FREDRIC JAMESON

FREDRIC JAMESON

Fredric Jameson (Cleveland, 1934) es uno de los más reconocidos críticos de la cultura contemporánea. Estudió letras en la Universidad de Yale, donde se doctoró en 1959 con una tesis sobre Sartre. Durante su actividad docente ha impartido clases en las universidades de Harvard, Yale y Duke, entre otras.

Desde la década de los setenta ha cultivado una amplia obra donde se dedica al análisis literario y cultural. Su marco de análisis se construye a partir de un marxismo metodológico que, de manera preferente, estudia las relaciones entre el desarrollo del capitalismo y la producción cultural. Según Jameson, en el escenario histórico del capitalismo se observa una mutación de las formas de expresión culturales y mediáticas. Para Jameson, las formas estéticas que definen la posmodernidad se corresponden con la fase de mundialización del mercado.

Entre sus obras traducidas al español destacan La cárcel del lenguaje (1980), Documentos de cultura. Documentos de barbarie (1989), El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado (1991), La estética geopolítica (1995), Teoría de la postmodernidad (1996), La postmodernidad y el mercado (1998), Estudios culturales: Reflexiones sobre el multiculturalismo (1998) o Las semillas del tiempo (2000).

Archipiélago: Tal vez la aportación teórica por la que es más conocido para los lectores en lengua española sea su análisis marxista de la posmodernidad como «lógica cultural del capitalismo tardío», análisis que ha venido desarrollando en otras obras suyas durante los años 80. ¿Considera que, en lo esencial, aquel análisis sigue siendo válido? A grandes rasgos, ¿qué modificaciones ha supuesto la deriva reaccionaria de la cultura posmoderna, que ya señaló hace una década?

Fredric Jameson: No fue hace una década sino dos, hace veinticinco años que escribí este primer ensayo y desde luego habría modificaciones que realizar. Algunas personas sostienen que el posmodernismo ha tocado a su fin, sin embargo es preciso establecer una diferencia entre el posmodernismo como estilo y la posmodernidad como situación cultural. Existen diversos estilos en el seno del posmodernismo, y algunos de ellos han desaparecido al tiempo que han ido surgiendo otros. Pero la posmodernidad, tal y como la caractericé en aquella obra, sigue estando vigente e incluso en expansión. Lo que quizás habría que añadir ahora para destacar su relevancia es que finalmente posmodernidad y globalización son una misma cosa. Se trata de las dos caras de un mismo fenómeno. La globalización lo abarca en términos de información, en términos comerciales y económicos. Y la posmodernidad, por su lado, consiste en la manifestación cultural de esta situación.

En lo que se refiere a si es o no productiva, desde luego, cualquier situación histórica nueva acaba siendo productiva, o sea, produce toda una nueva cultura. Lo que nos debería interesar en este sentido es cuáles son las posibilidades de una cultura de oposición frente a una cultura posmoderna afirmativa, que en cambio se limita a reproducir el sistema. Ésta es una cuestión difícil de contestar porque no creo que, por ejemplo, se pueda o deba dictar a los artistas qué hacer o anticipar el tipo de cosas que hay que hacer. Creo que los artistas, a título individual, aunque quizás en menor medida en el campo literario, sí que ejercen algún tipo de oposición. La pregunta crucial que yo plantearía aquí, una pregunta para la que no tengo respuesta, la verdad, sería: ¿Pueden erosionar al capitalismo las formas de oposición cultural que surgen en un momento? ¿Precisa este sistema caracterizado por la posmodernidad y globalización el mismo tipo de oposición que la que se generó en la época de lo moderno? En el momento moderno hablábamos de subversión, crítica, oposición, pero me pregunto si todas estas formas de resistencia son realmente válidas en las condiciones presentes. Recuerdo ahora el título de un famoso libro de Sloterdijk, Crítica de la razón cínica. Mucha gente usaría esos términos para describir la situación, e incluso Zizek se refirió a ello en una conferencia a la que asistí en Los Ángeles el año pasado. Sí, creo que nos encontramos inmersos en una cultura de la razón cínica, en la que todo el mundo ya sabe todo de antemano, en la que ya no hay sorpresas, un momento en el que todo el mundo sabe lo que es el sistema y lo que hace, que el sistema no ofrece ilusiones a nadie y que simplemente está basado en el beneficio, en el dinero, etc. Si es así, si todos somos tan conscientes de este hecho, entonces es evidente que la función de la cultura de desenmascarar y revelar ese mismo hecho deja de ser necesaria. Aunque al mismo tiempo, si todos lo sabemos ¿por qué no resistimos? Estos son los nuevos tipos de interrogantes a los que hoy se enfrenta la cultura, y los que tendría que acometer una cultura posmoderna de izquierdas.

Archipiélago: La vieja guardia, pongamos Adorno, asociaba la oposición cultural con cosas como la música de vanguardia, la literatura modernista, mientras que la nueva crítica que surgió con su generación se centró más en los productos de la cultura de masas, los medios de comunicación, el cine, la TV , el vídeo, etc. ¿Qué otras diferencias hay entre la antigua lucha cultural y la posmoderna?

F. Jameson: Creo que la idea de oposición y subversión iba unida a la idea de vanguardia y a la propia diferencia entre alta cultura y cultura de masas. Una de las cosas importantes de la posmodernidad es que esa diferencia se diluye. En realidad, ya sucedía con Thomas Pynchon. No es que Pynchon fuera exactamente cultura de masas, sin embargo sí que estaba absorbiendo o impregnándose de la cultura de masas de un modo que no se había producido anteriormente en la literatura.

Pero volviendo a la pregunta, ¿cuál es el nuevo contenido de oposición o resistencia? ¿Se trata de una muestra de pluralismo cultural? Todo el mundo está a favor del pluralismo, pero lo cierto es que éste no va necesariamente unido a un programa político. Tampoco sé, igual que le sucede al resto, cuál sería el programa político adecuado, y mis sugerencias en realidad no son útiles en el plano político.

Creo que es preciso distinguir dos niveles y hablar de lo local y lo global no es una tontería en este punto. Desde luego, existen políticas nacionales donde se han producido ciertas conquistas democráticas y donde se han alcanzado algunos logros sociales, que están siendo destruidos por una nueva derecha conservadora muy agresiva. En este contexto no sé si se puede sostener una política radical, dado que uno parece obligado a defender una política de conservación del viejo Estado del Bienestar. Pero existe otro nivel, el de la cultura global, en el que ciertamente suceden y puede que sucedan otro tipo de cosas. Posiblemente esas cosas no se vayan a originar entre nosotros, en el Primer Mundo, en Europa o en Estados Unidos, son cosas que vendrán de otros lugares, quizás de lo que está sucediendo en América Latina, de lugares en los que se está fraguando una resistencia contra los países ricos. Podemos apoyar todo eso desde el interior de los países ricos, pero al mismo tiempo nos es muy difícil originar una política antiglobalización desde el Primer Mundo, desde nuestra posición acomodada. Podemos, desde luego, identificarla y apoyarla y eso es lo que ha representado Seattle, el Foro Social Mundial, el Foro Social Europeo. Son acontecimientos que se producen en un ámbito internacional, mientras que en el seno de los países se da otro nivel de política, y localmente otro. En realidad, en cierto sentido todos ellos están desconectados entre sí, aunque discurren en paralelo, simultáneamente, y una de las cosas que genera confusión política es el hecho de que no podamos identificar de forma inmediata cuáles son las grandes causas políticas de este momento. Esto también tiene que ver con la lentitud con la que está emergiendo un nuevo movimiento obrero internacional. Claro que el comercio internacional está operando, pero sus movimientos son muy contradictorios, y lo que es bueno para los trabajadores chinos resulta que es malo para los latinoamericanos y los españoles. La vieja izquierda moderna, la izquierda comunista, se basaba en una idea internacionalista, pero el espacio para que esa idea se desarrolle más no ha surgido aún.

Archipiélago: En su trabajo, la arquitectura y el urbanismo han desempeñado un papel central a la hora de determinar las características del capitalismo contemporáneo. Perry Anderson señaló ya posibles razones biográficas (el contacto en Duke con Venturi). ¿Podría explicarnos las razones teóricas de esta preocupación?

F. Jameson: Mi interés por la teoría arquitectónica se originó cuando algunos estudiantes de Arquitectura de la Universidad de Yale vinieron a verme y me dijeron: tenemos un nuevo decano, no le interesa la teoría en absoluto, ¿harías algo de teoría con nosotros? Y yo les dije que sí si me contaban qué estaba pasando en el mundo de la arquitectura. Fue un verdadero intercambio y me beneficié enormemente de él. Y fue así como llegué a conocer a algunos de los viejos arquitectos, justo en un momento en el que los arquitectos comenzaban a hacer teoría. Aparecieron algunas revistas estupendas, algunas todavía existen, y se convirtieron en un auténtico motor de la reflexión. Algunos la impulsaron más que otros: Peter Eisenman, por ejemplo, demostró tener una mente muy teórica. Gery, en cambio, no estaba tan interesado por la teoría. En cualquier caso, comenzaron a darse reflexiones muy interesantes desde el terreno de la teoría y todo aquello acabó por interesarme. Percibí entonces que era realmente en el campo de la arquitectura y de la producción arquitectónica donde antes se podía advertir una transformación en la producción de las artes, una transformación que cabría llamar «posmoderna».

Obviamente, también sucedía algo en la literatura, por ejemplo con Pynchon y gente parecida. Siempre surgía la pregunta: ¿es o no posmoderna esta literatura?, pero en la arquitectura se produjo una auténtica ruptura, toda una reacción violenta contra el movimiento moderno, contra Le Corbusier y demás, una rápida iniciativa para producir otras cosas, un regreso a ciertas formas de placer, etc. En fin, un cambio que traté de describir en mis ensayos. No creía, eso sí, que todo lo que se producía en el momento posmoderno fuera necesariamente bueno. Le Corbusier es una figura inmensa, pero pertenece al pasado, mientras que lo que se estaba haciendo resultaba, en sus distintas manifestaciones, algo realmente profético. Esto me dio la idea de que existía una auténtica ruptura y que algo nuevo estaba empezando a emerger, algo que era preciso explorar.

Luego está la cuestión de lo que yo llamo «lo espacial». A mi juicio hay modos simplistas de hablar de esto y no me gustaría contribuir a ello, pero en términos generales podría decirse que las grandes obras modernas, particularmente en la literatura, incluso en la pintura, plantean la cuestión del tiempo, del tiempo y la memoria, o más exactamente, la cuestión de por qué en cierto momento nuestro sentido del tiempo, del pasado, quedó debilitado. En cierta ocasión alguien me contó —-y no sé si será cierto, si lo es resulta muy interesante, pero si no también es una buena fábula—- que en este momento existen más personas vivas sobre la faz de la tierra que las que nunca hayan podido existir a lo largo de la historia. En este sentido, el presente se hace más importante que el pasado y conforme nuestro sentido del tiempo histórico ha cambiado, también lo ha hecho nuestro sentido del tiempo existencial. Si se presta atención a la obra de autores como Deleuze, y sobre todo a la idea deleuziana de esquizofrenia, advertimos que se trata de una filosofía del presente.

Hay, en efecto, un extraño presente absoluto en el que vive la gente y parece que el tiempo cede ante lo espacial, ante este sentido espacial de las cosas. Pues bien, éste pudo ser otro motivo por el que la arquitectura ocupó una posición más central en este nuevo sistema que llamamos posmodernidad. Además, tengo el presentimiento de que, aunque haya algunos escritores y poetas maravillosos, no van a volver a producirse grandes cosas en el campo de la literatura nunca más. Durante el movimiento moderno era el centro de todo ya que se pensaba que se estaba viviendo una total degradación del lenguaje, una degeneración que se ejercía desde los periódicos, desde las masas; una idea de derechas en cierto sentido. Y así surgió la idea de que quizás uno podría recobrar la pureza de una lengua original. Hoy en día, en cambio, todo el mundo entiende que la lengua está irremediablemente corrompida, que la esfera pública habita en el basurero de la lengua y que no puede ser purificada. Los poetas más interesantes de Estados Unidos, los llamados language poets (quizás se les conoce un poco aquí también), hacen poesía a partir de basura lingüística, recopilando piezas de esa lengua degradada. En el nuevo período, pues, la lengua deja de estar en el centro, mientras que el espacio, en sentido general, pasa a ocupar su lugar, junto con la llamada cultura visual, las imágenes, la société du spectacle, la publicidad, etc., o sea, series de imágenes que transforman el espacio, aunque incluso podríamos incluir a la música (cuando la gente se desplaza con sus walkmans no se limita a escuchar música, sino que consecuentemente el espacio también se transforma).

Pese a todo ello, lo cierto es que el espacio nunca fue un objeto preeminente para la teoría. David Harvey fue una de las pocas personas que puso en primer plano el lenguaje del espacio y de la geografía. Durante la guerra de Vietnam surgieron muchos geógrafos radicales, y él mismo se reconocería en esta corriente, pero con anterioridad a ese momento la geografía había sido un área menor. Sin embargo, en poco tiempo y desde distintos puntos de vista, la idea de espacio se convirtió en algo central para las personas y se fueron sumando más y más cuestiones apremiantes, como la del hecho mismo de ocupar el espacio, la del ciberespacio, del espacio informativo y la velocidad de las conexiones mundiales, etc.

Archipiélago: El bloqueo de la imaginación es otro problema al que ha prestado mucha atención, en relación, por ejemplo, con ciertos aspectos del antiurbanismo de Koolhaas o con la ciencia-ficción contemporánea. Parece que no se trata de volver a la utopía, sino de…

F. Jameson: En lo que se refiere a la utopía, creo que hay dos cuestiones relevantes. Una tiene que ver con una especie de impulso utópico que siempre está presente. Tiene que ver con la colectividad, la felicidad, el cuerpo. Gran parte de lo que pensamos sobre la degradación de la cultura contemporánea se alimenta de ese impulso. Es un sentido de utopía que late en todas partes. Lo que, sin embargo, no siempre está presente son representaciones de la utopía, ya que éstas surgen en oleadas. En Estados Unidos, por ejemplo, el gran momento para las utopías fue la década de 1890, el período del Movimiento Progresista, de la formación de los sindicatos, de los IWW (Industrial Workers of the World), los wooblies, etc., un período en el que la gente experimentó verdaderos cambios históricos y se sintió interpelada a imaginar otros futuros que, quizás, ahora puede que no nos parezcan nada atractivos, pero que realmente formaron parte del imaginario de esos movimientos. Después nos encontramos con la década de 1960, un período en el que también se asistió a un florecimiento de las utopías, en gran medida gracias a la segunda ola feminista (que también estaba presente en el primer período, en el primer momento de las utopías feministas). En nuestra época también han empezando a emerger algunas nuevas utopías, pero el fenómeno ha adquirido mucha más importancia política que antes, dado que cada vez nos ha resultado y nos resulta más difícil imaginar algo distinto a lo existente. Recordad, por ejemplo, la célebre expresión de la Sra. Thatcher : “No hay alternativa al capitalismo”. El problema político al que nos enfrentamos desde hace tiempo es que no hay alternativa a la utopía.

La utopía, sin embargo, sigue siendo el primer paso en la emergencia del futuro y, por eso, cosas como la ciencia-ficción actual están tan relacionadas con lo que comentaba anteriormente, o sea, con el problema del tiempo histórico. Vivimos en un período en el que nuestro sentido del pasado sólo se corresponde con un montón de imágenes y de simulacros y en el que el futuro es cada vez más difícil de imaginar. La ciencia-ficción, con todo, parece que siempre había sido la forma en la que era posible imaginar algo y en la que se podía poner a prueba el futuro en un sentido bueno y malo. O, más exactamente, yo diría que el sentido de la ciencia-ficción consistía en demostrar lo difícil que resulta imaginar un futuro diferente, algo que no es necesariamente malo, dado que fuerza a la gente a tratar de pensar y a adoptar distintas iniciativas.

Volviendo al tema general, diría que con el conjunto del movimiento antiglobalización también estamos asistiendo una vez más al surgimiento de todo tipo de utopías. Estuve en el Foro Social en Porto Alegre y allí era posible ver distintos movimientos tratando de imaginar distintas versiones del futuro. Lo importante, de hecho, sería intentar darse cuenta de cuál está siendo la tendencia histórica y tratar de ver cómo la gente está pensando en alternativas. Parece que asistimos a una situación límite, por ejemplo, a una situación en la que todo el trabajo sobre la faz de la tierra es trabajo asalariado, en la que se produce una destrucción total de la agricultura, una transformación global de cualquier cosa en mercancía. De modo que es desde ahí desde donde estamos tratando de imaginar. No creo que haya razones para el pesimismo en todo esto.

Archipiélago: Uno de los grandes problemas a la hora de pensar la globalización es el papel que juega Estados Unidos en ella. Antonio Negri cree que, a pesar de su preponderancia, Estados Unidos manifiesta una incapacidad para dirigir el proceso de globalización (igual que le ocurriría a cualquier otro Estado). De hecho, en opinión de Negri resulta confuso hablar de imperialismo y sería mejor pensar en una idea de imperio con naturaleza no estatal. Usted, en cambio, en artículos como “Globalización y estrategia política”, parece afirmar lo contrario. ¿Es así? ¿Podría explicarnos su opinión sobre el papel del Estado-nación en el proceso de globalización y de cómo se sitúa realmente Estados Unidos en ese proceso?

F. Jameson: Creo que es preciso recordar que ambos, Michael Hardt y Toni Negri, son italianos, y que de algún modo para ellos imperio significa imperio romano, no el imperio del imperialismo. El imperialismo se corresponde más bien con un orden anterior al capitalismo y por eso seguir utilizando la misma palabra genera cierta confusión. Cuando ellos hablan de imperio, lo interpreto en ese sentido, en el del imperio romano: nos hallamos ante un imperio del que forman parte Estados equiparables y existe determinado modo de ciudadanía global; los europeos y los americanos, digámoslo así, detentamos cierta ciudadanía global de la que, en cambio, carecen otros países, o sea, los bárbaros de la periferia del imperio romano. Sin embargo, en grandes momentos de crisis, de repente se produce un estado de excepción en el que una única potencia dirige todo. Esto es lo que creo que vienen a decir ellos. No se trata de que Estados Unidos como nación sea ahora de algún modo la única nación. Existen muchas corporaciones multinacionales que no son estadounidenses, que son europeas, o japonesas, o de muchos otros sitios, lo cual no quita que, en el estado de excepción bajo el que vivimos, los estadounidenses se erijan como dirección de todo el imperio. Parece claro, por ejemplo, a tenor de las elecciones que se celebraron ayer en España (14-3-2004), que no todo el mundo está dispuesto a aceptar la hegemonía de Estados Unidos. Incluso parece evidente que, cuando la excepción acaba, Estados Unidos puede volver a ocupar su lugar entre las naciones y puede hacer algún caso a las Naciones Unidas. Comprendo el debate sobre si la globalización es esencialmente estadounidense, pero no creo que se trate de una discusión realmente productiva. Estados Unidos está en el centro de todo el asunto, pero no se trata de Estados Unidos en sí mismo, sino, poniéndolo en otros términos, del capitalismo.

Al mismo tiempo, creo que Estados Unidos no es exactamente una nación como el resto de las naciones y es así por distintos motivos. Para empezar, nuestra política es algo diferente. Una de las cosas importantes que trajo consigo el colapso del socialismo fue el colapso del federalismo. Existe, sin duda, una crisis del federalismo en la Unión Soviética , aquí en España, en Canadá, en Irlanda, en Inglaterra. Pero algo parecido también pasaría, creo, en Estados Unidos. En la década de 1960 ya surgieron algunas voces (algunas utopías surgieron de ahí) que hablaban de las siete naciones de Estados Unidos. Luego se llegó a hablar de nueve, las nueve naciones de Norteamérica. Sólo acudiendo a la geografía podemos pensar, en efecto, en el Sur, los Apalaches, Quebec, la costa Noroccidental, California, Arizona, etc. La cuestión es: ¿por qué no se escinde, por qué no se desune Estados Unidos? Mi respuesta es que no lo hace porque el universo de la cultura de masas en Estados Unidos es un factor clave de nivelación. No es un factor político en un sentido inmediato, pero sí en un sentido más amplio gracias al cual se produce ese proceso de igualación. En el Sur, donde vivo yo, la gente tiene distintos acentos y sus propios movimientos locales; y hay gente que ondea la bandera confederada, algo que, evidentemente, también implica un asunto racial. En cualquier caso, si el impulso separatista no crece es por la cultura de masas. En esto, el capitalismo americano sí que fue pionero. No teníamos una aristocracia que tuviera que ser desplazada, una cultura de clases anterior, una casta cultural, y esto hizo de Estados Unidos un lugar muy diferente. Con todo, quizás estos asuntos ya no son los más importantes para el análisis del papel general que desempeña Estados Unidos en la situación actual.

Por otro lado, nos tenía que tocar todo el equipo de Bush, como si alguien de la Casa Blanca hubiera salido a comprar un ejemplar de Imperio y al enseñarlo allí dentro alguien dijera: “ ¡Oye, esto sí que es una buena idea!, ¡llevémosla a cabo!”. Es como si esa idea ya estuviera en el guión, como si fuera parte del capitalismo global. También habría que tener en cuenta que el equipo de Bush encarna una facción del capitalismo global que no es la que representa a la industria informática. De acuerdo con ciertos análisis, los partidarios de Bush lograron tomar el poder en el seno del Partido Republicano gracias a la crisis de la economía informática: el grupo que la representaba fue incapaz de jugar un papel de importancia en la política conservadora general y por eso fue sustituido por ese otro grupo. Este tipo de fenómenos pertenece a la naturaleza del capitalismo y lo mínimo que puede hacer la izquierda es combatirlos.

Creo, también, que sería posible formar alianzas entre naciones con una jerga económica distinta. Samir Amin acuñó una palabra maravillosa que en inglés se traduce como delinking (“desligarse”). Resulta muy difícil imaginar cómo podría desligarse un país. Cuba, por ejemplo, ¿cómo va a desligarse del resto? Sin embargo, una agrupación entre, pongamos, Brasil con Lula, Argentina, etc., una agrupación así hasta cierto punto podría llegar a desligarse del fmi. Si contáramos con un grupo de Estados europeos que adoptara una posición antineoconservadora, esto también podría constituir una suerte de contrapeso. Hasta el momento, Europa ha intentado algo, Japón, en cambio, se muestra increíblemente débil y poco dispuesto, pero China está demostrando que posee un espíritu innovador sorprendente, y en cierto modo se ha mantenido desligada, aunque en estos momentos no podemos contar con que China lleve a cabo una política realmente radical, igual que tampoco podía esperarse en tiempos de Mao.

Archipiélago: En alguna ocasión ha afirmado que el 11 de septiembre no puede considerarse un acontecimiento que realmente haya transformado las condiciones políticas del mundo. En su opinión, la principal consecuencia del atentado ha sido la legitimación de un gobierno que hasta entonces estaba seriamente cuestionado. También ha subrayado la importancia que ha cobrado lo religioso como fenómeno político tras la descomposición de la política radical de izquierdas. Quizás, como para Zizek, sea un síntoma del fracaso del proyecto revolucionario. Por último, ¿qué relación guarda el éxito de Bin Laden con el proceso de militarización de la política internacional? ¿Qué ha supuesto la invasión estadounidense de Iraq?

F. Jameson: Obviamente, se produjeron hechos horribles, pero creo que en Estados Unidos el eslogan de que tras el 11 de septiembre todo cambió se ha convertido en algo verdaderamente asqueroso. En realidad significa que después de esta fecha el gobierno de Bush y su política de seguridad no van a cambiar, que es lo que necesitamos, y que no hay otra posibilidad. Y eso es justamente lo que —-creo—- debería negarse rotundamente. Sí, debería negarse ese tipo de periodización, aunque sabemos que fue un trauma y que a los traumas les sigue toda clase de efectos colectivos.

En términos políticos estos atentados siempre son contraproducentes, siempre desencadenan lo opuesto a lo que pretendían, a no ser que la intención a la que respondan sea ésa, es decir, la de provocar justamente lo contrario. En los años 60 y 70, estaban los provos y después los alemanes, y su teoría era la siguiente: el Estado es implícitamente fascista y debemos hacer emerger ese fascismo para que todo el mundo lo vea. Lo sacaron a la luz, de acuerdo, pero no pasó nada, probablemente porque estaban en lo cierto, o sea, el Estado era fascista. Lo importante es que semejante acción no dio lugar a una revolución o algo por el estilo, sino más bien a un fortalecimiento del aparato de control y seguridad del Estado y a una auténtica contraofensiva política.

Ahora tenemos a Al Qaeda y, aunque todo sea obra de ella, en realidad no sabemos qué visión política hay detrás. Quizás, como en otros casos, una organización así tenga que ver más con una forma de vida que con la búsqueda de una revolución; quizás consista en una forma con la que cierta gente da a sus vidas un sentido similar, algo en torno a lo cual se organiza todo lo demás, pero realmente no es algo —-creo yo—- de naturaleza política. Lo que sí es político es otra cosa, algo que, sin embargo, quizás expresaría en términos distintos a los de Zizek. No creo que se trate de un mero síntoma, sino más bien de una misión islámica de algunos, de Bin Laden, por ejemplo, contra la forma de vida occidental.

Creo que en Irán una prominente figura iraní inventó la palabra “Occidintoxicación” (westoxification) para designar la amenaza representada por cualquier elemento del modo de vida occidental: el capitalismo, el cristianismo y todo lo demás. Quizás todo empezó así, o sea, como una forma de revuelta contra estos elementos. Evidentemente, se adoptó una postura conservadora teniendo en cuenta la posición de las mujeres en el Islam, aunque no tenía por qué haber sido así, pero lo cierto es que resurgió coincidiendo con el fin de las alternativas de izquierdas. Apareció, en efecto, después de que se produjera un vacío, una situación que no se planteó únicamente a causa del derrumbe de la Unión Soviética. No, ese vacío ya se había producido, en realidad, con la masacre de los partidos comunistas en Iraq, en Indonesia, por todas partes al Este de Egipto, masacres a las que contribuyeron los estadounidenses. La cuestión, pues, es la aparición de una gran crisis social, pero ya en ausencia de la izquierda. En este contexto apremiante, este tipo de religión politizada parece venir a colmar ese vacío, pero ya sin los propósitos de un movimiento anticapitalista (Bin Laden, recuérdese, es un hombre muy rico, su familia es increíblemente rica, muy amiga de los Bush y compañía). Desde una perspectiva marxista, pues, no estamos ante un movimiento que ataque las bases económicas de todo el tinglado, sino más bien ante un desplazamiento hacia cuestiones de forma de vida, religión… o sea, ante un giro cultural.

Respecto a los hechos que han ocurrido aquí en Madrid (11-3-2004), cualquiera puede llegar a la conclusión de que es preciso salirse de la guerra de Bush. Evidentemente, es una de las conclusiones que está sacando la gente y sin embargo, en un sentido más amplio, es justamente la típica cosa invariablemente utilizada por los gobiernos conservadores como parte de su propaganda. Con esto —-entiéndaseme bien—- no quiero infravalorar el sufrimiento de la gente, el dolor que acarrea todo esto, la estupidez que supone volar por los aires trenes llenos de trabajadores, estudiantes, etc. Pero el problema es que cuando dices otras cosas te pueden calificar de desalmado, igual que le pasa al que crítica a Israel y que acaba siendo tachado de antisemita. De algún modo tenemos que ser capaces de criticar la utilización política de un trauma. A mi modo de ver, el trauma ya se ha utilizado de una manera políticamente determinada, como en el caso de Bush. Por muy terrible que sea, es preciso ser conscientes de los efectos perversos que desencadena en el contexto político interno.

Archipiélago: Quizás el problema podría verse de otra manera, quizás, en términos de Zizek, podríamos decir que respecto a Marx estamos bastante de acuerdo, mientras que el problema sigue siendo Lenin. Es decir, la razón de la ineficacia de la izquierda reside menos en el análisis teórico que en las cuestiones prácticas de la organización y la estrategia. ¿Cuáles son, en su opinión, las características básicas del nuevo sujeto político revolucionario global? ¿Cuáles son sus prioridades estratégicas? ¿Cómo ve la relación entre el llamado «movimiento antiglobalización» y el movimiento contra la guerra?

F. Jameson: Sí, un daño serio provocado por Al Qaeda ha sido el giro del movimiento antiglobalización hacia el movimiento antiguerra, y con esto tampoco quiero decir que no sea importante crear un movimiento antiguerra. Si nos fijamos en los años 60, en Estados Unidos, por ejemplo, vemos que el movimiento en contra de la guerra de Vietnam deja de tener efectos políticos justamente después de la guerra. Frente a ejemplos como ése, el movimiento antiglobalización parece haber sido mucho más prometedor y por eso sería bueno que siguiera en movimiento y que se desarrollase más, pase lo que pase en el frente de la guerra. Podría ser que se produjera un fortalecimiento del movimiento antiglobalización a causa de la guerra, pero es más importante que exista un movimiento anticapitalista, no simplemente pacifista repito sea cual sea la posición que sostengamos al respecto.

En lo que concierne al problema de la organización, es cierto. El concepto político básico sobre el que aún tenemos que pensar es el de organización, en un sentido general, y en el de partido, en un sentido particular. La gente, sin embargo, se ha sentido tan asqueada por la tradición comunista y por el concepto general de partido que sencillamente tiende a rechazarlo o a ignorarlo. En estos momentos, diría uno, la mayor parte de la izquierda es anarquista o anticomunista y, por lo tanto, se siente mucho más atraída hacia nociones como la de espontaneidad, irrupción y similares. Creo que una de las debilidades de Imperio es que proviene de una tradición anticomunista, o sea, de una tradición de oposición a los partidos comunistas. Su idea de «multitud» implica un movimiento más espontáneo en contra del sistema. Sin embargo, más tarde o más temprano…uno no puede limitarse a organizar una concentración o una manifestación; estas cosas tienen que ir dirigidas hacia una meta, y para eso es preciso desarrollar reflexiones nuevas, nuevas ideas sobre la organización o, más exactamente, nuevas ideas internacionales sobre la organización. Parece claro que la globalización tiene muchos efectos positivos, siendo uno de ellos el hecho de que ahora la izquierda puede establecer estas conexiones, al igual que las puede establecer la banca o el comercio. Pero eso es justamente lo que no se ha logrado aún. Laclau y Mouffe lo expresan de manera brillante mediante la noción del “significante vacío”, la noción de “equivalencia”. Yo mismo recurro a veces a la palabra combination, una antigua palabra inglesa que remite al movimiento obrero del siglo XIX, que ya no empleamos mucho con este sentido, pero que es una buena idea, porque enfatiza la idea de una política de alianzas. De algún modo asistimos a eso, a una política de las alianzas que se basa en lo que Laclau llama «proyección de equivalencia», o sea, uno de estos significantes vacíos.

Con todo, no creo que Laclau y Mouffe precisen suficientemente el significado de todo esto. En último término, tiendo a pensar que esa proyección es siempre de carácter económico y que gira en torno a la idea de identificar un enemigo. Lo productivo del movimiento antiglobalización fue eso: de repente, de nuevo y por primera vez, se logró identificar a un enemigo. Eso es lo que hicieron tantos movimientos: los Sin Tierra en Brasil, los trabajadores en otras regiones, los nacionalistas en distintos países dirigidos por Estados Unidos o por compañías globalizadas, todos pudieron unirse a través de la identificación de ese foco común. Quizás esto constituya un punto de partida para pensar cómo se puede producir una política de alianzas que sea verdaderamente una política antiglobalización. Negri y Hardt han escrito un nuevo libro titulado Multitud, no lo he leído aún y quizás introduce ideas más concretas. A pesar de todo, no creo que ninguno de nosotros tenga la solución. Lenin es para muchos de nosotros un magnífico ejemplo de cómo pensar políticamente, es verdad; pero eso no significa que podamos volver atrás y fundar un partido bolchevique ni nada por el estilo. Es un ejemplo de inteligencia política, que es justamente lo que hoy necesitamos.

La culture comme enjeu politique

la culture comme enjeu politique

vendredi 6 mai 2011

Présentation du séminaire

« la culture comme enjeu politique ».

« Trésor accumulé des créations humaines » (comité central d’Argenteuil 1966) ou bien encore « ce qui permet à l’individu de sentir pleinement sa solidarité avec les autres hommes, dans l’espace et le temps, avec ceux de sa génération comme avec les générations qui l’ont précédé et avec celles qui le suivront… » (Paul Langevin 1931)… la culture est un objet de réflexion et un champ d’action auxquels les communistes ont longtemps accordé une place déterminante en empruntant en France la voie singulière ouverte par les Lumières, à la fois respectueuse du passé, critique et utopiste.

Cette démarche a toujours été animée d’un double refus : celui de considérer la culture comme un luxe réservé à une élite ou comme un simple produit valorisable.

Animée également d’une double ambition : élever le niveau culturel de l’ensemble de la population quelle que soit son origine sociale, ethnique, territoriale afin de l’aider à exercer son esprit critique et son intervention citoyenne et faire de l’enjeu culturel un enjeu politique émancipateur pour la personne humaine et transformateur des rapports sociaux.

Force est de constater que depuis plusieurs années maintenant, la création artistique, la démocratisation culturelle et la promotion de la diversité culturelle connaissent une stagnation, voire une régression très sensible.

Cette crise est à la confluence d’au moins trois phénomènes :

• Sur le plan économique avec le développement d’une industrie et d’un commerce symptômes d’une marchandisation accélérée des « œuvres de l’esprit ».

• Sur le plan politique par le démantèlement systématisé depuis l’arrivée au pouvoir de Nicolas Sarkozy, des politiques publiques de la culture, du ministère lui-même avec la RGPP, ainsi que par les attaques contre les collectivités locales avec la réforme actuelle.

• Sur le plan idéologique et moral par l’offensive intellectuelle menée depuis plusieurs décennies autour d’une conception libérale des rapports sociaux (individualisation, concurrence sociale, darwinisme social…) d’une régression intellectuelle sans pareil (survalorisation du biologique, mise en cause de la psychanalyse, créationnisme et résurgence d’un fondamentalisme religieux … Enfin du « retour de très vieilles ombres » (Patrick Chamoiseau) avec l’émergence d’un populisme voire d’une xénophobie d’Etat survalorisant une vision de l’identité nationale profondément réactionnaire.

Face à cela le monde de la culture a beaucoup de mal à développer un mouvement de résistance aux attaques gouvernementales et les forces politiques de gauche, PCF compris, se contentent le plus souvent d’accompagner et de soutenir ces luttes qui ne rencontrent pas l’écho et le soutien populaire nécessaires à des victoires significatives. Revendiquer une augmentation des budgets, une meilleure politique culturelle (mais par rapport à quelle période précédente ?) ne suffit plus. Ce qui est en cause aujourd’hui dans le mouvement social et surtout sur le plan politique c’est notre capacité à définir le sens, la portée, l’ambition d’un projet culturel se situant lui-même au cœur d’un projet politique de transformation des actuels rapports de domination et d’aliénation.

Le champ des questionnements est vaste et l’épuiser ne sera sans doute pas à la portée de ce séminaire. Mais quelques questions peuvent servir de point de départ :

• Comment redonner du sens au soutien public à la création contemporaine ? Comment repenser les conditions mêmes de l’exercice de la liberté de création face au poids de l’argent et à l’interventionnisme politique ? Comment être particulièrement attentif à l’innovation et aux formes émergeantes de la création artistique ?

• Comment légitimer la place de l’art dans la société ? comment réfuter cet « air du temps » qui fait de l’art un luxe insupportable en temps de crise parce que prétendument capté par les « couches moyennes cultivées » ? Comment montrer que l’art est « ce moyen qu’a trouvé une femme ou un homme pour raconter à un(e) autre son rêve par lequel il révèle et constitue sa réalité intérieure » (Roland Gori, 2010) ou encore que c’est ce qui incite le spectateur ou le lecteur à reconfigurer son « partage du sensible » (Jacques Rancière, 2000) ou bien encore qu’il n’y a pas de société, ni d’activités humaines sans forme de symbolisation et de ritualisation, sans production mythique.

• Comment renouer avec l’ambition démocratique du partage des œuvres et des pratiques artistiques, d’une appropriation populaire de l’imaginaire et du symbolique par et pour la société toute entière ? Comment relancer sous des formes neuves et citoyennes l’éducation populaire dans tous les territoires, dans l’espace urbain comme dans celui du travail ?

• Comment prendre en compte les pratiques culturelles réelles des Français, en particulier avec l’irruption du numérique et le poids croissant des industries culturelles ? Comment inventer une autre économie de la culture respectueuse des droits des créateurs, de la liberté de circulation des œuvres tout en refusant la soumission aux exigences de la reproduction du capital ?

• Et surtout comment refaire de l’enjeu culturel un enjeu de société, un enjeu politique pour ceux à gauche qui réfléchissent aujourd’hui aux formes du dépassement d’un capitalisme à bout de souffle mais qui ne s’effondrera pas de lui-même ? Comment penser une alternative à cette société de l’éphémère, du reproductible, du jetable, du rentable ?
Dans son discours au monde de la culture à Nîmes en janvier 2009 Nicolas Sarkozy affirmait que la culture n’était pas un secteur de l’activité gouvernementale parmi d’autres mais « ce qui donnait le sens à toute l’action publique ». La droite semble en effet avoir compris l’enjeu gramscien de la construction d’une hégémonie culturelle à l’échelle de la société, singulièrement dans les classes populaires au même rythme que nous l’avons oublié. Les liens étroits désormais établis entre le monde des médias, en particulier l’audiovisuel, celui de l’édition et de la presse, participent de cette construction. L’offensive pour intégrer l’école et l’université à ce dispositif relève de la même ambition.

Il est grand temps, à gauche, de savoir comment refaire de la culture, du « partage du sensible » pour reprendre l’expression de Jacques Rancière, de l’imaginaire et du symbolique, le creuset d’une pensée sur l’avenir et sur l’alternative.

Le moment est venu de « pousser dans une autre direction que celle qui depuis trente ans nous poussait à fonctionner dans une certaine direction » (Yves Citton, « Mythocratie », 2010).

« La culture est la condition de la politique parce qu’elle est la condition du débat, de la circulation de la parole, des opinions et des jugements, de l’accès à la citoyenneté dans la liberté et l’égalité à travers les gestes de la pensée et de la création » nous rappelle Marie-José Mondzain dans Cassandre d’août 2010.

L’urgence de refonder une pensée politique de gauche est en soi une question culturelle. Elle est d’autant plus forte que nous savons que tout projet de société transformateur doit désormais procéder d’une intervention citoyenne et de la participation de tous à l’élaboration et à la construction d’une alternative émancipatrice durable et solidaire à la société actuelle.

Une intervention citoyenne qui ne peut se résumer aux luttes et qui doit s’emparer des champs politiques, idéologiques et culturels.
Espaces Marx et le PCF se proposent de traiter de l’ensemble de ces questions dans un séminaire de longue durée avec la participation de personnalités issues du monde universitaire, artistique, politique et syndical.

Internacionalización de los grupos empresariales chilenos

Internacionalización de los grupos empresariales chilenos
Por Fundación NODO XXI | 03/03/2014

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Este texto forma parte del primer Cuaderno de Coyuntura,
presentado por la Fundación NODO XXI el 12 de diciembre de 2013.

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La apertura extrema y la privatización de la economía que propicia el giro neoliberal chileno respecto al patrón desarrollista anterior, generan condiciones para la formación y desenvolvimiento de nuevos grupos empresariales. Vinculados, principalmente, al sector primario exportador y de servicios, sobre todo financieros, los emprendedores criollos se consolidan en la economía local pese a la significativa presencia de capitales multinacionales mediante una sostenida tendencia a la concentración en la mayoría de los rubros productivos y de servicios. Esto permite que en los últimos años las principales empresas nacionales inicien un llamativo proceso de internacionalización que las posiciona inmediatamente detrás de sus pares brasileños y mexicanos, y muy por encima del resto de los grupos empresariales de la región. Un escenario que difiere del periodo nacional-popular, en el que una economía de enclave minero como la local, no originó un sector productivo como el que era posible apreciar en Argentina, Brasil o México. Pero tampoco, en otro nivel, como los que se formaron en Colombia o Venezuela. Luego, se trata de una fisonomía totalmente nueva que relativiza la histórica posición de rezago regional que ostentó el empresariado en Chile.

El objetivo de la sección es analizar el fenómeno de la internacionalización de los grupos empresariales nacionales y, con ello, constituir una reflexión sistemática respecto de este grupo social, que por lo general, el pensamiento crítico ignora. Una mirada que busca, a lo largo del tiempo, precisar la orientación que le imprimen las distintas fracciones del empresariado al modelo de desarrollo y si, además, deviene en forma inédita en un grupo capaz de liderar, política y culturalmente, al conjunto de la sociedad chilena.

1. La inversión extranjera directa

Desde la década de 1970 el capitalismo viene experimentando un vertiginoso proceso de liberalización comercial y financiera que se ha expresado no sólo en el incremento de los intercambios comerciales de bienes y servicios entre países, sino que también en la intensificación de la inversión extranjera directa (IED) y de la inversión de cartera desde los grupos económicos de países desarrollados hacia otros de menor riqueza. Particularmente la IED desde los países ricos hacia otros con mejores condiciones para la captura de ganancia por abaratamiento de costos en la mano de obra, disponibilidad de materias primas, beneficios fiscales, tributación, cercanía de mercados de consumidores, entre otros aspectos, ha generado un cambio sustantivo en la configuración de la estructura productiva y comercial a nivel global. De ese modo se configuran empresas o industrias fragmentadas geográficamente y organizadas a partir de procesos productivos en cadenas de valor a nivel mundial. Lo relevante de este proceso es que los grupos económicos multinacionales se introducen en la estructura productiva de un país a través de la IED generando un efecto positivo en las cuentas nacionales, empero fundamentalmente, instalando un poder, que en alianza con las élites locales, define las condiciones de las estructura productiva local, especialmente del empleo a escala nacional.

En este sentido la IED, en tanto inversión dirigida a la creación y/o expansión de empresas en territorios con soberanía distinta a la del capital inversor, es expresión del ensanchamiento del poder económico de los grupos multinacionales e indicador de la fuerza de penetración de estos intereses en el espacio nacional. Proceso históricamente conocido por los países de América Latina y que en la actualidad se diferencia, principalmente, por su carácter multilateral y de producción en cadena. Es desde este punto de vista que se debe entender el progresivo y reciente aumento de la IED chilena en el concierto latinoamericano, con una distinción relevante, la IED desde los países desarrollados representa el poder industrializado –manufacturas- de la economía mundial sector más dinámico de la economía internacional, versus la IED de los grupos económicos regionales que se sustenta principalmente en la industria extractiva, los recursos naturales y el comercio minorista –retail–, como es el caso chileno. Esto último evidencia la histórica desigualdad en la distribución internacional de la producción y de la riqueza.

En el caso nacional, durante el año 2012 los montos de Inversión Extranjera Directa (IED) desde Chile hacia el exterior alcanzaron un record histórico, llegando a 21.090 millones de dólares, dejando a las empresas criollas en el segundo lugar de América Latina, siendo superadas sólo por el monto de inversiones hacia el exterior de las empresas mexicanas1.

Gráfico 1. Inversión Extranjera Directa desde Chile hacia el exterior (2005-2012)
Grafico1

Fuente: Elaboración propia en base a datos anuales de cuenta financiera de la balanza de pagos, Banco Central de Chile.

Como se muestra en el gráfico 1, el monto de la IED realizada desde Chile ha crecido aceleradamente desde 2006, experimentando un salto significativo en los últimos años que ha llevado a duplicar el monto de 2010, cuadriplicar el de 2007 y multiplicar por doce veces el de 2003. Esta situación implica un cambio importante en las relaciones económicas que establece Chile con el exterior, pues si bien el país continúa siendo un receptor neto de IED como ha sido tradicionalmente, la diferencia entre la inversión enviada y recibida se ha ido reduciendo progresivamente: si en 2003 el monto de la IED desde Chile representaba un 39% respecto a la IED recibida, este porcentaje alcanzó el 89% en 2011, para descender al 70% durante el año 2012.

Se trata de significativos grados de expansión regional conseguidos a través del crecimiento corporativo o directamente por la vía de la adquisición de otras empresas regionales, incluso europeas y norteamericanas establecidas en América Latina. Esto evidencia, entre otras cuestiones, el tamaño alcanzado por los empresarios nacionales y su capacidad para movilizar enormes masas de capital, de proporciones desconocidas para la historia local. Un exitoso recorrido que contrasta marcadamente con las profundas dificultades financieras que enfrentan gran parte de las potencias desarrolladas y no pocas economías latinoamericanas.

2. El salto hacia América Latina

Esta capacidad de inversión de los grupos empresariales nacionales se explica fundamentalmente por la acción de las grandes empresas vinculadas al comercio minorista (retail), la industria forestal y el caso de Lan (Grupo Cueto y otras familias locales) en el transporte aéreo, capitales que consolidando su posición dominante en el mercado local y alcanzando una alta capacidad de ahorro y ganancia han salido a competir fuera de Chile, dando cuenta de la capacidad expansiva de las empresas y del capitalismo local en estos rubros. Uno de los casos más importantes es el de la empresa aérea Lan, cuya fusión con la brasileña TAM representó la operación transfronteriza más relevante de América Latina en 2012, involucrando un monto de 6.502 millones de dólares2. Otros ejemplos emblemáticos de este proceso son las inversiones de Cencosud (Grupo Paulmann) y Falabella (Grupo Solari-Del Río-Cuneo) en la región, empresas consolidadas en un mercado chileno altamente concentrado 88% de las ventas de supermercados correspondieron a sólo 4 empresas en 20113. Las ganancias de ambas empresas en el año 2012 alcanzaron los 269 mil millones de pesos y 371 mil millones de pesos respectivamente4, base a partir de la cual se ha iniciado su expansión internacional y que ha posibilitado que los grupos económicos vinculados a ellas figuren para el mismo año, según Forbes, entre las mayores riquezas del mundo5.

De esta manera, el crecimiento en los montos de IED enviados desde Chile hacia el exterior ha conducido a elevar la importancia relativa de las inversiones realizadas por empresas chilenas dentro de la IED latinoamericana, en la cual Brasil ocupa el primer lugar. En efecto, Chile hasta 2010 realizó anualmente una IED que representó alrededor de un 20% del total de América Latina; hacia 2011 y 2012 ha superado el 40% (cuadro 1).

Cuadro 1: Importancia relativa por país en los montos de IED hacia el exterior en América Latina.
Tabla1

Fuente: Fundación Nodo XXI. En base a datos de CEPAL, 2013.

En cuanto al destino principal de la IED chilena, Brasil, Colombia y Perú representan las economías cuyos montos han venido sostenidamente incrementándose en los últimos años. Como se observa en el gráfico 2, mientras la IED en los últimos 10 años se mantiene relativamente constante desde Chile a EEUU, hacia los países de la región se incrementa sostenidamente. En el año 2011, Chile fue el cuarto principal país de origen de la IED en Argentina, por detrás de Estados Unidos, Brasil y Suiza. En el año 2012, la IED chilena ocupó el tercer lugar en Colombia superando incluso el monto de las inversiones de Estados Unidos y Brasil en ese país. De esta forma, si se excluyen las inversiones en el sector petrolero y la reinversión de utilidades, Chile pasa a ser el principal inversionista extranjero en Colombia, debido fundamentalmente a las operaciones realizadas por Cencosud adquisición de Carrefour Colombia por 2.614 millones de dólares y Corpbanca (Grupo Saieh) compra de Santander Colombia por 1.225 millones de dólares en el último año6.

Expansión que no sólo abarca el más conocido rubro del retail sino también la expansión orgánica como las adquisiciones en el rubro forestal, en países como Brasil, Colombia y Uruguay, pero también en Estados Unidos y Canadá, que incluye plantas de procesamiento, ha terminado por proyectar a las principales matrices chilenas del área, como son los consorcios CMPC (Grupo Matte), Arauco y Copec (Grupo Angelini), a los primeros planos mundiales en términos de sus dimensiones productivas y de comercialización.

Gráfico 2: Monto de los flujos de inversión directa desde Chile hacia el extranjero en los cinco principales países de destino de la inversión (2003 – 2012).
Grafico2

Fuente: Elaboración propia en base a datos anuales de cuenta financiera de la balanza de pagos, Banco Central de Chile.

3. Conclusión

Las dimensiones que alcanzan la formación de capitales y la masa de capital propiamente tal, que manejan estos grupos económicos gracias a ello, comienza a hacer sentir su peso en el concierto regional. Este curso permite que empresas chilenas, y otras extranjeras con asiento en el país, inicien una agresiva política de adquisiciones o directamente su expansión en la mayoría de los países de la región. Un posicionamiento inédito que destaca todavía más, si se considera que en Chile, el llamado Estado empresario resulta considerablemente más desmantelado que en el resto de experiencias regionales, en especial, en relación a los casos brasileño y mexicano. En estos últimos países, a diferencia de la variante chilena, el liderato empresarial todavía resulta encabezado por empresas que se encuentran dentro de la órbita estatal.

En definitiva, los datos de la IED en los últimos años muestran un notorio crecimiento de las inversiones realizadas por las empresas chilenas en el exterior, llevando a reducir la diferencia entre la inversión extranjera recibida y la enviada. Como parte de este mismo proceso, los grupos económicos chilenos se consolidan como uno de los principales inversores en el ámbito latinoamericano, adquiriendo una presencia relevante en países como Colombia y Perú. Contrariamente a las tesis que anuncian el derrumbe del modelo, el empresariado chileno, a lo menos sus fracciones más dinámicas, gozan de una excelente salud, consolidando y ampliando su influencia económica en la región. En todo caso, queda abierta la interrogante respecto a si esta es una tendencia coyuntural, producto de la crisis económica que afecta a una mayoría de países europeos y latinoamericanos, o si se consolida como una tendencia que catapulta al empresariado chileno como líder regional.

[1] http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=108837

[2] CEPAL, 2013. La inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe.

[4] Según Ranking Empresas 2013, Diario Estrategia.

[5] Miembros del grupo Solari y Horst Paulmann forman parte del listado de las personas más ricas del mundo publicado por la Revista Forbes: http://www.forbes.com/billionaires/list/

[6] Cepal, 2013. La inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe.

“El testimonio como Historia” El reto de Adiós Muchachos de Sergio Ramírez a la historiografía Nicaragüense.

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Número especial de Diálogos
Revista electrónica de Historia 2008. ISSN 1409- 469X
www.novenocongreso.fcs.ucr.ac.cr
Indexaciones: Repositorio de Revistas UCR, DIALNET,
Latindex, REDALYC Directorio y recolector de recursos
digitales del Ministerio de Cultura de España, Directory of
Open Access Journals.
Historia Regional
La Investigación Histórica: Teorías,
Métodos, Enfoques, Fuentes e
Historiografía
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www.novenocongreso.fcs.ucr.ac.cr
Escuela de Historia
Centro de Investigaciones Históricas de América Central
Postgrado Centroamericano en Historia
Número especial de Diálogos. Revista electrónica de Historia
ISSN 1409- 469X
Fecha de recepción: 15 de mayo 2008
Fecha de aceptación: 30 de mayo 2008
Miembros del Consejo Editorial:
Dr. Ronny Viales, Dr. Juan José Marín
Editores Técnicos:
Allan Fonseca, Andrés Cruz, Gabriela Soto
“El testimonio como Historia”
El reto de Adiós Muchachos de Sergio
Ramírez a la historiografía Nicaragüense.
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Introducción

La historiografía nicaragüense después de la década de los noventa se caracterizó por un sorprendente abandono de los temas del pasado reciente. Por el contrario, la obra de Sergio Ramírez, Adiós Muchachos. Una memoria de la revolución sandinista1
narra y explica, desde la perspectiva de un testigo privilegiado 25 años de sandinismo. Esta obra es una oposición al silencia historiográfico de ese periodo, escrito en la mejor tradición del continente, las memorias de un protagonista de los hechos narrados donde hacer la historia y escribirla parecen ser parte
de un mismo proceso.

La fuerte carga emotiva de la obra incita a la reflexión de lo que significó la última
revolución latinoamericana victoriosa del Siglo XX y su trágico desenlace, un llamado a nuevas
visiones y versiones de los hechos, a nuevos trabajos sobre el periodo y a significar desde la historia
y/o desde la experiencia personal el proceso revolucionario en Nicaragua. Para desarrollar esta
propuesta, en primer lugar se hará una aproximación a la producción historiográfica nicaragüense
desde las memorias políticas de los protagonistas, después un análisis de la Adiós Muchachos en
su contexto y por ultimo una valoración del reto de la obra a la historiografía y para la elaboración
de otras memorias sobre la época
Las Memorias y su tradición
La historiografía latinoamericana tiene sus antecedentes en las crónicas de conquista, diarios de
campañas y las memorias de los grandes hombres que deseaban dejar testimonio de su accionar y
de sus luchas. A diferencia del soldado español Bernal Díaz del Castillo que escribió La Verdadera
Historia de la Conquista de la Nueva España2, por “amor propio”. Para el escritor nicaragüense
Sergio Ramírez la razón de escribir Adiós Muchachos es salvar la revolución sandinista del
1
Sergio Ramírez, Adiós muchachos. Una Memoria de la revolución sandinista, (México, Aguilar,1999).
2
Bernal Díaz del Castillo, La verdadera historia de la conquista de la Nueva España. (México, Espasa
Calpe, edición de 1968)
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“El testimonio como Historia”
El reto de Adiós Muchachos de
Sergio Ramírez a la historiografía
Nicaragüense.
Mtra. Verónica Rueda Estrada
Doctorante del Posgrado en Estudios Latinoamericanos
de la Universidad Nacional Autónoma de México.
v_rueda_motor@yahoo.es
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olvido injusto al que está sometida y reconoce que la tradición de las memorias en Nicaragua
es tan antigua como la primera intervención norteamericana y se remonta a la realizada por el
filibustero William Walker3..
Esta opinión es compartida por el chileno Marcos Roitmann para quien: “La historia de
América Latina se ha escrito a través de batallas contra conquistadores, oligarcas, tiranos y hoy
neo-liberales. Y a cada paso en la lucha contra el imperio español, el imperialismo británico o el
estadounidense le siguen una lista de mártires y héroes. Epopeyas y gestas se narran como parte
de un destino forjado entre avances y retrocesos, triunfos y derrotas. Toda una marea de nombres
y circunstancias disímiles se agrupan en la guerra contra la explotación […] Todas las riquezas
que posee el Continente son codiciadas por extranjeros y vende-patrias. Multinacionales, piratas,
especuladores, empresarios configuran una larga lista de personajes cuya existencia está signada
por su falta de escrúpulos, sus sueños de riquezas, sus ansias de poder y sus ínfulas de grandeza
[…]”4..
Por su parte, para el ex vicepresidente sandinista, el origen del género se establece a partir
de eventos sociales de gran magnitud (extra-literarios) relacionados con las luchas nacionalistas
nicaragüense y claro esta, las intervenciones norteamericanas. Ejemplo de ello serían, para el
siglo XX, las obras de Anastasio Somoza García El verdadero Sandino o el calvario de Las
Segovias5; de Manolo Cuadra Contra Sandino en las montañas6
, Juan Bautista Sacasa: Cómo y
por qué caí del poder7
, de Pedro Joaquín Chamorro Cuadra, Estirpe sangrienta. Los Somoza8
3
Ramírez, “Adiós”, 137.
4
Marcos Roitmann “El relato épico de América latina” en La Jornada 12 de junio de 2004. http://www.
jornada.unam.mx/2004/06/12/016a2pol.php?origen=opinion.php&fly=2 (Fecha de acceso 10 de febrero de 2008).
5
Anastasio Somoza García, El Verdadero Sandino o el calvario de Las Segovias (Managua, Editor
Robelo,1939).
6
Manolo Cuadra, Contra Sandino en las Montañas (Managua, Editorial Nuevos Horizontes,1942).
7
Juan Bautista Sacasa, Como y Porqué caí del Poder, (León y Managua sin editorial, 1946).
8
Pedro Joaquín Chamorro Cuadra Estirpe Sangrienta. Los Somoza (México, Ediciones Patria y Libertad,
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y Diario de un preso9; Luis Gonzaga Cardenal Mi rebelión. La dictadura de los Somoza10
y
Jerónimo Aguilar Cortés Memorias: de los yanquis a Sandino11
.
Hasta antes del 1979 la historia de Nicaragua estaba relacionada con Somoza como el gran
hombre y su familia quienes daban pauta para la elaboración histórica. A partir del 19 de julio de
ese año, con la victoria militar del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el discurso
político, social, económico y cultural cambia, por lo tanto, el historiográfico se ve influenciado
hacia una tendencia que tiene como finalidad escribir “la nueva historia de Nicaragua”.
Esta nueva historia tenía como paradigma central la lucha de Sandino y la importancia
del pueblo nicaragüense en el largo y duro proceso de liberación Nacional. El pueblo es visto
como el verdadero creador de los cambios sociales y, en consecuencia, como protagonista de
la historia y como un sujeto histórico determinante. Durante el periodo revolucionario se da
une efervescencia de memorias de protagonistas, ya no se trataba de los grandes hombres, sino
del ciudadano común que participaba en acciones importantes y que conseguía un lugar en la
historia.
Así, bajo el paradigma de las luchas de liberación nacional de todo el continente esta nueva
forma de registro quedo consignado bajo el nombre de testimonios, entre los casos nicaragüenses
sobresalen: La montaña es algo más que una inmensa estepa verde12
y Canción de amor para
los hombres13 de Omar Cabezas y, La paciente impaciencia14 de Tomás Borge. También están
1957).
9
Pedro Joaquín Chamorro Cuadra, Diario de un preso (Managua, Editorial Nuevos Horizontes, 1963).
10
Luis Gonzaga Cardenal, Mi rebelión (La dictadura de los Somoza) (México, Ediciones Patria y Libertad,
1961).
11
Jerónimo Aguilar Cortés, Memorias: de los yanquis a Sandino (San Salvador, Talleres Gráficos del I. T.
Ricaldone,1972).
12
Omar Cabezas, La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, (Managua, Editorial Nueva Nica-
ragua, 1982).
13
Omar Cabezas, Canción de amor para los hombres (Managua, Editorial Nueva Nicaragua, 1988)
14
Tomas Borge, La paciente impaciencia (Managua, Editorial Vanguardia y México, Editorial Diana,
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los testimonios de protagonistas que salen a la luz gracias al oficio de un mediador como: Somos
millones: la vida de Doris María, combatiente nicaragüense15
y Todas estamos despiertas – testimonios de la mujer nicaragüense hoy16 ambos de Margaret Randall; y Revolucionarios por
el evangelio17 de Teofilo Cabrestero. Desde una postura anti sandinista Memoirs of a counter-
revolutionary. Life with the contras, the sandinistas and the CIA18
de Arturo Cruz Jr. y Nicaragua
traicionada19
de Somoza Debayle y Jack Cox entre muchos otros.
Si bien estas obras no eran trabajos de investigación histórica si tenían una connotación
histórica, pues la suma de las memorias de los protagonistas daría lugar a la construcción de la
historia del pueblo nicaragüense en sus luchas de liberación. Después de 1990, con la derrota
electoral del FSLN el discurso político del sandinismo y de sus antagonistas se ve forzado a
transformarse, y con él la tendencia historiográfica: la derrota electoral obligo a re-significar
el pasado reciente. La Unión Nacional Opositora (UNO) se vuelve gobierno y desde el poder
–en manos de Violeta Barrios, viuda de Chamorro- se podía controlar también la educación y la
elaboración de la historia de Nicaragua. Pero eso sucede de manera muy débil, prácticamente
inexistente.
Durante ese gobierno y los que le siguieron de cuño neoliberales no se propone siquiera
una historia contraria a la del sandinismo, la década revolucionaria sólo aparece como la “noche
1989).
15
Margaret Randall, Somos millones. La vida de Doris María, combatiente nicaragüense, (México, Editorial
Extemporáneos, Colección Latinoamérica, Serie testimonio # 2, 1977).
16
Margaret Randall, Todas estamos despiertas – testimonios de la mujer nicaragüense hoy (México, Edito-
rial Siglo XXI, 1980)
17
Teófilo Cabestrero, Ministros de Dios, ministros del pueblo. Testimonio de tres sacerdotes en el gobierno
revolucionario de Nicaragua [Miguel D’escoto y Ernesto y Fernando Cardenal] (Nicaragua, Editorial La Ocarina,
Ministerio de Cultura, edición de 1985)
18
Arturo Cruz Jr. (1989) Memoirs of A Counter-Revolutionary. Life with the Contras, the Sandinistas and
the CIA (New York, USA, Doubleday, 1989).
19
Jack Cox, y Anastasio Somoza Debayle, Nicaragua Traicionada (Boston-Los Angeles, Editorial Western
Islands, 1980).
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oscura de Nicaragua” o “la década perdida” un periodo turbio del acontecer de la nación que debe
quedar en el olvido pues “el tiempo pasado fue peor”20. Los trabajos históricos desde la academia
se centran en temas económicos como el impacto del boom algodonero o bien sobre los procesos
para el establecimiento de las fronteras geográficas nicaragüenses, sobre la construcción del
Estado-Nación, análisis sobre el periodismo del Siglo XIX, sobre el mito del Guegüense y su
importancia en la identidad popular del nicaragüense, así como amplios estudios sobre historia
regional21. y sobre la mal llamada “transición democrática” de los 90.
Los protagonistas de la contrarrevolución tampoco se mostraron muy interesados en
escribir sus memorias o en la reconstrucción histórica de la Resistencia Nicaragüense, salvo
contadas excepciones como la de Jaime Morales Carazo con su libro La Contra. Anatomía de una
traición múltiple22, Gringos, contras y sandinistas. Testimonio de la guerra civil en Nicaragua23
de Donald Castillo Rivas, Comandos24
con investigaciones de Sam Dillon y los testimonios de
Luis Fley, un importante ex jefe de La Contra y The real contra war. Higlander peasant Resistence
in Nicaragua del diplomático norteamericano Timothy Brown25. Tal vez la obra más importante
sobre la Resistencia provenga de un simpatizante sandinista, el investigador Alejandro Bendaña
que en Una Tragedia Campesina. Testimonios de la Resistencia26
proporciona una serie de
elementos que confirman la fuerte presencia de campesinos en las filas de la Contra y las razones
20
“Todo tiempo pasado fue peor” en La Prensa, 20 de Julio de 2004 http://www.laprensa.com.ni/archivo/2004/
julio/20/editorial/ (fecha de acceso: 20 de febrero de 2008) .
21
Véase por ejemplo las publicaciones del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica de la Univer-
sidad Centroamericana (IHNCA-UCA).
22
Jaime Morales Carazo, La Contra. Anatomía de una traición múltiple (México, Editorial Planeta, 1989).
23
Donald Castillo Rivas, Gringos, contras y sandinistas. Testimonio de la guerra civil en Nicaragua, (Co-
lombia, TM Editores, 1993)
24
Sam Dillon, Comandos (New York, USA, Published by Henry Holt and Company, 1991)
25
Timothy Brown, The real contra war. Higlander peasant Resistence in Nicaragua, (USA, University of
Oklahoma, Norma, 2001).
26
Alejandro Bendaña, Una Tragedia Campesina. Testimonios de la Resistencia (Managua, Editora de Arte
(Edit-arte) y Centro de Estudios Internacionales (CEI), 1991).
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de su lucha, más allá del discurso norteamericano de “Paladines de la libertad” o del sandinista
que los calificó como mercenarios.
Sobre la etapa de la post revolución sandinista sobresale la obra de Erick Aguirre,
La espuma Sucia del Río. Sandinismo y transición política en Nicaragua27
, una mezcla de
ensayo y memoria. Otro caso interesante son las obras publicadas en la década del 90 sobre el
asesinato de los Somoza, la de Alejandro Mella Latorre, Somoza y yo. Crónica de un calvario
en Paraguay28 la de Claribel Alegría y D.J Flakoll, Somoza: Expediente Cerrado -La historia de
un Ajusticiamiento-29, así como la de Agustín Torres Lazo La saga de los Somoza. Historia de un
magnicidio30.
Otros testimonios sobre la época son los del Cardenal Miguel Obando y Bravo Agonía
en el Bunker31 que narra los últimos días de Somoza Deabyle en Nicaragua, la del sacerdote
Xavier Gorostiaga Dando razón de nuestra esperanza32
, la recopilación de Testimonios de niños,
niñas y adolescentes trabajadores de Nicaragua33 del investigador Manfred Liebel que trata
sobre los cambios en las condiciones laborales desde el régimen sandinista hasta el fin del
gobierno de chamorro, y por último, el testimonio de Violeta Barrios viuda de Chamorro, que
27
Erick Aguirre, La espuma Sucia del Río. Sandinismo y transición política en Nicaragua, (Managua,
CIRA- Editorial Nueva Nicaragua, 2001).
28
Alejandro Mella Latorre, Somoza y yo Crónica de un calvario en Paraguay (Asunción, Paraguay, Edi-
ciones Ñandutí vive -Intercontinental Editora, 1990)
29
Claribel Alegría y D.J Flakoll Somoza: Expediente Cerrado La historia de un Ajusticiamiento, (Nicara-
gua, El Gato Negro, Latino Editores, 1993).
30
Agustín Torres Lazo, La saga de los Somoza. Historia de un magnicidio, (Nicaragua, Editorial Hispa-
mer, 2002).
31
Miguel Obando y Bravo Agonía en el Bunker (Managua, Comisión de Promoción So-
cial Arquidiocesana (COPROSA), 1990).
32
Centro Ecuménico Antonio Valdivieso y Xavier Gorostiaga, Dando razón de nuestra
esperanza: los cristianos latinoamericanos frente a la crisis del socialismo y la derrota sandi-
nista (Managua, Nicaragua, Ediciones Nicarao, 1991).
33
Manfred Liebel, Testimonios de niños, niñas y adolescentes trabajadores de Nicaragua (Managua, Edi-
torial Nueva Nicaragua, 1996)
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sintomáticamente aparece publicado originalmente en Inglés Dreams of the Heart34.
Otras memorias de la revolución
En los años posteriores a la segunda derrota electoral sandinista (1996), tres importantes
integrantes de aquella dirigencia, actualmente reconocidos poetas y novelistas, escribieron sus
memorias: por un lado, el sujeto de esta ponencia Sergio Ramírez Mercado y por el otro Gioconda
Belli y Ernesto Cardenal. Ellos iniciaron un proceso de recuperación de la memoria individual,
evocando en sus libros la tradición memorialista de la región. Miembros de esa generación de
jóvenes y adolescentes que vivieron durante los años 60 y 70, que alcanzaron su madurez en los
años 80 y 90, y ahora que son adultos o viejos, recuerdan, un pasado doloroso, un pasado que
para otros, es mejor no recordar.
El sacerdote trapense y ex Ministro de Cultura del gobierno revolucionario Ernesto
Cardenal, publica los tres tomos de sus memorias: Vida perdida35; Las ínsulas extrañas36
y La
revolución perdida37
. Por su parte, la poetisa Gioconda Belli da a conocer El país bajo mi piel:
Memorias de amor y guerra38 (2001). Todas estas obras son una revelación individual en contra
del olvido institucional y colectivo.
El XX aniversario de la revolución sandinista les sirve de marco y de pretexto a los
tres para presentarnos sus reflexiones –principalmente críticas- del período: una retrospectiva
situada entre los años de 1999 y 2001, sobre eventos que forman parte de la historia reciente
34
Violeta Barrios, Guido Fernández y Sonia Cruz de Baltodano Dreams of the Herat the autobiography of
President Violeta Barrios de Chamorro of Nicaragua (New York : Simon & Schuster, 1996). Posteriormente es edi-
tada en español como Sueños del Corazón: memorias (Madrid, España, Editorial Acento, 1997).
35
Ernesto Cardenal, Vida perdida (México, Fondo de Cultura Económica, 1999).
36
Ernesto Cardenal, Las Ínsulas Extrañas, México (México, Fondo de Cultura Económi-
ca, 2001).
37
Ernesto Cardenal, La Revolución Perdida (Madrid, España, Editorial Trotta, 2003).
38
Gioconda Belli, El país bajo mi piel: Memorias de amor y guerra, (Barcelona, España, Plaza y Janés
Editores, 2001).
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nicaragüense y que son narrados desde la problemática perspectiva del yo-escritor-memorialista
y la conflictiva relación con su pasado.
La decisión de los autores de usar el concepto de memoria, y no el de autobiografía y/o
testimonio, depende de las perspectiva literarias-culturales e incluso políticas de los autores.
En general la autobiografía es vista como una expresión de liberalismo en el que un sujeto
narra su propia vida y hace un recuento de ella y de su obra. Aquí el hombre protagonista es
percibido como un sujeto político capaz de hacer historia, por lo tanto, tiene su anclaje en el
sujeto de expresión liberal, con el que no se sentiría cómodo ninguno de estos participantes de
la revolución sandinista. Probablemente tampoco lo consideran testimonio porque el término
está estrechamente relacionado con los movimientos de izquierda de los años sesenta, setenta y
ochenta. En la crítica literaria sigue siendo objeto de debates y los autores pretenden romper con
ese capital literario que seguramente ven como estrecho. En tal sentido, el concepto de memoria
e incluso el de confesión es visto desde una perspectiva que incluye la tradición, pero al mismo
tiempo abre nuevos horizontes de creación y libertad.
Cardenal requirió de 3 tomos para contar su vida, y Belli nos narra de manera romántica
su paso por la revolución. En este contexto, la memoria de Sergio Ramírez nos da una mayor
riqueza pues no se trata de la vida pormenorizada del autor, ni de una época de su vida, sino de
toda la revolución de manera que Ramírez intenta hacer hablar a la revolución a través de él, de
su memoria, e inscribirse a sí mismo en la historia de la revolución. Es a es la riqueza de Adiós
muchachos, una obra cuyo tema central es la revolución sandinista, como explicación del pasado
reciente y su importancia en la Nicaragua democrática39.
39
Sobre el tema de la democracia el autor plantea una visión socialdemócrata del proceso y considera que
el mayor logro de la revolución fue la construcción de la democracia en la nación centroamericana. Este tema ha
sido uno de los ejes centrales del debate post revolucionario, para sus detractores la lucha contrarrevolucionaria se
realizo en busca de la democracia pues los sandinistas negaban la participación de las fuerzas opositoras en las de-
cisiones nacionales y por lo tanto se trataba de un régimen autoritario. Desde mi perspectiva el régimen sandinista
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Sobre Adiós Muchachos
Está escrita en 1999, cuando se cumplen 20 años de la victoria revolucionaria, pero también
después de dos derrotas electorales para el sandinismo. El autor se había separado del FSLN y en
1996 había participado como candidato a la presidencia por el Movimiento Renovador Sandinista
(MRS), sufriendo una gran derrota. El libro tal como lo indica el título es una despedida a sus
antiguos compañeros del Frente y es, además, un cierre personal con el pasado del autor: « […]
yo diría que es un ajuste de cuentas conmigo mismo, yo quise entrarle como catarsis personal,
de una pasión que me hizo violencia en mí mismo, dentro de mi propia vida, yo creo que al fin
y al cabo no lo logre, es decir, porque ese fantasma de la revolución siempre esta rondándome
¿por qué? por que fueron los años más intensos de mi vida, no es posible saldar cuentas con lo
que fue, fueron para mí los años más intensos, más notables, más apasionantes y apasionados
de mi vida»40
.
Adiós muchachos es entonces una forma de resistencia ante el olvido a que se quiere
someter a la revolución y al ideal político, pues a ambos hay que rescatarlos. Para Ramírez, y
así lo demuestra a lo largo del texto, el escribir, pensar y analizar parece ser la mejor manera de
mantener vivo algo, y que es el espíritu de la revolución lo inamovible, lo que sigue y seguirá
ahí. Es, entonces, la enorme preocupación por el olvido lo que distingue a esta obra de otras
memorias de la época.
El tiempo de Adiós queda marcado por la separación política del autor con el sandinismo:
un hecho consumado y sin reconsideraciones. En ese momento el FSLN está en la oposición,
luchando por su acomodo en el nuevo contexto, después de haber traicionado muchos de sus
abrió la posibilidad del sistema democrático nicaragüense, prueba de ello son las elecciones de 1990 que los sacaron
de poder dando lugar también a la alternancia política.
40
Verónica Rueda “Entrevista a Sergio Ramírez Mercado realizada en la ciudad de Managua, Nicaragua en
julio de 2003”.
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principios, principalmente los valores éticos en que se sustentaba la revolución. El libro es la
despedida del autor al sandinismo-partido, encerrado en el caudillismo de Daniel Ortega, aquél
que en dos ocasiones fuera su compañero de fórmula.. El final de una época es una realidad y el
rescate de la revolución significa salvarla del olvido, y no regresar el FSLN al poder.
Para Sergio Ramírez, el ex vice-presidente de Nicaragua durante el gobierno revolucionario,
el intelectual orgánico del proceso, el escritor de renombre internacional y un protagonista de
ese periodo, la historia de la revolución no puede ser escrita únicamente por un intelectual, sino
también por quienes puedan dar otras versiones, por ello el titulo de una memoria, que hace
referencia a que es una de las muchas que pueden darse. Desde esta perspectiva cada individuo
y cada protagonista debe de tener su visión y versión de los hechos lo que implica “verdades”
individuales. En este sentido para Ramírez no es posible contar una verdad, ni muchos menos la
verdadera historia de la revolución, lo que hace es darnos su memoria de la revolución, tal como
el la recuerda y como espera que sea recordado.
El subtítulo Una memoria de la revolución sandinista parece un juego de palabras, pues
ambos términos parecen antitéticos: una revolución no tiene memoria. Lo que pretende Ramírez
es darle individualidad a la reconstrucción del proceso insurreccional. El autor es consciente, de
que se trata de una memoria, sólo una de las muchas que pudieran existir; por tal razón habla
desde una memoria propia, personal y específica, la de quien escribe. Ahora bien, se trata, a la
vez, de una memoria que puede ser compartida por varias de las personas-personajes que el
autor menciona o por los lectores que se sientan identificados. De este modo, se evidencia que la
memoria no es exclusivamente la del texto, por el contrario, éstas son múltiples; no existe -o por
lo menos esta obra no pretende ser- la memoria única, ni mucho menos la oficial.
El conjunto del título hace referencia directa a dos obras básicas de la historiografía
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centroamericana, Memoria41 de Manuel José Arce, conocida como la memoria de Xalapa por
estar escrita en el exilio del autor en la capital veracruzana; y Memoria para la historia de la
revolución de Centroamérica42 del costarricense Don Manuel Montúfar y Coronado. A través de
sus experiencias ambos autores dejaron sendos documentos que son obligatorios para entender
la historia de la región en sus respectivas épocas.
Ramírez apela a esa tradición centroamericana y continúa una vía de composición sobre
las memorias y recuerdos de los protagonistas, que son inevitables en la historia del istmo y en
la propia historia nicaragüense. Caminos, por lo demás, ya previamente andados por el mismo
autor en anteriores obras como: Abelardo Cuadra. Hombre del Caribe43
, La marca del Zorro.
Vida y Hazañas del Comandante Francisco Rivera contadas a Sergio Ramírez44
, la biografía de
su mentor, Mariano Fiallos Gil45
y Mis días con el rector46
.
Adiós muchachos también forma parte de una tradición de pensamiento del mismo
autor, una línea que recorre la colección de ensayos históricos El Alba de Oro47
y Confesión de
Amor48
obras en las que también está plasmada la visión de Ramírez sobre la historia reciente
nicaragüense y esta como la larga lucha para defender la identidad de la patria acorralada por el
poder del imperio y de los intereses de una ciega clase poderosa. También es un recuento y una
41
. Manuel José Arce Memoria (San Salvador, El Salvador, Concultura, Dirección de Publicaciones e Im-
presos, Colección Biblioteca Popular, edición conmemorativa de los 150 años de su muerte (1847-1997) escrita en
1830).
42
Manuel Montúfar y Coronado Memoria para la historia de la revolución de Centroamérica (Guatemala,
Tipográfica Sánchez & De Guise, 4ª edición, 1934).
43
Sergio Ramírez Abelardo Cuadra. Hombre del Caribe. Memorias presentadas y pasadas en limpio por
Sergio Ramírez (San José, Costa Rica, EDUCA, 1977).
44
Sergio Ramírez, La marca del Zorro: Vida y hazañas del Comandante Francisco Rivera (Managua, Edi-
torial Nueva Nicaragua,1989).
45
Sergio Ramírez, Mariano Fiallos [Biografía de] (León, Nicaragua, Editorial Universitaria, 1972).
46
Sergio Ramírez, Mis días con el Rector (León, Nicaragua, Editorial Universitaria, 1965).
47
Sergio Ramírez, El alba de oro (Mexico, Editorial Siglo XX, 1983).
48
Sergio Ramírez, Confesión de amor (Managua, Nicaragua, Ediciones Nicarao, 1990).
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interpretación histórica que no es nueva, ya previamente había sido hecha por el autor en obras
como Estás en Nicaragua49
y Seguimos de frente50
. Así mismo su rescate del pensamiento del
héroe nicaragüense y origen ideológico del FSLN en El pensamiento vivo de Sandino51
y los
ensayos sobre la revolución sandinista Las armas del futuro52
y Volcanes y Balcanes53
En estas
construcciones sobre el pasado, Ramírez también destaca la importancia de la ruptura y el cambio
revolucionario en la realidad social, así como la labor de hombres –muchas veces anónimos- que
han luchado por defender la soberanía nacional para construir una patria digna y justa.
Ramírez escribe sobre una revolución que es pasado, pero que también es su propio
pasado. De ahí que la memoria, el rescate, la revolución y la despedida sean símbolos de la
nostalgia por los tiempos pretéritos. El libro es un gran entramado de zonas de confesión afectiva,
porque acordarse es recibir una imagen del pasado y hay una práctica para encontrarla en el gran
archivo de la memoria, en los lugares de la memoria, «exhumando recuerdos» diría Ramírez54 y
se convierte en hombre que rememora, que realiza una selección y composición de lo ocurrido,
y que trata de conferirle a la experiencia pasada cierto significado, pues «relatar el pasado es, en
realidad un acto de encuentro con el presente».
Los55 temas centrales de la obra son las crisis económicas como una constante del
gobierno revolucionario, la inexperiencia política del FSLN, las complicadas circunstancias de
las elecciones presidenciales en 1984 y 1990, el terrorismo internacional en su territorio, la brutal
guerra interna, las causas y consecuencias del bloqueo económico y la muerte y desolación en
49
Sergio Ramírez, Estás en Nicaragua (México, Joan Boldo I Climent Editores, Edición de 1987)
50
Sergio Ramírez, Seguimos de frente (Caracas, Venezuela, Ediciones Centauro, 1985).
51
Sergio Ramírez, El pensamiento vivo de Sandino (San José, Costa Rica, EDUCA, 1975).
52
Sergio Ramírez, Las armas del futuro (Managua, Nicaragua, Editorial Nueva Nicaragua).
53
Sergio Ramírez, Balcanes y volcanes (Managua, Nicaragua, Editorial Nueva Nicaragua, 1986)
54
Ramírez, “Adiós”, 20.
55
Ricardo Ramos, (2001) Narraciones contadas, narraciones vividas. Un enfoque sistemático de la terapia
narrativa (Barcelona, Colección Terapia Familiar # 84, Editorial Paidos, 2001), 98.
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que quedó una generación sacrificada.
Adiós muchachos se puede situar en dos niveles: por un lado, el literario, en el que se
incluiría su vida, su familia, su papel, sus valores y sus sentimientos y, por otro, el histórico-
argumentativo, donde se presentan los hechos, la ética, el credo de la revolución y el balance
de ésta y además puede dividirse en tres niveles diferentes de elaboración narrativa: por un lado
una gran historia de la revolución sandinista, por otro lado la historia de Sergio Ramírez en la
revolución y por último, una serie de historias periféricas que rememoran a otros protagonistas
de la revolución.
Ramírez representa a una generación que dedicó lo mejores años de su vida a la
causa revolucionaria y que, a diferencia de muchos de ellos, escribe sobre esos hechos. Sus
contemporáneos tienen cierta predisposición al texto, pues se le puede considerar un disidente,
un traidor o un critico del sandinismo. Así, el discurso del protagonista implica y expresa un
posicionamiento acerca de las cosas que dice, no sólo dentro del marco de referencia de la
situación presente a la escritura (elaborados en época de profundas crisis en Nicaragua), sino
también de hablar y escribir como una estrategia de hacerse escuchar, y por lo tanto de ser
considerado.
La narración de Ramírez son discursos construidos desde el Yo, con la autoridad de un
testigo presencial y protagonista de los hechos. Es un texto con claras pretensiones de verdad
en dos niveles, en el histórico y en el literario. A nivel histórico, la pretensión de veracidad de la
narración yace en que los hechos narrados sucedieron en la vida “real” y pueden ser comprobados
mediante investigaciones o a través de las personas que vivieron esos años.
Ramírez es la fuente directa, sujeto enunciante y, al mismo tiempo, protagonista de
los hechos y del proceso que narra, y por ello podría ubicarse en la vieja tradición de la doble
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acción de la que habla Gliemmo56: la de hacer la historia y de escribirla. Sin embargo, en el caso
de escrituras donde se relaciona el Yo con el pasado, lo más importante no es comprobar con
evidencias irrefutables la forma en que el recuerdo encaja perfectamente con un trozo de realidad
pasada, sino cómo los actores históricos van construyendo sus recuerdos, ya sea porque los
consideran importantes para la sociedad, ya sea porque lo que se narra es precisamente «Aquello
de lo que el sujeto es el único o principal testigo»57
.
De modo que, a pesar de que esta narración hable a partir de un Yo y de que sea una
memoria personal, en ella se implica también un “nosotros” como sujeto colectivo de accionar;
en ella se reconoce la participación de otros en la construcción del proceso revolucionario, tanto
así, que en realidad corren casi paralelos dos discursos: el de la representación de un yo-autor, yo-
narrador y yo-personaje protagonista, y el de la representación de un nosotros en cuanto “grupo
de cambio” y “acción”; discurso que puede ser retomado y compartido por una serie de voces
frecuentemente “anónimas” o bien a través de un discurso de voz individual, que finalmente
también es colectivo.
Como escritor, Ramírez no hace ningún tipo de negación sobre la autoridad de otros en
los posibles discursos sobre el pasado, por el contrario, promueve la generación de ese tipo de
reflexiones. Pero así como lo expresado puede ser retomado por otros, Ramírez cuenta desde
una experiencia personal lo que le da valor testimonial (y documental), para que el pasado sea
recuperado por los que vivieron esos hechos y para que las nuevas generaciones recuperen las
experiencias, narra una larga lucha por tomar, mantener y recuperar la posibilidad del cambio
social, rememora en contra de los que quieren enterrar el pasado, y cuenta a nombre de los que
56
Graciela Gliemmo, “Hacer la Historia: particularidades de los testimonios escritos por sus protagonistas”
Revista BairesGráfica,1996. http://bairesgrafica.com.ar/gliemmo/testiverdad.htm (Fecha de acceso: 25 de agosto de
2004)
57
Ramos, 95.
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vivieron ese periodo y le son cercanos. Ramírez apela a otras memorias, mismas que están por
emerger, y que son elementos fundamentales, pues sus voces son fuentes para la construcción de
un pasado que esta aun por significar.
Para la reconstrucción de todo el periodo, Sergio Ramírez se propone adoptar el lugar
del escritor y no el de disidente, ya que el ser leído como tal tiene la desventaja de que su
obra pueda ser vista como una bandera política, una falsificación de recuerdos, o bien, como
el resultado de los sentimientos de culpa de su participación en el fracaso, y de la ruptura con
los ex compañeros. Se sabe que el discurso histórico ha sido usado por el poder político para
legitimarse (en el somocismo y en el sandinismo ya que en ambas hay una historia no de hechos
sino de los significados que se le dan a éstos). Por eso Ramírez, en definitiva, no quiere que sus
memorias sean tomadas como una forma de legitimarse. Por eso no quiere apelar a la posición
del disidente.
Hay que tener presente que aunque recuerda con otros y comparta experiencias con
un sector, Ramírez no pretende ser el portavoz de una colectividad; aunque apela a ellos para
que recuerden junto con él, su intención también es edificar la diferencia entre lo grupal y
lo individual de la experiencia. En este sentido, el ex vicepresidente, además de rescatar lo
personal en la revolución, también pretende propiciar la reflexión histórica «En los recuentos de
los acontecimientos del Siglo XX falta la revolución sandinista»58, porque “rescatar” el trágico y
traumático pasado es el único remedio contra la desmemoria y el olvido.
A través de la experiencia de la propia vida de Ramírez la obra se va construyendo con el
fin de explicar la revolución sandinista y al mismo tiempo de explicarse a sí mismo, por lo que el
tiempo del autor y el tiempo del proceso revolucionario se funden y se confunden. Así, Ramírez
al escribir sobre su pasado, se escribe y describe a sí mismo, son las memorias de un sandinista
58
Ramírez, “Adiós”, 95.
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cuya historia es tan grande que motiva a confundirla con la memoria de toda la revolución.
El reto de Adiós Muchachos
Para el autor, es necesaria la explicación histórica, la que permite tomar conciencia de la realidad
social, para asumirla y transformarla: «una generación aprenderá de los errores del pasado»59
.
Así, la historia sirve para que tarde o temprano sea un medio de explicación, para que el pasado
deje de ser como una carga que se arrastra a través del tiempo y se convierta en una cercanía,
porque como dice el psicólogo social Ricardo Ramos: «los hechos, la historia [con mayúsculas
y con minúsculas] no están en ninguna parte para que los encontremos y los escribamos. Hay
que sumergirse en una época [o en una vida] para seleccionar, ordenar, comprender, explicar
[…] encontrando los hilos que unen ciertas cosas entre el caos de todas»60
.
En Adiós muchachos encontramos una relación problemática entre ficción e historia,
entre los acontecimientos reales, vividos y documentados por personajes contemporáneos a los
hechos, y los sucesos y acontecimientos recordados. Los lazos entre lo vivido y lo documentado se
encuentran en diferentes niveles, por ejemplo, el autor afirma: «sólo yo conservo en mi biblioteca
más de quinientos libros sobre la revolución»61
y desde la experiencia personal de «exhumar
también de mis cajones del pasado»62
.
El autor es consciente que está elaborando una memoria y que aunque habla de sucesos
históricos de gran importancia no sólo en la región, sino en el nivel internacional, no pretende
llevar a cabo una investigación histórica. Para Ramírez:
«[…] hacerlo como una confesión personal, de lo contrario me parece que tal
vez hubiera tenido que escribir dos o tres tomos que realmente quedan como un
59
Ibid., 17.
60
Ramos, 53.
61
Ramírez, “Adiós”, 14.
62
Ibid., 28.
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depósito documental de algo que va a consultar alguien alguna vez, pero no es
lo que yo pretendía, lo que yo pretendía es entregarle a las generaciones más
jóvenes un documento de reflexión, escrito por un novelista, sin inventar nada,
pero con la técnica del novelista para exponer esta vivencia personal, que como
te repito, pues es siempre para mí una confesión»63
.
Si bien Adiós muchachos no es un depósito documental –como el autor lo nombra-,
es una valiosa fuente de información socio-histórica de la revolución, que posee además una
pretensión histórica, puesto que aunque el relato no es histórico en el sentido estricto de la
palabra, sí mantiene una fuerte relación con la historia,
La problemática relación entre el pasado experimentado y el pasado recordado es zanjada
por el autor con la expresión “como yo la viví”64, enunciado que contiene a sus homólogos:
“como yo la recuerdo” y “como yo la narro”; todos los cuales nos advierten acerca de una
experimentación absolutamente personal del pasado, convirtiéndose así en especie de vacuna
contra las “falsificaciones del pasado” ¿cómo podrían ser debatidos sus recuerdos individuales?
En la misma dirección, la técnica de novelista empleada le permite a nuestro autor salir una vez
más bien librado de tales cuestionamientos.
En la medida en que sus memorias tienen como finalidad luchar en contra del olvido,
Ramírez se convierte en el escritor de una historia de la revolución (a pesar de la propuesta
discursiva que despliega en la entrevista).
«me dediqué a escribir este libro acudiendo a ciertos documentos que yo conservo
todavía, no a todos, porque cuando yo me enfrente con la enorme cantidad de
63
Rueda.
64
Ramírez, “Adiós”, 13.
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documentos de mi archivo personal, de la vida política me di cuenta que yo me
iba a entretener demasiado, entonces preferí escribir con los recuerdos, escribir
con los recuerdos y después ir a corregir las cosas que pudieran parecer un error
demasiado grueso como fechas, meses, año y por último lo que agregue fue una
cronología bastante exhaustiva de todo el tiempo a que el libro se refiere»65
.
En el discurso de Ramírez, la historia no sólo es la que se realiza por medio de documentos,
sino que incluye también la que construye la memoria. Adiós muchachos cubre una dimensión
de la realidad latinoamericana que no está cubierta ni por la historia ni por la sociología, por eso
lanza el reto de hacerlo a los “verdaderos” historiadores, a los de oficio:
«otros frutos que siguen allí, inadvertidos, bajo el alud de la debacle que enterró
también los sueños éticos, sueños que no tengo duda, volverán tarde o temprano a
encarnar en otra generación que habrá aprendido de los errores, las debilidades
y las falsificaciones de pasado»66
.
En ese sentido, cabe preguntarse, ¿el autor pretende escribir la contra- historia? Aunque
Ramírez nos da su versión de participante, no considero que pretenda la construcción de esa
“contra historia”, ya que para que ella aparezca, debe de haber previamente una historia que
contraponer, la que no existe propiamente, excepción hecha por los textos de educación básica
surgidos a partir de los noventa en los que más bien la propuesta es de olvido del periodo pues se
trata de unas pocas cuartillas, sin profundidad ni análisis bastando la sola mención de la guerra.
Más que una contra- historia Adiós es una propuesta de recordación del periodo ante el olvido
65
Rueda.
66
Ramírez,“Adiós”. 17.
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institucional y social..
Efectivamente, en el contexto actual de Nicaragua no hay una historia que desafiar, no
hay propuestas serias para contar la historia oficial de la revolución, y la versión de Ramírez
tampoco puede considerarse como tal, pues el escritor ya no es parte del FSLN. Desde esa
perspectiva, su obra constituye, repito, un reto para los que les tocó vivir ese periodo doloroso,
lo que implica enfrentarlos con su pasado, y un reto también a la historiografía, que aún no ha
recuperado todos los documentos del periodo para escribir la historia de la revolución. Por otro
lado, esta obra se aleja de dos de las funciones adjudicadas al testimonio “contar lahistoria de desde
abajo y de servir de contra historia”67.
Adiós muchachos es un texto que ha merecido poca atención de la crítica, pero que
es un ejemplo significativo para «la publicación de balances críticos sobre el experimento
revolucionario en Nicaragua -que aún falta por escribir para Guatemala-»68
. Es un libro
imprescindible pues «aunque no se tenga conocimiento previo de lo que ha sido la historia de
Nicaragua, el libro se lee extremadamente rápido, es un texto que agarra»69
.
Sobresale por su complejidad narrativa y de estructura, opinión que comparte el periodista
Geovani Galeas, quien no vacila «en recomendarlo como una lectura imprescindible, ni en
considerarlo desde ya un clásico centroamericano»70
. Desde nuestro enfoque, es un clásico por
su carácter único y una singular hazaña, pues se aboca a uno de los periodos más conflictivos
67
Margaret Randall, Testimonios (San José, Costa Rica y Managua, Nicaragua, Centro de Estudios y Publi-
caciones Alforja y Editorial Nueva Nicaragua, 1983), 4.
68
José Domingo Carrillo, “Entre la historia y la memoria. Entrevista y revolución: Estudio de las elites
políticas revolucionarias en Guatemala, 1960-1996”, Istmo. Revista virtual de estudios literarios y culturales cen-
troamericanos, 2, Julio- diciembre (2001) http://collaborations.denison.edu/istmo/n02/articulos/elites.html (Fecha
de acceso, 3 de febrero de 2008).
69
César Guemes, “Dar una visión del todo implica arriesgar la verdad: Ramírez”, La Jornada, México, 23 de
julio de 1999 www.lajornada.unam.mx/1999/jul990723/cul-dar.html (Fecha de acceso: 12 de agosto 2004)
70
Galeas Geovani El naufragio de un sueño en La Prensa Gráfica – El Salvador, 25 de mayo de 2000, http://
www.sergioramirez.org.ni/criticas/criticas-Adios%20muchachados.html (Fecha de acceso 5 de mayo de 2008)
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de la historia nicaragüense y centroamericana a través de la compleja incorporación tanto de la
memoria como del análisis.
Adiós muchachos es la memoria de Ramírez procurando convertirse en la memoria de
toda la revolución sandinista. Para tal efecto, el autor busca que el lector tome un papel activo por
medio de una especie de psicología de choque: “escribo para que ustedes también recuerden”,
parece apelar Ramírez. Su obra deviene, así, en una apología a la memoria; memoria que en el
actual contexto nicaragüense es imprescindible enaltecer, ya que algunos buscan olvidar pues el
pasado es muchas veces visto como la praxis del error.
Si la revolución se quedó sin cronistas, Sergio Ramírez decide tomar ese papel, por sus
dotes literarios, por su disposición de archivos para obtener la información e, incluso, porque su
memoria funciona como el archivo principal donde guarda recuerdos importantes. Su memoria
es su fuente primaria y su capacidad de escritor, la mejor forma de transmisión de la información
almacenada. Los tiempos narrativos fluyen e influyen en la estructura interna tanto para relacionar
los hechos familiares y personales con los personajes y los acontecimientos históricos y con las
anécdotas políticas, como para intentar descubrir los procesos. Ramírez además de memorizador
es un cronista de su época, registra los hechos y hace una reconstrucción histórica de suma
importancia. Ramírez escribe su entrada triunfal a la historia por medio de la tinta, sin derramar
una gota de sangre y tal propuesta de escritura lo hace reposicionarse con bastante éxito ante el
lector como el protagonista del pasado revolucionario. Él decide crearse un lugar en ese pasado
ya que sabe que se le podría intentar excluir al haberse separado del FSLN.
Pasado el gobierno revolucionario no hay otras versiones de la revolución, ni siquiera otras
interpretaciones que giren en torno a los discursos y discusiones que generó ese período. Ahora
bien, dicha carencia no explica lo imprescindible de la obra de Ramírez. Me parece que ésta es
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indispensable porque funciona, explica, justifica, ejemplifica y narra ciertos aspectos del pasado,
como la actualización de un punto de vista que ha retenido del pasado aquello que considera
significativo y que permanece con cierta viveza, aquello que es capaz de vivir en la conciencia
del autor esperando que la sociedad lo cultive y no olvide, en fin, una época que «creó la ilusión
del futuro, la idea de que todo, sin excepciones, pasaba a ser posible, realizable, con desprecio
absoluto del pasado»71. Esta última actitud es la que Ramírez quiere revertir para las nuevas
generaciones. Así, este testimonio personal no polemiza, insistimos, con otras interpretaciones
de la historia, más bien espera provocar la elaboración de posteriores versiones.
Para el escritor nicaragüense, el entendimiento del pasado significa también una especie
de libertad, en el sentido de que el pasado no es un lugar al que se pueda llegar, sino que es
un conjunto de construcciones que se elaboran. Por eso es que su obra representa una aguda
reflexión, pionera del trabajo que pudieran hacer los historiadores, un relato por la historia,
por una historia de Nicaragua, tal vez con minúsculas, pero construida con restos inusuales:
imágenes, memorias, relatos históricos, experiencias, visiones del imaginario social, fotografías,
recuerdos y experiencias personales.
Ramírez nos plantea una alternativa revolucionaria y no en el sentido que el marxismo
popularizó; propone una forma novedosa y diferente de hacer historia en Nicaragua, una que
toma en cuenta la realidad, que obliga a pensar y repensar el pasado. Una propuesta casi radical,
pues ataca el problema desde la raíz al asumir que la situación de olvido debe ser cambiada.
En consecuencia, crea esta obra como un acto de compromiso y a la vez como un acto de
liberación.
Así, y a pesar de que Lyotard72 declaró el fin de los grandes relatos y la imposibilidad de
71
Ramírez, “Adiós”, 16.
72
Jean Francoise Lyotard, La condición posmoderna. Informe sobre el saber (Madrid, España, Cátedra Teo-
rema, edición de 1987).
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la historia universal, Ramírez contradiciendo tales planteamientos en los hechos mismos nos
ofrece una historia acerca de los recientes sucesos ocurridos en la Nicaragua de la segunda mitad
del siglo XX. Sucesos que, a fin de cuentas, se inscriben naturalmente en la siguiente reflexión
de Rita De Grandis: «el acontecer histórico dentro de la era revolucionaria no ha hecho sino
demostrar que la historia como la ficción ha sobrepasado la realidad»73
.
La Pretensión de verdad y la reconstrucción del pasado revolucionario
La pretensión de verdad en esta obra está dada por el estatuto de protagonista de los hechos,
que el autor posee y además despliega como forma de legitimación. Efectivamente, el escritor
formó parte del sandinismo al que critica, por lo que tiene la autoridad para escribir sobre ese
periodo. La conformación de su memoria nos permite establecer una doble relación entre la
representación escrita del pasado (el texto) y la actividad práctica de hacer memoria, instancias
que en el texto parecen indisolubles.
La obra de Sergio Ramírez procura recuperar una memoria perdida y no pretenden
ofrecernos una historia tradicional de genealogía de la patria, sino la historia del proceso en el
que él participó y que se pueden considerar como tradicional sólo en relación con el contexto
histórico latinoamericano de los cronistas; en el que hacer, participar y protagonizar la historia
también significa escribirla, porque el ser actor de los sucesos e intentar lograr la trascendencia
de los mismos se da a través del vínculo que la escritura permite entre el pasado, el presente y el
futuro, entre los sucesos experimentados y las circunstancias y consecuencias actuales.
El pasado es, por lo tanto, el elemento central que organiza la obra, pasado que es revivido
por el autor como actualización de la historia con el fin de preservarlo del olvido. Ramírez, que
vivió esos hechos, al igual que muchos de sus lectores nicaragüenses e incluso extranjeros, logra,
73
Rita De Grandis, Rita, Polémica y estrategias narrativas en América Latina, (Rosario, Santa Fe, Argenti-
na, Beatriz Viterbo Editora, Colección tesis, 1993), 90.
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mediante su escritura, dar cuenta de los cambios de la sociedad y de lo que aún permanece. Su
labor es un reto para los historiadores y para los protagonistas de la revolución, una invitación
a que den su versión, a que ayuden, de esa forma, a reconstruir aquel pasado que sigue vivo en
la memoria de Ramírez y en la memoria colectiva de la que ella, sin duda, es parte. Y aunque la
memoria no conserve el pasado de un modo preciso, lo recobra y lo reconstruye sin cesar a partir
del presente; he ahí su inmenso valor.
Lo importante de la obra de Ramírez es que no es sólo la narración de unos hechos
considerados simplemente en su secuencia temporal, sino que es una narración de sucesos que
pone énfasis en la relación de causalidad que existe entre ellos, lo que les da una significación
que va más allá de los hechos mismos.
Adiós muchachos nos induce a reconsiderar la validez y utilidad de la historiografía como
único lenguaje válido de la explicación histórica, pues a través de las memorias literarias, el
autor nos hace entender su pasado y también el de la historia nicaragüense: al explicarnos la
revolución y se explica a sí mismo y viceversa.
Actualmente, el ser revolucionario tiene un nuevo significado, tal vez ya no contiene la
idea de cambiar el mundo, de trabajar por un futuro socialista o, como diría Ernesto Cardenal,
de «construir el paraíso en la tierra»74. Hoy parece más tener que ver con rebelarse frente al
conformismo social, frente al olvido de los ideales y de los propósitos de una generación que
creía en el cambio.
La cultura popular dice que “la historia empieza ahí donde comienza a desvanecerse la
memoria”. Si esta afirmación es cierta, entonces la revolución sandinista no es historia, pues parece
vivir todavía en la memoria. Ante lo cual cabría preguntarse si existe verdaderamente como una
memoria colectiva o es tan sólo un sueño del pasado. Desde mi perspectiva, los acontecimientos
74
Ernesto Cardenal, Oráculo sobre Managua, (Argentina, Editorial Lohle, 1973).
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de ese proceso pueden ya constituirse en historia, no porque no vivan en la memoria, todo lo
contrario, sino porque hay las suficientes fuentes para sustentarla: precisamente en una sólida e
incuestionable memoria histórica.
El pasado reciente nicaragüense “está vivo”, los protagonistas de esa revolución y
contrarrevolución aún caminan por las calles, la historia, además de estar en los archivos, en los
documentos, en los periódicos y libros de la época, está en los protagonistas y antagonistas que
conviven en una controvertida memoria del pasado reciente.
Si vivir, como dijo alguien, es construir futuros recuerdos, para todos los protagonistas
debería ser tiempo de revivirlos. Pero eso no ha sucedido y es aquí donde cobran nueva
importancia la obra analizada de Sergio Ramírez, como un ejemplo sintomático de la historiografía
contemporánea de esa nación, tradición que además es retomada por un literato y no por un
historiador, lo que otorga una doble relevancia al mérito del autor. Y aunque él insista en que no
es una obra histórica, considero que, de todas maneras, tiene una pretensión histórica.
Es por esta razón que Adiós muchachos constituye una reserva documental de historia,
un ejemplo de cómo la mente codifica, almacena y recupera información para «la creación de
una afirmación sobre [los] estados de cosas pasadas, por medio de un marco compartido de
comprensión cultural»75. En efecto, esta memoria histórica que evoluciona está enmarcada en
lo social, la misma narración nos hace pensar que no hay separación estricta entre el individuo
y la sociedad, por el contrario, se unen de forma tal que devienen en un proceso constituido
socioculturalmente, mediante el cual se reconstruye un pasado que se ha vivido por una
colectividad. Es justamente en ese sentido que el lector nicaragüense se siente identificado,
porque no sólo importa la trascendencia del acontecimiento, importa también, y a veces mucho
75
David Middleton y Derek Edwards, (1992) Memoria compartida. La naturaleza social del recuerdo y el
olvido (Barcelona, España, Editorial Paidos, 1992),64.
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más, quién vivió tales acontecimientos: la memoria es, en consecuencia, tan importante como el
memorialista mismo.
Paul Vayne dice que «lo vivido tal como sale de las manos del historiador [o del escritor]
no es lo que han vivido los actores [incluido él mismo], es una narración […] Lo mismo que la
novela, la historia selecciona, simplifica, organiza, hace que un siglo quepa en una página»76
y
toda la revolución en un libro.
A pesar de que la revolución está tatuada en una gran parte de la población, los análisis
sobre el periodo son muy pocos. En cambio, existe un importante grupo que promueve el olvido
de esos cruentos años. A diferencia de la situación actual, en los años 80 la revolución propiciaba
una gran cantidad de escritos que incluían la memoria de los protagonistas: una explosión de
textos que dio lugar a que la historiografía nicaragüense creciera y que fuera escrita en su inmensa
mayoría por sociólogos, economistas, literatos, abogados, periodistas y militares. A partir de la
derrota electoral la disciplina ha experimentado una notable decaída, en lo que pareciera «una
urgencia del hoy, y no las especulaciones en torno del ayer». Si, como dice Mario Vázquez, «la
forma peculiar en que los pueblos y Estados recrean su pasado, dice tanto de sí mismos como
las propias narraciones que configuran su Historia»77
los nicaragüenses tienen actualmente una
extraña vocación de “desmemoria”.
Cada sociedad recrea su pasado mediato e inmediato de diferente manera. Por eso es
que, en el caso de Latinoamérica, primero la historia se elaboró para producir patria y, después
de la independencia, para hacer de las nuevas naciones, patrias con civilización propia. Sin
embargo, además de la historia oficial elaborada por los sabios del siglo XVIII y XIX, se hallan,
76
Veyne, Paul, Cómo se escribe la historia. Ensayo de epistemología (España, Editorial Fragua, 1972), 12.
77
Mario Vázquez Olvera, “País mío no existes. apuntes sobre Roque Dalton y la historiografía contem-
poránea de El Salvador”, en Humanidades, 2, Facultad de Ciencias y Humanidades, Universidad de El Salvador,
(Enero-marzo 2003): 56.
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paralelamente, una serie de mitos y leyendas de identidad de esos pueblos, que constituyen
–al igual que desde otro nivel lo hacen la historia y la historiografía- un aspecto medular de la
configuración ideológica y política de todo Estado-nación.
Pero la historia de Nicaragua ha estado plagada de discriminaciones tanto sociales como
étnicas, la historia es en general de y sobre las clases altas y las elites dirigentes, de hechos
militares y políticos de esos grupos sociales y de las instituciones que han ido construyendo y
dominando. No hay, por ejemplo una historia de sus actividades empresariales o sociales. Los
indios, campesinos, artesanos, obreros, mujeres y trabajadores en general han estado ausentes
de las narraciones históricas o bien entre los intersticios de narraciones de luchas de clases, pero
desde una perspectiva de masas detrás de una vanguardia revolucionaria.
Los nicaragüenses saben que su pasado esta a medio contar y sus referencias sobre el
pasado son siempre inestables. Por ejemplo la ciudad de Managua ha sido destruida en dos
ocasiones (1931 y 1972), se han seguido terremotos, huracanes, incendios y además desastres
políticos que derrumbaron las referencias de la ciudad y muchas direcciones son paradójicamente
en referencia a sitios que no existen ya “de donde fue la Hormiga de oro dos cuadras al lago”.
Pero los managuas saben donde fue la heladería hormiga de oro, están acostumbrados a
recordar esos fantasmales espacios, y así ante la imposibilidad de mantener físicamente el lugar,
no les queda otra que recordar, ese es el fundamento de su manera diaria y ordinaria de relación
con su pasado y no sólo de los capitalinos sino de todos los nicaragüenses, recuerdan pero no
hay evidencias de ese pasado. Para los nicaragüenses su presente es tan inestable como su pasado
y por lo tanto su historia esta hecha de recuerdos y pocas certezas, el pasado esta vivo pero en
forma fantasmal, el pasado y la historia son contribuciones de conversaciones y testimonios de
lo que se recuerda y de los que recuerdan.
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Después de la derrota electoral del sandinismo las referencias volvieron a cambiar,
ya no más Plaza de la Revolución, ahora Plaza de la República o Plaza Juan Pablo II según
las preferencias políticas o religiosas, y los barrios cambiaron una vez más de nombre ya no
pertenecientes a los héroes de la revolución, sino a nombres menos problemáticos como Barrio
La Aviación78. Los nombres, los documentos, las fuentes y las referencias duran los que los
desastres naturales y políticos y una gran mayoría no han sido correctamente recuperados, pero
la historia de esa nación es como un organismo vivo que se alimenta de recuerdos, memorias
y testimonios –escritos y orales- la historia de nicaragua es como su geografía misma llena de
enormes vacíos, lagunas, pobreza y unas acumulaciones explosivas que dejan desolación, pero
también esperanza.
Conclusiones
Después de veinticinco años del inicio de la revolución sandinista, apenas se empieza a intentar
un rescate de su historia, incluso los posteriores gobiernos cayeron en una especie de negación,
donde lo preponderante no era el pasado, si no la construcción de un futuro de paz; como si el
pasado y su significación no importaran en la visión del mundo
La revolución sandinista sigue esperando ser significada, pues ese pasado reciente
tiene una gran carga simbólica actual por su vínculo con importantes necesidades y demandas
sociales, explícitas o soterradas. La significación histórica de la revolución permite explicar las
condiciones económicas, políticas y sociales e incluso de la lucha democrática-electoral que hoy
se vive en Nicaragua, en la medida en que los acontecimientos pasados constituyen antecedentes
de este presente.
Lo importante, en el caso de la revolución sandinista es que ya no es suficiente intentar
78
Verónica Rueda “El rebelde nicaragüense. La santidad del sandinismo” en El rebelde contemporáneo en
el Circuncaribe. Imágenes y representaciones [coord.] Enrique Camacho Navarro (México, CCYDEL-UNAM,
Editorial Edere, 2006),197.
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analizar lo que pasó, los hechos, el proceso, sino también lo que significó en su momento y lo que
puede significar actualmente, en coherencia con el tiempo en que se está. De ahí la importancia
de la obra de Sergio Ramírez: la elaboración de una significación necesaria del pasado. Tarea que
adquiere fundamental valor en una Nicaragua donde los acontecimientos vividos recientemente
todavía se mantienen resguardados en el ámbito de la memoria, específicamente, de la memoria
colectiva, y están esperando, ansiosos, convertirse en historia.

7 consecuencias de la alianza entre IBM y Apple

7 consecuencias de la alianza entre IBM y Apple
Escrito por Network World el 16 • Julio • 2014 y tiene comentariosimagen del articulo

El acuerdo exclusivo entre Apple e IBM podría tener consecuencias duraderas para ambas compañías, así como para sus rivales Google, Microsoft y BlackBerry. También podría hacer más fácil la vida del personal TI de las grandes organizaciones.

Casi al mismo tiempo que se anunciaba en Estados Unidos la alianza en movilidad empresarial entre IBM y Apple aparecían los primeros análisis de la operación, que básicamente se pueden resumir en estos siete puntos:

Mayor presión competitiva.

La consecuencia de fondo del acuerdo firmado entre Apple e IBM supone la introducción de más presión competitiva en el mercado de movilidad para los negocios mediante un compromiso calificado hasta cuatro veces como “exclusivo” en el comunicado oficial de la alianza. Y eso significa que, al menos a corto y medio plazo, Apple no anunciará un acuerdo similar con HP. Es más, IBM, también al menos por ahora, pone todos los huevos en la cesta de Apple, aparentemente a costa de Android y Windows Phone. “Queremos decir que estos servicios y apps estarán específicamente dirigidos al iPhone y el iPad”, ha afirmado un portavoz de IBM al ser preguntado por el significado de “exclusivo” con el que ha sido calificado el acuerdo. “Son los mejores dispositivos móviles del mundo, desde nuestro punto de vista”.

Mayor integración del mundo Apple en la empresa.

Pese a que los dispositivos de Apple son utilizados ampliamente por los profesionales, la compañía es vista como una ‘extraña’ en el mundo corporativo, al que siempre ha dado la espalda. El acuerdo, sin embargo, mejora la consideración de Apple por parte de los profesionales TI, según Roger Kay, analista de Endpoint Technologies, al integrar sus dispositivos con las soluciones y el soporte de IBM, una compañía que siempre ha hecho enormes esfuerzos durante su historia por comprender las necesidades corporativas. Esto le aporta además a Apple un valioso canal de distribución en la empresa sin tener que cambiar sustancialmente ni su filosofía ni su operativa

Mayor acceso de IBM a la tecnología de Apple.

Ambas compañías ya han sido socios en muchas iniciativas, afirma Kay, pero hasta ahora IBM ha tenido el mismo acceso a las API y herramientas de Apple que otras compañías. La nueva alianza cambia las cosas. IBM tendrá un mayor acceso a las características de Apple, como Find My Phone y sus capacidades de borrado remoto, permitiéndole integrarlas en sus propias herramientas de gestión móvil, por ejemplo.

Cambio de imagen de IBM y Apple.

La alianza supone un movimiento inusual en Apple, que suele actuar como un ‘lobo solitario’, al acercarse tanto interna y públicamente a un socio. Para IBM representa una oportunidad para refrescar su imagen corporativa, tantas veces considerada como demasiado seria y conservadora, gracias a su asociación conceptual con los iPhone e iPad.

¿Compromiso relevante?

Jack Gold, presidente de J. Gold Associates, pone en duda la relevancia del acuerdo recordando las alianzas creadas en el pasado por IBM con BlackBerry y la desaparecida Palm. En su opinión, el acuerdo no es sorprendente puesto que permite al grupo de software de IBM ampliar su base de clientes entre los usuarios que precisan más soporte de iOS. Para Charles King, de Pund-IT, es difícil saber de antemano la trascendencia que tendrá la alianza, pero reconoce que tener soporte oficial de IBM para esas 100 apps contempladas en el acuerdo será una opción atractiva para algunos de sus clientes.

Contratiempo para Microsoft.

El compromiso puede perjudicar a Microsoft en particular. “Los usuarios a los que se dirigen Apple e IBM con esta alianza son los mismos por los que Microsoft ha estado luchando en los últimos años con Windows Phone,” asegura King. “Es un contratiempo más con el que tendrá que luchar y un nuevo dolor de cabeza”.

¿El fin definitivo para BlackBerry?

Carolina Milanesi, analista de Kantor Worldpanel, afirma que la combinación de Apple e IBM marca el fin definitivo para BlackBerry. Apple ahora consigue abordar el mundo profesional con un personal de soporte y ventas bien experimentado en los entornos empresariales. “Pienso que para BlackBerry podría significar la gota que colma el vaso”.

La UNO y el retiro de las elecciones en El Salvador de 1976

La UNO y el retiro de las elecciones en El Salvador de 1976

El aprendizaje político realizado por los sectores populares salvadoreños durante la década de los setenta del siglo pasado, que fue el antecedente que permitió luego librar una larga y compleja guerra popular revolucionaria, comprendió el manejo de diversas formas de lucha, que en lo electoral incluyó no solo la participación sino también la abstención. Se participa como UNO en 1972 y 1974, y se retira en 1976.

Se participa como Unión Nacional Opositora, UNO, en las elecciones presidenciales de 1972 con la candidatura del Ing. José Napoleón Duarte, en las elecciones municipales y legislativas de 1974 y en 1976 se decide participar, pero luego se toma la decisión de abstenerse. La UNO fue una alianza política electoral formada por democratacristianos (PDC), socialdemócratas (MNR) y comunistas (UDN).

A continuación abordamos los criterios que guiaron estas decisiones desde la visión de los comunistas salvadoreños y su semanario Voz Popular, incluyendo una parte inicial sobre la situación en ANDES 21 de Junio. Anteriormente se había tratado el periodo de septiembre a diciembre de 1975.

En diciembre de 1975 se realizo en Ahuachapan el XI Congreso de ANDES 21 de Junio en el cual por vez primera se enfrentaron públicamente dos visiones de izquierda sobre el desarrollo del proceso revolucionario salvadoreño, la del Partido Comunista (PCS) y la de las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí”(FPL). Ambas organizaciones clandestinas tenían presencia en este gremio magisterial y disputaban su conducción. El PCS influenciaba las delegaciones de Santa Ana y San Salvador, las cuales presentaron dos propuestas. Por su parte, el sector influenciado por las FPL presentí a la vez un documento titulado “Sobre la necesidad de impulsar un bloque de organizaciones con ideología proletaria.”

Proyecto de Plan de Trabajo para 1976

Este proyecto fue presentado al congreso por los delegados de Santa Ana. Sostiene que El Salvador padece “una honda crisis estructural del sistema capitalista dependiente” y que es en los marcos de esta situación que “ha irrumpido un movimiento popular que crece en conciencia combatividad y unidad, especialmente le movimiento de las masas trabajadoras del la ciudad y del campo que buscan una salida democrática, nacional y popular a la crisis. La respuesta de las clases dominantes es una salida a la crisis instituyendo una dictadura fascista.”

Califica al fascismo como “un modelo económico de desarrollo del capitalismo dependiente; una reorganización del aparato y la metodología del Estado en la que no hay cabida para la organización independiente de las masas populares, ni par alas libertades y derechos democráticos e individuales. El fascismo es el enemigo principal y más peligroso del pueblo salvadoreño.”

Al evaluar la historia de lucha de ANDES 21 de Junio concluye que “los objetivos de la lucha, los principios que la inspiraban constituían un núcleo en torno del cual existía un amplio consenso, independientemente de las particulares creencias religiosas, militancias políticas, ideas filosóficas, etc., que han sido y siguen siendo muy variadas entre los maestros. La dirigencia encarnaba ese consenso y por so encarnaba también el entusiasmo, la confianza incondicional, la adhesión indiscutible de la masa magisterial.”

El debate ideológico en ANDES 21 de Junio

Asimismo los delegados de Santa Ana, conducidos por el militante del PCS, Prof. Orlando Guerrero Chamul, argumentaron durante el congreso magisterial en contra del documento presentado por los maestros influenciados por las FPL.

Plantearon que “para trazar la estrategia de la revolución en un país determinado, es necesario antes determinar la etapa histórica y el carácter de esa revolución. Sin embargo, el documento que comentamos, ni siquiera intenta definir estas premisas, lo que hace imposible saber sus objetivos políticos, económicos y sociales.”

Señalaron que “un programa revolucionario comprende un máximo y un mínimo. Conteniendo el primero todo lo relacionado con el problema del poder y d las transformaciones revolucionarias de la super-estructura y la estructura, mientras que el segundo contendrá las tareas políticas y las reivindicaciones socio económicas a ser logradas aún antes de la toma del poder.”

Apuntan que “la idea fundamental y casi única que esta a la base del proyecto a que se refiere este documento, consiste en que el “bloque” deberá ser integrado solamente por aquellas organizaciones que tengan ideología proletaria. Esta concepción del frente único esta reñida con toda la experiencia histórica del proletariado revolucionario. Todo esfuerzo de éste por integrar un frente común implica que ha de hacerlo con fuerzas de otras clases y sectores de clase.”

Agregan que “no se puede hablar de que “la alianza obrero-campesina será la columna vertebral del bloque” y desconocer que la ideología de la clase obrera no puede ser la misma que la ideología de los campesinos, aunque tengan muchos y Fundamentals objetivos revolucionarios coincidentes, enemigos comunes, etc.”

Critican que “se exige par ala formación del bloque no solo que su base sea la “alianza obrero-campesina” sino también que todo esté “bajo la hegemonía del proletariado” sin que entre las organizaciones que se mencionan como las únicas que poseen “ideología proletaria” aparezca un agrupamiento de proletarios. Se podrá alegar que se habla de la hegemonía de sus ideas.”

Consideran que “todo esto no es ni “revolucionario” ni “proletario” ni “marxismo-leninismo” sino que “es simple revolucionarismo pequeño-burgués, como lo bautizó Lenin en La enfermedad infantil del izquierdismo.”

Subrayan que este documento “no contiene ningún análisis ni referencia concreta y seria a la grave situación política de nuestro país, en la que la tendencia dentro del poder de las clases dominantes es hacia el fascismo. Quizá los autores prefirieron eludir esta candente realidad para no tener que explicar por qué se oponen a una amplia unidad popular, democrática y antifascista y prefieren en cambio la formación de un “bloque en familia.” Nosotros preguntamos: FRENTE AL FASCISMO QUE AVANZA ¿QUÉ?”

¿En que condiciones se llega al presente proceso electoral?

En la VP numero 63 de enero de 1976 se estima que “en el campo reina un ánimo explosivo por doquier. A pesar de su alineamiento tras el gobierno, contra el supuesto “complot rojo” los capitalistas de la agricultura, se empecinan en no pagar los nuevos salarios mínimos, recientemente decretados como paso de mera propaganda electoral.”

Considera que “todo conduce a que en el centro de la contienda política actual y en el fondote cualquier lucha de los trabajadores y demás sectores populares, aunque no proclame objetivos políticos, e encuentra muy viva la disyuntiva de: dictadura fascista o gobierno democrático popular.”

Establece de manera visionaria que “las elecciones no han servido y lo más seguro es que no servirán por sí solas, para instaurar el gobierno que el pueblo anhela, pero han demostrado ser un enfrentamiento político que más y más ha conducido a que todos tomen bando claramente, al punto que en la presente campaña electoral las fuerzas están ya absolutamente polarizadas: por un lado el PCN, representan do al defensa de este sistema político, y frente al partido oficialista esta la UNO, representante de las fuerzas de la democracia.

Y se pregunta el redactor de VP: ¿Cómo harán las masas respetar su voluntad? Es la historia concreta la que dará respuesta a esta interrogante; son las condiciones concretas en que se presenta la lucha, la correlación concreta de las fuerzas que se enfrentan; diversas condiciones internas e internacionales las que permiten dar una determinada forma a la acción popular y en nuestro país los procesos electorales y las luchas de los trabajadores y demás sectores del pueblo en los períodos no electorales han venido acercando el momento en que, el pueblo salvadoreño habrá de conjugar sus energías y su combatividad para realizar la tarea de hacer respetar su voluntad soberana.”

El régimen político tradicional está en crisis incontenible

En la VP número 64 se considera que “los procesos electorales de los últimos diez años han venido siendo una especie de termómetro político que permite medir l evolución del pensamiento del pueblo salvadoreño, el grado de influencia política efectiva de parte del régimen, el alineamiento o reagrupamiento de las fuerzas políticas nacionales y el avance de la tendencia histórica hacia el común cauce de reorganización y transformación socio política de la humanidad que caracteriza al siglo XX.”

Asegura que “lo que el termómetro electoral indica es que el régimen tradicional, erigido hace 46 años alrededor del eje de una dictadura militar de derecha, sufre una incontenible crisis política que ha llegado desde 1972 a una fase culminante, fuertemente agravada durante el régimen de Molina, fase tras la cual viene el cambio hacia un régimen democrático popular o viene una feroz, aunque de todas maneras temporal dictadura fascista como recurso desesperado de las clases dominantes locales y del imperialismo yanqui.”

Establece que “en las elecciones de estos diez años (el régimen) ha venido perdiendo gradualmente el control político sobre los cientos de miles de personas ligados al Estado, civil o militarmente, hasta que en 1972 sufrió una rotunda derrota en las elecciones presidenciales y se vio obligado a desbordar todos los límites anteriores en lo que a fraude e imposición se refiere.¿Cómo se explica de otro modo que en 1972 y 1974 haya perdido el gobierno las elecciones de una manera tan rotunda?”
Subraya que “las elecciones…han sido y son un enorme aporte a su toma de conciencia, a su unidad, a su esfuerzo organizativo, un factor decisivo de su claro alineamiento masivo actual contra el régimen que lo oprime y asegura su bárbara explotación desde hace tanto tiempo. Quienes no entienden esto, no entienden nada del proceso político salvadoreño.”

El anticomunismo: ideología política del fascismo y del régimen actual

En la VP número 66 se considera que “la campaña electoral del gobierno y su partido se desarrolla alrededor de dos temas centrales: el anti-comunismo y la llamada “transformación nacional, que es un adelanto del programa económico-social de la vía fascista de salida ala crisis, como también al anticomunismo es al ideología política del fascismo.”

Considera que “la tarea ideológica y política principal en la presente campaña electoral consiste en frustrar la tentativa que hace el gobierno en el sentido se conseguir apoyo de masas al anti-comunismo; derrotar su plan de confundir y atemorizar al pueblo, unir el máximo de fuerzas para atajar el fascismo y fortalecer l marcha hacia la conquista de un gobierno democrático popular.”

En torno al retiro de las elecciones: Marco y Fundamentos de la situación política actual

En el numero 67 de VP de la tercera semana de febrero de 1976 se informa que la directiva del PDC ha propuesto que la UNO se retire de las elecciones debido a la situación existente de anulación de planillas completas, secuestro de dirigentes populares y campaña de amenazas que acompaña este proceso electoral. Frente a estos hechos, los comunistas salvadoreños opinan lo siguiente:

“la crisis estructural y económica es sumamente grave: ha fracasado el modelo de crecimiento económico que el gobierno viene aplicando, basado en el incremento descomunal de la deuda externa y el estímulo alas inversiones de los monopolios imperialistas transnacionales. Los esfuerzos por reconstruir el Mercado Común Centroamericano también han fracasado. El régimen continúa sin un programa que permita superar la crisis estructural y económica.”

“La crisis política del régimen se expresa en: perdida extrema de apoyo popular, descontento generalizado contra el gobierno, debilitamiento agudo y en muchos casos división y desbande en las bases del PCN. Las contradicciones conflictiva entre el PCN y la ORDEN continúan activas.”

“Las contradicciones internas en el aparato estatal y ente el gobierno y sectores de capitalistas continúan activas. El caso más reciente ha sido el bloqueo y la paralización del proyecto de Decreto creando el primer distrito de “transformación agraria” por parte de sectores militares y del gran capital agrario, aunque con motivaciones diferentes en uno u otro caso. Persiste el descontento en las filas de la oficialidad…”

“La campaña electoral del PCN se ha concentrado exclusivamente a la radio, la televisión y la prensa. Esta propaganda no ha logrado ningún progreso a favor del PCN. El otro aspecto de esta campaña ha consistido en derribar, bloquear, anula las planillas de la UNO y acosar a la Municipalidad de San Salvador. Todo ello confirma la debilidad del régimen.”

“Dentro del marco actual también actúan los grupos de ultra-izquierda en algunos sitios muy activamente. Su actividad se concentra de modo principal n al condena de la participación en las elecciones y en el esfuerzo por desprestigiar a la UNO y sus partidos integrantes. Los diferentes grupos ultra-izquierdistas coinciden en reconocer que la incidencia del proceso electoral en el marco de la escalada fascista, tiende a precipitar la crisis del régimen, creándole a este graves riesgos, pero al mismo tiempo se manifiestan en contra de la participación electoral activa con argumentos que no guardan relación con ese mismo reconocimiento suyo de papel que la presente campaña puede desempeñar.”

“La verdadera razón que los mueve a seguir esta línea es la de impedir que la UNO confirme s liderazgo del movimiento popular y se vean por ello aplazadas las pretensiones hegemonistas de esos grupos, que además se encuentran desde hace un año realizando una lucha cada vez más agria de unos contra los otros y en unos casos han visto fraccionarse y dividirse internamente sus filas dando origen a grupos más pequeños pero con identificas pretensiones hegemonistas.”

“No basta con negar apoyo a los fascistas. Su marcha hacia la entronización total continúa y continuara a menos que sean golpeados fuertemente por el movimiento popular mediante una enérgica y valiente movilización política. No basta el repudio pasivo, el descontento quieto, es indispensable que el repudio a los fascistas se haga efectivo mediante la acción de masas y, junto a ello, se exacerben las contradicciones internas del régimen.”

“Hoy estamos justamente en al finalización de una etapa de la lucha popular y acercándonos a otra mucho más intensa, elevada y decisiva, lo cual plantea dos exigencias básicas: saber terminar bien la actual etapa e la lucha popular y entrar bien, con paso firme, en la próxima etapa.”

“Nosotros hemos sostenido que la mejor y más útil consigna a lanzar en esta coyuntura tiene que ser aquella que facilite a las masas populares realizar una participación activa y creciente en la lucha. Únicamente sobre la base de dicha acción de masas se puede terminar bien la batalla. En este sentido, hemos mantenido muchas dudas acerca de que el retiro de las elecciones sea el paso adecuado.”

“Hemos sido partidarios de levantar el máximo apoyo posible a la consigna de votar por la UNO aunque no haya planillas, condenando de este modo a los fascistas, repudiando sus crímenes y maniobras sucias, rechazando sus nefastos objetivos y prepararnos para continuar la lucha firmemente hasta derrotarlos.”

“Comprendemos que el peor error que ahora podría cometerse, es el de que la UNO no adopte una consigna táctica UNICA para culminar su batalla electoral actual y, por tanto, guardando nuestras reservas y dudas en espera de que sea la práctica la que diga la última palabras, opinamos sin ninguna vacilación que si finalmente predomina la opinión De que hay que ordenar el retiro de las elecciones ESA DEBE SER LA LINEA UNICA QUE HAY UE APLICAR CON LA MAYOR RESOLUCION Y FIRMEZA.

La UNO confirma liderazgo en el movimiento popular

En el número 69 de VP se expresa que “los partidos que integran la Unión Nacional Opositora: demócrata Cristiano, Unión Democrática Nacionalista y Movimiento Nacional Revolucionario, han ofrecido un ejemplo muy elocuente de madurez y responsabilidad política, al haber adoptado una línea de acción única para retirarse de las elecciones de diputados y consejos municipales del 14 de marzo.”

Agrega que “la decisión adoptada es una decisión de lucha. No es el retiro pasivo, sino le redoblamiento de la actividad, de la lucha por al democracia en el país, desbrozada de objetivos puramente electorales, como son las candidaturas, que nublan la visión de personas bien intencionadas pero prejuiciados ante esa forma de lucha. La decisión tomada facilita una unidad más amplia del pueblo, de los más diversos sectores, para detener a los fascistas, rescatar la constitucionalidad y luchar por un gobierno democrático y popular que realice los cambios que el país necesita.”

“Es de esperar que l llamado de la UNO a no votar por ella, pues su candidatos han sido retirados, se convierta en una jornada en la que millares de salvadoreños se abstendrán de concurrir a las urnas el próximo 14 de marzo, lo que significaría de nuevo, el respaldo del pueblo a la coalición de partidos democráticos y el repudio a la farsa electoral y a la política antidemocrática del régimen.”

Establece que con esta decisión la UNO “sintetiza su lucha de hoy y del futuro próximo en tres grandes objetivos: 1. Atajar al escalada de los fascistas 2. Rescatar la vigencia constitucional y 3. Abrir la vía constitucional para alcanzar un gobierno genuinamente democrático.”

El falso nacionalismo y el real entreguismo del gobierno

“Pueblo salvadoreño, la lucha esta planteada. Nadie retrocede. Vamos hacia adelante. Esta pelea cuenta con el respaldo popular, y toda pelea que cuenta con el apoyo del pueblo se encamina necesaria, fatalmente, al triunfo del pueblo. Todo mundo hacia delante. Todo mundo a continuar este combate…”expresó el diputado comunista Dagoberto Gutiérrez en un programa televisado el pasado 18 de febrero de 1976.

Agregó que “el nacionalismo del gobierno del Coronel Molina es en el fondo falso, exalta lo nacional pero solo para oponerse a los cambios,, alegando que se trata de la importación de idas exóticas. Utiliza para ellos frases sonoras pero vacías de contenido concreto, a la paria concreta…”

“Nacionalismo auténtico es el que se propone liberar a la nación de los dictados, de la hegemonía de la oligarquía y de los intereses de los capitalistas foráneos, responsables de la situación de subdesarrollo y atraso de nuestro país.”

Y sobre las elecciones asegura que “desde hace largo tiempo este pueblo sabe que el voto no sirve para elegir a los gobernantes, y lo sabe, sabe más hoy, que el voto cada vez menos sirve para elegir. Pero el pueblo sabe otra cosa: que el voto sirve para repudiar a este régimen corrupto, para arrinconar a este régimen, para aislarlo, para condenarlo, para aglutinar a las fuerzas del pueblo, que en definitiva serán las que unidas y organizadas, resolverán los problemas del propio pueblo.”

¿Qué es en esencia el fascismo?

En la VP número 66 inicia un esfuerzo por clarificar las características del proyecto fascista en El Salvador. Se afirma que “se hace indispensable analizar el tema del fascismo desde un punto de vista teórico general, pero también desde el punto de vista de su manifestación concreta en América Latina y en nuestro propio país.”

Apunta que “ese régimen político no surgió inicialmente en los países de mayor desarrollo capitalista del viejo continente, sino en aquellos de un desarrollo rezagado, en los cuales a menudo se conservaban fuertes restos de las relaciones propias del feudalismo. Nos referimos a los países del oriente y sur de Europa: Hungría, Bulgaria, Polonia, Rumania, Italia y Japón en la segunda guerra mundial. El fascismo alemán, que se instauró a comienzos de los años treinta, en ese país capitalista desarrollado, NO ES PRECISAMENTE EL CASO TIPICO, no es la regla sino la excepción, aunque s el más conocido.”

Considera que “un elemento esencial del fascismo en todas partes: SER CONTRA-REVOLUCION, SER DICTADURA FEROZ DEL GRAN CAPITAL, contra el proletariado y todo el multifacético movimiento popular, por la democracia y el progreso social. Luego describe el articulista diversas características que ha adoptado el fascismo en las experiencias europeas y sudamericanas para concluir que estos aspectos “no pueden considerarse como decisivos para llegar a conclusiones acerca de si puede o no haber fascismo en El Salvador.” Y concluye que “esto de ser contra-revolución, no es el único elemento esencial del fascismo, puesto que no toda contra-revolución es de por sí fascista.”

En la VP número 67 se continúa abordando la temática del fascismo. Considera que “la revolución socialista rusa inicio la era de las revoluciones proletarias y también marcó el comienzo de al crisis irreparable el sistema colonia del imperialismo. He aquí porque se exacerbó la contra-revolución burguesa y el aplastamiento del joven Estado soviético se convirtió en su desesperada obsesión. En este marco fue que surgió el fenómeno conocido con el nombre de fascismo (tomado del movimiento encabezado por Mussolini en Italia).El fascismo es ante todo contra-revolución. Esto es su elemento esencial, común a todos los países donde apareció, ya sea países capitalistas rezagados o desarrollados.”

“Ahora bien, no se trata de cualquier contra-revolución, sino de una contra-evolución únicamente propia de la época de las revoluciones proletarias, época de la crisis general del sistema capitalista, época del transito del capitalismo al socialismo. Se trata de la contra-revolución de los sectores más recalcitrantes del capital financiero, para instaurar la dictadura feroz de estos sectores, cuyo objetivo es aplastar al proletariado revolucionario y a todo el movimiento popular.”

En otro artículo de VP número 70 sobre el mismo tema, se considera que “en El Salvador, donde la unificación de las fuerzas democráticas en un frente único mayoritario (la UNO) y la agudización de la lucha e clases, acentuando la expectativa de un triunfo popular cercano, y donde fueron rápidamente cancelados, por el rechazo enérgico de la gran burguesía oligárquica, los tímidos intentos reformistas del gobierno de Molina en la segunda mitad de 1973, ha cobrado el fascismo un fuerte atractivo para los sectores hegemónicos del gran capital local e imperialista y para la camarilla que decide en el alto mando de la Fuerza Armada.”

“El capital, las estrategias de desarrollo local y las ONG: Una reflexión crítica de interrelaciones”: Jan Lust

“El capital, las estrategias de desarrollo local y las ONG: Una reflexión crítica de interrelaciones”: Jan Lust
20/06/2014 Deja un comentario Go to comments

Resumen: El objetivo del proyecto capitalista de desarrollo es facilitar y contribuir a la expansión de la acumulación de capital. Las estrategias de desarrollo local tienden a desmovilizar la población, a desviar la atención de los pobres de las estructuras de poder político y económico reales y asegurar los pilares locales del sistema capitalista global. Las ONG, que son financiadas por las agencias de cooperación internacional para el desarrollo, son las transmisoras adecuadas de estas estrategias y podrían ser consideradas como las bases locales del imperialismo.

Introducción

Desde hace unos sesenta años los teóricos del desarrollo están discutiendo el problema del “subdesarrollo” y las cuestiones relacionadas con la misma en lo que se ha denominado como el Tercer Mundo. Hasta la fecha, no han sido capaces de encontrar e introducir soluciones duraderas al problema de “subdesarrollo”.

Las estrategias que han sido implementadas para hacer frente a la cuestión del “subdesarrollo” tomaron, y toman aún, las restricciones del modo capitalista de producción y distribución como algo dado. De hecho, aunque los teóricos del desarrollo que elaboraron sus estrategias en las décadas de los años 50 y 60 del siglo pasado, criticaron las estructuras externas e internas que hicieron el “progreso” muy difícil y elaboraron propuestas que apuntaron a un cambio de estas estructuras; sin embargo, estas proposiciones fueron confinadas dentro del marco general capitalista. Se podría argumentar que estos teóricos estaban más preocupados por la expansión del sistema capitalista y la mejora de su funcionamiento que por las causas fundamentales del “subdesarrollo” en si.

En la actualidad, las estrategias de desarrollo no cuestionan las causas del “subdesarrollo”, al igual que los teóricos de desarrollo de los años 50 y 60. Todo esto es comprensible, ya que la correlación de fuerzas de clase al nivel internacional favorece las clases dominantes y estos no están interesados ​​en erradicar las raíces de “subdesarrollo”. Incluso podría decirse que todas las estrategias de desarrollo que no rompen las restricciones del modo de producción capitalista se oponen a los intereses (históricos) de las clases dominadas, ya que tratan de desviar la atención de las clases populares del proceso hacia la creación de una sociedad basada en los principios socialistas.

En este artículo se discute la relación entre el proyecto capitalista de desarrollo, las estrategias de desarrollo local y el papel de las organizaciones non-gubernamentales (ONG) financiadas internacionalmente. Intentamos mostrar que las estrategias de desarrollo local, como parte del proyecto capitalista de desarrollo general, son las más apropiadas para mantener la base de la acumulación de capital. Las iniciativas de desarrollo local financiadas por las agencias de cooperación internacional para el desarrollo y ejecutados por las ONG podrían, incluso, ser consideradas como reaccionarias, ya que encierran a la población en sus comunidades y parecen tener la intención de desviarla de la lucha contra las causas reales de la explotación, la opresión y la miseria.

El projecto capitalista de desarrollo y la transformación social de la sociedad

El proyecto de desarrollo que surgió a finales de los años 40 ─el Programa de Cuatro Puntos lanzado en 1949 por el expresidente de los Estados Unidos, Harry Truman─ estaba destinado a mantener a los países recientemente descolonizados en el “mundo libre” de la explotación capitalista y la opresión. Durante el paso del tiempo, este proyecto no ha cambiado su objetivo esencial, es decir, facilitar y crear bases para la expansión de la acumulación de capital por parte de las empresas del “Norte”.

El modo de producción capitalista se basa en la propiedad privada de los medios de producción. Sobre la base de esta propiedad, el capitalista individual es capaz de extraer plusvalía de los productores directos y transformarla en capital con el fin de sobrevivir en la “batalla” con otros capitalistas y para expandir su producción. Esta relación de explotación muestra que los explotadores (capitalistas) no solo necesitan a los explotados (los productores) para su propia supervivencia como capitalistas, sino también deben mantener (reproducir) esta relación para sobrevivir como clase. Una transformación social de la sociedad implicaría la transferencia de los medios de producción en manos de la sociedad a través de un proceso de nacionalización y socialización y, por tanto, la eliminación política y económica, como clase, de los dueños de los medios de producción. Los programas de desarrollo descartan esta posibilidad o, más bien, intentan aumentar la base económica, social e ideológica del modo de producción capitalista.

El estado, en la sociedad capitalista, es un colectivo de todos los organismos institucionales que sirven al propósito del capital colectivo. Su tarea principal es la de mantener las condiciones generales para la reproducción del modo de producción capitalista. Sin embargo, los proyectos de desarrollo incluyen, en muchas ocasiones, organismos del estado como socios y no los consideran como enemigo de clase. Una transformación social de la sociedad apunta a la destrucción del estado capitalista y de una democratización profunda de la sociedad.

La globalización neoliberal es la forma institucionalizada, al nivel mundial, de la explotación y la opresión por parte del centro capitalista. Bajo el liderazgo de los Estados Unidos, la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) sirven a los intereses de las corporaciones transnacionales. Los proyectos de desarrollo financiados por instituciones internacionales no tienen el objetivo de superar las causas fundamentales del “subdesarrollo”, sino “para allanar el camino para el capital, para crear las condiciones necesarias para el desarrollo económico y social”. (Petras y Veltmeyer, 2011:105).

Las relaciones entre el centro y la periferia podrían definirse en términos políticos, económicos y militares como dominación y dependencia. Estas relaciones son, sin embargo, no lineales y estáticas, sino dinámicas y cambian con el tiempo (Petras y Veltmeyer, 2011: 105). Aunque los capitalistas del “Norte” y del “Sur” tienen conflictos de intereses económicos y pueden tener objetivos políticos opuestos, sin embargo, estos conflictos se desvanecen cuando el propio sistema está cuestionado o está en peligro. Es precisamente por estas razones que los proyectos de desarrollo financiados internacionalmente tienen la intención de:

i) ayudar a mantener la estabilidad política que podría verse afectada por la rebelión de las masas empobrecidas y hambrientas,

ii) encerrar a la población en proyectos de pequeña escala como un medio para mistificar las estructuras que yacía en el fondo de su situación socio-económica particular, y

iii) el desarrollo de los pequeños mercados locales como mecanismos para la generación de ingresos y para la difusión de la ideología capitalista. Una sociedad en camino a la transformación social rompe las cadenas con el centro capitalista, levanta su población de la miseria y la convierte en objeto y sujeto de su propio desarrollo.

Estrategias de desarrollo local: sus limitaciones y su idoneidad para el capital

La elaboración y la implementación de las estrategias de desarrollo local están recibiendo cada vez mayor atención. La resistencia contra las políticas neoliberales impuestas por Washington formó exactamente una de las principales razones para la implementación de nuevas estrategias de desarrollo. Las estrategias que apuntaron a la participación de los pobres en la elaboración y ejecución de proyectos de desarrollo (“empoderamiento”) y que podrían ser convertidas en pilares locales del sistema capitalista en general fueron consideradas como las más apropiadas.

El “empoderamiento” de los pobres, es decir, dar a los pobres la capacidad de toma de decisiones sobre cuestiones relacionadas a los proyectos de desarrollo local, no es más que una construcción ideológica ya que las clases dominantes no son dispuestas a transferir o compartir su poder real. Dado que estos proyectos se limitan a pequeñas comunidades y no son una amenaza para las estructuras que causan su pobreza, el “empoderamiento” de los pobres es ilusorio. Además, al dar a los pobres la administración y la responsabilidad sobre su “propio desarrollo”, distrae su atención a las estructuras de poder político y económico real y restringe sus actividades al entorno local (Veltmeyer, 2011: 188). El “empoderamiento” sirve al objetivo de mantener a los pobres lejos de los movimientos sociales que cuestionan las estructuras de explotación y opresión de la sociedad.

Es posible identificar tres razones generales porque las estrategias de desarrollo local podrían ser consideradas como las más adecuadas para los intereses del capital, además de la pertinencia de las estrategias de desarrollo en general para el capital como se ha descrito en la sección anterior. En primer lugar, estas estrategias no cuestionan el sistema. Están permitidas y controladas por el estado. En realidad, como reproducen las estructuras sociales y económicas “externas” y, en cierto modo, agrandan el mercado interno (local), las estrategias de desarrollo local sostienen, difunden y profundizan la ideología capitalista en la sociedad.

En segundo lugar , las estrategias de desarrollo local no toman en cuenta las existentes estructuras de clase dentro de las comunidades. Como Veltmeyer (2003: 44) sostiene, las comunidades no sólo están divididas en clases, pero con frecuencia están sumergidas en conflictos de clase. Aunque, como era de esperar, esto hace la implementación de estas estrategias bastante difíciles porque ningún proyecto es capaz de incluir o representar a toda la población o comunidad, esto no es de ninguna preocupación como las estrategias de desarrollo local tienen el objetivo de ocultar y distraer la atención de estas estructuras de clase.

En tercer lugar, las estrategias que apuntan al desarrollo local están condicionadas y limitadas por las estructuras externas y los intereses nacionales e internacionales, muchas veces plasmados en los tratados bilaterales de libre comercio y acuerdos de cooperación firmados con el FMI, el BM y la OMC. A medida que estas estructuras son consideradas como dadas y no pueden ser cambiadas y retadas, las estrategias de desarrollo local contribuyen a la desmovilización de la población contra la invasión “extranjera” de sus territorios. En el contexto de la creciente presencia de las industrias extractivas en las zonas de las comunidades indigenas, estas estrategias tienen el objetivo de moldear la aceptación de esta población ante el ataque a sus hábitats y medios de subsistencia mediante la introducción de proyectos que podrían proporcionar fuentes alternativas de generación de ingresos.

Las agencias que promueven las estrategias de desarrollo local tienen sus oficinas en los centros imperialistas. Aquellos que con frecuencia ponen en práctica estas estrategias, tienen sus bases en los países que son objeto de estas estrategias. A estos organismos nos dirigimos en la siguiente sección.

Organizaciones No-Gubernamentales: transmisores del projecto capitalista de desarrollo

Las estrategias de desarrollo local han sido, frecuentemente, elaboradas y ejecutadas por las ONG. [1] No ponemos en duda los objetivos, a menudo bien intencionados, de personas que trabajan para estas organizaciones. Sin embargo, esto no nos puede retener de un análisis crítico del significado político de las ONG y su función para el capital.

Las ONG están, en muchos casos, financiadas por las agencias internacionales de cooperación para el desarrollo. [2] Estas agencias fueron creadas para facilitar y contribuir a la expansión de la acumulación de capital por parte de las corporaciones del “Norte”. Las ONG tienen la tarea de introducir una retórica colaboracionista de clase. Destacan los proyectos y no los movimientos, y se centran en los aspectos financieros -técnicos de la ayuda de los proyectos en vez en las condiciones estructurales que moldean la vida de la gente todos los días (Petras y Veltmeyer , 2003: 169, 172).

Las ONG no solo son directa e indirectamente funcionales para el capital, sino también su existencia se ajusta perfectamente dentro de la ola de la globalización neoliberal que atormentaba a los llamados países en desarrollo en los años 80 y 90. Como “pertenecen” a lo que se ha denominado la sociedad civil, convenía increíblemente bien a la agenda neoliberal. El retiro del estado de su “función de desarrollo” en la década de los 80 permitió a estas organizaciones hacerse cargo, en cooperación con el estado (Petras, 2011: 94), de algunas de sus funciones sociales claves. Además, al pasar estas funciones a la “sociedad civil”, las clases dominantes lograron dirigir la atención de las masas empobrecidas a sí mismas en lugar de las estructuras opresoras que causan su miseria.

Las agencias de cooperación internacional para el desarrollo, y en particular las ONG financiadas por estas agencias, podrían ser consideradas como las suaves manos reaccionarias del capital como su función política es contribuir a evitar todos los caminos posibles hacia un sistema en el cual los seres humanos sean las fuerzas impulsoras de desarrollo de la sociedad en lugar de los intereses y necesidades del capital (transnacional). Estas ONG están creadas para hacer la práctica de la explotación y la opresión menos cruel y políticamente aceptable para la población, los encierran a alternativas de desarrollo local que no forman ninguna amenaza para la burguesía local y mistifican y desvian el descontento con respecto a las estructuras de poder de las corporaciones con el fin de evitar el análisis de clase del imperialismo y la explotación capitalista (Petras y Veltmeyer, 2003: 166).

Conclusiones: transformación social en vez de desarrollo

Las estrategias de desarrollo local que se implementan dentro de una sociedad capitalista sirven, esencialmente, a los intereses de las clases dominantes, ya que estas estrategias no apuntan a una transformación social, sino más bien tratan de ampliar y profundizar las bases para la acumulación del capital. En las sociedades capitalistas que apuntan, en cierto modo, a la transformación social, como es actualmente en Venezuela y Bolivia, consideramos, sin embargo, las estrategias locales de desarrollo cruciales para la continuación, profundización y aseguramiento de este proceso, ya que podría aumentar sus bases de apoyo en la sociedad.

La idoneidad de las estrategias de desarrollo local para el capital no nos lleva a rechazar estas estrategias ya que consideramos que estas son importantes no sólo para la reducción de la pobreza, sino también podrían ser utilizadas por las fuerzas revolucionarias para elevar la conciencia de clase de la población cuando ellos vinculan la “problemática local” con el sistema social; cuando son capaces de conectar cuestiones locales con temas nacionales e internacionales y estructuras de poder.

La lucha para la transformación social al nivel local no debe conducir a las fuerzas revolucionarias a tratar de convertir a las ONG que son financiadas por las agencias imperialistas de apoyo en catalizadores de un proceso revolucionario hacia el socialismo. Las iniciativas que apuntan a este objetivo estarán, indudablemente, sujetas a la corrupción y provocan un debilitamiento general de las fuerzas para la transformación social. La obra política e ideológica devastadora de estas ONG ha de ser combatida creando estructuras locales independientes para la transformación social y desarrollar y promover alternativas concretas revolucionarias. [3]

Una estrategia que apunta a la transformación social de la sociedad necesariamente tiene que estar basada en la conciencia social de la población y su situación socio- económica, ya que es la única manera de conectar el proyecto de transformación social a la realidad de las masas y conquistar su conciencia. La necesidad de cambio comienza con la conciencia de que esto es posible.

Bibliografía

Petras, James (2011), “Globalización, imperialismo y desarrollo”, en Henry Veltmeyer (coord.), Herramientas para el cambio: Manual para los estudios críticos del desarrollo, La Paz, Plural editores.

Petras, James & Henry Veltmeyer (2011), “Rethinking imperialist theory and US imperialism in Latin America”, en HAOL, no. 26.

Petras, James & Henry Veltmeyer (2003), La globalización desenmascarada. El imperialismo en el siglo XXI, México D.F., Miguel Ángel Porrúa, UAZ.

Veltmeyer, Henry (2011), “Capital social y desarrollo local”, en Henry Veltmeyer (coord.), Herramientas para el cambio: Manual para los estudios críticos del desarrollo, La Paz, Plural editores.

Veltmeyer, Henry (2003), “La dinámica de la comunidad y las clases sociales”, en Henry Veltmeyer & Anthony O’ Malley (coords.), En contra del neoliberalismo. El desarrollo basado en la comunidad en América Latina, México, Miguel Ángel Porrua, UAZ.

Notas

[1] Con el fin de ser absolutamente claro acerca de este asunto , nos gustaría hacer hincapié en la palabra “frecuentemente”. Las ONG no son las únicas agencias que elaboran e implementan estrategias de desarrollo local. Va más allá del propósito de este artículo para identificar los otros actores.

[2] En lo que sigue, nos referimos específicamente a las ONG que son financiadas por las agencias internacionales de cooperación para el desarrollo. Somos conscientes de la existencia de ONG que no se ubican en la categoría de “transmisores del proyecto capitalista de desarrollo” y tampoco están financiadas por estas agencias.

[3] Cuando se habla sobre la construcción de las estructuras locales de transformación social, no nos referimos a la creación de estructuras de poder dual, sino más bien a las bases políticas y sociales a nivel local.

“El neodesarrollismo es una falsa alternativa al neoliberalismo”: Marcelo Dias Carcanholo

“El neodesarrollismo es una falsa alternativa al neoliberalismo”: Marcelo Dias Carcanholo
02/07/2014 Deja un comentario Go to comments

Entrevista con Marcelo Dias Carcanholo, presidente de la SEPLA

-Ya han pasado casi quince años desde la llegada a gobiernos latinoamericanos de diferentes fuerzas de izquierda y progresistas. ¿Qué balance se puede hacer de esas experiencias?

-Carcanholo©: En realidad, lo primero a entender es que esos gobiernos, cada uno con sus especificidades, se conformaron en un momento donde la estrategia neoliberal de desarrollo presentaba sus límites y contradicciones. De esa forma, cuando se dice que se trata de gobiernos progresistas se los debe comparar con lo que es la estrategia neoliberal de desarrollo y en este punto existen muchas confusiones, e incluso, errores. El neoliberalismo no se define en el nivel de abstracción de las políticas económicas (monetaria, fiscal y cambiaria). No se trata de políticas económicas ortodoxas, de control de la demanda agregada para combatir los problemas inflacionarios y fiscales. El neoliberalismo se define en un nivel más elevado de abstracción, en el nivel de los marcos estrucuturales de la sociedad, más allá de las distintas coyunturas que se presenten en esos marcos. Estas distintas coyunturas son lo que definen distintas políticas económicas.

El neoliberalismo se define por dos características. La primera es que la estabilización macroeconómica (control de precios y de los equilíbrios fiscales) es una condición previa, necesaria. No importa la forma como se obtenga (con cual tipo de política económica), sino que sea obtenida. Es por eso que, en los años 90, los neoliberales aceptaron el control del tipo de cambio como forma de control de precios, aunque esto sea contrario a lo que normalmente se cree sean las políticas ortodoxas. La segunda, que es la clave, es que después de la estabilización, son necesarias las reformas estructurales de liberalización y apertura de los mercados (particularmente el mercado financiero y de trabajo), así como las privatizaciones. La idea es que esto profundiza la sociabilidad mercantil, promoviendo la competencia y, por lo tanto, las inversiones, el aumento de la productividad, el crecimiento, la distribución del ingreso y el desarrollo.

El hecho es que estas promesas neoliberales no fueron cumplidas por sus programas de ajuste. Los problemas sociales graves que se establecieron como consecuencia de esos programas definen el marco en que los gobiernos progresistas suben al poder. Eso quiere decir que estos gobiernos fueron elegidos para combatir el proyecto neoliberal. Algunos de ellos se propusieron avanzar en el combate e intentaron revertir algunas de las reformas neoliberales, con todas las reacciones políticas que eso produce. Otros, ni siquiera se propusieron eso.

El balance que se puede hacer después de casi quince años de esos gobiernos se debe dividir en dos partes. En primer lugar, los gobiernos (fueron pocos) que se propusieron revertir las privatizaciones, el grado de apertura económica, incorporar derechos laborales, etc., siguen sufriendo las reacciones económicas y políticas de los grupos dominantes internos y externos. Además, en función del propio desgaste de tantos años de lucha, en algunos casos con relativos pocos avances, la derecha tradicional empieza a reconquistar espacios políticos.

En segundo lugar, aquellos gobiernos que, más allá del discurso crítico, no combatieron de frente el proyecto neoliberal. Promovieron dos cosas: por un lado, el agravamiento de los efectos sociales de ese proyecto. Por otro lado, la deconstrucción de alternativas realmente de izquierda, una vez que en el sentimiento de la mayoria de la población, en función de lo que hicieron en los gobiernos, no habría mucha diferencia entre unos y otros.

Al final de cuentas, lo que se trata de hacer es profundizar la crítica a los proyectos neoliberales, cambiando las políticas económicas sí, pero por sobretodo rompiendo con las reformas estructurales que elevaron el grado de dependencia de nuestras economías, apuntando a una estrategia que, al final, cuestione ese carácter dependiente que tenemos frente a la economía capitalista mundial. Y eso, en los marcos del capitalismo, no es posible.

ZUR ¿Dejamos atrás el neoliberalismo?

-C: Desafortunadamente, no. Y eso por tres razones.

Algunos piensan que el neoliberalismo fue superado porque los gobiernos progresistas implementaron políticas sociales para combatir los problemas creados por ese proyecto. Pero de nuevo se demuestra el desconocimiento sobre lo que es el neoliberalismo. Las distintas perspectivas político-teóricas no se definen por las banderas que defienden, sino por lo que proponen política y teóricamente para cada una de ellas. Los neoliberales tienen propuestas para las políticas sociales. Ellas tienen que ser focalizadas, compensatorias, con base en los individuos más frágiles (para promover la competencia). Las políticas sociales aplicadas por los gobiernos progresistas, en su mayoria, no están afuera de los marcos propuestos por el neoliberalismo. Al contrario, hacen parte de sus recetas.

Otros nos dicen que el neoliberalismo fue derrotado, pues hoy día lo que se implementa en gran parte es lo que se llama neodesarrollismo. ¿Pero qué es eso? ¿Se trata de rescatar el viejo desarrollismo, que planteaba una fuerte presencia del Estado para dirigir el desarrollo, en contraposición a los señales del mercado? No. El neodesarrollismo sostiene, en su versión más cínica, que el costo de revertir las reformas neoliberales es tan alto que lo mejor es no hacerlo y trata de implementar políticas para ceñir los efectos de esas reformas que, solamente en el corto plazo, pueden tener costos económicos y sociales. De esa forma, lo que propone el neodesarrollismo solamente es bajar las tasas de interés a níveles inferiores a las tasas de ganancia del capital productivo para que los capitales inviertan y acumulen en proceso (re)productivo, generando crecimiento y empleo, y no la valorización financiera. Se debe tener claro que la propuesta del neodesarrollismo frente al neoliberalismo no es enfrentarlo donde él se define, esto es, en los marcos sociales estructurales (las reformas).Incluso se habla a veces de la necesidad de profundizar las reformas, modificandoapenas las políticas económicas. Por eso es que el neodesarrollismo es una falsa alternativa al neoliberalismo.

Además, la forma que el capitalismo encuentra para responder a los efectos de su crisis actual, tanto en el centro de la acumulación mundial como en las economías dependientes lo que nos incluye, es profundizar el neoliberalismo más radical. Esto porque la crisis actual implica una rebaja de las tasas de ganancia, una vez que gran parte de los capitales se especializaron meramente en apropriarse de la riqueza, sin contribuir directamentepara su producción. Así, hay dos formas de resolver la situación. Una es dejar que los mercados devalúen esa cantidad enorme de capitales superacumulados, sin respaldo en la producción de la riqueza. Esa salida está descartada porque implicaría quiebra de capitales. La otra es ganar tiempo en los mercados de corto plazo para que esos capitales no se devalúen, lo que implica que el Estado tiene que entrar comprando los títulos podridos, garantizando demanda por esos títulos e impidiendo sus rebajas. La implicancia de esto es el crecimiento de la deuda pública, actual forma de manifestación de la crisis mundial. Pero eso apenas permite ganar tiempo para lo que de hecho es la salida del capital para la crisis. Se trata de aumentar la producción de riqueza, para que los derechos de apropiación tengan sostenibilidad en la producción aumentada. Y para eso hay que sobreexplotar la fuerza de trabajo. ¿Cómo se hace? Profundizando las reformas neoliberales. O sea, el ajuste que promueve el propio capital para su crisis hace que quien pague la cuenta sean los trabajadores. Esto en los marcos del capitalismo es lo normal.

ZUR China ya es el principal socio comercial de varios países sudamericanos y comienza un claro proceso de exportación de capitales a la región, ¿Qué implicancias tiene esto?

-C: La mayor participación de China en la balanza comercial de los países sudamericanos es manifestación de una redivisión internacional del trabajo en el capitalismo contemporáneo. Se ha producido uma reprimarización de las exportaciones de las economías sudamericanas, al mismo tiempo que aumentan las importaciones de mercancías con mayor productividad y de elevada intensidad tecnológica. Eso tiene que ver con la presencia china. Esta economía es la que más creció en los últimos años y se especializó en importar productos primarios basados en recursos naturales, precisamente lo que Sudamérica exporta. Por otro lado, China exporta la gran parte de los productos manufacturados que nuestra región importa.

De esa forma, China tiene un papel protagónico en lo que se puede llamar como imperialismo contemporáneo. Alavez, capitales chinos lleganya hace tiempo a nuestra región, incluso comprando buena parte de las tierras que producen justamente los productos primarios que ellos importan de nosotros. Esos capitales también empiezan a comprar capital productivo en la región y, desde aquí, impulsan producción de riqueza que generará ingresos para esos capitales, aunque sean producidos en nuestras economias.

Esos procesos implican que se reafirman, ahora con el protagonismo chino, los mecanismos de transferencia de valor, siendo que el valor producido en nuestras economías finalmente es realizado y acumulado en los países centrales, reconfigurando la condición dependiente de nuestras economías.

ZUR ¿Mantiene validez la cateogoría de Rui Mauro Marini de sub-imperialismo para pensar, por ejemplo, el rol de Brasil en América del Sur?

-C: Por lo visto antes, se puede sostener la validez contemporánea de la teoria marxista de la dependencia, que tiene en Rui Mauro Marini uno de sus principales autores. Este autor arriesgó en llamar subimperialismo a algunas características específicas de algunas economías dependientes, como el caso brasileño. Para ese autor, el hecho de que algunas etapas del proceso productivo hayan sido trasladadas a economías como la brasileña, produjo una elevación de la productividad media en el capitalismo brasileño. Con esto, capitales anclados en Brasil logran reproducir hacia la región sudamericana los mecanismos de transferencia de valor desde las economías menos productivas hacia las economías más productivas.

Lo importante de la categoría subimperialismo es tener claro que no se trata que Brasil no sea más una economía dependiente. Lo sigue siendo. Pero con ese proceso, los capitalesdeBrasil logran apropriarse de parte del valor producido en las economías menos desarrolladas de la región. Como esos capitales están transnacionalizados, el imperialismo también puede participar en ese proceso de apropiación del valor producido en la región.

En el siglo XXI este subimperialismo brasileño presenta características más fuertes. Desde el plan de comercio exterior, la economía brasileña se especializó en importar mercancías primarias y basadas en recursos naturales desde las otras economías de la región, y en exportar productos con algún grado de complejidad tecnológica reproduciendo hacia la región el mismo mecanismo de transferencia de valor del imperialismo. Por otro lado, inversiones desde el Brasil invaden otras economías de la región, ya sean las constructoras, mineras, Petrobrás, etc. De esa forma, la característica imperialista de exportación de capitales también se presenta. En tercer lugar, esos procesos son financiados en buena parte por un banco semi-oficial, el BNDES, que financia capitales “brasileños” para “actuar” en la región. Desde Brasil, un banco que se dice de desarrollo económico y social financia la actuación subimperialista de los capitales “brasileños”.

Algunos autores siguen criticando la utilización de la categoría. Un argumento es que haría falta la pata militar del imperialismo. Parece que con el liderazgo brasileño en las fuerzas de ocupación de la MINUSTAH en Haiti esa pata ya no está ausente. Otro argumento de los críticos es que la economía brasileña sigue siendo dependiente del imperialismo internacional, lo que es la más absoluta verdad. Por eso es que Marini no llamó el capitalismo brasileño de imperialista, sino de subimperialista.

ZUR En el debate económico actual pareciera que no hay espacio para medidas que puedan afectar lo que el mainstream considera un manejo “serio y responable” de la macroeconomía. ¿Tenemos programa económico contrahegemónico para relanzar la perspectiva socialista? ¿Cuáles serían sus principales ejes?

-C: Esta pregunta nos remite, nuevamente, al distinto plan de abstracción en la crítica al desarrollo neoliberal. Una cosa es plantear otra política económica, o sea, sostener que la política monetaria debe disminuir las tasas de interés para que los capitales sean invertidos cada vez más en procesos productivos que generen crecimiento y empleo. Además, las políticas fiscales también tendrían que ser pro-crecimiento, y no para crear saldos fiscales que garanticen el pago de los intereses financieros. Las pre-condiciones para eso son, por un lado, controlar el flujo de capitales, pues una disminución de la tasa de interés puede generar fuga de capitales, con problemas externos serios. Por otro lado, las inversiones públicas deben expandir la capacidad productiva de los productos prioritarios, de forma que la expansión de la demanda no genere inflación.

Pero esta otra política económica en nada modifica la superexplotación de la fuerza de trabajo que caracteriza las economías dependientes. Apenas modifica la forma de apropiación del valor producido en esas economías. Un nível mayor de crítica es justamente disminuir el impacto de los factores estructurales que condicionan la dependencia. Ese otro modelo de desarrollo tiene que romper con los procesos de liberalización, apertura externa, privatizaciones, conformando una verdadera estrategia alternativa de desarrollo, que implique también un cambio de modelo productivo en contra de la lógica transnacionalizada y extractivista que caracteriza las economías de la región en la actualidad. Esta otra estrategia también requiere un cambio de política económica, pues necesita de la ampliación de los mercados internos, para realizar el valor producido. Esto, a su vez, requiere redistribuir ingresos y riquezas para que más personas tengan condiciones de participar del mercado interno. Todo aún dentro de una sociedad capitalista, aunque en contraposición a su faceta neoliberal. De cualquier forma, por más radicales que sean estas modificaciones, no se reslvería el carácter dependiente de nuestras economías, apenas disminuiríamos sus manifestaciones.

Una estratégia socialista debe, mas allá de cambiar la política económica y la estrategia de desarrollo, lo que es absolutamente necesario, modificar el proprio carácter social que define el capitalismo. En éste, las relaciones sociales son intermediadas por los intercambios mercantiles. Ellas son establecidas por el intercambio de nuestras mercancías. Se trata de una sociedad intermediada por lo mercantil. Una estratégia socialista debe construir espacios donde las relaciones sociales sean cada vez más directas, sin ningún tipo de intermediación. El socialismo requiere que los seres humanos, de forma colectiva, conciente, y sin ninguna instancia que haga la intermediación, decidan lo que van a producir, la forma de producirlo, distribuirlo y consumirlo. Por eso es que un socialismo de mercado es una contradicción. No se puede vivir el socialismo si las decisiones de los seres humanos son definidas por algo (el mercado, la ley del valor) que les es ajeno, extraño.

ZUR Por acá, Fernando Henrique Cardoso es uno de los autores brasileros más difundidos y se lo tiene como referente principal de la teoría de la dependencia. ¿Qué opinión te merece eso?

-C: Lo más increible de todo eso es que lo mismo ocurre en Brasil. Arriesgo decir que de forma más intensa. Autores de la teoría marxista de la dependencia brasileños como Marini, Theotonio dos Santos y Vania Bambirra eran absolutamente desconocidos hace algunos años. Eso tiene que ver con la estrategia deliberada que las elites brasileñas, financiadas por instituciones como la fundación Ford (y otras), tuvieron de tornar estos autores desconocidos, promoviendo además otros de muy baja calidad, como Fernando Henrique Cardoso. ¿Y, por qué eso?

La explicación se encuentra en la propia categoría de dependencia, como la entiende Fernando Henrique Cardoso. Para ese autor, la dependencia quiere decir que nuestras economías están condicionadas por la economía mundial y, esto es lo más importante, la única forma que tenemos de generar algún crecimiento y desarrollo, es aprovechar momentos donde la economía mundial nos permita engancharnos dentro de su lógica. Es como si ella fuera un tren que, en algunos momentos coyunturales, acepta otros vagones. Para que eso sea posible, son necesarios gobiernos que aprovechen las oportunidades, abriendo nuestras economías para el comercio y la entrada de capitales. Fue exactamente lo que hizo este señor en su gobierno en los años 90. Simplemente impulsó lo que habia escrito.

Se trata de una versión weberiana de la dependencia, donde al actor central es el Estado Nación, como si éste fuera una entidad única, sin contradicciones, con una lógica propia y racionalidad instrumental burocrática. No hay clases sociales, lucha de clases, dialéctica en la actuación estatal, etc. Cuando éstas aparecen son subordinadas al proyecto estatal. No se ve que el Estado es el resultado contradictorio de las luchas sociales.

Lo que la teoria marxista de la dependencia acentúa es justamente el hecho de que el actor central en el capitalismo es el capital, y éste es constituido con base en una relación social clave. Los capitalistas pagan la fuerza de trabajo para que esta produzca más valor de lo que se requiere para producir un equivalente a sus sueldos. Este valor a más, el plusvalor, es la base de las ganancias de los capitales. El Estado, con todas sus contradicciones, y autonomía relativa de actuación, es el resultado dialéctico de este tipo de sociedad.

Además, cuanto más las economías dependientes profundicen sus relaciones económicas con el capitalismo mundial, más los mecanismos de dependencia van a actuar, profundizando la dependencia, y no creando crecimiento y desarrollo, como piensa Fernando Henrique Cardoso. La história parece que le dio la razón a la teoria marxista de la dependencia.

ZUR ¿Cómo anda el marxismo latinoamericano hoy?

-C: El pensamiento crítico marxista está resurgiendo en América Latina. La región ya tuvo una fuerte tradición en el pensamiento marxista, y lo más interesante de éste no era la mera copia del marxismo que llegaba de Europa. La propia realidad contradictoria de la región obligó al pensamiento marxista latinoamericano a construirse en conformidad con sus problemas específicos. En este momento preciso vuelve el interés por la teoría marxista, en primer lugar, por la situación social específica de profundización de los problemas estructurales promovida por las políticas neoliberales desde los años 90 del siglo pasado. Los movimientos de lucha y resistencia sociales, de alguna forma, necesitaron para esos procesos recuperar la tradición del pensamiento crítico, especificamente el marxista.

En segundo lugar, las falsas alternativas que se presentaron a esa situación (como el neodesarrollismo) muestran en estos momentos sus límites, lo que permite que pensamientos más radicales y genuinamente alternativos, como el marxismo, sean presentados y sostenidos.

Además de eso, la actual crisis del capitalismo mundial también contiene una crisis de la teoría social que no logra explicar el hecho que el proceso de acumulación de capital funciona inerentemente de manera cíclica. Esto quiere decir que las crisis hacen parte del funcionamiento de la economía capitalista, no es un fenómeno ajeno, fortuito, casual. La única teoria social que logra entender las crisis como de hecho ellas son es la marxista. Como nuestras economías tienen una inserción dependiente en el capitalismo mundial, las crisis de éste último se manifiestan con particularidades en nuestra región, y eso explica el rescate del pensamiento marxista latinoamericano.

Este proceso ocurre no solamente en las universidades sino también en los procesos de formación que los mismos movimientos sociales implementan, al darse cuenta de que el arma teórica es crucial para los enfrentamientos anticapitalistas que se proponen. De hecho, esa relación del trabajo militante académico formal con los procesos de formación y pensamiento que vienen desde los movimientos sociales, sindicales y políticos es clave para una estrategia socialista de combate a la manera como el capital está saliendo de su actual crisis. La política de los ajustes para enfrentar la crisis, desde la perspectiva del capital, es profundizar el neoliberalismo. Sólo un trabajo serio e intenso de construcción de esa estrategia socialista, con base en un proceso de relación de mutuo apoyo entre intelectuales orgánicos y movimientos socialistas, puede enfrentar la estrategia del capital. Este es el sentido, por ejemplo, de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (SEPLA) que, junto con otras organizaciones, pretende impulsar esa estrategia verdaderamente crítica, socialista.

ZUR ¿Algunas lecturas imprescindibles para pensar América Latina?

-C: Es imprescindible recuperar todas las experiencias teóricas y prácticas de los movimientos socialistas. No podemos olvidarnos de las experiencias revolucionarias que ya ocurrieron en la história, y no sólo en América Latina, sino también de otras partes del mundo, en distintos momentos históricos.

La tradición marxista tiene una enorme cantidad de debates teóricos muy importantes para entender nuestra realidad. No se trata de traspasar discusiones antiguas como si fueran suficientes para transformar nuestra realidad presente. Hay que respetar la especificidad de los distintos momentos históricos. Desde que el capitalismo es capitalismo nosotros los trabajadores sufrimos las contradicciones de este sistema social. Tenemos que conocer al enemigo si queremos derrotarlo. Para eso la lectura de los clásicos del marxismo es imprescindible.

Adicionalmente, tenemos que recuperar lo nuestro, el pensamiento crítico latinoamericano, y aquí la lista tambien es enorme (Mariátegui, Mella, Che Guevara, y muchos otros). La teoria marxista de la dependencia (Marini, Bambirra, Dos Santos, Caputo) tiene que ser rescatada, pero, nuevamente, sin creer que se puede utilizar este debate de los 60, 70, del siglo pasado sin ninguna intermediación hacia la realidad presente. Se trata de construir una estrategia socialista para la dependencia contemporánea de nuestra región. Afortunadamente aquí tambien tenemos nombres importantes que nos ayudan en ese trabajo, pero hay que destacar una gran cantidad de jóvenes que recién empiezan a estudiar este gran listado de lecturas imprescindibles desde América Latina y para pensar América Latina con una perspectiva crítica. No sólo en la SEPLA, sino en otras instituciones se ve mucho trabajo de esos jóvenes, y de la mejor forma, sin restringirse al academicismo y trabajando junto con los movimientos sociales, políticos y sindicales.

ZUR ¿Hay preocupación en Brasil por un nuevo “Maracanazo’?

-C :Si uno se queda en lo meramente futbolístico, se puede decir que existe un cierto temor por la posibilidad de que Brasil no gane el mundial en la segunda vez que lo organiza. Pero, de hecho, para los sectores que impulsan las manifestaciones populares desde junio del 2013 el resultado del mundial no es relevante.

Una de las principales características de las llamadas manifestaciones de junio fue el hecho de que ellas separaban los reclamos en la calle del apoyo a la selección brasileña. Las protestas no eran contra la selección, en el campo de juego, pero contra la lógica que está por arriba de eso, y que determina toda el “business” en torno al fútbol mundial. Las protestas ocurrieron, y están ocurriendo en este exacto momento, en contra el domínio y la imposición por parte de la FIFA de todo el negocio (capitalista) que eso involucra. Muchas inversiones (que en el capitalismo requieren ganancias) en estadios e infraestructura con el único objetivo de tornar el mundial rentable. ¿Cuánto de eso para salud, educación, viviendas? Nada.

Lo que ocurre es una creciente mercantilización (capitalismo) de los espacios urbanos, con fuerte especulación imobiliaria, que expulsa los más pobres de sus viviendas. En San Pablo, incendios sospechosos en favelas que se transforman, después de “limpio” el espacio, en negócios imobiliarios para las elites; en Rio ocurren fuertes y violentas desocupaciones de los más pobres para construir lo necesario para el mundial y las olimpiadas. Estamos también ante un incremento de la criminalización de los movimientos sociales, llegando al asesinato de algunos líderes, como si fueran meros traficantes de drogas, lo que se suma al fuerte aparato policial para reprimir violentamente las protestas.
No son protestas conscientes con una estrategia socialista, pero tienen un carácter de rechazo a las consecuencias sociales de una falsa estrategia de desarrollo, que estallaron en el momento en que se percibió cuanto se gastó, y aún se va a gastar, para viabilizar los negocios promovidos por la FIFA y sus socios. ¿Se pueden radicalizar las protestas? Por supuesto, una vez que la causa de fondo seguirá después del mundial, sea cual sea el resultado que tenga en el campo de juego. El neodesarrollismo es una falsa alternativa, por lo menos desde el punto de vista de los trabajadores.

Rodrgio Alonso
Zur

EE. UU.: ¿jugador solitario en el gran tablero global?

EE. UU.: ¿jugador solitario en el gran tablero global?
Admin | 12 mayo, 2014 | Comentarios (1)

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Esteban Mercatante

Número 8, abril 2014.

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En Ideas de Izquierda 6 discutimos los artículos de Perry Anderson que componen el número especial de New Left Review 83, dedicado a la política exterior norteamericana y sus pensadores. En este artículo continuamos la polémica, trazando al mismo tiempo un panorama de las dificultades que viene afrontando EE. UU., muchas de las cuales quedan minimizadas en la perspectiva –ausente de grandes desafíos– que pinta Anderson.

Al revés de Anderson, que observa solo una mesa de arena donde los lineamientos geopolíticos parecen hacerse y deshacerse a voluntad del hegemón, empezaremos nuestro análisis por las condiciones objetivas del capitalismo norteamericano, que condicionan la capacidad de la potencia imperialista para disponer su voluntad.

A continuación, consideraremos algunas de las más recientes muestras de que, como consecuencia de este deterioro material de su poderío, pero también de una seguidilla de severos traspiés, el Estado norteamericano afronta hoy desafíos y restricciones sin precedentes para ejercer su poderío.

Estados Unidos y la Unión Europea

Luego de realizar un recorrido por los principales desafíos geopolíticos que afrontaron las sucesivas administraciones norteamericanas hasta hoy, en las últimas páginas de “Imperium”, el primero de los artículos, Anderson sostiene que “la lógica de largo plazo de la gran estrategia norteamericana se ve amenazada de volverse contra sí misma […] La primacía norteamericana no es ya el corolario de la civilización del capital”. Podríamos creer que esta frase es una indicación de que nos vamos a adentrar en un análisis de las dificultades que surgen para EE. UU. como producto de los cambios producidos en el sistema capitalista mundial que cuestionan el rol que la superpotencia pudo asignarse a sí misma al término de la Segunda Guerra Mundial. No es así. Debemos contentarnos con una brevísima mención a la emergencia de China “como una potencia económica no solo de mayor dinamismo sino pronto comparable en magnitud, de cuyas reservas financieras su propio crédito público [el de EE. UU.; NdR] ha llegado a depender”.

Una notoria ausencia del ensayo de Anderson es el lugar de EE. UU. como parte de un capitalismo mundial en crisis. Esta ausencia no refiere a un punto menor o tangencial. A diferencia de la escuela realista de las relaciones exteriores, para el análisis marxista no puede analizarse la política exterior del imperialismo norteamericano más que como unidad con las tendencias de la economía y el desarrollo de la lucha de clases. Alrededor de las discusiones sobre los alcances de la estabilización del capitalismo durante los años ‘20, León Trotsky desarrolló, aplicando este método, el concepto de equilibrio capitalista. En el caso de Anderson, el sutil seguimiento de todos los giros en el trazado de la gran estrategia1 americana, contrasta con la desatención en toda esta serie de trabajos recientes (iniciada en NLR 81 con “Homeland”) a las bases estructurales de las dificultades que afronta el imperialismo para gestionar geopolíticamente el sistema mundial capitalista, exceptuando menciones tangenciales.

Si el propio Anderson diera por sentado un vigor de la economía norteamericana que la pusiera lejos de cualquier amenaza, fuera de las crisis cíclicas, podría comprenderse esta falta. Pero como lo sugieren análisis precedentes del propio Anderson, y la frase que citamos más arriba, no es así para nada. Su afirmación de que “la primacía norteamericana no es ya el corolario de la civilización del capital” debería llevarlo a concluir que esta potencia hará todo lo posible para modificar de forma favorable un orden de cosas que empieza a resultarle desfavorable; no patear, tal vez, pero sin duda torcer el tablero. Esto no puede no tener consecuencias para el orden mundial. Aún de forma muy larvada, la crisis de 2007, que ha sido contenida pero no resuelta, nos pone ante esta perspectiva.

La concentración exclusiva del análisis en la geopolítica es funcional a sostener un punto de vista que “subestima la magnitud del cisma que la crisis iniciada en 2007 empezó a abrir entre EE. UU. y Europa”, como planteamos en IdZ 6. La crisis, que tuvo su epicentro en EE. UU. pero que rápidamente se extendió por Europa, transformó en disputa larvada lo que, desde un largo tiempo antes, venían siendo disputas latentes, que tienen su punto nodal en la estructura que tendrá el orden monetario internacional.

EE. UU. con el dólar cuenta con un monopolio en la emisión de moneda mundial. Este le permitió financiar los desequilibrios de su cuenta corriente con el resto del mundo de una forma en la que no habría podido hacerlo ninguna otra economía del planeta. Al mismo tiempo, le permitió en numerosas oportunidades, desde los años ‘70 hasta hoy, descargar parte de los efectos de sus crisis sobre otras economías, tanto de países dependientes como de otras potencias competidoras2. El euro metió una cuña en este monopolio del dólar desde su creación.

Por su base de sustentación en la economía europea continental (Gran Bretaña con su fuerte plaza financiera de Londres permaneció fuera de la zona euro), especialmente de la economía alemana con sus grandes bancos, ha planteado una competencia con el dólar por el lugar de las reservas monetarias internacionales en una escala que no había ocurrido desde los acuerdos de Bretton Woods. No obstante, el euro como moneda de reserva mundial, nunca dejo de ser “incompleta”. Como plantea François Chesnais, “el euro nunca alcanzó el estatus de moneda de reserva internacional […] tampoco ha adquirido verdaderamente el atributo de medida de valor –muchos ciudadanos de los países miembros siguen pensando en su antigua moneda nacional y fuera de la UE todo el mundo hace la conversión en dólares”3. El euro es “medio de circulación y de pago en el espacio de los países miembros de la zona” y, sobre todo, “un instrumento de colocación financiera”4.

Estas contradicciones, que quedaron expuestas con las crisis fiscales que afectaron a Portugal, Irlanda, Grecia y Estaña (PIGS, a los que rápidamente se sumó Italia), fueron aprovechadas por EE. UU. para debilitar a la principal amenaza a su supremacía en el terreno monetario-financiero. La precariedad fiscal de este grupo de países fue un resultado directo de la crisis de 2008, que desde su epicentro en EE. UU. se expandió rápidamente por Europa, cuyos bancos también habían invertido en los activos de la burbuja hipotecaria norteamericana y replicado el boom de crédito en varios países de Europa, que estallaron a la par del derrumbe norteamericano.

Las medidas de salvataje alimentaron el déficit fiscal, y profundizaron las restricciones para economías que ya venían afectadas por un desequilibrio constitutivo de la unión monetaria: los desequilibrios comerciales crónicos de estos países con Alemania. Esta debilidad dio pie a los ataques especulativos sobre la deuda pública de los PIIGS, que elevó la tasa que pagaban por endeudarse. Las tasas de interés más altas empeoraron la situación fiscal y dificultaron aún más el pago de las deudas.

La respuesta alemana fue presionar para que los PIIGS pagaran sus créditos “sin excusas ni condiciones”. En marzo de 2012 impuso el pacto fiscal, que comprometió a los países de la UE (excepto Gran Bretaña y la República Checa que no lo firmaron) a establecer un presupuesto equilibrado. Un severo ajuste que profundizó la depresión económica en la mitad de la Eurozona así como generó respuestas defensivas por parte de los trabajadores y sectores populares ante la brutalidad del ataque.

La administración norteamericana encontró rápidamente un argumento para intervenir en la situación, por la amenaza que un default en cualquiera de los PIIGS habría representado para la estabilidad económica global. Con esta inquietud fundamentó el apoyo de un tratamiento distinto para las deudas soberanas de estos países, excluyendo la obligación de respetar las reglas del pacto fiscal. La demanda explícita, que rápidamente ganó apoyo en los gobiernos de los PIIGS, era que la UE y el BCE debían garantizar las deudas “emitiendo eurobonos o incrementando el fondo de rescate, transformando al BCE en emisor ilimitado de dinero”5. Comprometer al BCE tenía el precio de debilitar el euro; no hacerlo implicaba empujar el default de los PIIGS. Con la primer alternativa, EE. UU. ganaba márgenes para seguir sosteniendo una política basada en el rol del dólar y la posibilidad de endeudarse sin restricciones.

Este forcejeo entre Alemania, como sostén último del euro, y EE. UU., se libró muy cerca del precipicio: un default de los PIIGS podría haber sido mucho más catastrófico aún que la quiebra de Lehman Brothers. El resultado provisorio, luego de varias cumbres cargadas de dramatismo, fue una solución de compromiso: la creación de un fondo de rescate para las deudas de los países de la eurozona, pero sostenido no solo por los tesoros de los Estados (es decir, ante todo Alemania), sino también con aportes de los bancos y acreedores. Con este reaseguro, la dura línea de ajustes trazada por Alemania para que los trabajadores y sectores populares de los países más frágiles paguen los mayores costos de las asimetrías de la integración que tanto benefició a las corporaciones, sigue su rumbo. Alemania concede en parte el mayor compromiso del BCE como garante de las deudas, aunque reafirma la austeridad fiscal y preservar al euro.

La velada disputa no ha escalado. Pero la crisis volvió más acuciante un problema preexistente: la UE, con preeminencia alemana luego de la unificación de 1990, no puede mantener con EE. UU. la misma posición de antaño. Como planteaba Paula Bach en Ideas de Izquierda 3, Alemania es “demasiado débil para dominar, demasiado fuerte para alinearse”. La disputa por el orden monetario internacional seguirá dando nuevos capítulos.

Anderson persiste en ver una Europa alineada sin fisuras con EE. UU. Aún sin conflictos expresados de forma abierta, el mar de fondo sugiere una imagen menos apacible.

Pasaje a Oriente

En pocos meses, Rusia ha expuesto en dos oportunidades los límites para la actuación de los EE. UU. En primer lugar en Siria, donde Obama terminó retrocediendo de su anunciada represalia por los ataques con armas químicas de Bashar al-Asad cuya responsabilidad fue adjudicada al gobierno sirio. Obama levantó la decisión de atacar luego de que Rusia anunciara el compromiso de al-Asad para entregar todo el arsenal químico en sus manos.

Más cerca en el tiempo, la respuesta rusa ante la destitución de Viktor Yanukovich como presidente de Ucrania representa un nuevo desafío a la legalidad internacional y muestra los límites de EE. UU. para defenderla respondiendo al desafío ruso. Estados Unidos avanzó en el anuncio de sanciones económicas, que pueden afectar a los países que las apliquen tanto como a Rusia. También otras penalidades como excluir a Rusia del Grupo de los 8. En 2008, durante la breve guerra entre Rusia y Georgia, el gobierno norteamericano votó sanciones económicas contra el régimen ruso que nunca entraron en vigencia. Ante el agravamiento de la crisis la UE no pudo sostener una posición unificada; aunque apoyó el levantamiento contra Yanukovich y busca incorporar a Ucrania a su órbita económica y militar, un régimen de sanciones económicas amenaza los intereses de sus principales miembros.

El abastecimiento de energía de la Unión Europea depende del gas que se importa desde Rusia. Francia tiene importantes inversiones en la industria automotriz rusa, además de que Londres y otras plazas cuentan con los importantes negocios financieros de los principales oligarcas rusos.

La crisis abierta por la ocupación de Crimea y el referéndum que votó su anexión a Rusia, posteriormente avalado por el parlamento ruso y Putin, creó un campo minado para todos los jugadores, en el que “perderá el primero que dé pasos en falso”6.

La administración de EE. UU. podrá consolarse con el hecho de que es muy probable que la crisis de Ucrania envenene por un período las relaciones de Moscú con Bruselas, alejando así la posibilidad de una alianza geopolítica de Alemania/Francia y Rusia, preocupación estratégica central de los EE. UU.7 Pero sería un triste consuelo, considerando que al mismo tiempo el aislamiento de Rusia podría empujarla a conformar otro bloque casi tan inquietante para los estrategas norteamericanos: el acercamiento de Rusia y China. Esta preocupación, compartida por varios analistas, fue expresada en las páginas de New Republic por Dmitri K. Simes. Aunque Putin hasta ahora mantuvo distancia porque “no quiere ser el socio menor de Beijing”, si “se lo priva de una conexión europeo-americana podríamos alterar el balance geopolítico poniendo a Rusia más cerca de China”8. Esta posibilidad es tan amenazadora para la presencia norteamericana en ese espacio privilegiado por muchos estrategas norteamericanos definido como “Eurasia”, como lo es la hipótesis de confluencia entre Alemania y Rusia. Esta combinación no tendría como apoyo la base material de una potencia imperialista desarrollada como Alemania9, pero sí un considerable poderío militar, así como una capacidad de atracción o neutralización sobre los aliados norteamericanos en el sudeste asiático, limitando la capacidad de influencia de EE. UU. Lejos del “momento unipolar” que siguió a la caída de la URSS, cuando “Washington podía fácilmente perseguir una política de contención dual”, hoy, como resultado de una seguidilla de graves desaciertos10, “el balance de poder ha cambiado de forma significativa desde entonces.

Ahora Norteamérica difícilmente pueda confrontar a dos grandes potencias en Eurasia de forma simultánea”11. Verse enredado en el terreno centroeuropeo por un largo período podría comprometer la presencia de EE. UU. en el este de Asia. Un panorama que desmiente la supuesta capacidad para los EE. UU. de trazar grandes estrategias sin mayores restricciones.

EE. UU.: debilitado, pero por eso cada vez más agresivo

Sería necio subestimar el poderío norteamericano y tomar unilateralmente los signos de su decadencia: “Mientras se debilita el poder económico y político estadounidense, se fortalece su maquinaria bélica”12. Por lejos sigue siendo la fuerza más poderosa para defender el orden capitalista, respondiendo a las amenazas a su dominio en todo el planeta. Aun en Medio Oriente, donde la Primavera Árabe lo tomó por sorpresa y con poca capacidad de intervención en los primeros momentos, ha logrado estabilizar la situación y sostener a los garantes del orden, como el presidente de las fuerzas armadas egipcias Abdul Fatah al-Sisi que derrocó a la Hermandad Musulmana el pasado junio.

También logró un importante logro en el acercamiento con Irán. Aunque el precio de ambos logros ha sido crear crisis con aliados históricos en la región, como Israel y Arabia Saudita. Pero igual de peligroso es cometer el error opuesto. Anderson hace foco en el trazado de la gran estrategia y los giros de política exterior separados de las determinaciones materiales que lo condicionan, y subestima las dificultades. Parece desdeñar el hecho de que, con la crisis en curso que EE. UU. logró contener pero no superar, y con la multiplicidad y simultaneidad de los terrenos donde se le presentan desafíos, la capacidad de respuesta norteamericana se encuentra más comprometida13. Ante el retorno a escena de la clase obrera en todo el mundo, precedido como estuvimos viendo en todo el mundo por masivas expresiones de descontento de la juventud, realizar una evaluación sobria de la posición del imperialismo yanqui, sus alianzas y los potenciales puntos de quiebre en las relaciones internacionales, es de fundamental importancia.

La exageración de las fortalezas del poderío norteamericano y de sus logros, y la subestimación de los efectos de sus errores, y lo que una crítica a la NLR 83 consideró una presentación de los EE. UU. como un “Estado imperial omnisciente”14 por parte de Anderson, no puede más que servir para reconfirmar su escepticismo respecto de la posibilidad de que la clase trabajadora pueda en algún futuro próximo desafiar el dominio capitalista.

Blog del autor: puntoddesequilibrio.blogspot.com.ar.

1. Definiendo la “gran estrategia”, Edward Luttwak sostiene que “todo lo que es militar sucede dentro de un contexto más amplio de gobierno interno, política internacional, actividad económica y sus dependencias” (Strategy: the logic of war and peace, Cambridge, Harvard University Press, 2001).

2. Robert Brenner en El boom y la burbuja, y en La economía de la turbulencia global, dedica especial atención a la importancia de los manejos monetarios en la disputa entre las principales potencias.

3. François Chesnais, Les dettes illégitimes: Quand les banques font main base sur les politiques publiques, París, Editions Raisons d’Agir, 2011, tomado de “El fin de las ‘soluciones milagrosas’ de 2008/9 y el aumento de las rivalidades en el sistema mundial”, Estrategia Internacional 28, agosto 2012.

4. Ídem.

5. Juan Chingo, ob. cit.

6. Rafael Poch, “El cuaderno de Odesa”, La vanguardia, 11/3/2014.

7. Preocupación bien fundada: como plantea un artículo reciente: “Alemania y Rusia –en términos de energía e inversión– ya tienen una asociación estratégica” (“Ucrania, Rusia y el mundo: Cinco preguntas a tres autores”, Tlaxcala, 16/03/2014). Rusia es el principal proveedor de energía de Alemania, pero además su cuarto socio comercial por fuera de la Unión Europea. El “Fuck the UE” que planteó la secretaria de Estado adjunta para Asuntos Europeos Victoria Nuland reflejaba el malestar de EE. UU. por no lograr un firme alineamiento de la UE con las intenciones norteamericanas. Pero también la preocupación por lo que esto decía sobre la posición estratégica de Alemania, menos dispuesta a endurecerse con Putin que EE. UU.

8. Jon Judis, “Interview: ‘We are speaking very loudly. We are carrying a small stick”, New Republic, 3/3/2014. China se abstuvo en la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU. Las declaraciones oficiales de Beijing sostienen que la determinación de Putin de proteger los intereses de Rusia resulta “comprensible”.

9. Aunque las políticas de China hacia los países dependientes y semicoloniales tienen iguales patrones que las de las potencias imperialistas, logrando incluso sacarle ventaja a EE. UU. y Europa en varios países.

10. Muchos de los cuáles son minimizados por Anderson. El caso más llamativo es el de la invasión a Irak, “que fue para EE. UU. un asunto relativamente poco doloroso”, cuyo resultado fue que “militar y políticamente […] fueron logrados los objetivos norteamericanos” (“Imperium”). Balance curioso, considerando el pantano en el que quedó EE. UU. durante años ante fuerzas rebeldes, y la imposibilidad –señalada por el propio Anderson– de lograr un acuerdo con Bagdad para mantener tropas en el país, fundamental para operar en la región.

11. Artyom Lukin, “Ukraine: And the Winner Is… China”, Russian International Affairs Council, marzo 2014.

12. Higinio Polo, “Las guerras de Washington”, Rebelión, 4/3/2014.

13. Y esto sin considerar el desprestigio que generaron las revelaciones de Snowden y Wikileaks, dañando su “poder blando”.

14. David Allen, “A world made safe for capitalism”, Prospect, 11/12/2013.

A world made safe for capitalism

A world made safe for capitalism
by David Allen
/ December 11, 2013 / Leave a comment

Is Perry Anderson’s revisionist history of the Cold War credible?
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Is Anderson’s US-centric approach reductive?

In the latest issue of the New Left Review, Perry Anderson has written 60,000 words on the topic of world domination. Of course, “world domination” sounds a bit passé nowadays, a bit cartoonish. Anderson instead casts the United States as a “planetary power” that has secured and spread capitalism across the globe. Its success, he suggests, is already beginning to haunt it.

As a leader of Marxist New Left, Anderson’s focus is unsurprisingly on capital. For him, the thousands of historians who have dug through archives only to write histories of American foreign policy that focus on politics, ideology, and external threat have missed the point. Instead, he thinks we should have been investigating how the United States has furthered the interests of capital. Where many historians have seen the United States acting defensively, Anderson sees a “grand strategy” concocted by America’s elite to build an empire that would make the word safe for free markets.

Anderson’s story goes as follows. Before Woodrow Wilson became president, the United States increased its influence across the Pacific and south into Latin America through its businessmen. Although they were supported by the State Department’s policy of the Open Door (the negotiation of free trade rights which the United States could exploit), bankers and industrialists mostly led this expansion on their own initiative. But Wilson, Anderson writes, provoked a “convulsive turn,” fusing “religion, capitalism, democracy, peace and the might of the United States” into an ideology of empire to justify entry into the First World War, and afterwards to lead the world.

Wilson’s plans for the League of Nations were rejected and in the 1920s Americans returned to their pre-war ways. After the Depression brought home the perils of international financial markets, Pearl Harbor offered Franklin Roosevelt a chance to turn this traditional expansion from below into an empire of command, securing by military might. His planners, writes Anderson, had two aims: “the world must be made safe for capitalism at large; and within the world of capitalism, the United States should reign supreme.”

Anderson’s vital point, borrowed from historian Anders Stephanson, is that the Cold War was therefore not a defensive reaction to an expansionist Soviet Union. How could Stalin seek expansion given the devastation of Eastern Front and the presence of American troops in Germany? No, the Cold War was invented to justify empire. The United States could not tolerate an alternative, although lesser, vision of history’s end. Victory was the Cold War’s aim: the objective, to “delete the adversary.” The Cold War was a temporary necessity fought to secure the final aim of a world made safe for capitalism.

The problem was how to overcome Americans’ historic aversion to a military role in the world. For Anderson, “containment,” the purportedly defensive but in his view aggressive strategy laid down by the diplomatic planner George Kennan, was just a “bureaucratic euphemism,” too “arid a term to galvanize popular opinion.” Instead, the architects of empire invented “security.” Anderson does not suggest how this term came to dominate the language of foreign policy, but he does see it as inherent in the liberal project of the decades around the Second World War. Franklin Roosevelt’s Social Security Act (1935) guaranteed prosperity for all at home. Harry Truman’s National Security Act (1947) guaranteed safety for all abroad. Anderson argues, correctly, that the United States itself was impregnable, but nevertheless Truman was able to argue that defending the homeland necessitated taking the offensive around the world. So the War Department became the Defense Department. The executive branch began, irreversibly, to grow, immediately gaining the National Security Council and the Central Intelligence Agency. What profit was for firms, “security” became for government: there could never be enough of it.

For Anderson, the Cold War was never a symmetrical battle. The United States was a global power, the Soviet Union a regional one. Only one could provide both guns and butter, and so the Soviet Union spent itself into oblivion by trying to keep up with American military expenditure. It is other American actions, beyond the Cold War, that interest him more. Seeing empire as the desire to secure capitalism at any cost–rather than a fight for rights or democracy–Anderson has no trouble explaining what often seems like the hypocrisy of the United States’ reliance on dictatorships around the world. Why, after all, would the abrogation of human rights and the support of military coups matter if friendly regimes did not touch private property? Even so, Anderson cannot resist providing a rather predictable recitation of the United States’ misdeeds in liberty’s name.

The Cold War, though, had an unintended legacy. Protected by the American security umbrella, Germany and Japan could devote their energies to economic growth. By the 1970s, with the catalyst of oil shocks from the Middle East, the United States was playing for time in a dangerously competitive atmosphere. It still had stunning power: it destroyed the Bretton Woods system that it itself had created in the 1940s to underwrite international economic stability and forced others to deal with the consequences. And in Anderson’s view the United States aimed to make capitalism a “planetary universal under a single hegemon” with renewed ambition after the Cold War.

Largely, in Anderson’s view, it succeeded. George HW Bush—“the most successful foreign policy President since the war”—managed to secure empire by waging the first Gulf War under UN authority (ensuring international organisations would continue to be American tools). Bush also made certain that the nuclear club would be small by agreeing the Non-Proliferation Treaty, and safely brought Germany into NATO. Bill Clinton did even more for capitalism, creating the World Trade Organisation, sending Harvard economists to impose the free market on Russia, and constructing a global neoliberal regime. Beyond his obvious use of military power, George W Bush expanded the surveillance state and made the CIA a “private army.” And Obama has only made empire more concrete. His multilateralism has allowed Britain and France to do America’s dirty work in Libya, Syria, and Iran. Drones have replaced torture. Anderson brands Obama the “Executioner-in-Chief.”

Anderson, still faithful to his economic determinism, believes that this expansion of physical empire masks the fact that the fundamental base of American power is crumbling. Capitalism approaches crisis, and debt and financialisation are the chief symptoms. Germany and China snap at America’s heels. “American primacy,” as Anderson writes, “is no longer the automatic capstone of the civilization of capital.” If America has built a free trade empire, an Open Door for the world, does it still have the domestic stability and economic prowess to walk through it?

Cue Anderson’s demolition of the current crop of imperialists. The second part of Anderson’s essay, “Consilium,” excoriates the contemporary “in-and-outers” who enact imperium in the halls of government and worriedly justify it outside. Anderson’s list of empire’s “useful idiots” is distinguished indeed: Michael Mandelbaum, Charles Kupchan, Robert Kagan, Walter Russell Mead, Zbigniew Brzezinski, Robert Art, Thomas Barrett, Richard Rosecrance, and the most paradigmatic of them all, John Ikenberry. Skipped over are Fareed Zakaria, Peter Beinart, and the tempting target of Thomas Friedman, solely because they are journalists. The obvious absentee is Joseph Nye, who Anderson dismisses dismissed euphemistically as “insufficiently original.”

The pen portraits are relentlessly incisive, with Anderson deploying all his skill as an intellectual historian to skewer his subjects. The arguments here are myriad, but the crucial one is this: for all their warnings of decadence and decline, what does not change for any of these writers is the assumption of America’s necessity in the world. Fretting about troubles at home, the leeway of empire allows them to conjure “fantastical” visions of renewed power abroad. For Anderson, this is welcome, a sign of “unconscious desperation” as late capitalism crumbles. For those of us less taken with his political line, it might better be occasion for fear.

The elegance and power of Anderson’s essays is undeniable regardless of political stripe. Yet few historians would agree with his insistence on the United States as an omniscient empire-state, preferring a more consensual, diffuse vision of its world leadership. The view of the Cold War as an American “project,” as Anders Stephanson calls it, reduces the management of the world to a Pennsylvania Avenue cabal and requires historians to find a “grand strategy,” passed down from one generation of leaders to another. The documents suggest such a strategy simply never existed.

Rather than Anderson’s US-centric approach, it would be better to analyse how American power—capitalism itself, even—has been negotiated and negated across the world, and indeed at home. Otherwise all we do is reinforce America’s own vision of its indispensability. By breaking down the notion of an empire foisted on a credulous public at home and enforced relentlessly abroad, we might show that world domination, although hoped for, has been little of the sort – See more at: http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:apGEa09GN40J:www.prospectmagazine.co.uk/art-books/a-world-made-safe-for-capitalism/+&cd=1&hl=es-419&ct=clnk&gl=sv#.U7GpvEA0_Fw