Los desafíos de la oposición a Bukele
Una nueva marcha –la cuarta- masiva contra Bukele ha tenido lugar. Se logró llenar la Plaza Cívica con miles de manifestantes. La marcha del 17 convocada por el Bloque de Resistencia Popular, BRP, debe reconocerse que fue todo un éxito, muy organizada y colorida, contribuye significativamente pero no es suficiente para avanzar en el proceso de lucha contra el régimen del presidente Bukele.
Se necesitan otras condiciones que permitan materializar la llamada ruta. Una es la construcción de una plataforma programática que sintetice los anhelos de una diversidad de fuerzas sociales y populares, una estrategia de lucha clara y consensuada, así como la conformación de un frente único antibukele.
En la medida que se mantenga la calle caliente, la gente en la calle, pero que esto no se convierta en una nueva correlación de fuerzas, la calle se va ir enfriando, vamos ir perdiendo la iniciativa, aunque las situaciones de injusticia y abuso persistan. Los dos años anteriores, nos lo comprueban.
Es necesario por lo tanto, pasar a una etapa de construcción –elaboración, discusión y consenso- de un programa mínimo. Y aquí la diversidad es expresión de riqueza sectorial pero a la vez fuente de conflictos y disputas. Y aquí no debemos de confundirnos, no estamos hablando de socialismo. Estamos hablando de transformaciones que permitan regresar a la situación antes del 1 de mayo, y de algunas reformas puntuales.
Un planteamiento maximalista lo único que va lograr es bloquear la posibilidad de una alianza inter clasista amplia, y en definitiva, fortalecer al presidente Bukele, con una oposición dividida. La clave está en la unidad y el respeto a cada sector. Se requiere por lo tanto de mucha madurez política.
Por otra parte, existen condiciones para la construcción de un frente único. La marcha del 17 volvió a aglutinar y movilizar a la izquierda social organizada como principal convocante, que tuvo la capacidad de atraer a otros sectores populares y sociales como la CNTS, la CSMP y la USD, así como de nuevo lograr la participación de sectores empresariales vinculados a ANEP, así como a las fuerzas políticas de oposición, que respetaron el carácter “ciudadano” y marcharon sin banderas. No obstante que, claramente estamos ya en campaña electoral hacia el 2024.
Cada una de estas fuerzas tiene sus propios intereses de clase y sectoriales, pero a la vez coinciden en el objetivo común de defender las libertades democráticas y de rechazar al régimen de Bukele. Esta es la base del frente único.
La estrategia electoral del régimen Bukele
Las cuatro marchas masivas no deben de hacernos perder la visión que el presidente Bukele sigue contado con el respaldo político de una amplia mayoría de los sectores populares salvadoreños.
Y este respaldo a Nuevas Ideas, manifestado el 2019 y ratificado este año tiene a la base un profundo repudio a tres décadas de gobiernos que no resolvieron los problemas básicos de los sectores populares, y en el caso del FMLN, no realizaron las transformaciones a las cuales se habían comprometido.
El respaldo mayoritario al presidente Bukele se fundamenta en cuatro ejes: salud, seguridad, nueva institucionalidad y economía. En salud, no obstante las críticas que pueden hacerse-improvisación, corrupción, etc.,- la percepción de la gente es que se ha manejado de forma adecuada la pandemia del covid.
Lo mismo sucede con el problema de seguridad. No obstante las críticas-contubernio con pandillas, corrupción, aumento de las desapariciones- la percepción generalizada es que se ha avanzado significativamente.
En lo económico nada más y nada menos que el FMI le da un potente espaldarazo al régimen de Bukele al proyectar el crecimiento del PIB en un 9%. Y a esto hay que agregarle el crecimiento de remesas y exportaciones. Pero asimismo de la deuda país.
Con respecto a la nueva Constitución y a la posibilidad que opte por la reelección, esto es más preocupación de la oposición y de la administración Biden, que de las amplias mayorías populares. En el momento adecuado y según el entorno político, Bukele decidirá si se lanza él o algunos de sus allegados más fieles.
En suma, el proyecto político de Nuevas Ideas comprende una combinación de prácticas, discursos y representaciones que apelan y dialogan con la experiencia política inmediata de los sectores populares que vivieron durante treinta años un sistema político excluyente y elitista.
Y en particular,obedecen al sentido común que se trabaja como gobierno para ellos. Únicamente el proceso de su propia experiencia política les permitirá comprender lo errado de este razonamiento.
La perspectiva: lucha electoral y más lucha electoral
No obstante que estamos en octubre de 2021, y que todavía se escuchan los tambores y consignas de la movilización popular de la reciente marcha del 17 de octubre, múltiples señales indican, que en sintonía con la realidad latinoamericana, lo que viene a futuro son lucha electoral y más lucha electoral. El horizonte político salvadoreño actual son ya las elecciones del 2024.
Entre estas señales se encuentran las siguientes: tanto las fuerzas políticas del gobierno como de la oposición, así como las fuerzas internacionales de respaldo o de adhesión al régimen, se inclinan por resolver la crisis institucional mediante una salida electoral.
¿Son los cambios institucionales del régimen Bukele irreversibles? ¿Podemos hablar ya de una dictadura? ¿Respetara y aceptara el regimen Bukele una derrota electoral? ¿Es viable con lo acumulado una derrota electoral de Nuevas Ideas? Estas y otras preguntas son los dilemas que acompañaran los esfuerzos electorales de la oposición, que tiene como primer desafío lograr su unidad. En el caso de la izquierda es axiomático que mientras más dividida este, más débil será.
El predominio de la vía electoral, determinara las diversas estrategias político-electorales iniciales, que marcaran la pauta para las siguientes etapas de esta carrera que concluirá con las elecciones generales de principios de 2024.
Los dos rostros de la estrategia política de la oposición
En la estrategia política de la oposición al presidente Bukle subyacen y coexisten dos visiones, una de corto plazo y una de largo plazo, en términos generales, la de las fuerzas sociales y la de las fuerzas políticas.
En el caso de las fuerzas sociales y populares, que han protagonizado las tres movilizaciones de septiembre-7,15 y 30- y esta del 17 de octubre, el objetivo –a corto plazo- es la deposición del presidente Bukele mediante la lucha popular. El punto de partido es que la movilización popular provocara una crisis política que acabara con “la dictadura.” Ojala que este planteamiento obedezca a un plan y no sea un acto de fe.
En el caso de las fuerzas políticas, -ARENA, FMLN, NT y Vamos- se apoya la movilización popular pero con una clara visión en el horizonte electoral de 2014. Pero desde una situación bastante difícil, totalmente desprestigiados y sin figuras destacadas.
Esto dificulta la construcción de un frente único electoral y de una candidatura presidencial de consenso, que sea un contendiente de peso frente al presidente Bukele. Pero no duden que la búsqueda por padrinos y madrinas de candidatos, ya ha iniciado.
Conclusiones
La iniciativa en la calle sigue estando al lado de las fuerzas opositoras, en particular del movimiento popular y social organizado: BRP, CSMP, USD y CNTS, cuenta con el amplio megáfono diario de la derecha mediática (TCS, EDH, LPG, DEM), y con respaldo internacional (USA y Unión Europea).
Pero urgentemente los de este camino de la movilización – a la chilena- deben de pasar de la protesta a la construcción de un programa, definición de una estrategia así como de un frente único, que capitalice el accionar de la calle. En caso de no hacerlo, la tendencia será hacia la consolidación del régimen Bukele. En esta alternativa el timing es clave y se mide en semanas.
En el caso chileno, la contundencia de la movilización de hace dos años (18 de octubre de 2019) determinó la derrota política del régimen de Piñera, pero que no fue derrocado sino que se vio obligado a convocar a unas elecciones para un congreso constituyente, que fueron ganadas por los sectores populares, que precisamente inician ya –dos años después- la redacción de una nueva Constitución.
De no lograr avanzar, la calle se irá enfriando y el régimen Bukele, desde el control del aparato de estado y contando todavía con altos niveles de popularidad, logrará tanto sortear este momento como la consolidación de su proyecto de transformación del sistema político salvadoreño.
El otro camino, el electoral cuenta con más tiempo, y si bien sus instituciones (FMLN, ARENA, NT y Vamos) tienen mayor experiencia política, a la vez enfrentan un profundo desgaste en su credibilidad y una orfandad de liderazgos políticos, lo cual les pasará factura en la contienda electoral del 2024. Necesitan renovarse y pronto, además de una figura presidenciable carismática que aglutine fuerzas, y quizás por el momento, habrá que irla a buscar a Ilobasco.