GRANO DE ORO

GRANO DE ORO
Rafael Arce Zablah
Partido de la Revolución Salvadoreña
Ejército Revolucionario del Pueblo
El Salvador: Renta internacional del café y configuración capitalista
I. Teoría marxista de la renta del suelo y la ley del valor en el comercio internacional
INTRODUCCION A LA TEORIA MARXISTA DE LA RENTA DEL SUELO
En las actividades económicas que entran en intercambio directo con la naturaleza, como es el caso de la agricultura, sucede que las diferencias de productividad subsisten permanente e irrevocablemente como consecuencia de las diferencias del medio natural, incluso en el caso que se aplicaran las técnicas más modernas disponibles. A terrenos agrícolas diferentes corresponderán productividades naturales diferentes. No solamente las diferencias de fertilidad del terreno, sino también la situación geográfica y los costos de transporte determinan las diferencias de los terrenos.
Los buenos terrenos son escasos y es necesario cultivar tan bien los malos terrenos para suplir las necesidades de consumo de la población. Lógica-mente el precio de producción del peor terreno será el que fijará el precio de producción del quintal del producto agrícola, pues nadie cultivará un terreno si esto le va a producir pérdidas o incluso si no va a obtener ningún beneficio. Y como se necesita que se cultiven los malos terrenos, y estos no se van a cultivar si producen pérdidas o si no se obtiene ningún beneficio, el precio de producción será fijado por el peor terreno.
Si un buen terreno “B” de 1 manzana produce 20 qq. de maíz y un mal terreno “A” de la misma extensión produce 10 qq. de maíz, el que determina el precio es el peor terreno.
Suponiendo que el agricultor que ha cultivado el peor terreno “A” ha gastado $160.00 y ha obtenido una ganancia usual o media de $40.00.
Tenemos que:
En el terreno “A” (malo)
Costos $160.00
Ganancia Usual $ 40.00
Precio de Producción. $200.00
Quintales de maíz producidos 10 qq.
Precio de Producción por qq. $200.00
10=$20.00
En el terreno “B” (bueno) Quintales producidos. 20 qq.
Precio de Producción por qq. $ 20.00
Total en dinero
20 × 20 $400.00
Renta diferencial $400.00
Precio de Producción —$200.00
$200.00
Al considerar el caso de estos dos agriculto¬res no especificamos si eran propietarios de los terrenos o si eran simplemente arrendatarios. En caso de ser arrendatarios deberían pagan al dueño por el alquiler del terreno una suma en dinero o en especie, la cual se llama Renta del Suelo.

Esta renta del suelo puede ser absoluta o pue¬de ser diferencial. Es renta diferencial si el dueño del terreno se apropia mediante el contrato de arrendamiento de toda o parte de la sobre ganancia, dejándole al arrendatario el beneficio usual y parte o nada del beneficio extraordinario. Es ren¬ta absoluta si el arrendatario, para pagar el alqui¬ler del terreno, se ve obligado a aumentar el pre¬cio de venta (precio comercial) del quintal de maíz, pues, o bien no ha logrado ninguna renta diferencial, o no puede con ella pagar el alquiler del terreno, no quedándole otra alternativa que aumentar de precio de ventas o precio comercial para obtener su ganancia media y pagar las de¬mandas de rentas al dueño del terreno.

La renta absoluta pace aumentar el precio comercial del quintal del producto agrícola por encima de su precio de producción. Es decir, hace más caro el maíz.

La rentas diferencial es resultado de las diferen¬cias de productividad en los terrenos y es el te¬rreno menos productivo el que fija el precio de producción.

En la agricultura puede suceder, y los agricul¬tores bien le saben, que incluso, cultivando terre¬nos de igual calidad y gastando lo mismo, dos agricultores pueden obtener diferentes cosechas. Esto se debe a las inversiones sucesivas que se han hecho en las siembras anteriores. En este caso será el que obtenga la peor cosecha el que determi¬nara el precio de producción del quintal de maíz y el que ha obtenido mejor cosecha realizara una ganancia extraordinaria diferencial. Para no confundir esta renta diferencial de la anterior, Marx llama a esta Renta Diferencial II; y a la que depende solamente de la diferencial natural de los terrenos: Renta Diferencial I.

Naturalmente que el arrendatario y el dueño del terreno tienen puntos de vista diferentes con respecto a la renta diferencial. El capitalista arrendatario considera la ganancia extraordinaria diferencial como efecto de la productividad excepcional de su capital, de allí, piensa él, nada más justo que su derecho a apropiarse enteramente dicha ganancia extraordinaria.

Por su parte, el dueño del terreno, el terrateniente, considera la ganancia extraordinaria diferencial como resultado de la X productividad excepcional de su tierra, de allí argumentos el te¬rrateniente, nada más justo que el arrendatario le traspase a él enteramente la ganancia extraordina¬ria producida. El terrateniente sostiene en respaldo este criterio, que el capitalista ya logro su justo beneficio con la ganancia media o beneficio usual.

Desafortunadamente para ambos no es ni la tierra, ni el capital el que produce la ganancia ex¬traordinaria, sino el trabajo, y no solamente el trabajo de los que han cultivado la tierra sino, pa¬ra el caso de la renta diferencial, también el tra¬bajo de otros trabajadores que consumirán maíz. Es sobre todo el trabajo de los otros trabajadores que van a consumir maíz el que produce la ganancia extraordinaria diferencial o renta diferen¬cial. Pero de esta realidad los terratenientes y ca¬pitalistas solamente se convencerán cuando sean expropiados y se establezca un régimen socialista. Mientras tanto, ambos se seguirán apoyando en “sólidas bases jurídicas”.

Para el caso que vamos a tratar, el del cultivo del café, por lo general no hay diferencia entre arrendatario y dueño de su tierra, pues el mismo dueño es el que cultiva la tierra. En este caso es el dueño de la tierra el que se apropia de toda la renta diferencial y se consideran dicha renta diferencial como producto de la excepcional fertili¬dad de su tierra.

Cabe recalcar que la renta diferencial proviene de la diferencia de productividades, es por lo tanto en un régimen de competencia, donde la renta diferencial se reafirma, pues si no existie¬ra la competencia, no se manifestaría en el mer¬cado la rentas diferencial y si es la propiedad so¬bre la tierra el factor determinante para la obtención de la ganancia extraordinaria diferencial en el cultivo del café, esto se debe a factores históricos muy especiales, como veremos más adelante y no al carácter “feudal” o “latifundista” de la agricultura en el país, argumento con el que el revisionismo pretende fomentar su análisis de clases.

Además, la renta diferencial subsistirá mientras subsista el carácter capitalista de la agricultura (el régimen de competencia) y no como pretenden los reformistas , que con el reformismo agrario o con reformas agrarias pequeñoburguesas se solucionaran los problemas sociales. Solamente un resumen de cooperación, un régimen socialista podrá encaminar la agricultura y toda la economía hacia el progreso social.

Ahora bien, dado que la tierra es un recurso natural y no un producto del trabajo humano y carece por lo tanto de valor, ¿Cómo es que el propietario puede alquilarla e incluso venderla? O en otras palabras, ¿cómo es que la tierra tiene precio? Cuando alguien compra un terreno, lo que realmente está comprando es un título jurídico que le permite apropiarse de UNA PARTE DE LA PLUSVALIA creada por el pueblo trabajador. Lo que le interesa es cuánto dinero puede percibir por año, es decir, la renta del suelo anual. Entonces, el precio de un terreno lo determina la capitalización de la renta del suelo, o en otras palabras, el precio de la tierra es renta del capitalizada. Expliquemos esto con un ejemplo:

El señor Handal dispone de $100,000.00; dentro de la economía capitalista que es la que impera en el país, tiene tres posibilidades de hacerlos producir:
1. Como prestamista, percibiendo los intereses.
2. Como propietario, comprando una tierra y percibiendo luego una renta del suelo.
3. Como empresario capitalista, obteniendo ganancias.

La posibilidad de comprar un terreno solo habrá de contemplarla, si la renta anual que espera percibir es igual o mayor al interés anual que percibiría como prestamista. Si la tasa de interés vigente es del 10°/o, comprará la finca si le rinde $10,000.00 de renta anual como mínimo.

0 bien el caso contrario, el señor Handal quiere vender su finca que le proporciona S10, 000.00 de renta anual. Lógicamente el precio mínimo al que venderá su finca será de $100.000.00

INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE VALOR EN EL COMERCIO INTERNACIONAL

Los ingresos en LA economía capitalista provienen de tres factores:
El trabajo que se traduce en salarios.
El capital que se traduce en ganancia o interés. Propiedad sobre la tierra y recursos naturales que se traducen en renta del suelo.

Estos tres factores deben ser considerados para determinar el funcionamiento del mercado mundial. Las ventajas o desventajas que se derivan del comercio mundial solamente pueden ser dilucidadas si se analizan según la ley del valor, en otras palabras, hay que determinar si hay transferencia de valor de un país a otro.

El valor de una mercancía está determinado par el trabajo socialmente necesario para producirla. Es decir, por el número de horas de trabajo que se necesitan paras producirla, en condiciones promedio de producción.

Para determinar el valor de una mercancía de un país que se va a intercambiar con otra mercancía producida en otro país, tenernos que partir del trabajo socialmente necesario a nivel nacional, y esto está determinado por la intensidad y la productividad del trabajo en cada país;
Por ejemplo:
En el País A En el País B
Para producir 10 qq. Para producir un radio
de maíz se necesitan trasmisor se necesitan
10 horas de trabajo 5 horas de trabajo

Si la productividad media del trabajo en el país B es 3 veces mayor que en el país A, debido al empleo de maquinaria y a la calificación de la fuerza de trabajo.
Entonces:
10 horas de trabajo en A equivalen a 3 1/3 hrs. de trabajo en B
Por lo tanto:
10 qq. de maíz equivalen a 2/3 de un radio transmisor
0 Bien
30 qq. de maíz equivalen a 2 radios transmisores.

Esta es la realidad según la ley del valor.

En este sentido cabria señalar que los teóricos de la dependencia que basan en el intercambio desigual (terms of trade) la relación entre países dependientes y países imperialistas parten de una interpretación metafísica del fenómeno imperialistas. Solamente en base a la ley del valor se pue¬den dilucidar las ventajas o desventajas en el comercio internacional.

El factor capital en el comercio internacio¬nal y por tanto la existencia de ganancia y sobre ganancias en dicho mercado internacional, hay que considerarlas, en la actual etapa imperialista, dentro del marco de reproducción del capital mo¬nopolista. De tal manera que la “fuga de capital” tan usada por los reformistas burgueses, debe ser sustituida por la transferencia de plusvalía. Concretamente hay que responder a las preguntas: ¿A raíz de las inversiones extranjeras, se da trans¬ferencia de plusvalía de El Salvador hacia otros países? Esto es más importante que las posiciones antiimperialistas meramente declarativas que hacen los reformistas burgueses y los revisionistas en el parque Libertad.

En relación a la trascendencia de la renta del suelo en el comercio internacional, cuestión tan olvidada por los teóricos de la dependencia y por el marxismo revisionista, hay que señalar que las teoría marxista de la renta es la única base científica para esclarecer fenómenos tan actuales como las crisis petrolera; por qué el café ocupa el se¬gundo lugar en el comercio mundial, que significa el cultivo de las llanuras de la Pampa argentina en la actual estructura de clases de ese país; de donde provenían las sobre ganancias en la explotación del guano en el Perú; que significa la demanda de las clases dominantes salvadoreñas de 200 millas marinas como espacio territorial.

LA RENTA DIFERENCIAL EN EL CULTIVO DEL CAFE

En este sentido y siguiendo la teoría marxista de la renta cabe preguntarse: ¿cómo se mani¬fiesta la renta del suelo en el comercio interna¬cional? O más específicamente: ¿Existen rentas diferenciales y absolutas en el comercio interna¬cional? En lo que atañe al café; que ocupa el se¬gundo lugar en el comercio mundial, podemos afirmar:

1. Que el café en el mercado internacional no se vende al precio de producción nacional del país productor, sino al precio de producción del país que determina el precio mun¬dial, en este caso Brasil.

2. Que la “productividad media” del Brasil es bastante baja, lo que permite a todos los demás países productores de café con una pro¬ductividad mayor que la del Brasil obtener una renta diferencial en el comercio interna¬cional.

3. Que la “productividad media” en el Brasil es mantenida artificialmente por el estado brasileño en beneficio de la oligarquía cafe¬talera brasileña, la cual percibe fabulosas so¬bre ganancias en forma de renta diferencial.

4. Que la renta diferencial que se dio en la ca¬ficultura brasileña fue impuesta y mantenida en el mercado mundial, gracias a la posición de monopolio del Brasil.

5. El Salvador tiene una productividad media aproximadamente dos veces mayor que la “productividad media” del Brasil. Esto indi¬ca que la oligarquía cafetalera salvadoreña percibe jugosas sobreganancias en forma de renta diferencial.

6. El Salvador está integrado parasitariamente al sistema capitalista mundial a través de la renta diferencial que se obtiene con la producción y comercio del café.

La renta diferencial en la caficultura se da de igual manera que en otros productos agrícolas, como por ejemplo, el maíz, el trigo, etc., con Ia diferencia que por las características del cultivo es bastante difícil introducir adelantos técnicos como sería el caso de la mecanización en el corte. De tal manera que el café es cultivado y cortado directamente por el trabajador: lo que el cultivo del café necesita es de abundantes brazos. La producción del café necesita sobre todo dinero para salarios, o sea necesita sobre todo de capital va¬riable. De tal manera que si un señor posee un terreno apto para el cultivo del café, necesita de una cantidad relativamente pequeña de dinero para comenzar a producir café. Además, el café es un arbusto que crece perfectamente en terrenos empinados o montañosos. En esto el cultivo del café se diferencia del cultivo del maíz, del tri¬go, de la caña de azúcar, del arroz, etc., que nece¬sitan terrenos más o menos pianos. En términos generales podemos decir que el café no necesa¬riamente tiene que ser cultivado en terrenos en que puede darse el trigo, el arroz, el maíz, los fri¬joles.

Hemos encontrado hasta ahora dos diferencias entre el cultivo del café y otros cultivos: la mecanización es bastante difícil en el café, en comparación incluso, con cultivos como el maíz, la caña de azúcar. El café se puede dar en terrenos que son generalmente no útiles para otros cultivos.
Otro detalle importante sobre el cultivo, es que se empezó a cultivar en países en los que todavía existían tierras sin dueño o bien, tierras que eran fácilmente expropiables. En resumidas cuentas, el café comenzó a cultivarse en países en los que cualquier señor ambicioso y con suficiente poder podía establecer un monopolio (llamado propiedad) sobre uno o varios terrenos aptos para el cultivo.
Resumiendo:
1. El cultivo de café necesita sobre todo dinero para salarios, añadiendo a esto que un cafeto puede pasar produciendo hasta 25 años. Podemos concluir que el cultivo de café necesita de poca inversión.
2. EI café no tiene necesariamente que disputar los terrenos con otros cultivos y además se comenzó a cultivar en países en los que la gente poderosa podía adueñarse por las buenas o por las malas de terrenos aptos para convertirse en cafetales.
Ya que el consumo de café se generalizó entre la población nativa y además la gente de otros países comenzó a consumir café, hubo suficiente demandas para que el café se cultivara no solamente en los terrenos más propicios, sino también en terrenos de inferior calidad.
El cultivo de café se extendió sobre todo en Sao Paulo, estado de Brasil. Veamos lo que aconteció ahí
Debido a la demanda no solamente se cultivaron los mejores terrenos para el cultivo del café sino también terrenos de inferior calidad. Se dio entonces, una renta diferencial para los dueños de los terrenos mejores. Además, como en Brasil había bastantes tierras sin dueño y existía gente poderosa para adueñarse de grandes extensiones del mejor terreno, rápidamente se formaron grandes haciendas cafetaleras con una excelente productividad. Los dueños de estas grandes haciendas percibían una renta diferencial, pues el precio de producción lo determinaban los terrenos de más baja productividad. Veamos un ejemplo:
TERRENO A TERRENO B
(más baja productividad) (alta productividad)
Produce 5 qq. Por mz. Produce 15 qq. Por mz.
Precio de Prod. X Total en
Mz._$300.00 dinero 60 × 15 = 900
Precio de Prod. X Renta Dif. X mz.
qq.=300=60 900-300=600
5 tamaño del terreno:100 mz.
Tamaño del terreno Renta diferencial del
=1 manzana Terreno. = $60,000.00

Los dueños de las haciendas de Sao Paulo percibían ganancias extraordinarias en forma de renta diferencial. Además como ya vimos que el café necesita de poca inversión y además que no tiene necesariamente que desplazar otros cultivos, el requisito para convertirse en caficultor era el de adueñarse de la tierra.
Esto aclarara por la caficultura se desarrolló tan rápidamente en Sao Paulo, que prácticamente producía un 40% de la producción mundial ( y un 70% de la producción del Brasil) a finales del siglo pasado.
Naturalmente que para que se diera esa gigantesca renta diferencial era necesario que cultivaran los terrenos de baja calidad y si esto lo permitió inicialmente las demanda, posteriormente lo reafirmo el monopolio.
Los grandes hacendados paulistas no tardaron en ceñirse a un precio de producción medio para todo Sao Paulo, este precio de producción no era el medio o promedio, sino el precio de producción del terreno menos productivo. Los grandes hacendados daban “generosos” subsidios a los pequeños productores para que continuaran cultivando las malas tierras o se valían de artificios jurídicos para mantener activas esas producciones que le determinaban la jugosa renta diferencial. Dado que la mayor parte del café producido se destinaba a la exportación se implantaron los precios de exportación generales.
De esta manera se internacionalizo la renta diferencial paulista en el cultivo del café pues teniendo un 40% de la producción, seria la caficultura paulista la que determinaría el precio del quintal de maíz en el mercado mundial. Entonces, toda región o país cafetalero que tuviera una productividad mayor que la “media” de Sao Paulo, tendría una renta diferencial en el cultivo del grano. Gracias a la renta diferencial el café recibió el nombre de “grano de oro” su cultivo se extendió rápidamente a otros países, entre ellos El Salvador.
El enorme poder de los grandes caficultores paulistas se hace evidente con la primera medida de carácter monopolista que realiza el estado de Sao Paulo tendiente a determinar el precio del café a nivel mundial. En 1906 el estado de Sao Paulo realiza su primera “valorización”. Esta medida de carácter monopolista consistía en que el estado de Sao Paulo compraba todo el café a “precios generales” a los caficultores paulistas (con esto se oficializaba mediante el poder del estado la renta diferencial) y se encargaba de almacenarlo y colocarlo en el mercado mundial (implantaba un precio de monopolio en el mercado mundial).
La renta diferencial que originalmente significó ganancias extraordinarias para los grandes caficultores paulistas se extendió a nivel mundial con la política de imposición de precios de monopolio por parte de Sao Paulo y años después por el Brasil.
Efectivamente, a medida que el cultivo del café se fue extendiendo a otros estados brasileños, Minas Gerais, Espíritu Santo, Paraná, se fue haciendo necesario que el estado federal se encargara de conducir la política cafetalera en beneficio de los grandes caficultores. En todo lo que va del siglo, Brasil ha controlado la oferta de café en el mercado mundial mediante embodegamiento e incluso destrucción de las cosechas. El mayor exito del Brasil fue la constitución en 1959 de la Organización Internacional del Café (0IC) y la firma del tratado mundial del café. De esta forma Brasil logró oficializar su posición de monopolio. Para nadie es un secreto la política de cuotas para los países cafetaleros, ni que el precio del café “robusta” (que es e1 que se da en Brasil) es el que sirve de base para fijar el precio de las especies de mejor calidad, como son los arábigos, entre ellos el “otros suaves” que es el que se da en El Salvador. Todos los días leemos en la prensa las diversas especulaciones sobre posibles heladas o plagas en el Brasil. En fin, no es difícil observar su posición de monopolio que continua manteniendo el Brasil, con todo y que su participación porcentual en la producción mundial ya no es del 70% como en el primer cuarto de siglo, sino que actualmente oscila alrededor del 35%.
Sobre la pregunta que se podría hacer, si todavía se da en el Brasil la renta diferencial, el sociólogo Theotonio Dos Santos escribe: “los grandes caficultores junto con los exportadores forman un poderoso grupo de presión sobre el Instituto Brasileiro del Café (máximo organismo en política cafetalera) De allí, que se mantengan llama hoy los inflacionarios v dispendiosos subsidios estatales a los excedentes de café, que garantizan la sobrevivencia de pequeños y atrasados productores para alimentar el costo medio del producto”. Como ya vimos anteriormente: costo + beneficio usual =precio de producción. 0 sea que en Brasil el estado se encarga de mantener un precio de producción medio tal, que permite a los grandes caficultores seguir percibiendo su cuantiosa renta diferencial.
Estadísticas recientes dan al Brasil una productividad “media” de 300 Kg/Há; esas mismas estadísticas dan a El Salvador una productividad media de más de 600 Kg/Ha. No es difícil, pues, imaginarse que hay haciendas en Brasil que ofrecen una productividad de 1200 a 1500 Kg/Há (como lo tienen las haciendas de los Álvarez Meza en el Departamento de Santa Ana). Y que la productividad media en Brasil es mantenida artificialmente a niveles bajos para asegurar la renta diferencial a los grandes hacendados brasileños. Ya vimos en los ejemplos que una baja productividad determina un precio de producción alto.
EL PRECIO DEL CAFÉ EN EL MERCADO MUNDIAL
Alguien se preguntara porque es que hay tanta oscilación de los precios del café en el mercado mundial y consecuentes cambios de humor de los grandes caficultores salvadoreños, guatemaltecos, brasileños, etc., cambios de humor que van desde las sonrisas hasta el pánico
Bien, ya vimos que el cultivo del “grano de oro” produce una jugosa renta diferencial, la cual es mantenida por Brasil, gracias a su posición de monopolio. Esta renta diferencial se mantiene, incluso cuando bajan bastante los precios del café, pues ya vimos también que la productividad “media” del Brasil es bastante baja.
Las sonrisas o el pánico de los grandes caficultores dependen de si la sobre ganancia será alta o no muy alta (y no como quieren hacer creer de que pueden llegar hasta tener pérdidas).
Volviendo a las oscilaciones de los precios del café en el mercado mundial, esto puede suceder por dos factores:
1. Sobreproducción de café. Estas crisis se han estado tratando de evitar con la regulación de las cuotas a los países productores. Pero siempre constituyen un peligro latente. La crisis de sobreproducción pace bajar sensiblemente y rápidamente el precio del café.
2. A la relación entre productores y comerciantes. Esta es la causa más común y la que se actualmente tiene tan pendientes a los señores de la Compañía Salvadoreña del Café. Llamamos comerciantes a los tostadores que vender el café en los países consumidores.
Los productores tienen un comportamiento opuesto a los comerciantes: cuando los precios están subiendo o se cree que van a subir, el productor almacena el café para venderlo después a precio más alto. En cambio el comerciante quiere comprar todo el café posible para aumentar sus “stocks” (reservas) y cuando suban los precios, colocar el café (en el mercado de consumidores) a un precio más alto del que lo compró.
Cuando los precios están bajando o se cree que van a bajar, el productor trata de vender todo el café que le es posible. Mientras que el comerciante no comprara ningún café y tratara de vender rápidamente sus reservas u “stocks”.
Tanto los productores como los comerciantes están pendientes de posibles heladas, plagas o inundaciones, y hacen sus planes. Además reaccionan nerviosamente ante el más mínimo movimiento de la bolsas de New York. Esto explica por qué el precio del café oscila tanto.
De cualquier manera, los altibajos en los precio del café no niegan lo que estamos afirmando. La renta diferencia es estructural, permanente en el cultivo del café, en cambio los altibajos en el precio de mercado mundial son algo circunstancial.
ESTADISTICAS
Recientes estadísticas del Ministerio de Trabajo toman 12 quintales (545 Kg) por manzana, como la productividad media en El Salvador. Estas mismas estadísticas hacen el siguiente calculo de ganancia por manzana en colones.
Renta de la Tierra 150.00
Capital en Fertilizantes y otros 94.00
Mano de obra +331.12
575.12
Interés al 9% anual 51.76
Costo total 626.88
Producción por manzana 12 quintales
Precio neto que percibe el agricultor por quintal 75.00
Previo neto que percibe por manzana 900.00

GANANC1A: _900.00
626.88,
273.12
Al principio dijimos que en la caficultura, por lo general, el propietario cultiva su tierra. De acuerdo con esto, no hay razón para incluir la renta de la tierra como costo. Entonces tenemos:
Capital en fertilizantes y otros 94.00
Mano de obra + 331.12
425.12
Intereses al 9% anual +38.26
Costo total 463.38

Ganancia neta 900.00
_463.38
436.62

Como se puede ver, incluso tomando las estadísticas del ministerio de trabajo es evidente la existencia de una ganancia extraordinaria. En las páginas anteriores se puede dilucidar de donde proviene esa ganancia extraordinaria.
Ahora supongamos que hay varios señores en el país que no producen 12 quintales por manzana sino 30 quintales , hagamos la modestia su posición que las haciendas de señores tienen 200 manzanas sembradas de café.
Producción por manzana 30 quintales
Precio neto que percibe
Por quintal. 75.00
Total por manzana 2250.00
Ganancia por manzana 2250.00
(Costos) 463.38
1786.62
GANANCIA EN LAS 200 Mzs. 357,324.00

Si con el ejemplo de las estadísticas del Ministerio de Trabajo alguien ya no quedo convencido de la existencia de la renta diferencial en el café, este último ejemplo basta para despejar las dudas a cualquiera.
Recordemos que en el país las grandes haciendas (producción mayor de 5000 quintales) producen el 54.40/0 de la producción cafetalera nacional.
Los medianos productores, un 30% aproximadamente, y los pequeños productores, un 15% aproximadamente. Esto nos da una idea de la estructura de la caficultura en el país, de la importancia de la hacienda como unidad productiva y la trascendencia a nivel social de esta realidad económica. Es en la hacienda cafetalera donde se enfrentan los polos de la sociedad salvadoreña.
II Capital, propiedad territorial y trabajo asalariado en la economía salvadoreña
En esta parte nos proponemos tratar la cuestión del carácter capitalista de la agricultura salvadoreña, a partir de la introducción del cultivo del café en el pasado siglo.
Ante todo es preciso tener presente los términos del problema que aquí tratamos, la problemática que plantea el revisionismo en este punto es la de determinar la correspondencia de la sociedad salvadoreña con una de las etapas que componen una escala supuestamente marxista de evolución histórica. Más concretamente, se plantea el problema de ubicar el momento del desarrollo de la sociedad salvadoreña en la sucesión lineal del feudalismo al capitalismo y determinar los elementos que obstaculizan el desarrollo de esa natural evolución que, en sí misma, ha de conducir algún día al socialismo.
Partiendo de esta problemática se oscurece todo intento de análisis científico y se cae en versiones deformadas de la historia.
El camino que seguiremos es otro. Analizaremos el proceso de producción y reproducción de determinadas relaciones sociales que se articulan en él siguiendo una tendencia fundamental y que constituyen la base de la formación histórica de la sociedad salvadoreña a partir de la introducción del cultivo del café. Los agentes que históricamente son portadores de estas relaciones conforman una determinada estructura de clases en la cual, sus relaciones contradictorias y antagónicas dan lugar a una lucha de clases cuyo destino violento constituye el punto de partida histórico de la transformación radical de esa formación.
Se trata de analizar en la formación económica salvadoreña los modos de producción que en ella se articulan siguiendo una tendencia que regula el proceso en el cual se reproduce esta formación.
En este análisis partiremos de la caracterización de las relaciones de producción en la caficultura del país según las formas de propiedad sobre los medios de producción y la forma en que la clase que actúa como propietaria se apropia del trabajo excedente.
El carácter capitalista de la agricultura cafetalera en el país es determinado por el hecho de que en ella se producen determinadas relaciones sociales cuyas categorías históricas capital, propiedad territorial v trabajo asalariado constituyen un modo de producción capitalista. Es decir, un proceso social de producción en el cual “el capital arranca… una determinada cantidad de trabajo sobrante a los productores directos, o sea. A los obreros, sin equivalente… Este trabajo sobrante se traduce en una plusvalía, la cual toma cuerpo, a su vez, en un producto sobrante”. (Capital, Tomo III, Cap. XLVIII.) En la distribución que el capital realiza de esta plusvalía, debe ceder al terrateniente exponente social de la relación de propiedad territorial una parte de ella que de esta manera se convierte en renta del suelo.
En la determinación del carácter capitalista de un determinado proceso social de producción es de importancia decisiva no caer en la confusión burguesa de estas relaciones sociales de producción con ciertas formas concretas de desarrollo que estas han adquirido en la historia de procesos sociales de producción correspondientes a otras formaciones económicas.
Más grave aún es la confusión de estas relaciones sociales con objetos o mecanismos técnicos que en cierto momento del desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social han desempeñado en determinados procesos sociales de producción de carácter capitalista el papel de exponentes materiales del capital.
Por otra parte, es de tener presente que al considerar el proceso de producción capitalista en su conjunto, nos encontramos con que cada capital individual no absorbe el equivalentes de plusvalía que como tal arranca a los obreros que bajo su dominio despliegan la actividad creadora de valor (y plusvalía). Los capitales se distribuyen la plusvalía social según la relación de tasa media de ganancia que resulta de la compensación que entre ellos se efectúa en el proceso de competencia capitalista. Hay unidades productivas o ramas enteras de producción que como exponentes de una parte proporcional del capital social, absorben del total de la plusvalía social una parte que supera la que les corresponde de acuerdo a la tasa usual de beneficio, en virtud de una mayor productividad del trabajo que en ellas se efectúa en comparación con el resto de unidades productivas o ramas de producción. En la agricultura, las diferencias relativas de fertilidad de la tierra son la base natural y no la fuente de una sobre ganancia que en forma de renta diferencial es impuesta por las relaciones de la competencia capitalista.
Para el estudio del capitalismo en la formación económica salvadoreña es preciso, además, tener en cuenta que el excedente social del cual proviene la parte correspondiente a una determinada sobreganancia en forma de renta diferencial o no no necesariamente está limitado al producto de valor dentro de determinadas fronteras nacionales. En este sentido es fundamental considerar un sistema económico más amplio que, en este caso, corresponde al sistema capitalista internacional.
Analizando el carácter capitalista de las relaciones de producción que se desarrollan en el país a partir de la introducción del cultivo del café pasaremos a determinar la forma concreta en que sr produce y reproduce esta relación capitalista.
Finalmente, haremos una síntesis inicial de la formación económica salvadoreña en base a determinar la tendencia fundamental que regula la articulación del modo de producción capitalista con otras relaciones de producción desarrolladas en el proceso histórico de dicha formación. Esto constituye tan solo el paso directamente anterior a la segunda sección de este trabajo en donde esa síntesis, es confirmada por el análisis del proceso histórico de formación y desarrollo de la sociedad salvadoreña contemporánea.
RELACIONES DE PRODUCCION CAPITALISTAS EN LA CAFICULTURA
Para abordar la cuestión del modo de producción es necesario analizar las formas de propiedad. Es claro que el problemas no se resuelve con afirmar simplemente que los medios de producción en el sector cafetalero son propiedad de unos cuantos que los concentran en sus manos frente a una masa desposeída o semi desposeída de ellos. Esto es fundamental, pero no es suficiente para afirmar su carácter de propiedad capitalista.
La propiedad capitalista es, en lo esencial, propiedad sobre una determinada suma de valor que el capitalista convierte de la forma en dinero a una forma de mercancías medios de producción y fuerza de trabajo, cuyo valor de uso le permite incorporarlas a un proceso de trabajo concreto y obtener como resultado del proceso productivo no solo el valor inicial por él desembolsado, sino un remanente –plusvalía- del cual se apropia sin haber dada por el absolutamente nada. El capitalista aparece coma propietario no solo de las partes constante y variable del capital, sino del producto especifico del proceso de producción capitalista, la plusvalía.
En la caficultura vemos aparecer al cafetalero coma portador de una determinada suma de dinero que este convierte en medios de producción y fuerza de trabajo.
Los medios de producción tienen aquí el carácter de mercancías y su importancia económica reside fundamentalmente en el hecho de que, como tales, son exponentes materiales de una suma de valor. No interesa para el caso, el hecho de que en los inicios del cultivo los cafetaleros no habían invertido dinero en la adquisición de determinados medios de producción (caminos, arbustos, etc.). Con el desarrollo de las relaciones capitalistas todos ellos pasan a representar igualmente la suma de valor que socialmente les corresponde en un determinado momento y esto se encarga de confirmarlo el cafetalero que, indiscriminadamente, los contabiliza con un precio determinado en sus “costos de producción.”
Con respecto a la fuerza de trabajo empleada en la caficultura, es evidente que la masa fundamental de ella es comprada por el cafetalero como otra mercancía y pro lo cual paga su precio, es decir, un salario. Es decisivo el hecho de que la propiedad que los cafetaleros tienen sobre los medios de producción no les da poder para obtener esa fuerza de trabajo par medios extra económicos. El colonato, como reminiscencia precapitalista en la forma de obtener fuerza de trabajo en las haciendas para la realización de algunos trabajos de carácter permanente (y en muchos casos para trabajos no productivos sino domésticos) representa la parte menor del total de la masa de fuerza de trabajo empleada en ellas.
La masa fundamental de la fuerza de trabajo consumida en el proceso productivo del café, concentrada en la época de la cosecha es obtenida por los cafetaleros a través de su compra en el mercado. No se presenta en esta relación ningún indicio de servidumbre feudal. Es un imperativo de carácter económico y no un poder extra-económico., el que lleva a los trabajadores de las haciendas a vender su fuerza de trabajo por un salario.
De hecho nos encontramos con un mercado capitalista de fuerza de trabajo, el cual, sin embargo, presenta particularidades propias del desarrollo de este modo de producción en El Salvador.
En los inicios de la caficultura en el país, nos encontramos con formas de obtención de fuerza de trabajo que no corresponden a este modo de producción. Los reclutamientos forzosos y los pagos por adelantado forma encubierta de coacción extraeconómica fueron recursos necesarios a los hacendados cafetaleros en tanto la estructura económica no les llego a proveer “espontáneamente” dicha fuerza de trabajo.
Aunque la sola presencia de dinero existente aún en la producción simple de mercancía no es el rasgo especifico del modo de producción capitalista, constituye en el caso del proceso de producción desarrollado con la caficultura en el país un claro índice de que en el predominan las categorías propias a dicho modo de producción. Si el cafetalero invierte dinero en la producción del grano es con el primordial objetivo de obtener una suma mayor que la desembolsada inicialmente. Esta inversión de dinero que aquí es un exponente del capital se concentra en la compra de fuerza de trabajo, para la recolección del producto. A esta parte variable del capital desembolsado por el cafetalero corresponde el trabajo asalariado en tanto aquel es el equivalente al valor de la fuerza de trabajo consumida en el proceso productivo o, más concretamente, es la suma de los salarios que expresan el precio de la mercancía fuerza de trabajo. Históricamente es esta necesidad de dinero para la inversión de la producción del café la que impulsa el desarrollo, de operaciones crediticias en la economía salvadoreña desde las formas prácticamente usureras como el “sistema de habilitaciones” hasta las formas bancarias capitalistas.
El elemento fundamental del análisis de las relaciones de producción desarrolladas a partir de la producción cafetalera en el país está, sin embargo, en la propiedad territorial.
Hasta ahora hemos considerado sololos medios de producción que como producto del trabajo humano, adquieren en un régimen capitalista el carácter de mercancías. La tierra fundamental medio de producción en la agricultura estaba fuera de esta consideración en tanto es producto de la naturaleza y que, en virtud de ello, carece de valor y por tanto no puede adquirir el carácter de capital. El absurdo económico que representa el precio de la tierra ha sido analizado en la sección anterior. Aquí nos interesa la tierra en tanto es objeto de una determinada relación social de propiedad que, dentro del régimen de producción imperante, constituye la base de una determinada forma de absorción de trabajo excedente por poner de la clase terrateniente.
Si Marx plantea que la coincidencia en una persona de capitalista y terrateniente es una excepción es porque de hecho se presentan como personajes distintos y si desplazamos el análisis de los representantes de las categorías capital y propiedad territorial hacia el análisis de las categorías mismas se aclaran los términos de esta contradicción.
La tendencia burguesa y la revisionista no menos que ella al identificar la realidad con sus apariencias han conducido, entre otras cosas, a analizar las relaciones económicas a partir de las formas sociales que las invierten y oscurecen. La propiedad privada jurídica sobre la tierra, es tomada, de por sí, como la base del modo feudal de producción, y de la presencia en una misma sociedad determinada de capitalistas y terratenientes se deduce, sin más, una contradicción fundamental entre dos modos de producción por cuyo predominio luchan las clases que los representan.
Históricamente es indiscutible que se presenta la contradicción entre ambos modos de producción con diversas condiciones y grados de agudización en el desarrollo de determinadas formaciones económicas. Asimismo, el curso de la historia ha demostrado que allí donde ha surgido esta contradicción, la tendencia general en su resolución ha sido hacia el predominio del modo de producción capitalista. Los revisionistas conciben esta tendencia histórica como una ley metafísica de supresión lineal que invariablemente se presenta en todas las sociedades, y además, con las mismas características y perspectiva de desarrollo.
Capitalistas y terratenientes aparecen como polos clasistas de una contradicción fundamental cuando en un periodo determinado de desarrollo de una formación económica se enfrentan por el predominio general dos formas de producir y apropiarse del excedente y en las cuales, por tanto, es diferente el carácter mismo de aquel.
Se trata de una contradicción entre dos formas de explotación de clase que se excluyen en cuanto al predominio de una de las dos en una determinada sociedad. Las formas y grado de desarrollo de las relaciones capitalistas, en particular las necesidades de expansión del capital en el proceso de acumulación, determinan en última instancia la radicalidad con la que los capitalistas se enfrenten a los terratenientes feudales para imponer su dominio allí donde estos ejercen la forma de explotación que les corresponde. En torno a esta contradicción se agrupan el resto de clases sociales presentes en dicha formación económico-social y de la forma concreta en que es resuelta depende en mucho su desarrollo posterior. En algunos casos, el triunfo del capitalismo es aplastante y conlleva la desaparición total de las relaciones feudales; pero también se presenta la alternativa histórica en la cual junto al modo de producción capitalista subsisten relaciones feudales que, sin embargo, están sujetas a una determinada forma de predominio de aquel en la formación económica concreta.
Ahora bien, esta contradicción no puede ser identificada en una formación económica a partir de que en ella aparece junto a los capitalistas una clase terrateniente. En una formación económica en la cual predomina el modo de producción capitalista nos encontramos por lo general aunque no necesariamente con una clase terrateniente que lejos de ser portadora de un modo de producción feudal que disputa a aquel el predominio en un determinado espacio económico, es por lo contrario, parasitaria del mismo.
“Los propietarios de simple fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los propietarios de terrenos, cuyas respectivas fuentes de ingresos son el salario, la ganancia y la renta del suelo, es decir, los obreros asalariados, los capitalistas y los terratenientes, forman las tres grandes clases de la sociedad moderna, basada en el régimen capitalista de producción.” (C. Marx, El Capital, Libro Tercero, Cap. LII, Ed. F.C.E.).
La contradicción que aquí se desarrolla no es en torno a la forma de producción misma en la cual, de hecho, el proceso de producción en su carácter capitalista es un proceso de producción de plusvalía. La contradicción es en torno a la distribución proporcional entre ambas clases de dicha plusvalía.
En el modo de producción capitalista existen formas determinadas de propiedad territorial que le corresponden y que tan solo tienen en común con la propiedad territorial feudal el hecho de que esta relación de propiedad tiene con objeto material a la tierra “… es tendencia constantes y ley de desarrollo del régimen capitalista de producción al establecer un divorcio cada vez más profundo entre los medios de producción y el trabajo y el ir concentrando los medios de producción desperdigados en grupos cada vez mayores; es decir, convertir el trabajo en trabajo asalariado y los medios de producción en capital. Y a esta tendencia corresponde, de otra parte, el divorcio de la propiedad territorial para formar una potencia aparte frente al capital y al trabajo, o sea la transformación de toda la propiedad del suelo, para adoptar la forma de la propiedad territorial que corresponde al régimen capitalista de producción”. (Marx: El Capital, Libro Tercero, Cap. LII, Ed. F.C.E.).
Capital y propiedad territorial son categorías compatibles en el régimen de producción capitalista cuyas mutuas relaciones son contradictorias pero no antagónicas en cuanto al carácter del modo de producción, dentro del cual ambas se enfrentan al trabajo asalariado en una contradicción mucho más profunda en la medida en que se distribuyen el excedente que el capital se encarga de extraer a los trabajadores en la producción. No interesa el grado de agudización que entre las clases capitalista y terrateniente asuma la contradicción por el reparto de la plusvalía, esta lucha llega incluso a la supresión de la clase terrateniente en muchos casos. Sucede aquí lo que –en otros términos- se presenta en la competencia capitalista que puede llevar a la desaparición de determinados capitales, pero no a la supresión del capital.

El modo de producción capitalista conlleva pues determinadas formas de propiedad territorial y, fundamentalmente, la forma económica en que esta se realiza: la renta del suelo.
La renta capitalista del suelo debo ser claramente diferenciada de los tributos feudales. Por otra parte, dicha renta capitalista puede ser de dos tipos: absoluta y diferencial; lo cual ya expusimos en la sección anterior.
En los análisis del modo de producción capitalista Marx contempla la existencia de la clase terrateniente como una clase parasitaria del régimen de producción capitalista. A su vez, considera como excepcional la coincidencia del capitalista y el terrateniente en una sola persona, en base, por supuesto, al desarrollo histórico concreto que sirve de base a su análisis. Esta no coincidencia de personajes es la base concreta de un enfrentamiento de clases cuya tendencia es históricamente desfavorable al terrateniente.
La renta diferencial es en esencia una sobreganancia específicamente capitalista imposible de existir sin este régimen de producción. Si es catalogada como renta diferencial distinta de otro tipo de sobreganancia capitalista es porque su base reside en las fertilidades diferentes de tierras limitadas y monopolizables. Y no en las diferencias de calidad.
Es por eso que esta sobreganancia capitalista puede ser apropiada por un personaje (el terrateniente, que en un principio es ajeno al proceso productivo mismo) en virtud de su calidad de propietario del elemento productivo (tierra) que sirve de base natural a esa sobreganancia. Así pues, esta sobreganancia al pasar a manos del terrateniente se convierte en renta diferencial. Ambas categorías de ganancia capitalista y renta diferencial son parte del mismo régimen de producción capitalista y no se excluyen sino más bien, son inherentes a toda estructura capitalista.
Mientras que la renta absoluta tiende incluso a desaparecer en el modo de producción capitalista la renta diferencial desaparece con el mismo modo de producción. La propiedad territorial puede incluso ser nacionalizada, pero si subsisten las condiciones de producción capitalista subsiste la renta diferencial, variando solarmente el destino de esta.
Visto el proceso de producción capitalista en su conjunto, aparece que cada capitalista individual solo excepcionalmente absorbe de la plusvalía socialmente producida una parte equivalente al total de la plusvalía que extrae a los obreros que trabajan subordinados a él.
Los distintos capitales se reparten el total de la plusvalía social en proporción a su participación en el capital social de acuerdo a la cuota media de ganancia. La composición orgánica de cada capital determina si esta ganancia media está por encima o por debajo de la plusvalía que le corresponde. Sucede incluso que las variaciones de precio no siempre son ascendentes. Por ejemplo, es un hecho que dado el desarrollo técnico cuesta cada vez menos obtener un arbusto de igual realidad. De ahí que incluso con la misma cantidad de dinero pueda afrontarse cierta expansión de la producción (del número de arbustos para el caso) en el transcurso de un año a otro. En cuanto al caso de un ascenso en los precios como el que sucede actualmente con los fertilizantes y con el moderado aumento en el salario mínimo, no siempre implican una reducción en las ganancias debido a las necesidades de mayor inversión. Lo determinante aquí es que ese ascenso en los precios, puede estar afectando en forma más o menos similar a la producción brasileña y por tanto elevándose el precio comercial del producto con lo cual se compensa el alza de los precios.
Es claro que lo anterior no opera de manera mecánica e inmediata porque, sobre todo en el caso del café, se da el enfrentamiento entre operaciones comerciales y especulativas de los productores y de las compañías (a nivel internacional) que determinan variaciones momentáneas de precio que pueden desembocar en la necesidad de los cafetaleros de echar mano de su fondo de reserva para enfrentar el alza de los costos o bien, que les permita compensarla y, a veces, hasta sacar una ganancia de más.
Además de estas tendencias en la composición orgánica y sus posibles variaciones tenemos otro elemento importante que considerar: la rotación del capital.
La rotación de un determinado capital es el ciclo que recorre en la producción y la circulación hasta volver a manos del capitalista. Así, el tiempo de rotación está compuesto por el tiempo que permanece el capital en la esfera de la producción más el tiempo que permanece en la esfera de la circulación.
La parte del capital que es usada en varios periodos de producción sucesivos forma el capital fijo y por tanto, el capital recupera en cada venta del producto solo una parte de su valor. En el café (y otras ramas agrícolas) esto sucede con casi todo el capital constante, tanto en lo invertido en condiciones amplias de producción (instalaciones, caminos, etc.) el invertido en maquinaria (vehículos para transporte interno, equipo de rociadores, etc.) y el invertido en materias primas y auxiliares (semillas, almácigos, abonos, fertilizantes. etc.).
Hay, por supuesto, algunas excepciones (sacos de recolección, algún tipo de insecticida) que solo pueden ser utilizados en un periodo y que, por lo tanto, forman parte del capital circulante: es decir, de aquel cuyo valor recupera totalmente los capitalistas al vender el producto. El que una parte del capital constante sea fija o circulante, depende de cada rama de producción y de cada proceso productivo concreto.
Aquí solo trataremos lo que se refiere al capital variable (salarios) puesto que forma la mayor parte del capital total y par tanto el análisis de la rotación de las partes del capital constante no altera en mucho los resultados en cuanto al monto de dinero que debe desembolsar el cafetalero en cada periodo de producción. Además nos vamos a referir a plantaciones ya formadas y no a plantaciones que apenas comienzan, puesto que esto es incluso excepcional en la actualidad.
En cuanto al pago de salarios podemos dividir el año productivo en dos partes básicas: de octubre a enero en que se compra el sesenta por cierto aproximadamente del total de fuerza de trabajo para ser utilizado en la limpia y recolección; y de febrero a septiembre en que se invierte para movilizar la fuerza de trabajo necesaria en el resto de labores.
Así pues en lo que a salario se refiere el cafetalero solo necesita disponer al inicio del periodo de producción del 40% del total del capital variable para ir desembolsando sucesivamente de febrero a septiembre y recuperar su valor al vender la cosecha. El sesenta por ciento restantes constituye la mayor parte del desembolso total anual y tiene una rotación sumamente rápida. Es más en muchos casos no se necesita disponer de la cantidad total de salarios que se pagan en estos cuatro meses, sino de una cantidad menor (cuyo monto es establecido por la práctica) puesto que al ir recolectando el café se va vendiendo casi inmediatamente, y con este dinero se puede seguir operando el resto del periodo de la cosecha.
Lo importante es que de acuerdo con la lógica capitalista es totalmente absurdo que el cafetalero guarde ese dinero necesario para pagar salarios de cosechas durante los ocho meses precedentes a esta. Queda así abierta la posibilidad de dedicar este dinero a otras actividades fuera del sector. Esto es confirmado por la práctica de los “créditos de operaciones” a que recurren los cafetaleros para afrontar sus necesidades de capital durante estos cuatro meses. Es más racional, desde el punto de vista capitalista prestar ese dinero y pagar un interés por él que mantener de su propio capital una parte ociosa durante tanto tiempo (en que utilizan ese capital, es algo que veremos más adelante). En torno a esta operación crediticia se constituye incluso el sistema bancario del país.
Hasta aquí tenemos las siguientes conclusiones sobre la inversión de capital en el café:
1. El sostén económico de la producción cafetalera en el país no es tanto la cuota de ganancia que le corresponde al capital invertido sino la sobreganancia obtenida como renta diferencial. De ello resulta un máximo de beneficio con una escasa inversión relativa.
2. Del capital invertido, una baja proporción corresponde al capital constante. Esta baja proporción del capital constante, que en su mayoría se fija en el proceso productivo por varios años, conlleva a una escasa exigencia de inversión a largo y mediano plazo.
3. La mayor proporción del capital necesario la forma el capital variable. Este está concentrado en el pago de salarios a la fuerza de trabajo utilizada durante una tercera parte del año productivo. Incluso el capital que hay que desembolsar para enfrentar esta inversión es menor que el total de salarios que se deben pagar durante los cuatro meses. Por lo demás la práctica común es recurrir a un crédito para la época de cosecha por lo que se reduce aún más el monto de capital propio del cual debe disponer el cafetalero para sostener la producción.
4. El proceso de acumulación es limitado sin que por eso se afecte la obtención de continuos beneficios elevados. Aun allí donde es necesario reinvertir para expandir la producción y productividad, en torno sobre todo al mantenimiento e incremento de la fertilidad de la tierra, se puede echar mano de un limitado y más o menos constante fondo de reserva que pasa a ser considerado como parte de la inversión necesaria v que incluso puede ser mantenido tanto con eventuales liberaciones de capital logradas a base de las variaciones de precios como recurriendo continuamente a un fondo de acumulación creciente deducido de las ganancias obtenidas.
Así pues, con escasa inversión se obtienen los más altos beneficios y encima de eso quedan a la disposición casi total de los cafetaleros para utilizarlos en cualquier otra actividad. No en vano se le llama al café, “grano de oro”.
LAS RELACIONES DE PRODUCCION EN EL SECTOR CAFETALERO
Todo intento de análisis en torno a la “naturaleza” derrochadora de la oligarquía cafetalera y de su carencia de “espíritu empresarial” es inútil para explicar el estancamiento económico. Por lo que respecta al sector productivo cafetalero ( y con ello a toda una época de la historia económica del país) hay condiciones objetivas que conducen a que en el total de la plusvalía obtenida predomine el fondo individual de consumo sobre el fondo de acumulación. Si en el oligarca cafetalero fue tan acentuada su tendencia al lujo y al derroche fue simplemente porque las condiciones objetivas no le plantearon el conflicto en su “pasión de gastar” y su “pasión de acumular”. Las condiciones objetivas no le obligaron a acumular como al capitalista moderno, y de allí que florecieran en el país gastos tan improductivos coma los costosos viajes a Europa, las exclusivas zonas residenciales y hasta personajes tan “filantrópicos” como un Walter T. Deininger. Incluso, como veremos, el posterior cambio en cuanto al use de las sobreganancias, al reinvertirlas en otros sectores económicos fue resultado de una variación objetiva dentro de la situación de dependencia y no a los esfuerzos de los “ilustrados’ reformistas por convencer a la oligarquía de la conveniencia de esto.
Pero aun más, esa plusvalía va a dar a menor de la oligarquía por ser, a la vez capitalista y terrateniente; y es elevada en razón de mecanismos que brinda el sistema económico mundial (a través de la renta diferencial) y en el cual su principal mérito fue haber olfateado con bastante precisión un producto de “oro”.
Si queremos hacer un análisis marxista no debemos considerar a la clase dominante como individuos con plena y libre voluntad de actuar de la cual se derivaría toda la estructura del país. El oligarca cafetalero no es más que el capital y la propiedad territorial hechos una sola persona dentro de un sistema económico capitalista dependiente y cuyos comportamientos económicos y políticos variaran según la imponga la realidad.
Hemos dado por supuesto que el excedente apropiado por la oligarquía tiene el carácter de plusvalía. Esto debemos analizarlo más detenidamente v establecer el tipo de relaciones de producción imperantes, puesto que solo así podremos afirmar el carácter predominantemente capitalista de la formación económica y que no es, por ejemplo, una sociedad colonial en la que el excedente es producido bajo formas precapitalistas aunque sea canalizado al mercado capitalista.
“Para abordar la cuestión del modo de producción es necesario analizar las formas de propiedad.” Es claro que el problema no se resuelve con afirmar simplemente que los medios de producción en el sector cafetalero son propiedad de unos cuantos que los concentran en sus manos frente a una masa desposeída o semidesposeida de ellos. Esto es fundamental, pero no es suficiente para afirmar su carácter de propiedad capitalista. * El problema reside en establecer si dicho medios de producción funcionan como capital frente al trabajo asalariado o si se trata por ejemplo, de simple propiedad territorial que se apropia del trabajo excedente a bases de mecanismos extraeconómicos. De hecho hemos venido respondiendo en parte a este problema al establecer que en la producción cafetalera se combinan la propiedad capitalista (base de la apropiación de la ganancia capitalista) con la propiedad territorial (base de la apropiación de la renta diferencial) y en dicha combinación predominan las relaciones capitalistas.
“En los análisis del modo de producción capitalistas Marx contempla la existencia de la clase terrateniente como una clase parasitaria. Del régimen de producción capitalista. A su vez, considera como excepcional toda coincidencia del capitalista y el terrateniente en una sola persona, en base, por supuesto, al desarrollo histórico concreto que le sirve de base a su análisis. Esta no coincidencia de personajes es la base concreta de un enfrentamiento. Sin embargo, si desplazarnos el análisis de los representantes de las categorías capital y propiedad territorial hacia el análisis las categorías mismas se aclara más el panorama.
La renta diferencial es en esencia una sobreganancia específicamente capitalista, imposible de existir sin este régimen de producción. Si es catalogada como renta diferencial distinta de otro tipo de sobreganancia capitalista es porque su base reside en las fertilidades diferentes de tierras limitadas y monopolizables, y no en diferencias de calidad. Es por eso que esta sobreganancia capitalista puede ser apropiada por un personaje (el terrateniente) que en principio es ajeno al proceso productivo mismo en virtud de su calidad de propietario del elemento productivo (tierra) que sirve de base natural a esa sobre ganancia; así pues, estas sobreganancia al pasar a manos del terrateniente se convierte en renta diferencial. Ambas categorías de ganancia capitalista y renta diferencial son parte del mismo régimen de producción capitalista y no se excluyen, sino más bien, son inherentes a toda estructura capitalista.
Mientras que la renta absoluta tiende incluso a desaparecer en el periodo de producción capitalista, la renta diferencial solo desaparece con el mismo periodo de producción. La propiedad territorial puede incluso ser nacionalizada pero si subsisten las condiciones de producción capitalistas subsiste la renta diferencial variando solamente el destino de esta.” **
Si Marx plantea que la coincidencia en una persona de capitalista y terrateniente es una excepción, es porque, de hecho, se presentan como personajes distintos y contrarios en la historia económica que toma como base para el estudio del modo de producción capitalista. En Inglaterra, los capitalistas tienen origen y formación desligados de los terratenientes, por lo tanto tuvieron que enfrentarse cuando el capital se introdujo en la producción agrícola, y ante esta realidad, el capitalista tuvo que rendir tributo, en forma de renta, al terrateniente, cuya única función se reducía a tener en sus manos un título de propiedad sobre “una porción del planeta” y con ello acreditarse el derecho de cobrar y apropiarse de una parte del excedente en cuya producción no tenía absolutamente nada que ver.
Si analizamos ahora la historia económica del país, encontramos un proceso totalmente distinto. A partir de la independencia, y con ella, se consolida la producción añilera. La situación aquí es bastante clara: se trata de un capital comercial que mediando entre la producción y el mercado internacional subordina a la producción sin transformar las condiciones que en ella imperan. Es decir, que su ganancia proviene básicamente de la operación comercial, por lo que no necesita transformar las relaciones de producción pre capitalistas en capitalistas. De esto no se deriva el carácter predominantemente capitalista que ha querido atribuirse a dicha sociedad, puesto que aun habiendo ciertas formas de capital, está ausente la relación de producción capitalista. Los colorantes sintéticos desarrollados en Alemania desplazan el añil del mercado mundial y producen la quiebra de la base económica sobre la cual se mantiene y reproduce literalmente la economía del país. Con la declinación del añil se genera en el país una evidente necesidad histórica de subsistencia económica dado el escaso desarrollo de las fuerzas productivas. La respuesta a esta necesidad histórica viene a ser el cultivo del café. Si algún papel tienen los individuos en la historia es precisamente el de responder adecuadamente a necesidades históricas objetivas. Tal es el caso de Gerardo Barrios al promover la implantación de la caficultura en el país. Es claro que lo adecuado o no de dicha respuesta estará en función de su correspondencia a las exigencias históricas, las cuales, por ser transitorias y contradictorias harán que la respuesta misma tenga ese carácter.

En lo que nos interesa específicamente, esta necesidad fue resuelta según las condiciones imperantes y por tanto no podemos esperar que sucedan según esquemas predeterminados. Es de esta manera que la oligarquía naciente emprende un proceso de expropiación de tierras para ser cultivadas con café. La clave del desarrollo ulterior está en que expropiando o bien apropiándose de tierras “sin dueño”, se convierten en terratenientes que, sin embargo asumen a su vez la puesta en producción de dichas tierras, lo cual es excepcional en un terrateniente.

Poner en producción dichas tierras es hacerlo bajo determinadas relaciones de producción: las más consecuentes con las leves que impulsaron este proceso. En este sentido, el único tipo de relaciones productivas que responde a la obtención de los altos beneficios que se esperan (y de los cuales necesita la clase dominante) son las relaciones capitalistas. El desarrollo de dichas relacione fue objetivamente necesario e impuesto por las condiciones materiales. Es por eso, que no son establecidas por “decreto” (aunque hubo medidas jurídico políticas que las implementaron), ni de un día para otro. Se forman y consolidan en un proceso, al principio del cual incluso no se presentan con rasgos definidos. Por ejemplo, “las habilitaciones” y “reclutamientos forzosos” de mano de obra de esa época están lejos de ser relaciones de tipo capitalistas: y sin embargo, pasando por ellas se llega a establecer posteriormente el mecanismo estrictamente económico ( y no extraeconómico como aquellos) de provisión de fuerza de trabajo a la hacienda cafetalera. Es totalmente evidente a través de este proceso histórico que lo decisivo para obtener las altas ganancias que ofrece el café es convertirse en propietario privado de las condiciones productivas. De otra manera, el resultado histórico hubiera sido, por caso, la formación de un capital comercial que funcionara a la manera de la “época añilera”. Y si bien es cierto que se forma ese capital comercial, es claro que tras él está casi siempre un gran cafetalero productor, que como tal obtiene las mayores ganancias, dejando al capital comercial sus necesarias funciones de mediación en el proceso de producción capitalista sacando de esa actividad la normal ganancia media. La implantación de la economía cafetalera respondió pues a una necesidad histórica, pero dentro del marco concreto de los intereses de clase de la oligarquía cafetalera. Y para obtener esos altos beneficios de la caficultura a través de la renta diferencial, era necesario que predominaran en el proceso productivo las categorías capitalistas sin las cuales no se puede formar una tasa media de ganancia ni un precio de producción correspondiente; en fin sin las cuales no se da el mecanismo de la renta diferencial. A su vez, ya funcionaban a nivel del mercado internacional las leyes de este proceso productivo bajo su carácter capitalista al establecerse como precio comercial de los productos agrícolas el del precio de producción de la peor tierra.
Para que se impongan dichas categorías es necesario obviamente, que se dé una inversión de capital. Esto se va produciendo de manera más lenta, pues los medios de producción no han sido adquiridos por los cafetaleros en base a la compra de ellos. Muchos de los trabajos necesarios para la formación de las plantaciones fueron realizados, al menos en una parte considerable, en base a mecanismos no capitalistas. Aun en los casos en que el principal medio de producción (la tierra) hubiera sido comprado, no se trata de una inversión de capital, propiamente dicha, sino de un pago adelantado de las rentas que en base a ella se obtendrán. Sin embargo, la obtención de fuerza de trabajo sí debe ser lograda a través de la compra de ella a cambio de dinero, es decir, de un salario, puesto que los mecanismos extraeconómicos iniciales de obtención forzosa sólo sirven para impulsar la implantación de la caficultura, pero son incompatibles con su posterior desarrollo y consolidación.
Los cafetaleros no pueden mantener la obtención de la fuerza de trabajo temporal a través de mecanismos pre capitalistas, pues supondría dar demasiada tierra a campesinos que sólo serán utilizados en una época del año. Deberán obtenerla a base de un mecanismo económico distinto: comprar fuerza de trabajo a base de un salario. De esta manera, se va desarrollando la conversión de dinero en capital, sobre todo, capital variable. Un índice de esto lo constituye el desarrollo de ciertas formas de capital bancario junto con el proceso de consolidación de caficultura y orientados a proveer a los cafetaleros del dinero necesario para ser invertido en compra de fuerza de trabajo temporal. El carácter capitalista del cafetalero, con esto, establecido; carácter que se irá acentuando en la oligarquía con el desarrollo histórico tanto en lo que se refiere al proceso de producción del café como respecto a otros sectores de la economía. Es por supuesto un carácter capitalista históricamente condicionado y de allí sus características particulares.
TENEMOS PUES, LA COMBINACION EN LA OLIGARQUIA DE LAS CATEGORIAS ECONOMICAS DEL CAPITAL Y LA PROPIEDAD TERRITORIAL. LA OLIGARQUIA CAFETALERA ES CAPITALISTA EN TANTO INVIERTE UNA DETERMINADA CANTIDAD DE VALOR (BAJO LA FORMA DE DINERO) PARA COMPRAR MEDIOS DE PRODUCCION Y SOBRE TODO PARA COMPRAR FUERZA DE TRABAJO; VALOR QUE EN EL CURSO DE LA PRODUCCION ES INCREMENTADO. A SU VEZ, ESTA IMPLANTACION DEL CAPITAL EN LA CAFICULTURA EN UN CONTEXTO DE INTEGRACION AL SISTEMA CAPITALISTA INTERNACIONAL, LLEVA A QUE SE SOBREVALORICE EL CAPITAL INVERTIDO AL OBTENER NO SOLO LA GANANCIA CORRESPONDIENTE A ESTE, SINO, SOBRE TODO, AL OBTENER UNA SOBREGANANCIA, QUE LLEGA A MANOS DE LA OLIGARQUIA EN VIRTUD DE SU CALIDAD DE TERRATENIENTE. Y QUE SE CONVIERTE ASI EN RENTA DIFERENCIAL.
Ahora bien, el carácter capitalista de la producción cafetalera se realiza como hemos dicho, en el marco de condiciones históricas determinadas, lo cual le da un carácter particular y concreto.
Esto se revela con especial fuerza en cuanto al carácter semiproletario de gran parte de los trabajadores en la caficultura v en cuanto al grado de desarrollo capitalista en la misma producción cafetalera.
Sobre lo primero, lo importante es la persistencia de la pequeña producción agrícola (de propietarios o, sobre todo, de arrendatarios). Puesto que la mayor parte de la fuerza de trabajo es utilizada sólo temporalmente (4 meses) y no puede ser totalmente mantenida en relaciones de colonato, se impone socialmente la necesidad de surgimiento y persistencia de formas de producción que permitan a la masa trabajadora lograr los medios de subsistencia necesarios para el resto del año. Aun cuando posteriormente aparecen otras explotaciones capitalistas agrícolas para la exportación (algodón, caña) y el desarrollo de otros sectores económicos (la industria manufacturera por ejemplo), no se desarrolla hasta sus últimas consecuencias el proceso de proletarización del campesinado. Además de la masa de jornaleros proletarizados, persiste una numerosa proporción de campesinos pobres que enfrentan sus necesidades de subsistencia en forma combinada: como pequeño productor y como trabajador asalariado. Para que una clase dominante se sostenga como tal es necesario que haya condiciones sociales que permitan determinado nivel de vida de las clases explotadas, nivel que depende de situaciones históricas concretas entre las cuales es decisivo el nivel concreto de desarrollo de la lucha de clases. De allí, que a pesar del proceso de expropiación de tierras, subsiste lo que la economía burguesa define como “minifundio”. Lo que sucede históricamente es una expropiación total para cierto sector y la conversión de otra parte del campesinado de propietario en arrendatario. Esto es realizado al comienzo a través de mecanismos extra-económicos que incluyen la reubicación geográfica en torno a las zonas cafetaleras. Prosigue una vez consolidado el café y luego, con el desarrollo de otras actividades agrícolas capitalistas y del capitalismo en general para el país, a través de mecanismos económicos ligados a prácticas crediticias y usurarias. Se hace necesario, pues, para la estabilidad de la formación predominantemente capitalista del país la combinación de relaciones capitalistas con relaciones que no sobrepasan el nivel de un régimen de producción mercantil con relaciones precapitalistas (colonato por ejemplo). El papel que juegan las primeras es básico, y la prueba está en que una brusca alteración en ellas durante la crisis del 30 propició condiciones sociales explosivas que fueron el terreno de la insurrección campesina del 32.
El otro aspecto de las particularidades de las relaciones capitalistas en el sector cafetalero puede ser sintetizado en la no implantación dominante de la plusvalía relativa en la producción del café. El predominio de la plusvalía relativa es el rasgo distintivo del capitalismo desarrollado. Esta es lograda a través del incremento constante de la productividad del trabajo, que al aumentar el producto total por jornada reduce el tiempo y aumenta la proporción del tiempo excedente no pagado del cual se apropia el capitalista. En torno a este mecanismo se produce el desarrollo de las fuerzas productivas en el capitalismo.
Hemos analizado ya las condiciones del desarrollo de las fuerzas productivas en la caficultura. Las relaciones capitalistas que con ellas se combinan dan como resultado la instauración del salario por obra como dominante. Esta forma de salario, correspondiente a las primeras fases del desarrollo del modo de producción capitalista, responde aquí al hecho de que luego de extender al máximo la jornada de trabajo debe recurrirse al incremento de la intensidad del trabajo (no a su productividad propiamente dicha) y para ello no hay nada más efectivo que el pago de salario por obra, que aquí se traduce en el pago según la cantidad de café recolectada. A la imposibilidad de implantar una elevada cuota de plusvalía (grado de explotación capitalista) por los límites señalados en cuanto a la productividad del trabajo invertido en la plantación: responden también lo común de las prácticas “anormales” en la hacienda cafetalera para aumentar el trabajo excedente apropiado (el robo en la pesada. en las medidas, etc.).
Si no imponen las leves que impulsan al capitalismo a pasar a formas superiores en su mismo desarrollo es porque impera de manera categórica la renta diferencial como base de la economía. El desarrollo de las relaciones capitalistas no va más allá de lo necesario para garantizar el funcionamiento del mecanismo de renta diferencial.
Se produce, por tanto, el predominio de una categoría capitalista marginal (renta diferencial) sobre una categoría fundamental (tasa media de ganancia). Esto se da en condiciones históricas determinadas nacionales e internacionales en las que se conforman los rasgos característicos de un capitalismo dependiente: estancamiento de la productividad del trabajo social y la formación de ciertas clases sociales en las que se combinan categorías económicas que normalmente dan lugar a clases diferentes (capitalistas- terratenientes, jornalero agrícola-campesino pobre), lo cual afecta de diversas maneras, según el desarrollo histórico económico del país, el marco en el que se da la lucha de clases (el carácter de las alianzas, por ejemplo). Se trata de una economía en la que el producto de valor nacional es incrementado artificialmente por la renta diferencial, puesto que, la menor parte de él, corresponde al trabajo social invertido en el país y la mayor parte corresponde a una absorción de plusvalía producida fuera del mismo.
Como para ilustración de lo anterior es interesante el cuadro realizado por CEPAL-FAO sobre el valor de las plantaciones cafetaleras en el país para 1954-1955 en el que hacen una comparación entre el valor declarado por los cafetaleros y en el que incluye “el valor” de la tierra v el que deducen los investigadores sin incluir dicho elemento.
VALOR DE LA PLANTACION
REGION DEL PAIS DECLARADA INVESTIGADA
I 50.3 13.0
II 123.1 31.4
III 34.9 9.1
IV 130.3 35.0
V 13.4 3.8
VI 45.8 11.7
VII 6.0 2.0
TOTAL 403.8 106.0
Las regiones I, II y III son del occidente del país. Las regiones IV y V son de la zona central. La región VI es de la zona oriental. La región VII comprende sobre todo el norte del país y pequeñas porciones de occidente, centro y oriente.
Independientemente del concepto de valor tanto de los cafetaleros como de los investigado¬res (suponer por ejemplo, que la tierra tiene valor), la diferencia de cálculos es claramente atri¬buida a la tierra. Para nosotros, esta diferencia constituye aproximadamente el monto de la ren¬ta diferencial obtenida (o por obtener) por los ca¬fetaleros en ese año.
Esta proporción varía sobre todo según varíe la renta diferencial de una época a otra, pues con ella varía a su vez el precio de la tierra (lo que aquí consideran como valor).
EL PAPEL DE LA RENTA DIFERENCIAL EN LA HISTORIA DEL PAIS.
Nos queda por analizar las variaciones que a tra¬vés de la historia del país sufre el papel de la ren¬ta diferencial en la estructura económico social salvadoreña y su inserción en el sistema económi¬co mundial.
Es claro que solamente destacaremos de mane¬ra esquemática los rasgos esenciales, sin detener¬nos en un análisis detallado. Fundamentalmente dividiremos el proceso histórico en dos períodos, aparte del período de formación de la caficultura a la que ya nos referimos anteriormente. Se trata de los períodos comprendidos entre principios del siglo hasta 1950 y aproximadamente una fase de transición hasta 1962; y el período que va de esta fecha a la actualidad. Esta división en el tiempo es sólo una expresión aproximada de va¬riaciones en el desarrollo económico a nivel global, en el cual consideramos decisiva pero no única, la cuestión del destino económico de la renta diferencial.
1. Primer Período
Los fenómenos que marcan el inicio y fin de este período son, en lo económico, la consolidación definitiva de la caficultura y el inicio del galopan¬te ciclo expansivo de la renta diferencial ocurrido en la década de los años 50.
Los principales rasgos son:
A- Predominio casi absoluto de la producción cafetalera dentro de la economía del país, con implicaciones a nivel social similares a las que hasta aquí hemos analizado cuan¬do veíamos sólo la producción cafetale¬ra.
B- La renta diferencial es orientada en gran parte a satisfacer necesidades individuales de consumo de la oligarquía o bien es de-positada en la banca extranjera o nacional. Incluso no se genera gran actividad económica interna en torno a producir lo necesario para satisfacer esas demandas (como sucedió en otros países), sino que la oligarquía satisface dichas nece¬sidades directamente en el extranjero o a lo sumo; dan lugar a la formación de limita¬das operaciones comerciales –capitalistas- para la importación de dichos productos.
C- Además de la producción cafetalera sólo adquieren cierta importancia las activida¬des económicas que tienen relación directa con ella. Esto es, en la comercialización, cré¬dito, beneficiado y transporte del café. Las cuales son áreas de inversión de la misma oligarquía pero que no alteran en lo funda¬mental a lo establecido en el punto ante¬rior.
D- Aparte de las clases directamente trabaja¬doras y productivas, el resto de sectores y grupos sociales dependen de su posibili¬dad de participar de una u otra forma en dicha renta diferencial. Esto abarca desde los sirvientes “de levita” hasta la servidum¬bre doméstica, pasando por supuesto por los de uniforme militar.
E- El “estado nacional” mantiene su funcionamiento en base a dicha renta diferencial, con lo que desarrolla sus aparatos administrativos y políticos encaminados a sostener el esquema socio-económico imperante.
F- Todo lo cual se desarrolla con la consecuente hegemonía política casi absoluta de la oligarquía cafetalera y dentro de un marco de lucha de clases bastante “apaciguada” hasta 1930-32.
La crisis de 1930 puede ser enfocada como una gran crisis de “realización” para la economía cafetalera que forma parte de la crisis general del sistema capitalista mundial (la cual no es solamente crisis de realización). Esta crisis consiste en la reducción drástica de la exportación y precios a un grado tal en que no es posible hacer “realidad” (convertir en dinero) el valor contenido en el producto y la renta diferencial que con él puede obtenerse. Sin embargo el hecho de estar localizado el origen de la crisis fuera de las fronteras nacionales y de la producción cafetalera mundial incluso hace que aún después de ella se continúe sobre el mismo esquema económico. La oligarquía se aferra por todos los medios a su alcance a su hegemonía amenazada sobre todo por la insurrección. Implanta la tiranía con la que da continuidad y profundidad a la represión contra insurreccional y con la que se lleva a cabo la única política económica de que era capaz: esperar la normalización del mercado mundial afrontando la situación crítica con elevado proteccionismo a los intereses cafetaleros. El régimen martinista responde a una necesidad histórica de clase: contener a través de una férrea dictadura la agudizada contradicción entre los intereses oligárquicos y las necesidades sociales. Una vez vuelve esta contradicción a sus límites “normales”, con la recuperación de la economía capitalista mundial, se agota la tarea para la cual ha sido implantada la dictadura hasta que finalmente se desplaza por otros regímenes que a través de varias fluctuaciones políticas forman parte del proceso de reajuste de la hegemonía bajo condiciones distintas.
2. -“La Transición”
Con la década del 50, y el régimen de Osorio se inicia el galopante y brusco ciclo expansivo de la renta diferencial arrojando en pocos años sobreganancias. Este ciclo es parte de la expansión imperialista norteamericana de la posguerra. Con este proceso, se produce una notable recuperación “pacífica” de la hegemonía oligárquica, pues el café “vuelve a demostrar su capacidad para vitalizar la economía”. Con este auge, se van desarrollando conjuntamente otros elementos del desarrollo económico pues las elevadas rentas son utilizadas en mayor proporción dentro del país.
De esta década datan por ejemplo, el impulso del sistema bancario, del desarrollo urbano de San Salvador y de ciertas obras de “infraestructura” (en 1954 se comenzó la carretera del litoral). Es aquí donde se sitúa históricamente el momento de la irreversible variación de la hegemonía de la oligarquía cafetalera.
Sin embargo, las tendencias generadas por esta notable expansión cafetalera a nivel mundial llevarán pronto a una crisis de sobreproducción ubicada ahora en la misma producción del sector. Esta crisis no podrá ser solventada, como antes, por un “ritmo de espera” y habrá que recurrir a otros mecanismos. Así presenciamos que por primera vez en la historia del país salen de la boca de los representantes de la clase dominante llamados a la racionalización de la “economía cafetalera”.
El presidente Lemus, ese personaje tan indefinido históricamente por estar situado precisamente en el punto crítico de la “transición”, trata de salir al paso con su propuesta del “Plan Lemus” (regularización a la producción. cuotas de exportación y precios del café a nivel internacional) a la manera de los que proponen apagar el incendio con agua cuando es totalmente evidente para todos que no hay otro remedio. Fue este un vano y dudosamente original intento nacionalista de aparecer como promotores de lo que realmente constituyó el éxito de la oligarquía brasileña al implantar definitiva y legalmente sus precios de producción “medios” a nivel internacional (CIC) consolidándose así su monopolio. Si bien este garantizaba la persistencia de la renta diferencial (elevada aun) para la oligarquía significaba también el sello definitivo de la imposibilidad de volver a disfrutar de un ciclo expansivo de dicha renta. Esto confirma una nueva situación histórica en el capitalismo del país: quedan limitadas las posibilidades de expansión puramente rentística y se hace necesario desarrollar otras actividades económicas. Para responder a esta necesidad histórica del desarrollo capitalista en el país se necesita otro tipo de régimen político. Sobre esta base se produce el desplazamiento de Lemus y la implantación de un Directorio que pretende fomentar la industrialización y desarrollar otras tantas medidas desarrollistas. Sin embargo, el temor de la oligarquía a que se profundice la agitación popular que se produjo en el curso de este desplazamiento y la desconfianza hacia la capacidad de los nuevos gobernantes de controlarla, provoca su rápida sustitución por otro régimen militar que garantiza la realización de las nuevas medidas económicas sin los riesgos de la inestabilidad política.
3. El Segundo Período
Los rasgos fundamentales para 1962-1967 son:
a) Nuevo impulso de la orientación imperialista hacia la inversión en el exterior. Esta necesidad, junto con la de neutralizar políticamente los efectos de la revolución cubana, se realizan en América Latina a través de la “Alianza para el Progreso”.
B) Lo anterior y el impulso del Mercado Común Centroamericano permitieron cierto desarrollo industrial manufacturero.
C) Lo decisivo aquí es que la renta diferencial pasa a constituir junto con el capital extranjero un fondo de acumulación social capitalista que sirve de base para el desarrollo del resto de sectores económicos. Con ello, toma nuevo impulso el sistema bancario que venía desarrollándose sobre todo a partir de los años 50, puesto que es el intermediario a nivel social de esta trasferencia. Aparecen ya las primeras compañías financieras, entre ellas, la más fuerte a nivel privado: La Financiera del Desarrollo e Inversión. A su vez se intenta desarrollar un sistema financiero estatal, con capital extranjero básicamente, para impulsar sobre todo el desarrollo industrial (INSAFI).
d) La hegemonía oligárquica sufre variaciones en la medida en que se acentúa su carácter capitalista al desplazarse a la actividad industrial, bancaria y financiera. A su vez, su predominio político está ahora en función de hacer “participar” a otros sectores en el desarrollo económico que necesita. Con esto se implanta la época de “las libertades democráticas que conlleva la consolidación del reformismo burgués” de oposición cuyo eje político es el de exigir al régimen cumplir a cabalidad con las exigencias del nuevo proceso. Pero todo esto, a pesar de sus exigencias de “funcionalidad” está plagado de contradicciones en la medida en que, persistiendo la base del fondo de acumulación social (agricultura cafetalera con la renta diferencial y el capitalismo monopolista internacional que exporta hacia acá sus capitales) es imposible superar los obstáculos que ellos mismos imponen al desarrollo industrial.
De esta manera las expectativas y el optimismo generados por el impulso desarrollista y mantenidos por la demagogia riverista caen estrepitosamente por el golpe dado al régimen por la clase obrera industrial (que se ha desarrollado en este mismo proceso) con la huelga general obrera de 1967. A partir de 1967 tenemos:
a) El fracaso de la Alianza para el Progreso y del Mercado Común Centroamericano que eran bases del desarrollo industrial que se había venido impulsando.
b) A esta crisis responde la acentuada importancia que va adquiriendo el capital financiero como alternativa económica. La renta diferencial del café ante las limitaciones de la expansión del sector industrial es lanzada en buena parte hacia actividades financieras y especulativas. Se produce la transformación del sector oligárquico en financiero manteniendo su base agroexportadora (renta diferencial). Esta transformación no es directa porque hemos visto cómo fue históricamente necesaria la orientación de la renta diferencial hacía otros sectores económicos. Con el fracaso del intento desarrollista industrial persiste aún el problema de dicha orientación, de donde saltan al primer plano las financieras va constituidas y las que florecen rápidamente a partir de 1970. El fondo obtenido con la renta diferencial y el capital extranjero es orientado ahora en mayor parte hacia operaciones financieras que ofrecen altas ganancias.
Tales operaciones financieras giran en torno a la especulación de terrenos.
Esta ganancia especulativa no es realizada entre la simple compra y venta del terreno, sino financiando la construcción en ellos de proyectos urbanos comerciales y de proyectos turísticos. De esta manera se busca una nueva forma de adquirir una sobreganancia (sobre esto, especificamente nos detendremos más adelante).
Ninguna de estas actividades, por supuesto resuelve el problema fundamental del desarrollo económico-social del país; el de seguir siendo economía parasitaria del sistema capitalista internacional con un escaso desarrollo relativo de las fuerzas productivas.
A su vez existe el intento de desarrollar la industria de exportación con capital extranjero total y mixto. La concreción de este intento es la creación de las zonas francas y del Comité de Exportación ambas orientadas a provocar un flujo de capital extranjero al país y asociarse con él para obtener las ventajas que de ahí se derivan y sostener artificialmente la economía del país.
Se forma pues un sector financiero que no es más que el sector de la oligarquía cafetalera que manteniendo sus intereses en la banca y en la industria se orienta en la actualidad con especial preferencia hacia el tipo de inversión financiera mencionada más arriba.
Una revisión de los principales capitalistas de las financieras revela como principal rasgo el hecho de que en ellos se concentran y se combinan diversas categorías económicas capitalistas, a cada una de las cuales corresponde un tipo de ganancia, junto con las categorías económicas que le dan su rasgo oligárquico fundamental y que la hacen beneficiaria de la renta diferencial. El resultado es un sector de clase de un elevado y concentrado poder económico y político.
c) La consolidación de la hegemonía de este sector financiero con base oligárquica agro-exportadora, es realizada dentro de un marco de agudización de las contradicciones de lo estructura económica del país. Es preciso aclarar que no se trata de un nuevo sector de clase que viene a disputar la hegemonía a otro. Es la sustitución de un tipo de hegemonía oligárquica por otro.
A partir del momento en que la oligarquía cafetalera se introdujo en otros sectores económicos en la década del 50, perdió la posibilidad histórica de seguir manteniendo una hegemonía absoluta e indisputada. Históricamente se le va planteando la necesidad de desplazarse a otras actividades económicas para poder subsistir como clase dominante. Pero este proceso, por el rasgo fundamental de depender la economía del país de la renta diferencial, debe realizarlo manteniendo un pie en la caficultura. A medida que va metiendo el otro pie y las manos en otros sectores, se va haciendo más compleja y contradictoria la forma de mantener la hegemonía y ésta por tanto debe variar.
El proceso histórico a través del cual la oligarquía se ha ido convirtiendo en capitalista industrial, bancaria, y financiera es a la vez, el proceso que genera condiciones para la aparición y desarrollo de otros sectores de la clase dominante ligados a alguna de estas categorías, del desarrollo de los “sectores medios”, y, lo que es decisivo, el desarrollo de una clase obrera industrial. Este proceso se ubica históricamente en lo que hemos denominado “transición” y el posterior “impulso desarrollista”.
A partir de que fracasa este “impulso desarrollista” por las razones mencionadas, la lucha de clases en el país se agudiza ante el esfuerzo de cada clase y sector por mantener su situación. El sector hegemónico encuentra la solución y sus intereses en el impulso de sus actividades financieras y especulativas y en aferrarse de manera acentuada al capital extranjero. Para sostenerse como sector hegemónico (con predominio de su carácter financiero sobre el resto de sus características ) debe enfrentar la crisis actual (coyuntural y estructural) descargando sobre el resto de la sociedad los efectos que de ella se derivan. Ya no solamente descarga sobre las masas trabajadoras los efectos de la crisis permanente: sino que impone a todas las clases y sectores sociales su alternativa económica para descargar sobre ellas los efectos combinados de la actual crisis y la crisis estructural (permaneciendo, por supuesto las masas trabajadoras como las más afectadas). Para lograr esto necesita imponer un gobierno que oriente hacía la consolidación del capital financiero la mayor parte de sus recursos políticos, económicos, administrativos y jurídicos; con lo cual afecta al resto de sectores de la clase dominante y de los sectores medios que dependen también de estos recursos para sostener su situación y agudizan las contradicciones respecto a las masas trabajadoras y populares. La respuesta necesaria a esta situación es la implantación del fascismo.
La necesidad del régimen fascista es evidente para el sector hegemónico pero las contradicciones que lo generan como respuesta de dominación hegemónica y las contradicciones que con esta respuesta se agravan o aparecen, impiden su total consolidación. De allí que su implantación sea “en escalada”.
Se trata, más bien, de un fascismo que siendo ya irreversible, está “atascado” aún en una fase crítica en que se desgarran sus necesidades simultáneas de adquirir compromisos que contengan a determinadas contradicciones por un lado, y de implantar unilateralmente sus intereses por el otro. Tanto una como la otra, son necesidades objetivas con las cuales se “resuelven” determinadas contradicciones, pero que, a su vez, agudizan otras. En fin, dichas necesidades varían en su intensidad de acuerdo al grado de consolidación logrado en distintas coyunturas y se expresan en tendencias distintas dentro del régimen sobre un tipo u otro de política concreta. La superación de esta etapa del fascismo para dar lugar a una de estabilidad hegemónica (la cual sería históricamente transitoria pues ni aun esta forma de dominación de clase elimina el sistema de contradicciones del capitalismo, va no digamos. del capitalismo dependiente) o bien su desplazamiento por las fuerzas populares bajo conducción revolucionaria dependería de la coyuntura y la correlación de fuerzas.
En fin, una alternativa económica con predominio financiero sobre bases agroexportadoras y el concurso del capital monopolista extranjero, es obviamente algo que no tiene mayores perspectivas históricas.
Nuevamente, la historia ajusta cuentas con la estructura económica del país por su debilidad estructural básica: el escaso desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social.
Se hace evidente que en la medida en que siga predominando un esquema de reproducción económica capitalista aferrado a la absorción de un valor que no es producido internamente (dependiente de su integración parasitaria en el sistema capitalista internacional), seguirán repitiéndose los fracasos de cualquier intento de desarrollo económico por vías capitalistas.
La formación económica capitalista dependiente del país está agotando sus posibilidades de vida. Lo sucesiva modalidad de aprovechamiento de la renta diferencial y las limitaciones mismas de la expansión de dicha renta han agotado históricamente los “impulsos” exclusivamente rentísticos y los “impulsos” combinados con la banca, la industria y las finanzas capitalistas con el apoyo del capital extranjero. Sólo una alternativa no capitalista puede responder a las actuales exigencias históricas. Para esto, la historia plantea con redoblado fuerza la exigencia de la irrupción violenta de las masas en ella para tomar en sus manos, de manera definitiva, su destino. Esta revolución social sólo puede desembocar en una revolución proletaria que en un proceso de construcción socialista resuelva, a la vez, los fracasos históricos del capitalismo dependiente.

David Harvey: la conquista del espacio

David Harvey: la conquista del espacio
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Isidro López, del Observatorio Metropolitano, autor junto a Emmanuel Rodríguez de “Competitividad territorial y circuito secundario de acumulación. El paroxismo de un caso: el ciclo español de 1995-2007” (en Paisajes devastados, TdS, 2013) y Fin de Ciclo (TdS, 2010) nos presenta con ocasión de la publicación de Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo de David Harvey los aportes prinicipales de este autor al marxismo y a la geografía crítica y, por ende, a las luchas vivas contra el neoliberalismo.

David Harvey: la conquista del espacio

La obra entera de David Harvey es una de las mayores contribuciones a la revitalización del marxismo de las últimas décadas. Una revitalización que, precisamente, por ser en buena parte de orden análitico ha devuelto al marxismo a su función como herramienta política práctica. Dos dimensiones que en el proyecto original de Marx eran inseparables. En realidad, el movimiento de desplazamiento original que opera Harvey con respecto al marxismo de anteriores décadas es tan sencillo cómo radical: se trata de asumir que la dinámica del capital y la de sus resistencias tienen lugar en el espacio. Los conceptos abstractos con los que los marxistas han analizado el mundo no se sitúan en algún punto intangible de eso que se llama la teoría sino que se despliegan en la geografía realmente existente y tienden a recomponerla a su imagen y semejanza, en la medida en que el conflicto social, la lucha de clases, lo permite. Desde luego, Harvey no ha sido el primer marxista en hablar del espacio y la geografía del capital, más bien ha recuperado y actualizado una tradición que viene desde el propio Marx y que llega hasta los años veinte o treinta del siglo XX, en la que la geografia del capital y de las luchas eran centrales. Una tradición que cerró el estalinismo decretando la renacionalización de las luchas obreras y que las corrientes marxistas de los cincuenta y sesenta enterraron entre toneladas de estructuralismo y de teoría; tan sólo las versiones poscoloniales del marxismo mantenían vivo, por motivos obvios, el estudio de los procesos geográficos desiguales en aquellos años.

El gran concepto marco que Harvey ha desarrollado para el análisis del capital es el de arreglo espacial (en inglés spatial fix), un concepto que enunciado en su forma más sencilla viene a decir que la acumulación de capital construye una geografia a la medida de sus necesidades y que, en los momentos de crisis sistémica, el capital desplaza, nunca resuelve, sus contradicciones mediante este proceso de construcción del espacio. Eso que llamamos la globalización, financiera y neoliberal, sería el último gran arreglo espacial que habría tenido lugar. Ante la agudización de las contradicciones del capital que provocó la fuerza de las luchas de clases durante los años posteriores a 1968, el capital recompuso las cadenas de valor, la organización de la producción, generando una nueva serie de vínculos entre las distintas partes del mundo y, en definitiva, una nueva división internacional del trabajo en la que los distintos territorios se especializan en el control de recursos diferenciales y jerarquizados; obviamente no es la misma posición de poder la de un país o una ciudad que se especialice en el control de los flujos financieros que gobiernan este arreglo espacial que un territorio que queda relegado al papel de proveedor de de recursos naturales y de fuerza de trabajo excedente.

El enfoque territorial, además, permitió a Harvey considerar formas y dimensiones de los procesos de acumulación que tienen lugar en el territorio y que no funcionan exactamente a través de la extracción de plusvalor canónica que describió Marx como central en el capitalismo —en la que capital fijo y variable se mezclan en distintas proporciones, sometidos al cambio tecnológico, para producir una mercancía que llega al mercado, donde se realiza a través de un sistema de precios sometido a distintos grados de monopolización y competencia. Frente al gran entramado manufacturero fordista, Harvey describe otro tipo de estrategias económicas que se superponen a las anteriores y están en relación con ellas, pero funcionan a partir de la creación de entornos territoriales en los que se realiza el arreglo espacial. El sistema de transportes, las grandes obras de ingeniería o la construcción de viviendas o de infraestructuras de consumo colectivo crean una constelación relacional en la que los precios se forman de manera diferente, especulativamente o por descuento de sus valores futuros, porque en ultima instancia son formas transformadas de una figura tan arcaica como la renta del suelo. En este modelo, son las grandes inversiones y la amortización lenta de las estructuras territoriales las que se imponen, mediante la movilización de grandes másas de crédito, frente a la tendencia a la sobreproducción en las líneas capitalistas convencionales. Por eso, según Harvey, cuando aparecen problemas de sobreproducción de realización en las primeras, el capital se concentra en las segundas. Es lo que Harvey denomina el Circuito Secundario del capital. Un concepto sin el que, por poner un ejemplo cercano, simplemente hubiéramos sido incapaces de dar una expresión sistémica a las burbujas inmobiliarias de los últimos años, entre ellas la española, y hubiéramos tenido problemas para analizar en toda su profundidad la hegemonía del capital financiero, el proceso de financiarización del capital.

Las ciudades son las configuraciones sociales más complejas y más decisivas políticamente de la forma de pensar el territorio capitalista de David Harvey. De hecho, fue a partir de los estudios urbanos, en concreto desde los estudios sobre las desigualdades constitutivas de la ciudad capitalista, desde donde Harvey saltó a la reflexión más amplia sobre el territorio. La ciudad de Harvey es, desde luego, el lugar preferencial para la reorganización de los arreglos espaciales capitalistas y para el crecimiento de los circuitos secundarios, pero también el espacio preferencial para las resistencias y la reorganización política en torno al derecho a la ciudad. Especialemente importante en este terreno ha sido el concepto de empresarialidad urbana con el que Harvey esboza la posición de las ciudades en el arreglo espacial de la globalización financiera. Las ciudades a partir de los años setenta abandonan su función política como meras gestoras del modelo fordista-keynesiano que privilegiaba el Estado-nación, y se “independizan” como entidades políticas con capacidad de establecer una interlocución directa con la masa de capitales financieros desterritorializados que emerge del proceso de concentración de capital-dinero de los años setenta y ochenta. Este cambio de posición relativa implica que las ciudades, a la manera de las empresas, compiten por captar flujos financieros transnacionales mediante la reorganización de su espacio físico y su estructura social conforme a los principios de la hegemonia financiera neoliberal como proyecto de clase de los propietarios de dinero. Esto, a su vez, implica que las coaliciones de élites locales se encostren en los aparatos estatales locales y, a través de ellos, lanzen amplios programas de desarrollo de burbujas inmobiliarias, reorganización del espacio público, captación de rentas de todo tipo, privatizaciones de activos públicos y disciplinamiento de la fuerza de trabajo. La llamada ciudad marca Barcelona sería nuestro ejemplo más cercano, una de las estrategias más generalizadas de ciudad-marca que no es más que una proyección simbólica de las especificidades del territorio destinada a posicionar a la ciudad en este esquema.

Toda esta focalización de Harvey en los procesos espaciales de acumulación tiene una consecuencia política especialmente importante. Estas líneas de análisis conducen a lo que Harvey denomina acumulación por desposesión, es decir, a las formas de captar la riqueza social que no pasan tanto por la sustracción del plusvalor como valor nuevo que surge de un proceso de producción, como a la captación de la riqueza ya producida o de la riqueza no producida por medios capitalistas —los activos naturales serían el mejor ejemplo de esta segunda forma. Harvey, siguiendo también una línea de interpretación marxista, que no ha sido mayoritaria en las decadas anteriores pero siempre ha seguido viva, recupera el concepto de acumulación primitiva que Marx situaba como la génesis violenta del capitalismo, en la que la clase capitalista se constituyó mediante el robo y la apropiación de los bienes comunales que sostenían las formas comunitarias precapitalistas, y lo amplía temporalmente para sostener su vigencia permanente en todas las formas de capitalismo posteriores. El crédito inmobiliario, la pérdida de activos públicos por la privatización o la apropiación masiva de recursos naturales, en nuestro caso mediante medios financieros, son estrategias de acumulación centrales para el capitalismo actual. Los programas de austeridad, punta de lanza de la gestión neoliberal de la crisis, que en la actualidad sufre medio mundo y muy en especial España, no serían más que una forma coordinada de este tipo de acumulación. En términos políticos, este análisis de Harvey acaba con un cierto tipo de marxismo que privilegiaba de manera excesiva las luchas en el lugar de trabajo, y más en concreto del obrero industrial, como lugar donde se jugaba la derrota del capitalismo. Un entorno de acumulación por desposesión generalizada nos devuelve a un escenario en el que las luchas por la vivienda como valor de uso, los impagos de la deuda, las luchas por los servicios públicos y por los bienes comunes, por el espacio público o por la titularidad social del concocimiento y la tecnología, tienen tanta importancia como las luchas en el lugar de trabajo y en torno al mercado laboral. De hecho, las complementan y amplifican.

CEM reproduce documento de mayo de 1998: “Sobre el rumbo actual del FMLN”

CEM reproduce documento de mayo de 1998: “Sobre el rumbo actual del FMLN”

SAN SALVADOR, 8 de agosto de 2017 (SIEP) “Es un documento fundamental en términos del rumbo ideológico del FMLN, seguramente escrito en mayo de 1998 por Schafik Handal en el marco de la entonces polémica con los renovadores…” expreso Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete.”

Agrego que “lo divulgamos con el propósito de contribuir al actual fortalecimiento político-ideológico del FMLN para enfrentar los complejos desafíos de un segundo gobierno, en el marco de una brutal ofensiva de la derecha a nivel planetario y latinoamericano.”

“En aquel entonces –indicó Pineda- el FMLN, luego de las elecciones legislativas de 1997 mantuvo su posición, lograda desde 1994 como la segunda fuerza política del país y se preparaba para las elecciones presidenciales de 1999. Y durante la V Convención, en diciembre de 1997, había resultado electo como Coordinador el socialdemócrata Facundo Guardado.

“Guardado respaldaba el proyecto político de “centro” conocido como “Bases para un Plan de nación” que había sido impulsado por la Administración Calderón Sol, mediante la Comisión Nacional de Desarrollo. Era un esfuerzo orientado a promover el “desarrollo” del país mediante criterios neoliberales…y el documento de Schafik era la respuesta desde los sectores revolucionarios” apunta Pineda.

El documento “Sobre el rumbo actual del FMLN” se plantea el objetivo de “a) Interpretar lo que ha sucedido en el FMLN alrededor y después de la V Convención; b) Regenerar el pensamiento marxista en el fmln. Recuperar este pensamiento e incidir con él en el frente mismo; c) Defender el proyecto histórico de izquierda revolucionaria.”

Agrega que “en 1992 se funda el fmln como partido legal; pero además de fundarse diseñó un futuro. Se logró diseñar un partido, una estrategia y una acción. De ahí la esperanza que la gente ha visto en el fmln. Hoy estamos ante un gran reto, gobernar el país. Sí vamos a gobernar el país la pregunta es: ¿hacia dónde, con qué rumbo? Pues a pesar de las resoluciones de la V convención ya no hay una visión, un solo proyecto en el fmln.”
Señala que “actualmente en los organismos de dirección del fmln existe una corriente de centro. Maneja un discurso anti neoliberal pero en los hechos no combate el neoliberalismo. A la base lo que tiene es privilegiar las relaciones y el desarrollo de la empresa privada, modernizar el estado según la necesidad neoliberal; todo esto en detrimento de la economía popular. Es un proyecto que no ve como problema la privatización. Por eso la necesidad para nosotros de reflexionar desde la perspectiva de izquierda revolucionaria, con pensamiento marxista propio.”
Reflexiona que “el pensamiento marxista en el FMLN esta expresado en las resoluciones de la V Convención, que deben respetarse. Estas resoluciones no pueden ser ni tergiversadas ni amañadas ni incumplidas. Son mandato y deben cumplirse. Pues en las tesis estratégicas está el instrumento para profundizar la transición, es decir cambiarle el rumbo a la economía nacional. De no hacerlo nos quedaríamos en una democracia a medio andar, una democracia como la quiere el neoliberalismo, una democracia sin duda modernizada y restringida.”
Explica refiriéndose al proyecto “renovador” que “viene desde antes de la última convención de las fpl, cuando se dio un debate interno en la CP de las FPL. En ese momento Samayoa hizo la propuesta de “renovar” el pensamiento y la cuestión era de qué tipo de renovación estábamos hablando. En ese momento Samayoa perdió en la CP, salió de la FPL, no entró nunca al FMLN y siguió su proyecto desde afuera.”
Sobre la concepción de partido define que “el partido no es una federación de grupos o de personas para tomarse una alcaldía. Somos un partido revolucionario, democrático y socialista que tiene unidad, institucionalidad, que defiende valores y que tiene raigambre popular. Es un partido de izquierda revolucionaria que además tomó las armas…y que hoy no vamos a convertir en un partido electorero… El partido debe estar inmerso en la lucha social.”
Opina que “Estados Unidos, fundamentalmente no es amigo, pero queremos entendernos con ese gran pueblo. Pero estemos claro que mientras en ese país esté el corazón mismo del neoliberalismo los gobiernos de ese país no pueden ser amigos. Mientras los gobiernos de ese país estén bloqueando y conspirando para destruir la Revolución en Cuba, no pueden ser amigos.”
Señala que el proyecto de Facundo Guardado es reformista porque “solo se preocupa por lo institucional, la buena administración del poder estatal (alcaldías, presidencia, asamblea), olvidándose del carácter transformador que el ejercicio del poder debe tener; el partido se distancia del sujeto y de la lucha social; no se preocupa por conducir la sociedad a un momento de ruptura trabajando por las transformaciones.”
Reconoce el documento que “sin fuerza social organizada no habrá cambios realizables; necesidad de recuperar la capacidad organizativa del partido, (capacidad de interpretar lo que dice y piensa la gente) para no depender tanto de los asesores; en la base existe vacío en cuanto a la educación ideológica: esto puede ser peligroso si se gana el gobierno; el movimiento sindical no tiene una conducción política clara; la movilización social debe estar estrechamente ligada a temas movilizadores; para lograr el cambio hay que apostar a la organización”.
Y concluye afirmando la necesidad de “seguir profundizando sobre el proyecto alternativo al neoliberalismo: a) retomar y mejorar el plan del Frente (de abril 1996) con base a nuestros planteamientos y b) profundizar sobre temas como el Estado, lo social, indicadores sobre el proceso de las transformaciones paulatinas hacia el socialismo.”
El documento en su totalidad puede consultarse en www.ecumenico.org

SOBRE EL RUMBO ACTUAL DEL FMLN (1998)

SOBRE EL RUMBO ACTUAL DEL FMLN *
1. PREVIO
Encontrarse para discutir no tiene ni puede tener como objetivo la creación de un agrupamiento o reagrupamiento orgánico. El único propósito es: a) Interpretar lo que ha sucedido en el FMLN alrededor y después de la V Convención; b) Regenerar el pensamiento marxista en el fmln. Recuperar este pensamiento e incidir con él en el frente mismo; c) Defender el proyecto histórico de izquierda revolucionaria.

2. RETO ACTUAL DEL FMLN
En 1992 se funda el fmln como partido legal; pero además de fundarse diseñó un futuro. Se logró diseñar un partido, una estrategia y una acción. De ahí la esperanza que la gente ha visto en el fmln. Hoy estamos ante un gran reto, gobernar el país. Sí vamos a gobernar el país la pregunta es: ¿hacia dónde, con qué rumbo? Pues a pesar de las resoluciones de la V convención ya no hay una visión, un solo proyecto en el fmln.
Actualmente en los organismos de dirección del fmln existe una corriente de centro. Maneja un discurso anti neoliberal pero en los hechos no combate el neoliberalismo. A la base lo que tiene es privilegiar las relaciones y el desarrollo de la empresa privada, modernizar el estado según la necesidad neoliberal; todo esto en detrimento de la economía popular. Es un proyecto que no ve como problema la privatización. Por eso la necesidad para nosotros de reflexionar desde la perspectiva de izquierda revolucionaria, con pensamiento marxista propio.
El pensamiento marxista en el FMLN esta expresado en las resoluciones de la V Convención, que deben respetarse. Estas resoluciones no pueden ser ni tergiversadas ni amañadas ni incumplidas. Son mandato y deben cumplirse. Pues en las tesis estratégicas está el instrumento para profundizar la transición, es decir cambiarle el rumbo a la economía nacional. De no hacerlo nos quedaríamos en una democracia a medio andar, una democracia como la quiere el neoliberalismo, una democracia sin duda modernizada y restringida.
¿Es posible cambiarle el rumbo a la economía y pasar la profundización de la democracia? Consideramos que si. El escenario es favorable, el modelo liberal está teniendo varios reveses tanto en lo político como en lo económico y no se ve cómo podría recuperarse. Es prácticamente imposible que en un año logre lo que no ha logrado en nueve años. Es por eso que debemos apostarle a las elecciones, para abrirle espacio a nuestra estrategia.
Es por eso también que tenemos que defender la unificación del fmln, pero para fortalecerlo, no debilitándolo. Se debilita el fmln cuando se le desvía de su rumbo y el rumbo está en las resoluciones de nuestra V convención.
¿Qué hacer? Hay que participar en el debate alrededor del programa de gobierno del fmln. Debemos defender nuestro programa de gobierno. Tenemos que lograr que la fórmula de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia esté acorde con el programa de gobierno. Debemos exigir que esa fórmula represente las resoluciones de la V Convención y el programa de gobierno. Hay una relación estrecha entre resoluciones y programa. Debemos insistir en esto, ser exigentes en que se haga esta relación estrecha. Tenemos el deber de ser exigentes, puesto que esas resoluciones fueron votadas por unanimidad o evidente mayoría.
3. ¿HAY DOS PROYECTOS EN EL FMLN?
Hay comentaristas que quieren hacer creer, y muchos militantes que creen, que alrededor y después de la V Convención surgió un pleito de poder entre personas o grupos. Afirmamos que de lo que se trata es una lucha por ideas, por ideales, por propósitos y por proyectos.
Sí, hay surgimiento de un proyecto que no es el explícitamente expuesto por la institucionalidad del partido. Pero no es fácil identificarlo o denunciarlo, porque no tiene un planteamiento escrito, ni internamente ni al partido ni hacia afuera. Esto no por incapacidad si no por estrategia. El no exponerlo claramente es propósito deliberado, pues si se explicitara abiertamente no encontraría correlación dentro del partido. Lo que hay son solamente entrevistas, frases sueltas. Para ubicarlo hay que ver consignas, prácticas, actitudes o matices de planteamientos que comienzan a surgir en el Frente y la posición frente a la política o ideología de la derecha. Ellos evaden el debate por hoy, pero actúan (incluso desde afuera del partido) hasta tener los hechos consumados. Así fue con la Convención, así es con las “Bases para el plan de Nación”.
El proyecto viene desde antes de la última convención de las fpl, cuando se dio un debate interno en la CP de las FPL. En ese momento Samayoa hizo la propuesta de “renovar” el pensamiento y la cuestión era de qué tipo de renovación estábamos hablando. En ese momento Samayoa perdió en la CP, salió de la FPL, no entró nunca al FMLN y siguió su proyecto desde afuera.
Algunos conceptos básicos, en los cuales podemos detectar diferencias: El sujeto. Nosotros hablamos de clases sociales. Hoy se evita utilizar la palabra “clase” pero lo esencial es que hay lucha de clases, entre los que poseen y los desposeídos y marginados. El sujeto de la revolución siguen siendo los desposeídos, los campesinos, los desempleados, hasta los funcionarios… los que viven de su trabajo diario (esta es la clase). El sujeto hoy es más amplio por haberse modificado en comparación a los años 60/70. El partido y su programa deben aspirar a ser la expresión correcta concreta de todo este sujeto.
La nueva corriente, ya no identifica ni se identifica con la clase de los desposeídos, con un sujeto. Su criterio es donde están los votos. Con este criterio deja fuera a los campesinos, a los muy pobres, porque según sus análisis son gente que no votan o que votan en su mayoría por Arena. Según ellos el voto está en la ciudad, en la clase media y cuando se refieren a ella hablan de la “ciudadanía”. Para ellos solo existe “ciudadanía” que vota, ya no hay sujeto.
La ideología. Está de moda la desideologización. Cuando hoy más que nunca necesitamos ideología. Hay que ideologizarse. La ideología nos dice que tipo de sociedad queremos, que mundo queremos, que visión del mundo tenemos. Al comparar al FMLN con un partido como ARENA se puede demostrar muy bien la influencia e importancia de la ideología. En ARENA serán acaso 15 o 20 por ciento los burgueses, el resto son trabajadores, son campesinos. ¿Pero dónde está la diferencia con el FMLN? La diferencia está en la ideología, es decir esta en los intereses que un partido defiende. La ideología está íntimamente ligada con el programa de un partido y con su política. La nueva corriente, sigue reclamándose de izquierda. Pero en realidad es una izquierda que va corriendo hacia el centro. Es una izquierda pragmática y populista. El populismo se expresa en conceptos vagos como “mejorar las condiciones de vida de la población” o “profundizar la democracia”, sin jamás explicar que se entiende por profundizar la democracia, o para cuales sectores de la población se busca mejores condiciones.
Escobar Galindo, co-redactor de las “Bases para el plan de Nación”, un exponente de derecha pero hoy en su práctica política muy identificado y aliado de esta corriente naciente dentro del FMLN, ya anda hablando de “pragmatismo transideologico”, concepto hibrido muy revelador de su modo de actuar y de pensar ¿Por qué sienten la necesidad de producir un engendro como este? Porque al pragmático no le importa nada, con tal de llegar adonde quiere llegar. Puede hacer cualquier alianza, con tal de llegar al gobierno. Lo fundamental, dice el pragmático, es llegar al gobierno. Y cree que por eso ya llegó al poder. Confunde gobierno con poder y como confunde no ve ya más la necesidad de la estrategia y la necesidad del sujeto y la necesidad del partido.
Esto no está pasando solamente en nuestro país. En toda América Latina se puede encontrar ahora a esta izquierda, que dice que busca un modelo alternativo al neoliberalismo. Pero no combate al neoliberalismo y no ve la necesidad de proponer un rumbo diferente. Se contenta con luchar por lo que ellos creen ser un neoliberalismo menos salvaje.
La concepción de partido. En nuestra concepción el partido no es una federación de grupos o de personas para tomarse una alcaldía. Somos un partido revolucionario, democrático y socialista que tiene unidad, institucionalidad, que defiende valores y que tiene raigambre popular. Es un partido de izquierda revolucionaria que además tomó las armas…y que hoy no vamos a convertir en un partido electorero. Un partido exigente, donde hay que ser honesto, honrado, con un estilo de trabajo que es el colectivo. Luchamos por una causa, no por ambiciones personales de poder. El partido debe estar inmerso en la lucha social.
Luchamos por el poder político, porque el poder es para defender los intereses de los desposeídos, de los intereses del sujeto, y no solo por las ansias de llegar al gobierno. Es cierto que nosotros vemos como decisivo llegar al gobierno, pero tenemos rumbo. El rumbo es que queremos cambiar las estructuras que producen miseria……. y está plasmado en el programa que debe tener carácter transformador y no solo administrador del poder.
Cualificarse, modernizarse, renovarse ha sido una necesidad y una constante en nuestro partido y requerirá siendo necesario. Somos un aparato político-social y como tal debemos estar sometidos a un permanente cambio (precisamente el socialismo real de la ex-URSS no entendió esto y perdió toda su frescura) Pero estos cambios no nos deben llevar a perder nuestra razón de ser un partido de los trabajadores, de los excluidos, que somos anti neoliberales y que buscamos construir como modelo alternativo el Socialismo.
Una renovación que tenga como base el pragmatismo y que nos lleve a administrar un gobierno del modelo neoliberal no es ninguna victoria, es simplemente una farsa y nuestro suicidio como izquierda.
La nueva corriente ha trabajado de manera amañada con el concepto “renovación.” Lo contrapone a un supuesto dogmatismo u ortodoxia. En esta concepción, la base histórica del proyecto revolucionario, la que participo en la guerra, ya no es necesaria, porque significa pocos votos y esta además ideologizada con el proyecto socialista. Como que les diera vergüenza referirse a las bases y a todo lo que suene a popular. Para ellos lo popular ya solo tiene sentido en tanto que caudal de votos, ya no como sujeto de transformación de la sociedad. Esta concepción es la de un partido electorero. Esto es lo que ellos entienden por renovarse.
Esto es coherente con la incorporación de cuadros y bases del PDC y en algunos casos hasta de ARENA. A estos “nuevos cuadros” hay que abrirles espacios hasta de dirección (porque son expertos en dirección política, dicen), lo que es coherente con remover cuadros históricos de distinto nivel, sobre todo en la medida que estos sostengan un planteamiento socialista.
La concepción del partido se expresa además en el actuar político cotidiano de exponentes importantes de esta corriente. Se rompe por ejemplo la norma de tratar los asuntos internos del partido solo dentro del mismo y base a acuerdos colectivos: así es como se utilizó al Diario de Hoy alrededor de la convención o que se lanzó acusaciones contra Schafik.
Las alianzas. Las alianzas es factor necesario en la lucha por el poder Pero es la alianza social, la alianza de base que es fundamental. Las alianzas electorales vienen después.
En lo internacional igual, somos aliados de Cuba y de otros países socialistas. Naturalmente que queremos entendernos con otros países, priorizando los Estados Unidos, pero estando claro quiénes son nuestros amigos. Queremos relaciones respetuosas con todos en el mundo, sin ninguna clase de exclusivismos ni de exclusión. Estados Unidos, fundamentalmente no es amigo, pero queremos entendernos con ese gran pueblo. Pero estemos claro que mientras en ese país esté el corazón mismo del neoliberalismo los gobiernos de ese país no pueden ser amigos. Mientras los gobiernos de ese país estén bloqueando y conspirando para destruir la Revolución en Cuba, no pueden ser amigos.
La nueva corriente privilegia las alianzas electorales y gubernamentales, el programa es secundario. El entendimiento y búsqueda de acuerdos está dirigido al empresariado. El reto más grande es el de “unir a la nación.”
Las formas de lucha. Somos un partido legal, dentro de la legalidad. El parlamentarismo, el cabildeo, la búsqueda de consenso, la concertación, la proporción, son formas y métodos básicos y fundamentales dentro del sistema político y democrático. Las elecciones son parte fundamental de la estrategia. Pero primero debemos estar claros en cuanto a saber en qué tipo de país estamos y en que clase nos ubicamos. Hay que combinar la lucha social con la lucha de calle, imaginativa. Creemos en la presión de la calle como elemento importante de lucha. Hoy tenemos 27 diputados, podríamos tener más, 60 y más y siempre necesitaríamos lucha de calle ¿Por qué? Porque partimos de que es necesario que la gente acompañe la política de su partido, aun con el fmln en el gobierno.
Ellos en la revista Tendencias plantearon que no hay lucha de clases. Su actuar político tiende a reducir la lucha social y privilegia la búsqueda de arreglos en las cúpulas. Si hay lucha de calle, que esta no perturbe la estabilidad.
Posición frente al neoliberalismo. El neoliberalismo es deshumanizante, es empobrecedor y su modelo de civilización es embrutecedor. Es excluyente de los bienes que él mismo produce. En nuestro país lleva 9 años ya, y en 9 años tenemos más pobreza. Es imposible relativizar el neoliberalismo. No es cierto que con simple crecimiento vamos a salir de la pobreza. El modelo liberal es bueno para el capital. El resto se empobrece. Pero el neoliberalismo no solo es un modelo económico si no tiene también sus efectos culturales: provoca el embrutecimiento ideológico, la alienación cultural.
Las “Bases para el plan de Nación” propuesto por la comisión del gobierno de ARENA es un buen ejemplo del planteamiento neoliberal. Hay frases bonitas ahí, para engañar, pero la esencia es puro neoliberalismo. Si nos ponemos a relativizar, a “humanizar” el neoliberalismo nos enmarcamos dentro del neoliberalismo. Podemos incluso ganar elecciones, relativizando el neoliberalismo; pero ¿qué garantías tendremos de que no solo vamos a ir a administrar el neoliberalismo? Es cierto que nosotros vemos como decisivo llegar al gobierno, pero desde ahí queremos cambiar las estructuras que producen miseria. El reto nuestro es: construir un proyecto alternativo al neoliberalismo. Nuestro programa por lo tanto debe tener un carácter transformador, debe conducir a la sociedad a un momento de ruptura.
Ellos ante el neoliberalismo tienen una posición vergonzante. Hablan en contra del neoliberalismo pero se inscriben por ejemplo dentro de las “BASES.” Prefieren no enterarse de las verdaderas cifras económicas y sociales. Evaden analizar la realidad de las mayorías y la conducta voraz del gran capital nacional y multinacional. Lo que se busca es abrir el mercado aún más al gran capital, servir de motor para el desarrollo de la gran empresa privada. Todo el énfasis va en esa dirección. Es un proyecto que no ve como problema la privatización. Su énfasis esta en remodelar y “modernizar “el Estado de acuerdo a la necesidad de gran capital nacional e internacional en detrimento de un Estado capaz de cumplir con sus responsabilidades sociales y con su atribución de proyector y planificar. Es un proyecto con discurso anti neoliberal pero que en los hechos no combate el neoliberalismo. En esencia buscan una buena administración del neoliberalismo desde un gobierno supuestamente de izquierda.
El proyecto de la nueva corriente en resumen:

  • Para el sujeto, la clase media;
  • Para las alianzas, el capital, privilegiando las alianzas electorales y gubernamentales;
  • Para el partido, un partido estrictamente electorero con ideología pragmática, populista.

Es un proyecto centrista, porque para atraer el centro, adapta su programa a posiciones centristas en vez de buscar la correlación de fuerza en la alianza social para obligar a las fuerzas del centro a plegarse a un programa de izquierda.
Es un proyecto reformista porque:
-solo se preocupa por lo institucional, la buena administración del poder estatal (alcaldías, presidencia, asamblea), olvidándose del carácter transformador que el ejercicio del poder debe tener;
-el partido se distancia del sujeto y de la lucha social;
-no se preocupa por conducir la sociedad a un momento de ruptura trabajando por las transformaciones.

  • El proyecto lleva a la destrucción de la posición de fuerza del proyecto revolucionario porque:

-una política de alianza sin una verdadera fuerza social organizada no lograra cambios;
Reemplazar un programa de izquierda por planteamientos centristas no acumula votos.
*Como primera elaboración programática se puede considerar “las Bases para el Plan de Nación”: refleja la refleja la nueva manera de hacer política (ayudar a las posiciones moderadas del Frente desde afuera) está dirigida contra de un perfil propio del Frente, busca la desideologización en nombre de la “nación que es un todo” las propuestas son esencia de carácter neoliberal.
Nosotros somos socialistas y seguimos creyendo en la necesidad de la revolución.
Seguimos creyendo que el mundo y este país deben ser transformados. La organización actual de la sociedad es inhumana. Sigue existiendo la necesidad de conducir la sociedad a un momento de ruptura y al socialismo. El FMLN considera el socialismo como un modelo alternativo que puede ser superior al capitalismo en todas sus variantes. El socialismo es una nueva y superior forma de construir la sociedad, es una nueva civilización, es un humanismo radical. La transición a la Revolución Democrática y la Revolución Democrática misma son la expresión política indispensable para llegar a la construcción del socialismo.
Sin embargo, la pregunta del millón es, como saber si la revolución democrática nos conduce a la meta del socialismo o nos aleja de ella. Lo que preocupa a todos es cómo saber qué el rumbo es bueno y el camino que recorremos es correcto. Una respuesta definitiva a esta inquietud no es fácil. Pero lo que si podemos señalar son algunos criterios que nos permiten ir midiendo nuestra práctica y nuestro rumbo:
1- La estructura de la propiedad. Observar hasta qué punto se van erosionando las bases de la gran propiedad de la tierra, industrial y financiera, se extiende realmente la propiedad popular y es viable la democracia económica. Ver en qué medida y bajo en qué condiciones hay una integración de los sectores informales a la estructura económica. Evaluar las respuestas económicas a sectores sociales tales como mujeres y jóvenes.
2- La orientación social de mercado. Evaluar su avance o retroceso.
3- Los cambios democráticos. Medir sus alcances reales, medidos no solamente en el terreno de lo formal-institucional si no muy especialmente en lo referente a lo participación popular.
4- Las estructuras de poder del Estado. La transformación del estado en un sentido profundo sigue pendiente en nuestro país y ello no será posible sin que se expresen formas de confrontación entre distintos intereses de clase y diferentes proyectos de sociedad.
5- El poder del estado. Una buena parte del futuro se juega en ese ámbito. Avanzar o retroceder en esa cuota de poder es así mismo una forma de medir hacia dónde vamos.
6- El uso del poder del estrado. En qué medida potencia la participación; en qué medida alimenta o mediatiza a los movimientos populares y les quita o no independencia. Si la izquierda usa el pode para hacer de gestora de los intereses populares, ocupando su espacio en las instituciones, entonces retrocedemos porque aunque hagamos de caja de resonancia lo que estamos haciendo es amortiguar las contradicciones. La izquierda debe gobernar con la gente, no para la gente sin la gente.
7- Grados de ruptura. El avance hacia el socialismo lleva consigo grados de ruptura. Si esto no se produce en mucho tiempo, habrá que desconfiar respecto de si avanzamos o no.
8- La movilización en sus diversas expresiones. Este termómetro es a considerar de importancia. El accionar de las masas nos dirá que tan aceptado es el programa revolucionario, expresara la fuerza política en la cual descansa el partido, nos indicara el futuro del proyecto que impulsamos.
9- Los principios o el factor moral. Tradicionalmente la izquierda ha considerado este factor un subproducto de la política, algo secundario. Sin embargo no hace falta ni queremos un código moral, pero si unos principios y valores morales revolucionarios (solidaridad, justicia, igualdad, odio al racismo y al machismo…) que deben y pueden ser sujetos a la crítica. Por mucho que una fuerza revolucionaria tenga definido un trayecto hacia el socialismo, ello no servirá de nada si tal partido está deteriorado moralmente y es incapaz de liderar un proyecto de sociedad alternativa.
10- La mirada hacia dentro del partido. El partido será una fuerza con mayor o menor energía de cambio según sea su grado de acomodación al nuevo escenario político; según sea capaz de superar las servidumbres de la acción institucional; de la búsqueda de financiamientos, etc. Esto es un punto muy importante ya que no hay avance hacia el socialismo sin fuerza subjetiva.
Los dos indicadores principales:
a) Son las luchas sociales las que principalmente nos indicaran el rumbo; si la sociedad tiende a la conservación o si tiende al cambio, si tiende a replegarse alrededor de problemas muy sectoriales o tiende a querer participar en asuntos generales, si tiende al individualismo o a la acción comunitaria. Todo eso vislumbra si la democratización lleva buen rumbo o nos lleva a cualquier parte.
b) La fuerza de voluntad expresada en el partido, en las organizaciones de base, en el pueblo es el termómetro principal que nos llevara hacia el socialismo.
Por lo tanto, debemos pelear por:
*Un programa de gobierno que sea consecuente con los intereses de la nación y del pueblo.
*Ganar las elecciones del 99
*Llegar al gobierno y ser prácticos pero no pragmáticos.
*Ser flexibles y amplios sobre la base de un partido masivo popular con firmeza de principios.
Esta fue la línea y la practica en el 97 y el pueblo nos premió, nos correspondió. Firmeza de rumbo y de principios puede ser y es compatible con flexibilidad.
4. PUNTOS A PROFUNDIZAR EN EL ANALISIS.
Sobre la identificación del proyecto

  • Falta sistematizar y profundizar en la diferenciación de las dos corrientes para ayudar a la argumentación en el debate (evitar de operar con etiquetas simples)
  • Elaborar planteamientos claros sobre que somos.

Sobre el sujeto de cambio.
*Hay que hacer una relectura de las amplias mayorías. Esa relectura quedara parcial si no parte de un enfoque de género. El neoliberal excluye cada vez más gente, golpeando sobre todo a las mujeres, lo que produce diferentes niveles de pobres y desposeídos. Las condiciones sociopolíticas de los desposeídos, de los que viven en su trabajo, han cambiado. Hoy tener un trabajo asalariado puede ser un privilegio. Además hay que diferenciar el concepto de clase media
*Hay que buscar respuesta a por qué la gente más pobre vota en su mayoría por ARENA y porque la clase media urbana prefiere al Frente
*El sujeto es amplio: todos los que están en contra del neoliberalismo. El programa debe responder a este sujeto.
*Tomar en cuenta que también en el partido la composición socioeconómica del sujeto ha cambiado.
Sobre alianzas
*Hay que tener claro cuál es el piso para participar en alianzas y concertaciones.
*La búsqueda de candidatos hay que hacerla en base a criterios y el programa y no en base a nombres
Construir el proyecto alternativo: se necesita elaboración teórica.
*sobre el Estado: una posición clara sobre sus nuevas funciones en función del nuevo proyecto alternativo al neoliberal.
*sobre lo social: tener respuestas alternativas ante la liberalización del mercado del trabajo por el neoliberalismo.
*sobre el sujeto: este es amplio, incluyen a todos los que están en contra del neoliberalismo. El programa debe responder a ese sujeto. – *sobre todo no caer en solo administrar el neoliberalismo; hay que tener claro los momentos, las áreas y en que estaremos obligados a hacer concesiones.
Movilización, lucha social y conceptos de organización
*sin fuerza social organizada no habrá cambios realizables;
*necesidad de recuperar la capacidad organizativa del partido, (capacidad de interpretar lo que dice y piensa la gente) para no depender tanto de los asesores;
*en la base existe vacío en cuanto a la educación ideológica: esto puede ser peligroso si se gana el gobierno;
*el movimiento sindical no tiene una conducción política clara;
*la movilización social debe estar estrechamente ligada a temas movilizadores;
*para lograr el cambio hay que apostar a la organización;
*profundizar alrededor de conceptos de organización que pueden desideologizar y alimentar actitudes anti-partido. Como ejemplo el concepto de la “sociedad civil”: es un todo que no enfrenta, que no formula ni expresa intereses, ni busca referente.
5. QUE HACER-TAREAS
Partimos de que queremos fortalecer la unificación, institucionalidad y capacidad ideológico-política del FMLN afianzando el rumbo socialista.
Impulsar el debate:
a) asambleas de intercambio para discutir y profundizar los puntos de los dos proyectos;
b) centrar el debate alrededor de: – los dos proyectos y corrientes de pensamientos – los contenidos del plan de gobierno – la fórmula presidencial y – la composición de gabinete
c) aprovechar los espacios oficiales del partido para impulsar el debate y apoyar iniciativas de formación político-ideológica de los militantes así como incidir en la formación técnica de cuadros.
d) reivindicar el derecho a la palabra, la crítica y el debate y porque son fundamentales para la unificación del partido.
Afianzar nuestro plan de gobierno:
a) construir lo más pronto posible una metodología de concertación para impulsar la consulta del plan de gobierno del FMLN
b) promover la elaboración con sustento teórico de propuestas para el proyecto alternativo al neoliberalismo
c) recuperar a nivel departamental y nacional la bandera de la concertación que con la iniciativa de las “Bases” se le quiere quitar al FMLN
Seguir profundizando sobre el proyecto alternativo al neoliberalismo.
a) retomar y mejorar el plan del Frente (de abril 1996) con base a nuestros planteamientos
b) profundizar sobre temas como el Estado, lo social, indicadores sobre el proceso de las transformaciones paulatinas hacia el socialismo.

Wrong angle of entry

Wrong angle of entry

August 8, 2017

Below are two excerpts from the always interesting summer issue of Monthly Review (personal note: its founding editors introduced me to a non-dogmatic marxism).

The first is from John Bellamy Foster’s article, “Revolution and Counterrevolution:”

“All of this reaffirms the historical truth that there can be no socialist revolution—however it should arise—that is not also forced to confront the reality of counterrevolution. Indeed, in judging revolution and counterrevolution over the last century, particular stress must be put on the strength and virulence of the counterrevolution. The struggles and errors of the revolutionists are only to be seen in the context of this wider historical dialectic.”

And the other is from the Editors:

“Indeed, if there is a single underlying theme to the articles included here, it is that they all indicate that in interpreting revolution and counterrevolution over the last century emphasis must be placed on the strength and virulence of the counterrevolution, and that the errors of the revolutionists can only be assessed in that context.”

My initial reaction anyway is that both suggest a wrong emphasis, i.e. on the forces of counterrevolution, writ large, if we hope to arrive at an understanding what happened in the 20th century and the requirements for a turn to socialism and democracy in this century.

Here is what I wrote on my blog (Angle of Entry, SamWebb.org) more than a year ago, which places “stress” elsewhere:

“Much of I write is exploratory. It is a work in progress; an ongoing conversation with myself as well as with readers.

And there’s an explanation for this: I came to radicalism and the Communist Party in the early 1970s, but I grew up politically in the last two decades of the 20th century and the first decade of this one. During that relatively short stretch of time, two signal events took place that disrupted my safe political space. One was the rise of right wing extremism, neoliberalism, and capitalist globalization at the beginning of the 1980s; the other was the implosion of Soviet socialism a decade later.

The resulting sea change in the direction of world politics caught me – and many others – off guard. After all, I was radicalized at at time when the world seemed nearly infinitely malleable. “Socialism in our time” didn’t seem like wishful thinking. So when the forward march of labor and its allies was abruptly halted and Soviet socialism went belly up with barely a whimper, I felt compelled to reexamine many of the assumptions and core ideas that had framed my thinking and activity.

It was too much of a stretch to think that my old understandings of marxism, marxist methodology, and the world could explain this unexpected and sudden recasting of the world.

Or to put it differently, in the face of a profound and historic defeats, I concluded that the losing side – of which I was a small part – would make a big mistake if it attributes those defeats exclusively to the strength of its opposition or to “class traitors” from within its ranks.

Instead it seemed obvious to me that it was imperative to interrogate my own assumptions, understandings, and practices. To do otherwise seemed profoundly unrealistic, undialectical, and non-marxist. And that continues to be my strongly held opinion.

I learned from playing basketball that if your opponent beats the hell out of you (and that happened to me more than once – the only championship team I ever played on was in 8th grade), then you better make some big adjustments before your next game. To do nothing is to invite another rout.

So I re-read – this time from a different vantage point – Marx, Engels, Lenin, Gramsci, Dimitrov, Luxemburg, Togliatti, and others of their generations. I also read the work of many contemporary authors who write mainly, but not exclusively, in the Marxist tradition.

In the course of this rethink (and especially over the 14 years that I was the National Chair of the CPUSA before stepping down in 2014 and resigning in 2016), I like to believe that I gained new insights on matters of theory, politics, culture, and marxism as well as jettisoned old notions that had left me so flatfooted in a changing world.

On this blog I will continue, albeit with my obvious limitations, that endeavor. And in doing so I hope that it assists in some small way in the building of a people’s movement and a left that has the vision, reach, unity, power, and common sense to save our fragile planet and make life livable, free, and joyous for all.”

This emphasis, I believe, would serve us better.

Las experiencias de FECCAS y UTC

Las experiencias de FECCAS y UTC
Miércoles, 28 de agosto de 2013
Por: Alberto Enríquez Villacorta

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Aguilares: vivero de cuadros campesinos que contribuyeron a cambiar la historia de El Salvador

Alberto Villacorta, miembro de la dirección de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), a finales de la década de los 70, uno de los grandes aportes al trabajo de organización campesina y del movimiento popular.

Tratando de hacer memoria:
“Algunos cantan victoria,
Porque el pueblo paga vidas,
Pero esas muertes queridas
Van construyendo la historia….”

De Guatemala a El Salvador a estudiar teología en la UCA

Llegué a El Salvador en marzo de 1974, porque iba a iniciar mi etapa de estudio de teología en la Compañía de Jesús, y lo iba a hacer junto con un grupo de compañeros en El Salvador, donde bajo la dirección del padre Ignacio Ellacuría, se abriría el Centro de Reflexión Teológica (CRT) en la Universidad Católica José Simón Cañas, UCA.

Nosotros veníamos de vivir en la ciudad de Guatemala, en una comunidad jesuita ubicada en una zona popular de la zona 5, que se hizo muy famosa entre otras razones, por su ubicación, pues la zona 5 se asocia a comunidades marginales y no habían existido antes grupos de jesuitas centroamericanos viviendo en “ese tipo” de lugares. Para sectores de las clases altas y medias guatemaltecas, la zona 5 era la comunidad de los jesuitas “comunistas”.

Yo había llegado a Guatemala a finales de 1972, después de terminar mi carrera de filosofía en México. En 1973, formamos la comunidad de la Zona 5, en donde estábamos César Jerez, Juan Hernández Pico, Ricardo Falla, Carlos Cabarrús, Enrique Corral, Fernando Hoyos, Eduardo Valdés, y durante un tiempo llegó a vivir con nosotros Fernando Ascoli.

El grupo de estudiantes jesuitas que veníamos de Guatemala a El Salvador para iniciar el estudio de teología en el CRT, había tomado la decisión de no vivir en la ciudad de San Salvador, sino en una zona pobre del campo. Queríamos compartir, en la medida de lo posible, las condiciones de campesinos y campesinas salvadoreños. No teníamos un lugar previamente escogido, por lo que vivimos los primeros meses en la comunidad jesuita de Santa Tecla. En aquel momento había también otra comunidad de estudiantes jesuitas en Antiguo Cuscatlán, donde vivían compañeros, entre los que se encontraban Fernando Ascoli, Emilio Baltodano, Rodolfo Cardenal, Antonio Cardenal, Napoleón Alvarado y otros.
La experiencia del trabajo social en Guatemala. Opción de un compromiso más concreto

Yo venía con la experiencia de haber organizado en Guatemala varios grupos de estudiantes universitarios. Muchos de ellos, hombres y mujeres, habían militado en Acción Católica Universitaria y ahí se comenzaron a plantear con fuerza la problemática de la relación entre marxismo y cristianismo y de si la lucha armada era compatible o no con los principios cristianos. Llegó un momento en que los sacerdotes que dirigían la acción católica juvenil y universitaria en Guatemala, ya no podían dar respuesta a tantas preguntas que les planteaban los estudiantes; estaban completamente desbordados.

A partir de esta búsqueda de respuestas y opciones, hubo gente que quedó suelta. En enero de 1973, participé –no recuerdo quién me invitó- en una reunión en la Universidad de San Carlos y ahí conocí a varios de estos jóvenes; comenzamos a platicar sobre sus inquietudes. Les propuse que formáramos un grupo para trabajar con los indígenas en el Quiché. Aceptaron. Y fue el jesuita y antropólogo guatemalteco, Ricardo Falla, que trabajaba en esas zonas indígenas, quien nos conectó con los sacerdotes del Corazón de María, que vivían y trabajaban en el Quiché. La experiencia de trabajo en el Quiché, que posteriormente se ampliaría a Chimaltenango y que se combinó con nuestra intensa vida jesuítica comunitaria de la zona 5, y la evaluación que hice de un Programa del Centro de Adiestramiento de Promotores Sociales (CAPS) de la Universidad Rafael Landívar, que me llevó visitar múltiples comunidades indígenas del occidente y norte del país, marcaría mi vida muy profundamente.

La experiencia con grupos integrados por universitarios, universitarias y jesuitas trabajando desde una perspectiva motivada por el evangelio, el cristianismo entendido y vivido como compromiso con los pobres, lo que implicaba enfrentar la injusticia, la exclusión y todas las formas de represión, de acuerdo a los planteamientos nacidos en el Concilio Vaticano II, hechos como la reunión de los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín, Colombia; la teología de la liberación y el Movimiento de Cristianos por el Socialismo con todas las corrientes mezclándose e interactuando dentro de la Compañía de Jesús, nos impulsó a optar por un compromiso más concreto, incluido el voto de pobreza, no tanto como la renuncia a las cosas materiales, sino más bien cómo compartir la suerte de los pobres, comprometerse en serio con ellos, asumiendo las consecuencias y los riesgos que ello implicaba. No se trataba de no tener, sino de poner lo que se tenía en función de los pobres y comprometerse con ellos; no se trataba de ser “un pobrecito más”, sino de generar las condiciones para que la pobreza desapareciera.

La lucha contra la injusticia estructural en los países nuestros, comenzó a incrementarse a principios de los años 70. Era algo que se sentía por todas partes. Pero aunque era una corriente muy fuerte que fue asumida por amplios sectores de la iglesia católica y de la Compañía de Jesús, la manera de cómo ese compromiso con los pobres y los excluidos, con los más débiles y pequeños, se traducía a la vida y al trabajo concreto de maneras muy diversas. Podía ser a través de una línea muy pastoral, de una actividad parroquial o de una vía más explícitamente organizativa, social o política.
“La Casa de los Teológos” en Aguilares: Una reflexión hacia el Compromiso Social

Después de explorar varios lugares, tomamos la decisión de vivir en la ciudad de Aguilares, a 36 KM de San Salvador, donde la parroquia estaba dirigida por los jesuitas, bajo la orientación del padre Rutilio Grande, que años después, en marzo de 1977, sería asesinado. Encontramos una casa relativamente grande en el centro del pueblo y nos fuimos a vivir ahí. Habíamos propuesto como Padre Superior –así se llamaba el responsable- de la comunidad, al jesuita mexicano Rafael Moreno, que había sido Superior del grupo de jesuitas centroamericanos en México y que llegó a Aguilares a mediados de 1974.

FECCAS-UTC, FTC, FAPU, BPR

La “Casa de los Teólogos”, como le decía la gente a nuestra comunidad, estaba formada por Carlos Cabarrús guatemalteco, Jorge Sarsanedas Panameño, Eduardo Valdés (“el Negro”) Panameño, José María Andrés español, el “Cuache” Pellecer -guatemalteco-Roberto Sáenz –nicaraguense- y yo.

En ese grupo, como ya dije antes, había la decisión de venir a estudiar teología a El Salvador y de vivir en el campo. La idea era simplemente vivir en un lugar en el que pudiéramos asumir compromisos con los campesinos y combinar este propósito con nuestros estudios de teología. Queríamos también hacer una reflexión teológica desde la realidad de injusticia y pobreza que vivían las mayorías en nuestros países, y concretamente en El Salvador.

Sin embargo, en la comunidad habían dos vertientes o dos maneras de ver las cosas, un grupo que se planteaba el compromiso con los campesinos, desde una perspectiva pastoral y religiosa, que, por cierto se vinculó estrechamente con la parroquia; y el otro grupo en el que estábamos Eduardo Pellecer y yo, que queríamos trabajar directamente con las organizaciones de los campesinos, desde una perspectiva más social y política, porque considerábamos que era la mejor manera de enfrentar el tema de la pobreza y la injusticia. Yo venía absolutamente convencido por mi experiencia en Guatemala que solo la misma gente pobre obreros, jornaleros o campesinos, organizada, sería capaz de cambiar la situación. De ahí mi propósito e ilusión de contribuir a que la misma gente en el campo salvadoreño se organizara y fortaleciera sus instrumentos de lucha. No éramos nosotros los que íbamos a resolver sus problemas, eran ellos mismos. Pero tanto en Guatemala como en El Salvador, la injusticia estructural, la pobreza y exclusión, así como la represión, eran muy profundas. En el fondo, yo venía ya bastante convencido de que la opción de la lucha armada era una alternativa que no se podía descartar ni para la gente ni para nosotros, porque no quedaban muchos caminos ni muchos espacios abiertos.

Con esos pensamientos y determinaciones empezamos a vivir en Aguilares, una zona cañera, con grandes ingenios azucareros como La Cabaña y San Francisco (“San Chico”), pero también con mucha gente viviendo en condiciones de mucha pobreza y exclusión, y fuertemente acosada por la represión a través de la Guardia Nacional, la Policía de Hacienda, la Policía Nacional y hasta el mismo Ejército. Recién llegados nosotros a Aguilares, empezó una gran huelga de los trabajadores en el ingenio La Cabaña. Fue ahí donde conocí a Marianela García Villas, una abogada demócrata cristiana que más tarde sería una gran defensora de los derechos humanos y moriría a manos del ejército en Guazapa a principios de 1983 cuando investigaba el uso de napalm por parte de la fuerza aérea salvadoreña.
Un núcleo inicial para el trabajo campesino

Para dar inicio a la proyección del trabajo con la organización campesina en Aguilares, Antonio Cardenal, Fernando Áscoli y yo, convocamos a una reunión en la casa jesuita de Antiguo Cuscatlán, a algunos estudiantes de la UCA, varios de los cuales militaban en el Movimiento Universitario Socialista (MUS) del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR). En esa reunión estuvieron, entre otros compañeros, Ana María Castillo, Yanet Zamour, Margarita Cruz, Oscar Miranda, y por el lado de los jesuitas estábamos Antonio, Fernando yo. Allí les preguntamos si querían comprometerse con el trabajo campesino en la zona de Aguilares, explicándoles que se trataba de asumir un compromiso serio, que no se trataba de un simple trabajo asistencial o de caridad. Buscábamos un compromiso a fondo. La respuesta fue positiva y partir de ahí comenzamos a trabajar para que se sumaran otros compañeros, incorporándose en primer momento, los seminaristas que vivían y trabajaban en la Colonia Santa Lucía, del municipio de Soyapango. Ellos apoyaban en ese tiempo el trabajo del padre Trinidad Nieto. En ese grupo estaban los compañeros Antonio Cardoza, Carlos Enríquez (“El Bigotes”), Jorge Palencia, Guillermo Cortez y Oscar, que después se fueron a trabajar al municipio de San Martín con el padre Rutilio Sánchez, que en ese entonces era el párroco en aquel lugar.
Nuestros primeros contactos con FECCAS a través de Polín

Unas semanas antes de irnos a vivir a Aguilares, hablando con Toño Cardenal, le comenté mi interés de trabajar de manera directa con una organización campesina y las razones que tenía para ello. Toño se entusiasmó y me dijo, “Yo conozco a la persona indicada con la que podés hablar de esto claramente, te la voy a presentar, es un dirigente campesino muy joven, pero inteligente y visionario, con mucho carisma; él se llama Apolinario Serrano y le dicen Polín”. Así es como en abril de 1974 llegué a conocer a Polín en Aguilares.

Una vez instalados en Aguilares, continuamos estudiando diariamente nuestra materia de Teología en la UCA, y al mismo tiempo, fortaleciendo nuestras relaciones con la parroquia de Aguilares. Algunos comenzamos a trabajar con la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS), una organización campesina de origen demócrata cristiano que estaba de capa caída, pero que con la llegada de Polín y el apoyo de algunos dirigentes, comenzaría el trabajo de revitalización para darle una nueva visión. En abril de 1974, FECCAS era una organización muy desgastada y debilitada, tenía una dirección pasiva en todos los sentidos, con un pensamiento caduco y conformista. Parecía una organización en proceso de agonía.

Como queríamos contribuir a la renovación de FECCAS, Ana María Castillo y yo nos reunimos con Polín para plantearle que teníamos un grupo de jesuitas, universitarios y universitarias que quería trabajar con el movimiento campesino. Recuerdo casi textualmente lo que Polín nos dijo en aquella ocasión: “Sí, esa canción ya la he oído muchas veces, los universitarios llegan, se entusiasman, prometen trabajar brazo a brazo con los campesinos, pero luego, con el primer problemita que aparece, se van corriendo y ya no los volvemos a ver. ¿Ustedes se quieren comprometer de verdad? ¿Ya lo pensaron bien?” Obviamente, le contestamos que sí, que nos queríamos comprometer de verdad, que ya lo habíamos reflexionado y que era una promesa en firme. Se nos quedó mirando fijamente un buen rato y con una sonrisa que después me sería muy familiar, nos dijo “Entonces los invito a que tengamos una reunión en el cantón El Líbano”.

Poco tiempo después, fuimos a la reunión que fue en la casa de Polín, donde vivía con su abuelita, en el caserío El Líbano, en el camino que va de Aguilares a Suchitoto. Polín nos recibió en la puerta. Estaba descalzo y con su pantalón arremangado hasta las rodillas. La casa era muy pobre, con piso de tierra bruta, paredes de adobe y techo de teja. Polín había convocado a la comunidad. Habría unas 25 personas entre hombres y mujeres, sentadas en banquitas de madera e iluminadas por la luz de dos candiles. Después de dar las buenas noches, Polín comenzó diciendo: “Les presento a Ana María Castillo que es una estudiante de la UCA y a Alberto Enríquez que también estudia en la UCA y es jesuita. Ellos están aquí porque dicen que se quieren comprometerse con nosotros y ayudar a nuestra lucha, pero yo lo que quiero es que ellos se comprometan aquí delante de ustedes, para que ustedes sean testigos de su compromiso”. No hubo nada parecido al acostumbrado “Bienvenidos”. Por supuesto, les reiteramos – como ya le habíamos dicho a Polín- que nuestro compromiso iba en serio, que realmente queríamos trabajar con ellos. Polín dijo que para trabajar con FECCAS, había que hacerlo yendo a los cantones: “Hay que trabajar con la gente. Si ustedes quieren trabajar, vamos a comenzar a trabajar las bases, cantón por cantón”.

Así es como comenzamos, con todo el grupo, a trabajar en la zona de Aguilares y Suchitoto, en cantones y caseríos como El Líbano, Tres Ceibas, Mirandilla, El Zapote, Los Gramales, el ICR, Platanares, Los Almendros, La Cabaña, Amayo, El Jicarón, el Tablón y todos los cantones del cerro de Guazapa.

Para poder cubrir todo ese trabajo, nos distribuimos las visitas y atención de cada uno de esos cantones y caseríos. Al principio comenzamos con parte de los compañeros teólogos de Aguilares, Toño Cardenal y Fernando Ascoli de la comunidad de Antiguo Cuscatlán, Ana María, Janet Samur y Margarita Cruz, pero casi inmediatamente se fueron incorporando otros compañeros como Tamba Aragón, Julio Molina, y algunos seminaristas de San Martín como Carlos Enríquez (“El Bigotes”), Antonio Cardoza y Jorge Palencia (“El Viejo”).
Un Ritmo de Trabajo Frenético Conviviendo con los Campesinos

Teníamos un ritmo de trabajo muy intenso. Por la mañana, de lunes a viernes, salíamos de Aguilares para llegar a la UCA a las 8:00 de la mañana, y de la Universidad salíamos a las 12:00, para estar de regreso en nuestra casa, a eso de las 13:30 PM. Al menos tres días a la semana, almorzábamos, nos cambiábamos de ropa y salíamos a eso de las cuatro o cinco de la tarde hacia los distintos cantones. Dependiendo de la distancia –hacíamos el recorrido caminando- llegábamos hacia las siete u ocho de la noche a los cantones. A esa hora teníamos las reuniones con los campesinos, siempre en casas o ermitas, a la luz de los candiles. En las reuniones hablábamos de la realidad del país, de las condiciones de los trabajadores, de la importancia de la organización, de FECCCAS y la necesidad de fortalecerla, del movimiento popular, etc. Dormíamos en casas de compañeros de cada cantón, generalmente de los que se iban perfilando como dirigentes o líderes. Recuerdo bien las casas de “Chanito” en El Jicarón –tenía 11 hijos a quienes había bautizado con los nombres de los seleccionados brasileños de aquel momento-, de Numas Escobar en El Tablón, de Cirilo García y Gabina Dubón, Félix García y Patricia Puertas en Amayo, de Juan Recinos en Los Gramales, de José López cerca de Tres Ceibas y de otros compañeros. El hecho de quedarnos en sus casas nos permitió que poco a poco nos fuéramos conociendo mejor, y de esa manera compartir con ellos y sus familias nuestras propias preocupaciones, las suyas y, en general, las que vivía nuestra gente en todo el país. Así es como comenzamos a desarrollar una relación de verdaderos compañeros y hermanos. Para nosotros todo eso era una verdadera escuela que nos iba transformando lenta y profundamente. Alrededor de las cuatro de la mañana nos levantábamos para emprender el regreso a nuestra casa, para bañarnos rápidamente, agarrar nuestros libros y rodar los 36 kilómetros que nos llevaban a la universidad para continuar la reflexión teológica, que cada vez más estaba marcada por lo que vivíamos en Aguilares.

Los estudiantes que trabajaban con nosotros también entraron en ese ritmo de vida y trabajo. Ana María, por ejemplo, estaba terminando su tesis de licenciatura en Sicología y daba clases toda la mañana en el Colegio Notredam. Por eso, los tres o cuatro días que visitaba los cantones para trabajar con las bases de FECCCAS, llegaba a nuestra casa donde dejaba su carro, de ahí se iba al cantón correspondiente y en la madrugada siguiente, se bañaba, se cambiaba y se iba directo al colegio a dar sus clases. Lo increíble era la alegría, el entusiasmo y la entrega con que vivíamos el compromiso con los campesinos, lo cual se fue convirtiendo en algo central en nuestras vidas. Lo que aún no captábamos en toda su dimensión era, que hacíamos aquello en medio de la gestación de un vigoroso movimiento popular que comenzaba a gestarse y que estallaría pocos años más tarde con la toma de Catedral en 1975.
“La Casa de los Teólogos” de Aguilares: Un centro dinamizador y creador de Conciencia

A partir de las múltiples relaciones con los campesinos y campesinas de la zona, nuestra casa de Aguilares se convierte rápidamente en un verdadero centro de encuentro y de trabajo, tanto de celebradores de la palabra, como de integrantes de FECCAS. Ahí dormían los campesinos y campesinas cuando regresaban del cantón antes de irse a San Salvador; se quedaban en el patio de la casa o en los cuartos nuestros, pero además, había una sala grande que servía de dormitorio. “La casa de los teólogos” jugaba el papel de centro dinamizador, donde habían reuniones de mil cosas distintas, donde se planificaban actividades, se escribían comunicados, se organizaban festejos, etc. Esa era la mejor muestra de que nuestras relaciones con aquella gente trabajadora y luchadora eran unas relaciones de verdad.

El padre jesuita Rutilio Grande era el párroco de Aguilares, una parroquia con gran dinamismo, en donde a partir de la lectura del evangelio se conocía y analizaba la realidad nacional. La misas de los domingos del padre Grande se abarrotaban, eran como las del padre Rutilio Sánchez en San Martín o David Rodríguez en Tecoluca, porque sus homilías, con lenguaje sencillo, campesino y campechano, tenían una gran profundidad, que no solo ayudaban a la gente a hacer una mejor lectura de la injusta realidad y opresión que vivíamos, sino que sobre todo, transmitían un mensaje, que por una parte denunciaba las injusticias, y por otra, alentaba la esperanza y fundamentaba la necesidad de luchar para cambiar las estructuras económicas, sociales y políticas que las producían.

Aguilares era un centro de concientización, donde se formaban campesinos y campesinas con una nueva visión, con una nueva conciencia, con un profundo sentido de responsabilidad, gracias a la inmensa labor que realizaban los celebradores de la palabra y los dirigentes de FECCAS cantón por cantón, complementado por el arduo trabajo que realizábamos nosotros los jesuitas y colectivo de estudiantes.

Para ese tiempo, 1974, los campesinos no tenían instrumentos para pelear por sus derechos, pero con el trabajo pastoral de los celebradores de la palabra –esto no sucedió solo en Aguilares, sino en distintas partes del país-, comenzaron a tomar conciencia de la necesidad de organizarse y buscarle salida a sus problemas más sentidos. De esta manera, FECCAS toma cartas en el asunto, fortaleciendo la organización campesina, con el objetivo inicial de mejorar los salarios y que a los trabajadores se les diera mejor alimentación en las haciendas de caña, café y algodón, con pan, frijoles y tortillas.

A los pocos meses de estar en Aguilares, se tensionó un poco la relación entre parte de la comunidad de teólogos y la parroquia, especialmente con el padre Salvador Carranza, porque la parroquia tenía temor de que el trabajo pastoral se politizara, aunque la parroquia respaldaba fuertemente a FECCAS. El problema estaba en que a nosotros nos veían con un pensamiento más radical y trabajando en lo que ellos consideraban una dimensión más directamente política y a eso, justamente, le temían. Personalmente, tuve siempre una relación crítica, aunque buena y de mucho respeto con la parroquia.

Posteriormente, el Padre Rutilio Grande me comentó, que él, desde mediados de 1975, sospechó que algunos de nosotros teníamos relación directa con alguna de las organizaciones político militares, cosa que siempre respetó.

Cursos de formación y surgimiento de importantes cuadros dirigentes campesinos

Para el segundo semestre del 74, empezamos una etapa con Polín, en la que al mismo tiempo que trabajábamos con la gente en los cantones, preparábamos los primeros cursos de formación para los campesinos y campesinas que se estaban afiliando a FECCAS. De esta manera se pondría en marcha un proceso que en adelante caracterizaría a la organización: la articulación del trabajo de base, con la formación y la movilización. Eran tres factores fundamentales en la estructuración y desarrollo de una organización más fuerte.

Con Toño Cardenal y Ana María, ideamos y estructuramos el primer curso de formación de cuadros intermedios y formamos el primer grupo –lo llamábamos el Grupo “A”- que éramos 26 personas incluidos nosotros, de los cuales estamos vivos solo tres. Este grupo, entre otras cosas, fue el responsable de formar en Aguijares y Suchitoto a muchos campesinos. Todos los y las integrantes del grupo pasaron después a tareas y organismos de dirección nacional de FECCAS y de la Federación de Trabajadores del Campo (FTC) que FECCAS formó con la UTC (Unión de Trabajadores del Campo) en 1975. En poco tiempo algunos campesinos se hicieron dirigentes del Bloque Popular Revolucionario (BPR) y de ahí se fueron a las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) “Farabundo Martí”, a desempeñar tareas militares o de dirección del movimiento popular.

Todo ese grupo de dirigentes que alcanzaron niveles muy altos de responsabilidad en el movimiento revolucionario salvadoreño, que cambiaría la historia del país, se inició desde los cantones; fue creciendo poco a poco desde abajo hacia arriba, se fue forjando mediante un compromiso cotidiano y un trabajo tenaz.

Ello es una muestra de las transformaciones que pueden sufrir las personas cuando encuentran las oportunidades y las condiciones para crecer y desplegar sus potencialidades.

La formación fue adquiriendo una gran complejidad con el tiempo. Se multiplicaron los cursos que eran reproducidos a todos los niveles y que incluían desde temas como la situación internacional y el capitalismo dependiente en El Salvador, hasta métodos de trabajo y dirección, o formas para analizar la realidad nacional y elaborar documentos como la misma Carta de Principios o los Estatutos de FECCAS.

Si alguna lección nos ha dejado la historia de FECCAS vivida entre 1974 y 1979, es que la diversidad y calidad de dirigentes que se formaron en los ámbitos local, intermedio y nacional, y que aportaron no solo al movimiento campesino, sino al movimiento popular y al movimiento revolucionario en su conjunto, fueron resultado de la acertada combinación de un trabajo organizativo desde la base, una formación sistemática de cuadros desde la base y a nivel intermedio y nacional, la movilización para reclamar sus derechos y buscar soluciones a sus necesidades más sentidas y a la construcción de la organización como el gran instrumento en el que todo lo anterior se ensamblaba.
Reuniones con el naciente movimiento de religiosos y religiosas

El mismo año 1974, empezamos a tener contacto con varios seminaristas y con el naciente movimiento de sacerdotes, religiosos y religiosas que ya en ese tiempo se reunían a nivel nacional para analizar la realidad del país, intercambiar experiencias y reflexionar sobre su compromiso sacerdotal o religioso. Algunos domingos nos reuníamos en Santa Tecla, en el noviciado de los jesuitas, con los padres David Rodríguez, Trinidad Nieto, Tilo Sánchez, Ricardo Navarro, Neto Barrera y otros; participaban también algunas religiosas cuyos nombres no recuerdo. Entre otros objetivos, estaba el formar grupos de apoyo al trabajo del movimiento campesino; sin embargo esto no llegó a estructurarse, porque la represión hacia la iglesia, específicamente hacia algunos sacerdotes y religiosas, empezó a incrementarse a través de la Guardia y la Policía Nacional. Muchas de sus casas y parroquias comenzaron a ser vigiladas de manera sistemática y se incrementaron las acusaciones de que eran teólogos y curas “comunistas”.
Toma de Catedral: Un gran aprendizaje para continuar la Lucha

En 1975 se da un acontecimiento que marca un salto cualitativo en el movimiento popular salvadoreño: la toma de la Catedral como protesta por la masacre de estudiantes realizada en San Salvador por el ejército salvadoreño el 30 de julio. Nuestra participación en este hecho político de gran alcance nacional e internacional fue total. No es la ocasión para profundizar en esto, pero vale la pena señalar, que la participación de los principales dirigentes de FECCAS y de nosotros – los jesuitas y estudiantes que colaborábamos con ellos-, que a esas alturas nos habíamos convertido en un “Movimiento” –le decíamos “el Movi”- junto a otros dirigentes populares, sacerdotes, religiosas, etc. nos permitió un enorme aprendizaje político, una toma de conciencia de la fuerza y la dimensión que ya tenía el movimiento popular en El Salvador y adquirir mejores condiciones para continuar aportando en las nuevas etapas de lucha revolucionaria que se avecinaban.
De Aguilares a Antiguo Cuscatlán, una comunidad comprometida

Para 1976, en la comunidad de Aguilares se comenzó a presumir que yo estaba vinculado a las FPL, por lo que se provocó una reflexión sobre los riesgos que esto implicaba para mis demás compañeros. La tensión fue subiendo de grado, hasta que una noche hablé con Rafael Moreno en su calidad de responsable de la comunidad, y como él era el único que sabía a ciencia cierta que efectivamente yo estaba militando en las FPL, reflexionamos sobre el tema y concluimos que dados los crecientes temores de varios de nuestros compañeros, lo mejor era salir de Aguilares. Me fui entonces a vivir a la comunidad de Antiguo Cuscatlán con Toño Cardenal y Fernando Áscoli, que además eran con quienes yo trabajaba.

En esa comunidad también se repetía el fenómeno de convivencia entre jesuitas con dos tipos de pensamiento y de práctica, unos más involucrados en el trabajo organizativo de las organizaciones populares y otros más vinculados a los esfuerzos pastorales o académicos tradicionales de la Compañía de Jesús.

Eduardo Pellecer (“El Cuache”) trabajaba en un programa de alfabetización con un grupo de estudiantes del colegio Externado San José –el principal colegio de los jesuitas en El Salvador-, enseñando a leer y escribir a grupos de campesinos mediante una metodología inspirada en el educador brasileño Paulo Freire, que hacía de la alfabetización un proceso de aprendizaje sobre la situación del país y las causas de la pobreza e injusticia. Este trabajo complementaba y respaldaba, tanto los esfuerzos pastorales de los celebradores de la palabra, como los avances orgánicos y políticos de FECCAS.

La represión en esa época era constante y creciente. Pero en la medida en que crecía, mayor era la incorporación de la gente a las distintas organizaciones populares, y FECCAS no era la excepción. En ese contexto, nosotros vivimos varias experiencias difíciles, aparte del hostigamiento y vigilancia sobre nuestra casa por parte de diferentes cuerpos de seguridad. Un ejemplo fue, cuando cerca de El Líbano la Guardia Nacional capturó a dos de los estudiantes que trabajaban con Eduardo Pellecer y fueron llevados a las cárceles de Suchitoto. Según el análisis posterior que hicimos, todo indicaba que a quien pensaban capturar era a mí, porque yo iba a ir justamente en esa dirección, pero a última hora cambiamos y me fui para Amayo. Poco después, también fue capturado Jorge Sarsanedas en los alrededores de la terminal de oriente en San Salvador. En ambos casos, los compañeros fueron torturados y golpeados.
Un grupo de trabajo que pasó a llamarse “Movimiento” (El Movi)

Ante la creciente oleada represiva, quienes trabajábamos con FECCAS y otras organizaciones populares poco a poco el grupo inicial de jóvenes y estudiantes había ido creciendo y ampliando nuestro trabajo, tanto con FECCAS y la UTC en el campo, como a organizaciones obreras y de pobladores de tugurios, tuvimos que tomar medidas de seguridad más drásticas, y comenzamos a emplear métodos semiclandestinos de trabajo, que nos permitieran continuar funcionando e impulsando el movimiento popular. La naturaleza de nuestro trabajo que consistía en apoyar a las organizaciones populares en su organización, formación y movilización, era pública y abierta. Eso no lo podíamos cambiar. Además, éramos bastante conocidos y por supuesto, estábamos bien identificados por los órganos de inteligencia de los cuerpos de seguridad. Por eso, lo que hicimos fue estructurarnos en pequeños grupos que llamamos “células”, para evitar las reuniones del grupo completo. Cada célula tenía un responsable que era parte de un equipo pequeño de dirección. Ya bajo esa estructura, bautizamos al grupo como “El Movimiento” y cariñosamente le decíamos “el movi”.

Yo estaba en una célula con Ana María, Carlos Aragón (Tamba) y Estephan Turcios. La composición era bonita: una estudiante, un cantante, un seminarista y un jesuita. Expresaba bien la composición del “Movimiento”. El que formaba parte del equipo de dirección era yo.

Al principio no tratábamos de ocultar nuestras reuniones, sino el contenido de las mismas. Por eso, muchas veces, nuestra célula salía de la UCA con libros de sicología para reunirse en los jardines de la Basílica de Guadalupe, donde llegaban familias, niños y niñas a jugar y otros estudiantes. En medio de los libros llevábamos los documentos políticos y los materiales que nos servían para analizar la situación nacional y para la planificación del trabajo. También nos reuníamos en casa de Ana María o en Comasagua, en la casa de la mamá de Estephan Turcios. Como anécdota, allí estábamos reunidos cuando fue el terremoto de Guatemala en 1976. El temblor se sintió muy fuerte y nos regresamos muy temprano para investigar si había pasado algo serio en San Salvador u otra parte.
Apoyo del “Movimiento” a las movilizaciones de FECCAS

La primera movilización de FECCAS a nivel nacional, que apoyamos, fue la que se hizo en solidaridad con una comunidad campesina de Garita Palmera departamento de Ahuachapán, que querían desalojar para construir un centro turístico. La noche antes la pasamos con Janet Samur y otros compañeros en casa de Ana María, hasta las cuatro de la mañana, haciendo panes con frijoles y café para toda la gente que venía. Fue muy divertido trasladar las ollas de café y los panes hasta la Iglesia El Rosario, para repartirlos entre quienes habían venido a la marcha.

Otra movilización que recuerdo –aunque no recuerdo ni el motivo ni la fecha- fue cuando FECCAS entró por primera vez a la Asamblea Legislativa. Nosotros apoyamos todos los preparativos y la coordinación que se hizo con el entonces diputado de la Democracia Cristiana, Mario Zamora que años más tarde sería asesinado por escuadrones de la muerte en su casa, hermano de Rubén Zamora. Mario dio la señal de entrada de los campesinos y campesinas a la Asamblea Legislativa. Esta experiencia dejó una mayor conciencia en los dirigentes de FECCCAS y en nosotros, sobre su poder y responsabilidad para continuar luchando por los derechos y las reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras del campo.
Construcción de organizaciones y cuadros históricos desde el trabajo de base

El movimiento popular siguió creciendo de manera acelerada, contando cada vez con más colaboradores y colaboradoras, entre ellos, una estructura bien organizada como que el “Movimiento”, que trabajaba con una metodología férreamente compartimentada y una disciplina estricta que la cumplíamos a rajatabla, desde el equipo de dirección hasta cada una de las células, al punto que a partir de cierto momento, ya no todo el mundo sabía lo que hacían los demás.

Gerson y Villacorta

Con ese espíritu de construir organizaciones desde las bases, con una conciencia cada vez más clara de que había que combinar la lucha por resolver las necesidades inmediatas –lucha reivindicativa-, con la lucha por cambiar el sistema capitalista por uno socialista –lucha revolucionaria-, con una profunda visión y mística colectivas, con dinámicas de movilización y programas de formación de dirigentes a todos los niveles, empieza a emerger y a tejerse un inmenso movimiento popular que en aquel entonces llamábamos “de masas”, del que FECCAS, junto a la UTC era parte importante. FECCAS y la UTC no solo constituyeron la organización de trabajadores y trabajadoras del campo más amplia y sólida en la historia del país, sino que además forjaron en su seno a destacados cuadros que de inmediato comenzaron a dar un invaluable aporte al movimiento popular y revolucionario en su conjunto.

Una reflexión desde el presente es, que en aquellos momentos no se había desarrollado aún el enfoque de género, no había una organización de mujeres como tal, aunque la participación de mujeres en todas las organizaciones populares era impresionante. Sin embargo, en el campo era muy difícil la participación de las mujeres. La cultura machista era muy profunda. Los hombres muy pocas veces y con gran dificultad “dejaban” participar a las mujeres en las reuniones y actividades. A pesar de ello, hubo mujeres del campo que se destacaron como dirigentes importantes; un ejemplo de ello fueron las compañeras Patricia Puertas (Ticha) y Gabina Dubón (Gaby).
Aguilares generó organización y cuadros dirigentes

No cabe duda, pues, que Aguilares, entendido aquí como la zona que formaban pueblos, cantones y caseríos a sus alrededores y que abarcaban los municipios de Suchitoto y San Salvador, fue uno de los centros más importantes de generación de organización y de cuadros de dirección, que pasaron de ser dirigentes campesinos, a ser dirigentes populares y luego dirigentes revolucionarios político-militares. Fue un vivero de hombres y mujeres revolucionarios ejemplares, que se entregaron en cuerpo y alma a esa batalla gigantesca del pueblo salvadoreño por transformar el país en un lugar donde desaparecieran la pobreza, la exclusión, la dictadura militar y se instaurara una sociedad solidaria, justa y en paz.

Para quienes éramos estudiantes jesuitas e integramos el “Movimiento” me refiero aquí a Toño Cardenal, Fernando Áscoli y yo, esta experiencia marcaría y determinaría el resto de nuestras vidas. Cuando yo tomé la decisión de venir a El Salvador a estudiar teología, luego la de vivir en Aguilares y después la de trabajar con FECCAS, jamás imaginé los alcances que estas decisiones tendrían. Entre marzo de 1974, cuando llegué a El Salvador por segunda vez –había vivido en Santa Tecla mi primera etapa en la Compañía de Jesús en 1967 y 1968- y febrero de 1976 cuando, junto con Ana María, pasé a la clandestinidad en las FPL, viví una de las etapas más intensas, apasionadas y hermosas de mi vida, a pesar de las condiciones en que me tocó hacerlo. Fue ante todo una escuela de compromiso y solidaridad, de lucha y fraternidad, donde el dolor refrescaba la ternura y se transformaba en convicción renovada y donde comprendí mejor y para siempre, que el sentido de la vida cobra toda su plenitud, cuando nos despegamos de nosotros mismos, y junto con otros y otras a quienes queremos, nos hacemos cargo de la historia y nos entregamos a crear las condiciones que permitan ir borrando las causas de la injusticia y la exclusión, y construyendo sociedades cimentadas en la solidaridad, el mutuo reconocimiento, el amor, donde hombres y mujeres encuentren con facilidad el sentido de sus propias vidas y la ilusión de forjarlas y proyectarlas.

  • Tomado del documento “para que no olvidemos”

Las paradojas de la igualdad en Jean-Jacques Rousseau

Las paradojas de la igualdad en Jean-Jacques Rousseau
Rosa Cobo
Universidad de A Coruña

Resumen

El siglo XVIII puede ser leído de muchas formas, pero ninguna de las miradas que hacen legible ese momento histórico puede prescindir del pensamiento de Jean-Jacques Rousseau. La actualidad de la obra del ginebrino se origina en que situó en el centro del escenario histórico los grandes problemas que han habitado la Modernidad. La columna vertebral sobre la que reposa su pensamiento social y político es su poderosa apelación a la igualdad. Sin embargo, la radicalidad de su concepto de igualdad se detiene ante las mujeres. Ahí la propuesta rousseauniana de igualdad naufraga y el pensador radical se convierte en uno de los fundadores del patriarcado moderno.
Palabras clave
Igualdad – Mujeres – Jean-Jacques Rousseau – Ilustración – Patriarcado

Introducción

El siglo XVIII puede ser leído de muchas formas, pero ninguna de las miradas que hacen legible ese momento histórico puede prescindir del pensamiento de Jean-Jacques Rousseau. En este año en que se conmemora el 300 aniversario de su nacimiento es difícil sustraerse a la seducción que ejerce la obra del pensador más grande de la Ilustración francesa. La actualidad de la obra del ginebrino se origina en que situó en el centro del escenario histórico los grandes problemas que han habitado la Modernidad.

Sin embargo, la columna vertebral sobre la que reposa su pensamiento social y político es su poderosa apelación a la igualdad.

En efecto, el concepto de igualdad de Rousseau no tiene como horizonte sólo la igualdad de los individuos ante la ley ni la imparcialidad del Estado con los ciudadanos. El núcleo fuerte de este principio político es la crítica a la desigualdad económica. En el Discurso sobre el fundamento y origen de la desigualdad entre los hombres,1 el filósofo ginebrino argumenta que la desigualdad económica es uno de los males fundacionales de la sociedad y, por ello mismo, de los más difíciles de resolver.
1 ROUSSEAU, Jean-Jacques, Discurso sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres, en Escritos de combate, Alfaguara, Madrid, 1979.

La idea que desarrollaré en este texto es doble: en primer lugar, argumentaré que la categoría de igualdad que se formula en los albores de la Modernidad no es sólo la que tiene un nervio liberal, aunque haya sido la que ha cristalizado históricamente en las sociedades con democracia representativa y economía capitalista; junto a ese concepto de igualdad,
aparece otro que no se ha desplegado históricamente y que ha sido fuente de inspiración para todas las teorías críticas que han surgido desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Este principio está construido sobre la crítica a la desigualdad económica.

La segunda idea que argumentaré es que la radicalidad del concepto de igualdad que plantea Rousseau se detiene ante las mujeres. Ahí la propuesta rousseauniana de igualdad naufraga y el pensador radical se convierte en uno de los fundadores del patriarcado moderno. Alrededor de la argumentación de estos dos nudos se articulará este trabajo.

El principio ético y político de la igualdad

A finales del siglo XVII comienza a aparecer tímidamente la categoría de igualdad en la literatura filosófico-política, que se consolidará a lo largo del siglo XVIII y se convertirá, junto al concepto de libertad, en los dos principios fundamentales de las sociedades modernas occidentales. Y no sólo eso, pues estas ideas se irán expandiendo, en un viaje de ida y vuelta, por muchas regiones del mundo hasta convertirse en el grito de muchos oprimidos y oprimidas que anhelan un mundo mejor.

En la Ilustración, la categoría de igualdad se conceptualizará como el principio político articulador de las sociedades modernas y como el principio ético que afirma que la igualdad es un bien en sí mismo y hacia el que deben orientarse todas las relaciones sociales.

La noción de igualdad reposa sobre la de universalidad, que, a su vez, es uno de los conceptos centrales de la Modernidad, y se fundamenta en la idea de que todos los individuos poseemos una razón que nos empuja irremisiblemente a la libertad, que nos libera de la pesada tarea de aceptar pasivamente un destino no elegido y nos conduce por la senda de la emancipación individual y colectiva. La universalidad abre el camino a la igualdad al señalar que de una razón común a todos los individuos se derivan los mismos derechos para todos los sujetos.

El universalismo moderno se fundamenta en una ideología individualista que defiende la autonomía y la libertad del individuo, emancipado de las creencias religiosas y de las identidades colectivas. El paradigma de la igualdad es la respuesta a la rígida sociedad estamental de la Baja Edad Media. Se edifica sobre el mérito y el esfuerzo individual y abre el camino a la movilidad social.

Y además fabrica la idea de sujeto e individuo como alternativa a la supremacía social de las entidades colectivas que eran los estamentos. Sin embargo, es preciso subrayar que la idea de libertad estuvo por encima de la idea de igualdad para ese sector social, la burguesía, que poco después se convertiría en la clase hegemónica que dirigiría los destinos de muchas naciones y pueblos.

Por el contrario, la idea de igualdad se convirtió en la seña de identidad política del tercer estado de la Revolución Francesa y posteriormente, en el
siglo XIX, en una reivindicación del movimiento obrero.

La idea que quiero desarrollar es que el principio ético-político de libertad tiene más peso en la propuesta liberal que en la posición demócrata radical. Y, por el contrario, el principio ético-político de igualdad tiene un carácter más central en las propuestas democráticas más radicales. En otros términos, el liberalismo se edificará sobre el principio de libertad y
colocará en el centro de su discurso la libertad y la responsabilidad individual como motor del desarrollo social.

Eso no quiere decir que en el siglo XVIII el liberalismo, con Locke como emblema, no asigne un lugar importante a la idea de igualdad en su teoría política. Se apropiará de este principio básicamente para deslegitimar las jerarquías de nacimiento e imponer un nuevo orden social en el que la aristocracia pierda el estatus dominante. Una vez que se aflojan los códigos que mantenían la dominación de la aristocracia y la burguesía conquista el poder político y se convierte en la clase hegemónica, entonces el principio de
igualdad se debilita para el liberalismo que pasa a otorgar un lugar ético y político privilegiado a la idea de libertad. El ámbito de la igualdad será el de la política y el de los derechos civiles y políticos.

Los derechos sociales que apuntan directamente a la desigualdad económica no entraron en el marco ético y político liberal. El Estado tendrá como objetivo no distinguir entre unos y otros individuos a la hora de concretar los derechos y la ley será la misma para todos. La burguesía reivindica la libertad en tanto es útil para eliminar barreras y filtros en el ejercicio de las actividades económicas. Y de esa forma, su reivindicación de igualdad es funcional básicamente para desactivar el poder de la aristocracia. Cuando este proceso se consuma, el concepto de igualdad que reivindica no dirige su mirada crítica sobre las desigualdades económicas y sobre otras discriminaciones.

Por el contrario, el marxismo, el anarquismo o el feminismo, entre otras teorías políticas críticas, harán de la igualdad el corazón de su discurso y de su práctica política. Las teorías políticas críticas, cuyo horizonte ético-normativo es la emancipación de determinados grupos y sectores sociales oprimidos, reivindican la igualdad que, a su vez, les proporciona ámbitos de libertad. Sin embargo, hay que señalar que la conquista de espacios de libertad no se traduce necesariamente en ámbitos de igualdad. A los grupos y sectores oprimidos les es muy útil la libertad a condición de que desactive la desigualdad.

Pero las libertades civiles y políticas no eliminan por sí solas la pobreza y la desigualdad a no ser que vayan acompañadas de derechos sociales. Y los derechos sociales germinan en el campo de la igualdad. De hecho, la tradición liberal no se ha caracterizado históricamente por la construcción de redes de bienestar social en el centro del Estado. El objetivo del liberalismo ha sido un estado reducido y un mercado muy amplio.

No obstante, es necesario identificar el núcleo teórico y político que diferencia a las dos tradiciones: a la liberal y a la democrática radical. Las diferencias fundamentales de las dos tradiciones se concentran, sobre todo, en la cuestión de la propiedad y en la diferente concepción acerca del pacto social. En efecto, Rousseau sostiene que el origen de la desigualdad está estrechamente vinculado a la aparición de la propiedad: “El primero a quien, tras haber cercado un terreno se le ocurrió decir: esto es mío y encontró personas lo bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil”.2
2 Ídem, p. 189.

Para Rousseau, la propiedad es la “compañía inseparable de la desigualdad incipiente”.3
3 Ídem, p. 191.

La propiedad y la división social del trabajo están en el origen de todos los males sociales: competencia, deseo de lucro, oposición de intereses… Por otra parte, el modelo contractual rousseauniano tiene la singularidad de considerar que la propiedad debe tener unos límites concretos: ésta no debe extenderse a la persona del individuo.

El consentimiento no puede servir para que un individuo se convierta en esclavo de otro, pues nadie puede utilizar la libertad para decretar su propia esclavitud. De esta forma, Rousseau se aparta de los pensadores liberales y queda fuera de lo que Macpherson denomina el individualismo posesivo.4
4 MACPHERSON, Crawford Brough, La teoría política del individualismo posesivo. De Hobbes a Locke, Fontanella, Barcelona, 1970

El ginebrino, sin embargo, cree firmemente que estas perversas adquisiciones sociales pueden ser revertidas mediante un nuevo contrato social. El contrato social puede hacer posible que el estado de naturaleza se reinstaure en el corazón de la sociedad y del Estado y para ello es necesario que ésta se rija por los elementos fundamentales del estado natural. Y los rasgos centrales del estado de naturaleza son la autonomía de los individuos y la ausencia de dominio de unos sobre otros. Por lo tanto, el contrato social que se firme a efectos de construir la sociedad moderna debe incluir estas características.

El contractualismo medieval parte de la existencia de un pueblo ya constituido –populus– y de un príncipe con autoridad para hacer las leyes al que el pueblo le ha conferido el poder del que originalmente sólo él es el titular. Entre el pueblo y el príncipe existe un pacto mediante el cual una parte hace las leyes y la otra las acata. Empero, para los contractualistas
modernos este pacto de sujeción –pactum subjectionis– esconde el problema
fundamental: cómo se forma el pueblo –pactum societatis–.

El contractualismo moderno se construyó contra el pacto concebido sólo como sujeción. Esto no significa que el nuevo contractualismo descartase el pacto de sujeción como fundamento del nuevo orden político sino que consideraba que éste debía de ir acompañado de un pacto de asociación:
“Según una opinión de los escritores de derecho público son necesarias dos convenciones sucesivas para dar origen a un Estado: el ‘pactum societatis’, en la que un cierto número de individuos deciden de común acuerdo vivir en sociedad, y el ‘pactum subjectionis’, en la que los individuos reunidos de tal manera se someten a un poder común”.5
5 BOBBIO, Norberto, “El modelo iusnaturalista”, en BOBBIO, Norberto, BOVERO, Michelangelo, Sociedad y estado en la filosofía moderna, Fondo de Cultura Económica, México, 1986, p. 94.

Rousseau es el único contractualista que rechaza el pacto de sujeción en la construcción del Estado y afirma que sólo el pacto de asociación debe convertirse en el fundamento del Estado. Y la eliminación del pacto de sujeción en su teoría política no afecta sólo a la constitución de la comunidad sino a todo el sistema político. La técnica política del Contrato social se ve
condicionada por esta elección.

Con esta definición de la soberanía, Rousseau se separa de todos los escritores políticos de su época al tiempo que se convierte en referente de las ideologías revolucionarias que consideran que el poder debe residir en las manos del pueblo.

El acto asociativo, es decir, la constitución de la sociedad, tiene un carácter sintético por el cual todas las voluntades se transforman en una sola voluntad general. Así, soberanía y voluntad general son conceptos inseparables porque afirman el exclusivo protagonismo del pueblo en la formación de la sociedad y del Estado. El ginebrino apuesta por el poder de la asamblea como columna vertebral del Estado.

La democracia directa es el mejor sistema político porque es el único que salvaguarda la libertad del ciudadano. Su conceptualización del poder como democracia directa y su crítica y rechazo radical a toda forma de enajenación política está sustentada en la no aceptación de ninguna sujeción política y, al mismo tiempo, en la afirmación del poder soberano de la asamblea. La asamblea tiene la cualidad de aunar las voluntades particulares y, además, las voluntades se hacen “más activas a medida que se concentran”.6
6 ROUSSEAU, Jean-Jacques, Contrato social, en Escritos de combate, Alfaguara, Madrid, 1979, p. 457.

A modo de conclusión, quiero señalar que la crítica a la desigualdad económica y la apuesta fuerte por la construcción de la ciudadanía (masculina) y de la democracia asamblearia están en el corazón de la teoría política rousseauniana.

Rousseau no reconoce jerarquías políticas que no hayan sido resultado de la elección directa de los ciudadanos. Para este autor, la política se configura como la gran herramienta de cambio social, sin olvidar que la educación es el otro gran pilar de transformación social.

El Contrato social y el Emilio, obras escritas al mismo tiempo (1762), deben ser leídas como los instrumentos complementarios y necesarios en la construcción del nuevo mundo, el de la Modernidad. El individuo y el poder político democrático son el centro de la nueva historia.

La cuestión fundamental que he querido señalar en esta parte es que en los albores de la Modernidad se formularon dos conceptos significativamente diferentes de igualdad. El primero de ellos, el liberal, se ha edificado sobre las ideas de libertad y responsabilidad individual.

Libertad en todos los ámbitos, especialmente en el relacionado con las actividades económicas en el contexto del mercado. Y responsabilidad a efectos de hacerse responsable de las acciones individuales. Esta libertad y esta responsabilidad descargan al Estado en muy buena medida de sus propias responsabilidades con la ciudadanía. Por eso no es de extrañar que esta filosofía política sea fuente de legitimación del actual capitalismo neoliberal, pues allá donde se aplican políticas neoliberales se reduce el Estado, se debilita el poder político, se recortan los derechos sociales y se produce un ensanchamiento del mercado.

La característica fundamental del liberalismo al apelar a la responsabilidad individual es que no identifica la existencia de sistemas de dominio. Y los sistemas hegemónicos debilitan las posibilidades del ejercicio de la responsabilidad individual.

Por el contrario, la idea de igualdad que arranca de Rousseau tiene como objetivo la reducción de la desigualdad económica. De hecho, la fuerza de este principio contagiará a diversos pensamientos políticos y les dotará de una dimensión fuertemente crítica. La igualdad rousseauniana desembocará en una propuesta marcadamente diferente a la liberal: más Estado, más derechos sociales y un férreo control sobre el mercado para así evitar el
desorden económico y el aumento de la desigualdad.

Las teorías más radicales de la democracia apuestan por el individuo como centro de la vida social, pero subrayan que las estructuras de dominio creados por los sectores dominantes debilitan la capacidad de los individuos de constituirse en sujetos políticos. Dicho en otros términos, la noción más crítica de igualdad está en el origen de todos los procesos de ensanchamiento de la democracia y de la humanización de las condiciones de vida de amplios sectores de la sociedad.

La otra desigualdad. De la Ilustración patriarcal a la Ilustración feminista

El poderoso y radical principio de igualdad de nuestro filósofo se bloquea cuando ha de ser aplicada a las mujeres. Y lo mismo ocurre con el concepto de igualdad de Locke. Hay que señalar que los dos conceptos de igualdad, el liberal lockeano y el radical rousseauniano, no consideran a las mujeres ni sujetos políticos ni sujetos de razón.

En ambas teorías se argumenta que las mujeres son el ‘otro’ sexo. La idea fundamental es que las mujeres tienen una naturaleza orientada a la domesticidad y alejada de lo público y lo político.

Ambas teorías conceptualizan al varón como un ciudadano –con más o menos límites– y a la mujer como una súbdita.7
7 PATEMAN, Carole, El contrato sexual, Anthropos, Barcelona, 1995.

El estatus que la Ilustración patriarcal, de la que Rousseau es uno de sus principales fundadores, otorga a las mujeres está vinculado al espacio de lo
pre-político. Las mujeres deben estar más próximas a la naturaleza para así no entrar en el espacio público-político.

El modelo de sociedad que diseña Rousseau está basado en una férrea distinción entre lo privado-doméstico y lo público-político. Dicho en otros términos, la división sexual del trabajo tiene un carácter central en la sociedad del Contrato social. La idea que preside el pensamiento social y político de Rousseau es que el ciudadano, como sujeto político, debe
ser la piedra angular del nuevo mundo que se está configurando. Sobre esta figura masculina edificará Rousseau el sueño de una plácida y armoniosa sociedad patriarcal.

El individuo, cuya metáfora perfecta es Emilio, debe cultivar facultades esenciales de la nueva sociedad democrática y patriarcal que se está configurando: autonomía y dedicación a lo público.
Hay que hacer la precisión de que lo público está pensado exclusivamente para el genérico masculino. Y éste es el ámbito de desarrollo de la humanidad y sociabilidad de Emilio: el ágora, la asamblea, la política. Debe contribuir a la formación de la voluntad general y para ello debe desempañar una función muy activa: debe asegurarse que la voluntad general se cumpla y no sea suplantada por inicuos intereses de unos pocos. Esta dedicación tan absoluta a lo público-político por parte de los ciudadanos es lo que condiciona el papel que Rousseau otorga a las mujeres.

Para que los varones puedan ocuparse del cumplimiento de la voluntad general en la asamblea, las mujeres deben dedicarse a tiempo completo al
marco doméstico-familiar. Este será el destino de Sofía, metáfora de las mujeres en la obra de Rousseau. Por todo ello, el contrato social rousseauniano es patriarcal así como lo es su concepto de democracia, puesto que no sólo excluye radicalmente a las mujeres de la ciudadanía, sino que, además, necesita de su subordinación como condición de posibilidad
de la vida democrática.8
8 COBO, Rosa, Fundamentos del patriarcado moderno. El pensamiento social y político de Jean-Jacques Rousseau, Cátedra, Madrid, 1995. Véase capítulo III y “A modo de conclusión”.

Por tanto, la asignación de las mujeres a lo privado-doméstico tiene un carácter funcional en la sociedad que dibuja el pensador ginebrino. Esta funcionalidad es la que obliga a Rousseau a construir una ontología femenina que opere como fuente de legitimación de la exclusión de las mujeres de lo público y de lo político.

En Rousseau se funde la exclusión radical de las mujeres de la política con una definición de la naturaleza femenina como irracionalidad, desorden sexual y heteronomía. Rousseau teoriza el nuevo ideal moderno de feminidad y además le ofrece un marco adecuado para desenvolverse: el doméstico:9 exclusión de la vida pública y dedicación al ámbito privadodoméstico
será el destino de ‘Sofía’. Por eso, en el capítulo V de Emilio el misógino se
dedicará a redefinir la naturaleza femenina.
9 Los textos más claros son el capítulo V de Emilio, denominado ‘Sofía’, y La nueva Heloísa. En los mismos puede observarse una definición esencialista de la naturaleza femenina, reforzada, a su vez, por una pedagogía adecuada a esa definición.

Como señala Christine Fauré, se ontologiza la naturaleza femenina y se la dota de una pedagogía particular.10
10 FAURÉ, Christine, La démocratie sans les femmes, Puf, Paris, 1985, p. 154.

Negar a las mujeres el estatuto de sujetos políticos y el de seres racionales requiere de argumentaciones porque esa negación pone de manifiesto una quiebra y una incoherencia de los principios de igualdad y de universalidad de derechos de la Ilustración. La razón de fondo de esta negación de derechos está, sin duda, profundamente arraigada en los prejuicios acerca de las mujeres que tenía Rousseau, así como sucedía con otra gran parte de los ilustrados.

Sin embargo, esta explicación es insuficiente a la vista del modelo de sociedad que propone en su pensamiento político y social. Dicho de otra forma, esos prejuicios se pondrán al servicio de un modelo de sociedad que pivotará sobre una ciudadanía masculina muy activa. El modelo de vida social que propone Rousseau a la conciencia de su época está mucho más cerca de la revolución permanente de Trotsky que de una democracia representativa.

Por eso, la figura de ciudadano está concebida como un militante político que se dedica full time a su causa. Este ciudadano varón necesita tener garantizados la reproducción y los cuidados en el marco doméstico-familiar.

Ahora bien: ¿cómo convencer a las mujeres de que la universalidad de derechos, la libertad y la igualdad no les alcanzará a ellas? ¿Cómo explicarles que la razón no iluminará a la mitad de la sociedad humana? La respuesta viene de la pedagogía: en el capítulo ‘Sofía’ del Emilio, Rousseau presenta los elementos esenciales de la ontología femenina, ofreciendo de ese modo nuevos elementos en la construcción del discurso de la inferioridad
de las mujeres.

En Rousseau se encuentra una de las principales teorías del moderno ideal de feminidad y del nuevo modelo de familia patriarcal. En resumidas cuentas, los prejuicios de Rousseau no vagan sin sentido por su obra sino que son funcionales al modelo de sociedad que propone a la Modernidad y que en muy buena medida se prolongará hasta el siglo XXI. Pues si bien es cierto, que la división sexual del trabajo se ha debilitado para algunos sectores de mujeres en distintas regiones del mundo, aún sigue siendo la columna
vertebral de las sociedades contemporáneas.

El siglo XVIII es un momento histórico de grandes cambios en la estructura social y en el imaginario colectivo. Se producen transformaciones en los entramados institucionales y en los simbólicos: el pensamiento ilustrado frente al pensamiento medieval, la burguesía frente a la aristocracia, la democracia frente al poder absoluto, el consentimiento frente a la coacción, el ciudadano frente al súbdito, la república frente a la monarquía… La Modernidad se abre paso en Europa y la igualdad se constituye en uno de sus fundamentos éticos y políticos.

Sin embargo, como señala Geneviève Fraisse, “todo período de conmoción
política vuelve a cuestionar la relación entre los sexos a través de la reformulación del lazo social en su conjunto. Esta redefinición es al mismo tiempo un análisis de la naturaleza de cada sexo y una reinterpretación de la diferencia y, por lo tanto, de la relación”.11
11 FRAISSE, Geneviève, Musa de la razón, Cátedra, Madrid, 1991, p. 90.

Una de las respuestas al papel que deben desempeñar las mujeres en el nuevo mundo que se está alumbrando será obra de la Ilustración patriarcal. Locke, Rousseau o Kant, entre otros, intentarán convencer a sus contemporáneos de que las mujeres tienen una naturaleza diferente a la de los varones.

Conceptualizarán la ontología femenina como inferior a la
masculina y la enmascararán con la ideología de la diferencia y de la complementariedad de los sexos. Las mujeres alumbrarán la vida y los varones alumbrarán cuerpos políticos. El territorio idóneo de los varones será el de la cultura y el de las mujeres el de la naturaleza. La naturaleza es crear vida, dedicarse a los cuidados y volcarse en los afectos. Es una tarea que
comparten las mujeres con otras especies animales.

De ahí que sea fundamental persuadir a las mujeres y a la sociedad en general de que sus funciones sociales tienen un origen natural. La familia y el hogar serán su lugar ‘natural’. Y contra la naturaleza, valor supremo para Rousseau, no se puede luchar. De modo que para nuestro filósofo en particular, y para la Ilustración patriarcal en general, la ontología femenina lleva la marca de la naturaleza y la masculina la de la cultura.

Por el contrario, la cultura es producción de valores, instituciones, realidades sociales. La cultura implica riesgo de la vida para conseguir imponer los valores o los cuerpos políticos y sociales considerados idóneos. Y eso no lo comparten los varones con otras especies. Para ellas, la familia. Para ellos, la política. Para ellas, la inmanencia. Para ellos, la trascendencia. Para ellas la biología. Para ellos la sociedad.
Sin embargo, la potente idea de igualdad radical tiene tal vocación de universalidad que deslegitima cualquier posible exclusión. Por eso, en el corazón de este paradigma se gestará un pensamiento crítico contra cualquier intento de legitimar una igualdad excluyente con las mujeres: estamos hablando del feminismo.

Y es que esa potente idea ética y política de inmediato será asumida por algunas mujeres en sus discursos intelectuales y en sus prácticas políticas. En otros términos, si una de las respuestas al papel que deben desempeñar las
mujeres en las nuevas sociedades que se están gestando surge de la Ilustración patriarcal, la respuesta crítica se concretará en la Ilustración feminista.

El resultado de todo ello es la construcción de los cimientos de una nueva tradición intelectual y de un inédito movimiento social que tendrán como objeto de investigación y como sujeto de nuevas prácticas políticas a las mujeres. En efecto, los discursos de las mujeres abandonarán la queja y el agravio y serán sustituidos por la vindicación.12
12 AMORÓS, Celia, La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias… para las luchas de las mujeres, Cátedra, Madrid, 2005 (Véase especialmente pp. 285-302).

Ya no se tratará de lamentarse por el triste destino de las mujeres sino que se colocará la ‘cuestión femenina’ en el plano político y social. La idea fuerte del incipiente feminismo que comenzó a edificarse a finales del siglo XVII y se perfila en el XVIII es que la inferioridad de las mujeres no tiene un origen natural sino que es socialmente construida. Y, tal y como ya
señaló Rousseau, aquello que ha sido construido por la sociedad puede ser destruido por la misma sociedad. Por tanto, el ‘destino’ de las mujeres no está marcado por la biología sino por la sociedad.

Y ese será el objetivo del feminismo: desactivar las conceptualizaciones
que había elaborado la Ilustración patriarcal sobre la naturaleza femenina y descubrir que el género es una estructura de poder muy coactiva para las mujeres. Lo cierto es que la Ilustración patriarcal ha teorizado una concepción esencialista sobre las mujeres. No de una forma explícita, pero sí implícitamente siempre se reconoció a las mujeres una ontología que desembocaba necesariamente en los cuidados y en la domesticidad.

El feminismo sacará la exclusión y sujeción de las mujeres del ámbito de la naturaleza y la trasladará al ámbito de la sociedad y de la política. Y de esta forma, se convertirá en una de las teorías críticas de la sociedad más relevantes de la Modernidad, al señalar que las sociedades reposan arbitrariamente sobre una macroestructura que es la división sexual del trabajo.

En definitiva, el pensamiento feminista leerá la sociedad en clave de dominio masculino y subordinación femenina y señalará al interés masculino como el motor que impulsa la construcción de las sociedades patriarcales.
La fecha de nacimiento del feminismo se remonta al siglo XVII, cuando François Poullain de la Barre, en el año 1673, publicó un libro, De l´égalité des sexes, en el que sostenía que la subordinación de las mujeres no tenía su origen en la naturaleza sino en la sociedad.

Un siglo más tarde, las mujeres de la Revolución Francesa se articularon políticamente para reclamar los derechos de ciudadanía que ya poseían los varones. En 1792, la inglesa Mary Wollstonecraft publicó Vindicación de los Derechos de la Mujer, donde denunciaba que la sujeción de las mujeres no era el resultado de una naturaleza inferior a la masculina sino de prejuicios y tradiciones que se remontaban a la noche de los tiempos.

Estos textos, además de ser las actas fundacionales del feminismo, ponen de manifiesto que el género como construcción social, lejos de ser un hallazgo reciente, fue descubierto en la época ilustrada. Estas obras inauguran una tradición intelectual de impugnación moral de la sujeción de las mujeres y de lucha contra el prejuicio, y se inscriben en un discurso más amplio sobre la igualdad. La singularidad de estas reflexiones radica en que por primera vez en la historia del pensamiento moderno se habla, con el lenguaje de la época, de una desigualdad no tematizada hasta entonces, la de los géneros, y se señala la existencia de una estructura de dominación masculina como responsable de una de las desigualdades medulares de la sociedad moderna.13

13 Véase POSADA KUBISSA, Luisa, Sexo, vindicación y pensamiento, Huerga &Fierro editores, Madrid, 2012.

La obra de Rousseau, desde una perspectiva feminista, se ha configurado como un pensamiento no sólo androcéntrico sino también misógino. El pensador ginebrino pone en funcionamiento el mecanismo del prejuicio con el objetivo de lograr la subordinación de las mujeres tanto en las estructuras materiales como en las simbólicas. La política, la literatura, la pedagogía, la filosofía, entre otras, son conocimientos que el misógino pondrá al servicio de la servidumbre de las mujeres.

Sin embargo, la pensadora británica Mary Wollstonecraft, entusiasta de la concepción radical de igualdad de Rousseau, será quien interpele con inteligencia y lucidez el pensamiento patriarcal y andrógino del ginebrino.
La obra de Mary Wollstonecraft es la obra de una pensadora ilustrada que asume apasionadamente los principios teóricos, éticos y políticos del racionalismo ilustrado: razón, universalidad, virtud o igualdad son el lenguaje conceptual a partir del que ella levanta el edificio de su discurso intelectual y político.

Wollstonecraft, que siempre admiro intelectualmente a Rousseau, hizo la misma operación que había hecho aquel cuando ante la sorpresa generalizada de la aristocracia y de la burguesía francesas declarara en el Discurso
sobre el origen y fundamento de la desigualdad entre los hombres que la desigualdad política y económica es una construcción social, artificial por ello mismo, ajena a Dios y a la naturaleza, y resultado de una funesta cadena de azares, todos ellos arraigados en el interés de unos pocos, aunque en última instancia responsabilidad colectiva de los hombres.

Con argumentos similares, Wollstonecraft descubrirá otra desigualdad tan funesta como la anterior, pero más difícil de desmontar, que es la desigualdad entre los sexos. Dicho con palabras más actuales, la pensadora inglesa, y el feminismo ilustrado, descubrirán el género como una construcción normativa muy coactiva para las mujeres y por ello mismo como una fuente inagotable de desigualdad. Y esta desigualdad tendrá la misma característica que descubriera Rousseau, es una desigualdad social, histórica, artificial y ajena a Dios y a la naturaleza.

Es un hecho social que no tiene su origen en la naturaleza y que por ello
mismo se debe irracionalizar. A esta tarea consagrará Wollstonecraft su vida y así pondrá las bases intelectuales y políticas del feminismo.

El análisis Wollstonecraft consiste en aplicar los criterios de universalidad de la razón y de los derechos naturales a las mujeres; y de esta forma pondrá de manifiesto las incoherencias de la Ilustración patriarcal que había sacralizado los derechos naturales como inherentes a la condición humana y como fuente de deslegitimación de la falta de derechos de la sociedad estamental medieval. De este modo, asentará bases firmes, duraderas y políticamente productivas al feminismo moderno.

En efecto, Wollstonecraft dirige su aparato crítico contra aquellos libros de moral y de conducta para mujeres que definen primero y refuerzan después, con la machaconería inherente a las patriarcales religiones de la salvación, un ideal de feminidad que excluye a las mujeres de la razón y del espacio público-político y las arrincona en el cerrado mundo de la domesticidad y los cuidados. Y no sólo eso, pues estas funciones son ideológicamente legitimadas por el contractualismo patriarcal sobre la base de una ontología femenina
inferior a la masculina.

A juicio de Wollstonecraft esta explicación reposa sobre prejuicios antiguos: “Sé que actualmente predomina una especie de modo de respetar los prejuicios, y cuando alguien se atreve a enfrentarse a ellos, aunque actúe por humanidad y armado de razón, se le pregunta con altanería si sus antepasados estaban locos”.14
14 Ídem, p. 268

Sin embargo, los prejuicios nunca son casuales ni inocentes, sobre todo cuando refuerzan la hegemonía de un sector de la sociedad en detrimento de otro. Dicho con otras palabras, los prejuicios suelen estar poderosamente arraigados en los intereses de quién se encuentra en una situación de
dominio y por ello son utilizados como si fuesen expresión de una verdad incontestable:
“No quiero hacer alusión a todos los autores que han escrito sobre el tema de los modales femeninos…, sino atacar la tan alardeada prerrogativa del hombre; la prerrogativa que con énfasis se llamaría el férreo cetro de la tiranía, el pecado original de los tiranos. Me declaro en contra de todo poder cimentado en prejuicios, aunque sean antiguos”15.
15 Ídem, p. 249.

Y es que en el filósofo ginebrino se complementan el sesgo patriarcal y el sesgo misógino como los dos pilares sobre los que se asienta el más amplio y desarrollado discurso de la inferioridad de las mujeres en el siglo XVIII, aunque siempre disfrazado de la teoría complementaria de los sexos.16
16 COBO, Rosa, Fundamentos del…, Op. Cit.

En otros términos, los discursos de la inferioridad, –y el de Rousseau es uno de los más desarrollados de la Ilustración–, sostienen que la subordinación
de las mujeres es el resultado de la ontología femenina, mientras que Wollstonecraft, y el pensamiento feminista de la igualdad, señala que la necesidad de que las mujeres ocupen espacios sociales subordinados a los varones es lo que empuja a los pensadores patriarcales y misóginos a fabricar un concepto de naturaleza femenina inferior a la masculina. Sólo así
se podrá legitimar una servidumbre en un mundo regulativo de igualdad.

Sofía es la gran metáfora que utiliza el misógino para representar el gran sueño de la burguesía dieciochesca al tiempo que se constituye en símbolo de las afiliaciones horizontales de los varones de todas adscripciones ideológicas de la modernidad.17
17 AMSTRONG, Nancy, Deseo y ficción doméstica, Cátedra, Madrid, 1991.

Tanto los varones conservadores, como los liberales, o los más radicales, como el propio Rousseau, pueden suscribir el significado social y simbólico de Sofía en tanto será convertido en el nuevo modelo de mujer de la modernidad: sumisa al marido y a la opinión pública; casta y modesta; y completamente dedicada a la maternidad y a los cuidados del esposo.

En definitiva, Rousseau, junto a otros filósofos ilustrados, define la nueva normatividad femenina y el nuevo modelo de familia patriarcal sobre la base de la domesticidad de las mujeres.

Ciertamente, entre los varones habrá desigualdades económicas y de otro tipo, sin duda, pero todos son iguales cuando se cierran las puertas del hogar. El hilo resistente y horizontal que vinculaba igualitariamente a los varones es el poder que tienen sobre las mujeres: poder individual frente a ‘su’ propia mujer y poder colectivo frente al genérico masculino.

Mary Wollstonecraft explicará que Sofía, el personaje rousseauniano “es sin duda cautivador, aunque me parece enormemente artificial”.18
18 WOLLSTONECRAFT, Mary, Vindicación de los derechos de la mujer, Cátedra, Madrid, p. 136.

La autora británica explica que Sofía es un esquema ideal de mujer que habita en las ensoñaciones de Rousseau pero que carece de realidad histórica. Wollstonecraft no critica la metáfora que es Sofía por el hecho de ser una abstracción, sino porque es el símbolo más acabado del sueño patriarcal de la mujer doméstica.
La principal crítica de la autora británica a Rousseau consiste en poner de manifiesto que la mujer natural rousseauniana es, en realidad, la propuesta que hace Rousseau a su época sobre el lugar que se debe asignar a las mujeres en la sociedad que se está gestando.

Uno de los imperativos que, a juicio de Rousseau, son imprescindibles en la educación de las mujeres, es la obediencia al esposo, que debe ser inculcada con un vigor inflexible. Esta obediencia al esposo debe ser completada con la sumisión a la opinión pública. Hay que señalar que esta pedagogía que propone Rousseau para las mujeres, simbólicamente representada por Sofía, es exactamente la opuesta a la que le exige a Emilio.

Éste no debe obedecer a nadie que no sea él mismo; la obediencia en Emilio sólo es legítima si se origina en su propio juicio. Por la misma razón, tampoco puede someterse a la opinión pública. La propuesta normativa para Emilio es el ‘ser’, la autenticidad y la autonomía; por el contrario, la propuesta normativa para Sofía es la apariencia y tanto si está de acuerdo como si no lo
está con su esposo o con la opinión pública debe fingir su sometimiento a ambos, aunque en lo más hondo de sí misma rechace esos juicios extraños a ella misma.

En otros términos, para Rousseau existen dos concepciones pedagógicas distintas, una para cada sexo, y ambas reposan sobre ontologías diferentes y se traducen socialmente en la distribución de ámbitos diferenciados por sexo: el privado-doméstico para las mujeres y el público-político para los varones.

Para terminar, en el siglo XVIII se perfilan dos conceptos de igualdad, uno liberal y otro radical, pero ambos tienen un rasgo común: su carácter patriarcal, pues ambos excluyen a las mujeres de los espacios de recursos y poder y ambos condenan a las mujeres a las no pagadas tareas reproductivas. Frente a esta ilustración patriarcal y desde el corazón del paradigma de la igualdad surgirá una respuesta moral, teórica y política que se convertirá en una de las grandes ideologías emancipatorias de la Modernidad: el feminismo.

Es necesario subrayar que frente a todos los intentos por bloquear la igualdad por parte de los sectores dominantes masculinos, tanto con discursos pseudo-intelectuales como con mecanismos políticos, el feminismo, haciendo de la vindicación de igualdad uno de sus núcleos centrales, ha sabido conservar durante tres siglos su dimensión transformadora. Y esto ha hecho posible introducir cambios en los imaginarios colectivos y en las estructuras materiales de casi todas las sociedades del mundo. La deuda que tiene la Modernidad con el feminismo es inmensa, pero no está documentada académicamente ni reconocida socialmente.
Recibido: 12/06/2012
Aceptado: 13/08/2012

A la sombra de Rousseau: Mujeres, naturaleza y política
Anabella L. Di Tullio
Universidad de Barcelona – UBA1
“El hombre ha nacido libre, y por doquiera, está encadenado”.2
“Si todos los hombres han nacido libres ¿Cómo es que todas las mujeres han nacido esclavas?”3

Resumen:

El presente texto propone abordar el modo en el que la obra de Rousseau, a la vez que representa una postura radicalmente democrática frente a los discursos liberales del contrato, ofrece una de las teorías más conservadoras en lo que atañe a las mujeres. A partir de la relectura de los principales textos de Rousseau a la luz de la teoría feminista contemporánea, se desarrolla un análisis crítico del lugar asignado a las mujeres en su teoría, con especial atención a las descripciones en torno al estado de naturaleza, el momento del contrato, la educación, la distinción público-privado, y las consecuencias políticas que de allí se derivan.
Palabras claves: Contrato – naturaleza – mujeres – familia – política

1 Este artículo se ha escrito en el marco del proyecto de investigación “Pensadoras del siglo XX: aportaciones al pensamiento filosófico y político” (FFI2009-08468) del Ministerio de Economía y Competitividad de España; y del proyecto “Derechos, ciudadanía y experiencias colectivas: la construcción cotidiana de la ciudadanización en Argentina, siglo XX” (Ubacyt 2011-2014), IIEGEUBA.
2 ROUSSEAU, Jean-Jacques, Del Contrato Social, Alianza Editorial, Madrid, 2000 (1762), p. 26.
3 ASTELL, Mary, Some Reflections Upon Marriage, Source Book Press, Nueva York, 1970 (1700), p. 107. Todas las traducciones de los libros citados en inglés son propias.

La teoría del contrato, en tanto sustento teórico de los regímenes políticos modernos presenta un signo paradojal: a la vez que sostiene la idea de un acuerdo entre individuos libres e iguales como fundamento del orden político, genera un régimen de exclusión de las mujeres de la vida pública, asentado sobre la premisa de que es la naturaleza quien ha dictado este destino. En el marco de esta tradición, el carácter abstracto del individuo, desprovisto de todos sus atributos particulares, oculta el dato de que ese individuo es excluyentemente masculino.

Leer los textos de los clásicos del contrato como si las expresiones hombres o individuos fueran inclusivas, universales, genéricas formas de referirse a todas las personas, resulta cuanto menos, problemático: “Sólo los hombres han nacido libres e iguales. Los teóricos contractualistas construyeron la diferencia sexual como diferencia política, la diferencia entre la libertad natural de los hombres y la sujeción natural de las mujeres”.4
4 PATEMAN, Carole, The Disorder of Women, Polity Press, Cambridge, 1989, p. 5.

En este contexto, Rousseau representa un caso particularmente interesante: a la vez que sus ideas democratizadoras son radicalmente críticas de los principios liberales de sus predecesores, su teoría es firmemente conservadora en lo que atañe a las mujeres. En la propuesta teórica de Rousseau, las nociones de autogobierno, independencia y libertad, aparecen como virtudes netamente masculinas. Las mujeres, por el contrario, deben ser educadas no para sí sino para otro/s: la obediencia y la sumisión son las virtudes de las hijas, las esposas, las madres. Sus cuerpos aparecen, de modo frecuente, como algo subversivamente ajeno al orden político. Como veremos a continuación, la exclusión de la esfera de la vida política y la imposibilidad de diseñar el propio plan de vida en el ámbito privado parecen ser las consecuencias inevitables de haber nacido mujer.

Un contrato no liberal

Tal como advierte Carole Pateman, con frecuencia se interpreta a Rousseau a través del prisma de la teoría democrática liberal, como si su propuesta de contrato, su mirada sobre el estado de naturaleza, o su noción de consentimiento, difiriera de la de sus predecesores Thomas Hobbes y John Locke, sólo en detalles. Muchos teóricos contemporáneos sucumben a esa interpretación rousseauniana pasando por alto, afirma Pateman, que el concepto de obligación política de Rousseau es incompatible con las instituciones de los estados democráticos liberales.5
5 Véase: PATEMAN, Carole, The Problem of Political Obligation. A Critique of Liberal Theory, Polity Press, Cambridge, 2007, pp. 134-162.

“Rousseau denuncia el contrato social liberal como un fraude ilegítimo,
y sostiene que las características del individuo posesivo del estado de naturaleza liberal son corruptas, viciosas, y apropiadas sólo para las personas que creen que son libres, pero que en realidad, se encuentran `encadenadas´”.6
6 Ídem, p. 142.

El análisis de Pateman distingue entre la propuesta de contrato social y la del contrato liberal, promovido por Hobbes y Locke; Rousseau no fue un pensador individualista ni liberal, y sus postulados no son compatibles con los del individuo abstracto, ni con relaciones sociales ahistóricas e inmutables, como fue el caso de sus predecesores.

Los dos grandes hitos que transforman la naturaleza humana en la historia conjetural del estado de naturaleza, tal como es presentada por Rousseau serán, según el análisis de Pateman: en primer lugar la emergencia de la conciencia de sí, que se desarrolla desde las potencialidades animales latentes del verdadero estado de naturaleza hacia la corrupción, la competencia
y la ambición por poseer, que generan las condiciones para el contrato social liberal.

La segunda transformación es aquella que abre una oportunidad para el futuro, y que comienza en el momento en el que hombres libres e iguales consienten crear un orden social y político democrático. Las diferencias con otros teóricos del contrato saltan a la vista. Para poner en evidencia esas diferencias entre los contractualistas liberales y el propio Rousseau, Pateman analiza el estado de naturaleza partiendo de la idea de que en un “verdadero
sentido”, éste no se encuentra constituido por seres humanos, sino por animales de diferente clase, “algunos de los cuales son potencialmente individuos humanos”.7
7 PATEMAN, Carole, The problem of…, Op. Cit., p. 143. Recordemos que en el estado de naturaleza rousseauniano los animales humanos se distinguen de los otros animales por su potencialidad de convertirse en individuos. Véase ROUSSEAU, Jean-Jacques, “Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres”, en Del Contrato …, Op. Cit.

Desde esta interpretación, todas las referencias a hechos y datos empíricos que recorren el Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, lejos de suponer un intento de narrar el desarrollo de la historia de la humanidad en términos de un origen verdadero, están puestos al servicio de la retórica, del desarrollo de una secuencia lógica de acontecimientos, con el
objeto de iluminar el presente desde el que escribe. Rousseau apela a este recurso ya que, a diferencia de sus predecesores no puede buscar la respuesta en la naturaleza ni las justificaciones en la ley o el derecho naturales,8 justamente porque, como sostiene Pateman, no es un pensador liberal.
8 Una de las interesantes paradojas que nos presenta el autor se expresa en el hecho de que, a pesar de haber criticado fuertemente a Locke por utilizar este modo de razonamiento, él lo aplica sin conflicto aparente a las mujeres, para legitimar su subordinación a los hombres. Retomaremos este problemático uso de la noción de naturaleza más adelante.

Una de las mayores diferencias entre la teoría de Rousseau y la de los autores liberales reside en que la historia del estado de naturaleza rousseauniano permite explicar el surgimiento del contrato liberal, y el modo en que es presentado como algo muy distinto a lo que verdaderamente es: un pacto ilegítimo por el cual los ricos aseguran su posición dominante.

La posibilidad de analizar el pacto de este modo y proponer un contrato
diferente (una fundación legítima), desnuda y deja al descubierto el contrato social liberal como lo que es, una justificación del desarrollo de una forma determinada de conciencia y de modos específicos de relación social. En contra de lo postulado por Hobbes y Locke, en el planteo de Rousseau el contrato liberal no se sostiene sobre bases “naturales”, pues “lejos de asegurar los derechos naturales de todos los individuos, simplemente establece la
desigualdad y brinda una apariencia de legitimidad a la dominación de unos pocos sobre los demás”.9
9 PATEMAN, Carole, The problem of…, Op. Cit., p. 148.

En opinión de Pateman, Rousseau ha logrado poner en evidencia que el contrato no puede ser abstraído de las condiciones en las que toma lugar, es decir, ha puesto al descubierto justamente aquello que los teóricos liberales insisten en ocultar tras la premisa de la igualdad formal ante la ley. La propuesta rousseauniana es bien diferente: “El contrato liberal sirve a la justificación de relaciones sociales e instituciones políticas ya existentes; el contrato de Rousseau promueve la fundación de un orden político participativo para el futuro”.10
10 Ídem, p. 150.

Y la base de esta sustancial diferencia, parece radicar en el hecho de que Rousseau plantea lo que Pateman denomina “las preguntas radicales”: ¿qué se necesita para establecer una asociación política basada en la obligación auto asumida? ¿Cómo pueden los ciudadanos decidir por sí mismos que están contrayendo obligaciones genuinas? Las respuestas a estos interrogantes parecen estar dadas en la propuesta rousseauniana de contrato social. Lejos de un pacto formal de asociación, este contrato instituye a quienes toman parte en él como asamblea legislativa soberana. Y en tanto estos individuos son legisladores y ciudadanos, el cuerpo político descansa en esta unión entre libertad y obediencia.

La importancia de estas diferencias entre Rousseau y sus predecesores contractualistas revela la centralidad de la distinción entre soberanía y gobierno (un cuerpo meramente administrativo) en el análisis de Rousseau, o dicho en palabras de Pateman, en “la distinción radical entre la voluntad general de Rousseau y la regulación puramente procedimental y externa provista por la metodología política democrático-liberal”,11 puesto que esta distinción es una de las bases de la distancia entre el contrato liberal y el contrato democrático presentado por el pensador ginebrino. En el marco teórico rousseauniano no hay lugar para la idea de representación en términos liberales, pues su propuesta de fundación política está expresada en términos radicalmente democráticos.
11 Ídem, p. 155.

Resulta necesario partir de esta lectura para iluminar cuan paradójico y teóricamente relevante deviene el modo en que esa radicalidad democrática desaparece cuando el autor se enfrenta a la problemática de la diferencia sexual. Rousseau es el único autor contractualista clásico que rechaza la esclavitud y todo tipo de contrato que se exprese en términos similares, con una notable excepción: el contrato sexual.

Naturaleza, familia y sujeción

Antes de ingresar en el análisis del contrato, detengamos la mirada en el estado de naturaleza esbozado por Rousseau. Estrictamente hablando, para el autor, el estado natural del hombre es asocial: Concluyamos que, errante en las selvas, sin industria, sin habla, sin domicilio, sin guerra y sin vínculos, sin ninguna necesidad de sus semejantes, tanto como sin deseo alguno de perjudicarles, quizá incluso sin reconocer nunca a ninguno individualmente,
el hombre salvaje, sometido a pocas pasiones y bastándose a sí mismo, no tenía más que los sentimientos y las luces propias de tal estado, que no sentía más que sus verdaderas pasiones, ni miraba más que aquello que creía le interesaba ver, y que su inteligencia no hacía más progresos que su vanidad.12

12 ROUSSEAU, Jean-Jacques, “Discurso sobre el origen…”, Op. Cit., p. 272

En el estado de naturaleza que delinea a partir de ese “hombre salvaje”, en un intento por evitar aquello que han hecho sus predecesores –transferir al estado de naturaleza ideas tomadas de la sociedad–13 Rousseau nos presenta un inicio, un estado de naturaleza “original” en el que hombres y mujeres vivían en forma nómade, aislada y autosuficiente. Siguiendo la distinción que plantea Rousseau entre lo físico y lo moral en lo que al amor respecta,14 en este estado original, la sexualidad se expresa en términos de apetito e instinto, es decir, se experimenta sólo la dimensión física del amor, puesto que “la moral del amor es un sentimiento ficticio; nacido del uso de la sociedad”.15
13 En este sentido Rousseau sostiene que los autores contractualistas que lo precedieron: “[h]ablaban del hombre salvaje y pintaban al hombre civil”. Ídem, p. 233.
14 “Lo físico es ese deseo general que lleva a un sexo a unirse al otro; lo moral es lo que determina ese deseo y lo fija sobre un solo objeto exclusivamente”. Ídem, p. 269.
15 Ibídem.

La capacidad de procrear de las mujeres no parece dificultar sus posibilidades de autosubsistencia, pues a diferencia de las hembras de otras especies, cuentan con la posibilidad de cargar con el/la hijo/a consigo para desplazarse. Sumado a esto, se debe remarcar que los salvajes de ambos sexos, con su
cuerpo como única herramienta y acostumbrados a las inclemencias propias de este estado y a convivir con las fieras, procrean niños/as con similar constitución y temperamento, por lo que muy prontamente pueden bastarse por sí mismos y alejarse de su progenitora:
[L]os machos y las hembras se unían fortuitamente según el encuentro, la ocasión y el deseo, sin que la palabra fuera un intérprete muy necesario de las cosas que tenían que decirse; se dejaban con la misma facilidad. La madre amamantaba al principio a sus hijos por necesidad propia, luego, al habérselos hecho queridos la costumbre, los alimentaba después por la de ellos; tan pronto como tenían fuerzas para buscar su pitanza, no tardaban en dejar a la madre misma; y como casi no había otro medio de volverse a encontrar que no perderse de vista, pronto se daba el caso de no reconocerse
unos a otros.16
16 Ídem, p. 253.

En un estado de naturaleza como este, en el que nadie tiene necesidad de convivir ni cooperar con alguien más, no se evidencian tampoco dependencias ni desigualdades entre los sexos. La teórica feminista Susan Moller Okin lo expresa en términos sugerentemente más radicales: “Es más, considerando que la mujer natural, aislada, fue supuestamente capaz de alimentarse a sí misma y a su cría, mientras el hombre sólo debía preservarse a sí mismo, sería difícil argumentar que ella era algo menos que igual”.17
17 OKIN, Susan Moller, Women in Western Political Thought, Princeton University Press, Nueva Jersey, 1992, p. 111.

No obstante esta postulación de una situación originaria y estable no expresa la última palabra de Rousseau: lejos de ser monolítico u homogéneo, el estado de naturaleza se compone de una serie de etapas en las que, a partir de ciertos hechos claves, se desarrolla y modifica. Señalemos también que esta situación original que venimos analizando, no es ciertamente la etapa preferida del autor. Rousseau elige como la “edad de oro” ese largo período que se encuentra entre el estado “original” de naturaleza y el estado de desigualdad que surge de la división del trabajo (agricultura y metalurgia) y la propiedad privada de la tierra: “esa es la edad dorada de la familia nuclear patriarcal”.18
18 Ídem, p. 112.

Rousseau realiza de manera precipitada este salto de fe hacia la familia patriarcal, cuando, en un solo párrafo, pasa de la descripción de seres aislados, salvajes y autosuficientes, al surgimiento de las familias. En el marco de ese relato conjetural que comienza con el hombre salvaje “original” para luego arribar al estado en el que la humanidad debería haber permanecido –y del que sólo salió, al decir del autor, por un funesto azar– se debe destacar que una de las consecuencias del establecimiento de estas pequeñas sociedades llamadas familias fue una estricta e intempestiva división sexual del trabajo:
Las primeras manifestaciones del corazón fueron el efecto de una situación nueva que reunía en una habitación común a maridos y mujeres, a padres e hijos; el hábito de vivir juntos hizo nacer los más dulces sentimientos que hayan conocido los hombres, el amor conyugal y el amor paternal. Cada familia se convirtió en una pequeña sociedad tanto mejor unida cuanto que el apego recíproco y la libertad eran sus únicos vínculos; y es entonces cuando se establece la primera diferencia en la manera de vivir de los dos sexos, que hasta aquí sólo tenían una. Las mujeres se volvieron más sedentarias y
se acostumbraron a guardar la cabaña y los hijos, mientras que el hombre iba a buscar la subsistencia común. Los dos sexos comenzaron además a perder, por una vida algo más muelle, algo de su ferocidad y de su vigor: pero si cada cual por separado se hizo menos apto para combatir a las bestias salvajes, a cambio fue más fácil reunirse para resistirles en común.19

19 ROUSSEAU, Jean-Jacques, “Discurso sobre el origen…”, Op. Cit., p. 281.

En el estado de naturaleza “original”, antes de que se establezca esta “primer diferencia en el modo de vivir de los dos sexos”, ambos sexos eran, como hemos visto, iguales en sus capacidades y habilidades para protegerse a sí mismos de los peligros a los que se exponen en su condición salvaje, y para proporcionarse lo necesario para sobrevivir.

Sin embargo, repentinamente la primera diferencia fue establecida por Rousseau, y esa diferencia implicará, a partir de ese momento, la subordinación de las mujeres. Sin muchas mediaciones, en una misma “revolución” aparecen las herramientas rudimentarias, un tipo de propiedad, la
monogamia, y una absoluta división sexual del trabajo. Ambos sexos pasan de tener una vida idéntica, a tener vidas completamente diferentes entre sí.

En este acto, las mujeres pierden por completo su autosuficiencia, y con ella, su libertad e igualdad. Moller Okin considera que el silencio de Rousseau con respecto a esta operación, el hecho de no haberse visto en la necesidad de realizar ningún comentario después de haber sembrado las bases de la
desigualdad entre seres humanos adultos –que hasta un párrafo anterior eran iguales entre sí– al instituir la familia patriarcal, deja en clara evidencia que las desigualdades humanas que recorren como una preocupación central las obras de Rousseau, son solo las desigualdades que surgen entre un hombre y otro hombre, en términos excluyentes.

Ante esta situación paradójica de levantar la voz ante las injusticias y desigualdades entre los hombres, a la vez que justificarlas y legitimarlas entre hombres y mujeres, las argumentaciones de Rousseau se presentan, al menos, ambivalentes. En Del Contrato social afirma que la forma más antigua de asociación humana es la familia.

Esta forma de “sociedad” entre hombres y mujeres llamada familia, no sólo sería la más antigua, sino también la única forma “natural” de asociación, puesto que preexiste a la sociedad civil, y simboliza, como hemos visto, una de las principales características de la “edad dorada” de la humanidad.

Ahora bien, la idea de que “[l]a más antigua de todas las sociedades y la única natural es la familia”20 se contrapone a la nota 12 del Discurso sobre el origen de la desigualdad, en la que el autor discute en forma directa los argumentos centrales de Locke en torno a la familia: “porque aunque pueda ser ventajoso para la especie humana que la unión del hombre y la mujer sea permanente, de ello no se sigue que haya sido establecido de ese modo por la naturaleza; de otro modo habría que decir que también ha instituido la sociedad civil, las artes, el comercio y todo cuanto se pretende que es útil a los hombres”.21

20 ROUSSEAU, Jean-Jacques, Del Contrato…, Op. Cit., p. 27.
21 ROUSSEAU, Jean-Jacques, “Discurso sobre el origen…”, Op. Cit., p. 356.

No obstante, en cualquiera de los casos, las características de la familia nuclear patriarcal supondrán marcadas consecuencias para una de las partes de esa asociación: las mujeres –incapaces de trascender su propia naturaleza, sus pasiones sexuales, sus cuerpos– quedarán atrapadas en esta institución “natural” familiar –y en las relaciones particulares que en ella se establecen– en contraposición a la sociedad civil y política masculina instituida por
convención, reino de lo universal y el interés general.

El macho sólo es macho en ciertos instantes, la hembra es hembra toda su vida o al menos toda su juventud; todo la remite sin cesar a su sexo, y para cumplir bien sus funciones necesita una constitución referida a él … La misma rigidez de los deberes relativos de los dos sexos ni es ni puede ser la misma. Cuando la mujer se queja de la injusta desigualdad que en este punto han puesto los hombres, se equivoca; esa desigualdad no es una institución humana, o al menos no es obra del prejuicio sino de la razón: aquel al que la naturaleza ha encargado es quien debe responder al otro de ese depósito de los niños.22

22 ROUSSEAU, Jean-Jacques, Emilio, o De la educación, Alianza Editorial, Madrid, 1998 [1762], p. 539

Si volvemos la mirada al estado original, en momentos en que el hombre salvaje se encuentra “entregado por la naturaleza al solo instinto”23 y a las funciones puramente animales, donde no existen relaciones morales ni de deber, ni nociones sobre el bien y el mal, es la piedad, virtud humana natural, la que explica “la ternura de las madres por sus hijos, y (de) los peligros que arrostran para protegerlos”.24
23 ROUSSEAU, Jean-Jacques, “Discurso sobre el origen…”, Op. Cit., p. 248.
24 Ídem, p. 263.

El apego de las mujeres por su descendencia aparece entonces como algo “natural”, instintivo, presente cuando la humanidad se encontraba aún en estado salvaje. La relación de los hombres con su descendencia necesita, contrariamente, de un importante desarrollo de las capacidades humanas para
florecer, pues es planteada por Rousseau, como resultado de la socialización y del desarrollo del conocimiento y pensamiento abstracto.

La paternidad es una convención –en oposición a la maternidad, plenamente natural– “y por tanto, de acuerdo a esta filosofía, [la paternidad es] específicamente humana de un modo en que el amor maternal no fue pensado
para serlo”.25 Esto explicaría, siguiendo el análisis de Lynda Lange, que la paternidad o relación del padre con sus hijos/as no sea considerada como un desvalor en la vida política y el discurso racional, mientras que la maternidad es comúnmente tratada de ese modo en la teoría política en general, y en Rousseau en particular.
25 LANGE, Lynda, “Rousseau and Modern Feminism”, en LYNDON, Mary y PATEMAN, Carole, (editores) Feminist Interpretations and Political Theory, The Pennsylvania State University Press, University Park, 1991, p. 100.

En palabras de Alejandra Ciriza, “[l]a diferencia entre maternidad y paternidad es la que media entre el destino biológico y la inscripción en el orden simbólico”.26
26 CIRIZA, Alejandra, “A propósito de Jean-Jacques Rousseau: contrato, educación y subjetividad”, en BORÓN, Atilio (compilador), La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx, CLACSO, Buenos
Aires, 2000, p. 93.

Y es por eso que en este proceso de establecer la relación de paternidad, de solidificar el lazo del varón con su descendencia, se hace necesario establecer mecanismos institucionales como el matrimonio y la organización de la vida en dos ámbitos claramente diferenciados como público y privado. Siguiendo la interpretación propuesta por Moller Okin, la cuestión del certero establecimiento/reconocimiento de la paternidad, resalta como tema recurrente en los escritos de Rousseau: “La necesidad del hombre de saber que sus hijos son propios, y de que los demás también lo crean, es la razón principal por la que Rousseau separa completamente la moralidad y la educación moral
para las mujeres de lo que prescribe para los hombres”.27

27 OKIN, Susan Moller, Women in Western…, Op. Cit., p. 115. Podemos suponer que lo que está en juego, más que el honor, es la herencia y el reparto de la sagrada institución de la propiedad privada. Retomaremos más adelante esta línea argumental.

La lectura del capítulo V de Emilio aquel que, dada la edad de Emilio, amerita a hablar del matrimonio, y entonces de Sofía–28, permite sustentar la interpretación acerca de la “seguridad” sobre la paternidad: “[la mujer] necesita miramientos durante su embarazo, necesita reposo en los partos, necesita una vida blanda y sedentaria para amamantar a sus hijos; necesita para educarlos paciencia y dulzura, un celo y un cariño que nada desalienta;
sirve de unión entre ellos y su padre, ella sola se los hace amar y le da la confianza de llamarlos suyos”.29
28 Nótese que, tal como señala Lynda Lange, el Libro V de Emilio, o De la educación, fue escrito antes que el resto de los libros que componen esa obra, inmediatamente después que el autor escribiera su Carta a D’Alembert sobre los espectáculos [1758], donde realiza significantes afirmaciones acerca de la naturaleza femenina. Véase LANGE, Lynda, “Rousseau and Modern Feminism”…,Op. Cit., p. 96; ROUSSEAU, Jean-Jacques, Carta a D’Alembert sobre los espectáculos, Tecnos, Madrid, 2009. Véase también la interesante “Carta de D’Alembert a Jean-Jacques Rousseau”, en PULEO, Alicia (editora), La ilustración olvidada: la polémica de los sexos en el siglo XVIII, Anthropos, Barcelona, 1993, pp. 74-76.
29 ROUSSEAU, Jean-Jacques, Emilio, o De…, Op. Cit., p. 539.

En la mujer reside la estabilidad y el fortalecimiento de ese frágil vínculo
entre los hombres y sus descendientes. Para estabilizar este vínculo, las mujeres deberán ser educadas en la discreción, la modestia, la castidad, la docilidad, el pudor, todas virtudes propiamente femeninas en la sociedad civil. Nada queda ya de la igualdad natural de la que en el estado de naturaleza disfrutaban ambos sexos. Y esto no ha sucedido a raíz de las convenciones de una sociedad civil corrompida, como las demás desigualdades que padecen los hombres y preocupan a Rousseau.

Muy por el contrario, parece fundarse, contradiciendo los términos generales de su teoría, en la ley natural:
Uno debe ser activo y fuerte, el otro pasivo y débil: es totalmente necesario que uno quiera y pueda; basta que el otro resista poco. Establecido este principio, de él se sigue que la mujer está hecha especialmente para agradar al hombre; si el hombre debe agradarle a su vez, es una necesidad menos directa, su mérito está en ser fuerte. Convengo en que no es ésta la ley del amor, pero es la de la naturaleza, que es anterior al amor.30
30 Ídem, p. 535.

Tras utilizar el mismo modo de razonamiento por el que critica a Locke –partir de la conveniencia para la vida social y desde allí definir los derechos y obligaciones de los individuos–31 Rousseau expone un “caso muy obvio de uso selectivo del concepto de lo natural, empleado para justificar y legitimar lo que el autor considera bueno y útil para la humanidad”.32 ¿Cuál es la naturaleza o la ley natural a la que refiere Rousseau cuando la utiliza para justificar la subordinación de las mujeres?

Ciertamente, no es aquella que rige en el estado original de naturaleza del Discurso. Es, en realidad, la del estado de naturaleza patriarcal, la “edad dorada” que se estructura con la familia nuclear, la monogamia, la división sexual del trabajo, y la pérdida de igualdad, libertad y autosuficiencia de las mujeres. En ese contexto y momento de la historia conjetural debemos pensar cada vez que Rousseau refiere a la mujer natural.

Es necesario señalar también, como alerta Moller Okin, que estamos ante dos puntos de referencia muy distintos cuando se habla del hombre natural o de la mujer natural. Así como hemos afirmado que en el caso de las mujeres, apelar a su estado natural es situarlas en su rol en la edad de oro de la familia patriarcal –y asumir que las características que la acompañan son la subordinación, la dependencia, la reclusión doméstica y la modestia– cuando Rousseau habla del hombre natural refiere al hombre del original estado de naturaleza, con todo lo que ello implica: independencia, autonomía, igualdad con sus semejantes, autosuficiencia.

Asumir como premisas estas importantes diferencias en la definición de lo natural para cada sexo, lleva a Rousseau a “aceptar modelos totalmente diferentes de perfección para mujeres y hombres y consecuentemente métodos radicalmente diferentes de socialización para cada sexo”.33
31 A este respecto Moller Okin apunta que hay solo otro caso en el que el autor argumenta de similar manera, y es cuando reflexiona sobre la esclavitud en Grecia. Véase OKIN, Susan Moller, Women in Western…, Op. Cit., 122 y ROUSSEAU, Jean-Jacques, Del Contrato …, Op. Cit., p. 121 y ss.
32 OKIN, Susan Moller, Women in Western…, Op. Cit., p. 119.
33 Ídem, p. 121.

Con esta recurrente exclusión de las mujeres de sus afirmaciones teóricas más radicales, Rousseau contradice también la naturaleza de la sexualidad humana que de modo instintivo, casual y libre se experimentaba en el estado original. En el Emilio, el apetito sexual debe ser refrenado, para lo cual se apela a la razón en los hombres y a la modestia en las mujeres.

Pero el énfasis en la modestia y la castidad como virtudes femeninas, genera otra interesante paradoja en las recomendaciones del autor, en la cual las mujeres deben gustar y atraer a los hombres, a la vez que frenar y controlar sus deseos, siempre sospechados de desborde. La mujer queda reducida a su función sexual y reproductiva, debe ser educada entonces para
satisfacer las necesidades masculinas de placer sexual y descendencia, y para desarrollar su función social de esposas y madres de los futuros ciudadanos.

Otra de las formas en las que se expresa la recurrente paradoja tiene que ver con la distinción que establece Rousseau entre las características innatas al hombre, y las que son consecuencia del contexto de socialización, las convenciones, las costumbres o la educación:
“pero podemos equivocarnos sobre las causas y atribuir con frecuencia a lo físico lo que debe imputarse a lo moral: es uno de los abusos más frecuentes de la filosofía de nuestro siglo”.34
34 ROUSSEAU, Jean-Jacques, Emilio, o De…, Op. Cit., pp. 317-318.

Es en el contexto de esta distinción que Emilio será educado para fomentar los
atributos y valores del hombre natural, libre de las opiniones y prejuicios del lugar y tiempo que le toca habitar. Nada de esto es extensivo a las mujeres, para quienes no aplica la regla de suponer que el modo en que han sido educadas y socializadas explica su carácter o comportamiento.

En el caso de las mujeres, lejos de atributos, formas o modos construidos, lo
que hay es características y hechos inmutables. Deseo de gustar y complacer, pudor, recato, vergüenza, delicadeza y modestia, esas son las cualidades femeninas instintivas, innatas e inmodificables que deben ser cultivadas y alentadas, y que no parecen tener relación alguna con los contextos culturales y sociales donde se desarrollan.

Mediante una argumentación circular, que desafía sus propias premisas, Rousseau afirma que “[u]na vez que se ha demostrado que el hombre y la mujer no están ni deben estar constituidos igual, ni de carácter ni de temperamento, se sigue que no deben tener la misma educación”.35

La educación de los hombres debe ponerse al servicio de desarrollar
ilimitadamente sus capacidades, fomentar desde la infancia la libertad de convertirse en el mejor hombre que pueda llegar a ser. Las mujeres, por el contrario, se encuentran definidas de modo teleológico, “en términos de lo que es percibido como su propósito en la vida”.36
34 ROUSSEAU, Jean-Jacques, Emilio, o De…, Op. Cit., pp. 317-318.
35 Ídem, p. 542.
36 OKIN, Susan Moller, Women in Western…, Op. Cit., p. 135.

La significación política de la diferencia sexual

Como hemos analizado, la propuesta política de Rousseau, una República de hombres libres e iguales, sustenta sus bases en la institución familiar patriarcal. Los jefes de familia, educados en el desarrollo de sus atributos y virtudes naturales, son los miembros de esta sociedad que se expresan a través de la voluntad general para darse a sí mismos las leyes que cumplirán en su rol de ciudadanos. Pero estos principios de libertad e igualdad no son aplicados a las mujeres, puesto que la familia patriarcal se construye sobre la exclusión de las mujeres de la vida pública, y su reclusión y sometimiento en la vida privada.

Entre los griegos, todo lo que el pueblo tenía que hacer lo hacía por si mismo; estaba sin cesar reunido en la plaza. Vivía en un clima suave, no era ávido, los esclavos hacían sus trabajos, su gran negocio era su libertad… ¿Cómo? ¿La libertad sólo se mantiene con el apoyo de la servidumbre? Quizás. Los dos excesos se tocan. Todo lo que no está en la naturaleza tiene sus inconvenientes, y la sociedad civil más que todo lo demás. Hay posiciones tan desdichadas que en ellas no puede uno conservar su libertad más que a expensas de la de otro, y el ciudadano no puede ser perfectamente libre a no ser que el esclavo sea extremadamente esclavo.37

37 ROUSSEAU, Jean-Jacques, Del Contrato…, Op. Cit., p. 121.

¿Se podría establecer una analogía entre el estatuto en que Rousseau coloca a las mujeres en su andamiaje teórico y lo afirmado en la cita precedente sobre la esclavitud en Grecia? O más allá de esta contradictoria cita sobre la esclavitud griega por parte de un teórico que en todos sus escritos rechaza la esclavitud ¿está proponiendo Rousseau para las mujeres un estatus similar al que rechaza enérgicamente para los esclavos?

A través de su pionera propuesta de análisis sobre la génesis del derecho político, Pateman brinda un estudio profundo acerca de la situación de las mujeres en el sustrato discursivo de los teóricos contractualistas clásicos. En su reconocida obra El contrato sexual, desgrana ese relato hipotético narrado a partir del siglo XVII por autores como Hobbes, Locke o Rousseau sobre los orígenes de la autoridad y de la comunidad políticas, para echar luz sobre lo que considera una parte reprimida de la historia del contrato: el contrato sexual.

A partir de la narración de los orígenes del derecho político como derecho patriarcal, la historia sobre la libertad que aparece en las teorías contractuales, comienza a transformarse en relato de la subordinación; y la supuesta contraposición entre contrato y patriarcado, aparece cada vez menos antinómica:
La dominación de los varones sobre las mujeres y el derecho de los varones a disfrutar de un igual acceso sexual a las mujeres es uno de los puntos en la firma del pacto original. El contrato social es una historia de libertad, el contrato sexual es una historia de sujeción. El contrato original constituye, a la vez, la libertad y la dominación. (…) El contrato está lejos de oponerse al patriarcado; el contrato es el medio a través del cual el patriarcado moderno se constituye.38
38 PATEMAN, Carole, El contrato sexual, Anthropos Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1995, pp. 10-11.

Para analizar los orígenes del poder político del modo en que Pateman lo propone, es necesario recordar muy sucintamente la discusión entre patriarcalistas y sus oponentes, para desentrañar la confusión que suele reinar sobre la noción de patriarcado y de paternalismo o derecho paternal. A quienes sostenían, en el marco del debate llevado adelante en el siglo XVII, que el poder político se fundaba en el derecho paterno, y por tanto era natural
y no convencional, se les oponían aquellos que colocaban al contrato como la génesis y fundamento del derecho político poniendo en primer plano la noción de consentimiento,39 al tiempo que diferenciaban este poder político de otros poderes que pudieran ejercerse en una sociedad como el del amo sobre el siervo, el esposo sobre la esposa o el padre sobre los hijos.40
39 Véase al respecto la discusión que John Locke entabla con Robert Filmer en el libro primero (Primer Tratado) de LOCKE, John, Two treatises of government, Cambridge University Press, Cambridge, 1960.
40 Locke dedica el capítulo VI de su Segundo Tratado al desarrollo de la distinción entre el poder que los padres tienen sobre sus hijos del poder político, del mismo modo que en el siguiente capítulo desarrollará las características del poder del marido sobre la esposa, del señor sobre el siervo y del amo sobre el esclavo (de la esclavitud tratará específicamente el cap. IV), para poner de manifiesto que el poder de un magistrado sobre sus súbditos debe ser diferenciado de todos estos, puesto que es necesario hacer visible “[…] la diferencia existente entre el gobernante de un Estado, un padre de
familia, y el capitán de una galera”. LOCKE, John, Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil. Un ensayo concerniente al verdadero origen, alcance y finalidad del gobierno civil, Editorial Prometeo/ Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2005, p. 16. Rousseau realiza también esta distinción
en el Capítulo II del Libro I de Del Contrato …, Op. Cit., p. 27 y ss.

Es decir, allí donde el modelo patriarcalista sostenía el carácter natural de la
autoridad y de la comunidad –y lo fundamentaba en el poder del padre–, el contractualismo pone en escena la artificialidad de lo político.

Ahora bien, si de ese modo las teorías modernas del contrato lograban desplazar el paternalismo propio de las teorías premodernas, no obstante, de ninguna manera desarticulaban la estructura patriarcal del orden político: ni unos ni otros cuestionaron la relación existente entre el poder del esposo y el poder del padre, ambos constitutivos del poder patriarcal.

El hecho de que el poder de un varón-padre sobre su descendencia sólo puede existir en forma posterior a que este varón-esposo haya ejercido su derecho patriarcal sobre una mujer-esposa, no fue tenido en cuenta por los teóricos de la temprana modernidad.

El patriarcado, lejos de quedar rendido ante la teoría del contrato, ha sido incorporado por ésta adoptando su forma propiamente moderna: el patriarcado ya no es paternal sino fraternal, los hombres no ejercen su poder en tanto padres, pues la derrota política del padre ya ha sido llevada adelante: “La sociedad civil moderna no está estructurada según el parentesco y el poder de los padres; en el mundo moderno, las mujeres están subordinadas a los hombres en tanto que varones, o a los varones en tanto que fraternidad”.41
41 PATEMAN, Carole, El contrato…, Op. Cit., p. 12.

La parte olvidada de la tríada de la Revolución francesa recobra en Pateman un lugar primordial: las nuevas sociedades de hombres libres e iguales son sociedades surgidas de un pacto fraternal. En este sentido Pateman afirmará: “Libertad, igualdad y fraternidad forman una trilogía revolucionaria porque la libertad y la igualdad son los atributos de la fraternidad que ejerce la ley del derecho sexual masculino.
Qué mejor noción para conjurar que «fraternidad» y qué mejor conjuro que insistir en que la «fraternidad» es universal y nada más que una metáfora para la comunidad”.42
42 Ídem, p. 160.

Y es aquí justamente donde reside una de las más importantes disquisiciones analíticas del desarrollo conceptual de Pateman: la distinción establecida entre el poder conyugal y el poder paternal permite que aquél sobreviva a la derrota del padre y se exprese en el derecho sexual masculino de la modernidad. Las mujeres, nos deja claro Pateman, no toman parte en el contrato original, puesto que carecen de los atributos necesarios para pactar, crear y mantener una nueva organización social.

Como hemos visto, en el estado de naturaleza original de Rousseau no hay padres o más bien no hay relación de paternidad como tal. El padre en tanto padre surge posteriormente al esposo o jefe de familia, con la aparición de la familia monógama patriarcal. En la familia el hombre encuentra la fuente de su poder, por lo que lógicamente la decisión de establecerse en familias resulta una asociación harto beneficiosa.

Pero ¿por qué motivo las mujeres tomarían la decisión de formar esta nueva sociedad, cuando con ella pierden la libertad, la igualdad y la independencia que poseían en el estado original? ¿No sería esta decisión un contrato ilegítimo puesto que no se establece una relación de reciprocidad ni de beneficio para ambas partes? ¿No estamos ante el caso de un individuo libre enajenando su propia libertad y por tanto ante un absurdo en el marco de la teoría de Rousseau?

Pateman concibe la propia idea de contrato desde la paradoja: analiza el modo en que una teoría que aparece como emancipatoria y libertaria declarando que los individuos nacen libres e iguales, allí donde parecía desterrar la sujeción, estaba habilitando el discurso de la sujeción civil de la modernidad.

En este sentido, a través de la mirada de Pateman, el contrato deja de ser el paradigma del libre acuerdo, para transformarse en la legitimación
propiamente moderna de relaciones de sujeción y subordinación. Esta idea de paradoja es aplicable, como hemos visto, en un sentido más profundo y
específico en el pensamiento de Rousseau: en su obra conviven una teoría democrática que se desmarca de la de los contractualistas liberales pero que sin embargo, comparte con ellos –en términos incluso más radicales– la exclusión de las mujeres de la vida política.

Sin dejar de percibir las diferencias que se pueden establecer entre el contrato de Rousseau y las propuestas contractualistas liberales, tal como hemos desarrollado en el primer apartado, y que podemos resumir bajo la idea de que “Rousseau, en su historia conjetural del estado de naturaleza, es capaz de explicar el modo en que el contrato social liberal ocurre, y la forma en que es presentado como algo distinto de lo que realmente es: a saber, una
estratagema de los ricos para asegurar e incrementar su posición social dominante”;43 estas diferencias no aparecen cuando observamos esa historia reprimida, no narrada, del contrato sexual que la teoría feminista nos convoca a analizar.
43 PATEMAN, Carole, The problem of…, Op. Cit., pp. 145-146.

En este sentido, esa gran diferencia entre Rousseau y los otros teóricos del contrato “ayuda a encubrir el hecho de que él, como el resto, suscribe entusiastamente el contrato sexual”.44

44 PATEMAN, Carole, El contrato…, Op. Cit., p. 107.

Para Rousseau, cualquier contrato que se expresa en términos de amos y esclavos, que se asemeje a una relación de esclavitud, que cree relaciones de subordinación entre los pactantes, es un contrato ilegítimo, con la
notable excepción de aquel que regula la relación entre los sexos.

Son muchos y variados los análisis feministas que pretenden dar una respuesta al interrogante de porqué las mujeres son desprovistas de la igualdad, libertad, autonomía y autogobierno que ostentaban en el estado original de naturaleza. Una de las posibles respuestas, arrojada por Moller Okin, pone el énfasis –como hemos desarrollado previamente– en la necesidad de conocer lo más certeramente posible la paternidad biológica del jefe de familia sobre sus hijos, pues lo que está en juego es la herencia y la propiedad privada.

Pero incluso en esta explicación, lo que subyace es el cuerpo sexuado: la sexualidad femenina, la capacidad de procrear; todo ello visto como un desborde de deseo y pasión que desestabiliza en términos potenciales pero continuamente asumidos, el orden social. La propia Moller Okin lo expresa en estos términos:
Desde que la mujer, según [Rousseau] cree, tiene la capacidad de estimular el deseo sexual del hombre hasta el punto de que no puedan nunca estar completamente satisfechos, y desde que la naturaleza la ha hecho lo suficientemente fuerte como para resistir los avances de él cuando ella elija, se sigue que, con respecto a sus necesidades sexuales, el hombre es “por invariable ley de naturaleza”, dependiente de la buena voluntad de la mujer.45

44 PATEMAN, Carole, El contrato…, Op. Cit., p. 107.
45 OKIN, Susan Moller, Women in Western…, Op. Cit., 148.

Las mujeres son vistas como peligro de tentación permanente para los hombres quienes, a pesar del uso de su razón, pueden caer en las garras de las féminas carentes de modestia y con un irrefrenable deseo sexual. Ante la imposibilidad de controlar sus deseos y emociones por sí mismas, deben ser colocadas bajo la autoridad masculina y confinadas al mundo de lo privado, pues sus desbordes le impiden desarrollar la moralidad necesaria para la vida civil. El deseo femenino siempre debe estar regulado y limitado por el derecho patriarcal –o la razón de los varones, pues en la mujer todo es “naturaleza” y se necesita controlarla para crear y mantener el orden social.

La esfera privada como destino inexorable

Las mujeres entonces, incapaces de sublimar sus pasiones, fuente de desborde y desorden en la vida pública, deben permanecer –tal como deja claro Rousseau en Emilio– bajo el arbitrio y dominio de los hombres, excluidas de la vida política. La tarea de la mujer es mantener el orden y la armonía en “la esfera que es el fundamento natural de la vida civil”.46

46 PATEMAN, Carole, El contrato…, Op. Cit., p. 139.

Podemos abordar, siguiendo la propuesta de Pateman, la distinción entre un ámbito público y uno privado como la dicotomía relevante que se establece una vez realizado el pacto, en reemplazo de la anterior antinomia entre lo natural y lo civil. La característica que distingue a la creada sociedad civil es esta separación y diferenciación que se establece en su interior entre un ámbito conceptualizado como privado y otro entendido como público, “cada uno con un modo de asociación distintivo y contrastante. Así, se canaliza la atención
sobre una de las esferas, que es considerada como el único reino de interés político. Pocas veces se hacen preguntas sobre el significado político de las dos esferas, o sobre cómo surgieron ambas”.47

Sin embargo, la distinción y separación entre ambas esferas es uno de los principios fundamentales que estructuran las sociedades modernas. Como una reedición de las antinomias varón-mujer, civil-natural, el par público-privado aparece reflejando la diferencia sexual traducida en desigualdad civil y política.

Pero esta distinción da por cierto algo que precisa ser explicado; ¿Qué es el ámbito privado? ¿Qué abarca este mundo privado, tanto para Rousseau como para los teóricos liberales? Mary Dietz lo define, en palabras de Agnes Heller, como el ámbito de “las emociones domésticas”, que contempla el matrimonio, la familia, el trabajo doméstico y el cuidado de los/as niños/as.48

“En suma, la noción liberal de “lo privado” ha abarcado lo que se ha denominado “esfera de la mujer” como “propiedad del varón” y no sólo ha tratado de defenderlo de la interferencia del ámbito público, sino que también ha mantenido aparte de la vida de lo público a quienes “pertenecen” a esa esfera: las mujeres”.49

47 Ídem, p. 21.
48 Seyla Benhabib también recupera el pensamiento de Agnes Heller para referirse a este ámbito como “cobijo de las emociones”: “Todo un dominio de la actividad humana, a saber la nutrición, la reproducción, el amor y el cuidado, que en el curso del desarrollo de la sociedad burguesa y moderna
pasa a ser el lote de la mujer, es excluido de consideraciones políticas y morales, y es relegado al ámbito de la ‘naturaleza’”. BENHABIB, Seyla, “El otro generalizado y el otro concreto: la controversia Kohlberg-Gilligan y la teoría feminista”, en BENHABIB, Seyla y CORNELL, Drucilla (editoras), Teoría Feminista y Teoría Crítica, Edicions Alfons el Magnànim, Valencia, 1990, p. 130.
49 DIETZ, Mary G., “El contexto es lo que cuent: feminismo y teorías de la ciudadanía”, en Debate Feminista, V. I, marzo de 1990, p. 117.

La formulación liberal de la dicotomía público-privado acompañada sin fisuras por Rousseau, no sólo ha dejado a la esfera privada por fuera de la legislación, sino también de la teorización y la reflexión: las relaciones del ámbito doméstico quedan ocultas bajo el manto de lo “natural”. Ciriza lo enuncia con claridad: “Un indicio del diferente estatuto acordado al contrato
político y al sexual está dado por el recurso de diferentes formas narrativas. Los relatos destinados a asegurar la reclusión de las mujeres no moraban en el espacio de la teoría o el ensayo político, sino en el de la pedagogía, los libros de buenas costumbres, los manuales domésticos y las novelas”.50

50 CIRIZA, Alejandra, “A propósito de Jean-Jacques Rousseau…”, Op. Cit., p. 88

Si bien entonces, para Rousseau –al igual que para Locke– la familia ya existe en el estado de naturaleza, al crearse la sociedad civil a través del pacto, la separación entre lo privado y lo público se escenifica como una división al interior de la sociedad civil, dentro de la cual el ámbito familiar se escinde como esfera privada y no política. Los teóricos contractualistas se han encargado de analizar la esfera pública de la libertad y no han considerado relevante visitar teóricamente el mundo de lo privado y la subordinación “natural”.

Ante esto Pateman sostiene la interdependencia existente entre ambas esferas, y la imposibilidad de emprender el análisis de una de ellas sin abordar en ese mismo acto una observación sobre la otra:
El individuo civil y el reino público parecen universales sólo en relación y en oposición a la esfera privada, el fundamento natural de la vida civil. De modo similar, el significado de la libertad civil y la igualdad, aseguradas y distribuidas imparcialmente entre todos los «individuos» mediante la ley civil, se puede entender sólo en oposición a la sujeción natural (de las mujeres) en la esfera privada.51
51 PATEMAN, Carole, Del Contrato …,Op. Cit., pp. 159-160.

Perder de vista esta relación de dependencia, implicaría aceptar el supuesto que declara la irrelevancia de las desigualdades de la esfera privada para los asuntos públicos tales como la igualdad política, la libertad civil o los derechos formales; sería, para utilizar una expresión de la propia Pateman, perder de vista que ambas esferas son dos caras de la mismo moneda, “el patriarcalismo liberal”.52

52 Véase PATEMAN, Carole, “Críticas feministas a la dicotomía público/privado”, en CASTELLS, Carme (compilador), Perspectivas feministas en teoría política, Paidós, Barcelona, 1996, pp. 31-52.

La permanente desvalorización del ámbito privado en el discurso teórico político es puesta de manifiesto por Iris Marion Young al observar el modo en que la vida pública, entendida en tanto expresión de la voluntad general, intereses compartidos y trascendencia de las diferencias, opera como una demanda de homogeneidad para quienes conforman la comunidad política y la exclusión de quienes son definidos/as como diferentes. En este sentido,
si sostenemos con Young que “[l]a ciudadanía es una expresión de la universalidad de la vida humana; es un dominio de racionalidad y libertad como algo opuesto al dominio de las necesidades, deseos e intereses particulares”,53 podemos comprender que la separación y oposición entre la universalidad de lo público y la particularidad de lo privado, aparezca
“moralmente” emparentada con la distinción entre razón y sentimientos.54
53 YOUNG, Iris Marion, “Vida política y diferencia de grupo: una crítica del ideal de ciudadanía universal”, en CASTELLS, Carme (compilador), Perspectivas feministas en…, Op. Cit., p. 102.
54 Ante la unidad que suprime las diferencias, Young propondrá una “ciudadanía diferenciada en función del grupo”, que, opuesta al ideal de ciudadanía universal como mayoría, reconociera la heterogeneidad en el ámbito político. Véase YOUNG, Iris Marion, “Vida política y diferencia…”, Op. Cit.

De este modo, un ámbito público ligado a la virtud, la razón, la generalidad y lo “masculino”, se opone –y complementa– a un ámbito privado dominado por la necesidad, las emociones, los deseos y lo “femenino”. En tanto se sostiene lo público como universal, la particularidad se supone privada, reforzando al privatizar las diferencias, el ideal de homogeneidad como principio político.

Según Young, “[l]a filosofía política de Rousseau es el paradigma de este ideal de lo cívico público”,55 pues la voluntad general, no mera suma de intereses particulares sino punto de vista universal del interés colectivo de una ciudadanía igualada en su racionalidad y libertad, no es compatible con los intereses individuales y la satisfacción personal, y esto representa, para Rousseau, la tragedia de la condición humana.
55 YOUNG, Iris Marion, “Imparcialidad y lo cívico público. Algunas implicaciones de las críticas feministas a la teoría moral y política”, en BENHABIB, Seyla, CORNELL, Drucilla (editoras), Teoría
Feminista…, Op. Cit., p. 100.

Ante la imperiosa necesidad de construir ese espacio público homogéneo, se forjará por un lado la educación de los hombres en el compromiso y la participación política de la vida cívica, y la educación de las mujeres como guardianas morales del mundo de las necesidades y los sentimientos que queda de este modo, encerrado en el ámbito doméstico.
De esta manera, “el ideal de lo cívico público en tanto que expresión del interés general, del punto de vista imparcial de la razón, da como resultado la exclusión … Excluye de lo público a aquellos individuos y grupos que no se adecuan al modelo de ciudadano racional que puede trascender el cuerpo y los sentimientos”.56
56 Ídem, p. 102.

Una vez más, retomando la idea fuerza de Pateman en The Disorder of Women, las mujeres son vistas como un peligro para la unidad de la comunidad, pues, en tanto no trascienden su cuerpo y su sexo, representan el
deseo, el impulso, la afectividad, la necesidad; elementos todos desbordantes y disruptivos del espacio público. Sólo Emilio puede ser educado en el juicio necesario para el ejercicio de la ciudadanía y de la participación política, mientras que Sofía debe ser educada para complacer y obedecer a Emilio, para cuidar de su hogar y de sus hijos. Tal como señala Alejandra Ciriza, “[l]os detalles de la arquitectura del orden social han de buscarse en el
Emilio, el texto de pedagogía que ha de construir los puentes entre el sujeto político, un individuo abstracto y asexuado, y el sujeto privado, dotado de una subjetividad densa que incluye creencias, sentimientos, historia personal, educación, sexualidad, cuerpo”.57
57 CIRIZA, Alejandra, “A propósito de Jean-Jacques Rousseau…”, Op. Cit., p. 89.
Ahora bien, debemos tener presente, como subraya Ciriza, que la despolitización de la educación de Sofía representa en sí misma un hecho político. Y es también una construcción política el haber convertido la anatomía de las mujeres en regidora de sus destinos: nacer con cuerpo de mujer es equivalente a ser incapaz de desarrollar un sentido de justicia y de
participar en la vida política. Y es representar, en tanto puro sexo desbordante, un peligro para el orden y la estabilidad social. Las mujeres y sus demandas de igualdad han sido expulsadas del terreno de la política. Esta operación encierra, en sí misma, un hecho fundamental de la modernidad política, con cuyas consecuencias seguimos lidiando en la actualidad.

¡¡No casen a las niñas con sus violadores!!

¡¡No casen a las niñas con sus violadores!!

Indignación total genera cada vez que leemos que en los países del medio oriente se casan niñas de 9 años con hombres de 30, 40 y hasta 50 años, pero cuando revisamos el Código de Familia encontramos los artículos 12 y 14 que aquí en El Salvador permite que los padres autoricen que nuestras niñas sean sometidas a esta misma circunstancia y nadie se indigna.

La organizaciones conservadoras “pro-vida” ni las iglesias han dicho nada por años y ahora que la diputada Lorena Peña saca el tema y busca la reforma, guardan sepulcral silencio, más bien andan en función de no permitir que ancle en nuestras costas un barco.

Las prioridades en este país son risibles, hablan de lo importancia de los valores y no son los principales lideres religiosos quienes abanderan esta petición que está encaminada a proteger a nuestra niñez y adolescencia, así como dijo el Nazareno “hay de aquellos que le hagan daño a los más pequeños”.

Es ante estas peticiones cuando esperaba encontrar a la entrada de la iglesia una carta de apoyo y que sea el párroco o pastor el que le pida a la congregación que firmen porque es contra todo valor moral y principios religiosos permitir que se casen menores de edad.

Lo cierto es que la noticia no pasó con apoyo ni de medios y cero apoyos políticos, pareciera que la diputada Peña está como Juan Bautista, presentando piezas en el desierto y que los actores políticos no logran dimensionar lo importante que es esta reforma.

El Salvador, donde la cultura de la violación está tan arraigada, donde acosar niñas y adolescentes en las calles es una práctica que ejercen hasta los que debían protegerte –policía y ejército- donde en cualquier bar escuchas hombres pasados en los 30, 40 y 50 años hablando de las vecinas o compañeras de estudio de sus hijas con frases como “ya se cruza la calle sola” “ya pesa 100Lb” “ya no se muere” “ya alcanza el timbre” todas y cada una de ellas desatan tremendas risas y carcajadas entre hombre y mujeres, pero lo cierto es que nadie repara que se están refiriendo al cuerpo de una niña.

Hace unos días leía una noticia donde en cierto país se ha subido la edad para casar “niñas” ya no de 6 años sino de 12 porque ha habido muchos casos donde la niña muere en su noche de bodas porque el esposo “la parte en dos mitades” ¿asqueroso verdad? Bueno esa frase tiene su equivalente en El Salvador “ya no se muere” “ya pesa 100LB” “ya la aguanta” las tres se refieren exactamente a lo mismo y aquí lo dicen con total inmunidad e impunidad y no solo eso, se considera que no es acoso y que las que nos quejamos somos una mojigatas… ¿Qué les parece?

La petición de la diputada Peña debe ser acompañada no sólo por todas las organizaciones de mujeres en el país, debe recibir el respaldo de todas las mujeres, sean o no de la posición ideológica de la diputada, pues esto no es un tema ideológico y no debe discutirse en ese ámbito, esto se trata de proteger a nuestra niñez y adolescencia, principalmente y en segundo lugar armonizar nuestra legislación penal y de familia, no puede ser que el primero sea un delito tener relaciones sexuales con menores de 18 años y el segundo los padres legitimen esa agresión sexual y permitan que su hija se case con el agresor porque se encuentra embarazada.

Los diputados y diputadas principalmente de derecha que tanto hablan de defender a nuestra niñez, tienen una gran oportunidad ahora, apoyando la iniciativa de la diputada Peña y haciendo un aporte real dando su voto evitando los matrimonios donde uno de los integrantes es menor de 18 años y que según la ley deberíamos proteger y aquí le casamos con su agresor sexual con la venia de los padres.

Ojala todas y todos comprendamos que esta reforma vale la pena hacerse, quedarse indignados por los matrimonios de niñas en otros países y hablar mal de religiones, sabiendo que aquí sucede lo mismo, lo vuelve hipócrita, sépalo.

Bruja, puta, gorda, malcogida

Bruja, puta, gorda, malcogida
Elena Salamanca

Nos enseñaron a ser misóginas, era mejor odiarnos, “bruja, puta, gorda, malcogida”, etc. Y nos enseñaron que era más fácil despreciarnos que aceptar que había mujeres que hacían las cosas tan bien como nosotras, incluso mejor. Nos enseñaron que era mejor culparnos entre nosotras antes de ver quiénes nos habían nombrado primero “bruja, puta, gorda, malcogida”. Un detalle: los primeros que nos llamaron “bruja, puta, gorda, malcogida” no fueron mujeres. Lo sabemos, pero, de todas formas, nos odiamos. Aprendemos a odiar como aprendemos a amar. Pero podemos desaprender. Ser amigas.

Yo también fui misógina

Cuando era más joven pensaba que era la mejor de las jóvenes intelectuales, la más brillante, la más osada. Mis amigos eran hombres. Tenía poquísimas amigas, respetaba a poquísimas compañeras en la licenciatura porque pensaba que “no era interlocutoras para mí”. Nos educan para pertenecer a una manada de hienas ya saben, las más fuertes y competitivas de las mamíferas y no para comprender y amar a las otras. Fui misógina. Usted también, seguro, lo fue. Y ella también. Todas nosotras.

Pero es posible desprenderse de la misoginia, dejar de decir “esa perra, esa puta”, cada vez que hablemos de las otras. Dejar de ver la celulitis en la pierna ajena. Dejar de pensar que somos el modelo de mujer, la decente y la moral frente a la puta y la loca sí, también llaman locas a las mujeres resueltas con su goce, herencia de la psiquiatría del siglo XIX, entre otras cosas.

No estoy ni a mitad del camino a la sororidad esa alianza entre mujeres frente al patriarcado, que la mexicana Marcela Lagarde explica muy bien aquí pero he empezado a transitarlo porque otras mujeres me llevaron a él. Mujeres mayores que yo que fueron mis maestras o mis jefas y que pensaron que podían tener interlocución conmigo, sin importar que yo estuviera tan joven y ellas tuvieran carreras consolidadas, en la academia, el periodismo o la literatura. Ellas me llevaron a su familia, a su tribu, a su haus, y por eso ahora aceptar que a mi lado hay muchas mujeres buenas, que hacen las cosas bien, incluso mejor que yo, y estoy agradecida por ello.

Como este camino es difícil, porque es mordaz también, he pensando marcar algunos pasos que he dado e intento sostener para dejar de pensar que las otras son el infierno.

No pelear con las feministas

Uso la palabra bruja en este texto porque muchas veces siento un conflicto entre el uso, el concepto en la historia y la representación de bruja. Sobre todo, con la representación que algunas de mis amigas feministas dan a ser bruja en fechas como el 8 de marzo o el 31 de octubre. Pero un día pensé: no puedo pasar mi vida peleando con las feministas, si ellas fueron las primeras en ponerse minifalda para demostrar que su cuerpo era suyo, no puedo pelear con otras mujeres si mis abuelas y mi madre me permitieron pensar, escribir, estudiar, viajar y convivir. No podemos pelear con otras mujeres si han sido ellas las que lucharon para que pudiéramos votar, ir a la escuela, a la universidad, aprender, estudiar, enseñar, divorciarnos si queríamos, no embarazarnos si queríamos, salir a la vida, vivir. Nos ocupamos tanto en pelear que nos dispersamos y así no podemos acuerparnos, defendernos.

Activar el 8 de marzo

Antes también discutía la celebración del 8 de marzo. “Qué hueva pensaba el machismo no existe”. No creía en el machismo porque fui criada por mujeres y estas mujeres me enseñaron que el mundo era ancho y ajeno y podía ser mío. Nunca me dijeron que no podía hacer algo, me dieron la fuerza suficiente para hacer lo que quisiera. “Qué hueva me decía si ya tenemos todo”. Pero no. No tenemos aún TODO y tampoco lo tuvimos antes. Pensaba que en todas las casas las niñas podían leer y escribir lo que quisieran, estudiar, pensar y viajar. Pero salí a la vida, y en la calle el machismo me encontró. Camino a la universidad, un hombre me siguió con su carro para acorrarlarme en un pasaje. En mi trabajo, unos abogados decrépitos preguntaron por mi edad para saber si era posible hacerme algo y que fuera legal; luego, rieron. En otro trabajo, una mujer de mi edad preguntó por qué yo tenía el cargo de investigadora, dijo que seguro lo obtuve porque había cogido con ¿cuántos?. Entonces no, el machismo no era una mentira.

Me incomoda el 8 de marzo como incomprensión. Los hombres nos dicen bellas, las otras mujeres no dicen amigas, queridas, etc. No siempre se trata de auténticas sororidades. Pero no se trata de la postal en redes sociales. Se trata de activar.

Tenemos que aceptar que necesitamos ese día simbólico porque el mundo sigue siendo hostil para muchas mujeres todos los días. Tenemos que aceptar que hemos experimentado y gozado libertades que nuestras abuelas no conocieron, a veces tampoco nuestras madres. Por eso tenemos que seguir enunciando el día, cada una de nosotras desde sus espacios y sus armas. Tenemos que seguir gozando de nuestras libertades y pensando, escribiendo y haciendo para que el mundo sea menos injusto con las mujeres, biológicas y transexuales.

Encontrarse

Dejé de leer hombres que escriben sobre mujeres y empecé a leer mujeres. Marosa Di Giorgio, Idea Vilariño, Gabriela Mistral, Djuna Barnes, Virginia Wolf, Marguerite Duras. Y me encontré. En ellas me sentí encontrada. Estas mujeres se preguntaron frente a la escritura a mano o a mecanografía lo mismo que yo me preguntaba. Se preguntaron frente a la vida en la casa de los padres, la propia, la cocina, la calle lo que yo me preguntaba por la vida. Y encontré mi lugar, no para tener una genealogía de mujeres que me convirtiera en alguien en alguna literatura, sino que me encontré en la vida.

También comencé a leer a escritoras de mi generación, la mayoría mis amigas, y me encontré también, con los mismos miedos, las mismas ganas de reír, de aceptar. Hay que leer a las mujeres que escribieron antes que nosotras y escriben al mismo tiempo que nosotras porque nos preguntamos lo mismo ante palabras contundentes como feminidad, soltería, maternidad, impunidad, goce. Tenemos una voz que nos permite cantar fuera de las jaulas de los cánones.

Mirar hacia las intersecciones

Una de las condiciones más injustas de ser mujer es la feminidad como yugo. Durante siglos el canon de belleza ha sido tan cambiante y tan injusto con la biología yo tendría que colocar mis senos en la belleza de otro siglo, tal vez el XVI, por ejemplo que lo hemos normalizado. Y vamos normalizando, y con ello violentado, a tantas mujeres en nuestro camino. O a tantos hombres.

Una de las condiciones más injustas en la que se encuentran tantas mujeres y hombres en la historia es la encajar en el modelo de la feminidad o la masculinidad. Hasta ahora, en estos discursos de sororidad y reivindicaciones, no hemos pensando en las mujeres transexuales, nacidas hombres, y en los hombres transexuales, nacidas mujeres. Aquí hay una intersección potente que debe cuestionar nuestras miradas sobre género y sociedad porque en este caso se trata de MUJERES, de otras mujeres que no conocemos y que atraviesan otros estratos de su vida.

La feminidad también es muy violenta. Y con ella hemos dañado a niñas que nacieron mujeres y eran, en realidad, hombres (machorra, marimacha) y a niños que nacieron como hombres pero en realidad eran mujeres (maricón, culero).

En uno de mis tantos trabajos conocí a Karlita. Para mí, es uno de los personajes más importantes de la lucha política trans en El Salvador. En 1992, aparecía en un fotorreportaje de Francisco Campos como Carlos, quien se travestía y prostituía. En 1998, daba declaraciones en un reportaje de El Noticiero sobre crímenes de odio. Cuando la conocí, diez años después, dirigía una ONG que apoyaba a mujeres trans que vivían con VIH. Era una luchadora social que estaba por terminar el bachillerato. Karlita no terminó la escuela porque se supo mujer siempre y en su adolescencia quiso usar los baños de mujeres; en su escuela no lo comprendieron, la insultaron (culero, maricón) y la golpearon, sus mismos compañeros de escuela. Las historias de violencia por género son cotidianas y pocas ven la luz, las hemos normalizado como normalizamos cualquier forma de violencia, pero por ser normalizadas no son norma, y, sobre todo, no son justas.

Entender que ser mujeres es también una experiencia política tiene que hacernos mirar a esas otras mujeres, quienes, desde sus procesos de reasiganción de sexo, nos ayudan a escribir otras historias sobre ser mujer que rompen con el modelo en que casi ninguna de nosotras cabe, un corsé asfixiante más que un modelo de lo posible.

Comprender a la madre

Creo que el camino más preciso, y más doloroso, a la sororidad es comprender a la madre. Hemos escrito y pensado sobre la madre sobre todo como institución y no como ser humano.

La mayoría de mis complejos, y los de mis amigas, vienen de lo que dijo la madre cuando era niña o adolescente. Vienen de la pared de vidrio que las familias colocan entre los roles, vienen de una tradición occidental en la que las mujeres han sido enseñadas para parir y no quejarse, para tener rabia, o para quererse pero, a pesar del inmenso amor, reprocharse.

Comencé a comprender a mi madre hasta que tuve la misma edad que ella en un momento crucial de su vida. Mi madre enviudó a los 33 años. De pronto, estuvo sola, con dos hijas. Veo a mi madre de entonces por mi recuerdo y no por las fotografías y lloro con ella. Lloro con mi mamá como la mujer joven que era, a la que le mataron el esposo, a la que le quedaron dos niñas y un inmenso miedo. Veo a mi mamá de 33 años, joven, bonita, con sus tacones, con su risa, con su ropa a la moda. Luego la veo viuda. Y me abrazo para abrazar a mi madre porque estuve dentro de ella y me formé con su calcio y todas esas cosas que hemos leído, que creemos que sabemos pero que no sabemos realmente.

Comprender a la madre es caminar a la comprensión del dolor y de la felicidad. Abracemos a nuestra mamá como mujer y no como símbolo.

Caminar a la sororidad

Cuando era profesora universitaria conversaba con mis estudiantes para saber qué deseaban de la vida, qué querían hacer. Muchas de las niñas querían casarse y dedicarse al hogar después de terminar la universidad. No está mal casarse, ni ser madre, ni guiar un hogar, pero les pedía que se casaran por decisión propia y no de sus novios o sus papás. Antes hay que viajar solas, conocer el mundo, les decía. Un día, una de ellas me dijo: “Ya lo pensé, no me voy a casar el próximo año; antes, voy a viajar sola”. Yo me sentí como Julia Roberts, en Mona Lisa smile, y pensé que había empoderado a una niña, de tantas, que cruzaban por las aulas.

A veces, empoderar a una mujer no es entregarle unos anticonceptivos, es enseñarle a pensar desde más perspectivas. Durante unos años trabajé con estudiantes que no conocían la historia reciente de El Salvador. Algunas se sentían realmente impactadas por la Historia, se conmovían, se quejaban, ¿cómo era posible tanta violencia, tanta brutalidad? Muchas de estas estudiantes me dieron las mejores enseñanzas: comenzaron a mirar el país en el que vivían desde otras perspectivas, cambiaron la mentalidad polarizada con la que reflexionaban sobre política, y algunas de ellas lo hicieron aunque entraran en contradicción con los orígenes políticos de sus familias.

Como dije, apenas he dado unos pasos en el camino a la sororidad. Cometo errores, soy impulsiva. Pero llegué aquí porque otras mujeres me guiaron. Sin Cecibel Romero, María Tenorio y Vanessa Núñez yo no habría entendido que era posible, que es posible transitar entre las demás. A ellas y a las lectoras de este blog quiero dedicar este texto, porque lo fácil es pensarse, lo más difícil es no tener miedo de enunciarse.

Paisaje de Sofía Montenegro

Paisaje de Sofía Montenegro
In Arte, Centroamérica, Comunicación, Cultura, Educación, España, Feminismo, Mujeres, Periodismo, Política on 17 enero, 2014 at 5:13 pm
Sofía Montenegro Alarcón, periodista, escritora, feminista, nicaragüense. (Photo by MLargaespadaM, en Córdoba, 2006)

Sofía Montenegro Alarcón, periodista, escritora, feminista, nicaragüense. (Photo by MLargaespadaM, en Córdoba, 2006).

Por Mildred Largaespada

Dueña de un verbo divino que obsequia generosa por escrito y por hablado, Sofía Montenegro Alarcón, la intelectual feminista nicaragüense, está cumpliendo 60 años y la ocasión por ser número redondo, y etapa de ciclo vital merece un aplauso unánime y nutrido para celebrar a esta mujer singular.

Su madre y su padre le regalaron ese nombre tan potente e imponente, que con seguridad le hizo la vida más fácil cuando de niña empezó el trabajo que toda mujer que se respete a sí misma debe hacer: construirse como mujer, devenir mujer. Ella se regaló lo demás, con esfuerzo y sudando, como no puede ser de otra manera. Sofía Montenegro es ese tipo de personas que se convierten en personajes que habitan la historia de la humanidad, con mayúscula.

Nacida en Nicaragua, en 1954, esta mujer ha destacado en todos los ámbitos en los que ha actuado periodista, articulista, ensayista, investigadora de la comunicación social, política, feminista, pensadora. La he visto recibir premios de instituciones tradicionales y conservadoras y también de instituciones modernas y alternativas. He visto cómo era rodeada por mujeres que “despertaban” al feminismo después de una de sus charlas y que le agradecían sus palabras por inspiradoras, fortalecedoras.
Sofía Montenegro, en su despacho del Centro de Investigación de la Comunicación (Cinco), en Managua, Nicaragua. (Photo by Jorge Mejía Peralta).

Sofía Montenegro, en su despacho del Centro de Investigación de la Comunicación (Cinco), en Managua, Nicaragua. (Photo by Jorge Mejía Peralta).

He escuchado su fogoso y vehemente argumento para defender los derechos humanos de las mujeres nicaragüenses y centroamericanas. He presenciado lances de honor con protagonistas caballeros o bien, damas, según se dio el caso; y en la esgrima política o bien, en la personal, según se dio el caso en los que ella ha conseguido desarmar al otro contendiente, sin llegar a humillarle. Sofía es de las que tan solo les dice ¡touché!

Dotada con una extraordinaria inteligencia, Sofía Montenegro es lo que se llama una mujer visionaria, o adelantada a su tiempo. Por las abundantes evidencias, habría que precisar que es adelantada a cualquier tiempo. Si hubiera vivido en los tiempos del Imperio Romano le habría dicho al César: “no sigás por ese camino que vas a perder, hombre”. De estar en los tiempos de Abraham Lincoln le habría dicho: “y qué estás esperando para abolir la esclavitud”.

La obra de Sofía Montenegro, su aporte intelectual, es inmensa y como si de un río se tratara y hablásemos de vertientes, encontramos sólidos aportes teóricos desde su objeto de estudio que son las y los habitantes de las naciones centroamericanas partiendo de la nicaragüense, a la Epistemología Feminista, la Ciencia Política (aquí, particularmente, son valiosos sus aportes a las nociones de poder político, autoridad, Estado, comportamiento político, opinión pública y comunicación política), al Periodismo (su invento de la revista Gente está siendo puesto en práctica en la era de internet por los más prestigiosos medios de comunicación internacionales para modernizarse y conectar con sus audiencias). Y más.

Sofía Montenegro habla con franqueza y, según como se mire, eso puede ser celebrado o no. Con lo cual quiero decir que si hablás con ella vas a tener la seguridad de que te dirá lo que piensa, y a lo mejor no te gusta o a lo mejor te gusta. Sus adversarios cuando ya no saben qué hacer para detener su torrente, la intentan desprestigiar con calificativos maldicientes. Su grupo de reprochadores no es tan grande como su grupo de admiradores, pero existen. Donde unos miran arrogancia, otras miramos la autonarración positiva de ser mujer. Donde unos miran a una mujer agresiva, otras miramos a una mujer que sabe contestar a las agresiones históricas que han sufrido las mujeres. Donde algunos miran a una mujer calculadora, otra gente mira a una pensadora con estrategias propias.

Lo que Sofía Montenegro le ha dado a Nicaragua y en especial a sus mujeres desde las todavía no nacidas hasta las que ya peinan canas es esperanza, ese creer que es posible el deseado reconocimiento de que las mujeres son dignas de ser respetadas, tomadas en cuenta, existentes, ciudadanas, humanas… Y como es verdad, sabemos que el principal trabajo de Montenegro el es de contar la verdad.
Sofía. Retrato by MLargaespadaM (2006).

Sofía. Retrato by MLargaespadaM (2006).

Trabajé con Sofía durante seis años, con sus días y sus noches, mientras duró mi temporada en el diario Barricada. Me invitó a ser del equipo fundador de la revista Gente. Durante esos días, ni me dio libros para leer sobre feminismo, ni asistí a ninguna de las numerosas charlas y conferencias que brindaba en todo el territorio. Sólo tuve el privilegio de escucharla todos los días, con todas sus horas. Se juntaron sus ganas de hablar con mis ganas de escucharla y aprender.

No me enseñó periodismo Sofía, me enseñó algo mucho mejor: el punto de vista necesario para hacer periodismo. Ese saber colocarte del lado de las víctimas del poder, cualquiera que éste sea y del color que sea. Ese saber desde dónde mirar los hechos para narrar la noticia y no terminar siendo siervo del discurso del poder, del patriarcado.

Desde este lado seguimos mirando, maestra.

Es querendona la Montenegro. Espaldas anchas para sostener tremenda armadura en las mil y un batallas que libramos como mujeres. Con un sex appeal de actriz italiana de cine, que confirman numerosos testigos y testigas. Piernas torneadas que provocan infartos gozozos a sus admiradores, según cuentan cuando se reponen. De su rostro destacan labios pintados siempre-siempre y sus pómulos prominentes y besables y ojillos achinados que ella sabe, son anzuelos, y maquilla con arte de Reina Mora. Tengo frente a mí unas 20 fotografías de ella en distintos escenarios, la mayoría fiestas. Baila regular la Sofía Montenegro. Digamos que bebe más que baila. Y fuma cuando en una conversación pasa al capítulo siguiente. ¿He dicho ya que en una sola conversación es capaz de escribir un libro de muchos capítulos?

Feliz cumpleaños, mujer, y que cumplás muchos más.