CEM reproduce La actuación durante la guerra de Salvador Cayetano Carpio

CEM reproduce La actuación durante la guerra de Salvador Cayetano Carpio

SAN SALVADOR, 8 de mayo de 2015 (SIEP) “En cumplimiento al compromiso asumido de reproducir el documento La actuación durante la guerra, escrito en septiembre de 1969, por el entonces secretario general del Partido Comunista de El Salvador, PCS, Salvador Cayetano Carpio, hacemos esta publicación…” indicó Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agregó que “no obstante su trágica y controversial muerte, la praxis y el pensamiento de Salvador Cayetano Carpio (1918-1983), primero Saúl y luego Marcial, es una de las expresiones más genuinas de la izquierda salvadoreña y recoge la experiencia del trabajo sindical y político de izquierda de los años cuarenta, cincuenta y sesenta del siglo pasado, así como es pionero junto con el Dr. Fabio Castillo del impulso a la lucha armada contra la dictadura militar en los años setenta y principios de los ochenta.”

“En este escrito Saúl analiza en detalle y documenta la conducta seguida por la dirección del Partido Comunista, PCS, de la que él forma parte, con respecto al conflicto armado con Honduras y somete a una crítica demoledora a las actitudes chovinistas y patrioteras que caracterizaron en aquel momento a esta organización.”

Concluye Pineda que “el documento también señala y anuncia una importante y audaz ruptura, política y teórica, ya que por vez primera desde la derrota de la insurrección en 1932, plantea la necesidad revolucionaria de abrirle espacio a la lucha armada y construir un nuevo partido comunista, tarea que sería cristalizada seis meses después con la constitución de las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí”, organización de la cual recién celebramos el 45 aniversario y que fue uno de los cinco pilares fundamentales para la creación del FMLN.”

La primera parte de este documento puede encontrarse en nuestra página www.ecumenico.org Próximamente divulgaremos la segunda y última parte.

Las geopolíticas del conocimiento y colonialidad del poder

Las geopolíticas del conocimiento y colonialidad del poder
Entrevista a Walter Mignolo

Catherine Walsh*: En su libro Historias locales/diseños globales: Ensayos sobre los legados coloniales, los conocimientos subalternos y el pensamiento de frontera, que será publicado por el Instituto Pensar, del Centro Editorial Javeriana, Bogotá, y en otros artículos suyos recientes, la noción de las geopolíticas de conocimiento forma un eje crucial, tanto en la elaboración de una comprensión crítica de la diferencia epistémica colonial en la formación y transformación del sistema-mundo moderno/colonial en zonas periféricas como América Latina, como en la de establecer la relación entre historias locales y la producción de conocimiento. ¿Cómo conceptualiza usted esta idea de las geopolíticas de conocimiento, cuáles son los lineamientos teóricos que guían esta conceptualización y qué potencial epistemológico tiene para el estudio desde y sobre América Latina y la inserción actual de la región en la sociedad global?
• * * Semiólogo argentino.Profesor de la Universidad de Duke donde coordina los programas de literatura (…)
2Walter Mignolo**: Mi argumento trata de desplazar la idea de “las geopolíticas del conocimiento en”, en este caso América Latina. Mi argumento, fundamentalmente en el capítulo 3 del libro, es que “América Latina” es una consecuencia y un producto, de la geopolítica del conocimiento, esto es, del conocimiento geopolítico fabricado e impuesto por la “modernidad”, en su autodefinición como modernidad. En este sentido, “América Latina” se fue fabricando como algo desplazado de la modernidad, un desplazamiento que asumieron los intelectuales y estadistas latinoamericanos y se esforzaron por llegar a ser “modernos” como si la “modernidad” fuera un punto de llegada y no la justificación de la colonialidad del poder.
3¿Cómo conceptualizo pues la geopolítica del conocimiento? Pensemos en cualquier historia, de la filosofía, por ejemplo. Esa historia va de Grecia a Europa, pasando por el norte del Mediterráneo. De tal manera que todo el resto del planeta queda fuera de la historia de la filosofía. Así, en América Latina hay una larga tradición en la cual una de las preguntas es, “existe una filosofía en América Latina?”. Pregunta semejante se han hecho los filósofos africanos, sobre todo a partir de la descolonización de África, después de la Segunda Guerra Mundial. Así, en la misma vena, se dice que “la filosofía oriental” es más “práctica” que la occidental. Esto es, no se sabe muy bien, por un lado, qué diablos es filosofía fuera de esa historia con una geografía precisa (de Grecia a Francia) y, por otro lado, la filosofía funcionó, hasta hace poco, como el punto de llegada de la modernización del conocimiento. Imaginemos otras historias, la de las ciencias humanas (Foucault) o de las ciencias sociales (Wallerstein). Algo semejante ocurre. La arqueología de las ciencias humanas de Foucault se hunde en las raíces de esa geopolítica que enmarca la historia de la filosofía. Wallerstein, en cambio, introdujo un nuevo elemento. Reconoció que las ciencias sociales, como las conocemos hoy, se fundaron en Europa, se construyeron en las lenguas modernas de conocimiento y de colonización, y se ocuparon fundamentalmente de países Europeos, porque el resto del mundo (con excepción de la antropología al servicio del colonialismo) no valía la pena de ser estudiado. El “orientalismo”, recordemos, es producto de los estudios filológicos más que sociales.
4¿Entonces qué vemos en estos dos ejemplos? Vemos que la “historia” del conocimiento está marcada geo-históricamente y además tiene un valor y un lugar de “origen”. El conocimiento no es abstracto y des-localizado. Todo lo contrario. Lo que vemos en los ejemplos anteriores es una manifestación de la diferencia colonial. Los misioneros habían notado que los aztecas o los incas no tenían escritura; por lo tanto, no tenían conocimiento en el sentido en que la universidad renacentista concebía el conocimiento. Cuando les llegó el turno a los misioneros francés e ingleses, en el siglo XIX, las observaciones fueron semejantes. Solo que esta vez el conocimiento se medía sobre la base de la universidad kantiana-humboldtiana y no ya renacentista. Los conocimientos humanos que no se produzcan en una región del globo (desde Grecia a Francia, al norte del Mediterráneo), sobre todo aquel que se produce en África, Asia o América Latina no es propiamente conocimiento sostenible. Esta relación de poder marcada por la diferencia colonial y estatuida la colonialidad del poder (es decir, el discurso que justifica la diferencia colonial) es la que revela que el conocimiento, como la economía, está organizado mediante centros de poder y regiones subalternas. La trampa es que el discurso de la modernidad creó la ilusión de que el conocimiento es des-incorporado y des-localizado y que es necesario, desde todas las regiones del planeta, “subir” a la epistemología de la modernidad.
5Esta observación vale tanto para la derecha, como para la izquierda y para el centro. Hay tres grandes narrativas, macro-narrativas, que enmarcan el saber en las historias del saber que se localizan desde Grecia a Francia, al norte del Mediterráneo. El macro-relato cristiano, generó el macro-relato liberal, y éste generó el macro-macro relato marxista. Como es sabido, la secularización del conocimiento aparentemente se opuso y distanció de la cristiandad. No obstante, en un gesto complementario mantuvo a la cristiandad cerca, puesto que la religión cristiana le era necesaria a los filósofos de la ilustración para asegurarse de que todas las otras religiones eran inferiores a la cristiana. Y, como también sabemos, si la secularización generó el liberalismo, el liberalismo generó su contrapartida semántica, el marxismo. De tal modo que cristiandad, liberalismo y marxismo (con sus correspondientes “neos”) no son dos caras de la misma moneda, sino tres caras de un solo lado de la moneda. El otro lado de la moneda es la colonialidad. Y la colonialidad abre las puertas de todos aquellos conocimientos que fueron subalternizados en nombre del cristianismo, del liberalismo y del marxismo.
¿Qué consecuencias puede tener la geopolítica del conocimiento para la producción y transformación de conocimientos en América Latina (y agregaría Asia o África, pero también, la producción chicana o afroamericana en Estados Unidos o magrebí en Francia)? Muchas.
6En primer lugar dejar de pensar que lo que vale como conocimiento está en ciertas lenguas y viene de ciertos lugares. Y dejar así de pensar que los zapatistas han estado produciendo una revolución teórica, política y ética. De modo que si, por ejemplo, para entender a los zapatistas me baso en Bourdieu o en los métodos sociológicos, pues, lo que hago es reproducir la colonización del conocimiento negando la posibilidad de que para la situación histórico-social en América Latina el pensamiento que generan los zapatistas sea más relevante que el que produce Jurgen Habermas. Una de las consecuencias negativas de la geopolítica del conocimiento es impedir que el pensamiento se genere de otras fuentes, que beba en otras aguas. Caramba, ¿cómo voy a pensar la sociedad civil y la “inclusión” sin Habermas o Taylor? ¿Cómo voy a pensar a partir de los zapatistas o de Fanon que produjeron conocimiento basados en otras historias, la historia de la esclavitud negra en el Atlántico y la historia de la colonización Europea a los Indígenas en las Américas? Otra consecuencia de la geopolítica del conocimiento es que se publican y traducen precisamente aquellos nombres cuyos trabajos “contienen” y reproducen el conocimiento geopolíticamente marcado. ¿Quién conoce en América Latina al intelectual y activista Osage, Vine Deloria, Jr? ¿Cuántos en América Latina tomarían a Frantz Fanon como líder intelectual en vez de Jacques Derrida o Jurgen Habermas?
7En fin, la mayor consecuencia de la geopolítica del conocimiento es poder comprender que el conocimiento funciona como la economía. Se dice hoy que no hay ya centro y periferia. No obstante, la economía de Argentina o de Ecuador no son las economías que guían la economía del mundo. Si el mercado bursátil de Quito o de Buenos Aires se desploma, no tiene muchas consecuencias en otras partes. Con el conocimiento ocurre algo semejante, con la diferencia de que en la producción intelectual tenemos mejores posibilidades de producir cambios que quizás lo tengan los gobiernos del ex-Tercer Mundo en el terreno económico.
8Esta relación marcada por la diferencia colonial y estatuida en la colonialidad de poder que usted menciona, sigue caracterizando las sociedades latinoamericanas pero de una manera que ahora necesariamente parte de la realidad de la globalización y la lógica del capitalismo avanzado. ¿Cómo entender esta relación actual, especialmente en los países andinos? Voy a comenzar haciendo un rodeo. Hacia finales del siglo XIX y principios del XX se plantaron las semillas de lo que sería a partir de ahí una transformación radical del orden imperial-colonial mundial. Este momento no tuvo o no tiene el “cache” que tiene la revolución francesa de 1789 en la cultura occidental. Tampoco fue un momento significativo para Immanuel Wallerstein al reflexionar sobre la geocultural del mundo moderno, que él sitúa a partir de la revolución francesa. ¿Que pasó en esos años? En 1895 y después del triunfo de Japón sobre China, Japón anexó Taiwán. Japón pasó a ser, en este momento, el primer y único poder imperial no occidental, lo cual, digamos de paso, quiere decir también, no-blanco. En los años subsiguientes la victoria de Japón sobre Rusia y la anexión de Corea consolidó el imaginario y la reconfiguración regional del imperio japonés. Ahora bien, como las historias son siempre locales, cualquiera sea el imaginario y lo imaginado en esa localidad. Aunque sea la historia universal de Hegel, la historia universal es universal en el enunciado pero local en la enunciación. No hay otra, la enunciación está siempre localizada. En fin, 1898 no es que yo sepa una fecha significativa para Japón, pero es de enorme importancia en la historia de América Latina, de España y de Estados Unidos. En 1898 España perdió sus últimas posesiones imperiales, Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas. Cuba y Puerto Rico redefinieron sus proyectos nacionales y Estados Unidos estableció nuevas relaciones con América Latina.
9América Latina sufrió, por así decirlo, una tercera “degradación” en el orden mundial. La primera fue en su inicio, cuando ingresó en el imaginario cristiano-europeo como región subordinada. La segunda ocurrió en el siglo XVIII, cuando los filósofos franceses, fundamentalmente, reactivaron la disputa del Nuevo Mundo y rebajaron América a una “juventud” que le hizo pensar a Hegel que América será el futuro, mientras Europa era el presente y Asia el pasado. África, no tenía mucho que hacer en este imaginario. Pero, claro está, cuando Hegel decía América, en 1822, estaba pensando en Estados Unidos, no en América Latina o el Caribe. Y la tercera degradación ocurrió a partir de 1898. Para decirlo brevemente, en 1898 (la fecha es claro porque está un punto de referencia para localizar lo que estuvo ocurriendo antes y lo que ocurrirá después) se re-articuló en el imaginario del mundo moderno-colonial, la división entre el Atlántico Norte, protestante, anglo y blanco y el Atlántico Sur, católico, latino y no tan blanco ya.
10En suma, en 1895 y 1898 dos nuevos actores entraron en escena en el orden mundial y redefinieron la diferencia imperial y la diferencia colonial. En esta re-organización América Latina perdió otro galardón en el orden moderno-colonial. ¿Cómo entender la situación hoy en América Latina en el marco de esta pequeña historia? Pienso que en la medida en que Estados Unidos y Japón son hoy las economías más fuertes, y le sigue la Unión Europea, Estados Unidos necesita mantener relaciones económicas y diplomáticas con ambos, la Unión Europea y Japón. La Unión Europea es por cierto parte del mismo “paquete” de la modernidad-colonialidad en el cual el poder se desplazó de Inglaterra a Estados Unidos (a partir de 1898). Japón, por otra parte, es capitalista pero no-blanco. Además, es punto de apoyo importante en relación a China, la cual es una economía fuerte mirando hacia el futuro y, al mismo tiempo, re-define la diferencia imperial. Es decir, la diferencia imperial entre Estados Unidos y España, por ejemplo, en 1898, se redefinió en la interioridad de la civilización occidental, en el marco del cristianismo (protestante-católico) y en el de las diferencias imperiales raciales, en este caso anglicidad y latinidad (ver para más detalles mi artículo, “Globalización y latinidad”, Revista de Occidente, 234, Noviembre del 2000, dedicada a “Mestizajes culturales e identidades en conflicto.”). Pero con China y Japón la diferencia imperial se redefine en términos raciales (aunque la terminología empleada es “culturales”), y políticos (neo-socialismo versus neo-liberalismo en el caso de China).
11En este escenario, en el de las formas que la globalización ha tomado en los últimos cien años (para diferenciarla de la globalización de los 400 años anteriores), y más particularmente a partir de 1990, la que corresponde a la consolidación del capital transnacional, América Latina comenzó a experimentar, y lo sigue haciendo, dos tipos de cambio fundamentales, a mi ver. Uno es el de la formación de mercados regionales, Mercosur y Nafta. Es predecible que el segundo tendrá un futuro mejor asegurado que el primero (puesto que está ligado a un país líder en el eje Estados Unidos-Unión Europea-Japón), lo cual pone a México en un lugar particular con relación al resto de América Latina. Brasil aunque es una economía fuerte no es Estados Unidos, por lo cual es posible que así como Chile decidió no “depender” de un país “dependiente” como es Brasil, también lo haga Argentina, sobre todo en este momento de enorme inestabilidad económica. El segundo tipo de cambio lo veo en los países andinos, aunque la Comunidad Andina de Naciones, por lo que sé, no esté consolidada como Mercosur y Nafta. Los países andinos, desde 1970 pero fundamentalmente en los últimos diez años se destacan a mi ver por una mayor inestabilidad económica pero, al mismo tiempo, mayor resistencia y proyectos frente a la globalización, es decir, frente a la hegemonía de la economía neoliberal en tanto diseño económico, financiero y civilizatorio.
12Creo que estos dos momentos marcan un giro económico-político fuerte que no se corresponde, todavía, con el cambio de imaginario. ¿Qué quiero decir? Pensemos en tres etapas cronológicas que coexisten hoy en contradicciones diacrónicas. El imaginario del período colonial, el imaginario del período nacional y el imaginario del período post-nacional que estamos viviendo. En el período de la construcción nacional se redefinieron las posiciones entre Latino América y Anglo América y, en ese sentido, 1898 es una fecha clave en la consolidación del imaginario nacional-subcontinental. Hoy, en cambio, el imaginario nacional y continental se refuerza en los países financiera y económicamente líderes, como Estados Unidos y la Unión Europea mientras que se debilita en las zonas del ex-Tercer Mundo. La crisis del Estado que tanto se mienta para entender la globalización es, en realidad, una crisis de los Estados post-coloniales (o neo-coloniales). Así, la crisis de los Estados nacionales, en América Latina, va acompañada de una crisis, pero también de la posibilidad de redefiniciones del imaginario sub-continental. Mientras que en el imaginario nacional la división clásica fue entre los países del Atlántico y los países Andinos (con excepciones como Venezuela, que es Atlántico y Andino al mismo tiempo) hoy esta división está siendo suplantada por otras imágenes de mucho más fuerza y de distinta distribución geo-política. Por un lado, está el nivel de concentración económica neo-liberal, tanto en Brasil como en México, como en Colombia o Bolivia aunque la densidad de concentración es distinta. Por otro lado, están las zonas de concentración anti-neo-liberal, por decirlo de alguna manera que, hoy, toma la forma de movimientos indígenas desde el Sur de México, a Ecuador y a Bolivia. Este es sin duda un elemento nuevo y muy importante: tanto el imaginario colonial como el imaginario nacional se construyó de espaldas a la presencia indígena.
13Es por eso que, para tomar un ejemplo, la filosofía latinoamericana fue siempre ciega a esta situación que hoy ya no se la puede ignorar en ninguna dimensión, ni política, ni económica, educativa. Por esta razón, me parece, habría que ver las reformas educativas en la que tú y otros muchos están trabajando, en los Andes, en este contexto más amplio. Me parece, además, que ésta es una dimensión que ya tiene mucha fuerza y a la que deberemos prestar atención en el futuro. Habría quizás que prestar más atención a lo que Raúl Fornet-Betancourt propone en Interculturalidad y globalización. Ejercicios de crítica filosófica intercultural (2000), lo cual nos sitúa en el vaivén entre la filosofía y la economía, entre la educación y los movimientos indígenas, entre la ética y el pensamiento crítico, entre la geopolítica del conocimiento y la re-articulación de la diferencia imperial y colonial.
14En países como Ecuador y Bolivia, los movimientos indígenas están promoviendo una rearticulación de la diferencia epistémica y colonial y, a la vez, un uso políticamente estratégico del conocimiento, acciones que en cierta manera desafían el colonialismo interno como también los diseños globales del mundo moderno-colonial. ¿Qué surge de estas acciones a historias (trans) locales en torno a las geopolíticas del conocimiento y la colonialidad del poder?
15Este es sin duda un tema clave no sólo para los Andes, sino en general, para imaginar el futuro. W.E. B. Dubois dijo, al principio del siglo XX, que el gran tema de este siglo sería lo que él llamó “the color line.” Parafraseando a Du Bois podríamos decir que el gran tema del siglo XXI será la doble traducción y la interculturalidad. También creo que ambas, doble traducción e interculturalidad, en América Latina tienen su formulación más fuerte en los movimientos indígenas, particularmente en Ecuador y en Bolivia donde la “interculturalidad” es un tópico esencial, y también el movimiento zapatista que no pudo ser lo que es sin la doble traducción. Esto es, la infección simultánea de la cosmología marxista por la cosmología indígena y de la cosmología indígena por la cosmología marxista. Con el zapatismo el marxismo, sobre todo en la versión del materialismo histórico y la visión eurocentrica de la clase obrera como detentadora del futuro, corrige el error fundamental que cometieron los sandinistas con los mesquitos. Con el zapatismo, los saberes indígenas se afirman frente a los saberes occidentales, del liberalismo (y su versión tanto científica como de la filosofía de la ciencia), del cristianismo y del marxismo. La contribución que en Ecuador y en Bolivia se está haciendo al pensamiento a partir de categorías no-occidentales (esto es, de las herencias del cristianismo, del liberalismo y del marxismo y la variedad de articulaciones filosóficas y científicas en este marco) es, como usted bien lo sabe, enorme. En la última reunión del proyecto “Geopolíticas del conocimiento” que tuvimos aquí en Quito, esta cuestión quedó clara en los varios diálogos que hemos tenido con intelectuales y dirigentes del movimiento indígena ecuatoriano. El artículo de Javier Sanjinés, que se publicó en el número 2 de Comentario Internacional (Junio del 2001) y que se reproduce en este libro en forma ampliada, pone de relieve la contribución de Felipe Quispe. Sus propias contribuciones, Catherine, tanto en Comentario Internacional (2000) como en Nepantla (2002), Nueva Sociedad (2000) y en un texto por publicarse en Perú contribuyen a comprender esta situación. Y me gustaría también mencionar aquí el artículo reciente de Armando Muyolema (2001), De modo que dado que ustedes me llevan la ventaja en estos temas, me limitaré a puntualizar un par de asuntos que me parecen cruciales tanto para el desarrollo de nuestros proyectos (que comenzaron con “Geopolíticas del conocimiento”) como para pensar en y actuar hacia futuros que ofrezcan alternativos al capitalismo, sobre todo en su más reciente versión neoliberal.
16En primer lugar, la importante distinción entre “interculturalidad” y “multiculturalidad.” Usted recordará seguro que en la última reunión de Lasa John Beverley preguntó en público que se le explicara la diferencia. Otras manifestaciones similares que escuché en privado es el consabido argumento de que no hay nada fuera del mercado y que la interculturalidad es un nuevo “gadget” del mercado empleado por el Estado. En este sentido, la interculturalidad sería otra manifestación de las políticas identitarias que el filósofo e investigador esloveno, Slavoj Zizek, condena tomando el ejemplo paradigmático de Estados Unidos sin entender ni “mus” de lo que pasa en otras partes del mundo, y olvidándose que el mundo es algo más que Europa y Estados Unidos, aunque Europa y Estados Unidos se hayan expandido a todas partes del mundo. Pero lo cierto es, que como lo vimos en el once de septiembre el mundo llegó también a Estados Unidos e, indirectamente, también a Europa. En fin, la dificultad de entender la diferencia entre lo que estas dos palabras designan es una de las dificultades del monotopismo del pensamiento moderno, la imposibilidad de pensar fuera de las categorías de la modernidad, de no entender en suma la importancia de las geopolíticas del conocimiento y de los lugares epistémicos, éticos y políticos de enunciación. Pues bien, para usar el ejemplo que me brindó José Yánez del Pozo diría, para aquello que no entienden la diferencia, que vivimos en un mundo multicultural constantemente en la medida en que interactuamos con gentes de distinta “cultura”. Sin duda, la multiculturalidad trae conflictos en situaciones de crisis y el Estado tiende a resolver esos conflictos, puesto que si los dejara estar serían perniciosos tanto para el Estado como para el mercado. Pero la interculturalidad no es solo el “estar” juntos sino el de aceptar la diversidad del “ser” en sus necesidades, opiniones, deseos, conocimiento, perspectiva, etc. En este momento de la historia no es fácil comprender (y aún para la izquierda) que haya formas de pensamiento que no se fundan en Santo Tomás, Kant, Spinoza, Freud, Heidegger, Husserl o Marx, y quizás algunos más. En el caso de los Andes, se trata del conocimiento que comenzó a ser subyugado por el cristianismo y luego por la Ilustración y más tarde por el marxismo.
17Usted ha expuesto muy bien la trayectoria y las complejidades del concepto de “interculturalidad” (Walsh 2000; Walsh en prensa). A mí me incumbe aquí puntualizar sólo un aspecto: el que el concepto de “interculturalidad” revele y ponga en juego la diferencia colonial, lo cual queda un tanto escondido en el concepto de “multiculturalidad”. Por eso, cuando la palabra “interculturalidad” la emplea el Estado, en el discurso oficial el sentido es equivalente a “multiculturalidad.” El Estado quiere ser inclusivo, reformador, para mantener la ideología neoliberal y la primacía del mercado. Pero, en todo caso, es importante reconocer las reformas que se pueden realizar a través de la política del Estado. En cambio el proyecto “intercultural” en el discurso de los movimientos indígenas está diciendo toda otra cosa, está proponiendo una transformación. No están pidiendo el reconocimiento y la “inclusión” en un Estado que reproduce la ideología neoliberal y el colonialismo interno, sino que están reclamando la necesidad de que el Estado reconozca la diferencia colonial (ética, política y epistémica). Tampoco están pidiendo que se reconozca la participación de los indígenas en el Estado, sino la intervención en paridad y reconociendo la diferencia actual de poder, esto es, la diferencia colonial y la colonialidad del poder todavía existente, de los indígenas en la transformación del Estado, y por cierto, de la educación, la economía, la ley.
18En ese sentido, el Estado ya no podría ser “monotópico e inclusivo” sino que tendrá que ser “pluritópico y dialógico” en el cual la hegemonía es la del diálogo mismo y no la de uno de los participantes en el diálogo, como es el caso actual tanto en Ecuador, Bolivia o Estados Unidos o Francia. El paso decisivo para el futuro es la universidad y este paso se está ya dando en Ecuador con la Universidad Intercultural y en Bolivia con varias experiencias en marcha de universidades lideradas por intelectuales indígenas. Subrayemos para los lectores no familiarizados con estos temas, que la Universidad Intercultural indígena no es sólo para indígenas, sino para todo el mundo. La particularidad es la diferencia de perspectiva entre la Universidad Estatal (o privada) y la Universidad Intercultural. Mientras que la universidad estatal, en Ecuador o en Bolivia, reproduce la tradición colonial de la expansión de la universidad europea en América y, mas recientemente, la transformación de la universidad kantiana-humboldiana en universidad corporativa (por ejemplo, conocimiento instrumental, preparación de profesionales eficientes, eliminación de conocimientos “inútiles” como las humanidades y el pensamiento crítico), la Universidad Intercultural reformula el qué, el por qué y el para qué del conocimiento tanto en la perspectiva epistémica indígena (en vez de blanca) como en las necesidades legales, económicas, de salud, etc.
19En este sentido la respuesta a la globalización desde la perspectiva indígena es por un lado inequívoca y por otro lado sin retroceso. No voy a abundar en estos detalles que están ya explicados en el Boletín Icci-Rimai de octubre del 2000. Pero para los lectores que no tienen por el momento acceso a este Boletín señalaré que la decisión de los diseñadores de la Universidad Intercultural, y la de su actual rector Luis Macas, la decisión de designar la organización de la universidad y los títulos otorgados en quichua, en vez de castellano, no es un mero capricho ni una decisión sin consecuencias. Al contrario, es un ancla importante de lo que la interculturalidad, tomada en serio, significa. Y no me queda la menor duda de la seriedad y radical importancia del proyecto.
20En este sentido, el libro de Betancourt que mencioné antes es importante pero necesita ser recontextualizado. La contribución del libro es la de marcar el hecho de que la “filosofía latinoamericana” fue una filosofía por un lado marcada por la diferencia colonial con respecto a la filosofía europea (que explico tanto en “Diferencia colonial y razón postoccidental”, 2000 como en la introducción al libro Capitalismo y Geopolítica del Conocimiento, 2001) y, por otro, una filosofía que estuvo de espalda al pensamiento indígena y al pensamiento afro-caribeño. En este momento no es suficiente con que la tradición de la filosofía “latinoamericana-criolla” reconozca sus límites. Si sólo fuera así sería una “filosofía multicultural” es decir, incluir a todos para seguir siendo la filosofía del pensamiento criollo-mestizo e inmigrante. La verdadera filosofía intercultural será aquella en que dialoguen pensamiento mestizo-criollo e inmigrante con el pensamiento indígena y el pensamiento afro-caribeño (tal como lo articulan, por ejemplo, tanto Gordon Lewis (2000), de Jamaica y Paget Henry (2001) de Antigua. En cuanto al pensamiento indígena está ya en marcha desde el siglo XVI (Guaman Poma, Pachacuti Yamki, el manuscrito de Huarochiri, etc.) y se está re-articulando en obras como las de Fausto Reinaga, Felipe Quispe, Marcelo Fernández, Enrique Ticona y otros, en Bolivia. En Ecuador pienso que la Universidad Intercultural es el proyecto donde esta actualización se resume y se articula institucionalmente.
21En suma, el concepto de “interculturalidad” definido desde la perspectiva de los movimientos sociales e intelectuales indígenas da cuenta de la importancia de las geopolíticas del conocimiento. Esto es, la de tomar en serio que el conocimiento no es uno y universal para quien quiera ingresar a él, sino que está marcado y está marcado por la diferencia colonial. En este sentido, estoy de acuerdo con usted en que la interculturalidad así definida es una manera de sobrepasar el colonialismo interno. Por otra parte, es una buena muestra del potencial epistémico de la epistemología fronteriza. Una epistemología que trabaja en el límite de los conocimientos indígenas subordinados por la colonialidad del poder, marginados por la diferencia colonial y los conocimientos occidentales traducidos a la perspectiva indígena de conocimiento y a sus necesidades políticas y concepción ética.
22Finalmente, es importante subrayar que la “interculturalidad” como proyecto epistémico, ético y político desde la perspectiva indígena es una manifestación singular de lo que está ocurriendo en otras partes del mundo. No tengo aquí tiempo para desarrollar el punto, pero quiero mencionar el caso de los intelectuales progresistas del mundo árabe-musulmán como Mohammed Abed al-Jabri y Ali Shar’iati, además de Abdelkhebir Khatibi de quien me ocupé en Local Histories/Global Designs. Al pensamiento afro-caribeño habría que agregar también lo que está ocurriendo en África. De ello me ocupo en parte en Capitalismo y Geopolítica del Conocimiento. A los nombres ahí mencionados habría que agregar el muy importante de Achille Membe. En fin, el grupo de asiático de estudios subalternos (traducido en Bolivia por Silvia Rivera y Rossana Barragán) es otro ejemplo. “Interculturalidad” sería así un nombre de un fenómeno global cuyas características dependen de las historias locales y de la particular articulación de la colonialidad del poder en Asia, África y América Latina. Traté de explicar este fenómeno como la emergencia del pensamiento (epistemología, ética y política) fronterizo en mi libro Local Histories/Global Designs.
23C.W: Dentro de la perspectiva que usted a señalado aquí y al frente de la nueva política antiterrorista lanzada después de los acontecimientos del 11 de septiembre del 2001 y una emergente colonialidad global, como pensar perspectiva como pensar el Plan Colombia?
24W.M: Para responder a estas preguntas tenemos que comenzar por tratar de entender la lógica de los diseños globales, particularmente en su última etapa, la etapa del “mercado total” (Hinkelammert) o lo que es lo mismo la filosofía neo-liberal o, lo que es lo mismo, la última etapa de la globalización. Es decir, de la globalización/colonialidad global. Antes de entrar al tema del 11 de septiembre hay que decir que la muerte de miles de personas (ciudadanos o no) en el ataque a las torres del World Trade Center tiene que ser condenado. Pero es necesario también poner entre paréntesis los afectos para poder entender la lógica de lo que esta ocurriendo. La condena al acto “terrorista” no implica que, automáticamente, se celebre “la respuesta” del gobierno estadounidense. Por otra parte, de las miles de personas que perdieron la vida el 11 de septiembre no todas eran “estadounidenses”, aunque los media asumen que sí, que todos lo eran. La condena al acto terrorista, entonces, es una condena desde la perspectiva de la “pérdida de vidas humanas” y no sólo de la “pérdida de vidas” identificadas con la nacionalidad, y la nacionalidad marcada por la tradición anglo-protestante-blanca. Volveré sobre este asunto más abajo, al referirme a los derechos humanos.
25A partir del 11 de septiembre hemos escuchado y leído tres tipos básicos de discurso. El discurso de la derecha, particularmente pronunciado por el Presidente George W. Bush y sus estrechos colaboradores. En Europa, Tony Blair se encargó de propagar esta versión en sus propios términos. La retórica de este discurso acentúa el “terrorismo” como ataque a la “libertad” amenazada por “el Mal.” Esta caracterización la había empleado Ronald Reagan en los ochenta para caracterizar el Imperio Soviético. En este discurso la guerra indefinida contra el terrorismo se justifica como defensa de “la libertad” y de Estados Unidos como paradigma de la libertad y de la democracia. Al mismo tiempo, el paradigma nacional de la democracia se extendió a nivel global cuando el Presidente George W. Bush sentenció que quienes no están con nosotros están contra nosotros. Este pronunciamiento revela la lógica de la lucha contra el terrorismo: la defensa de la libertad y de la democracia implica que quienes no están aliados con esta defensa no tienen derecho a ser libres y a estar en contra. Esto es, la defensa de la libertad se justifica mediante la violencia contra quienes no están involucrados en la libertad que se defiende y a quienes se les ha dificultado el derecho de oponerse libremente a la libertad que se defiende con la violencia. Lo que acabo de decir no debe leerse como una justificación de lo que ocurrió el 11 de septiembre.
26Hay aquí dos niveles de análisis que no podemos confundir: uno es el ético-político. Éticamente es condenable todo acto que atente contra la vida de personas civiles, no involucradas en el conflicto. Políticamente, los actos terroristas tienen un efecto contraproducente en la medida en que justifican el refuerzo del poder contra el cual el terrorismo se ejecuta y, por otro lado, no ofrece alternativas ni proyectos para el futuro. Se podría argumentar que Bin Laden y Al-Queda lo tienen, pero no voy a entrar aquí en estos detalles. Pero, por otro lado, la lógica del poder y de la colonialidad del poder como lo explica Aníbal Quijano (Polis Nº3 2002), no puede aceptarse como el bien natural que lucha para destruir la artificialidad del Mal. La “doble crítica” es aquí más necesaria que nunca. Y la “epistemología fronteriza”, esto es, el pensamiento que piensa y se piensa desde la perspectiva de quienes sufren las consecuencias de la violencia estatal, es más necesaria que nunca. Por cierto, no estoy diciendo que Bin Laden “representa” esa perspectiva. Bin Laden es una de las respuestas posibles explicable desde la perspectiva de la colonialidad del poder. Explicable, pero no necesariamente justificable. En la misma lógica es explicable Sendero Luminoso. Pero de ninguna manera justificable. El resultado de Sendero Luminoso fue, dicho sea de paso, semejante. Reforzó el poder y justificó la violencia estatal y militar aunque, claro está, sólo a nivel nacional.
27Por otro lado, el discurso de la izquierda nacional (es decir, la izquierda en Estados Unidos, particularmente a través de medios como The Nation) denunció las complicidades entre el gobierno de Estados Unidos y Afganistán, en 1979, contra la Unión Soviética. Puso de relieve la participación de Bin Laden y el entrenamiento que recibió, en la ocasión, por parte de la Cia. Puso también de relieve la conveniencia para Estados Unidos del gobierno talibán. No dejó de señalar los intereses económicos y las riquezas petroleras en Afganistán y también las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudita, relaciones que continuaron desde 1979 hasta la presidencia de George Bush padre. En fin, no quedó un aspecto de las componendas y triquiñuelas internacionales, durante la Guerra Fría, entre Estados Unidos y los países árabes, particularmente Arabia Saudita, y la Unión Soviética que la izquierda estadounidense no pusiera de relieve.
28Hubo, y todavía lo hay, un silencio sólo roto esporádicamente y cuando así ocurre enmarcado por la presencia y la ideología de la media en Estados Unidos: la opinión de los intelectuales progresista en el mundo árabe-islámico. Al-Jaezira fue censurada después del primer día en que algunos canales en Estados Unidos se atrevieron a mostrar trozos de entrevistas con Bin Laden y los talibanes. Personalmente tuve la oportunidad de escuchar, en Duke, a la escritora y activista egipcia Nawal El-Sadawi (Octubre del 2001) y ver también una entrevista que Al-Jaezira le hizo a ella un par de años antes. En la entrevista se podía comprender las posiciones antagónicas y enfrentadas, en el Islam, entre intelectuales fundamentalistas y progresistas. No obstante, cuando los intelectuales progresistas arabo-islámicos no sólo condenan el fundamentalismo islámico, sino también el fundamentalismo del mercado neo-liberal son vistos también ellos como contrarios al bien, a la libertad y a la democracia.
29Sería interesante revisar las reacciones en otras partes del mundo, pero no viene al caso aquí. Teniendo en cuenta la segunda parte de la pregunta, mejor nos concentramos en las respuestas en y desde América Latina. Pero para ello hay que empezar antes, en la década del 70, después del “fracaso” del proyecto de modernización y desarrollo, de la Alianza para el Progreso, de las reformas de Frei en Chile que culminaron en la elección de Salvador Allende. Su derrocamiento, en el 1973, puede tomarse como un punto de referencia del cambio al que estoy aludiendo. El teólogo de la liberación Franz J. Hinkelammert (1989) caracterizó esta etapa (es decir, la etapa que siguió al fracaso de la Alianza para el Progreso, el golpe militar en Chile y la crisis motivada por la Opec), como la “tercera guerra mundial.” La aparición del “mal” como el enemigo marcó, para Hinkelammert, el argumento y la estrategia para el lanzamiento del mercado total y del Estado contra del Estado. En esta genealogía, la transferencia del “mal” de la Unión Soviética a los Talibanes, Bin Laden y Al-Queda, constituiría la Cuarta Guerra Mundial. Y así como la caracterizó el Sub-Comandante Marcos (1997). Es en esta línea de pensamiento que podemos también entender la posición asumida por Aníbal Quijano, miembro de nuestro proyecto de investigación, en su artículo “¿Entre la guerra santa y la cruzada?” (Polis 3 2002). El argumento de Quijano tiene dos facetas. Por un lado, el argumento histórico que se estructura en torno a la colonialidad del poder y subraya el conflicto entre cristianos y moros en el siglo XVI que es una de las marcas de la complicidad entre cristianismo y capitalismo mercantil. La destrucción de libros y del saber árabe-islámico, a finales del siglo XV, en la campaña dirigida por el Cardenal Jiménez de Cisneros encuentra su contraparte diacrónica, el 11 de septiembre, en la destrucción del capital simbólico del siglo XXI: no ya los libros y el saber, sino la concentración del capital financiero. La acumulación del capital simbólico de los dos acontecimientos es sin duda reveladora. Por otra parte, Quijano contrapone el “terrorismo de Estado” al “terrorismo privado”. Indirectamente continúa el análisis que había ofrecido Hinkelammert, desde la perspectiva de la teología de la liberación, al analizar la lógica del mercado total durante la etapa de la “tercera guerra mundial”. Quijano nos ofrece una actualización en el momento de la “cuarta guerra mundial.” Franz J. Hinkelammert (1989) caracterizó esta etapa (es decir, la etapa que siguió al fracaso de la Alianza para el Progreso, el golpe militar en Chile y la crisis motivada por la Opec), como la “tercera guerra mundial.” La aparición del “mal” como el enemigo marcó, para Hinkelammert, el argumento y la estrategia para el lanzamiento del mercado total y del Estado contra del Estado. En esta genealogía, la transferencia del “mal” de la Unión Soviética a los talibanes, Bin Laden y Al-Queda, constituiría la cuarta guerra mundial. Y así como la caracterizó el Sub-Comandante Marcos (1997).
30Tenemos aquí ya bastantes elementos para pensar de qué manera se está re-articulando hoy la colonialidad del poder en la “cuarta guerra mundial.” Dentro de esta perspectiva el Plan Colombia sería una re-configuración hoy de los diseños globales y, en particular, de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. El Plan Colombia, lanzado por el gobierno colombiano y apoyado por los Estados Unidos (y con la abstención de la Unión Europea), es un buen ejemplo de la complicidad entre gobiernos locales de “países emergentes”, del ex-tercer mundo (el “tercer mundo” en la etapa de la tercera guerra mundial) y los diseños imperiales (económicos y militares) de los gobiernos locales “de países desarrollados”, del primer mundo. Es curioso que mientras “tercer mundo” es una expresión criticada como obsoleta, por la derecha misma, mientras que “primer mundo” no produce las mismas desconfianzas. El Plan Colombia es un proyecto de lucha contra “la guerrilla” no contra el “terrorismo.” Ambos son movimientos anti-sistémicos, para emplear la expresión introducida en el análisis del mundo moderno-colonial. Pero sus respuestas tienen distintas motivaciones aunque sus resultados sean muchas veces semejantes. Por ejemplo, la muerte indiscriminada de personas inocentes.
31Pero claro está, la muerte de personas inocentes ocurre también en las maniobras del “Estado” contra el “terrorismo”, la “guerrilla” y la “invasión”, como ocurrió en la Guerra del Golfo, en Afganistán y, aunque sabemos menos, en las fumigaciones en la zona cocalera de Colombia. Recordemos, para entender lo que estoy diciendo, los distintos diseños globales que a lo largo de cinco siglos justificaron e implementaron la colonialidad del poder. La cristianización del mundo fue el primero. A ella siguió la Misión Civilizadora, la “civilización”, secular, del mundo. A este diseño siguió el Desarrollo y Modernización, entre 1945 y 1950 aproximadamente. A partir de ese entonces, durante la “tercera y cuarta” guerra mundial lo que tenemos es el Mercado Total del que habla Hinkelammert. Cada una de estos diseños, que coexisten hoy aunque el dominante es el del Mercado Total, ha producido distintas formas de justificar e instrumentar la colonialidad del poder. Como vimos más arriba, el Mercado es hoy el bastión donde anida la Libertad y la Democracia. Pero, como ya se habla hoy en Estados Unidos en la media independiente, ¿porqué suponer que el capitalismo es la condición necesaria de la democracia? Si el objetivo es la democracia, ¿por qué necesitamos del capitalismo? Y por otra parte, sino hay un vínculo necesario entre capitalismo y democracia, ¿cuáles son las posibilidades futuras? Por cierto que no la dictadura del proletariado, un proyecto que mantuvo la misma lógica y que cambió el contenido. En vez de la concentración del poder en las elites capitalistas, la concentración del poder en los intelectuales “representantes” de la clase obrera!
32Quiero aclarar, aunque resulte obvio, que aquí me estoy refiriendo al Plan Colombia no en su complejidad cotidiana, sino en el lugar que le corresponde en la perspectiva de la colonialidad global, es decir, de los cambios que van re-configurando la (post)modernidad y, en consecuencia, la (post)colonialidad. Con esto quiero decir que si por postmodernidad entendemos transformaciones que operan ya sobre los principios de la modernidad pero tampoco se explican sin la modernidad, la postcolonialidad debemos entenderla como transformaciones de los principios en los que operó la colonialidad hasta hoy. Postcolonialidad quiere decir pues, nuevas formas de colonialidad y no su fin. Esta postcolonialidad, esta colonialidad global (o “colonialidad at large” para complementar lo que le faltó a Arjun Appadurai cuando sólo se refirió a “modernity at large”) que toma distintas formas, tiene en el Plan Colombia una manera específica de operar en América Latina. ¿Que quiero decir con esto?
33Primero pensemos, a grandes rasgos, en la colonialidad global. En primer lugar, como es obvio para todo el mundo, si bien hay Estados fuertes como lo son el Grupo de los 8, también es cierto que el capital y sobre todo el capital financiero funciona con independencia del Estado. Si bien es cierto que Estados Unidos tiene el poder militar más fuerte, también es cierto que el poder militar está concentrado, hoy, en los Estados Unidos y la Unión Europea. En fin, lo que el Grupo de los 7 hace, al igual que el “grupo de los cinco” del Consejo Mundial de Seguridad (EE.UU., Inglaterra, Francia, Rusia y China), es constituir complejas formas de gobierno mundial y de redefinición de la diferencia imperial (por ejemplo, el grupo de los cinco) y de la diferencia colonial (por ejemplo, ya no es sólo Estados Unidos o Francia que son agentes identificables de ejercicio de la colonialidad del poder, sino que ésta se distribuye en otros lugares, el Fondo Monetario, el Banco Mundial, la Organización del Atlántico Norte, etc.). No es que el imperio se haya convertido en un deleuziano y postmoderno no-lugar. No, no. Solo ha cambiado de lugar. El lugar no es un territorio, un Estado-nación imperial, como Inglaterra en el pasado, o Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. El “lugar” no es un “territorio”, sino un espacio de poder o, mejor, redes desde donde se ejerce la colonialidad del poder.
34Estas formas de concentración de capital y de colonialidad global son generales. Los herbicidas desparramados sobre los campos de cultivo de coca en Colombia son parte de las tecnologías de guerra que se emplean hoy, sea con fines de “aumento de la producción” genéticamente orquestada y purificada o con fines de “disminución de la producción”, en el caso de la coca. Ahora bien, la aparente contradicción entre aumento y disminución de la producción no lo es y ambos, aumento y disminución, están mediados por una cuestión ética que se combina de manera un tanto perversa con una cuestión económica y otra política. La cuestión ética es la que hace de la coca, contraria al café, por ejemplo, una mercancía éticamente deplorable. Sin embargo, el caso es de que la coca es, como el café o cualquiera otra mercancía, una mercancía más en la estructura del capital. No sólo eso, sino que es una mercancía que mueve una cantidad de dinero que no mueven otras mercancías. De tal modo que por un lado produce y distribuye un discurso ético en todos los medios de difusión, por otro los beneficios económicos que produce la coca para todos aquellos involucrados en el negocio hace totalmente dispensable el discurso ético y las vidas humanas que la producción y mercantilización de la coca líquida.
35No obstante, la mercantilización de la droga no es la única forma por la que la vida humana pierde valor frente al valor de la mercancía, del dinero, y de la acumulación de riquezas. En los últimos meses los periódicos estuvieron comentando el genocidio indirecto en África por falta de capacidad adquisitiva de medicinas para los pacientes de Sida. En este caso, el aumento de productos farmacéuticos no se ha logrado para salvar o prolongar vidas humanas, sino para producir riqueza. De tal modo que cuando la cuestión es elegir entre la vida humana y las ganancias, para la ética del capital, hoy, este no es un dilema: las ganancias vienen primero. Este es el momento en que es necesario estar atento a la política y la filosofía de los derechos humanos. Hoy la derecha defiende la universalidad de los derechos humanos conscientes de las críticas a tal universalidad. Estas críticas provienen, fundamentalmente, de la izquierda occidental, de los líderes políticos asiáticos y de los fundamentalistas islámicos. En este escenario, la derecha que así presenta el argumento, sale ganando. Pero hay una cuestión más básica: la desvalorización de la vida humana por el Mercado Total y es precisamente en este contexto de desvaloración de la vida humana que se defiende la importancia de los derechos humanos, desde la derecha, contra la izquierda que critica su universalismo y frente al Este Asiático y al mundo Islámico que critican su occidentalismo.
36Los derechos humanos deben ser defendidos, pero no desde una posición que mantiene los derechos humanos suponiendo que el capitalismo, la democracia y la libertad son la mejor forma de asegurarlos. La defensa de los derechos humanos sin cuestionar el capitalismo esta tan viciada como su condena por la izquierda occidental y por el “asianismo” y por el fundamentalismo islámico. En este argumento están hoy enredados los debates sobre los “derechos humanos”. Ignatieff (2001) defiende la universalidad de los derechos humanos frente a tres tipos de críticas. La de la izquierda occidental, las críticas de la perspectiva islámica y de la perspectiva asiática. El argumento está viciado por la ceguera y la asunción de que en el Occidente no-marxista (si se puede decir) no se violan derechos humanos. Los violadores son siempre los otros, los diferentes, los que están del otro lado de la diferencia imperial o de la diferencia colonial. En este preciso sentido, es que el argumento de Ignatieff es útil para comprender la doble cara de los derechos humanos defendidos por Occidente: son un instrumento para el control de la “barbarie” mediante la expansión del capitalismo, de la libertad y de la democracia (ver la crítica progresista, desde la perspectiva islámica, de Abdullahi An-Na´im 1994).
37Por el lado de lo político, las complicaciones surgen entre otras cosas en torno a la soberanía y a la gobernabilidad. Para comprender este aspecto conviene hacer algunas distinciones en el largo horizonte colonial de la modernidad. En el siglo XVI, por ejemplo, la cuestión de soberanía no se planteaba todavía en los términos en que nos la planteamos hoy. El “derecho de gentes” que introdujo y elaboró la escuela de Salamanca se ocupaba más bien de los “derechos” de gentes bajo la esfera del imperio pero no de su autogobierno. A partir de finales del siglo XVIII y sobre todo en el siglo XIX, y perdón por ser demasiado esquemático, pero es necesario tener en cuenta este marco, la cuestión de la soberanía comienza a plantearse en dos frentes: por un lado la soberanía de los Estados-nacionales en Europa y, paralelamente, de los Estados que emergían de la descolonización en las Américas (EE.UU., Haití, la América hispánica y portuguesa), y por otro lado, la soberanía de los Estados-nación que surgieron de la descolonización en la segunda mitad del siglo XX. Pero, además, la existencia del “comunismo” que estructuró la Guerra Fría introdujo una nueva dimensión en la cuestión de la soberanía. Introdujo, en realidad, un nuevo enemigo para el concepto liberal de soberanía. Así, forzó a nuevas alianzas entre los Estados que surgieron de las ex-colonias y los Estados industrializados que orquestaron la colonización en los siglos XIX y XX.
38En todo caso, la soberanía fue y sigue siendo un arma de doble filo. La soberanía es un discurso de la modernidad que, al mismo tiempo, se ejerce como colonialidad del poder, es decir, como forma de control. El Plan Colombia se presenta, por un lado, como parte del discurso de limpieza ética y, por otro, como una cuestión de gobernabilidad en la que la soberanía del Estado colombiano está entre fuegos cruzados: el negocio de la droga y la guerrilla, por un lado, y Estados Unidos, por el otro. Si a esto agregamos que además de la coca como mercancía y de la cuestión de gobernabilidad muchas otras riquezas naturales están en juego (petróleo, minerales, explotación forestal), el Plan Colombia sería un sector de los nuevos diseños globales puestos en práctica por el diseño neoliberal (es decir, ya no el diseño global con el proyecto de cristianizar, de civilizar luego o de modernizar, como lo fue en los años posteriores a la segunda guerra mundial). Se trata ahora de un diseño en el cual, contrario a los anteriores, ha llegado a poner la acumulación por encima de la vida humana. Mientras que a lo largo de la misión cristiana y civilizadora se restaba valor a las poblaciones colonizadas, marcando la diferencia colonial que distinguía culturas superiores de culturas inferiores, hoy, en cambio, lo que ha perdido valor es simplemente la vida humana. Así pues, en el terreno de lo político, el Plan Colombia aparece como un aspecto más del gran diseño global en el que el discurso ético oculta la potencialidad económica que subyace y el discurso político de la libertad y soberanía de Colombia oculta la potencialidad política y militar del control de la población y la administración de riquezas futuras.
39C.W: ¿Cuáles son las cuestiones centrales que las geopolíticas de conocimiento plantean a la universidad latinoamericana / andina y a nosotros académicos?
40W.M: La primera parte de su pregunta alude a la dimensión institucional y, en consecuencia, apunta hacia la fundación económica y política en la producción del conocimiento. Tomemos de nuevo, como marco, los años de la Guerra Fría y los más recientes, los post-Guerra Fría. Pero recordemos, sin embargo, que la uni-versidad fue y es parte de los diseños globales del mundo moderno-colonial. Con ello no quiero decir que en las grandes civilizaciones que ya existían cuando Europa era todavía una comunidad a formarse, débil y semi-barbaría, no tuvieran instituciones educativas. Quiero decir que a la institución educativa que se concibió en términos de universidad le fue consubstancial en la conceptualización epistémica que hoy conocemos como uni-vers(al)idad. La expansión religiosa y económica de occidente fue paralela a la expansión de la universidad. En consecuencia, la situación de la universidad, en este plano, debe pensarse en relación a la distribución planetaria de las riquezas económicas. Pero, además, debe verse también en relación a la desvalorización de la educación en los diseños globales neoliberales, paralelos a la desvalorización de la vida humana. El segundo ministro de economía que tuvo Argentina en dos años del gobierno de De la Rúa, Ricardo López Murphy, “educado” en la economía del mercado libre, lo primero que hizo es cortar el presupuesto, y cortar por lo menos “necesario”, la educación. En fin, todo esto lo sabemos. Sólo estoy tratando de ponerlo en el marco de la doble cara modernidad/colonialidad y de las historias locales y de los diseños globales.
41Sin duda que estos fenómenos también ocurren en la Unión Europea y en Estados Unidos. No obstante, y particularmente en Estados Unidos, la universidad no depende ya de los fondos del Estado, sino de la financiación del capital privado, en el área de investigaciones médicas, de ingeniería, de ciencias físicas, etc. y de los “donantes”, sobre todo en el área de humanidades. ¿Quiénes son los “donantes”? Los “donantes” son ex-alumnos de universidades de prestigio, tanto estatales como privadas, que han tenido carreras exitosas en términos de dinero. Así, por ejemplo, Melinda Gates, la hija del magnate de Microsoft Bill Gates, fue estudiante en Duke y ahora es miembro del Consejo Superior de la universidad (los Consejos Superiores de las grandes universidades está siempre formados por personas de influencia en el medio político y económico, por ejemplo, banqueros, senadores, hombres y mujeres de negocios). Melinda Gates donó hace poco 20 millones de dólares a Duke y ambos, Melinda y Bill Gates, han donado también dinero para programas especiales en la educación de pre-grado. Hay otros casos. Por ejemplo, un millonario chino que dona 100 millones a la Universidad de Princeton, por ejemplo, para patrocinar el incremento de la calidad y cantidad de los estudios de China en los Estados Unidos. El gobierno francés y el español han estado alimentando de dinero a las universidades para incrementar el estudio del español y del francés en Estados Unidos. Claro, esta posibilidad les está negada a Bolivia y a Ecuador, por ejemplo. Esta situación tiene sus ventajas, en la medida en que se dispone de medios, las bibliotecas están bien surtidas, y las computadoras abundan. Por otro lado, es notable y está siendo tema de discusión, cuál será el rol de las humanidades y del pensamiento crítico en universidades que son día a día más corporativas y la investigación, aún en las humanidades, está patrocinada por el capital privado.
42Volvamos al ex-Tercer Mundo. Hace tiempo que los científicos sociales en África, y últimamente también en América Latina, se han estado refiriendo a las condiciones de trabajo de las universidades de estas regiones. En América Latina instituciones como la Unam en México o la Usp en Brasil son casos excepcionales. El rector de cada una de estas universidades tiene tanto o más poder, político y económico, que el gobernador de una provincia argentina o ecuatoriana. Este no es el caso de la universidad en Argentina, en Bolivia o en Perú, me refiero a las universidades estatales, donde las condiciones son cada vez más precarias (NACLA publicó recientemente, enero-febrero del 2000, un informe especial sobre “The crisis of the Latin American University”). Por otro lado, están surgiendo universidades privadas en un muy buen nivel de investigación y enseñanza, como la Torcuato Di Tella y la Universidad de San Andrés en Buenos Aires, la universidad Arcis, en Chile y, dentro de las ya consagradas, la Javeriana en Bogotá (ver Lander 2001 y este volumen para una crítica filosófica de la cuestión de la colonialidad del saber, la universidad y las geopolíticas del conocimiento). En fin, a esto habría que agregar instituciones como Clacso y Flacso. Lo que importa, no obstante, es que si bien se encuentran centros de investigación y enseñanza de primera línea, la universidad sea privada o estatal, sea económica y políticamente fuerte como la Unam y la Usp, la diferencia que nos interesa aquí es aquella que existe entre historias locales en las que se piensan y se distribuyen diseños globales y aquellas historias locales que tienen que negociar tales diseños globales. En suma, lo que nos interesa aquí es la configuración de la diferencia colonial en el plano institucional de la educación.
43Ahora bien, todo este recorrido es útil para referirme al último aspecto de la pregunta, al “nosotros académicos”. Creo que aquí es necesario plantearse el problema en términos más amplios, sin dejar de tener en cuenta, por cierto, los factores económicos y políticos a los que aludí en el párrafo anterior. Todo lo contrario, debido a ellos es que es necesario plantearse el problema en términos más amplios. Para simplificar una cuestión compleja, y con el riesgo de simplificarla demasiado, “el rol del (a) intelectual” es aquí la cuestión. Se me ocurren tres ejes para comenzar a pensar la cuestión:
44El primero es que la idea de intelectual orgánico, que había planteado Antonio Gramsci, aparece hoy como insuficiente, sobre todo en el ex-Tercer Mundo y en particular debido a la emergencia de una intelectualidad indígena fuerte, una intelectualidad que, como argumenta Freya Schiwy, cuestiona el concepto de intelectual forjado en el imaginario de la modernidad/colonialidad: los indígenas, por definición, no podrían ser intelectuales puesto que el intelectual se define en relación al poder de la letra (el intelectual del siglo XIX es la transformación del letrado del siglo XVI) y los indígenas no tenían “letras”, es decir, no tenían “luces.” Pero, además de la letra, el intelectual se define por el “intelecto” y los indígenas, según los diseños globales triunfantes, no tenían letras y, por lo tanto, un intelecto debía “desarrollarse” mediante la civilización.
45En segundo lugar, la idea de académico, o “scholar”, nos lleva a preguntarnos sobre la formación de las “culturas académicas”, el rol de la investigación y de la enseñanza, y las relaciones y diferencias entre académico-a e intelectual. En este terreno es necesario no solo repensar sino fundamentalmente re-orientar los principios y objetivos de la investigación y de la enseñanza. Diría, para empezar, que hay tres preguntas claves que explorar en este terreno: (a) ¿Qué tipo de conocimiento/comprensión (epistemología y hermenéutica) queremos/ necesitamos producir y transmitir? ¿A quienes y para qué? (b) ¿Qué métodos/teorías son relevantes para el conocimiento/comprensión que queremos / necesitamos producir y transmitir? (c) ¿Con qué fines queremos/necesitamos producir y transmitir tal tipo de conocimiento/comprensión?
46El proceso de pensamiento crítico que responda a estas preguntas deberá ser un trabajo continuo (publicar un artículo o un libro será un momento particular, pero no trascendente en este proceso); requerirá esfuerzos y toma de posiciones particulares en situaciones políticas tan distintas como puede ser la de la universidad en Ecuador o en Estados Unidos, como señalé más arriba. El exceso económico y técnico, en Estados Unidos, dificulta el ejercicio de un pensamiento crítico puesto que la sociedad valora y prefiere la “eficiencia”. En este sentido, quienes trabajan en América Latina (o en Asia o África) tienen una contribución fundamental que hacer. En sentido contrario, quienes trabajamos en Estados Unidos y nos beneficiamos del pensamiento crítico producido en África, Asia o América Latina tenemos también un papel importante, de apoyo tanto político, como material como intelectual, al pensamiento crítico que se produce fuera de Europa o de Estados Unidos.
47El pensamiento crítico del futuro ya no podrá ser una constante actualización del pensamiento crítico europeo o estadounidense, aún aquel que están produciendo hoy los intelectuales del Tercer Mundo en Europa y en Estados Unidos. Esto es, si la crítica a la globalización de derecha es seria, en el sentido en que la globalización tiende a la homogeneización, también esta crítica es válida para la izquierda. Pensar que el marxismo debe ser universal tiene un contenido distinto, pero la misma lógica que el pensar que el cristianismo y el liberalismo debe ser universal. Así diría pues que “la tarea intelectual del académico(a)”, para responder a la última parte de la pregunta, en Estados Unidos, en América Latina y donde fuera es producir pensamiento crítico, y el pensamiento crítico no podrá ser reemplazar la Biblia por Marx o Hegel por Heidegger, o Fukuyama por Zizek, etc. El pensamiento crítico tendrá que ser desde la colonialidad, por la descolonización tanto económica como intelectual, tanto de derecha como de izquierda. El pensamiento crítico es, en última instancia, el de una crítica sin garantías.
48Por eso, para terminar, los estudios culturales o los estudios postcoloniales son útiles y necesarios, pero mantienen los limites de la academia y, sobre todo, de la epistemología moderna que piensa el conocimiento como “estudio” de algo. En este preciso sentido, los estudios culturales no son distintos a los estudios sociológicos, históricos o antropológicos. Por eso se celebran los estudios culturales, por ser interdisciplinarios. Este es un aspecto importante en la institución universitaria puesto que permite la creación de espacios más allá de las normas disciplinarias y, así, permite que quienes se sientan asfixiados por la tiranía de las disciplinas que invocan “rigor científico” más que pensamiento crítico tengan un lugar para proseguir sus investigaciones y enseñanzas.
49No obstante, “pensamiento crítico” quiere decir algo muy distinto a “estudios culturales” o “estudios postcoloniales”. El pensamiento crítico no tiene como fin el conocimiento o comprensión del objeto que se estudia, sino que el conocimiento y la comprensión son los peldaños necesarios para “otra cosa” y “otra cosa” está resumida en las tres preguntas que enuncie un poco más arriba. En Local Histories/Global Designs mi propósito no fue “estudiar.” Me interesó y me interesa más “reflexionar sobre ciertos problemas” y no “estudiar ciertos objetos o dominios o áreas o campos o textos”, así estos estudios culturales o postcoloniales. En fin, para terminar, la tarea académica/intelectual deberá reformularse en términos epistémicos, éticos y políticos, más que metodológicos. La epistemología fronteriza que contribuirá a conceptualizaciones y prácticas de conocimiento que Silvia Rivera Cusicanqui, en Bolivia, formuló “el potencial epistemológico y teórico de la historia oral” para una tarea de “descolonización de las ciencias sociales andinas (y agrego, en general).” El pensamiento crítico en la sociedad global deberá ser un constante proceso de descolonización intelectual que deberá contribuir a la descolonización en otras áreas, ética, económica y política.
50Creo, sin embargo, como dije más arriba que el proyecto de la Universidad Intercultural es el proyecto más radical en cuanto a la geopolítica del conocimiento y a las posibles vías futuras de implementar transformaciones epistémicas radicales y, por lo tanto, también éticas y políticas. Y quisiera terminar esta entrevista invocando el proyecto, para mi radical, de la Universidad Intercultural, citando algunos párrafos del proyecto tal como está presentado en el Boletín ICCI-Rimai
51“Hasta ahora la ciencia moderna se ha sumido en unos soliloquios en los cuales ella misma se daba los fundamentos de la verdad desde los parámetros de la modernidad occidental. Sus categorías de base eran siempre autoreferenciales, es decir, para criticar a la modernidad era necesario adoptar los conceptos hechos por la misma modernidad, y para conocer la alteridad y la diferencia de otros pueblos, era también necesario adoptar conceptos hechos desde la matriz de la modernidad.
52Es por ello que para la comprensión de los pueblos, naciones o tribus que estaban fuera de la modernidad se hayan creado ciencias como la etnología, la antropología, en las cuales el sujeto que observaba y estudiaba no podía comprometerse ni a contaminarse con el objeto estudiado. Los pueblos indígenas fueron transformados en objetos de estudio, descripción y análisis. Conocer y estudiar a los indígenas compartía la misma actitud vivencial y epistemológica con la cual se deberían estudiar, por ejemplo, los delfines, las ballenas o las bacterias. Este distanciamiento supuestamente determinado por las condiciones de saber, excluía la posibilidad de auto-comprensión de los pueblos indígenas.
53Si la ciencia moderna se ha sumido en un soliloquio, y si las condiciones de saber siempre están implicadas en las condiciones de poder, entonces cómo generar las condiciones para un diálogo? ¿Cómo articular la interculturalidad dentro de los límites de la epistemología y de la producción de conocimientos? ¿Cómo aportar a la aventura humana del conocimiento desde nuevas fuentes?
54La Universidad Intercultural está pensada justamente en esa dimensión teórica, pero también tiene una dimensión deontológica y ética, en la cual el eje vertebrador es la noción de interculturalidad, como propuesta para aceptar las diferencias radicales y construir un mundo más justo, equitativo y tolerante” (páginas 8-9).
55Volviendo al concepto de “interculturalidad” en el argumento de Betancourt, citado más arriba, no me cabe duda de que estamos aquí frente a un planteo radical que, como tú dices, comienza a desmantelar el colonialismo interno y a afirmar el saber y el poder desde la diferencia colonial interna. Los proyectos progresistas que se implementen en las Universidades estatales (como la Andina) y privadas (como la Javeriana) no podrán ya ignorar estas propuestas. En cuanto a las Universidades en Estados Unidos, tanto privadas como Duke y estatales como Michigan, encontrarán en proyectos como el de la Universidad Intercultural un instrumento potente para deshacer la colonialidad del poder implicada en los estudios de área, en los “Estudios Latinoamericanos” en Estados Unidos los cuales, muchas veces con buenas intenciones y desde la izquierda, mantienen todavía la creencia de que el saber está en otras partes pero no ahí, precisamente, donde la Universidad Intercultural lo formula e implementa. Desde el momento en que “los indios” tienen su propia universidad donde se ejerce la autocomprensión y el estudio de la epistemología moderna, occidental, ¿qué necesidad habrá ya de “estudiar a los indios”, como lo formula el propio proyecto de la Universidad Intercultural?
56La Universidad Intercultural es quizás el planteamiento más radical al que nos enfrentamos no sólo los académicos, sino también el Estado y la sociedad civil. Y como tal, en tanto profesionales y ciudadanos, con simple o doble nacionalidad, debemos asumirlo. Dos de los mayores desafíos es la de contribuir a proyectos como los de la Universidad Intercultural mediante trabajos que adelanten la descolonización del saber, fundamentalmente a nivel de la economía y de la ley. Estos principios se encuentran ya formulados en las investigaciones y argumentos adelantado por Aníbal Quijano en los últimos diez años. La colonialidad del poder implico la colonialidad del saber, y la colonialidad del saber contribuyó a desmantelar (a veces con buenas intenciones) los sistemas legales indígenas y también (nunca con buenas intenciones) a desmantelar la filosofía y la organización económica indígena. Por otra parte, los propios intelectuales indígenas hoy están ya corrigiendo los errores históricos, perpetuados a través de los siglos, e implementados por la colonialidad del poder y del saber. Trabajos como los del intelectual aymara Marcelo Fernández sobre “la ley del Ayllu” y el intelectual también aymara, Simón Yampara Huarachi sobre la “economía.” Me parece que hay que dar este giro y construir nuevas genealogías conceptuales puesto que los Huntingtons (para la derecha) y los Zizeks, los Laclaus, los Bourdieus (o aún mejor, los Giddens que asesoran a Blair y los Becks que asesora a Schroeder) ya no pueden ser quienes guían el pensamiento critico del “otro lado” de la diferencia colonial.
57De ahí la importancia que tiene pensar las geopolíticas del conocimiento involucrados en ellas. Esto es, no tomar las geopolíticas del conocimiento como un objeto de estudio y hacerlo desde una perspectiva que este “fuera” de ellas. No hay afuera de la geopolítica del conocimiento porque no hay afuera de la diferencia imperial y de la diferencia colonial. La cuestión central de las geopolíticas del conocimiento es, primero, entender cuál conocimiento se produce “del lado de la diferencia colonial”, aunque sea crítico, y cuál conocimiento se produce “del otro lado de la diferencia colonial” (que serán distintas en América Latina, el Caribe, Asia, África y en Europa o América del Norte cuando se trata de los afroamericanos, latinos, pakistaníes, magrebies, etc.), esto es, desde la experiencia subalterna de la diferencia colonial como lo hace, por ejemplo, Marcelo Fernández y Simon Yampara Huarachi en los Andes o Lewis Gordon y Paget Henry en el Caribe, o Gloria Anzaldua entre los chicanos-as o Rigoberta Menchú en Guatemala o los zapatistas en el sur de México, o Al-Jabri en Marruecos y Ali Shariáti en Irán o Vandana Shiva y Ashis Nandy en India. Soy consciente que hay intelectuales “progresistas” y “posmodernos” en Europa y en Estados Unidos que toman estos nombres con pinzas y desconfianzas de autenticidades nacionales o fundamentales y prefieren enlistarse en las genealogías hegemónicas del pensamiento moderno de Occidente. Pues, ahí esta el debate futuro, el verdadero debate de la interculturalidad, de la geopolítica del conocimiento y de la diferencia epistémica colonial.
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Bibliografía
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Yampara Huarachi, Simón (1992), “Economía comunitaria aymara”, en La cosmovisión Aymara, editado por H.van Den Berg y Norbert Schiffers, Hisbol, La Paz.
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Notas

  • Corresponde al Capítulo I de Indisciplinar las ciencias sociales. Geopolíticas del conocimiento y colonialidad del poder. Perspectivas desde lo Andino, editado por C. Walsh, F. Schiwy y S. Castro-Gómez. Quito; UASB/Abya Yala, en prensa.
    • Semiólogo argentino.Profesor de la Universidad de Duke donde coordina los programas de literatura latinoamericana y antropología cultural. Coedita la revista Dispositio/n y la nueva serie de publicaciones Latin America Otherwise.

Pensamiento decolonial: teoría crítica desde América Latina

Pensamiento decolonial:
teoría crítica desde América Latina

Cátedra Florestan Fernandes – 40º Aniversario de CLACSO
Profesores: Eduardo Restrepo
Marta Cabrera
Asistentes: Roberto Almanza
Axel Rojas
Maestría en Estudios Culturales, Facultad de Ciencias Sociales-Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar, Universidad Javeriana.

Presentación
El pensamiento decolonial (también conocido como proyecto decolonial, proyecto de la modernidad/colonialidad o, más problemáticamente, como teoría postoccidental) constituye una inusitada expresión de la teoría crítica contemporánea estrechamente relacionado con las tradiciones de las ciencias sociales y humanidades de América Latina y el Caribe. Como lo han argumentado varios de sus exponentes, es un pensamiento que se articula desde América Latina pero que no se circunscribe a ésta. Como se verá a lo largo del curso, el proyecto decolonial retoma de manera crítica y establece diálogos constructivos con otros proyectos intelectuales y políticos de América Latina y el Caribe, así como de otras latitudes del planeta, constituyendo una novedosa alternativa para reflexionar acerca del sentido de pensar desde la especificidad histórica y política de nuestras sociedades, pero no sólo hacia o sobre ellas. De esta manera, retoma y discute con proyectos centrales de la experiencia intelectual latinoamericana y del Caribe, como los debates sobre el colonialismo, la filosofía de la liberación, la pedagogía crítica y la teoría de la dependencia, entre otras.
En este sentido, consideramos pertinente la presentación del curso sobre pensamiento decolonial en el marco de la Cátedra Florestan Fernandes, dado su profundo poder de crítica a los paradigmas dominantes al proponer otros principios de inteligibilidad de la historia y del presente, de las jerarquías naturalizadas de los conocimientos, de los silenciamientos constitutivos de las narrativas y tecnologías de intervención modernas, de las corporalidades, subjetividades y agencias. Este proyecto constituye una naciente perspectiva analítica para comprender de otros modos algunas de las problemáticas que enfrenta América Latina y el Caribe como la globalización (colonial), la corporativización de las políticas e instituciones de producción, distribución y recepción de conocimientos dominantes en las ciencias sociales, las articulaciones de los imaginarios y acciones colectivas que trasciende las formaciones nacionales.
Objetivo
Contribuir al análisis de conocimiento y debate de las problemáticas actuales de América Latina y el Caribe ofreciendo insumos teóricos críticos asociados al pensamiento decolonial.
Método de evaluación:
Este curso busca aportar a los estudiantes en dos sentidos complementarios; la apropiación de las líneas conceptuales básicas del pensamiento colonial y sus principales debates, y la incorporación de dichos elementos teóricos en el análisis de problemáticas específicas, que en lo posible deberían estar ligadas a los intereses intelectuales de cada participante. En consecuencia, la evaluación se realizará sobre dos tipos de productos escritos. El primero consiste en la elaboración de dos reseñas críticas sobre las lecturas asignadas a dos de las sesiones de trabajo; el segundo, consiste en un trabajo final de análisis de problemas a la luz de los principales debates que recoge el pensamiento decolonial. Las reseñas serán de unas tres carillas cada una. Cada reseña consistirá en el análisis de los argumentos de los autores propuestos para una de las sesiones de trabajo. Para el trabajo final, cada uno de los estudiantes deberá escoger hacia la tercera clase una temática de un listado asignado por los profesores sobre diferentes aspectos de las transformaciones estructurales de la región (por ejemplo, industrias culturales, movimientos sociales, políticas de ciencia y tecnología, modelos económicos nacionales y regionales, identidades, giro multicultural, ecogubernamentalidad) para que sean pensados a la luz de los aportes del pensamiento decolonial. Cada uno de los estudiantes realizará su trabajo final sobre su temática, el cual deberá ser de al menos ocho carillas. En términos de porcentaje, cada reseña valdrá un 15 % mientras que el trabajo final valdrá 70%.
Plan de clases:
1.Introducción: historia y características del pensamiento decolonial [28 de julio]
• Escobar, Arturo. 2003. “Mundos y conocimientos de otro modo”: el programa de investigación de modernidad/colonialidad Latinoamericano. Tabula Rasa. (1): 51-86.
• Castro-Gómez, Santiago y Ramón Grosfoguel. 2007. “Prólogo. Giro decolonial, teoría crítica y pensamiento heterárquico” En: Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (eds.), El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. pp. 9-23. Bogotá: Iesco-Pensar-Siglo del Hombre Editores.
• Maldonado, Nelson. 2007. Walter Mignolo: una vida dedicada al proyecto decolonial. Nómadas. (26): 187-194.
2. Elaboraciones clásicas sobre el colonialismo en América Latina y el Caribe
• Césaire, Aimé. 2006. “Discurso sobre el colonialismo”. En: Discurso sobre el colonialismo. pp. 13-43. Madrid: Akal.
• Fanon, Franz. 1965. “Racismo y cultura”. En: Por la revolución africana. pp. 38-52. México: Fondo de Cultura Económica.
• Fals Borda, Orlando. 1987. “Es posible una sociología de la liberación” y “Por un conocimiento vivencial” En: Ciencia propia y colonialismo intelectual. Los nuevos rumbos. Bogotá: Carlos Valencia Editores.
3. Líneas constitutivas del pensamiento decolonial (Pedagogía del oprimido, Teología de la liberación, Teoría de la dependencia)
• Freire, Paulo. [1970] 1987. “Justificativa da ‘pedagogía do oprimido’”. En: pedagogía do oprimido. pp. 16-32. Rio de Janeiro: Paz e Terra.
• Dussel, Enrique. [1977] 1996. “De la ciencia a la filosofía de la liberación“. En: Filosofía de la liberación. pp. 181-209. Bogotá: Nueva América.
• Cardoso, Fernando Henrique y Enzo Faletto. [1969] 1973. “Prefacio” “Introducción” y “Análisis integrado del desarrollo”. Dependencia y desarrollo en América Latina. pp. 1-38. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
4. Sistema mundo moderno/colonial
• Dussel, Enrique. 2004. “Sistema mundo y transmodernidad”. En: Saurabh Dube, Ishita Banerjee y Walter Mignolo (eds.). Modernidades coloniales. pp. 201-226. México: El Colegio de México.
• Mignolo, Walter. 2003. “‘Un paradigma otro’: colonialidad global, pensamiento fronterizo y cosmopolitismo crítico” En: Historias locales-diseños globales: colonialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo. pp. 19-60. Madrid: Akal.
5. La colonialidad del poder
• Quijano, Aníbal. 2000. Colonialidad del poder y clasificación social. Journal of World-System Research. (2): 342-386.
• Quijano, Aníbal. 2000. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. Edgardo Lander (ed.), La Colonialidad del saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas Latinoamericanas. pp. 201-245. Caracas: Clasco.
6. La colonialidad del saber y geopolítica del conocimiento
• Castro-Gómez, Santiago. 2007. “Decolonizar la universidad. La hybris del punto cero y el diálogo de saberes”. En: Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (eds.), El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. pp. 79-91. Bogotá: Iesco-Pensar-Siglo del Hombre Editores.
• Walsh, Catherine. 2007. ¿Son posibles unas ciencias sociales/culturales otras? Reflexiones en torno a las epistemologías decoloniales. Nomadas. (26): 102-113.
• Grosfoguel, Ramón. 2006. La descolonización de la economía política y los estudios postcoloniales. Transmodernidad, pensamiento fronterizo y colonialidad global. Tabula Rasa. (4): 17-48.
7. La colonialidad del ser
• Maldonado-Torres, Nelson. 2007. “Sobre la colonialidad del ser: contribuciones al desarrollo de un concepto”. En: Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel (eds.), El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. pp. 127-167. Bogotá: Iesco-Pensar-Siglo del Hombre Editores.
8. Interculturalidad y diferencia colonial
• Walsh, Catherine. 2005. “(Re)pensamiento crítico y (de)colonialidad”. En: Catherine Walsh (ed.), Pensamiento crítico y matriz (de)colonial. Reflexiones latinoamericanas. pp. 13-35. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar-Abya-Yala.
• Walsh, Catherine. 2006. “Interculturalidad y (de)colonialidad: diferencia y nación de otro modo”. En: Desarrollo e interculturalidad, imaginario y diferencia: la nación en el mundo Andino. pp 27-43. Quito: Academica de la Latinidad.
• Mignolo, Walter. “Geopolítica del conocimiento y diferencia colonial” Traducción del articulo Geopolitics of knowledge and colonial difference (The South Atlantic Quarterly 101 (2): 57-96, 2002)
9. La idea de América Latina
• Dussel, Enrique. 2000. “Europa, modernidad y eurocentrismo”. En: Edgardo Lander (ed.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas pp. 41-43. Buenos Aires: CLACSO.
• Mignolo, Walter. 2007. “Epilogo: Después de América” y “Postfacio a la edición en español: Después de América ‘Latina’, una vez más”. La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial. pp. 169-181, 201-219. Barcelona: Gedisa.
10. Críticas
• Yehia, Elena. 2007. Descolonización del conocimiento y la práctica: un encuentro dialógico entre el programa de investigación sobre modernidad /colonialidad/decolonialidad latinoamericanas y la teoría actor-red. Tabula Rasa (6): 85-115.
• Rivera Cusicanqui, Silvia. 2006. Chhixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores”. En: Mario Yupi (comp.). Modernidad y pensamiento descolonizador. Memoria del Seminario Internacional. pp. 3-16. La Paz: U-PIEBIFEA.
• Curiel, Ochy. 2007. “Critica poscolonial desde las prácticas políticas del feminismo antirracista”. Nómadas (26): 92-101.

La construcción de la teoría revolucionaria en El Salvador

La construcción de la teoría revolucionaria en El Salvador Roberto Pineda San Salvador, 5 de mayo de 2015

A lo largo de 90 años (l925-2015) los revolucionarios y las revolucionarias han reflexionado desde la teoría marxista sobre las características de la sociedad salvadoreña y los principales problemas de la estrategia y la táctica de las luchas populares para derrotar a la dictadura militar, a la oligarquía y el imperialismo así como para construir la democracia y el socialismo.

Muchas de estas reflexiones y discusiones han quedado soterradas bajo el manto de la represión, la cárcel, el exilio o la clandestinidad. Una severa derrota en enero de 1932 y 60 años de dictadura militar (1931-1992) lograron reducir estos debates a la opacidad del murmullo. En pocas ocasiones hemos logrado conceptualizar la riqueza de nuestras formas de lucha y los perfiles, sujetos y territorios de nuestra lucha de clases y la densidad de la lucha de clases nos sofoca muchas veces el aliento teórico.

Y lamentablemente la herencia teórica que conocemos de Agustín Farabundo Martí (Teotepeque 1893-1932) principal referente del pensamiento de los primeros siete años del movimiento revolucionario del siglo XX (1925-1932) es muy limitada, se reduce a algunas cartas. Es más su simbología, su ejemplo militante de internacionalista y de revolucionario, que su palabra, la que nos ha servido de sustento y horizonte.

Lo mismo puede decirse de Alfonso Luna, Mario Zapata, Moisés Castro y Morales (+1982 San José, CR) Miguel Ángel Vásquez (circa 1904-1990 Ciudad de México), de los profesor Víctor Manuel Angulo y Juan Campos Bolaños. Del pensamiento de esa generación heroica inicial conocemos muy poco. Y lo poco que se conoce esta por lo general teñido de anticomunismo. Pero la historia siguió marchando.

Después del 32, en los años treinta y cuarenta destacan las figuras de los intelectuales marxistas Julio Fausto Fernández (1913-1981) y Alejandro Dagoberto Marroquín (1911-1917), ambos dirigentes principales en un periodo de la historia del PCS. El primero escribió una interesante obra filosófica en 1950 que fue publicada en la Editorial Pueblos Unidos de Montevideo, Uruguay, titulada “El existencialismo, ideología de un mundo en crisis.”Pero ese mismo año es expulsado del PCS por “aceptar cargos diplomáticos de la dictadura militar” en Brasil y se convierte posteriormente en un cuadro intelectual de la dictadura militar.

En el caso de Marroquín no deserta pero si abandona la lucha popular, aunque deja una importante herencia sociológica, que incluye las obras Panchimalco, Apreciación Sociológica de la independencia salvadoreña. Estudio sobre la crisis de los Años 30 en El Salvador, etc. Otro intelectual de esa época, el periodista Jacinto Castellanos Rivas, secretario privado de Martínez y luego dirigente del PCS, lamentablemente nos privó de conocer sobre las últimas horas de la vida de Farabundo. Asimismo destaca el Dr. Miguel Ángel Flores, originario de Usulutan, el médico Antonio Díaz, de Berlin, y el abogado Toni Vassiliu Hidalgo, dirigente del PCS a principios de los años 50. Durante esta época es en las páginas de Opinión Estudiantil donde se puede rastrear la huella marxista.

Otra figura destacada es el intelectual marxista y participante del levantamiento popular de 1932, Abel Cuenca Martínez (1909-1975 Ciudad de México), originario de Tacuba, exilado en Honduras y luego exilado en Guatemala, donde en mayo de 1951 es nombrado Administrador del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. Regresa en enero de 1957 y ese año escribe la obra Una democracia cafetalera, en la que hace un singular planteamiento marxista de análisis de país y estrategia revolucionaria. Además escribe sobre Francisco Morazán. Su padre, Leopoldo Cuenca, fue fusilado en el 32 en Nahuizalco, y lo fueron también sus hermanos Alfonso y Leopoldo. Otro hermano, Efraín, fue ahorcado.

Otro hermano, Max Ricardo Cuenca (+1965 Santiago de Chile), químico, escribe en 1947 La reforma agraria democrática en Guatemala, publicada por la Confederación de Trabajadores, CTG. En septiembre de 1954 ambos abandonan Guatemala y son exiliados a Chile, donde fueron confinados a un campo de concentración en el “árido norte chileno” (Díaz Castillo 1998). Otra intelectual marxista, Matilde Elena López, en 1940 integrante de la Liga de Escritores Antifascistas, también estuvo en Guatemala y luego en 1954 salió al exilio.

José Celestino Castro, originario de Arcatao, fue un intelectual progresista, biólogo, que enfrentó a la dictadura osorista y escapó de la cárcel en 1952, muere exiliado en Chile. De esta época es el Dr. Gabriel Gallegos Valdés, abogado, dirigente del PCS. Pedro Geoffroy Rivas (1908-1979), periodista, lingüista e intelectual marxista, exilado primero en México y en 1944 en Guatemala, regresa al país en 1956 y publica un combativo periódico, pero unos años después abandona la lucha popular. En 1951 el jurista Napoleón Rodríguez Ruiz (1910-1987), Rector de la UES de 1959 a 1963, publica Historia de las instituciones jurídicas salvadoreñas. Un año antes había publicado la novela Jaraguá. Carlos Lobato (Zacatecoluca 1911-1999) que vivió la mayor parte de su vida en Europa. Juan José Vides, militante del PCS, dirigió Opinión Estudiantil.

El dirigente del PCS y luego fundador de las FPL, Salvador Cayetano Carpio (Santa Tecla 1918-1983 Managua) publica en 1951 Principios Elementales del Sindicalismo; en 1962 su testimonio de las cárceles de la dictadura osorista, Secuestro y Capucha; en 1964 el artículo Corrientes Sindicales en el Movimiento Obrero, así como La huelga general obrera de abril de 1967; en 1982 publica El partido marxista-leninista del proletariado y La lucha de clases, motor del desarrollo del Ejército Popular de Liberación. Y el que es considerado como su testamento político, su discurso en el XII Aniversario de fundación de las FPL (abril de 1983). Y su última carta del 12 de abril de 1983: Palabras al heroico pueblo de El Salvador, a mí querida clase obrera y a la gloriosa FPL Farabundo Martí.

En enero de 1962 el intelectual marxista y militante del PCS, Mauricio de la Selva (Soyapango 1930) escribe en la revista mexicana Cuadernos Americanos El Salvador: 30 años de lucha. El dirigente del PCS, Jorge Arias Gómez (1923-2002) escribe en 1964 su obra Anastasio Aquino: recuerdo, valoración y presencia y posteriormente su obra cumbre en 1972, Farabundo Martí, así como Sandino, semilla de revolución (1995). El intelectual marxista, Rector de la UES (63-67 y 91-95) y fundador del PRTC, Fabio Castillo Figueroa (1920-2012) dejo poca obra escrita. En 1989 escribió Centroamérica: Zona de Paz. Mario Salazar Valiente (1927-2012) publica en 1988 la obra Saltar al Reino de la Libertad.

El intelectual marxista y poeta Roque Dalton (1935-1975), militante primero del PCS y luego del ERP, pública en 1963 en Cuba, El Salvador. Monografía; en 1969 El intelectual y la sociedad; en 1970 ¿Revolución en la revolución? y la críti¬ca de derecha; en 1972 Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador, así como Partido revolucionario y lucha armada en la formación social contemporánea de El Salvador, en 1973 Imperialismo y revolución en Centroamérica. El dirigente del PCS y luego del FAPU y la RN, José Napoleón Rodríguez Ruiz publicó en 1965 junto con Roberto Armijo la obra Francisco Gavidia, la Odisea de su Genio.

El intelectual marxista Jorge Bairez (1943-2007) escribe desde la Comisión Militar del PCS de los años sesenta sobre aspectos de estrategia militar. Escribe en 1982 sobre El valor histórico de los testimonios de Miguel Mármol acerca de la insurrección de 1932. Los intelectuales marxistas y dirigentes del PCS, Raúl Castellanos Figueroa (+1970 Moscú) y Roberto Castellanos Calvo (+1994) , periodista uno y economista el otro, lamentablemente producen muy poca teoría, y orientada más hacia la coyuntura.

En 1971 David Alejandro Luna publica Manual de Historia Económica de El Salvador y Algunas facetas esenciales en la vida de Farabundo Martí. En 1972 Mélida Anaya Montes (1929-1983), intelectual marxista y dirigente de ANDES 21 de Junio, luego de las FPL y del BPR, escribe en 1972 La segunda gran batalla de ANDES.
En julio de 1972 Rafael Menjívar Larin (1935-2000), entonces Rector de la UES es exiliado a Costa Rica. En 1976 viaja a México, becado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) para obtener un doctorado en ciencias políticas, que completó en 1979. En ese periodo y como militante de las FPL, escribe dos obras fundamentales en el desarrollo del pensamiento marxista salvadoreño, que son Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador y Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño.

En 1977 un intelectual de origen democristiano, Eduardo Colindres publica la destacada obra Fundamentos económicos de la burguesía salvadoreña. Otro intelectual marxista en esa época, Rafael Guidos Vejar, publica en 1980 su magistral obra El ascenso del militarismo en El Salvador.

El economista marxista Santiago Ruiz Granadino ha escrito desde los años setenta sobre temáticas vinculadas al agro, finanzas y relaciones comerciales. Asimismo Luis Argueta Antillón, economista y ex Rector de la UES ha publicado La economía salvadoreña en 1984. Algunos elementos de análisis. También el economista y militante revolucionario Hugo Molina (1944-2014) , pública en 1980 la obra Contenido político e ideológico de la Integración Centroamericana. Liliam Jiménez (1923-2007), poeta y periodista exiliada en México, publica en 1980 El Salvador, sus problemas socioeconómicos y El salvador: un proceso de lucha irreversible. En febrero de 1980, semanas después de haber regresado al país de su exilio en Costa Rica es asesinado el intelectual comunista Roberto Castellanos Braña.

En 1984 el economista Aquiles Montoya (1942-2012) publica Los elementos ideológicos de la clase dominante en El Salvador en 1932 y Antes del 32 y se publica en 2012 su Manual de Economía Solidaria. En 1986 el arquitecto Mario Lungo (1943-2005) escribe El desarrollo de las ciencias sociales en El Salvador y su aporte al conocimiento de la realidad del país; en 1987 publica La lucha de masas en El Salvador; así como El Salvador 1981-1984, la dimensión política de la guerra, en el año 2000 La tierra urbana. El sociólogo Pablo Castro publica en 2004 Sociología y transformaciones de la sociedad salvadoreña: transición hacia el siglo XXI (1960-2003).

En diciembre de 1986 Eduardo Sancho (1951…) , entonces Ferman Cienfuegos, dirigente máximo de la RN y miembro de la Comandancia General del FMLN, desarrolla una charla que después es publicada en 1989 como Veredas de la Audacia (Fundación y desarrollo de la vanguardia dispersa). En 1986, Joaquin Villalobos ( 1951…) , dirigente del ERP y de la Comandancia General del FMLN publica El estado actual de la guerra. En 1990 Antonio Cardenal (1950-1991) , entonces Jesús Rojas, dirigente de las FPL publica Al tope para negociar: La estrategia del FMLN. En 1992 Víctor Marroquín publica el Manual de Economía Agrícola Salvadoreña. En 1995 Víctor Aguilar publica junto con Joaquin Arriola la obra Globalización de la economía. En 1997 Pedro Juan Hernández, dirigente del MPR-12 publica Tierras, Deuda Agraria y Políticas Agrarias.

En 1993 el dirigente del PCS y luego de la TR, Dagoberto Gutiérrez (Chalchuapa 1944…) publica La persona, la fe y la revolución; en el 2007 Nadie quedara en el olvido; en el 2012 Sobre los movimientos sociales. El economista Salvador Arias (1945…) publica en 2003 Mundialización y las dos globalizaciones; en 2008 Derrumbe del Neoliberalismo Lineamientos de un modelo alternativo en 2010 ANTA 25 años de lucha campesina; en 2010 Mapa de la Pobreza y la Opulencia en El Salvador; en 2012 la trampa de la deuda. En 2014 Manual de la corrupción de ARENA. En 1995 Roberto Cañas (1950…) , dirigente de las RN y del FMLN, publica La Universidad hacia el siglo XXI.

Asimismo en el año 2001se publica la obra del principal historiador marxista salvadoreño, que vivió exiliado en Costa Rica desde 1972, Juan Mario Castellanos (1936-2013 San José, C.R.) : El Salvador: 1930-1960 y en el 2010 la continuación de esta magistral obra: El Salvador: 1960-1968. Lamentablemente quedo sin publicarse la tercera parte de este esfuerzo que va del 67 al 72.

En la primera década del 2000 sobresale el esfuerzo del dirigente del PCS Domingo Santacruz que publica Antecedentes del movimiento popular de masas y papel del Partido Comunista en las luchas políticas y populares antes y después de 1970 y en un foro realizado en 2005 por el FMLN para su 25 aniversario Santacruz y Nidia Díaz hablaron respectivamente del PCS y del PRTC, bajo el tema La construcción del Partido FMLN y el aporte de las cinco organizaciones históricas que lo constituyeron. Eugenio Chicas, dirigente de la RN publica Partidos militares de la década de los 70, creadores e impulsores del movimiento de masas. En 2013 Américo Araujo, dirigente del PCS, publica Un tiempecito después de terminada la guerra.

En el 2000 el economista Raul Moreno publica Reforma Fiscal en El Salvador: una exigencia impostergable; en 2003 Derechos Laborales y Tratados de Libre Comercio y El Tratado de Libre Comercio Estados Unidos-Centroamérica. Implicaciones Económicas y Sociales; en 2004 La Globalización Neoliberal en El Salvador. Un análisis de sus impactos e implicaciones; en 2005 El marco jurídico para la privatización el agua en El Salvador; en 2006 CAFTA-DR y Deuda Externa en Centroamérica y CAFTA-DR, agricultura y soberanía alimentaria y en 2011 Una mirada desde El Salvador.

En el caso de Schafik Handal (1930-2006) , su producción político-teórica abarca casi cinco décadas y es indudablemente uno de los más destacados teóricos marxistas del movimiento revolucionario salvadoreño. Y su pensamiento puede estudiarse desde cuatro vertientes principales en los que se interesó y analizó: escritos relacionados con la construcción y fortalecimiento partidario (primero del PCS luego del FMLN) ; análisis de la coyuntura nacional e internacional, análisis acerca de la estructura de clases del país y elaboración teórica sobre problemas estratégicos de la conducción revolucionaria salvadoreña e internacional.

En términos del último apartado, Schafik inicia con la elaboración en 1961 de la Plataforma Programática del FUAR, continúa con la producción teórica orientada al V Congreso del PCS de marzo de 1964 (Programa General, Programa Agrario, incluso Estatutos); publica en 1964: La proletarización orgánica e ideológica del Partido; en 1968 Reflexiones sobre algunos problemas de la revolución latinoamericana; en 1974 Por un gobierno democrático, antiimperialista y antioligarquico; en 1975: La experiencia del PCS, el más rico patrimonio de la clase obrera y del pueblo salvadoreño así como El Fascismo en América Latina; en 1974-76 Nuestra polémica con la ultraizquierda; en 1977 Tesis y Fundamentos de la Línea del PCS; en 1979 Experiencias de la Revolución Nicaragüense; en 1981 El Poder, el carácter y la vía de la revolución y la unidad de la izquierda; en 1982: Un partido que supo ponerse a la altura de la historia; en 1983: Consideraciones acerca del viraje del Partido Comunista de El Salvador hacia la lucha armada; en 1988: El Salvador: Partido Comunista y guerra revolucionaria; en 1990: PCS: 60 años jóvenes en la lucha por la democracia y el socialismo; en 1991: El socialismo: ¿Una alternativa para América Latina?; Discurso durante la Ceremonia de la Firma del Acuerdo de Paz de Enero de 1992; Discurso pronunciado en el Acto de Fin del Proceso de Paz Armada; en 1993 Problemas teóricos políticos y trazos del modelo de desarrollo económico – social de la revolución democrática en El Salvador”, en 1994 El capitalismo no es la estación terminal del desarrollo de la humanidad; en 1997: El Salvador: La lucha continúa; en 2003: Erradiquemos la pobreza, saquemos al país de la crisis económica y garanticemos una efectiva democracia para todos y todas; en 2004: El debate de la izquierda en América Latina; en 2004: El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario en El Salvador; en el 2012 se publica póstumamente Teoría de la situación revolucionaria así como en 2014 Legado de un Revolucionario.

La hora de la verdad para el PRD

La hora de la verdad para el PRD
Paco Ignacio Taibo II

Coloque en el centro, en el único centro de su vida, sagrado y unidimensional, la lucha electoral. No lo diga, pero en el fondo de su corazón mantenga la firme creencia de que las luchas sociales estorban los momentos claves y definitorios de la vida del partido, los verdaderos, que tiene que ver con la selección de candidatos, las campañas electorales, las reu¬niones para medir las fuerzas y repartir las cuotas, el reparto de zonas de influencia y el reparto de botines salariales.

2) Convierta a una buena parte de los militantes en asalariados, que dependan para su supervivencia del aparato y la jerarquía. Salve a esa militancia de trabajos mal pagados de maestros, chambas de medio tiempo, ventas de miel de colmena que manda la abuelita o enciclopedias británicas a domicilio. Aproveche que toda una generación de militantes, la de los 60-70, está quemada económicamente, que deben la renta y están tres meses atrasados con la pensión alimenticia. Construya un partido moderno de empleados y no de activistas.
Conviértase usted mismo y toda la dirección nacional en asalariados de lujo, con prebendas, asistentes, choferes paseadores de esposas y esposos, ayudantes que hacen el súper. Dé por buena la teoría de que un diputado tiene derecho a ganar 50 veces lo que gana un obrero.
Reparta cargos de elección popular, de administradores públicos en términos de cuotas (aunque alguno sea narco), ni se le ocurra pensar en perfiles profesionales, técnicos o políticos; cree centenares de asalariados del propio partido a escala municipal, delegacional, estatal, nacional. Distribuya infatigablemente empleos y no apoyos económicos para la realización de tareas. Reparta esos empleos generando lazos de afinidad con los que los reciben, deudas a ser pagadas, fidelidades, servidumbres.
Construya paulatinamente una situación en la que en la cabeza de los militantes aparezca la idea de eternidad asociada a la idea de chamba. Establezca que la única continuidad en la vida es la del empleo que ofrece el partido. Que en la realidad política mexicana se puede construir una rueda de la fortuna donde nomás se va cambiando de asiento: de regidor de ayuntamiento a miembro de dirección estatal, a diputado, a senador, a viceministro.
3) Abandone cualquier radicalismo. No sólo el radicalismo no es moderno sino que espanta. En la realpolitik lo políticamente correcto no tiene aristas. Ponga de moda la noción de que lo ideal es el centro, que el centro atrae votos indecisos, gana elecciones. Dé por buena la idea muy estedunidense de que se gobierna con las encuestas, que no se trata de convocar a la población y llevarle visiones, reflexiones, ideas, sino que se trata de adoptar sus dudas, sus miedos, sus prejuicios. Declárese ferviente partidario de la búsqueda del centro, aunque no lo diga. No permita que por ahí se ande diciendo que en política el centro es la nada.
4) Convierta todo debate de ideas en un debate de posibilidades. Ponga siempre por delante la idea de que el objetivo es alcanzar el poder. ¿Para hacer qué con el poder? Eso no importa.
Despolitice la política, vuélvala un juego de posibilidades donde los principios se desvanecen, las ideas del cambio profundo pasan al rincón de los juguetes viejos, la utopía es considerada una mala palabra, los muchachos de Ayotzinapa, un estorbo. Declare abolido el trabajo de formación política. Declare difuntos a Marx y a Sandino, a Ho Chi Minh y a Pancho Villa, al cura Hidalgo (excepto en ceremonias) y a Bakunin. Simplemente no son modernos.
Acepte pragmáticamente cualquier tipo de alianza, con quien sea, con tal de medio ganar una elección. Alíese con el que despide electricistas, con el que está en contra de las leyes progresistas del aborto o el matrimonio homosexual, con el que declara al Fondo Monetario Internacional su santo patrón, con los que quieren desnacionalizar el petróleo. Ignore esas pequeñas diferencias con tal de ganar-perder una elección.
5) Dé por buena la idea de que una pequeña parte de corrupción es admisible, no mucha, no saqueadora, apenas funcional; que no tiene nada de malo recibir apoyos económicos de un gobernador priísta o que un alto funcionario panista le ofrezca a su grupo tres camionetas. Poco a poco adopte la idea de que la corrupción es un mal del sistema y por lo tanto aprovéchese de ella, total (como dijo la sumadora), si todos le caen, por qué uno no.
6) Adquiera los estilos y las formas del poder, conviva respetuosamente con el enemigo, reúnase frecuentemente con él en hoteles, restaurantes y cantinas, salúdelo amablemente cuando lo tenga en el asiento de al lado de una cámara de senadores. No les crea a los que andan diciendo que existe el contagio por contacto. Acepte consejos de priístas y panistas de dónde comprar corbatas italianas o cómo leer una carta de vinos.
7) Haga suya y de corazón toda norma burocrática. Donde manda la normatividad, que le valga verdaderamente madre el sentido común, el pensamiento racional, la sensatez. No permita de ninguna manera que la sensibilidad estorbe el procedimiento. Olvídese de cualquier intento de simplificación administrativa. Diga frecuentemente cosas como: Ni modo, así hay que hacerlo. Si se lo encuentran en una escalera no permita que nadie sepa si sube o baja.
8) Cambie el lenguaje, hable de canicas y de recursos. Cuando le hablen de Programa responda: ¿En qué canal?
9) Viva en un país en una de las más profundas crisis de su historia y logre que a pesar de ello, le valga absolutamente sombrilla. Convierta la política en un acto reac¬tivo y no propositivo. Viva como en un clóset cerrado y sin público, preocúpese sólo de lo que ahí sucede, desconéctese del exterior.
10) Reviva las prácticas internas de fraude electoral. No importa que ese haya sido uno de los demonios cuya necesidad de abolición les dio origen. Si no las practica, al menos consiéntalas, explíquelas, perdónelas. Haga lo mismo con la presión del voto a través de la despensa o el saco de cemento, la compra de conciencia. Construya detrás de cada tendencia un apoyo social corporativo (por ejemplo: un proyecto habitacional de 40 casas con 400 peticionarios). Declare la moral abolida y la vergüenza inexistente. No son modernas.
11) No conceda a las demás tribus ni el aliento, practique la lucha interna con estilo de emperador romano, o de auxiliar de Stalin (Beria o Yhezov sirven para los efectos), chínguese al de al lado a la menor oportunidad.
12) No realice congresos ni elecciones de comités abiertas, a no ser que cuente con el ferviente apoyo del gobernador de Puebla que les va a mandar a los trabajadores de limpia transmutados en perredistas, a los trabajadores de la delegación Iztapalapa que votan con lista y amenaza de desempleo.
13) Procure que no se hable demasiado del pasado militante de cada quien. Ese es un terreno peligroso, bien por la ausencia de tal pasado, bien por la incoherencia entre ese pasado y el triste presente.
14) Tenga de uno a 20 cargaportafolios, no le hace que sólo posea un portafolio, la medida del poder la da el número de ayudantes inútiles que andan rondando.
15) No vaya jamás a una manifestación, mítines sólo en lugares cerrados y con cámaras de televisión. Eso sí, apoye el Teletón. Odie con vehemencia a los moneros de La Jornada.
Bien, más o menos ya lo tiene. Ahora asuma el problema: ¿quién quiere militar en una lata de sardinas?, ¿quién se siente representado por una lata de sardinas?, ¿quién va a votar por una lata de sardinas?
16) Prepárese para el descalabro.

  • Dieciséis de las muchas maneras de convertir un partido político de izquierda en una lata de sardinas.

Este artículo está dedicado a mis amigos Alejandro Encinas, Gilberto Ensástiga, Roberto Rico, reiterándoles la pregunta de ¿Si no son como ellos, qué siguen haciendo ahí?

Planeta Tierra. Movimientos antisistémicos

Planeta Tierra. Movimientos antisistémicos

Gilberto Valdés Gutiérrez *

La civilización con que soñamos, será “un mundo en el cual caben muchos mundos”
(según la bella fórmula de los zapatistas), una civilización mundial de la solidaridad y de
la diversidad. De cara a la homogeneización mercantil y cuantitativa del mundo, de cara
al falso universalismo capitalista, es más que nunca importante reafirmar la riqueza que
representa la diversidad cultural, y la contribución única e insustituible de cada pueblo,
de cada cultura, de cada individuo.
Michael Löwy y Frei Betto

No hay otros mundos. Todos los otros mundos están en éste.
Paul Eluard

El Sistema de Dominación Múltiple del capital

Si se piensa en alternativas reales, de trascendencia desenajenadora, a la civilización rectoreada por el capital, es imprescindible determinar las formas históricas de opresión que se entrelazan en la crisis civilizatoria de fines de siglo XX y principios del XXI. Nos parece oportuno, en esta dirección, asumir la categoría de Sistema de Dominación Múltiple (SDM) . Su análisis debe realizarse teniendo en cuenta sus dimensiones económica, política, social, educativa, cultural y simbólica. El campo económico y social del capital completa su fortaleza con su conversión en capital simbólico. Mientras enfrentábamos su poder visible con las armas de la crítica reflexivo-racional, sus tentáculos estetizados contactaban con los subvalorados rincones del inconsciente social e individual de sus víctimas, logrando incorporarlas, en no pocas ocasiones, al consenso de sus victimarios.

1.- Véase Raúl Leis, “El sujeto popular y las nuevas formas de hacer política”, Multiversidad,
n. 2, Montevideo, marzo de 1992, y Gilberto Valdés Gutiérrez, El sistema de dominación
múltiple. Hacia un nuevo paradigma emancipatorio, Tesis de doctorado, Fondo del Instituto
de Filosofía, La Habana, 2002. La categoría operacional de Sistema de Dominación Múltiple
ha sido enriquecida a lo largo de los Talleres Internacionales sobre Paradigmas
Emancipatorios, convocados desde 1995 cada dos años por el Grupo GALFISA del Instituto
de Filosofía en coauspicio con otras organizaciones e instituciones cubanas e
internacionales, como el Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr.

  • Grupo GALFISA Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr

Con esta categoría podremos integrar diversas demandas y
prácticas emancipatorias que hoy aparecen contrapuestas o no
articuladas, y evitar de esta forma viejos y nuevos reduccionismos
ligados a la predeterminación abstracta de actores sociales a los que
se les asignan a priori mesiánicas tareas liberadoras.
El contenido del SDM abarca las siguientes prácticas de:
•Explotación económica y exclusión social (Aparecen
nuevas formas de explotación de las empresas transnacionales de
producción mundial, a la vez que se acentúan las prácticas
tradicionales de explotación económica y a esto se agrega la
exclusión social que refuerza las primeras)

•Opresión política en el marco de la democracia formal
(Política-espectáculo neoliberal: contaminación visual y
“pornografía” política, irrelevancia decisoria del voto ciudadano,
vaciamiento de la democracia representativa, corrupción
generalizada y clientelismo político, secuestro del estado por las
élites de poder ).
•Discriminación sociocultural (étnica, racial, de género, de
edades, de opciones sexuales, por diferencias regionales, entre
otras).
•Enajenación mediático-cultural (Alta concentración de los
medios como forma de dominio del capital sobre la sociedad, su
conversión en espacios de toma de decisiones políticas y de
contrainsurgencia frente a las alternativas y las resistencias
populares que pongan en peligro su hegemonía, su papel como
puerta “estetizada” del mercado capitalista, antesala visual de la
78
Gilberto Valdés Gutiérrez
2.- “La “clase política” actúa en la práctica como una elite unificada, en la que la división en
diferentes partidos obra sólo como una formalidad necesaria para la distribución de cargos
vía elecciones y la consiguiente legitimación que ello produce, pero no encarna proyectos
diferentes ni pretensiones serias de transformación del orden social existente. Se aprecia una
situación de “partido único virtual”, en la que el lugar de gobierno y oposición puede
intercambiarse sin mayores consecuencias, y sin frenar ni atenuar la tendencia persistente al
empeoramiento de la calidad de vida de las mayorías, y al deterioro de las instituciones
políticas. El gran compromiso realmente eficaz de la dirigencia política es con el gran capital
y sus instituciones, compromiso que se toma a veces con entusiasmo y otras con resignación
frente a lo que se considera una valla infranqueable para la realización de políticas más
“progresistas”, pero se asume y ejecuta invariablemente por parte de quienes tienen a su
cargo la conducción del aparato estatal”. (Daniel Campione, “Los problemas de la
representación política y el movimiento social. Algunas reflexiones críticas”, Periferias, a. 5,
n. 8, Buenos Aires, segundo semestre de 2000.)
2
plusvalía, paralización del pensamiento crítico a través de la
velocidad de la imagen fragmentada y del simulacro virtual,
hiperrealista de las televisoras, lo que el Subcomandante Marcos
llama, con razón, “el Canal Único del neoliberalismo”).
•Depredación ecológica (en el sentido de que la especie
humana, colocada como “responsable” y no como “dueña” de la
tierra, ha contraído una deuda ecológica, al no haber podido impedir
la proliferación de modelos utilitarios de intervención en la
naturaleza, que han destruido los ecosistemas ).
El despliegue de esta categoría nos facilita el análisis integral
de las prácticas de dominación, y por ende, permite debatir los
problemas de la emancipación en clave más compleja. De ahí la
necesidad de abordar la crítica a las prácticas de dominio y sujeción
acendradas en la sociedad contemporánea vinculadas al examen de
los problemas actuales de la articulación de las demandas libertarias
y emancipatorias en el movimiento social y popular de América
Latina y el Caribe. Resulta necesario contextualizar, a la luz del
imperialismo transnacional y de los aportes de la teoría social
contemporánea, aquellos conceptos teórico-críticos surgidos de
Marx: explotación económica, exclusión social, opresión política,
alienación individual y colectiva, con el propósito de sistematizar
las múltiples perspectivas de lucha y demandas emancipatorias que
se dan a diario y simultáneamente en los lugares más diversos del
planeta, y determinar las bases de una voluntad proyectiva mundial
que otorgue condiciones de posibilidad a la superación de la
dominación capitalista.
La esencia de la categoría de sistema de dominación múltiple

3.- “La utilización de los recursos naturales, tal como se está llevando adelante en esta forma
de capitalismo, tenemos que modificarla, hay que empezar a encontrar otra lógica. La lógica
del capitalismo es utilizar los recursos, sean naturales o humanos, para maximizar sus
ganancias; nosotros pretendemos encontrar una lógica que utilice los recursos naturales y
humanos para maximizar la felicidad de la gente. (…)Necesitamos construir una forma nueva
de relación con los recursos que respete, por ejemplo, lo que pregonan los pueblos originarios
desde hace más de 500 años en América, de que somos parte de un todo y si nos comemos las
montañas y los ríos y el aire nosotros tampoco vamos a estar, o no van a estar nuestros hijos o
nuestros nietos. El tema es que cada vez está más cerca -y no de los que van a ser nuestros
nietos sino de nuestros hijos y de nosotros mismos- que el agua se acaba, el aire se acaba, la
tierra se acaba. La pelea por construir un nuevo modelo no es sólo por una visión romántica de
la naturaleza y el mundo, ni es sólo por querer plantear una alternativa al capitalismo tal cual
lo conocemos, sino que hoy por hoy es una urgencia de vida.” (Entrevista a Juan Vita, de la
Central de Trabajadores Argentinos, www.rebelion.org, 06-09-2007)
3
coincide con la formulación que realiza István Mészáros para
caracterizar la civilización del capital: “El capital – apunta con razón
4.- István Mészáros, “La teoría económica y la política: más allá del capital”

“ellas no lograron conformar un sistema hegemónico que globalice
las reglas de vida de toda la humanidad, como lo ha hecho el sistema
capitalista porque no son su esencia sino la diversidad ”. La
dirección antisistema (antihegemónica) está ligada en su
razonamiento al avance de las emancipaciones, mas no de la noche a
la mañana, ya que “no se puede vivir una mutación genética
sociopolítica de manera inmediata, espontánea y radicalmente
distinta al sistema hegemónico capitalista, sino como parte de un
desprendimiento de la vieja piel para cubrirse de otra alternativa.
Esta transición implica por tanto incoherencias, contradicciones,
pero con una direccionalidad por medio del desprendimiento para
dar origen y parir otros mundos ”.
Al analizar la presunta crisis de los paradigmas, Franz
Hinkelammert se pregunta si existe realmente una pérdida de los
criterios universalistas de actuar con capacidad crítica beligerante
frente al triunfo del universalismo abstracto propio del capitalismo
de cuartel, actualmente transformado en sistema globalizante y
homogeneizante. Este sistema, arguye, está lejos de ser afectado por
la fragmentación. Todo lo contrario: aparece como un bloque
unitario ante la dispersión de sus posibles opositores. Su conclusión
es que no podemos enfrentar dicho universalismo abstracto
mediante otro sistema de universalismo abstracto, sino mediante lo
que define como una “respuesta universal”, que haga de la
fragmentación un proyecto universal alternativo:

Fragmentarizar el mercado mundial mediante una lógica de lo
plural es una condición imprescindible de un proyecto de liberación
hoy. No obstante, la fragmentación/pluralización como proyecto
implica, ella misma, una respuesta universal. La fragmentación no
debe ser fragmentaria. Si lo es, es pura desbandada, es caos y nada
más. Además, caería en la misma paradoja del relativismo. Sólo se
transformará en criterio universal cuando para la propia
fragmentación exista un criterio universal. La fragmentación no
13.- Frei Betto aboga por no minimizar las diferencias de modelo. Si pretendemos pulsar los
intereses inmediatos de los sectores populares (y su representación en la conciencia cotidiana
de las masas), que el capitalismo salvaje deja de satisfacer, es preciso distinguir, sin ninguna
idealización, las diferencias entre las vías “incluyente” y “excluyente” adoptadas por el
sistema de acuerdo con sus cálculos de beneficio: “Todos sabemos que el neoliberalismo es
una nueva fase del capitalismo. Nosotros sentimos en nuestras vidas, en la piel, en el bolsillo,
debe ser fragmentaria. Por eso esta “fragmentación” es
pluralización.

En similar perspectiva epistemológica, Jorge Luis Cerletti
aporta su propia visión crítica sobre la reproducción del
universalismo abstracto en el proyecto alternativo: “La totalidad es
una eminente cuestión política que, además de lo que abarca, exige
decidir en nombre de qué y de quiénes se plantean las luchas. Si se
exalta la universalidad de los mismos, se puede enunciar un sujeto
ideal y privilegiado, sea la clase obrera, la nación, la humanidad o
también la muchedumbre. Caso contrario, marchamos hacia la
valorización de las partes que en sentido amplio connota la
pluralidad. Y ésta exige un cambio sustantivo de mirada que
contradice la cultura política que tenemos introyectada ”.
Ese cambio de cultura política lo ubica el autor argentino en
una visión diferente del poder y la organización. A partir
precisamente de esa apuesta por las partes surgen interrogantes que
Cerletti se formula: ¿cómo se expresa el todo en cada parte?; ¿cuál
sería el hilo conductor que haría lazo entre las múltiples
“inmanencias” de cada situación?; Y si no hay tal lazo, ¿en qué
consistiría el “todo”?, ¿en la pura diversidad? La tensión entre los
lazos de poder y el tipo de organización que sea capaz de evitar la
estructura piramidal es resuelta acá mediante la propuesta de
construcción política en red:

La red no sólo se liga a través del hilo sino que éste conforma
los nudos que se vinculan entre sí. O sea, el vínculo es de la
misma naturaleza de lo que relaciona. Luego, se podría decir
que los principios y la orientación política constituyen las
múltiples hebras del hilo, y de sus cualidades dependerá la
fortaleza de la red. Pero ésta es obra del tejido que transforma
el hilo en red. Esto exige ir construyendo los nudos al tiempo
que se los va ligando (metodología de construcción).
Traducido en términos políticos, la red es producto de las
cuál es la diferencia entre el capitalismo liberal y el capitalismo neoliberal: Pequeñas pero
significativas diferencias. Porque antes el capitalismo hablaba de desarrollo. Y había una
esperanza de que mucha gente iba a ser beneficiada por ese desarrollo. Por ejemplo, en los
años 60 la Alianza para el Progreso era un esfuerzo de preocupación por el bienestar de toda la

acciones constitutivas de los nudos (las partes) pero que si no
se vinculan pierden su razón de ser (potenciación de los
cambios colectivos). Y al hacer centro en la organización
necesariamente debemos precisar a qué tipo de hilo nos
referimos, pues se pueden construir redes afines al orden
establecido (conexiones interempresarias), como redes de
autoayuda, de políticos tradicionales, de mafias, etc. etc. Pero
en este caso hablamos de una red emancipatoria.

Entonces, el problema se revierte sobre la condición constitutiva de la red. Y para que la misma no se convierta en la que emplea el pescador que es quien la maneja, el pode debe circular entre los distintos nodos que componen la red y al interior de los mismos. Queda establecida así la condición fundante a que debe responder semejante construcción para que no se constituya, bajo una apariencia distinta, en otra
variante de una estructura piramidal a imagen del Estado.

Este esbozo metafórico, plantea simultáneamente la
necesidad de crear organizaciones políticas junto a la
modalidad asumida para establecer sus relaciones internas.
De lo dicho se desprende tanto la autonomía de las partes en
aptitud de decidir las situaciones que la involucran así como
sus vínculos que deben corresponder a la orientación política
que define tal metodología de construcción.
Si nos colocamos desde la mirada antisistémica, observamos
que la categoría de exclusión social deja en ocasiones en la
opacidad, fuera de la crítica radical a la categoría central de
explotación, independientemente de la necesidad de develar las
prácticas presentes de explotación en el capitalismo transnacional.
Pero si miramos el tema desde el ángulo de las posibles alternativas
intrasistémicas, la crítica a la exclusión asume competencia
beligerante en el enfrentamiento a la forma prevaleciente de
capitalismo salvaje. Lo mismo ocurre con la opresión política. El
Estado neoliberal se ha convertido en un mercado de intereses
población de América Latina. Hoy el neoliberalismo no habla de desarrollo. Habla de
modernización. Y modernización no incluye a la mayoría de la gente. Modernización es este
proceso creciente en que las inversiones no se hacen teniendo en vista las necesidades del
pueblo, sino teniendo en vista la tecnología de punta. (…) En el liberalismo se hablaba de

particulares al desaparecer las conquistas democráticas que hicieron
de la cosa pública un espacio en disputa entre las clases. Por ello, la
batalla por la ciudadanización tiene un contenido político
convergente con la izquierda en la medida en que se enfrenta a la
desarticulación o “secuestro” de la cosa pública por las élites de
poder. En el ámbito global, la existencia de un Gobierno mundial de
facto, no regulado por la sociedad civil internacional, es también
otro argumento en favor de este tipo de ciudadanización activa.

Hoy es impensable lograr la emancipación del trabajo vivo
únicamente con los asalariados formales. Existen dos fenómenos
contradictorios que se desarrollan simultáneamente en el
capitalismo: por un lado la evolución socioeconómica y cultural de
los trabajadores vinculados al proceso económico, en particular a
los sectores tecnológicos más evolucionados, y por otro lado la
super explotación, la marginalización y exclusión de los
trabajadores desvinculados del proceso económico principal o
directamente expulsados a la desocupación. Ambos son explotados
económicamente y excluidos socialmente a través del trabajo
asalariado y semiasalariado, y a través del desempleo, subempleo
invisible y visible. El trabajo y el “no trabajo” (la fuerza de trabajo
que ha dejado de ser necesaria a la producción capitalista) encarnan
la verdadera universalidad que el capital usurpa.

Los núcleos de trabajadores vinculados a los sectores
económicos más avanzados pueden constituirse en células
autogestionarias de un futuro en el que el capital perderá su cetro
como dueño de las condiciones de trabajo. Las experiencias de
cooperación, de economía solidaria y trueque, así como otras
prácticas altermercantilistas de los sujetos excluidos y precarizados
complementan esa fisonomía del modo de producción alternativo al
hoy hegemónico. Una versión formalista de la categoría de
marginalización. Una persona que está marginalizada en una iglesia, en una escuela, tiene la
esperanza de volver al centro. Ahora no, ahora se habla de exclusión. Y uno que está excluido
no tiene más cómo volver al centro. El neoliberalismo es la canonización de la exclusión”.
(Frei Betto, “Luchadores de un mundo nuevo”, América Libre,No. 10, enero 1997, pp. 7-8.).
14.- A propósito del sentido del juego “democrático” dentro de la sociedad neoliberal,
podrán citarse muchos estudios críticos. Pero, como ya sabemos, con Martí, que el arte es la
forma más rápida de llegar a la verdad, el autor de este texto, en una reciente estancia en un

trabajador (ocupado) sería políticamente inoperante para entender,
por ejemplo, la naturaleza del nuevo sindicalismo argentino
presente en la Central de Trabajadores Argentinos y la de
movimientos sociales, como pueden ser los piqueteros, en el caso de
Argentina, y otros donde el peso de los trabajadores “no ocupados” o
excluidos marca la radicalidad política de sus acciones, tal como
reconocemos en el Movimiento de los Sin Tierra, de Brasil. Dónde
colocar desde una perspectiva reduccionista a los pueblos indígenas
de nuestro continente y de otras regiones del planeta, cuya
resistencia, cosmovisión y modos de entender el relacionamiento
con la naturaleza y el “tiempo político” desafían no sólo a la
civilización productivista, consumista y disipatoria, al servicio de
las superganacias de las transnacionales y de los bloques
imperialistas, sino a las nociones de cierta “izquierda”, cuyas
prácticas no van más allá del “juego democrático” y de la ilusión
de humanizar el orden del capital.

La significación histórica y epistemológica de la noción de
Sistema de Dominación Múltiple radica en la superación del
reduccionismo y la consecuente comprensión de que las luchas
contra el poder político del capital están íntimamente vinculadas a la
creación no sólo de un nuevo orden político-institucional
alternativo al capitalista, sino a la superación histórica de su
civilización y su cultura hegemónicas.

Si concordamos en que este orden económico y político
hegemónico está ligado íntimamente a una civilización excluyente,
patriarcal, discriminatoria y depredadora, que impulsa la cultura de
entrañable país latinoamericano afectado profundamente por ese “sentido”, no pudo dejar
de meditar cada noche, en la soledad de su habitación, escuchando la impresionante
canción de Luis Eduardo Auté, “La belleza”. Vale la pena recordar algunas frases: Y ahora
que ya no hay trincheras / el combate es la escalera / y el que trepe la más alta / pondrá a salvo
su cabeza / aunque se hunda en el asfalto / la belleza…”, y también, por supuesto, “Míralos
como reptiles al acecho de la presa / negociando en cada mesa ideologías de ocasión”.
15.- Cf. José Luis Rebellato, Antología mínima, Editorial Caminos, La Habana, 2000.
16.- Cf. Jorge Luis Cerletti, El poder bajo sospecha, De la Campana, Buenos Aires, 1997.
17.- Raúl Zibechi: “La emancipación como producción de vínculos”, en Los desafíos de las
emancipaciones en un contexto militarizado, Op. cit., p.125.
18.- Sobre el papel de la utopía en estos procesos véase Yohanka León del Río: Sobre el papel

la violencia e impide el propio sentido de la vida humana, habrá que
reconocer que la absolutización de un tipo de paradigma de acceso al
poder y al saber, centrado en el arquetipo “viril” y “exitoso” de un
modelo de hombre racional, adulto, blanco, occidental,
desarrollado, heterosexual y burgués (toda una simbología del
dominador), ha dado lugar al ocultamiento de prácticas de dominio
que, tanto en la vida cotidiana como en otras dimensiones de la
sociedad, perviven al margen de la crítica y la acción liberadoras.
Nos referimos, entre otros temas, a los millones de hombres y
mujeres que son expulsados de la producción, el mercado y la
política, que sobran por no ser redituables, a la discriminación
histórica efectuada sobre los pueblos y las culturas indígenas, los
negros, las mujeres, los niños y niñas y otras categorías socio—
demográficas que padecen prácticas específicas de dominación.
Son expresiones de una civilización excluyente, patriarcal y
depredadora que el capital encierra en su Pensamiento Único. José
Luis Rebellato sintetiza lo que queremos expresar con certeras
palabras: “Patriarcado, imperialismo, capitalismo, racismo.
Estructuras de dominación y violencia que son destructivas para los
ecosistemas vivientes ”.

Dichas prácticas de dominio, potenciadas en la civilización (y
la barbarie) capitalista, han penetrado en la psiquis y la cultura
humana . No de otra manera se explica la permanencia de patrones
de prácticas autoritarias racistas, sexistas y patriarcales que irradian
el tejido social, incluso bajo el manto de discursos pretendidamente
democráticos o en las propias filas del movimiento anticapitalista.
Podría objetarse que existen discriminaciones y violencias
mucho antes de la hegemonía del capital sobre la sociedad, lo cual es
de la utopía en el pensamiento social crítico contemporáneo, Fondo instituto de Filosofía, La
Habana, 2006.
19.- Helio Gallardo: “Intervención en el VII taller Internacional sobre Paradigmas
Emancipatorios, La Habana, abril 2007, Sitio web: Pensar América Latina:
http://www.heliogallardo-americalatina.info
20.- Cf. Fernando de la Riva: En la encrucijada, inédito.
21.- Isabel Rauber, Construcción de poder desde abajo. Claves para una nueva estrategia,

absolutamente cierto. Sin embargo, el régimen del capital las
potencia y generaliza como nunca antes. Un ejemplo de ello
podemos verlo con los feminicidios en la actualidad. Se sabe que
cada cultura patriarcal mantiene nichos de violencia y criminalidad,
es el caso de la quema de mujeres como resultado del
incumplimiento del tributo de la dote en la casta de los Brahmā de la
India. Esas prácticas de violencia sobre las mujeres fueron incluso
esgrimidas por los ingleses para justificar como “civilizadora” la
invasión colonialista. Las mujeres que luchan hoy contra esa
herencia patriarcal en la India aducen que, con el neoliberalismo y la
mercantilización de la vida, lo que era privativo de la casta
“superior” devino una práctica generalizada en la sociedad
globalizada.

Según un cable de EFE fechado en Nueva Delhi el 23-05-
2007, casarse en la India sigue siendo una losa para miles de mujeres
que, al no poder pagar las altas cantidades que exige la dote, una
tradición ilegal pero aún vigente, se suicidan o mueren a manos de
sus maridos. Los últimos casos de jóvenes muertas por esta causa
han puesto en evidencia que la costumbre de la dote, lejos de
extinguirse, sigue a la orden del día más allá de barreras de clase o
casta. De acuerdo con la Comisión de Mujeres de Delhi (DCW), son
aún muchas las muertes por este motivo que pasan desapercibidas:
sólo el año pasado se denunciaron más de 9.800 casos relacionados
con violencia por la dote, según datos de la Policía de Nueva Delhi
difundidos recientemente por The Times of India. La tradición no se
limita al mero desembolso económico en el momento de la boda, ya
que, en los meses y años siguientes, es posible que el marido y su
familia sigan pidiendo dinero o bienes a la esposa por concepto de
gastos vinculados al matrimonio, o como confirmación de un cierto
status social.

Así cualquier hombre de esa sociedad puede ejercer la
violencia sobre la mujer si considera que no ha recibido lo que de
suyo le pertenece a cuenta de esa figura ancestral, hoy
“democratizada” en la sociedad mercantil. “No nos dejan
enfrentarnos críticamente a los nichos de violencia de nuestra
Pasado y Presente XXI, Santo Domingo, p. 123.
22.- Ibídem.
23.- La vinculación entre los actores políticos y sociales no puede ser casual ni coyuntural

cultura tradicional, una vez que la sociedad neoliberal los
generaliza”expresaba Madhu, activista del CIEDS de Bangalore al autor de este texto, en el marco del VI Foro Social Mundial en Mumbai.

Mas no es necesario ir tan lejos para comprobar cómo la lógica totalizadora del capital subsume y recicla este tipo de violencia: el caso de las jóvenes asesinadas en Ciudad Juárez en México es otro ejemplo de feminicidio multicausal en el que se
entrelaza la cultura de la violencia del patriarcado con el narco, el
tráfico de órganos por la frontera norte y la injusticia como norma
del orden neoliberal.

El alto grado de explotación/exclusión, de prácticas de
saqueo, de opresión política y de discriminación sociocultural, así
como de densidad de enajenación (económica, social, política,
cultural, mediática) común a los modelos de capitalismo neoliberal
dependiente en América Latina, hace que se condensen todas las
dimensiones y las consecuencias de lo que hemos llamado Sistema
de Dominación Múltiple del capital; a saber: la muerte de los sujetos
subalternos como “destino” (ya sean pobladores urbanos o rurales,
trabajadores ocupados, no ocupados, jubilados o excluidos,
indígenas, mujeres, jóvenes, personas LGTB) (lesbianas, gays,
personas transgénero y bisexuales) y la destrucción del entorno
ambiental, como efectos sociales, humanos y ecológicos en el Sur
periférico de la implementación de las nociones de “crecimiento”,
“desarrollo” y “competitividad” de la globalización imperialista.

Vertientes de resistencia y lucha: Hacia un modo “no tramposo” de articulación

La existencia de múltiples redes de movimientos sociales y prácticas contestatarias en el seno del movimiento social-popular en América Latina, las que se constituyen en torno de demandas puntuales (en muchos casos ancestrales e históricas) por la equidad y/o por el reconocimiento, obliga, en principio, a describir los ámbitos arquetípicos de dichas prácticas y movimientos de la manera siguiente:

1. Movimientos reivindicativos/redistributivos (equidad social)
•Barriales y sindicales (por demandas reivindicativas locales
y sectoriales)
•El nuevo sindicalismo radical que trasciende el
economicismo y comprende una noción más amplia de trabajador
(trabajadores ocupados, no ocupados, jubilados, excluidos/as). De
las luchas por trabajo y los derechos básicos de subsistencia estos
movimientos avanzan hacia la subversión de las relaciones sociales
del capital, la promoción de experiencias autogestionarias y de
economía solidaria (popular). Alternativas y propuestas de nueva
socialidad

2. Movimientos por el Reconocimiento (identitarios)
•Movimiento indígena (autonomía cultural, derechos como
pueblos, reconocimiento de saberes y cosmovisiones)
•De género (movimientos feministas y de mujeres)
•Personas LGTB
•Movimientos contraculturales y juveniles en contra de la
moral tradicional y la mercantilización de la vida en el capitalismo.
Al luchar contra las prácticas racistas, discriminatorias
(patriarcales y homofóbicas) desde una dimensión utópico-
liberadora, muchos de estos movimientos llegan a enfrentarse a los
poderes hegemónicos, causantes supremos de la opresión
sociocultural y política de los grupos humanos que representan, a la
vez que irradian y co-construyen con otras fuerzas alternativas
nuevos patrones civilizatorios de interacción social.

3. Movimientos ambientalistas, conservacionistas y en defensa
de la biodiversidad.
“No es lo habitual – argumenta Raúl Zibechi en su ensayo “La emancipación como producción de vínculos”-, ciertamente, que un
movimiento haya desarrollado de forma pareja todos los aspectos
que hacen a la emancipación y a la creación de un mundo nuevo. (…)
Existen, por lo tanto, grados diversos de ruptura con lo viejo, siendo
a mi modo de ver el zapatismo la ruptura más completa y explícita
tanto en el hacer como en el pensar con las viejas formas de cambiar
el mundo (…) Las diferencias anotadas entre los movimientos, y
otras tantas que pudiéramos sumar, no deberían ocultarnos las
cuestiones en común de estos sujetos territorializados que, mientras
resisten, se empeñan en convertir sus emprendimientos para la
sobrevivencia en alternativas al sistema ”.

La mayoría de estos movimientos tributan a la dimensión
utópico-liberadora del pensamiento social crítico latinoamericano,
frente a las consecuencias genocidas (humanas, ecológicas,
socioculturales) del paradigma depredador de la modernidad
capitalista potenciado por la globalización neoliberal: indígenas,
campesinos, feministas, comunidades eclesiales de base (teología
de la liberación), juveniles, de excluidos/as urbanos y rurales, etc.
De sus vertientes de lucha se desprenden, entre otras, las visiones
analíticas de la crítica al Desarrollo y la Economía (del capital), la
ecología social, el ecosocialismo, la soberanía alimentaria, los
proyectos autogestionarios de fundamento ecológico, así como
otras dimensiones utópicas positivas de nueva socialidad, nueva
economía y nueva relación con el entorno . Esto ya implica un salto
de lógica, una racionalidad diferente, no absolutamente
identificable con la que ha prevalecido dentro de la modernidad.
En consecuencia, si existe un sistema múltiple de prácticas de
dominio y sujeción entrelazadas, podemos representarnos al
movimiento social-popular como la integración compleja y
dinámica de todas las demandas emancipatorias y perspectivas de
resistencia, lucha y creación alternativa a ese Sistema de
Dominación Múltiple del capital. Sin embargo, este es un tema que
sigue estando pendiente en la agenda práctica de los movimientos y
redes, por más que se han logrado avances en determinadas
campañas articuladoras de defensa de los intereses fundamentales
de nuestros países, como ha sido la exitosa Campaña hemisférica
contra el ALCA.
Para Helio Gallardo el sistema de dominaciones provee a los
sectores populares de identificaciones inerciales: “Tú ocuparás el
lugar de mujer o hembra, tú el de niño, tú el de anciano, tú el de
obrero, tú el de indígena, tú el de LGTB, el de desplazado o migrante
no deseado…” y estas identidades “forzadas” los ha tornado
vulnerables, discriminados y rebajados en su autoestima por la
dominación patriarcal machista y adultocéntrica.
17.- Raúl Zibechi, “La emancipación como producción de vínculos” en Los desafíos de las
emancipaciones en un contexto militarizado, op. cit., p.125.

La identidad autoproducida de los sujetos subalternos que
enfrentan, resisten y combaten las identidades inerciales que
le confiere el sistema para aislarlo y destruirlo material y
simbólicamente, comprende su autonomía y autoestima: esta
última consiste en aprender a quererse a sí mismo para
ofrecerse a otros. La autoestima no se liga con narcisismo ni
con egoísmo. Pasa por cuidar de sí, integrarse, quererse a uno
mismo, aprender a asumirse como parte de un
emprendimiento colectivo (de la familia, de la especie, del
sistema de vida)… y se sabe que uno la posee porque se la
testimonia en la existencia cotidiana, o sea en la vida de todos
los días, en cada acto, todo el tiempo. Es factor decisivo de la
identidad autoproducida. Y puede ser muy complicado y
riesgoso testimoniar esta autoestima, irradiarla, porque, ya
hemos visto, puede darse en un sistema de poder que no la
admite, que la invisibiliza, la persigue y acosa para destruirla.
Es así que – en la reflexión de Gallardo – para los movimientos
sociales populares los puntos de referencia decisivos son su
autonomía, la autoproducción de identidad efectiva, la conversión
de sus espacios de encuentro y discusión, de sus movilizaciones en
situaciones de aprendizaje, el testimonio, la irradiación de
autoestima. Sin autoestima – arguye -, ninguna aproximación social
o humana resulta positiva.

Esto vale tanto para las relaciones de pareja como para el
movimiento campesino o para un movimiento ciudadano por
instituciones democráticas Con autoestima, cualquier propuesta o
acción, venga de amigos, de adversarios o de enemigos, será juzgada
como conveniente o inconveniente por la competencia y eficacia
que el actor social popular ha ido ganando, es decir
autotrasfiriéndose, mediante su lucha.

Mucho se ha discutido acerca de las dificultades para
construir un modelo de articulación que no esté preestablecido por
una u otra fuerza política, o por las expectativas corporativistas o
gremiales de uno u otro actor social. Este tipo de modelo
18.- Sobre el papel de la utopía en estos procesos véase Yohanka León del Río, Sobre el papel
de la utopía en el pensamiento social crítico contemporáneo, Fondo instituto de Filosofía, La
Habana, 2006.

“colonizador”, pretendiendo un universalismo poscapitalista, ha
dado lugar, en ocasiones, a consensos “fáciles” o pseudoconsensos
que ocultan las contradicciones, liquidan las visiones distintas y
desplazan los puntos conflictivos entre los sujetos involucrados en
la construcción de un proyecto compartido. Aquí aparece un
problema central que resolver:

¿En qué medida la nueva articulación sociopolítica por la que
abogan los movimientos devendrá garantía para asumir, respetar y
desplegar la emergencia de la diversidad sociocultural, étnico-
racial, de género, etánea, de opciones sexuales, diferencias
regionales, entre otras que son objeto de manipulación y diversas
formas discriminatorias por el actual orden enajenante del
imperialismo global, no como signo de dispersión y atomización,
sino de fortaleza y como la propia expresión de la complejidad del
sujeto social-popular en las dimensiones micro y macrosocial?

La preocupación anterior se formula con mucha frecuencia
ante cada propuesta de articulación sugerida desde cualquiera de las
fuerzas políticas del campo popular.

Mientras un componente del sujeto social y popular se erija en
designador omnipotente del lugar del otro, habrá normatividad de
roles, e identidades adscriptivas. Esta especie de desvergüenza
epistemológica legitima el juego del “elogio y el vituperio” en el
plano político. Si el actor que sufre tal designación trata de vivir
como si pudiera hacer abstracción de las designaciones de que es
objeto por el otro, y pretende autodefinirse desde su propia
experiencia subalterna, no hace sino seleccionar de nuevo, por
cuenta propia, los aspectos del mundo que ya han seleccionado para
él, y resignificar el lenguaje mismo que lo destina a una forma de
vida y de comportamiento que debe acatar, dentro de un espacio
ausente de actividad crítico-reflexiva.

Una totalidad “tramposa”, en consecuencia, sería aquella que
conciba al proyecto como sinónimo de rasero nivelador para un
denominador común. Desde la perspectiva popular, es primordial
19.- Helio Gallardo, “Intervención en el VII taller Internacional sobre Paradigmas
Emancipatorios”, La Habana, abril 2007, Sitio web: Pensar América Latina:
http://www.heliogallardo-americalatina.info

que los sujetos demanden y constituyan al proyecto, y no a la
inversa. Nadie pone en duda la necesidad de un proyecto y la
viabilidad de éste, que dé credibilidad a las masas populares, que
supere, en sentido positivo, la crisis de valores existente. Pero no
debe ser concebido como la idealización y la autoconciencia, en sí
mismas. La experiencia política propia, labrada sobre las prácticas
socioclasistas y de otros géneros, ha sido y es la que constituye al
sujeto, y en ella éste, a su vez, valida al proyecto. Cualquiera de estas
dos partes que falte hace que el sujeto real se transforme en virtual, y
que un proyecto virtual se presente como real y verdadero, propio
para ese sujeto; pero nunca, por ese carácter, puede hacerlo
completamente suyo.

La práctica más severa confirma que el carácter de un proceso
sólo está determinado por las contradicciones sociales que resuelve
y no por un supuesto protagonista que puede ser virtual (como lo ha
sido en la mayor parte de la historia), y que ha defendido un proyecto
como suyo, pero que en realidad lo han convertido, por exclusión
participativa, en algo que nada o muy poco tiene que ver con él,
anteponiendo una utopía “alcanzable”, como velo de un proyecto
del y para el poder de otros.

Lamentablemente, muchas experiencias frentistas en Latinoamérica reprodujeron estos viejos esquemas, y al final llegaron al fracaso. Por eso se produjo una crítica al estrategismo, es decir, a la visión que tenían algunas fuerzas de izquierda de que una
vez que se tomara el poder, se iban a resolver, de la noche a la mañana, el problema del medio ambiente, el de la mujer, el de las poblaciones indígenas, de los barrios, etc., y no incorporaron temas de estas demandas en la construcción de la propia lucha, desde el
mismo comienzo del camino hacia una sociedad humanizada. La sociedad deseada, por supuesto, tiene mucho que ver con el camino que recorramos para llegar a ella, y de la capacidad para no desvincular fines y medios, para no reproducir viejas o generar
nuevas formas de dominación.

El conocimiento mutuo, la superación de prejuicios, el
desarrollo de la confianza mutua entre personas y entre
organizaciones es clave en este proceso. Compartir el análisis que
hacemos de la realidad dentro de la diversidad. Fijar objetivos
comunes, claros, concretos, posibles; que sea un espacio (con
procedimientos claros) para la participación de las organizaciones y
personas. Evitar desequilibrios (unos, siempre mucho; otros,
siempre poco). Si hay desequilibrios, que sean razonados,
“conscientes”, asumidos y solidarios. Así como evaluar, revisar
conjuntamente, responsablemente la acción común y el
funcionamiento de la coordinación. Vamos a tener que apostar por el
mestizaje, dice Fernando de la Riva, por las mezclas que nacen
desde la identidad de cada uno, pero se convierten en algo más
cuando incorporan la fuerza y las capacidades de los otros.

Debemos estar preparados para una nueva estrategia liberadora, que implica ensanchar el continente y el contenido de lo político, percibir la política implícita en lo social, y no sólo en las estructuras concebidas habitualmente como tales, incorporar con ello más actores sociales que asuman posiciones contestatarias frente a las discriminaciones de todo tipo, tal vez dispersas y no sistemáticas, pero igualmente válidas. “El proceso de lucha es,
escribe Isabel Rauber, a la vez que construcción (reconstrucción),
articulación y puente, un proceso educativo-formativo de
construcción de sujetos, de conciencias, de contrahegemonías y de
poder ”.

La posibilidad de elaborar un nuevo proyecto que represente
y sintetice las actuales aspiraciones y necesidades de los pueblos
latinoamericanos y caribeños, apunta dicha autora, está
directamente relacionada (y condicionada) por la capacidad de la
teoría, del pensamiento de y para la transformación. Capacidad que
presupone la actualización de la propia teoría, asunto que en nuestro
caso pasa, en primer lugar, por asumir el mestizaje étnico y cultural
de los pueblos y, por tanto, de la teoría de la transformación.

Desde el ángulo de esta convocatoria, esto supone “mestizar” el marxismo, asumir sus aportes junto a los de otras corrientes del pensamiento latinoamericano y nacional: con el pensamiento de los independentistas, con las propuestas de los pueblos originarios, con los aportes de la educación popular y de la Teología de la Liberación, con las reflexiones de las experiencias de resistencia y construcción de los movimientos urbanos y rurales desarrollados en las últimas décadas, etcétera.

En este sentido, parece hoy más importante encontrar una matriz política, ética y simbólica, que permita integrar, sin exclusiones, todas las demandas emancipatorias, libertarias y de
20
20.- Cf. Fernando de la Riva, En la encrucijada, inédito.
reconocimiento que dan sentido a las luchas de los actores sociales
que están hoy frente a un sistema de dominación concreta, y que
arrastran como sucede particularmente con las mujeres, ancestrales
opresiones y discriminaciones de difícil y/o incómodo
reconocimiento para la cultura patriarcal. Para ello es clave
reconocer estos cuatro nódulos de referencia: el género, la raza, la
etnia y la clase. Estas cuatro categorías han padecido diversos usos
reduccionistas.

Es tan perjudicial preterir el enfoque de género en aras de una
visión estructural o económica de la sociedad, como asumir la lucha
contra la cultura patriarcal haciendo abstracción de la denuncia y el
enfrentamiento a los poderes económicos y políticos de clase,
responsables de la explotación, la exclusión y la llamada
feminización de la pobreza. Lo mismo puede suceder con la raza o la
etnia, o con la clase. Los que vienen de una tradición marxista en
América Latina conocen el itinerario del reduccionismo de clase a la
hora de elaborar las tácticas, las estrategias, los modos de
acumulación. Claro está que la crítica al reduccionismo de clase ha
llevado también a una postura nihilista: desconocer la clase como
categoría fundamental de análisis.

La apuesta por la articulación social-política de estos sujetos
y actores subalternos no constituye un fin en sí mismo, sino una
condición de la emergencia de lo que István Mészáros llama
movimiento radical de masas, germen a su vez de alternativas
emancipatorias antiimperialistas y anticapitalistas. Sin embargo, la
articulación de las resistencias y luchas no debe ser identificada con
la noción idílica de “unidad aglutinante”, supeditada a intereses
virtuales de pretendidas “vanguardias” ajenos a la experiencia
política propia de los actores sociales involucrados.

No es ocioso recordar que el nuevo sentido político de las
articulaciones será resultado de la experiencia política propia de los
actores. Cada cual (organización, movimiento y redes sociales)
deberá y podrá traer todo lo suyo: sus prácticas y tradiciones de
21.- Isabel Rauber, Construcción de poder desde abajo. Claves para una nueva estrategia,
Pasado y Presente XXI, Santo Domingo, p. 123.
22.- Ibídem.

resistencia y lucha, las visiones civilizatorias y perspectivas
libertarias y la diversidad de “epistemes” y saberes construidos
96
Gilberto Valdés Gutiérrez
23
23.- La vinculación entre los actores políticos y sociales no puede ser casual ni coyuntural
afirma Alberto Pérez Lara, sino que tiene que darse de manera necesaria y continuada sobre la

político-cultural contrahegemónico, distinto del reduccionismo
estrategista o “vanguardista”.
Lo anterior requiere, en consecuencia, la búsqueda de un eje
articulador que pasa, inevitablemente, por la creación de un nuevo
modelo de acumulación política. Esto presupone, al menos:

•El reconocimiento de la especificidad cultural y la
competencia simbólica y comunicativa de cada sujeto o actor
social, la realización de acciones comunicativas de rango
horizontal, que permitan develar las demandas específicas,
integrando solidariamente las de otros sectores, sobre la base
de la confrontación teórica y práctica con las formas de
dominio de clase, género, etnia y raza. Aquí es importante
concebir no sólo las problemáticas fundamentales de los
trabajadores formales y no formales (ocupados y no
ocupados), de los excluidos del sistema, sino la aparición, o
nuevos desarrollos, de problemáticas antes no consideradas
por las fuerzas contestatarias: las de género, las étnicas, el
cuestionamiento de la moral tradicional, la politización de
ciertos movimientos juveniles, etc. Sigue vacante la
construcción de una articulación política para todas esas
líneas de iniciativas populares que se forman en torno a
diferentes cuestiones particulares y evolucionan, en muchos
casos, hacia un cuestionamiento global del sistema
económico, social y cultural. Ese papel lo puede cumplir
solamente una organización horizontalista, plural y
democrática en su interior. Horizontalista en cuanto no acepte
liderazgos permanentes e indiscutibles, y plural en cuanto a
base de un conjunto de principios: una relación de respeto mutuo a la identidad de ambos y a la
autonomía, un impulso y respeto a la democracia; tolerancia y flexibilidad; fijar áreas de acción
común que garantice el paso de las reinvidicaciones inmediatas a la construcción de poder
político; la construcción en común de un pensamiento crítico impugnador del neocapitalismo.
El paradigma de emancipación, en consecuencia, debe ser construido por todos/as con
expresión del contenido plural y el protagonismo debe basarse en la participación efectiva y
real y no en la pretendida superioridad de una organización respecto a la otra. (Alberto Pérez
Lara, Nuevo sujeto histórico y emancipación social en América Latina, Fondo Instituto de
Filosofía, La Habana, p. 14.)

no convertirse en una organización centralizada que aspire a
la homogeneidad ideológica y tenga, además, capacidad de
incorporar organizaciones preexistentes que no renuncien a
su identidad propia.

•La aceptación de la pluralidad de maneras de acumular y
confrontar, propias de cada tradición política dentro del
movimiento popular.
•La necesidad de un modo horizontal de articulación de los
movimientos sociales, de los partidos y otras fuerzas sociales
y políticas de la sociedad civil. Lo cual no quiere decir
renunciar a la organización, sino a la concepción elitista,
verticalista de ella. De lo que se trata es de imaginar el
movimiento político como una organización que debe
asumirla doble tarea de promover el protagonismo popular y
contribuir efectivamente a crear las condiciones para que sea
posible, como una fuerza nueva capaz de integrar las más
diversas tradiciones y las formas organizativas más variadas,
y articular horizontalmente, no unificar verticalmente.

El sujeto del cambio es plural demandante de expectativas emancipadoras de distinto carácter, y no una entidad preconstituida.

Su autoconstitución implica, en consecuencia, una intencionalidad múltiple, construida desde diversidades (no siempre articuladas) y dirigida a transformar los regímenes de prácticas características de explotación y dominio del capitalismo contemporáneo. Ello será posible en la medida en que se constituyan como agentes alternativos por vía de la plasmación de otros patrones de interacción social opuestos a los hoy institucionalizados. Esta
situación no debe interpretarse como un simple “basismo” o como
propuesta a favor de la “gradualidad” de las transformaciones
requeridas para que se impongan dichos patrones alternativos.

Una articulación “no tramposa”, tal y como hemos
examinado anteriormente, entraña alternativas acompañadas de
visiones diferentes sobre la significación de la vida humana a
aquellas que prevalecen en la modernidad capitalista. Se trata de ir
más allá, de trascender la lógica antihumanista de la
mercantilización de la vida, del trabajo, de la naturaleza, del amor,
del arte, del compañerismo, del sexo, que impulsa la
transnacionalización irrefrenable del capital. Descartemos la
ilusión de poder promulgar un salto ahistórico hacia una nueva
civilización, puesto que existen alternativas viables que están
encapsuladas por las formas y los poderes económicos e
institucionales hegemónicos. La creación y generalización de
nuevos patrones de interacción social, desde la vida cotidiana, el
despliegue de las nuevas estructuras y subjetividades y sus praxis
contrahegemónicas, harán variar la relativa poca capacidad de
interpelación o interlocución de dichas alternativas con la situación
social general.

Se impone hacer un registro lo más abarcador posible de las
prácticas de resistencia y lucha a diversas escalas (local, nacional,
regional, global), no para decirnos sólo “lo que le falta a cada una”,
sino “lo que tiene de interesante, lo que aporta ya, lo que promete
potencialmente”. En otras palabras, sistematizar mejor las
experiencias alternativas emprendidas por los sujetos sociales que
se enfrentan a los patrones de interacción social hegemónicos, y
cuyo accionar multifacético se orienta hacia la creación de
regímenes de prácticas colectivas, características y recurrentes
(comunitaria, familiar, clasista, educacional, laboral, de género,
etnia, raza, etc.), alternativas al patrón capitalista neoliberal,
depredador y patriarcal, que usurpa la universalidad humana de
nuestra época.

Ello nos permitirá, en principio, ensanchar la noción de sujeto
social-popular alternativo con la diversidad de movimientos
sociales (barriales, feministas y de mujeres, étnicos y campesinos,
de trabajadores excluidos, sindicales, ambientalistas, juveniles,
contraculturales), de identidades y culturas subalternas amenazadas
por la homogeneización mercantil y la “macdonalización” del
entorno y el tiempo libre; cosmologías preteridas, perspectivas
liberadoras que se enfrentan, cada cual desde su propia visión y
experiencia de confrontación, al pensamiento único del
neoliberalismo global.
La desesperación ante la falta de reales, efectivas, viables y
24.- Cf. Daniel Campione, “Los problemas de la representación política y el movimiento
social. Algunas reflexiones críticas”, Periferias, a. 5, n. 8, Buenos Aires, segundo semestre de
2000.

radicales propuestas y acciones políticas alternativas que engloben
a todos los actores sociales comprometidos en construir ese otro
mundo posible, mientras los dueños del mundo que se quiere
cambiar siguen actuando impunemente contra los pueblos y las
personas, destruyendo su entorno identitario y natural, es y será
legítima, siempre que, desde esa insatisfacción, se avance creativa y
audazmente en la búsqueda del verdadero centro de gravedad
político en cada país, región y a escala planetaria. Ese centro no se
diseña “desde arriba” ni se declara a partir de una sola de las fuerzas
beligerantes, por muy buenas intenciones y capacidad
“representativa” y teórica que tenga. No se puede prever en sus
detalles, pero sí captar a tiempo su posibilidad y apostar por ella sin
temor a dejar en el camino cualquier signo o seña particular que nos
haya acompañado en la lucha, por muy amada que sea, en aras de la
emancipación y la dignificación social que nos involucra a todos y
todas.

La tarea estratégica implica construir un enfoque ético-político que reconozca la multiplicidad y diversidad del sujeto social alternativo (y la legitimidad de sus respectivos epistemes), que dé lugar a un nuevo modelo de articulación política en el
movimiento popular, en el que esté representado el conjunto de
demandas emancipatorias y libertarias, independientemente de las
tendencias cosmovisivas confrontadas, para llegar a un consenso
que admita puntos de conflictos. No se trata de negar los
desencuentros, incomprensiones y visiones diferentes sobre
diversos asuntos, entre las distintas vertientes del movimiento
social-popular, entre las tradiciones marxistas, socialistas,
comunistas, religiosas, indígenas, feministas, sindicales,
ambientalistas, comunitaristas, etc., y sus modos actuales de
25.- Ibídem.
26.- Concuerdo con Pedro Luis Sotolongo en que debemos, en primer lugar, asumir nuevas
pautas teóricas, epistemológicas y prácticas que permitan captar los modos del registro
subjetivo sus componentes inconsciente o arreflexivo, tácito o prerreflexivo y consciente del
sistema de sujetos-actores sociales alternativos. En otros términos, para calar ulteriormente,
en toda la complejidad de esa mediación aportada por la praxis interpersonal, social e
histórica, la relación entre los seres humanos y el mundo por conocer y transformar por ellos,
hace falta articular nuestros tratamientos tradicionales de la dimensión social clasista,
consciente e ideológica (con su sentimiento de pertenencia a ella) con, por lo menos, la
dimensión del inconsciente, vinculada a ámbitos prerreflexivos tales como el deseo, el saber
cotidiano tácito, los plastos prerreflexivos del poder microsocial (micropoderes) y el ámbito

afrontar los poderes hegemónicos desde sus organizaciones, redes y
movimientos sociales. Lo importante es no encapsularnos en
corazas corporativas y abrirnos hacia la identidad social-humana en
el compromiso emancipatorio, en la defensa de la vida, en la
solidaridad.

La actitud de los movimientos sociales ante la nueva etapa
posneoliberal en América Latina resulta hoy un tema de primer
orden. “La dificultad con los movimientos sociales es que – refiere
Emir Sader-, no logran construir opciones políticas (…) la
autonomía es fundamental para defender los intereses del pueblo, de
la masa, pero no es absoluta. La política tiene un momento
institucional y si se le rehúye, si se insiste en preservar su autonomía
como una categoría absoluta, si se oponen autonomía y hegemonía,
los movimientos se relegan y pueden adquirir rasgos corporativos ”.
El tránsito de lo social a lo político conlleva numerosos retos y
peligros que deben ser afrontados, a riesgo de hacer retroceder la
actual ola antiimperialista en la región. Pero, como ya hemos
apuntado, el paso a lo institucional que hace dejación de la lógica
emancipatoria, antisistémica, hace el juego a la política que se
pretende superar.

En consecuencia, ¿reconocemos la necesidad de
(auto)constitución de movimientos políticos alternativos? Si
admitimos esta necesidad, ¿nacerá éste de la articulación de y desde
los movimientos sociales y otras fuerzas? ¿Cuáles son los sentidos
éticos y políticos que se deberían encarnar en estos procesos de
articulación? ¿Cómo tomar en cuenta la reclamada autonomía de lo
social y los movimientos que lo expresan? Y en el caso en el que
estas problemáticas puedan ser respondidas positivamente, en el
que un movimiento social rico y diverso se dé a sí mismo una
expresión política, y llegue hipotéticamente al gobierno, ¿cómo
vivir entonces la autonomía en esas nuevas condiciones, hasta qué
punto convertirla en un coto cerrado? ¿Cómo construir esa nueva
política realmente emancipatoria, en la que los fines no son
indiferentes a los medios, en la que la postura ética personal y el
enunciativo o del discurso, que han sido puestos en evidencia por diversos pensadores y
corrientes de conceptualización social contemporánea. (Ver: Pedro Luis Sotolongo Codina,
Hacia un nuevo paradigma epistemológico, Fondo del Instituto de Filosofía, La Habana.)

compromiso con las mayorías son intransferibles? ¿Se enajenan el movimiento político y el movimiento social?

O en el caso de quienes tienen una reconocida trayectoria y liderazgo en organizaciones y movimientos sociales y a la vez poseen una militancia partidaria, ¿cómo viven como individuos (sujetos) esa aparente contradicción?

Tendremos que enfrentar – apunta con razón Joel Suárez – estas y otras interrogantes e intentar hallar pistas y caminos que nos
orienten en la constitución de un (nuevo) bloque histórico y una
(nueva) hegemonía emancipatoria.

Sabemos que este tema es complejo y está sujeto a
interpretaciones disímiles, no se ajusta a una fórmula preconcebida
para todas las coyunturas políticas nacionales y regionales.
El horizonte de nuestras luchas no se reduce a un mero cambio
de gobierno. La aspiración es por la justicia, la equidad, pero desde
un verdadero y significativo tránsito civilizatorio-cultural, de un
nuevo modo de relacionamiento social y con la naturaleza.

Convenimos en que si desde hoy no impregnamos al camino de
resistencia, lucha y construcción alternativas con esos valores, si no
lo aplicamos en nuestro accionar cotidiano, en las articulaciones
políticas y sociales que hacemos, no aparecerán por simple
generación espontánea.

En América Latina existe una tensión entre la lógica de la
lucha política (antineoliberal, antiimperialista, antisistema: la
nueva emancipación política) y la emergencia civilizatoria derivada
de las prácticas y visiones utópico-liberadoras de los movimientos
sociales (sus desafíos y propuestas frente a la civilización del
capital: la contextualización contemporánea de lo que Marx llama
emancipación humana). Esta tensión se ha hecho tradicionalmente
explícita desde una visión instrumentalista de la política y de la
lucha por el poder como demiurgo de lo social. Mas desde una visión
más amplia de lo político, ella reaparece como algo imposible de
obviar. La actitud más productiva para intentar superar dicha tensión
no radica, salvo que nos contentemos con un consenso “fácil” e
igualmente estéril, en desplazar los puntos conflictivos que suponen
ambas lógicas.

Al caracterizar las líneas de discusión entre las estrategias
liberadoras contenidas en las prácticas y conceptos de las llamadas
“contrahegemonías” (dirigidas a la construcción de un poder
alternativo) y las “emancipaciones”, entendidas esquemáticamente
como procesos tendientes a la liquidación de las propias relaciones
de sujeción y poder, Raúl Ornelas reseña las antinomias de las que
pueden ser presa ambas lógicas. “Desde la perspectiva de la
emancipación – nos dice el autor mexicano – el sujeto que se
construye es también múltiple pero caracterizado por la diversidad y
anclado más en la sociedad civil (o si se prefiere, en las luchas
populares) que en la esfera política. La diferencia esencial con el
proyecto contrahegemónico es que la emancipación privilegia y
pone el énfasis en la recuperación del control de la reproducción del
sujeto transformador. Por encima de cualquier otro objetivo, el
proyecto emancipador parte de enfrentar las dependencias y
opresiones que viven cotidianamente los individuos y sus
comunidades ”.

El proyecto emancipador, a diferencia de la estrategia política
del proyecto contrahegemónico de las fuerzas de izquierda, asume
la política como proceso de autoafirmación, lo que Helio Gallardo
caracteriza como identidad autoproducida e irradiación de
autoestima popular.

La demonización del Estado, como representación de la
dominación, por parte de la visión “emancipadora”, deviene un
punto de no entendimiento y de conflicto entre ambas concepciones.
De igual manera el pragmatismo y el peligro de reproducir o
continuar la cadena de dominaciones en los proyectos
contrahegemónicos que queden truncos y no se propongan
trascender el sistema y superar la civilización y el orden cultural del
capital, constituye el principal cuestionamiento que puede hacerse a
la perspectiva lineal contrahegemónica. Con razón Ornelas plantea
que “los esfuerzos que se realizan actualmente en ambas direcciones
están encerrados en callejones sin salida aparente en lo inmediato ”.
27.- Emir Sader, “El posneoliberalismo será anticapitalista, no socialista”, La Jornada,
viernes 12 de octubre de 2007, p. 7.

Ni las emancipaciones han logrado quebrar desde la cotidianidad y
territorialidad de sus emprendimientos la hegemonía capitalista, ni
las contrahegemonías son tales si no incluyen en sus estrategias de
orden el perfil emancipatorio, libertario y autogestivo de los
movimientos sociales.

La predisposición de muchos movimientos sociales hacia la
impronta de las formalizaciones políticas (el temor al verticalismo y
a la nivelación de lo heterogéneo, a la visión tradicional de cierta
izquierda, que concibe la diversidad como un lastre qué superar y no
como riqueza y potencialidad qué articular sobre la base del respeto
a la autonomía de los distintos movimientos) y la advertencia de los
partidos de izquierda sobre la posibilidad de agotamiento (o
cooptación) del movimiento social que no avance hacia la
construcción colectiva de alternativas políticas contrahegemónicas
de verdadera direccionalidad antineoliberal y anticapitalista
poseen, a su turno, razones atendibles, base de los debates
necesarios en la actualidad.

Ninguna de estas lógicas debe ser supeditada una a la otra,
sino armonizadas y complementadas, lo que implica asumir sus
puntos de tensión como desafíos creativos de aprendizaje de los
sujetos involucrados. En otras palabras: si en aras de la presunta
toma del poder se abandonan las demandas libertarias y de
reconocimiento por las que han luchado muchos movimientos, el
nuevo poder contrahegemónico pudiera derivar en una entidad
ficticia o desnaturalizada. De igual forma, negarse a participar en el
movimiento radical de masas que se constituya en una nación
determinada ante la crisis del modelo hegemónico, colocando las
demandas específicas (por muy legítimas que sean) por encima de
las de la inmensa mayoría de la población, implica signar la noción
de “diferencia” con un alto rango de universalidad excluyente.

Habría que reconocer, en principio, que la confluencia de los
movimientos sociales y populares para generar alternativas social-
políticas en una dirección anticapitalista, no implica hacer dejación
28.- Estas interrogantes surgen en el debate acerca de la propuesta de investigación
participativa “Diversidad, Identidad y Articulación en las organizaciones, redes y
movimientos sociales en América Latina y el Caribe” realizada por GALFISA y el Centro
Memorial Dr. Martin Luther King, Jr.

de sus demandas específicas (libertarias y de reconocimientos) ni
posponerlas para etapas posteriores, aunque se modifiquen sus
objetivos y métodos en cada coyuntura. La lógica geopolítica
antiimperialista que avanza hoy en América Latina no es
incompatible con la lógica de los movimientos sociales. Las razones
de los movimientos son tantas como los atributos del mundo que es
posible conquistar: dignidad para personas y pueblos, equidad,
igualdad de género, medio ambiente, diversidad sexual,
multiculturalismo, soberanía alimentaria, biodiversidad. El
“programa máximo” emancipatorio y libertario de la revolución
política anticapitalista (pospuesto en las experiencias
protosocialistas del siglo XX) se convierte en “programa mínimo”
de las luchas de los movimientos sociales y populares.
Hoy, como nunca antes, la izquierda requiere tensar sus
instrumentos de análisis y de creación, puesto que “es necesario
pensar en una empresa muchísimo más difícil: la labor histórica de
superar la lógica objetiva del capital en sí, mediante un intento
sostenido de ir más allá del capital mismo ”. Pero esas alternativas
sociopolíticas no serán obra de gabinetes, ni fruto de ninguna
arrogancia teórica o política. Serán construidas como proyectos
colectivos y compartidos, desde y para el movimiento social-
popular.

No tenemos, en esto, dudas: necesitamos construir una ética
de la articulación , no declarativamente, sino como aprendizaje y
desarrollo de la capacidad dialógica, profundo respeto por lo(a)s
otro(a)s, disposición a construir juntos desde saberes, cosmologías
y experiencias de acumulación y confrontación distintas, potenciar
identidades y subjetividades. Tal ética ha de moverse dentro de las
coordenadas de un paradigma de racionalidad crítica, organizada
mediante el diálogo de los sujetos implicados y orientada a descubrir
29.- Raúl Ornelas, “Contrahegemonías y emancipaciones. Apuntes para un inicio de debate”
en Los desafíos de las emancipaciones en un contexto militarizado, Ana Estehr Ceceña
Coordinadora, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Colección Grupos de
Trabajo, Buenos Aires, 2006, p. 102.
30.- Cf. Helio Gallardo, “Intervención en el VII Taller Internacional sobre Paradigmas
Emancipatorios, La Habana, marzo 2007, www.heliogallardo-americalatina.info
31.- Raúl Ornelas, “Contrahegemonías y emancipaciones. Apuntes para un inicio de debate”,
op. cit,p.113.

el significado auténtico de la realidad humana.

El horizonte no es un muro que podamos saltar de una vez

Las luchas y resistencias del movimiento social popular en
América Latina han producido el quiebre de la otrora hegemonía del
neoliberalismo y del dominio absoluto de nuestras soberanías por el
imperialismo norteamericano. Todo lo que parecía aplastado,
acallado, luego de épocas de profundo malestar, de saqueo y
humillación, se levanta desde el Sur. La presencia de una amplia y
diversa corriente alterglobalizadora (portadora de tres momentos
distintos pero complementarios: la negatividad de la resistencia, las
propuestas concretas y la utopía de otro mundo ), devino nuevo
fenómeno político mundial, visible en las resistencias y luchas
multivariadas que convergen a partir de este siglo en la experiencia
del Foro Social Mundial en Porto Alegre y sus sucesivas ediciones
regionales y mundiales. Nuevos gobiernos populares emergen en
nuestro continente modificando el escenario geopolítico a favor de
los pueblos.

El Sub Comandante Marcos ha expresado: “el capitalismo agonizante ha puesto los ojos en nuestras selvas, desiertos, bosques, montañas, ríos, aguas, vientos, mares, playas, maíces, saberes que durante miles de años hemos aprendido, defendido, alimentado,
cuidado ”. El ecocidio, etnocidio, feminicidio y genocidio son enfrentados hoy por trabajadores ocupados y no ocupados del campo y la ciudad, excluidos de las redes de reproducción del capital, mujeres, jóvenes e indígenas de nuestro continente que
protagonizan las luchas más variadas y creativas contra la recolonización imperial.

Estos nuevos escenarios no deben dar lugar a la creación de falsas expectativas de ruptura del sistema, como resultado inminente de sus contradicciones internas, del acercamiento de una “hora cero” en la que se producirá el estallido esperado. Tal punto de vista sigue siendo un sustituto mesiánico o escatológico de la necesidad de estudiar el movimiento real del capitalismo. No para satisfacer un prurito académico, sino para captar en todos los aspectos posibles las estrategias y los reacomodos del capital y estar
así en mejores condiciones para oponer las alternativas concretas que aconseje cada vuelta de tuerca de la época, en función de los intereses de las mayorías populares. La postura escatológica, al contrario, fija una línea inmóvil de salto en el horizonte que, al
desplazarse, hace que la perspectiva revolucionaria pierda credibilidad y eficacia.

Las posibilidades reconstructivas, sin embargo, no son
eternas, ni mucho menos endógenas al sistema. Los elementos que
previsiblemente pondrán tope a la reproducción actual del
capitalismo, hoy se anuncian en la crisis de civilización y de vida
que se agudiza ya entrado el nuevo milenio. Pero resulta imposible
aún prever el modo de desenlace, ni las formas institucionales y
civilizatorias sustitutivas que sobrevendrán. La globocolonización
del capital obliga a pensar las alternativas emancipatorias en
términos de globoliberación . Frente a los poderosos que acumulan
depredando al género humano y a su entorno, una pluralidad de
sujetos intenta, a partir del entrelazamiento de sus prácticas y sus
rutas específicas entrelazadas, conformar colectivamente un
“nuevo mapa cognitivo” para acceder al puerto donde los hombres y
las mujeres comenzarán a fabricar su verdadera historia. Lo que
hagamos en la travesía no será indiferente al Fin-Comienzo
anhelado: el puerto es, en mucho, la travesía. De ella depende que
lleguemos y que no tengamos que volver otra vez a preguntarnos
extrañados: ¿qué nos pasó?

CEM revela listado de CIA de 1954 sobre comunistas salvadoreños

CEM revela listado de CIA de 1954 sobre comunistas salvadoreños

SAN SALVADOR, 28 de abril de 2015 (SIEP) “En un memorándum desclasificado en el 2003 por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno estadounidense aparece un amplio listado de 125 personas salvadoreñas calificadas como comunistas…”expresó Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agregó que “este memorándum secreto con fecha 16 de febrero de 1954, está dirigido al “Jefe, Lincoln” por parte del Jefe de Estación de la CIA (Charles F. Rennel). Trata sobre información proporcionada por el “enlace” de nombre JURANT y su número de referencia es A-404. Consta de 5 numerales. En el primero, se informa que Jurant le solicito el 6 de febrero a Carles F. Rennel sostener una reunión para que le pudiera entregar información. La reunión tuvo lugar a las 3 pm. del 10 de febrero en la oficina de JURANT.”

“En el segundo, Jurant manifiesta: a) Guatemala ha acuartelado en Jutiapa 2,000 milicianos y 1,000 efectivos del ejército b) el Teniente Coronel Juan Pablo Duran es un exilado guatemalteco que se sospecha trabaja para e gobierno de su país. C) entrega una lista de comunistas salvadoreños confirmados, ha marcado con un asterisco aquellos confirmados como más peligrosos peor advierte que todos son confirmados comunistas y que luego entregar otra lista de sospechosos. Es de notar que José Blanco Corpeño aparee en el listado.”

“En el tercer numeral Jurant le pregunta Rennel si sabe acerca del movimiento anti-Guatemala en Honduras y Nicaragua. Manifiesta que al gobierno salvadoreño se le ha solicitado asistencia pero no está interesado en involucrarse. Rennel le manifiesta desconocer de esas actividades. En el cuarto numeral Jurant manifiesta estar interesado en saber todo lo que se pueda acerca de José Ramón Almea, debido a que ha estado recibiendo y distribuyendo literatura contra la Conferencia de Caracas y se sospecha fuertemente que sea el contacto entre Romulo Batancour y los comunistas locales. En el numeral 5 “la estación” comenta que Jurant estuvo mucho más colaborador y cooperativo que en la visita anterior. Los interesados en consultar el texto original en inglés puedan ingresar a: http://www.foia.cia.gov/sites/default/files/document_conversions/89801/DOC_0000913362.pdf

LISTA DE COMUNISTAS CONFIRMADOS ENTREGADA POR JURANT 9 de febrero de 1954

Antonio ABREGO, Sincicato (sic) de la Construccion
Pablo ACSUN, barbero, originario y vecino de Tacuba
Marcelino ACUNA, albañil. Ahuachapan ( desde 1932)
Rafael AGUILAR, Ahuachapan ( hay otra persona de mismo nombre que es ferrocarrilera
Adrian ALCANTARA Portillo, en Guatemala
Arturo Alonso ALVARADO Br. Est. Derecho
Carlos ALVARADO * Lic. reside en Mexico
Mauricio ALVARADO * Lic. en Economia, vive en Mexico
Tu1a ALVARENGA * exilada en Guatemala ( Contacto principal entre comunistas de Guatemala y El Salvador)
José AMANCIO en Ataco y Tacuba and Sal.
Víctor Manuel ANGULO Hacienda can Francisco El Porfiado, Dept. de la Paz.
Pablo ARAUZ sastre
Ramon ARGUETA obrero
Jorge ARIAS Gomez Br. Est. Derecho
Antonio ARTIGA Portillo
Antonio ASCENCIO campesino Ahuachapan
Antonio ASFURA Lic. Derecho vive en Mexico
Jesús AVALOS Pleitez albanil Santa Ana
Joaquín AZAHAR mecánico ferrocarrilero
Francisco E. BARAHONA tipografo
Ricardo BARAHONA sastre
Juan BARRERA Urrutia sastre y mortista (sic) Deportado a Honduras
José BERTIN Miranda obrero
Leocadio BERRIOS vivio en B La Esperanza, Pasaje Bojorquez
José BLANCO Corpeno
Manuel H. BLANCO zapatero
Pilar BOLANOS profesora y escritora vive en Costa Rica
María Luisa BONILLA locataria en Mercado Amaya
Floricelda Pozas de CABRERA*hondureña vive San Salavdor (sic)
Felipe CACERES Linares Abogado, milito en el PCS en 1932, la actualidad no se
Bernardo CAMPOS a) El Tigre, Sonsonate tienen referencias
Eduardo CAMPOS Reales Santa Ana, hoy probablemente en San Salvador
Antonio CAMPOS Ancheta, Br. Est. Derecho, exilado en Costa Rica
Eligio Antonio CANALES, sastre
Roberto CARIAS Delgado, Abogado
Juan Frigido CARDONA
Salvador CARPIO, jardinero
Salvador Cayetano CARPIO *, panificador
Amparo CASAMALHUAPA_de Marroquin,* en Mexico , professora
Daniel CASTANEDA * sastre
Virgilio CASTENEDA, obrero, actualmente en Guatemala
Elena CASTELLANOS Figueroa de Mora Valverde, en Costa Rica
Jacinto CASTELLANOS Rivas
Julia CASTELLANOS, professora
Raul CASTELLANCS Figueroa
Roberto CASTELLANOS Calvo*
Roberto CASTELLANOS Figueroa
Carlos CASTELLO (sic), fue expulsado a Honduras en 1932, no se noticias de el
Celestino CASTRO Profesor, hoy en Chile
Moisés CASTRO y Morales, abogado
Luis Felipe CATIVO, zapatero
Miguel Angel CEA, carpintero
Mauricio CLAUDE
Enrique CONDE CONDE, sastre
Humberto CONTRERAS, ferrocarrilero
Corado ARRIAZA, medico, Ahuachapan
C ON Cea Br. Est. Derecho
Edmundo CORDOVA, carpintero
Manuel CORDOVA, albañil
Oswaldo COrDOVA *, obrero de textiles
Angela CORTEZ
Hernan CORTEZ, pintor y barbero
Hernan CORTEZ., contador
Ramon CORTEZ Argueta sastre
Felix Segundo COSTA Garcia, colombiano, tecnico en Censos
Abel CUENCA Martinez, en Guaetmala (sic)
Jose CHACON, obrero
Alfonso CHAVEZ, Zapatero , antes en Santa Ana hoy en San Salvador
Waldo CHAVEZ Velasco, escritor
David del CID, terrerista, vivio En Col. America y despues en Santa Ana
Manuel de LEON Sind. Construccion Sta, Ana( expulsado?)
Alberto DIAZ, pintor, hoy en Guatemala
Antonio DIAZ, ex-director de Sind. Foa. La Estrella en 1952
Bose Antonio DIAZ, carpintero
Jose Antonio or Juan Antonio DIAZ, medico infieri, en Mexico
Luis DIAZ, carpintero, en Costa Rica
J. Antonio DONO, zapatero
Rafael ELENA, jornalero ,
JULIO FAUSTO Fernandez* abogado – Carlos FLORES , obrero en 1952, en La Favorita
Miguel Angel FLORES * abogado, en Guatemala
Mario FLORES Macall, Br. Est. Derecho
Ulises FLORES, Br. Est. Derecho, (a) “La Pepa. Flores”
Vicente FLORES, campesino, Canto Primavera, Santa Ana
Jose Roberto GALDAMEZ Molina, sastre
Gabriel GALLEGOS Valdes, en Costa Rica
Daniel GAMERO, tipografo
Rodrigo Antonio GAMERO, Br.
Carlos GANUZA Moran *, Abogado
Ernesto GARCIA Castellanos, mecanico, trabaja en Cromeria ITA
Graciela GARCIA, estuvo en Mexico en Celula Pancho Villa
Juan GARCIA Mendoza, en Santa Ana en 1951
Salvador M. GARCIA, tipografo
Pedro GEOFFROY Rivas * Abogado
Angel GOCHEZ Castro,* Abogado
Carlos Alex GOMEZ, carpintero, trabajo en IRCA hoy en Guatemala
Miguel Angel Gonzalez Tte. ( Lt. in the Army)
Carlos A. GRANDE, sastre Chalchuapa
Virgilio GUERRA, en Guatemala
Jose Inocente GUERRERO, zapatero
Rafael GUERRERO * sastre
Maria Luisa de GUIROLA esposa Prof. V. M. Guirola
Victor Manuel GUIROLA, Profesor
Benjamin GUZMAN, periodista
David Handal HERNANDEZ, en Chile
Jorge Shaufick HANDALL * Br. E t. Derecho
. . . . . . . . . . . . .HASBUN, en liexic5
Manuel Atilio HABBUN; Br. Est. Derecho, En Guatemala
Alfonso HERNANDEZ Zapatero, 1 Av. Norte, Ahuachapan
David HERNANDEZ Echegoyen, *, Br. Est. Derecho , en Costa Rica
Efrain HERNANDEZ Escobar, obrero, comisionista
Guadalupe HERNANDEZ de Alvarado ( esposa Lic. Mauricio Alvarado en Mexico
Ismael HERNANDEZ, obrero
Jose HERNAI’HJEZ , obrero, San Miguel
Nicasio HERRERA, residio en 27a (1, Poniente no 11, hoy en USA
Rogelio HERREFA
Victor Manuel HERRERA, mecanico
Antonio HUEZO Cordova , Profesor
TRansito RAMIREZ do Huezo Cordova, Profesora
Cristobal H. IBARRA) * Br. Est. Derecho
Miguel Angel Ibarra, carpintero
Alberto JIMINEZ , obrero on Costa Rica
Ricardo JIMINEZ. Castillo, Abogado, en Canada
Rodolfo JIMENEZ Barrios, Abogado
Jose Antonio JOYA, empleado auana (

Los peligros de la negación. Sobre el genocidio armenio

Los peligros de la negación. Sobre el genocidio armenio
Robert Fisk · · · · ·

25/04/15

A las siete de la noche de hoy, un grupo de hombres y mujeres muy valientes se reunirán en la plaza de Taksim, en el centro de Estambul, para organizar una conmemoración sin precedentes y conmovedora. Los hombres y las mujeres serán turcos y armenios, y se reunirán para recordar el 1,5 millón de cristianos armenios hombres, mujeres y niños asesinados por los turcos otomanos en el genocidio de 1915. Ese Holocausto armenio –el precursor directo del Holocausto judío– comenzó hace cien años a sólo media milla de Taksim, cuando el gobierno de la época sacó a cientos de intelectuales y escritores armenios de sus hogares y los preparó para la muerte y la aniquilación de su pueblo.

El Papa ya molestó a los turcos llamando a este acto malvado –la más terrible masacre de la Primera Guerra Mundial– un genocidio, que lo era: el deliberado y planificado intento para erradicar a una raza de gente. El gobierno turco –pero, gracias a Dios, no todos los turcos– mantuvieron su negación petulante e infantil de este hecho de la historia sobre la base de que los armenios no fueron muertos según un plan (la antigua pavada de “caos de guerra”), y que de todos modos la palabra “genocidio” fue acuñada después de la Segunda Guerra Mundial y por lo tanto no puede aplicarse a ellos. Sobre esa base, la Primera Guerra Mundial no fue la Primera Guerra Mundial, ya que no fue llamada ¡la Primera Guerra Mundial en el momento!

Dos pensamientos vienen a la mente, entonces, en este centenario de la carnicería, la violación masiva y los asesinato de niños en 1915. El primero es que para un poderoso gobierno de una fuerte –y valiente– nación europea y de la OTAN, como Turquía continúe negando la verdad de esta masiva crueldad humana está cerca de una mentira criminal. Más de 100.000 turcos descubrieron que tienen abuelas armenias o bisabuelas –las mismas mujeres secuestradas, esclavizadas, violadas en las marchas de la muerte de Anatolia al desierto de Siria en el norte– y los propios historiadores turcos (por desgracia, no los suficientes) ahora presentan la prueba documental detallada de las órdenes siniestras de exterminio de Talat Pasha emitidas desde lo que entonces era Constantinopla.

Sin embargo, cualquiera que se oponga a la negación del genocidio del gobierno sigue siendo vilipendiado. Durante casi un cuarto de siglo, he recibido correo de turcos acerca de mi propia escritura sobre el genocidio. Comenzó cuando cavé los huesos y cráneos de armenios masacrados fuera del desierto de Siria con mis propias manos, en 1992. Unos pocos corresponsales querían expresar su apoyo. La mayoría de las cartas eran casi malignas. Y me temo que la continua negación por el gobierno turco podría ser tan peligrosa para Turquía, como lo es la indignación de los descendientes armenios de los muertos. Recuerdo una señora armenia anciana describiéndome a mí cómo ella vio milicianos turcos apilando los bebés vivos unos sobre otros y prendiéndoles fuego. Su madre le dijo que sus gritos eran el sonido de sus almas yendo al cielo. ¿No es esto –y la esclavitud de las mujeres– exactamente lo que el Estado Islámico (EI) está perpetrando contra sus enemigos étnicos justo al otro lado de la frontera turca hoy? La negación está llena de peligros.

Y preguntémosnos qué pasaría si el actual gobierno alemán afirmara que cualquier demanda de reconocer los “eventos” de 1939-1945 –en los que seis millones de judíos fueron asesinados– como un genocidio sería “propaganda judía” y “mutilación de la historia y le ley”. Sin embargo, eso era más o menos lo que el gobierno turco dijo cuando la semana pasada la UE pidió que reconociera el genocidio armenio. La UE, el Ministerio de Relaciones Exteriores dijo en Ankara, había sucumbido a la “propaganda armenia” sobre los “eventos” de 1915, y fue “mutilando la historia y la ley”. Si Alemania hubiera adoptado tales imperdonables palabras sobre el Holocausto judío, no habría sido capaz de ver por los gases de los caños de escape en Berlín, como los embajadores del mundo se dirigían al aeropuerto.

Sin embargo, al día siguiente de la pequeña conmemoración valiente prevista para la plaza Taksim de esta semana, la grande y la buena parte del mundo occidental se reunirá con líderes turcos a pocos kilómetros al oeste de Estambul para honrar a los muertos de Gallipoli, la extraordinaria y brillante victoria de Mustafá Kemal en 1915 sobre los aliados en la Primera Guerra Mundial. ¿Cuántos de ellos recordarán que entre los héroes turcos luchando por Turquía en Gallipoli había cierto capitán armenio, Torossian, cuya propia hermana moriría pronto en el genocidio?

Tengo la intención de informar sobre la conmemoración de la próxima semana en compañía de amigos turcos. Pero el segundo pensamiento que viene a mi mente –y los amigos armenios me deben perdonar– es que no estoy muy interesado en lo que los armenios dicen y hacen en este 100º aniversario. Quiero saber lo que planean hacer al día siguiente del día del 100º aniversario. Los sobrevivientes armenios –los que podría recordar– ahora están todos muertos. En unos 30 años, los judíos de todo el mundo van a sufrir la misma tristeza profunda cuando sus últimos sobrevivientes desaparezcan del mundo del testimonio vivo. Pero los muertos siguen viviendo, sobre todo cuando su estado de víctima se niega –una maldición que los obliga a morir una y otra vez–. Los armenios seguramente debe ahora elaborar una lista de los valientes turcos que salvaron sus vidas durante la persecución de su pueblo. Hay por lo menos un gobernador provincial, y los soldados individuales turcos y policías, que arriesgaron sus propias vidas para salvar a los armenios en este momento horrible en la historia turca. Recep Tayyip Erdogan, primer ministro triunfalista de Turquía, habló de su dolor por los armenios, sin dejar de negar el genocidio. ¿Se atrevería a negarse a firmar un libro en conmemoración por el genocidio armenio que lleve una lista de los valientes turcos que trataron de salvar el honor de su nación en su hora más oscura?

He estado insistiéndoles a los armenios sobre esta idea durante años. Le dije lo mismo a los armenios en Detroit la semana pasada. Honra a los buenos turcos. Por desgracia, todos aplauden. Y no nadie hace nada.

Robert Fisk es el corresponsal del diario británico The Independent en Oriente Medio

Se lleva muy mal que te pregunten todo el rato por la situación política cubana. Entrevista a Leonardo Padura · · · · ·

Se lleva muy mal que te pregunten todo el rato por la situación política cubana. Entrevista
Leonardo Padura · · · · ·

26/04/15

Cuando un periodista de una democracia liberal habla con un escritor cubano como Leonardo Padura (La Habana, 1955), puede correr el riesgo de pensar que está hablando con una especie de sujeto exótico de la Historia, igual que le ocurre a un turista occidental que se pasea extasiado por las calles de La Habana porque todavía quedan chevrolets del 55 o murales llenos de viejas consignas políticas que ya no se escuchan en casi ningún sitio. Pero luego, la realidad es mucho más normal: que si tú te pides un café y yo un té, que si tú traes tabaco negro y yo te robo un pitillo, que si vamos a esa terraza, que está más tranquila, que si ese toldo parece que se va a caer, que si vamos a hablar de literatura y no de política…

Y así empezó la conversación con Padura, el escritor de novelas y cuentos, el periodista, el guionista, que a principios de los ochenta comenzó a trabajar como un sencillo corrector en la revista cultural cubana El Caimán Barbudo, y que ahora es un imprescindible del catálogo de la editorial Tusquets, con la que acaba de publicar una recopilación con sus mejores relatos, Aquello estaba deseando ocurrir. Justo ahora también, su personaje, el detective Mario Conde, está a punto de saltar a la pantalla de la mano del director Félix Viscarret, en un proyecto de cuatro películas en cuyos guiones ha estado trabajando con su esposa. Y por si fuera poco, se acaba de estrenar en España la película Regreso a Ítaca, del director Laurent Cantet, con guión suyo e inspirada en una de sus novelas, que fue retirada del cartel del Festival de Cine de La Habana por su tono crítico, pero que finalmente se estrenará en Cuba, según El País. Y es que a veces se hace difícil zafarse de las cuitas de la política, como refleja la propia obra de Padura, aunque siempre de un modo personal y elaborado…

¿Cómo se lleva que a uno le pregunten siempre por la situación política de Cuba cuando le entrevistan?

Pues se lleva muy mal. Yo escribí hace cuatro o cinco años una larga crónica que se titula Yo quisiera ser Paul Auster. Estaba en una gira que coincidió con el momento de transición entre Fidel y Raúl, y todo el mundo me preguntaba quién iba a mandar. Entonces me leí una entrevista que le hacían a Paul Auster en una revista, y vi que le preguntaban por literatura, cine y béisbol, y me dije: “Coño, qué felicidad ser Paul Auster, que está hablando de las cosas que a mí me gusta hablar y nadie le pregunta por su Gobierno”. La política está siempre en el subtexto del escritor, y es siempre una preocupación en el caso de los cubanos. Pero es algo desgastante, porque tienes que volver al mismo tema y explicar cosas para las cuales ni tú mismo tienes respuesta. En el caso de España, a veces te preguntan de Cuba como si fuera un tema doméstico, como si fueras catalán y te estuvieran preguntando sobre Cataluña.

Pero los periodistas insistimos… ¿Le llega a molestar?

A veces, porque hay periodistas que empiezan la entrevista diciendo: “Y el régimen castrista…”. Cuando uno empieza la entrevista calificando al Gobierno cubano como régimen, tú ya sabes que viene con una visión muy prejuiciada de la realidad cubana. O lo mismo cuando te dicen: “El compañero general Raúl Castro…”. Eso limita el espacio del diálogo. Yo creo que la opinión política del periodista debe estar en un nivel que permita al entrevistado expresar sus opiniones, sin inducirlo, porque no estás entrevistando a un político, estás entrevistando a un escritor. Si yo fuera el responsable de un Estado en México donde está floreciendo el crimen, por supuesto que entendería que empezaran por ahí, pero yo soy un escritor, escribo libros y no hago política. No milito.

Pero supongo que es consciente de que, de que de alguna manera, representa a la Cuba contemporánea, ¿no?

A mí no me gusta que me identifiquen con nada. Yo soy un escritor que escribe de manera individual, solitaria, que hago mucho esfuerzo con cada libro. Lo que después los libros representan es el resultado de mi trabajo, pero también el efecto que el propio libro crea en su vida comercial, editorial, cultural. El otro día, Paco Ignacio Taibo decía algo muy simpático: “A mí no me digan que vengo representando a nadie, porque malamente me represento a mí mismo”. Y a mí un poco me pasa lo mismo. Y aunque soy consciente que implica algo de responsabilidad que me identifiquen como el escritor de una posible visión de la Cuba contemporánea, hay otras visiones en otros escritores, como Juan Gutiérrez o Wendy Guerra.

Vamos al libro de relatos: la guerra de Angola está muy presente en alguno de los cuentos. No era consciente de que hubiera tenido tanto impacto en algunas generaciones de cubanos…

Mi generación fue la generación que asistió a Angola como soldado, no como altos grados militares, que fueron las generaciones anteriores. Los jóvenes que fueron a Angola eran gente de veintitantos años en los 70. Aunque no se puede decir que fuera algo traumático en primer lugar, porque ganamos la guerra; y en segundo lugar, porque hubo muy pocas bajas cubanas, y las que hubo, fueron por accidentes y enfermedades, sí dejó huellas psicológicas: yo estuve en Angola en el 85 y 86, trabajando como periodista, y fue una experiencia muy fuerte en muchos sentidos. Fue la primera vez que yo estaba fuera de Cuba. Por primera vez, veía la miseria en su grado más supremo. Por primera vez, convivía con personas a las que yo no conocía. El primer día que llegué a Luanda nos llevaron a un entrenamiento, y luego, nos dijeron: “Tú duermes con fulano, mengano y ciclano (en la España peninsular, zutano)”. Y me dieron un fusil y un cargador. Estaba separado de toda la familia, y aquello me afectó mucho. Sin embargo, también nos tomábamos aquello como lo más normal del mundo. Te decían: “Tú has sido seleccionado para ir a Angola como periodista, o como combatiente…” Y la gente se iba.

En ese tipo de circunstancias complicadas, el amor y el sexo parecen el verdadero sustento de los relatos, en lugar de los grandes discursos… Parecen los únicos elementos verdaderamente liberadores de algunas historias

Yo creo que el amor y el sexo son siempre liberadores. Y en el caso cubano, mucho, porque Cuba es un país con un alto nivel de sensualidad. Eso en Cuba es algo que está a flor de piel en las personas. Y crea conflicto, ayuda a tener una relación dinámica a los personajes y pueden ser motivo literario. Por eso están tan presentes en mi obra, porque en Cuba se manifiestan de una manera muy diáfana, con muy pocos prejuicios en comparación, por ejemplo, con la sociedad española, donde tú sientes que todavía hay determinados elementos que frenan la sexualidad de las personas.

Y además, describe escenas sexuales para todos los gustos, de todas las maneras…

Claro, es que como es algo que se expresa con absoluta naturalidad, pues aparece desde las manifestaciones más escatológicas o agresivas, hasta las más normales y las más románticas, por decirlo de alguna manera.

Otra constante de estos relatos es el gusto por el arte. Algunos de los personajes de estos cuentos sueñan con ver a Velázquez en el Prado o visitar Venecia. Son como pequeños placeres cosmopolitas…

Eso personajes son desprendimientos míos, de mis preocupaciones, de mi forma de entender la vida, la cultura, el conocimiento del mundo a través de la creación artística. Y no es casual que aparezcan en mis historias los fantasmas de Velázquez, de Salinger o de Hemingway, porque son fantasmas que me acompañan a mí también.

¿No hay una cierta tensión entre esas ambiciones culturales de los personajes y la imposibilidad de la mayoría de los cubanos de visitar este tipo de lugares?

Sí y no. Porque aunque en el Museo del Prado haya una cola permanente, la cantidad de personas en el mundo que pueden entrar a ver las obras de Velázquez es ínfima. Aunque es cierto que en Cuba hay limitaciones culturales que son de tipo político y económico. En lo económico, un cubano no puede comprarse un billete de avión para ver la Acrópolis en Grecia, como tampoco puede gastarse 20 euros en comprar un libro importado, porque es lo que cobra en un mes. Y en lo político, porque hasta hace muy poco no podíamos salir si no era con permisos oficiales.

Y sin embargo, en Cuba hay mucha gente que conoce a Velázquez…

Claro, es que estamos hablando de un país con un nivel cultural muy alto. Y el nivel de consumo cultural es elevado a pesar de todas las limitaciones, porque aunque se publiquen poco libros, se importen pocos libros, las cosas se comparten. Los ejemplares de Paul Auster que hay en mi casa lo han leído 25 personas. Una película que aquí ve uno con su familia en Cuba se convierte en un producto social. Y eso nos ha salvado en muchos casos.

Le voy a contar una anécdota que tiene implicaciones políticas: una amiga mía cubana que estaba haciendo una estancia en Ecuador porque era profesora de universidad no conocía quién era Cabrera Infante. ¿Extraño?

En Cuba, todo el que realmente ha querido leer a Cabrera Infante lo ha leído. En los años 70, cuando nosotros estábamos en la universidad y nos encontrábamos en el periodo más ortodoxo políticamente hablando, donde todo era blanco o negro, de una forma o de otra leímos Tres Tristes Tigres o La Habana para un infante difunto. En mi caso, fue un escritor que me descubrió un universo lingüístico del que yo me he apropiado a mi manera: el lenguaje habanero literario. Si te impones leerlo, lo lees. Los escritores cubanos, todos, han leído a Cabrera Infante.

Pero, ¿y la población general, los que no son escritores?

Menos, menos… Pero creo que tiene que ver con un problema de acceso, porque sus libros no se publican en Cuba. Como cuando yo escribí sobre Paul Auster: todo el mundo me preguntaba dónde se podían conseguir sus novelas.

En uno de los relatos de este libro, hay un escritor que imparte talleres literarios de manera rutinaria para ganarse la vida, mientras una sus alumnas, una ancianita, espera ansiosa el taller y la oportunidad de enseñar lo que escribe. ¿Por qué ese personaje?

En Cuba, en los años 70 y 80 se creó una estructura burocrática del trabajo cultural, y recuerdo que había un plan del Ministerio de Cultura para la creación por el que debía haber 10 instituciones culturales básicas en cada municipio: un museo, una casa de la cultura, un taller literario, etc. Daba igual que en un sitio hubiera buenas condiciones para tener un coro y en otro para tener un taller literario: en los dos tenía que haber ambas cosas, era una ordenanza. Yo juego con esa burocratización, porque además muchos de mis compañeros trabajaron como asesores literarios en ellos talleres. Yo también estuve a punto, pero salió lo de la revista. Lo que quiere ese personaje es escribir y estar con su mujer, y lo del taller es un trabajo como quien viene a esta cafetería a servir café y té. Nada más. Pero después estaba la gente que iba a esos talleres con mucha ilusión. En el relato hay un juego entre esa ilusión inocente y el conocimiento cínico del escritor.

¿Puede decirse que entre el exilio de algunos escritores cubanos y el exceso de burocratización en la isla ha faltado un cierto fermento para los escritores más jóvenes?

Yo no creo que fuera así del todo. Estaban estos talleres a los que iba gente aficionada… Y es cierto que cuando tú burocratizas la cultura, la congelas. Pero también había otras cosas. Nosotros, por ejemplo, creamos un taller en la universidad entre estudiantes de Humanidades que teníamos una preparación y un interés literario mucho más definido. Fue un lugar de intercambio de ideas y de surgimiento de relaciones que duran hasta hoy entre muchos narradores y poetas. Ahora, en Cuba, desde hace 10 años existe una escuela para escritores donde se dan talleres literarios que dirige un escritor que se llama Eduardo Heras León, y es increíble la cantidad de gente joven que está saliendo de ahí y que escribe cosas notables.

En uno de sus cuentos, hay un personaje que mira desde su oficina a un niño que juega al béisbol. Entonces se da cuenta que sus sueños han sido sepultados por un cierto seguidismo político… ¿Es una crítica a la militancia revolucionaria en Cuba?

Yo creo que estos cuentos son mucho más universales que mis novelas, a pesar de ser historias muy pequeñas. Lo que ocurre aquí es que este personaje ha llegado a un punto de su madurez y se da cuenta de que se ha convertido en un burócrata de mierda. Porque entre los propósitos de las personas y lo que al final logran por limitaciones sociales, económicas, políticas, personales y familiares siempre hay una distancia, siempre. Este personaje ve en ese niño al niño que él mismo fue, y que se llenó de sueños que no pudo lograr. Esto está contextualizado en Cuba y tiene razones cubanas, pero se puede leer de manera universal, porque puede ocurrir en cualquier lugar del mundo, le puede ocurrir a un francés, a un español, a un finlandés.

Por cierto: hay dos suicidios en estos relatos. ¿Le preocupa especialmente el tema?

Para mí, el suicidio es una obsesión puramente literaria. En Cuba sabemos que hay un índice de suicidio bastante alto, pero no sabemos los datos. Hay muchas estadísticas en Cuba que no se conocen, a pesar de que en los últimos años se han empezado a publicar más. Esta es una de las que se desconocen, creo. Pero mi interés en el suicidio probablemente tenga más que ver con la importancia de Hemingway en mi formación. En Hemingway, el suicidio está muy presente. También en Salinger: el genio de la Familia Glass se suicida en una playa de La Florida.

También describe usted muy bien el mundo de la marginalidad en La Habana. ¿Tiene mucho contacto con esos ambientes?

En Cuba, ese mundo marginal es bastante visible si tú quieres verlo. Hay muy pocas personas que vivan en niveles donde no tienen contacto con este mundo. Yo vivo en un barrio de La Habana, un barrio normal, un barrio de toda la vida, y ahí yo me conecto muy fácilmente con las personas. Y aunque es un barrio popular, no es un barrio marginal, pero sí hay actitudes y personas marginales a las que yo conozco y con las que converso. No es algo exótico para mí, no tengo que salir a buscarlo sino que viene a mí, y tengo una relación dinámica y normal con él.

Es usted una referencia en la novela policiaca… Me preguntaba cuáles fueron los autores fundamentales para su formación en este género…

Hammet y Chandler los primeros. Pero una influencia catalizadora fue la de Vázquez Montalbán. Descubrí una literatura policiaca escrita en lengua española en un país de la periferia del centro de la novela policiaca, que estaba en el mundo anglosajón y Francia. Era una literatura de una gran calidad y con una perspectiva social muy evidente. Y fue como un catalizador que me dijo: “Este es el camino por el que puedes entrar y seguir”.

En ese camino hay también mucha tendencia a la melancolía, ¿no?…

La melancolía y la nostalgia son muy literarias, y a medida que va pasando el tiempo, me voy volviendo más melancólico porque me voy volviendo más viejo. En el caso de Mario Conde, es un elemento esencial de su personalidad, porque también lo es de la mía. Yo soy un hombre con una gran nostalgia por un pasado en el que fui joven, tuve sueños, disfruté de cosas de las que ya después no pude disfrutar… A pesar de eso, soy una persona bendecida por lo que haya allá arriba, porque todo lo que yo pude soñar que iba a conseguir con mi trabajo es ínfimo al lado de lo que he conseguido. Nunca habría pensado que iba a conseguir el Premio Nacional de Literatura de Cuba o que iba a publicar con Tusquets, pero no dejo de sentir nostalgia por una época en la que éramos más pobres y más felices, como decía Hemingway …

Y hasta aquí llegó la charla, porque además el sol se iba desplazando, y al final, el fresquito de la incipiente primavera madrileña se metía con facilidad en el cuerpo. Se fue Padura con su esposa por la calle, pero al poco tiempo, Raúl Castro y Obama se encontraron en la Cumbre de las Américas para abrir una nueva etapa en la historia de las relaciones entre Cuba y EEUU. De nuevo, la política. Pero el momento merecía la pena, y había que mandarle un correo al escritor con una pregunta, que él volvió a contestar con toda la amabilidad del mundo.

Después de ver las imágenes y escuchar los históricos discursos de Obama y Castro, ¿qué sensación ha tenido? ¿Qué le ha venido a la cabeza?

He pensado muchas cosas, he sentido muchas cosas. Me he congratulado por estar vivo para ver algo así, algo que jamás pensé que vería… Y he pensado en el futuro. Ojalá que esos estrechones de mano de Raúl y Obama –que fueron varios- de verdad comiencen a cambiar una historia y el diálogo se imponga a la hostilidad, la comprensión a la prepotencia, la cercanía a la lejanía. Siento que no va a ser nada fácil, pero que podemos estar al principio de algo mejor. De un tiempo de diálogos… ¡esa es la palabra clave!: diálogo.

Leonardo Padura, escritor y periodista cubano, galardonado con el Premio Nacional de Literatura 2012. Sus novelas han sido traducidas a más de 15 idiomas, y su obra El hombre que amaba a los perros, tiene como personajes centrales a León Trotski y a su asesino, el militante estalinista catalán Ramón Mercader. Su más reciente novela es Herejes.

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador
Roberto Pineda San Salvador, 22 de abril de 2015

Cada generación de revolucionarios y revolucionarias salvadoreños vinculados al Partido Comunista ha realizado su particular lectura sobre los acontecimientos relacionados con el levantamiento indígena-popular de enero de 1932. La generación de comunistas inmediatamente posterior a estos acontecimientos realiza por lo general una lectura negativa y critica fuertemente los errores de aventurerismo que la habían caracterizado.

La generación de principios de los años ochenta, por el contrario, analiza y asume esta gesta como altamente significativa y fuente simbólica de su lucha armada contra la dictadura. A continuación reseñamos algunas de estas últimas ópticas. La primera es una reflexión partidaria medio siglo después del levantamiento (enero de 1982), la segunda un mensaje en el 52 aniversario del PCS (marzo de 1982) y la tercera es un trabajo de Federico Bairez (Antonio), sobre el valor de los testimonios de Miguel Mármol (marzo de 1982).

En ocasión del 50 Aniversario del Levantamiento Armado de 1932 en El Salvador

El comité central del PCS dio a conocer este manifiesto relativo a la insurrección indígena-campesina de enero de 1932. Inicia explicando que “los acontecimientos del mes de enero de 1932 tuvieron a la base el catastrófico impacto de la crisis del sistema capitalista mundial en nuestro país y expresaron la resuelta disposición de las masas trabajadoras y populares en general a resolver el problema de la toma del poder que surgía al primer plano de la exigencia del momento.”

Añade que “a 50 años de distancia no podemos tener de aquellos sucesos solamente la impresión de la horrible matanza que la oligarquía y el ejército desataron sobre los humildes que intentaron conquistar la liberación social con sus propias manos, aunque ciertamente es este uno de los aspectos que nos aproximan a una reflexión valedera en los momentos actuales…Los comunistas de hoy inclinamos nuestras banderas ante los heroicos fundadores de nuestro Partido y de los luchadores de todo un pueblo que supieron cumplir con su deber.”

Establece que “fue en aquel cuadro de agudas contradicciones y vuelcos políticos, que el recién fundado Partido Comunista de El Salvador supo hacer frente a la máxima prueba de toda organización revolucionaria: conducir a las masas populares a la lucha armada por el poder con los resultados históricamente conocidos y aún no suficientemente enjuiciados.”

Reconoce que “la insurrección de 1932 que correspondiendo al atraso social imperante, fue principalmente una rebelión campesina, contó para su estallido con los fuertes factores objetivos ya señalados, aunque no contó, porque no podía contar, con la adecuada dirección político-militar del Partido Comunista, teniendo en cuentas que este tenía apenas menos de dos años de edad y carecía por tanto, de la suficiente experiencia y capacidad para dar organización y dirección eficiente a la insurrección.”

No obstante esto considera que “no se puede ignorar…que aún antes de la fundación de su partido, los comunistas realizaron un extenso y ramificado trabajo de organización de la masas de la ciudad y del campo, difundiendo las ideas de la revolución social, educando políticamente al pueblo, elevando en definitiva su conciencia. Esto es lo que explica porque la insurrección popular surgió indisolublemente vinculada a los comunistas.”

Agrega que “es incuestionable que el problema del poder ocupó un puesto central en la insurrección de 1932; incluso se probó a constituir “soviets” en algunos lugares de las zonas insurrectas, pero el carácter de la revolución por la que se luchaba no estuvo suficientemente clarificado.”

Aclara que “según el testimonio de compañeros que vivieron esa experiencia, el Partido había definido que aquella era la etapa de la “revolución democrático-burguesa”; pero es sumamente dudoso que tal definición fuera todavía comprendida por su militancia de base y, mucho menos, por las masas. En realidad, hacer una acertada definición del carácter de la revolución es un problema nada fácil, que el PCS no pudo resolver durante decenios, sino hasta tiempos bastante recientes.”

Considera que “la derrota de la insurrección y sus duraderas consecuencias negativas en la historia de nuestro país, llevaron incluso a algunos comunistas, a conclusiones alejadas de todo juicio histórico justo en las cuales la insurrección de 1932 aparecía como un tremendo y catastrófico “error cuyo precio fue necesario pagar durante décadas.”Tales conclusiones influyeron en alejar por demasiado tiempo al PCS de la elaboración de una línea revolucionaria, basada en su propia experiencia revolucionaria. Incluso en un tiempo llegó a prohibirse a la militancia hablar de la existencia de su Partido Comunista supuestamente para “asegurar su desarrollo fuera del peligro de la represión.”

Añade que “el 1932 el pueblo oprimido y le naciente Partido Comunista respondieron al reto de la historia y se lanzaron a la lucha armada contra el enemigo de clase; de la derrota de la insurrección y sobre los cadáveres de los treinta mil trabajadores asesinado durante la bestial matanza que la siguió, surgió la dictadura militar que hoy está llegando a sus últimos días, bajo los golpes del puño popular.”

“En 1982 –proclama este manifiesto- 50 años después, el pueblo y sus organizaciones de vanguardia también responden al reto de la historia, nos enfrentamos con los herederos de aquellos que en 1932 cazaron millares de revolucionarios y pacíficos ciudadanos y, saludaron la matanza como una “sagrada necesidad” para defender “el orden y la ley.” Nuestros enemigos de hoy son nuestros enemigos de ayer.”

Aclara que “también hay diferencia de presente con respecto a 1932: el pueblo salvadoreño construye la más poderos empresa unitaria de su historia y las banderas que el FMLN levanta en los frentes de la guerra popular revolucionaria, expresan los intereses, la conciencia, la acción combativa, organizada y experimentada de inmenso sectores del pueblo, directamente incorporados a la lucha: los heroicos revolucionarios de 1932 no pudieron contar con la enorme y calurosa solidaridad internacional que hoy aporta a nuestra lucha.”

“Agustín Farabundo Martí, fundador emérito del PCS y el más destacado dirigente de aquella alborada revolucionaria, está para siempre en el corazón del pueblo trabajador y su nombre es el de la vanguardia unificada que dirige hoy su lucha; los nombres de otros mártires y héroes de 1932, humildes trabajadores todos ellos, son estandartes de combate y denominan nuestros actuales frentes de guerra: Modesto Ramírez, Francisco Sánchez, Feliciano Ama.”

Indica que “la derrota infringida al movimiento popular en 1932, inició largos años de sangrienta dictadura militar. El Partido Comunista pese al aplastante golpe recibido, se convirtió en el único y solitario luchador por las ideas del marxismo-leninismo; en su seno aparecieron tendencias que, evaluando la insurrección a partir únicamente de sus resultados, renunciaban a la lucha armada, dando pie así al nacimiento y perduración de posiciones reformistas. Pese a todo ello, el Partido Comunista fue la única organización revolucionaria capaz de resistir durante décadas las embestidas represivas de los distintos gobiernos que fueron eslabonando la cruel cadena de la dictadura castrense reaccionaria.”

Subraya que “en el seño del PCS fueron formadas generaciones enteras de revolucionarios, fue el partido la fuente primicial donde adquirieron las nociones de marxismo-leninismo destacados revolucionarios, dirigentes sindicales y estudiantiles, dirigentes campesinos, activistas y dirigentes políticos, jefes guerrilleros y combatientes, algunos de los cuales engrosaron las filas de organizaciones revolucionarias hermanas.”

Enfatiza que “a partir del 28 de febrero de 1977, luego de la masacre en la Plaza Libertad, se produjo el vigoroso encuentro de las masas populares mayoritarias con el camino iniciado 7 años atrás por las organizaciones revolucionarias hermanas y por sectores populares avanzados; y dio comienzo también el complicado viraje del PCS hacia la lucha armada y la consiguiente creación de su brazo armado; las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL). Se ha sintetizado unificadoramente así la larga y rica experiencia de nuestro partido, con la guerra ´popular revolucionaria que se desarrolla ascendentemente en nuestro país.”

Advierte sobre la intervención militar estadounidense que “si tales planes son ejecutados por el imperialismo yanqui y la dictadura militar fascista, pueden prender las llamas de la guerra en toda Centro América e incluso extenderla regiones del Caribe, con todos los riesgos que hay en ello para la paz mundial, pero no lograran derrotar al pueblo Salvadoreño ni a ningún otro pueblo de esta parte tensa y sensible de la tierra.”

Reconoce que “nuestros héroes del 32 no pudieron formar un ejército revolucionario que batallara y dirigiera militarmente las luchas que las masas del pueblo desplegaron contra el ejército oligárquico, ahora, en cambio, hemos logrado construir su ejército popular revolucionario, expresión fiel de sus intereses y verdadero y único garante del triunfo de la revolución y de su efectiva defensa.”
Explica que “si hace 50 años los trabajadores del mundo se compadecieron de un pueblo masacrado y vejado y deploraron la suerte de una vanguardia revolucionaria que, aun sabiendo cumplir hasta el final con su deber fue derrotada, hoy presencia y apoya la culminación de aquel esfuerzo heroico, con un pueblo que ha aprendido ya a golpear y a derrotar a sus enemigos. La sangre derramada por nuestro mártires durante más de 50 años germina hoy en estas luchas y en la victoria que no está lejana.”

Concluye que “la insurrección popular del 32 y la fundación de nuestro Partido, son acontecimientos estrechamente vinculados que han tenido honda repercusión en la historia política del país y la derrota sufrida a manos de los oligarcas tuvo a su base la debilidad del destacamento revolucionario de vanguardia, pese a la razón y la justicia que le asistió al pueblo insurrecto. Contamos ahora con la razón y la fuerza para triunfar, con el ánimo inquebrantable de vencer. Nuestro pueblo avanza incontenible hacia el logro de su liberación definitiva.”

Saludo del CC del PCS a los Combatientes de las FAL y a todo el Partido en Ocasión del Año Nuevo. 31 de diciembre de 1981

Es el primer saludo oficial del PCS a sus combatientes. Expresa que “el Comité central del PCS y la Comandancia General de las FAL se dirige a ustedes: militantes, candidatos a miembros y simpatizantes de nuestro Partido; combatiente guerrilleros de la ciudad o del campo, combatientes políticos (clandestinos y no clandestinos) de la resistencia popular, cuando dentro de pocas horas concluirá el año de 1981, que se ha caracterizado por la riqueza de los acontecimientos sucedidos a lo largo de sus doce meses.”

Considera que “en el corto período de un año nuestro Partido no solo ha logrado consolidar sus Fuerzas Armadas sino desarrollarlas y ampliarlas. Ha crecido la calidad de sus mandos y combatientes expresado en su capacidad, disciplina, disponibilidad y moral combativas; aparecieron las Escuelas Militares, se consolidaron los Estados y Planas Mayores , se realizaron cientos de operaciones de pequeña, mediana y gran envergadura, se mejoró nuestra armamentización, comunicaciones militares ,el aseguramiento logístico y el dominio por nuestro mandos y combatientes de la técnica de combate; aparecieron- en conjunción con las otras organizaciones hermanas del FMLN- las primeras columnas combinadas móviles; con nuestra decidida participación se formaron en varios frentes los Mandos Conjuntos del FMLN.”

Agrega que “grandes avances ha habido en a construcción orgánica del Partido dentro de las FAL, nuestros trabajadores políticos demostraron su temple comunista en las tareas encomendadas dentro de los frentes de guerra, nuestra milicia creció y se desarrolló. Creció así el prestigio de nuestro Partido ante nuestro pueblo y el Movimiento Comunista Internacional, el peso y el importante papel de las FAL en la guerra popular revolucionaria.”

Expresa que “todo esto nos satisface. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que no siempre todo lo que hicimos fue lo mejor, que no siempre tuvimos la suficiente visión revolucionaria, que no siempre actuamos con suficiente audacia y firmeza comunista y que hubo casos aislados de militantes que mostraron flaqueza y vacilación ante las dificultades que el enemigo y la lucha misma nos impone. Tendremos que hacer renovados y redoblados esfuerzos para darle una mayor dimensión a nuestra lucha político-militar.”

Menciona que “Cada golpe militar que el enemigo recibe, cada fracaso en sus planes, cada derrota política y diplomática termina por socavar más y más la moral del ejército enemigo desde su más altos mandas hasta el último oficial y soldado. El Puente de Oro, el Puente del Guajoyo, las emboscadas en las carreteras Panamericana y del Litoral, Perquín, La Guacamaya y Arambala serán las sombras que los perseguirán continuamente en el futuro próximo.”

Puntualiza que “especial homenaje quiere rendir la Dirección del PCS a los comunistas que en este año ofrendaron sus vidas a la noble e irrenunciable causa de nuestro pueblo, que es la misma de todos los pueblos del mundo. Ellos murieron y vivieron como comunistas. Nuestras rojas insignias siempre flamearan alto sobre sus tumbas. Su recuerdo se conjuga con el de aquellos que en 1932, hace 50 años, vivieron, lucharon y murieron de la misma manera. Ellos forman un legado de nuestra lucha y de nuestra historia. Juramos ser fieles siempre a la causa por la que ellos lucharon y murieron.”

Concluye asegurando que “este nuevo año será de triunfos y grandes éxitos revolucionarios. A nuestros militantes y combatientes expresamos la confianza en que cada uno de nosotros será en 1982 un mejor revolucionario, un mejor combatiente, un mejor comunista. Saludamos con especial cariño a los comunistas que desde las prisiones conocidas y desconocidas continúan combatiendo al enemigo. Hasta ellos extendemos nuestros brazos y nuestra convicción de que el pueblo más temprano que tarde romperá los barrotes que ahora los encierran y sojuzgan. Saludamos a cada uno de los militantes y combatientes e todas las otras organizaciones hermanas del FMLN.”

El valor histórico de los testimonios de Miguel Mármol acerca de la insurrección de 1932

Jorge Federico Bairez (1943-2007) fue un destacado intelectual revolucionario salvadoreño, presidente de AGEUS en 1970, originario de Usulután. En este escrito profundiza sobre el significado de los testimonios de Miguel Mármol y se adelanta a condenar ya en ese momento a aquellos que basados en el anticomunismo abierto o encubierto, desde la investigación académica nacional e internacional, pretenden disminuir o negar el papel de los comunistas y su partido en los acontecimientos de enero de 1932.

Plantea que “durante mucho tiempo los escritores e ideólogos al servicio de la burguesía criolla y del imperialismo, falsificaron a su antojo todo lo relacionado con la insurrección. En esa nefasta tarea han coincidido en los objetivos, aunque variado en los métodos, desde los burdos y enfermizamente anticomunistas de antaño como Schlesinger, hasta los más cautelosos y aparentemente objetivos de hoy día como Anderson.”

Frente a esta situación opina Bairez que “no encontraban mayor oposición en las filas revolucionarias. Era cuestión de tiempo, sin embargo, para que esa oposición llegara, comenzaron a aparecer trabajos tan valiosos como polémicos, entre los muchos trabajos que fueron, poco a poco, develando los mitos reaccionarios, un lugar especial llegó a ocupar , con indisputable mérito, el conjunto de testimonios de Miguel Mármol y de otros camaradas sobrevivientes del 32.”

Sobre las valoraciones de la insurrección Bairez opina que muchas veces se cae en el subjetivismo ya que “no se examina la insurrección de acuerdo a las condiciones históricas concretas existentes en la época. Se asimila, por ejemplo, a los dirigentes como putchistas, y al hecho insurreccional mismo como una aventura sin sentido. Putchistas los dirigentes porque no fueron capaces de organizar el gigantesco torrente espontaneo de la masas; aventura la insurrección porque se decidió y ejecutó en unos cuantos días; tales, juicios, unas veces se sientan como premisas y otras como conclusiones.”

Añade que “el Partido Comunista de El Salvador, al momento de acometer la inmensa tarea insurreccional no había cumplido dos años de existencia. Este hecho clave ignorado por algunos o examinado incorrectamente por otros, explica las insuficiencias en la dirección política y militar. La Historia Revolucionaria, desde la Comuna de Paris hasta nuestros días registra situaciones insurreccionales similares a las de 1932, con idénticos resultados, es decir, situaciones revolucionarias maduras donde la vanguardia no pudo forjar la victoria, al ser sorprendida en periodo de plena gestación.”

Considera que “es válido afirmar que el PCS era, en 1932, un partido marxista-leninista embrionario, y que la prueba de fuego a la que lo sometió la historia tan prontamente, fue demasiado severa para que hubiera podido descifrarla e otros términos que no fueran los del heroísmo, la valentía y la decisión de combatir hasta morir. Ciertamente el poder era la meta. Pero qué lejos estaba la posibilidad de consumar ese ambicioso y, a la vez justo y legitimo, propósito revolucionario.”

Opina que “los testimonios de Miguel Mármol y de otros camaradas sobrevivientes de 1932, la información disponible, los resultados de las investigaciones realizadas hasta la fecha, ponen fuera de toda duda a existencia entonces de agudos desajustes económico-sociales. De crisis del poder político, y de exacerbamiento del espíritu insurreccional de las masas, componentes típicos todos, de las condiciones objetivas de una situación revolucionaria madura.”

Pero por otra parte “también está, fuera de toda duda, la ausencia o débil presencia en 1932, de otros factores que resultaban indispensables para el triunfo, estos del carácter subjetivo, como decir, el escaso grado de organización de las masas y, fundamental y decisivamente, el bajo nivel de desarrollo político, ideológico y militar del partido como en Rusia de 1905, el heroísmo ilimitado de los insurrectos no bastaba para resolver los problemas extraordinarios y desconocidos que sólo la buena organización era capaz de afrontar con éxito.”

De todo esto Bairez concluye que “aun cuando el Partido no alcanzó el fin propuesto, el Poder, el juicio histórico no puede, ni debe descansar en una especie de reclamo “paternal” aunque en unos caso se disfrace de magnanimidad, y en otros, se inyecte de mordacidad.”

Agrega que “a diferencia del Partido de Rusia de 1917, donde el dilema histórico era tomar o no el poder, el Partido en El Salvador de 1932, se fijó además, el propósito de enfrentar y resolver positivamente el dilema de encabezar y dirigir a las masas enardecidas que, con o sin el Partido, estaban dispuestas a combatir.”

Pero a la vez “a semejanza de la Rusia de 1917, donde el Partido con un Lenin firme al frente, asumió la posición correcta y tomó el Poder., en El salvador de 1932 , el Partido, con un Farabundo Martí imperturbable a la cabeza, también adoptó la posición correcta, encauzando, hasta donde era posible hacerlo en aquellas circunstancias , un levantamiento masivo, una insurrección campesina que, al margen de cualquier tipo de juicios atenuantes o estigmatizadores, bien puede calificársele de heroica, grandiosa y necesaria.”

Valora Bairez que “la decisión del Comité central del Partido reflejó una actitud: la actitud de heredar, con el sello de la sangre combatiente, un brillante e incuestionable ejemplo de consecuencia de una dirección revolucionaria que no sólo se precia de ser tal, sino que también actúa como tal.”
Concluye que “destacar este rasgo esencial de a insurrección de 1932, sin caer en la visión “heroica” de la historia constituye, para nosotros, un requisito indispensable para hacer una valoración general justa y objetiva del más grande acontecimiento de nuestra historia revolucionaria.”