el imperio y sus voceros.
Lo hasta aquí dicho no hace más que insistir en la voz de alarma que numerosas personas han venido dando, durante años ya, desde posiciones y ángulos diversos. Pero urge acometer la acción necesaria para hacer frente a la realidad descrita, para no confiar a un rumbo espontáneo lo que debe ser objeto de la conciencia y de la dirección de la sociedad. Por ello esta intervención termina glosando dos de los mensajes que le llegaron al autor a propósito del texto “¿Se trata de símbolos?”, escrito para el espacio Dialogar, dialogar y ya mencionado. No revelo los nombres de sus remitentes, porque no les he pedido autorización para hacerlo.
De la ciudad histórica y heroica, Monumento Nacional, donde estamos reunidos, me llegó, y ahora lo resumo, este criterio de una compañera: el discurso de la preocupación por el mal uso de los símbolos y por el destino del país debería interiorizarse en el diálogo con las personas que tienen responsabilidades en las diferentes esferas del Partido y del Gobierno en todos los territorios del país, para pasar resueltamente de la preocupación y la alarma a la acción contra lo mal hecho.
Y de un colega de la propia Habana, y con reconocida autoridad intelectual, son unas líneas que despojo de algunos adjetivos y juicios y dejo en puro hueso: “Ayer iba a Dialogar, dialogar, pero a última hora la salud me impidió hacerlo. Sentí mucho no acompañarlos. Es muy impresionante que contemos con tanta riqueza de conciencia y de revolucionarios de verdad, y no se emprenda una batalla ideológica para salvarnos”.
Ciertamente a veces se percibe una pasividad que, para decirlo con una expresión frecuente en tiempos de mis padres, da grima. Como si el recuerdo de excesos interdictivos en que alguna vez incurrimos nos hiciera tener un paralizante complejo de culpa. Sin practicar contraproducentes cacerías de brujas, urge la batalla necesaria para enfrentar y vencer las tácticas imperiales enfiladas contra la nación cubana y la cultura patriótica, revolucionaria, justiciera y fina que, junto con la acción —de armas y de pensamiento— le permitió a este país conquistar la dignidad de sus hijos y sus hijas, y lo elevó al sitio con que ganó la admiración del mundo. Descender de esa altura sería una deserción imperdonable, un acto de lesa patria, cuando menos, y no podemos permitirnos un despropósito semejante.
*Base para la conferencia del autor sobre el tema, el 18 del presente mes, en la Fiesta de la Cubanía, celebrada en Bayamo.
(Tomado de Cubarte)

Un viaje de San Salvador a Moscú (III)

7. Berlín 1931. La ciudad de los swingjugend, de los comunistas y de los nazis
Llego a la terminal de trenes de Berlín y ya me están esperando, lo cual es un gran alivio, porque una de mis pesadillas es perder el contacto y quedar desconectado, perdido aquí en Europa, más que ya tengo poco dinero y hace mucho frío. Me llega a recoger Hermann, un joven alemán con un divertido acento mexicano, que según me cuenta lo aprendió en el “mero Tepito” en el corazón del DF, rincón exclusivo de la revolución mexicana. Usa botas y cinturón de charro, así como un mostacho estilo Villa. Solo le faltan las carrilleras cruzadas.
Me pregunta por muralistas y revolucionarios mexicanos pensando que en América Latina todos los comunistas nos conocemos. ¿Conoces al gordo Diego Rivera? ¿Conoces a su mujer, la loca de la Frida Kahlo? ¿Conoces a Campa? Chingado güey, no puede ser que no los conozcas. Y dice muchas barbaridades en la conversación con la mayor naturalidad, como “oye pendejo” “chinga tu madre”, “cabrón” etc.
Me quedare en su departamento, que aunque queda un poco lejos del centro de la ciudad, me explica que el sistema de tranvías es muy bueno. Vive con su mamá y hermano menor Willy en un edificio de un barrio obrero. Por la noche salimos a dar un paseo y al escuchar música le pregunto y me responde que es un salón de baile. Pero la música me parece muy familiar, claro, se trata del jazz que escuche en New Orleans. Le pido que entremos a ver.
Y quedo maravillado, sorprendido, es un galpón en el primer piso de un edificio semiderruido. Lo que me impacta es ver a parejas de jóvenes besándose libremente y sus vestimentas que parecen disfraces de una obra de teatro, las chicas con faldas cortas, flores en el pelo, y los muchachos con el pelo hasta los hombros, o engominado, con collares, paraguas, abrigos grandísimos, sombreros tipo hongo, zapatos de plataforma, y bailando estrepitosamente, haciendo acrobacias circenses. ¿Cómo se llama el baile? Es el swing. La música te cautivaba y te obligaba a moverte.
Pero de repente, todo se detuvo y cambiaron repentinamente el baile desenfrenada por una tranquila e inofensiva danza típica alemana. ¿Qué ha pasado, porque dejaron de bailar? Pregunto. Me responde que es por los nazis, la Hitler Jugend, que se aparecen sorpresivamente y empiezan a golpearlos si los encuentran bailando música “decadente de judíos y negros.” Y porque no los enfrentan entre todos. Ellos son pacifistas, rechazan la guerra y la patria, “su chingadera es la música, el jazz”, además tienen su propio slang, me explica Hermann. Al irse la patrulla nazi, minutos después, reinicia el jolgorio de jazz.
¿Nos vamos? No, quedémonos un momento, me gusta. ¿Te gusta? ¡Sí! Le vas a simpatizar a Willy, solo aquí pasa. Ahí viene mira. Ese es mi hermanito. Nos mira y sonríe. Nos presenta a amigas. Salgo a bailar con una chica llamada Helga, pero me cuesta seguirle el ritmo. It dont mean a thing if it aint got that swing. Y cuando bailan algunos gritan “Swing Heil” y levantan sus paraguas, y me explica Hermann que esta es una burla al ridículo Seig Hail, que es el típico saludo nazi con el brazo levantado. Salimos del lugar cuando estaba ya amaneciendo y la mayoría todavía se quedaba bailando. Estaba exhausto y emocionado.
Hermann me pide el siguiente día que no le cuente a la gente del Partido donde habíamos estado la noche anterior. Y ¿por qué? Los pinches jefes no lo ven con buenos ojos, dicen que se trata de copiar esquemas culturales deformantes de los países capitalistas. A mí me pareció que era una forma de oponerse a los nazis, de rechazo a sus valores de falsa superioridad y odiosa disciplina, una interesante rebelión juvenil. ¿Será que estoy madurando políticamente o que el sistema me está asimilando? El tiempo lo dirá.
Me lleva al local de la Rote Hilfe. Es mucho más grande que el de Frankfurt, pero hay menos extranjeros. Los locales me reciben fraternalmente. Me explica el responsable de relaciones, Jurgen, un joven de aspecto militar, que están ya evaluando la mejor ruta para enviarme a Moscú y que por de pronto debía quedarme al cuidado de Hermann, el “mexicano.” Y que gente de la dirección del Partido me quieren conocer.
Me dice el Mexicano que debe hacer algunos mandados y que regresara al mediodía. Me deja en el local “entre camaradas.” Buscan un traductor y varios jóvenes me piden que les hable sobre las luchas populares en El Salvador. Les explico sobre la reciente formación del Partido Comunista y las luchas contra el militarismo y la oligarquía. Me preguntan por las luchas de los indígenas y hago un rodea para explicarles sobre los campesinos y la lucha por la tierra. Cuando regrese debo averiguar más sobre la situación de los indígenas en Sonsonate. Pero ¿hay indígenas en El Salvador? Lo dudo. Bueno, quizás en Sonsonate.
Por la tarde regresa el Mexicano y nos vamos a su casa. Ya las calles me están pareciendo familiares. Esta vez la mamá, Frau Dora, ha cocinado para la cena una sopa típica alemana como recibimiento. Y logro platicar más con Willy. Me cuenta para mi sorpresa que pertenece a la Hitler Jugend de su liceo y me enseña su uniforme con la suástica. Pero ¿y el swing?
El swing es por vocación, lo de la Hitler Jugend es por conveniencia, o por sobrevivencia, ya que todos mis maestros y maestras son simpatizantes del nacionalsocialismo. Se pone a imitar el modo de hablar, saludar y de caminar de Hitler. Te aseguro que todos mis compañeros de clase son swingers, pero por la seguridad de sus familias, por el temor a ser denunciados como decadentes y traidores, deben vestir el uniforme y someterse a los ridículos rituales de los nazis. Y la peor pesadilla es que te acusen de tener raíces judías y que te cambiaste el apellido para insertarte socialmente, pero que ocultamente sigues siendo practicante del judaísmo.
Salimos en la noche, esta vez solo con Willy a un club de swing, ya que el Mexicano se sentía indispuesto. Me siento ya como un local, solo necesito dejarme crecer el pelo. Al regreso una lluvia tenaz hizo que se destruyera mi pasaporte. Lo hubieras dejado en casa, me riñe Willy. Necesito un nuevo pasaporte. Mañana, mejor dicho, más tarde porque ya es de madrugada, le pediré al Mexican Boy, que me acompañe al consulado por la tarde.
La Legación de Salvador en Berlín
La Legación del Salvador está ubicada en una exclusiva zona residencial, rodeada de un bosque, a la que se accede luego de pasar un puesto de policía. Hermann se encarga de toda la logística. La Legación es un típico edificio al estilo alemán. Tengo que confesar que me enternecí al contemplar la bandera azulyblanco resistiendo el ataque inclemente del viento invernal berlinés. Tocamos y nos abre la puerta un mayordomo meritoreando para guardaespaldas.
Pasamos a una salita donde nos recibe la secretaria del Embajador. Es una típica belleza alemana, alta, esbelta, elegante, ya en el inicio del otoño. Se llama Frau Alvarez. Habla español y ¡es salvadoreña! Me tarea hoy consiste en evitar que el pinche Hermann saque su esmerilada caja de lustre. Veo que le gusta, a mí también. ¿salvadoreña? Sí, de padres salvadoreños, aunque nací aquí en Berlín. Sus ojos azules son fascinantes. Sí, él está y los va atender. Siéntense. Desean un café, café salvadoreño, de exportación. Disculpe y ¿cómo se llama el Embajador? Herr Gavidia. ¿Gavidia? ¿Quién será? ¿Y el nombre completo? Herr Francisco Gavidia. Ya lo conozco, fue mi profesor de Historia en la U, el viejito Chico Gavidia, por cierto, retire su materia y creo que no me lo perdonó. ¿Nos va recibir? Si, dijo que lo esperaran.
Pero va pasando el tiempo, pasa una hora, me estoy poniendo nervioso, le pido a Frau Alvarez que le pregunte de nuevo si nos va recibir. Se niega a hacerlo porque a él no se le puede interrumpir Y…pasa otra hora. Hermann está en una deliciosa conversación con la Frau Alvarez y se carcajean, creo que le está contando chistes o pasajes de su vida bohemia en México, y creo entender que hasta en El Salvador ¡Qué mentiroso! Yo me siento incomodo, necesito esperar pero siento que Don Chico me está castigando. Se enciende una pequeña lucecita y entiendo que es la contraseña para que entremos a la oficina del Embajador. ! Adelante, pueden pasar!
Me recibe con un abrazo un tanto forzado. ¿Cómo está? Señorito Regalado. ¿Señorito? Tiempo de no verlo. Y ¿qué le trae a estas nórdicas tierras? Estoy visitando a un amigo que conocí en México, aquí lo traigo para que lo conozca. Y le presento a Hermann ¿Habla español? No, habla poco. Sí, hablo español, mucha español. Se queda Don Chico perplejo y Frau Alvarez riéndose. Me la presenta oficialmente: Margarita es la nieta de Álvarez, el más renombrado poeta de la independencia, el lugarteniente de Morazán, un liberal de capa y espada. Le presento a otro poeta el Señorito Víctor Regalado. Ya nos hemos conocido, responde. Y también a su amigo.
Deseo disculparme con Ustedes por hacerlos esperar pero es que los martes le dedico tres horas al aprendizaje del árabe y había un aspecto del verbo que me tenía enchibolado y no lograba entenderlo, pero al final lo comprendí. Querido Señorito Víctor, el aprender idiomas es una de mis debilidades principales, que son muchas. Cuando dijo esto, pasó por mi cabeza la idea que era probable que Don Chico le estuviera contando las canas a la hermosa Frau Alvarez, que estaba bien buena y este pensamiento por más que trataba de hacerlo desaparecer, resurgía con más fuerza. Me dice: ah y no se preocupe ya envié a pedir al consulado en Frankfurt un nuevo pasaporte y podre entregárselo la próxima semana. Lamentablemente aquí no hay consulado. Disculpe ¿cómo está su mamá? Bien, muy bien. ¿Conoce Usted a mi mamá? Claro que si, somos amigos. Me hace sentir incomodo.
Y continúa: Mientras tanto sería para mí un gran honor que pudiera quedarse en la Residencia del Embajador como Invitado especial, dada la amistad que existe entre nuestras familias. ¿Amistad entre nuestras familias? Al ver mi cara de desconcierto me comparte que participó como testigo en el casamiento de mis padres, y que fue amigo de mi papá. Nunca me imagine esto.
Trato de escabullirme pero reflexiono que no puedo arriesgarme a que se enfade. Estoy en sus manos, y así como es él, capaz que me obliga repetir el curso de Historia. Le digo que me mudare mañana mismo. Está bien, lo espero. Nos despedimos. Al salir, el atrevido Mexicano le da un fuerte abrazo y varios besos en la mejilla a Frau Alvarez. Casi la amontonaba y no sé porque me puse un poco celoso. Así se acostumbra aquí en Alemania, me explica doctoralmente. O sea que el Mexicano no solo aprendió el idioma sino también los usos y costumbres de los latinos, lo que lo convierte en una amenaza pública. Esta será quizás mi última noche de desenfreno swing. La Patria rescataba a uno de sus hijos descarriados…
Antes de despedirnos Herr Gavidia nos explicó amablemente que en árabe no existe el infinitivo en el verbo sino que se enuncia mediante la tercera persona del singular masculino del pretérito pasado (huwa, él). Por ejemplo, kataba significa tanto escribir como él escribió. Y los verbos se dividen en primitivos (muyarrad), que tiene solo letras radicales y derivados (mazid) que tiene letras que se añaden a la raíz. Y existe el curioso concepto de letras sanas y letras enfermas, estas últimas son exclusivamente las vocales largas.
Sabe Usted Señorito ¿por qué es importante aprender el árabe? Porque los árabes fueron los padres de la matemática sobre la cual está construido el edificio de la ciencia europea, el Logos europeo, el algebra fue inventada por los árabes pero los europeos tuvieron la capacidad de asimilar esos conocimientos y lo mismo hicieron con la filosofía griega y con la tecnología china y ponerlos al servicio de sus intereses. Y de paso apoderarse de esos países y acusarlos de atrasados, de salvajes. Es una hábil inversión mental e invasión lógica. Nosotros somos hoy los atrasados, los inferiores, los orientales y ellos los aventajados, los avanzados, los industrializados. Es un problema de óptica, depende del lugar que se le vea.
Al oírlo sentía que una máquina del tiempo me había regresado a la U de hace algunos años. Salimos y él se queda con el dedo índice elucubrando sobre el árabe y las culturas del mundo. Genio y figura hasta en Alemania.
La última noche de copas
Al llegar a la casa le explico a Willy que esa será mi última noche de copas, que he sido adoptado por un familiar lejano. Y me responde que para celebrar la despedida iremos a un nuevo club que se ha abierto en el norte de la ciudad, en el que los swingers no son tan pacifistas y se enfrentan con los nazis. Esto me entusiasma.
Hermann como hermano mayor nos advierte acerca de La Calaca. ¿La Calaca? ¿No sabes acerca de la Calaca? No. Escucha esto, y se concentra hasta que encuentra estos versos acompañados de un tonillo de corrido mexicano: “Mucho cuidado señores/ Porque la muerte anda lista/ En el Panteón de Dolores/ Ya nos tiene una pocita/ Para los compositores/ Y uno que otro periodista/ Licenciados y doctores/ Todos están en la lista.”
Y señalando al Willy: “Tuku, tuku, tuki, taka/ Qué recanija calaca/ Cuando menos lo pensamos/ Nos hace estirar la pata/ Yo me le escapé una vez/Pero por poco y me atrapa…” La pinche Frida me le enseño…Nos carcajeamos de la letra de la canción.
Al llegar al lugar me siento como en casa, ya las señales del pelo largo y la ropa estrafalaria me parecen normales. Willy es saludado por muchos chicos y chicas. Me siento fuertemente atraído hacia las rubias ojos azules. Empezamos a bailar y no paso mucho tiempo sin que sucediera lo esperado y a la vez temido.
Apareció de manera petulante una patrulla de jóvenes nazis de nuestra misma edad, pero la música no fue interrumpida y seguimos bailando y a la vez viéndolos, midiéndolos, sudando de expectación, con miedo, pero esperando la mínima provocación para responder masivamente, pero percibieron nuestra decisión ya que dieron una vuelta por el salón de baile y miraron con desprecio nuestras contorsiones, pero sin atreverse a actuar.
Fue un breve pero tenso momento que parecía interminable. Al final cuando abandonaron el local, todos de manera unánime lanzamos una exclamación de victoria, nos abrazamos, saltábamos de alegría, los habíamos derrotado, les ganamos la moral, éramos inmortales. Y al unísono se alzaron los paraguas al grito desafiante que seguramente ellos afuera escucharon claramente: ¡Swing Heil! ¡Swing Heil!
Al salir del local ya de madrugada regresamos a la casa gritando como locos por las calles y en el tranvía consignas contra los nazis, la gente nos escuchaba alarmada, estábamos ebrios y habíamos perdido el juicio y el miedo. Gritábamos y nos reíamos de una noche que siempre íbamos a guardar en nuestras memorias de luchadores sociales como una noche especial de dignidad y valentía. Le habíamos ganado una batalla al nazismo, no eran invencibles. La emoción no nos permitía dormirnos y Hermann nos escuchaba embelesado, incrédulo, mientras le contábamos y repetíamos la misma historia sin cesar, agregando detalles y convirtiéndola en mito, con el cuidado que mamá no nos escuchara.
Al despertar de unas pocas horas de sueño, en el que tuve pesadillas en las cuales era capturado por la patrulla nazi de la noche anterior y me torturaban inmisericordemente, decidí enrumbar hacia la embajada ya que contar con un pasaporte era crucial para la continuidad de mi proyecto.
Al estar en el lugar, Herr Gavidia había salido lo que me permitió platicar por horas y horas, entre té, café y deliciosos pastelitos, con Frau Alvarez, que lucía un elegante vestido amarillo con puntitos azules, de manera seductora o así me lo parecía. Tenía que evaluar con fineza de relojero suizo lumpen hasta donde llegaba su coquetería y hasta donde debía llegar mi atrevimiento. Decidí al final optar por la prudencia del zorro sobre la audacia de la tortuga, y quizás fue lo mejor, aunque cuando platicábamos me la imaginaba desnuda suplicándome que volviéramos a hacer el amor, y que nunca la fuera a abandonar.
Don Chico llega por la tarde y se nos queda viendo entre enigmático y confundido, tratando infructuosamente de descubrir en nuestras miradas sentimientos de culpa. Me conduce hacia una habitación que será mi residencia oficial hasta que me marche hacia el Norte. Y ¿hacia dónde se dirige? A Italia. ¿Seguro? No será que se dirige al país de los zares derrocados. Algo sospecha este viejito intrigante con el pelo jiludo. Ah y mire, ella es casada. No esperaba este comentario que me deja sorprendido.
Asimismo me avisa que por la noche nos visitara para cenar un profesor alemán especialista en nahuat, recién llegado de El Salvador, de nombre Leonardo. ¿Especialista en nahuat? Exacto. Interesante. No me aguanto para conocerlo. Llega de manera puntual. Es un hombre ya entrado en años, de aspecto humilde, concentrado en sí mismo, con espejuelos redondos que se le bajan y debe estar subiéndoselos repetidamente. Es zoólogo y antropólogo. Don Chico me presenta como poeta.
La cena con el antropólogo Leonardo
Nos explica que ha pasado tres meses en El Salvador, más específicamente en Izalco, Sonsonate. Quisiera preguntarle por la situación política pero parece estar locamente enamorado exclusivamente del mentado nahuat, el cual supuestamente maneja a la perfección. Me pregunta por mi regreso al país y le digo que será pronto. Es un bonita país. Viviendo tres meses. Habla español con un fuerte acento germánico. Gustar pupusas y tamales. Y ¿el clima? Mucha calor ¿el clima político? Hay tensiones evidentes. ¿Le gustaron las salvadoreñas? Mujeres bonitas… Mejor ¿Cuéntenos de su trabajo?
Estoy investigando a los mitos cosmogónicos, a las leyendas que existen todavía dichas en la lengua materna de los pipiles de Izalco, es su visión de mundo. Y en particular me interesa obtener datos sobre el llamado Manuscrito o Crónica Pipil, que se encuentra desaparecido desde finales del siglo XVI, y supuestamente fue enterrado en una de las ermitas que curas franciscanos instalaron en Nahuizalco, y desenterrado por la familia Guirola que lo guarda desde entonces, pero se niega a mostrarlo para evitar una supuesta maldición de aquel que lo lea. En ese escrito se relatan las batallas de los aztecas salvadoreños contra los españoles extremeños.
Viaje varias leguas por lodazales dejados por las tormentas para poder hacer muchas entrevistas a su pueblo indígena pipil, y además preguntar por el manuscrito del que le hable. Mi búsqueda en las comunidades es la de la tradición oral desde su propia cultura campesina. Son de la familia Yuto-Azteca, diferentes de sus primos los mayas. Sus antepasados dividían el universo en cuatro grandes territorios: las frutas del campo entre estas el maíz, la tierra, el agua y los astros del cielo.
Y existían los Muchachos de la Lluvia (Tepeúa). Todo esto me lo contó Don Inés Masin, un sabio indígena sobre mitología y gramática, que vive en el cantón Cuyagualo, uno chero mío, yo soy el humilde transcriptor. Creo que tanto Chico como yo nos quedamos estupefactos. Este alemán nos daba una lección breve pero magistral, sobre cultura indígena del charquito donde nacimos, del paisito lejano y volcánico, oloroso a pólvora del que veníamos. Me atrevo a preguntarle sobre las tepolcúas ante la mirada irascible de Don Chico. No comprendo me dice. Se trata de unas culebras que habitan nuestros campos, le explico. Estuvimos platicando casi hasta el amanecer…
Entre otras cosas, Leonardo me explica que los primeros 45 años dentro de la colonización fueron muy estrictos respecto a la necesidad de aprender el castellano, pero que esta política inicial fracaso y se vieron obligados a flexibilizar y a entender que había que acercarse a los lenguajes indígenas para poder influenciar ideológicamente y convertir a naturales en súbditos.
Y uno de estos, el más brillante y a la vez terco y caprichoso, de nombre Diego Cashaca, fue el que escribió de manera clandestina entrevistando a sus abuelos rebeldes en las espesuras de los bosques, la controversial y desaparecida Crónica Pipil, de este manuscrito hay un único ejemplar que describe las principales batallas y a los más destacados jefes de la resistencia de los naturales. Posteriormente Diego Cachaca fue capturado por las autoridades por provocar desordenes en la vía pública, por quemar la bandera roja de dos puntas, y fue condenado a galeras y murió aún joven encarcelado en la Cabaña, en La Habana.
En la Crónica Pipil de finales del siglo XVI, se menciona también a las nacionalidades de las tropas indígenas aliadas que acompañaron a Alvarado, entre estas de Tenochtitlan, Tlatelolco, Texcoco, Tlaxcala, Cholula, Quauhquechollan (Puebla), Otumba, Tehuantepec, etc. Se rumora además de la existencia del Codicé Izalco, guardado en los salones del Museo Británico, así como diversas vasijas policromas que narran la caída de Cuscatan y que se encuentran en el Salón Mesoameriano del Museo Metropolitano de Nueva York. En los lienzos y códices la conquista se representa como una espada clavada en una montaña, y la resistencia se manifiesta con la imagen de barricadas.
Por casualidad conoce Usted allá en Salvador a Judas Pérez Flores, me pregunta Leonardo viéndome fijamente a los ojos. No ¿de quién se trata? Es un comerciante de telas allá en Izalco, pero es originario de San Salvador, fue muy servicial con mi persona. Desearía que me lo salude al regresar a su país. Esta muy bien, solo me da su dirección. Se lo agradeceré mucho. Me le lleva esta fotografía que tome en San Salvador de él con su esposa. Al ver la fotografía por poco me desmayo.
La vida me jugaba una broma, si, se trataba, sin duda alguna de…de… la Josefina, aunque vestida muy recatadamente, y acompañada me imagino de familiares y de su “esposo.” Sí, era ella. Y él era aquel judicial con el que nos encontramos en La Garita cuando iba saliendo junto con Galileo. Si, lo reconozco. Pero ¿qué estaría haciendo en Izalco? ¿Comerciante de telas? No lo creo. Aquí está la dirección. Gracias, pierda cuidado, yo le llevo la foto. Miraba y remiraba la fotografía y no podía creerlo.
Despierto hasta mediodía y me voy a buscar a mis camaradas del Socorro Rojo. Los encuentro reunidos en un taller sobre la situación electoral y política del país. Me invitan a incorporarme pero no encontramos ningún traductor, y en realidad, no lograba entender. Regreso a la Legación a platicar con Frau Alvarez, que me informa que su esposo Ahmet desea conocerme y que estamos invitados junto con Don Chico a cenar esta noche (a las diecinueve horas).
La cena turca
Será una noche turca me advierte, así que te pido querido ¿querido? que estés abierto a experimentar nuevos horizontes culinarios, porque no va a haber tortillas ni frijoles. No hay problema, no te preocupes, y ¿a qué se dedica tu esposo? Fue embajador del fenecido Imperio Otomano hasta 1924 y ahora se dedica a la importación de productos turcos a Alemania. Tengo que irme pronto porque necesito cocinar. Así me gusta verte, cumpliendo con tus deberes como mujer. Mejor callate…te llevas a Herr Gavidia. ¿Y la dirección? Él ya conoce.
Llegamos donde la Margara, es un lujoso apartamento en un edificio céntrico, y sale a recibirnos junto con su esposo Ahmet, vestidos ambos en trajes típicos turcos. Nos saludan con un sonriente Merhaba. El esposo es algunos años mayor que ella y muy simpático y amigable. En realidad, lucen muy felices. Aunque debe reconocer que en mis adentros me imagino a la Margara como una odalisca ejecutando una sensual danza otomana y suplicándome que la convierta en la primera esposa de mi harén.
Ahmet habla un poco de español y me cuenta que ha estado en Salvador “comiendo pupusas.” Dice que le gustaron mucho los volcanes y los lagos. Y ¿la gente? También. Se escucha una música oriental, con un instrumento de cuerdas, que me imagino es una mandolina, y al preguntar me dicen que se trata de una baglama.
La Margara nos ofrece de plato fuerte en la cena un Imam Bayildi (el imam desmayado) de una leyenda culinaria turca que narra la historia de un líder religioso que ante la sabrosura de este platillo cayó desmayado. Se trata de berenjenas asadas en aceite de oliva y rellenas con cebolla, ajo y tomate. Junto con arroz pilav, con hortalizas y pedacitos de carne de cordero. Delicioso, el Imam Bayildi se come acompañado de pide, pan plano de harina parecido a la pita griega.
Asimismo nos deleitan con la llamada leche de león, el famoso raki, que es un aguardiente ( 45 grados) anisado extraído de la uva destilada, que se toma con agua, y con sus respectivas boquitas, llamadas meses, (de berenjena, tomates, pepinos, etc.). Al chocar los vasos de raki nos enseñan a decir: ¡serefe! ¡salud! Lo que más me gusto es el adiós turco: gule, gule.
El siguiente día observo a Frau Alvarez, o mejor dicho la Margara como triste, extraña, melancólica… al final me confiesa que no había podido dormir toda la noche reflexionando sobre su identidad y su futuro. Me dice: “en el caso de vos y de Don Francisco la cosa está arreglada. Ustedes hacen las maletas y se regresan a su tierra, sin problemas. Pero en mi caso, nací aquí en Alemania pero sé que no soy alemana, no soy tampoco turca aunque ame mucho esa cultura, y cuando he ido a El Salvador me siento extranjera, como visitante, sin amistades, sin un pasado, sin raíces, me siento como una gaviota perdida en los cielos sin nido donde regresar…y entonces ¿de dónde soy? ¿Seré del linaje infame de los apátridas?” Me sorprende y me confunde, no sé qué aconsejarle.
Le digo: vos sos salvadoreña, llevas la mancha mongólica en la frente. ¿Mancha mongólica? Es un lunar en la espalda con el que nacemos. ¿Lo tendré yo? Si querés ¿lo revisamos? Ya empezas con tus bayuncadas. Viste que hablás como salvadoreña, caminás como salvadoreña, vestís como salvadoreña ¿que sos? Salvadoreña. Entonces llévame con vos de regreso. ¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¡Estás loca! Que quiero irme con vos para Salvador. Dicen que allá se acostumbra que los galanes te arrebatan de los caminos en caballo y te llevan al río y allá te hacen el amor y ya sos la mujer del que te llevo. ¿Vamos entonces al río?

Y ¿el caballo? Y ¿tu marido? Que se consiga una turca él. Llévame como amiga entonces no como mujer. No puedo llevarte. ¿Por qué? ¿No te gusto? Estoy muy joven para acompañarme. Entonces llévame como amiga. No puedo llevarte. No quiero romper un hogar. Esas son excusas, mejor decime la verdad. No puedo decirte la verdad. Sos un gran egoísta. Y vos una gran desagradecida, abandonar a un hombre que te ama. Yo sé, pero es que no soy feliz, no me siento realizada. Y de todas maneras no tenemos ni hijos a los que responder.

¿Estás hablando en serio? Sí, veo que estás llorando. ¿Por qué no le pedís a Don Chico que te lleve? Porque sé que él no lo va hacer…ya se lo he pedido antes y me ha tratado de convencer de que desista de esta obsesión. Voy a hablar con él. Te va decir que no me andés ilusionando. Llevame como amiga. No puedo…Prometeme que lo vas a pensar. Está bien, lo voy a pensar.

Por la noche, veo y hablo con Don Chico y le cuento acerca de la Margara. Me dice: “lo supe desde un principio pero no podía evitarlo, cada vez que conoce a un salvadoreño o salvadoreña se emociona con nostalgia de patria, y hasta puede sentirse enamorada, pero después pasado el tiempo lo olvida, ojala así suceda esta vez. Yo ya le he explicado que allá las cosas son diferentes porque la gente vive, vivimos bajo la presión de la supervivencia y fácilmente la gente allá con su rudeza la lastimarían, estoy seguro de esto. Ella ha vivido toda su vida rodeada de lujos y de personas que la estiman y temo que allá los lobos y los alacranes, y de esos hay muchos, se la comerían, y no quiero que sufra, la conozco desde que era una niña, ella es una mujer muy tierna y bondadosa.”

Coincido con Don Chico pero luego reflexionando en mi cuarto pienso si no le estaremos privando a la Margara de su derecho de ser libre y de decidir dónde y con quien vivir. Y me acuerdo de mis ya lejanas clases de catecismo y de aquel dicho bíblico de que no solo de pan vive el hombre. Me parece que la Margara tiene hambre de patria y en el fondo hambre de libertad, es un rechazo a ser un pececito dorado en la pecera o un pajarito exótico en la exquisita jaula de las Europas, y pienso como en la vida cada quien carga con su propio cacaxtle.

Y tengo un sueño en donde me veía regresando a El Salvador junto con la Margara y ya teníamos hijos pequeños rubios y saltarines, y mi mamá y mi papá nos recibía en Acajutla y nos querían en la aduana cobrar bastante por tantas maletas que traíamos, y entonces salió el general Martínez y nos pidió mordida por dejarnos entrar.
En la mañana despierto con la claridad mental que la Margara tiene todo el derecho a que la muerdan y se la coman los alacranes. Es la decisión de su vida. Se lo voy a decir cuando la vea. Me siento justo y brillante. Pero este día lo voy a dedicar a mis camaradas olvidados, voy a ir al local del Socorro Rojo. Llego y el local esta semivacío, la mayoría anda apoyando a una huelga de los trabajadores cerveceros. Pido la dirección y me voy a buscarlos.

En la militancia combativa
Me alegra, me entusiasma encontrarlos en su charco cotidiano, en plena faena militante; gritando consignas afuera de la fábrica (¡Streik!) en solidaridad con los huelguistas que han cerrado los portones para que no pasen los esquiroles, protegidos por la policía. Esto nos hace familia. Me integro a la gritería y encuentro a Hermann, que rodeado de banderas, me saluda muy contento. Hablamos y me informa que debo viajar pronto a Hamburgo porque ya está resuelta mi partida hacia la patria de Lenin y de Stalin. ¿Cuándo? Cuando quieras. Puede ser mañana si estás listo. Muy bien, a qué horas vengo. Por la tarde, porque se viaja de noche, vas hacia Hamburgo. Estaré aquí a las 6 p.m. Muy bien.
Al llegar a la residencia de Don Chico lo encuentro en su medio natural, leyendo. Me saluda: Buenas tardes, señorito Regalado. Cada vez que me dice señorito me enputa porque se bien que lo hace por joder, por colocarse como alguien popular y colocarme como niño riquito. Pero por el respeto y hasta cariño se la dejo pasar. Le cuento que me voy mañana mismo al nomás recibir mi nuevo pasaporte. Va de prisa, señorito, me responde. Más o menos.
Y puede saberse hacia ¿dónde se dirige? Voy hacia Hamburgo. Veo que cada vez se acerca más a su destino final, me responde con un dejo irónico. No le respondo. Allá en Hamburgo vive un amigo que me gustaría que fuera a saludarlo, es un compatriota, de nombre Darío González. Será un placer, le digo.
Me explica que el Dr. González anda afanado en la eugenesia, y también que le gusta mucho la cucharada de jarabe, lo que me provoca conocerlo, ya que Don Chico si es cerradamente abstemio. Me invita a cenar…
La última cena…con Don Chico
Vamos a un restaurante modesto en el centro de la ciudad, solitario y acogedor. Se encuentra en modo dialogante ya que no ha dejado de hablar desde que le conté que mañana me marcho como se quisiera en breves momentos reparar los monosílabos y el silencio que ha acompañado nuestra relación.
“Vengo de una cuna humilde, allá en Oriente, en Cacahuatique, de gente trabajadora, y desde muy joven he luchado por un país más justo. En esto nos parecemos mucho. En lo que nos diferenciamos en el culto de la violencia, que ustedes practican y que forma parte de la médula de la doctrina comunista, la lucha y el odio de clases. Yo le aseguro que quitándole a los ricos no es el camino. Para eso está el diálogo para que nos entendamos como personas civilizadas…” me daban ganas de responderle, pero decidí dejarlo que siguiera porque lo hacía de buena fe.
“No podemos o mejor dicho no debemos aspirar a distribuir la miseria, a sembrar el caos y el desorden social que lo que van ocasionar es mayor desempleo, mayores sufrimientos para las clases trabajadoras. Es por esto que yo rechazo a la facción que dirige Agustín, a él yo lo conozco y sé que es buena persona, ilustrado, de allá de Teotepeque, viene de buena familia, no viene de la pobrería, pero desde muy joven se ha dejado hipnotizar, seducir por esa serpiente maligna que es el comunismo… y eso seguramente lo va llevar a la tumba, pero Usted tiene la oportunidad de cambiar, de abrir los ojos y convertirse en una persona recta, pacífica, democrática…” Me miraba de reojo como para calibrar la impresión que me producían sus palabras. Por mi parte, trataba de guardar la calma. Machete, estate en tu vaina.
“Créame que Usted tiene la oportunidad de formarse académicamente aquí en esta Europa que es la cuna de la cultura y la ciencia, bebiendo de las fuentes originales del saber. Qué no daría cualquier salvadoreño por esta valiosa oportunidad en este Mundo Libre que Usted se afana en desperdiciar, en rechazar oyendo el canto de sirenas de esa tierra violenta y gélida de los zares que hoy se dice “soviética” y “socialista.”
“Pero veo que mis palabras no logran horadar la coraza ideológica que Usted mismo se ha forjado con lecturas contumaces y agrestes, salpicadas del veneno materialista que todo lo reduce al horizonte de burgueses y proletarios. Así que ya no voy a seguir aconsejándole que abandone esa locura sangrienta y equivocada, porque como dicen en mi pueblo que al que por su gusto muere, aunque lo entierren parado. Pero ojala que solo sea trate de un error de juventud. ”
“Hablemos de otra cosa, hablemos de poesía. Y pidamos otra botella de buen vino. Fíjese que de todos los oficios que he desempeñado con el que más me identifico es con el de vate. Y como todo en la vida, en este viaje de la poesía he cruzado diversos senderos. Cabalgue inicialmente por el romanticismo, por la búsqueda de lo misterioso, de lo exótico. Incursione asimismo por la temática unionista, por la gesta sagrada de Morazán y de Barrios, liberales ambos y en esa bandera me cobijo con orgullo.
“También he buceado en las profundidades de nuestra historia prehispánica, en búsqueda muchas veces fallida, de nuestras raíces indígenas, de las memorias del quetzal y de los sueños de nuestros antepasados, de ese pasado glorioso que nos fue cortado de tajo por la llegada de Europa, que también fue fructífera porque nos lego el idioma y la religión y la cultura. Y lo más importante: el mestizaje, la fusión de nuestras razas indígena azteca y española extremeña en una nueva esencia divina de nuestra nacionalidad. ¿Ha leído mi Xochitl? Y me ha interesado indagar también sobre lo que fue la vida colonial, el cruce racial, la economía del añil, la emergencia de las ideas sagradas de independencia, democracia y libertad. ¿Ha leído mi Jupiter?”
“Y de colofón descubrí, digamos descubrimos para evitar la trifulca, junto con mi querido Rubén, mi querido amigo, el nica genial y bohemio, atrevido y pedorro, la belleza del alejandrino francés y su impacto sonoro al traducirlo en versos al español, en lo que se ha llamado literariamente la aventura azul del modernismo.”
“Como Usted ha de saber he publicado mucho pero mi obra mayor, la trascendental, mi orgullo mayor es Soteer, o Tierra de Preseas. ¿La ha leído? Se la voy a obsequiar como símbolo de amistad. Ah y también le voy a regalar una copia de La Raza Cósmica del mexicano José Vasconcelos. Pienso que es la obra cumbre de las letras y del pensamiento indoamericano, opuesto al agresivo pensamiento anglosajón, léala y le aseguro que le será de gran utilidad en ampliar sus horizontes intelectuales.” Platicamos hasta muy entrada la noche.
Rumbo a Hamburgo
Por la tarde llego a buscar Hermann y ya me está esperando. Me han preparado en el Socorro Rojo una despedida en la que se realizan brindis y hay bocadillos y abundantes botellas de vino. Me cuenta Hermann que la dirección del Partido autorizó el gasto para el “camarada salvadoreño.” A las 9 de la noche todos me acompañan – parece procesión- a la terminal de trenes. Es por seguridad me explican ya que los nazis andan patrullando las calles y realzando capturas de judíos y “otros.”
Y efectivamente nos encontramos en el camino a un destacamento que nos vieron con odio pero a la vez con temor y respeto, ya que sabían que frente a cualquier agresión iba a darse la respectiva respuesta por parte de la autodefensa comunista. Me cantan La Internacional para despedirme y abordar el tren, y debo de contener las lágrimas. Viajare toda la noche.
Hace mucho frío al llegar. Me están esperando con un letrero con mi nombre, y arriba de este una hoz y un martillo, lo que me da risa y me indica que se sienten muy seguros. Me llevan a un hotel del Partido y me dicen que vendrán por mí a mediodía. Me piden el pasaporte para obtener la visa soviética. En el hotel me ofrecen un delicioso desayuno con café y pan negro con mantequilla (de centeno).
A mediodía llegan y vamos al local del Rote Hilfe. Es un local amplio y céntrico. Hay una fotografía de combatientes de la Revolución Mexicana que es muy impresionante. Me asignan a Karl como contacto, tiene mi misma edad. Le pregunto por los swingjugend y lanza una carcajada de sorpresa. ¿Cómo es que Usted sabe? También tenemos acá.
Me informa que salgo el próximo miércoles y que viajare en un crucero sueco vía Rostock, Tallin hasta Leningrado, y que mientras tanto puedo conocer la ciudad. A mediodía me lleva el pasaporte ya con el sello y quedo maravillado de ver impreso el escudo con la hoz y el martillo.
Salimos y regresamos al Hamburger Hafen, que es gigantesco como una ciudad, caminamos bastante y no terminábamos de recorrerlo hasta que decidimos tomar un autobús y hacer el recorrido de esta forma. Pasamos la tarde haciendo turismo y terminaos en una cervecería, con gigantescos vasos helados y espumosos. Prost! Han ido pasando las semanas como un torbellino de acontecimientos, olores y sabores, como un tiovivo que alguna vez tendrá –espero-que parar. A veces me siento triste, en la confusión de un laberinto…
En la cervecería Karl me pregunta si estoy cansado y deseo irme a descansar o si seguimos la rumba. Ya me siento un poco mareado, pero le respondo que soy materia dispuesta al relajo y entonces me dice que caminemos un rato, cenemos y luego iremos a un salón de baile, si a un swingjugend. Caminamos por el malecón, el puerto por la noche es como durante el día, bullicioso y transitado, barcos y marineros de todo el mundo, ladrones y prostitutas de todo el orbe.
Cenamos un típico y delicioso Fischbrötchen. Subimos a la torre de la iglesia luterana San Miguel, o Michel, que es como el símbolo de la ciudad. Me estoy empezando a sentir ansioso de llegar y darle término a este periplo, y ya estoy un poco cansado de visitar iglesias, terminales de trenes, restaurantes, parques e incluso bares. Y por primera vez he sentido la nostalgia del calor tropical y además me gustaría ver a la Jose…
El miércoles aborde el barco e inmediatamente me encierro en mi camarote, deseo que pase el tiempo rápidamente. Llegamos por la noche a Rostock, y seguiremos hasta mañana el viaje. Decido bajar del barco para caminar por las calles, necesito sentirme en tierra, pisar la tierra, lo concreto. Es un pueblito comparado con Hamburgo y las mujeres son muy lindas, como muñecas. Al entrar en una cafetería por una bebida, siento una mirada que me penetra y me incomoda. Trato de reconocerlo pero me parece que nunca lo he visto. Me mira fijamente. ¿Será un policía? Salgo rápidamente del lugar y logro evadirlo ¿quién será? O puede que sean solo mis nervios que me juegan una broma de persecución al otro lado del mundo. Regreso al barco y m encierro en mi camarote.
Al día siguiente, durante el desayuno, vuelvo a sentir la mirada inoportuna y molesta. Se trata de alguien de mi edad, de pelo rojizo, pecoso, con una barba muy cuidada, que me ve y me sonríe, tratando de llamar mi atención. Hago como que no lo veo, y sigo comiendo mi desayuno, pero él sujeto no me despega la vista. No sé si enfrentarlo o evadirme. Decido terminar mi desayuno y correr a refugiarme en mi camarote. Pero me ha dejado preocupado. ¿De qué se tratará? ¿Qué pretende el rojizo?
A mediodía vuelvo a salir para ir al comedor y me lo encuentro en el pasillo y me aborda. Sprachen Deusch? Nein. English? No. Español. Sí. ¿Cómo tú llamarte? Eh, Víctor. ¿Para almuerzo, comida? Eh sí. Yo me llamo Marcus. ¿Eres español? No. ¿De dónde eres? De El Salvador. ¿Salvador? ¿Brasil? No, en Centro América. Ya no me lo puedo quitar de encima así que voy a averiguar de qué se trata. Al toro por los cuernos…Me mira de manera insistente. Y ¿que tú haces en Alemania? Soy periodista se me ocurre decirle. Yo soy estudiante de arquitectura. ¿Vas a Tallin o hasta Leningrado? Eh, a Leningrado. ¿Eres comunista? No, soy periodista. Yo visito a abuelo en Tallin. Al hablar mueve sus manos de manera extraña y no para de sonreír. ¿Te gusta Alemania? Si, es muy bonito. ¿Te gusta la lectura? Claro. ¿Has leído a Goethe? Si, el Fausto. ¿Qué otro autor? Eh, Schiller. Sí, son muy buenos. Bueno tengo que irme, ha sido un gusto. Lo mismo, nos vemos más tarde.
No sé qué pensar de este rojizo, parece buena gente y no me parece que sea policía, pero me desconciertan algunas de sus actitudes como su permanente sonrisa y la forma como me mira, es como si…como si me deseara. Exacto, de eso se trata. Es un afeminado, un maricón, un sucio culero de puerto y parece que le gusto. Esa es la explicación de su vocecita y sus maneras finas, y la forma como camina. No había caído, pero hoy si lo entiendo. Me le voy a tener que zafar, pero como hago para evadirlo, porque es muy amable y no me ha faltado el respeto. O sea que soy objeto de cacería y ni cuenta me había dado.
Salí a cenar y me estaba esperando a la entrada del comedor. Me dice: pensé que no ibas a venir a cenar y te iba ir a buscar a tu camarote. Hoy si ya me siento consciente de lo que está pasando, como acosado. Quizás me leyó la impresión en mi rostro porque me pregunta: ¿te pasa algo? No, no es nada. Pero me siento incomodo porque lo siento como más atrevido, incluso creo que se ha maquillado y pintado un poco los labios.
No sentamos en una mesa y luego de un momento siento el contacto de su pierna y aparto rápidamente la mía. Estaba esperando mi reacción y me dice con una mirada cómplice: discúlpame, pero siempre sonriendo. Pienso que me están tratando de seducir y no sé cómo reaccionar a menos que me porte grosero y me levante de la mesa. Se pone a preguntarme sobre la vida en mi país, pero intuyo que quiere dirigir la conversación hacia mi vida privada y le respondo con monosílabos. Termino de comer y le digo que estoy cansado y que me retiro. Buenas noches. Camino hacia mi camarote temiendo que me persiga, llego, quito lleva y me encierro.
Me siento raro, confundido, nunca había vivido una experiencia de acoso. Al estarme desvistiendo escucho que tocan la puerta. Me visto rápidamente. Es él. Abro y me dice que me trae un libro de recuerdo porque mañana temprano bajara en Tallin. Lo tomo y él atrevido aprovecha para empujar la puerta y pasar. Se sienta en mi cama y me dice que solo estará un momento porque se siente solo. No sé si sacarlo a patadas o permitirle que se quede. Me siento confundido. Veo que trae su camisa desabotonada y me pide con los ojos que me siente en la cama. Me quedo de pie y empieza a contarme de su vida y de repente como quien no quiere la cosa, posa su mano sobre mi miembro y entonces me desencajo y le grito que salga, que se vaya y veo que se asusta y me pide disculpas, pero no se va sino que se desabotona toda la camisa y me enseña su pecho como de mujer y me dice: ¿te gusta? ¿Quieres verme las piernas? ¿Te las muestro? ¿Quieres verme las nalgas? Y se las toca. Y veo que empieza a desabotonarse el pantalón y entonces le grito -ya perro-que se vaya. Me mantengo firme en mi exigencia hasta que se levanta, se abotona la camisa lentamente y sale aún sonriendo, relamiéndose, aun viéndome con ojos de lujuria, deseándome. Nunca me había sentido deseado por un hombre y nunca volví a verlo más, pero esa noche no pude dormir y pensé mucho en la Jose y sus piernas morenas danzando entre las mías, y no puedo negar que también pensé en que hubiera pasado si hubiera accedido a las urgencias del Rojizo…
Me duermo y me despierto al siguiente día al escuchar que avisan por parlantes que alistemos nuestros equipajes y pasaportes porque hemos llegado a nuestro destino final, hemos llegado a Leningrado…Aún no puedo creerlo, mi misión está por concluir, he llegado, estoy ya respirando el aire del país de los soviet, estoy en Leningrado, en la patria de Lenin y de Stalin…
8. Esperando a la mentada María
No he podido dormir por la ansiedad de que mañana voy a ver a la María. Doy vueltas y vueltas en el desgastado petate, y siento la garganta reseca, como cuando fumo puros patas de cabra. Me levanto de la cama y salgo al patio a orinarle, digo a regarle a la Niña Tomasa sus macetas de barro con Hoja de la Suerte. El cielo todavía esta estrellado y hace un friyito rico con sabor a madrugada. Me la imagino dormida soñando conmigo. Por más que trato no puedo apartármela de la mente.
Me voy al mercado a buscarla. La encuentro en su sitio acostumbrado y la saludo. Me recibe con una sonrisa coqueta. ¿Qué me trajo? Nada, falle, no se me ocurrió comprarle nada. Me dice: bien creído se hacía, no me quiso hablar el domingo. No la vi. ¿Dónde? Hágase que no me vio. Ah, en el mitin de los revoltosos. No somos revoltosos. ¿Y qué son pues? Solo exigimos nuestros derechos. Me salió garañona esta jodida. Mejor le cambio de tema.
Bien bonita ha venido. Mire y ¿cuál es su gracia? ¿su nombre? Verdad que ¿ya se le olvido? Adivine. No me lo quiere decir ¿verdad? Las chiches se le miraban bajo la tela bien paraditas y su boquita era un chupete. Platicando estábamos cuando pasan anunciando que a partir de esta tarde, en el predio de Don Serapio, se iba a instalar el Circo México. ¿Vamos? La invito. No, ya muy tarde, y no me va dar permiso mi mamá. Yo le pido el permiso cuando venga. No le diga nada que me va regañar. ¿Vamos el domingo por la tarde? Hay le voy a avisar. Por la tarde, al despedirse, me da la mano y no se la suelto. Me dice riéndose que la suelte. No lo hago. Apúrese que tengo que irme, voy a llegar tarde. La suelto y cuando se va me voltea a ver. Le tiro un besito. Y se ríe…Ya cayó.
El Circo México de Chocolate
En la noche después de cenar me atrapa la curiosidad de ir a ver al circo del mentado Don Eladio. Llego y es una carpa enlodada y llena de hoyos, con unas tablas duras de asientos. Pase, pase y disfrute del espectáculo más atrevido que hayan visto sus ojos, el salto de la muerte, por solo un medio por persona. Y los niños a la mitad del precio. El anunciante parece ser el dueño, un payaso con gigantescos zapatos rojos y la cara embadurnada de pintura.
Disfrute de este grandioso espectáculo, de las travesuras del payaso más payaso del mundo, el gran comediante Chocolate, y su ayudante el cantante de parodias, Farolito. “Ya no estás más a mi lado Encarnación, te llevaste los dos reales y el zurrón…”En eso veo que sale una bicha piernuda, con el pelo amarillo chiltota y una faldita corta celeste, y un calzoncito rosado en que se le alcanzan a marcar las nalgas cheles y el sexo peludo y mieludo. Y ya quedo hipnotizado, vagabundo sumido en la más profunda reflexión erótica.
Y para este selecto público, desde Colombia la Reina de la Cumbia, Yesenia. Pero veo que alguien se le acerca y la toma de la cintura con confianza. Se trata del maldito trapecista, que ya lo están anunciando. Y con Ustedes, Marvin, el señor de los cielos, el gran malabarista, el señor del trapecio y los cuchillos. Mejor debieran de decir, el marido de la Yesenia. Pase adelante, disfrute, sonría, edúquese ¿Edúquese? Ni que fuera escuela. Ya me siento hasta celoso de este cuchillero, de entrada me ha caído mal por abusivo.
Entro y paso a sentarme a esperar que inicie la función. Pasan vendiendo tamales y horchata. Dicen que son tamales de carne de mapache con achiote, la especialidad de la temporada. Quiero -como la mayoría de hombres que han entrado-y vengo para ver a la piernuda Yesenia.
Pero quien sale a cantar una ranchera es Farolito: “Mi mujer me dejó afuera, al cuarto metió a otro chero, y yo llorar y llorar. Llorar y llorar/ Te dije ándate desgraciada, me has hecho esta pandeada, y me las vas a pagar/ Con dinero o sin dinero, yo consigo cualquier cuero, y mi físico es la ley/ No saben ni de dónde vengo, con este las entretengo, aunque digan que soy buey”. En los últimos versos se observa y toca impúdicamente el pene, provocando las carcajadas y aplausos delirantes de los asistentes. Alguien de galería grita: ¡Qué salga la piernuda!
Y ahora con ustedes desde las profundidades de las selvas africanas el temible y violento, el descuartizador de hombres y de aldeas, Júpiter, el increíble rey león. Y aparece un animal semidormido, huesudo, con algunas trazas de haber sido un felino hace muchos años y que ante el atemorizante sonido del látigo con mucha dificultad sube en un reducido cubo de madera y voltea a ver al público más en un gesto de suplica que de amenaza.
Y luego anuncian que el domador meterá su cabeza en las fauces de este león ya calvo. Y se oye un sonido de pandereta que anuncia el momento cumbre, pero el triste animal no da muestras de abrir el hocico y el domador se ve obligado a improvisar una breve apertura forzada, por la cual saluda y pide el aplauso bondadoso del público. Se oye una voz que grita: ¡Delen de comer al león! ¡Delen de comer al domador! ¿Donde está la piernuda?
Como siguiente acto aparece Yesenia, la Mujer Culebra, pero como contorsionista, y luego aparecerá como bailarina y malabarista. Su presentación es larga, requiere paciencia para que ella se concentre y empiece a acomodar su cuerpo a posturas complicadas. Lo logra, se contorsiona, y a la vez logra el costoso aplauso. La artista arquea su tronco hacia atrás y lentamente alcanza el suelo con su rostro. Allí, toma con su boca una flor amarilla, y cuando se desenreda y hace su reverencia, la gente, asombrada, aplaude.
Y luego reaparece Marvin, el domador de leones esta vez convertido en trapecista. Le ponen una escalera y trepa a una base desde donde se desplaza por los aires y cambia de un trapecio a otro, ante la tensión creciente de la concurrencia, que expectante teme que de un momento a otro pierda el equilibrio y caiga destripado en el escenario.
Continúa el Pequeño Guillén con tres, cuatro, cinco aros, y culmina haciendo malabares con tres sombreros, alternando dos en el aire y uno en su cabeza. Se gana los aplausos del público. Y luego se escucha una música caribeña de chachacha y sale el número esperado la inigualable Yesenia, con una faldita reducida que permite observar sus calzoncitos, y unos movimientos de cadera seductores y eróticos. El público empieza a corear ante cada movimiento de pelvis, ay, ay, ay, ay, ay como imitando el acto sexual. Y se oyen gritos y chifladuras. Es el clímax del espectáculo.
Y por último aparece Chocolate, el dueño del circo. Y se pasea por el escenario como buscando a alguien, y dice: ¿no han visto a Pecuecho? Pecuecho, ¿dónde estás? La gente se mira entre sí y lanza una carcajada colectiva, a la que termino uniéndome, aunque se perfectamente a que se está refiriendo. Está hablando de mi General Martínez. Pecuecho, ¿dónde te has metido?
Me dan ganas de irle a zampar un par de vergazos a este payaso irrespetuoso, igualado. No me parece esta jodarria, habría que prohibirla. Se oye: Pecuecho, no te me andés escondiendo. Detrás le sigue un enano también vestido de payaso, que nos indica con gestos de sus manos y boca, que los olores que despide el trasero de Chocolate, son sumamente tóxicos y letales.
Y vemos salir a Pecuecho, otro payaso, con corbatín y sombrerito verde. Pecuechito, ¿qué te me habías hecho? Estaba enfermo. Y ¿qué tenías, animal? Mal de ojo. ¿Mal de ojo? Sí, no podía ver. ¿Estabas ciego entonces? No, estaba estreñido. ¿No era del ojo entonces? Sí, pero del ojo del cubanito soy señores. Y se oyen las carcajadas y los aplausos por esta jayanada. Y la función ha terminado y me regreso a casa pensando en la Yesenia del circo, me dejó picado, afiebrado.
Al llegar al hospedaje me encuentro con Leonardo, un joven alemán que ha llegado a vivir ahí y que me parece un personaje sospechoso, alega que es investigador del nahuat pero para mí que anda metido en este ajo de la pobrería rebelde y seguramente por andar metiendo la cuchara donde no debe se lo va llevar putas, más que es sequito como vara de cohete. Un día de estos le voy a dar seguimiento para ver a qué se dedica. A mí no me engaña su aspecto inofensivo.
Leonardo, el alemán sospechoso
Al día siguiente, Leonardo me invita a desayunar y acepto. Vamos al mercado, la gente se nos queda viendo en el camino porque es raro ver a extranjeros en el pueblo. Me pide que ordene sin problema que él va pagar y entonces nos damos un banquete matinal con huevos con chorizo, frijoles aguados con crema, tamales, tortillas tostadas, y una guacalada de chocolate. Me pide que le ayude a realizar su trabajo y que me lo va recompensar, lo que le acepto y agradezco porque una nueva entrada de pisto no me cae nada mal, y además aprovecho para enterarme en que anda metido porque todavía mantengo mis sospechas que este chele es subversivo. Me pregunta si hablo nahuat y le respondo que un poco aunque creo que se refiere a la lengua de los naturales, de la que no entiendo ni el bendito, pero trabajo es trabajo.
Al salir del mercado nos encontramos con Amílcar y otros dos policías los que nos saludan muy respetuosamente, pero luego de pasar y sin que el alemán se enterara, me hacían muecas obscenas, señales con las manos referidas al coito y se burlaban diciendo que iba con mi marido y otras bayuncadas. Así son las amistades por estos lados, viejos pero todavía con virgadas de cipotes escueleros.
Me dice mi nuevo “jefe” que debemos regresar “a la casa” para que me explique el trabajo en el que debo ayudarle. Lo hacemos. Inicia su discurso indicándome que es un trabajo muy delicado porque se trata de ganar la confianza de los naturales para que estos nos cuenten sus historias del pasado, particularmente los más ancianos. Precisa que lo que más le urge es hacer los contactos para visitar sus comunidades y que le permitan tomar fotografías.
No lo veo muy complicado y hasta me ayuda para mis labores de detective, me da cobertura, así ganamos todos. Y ¿Cuándo comenzamos? Ya date por contratado. Y ¿la paga? Cada quince días, lo que convinimos. De acuerdo. Y ¿qué hay que hacer? Este día necesito sentarme a planificar, pero lo más seguro es que este miércoles realicemos la primera salida de campo a unos cantones, me interesan Cuyagualo, Cuntan y Tapalshucut, así que estate pendiente, yo te avisare. ¿los conoce? Sí, claro.
El miércoles salimos de madrugada hacia Cuyagualo. Me toca hacerla de marañón con la cámara que se ve frágil pero pesa un mundo. Veo a Leonardo muy emocionado. Ha alquilado un jeep descapotado y destartalado que nos va conducir hasta el Amate Caído y de ahí tendremos que caminar o esperar que pase una carreta. El jeep camina un trecho y luego hay que bajarse a empujarlo para que reinicie la marcha. El chofer reparte puteadas como si fueran pupusas o mariposas.
Esta ya amaneciendo cuando llegamos al desvío del Amate Caído, y el jeep nos deja y se regresa al pueblo. Hay una polvazón que nos envuelve el rostro. Pasan indias con canastos de nances y mangos maduros a vender al mercado. Y entre estas indias viene la…mi Mariyita que hace como que no me conociera, baja la mirada, mientras su mamá se me queda viendo encolerizada como que le debiera algo, o como si la hubiera embarazado.
No vemos ninguna carreta así que nos toca caminar. Leonardo continúa alegre como niño que han sacado a recreo. Nuestros pies se hunden en el polvo y suerte que ando con botas. El traje blanco de Leonardo ha tomado una coloración beige, y sus cabellos rubios se han vuelto blancos, pero luce sonriente, inmerso en su salsa de explorador y antropólogo, en búsqueda de tribus salvajes, culturas misteriosas y lenguajes olvidados.
El camino es una cuesta empinada hacia el volcán, silencioso, y a veces acompañado con múltiples chillidos de pájaros, rodeado de cafetales, amates gigantescos, bondadosos madrecacaos, y huellas de culebras y mapaches. Casi a mediodía, sudados y cansados, estábamos llegando a la Quebrada de los Marroquines, donde vive el Taita Tiburcio Tushte, razón de nuestro viaje. Divisamos en una hondonada un conjunto de ranchos dispersos y un cipote nos señala que en el más lejano ya casi llegando al río, es donde vive el Taita Tiburcio. Eso significa que todavía nos falta una media hora para llegar a nuestro destino.
En la champa del Taita Tiburcio
Al llegar cerca del rancho señalado salen a recibirnos un grupo de cipotes, que nos informan que el Taita Tiburcio nos espera. Es una champa de paja común y corriente. En el patio desfilan gallinas con sus polluelos, y hay algunos patos, así como muchos chuchos y gatos. Nos sale a recibir el mentado Taita Tiburcio que ¡achís! es un viejito cadavérico, arrugado y con la piel como cascara de tabaco, que alega poseer la llave que abre las puertas del pasado y que si se lo propone incluso puede conversar con las estrellas Lo miro de reojo y no encuentro ninguna señal de grandeza sino que es un indio ordinario pero bien animala para que se enganche a este chele estudiado.
El viejito me mira fijamente pero evado su mirada. De entrada ambos sabemos que no nos gustamos. Mah cualli xihualacan (Bienvenidos) Ya hace ratus que lo estaba esperandu le dice al Chele Leonardo. Este le responde quitándose el sombrero en señal de respeto, dándole las buenas tardes y agradeciéndole que nos recibiera en su hogar. Más parece que hemos llegado a la corte de un país extranjero que a este miserable rancho perdido en las juruneras del volcán. Siéntense.
Niños, traigan agua para los invitados. Y nos llevan agua fresquita en guacales que elimina nuestra sed. ¡Vive lejos! le dice Leonardo y el Tiburcio le pide que se acerque más porque no le oye, y luego responde: Para mí es cerca y al hacerlo se ríe y deja ver que le faltan dos dientes delanteros. Es un viejito cholco. Nos aconseja descansar en unas hamacas para reponernos del esfuerzo realizado y aceptamos. Al despertar nos informan que el taita Tiburcio anda bañándose en el río y vamos a encontrarlo.
Lo hayamos sentado en una poza y nos invita a acompañarlo. Leonardo se desnuda y se mete. En mi caso, prefiero subirme a un palo a bajar jocotes de azucaron. Leonardo me llama para que los acompañe pero finjo sentirme mal del estomago. Al regresar al rancho ha llegado una india refajada a cocinar y echar tortillas. Van a saborear el pan changa nos dice el viejito. Nunca lo he probado y ojala no nos vaya a envenenar este indio jodido. Nos sirven en hoja de huerta calentada en el comal una masa de maíz, requesón, y también dulce de panela, junto con café de maíz tostado.
En realidad debo reconocer que la cena estuvo deliciosa. Luego de cenar Leonardo y el viejito se pusieron a platicar, y a veces hablaban en castilla y a veces en lengua. Suerte que no me llamó para traducir porque hubiera hecho el ridículo. A la luz de un candil Leonardo apunta emocionado todo lo que el viejito le dice. Pasan las horas y decido dormirme en la hamaca. El cielo se ve totalmente estrellado. Ya esta amaneciendo y los dos continúan hablando y cómo cada vez más entusiasmados. Al final ambos quedan dormidos exhaustos en sus respectivos taburetes (cucas). No obstante esto, ambos se levantan temprano. Leonardo me avisa que iremos a visitar a la Montaña Azul, y que regresaremos a Izalco luego del mediodía.
Empezamos a caminar por veredas en las montañas que atraviesan vaguadas y que a veces se vuelven casi intransitables, por el crecimiento de la hierba en el invierno. Hace un poco de frío y Leonardo le ha prestado una chumpa de cuero negra al viejito cacarico, que camina por el monte como si fuera un joven, saltando ramas caídas y sorteando obstáculos. Como en media hora llegamos a la entrada de una cueva escondida en el corazón de la montaña. Es un lugar sagrado dice el viejito y hay que descalzarse, lo que no me gusta mucho.
Es una cueva grande donde bien cabe una carreta de bueyes. Los cipotes que nos acompañan llevan un tizón con el que encienden una antorcha que nos permite ingresar ante la sorpresa y huida de cientos de murciélagos, que tranquilamente descansaban colgados del cielo de la cueva. El viejito le va señalando a Leonardo lo que llaman “pinturas rupestres” de venados y de monos. Me pregunto quién vendría a dibujar a estas soledades y oscuranas.
Avanzamos alrededor de quinientos metros y entonces el viejito se detuvo y pidió que le llevaran una matata, de la que sacó una manta que extendió en el suelo, así como candelas de colores y fósforos, y cucuruchos de varias yerbas. A medida que arreglaba un improvisado centro ceremonial iba explicándole a Leonardo el significado de cada elemento. Primero saludó y bendijo a los cuatro rumbos cardinales, y encendió una vela azul para el norte, negra para el sur, roja para el este y amarilla para el oeste. Luego sacó un tambor y le explicó que era el alma de la montaña y lo llamó huehuet y le explicó que él a su vez era un huehuet (anciano). Saco unos granos de resina de copal y al quemarlos su humo blanco y olor cítrico inundó la cueva.
Luego encendió el fuego sagrado y le confió que era el corazón de la vida y a la vez iluminaba para encontrar el camino que nos conduce al otro lado del río, al mundo de los muertos. Además proporciona calor y abrigo. Ya me estaba dando un poco de miedo al oír hablar de difuntos a este viejito, metidos aquí en este hoyo de la montaña. Sacó una caracola blanca (atecocoli) y al tocarla explicó que el sonido nos regresaba al vientre de nuestra madre agua, que estaba contenida en un recipiente de barro.
Siguió el viejito explicando en voz baja, casi en susurros y sacando cosas del morral. Sacó unos granos de maíz, los colocó en el mantel y los comparó con el sol cotidiano de la tortilla en nuestras mesas para calentar nuestras panzas; así como unas hojas de tabaco que lanzó al fuego y luego enrolló como cigarros, encendió uno y compartió otro con Leonardo. El viejito le fue echando humo por todo su cuerpo, iniciando con los ojos y la boca.
Luego le pidió que repitiera el ritual con su persona como símbolo de amistad tanto en este mundo de la vida como en el de la muerte. Después tomó el tambor y empezó a tocarlo, era una melodía triste, melancólica, de dolor inmemorial. Al concluir la ceremonia el viejito parecía cansado, como en trance. Y durante el camino de regreso no pronunció ninguna palabra, hasta que nos despedimos en un cruce de caminos. Leonardo, lo abrazo y hasta lloró al despedirse, ya que seguía fuertemente emocionado.
Al regresar a Izalco le pedí que me relevara de la obligación contraída, porque en realidad ni comprendía ni me gustaba acompañar la labor que él realizaba. Leonardo lo entendió y me reiteró su amistad. Por mi parte me sentí liberado y anhelaba regresar a mi labor de comerciante en telas, y de detective.
El viernes me compro un mi tecomate de chaparro y me lo paso descansando, meditando en los próximos pasos para cumplir la misión encomendada. En la tarde pasan vendiendo yuca frita con chicharrones y me doy una buena apretada. Tengo varios sujetos a los que debo toparlos al cerco y además debo continuar la visita a los pueblos, así como ir preparándole el próximo informe a mi General Calderón. Decido que me voy a tirar para el oriente del departamento. Mañana mismo salgo para Guaymoco, al que también lo conocen como San Silvestre Armenia, que está a cuatro leguas sobre el camino real, como yendo de regreso a la capital.
Rumbo a Guaymoco
Decido irme en tren y no en la camioneta, porque esta aunque más rápida lo deja uno en la entrada del pueblo y hay que subir una cuesta empinada. Al nomás bajarme en la estación se oye el sonido de las vendedoras, a las que se incorporan las indias refajadas que van en el tren, que vienen con sus canastos llenos de fruta desde Izalco y Caluco, Se ve que hay comercio en este pueblo, más que en Izalco. Debo buscar donde instalarme con mi venta, al final encuentro una esquina donde hace sombra un amate, lo que si debo tener cuidado que ningún pájaro me vaya cagar la mercadería porque me la jode.
Al momento pasan ofreciéndome desayuno el que alegremente acepto porque la tripa ya estaba protestando. Venden aquí mucho acapetate y bálsamo. Pasan las horas y ni he vendido ni he observado nada fuera de lo común, cuando de pronto veo aparecer una joven que me llama la atención, es muy elegante, un vestido lila y el pelo a lo garzón, y se hace acompañar de su sirvienta, una india que va echando en una cesta lo que ella le señala de los canastos de frutas. No puedo dejar de verla. Le pregunto a un vendedor sobre su identidad y me dice que se trata de la hija del gringo Brannon, que viene a visitarlo los fines de semana, ya que estudia en Santa Ana en un colegio de monjas, y que viven allá – son platudos-en el barrio San Sebastián. Me iba regresar en el tren de la tarde para Izalco pero esta bicha me obliga a quedarme, mañana me le pego para ver donde vive.
Busco pieza en una pensión cerca de la estación del tren y en la noche salgo a parrandear, pero todo parece apagado, hay un silencio sepulcral, las calles son muy oscuras y hasta me puedo conseguir una mi cuchillada por andar de arrebatado. Cuando ya me daba por vencido alcance a oír una música lejana que me condujo hasta un cuchitril de mala muerte, atendido por un indio cholco y chuco, en el que me vendieron una guacalada de chicha, la que disfrute con unos cigarros de tusa que ahí también vendían y que me dejaron la garganta irritada. Había un par de meretrices ya viejas que no me llamaron a brama. En realidad no hay nada más sabroso que los puros patas de cabra, pero aquí como que ni los conocen. Mejor me regrese para la hamaca de la pensión.
En la mañana ya más confiado llego al mercado a instalar mi venta y a esperar que aparezca la bicha de mis sueños, blanca alta, elegante, con pómulos salientes y ojos dormidos de tecolote, una preciosidad. A mitad de la mañana ya la vide, hoy viene con un vestido verde musgo y me parece que le gusta mucho la fruta, porque va llevando guayabas, zapotes, mangos, un par de papayas, tamarindos. La sigo con la vista y recojo mi venta y me voy tras su rastro.
Ya me siento hasta emocionado de regresar a mis labores favoritas, a mi naturaleza canina de sabueso con olfato agudo y dispuesto siempre para la caza. Veo que se meten a una cafetería frente al parque y pide un espumoso para ella y otro para la india, y observo que llega un joven a saludarla ¿será el novio? O ¿un familiar? Luego se zampan a la iglesia, se ponen unas mantillas, entran, se sientan en las bancas traseras, se arrodillan y se ponen a rezar. Y veo que el sacristán llega a saludarlas. Terminan de rezar, se levantan, salen y toman rumbo a su residencia.
Las sigo y veo que llegan a una casa blanca grande, con ventanas y puerta de madera y un par de cocoteros enanos a la entrada. La puerta se cierra pero puede verse desde afuera que hay un jardín interior cultivado de rosas. Necesito ahora buscar un lugar cercano desde donde establecer el punto de vigilancia y está un poco difícil porque es una calle solitaria. Tendrá que ser de lejos porque no hay otra salida y ya me estoy asoleando demasiado porque este sol está cabrón. Lo importante es que agora ya te vide.
Una visita misteriosa
Como a mediodía observo que llega un vehículo Ford de color verde oscuro e ingresa a la casa, ha de ser el tata de la bicha, que me han dicho que es un viejo gringo. Me voy a almorzar al mercado y al regresar no se ve movimiento, estoy instalado a cuadra y media del punto de observación. No sé si seguir o levantar la operación. Cuando estoy por irme veo movimiento, están llegando otros vehículos y se bajan viejos en trajes de casimir, lo que me inquieta es que entran como a hurtadillas, como que no quieren que los vean, como que andan conspirando y en este país los únicos que conspiran y contra el gobierno de mi General Martínez son los comunistas o los araujistas ¿de qué raza serán estos viejos cerotes es algo que tengo que averiguar?
Pero ¿cómo? Ya se me junto el corazón con el trabajo, pero así es la vida. Me decido a pasar frente a la casa pero de nada me sirve porque ni se ve ni se oye nada, únicamente pude ver a dos perros muy grandes que parecían osos estaban jugando entre ellos. Como a las dos horas pasan a traer a los visitantes sus choferes. Ya sé, la clave está en buscar relación con los choferes. Es más fácil conseguir información de ellos, creo no sé. Y ¿dónde encontrarlos? ¿En las chicherías, en los comedores, en las casas de citas? Voy a quedarme en el pueblo e informarme.
El siguiente día pregunte en el mercado por los vehículos que eran de color negro y muy lujosos. Y mi sorpresa fue que los únicos que tenían vehículo en el pueblo eran las familias Araujo, Zepeda y los Brannon. Y ya los vas a ver pasar, y efectivamente no tardaron en pasar pero uno era azul y el otro blanco y ya un poco golpeados por la vida, mientras los que vi ayer eran los dos negros, finísimos, de lujo, un Bugatti y un Pierce-Arrow. Por algo he trabajado en talleres de mecánica, para conocer las marcas.
O sea que no eran del pueblo ¿habrían venido de Izalco o del mismo San Salvador? Ya se me complico el asunto, pero lo vuelve más interesante. Lo que no tengo claro es como proseguir la investigación, y aunque creo que me encuentro en un callejón sin salida, como judío errante, pero confío que ya se me ocurrirá algo. Por de pronto, hay deseos y sueños perversos que me confunden… como que la sangre debe ser derramada, no hay otra solución.
Regreso por la tarde a la pensión, a la hamaca en la que he identificado algunas pulgas hostiles pero que me sirve de refugio. Si mañana no encuentro salida a este callejón regresare a buscar otros callejones en Izalco. Y pensar en regresar a Izalco es pensar en ver a la Mariyita, que hoy se me aparece atravesada por este nuevo rostro rival, chelito y elegante, del cual no conozco ni su nombre. Me duermo temprano. Sueño con la de aquí vestida de india hablándome y escribiéndome poemas en nahuat y la de allá vestida a la moda, ya plegada, sin el cuashte y con falda, pero siempre descalzonada.
El siguiente día, cuando voy camino a la calle real para regresar a Izalco me sorprendo de ver pasar a uno de los carros negros, el Bugatti. Así que me regreso al pueblo y efectivamente al llegar a la cuadra de mi amada ahí esta parqueado, inconfundible e impresionante, pero no pude ver quienes se bajaron, así que me toca montar de nuevo el punto de observación. Pasan las horas y a mediodía veo que la misma cholera que acompaña a mi novia al mercado, sale a comprar tortillas, y es tremendo rimero el que trae de regreso. O sea que hay bastantes almorzando. Ojala me invitaran porque ya está haciendo hambre.
Por la tarde veo que salen tres viejos ensacuchados, ven hacia todos lados recelosos, y abordan el Bugatti. Y por suerte estos ojos de lince lograron reconocer a uno de ellos, se trataba del dueño de un periódico llamado Patria, era el mismísimo Gilberto Masferrer, un viejo afeminado con peinado de nalga que dicen que con su labia es capaz de levantar un muerto. Me acuerdo de él de la campaña electoral del derrocado Araujo. Así que como me lo imaginaba, en esta casa son araujistas, esa es la jugada, por ahí va el hilo conductor. O sea que mi Cielo es araujista y en su casa está la conspiradera, la gusanera traidora. Ojala que mi General me mande capturarlos y tenga la dicha de así conocer a mi Amada y salvarle el cuero rico que tiene.
Ya no me fui para Izalco sino que me fui directo para Sonsonate a buscar a mi General para ponerlo en autos de esta nueva situación, y que me instruya sobre cómo proceder. Llego y no lo encuentro porque anda por San Salvador, me dicen que regresa mañana. Así que me voy para Izalco. Al siguiente día llego al cuartel y me recibe mi General. Y ¿qué te habías hecho? No viniste el sábado. Es que ando en la jugada, muy ocupado. Contame entonces. Le voy a contar lo último ¿sabe quién nos estuvo visitando en Armenia?
Desembucha. El mero Gilberto Masferrer. Es Alberto. Bueno, el Alberto ese. Y ¿quién te dijo? Si yo mismito lo vide. ¿Seguro? Se lo juro por esta (y cruzaba los dedos en cruz). Contame todo. Resulta que yo andaba investigando si habían rastros de comunistas cuando vi pasar a dos carros sospechosos y me dispuse a seguirlos, y vi que se parquearon y entraron en la casa de un viejo chele con aspecto de gringo. ¿Nombre? Eh, Granon, Tranon…Si, los Brannon. Exacto. ¿Los conoce? Más o menos.
Y ¿qué más averiguaste? Este viejo gringo tiene una hija. Sí, Claudita. ¿La conoce? ¿Qué te importa? Vos seguí informando. Eso fue el viernes pero seguí investigando y regresaron el domingo, se están reuniendo y por eso fue que no pude venir el sábado. Te felicito, es buena información. Y ¿podemos capturarlos? Eso no te corresponde. Vos dedicate a ubicar a los comunistas que a los araujistas nosotros nos encargamos. Además, acordate que vos no sos operativo, vos sos oreja, detective, metido, trabajas encubierto. Vos solo ves y avisas, ves y avisas. Nosotros damos los pijazos.
Dale seguimiento a todo ese sector que lo tenemos abandonado. Ah, y necesito que le sigas los pasos al sacristán de la iglesia de los caitudos, hay me mantenés al tanto. La situación ya está por reventar y hay que estar preparados. Ah, y no te perdás cabrón, reportate siempre, que para eso te pagamos. Sí mi General. Sí mi General.
Esta ha sido una de las reuniones más socadas que he tenido, quizás andaba desvelado mi General o no sé, pero estuvo grosero y malcriado, desconocido, ganas me daban de mandarlo a la solemne mierda pero me podía fusilar, es malo ese viejo odioso. Me regreso a Izalco a pie, voy a buscar un sitio en la bajada de Atecosol, donde me han dicho que hacen una sopa de puya deliciosa.
Las confidencias del sacristán
Cuando voy subiendo la cuesta de Izalco, al pasar por la iglesia, me encuentro con el mentado Toribio, el sacristán, y como que sospecha algo porque baja la mirada y me evade. Pero hoy por la tarde o mañana le caigo para interrogarlo. Al llegar al comedor y sentarme me pregunta la Niña Noy: ¿sola o con leche de tigra? Con leche. ¿Cuántas tortillas? Cinco ¿Tostadas? Sí. ¿En plato o en guacal de morro? En guacal. Y la sopa es deliciosa, la tripa de res bien cortadita, el plátano con cascara y con su respectivo limón y chilito chiltepe, chile de hombre, del que paraliza la lengua y bloquea la respiración. Pego una gran sudada hasta mojar los calzoncillos. Y ya un poco tecolote después de este sopón me voy a dormir la siesta a la pensión.
Me despierto cuando ya está oscureciendo, y salgo en busca del ladino Toribio, y me lo encuentro detrás de la iglesia, en un rincón, bien acaramelado con una señora viuda muy conocida, le había logrado quitar el vestido y ya iba con el corpiño. Y él se encontraba con la bragueta abierta de donde salía un pene minúsculo, como dedo de niño, que estaba siendo devorado por la inquieta señora. Y pensar que se corría el rumor que al sacristán se le soltaban las trenzas. Al verme aparecer se asustan y ella se tapa la cara y sale abochornada. El me recibe al principio malhumorado quejándose pero luego cambia por una actitud servil.
-Buenas tardes le de Dios, patroncito. ¿En qué puedo servirle? Servido acabas de estar vos y bien servido. Sos pícaro, quien te viera tan mansito. Y lanza una carcajada mescla de orgullo y temor. Mirá, necesito que me proporciones información sobre cualquier tipo de movimiento que veas con la indiada y quiénes son los cabecillas. Yo ya sabía que usted era judicial, pero ¿por qué no habla mejor con el padre? Lo voy a hacer pero vos sos el que pasás aquí más tiempo.
Mire, yo he visto que estos indios chucos se pasan secreteando y como que algo andan planeando y a veces cuando he querido escucharles sus juntas se alejan o se ponen a hablar en lengua y uno ni les entiende las jerigonzas que dicen, hasta puteandolo pueden estar y uno ni se entera. Y a veces hasta han venido forasteros, gente de los ferrocarrileros o hasta de San Salvador, y toman la iglesia como punto de reunión, aquí hacen los contactos. Y hasta una mamayita vino una vez que es de los mismos de ellos. Ya me empezaba a inquietar las confidencias de este sacristán porque sospechaba que estaba inventando, de la misma manera que yo lo hacía con mi General, así que lo pare en seco: mirá, necesito que me informes, que te pongas alerta, pero si yo descubro que me estás mintiendo habís de saber que te va ir mal. Lo que Usted diga patroncito, y le agradecería si tiene algo que me deje, porque la situación está jodida. Lo que te puedo dejar es el hocico bien quebrado para que aprendas a respetar a la utoridad. Se lo dije así porque sabía que solo con amenazas entienden estos cabrones pelados. No se preocupa patroncito, pronto tendrá noticias mías.
Al ir de regreso a la pensión escucho ruido de aplausos y carcajadas. Es en la gallera de Don Bartolo Noyola, el primo del alcalde. Esta lleno el local pero logro meterme hasta quedar cerca del círculo del palenque. Está repleto el lugar de viejos pistudos, finqueros de los alrededores con botas lustradas y sombreros finos, que están empinando el codo aunque algunos se me quedan viendo altaneros. Se han de preguntar que hace aquí este igualado. Pero me hago el desentendido porque quiero ver este deporte, que dicen es el favorito de mi Presidente.
Anuncian la pelea de los gallos Norteño y Carelampio y se abren y cierran las apuestas. Los pesan en una báscula, y luego los lanzan al ruedo y observo que los gallos están ennavajados. El Norteño es blanco, de Juayúa y el Carelampio rojo y local. Se miden, se hacen fintas, se escucha el aleteo, se lanzan picotazos, hasta que se trenzan a navajazos por los aires y el Carelampio sale invicto y se pavonea orgulloso de la sangre derramada de su adversario, y durante todo el espectáculo se oyen los chiflidos, bromas, insultos, carcajadas. No puede evitar uno el entusiasmarse ya que es contagiante. Pido una Payaso y me animo a apostarle un real a un gallo negro de apodo Sombra de Muerte. Pero ya en el ruedo de entrada me le degollan el pescuezo. Mejor voy a seguir viendo la jugada sin apostar. Hoy entiendo porque hay gente que se queda sin casa por esto de las peleas de gallos.
El siguiente día me fui para ver a la Mariyita en el mercado del pueblo. La encuentro en su puesto y me sonríe. Y ¿qué se había hecho? Buscándome la vida, he andado tratando de vender estos cortes. Y usted ¿cómo ha estado? Lo mismo. Y ¿el novio? ¿Cuál novio? Me va decir que no tiene novio. Ya va usted con sus cosas. Y ¿usted es casado? ¿Verdad? Aquí lo ha estado viniendo a buscar su esposa, que le deje la de la leche para el niño, le dejo dicho.
Y me le acerco y le digo: ¿júremelo? Y se pone a reír. Y aprovecho para tomarle la mano. Y me la quita pero sigue coqueteando. ¿Cuándo vamos a dar una vuelta? le pregunto. Es que me regaña mi mamá. No le diga. Hay le voy a avisar. Pero que sea cierto. Y entonces veo que se acerca mi querida suegra y me pongo mejor a platicar con Julián, el vendedor de petates y tombillas. Y ¿el petate del muerto? Le pregunto. Aquí te lo tengo mirá, me dice y se toca el pene. Ya vas con tus bayuncadas. Madurá, ya estás viejo.
Y ¿qué te habías hecho? Por ahí, buscando el billete que no aparece. Aquí circuló la versión en el gremio de vendedores, que te habían metido preso allá en Sonsonate por bolo escandaloso, y porque habías raleado a un cristiano. La otra era que te habías tirado allá en la Calle sin Ley a vender tu cuerpo por una desdicha de amor. Ja, ja, ja, veo que les gusta tocar la pianola del chambre. Mejor andá a arrear pichiches…
Platicando y riéndonos estábamos con el Julián cuando pasan ofreciendo desayuno. Hijita, tráigame tamales de huevos de toro. Uy… de esos no tenemos. Son bromas, lo mismo, lo de siempre, lo único que en vez de café me trae chocolate. O sea que te has achocolatado, no te digo pues, no se te quitan tus culeradas. Y las uñas ¿no te las has pintado? Te da envidia mi educación. Mañana saldré de nuevo de viaje.
Cacaluta y el saludo de los Cumpas
Voy por tren rumbo a Cacaluta. Es un pueblito de pocas casas, de calles de tierra y muy pobre. Pero en el camino observe varias banderas rojas en las copas de los árboles y esta es una señal que la plaga del comunismo ha penetrado también por estos lados, principalmente en sus cantones y caseríos. Es una amenaza que hay que eliminar y mientras más pronto mejor. Y me resulta complicada mi labor porque ni mercado hay, la gente va a Guaymoco cuando necesita ir a comprar. Lo que veo que se cultiva aquí es bálsamo y cacao y hay pocos ladinos, solo indiada caituda, cotonuda.
Pregunto por una chichería o cantina y me indican que queda allá por aquel amate. Voy y estoy tan salado que ni bolos hay en este pueblo. El dueño de la cantina se llama Jesús y me mira sorprendido que ande buscando chupar tan de mañana “o es de goma que anda. “¿Usted es judicial? ¿vea? Me pregunta. ¿Se me nota? A la legua, es que yo soy reservista ya hice la platada allá en Sonsonate. Y ¿qué le intereseya por estos lados? Decido jugármela: ando en busca de subversivos. Y ¿esos que son? Los que ponen las banderas rojas en los palos. Ah…los comunistas. ¿Sí? ¿Los conoce?
No se dan color pero sospecho de unos cimarrones de allá por Los Lagartos, que tienen sus ranchos en unos chiribiscales, esa gente vive de vender cangrejos, se lo digo porque en veces he visto gente desconocida, sospechosos que pasan a visitarlos en aquellos manglares. Y ¿no me podría ir a enseñar? Momento…ahí solo se llega con autoridad, armado y con tropa, si va uno solo es para ser comida de zopes, desde antes que uno llegue ya lo tienen venadeado.
Si aquí como los puede agarrar es cuando pasan para Guaymoco a vender cangrejos o piel de lagarto, deles una esperada, por lo general, pasan los domingos en sus bestias. Y mire ¿no me podría vender un poco de comida? Aquí majonchos y mangos comemos y hay la vamos pasando, pero si quiere frijoles parados con chengas allá hay una señora que le puede vender, se llama Niña Eduviges, y no es carera.
Cuando estábamos platicando se oyen el estallido de cohetes de vara y vemos aparecer por una vereda la imagen de un santo, que lo vienen cargando en hombros dos señoras enmantilladas y acompañados por una turba de indios en oración, aunque algunos bien a pichinga o manudos, porque traen cantaros de chicha y tecomates de chaparro. Me explica Jesús que se trata de San Lucas Evangelista, patrono de Cuisnahuat y que se dirigen hacia Tepecoyo donde va realizarse el “tope de los cumpas” porque se va encontrar con su alero San Cristóbal, que va bajar de Jayaque. Allá en Tepecoyo serán recibidos los cuatro cheros santos por Los Historiantes, un grupo de bailarines indígenas, que reproducen antiguas danzas de “moros y españoles.”
O sea que son santos y a la vez son cheros, cuatro compadres, Lucas, Cristóbal, Esteban y Toño, que se visitan. Interesante este bolado, no sabía yo de esto. Y a la par de los santos y cuidándolos en la caminata por las fincas viene la cofradía, que garantiza el tambor y la flauta de caña, los tamales, las riguas, el café con marquesote y la bebida espiritual para las vigilias.
Me cuenta el Reservista que además de ellos hay otra pareja de santos cheros, se trata de San Esteban de Tepecoyo y de San Antonio de Los Sitios, que también se realizan visitas, como dicta la tradición, y los que los acompañan son penitentes que están cumpliendo promesas, o son comunidades que se visitan todos los años. Aquí van a hacer estación para descansar y para cambiar de cargadores del santo. Lo bueno fue que unas “hermanas” bastante chachalacas por cierto, y todavía con algunas partes buenas, nos invitaron a desayunar, y ya hasta ganas me están dando de incorporarme a esta caminata. Mejor regreso a Izalco. Llego cansado a descansar.
El siguiente día salgo para Sonsonate, para de ahí viajar en camioneta a Cuisnahuat, que queda bien metido en la montaña, entre balsamares, y donde presumo hay también movimiento de los rojos. Llego casi al mediodía y lo que me impresiona es que las pocas casas del pueblo, todas son de madera. Un pueblo de casas de madera, limpio y ordenado, pero desierto, como pueblo fantasma, la mayoría de la gente aquí son jornaleros que salen a trabajar a los cafetales de Izalco, y algunos se dedican todavía a trabajar el bálsamo, a sacarle su resina.
En el camino se pasa por El Estocal, una cueva grande donde bien caben unas doscientas personas, que era antes utilizada por los indios para sus ceremonias religiosas. Como en Cacaluta, aquí no hay mercado, y la gente viaja a Sonsonate para aperarse. Voy usar la misma táctica usada allá para obtener información, la de buscar la cantina del pueblo.
Pero esta vez falle porque estaba cerrada, el dueño de nombre Isidro andaba por Ishuatan, pueblo que queda cerca me dicen. Decido irme caminando para Ishuatán, al que llego luego de atravesar montañas, balsamares y ríos, ya cuando está oscureciendo. Me invento la leyendo que soy de Cacaluta, y ando buscando unas reses que se me escaparon pero nadie parece creerme, porque aquí todos se conocen, pero me presento entonces como primo de Don Jesús, el cantinero, y pregunto por la familia de Isidro y al encontrarla pido y recibo posada para pasar la noche.
Me permiten dormir en un tapesco fuera del rancho. Aquí la pobreza es tal que ni candelas tienen para alumbrarse. A la madrugada me despiertan los ruidos de la mujer del primo de Isidro, que todavía oscuro, se levanta a calentar el comal para echar las tortillas y la oigo echar como puteadas en su lengua, ojala que no se refieran a mi persona. Y una hija de ella se levanta también para ir a traer un cántaro de agua al río. Andan lo más tranquilas sin blusa, con las chiches de fuera… Y yo que estaba soñando con la Jose…
Cuando se levantan Isidro y su primo me miran como desconfiados. ¿Así que usted es familiar del Chus? Sí, somos primos lejanos. Y ando buscando unas reses que me han dicho que por acá las han visto. Ah, y ¿Cuántas son? Son dos, una de piel negra y otra rojiza, están marcadas. Ojala que las encuentre pero por aquí no han pasado. Ojala, sino me va tocar regresarme.

Me invitan a una tortilla tostada con requesón y café de maíz. Desayuno y me despido. Regreso a Izalco y me parece que me toma menos tiempo que durante la venida. Llego entrada la tarde y me lanzo hacia una hamaca en el portal del hospedaje. Y la primera idea que se me viene a la mente es: ¿Dónde estará el poeta? ¿Dónde estará el culpable de toda esta condenada andadera?

Un viaje de San Salvador a Moscú (II)

4. De alta contra el comunismo: sí mi General (Sonsonate, 1931)
Por la mañana al escuchar la diana me despierto con la tropa. Es la hora del matutino. Ejercicios que no me entusiasman ni desafían. Luego nos duchamos y al desayuno. Este si me interesa. Buen rancho. Casamiento con tortillas tostadas y cafecito de maíz. Una ricura. Espero que llegue el general pero ya está aquí. ¿Dónde dormirá? Cabo Judas Pérez, reportándose. Buenos días! Cómo descansaste? Bien.
Mirá hoy te voy a explicar en detalle lo que requiero de tus servicios. Si mi general. Necesitamos armar un servicio de inteligencia. Si mi general. No me interrumpas. Vas a ser mi ejecutivo. Pero lo primero que necesito es que te recorras el territorio, toditito, de paisano, ya no vas a usar uniforme por mucho tiempo, necesito que ubiquemos los principales centros subversivos y de ser posible que te infiltres o que logremos infiltrar a gente con ellos, no creo que sea muy difícil. No se crea, son clandestinos. Te voy a dar un carnet para cualquier eventualidad para que la autoridad te auxilie, pero solo úsalo en caso de emergencia mientras tanto andas por la libre, o sea usa la leyenda de que sos comerciante, aquí están estos treinta colones para que inicies. Nos vemos cada semana, los viernes, hace como que venis a vender telas al cuartel, preguntas por mí. Y la relación es exclusiva, me entendes, con nadie más. Si mi general.
Aprovecho que el General me deja solo en su oficina para trazarme mentalmente el itinerario de mi misión por medio de un inmenso mapa de Sonsonate que casi abarca la pared tras de su escritorio. Veamos: vamos a empezar por Juayúa, al norte, después bajamos a Salcoatitan, Santa Catarina Masahuat, Santo Domingo hasta terminar en Acajutla, luego subo a Nahulingo, San Antonio del Monte, Sonzacate, Nahuizalco, Izalco, Caluco, Cuisnahuat, Ishuatan, San Julian, Armenia y luego regreso a la ciudad de Sonsonate. Son un cachimbo de pueblos de indios. En total 16 pueblos y sin contar cantones. Esta difícil, cuesta arriba este volado. Le voy a pedir un ayudante a mi general.
Entra el General y le pido permiso para hablar. Necesito un ayudante. Me responde mal encarado: come mierda, y mujer no queres también que te consiga. No me digás que ya te estás ahuevando. Sí lo que necesito es que parés bien la oreja no que los captures. Acordate. Inteligencia, el manjar de los poderosos. Así que mejor ponete a trabajar. El pisto ya te lo dí ¡verdad? Sí, mi General.
Me voy para la terminal que está a la par del mercado. El siguiente bus sale hasta las dos de la tarde. Hasta ganas me dan de irme a tomar unas cervecitas a la Calle sin Ley. Pero primero voy ir a comprarme un par de cortes. Llego a un negocio de turcos. Que va querer, baisano? Muéstreme unos cortes. Para usted? No, para vender. Se muestra extrañado. Usted no es de por aquí, verdad? No, soy de Armenia. Pero quiero probar suerte, dicen que aquí es bueno el comercio. Claro, que sí, que le parecen estos casimires. Muy caros. Y este macartul? Y ropa para indios no tiene? No, ellos mismos se la hacen. Aunque aquí tengo mire esta tela para huipiles. Ummm. Y cuanto valen. Para Usted caballero, medio real la yarda. Deme unas seis yardas. Ya se las empaco. Creo que me está embaucando. Mejor mire, ya no las voy a llevar. Que le pasa baisano? Es buena tela, buena compra. Es que muy caro, hágame una rebaja. Que le quede en dos reales y medio, regaladas. Se las voy a llevar.
Salgo con mi paquete al hombro, convertido en comerciante de telas. Son las once. Me voy ir a echar unas heladas para aguantar este calor insoportable. Al pasar por la Calle sin Ley algunas muchachas recién levantadas me reconocen y saludan amigables como buenas vecinas. Entro a un bar y pido una cerveza. La dueña no puede ocultar en su rostro un gesto de malestar ya que supone y supone correctamente que no voy a pagarle. Los policías no pagan en ningún bar del mundo. Es una regla universal. Lo que me preocupa es que la gente parece reconocerme no obstante andar de paisano, parece que llevo un rotulo de detective en la frente. Y esto a veces es ventaja pero otras veces es peligroso, más en estos territorios mordidos por el comunismo. Me tomo un par de heladas y me voy para la terminal no vaya ser el tuerce que me deje el bus para Juayúa. En el negocio había un viejo gramófono de trompeta y se escuchaba la voz de Gardel: Caminito…
Rumbo a Juayúa
El bus va repleto y suerte que llegue temprano para conseguir asiento. Me hubiera gustado lavarme los dientes porque me siento una hedentina a cerveza escandalosa. Oigo que dicen adelante unas lenguas atrevidas: es prohibido tomar en el bus y ansiosas me voltean a ver. El cobrador me comenta: se las ha echado verdad? Maishtro. Es delito echarse un par de heladas? No, para nada. Otra vez invite. La camioneta toma del mercado rumbo al norponiente, pasamos el barrio El Ángel con sus talleres de mimbre y al nomás emprender la cuesta polvosa hacia Nahuizalco comienza a ranear. Nos reímos, échele leña maestro. Mejor bájense a empujar, ganado de uña. Cómo que no fuéramos pagando! El bus avanza con dificultad. Y el olor a aceite de frenos es intenso. Y la gran humazón. Se va quemar esta babosada!
La camioneta va llena de mujeres enhuipiladas, refajadas, que tristes con sus canastos vacíos, regresan a sus ranchos. Parada! Me deja ahí pur dunde la Niña Mila. Ya se pasú, brutu… pare que me quieru bajar! Estupidu! El chofer frena y para. La joven baja del bus con su canasto todavía con algunas flores. La camioneta continúa su recorrido ascendiendo la interminable cuesta hacia Nahuizalco, población a la que ingresa para recoger más pasajeros aunque la camioneta ya va llena. Avanza por la calle de tierra levantando una gran polvazón, de la que todos nos beneficiamos.
Suben algunos pasajeros, los ladinos de saco blanco y los indios de cotona y pantalón también blanco de manta. Seguimos la ruta y salimos del pueblo, de nuevo empezamos a ascender en medio de cafetales interminables. La temperatura va cambiando y empieza a sentirse la brisa de la montaña. Al fin llegamos a la plaza y nos bajamos. Hace un poco de frío y hay nubarrones amenazando el horizonte. Es un pueblo que queda en las alturas, las nubes casi chocan con los aleros de las casas. Hace frío y me vine sin chumpa. Hace frío y tengo hambre.
En la esquina del parque diviso una señora que está vendiendo atol shuco. Me acerco y le pido uno. Con todo? Sí. Es un brebaje, un atole gris, que se come con pan francés. Tiene un saber agrio, y va acompañado por frijoles y chile. Póngamele un poquito de más chile. Delicioso.
Le pregunto a un joven que donde puedo encontrar una pensión y me recomienda la de la Niña Panchita, un lugar aseado y barato, queda aquí cerquita, a dos cuadras, cerca de la comandancia. Camino y encuentro el lugar. Tiene piezas? Sí. Pase adelante. De Sonsonate? Sí. Cuanto se va estar? Unos días. El piso de las piezas es de tierra y con tapescos. Y a que se dedica? Soy comerciante, y he venido a ver si hago unos centavos, dicen que aquí es bueno para el negocio. Depende, a veces se pone bueno, ya van ser las fiestas del Cristo Negro y entonces se pone bonito. Ah, disculpe el pago es por adelantado. Mire, y no me podría prestar una colcha. Ya se la voy a buscar.
Me instalo en mi nueva residencia. Descanso un rato y luego salgo a caminar por el pueblo. Ah, y el zaguán se cierra a las nueve de la noche. Ya voy a regresar. Empieza anochecer, me voy para el parque. Esta semi vacío y las ráfagas de viento me golpean el rostro. Se me hace que voy a tener que acompañarme pronto por las inclemencias del tiempo. Pienso en la Josefina…
Me siento en un banco del parque frente a la iglesia imponente. Hay misa y está oscureciendo. Oigo música a lo lejos. Misa o jolgorio? Jolgorio. Tengo buen olfato para encontrar cuchitriles de mala muerte en donde campea el pecado y la lujuria. Veamos. Caminemos. Tomo hacia el oriente luego de dos cuadras, al doblar la esquina aparece la fuente del jolgorio. Es un patio con algunas mesas y candiles. Algunos parroquianos ya están un poco mareados aunque es lunes. No hay mesas vacías y pido permiso para acompañar a un par alegre de bebedores. Siéntese, no hay problema. Usted no es de aquí, verdad? No, fíjese. He venido a ver si monto un negocio. Negocio? Se puede saber de qué? Soy comerciante de telas. Ah, de eso aquí sobra, pero siempre donde come uno comen varios. Pero no es muy carero? No, al contrario. Y da fiado? Tampoco. A este solo fiado le gusta. Fiado ya murió, mala paga lo mató.
Se llaman Mardoqueo y Felipe y son criados de don Emilio, el italiano dueño del beneficio. Como patrón es estricto el viejo pero no nos falta la comida y la bebida. Noto que andan armados. Y no es muy peligroso el pueblo. Solo en las fiestas que se llena de mañosos y de pirujas. Una vez a este le robaron la mudada allá por los Chorros de la Calera. Ah y últimamente que han aparecido unos indios gritones, pero ya los tenemos controlados quiénes son y donde viven, andan con eso del comunismo. Nosotros somos los que le cuidamos el almacén a don Emilio, hay se lo vamos a presentar, es buena gente, chelote.
Ya la plática me empieza a gustar, ya va tomando rumbo. Y que es eso del comunismo? Es de andar que los andan enganchados a los indios que les van a dar tierra, pero solo es carburo. Pero no hay que preocuparse? De nada sino para eso están las tartamudas, o los Mauser. Este tiene uno. Don Emilio me lo ha dado. Anda un tal Chico Sánchez sonsacándolos. Hasta llevaron los rojos al Seco Concho de candidato a alcalde, si ni leer puede, si hasta la mujer lo pijeya cuando anda a verga. Andan ofreciendo tierra y no tienen donde caerse muertos. Por mi que los fusilen a todos, empezando por el tal Chico. Hay que quemarles los ranchos para que aprendan quien manda. Saca un revolver y me apunta. Y Usted no será de ellos? Como va creer? Porque dicen que aquí va reventar el comunismo.
Es que dicen que mandan a los pueblos para que adoctrinen. Yo no me meto en esas babosadas, lo mío es el negocio y las mujeres. Pienso para mis adentros que son indios hablando de indios. Mejor me voy a ir no vaya a ser que termine mal. Bueno, señores ha sido un gusto. No, cálmese, porqué se va, es que lo hemos ofendido? Diganos en que lo hemos ofendido? Pablito, servile otro trago al señor aquí presente. O nos despreceya por humildes? Simula ponerse a llorar. No, es que tengo que ir a arreglar un asunto. Cual asunto? Nosotros aquí lo invitamos., nosotros pagamos. Tráeme una tajada de limón. Apúrate.
Mire a ese Chico así le voy a hacer y apuntaba con el arma hacia la pared. Pone la pistola en la mesa. Te acordás que hay le daban trabajo allá arriba en La Concordia, si peón de finca era y hoy se la lleva de machito, de jefecito rojo. Ganas me dan de irlo a buscar y darle una buena talegueada para que aprenda a respetar a la autoridad, porque la autoridad aquí en este pueblo es Don Emilio, ahí dicen que vive cerca del río, quien quita que me anime. ¡Viva Don Emilio! Creo que con lo escuchado ya me da para hacerle un reporte a mi General y mejor me voy no vaya a ser el tuerce que me vea obligado a verguear a uno de estos dos indios babosos. Salgo y está muy frío, regreso a la posada por calles oscuras y empedradas.
El siguiente día me los encuentro de nuevo y por suerte no me reconocen. Y se encuentran peleando en un lugar frente al mercado con el descolorido nombre de El Cuscatleco, y que es una lotería de cartón, que se llena con granos de maíz. El cantador es un poco vulgar: Fuera manos va pelota! La garza es un ave rara/ Con tamaño pescuezote/Así de larga deseara/ Que se hiciera mi garrote. ¡La Garza! Otro dice así: Cierra las piernas mujer/ Le dijo el indio a la indiana/ No ves que te pueden ver/ La estrella de la mañana. ¡La estrella!
Alegan los criados de Don Emilio que ganaron y no les reconocen el gane. Los observo de lejos pero estoy seguro que no me reconocen. Son pendencieros y ofensivos, sanos o tomados. La gente los rechaza y les pide que se vayan. Salen y se dirigen a la casa de su amo y decido seguirlos. Es una casa de dos pisos, con un portón grande de madera en el que incluso pasan las carretas. Tocan la puerta y pasan sin saludar. Me quedo esperando un rato, pero ya no salen, y regreso a la posada a traer mi “venta.” Me instalo en una pendiente de la calle, y coloco la venta. A cumu lu tiene? Dos reales. Muy caru. Me pregunto si será que hablan español estos indios carajos o será su dialecto. Pero todo parece normal. Hay pocos hombres vendiendo, en su mayoría son canasteras.
Salcoatitan
Por la tarde decido enrumbar para el pueblito de Salcoatitan. Es por gusto, las puertas de las casas están cerradas y parece un pueblo fantasma, desolado, hasta la iglesia está cerrada. Voy a tener que venir el domingo porque dicen que aquí la indiada en las plantaciones cafetaleras esta alzada. Quizás regreso mejor a Juayúa, o mejor espero un momento.
Me voy al parque y me entretengo viendo a la gente que pasa, parece como que los días se repiten. Y veo que abren las pesadas puertas de la iglesia, hoy si voy ir a escuchar misa, a ver qué dice el cura. Entre y están ya los primeros feligreses. Veo pasar al cura hacia el presbiterio. Es una iglesia de madera, silenciosa y oscura, consagrada a San Miguel Arcángel que aparece juvenil y alado en un caballo blanco con la espada desenvainada dispuesta a enfrentar y derrotar al dragón del caos.
Se escucha desde el altar: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.” Luego se exhorta a rezar un Padrenuestro, tres Avemarías y el Gloria.
La mayoría de feligreses son ancianas indígenas que observan admiradas la irrupción del sacerdote con sus negros atavíos y se establece un profundo silencio que es roto por la voz gangosa del cura que de espaldas a ellos, dice aburrido: in nomine Patris, et Filii,: et Spiritus Sancti. Amén. Dominus vobiscum. Et cum spiritu tuo. Oremus. Per omnia saecula saeculorum. Amén. Siento calor y salgo, enrumbo hacia Juayúa, tendre que regresar un fin de semana, quedo pendiente.
Me habían contado que hay tres imágenes de san Miguel Arcángel, ya conocí al primero, que está encerrado en la iglesia, en el altar mayor y a este se le conoce como El Serio, y luego está el de las Cofradías, y lo conocen como El Parrandero porque le gustan mucho las fiestas y está él que solo anda en la calle, que es el que anda en las procesiones y le dicen El Vago.
Antes de irme me detengo en una enramada de guachipilín donde hay una señora que vende yuca salcochada con tenquique de palo de siete pellejos. Lo vende en hojas de huerta y al probarlo es delicioso.
Nahuizalco
Llego temprano y instalo mi venta en el mercado. Poco a poco van apareciendo otros vendedores y un ejército de canasteras descalzas que bajan de los montes con sus ventas de verduras y frutas.
El cementerio en esta población está totalmente segregado, separado entre ladinos y naturales, estos últimos se ubican a la derecha y las márgenes mientras los ladinos ocupan los espacios principales. Los naturales no tienen tumbas con mausoleos y solo colocan un túmulo compacto de un metro, con una tosca cruz de madera pintada.

5. Un hallazgo atemorizador
Al empaquetar mis cosas, que cada día van aumentando con libros y recuerdos, descubro con terror que no encuentro el sobre o mejor dicho encuentro el sobre ajado pero sin el contenido, sin las hojas mecanografiadas con firma y sello que me entrego Agustín, ¿Qué hago? ¿Dónde las extravié? O será que ¿me las habrán robado? ¿Las habré perdido? El estomago se me revuelve porque este documento es el motivo de este viaje. No tiene sentido continuar sin el sobre con el mensaje. La última vez que lo revise ¿fue en Honduras? No, fue en Cuba. ¿Habrá quedado allá? No puedo saberlo. Reviso mentalmente los diversos lugares que he recorrido desde que salí de San Salvador. No puedo realmente identificar el lugar de la pérdida. Le doy vueltas y vueltas en mi cabeza y no logro descubrir la clave. ¿Será este un viaje iniciático? ¿O es una clara misión política? O ambas.
¿Qué hago? ¿Continúo el viaje o me detengo y regreso? Decido que debo continuar, quiero continuar, no puedo fallarle a Agustín, y decido que en el camino reconstruiré el mensaje, lo conozco porque lo leí varias veces. Además comparto esa visión. Al final lo importante es el contenido y no su originalidad. Y el contenido es la solicitud para que la Internacional respalde materialmente y pronto la vía armada, la insurrección. Es una petición de ayuda que allá en Moscú me encargare de ampliar y justificar. No puedo fallarle a Agustín, que confió en mí. Debo proceder y embarcarme.
Abordo el barco. De nuevo la inmensidad del mar golpeado por el sol tortura mi vista. Es este para mí un mar extraño, incomprensible, es el Atlántico, el antiguo océano imperial de los portugueses y de la Armada Invencible española, de los submarinos alemanes, de la real marina inglesa y sus respectivos piratas, y hoy de los torpederos yanquis.
La rutina del barco me resulta ya aburrida. He logrado un aceptable camarote que puede ser totalmente oscuro o totalmente claro según el arreglo de las cortinas y me dispongo a descansar para promediar las múltiples desveladas que han asaltado a este cuerpo que a su debido tiempo descansara bajo palos de mangos y seguramente se lo comerán los gusanos de La Bermeja. Me acuerdo que a una amiga en el colegio le decíamos muy motivados al verla que permitiera que lo que se iban a comer los gusanos, primero se lo comieran los humanos. Y cautelosa nos respondía que lo iba a pensar, lo que nos llenaba de húmedas y sudorosas ilusiones nocturnas.
Me siento cansado, llevo ya varias semanas de viajero incansable, con una profusión en cascada de nuevas emociones, dudas, amistades, temores, horizontes. Debería de escribir una novela o por lo menos un diario. Únicamente salgo del camarote para comer. Me he vuelto un ermitaño pero ya tendré tiempo de caminar las calles madrileñas.
Llegamos de madrugada al puerto de Santa María en Cádiz, me encuentro en el corazón de Andalucía, la patria de García Lorca. Me instaló y salgo a caminar por la ciudad. Estoy por fin en Europa, acercándome al final de mi viaje. Es una ciudad muy antigua rodeada de palacios. Veo banderas republicanas (morada, amarillo y rojo) en los edificios. Hay un ambiente de revuelta que me entusiasma.
Me pongo a buscar a los sindicatos y rápidamente encuentro el local de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo). Son anarquistas con sus colores típicos: el negro y el rojo entrecruzados. Y me encuentro con viticultores, agricultores, carpinteros, albañiles y panaderos. Que interesante, estas son las raíces del anarquismo salvadoreño. Me observan un poco sorprendidos, desconfiados ¡coño! pero luego van a buscar a su dirigente máximo. Su nombre es Vicente Ballester, se muestra muy alegre de verme, como si me conociera de toda la vida. Y cómo están nuestros hermanos en Salvador?

Me comparte su visión de la situación española, estamos en revolución, y de nuestra parte, de nuestra lucha va depender que esta avance o sea copada por los socialistas y los estalinistas. Nosotros estamos en resistencia contra este gobierno burgués. Me lleva a su casa y me presenta a su esposa Ramona, también anarquista. Veo en su casa un poster del Grupo Germinal, que parece ser un nombre muy común ya que existe en El Salvador un grupo con el mismo nombre, sigo descubriendo raíces, rastros de un pasado común.
Me cuenta que también pertenece a la Logia Masónica Salvochea. Anarquismo y Masonería, interesante contubernio.
Vicente recién sale de prisión porque dirigió una huelga general en octubre para exigir una rebaja en los costes de los alquileres de las casas de los sectores obreros. Se muestra entusiasmado con mi llegada, aunque me parece que Vicente vive en un estado de entusiasmo por todo lo que ve y escucha. Es un experimentado optimista. Un gran luchador social, alegre y despreocupado, paralizamos la ciudad, me cuenta. Fui prisionero político del gobierno republicano-socialista, admite con orgullo este dirigente popular, que fue cabeza y alma de la insurrección, porque nosotros creemos me dice en la acción directa no en discursos de cafetín.
Tienes que aprovechar –me aconseja- que estas en Europa para poder leer a los clásicos, pero se refiere a los clásicos del anarquismo: a Proudhon, a Bakunin, a Kropotkin. Puedes quedarte con nosotros en nuestra casa, y te ahorras estar pagando. Vas para París? Exacto. Quédate unos días, nosotros te enviaremos a Madrid, me asegura, controlamos los ferrocarriles y me guiña un ojo. Es todo un personaje, carismático, típicamente español, deslenguado, desinhibido. Nosotros somos más tímidos.
Lástima que no estuviste aquí para la huelga general de octubre, me comenta. La convocatoria fue un éxito. Desde primeras horas de la mañana numerosos traba¬jadores se concentraron en los lugares claves de la ciudad. Las tareas portuarias se paralizaron. También las de las demás industrias de la ciudad: el astillero, la fábrica de aviación y la Tabacalera. El comercio cerró salvo algunos cafés y bares. Hacia las once de la mañana la Guardia Civil comenzó a disolver, a reprimir a los grupos de trabajadores concentrados en las calles. Un adoquín rompió el cable del fluido eléctrico del tranvía que comunicaba la ciudad. En ese momento comenzó la represión y comenzó también la resistencia nuestra. Ya de tarde, ante un guiño de Ramona, veo que Vicente toma mi maleta y me dice: vámonos. No puedo negarme y caminamos unas cuantas cuadras hasta legar a su apartamento, que parece por las banderas y afiches, como si me estuviera trasladando a otro local sindical. Estás en tu casa, me dice. Hay un ambiente de fraternidad que me resulta muy placentero y novedoso. Me parece que Vicente ya practica el socialismo, alegre y desenfadado, mientras que nosotros aspiramos a construirlo.
Vamos a llevarte de paseo, me dice. Y salimos y nos dirigimos a un bar. Pedimos cerveza. Hay una plataforma de madera de la que emerge una pareja de bailadores, que luego de saludar al público inicia un zapateado que va creciendo en intensidad, y se acompaña por una voz que parece un sollozo, de mucha tristeza y melancolía, trasmite mucha fuerza, es la voz de la resistencia andaluz. Regresamos a la casa de madrugada.
El siguiente día Vicente me lleva al local del Socorro Rojo, que queda muy cerca del local de la CNT, y me presenta a su responsable, a Daniel Herrera, un médico muy popular. Al quedarnos solos, Daniel me dice, lo estábamos esperando. ¡Qué bueno! Pero dígame ¿qué anda haciendo usted con ese lumpen? Cual lumpen? Con Vicente, que es un lumpen anarquista. No me pareció lumpen…le respondo sorprendido y le explique como lo había conocido. Acaba de salir de la cárcel, es un enemigo jurado de nuestro gobierno, un delincuente.
Rompa relaciones con él, se está aprovechando que Usted no conoce nuestra realidad, camarada. Aprovechándose? Sentía a Daniel sincero, pero equivocado y muy sectario. Pero decidí no contradecirle. Donde se está quedando? Eh, donde Vicente. No puede ser, salga inmediatamente de ahí, hasta preso puede ir, él es considerado un peligro para nosotros, una amenaza subversiva. Pero… de nuevo decido seguirle la corriente. No voy a poner en peligro la misión. Está bien, le digo, hoy me cambio. Traiga sus cosas para acá y nosotros, el Partido, lo vamos a ubicar, me dice. No hay más que hablar.
¿Y cómo andan las cosas? le pregunto. Me responde que es una situación muy compleja en la cual como Partido han logrado avances significativos ya que forman parte de la coalición gubernamental, pero existen aliados muy vacilantes lo cual es aprovechado por las fuerzas derechistas para influenciar a sectores del ejército. Existe un equilibrio de fuerzas que en cualquier momento puede romperse, y esperamos que sea a favor nuestro. ¿Y sobre mi caso? Mañana sales para Madrid y ahí los compañeros te darán más instrucciones.
Al regresar a la casa de Vicente me dice riéndose: me imagino que Daniel te ha de haber regañado, y no tengo más remedio que admitirlo. Le comparto que debo de mudarme y no se sorprende. Te van a curar de toda predica anarquista. Le explico que necesito cumplir mi misión y lo acepta. De todas maneras serán nuestros compañeros ferrocarrileros los que te llevaran a Madrid, me asegura con su picara sonrisa andaluz. Me despide con un fuerte abrazo, un día de estos te llego a Salvador.

Rumbo a Madrid
De nuevo emprendo el viaje. Vicente no bromeaba, una llamativa A cruzada identifica la locomotora del tren. Y ya me estaban esperando. ¿Compañero Víctor de Salvador? Y me conducen a un compartimento privado aunque el boleto que tenía era de clase popular. Nosotros aquí mandamos. Cualquier cosa que necesite solo pídala. Gracias, compañeros. Me parece que los anarquistas son como más amigables, más fraternales que nosotros los comunistas, que somos como más fríos, más distantes.
Como a la hora me vienen a buscar para ir a desayunar. Hay un vagón comedor con varias mesas con manteles celestes. Mira, este es el desayuno gaditano…café caliente con tostadas untadas sea de aceite de oliva o mantequilla, o en mi caso que las acompañe con una delicioso rebanada de jamón y queso. Luego de desayunar me invitan a un recorrido por “la maquina.” Iniciamos desde la locomotora, y vamos saludando a los trabajadores. Es un compañero de Salvador.
Al pasar por primera clase, donde estoy ubicado observo que lo hacen con una clara actitud de ser los dueños ante la mirada sorprendida de señoras aristocráticas y extranjeros. En segunda clase la actitud cambia y saludan con alegría. Al concluir el recorrido me regresan a mi habitación. Llegaremos mañana, descanse. En el almuerzo me introduzco a la gastronomía gaditana con una bebida caliente llamada gazpacho andaluz, riquísimo. Y me sirven un pescado a la teja, y si, es pescado frito asado en brasas de hierba salinera, y servido en una teja de barro.
Llegamos a Madrid al anochecer del día siguiente a una estación llamada de Mediodía. Alrededor había lugares donde quedarse y me establecí rápidamente. Me bañe y salí a recorrer la capital española. Hay mucho movimiento de gente caminando en las calles y bastante propaganda política en las paredes.
La no muy discreta quema de conventos
No me costó mucho trabajo al día siguiente encontrar un local sindical de trabajadores de hoteles, en el que obtuve la dirección de las oficinas del Socorro Rojo, las cuales quedaban cerca de la terminal de trenes. Al llegar observo que están organizando brigadas para visitar algunos monasterios y conventos. Nunca se me hubiera ocurrido quemar un convento pero aquí esto parecía lo más normal del mundo y parte de las labores que debía realizar un sindicalista revolucionario. Me presento y me invitan a acompañarlos. Vente tío, que te va gustar.
Somos un destacamento andrajoso y marchamos por las calles de Madrid orgullosos de nuestra misión civilizatoria. Hay que acabar con las supersticiones y las charlatanerías de estos curas bribones comentaban en voz alta. Algunos iban armados. ¿Dónde vamos? Por la calle del Aparecido hay un convento de monjas que merecen ser liberadas, dice un mulato alto y flaco. Vamos allá, responde la mayoría. Marchamos entusiasmados, convencidos de la importancia de nuestra tarea. Hay que aplastarle el rabo ideológico a la monarquía, eliminar la dominación de las conciencias por medio de la oración y las confesiones ante esos hijos de mil putas. ¡Me cago en la hostia! Nunca había oído este tipo de blasfemias que no despierta en los oyentes ningún tipo de sorpresa.
Llegamos al lugar convenido y es una edificación lúgubre de madera, que parece ya ha sido objeto de ataques anteriores, porque el portón esta semi destruido. Penetramos y oímos una voz que nos indaga por nuestro propósito. Somos la autoridad, responde uno de los nuestros. Y que se os ofrece? Salid y os lo diremos. Mi ágil mimetismo lingüístico descubierto hace ya algún tiempo, ha modificado ya mi habla. Abrid, grito y empujo la puerta.
Entramos en tropel y el que nos ha intimado a responderle parece muy nervioso. Qué deseáis? Donde están las monjas? Aquí no hay ninguna monja. Que las habéis hecho? Se han ido para sus pueblos. Vamos a revisar. ¿Con que derecho? Con este derecho y le muestra un revolver. Nos dividimos en parejas y empezamos la exploración. Es un edificio de tres pisos, al centro se encuentra un jardín rodeado de talleres.
En una de los compartimentos se encuentra un horno todavía tibio y sacos con pan ya horneado, que empezamos a devorar ante la mirada agresiva del que nos recibió en la entrada. Le pregunto: eréis cura? Y me responde que no, pero sus manos y su semblante lo delatan. ¿Me cago en Dios que si este tío no es cura yo seré una bailarina de circo? Y todos se deleitan con la imagen visual que nos ofrece este camarada. Al cura arrepentido lo capturamos y amarramos. Dónde están las monjas? Y lo empujan hacia una pared. No pronuncia una sola palabra.
Subimos al segundo piso y son los dormitorios de las monjas que se encuentran cuidadosamente arreglados pero con la ropa en sus casilleros. No se han ido. Están escondidas. Les gritamos que vamos a matar al cura si no salen pero sin ningún resultado. Seguimos buscando. En la tercera planta se encuentra un salón principal que sirve como iglesia, con su respectiva pila bautismal. El Cristo crucificado al final del salín parece triste y pensativo.
Estábamos a punto de darnos por vencidos cuando vemos aparecer a uno de nuestros compañeros más bribones con una bota de vino en una mano y en la otra una pierna de pollo asada, que le cubre la boca. Y cuando termina de masticar y tragar nos comparte que allá abajo en el sótano están las monjitas. ¡Están las monjas! Bajamos las gradas corriendo y se trata únicamente de media docena de mujeres – la mayoría de avanzada edad- y todavía con sus hábitos religiosos.
Hay que cumplir la tarea que ninguna mujer muera en España sin conocer hombre, dice uno de los más emprendedores, ya en los preparativos para desnudarse. Oye, que eres un bellaco, le grita otro, no ves que son unas viejas, Dios te va castigar y se te va caer la pinga. No hay que discriminar por la edad, le responde y continúa su labor de desabotonarse la bragueta. Las monjas lo observan entre aterrorizadas e ilusionadas. Cuando descubre su miembro hay una carcajada colectiva incluso de ellas por sus limitadas dimensiones. Las monjas al unísono se cubren el rostro mientras entre nosotros se escuchan frases como las siguientes: oye que puedes matarlas, oye que las vas a traspasar, oye que serán crucificadas, ibas a ser un burro.
Las monjas están entre preocupadas y sorprendidas. Nos ven con recelo, algunas con odio. Decidimos sacarlas a la calle pero no quieren irse, se arrodillan todas alegando que esa es su casa y que no sabrían a dónde dirigirse ya que llegaron al convento siendo niñas. Y entonces? Decidimos sacarlas, pero oponen resistencia. Defienden su nido con uñas, crucifijos y dientes. No somos vampiros. No las sacaremos a la calle pero tampoco nos iremos. Decidimos dejarlas dentro pero quedarnos. Ofrecen en agradecimiento ir a preparar el almuerzo, y aceptamos. Me dice uno de los que encabezan la misión redentora que este será un reto prolongado.
Almuerzo y me retiro, les digo. No puedes irte hasta que concluya la misión, me dicen. Les alego que tengo otra misión más importante que liberar abuelitas. Explícate. Les planteo que voy hacia Moscú y se desternillan de risa. No conoces ni Málaga. Eres un comediante y un embustero, me dicen. Luego de unos momentos me gritan: Está bien puedes irte pero tú eres el que te lo pierdes, posición abandonada es posición retomada. Que les aproveche, vale. Pero quédate para el almuerzo.
Salgo, las calles están vacías pero hay mortales esquinas con barricadas en las que te preguntan al ver acercarte por el bando y si la respuesta es equivocada el premio es una bala en el pecho. Hay que ir pacientemente sorteando calles para regresar al local del Socorro Rojo. Llego y está casi vacío, parece que siguen los muchachos dedicados a liberar conventos y quemar iglesias. ¿Y el responsable? ¿Manolo? Espéralo tío, pronto viene. Espero. Al verme sonríe. Te tengo buenas noticias. Mañana continúas tu viaje para la Madre Patria. Vas para Paris, allá buscas a Jean Martin, él habla español, el te va orientar para seguir el viaje. Me abraza y me desea buena suerte. Me da los boletos del tren y algún dinero. Tienes que buscar al Secours Rouje.

Rumbo a Paris
De nuevo experimento la dulce emoción de viajar y de poder cumplir mi misión. El tren va repleto de familias que huyen del conflicto. En el vagón que me asignaron escucho las conversaciones: es que los comunistas se han tomado España, esos demonios rojos incluso queman iglesias y violan monjas, saquean bancos, secuestran comerciantes, coño que son unos desgraciados que no tienen madre…Este tío parece gallego, murmuran refiriéndose a mi persona.
Llegamos a Paris al anochecer, a la Gare du Nord. Al bajarme hay personas repartiendo hojas sueltas con lugares donde quedarse y sus respectivos precios. ¡Estoy en Paris! El París de Víctor Hugo, el Paris de los Comuneros. Al llegar a la dirección del hospedaje, veo que me encuentro cerca de la Tour Effel, puedo verla. Me asignan una habitación, une chambre, en el segundo piso. Pero al abrir la puerta me sorprende que es un apartamento y hay una persona viviendo ahí, un negro. Me saluda, pero decido bajar y preguntarle al concerje.
Por suerte habla español y me explica que es una habitación compartida, que mi compañero de cuarto se llama Louis y lleva cuatro años viviendo ahí. Es raro para mí. Pero estoy cansado y decido aceptar. Subo de nuevo y Louis sonríe y me muestra mi cama. Es un solo cuarto con dos camas y un baño afuera. Louis no habla español, pero me ofrece te, tiene una pequeña cocinita. Je mapelle Louis et je suis de Martinique. Yo soy Víctor de El Salvador. Pensaba que sabía francés pero no le entiendo nada de lo que dice. Al final entiendo que es de Martinica, colonia francesa en el Caribe. Me ofrece te y galletitas. Me inspira confianza, hay mucha sinceridad en su rostro, es muy gentil. Bonne nuit.
Al despertar Louis ya se ha ido, pero me ha dejado una nota invitándome creo a una Exposition Coloniale Internationale, Bois de Vincennes, interesante. Decido dejar mis cosas y quedarme otro día en este cuarto compartido. Salgo a buscar al tal Jean Martin, pregunto al concerje por la dirección. Me dice que debo tomar el metro, que queda a cuatro cuadras y bajarme en Pigalle y de ahí caminar otras tres cuadras. Lo hago y encuentro el lugar.
Es la primera planta de un edificio con un patio típicamente adornado con mantas en proceso de elaborarse sobre precisamente la Exposición Colonial a la cual mi amigo Louis el martiniqués me había invitado. Me saluda un joven asiático delgado y con ojos sumamente almendrados y chispeantes. Me pregunta: est-ce que tu cherchez pour Jean? Le respondo: oui. Me tiende la mano y se presenta: Nguyen Ai-Quoc. Me pregunta: mexicain? Le respondo que no: El Salvador. Sonríe sin comprender.
Me dice: Je suis annamien. No le entiendo. Llega Jean, es un joven pelirrojo. Sabe mi nombre y me saluda como si nos conociéramos de toda la vida: que tal el viaje, Víctor de Salvador. Muy bien, me llamaron de Madrid para informarme que llegabas. Cómo andan las cosas en tu país? Bien caldeada la lucha de clases, a punto de levantarnos en insurrección. Nguyen nos escucha tratando de comprender. Jean le traduce. Dónde te estás quedando? Le explico y me responde que le parece bien.
Vas a estar unos días entre nosotros mientras hacemos arreglos con los camaradas alemanes para tu próxima jornada. Le pregunto por las mantas y me explica que el gobierno francés está organizando una Exposición para mostrar su poderío colonial, y que ellos la están denunciando por imperialista. Le pregunto de donde es él compañero asiático, me dice de Annam, sudoriente asiático. No es chino, es anamita. En Francia hay muchos camaradas de países coloniales. La manta se lee: “Contre l’exposition colonialiste de Vincennes! Pour l’indépendance des colonies !”
Es muy interesante el peso de lo colonial en la izquierda francesa por ser Francia un poder colonial imperialista. Me dice Jean hoy por la tarde tenemos una demostración para repudiar esta farsa colonial. Puedes venir si quieres. Te voy a presentar a Pierre, también habla español porque yo tengo que salir a un compromiso, pero nos vemos en la tarde. Llama a Pierre y nos presenta. Comunista de Salvador, Sudamérica y va de paso para el Norte. Me sorprende la descompartimentación, pero aquí parece lo más natural del mundo. Ya probaste los croissants, las medias lunas. Es un tipo de pan al que se le agrega jalea o mantequilla, delicioso, crujiente, se come en el desayuno recién horneado con café caliente.
Nguyen se interesa por mi país y con Pierre como traductor me pregunta por nuestras luchas proletarias y campesinas, por nuestra cultura. Le explico que somos independientes desde 1821 pero veo que sonríe, parece no creerme, aunque menciona a Simón Bolívar. Le hablo de José Matías Delgado, y vuelve a sonreír. Me plantea que lo político colonial puede desaparecer pero que lo cultural colonial es más profundo, sus raíces son más fuertes. Me pregunta que bajo que imperio colonial somos vasallos y se me complica responderle.
Al final le digo que no somos vasallos, que somos independientes pero bajo la amenaza de Estados Unidos y de Inglaterra, de Alemania e incluso de Francia, vuelve a sonreír. Me explica que el mundo capitalista es un mundo colonial. Y termina amigablemente desafiándome a que le exponga cual es mi idioma de nacimiento. El español le respondo orgulloso, y se sonríe. Eres europeo? No. Pero el español es un idioma europeo, te fue impuesto. Yo también hablo francés pero mi idioma materno es el vietnamita. Touché.
Qué religión practican en Salvador? Son católicos. Me dice: es la religión que llevaron los misioneros coloniales, lo mismo pasó en Annam. Y cuál es tu vestimenta nacional? Esta que ando, pantalón, camisa, corbata, saco. Esa es la vestimenta del amo imperial, andas vestido de súbdito colonial. Y sus leyes? Derivadas del Código Napoleónico. Así me tuvo, toda una conferencia sobre colonialidad. Y me acorde que los indios visten en mi país de calzones y cotona blanca, de algodón y que ellos si hablaban en lengua nahuat. Pero yo no soy indio, soy salvadoreño.
Por las tarde llegan dos camiones y nos trasportan al bosque de Vincennes. Nos bajamos y rápidamente se organizan en filas con estandartes y comienzan a caminar en círculos alrededor de la entrada y a gritar consignas contra el evento ya colocar la manta. La gente que hace fila para entrar nos observa con indiferencia. Esto es un piquete me explican, estamos piqueteando, me sumo a la caminada en círculos. Luego de varias vueltas Nguyen me invita a que entremos. No hay problema que lo hagamos, ninguno. Hay que conocer al enemigo, interpreto que me dice. Vamos.
En la Exposición Colonial
Es impresionante, han construido una ciudad exposición en este bosque. Nguyen compra los boletos y entramos. Hay miles de visitantes. Es grandioso el esfuerzo, hay muchos pabellones. Vas a conocer el mundo colonial, me confía Nguyen. No puedo evitar la inmensa curiosidad de ampliar mis horizontes geográficos. Nos dirigimos directamente al pabellón del mundo colonial, obviando otras atracciones. Nguyen también esta -aunque pretende ocultarlo-emocionado.
El primer pabellón que visitamos tiene la forma de una choza típica, es el de África Ecuatorial Francesa y está dividida en cuatro secciones: Gabón; Medio Congo; Oubangui-Chari y Tchad. Al avanzar por los locales y observar las “riquezas culturales” exhibidas, ambos compartimos una misma indignación ante este ultraje imperial, ante el saqueo mundial de nuestros recursos, pero a la vez en el fondo de nuestras conciencias nos reconocemos como colonizados, como domesticados, como súbditos coloniales, y la vez como rebeldes, como subversivos, como antiimperialistas, como comunistas.
Intercambiamos miradas con Nguyen y comprendemos lo que lamentablemente no podemos conversar por la barrera del idioma. Me pongo a pensar en que un pabellón salvadoreño o guatemalteco en esta feria tendría el mismo significado, somos países coloniales, con dueños imperiales. Ya me imagino los trapiches junto a los cuadros de Mejía Vides con las indias con las tetas de fuera, y un grupo de danza bailando El Carbonero o Las Cortadoras. “Si mi Señor, es buen carbón, cómprelo Usted, es de chaperno o de copinol…”Me siento incluso avergonzado, confundido, con ganas de llorar pero de rabia, de frustración.

Hay un tatuaje de opresión colonial en nuestra mirada, pero a la vez de rebeldía, de resistencia, de lucha…Me pongo a pensar: Provincias Unidas de Centro América, el Reino de Guatemala, República de El Salvador con Presidente ¿Somos realmente repúblicas? O ¿seguimos siendo colonias? Y únicamente cambiamos de amo o de gobernador. Deseo regresar, pero debo de seguir. Esta exposición es una burla, una payasada, una comedia, pero nosotros somos los payasos. Me siento extraño, muy diferente a estos visitantes de la feria que se ríen de nuestra cultura. Y somos el zoológico exótico al que estos millones de franceses acuden para presenciar nuestras piruetas. Esta exposición es una afrenta, una bofetada en nuestros rostros para educarnos sobre quiénes son los que realmente mandan, deciden, piensan…
Seguimos el recorrido, el próximo pabellón es el de África Occidental Francesa y son varios edificios, pero sobresale la reproducción de un palacio, una torre y una aldea de Sudan. Y hay incluso un restaurante típico, en el que exhiben para degustar un guisado con carne de camello y una bebida roja de nombre carcadés. En este pabellón están representadas las colonias francesas de Senegal, Guinea , Côte d’Ivoire , Dahomey , Mauritania, Sudán francés, Alto Volta y Niger.
El siguiente pabellón corresponde a la colonia de Argelia, en el norte de África y comprende una muestra de arquitectura árabe. Luego sigue el de Camerún y Togo, con reproducciones de chozas indígenas. África es una gigantesca colonia. Luego está la Somalia francesa, con la reproducción de una mezquita, y hay también una Somalia italiana. Las potencias europeas repartiéndose el continente africano.
Y también el Oriente Medio. Luego sigue el pabellón de Siria y Líbano. Hay la reproducción de dos palacios: el Palacio de Azm de Damasco, que era la residencia del Gobernador con su respectivo harén y selamlik, y también el Palacio de Beit ed-Dine, del Libano. Luego sigue el pabellón de Guadaloupe, en el Caribe, se ha construido una playa artificial con su arena blanca y el sonido del biguine, con los tambores (bele) y la tibwa (dos palos de madera)de la tradición musical de los esclavos en las plantaciones de azúcar. El ron del colonialismo es esclavitud, explotación de negros arrancados de sus aldeas y llevados a trabajar en las plantaciones de los blancos franceses, holandeses e ingleses. Lo blanco y lo negro tiñendo el mundo de dolor.
Luego está el pabellón de la Guayana francesa, con maderas preciosas de sus bosques saqueados por los patronos franceses, y hay también Guayana inglesa y holandesa. En realidad nunca me había imaginado este mundo aunque lo leyera, es un mundo surcado, cruzado, curtido por el colonialismo. Y después sigue la India francesa, porque claro hay una India inglesa. Exhibe una residencia hindú tamil con elefantes esculpidos en piedra. Luego vamos con Nguyen a la Indochina francesa, formada por una colonia, la Cochinchina, y cuatro protectorados: Tonkín, Annam, Laos y Camboya. Veo a Nguyen nervioso cuando entramos, no sabe con qué se va encontrar.
Lo más impresionantes es una reproducción del templo Angkor Wat, de Camboya, dedicado al dios hindú Visnú. También esta una pagoda de la tradición budista, con sus varios niveles. Hay una copia de un jardín imperial. Salimos y Nguyen está agotado, y se nos une Pierre, lo cual me beneficia por el idioma. Luego sigue el pabellón de Madagascar, una isla al suroriente de África. Reproducen la residencia del rey Andrianampoïnimérina con lémures domesticados, así como presentan instrumentos musicales y una pequeña obra de teatro Les Dieux Malgaches.
Le sigue el “protectorado” de Marruecos. Hay una reproducción del palacio del sultán de Makhzen en Tanger, después ocupado por los gobernadores, con su patio central y jardines de estilo andaluz. Luego sigue la isla de Martinique y me encuentro con mi amigo Louis, el del hotel, que se sorprende verme con Nguyen y Pierre, a los que conoce. Nos sirve de guía y nos muestra una típica residencia colonial. Esta muy alegre que haya venido a la exposición colonial y se nos une en el recorrido. Nos explica que el gobierno francés lo contrato para este evento. Pierre me explica que Louis es una persona de un gran corazón aunque sin criterios políticos formados.
Luego vamos al pabellón de Nuevas Hebridas, en el pacífico Sur, que comprende también los territorios de las islas de Nueva Caledonia, Wallis y Futuna, así como del condominio francés-inglés de Vanuatu. Luego están las colonias francesas de Oceanía, representadas por una choza polinesia, construida con troncos de cocoteros y bambú. Sigue la isla de Reunión, con una copia de la villa de la hacienda azucarera de Chaudron. Luego siguen las islas de Saint Pierre y Miquelon, ubicadas en la costa atlántica de Canadá, que rompen el esquema vigente de palacios y presentan la choza de un pescador con su doris (embarcación) en un lago y además un faro.
Luego está Túnez, es el último de la sección francesa, representado por varias edificaciones, incluyendo la copia de un barrio, con sus zocos de cuero; una barka de joyeros, el minarete octogonal de la mezquita de Sidi Ben Ziad, un morabito de estilo islámico, y un café moro, donde nos instalamos para descansar, tomar mirra en tasas minúsculas (puede ser con azafrán, cardamomo, clavos o canela) y conversar. Pierre sostiene que la lucha contra el capitalismo pasa por la lucha contra el colonialismo y coincidimos.
Para mi es todavía una experiencia teórica nueva, un aprendizaje que rebasa las categorías marxistas de la lucha de clases. Hay otras formas de lucha también legitimas señala Pierre. Pero en El Salvador esto es cuesta arriba, le explico que la independencia tuvo lugar hace más de cien años, en 1821. Pero siguen siendo colonia me asegura. Esto ha sido como un torbellino de emociones y que todavía no ha concluido, nos falta casi la mitad del mundo colonial.
Luego nos trasladamos al mundo colonial belga, que consiste parece de un solo país el Congo Belga “conquistad” por el emperador Leopoldo II. El pabellón tiene techo de paja y se exhiben diversos instrumentos musicales así como mascaras, lanzas y escudos bantúes, colmillos de marfil y arboles de caucho. Nos explica Louis que en el Kongo se hablan más de 240 lenguas, incluyendo el kikongo, el lingala, el tshiluba y el swahili, y además del idioma de la dominación imperial, el francés.
Luego sigue la “pacífica” Dinamarca, uno de los más antiguos imperios coloniales, dueño en algún momento de Islandia, de las Islas Feroe y de Groenlandia. En la exhibición se mostraban elementos de la cultura inuit como el tradicional iglú y el qamutik (trineo). Incluso el rey danés Cristian IV tuvo un pedazo de la India, llamado Trankebar, una colonia en Ghana que luego vendió a los británicos, las Islas Virgenes, que luego vendieron a los Estados Unidos. Hay un pabellón de los Estados Unidos y comprende los territorios de Alaska, el Caribe (Puerto Rico, Islas Vírgenes, Zona del canal de Panamá, Haiti) y el Pacifico (Hawaii, Philippines, Guam). Hay un pabellón del Reino de Italia con una reproducción de la basílica de la ciudad cartaginesa de Leptis Magna en Libia. Comprende las colonias italianas de Somalia italiana, Eritrea, y Libia. Hay un restaurante somalí así como barcos somalíes (dhows) navegando por un lago artificial.
A continuación visitamos el pabellón inglés, el imperio donde no se oculta el sol. Incluye en su lista únicamente a dos modestos pabellones: el de la Palestina británica, mostrando la tumba de Raquel y la mezquita de Omar en Jerusalén y el de la India, exhibiendo una copia del mausoleo de Itimad-Ud-Daulah en Agra, la India británica. No obstante cuanta con presencia también en América del Norte (Canadá) el Pacifico Sur (Australia, Nueva Zelanda) Medio Oriente (Egipto) África (África del Sur, Rhodesia), en Asia (Singapur, Hong Kong) y en el Caribe (Jamaica, St. Lucia, Grenada, Barbados, Bahamas) . Y su primera posesión colonial fue Irlanda y luego Virginia (hoy Estados Unidos) en 1624.
Luego está el pabellón de los Países Bajos ( Holanda). Hay un edificio principal construido según la tradición arquitectónica malaya, con esculturas de piedra y cubierto por un tejado con dos torres. Se exhiben objetos de tres colonias: Indias Orientales Holandesas, Guayana Holandesa y la isla de Curacao en el Caribe. Han construido una puerta de piedra tallada al estilo Bali donde se realizan danzas y esta también un pabellón dedicado al gigantesco territorio de Batak, conocido también como Indonesia.
Y finalmente le sigue el pabellón de Portugal, dos edificios con muestras tanto de las colonias africanas de Angola, Mozambique, Islas de Cabo Verde, y Guinea portuguesa, como de las colonias asiáticas de Goa ( en la India) , Macao ( en el sureste de China) y Timor en el Pacifico Sur. Interesantemente no hay pabellón almena no obstante que también tuvo colonias, en África (Africa Oriental Alemana o sea Tanganica, Ruanda-Burundi), (Africa del Sudoeste Alemana, o sea Namibia) (África Occidental Alemana o sea Togolandia y Kamerun) Oceanía (Nueva Guinea Alemana y Samoa Alemana) y Asia (Kia Chau y Tianjin en China). Tampoco estuvieron representados los japoneses, que controlaban Corea y parte del norte de la China ( el Manchukuo).
Terminamos ya de noche y Nguyen nos invitó a Pierre y a mí a cenar en un comedor annamita. Afuera están unos anamitas departiendo en cuclillas, es impresionante, pero allá en mi lejano país en las haciendas cafetaleras me encontraría con el mismo diseño de los campesinos de platicar en cuclillas. Al penetrar en el establecimiento sentí fuertemente el olor de especies culinarias desconocidas a las cuales tuve que adaptarme sin mostrar ningún rechazo, aunque el olor a ajo era muy fuerte y casi me hacía vomitar. Nos sirvieron naturalmente arroz, pero blanco y pegajoso, con unos rollitos de carne con vegetales un poco picantes llamados nems, a los que se le añade una salsa de pescado llamada nuoc mam que no pude tolerar.
Pero para eso estaba la bia hoi, cerveza anamita, estupenda. Nguyen quiere saber acerca de Salvador y de sus luchas. ¿Muchos campesinos? País rural? Mucha selva? Comunista? Y ante las respuestas afirmativas sonríe y estrecha mi mano entre las suyas, con un gesto de aprobación. Luego habla sobre el colonialismo y como este influye fuertemente en nuestra personalidad y como debemos mantenernos siempre en guardia para evitar que nos aprisione. Salimos del bar-restaurante casi al amanecer…Ha sido para mí un día noche muy especial, toda una universidad en un día…un gran aprendizaje.
Me levanto tarde y camino hacia el local del Secours Rouge. Pierre todavía no ha llegado pero observo a unos como latinos que terminan siendo árabes, hay rasgos parecidos. Son árabes. Sabaju al-jair me dicen, supongo buenos días. Los oigo bromear, reírse entre ellos. Llega Jean y me los presenta, son camaradas argelinos, del Magreb, se trata de Ahmed, Farid y Nayib. Preguntan mi nombre: Víctor. Je mapelle Víctor. Daccord. Du Salvador? Salvador en lutte? Oui. Me invitan a almorzar, vamos por tren a un barrio árabe, parece que estamos en el Medio Oriente, los rótulos son en árabe y en francés, pero el sonido de las conversaciones revela lo gutural del árabe.
Me preguntan si he probado alguna vez el cous-cous y respondo que no. Nos sentamos en una mesa que está en la acera, nos sirven un plato de una pasta de harina al centro rodeada de un condimentado jugo con pedazos de carne de cordero, arroz, vegetales y garbanzos. Y de bebida te a la menthe, exquisito. Ojala me guste, si, esta delicioso. Sonríen satisfechos al ver la expresión de mi rostro. Me como un segundo plato y ellos están felices. Y también me dan de probar en minúsculos vasos, de la boukha, un licor hecho de higos, con sabor al desierto, que me acordó del legendario aguardiente de mi tierra.De fondo se oye su música, que a veces parece como nostálgica, y luego cambia a un ritmo alegre. Debí de haber traído cususa de Nahuizalco, para compartir.
De repente mis amigos se levantan a bailar y me invitan, literalmente me levantan del asiento, bailan entre hombres como lo más natural del mundo. Hacen un círculo y van bailando al ritmo de la cadencia de su música. Al principio me cuesta seguirles el ritmo pero luego me adapto. Observo que no hay ninguna mujer en este restaurant, hasta los meseros son hombres. Y las mujeres árabes que observo en la calle van totalmente cubiertas de la cara por una manta negra que les cubre hasta los pies. Me gustaría ver sus rostros. Es interesante como la cobertura total las vuelve más deseables, más apetecibles. Por la tarde regresamos al local del SR.
Me pongo a pensar que no he conocido a ningún francés, aunque Jean y Pierre han sido amables siento que guardan su distancia. Será esta la discriminación? Será este el racismo? Pero ambos son camaradas comunistas. Se puede ser racista y a la vez comunista? Y las camaradas francesas ¿donde están? He visto algunas en el local, pero no he podido saludarlas. Voy a tratar de conocerlas. Abordo a una de ellas y se pone a reír al escuchar mi acento: Je suis Víctor. Et vous? Se llama Monique y es costurera. Communiste? Oui. Membre du Parti. Es muy linda como una muñeca, su piel blanca como la leche y con inmensos ojos azules. Me gusta su forma de reírse a carcajadas.
La invito a cenar y acepta. Vamos a un restaurante francés. Por fin, voy a poder degustar comida francesa. Dejo que ella escoja donde ir, pero me siento inseguro, no sé si me está coqueteando o estoy interpretando incorrectamente su gentileza y amistad. Pero me gusta su rostro y su cuerpo esbelto. Vamos a un restaurante pequeño y solitario, enfrente de un parque, nos sentamos en una mesa en la acera. No sé que pedir, me siento un poco incomodo, inseguro, ella lo nota y pide una botella de vino tinto. Ojala el vino resuelva mi problema de comunicación. Le pregunto si es casada y me dice que no. Me enseña fotos de su familia, tiene dos hermanos, mamá y papá. Y tú eres casado? No, soltero. Y nos reímos.
Llega un mesero para que ordenemos la comida y de nuevo me siento inseguro. Ella es la que ordena, pide por los dos. Fue todo un ritual culinario. Primero llegan unos digestivos, diversos licores de fruta. Luego una sopa y ensalada verde. Luego el plato fuerte, que es carne de ternera y cerdo llamado Pate Lorraine. Luego llevan una selección de quesos, para concluir con el postre que es una tarta de manzana. Y a lo largo de todo esta ceremonia gastronómica botella tras botella de vino. A mitad de la comida ya me sentía un poco mareado y creo que también Monique porque no dejábamos de reírnos por cualquier motivo, en especial por mi pronunciación del francés, y porque quería bailar con ella y por poco nos caemos. Al final ella termino pagando la cuenta y salimos.
Es ya medianoche y vamos a caminar para que se nos baje la embriaguez. Me invita a su apartamento y vamos, me señala un sillón grande para dormir y luego me cuenta que al llevarme un pijama ya roncaba como niño de pecho. Al despertar ella ya se ha ido al su trabajo y encuentro una nota que me dice que solo cierre la puerta al salir. Todavía no alcanzo a descifrar si es amistad o romance. Al verla el día siguiente en el local descubro en sus inmensos ojos azules que es solo amistad de camaradas y que por suerte no la embarre. Mis amigos árabes me cuentan que había llegado Nguyen a buscarme. Y por la tarde llegó Jean con el boleto de tren para Munich, Alemania. Sales el sábado, en dos días, me dice. Ahmed escucha y me dice que me van a despedir con una cena.
A la cena incluso invitan a mi amigo Louis, el martiniqués. Están Monique, Ahmed, Farid, Nayib, Nguyen., Pierre y Jean. Hablamos de la situación internacional, como el gobierno militarista japonés seguía avanzando en su intervención en el norte de China, territorio que llamaba Munchukuo; el significado de la elección de Alcala Zamora como primer presidente de España bajo la nueva Constitución y el establecimiento por Mao de la primera República Soviética China en la provincia de Jiangxi-Fuxian. Y les exprese emocionado que pronto también en El Salvador se levantaría la primera República Soviética en el hemisferio occidental. Ya miraba la bandera roja, con la hoz y el martillo ondeando en la Casa Blanca, frente al Parque Libertad, en las escuelas cantando La Internacional, y a Farabundo como nuestro primer presidente comunista.
Rumbo a Frankfurt
Salgo temprano de Paris rumbo a Frankfurt. Al llegar debo buscar a Alfred Hohenzollern, responsable del Rote Hilfe. Llego al anochecer y a la salida de la terminal de trenes lo primero que impacta mi vista es el alto grado de desempleo existente entre la clase obrera alemana, hay muchos pordioseros así como la saturadora propaganda del nazismo con su respectiva suástica. Aunque también hay cárteles de propaganda del KPD con la hoz y el martillo, que lleva como candidato presidencial a Ernst Thaelman, en disputa con el mismo Adolfo Hitler y Paul von Hindenburg, este último apoyado por los socialdemócratas.
El lema del cartel dice: “un voto para Hindenburg es un voto para Hitler, un voto para Hitler es un voto para la guerra.” Busco un sitio donde quedarme y consigo una habitación que alquila una familia alemana. Me confunden con español y me cuentan que son de origen sefardita, o sea de los mal llamados marranos, de los judíos que fueron expulsados de España hace medio milenio. Me dicen que hablan español pero parece el español de Cervantes, en realidad, es el español del Quijote. Y hablan de España siglos después con la nostalgia de la patria pérdida y añorada, a la que algún día desean regresar. Es una pareja muy simpática de jubilados, él se llama David y ella Rachel. Prefiero decirles que soy mexicano para no tener que complicarme con líos geográficos. México es Pancho Villa y sus bandidos.
Les pregunto por la situación del país y aunque tratan de ser prudentes no esconden su simpatía por Hindenburg. Aborrecen a los nazis y también temen a los comunistas. Ellos son la misma cosa, me dicen. Hindenburg es democracia, me explican. En otro cuarto que alquilan, vive un joven turco, Mehmet, que regresa a medianoche, porque trabaja en una bodega de aparatos eléctricos.
Me despierto temprano para ir al local de la Rote Hilfe. Llego y aun no han abierto, espero afuera. Como a la media hora aparece un joven y abre los portones. Le pregunto por Alfred y me dice que pase y que espere. Me siento más complicado con el idioma alemán. Es un salón grande con mesas y sillas y con una tarima portátil. Hay mucha propaganda electoral. Llega un joven de nombre Hans y por suerte habla algo de español. Me dice que Jean se había comunicado con ellos. Pronto venir Alfred hablar con Usted, Wilkommen Kamerad Victor von Salvador. Llega el kamerad Alfred y me dice que salgo en dos días en tren para Hamburgo y de ahí a Leningrado. Para mientras conoce la ciudad, pero ten cuidado con los “perros” nazis.
Me quede en el local y unos momentos después llegaron un grupo de jóvenes con el fin de ir a realizar una acción de propaganda a una plaza céntrica, me presento y me les uno, observo que aunque la mayoría son alemanes van también algunos morenos, que luego identifico como turcos. Pregunto por la relación con Turquía y me explican que se deba a que Alemania y Turquía estuvieron en el mismo bando durante la primera guerra mundial lo que provoco que al terminar esta muchos trabajadores turcos emigraran en busca de empleo. En la cuadrilla también va un joven de origen hindú, de nombre Roy.
Están preparando el pegamento para los carteles, las hojas de propaganda y los paquetes de periódicos para ir a vender. Salimos y vamos marchando y cantando por las calles una canción llamada Der Rote Wedding (La Boda Roja) y así también se llama el periódico del partido KPD. Y me explican que pertenecen al Roter Frontkampfer Bund, RFB, la organización armada del partido, ilegalizada desde 1929 pero todavía activa y con su propio uniforme caqui, es como un pequeño ejército con sus grados militares. Y se saludan con el puño izquierdo cerrado gritando: Rot Front! Y su lema es “protegiendo al amigo y combatiendo al enemigo.” Me gusta mucho. Y me cuentan que se enfrentan en la calle contra las turbas nazis o contra la policía, además de garantizar la seguridad de las actividades, locales y líderes del KPD. Y tienen su propia banda de guerra. Son dirigidos por veteranos de la Revolución de Noviembre de 1918, en la que cayeron Rosa Luxemburgo y Karl Liebnecht. Cada célula del partido KPD construye su propia unidad de autodefensa, su RFB. Otra consigna es:”Golpear a los fascistas dondequiera que los encuentres.”Ideas valiosas para mi matata.
Pido que me escriban la letra de La Boda Roja y va así el coro: Links, links, links, links!/Die Trommeln werden gerührt!/Links, links, links, links!/Der Rote Wedding marschiert! Y luego cantan la italiana Avanti Popolo. “Avanti popolo, a la riscossa,/ bandiera rossa, bandiera rossa!/Avanti popolo, a la riscossa,/ bandiera rossa trionferà!/ Bandiera rossa trionferà, bandiera rossa trionferà,/ Bandiera rossa trionferà! Evviva socialismo e libertà. “
La primera dice: Izquierda, izquierda, izquierda, izquierda/ los tambores están sonando/izquierda, izquierda, izquierda, izquierda/ el Wedding rojo está en marcha/llevamos la verdad de casa en casa,/y echamos la mentira a la chimenea,/como nos enseñaron otros camaradas./Alimentamos el odio, activamos la brasa,/calentamos los corazones con fuerza y valentía,/hasta que el último proletario nos haya oído” y la segunda: “Avance el pueblo, a la revuelta/la bandera roja triunfara/la bandera roja triunfara/ la bandera roja triunfara/ viva el socialismo y la libertad.” Nunca las había escuchado, no existen en El Salvador canciones de izquierda, solo La Internacional, que se canta en los actos políticos y sindicales. Ah y Wedding no es de boda sino se refiere a un barrio berlinés baluarte del KPD.
Me pongo a reflexionar que en El Salvador somos una población bastante homogénea en términos raciales. ¿Será? Quizás lo que sucede es que no vemos las diferencias y están ahí. Trato de imaginarme, de analizar y compararlo con estos países europeos. Y si, hay una línea racial que nos atraviesa, una pirámide que va desde el blanco europeo de la oligarquía hasta el indígena campesino o mecapalero. Pero nunca hemos reflejado categorías raciales o étnicas en nuestros análisis marxistas porque la situación de clase nos nubla la visión. Hay que regresar a Sonsonate y a Ahuachapán. Descubro que ayuda salir del cantón, salir pero regresar. Y si todavía no he llegado y ya estoy pensando en regresar. ¿Cómo estarán los compañeros allá? Aquí no se reciben noticias. ¿Estarán ya combatiendo? ¿Los habrán derrotado? ¿Estarán presos, torturados, muertos?
No habíamos marchado ni dos cuadras cuando un ladrillo paso volando por mi cabeza. Y pude observar a los nazis en todo su esplendor, nos estaban esperando para atacarnos. Eran más que nosotros. Pensé que íbamos a retroceder, pero la orden fue enfrentarlos, y seguimos marchando ya dispuestos al choque. De pronto siento un golpe en la espalda, era una pedrada de un certero tirador fascista. Y veo que alguien de nuestro grupo me señala e inmediatamente soy levantado por los brazos y sacado del campo de batalla.
El kamerad Fritz me explica en perfecto español que no estoy preparado militarmente y deben garantizar mi seguridad. Protesto pero vuelve a repetir sus razones. Veo que el enfrentamiento es con piedras, cuchillos y garrotes, y aunque nuestro grupo iba armado, no hacen uso de sus pistolas, las que ocultan discretamente. La adrenalina me impulsa a salir a combatir, pero debo calmarme. Hay compañeros desangrados y heridos, que son sacados de la trifulca, algunos de ellos en camillas, y nos conducen de nuevo al local del partido. Ahí somos atendidos por médicos y enfermeras del Rote Hilfe. Me pongo a pensar en implementar esta modalidad al regresar a mi país.
Fritz me recomienda que me quede un tiempo para adquirir entrenamiento militar, que ellos han montado una escuela y les gustaría que participara. Le pregunto que donde fue entrenado, y me dice marcialmente y con orgullo: en Rusia, soy oficial soviético. Sonreímos. En el local del Partido me llaman para informarme que salgo mañana en tren para Berlín, ya que es complicado viajar directo a Hamburgo como estaba planeado, porque valoran que allá estaré en mejores condiciones tanto de seguridad como para proseguir mi viaje hacia la URSS. Se los agradezco.

6. Nahuizalco en resistencia
Circulan rumores en esta plaza de mercado que esta semana los indios se alzaran en rebelión. Hay un clima de tensión. Le comento esto a un vendedor de petates, canastos y tumbillas, y me dice que ya están alzados porque allá por donde él vive, en la Finca Lucrecia de Don Serapio Cordero, se han declarado los naturales en huelga exigiendo que se les pague el séptimo, y en dinero y ya no con fichas de cartón. Y se han tomado el casco de la finca y el administrador ha salido huyendo hacia Sonsonate. Necesito ir a ver lo que está pasando pero no sé cómo llegar al lugar. Logro averiguarlo y me encamino al sitio. Necesito identificar como es que están organizados y quiénes son sus puñeteros cabecillas.
Al acercarme al lugar me detiene una patrulla “sindical” armada con corvos, que atrevidamente me ata las manos y me venda los ojos. Increíble, me dan unas grandes ganas de gritarles que respeten, que soy autoridad. Pero mejor mantengo mi leyenda. Soy comerciante de telas. Sos oreja hijodemilputas. Soy comerciante. Y dunde está la venta? Y hacia dunde te dirigís? A la Finca Lucrecia. Soy comerciante. Y como te llamás? Víctor. Nunca lo había visto. Y de donde sos. De Sonsonate. Y ahí de donde? Del Barrio México. Y que nu sabés que estamus en huelga. No, no sabía, Ya te vamus a creer. Déjalo ir establece una voz que irradiaba respeto entre esto malandrines y me sueltan y permiten quedar en libertad. Pero quedas advertido, no te queremos ver que asomés el cacho otra vez por estos lados.
Regreso al pueblo contrariado. Esta anocheciendo. Necesito ya sea regresar a Juayúa o buscar un sitio donde quedarme. Me inclino por lo segundo, total no tengo ninguna responsabilidad que cumplir. Pregunto dónde puedo quedarme y me señalan un mesón donde alquilan piezas cerca del parque, voy y aseguro la pieza y vuelvo a salir. ¿Lo quiere solo o acompañado? No, sí solo soy yo. Le pregunto si quiere que le visite compañía en la noche para ocuparse. Eh, no, déjemolo así. Aquí en Nahuizalco parecen estar más adelantados que en Juayúa en relación a la función de las meretrices.
Al llegar al parque me sorprende encontrarme con un mercado nocturno, en cada puesto han colocado una candela para alumbrarse. Es la primera vez que veo esto. La gente anda comprando tranquilamente bajo la sombra de la luna. Y los cipotes chorreados corretean por todos lados, pidiendo un cuis. Compró una tusada de “arroz a la valenciana” para cenar, y es delicioso, tanto que llego a repetirme. ¿Verdad que le gustó? Me siento en un taburete a ver la gente pasar. Pasan ofreciendo guaro: ¿no quiere la cucharada? No estoy enfermo. Si es para alegrarse un rato. Me sorprende que la gente sale a comprar al filo de la noche. Una pareja de músicos indígenas con pito y tambor le dan un toque de tristeza al ambiente.
Y también observo que hay meretrices descalzas pero con los labios colorados que vigiladas cuidadosamente por sus respectivos chivos, se levantan las faldas para enseñar ya sea sus piernas morenas o sus nalgas redondas así como sus sexos lampiños e invitar abiertamente al pecado carnal con el signo de una mano cerrada agitándose , “vamos a hacer un ratu” y entre sus instrumentos de trabajo se encuentra el gastado petate amarillento con girones de zacate incrustado, veterano de miles de encuentros casuales.
De nuevo la tentación de echar un polvo me sofoca, me desespera. ¿Cuánto? Un real. ¡ sin petate? Munu bayuncu. Vamos pues mamacita…Ya vengu…El lugar es detrás de un portal, a cielo estrellado abierto, ella lanza el petate, se acuesta, se arremanga el refajo y abre sus piernas. Siento un olor rancio a sudor animal que me excita y trato de besarle los labios y tocarle los pechos y se niega, se los tapa con la mano y voltea su rostro. Apúrese…súbase. ¿Yastuvú? ¿Yacabú? Solo la meto y me vengo. Se levanta aliviada, recoge el petate y despreocupadamente se va sin siquiera despedirse. Regreso satisfecho a la pieza alquilada y me duermo. Duermo hasta entrada la mañana, porque estaba cansado, me levanto y salgo a buscar desayuno.
Me voy para el parque y luego al mercado y coloco mi venta. Los otros vendedores me ven con desconfianza. Usted no es de por acá ¿verdad? Primera vez que vengo, dicen que la venta es buena. A veces. ¿Le traemos desayuno? Vaya…al momento me llevan café de maíz y frijoles parados, servidos en hojas de huerta con sus respectivas tortillas tostadas. ¿Quiere un tayuyo? Al ver la expresión de mi rostro me dice: se lo voy a traer para que lo pruebe. Se trata de un tamal con frijoles endulzados con panela. Tiene agua dulce? Me responde: ¿tan temprano? Vuaver si hay.
De donde viene? De Sonsonate. Ah! Y ¿No se oye de bullas por allá? ¿Está tranquilo? A veces. Acá se está poniendo jodido. Es un tal Toño, un natural del Barrio San Juan que anda de insolente agora, suvirtiendo el orden. Y ¿por qué no lo capturan? Si ya han tratado, pero no se les deja agarrar, se les esconde, se va para el monte, dicen que tiene trato con el cachudo. ¿Cree usted? Así decen… una buena pijiada necesita, que le den en el lomo con una verga de toro. Y estallan las risas. La mayoría de vendedoras son mujeres refajadas. Algunas están sentadas haciendo petates para lo que usan unas agujas de huiscoyol. Otra vende sombreros y artesanías de mimbre y de tule. Hablan en lengua y algunas no conocen la castilla.
Paso toda la mañana asoleándome y no hago ninguna venta. Solo me ven los cortes y ni tan siquiera preguntan por el precio. A mediodía después de almorzar me voy a dormir un rato a “la casa.” Regreso ya por la tarde al mercado y me encuentro con un predicador gringo que con gran entusiasmo habla en un español rebuscado de la necesidad que aceptemos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Se trata de un misionero protestante de la Misión Centroamericana que pretende llamar nuestra atención. Hermanos, hay que nacer de nuevo, tenemos que librarnos del pecado, de los vicios, de las debilidades de la carne. Los invitamos a nuestros cultos…soy el pastor Roy Mcpherson. Parece simpático, pero hay ancianas que al pasar frente a él se persignan, lo que despierta sus bromas: no soy el diablo…no se confundan. El diablo está en otra parte, en sus corazones cerrados a la palabra del Señor. Los que no acepten al Señor se pudrirán en las brasas del infierno. Hermano, tienes que tomar la decisión más importante de tu vida: aceptar al Señor!
Medito que me faltan bastantes pueblos por visitar, necesito ir a Huitzapan, a Masahuat, a Puxtla, a Nahulingo, a Caluco y me falta terminar ya como postre con Sonsonate. Parece como que nada estuviera pasando pero me huelo que debajo de agua han de andar sonsacando a la gente, a mi no me la hacen estos indios mechudos y caitudos metidos a redentores.
En Santa Catarina Masahuat
Decido lanzarme para el lado de Santa Catarina Masahuat. Le pregunto a Ciriaco, un vendedor de candelas y fósforos con el que he simpatizado ya que ambos fumamos patas de cabra. ¿Queda lejos? Esta retirado, queda allá detrás de esos cerros. Y hay alguna autoridad por allá? No que yo sepa. Si se va por veredas llega más rápido. Llévese estos ticucos para el camino. Los mentados ticucos son unos tamales que les han metido relleno de frijoles blancos con alguashte. En realidad no me gustan mucho, pero por cortesía se los acepto. ¿Verdad que Usted es Judicial? ¿Cómo va a creer? Es que se le nota a la legua en el parado y el cortecito de pelo. Lo que pasa es que hice la platada. Bueno, que Dios lo proteja por esas veredas…
Empiezo a caminar, a subir la montaña frente a mí. Llego a una poza solitaria y después a un caserío llamado Cuyuapa Arriba en el cual presumo que hay actividad delincuencial por las banderas rojas arriba de los amates. Le pregunto a una mujer en un rancho rodeada de hijos que se le suben por el cuerpo que si me vende algo para comer y me dice que solo tiene tortillas y queso. Le acepto las tortillas aunque están tiesas… Me aconseja no andar solo por estos montes donde asustan. Y para llegar a Santa Catarina? Siga recto por esa vereda, pero está verde. ¿Y su marido? Anda en la milpa.
Llego ya en la tarde y parece un pueblo fantasma. Toco una puerta y abre un joven que lo observo sospechoso por lo nervioso. Le pido posada y me manda para la ermita a la entrada del pueblo. Llego y me encontró con un bolito que me recibe alegre confundiéndome con un familiar. Dame para comprar una pacha. Y donde está la cantina? Donde Tiburcio venden guaro. Y donde queda? Atrás del parque hay una vereda que lo lleva.
Regreso al pueblo y voy a buscar al tal Tiburcio. Se me queda viendo sondeándome, tratando de descifrarme. Pero ¿no es usted de la chichera? Para nada. Y de donde viene? De Nahuizalco. Y el afán? Soy comerciante. Mire, vengo a buscarlo porque dice Refugio que le mande un trago. Conoce a Refugio? Si, él me mandó. Y el pisto? Aquí esta. Al ver el dinero se relaja y me dice que me espere, y va traer una pacha de guaro. Y las bocas? Llévele esos jocotes verdes. Hay también chaparro en guacal. Y le puedo conseguir chicha de maíz o de coyol. Ni que fuera bar. Le pago y regreso donde el mentado Refugio, ahí sacare la información. No se me había ocurrido hablar con los bolos, ahí está la fuente de la información.
Al llegar Refugio esta ya durmiendo la borrachera, así que me toca zamparme el pijazo solo la pacha completa con boca de jocote para poder dormirme porque ya esta anocheciendo. Me pongo a pensar que estoy tomando muy en serio este oficio de caza comunistas ¿quién putas me manda a andar durmiendo a la intemperie, aguantando hambre y frío, mientras mis coroneles han de estar bien enpiernados con sus buenas putas nalgudas y chelonas? Esta bueno este trago, pegador, siento ya un infierno en el pecho.
Me despierto con los primeros rayos de sol y observo que Refugio sigue dormido roncando fuerte y aflautado. Me dan ganas de mearle la cara para despertarlo, pero mejor le reparto una patada. Ey, y ¿qué le pasa? Porque me pega? Para que te despertés, hijueputa, cerote, mirá que ya amaneció, ya los pajarillos cantan, la luna ya se metió…¡puta! Es serenata entonces. Ni que fueras el rey David, serenata de vergazos te voy a dar por culero. Anoche fuiste mío. Refugio se toca por instinto las nalgas para comprobar su hombría invulnerada. No, si ya te subí los calzones, únicamente te va doler un poco cuando vayas a cagar. Y me tiro la carcajada.
Y que putas quiere? Nada más hablar con vos como hombre. Y de que se trata? Necesito información. Sobre qué? Dicen que andan comunistas por este pueblo. ¿Comunistas? El único extraño que he visto en años es usted. ¿Seguro? ¿Me lo jurás? Por esta –y hace el signo de la cruz con la mano-le aseguro que aquí no ha venido nadie. Y de comunista solo el viejo Nando. Y a que se dedica? Ya está jubilado, fue maestro, anduvo en las bullas del tal Barrios, dicen que era buen tirador con el Mauser. Y donde lo encuentro? Allá vive solo por esos cerros. Le voy a hacer una visita. Nos vemos…No me responde.
Voy ir a buscar al tal Viejo Nando a ver qué averiguo, de seguro a de ser un gran subversivo, y luego me regreso al pueblo, en el camino solitario me acuerdo de una tonadilla que repetían unos niños allá en Nahui para pedir alimentos: “Ángeles somos y del cielo venimos, Canchules pedimos para nuestro camino.” En el pueblo veo ya movimiento de personas, mengalas que van a traer agua al río, mujeres echando tortillas al comal, algunos bolitos sentados en el parque y hombres con sus cumas y tecomates, que pasan a caballo o caminando rumbo a sus labores. Me acerco a una señora y le pregunto por la casa del viejo Nando. Y para que lo procura? me dice sospechosa. Es que le traigo un recado urgente. Pues llego tarde porque a él lo enterramos hace como cinco años, vaya buscarlo allá al cementerio.
¡Ve qué vieja puta! Me siento un gran pendejo, gracias señora, ¿cómo pude haberle creído al bolo de Refugio? ¡Puta! Eso me saco por andar confiando en bolos, mejor me voy a la mierda de este pueblo rascuache. Pero ¿y las banderas rojas en los árboles? no se pusieron ellas solas. Regreso a preguntarle si el viejo Nando tiene algún familiar. Sí, me dice, viven en la capital. Lo mismo quedamos. Mejor emprendo el regreso a Nahui.
Llego a mediodía, busco donde almorzar y me voy para la pieza que he alquilado para dormir la siesta. Al despertarme, me voy para el parque a poner la venta de telas. Al verme llegar ya no se sorprenden. La Lupita me dice: ¿Qué se había hecho? ¿Quiere riguas? A vos te quiero mamacita. Uy, ha venido bien novio. ¿No te hice falta? Y se sonríe coqueta. Le traigo riguas? Y mi besito? Usted es bien pastelero. Lo va regañar su esposa. No tengo. Ya le voy a creer. Al rato hasta acompañado voy a terminar esta misión.
Rindiendo informe al Jefe
Me levanto temprano y emprendo rumbo hacia Sonsonate, hoy es día de entregar informes en el cuartel y además – lo más importante- de recibir mi sueldo. Llego temprano y pregunto por mi General Calderón. Me dicen que lo espere porque aún no ha llegado. Aprovecho para ir a Tesorería a preguntar por mi paga. El cajero se me queda viendo intrigado ya que nunca me había visto. ¿Usted trabaja aquí? Si. ¿Desde cuándo? Ya ajuste el mes. ¿Nombre? Cabo y Detective Judas García. Déjeme ver, sí aquí esta. Pero hasta la tarde es la paga. Y no me la puede adelantar. Solo con una orden. Bueno, gracias, voy a esperar.
Casi a mediodía llega el General Calderón. Lo sigo a su despacho. Entro y me cuadro. Descanse. ¿Qué nuevas me traes? ¿Cómo te ha ido? Pues bien mi General, fijase que he logrado bastante información. Me he recorrido Juayúa, Salcoatitan, Nahuizalco y hasta Santa Catarina Masahuat he ido. Informame porque lo que me han contado es que solo a verga en cantinas y burdeles has pasado y de trabajo nada. Cómo va a creer? mi General. Informame pues, para ver que hay. Al ver al General me va fluyendo un discurso que no lo tenía ni preparado del cual hasta yo me sorprendo, las palabras empiezan a brotar como por arte de encantamiento.
Tomo suficiente aire y le digo con una gran labia: Voy a empezar por Juayúa, fíjese que ahí hay unos empleados de don Emilio, un viejo italiano cornudo y pistudo, que creo que andan en malos pasos ¿de Emilio Radaeli? Ese mismo. ¿Nombres y direcciones? Uno se llama Mardoqueo y el otro Felipe y viven ahí con él. Y ¿qué te hace sospechar? Hemos platicado y se me hace por lo que hablan de eso de injusticia y derechos, que andan con el mismo comunismo, hasta me quisieron reclutar.
Estos son los palabreros, los principales seguidores del tal Chico Sánchez, así de chiquito es la carajadita pero con un gran vozarrón y maneja bastante pisto y le sobran las mujeres. Y¿ has logrado acercártele? Si hasta los pijazos nos hemos echado juntos. Pero es fino para chupar así que he tenido que gastar en guaro con anís. Por cierto, espero que me reconozcan estos gastos extras. Y ¿sabes donde vive? Me han dicho que cambia de casa, duerme cada noche donde una dama diferente.
Y son como cuarenta damas las que tiene, y todas ladinas y pupusudas, y dicen que hasta a la mujer de Don Emilio se ha pizado, se la ha logrado levantar y que como es bueno en la cama hasta pisto y joyas le ha dado, de esas bambas de oro, y tiene el tal Chico una labia que hasta levanta a un muerto y lo duerme a uno. Ah y dicen que es así – y mete el dedo índice en una abertura hecha con la otra mano- con el cura del pueblo, tanto que a veces lo deja que duerma en la mera sacristía, y hasta meten mujeres alegres ¿Estás seguro de eso?
No se lo puedo mi General asegurar pero toda la gente lo comenta. Y hasta el sacristán anda metido en la conjura. Y también unas viejas hediondas que se fingen beatas que ahí pasan desde en la mañana en la iglesia. Los ojos le brillaban de felicidad al General cuando me escuchaba y esto más me emocionaba en la narración. Cuando finalice de hablar, se levantó, me abrazó y me dijo: Te felicito Judas no esperaba menos de vos, al verte supe que eras el hombre indicado para esta tarea…
Dale seguimiento a todo esto, de eso se trata este trabajo acordate, es pura inteligencia, vos no sos operativo, tu labor es de seguimiento, de ver y recordar, y luego venir a contármelo. Y mirá, grabate esto, ahí en Juayúa lo clave es el tal Chico Sánchez, pégatele, ganale su confianza, seguilo invitando y cuando menos se lo espere, le cae el talegazo en la nuca, cabal en la neck como dicen los gringos. Así se gana esta guerra, con inteligencia. Y ¿en los otros pueblos?
Allá en Nahuizalco, en la finca de Don Serapio Cordero los indios se han declarado en huelga, no quieren trabajar y están armados hasta los dientes, para decirle que me tuvieron secuestrado y por un hilito me salve de que me colgaran de un palo de amate, que usan para enviar angelitos al cielo. Y los nombres? Uno el que los dirigía se llamaba Tiburcio Díaz y estaba bajo el mando de un ruso ¿un ruso? me pregunta mi General sorprendido. ¿Estás seguro? Sí y este dice que no le importa morir y habla abiertamente en la plaza del pueblo que hay que aceptar al comunismo porque ya merito le van a quitar todos los bienes a los ricos y van a repartir a las mujeres para que todos puedan disfrutarlas. ¿ y la autoridad se lo permite?
Si es que ahí no hay autoridad, para decirle que el mercado abre de noche y las meretrices se consiguen en la iglesia. Pero este tipo sí que es peligroso, es un rubio que se llama Roy o Roger y siempre anda armado y con seguridad de varios naturales que lo siguen. Este va ser tu segundo hombre, pegatele, gánale su confianza, me dice mi General.
Y por ultimo estuve en Santa Catarina Masahuat, ahí el que dirige todo el movimiento de insurrectos es un tal Refugio, un tipo sumamente peligroso que se refugia en los matorrales y ataca por las noches, del que se dice que tiene pacto con el mismísimo demonio ya que tiene el don de volverse invisible y nadie le ha visto la cara ya que anda siempre una máscara de esas que se usan en las fiestas de pueblo, y este sujeto lleva ya varias muertes y ha jurado que va implantar el comunismo en cada poblado y que van a ser los naturales los que van a terminar quedándose con las tierras de la gente honrada.
Ahí tenés clarito el otro objetivo, me dice mi General, dale seguimiento a estos hijueputas, al Chico, al Ruso y al tal Refugio, y seguí visitando pueblos. Ya con tu ayuda Judas, siento que les ganamos la partida a estos tales por cuales. Es más, vení te voy invitar a un trago para que celebremos todo lo que has logrado. Saca una botella de whiskey de su escritorio y sirve dos vasos: Salud, salucita.
Bebiendo estábamos cuando tocaron la puerta, se trataba del Coronel Ernesto Bará, el Comandante del cuartel. Se cuadra ante mi general. ¿qué se te ofrece? Me mira y luego mira al general. Habla con confianza. Permiso para retirarme por dos horas de las instalaciones del cuartel. ¿Motivo? Es personal. Algún culo has de ir a ver. Concedido, andate a la mierda. Pero antes, mirale bien la cara a este cabroncito porque si no estoy yo hay vos lo atendés y luego me reportas, es de inteligencia. Como Usted mande, mi general.
En Izalco
Izalco es como Juayúa de grande y quizás más. Es un pueblón con varias calles empedradas y es un lugar dividido en dos, Dolores y Asunción, si dicen que antes eran pueblos separados, el pueblo de los ladinos y el pueblo de los indios, de los ensacados y de los encotonados, de arriba y de abajo. Ya había estado antes de cuilio y ahora regreso agrandado como ladino comerciante en telas. Aquí dicen que el movimiento de rojos es grande y peligroso, ay que se han logrado ennidar en las cofradías. Ya en el mercado los que hablan en lengua de los naturales es mayor y este ocupa casi tres manzanas alrededor de la iglesia principal, que se encuentra al subir la cuesta, pasando por la otra iglesia, la de los indios.
De nuevo tengo que insertarme en la vida de este otro pueblo, pero aquí la ventaja es que ya conozco. Cuando estuve antes recuerdo que me enviaron para donde el sargento Alferez, y el agente Amílcar me ayudo mucho, por cierto todavía le debo la deuda de un polvo fugaz. Asaber si sigue viviendo allá en Sonsonate, allá por donde las putas vivía. Pero mejor no me les acerco no vaya a ser el tuerce que me den color de jura, cuando hoy soy comerciante.
Me voy a instalarme al mercado con mi venta y hoy ya tengo experiencia, se trata de buscar un lugar, preferiblemente donde no de mucho el sol, pero a la vez pase mucha gente, y como quien no quiere el asunto, extender una manta y exponer la mercadería. Elijo un rincón al lado de una joven india refajada con los labios colorados que está vendiendo queso y leche de cabra. Me sonríe al ver que me instalo. Mucho gusto, me llamo Francisco, le digo ocultando mi verdadero nombre. Muchu gustu, me responde con malicia. No le quiero soltar la mano.
Tiene unos ojos negros espectaculares, soñadores, insinuantes. Me pongo a cantarle así de entrada: Mujer, mujer divina/ tienes el veneno que fascina en tu mirar/ Mujer alabastrina,/ tienes vibración de sonatina pasional,/ tienes el perfume de un naranjo en flor… En lo mejor estaba de cuentearla con mi almibarada voz cuando siento una mirada que me quema y se trata de la mamá de la cipota, que llega a instalarse entre nosotros, con su venta – y para variar- de ajos.
Veo que la regaña pero solo oigo la jerigonza incomprensible: she-she-she-she… Seguramente serán puteadas las que me estará dedicando en su lengua. Ya se me complicó este amarre. Y yo que hasta le iba regalar un corte…Pasan vendiendo riguas de frijoles y me toca invitar a la María y a la suegra, que no disimula una sonrisa. Me voy a poner a meritorear una oportunidad de ser su yerno. Es que esos ojos negros de la María me enloquecen. Ya me la imagino desnudita en mi pieza, chuloncita. Cuando la suegra se descuida aprovecho para voltearla a ver y la María me sonríe con descaro. ¿Cómo se dice dame un beso en lengua? ¿Qué? Nech-Tempitze me dice. Nech-tempitze (a mi beso). Le voy a pedir que me enseñe la lengua que ellos hablan, y hasta me puede servir para mis labores profesionales. Hay que conocer al enemigo y principalmente a sus mujeres.
Necesito, me urge ir a alquilar un cuarto y preferiblemente aquí en Izalco. Por la tarde, me despido de mi suegra y de María y aunque no he hecho ninguna venta mejor me voy a buscar alojamiento. Lo voy a buscar en el oriente del pueblo, lejos del puesto de policía, con los que no quiero encontrarme. Como a las cuatro cuadras del mercado empiezo a preguntar. Me refieren a ir a buscar donde doña Tomasa. Llego y me atiende. Se paga adelantado. No hay problema y le pago por una semana. Y sus cosas? Ya pronto las traigo. En realidad sigo siendo un judío errante, tengo lo que ando puesto. Descanso un rato y luego salgo a caminar.
Me voy ir a tomar un par de heladas, ojala encuentre la cantina de doña Mariana abierta. Por gusto, está cerrada. Regreso a la plaza del mercado y ya no hay vendedores, y tampoco se ve mucho movimiento. Pregunto y me mandan para Sonsonate, pero mejor decido irme para las chicherías del barrio La Asunción. Entró a una champa y se me quedan viendo sorprendidos porque solo hay indios chupando. Hay bancos de madera y el piso es de tierra. Me das un pijuashtazo de a real, ordeno con autoridad.
La dueña me ve llegar con cara de angustia pero sonríe aliviada al escuchar la solicitud porque quizás pensaba que era un cateo. Y sabe que cuando le caen la meten presa y además le botan el agua dulce en la calle, lo que provoca frecuentemente el espectáculo de ver a los cuches que andan bien a pichinga, porque se han bebido la chicha. Doña Teresa me lleva una guacalada olorosa a panela de dulce. ¿y no tenés heladas? Solo chicha. No entiendo lo que hablan estos indios. De nuevo me pregunto: ¿estamos en El Salvador? Hay que declarar el español obligatorio. Por andar hablando esa lengua es que han caído en el comunismo. Ya esto es un relajo y dicen que así es también en Guatemala.
Se aparece un trío y le pido que toquen. Empezamos con El día que me quieras: “Acaricia mi ensueño/el suave murmullo/de tu suspirar./Como ríe la vida/si tus ojos negros/me quieren mirar.”¡Puta! No me estaré enculando de esa bicha cagada de la María. No me la puedo despegar de la mente. Otro morrazo. Y hoy toquen aquella que dice: Si yo tuviera el corazón,/el corazón que dí;/si yo pudiera como ayer/querer sin presentir/es posible que a tus ojos/que me gritan su cariño/los cerrara con mis besos.” Ya me siento manudo.
Ya iba por la cuarta tanda de agua dulce cuando veo que aparece el mismísimo Sargento Alférez. Y no se sorprende de verme. Me dice: Cabo Judas Pérez, así te quería encontrar. Ya me habían informado que habías regresado al pueblo, pero ni siquiera te dignaste pasar a saludar a tus antiguos compañeros. ¡Sargento Alférez! ¿Cómo se encuentra? ¿Cómo anda todo? Siempre en acción. ¿Quiere un morrazo? Traele una guacalada bien cargada. Y vos ¡carajo! no te has reportado desde que te volviste el chinchín de Micoleón Parado.
Ah, y antes que se me olvide dice el Amílcar que le mandes a pagar lo que le debés, que vos sabes bien de que se trata, sino te va ir a buscar donde la Tomasa. Ah, y que no te vayas a coger a la Tomasa porque ha sido su dama. Si ya está bien veterana. El Amílcar es de la filosofía evangélica que establece que es lo mismo desvirgar que desarrugar. Y ¿Cómo te va en tus nuevas responsabilidades? Haciéndole huevo, no es fácil, requiere de mucha paciencia, de sentido de la observación. No me des paja, que dicen que te la pasás huevoneando durante el día y por la noche chupando y buscando putas, y que hasta ensacado de blanco andás. No se deje dar garabato por las malas lenguas, mi Sargento.
Y entonces? Vamos avanzando, ojala haya pronto capturas importantes. Y por aquí cómo anda todo? Aquí todo gira alrededor del tal Chano Ama y del bocón de Chevo Chávez. Pero están bien organizados. No hemos podido averiguar donde se reúnen porque es en los montes y ahí ellos son los que conocen. Y están armados? Andan machete pero quizás tengan también armas de fuego escondidas. Ya les hemos hecho capturas pero son duros de pelar, le tienen miedo al Chano. Otro par…Me les voy a meter. Ojala podas hacerlo. El domingo en la mañana tienen mitin en el parque, ahí van a estar todos ellos. Ahí voy a estar yo también. No me joda. Bueno, me ha dado gusto verte. A mí también, mi sargento. Ah mire, hágame el favor de llevarle este dinero al Amílcar y que me disculpe por el tiempo transcurrido.
El siguiente día me levante temprano y con ganas de ver a la María. Ahí estaba en la plaza, sola y recién bañada, con su pelo negro suelto y largo aún mojado, con sus chichitas bien paraditas. Se alegró al verme. Y a mí me daban ganas de correr a abrazarla, me llamaba a brama. Buenos días, María, que bonita que está. Gracias. Madrugo. Solo por verla a Usted. Llega una niña a ofrecer: ¿Va querer desayuno? Tráigame dos. ¿Tamales o pupusas? Tamales. Los llevan y le comparto uno a mi dulce amada. Sonríe y lo acepta.
Hoy la veo más bonita, en especial sus ojos grandes y como dormidos. ¿Dónde vivís? Allá en Cuyagualo. Te voy a robar. Mentiroso. Entonces, entonces… ¡quiere que me la robe! Pero ¿para donde me la llevo? Le va tener que tocar amor de campaña, a pura tierra…no hay de otra, a menos que la Tomasa me dé chance de llevar pareja o voy a buscar una pensión. María ¿y su novio? Si no tengo, nunca he tenido. Más claro no canta un gallo, me está tirando los chuchos, y dicen que las indias no usan calzones, siempre andan chulonas, ha de andar desnudita, con la cuquita tibia y dormidita.
En este mercado el movimiento es el mismo, algunos vendedores ya por molestar aplauden cuando se me acerca algún potencial cliente. Será el plante de jura del que no logro despojarme o no sé si será el tipo de venta, lo que cuenta es que si me mantuviera solo de este negocio ya hubiera tenido que irme a trabajar a las bananeras de Honduras. Mientras platico con otros vendedores escucho que pasan anunciando que mañana hay mitin en el parque y que todos estamos invitados. Qué bueno, mañana podre conocer con nombre y cara a estos hijueputas comunistas.
El mitin de los comunistas
Es domingo y me levanto temprano, voy a desayunar a un comedor cerca del parque donde me dan un remero de tortillas tostadas con frijoles en bala y una guacalada de café caliente. Luego me voy para el parque y me ubico en una posición favorable para ver los movimientos de estos delincuentes, que hoy se la llevan de políticos.
Al rato de esperar veo que van llegando un par de indios con sus mujeres y sus hijos, y llevan las banderas rojas y unas guirnaldas también rojas que dicen PCS que se ponen a colgar en los palos. Las mujeres sobresalen con sus rebozos negros. Luego llegan otros indios del pueblo a ayudarles.
Pero lo que me sorprende del todo es ver una camionada de indios que llegan desde Cuyagualo y de Cuntan, y cuando se bajan descubro que ahí viene también la María, quien me lo hubiera dicho, la María es de ellos, es roja. Negrita por fuera y roja por dentro. Estaba bien pachito el río. Me mira de lejos y trata de disimular, me parece que ha venido con su familia, con sus hermanos y supongo que el viejo seco con el que está hablando es el tata de ella, o sea mi suegro. Y parece ser de los jefes.
Veo también que llega el sargento Alférez y está hablando con ellos, como que tienen permiso para la actividad. Ya se está amontonando la gente. Aparece un par de músicos, con pito y tambor y se ponen a tocar. Llega un indio gordo y se pone a gritar que dentro de pocos momentos dará inicio la actividad. También hay algunos ladinos. Llega otra camionada de encaitados, estos son de Piedras Pachas, con un birrete rojo ensartado en los sombreros de palma y dirigidos por Alberto Masen, de la Regional, que acababa de salir de prisión. Observo que hay pocas mujeres, la mayoría son hombres. Empiezan a reventar cohetes de vara, se ve que han conseguido plata para la actividad. Y también revientan cohetes de los de a cuartillo.
Empieza el acto con una como oración indígena de invocación. Se van volteando todos hacia el norte, oriente, sur, y poniente. Parece que están rindiéndole culto al Sol. Luego anuncian al Tata Lencho, un viejito que habla despacio y no se le escucha muy bien. Voy a tener que acercarme un poco más. Ah, esta mencionando los nombres de las comunidades que han asistido. Al mencionar cada comunidad, los asistentes levantan la mano y se identifican.
El primero que habla es un ladino venido de San Salvador, de nombre Luis Renderos.es un zapatero, en representación de La Regional de Trabajadores, este si se ve a leguas que es de los curtidos en este oficio, maneja la oratoria. Les dice en su discurso: reciban un fraternal y revolucionario saludo de los obreros de San Salvador, ustedes no están solos y tampoco están desamparados, ven todo lo que hay en este pueblo, este parque, las casas, las calles, todo esto, toda esta riqueza ha sido construida por nosotros…pero un grupito de ricos nos roban esta riqueza y nos condenan a vivir en la pobreza, en la miseria, sin trabajo, sin medicinas, sin escuelas para nuestros hijos, y esto tiene que cambiar y es por eso que los obreros hemos creado el Partido Comunista, y llevamos candidatos a diputados y a la alcaldía…” Y los asistentes gritaban: ¡abajo la gobierna!
Es bueno este Luis, tiene mucha labia, con sus palabras capaz que levanta un muerto. Luego de él habla un tal Toribio, un indio bajito y malencarado que les grita que “ustedes ven todas esas tierras allá en el cerru, donde están nuestros xacales, esas tierras eran de nusutrus, de nuestrus padres y de nuestrus abuelus, de nuestrus tatas, y nos las han quitado, los blancos, las güeviarun, esta gobierna nus arrebatarun la tierra y tenemos que cunquistarla con nuestrus machetes, cun nuestras cumas…Viva el cumunismu!”
Y levanta la cuma y se oyen los aplausos del puño de indios que han llevado. Y entonces todos lo que están levantan sus cumas y gritan ¡abajo la gobierna! Y sinceramente debo reconocer que me dio miedo al ver el montón de cumas levantadas porque nos estaban amenazando abiertamente, desafiando la autoridad, y había odio en sus voces y en sus miradas llenas de ira. El comunismo los había llevado al odio y el odio conduce a la muerte y es por eso que no creen en Dios porque su bandera es el rojo de la sangre.
Y le sigue al habla el mentado Chebo Chávez, el candidato a Alcalde que les dice: ustedes me conocen, yo vengo de la pobrería, soy un pobre carpintero y he aceptado esta candidatura porque ya esta bueno que sigan mandando a este pueblo los sirvientes de los capitalistas, de los dueños de las fincas del café, como el tal Miguel Call, mi adversario, que es cholero arrastrado y amaestrado de las familias ricas, es un chucho de los pistudos de este pueblo, por eso hay que votar comunista, por la bandera roja con la cuma y el martillo…y les informamos que vamos a tener local donde puedan llegar, y aunque sea una pupusita les vamos dar, aquí a una cuadra, así que ya saben el otro domingo sacamos a los ricos de Izalco …porque vamos a tocarle los huevos al tigre…” Y se escucharon las carcajadas y los aplausos de aprobación.
En medio del acto hizo su aparición un grupo de indios junto con algunos ladinos, que vinieron marchando desde el parque de abajo, de Asunción Izalco, la mayoría del barrio de La Cruz Galana, gritando consignas contra el gobierno y vivas al partido comunista, para incorporarse a la concentración. Los dirigía un trío de ladinos comunistas que después averigüe eran el sastre Antonio Calzadillo, el carpintero Candelario González y el también sastre Camilo Muscio. Estos tres los acababan de soltar porque habían estado presos desde agosto, y los dejaron libres con la condición de que no se siguieran metiendo en babosadas, pero la gallina que come huevos aunque le corten el pico. Más envalentonados habían salido de la cárcel.
Con el discurso encendido del Chebo finalizó el acto y se pusieron entonces a repartir quesadilla con horchata, y también tamales pisque que habían traído de sus rancherías. Y hasta yo fui a pedir que me dieran para poder acercarme y verlos más de cerca. Y cabal, entre los que vinieron de allá abajo logre identificar a algunos frecuentes parroquianos de las chicherías y a los cuales se les notaba que andaban todavía medio zapatones. Lo raro fue que no vino el tal Chano Ama, pero aún así esta fuerte esto del comunismo entre toda esta indiada patarrajada que vive allá en los cacaguatales de esos cerros.
Mañana mismo voy y le informo a mi General sobre todo esto, calculo que bien asistieron unos doscientos delincuentes ya que como él dice la inteligencia es el alimento de los pájaros cardenales. Me pongo a reflexionar y si el día menos pensado deciden estos delincuentes tomarse el pueblo se va poner color de hormiga la situación. Por eso es que hay que acabárselos antes de que saquen pecho.

Rumbo a Sonzacate
Hoy por la tarde tengo pensado visitar Sonzacate. Es un pueblito chiquito al lado norte de Sonsonate pero se rumora que ahí hormiguean los delincuentes rojos. Llego y me voy a instalar al parque, me compro un sorbete de tamarindo y me pongo a ver pasar las gentes, observo que no hay tanto indio como en Izalco. Al rato se sienta un señor de porte elegante en la banca y comenzamos a platicar. ¿Anda paseando? Sí, primera vez que vengo por estos lados. ¿y le ha gustado? Se ve bonito, tranquilo. ¿Usted si de aquí es? Sí aquí he vivido toda mi vida, aquí he criado a mi familia, tengo tres hijas ya grandes, dos ya están acompañadas, y a una que la he puesto a aprender oficio.
¿Y Usted desde donde nos visita? De aquí cerquita, de Izalco. ¿De dónde los brujos? Sí, hay estoy viviendo. ¿Dicen que esta prendido ahí de comunismo? Me alegra al oírle la pregunta y le respondo: Hoy mismo hicieron en la mañana una junta en el parque… No le digo, aquí es lo mismo, solo son vueltas y vueltas, aquí los responsables son los hermanos Mojica, y ya es tradición en ellos porque me acuerdo que el tata era de los moquimbos, así les llamaban a los seguidores del General Barrios.
¿Y son jodidos? No, si lo peor es que son buena gente, se quitan el bocado del boca para dárselo, yo los conozco desde chiquitos, pero eso del comunismo como que los ha enfermado, si hasta la bicha pispireta esa de la Julia anda de casa en casa predicando como si fuera evangélica, pero lo que predica es el odio, la revolución, que hay que quitarle las tierras a sus dueños y hasta andan metidos con esos indios…No me diga. ¿Y les apoya la gente? Los tontos que se dejan envolver con su labia, a mi me han visitado pero a mí no me gustan esos relajos…yo soy respetuoso de las leyes. ¿Cómo va creer que vamos a andar detrás de esos indios chucos?
Y ¿son del pueblo esos Mojica que menciona? Y ¿no hay viven pues a la vuelta? Detrás de ese guarumo que se ve hay. Ahí vive el Fabián, que es el mayor de ellos. Es carpintero, haría plata haciendo muebles finos pero se ha dedicado a este vicio de andar levantando a la gente. Y esos no se esconden para decir que son comunistas. Esta también el Tomás, que es candidato a diputado del comunismo y el Manuel, el más chiquito, amigo intimo del mero Farabundo Martí, del Socorro Rojo que le dicen, este fue el que organizó en mayo pasado, la marcha que hubo allá en Sonsonate para exigir la libertad de Farabundo, porque lo tenían en el bote allá en San Salvador, y se armó un gran relajo si hasta muertos que hubieron.
Y el tata de todos estos se llamaba también Fabián, ya peló gallo hace tiempo, allá está enterrado en el cementerio, de él es que sacaron todas estas mañas de andar metidos en bullas. El Fabián padre había sido enemigo del presidente Dueñas, y le caían mal los curas y como el Dueñas había sido cura en Guatemala. Varias veces lo sacaron por cordillera. Lo que no se puede negar es que tienen los huevos bien puestos, hasta la Julia es arrecha y no se le conoce marido. El Fabián hijo si tiene una hija, la Lupita, esta cipota.
En realidad la suerte me socorre ya que en una sola platicada he averiguado tanto que ya puedo regresar a Izalco con la tranquilidad del deber cumplido, este día ha sido muy provechoso para mi misión es más creo que me merezco hasta unas vacaciones en Apulo por todo este esfuerzo que he realizado en defensa de la Patria amenazada de hijos suyos podernos llamar.
Me toca regresar a Izalco caminando porque ya no encontré camioneta a estas horas de la tarde. Me siento muy entusiasmado con la información que recabe sobre los Mojica. Ya me veo zampándolos presos, dándoles un par de patadas en las costillas para que desembuchen lo que saben. A quien quisiera conocer es a esa Julia que mencionan a ver si es tan golillera como dicen. Un día de estos vengo a buscarla, pero que la voy a conocer la voy a conocer. Al rato hasta me la cuenteyo, quien quita que le gusten los machos probados y risueños como este servidor.
Al llegar al hospedaje me dice la Niña Tomasa que unos hombres malencarados me vinieron a buscar en la tarde, que preguntaron donde andaba, y dijeron que iban a regresar. ¡Qué raro! ojala que sea el Sargento Alférez o el cabo Amílcar porque si no son ellos ya la empuerque. Mañana los busco para preguntarles. Mañana voy a ver a mi amor, la Mariyita Rojita. A ver qué me dice del mitin y capaz que se me niega la condenada, y trata de chilatearme, pero sé que voy a terminar echándomela, cogiéndomela. Ese culito va ser mío. Y que no se haga la que no sabe hablar porque yo se que habla bien la castilla como ellos le dicen al español.
Me levanto temprano y me voy para mi lugar de trabajo, el parque. Llego y todavía la Mariyita no ha aparecido. Qué raro, es bien madrugadora. ¿Será que ya no va venir? Ya me preocupe. Pasan las horas y ya está me está dando ganas de irla a buscar a su cantón. ¿Será que estaré enculado? ¿Me habrá dado algún brebaje o me estará haciendo algún trabajo de hechicería? Esas son pendejadas. Lo cierto es que no ha venido y ni su nana se ha aparecido. ¿Qué le habrá pasado? ¿La habrán capturado? No creo. Se pasa la mañana y aunque hice una venta la ausencia de la María me nubla el pensamiento.
Voy a ir por la tarde a buscar al Sargento Alférez para preguntarle si ellos fueron los que me llegaron a buscar ayer y de paso averiguar si han habido capturas. Llego y al verme entrar le dicen al cabo Amílcar los demás agentes: tenés visita, te viene a buscar tu marido. Les responde: coman mucha mierda, hijosdeputa. Todos me saludan. ¿Está mi Sargento? Pasa adelante. Me cuadro al verlo y me sonríe y me dice: al fin te animaste a venir a esta tu casa, desagradecido. No es por mala fe sino que me recomendaron que es mejor como dice mi General mantener “el perfil bajo” o sea no darse mucho color.
Esas son pajas, que no ves que aquí todo el mundo te ubica como cuilio, y nadie te cree que sos comerciante. ¿Usted cree? Claro que si, ni la Tomasa, ni los vendedores, ni la india esa feya de la María. ¿Quién? No te me hagas el pendejo, que sabés bien de quien estoy hablando. Y me pongo a reir. La risa te delata. ¿para que soy bueno? Quería preguntarle si ayer me llegaron a buscar al hospedaje. ¿Nosotros? Y ¿para qué putas te íbamos ir a buscar? No sé, ganas de verme. Come mierda, cerote, ni que fueras un gran culo. ¿Así que te han ido a buscar? Ja, ja, ja…ya te pusieron el dedo. ¿Quiénes?
Los únicos que se me ocurren son los araujistas. ¿Y esos? Son los seguidores del expresidente que está en Guate, de Arturo Araujo, andan huyendo pero tienen seguidores, si todos estos jueces y políticos hasta hace unas semanas eran araujistas, ahí se reúnen en su hacienda allá por Cutan, porque este viejo es de los pistudos del pueblo, muchos hoy se han pasado al martinismo, pero quedan algunos araujistas todavía. Les dicen también laboristas. De eso no sabía. Si vos no sabés ni mierda de nada acabas de nacer aquí. No se me altere mi sargento. Y decime ¿qué has averiguado? Estuve en el mitin que hicieron los comunistas.
Si ahí te vimos y ni nos saludaste. Es que andaba de incognito. ¡No jodas!, ya te dije que aquí todos nos conocemos. Y ya que veniste ¿te vas dejar caer algo? ¿Algo de qué? Dicen que te tienen bien maiceado y que así andas de pupusuda la cartera. ¿Cómo va creer? Si yo voy coyol quebrado, coyol comido. Pero reacciono y decido mejor invitarlos a algunos refrescos. Está bien, mi sargento, Usted manda, que les vayan a traer a estos muchachos unas chibolas con marquesote. Así, esta mejor, te estás dando a querer, ya no te va caer falta.
Amílcar, aquí tu ma… (perdón)…amigo nos va invitar a un refrigerio. Le doy un billete que recibe con una inmensa sonrisa. Y el ambiente tenso inicial como por arte de magia se convierte en un clima relajado y hasta amigable. Poderoso caballero es Don Dinero. Si querés te pongo seguridad en tu casa para que no te preocupés. ¿En qué te podemos ayudar?
Y aprovecho para preguntarles: y ¿capturas no han habido? Si querés te capturamos a vos, o decinos a quienes y de qué los acusamos y los vamos a traer. No, yo solo preguntaba. Y ¿qué tal de culos? Dicen que estás acabando con toda la indiada femenina, que te van a nombrar cacique vitalicio. Y ¿cómo te va en el negocio? Hay te vamos a llegar a comprar. Ojala. Deberías de venir todos los días, nos haces una gran falta, si el culero del Amílcar quedo así de triste desde que te fuiste y solo llorando por vos pasa, te lo deberías de llevar para tu pieza.
Bueno un gran gusto verlos, pero ya emprendo el vuelo. Y ¿por qué tan rápido pajarito? Es que necesito ir a hacer algunos mandados todavía. Nos vemos al rato. ¿No querés que te escoltemos? ¿Qué le llevemos serenata a una futura dama? No, no es para tanto. Mirá que los araujistas son jodidos, muchos de ellos son masones además de panzones, y tienen unos mozos de hacienda matarifes que son buenos para el destace de reses y de humanos. Yo que vos me cuidaría el nance. Hasta la próxima. Cuidate. Sigo pensando en la María, ojala mañana llegue a la plaza del mercado.

Un viaje de San Salvador a Moscú

Un viaje de San Salvador a Moscú
INDICE
Introducción 3

1. Una misión largamente esperada 3
La despedida frustrada 4
El último domingo en San Salvador 7
Rumbo a Puerto Barrios, Guatemala 8
En Aguilares 10
Una visita obligada al Delirio 13
En Citalá 14
Pensando en la Jose… 17
Rumbo a Honduras 19

2. La persecución 19
En Quezaltepeque 21
Sin novedad en Quezaltepeque 23
El encuentro con los sindicalistas Remberto y Emilio 24
En Izalco 26
En el barrio México de Sonsonate 27
Descubriendo la Calle sin Ley 29
Mi encuentro con el General Calderón, Chaquetilla 30

3. En Honduras rumbo a la patria del socialismo 32
Los debates con Graciela 34
Sin las mujeres no puede haber revolución 36
Origen y posición de clase 37
El antiimperialismo de Don Beto 39
Hacia Puerto Cortés 40
Hacia La Habana 41
La memoria es una pelea por el sentido del pasado 43
Con los sindicatos cubanos 45
Con el Polaco 47
Hacia Madrid 50
En New Orleans 52
De la iglesia clandestina a la iglesia negra 55
El encuentro con Claudia 56

4. De alta contra el comunismo: Sí mi General (Sonsonate 1931) 58
Rumbo a Juayúa 59
Salcoatitan 62
Nahuizalco 63

5. Un hallazgo atemorizador 63
Rumbo a Madrid 66
La no muy discreta quema de conventos 67
Rumbo a París 69
En la Exposición Colonial 71
Rumbo a Frankfurt 76

6. Nahuizalco en resistencia 79
En Santa Catarina Masahuat 81
Rindiendo informe al Jefe 83
De nuevo en Izalco 85
El mitin de los comunistas 88
Rumbo a Sonzacate 91

7. Berlín 1931. La ciudad de los swingjugend, de los comunistas y de los nazis 94
La Legación de Salvador en Berlín 96 La última noche de copas 98 La cena con el antropólogo Leonardo 99 La cena turca 101 En la militancia combativa 104 La última cena…con Don Chico 104 Rumbo a Hamburgo 106
8. Esperando a la mentada María 109 El circo México de Chocolate 109 Leonardo, el alemán sospechoso 112 En la champa del Taita Tiburcio 113 Rumbo a Guaymoco 115 Una visita misteriosa en Armenia 117 Las confidencias del sacristán 119 Cacaluta y el saludo de los Cumpas 121

Introducción
El famoso y misterioso arquitecto italiano Filipo Butrus Targa que construyó el también famoso y tenebroso Castillo, sede por mucho tiempo de la temible y odiada Policía Nacional, con sus zonas de tortura incluidas en el sótano, narra en la segunda parte de sus Ricordi Della Tropico, publicadas por la Universidad de Nápoles en 1947, que a principios de los años treinta del siglo pasado, reparó el edificio de la antigua sede de la Guardia Nacional, ubicado en Santa Anita, y que escondidos en los salientes de una derruida pared, encontró varios libros en su mayoría de doctrinas esotéricas y un extraño manuscrito firmado por un tal Víctor Regal…el cual consistía de 87 folios, los cuales leyó y guardó por mucho tiempo.
Pero luego dispuso entregarlos como un gesto de agradecimiento a un hábil diplomático salvadoreño que sirvió en Roma, y por una de esas cosas del destino el amarillento escrito terminó misteriosamente en una destartalada venta de libros usados, propiedad de Don Mateo Zaldaña, en el antiguo y céntrico Parque San José, recluido en medio de una polvosa y gastada Algebra de Baldor, donde casualmente pudimos encontrarlo en una tarde calurienta y lluviosa, y de esta manera facilitar su divulgación. A continuación el interesante texto encontrado, que divulgamos tal como fue hallado.
1 Una misión largamente esperada
-Salís mañana a primera hora. La noticia me estremece, lo había escuchado ya y luego soñado, deseado, y hoy el rumor se convertía en realidad. Fingí sorpresa y Oscar me repitió pausadamente pero con firmeza: Salís mañana a primera hora. Es decisión unánime de la dirección del Partido. Ya lo sabía, pero esperaba este anuncio oficial, solemne, en la voz del mismísimo exsecretario personal de Sandino. Ja,ja,ja. Deseaba conocer Europa y principalmente Rusia y esta era la oportunidad dorada. La vida me sonreía. Invictus.
-¿Y cuál es la misión? pregunte con fingida humildad. -Necesitamos que le lleves una encomienda urgente a un camarada en Moscú, vas a preguntar en la oficina del Comintern por el tovarish Nikolai B. y le entregas este sobre, a él, me entendés, sòlo a èl. ¿Puedo leerlo? Si, léelo, es nuestra visión sobre la situación del país y una solicitud…y mirá, yo fui el que te propuse así que no me vayas a fallar. ¿Y por qué yo? Sos el único que puede lograrlo. ¿Sabes que Ignacio ya salió para México y seguramente de ahí viajara hacia la Nieve? Así que mañana pasara un compañero a buscarte de madrugada. ¡Estás listo! -¿Quién es? -No lo conocés. –Va conmigo hasta allá?-No, solo a dejarte en Puerto Barrios, de ahí seguís solito.
Se acerca y me ofrece un abrazo fraternal, cómplice, y me susurra aunque estamos solos: hay te tomas unos vinitos a mi salud, pero no te pasés. Y cuidado con las rusas o te vas a quedar viviendo allá. Veo sus ojos marrones cansados y además tristes. Lo acompaño a que tome el tranvía hacia el centro, cuídate, nos vemos al regreso. ¿Y si no regreso? –—Ya vas de bromista. Nunca volveríamos a vernos.
La Calle Arce esta desolada. Es temprano. Observamos el tranvía que se desplaza desde la parada del Hospital Rosales. Viene casi vacío. Agustín se sube y se sienta. Me saluda desde su ventana. Hay algo en su mirada que me impacta y que nunca podré olvidar. Lo veo alejarse y perderse en el horizonte del centro bullicioso y soleado. Me queda un día, un domingo de diciembre de 1931 en este país de mengalas, volcanes y golpes de estado. Decido salir a desayunar afuera, camino hacia el centro. Me siento alegre y ansioso. Dueño del mundo.
Camino meditando en que la vida es extraña, impredecible. ¿Quién iba a decirme que este domingo soleado tropical estaría por emprender el viaje más extraño de mi atribulada existencia hacia lejanas tierras donde los proletarios habían derrocado al zar y estaban construyendo una nueva sociedad, el socialismo? Soñaba con verlo y el sueño iba volverse realidad, caminar por el Kremlin, visitar sus fábricas, ir a sus mítines, enamorar a sus mujeres, observar la bandera roja con la hoz y el martillo flamear en lo alto de los edificios, conocer a los camaradas de Lenin…
Llego a la Cafetería Roma y entro. Hay pocos clientes. Ocupo una mesa que me permite ver hacia el parque Dueñas. Siento el olor a café recién colado y a plátanos fritos y lo disfruto enormemente. ¿Va desayunar? –Sí, Roxanita, tráigame huevos picados y frijoles aguados y una taza de leche con café. Ah y dos panes franceses. Me gusta la sonrisa de Roxana, es mezcla de coquetería y sensualidad. Le pregunto por el novio. -Usted bien sabe que no tengo. Estoy esperando que se decida. Suspiro profundamente y me la imagino desnuda, con sus senos erectos y un lunar en su nalga izquierda, caminando por mi cuarto distraída luego de una noche salvaje de encuentros eróticos. Desayuno tranquilamente, degustando cada porción y observando cada detalle del momento. Al salir de la cafetería me encuentro con mi amigo y casi cuñado, el inefable Cesar.
Es del Partido y también poeta.-¿Y cómo es que andas tan temprano por estas calles de Dios? ¿Estás enfermo? –Voy a hacer un mandado, acompáñame, venite -¿Dónde vas? –A buscarle una medicina a mi mamá, que no ha podido dormir toda la noche. Vamos, venite! Ya me contaron que vas de viaje y vas lejos. -¡Puta! Suerte que es información altamente clasificada, compartimentada, porque si no ya estaría capturado, torturado y rumbo al paredón.-Con que iba ir a tu casa a avisarte que te hemos preparado una despedida para este martes en la noche, no vayas a faltar. ¿Dónde? Donde tu novia la Josefina. -Adelántala porque me voy mañana. ¿No jodás? ¿seguro?
La despedida frustrada
-¿No te puedo creer? Mira, antes que se me olvide, dejanos la biblioteca, el fonógrafo y los discos, las pinturas y si se puede también el bar y bien surtido hasta con boquitas. Y si se pudiera también a la Josefina. – No jodás ¿Cómo que no fuera a regresar? Así como van las cosas lo veo difícil. Ese chafarote desquiciado de Martínez que ustedes mismos apoyaron y siguen apoyando está cabrón y es cabrón. ¿Ustedes mismos apoyaron? Y peor va ser luego de las elecciones ¿Sabes que voy en el consejo de Mejicanos? –Ya perdieron. –No jodás, mejor decí que ya ganamos.-Regresando al punto mi próximo y querido Odiseo, la veo cuesta arriba, nos va tocar buscar una lanchita en Ilopango para que sea el Aurora y buscarnos un Trotski para crear el Ejército Rojo. ¿Y quién va ser Trotski? Quizás el Viejo Aureliano por lo cascarrabias, o el pasmado de Luís Díaz.
¿Y crees que vale la pena quedarme? -No hombre, si esto sigue. Lo único que cuando regreses te vas a tener que venir a cuadrar porque vamos a ser los temidos y respetados oficiales rojos que conducirán los cuarteles bermejos de nuestro heroico proletariado revolucionario. Y entre las primeras medidas de nuestro régimen socialista estará la de abolir el matrimonio por su origen de clase. –Veo que te estás alimentando con Engels el mostachón. –Es el único claro en estos asuntos de género. Mejor leete a la Kollontai.
Mirá el viejito sueco ya abrió la Santa Lucía. -Hola Don Cristóbal. ¿Qué tal muchachos? ¿Y que los trae a estas horas a esta humilde droguería? ¿Será alguna medicina para el mal de cola? ¿Están chorreando? –¿Y que ya has venido antes? Voy a registrar esa valiosa información para futuros interrogatorios partidarios. ¿Qué tuviste? ¿Gonorrea? No, fíjese que es una medicina para mi mamá. -¿De qué se trata?-Fíjese que está bien mala de la presión. Le susurro: de la angustia de tener un hijo como vos. –Le llevas estas pastillas una antes de cada comida y que guarde reposo. Me la saludás. O sea que sos candidato a yerno de Don Cristóbal. Cálmate, juga con el santo y no con la limosna. A ella le voy a decir.
Vamos a la casa, acompañame. ¿Hasta San Jacinto? Y que tenés que hacer?…nada. Vamos pues. Caminamos. Se siente un ambiente tenso, represivo, post-golpe. Pasamos por la Policía y se nos quedan viendo. Tendremos plante de subversivos o será por tu olor corporal, deberías de bañarte. ¿Andás armado? Pero de sueños e ilusiones. Al llegar la mamá de Cesar está haciendo desayuno. Siéntense ya les voy a servir. A mí no señora, yo ya comí. Mentiras mamá este es un gran penoso. Venga siéntese no tenga pena.
Me veo obligado a sentarme y comer. Doble desayuno. El café supera al de Roma. ¿Y tu hermana? No esta. Ya vas ¿Dónde anda? La metieron a un convento. No, la mandaron a estudiar a España. No hombre, ya va venir. Al llegar Erika descubro que podría enamorarme fácilmente. Es una muchacha inteligente, bonita y risueña. Cesar al ver la química existente se lamenta y confiesa que no fue buena idea llevarme a su casa. Mamá, este te estaba enganchando con Don Cristóbal. Cállese niño, deje de bayuncadas.
Erika me invita a la Finca Modelo. Cesar se nos pega. A mí fue que me invito. ¿No te dejan ir sola? Claro que si, ¿lo llevamos o lo dejamos? Yo te traje. Dejen de pelear y vamos los tres. Vas de clavo. Aquí está tu clavo y disimuladamente se toca los genitales. Tenele confianza a tu hermana. A vos es que no te tengo confianza. No le hagas caso que ya está casado y con hijos. ¿Es cierto? Decime. No le creas es pura envidia y celos. Caminamos y al llegar Erika nos invita a un sorbete. Lleva una coqueta sombrilla rosada. Nos sentamos frente al lago artificial a ver las travesuras de los monos y los patos. -Veniste a ver a la familia olvidada. Se parecen a vos cuando eras chiquito, incluso ahora. Pienso que sos el eslabón perdido.
Se parecen a vos hoy ya grande. Y ¿por qué no habías venido? Cesar me tiene sentenciado que no me acerque a vos.¿Y a vos que te pasa? Es por tu bien. Te busca por tu dinero. Es un pastelero. Pedile que te de un número y vas a saber qué número sos. Calmate. ¿Qué te pasa? Además se va del país. ¿Y para donde vas? No si son bromas de este. Sos un gran bocón. Contame. Voy para Guatemala. ¿Y por mucho tiempo? Mirale a los ojos cuando habla. No sé. Le susurrro a César: te merecés una buena vergueada. Mejor disfrutemos este momento. Te va a abandonar y te va dejar embarazada y llorando, además es loco para dormir, le hieden los pies y de ribete pedorro. Que hijuesumadre! ¡Me escribís!
Regresamos a la casa de Cesar y me despido. Camino hasta mi casa en la calle Arce. Hace calor. Las horas van pasando. En la casa mi mamá ha preparado de almuerzo sopa de frijoles con cachetes de cerdo, con rodajas de aguacate, queso duroblandito y tortillas tostadas, mi plato preferido. Todavía tengo que decirle que me voy. Mira mamá te voy a contar fíjate que me han invitado para ir a Guatemala a un encuentro de poetas. Qué bueno ¿Y cuando te vas? Mañana. ¿Mañana? Si es que hasta hoy cuadramos la fecha. Preparame ropa para llevar. Tene cuidado que dicen que en Guate esta fea la cosa. No te preocupes. Y con quien vas? Con un amigo. Quien? No lo conoces. Y cuando vas a regresar? No se. ¿Cómo que no sabes? Hay te pongo un telegrama. Tenés cuidado, no vayas a andar con bayuncadas por allá, acordate que es otro país. No me vayas a salir con un domingo siete. Te voy a salir con un domingo ocho. Un besito.
Como y después duermo la siesta. Sueño que estoy en una góndola en Venecia con la hermana de Cesar, con la Erika y que ella es una princesa indígena y nos vamos besando y nos vamos quitando la ropa y el gondolero nos regaña y resulta que se trata del viejito cascarrabias de Aureliano y luego nos capturan unos piratas negros antillanos y nos obligan a remar y remar hasta que llegamos al lago de Ilopango y compramos unas piedras maravillosas que nos regresan a la góndola esta vez sin Aureliano y seguimos besándonos y llega la policía y nos deportan hacia Nicaragua, Sandino nos espera en el aeropuerto junto con Blanquita y nos conduce a una mansión en las Segovias donde asistimos a un encuentro de teosofos, espiritistas y masones, incluyendo a Martínez que empieza a enamorarla y ella termina besándolo y yo que me le abalanzo y le propino una cachetada cuando veo que se trata de Araujo.

El último domingo en San Salvador
Despierto sudado y confundido. Peligrosa pesadilla. La tarde ha avanzado. Me levanto y me preparo un café y me pongo a leer. Lenin o Víctor Hugo. Abro Les miserables de Víctor Hugo. No me acuerdo donde me había quedado en la lectura. Me identifico con Jean Valjean. Se me acerca La Flaca, la violenta gata angora que sospecha mi partida y se me pega y ronronea y cierra los ojos y al sobarme parece que hace el amor con mi pierna, es un orgasmo y esta extasiada, ida. Cierro el libro y salgo. La Flaca me mira encolerizada. Me quedan pocas horas bajo este sol y este cielo. Me voy ir a tomar una Pilsener donde Ulises. Queda a unas pocas cuadras, al costado norte de la Basílica. Entro y me invitan a su mesa. Tenés silla reservada. Se trata de unos amigos siempre en categoría de permanencia voluntaria en este bar de nombre humilde, El Pirulí. Ya van bastante avanzados y son las cinco de la tarde. Las cinco en punto de la tarde y ya luchan la paloma y el leopardo.
Al verme Antonio sonríe, se pone de pie y recita solemnemente: Maestro epónimo de las letras y las artes. Escarpado vate. Invítenos a libar una ronda a su salud. Permita que los jugos de Baco endulcen su breve tránsito por este paradisíaco antro y ore para que las bellas que pronto vendrán nos despojen en sagrados aposentos de nuestros varoniles y viriles secretos. Instruya a estos bondadosos mayordomos que escancien los siempre amigables cantaros del vino que nos transformara en delfines y gaviotas seguros de un nuevo amanecer. He dicho.
Pido otra ronda para estos ilustres y gloriosos amigos a los cuales no veré por algún tiempo. Por suerte en este selecto club nadie sabe de mi partida. Se trata de Antonio, Quique y Gerardo. Antonio es un abogado in fieri, especialista en juicios espectaculares y en proyectos de viudas sin huérfanos; Quique es un vendedor de hielo “el pan del futuro” y Gerardo es un tradicional empleado público. Alegan poseer acciones de este negocio y “por eso es que siempre nos encontráis aquí, maestro, vigilando las ganancias.”Al despedirme me susurran carcajeándose: ¡viva el socorro rojo! ¡viva Stalin!
Logro escapar de este grupo de marxistas-hedonistas. Pienso y repienso enrumbar los pasos hacia El Paraíso. Es demasiado temprano y seguro que las chicas ni se han despertado o están maquillándose. Voy a buscar, a despedirme de la Josefina. Camino hacia el Paseo Independencia. Llego y están abriendo el local. El primero en llegar y el último en salir. Veo a Josefina que se dirige al baño y me saluda y me dice que la espere. Es bella como diva indígena. Soy adicto confeso a sus besos y caricias. Disfruto de sus pechos y su lengua experimentada en el placer. Estoy esclavizado a sus caprichos y pasiones. Quizás locamente enamorado de su sexo agreste y salvaje, aunque me niego a reconocerlo.
En la dueña del establecimiento Doña Ursula, hay preocupación porque sospecha que a estas alturas ya ni me cobra por servicios prestados. O que la voy a raptar. Noche de ronda, que triste pasa, que triste cruza, por mi balcón. Por eso es que a mitad del ritual siempre llega a tocarnos la puerta. Ya estuvo?, hay clientes esperando abajo. ¿Subiste agua? ¿Hay toalla? ¿Hay jabón? Es un rato doble. Es un rato triple. Me la saco para la noche. Y ella sube y baja orgullosa para ocuparse solo para mi ¿vas de salida? Mejor cásense. Te saldría más barato. Mejor llévesela. Mejor véndame el negocio. Seamos socios. Hacia el comunismo por el sexo y la prostitución.
Mejor gocemos esta noche que mañana moriremos. Luna que se quiebra sobre la tiniebla de mi soledad. Ya va ser medianoche y mañana tengo que madrugar. Jose…niña, me voy ausentar un rato…pero espéreme, voy a regresar. Usted me va abandonar. Todo era mentira, sus promesas, su compromiso conmigo. Usted abuso, sacó provecho de mi abusó. No, espéreme. Confíe en mí. Adiós, salgo aun mareado por copas y besos, con nuevos tatuajes en el cuerpo y recorro las calles solitarias llorando, anhelando un posible asalto que nunca se materializa. Dime si esta noche tú te vas de ronda como ella se fue con quien está.
Llego a la casa y me acuesto pero no puedo dormirme. Demasiados pensamientos. Josefina, el viaje, los peligros, los placeres…Mi mamá esperándome dormida en la mecedora. Me quería despedir. Ya te arregle la ropa que vas a llevar. Recuerdo ¿Sabes que Ignacio ya salió para México y de allí va viajar para la URSS? El Nacho, seguro que se pierde en el camino y se queda en Guate organizando sindicatos. Según él somos la enfermedad infantil. Y según nosotros él es la enfermedad senil. Elecciones o insurrección. Y el veredicto será dictado en Moscú. Y yo seré el Hermes de este embrollo partidario y tendré que atravesar el Aqueronte, cruzar el mar de azabache. Tendré que ponerme cenizas en los ojos para saltar el charco.
Oigo ruido fuera de la casa y salgo a ver y descubro a un intruso. Lo capturo. No sabía que anduviera armado. Se trata de Caledonio, mi guía y camarada. Me saluda respetuoso y tímido. No quise despertarlo. Siga durmiendo. No hombre, entrá. Te voy a preparar un café. Yo creo que ya te he visto. Sí, en el local del Partido. Sos amigo de Miguelito, el zapatero de la Juventud. Exacto. Yo también a Usted lo conozco. ¿Y de donde? Lo he visto cuando pasa para la Universidad y una vez en un recital del Círculo Octubre. ¿Te gusta la poesía? Un poco. ¿Y escribís? Algún día pienso hacerlo. ¡Qué bueno! ¡Ya vamos a tener tiempo de platicar! Entrá. Decidimos dormirnos un rato y dejar la tertulia para el viaje.
Rumbo a Puerto Barrios
Salimos de la casa y esta amaneciendo, el sol va atravesando paso a paso con sus rayos la ciudad aun dormida. Las sombras se van esfumando. Y los vendedores de pan y de periódicos comienzan su ritual matutino. Se escuchan voces lejanas y cercanas. Son los ruidos de la madrugada. Caminamos hacia el centro y luego en dirección al Garaje Mundial, cerca del Parque Centenario. Llegamos donde Don Chema, y lo encontramos ya levantado y con las bestias listas. Son animalitos finos, me los cuidan. Montamos, me siento un poco raro, tengo tiempo de no cabalgar.
Hay pensamientos que no logro apartar. Me preocupa la situación. El Partido todavía está tiernito, muy débil y no va aguantar una socazón. Me preocupa la llegada de Martínez a la presidencia. Es ambicioso y taimado, un zorro sin escrúpulos capaz de vender a su madre por consolidarse en el poder. Es claro que mientras Arturo andaba celebrando con guaro de pueblo en pueblo él maquinaba desde los casinos y desde los cuarteles como hacerse del gobierno. Y me preocupa la trampa de las elecciones. Lástima que no voy a estar. Pero no creo en la legalidad burguesa. Por eso fue que sacamos al Chino Ramírez de la Regional. Por reformista. El poder hay que pelearlo desde las veredas y los mesones. No me aguanto por abrir el embutido y leer lo que Oscar le envía a este misterioso vodka Nikolai. Ojala que le pida armas o dinero para comprarlas.
Al llegar a La Garita nos detiene la posta y aunque parece que se han echado sus tragos nos interrogan. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Con que intensión? ¿Cuándo regresaremos? Les digo con prepotencia que me dirijo a ver mis haciendas en Apopa. Pero quizás no fuí convincente. El más despierto parece inquieto, como sospechando que hay algo más. No sé, me surgen temores y por las cochinas dudas le digo a Caledonio que mejor regresemos al centro y tomemos el tren. Accede un poco a la fuerza. Todavía no ha amanecido y tomamos una vereda y regresamos, hay cambio de planes, como nos sucedería en múltiples ocasiones. Íbamos improvisando la canción de nuestra fuga. El tren sale hacia occidente a las 6 de la mañana.
Fuimos donde un colaborador conocido por Cale como empiezo a llamarlo a dejar las bestias y nos apresuramos a tomar el tren. Ya no podremos ser por el momento el Quijote y Sancho Panza. El ambiente en la estación de trenes es normal, incluso no hay presencia policial. Demasiado normal, me estará entrando delirio de persecución. ¿Será la edad?
Compramos boletos hacia Santa Ana para quedarnos en Aguilares y desde ahí continuar por otro medio. La maquina comienza a moverse como despertando, tacatacatacatacata va caminando, llegamos a La Garita y se detiene para inspección, se nos había olvidado este detalle. Se sube al vagón el mismo cabo preguntón de hace unos momentos y se nos queda viendo un momento, sentimos murciélagos mordiéndonos en la boca del estomago y bajamos la mirada ya resignados, pero voltea a ver para otro lado, y sonreímos porque no nos reconoce, nos miró más por curiosidad. El tren reemprende la marcha. Me llama la atención un mensaje grabado en el asiento de reglas de madera del tren: aquí estuvo Mauro. ¿Habrá sido un Mauro que conocía de esta travesura?
Llegamos a Paleca. Al detenerse al tren fuimos rápidamente asaltados por una banda de vendedoras de pupusas , riguas, tamales, café con semita, fresco de chan, hasta coyolito, etc. Algunas de ellas se sientan con sus canastos llenos de comida y nos acompañan hasta Apopa, donde bajan. Una de ellas tiene unos ojos encantadores, grandes y negrísimos como pacunes y una sonrisa…
Aprovecho para interrogar a Cale sobre su origen. ¿Y vos de donde sos? Sonríe y me responde: Soy hondureño, de Jutigalpa, la tierra de Morazán… ¡puta! Y ¿cómo fue que llegaste al paraiso? ¿Qué? Mi mamá me trajo cuando tenía doce años, porque se separó de mi papá que era es hondureño. Ella había llegado hasta allá buscando trabajo. Pero mejor se regresó donde mis abuelos. Y ¿Dónde vivís? Lo veo reflexionar antes de responderme como meditando la razón de este interrogatorio. Le voy a responder porque lo conozco y lo respeto y por el asunto en que andamos metido pero a otra persona no se lo diría. Vivo a la entrada de San Jacinto, después de subir la cuesta.
Y ¿de dónde me conoces? –Del local del Partido, Usted es el abogado que alquiló la casa, soy o era el vigilante, ahora, Luís, perdón, el camarada secretario general ha llevado a otro…Mira y hablando de otra cosa: ¿cómo ves la situación? Difícil, vamos a tener que darnos verga, perdón, no hay de otra, y contra los laboristas y los martinistas en vaca. Y va ser pronto. Y vamos a ganar ¿no ha visto como se llena el local de obreros? Y ya hay local en Ilopango y en Mejicanos. Y con la bandera roja a la entrada. Se emociona mientras habla, gesticula como ante un público. Incluso tenemos el apoyo de personas estudiadas como Usted.
Me hace sentir incómodo. También soy militante como vos. Además fundador. Si, pero Usted es sonríe de los riquitos que viven en la Arce. Pero así se le aprecia. Ya me ahuevaste. No se ahueve por eso que nadie decide donde nacer, en que clase nacer. Lo importante es decidir por quien luchar y en eso estoy claro. ¿Y has estudiado marxismo? Un poco. Y también soy fundador. No me acuerdo haberte visto en el lago. Pero ahí estuve y sentado cerca de usted, a la par del que lo propuso para el comité central. ¿De Arturo? ¿Lo conoces? Sí, claro.
De repente habíamos llegado a Guazapa. El polvo y el calor se apoderan de nuestros cuerpos y ropas. Mi traje pasa de blanco a amarillo. Ahora él me pregunta: ¿Y es cierto que sabe inglés? Le digo que si ¿Y ruso? Solo algunas palabras. ¿Y quién te dijo? Los compañeros lo comentan y que es fiel admirador de un negrito de un nombre que termina en Tron. Armstrong, si, el trompetista de New Orleans. ¿Te gusta la música? Si, claro. ¿Qué música te gusta? Los boleros, el tango y un poco la música ranchera. Y también el son cubano Mire y ¿Cómo se dice camarada en inglés? Comrade. Y ¿en ruso? Tovarish. ¿Verdad que sabe?
En Aguilares
Y así platicando llegamos a Aguilares. Bajamos del tren. Fíjate que este pueblo se creó a partir del casco de una hacienda que tenían los padres Aguilar, que fueron unos grandes luchadores independentistas. Pero oligarcas. Y hasta presos estuvieron por sus ideas. Pero oligarcas. Y dejaron las semillas para un nuevo tipo de iglesia. Pero oligarcas. No entendés que no podían ser proletarios en esa época. Pero oligarcas. Tenes hambre. Pero oligarcas. No te cerrés. Pero oligarcas. Eran los marxistas de esa época. Pero oligarcas.
Mirá vamos a ver si comemos algo. Ahí está un comedor, entremos. Mejor esperémonos. Vamos ir a comer donde un simpatizante. Decido obedecer. Caminamos y salimos del pueblo. Tomamos una vereda hacia Pishishapa y llegamos a un rancho. Nos saludan y nos invitan a pasar. María, tráeles café a los señores. ¿Y cómo anda todo? Yo soy el que voy para Alcalde ¿ya sabías verdad? Tenemos comités en cada cantón y hasta los laboristas nos han ofrecido darnos el voto. Y el sindicato esta fuerte, hemos organizado hasta gente, mecapaleros de Guazapa. Y también los del ingenio.
Necesitamos propaganda. Decile a Julio que nos traiga, que nos traiga manta roja. Hemos puesto banderas en los palos. Y hasta con el cura hemos hablado que no se ponga turbio aunque es miedoso. Pero cuentenme y ¿cómo andan las cosas por allá? Nos miramos para decidir quién responde Le digo: dale vos. Y me quedo pendiente de su discurso.
Compañero, hemos avanzado. Ya abrimos el local central en el parque Centenario. Hay que aprovechar los espacios ganados al enemigo. No nos están regalando nada. Estamos participando con candidatos en cuarenta poblaciones incluyendo San Salvador. Y nos estamos preparando para las de diputados. Y además para garantizar la respuesta a la represión que esta perra en el campo. ¿Y ustedes aquí? Aquí ha estado tranquilo hasta ahora. Continuando, la contradicción social está planteada entre proletariado y burguesía. Y los proletarios somos los que producimos la riqueza del país. Y la burguesía los que se aprovechan de nuestro sudor. Y por lo tanto tenemos derecho a tener nuestro propio gobierno proletario de obreros y campesinos, para construir el sistema de socialismo como se hace ya en Rusia donde no hay explotación del hombre por el hombre. Y para eso tenemos que luchar, organizar a nuestro pueblo, educarlo políticamente para que no sea víctima de la ignorancia y de los curas. Y prepararnos para el momento de actuar. El actual gobierno de Martínez caerá pronto es cuestión de semanas y nosotros asumiremos. Hay que estar listos para el llamado.
Rodolfo que así se llama nuestro anfitrión escucha el discurso con los ojos brillantes de entusiasmo. Llevan el café con marquesote incluido y Cale sonríe satisfecho de su presentación y como preguntando por mi opinión. Lo complazco felicitándolo por su capacidad de síntesis. Cale le explica a Rodolfo el propósito de nuestra visita. El nos explica que camino hacia Citalá nos vamos encontrar con dos retenes y que debemos de preparar una buena leyenda. Lo mejor es que se queden este día acá y salgan mañana de madrugada, yo les voy a proporcionar las bestias.
Quédense y descansen. Yo tengo que ir al pueblo a arreglar unos asuntos. Sale. Nos arreglan unas hamacas en el patio. ¿Vamos al pueblo un rato? No es conveniente. Acordate que nos somos del pueblo. No conoces Aguilares, es un pueblón, nadie nos va notar y mucho menos reconocer. Para despistar incluso podemos ir a la Toma. Bueno, vos sos el que sabés. Mire, guardenos las hamacas para otro rato. Y ¿donde van? Se hubieran ido con Rodolfo. Allá lo vamos encontrar. Al salir detectamos un gigantesco palo de mango bien cargado que dejamos pendiente de explorar para el regreso. Es época de mango verde.
Como Cale había dicho el pueblo estaba lleno de gente, como si fuera día de feria. Aguilares se había convertido en un emporio comercial y turístico de la zona norte de San Salvador. Tomamos rumbo a La Toma. La Toma era un lugar donde nacían vertederos de agua. De la montaña salía agua. Y la gente llegaba con sus cantaros o a bañarse. Al llegar decidimos bañarnos. El agua era fresca y sabrosa. Cale era pequeño de estatura pero musculoso, sobresalían sus bíceps. Y gran nadador.
Como pude oculte mi temor a las profundidades y me atrinchere en la orilla. Cale me llamaba desde lo hondo y fingí no escucharle. Y de repente escuche su voz burlándose, lo había descubierto: ¿Verdad que Usted no sabe nadar compañero? Como vas a creer. Mejor regresemos donde Don Rodolfo. Calmese, tranquilo, si acabamos de llegar. Mejor aprovechemos para descansar. Voy a hacer un clavado desde esas piedras. Se va a caer. No me conoce. Regresemos pues.
Nos vestimos ya que estábamos en calzoncillos y regresamos al pueblo. Nos sentamos en el parque a ver pasar la gente y pasa Don Rodolfo acompañado de un amigo. Llega y nos saluda. Les presento al Dr. González. No vemos a mediodía en la casa. Se ve pasar mucha gente. Jornaleros con sus caites y sombreros raídos, las cotonas polvosas, tecomates y cebaderas. Vendedoras con sus huipiles y canastos llenos de frutas y verduras. Pasan unos Guardias Nacionales y se nos quedan viendo con mucha fijeza. Estaré con delirio de persecución. De nuevo ¿Tendremos caras de comunistas?
Regresamos a la casa. Hay un sabroso olor a sopa de res. ¿Cómo les fue? ¿Ya tienen hambre? Solo que venga Rodolfo y almorzamos. Ya mando avisar que estaba en camino. Descansen un ratito, ahí están las hamacas. Llega y nos sentamos a la mesa. Nos sirven. Las tortillas están recién salidas del comal, todavía humeantes. La sopa exige un tratamiento riguroso. Lleva chufles. ¿Les gusta el chile? Tráeles chile. Ya averigüe como está la situación. Salen mañana. Traten de llegar mañana mismo a Citalá.
Al llegar al pueblo buscan a Don Sergio Montes el boticario y le explican que van de parte mía y que necesitan cruzar y luego seguir hasta Puerto Cortez. ¿Puerto Cortez? Si, tendrá que ser por Honduras, esta complicado llegar y salir de Puerto Barrios, los pueden detectar, capturar y desaparecer. Ubico es sanguinario y sus ojos observan cada rincón y en especial la frontera salvadoreña, están preocupados por el movimiento obrero y campesino que se ha desatado en nuestro país. Mientras que en Honduras no se sabe lo que entra y lo que sale. Es lo recomendable. Y el flujo naval es intenso. Además les va gustar el aroma jamaiquino. De que se trata. Ahí van a saber. Pero no se vayan a caer al probarlo.
Después de comer convertimos en realidad las amenazas a las hamacas. Nos despertamos luego del cotidiano incendio tropical. ¿Y qué hacemos? Busquemos a Don Rodolfo es el anfitrión. Ya salió. Es pata de chucho. Anda en la jugada. Regresamos al pueblo.
Una visita obligada a El Delirio
Preguntamos por él y nos remiten al Delirio. Llagamos y se alegra al vernos. Muchachos ya sabía que iban a venir. Les presentó a Doña Josefa, dueña y señora del establecimiento. Una señora con la belleza del otoño. Escotada y no muy recatada. Con el pelo entre blanco y negro. Con ojos chispeantes y labios sensuales. Mucho gusto. Sus manos son regordetas y con muchos anillos. Su piel es blanca con reflejos dorados.
-Así que van para Chalate a comprar ganado. Don Rodolfo nos guiña el ojo. Si. Y por qué tan lejos, aquí hay buena raza. Rodolfo, les hubiera llevado a La Marquesa para que vieran el ganado de Manolo. Otra ronda. ¿Pilsener? ¿Y él no toma? ¿Es por motivos religiosos? No, es por motivos del estomago. Es ta-malito. Jajajaja. Pizque o de elote. De elote. Mire él es bien enamorado. Ah si, pero mi marido es bien enojado y celoso. Además anda enfermito. Le puede salir el tiro por la culata. Ja,ja, ja, ja. ¿Qué quieren? Jocote o jicama. O sopita de codorniz. Yo a usted la quisiera de boquita. Que atrevido! Quien lo viera!
Vamonos ya para la casa, ya va oscurecer. Tenemos candiles. Vamonos. Pasaron la prueba. Doña Josefa es la mujer del Comandante Local. Y le cayeron bien. Ella es el filtro por donde pasa el rumor, los engaños amorosos, el comercio, la política y hasta la religión en este pueblo. Fue una gran araujista pero hoy navega ya con la bandera del General. Antes había sido quiñonista, de las meras Ligas Rojas. Y no me extrañaría que cuando ganemos se declare comunista. Me mando a llamar para saber de ustedes. O sea para informarle a su marido quienes eran ustedes. Y le dije ellos son los que van a venir a buscarla, ya va ver. Y por suerte no me equivoque. Mantengan la leyenda de comerciantes de ganado. Y ya en Honduras la cambian por comerciantes de madera. Los despierto de madrugada. Sigan el camino real. Duerman bien, sueñen con las caricias de la Josefa, son bromas.
Hace frío en la madrugada. No tuvo que despertarnos, ya estábamos levantados y ansiosos por salir. Nos despedimos. Nos abraza. ¡Viva el Partido Comunista! Cuídense mucho. Cabalgamos y salimos del pueblo. Esta amaneciendo. Vamos despacio. Pensábamos encontrar alguna autoridad pero todo luce desierto. Es de noche y es de día. Hay estrellas todavía y algunos débiles rayos de luz.
¿Le gusta la música de mariachi? ¿la música ranchera? ¿los corridos? No mucho. ¿Y a vos? A mi sí. No sabe lo que se pierde. Es la música de la revolución, la música de Pancho Villa, de Emiliano Zapata, de las soldaderas. Escuche esto: Suena la hora Joaquinita de mi vida/ en que me vaya a los campos a pelear/Ya después si tú me quieres todavía/ junto al cañón allá en campaña me hallarás. ¿Qué le parece? Me gusta. Interesante. ¿Tocas guitarra? Claro que si. Interesante. Cantate La Cucaracha. Si, es clásica. Todos se pelean la silla/que les deja mucha plata/en el norte viva Villa/y en el sur viva Zapata. La cucaracha, la cucaracha/ya no puede caminar,/porque no tiene,/ porque le falta,/marihuana que fumar. Hay que escribir nuestra música revolucionaria. ¿Y conocés el jazz? No. Cántelo. No hombre si es con instrumentos, con piano, con trompeta. Más adelante me explica. Seguro. Te va gustar.
Mire y esas ruinas. Vamos a verlas. Ya se, estamos en Cihuatan. ¿Cihuatan? O sea La Ciudad de las Mujeres.¿Y donde están? Ya se fueron, solo quedan sus espíritus. Y mirá un campo de pelota, pero indígena. Y esa como se jugaba. Acerquémonos. Veamos. Se jugaba con una pelota de caucho y ganaba el equipo que lograba hacer pasar esta bola por unos aros de piedra que se colocaban en muros. Era un ritual religioso. Solo podía utilizarse para jugar la cadera, los codos y las rodillas. Y los que ganaban eran premiados con ofrecer sus corazones a los dioses de la noche para garantizar que el sol volviera a salir. ¡puta! Y aquí debió de estar una pirámide. Cuando construyamos el socialismo vamos a recuperar estos sitios porque son parte de nuestra herencia cultural. Exacto. Pero continuemos cabalgando o nos pueden dar un susto.
Llegamos a la hacienda Colima. Estamos en el encuentro entre el Lempa y el Acelhuate. Es una belleza de bosque. Suerte que estamos ya en verano sino sería arriesgado el pasar. Fíjate que el Acelhuate nace en unas montañas de Panchimalco, al sur de San Salvador y desde allá se viene para unirse acá, para desembocar y luego seguir hasta el mar ya como Lempa. Sí conozco donde nace, hay como una catarata.
Pasamos el Lempa y seguimos cabalgando. Cuando el sol llega a su cenit buscamos una sombra para descansar. Hace calor. Busquemos un río. Llegamos a un río y hay mujeres lavando ropa. No podemos evitar admirar sus senos morenos y puntiagudos como volcanes. Lavan en calzones de manta que se pegan a sus cuerpos y algunas jóvenes al vernos se sonrojan, pero continúan lavando, golpeando la ropa contra las piedras. Tratamos de ver sus triángulos del deseo, que ocultan bajo las piedras. Los caballos aprovechan para tomar agua y descansar. Buscamos una sombra para almorzar los sabrosos panes con gallina, que nos prepararon para el camino donde Rodolfo.
En Citalá
Llegamos a Citalá ya entrada la noche. Le preguntamos a un sereno por la vivienda de don Sergio Montes. Buscan a Don Sergio, yo los llevo. Queda frente a la plaza del pueblo. Hay candiles que iluminan las calles. Es una casa grande, con un gran patio sembrado de rosales. Hace frío, mucho frío. Buenas noches, pasen adelante, ya estaba preocupado que no llegaban. ¿Vienen cansados? Lo del gasto. Acomódense. Se dirige al sereno: Y vos, ¿que estas esperando? Nos despedimos de él. Gracias por traernos. Es oreja, nos comenta Don Sergio. ¿Cómo anda la cosa allá abajo muchachos? Vamos avanzando.
Pero ¿Cómo? Supe que habían capturado a Oscar y luego lo sacaron del país. Pero ya regreso. ¿verdad? Mire cuando lo vea, digale a Oscar que escriba, es cierto que la práctica es importante pero también la teoría y hay que afinar nuestra interpretación de la sociedad. Hemos abierto locales. Ummm, no me confìo. Es mejor la clandestinidad. Y es cierto que ¿se está apoyando a Martínez? No, la línea es esperar a ver que hace, pero no podíamos seguir chineando al bolo de Arturo. Y Martínez ha permitido que abramos locales. Pero para poder ubicarnos. Vamos para elecciones. No hombre, nos van acabar. No ve que acabamos de nacer, estamos tiernitos, vamos para el segundo aniversario. Lo que pasa es que necesitamos medir fuerzas, ver cuál es nuestra convocatoria rural y en las ciudades. Medir fuerzas? Nos van a terminar. Nos estamos suicidando. Al contrario, estamos pasando a un nivel superior de lucha. ¿Elecciones?
Necesitamos dar un salto de calidad en nuestro trabajo, pasar del trabajo gremial abierto al trabajo político abierto. Nos van a aplastar! Hay que ser audaces. Pero no pendejos! No confía en la capacidad de la dirección. Usted me está confirmando mis dudas, se están desviando al puro reformismo. Interviene Cale: hemos crecido, hasta los indígenas de Izalco se nos han incorporado. Somos la mayoría ¿Y la política de alianzas? ¿Cual política de alianzas? ¿O sea que vamos solos? Solitos y con ganas. Con ganas será que nos destruyan. No sea pesimista, compañero. Soy realista. La gente lo que quiere es darse verga.
Mire estas canas y estas cicatrices – se levanta la camisa-no son de gusto, anduve con los liberales y conozco a la oligarquía. No se me olvida el 29 de agosto cuando fusilaron a mi General Barrios. Nos derrotaron. Y los vencedores imponen su verdad. Pero es que Martínez no es oligarca, Araujo era oligarca y además corrupto. Martínez es metido, sirviente de los oligarcas y ya va ver si no es corrupto. No parece. Ya va ver. Nos van a fusilar. Fue en 1865. Hace sesenta años. Para fusilarnos nos van a tener que derrotar antes y no esta fácil. Ojala se esté realizando trabajo político en el ejército. Me deja preocupado. Pienso que lo más adecuado es seguir creciendo, acumulando fuerzas, pero sin salir a la superficie. Salimos y nos cortan la cabeza. Hay que crecer pero protegidos por el silencio. No podemos.
Le explico que ya estamos fuera, legales, con locales abiertos y en plena campaña electoral. Suerte que hasta aquí no llegan esos vientos. Pero al final ustedes son los que toman las decisiones y son a ustedes a los que se les pedirá cuentas por cualquier fallo. Disculpe yo me emociono cuando hablo de política y ni les he ofrecido algo de comer. Emilia, trae la comida. Si, ya llegaron. Es mi esposa. Ah y miren vamos a cruzar la frontera hasta el 24 para amanecer 25, así que aprovechen para descansar. Nos llevan comida y unas colchas gruesas. Nos sentimos en casa, entre camaradas. Estamos en un antiguo poblado chortí. El café nos vuelve a reanimar y esta vez la discusión toma un giro internacional.
-¿Que han sabido de la URSS? Bajo la dirección de Stalin se está desarrollando desde 1928 exitosamente el Primer Plan Quinquenal que convertirá a la Unión Soviética en una potencia industrial y acabara con la resistencia reaccionaria de los kulaks. Son 14 años ya de socialismo. Es un ejemplo para el proletariado mundial y en especial para países atrasados cuasi feudales como el nuestro. Pronto el socialismo va derrotar incluso económicamente al capitalismo. La Unión Soviética se convertirá en una gran potencia industrial a nivel mundial.
¿Y de Trotsky que han sabido? Esta exilado en Turquía destilando veneno contra el gobierno soviético. Desde que salió de la URSS en 1929 ha estado al servicio del imperialismo. A mi todavía me resulta difícil aceptar que fuera un traidor porque lo respetaba mucho. Claro, el fundador del Ejército Rojo, el presidente del Soviet de Petersburgo en 1905, el primer Comisario del Exterior. Pero acuérdese que por mucho tiempo fue menchevique, enemigo de Lenin, y fue hasta 1917 que se acercó a los bolcheviques, interviene Cale y me deja sorprendido por su manejo. Parece ser que Stalin es el hombre.
¿Y de España, de China, de la India? En España le están dando duro a los jesuitas reaccionarios, luego que se fue el rey Alfonso el nuevo gobierno de Alcalá Zamora los ha ilegalizado. Pero seguramente van a responder y no me extrañaría que se aliaran con los fascistas. Los comunistas españoles están apoyando al nuevo gobierno. En China el camarada Mao se encuentra encabezando la resistencia contra la invasión japonesa que se ha apoderado de una parte de Manchuria en alianza con el Kuomintang de Chiang Kai-shek.
Y en la India el pacifista burgués Ghandi acaba de abandonar la prisión para continuar la lucha por la independencia en contra de los imperialistas británicos. O sea que la resistencia de los pueblos oprimidos está tomando fuerza, me agrada. Y vamos desde aquí a poner nuestro granito de arena. Se imaginan una Republica Soviética de El Salvador. Yo me la imagino. La bandera roja ondeando en la Casa Blanca. El Salvador Socialista, conducido por su respectiva vanguardia.
Miren y de Sandino ¿Qué han sabido? Se mantiene en pie de guerra. Todo un símbolo antiimperialista, aunque maniatado, manipulado por los apristas. ¿Supo que hubo un terremoto que destruyó Managua? Sí, eso sí. Sandino se ha replegado para la zona del Atlántico, aunque hace poco atacaron Chichigalpa en el área del Pacífico. Pero ha tenido bajas importantes, cayeron los generales sandinistas Pedro Blandón y Miguel Ángel Ortez. La soberanía de un pueblo no se discute y si se hace es con las armas en la mano…toda una enseñanza, me quito el sombrero en respeto. Sandino nos enseña el camino. Y hay un manifiesto de Sandino que se llama Luz y Verdad, muy interesante, aunque con telarañas místicas, teosóficas en su forma pero el contenido es combativo, visionario.
Bueno, cada pueblo encuentra su camino de acuerdo a sus condiciones. En nuestro país no tenemos invasión extranjera que combatir. Y ¿no crees que Martínez esté aliado con los gringos? A mí no me la hacen. Y no ve que no lo quieren reconocer. Es puro teatro, si el mismo representante es el principal asesor de Martínez. No creo que sea teatro. Hay contradicciones que debemos de aprovechar. Martínez les rompe el esquema a los gringos. Martínez nos va romper el esquema y además el hocico pero a nosotros.
Vamos a chocar así como nos pasó con Araujo, que al principio fue luna de miel y luego se lanzó a la represión. Ya vas a ver. No creo, son otras condiciones. Estamos preparados para hacerle frente a cualquier amenaza, tenemos capacidad de respuesta y contundente. Lo dudo. Porque Usted no ha visto las movilizaciones que realizamos. Hemos crecido. Pero si he visto como el ejército se ha venido armando y capacitándose con asesores alemanes y chilenos. Y ahí tenés a la Guardia Nacional, un cuerpo represivo, cruel, inhumano. Mejor durmámonos hay seguimos mañana arreglando el mundo. Buenas noches. Que descanse. Ah y miren, ya conocen las tesis del VI Congreso de La Tercera. No, de que tratan. Están más enterados los hondureños, quizás por la salida al Atlántico. Hay mañana hablamos. Nos interesa. Son del año 28 pero tienen mucha vigencia, aclaran el panorama. La lucha es clase contra clase. Proletariado contra burguesía como lo proclama abiertamente el Manifiesto.
Pensando en la Jose…
Hace frío y no puedo dejar de pensar en la José, en sus piernas, en sus caderas, en sus pechos erguidos y desafiantes, en su sexo humeante y cálido ¿qué estará haciendo? ¿Con quién estará? ¿Estaré celoso? ¿Puedo estar celoso? Es una sensación nueva y extraña, inédita. A veces me molestaba tener que esperarla porque estaba ocupada con un cliente, pero era más una sensación de impotencia que de celos. Una vez me aburrí de esperar y decidí entrar con la Clelia, pero no fue lo mismo. Hubo pasión pero faltó ternura. La piel del cuerpo de la Clelia era color de fruta de tamarindo, de miel de abeja.
Y la Jose paso una semana sin hablarme y cuando la buscaba me señalaba a la Clelia. Y la Clelia se carcajeaba. Suerte que la Clelia regreso a su pueblo, para que la Jose me perdonara y de nuevo me admitiera su regazo. Hay una regla no escrita que no pueden intercambiarse clientes entre actrices. Una vez recuerdo que la vi platicando con un hombre que me dijeron que era su damo, su chivo como le dicen y que era un judicial. Al preguntarle lo negó rotundamente. Son rumores. ¿Esta celoso, amor? ¡Iiiihhh! ¡Qué grande la tiene! ¡Nunca había visto una así? ¿Se la puedo medir? Voy a conseguir un metro.
Doy vueltas y vueltas en el catre. Parece que ya esta amaneciendo ¿Qué tal dormiste Cale? –Como un lirón. Tengo hambre. Levantémonos. No, mejor esperamos a que nos llamen. No hombre, vamos a ver en que podemos ayudar. ¡Buenos días! -¡Buenos días! ¿Y Don Sergio? –Anda trayendo la leche. Les sirvo un cafecito, ya va estar el desayuno. Nos sentamos en una mesa fuerte y larga de roble. Me dijo Sergio que nos van acompañar para la Noche Buena. Sí, fijese. Y que van con rumbo a Honduras. Sí.
Les va gustar mi país, yo soy hondureña. ¿de que parte? –Nuevo Ocotepeque. Fijese que él también es hondureño. Nací allá. ¿En donde? En Jutigalpa. ¿Jutigalpa? No conozco ¿Por dónde queda? Estamos lejos, cerca de Nicaragua. Se llega por el otro lado, por La Unión. Pero ¿lo trajeron chiquito? Ni tanto, a los doce años. ¿Y Usted acá? Llevo bastante viviendo con este hombre., toda una vida.
A veces huyendo, como Ustedes saben por sus ideas, siempre ha sido así desde muchacho, terco y rebelde, hasta preso estuvo cuando las bullas del tal Barrios, esa vez lo sacaron por cordillera para Honduras y así nos conocimos. Llego a la casa de mi papá que también era morazanista ¿Cuánto llevan de estar casados? Si no nos hemos casado, si ese diablo ingrato no cree en esas cosas, solo estamos rejuntados, yo creo que Sergio nunca ha puesto el pie en una iglesia…pero mire hasta bisnietos tenemos ya. –Ahí viene. No te vas a morir pronto.
Entra Sergio. ¡Buenos días, muchachos! ¿Qué tal durmieron? Bien. Me alegra. Hay me van a ayudar a atender el negocio para que no se aburran. Voy ir a abrir. Se llama farmacia Germinal. Entra a un cuarto de calle de la misma casa y abre la puerta y las ventanas y se recibe una bocanada de olor a eucalipto. Don Sergio y ¿no va a desayunar? ¿Cómo que Don Sergio? ¡Compañero! Yo ya desayune. Es que él desayuna a las cinco de la mañana.
Nos va tocar hacerla de boticarios, son los gajes del oficio. Terminamos de desayunar y nos fuimos a hacerle compañía al camarada Sergio. Hay un mostrador desde el que atiende a los potenciales clientes. Entramos desde la casa y nos ubicamos en nuestro nuevo desafío. Familiarícense con los anaqueles y la distribución de las medicinas. Verán que es fácil y ya pronto estarán atendiendo al público. ¿Será? Nos preguntamos. ¿Y el nombre? Suena a una novela de Zola.
¿Germinal? Es por unos anarquistas que conocí en Costa Rica que así le ponían a sus proyectos políticos. Me enseñaron mucho hasta leí a un tal Kropotkin, ruso, bueno, padre del anarquismo. Muy interesante. Uno de ellos, al que le tenía mucho respeto, español, de nombre Gustavo Flamenco, que supongo que ya habrá muerto, peleando, “hay que morir peleando” era su lema. Eran muy combativos. Y leídos. Ahí conocí, leí también a Marx y pude desembarazarme de las telarañas teóricas liberales. Y después leí al pelón genial, al gran Lenin, lástima que se murió antes de tiempo.
Mejor le hubiera puesto Las aves en honor al gran revolucionario griego Aristofanes. Y yo que en mi ignorancia pensaba que había sido cómico, comediante. Si le hubiera puesto Las Aves iban a pensar que era venta de pollos y de concentrados. Así que te declaras marxista-aristofánico. Exacto. Y de la corriente art nouveau, para terminar de llenar el vaso. Veo que estas bien adelantado a tu época. Audaces fortuna iuvat. De acuerdo. Pero también homo sum, humani nihil a me alienum puto. Yo solo lo último le entendí claramente. Estamos ante un duelo no a sablazos sino a latinazos. La mentula y el cunnus. Me agrada, hasta me dan ganas de atrasarles la partida. A él atrásele la partida y que le duela. Ya vas de mal pensado. Tenía tiempos de no disfrutar así de este intercambio de ideas. O da hablar carburo. Hay viene un cliente. Dirás una víctima. Observen y aprendan.
Buenos días ¿Qué desea? ¿Tiene? ¿Le duele el estomago? Si, no he dormido toda la noche. ¿Cuánto es? Gracias, adiós.
Los días fueron pasando rápidos y pronto estábamos en Noche Buena. Solo cenamos y salimos nos advirtió Sergio. La cena era un banquete de reyes. Había tamales de gallina y de cerdo, incluyendo de azúcar, panes con pavo, yuca con chicharrones, café con marquesote y quesadilla, fresco de ensalada, chan y carao, tiste y horchata de morro y de arroz; cocada en tusa, alboroto, dulces de leche de burra, cerveza Polar y el respectivo coyolito. ¿Podemos llevar? Claro, tomen lo que quieran.
Rumbo a Honduras
En un rato salimos, ya regreso, estén listos. Regresa motorizado. Nos despedimos, vamos a cruzar la tranca de país. Llegamos al Poy y Sergio se baja y les regala comida y bebida a los guardias fronterizos. Estamos ya en territorio hondureño. Fue un placer haberlos conocido, ojala volvamos a vernos. Este ya va pasar de regreso, le digo, señalando a Caledonio. Aquí te esperamos.
Pronto encontraremos a unos camaradas hondureños que les ayudaran en esta travesía. Efectivamente, a unos pocos kilómetros nos esperaban una pareja de jóvenes. ¿Y tu papá? No pudo venir. Qué lástima, me lo saludas. Bueno, aquí están los compañeros. Mucho gusto. Sergio se baja y nos abraza. Hay lágrimas en sus ojos que trata de ocultar. ¡Viva el Partido Comunista! ¡Viva el Partido Comunista!
Estamos en Honduras. Pasamos sin problemas, como lo planificado, ni papeles nos revisaron. Siento la diferencia. Me siento libre. Aquí nadie me conoce y los chuchos no me siguen. Puedo respirar tranquilo sin el temor a una bala. Cale, ¡estamos en Honduras! Vamos hacia Santa Rosa de Copan. Es un pueblito entre pinares. Es ya un cambio de escenario. Somos los mismos pero somos diferentes. Es la misma tristeza en los rostros curtidos por el sol. Me duermo en el camino y despierto al entrar a Santa Rosa de Copan, queda en una loma rodeada de pinares.
El aire es fresco. Nos detenemos en una casa de piedra con un portón de madera. Toca el claxon y abren la puerta. Entramos. Aquí es. Pasen adelante. Están en su casa. Papá, ya llegamos. ¿Cómo están? ¿Cómo ha sido el viaje? Todo bien. Pasen adelante. ¿Se les antoja un cafecito? Muchachas, el café. Si quieren vayan a acomodarse y luego bajan a desayunar. Hay un patio con un jardín y luego una edificación de dos pisos. Subimos unas gradas y nos acomodan en cuartos individuales con baños. Son cuartos de madera. La madera está presente en cada detalle. Estamos en el país de la madera…

2. La persecución
¿Estás seguro que era él? Afirmativo. ¿Y a qué horas pasó? Temprano de madrugada. Y ¿por qué putas hasta hoy lo está reportando? Porque estoy por entregar el mando. ¿Entregar el mando? Ahorita mismo se va a seguirlo, ya han de haber llegado a Apopa. Tome una bestia y se va a seguirlos. Judas, necesito que se reporte cada hora. Y ojo al Cristo que es peligroso y siempre anda armado. Pero es que no he dormido. Obedezca o lo voy a poner a dormir pero para siempre.
Por andar de metido me va mal. Quien me manda haberle contado al Sargento que había pasado Don Víctor El Poeta. Y todo por quedar bien con él y termine jodido. Pero estoy seguro que era él y es de los meros jefes comunistas, si ya lo he visto en el local que han abierto y antes en el local de los sindicatos. Es de los propios, de los que dan las órdenes.
Mi sargento le doy parte que no se ve por ningún lado y no ha pasado por aquí por Apopa. Seguilo buscando, preguntá, movete, hace sentir tu autoridad. Pero es que no lo encuentro. ¿Ya puedo regresar? Ya te jodiste, ya informe y el jefe es el que quiere y ordena que le sigas la pista. ¿El jefe? El mismo Jefe, y ya sabes que tiene fama de chinchintora. Pero para donde me muevo. Pensá, tenés que adelantarte a sus movimientos para poder capturarlo. ¿Capturarlo? O sea que no solo es vigiarlo sino que tengo que capturarlo. Menudo lío me he metido por metido. Y lo peor es que sin dinero, a pura autoridad, pero muchas veces me entra vergüenza.
Entro a un comedor y observo cómo la gente me ve con temor, es como si anduviera cargando una placa de comisario. ¿Será el peinado? ¿será el diente de oro? ¿Será el saco lustroso? ¿Será el arma semiescondida? ¿Será el caminado? -Me sirve un café. La dueña parece saber que no voy a pagarle y me atiende de mala gana, malhumorada. Me sirve un café aceitoso que prefiero no probar. Solo de ese de ayer tenemos. Usted no es de por aquí ¿verdad? Estoy en servicio. De casualidad no ha visto pasar a dos señores de la capital. Sonríe y me responde: sí, han pasado bastantes. No sé si se está burlando o trata de ayudarme. Gracias. Me atrevo a preguntarle. ¿Cuánto le debo? No es nada. Gracias de nuevo. De todas maneras ni le iba a pagar.
La gente no ha visto pasar a ninguna pareja viniendo de San Salvador a caballo. ¿Para donde agarro? Movámonos hacia Nejapa. Es como buscar una aguja en un pajar. Si no hubiera abierto mi boca a esta hora estaría bien enpiernado ocupándome con la Josefina y disfrutando de sus travesuras e inventos de cama y no tendría que andar por estos rumbos, sin desayunar, bien desvelado, y lo peor sin saber a dónde dirigirme. Debo de aprender a montar dormido sino me voy a caer.
Suerte que es un caballo blandito, mansito. Aunque lo he corrido. Pero debe descansar por lo menos unas dos horas. Me está venciendo el sueño. Pero. ¿Dónde? Decidí detenerme frente a un rancho y les pedí agua y si tenían comida. Me ofrecieron agua y unas chengas con frijoles y sal. Dale un poco de cuajada. Usted no es de estos lados, y para donde la tira. Iba a responderle pero me venció el sueño. Me dormí sobre el plato.
Trataron de despertarme pero fue inútil. Soñaba que me encontraba en un bar con el tal Víctor que era un pistolero famoso y salíamos a la calle y todo el mundo nos observaba y la Josefina me gritaba no lo mates por lo que más quieras te lo pido, es mi cliente y llevo en mi vientre un hijo que es de él y más ganas tenía entonces de coserlo a balazos pero cuando le disparaba a quien mataba era a mi sargento que me decía ya la cagaste si a quien había que matar era al Jefe y cuando lo fuimos a buscar era un maestro evangélico que tuve en primer grado, el único maestro que he tenido y que medio me enseñó a leer y que cuando me vio salió corriendo y regreso con una ametralladora y nos rafagó a todos los que estábamos viendo el espectáculo y aunque me hirieron en el corazón seguí caminando y llegue a un puerto lleno de barcos que zarpaban hacia una ciudad que había visto en calendarios y que se ufanaba de contar con más de cien edificios con sus respectivas piscinas en el techo, de una de las cuales…
Despierto hasta en la tarde y pienso que es otro día, pero no, es el mismo lunes. ¿Por qué no me despertaron? Tratamos pero no pudimos. Le agradezco por las atenciones pero debo irme. Ya está cerca del pueblo. Me apresuro a llegar al telégrafo. Comunicación oficial. Hacia donde. Al Cuartel Central de la Policía. Y ahí con quien? Con el sargento Ramírez. Le doy parte que no hay novedad. Y ¿todo este tiempo que ha pasado haciendo? Buscando al imputado. Ojala que así haya sido, acuérdese que tiene un clavo grande. Pido permiso para pasar la noche en el puesto de policía de la localidad. No hay. Diríjase a Quezaltepeque o regrese a Apopa. Está bien, mi Sargento. Permiso para cortar comunicación. Proceda. Manténgame informado.
Rumbo a Quezaltepeque
¿Apopa o Quezaltepeque? Quezaltepeque. Me encamino al poblado. Empieza a soplar un viento fresco que me golpea el rostro. Ojala tengan catre y cobija en el puesto de la Policía. Debo tratar de llegar antes de anochecer. ¿Y por qué me habrán bautizado de nombre Judas? Una vez en la escuela me gritaron traidor, traicionaste a Jesús. Que yo sepa nunca he traicionado a nadie. Aunque dicen que para ser detective se necesita aprender a traicionar y que para eso hasta el nombre me ayuda.
Una vez oí decir que los grandes traidores han sido a la vez los grandes héroes de la historia del mundo. Eso le oí cuando andaba de oreja allá por la Universidad, fue en el anfiteatro, arriba, en el segundo piso, era un señor muy catrín que le llamaban doctor Navarrete, que quizás ya murió, yo informe al respecto a mis superiores. Dijo que los grandes héroes eran a la vez los grandes traidores, no se me olvida, como se me va olvidar si fue ese día que hubo pago de quincena y conocí a la Josefina como actriz o meretriz allá en la Avenida Independencia y quede enamorado, miserablemente enamorado.
¿Y que será ese trapo rojo que se ve colgado de ese conacaste? ¡Es una propaganda de los comunistas! ¿A ver cómo dice? Pro-le-tarios de-todos los-pai-ses uní-os y el símbolo de estos criminales, un machete y un martillo. Y como permiten las autoridades de este pueblo esta sinvergüenzada. Me voy a subir a quitarla y se las voy a llevar al puesto para que vean como trabajamos en la capital. Y ni amarrarla bien han podido. Aquí está ya. Y a saber cuánto tiempo llevaba ya prendida a ese palo. Me encachimba ver que no se hace nada. Vamos a tener que jalar orejas a los orejas.
Anochece cuando entro al pueblo y me dirijo al puesto policial. ¿Dónde queda? De aquí a dos cuadras. -Soy el Cabo Judas Flores Pérez y me encuentro en misión de servicio. Los tres agentes me ven con sorpresa. Uno de ellos esta sin camisa, más parecen indigentes que policías. Un candil ilumina el lugar que consiste en una frágil enramada. Y yo que pensaba, soñaba dormir bajo techo. Pienso que deberían de cuadrarse ya que se encuentran ante un superior jerárquico pero no me atrevo a planteárselos. Cae por su peso, es el protocolo.
Y ¿qué desea? ¡puta! Ni que fuera vendedor o predicador evangélico tocando a sus puertas. Ni que fuera civil. Voy a pernoctar aquí en el puesto. Se miran entre ellos. Significa que voy a dormir aquí con ustedes. Más sorprendidos. Me dan ganas de zamparles un balazo por pendejos. Eh, eh,eh pase adelante pero identifíquese primero. Saco mi carnet mugriento de policía. Uno de ellos, el más viejo me dice de mala gana: puede quedarse en esa hamaca.
Me instalo cuidadosamente con el temor de caerme y ser víctima de sus burlas. La hamaca resiste el peso. Me gustaría gritarles: ¡firmes! Háganme cien pechadas y cien sapitos y unas veinte lagartijas. Debo de hacer valer mi don de mando, mi autoridad. Con voz ronca les pregunto: ¿y qué nuevas por acá? No me responden, el ambiente es tenso. Meto mi mano a la cintura y toco mi revolver. No se inmutan.
Observan con curiosidad el trapo rojo que ando cargando. ¿Y que anda ahí? Pregunta el más joven. Un artículo sospechoso que en el camino requise, estaba colgado de un árbol. Ah, es una manta de los comunistas, de esas abundan por aquí, hasta de colcha nos sirven. Y ¿por qué no las quitan? Más tardamos en quitarlas que en que las vuelvan a poner. Pero ya los tenemos ubicados quienes son. Ya informamos al cuartel central. Mientras habla los otros dos lo observan con enojo. Mariachi, callate.
Y ¿quiénes son? Es Braulio, el maishtro de la escuela y los sindicalistas, y unos bichos de la pobrería que han reclutado. En boca cerrada no entran balas. Callate vos, que no te han preguntado. Sí, él pregunto, mi cabo pregunto.¿Tu cabo? ¿Tu marido? ¿Pero ustedes me imagino que han investigado? Es que hay un sindicato de peones y los visitan comunistas de la capital. Si hasta candidato a alcalde llevan, creo que a Don Mincho. Se lo han enganchado, le han ofrecido mujeres y mucha plata para que acepte, le van a ampliar su negocio de granos.
Y ahora alegan que tienen derecho a colgar banderas porque es parte de su campaña electoral, es parte de sus derechos civiles. Si están bien asesorados. Pero es que son comunistas. Si, comunistas en campaña. Campaña mis huevos. Yo balas les voy a meter. Nosotros allá los perseguimos. Si aquí también. Solo el joven habla los otros dos permanecen callados, preocupados por las dotes oratorias de su joven compañero. ¿Y tienen apoyo? Es que son buenos para la labia, levantan a un muerto. Es que los entrenan para eso.
Sí el único que tiene los huevos rayados para plantárseles es el cura Ciriaco. Sí, el viejito Ciriaco les vuela verga de galán cada domingo en misa. Pero la gente no le hace caso, hasta marchas han hecho pidiendo aumento salarial. Al cura Ciriaco solo lo apoyan un par de viejitas que dicen que con el comunismo llego ya el fin del mundo. Una de ellas es la damita de esteban y lo señala con el típico gesto de la lengua oprimiendo el pómulo. Esas viejas lo que necesitan es un buen leño, no tienen marido, tercia el único que no había hablado y al hacerlo observo que le faltan dos incisivos.
Es un silencio obligado por el temor a la burla. Está cholco. Pero además sus ojos brillan de manera inusual, como afectados seguramente por alguna sustancia etílica, la cual empiezo a percibir y a comprender que están bolos, han o estaban chupando cuando llegue. Chupando en horas de servicio. Por eso están nerviosos. Han de haber escondido la pacha por algún lado Pero al final de cuentas a mí lo que me preocupa es pasar la noche. Buenas noches agentes. Buenas noches.
Sin novedad en Quezaltepeque
Amanece, me levanto dolorido de dormir en hamaca. Josefina ¿dónde estás? Mis bellos durmientes continúan con su sinfonía para piano y orquesta. A las ocho voy a llamar a mi sargento Ramírez. Sargento, le doy parte que no hay novedad. ¿No hay novedad? El Jefe está llama que llama. No me haga quedar mal. Devengue su salario. Necesito respuestas no excusas. Le doy veinticuatro horas para tener noticias. Pero…
Bueno hoy la misión consiste en conseguir desayuno. Disculpen que los despierte pero y donde desayunan. Nosotros lo hacemos. Mentira, no desayunamos. No hombre, llevalo a desayunar. Vamos vengase. Pero no me vaya a salir con alguna broma porque no respondo. Caminamos dos cuadras hasta llegar a una placita desierta. ¿Y? Hay que subirse al palo, desayunamos con mangos. No puedo creerlo. ¿Y que no les pagan? Llevan dos meses sin pagarnos. Si, a puras promesas nos mantienen. Comemos cuando nos regalan. Y ¿no tienen familia? Claro que sí.
Y nos reclaman porque trabajamos sin que nos paguen. Pero les explicamos que es peor estar sin trabajo, aquí al menos tenemos la promesa del pago. Alguna vez tendrán que pagarnos, pensamos. Y no han reclamado. Y de que nos sirve. Nos dijeron que cuando llegara Araujo la cosa se iba a componer, pero empeoro y hoy con mi General no mejora. Y ¿cómo consiguen para chupar? El guaro cualquiera lo regala. Pro comida ya no nos quieren fiar. Pero si anda dinero podemos ir a un comedor y nos invita. Estoy jodido igual que ustedes. Pero no que anda en misión. En misión pero sin viáticos. Y eso por qué.
Es larga la historia. Dele viaje, de todos modos no tenemos mucho que hacer y quizás hasta nos quite el hambre perra que tenemos. Mirá allá está una guacalchía en ese palo con cara de desayuno. Vos tirale que vos tenes pulso. Ya se nos hizo el desayuno. Dicen que la carne de guacalchía es dura. Pero es carne. ¡Pac! Ya estuvo, mi cabo. Anda trae agua y preparas el desayuno. Y ¿alcanza para los cuatro? Alcanza y sobra como en la biblia. Suerte quiere la vida decía mi abuelo que en paz descanse. Encendé el fuego. No vamos a perecer. Yo creo que el cabo disculpe ¿Cómo dijo que se llamaba? Judas Flores Perez.
¿Judas? ¡Puta! No nos vaya a traicionar…disculpe. Ya les dije que no me gustaban las bromas. Pero como ya dormimos juntos ya hay confianza. No se pasen. Les he brindado mi amistad pero respeten mi grado. Sí mi cabo. Yo más que desayuno lo que necesito es quitarme la goma. Y si ustedes fueran yo para donde la tirarían. La pone difícil. Mire váyase para el Sitio del Niño, siga de largo. Pero ¿y en el Sitio del Niño? Usted siga buscando que el que busca encuentra. Es en broma o en serio. En serio, que nos ha visto alguna vez bromear. Desayuno y me despido rumbo al Sitio de Niño. Llegó como a mediodía. Hay gente esperando que pase el tren. Esta retrasado. Así dicen. Mire y de casualidad no han venido una pareja de hombres a caballo que vienen de San Salvador. No, no los hemos visto.
¿Y cuando pasaron? Hace dos días. No los han visto. No. Y como son. Eh, son de San Salvador, con aspecto de capitalinos. No. Tengo hambre. Y hoy no ando tambache. Voy ir al telegrafo a llamar al sargento Ramírez. Halo. ¡Me escucha? Soy el Cabo Judas. Me tenes noticias? Fíjese que no. Sos un inútil, pendejo! Nadie me da razón de los imputados. ¿Puedo regresar? Venite pues, que aquí vamos a necesitar apoyo. Sentí una gran alegría cuando me dijo que podía regresarme. Me encaramo en el primer tren que pase. Ya se oye que viene. Viene pitando, viene alegre. Ya me regreso. Voy ir a ver a la Josefina, a mi amor.
El encuentro con los sindicalistas Remberto y Emilio
Cuando se acerca la maquina distingo que viene manejándola el mentado Remberto, un sindicalista chaparrito y negrito pero curtido en carceleadas. Y me reconoció porque bajó la mirada. Por eso es que digo que a todos estos delincuentes hay que darles gas. No que se capturan, se liberan, se capturan, se liberan, como en una rueda de caballitos. Y sabemos que ellos no van a cambiar. Si eso del comunismo lo llevan en la sangre. Yo mismo he capturado varias veces a este malparido. Y de fogonero viene el Emilio. Otro que bien baila. Parejita de malandrines rojos, de subversivos. Si me dan ganas de ir ya a ponerles las chuchas y llevármelos presos.
Es que me encachimba verlos libres. Si por mí fuera hace tiempo que estarían con su rodaja de limón en la trompa y tranquilitos en La Bermeja. El Emilio me ve altanero. Me dan ganas de soltarle un par de balazos para que ande de machito. ¿Qué me ves? Me tiembla el cuerpo de cólera. Ya me vio. ¿Qué me ves? Debo de calmarme porque si no, no respondo por este par de hijueputas. Y se están riendo los sinvergüenzas. De mi nadie se burla. Me dan ganas de irles a romper el hocico, más a ese hipueputilla de Emilio, semejante cerote muerto de hambre. De mi nadie se ríe.

Viste que ahí está el cabrón de Veneno. Y ¿qué andará haciendo por estos lados? No se pero me da mala espina. Avisa a los compañeros por si quiere capturarnos. Se la vamos a poner difícil a este cerote. Y más que solo anda. Mirá Chepe, nos quieren capturar. ¿Quién? Ese perro que está ahí parado. Le voy a dejar ir este almaganazo. No cálmate, pero hay que estar alerta. Llama a los otros compañeros. Dejame ir a pegarle un vergazo. No hombre, anda armado y se va armar el relajo. De un solo vergazo lo siento.

Me hierve la sangre. Le voy ir a romper la trompa a ese chucho de Emilio. Nunca me imagine que aquí me los fuera a encontrar. Ummm, parece que se están juntando. Me están rodeando los desgraciados. Pero ahí vienen unos Guardias, Dios le ayuda al que madruga. Buenos días, necesito que me ayuden a efectuar una captura. Me miran de arriba a abajo. Indentifiquese. Soy el Cabo Pérez de la Policía Nacional. Se ven entre ellos. Indentifiquese. Sacó mi carnet de la PN. Lo ven con desprecio.
¿Y que le ocurre? Me están hablando golpeado. He identificado a dos delincuentes. ¿Quienes son? Están allá, el maquinista y el fogonero de este tren. ¿Los conocen, son sindicalistas? Si los conocemos, todos los días los vemos, mañana y tarde. ¿Y por qué no los han capturado? ¿Qué delito han cometido? Son comunistas. Ummm. A Usted le consta. Yo los conozco. Nosotros también los conocemos. Me van a ayudar o no. ¿O los están protegiendo? Necesitamos una orden por escrito de nuestros superiores para proceder a una captura. No me jodan. ¿Cómo dice? Nada. La gente nos está viendo. Con permiso. Pasen.
Telegrama para el cabo Pérez. ¿Es usted el cabo Pérez? Me dijeron que lo buscara aquí en la estación de tren. El mismo. Le llego este telegrama de San Salvador. Enseñá. Continúe a Izalco busque sospechosos. ¿Izalco? Qué raro. Ya me jodieron, y yo que pensaba estar hoy en la capital. Se salvaron hijos de puta, pero no los voy a olvidar. Otra vez será. Quedamos pendientes. ¿A que horas pasa el tren para Sonsonate? Después de almuerzo. Mejor me voy en camioneta. ¿Y la camioneta? Hay una, El Condor que pasa a las 3 de la tarde. Bueno, vamos ir a visitar a los primos de Izalco. Y donde pasa la camioneta. Allá en la carretera. Bueno. Adios.
En Izalco
La entrada a Izalco es una cuesta polvorienta. ¿ Y no va entrar? No, esta va directa a Sonsonate, se hubiera venido en la local, que entra a los pueblos. Bueno, gracias. Es primera vez que voy a conocer este pueblo que tiene fama de que aquí viven brujos. Lo primero que encuentro al subir es una iglesia llena de indios, el montón de sombreros y de caites que se ven, y de mujeres con sus huipiles…y el rumor de su jerigonza. Se me quedan viendo al pasar. Enfrente queda un parque todo descuidado. Sigo subiendo y llego a otro parque y otra iglesia. Esta iglesia es más grande que la de abajo. Y la gente es diferente, más catrina. Hay un gran palo de amate a mitad del parque.
¿Dónde queda el puesto de policía? Allá abajo por donde los Gallardo, siga recto aquí. Parece que estoy en Guate, que montonazo de indios que hay aquí. ¿Estaré todavía en Salvador? Soy el Cabo Pérez. Sí, lo están esperando, pase con mi Sargento Alférez. Buenas tardes. Pase adelante, siéntese. Se le ofrece algo. ¿Agua? Si, por favor. Me llamaron de la Central que Usted iba a venir para identificar a unos delincuentes que han llegado al pueblo. Llegaron esta mañana y rapidito los identificamos y llamamos a la Central.
Le voy a poner a un agente para que lo acompañe a identificarlos. Ya los tenemos ubicados. Están en el local del sindicato. Amílcar, llevalo cerca del sindicato para que los vea. Nos vamos. El Sindicato se encuentra a solo tres cuadras. Llegamos. No están. Espere voy ir a preguntar a una colaboradora. Pancha, mira no has visto pasar a unos visitantes. ¿A un chelito y su amigo? Aquí almorzaron pero ya se fueron. Y ¿para donde? Yo creo que ya de regreso a San Salvador, se van yendo, todavía los alcanzan. Vamos a seguirlos. A lo lejos vemos las dos figuras. Nos apresuramos pero siempre disimulando para no mosquearlos. Se ven tranquilos, van acompañados de un local. Se trata de Higinio, el nieto del Taita Venancio. No acercamos y descubro que no son ellos. ¡No son ellos! Van platicando y paramos la oreja.
-Mire cumpa tenga entendidu que no les vamos a fallar. Ya mi abuelo se comprometiu. Nusotros sumus derechus. Pero ustedes nu nus fallen también. Sumus ya del mismo cumún. Para nosotros es un honor que ustedes nos estén apoyando. Decile a tu abuelo que pierda cuidado, los revolucionarios cumplimos. El PCS cumple. Te esperamos la próxima semana. Traes los listados que te dejamos completos. Y hay que buscar a la gente de los otros municipios, pero ya sabes, debajo de la tierra como las taltuzas.
¡No son ellos! Voy a ir a llamar al sargento Ramírez para informarle. Vamonos para el puesto. ¿No son ellos? No. Sepa putas quiénes son estos cabrones. Deténgamelos para saber. No hombre, mejor regresemos. ¿Qué paso? No eran ellos. ¿Seguro? Claro que si. ¿Me permite una llamada? Proceda. Halo, sargento Ramírez. Este es el cabo Pérez. Adelante. Le doy parte que era información chueca. No eran ellos. ¿No eran ellos? No, solicito permiso para regresar. Mira, tenemos informes que algo grande se está confabulando, así que quedate ahí, ponete a las ordenes del Sargento Alférez.
Pero…Obedecé y reportate cada semana. ¿Qué le dijo? Que quedaba bajo su mando. Qué bueno porque yo necesito gente con experiencia y a Usted no lo conocen por estos lados y esa es ganancia. Amílcar. Sí, mi sargento. Llevalo a comer donde la Nía Mari y que le abran cuenta, va estar con nosotros ayudándonos. Después que coman se vienen para que platiquemos. Amílcar obedece. Vamos echarle algo a la tripa, me dice. ¿Qué tiene de bueno? Todo lo que vez aquí, pero de comida, no seas mal pensado.
-Sirvanos queso, unos platanos fritos y frijoles en bala. Sí, para los dos. ¿Y él es nuevo? Recién llegado. Mucho gusto. Hay que abrirle cuenta. Ni que fuera banco. Acuérdese que fiado ya murió, mala paga lo mató. Ja,ja,ja,ja. Risa le da ¿verdad? Hablando en serio y cuando van a venir a cancelar. No es gratis la comida. Hay hable con el sargento. Solo paja me da. Usted convénzalo. O sea que quieren servicio completo. Bueno, si el establecimiento lo ofrece en el menú vamos a tener que sacrificarnos. ¿Cual menú? Calmate que no va poner chispas del diablo en la comida.
-A sus ordenes mi sargento. Cabo ¿le dieron de comer? Si mi sargento. Mire le voy explicar, hemos sabido que los enemigos del orden andan planeando desordenes para las elecciones, ya los tenemos controlados y sabemos quienes son, pero necesitamos vigilarlos, averiguar en lo que andan metidos…lugares de reunión, contactos, cabecillas, planes. Y recursos e hizo una seña con los dedos. Y lo más conveniente es que no se aparezca por aquí sino comuniquémonos por medio de este. Es tremendo tamagaz. Pero para eso nos pagan…
En el Barrio México de Sonsonate
Y… ¿dónde me voy a quedar? Hay arréglese con Amílcar, él alquila una pieza allá por el barrio México, en Sonsonate. Hay le va dar posada, llevese un petate de los que están allá atrás en el patio. . Parece que la noticia no le agrado mucho al tal Amílcar, pero tuvo que tragársela. Y ¿para movilizarme? Si aquí no nos cobran en las camionetas. Y ¿la comida? Vengase a comer donde esa vieja donde estuvo hoy. Pero ¿no tengo ropa? Hay Amílcar que le preste un par de caballos. Estoy jodido, lejos de mi casa, sin pisto y no vaya ser el tuerce que me maten sin tener vela en este entierro.
Apúrese que la última camioneta pasa a las seis. Corremos a tomarla. Amílcar parece buena gente. Y ¿Cuánto lleva de policía? No ajusto ni el año. Y ¿le gusta? Desde chiquito soñaba con ser policía. Pero me costó que me admitieran. Pedían el tercer grado y solo he hecho hasta el primero. Pero el sargento Ramírez habló conmigo y le caí bien, me echó la mano y aquí estoy. El fue el que me recomendó que es mejor vivir fuera del pueblo y he aprendido mucho de él, dice que tengo madera de detective. Y ¿Usted? Yo si ya estoy curtido, tengo casi los veinte años de servicio. Pero ¿está joven? Es que entre cipote al servicio, mi mamá les daba la comida y les lavaba, y yo les hacía los mandados, les iba traer cigarros, una pacha, pan dulce, y así me fui quedando, hasta que conseguí plaza. Y así fui ascendiendo, hasta llegar a cabo. ¿Pasó el examen? Más o menos. Nos bajamos en el parque. Enfrente esta la catedral. Hay mucho movimiento, mucho comercio, ventas, un griterío como que estuviera en el mercado Santa Lucía de San Salvador.
Nos dirigimos a donde vive Amílcar. Se trata de la pieza de un mesón con el pintoresco nombre de El Paraíso. Al entrar quedo impactado por la visión ¿será un sueño? De tres mengales semi desnudas que entre risas y bromas al lado de una pila, se lanzan agua con guacales de morro. Son ardientes y provocativas. Atrevidas con sus oscuros senos erectos. No puedo evitar una erección y no puedo evitar que se haga manifiesta. Se me quedan viendo carcajeándose. Y que tiene ahí? Uyyy! Mire, ella se lo quiere tocar. Mire ela dice que le gusta su paloma. Yo no. Otra cosa queres hacer entonces. Trato de cubrirme el miembro pero solo logro volver la situación más obvia. No puedo evitar verlas y desearlas aunque trato de ver hacia otro lado, mientras pasamos por donde ellas. Preséntelo, Don Amilcar. Si no lo vamos a morder. Es un amigo que se va quedar algunos días. Ella es Miriam, Estelita y Gladis. Mucho gusto.
Una de ellas se adelanta y me da la mano y no puedo evitar ver su sexo peludo chorreando agua. Don Amilcar, ayudeme a secarme, no sea malo. Apurese, pasemos. Entre pues. Cerramos la puerta. Le digo: me siento en brama, presteme algo despues se lo pago, voy a ocuparme un rato con la chinita. ¿Con la Gladis? ¿Le gustó? Si, mucho. ¿Cuánto cobran? Por ser vecinos, unos dos cuartillos. Pero mejor calmese. Es que ya no aguanto. Estoy rigioso. Así me pasó a mí la primera vez y tuve que entrar a una cipota de esas. ¿Cuál? Ya no está aquí. Chula que era. La tuve toda la noche, dándole hasta rendirla.
La pieza queda al fondo cerca de los lavaderos y es un poco oscura, humeda, con techo de teja. Tiene una tijera de lona con una colcha rosada desteñida. Ahí puede poner el petate, me dice como si se estuviera refiriéndose al cuarto de un gran hotel. La decoración consiste en un calendario de 1931, -polvoso y roto de una de sus puntas-de la Farmacia Moderna, que sigue en el mes de agosto. Una silla sirve de ropero. Y hay una mesa de madera con un salero.
Mire, hágame el cachete. Le juro que le pago al nomas tener. Amilcar duda pero al final cede. Tome. Judas sale de la pieza y llama a Gladis, que ya se ha puesto un vestido. Mirá, te están llamando. Vení… ¿Digame? Tiene una sonrisa picara. ¿Cuánto? Dos. Vamos pues. ¿Dónde Usted? No hombre, ahí esta Amilcar. En tu pieza. Niñas, voy hacer un rato. No vayan a estar molestando. Entramos, cierra la puerta. Me mira y empieza a desvestirse. Se alza el vestido y veo sus piernas morenas y rollizas, sus calzones amarillos, sus chiches pequeñas y puntiagudas, su pelo largo y oloroso a rosas.
Me desvisto y ella se tiende en la cama con las piernas abiertas, su sexo es pequeño y lampiño. Mira hacia un lado. La sonrisa ha desaparecido. Mi pene sigue erguido. La penetro y al momento acabo. ¿Ya estuvo? Eh, si, es que le andaba ganas. Se levanta rápido de la cama. No es romance. Espera su pago. Le entrego dos monedas. Me dice, salga que tengo que limpiarme. Quiero verte, mamacita No, salga. Me visto despacio y veo que saca un huacal y se lava la vulva con indiferencia. Al salir de la pieza observo que sus amigas estaban sentadas, sonrientes en un muro esperando que termináramos. No quiere echar otro? me preguntan. Llego donde Amilcar y también me dice sorprendido como Gladis: ¿ya estuvo? Si, ya estuvo. Fue rápido. Mejor se hubiera hecho una paja en el baño y no tuviera deudas. Es que el cuerpo es maldito. Las ganas de pisar son perras, es como el hambre o la sed.
Descubriendo la Calle sin Ley
Nos sentimos incómodos en la pieza y me dice: vamos a dar una vuelta. Vamos y como si fuera un sueño el lugar que veo al salir es diferente. La noche se ha encargado de transformar o mejor dicho, de revelar la realidad. Me dice Amílcar: bienvenido a la Calle sin Ley. Durante el día no puede distinguirse que nos encontramos viviendo en plena zona roja, llena de bares y de putas y ladrones en la calle. Los fonógrafos a todo volumen reproducen discos de Carlos Gardel. Caminito que el tiempo ha borrado/que juntos un día nos viste pasar…
Y ¿sabe el sargento Alférez que vivís aquí? No y no le vayas a contar. Piensa que vivo donde una tía, allá por el Cementerio. De acuerdo, perdé cuidado. Las mujeres de la vida alegre me piropean al pasar. A Amilcar ni lo saludan, es parte del paisaje. Le digo: mejor me hubiera esperado a salir. Yo le dije, pero usted estaba desesperado, pensando con la paloma y no con la cabeza. Tiene razón. Es que uno es tonto con las mujeres. Por ese triangulito de pelos hasta guerras mundiales ha habido. No friegue, tan así… Si una vez raptaron a Helena y ardió Troya.
Al regresar al mesón me manda a llamar Doña Leonor. ¿Cómo está? De entrada me ladra: Así que usted se dedica hoy a traerles hombres a estas holgazanas, a estas putas chucas, a estas cerotas malhabladas. No me vaya decir que se ha tirado a rufián. Ya no es policía entonces. Claro que sí…Y entonces ¿qué está pasando? mire me cuentan que está trayendo gente a vivir aquí, y ¿con el permiso de quien? Es que usted no estaba. Pero me hubiera esperado, por respeto. Y ¿de quién se trata? Es policía, se lo voy a presentar. Por ahí hubiera comenzado. Vaya a traerlo.
Le presento al cabo Pérez. Mucho gusto. Es un honor conocerla. Favor que me hace. Así que va pasar unos días con nosotros en este establecimiento. Sí, para mientras me acomodo. Bueno, pero tenga cuidado con esas mujeres que practican la brujería, son meretrices. Y la peor de ellas es la Gladis, tiene ladillas y el chivo es tacuazín. Les alquilo cuartos pero por necesidad. Usted siéntase en su casa y si necesita algo no dude en buscarme, es la pieza con salida a la calle. Yo con la gente no me equivoco y usted es un caballero. Salimos. ¡Puta! Le caíste bien a la vieja esa. Te vas a tener que sacrificar por la patria. Mire que todavía tiene partes que sirven y es viuda. Al rato termina hasta de mesonero y hay me da posada. No joda usted. Mejor vámonos a dormir. ¿No se va quedar con ella?
Al día siguiente al llegar Amilcar al puesto de policía, su mejor amigo le pregunta: ¿es cierto que ya te acompañaste? Come mierda, quien dice. Así anda la bola. Dicen que te has metido con una muchacha de San Salvador, que ya duerme en tu cuarto. Come mierda. Al rato llega Julián, ladino de Guaymoco y le toca las nalgas: este culito es mío. Me han contado que ya tenes marido, pero acordate que este culito es mío y trata de nuevo de tocarle. Un vergazo te voy a zampar para que te estés en juicio. ¿Y te dolió anoche? ¿te desvirgo el nance? Y ¿dónde has dejado a tu marido? Llega el sargento Ramírez: ¿y el cabo Pérez? Dijo que más tarde iba a venir. Cuando venga me lo mandas para ponerlo a trabajar. Al salir el sargento, me dice Julián: y todavía lo negas, ya te endamaste. Hasta chiches te están saliendo y te está cambiando la voz.
Camino hasta Izalco y voy reconociendo el terreno. Llego al puesto y me dicen que espere al sargento que ya va regresar, que quiere hablar conmigo. Observo que los agentes se ríen al verme. Llega el sargento Alférez como a las once y me dice: vengase, vamos ir a una reunión de alto nivel. Regresamos a Sonsonate y subimos la cuesta del cuartel, entramos a la Brigada de Infantería. Hay varios vehículos ingresando. Nos dirigimos al Casino. Hay sillas y una mesa al centro. Solo son cachuchudos. Dicen que viene el mero hombre. Es una reunión con el mero Ministro de Guerra, con el mentado y temido General José Tomás Calderón. Es un viejo gordo con cara de perro bravo… Al hacer su ingreso todo mundo se cuadra. Descansen. Buenos días.
Mi encuentro con el General Calderón, Chaquetilla
¿Están todos los que son? Sí, mi general. Empezamos. Buenos Días. Como ustedes saben como Fuerza Armada hemos asumido la responsabilidad de conducir este país en vista de la corrupción que caracterizo el gobierno de los civiles. Esta responsabilidad de garantizar el orden y la paz de nuestro país nos exige mantenernos vigilantes, frente a la amenaza de los comunistas que son traidores que no descansan hasta ver a nuestro país hundido en la miseria y la dictadura. Y es en estos momentos que se mide el carácter de los pueblos y de sus fuerzas armadas. Y es por eso que hemos sido convocados a esta reunión para trasmitirle el llamado de nuestro Presidente Mi General Martínez para que terminemos con cualquier división o recelo que pueda existir entre nosotros.
Y nos pongamos como un solo puño cerrado para enfrentar a las hordas comunistas que han engañado a miles de campesinos para lanzarlos hoy a seguir a un partido de revoltosos y mañana pueden lanzarlos violentamente contra nuestras instituciones democráticas. Así que a partir de este momento como Comandante de la Fuerza Expedicionaria asumo la conducción personal de esta noble misión de liberar del comunismo a Sonsonate, este sagrado pedazo de tierra salvadoreña.
Hemos tenido conocimiento que altos cabecillas comunistas, como el tal Víctor Regalado, dirigente del Partido Comunista, han andado recientemente por estas tierras, por Izalco para ser más preciso, azuzando a revoltosos para conspirar contra nuestro legítimo gobierno. Así que están enterados de la misión general, la cual les explicare más en detalle en sus cuarteles, para que sepan cual es su responsabilidad específica. Y les aviso desde ya que para esto vamos a necesitar no solo la contundencia de la fuerza sino también del vigor de la inteligencia. ¡Entienden? Es todo. ¿Alguna pregunta?
Hay un silencio sepulcral. Se ven entre ellos entre aburridos y confundidos. Levanto la mano e inmediatamente siento un codazo en mi costilla del Sargento que me interroga: ¿Qué le pasa? ¿Qué va preguntar? A responderle iba cuando veo que el General me concede la palabra. Soy el único que ha levantado la mano. Permiso para preguntar. Proceda. ¿Y quien es este? No lo ubico. No se, ¿Quén es? No se. El sargento Alferez de la Policía de Izalco es el que lo ha traído. Únicamente para informarle mi General que el que anduvo por Izalco no se trataba del poeta revoltoso Regalado que Usted menciona.
¡Está corrigiendo al General! ya me lo van a poner quieto por metido. Muchas gracias…su ¿nombre, grado y ubicación? Cabo Judas Pérez, del Cuartel Central de la Policía. En la mesa vuelvan a ver al Coronel Aguirre y Salinas; Director de la PN. No lo conozco. ¡Puta! No conocés a tu gente. Muchas gracias por su información, Cabo Pérez. Y ¿qué hace ese cabo aquí en Sonsonate? Se levante la reunión.
El General Calderón me llama con la mano. ¿Andas lejos de tu casa hijo? Estoy cumpliendo una misión. ¿Cuál? Ubicar y capturar al poeta que usted mencionó. Me gusta, andás en la jugada. Son estos pendejos los que andan perdidos. Y ¿quién te dio esa misión? Llega el Coronel Osmín. El sargento Ramírez. Y ¿donde estás ubicado? En Izalco. ¿desde cuando? Hace dos días. Bueno ¿desde hoy quedas bajo mi mando? Osmín, te voy a quitar a este cipote, total que ni lo conocés ni te interesa.
Vamos establecer campamento aquí en este cuartel, busca al comandante responsable y decile que venga. Voy donde el Sargento Alférez que se ha quedado viendo la situación y sumamente molesto aunque no entiendo la razón… Le pregunto: Mi sargento podría ubicarme ¿quién es el comandante de este cuartel? Y ¿para qué lo requiere? Lo demanda mi general Calderón. Ese alto que este allá platicando. Voy y me le cuadro. Descanse. Lo requiere mi general Calderón. Gracias, voy enseguida. General. Mirá, ubicame a este cabo en una de las barracas, va ser mi ejecutivo. Pero mi general, si él es policía. Te digo que me lo ubiqués. Si mi general.
Teniente Jiménez. Sí mi coronel. Garantíceme que a ¿Cómo te llamás? Cabo Judas Pérez. Interesante nombre. Garantíceme que al Cabo Pérez le sea asignado un lugar donde quedarse y los servicios respectivos. Sí mi coronel. Venga conmigo. ¿Así que de San Salvador? Exacto. Lo voy a colocar con la tropa. No hay problema. Y ¿su equipo? Le enseño mi Winchester. ¿Es todo? ¿Necesito más? Y la ropa. La deje en San Salvador.
Sucede que iba pasando por Izalco y me han enganchado para esto pero yo allá tengo mi casa y familia. ¿Es casado? Acompañado. ¿Hijos? Todavía no. ¿Tiempo de servicio? Veinte años. Pero ¿se ve joven? Es que empecé cipote. Sí hasta fui de la Liga Roja. ¿Futbolista, equipo de futbol? No hombre, enlace político para los tiempos de mi presidente Quiñónez. Fue en el 17 o en el 19, ya no me acuerdo. Era con bandera roja. Una tía mía les hizo la bandera y yo se las lleve. Éramos los descamisados, los proletarios en desbandada…
3. En Honduras rumbo a la patria del socialismo
Honduras es ancha y ajena y más ajena que ancha. Gracias a la eficiente ayuda de Don Modesto, comunista y a la vez teósofo hondureño pudimos descansar y continuar la travesía a caballo, por veredas escabrosas y solitarias, perfectas para emboscadas de malhechores, por lo cual habíamos tomado las precauciones debidas hasta que después de algunos días de camino una tarde divisamos las mortecinas y cada vez más cercanas luces de San Pedro. El calor era sofocante, y el sudor se nos pegaba al cuerpo. El camarada de Santa Rosa nos había dado las coordenadas para buscar a Manuel Calix, había que preguntar por el local de La Fraternidad a quien habíamos conocido en una reunión en San Salvador y era el candidato presidencial del Bloque Obrero Campesino. Un comunista candidato a presidente.
Se sorprendió mucho al vernos ya que no había recibido los mensajes enviados para informarle de nuestra visita. Andan huyendo? Fue lo primero que se le ocurrió decirnos. Al principio lo sentimos un poco desconfiado pero luego recobró su humor bromista habitual y nos compartió los últimos chistes contra el gobierno a la vez que nos conducía a casa de Gracielita, donde podíamos quedarnos. Donde tu paisana se pueden quedar nos dijo. Graciela se alegró mucho de vernos. Ahí conocimos sin mucho protocolo al Chele Moreno, quien nos indicó con detalles la mejor forma de viajar hacia la Ursula, como él la llamaba y que era su país de origen. Cuando te preguntan allá algo decí da o decí nyet. Había que embarcarnos primero hacia La Habana, chico. Van a conocer a Julio Antonio. Y luego Madrid, Paris, Hamburgo y ya estás en Moscú. En cada lugar hay inteligencia enemiga que debes aprender a burlar.
Por su parte, Graciela se carcajeaba – y sus camanances con ella- contando como el Chamo Rolito se había encargado de recordarles a los sorprendidos camaradas la necesidad de “bolchevizarse” y en especial evitar realizar reuniones en lujosos hoteles que eran “antros de la burguesía” totalmente opuestos a lo que se esperaba de personas dirigentes de la clase obrera. Aseguraba que ella ya se los había advertido antes, pero no le habían hecho caso. No se bajaban el saco y la corbata. Víctor le confesó que el mismo tango se tocaba en San Salvador. Era la cultura del odio a la corbata burguesa y del amor afiebrado al todopoderoso Partido, vanguardia indiscutible y todopoderosa del proletariado.
Había conocido a Graciela por medio de mi mamá ya que habían sido amigas y trabajaron en la misma escuela cuando ella vivía en San Salvador, y nos visitaba en nuestra casa. Me contó que estaba teniendo problemas con Juan José, su marido, debido a que su cuñado, el presidente Carías, trataba de ganárselo para su causa con múltiples invitaciones. Ya ella le había advertido que se estaba cansando de tanta fiesta y que si quería abandonar el proyecto proletario que lo hiciera, pero que ella seguía firme en su militancia “como mujer y como comunista.”
Quede sorprendido por la rapidez de un mimeógrafo de origen alemán que los camaradas locales mostraban con mucho orgullo, asegurando que este les garantizaba el tiraje de su periódico y de hojas volantes, que eran disciplinadamente repartidas en las plantaciones bananeras de la Coyumel.
Graciela nos pidió que esperáramos una semana para partir porque Pablo dice que quiere verlos. Wainwright se encontraba en Tegu coordinando la campaña del Frente Obrero y Campesino. Lo hicimos y un sábado por la tarde nos avisaron que Pablo llegaría a visitarnos. A él no lo conocía aunque había vivido en San Salvador. Era un personaje de novela, moreno con ojos azules, alto, imponente, muy seguro de sí mismo, altamente persuasivo, su presencia, el tono de su voz infundía respeto y hasta temor. Tenía la misma traza de Agustín, del militante bolchevique…
Estaba muy interesado en saber detalles sobre nuestra visión estratégica insurreccional con la cual afirmó simpatizaba, no obstante estar metido en “este lío de las elecciones.” Le compartí en un arranque de orgullo nacionalista y a la vez de irresponsable descompartimentación, el informe ¿secreto? que llevaba a Moscú y se quedó toda una noche estudiándolo, leyéndolo y releyéndolo, preguntando, opinando, dudando, rumiando, estableciendo diferencias, pero es que no somos sociedades muy diferentes alegaba, pero a mí me parecía que sí lo éramos. O sea que van a la guerra, los admiro. Y nosotros pensando en elecciones. Cale lo observaba con mucho detenimiento, fuertemente impresionado.
Como iba a imaginarme en esos momentos que en cuestión de semanas íbamos a sufrir una fulminante derrota a manos de Pecuecho y que nunca iba a volver a ver a Agustín ni al mismo Caledonio, mucho menos que mi nieto Vladimir, hijo de Emilio, iba participar muchos años después en un segundo intento insurreccional y que en esos afanes guerrilleros iban a perderse en un tatú de Guazapa de los Comandos Armados de Liberación un fuerte alijo de fusiles y de dólares, que fueron luego buscados pero nunca encontrados.
Los debates con Graciela
Con Cale pudimos participar en un acto en solidaridad con los italianos que iban a ser ahorcados, allá en Boston, de Sacco Y Vanzetti. Además Graciela seguía preguntándome detalles sobre Agustín. Decía que Agustín iba a ser silenciado por la oligarquía por lo que era urgente publicar sus escritos, sus cartas, sus manifiestos, en espacial el Manifiesto de Teotepeque. No lo conozco. ¿Lo tenés? Lo deje en el paisito. Búscalo cuando lo regreses ¿si regresas? Y porque lo dudas. La vida tiene rincones que los mesones del destino desconocen.
Ah y supe lo de Agustín y Claudita, una lástima porque me había hecho ilusiones de que al final iba a sentar cabeza pero parece que su musa ha sido, es y será por siempre la revolución. Y si te acordas ya antes había pasado lo mismo con Consuelito y cuentan las buenas lenguas que también pasó con Tinita y con Olguita. Ya van cuatro decepciones. Vos deberías escribir al respecto. ¿Estás hablando en serio? ¿Qué te parece Los Amores de Farabundo? ¿Las historias amorosas del Negro Martí? ¿La disputa por Frida? ¿Frida? Sos chambroso. No te digo sos el indicado. El elú. Diego te va castigar con un mural o con una piocha.
Mirá contame y qué pasó con la Prudencia? Por naturaleza siempre hemos sido imprudentes, Chela. No te hagás el mareado, te hablo de La Prudencia. Ah, no te entendía. Qué pasó de qué? Por qué no la apoyaron? Como PC? Y por qué la íbamos a apoyar? Porque su causa es justa es la causa de las mujeres. La Prudencia está loca, chiflada, siempre anda dando talegazos al hombre, el enemigo histórico, el culpable. Y todo por falta de marido. Entonces no leíste su programa de gobierno? Esa mierda se la hizo el viejito pipián de Masferrer, alias Peinado de Nalga. Pero, lo leíste? Claro que sí. Y por qué no la apoyaron entonces. Porque era un programa burgués y el proletariado no puede ir de vagón de cola de nadie. ¿Vagón de cola? Lo que pasa sabes qué?, es que son unos grandes machos con la pija siempre parada, para no decirte otras cosa sin sacar mi afilada caja de lustre y agarrarte a puteadas o mejor a patadas. Calmate, que te pasa? Te estás incendiando!
Es que me da cólera el esfuerzo realizado y que ustedes no lo valoren y lo desperdicien. ¿Esfuerzo realizado? Sos acaso la embajadora de La Loca. Me refiero al trabajo político con las mujeres, de organización, de conciencia, de movilización de mujeres. Y no ahí tenes a las mujeres en las filas del Socorro Rojo pues? No son las que se dan verga por sus maridos capturados? Es que no entendés! me refiero a nuestra propia organización, de nosotras las mujeres. Y para qué? Para pelear contra nosotros? Nombre, no entendés. Tenemos nuestras propias reivindicaciones. No captas la situación. Claro que si la capto y no me parece. Ustedes relegan la cuestión femenina, como dice Clarita? Cual Clarita? La Zetkin. No la conozco. No te digo que están atrasados políticamente. Ya vas! Mirá, mejor cambiemos de tema porque ya me hiciste enojar. Hasta verga me ofreciste.
Ya que mencionaste a Don Alberto, como esta él? Se fue con los reformistas, es líder de los reformistas, fiel empleado de Don Arturo ya de muchos años, no te acordás del Congreso Obrero en Armenia en 1919 donde ya trabajaba de la mano de Araujo. Además de macho sos sectario! Y que acaso no te has leído el Mínimum Vital? Claro que sí lo he leído y es muy interesante el planteamiento al menos es un esfuerzo que puede servir de programa mínimo. No jodas, es puro reformismo. Y nosotros somos ¡pura revolución! ¿verdad? ¿Será? Mientras discutíamos un gato blanco se revolcaba en su almohada cama y nos miraba compasivo y aturdido.
Son unos cabrones sectarios y no comprendo como Agustín lo permite. Ah, porque Agustín es un gran forjador de alianzas. Y la relación con los intelectuales, con los artistas? Me parece que estoy en un confesionario. Ni religioso que sos. Con Masferrer, con la Claudita, con el Pintor? Son todos araujistas. No puede ser, entonces están aislados. Aislados? Aislados? con los obreros y los campesinos, incluso ya te conté que se afiliaron Ama y sus pueblos izalcos, los indios. Al menos es me suena interesante. A nosotros acá nos falta avanzar por ese sendero. Pero en general me dejas preocupada, muy preocupada, que se me hace que les va caer una buena talegueada. Nombre ¿cómo vas a creer? Si hasta en el mero ejército tenemos trabajo político, células organizadas. Mirá, y Agustín le entra al charleston. No se nunca lo he visto bailando. Me gustaría verlo. Es una chucha cuta…
Sin las mujeres no puede haber revolución
Pero mira, sin las mujeres no puede haber revolución. Ah sí, fue entonces la Kollontai la que se tomó el Palacio de Invierno? ¡Sos bayunco! Ya me diste risa! Verdad que aceptas por evidente que son los hombres los que dirigen las revoluciones. Lenin, los jacobinos, Sandino, etc,etc. No, no lo acepto ni lo aceptare. Y de Miguel Ángel que has sabido? Dirige el Socorro Jurídico en Guatemala. Y de Sandino? Sigue dándose verga en Nicaragua. Y vos que me contas, que has leído últimamente? Mira te recomiendo a un chino y aun italiano.
El chino se llama Mao. Te recomiendo la carta llamada Una sola chispa puede incendiar la pradera. Es sobre cómo vencer políticamente al derrotismo. Es más, te regalo una copia porque lo hemos editado acá. Es sobre cómo establecer el Poder Rojo en las zonas rurales, o sea una visión de rodear las ciudades desde el campo para tomar el poder pero esperando el momento adecuado. O sea que lo que procede es crear bases guerrilleras en Chalate, en Guazapa y en Morazán para luego caerle en ofensiva a san salvador? No seas mecanicista, capta el planteamiento. El auge revolucionario es como el mástil de un barco, como el sol naciente, como una criatura que va a nacer, no te parece poético. Vamos entonces a enviar al Viejo Nacho para San Miguel.
Vos sos el que me preguntaste que estaba leyendo. Y sobre el otro. Sobre Gramsci? Gramsci te plantea los consejos de fábrica y el trabajo ideológico, el problema de la cultura en una sociedad como la italiana. Es muy interesante. Ah y también leete aun peruano. Peruano? No me vayas a salir con el Gordo Haya de la Torre. Lo conoces? Estuvo en El salvador. No, te hablo de José Carlos Mariátegui. Leete Siete Ensayos sobre la realidad Peruana. Me suena al Viejito Masferrer. Nada que ver, este es marxista, como él dice, indoamericano. Indoamericano? Lo indio. O sea que somos indios?
Se ve que aquí les llegue más literatura y de la buena, están bien actualizados. Son nuevas ideas en el marxismo. Yo me quedo con Lenin. Allá vos. Pero sabés que se están peleando, verdad? Tienen una trifulca que ni en el Barrio El Calvario cuando llegan los choriceros. No jodas? Explícame. A la muerte de tu querido Lenin se desataron las pasiones y la lucha por el poder. Alo que entiendo Stalin ya se deshizo de Trostky y hoy va por Zinoviev. Y mirá y un tal Bujarin? Ah es un reformista, la NEP, el regreso al capitalismo porque son un país feudal, esa es su tesis. Segura de eso? Además ya pronto leva pasar la aplanadora “bolchevique” de Stalin, el “heredero” de Lenin. Y te conté que es a é a quien voy a buscar. Que Dios te ayude y san Simón te proteja…papito. Ya me preocupaste! Bueno, yo cumpliré mi tarea, me dan la plata y me regreso. O sea que vas tras el loro de Moscú, el oro de los zares. Exactamente.
La guerra necesita de recursos, de armas. Y la guerra y hoy te cito al Papa Klausewitz, la guerra necesita de aliados. Ya vas de nuevo con tu predica reformista, a la carga con tus aliados pequeño burgueses. Y sin mujeres no hay revolución. Te han dado paja! Quién me ha dado paja? Solo eso te digo. Si mujeres para que hagan las tortillas en los campamentos y sean las sanitarias mientras los hombres conducimos y hacemos la guerra y luego haremos el amor, el famoso descanso del guerrero. Sos insoportable, te voy a sacar para que durmás en el patio. Y Agustín que no maneja esto? No creo. Cuando triunfen busquen una salida al mar. Solo que por aquí, en guerra con Honduras? Además ya tenemos mar. El único mar que vale en este mundo es este Atlántico que es el mar de los imperios.
Pasando a otro tema, y como está tu mamá? veo que pegas la retirada, está bien, te lo acepto. Bien aunque se quedo un poco preocupada por mi salida sorpresiva. Escribile y yo le pongo la carta. Pero es que le dije que iba para Guatemala, la voy a terminar de preocupar. Vos escribile. De acuerdo. Buenas noches! Buenas noches! Supongo que Cale desde su cuarto habrá estado atento a nuestra conversación y mañana va atosigarme a preguntas.
Mirá y Don Chico? También haciéndole los mandados a Don Arturito. ¡Puta! Entonces todos son araujistas allá, todos! Pero todos… los intelectuales burgueses y pequeño burgueses! Ah sí intelectual proletario bolchevique! Si vos nunca en tu vida has trabajado, la comida te la hace tu mamá, la ropa te la lava y te la plancha la muchacha de tu casa, para que el niño pueda dedicarse a sus actividades “de izquierda.”
Origen y posición de clase
Me permito recordarte con todo respeto que el problema no es el origen sino la posición de clase. O era Marx proletario? Eso ya me sonó a sexo, a relaciones coitales. Y vos no te has casado? Por qué? Ya te me volviste freudiano? El marxismo-freudismo al poder. El falo marcando la conciencia del proletariado. El pene te dirige la mente y ni cuenta te has dado. No te pongas vulnerable. No jodas? No digo que sos un gran bayunco! Y lo de la posición de clase esa paja ni vos te la crees.
Y entonces de nuevo como te explicas a Carlitos Lucha de Clase, y a Federico y al mismo Agustín, de origen terrateniente allá en Teotepeque pero proletarizado desde su juventud. Y dónde están los obreros? En las fábricas y las plantaciones cafetaleras. Hay que construir la vanguardia. O se a los iluminati, los templarios del proletariado dispuestos a la cruzada contra el capital. Cabal! exacto!
Al escucharte me identifico con los anarcos. También son vanguardistas. O sea el comunismo por el camino iluminado por la vanguardia del partido mundial del proletariado industrial de la lejana patria del socialismo. El mero PCUS. Mejor durmámonos. Juntos? Te atreverías? Yo pregunto? Pregúntale a Juan. Sos descendiente directo de los jacobinos y quizás hasta de los templarios, o de los cátaros, o mejor de los ácaros. Córtala.
Y contame y el trabajo con los afro-salvadoreños? Afro-salvadoreños? Estas desvariando? Sos de verdad salvadoreña? No estarás equivocada de país? No me estas hablando de Panamá. Claro que sí, o sea que en tu imaginario estrecho y sectario, en El Salvador no existen los campesinos, ni las mujeres, ni los indígenas, ni los negros…Yo no he dicho eso y te explique cómo los indígenas están en un proceso de proletarización acelerada que incluso los ha acercado a tocar a las puertas de nuestro Partido. Puta¡ Los van a civilizar, ni que fueran Pedro de Alvarado o David J. Guzmán. No podes aceptar que científicamente en El Salvador no hay negros. Y caes hasta en el racismo porque los volves invisibles. Y donde están, donde viven?
No me vayas a decir que fue Wainright cuando estuvo allá que dejo preñadas a decenas de mengalas para formar a futuro una colonia negra. Sos racista, evalúa lo que decís. O sea caballero que Usted nunca ha estado en san Vicente, en Zacate, en Usulutan, en san Miguel, no sabés que el Oriente es nuestro Caribe. Nuestro Caribe? Estas narcotizada. Estas zafada de varios tornillos. Perdón europeo, joven castellano, caucásico, marxista, violador de mengalas y de volcaneñas, espermatozoide de señor feudal cafetalero. Calmate, me vas encachimbar. Sos una gran exagerada. No, vos estas política e ideológicamente perdido, extraviado en estos trópicos salvajes…¿Ser leninista es estar perdido? Vos no sos leninista, sos un dogmatico, un religioso que repetís oraciones y fórmulas pero te negas a ver la realidad. Yo dogmático? Estas bromeando. El hecho que decís que sos poeta no te salva. Tenes que abrirte a lo diverso.
O sea que en tu concepción de revolucionaria entran hasta los maricones y las marimachas, las putas, los ladrones, el lumpen. Mirá los maricones como vos los llamas no son lumpen, estas equivocado. ¿0 sea que en tu proletariado no hay maricones? Yo nunca he conocido un maricón proletario, solo en la burguesía. Pero los hay y montones. Y sabés por qué es eso, porque tienen que esconderse, vivir vidas divididas, hasta se casan y tienen hijos pero en el fondo aplastan ahogan su identidad real. Y con respecto a las putas estas son mujeres sufridas, explotadas por el chivo, por lo general violadas cuando niñas, estigmatizadas por esta sociedad hipócrita. ¡puta!
Te pareces, igualita a la Prudencia. La conoces? No personalmente, pero si su pensamiento. Y es ella progresista o reaccionaria? Eh, digamos que es progresista aunque su pensamiento es confuso, contradictorio. Y entonces? No te enojes. Y al lumpen también hay que ganarlo, reclutarlo, reeducarlo no has oído hablar de Makarenco? No. Ya lo vas a conocer allá en la Ursula. Mejor durmámonos ya me siento como Scherezada. De nuevo ¿me estas provocando con leyendas persas? Nombre, cálmate. Es que tenía tiempo de no hablar con compatriotas pero le doy seguimiento al proceso. Se nota. Mañana les voy a preparar una comida típica. Mejor prepáranos frijolitos fritos con huevo y si podes tortillitas tostadas. No me jodas! ja, ja,ja!
Típico salvadoreño no podes vivir sin las tortillas y te aseguro que no podes palmear. Te vas a joder. Al lugar que fueres, come lo que vieres. Tan así? Unas tortillitas por favor. O sea que en tu imaginación de macho esperabas a la sufrida Graciela que se levantara las 4 de la mañana a encender el fogón y a preparar las tortillas para el amo venido de lejos en su caballo alazán. No jodas! Sos un alienado, un colonizado cultural! Colonizado cultural? Estas choyada, pelada de los cables principales, fundida. Y en Rusia quien te va hacer las tortillitas, solo que te lleves al Cale y no creo que pueda palmear.
Ves que en el fondo y hasta en la superficie seguís siendo un hijo de mamita metido a futuro guerrillero necesitado de mujeres para que le hagan la comida en los campamentos y le laven la ropa. Y quizás lleguen a mensajeras peor nunca a comandantes. Sos patriarcal y lo peor es que no lo sabés. Sos patriarcal y colonizado. Calmate, si fueras hombre ya nos hubiéramos roto el hocico. Ja, ja, ja! Y violento. La violencia es la partera de la nueva sociedad. Si de la nueva sociedad colonial, venis con la espada de Pedro de Alvarado. O no es así? O sea que te hiciste pacifista . No, tampoco, pero no le rindo culto a la violencia. Mejor durmámonos mi querida Scherezada y tengamos sueños pecaminosos como los del Cantar de los cantares.
El antiimperialismo de Don Beto
Ya lo ultimito, sabes que deben de rescatar y de respetar de Don Beto? Es su claro antiimperialismo. Regresamos de nuevo al tema? Te volviste masferreriana? Pensé que ibas a decirme su homosexualidad., o sus doctrinas idealistas orientales, o su marco teosófico. Pero el antiimperialismo del viejito te lo acepto, es rescatable. Ya esta amaneciendo. Voy a poner a colar café. Cumplí pacientemente tu rol histórico, yo no me enojo ni lo discuto. Los hombres somos dueños y señores de la historia. Ya no lo pongo, me quitaste la inspiración.
Ah y señor feudal, si usted quiere comer en esta casa deberá preparar usted mismo sus alimentos. O sea que renuncias a tus sagrados deberes de hospitalidad comunista e internacionalista? No lo que renuncio es a ser pendeja. Calmate, no te me enojes, vos sabes que estoy bromeando. Bromeando? Mejor vámonos a dormir Juntos? Bueno quizás me voy a sacrificar solo por el hecho que sos un futuro mártir de la revolución. Vas a ir a colar el café? Así me gusta, con el debido respeto al varón. Callate, bayunco! Callate, Olympe de Gouges. Y sabes que le pasó, verdad? Fue guillotinada por los mismos machos jacobinos ya en el poder, o sea tus antecesores, en noviembre de 1793 y luego borrada de la historia y de la memoria.
Mejor en vez de café servime un cognac, puro. Vos crees que estamos en una cantina? No te pongas vulnerable. Hoy sí a dormir. Entre tus brazos. Ganas te dan. Tratas de subordinarme con la cama, pero no resulta, soy zorra vieja, no me ves las canas. Las canas podrían ser ganas. Mejor anda dormite con Juan. Porque al fin de cuentas ya has escuchado que lo personal también es político. ¿Lo personal es político? Estás chiflada eso no es leninismo, eso es liberalismo. Es que mirá no puedes ser militante en resistencia contra el capitalismo y a la vez promotor del racismo y del sexismo. Es incoherente, inconsecuente, y muy relevante. Es una cuestión de principios, sino vas a repetir el mismo esquema opresivo.
Es un triángulo dialéctico. ¿Triangulo dialéctico? Y porque mejor no hablamos de un triangulo amoroso. Tú, Juan y yo. Y se me hace que el tal Juan es ficticio, sino tráelo, anda despertalo y que se integre a la discusión. Mirá lo clave, lo fundamental es la lucha de clase, es la lucha por la toma del poder, lo demás es secundario. Ah, es secundario ¿para qué vas a tomar el poder? Lógicamente que para establecer el socialismo, instaurar la dictadura del proletariado. Me estas recitando la doctrina, repetís formulas vacías, recetas de cocina.
Y lo ideológico? Qué pasa con lo ideológico? A propósito de lo ideológico, sabés si le dieron seguimiento al trabajo con la Misión Centroamericana. Qué es eso? Una iglesia evangélica. Se te olvida que la religión es el opio de los pueblos. Se te olvida que esa clase obrera la que veneras es muy religiosa, participa en procesiones y va los domingos a misa y está sometida la dominio de los curas. Y vos pretendes sustituir a los curas españoles por los pastores gringos. Un cambio radical, sublime. Nombre, me refiero a que hay que trabajar en el campo religioso, conocer la Biblia, el factor espiritual, en tu lenguaje el mundo de la superestructura., de la conciencia social. En tu lenguaje? O sea que renuncias al marxismo? Lo que procede es ayudarles por medio de la ciencia se liberen de esas supersticiones. Estas perdido. Y vos estás desviada del camino, confundida, en el pantano del anarquismo, Ja, ja, ja. Mejor durmámonos…
Hacia Puerto Cortés
Viajamos en tren hacia Puerto Cortés. Llegamos a mediodía. Nos hospedamos en un hotel pintado crudamente con celeste y amarillo, a la orilla del muelle. Estamos en el imperio del banano, hay millones de bananos embarcándose en largos, aceitosos y tristes navíos. Hasta siento que me estoy amarillando. Viajare mañana en el Charlotte Amelie rumbo a La Habana, a la que llegaremos el último día de este interminable 1931. Al estar en nuestra habitación del hotel escuchamos el sonido de tambores retumbando en la noche estrellada y salimos en busca del origen de esa música extraña para nuestros oídos. Hay una fiesta en la playa o es una ceremonia al ritmo de tambores, hay danzas, nos acercamos a observar. Era la ceremonia del calypso, la danza de la resistencia negra.
El ritmo penetra en nuestros cuerpos y nos obliga a movernos, es nos dicen un baile, un ritmo garífuna. Es muy sensual. Nos invitan a bailar pero no aceptamos, pero luego Cale toma la iniciativa y termino incorporándome. Sudamos, estamos poseídos por este ritmo incesante., que viene del corazón de estos africanos. Es música de cantos y tambores que libera…no han sido derrotados, son los tambores de la resistencia, es su cultura poderosa, la fuerza de sus antepasados guerreros. Nos comparten el guiffity. Bailamos hasta la madrugada, esta ya amaneciendo. Vamos a traer nuestros equipajes y nos despedimos de Graciela. En el muelle me despido de Cale con un fuerte abrazo, ambos lloramos. ¡Viva el Partido Comunista! Nunca volvería a verlo.
Hacia La Habana.
El Dr. Armando Gurruchaga viajaba en el mismo barco, su cuerpo gordo era rosado e inmenso y su sonrisa era la de un niño gigantesco y siempre vestía un traje blanco impecable, con un reloj de oro en el bolsillo. Lo conocía desde niño. Al levantarme de la litera que me habían asignado salí a buscar desayuno y quede sorprendido que estaba ya anocheciendo, o seas que había dormido todo el día y hasta con la misma ropa sudada de anoche. Nos encontramos en el pasillo, trate de evadirlo, pero su corpulencia ocupaba todo el espacio disponible. Al verme queda muy sorprendido, era un encuentro inesperado y para mi misión, preocupante. Me dice: Dios guarde, Toñito, y que anda haciendo Usted aquí?
Me quedo paralizado, son poca las personas que me llaman de esa forma, pero es que el Dr. Gurruchaga era un viejo conocido de la familia, amigo de mi papá. Vengase, vamos a cenar. ¿A cenar? Si, el desayuno termino hace algún tiempo, y también el almuerzo. Y Usted Doctor ¿qué anda haciendo tan lejos de casa? Y el consultorio? Ya le voy a contar. Llegamos al comedor que está todavía vacío. Tomamos una mesa al lado izquierdo, lo que nos permite escuchar el rumor del mar y sentir su brisa. Tráiganos dos cafés. Le cuento que ando en misión de luz, he sido seleccionado para pronunciar el discurso de apertura de una nueva logia aquí en La Habana. Nosotros llamaos a este acto la Consagración. Estamos creciendo. A propósito, sabía Usted que su papá, Don Sergio, era de los nuestros, y de los principales, miembro fundador. Así que aunque Usted es profano, viene de buenas raíces y tengo la confianza que Usted algún día va recibir la luz.
¿Mi papá masón? No puede ser. Nunca me lo hubiera imaginado. Pero ahora caigo en la cuenta porque hay muchos libros de ocultismo en la biblioteca de la casa. Y a que se debe su visita a La Habana? Vengo en un intercambio con la Universidad. Y se va estar por mucho tiempo. Unas cuantas semanas. Yo regreso el 22 de enero. Y cuando salió de El Salvador? Hace cuatro días. Estuvo para las elecciones? Claro que sí. Aunque debo confesarle que no vote por su partido, los hermanos votamos por el hermano de luz, por Martínez. Pero asimismo reconocer que ustedes con su mensaje equivocado o no, han ganado mucha gente, era una fila inmensa la que había ahí por el Hotel Nuevo Mundo, llena de sombreros y de banderas rojas. Me estremezco al oír sus palabras. Y de casualidad ¿no vio al Negro? No, ese anda huyendo clandestino, no se deja ver. A quien vi fue a uno de sus seguidores, a este muchacho, Alfonso Luna, bien activo. En la conversación con el Doctor, me pasa por la mente la increíble idea de que íbamos en una misma misión. ¿En qué piensa, joven? ¿Algún amor que quedo solitario, algún amor no correspondido?
Disculpe Doctor, es el cansancio. Anoche me acosté muy tarde. No se preocupe. Y no crea que este encuentro sea casual, existen fuerzas en el universo que se encargan de acercar los caminos de nuestras vidas y Usted es una persona que irradia luz. Intuyo que el Doctor me quiere reclutar, aunque sabe que ya estoy reclutado. Bueno, vamos a tener tiempo para departir. Será un placer.
Y su mami, la Niña Blanquita como está? Está bien. Me la saluda cuando regrese. Usted ¿va regresar primero? Exacto, entonces yo voy ir a saludarla. Sabía Usted que su mamá también nos acompañaba en algunas reuniones, tiene una gran facilidad para establecer comunicación con los que se nos han adelantado, pero después de la muerte de su padre dejó de visitarnos. ¿Mi mamá médium? Está seguro? Claro. Y Usted cuando regresa? Hasta julio. Se pone a reír y me dice: le aseguro que si se queda en Cuba hasta julio regresara casado o acompañado con una trigueña habanera o santiaguera. Buenas noches, Doctor. Buenas noches, hijo. Este Doctor me está haciendo revelaciones que me estremecen hasta el tuétano. Ojala no vaya a salir con que mi papá era intimo de Pecuecho, que eran de la misma logia. Mañana le voy a preguntar. Pregunta clave.
Lo encuentro al día siguiente en el comedor. Es interesante Doctor como en este navío se repiten las diferencias sociales de nuestro tiempo. Hay tres clases de pasajeros, no contando a la tripulación y al capitán. La sección de primera clase está integrada por encopetadas damas de sociedad que duermen hasta mediodía, por las tardes juegan canasta y por las noches bailan el fox-trot y el charleston y sus oligarcas maridos se dedican a beber whiskey en la barra, para matar el tedio. La segunda clase es de comerciantes y algunos profesionales. Hablan de deportes o juegan ajedrez o dama. La tercera clase es el proletariado, que sin tener camarotes asignados duerme en la cubierta con sus cajas y bolsas y se dedican al juego de dados, lo que nosotros conocemos como chivear, y que consiste en lograr el 2,4 o 6 que es carne y evitar el 1, 3 o 5 que es culo.
Y no me va explicar Usted eso de la lucha de clases? Claro que sí, con mucho gusto. Está vinculado a la historia. Si Usted observa en todas las sociedades que han existido, desde la egipcia, mesopotámica, hebrea, etrusca, griega, romana hasta la gringa y la salvadoreña están divididas en clases, y existen clases que son las que dominan y clases que son las dominadas. Las que dominan controlan la economía y la política, y además controlan las ideas, el pensamiento. Estas sociedades aunque aparentan estar en armonía, en realidad se encuentran en una pugna permanente, en una confrontación, porque sus intereses son diversos, entran en conflicto. A esto se le llama lucha de clases.
Y un ejemplo? La lucha por la jornada de ocho horas en nuestro país? Fue una reivindicación de las clases trabajadoras. Pero ¿quien la concedió fue Don Pío? Sí, pero presionado por las luchas obreras. A Don Pío, nuestro hermano, nadie lo presionaba ni su mujer. O ¿quizás para evitar mayores problemas? Eso tiene más sentido. No me vaya a decir que Don Pío era masón? Si fíjese, grado 33. Permítame compartirle que nuestra hermandad conducida por el Arquitecto del Universo ha estado y estará seguramente presente en el desarrollo político de nuestra República, desde su nacimiento hasta su fin. Me hubiera gustado responderle: y permítame decirle que nosotros los comunistas vamos a garantizar que sectas reaccionarias y derechistas como la suya sean debidamente ilegalizadas por contribuir a la ignorancia de la población, y por ser claramente opio del pueblo, pero logre controlar este impulso que lo hubiera ofendido sin ninguna necesidad. Estoy madurando…me digo a mi mismo alegremente, en otro momento hubiera sacado la espada en duelo inclemente, o por lo menos la caja de lustre. Sentencia: la disputa final ideológica de la humanidad, será entre nosotros y ustedes, entre masones y comunistas. Ojala.
Le apetece un roncito Doctor, un bacardi. Encantado, para celebrar nuestro inesperado encuentro. Le repito que todo está escrito en el libro de la vida. El Dr. Gurruchaga me ha prestado un libro de teatro, una comedia del español Jacinto Benavente, de título Los intereses creados. Supongo que Jacinto ha de ser masón. Trata sobre las aventuras de dos sinvergüenzas, de Leandro y Crispín en la España del siglo XVIII. Es muy divertida y me ayuda a consumir este tiempo que me parece interminable en el mar. Definitivamente soy terrenal, necesito poner los pies sobre la tierra para sentirme seguro. Espero que leguemos pronto.
“Somos los hombres/como mercancía, que valemos más/o menos según la habilidad del mercader/que nos presenta. Yo te aseguro/que así fueras vidrio, a mi cargo/corre que pases por diamante. Y/ahora llamemos a esta hostería,/Que lo primero es acampar a vista de la plaza.”

La memoria es una pelea por el sentido del pasado

Por fin hemos llegado, ya se observan lo edificios de La Habana en el horizonte. Me abarca una nostalgia indefinida, un sentimiento confuso sobre lo que me aguarda, un presentimiento sombrío sobre la patria abandonada, recuerdos imprecisos, olvidos inexplicables de nombres y lugares, incluso un dilema sobre el sentido de la misión aceptada ¿estaré huyendo? ¿De quién? ¿Hacia dónde? ¿Por cuánto tiempo?…

Hay familiares esperando a los que llegamos, desearía ver un rostro conocido pero es inútil. El Dr. Gurruchaga se despide y me entrega un papel con indicaciones para localizarlo. Se queda en el hotel Nacional, en un sitio llamado El Vedado, en la calle 21 y O. Visíteme si puede, uno nunca sabe me dice, búsqueme si me necesita. Bajo del barco y me confundo en la multitud, en los olores y colores de esta nueva realidad. Estoy en el Caribe. Se me vienen a la mente unos versos de José Martí que me son muy queridos: “yo quiero cuando me muera/ sin patria pero sin amo/ tener en mi losa un ramo/ de flores y una bandera.” Estoy en la patria del Apóstol. “Sin patria pero sin amo…”

Me impresiona el lujo en las calles, hay muchos turistas rubios, y circula mucho dinero, se puede pagar en dólares. ¿Habré llegado a Nueva York? Es muy diferente al sombrío y silencioso San Salvador. Mi destino es una casa en la Víbora, tomo un taxi. Me pregunta el taxista: ¿Mexicano? No, salvadoreño. Bienvenido, caballero. Busco a Luís Romero. El no está pero puede esperarlo. Extranjero? Si, salvadoreño. Ya pronto viene. Como a la hora aparece. Es alto, de barba entera, guayabera y con un habano a medio terminar. Típico cubano como siempre me los he imaginado. ¿Cómo estás, chico? Eres Víctor? Coño! te estábamos esperando desde la semana pasada, nos avisaron que venías. Cómo estuvo el viaje? Si quieres puedes bañarte y después platicamos.
¿Ya conociste a Carmen? Este es un camarada salvadoreño. Primera vez en Cuba? Sí. Te va gustar. Quieres un roncito? De entrada hoy en la noche vamos a ir a un recital de Lorca, el poeta español ¿te gusta la poesía? ¿Te imaginas? ¡Coño, que recibimiento te estamos dando, para que luego no te quejes! Mi hermano, vas ir a escuchar a Lorca en persona. Luego te lo puedes llevar para Salvador. Vamos a llamar a Marinello para que nos acompañe, es un camarada y también poeta. Aló? Vienes? Compadre, te esperamos. No te demores y tráete algo. Tu ya sabes. Mira que aquí el Romancero Gitano ha sido un escándalo. Conoces el poema La casada infiel. Tienes que leerlo! Oye esto: Sus muslos se me escapaban/ como peces sorprendidos,/ la mitad llenos de lumbre,/ la mitad llenos de frío.” Caballero que ¡esto sí es poesía!
Llega Juan y conversamos. Cómo está la situación en Salvador? Caliente, vamos para una insurrección. En eso mismo andamos por acá. Mira Machado se encuentra en su segundo periodo, hace poco impulsamos una huelga general que por poco lo tumba, pero es duro y esta reprimiendo, tenemos gente en las cárceles y tú debes cuidarte cuando hables por el acento, aunque pareces cubano, porque Machado tiene chivatos en cada esquina, estamos organizando brigadas militares contra la dictadura además de la lucha de masas, ya tu veras, vamos a tumbarlo.

Que no te extrañe que Cuba se convierta pronto en el primer territorio libre de América, en un país socialista. Tenemos organizado a los cañeros y a los trabajadores de los ingenios. Mañana visitaremos al local de la Confederación de Trabajadores Cubanos, para que conozcas a los compañeros. También la dirección del Partido se quiere reunir contigo. Mella esta fuera pero vas a conocer a Villena, otro grande de los nuestros. Y también a Guillen. Has leído Los motivos de son. Calidad garantizada! Hoy en la noche amarramos los contactos. Pero nos han dicho que tú también escribes, así que también queremos conocer lo que haces.

Vamos que se nos hace tarde y no vamos a encontrar puesto. Es en la Universidad. Llegamos. Ya hay bastante gente en el auditórium. Nos sentamos atrás. Se nos une un joven estudiante de nombre Lezama Lima. Vemos que aparece Lorca, de saco oscuro, es bastante blanco y sonríe tímidamente. Pero al empezar a recitar se trasforma y su voz es segura y rotunda y sus manos se mueven con el viento. Es un cantaor nato. Anuncia Romance sonámbulo y es un silencio que luego se vuelve aplausos, locura, escándalo:
“Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. / El barco sobre la mar y el caballo en la montaña./ Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda,/ verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata./ Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana,/ las cosas la están mirando y ella no puede mirarlas.”

Al terminar el recital vamos a saludarlo, podemos acercarnos y estrechar su mano. Soy salvadoreño. Sonríe, sus ojos son grandes y adormecidos. Me presentan a muchos camaradas, incluyendo al joven poeta Luis Cardoza y Aragón. Me dijo: en el Caribe somos paisanos. Luego salimos y me llevan a conocer La Rampa para terminar recorriendo El Malecón habanero hacia La Habana Vieja. Ahí entramos a un bar. Conversamos hasta el amanecer. Y tú no trabajas? Soy desempleado, chico! Oye Marinello, hay que llevarlo también a que conozca el Teatro Alhambra para que se ilumine. Lo que vas a hacer es que lo vas a asustar. Y a Marianao al bar del Chori. Para mi tiene pinta de despierto, no es ningún dormido. Mañana por la noche lo llevamos. Pregúntale primero. Acuérdate lo que nos pasó con aquel argentino que después nos denunció en el Partido como pequeño burgueses decadentes lumpen. Oka.

Con los sindicatos cubanos

La Habana me sigue impresionando, hay mucho sol y mucho mar. Me llevan a la central sindical. Es un edificio, un edificio completo con propaganda del Socorro Rojo Internacional y fotos de Lenin y de Stalin. ¿Y Trotsky? pregunto. Y se sonríen. Me preguntan por los sindicatos salvadoreños, por sus niveles organizativos y su ánimo de lucha. Y los campesinos? Los estamos organizando en la lucha por la tierra. Y los indígenas? Son los mismos campesinos. Y las mujeres? Ahí vamos. Me recordaron a la bendita Graciela. Y los estudiantes? Siempre combativos, en pie de lucha contra la dictadura. Y los reformistas? Ya los sacamos de La Regional. Lo mismo que acá. Mañana hay una marcha hacia el Palacio Presidencial, lo invitamos compañero a que nos acompañe. Y ¿no hay peligro? Peligro siempre hay. Digo ¿por ser extranjero? No se preocupe por eso, Usted pasa por oriental. Si le preguntan diga que es de Santiago, de oficio sonero. Nos vemos allá, la marcha sale de la Universidad. Necesito que me arreglen lo de mi viaje a Madrid. Eso háblalo con el Partido.

Regreso a casa en el tranvía. Al llegar le cuento a Luís de mi reunión con la dirigencia sindical y su invitación para que lo acompañe mañana a la marcha, ah y además necesito que me agilices la reunión con la dirección del Partido. Eso ya está arreglado el viernes por la tarde vamos a la casa del Polaco, allá en Marianao, y ahí mismo nos quedamos después para llevarte donde el Chori, todo un personaje de leyenda te va gustar. Y mañana te llevo a la marcha estudiantil, va a estar candela. Hoy descanse compañero, ya mucha rumba. Le sirvo un roncito? Dos dedos? Tres? Mejor Usted sírvase, ahórquese con su propia mano. Ah se me olvidaba, dijo el guatemalteco que iba pasar por ti para llevarte a cenar.

Luís es el cónsul de Guatemala lo que me causa un poco de recelo. Pero los cubanos acá le tienen cariño y confianza. Además es un chapín muy simpático que conoce hasta al mismo Maiakovski. Y ¿a qué te dedicas? A veces sello algún pasaporte y por lo demás si debo garantizar que la documentación este en regla de un barco que enviamos con bananas hacia New Orleans. Hay espacio disponible por si alguna vez quieres viajar a Gringolandia. Llegue el año pasado pero Cuba te deslumbra, te hipnotiza. Incluso más que París. ¿Viviste en Paris? Si, varios años. Ahí fue que conocí a Maiakovski y a muchos otros. Viví en medio del torbellino del surrealismo y me sirvió para conocer a Guatemala, nosotros somos los padres del surrealismo por naturaleza, nos han copiado.
Te invito a cenar a La Zaragozana, te va gustar la paella. Vamos. Me cuenta que es originario de Totonicapan, un pueblito refundido en las serranías chapinas. Y de repente empieza a recitar: “He vivido casi toda mi vida lejos de mis cielos./ Pero mis pies están marcados en los códices,/ en la voz profunda de mi pueblo./Camino sobre el mar y las nubes que me traje:/ son mi tierra firme./ ¿Quién me la puede quitar?” Qué te parece, lo he titulado Siempre y es parte de un poemario que me van a publicar aquí en la revista Avance, que publica Marinello. Bueno, muy bueno. Compartime uno de los tuyos.
Trato de pensar y la memoria me falla. Dame un poco de tiempo. No te preocupes, los guanacos son descuidados y olvidadizos, por eso son guanacos. Has estado en San Salvador? Claro que sí. Pilsener es la consigna ¿verdad? Pilsener y tienen otra, déjame acordarme, Payaso? Y conozco a Chambita y a Claudita. Espérate, escúchame: “En este preciso momento/solo y descuartizado/preocupado únicamente/por la cinta de mi zapato,/ frágil como una lágrima,/con la piel manchada y/el semblante triste,/precario y desamparado,/camino con un bastón/de fugitivo, desayuno/en los cementerios,/aburrido y sintomático.” ¡Bravo! ¿Cuál es el título? Es parte de una colección llamada Los Días enemigos. Me gusta. Pásamelo para que te lo publiquemos en Avance. Luego nos fuimos a devorar la paella en un restaurante muy fino, donde era frecuente parroquiano. Nos despedimos con un abrazo morazanista, considerándonos hermanos para toda la vida.
El siguiente día me levanto, desayuno y me voy a la marcha estudiantil contra Machado. Ten cuidado me dice Luís. No te preocupes, se cuidarme. Si sobreviví a la jauría de Don Pío podre sobrevivir a la de Machado. Es un día soleado y con mucha brisa marina que compite con este calor salado y pegajoso que me hace sentirme como una toalla mojada. Me pongo una camisa roja que es la que uso para las marchas, mi camisa subversiva. En la guagua converso con mi recién adquirido acento habanero. Padezco de mimetismo lingüístico. Lo supe una vez que fui a Panamá y al nomás escuchar el acento lo asimile fácilmente, naturalmente. Oye pelao. Soy un camaleón lingüístico al acecho de las frases, de los giros del idioma, de las tonalidades, de los caliches locales. Llego a la Universidad y ya se observa algún movimiento, algunos preparativos. Las mantas me sorprenden, no dicen abajo Machado, dicen muera Machado. Le desean la muerte, interesante interés. Me imagino en El Salvador quien llevaría una manta con el lema Muera Martínez. Está cabrón.
Están organizando ya las columnas de la manifestación, lo hacen por facultades y están llegando algunos obreros organizados también con sus mantas. Sale el desfile y empiezan a llegar los uniformados. Alguien de los organizadores se burla: pedimos un fuerte aplauso de bienvenida para los policías que recién se están incorporando a esta marcha contra su jefe, el malparido de Machado. Y todo el mundo aplaude menos los policías. Muerte a Machado! Muerte! Sigo sorprendido por esta combatividad. Salimos de la Universidad y tomamos el Paseo del Prado hacia el Capitolio.
Este bulevar me recuerda un poco al Paseo Independencia. A la mitad del recorrido somos detenidos por tropas montadas que amenazan con embestir. Son desafiados y comienzan a realizar capturas y disparos. Empiezo a separarme de la marcha cuando veo que alguien de anteojos oscuros me señala. Me habrán confundido. Acelero el paso pero sin correr y me retiro. Veo que están haciendo capturas. Me alejo del lugar y busco como regresar a casa.
Lo logro, Luís estaba preocupado porque escuchó por la radio lo del disturbio. Chico, te salvaste. Yo ya estaba preparando la campaña para exigir tu libertad. ¡Libertad para Víctor de Salvador! Es de El Salvador. Quítale el artículo al nombre del país, ¿para qué tu quieres el artículo? déjalo corto, se oye mejor Salvador, más poetico. Bueno ya pasaste tu prueba de fuego. No le cuento que alguien me señaló. El siguiente día lo paso en la casa. Caballero, ¿qué le pasa? Lo noto preocupado. Necesito resolver lo de mi viaje a Madrid. No te preocupes ya mañana buscamos al Polaco y el te indicara lo más conveniente. Digo Víctor, el te ayudara con los contactos en Madrid.
Con el Polaco
La reunión es en la tarde en casa del Polaco, vamos para Marianao. Marianao queda entre Vedado y Miramar. Es una casa de dos plantas, pintada para variar de rojo. Nos invita a pasar. Luis me presenta y se retira. Pero él le dice que se quede. Nos sirve café cubano, o sea una tacita con café espeso, puro, humeante. ¿Cómo lo ha tratado Cuba? supe que le dieron un susto en la marcha. Muy bien, han sido muy solidarios. Me cuentan que va para Moscú. Así es. ¿Tarea partidaria? Exacto. Nosotros le vamos ayudar no se preocupe. Por primera vez observo que Luís esta callado, sin reírse y muy respetuoso. Y ¿cómo está la situación en Salvador?
Me mira directamente a los ojos. Es una situación compleja, hay una crisis en las alturas, en las esferas gubernamentales, la cual no hemos podido aprovechar del todo por debilidades organizativas y de recursos. Las masas populares desean lanzarse a la toma del poder, hay un ánimo insurreccional al que debemos de darle conducción y no es fácil. Me responde: con la insurrección no se juega. ¿Tienen armas? No, pero tenemos trabajo en el ejército. Interesante. ¿Incluyendo jefaturas? Algunas. Tenemos células en algunos cuarteles. Y ¿cómo conciben la estrategia insurreccional? En nuestra visión consiste en combinar el levantamiento popular con el levantamiento militar, fundir en un abrazo a los obreros del café con los obreros de las armas y disparar unidos contra el enemigo feudal imperialista que se encuentra dividido. Y ¿cómo está Martí? ¿Lo conoce? Nos conocimos en México. Hombre duro, confiable, gran camarada.
Y mira ¿existe consenso en la dirección de tu partido con respecto a esa visión insurreccional que mencionas? Ese es el problema, hay camaradas que piensan que somos aventureros y que estamos poniendo en peligro todo lo acumulado en organización popular. Por nuestra parte pensamos que existen las condiciones para “dar el zarpazo” para la toma del poder. Si dejamos pasar este momento de auge combativo para avanzar, será un grave error. Es por esto que estoy viajando. Bueno, por nuestra parte lo que podemos recomendar desde aquí es prudencia pero a la vez audacia. La mente fría para analizar pero el corazón ardiente para empuñar los fusiles en el combate contra el enemigo de clase. Gracias. Quería conocerte, he recibido buenas opiniones sobre tu persona, me doy por enterado y voy informar a nuestro colectivo de dirección de tu solicitud para poder responderte pronto y que puedas cumplir tu misión. Cuando regreses a tu país, un fuerte abrazo a Agustín. Terminamos y salimos. Le bromeo a Luís que estuvo bien calladito en la reunión y me dice que es por el respeto, ese viejo es cosa seria.
Entre Quinta Avenida y Miramar, hay mucho soldado caminando entre las calles, algunos incluso armados, y también muchos marineros yanquis. Le comento a Luis que son fusiles caminando, pidiendo a gritos ser requisados. ¿Quieres que nos invadan, chico? ¿Qué manden sus portaviones? Si invadidos ya están. Mejor vamos donde el Chory.

Es un local en plena playa, rústico siendo benevolente. Oye ese negro es candela como ustedes dicen. , deja ver como se llama. Oye chico como se llama el cantante? El negro? Benny Moré. “Pero qué bonito y sabroso/Bailan el mambo las mejicanas/Mueven la cintura y los hombros/Igualito que las cubanas.”Y tenías que levantarte de la mesa y mover el cuerpo, era electrizante, te subyugaba. Es un lugar seductor, muy popular. Circulan todo tipo de personajes emblemáticos de la vida nocturna. Las mujeres te ofrecen sus bendiciones y encantos mientas los hombres te pregunten qué es lo que buscas, pero de manera tranquila, sin ningún tipo de acoso. ¿Te gusta el lugar? Me pregunta Luís o quieres que regresemos donde el Viejo Fabio? Pedimos unas bebidas. Te presento al mojito, el invento de la Cuba nocturna. Lo pruebo, riquísimo. Lleva unas hierbas. ¿Qué es? Hierbabuena, azúcar y ron. Cuba es azúcar y ron, pero también lucha.

Quiero que conozcas al Chori? Ahí viene. Compadre, le presento a un amigo salvadoreño. Un placer, ¿cómo estás? A ¿qué horas vas a tocar? Ya pronto. ¡A escucharte hemos venido! Ya pronto! Oye, sírvele a estos caballeros unos platos de frita, que la casa paga! ¿Qué es frita? Ya tu veras. Frita es la hamburguesa cubana, pero más sabrosa. Es una mescla de carne molida, especies, papas, cebolla y salsa de tomate, servida en un rollo de pan. Delicioso. La música es en vivo y al terminar una ronda de canciones pasan el sombrero. Me explica Luís: mira chico este es un son y esta es una rumba. No, ese es un danzón. Ese es un bolero. Mira como lo bailo. Mira ahora va tocar El Chori, es un timbalero. Para un nuevo amigo de Salvador. Es un concierto, toca con una maestría inigualable que es recompensada por aplausos interminables y un sinfín de invitaciones a tragos. Gracias por traerme le agradezco a Luís. Estábamos distraídos observando el show y alguien me toma por la espalda. Se trata del…Chapin. Así los quería encontrar, ja,ja,ja. Siéntate hermano. Bienvenido a Marianao.

Ya muy entrada la noche, el Chapín nos invita a continuar la farra en La Habana. Los voy a llevar a otro rostro de esta noche. Y nos dirigimos a El Vedado. Hay mucha gente por las calles. Y entramos a una casa llena de jardines y de flamboyanes, que son nuestros árboles de fuego. Es una casa blanca con grandes ventanales de madera. Avanzamos por un estrecho pasillo que conduce a un gran salón en cuyo centro esta una pileta. Esto se llama El 69. Y nuestros ojos parecen fulminados por decenas de mujeres hermosas y sonrientes. Te confieso que te hemos traído a esta visita nada más que por razones humanitarias, culturales, para ampliarte el horizonte y que tengas luego criterios para juzgar niveles de belleza. Imagínate que luego te pregunten si estuviste en La Habana y no conozcas El Coctel, aunque no se lo vayas a decir a Fabio, que nos fusila o nos expulsa por desviados y pervertidos. Qué te parece? Tienen mi gratitud eterna, per secula seculorum.

Y mis ojos se pierden en los distintos e increíbles matices de belleza de mujer existentes, desde el rubio eslávico hasta los almendrados ojos orientales, pasando por elegantes negras y sensuales trigueñas. Tomamos una mesa e inmediatamente nos abordan, ¿de donde son? Adivinen y adivinan: ustedes son mexicanos y refiriéndose a mi persona: pero tu si eres cubano, a nosotras no puedes engañarnos. Y ¿cómo es el asunto aquí? Depende de lo que tú quieras? Si quiere solo conversar o solo bailar, paganos unos vales para tragos, pero si quieres otra cosa, ya lo arreglas con la que te guste, sea que la saques o aquí mismo hay lugares para jugar. Tú decides. ¡Señor! aléjame de las tentaciones porque aunque el espíritu es fuerte, tú sabes que la carne es débil.

El Chapín me mira satisfecho. Y yo lo miro agradecido. Cuando dirijo mi vista hacia un lugar al fondo del establecimiento distingo a una figura conocida, se trata del Dr. Gurruchaga, acompañado por dos sonrientes trigueñas. Nunca me imagine encontrármelo en estos palacios de alto misticismo y espiritualidad. Me levanto y voy a saludarlo. No se sorprende de verme sino se alegra y me explica que está cumpliendo una importante misión. Los sacrificios –reflexiono- que tienen que realizarse por una causa. Se oye la canción: “Pero si un atardecer/las gardenias de mi amor se mueren/es porque han adivinado/que tu amor se ha marchitado/porque existe otro querer.”

Cuando ya estamos instalados nos avisan que esta noche se va realizar al lado de la piscina un Concurso de Rumba de Banco y veo los ojos del Chapín alborozados. Disputan una negra y una mulata al ritmo de bancos de madera, como primer pareja. El sonido pasa de lo sensual a lo erótico y no podemos dejar de estremecernos hasta la erección al ver los cuerpos de estas jóvenes danzando frenéticamente con faldas largas pero abiertas por los lados, en las que por breves momentos aparecían las bragas blancas y los asistentes gritaban enloquecidos: ¡pelo, pelo! Era el espectáculo supremo de estas llamadas diosas de la carne. Salimos cuando esta ya amaneciendo. Me reservo divulgar en mi caso si venció el espíritu o la carne.

Hacia Madrid

Me informan que salgo el domingo. Me llevan el boleto y me entregan algún dinero. Esto te alcanzara. Qué bueno porque ya se me estaba terminando lo que me había dado Oscar allá en San Salvador. Hoy tendrá que ser la despedida. Ummm, mejor me voy a dormir temprano. Chico! no te puedes ir sin despedirte. Vamos a invitar a Nicolás, camagüeyano, para que lo conozcas, es cuñado del Chori y además poeta, poeta de la negritud. Vamos a preparar unos mojitos y unos daiquiris.
Ha sido un gusto conocerte y ya tú sabes, si se necesita tirar plomo allá en tu país nos avisas. Sí, nos vamos pallá, a Salvador, a combatir. Un gran gusto. Regresa pronto. Hasta la victoria siempre. Oye Nicolás, tírate unos versos para que el camarada oiga. Esta muy bien: de Motivo de Son. “Ayé me dijeron negro/ pa que me fajara yo:/ pero e que me lo desía/ era un negro como yo./Tan blanco como te ve/ y tu abuela sé quién é./ ¡Sácala de la cosina:/ Mamá Iné!/Mamá Iné, tú bien lo sabe;/ Mamá Iné, Yo bien lo sé;/ Mamá Iné, te dise nieto,/ ¡Mamá Iné!” Le aplaudimos.
Salimos temprano hacia los muelles de La Habana. Me siento triste por abandonar a estos camaradas que me abrieron sus brazos amistosos. Al acercarnos al barco observo al mismo tipo que me señalo durante la marcha estudiantil y se lo explico a Luís. Quédate aquí yo iré a averiguar. Regresa y me dice: chico no puedes irte, hay orden de captura contra ti. Quizás cuando se compro el boleto te identificaron por tu nombre. De haberlo sabido, te hubiéramos arreglado que viajaras con otra identidad. Y ese que me dijiste es el Teniente Rojas, de la inteligencia de Machado. Voy a informar al Partido para que me digan que hacer. Y ya no regresemos a la casa. Vamos ir donde un socio de nombre Manuel que vive en Miramar. Es un camarada salvadoreño, te lo dejo, yo vengo luego a traerlo. ¿Cuando vienes? Pronto. Y van pasando los días y Luís que no llegaba. Oye Manuel averíguame que está pasando. Déjame preguntar. Hermano, a Usted lo busca la (policía) secreta. Mandan a decir que tenga paciencia, que se espere unas semanas. ¿Semanas? No puedo! Voy a buscar al Chapín.
Víctor, ¿que tú haces aquí? Hermano discúlpeme pero es que estoy desesperado, yo necesito viajar hacia Madrid. Pero es que lo mejor es que te escondas, te están buscando y yo creo que son los gringos. Mirá, han dado orden a los consulados para que no expidamos visas a este sujeto “de alta peligrosidad.”Y me enseña una circular de Cancillería. Sácame un pasaporte como chapín. Ese no es problema el problema es que ningún barco te va llevar. Estoy jodido.
A no ser que, a no ser que en vez de viajar a Madrid te vayas para los Estados. Y ¿qué putas voy ir a hacer a los Estados? A visitar a Hoover en Washington. No, te vas a Nueva Orleans, y ahí tomas un barco para Madrid. ¿Nueva Orleans? Exacto. Explícamelo mejor. Sencillo, te vas en el barco en el que envío café, claro, de polizonte, yo hablo con el capitán, es un gallego amigo mío. Crees que se puede? de poderse se puede, guanaco! Y ahí en Nueva Orleans haces arreglos para continuar el viaje. Te parece? Démole entonces. Ya quédate aquí, yo le aviso a los cubanos. ¿Qué aquí vivís? Si, allá arriba, y me señala el segundo piso del consulado. Y mi ropa? Hay te voy a regalar de la mía, acordate que somos hermanos. Sus habitaciones no eran de las más ordenadas que había visto pero logre hacerme un espacio adecuado. Me dice: para que no te aburras, ayúdame estos días a despachar la oficina.
El miércoles salimos de madrugada hacia el puerto. Me siento un poco nervioso, ansioso de saber que va decir el capitán del barco. Nombre si ya hable con él y no hay problema. Te vas gustar, es un viejo anarquista gallego. En el camino al acercarnos al puerto nos encontramos con bares todavía abiertos y lo más impresionante era el entusiasmo de las parejas bailando que de esta manera rechazaban con sus cuerpos el inicio de un nuevo día. El capitán nos esperaba con una sonrisa cómplice. El Chapín nos presenta y le dice me lo cuidas porque es un hermano de lucha. No te preocupes, le responde. Pasa, me dice te he preparado un lugar donde puedas descansar, y si sucede que haya registro migratorio en alta mar, lo cual no es muy frecuente, la leyenda es que eres parte de mi tripulación. Me despido del Chapín con un fuerte abrazo. Los viajes son una historia constante de encuentros y despedidas. El barco es pequeño y ya un poco golpeado por las tormentas de la vida. El Chapin me preparo el “equipaje” con ropa que me compartió. La más feíta y que ya no uso te voy a dar. Todo es aceptado.
Zarpamos, es un viaje corto de un par de días me dice el capitán. Nos vamos alejando de La Habana. Adiós camaradas. El capitán me invita al puente de mando. Cómo se siente? No le afecta mucho el oleaje? No mucho. Mejor. Hay personas que no pueden resistirlo. Le pregunto por el significado de la letra A dentro de un círculo sobre fondo negro. Esa es nuestra bandera, la bandera de los libertarios, o sea de los anarquistas. Soy libertario desde los quince años. Saca una botella de vino. Yo fui y soy seguidor de Ricardo Mella, el padre del anarquismo español.
Hay una frase muy famosa de él que va más o menos así: “Quieres libertad, cultura, igualdad, justicia? Pues ve y conquístalas, no quieras que otros te las den.” Este pensamiento me impactó siendo un chaval y desde entonces ha guiado mi vida. El ya murió, hace algunos años, pero sus ideas subversivas siguen vigentes, sirviéndonos de faro. Es el papá de Urania Mella. Mira el está al nivel de un Kropotkin, de un Bakunin, de un Proudhon. Nos enseño a luchar por la independencia de Galicia. Fue colaborador del periódico La Verdad, con un claro mensaje republicano. Yo supe de él cuando militaba en la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de los Trabajadores, AIT. ¿la fundada por Marx? No solo por él, ahí participaron también destacados anarquistas.
Te comento que la Comuna de Paris en 1871 el primer gobierno obrero en la historia del mundo, fue dirigida por nosotros así como fueron anarquistas los mártires de Chicago de 1886, que levantaron la bandera de la lucha por las 8 horas de trabajo y fuimos anarquistas también, tu lo sabes, los que nos levantamos en 1921 en el Kronstadt, contra el gobierno soviético, porque nosotros también somos comunistas pero libertarios. Nosotros negamos las clases pero negamos a la vez el estado. Nos pronunciamos por una sociedad libre basada en la autogestión, en las cooperativas, en la actividad de las masas y no en autoproclamados salvadores burgueses o incluso proletarios.
Para no aburrirte, te comparto que en septiembre del 900 participe en el Congreso Revolucionario Internacional de París. Ahí fue que conocí a mi compañera Amparo, ya fallecida. Lo siento. Ahí surge la II Internacional. Después fui de la CNT. El Capitán no paraba de hablar como si no lo hubiera hecho por mucho tiempo. Yo lo escuchaba con mucho interés. Y hay anarquismo en Salvador? Si, en algunos sindicatos. Me los saludas cuando regreses. Pero me imagino que tú eres bolchevique. Exactamente. Somos primos entonces. Fíjate que uno de los recuerdos más hermosos que surcan mi mente es el de los sucesos de Marruecos, cuando se llamó a filas a centenares de obreros para enviarlos a África, y allá en Barcelona los reclutados ya en los barcos, en un gesto de valentía arrojaban al mar los escapularios y las cruces que les habían dado mientras sus familiares gritaban: ¡Abajo la guerra! ¡Que vayan los ricos! ¡Todos o ninguno! Esto me impactó, me golpeó. Era el espíritu de la resistencia popular, el espíritu de la acción libertaria. Y participe en las quemas, Barcelona se convirtió en la Ciudad Quemada. Y paralizamos la ciudad y paralizamos España. Y después que nos reprimieron una marcha la protesta, la huelga se transformó en insurrección y proclamamos la República e izamos la bandera republicana. Y ahí estuve en las barricadas, yo me forje como revolucionario en los combates anticlericales. Estuve en San Andrés de Palomar, barrio combativo, con los cojones bien puestos. Y luego tuve que esconderme, hasta que pasara la tormenta de la represión reaccionaria.
Fueron varios días platicando desde el amanecer hasta el atardecer, y varias botellas de ron las consumidas, durante los cuales tuve que ser muy paciente y dejarme adoctrinar en las consignas anarquistas ya que era consciente de los riesgos que implicaba pelearme con el cocinero, que podían incluir ser devorado por los tiburones que a veces observábamos desde cubierta en actitud amenazante.
En New Orleans
Llegamos a Nueva Orleans de madrugada y bajamos del barco, nos esperaban unos adormitados oficiales de migración yanqui. Pero para mi sorpresa solo nos saludaron y llenaron unos formularios sobre lo que traíamos. Pero a la tripulación ni nos preguntaron nada ni nos pidieron papeles. Te das cuenta que no había problema, se me ocurre decirle en agradecimiento: Usted es un comecandela! Y me mira extrañado del término. Venga compañero, acompáñenos, conozco un sitio donde podemos quedarnos. Nosotros regresamos a La Habana el próximo domingo por si se quiere regresar.
Nos está esperando en el muelle un busito manejado por un anciano simpático y locuaz. Me cuesta un poco entenderle el francés que parece haitiano o en su caso, inglés, semejante al jamaiquino. Al adentrarnos en la ciudad observo la fuerte influencia francesa en sus casas con sus balcones de hierro y en sus altos edificios, en los carruajes, en el vestido de la gente, en los nombres de los negocios, hasta en los peinados, después descubriría que el idioma oficial es el inglés pero la gente en la cotidianidad habla francés. El capitán me señala sitios interesantes que debería de visitar. El hotel queda en Canal Street, una vía muy céntrica y comercial, atravesada por un tranvía. Los barrios están segregados, barrios para negros y barrios para blancos. Me explica el Capitán que en esta ciudad el racismo de la clase dominante blanca puede respirarse. Pero también existe la organización obrera. Mañana visitaremos unos camaradas del waterfront (estibadores). Le pregunto al capitán si no es peligroso que ande sin papeles. No te preocupes por eso, me responde.
Por las calles veo rótulos de Cajuns Food. Cajuns? De que se trata? Me explican que es una tradición cultural muy propia de esta ciudad, que se origina por una expulsión de canadienses ( los Acadians o acadios) de habla francesa que impactó fuertemente en la cultura, en la música e incluso en el lenguaje, hay un Cajun French y un Cajun English. Al llegar estos exilados se mesclaron con las poblaciones de origen español, francés, africano, de Creole French (de origen francés nacidos en América) y de Creoles of Color (mestizos de europeos y africanos) que llegaron huyendo de la revolución antiesclavista en Haití, 1791-1804. Luego llegaron los franceses expulsados de la entones colonia Saint-Domingue. En 1811 se desarrolló la mayor insurrección de esclavos negros de plantaciones de azúcar, recién llegados de África, llamado el levantamiento de la Costa Alemana. Y es esta singular mescla cultural y de lucha la que le confiere esta identidad muy propia del lugar.
Voy con el capitán a visitar a los estibadores. El local sindical se encuentra cerca del muelle. Lo reciben con mucha calidez. La mayor parte del movimiento sindical es exclusivo de trabajadores blancos. Nosotros somos un sindicato de naturaleza inter-racial. Me explica el Capitán que Jerry es anarquista como él. Of course. Y comunistas pregunto, también hay. El presidente de la unión es comunista, ya va venir para que lo conozcas. Llega, es un negro gigantesco con una sonrisa de niño. Sus manos son inmensas. From Salvador? South America? Mexico? Yes y vuelve a sonreír. We have a comrade that is Mexican. Mandan a llamar a Julio Ortega, un mexico-americano. Yo hablo español. Cómo estás? Bien, gracias.
Bienvenidos. Soy del Partido Comunista Obrero Americano. De la III Internacional? Sí, claro. Si tu hubieras venida una semana antes hubieras participado en la huelga de los trabajadores del tranvía, ocho meses estuvimos en las calles exigiendo nuestros derechos y logramos ganarla, hasta tranvías quemamos para expresar neustra protesta. Mira aquí esta una leaflet que sacamos cuando metieron a la Guardia Nacional: “ Workers of the National Guard! Do not accept the orders of the capitalist murderers…Refuse to shoot your fathers and brothers in the picket lines. Don’t be a strikebreaking scab. Fight with your class, the strikers, against your commone enemies, the bosses. Join us in the picket lines and help win this strike.”Y ustedes allá, como está el movimiento obrero? Está tomando fuerza pero la clase obrera es reducida, es un país rural, con mucho campesinado. Pero estamos en pie de lucha. Me agrada.
Le pido al capitán ir a saborear la comida cajuns y vamos a un restaurante en pleno French Quarter. Vamos al Mulates. Es un restaurante en una esquina, blanco con puertas y ventanas acqua, y decoración al estilo francés. En la cajun food sobresalen los mariscos, en especial camarones pero también chorizos. Incluye la llamada santísima trinidad: cebolla, chile verde y apio. Hacen pan de maíz así como el grits, que es un potaje servido en el desayuno. Un plato interesante es el Gumbo, que consiste en arroz y caldo, el arroz de base y encima el caldo, elaborado con mariscos diversos y otras carnes. Asimismo probé el Jambalaya, que es un arroz mesclado con pollo, jamón crudo, langostinos y bastante pimienta y chile, lo que le hace ser muy picante, pero delicioso. Y naturalmente hay un cajun Martini, pero la bebida oficial es el sazerac, que está hecho de whiskey de centeno, miel, y zumo de lima (amargo) de Angostura y de Peychaud.
Después de cenar vamos a la calle Bourbon. Es una calle repleta de bares y restaurantes. Hay un ambiente de fiesta contagiante. La gente, aunque hace frío, recorre las calles. Los bares están llenos. Entramos a uno y pido entonces que me sirvan un sazerac y lo disfruto. En la mayoría de bares hay grupos de jazz, se oye el sonido de trompetas, pianos y saxofones. En este bar es un trío de negros, que se esmeran en su arte. Es una música nostálgica, de mucho sentimiento.
Cambiamos de bar y esta vez es banda de jazzistas dirigido por un joven de apellido (Cab) Calloway. Hay una melodía que me impresiona, se llama Minnie the Moucher y trata sobre la historia de una bailarina pelirroja y sus sueños. Inicia de esta manera: Folks, here’s a story ‘bout Minnie the Moocher/She was a red-hot hoochie-coocher/ She was the roughest, toughest frail/But Minnie had a heart as big as a whale.” En medio de la narración Calloway hace participar a las audiencias.
Y me impacta que hasta este barrio bohemio es un barrio segregado, para blancos y para negros. New Orleans es una sociedad segregada y me explicaban los camaradas que conocí en el local sindical que una de las prioridades del trabajo revolucionario es la denuncia del racismo y la lucha por la igualdad, pero que no es fácil ya que el entorno cultural es profundamente racista, heredado de relaciones de producción esclavistas.
Existen agrupaciones criminales y terroristas como el Ku Klux Klan y los Caballeros de la Camelia Blanca que incluso realizan linchamientos y queman cruces frente a las casas de los negros y de los pocos mexicanos que se atreven a vivir en estos territorios y hostilizan a los miembros del Partido Republicano, que tiene una posición más favorable a la igualdad racial. Existe lo que se llaman las leyes de Jim Crow, que son profundamente racistas. Cualquier blanco, incluso un niño puede despreciar a un negro adulto, llamándolo”boy”, o sea muchacho. En los lugares públicos sobresalen los rótulos: “Whites only” o “Colored” en las fuentes y en las puertas. Los negros no pueden visitar los parques o las playas.
Pero a la vez hay resistencia y los comunistas marchan al frente de este movimiento. Y me resultan muy interesantes los múltiples rostros de esa resistencia. Uno de estos rostros es de los que huyen hacia el norte. Uno de estos rostros es el religioso. Aquí el opio del pueblo se convierte en el mensaje de esperanza del pueblo. Me cuentan del Underground Railroad, un tren clandestino que trasportaba esclavos del sur hacia el norte, alimentado por la solidaridad de blancos progresistas, caminando por la noche a la luz de la luna, muchas veces sumergiéndose en lagunas y ríos para evadir el acoso de los perros que no podían olfatear sus huellas. Las estaciones eran las casas que los albergaban en el trayecto. La esclavitud fue abolida en 1865 pero sus consecuencias todavía perduran.
Asimismo existe un movimiento quien plantea le regreso masivo a África dado que nunca podrán ser respetadas aquí. Mrs. Brown, la administradora del hotel me invita para asistir a su iglesia a misa el domingo. Me interesa ir y conocer esta experiencia. Me cuentan de la ciudad de Cincinnati, considerada como freedom home, hogar de libertad, porque fue fundado por inmigrantes alemanes con convicciones profundamente anti-esclavistas. Y para alcanzar la libertad había que cruzar el río Ohio que era comparado con el Jordan. Consigo una copia del Uncle Toms Cabin de Harriet Beecher Stowe, voy a releerla con otros ojos.
Mrs. Brown me presta un libro de poemas del brother Langston Hughes. Se titula El Negro habla de Ríos y dice así: Mi alma se ha ahondado como los ríos/ me he bañado en el Éufrates cuando los amaneceres eran jóvenes/construí mi choza cerca del Congo que me arrulló para dormirme/observe al Nilo y levante las pirámides sobre este/ escuche el cantico del Mississippi cuando Abe Lincoln/ se dirigía a New Orleans y he visto su seno fangoso convertirse en dorado en el ocaso.”
De la iglesia clandestina a la iglesia negra
El domingo me levanto temprano para ir a la iglesia, un comunista, un ateo de muchos años va a la iglesia, me gustaría que mi mamá supiera porque le alegraría mucho, tomamos el tranvía y luego caminamos porque queda en las afueras de la ciudad. Es una Iglesia Metodista Episcopal Africana. Es una construcción modesta de madera de color celeste. El pastor nos recibe a la entrada. Let me introduce to…he is a Mexican friend. ¿Mexican? Arent you Mexican? Vitor. Sus abuelos que fueron esclavos le referían que en su tiempo eran obligados asistir los domingos a la iglesia porque preferían los patronos llevárselos para controlarlos que dejarlos solos en la plantación. Y que se sentaban al fondo de la iglesia y recibían la comunión de último, por lo que constituir sus propias iglesias africanas, de negros, fue una liberación, por lo que estar aquí en este sitio es un acto de resistencia.
También mis abuelos –me dice- asistían a las iglesias clandestinas que se armaban por las noches en un claro de bosque, y que contaban con predicadores negros que habían aprendido a leer la Biblia. Era un desafío al sistema esclavista de los amos blancos. Empieza el culto y me sorprende la alegría del encuentro, la gente está bailando, aplaudiendo, saludándose con abrazos y besos. En la predica el mensaje es de liberación. Y el coro es impresionante, bailan, gritan, zapatean y cantan al estilo africano. Hay un cantico o lo que llaman spiritual que me estremece, se llama Steal away to Jesus. Escabullido hacia Jesús. Y habla tanto de obedecer a Jesús como de claramente escapar (escabullirse) de la esclavitud. Son reuniones subversivas.
Dice: Escabullirse, escabullirse, escabullirse hacia Jesús/ escabullirse, escabullirse a casa yo no me quedare por mucho aquí/. Este es el coro y luego sigue: Mi Señor, él me llama/ él me llama por el trueno/ la trompeta suena dentro de mi alma/yo no me quedare por mucho aquí/. Y luego: los arboles verdes se están curvando/los pecadores están temblando/ la trompeta suena dentro de mi alma/yo no me quedare por mucho aquí/. Luego viene de nuevo el coro: Steal away, steal away!/ Steal away to Jesus!/Steal away, steal away home!/I ain’t got long to stay here! Otra canción se llama La caida de Babilonia ( Babylons Falling) y dice “Babilonia se cae y no se levantara más/ Babilonia se cae, se cae, se cae/ Babilonia se cae y no levantara más/. Si tu llegas antes que yo lo haga/ Babilonia se cae y no levantara más/ dile a mis amigos que también voy a llegar.”
Por la noche salgo con el Capitán rumbo al Barrio Francés, ya la calle Borboun me parece familiar. Entramos a un bar que no habíamos visitado, The Purple Shell, nos llama la atención la música que se desprende de su interior. Disfrutamos del espectáculo de un trío de jazz que explica que son ambulantes que se han sedentarizado. Mientras disfrutamos de la música y la exquisita comida siento una mirada insistente. Es una señora muy elegante que parece latina, acompañada de un anglosajón de nombre Leroy. El capitán bromea que la atención se debe a mis rasgos hispanos. Al final se nos acerca y nos pregunta: verdad que ustedes hablan español? Sí. Y de donde son? español y..vacila en revelar mi nacionalidad. Pero yo me adelanto y en un gesto de nacionalismo le digo: salvadoreño. No puede ser, que mundo más pequeño. Yo también soy salvadoreña, de Berlín. Y tú? De la capital. Y que haces en Nueva Orleans?
El encuentro con Claudia
Necesito elaborar de emergencia una historia que justifique mi presencia en estas tierras segregadas de Dios, de este “norte brutal” del que hablaba Martí el cubano. Y ya me recuerdo de ella, es Claudia Luna, heredera de una de las fortunas más codiciadas de Sonsonate y además para variar poeta y para terminar de variar gran amiga de Agustín. Lo que no sabía es que ella también se acordaba de mí. El mundo es un pañuelo. Nos invitan a su mesa y no podemos rehusar. Luego de unos momentos me observa detenidamente y me dice: yo a ti te conozco, claro que sí eres Víctor, el del periódico Estrella Roja.
Si vos estuviste el año pasado, en la presentación de mi libro Estrellas en el pozo, que hicimos en el Casino. Me descubrió. Le digo que voy rumbo a Madrid a estudiar. Me dice que está visitando a su hermano que estudia en Baton Rouge. Y cuando saliste? Tengo una semana de haber llegado. Y ya habías estado antes? Sí, es mi segunda vez. Linda ciudad. Cuando regresas? Me quedo por un mes. Salud, salud. Y el capitán. Barcelonés de pura cepa.
Qué vas a hacer mañana? Desayunemos juntos? Bien. Agustín me va matar cuando regrese al país y sepa que le estuve entreteniendo a su querida amiga. Pero por otra parte puedo restablecer la comunicación con él aunque se va preocupar cuando sepa que estoy en Estados Unidos y que todavía me falta mucho por llegar a mi destino. Voy enviarle un mensaje. Pero esta muy guapa.
Nos ponemos a platicar. Sus ojos azules tienen una luz muy especial, su voz es melodiosa y gesticula al hablar. Me comenta que no existe mucha diferencia entre la segregación racial aquí en Nueva Orleans y la existente en El Salvador. No me parece pero la escucho atentamente. Le planteo que racismo no existe en El Salvador y se carcajea y me acusa de estar ideologizado, y solo ver el problema desde la óptica de las clases sociales, pero que existen otras miradas también necesarias.
Y como quien no quiere la cosa me pregunta por Agustín, incluso sin mencionar su nombre, me dice en tono confidencial: Como está él? Sé que es duro de carácter pero tierno de corazón, si hasta llora de rabia cuando ve el sufrimiento de la gente pobre, te lo digo porque yo lo he visto y conozco sus sentimientos. Yo lo voy a llevar por siempre en mi corazón, aunque repruebo su culto a la violencia, que supongo vos también compartís.
El problema con la violencia es que te transforma, te destruye a lo interno y terminas siendo y pareciendo lo que has combatido, te volvés un nuevo opresor. Por eso es que yo participo de la lucha pacífica, no violenta, espiritual. Ah y que te maten con sus fusiles en las fincas. Dice la Biblia que no hay que temer a aquellos que solo pueden destruir tu cuerpo pero no tu espíritu. El problema es que no puede haber espíritu sin cuerpo. Quién te ha dicho eso? Es falso. El debate la transforma, la ilumina, la embellece.
Sabes porque soy poeta. Te lo digo en verso: Poeta soy: “Dolor del mundo entero que en mi dolor estalla/hambre y sed de justicia que se vuelven locura/ansia de un bien mayor que el esfuerzo apresura/voluntad que me obliga a ganar la batalla.”
Mirá si vas a Madrid busca a la Consuelo, aunque creo que vas más lejos. Consuelo? La Consuelo Suncín. No la conozco. Pronto la conocerás, es una amiga del alma y un ser de luz, que irradia luz, hermana de luz. A propósito, vos también lo sos, pero no lo sabes y tenés que descubrirlo. Se me hace que me estas reclutando. No necesito hacerlo, la luz la llevas dentro y en algún momento se manifestara, es una estrella en el pozo del camino de tu vida.
Primera vez que viajas a Europa? Sí. Te va deslumbrar o al menos a mí me deslumbro, me derribó, pero después reflexionás que su grandeza, me refiero a su música, pintura, arquitectura, escultura, literatura, economía, está también vinculada a su naturaleza imperial, al colonialismo cultural que nos identifica y del cual somos juguetes, empezando por el idioma con el que nos comunicamos. O sea que debemos rescatar y hablar el nahuat?
Aunque te burles así debería de ser para de esta manera recuperar las venas de nuestra alma indígena. No me salgas con que te sentís español, gachupin, peninsular, castellano. Siento por momentos que estoy hablando con la Graciela, hasta el mismo tono de voz. Se lo comento y me responde que hay una red invisible que unifica los pensamientos de las hermanas de la luz alrededor del mundo, así como hay una red de apoyo espiritual místico para los que luchan por la justicia. Son almas luminosas que se atraen y se sostienen.
Cuando salís? El Lunes. Buen viaje.

Purus ab omnia macula sanguinis

2. Purus ab omnia macula sanguinis1 El imaginario colonial de la blancura en la Nueva Granada (voy por pag. 72)

“Todo hombre de color que no era francamente negro como un africano, o cobrizo como un indio, se dice español. Pertenece a la gente de razón, y a esta razón que, hay que confesar, es a veces arrogante y perezosa, persuade a los blancos, y a los que lo creen ser, que la labranza de la tierra es cosa de esclavos. Nos sorprendió ver muchos zambos y mulatos y otras gentes de color que, por vanidad, se llaman españoles y se creen blancos, porque no son tan rojizos como los indios”
Alexander von Humboldt

El capítulo anterior me ha permitido establecer la relación entre el proyecto científico-social de la Ilustración (Cosmópolis) y el carácter geopolítico de sus enunciados.

Mi interés ha sido examinar la tensión creada entre la pretensión inmanente de ese discurso, a saber, la de carecer de un lugar particular de enunciación (la hybris del punto cero), y los intereses geoculturales y geopolíticos que marcaron su producción.

De la mano de Said y de teóricos latinoamericanos como Dussel , Quijano y Mignolo , hemos visto que esos Erkenntnisinteresse a menudo estaban articulados por el imaginario de la superioridad étnica de unas poblaciones sobre otras, profundamente arraigado en la subjetividad de los actores sociales.

Me he referido en particular al discurso de la limpieza de sangre, pues la tesis de estos autores es que ese imaginario colonial de la blancura no se contrapone a la modernidad (como suele plantear la teoría social moderna), sino que coexiste con ella. Modernidad y colonialidad son las dos caras de
una misma moneda.

Ahora vamos a mostrar la coexistencia entre modernidad y colonialidad a través de un estudio de caso. La tesis que voy a defender en los capítulos siguientes es que el lugar de enunciación del discurso ilustrado criollo coincide exactamente con el del discurso de la limpieza de sangre, es decir, que en ese lugar geocultural específico coincidían el imaginario moderno del punto cero con el imaginario colonial de la blancura .

Pero antes es preciso examinar de cerca el modo en que se construyó el imaginario de la blancura en la periferia colonial americana. En este capítulo segundo veremos, entonces, que el discurso de la pureza de sangre era el eje alrededor del cual se construía la subjetividad de los actores sociales en la Nueva Granada.

Ser blancos no tenía que ver tanto con el color de la piel , como con la escenificación de un imaginario cultural tejido por creencias religiosas, tipos de vestimenta, certificados de nobleza, modos de comportamiento y formas de producir conocimientos. Me concentraré en algunas de las prácticas culturales a través de las cuales fue construido este imaginario y el modo en que fue asumido por los diferentes grupos sociales en conflicto.

El propósito de este ejercicio es mostrar que la lucha de distanciamientos y apropiaciones centradas en el imaginario de blancura constituyó el piso sobre el cual se emplazó el conocimiento científico de la elite criolla ilustrada en la segunda mitad del siglo xviii.

2.1 La etnización de la riqueza

Antón de Olalla era un modesto labrador y alférez de infantería que llegó a la
Nueva Granada con la expedición de Jiménez de Quesada en 1537 y participó activamente en la “pacificación” de los indios panches y muiscas, así como en la guerra contra el cacique de Guatavita.2 Como premio a sus servicios, la Corona española asignó a Olalla una parte del botín expropiado a los indígenas por las tropas de Quesada, y le hizo parte, en forma ventajosa, del primer repartimiento de indios que se hizo en el Nuevo Reino.

Por cédula real fue nombrado en 1547 depositario de la encomienda de Bogotá, que abarcaba cientos de hectáreas de terrenos aledaños a la ciudad y contaba con cerca de mil indígenas tributarios que le pagaban el equivalente a mil pesos anuales. Aprovechando la gran cantidad de mano de obra indígena a su disposición, Olalla pudo acumular el suficiente capital para comprar tierras fértiles y fundar haciendas ganaderas en las proximidades de Bogotá, de tal modo que en poco tiempo se convirtió en el mayor terrateniente de la región. En menos de quince años consiguió apoderarse de siete estancias que producían una gran cantidad de ganado vacuno, carneros, cerdos, quesos, maíz y trigo.

2 Todos los datos aquí presentados sobre Olalla y su familia son tomados de la investigación realizada por el historiador colombiano Jairo Gutiérrez Ramos (1998: 16-26).

Su riqueza le aseguró además el acceso a importantes cargos políticos. En 1544 fue nombrado Teniente del gobernador del Nuevo Reino de Granada, y entre 1557 y 1573 fue alcalde ordinario de Bogotá en cuatro ocasiones.

Una vez muerto Olalla, sus descendientes iniciaron una muy bien calculada serie de alianzas matrimoniales, destinadas a consolidar e incrementar el patrimonio familiar heredado. La hija de Olalla, doña Jerónima de Orrego, contrajo nupcias con el almirante Francisco Maldonado de Mendoza, un hidalgo español recién llegado a la Nueva Granada. Éste tomó posesión oficial como nuevo encomendero de Bogotá en 1596 y procuró diversificar las actividades productivas de sus tierras.3

Aprovechando el “servicio personal” de los indios encomendados, dedicó la vida a incrementar su fortuna y multiplicar sus empresas. Trabajó en el comercio de víveres y se inició en el negocio de la minería, adquiriendo una cuadrilla de esclavos negros. Antes de morir en 1631, Maldonado de Mendoza fundó el Mayorazgo de la Dehesa de Bogotá, mediante el cual garantizaba que solamente los miembros de su linaje podrían tener acceso a sus bienes, obligándolos a usar su apellido.4

Las cuatro generaciones posteriores de descendientes, que cubren todo el siglo xvii, constituyeron un clan endogámico compuesto por las más prestigiosas familias santafereñas, clan que acaparó encomiendas, tierras, minas y además consiguió monopolizar el poder municipal y provincial en el
Nuevo Reino de Granada.

El ejemplo de Olalla y sus descendientes me permite plantear la hipótesis que quiero defender en esta sección: desde el comienzo mismo de la acción colonizadora en el territorio neogranadino, el fenotipo de los individuos (blanco, negro, indio, mestizo ) determinó su posición en el espacio social y, por lo tanto, su capacidad de acceso a aquellos bienes culturales y políticos que podían ser traducidos en términos de distinción. El caso de Olalla es interesante porque nos muestra que la construcción de una entramada red de parentescos y la adquisición de títulos de nobleza o su transmisión hereditaria, fueron las dos estrategias fundamentales que utilizó la elite colonial para perpetuar su linaje y poder.

3 Gutiérrez Ramos calcula que las tierras de don Francisco Maldonado al finalizar el siglo xvi alcanzabanlas 20.000 hectáreas. La cantidad de ganado vacuno que mantenía en sus tierras oscilaba entre 5.000 y 8.000 cabezas y solamente en su finca “El Novillero” se podían sostener hasta 12.000 ovejas (Gutiérrez Ramos, 1998: 37-40).
4 Vale la pena transcribir parte del testamento, tal como es reproducido por Gutiérrez Ramos: “con tanto que las personas que se casaren con las hijas sucesoras de este mayorazgo, sin embargo, de tener otros apellidos hayan de tener el mío y el de dicha mi mujer, llamándose y nombrándose Maldonado de Mendoza sin mezclarlo con otros apellidos y tomando las armas de estos dos apellidos trayéndolas en sus escudos, sellos, divisas y poniéndolas en las casas y obras que hicieran sin mezclarlas con otras ningunas, so pena del que lo contrario hiciera pierda el mayorazgo” (Gutiérrez Ramos, 1998: 46).

No obstante, estas dos estrategias compartían un mismo presupuesto: la necesidad de mantenerse a salvo de cualquier sospecha de “mancha de la tierra”, es decir, de trazar una frontera étnica que impidiera la mezcla de sangre con indios, negros, mulatos o mestizos. Me referiré a la construcción de un imaginario de blancura frente al cual todos los demás grupos raciales pudieran ser definidos, por carencia, como “pardos”.

Para precisar de qué modo la elite neogranadina construyó un imaginario cultural de blancura, veamos primero cómo se planteaba la relación entre nobleza, riqueza y pureza de sangre en la América Hispana. En 1736, los oficiales de la marina española Jorge Juan y Antonio de Ulloa describían de este modo el ethos de la clase dominante en Hispanoamérica:
“Es de suponer que la vanidad de los Criollos y su presunción en punto de
calidad se encumbra á tanto que cavilan continuamente en la disposición y
orden de sus genealogías, de modo que les parece no tienen que envidiar nada en nobleza y antigüedad á las primeras casas de España; y como están de continuo embelesados en este punto, se hace asunto en la primera conversación con los forasteros recién llegados, para instruirlos en la nobleza de la casa de cada uno, pero investigada imparcialmente, se encuentran á los primeros pasos tales tropiezos que es rara la familia donde falte la mezcla de sangre, y otros obstáculos de no menor consideración” (Juan y Ulloa, 1983 [1826]: 417).5

El texto de Juan y Ulloa revela que la pretensión de limpieza de sangre, es decir, de gozar de la condición de noble blanco, era el signo distintivo que permitía a los criollos diferenciarse socialmente de los mestizos y demás grupos sociales. Lo importante aquí no era ser “realmente” blancos, puesto que casi ningún miembro de la elite criolla podía comprobar sus pretensiones de nobleza6, sino escenificarse socialmente como blancos y ser aceptados como tales por los estratos sociales más preeminentes.

5 El resaltado es mío.
6 En un estudio referente a la nobleza quiteña, Christian Büschges (1997: 51) destaca que en todo el periodo colonial no existió ninguna solicitud de comprobación de nobleza dirigida por las elites locales a las Reales cancillerías de Granada y Valladolid, instancias encargadas por la Corona española para dirimir estos casos. Esto prueba, según Büschges, que el concepto de nobleza tenía en la Nueva Granada un carácter altamente “informal”, puesto que se consideraba noble simple y llanamente a quien reclamaba serlo y era reconocido como tal por la elite criolla. Pilar Ponce de Leiva (1998: 43-44) habla en este sentido de una aristocracia de facto pero no de iure, y la compara con la baja nobleza castellana. Una cosa era, por tanto, alegar que se era noble – con el fin de asegurar un determinado prestigio social – y otra muy distinta era poseer un título de nobleza (es decir, ser noble “en propiedad”), que sólo podía ser expedido por cancillerías españolas.

Por esta razón, la blancura no tenía que ver estrictamente con el color de la piel , sino que designaba, por encima de todo, el tipo de riqueza y encumbramiento social de una persona. La blancura, como diría Bourdieu, era un capital cultural que permitía a las elites criollas diferenciarse socialmente de otros grupos y legitimar su dominio sobre ellos en términos de distinción . La blancura era, pues, primordialmente un estilo de vida demostrado públicamente por los estratos más altos de la sociedad y deseado
por todos los demás grupos sociales.

El ejemplo citado de Olalla nos deja ver con precisión en qué consistía este capital cultural de la blancura. Como ya se dijo, en la segunda generación después de Olalla se creó el Mayorazgo de la Dehesa de Bogotá, lo cual indica la formación de una nueva aristocracia colonial, empeñada en defenderse de cualquier intromisión de “escaladores sociales” y personajes ajenos al clan original. La pertenencia a este clan exigía el cumplimiento de por lo menos uno de dos requisitos: el primero era tener “sangre de conquistadores”, esto es, acreditar que se era descendiente directo de los “primeros pobladores” de la Nueva Granada (en nuestro ejemplo, los descendientes de Olalla); el segundo era tener “sangre noble”, es decir, acreditar que se era descendiente directo de un hidalgo (en nuestro ejemplo, los descendientes de Maldonado de Mendoza).

Dicho de otra manera, la elite neogranadina construyó a su alrededor una fortaleza social cimentada en dos concepciones de “honor”: de un lado, la nobleza de sangre o hidalguía, que se adquiría por ser hijo de padre noble y era transmitida legalmente a los descendientes; de otro lado, la nobleza de privilegio, que se adquiría por ser hijo de “beneméritos” – aunque no lo fuera por linaje –, pero que no tenía la misma validez que la nobleza de sangre.

Mi punto es que la piedra angular de esta fortaleza social, construida por las elites coloniales, era su carácter fundamentalmente étnico. Esto se hace claro si recordamos que el requisito para la obtención u ostentación de cualquier título de nobleza era la limpieza de sangre. Sabemos que en España la condición sine qua non para recibir un título de nobleza era que el pretendiente fuera “cristiano viejo” y no estuviera mezclado con “malas razas”, es decir con sangre de morisco, guineo, judío o gitano.

En América tal discriminación étnica fue todavía más fuerte debido a la existencia de dos repúblicas, la de blancos y la de indios, haciendo que el estatuto legal de una persona se relacionara directamente con su pertenencia a un grupo étnico. Esto hizo que las desigualdades sociales no se basaran sólo en los distintos niveles de vida material (ricos o pobres) sino, ante todo, en las diferencias provenientes de la sangre, la herencia y la adscripción a un linaje. Lo que significa que mientras en España la limpieza de sangre – solicitada, por ejemplo, a los españoles que deseaban “pasar a las Indias” – era primariamente una exigencia de carácter religioso, en América se convierte en una cuestión de orden étnico y tan solo secundariamente de orden religioso y económico.

La prueba de esto, como veremos más adelante, es que en la gran mayoría de los juicios de disenso, los argumentos que se esgrimen son básicamente de tipo racial, mientras que la argumentación relativa a la condición económica de los sujetos resulta marginal y, en todo caso, improcedente de acuerdo a las leyes que protegían el fuero social de la blancura .7

El orden jurídico reflejaba una escala cultural de valores en la que la distinción étnica resultaba mucho más importante que la distinción económica entre los actores sociales. Las desigualdades étnicas no se basaban, entonces, en apreciaciones puramente subjetivas de las elites, sino que se encontraban sancionadas por un orden jurídico que se encargaba de situar a cada individuo en el grupo étnico que le correspondía.

Así, por ejemplo, en las actas y libros de los cabildos, como también en los títulos de encomiendas, quedaba oficialmente consignado si una persona descendía o no de los “primeros pobladores”; las pretensiones de nobleza podían ser acreditadas ante la Real Audiencia y las alcaldías ordinarias, de tal manera que los blancos gozaban del derecho a recibir provisiones especiales de amparo a su condición étnica.8

También en los padrones oficiales se establecía una diferencia entre “vecino” y “morador”, reservando la primera categoría a los miembros de las familias más antiguas y distinguidas del lugar. De igual manera, en las actas sacramentales de la Iglesia se registraban en dos libros separados los bautismos de los blancos y los de los indios, negros y mulatos, como ocurría, por ejemplo, en la parroquia de Nuestra Señora de Santa Bárbara en
Bogotá (Ramírez, 2000: 44).

En todos estos casos, la función del orden jurídico era legitimar con argumentos étnicos las diferencias sociales y materiales existentes de facto entre los blancos y las castas. Debe quedar claro que los valores culturales privilegiados por la elite criolla para distinguirse socialmente de otros grupos, poco o nada tenían que ver con el tipo de profesión, con las actividades comerciales o con el éxito económico de una persona, sino con criterios tales como el honor, la nobleza y, por encima de todo, el estatuto étnico. Es por eso que el concepto de “clase” – en el sentido dado a este término por la tradición marxista – me parece poco adecuado para describir el tipo de relaciones de poder entre los diferentes grupos sociales durante el periodo colonial.

7 Véase por ejemplo la documentación del archivo del cabildo de Medellín entre 1674 y 1812 recopilada por William Jaramillo Mejía (2000).
8 Para colocar tan solo un ejemplo: cuando un blanco era encarcelado, estaba prohibido aplicarle cierto tipo de sanciones reservadas a los “pardos”, como el aseguramiento con grillos o cadenas y el castigo en el cepo. Tampoco se podía colocar a un blanco en la misma cárcel que un negro. Cuando estas leyes eran violadas, la víctima blanca podía quejarse abiertamente y solicitar una sanción ejemplar para la autoridad responsable del delito, por no haber tenido en cuenta su distinción y privilegios (Gutiérrez de Pineda ,Pineda Giraldo 1999: 426).

Prefiero describir estas relaciones utilizando la categoría de la “colonialidad del poder ”, que hace referencia, como vimos, a la creación y reproducción de un imaginario de blancura compartido de forma desigual por todos los sectores de la sociedad. Tal imaginario era la clave para construir la subjetividad personal, así como para consolidar las jerarquías sociales y mantener el orden establecido.

2.1.1 Sociología espontánea de las elites
En el capítulo uno, refiriéndome a las taxonomías étnicas de la población americana elaboradas por cartógrafos, cronistas y cosmógrafos españoles del siglo xvi, mostré que el discurso de la limpieza de sangre posee también una dimensión cognitiva. En la sección anterior dije que el dominio de las elites criollas sobre los grupos subalternos demandaba la construcción de un imaginario de blancura a partir del cual, tanto unos como otros “reconocían” la legitimidad de un orden social construido sobre la diferenciación étnica.

Ahora procuraré vincular estos dos aspectos, mostrando de qué manera las taxonomías étnicas formaban parte de un imaginario cultural de la blancura . Para ello estudiaré brevemente algunas de las representaciones “habituales”
– es decir, ancladas en el habitus – que el grupo dominante de los criollos se hacía de los demás, de sí mismos y de su “lugar natural” en la sociedad. Me refiero a toda una serie de supuestos, valoraciones y prenociones de carácter irreflexivo, a través de las cuales el grupo criollo “construye” la realidad social, proyectando sobre ella sus ideales y aspiraciones particulares. A esta serie de representaciones particulares, que elevan, sin embargo, una pretensión objetivadora de la realidad social, les llamaré sociología
espontánea de las elites. 9

El historiador sueco Magnus Mörner (1969: 61) ha señalado que la noción de
“casta” fue usada ampliamente por las elites de la América hispana colonial para designar a las personas de sangre mezclada. La pertenencia de un individuo a una de las castas adquiría en la sociedad colonial una valoración culturalmente peyorativa que estaba sancionada por el orden jurídico.

9 Althusser (1985: 35) acuñó el término “filosofía espontánea” para referirse al modo en que las “ideologías prácticas” se introducen soterradamente en la práctica teórica de los científicos. Estas ideologías o Weltanshauungen son vistas por Althusser como “instrumentos ideológicos de la hegemonía de la clase dominante”, que se filtran en la enseñanza y en la práctica de las ciencias sociales. Varios años más tarde, Pierre Bourdieu habló de “sociología espontánea ” para ilustrar la manera en que el lenguaje sociológico corre el peligro de filtrar toda una serie de prenociones encerradas en el lenguaje común, que contienen una “filosofía petrificada de lo social” (Bourdieu , 2000: 37).

Y aunque los censos oficiales de población, realizados en el siglo xviii, no utilizaban la categoría de “casta” – sino la de “blancos ”,“indios”, “esclavos” y “libres de todos los colores”-, era tanta la obsesión de las elites criollas por evitar cualquier sospecha de “mancha de la tierra” que establecieron una
gran cantidad de taxonomías clasificatorias con el fin de precisar a qué casta pertenecía cada individuo. A través de estas taxonomías, las elites construían imaginariamente un orden social y elaboraban representaciones sobre el lugar que ellos y las castas debían ocupar en ese orden.

Me referiré primero a una de las formas más interesantes de taxonomización social surgida en Hispanoamérica durante el siglo xviii: la llamada “cuadros de castas ”. Se trata de un género pictórico surgido en México, en el que se representan artísticamente las diferentes castas que componen la sociedad colonial (García Sáiz, 1989). Aunque es un tipo de pintura que no tuvo mucho arraigo en la Nueva Granada, resulta interesante estudiar sus características principales a fin de darnos una idea del modo en que operaba lo que aquí he denominado “sociología espontánea de las elites”.

Los cuadros de castas representan el complejo proceso de mestizaje que se estaba llevando a cabo en toda la América hispana durante el siglo xviii. Se trataba de un conjunto de escenas – por lo general 16 cuadros – en las que se mostraban los diferentes tipos de mezcla racial, designando a cada una con un nombre, una actividad y una posición social específicas. La serie de cuadros seguía una estricta progresión taxonómica: al comienzo aparecía una representación del modelo de “raza pura” – el español – y luego, en orden descendente, conforme al alejamiento respecto del modelo étnico original, eran representadas todas las castas.

En los cuadros aparece siempre el padre, la madre y el hijo, con su color de piel, vestido y actividad laboral característica. Los 16 “tipos de sangre” más frecuentemente representados en los cuadros de castas10 eran los siguientes:
1. De español e india, mestizo
2. De mestizo y española, castizo
3. De castizo y española, español
4. De español y negra, mulato
5. De mulato y española, morisco
6. De morisco y española, chino
7. De chino e india, salta atrás
8. De salta atrás y mulata, lobo
9. De lobo y china, jíbaro
10. De jíbaro y mulata, albarazado
11. De albarazado y negra, cambujo
12. De cambujo e india, zambaigo
13. De zambaigo y loba, calpamulato
14. De calpamulato y cambuja, tente en el aire
15. De tente en el aire y mulata, no te entiendo
16. De no te entiendo e india, torna atrás.
10 Véanse en: http://www.emory.edu/COLLEGE/CULPEPER/BAKEWELL/thinksheets/castas .html

Aunque varios de los nombres puedan parecernos algo pintorescos, estos no deben ser vistos como arbitrarios. Por el contrario, los nombres designaban el lugar exacto que correspondía a cada persona en el proceso de movilización social. A partir de los tres tipos básicos (español, indio, negro) se construía una serie de subtipos a los que correspondía un nivel más o menos alto de discriminación étnica. Las categorías “salta atrás” y “torna atrás”, por ejemplo, hacían referencia a que un mestizo descendiente de negros si se casaba con una india, retrocedía en el proceso de blanqueamiento (Rosenblat, 1954: 174).

La categoría “tente en el aire” significaba que no había adelanto posible, ya que la unión se hacía entre dos personas (calpamulato y cambuja) cuya sangre estaba ya completamente mezclada de las tres razas y, por tanto, se encontraban a igual distancia relativa del blanco y del indio. En otros casos, la categoría designaba alguna característica física o lingüística del individuo. El “chino” era aquel que, sin ser negro, llevaba el cabello rizado, mientras que el “no te entiendo” era resultado de la mezcla entre descendientes de personas (tal vez esclavos bozales) que no hablaban bien el castellano. Algunas categorías como “lobo”, “albarazado”, “barcino” y “cambujo” eran tomadas, despectivamente, de la nomenclatura usada comúnmente en el cruce entre animales.

Como puede verse, tanto la denominación como la progresión de los cuadros
revelan una “sociología espontánea ”: a mayor mezcla de sangre, menor posibilidad de movilización social. Lo cual significaba que entre menos “pura” fuera la sangre que corría por las venas de una persona, menor sería también su posibilidad de ascenso social. Nótese, por ejemplo, que el estigma de la mezcla racial podía desaparecer en la tercera generación sólo porque el varón mestizo era visto como hijo de dos razas “puras” (español e india) y tenía, por tanto, la oportunidad de “redimir” su prole si engendraba hijos legítimos con una mujer blanca. A su vez, el fruto de esta unión
(el castizo) podía tener hijos legítimos considerados ya como españoles, pero sólo si seguía fielmente el ejemplo de su padre, es decir, si se casaba con una mujer blanca.

En cambio, en el momento en que la sangre se “contaminaba” con elementos negros , la posibilidad de redención se tornaba imposible. El mulato, fruto de la unión entre español y negra, ya no podía blanquear su sangre, aunque él, sus hijos (moriscos) y sus nietos (chinos) tuvieran hijos legítimos con mujeres blancas. El principio es claro: la sangre negra no puede ser redimida. Por el contrario, entre mayor sea el porcentaje de sangre negra, mayor será también la degeneración racial y social. El uso de categorías zoológicas (lobo11, coyote12) indica que los individuos pertenecientes a estas castas en
poco o nada se diferencian de las bestias.

Aunque en la Nueva Granada los cuadros de castas no tuvieron mayor arraigo
entre los artistas, las elites criollas utilizaron el mismo principio clasificatorio para la elaboración de sus taxonomías étnicas. Considérese, por ejemplo, el siguiente pasaje del fraile capuchino Joaquín de Finestrad :
“Semejantes a los árabes y africanos que habitan los pueblos meridionales,
tales son los indios, los mulatos, los negros , los zambos, los saltoatrás, los tente en el aire, los tercerones, los cuarterones, los quinterones y cholos o mestizos.

Los que tienen sangre de negro y blanco se apellidan mulatos; los de mulato y
negro, zambos; los de zambo y negro, saltoatrás; los de zambo y zamba, tente
en el aire; los de mulato y mulata, lo mismo; los de mulato y blanca, tercerón;
los de tercerón y mulata, saltoatrás; los de tercerón y tercerona, tente en el aire; los de tercerón y blanca, cuarterón ; los de cuarterón y blanca, quinterón; los de quinterón y blanca, español, que ya se reputa fuera de toda raza de negro” (Finestrad , 2000 [1789]: 135). Nótese que para Finestrad , todas las castas de la Nueva Granada son “semejantes a los árabes y africanos”, es decir que son “hijos de la maldición” por estar mezcladas con los descendientes de Sem y de Cam .13

De otro lado, utiliza nombres usados por los pintores mexicanos (“tente en el aire”, “saltoatrás”) pero adaptándolos a la particular situación racial de la Nueva Granada. No obstante, las categorías taxonómicas de Finestrad
son algo más precisas que las utilizadas en México. Nombres como “tercerón”, “cuarterón ” y “quinterón” hacían referencia a la cercanía o lejanía temporal frente al modelo racial de la pureza. Así, el tercerón era el que durante tres generaciones sucesivas había emparentado con blancos , el cuarterón lo había hecho por cuatro, y el quinterón era el que ya había limpiado su “mala sangre” durante cinco generaciones, por lo que podía engendrar hijos considerados ya como criollos .

11 http://www.artnet.com/magazine/features/ramirez/ram12-06.asp
12 http://www.artnet.com/magazine/features/ramirez/ram12-01.asp
13 Este punto lo ampliaré en el capítulo cuarto.

En un magnífico ensayo, Ilona Katzew (1997) afirma que los sistemas de clasificación étnica expresan la necesidad de las élites dieciochescas de crear un orden y un control en medio del caos que representaba para ellas el creciente proceso de mestizaje. Esta obsesión por el orden reflejaba también el espíritu de la Ilustración, con su interés por aquel tipo de clasificaciones sistemáticas que Michel Foucault denomina Tableaux.

De hecho, muchos de los cuadros de castas fueron enviados a las colecciones de historia natural que por esos días empezaban a ser populares en la España de los Borbones:
“In 1776, the same year the Gabinete [Real Gabinete de Historia Natural en
Madrid] opened its doors to the public, an official decree was issued requesting viceroys and other functionaries to send natural products and artistic curiosities. Casta paintings were displayed with a host of archeological objects, rocks, minerals, fossils, and other “ethnographic” items. By entering the space of the Gabinete, casta paintings acquired a specific meaning related to their assumed “ethnographic” value. The Gabinete provided the ideal forum from which colonial difference could be contained and articulated as a category of nature. Thus, the inclusion of objects such as casta paintings, in addition to satisfying Europeans´ curiosity for the exotic, points to their need to classify the peoples of the Americas as a way of gaining control to the unknown” (Katzew, 1997: 16).

Katzew señala con acierto la relación intrínseca entre los sistemas de clasificación étnica y la llamada historia natural, problema que tendré oportunidad de trabajar en el capítulo quinto. Por el momento me interesa resaltar el modo en que estos sistemas de clasificación se hallaban anclados en una sociología espontánea y formaban parte de un imaginario cultural de blancura . Recordemos que los cuadros de castas no fueron creados por científicos europeos sino por artistas criollos de la elite, que respondían sin duda a una necesidad de su grupo social. Se diría pues que, además de lo señalado por Katzew, la importancia de estas clasificaciones radica en el hecho de que a través de ellas, y a contraluz, la etnia dominante definía “sociológicamente” lo que significaba ser blanco.

Una vez se establecía una taxonomía de todas las posibles mezclas de sangre,
entonces era posible determinar ex negativo de qué privilegios sociales quedaban excluidas las personas que entraban en alguna de las castas o, lo que es lo mismo, qué privilegios eran exclusivos de aquellos que establecían las categorías.14 La conclusión es que el discurso de la limpieza de sangre , con toda su connotación étnica y separatista, formaba parte integral del habitus de la elite criolla dominante, en tanto que operaba como principio de construcción de la realidad social.

14 Con estas taxonomías ocurre lo mismo que señalaba Mignolo para el caso de las cartografías del Nuevo Mundo en el siglo xvi: el sujeto que taxonomiza – como el que dibuja los mapas – se encuentra “fuera de la representación” (Mignolo, 1995: 219-313).

Ahora bien, la sociología espontánea de las elites no sólo clasificaba y definía el número de las castas, sino que también asignaba un valor al carácter y a la personalidad de los individuos pertenecientes a ellas. Esto era parte importante en el propósito de las elites de generar un “orden” en medio del “caos” social provocado por el mestizaje durante todo el siglo xviii. El indio fue, por supuesto, el primer grupo sometido a tal clasificación axiológica. Por ser la raza vencida, su diferencia cultural fue interpretada como síntoma de carencia frente al ethos hispánico del vencedor.

El triunfo militar de los conquistadores significó, así, la imposición de un imaginario hispanocéntrico que estableció sus formas culturales de relacionarse con la naturaleza, con la sociedad y con la subjetividad, como norma normata a partir de la cual debían ser juzgadas todas las demás expresiones culturales.

De este modo, si los indios atribuían al trabajo un valor diferente al de la productividad, los españoles interpretaban esto como síntoma de pereza y holgazanería; si adoraban unos dioses diferentes a los de la Biblia, entonces
eran supersticiosos; si tenían una forma diferente de entender la sexualidad, eran tenidos como depravados; si poseían una tecnología diferente para cultivar la tierra, eran tildados de estúpidos o “escasos de luces”.
La desviación cultural con respecto al patrón dominante empezó a ser vista como un defecto natural propio de la casta. Pertenecer a la casta de los indios equivalía no solamente a tener unas características somáticas diferenciadoras, sino también, y principalmente, a poseer un carácter y una personalidad esencialmente inferiores a las del hombre occidental.

En la Nueva Granada, como en las otras regiones de América, la haraganería y la pereza fueron los “defectos naturales” que más se atribuyeron al carácter de los indios y de los mestizos. La espectacular disminución de la población indígena contribuyó a fomentar la idea de que los indios y sus descendientes mestizos eran “flojos” por naturaleza , y que lo mejor sería reemplazarlos por razas más fuertes y trabajadoras como la negra, o bien reclutarlos en el ejército para “disciplinarlos”. En su informe a las autoridades españolas, los oficiales Jorge Juan y Antonio de Ulloa se refieren a los mestizos como un conjunto de “gente vagamunda y viciosa”, es decir, como personas carentes del hábito del trabajo productivo y dispuestos, por ello, a caer en todo tipo
de costumbres licenciosas:
“Es de advertir que las provincias interiores de aquella parte de América, que
son las que están en las serranías, son asimismo las más dilatadas y pobladas
de gente que hay en todas ellas: en estas abunda mucho la casta de los mestizos, y estos son de muy corta ó ninguna utilidad en aquellos payses, porque la abundancia de frutos que hay en ellos, y la inaplicación que es común en estos al trabajo , los tiene reducidos á vida ociosa y perezosa; hechos depósitos de todos los vicios, la mayor parte de esta gente no se casan nunca, y viven escandalosamente, aunque allí no es extraña esta irregularidad de vida por ser muy común” (Juan y Ulloa, 1983 [1826]: 164).

En cuanto a los negros , el estudio hecho por los antropólogos Virginia Gutiérrez de Pineda y Roberto Pineda (1999: 12-18), de los documentos de venta de esclavos en la Nueva Granada, así como de los juicios hechos en su contra, revela qué tipo de valoración social recibían estas personas. Si el principal vicio atribuido al indio era la pereza , el que más caracterizaba al negro era la soberbia.15 Este estereotipo sobre la personalidad “altanera” y “rebelde” del negro estaba tan arraigado, que el precio exigido por los comerciantes variaba según el lugar de donde proviniera el esclavo, pues los compradores pensaban que los que venían del Congo eran “fatuos” – y por
tanto debían ser más baratos -, mientras que los que venían de Angola eran “dóciles” y “comedidos”.16

Por lo general, los negros también eran acusados de ser mentirosos, de tener una “malignidad propensa a la calumnia” y de ser proclives a todo tipo de
costumbres licenciosas. Entre éstas se destaca la promiscuidad sexual, por lo que las mujeres negras eran tenidas por “fáciles y deslenguadas”, inclinadas a la prostitución y el amancebamiento, mientras que los hombres negros tenían fama de ser “inquietos en amores”.

Debido a que llevaban “sangre de la tierra ” en sus venas, los pardos en todas sus combinaciones (mestizos, mulatos, zambos, tercerones, etc.) eran vistos como racialmente inferiores a los españoles. Es decir, que no sólo llevaban en la sangre los vicios propios de la raza primaria – india o negra – de la que descendían, sino que además heredaban vicios nuevos, propios de la combinación racial. El zambo era tenido como la casta más despreciada de todas por ser resultado de la mezcla entre indios y negros .17

15 Nótese que ambos vicios se encuentran relacionados con el status laboral del indio y el negro. La valoración peyorativa se refiere, en un caso, a la resistencia del indio frente al trabajo corporal, mientras que en el otro a la resistencia del negro para obedecer las órdenes del capataz. Así mismo, los dos vicios eran considerados como “pecados capitales” por la doctrina católica. Pero en el indio y en el negro eran vistos como “defectos naturales”, propios de su constitución racial, lo cual hacía difícil – o imposible – su corrección mediante la penitencia y el arrepentimiento.
16 La procedencia geográfica del esclavo negro era inocultable para los comerciantes, puesto que todos traían en su cuerpo unas marcas llamadas “sajaduras” que identificaba a las distintas regiones de África (Díaz, 2001: 37).

Además de ser “sumamente iracundos, crueles, traidores y, en suma, gente
cuyo trato debe rehuirse”18, el zambo era considerado como “taciturno, de mirada torva o maliciosa y de índole tan perversa que lo lleva fácilmente al mal”19. Por el contrario, el hombre mulato era tenido como racialmente superior al zambo y se le reconocía su gran habilidad para el aprendizaje de las letras, por lo cual era temido por los blancos .20 Sin embargo, era visto como “escandaloso y petulante”, cualidades recibidas de su ascendencia negra, por lo que frecuentemente se le acusaba de robos y otros delitos contra la propiedad (Gutiérrez de Pineda y Pineda Giraldo, 1999:63). La mujer mulata era muy apreciada por su belleza, pero tenida como heredera de la tendencia a la promiscuidad sexual propia de sus ancestros negros, por lo que la caracterización más difundida era su “irrefrenable sexualidad”. Pero no sólo la mujer mulata, sino en general todas las mujeres de las castas eran vistas por la elite blanca como inclinadas “por naturaleza ” a la fornicación y el amancebamiento. Jorge Juan y Antonio de Ulloa escriben que
“Estas mestizas ó mulatas desde el segundo grado hasta el cuarto o quinto se
dan generalmente á la vida licenciosa, aunque entre ellas no es reputada por
tal, mediante que miran con indiferencia el estado de casarse con sugeto de su igual, ó el de amancebarse […] No son las mugeres comprehendidas en las
clases de mulatas ó mestizas las únicas que se mantienen en este género de vida, porque también se entregan á ella las que habiendo salido enteramente de la raza de Indios ó negros , se reputan ya y son tenidas por Españolas” (Juan y Ulloa, 1983 [1826]: 504-505).

Todos estos ejemplos muestran que no sólo la definición de quién pertenece a una casta conforme al grado de “impureza” de su sangre, sino también la imputación de un valor denigrativo sobre todos los miembros de esa casta, fueron estrategias utilizadas por el dominador para construir su imaginario de blancura .

17 El ilustrado criollo Jorge Tadeo Lozano escribe: “Últimamente del indio y del africano resulta una casta mixta, cuyos individuos se llaman Sambos. Esta casta, la peor de todas, es por su apariencia externa algo más análoga á la del negro, pero horriblemente desfigurada con algunas facciones del indio. Su
característica moral se compone de todas las malas qualidades de las razas de su origen” (Tadeo Lozano , 1809: 366).
18 Citado por Rosenblat, 1954: 167
19 Citado por Gutiérrez de Pineda y Pineda Giraldo, 1999a: 361.
20 Rosenblat (1954: 162) cita el caso de un mulato de Cajamarca que fue castigado con 25 azotes en la plaza pública por haberse descubierto que sabía leer y escribir.

Es necesario insistir en que las tablas de clasificación – racial o moral – no eran un ejercicio puramente especulativo de las elites sino que poseían una materialidad concreta, pues se hacían sobre individuos cuyo función era ser mano de obra al servicio de los propietarios de minas, haciendas y encomiendas. Indios y negros eran vistos como propiedad personal, sujetos
a las leyes que regulaban la herencia, las deudas o los impuestos, y excluidos por tanto de todos los privilegios civiles y eclesiásticos. Esta condición de servidumbre fue, sin lugar a dudas, la base material sobre la cual el estamento dominante construyó su imaginario cultural de pureza racial .

2.1.2 El pathos de la distancia
Además de las tablas de clasificación étnica y moral, a las que he hecho referencia, la elite colonial neogranadina echó mano de otras estrategias para afirmar su identidad como etnia dominante. Me refiero a la utilización pública de distintivos de rango. Pierre Bourdieu ha desarrollado la noción de habitus para conceptualizar el modo en que los individuos incorporan en su estructura psicológica toda una serie de valores culturales pertinentes a su “condición de clase” y que le identifican, de forma indefectible, como miembro de un determinado grupo social.21

La profesión, la vestimenta, el uso del lenguaje , el tipo y lugar de la vivienda, el modelo de relación familiar, son una especie de “huella digital” que indica el lugar que ocupan los agentes en el espacio social y el modo en que se posicionan estratégicamente frente a otros agentes (Bourdieu , 1996: 134-135; 1998: 172). Utilizaré esta noción de habitus para mostrar que la ostentación de insignias culturales por parte de la elite neogranadina operaba como una estrategia de construcción social de la subjetividad .
Como signo de status y poder, la familia católica fue una de las insignias culturales utilizadas por la elite para demostrar sus prerrogativas étnicas.
El modelo de la familia española, sancionado institucionalmente por la Iglesia y el Estado, funcionó como un dispositivo social que permitía distinguir las relaciones familiares legítimas de las ilegítimas.

21 Para Bourdieu las diferencias de clase no tienen que ver únicamente con la posesión o no posesión de riquezas materiales, tal como pensaba Marx, sino que se explican también por la existencia de diferentes esquemas grupales de clasificación de las prácticas. Tales esquemas establecen diferencias entre lo “verdadero” y lo “falso”, entre lo “bueno” y lo “malo”, entre lo que es “distinguido” y lo que es “vulgar”. De este modo, las diferencias en las prácticas, en los bienes poseídos y en las opiniones expresadas, constituyen un auténtico “lenguaje ” o “código de comunicación” que comparten los individuos pertenecientes a una misma clase (Bourdieu , 1997a: 20).

La familia tenida socialmente por legítima era aquella que cumplía formalmente con las normas del matrimonio in facie eclesiae, es decir, del matrimonio católico. Por estar revestido de un carácter sacramental, el rito católico del matrimonio suponía una serie de requerimientos legales y morales, cuyo cumplimiento formal hacía parte del habitus de la clase dominante: indisolubilidad, monogamia, honor familiar, fidelidad sexual por parte de la mujer y responsabilidad del padre hacia la prole. La familia legítima era el lugar donde se establecía el consenso acerca del “orden natural” de las cosas, esto es, sobre el “sentido común” aceptado por todos sus miembros como apropiado a su condición social.

Utilizando los términos de Bourdieu (1997a: 129; 136), diría que la adquisición del habitus primario, en el seno de la familia católica, significa que era allí donde los miembros de la etnia dominante aprendían el conocimiento práctico (sens pratique) que regía el sentido de su “lugar” en el espacio social. Pero las normas que definen qué es la familia legítima son las mismas que excluyen cualquier otro modelo de relación familiar como “ilegítimo”. Y es precisamente esto lo que explica porqué razón la familia católica operó en la Nueva Granada como un mecanismo de construcción social de la blancura.

Las uniones casuales o permanentes entre los miembros de las castas se daban casi siempre al margen del matrimonio católico. Para los indios, negros y mestizos – debido en parte a que sus propias tradiciones culturales privilegiaban otros patrones familiares – resultaba difícil identificarse con el modelo hegemónico de la familia católica. Hasta bien entrado el siglo xviii, el paradigma matrimonial hispánico no formaba parte de su habitus porque
desde el comienzo de la conquista, las relaciones entre los hombres españoles y las mujeres indias, negras o mestizas no configuraban un núcleo familiar legítimamente sancionado.

Las mujeres que entraban en tales relaciones eran vistas como concubinas y los hijos habidos se consideraban no sólo ilegítimos sino bastardos. Estos hijos, ya contaminados con la “sangre de la tierra ”, adquirían automáticamente una condición de inferioridad social con respecto a la del progenitor español, lo cual les predisponía a entablar relaciones de mancebía y concubinato con miembros de otras castas. Por el contrario, el español se veía compelido – por su habitus – a entablar matrimonio legítimo con una mujer de su misma calidad social para llenar las exigencias de su
status. Puede decirse entonces que entre los miembros de la nobleza neogranadina, la matrimonialidad – y su consecuencia legal más inmediata, la legitimidad de los hijos-, funcionó como un mecanismo de diferenciación étnica frente al “amancebamiento” que predominaba en las castas (Dueñas Vargas, 1997).

La familia, según Bourdieu , es el lugar donde los agentes se apropian del patrimonio acumulado por generaciones anteriores y lo utilizan como punto de partida para la acumulación ulterior de capital . Este patrimonio heredado será, entonces, el instrumento a través del cual unos agentes se diferenciarán de otros según sea su posición en la jerarquía del espacio social. Por esta razón, el matrimonio “entre iguales” fue una de las estrategias más utilizadas por la elite colonial neogranadina para consolidar su distancia étnica frente a los demás estamentos sociales. Recordemos el caso citado de la hija del encomendero Olalla, doña Jerónima de Orrego. Su matrimonio con el noble español don Francisco Maldonado de Mendoza constituyó el inicio de una gran dinastía familiar que dominó el escenario político y social de la
Nueva Granada durante todo el siglo xviii.

Este tipo de alianzas fue muy frecuente entre los miembros de la elite dominante como medio para la transmisión, gestión y reconversión de capitales .22 A través de ellas se aseguraba que esa herencia inmaterial,
denominada limpieza de sangre , pudiera transmitirse a las generaciones siguientes, evitando así que el patrimonio acumulado pudiera ser amenazado por las aspiraciones de cualquier “advenedizo”. En una sociedad donde el concepto de honor estaba ligado directamente con el de legitimidad, cualquier hijo tenido por fuera del matrimonio era considerado como una interrupción del linaje y como una grave ofensa contra la dignidad de la familia. Mediante un cerrado sistema de alianzas era posible entonces protegerse de que algún miembro de las castas pudiera ingresar en el ámbito familiar de las elites, poniendo en peligro el honor, el prestigio y el buen nombre, es decir, el
capital simbólico acumulado por linaje.

El habitus primario que adquirían las elites criollas implicaba entonces lo que
Nietzsche llamara el pathos de la distancia, es decir, la necesidad de manifestar, en forma latente o abierta, la diferencia inconmensurable de los “señores” frente a sus inferiores.23 Por supuesto que este distanciamiento no fue posible del mismo modo para todos los miembros de la etnia dominante, ya que muchos de ellos no poseían la riqueza necesaria. La acumulación de capital económico, es cierto, no constituía para las elites el fin último y declarado de sus estrategias de posicionamiento en el espacio social, pero sin la riqueza material era difícil mantener por mucho tiempo la distancia frente a las castas. Así por ejemplo, muchos de los blancos pobres – o “vergonzantes”, como se les llamaba en la época – se vieron forzados a mezclarse, para mejorar su situación económica, con hijas de comerciantes mestizos enriquecidos.

22 Pilar Ponce de Leiva (1998: 273) muestra que en el caso concreto del cabildo de Quito, de los 94 miembros que ejercían voz y voto entre 1593 y 1701, 78 pertenecían a las familias más prominentes de la ciudad.
23 Para ejemplificar este pathos de separatismo étnico cabe citar el caso de un criollo santafereño de nombre Francisco Javier Bautista, que al ser invitado a participar en la fiesta de San Juan Bautista, patrono de la llamada ‘Cofradía de Pardos’, rechazó indignado el convite con el argumento de que tal situación era incompatible con su limpieza de sangre, y que la invitación obedecía sin duda a la “depravada intención de algunos que han pretendido molestar[me] atribuyéndome ser de su estirpe” (citado por Díaz 2001: 184).
24 A partir de datos y estadísticas , la historiadora Giomar Dueñas Vargas muestra cómo el desbalance étnico y sexual era una de las características de Santafe de Bogotá en el siglo xviii. El “mercado matrimonial” era desventajoso tanto para las mujeres blancas como para las mestizas. Las blancas tenían que buscar parejo entre los hombres ya “blanqueados” de las castas , o bien optar por la vida monacal y la soltería. Las mestizas optaban por lo general por las relaciones informales, lo cual generó una gran proliferación de hijos ilegítimos (Dueñas Vargas, 1997: 82)

Del mismo modo, y ante la escasez de cónyuges potenciales de su mismo rango, muchas mujeres blancas de familias empobrecidas tuvieron que casarse con miembros de las castas.24 Sin embargo, la regla general era que, aún ante la necesidad de ceder un poco frente al tabú del matrimonio interétnico, las elites criollas buscaban algo mucho más deseado que la riqueza misma: la posesión del imaginario de blancura como criterio de distinción social. El capital simbólico de la blancura se hacía patente mediante la ostentación de signos exteriores que debían ser exhibidos públicamente y que “demostraban”
públicamente la categoría social y étnica de quien los llevaba.

Uno de estos signos demostrativos era el vestuario. En la sociedad colonial neogranadina, el tipo de vestuario era una marca que identificaba el carácter socioracial de la persona. Las elites locales procuraban imitar el gusto de la alta nobleza española, institucionalizado desde fines del siglo xvii por las llamadas Leyes Suntuarias. De acuerdo a estas leyes, el tipo de lujos exhibidos por un individuo en su atuendo personal debía corresponder directamente con su rango social, de acuerdo a una jerarquía bien establecida: nobles con título, caballeros y regidores, mercaderes, escuderos y labradores (Martínez Carreño, 1995: 33).

Se buscaba reglamentar no sólo la forma de las prendas, sino también el material, la hechura y los adornos. A los nobles se les permitía ostentar costosas joyas y utilizar materiales lujosos como el terciopelo y la seda, mientras que a los estamentos más bajos se les prohibía. En América, donde la esclava doméstica representaba el status de su dueña y debía vestirse lujosamente, las Leyes Suntuarias tuvieron un régimen especial. El rey Felipe ii prohibió terminantemente que las negras y mulatas utilizaran vestidos de seda y se adornaran con oro, mantos y perlas, mandato cuya violación podría ser castigada hasta con cien azotes. Sin embargo, esto valía solamente para las castas, ya que cualquier miembro de la elite colonial se sentía
en libertad para utilizar prendas que en España eran prerrogativa de los estamentos nobles. En la Nueva Granada, “en donde una mantilla valía más que una gargantilla de oro y un pañuelo pequeño lo mismo que una res” (39), las elites estaban dispuestas a cualquier sacrificio con tal de obtener los signos visibles que aseguraran la exhibición de su blancura .25 No en vano, el contrabando de ropa lujosa proveniente de Europa se convirtió durante los siglos xvii y xviii en un fabuloso negocio.

En un ensayo ya clásico, el historiador Jaime Jaramillo Uribe (1989: 191-198) ha mostrado que la utilización del “don” fue otra de las estrategias simbólicas utilizadas por la elite neogranadina para perpetuar su ser social. Este monosílabo que antecedía el nombre, era en España un símbolo de nobleza y se otorgaba solamente a quien cumpliera ciertos requisitos, entre ellos la legitimidad de nacimiento y la limpieza de sangre.26

Pero con el “don” ocurrió en América lo mismo que con las Leyes Suntuarias:
las elites criollas se apropiaron de él informalmente, esto es, sin necesidad de acreditar los debidos títulos de nobleza, y lo utilizaron ampliamente para reforzar su distancia étnica frente los grupos subalternos. Tratar a alguien de “don” o de “caballero” significaba reconocer que él y su familia eran “gente decente” y no personas mezcladas o de baja extracción.

La exhaustiva investigación de Virginia Gutiérrez y Roberto Pineda en los padrones censales de la región de Santander hacia finales del siglo xviii muestra que las personas clasificadas oficialmente como “blancas”, llevaban generalmente el “don” o la “doña” antes de su nombre de pila (Gutiérrez de Pineda , Pineda Giraldo, 1999:424). En el caso de que el varón cabeza de familia llevara el “don”, pero su esposa no llevara el “doña”, esto significaba que él era blanco y ella era mestiza. Sin embargo, podían darse casos en que algunas personas fueran tenidas oficialmente por “blancas” pero no distinguidas con el “don”. Esto indica no sólo que el proceso de blanqueamiento cultural de los mestizos se encontraba ya muy avanzado en el siglo vxiii, sino también que algunos miembros de la aristocracia local no estaban dispuestos a tolerar que alguien utilizase el “don” indebidamente, es decir, sin acreditar su pertenencia a las familias más distinguidas de la región.

25 Un buen ejemplo de esto es el “pleito por ofensas al honor” que entablaron dos individuos de la elite antioqueña ante la Real Audiencia de Medellín. Uno de los testigos afirma que la hija del acusado llevaba “color rojo en sus vestidos”, por lo que le parecía que era “cuarterona de mestizos”. Otro testigo declara que no tuvo a esa misma persona por mulata o blanca sino por mestiza “porque gastaba saya y pañito” (Jaramillo Uribe 1989: 190). En otro caso, también documentado por Jaramillo Uribe , un señor de la Villa de San Gil acude a la Real Audiencia para quejarse de que el alcalde de la Villa de Ocaña le había prohibido utilizar el sombrero blanco, distintivo de los nobles. El ofendido afirma que el alcalde le había hecho sufrir “el sonrojo público de despojarme del birrete o gorro blanco que traía puesto, mandándome no usar más este abrigo en la cabeza por ser un distintivo de que sólo podían usar los nobles y no los plebeyos y gente de mala raza, hallándome presente en buena reputación y en la posición de hombre blanco y de sangre limpia” (Ibid).
26 Büschger (1997: 51) afirma que en España se daba este calificativo sobre todo a los caballeros de hábito, agregando que en América jamás se desarrolló un estamento nobiliario que pudiera exhibir el título oficial de “caballero”, otorgado por la Corona española a oficiales destacados por sus servicios militares. Hasta hoy día, tanto el nombre de “don” como el de “caballero” son utilizados en Colombia como signos de cortesía y/o reconocimiento social.
27 Esto significa que a determinados grupos étnicos se le reservaban determinados roles económicos, de tal manera que los individuos pertenecientes a esos grupos “nacían”, por así decirlo, para ocupar una
posición específica en el sistema de producción . Particularmente durante la época de constitución del sistema-mundo moderno – que Wallerstein identifica con “el largo siglo xvi” –, el contingente de actores sociales que formaba la fuerza básica de trabajo en las regiones periféricas no se agrupaba en “clases” sino en “étnias”. Su función económica venía determinada por su “cultura ”, es decir, por su lengua, religión, costumbres, procedencia geográfica y patrones de comportamiento.
El argumento de Wallerstein es que la “acumulación originaria de capital ” que hizo posible las tres grandes revoluciones mundiales de la modernidad – la científica en el siglo xvii, la política en el siglo xvii y la industrial en el siglo xix– tuvo lugar en el siglo xvi, precisamente en el momento en que, gracias a la división étnica del trabajo internacional,
España pudo extraer de sus colonias aquellas riquezas que generaron el fenómeno de la inflación sostenida en otras regiones de Europa (Wolf , 1997:139).
28 Jaramillo Uribe cita el caso del hijo de un cirujano de Cartagena que fue rechazado por el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Santafé porque el oficio de cirujano era considerado mecánico e indigno de una persona noble (1989: 189). Renán Silva menciona dos casos similares: un candidato de Cartagena fue rechazado para “vestir la beca” porque su padre era comerciante (compraba y vendía ceras), mientras que otro fue rechazado por ser “plebeyo hijo de un panadero” (Silva, 1992a: 214-215).

Pero no sólo el “don” y el tipo de vestuario utilizado eran credenciales culturales que atestiguaban la blancura de una persona, sino también el tipo de actividades económicas a las que se dedicaba. Wallerstein (1998: 76) afirma que la división internacional del trabajo estaba revestida de un carácter fundamentalmente étnico.27 La etnización de la fuerza de trabajo de la que habla Wallerstein se manifestaba no sólo en el reclutamiento de la mano de obra para las haciendas, plantaciones y minas, sino también en el valor cultural que se imputaba al tipo de actividad ejecutado por las
personas que allí laboraban.

En la Nueva Granada, el trabajo manual era visto por la elite criolla como un ejercicio de “vileza” porque era realizado por esclavos negros, por
indios encomendados o por campesinos mestizos (también llamados “peones”). La demostración simbólica de la blancura exigía entonces que una persona tenida como tal debía ocuparse de “oficios nobles ” y no de “oficios viles y mecánicos” (Juan y Ulloa, 1983 [1826]: 422). Además de las faenas propias del trabajo en el campo y las minas (agricultores, mazamorreros, cargueros, arrieros, etc.), estos oficios “plebeyos” incluían el ser maestro de escuela, sastre, zapatero, comerciante, platero, boticario, expendedor
de chicha , panadero e incluso cirujano .28

Por oficios “nobles” eran tenidos, en cambio, el ejercicio de cargos públicos (alcalde, militar, oidor, procurador, escribano, notario,fiscal), así como el trabajo intelectual, la práctica de la jurisprudencia y el sacerdocio.

Más que riqueza, para la adquisición de estos cargos y profesiones se requería tener un buen apellido y mantenerlo “limpio”, es decir, libre de toda contaminación étnica con los miembros de las castas.

Esta jerarquía de artes y oficios actuaba como un mecanismo de selección que
calificaba o descalificaba a un individuo para formar parte de la elite blanca. El mantenimiento de tal jerarquía estaba asegurado por el estatuto legal concedido a los gremios, organismos urbanos de carácter corporativo que agrupaban a trabajadores de distintos ramos (plateros, joyeros, panaderos, textileros, escribanos, etc.). Aunque algunos de estos grupos presionaron a la Corona para una mejor valoración social de su oficio, el estigma del origen étnico pesaba demasiado sobre sus practicantes, en su mayoría mestizos. Los escribanos, por ejemplo, podían alegar que su oficio no era mecánico,
pero el estamento dominante les consideraba inhabilitados para ocupar cargos de rango social más alto debido a que no tenían educación universitaria, es decir, no se habían sometido al régimen de las “informaciones ”. Como mostraré luego, las informaciones buscaban determinar con exactitud la procedencia étnica de los aspirantes a ingresar en la universidad, de tal manera que para que un escribano pudiera ocupar un cargo público no bastaba tan solo con saber leer y escribir, sino que además debía acreditar su condición de blanco.29

El tipo y lugar de la vivienda fue otra de la estrategias utilizadas por la elite criolla para la construcción social de la blancura . Una evaluación del tipo de materiales utilizados para la construcción de viviendas en la ciudad de Cali hacia comienzos del siglo xix revela lo siguiente: el 100% de las casas de teja y tapia eran habitadas por blancos ; el 53% de las construidas con teja y bahareque eran de blancos, seguidos de cerca por los mestizos (41.3%); por su parte, en el 81% de las casas hechas de paja y bahareque vivían mestizos, mientras que los blancos sólo ocupaban el 9.8%; por último, en las casas construidas con guadua y bahareque no vivía ningún blanco, el 37.1% era de mestizos, el 48.1% de negros y el 11.1% de indios (Gutiérrez de Pineda , Pineda Giraldo 1999: 439-440).

Si se mira, de otro lado, la distribución de la población en los distintos barrios de Bogotá hacia finales de la Colonia, las cifras continúan siendo demostrativas. La gente se agrupaba por castas y estratos sociales,
de acuerdo al siguiente patrón: en el barrio de La Catedral – hoy La Candelaria – vivía la aristocracia capitalina, en su mayoría compuesta por familias blancas, mientras que Las Nieves, Santa Bárbara y San Victorino eran barrios llamados “arrabales”, habitados en su mayoría por indios, mestizos o blancos empobrecidos que laboraban como sirvientes, comerciantes o artesanos (Dueñas Vargas, 1997: 90-93; Mejía Pavony, 2000: 302-310).

29 En la práctica, el criterio de discriminación social con base en el oficio no era estrictamente aplicado por la Corona. Sabemos que los cargos públicos podían venderse a hijos de personas cuyo oficio tenía relación directa con el trabajo manual. Sin embargo, me estoy refiriendo a la importancia que este tipo de discriminación étnica y laboral jugaba en el imaginario de la elite colonial.

Los materiales de la vivienda y el lugar donde ésta se ubicaba eran, por tanto, un signo distintivo del rango y de la “calidad étnica” de sus habitantes. Habría que agregar que algunas de las viviendas de la etnia dominante se encontraban marcadas con símbolos heráldicos. Las familias nobles hacían esculpir su escudo de armas a la entrada principal de sus casas, dejando claro que quienes allí vivían formaban parte de la “gente decente” y distinguida de la ciudad. Ello se manifestaba también en los decorados de las salas, en el mobiliario, en los retratos de los miembros de la familia y en algunos utensilios cotidianos (cubiertos y vajilla de mesa, abanicos, monturas).

Los emblemas y escudos de armas no eran tan solo un elemento decorativo,
sino que contenían todo un “lenguaje étnico”, pues daban testimonio de los rangos, el linaje y la limpieza de sangre de una familia.

Quizá una de las prácticas culturales más demostrativas de la condición de blancura era la posesión de esclavos. Tener esclavos no representaba para su dueño solamente un obvio valor económico, sino que también significaba la posibilidad de “mostrar” a los demás su status y poder. Así, por ejemplo, las esposas de los grandes propietarios no salían a la calle junto con sus esclavas solamente para tener quién las acompañara, sino para exhibir públicamente su condición de mujeres blancas y distinguidas. Cuando una mujer del estamento blanco ingresaba al convento como novicia, parte de la dote que se entregaba al convento era un contingente de esclavos negros o mulatos.30

Algo similar ocurría cuando los varones blancos ingresaban a las órdenes religiosas o a los colegios regentados por ellas. Esto explica porqué razón un gran porcentaje de los esclavos que vivían en Bogotá entre 1700 y 1750 estaban en poder del clero (Díaz, 2001:138).31 Los seminaristas, presbíteros, monjas y estudiantes, casi todos pertenecientes a la aristocracia criolla, eran dueños de esclavos y los exhibían públicamente como propiedad privada, al margen de los estatutos internos de las órdenes religiosas.

Como ya se mencionó antes, todas estas estrategias de construcción de la blancura tenían como propósito, velado o abierto, la concentración privada de capital (económico, social y cultural) en manos de la nobleza criolla. Ya desde el tiempo de la Conquista, los pobladores españoles se habían adueñado de los privilegios sociales y de la riqueza económica del territorio neogranadino, a expensas muchas veces de los intereses de la Corona.

30 Octavio Paz hace la siguiente descripción del convento de las Jerónimas en México, a donde ingresó Sor Juana Inés de la Cruz, pero que puede ser aplicable a conventos como el de Santa Clara en Bogotá o de las conceptas en Cuenca: “La población de los conventos estaba compuesta por las monjas, su
servidumbre (criadas y esclavas), las “niñas” y las “donadas” […] Las monjas llevaban al convento a sus criadas y esclavas. La proporción entre unas y otras es reveladora: había tres criadas por cada monja; en algunos conventos la proporción era todavía mayor: cinco criadas por monja” (Paz, 1982: 168)
31 La investigación de Rafael Díaz revela que de 2.044 propietarios de esclavos en la ciudad de Santafe de Bogotá entre 1700 y 1775, 680 eran presbíteros, 452 eran militares, 301 eran funcionarios del Estado, 131 eran abogados y 108 eran monjas o religiosos regulares (Díaz, 2001: 141).

Durante los siglos xvii y xviii sus descendientes, los encomenderos y hacendados criollos , buscaron fortalecer su poder frente al Estado mediante la creación de estrechas alianzas familiares. Para ello procuraban crear vínculos matrimoniales con funcionarios españoles recién llegados, ganando de este modo el apoyo incondicional de la burocracia peninsular para sus intereses locales. A través de ésta y de otras estrategias de empoderamiento – como por ejemplo la compra de cargos públicos – los criollos gozaban de un enorme influjo tanto en la audiencia como en el servicio fiscal. Este tipo de prácticas, muy usuales durante el período de los Habsburgo, se extendió hasta bien entrada la época borbónica del virreinato.

2.1.3 Tácticas del subalterno

He mostrado que la limpieza de sangre operó como un discurso hegemónico de subjetivación en la Nueva Granada colonial. Este discurso no fue construido a partir de teorías filosófi cas o ideas aprendidas en libros, sino de prácticas culturales inscritas en una red de saber/poder que, siguiendo a Mignolo y Quijano, he denominado la colonialidad del poder . El imaginario hegemónico de la blancura se formó al calor de la batalla entablada en contra de otros grupos por la posesión de privilegios sociales,
utilizando para ello un conjunto de estrategias de distanciamiento cultural.

Sin embargo, esta idea de una batalla cultural no quedaría completa si omitiera mencionar el modo en que los dominados “canibalizaron”, por así decirlo, las estrategias del dominador y las convirtieron en tácticas de resistencia.32 Las comunidades sometidas no fueron jamás elementos pasivos, funcionales al sistema colonial de Apharteid, sino que utilizaron el imaginario hegemónico de la blancura para posicionarse de forma ventajosa en el espacio social.

32 Utilizo aquí la distinción que hace el pensador francés Michel de Certeau entre “estrategias” y “tácticas”. La categoría de “estrategia” se refiere a la “manipulación de las relaciones de fuerzas que se hace posible desde que un sujeto de voluntad y de poder (una empresa, un ejército, una ciudad, una institución científica) […] postula un lugar susceptible de ser circunscrito como algo propio y de ser la base [desde] dónde administrar las relaciones con una exterioridad de metas o de amenazas (los clientes o los competidores,
los enemigos, el campo alrededor de la ciudad, los objetivos y los objetos de investigación, etc.) Como en la administración gerencial, toda racionalización estratégica se ocupa primero de distinguir en un “medio ambiente” lo que es “propio”, es decir, el lugar del poder y de la voluntad propios” (De Certeau 1996: 42). Con otras palabras, las estrategias son prácticas calculadas, conscientes e interesadas, hechas desde una posición de poder (social, científico, político, militar), que permiten delimitar un campo de acción propio frente al subalterno, por medio de la coacción física o de la persuasión ideológica. Las “tácticas”, por el contrario, son prácticas realizadas desde una posición desventajosa en las relaciones de poder. Son acciones de resistencia por parte del subalterno que buscan convertir en favorable una situación desfavorable, pero jugando con las mismas reglas establecidas por el poder hegemónico. “La táctica” – afirma De Certeau – “no tiene más lugar que el del otro. Además debe actuar [en] el terreno que le impone y organiza la ley de una fuerza extraña. No tiene el medio de mantenerse en sí misma, a distancia , en una posición de retirada, de previsión y de recogimiento de sí: es movimiento “en el interior del campo de visión del enemigo”, como decía Von Bülow, y está dentro del espacio controlado por éste […] Necesita utilizar, vigilante, las fallas que las coyunturas particulares abren en la vigilancia del poder propietario. Caza furtivamente. Crea sorpresas. Le resulta posible estar allí donde no se le espera. Es astuta. En suma, la táctica es un arte del débil” (1996: 43).

Siendo la blancura el capital cultural más apreciado, no resulta extraño que los miembros de las castas intentaran “blanquearse” paulatinamente como medio para luchar por la hegemonía . Diré entonces, siguiendo a Quijano, que
la cultura del dominador se convirtió en una “seducción que daba acceso al poder” y que los grupos subalternos intentaron apropiarse del capital cultural de la blancura y utilizarlo como instrumento de movilización social. La europeización cultural se convirtió en una aspiración compartida por todos, pero utilizada de diferentes maneras según la posición ocupada por los agentes en el espacio social (Quijano, 1992:438-439).

Un perspicaz observador de la época, el pensador criollo Pedro Fermín de Vargas , describe de este modo las estrategias de mulatos y mestizos en la Nueva Granada:
“Aquellos que han pasado por cinco generaciones sucesivamente enlazándose
con blancos son reputados en la categoría de estos últimos, y pueden pretender
sin obstáculos a la preeminencia de criollos , elevación que les da un lustre de
que son incapaces las clases anteriores […] Lo que sucede a los indios acaece
igualmente a los negros , y en su lugar los mulatos aumentan, y esta raza , como la de los mestizos, aspirando ambas a la jerarquía de los criollos, esto es a la de blancos del país, se enlazan cuanto pueden con ella y así ésta última aumenta cada día con progresos muy perceptibles […] La causa porque los indios y negros hacen cuanto pueden para transmutarse en mestizos y mulatos, acercándose a la condición de blancos, es natural que vea el envilecimiento en que se hallan en sus respectivas condiciones originarias, envilecimiento de que no pueden salir, en el estado actual de aquellas colonias, sino elevándose a la categoría de blancos” (Vargas, 1986 [1808]: 171; 174-175).

En efecto, con el avance de la mezcla racial en los siglos xvii y xviii, era cada
vez mayor el número de personas que aspiraban a los signos culturales de distinción privativos del estamento blanco. A esta situación contribuyeron básicamente dos factores, ambos contenidos en la observación de Vargas: el uno de carácter fenotípico y el otro de carácter económico. En primer lugar, la intensidad de la mezcla hizo cada vez más difícil diferenciar al blanco del mestizo por sus características externas.

Muchos tercerones podían hacerse pasar fácilmente por blancos , como lo demuestran los padrones censales y las cifras de bautismos en la época.33 En segundo lugar, el vertiginoso aumento de la población mestiza durante el siglo xviii estimuló una paulatina recuperación del carácter recesivo que había tenido la economía neogranadina en el siglo xvii y una mayor demanda de las tierras que estaban legalmente protegidas como resguardos de indios (McFarlane, 1997: 67).

La invasión o concesión ilegal de los resguardos a pequeños agricultores mestizos favoreció el paulatino enriquecimiento de aquellas personas que se dedicaban al comercio de esclavos, manufacturas y productos agrícolas. Sobre todo en regiones de “tierra caliente” como Tocaima, Vélez y Socorro, empezó a emerger en el siglo xviii un gran contingente de comerciantes, pequeños propietarios, en su mayoría mestizos y mulatos, que competían favorablemente con los terratenientes criollos . Estos comerciantes eran dueños de pequeñas fincas y trapiches que abastecían con gran dinamismo las necesidades de los centros urbanos, convirtiéndose así en la competencia de los grandes propietarios de haciendas (Díaz, 2001: 129-130). Al casarse además con mujeres de familias blancas empobrecidas, los nuevos ricos intentaban alejarse del “envilecimiento” de sus antepasados indios o
negros y reclamaban las credenciales simbólicas que legitimarían su poder económico. Intentaban, como dice Vargas, “transmutarse” y “elevarse a la categoría de blancos”.

Un caso bastante notorio del modo en que los comerciantes mestizos empiezan a empoderarse y a reclamar jurídicamente su condición de blancos hacia finales del siglo xviii, es el de la familia Muñoz de Medellín. En el año de 1786 Gabriel Ignacio Muñoz, un rico comerciante de la ciudad, entabla una demanda penal contra el teniente gobernador Pedro Elejalde por haberle denegado éste el tratamiento formal de “don” en un documento público.

33 Los datos recogidos por Guiomar Dueñas en las parroquias de Bogotá hacia finales de la Colonia demuestran que la cifra de niños bautizados y clasificados como blancos excede con mucho a la población “real” de hijos de españoles. Ya en 1779 la proporción de blancos era de 49.8% según el censo de aquel año, y hacia 1810 la proporción de niños blancos bautizados fue de 61.2% en relación con las castas. Estas cifras revelan con claridad que el grado de mestizaje era ya demasiado alto y que los mestizos luchaban con éxito por ser clasificados oficialmente como blancos (Dueñas Vargas, 1997: 90-91).
34 “Autos obrados por Don Gabriel Ignacio Muñoz, contra el teniente Gobernador Don Pedro Elejalde por haberle negado el “don” [1786]. En: Jaramillo Mejía, 2000: 213; 217.

Como lo mencioné ya, la utilización del “don” antes del nombre de pila significaba la aceptación pública de la condición de blancura. Ciertamente los Muñoz provenían de un tronco familiar emparentado con mestizos y además eran reconocidos comerciantes de la región de Antioquia, es decir que practicaban “oficios mecánicos”. Para colmo de males, Gabriel Muñoz no era hijo legítimo sino hijo natural. Sin embargo, la riqueza y poder de su familia permitió que Gabriel se sintiera con derecho a exigir el tratamiento correspondiente a “gente blanca”. La táctica de la familia consistía en utilizar a contracorriente la misma estrategia de las elites criollas, esto es, construir una narración genealógica de sus antepasados que le remitiera hasta los primeros pobladores de la región. Por eso el alegato de Muñoz se realiza en estos términos:
“Don Gabriel Ignacio Muñoz, vecino del sitio de Nuestra Señora de Copacabana, jurisdicción de esta Villa [de Nuestra Señora de La Candelaria de Medellín], ante vuestra merced parezco, y como más haya lugar en derecho digo, que para efectos que al mío convienen, se le ha de servir admitirse información de testigos que serán examinados al tenor de las preguntas siguientes: […] si saben estoy en la reputación de hombre blanco y de sangre limpia […] si saben que soy hijo natural de don Francisco Muñoz de Rojas y de una señora principal de esta Villa, descendiente de sus primeros fundadores, y habido bajo la palabra de casamiento […] digan si por ambas líneas soy de limpia sangre, sin mezcla de moros, judíos, zambo , mulato , ni de otra alguna mala raza […]. En la cual verá vuestra señoría corroborado mi aserto en un todo, con más ventajas de las que llevo insinuadas, dejándose ver quiénes han sido mis padres, qué fueros y circunstancias han gozado, de que sacará vuestra señoría, señor Visitador, que no pudo ni debió el señor teniente negarme la cortesía del “don”, sin grave injuria de mi honor. Por ser constante que en esta provincia es esta cortesía la que distingue a los blancos de la demás gente de baja esfera, de suerte que al que se niega, por el mismo hecho no le guarda el común los debidos fueros”.34
Sin embargo, esta construcción imaginaria de la identidad familiar y el reclamo de las credenciales culturales de blancura hecha por Gabriel Muñoz, generó malestar en el seno de una nobleza criolla que no toleraba el encumbramiento social de los mestizos. Ansiosos de defender su capital cultural a toda costa frente a la pretensión de los “intrusos”, los criollos de la región se movilizaron prontamente contra la familia Muñoz. En 1787 el procurador general de Medellín pide oficialmente que se determine la calidad racial de “los Muñoces” mediante un examen cuidadoso de las actas de bautismo y empadronamiento, así como de los libros de casamientos y entierros hasta tres y cuatro generaciones. Se buscaba comprobar legalmente que los antepasados de la familia Muñoz habían sido empadronados en la categoría de “mestizos” y que varios de sus miembros tenían el oficio de herreros. Se sospechaba que, gracias a la influencia obtenida mediante su riqueza, los Muñoz habían logrado alterar varios documentos que certificaban su origen impuro. Por eso, la petición del procurador es que “se le entreguen por el cabildo los libros de las matrículas que se formaron sobre la distinción y clase de gentes, para que de ellas compulse las partidas en que están
matriculados los Muñoces Rojas en la clase de mestizos, y reconozca las enmendaduras y borrados que tienen”.35

Ante esta ofensiva el abogado de la familia Muñoz interpone un recurso de reposición en el que muestra brillantemente que las tachaduras en los registros no son prueba de nada y que el desempeño de oficios mecánicos en nada desfavorece la calidad de las personas y mucho menos perjudica al Estado, pues contribuye más bien a incrementar sus riquezas:
“Los romanos, cuya cultura no tuvo noticia de la sagrada historia, ignorando el verdadero origen de nuestra naturaleza y los sucesivos progresos, graduaron
las artes según los ejercicios, haciendo discrimen entre liberales y mecánicas,
apropiando a aquellas el honor que negaba a éstas. Siguieron este desviado rumbo algunos escritores españoles, pero se afanaron vanamente en aglomerar citas y autoridades que no sirven de otra cosa que de ocupar inútilmente el tiempo y desterrar el laudable ejercicio de las de la segunda clase. Por ello, los modernos se han esmerado en abolir un error que no trae sino fatales consecuencias al bienestar de los vasallos y acertado régimen de los pueblos, dándose a luz aquella útil, no menos que la necesaria obra de la educación popular en abierto. Y sólidamente se advierte como desviados de todo buen gobierno los ligeros y fantásticos pensamientos con que se intentaron engrandecerse unos oficios y envilecerse otros, porque si todos conspiran uniformemente a la sociedad y provecho de los pueblos, ¿por qué los unos han de constituirse viles y otros de estimación?”36
35 “Información que pretendía el procurador general de esta villa contra la calidad de los Muñoces” [1787]. En: Jaramillo Mejía, 2000: 431.
36 En: Jaramillo Mejía, 2000: 461-462.
37 Esta fue exactamente la expresión utilizada por el abogado de los Muñoz para referirse con ironía al agravio del Procurador. En: Jaramillo Mejía, 2000: 461.
38 Esto ocurría también con otros sectores de la población, como entre los mulatos, por ejemplo, quienes preferían que sus hijas no se casaran con negros, ya que ello reforzaría la mácula de su origen. En general puede decirse que el matrimonio con un “inferior racial” era repudiado por todas las castas , pues ello significaba un retroceso en la posición social que se tenía.
39 Rafael Díaz menciona el caso de Joseph Perea, un mulato liberto que se enriqueció con el negocio de la minería empleando mano de obra esclava y que en 1739 donó al convento de la Concepción en Santafé la no despreciable suma de tres mil pesos, afirmando que tal donación no afectaría para nada sus
“bienes cuantiosísimos” (Díaz, 2001: 178)

Tal apelación al ethos ilustrado de la época y a las bondades de la biopolítica estatal fue suficiente para que los Muñoz fueran exonerados de todos los cargos en su contra y reconocidos socialmente como una prestigiosa familia de Medellín, a pesar de su “origen infecto”.37 Este ejemplo muestra que hacia finales del siglo xviii, el cambio de actitud estatal frente a los fueros tradicionales de nobleza y el paulatino enriquecimiento de la población mestiza hicieron que algunos subalternos – los más ricos – pudieran utilizar las mismas estrategias del dominador – apelando incluso a los aparatos ideológicos del Estado como el derecho, el matrimonio y la universidad – para reconvertir el capital económico obtenido, en capital cultural deseado.

Con ello esperaban blanquearse culturalmente, es decir, obtener la legitimación simbólica que hasta el momento era propiedad de los blancos para “igualarse” socialmente con ellos. Así por ejemplo, los mestizos enriquecidos buscaban afanosamente casar a sus hijas con blancos (aunque fueran pobres) para mejorar su status, ya que esto permitiría elevar su posición social y la de sus descendientes.38 A medida que mejoraba la capacidad económica de los mestizos, estos procuraban costearse los trajes y adornos que eran privativos del estamento blanco y exigían el tratamiento de “don” o de “doña”, como se vio en el caso de los Muñoz. Muchos mestizos hicieron todo lo posible por “lavar” el linaje de sangre de sus antepasados con el fin de que sus hijos pudieran ser aceptados para ocupar cargos públicos o para ingresar en seminarios, conventos o universidades,
ámbitos tradicionalmente reservados a la etnia dominante. Algunos mestizos y mulatos libertos se daban incluso el lujo de comprar esclavos negros y utilizarlos para su servicio personal, queriendo demostrar con ello una mayor dignidad social.39

Un ejemplo de blanqueamiento cultural muy cercano al tema de esta investigación es el de Salvador Rizo , un negro liberto oriundo de Mompox que trabajaba como dibujante en la expedición botánica . Sabemos que sus habilidades eran muy apreciadas por Mutis y que incluso fue honrado por éste al consagrarle el nombre de una nueva planta, la Rizoa. Su don de gentes le permitió ganar la confianza del científico gaditano, hasta el punto de ser nombrado mayordomo general de la expedición, encargado como tal de manejar todos los dineros de la institución.

Entre sus responsabilidades se encontraba la de contratar “esclavos obedientes y de buena raza” en Cartagena para que trabajaran en las fincas de tierra caliente donde tenía su sede la expedición botánica (Ortega Ricaurte, 2002: 125). Posteriormente, Rizo militó en el ejército libertador de Bolívar y fue finalmente arrestado y condenado a muerte por Pablo Morillo.

Su proceso de blanqueamiento cultural tuvo incidencia hasta en la misma forma de morir, ya que fue fusilado “honrosamente” en la Plaza de San Francisco en Bogotá, corriendo la misma suerte de sus compañeros de la expedición botánica, los “sabios” criollos Francisco José de Caldas y Jorge Tadeo Lozano, quienes, como veremos más adelante, no escondían su profundo escepticismo frente a la capacidad intelectual y moral de los negros. Hoy la historia recuerda el “martirio por la patria” de Caldas y Lozano, cuyos nombres se han otorgado a universidades y centros de apoyo a la investigación científica, pero ignora la suerte de personajes como Salvador Rizo.

El caso de Rizo es, sin embargo, sintomático de lo que estaba ocurriendo a nivel de toda la sociedad neogranadina. En la antesala de las guerras de independencia, la línea divisoria entre los distintos estamentos sociales, basada tradicionalmente en la adscripción étnica de los individuos, se estaba desdibujando paulatinamente. De acuerdo a los censos de 1778-80, la población de la Nueva Granada había cambiado su perfil racial de manera sorprendente, convirtiéndose en una sociedad mestiza y altamente hispanizada, muy distinta de las sociedades coloniales ubicadas en Mesoamérica y los Andes del sur.40 Los mestizos eran ya el 47% de la población de la Nueva Granada, mientras que los blancos constituían apenas el 26%, los indios el 20% y los esclavos negros el 8%. (McFarlane, 1997: 65).

En una sociedad con cerca del 50% de mestizos y en una coyuntura económica que favorecía el enriquecimiento de muchos de ellos, el proceso de blanqueamiento cultural resultaba inevitable. La blancura se convirtió en el imaginario cultural deseado por todos los estratos sociales, en particular por los mestizos, porque apropiarse de él significaba empoderarse frente al estamento criollo dominante. Blanquearse equivalía, entonces, a “igualarse” con el dominador empleando las mismas prácticas que le permitieron a éste construir su hegemonía cultural, para utilizarlas como táctica de resistencia y movilización.

40 En palabras de McFarlane, “la Nueva Granada tenía poco parecido con las sociedades coloniales de sus vecinos andinos, con sus grandes poblaciones quechua y aymara. Vista en conjunto, también difería marcadamente de la sociedad de la vecina provincia de Caracas, donde los plantadores criollos dominaban una sociedad basada en la esclavitud africana” (McFarlane, 1997: 72).

La nueva dinastía de los Borbones reconoció en su momento la necesidad de elaborar unas políticas raciales y poblacionales que se ajustaran a las nuevas realidades demográficas y económicas del continente, siguiendo el imperativo racionalista de la gubernamentalidad . Políticas que, como mostraré enseguida, generaron una intensificación de la “guerra de las razas” en la Nueva Granada.

2.2. El biopoder y la guerra de las razas

La topografía que describí en la sección anterior demuestra que las luchas sociales en esta región del mundo no se caracterizaron por ser un enfrentamiento de clases, sino de etnias y razas. El grupo dominante – los criollos – no se definía tanto por tener en sus manos los medios de producción económica y por valores culturales asociados con el rendimiento y la productividad, sino por ser los portadores de un imaginario definido en términos de “blancura ”. La limpieza de sangre se constituye en el discurso hegemónico de subjetivación que atraviesa tanto a dominadores como a dominados en la Nueva Granada.

Pero viene ahora la pregunta: ¿de qué modo fue alterada esta estructura de poder por las reformas borbónicas del siglo xviii? El fomento de la
ciencia moderna, propugnado por los Borbones, ¿se constituyó en una ruptura frente a los modos tradicionales de conocimiento y socialización vigentes en la sociedad neogranadina, o fue simplemente una prolongación de los mismos?

Esta sección mostrará que los nuevos diseños poblacionales del siglo xviii, lejos de transformar al mundo social en la dirección esperada por el Estado borbón, fueron asimilados por la gramática de la “colonialidad del poder” que se encontraba firmemente anclada en la sociedad neogranadina. Para ponerlo en otras palabras: la dinámica estatal y modernizadora del biopoder fue transformada por la dinámica cultural de la colonialidad del poder. Lo que se pretende resaltar aquí son las “consecuencias perversas” – por así decirlo – de las políticas de modernización borbónica, esto es, la
intensificación de la guerra de las razas en la Nueva Granada.

2.2.1 La perspectiva del Todo

Michel Foucault señala que hacia mediados del siglo xviii empieza a cambiar el “arte del buen gobierno” en Europa. Un buen gobernante no se definía ya por su habilidad de velar por las almas de sus súbditos (el modelo del “buen pastor”), sino por su capacidad de hacerse cargo de las relaciones sociales entre los hombres, dirigiéndolas sabiamente hacia una meta muy precisa: la optimización de los recursos materiales y humanos presentes en el territorio .

En una palabra, el arte del buen gobierno empieza a regirse por un modelo económico. Gobernar “bien” a un Estado significaba ejercer un control económico, es decir, una administración racionalmente fundada sobre los
habitantes, las riquezas, las costumbres, el territorio y la producción de conocimientos.

Aumentar las riquezas y crear un tipo de sujeto productivo mediante el control
racional de los procesos vitales de la población (natalidad, mortalidad, alimentación, lugar de residencia, salud y trabajo ), tales eran las características del buen gobierno en el siglo xviii. Esta nueva “ciencia de gobierno” centrada en la vida de la población es denominada por Foucault la “gubernamentalidad ” (Foucault , 1999c: 195):
“En el siglo xviii una de las grandes novedades en las técnicas de poder fue el
surgimiento, como problema económico y político, de la “población”: la población- riqueza, la población-mano de obra, la población en equilibrio entre su propio crecimiento y los recursos de que dispone. Los gobiernos advierten que no tienen que vérselas con individuos simplemente ni siquiera con un “pueblo”, sino con una “población” y sus fenómenos específicos, sus variables propias: natalidad, morbilidad, duración de la vida, fecundidad, estado de salud, frecuencia de enfermedades, formas de alimentación y de vivienda” (Foucault , 1987: 35).

Quizá en ninguna otra parte del mundo occidental se hacía tan necesario el proyecto ilustrado de la gubernamentalidad como en las colonias españolas de ultramar. Hacia comienzos del siglo xvii, cuando la dinastía de los Borbones ocupó el trono de los Habsburgos en España, la relación geopolítica de fuerzas había empezado a cambiar en toda Europa. A lo largo del siglo xvi, y gracias a un estricto monopolio comercial, España había establecido un dominio absoluto sobre el circuito del Atlántico, lo cual le permitió captar una gran cantidad de recursos provenientes de sus colonias americanas.

A través de la Casa de Contratación de Sevilla, los Habsburgo habían logrado canalizar todo el comercio con América hacia un único puerto de ingreso (Sevilla primero, luego Cádiz), colocando el tráfico transoceánico en manos de comerciantes españoles autorizados.

Los extranjeros se hallaban excluidos de cualquier vínculo comercial directo con las colonias españolas. Paradójicamente, los grandes beneficiarios de este tráfico no fueron los españoles mismos, sino mercaderes, banqueros y constructores navales extranjeros, en especial ingleses y holandeses.

Ya desde finales del siglo xvi se venía configurando en Holanda, Francia e Inglaterra una oligarquía comercial que tenía gran interés en expandirse hacia el Atlántico, respaldada por un gran poder naval y por la formación de compañías estatutarias. Durante todo el siglo xvii y sobre todo después de la firma del tratado de Westfalia, que dio fin en 1648 a la guerra de los
treinta años, España empezó a perder el control sobre el circuito comercial del Atlántico (Arrighi, 1999: 60-62).

Los comerciantes ingleses, franceses y holandeses, ayudados por corruptos funcionarios locales, consiguieron montar una extensa red de piratería y contrabando en el Caribe, de tal modo que hacia comienzos del siglo xviii los extranjeros se llevaban la mejor parte del mercado americano. Amsterdam reemplazó a Sevilla como nuevo punto neurálgico del comercio con América y el centro de la economía internacional se desplazó desde la costa sur hacia la costa noroccidental de Europa (Wallerstein , 1980: 37).

Sabiéndose en franca desventaja comercial, técnica y militar frente a sus poderosos vecinos, la dinastía de los Borbones se propuso recuperar
para España la hegemonía perdida. Los Borbones sabían muy bien que el control del comercio mundial lo obtendría aquella nación que lograra modernizar con mayor rapidez sus instituciones políticas, económicas y militares, pero, sobre todo, aquella que lograra ejercer un control racional sobre la población.

Sin embargo, cuando Jorge Juan y Antonio de Ulloa viajaron por América del Sur hacia mediados del siglo xviii como observadores secretos al servicio del Estado borbón, describían un panorama desolador. La inoperancia de las leyes, la rapacidad sin límites de los empleados públicos, el contrabando, la corrupción del clero y, por encima de todo, las costumbres económicas de la población, se constituían en un obstáculo para convertir a España en un serio competidor por el control de los mercados mundiales, frente a Inglaterra y Francia.

Se hacía necesario pues un paquete de políticas tendientes a cambiar radicalmente esos hábitos ancestrales. Estas políticas, basadas en un conocimiento exacto sobre la población a ser gobernada, los recursos naturales disponibles y las “leyes naturales” del comercio , serían suficientes para crear un nuevo tipo de hombre: el homo oeconomicus que necesitaba con urgencia el imperio español.

En el año de 1789 uno de los más eminentes economistas españoles de la época, don José del Campillo y Cossío , ministro del rey borbón Felipe v, hacía un balance crítico de la gestión española en América en los siguientes términos:
“Tras las conquistas entró la codicia de las minas, las que por una temporada
dieron grandes utilidades a España, mientras eran suyos los géneros con que
rescataban el oro y la plata, pero en lo sucesivo, cuando debiéramos haber
proporcionado nuestra conducta a las circunstancias y aplicarnos al cultivo y
ocupaciones que emplean últimamente a los hombres, hemos continuado sacando infinito tesoro que pasó y enriqueció a otras naciones; y el verdadero tesoro del Estado, que son los hombres, con esta cruel tarea se nos ha ido extinguiendo” (citado por Arcila Farias, 1955: 10).41
El informe de Campillo refleja con claridad el modo en que la gubernamentalidad , de la que habla Foucault , había empezado a permear la política de los Borbones en América. Los políticos y economistas españoles del siglo xviii tienen una idea muy clara de lo que debe ser el arte de “gobernar bien” el imperio: mejorar las manufacturas introduciendo máquinas, incrementar las riquezas mediante la promoción de la agricultura y la aplicación de conocimientos de botánica, construir caminos, canales y puertos.

Todo ello suponía un conocimiento sobre la población con el fin de optimizar
su fuerza de trabajo , ya que, como lo afirmaba Campillo, “el verdadero tesoro del Estado son los hombres”. A diferencia de los Habsburgo, los Borbones observan que la verdadera riqueza de las naciones no está primariamente en los recursos naturales sino en los recursos humanos disponibles. Los metales preciosos no constituyen por sí mismos riqueza alguna, sino que su utilidad depende directamente del tipo de hombre que los extrae, comercializa y administra. De lo que se trataba entonces era de crear un tipo de sujeto productivo y obediente a las directrices del Estado.

Las reformas borbónicas pretendían entonces crear las condiciones para que el Estado ejercitara una política de control sobre las instituciones sociales, sobre los recursos naturales y, por encima de todo, sobre la vida de sus súbditos.

Apoyado en una racionalidad técnico-administrativa, el Estado borbón pretende colocarse en la perspectiva del Todo: mediante sistemas de codificación como el censo y la estadística, concentra la información, la procesa y la redistribuye; a través de técnicas de objetivación como la cartografía , elabora una representación unitaria del territorio ; por medio de códigos de ordenamiento como el derecho, la educación y los rituales cívicos, moldea las estructuras mentales e impone formas unitarias de pensamiento; a través de estrategias de limpieza social como la medicina y la criminología, busca penalizar el ocio y crear una fuerza de trabajo útil para fomentar el desarrollo económico de las colonias; mediante dispositivos de vigilancia como la Visitación General, pretende centralizar y maximizar los ingresos fiscales, saneando las finanzas del Estado; a través de sistemas cognitivos como la nueva ciencia , realiza inventarios de los recursos naturales explotables, buscando también mejorar las técnicas de producción y comercialización de alimentos.

Lo que se buscaba en últimas era convertir al Estado español en una gran fábrica de subjetividades capaz de aprovechar sus inmensos recursos humanos para competir con éxito en la lucha por el control del comercio mundial.

41 El resaltado es mío. La cita es tomada de José del Campillo y Cossío, Nuevo sistema de gobierno económico para la América. Mérida: Universidad de los Andes 1971

Asesorados por lo que Phelan denominó un “pequeño grupo de tecnócratas incipientes” (1980: 19), los Borbones se dieron a la tarea de racionalizar por completo la estructura del imperio español. Esto suponía un triple proceso de formalización, instrumentalización y burocratización de la sociedad española y de sus instituciones.

La formalización hace referencia al intento de aplicar criterios abstractos de acción, es decir, no ligados a juicios de valor domésticos, privados o religiosos, para orientar la vida colectiva. Aparece la tendencia de someter la vida colectiva a un ordenamiento impersonal, legalmente estatuido, en oposición a un ordenamiento personalizado y vinculado a las tradiciones. Se trata, en últimas, de la disolución de los lazos comunitarios de tipo tradicional y el tránsito hacia un “actuar conforme a reglas” cuidadosamente diseñadas por el Estado.

La instrumentalización, por su parte, tiene que ver con el modo como estas reglas favorecían la utilización de una serie de instrumentos de carácter técnico, educativo, político y científico, para alcanzar determinados fines establecidos de antemano. La acción colectiva debía ser guiada hacia la consecución de fines “útiles para toda la sociedad” a través del cálculo de los medios más adecuados. Esto quiere decir que la acción humana ya no quedaba ligada a postulados axiológicos vigentes al interior de grupos particulares, sino que debía asumir un carácter decididamente técnico.

Finalmente, la burocratización se refiere al hecho de que el Estado – y ya no la Iglesia ni la aristocracia – era la instancia encargada de establecer los fines últimos de la vida social y de implementar los medios técnicos para lograrlos. Esto demandaba la concentración del poder en manos de una elite de tecnócratas y funcionarios especializados, leales únicamente al Estado y no a intereses particulares, cuya labor era diseñar y ejecutar políticas públicas de control sobre la población.

El objetivo de todas estas reformas, como queda dicho, era el aprovechamiento racional de los recursos humanos disponibles en todo el territorio español, y principalmente de la población concentrada en los reinos de Indias. Antes que guerreros y conquistadores, el Estado necesitaba de sujetos económicos que fueran capaces de producir riquezas y estimular actividades tales como el comercio y la industria. Pues tal como lo expresaba Campillo, de nada sirve el dominio por las armas sobre un territorio, si las riquezas de ese territorio y la capacidad productiva de sus pobladores no redundan en el beneficio universal de todos los estamentos del Imperio.42 La política indiana de los Borbones se orienta entonces hacia el fomento de la producción agrícola (en desmedro de la producción aurífera) y la ampliación del comercio entre las colonias mismas, liberándolo de su antigua reglamentación y de los excesivos impuestos, de tal manera que los productos españoles pudieran competir favorablemente con los del contrabando.

42 “No se hacían cargo nuestros españoles guerreros que el comercio de un país, teniéndole privativo, vale mucho más que su posesión y dominio, porque se saca el fruto y no se gasta en su defensa y gobierno” (citado por Arcila Farias, 1955: 9)

Todo esto exigía, por supuesto, una modernización del sistema fiscal y un régimen de protección a las industrias regionales, así como un reparto más equitativo de las cargas fiscales. Se necesitaba entonces una administración más estricta y eficiente, que recuperara el control de la metrópoli sobre las audiencias locales de ultramar, con el fin de unificar las finanzas y rechazar la agresión comercial de los rivales europeos (McFarlane, 1997: 289).

2.2.2 El rostro de Maquiavelo

Pero el carácter tecnocrático de las nuevas políticas atentaba directamente contra lo que Phelan llamó la “constitución no escrita” (1980: 32), refiriéndose a la práctica tradicional americana de someter las decisiones públicas a los intereses de actores privados tales como el clero y la aristocracia local. En este sentido, la política borbónica perturbó gravemente el equilibrio existente entre los principales grupos de poder en la Nueva Granada. Este equilibrio estaba fundamentado en el hecho de que las oligarquías locales, gracias a sus estrechos vínculos de amistad y de alianza con la burocracia colonial, acaparaban buena parte del capital económico, social y cultural disponible en los diferentes campos del espacio social.

Los Borbones inician una política de expropiación y concentración de capitales por parte del Estado, convertido ahora en administrador de todos los flujos de capital económico y simbólico de la sociedad. Esto significa que los grupos particulares, no importa cuánto fuese su poder económico (dinero) y
simbólico (legitimidad), fueron obligados a ceder una buena parte de la administración de ese poder a una instancia central e impersonal. De este modo, la racionalidad del Estado borbón vino constitutivamente ligada a una guerra interior llevada a cabo por todos sus “aparatos” en contra de la resistencia de los súbditos, que veían amenazados sus intereses particulares en aras de un abstracto y tecnocrático “interés general”.

El punto que busco resaltar aquí es que la racionalización del Estado borbón significó también una guerra interna contra el habitus de los criollos americanos, contra sus intereses económicos y, lo más importante para los objetivos de esta investigación, contra su imaginario tradicional de blancura .

En efecto, la nueva biopolítica imperial implicaba deshacerse de funcionarios incompetentes, improductivos y desleales hacia los intereses del gobierno central, fortaleciendo la autoridad metropolitana en las Audiencias. Era preciso romper el cordón umbilical que ligaba a los funcionarios públicos con los intereses particulares de la oligarquía criolla y de los contrabandistas extranjeros. Ya desde el siglo xvi se había establecido la práctica de que tanto el clero como las más importantes familias criollas incidían directamente en las decisiones políticas de las audiencias locales.

Esto lo hacían, como vimos, estableciendo todo tipo de alianzas – preferentemente familiares – con los funcionarios civiles y eclesiásticos enviados por la Corona. Siendo representantes de un gobierno que sentían lejano e incompetente, los funcionarios españoles terminaban atrapados en la red de alianzas y componendas tendida por los criollos, sirviendo más bien como sus voceros ante la autoridad metropolitana, en lugar de lo contrario.

Pero esta práctica de dos siglos, inscrita ya en el habitus de los criollos y tenida por ellos como algo “natural”, sería violentada por las reformas borbónicas . Ahora, la política oficial era expropiar a los criollos y a la Iglesia de todos sus privilegios económicos y administrativos.43 A partir sobre todo del gobierno de Carlos iii (1759-1788), la política imperial era la de formar una burocracia profesional en América, con funcionarios de tiempo completo, obedientes y bien entrenados, responsables única y directamente ante el Rey, que trabajaran con directrices uniformes y
garantizaran la estricta aplicación de las reformas de arriba hacia abajo.

Figuras como el ministro de estado José de Gálvez y el visitador general para la Nueva Granada, Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres , ejemplificaban el perfil del nuevo funcionario. No se trataba ya del político conciliador que buscaba cortejar al clero y a las elites, sino del tecnócrata impersonal que perseguía la obtención de fines racionales sin preocuparse por “adaptarlos” a las circunstancias locales.44

La visita de Gutiérrez de Piñeres a la Nueva Granada en 1778 nos deja ver algunos aspectos interesantes de esta política de expropiación . Una de las prioridades del Visitador General era eliminar la presencia de los criollos en la Audiencia de Santafé, para lo cual necesitaba golpear directamente los intereses económicos de la aristocracia local.

43 Esto implicaba, por ejemplo, suprimir la venta de cargos públicos, evitando de este modo que los criollos tuvieran acceso a las audiencias e inclinando la balanza del poder a favor de los funcionarios nombrados directamente por España (Phelan, 1980: 25). John Lynch afirma que en el periodo de 1647-1750, es decir antes del ascenso de los Borbones, el 44% de los miembros de las Audiencias americanas eran criollos. Y todavía en la década de 1760 la mayoría de los oidores de las Audiencias de Lima, Santiago y México eran criollos. Sin embargo, en los años de 1751 a 1808, tan solo el 23% de los nombramientos que hubo en las audiencias americanas recayeron sobre criollos. Para 1808 de los 99 individuos que ocupaban los tribunales coloniales, tal solo 6 eran criollos (Lynch, 1991: 21).
44 McFarlane (1997: 173) señala que el criterio de buen gobierno vigente entre los virreyes antes de 1778 era el de conservar la “armonía” entre los intereses de las elites y los intereses del Estado, implementando ciertas
políticas de la Corona pero omitiendo otras, por considerar que no se adaptaban a la situación local.

Hemos visto ya que tales intereses no poseían siempre una materialidad económica real – pues tan solo algunos criollos eran verdaderamente ricos en la Nueva Granada – sino que se anclaban, más bien, en la posesión de un capital simbólico (imaginarios de blancura , nobleza y distinción ) que podía ser eventualmente reconvertido a capital económico y político.45 Por eso, una de las estrategias de expropiación llevada a cabo por el Estado fue la de atacar directamente la fuente central de apropiación y acumulación de capital simbólico: las redes familiares criollas. Combatir los alardes
de nobleza y el nepotismo de los criollos implicaba destruir la unidad primordial de organización que les permitía acceder a cargos importantes en la Iglesia y el Estado.

De ahí que una de las primeras medidas de Gutiérrez de Piñeres fue la de cortar la posibilidad de reconversión de capitales , prohibiendo que funcionarios españoles contrajeran matrimonio con mujeres de la nobleza criolla y ordenando que parientes carnales “hasta el cuarto grado de consanguinidad o el segundo de afinidad” no pudieran ser empleados en el tribunal de cuentas (Phelan, 1980: 30).46

El habito de los criollos se encontraba trastornado no sólo por el desalojo de sus privilegios administrativos sino, ante todo, por la trasgresión simbólica que esto representaba. Si la posesión de cargos estatales era vista como un reconocimiento a la blancura y nobleza de los criollos, su asignación a personas de inferior calidad social por parte del Estado representaba poco más que una humillación y un insulto. Es importante insistir que hasta ese momento, la preeminencia social de la nobleza neogranadina no había estado garantizada tanto por la riqueza, como por recompensas de la Corona en forma de posiciones de privilegio legal y de cuotas en las prebendas y actividades del
gobierno.

De este modo, como afirma McFarlane, “la política de las elites se inspiraba
en la creencia de que la Corona y la nobleza eran mutuamente dependientes, con reclamos recíprocos entre sí, y la actividad política giraba en torno a la competencia por tener acceso a las recompensas que ofrecían el Estado patrimonial y la Iglesia” (1987: 359). No obstante, con su nueva política de expropiación , el Estado había creado unas reglas de juego muy distintas, ajenas por completo al habitus tradicional del patriciado criollo.

45 Utilizo aquí el concepto de “reconversión de capitales ” introducido por Pierre Bourdieu (1997a: 55).
46 Al parecer, uno de los objetivos centrales de esta medida era desmontar el clan de la familia criolla de los Álvarez, que controlaba buena parte la administración de la tesorería. Los funcionarios de esta dependencia estaban casi todos emparentados por sus matrimonios con miembros de aquella familia, que tenía fuertes intereses en el negocio del tabaco. Como una de las prioridades del Estado era crear un monopolio sobre la producción , distribución y exportación del tabaco, se hacía necesario debilitar los vínculos que ligaban a los propietarios de grandes fincas tabacaleras con las instancias de decisión política (McFarlane, 1997: 317-318). La estrategia de Gutiérrez de Piñeres fue exitosa, puesto que al cabo de tres años tan solo tres miembros de la familia Álvarez conservaban cargos fiscales en Bogotá (Phelan, 1980: 31).
Pero el golpe más fuerte del Estado contra el capital simbólico de las elites fue, sin lugar a dudas, la política que favorecía la movilidad social de indios, negros libres, mulatos y mestizos. He dicho que el interés principal del Estado borbón era la creación de un nuevo tipo de “sujeto” capaz de utilizar racionalmente los recursos naturales disponibles y de generar ingresos al tesoro real mediante la práctica de actividades productivas. Este tipo de sujeto deseado no se circunscribía solamente a las elites, sino que abarcaba también a los miembros de las castas y sus descendientes mestizos, que constituían ya casi la mitad de la población y eran, por tanto, la principal fuerza de trabajo en la Nueva Granada.47

El gobierno español, asesorado por un equipo de economistas, se da cuenta de que la condición de posibilidad para convertir a los miembros de las castas en verdaderos sujetos económicos era reducir al máximo las barreras legales que les separaban de los blancos. Algunos de estos economistas, como el ya citado Campillo, sugerían incluso que se estableciese una rigurosa igualdad social entre indios y españoles. Según Campillo, el indio, y por extensión el mestizo, debería tener los mismos derechos de entrada “en las casas de los gobernantes, intendentes y demás ministros, y el mismo lugar en la Iglesia y en todo empleo honorífico a que su mérito le haga acreedor; y en una palabra, se le dará en todo y por todo el mismo trato que a los españoles de la misma esfera”.48

Aunque la sugerencia de Campillo no fue atendida literalmente por la Corona, las políticas del Estado borbón sí procuraron al menos relajar un tanto la frontera entre nobles y plebeyos. Había que aprovechar la mano de obra de la creciente población mestiza y legitimar socialmente sus actividades productivas. Pero para ello se hacía necesario eliminar una serie de obstáculos jurídicos que impedían a los miembros de las castas desplegar toda su potencialidad económica. La eliminación de estas barreras jurídicas de segregación era importante, puesto que el enriquecimiento del mestizo no
era condición suficiente para que su actividad económica fuera tenida por legítima, si antes el individuo no había superado el obstáculo del blanqueamiento racial.

Una de las medidas tomadas por el Estado para “liberar” el potencial económico de los mestizos – sobre todo de los más ricos – fue el establecimiento de las llamadas cédulas de gracias al sacar , que ofrecían a los pardos la dispensa del “estado de infamia”.49
47 Recordemos, por ejemplo, que ya en 1523 el emperador Carlos v había establecido que los indígenas (varones útiles entre 18 y 50 años de edad) debían pagar un tributo al Estado español, como reconocimiento a la autoridad del Rey. Posteriormente se estableció que los descendientes directos de indios mezclados, es decir, los zambos (hijos de india y negro) y los mestizos (hijos de india y blanco), también debían pagar este tributo como lo hacían los indios. Pero con el crecimiento del mestizaje en el siglo xviii, no resultaba claro quién debía pagar el tributo y quién no. Cada vez se hacía más difícil establecer en los empadronamientos quién era mestizo , mulato , indio o zambo .
48 Citado por Arcila Farias, 1955: 11.

Los solicitantes que pudieran probar que por sus venas o las de sus hijos corría algún porcentaje de sangre española, obtenían jurídicamente el estatuto de blancura, lo cual les habilitaba para recibir educación, casarse con un blanco, entrar en el sacerdocio y, por encima de todo, ejercer una actividad económica productiva. “Lavando” jurídicamente la “mancha de la tierra” o, lo que es lo mismo, expropiando a las elites improductivas de su capital simbólico más preciado, el Estado buscaba premiar los logros económicos de la población mestiza y estimular la creación de riqueza. Poco a poco se fue creando una situación en la que era la ley del Estado y no el imaginario
segregacionista de los criollos , la que determinaba el estatuto social de cada individuo.50

El resultado fue doble: de un lado, se le dio vía libre al enriquecimiento de los mestizos con actividades económicas productivas y, paralelamente, se favoreció el empobrecimiento de los blancos improductivos, quienes no tuvieron más remedio que casarse con personas de “inferior calidad” – pero ricas – para mantener su status; de otro lado, se fueron diluyendo las líneas divisorias tradicionales entre blancos y pardos, lo cual, como se verá, alarmó grandemente a las elites criollas, que veían con horror cómo se deslegitimaban públicamente sus imaginarios de nobleza y pureza de sangre.

La promoción de pardos en el ejército fue otra de las medidas que sirvieron para expropiar a los criollos de su capital simbólico y estimular la movilidad social de los mestizos.51 Hasta mediados del siglo xviii el ejercito constituía un foco de poder y privilegios para los oficiales criollos que recibían todas las inmunidades de que disfrutaban los militares españoles por su condición de blancos.

49 Es claro que la solicitud de “gracias al sacar” solo la podían hacer los mestizos enriquecidos, ya que los aranceles que debían pagarse por ella eran bastante elevados. Por cédula real del 10 de febrero de 1795 se ordenaba que la dispensa de la calidad de pardo se obtenía por la suma de 500 reales y la dispensa de la calidad de quinterón (la más cercana a la categoría de blanco) se obtenía por 800 reales. En otra cédula del 3 de agosto de 1801 se establecía que la dispensa de la calidad de pardo costaba 700 reales y la de quinterón 1100 (Rosenblat, 1954: 180).
50 Con el objeto de estimular la producción industrial en las colonias, los Borbones ofrecieron ennoblecer a cualquier persona que hubiera mantenido y mantuviera trabajadores en los telares por dos o tres generaciones (Jaramillo Mejía, 1996: 63).
51 Recordemos que ya en 1738 Jorge Juan y Antonio de Ulloa recomendaban encarecidamente al Estado borbón degradar a los oficiales criollos y permitir que los mestizos fueran incorporados a cargos de responsabilidad en el ejército. “Ellos – escriben – se reconocen vasallos del rey de España, y aunque mestizos se honran con ser españoles y salir de indios, de tal como que no obstante participar tanto de uno como de otro, son acérrimos enemigos de los indios, que son su propia sangre […] La tropa formada con esta gente aunque en el color no fuese toda igual, y alguna pareciese más morena que los españoles, no dejaría de ser tan lúcida y buena como la mejor de Europa, porque los mestizos son regularmente bien hechos, fornidos y altos, algunos son de tan buena estatura que exceden á los hombres regularmente altos; y son propios para la guerra porque se crían en sus payses acostumbrados á traginar de unas partes á otras, hechos á andar descalzos, desabrigados por lo común y mal comidos, por lo que ningún trabajo se les haría extraño en la guerra, y la falta de inconveniencias no será para ellos incomodidad” (Juan y Ulloa, 1983 [1826]: 177).

Ya desde 1643 el rey Felipe iv había expedido una cédula real, reiterada cuatro veces, en la que dispone que no se debían crear plazas de soldado para mulatos, morenos o mestizos (Rosenblat, 1954: 153). Pero los repetidos ataques ingleses a los puertos españoles en el Caribe obligaron al Estado a fortalecer y reestructurar el ejercito. Ante la imposibilidad de mantener grandes guarniciones peninsulares en América, y temiendo entregar a los
criollos demasiado poder sobre las tropas, los Borbones crearon una nueva milicia que otorgaba a los pardos una serie de privilegios antes reservados para los oficiales blancos.52

Los militares negros y mulatos, que componían el grueso de los batallones
pardos en Cartagena, recibieron dádivas y privilegios por parte del Estado como reconocimiento a sus méritos. Una vez más, la ley del Estado, con su protección al fuero militar concedido a los mestizos y el consecuente estímulo de su blanqueamiento social, violentaba el imaginario criollo de separación castal.

Valdría la pena ejemplificar este intento de la Corona por expropiar el capital
simbólico de los criollos , con el caso de don Jorge Miguel Lozano de Peralta, más conocido como el Marqués de San Jorge. Este distinguido representante de la elite criolla santafereña era descendiente directo de don Antón de Olalla, el encomendero español del siglo xvi cuyo caso he citado. Esto le convertía en depositario de un inmenso capital acumulado por varias generaciones, que le permitía aspirar a ocupar los más altos cargos en la administración colonial. Sin embargo, el Marqués se encontró con toda una cantidad de obstáculos burocráticos que le impedían acceder a los cargos deseados y que él consideraba como violatorios de sus “derechos nobiliarios”.

En 1767 el Estado le obligó a pagar una gran cantidad de dinero como tributo por el uso público de sus títulos, so pena de suspenderlos indefinidamente (Gutiérrez Ramos, 1998: 125).53 Luego, el virrey Messía de la Cerda , inquieto por las continuas quejas del marqués frente al Cabildo, le hizo detener por algunas horas en la cárcel y, posteriormente, el virrey Flórez le despojó de su encomienda en los Llanos. Todo esto constituía un atropello no sólo contra el encopetado Marqués, sino contra toda la elite criolla santafereña, que veía con enojo el modo en que el visitador Gutiérrez
de Piñeres “descriollizaba” paulatinamente el cabildo, siguiendo los parámetros de la nueva política estatal.

52 Hasta el siglo xvii el empleo del caballo y el uso de armas habían sido privativos del estamento blanco en la Nueva Granada. En particular los negros y los mulatos recibían fuertes castigos por andar a caballo.
53 Se trata del pago de los derechos de medias anatas y lanzas, vinculados a los títulos de nobleza. Durante el siglo xviii, y debido a la crisis del sistema de haciendas, muchas familias de la nobleza titulada pasaron por grandes dificultades económicas, lo que en algunos casos originó la pérdida de sus títulos, por no estar en condiciones de pagar al Estado las deudas acumuladas por años.

Asesorado por un equipo de abogados criollos, el Marqués envió
en 1785 un extenso documento al rey de España en el que se quejaba amargamente por la expropiación que el Estado había hecho de sus privilegios:
“Mas no será extraño dejar caer aquí los más tiernos sollozos de los españoles
americanos. ¿Dé qué, Señor, nos sirven en estas partes los méritos y servicios?
¿Dé qué la sangre gloriosamente vertida por nuestros antepasados en servicio
de Dios Nuestro Señor y de Vuestra Majestad? ¿De qué los afanes, trabajos y
miserias que pasaron en la conquista de estas Indias? ¿De qué el continuo afán
sobre ostentar nuestro amor a Vuestro Real servicio y gloriosas ocupaciones
que nos enseñó la fidelidad de nuestros predecesores? ¿De qué aquellas eficaces recomendaciones y preferente atención que nos conceden Vuestras leyes de Indias y particulares Reales Cédulas? De que aquí los Virreyes, sus familiares y respectivos Superiores nos atropellen, mofen, desnuden y opriman […] En fin señor, los tristes españoles americanos, cuanto más distinguidos tanto más padecen. Ya les han destruido la hacienda, ahora asestan a su honor y fama, maculándolos, por excluirlos de todo oficio honorífico que pueda juzgarse de utilidad” (Lozano de Peralta, 1996 [1785]: 281).

Las quejas de Lozano se centran en el desconocimiento de los privilegios heredados por la elite criolla (“los tristes españoles americanos”) que, como he argumentado largamente, se fundaban en un imaginario de carácter étnico. El Estado borbón, por medio de sus virreyes, no sólo había pisoteado el linaje de los criollos, descendientes directos de los conquistadores que dieron gloria y honor a España, sino también el derecho que les confería las leyes españolas.

El Marqués menciona específicamente el caso de un virrey que prefirió nombrar como gobernador a un cirujano o barbero en lugar de un ilustre criollo. Esta actitud es tenida por Lozano como una manifestación de soberbia y despotismo por parte de los funcionarios borbones, quienes designan arbitrariamente a sus criados para los mejores puestos administrativos, “aunque sean peluqueros, barberos, lacayos, como que los consideran acreedores de mejor derecho sobre los vecinos de más aventajado mérito” (Lozano de Peralta, 1996 [1785]: 279; 282). En otro apartado del mismo documento, el Marqués compara al virrey Caballero y Góngora con “Nicolás Machiavelo, profesor a todas luces de sus máximas y política ”, por el modo como desarticuló las barreras legales que separaban a los nobles de las castas , ignorando el cumplimiento de una ley denominada la Real Pragmática
(que estudiaré más adelante).

En efecto, el ejercicio de poder demostrado por algunos funcionarios del Estado borbón como Caballero y Góngora , aparecía a los ojos de la nobleza criolla como el rostro de Maquiavelo. Pero lo que no parecía quedar claro para estos criollos era que este ejercicio de poder no obedecía al capricho de tal o cual funcionario, sino a una política de Estado. Personajes como el Marqués de San Jorge, dueños de grandes cantidades de tierra improductiva y defensores de un ethos que privilegiaba la contemplación sobre el trabajo y la defensa del interés privado sobre el público, resultaban incómodos para las nuevas directrices económicas del Estado. Los funcionarios españoles lograron vincular al Marqués con la insurrección comunera de 1781 y el ministro Galvez, en carta fechada el 15 de junio de 1784, le ordena a Caballero y Góngora que “se le reduzca a prisión y se le encierre de por vida en el castillo de San Felipe de Barajas de Cartagena, sin más fórmula de juicio, guardándole en la prisión las consideraciones de su nobleza”, cosa que el Virrey hizo de buena gana (Gutiérrez Ramos 1998: 133). Allí moriría el envejecido Marqués el 11 de agosto de 1793.

Conscientes de la gran importancia social que empezaban a adquirir los mestizos y del problema que representaba la preeminencia de los criollos, los Borbones procuraron favorecer el ascenso de las castas, concediéndoles franquicias y dispensas, vendiéndoles incluso el apetecido capital de la blancura . Pero los criollos, ofendidos, defendieron violentamente sus privilegios y tomaron medidas jurídicas para mantener intactas las barreras étnicas y echar en cara al mestizo su “pecado de origen”. La biopolítica del
Estado borbón tendría que ceder ante la dinámica cultural de la colonialidad vigente en la Nueva Granada desde el siglo xvii.

2.2.3 La nostalgia del Apartheid

Las políticas borbónicas pretendían instaurar en las colonias una nueva racionalidad que integrara en un sólo proyecto a grupos sociales que durante 200 años se habían formado en medio del conflicto étnico. No se intentaba desmontar los principios de estratificación social heredados del pasado, sino conseguir la homogeneidad legal, económica y cultural que permitiera que el poder absoluto del monarca actuara con eficacia. Los Borbones creían que sería suficiente con diseñar una política more geométrico para poner a trabajar juntos a los diferentes estamentos de la sociedad colonial. Se tenía confianza en que bastaría con desembarazarse de los vicios burocráticos del pasado para que la acción humana, sabiamente conducida por el Estado, se pusiese en sintonía con el funcionamiento de las leyes naturales y el imperio español se encaminara, por fin, hacia un inevitable progreso material y espiritual. Pero el optimismo ilustrado de los Borbones chocaría frontalmente con la lucha étnica prevaleciente en las colonias.

Antes que activar la “armonía preestablecida” de las leyes naturales de la sociedad, las políticas de expropiación incrementaron las tensiones raciales en América. Acosados por el ascenso social, demográfico y fenotípico de los mestizos y presionados por las políticas liberales del Estado, los criollos se colocaron a la defensiva y buscaron atrincherarse en su ya debilitada fortaleza étnica. Celosos de una pureza de sangre cada vez más ilusoria, procuraron cerrar a los mestizos cualquier posibilidad de ingresar al mundo de los privilegios por la vía del emparentamiento. Según hemos visto anteriormente, el honor era considerado por los estamentos más altos como un patrimonio que debía mantenerse y defenderse a toda costa, pues este garantizaba la supremacía y distancia social de los criollos ennoblecidos con respecto de las capas sociales inferiores. Por tal razón, el hecho de que algún miembro de la familia pudiera entablar “matrimonio desigual” con un mestizo o una mestiza, era visto como un deshonor al nombre de todo el linaje. La estrategia del clero y de la aristocracia criolla fue la de ejercer una gran presión sobre el gobierno de Madrid con el fin de obtener mecanismos legales de protección a su capital simbólico más preciado: la blancura .54

Esperaban con ello que el Estado ratificara la idea tradicional de que los matrimonios entre personas de estamentos distintos eran una violación
del derecho natural, que constituía el fundamento jurídico de la estratificación social en la Colonia.

Como resultado de estas presiones, el gobierno central expidió en 1776 una ley denominada la Real Pragmática , que buscaba contrarrestar el proceso de blanqueamiento social de las castas mediante la estricta regulación de los “matrimonios desiguales”, impidiendo así que los mestizos entraran a gozar de los privilegios reservados al estamento blanco.

54 Así por ejemplo, el 6 de octubre de 1788 el cabildo de Caracas dirigía una súplica al rey en los siguientes términos: “Teme este cabildo que si los pardos son admitidos al estado eclesiástico, decaerá mucho del alto rango en que hoy está un clero tan distinguido como el de esta provincia. Los pardos son vistos
aquí con sumo desprecio, ya por su origen, ya por los pechos que vuestras reales leyes les imponen. Ellos descienden de esclavos, su filiación es ilegítima y tienen su origen en la unión de los blancos con las negras […] No serían menores los perjuicios en el estado secular si se concediera a los pardos permiso para contraer matrimonio con personas blancas del estado llano. Porque dentro de pocos años de permitidos estos matrimonios habría tal confusión entre la familia, que no se podría discernir las que están mezcladas
de las que no lo están. Se dificultarían los matrimonios de los europeos, que no querrán casarse sino con blancas, y en lugar de aumentarse el número de vecinos que tengan las calidades que piden las leyes para los empleos mayores, se disminuirían, con mengua notable del Estado […] Finalmente, la abundancia de pardos que hay en esta provincia, su genio orgulloso y altanero, el empeño que se nota en ellos por igualarse con los blancos, exigen, como medida política , que Su majestad los mantenga en la dependencia como hasta aquí; de otra manera se harán insufribles por su altanería, y al poco tiempo querrán dominar a los que en su principio han sido sus señores” (citado por Rosenblat, 1954: 183).

A fin de evitar que las familias blancas se vieran heridas en su honor por el casamiento indeseado de uno de sus miembros, la ley establecía que ningún
matrimonio entre menores de veinticinco años podría celebrarse sin el consentimiento específico de los padres o tutores:
“Y habiendo llegado a ser tan frecuente el abuso de contraer matrimonios desiguales los hijos de familias, sin esperar el consejo y consentimiento paterno o de aquellos deudos o personas que se hallen en lugar de padres que con otros gravísimos daños y ofensas a Dios resultan la turbación del bueno orden del Estado y continuadas discordias y perjuicios de las familias, contra la condición y piadoso espíritu de la Iglesia, que aunque no anula ni dirime semejantes matrimonios, siempre los ha detestado y prohibido como opuestos al honor, respeto y obediencia que deben los hijos prestar a los padres en materia de tanta gravedad e importancia […] mando que en adelante, conforme a lo prevenido en ellas, los tales hijos de familias menores de 25 años deben para celebrar el contrato de esponsales, pedir y obtener el consejo y consentimiento de su padre y en su defecto el de su madre […]. Que esta obligación comprenda desde las más altas clases del Estado sin excepción alguna hasta las más comunes el pueblo, porque en todas ellas sin diferencia tiene lugar la natural e indispensable obligación del respeto a los padres y mayores que estén en su lugar por derecho natural y divino y por la gravedad de la elección de estado con persona conveniente; cuyo discernimiento no puede fiarse a los hijos de familias y menores, sin que intervenga la deliberación y consentimiento paterno, para reflexionar las consecuencias y atajar con tiempo las resultas turbativas y perjudiciales al público y a las familias”.55

Esta ley contribuyó a fortalecer la conciencia étnica de la elite dominante, pues invocaba el viejo discurso de la limpieza de sangre para evitar que los blancos rompieran su tradicional enclaustramiento étnico. De esta manera, dos individuos de diferente condición racial no eran libres para entablar relación matrimonial, sino que tenían que acreditar la aprobación expresa de sus padres, so pena de recibir fuertes castigos de orden socioeconómico. Aunque la Iglesia no podía declarar inválido un matrimonio interracial, sí ejerció una enorme presión para evitar los cruces no deseados por el estamento blanco, por considerarlos “turbativos y perjudiciales al público y a las familias”.

55 “Pragmática sanción para evitar el abuso de contraer matrimonios desiguales” [1776]. En: Jaramillo Mejía, 2000: 764

En caso de celebrarse el matrimonio, la ley contemplaba que tanto la pareja en cuestión como sus hijos quedaban inhabilitados para recibir o transmitir herencias, y que sus padres, a quienes desobedecieron, quedaban libres para invalidar sus testamentos. Resulta claro que el propósito de esta medida era evitar que el capital simbólico de las elites, materializado en forma de títulos nobiliarios, mayorazgos, apellidos y otros privilegios hereditarios, cayera en manos de gentes de “mala raza”.

Como lo afirmaba Lorenzo Benítez, abogado de la Real Audiencia, el espíritu de la Real Pragmática “no fue otro que el que se conserven las familias con el lustre y honor con que salieron al mundo, y que no se mezclen los nobles con los plebeyos con el yugo del matrimonio”.56

Armado con este dispositivo jurídico el patriciado criollo inició una contraofensiva tendiente a perpetuar el régimen de apartheid sobre el que había sustentado tradicionalmente sus privilegios económicos y sociales.57 Los padres podían ahora entablar los llamados “juicios de disenso”, en los que hacían valer su derecho de evitar que sus hijos se casaran con gente de “inferior condición”, manteniendo de este modo la homogeneidad racial de la familia.

A pesar de los esfuerzos estatales por favorecer la movilidad de “las castas de la tierra”, los sectores más tradicionales de la sociedad colonial encontraron en los juicios de disenso el mecanismo idóneo para evitar los matrimonios interraciales. Ahora podían echar mano del viejo derecho de hidalguía y argumentar que la movilidad social de las castas era un peligro para la estabilidad social del imperio, ya que la obligación del Estado era trazar una barrera jurídica de separación étnica que protegiera el ideal del hombre blanco, noble, católico y leal al soberano. No es casualidad que en la mayor parte de los juicios de disenso, entablados en la Nueva Granada a finales del siglo xviii, la oposición a los matrimonios desiguales se fundara no tanto en argumentos de tipo económico y social, como de tipo racial.

56 “Disenso puesto por don Lucas y don Miguel Jerónimo Mejía al matrimonio que con Lorenzo Parra intenta contraer doña Salvadora Mejía” [1793]. En: Jaramillo Mejía, 2000: 548
57 Hacia finales del siglo xviii el había llegado a un grado tal, que enclaustramiento étnico de los criollos hasta en las escuelas rurales se aplicaba un verdadero sistema de apartheid racial. Jaime Jaramillo Uribe
documenta el caso de una licencia para organizar una escuela pública solicitada al virrey por el párroco de Girón en el año de 1789. Entre los reglamentos de la escuela propuestos por el clérigo se encontraban
rígidas disposiciones de discriminación étnica y social, matizadas por la benevolencia propia de la “moral cristiana”: “En el aula escolar los alumnos quedarían separados por una distancia de media vara entre los blancos superiores e inferiores. Los niños blancos ocuparían los primeros, y los plebeyos y castas bajas los de abajo”. Para atenuar los efectos de la discriminación, que preocupaban al párroco autor de la iniciativa, “se cuidaría especialmente que los niños de buena estirpe no fueran osados de injuriar con
mofas y malas palabras a los de baja extracción, ni se mezclen con ellos sino para enseñarles aquello que ignoren, o auxiliarles en lo que necesiten por efecto de la generosidad que debe ser propia de la gente noble” (Jaramillo Uribe , 1982: 253).

Se esperaba de este modo contrarrestar la tendencia de muchas familias nobles pero empobrecidas – sin más recursos que su capital de la blancura – a emparentarse con mestizos ricos para mejorar su situación económica.

Es el caso, por ejemplo, del juicio interpuesto ante un tribunal de Medellín en
1793 por don José Ignacio Callejas, vecino de la ciudad de Rionegro en la provincia de Antioquia, con el objetivo de impedir el casamiento de su sobrina con un comerciante mestizo, a pesar de que el padre mismo de la joven había dado ya su consentimiento al matrimonio:
“Ante vuestra merced por persona de mi confianza y en la mejor forma de derecho, parezco y digo: que ha llegado a mi noticia de que don Miguel Mejía, vecino de esta villa de Medellín, sin reflexión y consideración de su calidad, preocupado de la mísera situación en que Dios lo tiene, y sin pensar con el honor que debiera, quiere amancillar y envilecer sus ascendientes y descendientes y juntamente a los Orrego, dando por esposa una de sus hijas, nombrada María Josefa, a Miguel Parra […] Suplico a vuestra merced no permita semejante casamiento, hasta que el citado Parra haga constar ser su calidad igual a la que pretende por consorte, pues por parte de ésta estoy pronto a satisfacer el juzgado que los Orrego, Velásquez y Noreña, no son de la calidad y mala raza que el Parra. Pues por documentos judiciales haré patente que son descendientes de personas nobles, blancas y españolas,
por cuya virtud y en fuerza del derecho que me asiste y por el nuestro
propio honor (ya que el padre de la contrayente no hace caso de esta, la más
estimable joya), me opongo al expresado casamiento, valiéndome para ello de
la real pragmática de Su Majestad el señor don Carlos iii”.58

El solicitante apela entonces a la Real Pragmática para impedir que el nombre de su familia sea “amancillado y envilecido” mediante el emparentamiento indeseado con un personaje de “mala raza ”. Presenta ante el tribunal documentos judiciales (actas de nacimiento, partidas de bautismo, testimonios escritos) para probar que los ascendientes de Miguel Parra eran reputados públicamente por mestizos o mulatos y que, por lo tanto, no igualaban en calidad racial a los Mejía. Una vez establecida la desigualdad racial entre los Parra y los Mejía, base de toda la argumentación jurídica, el solicitante presenta testigos que enfatizan la desigualdad económica y social de la
pareja.

58 “Sobre el pleito (porque) Miguel Mejía quiere casar a su hija” [1793]. En: Jaramillo Mejía, 2000: 531.

Así por ejemplo, uno de los testigos asevera que “la calidad de los Parra no
es distinguida, si nos atenemos a la posesión en que estos han estado y al oficio de herrero que muchos de ellos han ejercido”.59 Ante tales pruebas, y a pesar de que la Real Pragmática favorecía la potestad del padre por encima de los demás parientes, el juez declara que “los Mejía son sujetos de distinción y limpios, y que en esta posición han estado, y los Parra en el concepto de baja esfera, por cuya razón es vista, media entre los dos contrayentes notable desigualdad que impide el dicho matrimonio, [por lo cual] declaro por justo y racional el disenso puesto por don José Ignacio Callejas y doña Rosalía Orrego, su consorte, al matrimonio que Miguel Parra intentaba contraer
con doña María Josefa Mejía y Orrego”.60

Citaré un caso más, documentado esta vez por Virginia Gutiérrez de Pineda y Roberto Pineda Giraldo, para demostrar que no sólo el color de la piel sino en general el fenotipo de una persona jugaba un papel fundamental en el imaginario de la limpieza de sangre que los criollos buscaban a toda costa defender. En el año de 1783, doña Tomasa Salazar decide interponer juicio de disenso contra las pretensiones matrimoniales de su hija Graciela Varelas con un sastre de nombre Domingo Gómez. En el expediente judicial, doña Tomasa consigna que todos sus parientes “son españoles blancos de público y notorio, limpios de toda mala raza”, mientras que el novio de su hija es “un mulato puro, viejo, sin dientes, de color canela oscura, nariz chata y pelo de paza enroscado”.61

Este caso muestra con claridad el modo en que los juicios de disenso fueron el arma principal utilizada por la elite criolla para defender el capital cultural heredado de la blancura, sobre todo cuando éste era amenazado por individuos
de raza negra.

59 “Disentimiento interpuesto para impedir el matrimonio entre Miguel Lorenzo Parra y Doña María Josefa Salvadora Mejía” [1793]. En: Jaramillo Mejía, 2000: 526. En el imaginario hegemónico de blancura , como mostraré más adelante, los oficios mecánicos – como la herrería – eran tenidos como propios de las castas ya que la división étnica de la sociedad era también, y por encima de todo, una división étnica del trabajo .
60 “Sobre el pleito (porque) Miguel Mejía quiere casar a su hija” [1793]. En: Jaramillo Mejía, 2000: 541.
En este caso resulta interesante ver cómo Miguel Parra intenta utilizar los mismos elementos jurídicos que su acusador para lograr la nulidad del juicio de disenso. En primer lugar, acude a la Real Pragmática para argumentar que la demanda de José Callejas no es procedente, debido a que la novia tiene ya
el consentimiento de su padre. Ante el fracaso de esta tentativa, el acusado apela ante la corte con el argumento de que los ascendientes de la familia de su prometida son también mulatos y que, por tanto, los Parra no son de inferior calidad racial que los Mejía (2000: 542). Este es un ejemplo del modo como los subalternos intentan apropiarse de los mismos aparatos de dominio utilizados por las elites para devolverlos en su contra (“against the Grain”). Sin embargo, en este caso pesó mucho más el prestigio social de la familia Callejas.
61 Citado por Gutiérrez de Pineda y Pineda Giraldo, 1999: 475.

Los valores de la etnia criolla dominante, sancionados por la Iglesia y expresados en el discurso de la limpieza de sangre, tenían que ser defendidos frente al modo en que el Estado borbón pretendía legitimar el ascenso social de las castas . La batalla entre los grupos que aspiraban al blanqueamiento racial como medio de movilidad social y el estamento criollo dominante que buscaba contener este proceso, se tornó cada vez más dramática con el transcurrir del siglo xviii. La “guerra de las razas”, manifiesta ya desde los primeros años de la Conquista, se intensificó en la medida en que aumentaba el porcentaje de la población mestiza. Las reformas borbónicas, por su parte, contribuyeron a la exacerbación del conflicto étnico entre los diferentes grupos sociales. El efecto impensado, perverso, de la biopolítica borbona, fue el incremento de la distancia entre las elites criollas y el pueblo llano. Antes que lograr un consenso multiétnico en torno al proyecto racionalista de la modernidad imperial, las reformas se convirtieron en un factor que contribuiría a fortalecer el enclaustramiento étnico de las elites. Enclaustramiento que encontraría en aparatos ideológicos como la universidad colonial, una de sus expresiones más fehacientes.

2.3 Los muros de la ciudad letrada

Hasta el momento he mostrado que la red de poder en la sociedad neogranadina de los siglos xvi al xviii se caracterizaba por la “colonialidad” de sus prácticas, e intenté definir esa colonialidad no tanto en términos históricos (“colonialismo ”), sino en tanto que una modalidad de poder capaz de producir “sujetos”.

De la mano de Quijano y Mignolo, pero utilizando también algunos conceptos tomados de Foucault y Bourdieu , he intentado describir esa producción de subjetividad utilizando la noción de “limpieza de sangre ”. He argumentado que la blancura fue un principio de subjetivación compartido por dominadores y dominados, que sirvió como matriz catalizadora de los conflictos sociales en la Nueva Granada. Las reformas borbónicas, conducidas bajo el diseño global de la biopolítica , se vieron atrapadas e involucradas necesariamente en esta historia local de saber/poder.

Por estas razones, y atendiendo a la observación de Quijano según la cual, la colonialidad del poder adquiere necesariamente una dimensión epistemológica, es necesario preguntarse ahora por el modo en que el discurso de la “limpieza de sangre” queda emplazado en las instituciones de producción de conocimientos en la Nueva Granada y se encuentra presente en lo que he denominado la hybris del punto cero.

No obstante, la resolución de este problema demanda una investigación previa. Habrá que preguntarse primero por el estatuto social de los productores de ese conocimiento científico y por el modo en que la limpieza de sangre contribuyó a moldear su subjetividad. En una palabra, se tendrá que preguntar por la formación de una elite letrada colonial y por su función social al interior de la etnia dominante. Por ello, la última sección de este capítulo estará dedicada a mostrar que los letrados jugaron un papel fundamental en la consolidación y legitimación de un orden social estructurado jerárquicamente según el origen étnico.

Esto atendiendo a una observación de Ángel Rama según la cual, los letrados coloniales no se limitaron a reflejar pasivamente los dictados de un orden venido desde afuera, sino que fueron legitimadores – mediante el privilegio que les daba la escritura – de un “orden” y de un “sentido natural” del mundo social en el cual ellos mismos participaban:
“Las ordenanzas reclamaron la participación de un script (en cualquiera de sus divergentes expresiones: un escribano, un escribiente o incluso un escritor) para redactar una escritura.

A ésta se confería la alta misión que se reservó siempre a los escribanos: dar fe, una fe que sólo podía proceder de la palabra escrita, que inició su esplendorosa carrera imperial en el continente. Esta palabra escrita viviría en América Latina como la única valedera, en oposición a la palabra hablada que pertenecía al reino de lo inseguro y lo precario […] La escritura poseía rigidez y permanencia, un modo autónomo que remedaba la eternidad. Estaba libre de las vicisitudes y metamorfosis de la historia pero, sobre todo, consolidaba el orden por su capacidad de expresarlo rigurosamente en el nivel cultural” (Rama, 1984: 8-9).

La observación de Rama es importante, porque nos enseña que la función de los letrados coloniales era “ordenar”, a través de un lenguaje abstracto, unas dinámicas sociales marcadas por el signo de lo “caótico” y de lo “peligroso”. Dinámicas que, de acuerdo a lo visto en este capítulo, se caracterizaban por el conflicto en torno al capital simbólico de la blancura.

Percibiéndose como socialmente incondicionada, la práctica de los letrados establecía una ruptura entre la “doxa ” de las (otras) prácticas sociales y la “episteme” del conocimiento producido por ella misma. El conocimiento adquiere de este modo un estatuto privilegiado (un “valor”) dentro de la sociedad colonial. La inseguridad y precariedad de un mundo social atravesado por la “guerra de las razas ” debía ser domesticada mediante un orden ideal diseñado por la elite de expertos. Los letrados son entonces los especialistas en la producción de un lenguaje abstracto sobre las cosas divinas y humanas. Un lenguaje distante, “auratizado”, cuyo aprendizaje estaba limitado a un pequeño sector de la etnia blanca dominante.

Mi tesis será que la “razón ordenadora” de los letrados se constituyó en la bisagra que unía el poder con el saber, es decir, en el vínculo necesario entre la segmentación étnica de la sociedad neogranadina y el conocimiento que garantizaba el mantenimiento y control legítimos de esa segmentación.

2.3.1 Muros pintados de blanco

Desde comienzos de la acción colonizadora en América, la catequización de los indios fue uno de los motivos que impulsaron la formación de una elite letrada colonial.

En la medida en que la empresa colonial era justificada ideológicamente con el imperativo de la evangelización, las cabezas del clero secular (obispos y arzobispos) y de las órdenes religiosas (franciscanos, agustinos, dominicos y jesuitas) propugnaban por la formación de colegios y universidades que ofrecieran a los postulantes a clérigos una preparación adecuada. Sin embargo, no todos los dirigentes eclesiásticos estaban de acuerdo sobre la pertinencia de ofrecer a los indios la oportunidad de recibir educación y ordenarse como sacerdotes.

Sabemos que en el virreinato de la Nueva España, los franciscanos y los jesuitas intentaron formar una elite indiana educada en latín, artes, teología y filosofía, capaz de acceder al sacerdocio, obtener grados académicos e incluso acceder a cátedras de lengua nativa en la universidad.62 Pero esta iniciativa tropezó con la oposición del clero secular y de los dominicos, quienes cuestionaron la capacidad mental de los indios para asimilar el lenguaje abstracto del conocimiento occidental. Su falta de temple moral, su tendencia natural a la embriaguez y el temor de que pudieran mezclar la doctrina cristiana con idolatrías, fueron algunos de los argumentos utilizados (Chocano Mena, 2000: 66-68).

62 Hans-Albert Steger (1974: 228) menciona el caso del indio Antonio López, quien fue designado por la Universidad de Guatemala como catedrático de la lengua Cakchiquel. Pero esto alarmó tanto a las elites tradicionales, que lograron anular la designación de López acusándole de supuesta ebriedad mientras dictaba sus clases.
63 En tono con su política modernizadora, Carlos iii procuraba homogeneizar al imperio español con el fin de que su administración pudiera ser más eficiente. Para ello se requería, además de un rey, una religión y una ley, una sola lengua y un solo sistema de pesos y medidas. Su real cédula de 1770 afirmaba que las muchas lenguas desfavorecen el comercio y hace que los súbditos se confundan como en la torre de Babel, por lo que ordena que todos los indios sean catequizados en lengua castellana. Al mismo tiempo, ordena que “se extingan los diferentes idiomas que se usa en los mismos dominios, y sólo se hable el castellano”. “Real cédula para que en los reinos de Indias se extingan los diferentes idiomas de que se usa y sólo se hable el castellano”. En: Tanck de Estrada, 1985: 37-45.

En la Nueva Granada también imperó la oposición a que los indios aprendieran humanidades y se ordenaran como sacerdotes. A lo sumo, y en virtud de la necesidad de catequizadores en lengua nativa, se les permitió tomar las “ordenes menores” y estudiar en algunos colegios regentados por agustinos y jesuitas. Pero en la medida en que la población indígena disminuía, las pocas cátedras de lengua chibcha fueron desapareciendo, como también el interés de la Corona en las políticas evangelizadoras. El advenimiento de los Borbones consolidó esta tendencia, y en 1770 el rey Carlos iii ordenó la extinción de las lenguas indígenas y solamente autorizó el uso oficial del idioma castellano.63

A esto se sumó la sospecha que pesaba también sobre los mestizos por parte de un aparato eclesiástico dominado por criollos y peninsulares. No sólo la ilegitimidad sino también la mezcla de sangres era vista como un obstáculo para obtener dignidades eclesiásticas o para acceder al conocimiento de la cultura letrada.

Los mestizos podían ordenarse como sacerdotes únicamente después de que los obispos hubiesen aprobado un riguroso y exhaustivo informe sobre su vida y costumbres. Limitado el acceso de los indios, negros y mestizos a la educación ofrecida por la Iglesia y desvirtuada la necesidad de aprender o enseñar las lenguas indígenas, se fue construyendo un muro alrededor de la cultura letrada, marcado por valoraciones de tipo étnico.

La etnia blanca dominante estaba decidida a impedir la incursión de las castas en el sacrosanto recinto del conocimiento, salvando para sí el exclusivismo del trabajo intelectual. Algunos indios y mestizos alfabetizados podían ciertamente trabajar como escribanos, pero, con contadas excepciones, ninguno de ellos podía ingresar al templo donde se formaban los cuadros de la alta vida intelectual: las universidades y colegios mayores.

En efecto, desde comienzos de la Colonia las universidades de la Nueva Granada habían funcionado como plataformas que legitimaban el monopolio de los más altos cargos administrativos y eclesiásticos por parte de la etnia blanca dominante. La población universitaria constituía una sociedad aparte, limitada al grupo de las elites selectas, compuesta por individuos que aspiraban a ejercer posiciones de liderazgo político y espiritual en las colonias. Nadie que no perteneciera por raza y linaje a estos grupos sociales podía ingresar a la universidad. Así lo expresan con claridad las actas de fundación del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, redactadas en 1653 por el arzobispo fray Cristóbal de Torres:
“Todos los colegiales que de aquí adelante se hubiesen de recibir, constituimos que se les haga información, por lo menos de limpieza, calidad que piden todos los colegios singularmente mayores; y es precisamente necesaria para servir al Santo Tribunal de la Inquisición. Más también estatuimos que sean preferidos cuanto fuere posible los ilustres en sangre; y no siendo notablemente inferiores en capacidad, sean escogidos necesariamente, pues en esto consiste una gran parte de la grandeza de este Colegio, y sus veneraciones y aprecios, por lo cual estatuimos, lo primero, que todos los colegiales sean legítimos, sin que lo contrario sea dispensable; y aun queremos que sean legítimos sus padres, y que se dispense con grandísimas causas lo contrario; lo segundo que sus padres no tengan oficios bajos, y mucho menos infames por las leyes del reino, sin que tampoco se pueda dispensar en esto; lo tercero que no tengan sangre de la tierra , y si la hubieren tenido sus progenitores, hayan salido de manera que puedan tener un hábito de nobleza y no de otra suerte; y lo cuarto, que sean personas de grandes esperanzas para el bien público”64

Este texto muestra que los aspirantes a ingresar en la universidad tenían que cumplir varias condiciones de tipo religioso, étnico, social y económico. A nivel religioso, los candidatos debían ser “limpios de sangre”, es decir cristianos viejos, sin ninguna contaminación con etnias de moros, gitanos o judíos, so pena de ser denunciados ante el tribunal de la Inquisición. Ya vimos cómo esto formaba parte de un imaginario étnico y poblacional que buscaba mantener la pureza de la fe católica en las colonias.

Sin embargo, el discurso de la limpieza de sangre suponía también el mantenimiento del imaginario hegemónico de blancura al que he hecho amplia referencia. Por eso se exigía que tanto el candidato como sus padres fueran hijos legítimos, que no desempeñaran “oficios bajos” y, sobre todo, que no estuvieran manchados con la “sangre de la tierra”, es decir, que no estuvieran mezclados con negros, indios, mestizos o mulatos.

Por último, se pedía que los candidatos acreditaran su pertenencia social a “familias nobles”, esto es, que los colegiales debían tener un estatuto social y económico que permitiera tenerles como “personas de grandes esperanzas para el bien público”.65

64 “Constituciones para el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario” [1654]. Título iii, Constitución iii. El resaltado es mío.
65 Estas exigencias no eran exclusivas del Colegio Mayor del Rosario. También el Colegio de San Bartolomé, regenteado por los padres jesuitas, demandaba que sus alumnos fueran “españoles”, es decir, de raza blanca. En el acta de fundación del Colegio Seminario, firmada el 18 de octubre de 1605, se estipulaba lo siguiente: “mandamos que las personas que entraren en el dicho seminario sean pobres, españoles y de legítimo matrimonio, y de hedad de por lo menos doce años; y que sepan leer y screvir; de buenas costumbres y avilidad; y serán preferidos con yguales partes de las dichas, los descendientes de conquistadores” (citado por Jaramillo Mejía, 1996: 23).

La institución universitaria funcionaba en la Colonia como un rígido mecanismo de legitimación de la blancura como capital cultural heredado. Tal como lo ha mostrado Bourdieu , las elites tienden a perpetuar su ser social – es decir, a reproducir su patrimonio- utilizando estrategias de fecundidad, estrategias matrimoniales, estrategias económicas y, sobre todo, estrategias educativas (Bourdieu , 1997a: 33).

Ello explica porqué las familias de la clase dominante aspiran a que sus hijos se eduquen en las escuelas de mayor prestigio, ya que son éstas las que conducen a las posiciones sociales más elevadas. Visto desde esta perspectiva, el sistema escolar opera como un puente tendido entre el habitus primario, adquirido en el seno de la familia, y la realización de las aspiraciones sociales engendradas por ese hábito. La escuela instituye y legitima una diferencia social de rango, en el sentido de que naturaliza (y universaliza) el habitus de las clases dominantes. Ya vimos cómo, en el caso de la sociedad neogranadina, esa diferencia social de rango era, por encima de todo, una diferencia de carácter étnico.

El imaginario de la blancura y el “pathos de la distancia” frente a las castas formaban parte del habitus primario de las elites. La educación superior convertía, entonces, las diferencias étnicas de facto en diferencias sociales de jure. Por eso, el hecho de que uno de sus miembros fuera aceptado en la universidad significaba, para una familia criolla, el reconocimiento público de su condición de “blancos”, es decir la legitimación social de su capital cultural heredado.

Para ingresar a los dos Colegios Mayores de Bogotá, el de San Bartolomé o el del Rosario, o a las tres universidades que funcionaban en Quito, la jesuítica de San Gregorio Magno, la dominicana Santo Tomás de Aquino y la agustina de San Fulgencio, los aspirantes debían someterse a un riguroso interrogatorio denominado las “informaciones”.66

Sólo si el aspirante satisfacía completamente los requisitos inquiridos en el interrogatorio, podía ser admitido como colegial. Para llevar a cabo el proceso de selección, el colegio en cuestión designaba varios comisarios y un notario quienes debían recibir las declaraciones de los testigos (por lo general dos) convocados para certificar la “nobleza” del aspirante. En el Colegio de San Bartolomé de Bogotá, el procedimiento se encontraba rigurosamente reglamentado:
“Después de que por el señor rector y los nueve consiliarios que están señalados para investigar la nobleza del pretendiente, se le mande al secretario tomar las declaraciones, pasará a la secretaría con los dos consiliarios anuales, y ejecutar lo siguiente: Primeramente hará que los testigos, que son personas nobles, juren por Nuestro Señor y una señal de la cruz.

66 A los colegios se ingresaba usualmente pagando una matrícula (convictores) o mediante la obtención de una beca (becarios). El Colegio Mayor del Rosario ofrecía normalmente unas 15 becas por periodo académico, mientras que el Colegio de San Bartolomé ofrecía usualmente unas 10 o 12. También existían las becas reales para los hijos de funcionarios de la Corona (Silva, 1992a: 178).

Luego que se finalice se leerá al testigo y se hará que el dicho lo firme” (citado por Jaramillo Mejía, 1996: 55). Este ritualismo de las informaciones no es exagerado, pues corresponde en realidad a una ceremonia pública en la que se establecía una separación legítima entre los blancos y las castas, proclamando el establecimiento de unas fronteras étnicas vigentes de por vida. Separados étnicamente del resto de la población, los admitidos a “vestir la beca” eran consagrados, como en una ceremonia de armadura de los caballeros, para ocupar la jefatura material y espiritual de la sociedad.67

Por esta razón, el rechazo de un aspirante a la colegiatura representaba una profunda conmoción personal y colectiva, ya que ello significaba no solo excluirlo del “derecho a dirigir”, que creía tener por herencia, sino también exponer a toda su familia a la vergüenza pública, degradándolos a la incómoda condición de “no blancos”.

En efecto, si se examina el interrogatorio a que eran sometidos los testigos, se
comprenderá plenamente la gravedad de un posible rechazo. Para el caso del Colegio de San Bartolomé, el interrogatorio constaba en 1689 de seis preguntas. Se inquiría específicamente sobre la legitimidad y limpieza de sangre del pretendiente (“limpios de toda mala raza de moros, judíos y penitenciados por el Santo Oficio”), sobre si sus ascendientes “eran limpios de las razas de indio y negro esclavo”, y sobre la calidad laboral y jurídica de sus padres (Jaramillo Mejía, 1996: 52).

Ya para 1777, cuando las elites criollas se sentían amenazadas por el creciente mestizaje y por las políticas de movilidad social de los borbones, los requisitos de admisión se volvieron todavía más estrictos. Ahora son siete preguntas que inquieren por la legitimidad no solo del aspirante sino también de sus padres y abuelos (“hijos legítimos”), buscando determinar si alguien en la familia había ejercido “oficios viles o mecánicos” y si algún ascendiente del candidato se encontraba “manchado con la nota de vil, o de mala raza como de
judíos, moros, mulatos, mestizos o de recién convertidos”. Además, los testigos eran interrogados por la “vida y costumbres” del aspirante, pues el colegio debía asegurarse de que ninguno “tiene enfermedad habitual ni mal contagioso”.
67 Esta comparación la tomo de Bourdieu (1997a: 35), quien la utiliza para referirse a las ceremonias de grado. Pero la metáfora de Bourdieu es exacta también para el caso de la Nueva Granada. La Universidad Tomística de Santafé, única institución acreditada para expedir títulos de estudios superiores en la Nueva Granada, incluía en sus certificados de grado una cláusula que rezaba lo siguiente: vir purus ab omni macula sanguinis atque legitimus et natalibus descendens. Esta certificación de legitimidad de nacimiento y limpieza de sangre actuaba como un reconocimiento a la “blancura” del graduado y, por tanto, como un rito de iniciación en el mundo de las responsabilidades públicas.

La admisión a los colegios y el otorgamiento de becas suponía, entonces, un
riguroso procedimiento de selección étnica, religiosa y social, por el que solamente pasaban los miembros de las familias más prominentes. A su vez, las dinastías familiares se disputaban la obtención de becas, ya que éstas, al igual que las encomiendas y los esclavos, podían traspasarse por herencia de padres a hijos y de hermano a hermano (Silva, 1992a: 195).

De este modo, las familias más poderosas demostraban públicamente su blancura y se aseguraban el control y el acceso a los cargos públicos,68 por lo que “vestir una beca” en uno de los Colegios Mayores significaba entrar a formar parte del clan más selecto de la sociedad neogranadina.69 A este clan selecto pertenecieron algunos de los más eminentes pensadores y científicos de la ilustración neogranadina: Francisco Antonio Zea , Francisco José de Caldas , José Félix de Restrepo , Frutos Joaquín Gutiérrez , Eloy Valenzuela , Camilo Torres , Diego Martín Tanco , José María Salazar , Pedro Fermín de Vargas , Jorge Tadeo Lozano , José Ignacio de Pombo , y otros muchos.

Existía, sin embargo, un grupo de candidatos que no debían presentar las informaciones para ingresar al colegio y que no pertenecían, por lo tanto, a la categoría de “blancos limpios”. Se trata de los llamados “manteos”, “manteístas” o “capistas”, hijos por lo general de mestizos enriquecidos, que eran reclutados con el fin de cubrir la inmensa necesidad de clérigos. Ya dije que los mestizos eran admitidos al sacerdocio y a la educación solamente después de un escudriñamiento individualizado y exhaustivo.
Una vez admitidos al colegio, los manteos constituían un grupo étnico aparte. No podían tener mucho contacto con los estudiantes blancos, por lo que debían vivir fuera de las instalaciones del claustro, a pesar de que sus familiares pagaban todo el sostenimiento.
68 Por supuesto que los títulos académicos no eran condición necesaria ni suficiente para el acceso a los más altos cargos burocráticos. El ejemplo más claro de esto es el don Jorge Miguel Lozano de Peralta, el Marqués de San Jorge , quien a pesar de no haber concluido sus estudios de jurisprudencia en el Colegio Mayor del Rosario, fue regidor del cabildo de Santafe, alcalde ordinario de la ciudad y sargento mayor de milicias (Gutiérrez Ramos, 1998: 122; 131). Ni al final de la Colonia ni durante todo el siglo xix y buena parte del xx nos encontramos todavía frente a una profesionalización de los cargos públicos en Colombia.
69 Renán Silva ha demostrado el modo en que cuatro familias, procedentes de distintas regiones del reino, acapararon las becas del Colegio Mayor del Rosario durante la mayor parte del siglo xviiiI. La familia Flórez de Santafé obtuvo 16 becas entre 1662 y 1776; la familia Díaz-Granados de Santa Marta obtuvo 12 entre 1772 y 1800; la familia Caicedo de Cali obtuvo 11 entre 1777 y 1811, mientras que la familia Camacho de Tunja obtuvo 10 becas entre 1773 y 1819 (Silva, 1992a: 197). En el mismo estudio, Silva ha mostrado también que el 20.8 % de las becas ofrecidas por el Colegio Mayor del Rosario entre 1660 y 1830 fueron obtenidas por hijos de conquistadores y pobladores, el 18.2% por hijos de funcionarios reales y el 9.5% por hijos de encomenderos. Durante este largo período, tan solo una beca fue otorgada al hijo de un comerciante.

Finalizados sus estudios, los manteos no podían aspirar a los altos cargos
directivos, sino que eran destinados para ocupar cargos intermedios y subordinados (párrocos o escribanos), necesarios, sin embargo, en una sociedad mayoritariamente analfabeta. Sobre los manteos no es mucho lo que se sabe actualmente debido a la carencia de fuentes documentales. Renán Silva los describe como un grupo que tenía constantes problemas disciplinarios con las autoridades del colegio y supone que de allí salieron algunos de los capitanes y demás próceres que lucharon en las guerras de
independencia (Silva 1992a: 223).

Es necesario agregar que también los profesores debían acreditar plenamente su condición de blancos para poder enseñar en los colegios. Aunque los catedráticos eran por lo general reclutados de entre los contingentes de graduados por el mismo colegio, lo cual aseguraba ya un previo proceso de selección étnica, éste no se consideraba suficiente. En muchas ocasiones, y para despejar cualquier tipo de dudas frente a la calidad racial del profesor, el proceso de las informaciones era exigido cuando la universidad convocaba a la “oposición a cátedras”. Jaime Jaramillo Uribe documenta el caso de un clérigo de nombre Pedro Carracedo, bachiller del Colegio de San Bartolomé
y doctor de la Universidad Tomística, quien se presentó a una oposición para la cátedra vacante de filosofía en el Colegio Seminario de San Carlos en Cartagena. Don Juan José Sotomayor, oponente también a la cátedra, alegaba que, pese a sus títulos académicos y recomendaciones, el señor Carracedo no calificaba como candidato porque era mulato, ya que su madre era hija ilegítima de una negra:
“No se debe estimar como suficiente ejecutoria en el caso el título de presbítero, porque a más de que las informaciones que exige en los ordenados el Santo Concilio de Trento, no son de una limpieza de sangre rigurosa, en este obispado se dispensan muchas veces por la necesidad, como efectivamente ocurrió en el caso del presbítero que tratamos. Por esto es que la Universidad se debe manejar con mas escrúpulos, en asunto en que tanto interesa a su decoro, exigiendo la respectiva limpieza que demandan sus estatutos […] Las constituciones de nuestro Colegio exigen indispensablemente la circunstancia de descender de padres españoles, limpios de toda mala raza , que no lo son en verdad el procurador Matías Carracedo y Manuela Yraola, padres de nuestro opositor […], siendo obligado añadir, aunque con bastante sentimiento, que son habidos y reputados mulatos, y particularmente la madre, hija ilegítima de una negra que aún existe, acreditándoles suficientemente estos hechos no solo por la notoriedad, sino por la resistencia que hace a calificarse” (citado por Jaramillo Uribe , 1989: 187).

De otro lado, la exigencia de limpieza de sangre estaba dirigida también a los familiares que acompañaban a los colegiales. Los reglamentos de los colegios mayores estipulaban que los estudiantes – que en su mayoría ingresaban al colegio a una edad muy temprana – podían ser asistidos permanentemente por familiares dedicados a servir de “acudientes”. Estos familiares podían incluso trabajar en el colegio haciendo la función de sacristanes o secretarios, pero debían someterse a una estricta disciplina.

Sin importar su edad usarían uniforme sin escudo, comerían en el refectorio la misma comida que todos los demás y estarían subordinados al rector del claustro. A su vez, los estudiantes y sus familiares podían ser acompañados de sirvientes encargados de realizar “oficios menores”. Sin embargo, las reglas eran muy claras: “No queremos que los colegiales [ni sus familiares] tengan criados indios particulares de cada uno, por ser esto materia ocasionada de grandes disturbios y de infidelidades”.70 Esta regla, que buscaba evitar el servicio privado por miembros de las castas, no se aplicaba sin embargo para el caso de las dotes que traía consigo el estudiante. Era costumbre que los padres de familia “donaran” a la institución una cantidad moderada de sirvientes indios, peones mestizos o esclavos negros , destinados a labores agrícolas en las haciendas de los colegios.71

En efecto, la mano de obra esclava era sistemáticamente utilizada para sostener el régimen de Apartheid practicado por los colegios. El archivo histórico del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario está lleno de transacciones que documentan la compra de esclavos negros por parte del rector mismo, quien los destinaba al trabajo agrícola en las numerosas haciendas pertenecientes al colegio (Ortega Ricaurte, 2002: 137-145). El historiador Germán Colmenares (1998: 67) ha mostrado que una de las
mayores inversiones de los jesuitas era la compra de esclavos negros, que utilizaban para el duro trabajo en las más de cien haciendas que sustentaban sus colegios en la Nueva Granada.

70 “Constituciones para el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario ” [1654]. Título iii, Constituciónx
71 En el momento de su fundación, los colegios debían garantizar la posesión de rentas suficientes para cubrir sus necesidades. La posesión y administración de grandes haciendas, compradas o donadas, incluyendo los indios, mestizos y negros que allí trabajaban, era el medio para obtener esas rentas. En el inventario de las haciendas que conformarían el “capital inicial” del Colegio Mayor del Rosario, el arzobispo fray Cristóbal de Torres incluye la donación de mano de obra esclava: “Hay en estas haciendas cuarenta esclavos, conforme al número que nos han traído de ellos, hombres mujeres y niños. Teniendo los achaguas [una etnia indígena de la región], que su Excelencia nos hizo merced, no serán necesarios, pues antes de los achaguas, como nos certifican, son de mejor y mayor servicio. Será pues gobierno vender los dichos esclavos, por lo menos hasta treinta, dejando precisamente los demás, y echar en renta lo que montonaren estos esclavos, que serán como de ocho a nueve mil pesos, y rentarán cuatrocientos”
(Constituciones para el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario . Título i, Punto i).
72 Germán Colmenares (1998: 57-66) afirma que la preferencia por los esclavos negros podría deberse a que las leyes españolas prohibían otorgar encomiendas a los eclesiásticos y también al deterioro progresivo que esta forma de organización económica sufrió durante el siglo xvii. Sin embargo, muestra también que los jesuitas gozaron con largueza del “servicio personal” indígena y que algunas haciendas contaban con más de 120 indígenas trabajadores.
73 Como procuraré mostrar en los próximos capítulos, el letrado neogranadino – y en particular los pensadores ilustrados de la segunda mitad del siglo xviii – reintroducen en su práctica científica los supuestos inconscientes de su primera experiencia de lo social. Lo cual significa que las clasificaciones poblacionales y territoriales en las que trabajaron se encontraban atravesadas por lo que aquí he denominado la “sociología espontánea ” de las elites.

Tales haciendas se encontraban administradas con una estricta racionalidad económica. Los jesuitas calculaban la desvalorización de sus haciendas por causa de la disminución de la mano de obra indígena y el impacto que este factor demográfico podría tener en el cubrimiento de las rentas de los colegios, por lo cual preferían utilizar trabajadores negros y no indígenas.72
Los negros trabajaban en la crianza de ganado, así como en la producción de cacao, granos y azúcar. Los jesuitas encerraban con llave a los esclavos, separando a los hombres y las mujeres, y castigaban físicamente a los que se negaran a trabajar, aunque tales castigos no debían ser excesivos y en ningún caso podían ser administrados por mano de los padres mismos. Además, para evitar las tentaciones de la carne, los sacerdotes no debían estar presentes cuando las mujeres negras eran castigadas.

Sintetizando, digamos que las universidades coloniales, erigidas bajo el modelo disciplinario del convento, eran un espacio cerrado (privado) destinado a “formar” la personalidad de los letrados de acuerdo a las expectativas étnicas y sociales de la elite dirigente. En este ambiente separatista, el minoritario grupo de los letrados se definía no sólo por su adscripción racial, sino que en esas distinciones étnicas, legitimadas ahora
por el privilegio del saber, encontraban el sentido social de su existencia.

El letrado pertenecía a un grupo de elite y asumía como naturales los intereses, los esquemas de pensamiento, los gustos y estilos de vida, en síntesis, todo el sistema de supuestos que estaba ligado al habitus de la etnia blanca dominante. Su experiencia originaria de lo social (habitus primario), marcada por el imaginario cultural de la blancura , resultaba fundamental para la constitución de su subjetividad .73 Las elites, por así decirlo, impedían el acceso de las castas a la ciudad letrada por la “puerta de adelante”, pero la
favorecían por la “puerta de atrás”, ya que utilizaban mano de obra negra e indígena para el trabajo en las haciendas que sostenían económicamente a los colegios. De este modo, los negros, indios y mestizos contribuían a sostener materialmente el mismo aparato ideológico que los excluía.

2.3.2 Batallas por el capital universitario

La biopolítica de los Borbones, según hemos visto, representó una intromisión violenta en el habitus de las elites criollas, fundado en el imaginario de la blancura. Las reformas procuraban reducir los privilegios de la nobleza y aumentar la movilidad social de las castas, fortaleciendo la unidad del imperio bajo el control del Estado. Por encima de cualquier pertenencia de casta, etnia o condición social, todas las lealtades debían estar dirigidas hacia un solo centro. El Estado borbón procuró integrar a todos los estamentos en una sola “cultura nacional” a partir de tradiciones comunes (lengua, vasallaje y religión).

Desapareció así el antiguo concepto de una multiplicidad de reinos autónomos unidos entre sí por la persona del rey, para dar paso a la idea de un
Estado nacional homogéneo (König, 1994: 59). Los antiguos “reinos” de ultramar se transforman ahora en colonias, cuya obligación era dotar al Estado central de importantes beneficios económicos. Se instala, como dije, el modelo económico como ideal del “buen gobierno”.

Uno de los objetivos centrales de las reformas era disminuir la influencia de entidades “privadas” como la Iglesia Católica en todos los ámbitos de la sociedad. El imperativo de la concentración de capitales demandaba que el Estado tuviese la posibilidad de recibir tributos y ganancias provenientes de todas las posesiones de la Iglesia.

Baste recordar que la Iglesia era dueña de una gran parte de las tierras productivas en las colonias y que bajo su control estaba todo el aparato educativo. Si de lo que se trataba era de intensificar la producción agrícola, de crear a un nuevo tipo de “sujeto económico” y de colocar la nueva ciencia al servicio de la exploración de las riquezas naturales, entonces resulta claro porqué razón las órdenes religiosas se atravesaban en el camino de la biopolítica borbona.

No sería posible implementar los diseños globales del Estado, si las órdenes religiosas (sobre todo los jesuitas) continuaban ejerciendo una indiscutible autoridad moral sobre la población, además de acaparar los recursos
económicos de sus inmensos latifundios y de monopolizar la educación de las elites.

La expulsión de los jesuitas en 1767 fue un paso importante en el intento por fortalecer la autoridad del Estado, pero todavía hacía falta desmontar el aparato educativo que dejaban como herencia y sustituirlo por uno nuevo, ajustado a los imperativos de la gubernamentalidad . Era preciso colocar la educación bajo el control y los fines del Estado, lo cual generaría un conflicto permanente entre las “dos espadas”: el poder civil y el poder eclesiástico.

Los colegios de la Compañía de Jesús en la Nueva Granada estaban regidos por la llamada Ratio Studiorum, un tratado pedagógico que prescribía el modo en que debía realizarse la misión educativa de los jesuitas. El ideal educativo jesuítico estaba centrado en la formación religiosa y “caracterológica” del estudiante. Ello suponía el aprendizaje práctico de las virtudes cristianas mediante un estricto aislamiento del mundo, conforme al modelo privado del convento.74 Los estudiantes debían ser preservados del contagio con el “pueblo bajo”, como corresponde a hijos de la aristocracia.

Era importante evitar cualquier situación de “peligro moral”, por lo que el comportamiento de los estudiantes dentro y fuera del colegio debía ser atentamente vigilado por un “decurión” o condiscípulo a cargo de diez estudiantes y relevado de su cargo cada semana, cuya misión era informar a los maestros de cualquier falta observada en sus compañeros (Bertrán-Quera, 1984: 26). A los estudiantes se les prohibía asistir a cualquier tipo de espectáculo público y a tener contacto directo con mujeres en el interior del claustro y en la calle.75

74 La disciplina al interior de los colegios era verdaderamente conventual. El padre Juan Manuel Pacheco, historiador de la Compañía de Jesús en Colombia, describe así la rutina diaria de los estudiantes en el Colegio de San Bartolomé: “El colegial bartolino era despertado del sueño por un toque de campana que se daba a las cinco de la mañana. Disponía de media hora para vestirse y arreglarse, pues a las cinco y media debía hallarse en la capilla para hacer oración mental o vocal durante un cuarto de hora. Pasaba luego al estudio para consagrarse a él durante hora y cuarto. Seguía el almuerzo o desayuno a las siete. Iba luego al colegio de la Compañía, calle en medio, para asistir a la misa y a clases. Volvía luego a la sede del colegio a las diez y media para tener allí media hora de estudio. A las once se tocaba a comer.
Se dirigían todos en fila al comedor, y aguardaban de pie, junto a su puesto, a que el padre Rector bendijera la mesa y se sentara. Durante la comida se leía algún libro instructivo, que servía no sólo para aumentar los conocimientos de los colegiales, sino para hacer mejor guardar el silencio. Terminada la comida se les permitía un rato de recreación, a la que asistían todos juntos en un sitio señalado para el efecto. A la una, una hora de estudio, y a las dos volvían de nuevo al colegio para ir a las clases hasta las cinco. De nuevo en el seminario se les dejaba merendar y descansar hasta las seis. Venía luego una hora de estudio, y a las siete repetición de las lecciones oídas durante el día. A las siete y tres cuartos cena, y un corto recreo a continuación. Antes de acostarse iban a la capilla a rezar las letanías y a examinar sus conciencias. A las nueve la campana daba la señal para acostarse, y un cuarto de hora después las luces debían estar apagadas” (Pacheco, 1989: 130-131).
75 En las Constituciones del Colegio de San Bartolomé (1605) se estipulaba lo siguiente: “No entrará mujer alguna en el Colegio, por principal que sea, ni por respecto alguno, ni a coloquio o fiesta alguna, so pena de excomunión mayor ipso facto incurrenda” (citado por Jaramillo Mejía, 1996: 23).

En cuanto a la formación académica, los estudiantes de los colegios jesuitas debían adelantar sus estudios en tres etapas progresivas: gramática, filosofía y teología. Las clases de gramática – también llamadas de “humanidades” – se concentraban en el aprendizaje y manejo de la lengua latina. Se usaban textos o fragmentos de Cicerón, Virgilio, Erasmo y Vives para ejercitar la lectura, interpretación, redacción y traducción de los clásicos latinos.
Por su parte, los estudios de filosofía duraban cuatro años e incluían clases de lógica, filosofía natural, filosofía moral y metafísica. Aristóteles era visto como la autoridad más eminente en todas estas materias, aunque también se leían textos de Scoto, Porfirio, Molina y Suárez. En teología la formación se centraba en el aprendizaje de Santo Tomás, con dos lecciones diarias, antes y después de las comidas, pero también se hacía énfasis en las clases de sagrada escritura y en la teología moral. El método de enseñanza empleado era la repetición, la recitación y la disputa.

La clase era dividida en “decurias”, esto es, en grupos de diez estudiantes bajo la vigilancia de un “decurión”, cuya función era hacer recitar la lección a sus compañeros y luego dar cuenta al maestro de los resultados (Bertrán-Quera, 1984: 42). También se acostumbraba dividir la clase en dos bandos, que escenificaban el enfrentamiento entre una tesis a ser defendida y otra tesis a ser atacada. Aquí lo más importante no era tanto el discernimiento sino el ejercicio de la memoria, cuyo objetivo era estimular la interiorización de las lecciones escuchadas.

Como puede verse, y con excepción de algunos cursos que dictaban los jesuitas de astronomía, matemáticas y cosmografía76, y otros de medicina que se dictaban en el colegio del Rosario de Bogotá y en la Universidad Santo Tomás de Quito, la educación neogranadina se centraba en el aprendizaje cuasi memorístico de textos escritos en lenguas griega o latina. El canon de los estudios era fijado enteramente por las órdenes religiosas, sin intervención alguna del Estado. Los adelantos que habían mostrado las ciencias europeas desde el siglo xvii eran prácticamente desconocidos en la Nueva Granada un siglo después.

No eran Newton , Galileo ni Copérnico sino Aristóteles y Santo Tomás los encargados de conducir al estudiante hacia un estudio “científico” de la naturaleza . La lógica y la teología eran vistas como “fundamentos” de cualquier estudio sobre el mundo social y natural. Y esto no ocurría tan solo en los colegios de los jesuitas sino en todas las demás instituciones educativas del Virreinato.

76 “Se enseñará – dice la Ratio -, empezando por Euclides, la aritmética práctica, geometría, principios de astronomía, cosmografía. Más adelante se pasa al estudio de la geometría más ampliada, agrimensura, teoría de los planetas. Se estudia a Ptolomeo, las cartas de Juan Monterregio, las tablas alfonsíes, etc. Sin olvidarse del tratado sobre la música” (Bertrán-Quera, 1984: 23).

En el Colegio Mayor del Rosario, regentado por los padres dominicos, se estipulaba lo siguiente:
“Ordenamos que ninguno pueda en el colegio oír otra Facultad alguna, sin haber oído primero las Artes de Santo Tomás, por muchas razones: la primera, porque no es justo que oigan Teología de Santo Tomás sin estar primero fundamentados en las Artes de Santo Tomás; lo segundo, porque también la medicina necesita de este fundamento; lo tercero, porque las leyes y cánones no se pueden conseguir consumadamente sin esta prevención, como nos enseñan las verdades logicales; y sin estos fundamentos no son consumadamente canonistas ni legistas”.77

Pero esta situación empezaría a cambiar una vez consolidada la expulsión de los jesuitas. En el año de 1768, el rey Carlos iii ordenó hacer un inventario completo de sus bienes (haciendas, iglesias, bibliotecas y colegios) con el fin de colocarlos al servicio del “bien público” (Soto, 1993: 5). En ese mismo año, el fiscal protector de indios en el Nuevo Reino de Granada, don Francisco Antonio Moreno y Escandón , fue comisionado por el virrey para elaborar un informe sobre el estado de la educación.

Su misión era evaluar las condiciones a partir de las cuales sería posible instaurar y financiar una universidad pública en la Nueva Granada. La intención del Estado borbón era desmontar el modelo privado del convento y declarar la educación como objeto de “utilidad pública”. A partir de entonces, el sistema de enseñanza debía estar subordinado a las políticas económicas del Estado, en donde los valores dominantes se orquestaban en nombre de la utilidad, la prosperidad material y la felicidad pública.

En este nuevo contexto ilustrado, la educación científica era vista por el Estado como un requisito indispensable para la puesta en marcha de su proyecto económico. Moreno y Escandón denuncia el monopolio de las órdenes religiosas sobre las universidades coloniales, criticando la inutilidad de unos estudios centrados en la formación privada de sus propios miembros. La consecuencia de esto era que las órdenes religiosas impartían un tipo de enseñanza destinada a formar curas, teólogos y metafísicos, impidiendo además que el Estado tuviera injerencia en los contenidos de la educación.

La biopolítica imperial necesitaba, en cambio, la formación pública
y secular de jueces, médicos y científicos fieles a los propósitos modernizadores del Estado, por lo que el control estatal sobre los procesos académicos se hacía cada vez más urgente.
77 “Constituciones para el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario” [1654]. Título v, Constituciónv.

La reforma del plan de estudios comprendía entonces la sustitución de las
“humanidades” (gramática, retórica) por las “ciencias útiles” (matemáticas, física):78
“Si en todo el orbe sabio ha sido necesaria la introducción de la filosofía útil,
purgando la lógica y metafísica de cuestiones inútiles y reflejas, y sustituyendo a lo que se enseñaba con nombre de física, los sólidos conocimientos de la naturaleza apoyados en las observaciones y experiencias: en ninguna parte del mundo parece ser más necesaria que en estos fertilísimos países, cuyos suelo y cielo convidan a reconocer las maravillas del Altísimo depositadas a tanta distancia de las sabias academias, para ejercitar en algún tiempo la curiosidad de los americanos” (Moreno y Escandón , 1982 [1774]: 62).

La explotación comercial de estos “fertilísimos países” demandaba pues un cambio radical en el estatuto institucional del conocimiento, comenzando por el idioma en el cual ese conocimiento era producido y transmitido. El latín, que durante siglos había sido el vehículo privilegiado para acceder al conocimiento letrado, comenzó desde el siglo xvii a ceder su lugar frente al empuje de las lenguas vernáculas europeas, en las que se venía produciendo el nuevo saber científico de la modernidad .

Por eso el fiscal opina que las cátedras de latinidad, útiles quizás para entender antiguos textos de poesía y teología (“cavilaciones y sofisterías inútiles”), en nada ayudaban a formar el tipo de homo academicus que estaba necesitando el Estado. La eliminación del latín en las cátedras universitarias no sólo buscaba la formación de un cuerpo de súbditos lingüísticamente homogéneo, sino también de un cuerpo amplio de letrados capaces de producir conocimientos en su propio idioma.

Lo que el Estado requería era conocimientos sometidos al modelo de la racionalidad económica: útiles a la sociedad, comunicables, reconvertibles en políticas de gobierno, susceptibles de circular con rapidez y de alcanzar un mayor número de usuarios. Por eso, el fundamento de la filosofía no podía ser ya la lógica aristotélica, que según Moreno y Escandón “corrompe los entendimientos de los niños, obligándolos a silogizar desde las primeras lecciones”, sino las matemáticas.

78 Pierre Bourdieu ha mostrado que la oposición entre estas dos áreas del conocimiento obedece a la lucha entre dos principios de legitimación del saber. Uno de ellos, representado en la defensa de las humanidades, vincula el conocimiento con la moral (ámbito privado) y con su administración por parte de la Iglesia. El otro, representado en las ciencias útiles, vincula el conocimiento con la economía (ámbito público) y con su administración por parte del Estado. Escribe Bourdieu en Homo Academicus : “A support for science which is confined with the hostile relationship which the Roman Catholic bourgeosie has always had with science. It has long tended to channel its children into private education, which upholds the moral order” (Bourdieu , 1988: 51).

Durante el primer año de filosofía se deberán estudiar elementos básicos de aritmética, álgebra, geometría y trigonometría. Para el segundo año, el fiscal
considera indispensable introducir al estudiante en los elementos básicos de la física moderna, de acuerdo al método newtoniano:
“Serán infinitas las utilidades que resultarán de esta instrucción en beneficio
propio y común en un país cuya geografía , su historia natural, las observaciones meteorológicas, el ramo de la agricultura y el conocimiento de sus preciosos minerales, está clamando por la instrucción, que sólo pueden lograr los curas para dirigir a los demás hombres en sus parroquias. Este será el origen de donde saldrá el influjo universal para el fomento de la agricultura, de las artes y el comercio de todo el reino, cuya ignorancia lo tiene reducido al mayor abatimiento” (Moreno y Escandón, 1982 [1774]: 67).

Resultaba claro, entonces, que la formación humanística debía ser desplazada en favor de una formación técnica y científica, útil para los proyectos gubernamentales del Estado. Pero la superioridad de la investigación empírica de la naturaleza sobre el estudio e interpretación de textos canónicos, no era tan solo un postulado epistemológico.

La racionalidad económica del Estado exigía una optimización de los recursos naturales existentes con base en el conocimiento científico. La ciencia, despojada de su pasado humanístico, debía convertirse en soporte fundamental de la biopolítica . Las políticas natalistas, los programas de extirpación de la ociosidad, la promoción del trabajo , los proyectos de colonización de zonas despobladas, las campañas higienistas, la creación de hospicios, en fin, el proyecto entero de la gubernamentalidad , debía quedar legitimado por los resultados “incuestionados” de la nueva ciencia.

La “felicidad pública” ya no necesitaba una legitimidad moral o teológica, sino una garantía científica. Pero la nueva política educativa causó gran malestar al interior no sólo de las órdenes religiosas, directamente afectadas por la pérdida de sus monopolios, sino también de la elite criolla local. Ya veíamos cómo la simple admisión de alguno de sus miembros en la universidad era un importante mecanismo de legitimación social para las familias aristócratas. Más que como la oportunidad de acceder a nuevos conocimientos, la educación superior era vista por los estudiantes como un reconocimiento a la noble condición de su familia. Pero las reformas borbónicas cambiaban radicalmente esta perspectiva.

La introducción de los métodos empíricos de investigación demandaba
el desarrollo de nuevas competencias por parte de los estudiantes. Competencias cuya adquisición nada tenía que ver con la condición social de su familia, sino con el esfuerzo personal, con la disposición a buscar la verdad en lugar de aprenderla de memoria.

La desaparición propuesta de la lectio y la disputatio como metodologías de enseñanza suponía precisamente que la verdad era un arduo proceso de conquista, y no la repetición de fórmulas congeladas en el tiempo. Los aspirantes a ejercer cargos públicos debían tener claro que la aristocracia intelectual de los humanistas debía ser sustituida por la meritocracia de los técnicos y científicos. Pero no todos los aristócratas criollos estaban dispuestos a aceptar esto.

De otro lado, las reformas de Moreno y Escandón afectaban los intereses económicos de los dominicos, que después de la expulsión de los jesuitas habían quedado con el privilegio de tener la única universidad autorizada para otorgar grados. Hasta el momento de su expulsión, los jesuitas habían mantenido una lucha jurídica y política ante la Corona española por obtener igualdad de derechos con los dominicos para poder otorgar grados, ya que sin esa prerrogativa sus egresados podrían quedar excluidos de los altos cargos administrativos, tanto civiles como eclesiásticos.79

Los esfuerzos de la Compañía resultaron exitosos pero se vieron truncados con su destierro obligatorio, situación que aprovecharon con gran habilidad los dominicos para captar una gran cantidad de recursos económicos. Sin embargo, Moreno y Escandón ve con malos ojos que el pago por los derechos de graduación caiga en manos privadas, sin que el Estado reciba beneficio alguno:
“En esta capital tiene la sagrada religión de predicadores en su convento de Santo Domingo, facultad de conferir grados hasta el Doctor, a cuyo permiso se le da el nombre de universidad y para ello la misma religión nombra por rector uno de sus individuos, y los Religiosos Lectores del mismo convento […] Perciben el precio de los grados, y propinas de argumentos que distribuyen entre sí” (Moreno y Escandón, 1982 [1774]: 60).

Los frailes dominicos, defensores oficiales del tomismo, no se oponían a la reforma educativa sólo por considerarla en contra de las sagradas escrituras – ya que incluía la enseñanza herética de Copérnico – sino, por encima de todo, porque ella les quitaría el monopolio sobre la educación superior. La introducción del nuevo currículum científico implicaba que los graduados entrenados en las viejas escuelas quedarían desplazados por los jóvenes ilustrados entrenados en geografía , historia natural, meteorología y agricultura (Safford 1989: 134).

79 Sobre esta disputa entre los bartolinos y los rosaristas, véase: Silva, 1992a: 41-44. Para el caso de la disputa entre jesuitas y dominicos en la ciudad de Quito, véase: Vargas, 1983.

Detrás de este conflicto de las disciplinas se encontraba la disputa por el acceso a cargos burocráticos y la defensa de viejos privilegios económicos. Por esta razón, los dominicos movilizan sus influencias en Madrid y Bogotá para, finalmente, lograr el fracaso del plan de reformas propuesto por Moreno
y Escandón (Soto, 1993: 53-57).80 La oposición encabezada por los dominicos, a la que se unió un sector mayoritario de la elite criolla, era prueba de que la política de expropiación implementada “desde arriba” por los Borbones chocaba directamente contra el imaginario cultural de las elites, forjado durante tres siglos de colonización.

La irrupción violenta sobre el habitus de los criollos determinaría, finalmente, el fracaso de las reformas borbónicas en la Nueva Granada. La biopolítica metropolitana dividió a la elite criolla en dos bandos, los ortodoxos y los ilustrados, que asumían actitudes opuestas frente al proyecto reformista del Estado. Los ilustrados se identifican con el pathos de la novedad pues estaban convencidos de que toda la sociedad debía ser renovada en su conjunto, de que era necesario romper con las formas tradicionales de producir y transmitir conocimientos, y de que la ciencia moderna proporcionaría las herramientas para inventarlo todo arrancando desde cero.

Los ortodoxos, en cambio, consideraban que esta actitud era peligrosa para el status quo y miraban a los ilustrados como la encarnación de todos los males, asumiendo frente a ellos una actitud agresiva. Gonzalo Hernández de Alba relata cómo algunos colegiales del ala ortodoxa encendieron una hoguera en la plaza mayor de Bogotá para quemar un retrato del ilustrado criollo Frutos Joaquín Gutiérrez , junto con una gran cantidad de libros y manuscritos científicos, al mismo tiempo que en la Catedral se tocaban las campanas a excomunión (Hernández de Alba, 1996: 142). El partido de los ortodoxos ganaría finalmente la batalla por el control del conocimiento en las universidades y los ilustrados tendrían que conformarse con la conquista de espacios fuera de las aulas (Silva 2002: 155-211).

80 Durante su estadía en Bogotá, el científico alemán Alexander von Humboldt fue testigo privilegiado de esta pugna por el control del saber universitario entre el Estado y los padres dominicos, aunque su
impenitente “optimismo ilustrado” frente al resultado de esa lucha resultó frustrado: “Mutis , quien ha tenido una influencia tan grande en la ilustración de esta región, fue el primero que se atrevió, en Santafé 1763, a demostrar, en un programa, las ventajas de la filosofía newtoniana sobre los peripatéticos y enseñó la primera públicamente como catedrático de matemáticas del Colegio del Rosario. Los dominicos, que juran sobre los escritos de Santo Tomás, quisieron acusarlo de hereje y denunciarlo a la Inquisición, pero sin éxito […] El Padre Rosas, un afable monje del convento de San Agustín, con el cual viví en gran amistad, quiso defender públicamente en el convento el sistema copernicano. Los dominicos se alarmaron y el fiscal Blaja se opuso al sistema copernicano a causa del decreto de la Junta. El Virrey dejó la decisión del asunto a dos clérigos, entre los cuales uno era Mutis […] El monje agustiniano defendió su tesis, para disgusto de los dominicos” (Humboldt , 1982 [1801a]: 46).

Pero, como tendremos oportunidad de ver en el capítulo cuarto, ambos partidos, enfrentados por el control de las aulas y los cargos, se encontraban unidos en la batalla frente a un enemigo común y mucho más peligroso: el conocimiento tradicional de las castas . El “pathos de la distancia” con
respecto a negros , indios y mestizos se reflejará también en una “ruptura epistemológica” frente a sus modos tradicionales de producir conocimientos. Y aquí serán los ilustrados, quienes mostrarán el camino de la victoria criolla.

2.3.3 El cadáver del doctor Eugenio

He descrito a la universidad colonial neogranadina utilizando la metáfora de la “ciudad letrada”, introducida por Ángel Rama , mostrando que sus muros se encontraban “pintados de blanco”, es decir, que marcaban una frontera étnica frente a todos aquellos que no pertenecieran al estamento blanco dominante. Sin embargo, los muros de la ciudad letrada no eran del todo impermeables. Algunos individuos pertenecientes a las castas lograron penetrar el interior de la ciudad y sortear innumerables obstáculos hasta conseguir el anhelado título universitario.
Pero se trató por lo general de victorias eximias y trágicas, ya que la sociedad colonial impuso finalmente sus patrones de exclusión étnica sobre estos personajes, echándoles en cara su bajo origen. Este fue el caso del médico quiteño Eugenio de Santa Cruz y Espejo , uno de los más importantes
pensadores ilustrados de la América hispana.

Espejo ilustra como ningún otro el destino de aquellos mestizos que hacia finales del siglo xviii, se atrevieron a desafiar abiertamente la colonialidad de las instituciones universitarias. Documentos de la época testimonian que Espejo era hijo de Luis Santa Cruz y Espejo, indio quechua natural de la región de Cajamarca, y de una mulata de nombre María Catalina Aldaz y Larrainzar, hija de un esclavo liberto.81 En efecto, parece no caber duda de que el abuelo de Espejo llevaba el apellido quichua Chusig, que posteriormente cambió por Cruz, y que su oficio era el de “picador de piedras”. Se trataba probablemente de un indio hispanizado, ya que de acuerdo al testimonio del fraile José del Rosario, “fue calzado, de capa y no de cotón o chusma”.82

81 En un documento de 1789, el fraile betlemita José del Rosario afirma que María Catalina Aldaz era reputada “por mestiza o mulata, de quien procedió Eugenio en calidad de naturaleza de cholo o zambaygo, respecto de haber sido su padre y abuelo indios” (citado por Astuto, 1981: 454).

Las dudas aparecen, en cambio, cuando se investiga la procedencia étnica de la madre de Espejo. Arturo Roig afirma que el testimonio según el cual la madre de Espejo era hija de una mulata liberta, es tan solo una infame calumnia escenificada por los enemigos políticos del pensador quiteño (Roig , 1984b: 23). Apoya esta tesis en importantes investigaciones genealógicas que demuestran que la abuela materna de Espejo era de ascendencia vasca.

De hecho, los extraños seudónimos utilizados por Espejo en su obra El nuevo Luciano de Quito (Don Xavier de Cía, Apéstegui y Perochena) probarían,
según Roig , que la rama materna de su familia descendía de un hidalgo español de la casa de Perochena llamado Peretón de Cía, llegado a América hacia finales del siglo xv, quien contrajo nupcias con María Martín de Larrainzar, vasca de la casa de solar de Apesteguy. Estos serían los abuelos de la abuela materna de Espejo. Lo que no dice Roig es si alguno de sus descendientes tuvo hijos con un esclavo o una esclava negra, lo cual confirmaría, por lo menos en parte, el citado testimonio del fraile betlemita.
Sea como fuere, lo cierto es que nuestro filósofo se encontraba indefectiblemente contaminado con la “mancha de la tierra” y que a los ojos de la elite criolla aparecía como un simple “cholo”. La pregunta es: ¿cómo pudo alguien que violaba de forma tan manifiesta el discurso hegemónico de la limpieza de sangre , ingresar en el sagrado recinto de la universidad colonial y obtener allí los títulos de médico y abogado? Quizá la respuesta podamos encontrarla en las nuevas políticas educativas implementadas por los Borbones hacia finales del siglo xviii.

He dicho que el interés de la Corona era transformar una universidad privada y eclesiástica, dirigida fundamentalmente a la educación de la nobleza, en una universidad pública y estatal, dirigida a la formación científica de los estratos económicos más dinámicos de la sociedad, entre los que se encontraban, por supuesto, los mestizos. En el caso específico de la ciudad de Quito, después de la expulsión de los jesuitas el Estado abrió las puertas para una verdadera
secularización de la educación superior, hasta lograr convertir en 1787 a la universidad de los dominicos , la Santo Tomás, en una universidad “pública”.

Y aunque, como ocurrió en Santafe de Bogotá, tales esfuerzos renovadores terminaron por fracasar, se puede afirmar que el joven Eugenio Espejo – y con él toda una generación de hijos de mestizos adinerados – resultó favorecido por esta ola pasajera. En efecto, aunque Espejo no podía mostrar el certificado de limpieza de sangre exigido por el régimen de las informaciones, sí podía en cambio obtener un certificado de vita et moribus, es decir, un informe de “buenas costumbres”, lo cual, bajo la nueva línea ilustrada de los Borbones, resultaba suficiente para el ingreso a la universidad.

82 Citado por Roig , 1984b: 29.

Fue de este modo como, muy probablemente, el joven Espejo logró sortear el primer obstáculo étnico para comenzar en 1765 sus estudios de medicina en el colegio dominico de San Fernando y graduarse dos años más tarde, contando tan solo con veinte años. Luego, en 1770, termina sus estudios de derecho civil y derecho canónico en la Universidad de Santo Tomás, obteniendo el título de licenciado.

Pero el problema no era tanto entrar a la universidad sino salir de ella para ejercer como profesional, ya que la obtención de los grados académicos y su utilización posterior eran celosamente controlados por los guardianes de la clase dirigente más tradicional, los regentes de la vida universitaria que no veían con buenos ojos las nuevas políticas borbónicas. Aquí es cuando Espejo tendría que enfrentarse de nuevo al desafío de superar el obstáculo de la limpieza de sangre, ya que solamente podían recibir títulos aquellos estudiantes que cumplían con las exigencias del “paseo”. Recordemos que para la ocasión del paseo, los graduandos tenían que exhibir públicamente los escudos de su familia, esto es, las credenciales de su condición de nobles y blancos .83

Roig supone que Espejo consiguió sortear este nuevo obstáculo echando mano de los títulos de nobleza de sus antepasados por línea materna y utilizando inteligentemente el apellido de su padre (Santa Cruz), exhibiendo una cruz recortada sobre un paño de tafetán rojo (Roig , 1984b: 38).

Sin embargo, las cosas no iban a resultar siempre tan fáciles para el flamante médico y abogado mestizo. Para obtener la licencia que le permitía ejercer su profesión, el cabildo de Quito le exigió probar su limpieza de sangre. Ante la acusación de tener la “mancha de la tierra”, Espejo quiso “olvidar” la sangre india de su padre, resaltando en cambio el carácter noble de sus abuelos maternos. No obstante, Espejo fue humillado públicamente y tuvo que esperar ocho años para obtener la licencia. Sus colegas, la mayoría de ellos pertenecientes a la encopetada nobleza quiteña, no estaban dispuestos a tolerar la presencia de un “cholo” en su gremio. No es de extrañar, entonces, la actitud combativa que Espejo empieza a adoptar frente a las costumbres de la sociedad de la época, que se refleja plenamente en el estilo punzante y satírico de sus obras.

83 En medio de gran pompa, el graduando era acompañado desde su domicilio hasta la puerta de la universidad por una comitiva integrada por el decano, profesores de la facultad, amigos, familiares y músicos. Después de recorrer las principales calles de la ciudad, el graduando ingresaba al recinto universitario, en donde recibía su título, y posteriormente reiniciaba la procesión de vuelta hasta su casa, donde le esperaba un festejo privado. De acuerdo con Steger (1974: 195), los estatutos de la universidad señalaban que
durante el paseo, el graduando debía exhibir las insignias correspondientes a su rango (escudos familiares, banderas, armas), que certificaban su condición de “blanco” y legitimaban públicamente el otorgamiento del grado. De este modo, la universidad presentaba en sociedad al nuevo doctor, consagrando su nueva función de “hombre público”.

En el año de 1779 Espejo escribe una obra titulada El Nuevo Luciano de Quito en la que critica de forma radical el sistema educativo vigente en la ciudad hacia finales del siglo xviii. Queriendo ridiculizar a la oligarquía que impedía su entrada en los círculos influyentes, Espejo dirige sus ataques contra la “ciudad letrada” en la que se educaban sus miembros, y particularmente contra el tipo de Homo Academicus que producía la universidad colonial. Para ejemplificar la pésima calidad de los profesionales egresados, el médico escogió un famoso sermón – “Los dolores de la Santísima Virgen”- pronunciado en la catedral de Quito por un tal Sancho Escobar y Mendoza, quien había estudiado en el colegio de los jesuitas y se preciaba de ser un gran orador. Como lo deja claro en la dedicatoria del libro, Espejo presenta a Escobar (a quien se refiere bajo el pseudónimo de “Murillo”) como “el retrato fiel del pedante, del semisabio, del hombre sin educación” (Espejo, 1981 [1779]: 6).

Lo que producía en realidad la universidad colonial, tan orgullosa de su nobleza y abolengo, era gente mediocre como Escobar, carente de buen gusto, ignorante de la nueva ciencia , preocupada por inútiles cuestiones metafísicas y envanecida por un saber (la Escolástica) que tan solo servía para discutir sutilezas incomprensibles.

Semejante ataque contra los fundamentos mismos de la educación colonial no
fue perdonado jamás por sus enemigos, quienes no descansarían hasta deshacerse por completo del incómodo médico mestizo . En venganza por las acusaciones recibidas en El Nuevo Luciano, don Sancho Escobar aprovecha la muerte de un paciente de Espejo para acusarle de incompetencia profesional e incluso de asesinato.

El enfermo no era otro que su propio sobrino, don Manuel de Escobar, diácono del pueblo de Zámbiza, a quien Espejo había atendido por espacio de dos meses, pese a lo cual murió como consecuencia de una recaída. Enfurecido ante el fatal desenlace, don Sancho asegura que Espejo dejó morir deliberadamente al paciente y que su perversión moral se había hecho evidente con la redacción de “papeles satíricos contra las personas de mayor respeto”. El punto que quiero resaltar aquí es que los argumentos de incompetencia profesional y degradación moral, esgrimidos por Escobar, se fundaban en el origen étnico de Espejo:
“Digo que lo que antes repara es que el Doctor Eugenio apellidado Espejo para presentarse ante el Señor Provisor no haya sido con reproducción del Señor Protector General de los naturales del distrito de esta Real Audiencia respecto de ser indio natural del lugar de Cajamarca; pues es constante que su padre Luis Chúsig por apellido, y mudado en el de Espejo, fue indio oriundo y nativo de dicho Cajamarca, que vino sirviendo de paje de cámaras al padre Fray Josef del Rosario, descalzo de pie y pierna, abrigado con un cotón de bayeta azul, y un calzón de la misma tela, y por parte de su madre fulana Aldaz, aunque es dudosa su naturaleza , pero toda la duda solo recae en si es india o mulata […].

Porque conocía el declarante prácticamente la insuficiencia de dicho Eugenio
en mucho tiempo que se le metió en su casa; añadiéndose el mismo práctico
conocimiento que tenía el declarante del defecto de aplicación al estudio de
la medicina , para emplearlo solamente en registrar elencos de otros libros de
distintas facultades, y en tener todo su anhelo en formar papeles satíricos contra las personas de mayor respeto, creyendo por este medio aparentarse persona instruida en muchas facultades [… y] porque le pareció, no médico que curaba, sino aceite corrupto que ocasionaba un mortal contagio en el alma, además del sonrojo inevitable en el comercio con individuo de tan baja extracción y origen” (citado por Freile, 2001: 13).

Acusaciones como ésta entorpecieron la carrera profesional de Espejo y le cerraron las puertas de la docencia universitaria, a pesar de sus reconocidos talentos como médico, literato y filósofo. Las elites quiteñas procurando evitar “el comercio con individuo de tan baja extracción”, iniciaron contra él una campaña de descrédito que terminó involucrándolo en el famoso episodio de los Golillas.84 Espejo fue encarcelado injustamente y remitido a Bogotá para ser juzgado por el propio virrey de la Nueva Granada en 1789.

Pese a la gravedad de los cargos presentados en su contra – y de su amistad con personajes “sospechosos” como Antonio Nariño y Francisco Antonio Zea-, fue dejado en libertad y pudo regresar a Quito para continuar con sus actividades científicas y literarias. Allí recibió la oferta de dirigir la recién fundada biblioteca pública que había pertenecido al Colegio Máximo de los ya expulsados jesuitas. Sin embargo, y como requisito para ser nombrado en el cargo, Espejo se vio obligado de nuevo a probar su limpieza de sangre, lo cual puso su nombre – una vez más – en la mira de sus enemigos.

Pero la peor tragedia del médico quiteño estaba todavía por llegar. Las campañas de descrédito público a las que fue sometido encontraron su clímax en la acusación de traición a la patria que recibió su hermano, el presbítero Juan Pablo Espejo. Este había sostenido una relación afectiva con una prostituta de nombre Francisca Navarrete, quien al parecer insatisfecha por la decisión que tomó el cura de terminar la relación, decidió acusarlo de proferir y divulgar proposiciones sediciosas.

84 Se trata de un pasquín titulado “Retrato de Golilla” dirigido contra las autoridades españolas en Quito. “Golillas” era el apodo despectivo que recibían los funcionarios españoles (“chapetones”) que ocupaban cargos públicos en Indias, pero que no pertenecían al grupo de los colegiales o egresados de los Colegios Mayores. El pasquín, atribuido falsamente a Espejo, hacía una burla del ministro de Indias, don José de Galvez, y apoyaba expresamente el levantamiento indígena de Túpac Amaru.

La mujer dejó en conocimiento de las autoridades que Espejo acusaba al Rey de ser un tirano, que era necesario expulsar a todos los “chapetones” de América, que los franceses no eran herejes sino defensores de la libertad humana y que ya estaba en marcha un plan para liberar a Quito del yugo de sus opresores.85

No es claro todavía si la mujer mintió abiertamente por despecho, si dijo la verdad sobre lo manifestado por el cura Espejo y, en caso de ser así, si su hermano Eugenio compartía estas ideas. Lo cierto es que los enemigos del médico vieron llegar la oportunidad que estaban esperando para
deshacerse definitivamente de él. Aún sin tener pruebas que le vinculasen directamente con los planes de su hermano, Espejo fue encarcelado y condenado a dos años de cárcel en el monasterio franciscano de Popayán. En la cárcel contrae la disentería y cae gravemente enfermo, pese a lo cual es encadenado y tratado como un reo vulgar.

A pesar de la dramática petición por su liberación, que hace desde la cárcel al virrey Ezpeleta86, Espejo continúa preso y muere el 27 de diciembre de 1795.
Su partida de defunción, fechada el 28 de diciembre de 1795, se encuentra registrada en el libro donde se asientan los mestizos, indios, negros y mulatos. El registro habla del “cadáver del Dr. Eugenio”, eliminando todos sus apellidos, según la práctica que los amos solían tener con sus siervos y esclavos (Roig 1984b: 32).
85 Véase: “Compendio de los puntos vertidos por el Presbítero Don Juan Pablo Espejo en dos conversaciones tenidas en la havitación de Doña Francisca Navarrete, que van en los mismos términos y voces que las profirió según que así se halla sentado con juramento en el gobierno de esta Real Audiencia” [1795]. En: Freile, 2001: 62-64.
86 Vale la pena transcribir algunos apartes de esta petición: “A pesar de una centinela de vista armada, de muchas espías vigilantísimas que me custodiaban, de un calabozo oscuro y húmedo en que moría encerrado; a pesar de todo esto y mucho más que hacía violentísima la opresión, yo hubiera meditado y hallado arbitrio de usar del remedio natural de postrarme a los pies de Vuestra Excelencia con mis representaciones, y aún volverle no solo accesible sino amabilísimo a mi dolor. Pero en los primeros momentos de éste, y de la escandalosísima vejación que se me ha irrogado, esperaba el pronto alivio emanado de un generoso sentimiento del error; y por otra parte mi corazón, siempre y profundamente sacrificado al culto del Soberano, ofrecía en obsequio de su Majestad el cruel tratamiento que se me daba, y el más alto silencio de este mismo tratamiento. Pasados dos meses de éste, en la dura prisión de un cuartel, ya resolví elevar mis quejas a los pies de esa misma sagrada Majestad, a quien se suponía falsa y calumniosamente había ofendido yo con la más sacrílega infidelidad […] Soy hasta ahora tratado con todo el aparato de reo de Estado. En las vistas fiscales, en los autos interlocutores, en todo un proceso monstruoso no llevo otro dictado” (Espejo, 2001 [1795]: 72).

Las elites blancas castigaron con la muerte y el oprobio el ataque realizado por un “cholo” en contra de la ciudad letrada y sus guardianes. Paradójicamente, el mismo Espejo se constituyó en uno de los mayores impulsores de la medicina ilustrada en la ciudad de Quito. La paradoja radica, como se verá en el capítulo siguiente, en que la medicina moderna se constituye a partir de una expropiación epistemológica de los conocimientos tradicionales.

La práctica médica no sólo jugaba en concordancia con la biopolítica estatal – que Espejo afirmó siempre obedecer y respetar -, sino que actuaba como un mecanismo de dominación social frente a las castas .87 De este modo, la violencia política y social que Espejo sufrió por causa de su origen étnico , tiene equivalencia directa con la violencia simbólica que él mismo ejerció, en tanto médico ilustrado, sobre los conocimientos tradicionales de los negros, indios y mestizos. La “sociología espontánea” que condena a Espejo, es la misma que Espejo reproduce con su defensa del conocimiento ilustrado.

Mi argumento será entonces que la colonialidad del poder extiende sus redes hacia un dominio que los pensadores ilustrados creían puro e incontaminado por las prácticas sociales: el discurso de la ciencia moderna.

87 He aquí tan solo un botón para la muestra (en próximos capítulos traeré más ejemplos): en su obra conocida como La ciencia blancardina, Espejo fustiga duramente a todos aquellos individuos que practicaban la medicina sin acreditar los debidos títulos universitarios, acusándolos de empíricos y legos (Espejo, 1981 [1780]: 323). Ya mostraré cómo la práctica de la medicina empírica, anclada en tradiciones culturales indígenas o africanas y practicada sobre todo por curanderos mestizos, es vista por los ilustrados como el pasado de la ciencia médica y como un peligro inminente para toda la sociedad.

Lugares de la Ilustración

1. Lugares de la ilustración. Discurso colonial y geopolíticas del conocimiento en el Siglo de las Luces
Santiago Castro-Gómez (voy por pagina 20)

Los orientales, los africanos, los amerindios, son todos componentes necesarios para la fundación negativa de la identidad europea y de la propia soberanía moderna como tal. El oscuro Otro del Iluminismo europeo está instalado en su cimiento, del mismo modo que la relación productiva con los “continentes negros ” sirvió como cimiento económico de los Estados-nación europeos
Michael Hardt y Antonio Negri

En septiembre del año 1774, el periódico alemán Berlinische Monatschrift publicó un ensayo en el que el filósofo Immanuel Kant respondía a la pregunta: Was ist Aufklärung?

Aquí Kant establece que la Ilustración es “la salida del hombre de la minoría
de edad”, entendida ésta como “la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin la dirección de otro” (Kant , 1996: 53). La “madurez” que Kant creía observar de forma todavía incompleta en la Europa de su tiempo, es la negativa a aceptar la autoridad de la tradición y el sometimiento de toda creencia ante el tribunal supremo de la razón, para que allí sean juzgadas de acuerdo a principios establecidos por la razón misma.

Son estos principios normativos de carácter universal los que servirán para desentrañar los misterios de la naturaleza y encaminar a la sociedad humana por la senda inevitable del progreso. Los pueblos y los individuos que se resistan a seguir este camino son vistos por Kant como “autoculpables” y merecedores de su propia miseria, ya que las condiciones están ya dadas para que a finales del siglo xviii la humanidad empiece a salir de la ignorancia.

En ese mismo año, al otro lado del mundo, en la sombría capital de una remotísima y escarpada provincia del imperio español, el virrey de la Nueva Granada, don Manuel de Guirior, encarga al fiscal Francisco Moreno y Escandón la redacción de un plan de estudios que sirva de base a la organización de una universidad capaz de formar a la elite criolla en los principios científicos de la Ilustración. Dos años más tarde, y a contrapelo de esta pretensión, el abate holandés Cornelius de Paw publica en la Enciclopedia un artículo en el que sostiene que ningún ser nacido en América es capaz de ilustrarse, porque todos habitan una tierra húmeda y estéril.

Tan solo cinco años después, una coalición de criollos, indios y mestizos, nacidos todos en la Nueva Granada, se levanta contra las autoridades ilustradas con el fin de protestar contra el aumento de impuestos ordenado por la dinastía de los borbones para financiar su guerra imperialista contra los ingleses.

¿Cómo explicar esta serie de acontecimientos simultáneos y en apariencia contradictorios?

Un optimista filósofo prusiano, que jamás salió de su pueblo natal, se atreve a tomar la palabra en nombre de la humanidad entera para anunciar la llegada de una “época de ilustración” en la que todos podrán utilizar su entendimiento sin servirse de autoridades exteriores. No muy lejos de allí, un sacerdote ilustrado afirma que los habitantes de América son incapaces de “servirse de su propio entendimiento”, mientras que al otro lado del Atlántico, una “autoridad exterior” americana hace suyo el programa de la ilustración y ordena la creación de una universidad pública.

Órdenes que, sin embargo, son resistidas por un sector de la elite criolla local, que veía la Ilustración como una amenaza directa a sus privilegios tradicionales. Al mismo tiempo, una coalición de personajes nativos de América, actuando con independencia de autoridades exteriores, apelan a conocimientos y certezas locales para organizar la oposición tanto a la élite blanca contrailustrada, como al despotismo ilustrado de los virreyes.

¿Qué es entonces la Ilustración? ¿Por quiénes y contra quiénes es enunciada, en qué lugares y con qué propósitos? La tesis que quisiera defender es que la Ilustración no es un fenómeno europeo que se “difunde” luego por todo el mundo, sino que es, ante todo, un conjunto de discursos con diferentes lugares de producción y enunciación que gozaban ya en el siglo xviii de una circulación mundial.

Me propongo relacionar entre sí algunos de estos lugares y discursos, con el fín de mostrar que eventos aparentemente contradictorios como los arriba señalados, formaban parte en realidad de una misma y compleja red planetaria de ideas científicas, de sentimientos libertarios, de actitudes raciales y de ambiciones imperialistas. En este capítulo en particular me interesa investigar la relación entre el proyecto científico de la Ilustración y el proyecto colonial europeo, teniendo en cuenta que la pretensión central manifiesta por
el discurso ilustrado era que la ciencia carecía de un lugar empírico de enunciación.

Mostraré que lo que permite invisibilizar el lugar de enunciación del conocimiento es el modo en que la ciencia y las ambiciones geopolíticas empiezan a quedar articuladas en el sistema-mundo moderno/colonial a partir del siglo xvi. Mi hipótesis de lectura es que el escenario de la Ilustración fue la lucha imperial por el control de los territorios claves para la expansión del naciente capitalismo y de la población que habitaba esos territorios.

Para investigar la relación entre ciencia y geopolítica en el siglo xviii, tomaré como punto de partida el proyecto de una “ciencia del hombre” formulado inicialmente por Hume en 1734, a fin de plantear el problema que en este libro he denominado La hybris del punto cero. Luego intentaré reconstruir de forma inmanente los vínculos estructurales de este programa con el capitalismo y el colonialismo , utilizando para ello algunos escritos de Kant , Rousseau , Turgot y Condorcet .

Finalmente buscaré integrar estos dos aspectos en una mirada de conjunto, utilizando el marco de la teoría poscolonial de Edward Said , pero atendiendo especialmente a la relación entre ciencia y colonialidad, tal como ha sido pensada desde Latinoamérica por autores como Walter
Mignolo , Enrique Dussel y Aníbal Quijano. Con ello me propongo adquirir algunas herramientas teóricas que me permitirán, en los capítulos siguientes, reconstruir el discurso ilustrado criollo en la Nueva Granada.

1.1 El proyecto de Cosmópolis

En su libro Cosmopolis: The Hidden Agenda of Modernity, el filósofo Stephen Toulmin argumenta que hacia mediados del siglo xvii, una nueva y extraña visión de la naturaleza y de la sociedad empezó a emerger en el seno de la intelectualidad europea.

Durante los siglos xv y xvi había primado en Europa una concepción “práctica” del conocimiento, en la que las cuestiones filosófi cas se hallaban vinculadas con problemas relativos a la experiencia de la vida humana. Pensadores como Las Casas , Vitoria, Montaigne, Vives, Erasmo y Moro reflexionaban sobre asuntos morales, políticos, religiosos, jurídicos y cotidianos de su época, desechando todo tipo de dogmatismo teórico y abstracto. Su opinión era que el conocimiento debe concentrarse en asuntos
circunstanciales, en lugar de dirigirse hacia cuestiones generales y escolásticas, desligadas de la experiencia vital.1

Sin embargo, durante el siglo xvii las cosas empiezan a cambiar radicalmente. La utilización de precisos instrumentos para observar los astros y calcular sus movimientos, el desarrollo de las matemáticas y la física, los nuevos asentamientos coloniales de Europa y la concomitante expansión de la economía capitalista, transformaron la mirada sobre el mundo social y natural.

La cognitio histórica de Montaigne, Vives y Erasmo empieza a ser reemplazada por la idea de una “ciencia rigurosa”, ejemplificada en figuras como Descartes , Galileo y Newton .

1 El conocimiento, como dirían Hardt y Negri (2001: 104-107), estaba firmemente comprometido con el plano de la inmanencia.

Toulmin sintetiza en cuatro puntos este “cambio de mentalidad” que empezó a operarse en la comunidad intelectual europea desde el siglo xvii (Toulmin, 1990: 30-34):
a. La lógica y la retórica, que hasta entonces habían sido vistas como campos legítimos de la ciencia – pues tenían un fin práctico ligado a la transmisión oral de saberes -, son consideradas ahora como irrelevantes. En lugar de la argumentación oral se instaura la prueba escrita, formulada en lenguaje matemático y comprendida sólo por expertos, como forma única de validación y transmisión de conocimientos.
b. La teoría jurídica y moral, enfocada en el entendimiento y resolución de casos particulares, es reemplazada por la ética como especulación orientada al estudio de principios universales de comportamiento (el bien, el mal, la justicia). Los “estudios de caso” quedan por fuera de la reflexión ética.
c. Las fuentes empíricas de conocimiento utilizadas por los humanistas (documentos antiguos, cartas geográficas, literatura de viajes, material etnográfico, prácticas esotéricas) son vistas ahora como causas de error y confusión. La única fuente confiable de conocimiento son las operaciones internas del entendimiento, es decir, las representaciones “claras y distintas” de la mente humana.
d. El tiempo y el espacio, variables esenciales en la reflexión de los pensadores renacentistas, son descartados como objetos dignos de la especulación filosófica. El papel del filósofo es tomar distancia de los condicionamientos espacio-temporales en que se desenvuelve su vida, para desentrañar las estructuras permanentes que subyacen a todos los fenómenos, sean estos naturales o sociales.

Toulmin concluye que bajo esta nueva configuración epistémica, el conocimiento sobre la vida humana intenta reunir dos aspectos simbolizados por las palabras griegas cosmos y polis. Cosmos hace referencia a la naturaleza ordenada, regida por leyes fijas y eternas, descubiertas por la razón, mientras que polis se refiere a la comunidad humana y a sus prácticas de organización. Desde un punto de vista científico, aparece la pretensión de elaborar un tipo de conocimiento que tome al hombre y a la sociedad como objetos de estudio sometidos a la exactitud de las leyes físicas, de acuerdo al modelo elaborado por Newton; desde un punto de vista político, aparece la pretensión de crear una sociedad racionalmente ordenada desde el poder central del Estado. Con la ayuda de la ciencia, y mediante la soberanía del Estado, el orden natural del cosmos podría ser reproducido en el orden racional de la polis (Toulmin , 1990, 67).

Ahora bien, lo que permite formular el proyecto mismo de Cosmópolis es la idea de que la sociedad puede ser observada desde un lugar neutro de observación, no contaminado por las contingencias relativas al espacio y el tiempo. Ninguno como el pensador René Descartes logró expresar con tanta claridad semejante pretensión.

En la primera de sus Meditaciones Metafísicas, Descartes expone que la certeza en el conocimiento científico sólo es posible si el observador se deshace previamente de todas las opiniones ancladas en el sentido común. Hay que eliminar todas las fuentes posibles de incertidumbre, ya que la causa principal de los errores en la ciencia proviene de la excesiva familiaridad que tiene el observador con su medio ambiente social y cultural.2

Por eso, Descartes recomienda que las “viejas y ordinarias” opiniones de
la vida cotidiana deben ser suspendidas, con el fin de encontrar un punto sólido de partida desde el cual sea posible construir de nuevo todo el edificio del conocimiento (Descartes , 1984: 115). Este punto absoluto de partida, en donde el observador hace tabula rasa de todos los conocimientos aprendidos previamente, es lo que en este trabajo llamaremos la hybris del punto cero .

Comenzar todo de nuevo significa tener el poder de nombrar por primera vez el mundo; de trazar fronteras para establecer cuáles conocimientos son legítimos y cuáles son ilegítimos, definiendo además cuáles comportamientos son normales y cuáles patológicos. Por ello, el punto cero es el del comienzo epistemológico absoluto, pero también el del control económico y social sobre el mundo. Ubicarse en el punto cero equivale a tener el poder de instituir, de representar, de construir una visión sobre el mundo social y natural reconocida como legítima y avalada por el Estado. Se trata de una representación en la que los “varones ilustrados” se definen a sí mismos como
observadores neutrales e imparciales de la realidad.

La construcción de Cosmópolis no solo se convierte en una utopía para los reformadores sociales durante todo el siglo xviii, sino también en una obsesión para los imperios europeos que en ese momento se disputaban el control del mundo.

1.1.1 El plano de la trascendencia

Según Michael Hardt y Antonio Negri , la Ilustración pone en marcha un aparato de fundación trascendental, cuyo propósito era establecer mediaciones racionales para todos los ámbitos de acción humana. La política , el conocimiento y la moral quedaron sometidas a un orden preconstituído que, sin reproducir los viejos dualismos de la Edad Media, sí postulaba un nuevo ordenamiento metafísico del mundo.

No era ya Dios sino la naturaleza humana el garante de que las leyes del cosmos tuvieran correspondencia con las leyes de la polis (Hardt y Negri 2001: 110-112). Y es quizás en el Tratado de la naturaleza humana , escrito por David Hume en 1734, donde por primera vez se formula sistemáticamente el proyecto de una ciencia fundada en el plano trascendente de la naturaleza humana, que sirviese de base racional para la construcción de Cosmópolis.3

Al igual que Descartes , Hume propone “un sistema completo de las ciencias, edificado sobre un fundamento casi enteramente nuevo, el único sobre el que las ciencias puedan basarse con seguridad” (Hume , 1981: 81). En Descartes , como se sabe, la objetividad de la ciencia proviene de un método en el que se busca en la conciencia una certeza primaria (ideas “claras y distintas”) para después, y de forma estrictamente matemática, deducir de ella todas las verdades científicas. Hume piensa que aunque todas las ramas de las ciencias parecen ocuparse de objetos que se encuentran fuera de la conciencia, en realidad son los hombres mismos quienes juzgan acerca de la verdad o falsedad de las proposiciones que utilizan para estudiar esos objetos. Por tanto, si lo que se busca es un fundamento sólido que garantice la certeza del conocimiento, ese fundamento no puede ser otro que las facultades perceptivas y cognitivas del hombre. El estudio de esas facultades de la naturaleza humana es el objeto de la “Science of Man”:

“Es evidente que todas las ciencias se relacionan en mayor o menor grado con
la naturaleza humana, y que aunque algunas parezcan desenvolverse a gran
distancia de ésta, regresan finalmente a ella por una u otra vía. Incluso las
matemáticas , la filosofía natural y la religión natural dependen de algún modo
de la ciencia del hombre, pues están bajo comprensión de los hombres y son
juzgadas según las capacidades y facultades de estos […] No hay problema de
importancia cuya decisión no esté comprendida en la ciencia del hombre ; y
nada puede decidirse con certeza antes de que nos hayamos familiarizado con
dicha ciencia […] Y como la ciencia del hombre es la única fundamentación
sólida de todas las demás, es claro que la única fundamentación sólida que podemos dar a esta misma ciencia deberá estar en la experiencia y la observación (Hume , 1981: 79; 81).4

2 “Esas viejas y ordinarias opiniones tornan a menudo a ocupar mi pensamiento, pues el trato familiar y continuado que han tenido conmigo les da derecho a penetrar en mi espíritu sin mi permiso y casi adueñarse de mi creencia” (Descartes , 1984: 119).
3 De hecho, el subtítulo mismo del libro indica con claridad el propósito de Hume : “Attempt to introduce the Experimental Method of Reasoning into Moral Subjects”.
4 El resaltado es mío.

La ciencia del hombre se convierte así en el fundamento epistemológico de todas las demás ciencias, incluso de la filosofía natural, es decir de la física ejemplificada por Newton. ¿Cómo es esto posible? Según Hume , aplicando al estudio del hombre el “método experimental de razonamiento” que tan buenos resultados ha dado en el campo las ciencias físicas. De lo que se trata, entonces, es de investigar el comportamiento humano sin tomar como punto de partida una idea preconcebida y metafísica del hombre, sino utilizando solamente los datos empíricos proporcionados por la experiencia y la observación.5

Así como Newton logró despegarse de una concepción metafísica de la naturaleza , heredada de Aristóteles, para formular las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos celestes, así también el científico de la sociedad (el
Newton de las ciencias humanas) debe distanciarse de todo tipo de preconcepciones mitológicas sobre el hombre, con el fin de formular las leyes que rigen la naturaleza humana.

En otras palabras: del mismo modo como la física logró establecer las leyes
que gobiernan el mundo celeste, la ciencia del hombre debe aplicar el mismo método para establecer las leyes que gobiernan el mundo terrestre de la vida social. Y como estas leyes, según Hume , se encuentran ancladas en la naturaleza humana, la nueva ciencia tomará como objeto de estudio las facultades cognitivas y perceptivas del hombre, con el fin de explicar, a través de la observación y la experiencia, las estructuras básicas que rigen su comportamiento social y moral.

Nótese que la pretensión de Hume , como la de Descartes , es ubicar a la ciencia del hombre en un punto cero de observación, capaz de garantizar su objetividad. Sólo que, a diferencia de aquel, ese punto cero es alcanzado mediante la aplicación del método experimental, con el fin de establecer una analogía entre el universo newtoniano y el universo político-moral. Pero la pretensión de ambos pensadores es la misma: convertir a la ciencia en una plataforma inobservada de observación a partir de la cual un observador imparcial se encuentre en la capacidad de establecer las leyes que
gobiernan tanto al cosmos como a la polis.

Alcanzar el punto cero implica, por tanto, que ese hipotético observador se desprenda de cualquier observación precientífica y metafísica que pueda empañar la transparencia de su mirada. La primera regla para llegar al punto cero es entonces la siguiente: cualquier otro conocimiento que no
responda a las exigencias del método analítico-experimental, debe ser radicalmente desechado. Para Hume , el cumplimiento estricto de esta regla permitirá que la ciencia del hombre mire a su objeto de estudio tal como es y no tal como debiera ser. Observar la naturaleza humana desde el punto cero equivale a poner entre paréntesis cualquier consideración moral, religiosa o metafísica sobre el hombre, para verlo en su facticidad pura. La ciencia del hombre no es normativa, sino descriptiva.

5 Sobre este tema, consúltese el ya clásico estudio del filósofo italiano Alberto Moravia La Scienza dell’Uomo nel Settecento, donde analiza con detalle la constitución de la “Societé des Observateurs de l’homme” en Francia y el nacimiento de la etnología en el siglo xviii (Moravia, 1989).
6 Véase: Hume , 1981: 707.
7 El resaltado es mío.
8 “En general” – afirma Hume – “puede afirmarse que en la mente de los hombres no existe una pasión tal como el amor a la humanidad, considerada simplemente como en cuanto tal y con independencia de las cualidades de las personas, de los favores que nos hagan o de la relación que tengan con nosotros” (Hume , 1981: 704).

¿Pero cuál es la facticidad de la naturaleza humana que la ciencia del hombre descubre? Las acciones humanas, afirma Hume , no son movidas por la razón sino por el interés en la propia conservación. Nadie actúa prescindiendo de su propio interés personal, de modo que la utilidad (o el placer) que una determinada acción pueda brindar al individuo, es aquello que explica por qué tal acción es juzgada como “buena” o “mala”. Así, la moral y la justicia no están inscritas en la naturaleza humana, sino que son convenciones a través de las cuales el hombre manifiesta públicamente sus pasiones6:

“Es manifiesto que en la estructura original de nuestra mente la atención más
intensa está centrada en torno a nosotros mismos; la siguiente en intensidad se dirige a nuestras relaciones y conocidos; tan sólo la más débil alcanza a los
extraños y a las personas que nos son indiferentes […] Ninguna afirmación
es más cierta que la de que los hombres están guiados en gran medida por su interés y que, cuando extiendan sus cuidados más allá de sí mismos, no los
llevan demasiado lejos ni les es usual en la vida ordinaria ir más allá de sus más cercanos amigos y conocidos” (Hume , 1981: 713; 770).7

La primera “ley de la naturaleza humana” descubierta por la ciencia del hombre es entonces la siguiente: el instinto natural lleva indefectiblemente al hombre a preferir lo cercano a lo remoto. Nada en su naturaleza le lleva a querer “extender sus cuidados más allá de sí mismo”, de modo que todas las acciones que emprende, aún las más desprendidas y altruistas, sólo tienen sentido en la medida en que redundan para su propio beneficio.8

La pregunta que hace Hume es entonces, ¿cómo es posible la vida en comunidad? Si por ley natural todos los hombres prefieren lo cercano, ¿cómo se explica que sean capaces de obedecer un código remoto de leyes impersonales y de comportarse unos frente a otros de forma civilizada? Si el hombre no es un ser social por naturaleza, como pensaba Aristóteles – este es un “mito precientífico ” del que hay que desprenderse -, ¿cuál es entonces el origen de la sociedad?

A través de una observación inobservada sobre el modo en que funcionan las pasiones humanas, la ciencia del hombre intentará explicar el origen de ese artificio histórico llamado sociedad.

Para Hume , como para Hobbes , las leyes de la sociedad no existen antes de que los individuos acuerden constituirse en un grupo social. Pero según el pensador escocés, lo que les llevó a establecer tal acuerdo no fue la inseguridad resultante de la guerra de todos contra todos, como suponía Hobbes , sino la necesidad de satisfacer una pasión fundamental: “el impulso natural de adquirir bienes y posesiones para nosotros y nuestros amigos más cercanos” (Hume , 1981: 717).

Como la naturaleza, sin embargo, no ha provisto a todos los hombres por igual de las capacidades y los medios para satisfacer este impulso, se hizo necesario recurrir a un artificio: la creación de leyes que regulen el comercio y la propiedad.9

Si bien es cierto que este artificio reprime los impulsos egoístas de unos individuos en favor de las necesidades de otros, considerado globalmente se trata de un arreglo benéfico para todos. Si el deseo insaciable de propiedad se dejara a su propio arbitrio, la guerra por los recursos se haría inevitable, el comercio se tornaría imposible y ningún individuo podría satisfacer su propio interés.

En suma: la ciencia del hombre establece que en el origen de la sociedad humana se encuentra la creación de un mecanismo regulador de la economía, cuya función es permitir que los individuos satisfagan sus necesidades naturales, pero sólo hasta el punto de no perjudicar lo que todos valoran como interés público: la autoconservación. La ley del Estado debe dar prioridad a lo remoto, con el fin de que todos puedan optar por lo cercano.

Ahora bien, este “gran descubrimiento” de la ciencia del hombre proclamado por Hume en la primera mitad del siglo xviii, fue recogido y desarrollado por uno de sus discípulos más brillantes: el pensador escocés Adam Smith. Al igual que Hume , Smith está convencido de que la ciencia del hombre debe sustentarse en el modelo de la física señalado por Newton . El orden social, al igual que el orden natural, se encuentra regido por una suerte de mecanismo que actúa con independencia de las intenciones humanas.

La sociedad (polis) debe ser entendida como un universo regido por leyes impersonales, análogas a las que gobiernan el mundo físico (cosmos): la gravitación, la atracción y el equilibrio. Y como Hume , Smith piensa que las actividades económicas de los hombres son el ámbito ideal para observar imparcialmente el modo como operan estas leyes de la naturaleza humana. Así, en The Wealth of Nations Smith establece que
“The Division of labor, from which so many advantages are derived, is not
originally the effect of any human wisdom, which foresees and intends that
general opulence to which it gives occasion.

9 Locke , en el segundo Ensayo sobre el gobierno civil, había dicho que la propiedad privada era un “derecho natural”, presente ya en el estado de naturaleza , y que su preservación y regulación había sido una de las causas que motivó la creación del Estado civil (Locke , 1983: 42).
10 “Give me that which I want, and I shall have this which you want, is the meaning of every such offer; and it is in this manner that we obtain from one another the far greater part of those good offices which we stand in need of. It is not from the benevolence of the butcher, the brewer, or the baker, that we expect our dinner, but from their regard to their own interest. We address ourselves, not to their humanity but to their self-love, and never talk to them of our own necessities but of their advantages” (Smith , 1993: 22). It is the necessary, through very slow and gradual consequence of a certain propensity in human nature which has in view no such extensive utility; the propensity to truck, barter, and exchange one thing for another” (Smith , 1993: 21).

La división del trabajo y la propensión al comercio mediante el intercambio de bienes son, entonces, fenómenos universales que no dependen de la conciencia individual de nadie ni de la cultura a la que alguien pertenece, sino que se hallan reguladas por un mecanismo impersonal que, precisamente, constituye el objeto de estudio de la ciencia del hombre y, en este caso, de la economía política. La universalidad de estos fenómenos se debe a que están anclados en una tendencia invariable de la naturaleza humana que ya había sido señalada por Hume : la necesidad de satisfacer los intereses cercanos por encima de los remotos. Si los hombres entablan relaciones comerciales, esto no se debe al interés de unos por suplir la carencia de los otros, sino a los resortes pasionales que subyacen a toda acción humana y que llevan, indefectiblemente, a la búsqueda egoísta del propio beneficio.10

Al igual que Hume , Smith se pregunta cómo potenciar esta búsqueda del propio beneficio, de tal modo que los intereses egoístas de los individuos puedan ser armonizados con los intereses de la colectividad. Pero la respuesta del discípulo varía un tanto con respecto a la ofrecida por el maestro. Mientras que Hume considera necesario reprimir (a través de la ley) el deseo natural de satisfacer lo cercano por encima de lo remoto con el fin de asegurar la convivencia pacífica, Smith piensa que cualquier tipo de coacción sobre la naturaleza humana resultaría perjudicial.

Antes que reprimir, lo que se debe hacer es potenciar las tendencias egoístas que movilizan las acciones de los hombres. Hay que “dejar-hacer” a los individuos su propia voluntad, con el fin de que la búsqueda egoísta de su propio enriquecimiento genere beneficios para toda la colectividad. No es necesario construir un mecanismo artificial que regule estatalmente la economía, sencillamente porque ese mecanismo ya existe (es ontológico) y se encuentra regulado por las leyes sociales del movimiento.

El mercado, visto por Smith no como el ámbito contingente donde unos hombres ejercen su poder sobre otros, sino como resultado necesario e inevitable de la evolución de la sociedad humana, es el mecanismo natural que regula el intercambio de mercancías (Smith , 1993: 53).

Basta entonces con dejar que los individuos entren libremente al mercado buscando satisfacer sus intereses cercanos, para que las leyes internas y supraindividuales del mecanismo, a la manera de una “mano invisible”, regulen con precisión el equilibrio entre lo individual y lo colectivo:
“By preferring the support of domestick to that of foreign industry, [every
individual] intends only his own security; and by directing that industry in
such a manner as its produce may be of the greatest value, he intends only his
own gain, and he is in this, as in many other cases, led by an invisible hand
to promote an end which was no part of his intention. Nor is it always the
worse for the society that is was no part of it. By pursuing his own interest, he
frequently promotes that of the society more effectually than when he really
intends to promote it (Smith , 1993: 291-292).11

La trascendentalidad del mercado mundial se fundamenta en las leyes de la naturaleza humana, descubiertas por la economía política. Smith y Hume parten entonces de un supuesto incuestionable: la naturaleza humana es un ámbito de fundación trascendental que vale para todos los pueblos de la tierra y funciona con independencia de cualquier variable cultural o subjetiva. Por eso, la ciencia que estudia esta naturaleza debe liberarse de cualquier opinión precientífica y ubicarse en el plano de la trascendencia, en el
punto cero desde el cual podrá ganar una mirada objetiva y totalizante sobre su objeto de estudio.

Pero aquí cabe la pregunta: ¿cuál es el lugar de enunciación que permite
a Smith y Hume afirmar que su enunciación no tiene lugar? ¿En dónde se encuentra la grilla inmanente de poder que postula que ese poder tiene una fundación trascendental?

La tradición marxista ha señalado que ese lugar de poder es el de la pujante burguesía comercial inglesa, con su escala de valores centrada en la ética del trabajo (Berufsethik), el mercantilismo y el utilitarismo. Desde esta perspectiva de análisis, el programa ilustrado de Smith y Hume sería expresión de una Weltanschauung típicamente burguesa, que se opone directamente a los valores de la aristocracia centrados en el ocio, la economía de subsistencia y la inutilidad del conocimiento.12

11 El resaltado es mio.
12 Como un botón para la muestra, baste recordar el profundo análisis que hace Lukács sobre las “antinomias del pensamiento burgués” en su ya clásico libro Historia y conciencia de clase. Pero a esta tradición pertenecen también Hardt y Negri , cuando afirman que “con Descartes estamos en el comienzo de la historia del Iluminismo, o mejor dicho, de la ideología burguesa. El aparato trascendental que él propone es la marca distintiva del Iluminismo europeo” (Hardt y Negri , 2001: 112).

Sin embargo, y aún reconociendo el vínculo obvio que existe entre la Ilustración y la burguesía europea, me parece que el locus enuntiationis de Smith y Hume posee una dimensión que va más allá de su condición de “clase” en el marco del capitalismo inglés. Para la época en que Hume y Smith escribieron sus tratados, Inglaterra, Holanda y Francia se encontraban disputando el control del circuito del Atlántico , que había
estado en manos españolas desde el siglo xvi. Estas potencias sabían que era necesario generar enclaves comerciales en las colonias de ultramar, con el fin de aprovechar la mano de obra de la población no europea.

Inglaterra en particular decidió fundar colonias estables en la ruta hacia las Indias, para que el trabajo productivo de los nativos (tanto colonos como esclavos) pudiera abrir nuevos mercados e incrementara las ganancias de las compañías de comercio (Wallerstein , 1980: 244-289; Wolf, 1997: 158-194). El acceso a nuevas fuentes de riqueza dependía entonces de la interacción asimétrica entre colonos europeos y poblaciones nativas.

Y es aquí donde el proyecto ilustrado de Cosmópolis, ejemplificado por Smith y Hume , puede ser visto como un discurso colonial. Tal como lo afirman Hardt y Negri ,
“Mientras que dentro de su dominio el Estado-nación y sus estructuras ideológicas trabajan incansablemente para crear y reproducir la pureza del pueblo, en el exterior el Estado-nación es una máquina que produce Otros, crea la diferencia racial y levanta fronteras que delimitan y sostienen al sujeto moderno de la soberanía. Estos límites y barreras, sin embargo, no son impermeables, sino que sirven para regular los flujos bi-direccionales entre Europa y su exterior. Los Orientales, los Africanos, los Amerindios, son todos componentes necesarios para la fundación negativa de la identidad europea y de la propia soberanía moderna como tal. El oscuro Otro del Iluminismo europeo está instalado en su cimiento, del mismo modo que la relación productiva con los “continentes negros ” sirvió como cimiento económico de los Estados-nación europeos” (Hardt y Negri 2001: 141).

Esto explica porqué razón Smith debe incluir no sólo a las naciones europeas sino también a las colonias de Europa en su teoría del mercado mundial . Las poblaciones de unas y de otras se encuentran ubicadas en el lugar exacto que les corresponde por naturaleza , esto es, que su función como productores, comercializadores o procesadores de materias primas no puede ser alterada, pues ello equivaldría a intervenir en las dinámicas propias del mercado, es decir, a querer cambiar las leyes de la naturaleza.

Por esta razón, una de las tareas centrales de la ciencia del hombre es mostrar, como veremos enseguida, que no todas las poblaciones del planeta se encuentran en el mismo nivel de la evolución humana y que esta asimetría obedece a un plan maestro de la naturaleza. La ciencia del hombre procurará dar cuenta no sólo del origen de la sociedad humana, sino que intentará reconstruir racionalmente su evolución histórica, con el fin de mostrar en qué consiste la lógica inexorable del progreso. Una lógica que permitirá a Europa la construcción ex negativo de su identidad económica
y política frente a las colonias, y que ayudará a los criollos de las colonias a fortalecer su identidad racial frente a las castas .

1.1.2 La negación de la simultaneidad

Durante la segunda mitad del siglo xviii, con los escritos de Turgot, Bossuet y Condorcet , el proyecto ilustrado de una ciencia del hombre buscó reconstruir la evolución histórica de la sociedad humana. Pero el proyecto enfrentaba un serio problema metodológico: ¿cómo realizar observaciones empíricas del pasado?
Si lo que caracteriza una observación científica es precisamente el “método experimental de razonamiento” que le garantiza ubicarse en el punto cero, ¿cómo tener experiencias de sociedades que vivieron en tiempos pasados? La solución a este dilema se apoyaba en un razonamiento simple: ciertamente no es posible tener observaciones científicas sino de sociedades que viven en el presente; pero sí es posible defender racionalmente la hipótesis de que algunas de esas sociedades han permanecido estancadas en su evolución histórica, mientras que otras han realizado progresos ulteriores.

La hipótesis de fondo es entonces la siguiente: como la naturaleza humana es una sola, la historia de todas las sociedades humanas puede ser reconstruida a posteriori como siguiendo un mismo patrón evolutivo en el tiempo.13

De modo que aunque en el presente tengamos experiencias de una gran cantidad de sociedades simultáneas en el espacio, no todas estas sociedades son simultáneas en el tiempo. Bastará con observar comparativamente, siguiendo el método analítico, para determinar cuáles de esas sociedades pertenecen a un estadio inferior (o anterior en el tiempo) y cuáles a uno superior de la escala evolutiva.

13 Arthur Lovejoy ha mostrado que durante el siglo xviii, la hipótesis de la “gran cadena del ser”, que operaba hasta ese momento como principio organizador del conocimiento en la ciencia occidental, empieza a temporalizarse. Esto significa que la plenitud ontológica de todos los seres empieza a ser concebida como un “plan de la naturaleza” que se despliega paulatinamente en el tiempo (Lovejoy, 2001: 242-287).

Este procedimiento analítico había sido ya ensayado por autores como John Locke y Thomas Hobbes en el siglo xvii, cuando intentaban explicar el origen histórico del Estado.14 En su segundo Ensayo sobre el gobierno civil, Locke investiga el tránsito de la sociedad humana desde el estado de naturaleza hacia el estado civil, para lo cual parte de la siguiente hipótesis: en los comienzos de la humanidad no había necesidad todavía de una división organizada del trabajo , ya que la economía era solamente de subsistencia y el valor de los productos sacados de la naturaleza estaba marcado por el uso que los hombres le daban para cubrir sus necesidades básicas (Locke , 1983: 45).

Pero este “estadio primitivo” de la sociedad humana empieza a quedar atrás cuando la densidad poblacional crece y aparece la competencia de unos pueblos con otros por la apropiación de los recursos, estableciéndose así la necesidad del comercio y la división racional del trabajo. Para Locke, la salida del estado de naturaleza viene marcada por la invención del dinero y la aparición del valor de cambio.

El punto es que para establecer el modo en que se organizaban las “sociedades
primitivas” – sin dinero y sin economía de mercado -, Locke apela a la observación de las comunidades indígenas en América, tal como éstas habían sido descritas por viajeros, cronistas y aventureros europeos. A diferencia de lo que ocurre en Europa, las sociedades de épocas anteriores vivían en escasez permanente, a pesar de la gran abundancia ofrecida por la naturaleza. No existía el mercado (elemento generador de riquezas) ya que los hombres se contentaban con trabajar lo suficiente para obtener aquello que necesitaban para sobrevivir:
“Demostración palmaria de ello es que varias naciones de América que abundan en tierras, escasean, en cambio, en todas las comodidades de la vida; la naturaleza las ha provisto con tanta liberalidad como a cualquier otro pueblo
de toda clase de productos y materiales, es decir, suelo feraz, apto para producir en abundancia todo cuanto puede servir de alimento, vestido y placer;
sin embargo, al no encontrarse beneficiadas por el trabajo , no disponen ni de una centésima parte de las comodidades que nosotros disfrutamos; reyes de un
territorio dilatado y fértil se alimentan, se visten y tienen casas peores que un
jornalero de Inglaterra […]Pues bien, en los tiempos primitivos todo el mundo
era una especie de América, en condiciones todavía más extremadas que las que ésta ofrece ahora, puesto que no se conocía, en parte alguna, nada parecido al dinero” (Locke , 1983: 45; 49).15

14 Quiero recordar aquí el excelente comentario de Rousseau en el Segundo discurso con respecto al procedimiento realizado por teóricos como Hobbes y Locke . Rousseau afirma que no es posible estudiar científicamente al hombre en su estado puro de naturaleza, pues todos los hombres empíricamente observables han sido afectados ya por procesos civilizatorios. Lo que hace la ciencia es aislar, de forma puramente analítica, al individuo de la civilización, para descubrir las leyes que rigen la “naturaleza humana”.
Establecida así la estructura básica de la naturaleza humana, será posible entonces aplicar este modelo para estudiar el “comienzo” de la historia, pero teniendo en cuenta que se trata solamente de la aplicación de un modelo tomado de la física y no de la determinación de una verdad histórica. En palabras de Rousseau : “No se deben tomar las investigaciones que se pueden hacer sobre este tema como verdades históricas, sino tan sólo como razonamientos puramente hipotéticos y condicionales, mucho más adecuados para esclarecer la naturaleza de las cosas que para mostrar su verdadero origen, y semejantes a las que en nuestros días elaboran los físicos sobre la formación del mundo” (Rousseau , 1977: 152).

La observación comparativa de Locke establece que entre las sociedades contemporáneas europeas y las americanas existe una relación de no simultaneidad. Mientras que las sociedades europeas han logrado desarrollar un modo de subsistencia basado en la división especializada del trabajo y el mercado capitalista, las sociedades americanas se encuentran ancladas en una economía perteneciente al “pasado de la humanidad”.

La relación que existe entre un jornalero de Inglaterra y un pastor indígena de la Nueva Granada es de asimetría temporal. Ambos viven en el siglo xvii, pero pertenecen a estadios diferentes del desarrollo de la humanidad. Los diferentes modos de subsistencia en que transcurre la vida de estas personas son indicativos de que las sociedades progresan en el tiempo y de que este progreso consiste en un paulatino desarrollo del trabajo productivo.

La caza, el pastoreo, la agricultura y el comercio son estadios sucesivos de desarrollo que marcan el progreso de la humanidad (Meek, 1981). Miradas desde el punto cero, todas las sociedades aparecen como regidas por una ley inexorable que les conducirá, más tarde o más temprano, hacia el pináculo de la economía capitalista moderna. El telos de la historia es la supresión definitiva de aquello que durante milenios se constituyó en la maldición por excelencia de la realidad humana: la escasez .

Pero quizás sea en los escritos de Anne-Robert-Jacques Turgot donde mejor se expresa la pretensión de reconstruir científicamente las leyes que rigen el desarrollo de la historia humana. El presupuesto metodológico con el que trabaja Turgot es el mismo señalado por Descartes: la ciencia debe ubicarse en un punto cero de observación que garantice la “ruptura epistemológica” del observador con toda concepción religiosa y metafísica del mundo.

En particular, la mirada científica sobre el pasado debe quedar libre de la narrativa cristiana de la “historia de la salvación”, que veía los sucesos humanos como orientados hacia fines trascendentes. Despojada de este lastre metafísico, la historia empieza a ser vista como el resultado de la lucha feroz
entablada por el hombre para dominar la naturaleza mediante el trabajo ; lucha que no es producto del azar, sino que está gobernada por las mismas leyes mecánicas que estudió Newton . El filósofo debe dar cuenta de esas leyes, que son las mismas para todas las sociedades, ya que todos los hombres están dotados con los mismos órganos, sus ideas se forman obedeciendo a una misma “lógica” y sus necesidades, inclinaciones y reacciones frente a la naturaleza son las mismas.16

15 El resaltado es mío

La reconstrucción racional de Turgot trabaja entonces con el supuesto de que la naturaleza humana es una sola (homo faber) y, por tanto, de que en el comienzo de la historia todos los hombres eran iguales en la escasez y la barbarie. En la “primera época de la humanidad” los hombres vivían sumergidos en el caos de las sensaciones, el lenguaje no era capaz de articular ideas abstractas y las necesidades básicas eran suplidas mediante una economía de subsistencia (Turgot, 1998: 168-169).

De esta situación primitiva lograrán salir cuando el lenguaje se torne más complejo, pues sólo entonces la escritura, las ciencias y las artes tendrán oportunidad de desplegarse. Así, los hombres aprenderán a dominar técnicamente las fuerzas de la naturaleza, a organizar racionalmente la fuerza de trabajo, y la economía pasará lentamente de ser una economía doméstica de subsistencia, a ser una economía de producción sustentada en el mercado.

Para Turgot, el “progreso de la humanidad” combina dos factores que van de la mano: de un lado, el despliegue paulatino de las facultades racionales y el consecuente tránsito del mito hacia el conocimiento científico (paso de la doxa a la episteme); del otro, el despliegue de los medios técnicos y de las competencias organizacionales que permiten dominar la naturaleza a través del trabajo (paso de la escasez a la abundancia).

Tenemos entonces que, al igual que Hume y Smith, Turgot considera la dimensión económica de la vida humana como la clave para una reconstrucción racional de la historia de los pueblos. Y al igual que Locke, pensaba que los “salvajes de América” tenían que ser colocados en la escala más baja de esa historia (el estadio “infantil” de la humanidad), puesto que en ellos se observa el predominio absoluto de la doxa en materia cognitiva, y de la escasez en materia económica:
“Una ojeada a la tierra nos muestra hasta hoy día, la historia entera del género
humano, al exponer los vestigios de su tránsito y los monumentos de los diversos grados por los que ha pasado, desde la barbarie, aún subsistente en los pueblos americanos, hasta la civilización de las naciones más ilustradas de Europa.

16 En el Cuadro filosófico de los progresos sucesivos del espíritu humano escribe Turgot: “Los mismos sentidos, los mismos órganos, el espectáculo del universo mismo han dado en todas partes las mismas ideas a los hombres, así como iguales necesidades e inclinaciones les han enseñado en todas partes las mismas artes” (Turgot, 1991: 38). Y en el Plan de dos discursos acerca de la historia universal agrega: “Revelar la influencia de las causas generales y necesarias, la de las causas particulares y de las acciones libres de los grandes hombres, así como la relación de todo esto con la constitución propia del hombre; mostrar las motivaciones y la mecánica de las causas morales por sus efectos: he aquí lo que es la historia a juicio de un filósofo” (Turgot, 1998: 166). El resaltado es mío.

¡Ay de mí!, ¡nuestros antepasados y los pelasgos que precedieron a los griegos se asemejaron a los salvajes de América!” (Turgot, 1998: 200-201).

Nuevamente encontramos el argumento de la no simultaneidad temporal entre las sociedades indígenas americanas y las sociedades ilustradas europeas. Observadas desde el punto cero, estas dos sociedades coexisten en el espacio, pero no coexisten en el tiempo, porque sus modos de producción económica y cognitiva difieren en términos evolutivos.

Para Turgot la evolución de la humanidad parece conducir necesariamente, con la misma necesidad de las leyes naturales, a la “ilustración” observada en las sociedades europeas de su tiempo. El modo de producción de riquezas (el capitalismo) y de conocimientos (la nueva ciencia) de la Europa moderna es mirada como el criterio a partir del cual es posible medir el desarrollo temporal de todas las demás sociedades.

El conocimiento habría pasado, entonces, por “diversos grados”, medidos en una escala lineal, de la mentalidad primitiva al pensamiento abstracto, y lo mismo puede decirse de los modos de producción de riqueza, que progresan de la economía de subsistencia a la economía capitalista de mercado. Nada en esta escala de progreso ocurre por casualidad y ninguno de los eslabones puede ser visto como innecesario.

Todo el conjunto revela la perfección y exactitud de un mecanismo racional, de tal modo que Turgot puede decir con toda confianza:
“El género humano, considerado desde su origen, parece a los ojos de un
filósofo un todo inmenso que tiene, como cada individuo, su infancia y sus
progresos […] En medio de sus destrucciones, las costumbres se suavizan, el
espíritu humano se ilustra, las naciones aisladas se acercan las unas a las otras.
El comercio y la política reúnen, en definitiva, todas las partes del globo. La masa total del género humano, con alternativas de calma y agitación, de bienes
y males, marcha siempre – aunque a paso lento – hacia una perfección mayor”
(Turgot, 1998: 200-201).

Lo que no explica el entusiasta Turgot es por qué razón, si todos los hombres son iguales en cuanto a sus facultades naturales, el pensamiento científico y la economía de mercado surgieron precisamente en Europa y no se desarrollaron primero en Asia, África o América. ¿Qué causas naturales explican la no simultaneidad temporal entre las distintas formas de producción de conocimientos y riquezas? ¿Quizá la influencia del clima y la geografía sobre las facultades humanas, como afirmaba Montesquieu ?

¿Quizá los cambios abruptos en las condiciones medioambientales, como suponía Rousseau ? ¿O tal vez tenga que ver la superioridad natural de la raza blanca, como sostenían pensadores alemanes como Blumenbach y Kant?

1.1.3 Razas inmaduras

Citaba a Kant al comienzo de este capítulo a propósito de su definición de
Aufklärung, pero es tiempo de regresar a él para establecer la relación entre el proyecto dieciochesco de las ciencias humanas y su famoso concepto de “inmadurez ” (Unmündigkeit). Me interesa mostrar de qué forma el pensamiento de Kant se vincula con ese proyecto ilustrado, y quiero hacerlo atendiendo a un comentario del filósofo nigeriano Emmanuel Eze : “Estrictamente hablando, la antropología y la geografía de Kant ofrecen la más fuerte, si no la única justificación filosófica suficientemente articulada de la clasificación superior / inferior de las ‘razas’ del hombre, de cualquier
escritor europeo hasta ese tiempo” (Eze , 2001: 249).

En efecto, aunque los escritos sobre antropología y geografía de Kant son vistos tradicionalmente como “obras menores” por la comunidad filosófica, Eze tiene razón al plantear que una consideración de esos textos puede darnos la clave para entender la posición de Kant con respecto a la ciencia del hombre o Menschenkunde, como él mismo la denominó.17 Como los demás pensadores europeos considerados hasta el momento, Kant estaba convencido de que el hombre debía ser mirado como parte integral del reino de la naturaleza y, por tanto, como un objeto de estudio perteneciente
a lo que en aquella época se denominaba “historia natural”.

Sin embargo, Kant pensaba que, además de ser parte de la naturaleza física, había algo en el hombre que escapaba al determinismo de las leyes naturales y que no podía ser estudiado por la historia natural. Ese “algo más” es la naturaleza moral del hombre, cuyo estudio debe fundarse en un método diferente al utilizado por las ciencias empíricas. De acuerdo con esto, la ciencia del hombre se divide en dos grandes subdisciplinas: la “geografía
física” que estudia la naturaleza corporal del hombre desde el punto de vista de sus determinaciones externas (medio ambiente, fisionomía, temperamento, raza ) y la “antropología pragmática” que estudia la naturaleza moral del hombre desde el punto de vista de su capacidad para superar el determinismo de la naturaleza física y elevarse al plano de la libertad (Kant , 1990: 3-4).

Kant atribuye a la antropología pragmática una clara preeminencia metodológica sobre la geografía física debido, básicamente, a su concepción dualista de que el alma posee una mayor dignidad que el cuerpo y que, por tanto, el estudio de la naturaleza moral es superior al estudio de la naturaleza física.

17 Hay que recordar que a lo largo de su carrera como profesor universitario, Kant dictó más cursos de antropología y geografía física que de metafísica y filosofía moral, enseñando estos cursos de forma continua durante más de cuarenta años. También es preciso tener en cuenta que hacia la década de 1760, Kant era conocido en Alemania precisamente por sus disertaciones sobre temas de historia, antropología y geografía (Zammito, 2002: 292).

No es que Kant despreciara los avances que habían realizado las ciencias físicas de su tiempo, particularmente con los trabajos de Newton (a quien admiraba profundamente), pero consideraba un despropósito aplicar, como quería Hume , el método de la experimentación a los asuntos de la moral.

Reconocía la importancia de los estudios empíricos, culturales e históricos para entender el comportamiento del hombre y la sociedad, pero creía que ellos no decían nada sobre el carácter moral del ser humano (Kant , 1990: 30-31). Debido entonces a las características de su objeto de estudio, la antropología pragmática no se funda en la experiencia y utiliza una metodología claramente antiempírica y dogmática. En lugar de tomar como objeto de estudio los aspectos de la vida humana que cambian con el tiempo, la antropología pragmática se concentra en aquello que no cambia nunca y que puede ser observado siempre del mismo modo: el “punto cero” de la moral.

Con todo, Kant comparte con los empiristas ingleses la idea de que la ciencia opera según máximas y principios definidos racionalmente, válidos con independencia de la posición relativa del observador, por lo que el punto de observación científica no depende de la naturaleza del objeto observado. El objeto puede cambiar según su ubicación en el tiempo y el espacio, pero la observación, en tanto que científica, se concentra en los principios universales que explican ese cambio. La observación del movimiento de los astros, por ejemplo, no varía de acuerdo a la posición del objeto observado ni de la situación particular del observador empírico, sino que se mantiene fija en el punto cero .18

Es por eso que la antropología pragmática y la geografía física poseen el mismo estatuto epistemológico, ya que todo conocimiento científico debe tener, según Kant , un fundamento trascendental que garantice su estatuto de universalidad. La diferencia es más bien de carácter metodológico, puesto que ambas disciplinas abordan dos aspectos cualitativamente distintos de la experiencia humana.

La geografía física, a diferencia de la antropología pragmática, toma como objeto de estudio al hombre desde el punto de vista de sus aspectos cambiantes en el tiempo y en el espacio, pero su observación continúa siendo realizada formalmente desde el punto cero. La geografía física utiliza por ello una taxonomía clasificatoria de los seres vivos semejante a la de Linneo, en la que se buscaba describir objetivamente al mundo natural a partir de la agrupación de diferentes individuos (minerales, animales, plantas, seres humanos) en categorías abstractas (género, clase y especie) con el fin de
establecer semejanzas formales entre ellos.

18 Esto explica porqué los ilustrados otorgaban preeminencia a la astronomía sobre la astrología. Mientras que la astrología atribuye al objeto observado una influencia especial sobre el mundo, dependiendo de la posición relativa de ese objeto y de la situación particular del observador, la astronomía se distancia por completo tanto del objeto como del observador particular para ubicarse en una plataforma neutra de observación. Tal neutralidad es la que otorga a la astronomía un estatuto de cientificidad, mientras que la astrología, que sigue observando desde puntos no neutrales (punto uno, dos, tres, etc.) queda relegada al ámbito de lo “precientífico” y es vista como un conocimiento perteneciente al “pasado” o a la “infancia” de la humanidad.

Un claro ejemplo del estatuto de cientificidad de la geografía física es el modo
como Kant aborda el problema de las razas. El concepto de “raza”, al igual que todas las categorías utilizadas por la historia, no tiene correspondencia alguna en la naturaleza, sino que es fruto de una operación formal del entendimiento, es decir, de una observación realizada desde el punto cero. En opinión de Kant, su utilidad científica radica en que permite establecer diferencias entre grupos que pertenecen ciertamente a una misma especie (Art), pero que han desarrollado características hereditarias diferentes (Abartungen).

Las diferencias en cuanto al color de la piel no hacen referencia entonces a distintas clases (Arten) de hombres, pues todos pertenecen al mismo tronco (Stamm), sino a distintas razas, en tanto que cada una de ellas perpetúa un fenotipo diferente.

En su ensayo de 1775 Von der Verschiedenen Rassen der Menschen, Kant
establece que son únicamente cuatro los grupos humanos que deben ser clasificados bajo la categoría formal de raza:
“Creo que sólo es necesario presuponer cuatro razas para poder derivar de ellas todas las diferencias reconocibles que se perpetúan [en los pueblos]. 1) la raza blanca, 2) la raza negra, 3) la raza de los hunos (mongólica o kalmúnica), 4) la raza hindú o hindustánica […] De estas cuatro razas creo que pueden derivarse todas las características hereditarias de los pueblos, sea como [formas] mestizas o puras (Kant , 1996: 14-15).19

Diez años después, en Bestimmung des Begriffs einer Menschenrasse, Kant distingue las cuatro razas según la geografía y el color de la piel , introduciendo una variante con respecto a su taxonomía anterior: los indios americanos, que antes eran tenidos como una variante de la raza mongólica, aparecen ahora como una de las Grundrassen debido al color rojo de su piel.20 Las cuatro razas fundamentales serían entonces la blanca (Europa), la amarilla (Asia), la negra (África ) y la roja (América) (Kant , 1996: 67).

19 Traducción mía.
20 La clasificación de las razas según el color de la piel revela con claridad la influencia de Johann Friedrich Blumenbach , quien en su libro De generis humani varietati nativa había distinguido cinco razas: caucásica (blanca), mongólica (amarilla), etiópica (negra), americana (roja) y malásica (cobrizo). (Véase: Vögelin, 1989: 74). Pero hay sin duda otro factor que explica el cambio hecho por Kant en su taxonomía. Entre 1775 y 1785, período de tiempo que marca la redacción de los dos ensayos aquí considerados, Kant se había familiarizado con la literatura de viajes, y particularmente con las crónicas que informaban al público europeo sobre los usos y costumbres de los indígenas americanos. De hecho, Kant comienza su ensayo de 1785 con la siguiente frase: “Los conocimientos sobre la inmensa variedad de la especie humana que son difundidos por los nuevos viajes, han contribuido más a estimular el deseo por la investigación de este tema, que a satisfacerlo” (Kant , 1996: 65, traducción mía).
21 Traducción mía.

No obstante, la tesis básica de Kant continúa siendo la misma: las cuatro razas no sólo corresponden a diferencias entre grupos humanos marcadas por determinaciones externas (clima y geografía), sino que también, y sobre todo, corresponden a diferencias en cuanto al carácter moral de los pueblos, es decir, a diferencias internas marcadas por la capacidad que tienen esos grupos o individuos para superar el determinismo de la naturaleza. En otras palabras, Kant está diciendo que la raza, y en particular el color de la piel, debe ser vista como un indicativo de la capacidad o incapacidad que tiene un pueblo para “educar” (Bildung) la naturaleza moral inherente a todos los hombres (1996: 68).

En efecto, por su peculiar temperamento psicológico y moral, algunas razas no pueden elevarse a la autoconciencia y desarrollar una voluntad de acción racional, mientras que otras van educándose a sí mismas (es decir, progresan moralmente) a través de las ciencias y las artes. Los africanos, los asiáticos y los americanos son razas moralmente inmaduras porque su cultura revela una incapacidad para realizar el ideal verdaderamente humano, que es superar el determinismo de la naturaleza para colocarse bajo el imperio de la ley moral.

Sólamente la raza blanca europea, por sus características internas y externas, es capaz de llevar a cabo este ideal moral de la humanidad. En su Physische Geographie, Kant establece claramente que
“La humanidad existe en su mayor perfección (Volkommenheit) en la raza blanca. Los hindues amarillos poseen una menor cantidad de talento. Los negros son inferiores y en el fondo se encuentra una parte de los pueblos americanos” (Kant , 1968: 316).21

La ciencia del hombre defendida por Kant plantea entonces la existencia de una jerarquía moral entre los hombres basada en el clima y el color de la piel . Así como Turgot y Condorcet negaban la simultaneidad de los conocimientos y las formas de producción al establecer una jerarquía temporal en donde la nueva ciencia y la economía de mercado aparecen como instituciones vanguardistas del progreso humano, Kant niega la simultaneidad de las formas culturales al establecer una jerarquía moral que privilegia los usos y costumbres de la raza blanca como modelo único de “humanidad”.

Por eso, así como Locke y Hobbes observaban a las sociedades americanas de forma similar al modo en que un palenteólogo observa los restos de un dinosaurio, es decir como un testimonio (congelado en el tiempo) de lo que fue la vida humana en el pasado, Kant ubica a la “raza roja” en el estadio más primitivo del desarrollo moral, estableciendo así el contraste entre el ayer de la Unmündigkeit y el hoy de la Aufklärung.

Michel Foucault tenía razón: la pregunta kantiana Was ist Aufklärung? es una pregunta por el estatuto ontológico del presente. Pero lo que Foucault no logró ver es que la observación de ese “presente” se funda en el contraluz, establecido por el discurso colonial de las ciencias humanas, entre Europa y sus colonias de ultramar. Es aquí, precisamente, donde cobra sentido la categoría analítica de la colonialidad del poder, desarrollada por la teoría crítica latinoamericana.

1.2 El paradigma de la modernidad /colonialidad

En la sección anterior he examinado el proyecto ilustrado de una “ciencia del
hombre” tal como fue formulado en el siglo xviii por pensadores como Hume , Smith , Rousseau , Condorcet , Turgot y Kant . Nuestro recorrido ha considerado este proyecto desde dos perspectivas complementarias: una, epistemológica, en la que se muestra cómo las nacientes ciencias humanas se apropian del modelo de la física para crear su objeto desde un tipo de observación imparcial y aséptica, que he denominado la hybris del punto cero.

La otra perspectiva muestra cómo, una vez instaladas en el punto cero, las ciencias del hombre construyen un discurso sobre la historia y la naturaleza humana en la que los pueblos colonizados por Europa aparecen en el nivel más bajo de la escala de desarrollo, mientras que la economía de mercado, la nueva ciencia y las instituciones políticas modernas son presentadas, respectivamente, como fin último (telos) de la evolución social, cognitiva y moral de la humanidad.

En esta sección procuraré integrar estos dos aspectos en una visión de conjunto, precisando la relación entre el proyecto ilustrado de Cosmópolis y el surgimiento del colonialismo moderno. Para ello recurriré inicialmente a la teoría poscolonial, y concretamente a los aportes del intelectual palestino Edward Said, con el fin de mostrar en qué consiste la relación entre colonialismo y ciencias humanas. Luego avanzaré hacia la teorización latinoamericana de la colonialidad, tal como ha venido siendo realizada por pensadores como Enrique Dussel , Walter Mignolo y Aníbal Quijano, con el fin de cerrar el círculo y mostrar cómo el punto cero de observación, desde el que Hume , Smith , Kant , Turgot y Condorcet imaginaron el proyecto ilustrado de Cosmópolis, fue construido geopolíticamente entre los siglos xvi y xviii.

1.2.1 La orientalización del oriente

No es este el lugar para una presentación detallada de la teoría poscolonial y del modo en que ésta fue desarrollada en Estados Unidos por aquellos autores que Robert Young identifica como la “sagrada trinidad” del movimiento: Edward Said , Homi Bhabha y Gayatri Chakravorty Spivak .22

Para establecer el punto que me interesa, la relación estructural entre colonialismo y ciencias humanas, me concentraré sólo en el trabajo de Said y, particularmente, en el más conocido de sus libros: Orientalismo.

Aquí, más que en otros textos, se plantea de forma clara que el proyecto ilustrado de la ciencia del hombre se sustenta en un imaginario geopolítico (el occidentalismo ) que postula la superioridad de la raza blanca europea sobre todas las demás formas culturales del planeta.

El argumento central de Orientalismo es que la dominación imperial de Europa sobre sus colonias de Asia y el Medio Oriente supuso la institucionalización de una cierta imagen o representación sobre “el oriente” y “lo oriental”. En opinión de Said, una de las características del colonialismo moderno es que el dominio imperial no se obtiene tan solo matando y sometiendo al otro por la fuerza, sino que requiere de un elemento ideológico o “representacional”. Es decir que sin la construcción de un discurso sobre el otro y sin la incorporación de ese discurso en el habitus tanto de los dominadores como de los dominados, el poder económico y político de Europa sobre sus colonias hubiera resultado imposible.

El dominador europeo construye al “otro colonial” como objeto de estudio (“oriente”) y, al mismo tiempo, construye una imagen de su propio locus enuntiationis imperial (“occidente”):
“Oriente ha servido para que Europa (u Occidente) se defina en contraposición
a su imagen, su idea, su personalidad y su experiencia. Sin embargo, nada de
este Oriente es puramente imaginario . Oriente es una parte integrante de la
civilización y de la cultura material europea. El orientalismo expresa y representa, desde un punto de vista cultural e incluso ideológico, esa parte como un modo de discurso que se apoya en unas instituciones, un vocabulario, unas enseñanzas, unas imágenes, unas doctrinas e incluso unas burocracias y estilos coloniales[… El orientalismo] es un estilo de pensamiento que se basa en la distinción ontológica y epistemológica que se establece entre Oriente y – la mayor parte de las veces – Occidente.

22 Para un estudio detallado de la obra de otros teóricos poscoloniales, remito al lector a dos antologías publicadas en ingles y dos en español, en las que se recogen algunos de los textos más importantes de esta corriente de pensamiento: Williams / Chrisman, 1994; Ashcroft / Griffiths / Tiffin, 1995; Rivera Cusicanqui / Barragán, (SF); Dube, 1999. Igualmente pueden consultarse los siguientes estudios: Ashcroft/ Griffiths / Tiffin, 1989; Young, 1990; Moore-Gilbert, 1997; Dirlik, 1997; Castro-Gómez / Mendieta,1998; Loomba, 1998; Gandhi, 1998; Berverley, 1999; Ashcroft / Ahluwalia, 2000.

Así pues, una gran cantidad de escritores – entre ellos, poetas, novelistas, filósofos, políticos, economistas y administradores del Imperio – han aceptado esa diferencia básica entre Oriente y Occidente como punto de partida para elaborar teorías, epopeyas, novelas, descripciones sociales e informes políticos relacionados con Oriente, sus gentes, sus costumbres, su
“mentalidad”, su destino, etc.” (Said , 1990: 19-21).23

Las representaciones y “concepciones del mundo”, así como la formación de la subjetividad al interior de esas representaciones son elementos fundamentales para el establecimiento del dominio colonial de Europa. En opinión de Said, el colonialismo moderno no se reduce tan solo al ejercicio arbitrario de un poder económico y militar, sino que posee una dimensión cognitiva que de aquí en adelante llamaremos la colonialidad.

Sin la construcción de un imaginario de “Oriente” y “Occidente”, no como
lugares geográficos sino como formas de vida y pensamiento capaces de generar subjetividades concretas, cualquier explicación (económica o sociológica) del colonialismo resultaría incompleta. Obviamente, anota Said , tales formas de vida y pensamiento no se encuentran solamente en el habitus de los actores sociales, sino que están ancladas en estructuras objetivas: leyes de Estado, códigos comerciales, planes de estudio en las escuelas, proyectos de investigación científica, reglamentos burocráticos, formas institucionalizadas de consumo cultural, etc.

Said tiene muy claro que el orientalismo no es sólo un asunto de “conciencia” (falsa o verdadera), sino que es, ante todo, la vivencia de una materialidad objetiva.

Me interesa particularmente el papel que Said otorga a las ciencias humanas en la construcción de este imaginario colonial. El orientalismo, ya desde el siglo XIX, encontró su lugar en la academia metropolitana con la creación de cátedras sobre “civilizaciones antiguas”, en el marco del gran entusiasmo generado por el estudio de las lenguas orientales. Said afirma que fue el dominio imperial de Gran Bretaña sobre la India lo que permitió el acceso irrestricto de los eruditos a los textos, los lenguajes y las religiones del mundo asiático, que hasta ese momento permanecían desconocidos para
Europa (Said , 1995: 77).

Precisamente fue un empleado de la East India Company y miembro además de la burocracia colonial inglesa, el magistrado William Jones, quien
aprovechando sus grandes conocimientos del árabe, el hebreo y el sánscrito, elaboró la primera de las grandes teorías orientalistas. En una conferencia pronunciada en 1786 ante la Asiatic Society of Bengal, Jones afirmaba que las lenguas europeas clásicas (el latín y el griego) proceden de un tronco común que puede rastrearse en el sánscrito. Esta tesis generó un entusiasmo sin precedentes en la comunidad científica europea y fomentó el desarrollo de una nueva disciplina humanística: la filología .24

23 El resaltado es mío.

El punto central de este argumento es que el interés por el estudio de las antiguas civilizaciones asiáticas obedece a una estrategia de construcción histórica del presente europeo. En el pasado del mundo asiático se buscan los “orígenes” de la triunfante civilización europea. La filología parecía “comprobar científicamente” lo que ya filósofos como Hegel venían planteando desde finales del siglo xviii: Asia no es otra cosa que el grandioso pasado de Europa.

La civilización “empieza” ciertamente en Asia, pero sus frutos son recogidos por Grecia y Roma, que constituyen el referente cultural
inmediatamente anterior de la Europa moderna. Como diría Hegel, la civilización recorre el mismo camino del sol: aparece en Oriente (allí tiene su arché) pero se despliega y llega a su término (es decir a su telos, a su fin último) en Occidente.

El dominio europeo sobre el mundo requería de una legitimación científica y es aquí donde empiezan a jugar un papel fundamental las nacientes ciencias del hombre: filología, arqueología, historia, etnología, antropología, geografía, paleontología. Al ocuparse del pasado de las civilizaciones orientales, estas disciplinas construyen a contraluz el presente ilustrado de Europa.

El orientalismo mostraba que el presente de Asia nada tenía que decir a Europa, puesto que esas manifestaciones culturales eran viejas y habían sido ya “rebasadas” por la civilización moderna. De las culturas asiáticas tan solo interesaba su pasado, en tanto que momento “preparatorio” para la emergencia de la racionalidad moderna europea. Desde la perspectiva ilustrada, todas las demás voces culturales de la humanidad son vistas como “tradicionales” o “primitivas” y se encuentran por ello fuera de la Weltgeschichte.

De ahí que en el imaginario orientalista, el mundo oriental – Egipto es quizás el mejor ejemplo de ello – es asociado directamente con lo exótico,
lo misterioso, lo mágico, lo estético y lo originario, es decir, con formas culturales “premodernas”. De este modo, las muchas formas de conocer están ubicadas en una concepción de la historia que deslegitima su coexistencia espacial y las ordena de acuerdo a un esquema teleológico de progresión temporal. Las diversas formas de conocimiento desplegadas por la humanidad conducirían paulatinamente hacia una única forma legítima de conocer el mundo: la desplegada por la racionalidad científi co-técnica de
la modernidad .

24 Lo mismo puede decirse del desarrollo de otras disciplinas como la arqueología, que impulsada por el estudio de la antigua civilización egipcia, fue hecho posible gracias a las invasiones napoleónicas (Said ,1995: 87).

Al establecer una relación directa entre el nacimiento de las ciencias humanas y el nacimiento del colonialismo moderno, Said deja en claro el vínculo ineludible entre conocimiento y poder señalado por autores como Michel Foucault .25 Sólo que mientras Foucault se concentró en el análisis de microestructuras de poder, Said decide ampliar este análisis hacia el ámbito macroestructural (relaciones imperiales de poder), lo cual nos coloca en el terreno de las geopolíticas del conocimiento:
“El orientalismo no es una simple disciplina o tema político que se refleja
pasivamente en la cultura , en la erudición o en las instituciones, ni una larga y
difusa colección de textos que tratan de Oriente; tampoco es la representación
o manifestación de alguna vil conspiración “occidental” e imperialista que
pretende oprimir al mundo “oriental”. Por el contrario, es la distribución de
una cierta conciencia geopolítica en unos textos estéticos, eruditos, económicos, sociológicos, históricos y filológicos; es la elaboración de una distinción geográfica básica (el mundo está formado por dos mitades diferentes, Oriente y Occidente), y también de una serie compleja de “intereses” que no sólo crea el propio orientalismo, sino que también mantiene a través de sus descubrimientos eruditos, sus reconstrucciones filológicas, sus análisis psicológicos y sus descripciones geográficas y sociológicas; es una cierta voluntad o intención de comprender – y en algunos casos de controlar, manipular o incluso incorporar – lo que manifiestamente es un mundo diferente” (Said , 1990: 31-32).26

Para Said , el nexo geopolítico entre conocimiento y poder que ha creado al oriental es el mismo que sostiene la hegemonía cultural, económica y política de Europa sobre el resto del mundo a partir del Siglo de las Luces.

De hecho, uno de los argumentos más interesantes de Said es que la colonialidad es un elemento constitutivo de la modernidad, ya que ésta se representa a sí misma, desde un punto de vista ideológico, sobre la creencia de que la división geopolítica del mundo (centros y periferias) se funda en una división ontológica.

De un lado está la cultura occidental (the West), presentada como la parte activa, creadora y donadora de conocimientos, cuya misión es llevar o “difundir” la modernidad por todo el mundo; del otro lado están todas las demás culturas (the Rest), presentadas como elementos pasivos y receptores de conocimiento, cuya misión es “acoger” el progreso y la civilización que vienen desde Europa.

25 De hecho, Said reconoce explícitamente su deuda con el pensamiento de Foucault : “Para definir el Orientalismo me parece útil emplear la noción de discurso que Michel Foucault describe en La arqueología del saber y en Vigilar y castigar. Creo que si no se examina el orientalismo como un discurso, posiblemente no se comprenda esta disciplina tan sistemática a través de la cual la cultura europea ha sido capaz de manipular – e incluso dirigir – Oriente desde un punto de vista político, sociológico, militar, ideológico, científico e imaginario a partir del periodo posterior a la ilustración ” (Said , 1990: 21).
26 El resaltado es mío.

Lo característico de Occidente sería entonces la disciplina, la creatividad,
el pensamiento abstracto y la posibilidad de instalarse cognitivamente en el punto cero , mientras que el resto de las culturas son vistas como preracionales, espontáneas, imitativas, empíricas y dominadas por el mito.

El gran mérito de Said es haber visto que los discurso s de las ciencias humanas se sostienen sobre una maquinaria geopolítica de saber/poder que ha subalternizado las otras voces de la humanidad desde un punto de vista cognitivo, es decir, que ha declarado como “ilegítima” la existencia simultánea de distintas formas de conocer y producir conocimientos.

Said muestra que con el nacimiento de las ciencias humanas en los siglos xviii y xix asistimos a la invisibilización de la multivocalidad histórica de la humanidad.27 A la expropiación territorial y económica que hizo Europa de las colonias, corresponde una expropiación epistémica que condenó a los conocimientos producidos en ellas a ser tan solo el “pasado” de la ciencia moderna. Pero aunque Orientalismo plantea de forma convincente los vínculos geopolíticos entre Ilustración, colonialismo y ciencias humanas, desde el campo de los estudios latinoamericanos se ha venido desarrollando una teoría de la colonialidad que no sólo complementa, sino que agrega nuevos elementos al poscolonialismo de Said .

1.2.2 La des-trucción del mito de la modernidad

La crítica al colonialismo goza ya de una gran tradición en la teoría social latinoamericana. Desde los trabajos de Edmundo O’Gorman, Rodolfo Stavenhagen y Pablo González Casanova en México, pasando por los aportes de Agustín Cuevas en Ecuador, Orlando Fals Borda en Colombia y Darcy Ribeiro en Brasil, hasta la gran producción de Aníbal Pinto, Ruy Mauro Marini, Fernando Henrique Cardoso y otros teóricos de la dependencia, para no hablar de Mariátegui, Haya de la Torre, Martí, Rodó y otros “clásicos” del pensamiento latinoamericano.

27 El antropólogo colombiano Cristóbal Gnecco lo formula de este modo: “La tradición occidental, sobre todo desde el siglo XIX, ha construido espacios de exclusión que le han permitido demarcar como singular, como necesaria y como inevitable la forma de conocer que ha ido pacientemente construyendo la ciencia , y oponerla a otras formas de conocer […]. El pensamiento primitivo fue considerado como una suerte de abstracción inicial mal desarrollada y fue colocado al principio de una escala de la condición humana que empezaría con la abstracción elemental, la primitiva, y terminaría con la abstracción total, la científica. Es claro, entonces, que el evidente hegemonismo evolucionista es el punto de partida de la
antropología , no su resultado, puesto que adoptar un punto de vista sobre las relaciones entre sociedades – entre Nosotros y la alteridad – es también un acto político” (Gnecco, 1999: 20-21).

Sin embargo, y con algunas notables excepciones, son pocos los estudios que han hecho énfasis en la dimensión propiamente epistémica del colonialismo. De hecho, la mayoría de los trabajos se concentran en sus aspectos económicos, históricos, políticos y sociales, abordados desde los paradigmas disciplinarios de las ciencias humanas, sin atender a lo que aquí he denominado la colonialidad.

Como podría esperarse, es desde la filosofía latinoamericana que empieza a delinearse una crítica al colonialismo que hace énfasis en su núcleo epistémico. Me refiero concretamente a los trabajos del filósofo argentino Enrique Dussel , y en particular a aquellos que tienen como centro de atención su crítica al eurocentrismo . De hecho, este tema ha sido uno de los pilares de su “filosofía de la liberación” desarrollada durante más de treinta años. Ya desde los setenta, Dussel se propuso demostrar que entre las grandes producciones teóricas de la filosofía moderna y la praxis colonial europea, existía una relación estructural.

Partiendo de la crítica de Heidegger a la metafísica occidental, Dussel afirmaba que la filosofía moderna de la conciencia, desde Descartes hasta Marx , desconoció que el pensamiento no está descorporizado sino que echa sus raíces en la cotidianidad humana (Lebenswelt) (Dussel , 1995: 92;
107).

Es precisamente la relación creada por el pensamiento moderno entre un sujeto abstracto (sin sexo, sin clase, sin cultura) y un objeto inerte (la naturaleza), lo que explica la “totalización” del mundo Occidental, ya que este tipo de representación bloquea de entrada la posibilidad de un intercambio de conocimientos y de formas de producir conocimientos entre diferentes culturas.

Por ello, la civilización europea ha mirado todo lo que no pertenece a ella como “barbarie”, es decir, como naturaleza en bruto que necesita ser “civilizada”. De este modo, la eliminación de la alteridad – incluyendo, como veremos, la alteridad epistémica – fue la “lógica totalizadora” que comenzó a imponerse sobre las poblaciones indígenas y africanas a partir del siglo xvi, tanto por los conquistadores españoles como por sus descendientes, los criollos americanos (1995: 200-204).

A partir de los años noventa, Dussel ha venido reformulando de manera creativa su teoría de la colonialidad. La lógica del dominio Occidental no es concebida ya en términos de una “totalidad ontológica”, al estilo de Heidegger, sino como un “mito” que recibe un nombre concreto: el eurocentrismo . Este mito, en opinión de Dussel , surge con el descubrimiento de América y ha dominado desde entonces nuestro entendimiento teórico y práctico de lo que significa la modernidad .

La tesis de Dussel (1999: 147) es que a partir del siglo xviii, el pensamiento ilustrado desarrolló una visión de sí mismo, un discurso sobre sus propios orígenes según el cual, la modernidad sería un fenómeno exclusivamente europeo originado desde finales la Edad Media y que luego, a partir de experiencias puramente intraeuropeas como el Renacimiento italiano

Frente a este modelo, Dussel propone uno alternativo que denomina el “paradigma planetario” y que formula de la siguiente forma: la modernidad es un fenómeno del sistema-mundo que surge como resultado de la administración que diferentes imperios europeos (España primero, luego Francia, Holanda e Inglaterra) realizan de la centralidad que ocupan en este sistema. Esto significa que eventos como la Ilustración, el Renacimiento
italiano, la Revolución Científica y la Revolución Francesa no son fenómenos
europeos sino mundiales y, por lo tanto, no pueden ser pensados con independencia de la relación asimétrica entre Europa y su periferia colonial .

En palabras de Dussel :
la Ilustración, la Revolución Científica y la Revolución Francesa, se habría difundido por todo el mundo (gráfico 1). De acuerdo con esta visión, Europa posee cualidades internas únicas que le habrían permitido desarrollar la racionalidad científico-técnica, lo cual explica la superioridad de su cultura sobre todas las demás. De este modo, el mito eurocéntrico de la modernidad sería la pretensión que identifica la particularidad europea con la universalidad sin más (Dussel , 1992: 21-34).
“La modernidad no es un fenómeno que pueda predicarse de Europa considerada como un sistema independiente, sino de una Europa concebida como centro. Esta sencilla hipótesis transforma por completo el concepto de modernidad, su origen, desarrollo y crisis contemporánea, y por consiguiente, también el contenido de la modernidad tardía o posmodernidad.

De manera adicional quisiera presentar una tesis que califica la anterior: la centralidad de Europa en el sistema-mundo no es fruto de una superioridad interna acumulada durante el medioevo europeo sobre y en contra de las otras culturas. Se trata, en cambio, de un efecto fundamental del simple hecho del descubrimiento, conquista, colonización e integración (subsunción) de Amerindia.

Este simple hecho dará a Europa la ventaja comparativa determinante sobre el mundo otomano-islámico, India y China. La modernidad es el resultado de estos eventos, no su causa. Por consiguiente, es la administración de la centralidad del sistema-mundo lo que permitirá a Europa transformarse en algo así como la “conciencia reflexiva” (la filosofía moderna) de la historia mundial […] Aún el capitalismo es el resultado y no la causa de esta conjunción entre la planetarización europea y la centralización del sistema mundial” (Dussel , 1999: 148-149).

Este paradigma alternativo (gráfico 2) desafía claramente la visión dominante según la cual, la conquista de América no fue un elemento constitutivo de la modernidad , ya que ésta se asienta en fenómenos intraeuropeos como la reforma protestante, el surgimiento de la nueva ciencia y la Revolución Francesa. España y sus colonias de ultramar habrían quedado por fuera de la modernidad, ya que ninguno de estos fenómenos tuvo lugar allí.

Dussel en cambio, siguiendo las tesis de Immanuel Wallerstein, muestra que la modernidad se cimentó sobre una materialidad creada ya desde el siglo
xvi con la expansión territorial española. Esto y fuerza de trabajo que permitió generó la apertura de nuevos mercados, la incorporación de fuentes inéditas de materias primas la “acumulación originaria de capital ”.

El sistema-mundo moderno/colonial empieza con la constitución simultánea de España como centro frente a su periferia americana.
La modernidad y la colonialidad pertenecen entonces a una misma matriz genética, y son por ello mutuamente dependientes. No hay modernidad sin colonialismo y no hay colonialismo sin modernidad porque Europa sólo se hace “centro” del sistema-mundo en el momento en que constituye a sus colonias de ultramar como “periferias”.

La importancia del “paradigma planetario” de Dussel radica en que nos permite mostrar la coexistencia de lugares desde los que la Ilustración es enunciada. Si la Ilustración no es algo que se predica de Europa sino del sistema-mundo como fruto de la interacción entre Europa y sus colonias, entonces puede decirse que la Ilustración es enunciada simultáneamente en varios lugares del sistema-mundo moderno/colonial.

Los discursos de la Ilustración no viajan desde el centro hasta la periferia, sino que circulan por todo el sistema mundo y se anclan en diferentes nodos de poder.

Dussel piensa también que la incorporación de América como primera periferia del sistema-mundo moderno no sólo generó la “acumulación originaria de capital ” en los países del centro, sino también las primeras manifestaciones culturales de orden propiamente moderno. La primera “geocultura ” de la modernidad -mundo, entendida como un sistema de símbolos de orden ritual, cognitivo, jurídico, político y axiológico, pertenecientes propiamente al sistema mundial en expansión, no tuvo su centro en Francia o Inglaterra, sino en la Europa católica mediterránea.28

Es así como hacia finales del siglo xviii, la lucha por la hegemonía entre las nuevas potencias imperiales había logrado redefinir el significado de la misión civilizatoria europea y el papel que en ella cumplía el conocimiento científico. La Ilustración es enunciada en ese momento desde esta nueva lucha por el control del mundo y es allí, como vimos, donde se articula el proyecto de una ciencia del hombre desarrollado por Hobbes , Rousseau , Smith , Hume , Kant , Turgot y Condorcet .

Igualmente puede decirse que el primer discurso moderno/colonial, ejemplificado en la polémica Sepúlveda-Las Casas , tuvo su origen en España. Lo que el mundo hispánico de los siglos xvi y xvii aportó al sistema-mundo no fueron sólo territorios, mano de obra y materias primas, como piensa Wallerstein , sino también elementos discursivos que
servirían para la constitución misma de la modernidad.
En efecto, Dussel habla de la modernidad como un fenómeno mundial, pero con dos manifestaciones diferentes: la primera se habría consolidado durante los siglos xvi y xvii y corresponde al ethos católico, humanista y renacentista que floreció en Italia, Portugal, España y sus colonias americanas (Dussel , 1999: 156). Esta modernidad fue administrada globalmente por la primera potencia hegemónica del sistema-mundo
(España) y generó no sólo una primera forma de subjetividad construida con base en el discurso moderno/colonial, sino también una primera crítica de ese discurso.29

Dussel conceptualiza esta subjetividad en términos filosófi cos (tomados del pensamiento de Levinas) y la describe como un Yo conquistador y aristocrático, que entabla frente al “otro” americano (negros , indios y mestizos) una relación excluyente de dominio.30

El ego conquiro de la primera modernidad constituye así la protohistoria del ego cogito de la modernidad segunda (Dussel , 1992: 67). Esta última, que se autorepresenta ideológicamente como la única modernidad, comienza apenas a finales del siglo xvii con el colapso geopolítico de España y el surgimiento de nuevas potencias hegemónicas.

La administración de la centralidad del sistema-mundo se realiza ahora desde otros lugares y responde a los imperativos de eficacia, biopolítica y racionalización descritos por Max Weber y Michel Foucault.

28 Esto no significa que antes de 1492 no se estuvieran gestando ya procesos de modernización cultural autocentrados en Europa. Dussel es claro al respecto: “De acuerdo a mi tesis central, 1492 es la fecha del
“nacimiento” de la modernidad , si bien su gestación envuelve un proceso de crecimiento “intrauterino” que lo precede. La posibilidad de la modernidad se originó en las ciudades libres de la Europa Medieval, que eran centros de enorme creatividad. Pero la modernidad como tal “nació” cuando Europa estaba en una posición tal como para plantearse a sí misma contra un otro; cuando en otras palabras, Europa pudo autoconstituirse como un ego unificado, explorando, conquistando, colonizando una alteridad que le
devolvía una imagen sobre sí misma” (Dussel , 2001: 58). El resaltado es mío.
29 Dussel ha escrito bastante sobre este tema. Su argumento central es que, en su polémica con Ginés de Sepúlveda hacia mediados del siglo xvi, Las Casas descubre por primera vez la irracionalidad del mito de la Modernidad, si bien utilizando las herramientas filosófi cas de un paradigma anterior. La propuesta de Las Casas era “modernizar” al otro sin destruir su alteridad; asumir la Modernidad pero sin legitimar su mito. Modernización desde la alteridad y no desde la “mismidad” del sistema (Dussel , 1992: 110-117).
30 “El conquistador es el primer hombre moderno activo, práctico, que impone su “individualidad” violenta a otras personas” (Dussel 1992: 56; 59).

Todo esto significa que la subjetividad moderna no es solamente la subjetividad burguesa, como ha querido la teoría social desde el siglo xix, sino que en las colonias hispánicas se generó también una forma de subjetividad que desde el siglo xvi formaba parte de la modernidad -mundo y que coexistió con el nacimiento de la burguesía europea en los siglos xvii y xviii. Nos referimos a la subjetividad hispánica, pero ante todo criolla, formada en concordancia con el discurso colonial de la limpieza de sangre.

La tesis que defenderé en esta investigación es que el lugar de enunciación del discurso ilustrado criollo coincide vis-a-vis con el lugar del discurso de la limpieza de sangre, y que esta coincidencia no debe verse como algo anormal o “híbrido”, como piensan los que establecen la ecuación Ilustración = burguesía , sino como un fenómeno propio de la modernidad en la periferia colonial hispánica.

1.2.3 El discurso de la limpieza de sangre

La filosofía de la liberación de Dussel entabla un diálogo crítico con el análisis del sistema-mundo de Wallerstein , buscando integrar la crítica al colonialismo en una perspectiva globalizante. No obstante, el punto central de divergencia entre uno y otro proyecto, a saber, el planteamiento de Dussel sobre el surgimiento de una geocultura moderna de corte hispano-católico antes de la Revolución Francesa, es algo que merece una reflexión más profunda. Esta labor fue realizada en gran parte por el semiólogo argentino Walter Mignolo , quien desarrolló una crítica explícita a las tesis de Wallerstein, asumiendo las reflexiones de Dussel en torno al surgimiento de una subjetividad moderno/colonial – si bien no burguesa – en el mundo hispánico.

Mignolo reconoce la importancia del monumental libro The Modern World-System para el desplazamiento epistemológico que se produjo en la teoría social durante los años setenta. Vinculando los aportes de la teoría de la dependencia con los trabajos de Braudel sobre el Mediterráneo, Wallerstein consigue analizar la centralidad del circuito del Atlántico para la formación del sistema-mundo moderno en el siglo xvi (Mignolo ,
2000: 11).

Con ello, el Mediterráneo deja de ser el eje de la historia mundial, como
lo había planteado Hegel 31, y Europa comienza a ser “provincializada” en el seno de la teoría social. Lo importante ahora no es el estudio de Europa como tal, sino del “sistema-mundo” con toda su variedad estructural (centros, periferias y semiperiferias).

31 Vale la pena recordar aquí la famosa frase de Hegel : “Las tres partes del mundo mantienen entre sí una relación esencial y constituyen una totalidad […] El mar Mediterráneo es el elemento de unión de estas tres partes del mundo, y ello lo convierte en el centro (Mittelpunkt) de toda la historia universal […] Sin el Mediterráneo no cabría imaginar la historia universal” (Hegel , 1980: 178).

Sin embargo, el proyecto de Wallerstein concibe todavía las periferias en términos de unidades geohistóricas y geoeconómicas, pero no geoculturales. Aunque Wallerstein acierta en señalar que el sistema-mundo moderno comienza alrededor del año 1500, su perspectiva es todavía eurocéntrica. Piensa que la primera geocultura de este sistema – el liberalismo – se formó apenas en el siglo xviii, a raíz de la mundialización de la
Revolución Francesa.

De este modo, en opinión de Mignolo , Wallerstein continúa prisionero del mito construido por los filósofos de la Ilustración según el cual, la segunda
modernidad (siglos xviii y xix) es la modernidad por excelencia (2000: 56-57). La geocultura de la primera modernidad permanece invisible desde esta perspectiva.

En su libro Local Histories / Global Designs, Mignolo afirma que la conquista de América significó no sólo la creación de una nueva “economía-mundo” (con la apertura del circuito comercial que unía el Mediterráneo con el Atlántico), sino también la formación del primer gran “discurso ” (en términos de Said / Foucault ) del mundo moderno.

En polémica con Wallerstein , Mignolo argumenta que los discursos universalistas que legitimaban la expansión mundial del capital no surgieron durante los siglos xviii y xix sobre la base de la revolución burguesa en Europa, sino que aparecieron ya desde mucho antes, en el “largo siglo xvi” y coincidiendo con la formación del sistema mundo moderno/colonial (Mignolo 2000: 23).

El primer discurso universalista de los tiempos modernos no se vincula entonces con la mentalidad burguesa liberal sino, paradógicamente, con la mentalidad aristocrática cristiana. Se trata, según Mignolo , del discurso de la limpieza de sangre . Este discurso operó en el siglo xvi como el primer esquema de clasificación de la población mundial. Aunque no surgió en el siglo xvi sino que se gestó durante la Edad Media cristiana, el discurso de la limpieza de sangre se tornó “mundial” gracias a la expansión comercial de España hacia el Atlántico y el comienzo de la colonización europea.

Esto significa que una matriz clasificatoria perteneciente a una historia local (la cultura cristiana medieval europea), se convirtió, en virtud de la hegemonía mundial adquirida por España durante los siglos xvi y xvii,
en un diseño global que sirvió para clasificar a las poblaciones de acuerdo a su posición en la división internacional del trabajo .

En tanto que esquema cognitivo de clasificación poblacional, el discurso de la
limpieza de sangre no es producto del siglo xvi. Echa sus raíces en la división tripartita del mundo sugerida por Herodoto y aceptada por algunos de los más importantes pensadores de la antigüedad: Eratóstenes, Hiparco, Polibio, Estrabón, Plinio, Marino y Tolomeo. El mundo era visto como una gran isla (el orbis terrarum) dividida en tres grandes regiones: Europa, Asia y África .32 Aunque algunos suponían que en las antípodas, al sur del orbis terrarum, podían existir otras islas habitadas quizá por una especie distinta de hombres, el interés de los historiadores y geógrafos antiguos se centró en el mundo por ellos conocido y en el tipo de población que albergaban sus tres regiones principales.

Así, la división territorial del mundo se convirtió en una división poblacional de índole jerárquica y cualitativa. En esa jerarquía, Europa ocupaba el lugar más eminente, ya que sus habitantes eran considerados más civilizados y cultos que los de Asia y África, tenidos por griegos y romanos como “bárbaros” (O`Gorman, 1991: 147).

Los intelectuales cristianos de la Edad Media se apropiaron de este esquema de clasificación poblacional, no sin introducir en él algunas modificaciones. Así por ejemplo, el dogma cristiano de la unidad fundamental de la especie humana (todos los hombres descienden de Adán) obligó a San Agustín a reconocer que si llegasen a existir otras islas diferentes al orbis terratum, sus habitantes, en caso de haberlos, no podrían ser catalogados como “hombres”, ya que los potenciales habitantes de la “Ciudad de Dios” sólo podían hallarse en Europa, Asia o África (O´Gorman, 1991: 148).

Asimismo, el cristianismo reinterpretó la antigua división jerárquica del mundo. Por razones ahora teológicas, Europa seguía ocupando un lugar de privilegio por encima de África y Asia.33 Las tres regiones geográficas eran vistas como el lugar donde se asentaron los tres hijos de Noé después del diluvio y, por tanto, como habitadas por tres tipos completamente distintos de gente. Los hijos de Sem poblaron Asia, los de Cam se establecieron en África y los de Jafet se asentaron en Europa.

Esto quiere decir que las tres partes del mundo conocido fueron ordenadas jerárquicamente según un criterio de diferenciación étnica: los asiáticos y los africanos, descendientes de aquellos hijos que según el relato bíblico cayeron en desgracia frente a su padre, eran tenidos como racial y culturalmente inferiores a los europeos, descendientes directos de Jafet, el hijo amado de Noé .34

32 Para la caracterización del orbis terrarum y de su influencia en la división poblacional del mundo, seguiré básicamente los argumentos desarrollados por el filósofo e historiador mexicano Edmundo O`Gorman en su libro La invención de América. Mignolo apoya expresamente su argumento en el texto de O`Gorman (Mignolo , 1995: 17)
33 Aunque ciertamente Europa no encarnaba la civilización más perfecta desde el punto de vista técnico, económico, científico y militar – se trataba, más bien, de una región pobre y “periférica” con respecto a Asia y el norte de África -, sí era vista por muchos como la sede de la única sociedad del mundo fundada en la fe verdadera. Esto la convertía en representante del destino inmanente y trascendente de la humanidad. La civilización cristiana occidental era portadora de la norma a partir de la cual era posible juzgar
y valorar todas las demás formas culturales del planeta (O´Gorman, 1991: 148).
34 El relato bíblico muestra que fue Noé mismo quien estableció la jerarquía entre sus tres hijos. El episodio que desencadenó esta jerarquización es narrado en el capítulo 9 del libro del Génesis: una vez
finalizado el diluvio, Noé se embriagó con vino y quedó desnudo en medio de su tienda. Cam , el hijo más joven, entró y vio la desnudez de su padre sin hacer nada para cubrirla, mientras que Sem y Jafet , andando hacia atrás, tomaron una manta y cubrieron el cuerpo de Noé. Al despertar de su embriaguez, Noé se enteró de lo sucedido y pronunció el siguiente juicio: “Maldito sea Canaán [el hijo de Cam]; siervo de siervos será a sus hermanos. Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, y sea Canaán su siervo.
Engrandezca Dios a Jafet y habite en las tiendas de Sem y sea Canaán su siervo” (Genesis 9: 25-27). De acuerdo a este relato, la jerarquía queda establecida del siguiente modo: primero Jafet, el hijo mayor de Noé y padre de los europeos, luego Sem, padre de los asiáticos y por último Cam, el hijo maldito, padre de las naciones africanas.

Mignolo (1995: 230) señala que el cristianismo resignificó el antiguo esquema de división poblacional, haciéndolo funcionar como una taxonomía étnica y religiosa de la población35, cuya dimensión práctica empezó a mostrarse apenas en el siglo xvi. Los viajes de Colón habían puesto en evidencia que las nuevas tierras americanas eran una entidad geográfi ca distinta del orbis terrarum, lo cual suscitó de inmediato un debate a
gran escala en torno a la naturaleza de sus habitantes y de su territorio .

Si sólo la “isla de la tierra”, aquella porción del globo que comprendía a Europa, Asia y África , había sido asignada al hombre por Dios para que viviera en ella después de la expulsión del paraíso, ¿qué estatuto jurídico poseían entonces los nuevos territorios descubiertos? ¿Eran acaso tierras que caían bajo la soberanía universal del Papa y podían, por tanto,
ser legítimamente ocupadas por un rey cristiano?

Si sólo los hijos de Noé podían acreditar ser descendientes directos de Adán , el padre de la humanidad, ¿qué estatuto antropológico poseían entonces los habitantes de los nuevos territorios? ¿Eran acaso seres carentes de alma racional que podían, por tanto, ser legítimamente esclavizados por los europeos? Siguiendo a O´Gorman, Mignolo afirma que, finalmente, los nuevos territorios y su población no fueron vistos como ontológicamente distintos a Europa, sino como su prolongación natural (el “Nuevo Mundo”):

“Durante el siglo xvi, cuando “América” empezó a ser conceptualizada como
tal, no por la Corona española sino por intelectuales del norte (Italia, Francia),
estaba implícito que América no era ni la tierra de Sem (el Oriente) ni la tierra
de Cam (África ), sino la prolongación de la tierra de Jafet . No había otra razón que la distribución geopolítica del planeta implementada por el mapa cristiano T/O para percibir el mundo como dividido en cuatro continentes; y no había ningún otro lugar en el mapa cristiano T/O para “América” que su inclusión en los dominios de Jafet, esto es, en el Occidente. El occidentalismo es, entonces, el más antiguo imaginario geopolítico del sistema-mundo moderno/colonial” (Mignolo , 2000: 59).36

35 Mignolo hace referencia explícita el famoso mapa T-O de Isidoro de Sevilla. Este mapa, usado por vez primera para ilustrar el libro Etimologiae de Isidoro de Sevilla (560-636 E.C.), representa un círculo dividido en tres partes por dos líneas que forman una T. La parte de arriba, que ocupa la mitad del círculo, representa el continente asiático (Oriente) poblado por Sem , mientras que la otra mitad del círculo, la de abajo, está dividida en dos partes: la de la izquierda representa el continente europeo poblado por Jafet , y la derecha representa el continente africano poblado por Cam (Mignolo , 1995: 231).

El punto de Mignolo es que la creencia en la superioridad étnica de Europa,
sobre las poblaciones colonizadas, estaba emplazada en el esquema cognitivo de la división tripartita de la población mundial y sobre el imaginario del Orbis Universalis Christianus. La visión de los territorios americanos como una prolongación de la tierra de Jafet hizo que la explotación de sus recursos naturales y el sometimiento militar de sus poblaciones fuera tenida como “justa y legítima”, porque solamente de Europa podía venir la luz del conocimiento verdadero sobre Dios.

La evangelización fue entonces el imperativo estatal que determinó por qué razón únicamente los “cristianos viejos”, es decir, las personas que no se encontraban mezcladas con judíos, moros y africanos (pueblos descendientes de Cam o de Sem ) podían viajar y establecerse legítimamente en territorio americano. El Nuevo Mundo se convertía entonces en el escenario natural para la prolongación del hombre blanco europeo y de su cultura cristiana.

Dicho en otras palabras: el discurso de la limpieza de sangre es, de acuerdo
a la interpretación de Mignolo , el primer imaginario geocultural del sistema-mundo que se incorpora en el habitus de la población inmigrante europea, legitimando al mismo tiempo la división étnica del trabajo y la transferencia de personas, capital y materias primas a nivel planetario.

Notemos ahora que la lectura de Mignolo posee continuidades pero también
diferencias con la teoría poscolonial de Said . Al igual que Said , Mignolo sabe que sin la construcción de un discurso que pueda incorporarse al habitus tanto de los dominadores como de los dominados, el colonialismo europeo hubiera resultado imposible. Pero a diferencia de aquel, Mignolo no identifica este discurso con el “orientalismo ” sino con el “occidentalismo”, enfatizando así la necesidad de inscribir las teorías poscoloniales en el interior de legados coloniales específicos (en este caso, el
legado colonial hispánico).37

Con su planteamiento del orientalismo como el discurso colonial por excelencia, Said parece no darse cuenta que los discursos sobre el “otro”
generados por Francia y por el Imperio Británico corresponden a la segunda modernidad .
36 La traducción y el resaltado son míos.
37 “Intento enfatizar la necesidad de realizar una intervención política y cultural al inscribir la teorización poscolonial al interior de legados coloniales particulares: la necesidad, en otras palabras, de inscribir el “lado oscuro del Renacimiento” en el espacio silenciado de las contribuciones latinoamericanas y amerindias […] a la teorización poscolonial (Mignolo , 1995: xi). La traducción es mía.

Así las cosas, Said no sólo desconoce la hegemonía geocultural y geopolítica de España durante los siglos xvi y xvii, sino que termina legitimando el imaginario dieciochesco (y eurocéntrico) de la modernidad ilustrada denunciado por Dussel . Al respecto afirma Mignolo :
“No tengo intención de ignorar el tremendo impacto y la transformación
interpretativa hecha posible por el libro de Said . Tampoco intento unirme
a Aijaz Ahmad en su devastadora crítica a Said únicamente porque el libro
no dice exactamente lo que yo quisiera. Sin embargo, no tengo intención de
reproducir aquí el gran silencio que el libro de Said refuerza: sin el occidentalismo no hay orientalismo , ya que “las colonias más grandes, ricas y antiguas” de Europa no fueron las orientales sino las occidentales: las Indias Occidentales y Norteamérica.

“Orientalismo” es el imaginario cultural del sistema-mundo
durante la segunda modernidad , cuando la imagen del “corazón de Europa” (Inglaterra, Francia, Alemania) reemplaza la imagen de la “Europa cristiana” de los siglos xv hasta mediados del xvii (Italia, España, Portugal) […] Es cierto, como Said afirma, que el Oriente se convirtió en una de las imágenes europeas más recurrentes sobre el otro después del siglo xviii.

Sin embargo, el Occidente no fue nunca el otro de Europa sino una diferencia específica al interior de su mismidad: las Indias Occidentales (como puede verse en el nombre mismo) y luego Norteamérica (en Buffon , Hegel , etc.) eran el extremo occidente, no su alteridad. América, a diferencia de Asia y África, fue incluida [en el mapa] como parte de la extensión europea y no como su diferencia. Esta es la razónpor la cual, una vez más, sin occidentalismo no hay orientalismo” (Mignolo ,2000: 57).38

Con todo, y a pesar de sus diferencias, si en algo se identifican los proyectos teóricos de Mignolo y Said es en la importancia que otorgan al ámbito de la colonialidad para explicar el fenómeno del colonialismo . Tanto el orientalismo de Said como el occidentalismo de Mignolo son vistos ante todo como imaginarios culturales, como discursos que se objetivan no sólo en “aparatos” disciplinarios (leyes, instituciones, burocracias coloniales), sino que se traducen en formas concretas de subjetividad . El orientalismo y el occidentalismo son ante todo modos de vida, estructuras de pensamiento y acción incorporadas al habitus de los actores sociales.

Mignolo refuerza de este modo el argumento de Dussel : la subjetividad de la
Modernidad primera no tiene nada que ver con la emergencia de la burguesía , sino que está relacionada con el imaginario aristocrático de la blancura .
38 La traducción y el resaltado son míos.

Es la identidad fundada en la distinción étnica frente al otro, aquello que caracteriza la primera geocultura del sistema-mundo moderno/colonial. Una distinción que no sólo planteaba la superioridad de unos hombres sobre otros, sino también la superioridad de unas formas de conocimiento sobre otras.

Por esta razón , el discurso ilustrado de la elite criolla, con su énfasis en la objetividad del conocimiento, no entra en contradicción sino que refuerza el imaginario étnico de la blancura , como veremos en los capítulos siguientes. Imaginando estar ubicados en una plataforma neutral de observación, los
criollos “borran” el hecho de que es precisamente su preeminencia étnica en el espacio social (la limpieza de sangre ) lo que les permite pensarse a sí mismos como habitantes atemporales del punto cero , y a los demás actores sociales (indios, negros y mestizos) como habitantes del pasado.

De hecho, Mignolo sostiene que la clave para entender el surgimiento de la
epistemología científica ilustrada del siglo xviii es la separación que los geógrafos europeos habían realizado previamente entre el centro étnico y el centro geométrico de observación (Mignolo , 1995: 233-236).

En casi todos los mapas conocidos hasta el siglo xvi, el centro étnico y el centro geométrico coincidían. Así por ejemplo, los cartógrafos chinos generaron una representación del espacio en la que el centro
estaba ocupado por el palacio real del emperador y alrededor de él se ordenaban sus dominios imperiales. Igual ocurría con los mapas cristianos de la Edad Media, en los que el mundo aparecía dispuesto circularmente en torno a la ciudad de Jerusalén y en los mapas árabes del siglo xiii, donde el mundo islámico aparecía como el centro de la tierra. En todos estos casos, el “centro era móvil” porque el observador no se preocupaba por ocultar su lugar de observación, dejándolo fuera de la representación.

Al contrario, para el observador era claro que el centro geométrico del mapa coincidía con el centro étnico y religioso desde el cual observaba (cultura china, judía, árabe, cristiana, azteca, etc.).

Sin embargo, con la conquista de América y la necesidad de representar con precisión los nuevos territorios bajo el imperativo de su control y delimitación, empieza a ocurrir algo diferente. La cartografía incorpora la matematización de la perspectiva, que en ese momento revolucionaba la práctica pictórica en los países de la Europa católica mediterránea (especialmente en Italia).

La perspectiva supone la adopción de un punto de vista fijo y único, es decir, la postulación de una mirada soberana que se encuentra fuera de la representación. Con otras palabras, la perspectiva es un instrumento a través del cual se ve, pero que, a su vez, no puede ser visto; la perspectiva, en suma, otorga la posibilidad de tener un punto de vista sobre el cual no es posible adoptar ningún punto de vista. Esto revoluciona por completo la práctica científica de los cartógrafos.

Al tornarse invisible el lugar de observación, el centro geométrico ya no coincide más con el centro étnico. Por el contrario, los cartógrafos y navegantes europeos, dotados ahora de instrumentos precisos de medición, empiezan a creer que una representación hecha desde el centro étnico es precientífi ca, pues queda vinculada a una particularidad cultural específica. La representación verdaderamente científica y objetiva es aquella que puede abstraerse de su lugar de observación y generar una “mirada universal” sobre el espacio . Es precisamente esta mirada que pretende articularse con independencia de su centro étnico y cultural de observación, lo que en este
trabajo denomino la hybris del punto cero .

Siguiendo de cerca lo argumentado por Dussel y Mignolo diré, entonces, que la hybris del punto cero , con sus pretensiones de objetividad y cientificidad, no surge con la modernidad segunda sino que echa sus raíces en la geocultura de la modernidad primera. No es un efecto de la revolución copernicana o del individualismo burgués39, sino de la necesidad que tenía el Estado español de ejercer control sobre el circuito del Atlántico – frente a las pretensiones de sus competidores europeos – y de erradicar en la periferia los antiguos sistemas de creencias, a los que consideraba “idolatrías”.

Ya no podían coexistir diferentes formas de ver el mundo, sino que había que taxonomizarlas conforme a una jerarquización del tiempo y el espacio. Desde la mirada soberana del observador inobservado, los mapamundis de los siglos xvi y xvii organizan el espacio en unidades mayores llamadas “continentes” y unidades menores llamadas “imperios” que son completamente irrelevantes para la geografía física.

Son construcciones geopolíticas que, como tales, aparecen ordenadas de acuerdo a imperativos extracientíficos. Europa– como había ocurrido ya con el mapa T/O de Isidoro de Sevilla – continúa actuando como centro productor y distribuidor de cultura, mientras que Asia, África y América
son tenidos como lugares de “recepción”.

Esta separación continental y geopolítica del mundo será, como veremos, la base epistemológica sobre la que se levantarán las teorías antropológicas, sociales y evolucionistas de la Ilustración. Mignolo refuerza esta tesis cuando escribe:
“La colonización del espacio (así como de la memoria y el lenguaje) tomó durante el siglo xvi la forma de un proceso evolucionista en el cual unas formas de representación territorial (lenguas y formas de representar el pasado) fueron consideradas preferibles a otras.

39 De hecho, la “hybris del punto cero ” tiene una clara impronta aristocrática – y no burguesa – como lo ha demostrado Bourdieu . Supone un divorcio entre el intelecto, considerado superior, y el cuerpo, considerado inferior. Afirma, además, el mundo como espectáculo, como escenario de contemplación desde las alturas (Bourdieu , 1999: 37). De este modo, al negar sus propias condiciones materiales de posibilidad, la “hybris del punto cero” legitima una separación ideológica entre el universo económico (del cual puede “abstraerse” tranquilamente el observador, por tenerlo ya garantizado) y el universo de la producción simbólica (que es el mundo “verdadero”, el que debe ser conquistado por medio del genio y la inteligencia).

Las diferencias fueron traducidas en valores […] Durante el siglo xvi tuvo lugar en Europa una transición en la organización del espacio que conllevaba también una evaluación del tiempo. […] Lo que estaba ocurriendo era el inicio de un largo proceso intelectual que Maravall identifica
bellamente como la emergencia de la idea de progreso en el Renacimiento
europeo […] La colonización del espacio (del lenguaje y de la memoria) estuvo marcada por la creencia de que las diferencias podían ser medidas en valores, y los valores medidos en términos de una evolución cronológica.
La escritura alfabética , la historiografía y la cartografía [del siglo xvi] empezaron a crear un marco más amplio de pensamiento en el que lo regional [Europa] podía ser universalizado y tomado como criterio único para evaluar el grado de desarrollo del resto de la humanidad” (Mignolo , 1995: 256-257).40

Es aquí donde se revela pertinente la categoría de geopolíticas del conocimiento , ampliamente utilizada por Mignolo . Decía que una de las consecuencias de la hybris del punto cero es la invisibilización del lugar particular de enunciación para convertirlo en un lugar sin lugar, en un universal. Esta tendencia a convertir una historia local en diseño global, corre paralela al establecimiento de ese lugar particular como centro de
poder geopolítico.

A la centralidad de España, luego de Francia, Holanda, Inglaterra
y los Estados Unidos en el sistema-mundo , corresponde la pretensión de convertir su propia historia local en lugar único y universal de enunciación y de producción de conocimientos.

Los conocimientos que no se produzcan en esos centros de poder o en los
circuitos controlados por ellos, son declarados irrelevantes y “precientífi cos”. La historia del conocimiento, tal como es representada desde el punto cero, tiene un lugar en el mapa, una geografía específica. Asia, África y América Latina, al igual que en el mapa T-O de Isidoro de Sevilla, quedan por fuera de esta cartografía y no son vistas como regiones productoras sino consumidoras del conocimiento generado en los centros.

1.2.4 La colonialidad del poder

Junto con Dussel y Mignolo , es preciso estudiar los aportes del sociólogo Aníbal Quijano en la construcción de una teoría crítica de la colonialidad. Ya desde sus estudios en los años setenta sobre la emergencia de la identidad chola en el Perú, así como en sus trabajos de los ochenta sobre la relación entre identidad cultural y modernidad , Quijano había planteado que las tensiones culturales del continente debían ser estudiadas tomando como horizonte las relaciones coloniales de dominación establecidas entre Europa y América.

40 La traducción y el resaltado son míos. También el antropólogo español José Alcina Franch ha mostrado en varios trabajos cómo la idea ilustrada de “progreso ” fue generándose ya desde el siglo xvi, y puede ser reconstruida en los escritos de Acosta y Las Casas (Alcina Franch, 1988: 207-211).

Sin embargo, durante los años noventa Quijano amplía su perspectiva y afirma que el poder colonial no se reduce a la dominación económica, política y militar del mundo por parte de Europa, sino que envuelve también, y principalmente, los fundamentos epistémicos que sustentaron la hegemonía de los modelos europeos de producción de conocimientos.

Para Quijano, la crítica del poder colonial debe pasar necesariamente por un cuestionamiento de su núcleo epistémico, es decir por una crítica del tipo de conocimientos que legitimaron el dominio colonial europeo y de sus pretensiones universales de validez.

Al igual que Mignolo , Quijano afirma que el colonialismo hunde sus raíces epistémicas en la clasificación jerárquica de las poblaciones realizada ya desde el siglo xvi, pero encontró su mayor legitimación con el uso de modelos naturalistas en el siglo xvii y biologicistas en el siglo xix. Se trata de aquellas taxonomías que dividían a la población mundial en diversas “razas”, asignándole a cada una de ellas un lugar fijo e
inamovible al interior de la jerarquía social. Aunque la idea de “raza” venía gestándose ya durante las guerras de reconquista en la península ibérica, es apenas con la formación del sistema-mundo en el siglo xvi que se convierte en la base epistémica del poder colonial (Quijano, 1999: 197).

La idea de que “por naturaleza ” existen razas superiores y razas inferiores, actuó como uno de los pilares sobre los que España consolidó su
dominio en América durante los siglos xvi y xvii, y sirvió como legitimación científica del poder colonial europeo en los siglos posteriores. Para dar cuenta de este fenómeno, Quijano desarrolla su noción de colonialidad del poder .

La colonialidad del poder es una categoría de análisis que hace referencia a la estructura específica de dominación implementada en las colonias americanas desde 1492. Según Quijano, los colonizadores españoles entablaron con los colonizados una relación de poder fundada en la superioridad étnica y cognitiva de los primeros sobre los segundos.

En esta matriz de poder, no se trataba sólo de someter militarmente a los indígenas y dominarlos por la fuerza, sino de lograr que cambiaran radicalmente sus formas tradicionales de conocer el mundo, adoptando como propio el horizonte cognitivo del dominador. Quijano describe la colonialidad del poder en los siguientes términos:
“Consiste, en primer término, en una colonización del imaginario de los dominados. Es decir, actúa en la interioridad de ese imaginario […] La represión recayó ante todo sobre los modos de conocer, de producir conocimiento, de producir perspectivas, imágenes y sistemas de imágenes, símbolos y modos de significación; sobre los recursos, patrones e instrumentos de expresión formalizada y objetivada, intelectual o visual […] Los colonizadores impusieron una imagen mistificada de sus propios patrones de producción de conocimientos y significaciones” (Quijano, 1992: 438)

Tenemos entonces que la primera característica de la colonialidad de poder, la más general de todas, es la dominación por medios no exclusivamente coercitivos. No se trataba sólo de reprimir físicamente a los dominados, sino de conseguir que naturalizaran el imaginario cultural europeo como única forma de relacionarse con la naturaleza , con el mundo social y con la subjetividad .

Estamos, pues, frente al proyecto sui generis de querer cambiar radicalmente las estructuras cognitivas, afectivas y volitivas del dominado, es decir, de convertirlo en un “nuevo hombre” hecho a imagen y semejanza del hombre blanco occidental. Para lograr este objetivo civilizatorio, el Estado español creó la encomienda , cuya función era integrar al indio a los patrones
culturales de la etnia dominante. El papel del encomendero era velar diligentemente por la “conversión integral” del indio mediante la evangelización sistemática y el duro trabajo corporal.

Ambos instrumentos, la evangelización y el trabajo, se dirigían hacia
la transformación de la intimidad, buscando que el indio pudiera salir de su condición de “menor de edad” y acceder, finalmente, a los modos de pensamiento y acción propios de la vida civilizada.

La colonialidad del poder hace referencia a la manera en que la dominación española intentó eliminar las “muchas formas de conocer” propias de las poblaciones nativas y sustituirlas por otras que sirvieran a los propósitos civilizatorios del régimen colonial. Apunta, entonces, hacia la violencia epistémica ejercida por la modernidad primera sobre otras formas de producir conocimientos, imágenes, símbolos y modos de significación.

Sin embargo, la categoría tiene otro significado complementario. Aunque estas otras formas de conocimiento no fueron eliminadas por completo sino,
a lo sumo, despojadas de su legitimidad ideológica y subalternizadas, el imaginario colonial europeo sí ejerció una continua fascinación sobre los deseos, las aspiraciones y la voluntad de los subalternos.

Quijano formula de este modo la segunda característica de la colonialidad del poder:
“La cultura europea se convirtió en una seducción; daba acceso al poder. Después de todo, más allá de la represión, el instrumento principal de todo poder es la seducción. La europeización cultural se convirtió en una aspiración. Era un modo de participar en el poder colonial” (Quijano, 1992: 439).41
41 El resaltado es mío.

Esta aspiración a la europeización cultural formaba parte de una estructura de poder que atravesaba tanto a dominadores como a dominados y que, como mostraré en este trabajo, constituyó la base sobre la que se emplazó, desde finales del siglo xviii, el proyecto ilustrado de Cosmópolis en la Nueva Granada.

Uniendo las tesis de Quijano con las de Mignolo , diré entonces que el imaginario de la blancura, producido por el discurso de la limpieza de sangre , era una aspiración internalizada por muchos sectores de la sociedad colonial y actuaba como el eje alrededor del cual se construía la subjetividad de los actores sociales.

Ser “blancos ” no tenía que ver tanto con el color de la piel , como con la escenificación personal de un imaginario cultural tejido por creencias religiosas, tipos de vestimenta, certificados de nobleza, modos de
comportamiento y, lo que resulta más importante para esta investigación, por formas de producir y transmitir conocimientos.

La ostentación de aquellas insignias culturales de distinción asociadas con el imaginario de blancura , era un signo de status social; una forma de adquisición, acumulación y transmisión de capital simbólico.

Concluyendo y sintetizando, diré entonces que pensadores como Dussel , Quijano y Mignolo han ampliado considerablemente la noción de discurso colonial introducida por Said hacia finales de los años setenta. De la mano de Foucault , el intelectual palestino había mostrado que el discurso colonial es un sistema de signos a partir del cual las potencias coloniales impusieron un tipo específico de conocimientos, disciplinas , valores y formas de comportamiento a los grupos colonizados.

Los teóricos latinoamericanos muestran que, entendido de esta forma, el discurso colonial no sólo recibe legitimación por parte de la ciencia moderna, sino que juega un papel importante en la configuración del imaginario científico de la Ilustración. La ciencia y el poder colonial forman parte de una misma matriz genealógica que se configura en el siglo xvi con la formación del sistema-mundo moderno. O dicho de otro modo: si la modernidad y la colonialidad son dos caras de una misma moneda, entonces es posible reconstruir los vínculos entre el proyecto colonial y el proyecto científico de la Ilustración.

Esta es la tesis que he querido presentar en este capítulo y que, a partir
de un estudio de caso, desarrollaré en los capítulos siguientes

El otro subalterno y liminar: un análisis de caso en el discurso de la colonia y en el del imperio

El otro subalterno y liminar: un análisis de caso en el discurso de la colonia y en el del imperio

Diego Alberto Beltrán
Universidad Nacional de Rosario
diegoabeltrán@yahoo.com.ar

Resumen
Esta ponencia se propone como objetivo inmediato comparar los discursos de Mariano Moreno e Immanuel Kant que refieren a la construcción del OTRO diferente pero constitutivo, precisamente por esta diferencia liminar, del NOSOTROS de la modernidad. El objetivo mediato o de más lago plazo es explorar las vetas descoloniales del discurso revolucionario independentista argentino y así mismo sus aristas prerrevolucionarias. Para cumplir dichos objetivos analizaremos algunos textos de corte político, antropológico y estético de los autores mencionados.

1. Lo universal y lo otro en Kant

La episteme kantiana se estructura a través de lo que, aunque en un análisis más vasto, Sylvia Wynter llama la situación de FALTA. Es decir en función de la necesidad de la creación de un OTRO incompleto a los efectos de constituir su razón universal categorial. Tenemos, de esta manera, su obra sobre cuestiones estéticas, geográficas y antropológicas en las que se construye una suerte de RAZÓN Y UNA CAPACIDAD DE PERCEPCIÓN ESTÉTICA SITUADA de la que sobresale, por ejemplo, “Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime” de 1764 (desde ahora O.S.B.S).

En este texto se indica que quienes acceden total e integralmente al nivel
cognoscitivo, sensorial y estético mencionado son los blancos europeos y quienes quedan excluidos totalmente son los y las africanas. En el arco de estas antípodas se encuentra toda una gama de diferenciaciones/exclusiones étnicas y de género que contrastan con textos como “¿Qué es la Ilustración?” de 1784.

La episteme kantiana es claramente colonialista-imperial. OSBS es escrita
en el marco del período precrítico de Kant. De todas formas existen unos cuantos elementos teóricos que prefiguran la etapa crítica. Por ejemplo, las sensaciones son producidas por el aparato perceptivo más que por el objeto en sí; esta situación explicaría las diferentes sensaciones que produce un mismo objeto: asco para unos placer para otros. Kant diferencia entre el sentimiento de lo sublime y el sentimiento de lo bello.

Para el primero da como ejemplos la vista de una montaña cuya cima se halla entre las nubes, la descripción de una tempestad furiosa o la pintura del infierno de Milton. En estas situaciones se produce una sensación de agrado unida a una de terror. La contemplación de campiñas floridas o de valles con arroyuelos serpenteantes cubiertos de rebaño pastando son imágenes que nos generan el sentimiento de lo bello.

La tragedia es conceptualizada por Kant dentro del sentimiento de lo sublime dado que “se nos muestra el magnánimo sacrificio en aras del bien ajeno, la decisión audaz y la fidelidad probada” (Kant 212). La comedia suscita el sentimiento de lo bello dado que “el amor no es aquí tan triste, sino alegre y confiado” (Kant 218).

Ahora bien, si apreciáramos cualidades intelectuales como si fueran valles y montañas o tragedias y comedias, la INTELIGENCIA y la AUDACIA estarían en el rango de lo sublime y el INGENIO y la ASTUCIA en el rango de lo bello y pequeño (Kant 224).

Con respecto a las cualidades morales, sólo la “verdadera virtud es sublime”; pero existen cualidades morales que son amables y bellas y por armonizar con la virtud son nobles (por ejemplo la compasión y la cortesía). La verdadera virtud descansa en principios generales que, en tanto se amplíe su grado de generalización, serán cada vez más nobles y sublimes. Un ejemplo de estos principios sería el “sentimiento de la belleza y la dignidad de la naturaleza humana”, es decir, un sentimiento de benevolencia general y respeto hacia
todo el género humano.

Kant imagina una situación óptima en la cual un ser humano que abrigue un
profundo amor por sí mismo se vería contrarrestado o contrabalanceado por el amor que sentiría hacia el resto del género humano. Pero dicha situación no condice con el promedio del género humano dado que este sentimiento ético general no ejerce el mismo poder en todos los seres humanos. De esta manera, el A PRIORI kantiano no opera ni influye de la misma manera en cada criatura dado que es el sistema “federativo” modular de la mente de cada individuo el que logra concretar las posibilidades potenciales del primero (Moya 2005, 61-68).

Para el común de los seres humanos hace falta lo que podríamos denominar aquí una ORTOPEDIA AXIOLÓGICA provista por la Providencia conformada por lo que Kant llama “instintos auxiliares” y “virtudes adoptadas” (en contraposición a la “genuina virtud”). Dichos instintos y virtudes son “bellos y seductores” pero sólo el núcleo duro ético, la VIRTUD GENUINA, es “sublime y venerable”.

Los primeros logran que el individuo adopte “un punto de vista fuera de sí mismo para juzgar la apariencia de su conducta, tal como se presenta a la vista del espectador” (Kant 230). Este punto de vista ex –centrado, que acompaña al individuo en el escenario social cuando intenta imponer sus “inclinaciones dominantes”, estaría formado por los sentimientos del honor, la vergüenza, la compasión y la cortesía (Kant 230).

Este complejo axiológico-estético construido por Kant tiene así mismo una justificación biológica. Según Kant la especie humana se ha conformado en base a unos elementos mínimos llamados gérmenes que se hallan autoorganizados y que en la mente adquieren la forma de una estructura modular.

Los gérmenes cumplen la función de limitar la “potencia autoformativa” de la capacidad adaptativa de la especie que no estaría dada por el azar de tipo darwinista (por lo menos en la versión darwinista más actual) sino por una respuesta interior a los estímulos externos del medio ambiente una de las cuales es la emergencia de la estructura modular de la mente.

La misma no es innata, es decir, no forma parte del acerbo filogenético haeckeliano o darwiniano de la especie sino que es un producto emergente monitoreado por los gérmenes originarios y que opera luego según reglas modulares enmarcadas en las posibilidades de las formas A PRIORI .

Este sistema federativo modular puede funcionar en forma discordante y dar lugar a las ILUSIONES TRANSCENDENTALES, ENFERMEDADES
MENTALES o a una forma de actividad mental PRE-RACIONAL E INSTINTUAL: En la medida en que se forma su cuerpo, las facultades de la naturaleza intelectiva reciben también los grados convenientes de perfectibilidad…Se desarrollan lo suficientemente temprano aquellas facultades por las que puede satisfacer las necesidades impuestas por su
dependencia de las cosas externas.

Algunos hombres no llegan más allá de este grado de desarrollo. La capacidad de unir conceptos abstractos, de dominar la tendencia a las pasiones por la libre aplicación del entendimiento, se presenta más tarde y en algunos casos nunca en toda su vida (Moya 2005, 143-166).

¿Acaso sobre una base universal existe una incapacidad singular, para ejecutar las posibilidades de las formas A PRIORI?:

  • Especificando la hipótesis adelantada más arriba diremos que en OSBS Kant establece una gradación declinante de la capacidad intelectual y perceptiva desde el género masculino al femenino y desde los europeos blancos a los africanos negros pasando por los árabes y aborígenes americanos.

*Por otra parte, esta progresión declinante justifica una educación desigual y asimétrica entre el hombre y la mujer europeos y entre los europeos y el resto de los pueblos no blancos y no europeos.

Para Kant existe una sola naturaleza humana y “dos mitades”; ambas poseen capacidad e intelecto para lo bello y lo sublime pero la proporción de ambos sentimientos y la proporción de las aptitudes intelectuales para experimentarlos no es la misma en el sexo masculino y en el femenino. Si bien la inteligencia que podríamos llamar genérica es similar en el hombre y la mujer; sin embargo en el primero la expresa en la forma de una “inteligencia profunda” que capta el sentimiento de lo sublime. En cambio, en el segundo caso la expresa en la forma de una “inteligencia bella” apta para captar el sentimiento de lo bello.

La mujer puede ir muy lejos en el estudio y la reflexión intelectual pero el recorrido de este camino borra los encantos y “méritos peculiares de su sexo”
transformándolas en “objeto de fría admiración” (Kant 240). La mujer accedería a lo sublime masculino desde lo que podríamos llamar HUMANO-UNIVERSAL aunque dicho acceso difumina su especificidad: “A una mujer con la cabeza llena de griego…o que sostiene sobre mecánica discusiones fundamentales…parece que no le hace falta más que una buena barba; con ella su rostro daría más acabadamente la expresión que pretenden” (Kant 241).

Para no fomentar en la mujer lo UNIVERSAL-HUMANO relativo a la inteligencia abstracta y preservar la diferencia específica entre los sexos radicada en el diferente funcionamiento de sus subsistemas modulares; la mujer no debe recibir educación relativa a geometría, filosofía, física e
historia (dado que son campos de lo masculino-sublime). Pero en este último ramo, Kant realiza una diferenciación en el carácter de cada nación europea.

En los franceses e italianos predomina el sentimiento de lo bello y en los alemanes, ingleses y españoles sobresalen por el sentimiento de lo
sublime. Dado que en cada “carácter nacional, que contiene en sí la expresión de lo sublime, este es ya del género terrible”; si especificamos este rubro tenemos que los españoles son inclinados a lo sublime extravagante, los ingleses a lo sublime noble y los alemanes a lo sublime magnífico. Los
caracteres nacionales europeos signados por el sentimiento de lo bello no deben desesperar, por ejemplo, si bien los franceses tienden a imaginar o inventar en metafísica o religión son, en compensación, buenos en geometría y matemática. Cuando aplicamos esta lógica a territorios no europeos la situación cambia.

Si pasamos a Oriente quedamos en territorio de lo sensible para el
carácter árabe que “degenera” en “monstruosidad” en el resto de los pueblos orientales (hindúes, chinos, etc). Se recupera un sentimiento sublime atenuado (con respecto a Europa) en los “salvajes” de América del Norte con su sentimiento de honor que degenera en venganza. Hay algo del sentimiento por lo bello en los salvajes canadienses, por el rol importante que ocupa la mujer en estas sociedades; sin embargo, esto trae aparejada una hiperocupación de la mujer en tareas políticas y hogareñas que implica nuevamente una desviación del sentimiento original. En el resto de los
pueblos americanos Kant encuentra INSENSIBILIDAD que se profundiza si pasamos al continente africano dado que según este los negros son incapaces de sentir y de razonar:

Los negros de África carecen por completo de una sensibilidad que se eleva por encima de lo insignificante. El señor Hume desafía a que se le presente un ejemplo de que un negro haya mostrado talento, y afirma que entre los cientos de millares de negros transportados a tierras extrañas, y aunque muchos de ellos hayan obtenido la libertad, no se ha encontrado uno solo que haya imaginado algo grande en el arte, en la ciencia o en cualquiera otra cualidad honorable, mientras entre los blancos se presenta frecuentemente el caso de los que, por sus conocimientos superiores, se levantan de un estado humilde y conquistan una reputación ventajosa (Kant 257).

Recapitulando, Europa es un continente cooptado por lo sublime aunque los pueblos signados por el sentimiento de lo bello igualmente acceden a plano racional. En América se pasa de lo sublime atenuado a la venganza y de lo bello a la hiperocupación/explotación de la mujer. En Oriente el sentimiento de lo bello de los árabes degenera en monstruosidad en hindúes y chinos. En África, nos encontramos en lo que podríamos llamar el PUNTO CERO NEGATIVO situado en las antípodas de la HIBRYS DEL PUNTO CERO en la que están localizadas las reflexiones y conocimientos de los pensadores occidentales. Podemos pensar que es en esta región que Kant sitúa el lugar absoluto de la otredad.

Desde principios de la Edad Media los modos de producción y los modos de vida que estos implican han mutado constantemente pero “el sistema fundador de creencias de la judeocristiandad ha permanecido todavía como ‘el último punto referencial’ de los sistemas sociales occidentales” (Wynter 61). Sin embargo, a partir del siglo XVI dicho sistema de creencias se seculariza trayendo como consecuencia que el ESPACIO DE LA OTREDAD ya no se situará en el reino de lo sobrenatural sino en “las figuras incorporadas de aquellos Otros Humanos” o CONDENADOS (Wynter 59). De esta manera, aquel desprendimiento trascendental de la otredad trae como consecuencia una re-aprehensión regional de la misma que, desde el texto de Kant analizado, podría situarse en África y en la piel negra.

Los subsistemas modulares de Kant (sensibilidad, imaginación, entendimiento, juicio y razón), que tienen sus propias reglas a priori;
poseen sucesivos puntos liminares (género, cultura y epidermis) que permiten delinear lo universal a través de lo OTRO INFORME o, en términos aristotélicos, en PURA POTENCIA.

2. El Otro en lo universal y lo otro y lo universal en Mariano Moreno

Desde el otro lado del atlántico Mariano Moreno estructura una episteme bifurcada que, en el nivel delineado por el “Plan Revolucionario de Operaciones”, aparece sin la FALTA con la cual reforzar (en el contraste carencia-totalidad) el régimen de verdad de cualquier sistema social. Es decir, no hay un CONDENADO carente al cual referirse en forma negativa para delimitar su episteme revolucionaria iluminista; existiría en esta última UNA FALTA DE LA FALTA y la inexistencia y no funcionalidad del condenado como elemento liminar.

De todas formas el OTRO es el “mandón” contrarrevolucionario que si funcionaría como elemento liminar que no es delimitado por su piel o su género sino por su adscripción al imperio español. Los condenados del sistema colonial son incluidos en libertad, humanidad e igualdad jurídica y racial por ejemplo en el artículo primero inciso dieciocho del “Plan Revolucionario de Operaciones” de agosto de 1810. El otro nivel bifurcado de la episteme morenista se encuentra en su “Disertación Jurídica sobre el servicio personal de los indios en general, y sobre el particular de yanaconas y mitarios” de 1802.

En este caso se pide la abolición de la mita y el yanaconazgo al ser formas laborales serviles y contrarias a la igualdad iusnaturalista del “natural” indígena y , desde esta perspectiva, deconstruye la figura del INDIO colonial equivalente al LEPROSO medieval europeo mencionados por Sylvia Winter.

Sin embargo, emerge la figura del OTRO PROLETARIO al defender /aceptar las relaciones contractuales, vía mercado laboral, para el trabajo en la mina de Potosí y en las haciendas (a realizar por “indios voluntarios”) aunque con reformas en la forma de trabajo. Así mismo, mantiene la figura del OTRO ESCLAVO/NEGRO como una humanidad a la que no hay que defender ni
rehabilitar dado que reemplazaría al indígena servil y trabajaría junto con el indígena “voluntario” o asalariado.

2.1 El Plan de Operaciones y el Otro en lo universal

Mariano Moreno transgrede los postulados iluministas en cuanto a la propagación de la información sobre los acontecimientos de la revolución aduciendo que en ciertos casos las luces pueden oscurecer el entendimiento pero no duda ni un instante en establecer un “reglamento de igualdad y libertad entre las distintas castas que tiene el Estado”. Si bien el objetivo es “excitar más los ánimos” revolucionarios hay una razón concreta de tradición iluminista que excede la Razón de Estado revolucionaria:
…pues a la verdad siendo por un principio innegable que todos los hombres descendientes de una familia están adornados de unas mismas cualidades, es contra todo principio o derecho de gentes querer hacer una distinción por la variedad de colores, cuando son unos efectos puramente adquiridos por la influencia de los climas; este reglamento y demás medidas son muy del caso en las actualidades presentes (Moreno 71; 2009)

La influencia del medioambiente natural en la conformación del aspecto físico visible de los seres humanos (fenotipo) o la influencia del medioambiente cultural y educacional en su conformación psíquica e intelectual fue un tipo de influencia sustentada por la corriente ecologista del siglo XVIII.

El desarrollo del determinismo racial del siglo XIX constituyó la contracara de la obsesión por el progreso en el siglo anterior. Si en los siglos XVIII y XIX se construye el modelo tripartito de progreso con variaciones en la denominación de cada etapa (salvajismo-barbarie-civilización / estadio teológico-metafísico-positivo, por ejemplo) y para el iluminismo la educación era la variable fundamental para alcanzar el estadio civilizado; para el determinismo racial la preocupación era “demostrar la transmisión hereditaria de diferencias raciales en la aptitud para crear, adquirir o alcanzar la civilización”(Marvin Harris 93).

Podemos pensar que un reglamento como el citado anteriormente está de acuerdo con la perspectiva científica ecologista dieciochesca que opera dentro
del territorio del iluminismo. Por otra parte, este ecologismo iluminista de Moreno se ve reforzado por su deseo de establecer también un “reglamento de la prohibición de la introducción de la esclavatura, como asimismo de su libertad” (Moreno 72; 2009).

El decisionismo revolucionario retorna en la forma de aplicar este nuevo reglamento:
*Si los esclavos están en posesión de amos del bando reaccionario se los libertará en el acto.
*Si los esclavos son de propietarios enrolados o relacionados a la causa revolucionaria la manumisión será gradual, dado que los esclavos comprarán su libertad con “un tanto mensual” de sus salarios como soldados del ejército revolucionario. De esta manera, se evitará el descontento de sus antiguos amos y su posible desafección de la causa revolucionaria.

En el artículo 9º inciso 3º Moreno proyecta extender la liberación de esclavos al Brasil. En esta parte del Plan se evidencia la importancia personal que para su autor asumía la abolición de la esclavitud. Dentro del objetivo de la extensión de la revolución al Brasil, iniciando con la provincia del Río Grande, Moreno propone a la junta comprometer y atraer a “todos los pueblos” de este reino a la causa revolucionaria. Brasil tenía, desde el siglo XVI, una economía floreciente en los cañaverales de azúcar trabajados con mano de obra esclava que afluía desde África sumando un total de cuatro millones de esclavos importados entre el siglo XVI y mediados del siglo XIX (Steven Hahn 20) . El enrolamiento de los distintos pueblos deberá ser tan profundo que avanzando por este camino y después de haber pasado la mitad del Rubicón ya no puedan retroceder hacia los brazos del monarca y estén totalmente a merced de la protección de las tropas revolucionarias. Es en este
momento en que se proclamará la libertad de los esclavos
… bajo el disfraz, para no descontentar en parte a sus amos, que serán satisfechos sus valores, no sólo con un tanto mensual de los sueldos que tengan en la milicia, como también con la garantía de los tesoros nacionales, y bastando armarlos y formar algunos batallones bajo la dirección de jefes que los instruyan y dirijan con el acierto que sea debido (Moreno121; 2009)

La igualdad y libertad de los sectores postergados parece ser un objetivo morenista situado en una posición superior y exterior a la lógica de la Razón de Estado revolucionaria dado que la liberación de esclavos se produce a riesgo de comprometer el apoyo revolucionario de la parte de los “pueblos”
pertenecientes a la elite económica brasileña: los propietarios de tierras y esclavos ligados a la producción azucarera. De todas formas, los ex – esclavos cumplirían desde este momento una dura e inestimable función militar favorable a la revolución.

2.2. La disertación doctoral, lo universal y lo otro

A lo largo de todo el texto de la tesis doctoral Mariano Moreno mediatiza cualquier crítica a las instituciones serviles coloniales con el siguiente contrapunto argumental: por un lado los monarcas españoles y los Papas aseguran la libertad jurídica de los indios y por otro los conquistadores, con
Colón a la cabeza, disponen e instaura de facto prácticas laborales serviles con mano de obra indígena. De esta manera, lo que podríamos llamar “República legal” se pervertiría en las prácticas coloniales que en el fondo adquieren carácter necesario en la coyuntura que excede al derecho natural. La tesis consta de dos partes que versan sobre el “servicio personal de los indios en general” y sobre los servicios particulares de los indios en donde Moreno se fija como objetivo demostrar que existe una “conformidad” entre estas prácticas serviles y las “piadosas intenciones” de los monarcas.

En la primera parte señala que por Real Cédula de 1542 se prohíbe la esclavitud de indígenas y se les otorga el status de vasallos de la corona española. Moreno diferencia entre dos tipos de resoluciones reales; las que conservan “a los naturales de las Indias en su perfecta libertad” (propter timorem) como la cédula arriba mencionada y las que obligarían al status jurídico indígena enunciadas por las primeras (propter conscientiam).

Ejemplo de estas últimas sería un Breve papal emitido en 1537 a consecuencia de una carta del obispo de Tlaxcala en la que le informa a Paulo III sobre la situación de esclavitud y explotación en la que vivían los indios. El Breve papal manda a que todos los indios “descubiertos” y los “por descubrir” “sean tenidos por verdaderos hombres capaces de la fe y religión cristiana, y que por buenos y blandos medios sean atraídos a ella, sin que se les hagan molestias, agravios ni vejaciones, ni sean puestos en servidumbre” bajo pena de excomunión (Moreno 133; 2010). Sin embargo, la ANANKÉ CIVILIZATORIA, es decir, las exigencias del poblamiento/conquista de las Indias y la REALPOLITIK de la corona española se oponen a los decretos papales. La necesidad de mano de obra para el laboreo de las minas, hacienda
y casas particulares hizo que estas necesidades alegadas por los “españoles descubridores” sean tenidas por legítimas aunque fuesen lo contrario. De esta manera, la práctica de las encomiendas se ven prohibidas por cédulas reales aunque un frente común de gobernadores y encomenderos y la
necesidad del monarca de conservar a encomenderos y gobernadores en Indias genera una resolución de compromiso: si bien la encomienda es aprobada finalmente por la corona, se prohíbe el servicio personal de los indios dado que los encomenderos solo podían cobrar la tasa real mediante una deducción del salario percibido por el indígena. Diversas prohibiciones (Ley 41. Titulo 12. Libro 6 de la Recopilación de Indias contra el servicio personal para religiosos de Filipinas sin mediación salarial y Ley 43. Título 12 contra el mismo tipo de prácticas realizadas por párrocos peruanos) no eliminan la encomienda sino que le agregan el lubricante capitalista de la relación salarial. Moreno ve con buenos ojos la creación de un mercado laboral en donde la obligación de cada indígena de trabajar para el conquistador/colono español sea matizada con la “libre elección” del empleador. A favor de esta posición Moreno cita extensamente la Ley 1º. Título 12. Libro 6 en donde se ordena que “los indios se lleven, y salgan a las plazas, y lugares públicos
acostumbrados para esto, donde con más comodidad suya pudieran ir, sin vejación ni molestia” para elegir entre “españoles, o ministros nuestros, prelados, religiones, sacerdotes, doctrineros, hospitales, o indios, y otras cualesquier congregaciones y personas de todos estados, y calidades” al
empleador más conveniente (Moreno 140; 2010).

En la segunda parte de la tesis Moreno señala que si bien la mita y el yanaconazgo fueron instituciones habilitadas en la práctica por la coyuntura histórica, en la actualidad deben ser abolidas y reemplazadas por relaciones salariales y contractuales. La huída masiva de indígenas de los corregimientos hace que estos busquen refugio en haciendas en las que se les da condiciones de trabajo mínimas, una parcela de terreno para la autosubsistencia y por esta última quedan fijados a la tierra cual siervos feudales o adscriptos al colonato romano. Si se ausentaban de este lugar cometían un “verdadero hurto de sus propias personas” (Moreno 140; 2010).

Es decir, que mediante esta huída y relocalización laboral se producía un retroceso en el surgimiento del mercado laboral capitalista. El contexto político en el que Moreno pide la libertad indígena de contratación laboral
esta dada por un pleito jurídico entre los hacendados de Siporo y los indios yanaconas que están adscriptos a dichas haciendas y exigen que se les desligue de este vínculo servil. En lo que respecta a la mita o trabajo servil en las minas Moreno dice que dicha producción constituye un eje económico central incluso más importante que la producción agraria.

Al respecto da ejemplos de la antigüedad clásica y de España. Luego establece que al ser las labores productivas de interés colectivo, al faltar mano de obra para el trabajo en las minas y al resistirse los indígenas a este trabajo la corona española estableció por Ley 19. Titulo 12 Libro 6 de la Recopilación de Indias la implementación de la mita con aborígenes. Pero cuando se encuentre un número suficiente de “esclavos o naturales voluntarios” este servicio así organizado debía cesar. De esta manera la mita o servicio por turnos de origen incaico y adoptado por los conquistadores se reemplazaría por mano de
obra esclava y un mercado laboral con mano de obra indígena “voluntaria”.

La mita se establece entonces con un carácter de excepcionalidad y condicionalidad por contravenir el derecho natural y humanidad de los indígenas rehabilitado cuando los brazos requeridos sean proporcionados por el OTRO LIMINAR. En lo que respecta al peor trabajo minero, el de los desagues, por disposición real se procurará practicarlos “con negros o cualquier otra clase de gente” (Moreno 154; 2010).

3. A manera de conclusión

Podemos observar entonces como la episteme morenista del Plan de Operaciones es inclusiva con respecto al conjunto que denominaremos “razón-humanidad” al abarcar dentro de sí a cualquier región, estamento y color de piel. La episteme que emerge de la Disertación doctoral, quizá por ser
defendida a la vera del Cerro del Potosí aún en la etapa anterior a la revolución y al ser Moreno un sufrido estudiante de clase media de exiguos recursos, es con respecto al mismo conjunto inclusiva aunque asimétricamente con respecto al indígena y negadora de humanidad con respecto al esclavo
negro. El hermano y biógrafo de Mariano Moreno (Manuel Moreno) describe la excepcional situación de explotación de los integrantes de los pueblos originarios que al no ser adquiridos como los esclavos negros son expoliados hasta su extinción física sin perjuicio del minero capitalista.

Mariano Moreno, en el inicio de su carrera como abogado, centra su atención específicamente en estas comunidades a las que defiende desde el estudio de Agustín Gascón inculpando tanto al intendente de Cochabamba como al alcalde de Chayanta. Por esta labor en el foro, la situación de Moreno se complica y decide retornar a Buenos Aires luego de cinco años.

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Términos claves de la teoría poscolonial latinoamericana 61

Las siete P’s de la violencia de los hombres

Las siete P’s de la violencia de los hombres
Michael Kaufman, Ph.D.
www.michaelkaufman.com

Por un momento mis ojos se alejaron de la concurrencia, pasando por las ventanas de la pequeña sala de conferencias hacia los Himalayas, al norte de Katmandú. Me encontraba allí conduciendo un taller producto, en gran medida, del notable trabajo de UNICEF y UNIFEM que, un año antes, habían reunido a mujeres y hombres del sur de Asia para discutir el problema de la violencia contra las mujeres y las niñas y, más importante aún, para trabajar conjuntamente en la búsqueda de soluciones.[1]

Al voltear a ver a las mujeres y los hombres del grupo, experimenté una sensación más familiar que diferente: mujeres que asumían grandes riesgos –en algunos casos poniendo sus vidas en peligro– para combatir la ola de violencia contra mujeres y niñas.

Hombres que apenas empezaban a encontrar sus voces anti-patriarcales y a descubrir formas para trabajar junto a las mujeres. Y lo que me sorprendió de una manera agradable fue la respuesta positiva a una serie de ideas que presenté acerca de la violencia de los hombres. Hasta entonces, no estaba del todo seguro de que se trataran principalmente de las realidades en Norte y Sudamérica y Europa –es decir, culturas fuertemente europeizadas– o que tuvieran una resonancia más amplia.

He aquí el núcleo de este análisis.

Poder patriarcal: la primera “P”

Los actos individuales de violencia de los hombres ocurren dentro de lo que he descrito como “la tríada de la violencia de los hombres”. La violencia de los hombres contra las mujeres no ocurre en aislamiento, sino que está vinculada a la violencia de los hombres contra otros hombres y a la
interiorización de la violencia; es decir, la violencia de un hombre contra sí mismo.[2]

De hecho, las sociedades dominadas por hombres no se basan solamente en una jerarquía de hombres sobre las mujeres, sino de algunos hombres sobre
otros hombres. La violencia o la amenaza de violencia entre hombres es un mecanismo utilizado desde la niñez para establecer ese orden jerárquico.
Un resultado de ello es que los hombres “interiorizan” la violencia — o quizás sea que las demandas de la sociedad patriarcal estimulan instintos biológicos que, de lo contrario, permanecerían relativamente dormidos o serían benignos. La consecuencia no es solamente que niños y hombres aprendan a utilizar selectivamente la violencia, sino también, como veremos más adelante, a transformar una gama de emociones en ira, la cual ocasionalmente se torna en violencia dirigida hacia sí mismos, como ocurre, por ejemplo, con el abuso de sustancias y las conductas autodestructivas.

Esta tríada de la violencia de los hombres –cada forma de violencia ayudando a crear las otras– ocurre dentro de un ambiente que nutre la violencia: la organización y las demandas de las sociedades patriarcales o dominadas por hombres.

Lo que ha dado a la violencia su arraigo como una forma de hacer negocios, lo que la ha naturalizado como una norma de facto en las relaciones humanas, es la manera en que ha sido articulada en nuestras ideologías y estructuras sociales. Dicho sencillamente, los grupos humanos crean formas
auto-perpetuadoras de organización social e ideologías que explican, dan significado, justifican y alimentan estas realidades creadas.

La violencia también es tejida en estas ideologías y estructuras por la sencilla razón de que les ha representado enormes beneficios a grupos particulares: en primer lugar, la violencia (o al menos la amenaza de violencia) ha ayudado a conferir a los hombres (como grupo) una rica gama de privilegios y formas de poder.

Si, de hecho, las formas originales de jerarquía y poder sociales son aquéllas que se basan en el sexo, entonces esto formó, hace tiempo, un modelo para todas las formas estructuradas de poder y privilegios que
otros disfrutan como resultado de la clase social o el color de la piel, la edad, la religión, la orientación sexual o las capacidades físicas. En tal contexto, la
violencia o la amenaza de ésta se convierte en un medio para asegurar el disfrute continuo de privilegios y de ejercicio de poder. Es, a la vez, un
resultado y el medio hacia un fin.

La percepción de derecho a los privilegios: la segunda “P”

La experiencia individual de un hombre que ejerce violencia puede no girar en torno a su deseo de mantener el poder. Su experiencia consciente no es
la clave aquí. Por el contrario, tal como el análisis feminista ha señalado repetidamente, tal violencia es a menudo la consecuencia lógica de la percepción que ese hombre tiene sobre su derecho a ciertos privilegios.

Si un hombre golpea a su esposa porque ella no tuvo la cena a tiempo sobre la
mesa, no lo hace sólo para asegurar que no vuelva a ocurrir; es también una indicación de que percibe tener el derecho a que alguien le sirva. Otro ejemplo es el hombre que ataca sexualmente a una mujer durante una cita: esto tiene que ver con su percepción del derecho al placer físico, aun cuando
ese placer sea enteramente unilateral. En otras palabras, tal como muchas mujeres han señalado, no son sólo las desigualdades de poder que conducen
a la violencia, sino una percepción consciente o a menudo inconsciente del derecho a los privilegios.

La tercera “P”: permiso

Indiferentemente de las complejas causas sociales y psicológicas de la violencia de los hombres, ésta no prevalecería si no existiera en las costumbres sociales, los códigos legales, la aplicación de la ley y ciertas enseñanzas religiosas, un permiso explícito o tácito para ejercerla. En muchos países, las leyes sobre la violencia contra las esposas o la violencia sexual son relajadas o inexistentes; en muchos otros, las leyes apenas son aplicadas; y en otros más hay leyes absurdas, como en los países donde una denuncia de violación sólo puede ser perseguida si existen varios testigos masculinos o donde no se toma en cuenta el testimonio de la mujer.

En tanto, los actos de violencia de los hombres o la agresión violenta (en este caso, usualmente contra otros hombres) son celebrados en los deportes y el cine, en la literatura y la guerra. La violencia no sólo es permitida; también se glamoriza y se recompensa.

La raíz histórica misma de las sociedades patriarcales es el uso de la violencia como un medio clave para resolver disputas y diferencias, ya sea entre individuos, grupos de hombres o, más tarde, naciones.

A menudo recuerdo este permiso cuando oigo sobre un hombre o una mujer que no llamó a la policía al percatarse que una vecina, un niño o niña estaba
siendo golpeada. Esto se considera un asunto “privado”. ¿Podemos imaginar a alguien que mira que una tienda está siendo robada y rehusándose a llamar a la policía porque es un asunto privado entre el delincuente y el propietario del establecimiento?

La cuarta “P”: la paradoja del poder de los hombres

Mi argumento, sin embargo, es que tales cosas no explican por sí mismas la diseminada naturaleza de la violencia de los hombres, ni las conexiones entre
la violencia de los hombres contra las mujeres, ni las múltiples formas de violencia entre hombres.

Aquí necesitamos revisar las paradojas del poder de los hombres o lo que yo he denominado “las experiencias contradictorias del poder entre los
hombres”.[3]

Las formas en que los hombres hemos construido nuestro poder social e individual son, paradójicamente, la fuente de una fuerte dosis de temor, aislamiento y dolor para nosotros mismos. Si el poder se construye como una capacidad para dominar y controlar, si la capacidad de actuar en formas “poderosas” requiere de la construcción de una armadura personal y de una temerosa distancia respecto de otros, si el mundo mismo del poder y los privilegios nos aparta del mundo de la crianza infantil y el sustento emocional, entonces estamos creando hombres cuya propia experiencia del poder está plagada de problemas incapacitantes.

Esto ocurre particularmente porque las expectativas interiorizadas de la masculinidad son en sí mismas imposibles de satisfacer o alcanzar. Éste bien podría ser un problema inherente al patriarcado, pero parece ser especialmente cierto en una era y en culturas donde los rígidos límites de género han sido derribados. Ya se trate de logros físicos o financieros, o de la supresión de una gama de emociones y necesidades humanas, los imperativos de la hombría (en contraposición a las simples certezas de la masculinidad biológica) parecen
requerir de vigilancia y trabajo constantes, especialmente para los hombres más jóvenes.

Las inseguridades personales conferidas por la incapacidad de pasar la prueba de la hombría, o simplemente la amenaza del fracaso, son suficientes para llevar a muchos hombres, en particular cuando son jóvenes, a un abismo de temor, aislamiento, ira, autocastigo, autorrepudio y agresión.
Dentro de tal estado emocional, la violencia se convierte en un mecanismo compensatorio. Es la forma de reestablecer el equilibrio masculino, de
afirmarse a sí mismo y afirmarles a otros las credenciales masculinas de uno. Esta expresión de violencia usualmente incluye la selección de un blanco que sea físicamente más débil o más vulnerable. Podría ser un niño, una niña o una mujer, o bien grupos sociales como hombres homosexuales, o una minoría religiosa o social, o inmigrantes, quienes son blancos fáciles de la inseguridad y la ira de hombres individuales, especialmente debido a que tales grupos a menudo no han recibido protección legal adecuada. (Este mecanismo compensatorio está claramente indicado, por ejemplo, en la mayoría de ataques a homosexuales cometidos por grupos de hombres jóvenes en un periodo de sus vidas en que experimentan el mayor grado de inseguridad respecto a pasar la prueba de la hombría.)

Lo que permite la violencia como un mecanismo compensatorio individual ha sido una amplia aceptación de ésta como un medio para solucionar diferencias y afirmar el poder y el control. La han hecho posible el poder y los privilegios que los hombres han gozado, lo codificado en las creencias, las prácticas, las estructuras sociales y las leyes.

La violencia de los hombres en sus múltiples formas es, entonces, el resultado tanto del poder de los hombres como de la percepción de su derecho a los privilegios, el permiso para ciertas formas de violencia y el temor (o la certeza) de no tener poder. Pero todavía hay más.

La quinta “P”: la armadura psíquica de la masculinidad

La violencia de los hombres es también el resultado de una estructura de carácter típicamente basada en la distancia emocional respecto de otros. Tal como muchas personas hemos sugerido, las estructuras psíquicas de la masculinidad son creadas en tempranas pautas de crianza que a menudo son tipificadas por la ausencia del padre y de hombres adultos — o, al menos, por la distancia emocional de los hombres.

En este caso, la masculinidad es codificada por la ausencia y construida al nivel de la fantasía. Pero aun en aquellas culturas patriarcales donde la presencia del padre es mayor, la masculinidad es codificada como un rechazo a la madre y a la feminidad, es decir, un rechazo a las
cualidades asociadas con los cuidados y el sustento emocional. Según han hecho notar varias psicoanalistas feministas, esto crea rígidas barreras del ego o, en términos metafóricos, una fuerte armadura.

El resultado de este complejo y particular proceso de desarrollo psicológico es una habilidad disminuida para la empatía (la experiencia de lo que otras personas están sintiendo) y una incapacidad para experimentar las necesidades y los sentimientos de otras personas como algo necesariamente relacionado a los propios. Los actos de violencia contra otra persona son, por tanto, posibles.

¿Cuán frecuentemente escuchamos a un hombre decir que él “realmente no lastimó” a la mujer a quien golpeó? Sí, él se está justificando, pero parte del problema es que puede no experimentar realmente el dolor que está provocando. ¿Cuán a menudo escuchamos a un hombre decir “ella quería tener sexo”? De nuevo, puede estar justificándose, pero esto también podría
ser un reflejo de su disminuida capacidad para leer y comprender los sentimientos de otra persona.

Masculinidad como una olla psíquica de presión: la sexta “P”

Muchas de nuestras formas dominantes de masculinidad dependen de la interiorización de una gama de emociones y su transformación en ira. No
se trata sólo de que el lenguaje de las emociones de los hombres sea frecuentemente mudo o que nuestras antenas emocionales y nuestra capacidad
para la empatía estén un tanto truncadas. Ocurre también que numerosas emociones naturales han sido descartadas como fuera de límites e inválidas.

Aunque esto tiene una especificidad cultural, es bastante típico que los niños aprendan, a una temprana edad, a reprimir sentimientos de temor y dolor. En el campo de los deportes enseñamos a los niños a ignorar el dolor. En casa les decimos que no lloren y que actúen como hombres. Algunas
culturas celebran una masculinidad estoica. (Y debo enfatizar que los niños aprenden todo esto para sobrevivir: de ahí la importancia de que no
culpemos al niño o al hombre individual por los orígenes de sus conductas actuales, aun cuando, a la vez, le responsabilicemos por sus actos.)

Por supuesto, como humanos seguimos experimentando incidentes que provocan una respuesta emocional. Pero los mecanismos usuales de la respuesta emocional, desde la vivencia real de una emoción hasta la expresión de los sentimientos, sufren un corto circuito a variados grados entre muchos hombres. Sin embargo, de nuevo para muchos hombres, la única emoción que goza de alguna validación es la ira. El resultado es que una gama de emociones es canalizada en la ira. Aunque tal canalización no es exclusiva de los hombres (ni es el caso para todos los hombres), en algunos no son inusuales las respuestas violentas ante el temor y el sufrimiento, ante la inseguridad y el dolor, ante el rechazo y el menosprecio.

Esto es particularmente cierto cuando el sentimiento producido es el de no tener poder. Tal sentimiento sólo exacerba las inseguridades masculinas: si la
masculinidad es una cuestión de poder y control, no ser poderoso significa no ser hombre. De nuevo, la violencia se convierte en el medio para probar lo contrario ante sí mismo y ante otros.

La séptima “P”: Pasadas experiencias

Para algunos hombres, todo esto se combina con experiencias más flagrantes. Demasiados hombres en el mundo crecieron en hogares donde la madre
era golpeada por el padre. Crecieron presenciando conductas violentas hacia las mujeres como la norma, como la manera de vivir la vida. Para
algunos, esto tiene como consecuencia una repulsión hacia la violencia, mientras en otros produce una respuesta aprendida. En muchos casos
ocurren ambas cosas: hombres que utilizan la violencia contra las mujeres a menudo experimentan un profundo repudio por sí mismos y por sus conductas.

Pero la frase “respuesta aprendida” es casi demasiado simplista. Los estudios han mostrado que niños y niñas que crecen presenciando violencia tienen muchas más probabilidades de actuar violentamente. Tal violencia puede ser una forma de recibir atención; puede ser un mecanismo de manejo, una forma de exteriorizar sentimientos imposibles de manejar. Estos patrones de conducta van más allá de la niñez: muchos de los individuos que terminan en programas para hombres que utilizan la violencia fueron testigos de abusos contra su madre o los sufrieron ellos mismos.

Las experiencias pasadas de muchos hombres también incluyen la violencia que ellos mismos han padecido. En numerosas culturas, aunque los niños
pueden tener la mitad de probabilidades de las niñas de experimentar abuso sexual, para ellos es doble la probabilidad de ser objeto de abuso físico. De
nuevo, esto no produce un resultado fijo, y tales resultados no son exclusivos de los niños. Pero en algunos casos estas experiencias personales inculcan profundos patrones de confusión y frustración, en los que los niños han aprendido que es posible lastimar a una persona amada y donde sólo las manifestaciones de ira pueden eliminar sentimientos de dolor profundamente arraigados.

Finalmente, está el amplio ámbito de la violencia trivial entre niños que, en la infancia, no parece en absoluto insignificante. En muchas culturas, los niños crecen con experiencias de peleas, de hostigamiento y brutalización. La mera
sobrevivencia requiere, para algunos, aceptar e interiorizar la violencia como una norma de conducta.

Poniendo fin a la violencia

Este análisis, aunque presentado en una forma tan condensada, sugiere que cuestionar la violencia de los hombres requiere de una respuesta articulada que incluya:
• Desafiar y desmantelar las estructuras de poder y privilegios de los hombres y poner fin al permiso cultural y social hacia los actos de violencia. Si aquí es donde la violencia empieza, no podemos erradicarla sin el apoyo de mujeres y hombres al feminismo y a las reformas y transformaciones sociales, políticas, legales y culturales que ello implica.
• Redefinir la masculinidad o, más bien, desmantelar las estructuras psíquicas y sociales de género que traen consigo tal peligro. La paradoja
del patriarcado es el dolor, la ira, la frustración, el aislamiento y el temor de la mitad de la especie, a la cual le son dados un poder relativo y privilegios.

Ignoramos todo esto a nuestro propio riesgo. A fin de llegar exitosamente a los hombres, este trabajo debe tener como premisas la compasión, el amor y
el respeto, combinados con un claro desafío a las normas masculinas negativas y sus resultados destructivos. Los hombres profeministas que
realizamos este trabajo debemos hablarles a otros hombres como si fueran nuestros hermanos, y no como extraños que no son tan iluminados o merecedores como nosotros.

• Organizar e involucrar a los hombres para que trabajen en cooperación con las mujeres a fin de dar una nueva forma a la organización de género de la
sociedad, en particular nuestras instituciones y las relaciones a través de las cuales criamos niños y niñas. Esto requiere de un énfasis mucho mayor en
la importancia de los hombres como sustentadores emocionales y cuidadores, plenamente involucrados en la crianza infantil en formas positivas y libres de violencia.
• Trabajar con hombres que ejercen violencia de una forma que simultáneamente cuestione sus percepciones y privilegios patriarcales y llegue a ellos con respeto y compasión. No es necesario que nos guste lo que han hecho para actuar con empatía hacia ellos y sentir horror por los factores que han llevado a un niño a convertirse en un hombre que a veces hace cosas terribles. A través de tal respeto, estos hombres pueden, de hecho, encontrar el
espacio para cuestionarse a sí mismos y unos a otros. De lo contrario, el intento por llegar a ellos sólo alimentará sus inseguridades como hombres
para quienes la violencia ha sido su compensación tradicional.
• Realizar actividades educativas explícitas, tales como la Campaña del Lazo Blanco, que involucran a hombres y niños en el cuestionamiento de sí mismos y de otros hombres para erradicar todas las formas de violencia.[4] Éste es un desafío positivo para que los hombres nos expresemos con nuestro amor y nuestra compasión por las mujeres, los niños, las niñas y otros hombres.
Toronto, Canadá
Octubre de 1999

1. Este taller fue organizado por Save the Children/ReinoUnido). El financiamiento para el viaje fue proporcionado por Development Services International de Canadá. La discusión del taller de 1998 en Katmandú se encuentra en el libro de Ruth Finney Hayward, «Breaking the Earthenware Jar» (que será publicado en el 2000). Ruth fue la mujer que motivó las
reuniones en Katmandú.
2. Michael Kaufman, “The Construction of Masculinity and the Triad of Men’s Violence”, en M. Kaufman, editor. «Beyond Patriarchy: Essays by Men on Pleasure, Power and Change», Toronto: Oxford University Press, 1985. Reimpreso en inglés en Laura L. O’Toole y Jessica R. Schiffman, «Gender
Violence» (Nueva York: NY University Press, 1997) y extractado en Michael S. Kimmel y Michael A. Messner, «Men’s Lives» (Nueva York: Macmillan, 1997); en alemán en BauSteineMänner, «Kritische Männerforschung» (Berlín:
Arument Verlag, 1996); y en español en «Hombres: Poder, placer y cambio» (Santo Domingo: CIPAF, 1989.)
3. Michael Kaufman, «Cracking the Armor: Power, Pain and the Lives of Men» (Toronto: Viking Canada, 1993 y Penguin, 1994) y “Men, Feminism, and Men’s Contradictory Experiences of Power,” en Harry Brod y Michael Kaufman, editores, «Theorizing Masculinities» (Thousand Oaks, CA:
Sage Publications, 1994), traducido al español como “Los hombres, el feminismo y las experiencias contradictorias del poder entre los hombres”, en Luz G. Arango et al, editores, «Género e identidad. Ensayos sobre lo femenino y lo masculino» (Bogotá: Tercer Mundo, 1995) y en forma revisada como “Las experiencias contradictorias del poder entre los hombres”, en Teresa Valdés y José Olavarría, editores, «Masculinidad/es. Poder y crisis», Ediciones de las Mujeres No. 23. (Santiago: Isis Internacional y FLACSO Chile, junio de 1997).
4. White Ribbon Campaign (Campaña del Lazo Blanco), 365 Bloor St. East, Suite 1600, Toronto, Canadá M4W 3L4. Tel. 1-416-920-6684 – Fax: 1-416-920-1678.

Agradezco a las personas con quienes discutí varias de las ideas en este texto: Jean Bernard, Ruth Finney Hayward, Dale Hurst, Michael Kimmel, mis colegas en la Campaña del Lazo Blanco y una mujer en Woman’s World ’99 en Tromso, Noruega, quien no ofreció su nombre pero que, durante un
periodo de discusión sobre una versión anterior de este texto, sugirió que era importante destacar explícitamente el “permiso” como una de las “P’s”.

Una versión anterior de este texto fue publicada en una edición especial de la revista de la Asociación Internacional para Estudios sobre Hombres (International Association for Studies of Men), Vol. 6, No. 2 (junio de 1999)
(http://www.ifi.uio.no/~eivindr/iasom).

(c) Michael Kaufman, 1999. Este texto no deberá ser distribuido en forma impresa o electrónica sin autorización escrita.
Michael Kaufman
mk@michaelkaufman.com www.michaelkaufman.com

Traducido con autorización del autor por: Laura E. Asturias (Guatemala) leasturias@intelnet.net.gt
Lista de artículos sobre masculinidad (disponibles por correo electrónico): www.artnet.com.br/~marko/astulist.htm

Eurocentrismo y colonialismo en el pensamiento social latinoamericano

EUROCENTRISMO Y COLONIALISMO EN EL
PENSAMIENTO SOCIAL LATINOAMERICANO
Edgardo Lander

El pensamiento político y social sobre este continente ha estado atravesado históricamente por una tensión entre la búsqueda de sus especificidades y miradas externas, que han visto estas tierras desde la óptica reducida de la experiencia europea. En forma asociada se ha dado la oposición entre la apuesta por las ricas potencialidades de este Nuevo Mundo, y el lamento de su diferencia en contraste con el ideal representado por la cultura y la composición racial europea.
Sin embargo, las miradas externas, propiamente coloniales y la aflicción de la diferencia han sido ampliamente hegemónicas.

Basta una revisión somera del texto de las primeras constituciones republicanas para ver como el pensamiento liberal, al buscar realizar un trasplante para instaurar aquí una réplica de su lectura de la experiencia europea o norteamericana, hace abstracción de las condiciones culturales e históricas particulares de las sociedades a propósito de las cuales se propone legislar.

El lamento de la diferencia, la incomodidad de vivir en un continente que no es blanco, urbano cosmopolita, civilizado, encuentra en el positivismo su máxima expresión. Asumiendo en bloque los supuestos y prejuicios del pensamiento europeo del siglo pasado el racismo científico, el patriarcado, la idea del progreso se reafirma el discurso colonial.

El continente es pensado desde una sola voz, a partir de un solo sujeto: blanco, masculino, urbano, cosmopolita. El resto, la mayoría, es un “Otro” bárbaro, primitivo, negro, indio, que nada tiene que aportar al futuro de estas sociedades. Habría que blanquearlos y occidentalizarlos, o exterminarlos.

La institucionalización en este siglo de las ciencias sociales en las universidades latinoamericanas sólo alteró parcialmente la hegemonía de este discurso. Los dogmas liberales del progreso, desarrollo, y el binomio atraso-modernización, fueron incorporados como premisas en una lectura que en consecuencia hacía pocas concesiones a la especificidad de la realidad estudiada. La sociología de la modernización ha sido la expresión más nítida de este positivismo científico colonial. En el marxismo latinoamericano, Mariátegui es la máxima expresión de la tensión con las miradas eurocéntricas, pero éstas terminan por hacerse dominantes tanto en el mundo académico como en la acción política. Sin que sea para ello necesario hacer un balance global de sus aportes y limitaciones, es posible afirmar que el intento más original de abordar colectivamente, desde perspectivas propias el diagnóstico y las propuestas de futuros posibles para estas sociedades, lo constituyen las formulaciones teóricas desarrolladas a partir del estructuralismo de la CEPAL y del enfoque de la dependencia en las décadas de los sesenta y los setenta.

En las ciencias sociales de esas décadas hay una fuerte vertiente que se diferencia de las prácticas metropolitanas no sólo por sus contenidos y problemas, sino también por su estilo intelectual. No se establecen deslindes absolutos entre los juicios de hecho y los juicios de valor propios de las ciencias positivistas, y no se le teme a la asociación entre producción de conocimiento y compromiso político. Las barreras entre los compartimientos disciplinarios, característicos en especial de las ciencias sociales norteamericanas, se hacen en extremo porosas. Más que aproximaciones interdisciplinarias o multidisciplinarias, tienden a respetarse poco esas demarcaciones. Sobre la indagación empírica y la cuantificación, prima el esfuerzo interpretativo global que busca dar cuenta de los procesos históricos, políticos, sociales y culturales, como realidad que no podía ser descompuesta en compartimientos estancos. Las categorías conceptuales más importantes de las ciencias sociales latinoamericanas de la época, muchas de ellas originales de éstas, ilustran las direcciones y la riqueza de las búsquedas que caracterizaron a esa producción intelectual: dependencia, colonialismo interno, heterogeneidad estructural, pedagogía del oprimido, marginalidad, explotación, investigación-acción, colonialismo intelectual, imperialismo, liberación. Consecuencia, sin duda, del contexto político internacional particularmente los procesos de descolonización y el tercer mundismo las ciencias sociales latinoamericanas interrumpen su diálogo exclusivo con las de los países centrales y por única vez en su historia se nutren de, y sobre todo enriquecen, la producción de los otros continentes del mundo periférico. Sin embargo, ésta producción teórica permaneció al interior del metarelato universal de la modernidad y del desarrollo, y no logró asumir sino tímidamente las consecuencias del pluralismo de historias, culturas y sujetos existentes en el continente.

En los últimos lustros ha sido clara la tendencia a la reversión de estos intentos de pensar al continente desde sí mismo, y a la readopción de las perspectivas, metodologías y visiones del mundo eurocéntricas. No se trata sólo de procesos internos a las ciencias sociales. Estos desplazamientos ocurren en un contexto de derrota de los movimientos revolucionarios y reformistas, la impronta profunda de la experiencia autoritaria del Cono Sur, la crisis del marxismo, el colapso del socialismo real, y la consecuente pérdida de la confianza utópica.
Un aspecto central de los cambios ocurridos en las ciencias sociales son sus transformaciones institucionales. En los países el Cono Sur las ciencias sociales fueron prácticamente expulsadas de las universidades, con consecuencias que aún después del retorno a la democracia, sería difícil sobreestimar. Se produjo una severa ruptura entre la historia anterior y las nuevas generaciones
de estudiantes. El desplazamiento hacia los centros privados, el trabajo de investigación con financiamiento externo, los informes sobre asuntos acotados a ser presentados en plazos perentorios, representaron cambios fundamentales de estilo intelectual cuyas consecuencias han sido ampliamente reconocidasiii.

En otros países la expansión violenta de la matrícula estudiantil, el colapso presupuestario y la trasformación de los recintos universitarios en arena privilegiada de confrontación política, territorio de reflujo de organizaciones de izquierda derrotadas en otros espacios de la sociedad, condujo a un profundo deterioro de la vida académica. El potencial de la universidad como ámbito para la creación de conocimiento alternativo fue sacrificado en función de un gremialismo y utilitarismo político a corto plazo que todavía representa un gran lastre para estas instituciones. Los actuales procesos de reforma de las universidades forman parte de una necesaria recuperación de estos espacios para la producción intelectual. Sin embargo, las tendencias que hoy dominan apuntan en direcciones inquietantes. En primer lugar, la actual institucionalización no cuestiona los nítidos deslindes disciplinarios de las ciencias sociales. La construcción del conocimiento a partir de los paradigmas del siglo XIX establece severas barreras a la posibilidad de pensar fuera de los límites definidos por el liberalismo. Consecuencia entre otras cosas del creciente énfasis en los estudios empíricos, se asumen como supuestos básicos, como fundamentos pre-teóricos respecto a la naturaleza de los procesos histórico sociales, algunas de las cuestiones primordiales que deberían ser motivo de reflexión crítica.
Las transformaciones en la escuelas de economía han sido particularmente notorias. El acotamiento de “lo económico”, como campo de estudio de una rigurosa disciplina científica objetiva, y el creciente énfasis en la cuantificación desconectan a la economía de las tradiciones reflexivas, y la convierten en una disciplina de orientación básicamente instrumental. El creciente formalismo que se ha instaurado en los análisis de la democracia en el continente y el progresivo desprendimiento de la idea de democracia de toda noción substantiva y normativa son igualmente ilustrativos de los desplazamientos que ocurren en la actualidad en las ciencias sociales del continente(Lander, 1997). Un indicador puntual, pero significativo, con potenciales repercusiones amenazantes para la posibilidad de un pensamiento más autónomo, son los modelos de evaluación de las universidades y de los investigadores que se generalizan a partir de la experiencia mexicana. Subyacen a la mayor parte de estos sistemas criterios “universalistas” de acuerdo a los cuales la producción de las universidades del continente debe tener como referente de excelencia a la ciencia de los países más “avanzados”. Expresión de esto es la ponderación privilegiada que se le da a la publicación en revistas extranjeras especializadas en estos sistemas de evaluación. Bajo el manto de la objetividad, de hecho, se está afirmando que la creación intelectual de los científicos sociales de las universidades latinoamericanas debe regirse por las demarcaciones disciplinarias, regímenes de verdad, metodologías, problemas y prioridades de investigación de las ciencias sociales metropolitanas, tal como estos se expresan en las políticas editoriales de las más prestigiosas revistas en cada disciplina. La evaluación estrictamente individualizada, en base a criterios de productividad. parecería estar expresamente diseñada para obstaculizar las dinámicas de trabajo colectivo y reflexiones abiertas, sin presiones inmediatas de tiempo y financiamiento, requeridas para repensar los supuestos epistemológicos, interpretaciones históricas y formas actuales de institucionalización del conocimiento de lo histórico-social.

Neoliberalismo y postmodernidad y teorías postcoloniales

Son dos las influencias teóricas preponderantes en las ciencias sociales latinoamericanas actuales: el neoliberalismo y la postmodernidad. Desde el punto de vista de las tensiones a las cuales se ha hecho referencia, el neoliberalismo tiene contenidos unívocos. Es una reafirmación dogmática de las concepciones lineales de progreso universal y del imaginario del desarrollo. Asume a los países centrales como modelo hacia el cual hay que dirigirse inexorablemente. Se refuerzan aquí las miradas coloniales que sólo reconocen como sujetos significativos a los portadores de proyectos modernizantes: los empresarios, los tecnócratas, los vecinos de clase media, los habitantes de la mitológica sociedad civil. La indiferencia ante los Otros, que no encuentran lugar en esta utopía de mercado y democracia liberal, delata la permanencia del racismo fundante del pensamiento colonial. Han sido retomados con renovado entusiasmo los supuestos más funestos de la sociología de la modernización. Desde el patrón de referencia del imaginario de lo “moderno”, toda diferencia se convierte en un obstáculo a ser superado. Las nociones de equidad y autonomía adquieren la connotación de lo arcaico, lo obsoleto. En esta radicalización del universalismo desaparece toda especificidad histórica. Los expertos de los organismos financieros internacionales pueden saltar de país en país e indistintamente asesorar a Rusia, Polonia o Bolivia en las virtudes del mercado. La economía es una ciencia, los lugares, la gente, las costumbres en la cuales ésta opera son un accidente de menor importancia ante la universalidad de sus leyes objetivas.
Es otro el potencial de la postmodernidad. A diferencia del carácter monolítico de las formulaciones teóricas neoliberales, los efectos de la postmodernidad en los problemas destacados en este texto han sido ambiguos. Esta abarca una amplia gama de perspectivas, propuestas de método y sensibilidades que ofrecen tanto amplias y ricas potencialidades, como nuevos obstáculos y riesgos para la meta de repensar el continente.
Las corrientes principales del pensamiento postmoderno (y su recepción en el continente) no han sido capaces de escapar los límites de la narrativa eurocéntrica occidental en la cual está, en lo esencial, ausente la incorporación del efecto de la experiencia imperial y colonialiv. De acuerdo a Gayatri Chakravorty Spivak, algunas de las críticas más radicales que se originan en el Occidente en la actualidad son el resultado de un deseo de conservar al “sujeto de Occidente o al Occidente como sujeto”, al pretender que éste carece de “determinaciones geopolíticas” (1994, p. 66). Explorando las posiciones de Foucault y Deleuze, concluye que sus aportes están severamente restringidos por el hecho de ignorar tanto la violencia epistémica del imperialismo, como la división internacional del trabajo. Argumenta Spivak que al asumir la versión del Occidente autocontenido, se ignora su producción por el proyecto imperialista (1994, p. 86). En estas visiones la crisis de la historia europea asumida como universal, se convierte en la crisis de toda historia. La crisis de los metarelatos de la filosofía de la historia, de la seguridad en sus leyes, se convierte en la crisis de todo futuro. La crisis de los sujetos de esa historia es la disolución de todo sujeto. El desencanto de una generación marxista que vivió en carne propia el derrumbe político y teórico del marxismo/socialismo y sufrió existencialmente el trauma del reconocimiento del gulag, son convertidos en escepticismo universal y en el fin de los proyectos y de la política, justificadora de una actitud cool de no compromiso en la cual está ausente la indignación ética ante la injusticia. En reacción al estructuralismo, economicismo y determinismo, se enfatizan los procesos discursivos y de creación de sentido tan unilateralmente que desaparecen del mapa cognitivo las relaciones económicas y toda noción de explotación.
La crisis de los modelos políticos y epistemológicos totalizantes conduce al retraimiento hacia lo descentrado, lo parcial, lo local, haciéndose opaco el papel que en el mundo contemporáneo desempeñan poderes políticos, militares y económicos centralizados. La Guerra del Golfo no pasa de ser un gran simulacro, un espectáculo televisivo. Lo que está en crisis para estas perspectivas no es la modernidad, sino una de sus dimensiones constitutivas, la razón histórica (Quijano, 1990). Su otra dimensión, la razón instrumental, el desarrollo científico-tecnológico sin límite, el pensamiento tecnocrático y la lógica universal del mercado, no encuentran aquí ni crítica ni resistencia. La historia continúa existiendo sólo en un sentido limitado: a los países subdesarrollados todavía les queda un trecho por recorrer para llegar a la meta en la cual los aguardan los ganadores de la gran carrera universal hacia el progreso. Poco parece importar el hecho de que muchos quizás la mayoría de los habitantes de la tierra no podrán llegar esa meta, dado que los patrones de consumo y niveles de bienestar material de los países centrales sólo son posibles como consecuencia de una utilización absolutamente desproporcionada de los recursos y de la capacidad de carga del planeta. No recogen estas opciones las potencialidades inmensas del reconocimiento de la crisis de la modernidad, que abren posibilidades de formas radicalmente diferentes de pensar al mundo, si entendemos la este momento histórico como crisis de las pretensiones hegemónicas del modelo civilizatorio occidental. Son otras las consecuencias de una interpretación que reconozca que no son los procesos históricos los que se agotan, sino la fantasmagórica historia universal imaginada por Hegel.

Serían otras las implicaciones para el mundo no occidental, y para los sujetos subordinados, excluidos, negados en todo el planeta, si el colonialismo, el imperialismo, el racismo, el sexismo, no fuesen pensados como lamentables subproductos de la modernidad europea, sino como parte de sus condiciones de posibilidad. Es otra la mirada que le podemos dar a la llamada crisis del sujeto si asumimos que el extermino de los “nativos” y la esclavitud transatlántica, la subordinación y exclusión del Otro, no fueron sino la otra cara, el espejo necesario para la construcción del sí mismo, condición y contraste indispensable para la constitución de las identidades modernas. No recogen estas opciones las potencialidades inmensas del reconocimiento de la crisis de la modernidad, que abren posibilidades de formas radicalmente diferentes de pensar al mundo, si entendemos la este momento histórico como crisis de las pretensiones hegemónicas del modelo civilizatorio occidental. Son otras las consecuencias de una interpretación que reconozca que no son los procesos históricos los que se agotan, sino la fantasmagórica historia universal imaginada por Hegel. Serían otras las implicaciones para el mundo no occidental, y para los sujetos subordinados, excluidos, negados en todo el planeta, si el colonialismo, el imperialismo, el racismo, el sexismo, no fuesen pensados como lamentables subproductos de la modernidad europea, sino como parte de sus condiciones de posibilidad. Es otra la mirada que le podemos dar a la llamada crisis del sujeto si asumimos que el extermino de los “nativos” y la esclavitud transatlántica, la subordinación y exclusión del Otro, no fueron sino la otra cara, el espejo necesario para la construcción del sí mismo, condición y contraste indispensable para la constitución de las identidades modernas.

Son estas lecturas las que desde diversas partes del mundo realizan en forma muy heterogénea los estudios subalternos (Guha y Spivak, 1988); el análisis del discurso colonial y la teoría postcolonial (Spivak, 1988; Williams y Chrisman 1994); el afrocentrismo (Asante, 1987 y 1992; Diop, 1974 y 1981). Se transciende en estas interpretaciones la noción eurocéntrica de la crisis de la modernidad y se exploran otros espacios, aparecen otras voces, historias y sujetos que no tenían cabida en el proyecto occidental universalizante. Estas vertientes teóricas comparten con las posturas postmodernas algunas preocupaciones y énfasis metodológicos como la crítica al determinismo y al economicismo, la centralidad tanto del estudio de los procesos culturales y simbólicos, como del análisis de los discursos y las representaciones. Igualmente algunos autores considerados fundantes de las vertientes postmodernas particularmente Foucault han tenido una significativa influencia en algunas de estas posturas que globalmente podrían ser caracterizadas como postcoloniales. Es este el caso, por ejemplo, de una de las obras seminales de estas perspectivas, El Orientalismo, de Edward Said (1979).
Se presentan aquí algunas disyuntivas y opciones de estrategia intelectual en relación a las formas en las cuales deben ser abordados, desde el pensamiento social latinoamericano, los retos que plantea la crisis de la modernidad. En vista de que, como dice Said: “Ha llegado un momento en nuestro trabajo en el cual ya no podemos ignorar los imperios y el contexto imperial de nuestros estudios.” (Said, 1993, p. 6), es indispensable interrogarse sobre la medida en que las perspectivas teóricas postmodernas ofrecen un marco de referencia adecuado para transgredir los límites coloniales de los saberes modernos.
Los asuntos a los cuales se refieren las propuestas postcoloniales han sido formulados y retomados en diferentes momentos de la historia del pensamiento social latinoamericano en este siglo. (Martí, 1987; Mariátegui, 1979; Fals Borda, 1970; Retamar, 1976)v. Ha habido un extraordinario desarrollo en los últimos lustros asociado a la revitalización de las luchas de los pueblos indígenasvi. Y sin embargo, paradójicamente, es ésta una preocupación relativamente marginal en el mundo académico fuera de la antropología y algunas áreas de las humanidades. La herencia de las ciencias sociales modernas continúa siendo asumida como “lo mejor el pensamiento universal”, que debe ser aplicada creativamente al estudio de las realidades del continente. Consecuencia tanto de las dificultades institucionales y de comunicación, como de las orientaciones universalistas prevalecientesvii (¿colonialismo intelectual? ¿cosmopolitanismo subordinado?), existe hoy en la academia latinoamericana poco diálogo con la vigorosa producción intelectual de la India, de muchas regiones de África y de académicos de estas regiones que están residenciados en Europa o los Estados Unidos. Los puentes más efectivos entre estas tradiciones intelectuales está siendo ofrecida hoy por latinoamericanos que trabajan en universidades norteamericanas (Escobar, 1995; Walter Mignolo, 1996a y 1996b; Coronil, 1996).

En América Latina, como en el resto del mundo, la creación artística y literaria y los estudios culturales no han estado amarrados por los sesgos impuestos por los moldes disciplinarios y regímenes de verdad de las ciencias sociales. Han sido por ello, mucho más permeables a la diversidad y la posibilidad de miradas no coloniales sobre este continente. Constituyen hoy un espacio particularmente rico desde los cuales asumir los retos de abrir e impensar las ciencias sociales que nos formula Immanuel Wallerstein (1991).

Poscriptum: El informe Gulbenkian
El informe Gulbenkian (Wallerstein, 1996) realiza un aporte fundamental a esta discusión al contextualizar tanto temporal como espacialmente el proceso de constitución y consolidación institucional de las disciplinas de las ciencias sociales, tal como hoy las conocemos. Es necesario, sin embargo, ir más allá y explorar todas las implicaciones que tiene para el conocimiento del mundo de hoy el hecho de que esas disciplinas fuesen establecidas de esa manera.
Como señala dicho texto, las ciencias sociales modernas se desarrollaron en Inglaterra, Alemania, Francia, Italia y los Estados Unidos, y se ocupaban de “describir la realidad de esos mismos cinco países” (Wallerstein, 1996, p. 23). Del hecho de que el resto del mundo fuese segregado a ser estudiado por otras disciplinas la antropología y el orientalismo (Wallerstein, 1996, pp. 23-28), no es posible concluir, sin embargo, que esos otros territorios, culturas y pueblos no estuviesen presentes como referente implícito todas las disciplinas. La separación entre los estudios de los euro-norteamericanos y los otros se hace sobre el supuesto de diferencias esenciales entre unos y otros. El problema que plantea el eurocentrismo de las ciencias sociales no es sólo que sus categoría fundamentales fueron desarrolladas para unos lugares y luego fueron posteriormente utilizadas más o menos creativa o rígidamente para el estudio de otras realidades. De ser así, bastaría con un conocimiento local, nativo latinoamericano para superar sus límites. El problema reside en el imaginario colonial a partir del cual construye su interpretación del mundo, imaginario que ha permeado a las ciencias sociales de todo el planeta haciendo que la mayor parte de los saber sociales del mundo periférico sea igualmente eurocéntricoviii. En esas disciplinas se naturaliza la experiencia de las sociedades europeas: su organización económica el mercado es la forma “natural” de la organización de la producción, corresponde a “una psicología individual universal” (Wallerstein, 1996) p. 20); su organización política el Estado europeo es la forma “natural” de la existencia política.
Los diferentes pueblos del planeta están organizados según una noción del progreso en sociedades jerárquicamente más avanzadas, superiores, modernas, y otras sociedades más atrasadas, tradicionales, no modernas. En este sentido, la sociología, la teoría política, y la economía no han sido menos coloniales ni menos liberales, que lo que lo han sido la antropología y el orientalismo, en los cuales estos supuestos han sido develados más fácilmente. Es esta la base del complejo cognitivo e institucional del desarrolloix.

No es lo mismo asumir que el patrimonio de las ciencias sociales es parroquial, que concluir que es colonial: las implicaciones son totalmente diferentes. Si se trata de un patrimonio parroquial, hay que plantearse el expandir el campo de cobertura de las experiencias y realidades estudiadas para completar unas teorías y métodos del conocer que son adecuadas para determinados lugares y tiempo, y menos adecuadas para otros. Es diferente el problema que se plantea cuando concluimos que nuestro conocimiento tiene carácter colonial y está asentado sobre supuestos que implican procesos sistemáticos de exclusión y subordinación.
Reconocer el carácter colonial de los saberes sociales hegemónicos en el mundo contemporáneo plantea retos más exigentes y más complejos que lo que podría suponerse a partir de las conclusiones del Informe Gulbenkian. Estos saberes están compleja, pero inseparablemente, imbricados en las articulaciones del poder en el mundo contemporáneo. El diálogo con otros sujetos y otras culturas no se logra sino muy parcial y tímidamente mediante la incorporación de representantes de esos sujetos y culturas otrora excluidos de la ciencias sociales. Esto supone largos procesos de aprendizajes y socialización en determinados regímenes de verdad a fin de los cuales puede suponer que sólo podrán darse críticas “internas” a la disciplina. Dadas, por ejemplo, las acotaciones actuales de la economía, son limitadas las posibilidades de formulación desde esa disciplina de alternativas radicalmente diferentes a las formuladas por el pensamiento liberal. La cosmovisión liberal (concepción de la naturaleza humana, de la riqueza, de relación hombre-naturaleza), está incorporada como premisa en la constitución disciplinaria de ese campo de conocimiento.
El logro de efectivas comunicaciones interculturales horizontales, democráticas, no coloniales y por lo tanto, libres de dominación, subordinación, y exclusión requería trascender el debate al interior de las disciplinas oficiales de las ciencias modernas y abrirse a diálogos con otras culturas y otras formas de conocimiento. Aquí, aparte de rigideces epistemológicas y del inmenso peso de la inercia institucional, los principales obstáculos son de naturaleza política: las posibilidades de una comunicación democrática están severamente limitadas por las profundas desigualdades de poder existentes entre las partes.

Referencias bibliográficas
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Notas

i. Una versión preliminar de este texto será publicada en el número especial de la revista Nueva Sociedad con motivo de la celebración de sus 25 años.

ii. La eficacia de este orden discursivo colonial no ha sido evidentemente uniforme, su hegemonía no ha estado libre de contestación. La Revolución Mexicana es en América Latina el caso paradigmático de la presencia de otras voces y miradas como parte de un proceso de profunda convulsión social.

iii. Como aspecto positivo, desde el punto de vista de los temas que aquí se discuten, destaca el hecho de que estos nuevos contextos institucionales son mucho más flexibles que los departamentos universitarios, predominando el abordaje en base a problemas, sobre los nítidos deslindes disciplinarios.

iv. En palabras de David Slater, “…el etnocentrismo occidental no termina con lo moderno, y que su presencia en lo postmoderno requiere mucho más análisis crítico.” (Slater, 1994. p. 88). En este trabajo Slater analiza las limitaciones eurocéntricas de algunos de los autores más representativos del pensamiento postmoderno: Foucault, Baudrillard, Rorty y Vattimo.

v.Para un aporte más reciente, ver: Quijano, 1992.
vi. La expresión más rica de estos debates es la abundante colección de revistas y libros que sobre una amplia gama de asuntos relacionados con los pueblos indígenas ha venido publicando en Quito la editorial Abya Yala durante los últimos años.
vii. Esto es, asumir lo occidental-liberal como lo universal.
viii. De hecho algunas del las críticas más radicales y sólidas al eurocentrismo de las ciencias sociales están siendo formuladas en la actualidad desde la academia de Europa y sobre todos los Estados Unidos (Bernal, 1987; Stocking, 1987; Young, 1990 y 1995).
ix. Para un estudio extraordinariamente rico del proceso de creación del discurso e imaginario del desarrollo en la post-guerra, y su compleja y eficaz institucionalidad internacional, ver: Arturo Escobar, 1995.

El eurocentrismo y sus avatares

El eurocentrismo y sus avatares: los dilemas
de las ciencias sociales
Immanuel Wallerstein

Las ciencias sociales han sido eurocéntricas a lo largo de su historia institucional, es decir, desde que han existido departamentos que han enseñando ciencias sociales dentro del sistema universitario1.

Esto no debe sorprendernos lo más mínimo. Las ciencias sociales
son un producto del sistema-mundo moderno y el eurocentrismo es constitutivo de la geocultura del mundo moderno. Además, como estructura institucional, las ciencias sociales se originaron básicamente en Europa.

Emplearemos aquí Europa más como una expresión cultural que cartográfica; en este sentido, cuando hablemos sobre los dos últimos siglos nos estaremos refiriendo principal y conjuntamente a Europa occidental y Norteamérica. Al menos hasta 1945, las disciplinas de las ciencias sociales estaban de hecho abrumadoramente localizadas en tan sólo cinco países: Francia,
Gran Bretaña, Alemania, Italia y los Estados Unidos.

1 Este texto constituye el discurso inaugural de la ISA East Asian Regional Colloquium, «El futuro de la sociología en el este de Asia», celebrado el 22-23 de noviembre de 1996, en Seúl, Corea, y coorganizado por la Asociación Coreana de Sociología y por la Asociación Internacional de Sociología.

Incluso hoy en día, a pesar de que las ciencias sociales han extendido su actividad globalmente, la gran mayoría de los científicos sociales del mundo siguen siendo europeos. Las ciencias sociales surgieron como respuesta a problemas europeos en un momento de la historia en el que Europa dominaba todo el sistema-mundo. Era prácticamente inevitable que la elección de su objeto, su teorización, su metodología y su epistemología reflejaran todas las fuerzas del crisol en el que se forjaron.

En el período posterior a 1945, sin embargo, la descolonización de
Asia y África y el incremento de la conciencia política de la totalidad del mundo no europeo han afectado al mundo del conocimiento tanto como a la política del sistema-mundo. Uno de los cambios fundamentales que se produjeron, y que perdura hasta hoy desde hace al menos treinta años, es que el «eurocentrismo» de las ciencias sociales ha sido atacado, duramente atacado.

Este ataque ha estado, por descontado, fundamentalmente justificado, y no hay ninguna duda de que, si las ciencias sociales han de progresar en el siglo XXI, están obligadas a superar su herencia eurocéntrica, que ha tergiversado sus análisis y su capacidad de abordar los problemas del mundo contemporáneo. Si, no obstante, tenemos que efectuar esta tarea, hemos de dilucidar cuidadosamente en qué consiste el eurocentrismo, ya que, como veremos, se trata de un monstruo de muchas cabezas que ha pasado por muchos avatares.

No va a ser fácil matar al monstruo inmediatamente. De hecho, si no tenemos cuidado, bajo la apariencia del intento de combatirlo, podemos criticar el eurocentrismo utilizando premisas eurocéntricas y, de ese modo, reforzar su influencia en la comunidad de estudiosos.

I. Las acusaciones

Se ha afirmado que el eurocentrismo de las ciencias sociales se ha
manifestado de cinco formas diferentes. No constituyen un grupo
estrictamente ordenado desde un punto de vista lógico, ya que se
superponen entre sí de forma poco clara. A pesar de ello, puede resultar útil revisar las alegaciones dirigidas contra cada una de estas
manifestaciones.

Se ha argumentado que las ciencias sociales revelan su eurocentrismo: 1) en su historiografía; 2) en el provincianismo
de su universalismo; 3) en sus presupuestos sobre la civilización
(occidental); 4) en su orientalismo, y 5) en sus intentos de imponer
la teoría del progreso.

1. Historiografía

Consiste en la explicación del dominio europeo del mundo moderno mediante los logros específicos de la historia europea.

Probablemente la historiografía sea fundamental para las otras explicaciones, pero asimismo es la variante más obviamente ingenua y aquella cuya validez más fácilmente puede cuestionarse. Sin duda alguna los europeos han estado durante los dos últimos siglos en la cima del mundo. Colectivamente, han controlado los países más ricos y los militarmente más poderosos. Han disfrutado de la tecnología más avanzada y han sido los principales creadores de esta avanzada tecnología. Estos hechos parecen en gran medida incuestionables, y de hecho son difíciles de rebatir de modo verosímil.

La cuestión es explicar el porqué de esta diferencia de poder y nivel de vida con el resto del mundo. Una posible respuesta es que los europeos han hecho algo meritorio y diferente de lo que han hecho los pueblos de otras partes del mundo. Esto es lo que defienden los estudiosos que hablan del «milagro europeo»2.
2 Véase, por ejemplo, E. L. Jones, The European Miracle: Environment, Economics and Geopolitics in the History of Europe and Asia, Cambridge, 1981

Los europeos han impulsado la revolución industrial, han mantenido el crecimiento, han fundado la modernidad, el capitalismo, la burocratización o la libertad individual.

Por descontado, tendremos que definir estos términos con más detalle y descubrir si realmente fueron los europeos los que crearon
estas novedades, sea cual fuere su contenido, y si es así, cuándo
exactamente. Sin embargo, incluso si nos ponemos de acuerdo en la definición y en el momento y, por tanto, por decirlo así, en la realidad del fenómeno, de hecho hemos explicado muy poco.

Pues también hemos de explicar por qué los europeos, y no otros, crearon estos fenómenos específicos y por qué lo hicieron en un momento determinado de la historia. Buscando estas explicaciones, la tendencia de la mayoría de los estudiosos ha sido remontarse en la historia buscando presuntos antecedentes.

Si los europeos hicieron «x» en el siglo XVI o XVIII, se entiende que ello ha sido así probablemente a causa de lo que sus antepasados (o sus supuestos antepasados, ya que la ascendencia es menos biológica que cultural, o pretendidamente cultural) hicieron o fueron en el siglo XI o en el V a.C. o incluso antes. Todos nosotros podemos pensar en diversas explicaciones que, una vez establecido o al menos asumido algún fenómeno ocurrido entre los siglos del XVI al XIX, nos remontan a diversos momentos pasados de los ancestros europeos en búsqueda de la variable realmente determinante.

Aquí opera una premisa que no se ha hallado realmente oculta, pero
que durante mucho tiempo no se ha debatido. Esta premisa es que
cualquiera que sea la novedad de la que se responsabilice a Europa
durante el período que media entre los siglos XVI y XIX, se trata de
algo bueno, algo de lo que Europa debería enorgullecerse y algo
que el resto del mundo debería envidiar o al menos apreciar. Esta
novedad se percibe como un logro, y los títulos de numerosos libros
nos dan testimonio de este tipo de evaluación.

Creo que no hay duda de que la historiografía real de las ciencias sociales mundiales ha expresado tal percepción de la realidad en un
grado muy elevado. Esta percepción puede ser cuestionada, por supuesto, aduciendo diversas razones de peso, y así se ha venido haciendo de modo cada vez más intenso en décadas recientes. Se puede cuestionar la exactitud de la descripción de lo que ocurrió tanto en Europa como en el mundo entre los siglos XVI y XIX.

Se puede ciertamente cuestionar la verosimilitud de los presuntos antecedentes culturales de lo que ocurrió en este período. Se puede insertar la historia de los siglos XVI-XIX en una duración mayor, extendiéndola a lo largo de varios siglos o decenas de miles de años. Si se hace esto, se afirmará habitualmente que los «logros» europeos de los siglos XVI-XIX parecen por ello menos notables o que forman parte en realidad de una variante cíclica, o incluso que pueden considerarse en menor medida logros cuyo mérito principal puede atribuirse Europa.

Por último, puede aceptarse que las novedades fueron reales, pero sostener que fueron un logro más negativo que positivo. Esta clase de historiografía revisionista es a menudo persuasiva en su minuciosidad, y ciertamente tiende a ser acumulativa. En un momento dado, desenmascarar o deconstruir pueden llegar a ser omnipresentes, e incluso una contrateoría puede tener éxito.

Esto es, por ejemplo, lo que parece estar pasando, o prácticamente ya ha ocurrido, con la historiografía de la Revolución Francesa, en la que, en cierto momento, se empezó a cuestionar la llamada interpretación social que había dominado la literatura especializada sobre la misma durante al menos siglo y medio, hasta que de alguna manera se destronó la mencionada interpretación durante los últimos treinta años. Hoy en día estamos entrando probablemente en uno de tales cambios de paradigma en la historiografía fundamental de la modernidad.

Cuando se produce un cambio de este tipo, sin embargo, deberíamos
respirar hondo, volver atrás y evaluar si las hipótesis alternativas son de veras más plausibles y, por encima de todo, si en realidad rompen con las premisas esenciales de las anteriores hipótesis dominantes. Ésta es la pregunta que quiero plantear en relación con la historiografía de los presuntos logros europeos en el mundo moderno.

Está siendo atacada. ¿Qué propuestas alternativas a la misma
existen? ¿Y hasta qué punto son diferentes? No obstante, antes de
abordar esta amplia cuestión, debemos revisar las otras críticas al eurocentrismo.

2. Universalismo

El universalismo es el punto de vista que sostiene que existen verdades científicas válidas en todo tiempo y lugar. El pensamiento europeo de estos últimos siglos ha sido en su casi totalidad marcadamente universalista. Se trataba de la era del triunfo cultural de la ciencia como actividad cognoscitiva. La ciencia desplazó a la filosofía como la forma más prestigiosa de conocimiento y árbitro del discurso social.

La ciencia a la que nos referimos es la ciencia de Newton y Descartes. Sus premisas eran que el mundo estaba gobernado
por leyes deterministas que adoptaban la forma de procesos de equilibrio lineal y que, postulando estas leyes como ecuaciones
reversibles universales, tan sólo necesitábamos conocer además un conjunto dado de condiciones iniciales, para que nos fuera posible predecir el estado del sistema en cualquier momento futuro o pasado.

Lo que esto significaba para el conocimiento social parecía evidente.
Los científicos sociales tendrían la posibilidad de descubrir los procesos universales que explican el comportamiento humano y cualquier hipótesis que pudiesen verificar se entendía que era válida en cualquier tiempo y lugar o debía enunciarse en términos tales que
fuera cierta en cualquier tiempo y lugar.

La persona del estudioso era irrelevante, ya que los estudiosos actuaban como analistas cuyos valores eran neutros. Y la ubicación de la evidencia empírica podía básicamente ignorarse con tal de que los datos fueran manejados de modo correcto, ya que se pensaba que los procesos eran constantes.

Las conclusiones no eran muy diferentes en el caso de aquellos estudiosos que preferían un acercamiento más histórico e ideográfico, en tanto que se asumiera la existencia de un modelo subyacente de desarrollo histórico.

Todas las teorías de las etapas (ya procedan de Comte, de Spencer o de Marx, por citar sólo algunos nombres de una larga lista) fueron principalmente teorizaciones de lo que se ha dado en llamar la interpretación whig de la historia, es decir, la presunción de que el presente es el mejor de los tiempos y de que el pasado llevaba inevitablemente al presente. E incluso los escritos históricos de marcada tendencia empirista, independientemente de cuánto proclamen su rechazo a teorizar, tendían de todas formas a reflejar inconscientemente una teoría de las etapas subyacente.

Ya sea en la forma ahistórica de un tiempo reversible de acuerdo con
el modelo de los científicos sociales nomotéticos o ya sea en la forma diacrónica de la teoría de las etapas de los historiadores, las ciencias sociales europeas han sido resueltamente universalistas al afirmar que sea lo que fuere lo que ocurrió en Europa entre los siglos XVI y XIX, ello representó un modelo que era aplicable en todas partes, ya fuera porque suponía un logro progresivo irreversible de la humanidad o porque
representaba la satisfacción de las necesidades humanas básicas
mediante la eliminación de los obstáculos que se oponían a su realización.

Lo que podía observarse entonces en Europa no era sólo bueno,
sino el rostro del futuro que se desplegaría en todas partes. Las teorías universalistas siempre han sido atacadas aduciendo que una
situación particular en un momento y lugar particulares no parecía encajar en el modelo.

Algunos estudiosos han argumentado también que las generalizaciones universalistas eran intrínsecamente imposibles. Sin embargo, en los últimos treinta años se ha lanzado un tercer ataque contra las teorías universalistas de las ciencias sociales modernas. Se ha sostenido la posibilidad de que estas teorías que se pretenden universales en realidad no lo sean, sino que sean una presentación del modelo histórico occidental tomado como universal.

Joseph Needham señaló, ya hace algún tiempo, como «el error fundamental del eurocentrismo… el postulado tácito de que la ciencia y la tecnología modernas, que en realidad tienen sus raíces en la Europa del Renacimiento, son universales y que de eso se deduzca que todo lo que es europeo es universal»3.
3 Citado en La dialectique sociale, de Anouar Abdel-Malek, París, 1972; traducido como Social Dialectics, vol. I, Civilizations and Social Theory, Londres, 1981. [Existe edición en castellano: La dialéctica social, Siglo XXI, Madrid.]

Así, las ciencias sociales han sido acusadas de ser eurocéntricas en
la medida en que eran particularistas. Y, más que eurocéntricas, se
afirmaba que eran provincianas. Esta acusación golpeaba justo donde más dolía, ya que las ciencias sociales modernas se enorgullecían especialmente de haber superado cualquier provincianismo. En tanto que esta acusación parecía razonable, era mucho más convincente que afirmar nuevamente que las proposiciones universales todavía no habían sido formuladas de tal manera que pudieran explicar todos los casos.

3. Civilización

El término civilización se refiere a un grupo de características sociales que contrastan con el primitivismo o la barbarie. La Europa moderna se consideraba a sí misma algo más que una «civilización» entre varias; se consideraba la única «civilizada» o aquella especialmente «civilizada».

Lo que caracterizaba este estado de civilización no es algo sobre lo que haya habido un consenso manifiesto ni siquiera entre los propios europeos. Para algunos, la civilización se hallaba englobada en la «modernidad», esto es, en los avances de la tecnología y en el incremento de la productividad, así como en la creencia cultural en la existencia del desarrollo histórico y del progreso.

Para otros, civilización significaba un incremento en la autonomía
del «individuo» frente a los demás actores sociales: la familia,
la comunidad, el Estado, las instituciones religiosas. Para otros, civilización significaba un comportamiento no brutal en la vida cotidiana, modales sociales en el más amplio sentido de la palabra.

Y, finalmente, para otros, civilización significaba reducir la esfera de la violencia legítima y ampliar la definición de crueldad. Y, por supuesto, para muchos, civilización incluía la combinación de algunos o de la totalidad de los rasgos mencionados.

Cuando los colonizadores franceses del siglo XIX hablaban de la misión civilisatrice, se referían a que, mediante la conquista colonial, Francia o, en general, Europa, impondrían a la población no europea los valores y las normas que estaban incluidos en estas definiciones de civilización.

Cuando, durante la década de 1990, distintos grupos de países occidentales han hablado del «derecho a la injerencia» en situaciones políticas existentes en diversas partes del mundo, aunque
casi siempre en zonas no occidentales, lo han hecho en nombre de tales valores de la civilización, que les conferían tal derecho.

Este conjunto de valores, con independencia de cómo prefiramos
designarlos –valores civilizados, valores secular-humanistas, valores
modernos–, impregna las ciencias sociales, como era de esperar, ya
que éstas son producto del mismo sistema histórico que los ha elevado a lo más alto de la jerarquía vigente. Los científicos sociales han incorporado estos valores en sus definiciones de los problemas –los problemas sociales, los problemas intelectuales–, que consideran dignos de ser estudiados. Han incorporado estos valores a los conceptos que han inventado y con los que analizan estos problemas, así como a los indicadores que utilizan para medir los conceptos.

En su mayoría, estos científicos sociales han insistido, sin duda, en que lo que pretendían era estar libres de valores, en tanto que han proclamado que sus preferencias sociopolíticas no les hacían tergiversar o malinterpretar los datos intencionadamente. Pero estar libre de valores en este sentido no significa en absoluto que los valores, en el sentido de decisiones sobre la importancia histórica de los fenómenos observados, estén ausentes. Éste, por supuesto, es el argumento central de Heinrich Rickert acerca de la especificidad lógica de lo que él denomina «ciencias culturales»4.

4 Heinrich Rickert, Die Grenzen der naturwissenschaftlichen Begriffbildung, Tubingen, 1913; traducido como The Limits of Concept Formation in the Physical Sciences, Cambridge,
1986.

Son incapaces de ignorar «valores» en el sentido de evaluar su importancia social. Obviamente, las premisas occidentales y sociocientíficas sobre la «civilización» no eran completamente insensibles al concepto de la multiplicidad de «civilizaciones».

Cada vez que se planteaba la cuestión del origen de los valores civilizados, es decir, cómo es que éstos habían aparecido originalmente, al menos así se argumentaba, en el moderno mundo occidental, la respuesta casi inevitablemente era que esos valores eran producto de tendencias únicas e inmemoriales inscritas en el pasado del mundo occidental, alternativamente descrito como la herencia de la Antigüedad y/o de la Edad Media cristiana, la herencia del mundo hebreo, o la herencia combinada de ambos, esta última también rebautizada y recalificada, en ocasiones, como la herencia judeo-cristiana.

Se pueden plantear y se han planteado muchas objeciones a este
conjunto de sucesivas premisas. Se ha cuestionado si el mundo moderno o el mundo europeo moderno es civilizado, de acuerdo con el propio sentido con el que la palabra se usa en el discurso europeo. Recuérdese el célebre sarcasmo de Mahatma Ghandi, quien, ante la pregunta: «Sr. Ghandi, ¿qué piensa de la civilización occidental?», respondió: «Sería una buena idea».

Además, se ha discutido la afirmación de que los valores de la antigua Grecia y de la Roma antigua o del antiguo Israel fueran más propicios para servir de base para estos denominados valores modernos, que los valores de otras civilizaciones antiguas. Y, por último, que la Europa moderna pueda señalar de una forma verosímil a Grecia o Roma, por un lado, o al antiguo Israel, por el otro, como su primer zócalo de civilización no es en absoluto obvio.

De hecho, se ha prolongado durante mucho tiempo el debate entre aquellos que han contemplado Grecia o Israel como orígenes culturales alternativos. En este debate, cada bando ha negado la plausibilidad de la alternativa del otro. El debate mismo arroja dudas sobre la plausibilidad de tal derivación.

En cualquier caso, ¿quién discutiría que Japón pueda señalar a las
antiguas civilizaciones del Índico como sus precursoras, basándose
en que fueron el lugar de origen del Budismo, que se ha convertido en un componente central de la historia cultural de Japón?

¿Están los actuales Estados Unidos más cerca culturalmente de la antigua Grecia, de Roma o de Israel que Japón de la civilización del Índico? Se podría aducir, después de todo, que la Cristiandad, lejos de representar una continuidad, marcó una ruptura decisiva con la antigua Grecia, con Roma y con Israel.

En realidad, los cristianos, hasta el Renacimiento, utilizaron precisamente este mismo argumento. Y ¿no es la ruptura con la Antigüedad aún hoy en día parte de la doctrina de las iglesias cristianas?

Sin embargo, actualmente, la esfera en la que la discusión sobre los
valores ha alcanzado más intensidad ha sido la esfera política. El primer ministro de Malasia, Mahathir, ha sido muy específico al argumentar que los países asiáticos pueden y deben «modernizarse» sin aceptar todos o algunos de los valores de la civilización europea. Y sus puntos de vista han encontrado amplio eco en otros líderes políticos asiáticos. El debate sobre los «valores» también ha adquirido una importancia decisiva en los propios países europeos y especialmente en los Estados Unidos, bajo la forma del debate sobre el «multiculturalismo».

Esta versión del debate actual ha tenido de hecho un gran impacto en las ciencias sociales institucionalizadas, con el florecimiento
de estructuras dentro de la universidad que agrupan a los estudiosos que niegan la premisa de la singularidad de algo denominado «civilización».

4. Orientalismo

El orientalismo se refiere a una declaración estilizada y abstracta de las características de las civilizaciones no-occidentales. Es el anverso del concepto «civilización» y se ha convertido en tema fundamental en la discusión pública a partir de los escritos de Anouar Abdel-Malek y Edward Said5. El orientalismo era hasta hace no mucho un signo de distinción 6.

Es un modo de conocimiento que tiene sus raíces en la Edad Media europea, cuando algunos monjes intelectuales cristianos se asignaron a sí mismos la tarea de comprender mejor las religiones no cristianas, aprendiendo sus lenguas y leyendo cuidadosamente
sus textos religiosos. Por supuesto, partieron de la premisa de la verdad de la fe cristiana y del deseo de convertir a los paganos,
pero de todas formas se tomaron los textos en serio, como
expresiones, aunque pervertidas, de la cultura humana.

Cuando el orientalismo se secularizó en el siglo XIX, la actividad se
llevaba a cabo de una forma que no era muy diferente. Los orientalistas continuaban aprendiendo las lenguas y descifrando los textos.

Durante el proceso, continuaban basándose en una visión binaria
del mundo social. En lugar de la distinción cristiano/pagano, colocaron la distinción occidental/oriental, o la de moderno/no moderno. En las ciencias sociales emergió una larga cadena de conocidas polaridades: sociedades militares e industriales, Gemeinschaft y Gesellschaft, solidaridad mecánica y orgánica, legitimación tradicional y racional-legal, estática y dinámica.

Aunque frecuentemente estas polaridades no se relacionaban directamente con la literatura sobre el orientalismo, no deberíamos olvidar que una de las primeras polaridades fue la de estatus y contrato de Maine, que se basaba explícitamente en una comparación de los sistemas legales hindú e inglés.

Los orientalistas se veían a sí mismos como personas que expresaban su benevolente aprecio por una civilización no occidental dedicando diligentemente sus vidas al estudio erudito de los textos para comprender (verstehen) la cultura. La cultura que comprendían de esta manera era, claro está, un constructo fabricado por alguien que provenía de una cultura distinta.

La validez de estos constructos se ha puesto en tela de juicio a tres diferentes niveles: se ha dicho que los conceptos no coinciden con la realidad empírica; que abstraen demasiado y, por tanto, eliminan la variedad empírica, y que son extrapolaciones de los prejuicios europeos.

El ataque contra el orientalismo fue, de todas formas, algo más que un ataque contra las carencias de esa disciplina académica. También fue una crítica de las consecuencias políticas de estos conceptos de las ciencias sociales. Se dijo que el orientalismo legitimaba la posición de Europa como potencia dominante, y que de hecho desempeñaba un papel esencial en el caparazón ideológico del papel imperial de Europa dentro del marco del sistema-mundo moderno.
El ataque al orientalismo ha estado unido al ataque contra la reificación y ha sido aliado de los múltiples intentos por deconstruir las narrativas de las ciencias sociales. De hecho, se han discutido algunos intentos no occidentales de crear un contradiscurso de «occidentalismo» y se ha sostenido, por ejemplo, que «todos los discursos elitistas del antitradicionalismo en la China moderna, desde el Movimiento del 4 de mayo hasta las manifestaciones de los estudiantes en 1989 en la plaza de Tiannamen, han estado ampliamente orientalizados»7, lo cual ha servido para sostener el orientalismo, en lugar de socavarlo.

5. Progreso

El progreso, su realidad, su inevitabilidad, fue un tema fundamental de la Ilustración europea. Hay quien lo remite a toda la filosofía occidental 8.

5 Abdel-Malek, La dialectique sociale; Edward Said, Orientalism, Nueva York, 1978. [Existe edición española: Orientalismo, Anagrama, Barcelona.]
6 Véase Wilfred Cantwell Smith, «The place of Oriental Studies in a University», Diogenes, núm. 16, 1956, pp. 106-111.
7 Xianomei Chen, «Occidentalism as Counterdiscourse: “HeShang” in Post Mao China», Critical Inquiry, vol. 18, núm. 4, verano de 1992, p. 687.
8 J. B. Bury, The Idea of Progress, Londres, 1920; Robert A. Nisbet, History of the Idea of Progress, Nueva York, 1980.

En cualquier caso, se convirtió en el punto de vista consensuado
de la Europa del siglo XIX, y siguió siéndolo durante gran
parte del siglo XX. Las ciencias sociales, tal y como fueron creadas,
estuvieron profundamente marcadas por la teoría del progreso.
El progreso se convirtió en la explicación subyacente de la historia del mundo, y en el fundamento racional de casi todas las teorías de las etapas.

Incluso se convirtió en el motor de todas las ciencias sociales
aplicadas. Se nos decía que debíamos estudiar ciencias sociales para entender mejor el mundo social, ya que así podríamos impulsar el progreso de una forma más sabia y acelerar su ritmo de un modo más seguro en cualquier parte o, al menos, ayudar a eliminar los obstáculos que se interponen en su camino. Las metáforas de la
evolución o del desarrollo no eran meros intentos de describir; eran
también incentivos para prescribir. Las ciencias sociales se convirtieron en el consejero, a veces incluso en la criada, de los responsables políticos, desde el panopticon de Bentham, pasando por la Verein für Sozialipolitik, hasta el Beveridge Report y otras innumerables comisiones gubernamentales, de las series sobre el racismo de la Unesco tras la Segunda Guerra Mundial, hasta las sucesivas investigaciones de James Coleman sobre el sistema educativo estadounidense.

Tras la Segunda Guerra Mundial, «el desarrollo de los países subdesarrollados» constituyó una rúbrica que justificaba el
compromiso de los científicos sociales de cualquier opción política
con la reorganización social y política del mundo no occidental.
El progreso no sólo se asumió o analizó, también se impuso. Esto
quizá no difiere demasiado de las actitudes que estudiamos bajo el
epígrafe de «civilización».

Lo que ha de subrayarse es que, en el momento en que la categoría de «civilización» empezó a ser una categoría que había perdido su inocencia y atraído sospechas, básicamente a partir de 1945, el «progreso» sobrevivió como categoría y fue más que adecuada para sustituir a la de «civilización», ya que olía algo mejor.

La idea del progreso parecía servir como el último reducto del eurocentrismo, como posición de retirada defensiva. La idea de progreso ha tenido siempre, por supuesto, sus críticos conservadores, aunque se puede decir que la fuerza de su resistencia
decreció drásticamente durante el período 1850-1950.

Sin embargo, al menos desde 1968, han surgido muchos críticos de la idea de progreso: entre los conservadores con renovadas fuerzas, y entre la izquierda con una fe recién descubierta. Existen, no obstante, muchas maneras distintas de atacar la idea de progreso. Se
puede sugerir que lo que se ha llamado progreso es un falso progreso, pero que existe un progreso real, aduciendo que la versión
europea era un engaño o un intento de engañar.

O puede sugerirse que no existe esa cosa llamada progreso, debido al «pecado original» o al ciclo eterno de la humanidad. O se puede sugerir que Europa ha conocido realmente el progreso, pero que ahora está intentando alejar al resto del mundo de los frutos del mismo, como han sostenido algunos críticos no occidentales del movimiento ecologista.

Lo que sí es evidente para muchos es que la idea de progreso se ha
identificado como una idea europea, hecho por el que ha sido atacada por su eurocentrismo. Este ataque ha sido, sin embargo, muy
contradictorio, dados los esfuerzos realizados por otros no occidentales por apropiarse del progreso, expulsando a Europa de la escena, pero no al progreso.

II. Las reivindicaciones del antieurocentrismo

Las múltiples formas de eurocentrismo y de crítica al eurocentrismo
no presentan necesariamente un cuadro coherente. Intentaremos
evaluar el debate fundamental. Como hemos observado, las ciencias sociales institucionalizadas empezaron su actividad en Europa. Se las ha acusado de dibujar una descripción falsa de la realidad social malinterpretando, exagerando en gran medida y/o distorsionando el papel histórico de Europa, particularmente su papel histórico en el mundo moderno.

Los críticos plantean generalmente tres reivindicaciones diferentes, en cierto sentido contradictorias. La primera es que con independencia de lo que hizo Europa, otras civilizaciones lo estaban haciendo, hasta que Europa empleó su poder geopolítico para interrumpir este proceso en otras partes el mundo.

La segunda es que lo que Europa hizo no es sino la continuación de lo que otros ya estaban haciendo durante mucho tiempo, incorporándose los europeos en un momento determinado al primer plano. La tercera es que lo que Europa hizo se ha analizado incorrectamente y ha sido objeto de extrapolaciones inapropiadas, que a su vez han tenido consecuencias peligrosas tanto para la ciencia como para el mundo político.

Los dos primeros argumentos, ampliamente representados, me
parece que adolecen de lo que yo llamaría «eurocentrismo antieurocéntrico». El tercero me parece indudablemente correcto y se merece que le prestemos toda nuestra atención. ¿Qué clase de extraño animal es ese «eurocentrismo antieurocéntrico»? Estudiemos cada uno de estos argumentos sucesivamente.

El primero que llega a la meta

A lo largo del siglo XX, hay quien ha sostenido que en el marco de, por ejemplo, la «civilización» china, india o árabe-musulmán, existían tanto los fundamentos culturales, como la pauta sociohistórica de desarrollo, que hubieran llevado a la emergencia del capitalismo moderno con todas sus características, o que, en realidad, tales civilizaciones se hallaban inmersas en el proceso que las conducía en esa dirección.

En el caso de Japón, el argumento cobra más fuerza incluso, afirmándose que el capitalismo moderno se desarrolló allí,
independientemente, pero coincidiendo en el tiempo con su desarrollo en Europa. El núcleo de la mayoría de estos argumentos está constituido por la teoría de las etapas del desarrollo, frecuentemente en su versión marxista, de la cual se deduce lógicamente que diferentes partes del mundo seguían caminos paralelos hacia la modernidad o el capitalismo.

Este tipo de argumento presuponía tanto la especificidad y la autonomía social de las distintas regiones civilizadas del mundo, por un lado, y su común subordinación a un modelo omnicomprensivo, por otro.
Dado que todas las discusiones de este tipo se refieren específicamente a una determinada zona cultural y a su desarrollo histórico, sería un ejercicio imponente discutir la verosimilitud histórica de cada caso, y no pretendo hacerlo aquí. Lo que quiero destacar es que existe una limitación lógica a esta línea de argumentación, con independencia de la región de la que hablemos, y una consecuencia intelectual general. La limitación lógica es bastante obvia.

Incluso si fuera cierto que algunas otras partes del mundo hubieran estado avanzando por el camino de la modernidad/capitalismo o quizá hubieran avanzado tremendamente en el mismo, esta argumentación nos deja todavía con el problema de explicar el hecho de que fuera Occidente, o Europa, quien alcanzó primero el objetivo y, por tanto, quien pudo «conquistar el mundo».

En este punto volvemos a la pregunta tal y como la planteamos originalmente: ¿por qué la modernidad/ el capitalismo en Occidente?

Por supuesto, en la actualidad hay quien niega que Europa conquistara el mundo en el sentido estricto de la palabra, aduciendo
que siempre ha habido resistencia; a mi juicio, creo que esto fuerza
nuestra lectura de la realidad. Hubo, después de todo, una conquista colonial real que cubrió una gran porción del globo.

Existen, después de todo, auténticos indicadores militares de la fuerza europea. Sin duda siempre existieron diversas formas de resistencia, activas y pasivas, pero si esta resistencia hubiera sido verdaderamente tan formidable, no tendríamos en la actualidad nada que discutir al respecto.

Si insistimos demasiado en el tema de una agencia no europea
acabaremos lavando todos los pecados europeos o, al menos, la
mayoría. No me parece que sea ésta la intención de los críticos.
En cualquier caso, independientemente de lo transitoria que consideremos la dominación europea, aún tenemos que explicarla. La mayoría de los críticos que siguen esta línea de argumentación tiene más interés en explicar cómo Europa interrumpió un proceso indígena en la parte del mundo objeto de su consideración, que en explicar cómo es que Europa fue capaz de hacerlo.

Aún más, intentando disminuir los méritos de Europa por este hecho, por este presunto «logro», refuerzan la idea de que fue un logro. La teoría convierte a Europa en un «héroe villano»: villano, sin duda, pero también sin duda héroe en el sentido más dramático del término, pues fue Europa la que hizo el esfuerzo final en la carrera y cruzó la línea de llegada en primer lugar.

Y, aún peor, existe la implicación, no demasiado lejos de la superficie, de que, si hubieran tenido la oportunidad los chinos, los indios o los árabes no sólo podrían haber hecho lo mismo, sino que lo habrían hecho; es decir, habrían fundado la modernidad/capitalismo, conquistado el mundo, explotado recursos y personas y adoptado también el papel de héroe villano.

Esta visión de la historia moderna parece ser muy eurocéntrica en su antieurocentrismo, ya que acepta la importancia, esto es, el valor, de los «logros» europeos precisamente en los mismos términos con que Europa los ha definido, y afirma tan sólo que otros podrían haberlo hecho también, o que también estaban haciéndolo. Probablemente por alguna razón accidental, Europa logró una ventaja temporal e interfirió en su desarrollo por la fuerza.

La afirmación de que otros también podrían haber sido europeos me parece una forma muy débil de oponerse al eurocentrismo que, en realidad, refuerza las peores consecuencias del pensamiento eurocéntrico sobre el conocimiento social.

Capitalismo eterno

La segunda línea de oposición a los análisis eurocéntricos es aquella que niega que hubiera algo realmente nuevo en lo que Europa hizo. Este argumento empieza por destacar que en la Baja Edad Media, e incluso desde mucho tiempo antes, Europa occidental era un área marginal y periférica del continente eurasiático, cuyo papel histórico y logros culturales estaban por debajo de los de otras partes del mundo, como Arabia o China. Esto es indudablemente cierto, al menos en un primer nivel de generalización.

Después, se da un rápido salto para situar a la Europa moderna dentro de la construcción de un ecumene o estructura-mundo que se ha estado creando durante varios miles de años9.

Esto no es inverosímil, pero, en mi opinión, la significación sistémica de este ecumene aún tiene que ser dilucidada. Es ahora cuando llegamos al tercer elemento de la secuencia.

De la inicial marginalidad de Europa occidental y de la construcción milenaria del ecumene-mundo eurasiático, se desprende que pasara lo que pasara en Europa occidental, no era nada especial, sino tan sólo una variante más en la construcción histórica de un sistema singular.

Este último argumento me parece conceptual e históricamente totalmente erróneo. No es mi intención, sin embargo, volver sobre él10.

Tan sólo deseo subrayar las formas en que este argumento es otra
forma de eurocentrismo antieurocéntrico. Lógicamente, implica suponer que el capitalismo no es nada nuevo, y, de hecho, algunos de los que defienden la continuidad del desarrollo del ecumene eurasiático han adoptado explícitamente esta posición.

A diferencia de la posición de aquellos que sostenían que alguna otra civilización se dirigía también hacia el capitalismo cuando Europa interfirió en este proceso, el argumento que se aduce aquí es que todos nosotros estábamos realizando esta tarea conjuntamente, y que en realidad no ha habido un desarrollo hacia el capitalismo en los tiempos modernos, porque el mundo en su conjunto, o por lo menos todo el ecumene eurasiático, había sido capitalista en algún sentido durante varios miles de años.

Permítaseme indicar, en primer lugar, que ésta es la posición clásica
de los economistas liberales. No difiere mucho en realidad de Adam
Smith cuando sostiene que existe una «propensión (en la naturaleza
humana) a trocar, permutar e intercambiar una cosa por otra»11.

9 Véanse varios autores en Stephen K. Sanderson, Civilisations and World Systems: Studying World-Historical Change, Walnut Creek, CA, 1995.
10 Immanuel Wallerstein, «The West, Capitalism and the Modern World-System», Review, vol. XV, núm. 4, otoño de 1992, pp. 561-619.
11 Adam Smith, The Wealth of the Nations [1776], Nueva York, 1939, p. 13. [Existe edición en castellano: La riqueza de las naciones, Alianza Editorial, Madrid.]

Elimina diferencias esenciales entre sistemas históricos distintos. Si los chinos, los egipcios y los europeos occidentales han estado haciendo lo mismo históricamente, ¿en qué sentido son civilizaciones diferentes o sistemas históricos distintos?12

Quitándole méritos a Europa, ¿a quién concedérselos sino a la toda la humanidad? Sin embargo, y es lo peor de todo, al apropiarnos de lo que la moderna Europa hizo y anotarlo en el balance del ecumene eurasiático estamos aceptando el argumento ideológico esencial del eurocentrismo: que la modernidad, o el capitalismo, es milagroso y maravilloso, tan sólo añadiendo que todo el mundo siempre lo ha estado practicando siempre de una u otra manera.

Al negar el mérito de Europa, negamos su culpa. ¿Por qué es tan terrible la «conquista del mundo» por parte de Europa, si no se trata de nada más que el último tramo del proceso inexorable del ecumene? Lejos de ser un argumento crítico con Europa, implica aplaudir el que Europa, habiendo sido una parte «marginal» del ecumene, aprendiera finalmente la sabiduría de los otros, más antiguos, y la aplicara con éxito.

Y de ello se desprende inevitablemente el siguiente argumento no
explicitado. Si el ecumene eurasiático ha seguido un hilo conductor
durante miles de años y el sistema-mundo capitalista no es nada
nuevo, entonces, ¿qué posible razón existe para afirmar que este
hilo no continuará para siempre o, al menos, durante un larguísimo
e indefinido período de tiempo? Si el capitalismo no empezó en el
siglo XVI, o en el XVIII, no es probable que acabe en el siglo XXI.

Personalmente, no lo creo, y he tratado el asunto en varios escritos recientes13. Mi argumento principal es que esta línea de razonamiento no es en absoluto antieurocéntrica, ya que acepta el conjunto básico de valores propuesto por Europa en su período de dominación mundial y, por consiguiente, niega y/o infravalora los sistemas de valores rivales que estaban o están vigentes en otras partes del mundo.

El análisis del desarrollo europeo

Creo que tenemos que encontrar bases más sólidas para ir contra el eurocentrismo en las ciencias sociales, así como caminos más sólidos para perseguir este objetivo. La tercera forma de crítica –que todo lo que Europa ha hecho se ha analizado de forma incorrecta y ha sido objeto de extrapolaciones inapropiadas, que han tenido consecuencias peligrosas tanto para la ciencia como para el mundo político– en realidad es cierta.

Creo que hemos de empezar por cuestionarnos la presunción de que lo que Europa hizo fue positivo. Creo que hemos de establecer un cuidadoso balance de situación de lo que ha conseguido la civilización capitalista durante su vida histórica, y valorar si los beneficios son mayores que los perjuicios.

12 Para un punto de vista opuesto véase Samir Amin, «The Ancient World-Systems versus the Modern Capitalist World-System», Review, vol. XIV, núm. 3, verano de 1991, pp. 349-385.
13 Immanuel Wallerstein, After Liberalism, Nueva York, 1995; Terence K. Hopkins e Immanuel Wallerstein, coord., The Age of Transition: Trajectory of the World-System, 1945-2025, Londres, 1996.

Esto es algo que ya intenté en una ocasión, y que animo a otros a hacer14. Mi propio balance es totalmente negativo y, por tanto, no considero al capitalismo como una prueba del progreso humano. Por el contrario, lo considero consecuencia de una ruptura de las barreras históricas contra esta particular versión de un sistema explotador. Considero que el hecho de que China, la India, el mundo árabe y otras regiones no se hayan dirigido directamente hacia el capitalismo es una prueba de que estaban, y eso es mérito histórico suyo, mejor inmunizadas contra la toxina. Transformar su mérito en algo que deben justificar, supone para mí la quintaesencia del eurocentrismo.

Permítaseme explicarme mejor. Creo que en los sistemas históricos
(«civilizaciones») más importantes ha existido siempre un cierto nivel de mercantilización y, por tanto, de comercialización. En consecuencia, siempre ha habido personas que buscaban beneficios en el mercado. Pero existe una diferencia abismal entre un sistema histórico en el que existen algunos empresarios o mercaderes o «capitalistas», y otro en el que dominan el ethos y la práctica capitalista.
Antes del sistema-mundo moderno lo que ocurría en cada uno de estos otros sistemas históricos es que en el momento en que un estrato capitalista se hacía demasiado rico o tenía demasiado éxito o adquiría demasiada influencia sobre las instituciones existentes, otros grupos institucionales, culturales, religiosos, militares o políticos lo atacaban, utilizando tanto su importante cuota de poder como sus sistemas de valores para afirmar la necesidad de contener y refrenar al estrato orientado hacia el beneficio.

El resultado es que estos estratos vieron malogrados sus intentos de imponer sus prácticas en el sistema histórico como una prioridad. En ocasiones, se les arrebató cruel y brutalmente el capital acumulado y, en cualquier caso, se les obligó a obedecer a los valores y las prácticas que les mantenían a raya. A esto es a lo que me refiero cuando hablo de las antitoxinas que contuvieron el virus.

Lo que ocurrió en el mundo occidental fue que por una serie específica de razones momentáneas, o coyunturales, o accidentales,
las antitoxinas fueron más difíciles de encontrar y menos eficaces, y
el virus se extendió con rapidez mostrándose invulnerable a posteriores intentos de revertir sus efectos.

La economía-mundo europea del siglo XVI se convirtió irremediablemente en capitalista. Y una vez que el capitalismo se consolidó en este sistema histórico, una vez que este sistema se rigió por la prioridad de la incesante acumulación de capital, adquirió tal fuerza contra otros sistemas históricos, que ello le permitió expandirse geográficamente hasta absorber físicamente todo el globo, convirtiéndose en el primer sistema histórico que lograba este tipo de expansión total.

El hecho de que el capitalismo lograra esta clase de ruptura en el ámbito europeo y de que después se expandiera hasta cubrir el globo no significa, sin embargo, que esto fuera inevitable, deseable o que en cualquier sentido supusiese un progreso.
14 Véase Immanuel Wallerstein, «Capitalist Civilisation», Wei Lun Lecture Series II, Chinese University Bulletin, núm. 23, reproducido en Historical Capitalism, with Capitalist Civilization, Verso, Londres, 1995.

En mi opinión, no fue nada de esto. Y un punto de vista antieurocéntrico debe empezar por afirmarlo. Preferiría, por consiguiente, reconsiderar lo que no es universalista en las doctrinas universalistas que han surgido a partir de ese sistema histórico que es capitalista, nuestro moderno sistema-mundo.

El sistema-mundo moderno ha desarrollado estructuras de conocimiento significativamente distintas de las anteriores estructuras de conocimiento. Se dice a menudo que lo que es diferente es el desarrollo del pensamiento científico. Parece evidente, sin embargo, que esto no es cierto, independientemente de lo espléndidos que sean los modernos avances científicos.

El pensamiento científico antecede ampliamente al mundo moderno y está presente en la totalidad de las principales zonas civilizatorias. Todo esto ha sido magistralmente demostrado para el caso de China, por el conjunto de la obra de Joseph Needham15.

Lo que sí es específico de las estructuras del sistema-mundo moderno, por el contrario, es el concepto de las «dos culturas». Ningún otro sistema histórico ha instituido un divorcio fundamental entre la ciencia, por un lado, y la filosofía y las humanidades, por el otro; lo cual creo que se caracterizaría mejor describiéndolo como la separación entre la búsqueda de la verdad y la búsqueda de lo bueno y de lo bello.

En realidad, no fue tan sencillo incluir este divorcio en la geocultura del moderno sistema-mundo. Se necesitaron tres siglos antes de que la escisión se institucionalizara. En nuestros días, sin embargo, constituye un rasgo fundamental de la geocultura actual y forma la base de nuestros sistemas universitarios.
Esta escisión conceptual ha permitido que el mundo moderno concibiese ese extraño concepto del especialista no afectado por sus valores, cuyas valoraciones objetivas de la realidad podrían conformar la base no sólo de las decisiones técnico-organizativas, en el más amplio sentido del término, sino también de las decisiones sociopolíticas. Al proteger a los científicos de la valoración colectiva, y, en realidad, al fundirlos con los tecnócratas, se liberó a los científicos de la mano muerta de una autoridad intelectualmente irrelevante.

Pero, simultáneamente, ello evitó que las mayores y más fundamentales decisiones sociales que hemos tomado durante los últimos 500 años fueran objeto de un debate científico sustantivo, es decir, no técnico. La idea de que la ciencia está en un lado y las decisiones políticas en otro es el concepto central que sostiene al eurocentrismo, ya que las únicas proposiciones universalistas que han sido aceptables son aquellas que son eurocéntricas. Cualquier argumento que refuerce esta separación de las dos culturas sostiene, por tanto, el eurocentrismo.

Si se niega la especificidad del mundo moderno, no hay ninguna forma plausible de debatir la reconstrucción de las estructuras del conocimiento y, por lo tanto, ninguna forma plausible de alcanzar alternativas inteligentes y sustancialmente racionales al sistema-mundo existente.
15 Joseph Needham, Science and Civilisation in China, Cambridge, 1954, y otras obras posteriores del mismo autor.

Durante los últimos veinte años, la legitimidad de este divorcio ha
sido puesta en duda por vez primera de una forma significativa.
Éste, por ejemplo, es el sentido del movimiento ecologista. Y éste es el tema central que subyace en el ataque público contra el eurocentrismo.

Los desafíos han producido las llamadas «guerras entre las
ciencias» y «guerras entre las culturas», que muy a menudo han sido
oscurantistas y ofuscantes. Si debemos dotarnos de una estructura
de conocimiento reunificada y, por tanto, no eurocéntrica, es absolutamente esencial que no nos desviemos por caminos secundarios, que evitan este problema central.

Si tenemos que construir un sistema-mundo alternativo al actual que se halla inmerso en una fuerte crisis, debemos tratar simultánea e inextricablemente los problemas de lo que es verdad y lo que es bueno.

Y si queremos lograrlo, hemos de reconocer que Europa hizo algo
especial entre los siglos XVI y XVIII que transformó el mundo, pero en una dirección cuyas consecuencias negativas estamos sufriendo ahora. No debemos acometer el intento de privar a Europa de su especificidad aduciendo la falsa premisa de que estamos así privándola de un mérito ilegítimo. Todo lo contrario. Debemos reconocer abiertamente la particularidad de la reconstrucción del mundo por Europa, pues sólo entonces será posible superarla y alcanzar una visión más inclusivamente universalista de las posibilidades humanas, que no evite ninguno de los intrincados y complejos problemas que supone buscar simultáneamente lo que es verdad y lo que es bueno.