Me hubiera gustado conocer nuestra historia hasta el final (1)

Me hubiera gustado conocer nuestra historia hasta el final

Primera parte

Eramos tres o cuatro, no recuerdo ahora. Conversábamos sorprendidos de que poseíamos mucho en común, acabábamos de conocernos y veníamos de países distintos del continente, de nuestra América. Estábamos en uno de los largos corredores de Kabelnaya. Era así como le llamábamos al edificio que abrigaba las facultades de humanidades de la Universidad Patricio Lumumba. Quedaba en la calle Kabelnaya, la misma en la que se erigía una de las fábricas más grandes de cables de la Unión Soviética. Eramos tres o cuatro y conversábamos animadamente, con entusiasmo. Desde el fondo del largo corredor vimos venir una muchacha japonesa cargada de dos enormes maletas. ¿Quién sabe si fue por simple galantería santaneca o tal vez pensé que no aceptaría mi propuesta? En todo caso, de los tres o cuatro fui el único que se avanzó hacia la japonesita y con gestos le ofrecí mi ayuda. La muchacha con una sonrisa de agradecimiento me entregó la maleta más grande. Felizmente estaba vacía. Aunque fingí ante mis contertulios que pesaba sus veinte kilos… Ellos sonrieron burlonamente. La muchacha llevaba sus maletas a un depósito que quedaba en los subsuelos del gran edificio.

Quiero aclarar que ni en el instante de mi ofrecimiento de ayuda, ni durante la larga travesía por los corredores tuve la más mínima intención de cortejarla. Mi única lengua era el castellano. Además no nos dirigimos ni una sola palabra. Su sonrisa y mi sonrisa fueron los únicos mensajes que nos transmitimos. Ya en el depósito se subió en una escalera y yo le trasmití las maletas. Vi también sus pantorrillas y me forcé por no ver más retirando púdicamente mi mirada. Cuando bajó, me disponía a irme sin más. Ella me llamó en inglés. Creo que fue en inglés, oí su voz y volví sobre mis pasos. Y le dí a entender que no hablaba inglés, ni ruso, ni nada. Solamente castellano. Usó los gestos de Jane en las películas de Tarzán y me dijo su nombre, yo le dije el mío. Luego buscó en su bolsillo un trozo de papel y con un bolígrafo marcó: “tomorow 4:30 p.m. room 406, drink tea”. Mi memoria es exacta, nunca he olvidado ese mensaje. Ignoro hasta el día de hoy si contiene o no errores. Pero entendí perfectamente que significaba. Junto al papelito me regaló un abanico japonés, que guardé durante muchos años como una reliquia. Nos separamos y volví al tercer piso en busca de mis contertulios que habían desaparecido.
Aclaro que hasta ese día no la había visto antes o tal vez no había reparado en ella. Lo más probable es que simplemente no la había visto, pues nuestros horarios y aulas no correspondían, a pesar de que ambos teníamos tres o cuatro días de estudiar el ruso en la facultad preparatoria.
Al día siguiente fui a clases, almorcé a eso de la una y luego volví a la última clase de dos a tres de la tarde. Una vez terminadas las clases solíamos reunirnos los centroamericanos a platicar entre nosotros, dándonos cuenta —poco a poco— de que nos parecíamos mucho, pero que no éramos del todo iguales, aunque con muchas ganas de tener un solo país para todos nosotros. El papelito de la japonesita estaba en mi bolsillo y no necesitaba sacarlo para recordarme su contenido. A eso de las cuatro salí al parque de la facultad. Me alejé del grupo para no tener que darles explicaciones de que esta vez no me iría con ellos a la residencia de Starozhevaya ulitsa. Estaba además un poco aturdido, pues no sabía como debía conducirme con una muchacha que me había dado cita en su habitación para beber té. En realidad era la primera vez que una muchacha me daba cita. Durante todo el día la busqué con la mirada en los corredores durante los recreos (las clases se interrumpían a cada hora o dos, según el día y las materias). También la busqué en el comedor, pero no la vi por ningún lado. Recuerdo mi ansiedad al temer no poder reconocerla. Nuestro encuentro fue tan fugaz y cuando para recordar su rostro cerraba los ojos, aparecía en mi mente la chinita Sánchez. La chinita Sánchez ha sido mi amor platónico más tenaz y el más durable. Pero ella se había quedado en Santa Ana, ya lejos y para siempre imposible.
Han pasado cuarenta y cuatro años desde entonces y es la primera vez que refiero públicamente este episodio de mi vida, en privado ya lo he narrado y las personas que han escuchado esta historia, se darán cuenta que no estoy cambiando nada, tal vez dando más detalles. Pienso y dudo si dar el nombre verdadero de la muchacha japonesa, el tiempo se ha encargado de alejar el pudor y lo que yo cuento me pertenece únicamente a mí. Quiero decir que ella tal vez tenga otra versión, tal vez sus sentimientos ahora no le parezcan valer la pena ser recordados, tal vez nunca tuvieron alguna significación duradera, tal vez yo no haya vuelto a aparecer en sus recuerdos. Daré su nombre, porque de lo contrario me parecerá impersonal y que en algo traiciono mi propia historia. Nadie va identificarla y quienes la conocieron, saben de nosotros.
Cuando empecé a subir las gradas para llegar hasta el cuarto piso, mi corazón se aceleraba y a veces me parecía que se ausentaba. En realidad no tenía ningún motivo para ponerme en ese estado, cualquier otro muchacho de mi edad —acababa de cumplir diecinueve años— tal vez no hubiera sido tan puntual y hubiese sabido exactamente a qué atenerse, pero mi inexperiencia era abismal. Toqué a su puerta, pero los nudillos de mis dedos me parecieron de algodón y apenas se oyó ruido alguno. La puerta se abrió y la muchacha me recibió vestida en un elegantísimo kimono blanco y con paisajes orientales, estaba peinada con bucles y adornos y un gorro triangular sujetaba sus cabellos en la parte trasera de su cabeza. He dicho triangular, era más bien un rombo, en los mismos tonos que su kimono. En el centro del cuarto había una mesa redonda, con un servicio de té ya puesto. Me invitó a sentarme y servicial me acomodó la silla. Ella acompañaba sus gestos con una sonrisa amable y distinguida, no sé con que mueca le devolvía su gentileza. Al mismo tiempo comprendí que lo que oscuramente pude esperar como una cita amorosa no tenía cabida con todo ese ceremonial. Mi única preocupación fue entonces no manchar con mis rústicas maneras tanta elegancia y tan refinados tratos.
No obstante al verla así ataviada, sus rasgos finamente puestos en valor por un maquillaje eficaz y discreto, todas las doncellas de mis sueños juveniles se reunieron en ella y sucumbí al sortilegio. Aparentemente existen fuertes pasiones de segunda mirada. Era la primera vez que veía a una muchacha vestida con tanta elegancia y en trajes orientales. La miraba embobado. Cada gesto suyo era el centro de mi atención y me arrobaba.
Preparó el té y me lo sirvió en una taza que me pareció anacarada. Nunca antes había bebido té. Adivinó tal vez y se sentó enfrente de mí y me mostró como conducirme. Traté de imitarla. En realidad tuve que forzarme a beber el brebaje, su sabor me resultó desagradable, pero lo bebí sin pispilear. Pero no íbamos a pasar toda la tarde mirándonos, sin decirnos aunque fuera una palabra en algún idioma. Felizmente ella sabía tomar iniciativas y me preguntó en su modesto español de qué país venía. Nunca había oído mentarlo. Me lo dijo llanamente y me sentí muy exótico. Pero su español era muy modesto y rápidamente se terminaron las municiones. No me daba cuenta pero le hablaba con mis ojos. Ella me sonreía. No sé cuanto tiempo estuvimos frente a frente sin hablarnos.
Se levantó de la mesa y me invitó a levantarme. Puso en mis mejillas sus manos y me dio un beso, suave, sus labios apenas rozaron los míos y luego me tomó de la mano y nos sentamos al borde de la cama. La habitación era muy escueta, la ocupaban dos muchachas. Cada una tenía arreglado su rincón. La otra muchacha con quien compartía la habitación también era del Japón. Estuvimos sentados uno al lado del otro y de vez en cuando nuestras manos se rozaban. Al cabo de unos minutos me dijo que su compañera de cuarto pronto regresaría y que tenía que irme. Me entregó un papelito en el que había escrito en esmeradas letras latinas, la hora y la dirección de nuestra cita para el día siguiente. Me levanté y de nuevo repitió su caricia en mi cara y me besó.
Al salir iba como en un limbo, sin buscar un instante solo comprender qué me había sucedido, ni tampoco si mi conducta había sido la más adecuada a las circunstancias, si me había comportado a la altura. Iba alegre repitiendo en mi mente su nombre que me sonaba angelical: Jarumi.
No les contaré el día a día mis relaciones con Jarumi. No se trata de eso. Pronto entenderán la razón de este relato. Tengo que señalar que si bien he dicho que acababa de cumplir diecinueve años, mi apariencia era la de un muchacho de catorce o quince. Algunas personas al enterarse de que estudiaba en la universidad suponían que yo era un fenómeno, uno de esos genios prematuros. Este mi aspecto de adolescente marcó duramente mi vida. Es posible —me lo sugirieron luego otras mujeres— que la actitud de Jarumi, me refiero a sus iniciativas, fuera guiada por mi aspecto. También me dijeron que ella nunca creyó que le hubiera dicho mi verdadera edad. En todo caso ella tenía veintiún año. La aparente diferencia de edades llamó la atención y pasadas algunas semanas, en el cerrado mundo del casi internado estudiantil de la Lumumba, se fue convirtiendo en un escándalo y nuestra relación se volvió en el tema de todos.
Pero esto lo supe mucho después, entretanto viví meses felices. Las primeras semanas nos vimos fuera de la universidad, salíamos a pasear y fuimos conociendo Moscú y ayudándonos mutuamente a aprender el ruso. Ella ya había estudiado el ruso antes de venir a Moscú, pero su práctica oral era todavía deficiente. Pero cuando el frío empezó a arreciar salimos menos y a las tres de la tarde, cuando las clases se terminaban, Jarumi venía a buscarme para que comiéramos juntos o para que preparáramos las tareas. Nos encerrábamos en las aulas y nos sentábamos a hacer los deberes y hacíamos pausas en las que tratábamos de conocernos, de saber quienes éramos. Los otros alumnos que buscaban donde estudiar, al abrir la puerta la cerraban para no ser aguafiestas de nuestro idilio. Muchos nos sorprendieron entrelazados y en largos besos.
Los reglamentos de la residencia estudiantil nos imponía llegar todas las noches antes de las diez. Nos era imposible dormir juntos. Esto fue causa de burlas y palabras hirientes de algunos compañeros que insinuaban que durante el día Jarumi se paseaba conmigo y durante las noches se iba con otros. Nunca entendí por qué deseaban sembrar la ponzoña en mi corazón, dudas en mi ánimo. Pero en el fondo nunca creí que fuera cierto, nunca la duda manchó mi pasión. Jarumi empezó a buscarme durante los recreos, siempre que podíamos estar juntos lo hacíamos. Jarumi sabía mis preferencias culinarias y se iba a hacer la cola temprano en la cafetería para llevarme la bandeja a la mesa en que acostumbraba sentarme, durante los almuerzos también en el comedor se adelantaba para evitarme perder el tiempo en esperas. A veces no nos veíamos los domingos a causa de las reuniones de nuestras respectivas comunidades. Jarumi también asistía a las reuniones de la sección de su partido, su padre era dirigente del partido socialista de Japón.
Una vez Jarumi me pidió que la acompañara al edificio central de la universidad en donde tenía una reunión. Cuando descendimos del tranvía me di cuenta que lo habíamos hecho una estación antes del destino inicial. Ahí nos esperaba un muchacho japonés. Jarumi le habló en japones y apenas reconocí mi nombre, el muchacho me dijo en ruso que era el hermano de Jarumi. Me extrañó esa imprevista presentación, pero sobre todo la sonrisa casi irónica del hermano. Este episodio tiene su explicación. La daré en su momento.
También yo tenía reuniones con mis compatriotas. En una de ellas, uno de los puntos a tratar era mi caso. Se trataba justamente que la misión que nos había confiado el Partido no era venir a conquistar japonesas y a ofrecernos en espectáculo de amoríos en los corredores y aulas de la universidad, sino que a estudiar, aprender, nuestra misión nos prohibía tener relaciones con extranjeras, porque debíamos regresar a la patria. Así que el Partido me recomendaba fraternalmente que rompiera con la japonesa. El Partido éramos los siete muchachos y una muchacha que conformábamos la delegación salvadoreña. Ignoro realmente que fue lo que los movió a exigirme semejante absurdidad. Sabían perfectamente que me iba a negar, que no les iba a hacer caso. Les expliqué con mis palabras de entonces que la vida privada no tenía nada que ver con el Partido, que mis sentimientos amorosos no le pertenecían a ninguna causa. Y que si nosotros estábamos obligados a tener relaciones solo con salvadoreñas, pues que Genoveva, una salvadoreña que encontramos ya en Moscú y que estudiaba en la Universidad, pues que ella ya andaba con su maliano y que Victoria que estaba presente en la reunión, pues que ella no podía meterse con todos nosotros, había pues claramente un problema de logística. Mis camaradas volvieron a la carga en otras reuniones, mi respuesta no varió ni una jota.
Lo extraño es que, además de la campaña de insinuaciones de las repetidas traiciones de Jarumi que se intensificó, algunas muchachas de la facultad me aseguraban que Jarumi no me convenía, que era mucho mayor que yo, que se aprovechaba de mi ingenuidad, de mi corta edad. Algunas me preguntaban con descaro que si ya habíamos hecho el amor, que dónde e incluso cuántas veces. A todas esas preguntas respondía con mi nueva sonrisa japonesa…
Aclaro, es necesario, que muchos casi con cierto regocijo aprobaban nuestras relaciones, las festejaban y algunos llegaron incluso a aconsejarme como debía conducirme. Yo era un muchacho alegre, bromista y francamente muy ingenuo. Y para todos Jarumi era una muchacha misteriosa, pues les pareció que ella estaba enteramente entregada a mi educación sentimental. En realidad éramos la primera pareja que se formaba entre los alumnos de ese año de preparatoria. Lo que más intrigaba era que —nadie lo ignoraba— en las primeras semanas no podíamos hablar mucho, nos hablábamos por señas, por medio de dos diccionarios. Poco a poco fuimos creando nuestro propio lenguaje, en el que mezclábamos español, ruso y japonés. También una casi nada de inglés. Luego dominó el ruso en nuestro trato. Mis poemas los escribía en castellano, fueron mis primeros poemas. Algunos fueron a parar en el periódico mural de la facultad, los traducían un amigo ruso Sacha Tsaitsef y una muchacha de largas trenzas, originaria de una de las repúblicas autónomas del Asia Central, no recuerdo su nombre, ella hablaba un español muy correcto. Un amigo venezolano me corregía mis horrores ortográficos, felizmente.

Segunda parte

Algunos amigos centroamericanos estaban celosos de Jarumi, pues abandoné por completo nuestras tertulias y nuestras salidas por el barrio, incluso falté a dos o tres entrenamientos de fut. Creo que Jarumi entendió rápidamente este problema y me sugirió que nos viéramos solamente después de cena. Por esa época llegaron del Instituto de Lenguas Extranjeras unas estudiantes que voluntariamente venían a ayudarnos a aprender el ruso, para facilitarnos la práctica oral. Originalmente se trataba de un intercambio, ellas nos ayudarían en ruso y nosotros en castellano. Otros, los africanos por ejemplo, les ayudaban en inglés o en francés. De estas prácticas salieron algunas parejas. También participé a estas prácticas, pero en mi caso las alumnas del Instituto se iban alternando. Este intercambio me ayudó mucho en el aprendizaje del ruso. Al contacto con estas muchachas fui conociendo una gama sutil de conductas femeninas. El caso era que todas sabían de mis amores con Jarumi. ¿Cómo se enteraron? Nunca lo supe, pues ellas eran externas a la facultad. Algunas abiertamente buscaron hacerme caer en la traición, todas me interrogaban insistentemente sobre mi verdadera edad y sobre mi virginidad. Tal vez mi indiferencia provocaba su curiosidad y en algunas cierta osadía. Lo que pude constatar desde esos primeros meses fue que había muchachas muy atrevidas y otras sumamente púdicas. Este extremo siempre me llamó la atención y podía manifestarse en la misma persona, en períodos diferentes del año, durante los meses de verano, en los campamentos de vacaciones estivales, reinaba la total libertad de costumbres.
Mi historia amorosa con Jarumi avanzaba al ritmo que le imponía nuestra circunstancia. Era grande el contento e inmensa la alegría que provocaba en mí el simple hecho de estar a su lado. Ella no parecía desear otra cosa que mi compañía. Por mi parte me comportaba con Jarumi sin sugerirle, aun menos exigirle, que consumáramos nuestros pugnantes deseos. Era evidente que nuestros cuerpos no se conformaban con las caricias que nos prodigábamos. Pero Moscú, en esa época, no nos ofrecía realmente un lugar donde amarnos como lo deseábamos. En su habitación, su amiga se mostró totalmente incompresible. Mi residencia era exclusivamente masculina y no admitían alumnas de la universidad. Las visitas eran recibidas en un salón de recepción. Ir a un hotel era imposible, pues el sistema hotelero no admitía a extranjeros que no hubieran llegado con Inturist, la agencia soviética de turismo. Estuvimos a punto de conformarnos con los inconfortables escritorios de las aulas, pero eso era correr el riesgo de que nuestra amorosa intimidad fuera descubierta y mancillada por la indiscreción mal intencionada que sabíamos nos perseguía. Pero nuestros cuerpos bullían y urgíamos cumplir con nuestro amor.
Una vez Jarumi me sugirió que nos arriesgáramos en mi residencia, durante alguna tarde, cuando la mayoría de estudiantes todavía permanecía en Kabelnaya. Podíamos perfectamente burlar la vigilancia del portero. Lo he repetido, mi ingenuidad —o tal vez esto tenga otro nombre— era insondable, Jarumi una vez que ya nos habíamos decidido por el fabuloso día, me susurró al oído:
—Yo no quiero baby.
Entendí que se estaba retractando, es decir, al principio no entendí nada. Mis ojos simplemente se desorbitaron extrañados. Concretamente nunca había ligado el acto de amor con ningún baby, de manera confusa había llegado a suponer que para procrear se necesitaba la voluntad, que engendrar necesitaba del mutuo deseo durante el acto amoroso. Pero Jarumi simplemente me estaba insinuando que debería procurarme en alguna farmacia los necesarios preservativos. Es evidente que no entendí. Al ver mi expresión Jarumi tal vez pensó que yo urgía imperativa y muy prematuramente tener descendencia.
—No, yo no quiero baby, tal vez después, pero ahora no.
Sus palabras me consolaron y la besé con un beso que hasta entonces nunca le había dado. Pero me quedé sin entender la conveniencia de los preservativos. Cuando fijamos la fecha en que íbamos a intentar burlar la vigilancia del portero de la residencia, le exigí a Valodia y a Jorge, el ruso y el dominicano que compartían conmigo el apartamento en la residencia universitaria, que no volvieran hasta entrada la noche. Valodia me tranquilizó y me dijo que iba a volver a eso de las diez de la noche y Jorge me preguntó que si necesitaba preservativos… Me dijo que siempre tenía en la gabeta de su mesa de noche y que dispusiera si me daba la gana. Entonces entendí lo que me quiso decir Jarumi.
En realidad no nos costó mucho engañar al portero, pues desde que nos vio venir, se hundió ostensiblemente en las páginas de la Vichorka, el vespertino moscovita, así que no tuvimos ni siquiera que fingir, ni arriesgar nada. Cuando salíamos de la residencia el portero nos llamó y nos dijo que para la próxima vez era mejor que le avisáramos de antemano, así podía meterse directamente en la cocina y nadie sospecharía que era nuestro cómplice.
No se pueden imaginar nuestra dicha por ese generoso ofrecimiento. De repente el mundo se nos volvía hermoso y sin inútiles estorbos. Tal vez a los más jóvenes que lean mi historia les parecerá muy extrañas nuestras maneras, nuestras precauciones, nuestros reparos. Por un lado nosotros andábamos juntos todo el tiempo y para mí su cercanía, su compañía eran suficientes para colmar festivamente mi existencia. Jarumi nunca me exigió nada y se portaba tan servicial, tan amable, tan presta a mis deseos que parecía que también se sentía colmada por mi dócil predisposición. Por aquella época sonaba por la radio salvadoreña un bolero que repetía un verso: “cuando estás cerca de mí y estás contenta, no quisiera que de nadie te acordaras, siento celos hasta del pensamiento que pueda recordarte una ilusión amada”. Juntos yo no sentía celos de nadie y cuando nos separábamos me sentía lleno de ella. Por otro lado habíamos interiorizado un temor de trasgresión, de comportarnos al margen, de mantener relaciones ilícitas. La campaña de mis compatriotas estaba cundiendo. Ellos además de insistir, durante las reuniones, en sus conversaciones conmigo, en que no me convenía andar con esa muchacha, que lo mejor era obedecerle al partido, etc. Esa insistencia me indispuso por completo y un día en un arranque de cólera les dije lo que nunca debí decirles:
—¡Ustedes envidia me tienen!
En todo caso creo que desde entonces empezaron a contactar a los japoneses, a los del partido comunista japonés y a pedirles que intervinieran para que Jarumi me “dejara tranquilo”. Fue por eso que Jarumi me presentó a su hermano, para demostrarle que no era ningún depravado que ponía en peligro su honra. Y al ver al muchacho de apariencia de adolescente, pues no le quedó de otra que sonreír. Creo que el hermano de Jarumi pensó tal vez que ella simplemente se andaba divirtiendo y que era mero capricho, que no existían asideros para sentimientos profundos. En los inicios de los años sesenta en El Salvador los noviazgos duraban años y la meta de todo noviazgo era fundar un hogar. Esa era la ideología —que sin que me la inculcaran de manera preceptiva— que me servía de referencia. La desaprobación de nuestras relaciones, bueno, por algunos japoneses, me indica que también entre ellos Jarumi al meterse conmigo, al pasearse conmigo, no se conducía de manera conveniente. Por cierto ninguna otra japonesa tuvo aquel año de preparatoria relaciones con un extranjero. Muchachos japoneses sí tenían relaciones con extranjeras, el mismo hermano de Jarumi tenía una novia mexicana, con quien se casaría luego.
Aquel día cuando entramos en mi apartamento, no recuerdo que sentimiento me dominaba. Había aprehensión, no cabe duda, expectativa, cierto nerviosismo. Pues no voy a contarme cuentos, ni tampoco les voy a mentir, presentándome como si fuera un perito en amores. Además después de todo lo que les vengo contando. Mi experiencia se resumía a noviazgos vertiginosos y a amores platónicos.
Fue Jarumi quien cerró con llave la puerta y para distender la atmósfera se fue para la cocina y preparó un café y descubrió que en un armario había un paquete de galletas. Lo más probable es que fuera de Valodia, Jorge y yo, al principio, no comprábamos nada en los almacenes, aún no sabíamos como hacer las compras en ruso, además nos bastaba con lo que comíamos en el comedor.
Es evidente que no voy a contar detalles. Solamente les diré que por espantosa iniciativa de Jarumi hicimos el amor sin preservativos. Ella me dijo que prefería que la primera vez, aunque no quería baby, no recurriéramos a los preservativos.
Volvimos a mi apartamento a veces tres veces por semana. El portero nos dejaba pasar sin irse a la cocina. No cambiamos de costumbres, ella venía siempre a buscarme, almorzábamos y cenábamos juntos, hacíamos los deberes juntos. Hasta un día lunes en que Jarumi no vino a buscarme, no almorzamos juntos. Después del almuerzo fui a buscarla a su habitación. Me estaba esperando. La vi muy seria, no me sonrió, ni mostró alegría al verme.
—No nos veremos más. No quiero que me busques más, ya no nos veremos más.
Me estupefacción fue total. No entendía nada de lo que me estaba diciendo, nunca oí nada que me haya parecido tan insólito. Pero era claro, sus palabras manifestaban una rotunda determinación y su rostro tenía una espantosa serenidad.
—¿Por qué? Jarumi, ¿por qué?
—Tú sabes por qué.
—No, Jarumi, yo no sé nada.
—Sí, tú sabes perfectamente por qué. Vete, no me busques más.
Di la vuelta y me fui. Nunca más volvimos a hablar, nunca más volvimos a mirarnos. Nunca la busqué y nunca me buscó.
Takashi Kimura, un compañero japonés, me aclaró un día todo lo que había pasado. Mis compañeros salvadoreños, no sé exactamente quienes fueron, para ese entonces ya había roto por completo con ellos, se reunieron varias veces con camaradas japoneses para que intervinieran ante Jarumi, porque yo tenía que volver obligatoriamente a El Salvador. Nuestras relaciones estaban entrando en una situación muy peligrosa. Y que el Partido se había comprometido con mi familia a que yo retornara soltero. Takashi Kimura me contó esto una noche de largas confidencias. El estaba muy curioso de saber si era cierto mi compromiso de volver soltero a El Salvador. En realidad los japoneses del Partido Comunista de Japón no hablaron con Jarumi, ni se dirigieron de nuevo al hermano de Jarumi. Takashi no sabía por qué medios lo hicieron, pero contactaron al padre de Jarumi y este le ordenó a su hijo de velar por el honor de Jarumi. Me contó que nuestros amores fueron muy comentados entre los japoneses y que fuimos un tema que los dividió por completo. Takashi me habló del horrible sufrimiento de Jarumi y que al romper conmigo ella se mutiló de una parte de ella misma. Pero que era imposible que una muchacha de su clase rompiera con su familia. De seguro de no haber intervenido su padre, ella hubiera llevado hasta el final nuestra historia.
Supongo que los camaradas salvadoreños no recuerdan siquiera este episodio, tal vez lo hayan olvidado por completo. Pues es para ellos apenas un acoso más. Su siguiente ataque fue tratar de que me expulsaran de la Universidad. Les seguiré contando mis historias rusas.

Siniavski, Solomon y Ginsberg

Una vez me crucé en uno de los largos corredores de Kabelnaya —así se llamaba la calle en donde quedaba la facultad de filología de la Universidad Lumumba— con un señor a quien ya por ese tiempo los servicios de seguridad de la URSS, el famoso KGB, andaban rastreando, Daniel Siniavski. Estoy hablando de los años sesenta. Venía por uno de sus alumnos, un brasileño. Siniavski era profesor de otra universidad y era el director de tesis del brasileño. Señalo que el profesor venía a visitar a su alumno. Ese trato no tenía nada de excepcional. Aunque apenas supe quien era ese señor solamente algunos meses después, cuando se abrió el proceso por “calumnias contra la Unión Soviética y contra el pueblo soviético”. La campaña de prensa fue intensa, desde su captura hasta su condenación no pasó un solo día sin que apareciera un artículo denunciando sus escritos, se publicaban resoluciones de Comités del Partido de tal o cual fábrica, de algún koljoz, de algún Comité de barrio, de particulares que también lo condenaban. Ninguno de ellos había leído sus obras… Estas habían sido publicadas sobre todo en Francia y en traducción francesa, bajo el seudónimo Abram Tertz.

La lógica judicial

El texto que voy a comentar es el de una conferencia de Andrei Siniavski, que fue publicado en una revista francesa “Sintaxis” N̊ 15, 1985. He leído una versión con algunos cortes insignificantes (cortes aprobados por el autor), pero en su versión original, rusa, que publicó el mensual “Iunost”, N̊ 5, 1989. El título de la conferencia es “La disidencia como experiencia personal”.

Siniavski fue juzgado con otro escritor, Julius Daniel. Estos dos escritores fueron los primeros condenados por un tribunal soviético que no reconocieron su culpa. Desde los famosos juicios estalineanos hasta los brezhneveanos, la lógica judicial soviética se aparentaba a los tribunales inquisitoriales, el acusado debía reconocer su falta, reconocerse culpable formaba parte de la expiación.

Este texto tiene el valor de su sinceridad. Y para mí contiene la confirmación de una intuición juvenil. Estos dos señores han tenido tal incidencia en mi vida que parece extraño que a sabiendas que Siniavski residía en París, nunca busqué encontrarlo. Pero esta incidencia se da muy ajenamente a ellos. Pues mi primera desilusión se dio muy temprano, la provocaron las mentiras que creí tan ciertas, pero que un paseo, la simple caminata que nos llevaba de la residencia estudiantil a la Donskaya, donde quedaba el edificio central de la Universidad de la Amistad de los Pueblos, se podía constatar que el alcoholismo no había sido erradicado como lo proclamaban los folletos de la propaganda soviética. Esos folletos que leíamos religiosamente en la clandestinidad, sabiendo que si la policía salvadoreña nos encontraba con ellos, pues sencillamente podíamos ser encarcelados, torturados y desterrados. Pero el caso Siniavski-Daniel tuvo incidencia mayor en mi vida, porque tocaba públicamente la libertad de pensar, de escribir y que la actitud general que se propagó en la sociedad soviética estaba tan lejos de coincidir con la profunda aspiración de libertad y de pleno esparcimiento de la personalidad humana. El miedo y la hipocresía emergieron a la superficie de toda la sociedad, fueron muy pocos los que tímidamente se opusieron a que dos escritores fueran condenados por sus escritos. Esos meses los viví profundamente indignado, no era esa la sociedad humana por la que decidí un día sacrificar mi vida, darla si fuere necesario. Fue en esos meses que me di cuenta que esa no era una sociedad socialista y que ese tipo de sociedad no era buena para mi país. Los aspectos económicos me preocupaban, los problemas de la producción y de la distribución eran tratados abiertamente y fueron planteados en los tiempos de Nikita Serguievich Jruchof. Entonces esos problemas me parecían simplemente técnicos.

El tiro de gracia

Por esa época llegó a Moscú nuestro camarada Schafik Handal, entonces ya era uno de los más importantes jefes del Partido Comunista. Vino a visitarnos a los salvadoreños que estudiábamos en las universidades Lumumba y Lomonosof. Por mi parte ya por ese entonces había dejado de pertenecer al partido y no asistía más a las reuniones de la “comunidad salvadoreña”. Pero en esa ocasión me invitaron. Schafik había insistido de que yo también estuviera presente, no estaba de acuerdo de que se me aislara. Aunque en realidad fue decisión mía la de alejarme, pues la conducta dogmática de mis camaradas y amigos salvadoreños, sus fallidas intrigas ante las autoridades universitarias para que me expulsaran, su mediocridad ideológica, etc., todo eso se me había vuelto insoportable. Ya tendré ocasión para contar algunas anécdotas moscovitas.

Schafik nos confió su análisis sobre la situación en América Latina y en particular en nuestro país y nos informó de lo que se habló en la Havana y de la fundación de las OLAS. El hizo parte de la delegación salvadoreña a aquella famosa conferencia de enero de 1966 y de la que todos habíamos estado pendientes. Es sumamente probable que la prensa cubana haya ignorado el proceso “Daniel-Siniavski”, tal vez una ínfima nota perdida entre los discursos de los participantes a la conferencia internacional. Como sea, cuando al terminar su conferencia Schafik nos interrogó si teníamos alguna pregunta, esperé que respondiera a todos los cuestionamientos que surgieron sobre las OLAS, la lucha armada en América Latina, etc y solamente cuanto ya había respondido ampliamente a todos, me atreví a hacer mi pregunta. Su sorpresa fue enorme, me cuestionó irritado de qué se trataba. Resumí el caso. Todos los salvadoreños presentes consideraron mi actitud como una nueva provocación y me cubrieron de miradas reprobatorias. Schafik se mordió los labios. Su respuesta fue para mí como un tiro de gracia.

—Camarada, si los camaradas soviéticos dicen que son culpables, quiere decir que son culpables.

Se levantó y dio por terminada la reunión. Por mi lado me fui sin despedirme de nadie y dispuesto a buscarle una explicación a todo el asunto. Me costó mucho dar con respuestas coherentes, quiero decir coherentes con mi entusiasmo, con mi marxismo de entonces, con mi inocencia, con mi candor. Me he violentado mucho internamente durante largos años. No tenía con quien compartir todo esto. Mis amigos ticos y nicas se encontraban ya muy lejos, me quedaban dos o tres, pero me reunía con ellos ya muy poco. Mi gran amigo ecuatoriano, prefería disimular que no se daba cuenta de nada, ni de mi sufrimiento “ideológico”, ni de lo que ambos veíamos en la calle, en la universidad, entre nuestros compañeros de cursos, entre nuestros profesores. Tuve conversaciones con algunos ciudadanos soviéticos, pero es muy difícil razonar movido por el miedo y el odio. Y mis amigos soviéticos temían y odiaban, no al régimen, sino la cobardía general y la mansa, fatalista aceptación del plomo que iba cubriendo las relaciones humanas. Pero estos amigos eran excepciones.

Un engendro soviético

Pasó cierto tiempo, volví a mis rutinas y el sosiego me ayudó a cuestionarme directamente sobre el coraje necesario para ser disidente, pero sobre todo me interrogué sobre su origen, sobre su contextura. No me considero un perito, ni le doy a mis respuestas más valor que el de una intuición. Es de esta intuición que hablaba hace un momento y que confirma en su texto Andrei Siniavski.

Los disidentes no constituyeron nunca un movimiento político, ni tuvieron nunca pretensiones de tomar el poder. Cada uno tenía sus propias razones. Con esto quiero indicar que tampoco tenían una ideología homogénea, un pensamiento que estructurara una corriente, cada uno era de alguna manera independiente. Los reunía el régimen y los que al exterior los consideraban como aliados en su lucha contra la Unión Soviética.

Andrei Siniavski nos cuenta que se crió en una familia soviética normal, que su infancia y adolescencia transcurrieron en los años treinta en una sana atmósfera soviética, en el seno de una familia soviética común y corriente. Afirma que no lamenta haber heredado desde la infancia los preceptos paternales de que no hay que vivir dominado por los estrechos, egoístas intereses “burgueses”, que hay que tener en la vida una suprema idea, un ideal. Nos dice que fue el arte lo que se convirtió en su “suprema idea”. “Pero a los 15 años, a la víspera de la guerra, era un genuino comunista-marxista, para quien no hay nada más maravilloso que la revolución mundial y la futura fraternidad universal”.

“Quiero de pasada señalar que este es el caso bastante típico en la biografía del disidente soviético en general (y pues hablamos de la disidencia en tanto que un fenómeno histórico concreto). Los disidentes en su pasado — han sido por lo general gente soviética muy idealista, es decir gente de profundas convicciones, con principios e ideales revolucionarios. Ellos son en su totalidad un engendro de la misma sociedad soviética de la época posestalineana y no elementos heterogéneos a la sociedad soviética y tampoco son restos de una oposición derrotada”. Esto es lo que nos dice Siniavski en 1985, fue esta mi conclusión en los años sesenta. Pero entonces era imposible para un comunista de convicción —como lo he sido siempre— compartir este tipo de ideas. No estoy dragoneando aquí de profeta, ni de experto. Pero durante muchos años guardé silencio, pues me fatigué de ser tratado por este tipo de ideas como un enemigo (de clase). Algunos llegaron a acusarme de agente del enemigo. Muchos de ellos andan ahora en la acera de enfrente y han abandonado sus férreas convicciones… Ahora espero que estas mis pasadas intuiciones puedan leerse con la tranquilidad necesaria y como parte de un testimonio.

Comparto con Siniavski otra idea. El afirma que ni Pasternak, ni Mandelstam, ni Ajmatova son disidentes. Pues se trata de gente que está enraizada en la sociedad presoviética, prerevolucionaria, está ligada a la sociedad y a la cultura de antes. La disidencia es un fenómeno fundamentalmente nuevo y ha surgido inmediatamente en el terreno de la realidad soviética.

Quiero agregar aquí mismo y para que quede patente, que no he referido esta historia para denigrar a Schafik, su actitud no fue en nada sobresaliente, así se comportó la mayoría de dirigentes comunistas de la época. Tal vez como estábamos en familia se expresó sin remilgos. Para todos nosotros ha sido un problema mayor el hecho de que la representación de nuestras aspiraciones comunistas fuera usurpada por la Unión Soviética. El hecho de que siempre se nos echara en cara la realidad soviética para atacarnos, nos obligó a defender y a justificar, lo que no tenía defensa y lo que no se podía justificar.

Insulto a la clase obrera soviética

10 noviembre 2006
Insulto a la clase obrera soviética

Hace unos días, cuando comentaba la conferencia de Siniavski, les hice la vaga promesa de contar algunas anécdotas moscovitas con mis camaradas salvadoreños. Les entrego una, la primera. Teníamos unos diez días en Moscú. Eramos ocho salvadoreños, formábamos el primer contingente enviado por el Partido a formarnos en la Unión Soviética. Llegamos algunos días antes del inicio de los cursos. Era un otoño particular, lo que los rusos llaman babie leto, en Francia le llamaban antes, l’été de la Saint-Martin, ahora dicen l’été indien. Se trata de un período de calorcito en pleno otoño. Nosotros nos movíamos en grupo, muy borregamente. Aquel día fuimos a almorzar todos al restaurante universitario de Donskaya. Nos pusimos en la fila, delante de nosotros había un grupo de obreros que habían estado reparando las losas del jardincito de la Universidad, que quedaba justamente frente al restaurante. Los obreros se habían quitado las camisas y estaban en camisetas. De repente uno de ellos levantó su brazo, tal vez para secarse el sudor de la frente, quizá para arreglarse la rubia mecha de sus cabellos desordenados. En fin, el zopilotazo que se desprendió de su sobaco fue brutal.

—¡Qué apesta este hijueputa! exclamé con enfática espontaneidad.

Santaneco soy, pues. No se me quita, no se me ha quitado. Y seguí campante en la cola vigiando los movimientos del tipo. Ya en el restaurante la cola se dividía en dos, había dos amplias salas con mostradores de autoservicio. Resulta que los obreros se fueron por un lado y nosotros por el otro. Ahí me topé con un uruguayo que ya nos había servido de guía y traductor en el aeropuerto. Y me puse a comprobar con él mis pequeños avances en mi aprendizaje del ruso (tal vez les cuente alguna vez como fue que aprendí mis primeras palabras rusas). Al buscar con mi azafate lleno de viandas, a mis compatriotas para sentarme a almorzar con ellos, vi que se habían ostensiblemente alejado de mí. Me fui con el uruguayo. Era de origen ruso.

Al salir del restaurante, mis camaradas me esperaban para convocarme a una reunión esa misma tarde. Me sorprendí pues el día anterior habíamos tenido ya una en la que no encontramos tema que abordar. Hablamos de nuestra obligación de ser irreprochables en nuestra misión de representar a nuestro país y a nuestro partido. Cada uno dijo su babosada y nos quedamos muy contentos. La próxima reunión debíamos tenerla dentro de una semana, tal cual habíamos quedado desde El Salvador.

Cuando entré al cuarto ya estaban todos ahí y vi las miradas de chucho sediento que me echaron encima. Nuestro jefe provisorio (aún no teníamos secretario de célula) abrió la reunión y de entrada anunció el único punto que se tocaría: “la autocrítica del camarada Carlos”. Me quedé pasmado. Todos guardaban silencio esperando que iniciara mi autocrítica. Pasaron algunos instantes y como no dejaban de mirarme les pregunté de qué se trataba la vaina.

—¡Pues, dendioy no insultaste a la clase obrera soviética!

— (….)

—Sí pues, en la cola.

—¿En la cola?

—Sí, en la cola del comedor.

—¡Ah! Ya caigo. No lo insulté.

—Sí y tenés que hacerte la autocrítica.

—No jodan, muchá. Si el fulano apestaba.

—¿Así que no te hacés la autocrítica?

—Pero que quieren que me critique, si el que apestaba era él. No, mano, ustedes la están cantiando, la autocrítica es un asunto serio, no un jueguito.

Me levanté y me fui a dar una vuelta, hasta el Parque Gorki. Este acto de rebeldía les quedó grabado en su memoria y se lo guardaron hasta la llegada del que muchos años después había de ser el comandante Marcial.

En Recuerdo de Tío Ho

En Recuerdo de Tío Ho

Vietnam, es el Eco del Cañón
Autor: José Juan Requena

Estoy en Vietnam, en un camino
en medio de un campo
me encuentro tan solo
que apenas puedo
recordar sus rostros,

Es la campesina, y el campesino
de nuestras montañas
de nuestros valles, de nuestros ríos
viven de la tierra, llenos de miseria.
Sus manos ya toscas
Del duro trabajo
Alzan sus ojos y
mirando mi rostro
me llama hermano,

Hermano, me dice,
mira lo que ha hecho,
de mi la miseria
tan solo soy sombra,
la sombra de un hombre
pero sigo erguido,
lucho por mi tierra
por mi dignidad
¡soy un vietnamita!

Dame la esperanza, dame la alegría
dame la justicia
que nunca me han dado
dame todo para ser feliz.

Toma este fusil, le dije
lucha con tu hermano
por la libertad
yo soy el Tío Ho
te invito a luchar
por tu libertad
que importan franceses
que me importan yanquis
que importan imperios
Vietnam, Vietnam, Vietnam
es el eco del cañón
y será siempre Tío Ho

CEM publica Documento del CC del PCS de abril de 1977

SAN SALVADOR, 7 de julio de 2009 (SIEP) “El 28 de febrero fue un parteaguas en la historia política salvadoreña, tanto para la derecha como para la izquierda…” expresó el Lic. Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

“Para los sectores populares representó la experiencia colectiva del cierre de los espacios legales de expresión de la voluntad popular, y la justificación plena del uso de la lucha armada para derrocar a la dictadura militar…” añadió.

“El agotamiento de la vía electoral como camino para acceder al gobierno quedo claramente demostrado par amplias masas de la población que hicieron su experiencia política y experimentaron le burdo fraude cometido por los militares y la oligarquía…”

“Personalmente viví esto en Sonsonate, desde el comando departamental de la UNO, de como la dictadura no permitió que nuestros vigilantes electorales ingresaran a los centros de votación. Presencie la frustración y el deseo de luchar de centenares de jóvenes y pueblo en general…”

“Es a partir de esta experiencia del 77 que el PCS habla de insurrección popular y se crean las condiciones para el viraje a la lucha armada que es ratificado luego en el VII Congreso de marzo de 1979, y que permitió acercarse y unificarse con las otras cuatro formaciones de izquierda, las FPL, el ERP, las RN y el PRTC, que ya navegaban en estas aguas de la rebeldía armada .”

“Este es un documento clave del PCS ya que refleja precisamente ese momento de viraje en el pensamiento político de los comunistas salvadoreños, que los llevó posteriormente a crear las Fuerzas Armadas de Liberación, FAL, y al nacimiento primero de la DRU y luego del FMLN en octubre de 1980.”

CEM publica Documento Historico del ERP de junio de 1993

CEM PUBLICA DOCUMENTO HISTORICO DEL ERP DE 1993

SAN SALVADOR, 20 de agosto de 2009 (SIEP) “La conclusión de la Guerra Popular Revolucionaria y la firma de los Acuerdos de Paz de 1992, origino una nueva situación para las cinco organizaciones que se fundieron en el FMLN en octubre de 1980” opinó el Lic. Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

“La existencia de visiones diferentes sobre el rumbo del país y el papel del FMLN afloró a la superficie con fuerza, diferencias que se habían mantenido ocultas por la necesidad de enfrentar la estrategia contra-insurgente…” agregó.

“La dirección del Ejercito Revolucionario del Pueblo, ERP, y en particular su máximo dirigente, Joaquín Villalobos, se definió claramente por una visión social-demócrata y así lo expuso públicamente en este discurso programático.”

“Estas línea de pensamiento del ERP estuvo presente si no inicialmente, si por la mayor parte de su vida política y explica su pragmatismo y al final la derechización del pensamiento de su máximo líder, pero es importante conocerla ya que es parte de la historia del pensamiento político de la izquierda salvadoreña y por eso publicamos digitalmente este revelador discurso de Villalobos de junio de 1993” concluyó.

Rebelión en el frente de guerra… Honduras, julio de 1969 Entrevista con Enrique Zepeda Peña

Rebelión en el frente de guerra…Honduras, julio de 1969 Entrevista con Enrique Zepeda Peña

SAN MARCOS, 23 de agosto de 2009 (SIEP) “Han pasado cuarenta años y me acuerdo como si fuera ayer…de la cara de sorpresa del coronel cuando le informaron que los de la brigada de reservistas se negaban a combatir, era en julio del 69 y estábamos cerca de Tegucigalpa…iban a fusilarnos…” nos relata Enrique Zepeda Peña, luchador social de esta localidad.

Fíjate que cuando estalló el conflicto, me llegaron a sacar de la casa, informándome que causaba alta en el ejercito…yo ya estaba organizado y consulte con el Partido y me orientaron que les siguiera la corriente, que me enlistara…

Y nos mandaron al frente de guerra, y ya estando allá, vimos como a los reservistas se nos quería mandar de punta de lanza y nos negamos a obedecer, alegando que el Código Militar establece que debíamos ir pero en la retaguardia…cuando preguntaron quien dirigía este motín las caras de mis compañeros se volvieron a mi persona y tuve que asumir…rebelde hasta en la guerra…

Miraba sus polainas y el porte prepotente del coronel. Me dijo con tono airado: ustedes son los culeritos que no quieren combatir…

Mis compañeros esperaban ver como reaccionaba, trague hondo, medite bien la respuesta, pensé como político y no como soldado, caliente le respondí:

Con todo respeto, Coronel: nosotros como reservistas de acuerdo al Código Militar tenemos el derecho de exigir que se nos coloque en la retaguardia…por una emergencia. Por lo tanto, exigimos que se nos respete este derecho…y también exigimos educación, alimento y vestido para nuestras familias…

¡Cállate! me grito y me pasó al frente y dijo: los que quieran irse a sus casas pueden hacerlo…en ese momento yo no sabía que ya se había declarado el alto al fuego. Estábamos cerca de Tegucigalpa y nos regresamos para San Miguel a pata, sin zapatos…yo les decía: no se vayan ahuevar…y llegamos a San Miguel, seguimos, conseguimos un ride hasta Cojutepeque, explicábamos que “somos reservistas, venimos del frente…”

Era un camión, nos sentamos en la cama y nos amarramos para no caernos, a mi me mandaron al frente con el motorista, el pueblo nos recibió como héroes, y el coronel de allí me buscó y me dijo: “ah! ¿así que tu eres el que dirigió la rebelión en el frente de batalla? mañana se les llevara a sus casas.”Era un militar ya mayor, como de unos 78 años. Nos dijo: los felicito, el pueblo es su casa.

Nos llevaron al cuartel…Estábamos descansando ya tranquilos, cuando tocaron a la puerta, era un patrullero. me señaló y dijo: este hijo de puta es! Otro dijo: -te vamos a hacer concejo de guerra por traición a la patria. Me llevaron y me amarraron a la entrada de la Comandancia, a la par de la Alcaldía, me zamparon una patada que me hizo ir a dar encima de un escritorio, del escritorio del Comandante, quede a unos centímetros de su rostro, me miro seriamente.

El patrullero que me llevaba le dijo: le doy parte mi coronel que este reservista se insubordino en el frente de batalla, lo que constituye traición. Entonces el Coronel me miró y me dijo: ¿así que te levantaste en contra del ejercito y del pueblo salvadoreño?

Le respondí: ¡Momento! El Código Militar es claro, los reservistas van a la retaguardia. esto es una injusticia. me dijo: te cae Corte marcial. No te vas a salvar, el nombre de tu mamá y papá…le dije: de mi papá Dagoberto Chávez Zepeda. Y la expresión le cambio, estaba sorprendido: ¡tu eres hijo del Chele…! mi papá le había salvado la vida en la rebelión del 44 y hoy devolvía el favor… a su hijo…

Así es la vida…¡tenías que ser hijo del Chele, del Zarco! me dijo y me abrazó…habían lagrimas en sus ojos, y le ordenó al secretario: ya no siga escribiendo y rompa esa hoja…Y llamó a dos guardias nacionales y me llevaron custodiado hasta mi casa en San Marcos, la gente se sorprendió que me llevaban escoltado…el apellido del Coronel era Jarquin.

Me acuerdo que ya antes de salir del país había arengado a mis compañeros reservistas: miren compañeros ¿por qué vamos ir a pelear al otro lado de la frontera contra hondureños, gente pobres igual que nosotros? Debemos de pelear pero por una causa justa, por educación para nuestros hijos, por salud, por empleos dignos…a la fuerza nos han traído. Bueno, ¡sobreviví la guerra con Honduras!

Dagoberto Chávez, de camisa blanca

Nos visitaban Raúl Padilla Vela y Domingo Santacruz
En el año 1962 recibimos la visita de Raúl Padilla Vela y de Domingo Santacruz, los llevó el Choco Fermín Zaldivar, que ya tenía contactos con el Partido… formamos un círculo de estudios y luego soy juramentado como militante del PCS junto con el Ratón Hidalgo, con Rafael Martínez “Diente Frío”, que fue conserje de la FUSS y lo desaparecieron; con Daniel Panameño…Mi primer seudónimo fue Ernesto y luego Rómulo…en recuerdo de mi abuelo.

En el año 1964 soy reclutado por el ejército, consulto y me meto, estuve como motorista en el cuartel El Zapote, allí hice la “pailada”, el Comandante en ese entonces era el Coronel Benjamín Mejía, hombre inteligente y de buenos modales, nunca me trató mal, pero habían unos tenientes que me daban “chicharrón” me acuerdo una vez que llegó una prima y un cabo me dice que se la presente. Me niego.

Me dice: ey, recluta, no me quiere presentar a su prima. Y me zampa una pechada que sonó a pisto…y me da coraje y lo agarró y lo zampó a una pila de agua para ahogarlo…me agarran entre varios y llega el teniente Crucito y me pregunta: ¿años? le digo: veinte. Entonces que le den 20 latigazos con chiliyo de café… por no respetar. Cada chiliyazo que recibía repetía en mis adentros: me voy a vengar! Y después de los chiliyazos, vino el chicharrón: sapito, lagartija, etc. Después una hora de plantón…me lo tragaba todo…mejor salí de baja…

Y entonces conocí al Chavalo Cubías que entonces era muy famoso por su elasticidad, y empecé a aprender boxeo, en 1968 me case y seguí militando…participe en la campaña del PAR

Fermín y “El Coca”, Arturo Portillo, eran los que instalaban los aparatos de sonido en el parque Libertad, cuando hablaban Schafik y Raúl Castellanos Figueroa., en los mítines del PR… Diente Frío fue el que organizó la seccional del sindicato de la Industria del Cuero, porque aquí mucha gente trabajaba en la marroquinería…Alfonso Monchez, Armando Pineda, Toño Pineda, Manuel Pineda, a todos los reclutaron y el oficio artesanal les daba tiempo libre para participar en las reuniones…

Mi papa, Dagoberto Chávez Zepeda, militaba en el movimiento popular desde los años de su juventud, nació en 1917, lucho contra la dictadura de Martínez, conoció a Miguel Ángel Cea, yo también lo conocí, me acuerdo de unas palabras que me dijo luego que me oyera hablar en una reunión: me gusta como has hablado, peor mas me gustaría que te comieras los libros…mi papa fue directivo del Sindicato de Pilotos Automotores, junto con Toño Mijango, estuvo en el exilio, fue un luchador social…

En 1969, junto con Rigoberto Alfonso Alvayero, organizaron el UDN, mi papa fue candidato a Alcalde, y Alvayero iba de sindico por la UNO, en el 72 después de la campaña a Alvayero lo secuestraron al salir de una reunión y lo fueron a sacar de su casa y apareció torturado allá por un amate que esta en la MAN…mi papa participo todavía en la campaña de Schafik, mi papa lo felicito por el tiempo que le había dedicado a la lucha por los pobres, y a su vez Schafik en su discurso repitió estas mismas palabras dirigidas esta vez a su persona.

Después nos visitaban del UDN Delfino Pérez, Mario Rivera y Julio Salazar, los tres zapateros. En 1967 con el choco Luís estuvimos apoyando la huelga de hambre de Salvador Cayetano Carpio allá en la Plaza Universitaria.

También hicimos trabajo conspirativo, reclutábamos para el Partido o influenciábamos a los alcaldes del PDC, a Efraín Pérez, era del PDC pero jalaba con nosotros los del UDN; después nos alquiló un local donde pusimos la casa del FMLN. O trabajamos con la Licda. Irma Nolasco, también alcaldesa del PDC. Era gente cercana a nosotros los comunistas. También nos desaparecieron gente, me acuerdo de un joven asesinado, de nombre Roberto, otro desaparecido, de apellido Rivera… en mi caso, me escape de muchas capturas…

El 28 de febrero de 1977, estaba en el parque Libertad y fui de los que abrieron el zaguán de la Iglesia el Rosario, me acuerdo que me cayo encima el Dr. Ungo. Ese mismo año habíamos reclutado para el PCS al Dr. Francisco Guzmán, había sido un amigo, un colaborador…

Mi papa era mecánico, piloto, aviador, trabajo en la 11 de motorista, murió a los 86 años y ese año que murió, sacó un curso de energía solar, …murió hace cinco años, el 1 de diciembre…

Para la Ofensiva del 89

Junto con Zoila Vásquez, una luchadora social de Panchimalco, participábamos en el trasiego de medicinas para el esfuerzo militar, y veníamos con mochilas llenas, nos detuvimos en El Mirador, eran como las 6 de la tarde, me dijo: bajemos hasta llegar al punto, porque luego tendríamos que ir a traer otro cargamento…traía el pie inflamado, y estaban un grupo de soldados, ¿qué hacemos? me dice, esperate, le digo, y nos vamos a la cantina, allí estaban varios bolos amigos y me preguntan: ¡que te paso? y los soldados observaban, les digo: de jugar venimos y me dieron leña, por eso vengo patojeando, hinchado del pie, ellos los bolos ya sabían que yo nunca había jugado fútbol pero me apoyaron, llego el Sargento y me interrogo, le conté lo que me había pasado en el partido y me recomendó tomarme una pacha de guaro completa, pero
¿ me voy ahogar? –Nombre, se echa después un limón. Y cabal, me la tome enterita…y les dije a los bolos: ¡por que no me llevan donde don Licho para que me sobe? me llevaron y don Licho me dijo: ¡le va a doler! Y para mi sorpresa allí llegó el sargento a decirme ¡aguante! entonces aproveche para pedirles a mis amigos que llevaran las mochilas donde el Dr. Guzmán, el que después fue alcalde de este pueblo, el primer alcalde del Frente…al final salvamos la medicina.

La reactivación del Movimiento de Masas…1983-1989 Entrevista con Domingo Santacruz VIII

SAN SALVADOR, 22 de agosto de 2009 (SIEP) “Para abordar el tema de la reactivación del movimiento de masas se necesita referirse a algunos antecedentes históricos” nos señala Domingo Santacruz, dirigente del FMLN.

Añade que “los años setenta, fueron una década histórica de violenta represión por parte del régimen militar contra el pueblo y sus organizaciones populares y esta violenta represión condujo a una vigorosa respuesta popular de organización y de lucha …que al final culminó en un periodo de amplia unidad de las fuerzas revolucionarias y de un importante esfuerzo de alianzas con diferentes fuerzas democráticas…mucha gente en este periodo fue víctima de la represión, pero a la vez muchos luchadores sociales se convirtieron en combatientes y futuros integrantes del FMLN.”

Una cruel represión

Fue una cruel represión de la dictadura en trance de muerte, de 1979 a 1980, hubo más de 10,000 asesinatos, de 1980 a 1982, cerca de 30,000. El monumento a los Mártires en el parque Cuscatlan constata todos estos años de terror en los que fueron asesinados más de 300 maestros, en fin, profesionales, estudiantes, 15 sacerdotes y religiosos…

Esta sistemática represión logró interrumpir el proceso de lucha popular y golpear al ejercito político de masas que se venía gestando desde la década anterior. Fue precisamente este ejercito político de masas el que se convirtió en el FMLN, y pasó a desarrollar la guerra popular, la Guerra del pueblo en oposición y para enfrentar a la estrategia enemiga de Guerra de contra insurgencia.

O sea que avanzamos en el terreno militar pero el enemigo logró desactivar el movimiento de masas, y la dirección de este movimiento fue asesinada, se hizo guerrillera o salió al exilio…dejando el terreno de la lucha de masas solo, abandonado…con mínimas expresiones.

Los gringos, en su estrategia de contrainsurgencia, aprovecharon este momento para fortalecer su penetración en el movimiento de masas. Fortalecieron a la Unión Comunal Salvadoreña, UCS; y el IADSL impulsó el programa de reforma agraria, para como decían entonces, “quitarle el agua al pez.”

La Democracia Cristiana se convirtió en el instrumento político de esta estrategia de contra-insurgencia; y fueron construyendo su propio proyecto de masas y cooperativo, juntando lideres corruptos y organizaciones, como José Luís Grande Preza, hicieron su movimiento de masas aprovechando el vacío dejado por nosotros…

En 1983 surge el Comité 1ro. de Mayo

Por nuestra parte, ya en 1983 tomamos medidas para la reactivación del movimiento de masas aunque todavía por la represión, las líneas fluían poco, pero establecimos el Comité 1ro. de Mayo y realizamos la celebración en la Plaza Libertad lo que marcó el inicio de nuestra recomposición. Luego organizamos el Movimiento Unitario Sindical y Gremial, el MUSYGES.

A la par de este esfuerzo organizativo propio, definimos también orientaciones para penetrar el movimiento de masas del enemigo. Con diversos camaradas entre estos el recientemente fallecido Ángel Membreño, que repartía la pagina de Maíz, logramos penetrar la UCS, participaron también Víctor Ataces, Victoriano, hasta el Viejo Hilario cuando bajaba del cerro…

En el 84 me correspondió informar de estos desarrollos en la reunión de la Comandancia General del FMLN en Chalatenango… este esfuerzo de arrancarle la UCS al IADSL recaía básicamente en militantes del PCS y de las RN. Por parte nuestra participaron en la conducción de este esfuerzo Manuel “Cantarito” Quintanilla, Arturo “El Bello” Vásquez, de nuestro equipo de masas de la Metro… Ambos fueron luego asesinados…

Este esfuerzo conspirativo me llevo a realizar encuentros con dirigentes de la UCS, de la CTS de la línea CLAT… Duarte estaba entonces trabajando por lograr ganar la presidencia y en ese afán había firmado con la Unidad Popular Democrática, UPD, un “pacto político de 19 puntos.” Uno de los puntos de este acuerdo era que dirigentes campesinos ocuparían puestos en el BFA, en el ISTA, en FINATA, incluyendo el Vice Ministerio de Agricultura. Uno de los puntos básicos era la exigencia de profundizar la reforma agraria.

Duarte gana la presidencia pero la oligarquía le bloquea toda iniciativa, y se ve obligado en una reunión a explicarles a sus “aliados” que no puede hacer nada porque es muy débil, que su gobierno es como “un recién nacido” asediado por una extrema izquierda y una extrema derecha y que lo que necesita es mucho apoyo. Esto crea una crisis en la UPD por el rechazo de Duarte de implementar la segunda fase de la reforma agraria como lo había prometido. Producto de esta crisis FENACOA abandona la UCS. Y se logra hacer de la celebración del 1 de mayo un esfuerzo conjunto. Posteriormente de la UCS surge ANTA y las RN crean la ANC.

Por otra parte, otra línea de desarrollo organizativo empezaba a dar frutos, era el proceso de organización de entidades del estado y surge AGEMHA, ATMOP, ASTIRA, y avanza la recuperación del STISSS, del STIUSA, etc. Avanzaba la reanimación del movimiento popular. Se crean también las organizaciones del “sector reformado”: FECORAO, FECORACEN, FESACORA, etc.

El surgimiento de la UNOC

Surge la UNOC con Amanda Villatoro para darle fuerza, base social a Duarte y la Democracia Cristiana. Este era un proyecto oritiano, de la ORIT y tenia contradicciones con el proyecto del IADSL. Es por eso que Orlando Arévalo y Simón Parada se molestaron. Los estaban dejando fuera.

En este marco, me reuní con el hoy diputado Orlando Arévalo, por cierto que insistió que realizáramos la reunión en México porque era muy peligroso hacerla aquí y llego a México el 20 de noviembre de 1985 y se llevó un susto mayor ya que se quedo en el Hotel Caribe, el cual fue golpeado por el terremoto, estaba muy nervioso cuando nos reunimos…y terminaron adhiriéndose a la UNTS.

Se iba construyendo un movimiento amplio, y ANDES 21 de Junio empieza a levantar cabeza, lo mismo el movimiento indígena con ANIS y Adrián Esquino Lizco. El periodo del 84 y 85 representa el momento de consolidación y surgimiento de lo que luego serían las bases de la UNTS. Surge la Coordinadora Sindical de los Trabajadores, CST, integrada por la FUSS, la FESTIAVTSCES, se crea el CCTEEM

A los gringos el desarrollo del proyecto de contra insurgencia les generaba muchas contradicciones. No avanzaban con su CONARA y su Plan Unidos para Reconstruir. Por nuestra parte avanzábamos en nuestro esfuerzo de impulsar una política de unidad en el movimiento de masas y empezamos a manejar la idea de la Unidad Nacional de Trabajadores Salvadoreños, UNTS

La UNTS

Mas como movimiento político que como central sindical, como eje orientador del movimiento popular y sus luchas, para asumir protagonismo político en la búsqueda de la salida política del conflicto y atraer a otros sectores a esta idea. En 1986 formamos la UNTS con una amplia variedad de sectores representativos del movimiento sindical y en septiembre de 1988 el Comité Permanente del Diálogo Nacional por la Paz, el CPDN.

EL CPDN surge con la reunión auspiciada por el Arzobispado, de mas de 70 organizaciones. Y levanta las banderas de una paz justa y el respeto a los derechos humanos, y se inicia un proceso de coordinación entre UNTS y CPDN y la convocatoria de universidades, centrales sindicales, iglesias, organismos de derechos humanos, lo que lleva a impactar fuertemente nacional e internacionalmente, se realizan gigantescas movilizaciones, pronunciamientos, foros por una paz justa…

Esto ayudo fundamentalmente para que el FMLN iniciara otro componente de su estrategia político militar, la negociación. A la base de este proceso se encontraba la sociedad civil organizada exigiendo una paz justa. En aquel momento surgió un debate con los jesuitas de la UCA sobre el trabajo de masas del FMLN y su influencia en la UNTS, Ellacuria sostenía la tesis que el FMLN no debía “instrumentalizar” a las masas.

Al final la historia comprobó que tanto la UNTS como el CPDN fueron instrumentos que jalonaron el proceso hacia una solución política negociada que luego se materializo en los Acuerdos de paz de 1992. Se logro avanzar en el proceso de negociación…y debilitamos el movimiento gremial de la UNOC apadrinado por la Democracia Cristiana y logramos que la UNTS jugara papel protagónico, sus dirigentes adquirieron presencia nacional…

Un movimiento popular conducido desde el cerro de Guazapa…

Se va formando un movimiento de unidad de los trabajadores, que abarca a todos los sectores populares y que es conducido desde el cerro de Guazapa. Soy parte de esa conducción como miembro de la dirección del PCS, participaba Lorena y Facundo por las FPL, Roberto Cañas y Salomón por las RN, Graciela o sea Elena Romero por el PRTC. Periódicamente se llamaba a los cuadros de cada organización destacados en el movimiento de masas a reuniones en el Cerro o el Volcán.

Llegaron a reunirse con nosotros Jorge Morales, Humberto Centeno, Julio Cesar Portillo, Marco Tulio Lima, Febe Elizabeth Velásquez, Antonio Álvarez el mentado Luís Sierra. Llegaron compañeros y compañeras del CCC, de FUSS, FESTIAVTCES, del SETUES, de AGEMHA. Eran intensas jornadas de discusión sobre la importancia de la reactivación y desarrollo del movimiento político de masas. Y también bajábamos a San Salvador, en 1986 en uno de estos viajes fui capturado, por suerte el enemigo lo logro identificarme…

Se logro unificar con la UNTS en un solo esfuerzo a la UPD, CTS, ANIS, organizaciones de iglesias como CEBES, las COMADRES, donde estaba la mujer de Julio Salazar; COMAFAC, FECMAFAM, etc.

La reinserción de los partidos políticos al interior del país.

Posteriormente surgió la idea de la reinserción de los partidos políticos del FDR al interior del país, o sea del MNR, y el MPSC, al que se sumo el UDN. Representaba un nuevo momento en la vida política del país, se acercaban las elecciones de 1989 y había que incidir e ir construyendo una línea electoral…

Por nuestra parte como PCS se decidió que Mario Aguiñada y Aronette Díaz Viuda de Zamora se vinieran para revivir el UDN…junto con el MPSC se crea la Convergencia Democrática. Como FMLN iniciamos una serie de encuentros con partidos políticos, incluyendo a ARENA. Nos reunimos con el mismo Roberto DAubuisson.

En 1989 la dictadura realiza ataques contra locales sindicales, contra FENASTRAS y contra el local de COMADRES…por nuestra parte logramos afinar nuestro esfuerzo militar urbano lo que llevo a ataques al Estado Mayor, y a la decisión de preparar una nueva Ofensiva…había una situación internacional difícil; había caído el Muro de Berlín, problemas serios del PCUS en la URSS, desenlace incierto en Nicaragua y observábamos que la negociación no avanzaba…

La lucha diplomática y por la solidaridad internacional

E iniciamos una audaz e intensa labor internacional, asistiendo a encuentros y reuniones de COPPAL, de la Internacional Socialista, etc., presionamos por una salida negociada la conflicto a nivel internacional: en la OEA, en la ONU, en cuanto foro internacional estuviera dispuesto a escucharnos…y eran muchos.

Y descubrimos que todo lo que hacíamos a nivel internacional repercutía al interior, tenia eco…empezamos a hablar con la Iglesia, hablamos con Duarte, con Cristiani…se les cayo el esquema gringo de las dos extremas…

Actuar con cabeza propia…

Y decidimos en noviembre del 89 irnos hasta el tope. Con énfasis en la salida política. En el proceso de reactivación de la lucha de masas. Y en la necesidad apremiante de actuar con cabeza propia.

Íbamos a llevar la guerra al terreno urbano…Acosar al enemigo…golpear a la GN, PH, Atonal, al estado Mayor, a Casa Presidencial…

Un salvadoreño en la Universidad Patricio Lumumba…Entrevista con Américo Araujo (III)

SAN SALVADOR, 21 de agosto de 2009 (SIEP) “Lo que me marcó enormemente en mi vida, de mi estadía de siete años en la URSS, fue conocer la increíble diversidad cultural, étnica, religiosa, política y social de los estudiantes en la Universidad Patricio Lumumba de Moscú” nos comparte Américo Mauro Araujo.

Agregó que “esta valiosa experiencia vivida a los diecisiete años, me enseñó a ser tolerante, me enseñó el valor de la tolerancia en un mundo muy diverso, viniendo de un país muy homogéneo culturalmente como lo es El Salvador.”

Llegue a Moscú en agosto de 1962, en noviembre cumplí 18 años. Estaba en una etapa en que se forma el carácter, se construye la identidad, madura la persona…y viví esta etapa con jóvenes de casi 70 países del mundo, de África, de Asia, Oceanía, de las 15 republicas de la URSS, solo no había de Europa Occidental, de Canadá, de USA, de Australia…y era en un momento internacional caracterizado por el derrumbe de los imperios coloniales en África y Asia…

Ese fue el ambiente en que fue creada la Universidad de Amistad de los Pueblos que después fue bautizada como Patricio Lumumba en 1960. El próximo año se cumple el cincuenta aniversario. ¿Cual era el significado de estudiar en esta Universidad? Era sumergirse en un mundo de mucha diversidad, no solo étnica, diversas estaturas, aspectos raciales, sino también de creencias, de culturas, de convicciones filosóficas, religiosas, ideológicas…los latinoamericanos éramos pocos…

Y entonces se construyen relaciones de amistad, incluso sentimentales con diversa gente…nuestra relación primaria era con latinoamericanos en los grupos de estudio de siete estudiantes del idioma ruso, luego en la Facultad eran grupos de 15 estudiantes y me correspondió el grupo numero siete, como en la VJS.

En este grupo había 3 rusos: Yuri Gregori, Vladimir y Vladimir; un africano de Argelia, Mustafá, que hablaba siete idiomas: berebere, su idioma materno, árabe, francés, español (era de Casablanca) y en la URSS aprendió ruso y estudio alemán e inglés. Un indonesio, una hindú, Kabana, una chilena, Nancy Alarcón, un libanés, un iraqui, Ali Altan, un estudiante de Omán, Ahmed Abdala Rijan, que después se volvió millonario al procesar el agua salada y hacerla apta para consumo humano…dos de Mauritius y uno de El Salvador.

Era una amplia variedad de nacionalidades y culturas; había religiosos, ateos, cristianos católicos, protestantes, ortodoxos, cópticos, africanos animista, musulmanes, budistas, taoistas, etc.

Compartí habitación por seis años con un estudiante libanés y un ruso (Yuri Grigorevitch). Los que estudiábamos en la Facultad de Medicina estábamos relacionados por cuestiones de estudio con el 1er. Instituto Médico de Moscú…

En segundo lugar, durante aquellos años el aislamiento en que nos encontrábamos los estudiantes extranjeros becados en la URSS era brutal: cortamos todo vinculo con El Salvador…esperábamos ansiosos algún evento que nos trajera algún visitante de la tierra lejana; que te brindara noticias: no se podían escribir cartas, a menos que se hiciera puenteando triangulando, o sea que un amigo venezolano le escribiera a su familia y este pusiera en otro sobre tu carta y la enviar de Venezuela…

El año que regrese mi familia emigró y me quede sin referente familiar en El Salvador. La experiencia en la URSS me había ayudado a ser independiente, a planchar, cocinar, lavar, etc.

Mi primera impresión al llegar a Moscú fue de una ciudad sombría…llegue en un vuelo de SABENA, línea aérea belga ya desparecida, fue un vuelo México-Bruselas, trasborde en Bruselas y me acuerdo que el aeropuerto era muy pequeñito…llegue a las 11 de la noche a Moscú, me estaban esperando en el aeropuerto personal de la Universidad, abordamos un bus y pasamos por el centro de la ciudad…implementaban un sistema de ahorro de energía que volvía a la ciudad lúgubre, con luces mortecinas…pasamos por la Plaza Roja, y me pareció inmensa, como dos canchas de fútbol unidas…

Había en la Universidad una gran diversidad social, como en Asía y África el mundo colonial se estaba terminando, la clase social más beligerante de ese proceso era la burguesía anti-capitalista anti-colonial. Y ellos mandaba sus hijos a prepararse. Como sectores dominantes eran los únicos que mandaban a sus hijos a escuelas secundarias. En África, eran los jefes tribales, los príncipes y reyes… mandaban a sus hijos a prepararse a Londres, a Madrid, a Paris, a Lisboa…y a Moscú…y también los árabes que estaban liberándose de Francia y de Inglaterra…Se pavoneaban con sus ricos trajes por las aulas de la Universidad…

La extracción social de los latinoamericanos y caribeños era diferente: llegaban por medio de sus relaciones con los partidos comunistas y en el caso salvadoreño era más difícil la situación dada la dictadura militar que prevalecía en el país…es por eso que en vacaciones de verano las opciones eran uno, ir a trabajar a Suecia o Finlandia, para ganar dólares, dos quedarse en Moscú o tres: viajar por la URSS, 20 días en el tren de la Amistad, que viajaba de noche por las diferentes republicas, y valía 15 rublos, y nos pagaban por estudiar 90 rublos.

Mis primeras vacaciones, el primer mes lo pase haciendo trabajo voluntario en un Koljós de Moldavia, a las orillas del río Dnieper. El segundo mes viaje a los países bálticos, y luego al Caucaso.

El primer año de estudio me impresionó grandemente el alto nivel de planificación…el primer día d clases te entregaban el programa de todo el año, y así sabías perfectamente en que aula ibas a estar, con que profesor, haciendo que…había una certidumbre total o fatal, en términos de clases, salidas, exámenes, vacaciones, etc.

Al llegar a la URSS los estudiantes salvadoreños nos constituimos en una célula del PCS. En esa época el PCUS y el Komsomol eran bastante cerrados. La Lumumba fue la primera institución en la que se realizó una apertura hacia el mundo. Era la época del boom de la carrera espacial…el 12 de abril de 1961 el cosmonauta Yuri Alexandrovitch Gagarin realizo el primer viaje alrededor de la tierra en el Vostok I, subió, dio la vuelta y regresó…me acuerdo más o menos de sus palabras al regresar: “Ciudadanos del Mundo: defendamos esta extrema belleza, no la destruyamos jamás.”

El PCUS daba becas a los partidos comunistas para estudiar en la Escuela Superior de Cuadros, y esto permitió que nos visitaran periódicamente dirigentes del PCS. Entre estos estaba Raúl Castellanos Figueroa, el Dr. Antonio Díaz, que era nuestro referente político, Daniel Castaneda que nos visito en 1963 en su carácter de secretario general del PCS , el siguiente año llegó Salvador Cayetano Carpio que había sido electo secretario general en el V Congreso, en 1964. Schafik llegó en 1965 a operarse, de la tiroides y de estrabismo.
Como estudiantes de Medicina éramos los únicos estudiantes extranjeros
que nos relacionábamos con soviéticos. En la medicina soviética la historia clínica de un paciente es determinante, lo que se llama epicrisis, y esto requiere explorar detalles de la vida de los pacientes, en aquellos años, la guerra estaba reciente como lo esta hoy nuestra guerra para nosotros, todos hasta los niños habían vivido la experiencia de la segunda Guerra Mundial, que ellos llamaban la Gran Guerra Patria, y estaba presentes sus repercusiones de hambre, privaciones, sacrificios, represión, bombardeos, etc.

Esto me permitió conocer esta parte profunda de la psicología colectiva de los soviéticos y que explicaba su ferviente deseo de una paz mundial. Y después vivieron la pobreza y las limitaciones de la posguerra, con sus ciudades destruidas y las tareas de la reconstrucción. Ellos conocían la guerra y no querían volverla a vivir…

A los dos meses de haber llegado a Moscú estalla la crisis de octubre, y presenciamos el nerviosismo de los soviéticos, sus rostros tensos, preocupados, ante la amenaza de una guerra nuclear…el 22 de octubre en el noticiero de las 10 p.m. salió la noticia del estallido de la crisis, supimos que esa misma tarde en la habana a las 3:30 p.m. Fidel había dado la Orden Alerta Armada, y dos horas después, la Orden de Alerta de Combate…

A la mañana siguiente la gente se arremolinaba alrededor de los quioscos para leer el periódico Pravda, y se les veía murmurando…ese día nos informaron –para mi sorpresa-donde quedaba el centro de refugio nuclear más cercano..por la tarde los estudiantes latinoamericanos nos presentamos ante la Embajada de Cuba para alistarnos como voluntarios para ir a combatir, fue un gesto simbólico pero significativo de nuestras convicciones.

Y me acuerdo también que en 1965 me impactó el conflicto chino-soviético, y los conflictos fronterizos en 1967, China experimentaba con la revolución cultural y el Gran Salto…

Crónica de una guerrilla (Segunda parte)

Crónica de una guerrilla
Marvin Galeas*

(Segunda parte)

Cuando las Fuerzas Populares de Liberación, la Resistencia Nacional y el Partido Comunista se unieron en 1980, para formar la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU), tomaron cuatro emisoras capitalinas para hacer el anuncio. Pocas semanas después, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) ocupó más de 20 emisoras en distintos puntos del país, para exigir que se le admitiera en flamante organismo unificado.

A los miembros del ERP no les querían. Les acusaban de aventureros, militaristas, putchistas y de estar infiltrados por la policía. No les perdonaban el asesinato de Roque Dalton y además dudaban, en serio, de que fuesen en realidad una organización marxista-leninista. Desde el asesinato de Dalton en 1975, había corrido bastante agua, y sangre también, por los clandestinos pasillos de esta guerrilla.

Un buen día de 1977, Alejandro Rivas Mira (Sebastián Urquilla), fundador y máximo líder, y su compañera de cama y andadas, Angélica Meardi (Gertrudis), alzaron vuelo. La periodista Caterina Monti afirma en un trabajo investigativo que Rivas Mira se llevó “un par de millones de dólares, producto del secuestro y rescate del empresario Roberto Poma”.

Rafael Arce Zablah y Joaquín Villalobos, ambos ex alumnos del Liceo Salvadoreño, eran más que compañeros de guerra. Eran amigos de toda la vida. Arce Zablah había escrito, cuando tenía poco más de 20 años, un pequeño estudio sobre la economía cafetalera del país, titulado: “El grano de oro”. Eso le dio fama de niño genio. Joaquín era voluntarioso y organizador. Cualquiera de los dos podría haber sido el sucesor de Rivas Mira.

Pero Rafael Arce Zablah murió a balazos, en 1975, durante un combate con la Guardia Nacional en El Carmen, departamento de La Unión. Joaquín Villalobos, a sus 24 años, asumió la máxima jefatura de una de las más agresivas y pragmáticas organizaciones guerrilleras que haya existido en la historia de América Latina. Desde los primeros momentos, Joaquín dio muestras de talento organizativo, mucha astucia, valentía, sentido de poder y sangre fría.

“El pragmatismo es la mejor forma de defender los principios”, solía decir Villalobos. El aforismo echa luces sobre muchas de las controvertidas decisiones que a lo largo de su vida guerrillera tomó Joaquín. La más dramática fue cuando, con el firme propósito de sacar a Ana Guadalupe Martínez de la Guardia Nacional, negoció el rescate de Roberto Poma cuando éste ya estaba muerto.

Mientras las otras organizaciones guerrilleras discutían largamente sobre “la caracterización del enemigo de clase”, “las críticas al foquismo”, “los métodos de lucha”, etc. El ERP mantenía una tremenda actividad. En realidad no eran muchos, pero parecían miles debido a su capacidad operativa. Estaban convencidos de que, en El Salvador, la revolución, y sobre todo el poder, estaba a la vuelta de la esquina.

Todo era cuestión de mostrarse, conseguir fusiles y tiros, agitar a unas masas desesperadas ante los gobiernos militares y esperar el momento propicio para desatar una fulminante insurrección popular. Las otras guerrillas miraban eso como una locura de cipotes jugando a ser el Che. Ellos tenían que quemar etapas, construir la vanguardia, desarrollar los frentes amplios y desatar una guerra popular prolongada que garantizara la pureza del proceso.

Era la época cuando soplaban por todas partes aires de victoria revolucionaria. El socialismo era un estadio al que, por determinismo histórico, tenían que llegar, redimidos, todos los pueblos del mundo. Esa idea fija y justiciera combinada con los rigores de la vida clandestina, la presión constante del enemigo, la muerte y la tortura acechando en cada recodo y la terrible experiencia de matar a otros, forja un perfil psicológico de suprema intolerancia.

El ERP era, en los años de la guerrilla urbana, una organización con muy poco sustento intelectual y mínima formación académica. El informe que a modo de balance escribió Joaquín Villalobos en 1977 no sólo evidenciaba la pobreza de análisis, sino también la alta fiebre de emotividad que producía la mezcla de obsesiones ideológicas y el deseo de poder que desde muy temprano fue fuente de audacia y desastre. Imagino que el autor debe sonrojarse, visto a distancia aquel infame mamotreto.

Lo cierto es que, luego de intensas negociaciones y presiones (desde Cuba), el ERP fue admitido en la DRU. Poco después se sumó el pequeño Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) y se formó el FMLN. El nombre, la bandera y toda la simbología eran fruto de un efecto imitativo con respecto al Frente Sandinista de Liberación Nacional, que había tomado el poder en Nicaragua.

El 10 de enero de 1981, comenzó la ofensiva final. Es probable que Schafik y Cayetano Carpio pensaran que a lo mejor estos locos del ERP tenían razón: el poder estaba a la vuelta de la esquina… (Continuará).
*Columnista de El Diario de Hoy.