Los 12 millonarios más importantes de Centroamérica

Los 12 millonarios más importantes de Centroamérica
• Forbes Staff
• Lista Destacada
• mayo 12, 2014

Este selecto grupo no está en el ranking de billonarios de Forbes, pero sus operaciones son tan relevantes que a futuro cualquiera de sus integrantes podría incorporarse al club de los 1,000 millones de dólares.
Por Ismael Jiménez, Manuel Grajales, Martín Rodríguez y Luis Estrada

Este selecto grupo de millonarios centroamericanos han creado sus fortunas con negocios a nivel mundial y provienen de diferentes rubros: telecomunicaciones, servicios financieros, aerolíneas, agronegocios, etc.
Gracias a eso y a que Centroamérica es la tercera economía más importante de América Latina, detrás de Brasil y casi a la par de México, además de tener un importante patrimonio petrolero, es fácil saber por qué estos 12 personajes han logrado ser los más acaudalados de la región.
Te presentamos a los 12 millonarios de Centroamérica
1. Stanley Motta y Familia
País de origen: Panamá, Presidente Motta International, Empresas y sectores: Tiendas duty free, aerolíneas, telecomunicaciones, servicios portuarios y financieros.
Su fortuna proviene de las tiendas libres de impuestos instaladas en aeropuertos de más de 20 países latinoamericanos. La diversificación de Motta Internacional, le ha permitido a este conglomerado extender su presencia en todo el Caribe y Latinoamérica, consolidado así al sector financiero, aerolíneas, proyectos inmobiliarios y productos de lujo como los principales pilares del grupo empresarial. Medios locales calculan que los activos del corporativo rondan los 2,500 millones de dólares (mdd).

2. Dionisio Gutiérrez y Familia
País de origen: Guatemala, Copresidente de Corporación Multi-Inversiones, Empresas y sectores: Financiero, desarrollo inmobiliario, telecomunicaciones, agronegocios, restaurantes y energía renovable.
Recientemente, Corporación Multi-Inversiones adquirió 40% de los activos de la española Telefónica, que tiene operaciones en El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Panamá. Una transacción que ascendió a 500 mdd, según reportes de las compañías involucradas.

3. Ramón Mendiola
País de origen: Costa Rica, Director general de Florida Ice & Farm, Empresas y sectores: Bebidas, desarrollo inmobiliario y turismo.
Florida Ice & Farm Co. (FIFCO) es considerada la principal empresa de bebidas embotelladas en Costa Rica. Su director general es Ramón Mendiola Sánchez que hace poco más de 12 meses, e adquirió la cervecera estadounidense North American Breweries Holdings (NAB) por 388 mdd. Actualmente Ramón Mendiola dirige una compañía que tiene un valor en activos de 1,621 mdd, en 2013 su facturación ascendió a 1,102 mdd.

4. Ricardo Poma
País de origen: El Salvador, Presidente de Grupo Poma, Empresas y sectores: Automotriz, servicios financieros, industrial y hospitalidad.
Un total de 16 marcas automotrices son representadas de Guatemala a Panamá por Excel Automotriz de Grupo Poma, que comercializa alrededor de 18,000 autos cada año y atiende cerca de 100,000 más en sus talleres, negocio que tiene un valor de59 millones de dólares (mdd) en autopartes de repuesto.
La rama inmobiliaria del conglomerado Poma ha construido más de 50,000 viviendas en El Salvador y 19 grandes centros comerciales en toda la región, que son operados por Metrocentro, los cuales equivalen a más de 166,000 metros cuadrados de piso comercial. Finalmente la rama hotelera maneja 28 hoteles en 10 países de las cadenas Marriot, Intercontinental y Choice, atendiendo a cerca de 35,000 huéspedes cada mes.

5. Mohamad Yusuf Amdani Bai
País de origen: Honduras, Presidente de Grupo Karim’s, Empresas y sectores: Líder en la industria textil, hotelera y real estate; manufactura para las marcas JC Penney y Medline Industries. Si bien Grupo Karim’s tiene su matriz en Pakistán, en la actualidad las compañías del conglomerado operan en Estados Unidos, Honduras, México, Guatemala, República Dominicana, Nicaragua y Emiratos Árabes, siendo los sectores textil y bienes raíces donde mantiene la mayoría de operaciones. Cifras publicadas en varios medios de comunicación regionales estiman que los ingresos de Grupo Karim’s son superiores a los 5,500 mdd anuales.

6. Jaime Rosenthal Oliva
País de origen: Honduras, Presidente de Grupo Continental, Empresas y sectores: Banca, seguros, bienes raíces, tecnología, energía, diarios, telecomunicaciones y agronegocios.
De acuerdo con la calificación de riesgo de Equilibrium de 2013, el conglomerado contaba con activos por 1,173 mdd y su facturación fue por 155.8 mdd en ese año, siendo la división de Inversiones Continentales y Subsidiarias, en donde es presidente su hijo Yani Rosenthal, la que tiene la mayor contribución al flujo operativo, junto con Cementos del Norte.

7. Roberto Kriete
País de origen: El Salvador, Presidente de TACA y Grupo Kriete, Empresas y sectores: Aerolíneas, bienes raíces, hotelería, agroindustria y fondos de inversión.

La aerolínea Avianca- TACA , tiene ventas superiores a 3,800 mdd. A partir de octubre de 2013, la aerolínea opera sólo con el nombre de Avianca, luego de un acuerdo firmado entre los principales accionistas de ambas empresas. Tras esta alianza, se constituyó una nueva empresa con operaciones en más de 100 países en Latinoamérica, conformada por cuatro hubs ubicados en El Salvador, San José, Colombia y Perú. La participación de TACA en este nuevo holding corresponde a 33% del total de las acciones. Luego de esta alianza, los ingresos de la aerolínea se estiman por arriba de 3,800 mdd.

8. Mario López Estrada
País de origen: Guatemala, Presidente de Telefónica Tigo Guatemala, Empresas y sectores: Telefonía, televisión, internet y desarrollo inmobiliario.
Tigo cuenta con 43% del mercado de telefonía en Guatemala, que se estima tiene un valor de 1,600 mdd con operaciones en Centro y Sudamérica. En febrero pasado, la empresa colocó un bono por 800 millones de dólares.

9. Carlos Enrique Mata Castillo
País de origen: Guatemala, Presidente de The Central American Bottling Corporation (Cabcorp), Empresas y sectores: Alimentos y bebidas, banca.

Cabcorp también ha incursionado en la fabricación de cerveza bajo la marca Brahva en alianza con AmBev y en el sector alimentos con la firma centroamericana LivSmart. Sus ventas rondan los 924 mdd, en 2012 colocó un bono por 150 mdd en el mercado de Estados Unidos con vencimiento al año 2022.

10. José Miguel Torrebiarte Novella
País de origen: Guatemala, Director corporativo de Cementos Progreso, Empresas y sectores: 10 compañías dividas en industras como cemento, inversiones y desarrollo inmobiliario.
Cementos Progresa, dirigida por José Miguel Torrebiarte Novella, es la filial insignia, la cual tiene 84% del mercado guatemalteco de cemento. Durante el año fiscal 2012 la firma tuvo ingresos por 508 millones de dólares (mdd), es decir, cerca del 1% del PIB de Guatemala, de acuerdo con cifras de la calificación de Fitch. Durante 2013, realizó inversiones por 720 mdd para la construcción de lo que será la planta más grande de cemento en Centroamérica.

11. Miguel Facussé Barjum
País de origen: Honduras, Presidente de Corporación Dinant, Empresas y sectores: Alimentos, agronegocios, biodiesel, biogas y productos de limpieza y cuidado del hogar.
En 2000, Dinant vendió activos a Unilever con un valor de 400 mdd. A partir de ese momento, Miguel Facussé reconfiguró el mercado de consumo masivo en Honduras hasta llevarlo a alcanzar el sitio que hoy ocupa. Y en 2009 Dinant solicitó un préstamo por 30 mdd, utilizados para expandir sus plantaciones de palma aceitera.

12. Francis Durman Esquivel
País de origen: Costa Rica, Director general de Aliaxis Latinoamérica y ceo de Grupo Montecristo, Empresas y sectores: Construcción, petroquímica, agroindustrial, financiero, tecnología, salud y logística.
El reporte financiero más reciente disponible de Aliaxis señala que durante 2012 la corporación tuvo ingresos globales por 2,377 millones de euros, de los cuales alrededor de 15% provienen de sus operaciones en la región de América Latina. La empresa tiene presencia en los principales mercados de Latinoa América, entre los que destacan Brasil, México, Argentina, Panamá, Colombia y Perú.

Capital tico se queda en casa

El Financiero

Capital tico se queda en casa

Grupos del resto de la región tienden más a invertir y crear sociedades con empresarios vecinos

Ana Cristina Camacho Sandoval

La presencia del capital costarricense en otros países sigue siendo tímida si se compara con la experiencia acumulada por otras naciones vecinos.

Tres grupos empresariales centroamericanos se unieron para desarrollar en La Cruz de Guanacaste un ambicioso proyecto hotelero y turístico. Se trata del Grupo Pellas de Nicaragua, Grupo Motta de Panamá y el empresario tico Francis Durman, presidente de Grupo Montecristo.

En el 2004, Rodolfo Jiménez Borbón, líder de un conjunto de empresas costarricenses, encabezadas por Florida Ice & Farm, y accionista de Grupo Nación, se vinculó con Jorge Castillo Love, dirigente a su vez de uno de los conglomerados más poderosos de Guatemala, con más de 80 empresas bajo su sombrilla.

Ambos se unieron para adquirir un 33% de participación en el Consorcio Cervecero Centroamericano (Coceca), de Nicaragua, capital que antes pertenecía a la compañía salvadoreña Agrisal.

Una década antes, ya Florida había comprado 33% de este consorcio nicaragüense, dueño de las marcas de cerveza Victoria y Toña.

A pesar de estas participaciones entre empresarios nacionales y sus homólogos del Istmo, la presencia del capital costarricense en otros países sigue siendo tímida si se compara con la experiencia acumulada por otras naciones vecinos.

La descripción de estos conglomerados regionales y sus tendencias forman parte de un estudio realizado por la Universidad de Oslo en Noruega y la Universidad Nacional de Costa Rica llamado “Patrones de transnacionalización de los grupos económicos centroamericanos”, de febrero del 2012.

Los investigadores entienden el concepto de transnacionalización como la inversión y formación de alianzas fuera del país de origen, pero también alianzas con empresas transnacionales en el contexto nacional.

Para ser incluidos, los grupos tenían que tener relevancia empresarial a escala nacional o regional, con participación en dos o más sectores y con presencia entre 1990 y el 2011. El documento no incluye montos de capital ni tamaño de activos de los grupos ni de las empresas estudiadas.

Tímidas conexiones

En el caso de los grandes grupos empresariales costarricenses, la presencia en el resto de la región ocurre más por vía de exportaciones que por la alianzas y conformación de redes empresariales.

Incluso, existen ejemplos de inversiones que fueron desarrolladas en el pasado pero que cerraron.

Grupo Nación, por ejemplo, adquirió acciones parciales en el diario Siglo XXI de Guatemala y creó en Panamá el semanario Capital Financiero pero años después desistió de los proyectos.

Corporación Cefa –inmersa en el sector de cuidado personal y salud– decidió cerrar sus operaciones en Honduras y El Salvador, y vendió el 50% de sus acciones al grupo farmacéutico chileno Socofar.

“Debido a esta decisión, vendimos los negocios no relacionados y nos focalizamos en fortalecer la operación de Cefa en Nicaragua, Costa Rica y las Farmacias Fischel, de la mano con nuestro socio Grupo Socofar”, relató Arnaldo Garnier, presidente de Grupo Garnier.

Luego de superar el proceso de ordenamiento, modernización y búsqueda de eficiencias que se planteó el grupo en el 2008, ahora espera reactivar el plan de expansión.

Para Garnier, la experiencia de regionalizarse fue muy dura, dado que las condiciones operativas y de competencia en los países centroamericanos son muy diferentes de las de Costa Rica.

En el negocio de la publicidad y mercadeo, Garnier trabaja desde hace 20 años de la mano con la firma internacional Omnicom Group, lo cual les ha permitido tener oficinas desde Estados Unidos hasta Argentina.

Más agresivos

Por el contrario, el arribo de empresas centroamericanas en Costa Rica está lejos de ser tímida. Veamos.

Aquí están presentes las salvadoreñas Agrisal, con Plaza Tempo y el hotel Holiday Inn San José; Grupo Poma, con el Hotel Intercontinental y Multiplaza, y Simán, con su tienda en Escazú.

De Honduras están Malouf, que desarrollará un centro comercial en Alajuela, y Carrión, con varias tiendas. De Guatemala, hay capital de Multi-inversiones, con la conocida cadena de restaurantes Campero y Pollo Rey, y Grupo Progreso, que adquirió Abonos Agro.

Del vecino Nicaragua, están el grupo Pellas, con el proyecto en La Cruz; las bancos Lafise y Promérica y, de Panamá, el Grupo Motta que también participa con el hotel en Guanacaste.

La radiografía del capital regional varía según el país de origen: unos son dominados por grupos familiares, otros suelen ser más diversificados y con fuerte expansión regional.

Algunos, como en los de Nicaragua, la expansión estuvo influenciada por conflictos político-militares –diáspora empresarial postsandinismo– hasta consolidarse en grupos fuertemente regionalizados y diversificados.

Hallazgos principales

Benedicte Bull, profesora de la Universidad de Oslo, y Aléxander López, director de la Escuela de Relaciones Internacionales de la UNA, detallan otras conclusiones del estudio.

Varios consorcios invierten fuera del ámbito centroamericano, por ejemplo, salen a Colombia, Dominicana, Estados Unidos y, en menor medida, a Brasil y China.

Y pocos tienen una estrategia integrada de regionalización; responden más bien a oportunidades de inversión o compra de empresas existentes.

La mayoría tiene algún grado de relación con firmas transnacionales, en distribución operador de franquicias o alianzas estratégicas.

En cuanto a estructura interna de los grupos, la mayoría sigue siendo familiares; otros –la minoría– son liderados por miembros claves de la familia que controlan empresas donde la familia es único propietario.

Hay tendencias de las familias en participar en gran cantidad de empresas que permiten crear redes de inversiones.

Ahora bien, ¿cómo enfrentan a la competencia de firmas transnacionales?

Bull y López estiman que una acción es la expansión regional así como la diversificación de los grupos.

“Se ve una tendencia de que los grupos más diversificados sectorialmente son los menos regionalizados o transnacionalizados”, dijo Bull.

Respecto a los sectores, el estudio explica que hay un fuerte giro por sectores de naturaleza interna como el comercio, el inmobiliario y los de construcción, servicios turísticos y energía.

Esteban Brenes, profesor y coordinador del Área de Estrategia y titular de la Cátedra Steve Aronson de Estrategia y Agronegocio del Incae Business School, agrega algunas características.

El Salvador, dijo, es un país pequeño, con una guerra cruenta en el pasado y, últimamente, por su bajo crecimiento económico, muestra más agresividad en regionalizarse, especializándose en servicios, sobre todo en lo inmobiliario y hotelería.

Guatemala, por su parte, tiene grupos familiares grandes con fuerte presencia en bancos pero algunos todavía con raíces en la agroindustria.

En estos dos países es notoria la presencia de grupos extranjeros que han tomado el control de algunas industrias.

En el caso de Honduras, detalló Brenes, las operaciones tienden a ser más nacionales con tendencias monopolísticas en muchos casos.

“Nicaragua ha sido la fuente de varios bancos que, además por las características propias de su país, tuvieron que buscar una expansión regional, lograda con éxito”, afirmó.

Panamá, por su parte, muestra poca regionalización posiblemente por no haber participado en el tratado de libre comercio del Istmo y por ser una economía basada en servicios.

Con sello tico

El estudio recopiló información de siete conglomerados costarricenses: Rodolfo Jiménez Borbón, Grupo Sama, Grupo Cuestamoras, Grupo Zeta, Grupo Numar, Corporación Garnier y Corporación Improsa.

Benedicte Bull reconoce que, en general, no fue un proceso sencillo debido a que son agrupaciones familiares, que no cotizan en la bolsa de valores y no son muy anuentes a dar datos.

Fuera de las fronteras tienen presencia, por ejemplo, Grupo Numar, Zeta, Fifco y Garnier.

Empero, ¿por qué Costa Rica muestra menor dinamismo en vincularse con sus pares del Istmo y en ser menos diversificados y regionalizados?

Brenes lo atribuye a varios factores: hay una mayor cantidad de empresarios pequeños y medianos y la existencia de un sector público más activo en sectores como el financiero, telecomunicaciones y energía.

También puede deberse a la estabilidad política.

De todas maneras, en los últimos años –según la opinión del experto–, se empieza a notar que algunos grupos se han venido regionalizando en busca de crecimiento.

A la lista del estudio, EF incluyó otros grupos económicos fuertes del país con presencia en el exterior, a saber, Montecristo, capitaneado por Francis Durman, que es dueño del Hospital Metropolitano, de Propark en El Coyol de Alajuela y el Parque Empresarial del Este.

Está también Grupo Britt, que comenzó como una empresa de café (producto terminado y de valor agregado) con exportaciones permanentes a varios mercados. Más tarde –en la década del 90– montó un negocio turístico con el coffee tour y siguió (en el 2001) con un agresivo plan de internacionalización que hoy cubre 92 tiendas y presencia en 15 aeropuertos internacionales.

Es un grupo pequeño, no tan diversificado como otros y enfocado en torno a negocios vinculados con café (café, tiendas y tour ). Sin embargo, la mitad de las ventas provienen del exterior y el 50% de su planilla está fuera de las fronteras nacionales, dijo su presidente, Pablo Vargas.

Grupo Purdy, liderado por la familia Quirós, está centrada en el negocio automotor desde hace 54 años.

Por su parte, Grupo Marta, cuyo presidente es Agustín Monge, está dedicado a la administración de hoteles y restaurantes, al desarrollo inmobiliario y a bienes raíces.

Se intentó conocer la opinión de otros empresarios pero no fue posible.

El análisis de Esteban Brenes, del Incae, es que en el Istmo está sucediendo algo interesante: empresas medianas e, incluso, algunas pequeñas, se están también regionalizando.

“Luego desarrollan estrategias de crecimiento y cuando sus países ya no son suficientes o desean diversificar su riesgo país, buscan arribar en otros países”, acotó.

Cuesta notarlo, concluyó Brenes, porque lo están haciendo poco a poco y país por país.

Los dueños de América Central

Los dueños de América Central

Vernick Gudiel y Lorena Álvarez
El Periódico (Guatemala)

Presiden los 10 grupos empresariales mas importantes e influyentes de la region. Su facturación representa un buen porcentaje del Producto Interno Bruto de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.

Jorge Castillo Love (Guatemala)

Presidente de la Corporación Castillo Hermanos (un holding de 82 empresas), Cervecería Centroamericana, Inversiones Centroamericanas, Grupo Financiero Industrial y G&T Continental. Los siglos y los gobiernos pasan, pero la familia Castillo sigue ahí, su linaje se remonta hasta el cronista de la conquista y encomendero Bernal Díaz del Castillo. En 1886 se funda la Cervecería Centroamericana, su empresa emblema, la cual emplea a unas 8 mil 500 personas. La Corporación Castillo Hermanos se ha diversificado a la rama de alimentos, snacks, empaques y bebidas, y el Centro Comercial Pradera Concepción (una inversión de US$40 millones con Multiproyectos). Sus negocios se extienden a Nicaragua (socios con el 49 por ciento de las acciones del Consorcio Cervecero Centroamericano, Coceca), y con plantas de alimentos y snacks en Honduras y Nicaragua. Su facturación supera los US$1,000 millones anuales.

Julio Herrera Zavala (Guatemala)

Presidente del Ingenio Pantaleón, Agropecuaria Atitlán, Spectrum Inmobiliaria (vivienda y centros comerciales), Procalidad (alimentos), participación en los bancos Industrial, Cuscatlán y Agromercantil. Pantaleón Sugar Holdings surge en 1849 con la fundación del Ingenio Pantaleón, son descendientes directos de Manuel María Herrera, ministro de Fomento del general Justo Rufino Barrios, y de Carlos Herrera Luna, ex presidente de Guatemala (1920-1921); poseen ingenios en Honduras y Nicaragua (Monte Rosa, el segundo más grande del país), y sus ventas anuales se han estimado en más de US$200 millones, generan más de 50 mil empleos. Pantaleón es considerado el mayor exportador de azúcar de Latinoamérica. Desde 1990 participa en la cogeneración de energía eléctrica en Guatemala y también en Nicaragua. En 2005 invirtieron US$30 millones para producir etanol (alcohol carburante), en alianza con firmas colombianas y brasileñas.

Ramón Campollo (Guatemala)

Dirige el Ingenio Madre Tierra, la Compañía Petrolera del Atlántico, inversiones en generación y distribución de energía, producción de palma africana. Luego que el presidente Dwight D. Eisenhower le retirara su cuota azucarera a Cuba, con la llegada al poder de Fidel Castro, arriba a Guatemala en 1963 procedente de Jamaica; se afirma que controla unos 17 ingenios en diferentes países, incluyendo Costa Rica, República Dominicana y Cuba. La Compañía Petrolera del Atlántico (CPA) obtuvo una polemica concesión para explotar petróleo y gas en el Lago de Izabal durante el gobierno de Alfonso Portillo. En energía, participa en la generación con carbón y bagazo de caña, es socio nacional de la Empresa Eléctrica (EEGSA). En Petén posee plantaciones de palma africana.

Otros grupos empresariales relevantes de Guatemala son: la familia Botrán; los Novella; los Paiz, hoy socios de Wal-Mart; el ex banquero Francisco José Alvarado Macdonald y el textilero Joe Habie.

Dionisio Gutiérrez y Juan Luis Bosch (Guatemala)

Copresidentes de Multi-Inversiones (un holding de más de 300 empresas) con avícolas y pecuarias en toda Centroamérica; inmobiliaria Multiproyectos; generación de energía Renace e HidroPolochic, en construcción; finanzas, molinos, concentrados, molinera Maya en República Dominicana. Su empresa insignia es Pollo Campero, con 218 restaurantes en Centroamérica, Ecuador, México y EE.UU., próximos a abrir en España, Indonesia, y China. Campero recién traslado sus oficinas a EE.UU., para convertirse en una franquicia global con más de 600 restaurantes a nivel mundial para 2010.Sus ventas superan los US$2,000 millones anuales y 28 mil empleados. Juan Luis es invitado a las reuniones de magnates de Carlos Slim. Su origen se remonta a su bisabuelo Dionisio Gutiérrez, un inmigrante español que llegó a San Cristóbal Totonicapán, hace ya 111 años donde abrió una pequeña tienda.

José Ricardo Poma Delgado (El Salvador)

Preside el Grupo Poma, con presencia en Centroamérica, Panamá, República Dominicana, Miami (EE.UU.) y próximamente en Colombia. Opera 20 hoteles de 5 estrellas y franquicias internacionales bajo el Grupo Real; la división Grupo Roble administra 17 centros comerciales bajo las marcas Multicentro y Metrocentro en toda la región, además ha construido más de 50 mil viviendas en El Salvador y desarrollos turísticos. Su división Excel Automotriz vendió 18 mil vehículos en toda la región y para 2006 prevé vender 20 mil. Ricardo lidera el Grupo Poma, que fundó su abuelo Bartolomé Poma y Génova, un inmigrante catalán que llegó a trabajar a México como mecánico hace 95 años y que luego invirtió sus modestos ahorros para conseguir la representación de la marca Hudson para El Salvador. Es amigo personal de Carlos Slim y su aliado con las tiendas Sanborns.

Otros magnates destacados de El Salvador son: Roberto Kriete, presidente de Grupo TACA, y el empresario cervecero Bobby Murray.

Miguel Facussé Barjum (Honduras)

Hijo de inmigrantes palestinos. El Tío Mike es amigo de Fidel Castro y de todos los presidentes de Honduras, a quienes ha aconsejado, “él sólo apoya la democracia”, afirma. Cuando tenía 33 años se fue a tocar las puertas del BID a Washington, porque le negaron un préstamo de US$375 mil, y los hizo cambiar de parecer. A sus 82 años, es el empresario más poderoso de Honduras. Presidente de la Corporación Cressida, líder del mercado de productos de consumo, con presencia comercial en Centroamérica, Panamá y México, ha lanzado más de 350 productos al mercado. En 2003 vendió su división de productos a la inglesa Unilever. Es el mayor productor de palma africana de Centroamérica, con una plantación de 17 mil hectáreas en la cual invirtió US$34 millones y generó 7 mil empleos. Proyecta ampliar en 20 mil hectáreas su plantación, para lo cual invertirá US$200 millones. La producción de palma africana representa el 10 por ciento del PIB de Honduras.

Otros empresarios destacados son: el banquero y maderero José Lamas Bezos, el banquero y cementero Jaime Rosenthal, Schucry Kafie y Jorge Canahuatti.

Fredy Nasser Selman (Honduras)

Desciende de una familia árabe textilera, saltó a la palestra al fundar la telefónica Megatel en Honduras. Luego se hizo del 40 por ciento de las acciones en Empresa Nicaragüense de Telefonía (Enitel), que vendió por US$85 millones a América Móvil, de Carlos Slim (se rumora que la operación alcanzó los US$200 millones e incluyó las acciones que poseía en Telecomunicaciones de Guatemala, Telgua). Accionista mayoritario en InterAirports, administra los cuatro aeropuertos internacionales de Honduras. Es presidente de Grupo Terra, fundado en 1978 y con interés en energía, petróleo, químicos, telecomunicaciones, infraestructura, inmobiliaria y servicios. En los últimos 5 años, Grupo Terra ha realizado inversiones por más de US$315 millones y proyecta invertir más de US$270 millones en energía térmica. Está casado con una hija de Miguel Facussé Barjum. Fredy es muy buen anfitrión: en 2004 le prestó su lujoso yate al príncipe Felipe Borbón y Letizia Ortiz, y después, su jet para volar de Nassau a Miami, pero los agentes de migración del aeropuerto de Miami los revisaron y descubrieron su relación.

Carlos Pellas Chamorro (Nicaragua)

Su bisabuelo, Alfredo Pellas, un comerciante genovés llegó a Nicaragua con US$400 mil en 1875, todo el dinero del mundo en esa época. Preside desde 1980 al Grupo Pellas, un conglomerado de más de 50 empresas, activos por US$4 mil millones y 15 mil empleados integrado por: BAC International Bank, presente en Centroamérica y Florida, EE.UU. Licores Flor de Caña; Casa Pellas, distribuidor de Toyota en Nicaragua; participa en GBM, representante de IBM en Centroamérica y República Dominicana; productor de azúcar y energía con Nicaragua Sugar Estates (ingenio San Antonio), y una de las fincas más grandes del mundo de naranjas (7 mil hectáreas).Su último gran negocio fue la venta del 49.99 por ciento de BAC a la multinacional General Electric (GE) por una suma cercana a US$500 millones. “Ese dinero no lo voy a tener durmiendo en un certificado” (quiere comprar bancos en Guatemala y pidió permiso para fundar uno en México). En 2005 recibió el premio de las Cámaras de Comercio e Industria de América Latina (Camacol) como el empresario más importante del continente. Su casa es visita obligada de todos los mandatarios nicaragüenses, incluyendo sandinistas, todos van a pedirle consejos.

Sebastián Tena Pujol (Costa Rica)

El grupo fue fundado por Joseph Pujol Martí, un corredor de bolsa en Barcelona que abandonó España por la guerra, y emigró a Costa Rica, donde se estableció como agricultor. En 1945 fundó Abonos Agro; el grupo es hoy un conglomerado de empresas dedicadas a la fabricación de materiales de construcción, acero, trefilería, madera, ventanas y puertas de PVC, y hostelería. El Grupo Pujol Martí presume que su facturación representa el 3.5 por ciento del PIB de Costa Rica, emplea a 2 mil 500 personas, con un volumen operaciones de US$365 millones. En enero, le vendieron una participación del 50 por ciento en Laminadora Costarricense y Trefilería Colima a la europea Arcelor, la segunda acerera del mundo. También invirtieron 68 millones de euros en una empresa de fabricación de fibroyeso en Cantabria, España, y fundaron una nueva naviera. Las fortunas de los magnates costarricenses no son tan grandes como las de sus colegas centroamericanos, ya que la distribución de la riqueza es más equitativa en Costa Rica. Otros empresarios destacados son: Francis Durman; el ganadero Víctor Mesalles; La familia Uribe, socia de Wal-Mart; y el industrial Rodolfo Jiménez..

Stanley Motta (Panamá)

Presidente del Grupo Financiero Continental, con más de US$2,500 millones en activos; al cual pertenecen el Banco Continental de Panamá, la aseguradora ASSA; dueño de Televisora Nacional Canal 2, Motta Internacional, GBM Corporación, Telecarrier, Inversiones Bahía, accionista mayoritario de Copa Airlines, la segunda aerolínea de Centroamérica, con ganancias de US$78 millones en 2005. En 2005 compró la segunda aerolínea colombiana, AeroRepública, por US$23 millones. Posee inversiones importantes en Manzanillo International (MIT), la terminal portuaria más grande de Centroamérica y en la cual se han invertido más de US$300 millones, Multiplaza Pacific Panamá, que representó una inversión de US$100 millones. Asiste a las reuniones de magnates que organiza su amigo Carlos Slim. De extracción humilde, su padre, Alberto C. Motta, fue un vendedor ambulante que en la década de los 30 vendía periódicos y jabón hasta llegar a ser un próspero ganadero, y en 1947 fundó la primera empresa en la Zona Libre de Colón; de él heredó su olfato para las inversiones y para vender “cuando te agarran a billetazos”

Grandes familias empresariales costarricenses reorganizan sus negocios

Grandes familias empresariales costarricenses reorganizan sus negocios

Durman, Quirós, Monge, Aizenman, Uribe, Picado, Jiménez y Oller son apellidos que, de seguro, le sonarán conocidos cuando de familias costarricenses de negocios se habla.

Aunque todas manejan empresas de tradición, incluso centenarias, su organización y estrategia corporativa han tenido que adaptarse a cambios generacionales y contextos económicos.

Por un lado, algunas han unificado sus negocios en una sola firma controladora. Otras han optado por la diversificación de sus portafolios, la separación de negocios o incluso, su venta.

EF investigó cuál es la situación actual y los planes futuros de 16 de las principales familias empresariales costarricenses, que están involucradas en al menos, dos sectores de la economía local.

Los Durman, Uribe y Monge han tendido hacia la unificación de sus operaciones, pero otros como los Federspiel y los Aizenman han separado sus empresas.

Para elaborar la lista, se tomó en cuenta el criterio de la Cámara Costarricense de Empresas Familiares (Cacef), la trayectoria de las empresas, su relevancia económica y la consulta a expertos.

Según los datos recolectados, estas 16 familias participan en al menos 119 empresas.

Se estima que este número puede ser mucho más alto, pues solamente se toma en cuenta información pública y los negocios en que los entrevistados aceptaron mantener intereses como familia, dejando a un lado, en muchos casos, iniciativas individuales de algunos miembros y otras de carácter confidencial.

Siguiendo con el análisis, se tiene que las 16 familias emplean en conjunto a unas 33.068 personas (2.067 por grupo). Además, el promedio de años de operación es de 67, contado a partir de la fundación del primer negocio.

En cuanto a los sectores económicos, nueve obtienen la mayor cantidad de ingresos del comercio, tres a partir del área de servicios y el resto en los campos inmobiliario, turístico e industrial.

La gran mayoría planea consolidar y expandir internacionalmente sus actuales negocios, mientras otros tratan de entrar a nuevos sectores a través de adquisiciones y desarrollos propios.

¿Cómo se organizan?

De los grupos familiares estudiados, solo dos (Prada, de Ópticas Visión, y Salas, de Farmanova Intermed) aún están al mando de los fundadores.

Entretanto, ocho son lideradas por la segunda generación y seis por la tercera.

Ese último escenario es el caso de las familias Federspiel y Aizenman, que incluso ya tienen en las gerencias de varios de sus negocios a miembros de la cuarta generación.

Ambas forman parte de una de las tendencias de reorganización de las familias empresarias: la separación de compañías.

Casualmente, hace dos años, las dos familias dividieron las empresas que manejaban. Por ejemplo, los hermanos Roberto y Carlos Federspiel decidieron dejar en manos del primero la operación del Grupo Universal y el segundo se quedó con Autos Subarú.

¿La razón? Según Carlos Federspiel, de 63 años, cuando llega la cuarta generación, los intereses y la visión empresarial de los miembros pueden llegar a ser radicalmente diferentes, por lo que el mejor camino es dividirse.

Por su parte, los hermanos Samuel, Jacobo, Salomón e Israel Aizenman vivieron un proceso similar que dio como resultado la escisión de la antigua Corporación D, dedicada a la importación y venta de automóviles.

De ese negocio, Samuel y Jacobo se mantienen con las marcas Nissan y Audi (ahora Grupo Danissa); Salomón con Mitsubishi (Veinsa) e Israel con Mazda y Kia (Quality Motor), entre otras empresas y propiedades.

Otra de las direcciones que han tomado estas familias es la de vender su negocio más exitoso y crear un nuevo conglomerado de inversiones diversas.

Así ha sucedido con los Uribe (antiguos dueños de Más x Menos, hoy Walmart) y los Durman Esquivel (negocio de tubería que ahora es parte de la global Aliaxis). Los primeros operan Grupo Cuestamoras y los segundos Grupo Montecristo y mantienen un porcentaje de las operaciones de los nuevos dueños.

Por su parte, los grupos Purdy Motor, Monge y Ópticas Visión han decidido mantenerse en su core business y crecer a nivel internacional, con presencia principalmente en Centroamérica.

Grupo Monge por ejemplo, maneja 450 tiendas de venta de electrodomésticos y aparatos tecnológicos en la región y Purdy Motor acaba de abrir su primer sucursal en EE. UU.

“Tratamos de enfocarnos en el negocio en el que sentimos que somos competitivos y donde tenemos las herramientas para mantener esas ventajas de mercado”, afirma Gastón Monge, presidente de Grupo Monge.

Entretanto, Televisora de Costa Rica (Teletica), Grupo Humberto Álvarez, Automercado, Grupo Marta y Farmanova Intermed han detectado oportunidades relacionadas con su negocio principal. En Teletica, la división de televisión por cable (Cabletica) ya sobrepasó en ingresos a la televisión abierta.

Aunque en el Grupo Farmanova Intermed las mayores utilidades las deja el mercado farmacéutico, su reciente empresa M&D Pharma, de mercadeo y logística, es que la que crece más velozmente, según dijo Rodrigo Salas, presidente del conglomerado.

Más tendencias

También existen familias que han decidido controlar sus empresas sin necesidad de un holding que las respalde como lo hace el líder de las tiendas de conveniencia AM PM y Fresh Market y de los restaurantes Spoon y Taco Bell, Armando González.

Asimismo, los hermanos Oller solo comparten el manejo de la Distribuidora Pedro Oller (Dipo), pero tienen iniciativas individuales como Grupo Tribu (Jorge Oller) y arroz y frijoles Don Pedro (José Oller), entre otras.

“Dipo ha sido el punto de partida para iniciativas empresariales independientes en las nuevas generaciones. Sus bases fueron negocios como un almacén de depósito, una soda, un bazar y una fábrica de fideos”, cuenta José Oller, presidente de Dipo.

En el caso de los Jiménez, su líder, Rodolfo Jiménez Borbón (tercera generación), está vinculado como accionista relevante de Florida Ice & Farm Co. (Fifco) y Grupo Nación. La familia también tiene intereses en la agencia de publicidad Jotabequ, pero las compañías funcionan de manera separada y bajo la batuta de diferentes familiares.

Finalmente, en los últimos años se ha registrado la venta parcial y total de varias empresas familiares importantes como Corporación Musmanni (comprada por Fifco), heladerías Pops (adquirida por Grupo Nutresa), Almacenes Gollo (comprada por Grupo Simán) y Cefa (vendida al 50% a Socofar).

Uno de los procesos relacionados con este tipo de decisiones es la llamada “gerentización”, que consiste en que las personas que ocupaban los puestos de presidente y propietario de la compañía asumen el de gerente para el país de la misma empresa, cuando esta pasa a manos de la transnacional.

Lo anterior sucedió con Pops, cuyo gerente general sigue siendo Carlos Abreu, y con Durman Esquivel, cuyo director es Francis Durman.

Para el profesor e investigador del Instituto Tecnológico de Costa Rica, Juan Leiva, la diversidad de tendencias se relaciona con una sobrevivencia a la sucesión generacional que, en la mayoría de casos, no ha sido planeada ni sistemática.

En los ejemplos estudiados, la llegada de la segunda generación al mando de las empresas se dio de forma natural y automática, pero, a partir de la tercera, las familias han entendido que deben adoptar protocolos especiales y prácticas de gobierno corporativo para garantizar su continuidad.

Los capitales globales y la concentración de la riqueza en el Panamá reciente

Los capitales globales y la concentración de la riqueza en el Panamá reciente Abdiel Iván Quintero Panama, octubre de 2014

La sociedad Panameña, que exhibe en la presente coyuntura, envidiables tasas de crecimiento económico, se asienta sobre una modalidad de concentración de la riqueza, que es dirigida por los capitales globales y socios locales cuyos objetivos, se encuentran divorciados de la satisfacción de las necesidades crecientes de la población, y su ancla principal es la obtención de incrementos exponenciales de sus utilidades. No hay ninguna actividad económica que quede fuera de este frenesí, ni siquiera en los espacios geográficos donde se habían retirado de la producción (United Brands, Agro 2 y Fyffes).

Frente a todo esto, preocupa la debilidad en extremo del cuerpo político, donde los órganos del liberalismo político clásico, se muestren sumidos en una profunda crisis. Incapacitados por tanto de ordenar/regular el apetito insaciable de esos capitales.
Las opiniones expresadas en este documento no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Fundación Friedrich Ebert.

Se permite la reproducción total o parcial del documento para fines académicos, siempre y cuando se cite la fuente y autor y se notifique el uso de la misma al correo: panama@fesamericacentral.org 2

Contenido

INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………………………. 3
LOS PROGRAMAS DE GOBIERNO ……………………………………………………….. 4
AMPLIACIÓN DEL CANAL Y LA EXPANSIÓN DEL SISTEMA PORTUARIO ……….5
PROYECTOS HOTELEROS ………………………………………………………………… 6
REPUNTE DEL SECTOR BANCARIO LOCAL …………………………………………… 9
DESPLIEGUE DEL PRODUCTO INTERNO BRUTO (PIB) Y LAS ACTIVIDADES
MAS DINAMICAS ………………………………………………………………………….. 14
UNA REFLEXION POLITICA FINAL …………………………………………………….. 18
BIBLIOGRAFIA ……………………………………………………………………………… 19 3

INTRODUCCIÓN

Cuando han transcurrido tres décadas de fortalecimiento de la política económica neoliberal en Panamá, asistimos a la emergencia de un patrón de reproducción de capital que se asienta sobre la penetración y control continuo del capital global extranjero, sobre el conjunto de la sociedad Panameña: ello es evidente con los procesos de privatización en los puertos (Panama Ports Company: PPC, subsidiaria de la Hutchison Ports Holding, Colon Container Terminal (CCT) que es subsidiaria de la Taiwanesa Evergreen); Telecomunicaciones (C&W Panamá y Movistar de Telefónica de España); Electricidad (AES Panamá, Elektra Noreste, 51% de Panama Distribution Group).

El sojuzgamiento avanzó en empresas consideradas bastión fortificado de capitales locales: Cemento Panamá (controlada por ETN Holcim y luego por Argos), Compañía Panameña de Aceites (controlado por el gigante global anglo-holandesa Unilever); la compra de acciones de la Panama Coca Cola Bottling Co. por Coca Cola Femsa (La norteamericana The Coca-Cola Company cuenta con una participación del 31.6% en Coca-Cola FEMSA). Esta empresa mexicana adquirió el Grupo Industrias Lácteas (formado por Estrellas Azul, Conservas Panameñas y Plásticos Modernos.), por valores cercanos a los $ 220 millones en el 2011 (La Prensa, martes 29 de marzo de 2011).

La Cervecería Nacional (comprada primero por el Grupo Bavaria de Colombia y hoy propiedad de la sudafricana SABMiller); la Cervecería Barú-Panamá (propiedad del grupo Heineken); Cítricos S.A. (inversionistas colombianos); la Casa Luker – la tercera empresa mas grande del subsector de chocolates y confiterías de Colombia – adquirió primero activos valorados en $ 25 millones al Grupo Alimenticio Pascual (La Prensa, sábado 15 de mayo de 2004). Hay que retener que en 1999, que hasta ese momento era controlado por una empresa familiar, fue adquirido por un grupo de inversionista encabezados por Alberto Vallarino C. y Samuel Lewis Navarro, quienes por $ 45 millones se hicieron del 70% de la participación accionaria de esa empresa. También la Casa Luker compró a finales de 2010, la Sociedad de Alimentos de Primera (BONLAC), por un valor cercano a los $ 50 millones (Capital, lunes 20 de diciembre de 2010).

La empresa Blue Ribbon Product paso a ser propiedad del Grupo Nacional de Chocolates S.A. (GNC), uno de los conglomerados de alimentos más grandes de Colombia; este Grupo Nacional de Chocolates también ha incluido en su portafolio de inversión a otra empresa de procesamiento cárnico: Ernesto Berard. La lista contiene la compra de Panificadora Moderna por el Grupo Bimbo. Arriba incluimos las más recientes adquisiciones del Grupo Industrias Lácteas y Sociedad de Alimentos de Primera (Bonlac). No olvidar lo que ha sucedido en sectores bancarios financieros (Grupo Financiero del Istmo absorbido por HSBC y luego comprado por Bancolombia) y en el sector seguros (Grupo Mundial controlado por Manpfre); también hay presencia de capitales extranjeros en la expansión-modernización de la red vial, ampliación del canal, la minería, energías alternativas, por supuesto a través de los comerciantes importadores que representan a las firmas internacionales, entre otras.

A pocos días de cumplirse 2 años de vigencia del Tratado de Promoción Comercial (TPC) con los Estados Unidos (31 de octubre de 2012), ya son visibles los incrementos en valores monetarios de las importaciones, que provienen del coloso del norte. Nos referimos a rubros como el arroz, maíz sin preparar ni moler, productos porcinos, productos cárnicos de vacuno, trozos de gallo o gallina (deshuesados congelados), naranja fresca, leche en polvo, papas frescas o refrigeradas, solo para mencionar algunos. (Consúltese la serie del Anuario de Comercio Exterior, volumen de importaciones, del Instituto Nacional de Estadística y Censo de Panamá).

LOS PROGRAMAS DE GOBIERNO

Lo anterior no deja de lado, como se concebía desde la política económica el reforzamiento de nuestra posición como plataforma transnacional de servicios. En el quinquenio de la Administración que terminó, concretamente en el documento Panamá Plan Estratégico de Gobierno 2010 – 2014 (http://www.mef.gob.pa/Portal/index.html); se puede leer en el resumen ejecutivo lo siguiente: “La Logística, el Turismo, la Agricultura y los Servicios Financieros fueron identificados como los motores de crecimiento en los que el país tiene o puede desarrollar una ventaja competitiva sostenible, en los que las fuerzas globales son favorables, las acciones gubernamentales pueden ser utilizadas más eficazmente para liberar el potencial, y, por lo tanto, en los que el Gobierno debería concentrar su atención inicial.” Página 13.

Más adelante en la página # 15 se puntualiza: Panamá tiene el único puerto que conecta el Océano Atlántico y el Pacífico en Centroamérica, y por lo tanto la Administración tiene una aspiración legítima de convertirse en uno de los pocos “mega-centros mundiales” de comercio y servicios. Una comparación con Singapur, tiene un atractivo evidente, no obstante los limitados recursos y capacidades, por lo cual se requiere de una estrategia de crecimientos orientados hacia inversiones focalizadas en algunos sectores claves. El Plan Estratégico del quinquenio 2010 – 2014 apunta a consolidar, en las condiciones actuales del desarrollo del capital global, a Panamá como un mega centro mundial de comercio y servicios, con énfasis en la logística, el turismo, la agricultura y los servicios financieros.

El organismo rector formal que diseña y le da seguimiento a las políticas macroeconómicas desde el Estado es formalmente, el Ministerio de Economía y Finanzas, aunque el Plan de Gobierno del Presidente Varela señala competencias que asumirá el Ministerio de Asuntos del Canal. Sin embargo, en esencia es el capital transnacional de factura extranjera que en la práctica dirige la política económica, en alianza fracciones del capital local trasnacionalizadas. 5

Más aún, las concepciones de crecimiento y desarrollo que son el sustento de las políticas económicas en Panamá, son de naturaleza neoliberal. En el programa de la Administración actual (2014 – 2019), se puede leer: “ordenaremos y combinaremos armónicamente la reglamentación referente a la libre competencia, la libre concurrencia y la regulación estatal para impedir monopolios, oligopolios, y la competencia desleal o contaminante y otorgarle mas poderes de fiscalización a ACODECO” (p. 23).

La continuidad de esa política económica de raigambre neoliberal, ocupa un espacio central en el Plan de la Alianza “El Pueblo Primero” 2014 – 2019 que preside Juan Carlos Varela. Así se puede leer en el objetivo 3.8 Desarrollo de sectores económicos estratégicos, varios temas: 1) Panamá hub de servicios de transporte logístico, marítimo y aéreo de las Américas; 2) Panamá hub de servicios internacionales de las Américas; 3) Sector Comercial; 4) Sector Turístico; 5) Sector Industrial; 6) Sector Pesquero y, 7) Plan de Ordenamiento Territorial.

En el caso de Panamá como hub de servicios de transporte logístico, marítimo y aéreo de las Américas, se plantea una veintena de propuestas que giran alrededor de potenciar a Panamá como un centro logístico de valor agregado, desarrollo de un puerto de cruceros y la modernización del sistema portuario. En estos énfasis y demás propuesta, el Estado garantizará las inversiones en cada una de esas áreas.

AMPLIACIÓN DEL CANAL Y LA EXPANSIÓN DEL SISTEMA PORTUARIO

Si en el horizonte próximo se encuentra la culminación de la ampliación del canal para enero de 2016, los capitales extranjeros ya se ponen en fila como aves de rapiña, para invertir y potenciar sus ganancias, en lo que se refiere a la ampliación del sistema portuario. Veamos algunos casos: 1) Se inició el proyecto para la construcción de la Terminal de Contenedores con tres muelles en la Zona Franca Isla Margarita de la Panamá Colón Port por 600 millones de dólares, cuya primera fase estaría finalizada para el 2014 (Capital Financiero, jueves 19 de abril de 2012); 2) el proyecto puerto verde Panamá Atlántico, cuya inversión supera el monto de la ampliación del canal: 7,972 millones.

El promotor es Linden Partners empresa de capital española. Se trata de la construcción de un megapuerto en la Isla Largo Remo, corregimiento de Cristóbal en la provincia de Chiriquí (La Prensa, jueves 8 de mayo de 2014); 3) Entre agosto y septiembre, la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) analizará la propuesta de construir un puerto en Corozal, área de Balboa. De ser aprobada por la directiva de la ACP, la licitación sería en octubre de 2014, aunque la modalidad de concesión administrativa no ha sido aprobada, hay 2 propuestas, “Sería una concesión total, donde el concesionario hace la inversión, o una concesión en la que la ACP, además de poner el terreno, otorga parte de la infraestructura pero nunca toda” (La Prensa, jueves 17 de julio de 2014).

Al despuntar 2014, el ministro de asuntos del canal Roberto Roy, había señalado que la ACP contrató a la empresa consultora HRD para que realice estudios de viabilidad de ocho proyectos que incluyen terminales de abastecimiento de gas natural licuado (LNG), de distribución de automóviles y bunkering, un parque logístico, un centro de operaciones top off, otro de reparación de buques, 6 un ferrocarril acuático y el puerto de Corozal, este último es el más conocido (http://www.anpanama.com/)

Resaltan los proyectos de ampliación de las instalaciones que almacena combustible, se menciona el proyecto Star Tankers Bunkering, esta empresa recibió el aval para operar bajo la Administración Martinelli (La junta directiva de esta empresa la preside Raúl Saint Malo, casado con Mariana Virzi, sobrina de Felipe Alejandro Virzi, socio del presidente, Ricardo Martinelli, (ver la Prensa, martes 19 de febrero de 2013); la Refinería Panamá adelanta la inversión de al menos unos $300 millones, dirigidos a la ampliación del sistema de tanques de almacenamiento de Refinería Panamá, una vez concluyan las negociaciones entre la petrolera Chevron y la holandesa Vopak, que se encargará de las operaciones de este centro de distribución de combustibles. (La Prensa, jueves 29 de mayo de 2014).

PROYECTOS HOTELEROS
Los proyectos hoteleros en la coyuntura reciente se han multiplicado, lo que posesionado aún más a las firmas extranjeras que se mueven en esos negocios turísticos. Un listado provisional se presenta en el cuadro siguiente.

Cadena Hotelera

Nombre local

Habitaciones e Inversión

Fuente/ año
Sunstar Hotels and Development S.A. & Breezes Resort & Spa Panamá 274 habitaciones
$ 40 millones La Prensa, jueves 10 de septiembre de 2009.

REPUNTE DEL SECTOR BANCARIO LOCAL

Para 1998 al culminar la centuria, operaban en la plaza local, 21 bancos panameños de capital privado; sin embargo, un quinquenio más tarde solo quedaban 12 bancos privados locales. Los bancos con mayor patrimonio y donde se concentraban capitales individuales que tenían presencia en distintas actividades económicas, vivieron al despuntar el nuevo siglo, una seguidilla de fusiones/absorciones/compras. Por ejemplo desde agosto de 1999, se fusionó el Banco General a través de su empresa tenedora de las acciones, es decir Empresa General de Inversiones (EGI), con Multi Holding Corporation, quien controlaba entre otras al Banco Comercial de Panamá (BANCOMER). Otro banco grande de la plaza bancaria local hacía lo propio: Banco Continental y el Banco Internacional de Panamá (BIPAN), se fusionaban en diciembre de 2001, sobreviviendo el primero. Otro grupo bancario importante como el Banco del Istmo, adquiere las acciones del Primer Banco de Ahorros (PRIBANCO), en el 2001. Al año siguiente (2002), para julio, el Primer Banco del Istmo se fusiona con el Banco Latinoamericano (BANCOLAT). También es relevante la fusión entre el Banco General y el Banco Continental, que se concreta en enero de 2007. Para el caso de BANISTMO, éste sucumbe frente a la compra que hace el banco extranjero HSBC, en junio de 2006. En los primeros meses de 2013, Bancolombia compra de contado por $ 2,100 millones las operaciones de HSBC en Panamá. De manera que en el primer quinquenio del siglo XXI, se desencadenó un proceso de fusiones y compras que como vimos se extendió algunos años después. Pero a partir del segundo quinquenio aproximadamente, la plaza bancaria local, reporta el nacimiento de bancos privados de capital local, que mostraban un proceso de rearticulación frente a las nuevas condiciones económicas que son: a) el vigoroso crecimiento del PIB; b) el inicio de la megaobra de ampliación del canal, que auguraba la continuación de la expansión del crecimiento económico del Istmo. También es relevante la fusión entre el Banco General y el Banco Continental, que se concreta en enero de 2007. Para el caso de BANISTMO, éste sucumbe frente a la compra que hace el banco extranjero HSBC, en junio de 2006. En los primeros meses de 2013, Bancolombia compra de contado por $ 2,100 millones las operaciones de HSBC en Panamá. De manera que en el primer quinquenio del siglo XXI, se desencadenó un proceso de fusiones y compras que como vimos se extendió algunos años después. Pero a partir del segundo quinquenio aproximadamente, la plaza bancaria local, reporta el nacimiento de bancos privados de capital local, que mostraban un proceso de rearticulación frente a las nuevas condiciones económicas que son: a) el vigoroso crecimiento del PIB; b) el inicio de la megaobra de ampliación del canal, que auguraba la continuación de la expansión del crecimiento económico del Istmo. En el siguiente cuadro iniciamos señalando los nuevos bancos locales de capital privado que inician operaciones y que se fortalecen:
Nuevos Bancos Privados locales por fecha de inicio o fortalecimiento

Nombre del banco

Año de inicio/fortalecimiento de operaciones
MM G BANK CORPORATION 2002
BANCO DELTA * 2006
CAPITAL BANK 2007
MULTIBANK 2008
BANCO PANAMA 2008
BALBOA BANK & TRUST 2010
PRIVAL ** 2010
UNIBANK 2011
CANAL BANK 2013

Cinco maneras en que el alza del dólar nos afectará a todos

Cinco maneras en que el alza del dólar nos afectará a todos
Redacción BBC Mundo , 2 octubre 2014

Luego de una década en la que perdió terreno, la divisa estadounidense está recobrando su papel como la moneda central de la economía global.
La razón de fondo es esencialmente una: la economía estadounidense se está recuperando de la profunda crisis que estalló en 2008 y lo hace a una velocidad mayor que sus competidores europeos y asiáticos.
El pasado 25 de septiembre, el diario estadounidense The New York Times reportaba que el dólar había alcanzado su punto más alto en cuatro años frente a una canasta de monedas competidoras.

Y con los analistas apostando a que la Reserva Federal, el banco central estadounidense, se apresta a subir las tasas de interés para evitar el riesgo de inflación a medida que la economía se acelera, el atractivo de invertir en Estados Unidos y en su moneda parece destinado a aumentar en el corto plazo.
Y eso, ¿en qué nos concierne? BBC Mundo le presenta cinco maneras en las que este fenómeno puede tener un impacto en su vida diaria.
1. Las naciones dolarizadas de América Latina lo sentirán directamente
En pocas regiones de América Latina se sentirá el impacto de esta tendencia de manera tan directa como en los países que han adoptado el dólar como moneda interna. Panamá, El Salvador y Ecuador usan esa divisa y su economía se deberá adaptar a un nuevo entorno en el que el dólar se valoriza.

Varios países de América Latina, entre ellos Panamá, usan el dólar como su moneda. Sus exportaciones, que están denominadas en dólares, se harán más caras y menos competitivas. Mientras que las importaciones, pagadas con dólares más fuertes, se abaratarán en esos países.

Por lo que en Panamá, El Salvador y Ecuador ganarán los consumidores, quienes tendrán acceso a productos importados a menor precio, pero pueden perder las empresas productoras, que tendrán más dificultad para exportar y enfrentarán más competencia para vender sus bienes dentro del país. De ahí que estos empresarios y sus empleados pueden estar viendo con preocupación las noticias sobre un dólar revitalizado.
2. En el resto de la región el impacto será menos directo, pero relevante
Las señales de la renovada fortaleza del dólar se empiezan a sentir también en el resto de América Latina. En Colombia, por ejemplo, la divisa estadounidense ha superado este año la “barrera sicológica” de los 2.000 pesos por dólar por primera vez desde 2010. Camilo Silva, de la firma financiera colombiana Valora Inversiones, aseguró a BBC Mundo que el comportamiento del dólar en su país ha seguido la tendencia general de la divisa en la región, con una devaluación de la moneda local.
La apreciación del dólar ayudará a los exportadores y perjudica a los importadores en México y otros países. Estima que el dólar cerrará el año 2014 entre los 2.020 y los 2.050 pesos colombianos. También han experimentado caídas, entre otros, el peso mexicano, el sol peruano y el peso chileno.
En estos países, el efecto del fortalecimiento de la moneda estadounidense será el contrario al que experimentan las naciones latinoamericanas que usan el dólar como divisa. En Colombia, México, Perú y Chile, un dólar más fuerte será bienvenido por muchos industriales y productores de bienes para la exportación. Pues al perder valor las monedas nacionales frente al dólar, sus productos serán más baratos y por ende más atractivos para compradores internacionales. Y a su vez, los productos importados que les hacen competencia se harán más caros.
Por lo que la tendencia del dólar parece ser una buena noticia para los industriales, exportadores, y los que trabajan en esos sectores. Pero mala para los consumidores quienes verán cómo los precios que pagan en el supermercado por productos importados se irán en aumento.
3. Una buena noticia para la industria turística latinoamericana
La llegada de un dólar más fuerte es buena noticia para los centros turísticos que tradicionalmente buscan clientes estadounidenses. La industria turística latinoamericana puede ser una de las grandes beneficiadas. En México y naciones caribeñas como República Dominicana, en donde EE.UU. es la principal fuente de turistas, los hoteles y demás paquetes vacacionales se harán más baratos para los visitantes de ese país, por lo que se espera que aumente el flujo de visitantes a la región. De modo que si está empleado en la industria turística, las noticias sobre la fortaleza del dólar parecen sugerir más trabajo y más ganancias.
4. Una gran noticia para los que reciben remesas
Otra manera mediante la cual la apreciación del dólar tendrá un impacto en la vida de millones de latinoamericanos, es a través de las remesas que envían los inmigrantes en Estados Unidos a sus países de origen.
El dólar se ha apreciado en Colombia, México y otros países. Solo en México, las remesas sumaron entre enero y julio de 2014 la suma de US$13.621 millones, según informó el Banco de México. Y por efecto de un aumento en el valor de la moneda estadounidense, se aumentará el monto en moneda local que llega a sus familiares.
Teniendo en cuenta que las remesas están entre las principales fuentes de divisas para muchos países de la región, y una de las más democráticas, pues llegan directamente a miles de familias de bajos ingresos, está será una de las consecuencias más bienvenidas del dólar fuerte en nuestra región.

5. ¿Más incentivos para ahorrar en dólares?
Cientos de miles de latinoamericanos tienen al menos parte de sus ahorros en dólares. Lo hacen desde los potentados que regularmente viajan a encontrarse con sus banqueros personales en Miami o Nueva York, hasta familias de clase media que acuden a pequeños negociantes de divisas en las calles de Lima, Buenos Aires o Bogotá, a comprar algunos dólares en efectivo “para guardar debajo del colchón”. Miles de latinoamericanos tienen ahorros en dólares. Es difícil, si no imposible, responder de manera general a la pregunta de si ahora será mejor idea ahorrar en dólares.

Pues depende de infinidad de factores, como de si existen otras alternativas de inversión, de las normas tributarias del país específico, y de las preferencias frente al riesgo y otras variables por parte del ahorrador, pues nadie garantiza que la actual tendencia alcista del dólar se mantenga indefinidamente.
Pero parece razonable esperar que, para los que tienen los recursos para hacerlo, enviar su dinero a una cuenta en Estados Unidos será una proposición más atractiva a medida que aumenten las tasas de interés que pagan los bancos de ese país por los dólares. Y muchos otros se verán atraídos por la apuesta de comprar algunos dólares en efectivo, esperando obtener el beneficio de la valorización de la divisa frente a las monedas locales. Aunque, nuevamente, nadie ofrece garantías absolutas.

Como advierte Camilo Silva de Valora Inversiones, en su opinión el aumento más significativo en el valor del dólar frente al peso colombiano este año ya ocurrió, por lo que si tuviera que aconsejar a una familia colombiana típica sobre sus decisiones de inversión, más que comprar dólares, le recomendaría no vender los que ya tiene por el resto del año.

Los comunistas del Siglo XX: algunas distinciones necesarias

Los comunistas del Siglo XX: algunas distinciones necesarias

Elvira Concheiro Bórquez*

Mezcla de ideales y proyectos políticos, de personajes legendarios y sólidas organizaciones partidistas, de poderosos Estados y controvertidos líderes políticos, los comunistas cargan con una contradictoria historia que lo mismo reporta grandes acciones transformadoras que atrocidades insólitas, audaces proyectos que rayan en utopías junto a sus aportes históricos y científicos, historia llena de reconocidos y anónimos héroes al lado de algunos de los peores tiranos de la época contemporánea, de éxitos sin precedente y fracasos inauditos.

Hijos de una época convulsionada como nunca antes en la historia de la humanidad, los comunistas están asociados a todos los grandes acontecimientos del último siglo, a sus guerras y revoluciones, a grandes y pequeñas movilizaciones de quienes emprendieron la lucha política para alcanzar la superación del capitalismo, a aquellos partidos que concibieron su propia organización como algo indispensable para alcanzar su objetivo de libertad y emancipación del ser humano. Los comunistas conformaron un movimiento político que bajo la bandera de la emancipación humana se extendió hacia todas las naciones del planeta, empresa que no había logrado ninguna fuerza política ni religiosa, logrando construir en las más adversas condiciones nuevos poderes estatales, uno de los cuales, al menos, se transformó al tiempo en gran potencia. Pero no sólo fueron una extendida corriente política, sino también representaron un profundo movimiento intelectual que marcó las ideas y la creación de millones de hombres y mujeres del siglo XX.

Corre ya el siglo XXI y queda en el pasado esa historia compleja. Para algunos estudiosos hace ya algunos años que en términos históricos el siglo XX había cerrado su ciclo, justamente con la caída de los regímenes construidos por los comunistas a partir de la revolución rusa de 1917.[1] En los comienzos del nuevo siglo los comunistas parecen haber desaparecido de la escena mundial, pese a que aún existe un buen número de organizaciones que así se denominan y varias naciones conservan, pese a la importantes transformaciones que han operado, sus regímenes llamados “socialistas” en los que sus respectivos partidos comunistas son los únicos que gobiernan, entre ellos China, el país más poblado del mundo.

Muchos de los trascendentes acontecimientos de los últimos años, que han modificado, una vez más, la geopolítica mundial y han provocado atroces guerras nacionalistas como las de Bosnia y Chechenia, acontecimientos que parecieron cuestionar la posibilidad de cualquier proyecto de transformación radical de la sociedad y que tienen su origen en el fracaso de los comunistas, quienes conformaron una de las corrientes prototípicas del siglo XX.

Pero, ¿qué podemos entender, a estas alturas y tras todo lo acontecido a partir de 1989, por comunistas? ¿Qué los motivó y qué representaron en la historia política del último siglo?

Hoy se difunden frases hechas y confusas revelaciones que simplifican los hechos y presentan la historia de los comunistas como un episodio carente de sentido, un oscuro paréntesis en la historia del siglo pasado, del que casi todo el mundo se ha desembarazado ya, de forma que en el planeta no aparece hoy más que una sola e inevitable realidad socio-económica. En estas visiones el propósito parece ser el desalentar todo lo que lleve a repensar con seriedad el comunismo.

Esto ha provocado que para las jóvenes generaciones de nuestros países los comunistas sean personajes prácticamente desconocidos y su aspiración –el comunismo como sociedad emancipada de toda explotación del ser humano– represente sólo un proyecto fracasado sin viabilidad histórica, una utopía más, se dice.

La forma en que se produjo el derrumbe del régimen soviético y la conversión de algunos antiguos comunistas en ideólogos del enterramiento de esa corriente –para lo cual, entre otras cosas, intentaron erigir una nueva versión oficial de la historia rusa, de sus principales líderes y, en general, del comunismo–[2] han impactado en forma importante no sólo al mundo político, sino al medio intelectual del que se esperaría el análisis de tan importante fenómeno. De tal forma que, no sólo hemos presenciado durante toda la década de los noventa el que, quizá, es el momento más difícil de toda la izquierda –y no exclusivamente de los partidos comunistas, muchos de los cuales desaparecieron o dieron paso a la formación de otro tipo de agrupamientos políticos– en el que se desdibujó su fisonomía y perdió su proyecto emancipatorio, sino que la intelectualidad ligada a esta corriente política y, en general, el marxismo, cayó en una parálisis cuando precisamente surgían una enorme cantidad de nuevos elementos para nutrir su análisis crítico.

Es cierto que después de esos años difíciles, podemos observar que las izquierdas (lo mismo que, en su propio terreno, el marxismo) comienzan poco a poco a recuperarse y rearticularse, replanteando su propia definición y sus propósitos, así como el de las características de sus movimientos y organizaciones. En ese camino, una parte se presenta de nuevo en forma franca como anticapitalista. Sin embargo, paradójicamente, esta empresa adolece aún de la falta de esclarecimiento profundo de lo que fueron las experiencias pasadas más importantes por superar al capitalismo y las razones de su fracaso.

La visión dominante

En contraparte, existe hoy un discurso unificado y una interpretación dominante de lo que representó el comunismo y las causas de su fracaso, un sólido cuerpo ideológico que ha logrado establecer un conjunto de verdades hechas que configuran una especie de prejuicio intelectual muy extendido con el cual se analiza a los comunistas. Así, sobre el olvido de muchos acontecimientos, la confusión conceptual deliberada, la manipulación de la enorme cantidad de información hoy disponible, se erige una versión dominante de la historia de esta corriente que continuamente agrega elementos que lejos de lograr un esclarecimiento del fenómeno, lo han obscurecido.

De tal forma que, en lo que se refiere a las interpretaciones sobre el comunismo que dominan la escena en nuestros días, no sólo existen grandes desafíos políticos, sino también teóricos y metodológicos. En varios trabajos se ha advertido el notorio resurgimiento de la corriente denominada del totalitarismo, que retoma los esquemas interpretativos que desde los años cincuenta, en plena guerra fría, se establecieron de forma relevante por Hanna Arendt3 y más recientemente por Carl Joachim Friedrich y Zbigniew Brzezinski. Pero es importante insistir que, en realidad, la ausencia de debate sobre la conceptualización general del comunismo –pese a la existencia de algunos importantes trabajos críticos que han abordado el tema–[4] ha permitido que la corriente del totalitarismo (y sobre esa base, la equiparación del comunismo y el nazismo) siga impregnando buena parte de la producción actual, reduciendo la compleja y rica historia del comunismo a la historia específica de régimen soviético y, particularmente, al estalinismo y, ni siquiera a todo ese fenómeno, sino a sus aspectos más obscuros y reprobables. De forma que se deja establecido una especie de sentido común en el que se encadena de manera esquemática procesos distintos para lograr el objetivo de “criminalizar” el conjunto del fenómeno comunista. [5]

Aunque el esquema se ha difundido a escala mundial (recordemos tan sólo el impacto logrado por el Libro negro del comunismo, del francés Stéphane Courtois, del que se ha vendido casi un millón de ejemplares y traducido a una treintena de idiomas), tres han sido los países en los que este proceso ha sido de gran relevancia y con repercusiones políticas e ideológicas que rebasan con mucho el ámbito histórico: Rusia, Alemania y Estados Unidos.

En ellos, este esquema se ha reproducido con gran éxito gracias a la incesante producción realizada y a la enorme cantidad de documentos que, previamente seleccionados, constituyen la base de numerosos libros, ampliamente difundidos y publicitados, dedicados a poner de relieve, como “La Historia del Comunismo” (todo en mayúsculas), uno sólo de sus episodios: el del estalinismo y, más precisamente, el de su política criminal y represiva, que se convierte en el modelo interpretativo de todos los otros aspectos que se estudian sobre el comunismo.

Este proceso, llevado a cabo en forma bastante desordenada y vergonzosa desde el momento mismo del derrumbe de la Unión Soviética, produjo lo que en otro trabajo he documentado y analizado como la “disputa de la memoria comunista”[6] en la que empresas e instituciones, particularmente las norteamericanas que contaron con los cuantiosos recursos necesarios, se abalanzaron sobre los archivos apenas abiertos con el propósito de conseguir ser los primeros propietarios de lo que publicitaron como “los secretos comunistas”.

Esto dio por resultado que la Universidad de Yale, de Harvard, de Pittsburgh, además del Instituto Hoover y la Biblioteca del Congreso de Washington, hayan publicado en la última década decenas de libros que han dado a conocer, en colaboración con los archivos rusos, parte de la documentación que estuvo clasificada y hayan desarrollado sendos proyectos de estudios de la guerra fría.

En realidad, todo ese fenómeno de fiebre archivística tuvo claros propósitos políticos que apuntalaron las profundas transformaciones operadas en la actual Rusia tras la desaparición de la Unión Soviética. Por su parte, como se sabe, en Alemania el proceso de disputa por la memoria comunista jugó un papel sumamente importante en las condiciones de la reunificación de la Republica Democrática Alemana con la Alemania Federal.

Una nueva conceptualización del comunismo

Sin duda se hace indispensable un arduo trabajo para hacer frente a la mencionada visión reduccionista y maniquea que domina en buena medida los estudios del comunismo en los países del norte.

Ciertamente los acontecimientos ocurridos hacia fines de la década de los ochenta y que provocaron la disolución de la Unión Soviética y las revueltas, revoluciones y guerras en que terminó el llamado “socialismo real”, cierran un ciclo de la historia de las luchas y revoluciones del siglo XX por superar el capitalismo y, en particular, de la historia de esa corriente comunista que surgió tras la división del movimiento obrero europeo durante la Primera Guerra Mundial.

Estos hechos permiten una nueva visión y análisis para entender el fenómeno en su conjunto. Y en esa empresa es claro que no partimos de cero. Por una parte tenemos lo que, particularmente, desde la década de los setenta del siglo pasado se produjo, no sin dificultades, en el seno de las izquierdas y del marxismo occidental. Como, por ejemplo, los estudios críticos y rigurosos que volvieron a analizar la historia de los comunistas escapando de –y muchas veces, confrontando– las “historias oficiales”, tanto de la revolución rusa, de la Internacional Comunista, de los grandes partidos comunistas europeos, como, en particular, del estalinismo. De esos años data, también, la recuperación de la obra de marxistas que habían sido expulsados de la versión soviética (del llamado “marxismo-leninismo”), como es el caso de Trotsky, Rosa Luxemburg, Gramsci. Sin olvidar, asimismo, los trabajos críticos que entonces realizaron intelectuales marxistas de los propios países del llamado “socialismo real”.[7]

Como hemos señalado, en la producción realizada estos últimos años, tenemos, pese a todo, valiosos trabajos que han aportado en la recuperación de la riqueza y complejidad que entraña el fenómeno comunista del siglo XX. Trabajos que atenidos a una rigurosa reconstrucción histórica libre de prejuicios, han abierto el abanico de aspectos y problemáticas que nos proporciona el comunismo.

Sin embargo, el ambiente intelectual de nuestros días, en varios sentidos adverso, y sobre todo la empresa inmensa que significa la reconstrucción histórica del comunismo que hoy permiten los archivos abiertos, alientan la realización de investigaciones muy específicas, incluso de estudios de caso que, aunque sin duda valiosos, omiten la discusión de las visiones de conjunto sobre el comunismo. Es importante señalar que el problema es que en muchos de esos estudios hay una notable carencia de reflexión y análisis teórico-conceptual que limita las investigaciones a la descripción de los hechos históricos sin nuevas preguntas ni diferentes conceptos para interpretarlos.

Por esa razón, parece innecesaria la discusión sobre el carácter de los regímenes que desaparecieron tras la caída del Muro de Berlín y que hoy se les denomina sin más “comunistas”; tampoco parece relevante el análisis de la relación entre el proyecto emancipador que animó la acción de los comunistas con la concreción histórica que se inició en octubre de 1917; ni el estudio de la tensión entre la democracia y el poder dirigido por los partidos comunistas ahí donde estos conformaron nuevos estados, entre muchos otros temas de relevancia que en décadas anteriores ocuparon buena parte del debate intelectual en las ciencias sociales y particularmente en el seno del pensamiento crítico.

Por tanto, esa ausencia de análisis no ha hecho sino empobrecer la comprensión de múltiples fenómenos ocurridos durante el siglo XX que protagonizaron los comunistas. Lo cual nos obliga a insistir en la gran relevancia que tiene reabrir y profundizar, desde perspectivas diversas, un debate que, sobre todo en América Latina, aún está en buena medida por darse.

Y ello debe producirse a partir de un replanteamiento metodológico que permita, en primer lugar, distinguir los diversos planos y las distintas facetas que siendo distintas, aunque relacionadas y condicionadas mutuamente, aparecen, con gran frecuencia, deliberadamente superpuestas y confundidas.

Un fenómeno histórico

Una primera distinción es, sin duda, la temporal. Aunque podamos rastrear lejos el origen del movimiento y las ideas comunistas, una primera distinción que se nos impone es el hecho de que los comunistas del siglo XX constituyeron una fuerza diferenciada, como producto de una histórica ruptura en el seno del movimiento obrero europeo ante la Primera Guerra Mundial. Aunque esos comunistas se consideran herederos de las luchas obreras del siglo XIX, y en forma particular de su máxima expresión que fue la Comuna de París, lo cierto es que las nuevas condiciones en las que surgen les darán características que no tuvo el comunismo anterior.[8]

Hijos de la primera y más traumática gran guerra de la historia y de una revolución obrera que logra, por primera vez, sobrevivir a los ataques de todos los poderes establecidos, los comunistas del siglo XX nacen cargados de un vehemente discurso, de una voluntad que raya en lo imposible, de una visión de sí mismos que los segrega. Unidos desde su origen al destino de ese nuevo poder surgido de la descomposición del viejo imperio zarista y de la incapacidad de la burguesía rusa de construir su hegemonía, los comunistas cargarán a lo largo de su historia con la doble condición que este hecho les dio: la de ser un movimiento revolucionario, que se impone la tarea de llevar a cabo la revolución mundial, y ser una fuerza de Estado, la del régimen soviético naciente.

Diversas lógicas

De tal forma que, a partir de una perspectiva histórica el comunismo debe ser analizado, en primer lugar, en su condición de fenómeno político tanto como movimiento revolucionario que se planteó de diversas formas la superación del capitalismo, como una fuerza de Estado, que se empeñó en la construcción de sociedades poscapitalistas y en la que se impuso de manera predominante la lógica de la extinta Unión Soviética.

Aunque una y otra facetas estuvieron íntimamente vinculadas, sobre todo a partir del momento en que la obra de los comunistas rusos se erigió en “modelo” a seguir y cuando los ataques de las grandes potencias se fueron acrecentando hasta llegar a la invasión nazi a la Unión Soviética, la acción transformadora de los comunistas del mundo entero se vio permanentemente condicionada a la lógica y los intereses soviéticos. Sin embargo, la riqueza y complejidad de las luchas revolucionarias de los comunistas no puede omitirse ni reducirse a acciones al servicio de un poder estatal.

Otro plano de análisis que es necesario distinguir es el teórico o intelectual, en el que el proyecto comunista, como proyecto emancipador construido a partir de la rigurosa crítica al capitalismo realizada por Marx y los marxistas, concitó el mayor atractivo que haya tenido jamás pensamiento alguno.

En correspondencia con la convicción revolucionaria de la praxis, los comunistas sostuvieron siempre (incluso en exceso) que su lucha política correspondía a una serie de conclusiones científicas, cuyos fundamentos habrían elaborado Marx y Engels. En consecuencia, en sus filas se contaron numerosos intelectuales que, a su vez, con su experiencia de lucha contribuyeron al desarrollo de ese pensamiento. Sin embargo, lo cierto es que una cosa y la otra, expresión política y creación intelectual, tampoco fueron siempre de la mano. Por el contrario, con frecuencia la lógica política del comunismo impuso serias limitaciones a la acción crítica intelectual de éste y, en contra parte, la atracción política de los comunistas, con sus aciertos y errores, de millones de hombres y mujeres de todas las nacionalidades, en muchas ocasiones no respondió a la práctica política específica que ofrecían los comunistas, sino a la fuerza misma de la idea emancipatoria en la que se sustenta.

La pluralidad de corrientes comunistas

Por otra parte, convertida la organización partidista de los obreros en una poderosa arma política que les da a éstos cohesión e identidad y les permite conocer su propio poderío y sus posibilidades, a la vez que les dota de capacidad para incidir en los asuntos públicos, los nuevos comunistas sublimarán a sus partidos, los PC, hasta el punto de convertirlos en algo así como entidades supremas que podían gobernar cuerpos y almas de sus integrantes.

Sin embargo, junto a lo que podríamos llamar el cuerpo duro de la corriente comunista del siglo XX, es decir, los partidos comunistas que estuvieron adheridos a la Tercera Internacional, existieron un sinnúmero de otros agrupamientos que también se adscribieron al proyecto comunista. Muchos de ellos fueron escisiones de los partidos comunistas o resultado de las grandes confrontaciones que sufrió ese movimiento, como son los casos de la tendencia que conforma el revolucionario bolchevique León Trotsky, una vez que es derrotado por Stalin y expulsado de la URSS, y la corriente maoísta, la cual adquirirá fuerza internacional propia a partir del rompimiento de los comunistas chinos con los soviéticos. Aunque esos agrupamientos tienen casi todas las características sustanciales de los comunistas prosoviéticos, mantuvieron con ellos una feroz disputa y competencia.

Pese a que en algunos lugares el trotskismo o el maoísmo adquirieron cierta relevancia, lo mismo que el titismo (escisión de los comunistas yugoslavos comandados por J. Tito) o, después, en América Latina, el castro-guevarismo, lo cierto es que la fuerza nuclear del comunismo del siglo XX siguió siendo aquella que se mantuvo cohesionada bajo la hegemonía soviética. Aunque ésta, a su vez, no dejó de producir disidencias importantes, algunas que nunca llegaron a convertirse en francos rompimientos, tal como el eurocomunismo.

Como sea, resulta de la mayor relevancia enfocar el fenómeno comunista del siglo XX como una fuerza amplia y diversificada, con expresiones organizativas distintas, que llegaron a sostener una fuerte rivalidad política e ideológica, lo cual ha llevado a algunos investigadores a hablar, en realidad, de comunismos en plural.

En particular, en lo que se refiere a los Estados encabezados por los comunistas, se ha destacado el hecho de que, si bien es cierto que el “modelo soviético” tuvo gran éxito para imponerse en su área de influencia del este europeo, en otros países, pese a las pretensiones hegemonistas soviéticas, encontramos versiones diferentes de lo que se ha llamado como “socialismo” y que, como en el caso de los países asiáticos, corresponden a un esquema propio (aunque no hay que olvidar que en Europa estuvieron los casos “heterodoxos” de Yugoslavia y Albania).

Un fenómeno mundial

Rebeliones y revueltas, guerras y revoluciones, guerrillas y luchas electorales, huelgas y manifestaciones, líderes populares e importantes teóricos sociales, partidos políticos y sindicatos, historias de persecución y de cárcel, experiencias parlamentarias y de mando del poder estatal, traiciones y purgas, secuestros y asesinatos, todo esto y más en lo que se vieron envueltos los comunistas, tiene un marco concreto de realización nacional, señalado por el tiempo y el espacio específico en que se desarrolló. Por tanto, no puede abordarse su reconstrucción como si se tratase de una historia única, aunque existan no pocos elementos comunes que lo provoquen, sin tomar en cuenta, también, tantas historias como países y regiones, tantas experiencias como hombres y mujeres que dieron su vida por el ideal en el que creyeron.

Sin duda, uno de los problemas más complejos que plantea la experiencia de este movimiento es la permanente tensión entre lo que valoraron tanto los comunistas: el llamado “internacionalismo proletario”, por una parte y, por la otra, el compromiso y los intereses propiamente nacionales.

Resulta relativamente fácil reducir todo el análisis, como algunos críticos lo han hecho, a los vínculos de dependencia de los comunistas y sus partidos al poder soviético. De tal forma que, en las más vulgares interpretaciones, el comunismo resulta un proyecto exportado, carente de arraigo nacional y de razón de ser más allá de las fronteras rusas, en el que, por tanto, cada uno de sus integrantes no es más que la punta de los largos tentáculos del Estado soviético. En correspondencia con esa visión, durante la llamada “guerra fría” y especialmente en el periodo conocido en Estados Unidos como macarthismo, la persecución de los comunistas tuvo la connotación de lucha contra el espionaje y la traición a la patria.

Sin embargo, aun teniendo presente la deformación hegemonista y monolítica que dio al partido de la Unión Soviética el papel de centro nuclear del grueso de los comunistas del mundo entero, lo cierto es que existió una gran complejidad en el nexo establecido entre los ámbitos nacionales –y en no pocas ocasiones, regionales–, por una parte, y el internacional, por la otra, incluso antes de la expresa independencia política adquirida por varios de los más importantes partidos comunistas de occidente. Aún más complicado aparece el asunto al analizar la confrontación que se presenta entre la lógica de Estado, que dominaba ese nivel internacional y cuyo protagonista principal era la Unión Soviética y su campo de influencia en los estados de Europa oriental, y la lógica revolucionaria, incluso movimientista que imperaba, por ejemplo, en partidos comunistas de varios países latinoamericanos. En términos generales, la dificultad de congeniar la defensa y conservación de un determinado poder (un poder ciertamente acosado por las potencias capitalistas), así como los compromisos internacionales que eso acarreaba, con la lucha por transformar la sociedad en la que estaban empeñados, llevó a los comunistas a situaciones por demás dramáticas, como nos lo recuerdan los acontecimientos de España durante la guerra civil, el pacto de Stalin con Hitler en 1939 y los acuerdos de aquél con los Aliados, al concluir la Segunda Guerra Mundial.

No hay duda de que de esa compleja historia que atraviesa al comunismo del siglo XX que, dicha en pocas palabras, va de la idea de la revolución que emanciparía a la humanidad a una específica y cruda realidad, al hecho práctico que durante décadas y hasta su fracaso tuvieron que enfrentar hombres y mujeres de carne y hueso, ofrece una enorme cantidad de experiencias y enseñanzas que aún hay que desentrañar.

No son las aquí señaladas, ciertamente, las únicas distinciones necesarias para tal empresa, sin embrago, sólo a partir de ellas podremos liberar de las ataduras ideológicas y los maniqueísmos actuales el estudio sobre la obra y el legado de los comunistas.

Bibliografía:

Agosti, Aldo, Bandieri rosse. Un profilo storico dei comunismo europei, Editori Riuniti, Roma, 1999.

Arendt, Hanna, Los orígenes del totalitarismo, Taurus, México, 2004.

Bahro, Rudolf, La alternativa. Contribución a la crítica del socialismo realmente existente, Alianza Editorial, Madrid, 1979

Concheiro, Elvira, “El comunismo del Siglo XX”, en CEIICH, Jornadas de Investigación 2004, CEIICH-UNAM, México, 2005.

_____, “El comunismo del siglo XX: una memoria en disputa”, en prensa.

Dreyfus, Michel, Bruno Groppo, Claudio Ingerflom, Roland Lew, Claude Pennetier, Bernard Pudal, Serge Wolikow, (dir.), Le siécle des communismes, Éditions de l’Atelier / Éditions Ouvrières, Paris, 2004 [1re. édition 2000].

Hegedüs, András, Socialismo y burocracia, Península, Barcelona, 1979.

Hobsbawm, Eric, Historia del Siglo XX, Crítica Grijalbo Mondadori, México, 1995.

Lewin, Moshe, Le siécle soviétique, Fayard-Le Monde Diplomatique, Paris, 2003.

Adam, Schaff, El comunismo en la encrucijada, Crítica Grijalbo, Barcelona, 1983.

Volkogónov, Dimitri, El verdadero Lenin, Anaya & Mario Muchnik, Madrid, 1996.

  • Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, unam.

[1] El historiador inglés Eric Hobsbawm, llama al siglo XX el “siglo corto” pues para él, en términos históricos, da inicio con la Primera Guerra Mundial y concluye con la llamada caída del Muro de Berlín en 1989, como símbolo del proceso que terminaría destruyendo los regímenes del llamado “socialismo real” y disolvería a la propia Unión Soviética, cf. Hobsbawm, 1995.

[2] Como ejemplo podemos citar a Dimitri Volkogónov, viejo general comunista, director del Instituto de Historia Militar, quien con el ascenso de Yeltsin al poder quedó a cargo del control y apertura de los archivos históricos del Estado y del partido comunista (que guardan documentación del PCUS, de la IC y de la KGB). Al poco tiempo de ser el único que tenía pleno acceso a los documentos ahí resguardados, Volkogónov escribió dos libros que se sumaron al que había escrito ya en 1988 sobre Stalin, uno sobre Trotsky y el citado sobre Lenin, en los que aparece ese intento de nueva versión oficial de los procesos que protagonizaron estos líderes rusos, cf. Volkogónov, 1996.

[3] Arendt, 2004.

[4] Agosti, 1999; LEWIN, 2003; Dreyfus, 2004.

[5] Concheiro, 2004.

[6] Concheiro, en prensa.

[7] Entre estos últimos, es obligado destacar la obra de Adam Schaff, András Hegedüs y Rudolf Bahro, cf. Schaff, 1983; Hegedüs, 1979; Bahro, 1979.

[8] Durante la primera mitad del siglo XIX, el nombre de comunista designaba a diversos grupos de trabajadores que actuaban, principalmente, en forma conspirativa. Uno de ellos, la Liga de los Justicieros, integrada en su mayor parte por exiliados alemanes, adoptó en 1847 el nombre de Liga de los Comunistas. En el documento fundamental, encargado por esta organización a Marx y Engels, el cual titularon Manifiesto del Partido Comunista, el término comunista se refiere a un amplio movimiento teórico-político que se expresa más allá de las organizaciones concretas. Tras la revolución de 1848, los cartistas de Inglaterra, los blanquistas de Francia y los seguidores de Marx y Engels de la Liga de los Comunistas, formaron una efímera organización a la que denominaron Liga Universal de los Comunistas Revolucionarios. Después de ello, el término entró en cierto desuso. La Primera Internacional adoptó el genérico nombre de Asociación Internacional de Trabajadores y los partidos y corrientes que en ésta confluyeron o se formaron utilizaron principalmente los términos obrero y socialdemócrata para nombrarse.

Hoy más que nunca se requiere de una alianza por el cambio y la gobernabilidad…

Hoy más que nunca se requiere de una alianza por el cambio y la gobernabilidad…

Última actualización: 17 DE NOVIEMBRE DE 2014 12:31 | por Mauricio Funes/Expresidente de El Salvador

Inicio esta reflexión formulando una pregunta: De dónde proviene el odio visceral de la derecha oligárquica hacia la pasada gestión presidencial?

Luis Verdi, ex asesor político y de comunicaciones de la Presidencia de la República hasta el 2013, destaca en una reciente entrevista a Diario La Pagina un aspecto poco analizado y también poco debatido en el país.

Según Verdi, la Presidencia Funes marcó un punto de inflexión en el país al iniciar un proceso de desmontaje del aparato de dominación que la derecha oligárquica construyó a lo largo de décadas y concretó en las primeras administraciones areneras.

No cabe duda que bajo la Presidencia anterior se inició un conjunto de transformaciones, no sólo a nivel del sistema económico y social del país, sino también en la forma de hacer política, que acabaron restándole poder a la derecha oligárquica y afectando sus intereses.

En buenas cuentas, la Derecha Oligárquica perdió control sobre el gobierno y su poder de veto en la formulación de las políticas públicas.

La construcción de un Sistema de Protección Social, empujado desde el Ejecutivo y garantizado con la aprobación casi al final del período de la Ley de Desarrollo Social, no sólo ha permitido reducir la pobreza y la desigualdad social, tal como lo registra la CEPAL en su informe de hace un año, sino que también provocó una reorientación del Estado que había dejado de atender las necesidades sociales más sentidas por la población, especialmente, la más pobre del país.

Por más de tres décadas, el Estado había sido literalmente “tomado” por la derecha oligárquica para beneficio propio.

Los pocos instrumentos de incidencia que le iban quedando al aparato de estado, esta derecha los orientó a la satisfacción de sus intereses, utilizando el control que desde el partido ARENA podía tener sobre el Ejecutivo.

Así es como hay que entender los procesos de privatización iniciados desde el gobierno de Cristiani. Y así hay que entender también los nombramientos en las principales secretarías y ministerios del ejecutivo en los gobiernos areneros.

De ese proceso sobran ejemplos: la creación de un fondo estatal de saneamiento previo a la venta de los bancos que estaban en manos del gobierno y que permitió a sus compradores recuperar en poco tiempo el capital invertido; el diseño y aprobación de leyes que le aseguraron a unos cuantos grupos empresariales del país servirse con la cuchara más grande en casi todos los procesos de privatización, sobre todo con la Banca; la creación de fideicomisos y estímulos fiscales manejados en forma discrecional por los funcionarios a fin de favorecer a empresas cercanas al gobierno y vinculadas a importantes grupos empresariales salvadoreños; el reciclaje de funcionarios que una vez terminado el período presidencial pasaban a convertirse en empleados o ejecutivos de las empresas favorecidas por el gobierno; etc.

Incluso, como parte de esta misma concepción patrimonialista del Estado, hasta hubo un Ministro de Economía que promovió beneficios arancelarios para la empresa de su grupo familiar.

Después de 20 años, el gobierno que inició en el 2009 empezó con el desmontaje de todos esos privilegios, comenzando con el nombramiento de funcionarios que no tenían ninguna relación, ni política ni económica, con estos grupos empresariales.

Dedicamos la mayor parte de la gestión gubernamental a reducir las vulnerabilidades de las familias pobres, ya que mientras estas carencias siguieran existiendo difícilmente podía arrancar un proceso sostenido de reactivación del aparato productivo del país que además de dinámico fuera incluyente.

Ese fue y continúa siendo el sentido de los Programas Sociales iniciados hace cinco años: los paquetes escolares, la pensión básica universal, los subsidios para enfrentar el incremento en los precios de los servicios básicos, la Reforma de Salud, Ciudad Mujer, entre otros.

Casi al cierre de la gestión, sobre todo en el último año de gobierno, pusimos el acento en dos procesos fraudulentos fraguados desde la Presidencia de la República en el quinquenio de Flores: el desvío de recursos de la cooperación de China- Taiwan y la amañada venta de una parte de las acciones de la geotérmica nacional al conglomerado italiano ENEL, sin autorización de la Asamblea Legislativa.

La investigación de ambos procesos, primero por la Asamblea Legislativa y luego por la Fiscalía General de la República, puso al descubierto un estilo de gobierno que hasta ese momento sólo había favorecido a unos cuantos empresarios y funcionarios de gobierno en detrimento de las grades mayorías de nuestro país.

Bajo los gobiernos de ARENA, el Estado fue desmontado y lo que quedó de él fue utilizado para construir un sistema económico oligárquico que a pesar de su apariencia de modernidad no ha podido dinamizar la economía del país y menos reducir las graves desigualdades sociales.

Al acabarse esta forma de ejercicio público y este control de las instituciones del Estado, al menos del Ejecutivo, comenzó a reducirse también el sistema de privilegios construído en décadas anteriores.

Es justamente este “cambio estructural” el que no perdona la derecha oligárquica en ARENA. Eso es lo que explica además la magnitud de su reacción y de su revancha.

Sin embargo, la derecha oligárquica solo ha sido golpeada.

A pesar de los cambios ocurridos en el quinquenio anterior, aún conserva un enorme poder de influencia que le permite articular una estrategia orientada a recuperar este viejo esquema de privilegios empujado desde el Ejecutivo.

No tengo la menor duda que el asalto al poder del Estado por la derecha oligárquica comenzará con las elecciones del 2015 y se concretará, si no lo evitamos, en las elecciones presidenciales del 2019.

La campaña difamatoria personal casi al final de mi mandato y aún ahora después de varios meses de haber entregado la Presidencia, no es más que un eslabón de una cadena de acciones y reacciones que la maquinaria partidaria de ARENA ha desplegado con el propósito de recuperar el control del Ejecutivo.

No lograron conseguirlo en las pasadas elecciones presidenciales porque no tenían las alianzas necesarias, sobre todo en la Asamblea Legislativa, que les permitiera hacerse del poder.

La presencia dominante en las Redes Sociales, el control de una buena parte de las organizaciones de la sociedad civil, la influencia determinante en la mayoría de Medios de Comunicación Social, el control de las decisiones de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, y todo el dinero del mundo invertido en la campaña electoral, no fue suficiente para que la derecha oligárquica ganara de nuevo el control del Gobierno en el 2014.

La estrategia ahora es más clara y definida que antes.

Esta derecha buscará una correlación de fuerzas en la próxima legislatura que le permita al menos dos propósitos: uno, obstaculizar al gobierno del Presidente Sánchez Cerén para obligarle a negociar virajes importantes en la gestión gubernamental y dos, legislar en beneficio de sus intereses corporativos.

La parálisis del gobierno no es una estrategia exclusiva de la derecha criolla. El cierre del Gobierno ya ha sido también anunciado por la oposición republicana en Estados Unidos si el Presidente Obama se atreve a tomar decisiones ejecutivas en relación al controversial tema migratorio.

Pero cómo dicen “ Guerra anunciada no mata soldado…”

Las fuerzas y partidos progresistas y democráticos debemos trabajar desde ya en las construcción de una alianza por los cambios en el país que permita incidir en los resultados electorales del 2015 y asegurar la influencia en un órgano del Estado estratégico como es la Asamblea Legislativa.

Una Alianza para el Cambio que permita la construcción de una Alianza para la Gobernabilidad y que evite la involución de un proceso iniciado en el 2009.

La posibilidad que este segundo gobierno de izquierda funcione está estrechamente vinculada a las decisiones que tome la legislatura, tanto la actual en los meses que le quedan como la que se elegirá en Marzo del 2015.

Si algo permitió que en la pasada gestión de gobierno los Programas Sociales fueran implementados y ejecutados con éxito es que siempre contaron con el financiamiento necesario, que sólo fue posible por la construcción de una relación armoniosa con diferentes fuerzas políticas en la Asamblea, además de la alianza del gobierno con el FMLN que marcó a toda la gestión presidencial.

Desde el gobierno se construyó una alianza con diferentes fracciones parlamentarias que se tradujo en un escenario de gobernabilidad, sin el cual los cambios en el sistema oligárquico heredado no habrían avanzado.

Sin embargo, a juzgar por las votaciones legislativas de los últimos meses bajo el gobierno del Presidente Sánchez Cerén, la continuidad de estos cambios no sólo no está garantizada sino que hay una clara amenaza que se cierne sobre ellos.

El FMLN y las fuerzas progresistas y democráticas del país, incluyendo las que tienen representación legislativa, deben construir desde ya una Alianza por la Gobernabilidad, que le conceda estabilidad al proceso y permita el funcionamiento eficiente y eficaz del gobierno en los años que siguen.

El país nada gana con la paralización y fracaso del gobierno actual. Los únicos que obtienen una ganancia mezquina son áquellos que apuestan al desgaste del gobierno de Sánchez Cerén para hacerse con el poder total en las consultas electorales de aquí al 2019.

El gobierno de Sánchez Cerén y la bancada del FMLN debe actuar con el mismo pragmatismo con el que se actuó en el gobierno anterior y que permitió construir las alianzas necesarias para enfrentar a la oposición oligárquica.

Ese pragmatismo le permitió al gobierno contar con un Presupuesto aprobado antes del inicio de cada ejercicio fiscal y con los préstamos internacionales, sin los cuales el crecimiento económico y los programas sociales no habrían tenido el financiamiento necesario.

Ese pragmatismo permitió además incidir en las negociaciones legislativas que hicieron posible la elección de Fiscal General, Magistrados de Corte de Cuentas y Magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

En buenas cuentas, el Estado funcionó, no se paralizó, y en virtud de ello se comenzaron a resolver los graves problemas del país y hubo un avance indiscutible de la institucionalidad democrática.

La predicción apocalíptica de la derecha oligárquica de que el país entraría en crisis y caería al abismo a partir del 2009 no se cumplió.

Hoy de nuevo, en una reedición de esta visión catastrofista, la derecha oligárquica quiere hacernos creer que el país no tiene rumbo y que para “salvarlo” de la crisis que se avecina es necesario contar con más diputados que respondan a sus intereses.

El control de la mayoría simple es fundamental para esta derecha que apuesta a “trabarle” las carretas al gobierno de modo de provocar su desgaste y posterior fracaso.

La falacia de los “rostros nuevos” y las posibilidades que les abre el voto cruzado para colocar en la Asamblea Legislativa sus alfiles, apoyados por una intensa campaña publicitaria en la que no escatimarán recursos, constituye la punta de lanza de la nueva ofensiva electoral emprendida por los tradicionales grupos oligárquicos.

La única forma de derrotarlos es construyendo una Alianza por la gobernabilidad entre partidos progresistas y democráticos y proponiendo candidatos independientes respaldados por fuerzas sociales que defienden los cambios y que ya dentro de la Asamblea Legislativa pueden sumar voluntades para reducir el poder del sistema oligárquico y hacer avanzar la democracia y el desarrollo económico y social de nuestro país.

A la par de esta Alianza, desde la trinchera periodística, es fundamental además contar con una mirada diferente a la de la oligarquía.

La mayoría de Medios de Comunicación en el país responden a los intereses de esta derecha, la que se esmera porque en sus agendas periodísticas predomine la visión que ella tiene de la realidad.

Son pocos los Medios de Comunicación que promueven el pluralismo y dan cobertura a visiones alternativas de lo que está ocurriendo en nuestro país y el mundo entero.

El debate sobre el pluralismo en la Prensa no puede reducirse a la existencia de una prensa de oposición. No es lo mismo ser independiente y ser de oposición.

A este debate pueden contribuir las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información.

Así como las fuerzas políticas y sociales progresistas y democráticas están obligadas a construir una alianza por la gobernabilidad, debemos también promover la creación de un nuevo polo mediático, una especie de “tercera vía” en los Medios de Comunicación, de naturaleza alternativa, que conceda el derecho a opinar a los que históricamente no han tenido voz en nuestro país.

Hoy más que nunca tiene vigencia en el país aquel llamado profético de nuestro Obispo Mártir: hay que darle voz a los que no tienen voz…

La independencia americana Estado, revolución y lucha de clases

La independencia americana Estado, revolución y lucha de clases
Caviasca, Guillermo (2010), “La independencia americana. Estado, revolución y lucha de clases”. En Caviasca, G., La guerra de la Independencia. Una revolución posible. Buenos Aires, Cooperativa Gráfica El Río Suena.

Hace doscientos años, en 1810, con pequeñas variaciones temporales de acuerdo a la región, surgieron en las entonces colonias españolas de América una cantidad de juntas de gobierno autónomas. Estas juntas aparecen en el relato histórico como hitos fundamentales del inicio de la independencia política de los actuales países latinoamericanos. Pero este es el único punto de acuerdo general entre todos, gente común, especialistas y diferentes tendencias ideológicas. A partir de esta constatación la cosa se pone más difícil.

Cuando pensamos en ese periodo ¿Se puede hablar de “revolución” en el sentido fuerte de transición de un tipo de sociedad hacia otro diferente? ¿Fue un proceso americano o diferentes procesos locales? ¿Existieron luchas políticas que expresaban diferentes modelos nacionales o solo luchas de facción intra-élite? ¿Hubo protagonismo popular o solo clientelas? ¿Existía una nación americana o múltiples naciones? ¿La nación o naciones son previas o fueron construcciones posteriores? Y finalmente ¿se puede hablar de nación para las comunidades americanas o estas son solo proyectos superpuestos sobre identidades fraccionadas y diversas?

En este artículo presentaremos algunas hipótesis sobre la cuestión nacional para el caso latinoamericano en el proceso de independencia y construcción de Estados-nación. Lo abordaremos desde la perspectiva de las clases oprimidas y especialmente veremos que posibilidades ofreció la lucha nacional a las mismas. En relación con esto veremos que aportes de la teoría revolucionaria originada en Marx permiten abordar estos temas y que elementos novedosos presentó la formación social americana y las luchas desarrolladas en ella que obligaron a nuevas formas de pensar esta realidad para el marxismo revolucionario.

No fue mucho lo que los iniciadores del materialismo histórico y dialéctico dijeron de América latina. Varias razones fueron determinantes de esta ausencia en sus densos y numerosos escritos. Primero, que entre 1840 y 1880 periodo del desarrollo intelectual de Marx y Engels los nacientes países estaban aún en formación, eran sociedades con múltiples rasgos feudales, dominadas por clases de hacendados señoriales y algunos enclaves exportadores de materias primas. Aún la Argentina, donde hacia 1880 una burguesía terrateniente había consolidado su dominio sobre el Estado y sobre el territorio, no debía ser atractiva para que los teóricos de la revolución proletaria pusieran su atención en ella. Segundo, porque tanto Marx como Engels eran hombres de su tiempo, “ni omnipresentes, ni omnisapientes” cualidad que los hombres reservan solo a los dioses. Y en su tiempo la idea de progreso técnico y racional mostraba a Europa (y los EEUU) como lo más avanzado de la humanidad y por lo tanto lo mas cercano al socialismo como siguiente etapa en la evolución de la misma.

Pese a ello Marx planteaba claramente, hacia el final de su vida, que las hipótesis de desarrollo del capitalismo o transición al socialismo que son presentadas en su obra parten del estudio de las formaciones sociales concretas de Europa occidental y que en sociedades de historia diferente pueden darse caminos originales1. Y afirmaba que, para pensar la revolución en formaciones sociales diferentes a la europea occidental, debía agudizarse el estudio de las mismas. “He restringido expresamente la «fatalidad histórica» de este movimiento (sucesión de modos de producción: esclavitud – feudalismo – capitalismo – socialismo) a los países de Europa Occidental” precisaba Marx y agregaba que, “en Rusia, gracias a una combinación única de las circunstancias, la comunidad rural, que existe aún a escala nacional, puede deshacerse gradualmente de sus caracteres primitivos y desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva a escala nacional”[2]. Remitiéndose a El Capital detallaba que la concentración de la pequeña propiedad individual (burguesa) en gran propiedad es el camino que se dio en Inglaterra y se estaba dando en Europa occidental. Diferenciándolo del camino ruso en el que, aún en su génesis capitalista, partía de grandes concentraciones de capital que en occidente habían tardado siglos en evolucionar.
Así como para Rusia, vemos que en la extensa obra de los creadores del materialismo histórico, existen análisis y reflexiones sobre otras sociedades no europeo occidentales y también otros tiempos pasados. Por eso podemos tomar nota de que Latinoamérica no haya entrado entre sus lugares de interés. Más aún, podía haber sido pertinente, desde el punto de vista analítico, el caso latinoamericano ya que, la revolución burguesa con sus facetas política, económica y filosófica, fue la que inspiró el pensamiento revolucionario independentista sobre el futuro de la sociedad. Y ésta revolución fue un proceso en el que la lucha por la independencia americana (incluyendo la de los EEUU) fue parte. Esto se hacía evidente en el discurso de los principales revolucionarios, para mencionar solo algunos de nuestro Cono Sur, Moreno, Artigas, San Martín eran claramente hombres de la revolución burguesa, inspiraban muchas de sus concepciones y apoyaban sus proyectos e ideas en los ejemplos franceses, ingleses o norteamericanos, en lo que tenían de emancipadores.

Quizás, el periodo que mencionamos de formación y desarrollo del pensamiento de Marx y Engels (1840-1880), coincidió con la poco interesante deriva que tomaron las fraccionadas repúblicas hispanoamericanas y el Imperio esclavista del Brasil. Esa “mediocre metamorfosis” como José Mariátegui3 sintetizó la transformación con que las antiguas clases dominantes feudales o señoriales se acomodaron al nuevo orden para preservar sus privilegios sociales (y con ellos el atraso) y relacionarse beneficiosamente con la nueva metrópoli capitalista inglesa. Es entonces posible que para Marx, Engels y los primeros marxistas europeos el estudio de luchas y proyectos independentistas más avanzados, presentados por los patriotas de las primeras décadas, no les hubiese parecido importante de encarar. Es lógico que para pensar la revolución obrera en Europa, que en su contemporaneidad les aparecía como un desafío palpable, estudiar procesos que quedaron en pañales no fuera necesario.

Igualmente tres fueron los principales trabajos en los que Marx habla de nuestro continente. Un desafortunado escrito sobre Bolívar, una serie de artículos mucho más valiosos sobre la revolución en España y una apartado del capítulo sobre la acumulación originaria en El capital. En los dos últimos América latina es analizada subsidiariamente a un proceso más general. Pero en La revolución en España aparece una idea más amplia y original, del posible desarrollo de una revolución burguesa no calcada de la experiencia francesa o inglesa. Por un lado América aparece como factor de retaso de la revolución burguesa en la península al posibilitar una renta parasitaria a la clase aristocrática peninsular. Pero, por otro, el juntismo es visto por Marx como una expresión genuinamente española de revolución popular y progresista. En este sentido el juntismo americano debe ser visto como del mismo signo pero con condicionantes distintos. Si las Juntas eran la forma en que la revolución burguesa intentó su aparición en España ¿Qué expresaban en las colonias?

En este sentido según Carlos Marx “…una minoría activa e influyente consideró el levantamiento popular contra la invasión francesa como señal para la regeneración política y social de España. Esta minoría estaba formada por habitantes de las ciudades portuarias y comerciales (…) y elementos mas cultivados de las clases altas y medias…”[4]. Como vemos esta definición puede extenderse hacia puertos coloniales como el de Buenos Aires o Caracas. Todas las juntas desde las primeras en 1809 en Alto Perú expresan esa “forma nacional” con que el proceso de revolución burguesa se dio en el Imperio español. Las forman los grupos más dinámicos de las sociedades locales y se sostienen sólo donde la relación de fuerzas permite que la balanza se incline hacia los revolucionarios. Esa característica “nacional” de las juntas se ve también en sus influencias ideológicas. Ya que no es solo la ilustración francesa o la economía política inglesa la que aparece entre las ideas de nuestros juntistas, sino la ilustración católica española y la tradición política propiamente hispánica, con los conceptos de retroversión de soberanía, pueblos como cuerpo de vecinos y las mismas juntas. De la misma forma en que Marx ve claramente las posibilidades de un proceso de revolución burguesa nacional en España, nosotros lo expendemos para nuestro continente ya que el imperio español era una unidad jurídica y, en el plano de las elites que desataron el proceso juntista, una unidad cultural. Pero desde los inicios de la revolución, los americanos esbozaron una ideología revolucionaria propia con aportes diversos, superando a sus pares peninsulares. Pronto abordaron el desafío dar el gran salto hacia la construcción de una nación moderna, independiente y desarrollada “independiente de toda dominación extranjera” recalcan las actas de independencia no por casualidad. Y si bien reconocían las virtudes de la nueva economía y la existencia de una potencia que estaba a la cabeza en ese plano, pensaban en que la influencia de la nueva metrópoli imperial británica no definiera lo central de nuestro desarrollo.

Debemos destacar, en el mismo sentido que San Martín como continuador de los planes independentistas, había formado parte del ejército español. Y que en el ejército peninsular existía una fuerte corriente que adhería a las ideas liberales5. Con la derrota de las juntas españolas fueron derrotadas estas ideas en la península. La plena ocupación de España por Napoleón dejó en manos del Consejo de regencia (organismo de la aristocracia parasitaria) el comando de la resistencia. Fue en ese momento que San Martín se embarco para el Río de la Plata, después de pasar por Londres (donde afinaría su proyecto y los contactos con los logistas que se organizaban para la emancipación americana). En América continuó la lucha, entonces transformada en guerra nacional, construyendo la fuerza militar necesaria para inclinar la balanza definitivamente hacia el lado de los revolucionarios.
Y así podemos ver como, después del año 1815 con la restauración reaccionaria vencedora en toda Europa, paradójicamente el vuelco de las armas en América fue para los rebeldes. También es claro en este planteo como la apelación a cambios sociales que permitieran movilizar a las masas populares en los ejércitos independentistas era una condición de victoria. Que la revolución debía pasar de ser una declaración de doctores, comerciantes, clérigos y hacendados progresistas a ser una cuestión de masas era condición de victoria. Cuestión que fue clara en la guerra que se libró en el norte argentino y la actual Bolivia (una guerra que forma parte de un mismo proceso y que la historiografía se ocupo de desvincular) y que permitió frenar al las fuerzas restauradoras españolas (y criollas) en una línea aproximada de lo que hoy es el norte argentino. También la participación de las masas fue fundamental en el sitio de la base española de Montevideo o la formación del ejército de Los Andes. Pero, esta necesidad de participación popular, aparece aún mas destacada en las dos grandes etapas de la lucha de Simón Bolívar en el norte de América del sur6.
En el proceso artiguista o el salteño, la presencia de las masas va tiñendo la práctica de la conducción política militar de Artigas y Guemes. Esto se nota más aún en el odio que le profesaban sus enemigos oligarcas, terratenientes y grandes comerciantes. En el caso de Artigas un programa político agrario e institucional nos fue legado como afirmación concreta de esta influencia de las masas. Pero el caso más notorio fue sin dudas en Bolivariano. El cambio de política respecto de las clases populares al inicio de la campaña que llevaría sus armas hasta la victoria final, fue radical.
Pero siguiendo la hipótesis marxiana “Mientras se trató de la común defensa del país los dos grandes elementos constitutivos del partido nacional (reformistas y conservadores) permanecieron en completa unión. Su antagonismo reapareció cuando se encontraron reunidos en las cortes”[7] allí el sector conservador impuso la convocatoria al consejo real y, con este en ejercicio, se abolieron todas las medidas reformistas mediante el disciplinamiento de las juntas provinciales; esto debilitaría la base popular de la resistencia y llevó a la derrota “La junta central fracasó en la defensa de su país porque fracasó en su misión revolucionaria”[8]. Entonces vemos como la guerra de independencia nacional española encerraba en su interior, dialécticamente relacionada, una guerra civil por la transformación estructural del imperio. Esta lucha se daba de forma paralela en las colonias americanas, con la derrota de la fracción progresista en España los grupos rebeldes de América solo pueden reafirmar su voluntad de independencia total. Proclamaba San Martín en Perú en el año 1820 en un manifiesto dirigido a los oficiales liberales españoles “La revolución en España es de la misma naturaleza que la nuestra, ambas tiene la libertad por objeto y la opresión por causa (…) Pero la América no puede contemplar la constitución española sino como un medio fraudulento de mantener en ella el sistema colonial (…) Ningún beneficio podemos esperar de un código formado a dosmil leguas de distancia sin la intervención de nuestros representantes”[9]. Aquí San Martín les recuerda a los oficiales peninsulares la polémica que los delegados americanos ya habían planteado diez años antes: aún los liberales españoles no contemplan a America como igual sino como colonia y los criollos ya no pueden admitir eso.
Como dijo Marx para España, en América, el alejamiento del peligro español plateó en forma dramática las diferencias políticas entre los diferentes grupos de la elite independentista. Que tipo de Estado construir y como hacerlo legítimo, como estructurar un sistema de derechos y obligaciones y hacerlo aceptar por todos y como estructurar las relaciones económicas internas y con las potencias exteriores, fueron preguntas que encontraron respuestas diferentes, de diferente contenido social y que llevaron a enfrentamientos definitivos. En el Río de la plata, la amenaza externa paso a ser vista muy lejana mucho antes y una alianza entre comerciantes y terratenientes exportadores sentó las bases de un proyecto político destinado a tener futuro: el del partido liberal probritánico.
Pero volviendo al pensamiento original de Marx y Engels, como decíamos más arriba hacia los inicios de su elaboración teórica sus escritos fueron claramente negativos respecto de los pueblos externos a los que era el centro capitalista de entonces. Los escritos de Engels sobre México de 1849 son casi una apología imperial “los enérgicos yanquis desarrollarán California mejor y más rápidamente de lo que hubieran podido o querido hacerlo los perezosos mexicanos…”. La categoría “pereza” se repite, como en el análisis de Marx sobre Bolívar en 1859. Nota bioligisista si la hay y sin dudas parte del clima intelectual europeo de entonces. En el mismo sentido en 1953 y en el mismo periódico yanqui en el que escribió sobre Bolivar, Marx desarrolló su tesis positivista sobre los beneficios del imperialismo ingles en la India. “Inglaterra fue el instrumento inconsciente de la historia al realizar dicha revolución (la eliminación de las antiguas formas de trabajo y propiedad y la irrupción del capitalismo) ¿Quién lamenta los estragos, si los frutos son placeres?” Y en otro artículo desarrolla: “Si introducís (mediante conquista) las máquinas en el sistema de locomoción de un país que posee hierro y carbón, ya no podes impedir que ese país fabrique dichas máquinas (…) el sistema ferroviario se convertirá por lo tanto en la India, en el verdadero precursor de la industria moderna”[10]. Proposición verdaderamente ingenua, que podríamos refutar sin muchas explicaciones con el ejemplo de nuestro país, si no fuera que la India le demostró en el muy corto plazo, al mismo Marx, lo completo de su error.
Pero como vimos, en su más riguroso estudio sobre la revolución en España, Marx deja entrever líneas para un análisis diferente: concebir el progreso mediante el desarrollo de las contradicciones internas de la formación social y no por conquista o (exclusiva) influencia externa. Allí podemos observar cuestiones que después serán más desarrolladas por Mariátegui para el marxismo en nuestro continente, como la “traducción” de las ideas ilustradas a la realidad nacional. Pero podemos encontrar una tesis que creemos nosotros será fundamental en el cambio de posición de los fundadores del marxismo sobre le problema colonial: la idea de que las colonias eran la causa del atraso de España y el freno a su revolución.
Por eso en 1969 le escribió a Engels “…durante mucho tiempo creí que sería posible derrocar al régimen irlandés por el ascendiente de la clase obrera inglesa. Siempre expresé este punto de vista en el New York Tribune. Pero un estudio más profundo me ha convencido de lo contrario. La clase obrera inglesa nunca hará nada mientras no se libere de Irlanda. La palanca debe aplicarse en Irlanda…”[11]. Y mucho más tarde, con el imperialismo desplegándose ante sus ojos Federico Engels extendió en juicio de Marx a todo el sistema imperialista en desarrollo: “Inglaterra estaba llamada a convertirse en el “taller del mundo”. Los otros países debían ser para ella lo que Irlanda, mercados de venta para sus productos industriales y fuentes de materias primas y víveres…”[12]
Interesantes y embrionarios planteos de los fundadores del materialismo histórico. Aunque no hacen referencia a América, invitaban a reflexionar sobre el supuesto rol progresivo del capital extranjero en los países del “tercer mundo”. Ideas que muy pocos se preocuparon en desarrollar. De esta forma la interpretación de la historia en nuestro país quedó reducida a una disputa entre liberales apologistas del progreso y del orden impuesto por la entente entre la oligarquía y el capital inglés vs. nacionalistas reaccionarios que añoraban el supuesto orden de un pasado idílico hispánico. Ni siquiera dos de los exponentes más lúcidos del marxismo historiográfico como Milciades Peña y Rodolfo Puiggros pudieron zafar de esta dicotomía en el análisis de nuestro siglo XIX. A pesar de sus demoledoras críticas a la oligarquía terrateniente sus trabajos no dejan lugar a alternativas. Sea como “visión trágica” en Peña o como aceptación de que el imperialismo inglés fue la forma en que Argentina entró a la modernidad en Puiggros. Sin dudas el revisionismo de izquierda intentó a través del rescate de los caudillos, de Artigas o aún de Rosas elaborar una historia donde los oprimidos tuvieran alguna alternativa, pero en general se quedaron a nivel de polémica, de interpretaciones forzadas, demasiado atados a la reivindicación de individuos y liderazgos13 o en la búsqueda de profecías auto cumplidas14. Una vía de crítica mariateguista a la historia de nuestra república independiente recién esta por escribirse.

Estado y revolución. Interpretación de nuestra independencia

No es nuestra intención ignorar que las condiciones de América latina para el desarrollo de la revolución burguesa no eran las consideradas necesarias. Pero, como es nuestra intención escapar a toda visión determinista de la historia, discutimos la idea de que la historia sucedió de la única forma que podía suceder y que las etapas de desarrollo del capitalismo en nuestro país estaban destinadas a ser como fueron. Partimos para ello de que la estructura y la superestructura están íntimamente relacionadas y es en cierto punto artificial, y que la acción de los hombres es fundamental (dialéctica) con las determinaciones estructurales. Los procesos de revoluciones políticas son “momentos” durante los cuales una nueva clase avanza en la consolidación de su hegemonía sobre le conjunto social. Es el momento de la toma del poder político, de la construcción de un tipo de Estado como herramienta para la consolidación de la nueva sociedad. La principal impugnación a las revolución americana parte de esta pregunta ¿Qué clase burguesa había en la América latina en condiciones de asumir ese rol?
No podemos hablar de una burguesía manufacturera lo suficientemente fuerte para encabezar el proceso emancipatorio y darle un claro contenido nacional, burgués e independiente. Los propietarios rurales eran la clase propietaria local en condiciones de perfilarse como dominantes de las nuevas naciones independizadas. Pero, indudablemente, la confluencia de intereses entre una masa de población rural y una elite terrateniente solo se puede dar en condiciones muy puntuales de defensa nacional; y nunca en luchas que tienen como objetivo, además, la transformación social. No es lo mismo el caso de los industriales en la relación con la masa obrera o popular, ya que (en general) en la época de las revoluciones burguesas el enemigo principal tiene su base en la propiedad territorial latifundista y privilegios políticos sustentados en ella. Sin embargo, consideramos que, la hegemonía absoluta que las oligarquías terratenientes asociadas la capital ingles alcanzaron en la segunda mitad del siglo XIX no estaba escrita en los orígenes del proceso. Por ello toda una corriente de líderes independentistas expresó más o menos orgánicamente otras posibilidades. Y las expresó en el plano de las superestructuras, de las ideas, de la legislación, de las fuerzas militares y de las peleas en torno a la “organización nacional” o sea de la forma de Estado. La reforma agraria artiguista, el Plan de operaciones de la Primera Junta de Buenos Aires, la gestión gubernativa de San Martín en el Cuyo, o (un poco más avanzado el periodo) las discusiones planteadas por el gobernador de Corrientes Ferré y (quizás por imposición de las circunstancias de aislamiento), la gestión de los López en Paraguay15.
En estos ejemplos alternativos, el centro de la construcción de la nueva sociedad, la dirección de la misma, no se encuentra en una clase, sino en el Estado (aunque quizás Ferré si exprese una clase manufacturera), en un centro político militar. El Estado movilizando recursos, concentrado hombres, poniendo límites a la influencia extranjera, favoreciendo el desarrollo de clases y dotando de ideología e identidad a la nueva sociedad. Quizás sea un poco exagerado decir que “no es una clase” la que produce estas políticas alternativas. Los doctores, generales, comerciantes y propietarios rurales, que formaron parte de estos núcleos que impulsaron proyectos independentistas alternativos (al oligárquico terrateniente subordinado al mercado mundial) eran también hombres que representaban un interés de clase. Eran hombres de la revolución burguesa. Pero, justamente, no eran la expresión “orgánica” de la clase terrateniente, como si lo fueron sus antagonistas dentro del campo patriota.
Tampoco es casualidad que aquí hayamos mencionado a ejemplos rioplatenses. Era en esta región donde la clase terrateniente señorial no se encontraba consolidada como dominante y donde la formación social oligárquico-dependiente era una tarea a construir. No bastaba solamente una mediocre metamorfosis de las viejas clases feudales, era necesario una acción política conciente y continuada que las llevara a ese lugar. Por eso nuestros patriotas más lucidos podían tener en mente la creación desde el Estado de una voluntad colectiva capaz de darle sustancia a sus proyectos. En el mismo sentido iban las ideas constitucionales manifestadas por Bolívar en sus proyectos de constitución de Bolivia de 1826 y en el decreto dictatorial de 182816.
Es interesante igualmente reflexionar sobre el devenir del pensamiento político de los revolucionarios que formaron parte del campo “Jacobino” o “liberal, nacional, popular” como Monteagudo, Belgrano, el General Guido, Manuel Moreno o el General San Martín (para mencionar algunos). No podemos incluir a Mariano Moreno (el paradigma del jacobinismo rioplatense) por que su polémica muerte no le permitió seguir protagonizando las luchas independentistas y revolucionarias siguientes. Todos fueron consecuentemente antirivadavianos, partidarios de los proyectos más amplios de independencia americana y contrarios a cualquier forma de sumisión extranjera. Pero a lo largo de su trayectoria, fueron tomando posiciones políticas que valoraban el tema del “orden” y la existencia de una autoridad central fuerte. Belgrano ya en el 20 (poco antes de morir) discusión con San Martín la posibilidad de aceptar el pedido del directorio de traer los ejércitos de la independencia a Buenos Aires para enfrentar a Artigas, Ramírez y Lopez17. La discusión ponía eje en el hartazgo del caos que impedía la existencia de un gobierno nacional. Las reflexiones de Monteagudo en Perú al abandonar el gobierno y poco antes de su muerte son aún más ilustrativas18. “Sólo un gobierno eminentemente vigoroso, capaz de deliberar sin embarazo y de ejecutar con rapidez, podrá equilibrar tan grandes desventajas (diferencias de riquezas), teniendo al menos siempre expedito el primer recurso para todas las empresas, que es la resolución. Pero si en los conflictos teme más los amagos de la democracia, que las hostilidades externas; si él no es sino un siervo de las asambleas o congresos y no una parte integrante del poder nacional; si las medidas que necesitan el voto legislativo se entorpecen por celos o se frustran por la suspicacia popular; últimamente, si en vez de encontrar el gobierno apoyo para sus planes, los demagogos fomentan contra ellos un maligno espionaje, que paraliza su curso; se hallará inferior en todo a las demás potencias con quienes tenga que batirse o negociar”. Monteagudo recalca que su “furiosa democracia” de Mártir o libre. Todos los últimos escritos de Monteagudo se esfuerzan en establecer la necesidad de un gobierno fuerte que garantice la unidad del Estado, la independencia política y evite la guerra de castas y de facciones, estableciendo un régimen fuerte a la cabeza del Estado, por “fuera” de las clases. En el mismo sentido Guido y Manuel Moreno fueron funcionarios de Rosas y son conocidas las opiniones de San Martín al respecto. La historiografía reciente solo ha constatado estas opiniones como para tender un manto de dudas sobre la real vocación popular de los líderes que identificamos como revolucionarios en la independencia. Pero nuestros historiadores no comprenden que los albores del siglo XIX no había revolución socialista posible. Que los mismos Jacobinos franceses apelaron a las masas sin ser ni pretender ser su expresión orgánica, de la misma forma que Moreno lo hizo en su Plan de operaciones. La voluntad Estatal de crear un Estado nación moderno e independiente y de crear una identidad y una cultura nacional es lo que creemos que aparecía como posible en los grupos radicales, como lo vio Marx para el caso de la revolución española. Mas abajo veremos que opinaba Mariátegui al respecto.
Creemos que los proyectos revolucionarios americanos requerían de esa voluntad estatal, popular y centralizada, (un centro político, una fuerza militar y un lugar de decisión económica). “Según la concepción materialista de la historia, el elemento determinante de la historia es en última instancia la producción y reproducción de la vida real (…) pero en el curso del desarrollo histórico de la lucha ejercen influencia también, y en muchos casos prevalecen en la determinación de su forma, diversos elementos de la superestructura: las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados (…) constituciones (…) formas jurídicas (…) teorías políticas…”[19]; esta influencia, esta capacidad de hacer prevalecer elementos de la superestructura es la clave de la libertad de acción de los hombres en la historia, la que les permite ser sujetos del proceso en desarrollo y no solo objetos de un devenir estructural inmodificable. Así las debilidades capitalistas de la sociedad americana no determinaban necesariamente que el capital extranjero y/o los terratenientes debieran ser los articuladores políticos y económicos de los nuevos estados independientes. Tampoco creemos que los proyectos alternativos fueran solo “utopías abstractas” no materializables en nuestro medio social. Por el contrario la acción desde un centro político pudo, en determinadas condiciones, establecer otras vías de desarrollo. La historia siempre tiene otros caminos alternativos y posibles que podrían haberse desarrollado con la relación de fuerzas existente.
A que nos referimos cuando hablamos de relaciones de fuerzas. Antonio Gramsci nos planteaba que para analizar la cuestión de las relaciones de fuerza desde un punto de vista político activo y no simplemente desde la “constatación”, debemos tener en cuenta tres planos. Uno el de la estructura en el sentido más lato, población, tipos de producción, comercio, etc. Segundo, el grado de conciencia de las clases o grupos corporativos: el grado y extensión de los proyectos políticos en la sociedad en cuestión. Y tercero su fuerza político-militar, entendida esta no solo como la capacidad militar concreta, sino como la capacidad de que las decisiones políticas sean efectivas. Estos tres planos dialécticamente relacionados hacen a la fuerza de un proyecto revolucionario.
Es aquí donde nosotros balanceamos la fuerza política de los proyectos independentistas, más allá del débil desarrollo estructural de nuestras sociedades. ¿Qué conciencia existía en los grupos revolucionarios? ¿Con que grado de “fuerza” material contaban o pudieron contar? Es aquí también donde entra la cuestión del Estado como potenciador de una política revolucionaria, como herramienta para la consolidación de una nueva hegemonía y como potencia capaz de “suplir” la fuerza de una clase ausente. Ojo, clase ausente o muy débil pero, etapa de la historia mundial y regional favorable para el surgimiento de nuevas experiencias nacionales, como explicita y conscientemente los expresaban nuestros patriotas. Es también aquí donde entra la capacidad de una fuerza “jacobina” de crear la voluntad política nacional-popular capaz de dar sustento a un proceso de creación de naciones modernas e independientes en el siglo XIX en América latina.
En general los que objetan las posibilidades revolucionarias de los procesos independentistas americanos lo hacen desde dos lugares. Uno, afirmando que solo se dio una transición al interior de la vieja elite dominante desde los peninsulares hacia los criollos siendo las masas oprimidas ajenas o a lo sumo solo utilizadas con gran desconfianza. Otra posición afirma que el desarrollo de las fuerzas estructurales que debían darle al proceso independentista americano su carácter revolucionario no había madurado lo suficiente.
Ahora bien, más allá de la adjetivación discursiva ¿es correcto calificar de jacobina la política de Moreno, Castelli, Monteagudo, etc.? O en forma más general. ¿Era posible crear desde un centro político militar una nueva nación independiente y moderna como pensaban San Martin, Bolívar, Belgrano, Artigas, etc.? Gramsci califica al Jacobinismo como una de las formas de “…como se ha formado en concreto y como ha actuado una voluntad colectiva que al menos en algunos aspectos fue una creación exnovo…”, una “creación” nueva, o sea un salto hacia delante en la conciencia de las masas que dejando de ser local o estamental se transforma en nacional, dando nacimiento a la colectividad “pueblo” de una naciente “nación” (aunque preexistente en la ideología de los revolucionarios, es “creada” por ellos) que se propone construir un “estado nacional”. Y concluye (relacionándolo en este caso con el atraso secular de Italia respecto de otras naciones del continente) que “…no podía constituirse una fuerza jacobina eficiente, la fuerza que, precisamente, en otras naciones suscitó y organizó la voluntad colectiva nacional popular y fundó los estados modernos.” En definitiva, según el italiano, para que una fuerza jacobina pueda desarrollarse debía existir una formación social nacional en condiciones de permitir ese tipo de política20.
Justamente las diferencias entre el norte y el sur, el carácter provinciano y estamental de sus intelectuales, etc. desvelaron al italiano ya que ese atraso secular de Italia frustró la posible experiencia revolucionaria jacobina reemplazándola por una transformación desde arriba a cargo de la clase dominante piamontesa. De la misma forma podríamos pensar que en el Río de la Plata y el resto de América latina las condiciones eran peores que en Italia y que la clase dominante que finalmente se impuso, la oligarquía terrateniente, era la única en condiciones de hacerlo dado el grado de desarrollo de este territorio (teniendo la burguesía industrial inglesa el rol de capitalista industrial). Eso es lo que pensaban muchos marxistas. Por ejemplo Milciades Peña (un renovador y crítico de marxismo fósil), más allá de la simpatía con que ve a algunas montoneras o al grupo de Moreno, el historiador trosquista consideraba que el dominio terrateniente era un destino casi fatal para las condiciones de desarrollo existente en estas tierras. Desde otra trinchera política (el peronismo revolucionario) Rodolfo Puiggros también consideraba que, en última instancia, la colonización económica que sufrió nuestro país en la segunda mitad del siglo XIX era la única forma (desgraciada) bajo la que miles de kilómetros de vías férreas y grandes frigoríficos pudieron existir como “causa externa” devenida en “interna” para la transformación de la vieja argentina poscolonial. Y como consecuencia surgiera la incipiente clase obrera, futura “causa interna” de la revolución, y así terminaran las formas primitivas de organización existente.
Pero nosotros no adherimos a la visión trágica de la historia21 de Peña, ni al determinismo dialéctico de Puiggros22 a pesar de su enorme aporte y consideramos que el análisis gramsciano, de las relaciones de fuerzas es útil para explicarnos lo que sucedió en aquel momento, y también que no fue lo único que podría haber sucedido ya que existían condiciones para otros desarrollos. A diferencia de Italia el núcleo político militar de la revolución impulsó el proceso independentista en forma contundente, identificó correctamente las limitaciones y potencialidades de sus poderosas bases populares y fue “autónomo” de las fuerzas más retardatarias. Colisionó con ellas y solo fue derrotado luego de duros enfrentamientos por una coalición hegemónica que expresó los intereses estratégicos de los terratenientes y el capitalismo británico en ascenso. Pensando en su Italia, Gramsci afirmaba que “faltó siempre una fuerza jacobina eficiente, precisamente, la fuerza que crea la voluntad colectiva “nacional popular” fundamento de todos los estados modernos. ¿Existen, finalmente las condiciones para esa voluntad, cual es la relación actual entre esas condiciones y las opuestas? Tradicionalmente las fuerzas opuestas son la aristocracia terrateniente, y más generalmente la propiedad de la tierra en su conjunto, o sea aquella especial “burguesía agraria” que es la herencia del parasitismo dejada a los tiempos modernos (…) Cualquier formación de voluntad colectiva nacional popular es imposible sin que las masas de campesinos cultivadores entren simultáneamente en la vida política. (…)” Toda la historia desde 1815 en adelante es el esfuerzo de las clases tradicionales para no dejar formar una voluntad nacional, sino para mantener el poder “económico corporativo” en un sistema internacional de equilibrio remolcado, etc.”[23] Este párrafo parece pensado para nuestras condiciones. Salvo por un elemento que es diferente, en nuestro proceso independentista si hubo núcleos políticos dispuestos a apelar a las masas rurales, gauchos o indios para darle poder material al proyecto nacional. Moreno y Castelli, Artigas, San Martín, Guemes, etc. sabían que había que contar con ellos y que por eso a las reivindicaciones nacionales debían ir unidas las sociales. También es cierto que en la “propiedad de la tierra” y en nuestro caso el comercio orgánicamente vinculado a ella, las fuerzas “opuestas” fueron las finalmente dominantes.
Es evidente que la amplitud de miras del primer grupo revolucionario, el morenista, era mayor que la del resto de los sectores dirigentes porteños, también que estaban influenciados por las doctrinas de la ilustración y por los revolucionarios franceses, y que aspiraban a ser reformadores y fundadores de un nuevo orden. Así se ve en los documentos dejados por sus principales integrantes: Moreno, Castelli, Monteagudo, Belgrano, Vieytes. En sus escritos y su accionar el grupo morenista muestra una preocupación central en construir la base militar de su política y garantizar la unidad política del nuevo Estado, operando como grupo “jacobino”. La misma preocupación tuvo San Martin apenas dos años después con la creación del Regimiento de Granaderos a caballo y en las políticas que lo contaron como actor destacado en las luchas políticas entre 1813 y el 1820.
Las masas populares urbanas movilizadas eran la base de apoyo de los jacobinos franceses. Esta situación era ambigua en Buenos Aires donde la Junta se apoyaba en las milicias y en diversos grupos de agitadores (algunos, si, morenistas), pero las milicias respondían a Cornelio Saavedra de tendencia mas moderada. Aunque es cierto que la existencia de esas milicias populares creadas para repeler las invasiones inglesas fueron la causa de que el proceso revolucionario abierto en Buenos Aires en 1806 con la victoria contra los invasores, tuviera continuidad. Igualmente es de destacar que lo que llamamos voluntad colectiva y grupo jacobino no está asociado a su éxito político inmediato. Los jacobinos franceses fueron degollados y solo duraron a la cabeza de la revolución dos años. Pero la obra de la revolución: la creación de la Francia moderna y de una conciencia nacional que identifique a todo el pueblo con su estado-nación fue un éxito. Como tampoco se puede borrar el hecho de que la revolución contó con la participación activa, conciente y, en mochos casos determinante, de las masas populares. Ese modelo de revolución popular, desde abajo para la creación del Estado moderno, es la que Gramsci considera la alternativa progresista en la época de las revoluciones burguesas y que hace extensivas a las construcciones nacionales liberadoras.
Por otra parte si analizamos los discursos del grupo morenista, encontramos la tendencia a dividir la sociedad en función de la adscripción a las nuevas ideas, y que esas ideas se basaban en nociones de ciudadanía y no en intereses de clase al igual que entre los revolucionarios franceses. En este sentido para Moreno, al igual que para Robespierre, “solo existen dos clases de hombres los buenos y los malos ciudadanos” por consiguiente el grupo dirigente constituido “desde afuera” de las clases24 opera sobre ellas buscando una homogeneidad ciudadana abstracta lo que los lleva finalmente a no ser los “intelectuales orgánicos” de ninguna clase en particular (por eso en Francia degüellan tanto a los reaccionarios promonárquicos y a los representantes de la burguesía como a los de los sectores populares mas radicales) y al naufragio de su proyecto. Pero como producto de una situación socio histórica concreta llegaron hasta donde podían llegar, en sociedades donde el tránsito hacia la modernidad estaba aún realizándose y los tuvo como agentes muy importantes del avance logrado: sus políticas más audaces orientaron a los sectores populares hasta el surgimiento de los movimientos revolucionarios modernos. El “jacobinismo” francés desplegó su actividad radical durante cincuenta años y se extendió sobre Europa siendo fundamental para la creación de naciones modernas y como expresión de esa conciencia “nacional popular” de la que nos hablaba Gramsci.
A los líderes porteños en general el calificativo de Jacobinos se les aplicó por los fusilamientos e inicialmente se lo adjudicaron despectivamente sus enemigos. En cierto aspecto, el grupo morenista era en 1810 un jacobinismo que no consigue sus propios sans culotes, o sea no logra crear una “voluntad colectiva nacional popular”. Debemos remarcar que Moreno y su grupo tuvieron la hegemonía dentro de la Junta solo desde mayo a diciembre de 1810. En ese escaso tiempo buscaron en la práctica movilizar masas tras sus propuestas. Identificaron al sujeto popular existente en America y concibieron medidas para sumarlo a la revolución. Y es indudable que las masas despertaron a la política a través de esta movilización y que, aunque lo hicieron como soldados, milicianos o montoneros dirigidos por líderes que los representaban con diverso grado de organicidad, su presencia política se hizo sentir durante décadas.
Si prevenciones el Plan de Operación de la junta de mayo proponía la liberación de los esclavos con clara retórica jacobina, el fin de la servidumbre en el Alto Perú, mencionando explícitamente que los indios serían la única fuente de poder real sobre la que la revolución podría hacer pie; y busca movilizar a las masas de la campaña Oriental a través de ganarse a sus referentes. De la misma forma la formación del regimiento La Estrella del al mando de Domingo French (morenista) con el grado de coronel, es parte de esa política de movilizar masas incorporándolas al ejército revolucionario. Indudablemente el temor que al interior de la elite despertaba la movilización del “populacho” fue parte de las causas de que esta elite se fraccionara y optara por políticas posibles que no requirieran la temida participación de los de abajo.
El concepto de voluntad colectiva de Gramsci, incluye un elemento diferencial. Suma la movilización, la constitución nacional de esas masas, y un grado de conciencia también colectiva de reivindicaciones sociales y nacionales propias. Estos tres elementos, podemos afirmar, se encontraban presentes en los planes de los revolucionarios o en la acción concreta de los mismos. No pudieron ser concretados entre otras cosas por la resistencia de la elite a las concesiones sociales (notoria en el Alto Perú, en la oposición a Artigas y también a Guemes).
La construcción de una voluntad colectiva nacional en una formación social donde las relaciones de producción capitalistas apenas asomaban era un difícil desafío de los revolucionarios de nuestra independencia americana. Un desafío que exigía respuestas creativas y una fuerte acción desde un centro político. Pero, de la misma forma, muchos otros revolucionarios socialistas fueron marxistas sin un proletariado desarrollado que los respalde, igualmente triunfaron, proponiéndose desde el Estado revolucionario las tareas de acelerar el progreso histórico en un sentido popular, sustrayéndolo a las fuerzas estructurales (o creando nuevas fuerzas desde el plano del poder político).
Definimos nuestra concepción: la posibilidad de forzar desde el poder estatal el desarrollo de condiciones para la transformación de la sociedad superando la “espontaneidad”. O sea que no hay una fuerza estructural teleológicamente determinante, sino que como dijimos al principio, los sistemas políticos y jurídicos creados por los hombres influyen dialécticamente en el curso de la evolución social, en última instancia, es una cuestión de relación de fuerzas en la lucha de clases y de acumular un poder social, económico y militar que sea hegemónico para impulsar desarrollos alternativos dentro de las vías estructuralmente posibles. Conducir una transición hacia el capitalismo desde la poca densa formación social precapitalista latinoamericana era el desafío de la época.
Es así que la lucha por definir las características de un Estado-nación “completo” fue uno de los motores de los conflictos políticos argentinos hasta 1880. Hasta ese entonces varias propuestas alternativas fueron quedando en el camino como consecuencia de la oposición de las clases privilegiadas: la propuesta del Plan de operaciones de Mariano Moreno, la Confederación de pueblos libres de Artigas, la amplia unidad americana de San Martín o Belgrano (¿con una monarquía constitucional indígena?), la Confederación rosista y, finalmente, el victorioso centralismo liberal porteño mitrista también fue subordinado por la oligarquía nacional representada por Roca.
El problema del Estado como herramienta para la implementación de políticas transformadoras es una cuestión de debate muy actual dentro de las corrientes teóricas identificadas con las clases oprimidas. Hoy en sociedades plenamente capitalistas, algunas corrientes debaten fuertemente la posibilidad de que el Estado pueda ser útil a los revolucionarios en la implementación de políticas emancipatorias. Polemizar con estas ideas nos debería llevar a definir que es el Estado o cuales deberían ser las herramientas políticas que deben construir los oprimidos para organizar su vida social colectiva y frente a sus enemigos o adversarios. Pero es el objeto de este artículo discutir desde el marxismo las potencialidades y sentidos de la independencia americana. Entonces debemos bucear en las herramientas de análisis que otros revolucionarios nos legaron cuando pensaron situaciones similares: la revolución burguesa y la construcción de un Estado nación moderno en una sociedad atrasada en el siglo XIX, periodo de la transición hacia el capitalismo desde formaciones sociales precapitalistas de castas. Una revolución liberal progresista bajo los lemas de igualdad, libertad y fraternidad ¿Qué caminos pudo seguir en nuestro continente? ¿Quienes la expresaron? ¿Era posible crear a partir de las clases oprimidas de Hispanoamérica, clases que fueran sustento para la creación de una nación moderna?
La opinión en general se orientó en el pasado a considerar que no. Que las resistencias populares expresaban solo rémoras de un pasado a superar, de modos de producción precapitalistas. Pero admitiendo el atraso de las fuerzas productivas económicas en nuestro continente, y siguiendo a Mariátegui, nos preguntamos ¿acaso los terratenientes no se metamorfosearon para articularse con el capitalismo mundial y en la Argentina lo hicieron como grandes propietarios capitalistas? Eso si, no fue sencillo, tardaron, pero no nacieron como grandes y modernos capitalistas. Por que no se podría haber creado una clase capitalista rural media y pequeña como proponía Artigas. Por que no se pudo usar la riqueza de la aduana y las minas para impulsar la “industria”, como proponía Moreno. Para que esto pudiera darse era necesario romper con la ideología de casta. La identificación de “nación” con “pueblo” necesita que los sectores dirigentes de la sociedad, sus líderes políticos, intelectuales y militares asuman a “su” pueblo-nación. O sea que la revolución llegue al plano de las concepciones del mundo de la clase dominante. Si vemos nuestro pasado vamos a encontrar que esas ideas modernas se encuentran en varios de nuestros principales patriotas del periodo independentista, pero que en la segunda mitad del siglo XIX se pierden por completo (salvo en algunos escritos de “protesta” como el Martín Fierro o memorias como la Excursión a los Indios ranqueles de Mansilla). La idea dominante es “civilización o barbarie”: la supresión social de los grupos populares. Sin dudas no debemos menospreciar la relación directa de estas ideas con la hegemonía de la entente latifundista-británica
Antonio Gramsci se enfrentó al mismo dilema para la compleja sociedad italiana de las primeras décadas del siglo XX. Pensó la forma original del desarrollo italiano y el “retraso” que impidió a su país completar su revolución burguesa. En las notas sobre Maquiavelo, el risorggimento, la cultura, etc. abordo algunos problemas que pueden servirnos a nosotros para pensar los temas que aquí referimos. De la misma forma que los teóricos de la revolución socialista, pensamos nuestro pasado en relación con nuestro presente.
Así el italiano razonaba que “Pero el problema más interesante (…) Hay que observar de que en muchas lenguas , “nacional” y “popular” son sinónimos o casi (así es en ruso, o en alemán donde volkisch tiene un significado aún más intimo, de raza, y también en las lenguas eslavas en general; en francés “nacional” implica un significado donde el término popular está más elaborado políticamente, porque está ligado al término soberanía: la soberanía nacional y la soberanía popular tienen o han tenido igual valor) En Italia el término nacional tiene un significado muy restringido ideológicamente y en ningún caso coincidente con el de “popular”, porque en este país los intelectuales están alejados del pueblo, es decir de la “nación”, y en cambio se encuentran ligados a la tradición de casta que no ha sido rota nunca por un fuerte movimiento político popular o nacional desde abajo. (…) el término nacional en Italia se encuentra ligado a esa tradición intelectual y libresca, de allí la facilidad tonta y en el fondo peligrosa de llamar “antinacional” a quien no tenga esta concepción arqueológica y apolillada de los intereses del país.”[25]
Interesante reflexión que puede ser pensada para comprender algunas de nuestras debilidades como nación. Pero también para pensar los problemas de la izquierda para asumir una política nacional. Se preguntaba Trosky ¿Dónde estaba la nación o lo nacional en la revolución rusa? Y no dudaba en responderse que lo nacional eran los Bolcheviques. Y afirmaba que “Lo nacional coincide en su dinámica con lo relativo a las clases. En todos los momentos críticos (…) la nación se divide en dos mitades, pero nacional es solo lo que eleva al pueblo a un escalón más alto, lo que lo aproxima a la superioridad económica y cultural”[26]. En algunos países la acusación de “antinacional” que los grupos conservadores o reaccionarios realizan contra las fuerzas que buscan el cambio y el progreso tiene como contrapartida en éstas la asunción de la acusación de la que son victimas. Entonces se proclama un “internacionalismo de la clase obrera” contra un “nacionalismo de las elites”. Antinomia falsa y peligrosa ya que deja a los trabajadores y oprimidos en general sin organizaciones propias, de su clase, que expresen una política nacional y progresista.

El marxismo en America latina y la cuestión de la revolución de la independencia

Desde fines del siglo XIX existieron en América latina individuos, grupos y corrientes que asumieron las nacientes ideas de Marx como estructuradoras de sus concepciones de la sociedad. Pero no es extraño que haya sido el anarquismo y no el marxismo el que tuviera mayor presencia entre la naciente clase trabajadora moderna. Fueron inmigrantes españoles e italianos los que llegaron a estas tierras en mayor medida y, justamente eran esos países, relativamente más retrasados que el resto de Europa occidental, en donde el anarquismo conservaba mayor fuerza. También la Argentina (y muchos casos de América Latina) era un país en el que la gran industria solo se desarrollaría en los espacios económicos donde el capital extranjero tenía interés (frigoríficos, ferrocarriles, ingenios, minas, plantaciones) en el resto de la sociedad el capital continuó disgregado y en condiciones más artesanales (cuando no con extensas formas precapitalistas de relación laboral). Es por ello que el anarquismo encontraría en nuestras cosas un terreno fértil.
Pero no debemos confundirnos, el internacionalismo abstracto e idealismo de los anarquistas fue la forma en que esos trabajadores extranjeros se “nacionalizaron”, la particular forma en que se dio la nacionalización, donde la masa inmigratoria constituía el grueso de la clase obrera. Fue el proceso mediante el que se formaron como clase, a través de la lucha contra los patrones concretos de su nuevo país. El marxismo de la segunda internacional, más erudito y cosmopolita, difícilmente podía encarar la representación de las necesidades de los trabajadores latinoamericanos, fueran estos inmigrantes o trabajadores nativos (mucho menos en el mundo rural), el espontaneismo anarquista se hacía cargo de las contradicciones inmediatas de la clase obrera nacional y de esta forma encabezó las más importantes luchas que fueron el bautismo de fuego de la clase trabajadora. De la misma forma, por razones similares, aunque con objetivos y cosmovisiones diferentes, variantes del populismo también atraerían a las masas trabajadoras en las décadas siguientes.
El marxismo de nuestro país fue en general una variante reformista, liberal y progresista en lo social del pensamiento erudito de las elites intelectuales. Representado por el Partido Socialista fundado en 1896 por Juan Bautista Justo se consideraba heredero del pensamiento positivista del siglo XIX en su variante Sarmientina, dando gran énfasis a la educación y la nacionalización política de las masas pero sin salirse del esquema mental “civilización o barbarie”. Defensores de la idea de evolución y del modelo agro-exportador, su interpretación del problema nacional de los países latinoamericanos quedó siempre en un segundo plano.
La ruptura con el positivismo tuvo que esperar hasta la década de 1920, cuando una nueva generación de intelectuales latinoamericanos maduró al calor de las transformaciones políticas y económicas de la región. También un nuevo clima intelectual antipositivista cuya raíz se encuentra en el romanticismo y el modernismo volvió propicio la reivindicación de lo latinoamericano y la confianza en la fuerza creativa de la acción humana. Rubén Darío, José Enrique Rodó, José Martí expresan este primer impulso de reintroducción del espíritu y la acción humana a la historia y de decepción o directamente rechazo a Europa o los EEUU paradigmas del progreso hasta entonces. Es imposible dejar de mencionar la influencia de la generación literaria de Leopoldo Lugones (Galves, Ricardo Rojas) que, a pesar de su devenir aristocratizante y su influencia restringida las elites letradas, reintrodujo al prototipo popular del pasado “bárbaro”, el gaucho, en discusión sobre la nacionalidad argentina.
La invasión norteamericana a Cuba en 1898 fue el primer hecho que dio pié para una ruptura que permitiría pensar desde América latina. Y sin dudas, la primera guerra mundial (y sus consecuencias de matanzas entre “civilizados”) y la revolución rusa operaron sobre la realidad cambiante de nuestro continente para que un nuevo y más claro antiimperialismo permitiera la relectura y la traducción del marxismo a las condiciones locales. Este nuevo clima intelectual abarcó un abanico de ideas que incluyeron posiciones, nacionalistas, populistas y marxistas sin que entre estas categorías podamos establecer fronteras claras. Quizás la polémica entre Haya de la Torre y Mariátegui sea la referencia más importante ya que en nuestro país no encontramos previo al peronismo un debate similar. La reforma universitaria de 1918, cuya proyección latinoamericana fue el lugar donde nacieron a las nuevas ideas militantes como los mencionados Haya y Mariátegui o el cubano Mella, dio frutos de menos impacto popular en nuestro país. Aunque el antiimperialismo y el latinoamericanismo contaron con su primera formulación orgánica en la generación de la reforma, no logró romper los círculos de intelectuales progresistas. Para la década del treinta solo el Forjismo nacionalista, algunos intelectuales heterodoxos del Comunismo y algún pequeño grupo trosquista, impulsaban el eje antiimperialista o el debate de cómo hacer un proyecto socialista desde la realidad argentina, pero nunca se constituyeron fuerzas como fueron el APRA o el Mariateguismo. Ninguna fuerza logró por esas décadas construirse como una referencia política popular, revolucionaria y socialista que hiciera pie en las condiciones concretas de la argentina. El debate sobre la realidad peruana, el camino para sacar al Perú del atraso y las características de la construcción política nacional sin dogmatismos ni esquemas sino con un profundo estudio de la realidad social nacional y de las relaciones de fuerzas y las posibilidades que abren, aún hoy están vigentes. Estos debates no se dieron en la argentina del los 30 y 40 (recién hacia fines de los 50 comenzaría bajo proscripciones e influencia cubana). Por ello el peronismo en la década de 1940 logró aglutinar al pueblo sin discusiones en el espacio del nacionalismo popular sin aportes o debates desde el marxismo ni oposiciones o incorporaciones populares políticamente organizadas fuera de los sindicatos.
Decíamos de la necesidad de “traducción” del marxismo y es importante aclarar este concepto. Ninguna teoría social puede ser “aplicada” como si fuera una herramienta sobre una tuerca. No me fijo en la herramienta (idea) más apropiada de mi caja (biblioteca marxista leninista) y con ella muevo un tornillo (conflicto social, nacional, etc.). Decir que el marxismo es una caja de herramientas es una buena simplificación que, como decía Gramsci, puede servir para un catecismo de los “simples”. Pero asumir esto sería pensar que ya está todo hecho. Traducir es para nosotros lo que Mariátegui llamaba “creación heroica”, “ni calco ni copia”, o sea desarrollar nuevas herramientas, mejorar y adaptar las que nos legaron, para que puedan mover las particulares combinaciones de condiciones sociales económicas políticas y culturales de cada país y cada tiempo histórico.
Entonces el clima cultural latinoamericano de los veintes y treinta permitió que diera sus primeros pasos un marxismo con raíces locales. Una de sus renovaciones es la idea de mito. “Lo que claramente diferencia en esta época histórica a la burguesía del proletariado es la fuerza del mito (…) el proletariado tiene mito: la revolución social (…) La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito…”. Lo espiritual del hombre latinoamericano, lo bello, lo colectivo separaría al hombre latinoamericano del materialismo prosaico y el individualismo económico del anglosajón, del yanqui. Son claras las resonancias de Darío y hasta del Lugones. L a idea del “mito” también se hace presente en Gramsci. El mito del príncipe de sus “Notas sobre Maquiavelo”. El Príncipe de Maquiavelo podría ser estudiado como una ejemplificación histórica del “mito” de Sorel, es decir, de una ideología política que no se presenta a las masas como una fría utopía, ni como una argumentación doctrinaria, sino como la creación de una fantasía concreta que actúa sobre un pueblo disperso, fragmentado, para impulsar el nacimiento y organizar su voluntad colectiva nacional popular. Este es el objetivo de Mariátegui pero pensado no para corporizar en líderes o caudillos sin como mito de una clase revolucionaria.
No debemos olvidar que Mariátegui fue hijo de ese gran movimiento renovador que fue la reforma universitaria cuyo primer paso se dio en la Córdoba de 1918 pero que se expandió hacia Latinoamérica y tuvo una enorme influencia en la juventud peruana. El espíritu de los reformistas fue el que ya mencionamos romanticismo, antiimperialismo, latino americanismo, arielismo, en definitiva espíritu de renovación y fe en las posibilidades de cambio. Desde allí desarrolló sus ideas que se irían contorneando es sus debates con Haya, su viaje a Europa para participar de las reuniones de la tercera internacional y su estudio de la realidad peruana. Así llegaría a la conclusión de que “El marxismo, del cual todos hablan pero muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales”. Tesis que notoriamente lo distancia de la conducción del comunismo latinoamericano a cargo del partido argentino y de lo que Gramsci llamaría por esos años “manualización” del marxismo.
Otro de los aportes de Mariátegui es su planteo de que “… el nacionalismo de los pueblos coloniales si, coloniales económicamente, aunque se vanaglorien de su autonomía política tiene un origen e impulso totalmente diversos (al de los países europeos n. de r.). En estos pueblos el nacionalismo es revolucionario y por ende concluye con el socialismo. En estos pueblos la idea de nación no ha cumplido aun su trayectoria ni ha agotado su misión histórica…”[27]. Aunque más adelante recalca que su tesis no cae en un nacionalismo localista “las mismas circunstancias nacionales están subordinadas al ritmo de la historia mundial” y que la revolución latinoamericana es parte de la revolución mundial. Esta tesis no se aleja a decir verdad de los planteos clásicos de Lenin, pero en el contexto del marxismo latinoamericano son profundamente disruptivas con su tendencia de desarrollo principal disciplinada a las directivas políticas e ideológicas de la URSS. Será hasta los sesentas con la influencia de la revolución cubana que la idea de un “nacionalismo revolucionario” cobró fuerza frente a los esquemas del comunismo clásico. Tampoco esta tesis se entiende en toda su dimensión si no la articulamos con la anterior del “mito” y la de las posibilidades de un desarrollo socialista basado en las realidades existentes de la formación social nacional concreta.
Su tesis más conocida es la reintroduce en problema del indio como en problema de la tierra y por ende como un problema revolucionario, sacándolo de la perspectiva romántico indigenista. Por un lado “el problema del indio es el problema de la tierra” y por otro el modo de producción andino (comunitario, complementariedad vertical, etc.) brinda elementos de base propios y diferentes a los europeos clásicos para pensar las formas nacionales de transición al socialismo. No está de más recordar la cercanía de estas tesis con las del último Marx, que ya mencionamos. El rechazo a estas ideas fue muy fuerte en el comunismo regional y en la intelectualidad elitista en general, es por eso que el Amauta desafiaba: “Entre los intelectuales no es raro un nihilismo simulado que les sirve de pretexto filosófico para rehuir su cooperación a todo gran esfuerzo renovador o para explicar su desdén por toda obra multitudinaria”. El revolucionario peruano luchaba contra una profunda tradición de la intelectualidad latinoamericana formada en el rechazo a la “barbarie”, a la “política criolla”; como también contra su contraparte populista de endiosamiento del “sentido común” popular, de hacer de defectos, virtudes. Su objetivo era organizar desde esos bárbaros el progreso de América latina hacia formas superiores de vida social.
También encontramos en Mariátegui y su tradición afinidades con la tesis maoísta de las “causas internas”. Tesis que Rodolfo Puiggros tradujo a las condiciones del peronismo revolucionario en la argentina, pero cuya base se encuentra en la necesidad de partir de las condiciones locales, clases sociales locales, tradiciones locales, estructura económica local, etc. para realizar transformaciones o para hacer eficientes localmente las “causas externas” o transformar en internas las causas externas. En el mismo sentido, podemos interpretar las razones por las que el Amauta explicaba las razones del triunfo de Stalin sobre Trosqui
De la presentación que Mariátegui hace de la historia de Perú se deducen posteriormente las bases de su programa. En esa presentación se ven las limitaciones y posibles potencialidades que el Amauta encuentra en el periodo independentista. “Si la revolución hubiese sido un movimiento de las masas indígenas o hubiese representado sus reivindicaciones, habría tenido necesariamente una fisonomía agrarista. Está ya bien estudiado cómo la revolución francesa benefició particularmente a la clase rural, en la cual tuvo que apoyarse para evitar el retorno del antiguo régimen. Este fenómeno, además, parece peculiar en general así a la revolución burguesa como a la revolución socialista, (…) Particularmente en Rusia, ha sido ésta la clase que ha cosechado los primeros frutos de la revolución bolchevique, debido a que en ese país no se había operado aún una revolución burguesa…” La revolución burguesa (o socialista) es países con una clase campesina muy numerosa pasa por la satisfacción de las reivindicaciones de la clase oprimida del campo. Esto no se aleja de la idea de “alianza obrero campesina” de Lenin. Pero lo novedoso en Mariátegui es su tesis de preservación de la comunidad agraria como base para la construcción de una sociedad superior, no como romanticismo indigenista ni “multiculturalismo”. Y su ruptura con la idea de que solo con una alianza que incluyera a la burguesía nacional en un rol dirigente (frente nacional) los países de América lograrían superar el atraso.
Mariátegui no se propuso debatir cuan posible hubiera sido para los revolucionarios de la independencia conseguir la realización de una revolución burguesa completa. Constata un elemento fundamental: la continuidad de la clase terrateniente como dominante y por esta continuidad explica el fracaso de los proyectos revolucionarios. “Pero, para que la revolución demo-liberal haya tenido estos efectos, dos premisas han sido necesarias: la existencia de una burguesía consciente de los fines y los intereses de su acción y la existencia de un estado de ánimo revolucionario en la clase campesina y, sobre todo, su reivindicación del derecho a la tierra en términos incompatibles con el poder de la aristocracia terrateniente. (…) El nacionalismo continental de los revolucionarios hispanoamericanos se juntaba a esa mancomunidad forzosa de sus destinos, para nivelar a los pueblos más avanzados en su marcha al capitalismo (se refiere a Argentina y Brasil n. de r.) con los más retrasados en la misma vía”. Sin dudas Mariátegui tenía una apreciación excesivamente positiva de la realidad social Argentina, aunque en comparación, la situación local debía parecerles a los demás latinoamericanos superior a la de sus propias sociedades.
Pero a pesar de ello la tesis que explica la reformulación de las condiciones de dependencia de nuestras sociedades es generalizable: la “mediocre metamorfosis de la clase dominante” es como explicamos las características de quienes condujeron la formación de las repúblicas oligárquicas latinoamericanas. “La aristocracia terrateniente, si no sus privilegios de principio, conservaba sus posiciones de hecho. Seguía siendo en el Perú la clase dominante. La revolución no había realmente elevado al poder a una nueva clase. La burguesía profesional y comerciante era muy débil para gobernar. La abolición de la servidumbre no pasaba, por esto, de ser una declaración teórica”[28]. Es claro en el pensamiento mariateguista que la revolución solo podría haber sido “completa” si hubiese contemplado una alianza con la masa de la población campesina, artesana e indígena y, por lo tanto enfrentada al grueso de los terratenientes.
Para Mariátegui “La Independencia, bajo este aspecto, se presenta como una empresa romántica (una revolución burguesa sin burguesía manufacturera en desarrollo n. de r.). Pero esto no contradice la tesis de la trama económica de la revolución emancipadora. Los conductores, los caudillos, los ideólogos de esta revolución no fueron anteriores ni superiores a las premisas y razones económicas de este acontecimiento. El hecho intelectual y sentimental no fue anterior al hecho económico”. Es entonces que la revolución latinoamericana de la independencia no pudo materializar en progreso social concreto “las ideas de la revolución francesa y de la constitución norteamericana” que debatían los líderes más lúcidos. Y agregamos la idea de monarquía constitucional indígena que varios rioplatenses tímidamente esbozaron como salida a la unidad, tradición y atracción popular, porque demuestra las verdaderas intenciones y la audacia de los primeros patriotas.
Pero existieron experiencias independentistas, silenciadas, tergiversadas o demonizadas que en la época del Amauta aún no se habían estudiado. Y esas experiencias se materializaros en formulaciones estatales o protoestatales más allá de los debates de ideas. Con diverso grado de coherencia y contradicciones las vemos en el grupo Morenista, el Artiguismo, las montoneras salteñas y altoperuanas, el bolivarianismo o el régimen paraguayo. Sin dudas contradictorias, pero alternativas y no solo como resistencias, sino como proyectos de provenir.
La audacia del pensamiento mariateguista nos sigue interpelando en la actualidad. Transformar nuestra realidad, desde los intereses de las clases oprimidas, desde la realidad de nuestra formación social concreta y en nuestro tiempo histórico. Sin renegar de la razón y del bagaje cultural de la humanidad y creyendo que el progreso es deseable, pero sin perder la confianza en que la voluntad de acción transforma estructuras que parecen tener dinámica propia. Mariátegui fue profundamente peruano, latinoamericano y socialista, comprendió a sus compatriotas oprimidos tal como eran en su tiempo, y con esa realidad trabajó por la revolución. Su pensamiento ilumina la praxis de los revolucionarios del presente con la razón y con la fe.

[1]Proyecto de respuesta a la carta de V. I. Zasulich Marx & Engels, Obras Escogidas en tres tomos (Editorial Progreso, Moscú, 1974), t. III. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/81-a-zasu.htm
[2] Transcribimos algunas reflexiones más de Marx a Vera Zasulich, por su notable parentesco teórico con las reflexiones de Mariátegui sobre la comunidad rural peruana. “Pero, ¿cómo conseguir los equipos, los fertilizantes, los métodos agronómicos, etc., todos los medios imprescindibles para el trabajo colectivo? Precisamente aquí resalta la gran superioridad de la «comunidad rural» rusa en comparación con las comunidades arcaicas del mismo tipo. Es la única que se ha conservado en Europa en gran escala, a escala nacional. Así se halla en un ambiente histórico en el que la producción capitalista contemporánea le ofrece todas las condiciones de trabajo colectivo. Tiene la posibilidad de incorporarse a los adelantos positivos logrados por el sistema capitalista sin pasar por sus Horcas Caudinas. La configuración física de la tierra rusa favorece el empleo de las máquinas en la agricultura organizada en vasta escala y practicada por medio del trabajo cooperativo. Cuanto a los primeros gastos de establecimiento —intelectuales y materiales—, la sociedad rusa debe facilitarlos a la «comunidad rural», a cuenta de la cual ha vivido tanto tiempo y en la que debe buscar su «elemento regenerador»”.Marx & Engels, Obras Escogidas en tres tomos (Editorial Progreso, Moscú, 1974), t. III.

[3] Como “mediocre metamorfosis de la clase dominante” Mariátegui se refiere a la incorporación de las antiguas clases de terratenientes y encomenderos al sistema mundial capitalista a través de los beneficios de la relación exportadora de materias primas a Gran Bretaña. Esta relación se da sin transformar sustancialmente las relaciones de producción internas ni producir la modernización de la sociedad.

[4] Marx Engels, La revolución en España Ed. Ariel, Barcelona 1960 Pág. 81. Agrega Marx también que “Como verdadero manifiesto de esa fracción puede ser considerada la célebre memoria de Jovellanos sobre la agricultura y el derecho agrario publicada en 1795…”. O sea modernización de la situación agraria feudal española (y americana)
[5] “… el ejército y los guerrilleros (…) eran el sector más revolucionario de la sociedad española, reclutado de todas las clases sociales, incorporando en si toda la juventud patriótica, valerosa y llena de aspiraciones y cerrándose inaccesiblemente a la soporífera influencia del gobierno central…” Marx Op Cit. Pag. 101. San Martín es parte de esta camada de oficiales, profesa militantemente estas ideas, y aún en su campaña de Perú tomará contacto con oficiales españoles liberales que para que abandonen el bando monárquico conservador. Los mismos oficiales del ejército encabezaron en la península en el año 1820 una rebelión obligando a Fernando VII a reinstalar la constitución liberal del 12.
[6] La junta caraqueña de 1810 controlada por la oligarquía conservadora no logró concitar el entusiasmo de la población venezolana. Por el contrario, en la primera etapa el pueblo llano se volcó a la reacción.
[7] Marx, Op Cit pag. 81
[8] Marx Op. Cit. Pag. 97. Es condición sine qua non que una guerra de liberación se articule con reformas sociales si pretende ser exitosa. Cuando la base del ejército revolucionario esta en la incorporación de las masas populares la movilización nacional deviene en reforma social, esto sucede con Guemes y con Artigas y por esto ellos feron peligrosos.
[9] Proclama de San Martín en Pisco. en Galasso Op. Cit.
[10] Artículos publicados en el New Cork Daily Tribune en 1953.
[11] Marx, Engels Correspondencia carta del 10/12/1869, op. cit.
[12] Engels Federico. Febrero de 1885
[13] Una muy diversa cantidad de escritores e investigadores que van desde Raúl Scalabrini Ortiz (sin dudas influenciado por Lenin en su muy buenos estudios sobre el rol de los ferrocarriles y el capital extranjero), hasta Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Duhalde (con sus libros sobre Facundo Quiroga y Felipe Varela).
[14] El caso de Jorge Abelardo Ramos y su reivindicación de Roca y el Ejército nacional.
[15] Deberíamos agregar la Ley de Aduanas de Rosas, y mas allá de las posibles impugnaciones que puedan pesar sobre los mencionados proyectos, los incluimos en la enumeración ya que son el paradigma del los principales debates del siglo XIX: Proteccionismo o librecambismo, el problema de la tierra y el posible rol del Estado como impulsor del desarrollo de la sociedad. Debates que de diferente forma son relevantes en la actualidad.
[16] Un Estado fuerte y centralizado conducido por hombres virtuosos capaz de garantizar la unidad, la guerra y el progreso moral y material colectivo. Frente a esta propuesta se alzaban las ideas de las elites criollas tradicionales que ponían un mayor énfasis en la existencia de una república donde se establecieran organismos que permitieran la deliberación de las clases tradicionales y con garantías de autonomías y representatividad a las elites económicas regionales. Un ejemplo institucional de estas ideas era la constitución de 1821 y los debates que enfrentaron a Santander con Bolívar.
[17] Ver Galasso Norberto Seamos libres. Lo demás no importa nada. Ed. Colihue. Bs. As. 2000. Orsi René. San Martín y Artigas. Ed. Theoría. Bs. As. 1991.
[18] http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/ensayo/monteagudo/b-612087.htm Escritos políticos. Recopilados y ordenados por Mariano A. Pelliza, Buenos Aires, La Cultura Argentina – Avenida de Mayo 646, 1916 Memoria. Sobre los principios políticos que seguí en la administración del Perú y acontecimientos posteriores a mi separación Quito, Marzo de 1923.
[19] Carta de Engels a J. Bloch, 21 de setiembre de 1890. En C. Marx / F. Engels, Correspondencia, pag 379.
[20] Gramsci Antonio. Cuadernos de la cárcel, Pag.16 tomo 5.
[21] Esta idea de visión trágica es desarrollada por Horacio Tarcus en su trabajo sobre Silvio Frondizi y Milciades Peña. Tarcus, Horacio El marxismo olvidado.
[22] Puiggros polemiza con la idea de “autodesarrollo” propugnada por otros revisionistas marxistas y por algunos nacionalistas. Podemos ver sus ideas en torno a este periodo en Historia crítica de los partidos políticos Primera parte “Pueblo y oligarquía” Pag 55 en adelante. Bs. As. Hispamérica 1986.
[23] Gramsci, Antonio, Cuadernos de la cárcel cuaderno III pag 227.
[24] Cuando decimos “desde afuera de las clases” no planteamos que el jacobinismo no exprese una tendencia de desarrollo de la sociedad capitalista, sino que esta tendencia se muestra como jacobina cuando nace de un grupo intelectual que opera mas allá de la burguesía existente. Este grupo puede ser portador de propuestas mas avanzadas de las que el sistema jurídico político liberal capitalista concebido por los intelectuales orgánicos de la burguesía proponen.
[25] Gramsci, Antonio. Cuadernos de la cárcel. Literatura y vida nacional
[26] Trosky, León. Literatura y revolución
[27] Mariátegui, José Carlos, “Política e ideología”, Biblioteca Amauta, Lima 1979 pag 221.
[28] No es nuestra intención debatir en este trabajo la existencia de una aristocracia terrateniente consolidada en el Rio de la Plata para el periodo independentista. Solo nos interesa decir que, en nuestro país, desde bases mucho más modestas se formó una oligarquía terrateniente más moderna, pero las consecuencias de bloqueo a cualquier desarrollo burgués industrial y de dependencia del capital extranjero fue similar.

Uruguay: ¿hacia la izquierda o hacia dónde?

Uruguay: ¿hacia la izquierda o hacia dónde?

Miércoles, 12 Noviembre 2014

Uruguay: ¿hacia la izquierda o hacia dónde?

Por Sergio Sommaruga*. Balance sobre lo que dejó la primera vuelta electoral y las expectativas para el balotaje. Pero sobre todo, un análisis minucioso sobre la etapa política que transita el país atravesado por la pregunta “¿alcanza con ser alternativa electoral a blancos y colorados para ser de izquierda?

Vamos a tratar de focalizarnos. Es mucha la información y son muchos los abordajes posibles sobre los resultados de las elecciones de octubre. En esta aproximación vamos a tratar de poner arriba de la mesa algunas consideraciones que esperamos sean útiles para ulteriores análisis, más fecundos y profundos.

Desde la izquierda hay quienes sostienen que las elecciones son un resumen de la lucha de clases. Esta es una afirmación bien interesante en la que nos parece que vale la pena detenerse; al menos más que en el método de las encuestadoras y su falibilidad, asunto sobre el que en estos días hay varios ríos de tinta y conciertos de teclas.

Si bien en cierto sentido se puede compartir esa definición, o al menos entender que es lo que se quiere decir con tal cosa, creo que los resultados electorales, más que resumen, son un anticipo del marco político en el que se va a desenvolver el ciclo de luchas por venir.

Si las elecciones son una forma de resumir la lucha de clases, entonces tendríamos que suponer que estas son la forma por excelencia de acumular fuerzas, que los partidos son en sí mismos los sujetos primordiales que expresan la lucha de clases y que la relación entre voto y conciencia de clase es directa. Cualquiera de las tres cosas es discutible, pero difícilmente sean verdaderas tajantemente. Por eso, lo que las elecciones tienen de resumen posee mucho más riesgos de confusión para sacar conclusiones, que las pistas que nos dan para pelear contra la confusión de cara al nuevo ciclo coyuntural.

Si las elecciones fueren un resumen, como el que se dice que es, se podrían sacar algunas conclusiones un tanto apresuradas. Por ejemplo, a ojos vistas, se puede decir que el pueblo uruguayo tendencialmente se viene corriendo hacia la izquierda. Ese sería un buen dato para la lucha de clases desde el punto de vista de los intereses populares. Si la lectura entre votos y estado ideológico fuere tan lineal o directa, estaríamos ante un resumen altamente positivo.

Desde una óptica que podemos describir como de “sentido común”, se puede decir que el resumen de los resultados electorales del 26 de octubre da a favor de la izquierda.

Supongo que quienes así piensan se podrían abastecer de dos tipos de argumentos. El primer tipo de argumentos se basaría en el análisis positivo de ciertos datos. Nos diría, por ejemplo, que el Frente Amplio creció cuantitativamente luego de diez años en el gobierno (28.925 votos más que en 2009, más que todos los votos conseguidos por la UP), que logró preservar la mayoría parlamentaria por tercera vez consecutiva y que queda encaminado de modo cuasi triunfal para la segunda vuelta.

Incluso, en auxilio de esta lectura, se puede esgrimir que los votos conseguidos por la izquierda fuera del Frente Amplio apuntala esta idea de corrimiento hacia la izquierda o que dentro de los partidos de oposición uno de los que creció fue el Partido Independiente, que es el menos de derecha de los partidos de oposición.

Por otro lado, analizando positivamente los resultados negativos de la derecha también se podría decir que ganó la izquierda. El plebiscito para tratar penalmente como adultos a los mayores de 16 años, que fue impulsado por las fuerzas más a la derecha del espectro político uruguayo, fue derrotado, quedando más de tres puntos por debajo de lo necesario.(1)

Al mismo tiempo, el Partido Colorado, perdió casi 90.000 votos respecto a las pasadas elecciones y logró tener, con ese resultado, su segunda elección más baja de la historia. Blancos y colorados juntos perdieron 2,4% de los votos que obtuvieron en las elecciones de 2009. Es más, si sumamos los votos de blancos, colorados y del Partido Independiente, todos juntos quedan por debajo del Frente Amplio en más de 22.000 votos.

Desde una perspectiva meramente aritmética y basados en el “sentido común” se podría afirmar como resumen de las elecciones de octubre que en Uruguay hay un corrimiento hacia la izquierda…

Sin embargo, desde una perspectiva menos lineal, se puede decir también que el corrimiento hacia la izquierda no es tal y que en realidad lo que explica el resultado electoral es un cierto corrimiento ideológico de los partidos que representan electoralmente a la izquierda hacia la aceptación de la lógica de la economía de mercado. Al menos en el caso del Frente Amplio y obviamente del Partido Independiente, del cual, más allá de su autoproclamación, se puede dudar fundadamente sobre su pertenencia a ese campo de ideas, prácticas y valores que es la izquierda.

Supongo que quienes así piensan recurrirían a una larga fila de datos y valoraciones sobre la política económica de estos diez años de gobierno frenteamplista y la ausencia de disputas estratégicas con la clase dominante por la transformación del patrón de acumulación.

Algunas de las cosas que en este sentido se podrían decir de modo crítico son:

Muy pocos concentran la misma cantidad de ingresos que muchos. Luego de una década de crecimiento económico sostenido, al doble de la tasa histórica, la desigualdad en la distribución del crecimiento económico se profundiza. Llevado al terreno estadístico, en el Uruguay actual las veintitrés mil personas más ricas se apropian de la misma cantidad de ingresos que el 50 % más pobre, es decir, un millón ciento cincuenta mil trabajadores.

Durante los gobiernos del Frente Amplio bajó la pobreza dirán en defensa de este cuestionamiento distributivo. Sí, tan cierto como que en los gobiernos del Frente Amplio el salario mínimo nacional está por debajo de la línea de pobreza y que la mitad de los y las trabajadoras ganan menos de 14.000 pesos mensuales (cuando un alquiler promedio vale entre ocho y diez mil pesos).

En la misma línea de razonamiento se argüiría sobre la tendencia creciente a la extranjerización de la economía (nueve de las diez empresas privadas con mayor empuje exportador son corporaciones capitalistas trasnacionales y regionales), o sobre la concentración de la tierra productiva, con el consiguiente despoblamiento rural de los pequeños productores que ha venido operando en los últimos diez años (doce mil productores menos y el 20% de la tierra productiva extranjerizada). O también se podría recurrir, sin miedo a error, al problema de la primarización de las exportaciones y la profundización de la dependencia, de la deuda pública y la consolidación de la privatización de la seguridad social, con los enormes riesgos estructurales que esto conlleva.

También, uno podría preguntarse cómo se puede ser de izquierda y al mismo tiempo levantar la promesa de vouchers para transferir recursos públicos a la enseñanza privada. O ser de izquierda y al mismo tiempo haber pedido auxilio a Bush para enfrentar a los ambientalistas argentinos y al gobierno de Kirchner. O ser de izquierda y realizar tantos intentos reiterados por enviar a su domicilio a los terroristas de estado de la última dictadura, etcétera.

En fin, para quienes sostienen que los resultados electorales son el resumen de la lucha de clases es muy plausible decir que en Uruguay hay un corrimiento hacia la izquierda… el Frente Amplio creció y va camino hacia su tercer gobierno consecutivo con mayorías parlamentarias.
A nuestro entender, sin embargo, lo que los resultados electorales tienen de resumen no es tan elocuente como lo que tienen de anticipo en relación a entender cómo, al menos del punto de vista tendencial, se va a comportar el escenario político de la lucha de clases.

Es decir, los resultados electorales nos pueden ayudar más a entender el comportamiento político de las fuerzas institucionales en el manejo de las políticas públicas y de las contradicciones del conflicto social, que a desentrañar qué significan las tendencias ideológicas detrás de los votos. Más aún cuando la política está cada vez más atada al mercado publicitario y la lucha de ideas entre bloques está gravemente empobrecida o, en el mejor de los casos, fuertemente invisibilizada.

En el fondo la pregunta es: ¿hay un corrimiento hacia la izquierda o la institucionalización de los principales exponentes electorales de la izquierda hace que estos estén cada vez más cerca de la derecha? ¿Alcanza con ser alternativa electoral a blancos y colorados para ser de izquierda?.

Obviamente, desentrañar esta pregunta nos lleva, al menos, a dos grandes asuntos: por un lado ¿qué es ser de izquierda hoy en Uruguay? y ¿es de izquierda la política económica y el modelo de desarrollo social que ha caracterizado a los gobiernos del Frente Amplio?.

En un escenario histórico donde prima la confusión generalizada del sentido de la política y del ser de izquierda, y donde el nuevo consenso hegemónico entre las principales figuras políticas es tan potente, es probable que los resultados electorales den cuenta, más que nada, de lo que se viene. Y lo que se viene, más allá de las dos enormes alegrías que representa la derrota del sí a la baja y el retroceso electoral de la derecha tradicional, no nos parece tan halagüeño. Ojalá estemos bien errados, por el bien de la acumulación histórica del pueblo uruguayo.

(1) Vale subrayar que el sí a la baja consiguió 1.087.707 votos, casi lo mismo que el plebiscito para anular la ley de impunidad en 2009 (1.105.768 votos).

  • Artículo publicado en el portal Zur