La lucha por la conducción del movimiento sindical en El Salvador de 1930

La lucha por la conducción del movimiento sindical en El Salvador de 1930
Roberto Pineda 9 de diciembre de 2015

En el número 31, de mayo de 1930, de la revista El Trabajador Latino Americano, publicada en Montevideo, Uruguay, por la Confederación Sindical Latino Americana, aparece un artículo firmado por Rufino Vega que informa sobre “la situación sindical en El Salvador”, en particular sobre la “expulsión de los elementos traidores y amarillos de la Federación Regional de Trabajadores” y señala que “el reciente congreso ratifica su adhesión a la CSLA y a sus principios revolucionarios.”El artículo nos revela un significativo cuadro de la situación sindical antes de la derrota sufrida en enero de 1932.

Explica el artículo que “desde hace algunos meses a esta parte la reacción gubernamental ha concentrado su fuego contra la Federación Regional de Trabajadores y sus sindicatos adheridos. Paralela a la reacción violenta y brutal del gobierno, agente del imperialismo, en el propio seno de nuestras filas surgieron una serie de elementos oportunistas y traidores quienes asustados, algunos, frente a la reacción, y otros obrando como agentes directos de la burguesía intentaron quebrar nuestras organizaciones y conducirlas por el sendero del repudiable reformismo y de colaboración con el capitalismo.”

Añade que “visto el gobierno y el imperialismo que no podían detener la marcha siempre creciente de los sindicatos revolucionarios y sobre todo teniendo en cuenta que la C.O.P.A. ha perdido todo su prestigio en nuestro medio, como en general en la América Latina, y no engaña ya a nadie ellos han intentado darnos una puñalada, trapera, con métodos nuevos que a continuación reseñamos, pero que han fracasado ruidosamente.”

Reconoce el artículo que “en realidad, hasta el presente en su gran mayoría, la dirección de F.R. de T. estaba en manos de oportunistas que enmascaraba su tendencia colaboracionistas y derrotistas con el pretexto del atraso de la clase obrera y negándose a reconocer la crisis en aumento y la consiguiente radicalización de las masas. Estos elementos en el Congreso Nacional del año pasado tuvieron algunos gestos revolucionarios en apariencia (rechazaron las ofertas del gobierno de un subvención y se declararon adversarios abiertos de la C.O.P.A. “

No obstante esto, analiza que “esto fue simplemente porque eran píldoras muy difíciles de tragar por los obreros y que claramente los hubiera liquidado ante los trabajadores. En el fondo eran elementos reformistas, que se desenmascararon con el advenimiento de la reacción y con la radicalización de los trabajadores. Así por ejemplo, mientras (Luís Felipe) Recinos *(miembro del Comité Central) apoyaba la Resolución contra la C.O.P.A. mantenía estrechas relaciones con la “Liga de Conciliación” (The Fellowship of Reconciliation)1 enviada por los gringos yanquis capitalistas a Sandino para tratar de sobornarlo y renunciar a la lucha. Esta organización está llamado a desempeñar un papel tan pernicioso o más que la C.O.P.AS. por el carácter que tomaran las luchas en este sector.”

Por otra parte “mientras se rechazaba la oferta de Pío Romero (el Presidente) se aceptaba su apreciación de la incapacidad de los trabajadores agrícolas de poder ser organizados por su atraso general! Otro miembro del Comité Central, Serafín Martínez** no tenía ninguna confianza en la masa y consideraba imposible los trabajos de organización entre los peones por falta de medios. Para él no existía línea política revolucionaria y orientación hacia el proletariado de la campaña sino que “Organizar por organizar.”

Indica que “estos tres*** son los elementos más caracterizados y representativos del oportunismo, contra los cuales hemos tenido que conducir por largo tiempo una lucha a fondo por la orientación revolucionaria y clasista de la Federación Regional de Trabajadores.”

Explica que “el triunfo que han obtenido posteriormente los principios de la lucha revolucionaria de clases sobre el oportunismo, en el propio seno del Comité Central y sobre todo en el reciente Congreso Nacional de la F.R. T. se debe al vigor con que han reaccionado los trabajadores, quienes han logrado expulsar de su seno a los elementos amarillos y fortalecer aún más la organización.”

Subraya que “al principio intentamos poder convencer a esos compañeros de su error gravísimo de incomprensión de la actual situación revolucionaria internacional y sobre todo de la profunda crisis del café en el país que afecta a toda la población laboriosa, y por consiguiente la exacerbación de la combatividad de los trabajadores que se manifiesta en la ciudad y en las haciendas feudales. Pero en vista y como era de esperarse, de que la persuasión no daba resultado los miembros que estaban de acuerdo con las directivas de la C.S.L.A. ayudados por los jóvenes trabajadores iniciaron la lucha franca y abierta contra el oportunismo en todos sus aspectos llevando la polémica la seno de las grandes masas.”

Añade que “con este objeto se iniciaron cursos elementales entre los trabajadores creando entre ellos Comisiones de Propaganda para ir hacia el campo. Con esto el prestigio de los líderes oportunistas desvaneció ante la verdadera lucha revolucionaria. Esta fue la preparación que se hizo para el Congreso Nacional. Veamos los resultados de la política revolucionaria y en que quedaron los argumentos del “proletariado atrasado de la campaña”

Informa que “antes del Congreso el numero de sindicatos existentes ascendía a 33; en la actualidad existen 40, con 10 a 12 mil obreros organizados. La composición de la Federación ha mejorado en el sentido que las pérdidas son de los sectores de la ciudad más influidos por el artesanaje; zapateros, vendedores ambulantes, peluqueros, vendedores de diarios, etc. Algunos de estos sindicatos han sido reorganizados.”

Y apunta como destacado logro que “la Federación ha aumentado su influencia entre los trabajadores agrícolas. Esto no es de extrañar cuando se tiene en cuenta que los camaradas de las Comisiones de Propaganda a que hemos hecho referencia salían diariamente en giras continuas al campo a pie durante dos o tres días, por falta de recursos y muchas veces por no existir transporte en las aldeas.”

Señala que “para el futuro y en base a este brevísimo informe, se pueden sacar claras e innegables conclusiones. Los trabajadores de la ciudad y del campo se dan cuenta que la línea revolucionaria trazada en el último Congreso nuestro es justa y estrecharan filas cada vez más en derredor de la Sección Salvadoreña de la Confederación Sindical Latino Americana. Las masas comprenden hoy que la política de colaboración no ha servido para otra cosa que la de permitir a las empresas imperialistas y al Gobierno de concentrar sus fuerzas e iniciar el ataque contra los obreros.”

Asimismo que “la crisis general y particularmente la baja de los precios del café crea una situación revolucionaria que aumentará entre los campesinos pobres y trabajadores de la campaña y de la ciudad, planteando como cuestión de vida o muerte el problema de la conquista de la tierra para quienes la trabajan.”

Y concluye afirmando que “los trabajadores y campesinos pobres saben bien, y se los haremos comprender mejor que par la conquista de la tierra, se hace indispensable una alianza estrecha entre los trabajadores de la ciudad y del campo a base de una labor revolucionaria abnegada, tal cual lo ha fijado el último Congreso de la F.R.T.”

*Luís Felipe Recinos, periodista, luego de ser expulsado de la dirección de la FRTS, a la cual se había integrado en 1928, crea el Partido del Proletariado y se vincula con el líder reformista y luego presidente Arturo Araujo, ocupando puestos en su gobierno y luego del golpe de estado de diciembre de 1931, lo acompaña en el exilio en Guatemala.
**Serafín Martínez, mecánico, había asistido en mayo y junio de 1929 tanto a la creación de la CSLA en Montevideo, Uruguay como a la Primera reunión de Partidos Comunistas Latinoamericanos en Buenos Aires, Argentina. Fue asesinado por la dictadura militar en enero de 1932.
***Aunque no lo menciona en el texto, seguramente el tercer expulsado de la FRT en febrero de 1930 durante el VI Congreso de la FRT es Gumersindo Ramírez, maestro zapatero, por cierto padre de Carlos Lenin Ramírez, destacado militante del PCS en la UES.
1. Los pacifistas estadounidenses Elbert Rusell y John Nevin de la Hermandad para la Reconciliación, FOR, visitaron los países centroamericanos incluyendo a El Salvador a finales de 1927, en rumbo hacia Nicaragua donde aspiraban reunirse con el General Sandino y convencerlo de renunciar a la lucha armada y adherirse a la resistencia no violenta. La reunión no pudo realizarse aunque se reunieron con Somoza así como con la esposa de Sandino.

Análisis arquitectónico del desarrollo del estilo Neo-colonial

Análisis arquitectónico del desarrollo del estilo Neo-colonial
Verónica Flores Espino

1
CAPITULO I ETAPA CONCEPTUAL

INTRODUCCION

El presente trabajo trata sobre la investigación y análisis arquitectónico del desarrollo del estilo Neo-colonial en la Zona Occidental de El Salvador. En el podremos conocer las principales características y generalidades de este estilo, así como también, todos los aspectos que influenciaron, desde su origen, su evolución y la situación actual en que se encuentra. La investigación y análisis se hará en base a una clasificación de arquitectura Neo-colonial de acuerdo a las características y generalidades del estilo, establecidas en dicho análisis.

El trabajo de investigación contiene seis capítulos los cuales se detallan así:
Capitulo I Etapa Conceptual: Primero se plantea el problema y el porqué la importancia de la investigación, a su vez se da a conocer los objetivos a alcanzar con sus límites y alcances.
Capitulo II Marco Conceptual: Este capítulo contienen los conceptos que ayudan a realizar el análisis de la arquitectura Neo-colonial.
Capitulo III Marco Teórico: Se dan a conocer los antecedentes históricos tanto de El Salvador como en la Zona Occidental, las características generales del estilo, el desarrollo, la evolución y el estilo en su actualidad.
Capitulo IV Métodos y Técnicas: Se Identifican las áreas geográficas a estudiar, la muestra que es la representación del área geográfica y el
procedimiento a seguir.
Capitulo V Sistematización y Análisis de Resultados: aquí se detallan los resultados obtenidos por medio de los instrumentos aplicados, que
consiste en un análisis cuantitativo, por medio de gráficos de barras; y luego un análisis cualitativo, de los resultados de los gráficos antes
mencionados.
Capítulo VI Lineamientos Generales para la Conservación del Patrimonio en la Zona Occidental de El Salvador: dándose a conocer toda la sustentación legal con que cuenta la difusión, el reconocimiento, el registro y la valorización de los inmuebles considerados como patrimonio Cultural.
Capitulo VII Conclusiones y Recomendaciones: Este es el capítulo de cierre en el cual se recogen los hallazgos principales y se elaboran las
recomendaciones y conclusiones generales.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La historia de una ciudad puede entreverse a través de su Arquitectura, ya que esta es el resultado del cambio y la evolución de las sociedades. La arquitectura y todas las formas del arte evolucionan, plasmando en ellas el desarrollo de las ciudades así como también su cultura, haciendo uso de los medios con los que cuentan en determinada época y recurriendo a sus propios elementos y los de otras culturas.

Después de la Colonia en El Salvador se desarrolló una economía basada en el café, que cambia la estructura de la tenencia de la tierra. Las familias terratenientes, impulsaron la creación de Gobiernos Nacionales para asegurarse su protección. Inmigrantes europeos y del Medio Oriente, buscaron sus fortunas en la producción del café en El Salvador, estos inmigrantes junto con la élite original constituyen la semilla de la oligarquía, surgiendo así las áreas de producción y los centros urbanos destacándose el de la Zona Occidental del país especialmente Santa Ana, ciudad de gran importancia en esta época, la cual tuvo mucho crecimiento debido a la producción del café, llegándose hasta disputar el título de capital del país en una época.

Surge en esta época un estilo nuevo, el estilo fue el Neo-colonial, que se veía como el camino necesario para el fortalecimiento del nacionalismo, que había sufrido un debilitamiento a finales del siglo XIX. Las manifestaciones arquitectónicas del estilo Neo-colonial se encuentran amenazadas por el acelerado desarrollo físico de las ciudades y las nuevas necesidades de la sociedad en los sectores donde se ubican, llegando a la eliminación de estos testimonios, al desconocer su valor.

JUSTIFICACIÓN DEL TEMA

En la zona occidental de El Salvador, existe arquitectura del estilo Neo-colonial, que es muy evidente sobre todo en la ciudad de Santa Ana,
pudiéndose observar principalmente en el Centro Histórico de cada ciudad, esta presencia denota el auge económico, cultural de la época.

En la actualidad se ha reflejado la poca valorización del Patrimonio Cultural Histórico, con el deterioro y la destrucción, de residencias que se vuelven comercio, con alteraciones arquitectónicas, debido al avance del desarrollo físico de la ciudad ya que la población no se da cuenta del valor de identidad con que se cuenta.

Sin embargo, no se ha estudiado y analizado lo suficiente la expresión Neo-colonial en la Zona Occidental en El Salvador. Al existir una amenaza de deterioro y pérdida de las obras realizadas en esta expresión, es necesario estudiarlas y documentarlas, conocer su desarrollo y particularidades en dicha zona.

Por tanto en la presente investigación se abarcará el análisis de los aspectos socio cultural, físico-espacial, legal y económico de la zona ya que esto permitirá dar a conocer su origen, su evolución y la situación actual de la arquitectura del estilo Neo-colonial en la Zona Occidental de El Salvador.

OBJETIVOS

Objetivo General:
• Colaborar en el estudio de la Arquitectura salvadoreña, por medio de la investigación y análisis arquitectónico del desarrollo del estilo Neo-colonial en la Zona Occidental de El Salvador.

Cuadro Explicativo de Objetivos Específicos, Alcances, Límites, Estrategias.
En el presente cuadro explicativo se han tomado los límites en forma de tiempo y espacio y no como limitantes.

OBJETIVO ESPECIFICO
LIMITE
ALCANCE
ESTRATEGIA

Definir el marco histórico general de referencia del estilo Neo-colonial.
Diversidad de Sucesos que se dieron en la época de 1860 a 1950.
Determinar las causas que originan el surgimiento del estilo Neo-colonial.
• Investigación bibliográfica.
• Entrevistas a personajes.
• Visitas de Campo, en el área de estudio.

Determinar el contexto arquitectónico salvadoreño, de la época en estudio.
Área geográfica a estudiar “la Zona Occidental de El Salvador”
Definir el valor histórico de este tipo de edificaciones; la época de
surgimiento, procedencia y ubicación.
• Visitas de Campo, en el área de estudio.
• Análisis de Planos de las ciudades.

Elaborar un registro de las obras del estilo Neo- colonial en la Zona Occidental de El Salvador.

El registro se hará únicamente de las obras edificadas, para ver su estado actual de conservación que permita un análisis del estilo Neo-colonial, realizadas dentro de los límites geográficos del área en estudio.

Elaboración de un inventario que contenga estos bienes inmuebles del estilo Neo-colonial,
• Visitas de campo
• Análisis de planos Arquitectónicos.

Hacer un estudio y análisis crítico en las obras del estilo Neo-colonial, determinando criterios, aspectos y lineamientos por los que se ven
influenciados.

Análisis espacial interno de las edificaciones, sólo la muestra de la
población, y a las que se pueda tener acceso. Analizar el espacio interior de una muestra representativa de las edificaciones realizadas dentro de
este estilo.
• Visitas a las obras arquitectónicas (visitas de campo).

Dar lineamientos generales para la conservación de los inmuebles identificados en el presente estudio. Sólo el área en estudio, “la Zona Occidental de El Salvador” Enfocar las principales vías de solución para la conservación de los inmuebles que resulten en el presente estudio.
• Estudio de la muestra identificada en estilo Neo-colonial.
• Estudio de leyes y reglamentos nacionales e internacionales para la conservación del patrimonio.

METODOLOGÍA

Está compuesta por la secuencia lógica de pasos a seguir, por medio de Etapas, en las cuales podremos cumplir los objetivos generales y
específicos.

Primero se planteó el problema y el porqué de la importancia de la investigación, a su vez se darán a conocer los objetivos a alcanzar con sus
límites y alcances, aquí es donde se observa bien la problemática del deterioro y de la poca valorización de las edificaciones Neo-coloniales en la zona Occidental de El Salvador.

Luego se tiene la etapa del Marco Teórico, en donde se abordan los antecedentes históricos en el periodo de (1860-1920), empezando por El
Salvador, hasta llegar a la zona occidental de El Salvador, todo esto en forma general en los cuatro aspectos; cultural, social, económico y arquitectónico para saber cómo es el contexto en que se desarrolló el estilo Neo-colonial en esa época. También se define el concepto de estilo Neo-colonial, además de cómo se desarrollo en Latinoamérica y en nuestro país y definir así sus características.

Además es necesario tener claro cuáles son los métodos y técnicas con los cuales se hará el análisis arquitectónico, definiendo claramente el área en estudio, así como la muestra de edificaciones que se estudiaran por medio de visitas de campo y levantamiento arquitectónico en las edificaciones en que se pueda acceder, hasta llegar al análisis y estudio de las muestras y observar el desarrollo y evolución del estilo Neo- colonial en los años (1920-1950), y concluir con el análisis en la actualidad, de cómo se encuentran las edificaciones actualmente, donde hubo mayor auge en el país, el estado de conservación actual de las edificaciones y la protección legal institucional con la que cuentan.

Finalmente se desarrolló la etapa de Conclusiones y Recomendaciones: Este es el capítulo de cierre en el cual se recogen los hallazgos principales y se elaboran las recomendaciones.

ESQUEMA METODOLOGICO

Etapa I Conceptualización del tema
Etapa II Definición de Conceptos
Etapa III Marco Teórico: Antecedentes Históricos, e identificación del Estilo Neo-colonial
Etapa IV Métodos y Técnicas.
Etapa V Sistematización y Análisis de Resultados
Etapa VI Conclusiones y recomendaciones.

R E T R O A L I M E N T A C I Ó N

Primero se hace un planteamiento del problema, y se da a conocer la importancia de la investigación, hasta llegar a conocer los objetivos.
Se seleccionan las obras más representativas del estilo Neo-colonial, y se realiza un análisis de las obras. Se estudiará, la muestra que es la
representación del área geográfica y las características más predominantes del
estilo Neo-colonial.

Recopilación de información histórica, sobre el surgimiento del estilo Neo-
colonial, tanto en América Latina como en El Salvador y especialmente en la
Zona Occidental en la época de primeras décadas del siglo XX.
Se da a conocer los antecedentes históricos, así como se identificará el
estilo Neo-colonial tanto en El Salvador como en la Zona Occidental de El
Salvador.

Etapa II Definición de Conceptos
Recopilación de los elementos importantes surgidos en la investigación, para, poder concluir y consolidar propuesta de conservación, a nivel de macro
zona

CAPITULO II: MARCO CONCEPTUAL.

2.1 Conceptos Básicos.
▪ Arquitectura
▪ Estilo
▪ Colonia
▪ Neo-colonial
▪ Latinoamérica o América Latina
▪ Zona Occidental de El Salvador

CAPITULO III: MARCO TEORÍCO

3.1 ESTILO NEOCOLONIAL SUS CARACTERÍSTICAS Y GENERALIDADES.
3.1.1 Neo-Colonial en América Latina.
3.1.1.1 Introducción.

Hacia fines de la segunda década del siglo XX algunos hechos de importancia habían removido la región. En general, se empezaban a percibir las tendencias a la urbanización, el resurgimiento del proletariado y de sectores medios, junto con otros cambios sociales.

Hacia fines de los años 20’ la arquitectura de la región presentaba un eclecticismo generalizado, subsistiendo un neoclasicismo afrancesado
junto con un neo-renacimiento italiano, a los cuales se les sumaban todo tipo de revivals románticos. Pero era por lo mismo un historicismo de la
historia ajena. Esta situación se complicó con el eco de algunos movimientos reformistas europeos, como el art noveau y el art déco de comienzos de siglo.

Se expresó en un “Neo-colonial” con variantes que iban desde un neo-barroco hispánico hasta un estilo californiano y en un “neoindigenismo” que incluía un “neo-azteca”. Este volver sobre lo propio tiene algunos paralelos con la reflexión sobre la identidad cultural1. Querían participar en
la aventura de una época que, aunque lejana, la hacían suya. Ir a Europa, algo que la mayoría hizo, no era viajar a otro continente, sino saltar a otro siglo. Al hacerlo, abrieron las ventanas a la evolución posterior de la arquitectura latinoamericana. 1 Vasconcelos José./1925./Pág. 38.

3.1.1.2 Perú.
3.1.1.3 Cuba.
3.1.1.4 México.
3.1.1.5 Bolivia
3.1.1.6 Costa Rica.
3.1.1.7 Venezuela.
3.1.1.8 Colombia.
3.1.1.9 Nicaragua.
3.1.1.10 Guatemala
3.1.1.11 Argentina.
3.1.1.12 Chile.

3.2 ANTECEDENTES HISTORICOS DE EL SALVADOR A FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX (1860-1920).

3.2.1 Aspecto Cultural (1860-1920)

En cuanto al arte, en un sentido más amplio, su concepto hace referencia tanto a la habilidad técnica como al talento creativo en un contexto, literario, visual o de puesta en escena. El arte procura a la persona o personas que lo practican y a quienes lo observan una experiencia que puede ser de orden estético, emocional, intelectual o bien combinar todas esas cualidades. Por esa razón es muy importante, conocer el arte dentro de la cultura de un país, para saber cómo eran las aspiraciones y pensamiento e ideologías en la época de ese momento histórico correspondiente a los años que se están estudiando.

El renacimiento cultural en El Salvador, se dio a finales del siglo XIX, donde hubo logros importantes para la cultura y el arte como es la fundación de la Universidad Nacional, institución que promueve el nivel cultural en los salvadoreños. Centroamérica tenía importantes publicaciones donde estaba reflejado el espectro cultural, artístico y científico. A pesar de no existir el periodismo como carrera universitaria, nuestros autores también sobresalían como periodistas de renombre.

Literatura

Para los años en que los liberales se apoderaron definitivamente del poder, ya existía un pequeño núcleo de intelectuales, que se ensanchó gracias a la bonanza cafetalera y —lo que es más significativo— encontró un ambiente propicio para su trabajo. Entre los más destacados intelectuales de esos años se pueden mencionar a: Darío González, Jorge Lardé, Santiago I. Barberena, Alberto Sánchez, David J. Guzmán, Pedro Fonseca, Rafael Reyes, Antonio Cevallos, Vicente Acosta y Francisco Gavidia.

Los trabajos de intelectuales como Miguel Ángel Espino, María de Baratta, Juan Ramón Uriarte, Jorge Lardé, Arturo Ambrogi y otros, muestran los cambios del discurso nacional en la década de 1920. Sus obras tienen como denominador común la revalorización del pasado indígena, de la vida en el campo y de los atributos culturales que podían definir al salvadoreño2. 2 Ministerio de Educación. /1994. / Pág. 105.

A diferencia de los liberales de finales del siglo XIX, que consideraron al indio como un obstáculo al progreso y vieron en el mestizaje la única opción para aceptarlo dentro de la sociedad, esta vez se hacía énfasis en la conservación de lo indígena. Y basándose en esta herencia se buscaron elementos que ayudaran a redefinir los atributos de la nación salvadoreña, que adquiría así los componentes culturales que los liberales habían rechazado.

Pintura.

La pintura en el siglo XIX, se inicia de forma casi legendaria, con el nombre de Juan Francisco Wenceslao (1823-188). “Con él se ha presentado
la mayoría de las veces el inicio, casi oficial de nuestro arte pictórico, es algo así como una leyenda que se desarrolla en el extranjero, en tiempos en que la comunicación no era nada fácil, y su historia es una secuela de anécdotas románticas”3. 3 Salazar Retana, Luis. / Op Cit. / Pág. 21.

“De fines de este siglo XIX son los pintores que de alguna manera afinan su oficio y creación en este país, esos son los casos de Pascasio González (1847-1916) y Marcelino Carballo (1874-1949)”4, quienes se especializaron en escenas bíblicas, reproducción de estampas católicas, rostros de santos y demás motivos religiosos. Carballo aprendió su artesanía pictórica en la vieja costumbre. Fue formador de pintores como Napoleón Noches Avendaño, Antonio Pineda Coto, José Godofredo Coto, Alfonso Catedral, Carlos Alberto Imery, entre otros.
4 Cea José Roberto ./1998. / Pág. 69.

Escultura.

En El Salvador la escultura ha sido poco explotada, un aspecto importante fueron las influencias de algunos acontecimientos de carácter internacional con los estilos que predominaban en la época, que fueron una influencia importante para la expresión escultórica, siendo muy importante la corriente Neoclásica, en donde se resaltan las deidades griegas, ante lo religioso que se venía dando desde hace tiempo atrás. Posteriormente existió un renacer de lo precolombino, y de la identidad cultural, reflejada en personajes, costumbres, tradiciones y hechos pasados.

3.2.2 Aspecto Social (1860-1920)

Entre los trabajadores del campo había diversos grupos étnicos que no compartían una cultura única. Ladinos e indígenas se diferenciaban en sus costumbres, en su concepto de comunidad y de familia y en general en su percepción del mundo. Los indígenas conservaron vestimenta e idioma, cuyas raíces se remontaban a los tiempos posteriores a la conquista española. Los ladinos no pertenecían ni a la cultura indígena, ni a la blanca, pero con esta última compartían más elementos culturales.

El desarrollo del Estado junto con el crecimiento económico generó importantes transformaciones en la vida urbana, lográndose con esto la
construcción de edificaciones. Simultáneamente, surgen los llamados sectores medios que son aquella parte de la población que se ocupa de actividades diversas en los centros urbanos, teniendo como denominador común su nivel de vida, siendo de término medio.

Por otra parte hay evidencias de que al iniciarse la década de 1910 la violencia en el campo y la ciudad había adquirido proporciones alarmantes, tal violencia se expresaba en las relaciones sociales. Pero fueron los continuos atentados campesinos a la propiedad e incluso a la misma vida de los terratenientes y sus ayudantes lo que más alarmó a los sectores dominantes, los pobres se encontraban en miseria y sumisión.

El Salvador continúo desarrollándose pero lastimosamente de una forma dependiente de los grandes países, favoreciendo siempre a una minoría que representaba el poder económico por ser dueña de los medios de producción, dando inicio a la transferencia cultural que formó la base a la cultura actual5.
5 Baloyra, Enrique. / 1999. / Pág. 17.

3.2.3 Aspecto Económico (1860-1920).

Desde el punto de vista económico, se busco la diversificación de la agricultura del país, con el objetivo fundamental de que la economía nacional no dependiera de forma absoluta, de un solo producto de exportación, cuestión que a la larga, no se consigue a pesar de haber intentado la cría de gusanos de seda, restablecer el cultivo de cacao, explotar de forma amplia los balsamares; lo único que se hizo fue cambiar un producto de exportación por otro, en éste caso el añil fue sustituido por el cultivo del café, que obligo a cambiar la estructura de tenencia de la tierra. Pero la introducción del café significó, además, una aceleración en el proceso de concentración de la propiedad de la tierra pues su cultivo requería terrenos grandes y apropiados.

El Salvador se convierte así en un país mono-productor y mono-exportador de café. La expoliación de la tierra a los indígenas, la concentración de la propiedad y los bajos salarios de los jornaleros del campo, constituyen la causa del conflicto social, que se extiende desde las primeras décadas del siglo XX hasta la actualidad. El cultivo y exportación de café aceleró la acumulación de capital en la economía salvadoreña.

3.2.4 Aspecto Arquitectónico (1860-1920).

La arquitectura en El Salvador, es una mezcla de estilos arquitectónicos que pueden ser mucho más notables en la capital, San Salvador. Por ser una ciudad en proceso de desarrollo exhibe una variedad de edificaciones que muestra un mosaico de materiales, procesos constructivos, estilos arquitectónicos y varias tendencias. Es así como al dar un recorrido por la ciudad, se pueden encontrar viviendas con una mezcla de Arquitectura Colonial, viviendas de tipo Europeo con acabados en madera y piedra. Se encuentra diversidad de estilos arquitectónicos en las Iglesias de la ciudad, desde manifestaciones eclécticas, hasta el estilo Neo-gótico.

3.2 NEO-COLONIAL EN EL SALVADOR. (1936-1950)

Hacia la mitad de la década de los treinta, llegan al país, el Arquitecto Ernesto de Sola y Armando Sol, uno con preparación norteamericana y el
otro con preparación belga. Ambos profesionales se dedicaron a diseñar residencias y casas bajo la influencia Neo-colonial.

Durante el período de 1918 a 1945, varios estilos arquitectónicos se ponen en boga en el país: el neo-clásico, el moderno y el colonial moderno o Neo-colonial, en los años de 1936 a 1950, establecido por Sol y de Sola.6 Se introducen con la llegada de estos arquitectos innovaciones en la arquitectura salvadoreña. 6 Monedero Oscar Manuel./ 1970/ Pág.64.

En cuanto a arquitectura siempre Neo-colonial, pero de uso religioso, los ejemplos más notorios que encontramos a nivel nacional tenemos la iglesia Guadalupe en San Salvador y la iglesia de Juayúa en la zona Occidental de El Salvador.

3.3.1 Conceptos y Características en El Salvador.

Características que determinan el Estilo:
• El término “neo” proviene del griego y significa “nuevo”. Y “colonial” es un término que se refiere a la época colonial.
• Se define el estilo Neo-colonial como “un retomar de elementos del pasado para ser adaptados e integrados a la arquitectura moderna”.
• El estilo Neo-colonial “es una respuesta al nacionalismo y conciencia cultural que busca inspirarse en el pasado colonial y prehispánico”.
• Utiliza la línea recta y la curva en las fachadas y estructuras interiores.
• El estilo Neo-colonial es semejante al estilo californiano.
• La diferencia con el californiano es su dimensión temporal y geográfica.7 7 Rivas, Victor Manuel. /2002. / Pág. 54
• La arquitectura Neo-colonial se caracteriza por el uso de la teja, el arco de medio punto, las columnas redondas y salomónicas, la utilización de madera como elemento estructural y de ornamentación.
• El uso del concreto armado y los pisos decorativos como baldosas de cemento.

3.4 ANTECEDENTES HISTÓRICOS ZONA OCCIDENTAL DE EL SALVADOR A FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL XX
(1900-1920).

3.4.1 Orígenes y Formación.

Durante la administración conservadora del Licenciado Francisco Dueñas y por Decreto Legislativo de 09 de febrero de 1869, se creó, con los
distritos de Ahuachapán y Atiquizaya, el Departamento de Ahuachapán; y se facultó al Supremo Poder Ejecutivo para que se designara los pueblos que debían formar esa nueva división político- administrativa de la República y para que lo proveyera de Gobernador y de todo lo necesario en el momento de su establecimiento.

Por tanto los departamentos occidentales de El Salvador, a través de la historia se ha comportado como una sola ciudad, como una sola región, ha sido hasta mediados del siglo XIX que fue declarada cabecera de Santa Ana, marcando con esto el hecho que la ciudad de Santa Ana ha sido la más importante en la zona occidental.

3.4.2 Aspecto Socio Cultural (1860-1920)

Muchos autores coinciden en apuntar que en el período comprendido entre 1870 a1900, como consecuencia del proceso de reforma agraria en el país se produjeron una serie de levantamientos populares en donde participaron no solamente los pueblos indígenas, sino también los ladinos pobres, la zona en que se dieron estos levantamientos se produjeron en la zona occidental del país, específicamente en Sonsonate, Ahuachapán y Santa Ana.

3.4.3 Aspecto Económico.
Como se sabe, a fines del siglo XIX y a principios del siglo XX, el capitalismo pasa a la etapa superior y última de su desarrollo, a la etapa del imperialismo. Estados Unidos de Norteamérica, Inglaterra y otras grandes potencias capitalistas se lanzan a la conquista de mercados y de bases de penetración para sus capitales. El Salvador no prestaba condiciones de extensión territorial, ni de clima para asegurar el rendimiento de las inversiones. De ahí que los imperialistas buscaran otras formas para explotar a este país peculiar.8
8 Dalton, Roque. /1963. / Pág. 102.

3.5 NEO-COLONIAL EN LA ZONA OCIDENTAL DE EL SALVADOR.

En todos los inmuebles de este orden, las casas encontradas en la Zona Occidental, demuestran una gran majestuosidad, provocando así una
sensación, que solo caminando por las calles donde están ubicadas se puede sentir. Este auge de inmuebles con las características anteriormente descritas, las representativas del estilo Neo-colonial, es lo que se analizara en el presente estudio.

Lo especial de este estilo arquitectónico, consiste en repetir las formas, detalles, figuras, materiales y más. Este estilo además, utiliza con mucha
frecuencia la integración de líneas rectas con las curvas, creando también una gran riqueza volumétrica y juego de techos a cuatro aguas, frecuentemente coronadas con linternas de concreto en juntas. Se acostumbra también, la utilización de salientes tipo chimeneas qué muchas veces cumplen fines netamente decorativos. Debido a que existía una mano de obra altamente calificada, la ornamentación que los inmuebles.

CAPITULO IV: MÉTODOS Y TÉCNICAS.

4.1 Área de estudio.

Los municipios en donde fueron encontradas obras de arquitectura Neo-colonial, en mayor o menor grado, tenemos Santa Ana, Metapàn,
Atiquizaya, Ahuachapán, Sonsonate, Acajutla, teniendo por lo menos en cada uno de ellos un solo ejemplo de arquitectura Neo-colonial.
4.1.1 Población Muestra.

Ya que la muestra comprende el total de la población, que este numeral desarrollará, comprendido por un inventario de 39 inmuebles a nivel de
fachada y exterior, y 14 inmuebles en el interior, debido a la accesibilidad así como también al tiempo con que se cuenta para dicha investigación.
Todos encontrados en un recorrido realizado como visita de campo,9 hallándose ubicados en los municipios anteriormente expuestos, haciendo
una identificación del estilo en base a fachadas así como a interiores de los inmuebles, teniendo por lo menos una muestra grafica de interiores, de acuerdo a las que se tuvo acceso; tanto en planos arquitectónicos como en fotografías.
9 A partir de una base de datos de inmuebles fotografiados y reconocidos por CONCULTURA

4.2.3 A MANERA DE CONCLUSION DE ESTA ETAPA:

A partir del trabajo realizado como fichas de inventario de Inmuebles construidos en estilo arquitectónico Neo-colonial en la Zona Occidental de
El Salvador se demuestra que el Neo-colonial, tomaba elementos tanto del estilo Barroco Español como del Barroco Americano, para cumplir de
esta manera con los requisitos impuestos por la sociedad del siglo XX, llegando a convertirse en un símbolo de la arquitectura nacional, durante
el recorrido a las ciudades de la Zona Occidental se detectaron interesantes ejemplos que reúnen todas las características de este movimiento y que merecen ser documentados como patrimonio histórico.

CAPITULO V: ANÁLISIS E INTERPRETACION DE RESULTADOS.

5.1 ANÁLISIS CUANTITATIVO.

Se hará un análisis referido a cuantificar los datos plasmados en las 39 fichas expuestas en el capítulo anterior, haciendo una representación grafica de cada uno de los componentes que posee. En primer lugar tenemos:
CANTIDAD
PORCENTAJE
MUNICIPIOS
31 79.49%
Santa Ana
3 7.69%
Sonsonate
1 2.56%
Ahuachapan
2 5.14%
Atiquizaya
1 2.56%
Acajutla
1 2.56%
Metapan
TOTAL 39 100%

En cuanto a la Descripción Física, se tomara en cuenta tanto el interior como el exterior de las edificaciones, teniendo como muestra de interior las 14 casas a las cuales se pudo acceder, de las 39 que son todas las contabilizadas, en estilo Neo-colonial.10

Las edificaciones en su totalidad fueron de uso habitacional, fueron creadas como viviendas para familias de estrato social media-alta.
CANTIDAD PORCENTAJE USO ACTUAL DE LA EDIFICACIÓN10
22 56.41%
Habitacional

4 10.25%
Comercial

10 25.65%
Institucional

0 0 Religioso

3 7.69%
Abandono

8 20.51%
Alquiler
TOTAL 39
100%

CANTIDAD
EDIFICACIONES INVENTARIADAS
Interior 14 Exterior 39

CANTIDAD
PORCENTAJE
NIVELES DEL
EDIFICIO
8 20.51%
1 Nivel
2 71.79%
2 Niveles
3 7.70%
3 Niveles

SISTEMA CONSTRUCTIVO
Adobe/Ladrillo de Barro

LINEA DE CONSTRUCCION
Original/Modificada

CANTIDAD PORCENTAJE
TIPOS DE CUBIERTAS
2 Aguas/3 o más Aguas

CANTIDAD PORCENTAJE
MATERIALES DE CUBIERTAS
Teja de Barro/ Fibrocemento/ Lamina Galvanizada

ALTURA DEL EDIFICIO
0-3 m/ 3-6 m/ 6-9 m

CIELO FALSO
Madera/ Dura panel/ Losa

RECUBRIMIENTO DE PAREDES
Tipo Interior PORCENTAJE Exterior PORCENTAJE
Texturizado y Pintado
1
7.15
33
84.62
Repellado, Afinado y Pintado
13
92.85
6
15.38
TOTAL
14
100%
39
100
Interior PORCENTAJE Exterior PORCENTAJE
HIERRO FORJADO
Tienen
5
35.72%
36
92.36%
No tienen
9
64.28%
3
7.69%
Total
14
100%
39
100%
Interior PORCENTAJE Exterior PORCENTAJE
PISOS Ladrillo de Cemento
14
100%
39
100%
Interior
Exterior
VENTANAS
Materiales Tipo Madera y Vidrio Metal y Vidrio Otros
Madera
y Vidrio
Metal y
Vidrio
Otros
Vano Corte Mudéjar – –
1 – –
5
Vano Recto
3
1 – 17
8
8
Vano con Arco
3
1 – 7
7
3
Circular – 1 – –
6 – Guillotina Cuadrifolio
Con Moldura o Cornisa
4
26
Interior
Exterior
PUERTAS
Materiales
Tipo
Madera
Metal
Otros
Madera
Metal
Otros
Vano Corte Mudéjar – –
1 – –
3
Vano Recto
5
3 – 10
22
8
Vano con Arco
2 – –
12
12
4
Tallada o Forjada
3 – –
13 – –
Tipo Mazorca
1 – –
2 – –
Con Moldura
1
18
Interior
Exterior
BALCONES
Materiales
Tipo
Madera
Hierro
Cemento
Madera
Hierro
Cemento
Curvos – – – –
1
4
Rectilíneos
1
1
1
1
7
9
Balaustrada – – – – – 4
ESTADO DE CONSERVACION
Rango
Interior porcentaje Exterior porcentaje
Muy alterada
25%-50%
2
14.30
2
5.15
Medianamente alterada
50%-75% – –
4
10.25
Sin mínima alteración
75%-100%
12
85.70
33
84.60
TOTAL
14
100
39
100
CANTIDAD PROCENTAJE

5.2 ANÁLISIS CUALITATIVO.

Se hará un análisis explicativo de las características de las edificaciones del estilo Neo-colonial como se comportaron, que detalles arquitectónicos sobresalieron más, en que Municipios se desarrolló, entre otros aspectos, en base al análisis cuantitativo expuesto anteriormente.

MUNICIPIOS.
De acuerdo a la localización de las edificaciones, los Municipios en que se encuentran ubicadas tenemos que el 79.5%, pertenecen a Santa Ana,
el 7.69% a Sonsonate, el 2.56% a Ahuachapán, el 5.14% a Atiquizaya, el 2.56% en Acajutla y el ultimo 2.56% a Metapán.

11 Este dato se basa en las edificaciones a las cuales se tuvo acceso y también las que se pudo observar desde el exterior.
12 Este dato en madera, se debe al caso del mezanine que se encuentra dentro del Casino Santaneco

ROTULOS
Pintado/Adherido/De Pie/No tienen

CANTIDAD PORCENTAJE
USO DEL COLOR
Monocromático 23 58..97%
Policromático
16
41.03%
TOTAL
39
100%
CANTIDAD PORCENTAJE
ENTREPISOS
Concreto11
21
53.85
Madera12
1
2.56
No se observó
9
23.08
No tienen
8
20.51
TOTAL
39
100%
CANTIDAD
PORCENTAJE
ESCALERAS
Forma de U
4
28.57
Forma de L
6
42.87
Rectilíneas
2
14.28
No tienen
2
14.28
TOTAL
14
100%
CANTIDAD PORCENTAJE
PLANTA ARQUITECTONICA
Forma de U
1
7.14%
Forma de L
2
14.28%
Patio Central
5
35.70%
Patio posterior
3
21.42%
Patio Lateral
4
28.56%
TOTAL
14
100%

Esto nos demuestra que el municipio de la Zona Occidental con mayor auge del estilo Neo-colonial es Santa Ana, y los municipios de
menor grado de aparición son Metapán, Acajutla y Ahuachapán.
No se sabe con exactitud, la razón por la cual el estilo arquitectónico Neo-colonial se desarrolló más en la ciudad de Santa Ana y no en las otras
ciudades de la zona Occidental, pero si es evidente en cuanto a su arquitectura que sobresalió de las demás, ya que se desarrolló hasta convertirse en el centro social, cultural y económico más importante de la zona occidental.

USO ACTUAL DE LA EDIFICACIÓN.
En la actualidad, el uso de las edificaciones, sigue siendo en su mayoría habitacional, luego institucional y por ultimo comercial, teniendo la mayoría de las edificaciones de uso institucional en régimen de alquiler.

EDIFICACIONES INVENTARIADAS.

Las edificaciones que se tienen inventariadas con el sistema de fichas, antes explicadas y vistas en este trabajo, han sido seleccionadas de acuerdo a las características del estilo Neo-colonial, siendo posible acceder a 14, de las 39, debido a factores, como el tiempo de la investigación, o por la colaboración que existe, por parte de los propietarios.

SISTEMA CONSTRUCTIVO.

El sistema constructivo que se dio predominantemente en las edificaciones neo-coloniales, fue el ladrillo de barro, en un 100% no se encontró ningún otro, ya que este sistema se desarrolló en la época en que tuvo el auge dicho estilo, ya que era un sistema práctico y de fácil manejo.
NIVELES Y ALTURA DEL EDIFICIO.
La altura de las edificaciones en su mayoría es de 2 niveles, siendo por lo tanto la altura predominante la del rango de 3.00 a 6.00 metros, sin
embargo se han identificado varios inmuebles que a pesar de tener un solo nivel, también su altura esta en el rango de 6-9 m, ya que son edificaciones que albergan todavía grandes alturas.
LINEA DE CONSTRUCCION.
La línea de construcción, de 6 edificaciones han sido modificadas, las restantes la mantienen, en Santa Ana, como ya se dijo anteriormente se tienen contabilizadas 31 edificaciones de estilo Neo-colonial, en cuanto a la línea de construcción se puede apreciar también que muchas de las edificaciones, fueron construidas en lugares en los cuales ya había una construcción anteriormente. Estamos hablando de 26 edificaciones, que se encuentran en lo que fue el centro histórico de 1877, corresponde a un 66% de todas las contabilizadas en general.
TIPOS Y MATERIALES DE CUBIERTAS.
El tipo de cubierta que predomina es el de 3 o más aguas, aunque es muy similar la cantidad a la de 2 aguas, siendo la primera del 51.28% y la
segunda del 48.72%, en cuanto al material más utilizado en la cubiertas se tiene que es la Teja de barro, aunque se encontró la presencia de laminas de Fibrocemento, esto es debido a las reparaciones totales o parciales de los techos de las edificaciones, que eran originalmente de teja
de Barro.

RECUBRIMIENTO DE PAREDES.

El recubrimiento de las paredes, en su exterior, de las edificaciones en un 85% es texturizado y pintado; y en su interior la mayoría, posee un recubrimiento de Repellado, Afinado y Pintado, en un 92%. El texturizado es típico de la edificación Neo-colonial, por el lado externo de la misma, dándole una característica particular.

A continuación se muestra un ejemplo de la textura al exterior de las edificaciones, este manejo se repite en las 33 que fueron contabilizadas,
variando de una a otra, por el diseño de la textura.

VENTANAS

En cuanto a las ventanas que predominan en las edificaciones al exterior son las de Vano Recto hechas con madera y vidrio, presentándose en 17 de las edificaciones, y en su interior las más representativas son las de Vano Recto y las de Vano con Arco, siempre de madera y vidrio, que se presentan en igual número.

La variedad de diseños varía de unas a otras, manteniendo el uso típico de la madera, conjugada con el vidrio, le da ese toque de elegancia al utilizar la madera de una forma muy decorativa.

Se maneja también otro tipo de ventanas, como son circulares, las de corte mudéjar, que se da sobre todo al exterior y los cuadrifolios que son más que todo con fines decorativos y para permitir la entrada de Luz.

PUERTAS.

Las puertas son muy importantes dentro del estilo Neo-colonial, ya que en la mayoría de las edificaciones la puerta principal es de Hierro, utilizada en un 87% más que todo como portón de acceso vehicular. Otro detalle muy importante es que existen varios ejemplos, en un 33%, en donde utilizan como puerta principal, una de madera tallada, de muy finos acabados y que denotaba que la familia ocupante tenía mayor solvencia económica o mayor estatus social.

Estas puertas talladas, se pueden encontrar tanto en vanos con arco como en vanos rectos, pero siempre manteniendo los distintos detalles y acabados de estas.

En las siguientes imágenes se pueden apreciar varios ejemplos de ellas, tanto en interior como en exterior.

HIERRO FORJADO.

Las ventanas y las puertas que se presentan en las edificaciones del estilo Neo-colonial, en un 92% van acompañadas de defensas hechas con hierro forjado, otro detalle que le da un toque de elegancia y de exclusividad a dichas edificaciones, los diseños son variados y en muchos de ellos aparece con frecuencia la línea curva; tal y como se puede apreciar en las siguientes imágenes.

PISOS.

Los pisos de las edificaciones, en su totalidad son de ladrillos de cemento, no se han cambiado, y aun siguen siendo utilizados como desde su construcción. En las siguientes imágenes se puede apreciar el piso, como es semejante entre una y otra edificación, repitiéndose hasta los colores, la forma y el tamaño, tanto en interiores como en exteriores. Se detectó cierta inclinación por los pisos de tonalidades oscuras, con divisiones de líneas claras, que fue el que más se repitió seguidamente de pisos claros con jaspeados oscuros.

BALCONES.

El balcón es un elemento, muy representativo para el estilo neo-colonial, que se utilizaba mucho para resaltar las edificaciones que eran en su mayoría de dos niveles, representando con estos un 64.1% de todas las edificaciones, utilizándose en formas curvas y rectilíneas, hechas de cemento o de hierro en exteriores

ROTULOS.
Los Rótulos son agentes que directamente modifican, estas edificaciones, degradándolas o quitándoles la belleza que se les fue dada desde el
momento de su construcción, existen varias clases de rótulos como son: los que más se utilizan, los adheridos con un 70.58% de toda la muestra; y los que menos se utilizan, los de pie, con un 11.58%. Siendo la razón principal de esta incidencia: que son pocas las edificaciones que presentan un uso de suelo permanente, que no tenga variaciones de los diversos comercios e instituciones que en estas albergan, debido a su régimen de alquiler. Los casos más notorios se muestran a continuación:

ESTADO DE CONSERVACION

En cuanto al estado de conservación de las edificaciones en general, se puede establecer que solo una edificación, la de Acajutla, está en un notorio mal estado de conservación, y un 20.5% de ellas, está en un rango de conservación de 50-75%, y que un 76.92% de las edificaciones aun se encuentra en un estado considerablemente bueno, en el rango de75%-100%; a pesar de ésto las edificaciones no tienen el tratamiento adecuado para ser preservadas como piezas arquitectónicas dentro del patrimonio cultural de El Salvador.

Vale mencionar que las edificaciones identificadas dentro de este estudio, se encuentran ubicadas la mayoría en el centro histórico de Santa Ana, y con un estado aceptable, a diferencia con las edificaciones ubicadas en San Salvador, que han tenido mayor grado de deterioro, hasta el punto de estar en completo estado de abandono y ruinas.

Se debe considerar lo anterior al hecho que la ciudad de Santa Ana ha tenido un crecimiento lento, a comparación con la capital, además las personas dueñas de las edificaciones, sienten un cierto orgullo de poseerlas, así como de ser santanecos.

PLANTA ARQUITECTONICA.

En la muestra de las edificaciones en que se pudo ingresar, la forma de las plantas arquitectónicas, presenta, un “Nuevo Planteamiento Espacial”

Primeramente que este planteamiento espacial del estilo Neo-colonial, difirió mucho de las construcciones hechas durante la colonia, siendo un diseño vanguardista, y no toda la gente cedía a este nuevo género. Es como un paso intermedio entre la Colonia y la modernidad, ya que retoma ciertos aspectos modernos, pero no totalmente.

Se crearon casas más abiertas hacia el exterior, el patio central aunque se presenta en su gran mayoría, desaparece en muchas de las edificaciones, y en las que permanece se visualiza más como un elemento de ventilación y decoración, ya no como el centro de una vivienda, en donde todo gire alrededor de éste.

Desaparecen los corredores anchos que cumplían la función de vestíbulos, al conducir hacia las diferentes áreas de la casa, y éstas pasaron a zonificarse, en área social, privada, de servicio y se interrelacionan a través de áreas vestibulares. Implementaron con esto el uso de un pasillo de servicio, descubierto por lo general, que va aislado del resto de la casa y que, conecta directamente con la calle.

La funcionalidad es ya muy importante en este tipo de edificaciones, separando el área de servicio, así como la social de la privada. Se observa el área de servicio, expresada en color celeste, y distribuida en forma de “L”, esta área también se comporta con un acceso independiente del que funciona como principal, en muchos de los casos, especialmente las diseñadas y construidas por el arquitecto Ernesto de Sola.

Las edificaciones que poseen segundo nivel, dejan el área privada en este piso, ocupando el primer nivel en su mayoría para el área social y servicio.

ESCALERAS.

En el presente análisis, se pudo observar, distintos tipos de escaleras siendo que las escaleras que más se utilizaron son de concreto y en forma
de L, seguidamente las de madera y en forma de U, hasta llegar a la que menos se utilizaron que son en forma rectilínea en menor porcentaje.
Las que son de madera se pueden observar en aquellas edificaciones que utilizan mucho este material como elementos de decoración y de
acabados finos.

CIELO FALSO.
En esta investigación se pudo observar que el cielo falso, en su mayoría en el 79.49% de las edificaciones en que se tuvo acceso que es de madera, conservándose en la actualidad en buen estado, en su mayoría con reparaciones y en otros casos como en el 7.69% de las edificaciones, ha tenido que ser cambiado por encontrarse ya inservible. Se observa también en las edificaciones que se pudo ingresar, que el cielo falso estaba combinado en unas áreas: unas con losa y en otras con madera.

ARCOS Y COLUMNAS

Los elementos que retomó de la Colonia, son el uso de la teja de barro en los techos, el uso de arcos; que se utilizaban como elementos estructurales, aquí son utilizados como elementos decorativos. Al igual con las columnas, se implementa el uso de éstas, ya no como estructura, sino puramente un elemento decorativo muy elegante. A continuación se muestran unas imágenes de columnas y arcos de ½ punto como elemento decorativo.

COMPARACIONES FOTOGRÁFICAS.

Tanto en las edificaciones del Occidente del país, San Salvador como en las de América Latina, existe mucha semejanza en cuando a la forma de las edificaciones, básicamente en cuanto a la volumétrica, es por eso que se ha hecho una representación fotográfica de las más representativas.

5.2.1 A manera de Conclusión de esta etapa.

Este estilo demostró que con sus detalles elaborados, con los finos materiales y sus múltiples volumetrías, representa costos elevados y que solo podían acceder a tener una edificación de estas, personas de un elevado estrato social.

El Neo-colonial se convirtió en una moda para las familias adineradas, especialmente las de Santa Ana, se expandía por zonas, ya sea en la misma manzana o en áreas circundantes, era un estilo nuevo y moderno, que además utilizaba nuevos materiales, más seguros que el adobe, como es el caso del ladrillo de barro.

En una época en donde no existían arquitectos graduados en El Salvador, Armando Sol y Ernesto de Sola, graduados en el extranjero, quienes vienen al país con esta nueva influencia. Se dedicaron a construir residencias de estilo Neo-colonial que era la moda de la época, que trataba de responder más a nuestra identidad, retomando influencias europeas, de estilos como barroco y mudéjar, sin dejar de lado lo nacional, fue una forma de expresión muy coherente con lo nacional.

Así fue como sucedió también en otros países de Latinoamérica, encontrándose en su arquitectura muchas semejanzas, con la arquitectura Neo-
colonial existente en El Salvador, teniendo en cuenta que esa semejanza es únicamente a nivel de fachada, y no en sus interiores, por no tener muestra de ello. Pero esto nos une con el resto de Latinoamérica, ya que con este estilo se demuestra que íbamos tras la misma búsqueda, tras los mismos sueños.

CAPITULO VI: LINEAMIENTOS GENERALES PARA LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO ARQUITÉCTONICO EN LA ZONA OCCIDENTAL

Con el fin de lograr este propósito se plantean cuatro fases o pasos a seguir: primero se debe hacer una “Difusión”, dando a conocer por medio de información, concienciación, y educación a la población en general de los inmuebles, y la riqueza cultural que poseen. Seguidamente es necesario “Reconocer” los inmuebles por medio de las instancias correspondientes con la finalidad de declarar un bien como patrimonio cultural y más específicamente como arquitectónico.

Posteriormente, se deberá proseguir con el “Registro” de los bienes, por medio de censos o inventario para contabilizar los inmuebles. Finalizando con la “Valorización y Preservación Física”, es decir, dar un mantenimiento adecuado a los inmuebles considerados como Patrimonio Cultural.

6.1 LINEAMIENTOS GENERALES

6.1.1 DIFUSION

El objetivo principal deberá ser el fomentar la información orientada a la protección del Patrimonio Cultural con especial atención a los mecanismos de participación ciudadana, información, concienciación y educación.

ACCIONES PROPUESTAS
• Dar información de los inmuebles en la Casa de la Cultura de las localidades con datos históricos de los inmuebles, resaltar con esto la
imagen urbana.
• Darse a conocer como un conjunto histórico.
• Hacer una campaña radial y televisiva, que invite a las personas a participar en el Registro del patrimonio.
• Publicar el catálogo del registro, resultado del censo realizado en las comunidades, con el propósito de poner nuestros valores al alcance de todos los ciudadanos.
• Publicitar mediante estudios, memorias, análisis críticos y boletines, los resultados de las intervenciones llevadas a cabo, tanto por parte de las administraciones como por personas privadas, a fin de difundir los ejemplos de actuaciones de éxito.
• Implementar el conocimiento y la conservación del Patrimonio Cultural, como parte de nuestra historia e Identidad Cultural, en los programas educativos, desde primaria hasta bachillerato.

6.1.2 RECONOCIMIENTO.
El primer paso para una gestión efectiva del patrimonio cultural se encuentra en el conocimiento, valoración y estimación de las potencialidades de los bienes culturales como base de las acciones dirigidas hacia su aprovechamiento.

Como parte de un Centro Histórico, vale la pena decir, que la entidad correspondiente para declarar un bien inmueble como Patrimonio Cultural de El Salvador, es CONCULTURA, esta entidad gubernamental, que asume su rol como organismo rector, ejecutor y de consulta en la defensa y conservación del patrimonio cultural de la nación, con la misión de convertir el sentimiento de apreciación por nuestro patrimonio cultural en un sentimiento colectivo, ya tiene identificados, los inmuebles de los Centros Históricos más importantes de El Salvador, como primera medida de protección, en el Proyecto de Inventario de los bienes culturales inmuebles de El Salvador, financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional, estando incluidos ahí, los municipios de la Zona Occidental, que es la región del presente estudio

ACCIONES PROPUESTAS
• Proponer una ruta turística, dentro de la ciudad de Santa Ana y Sonsonate, a fin de que la gente reconozca el valor del patrimonio
cultural.

6.1.3 REGISTRO.

A partir del reconocimiento de los inmuebles se deberá proseguir con el registro de los bienes, esto adquirirá mayor relevancia sí los protagonistas son las propias comunidades, quienes registren lo que es significativo para su identidad. Para a posteriori, presentar un catálogo o publicaciones del patrimonio Cultural de la Zona Occidental. La finalidad es la recopilación de manifestaciones que dan cuenta de la variada riqueza cultural de los municipios de la Zona y más aun con el propósito de poner los valores al alcance de todos los ciudadanos.

ACCIONES PROPUESTAS

• Hacer una campaña de Censos para determinar el Patrimonio Cultural, un registro de todo aquello característico y significativo para nuestra identidad, que sea protagonizado por las propias comunidades, quienes registren lo que es significativo para su identidad participando directamente como empadronadores, este será un trabajo conjunto con la Coordinación de Inventario y Registro de Bienes Culturales de CONCULTURA.
• Que las municipalidades se avoquen a CONCULTURA, para solicitar el reconocimiento de los inmuebles con valor arquitectónico, el cual debe ser una acción coordinada entre ambas instituciones.

6.1.4 VALORACIÓN Y PRESERVACIÓN FISICA.
• Debatir tanto sobre las propuestas de intervención a emprender como sobre las actuaciones realizadas en los diferentes ámbitos, desde la opinión pública hasta el de los especialistas y profesionales, por un derecho irrenunciable de ciudadanía.
• Conservar al máximo el Patrimonio Cultural, en particular el arquitectónico con:
a. Mínimas intervenciones, las estrictamente necesarias, en cuanto a la conformación especial.
b. Máxima documentación, tanto gráfica y fotográfica como histórica y técnica.
c. Reversibilidad verdadera de las intervenciones, con la asesoría de CONCULTURA.
d. Mantenimiento y Conservación, compatibilidad de los materiales, de técnicas y de la estética de las edificaciones, los detalles arquitectónicos, con el objetivo de evitar recreaciones desfiguradoras de la identidad y de la autenticidad del Patrimonio.
• Fomentar el rigor y la corrección en todas las intervenciones sobre el Patrimonio Cultural, exigencia de verdadera competencia profesional y de democrático trabajo interdisciplinario entre los diferentes especialistas que intervienen en ellas.
• La creación de Asociaciones Culturales que preserven el patrimonio cultural tal es el caso de APACULSA, conocida como “La Asociación Pro-Patrimonio Cultural de Santa Ana”. La labor de estas asociaciones debe de ser de rescate, conservación, protección, valoración, dar mantenimiento adecuado al Patrimonio Arquitectónico Construido en la Zona occidental, debiendo estar integradas por persona interesadas en el trabajo de rescate del Patrimonio en sus comunidades.
• Regulando los cambios del uso de las edificaciones con valor cultural, para que no se permitan formas de ocupación que dañen las mismas.

SUSTENTACIÓN LEGAL:
Dar a conocer los inmuebles en base a lo anterior, mediante:
LEY ESPECIAL DE PROTECCIÓN AL PATRIMONIO CULTURAL.
CAPITULO VII PROHIBICIONES, AUTORIZACIONES Y SANCIONES

• Art. 52. Podrán constituirse a nivel municipal, departamental, zonal o nacional, Asociaciones Culturales que tengan por finalidad contribuir a la protección, salvaguarda, enriquecimiento y comunicación del Patrimonio o de los Bienes Culturales Salvadoreños; hacer conciencia de la función social de la cultura; la capacitación cultural de sus miembros, el fomento de la cultura
nacional en todos sus aspectos; proyectar al exterior la cultura salvadoreña, promover las actividades culturales de los salvadoreños; colaborar con el Ministerio y realizar las demás actividades propias o fines, con la cultura salvadoreña.

Dichas Asociaciones tendrán derecho a personalidad jurídica que se las concederá el Ministerio del Interior y se regularán por la reglamentación respectiva.

Corresponde al Ministerio por medio de la Dirección correspondiente llevar el registro de las Asociaciones Culturales.

CAPITULO VII PROHIBICIONES, AUTORIZACIONES Y SANCIONES

Reconocimiento de los Bienes Culturales
• Art. 51 Los Bienes Culturales se reconocerán por medio de Decreto Legislativo, Decreto Ejecutivo o Resolución interna del Ministerio,
según sea el caso.

El Órgano Legislativo reconocerá por Decreto la calidad de Monumento Nacional; la de área, zona, sitio, lugar, conjunto cultural o
histórico. El Bien Cultural será reconocido en la forma prescrita en esta Ley y sus Reglamentos.

Definición de Bienes que conforman el Patrimonio Cultural.
• Art. 3 Para los efectos de esta ley los bienes que conforman el Patrimonio Cultural de El Salvador son los siguientes:
Se consideran además, como bienes culturales todos aquellos monumentos de carácter arquitectónico, escultórico, urbano, jardines históricos, plazas, conjuntos históricos, vernáculos y etnográficos, centros históricos, sitios históricos y zonas arqueológicas.

CAPITULO II DE LA PROPIEDAD, POSESIÓN Y TENENCIA DE LOS BIENES CULTURALES
Obligación de Informar
• Art. 11 El propietario o poseedor de un posible Bien Cultural, tiene la obligación de notificar su existencia al Ministerio para su reconocimiento, identificación y certificación, para legalizar su inscripción dentro de un plazo no mayor de un año contado desde la vigencia de esta ley o desde que tuviese conocimiento de ello. Dicha inscripción deberá legalizarse en el Registro de Bienes Culturales del Ministerio de Educación.
• Art. 15 El Registro de Bienes Culturales Muebles e Inmuebles, que en lo sucesivo se denominará el Registro, funcionará como dependencia del Ministerio. El Objeto del Registro es identificar, catalogar, valorar, acreditar, proteger y controlar los Bienes Culturales.
REGLAMENTO DE LA LEY ESPECIAL DE PROTECCIÓN AL PATRIMONIO CULTURAL DE EL SALVADOR

CAPITULO XX
DISPOSICIONES GENERALES
• Art. 115 de la Ley Especial, que dice que El Gobierno Central y los gobiernos municipales, colaborarán con el Ministerio de Educación,
para asegurar el fiel cumplimiento.
CAPITULO III
CONCEPTO DE BIENES CULTURALES
• Art. 10 Para los Bienes Inmuebles que conforman el Patrimonio Cultural de El Salvador, se consideran las siguientes categorías:
1 Monumentos: Bienes Inmuebles que constituyen la realización de obras de arquitectura o ingeniería, que ofrezcan el testimonio de una civilización, de una fase significativa de su evolución o de un suceso histórico y que tengan a la vez interés artístico, científico o social.
CONSTITUCION DE LA REPUBLICA DE EL SALVADOR
Decreto Número 38
EDUCACION, CIENCIA Y CULTURA
• Art. 53.- El derecho a la educación y a la cultura es inherente a la persona humana; en consecuencia, es obligación finalidad primordial del Estado su conservación, fomento y difusión. El Estado propiciará la investigación y el quehacer científico.
DIGO PENAL DE LA REPUBLICA DE EL SALVADOR (Decreto Nº 1030)
TITULO VIII. CAPITULO VI
DE LOS DELITOS RELATIVOS AL PATRIMONIO CULTURAL.
INFRACCION A LAS MEDIDAS DE REGISTRO, CONTROL, CIRCULACION Y PROTECCION DE BIENES CULTURALES
• Art. 223.- El que infringiere los preceptos legales relativos al cumplimiento de los requisitos de reconocimiento, identificación, registro, acreditación y circulación de los bienes que conforman el patrimonio cultural de la República, será sancionado con prisión de seis meses a un año. El que no acatare las medidas de protección de un bien cultural emitidas por el Ministerio de Educación, será sancionado con prisión de uno a dos años.

Legislación Internacional.

A nivel mundial, existen normas que regulan el uso de todo lo que es calificado como patrimonio, en un afán de protegerlo. A continuación se
mencionan algunos documentos que contribuyen a la protección y conservación del Patrimonio Cultural, los cuales pueden ser consultados:
• La Carta de Atenas sobre urbanismo, febrero 1933.
• Convención sobre la protección de los bienes culturales en caso de conflictos armados, La Haya, 1954.
• Carta de Venecia, mayo 1964.
• Normas de Quito, 1967.13
• Carta de Burra, Australia, 1979.
• Carta de Nairobi, 1976.
• Conferencia General de París, 1972.
• Convención Centroamericana para la protección del patrimonio, 1996.
• Convenio de Protección y Restitución de Monumentos, Arqueológicos, Artísticos de Historia de México, 1991.
CAPITULO VII
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
7.1 CONCLUSIONES.

• El Estilo Neo-colonial es una expresión latinoamericana, primero porque se dio en gran medida en los países que fueron antiguas colonias de España y Portugal, y segundo porque es una arquitectura que fue influenciada por esta fase histórica, siendo un paso intermedio entre la colonia y la modernidad.
• En Latinoamérica, después de vivir en una época de colonización, se dio la Independencia, esto trajo consigo una transculturación que influenció a los pueblos latinoamericanos; a partir de este estado de liberación, surge una etapa, en todos los sentidos, de búsqueda de identidad nacional, es aquí donde fluye en el campo arquitectónico unas edificaciones de un movimiento sin nombre, que expresa en esa búsqueda, algo mas propio, de pertenencia, desarrollándose así el Neo-colonial, nombre impuesto, en la actualidad, por ser un retomar de elementos surgidos en la colonia.

13 Internacional Council on Monuments and Sites/ 22.04.2005/ disponible en http://www.international.icomos.org/quito67.htm

• El Estilo Neo-colonial es una expresión que no solo es arquitectura, es algo mas, algo que identificó a un grupo de personas, que pertenecían a una familia, a una sociedad, a un estilo de vida, que puede ser observado, no solo en El Salvador, sino que a lo largo de América Latina, en los pueblos de estas ciudades se encuentran edificaciones que compartieron este mismo estilo de vida, expresada por esta arquitectura.

Compartieron una misma identidad cultural, deseaban lo mismo para sus residencias, los mismos acabados, el mismo refinamiento de materiales, la misma innovación en técnicas constructivas, esa búsqueda de una identidad más nacionalista, con un toque de elegancia, belleza y decoración, es los que nos expresa, el Neo-colonial.
• Se reconsidera en esta investigación que el estilo Neo-colonial se traspasó de un lugar a otro porque fue como una moda, que se fue dando como un símbolo de modernidad y de mejor estatus social, siendo encontradas en Costa Rica los inmuebles con mayor antigüedad, aunque no se sepa con exactitud en que país de Latinoamérica surgió esta expresión arquitectónica.
• En El Salvador, el estilo Neo-colonial se dio en una época en donde no existían arquitectos graduados en El Salvador, Armando Sol y Ernesto de Sola, graduados en el extranjero, vienen al país en aquel momento con una nueva influencia. Traían en sus mentes el Funcionalismo, arquitectura puesta en boga en Europa, en los primeros años del siglo XX, pero retomaron solamente algunos aspectos de este estilo, comenzaron a utilizar las áreas vestibulares y ya no los corredores alrededor del patio central, utilizaron también el acceso independiente al área de servicio, se dedicaron a construir residencias de estilo Neo-colonial que era la moda de la época, tratando de
responder más a nuestra identidad, retomando influencias europeas, de estilos como barroco y mudéjar, sin dejar de lado las raíces salvadoreñas, siendo así una forma de expresión que trataba de ser coherente con lo nacional, estos profesionales, así como otros Arquitectos y constructores, adoptaron y propagaron la obra que hoy día, es un legado a la historia de la arquitectura nacional, ayudando al obrero a destacar su calidad, en el tallado de la madera, en el trabajo de la herrería, con muchos detalles así como en cuanto a otros
elementos ornamentales.

• Las construcciones, de este estilo arquitectónico, poseen un gran valor cultural, ya que forman parte del desarrollo histórico de la Arquitectura en El Salvador, con innovación en aspectos como: técnicas constructivas, distribución espacial, detalles ornamentales, juego de volúmenes, y más, siendo una manifestación de transición hacia las tendencias arquitectónicas contemporáneas.
• El nivel social para el que estaba dirigido estas viviendas, es para la clase media- alta, a juzgar por la variabilidad de sus construcciones
y de los finos acabados que poseen los inmuebles, los cuales solo podían ser utilizados por personas que tuvieran la capacidad económica de comisionarlos y mantenerlos, ya que cabe mencionar que hoy en día la posesión de los mismo, suele ser prácticamente un lujo, por ser su preservación de alto costo. El estilo Neo-colonial en la Zona Occidental de El Salvador, al igual que en la capital, era para la clase media-alta, se convirtió en una expresión de moda, algo que todas las familias de la sociedad, de la zona querían tener, este fenómeno se observa con mayor abundancia en la ciudad de Santa Ana, generándose una reacción en cadena en cuanto a la construcción de las edificaciones identificadas en el presente estudio.

• La arquitectura Neo-colonial, es funcional respecto al uso del inmueble, ya que trató de mejorar la función del edificio, rompiendo con un esquema tradicional, en donde se trata de satisfacer necesidades tanto físicas como sociales, y la forma se vuelve expresión del individuo que la habita, imprimiendo en sus espacios en cierta medida un clara definición de los mismos.
• En el caso de Ernesto de Sola y Armando Sol, pudieron tender a desarrollar una arquitectura racionalista, sin embargo el estilo Neo-colonial no lo es, ya que según lo visto en el presente análisis, muchas de las edificaciones construidas y diseñadas por ellos, eran similares, siguiendo al mismo patrón de formas, en donde sobresalen las líneas rectas conjugadas con las curvas, los juegos de volúmenes y el énfasis en los detalles decorativos.
• Se puede decir que el estilo Neo-colonial tuvo su mayor auge en la Capital, San Salvador, pero también se extendió a la Zona Occidental con una fusión de características arquitectónicas, el concepto contemporáneo de la organización de los espacios y características que dieron vida al estilo Neo-colonia, como son los juegos de techos y volúmenes, detalles ornamentales e implementación de nuevas técnicas de construcción.
• Este estilo demostró, que con sus detalles elaborados, con los finos materiales y sus múltiples volumetrías, que es de costos elevados y
que solo podían acceder a tener una edificación de éstas, personas de un elevado estrato social, por esa razón es que tuvo auge en la
Zona Occidental de El Salvador y específicamente en Santa Ana, por el incremento de la economía en dicha ciudad debido al cultivo del café.
• En la actualidad el estado de conservación de algunos de los inmuebles estudiados están en un avanzado grado de deterioro, siendo más acelerado este proceso en la capital, en comparación con los de la Zona Occidental y especialmente en la ciudad de Santa Ana, que es donde se dio un mayor auge de esta expresión, debido a que las ciudades en la zona occidental no han tenido un crecimiento muy acelerado, como se ha visto en la capital, si no que se han mantenido en un estado de mas conservación, por encontrarse utilizadas, por distintas actividades, ya sea vivienda, institucional o comercio; también estas ciudades fueron afectadas en menor grado por la guerra civil que sufrió El Salvador en la década de los 80’s.
• Los materiales y técnicas constructivas que emplearon para las edificaciones en la Zona occidental son: paredes de ladrillo de de barro, concreto armado en soleras, columnas y vigas, vidrio traslúcido en ventanas, madera como elemento estructural y como detalle ornamental. Se hace uso de otros elementos como son, la piedra laja, celosías de barro, fachaletas y piedra en general, el hierro forjado en forma artística, y todos los tallados de madera en balcones, canecillos, vigas, remates, dinteles, puertas y ventanas.

7.2 RECOMENDACIONES.
• Profundizar más en otras investigaciones, sobre los arquitectos hacedores del estilo Neo-colonial en Latinoamérica, con la finalidad de encontrar el lugar en donde se originó dicho estilo.
• Extenderse en la investigación de las edificaciones inventariadas, a modo de tener una información más completa de cada uno de los inmuebles, no solo a nivel de fachada sino que también en sus interiores.
• Tomar en cuenta los Lineamientos Generales para la Conservación de Patrimonio en la Zona Occidental, expuestos en el Capítulo VI del presente estudio.
• Que CONCULTURA haga alianzas, con el Ministerio de Turismo y con el Ministerio del Interior, para crear programas que ayuden a la conservación del patrimonio edificado.
• A las municipalidades, que tomen en consideración al Reglamento y a la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El Salvador, que sean agentes directos en velar por la protección, rescate y la valoración al patrimonio Arquitectónico en la municipalidad correspondiente.
• Realizar campañas educativas dirigidas a la población en general, orientadas a tomar conciencia sobre las obras arquitectónicas que tengan valor, ya sea en cuanto a su imagen dentro de la textura urbana de la ciudad, o como bienes que forman parte del Patrimonio Histórico Arquitectónico

ACJ de El Salvador conmemora 25 aniversario en Comunidad Monseñor Romero de Suchitoto

ACJ de El Salvador conmemora 25 aniversario en Comunidad Monseñor Romero de Suchitoto

SUCHITOTO, 6 de diciembre de 2015 Nos sentimos muy honrados en poder celebrar nuestro 25 aniversario como ACJ de El Salvador en esta Comunidad Monseñor Romero, que forma parte de nuestras raíces, de nuestros primeros proyectos, y ya hoy vemos aquí surgiendo –estoy emocionada-una tercera generación…ya hay varios biznietos” indicó Adela Pineda, secretaria general, esta mañana en medio de piñatas y juegos para niños y niñas.

En la actividad también participaron la Familia Recinos y la Fundación Salvadoreña de Formación y Desarrollo (FUSAFORD) que aunaron esfuerzos para realizar una Celebración Navideña para los niños y niñas de esta comunidad campesina, ubicada en la zona sur del Cerro de Guazapa.

Agregó Adela Pineda que “deseamos rendir homenaje esta mañana a los jóvenes bautistas, episcopales, reformados, luteranos y católico romanos, que el 17 de noviembre de 1990 iniciaron nuestra asociación, en particular al primer presidente y primera secretaria general, Roberto Portillo y Meybel López; así como al argentino Norberto Rodríguez y la costarricense Xinia Brenes; a la antigua Confederación Latinoamericana de ACJ, CLACJ y a la ACJ-ACF de Suecia, entre muchos más…”

Concluyó que “nuestra presencia en esta Comunidad Monseñor Romero viene a ratificar nuestro compromiso con los sectores populares y nuestro acompañamiento a sus luchas por una sociedad más justa y porque los jóvenes en todo el mundo seamos sensibles al dolor y sufrimiento de los que luchan contra la exclusión social y la explotación económica, porque otro mundo es posible.”

El Centro Histórico como instrumento político

El Centro Histórico como instrumento político
Willian Marroquín, vicerrector académico adjunto
04/05/2009

Motivado por la valiosa publicación de la revista La Casa de Todos, editada por el Departamento de Organización del Espacio y dedicada al Centro Histórico de San Salvador (CHSS), y por la toma de posesión del nuevo alcalde de San Salvador, decidí escribir algunas notas al respecto. Por lo general, cuando los medios de comunicación masivos se refieren al Centro Histórico, lo hacen con la frase despectiva del “rescate del Centro Histórico”, en relación a que se encuentra tomado por vendedores ambulantes, ladrones, delincuentes o “chusmas y turbas enardecidas”, como les llama un periódico impreso del país. De manera similar, durante el período electoral, el Dr. Quijano invitó a los ciudadanos a votar por “rescatar San Salvador” tomado por el FMLN, algo que finalmente logró.

De manera inconsciente y natural, la revista La Casa de Todos se refiere al Centro Histórico con frases dignificantes e inspiradoras: “Revitalización del CHSS”, “Rehabilitando y construyendo espacios públicos”, “El rescate de la función habitacional del CHSS”, entre otras. Y es que en el fondo de todos los artículos de la revista se hace evidente el clamor por considerar como actor clave del desarrollo del CHSS a los habitantes empobrecidos de la zona que viven en los portales y mesones, y a los trabajadores informales que, excluidos por el sistema económico neoliberal, no les queda de otra que rebuscarse para sobrevivir, incluso cayendo en la ilegalidad de la piratería, vendiendo productos de contrabando y sometidos a una tensión permanente de desalojo y de cárcel.

Aun cuando en la revista se presentan diferentes dimensiones de la problemática del CHSS, en mi opinión, la politización del Centro Histórico, la oposición de Arena (conspiradora y sin crítica constructiva —más bien destructiva—) y la “guerra popular prolongada” contra el comunismo en que viven algunos medios minaron cualquier intento de desarrollar el CHSS durante todas las administraciones del FMLN. La nueva administración municipal de Arena tiene ahora la responsabilidad del CHSS, con la ventaja de que ya existe un trabajo importante desarrollado por los anteriores alcaldes del FMLN y tiene a los medios masivos a su favor. Es de esperar, entonces, que los logros de Arena sean magnificados; y sus errores, minimizados. En todo caso, lo que se desea es que, independiente del color político, el CHSS sea rehabilitado.

Es ingenuo pensar que, como lo han expresado sus dirigentes, Arena será una oposición constructiva para el nuevo Gobierno. ¿Cómo se comporta Arena en la oposición? Es bastante conocido. Lo mostró durante años ante las gestiones del FMLN en San Salvador. Por otro lado, siempre que Arena entra en crisis, se avoca a las famosas reestructuraciones del Coena, en las que recurre a los fundadores y ex presidentes, ahogando las posibilidades de su renovación. Parece que no confían en las caras nuevas o que se resisten a abandonar las viejas mañas del pasado, como lo acaban de demostrar sus legisladores con la pésima elección del nuevo presidente de la Asamblea Legislativa.

Antecedentes: los alcaldes y el CHSS. Hay que recordar que la primera vez el FMLN ganó las elecciones en el municipio de San Salvador con el Dr. Silva apoyado por un grupo de ciudadanos, no militantes del partido, quienes conformaron su concejo y se encargaron de algunas de las direcciones administrativas. Fue el período en el que se trabajó efectivamente en tres temas fundamentales: la rehabilitación del centro histórico, el manejo de los desechos sólidos y la división de la ciudad en distritos para administrar de mejor manera los servicios de la municipalidad. Los medios masivos, Arena y el Dr. Quijano atacaron todos estos logros, centrándose principalmente en el proyecto MIDES, creando las historias de la mafia canadiense, el faltante de dinero para completar el proyecto, las irregularidades en el contrato, etc. Al final lograron que el proyecto pasara a manos de un privado (un general reconocido) y que lo que pudo ser un proyecto de mucho beneficio para el país terminara como un proyecto exitoso a medias.

El siguiente alcalde, el Dr. Rivas Zamora, dio continuidad al trabajo del Dr. Silva, pero retrocedió en los avances del CHSS; y al no tener el apoyo del Viceministerio de Transporte, la PNC y el Gobierno, tuvo que fortalecer el CAM. Simultáneamente, empezó el deterioro de la recolección de basura. Esto llevó a que la Dra. Menjívar ganará su elección con pocos votos. Los logros en el CHSS habían retrocedido, el problema en el manejo de los desechos sólidos precipitó a esta última gestión a comprar vehículos de recolección baratos y sin robustez, y, además, no pudo hacer frente a la campaña de desprestigio de los medios masivos.

En su último período, la Dra. Menjívar se concentró en desarrollar proyectos sociales que tenía bajo control y que no ocasionaban conflictos y tensiones en el CHSS. Proyectos de bajo impacto mediático y que finalmente terminaron con su gestión. En la revista Séptimo sentido de La Prensa Gráfica del 3 de mayo, la Dra. Menjívar menciona que en relación al CHSS hubo avances: “Se inició la recuperación de la calle de la Amargura, se rehabilitaron casas en la colonia Bloom, la plaza San Esteban, la Plaza de la Salud, lo de los proyectos habitacionales en el centro, se hicieron 17 ordenamientos de ventas… No es que no hayamos hecho nada”.

La gestión del Dr. Quijano está por iniciar y no sabemos cómo va interactuar con el CHSS. Lo único que se conoce es la designación de un conocido ex guerrillero como jefe del CAM y su propuesta de desarmar y reducir dicho cuerpo “represivo”.

El CHSS y sus desequilibrios. Cualquier proceso de rehabilitación del Centro Histórico debe pasar por la formulación de un plan de desarrollo económico y social que incorpore la ordenación del territorio como elemento central. Entendiendo esto último como la eliminación de los desequilibrios existentes en el espacio concebido como el CHSS. Estos desequilibrios se manifiestan de diferentes formas: la lucha por desalojar a los vendedores ambulantes y la recuperación de los espacios públicos; la instrumentalización política del CHSS; el grave problema del transporte público; el deterioro en el manejo de los desechos sólidos; la priorización en la protección del patrimonio arquitectónico; la inseguridad; la contaminación ambiental, principalmente del aire, y el aumento de las zonas insalubres, etc. Todo indica que el CHSS como objeto de estudio se encuentra en un caos permanente, en el que cada vez se reducen las posibilidades de inversión económica para su recuperación. Estos desequilibrios no son propios del CHSS, sino una manifestación en pequeño de lo que sucede en el país como un todo.

El arquitecto Herbert Granillo, al describir la problemática del Centro Histórico de San Salvador en La Casa de Todos, presenta dos aspectos que me parece importante destacar: (1) “De manera sencilla podemos afirmar que el desarrollo económico generó ciudades. No se puede imaginar ciudades sin organización económica….” (Polese); (2) “La ciudad moderna es la ciudad del capital, según Lefebre, el capital construye sus propios espacios”.

El gran capital configura el territorio a su antojo; a través de proyectos de desarrollo urbano mueve a la gente de mayor poder adquisitivo hacia el sur-oeste de la ciudad; y a los pobres, hacia el norte. También irrespeta a los municipios pequeños, como sucede en el desarrollo de Ciudad Real en San Sebastián Salitrillo, o los proyectos como La Hacienda y Miramar en San José Villa Nueva. Situación similar se presentará en La Unión con el funcionamiento del nuevo puerto. Y también se presentará en los municipios de Zaragoza y el Puerto de la Libertad cuando se complete la ampliación de la carretera que pasa por ellos. ¿Qué surgirá de estas transformaciones territoriales? Pues surgirán desequilibrios sociales, económicos, políticos, tecnológicos y ambientales.

Este proceso no es exclusivo de El Salvador. En Nueva York, los ricos se movieron del sur del Bronx (pegado a Manhattan) para el norte de la ciudad, dejando en una situación de caos al Bronx. Además, el capital puede transformar tierras sin valor en zonas exclusivas, como ha sucedido en la Zona de Santa Fe, en la ciudad de México, que hace unas décadas era un botadero de basura y ahora se ha convertido en una zona de desarrollo para las grandes corporaciones empresariales.

Según algunas publicaciones, el negocio principal de una cadena de comida rápida a nivel global no es la venta de hamburguesas, sino los bienes y raíces, es decir, compran tierras a bajo precio y elevan su plusvalía instalando sus franquicias en esas zonas. Una vez que se establece la cadena de comida rápida en la zona, otras empresas quieren estar a su lado y deben pagar un precio alto por esas tierras. En nuestro país pasó algo similar con el traslado de la embajada de los Estados Unidos a la zona de Santa Elena, cuyas tierras incrementaron su plusvalía de manera exponencial.

Siguiendo esta lógica del capital, y dado que la inversión en el CHSS es baja, se tendrá que crear una política de incentivos para que el gran capital invierta nuevamente en el Centro Histórico. Cualquier plan de rehabilitación fracasará si no considera como componente fundamental la inversión pública y privada en esta zona de la ciudad.

Finalmente, quiero felicitar a todos los compañeros de la UCA y de otras instituciones amigas que contribuyeron con sus artículos para enriquecer el debate sobre qué hacer con el Centro Histórico de San Salvador. Ojalá la nueva administración de la ciudad retome a La Casa de Todos dedicada al CHSS como insumo para su gestión.

La delegación salvadoreña a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana (Buenos Aires, Argentina, junio de 1929)

La delegación salvadoreña a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana (Buenos Aires, Argentina, junio de 1929)
Roberto Pineda 4 de diciembre de 2015

En junio de 1929 tiene lugar en Buenos Aires, Argentina, la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana y por parte de El Salvador asisten como delegados , en representación del “Partido Comunista” los dirigente sindicales que habían participado días antes en mayo, como Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños, FRTS, en la Conferencia Constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA), realizada en Montevideo, Uruguay.

Esta reunión de comunistas latinoamericanos se realiza del 1 al 12 de junio de 1929 y cuenta con la participación de 38 delegados en representación de partidos comunistas de catorce países, entre estos Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Faltaron los partidos de Chile, Nicaragua, Costa Rica y Honduras.

En el caso salvadoreño es interesante que en el documento oficial de la reunión aparezca como partido constituido, cuando tanto los testimonios de Mármol (Dalton, 1972) y del mexicano Jorge Fernández Anaya (Memoria, 1980) señalen la fecha de fundación del PCS en marzo de 1930. Al respecto el historiador costarricense Rodolfo Cerdas Cruz también respalda la fecha de 1930 ya que al referirse al VII Congreso de la IC, realizado en 1935, señala que:

“entre los materiales que se suministraron a los delegados se encontraba una descripción de la situación de los Partidos Comunistas que integraban la organización mundial. Allí se presentaban a países donde se tenían organizaciones comunistas a El Salvador, que había sido organizado en 1930 (no existía propiamente hablando cuando estuvo presente en la Conferencia de Buenos Aires de 1929) y se describía su actitud durante la insurrección, que el documento, erróneamente, sitúa en 1930. Se afirmaba, que en 1933, cuando cesó la persecución, se había iniciado la reconstrucción del Partido”( Ver Cruz Cerdas, La hoz y el machete…San José, 1986).

En septiembre de 1930 Miguel Mármol y Modesto Ramírez en representación de la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños (FRTS) participaran en Moscú en el V Congreso de la Internacional Sindical Roja. Por otra parte, es un hecho que comunistas de El Salvador no habían participado en el VI Congreso de la Internacional Comunista, realizado del 17 de julio al 1 de septiembre de 1928, en Moscú, y para ese caso, en ningún congreso del llamado partido mundial del proletariado.

En el VI Congreso de la IC de 1928 se aprobó la consigna de “clase contra clase”, que oficializó el comienzo del llamado “Tercer Periodo” y esta consigna marcó fuertemente la fisonomía política de los comunistas salvadoreños de esta época inicial, bloqueando la posibilidad de establecer alianzas con sectores democráticos, como los aglutinados alrededor del presidente Arturo Araujo y facilitando así la consolidación del régimen dictatorial del General Martínez.
La participación salvadoreña

Por otra parte, las intervenciones de Diéguez (el carpintero Luis Díaz, luego primer secretario general del PCS) ) y de Márquez (el mecánico Serafín Martínez, asesinado en enero de 1932) en el encuentro nos permiten conocer de primera mano la visión de los obreros revolucionarios salvadoreños de esa época. (Ver El Movimiento Revolucionario Latino Americano, La Correspondencia Sudamericana, Buenos Aires, 1929)

Además participaron en este primer encuentro representantes de la Internacional Comunista, de la Internacional Juvenil Comunista, del Partido Comunista de Estados Unidos, del Partido Comunista de Francia, del Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista y del secretariado Sudamericano de la Internacional Juvenil Comunista.

Esta reunión aborda diez temáticas cruciales para el movimiento comunista latinoamericano de ese momento: la situación internacional de América Latina y los peligros de guerra; la lucha antiimperialista y los problemas de táctica de los Partidos Comunistas de América Latina; la cuestión sindical; la cuestión campesina; el problema de las razas en América Latina, el trabajo de la Liga Anti-Imperialista; el Movimiento de la Juventud Comunista; las cuestiones de organización; el trabajo del Secretariado Sudamericano; así como se presenta un Informe sobre la solución de la crisis en el Partido Comunista de la Argentina.

La conferencia fue inaugurada el 1 de junio por el representante de la Internacional Comunista, el estadounidense Manuel Gómez (Charles Shipman), quien expresa que “por primera vez nos hallamos reunidos en una Conferencia los Partidos Comunistas latinoamericanos. El hecho tiene importancia fundamental porque esta Conferencia permitirá trazar directivas que liguen la acción conjunta del comunismo en Latinoamérica.”

La primera temática ((situación internacional) estuvo a cargo del argentino Victorio Codovilla, responsable del Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista. La segunda temática (lucha antiimperialista y táctica) fue presentada por el miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, el suizo Jules Humbert Droz de pseudónimo Luis, al que se considera como simpatizante de Nikolai Bujarin.

“Basar toda nuestra acción sobre las masas obreras y campesinas.”

Es en el marco del debate de este tema que el delegado salvadoreño de pseudónimo Dieguez emite la siguiente opinión:

“Compañeros: he seguido con mucha atención el debate, y me interesa dejar constancia de mi solidaridad con los que afirman que hay que basar toda nuestra acción sobre las masas obreras y campesinas.”

“Los acontecimientos de Colombia nos demuestran claramente la labor nociva realizada desde Bogotá por los elementos intelectuales que estaban al frente del Partido. Creo yo, y lo repito, compañeros, que no debemos confiar nunca en esa clase de gente que viene a nuestro lado, para explotar el movimiento revolucionario, pero que no se dispone a hacer obra verdaderamente revolucionaria luchando a la par de los obreros y los campesinos.”

“Mi experiencia, aunque corta, aconseja no creer nunca en la bondad de los intelectuales. Ahí tenemos los resultados en el movimiento de la zona bananera de Colombia, Los reveses de ese movimiento y el fracaso de la revolución en todo el país, se debe, exclusivamente, a la pésima táctica del grupo de intelectuales que dirigía la huelga desde la oficina de Bogotá.”

“Para terminar, camaradas, yo creo que es necesario que la Internacional Comunista, se preocupe más del movimiento comunista de nuestros países; muchas veces nuestra falta de experiencia es la que permite a los aventureros, tomar la dirección de nuestro movimiento. Nada más.”

“Nuestro partido, fue organizado casi espontáneamente…”

Es este mismo Diéguez quien por segunda vez participa en el debate de la tercera temática relacionada con la cuestión sindical y en este reitera su posición obrerista y a la vez afirma la existencia ya del Partido Comunista, así como de los problemas que enfrentaron para impulsar la labor organizativa. Plantea que:

“Compañeros, intervenimos en este debate a los efectos de esbozar a grandes rasgos la situación sindical en nuestro país. La actual Federación Regional de El Salvador, nació sobre las bases de una sociedad amarilla. El Consejo de esta organización trabajó en el sentido de penetrar en las masas y organizar efectivamente a todos los trabajadores, pero al mismo tiempo, los trabajadores opusieron tenaz lucha contra nuestro trabajo. A este respecto cabe mencionar la labor meritoria desplegada por un compañero muy inteligente, llamado (Alejandro) González Aragón, que era de Nicaragua.”

González Aragón era un nicaragüense viviendo en El Salvador que pronunció el discurso oficial en el Cine Mundial el 17 de noviembre de 1924, en la constitución de la FRTS, en representación de la Liga de Carpinteros de Santa Tecla (Ver La Prensa, pág. 5, 17 de noviembre de 1924)

“El primer sindicato que trabajó bajo la dirección de la Federación fue el de carpinteros, y luego se unieron los de zapateros, peluqueros, etc. Advierto a los compañeros que tan pronto como nuestra labor tenía éxitos, muchos compañeros dirigentes se manifestaron “izquierdistas” y entonces fue cuando el gobierno puso en práctica toda su política de corrupción para atraer a esos compañeros y desorientar a las masas que estaban bajo nuestra influencia. Así vemos como algunos de ellos se burocratizaron, aceptando cargos en el gobierno como precio de su traición a la clase trabajadora.”

“Nuestro partido, fue organizado casi espontáneamente, puesto que no teníamos en cuenta ninguna experiencia de otros países. Y puede decirse que surgió en el seno de la organización sindical. Al principio, los elementos gubernamentales trataron a todos los compañeros que formaron el Partido, con “benevolencia” como elementos “exaltados”, pero cuando se dieron cuenta que se trataba de un Partido Comunista, desarrollaron toda una táctica tendiente a hundirnos ante el concepto de los trabajadores, para lo cual se valieron de todos los argumentos, pero sin conseguirlo.”

“El proceso que luego sigue nuestro movimiento sindical y con respecto a la adhesión a la CROM y a la presencia de los delegados en el Quinto Congreso de ese organismos, no vale la pena de enunciarlo y si solo tiene algún interés para nosotros es que eso fue obra de los intelectuales a los que jamás debemos dar al dirección de los sindicatos, que siempre traicionan nuestras aspiraciones…Para el caso de El Salvador, solo se puede citar el caso de un estudiante, una excepción, que ha sabido conservarse bajo nuestro criterio eminentemente revolucionario y no defeccionar, pero esto es un caso raro que no perjudica la regla general, que todos los intelectuales son nocivos para nuestro movimiento.”

“He notado, igualmente, que se nos repite por parte de muchos compañeros que han hablado de los asuntos sindicales, que debemos actuar con medios propios, yo me pregunto porqué, entonces, que las organizaciones que hasta la fecha no han pedido ayuda a las organizaciones hermanas de América Latina, no ha hecho la revolución. ¿Cotizar? Muy bien, compañeros, pero ¿por qué las organizaciones de la Argentina y Uruguay, cuyos sindicatos han podido establecer las cotizaciones, no están a la cabeza del movimiento sindical latinoamericano?”

“En mi concepto, se debe establecer a ayuda financiera de otra organización hermana hasta tanto se pueda combatir esa tradición tan arraigada en las masas trabajadoras de nuestros países, referente a las cotizaciones. Cuando las cotizaciones se establezcan, cesará inmediatamente toda ayuda de las organizaciones hermanas.”

“En El Salvador pasa el mismo fenómeno que apuntaba el compañero relator de Colombia, puesto que habiéndose efectuado más de un robo de los fondos sindicales, los obreros no quieren contribuir más, y además, hay que tener en cuenta que los salarios son tan bajos, que no puede exigírsele a un obrero que contribuya financieramente para el sostén de los sindicatos. Si queremos entonces que se desarrolle en América Latina el movimiento sindical, es preciso esa ayuda fraternal, sino, las organizaciones jóvenes no podrán desarrollarse. Piensen eso, los compañeros delegados a esta conferencia. He terminado.”

Le siguió en el uso de la palabra el delegado guatemalteco, de pseudónimo Villalba (Luis Villagran García), quien en una parte de su exposición indica que “en 1925 llegó una delegación de Méjico la cual nos manifestó que el Partido Comunista de Guatemala debía convertirse en Partido Comunista de Centro América, sección de la Internacional Comunista. El Partido envió, entonces, una delegación a El Salvador, que organizó el Partido de ese país.” (El subrayado en nuestro y estamos hablando de 1925).

No hay montañas donde pueda realizarse un movimiento de guerrillas.

En el debate sobre la cuestión campesina interviene Márquez y plantea:

“Compañeros, en El Salvador la cuestión campesina es distinta a la de los demás países de la América Latina. El Salvador tiene una superficie de 34,126 Km2, correspondiéndole entonces, 52 habitantes ´por Km2. No hay montañas donde pueda realizarse un movimiento de guerrillas. El país está dividido en 14 departamentos subdividido s en un sinnúmero de pequeñas fracciones. Para convencer a los campesinos es necesario dar cifras que demuestren que mientras ellos trabajan brutalmente, los terratenientes embolsan grandes sumas de dinero. Es necesario dejar la litetratura, como hacen los anarquistas, que formulan ciudades ideales, para ir directamente a la propaganda sobre hechos concretos, sobre manifestaciones reales. En El Salvador hemos cometido el error de no atenernos a datos concretos. La masa necesita de hechos concretos que la interesen a la acción. Solamente eso quería decir porque el aspecto campesino es igual que en casi todos los demás países.”

El problema de las razas solo podrá solucionarse de una manera perfecta cuando la dictadura del proletariado este en pie.

El mismo Márquez interviene brevemente en el debate sobre la cuestión racial revelando con claridad la visión existente en ese momento entre los comunistas salvadoreños al opinar que:

“El problema de las razas solo podrá solucionarse de una manera perfecta cuando la dictadura del proletariado este en pie. Solamente por medio de la revolución podremos llegar a esta cuestión. En Rusia vemos que después de la revolución se va hacia las tribus no civilizadas, no agitando la consigna de la autodeterminación, sino tratando de asimilarlas.”

“La revolución debe ir de la ciudad al campo. Es necesario aclarar porque se piensa que es necesario hacer antes un estudio concreto de la cuestión india. Lo importante es hacer la revolución en la ciudad y luego por la misma fuerza revolucionaria tiene que venir el indio. La minoría revolucionaria es la que siempre triunfa. Las capas indígenas tendrán que ser fatalmente arrastradas por el movimiento.”

El delegado peruano Saco, Informante de esta mesa, en sus conclusiones refiere que “coincido plenamente con esta afirmación del compañero Márquez (“la solución completa del problema indio sólo llegará con la dictadura del proletariado”) apuntando, sin embargo, que uno de los elementos fundamentales del problema indio, la reivindicación de la tierra, podrá ya ser solucionado dentro del proceso de una revolución democrática-burguesa. De aquí surge al necesidad imperiosa, de dar antes al indio una educación clasista para que luche para sus reivindicaciones en estrecha alianza con el proletariado mestizo o alógeno.”

Democracia y socialismo: una relación difícil

Democracia y socialismo: una relación difícil*

Juan Carlos Portantiero

[1980]

Parece evidente que en el marxismo clásico (el marxismo de Marx), poder y transición forman un solo haz analítico. Esta es una de las razones por las cuales se hace tan dificultoso encontrar allí una teoría positiva del estado (capitalista o “de transición”): fuertemente societalista, el pensamiento marxiano desde su ruptura política juvenil con Hegel lleva a sus extremos una tradición que tiende a subsumir lo político en lo social y a fundar las bases para una progresiva extinción del estado, entendida como una recuperación de los poderes de la sociedad alienados en aquél.

Esa tradición es, sin dudas, la tradición política liberal y Marx supone dentro de ella una dimensión de radicalización democrática. La “emancipación humana” que Marx anunciaba en La cuestión judía no anulaba la “emancipación política” sino que la completaba, dándole sentido. No debe olvidarse, sin embargo, que durante todo el “ciclo cuarentiochesco” (y hasta la Comuna de París), liberalismo y democracia aparecían como alternativas enfrentadas; Marx se colocaba, en el segundo polo de agregación, pero entendiendo al proceso revolucionario como una secuencia de “conservación-superación”, que el comunismo era una ruptura con la democracia y está lo era con respecto al liberalismo.

En todos los casos el elemento antiestatista era central: en ese sentido Marx era un hombre del siglo XIX y su visión de la emancipación social tenía serias dificultades para hacerse cargo de realidades como la nación y el estado. No es necesario, para comprobar ese aserto, detenerse en la sugerente hipótesis de Luporini (1981) acerca de la imposibilidad lógica de derivar una teoría del estado desde el interior de las deliberadas restricciones que Marx se colocó a sí mismo para construir el modelo de El Capital; basta simplemente con advertir que él coexiste (y comparte en líneas esenciales) con una visión ideológica societalista (que, en una escala obviamente diferenciada, abarca desde Saint Simón y Proudhon hasta Stuart Mill y Spencer) para la cual cuanto más débil sea el estado más libre será la sociedad.

La propuesta marxiana lleva a sus extremos esta tradición según la cual el estado debe subordinarse completamente a la sociedad. En este sentido su polémica con los anarquistas en cuanto al tema estatal alude mucho más a los medios y a los tiempos que a los fines. Aun en las agrias notas sobre Bakunin aparece claro que, para Marx, la problemática del estado futuro (como violencia separada de la sociedad) se liga exclusivamente con un proceso de transición que culminará con la extinción del estado como esfera autónoma.

La presencia de la coacción estatal es transitoria (en el doble sentido de ser pasajera y de anunciar una transición ideológicamente definida en la que los elementos de la disolución anunciada para el futuro están ya colocados en el presente); todo parto de una nueva civilización requiere su presencia.

La génesis histórica de la producción capitalista requirió según Marx (1966; I: 627) “la intervención constante del estado”, utilizando “la coacción, la fuerza brutal, extraeconómica”, pero como excepción, hasta que la maduración del capitalismo (y éste es el momento en que coloca Marx su análisis) permita que el trabajador quede abandonado a la acción de las “leyes naturales de la producción” o sea, dice, “a la dependencia del capital, engendrada, garantizada y perpetuada por el propio mecanismo de la producción”.

El paralelo con la etapa de transición del capitalismo al comunismo, tal como el marxismo clásico lo pensó, es notorio. En su famoso texto De la autoridad, Engels recuerda que el estado político está condenado a desaparecer como resultado de la revolución social.

Pero advierte esa desaparición no puede ser resuelta de un plumazo, sin antes abolir las condiciones sociales que lo hicieron nacer. Entretanto, agrega, no puede imaginarse algo más autoritario que una revolución, en la medida en que ella pone en marcha un proceso de transición en el que las bases de una nueva sociedad deben ser creadas.

En esta línea, Gramsci (1975; II: 1021) justificaba también una etapa de “estadolatría” en los inicios de los procesos revolucionarios, sobre todo en aquellas sociedades en que las masas no habían tenido “un largo período de desarrollo cultural y moral, propio e independiente”, pero añadiendo que ella no deberá transformarse en “fanatismo teórico” o concebirla como “perpetua”: la “estadolatría” debe ser criticada para contribuir, por el contrario, a la expansión de la sociedad y de su capacidad de autorregulación, hasta llegar a una fase de “libertad orgánica”.

Por cierto que éste es también el tema de Lenin en El estado y la revolución: en todos los casos, la diferenciación entre marxismo y anarquismo a propósito de la desaparición del estado alude siempre más a “tiempos” que a fines. En rigor, el enemigo irreconciliable sobre el tema estatal en el interior del movimiento socialista era, para Marx y para Engels, Lassalle.

Esto es, en efecto, quien, recogiendo como inspiración de su praxis política otro modelo de construcción estatal bajo el capitalismo (el alemán, ejemplo típico de “revolución desde arriba”) coloca en el socialismo, como dimensiones problemáticas y no sólo críticas, al estado y a la Nación.

Su tentativa, a contramano de toda la tradición liberal, democrática y socialista, fue furiosamente enfrentada por Marx y por Engels en nombre de la subordinación de las luchas nacionales al objetivo internacionalista del
proletariado y de una concepción de la libertad según la cual, como señala Marx en la Crítica al programa de Gotha ratificando así sus temas juveniles, ésta “consiste en convertir al estado de órgano que está por encima de la sociedad en un órgano completamente subordinado a ella” (1979: 29).

En este texto Marx se ve obligado a discutir una propuesta concreta sobre organización estatal y, retornando una expresión que ya había utilizado y que era común en el lenguaje político de la época, señala que entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista debe mediar un “período político de transición” cuya forma estatal no puede ser otra que la “dictadura revolucionaria del proletariado”.

La expresión marxiana con la que busca combatir “la fe servil de la secta lassalleana en el estado” implica nada más que una orientación estratégica tendiente a formular las características de transición de un período que debe concluir con la extinción del estado. Pero esa visión societalista lleva implícita una imagen simple de las relaciones entre economía (clases) y política, condensada en su definición de 1848 sobre el estado como “comité administrativo” de los intereses de la burguesía.

Con ella Marx aludía no sólo al problema de la “naturaleza de clase” del estado sino también a su materialidad organizativa: hasta el último tercio
del siglo XIX, en efecto, cuando se obtiene el sufragio universal, los mecanismos políticos participativos se limitaban a propiciar una selección de personal político puramente interna a la burguesía, por lo que la afirmación de Marx contenía también una descripción empírica de la realidad estatal bajo el liberalismo restringido.

Para una situación en la cual naturaleza de clase y forma de organización del estado coincidían totalmente (esto es, para una fase del desarrollo político en la que el estado está articulado unilinealmente como función de la clase dominante) la especificidad de lo estatal frente a lo social perdía totalmente significación: podía ser legítimo, por lo tanto, referirse a una etapa de transición (genérica) con una expresión también tan genérica como la de “dictadura revolucionaria del proletariado”.

No es difícil advertir que en la combinación conceptual de transición con dictadura (como recurso supremo para aplastar la resistencia de los partidarios del antiguo orden) aparece la percepción de Marx sobre el carácter de la revolución socialista, inspirada en el modelo jacobino de lo que se consideraba como la revolución burguesa por antonomasia: la francesa de 1789.

Toda discusión sobre este problema de la dictadura del proletariado que
prescinda de ese contexto que marca la manera en que Marx y luego Lenin y los bolcheviques pensaron el proceso de transformación socialista, pierde sentido, se transforma en un juego bizantino.

La cuestión consiste en que ese tipo de revolución burguesa fue una excepción histórica y de ningún modo una regla: los procesos de transformación capitalista fueron en su mayoría revoluciones “desde arriba” (“revoluciones pasivas”, en los términos de Gramsci) y lo mismo aconteció, luego de 1917, con las revoluciones socialistas.

Más allá de lo correcto o incorrecto, en términos de valores, de la propuesta lassalleana de un proceso de cambios basados en la alianza entre trabajadores y estado, es un hecho que su planteo recogía la realidad de la revolución burguesa en Alemania – transformándola en estrategia del proletariado- que desmentía todas las predicciones formuladas en 1848 por Marx y, en general, por el democratismo radical de su tiempo.

Será Engels, en momentos de ascenso legal del movimiento de masas, quien en 1895 tendrá que hacerse cargo del nuevo problema, a través del primer texto político moderno del socialismo marxista: su Introducción a la reedición de La lucha de clases en Francia de Marx.

Por algo la historia de ese escrito resultó tan accidentada en su momento y aún hoy su lectura aparece llena de problemas: Engels coloca allí una verdadera divisoria de aguas en la historia del marxismo (ya no como crítica de la realidad sino como ordenador doctrinario de un movimiento de masas), planteando las primeras y provisorias respuestas políticas del socialismo para una situación en la que las características del fenómeno estatal han variado, haciendo que la idea simple del “comité administrativo” evolucione hacia una percepción más compleja por la cual –en inversión absoluta de la situación anterior- la legalidad (burguesa) favorece al proletariado y “mata a la burguesía”.

Y califico de parteaguas a ese texto engelsiano, porque él es el que funda la madurez del socialismo como doctrina política, al menos para las situaciones de desarrollo estatal complejo del capitalismo.

El texto de Engels intentaba hacerse cargo de dos situaciones (que al cabo no resolvería y cuya irresolución estaría en la base de los problemas del marxismo de la II Internacional, sea en su vertiente “revisionista” u “ortodoxa”: en primer lugar, la ampliación del estado, interiorizando a través de las representaciones surgidas del sufragio universal a la lucha de clases; y en segundo lugar, la presencia de las naciones como espacios particulares de la lucha de clases.

La Introducción de 1895 se enfrentaba así a las dos realidades más poderosas del siglo XX: El estado y la Nación. En ese marco, en el que los temas de la democracia no eran ya los de la “revolución permanente” de 1848 (porque la burguesía en parte los había asumido en su discurso hegemónico) y tampoco los del internacionalismo tal como se había planteado hasta entonces, porque las desigualdades nacional-estatales introducían quiebres en una visión lineal de cosmopolitización burguesa del mundo, las propuestas para el estado y la sociedad cambiaban de signo: para la burguesía, el siglo XX fue mucho más hegeliano que lockeano y para la “transición” mucho más lassalleano que marxista.

Un vacío teórico

En este universo político en el que los derechos democráticos se ampliaban (ya no más “un burgués un voto” sino “un hombre un voto”) ocurrían otras transformaciones en el estado burgués por las cuales la explosión de participación (lo que Weber llamó “crecimiento de la socialización”) podía ser neutralizada. El locus en donde se expresaba el sufragio universal, el parlamento, pasó a un segundo plano como instancia gubernamental y el poder real se trasladó hacia un centro oligopólico de decisiones, en clave tecnoburocrática.

En la medida en que la única herencia teórica disponible, sobre el tema del estado (más allá de su crítica), eran las referencias generales a la dictadura del proletariado (que por añadidura Lenin consideraría como piedra de toque para diferenciar al verdadero marxismo), no es aventurado suponer que el enorme vacío que el marxismo del siglo XX propone sobre la cuestión se deriva de esa precaria contraposición entre un enunciado abstracto y una realidad estatal y social enormemente más compleja.

En efecto, descendida a la arena de las propuestas institucionales ¿qué se quiere decir con la fórmula de la dictadura del proletariado? Para Engels -en 1 la forma específica de esa dictadura era la de la Comuna de París; esto es, la de un suceso social ya en 1875 (carta a Bebel), había considerado como una forma política “que no era ya un estado en el sentido verdadero de la palabra”. Lenin, en 1917, recogería esa asimilación y el movimiento conciliar europeo de la posguerra continuará con esa línea cuyo sentido es el de pensar formas políticas de transición, responsables de reprimir a la contrarrevolución, pero sobre todo comprometidas con la progresiva absorción en el seno de la sociedad de las funciones separadas en el estado.

El antiparlamentarismo no tenía otro sentido que éste: ¿para qué fomentar la presencia de una institución como ésa cuyo sentido era el de la enajenación política, cuando nuevas instituciones como los soviets (consejos) eran capaces de encarnar mejor el proceso de transición hacia la disolución del estado?

Cualquiera sabe ya que el resultado histórico de esa profecía fue absolutamente contrario a la utopía de “la extinción”. Las formas reales de la política en la URSS y, a partir de allí, en todas las sociedades que siguieron su modelo de “dictadura del proletariado”, fueron constituyendo otro modo particular de soberanía: la del partido dirigente-vanguardia-del proletariado.

Aunque Marx no lo dijera expresamente quedaba claro dado el mismo nivel de generalidad que la envolvía que la fórmula de la dictadura del proletariado no podía calificar formas de gobiernos puntuales sino en todo caso un tipo de estado, la naturaleza política de un orden económico-social de transición que podía expresarse de diversas maneras.

En Lenin, por ejemplo, el razonamiento adquiere la siguiente forma: todo estado es una dictadura de clase; el absolutismo y la república son, ambos, expresiones de la dictadura de la burguesía. Luego, la expresión “dictadura” alude a la naturaleza de la dominación y no a sus formas, que son variadas.

Pero en los hechos esta caracterización tan amplia de lo que debe entenderse por dictadura que transgredía todo lo que la teoría política clásica había dicho sobre la cuestión terminó, para el caso de las dictaduras del proletariado, por recuperar parte de su sentido tradicional, hasta transformarse en lo que finalmente fue (y es): una forma autocrática de crear un ordenamiento jurídico, por la cual la ley y el poder descienden de arriba hacia abajo, pero no como procedimiento de excepción sino como modo permanente de gobierno.

Esta realidad empírica, que cubre con su concepción de la soberanía todas las
experiencias socialistas conocidas, muestra el carácter vacío de ciertas discusiones actuales que se colocan en el plano de las definiciones y no en el de la historia: no importa tanto saber qué quisieron decir Marx, Engels o Lenin sobre la cuestión de la dictadura del proletariado, sino cuál ha sido el resultado práctico de esa experiencia.

El problema es que con una fórmula tan genérica, cuyo sentido estaba dado por la idea teleológica de una transición hacia el fin del estado, es imposible establecer un orden político democráticamente compensado: si no consideramos al poder como una potencia autónoma, y lo vemos simplemente como una emanación de la sociedad, es difícil apreciar la necesidad de equilibrar ese poder a través de otras instituciones.

¿Cómo ejerce el poder esa dictadura del proletariado? He aquí una pregunta tan importante como aquella otra que hace referencia al quién detenta desde el estado el poder soberano. La importancia deriva de que el cómo y el quién no pueden ser disociados. ¿A través de qué instituciones puede decirse que el proletariado ejerce su dictadura?.

Cuando Kautsky (1976) planteó esa pregunta, Lenin (1976) le contestó, en un violento folleto, que esas instituciones eran los soviets, cuyo contenido democrático era superior al más democrático de los parlamentos. La realidad, sin embargo, fue colocando a los soviets en un segundo plano, menos significativo todavía que el que tiene el parlamento en los modernos sistemas estatales burgueses.

La verdad de la soberanía en los procesos de transición está en el partido único, garantizador del monolitismo ideológico. En esas condiciones, como diría Gramsci (1975, ///: 1691), el partido no tiene “funciones auténticamente políticas, sino sólo técnicas, de propaganda, de policía, de influencia moral y cultural”. La consecuencia de esa centralización política absoluta (porque el partido se fusiona con el estado) es la fragmentación social: ninguna iniciativa individual o grupal, en lo político, en lo económico o cultural puede ser tolerada si busca alcanzar formas organizativas fuera de la mediación del partido o del estado, constituidos en únicos espacios legítimos de
recomposición.

La dictadura del proletariado al negar toda forma del pluralismo, se expresa así hacia las propias masas populares, como un medio de enajenación política poco diferente en ese plano a la que prima en las sociedades capitalistas. Para los llamados países socialistas desarrollados el indicador de esa enajenación es la apatía política generalizada; para los subdesarrollados, que emergen recientemente de situaciones de atraso económico, social y político, la participación a través de asambleas
plebiscitarias en las que se aclama lo que ya decidió la cúpula, o a nivel de
organismos de base (que cumplen también funciones importantes de control estatal) en los que, centralmente, se ventilan sólo problemas administrativos zonales o estamentales.

Así, la forma política real de la dictadura del proletariado en la transición es la de un despotismo ilustrado que, a través del control estatal del excedente económico, resuelve los problemas de la extrema pobreza pero que una vez conseguidos esos satisfactores mínimos (y de ninguna manera quisiera subestimar lo que esos logros materiales implican) enfrenta enormes dificultades para encarar incrementos reales de participación social y política.

El recurrente “caso” polaco (como lo fue el estallido húngaro de 1956 y la “primavera” de 1968 en Praga) parece demostrar que la insatisfacción política de esas sociedades “en transición”, al chocar contra esa impenetrable fusión de partido y estado que cierra totalmente sobre el individuo la “jaula
de hierro” del control burocrático, sólo puede ser resuelta mediante una explosión de masas.

Los riesgos del consejismo

La enceguecedora evidencia de esta situación, difícilmente controvertible, ha generado dos intentos de reformulación en el interior del pensamiento socialista: Uno está constituido por la respuesta “consejista”, habitualmente esgrimida hoy por lo que llamaríamos, por comodidad expresiva, corriente trotskista. La otra, en un plano de abstracción más alto, es la que busca en el concepto de hegemonía una alternativa frente a la dictadura del proletariado, tal cual es en la realidad.

El Consejismo esgrime como teoría política de la transición la democracia directa o de base y enfoca la realidad hoy vigente como una desviación burocrática. Recupera al Marx de los textos sobre la Comuna de París y de la Crítica al programa de Gotha; al Lenin de 1917 y, en general, a todo el discurso “sovietista” de la primera posguerra, el joven Gramsci de L’ Ordine Nuovo incluido.

Sin duda que su punto fuerte es el colocar, como eje de la indagación, a la problemática de la transición como un momento de socialización del estado, y el plantear la estrategia de fundación democrática del socialismo sobre la base de la necesidad de recomponer las relaciones disociadas entre economía y política. Pero no advierte (o subestima) las limitaciones internas al propio esquema consejista, que no pueden ser ligeramente atribuidas a una desnaturalización del modelo, sino a ciertas premisas propias de él y que sólo pueden ser compensadas por su combinación con otras redes institucionales.

La democracia directa contiene, en primer término, dificultades de realización práctica ya conocidas por el propio Rousseau y relativas al tamaño de las comunidades en las que sus principios pueden ser puestos en práctica, Pero no quisiera detenerme en ese aspecto que, aunque de ningún modo secundario, podría ser refutado en el futuro mediante el desarrollo técnico de una sociedad que introduzca la computarización en la vida cotidiana.

Hay otros aspectos sustantivos a la misma definición de la democracia directa o de base que merecen, en cambio, ser discutidos.
El punto de partida del consejismo es una definición unilateral de la soberanía en el período de transición. En efecto, supone que en la medida en que el principio de soberanía encarnado en la figura del ciudadano nace, en el mundo burgués, de la igualdad de los propietarios de mercancías en la esfera del mercado (“verdadero Edén de los derechos humanos”, en la expresión de Marx), en el estado de transición -cuyo
eje económico es la propiedad común y la cooperación libre- el depositario de la soberanía no debe ser ya el ciudadano sino el productor.

Su forma institucional de representación serían los consejos, nueva trama del estado que arrasaría con la función del parlamento en la misma medida en que el protagonista de éste, el ciudadano, perdería vigencia. No se duda que, desde un punto de vista lógico, las formas políticas de un proceso de
transición post-capitalista, cuya orientación de futuro es la eliminación de la distinción entre gobernantes y gobernados y la rearticulación entre economía y política disociada en el capitalismo, deben tener como institución central a los consejos y a otras formas nuevas de organización-constitución de los sujetos políticos.

Pero la pregunta es si esa centralidad de los consejos (que, por otro lado y éste es un punto neurálgico, acepta como un dogma la necesidad de que el proletariado absorba todas las demandas sociales, lo que en la actualidad es un problema abierto) debe transformarse en principio único de representación o si acepta a otros -como el parlamento y el sistema plural de partidos-para completar un esquema de funcionamiento político realmente
democrático.

¿Es posible una forma de “democracia mixta”, o la presencia de los
consejos es excluyente de la del parlamento y los partidos? El consejismo ortodoxo plantea la segunda de las hipótesis, porque abstractamente considera que se trata de dos principios antagónicos de articulación política que no podrían ser mezclados, ni aun en “la transición”.

Creo que, así planteado, el razonamiento esconde una falacia que estalla en el
momento en que intenta explicar la realidad autoritaria de los socialismos, aludiendo a una desnaturalización de la dinámica natural de los consejos. En sí los consejos alojan potencialidades democráticas pero también potencialidades corporativas,.

La realidad de los procesos de transición no es sólo la desaparición del modelo consejista sino el desarrollo de sus virtualidades corporativas. La fragmentación social resultante de ese proceso de corporativización de los intereses llevó al resultado obvio de que la recomposición política el momento de lo universal fuera capturada por el partido y por
el estado.

Pero esa limitación enajenante -sociedad corporativizada, estado como
Razón- no es externa a una de las posibilidades que el consejismo, como alternativa excluyente del poder bajo “la transición”, contiene en su interior. Ella se manifiesta de manera inevitable cuando se postula a la figura del productor como única forma de agregación política: la secuencia corporativismo-recomposición autoritaria parece ser una condición del exclusivismo consejista.

La necesidad de reflexionar seriamente sobre la permanencia de la figura del ciudadano, de los partidos y del parlamento, se impone en el socialismo con la fuerza de una premisa inevitable de toda teoría y práctica democráticas.

Hegemonía y dictadura

¿Todos estos problemas se conjugarán a través de un cambio de palabras? Ese parece ser el peligro que subyace a cierta crítica de las realidades derivadas del ejercicio de la “dictadura del proletariado” que cifran la solución en la utilización -a partir de Gramsci del concepto de hegemonía como una alternativa frente al de dictadura. Por cierto que, en esa línea de indagación, puede avanzarse con mayor profundidad para la construcción de una teoría (y práctica) política que haga menos difícil la relación entre socialismo y democracia, pero sólo en la medida en que el cambio no se limite a reemplazar un término por otro.

“Hegemonía “ tiene tantas (o más) potencialidades totalitarias que “dictadura”, Y habría que decir que esas potencialidades no son de ningún modo ajenas a algunas ambigüedades que aparecen en el propio Gramsci, quien a veces define al socialismo como sociedad autorregulada y otras parece exaltar la constitución de un bloque histórico en el que “estructuras” e “ideologías” se recompongan de manera orgánica “en un 100%”.

El problema es realmente complejo porque recorre la alternativa de concebir una hegemonía organicista o una hegemonía pluralista. Por la primera, el ideal del consenso se transforma en pura instrumentación, y hegemonía equivale a homogeneidad y semejanza: en última instancia a unanimidad.

Así, la “sociedad” hecha “estado” (la producción política del consenso) premia a los valores de la integración personal y sociocultural y construye una politicidad total encarnada en el estadopartido que finalmente disuelve la vida activa de la sociedad civil y absolutiza a una estructura que interpreta y responde a todas las demandas, recomponiéndolas en su seno.

Es claro que el rechazo a esta concepción totalitaria de la hegemonía no resuelve la dificultad que subyace al hecho de que un plano de recomposición de las particularidades es imprescindible; el problema se coloca en la forma de producción de esa recomposición. Aquí entra la idea de la hegemonía pluralista, que ve en el consenso una realización que no disuelve las diferencias, que reconoce la legitimidad de los disensos y que articula la posibilidad de procesarlos. Todo esto implica —es obvio- un diseño institucional complejo, absolutamente alejado de una concepción ontológica de la autoridad que busca resumir este campo amplio de conflictualidad en una centralidad burocrático-mística.

Este planteo del pluralismo como constitutivo de la hegemonía no totalitaria, nos lleva de nuevo a las preguntas ya formuladas sobre la democracia (como trama institucional) y sobre la transición.

Es conocida y no insistiré sobre ello la vieja discusión acerca de la diferencia entre “democracia formal” (liberal-capitalista) y “democracia sustantiva o real” (socialista): esquemáticamente la primera enfatizaría el cómo del ejercicio de la soberanía; la segunda el quién. Creo que a esta altura, un acercamiento correcto a la cuestión debería articular ambas preocupaciones. Porque la pregunta central sobre esta cuestión de la hegemonía, para que sea realmente alternativa de la dictadura, es la
siguiente: ¿cómo se elabora el consenso?

Parece evidente que una tensión social hacia la igualdad de base y, por lo tanto, el desarrollo de procesos de transformación de las relaciones de producción favorece a una perspectiva democrática. Pero esa igualdad social es condición necesaria más no suficiente de la democracia. Hay una autonomía de la problemática de la construcción de la democracia, que desborda la determinación mecánica por los modos de producción o de propiedad.

La democracia es también necesariamente “formal” y no podría ser de otra manera, pues remite a la construcción de un orden político. Quisiera ser lo más simple posible: más allá de una determinación económica, democracia significa: participación de todos en la formación de las decisiones, lo que no puede resolverse por agregación corporativa sino a través de instituciones de tipo parlamentario, esto es surgidas del sufragio universal.

En segundo lugar, democracia quiere decir posibilidad de control institucional (es decir, no asambleístico ni por aclamación) por parte de la sociedad sobre el estado. Y, por fin, libertad para disentir, porque se sabe “la libertad es siempre libertad para quien piensa de modo distinto” (Luxemburgo: 1975: 64).

Quisiera que se entendiera que esta concepción de la democracia como orden político (y de la hegemonía como producción articulada institucional de una base social para el consenso) no implica la ilusoria esperanza en una forma estatal que descarte toda función de coacción. Lo único que busca señalar es si se acepta la inevitable experiencia de que en “la transición” el estado no parece tener visos de extinguirse que la sociedad, redefinida por el proceso de transformaciones en curso, pueda estructurar instancias de control efectivo sobre el poder.

Ni el stalinismo ni Pol Pot pueden ser explicados por la demonología: son productos altamente probables en situaciones en donde el poder no está sometido a ninguna limitación, en donde no existen reglas para la formación de la voluntad colectiva.

El “consejismo”, como única posibilidad representativa, no tiene respuestas para estos dilemas, pues la democracia “directa” que propugna se instala en el plano de la diferenciación antagónica entre democracia “formal” y “real”, descartando a la primera, en función de una visión teleológica de “la transición”, que es definida como un punto necesario de llegada ideal, previamente constituido como modelo, y no como un proceso histórico de desarrollo, por lo tanto pluralista, que debe alojar una confrontación dinámica entre diversas opciones.

Si la “transición” (no en clave finalista sino conflictual) se caracteriza, según Marx, por una tensión entre plan (centralización) y cooperación libre (autogestión de la sociedad) ¿qué ordenamiento político puede resolver la contradicción inevitable entre el centro estatal (a través de la capa que ocupa esas posiciones) y la sociedad?

Dudo que esa tarea la puedan cumplir los consejos, sobre todo en un plano que supera las tendencias a la cooperativización que ellos encierran: el plano de las libertades civiles. En rigor, todos los problemas de una institucionalidad democrática que vincule poder y transición hacia un nuevo orden social, no hacen sino replantear un viejo problema de la teoría política: si el estado ha de existir: ¿Cómo se legitima en la sociedad?

El marxismo clásico resolvió esto a través de la utopía de “la extinción”, por lo que el control del estado por la sociedad ya no era un problema sino un dato; función de la igualdad social en clave roussoneana: El liberalismo clásico en cambio pensó estas cuestiones con mayor realismo. ¿Existe
todavía el ciudadano de la ciudad liberal? Cierto es que sólo existió plenamente cuando la participación en ella era restringida, pero es lícito preguntarse si los principios de constitución del ciudadano no son también aplicables cuando la ciudadanía se amplía y, más todavía, cuando la sociedad tiende a resolver el problema de la desigualdad económica.

Es obvio que la democracia no es identificable con el estado liberal, pero ya
parece también evidente que el socialismo no podría prescindir de la acumulación cultural y política que implican ciertas adquisiciones del liberalismo. A la teoría política del socialismo le ha sobrado Rousseau y le ha faltado Locke. Por ese exceso y por ese defecto le ha nacido la tentación por Hobbes.
Nota

  • Artículo extraído de la revista Punto de Vista, Año VII, nº 20, Mayo 1984.

Referencias bibliográficas – Gramsci, Antonio, Quaderni del carcere, Turín, 1975. – Kautsky, Karl, La dictadura del proletariado, Madrid, 1976. – Lenin, Y. I., La revolución proletaria y el renegado Kautsky, Madrid, 1976. – Luporini, Cesare, “Crítica de la política y crítica de la economía política en Marx”, en VVAA, Teoría marxista de la política, México, Cuadernos de Pasado y Presente, 1981. – Luxemburg, Rosa. La Revolución Rusa y otros escritos, Madrid, 1975.

Voies démocratiques vers le socialisme

Voies démocratiques vers le socialisme. Le retour de la question stratégique. Peter Thomas

Après la longue éclipse durant laquelle l’orthodoxie néolibérale proclama la mise à la retraite de l’Etat en tant qu’acteur historique, et avec lui, la mise au rencart de toute théorie de la nature et de la spécificité du pouvoir d’Etat, la question de l’Etat est réapparue ces dernières années au cœur des débats théoriques et pratiques à gauche et dans la gauche marxiste révolutionnaire en particulier.

Au Brésil, au Venezuela et en Bolivie, mais aussi, sous des formes plus compliquées et plus variées, en Europe occidentale, la gauche a dû répondre à la nécessité de clarifier la question de son rapport à l’Etat en termes institutionnels concrets.
Dans certains cas, les partis et organisations révolutionnaires ont déjà choisi d’assumer les responsabilités et les risques d’une participation gouvernementale, avec des succès contrastés ; dans d’autres, la question constituera encore l’horizon de la conjoncture actuelle, en particulier au regard de la crise économique mondiale et des prises de position en faveur de diverses formes d’intervention étatique pour y faire face.

Les appels à « changer le monde sans prendre le pouvoir » ont sans doute trouvé un certain écho dans divers secteurs du mouvement altermondialiste au tournant de ce siècle ; il demeure, cependant, que la réalité, pour une orientation révolutionnaire responsable aujourd’hui, est celle d’un retour de la question politico-stratégique, pour reprendre la formule stimulante de Daniel Bensaïd (2).

Dans ce contexte, il est utile d’en revenir à l’un des débats centraux de la dernière grande floraison de la théorie marxiste de l’Etat dans les années 1970, à savoir, à la critique que proposa Poulantzas de la notion de « guerre de position » chez Gramsci et de la thèse de la « dualité de pouvoir » chez Lénine.
Bien qu’un tel débat puisse donner l’impression de parler dans la langue d’une culture politique oubliée depuis longtemps, je voudrais défendre la thèse selon laquelle peu de débats issus de la tradition marxiste sont aussi pertinents que celui-ci aujourd’hui parce qu’il touche au cœur du statut non-résolu de la tradition marxiste en tant que, fondamentalement et avant toute chose, critique théorique et pratique de l’Etat capitaliste.
Dans une certaine optique, les caractérisations de la nature de l’Etat et du pouvoir social et politique que l’on trouve chez Poulantzas et Gramsci, se présentent l’une et l’autre comme deux modèles pour la compréhension des mouvements contemporains, comme ensemble des pré-conditions théoriques possibles de l’engagement pratique.
La critique de Poulantzas : guerre de position = dualité de pouvoir
La confrontation avec Gramsci accompagna, de manière productive, toutes les phases de la trajectoire intellectuelle de Poulantzas, souvent énoncée dans les termes d’une critique poussée inspirée de la lecture de Gramsci par Althusser (3). Mais c’est seulement dans le chapitre final de son dernier livre, L’Etat, le Pouvoir, le Socialisme, qu’il proposa une interprétation véritablement personnelle. De cette lecture ressort une image de Gramsci très différente de deux autres alors beaucoup plus familières dans la gauche des années 1960 et 1970 et dont l’influence s’exerce encore de nos jours.
Pour la première de ces interprétations (issue de l’eurocommunisme de droite), la « guerre de position » gramscienne correspond à une proposition de « longue marche à travers les institutions » de l’Etat bourgeois, l’Etat étant lui-même conçu comme simple somme de ses parties, divisible, permettant une stratégie de conquête progressive de postes individuels (d’institutions) alors soustraits à la domination politique bourgeoise au cours d’une simple progression arithmétique, jusqu’à ce que la seule force du nombre investisse le cœur de l’appareil et que la classe ouvrière prenne possession de l’Etat (conçu comme instrument de gouvernement).
A la différence de la « guerre de manœuvre » (dans l’une de ses interprétations, du moins), elle ne cherche pas à prendre d’assaut la citadelle au cours d’une bataille rangée, mais passe par une « lente subversion » s’attaquant à l’Etat bourgeois de l’intérieur. Les socio-démocrates de gauche étaient de bonne foi lorsqu’ils proposèrent cette interprétation dans les années 1970. Sa logique depuis, a été cyniquement pervertie et redéployée dans certains aspects de la troisième voie néolibérale qui a maintenu des liens résiduels, d’ordre rhétorique, avec la tradition social-démocrate.
Dans la seconde interprétation (social-démocrate de gauche), le terrain privilégié de la « guerre de position » gramscienne en Occident est la société civile. Elle passe par une stratégie de « construction de tranchées » lente et laborieuse, à une distance suffisamment grande de l’Etat pour que le règlement de compte décisif avec lui soit, en pratique, indéfiniment remis à plus tard, sans effet immédiat sur les luttes contemporaines.
Elle se définit en opposition à la « guerre de manœuvre », autrement dit, à l’affrontement direct avec l’Etat que seuls les bolcheviks ont su mettre en œuvre à l’Est, compte tenu du sous-développement de leur société civile alors incapable d’offrir un dispositif de tranchée à même de protéger l’Etat de tout assaut direct, contrairement à ce que l’on pense être le cas à l’Ouest.
L’héritage de ces interprétations se fait encore ressentir aujourd’hui dans ces versions du concept d’hégémonie qui en font une « logique du social » sans avoir grand-chose à dire de la spécificité du pouvoir d’Etat dès lors que celui-ci a été dissous dans une « discursivité » envahissante et indéterminée (4). Dans les deux cas, la guerre de position gramscienne est présentée comme rupture définitive avec la théorie de l’Etat chez Lénine.
Poulantzas, quant à lui, voyait dans Gramsci un théoricien qui s’était pleinement imprégné de la stratégie léniniste et, dans une version différente, troisième internationaliste de la « dualité de pouvoir » – trop, d’ailleurs, dans le cas de Gramsci, selon Poulantzas, et ce, malgré toute la sophistication de sa conception de l’Etat, conception qui était restée finalement prisonnière des métaphores topographiques propres à cette tradition.
Poulantzas considérait qu’« [U]ne ligne principale traverse les analyses et la pratique de Lénine : l’Etat doit être détruit en bloc par une lutte frontale dans une situation de double pouvoir, et remplacé-substitué par le deuxième pouvoir, les soviets, pouvoir qui ne serait plus un Etat au sens propre car il serait déjà un Etat en dépérissement ». Poulantzas a su vite reconnaître la différence entre cette thèse analytique et perspective stratégique d’une part et d’autre part, sa dégénérescence stalinienne ultérieure en « refus du politique ».
Il fut néanmoins tout aussi prompt à développer l’idée d’une continuité entre les perspectives qui avaient informé la pratique bolchevique en 1917 et la théorie de l’Etat canonisée par la IIIe Internationale. Elles avaient plus particulièrement en commun leurs perspectives quant à la localisation de « la lutte des masses populaires pour le pouvoir d’Etat » (hors de l’Etat, dans ce domaine mal défini et flou que représente la société civile alors conçue comme reste), quant à ses moyens (« création d’une situation de dualité de pouvoir »), son concept du pouvoir politique et social (« une substance quantifiable » aujourd’hui séquestrée par la bourgeoisie au sein d’un Etat-instrument pouvant être approprié par les forces prolétariennes au moyen d’une stratégie de dualité de pouvoir progressant vers la captation de l’appareil d’Etat existant), et son objectif (la prise et la destruction de l’Etat forteresse auquel doit se substituer « le deuxième pouvoir (soviets) constitué en Etat de type nouveau » (5).
Ces perspectives se rencontraient aussi, selon Poulantzas, dans les Cahiers de prison de Gramsci. Dans L’Etat, le Pouvoir, le Socialisme, « Certes, écrit-il, on ne saurait mettre en doute les apports théorico-politiques considérables de Gramsci, et on connaît les distances qu’il a prises avec l’expérience stalinienne. Il n’empêche que lui non plus (bien qu’on le tire actuellement à hue et à dia) n’a pu poser le problème dans toute son ampleur. Ses fameuses analyses concernant les différences entre la guerre de mouvement (celle des bolcheviks en Russie) et la guerre de positions sont saisies pour l’essentiel comme application de la stratégie-modèle léniniste à des « situations concrètes différentes », celles de l’Occident (6). »
Ces reliquats léninistes furent déterminants pour la manière dont Gramsci théorisa l’Etat. Gramsci n’avait pas compris que « [P]rendre ou conquérir le pouvoir d’Etat ne saurait signifier une simple mainmise sur des pièces de la machinerie étatique, en vue de sa substitution au profit du deuxième pouvoir. » Il était resté fasciné par une idée de l’Etat comme « forteresse où l’on pénètre par des chevaux de bois » ou comparable à « un coffre-fort que l’on perce par effraction ».
Fidèle à l’esprit de la formulation léniniste, Gramsci envisagea la société civile comme s’il s’agissait d’une basse-terre extérieure à l’Etat, locus d’une construction d’un contre-pouvoir possible. Le mouvement ouvrier pouvait, de là, mener une « guerre de position » qui devait lui permettre, à terme, de mener une attaque contre la citadelle de l’Etat bourgeois dans le but de le détruire et d’y substituer une forme plus satisfaisante d’organisation sociale. Ainsi, et au bout du compte, bien que d’une sophistication plus grande et moins susceptible d’instrumentalisme vulgaire que ses variantes staliniennes ou social-démocrates, la perspective proposée par Gramsci au mouvement ouvrier occidental en était restée à la problématique de la stratégie de « dualité de pouvoir », dans la mesure où « la modification décisive du rapport de forces ne se joue pas au sein de l’Etat mais entre l’Etat […] et les masses supposées extérieures à l’Etat » (7).
L’alternative de Poulantzas : l’Etat comme condensation d’un rapport de forces et la voie démocratique vers le socialisme
Dans ses œuvres antérieures, et en particulier dans Pouvoir politique et classes sociales, Poulantzas avait déjà tenté d’élaborer une analyse plus nuancée de la nature de l’Etat capitaliste et ses modalités distinctes de pouvoir. Poulantzas jugeait crucial de saisir dans quelle mesure l’Etat capitaliste était déjà traversé, de l’intérieur, par les antagonismes et des luttes de classes.
Autrement dit, la politique ne se situe pas « hors » de la forteresse de l’Etat mais constitue sa matérialité même : l’Etat comme condensation d’un rapport de forces. Plus particulièrement, Poulantzas rejetait la métaphore topographique selon laquelle se trouverait un lieu « au-delà de l’Etat » dans lequel les forces d’un Etat à venir, d’un genre différent, pourraient être rassemblées (8).
Dès lors que tous les rapports sociaux sont toujours déjà des rapports de forces internes à un Etat donné, ils sont interpellés par cet Etat tout en en étant constitutifs. « C’est en ce sens précis que l’on ne peut penser, une fois l’Etat posé, un réel social quelconque (un savoir, un pouvoir, une langue, une écriture) figurant un état premier par rapport à l’Etat, mais un réel social toujours en relation avec l’Etat et avec la division en classes (9). »
Dans le fond, pour Poulantzas (et pour proposer une variation sur une célèbre formule derridéenne), « Il n’y a pas de hors-Etat » (10), parce que l’Etat se définit d’emblée comme lui-même coextensif à la formation sociale. Le débouché stratégique de cette analyse fut l’idée d’une « voie démocratique vers le socialisme » à l’intérieur de l’Etat existant.
C’était là la contribution finale du Poulantzas de la maturité au débat sur la « crise du marxisme », formulée explicitement comme dépassement de la « guerre de position » gramscienne, représentante la plus sophistiquée de la tradition de « dualité de pouvoir ». Profondément ancré dans les débats de l’époque (celui, par exemple, concernant la dictature du prolétariat dans le PCF) et indubitablement influencé par l’expérience chilienne et par l’échec de la révolution portugaise, Poulantzas se préoccupa plus particulièrement de l’absence, au sein de la stratégie de la dualité de pouvoir, d’une théorie de la « transformation de l’appareil d’Etat ».
Selon lui, « ce processus long de prise du pouvoir » consistait à « déployer, renforcer, coordonner et diriger les centres de résistance diffus dont les masses disposent toujours au sein des réseaux étatiques […] de telle sorte que ces centres deviennent, sur le terrain stratégique qu’est l’Etat, les centres effectifs du pouvoir réel (11). »
La voie démocratique vers le socialisme proposait une « guerre de position » conduite à l’intérieur même de l’Etat existant qui, une fois redéfini en termes relationnels et stratégiques, comprenait le terrain que Gramsci, aux yeux de Poulantzas, avait continué d’identifier à la « société civile ». Cette stratégie était à mener dans des luttes d’intensité et de profondeur variables, les unes, proches du cœur de l’appareil d’Etat, les autres, à une certaine « distance » de cet appareil.
«[L]es formes d’articulation […] des transformations de l’Etat et de la démocratie représentative […] de la démocratie directe et du mouvement autogestionnaire » (12) étaient un enjeu central de stratégie de pouvoir « bifurqué » (plutôt que duale).
Par le renforcement de la démocratie représentative – en tant que garantie d’équité juridique – Poulantzas proposait de surmonter le risque de dégénérescence vers une autarcie stalinienne ; en renforçant le pouvoir de la démocratie directe –comme garantie d’une participation active des masses – il proposait de surmonter le risque du « réformisme traditionnel » qui, de son propre aveu, était implicite dans cette stratégie. Quant à savoir précisément ce qu’impliquerait une telle transformation de l’appareil d’Etat, et si elle pourrait aboutir à l’Absterben [au dépérissement] de l’Etat comme l’avait anticipé au moins une tradition marxiste antérieure, ce sont des énigmes que Poulantzas ne fut jamais en mesure de résoudre.
Ces énigmes restent les mêmes pour nous aujourd’hui, et ce, dans des formes immédiatement pratiques. Nombre de discussions à l’ordre du jour des mouvements sociaux et politiques contemporains peuvent se caractériser comme relevant de cette problématique de la voie démocratique vers le socialisme, avec toutes ses ouvertures et tous ses dangers, qu’il s’agisse des problèmes du rapport entre société civile et Etat, entre mouvements sociaux et leurs « expressions » politiques, et entre la démocratie directe de la base et sa « représentation » dans l’appareil d’Etat existant.
Un regain d’intérêt international pour la pensée de Poulantzas témoigne de sa pertinence théorique et, au bout du compte, politique dans la conjoncture actuelle (13). Dans la mesure où la proposition de voie démocratique vers le socialisme visait à dépasser ce que l’on a pu voir comme une persistance de résidus léninistes compromettant les tentatives de Gramsci pour rompre avec une théorie instrumentaliste de l’Etat, la légitimité de cette proposition, et son utilité contemporaine, peut être jugée, au moins en partie, sur la base de la justesse de sa caractérisation de la théorie qui lui servait de point de départ.
Deux questions, en apparence d’ordre purement théorique ou philologique, devraient nous aider à poser le problème de manière plus concrète. Tout d’abord, trouve-t-on chez Poulantzas une compréhension adéquate des présupposés théoriques de la conception gramscienne du rapport entre Etat et société civile ? En d’autres termes, on se demande si Gramsci postule bien un terrain hors de l’Etat, terrain sur lequel pourrait émerger un pouvoir politique nouveau, à même de s’emparer de l’(appareil) Etat et de s’y substituer.
Ensuite, trouve-t-on chez Gramsci un conception du pouvoir sociale et politique entendue comme « substance quantifiable » aux mains d’une classe particulière et par conséquent, pouvant être confrontée à une autre « quantité » de pouvoir détenue par une autre classe ?
Autrement dit, la guerre de position chez Gramsci n’est-elle vraiment rien d’autre qu’une variante sophistiquée de la stratégie de dualité de pouvoir, dans ses présupposés fondamentaux, continuant de prêter le flanc aux mêmes critiques que Poulantzas avait adressées à ses versions léninistes, troisième-internationalistes et social-démocrates ? Ou est-ce qu’au contraire, Gramsci élabora une théorie qui combine les forces et la sophistication des recherches de Poulantzas tout en évitant ses conséquences potentiellement désarmantes sur le terrain politique ?
Gramsci et l’Etat intégral
La caractéristique la plus frappante et la plus ironique de la critique que propose Poulantzas de la théorie de l’Etat de Gramsci est que, comme bien d’autres interprétations de la fin des années 1960 et du début des années 1970, cette critique ne prend pas en compte ce qui fut la contribution la plus importante de Gramsci à la théorie de l’Etat : le concept d’Etat intégral comme identité-distinction dialectique de la société civile et politique.
Il est doublement ironique que Poulantzas ait pris le relais de ces interprétations qui considéraient que pour Gramsci, les termes renvoyaient à deux terrains distincts d’une formation sociale : premièrement, parce que l’une de ses proches collaboratrices, Christine Buci-Glucksmann, fut l’une des première à attirer l’attention sur l’importance du « concept général de l’Etat » ou, de « l’Etat intégral » chez Gramsci, pour comprendre l’articulation inédite de ces concepts dans les Cahiers de prison (14) ; deuxièmement, parce que, de tous les théoriciens marxistes antérieurs, Gramsci est peut-être celui qui va le plus loin dans la recherche d’une rupture définitive avec une théorie exclusivement instrumentaliste de l’Etat. Plus précisément : avec le concept « d’Etat intégral », Gramsci décrit la formation des Etats modernes en Occident comme – pour reprendre les termes mêmes de Poulantzas – condensation des rapports de forces entre et à l’intérieur des classes.
Chez Gramsci, la proposition du concept d’« Etat intégral » était précédée d’analyses historiques approfondies de l’émergence de l’Etat capitaliste moderne, de son élaboration comme projet éthique investissant l’ensemble de la société après la Révolution française puis de sa dégénérescence en une phase de révolution passive face aux révoltes ouvrières. Compte tenu de la vaste bibliographie qui est apparue sur ce thème au cours de la récente et riche période d’engouement pour la philologie gramscienne, il n’est pas nécessaire de revenir sur le détail de ces découvertes (15).
On s’intéressera plus directement ici à ce nouveau concept que Gramsci élabora au terme de ces recherches. Avec le concept d’Etat intégral, Gramsci visait à analyser les interpénétrations et les renforcements mutuels de la « société politique » et de la « société civile » (à distinguer l’un de l’autre analytiquement plutôt qu’organiquement) au sein d’une forme d’Etat unifiée (et indivisible). Selon ce concept, l’Etat dans sa forme intégrale ne doit pas être limité à la machinerie du gouvernement et des institutions légales (à l’Etat entendu au sens instrumental, en opposition à la « société civile »).
Le concept d’Etat intégral, au contraire, avait vocation à constituer une unité dialectique des moments de la société civile et de la société politique. L’hégémonie civile fournit la base sociale du pouvoir politique de la classe dirigeante dans l’appareil d’Etat, qui à son tour renforce ses initiatives dans la société civile. Pour Gramsci, la société civile est le terrain sur lequel se joue la concurrence entre classes sociales pour la direction politique, ou l’hégémonie, sur les autres classes sociales.
Le maintien de cette hégémonie dépend entièrement, toutefois, « en dernière instance », de la mainmise sur le monopole légal de la violence incarné dans les institutions de la société politique, ou l’Etat au sens restreint d’appareil d’Etat. Cependant, compris dans son sens intégral, d’après Gramsci, « l’Etat est l’ensemble des activités pratiques et théoriques grâce auxquelles la classe dirigeante non seulement justifie et maintient sa domination mais réussit à obtenir le consensus actif des gouvernés » (16). Ou, dans une formule célèbre : « Il entre dans la notion générale d’Etat des éléments qu’il faut rattacher à la notion de société civile (en ce sens, pourrait-on dire, Etat = société politique + société civile, c’est-à-dire une hégémonie cuirassée de coercition) (17). »
Par conséquent, pour Gramsci, la société civile ne doit pas être conçue de manière topographique, comme terrain hors de l’Etat. Bien plus qu’un domaine intact au-delà de l’Etat, la société civile, dans cette vision, consiste en une série de pratiques et des rapports dialectiquement interpellés au sein même de l’Etat (intégral), formant sa « base sociale » (18). En même temps, refusait d’abolir la distinction entre l’Etat (au sens restreint d’« appareil d’Etat ») et la société civile (comme c’est par ailleurs le cas avec Gentile et sa compréhension actualiste spéculative de la tentative d’Etat totalitaire fasciste dans laquelle l’Etat est tout) (19).
Au contraire, il garda les deux termes, à la fois dans leur unité et leur distinction, en tant que rapport dialectique entre différents niveaux de formation de classe et d’efficace politique, même après son élaboration du nouveau concept d’Etat intégral en octobre 1930.
Chez Gramsci, plutôt que des lieux géographiques ou des terrains, la « société politique » et de la « société civile » sont comprises comme rapports sociaux et politiques différentiels au sein de l’ « Etat intégral » ; les uns comprennent l’Etat en fonction de la consolidation du pouvoir politique d’une classe dans des institutions (étatiques), ou si l’on préfère, en fonction du degré de coercition ; les autres, en fonction de la constitution de ce pouvoir politique (possible) parmi les forces présentes sur le terrain social (critère de consentement).
Gramsci était donc en mesure de faire apparaître, à la fois, l’unité de l’Etat capitaliste tout en analysant les différentes combinaisons et articulations de la coercition et du consentement qui en sont constitutifs, permettant alors une détermination plus précise des axes de développement à même d’aboutir à sa transformation.
Poulantzas faisait donc fausse route en expliquant que Gramsci présupposait un terrain extérieur à l’Etat sur lequel un nouveau pouvoir politique pouvait apparaître. Comme Poulantzas, les Cahiers de prison essayèrent de saisir la spécificité de l’Etat capitaliste comme condensation des rapports de forces entre classes, condensation accomplie sous la domination de la bourgeoisie. De la même manière, Poulantzas se trompait en expliquant que pour Gramsci, la rupture décisive intervient « entre l’Etat […] et son supposé extérieur absolu, le deuxième pouvoir » (20).
Pour Gramsci, un tel moment de rupture à lieu au sein même du mouvement ouvrier, en tant que rupture avec sa constitution économique-corporative, lorsque les masses peuvent rompre avec leur intégration paralysante de la révolution passive et construire leur propre projet hégémonique en tant que classe, réduisant la capacité à agir (ou plutôt, la capacité à dominer) de la bourgeoisie par l’accroissement de leur propre capacité à agir.
La route vers le pouvoir politique pour le prolétariat impliquerait, en premier lieu, la modification du rapport de forces au sein de l’Etat intégral, la dislocation du renforcement mutuel de la coercition et du consentement exploité par la bourgeoisie afin d’entretenir sa propre domination de classe.
L’appareil d’Etat de la bourgeoisie ne pourrait être neutralisé qu’à condition que le prolétariat le prive de sa « base sociale » à travers l’élaboration d’un projet hégémonique alternatif. Gramsci concevait ce projet en termes concrets, en termes « d’appareils hégémoniques » : le large éventail d’ « institutions » et de pratiques – de la presse jusqu’aux organisations éducatives, aux initiatives culturelles et aux partis politiques – au moyen desquels une classe et ses alliés peuvent se confronter à leur adversaire dans une lutte pour le pouvoir social, puis politique, ou pour la direction de la société dans son ensemble (21).
Le pouvoir politique est ici conçu non pas comme instrument ou « substance quantifiable », mais en termes rationnels : en tant que capacité, ou incapacité, d’agir d’une classe en rapport à une autre, mais aussi en tant que disposition des initiatives d’une classe dans la société politique à être en phase avec sa « base sociale » dans la société civile. Autrement dit, chez Gramsci, le pouvoir politique est immanent, non pas simplement à l’Etat en tant que condensation des rapports de forces (des rapports entre les classes) ; il est immanent aux projets hégémoniques à travers lesquels les classes se constituent elles-mêmes en classes (rapports internes aux classes) capables d’exercer le pouvoir politique (par opposition à une masse incohérente d’intérêts « corporatifs »).
Le potentiel d’une classe pour exercer le pouvoir politique dépend, par conséquent, de sa capacité à trouver les formes institutionnelles appropriées à la differentia specifica de son propre projet hégémonique particulier, à savoir, les formes qui lui permettent non seulement de faire la transition de l’ordre l’économique-corporatif vers l’ordre proprement politique, de la société civile à la société politique, mais également, et de manière décisive, une fois le pouvoir d’Etat acquis, de rester pleinement en phase avec sa base sociale.
Dans la forme assimilatrice d’un Etat intégral renforcé par la révolution passive, la bourgeoisie avait trouvé un moyen de promouvoir sa propre forme contradictoire de modernisation. Il restait au prolétariat à trouver ce que la tradition marxiste avait appelé un « nouveau type d’Etat », ou, contre l’Herrschaft de la bourgeoisie, de trouver ce que Lénine appelait son propre « pouvoir d’un genre complètement différent », qui permettrait la réabsorption de la dyade société politique-société civile dans ce que Gramsci décrivait en termes de société « régulée » (22).
Le retour de la dualité de pouvoir
Poulantzas avait donc raison de dire que la notion gramscienne de guerre de position présupposait une variante plus sophistiquée de la stratégie de la dualité de pouvoir, mais pas pour les raisons qu’il avait imaginées. Tel qu’initialement conçu par Lénine, le concept de « dualité de pouvoir » n’était pas affaire de choix d’une proposition stratégique contre une autre, et n’impliquait pas non plus un simple rejet de la confrontation avec l’appareil d’Etat existant avec ses mécanismes de démocratie parlementaire (à propos desquels Lénine ne cessa d’expliquer qu’ils pouvaient être tactiquement utiles pour le mouvement révolutionnaire, dans certaines conjonctures), au nom d’une forme de pouvoir politique plus « authentique ».
Ce concept renvoyait, au contraire, à la réalité de « l’état d’exception négatif » entre les deux révolutions de 1917. En fait, la thèse de la dualité de pouvoir n’apparut explicitement dans la pensée de Lénine qu’au moment très spécifique d’ « interregnum ». Présente « à l’état pratique » dans les Thèses d’avril, explicitement formulée dans un article paru dans la Pravda le 9/22 avril 1917, et recevant son exposé le plus célèbre dans Les Tâches du prolétariat dans notre révolution (écrit le 10/23 avril, mais qui ne fut publié qu’en décembre), la thèse de la dualité de pouvoir [dvoelastie] fut conçue pour penser ensemble la situation « extrêmement originale » d’« enchevêtrement » ou d’« amalgame de deux dictatures », les soviets à côté du gouvernement provisoire.
Les bases sociales de ces « dictatures » étaient tout à fait différentes : l’une était « un Etat au sens propre du terme », à savoir, un appareil d’Etat fondé sur le droit et au bout du compte, sur les droits de propriété privée ; l’autre était « le nouveau type d’Etat » de la Commune de Paris, fondé et fonctionnant sur la base d’initiatives populaires.
Ces dictatures étaient, au sens le plus strict, des formes incompatibles de pouvoir politique dont l’antagonisme devait aboutir à la disparition de l’une ou de l’autre. Lénine insista sur la nature exceptionnelle de cette bifurcation : « Il ne fait aucun doute que cet « enchevêtrement » ne peut durer longtemps. Il ne saurait exister deux pouvoirs dans un Etat. […] La dualité du pouvoir ne reflète qu’une période transitoire du développement de la révolution (23). »
La notion gramscienne de guerre prolétarienne de position contre la logique de révolution passive vient des mêmes présupposés que ceux de Lénine dans son analyse de 1917 quant à la nature de classe des différentes formes d’Etat. Son analyse historique de la consolidation du projet hégémonique bourgeois dans le cadre d’un Etat intégral qualitativement nouveau et son opposition inscrite dans une hégémonie prolétarienne étendue et progressiste tournée contre les formes révolutionnaires passives, sclérosantes, prises par un projet hégémonique bourgeois en crise, lui permit de bien saisir la nature spécifiquement bourgeoise et capitaliste de l’Etat existant, « en dernière instance », au-delà des divers éléments et contradictions qu’il peut contenir.
Cependant, si la thèse de Lénine décrivait une conjoncture déjà advenue (et non prédite), la théorie de Gramsci, élaborée dans un moment de défaite au fond d’une geôle fasciste, cherchait à regrouper les forces qui rendraient possible le retour d’une telle situation de dualité de pouvoir. A la différence de l’ultra-gauchiste intransigeant des années de la fondation du PCI, le Gramsci des Cahiers de prison reconnut qu’un tel processus peut avoir effectivement besoin de passer par une phase de transformation de l’intérieur de l’Etat existant – son ralliement tardif à la stratégie de front unique et son ultime conseil au mouvement ouvrier italien quant à la nécessité de voir un large front antifasciste reconstituer des institutions représentatives (contre la folie du dogme de la troisième période de l’Internationale communiste) défendait explicitement de telles transformations dans la conjoncture donnée.
Cela restait, toutefois, une manœuvre tactique, subordonnée à l’objectif stratégique ultime visant à doter les classes subalternes des formes institutionnelles nécessaires à leur transition entre groupe dirigeant et groupe dominant, fondateur d’un « nouveau type d’Etat » qui consisterait en pas d’Etat. Il ne s’agit donc pas, pour modifier une des formulations de Poulantzas à la fin de L’Etat, le Pouvoir, le Socialisme, « d’une simple alternative entre » voie démocratique vers le socialisme « et guerre de positions car cette dernière, au sens de Gramsci, consiste toujours en un » déploiement tactique de la première (24).
Avec Gramsci, la voie démocratique vers le socialisme prend acte de la réalité de l’Etat intégral existant (comme seul lieu du pouvoir politique et par conséquent, comme horizon sur lequel le mouvement ouvrier doit opérer), et en même temps, de la réalité du mode d’existence de cet Etat particulier en tant qu’Etat bourgeois et capitaliste fondé sur une condensation spécifique de rapports sociaux bourgeois, et dans la société civile et dans la société politique.
C’est sur la base de cette reconnaissance que Gramsci put formuler en termes concrets la possibilité d’un tout autre type de condensation, à savoir, l’intensification des forces sociales au sein du mouvement ouvrier qui seraient en mesure de remettre à l’ordre du jour « le type d’Etat complètement nouveau » qui détermina les contours de l’expérience politique d’octobre 1917.
Dans cette perspective, l’enjeu pour la gauche contemporaine qu’il y a à apporter une réponse satisfaisante au retour de la question politico-stratégique (25) ne se limite pas simplement à une confrontation responsable avec la réalité de l’Etat existant et le terrain politique qu’il définit. De manière bien plus cruciale, cette question renvoie à l’enjeu de l’actualisation de l’analyse initiale, chez Lénine, de la réalité de la dualité de pouvoir, à savoir, que le mouvement ouvrier doit développer sa propre forme de pouvoir politique et tenter avec assurance d’aller jusqu’au bout de ses conséquences institutionnelles.
Cette voie démocratique vers le socialisme a vocation à dépasser l’Etat capitaliste, et en ce sens, un déploiement tactique des analyses de Poulantzas dans la perspective stratégique de la guerre de position gramscienne pour un « nouveau type d’Etat » pourrait bien s’avérer être la forme la plus viable et effective de l’héritage de Poulantzas aujourd’hui.
Peter Thomas
Traduction de Thierry Labica

cet article est paru dans la revue Contretemps n° 8

Notes
1 En français dans le texte (N. d. T.) 2 Le présent texte a été initialement rédigé en réponse aux contributions de Daniel Bensaïd dans le cadre du séminaire Projet K de l’été 2006. Il est, par conséquent, dédié à sa mémoire. 3 Voir, par exemple, N. Poulantzas, Pouvoir politique et classes sociales [1967], Paris, Maspero, 1982, p. 37, 147-149, 210, 216, 221. Pour une analyse des premières lectures althussériennes de Gramsci, voir mon livre, The Gramscian Moment. Philosophy, Hegemony and Marxism, Historical Materialism Book Series, Brill Academic Press, Leiden, 2009 4 Ernesto Laclau et Chantal Mouffe, dans leur Hégémonie et stratégie socialiste, Les Solitaires Intempestifs, 2009, ont été les principaux promoteurs de ce type de lecture. 5 N. Poulantzas, L’Etat, le Pouvoir, le Socialisme, PUF, 1978, p. 278. 6 Ibid., p. 283-284. Voir également « Une révolution copernicienne dans la politique » in La Gauche, le Pouvoir, le Socialisme. Hommage à Nicos Poulantzas, dir. C. Buci-Gluckslmann, PUF, 1983, p. 37-41. 7 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p. 285. 8 Cf. Bob Jessop, State Theory. Putting the Capitalist State in its Place, Cambridge, Polity, 1990, p. 230. 9 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p. 44. 10 En français dans le texte. Allusion à Jacques Derrida : « Il n’y a pas de hors-texte. » (N. d. T.) 11 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p .285.
12 Ibid., p. 293. 13 Cf. le recueil intitulé Poulantzas lesen: Zur Aktualität marxistischer Staatstheorie, dir. L. Bretthauer, A. Gallas, J. Kannankulam et I. Stützle, VSA, Hambourg, 2006 et The Poulantzas Reader, Verso, Londres, 2008. 14 Christine Buci-Glucksmann, Gramsci et l’Etat : pour une théorie matérialiste de la philosophie, Paris, Fayard, 1975. 15 Pour l’étude philologique la plus détaillée, cf. Guido Liguori : « Stato-società civile », in Fabio Frosini, Guido Liguori (éd.), Le parole di Gramsci. Per un lessico die Quaderni del carcere, Rome, 2004, p. 208-226. Domenico Losurdo, Antonio Gramsci dal liberalismo al « comunismo critico », Rome, 1997, offre un survol synthétique des développements historiques de Gramsci, en particulier concernant sa notion originale de révolution passive. 16 Antonio Gramsci, Cahiers de prison, vol. IV, trad. F. Bouillot & G. Granel, Gallimard, 1990, cahier 15, § 10, p. 120. 17 Antonio Gramsci, Cahiers de prison, vol. II, trad. M. Aymard & P. Fulchignoni, Gallimard, 1983, cahier 6, § 88, p. 83. 18 Ibid., cahier 6, § 136. 19 Ibid., cahier 6, § 10. 20 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p .286. 21 Sur le concept d’ « appareil hégémonique », cf. Antonio Gramsci, Cahiers de prison, vol. I, trad. M. Aymard & F. Bouillot, Gallimard, 1996, cahier 1, § 48 ; et vol. II, op. cit., cahier 6, § 136 et § 137. 22 Sur ce concept de « pouvoir d’un genre complètement différent » de Lénine, cf. « Sur la dualité de pouvoir » [1917], disponible en français sur www.marxists.org. 23 V. I. Lénine, « Les tâches du prolétariat dans notre révolution » [1917], disponible en français sur www.marxists.org. 24 N. Poulantzas, L’Etat…, op. cit., p. 285-286. 25 En français dans le texte (N. d. T.).
date:
17/04/2011 – 15:33

Hemisphere Gauche: una cartographie des nouvelles pensees

Hemisphere Gauche: una cartographie des nouvelles pensees
Pour RAZMIG KEUCHEYAN
Par Patrick Coulon

S’il est un titre qui résume bien ce livre c’est bien celui-ci. Razmig Keucheyan a littéralement cartographié un bon nombre de pensées critiques contemporaines, leurs auteurs, ainsi que leurs trajectoires.

Parce qu’on assiste depuis la seconde moitié des années 1990 au retour de la critique sociale et politique, du mouvement altermondialiste à la campagne contre le traité européen ( le mouvement des Indignés surgissant après l’écriture de l’ouvrage confirmant ce processus) et parce que la critique n’est pas que dans la rue , que la bataille idéologique fait rage aussi il était utile et nécessaire de pointer les thématiques montantes dans la critique du capitalisme. Des théories diverses et – fait nouveau- dépassant les sphères géographiques habituelles: la mondialisation est passée par là.

Tout au long de ces 310 pages on se familiarisera avec des auteurs tels que Alain Badiou, Slavoj Zizec, Judith Butler, Fredric Jameson, Toni Negri, Axel Honnet, Jacques Rancière, Paolo Virno, Perry Anderson ou Gayatri Spivak…et bien d’autres que la lecture que je vous recommande vivement vous fera découvrir. Quant aux théories développées elles se veulent résolument innovantes. Elles sont selon l’auteur le produit d’ une part de l’hybridation, qui voit d’anciennes références du corpus critique se combiner de manières inédites, ou être associées à de nouveaux auteurs ou courants qui n’étaient pas présents dans ce corpus précédemment. L’innovation résultant aussi de l’introduction de nouveaux objets d’analyses, comme les médias, l’écologie. Ce livre rend compte au final d’une grande diversité de nouvelles pensées : théorie queer, marxisme et postmarxisme, théorie post-coloniale, théorie de la reconnaissance, poststructuralisme, néo spinozisme, etc.
Elles s’ajoutent à celle plus classiques concernant l’exploitation, et illustrent le fait que de nouvelles idées surgissent là où se posent les nouveaux problèmes. Or c’est aussi dans des pays comme la Chine, l’Inde, ou le Brésil que ces problèmes surgissent déjà, ou surgiront à l’avenir.
On retiendra les quatres hypothèses fortes que soumet le maître de conférences en sociologie à l’université Paris IV-Sorbonne
Une première hypothèse est que les nouvelles théories critiques se développent dans le cadre de coordonnées politiques héritées des années 1960 et 1970. Ceci signifie d’abord que certains des principaux débats existant au sein de ces théories sont apparus à cette époque. C’est notamment le cas du débat portant sur la nature des sujets de l’émancipation, et de celui qui concerne la question du pouvoir.
Dans ces deux cas, les problèmes surgis de la crise des modèles et des théories classiques du mouvement ouvrier à la fin des années 1950 sont encore en vigueur aujourd’hui. De ceci, l’auteur déduit que, d’un certain point de vue, nous évoluons toujours à l’heure actuelle dans la séquence historique ouverte alors. Par ailleurs, les nouvelles théories critiques doivent être pensées en rapport avec le cycle politique des années 1960, car elles sont le produit de la défaite des mouvements de l’époque. On ne comprend rien à la situation politique et théorique actuelle si on ne voit pas qu’elle regorge de ce pessimisme dont seules témoignent les périodes marquées par la défaite.
Une deuxième hypothèse est que rares sont les théoriciens critiques actuels en prise avec des processus politiques réels. Dans la plupart des cas, les penseurs dont il est question dans cet ouvrage n’ont pas ou peu de rapports avec des organisations politiques, syndicales ou associatives. Ceci vaut d’ailleurs aussi bien pour les plus radicaux d’entre eux que pour les modérés. Il s’agit en somme d’un problème structurel. Les nouvelles théories critiques ont accentué une tendance inaugurée au milieu des années 1920 par le marxisme occidental, décrite par Perry Anderson, conduisant à la dissociation de la théorie et de la pratique.
Une troisième hypothèse avancée est l’internationalisation des pensées critiques. De plus en plus, celles-ci proviendront à l’avenir de régions situées dans les périphéries du système-monde, comme l’Asie, l’Amérique latine et l’Afrique. L’Europe et le monde occidental ont perdu le (quasi-) monopole dont ils disposaient jusqu’ici sur la production des théories critiques. Ceci n’empêche pas le caractère central des États-Unis et de leurs universités dans la « république mondiale des théories critiques ». Les universités états-uniennes constituent pour les théoriciens critiques actuels un lieu de consécration comparable à celui que fut Paris pour les écrivains de la première moitié du XXe siècle.
La quatrième hypothèse est que l’innovation au sein des théories critiques actuelles est pour l’essentiel le produit de deux mécanismes. Le premier est l’hybridation, qui voit d’anciennes références du corpus critique être combinées de manière inédite, ou être associées à de nouveaux auteurs ou courants qui n’étaient pas présents dans ce corpus précédemment. En outre, l’innovation résulte de l’introduction de nouveaux objets d’analyse, comme les médias ou l’écologie. Ceci implique un renouvellement de l’appareillage conceptuel sur lequel s’appuient les pensées critiques concernées.
Enfin précisons pour finir que la présentation de tous les auteurs et de leurs pensées , des hypothèses formulées par Razmig Keucheyan s’avère toujours claire et éminemment lisible.
Introduction
I / Contextes
1. La défaite de la pensée critique (1977-1993)
Périodiser
Vers une géographie des pensées critiques
D’une glaciation à l’autre
La mondialisation de la pensée critique
Un foisonnement de références
2. Brève histoire de la « nouvelle gauche » (1956-1977)
Aliénation et crise du sujet de l’émancipation
La question du pouvoir
Résonances du structuralisme
La « pensée 68 » revisitée
Vers les nouvelles théories critiques
3. Les intellectuels critiques contemporains : une typologie
Les convertis Les pessimistes
Les résistants
Les novateurs
Les experts
Les dirigeants
II / Théories
4. Système
Michael Hardt et Toni Negri, ou la « joie d’être communiste »
L’opéraïsme – Empire et Multitude – Vers un capitalisme cognitif ?
Le renouveau des théories de l’impérialisme
Marxisme et impérialisme – Leo Panitch : chronique de la superpuissance états-unienne – Robert Cox : la théorie néo-gramscienne des relations internationales – David Harvey : spatial fix et accumulation par dépossession
L’État-nation : persistance ou dépassement ?
Benedict Anderson, Tom Nairn : les États-nations face à la mondialisation – Jürgen Habermas, Étienne Balibar : la question de l’Europe – Giorgio Agamben : l’État d’exception permanent
Capitalismes, anciens et nouveaux
Critique du capitalisme cognitif – Robert Brenner : le long retournement – Giovanni Arrighi : un dernier « cycle systémique d’accumulation » ? – Elmar Altvater : le capitalisme fossile
5. Sujets
L’événement démocratique
Jacques Rancière : la « part des sans-parts » – Alain Badiou : événement, fidélité, sujet – Slavoj Zizek : quand Lénine rencontre Lacan
Post-féminités
Donna Haraway : cyborgs de tous les pays ? – Judith Butler : la fin des identités sexuelles – Gayatri Spivak : le silence des subalternes
Classes contre classes
E.P. Thompson : la théorie constructiviste des classes sociales – David Harvey : la communauté de la classe et la classe de la communauté – Erik Olin Wright : le marxisme analysé – Alvaro Garcia Linera : classe, multitude et indigénisme
Les identités conflictuelles
Nancy Fraser, Axel Honneth, Seyla Benhabib : la théorie de la reconnaissance – Ernesto Laclau : construire les antagonismes – Fredric Jameson : capitalisme tardif et schizophrénie
Conclusion. Chantiers
Index.
Nouvelles pensées critiques ? Entretien avec Razmig Keucheyan et François Cusset
Razmig Keucheyan et François Cusset ont publié deux ouvrages importants consacrés aux « pensées critiques » et à leurs migrations planétaires (1)[1]. Croisant leurs approches, ContreTemps s’est entretenu avec les deux auteurs.
ContreTemps : Le sous-titre du livre de Razmig soulève d’emblée trois interrogations importantes en termes de méthode (la cartographie), de contenu (les pensées critiques) et de caractérisation historique (leur nouveauté). Je commence par le choix du registre cartographique. On peut être tenté d’y voir une référence à l’idée de Franco Moretti d’un atlas du roman européen au XIXe siècle, ou plus encore au projet de Fedric Jameson de « cartographie cognitive » [cognitive mapping] d’une totalité irreprésentable. Bref, pourquoi une cartographie, plutôt qu’une généalogie, une histoire, ou un simple panorama, par exemple ?
Razmig Keucheyan : L’idée qu’à l’époque « postmoderne » l’espace domine le temps, alors que la modernité se caractérisait au contraire par une domination du temps sur l’espace, est très répandue aujourd’hui. Des auteurs tels Jameson ou Laclau avancent l’hypothèse d’une spatialisation du social, et soutiennent que, lorsque le sens de la temporalité est perdu comme à l’heure actuelle, les formes de la pensée et les mouvements sociaux tendent à devenir spatiaux. D’où la prolifération de concepts géographiques, comme la « cartographie » que j’emploie dans mon sous-titre.
Je ne nie pas que quelque chose de cet ordre soit vrai. En même temps, mon usage du mot « cartographie » est plus concret et terre-à-terre, si j’ose dire. Une carte, c’est ce dont on a besoin quand on s’avance en territoire inconnu, pour s’orienter dans un espace non familier qu’on commence à explorer. C’est ce qu’on essaie d’élaborer – même à très grands traits – lorsque des cartes ne sont pas encore disponibles.
Les « nouvelles pensées critiques » sont un continent inconnu, en voie de formation, puisque la défaite historique du marxisme comme pensée et comme mouvement nous a fait entrer dans une ère nouvelle – dans laquelle le marxisme est présent, mais sur un mode différent que précédemment – dont les coordonnées nous sont encore inconnues. De là l’importance de multiplier et de confronter les cartes.
Par ailleurs, si le mot « cartographie » figure bien dans le titre, je passe mon temps dans le livre à faire de la généalogie et de l’histoire, à essayer de comprendre ce que tel penseur contemporain doit à tel courant passé, ou à périodiser et référer les traditions intellectuelles à des cycles plus ou moins longs. Cartographie et généalogie ne s’opposent donc pas à mes yeux. Mais elles ne s’opposent pas non plus aux yeux de Jameson, qui est le grand penseur des temporalités et de la périodisation, et dont l’un des mots d’ordre est « We cannot not periodize »…
François Cusset : J’ajouterais, au crédit de cette approche cartographique, ses vertus didactiques, au sens de l’exposition sélective mais raisonnée (comme les catalogues du même nom), et au sens d’une modestie nouvelle : l’horizontalité fait le pari d’une analyse qui ne procéderait pas d’un jugement historique, elle produit une certaine égalité entre les traditions et les courants décrits, ne les soumet pas à l’ordre historique du visible et de l’invisible, ou de la filiation et de la promesse. Bien sûr il n’est pas question de choisir entre ces formes à priori de la sociologie intellectuelle que sont le temps et l’espace, la cartographie plurielle et l’évolution historique – elles sont indissociables –, mais il n’en reste pas moins que cette spatialisation spontanée redonne de l’oxygène.
Elle évite le grand lyrisme ou le grand désarroi des téléologies historiques, elle déjoue même les apories de l’obsession historique, les chantages verticaux au sens et au non-sens de l’histoire, en échappant à l’alternative obligatoire entre déterminismes historiques nouvelle manière d’un côté, et de l’autre messianismes du kairos ou de l’événement comme seul dépassement de l’histoire.
A condition, comme y invitent la pensée postcoloniale ou le postmarxisme (Jameson et d’autres), d’associer à une telle cartographie la pluralité historique, de substituer au singulier de la grande H(ache) la lutte des récits, la relativité de leur élaboration, histoire dominante vs contre-histoire, histoire par en haut contre histoires par le bas, etc.
En même temps il est vrai que cette approche spatiale est le résultat d’une certaine accélération des rythmes et des rites du penser, d’un rétrécissement du cadre historique, d’une inflation des discours critiques incitant leurs commentateurs à tenter d’en saisir la simultanéité et la diversité.
Ce qui risque toujours d’être à courte vue : ici, l’approche par les institutions et les logiques de champ (par les conditions sociales de la production des savoirs), telle que la pratique Razmig, a du bon, elle compense les effets dépolitisants ou trop « photographiques » d’une cartographie au présent, elle rappelle la puissance souterraine des évolutions institutionnelles, les règles du marché des concepts, les réflexes d’adaptation du travail intellectuel… Un feuilleté d’approches et une modestie d’ensemble, qui ne prémunissent pas contre les risques de la visée exhaustive, assumée ou non.
Toute cartographie postule une totalisation, une échelle commune, la prétention de pouvoir faire le tour d’une affaire, en l’occurrence le travail intellectuel en rupture, qu’aucun livre ne saurait épuiser : les lacunes sont toujours plus nombreuses que les occurrences.
CT : La catégorie de « pensées critiques » couvre un très large éventail d’auteurs. Ne risque-t-on pas de faire un peu violence à leur diversité extrême en les rassemblant dans une même rubrique ? Ou doit-on présumer qu’ils et elles ont en commun une critique de la mondialisation capitaliste et de la multiplicité des formes de dominations dont elle se nourrit, critique qui appellerait alors une forme de totalisation ? Autrement dit, quels sont les critères centraux de cette unité ou convergence présumées par le titre du livre, et peut-on le lire comme proposition de totalisation là où nombre d’auteurs que tu abordes seraient probablement hostiles à cette perspective ?
R. K. : Ce serait comme une totalisation provisoire et partielle, qui n’exclurait pas et même encouragerait activement l’apparition de totalisations rivales… L’idée de « pensées critiques » est certes hautement problématique, mais me semble inévitable dans le présent contexte. C’est en quelque sorte la dernière tranchée qui sépare les penseurs qui, d’une manière ou d’une autre, considèrent que le capitalisme n’est pas un horizon indépassable, et les autres. Mais bien entendu, Axel Honneth et Alain Badiou correspondent tous deux à cette caractérisation, or ce qui les sépare est – presque – aussi important que ce qui les réunit…
Je ne suis bien entendu pas le seul à utiliser la notion de « pensées critiques ». Il existe aujourd’hui dans le monde anglo-saxon nombre de readers ou d’introductions à la critical theory. Mais la mise en circulation de cette expression est récente. La notion de « pensées critiques » et d’expressions voisines comme « théories critiques » n’apparaissent pas dans le lexique de la gauche des années 1960 et 1970, et sans doute moins encore précédemment (la « Théorie critique » de l’Ecole de Francfort, au singulier et avec une majuscule, c’est évidemment autre chose).
Le flou sémantique qui entoure la notion de « pensées critiques » renvoie en dernière instance au caractère incertain de la période que nous traversons, au plan des idées, mais aussi politiquement. Il renvoie aussi au fait que le marxisme, qui constituait autrefois la colonne vertébrale de ce que l’on n’appelait pas encore les pensées critiques, est devenu aujourd’hui un secteur très dynamique, mais minoritaire, de ces dernières. « Pensées critiques » est donc un concept invertébré, mais l’objet qu’il cherche à saisir l’est également…
Il serait d’ailleurs intéressant de se demander ce qui distingue la notion de « pensées critiques » de celle de French Theory qui donne son titre au livre de François. Ces expressions ne sont pas substituables à l’identique, même si elles se recoupent largement, notamment parce que quand on parle de « pensées critiques », on ne peut pas ne pas se poser la question de l’héritage du marxisme, alors que la notion de French Theory permet peut-être de contourner ce problème…
F. C. : Cette notion fourre-tout de « pensées critiques » est ambivalente, sinon embarrassante, du moins dès qu’on dépasse sa définition minimale : car du féminisme lesbien au néo-tiers-mondisme elles relèvent bien, toutes, d’une communauté en négatif, d’une opposition commune à l’eschatologie dominante ou d’un ennemi commun (moins le capitalisme en tant que tel que l’historiographie libérale supposée incontournable, avec son individualisme méthodologique, son européocentrisme, sa chronologie scolaire).
Elles relèvent peut-être encore des simples taxinomies en vogue dans l’université anglo-américaine, pour rendre plus désirables les vieilles humanités ou plus attirants les rayons « subversifs » des librairies spécialisées. Reste que le mot de « critique » est doublement piégé. D’un côté par la tentation textualiste, dans la mesure où tout l’enjeu serait le pont à jeter entre les deux sens du mot, entre opposition et exégèse, refus de l’ordre existant et interprétation des textes (même si une telle tentative peut être beaucoup mieux que textualiste, par exemple chez Edward Said).
Et, de l’autre, par ses connotations paradoxales en termes d’histoire des idées: il y a un problème quand ce terme kantien puis hégélien, venu en droite ligne de la métaphysique logocentriste (comme dirait Derrida), se trouve appliqué à Foucault, Deleuze ou Judith Butler, autrement dit à ceux-là mêmes qui firent carrière sur un dépassement annoncé du rationalisme kantien et de la totalisation historique hégélienne.
De même qu’il y a un problème à appeler « théorie critique » – bien que je pense qu’elles en relèvent en un sens nouveau –, des pensées en rupture avec la tradition dialectique et moderniste marxo-freudienne, cette tradition qui aboutit précisément à la Kritishe Theorie de l’Ecole de Francfort et de ses succédanés.
Bref, l’épithète critique risque d’avoir un sens faible. A moins de désacraliser le contenu des textes en question et de mettre l’accent sur leurs usages, leurs mises en œuvre, leurs champs de pratique, sur les modalités de réappropriation des textes pour confronter des situations d’oppression toujours singulières ou des stratégies subjectives au croisement de circonstances complexes. Dès lors toutes ces théories sont « critiques », du textualisme postcolonial jusqu’à sa critique néo-marxienne : à la mesure de leur potentiel de remise en circulation socio-politique et de son actualisation effective dans des univers variés, de l’université au militantisme, ou même aux mondes de l’art.
En outre la catégorie de French Theory est tout sauf une solution à l’ambigüité du terme de théories critiques : elle renvoie à un packaging américain, à une étiquette culturelle stéréotypée (au sens où serait nécessairement transgressive une pensée French), bref à une citation dans l’ordre des déplacements intellectuels plus qu’à une catégorie objectivement valide… Enfin c’est ce qui me semble, pour avoir tenté de faire le tour des usages de l’expression dans le contexte nord-américain.
CT : Comment proposes-tu de situer la nouveauté des « nouvelles » pensées critiques ? Nombre d’intellectuels universitaires de gauche, voire marxistes, dans les pays anglophones, se sont inscrits dans la vaste mouvance du postmodernisme à partir des années 1980. Cette nouveauté intègre-t-elle ce tournant, avec son inventivité et ses pièges, ou est-elle, au contraire, rupture avec ce moment des années 1980-1990 ?
R. K. : L’usage de l’adjectif « nouveau » pour qualifier les pensées critiques actuelles nous plonge au cœur du problème de périodisation que nous évoquions en commençant. Dire que ces pensées sont « nouvelles » implique de les considérer comme étant, au moins dans une certaine mesure, en rupture avec celles qui précédaient.
De nombreux éléments corroborent la nouveauté des nouvelles pensées critiques : comme on l’a dit, le marxisme n’est plus hégémonique, de nouveaux thèmes sont venus au devant de la scène critique, comme l’écologie, les médias ou la question postcoloniale, l’académisation-professionnalisation des penseurs critiques s’est approfondie, le rapport à la politique concrète s’est encore distendu, la chute de l’URSS a changé la donne géopolitique, etc…
En même temps, l’histoire est faite de cycles qui se superposent. Que l’un de ces cycles s’achève n’implique pas que les autres se terminent également. Comme aimait le dire Daniel Bensaïd, les temps sont « discordants ». Si bien que, parallèlement aux éléments de nouveauté que j’ai suggérés, les pensées critiques se caractérisent aussi par des éléments de continuité, qui sont peut-être constitutifs d’un cycle politico-intellectuel de plus longue durée : des thématiques comme l’Etat ou l’analyse du capitalisme persistent, la question des opérateurs (pour ne pas dire « sujets ») de l’émancipation reste omniprésente, le (non) rapport entre la théorie et la pratique demeure tout aussi anxiogène pour les intellectuels critiques contemporains… L’histoire dont nous parlons est en réalité en train de se faire, elle vient même à peine de commencer. Il y a donc peu de certitudes…
Concernant ta question sur le postmodernisme, si l’on prend ce terme au sens que lui confère Jean-François Lyotard de fin des « grands récits », il est clair que les penseurs critiques dont je parle s’opposent en principe au postmodernisme ainsi entendu, puisque tous cherchent à leur manière à réactiver des projets d’émancipation à grande échelle (pas nécessairement sous la forme de « récits », mais c’est une autre affaire).
Il arrive donc que j’aborde des auteurs communément classés dans la catégorie des « postmodernes », comme Donna Haraway par exemple, mais lorsque je le fais, c’est avec l’intention de montrer que leurs idées peuvent être lues comme participant de l’histoire des théories de l’émancipation, c’est-à-dire comme « modernes » (au sens là encore de Lyotard). Dans le cas de Haraway, ce n’est d’ailleurs pas difficile à montrer, puisque son fameux Manifeste cyborg a pour sous-titre « La science, la technologie et le féminisme-socialiste à la fin du XXe siècle », ce qui montre qu’elle même considère le cyborg comme une figure socialiste !
F. C. : A lire le livre de Razmig on entend « nouvelles » comme s’appliquant davantage aux modalités de la critique qu’aux pensées elles-mêmes, la nouveauté moins comme affaire de contenu conceptuel ou argumentaire que comme affaire de focale, et d’orientation : pluralisation des voies de la critique (qui s’attaque non seulement au terrain social « classiste », mais aussi au contrôle social, à l’encadrement normatif, à l’oppression sexuelle ou identitaire, aux nouvelles bien-pensances, etc.), déplacements des enjeux qui font une place plus grande aux enjeux culturels ou de reconnaissance, mais renouvellement aussi des objets à mesure que le capitalisme néolibéral entrait dans une phase nouvelle : fin de sa rivalité structurante avec son autre supposé (le capitalisme d’Etat soviétique), essor des nouvelles technologies et du profit « cognitif », production directe de la subjectivité et des normes de vie au sens de Foucault.
Voilà en quoi les auteurs variés que passe en revue cette cartographie, et qui forment effectivement à eux tous un rempart intellectuel contre l’ordre dominant, peuvent être qualifiés de « critiques » en un sens neuf : non pas en termes de paradigmes ou d’organisation du discours, mais en termes d’objet, d’énonciation, de « genre » aussi ou de type de discours.
Et ce moyennant un déclin relatif de l’énonciation philosophique classique et des sciences sociales, au profit d’un discours théorique plus prescriptif et plus fragmentaire mais aussi d’énonciations de type littéraire ou de contre-récits historiques. Bref : il serait un peu rapide d’en conclure qu’il n’y a rien de neuf sous le soleil intellectuel critique (ou qu’à l’Ouest rien de nouveau, compte tenu de l’émergence de penseurs venus d’Asie ou de l’hémisphère sud), mais disons que le recours si courant à Deleuze, Foucault ou Negri, et les déclarations de guerre un peu rhétoriques aux « maîtres » d’il y a cent ans, n’ont pas invalidé pour autant, chez beaucoup de ceux qui les prolongent aujourd’hui, les perspectives générales de la dialectique historique (Marx) et de l’analyse critique de la subjectivité (Freud).
Quant au mot « postmoderne » pour coiffer la plupart des nouveaux courants critiques en question, je m’en méfie beaucoup : il est plus normatif qu’explicatif, il révèle davantage un jugement axiologique chez qui l’emploie qu’il ne désigne quoi que ce soit de cohérent. Même son sens en théorie littéraire comme « déstructuration » ou sa définition lyotardienne comme « incrédulité à l’égard des grands récits » sont aujourd’hui trop galvaudés pour éclairer quoi que ce soit. La seule chose intéressante avec ce mot un peu insultant de « postmoderne » (disons pour faire vite que quiconque l’utilise ne l’aime pas, car qui s’en revendiquerait ?) est la vague polarisation sentimentale qu’il produit : moderne vs postmoderne c’est plus que Marx vs les Queer Studies (car pourquoi seraient-elles incompatibles ?), la mélancolie vs l’ironie, la nostalgie vs la mémoire sélective, le temps de la rupture vs le temps composite, la libido totalisante vs le désir circulatoire, etc. En fin de compte, différence d’attitude, ou de style, plus que de contenu.
CT : On peut être aussi tenté de voir dans cette diversification des problèmes et enjeux un effet de l’université concurrentielle qui doit « innover », trouver des niches pédagogiques et éditoriales, entrer dans ou entretenir des logiques de prestige (à l’image d’un marché des « groupes » sociaux et des reconnaissances dans lequel l’Etat lui-même joue un rôle central de fragmentation et de codification). Que penser de cette ambiguïté ? Sur ce terrain, pourrait-on d’ailleurs imaginer que, paradoxalement, la loi LRU de mise en concurrence (et d’appauvrissement pur et simple) des universités françaises, favorise une réception plus active et l’aménagement d’un espace contradictoire des pensées critiques ?
R. K. : Les mécanismes qui sous-tendent la réception des pensées critiques en France depuis quelques années sont très intéressants. Cette réception repose, semble-t-il, sur cinq principaux acteurs. D’abord, une nouvelle génération d’éditeurs radicaux, sortes de rejetons tardifs de Maspero, qui importent avec une belle ténacité les penseurs critiques internationaux : Prairies ordinaires, Amsterdam, Agone, Lignes, la Fabrique, etc. Il faut saluer le travail de ces éditeurs, qui ne ménagent pas leur peine dans une conjoncture économique difficile.
Deuxième acteur : une série de figures tutélaires, qui appartiennent à la génération 68 (pour faire bref), qui ont « tenu » pendant les années 1980 et 1990, et dont les travaux retrouvent aujourd’hui une seconde (ou même une première…) jeunesse en étant lus par un nouveau lectorat. Je pense notamment – dans des styles certes très différents – à Alain Badiou, Jacques Rancière, Etienne Balibar, Daniel Bensaïd…
Ces penseurs produisent eux-mêmes des pensées critiques, mais du fait de leur forte internationalisation, ils exercent aussi une fonction d’« interface » entre la France et des penseurs étrangers. Voir par exemple le duo philosophique formé par Badiou et Slavoj Zizek : copublication de L’Idée du communisme (chez Lignes), échange de lettres à propos des écrits de Mao (à La Fabrique), etc.
Le troisième acteur de cette réception, ce sont les mouvements sociaux, qui ont repris quelques couleurs après les « cauchemardesques » années 1980 et 1990. L’intérêt actuel pour les nouvelles pensées critiques n’est pas abstrait, il intervient dans un contexte de crise du capitalisme et d’affaiblissement de l’hégémonie néolibérale, où le besoin de penser les alternatives au système est grandissant.
Le quatrième acteur, ce sont les générations d’« intellos précaires » que l’université produit désormais en quantité industrielle. Ces intellectuels ont réalisé leurs thèses dans des conditions souvent difficiles, et se trouvent ensuite en galère de postes, ou lorsqu’ils ont la chance d’en avoir un, ils s’aperçoivent que les tâches administratives qui pèsent sur un maître de conférences, du fait des réductions drastiques d’effectifs chez les Biatoss, font de la recherche un luxe de plus en plus inatteignable. Une part significative du lectorat des pensées critiques est composée de ces intellos précaires.
Le cinquième acteur de la réception des pensées critiques est le plus problématique. L’institution la plus à l’avant-garde de cette réception est incontestablement Sciences Po, modèle de l’université française du futur… Le CNAM, m’a-t-on dit, est lui aussi en pointe sur certains de ces thèmes. On trouve à Sciences Po depuis plusieurs années des cours où il est question de Spivak, Jameson, Rancière, Stuart Hall, Haraway, etc.
Si ce que la LRU nous prépare est la généralisation du modèle économique et pédagogique de l’IEP (ou une version amoindrie de celui-ci), la réception des pensées critiques se fera dans les meilleures conditions… Deux questions se posent à partir de ce constat : d’abord, quelles sont les motivations des directions de ces institutions (semi-)privées lorsqu’elles mettent des penseurs radicaux à leur programme ? Ensuite, que faire pour que les pensées critiques ne deviennent pas le dernier courant de pensée inoffensif à la mode ?
Concernant la première question, les pensées critiques ont pour elles l’attrait de la nouveauté, une nouveauté qui, de plus, est en provenance des Etats-Unis. Il est possible aussi, comme tu le dis, qu’une logique de « niche » pédagogique dans un contexte de concurrence accrue entre universités se mettent en place. Une prime à l’innovation pédagogique (superficielle) sera l’une des conséquences de cette concurrence. Que le pouvoir joue la fragmentation des intérêts des classes populaires, et que ceci trouve une traduction dans les disciplines et traditions des sciences humaines est possible aussi, même si une analyse plus approfondie serait nécessaire pour établir ce fait.
Concernant la seconde question, la réponse est assez simple : le seul moyen d’éviter que les pensées critiques ne soient aseptisées par leur circulation dans ce genre d’institutions est de les arrimer solidement à des mouvements sociaux antisystémiques…
F. C. : Je n’ai rien à redire aux cinq facteurs avancés par Razmig de l’émergence, ou de la ré-émergence, en France des pensées critiques en question, sinon qu’il s’agit autant d’effets que de causes, de symptômes que de facteurs au sens strict. Car j’insisterais davantage ici sur deux lames de fond, deux conditions plus globales, l’une historique et l’autre relevant d’une nouvelle géopolitique des concepts : il y a l’essor, à partir de la seconde moitié des années 1990 (dans la foulée du mouvement social de la fin 1995 et des mouvementismes de 1996-1997), de formes de lutte et de problématisation nouvelles, sur les ruines de l’unitarisme social à l’ancienne (celui du PCF et des grands bastions syndicaux), autour d’un nouage inédit entre luttes spécifiques liées aux formes de vie et de survie, logiques minoritaires et identitaires, et réappropriation de l’initiative intellectuelle par des collectifs de lutte, un tournant majeur dont on connaît les combats les plus acharnés (pour le droit au logement, les sans-papiers, les minorités sexuelles ou la mondialisation des luttes) et qui a dessiné, au-delà de la seule cause « altermondialiste » la mal-nommée, le cadre de réception de ces pensées critiques ; et puis il y a la mondialisation des instances de production des savoirs critiques, à partir de l’université anglo-américaine et de son marché des pensées subversives, mais pas seulement, toute une géopolitique nouvelle des concepts où l’on trouve de tout (le meilleur comme le pire des discours postcoloniaux, postféministes ou techno-anarchistes) et dont la France repliée sur elle-même des années 1980 était restée coupée, pour cause de chantage antitotalitaire et de désillusion de la gauche au pouvoir.
Or cette France-là rejoint bon gré mal gré depuis quelques années l’arène critique mondialisée, parce que les conditions politiques aussi bien que les générations changent, si bien que sous couvert d’objets théoriques exotiques comme le postcolonialisme ou la critique queer, nous reviennent depuis peu, à la faveur de cette entrouverture tardive et encore difficile, les corpus intellectuels critiques élaborés en Europe occidentale, notamment en France (de Foucault et Deleuze jusqu’à l’Ecole de Francfort), ces référents théoriques qu’avaient cru pouvoir invalider pour toujours les penseurs réactionnaires du tournant des années 1980.
Dans cette logique, j’ajouterai, sur la question de la « diversité » des causes défendues et du « marché de la reconnaissance », qu’il faut se méfier de la polarisation trop symétrique, terme à terme, entre le preux combat social unitaire et la balkanisation égoïste des petites différences, l’affaire étant à la fois plus complexe et, sur le terrain, beaucoup plus mélangée.
Enfin, sur la loi LRU, comme d’ailleurs sur ce rôle étrange de passeur que joueraient ici des institutions dominantes telles que Sciences Po ou le CNAM (pour reprendre le « cinquième facteur » de Razmig), je ne pousserais pas trop loin le paradoxe, ou cette ruse de la raison marchande favorisant soudain les pensées critiques pour attirer étudiants et capitaux : imaginer qu’une université néolibérale, fragmentée (ou reféodalisée) sinon privatisée, suffirait à ouvrir un boulevard à tous les discours critiques du moment, c’est croire que les obstacles français à cette pensée critique, si flagrants pendant si longtemps, seraient imputables uniquement aux logiques institutionnelles, au centralisme à la papa de l’université d’hier.
Alors que la résistance est plus profonde en France, ou plus ancienne, elle renvoie à tout un rapport à la science et à l’objectivité, à une idéologie sous-jacente de l’Etat rationnel et de l’universalisme abstrait, à une vulgate « anticommunautariste » qu’entonnent aussi bien les gaullistes historiques que les socialistes d’appareil, ou même Jean-Luc Mélenchon qu’Alain Finkielkraut. En bref, la circulation et le succès des pensées critiques est certes fonction d’un marché intellectuel et universitaire, mais pas seulement, et Valérie Pécresse n’est pas avant tout une contrebandière de discours en vogue contre le pouvoir du mâle blanc hétérosexuel…

CT : Pour finir, si le domaine des pensées critiques dans ses dimensions académiques, culturalo-centrées (pour une large part) et nord-américaines, avec ses logiques de prestige, tend à être dominant en général (à l’exclusion relative de la France), peut-on encore lui trouver un extérieur, des intellectuels qui ne seraient pas encore médiés par lui et qui, bien que moins ou pas visibles, doivent être nombreux ? Ou le champ intellectuel critique contemporain tient-il sa condition d’existence – avec toutes ses nuances et contradictions – à ce seul horizon, sans déconnexion possible ? Razmig, je retiens de ta conclusion que tu répondrais par l’affirmative à cette dernière question. Peux-tu en dire un peu plus ici et suggérer ce qui pourrait constituer une alternative à cette dominante ? François, au-delà des migrations de la « théorie française » aux Etats-Unis, tu t’intéresses à quelque chose comme une géopolitique des cultural studies et d’un champ intellectuel qui est aussi celui des pensées critiques. Penses-tu que puissent exister une pertinence et une capacité d’intervention intellectuelle en deçà de cet écran mondialisé ? Ne pourrions-nous pas être coupables, finalement, d’un effet de disproportion de milieux intellectuels cooptés par l’impérialisme et la communauté de l’argent, et ce, aux dépens d’un monde qui resterait, en vérité, autrement plus vaste et méconnu ?
R. K. : Perry Anderson a montré qu’à l’époque du marxisme classique, celui de Lénine, Trotsky, Rosa Luxemburg ou Otto Bauer, les principaux producteurs de marxisme étaient aussi les principaux dirigeants des organisations ouvrières de leur temps. A partir du milieu des années 1920, une rupture s’opère entre la théorie et la pratique, du fait de la glaciation stalinienne notamment, si bien que la distance se creuse entre les producteurs de marxisme et ces organisations.
Anderson ne dit pas qu’à l’époque du marxisme classique, le mouvement ouvrier était dirigé par des « intellectuels », fussent-ils des intellectuels marxistes. Il dit que la théorie et la pratique étaient à cette époque indistinctes, ce qui est très différent. En somme, Lénine ou Trotsky n’étaient pas des « intellectuels » au sens actuel de ce terme. Cette analyse d’Anderson procède en partie d’une idéalisation à posteriori du marxisme classique, mais elle saisit quelque chose d’important le concernant.
Quelle est la situation aujourd’hui sur le front des rapports entre la théorie et la pratique ? L’écrasante majorité des penseurs critiques que j’évoque dans mon livre sont des universitaires, sans affiliation organisationnelle d’aucune sorte.
Zizek, Jameson, Rancière et consorts ont certes pu croiser à un moment ou un autre de leurs parcours le champ politique proprement dit, mais pour l’essentiel ils se cantonnent à un rôle de conférenciers radicaux, le plus souvent dans de prestigieuses universités, au mieux dans des forums sociaux mondiaux ou régionaux. La seule exception notable à ce constat est Alvaro Garcia Linera, le vice-président bolivien, qui est aussi un théoricien subtil, que l’on peut par conséquent considérer comme une sorte de marxiste classique perdu dans un siècle qui n’en produit plus…
La professionnalisation-académisation des pensées critiques est due à plusieurs facteurs. Le principal est l’approfondissement constant de la division du travail, dont se nourrit le capitalisme, et en particulier de la division entre le travail manuel et le travail intellectuel, que Marx considère comme la matrice de toutes les divisions du travail. Ce constat est effectivement pour moi une donnée irréductible de la période, qu’il faut bien entendu combattre activement, mais dont il faut commencer par prendre la mesure.
F. C. : Oui, tout tient encore et toujours aux conditions d’articulation d’une élaboration théorique autonome et de champs de pratique (et de lutte) constitués, ou au vieux rapport entre textes et contextes, entre lectures et usages, ou mises en œuvre, comme c’était déjà le cas sous Blanqui, sous la « République des professeurs », puis sous le règne des marxistes « scientifiques » de la rue d’Ulm.
Sauf qu’il y a aujourd’hui beaucoup à faire, et à reconstruire. Entre la constitution du champ universitaire critique en classe intellectuelle d’élite roulant plus souvent pour ses carrières que pour le « hors-texte », le déclin des sciences sociales qui avaient offert pendant quelques courtes décennies un certain modèle de rapport entre théorie et pratique, la dispersion aussi bien des paradigmes théoriques que des sites et des motifs de la lutte politique, et en arrière-plan la logique autophage d’un capitalisme cognitif (ou d’une « société apprenante ») qui finit souvent par mettre les outils intellectuels critiques au service de ce contre quoi ils furent d’abord élaborés…
On est dans une situation où beaucoup est à faire pour éviter que le travail intellectuel ne soit irrémédiablement déconnecté du combat social. Mais beaucoup se fait, surtout hors de France, cette vigilance-là est partagée par pas mal de monde, et quels qu’en soient les qualificatifs (avec les limites qu’on a dites du mot « critiques »), le travail intellectuel effectif me semble aujourd’hui plus éloigné qu’hier du fantasme de l’omniscience, de la religion de la théorie, du mythe des idées changeant le monde.
Et on avancerait un peu, il me semble, à se représenter l’intellectuel contemporain moins sous les traits du maître-penseur ou du subversif en chaire (tenured radicals, disent les Américains) que sous les aspects du collectif de lutte, du militant détricotant un texte de loi, de l’artiste pratiquant le happening comme une maïeutique, ou du précaire se bricolant un kit de survie entre lectures et séminaires. Un peu comme Deleuze trouvait qu’un mathématicien, un musicien ou un psychothérapeute alternatif sont souvent plus directement des « philosophes » que ceux qui en font profession.

Propos recueillis par Thierry Labica
cet article est paru dans la revue Contretemps n° 8
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[1] Razmig Keucheyan, Hémisphère gauche. Une cartographie des nouvelles pensées critiques, Zones, 2010 ; François Cusset, French Theory, Foucault, Derrida, Deleuze et Cie et les mutations de la vie intellectuelle aux Etats-Unis, La Découverte, 2003.
date:
17/04/2011 – 15:42

La odisea roja. Varias líneas al retrato político de Jorge Vivó d’Escoto

La odisea roja. Varias líneas al retrato político de Jorge Vivó d’Escoto***

Víctor Jeifets*
Universidad Estatal de San Petersburgo (SP, Rusia)
jeifets@gmail.com
Lazar Jeifets**
Universidad Estatal de San Petersburgo (SP, Rusia)
lazarjeifets@gmail.com

  • Ph.D. en Historia, profesor de la Universidad Estatal de San Petersburgo (Facultad de Relaciones Internacionales) y de la Universidad de Instrumentación Aerospacial.
    • Ph.D. en Historia, profesor de la Universidad Estatal de San Petersburgo (Facultad de Relaciones Internacionales), representante del Instituto de América Latina en San Petersburgo.
      • Este artículo es producto del proyecto de investigación: “URSS, Rusia y la formación del sistema de partidos en América Latina” financiado por la Universidad Estatal de San Petersburgo. Este texto, con la excepción de la introducción que fue traducida por Vladimir Rouvinski, fue traducido al español por Yulia Ryzhikh, egresada de la Academia Médica Sechin de Moscú.

CS No. 14, 167–200, julio-diciembre 2014. Cali, Colombia

Resumen

La historia del comunismo internacional y de varios Partidos Comunistas (PC) sigue siendo una gran laguna historiográfica a pesar de la apertura parcial de los archivos de la Interna¬cional Comunista. Sobre todo, tiene que ver con la falta de información acerca de las activi¬dades de varios militantes y dirigentes de la izquierda. El único PC gobernante en América Latina, el de Cuba, tampoco logró evitar este problema. Los autores del artículo pretenden trazar las líneas principales de la vida y actividades políticas del “Secretario General olvida¬do” que dirigía el PCC a inicios de los años 1930s, Jorge A. Vivó d’Escoto.

Era, además, uno de los personajes claves del desarrollo de la izquierda centroamericana, colombiana y mexicana; y estos pormenores de su biografía también se revelan en el texto. El artículo se basa en la enorme cantidad de los materiales de archivos rusos y mexicanos.
Palabras clave: Comintern, Cuba, Colombia, México, Jorge Vivó.
Introducción

La historia de la Tercera Internacional (Komintern) y los vínculos que ha tenido con sus filiales en distintos países, sigue siendo uno de los vacíos de la historio¬grafía internacional. La situación es muy parecida a la historia de la izquierda mundial, especialmente en lo que se refiere a la historia de la izquierda latinoa¬mericana. A pesar de que las relaciones entre la Komintern y los comunistas la¬tinoamericanos han sido tema de investigaciones académicas durante décadas1, son pocos los trabajos que han utilizado fuentes primarias.

Lo anterior no nos debe sorprender puesto que los archivos de la Komintern, la mayoría de los cuales se encuentra en la ciudad de Moscú, y permanecieron inaccesibles para muchos de los investigadores, incluso para miembros destacados de los parti¬dos comunistas. Solo después de la desaparición del sistema soviético en 1991, se pudo levantar un poco esta cortina de hierro que rodeaba a los archivos.

Algunos documentos de la Tercera Internacional, así como otros materiales relacionados con las estructuras del partido comunista mundial, ya han sido publicados. Estos documentos consisten, en buena parte, en las memorias de los congresos de la organización, documentos que ilustran las actividades de liderazgo de la Komintern. A partir de estos documentos se puede especular –aunque de forma parcial– sobre el papel que han jugado los países de América Latina, en su conjunto, en la estrategia de la Komin¬tern, así como sobre algunas de las tendencias del desarrollo y evolución de la izquierda latinoamericana.

Sin embargo, una investigación que solo tiene en cuenta fuentes oficiales es insuficiente debido a varias razones. La primera es que este tipo de documentos rara vez asumen las controversias y discusiones acerca de las estrategias y las tácticas de la Tercera Interna¬cional. Otra preocupación sobre estas investigaciones reside en la falta de información acerca del mecanismo de toma de decisiones en el Partido Comunista Internacional. Adicionalmente, los documentos mencionados no prestan suficiente atención a las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los partidos. Por fuera del record oficial quedaron directivas y ofertas que llegaban de Moscú y eran recibidas por miembros de la izquierda latinoamericana.

En cierta medida, la falta de conocimiento existente podría sopesar¬se con ayuda de memorias de activistas del partido comunista internacional y disidentes que abandonaron el partido. No obstante, no se puede confiar plenamente en dichos testimonios.

1 Véase, por ejemplo: Alexander R. J. Communism in Latin America. New Brunswick, 1957; Goldenberg B. Kommunismus in Lateinamerika. Stuttgart, Koln, Mainz:, 1971; Caballero M. La Internacional Comunista y la Revolución Lati¬noamericana 1919-1943. Caracas, 1987. Sin embargo, como reconoció uno de los autores de estas monografías, todas estas investigaciones poseían una falla: una parte considerable del análisis se basaba “en suposiciones y conjeturas”.

La combinación –de manera casi abierta y durante prácticamente toda la existencia de la organización– de actividades públicas y secretas, es una de las particularidades de la Tercera Internacional que impide la investigación de la historia de la izquierda nacional fuera del contexto de la historia de la Komintern, así como de las prácticas cotidianas de trabajo de su liderazgo y su personal. El partido comunista internacional se constituyó como un actor autoritario cuyas dependencias locales y centrales deberían funcionar como partes de un mismo organismo. Todas las secciones nacionales de la Tercera Internacional, especialmente las de los países latinoamericanos, se vieron su¬jetas a la fuerte presión ejercida por Moscú.

Otra dificultad académica a tener en cuenta frente al estudio de la Tercera Internacional, es que muchos de los documentos relevantes ya no existen. Algunos de estos documentos desaparecieron debido a la ilegalidad de algu¬nos partidos comunistas latinoamericanos, otros, como los archivos policia¬les, continúan inaccesibles. Desde esta perspectiva, el archivo histórico de la Komintern constituye una fuente clave para el estudio de la izquierda.

Hoy en día, el acervo documental del Archivo Ruso de Historia Socio- Política representa la colección más grande del mundo en cuanto a do-cumentos relevantes sobre las actividades de movimientos de izquierda bajo la sombra de la Komintern. Se trata de alrededor de 22.000 folios con varios millones de páginas en casi noventa idiomas. Entre estos folios se encuentran documentos originales de siete congresos, así como documen¬tos del Comité Ejecutivo (CE) de la Internacional Comunista y de más de sesenta organizaciones internacionales comunistas y socialistas.

En general, y contrario a la situación que se presenta con documentos de sindicatos, el archivo de la Komintern contiene pocos documentos internos de parti¬dos comunistas latinoamericanos, mientras que hay un número significativo de correspondencia entre la izquierda local/nacional y Moscú. Un análisis detallado de esta correspondencia puede facilitar la tarea de comprender mejor lo que estaban pensando los militantes comunistas, en particular, en relación al papel y lugar de su organización en el contexto político y socio-económico de su propio país.

A partir de este archivo y a través de las memorias personales de los activistas y militantes de izquierda, se puede estudiar, desde fuentes prima¬rias, el desarrollo y evolución de la izquierda. Lo anterior permite ilustrar de mejor manera la historia “extra oficial” que los documentos oficiales raramente dejan entrever. El contenido de las carpetas personales de varios comunistas permite no solo compendiar los hechos bibliográficos de los miembros de la Tercera Internacional sino también precisar las posibles opciones de desarrollo del movimiento revolucionario en el continente.

Los escritos, cuyos autores no pensaron que algún día serían publicados, contienen detalles que tienen un valor sobresaliente respecto a la historia de los partidos comunistas locales. Se puede considerar una paradoja el he¬cho de que en una organización tan burocrática como lo era la Komintern, no se hizo ningún intento sistemático de crear un archivo de datos biblio¬gráficos de militantes comunistas. La única excepción son los funcionarios del CE de la Komintern que tenían que llenar formularios, presentar hojas de vida, fotografías etc.

El archivo no cuenta con datos biográficos signi¬ficativos en relación con los personajes más sobresalientes de la izquierda latinoamericana, ni siquiera de aquellos que eran miembros del CE; líderes de estructuras regionales de la Tercera Internacional y de partidos y sin¬dicatos comunistas, como: Alejandro Barreiro y Julio Antonio Mella del Partido Comunista (PC) de Cuba, Tomás Uribe y Moisés Prieto (PC de Colombia), Isaías Hiriarte y Luis Emilio Recabarren (PC de Chile), José F. Penelón y Juan Greco (PC de Argentina), José Allen (PC Mexicano, Buró Latinoamericano de la III Internacional).

La información disponible no tiene carácter sistemático, depende en gran parte del carácter y las capacidades de cada militante, así como de sus deseos de contar, en detalle, su historia de vida. Las autobiografías de Jorge Vivó d’Escoto (PC de Cuba), de Georgiy Skalov (Sinani), Jefe del Lender Secretariado de Suramérica y América Central, y de Antonio Maciel Bon¬fim (Miranda, PC de Brasil), son ejemplos sobresalientes de este tipo de documentos. Al contrario, los documentos personales de Blas Roca (PC de Cuba), y de los hermanos Rodolfo y Orestes Ghioldi (PC de Argentina), no constituyen casos de estudio interesantes.

Desde una perspectiva general, el tesoro de los documentos que se en-cuentra en Moscú, facilita enormemente el estudio de la historia de la iz-quierda latinoamericana a través de un mejor entendimiento del papel que jugaron los partidos comunistas en el ambiente político y social de cada país. La pregunta sobre quienes deben ser caracterizados como sujetos históricos que contribuyeron al desarrollo de los movimientos comunistas y de izquierda en Latinoamérica, es una tarea metodológica significativa.

Tradicionalmente, muchos investigadores otorgan importancia al papel que jugó el liderazgo del partido; perspectiva institucional que demanda un estudio detallado del movimiento de izquierda bajo la lógica de su or-ganización, la lucha interna y la incidencia de los líderes del movimiento en eventos locales. Al mismo tiempo, no se debe olvidar que, para los co-munistas, los cambios en la cúpula de liderazgo del partido –y, en cuanto a lo internacional, en la cúpula de la Komintern– son el resultado de una lucha ideológica y política que con frecuencia construye las bases de los cambios posteriores de la estrategia del partido.

La historia completa de la Tercera Internacional muestra que los casos de contradicciones entre la política de los altos mandos del partido comunista mundial y la opinión de sus secciones nacionales, no fue una ocurrencia episódica. No obstante, la construcción de un mecanismo de toma de decisiones de abajo hacia arriba, o sea, desde el nivel local hasta el nivel de liderazgo internacional, solo puede caracterizarse como imposible.

De igual modo, es importante investigar los orígenes de las tendencias políticas y organizativas de la izquierda latinoamericana; puesto que, según Maurice Duverger, “todos los partidos se ven impactados fuertemente por su origen, de la misma manera en que las personas llevan toda su vida el sello de su niñez” (Duverger, 1951). De esto, el archivo de la Komintern contiene una cantidad asombrosa de documentos varios relacionados inter alia con la fundación de partidos comunistas y el papel que han jugado en este proceso las facciones locales y Moscú desde una perspectiva internacional.

El marco de análisis tradicionalista gramsciano2 hace mayor énfasis en la inte¬gración de la historia del partido en la historia de la sociedad3, que en la recons¬trucción de la vida interna de una organización política desde su nacimiento, y los debates ideológicos que resultaron en la formación de la ideología del mo¬vimiento. Desde una perspectiva similar, Perry Anderson propone vincular la evolución de los modelos nacionales del comunismo con la historia del “balance de poder nacional” de clases, partidos e instituciones estatales en cada sociedad particular. En otras palabras, aprender sobre la izquierda solo es posible teniendo en cuenta el contexto socioeconómico y político del hecho en cuestión.

Sin embargo, desde la perspectiva de los autores de este artículo, la propuesta analítica de Gramsci y Anderson, no cuenta con un poder ex-plicativo suficiente, ya que en la mayoría de países no europeos el naci-miento de movimientos de izquierda y comunistas no se debe a la anterior evolución del movimiento obrero.

De igual manera, no tiene mucho sentido buscar relaciones entre la evolución de la sociedad global y la izquierda nacional porque, durante varios años, la lógica de desarrollo del partido comunista y de la Komintern estipulaba una adaptación de las activida¬des de la izquierda a los estándares universales impuestos por la Tercera Internacional.

Debido a estas particularidades de la evolución de los mo¬vimientos de izquierda en América Latina, la investigación respecto a la vida de los actores políticos que implementaban la “línea de Moscú” –o a veces se oponían a ella–, tiene un valor especial para los investigadores. El estudio de la vida de dichos actores puede significar una cierta personali¬zación de los hechos históricos a costa de prestar una menor atención a la lógica de desarrollo de los grupos locales de izquierda. Por esta razón, el análisis de las biografías políticas de los representantes de las fuerzas de izquierda es una de las condiciones necesarias para comprender mejor, y en su totalidad, el movimiento de la izquierda. El reconocido activis¬ta de partidos comunistas de varios países latinoamericanos, Jorge Vivó d’Escoto, es uno de estos actores clave del campo político de la izquierda. Sin embargo, su biografía es prácticamente desconocida.

2 Una variedad del acercamiento formacionalista, con elementos de estructuralismo, sobre los estudios del movimiento de izquierda.
3 “Evidentemente será necesario tener en cuenta el grupo social del cual el partido en cuestión es la expresión y la parte más avanzada. La historia de un partido, en suma, no podrá ser menos que la historia de un determinado grupo social. Pero este grupo no está aislado; tiene amigos afines, adversarios, enemigos. Sólo del complejo cuadro de todo el conjunto social y estatal (y frecuentemente también con interferencias internacionales) resultará la historia de un determinado partido, por lo que se puede decir que escribe la historia general de un país”. A. Gramsci. Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Madrid- Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1972-1980.176

El misterioso “Pablo” y su papel en las actividades de la Komintern en América Latina

Blas Roca, el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, hablando de su vida en una entrevista en su aniversario 70, mencionó su elección como secretario general del Partido Comunista de Cuba (PCC) en el Segundo Congreso del año 1934, luego de que el puesto fuese ocupado por alguien llamado “Pablo”.

Blas Roca no mencionó el verdadero nombre de “Pablo” y no dio una descripción detallada de su personalidad ni de sus actividades. ¿Falló la memoria del veterano? o ¿por alguna razón –personal o política– no consideró adecuado revelar dicha información? Otro aspecto es aún más interesante: ¿por qué R. Martínez Villena, según la opinión de B. Roca, aplicando métodos autoritarios para dirigir el partido clandestino, es considerado una figura de culto en Cuba, pero el verdadero nombre de otro dirigente del PCC, que cometió errores similares, quedó en el olvido?

Blas Roca no pudo haber olvidado al hombre con quien trabajó hombro a hombro durante varios años en el Buró Político, y con el cual asistió al VII Congreso. Por consiguiente, él simplemente no quería hablar en detalle sobre el tema. Además, en la entrevista surgieron otras inexactitudes asociadas con la figura de «Pablo», parece ser que no era trabajador ni tenía procedencia de la clase obrera. Francisco Calderio (que en aquel momento tenía el apodo de «Julio Martínez», y más tarde se conocería como «Blas Roca»), secretario general del partido, miembro del Buró Político y Secretariado, jefe interino del Comité Militar del Comité Central, fue elegido en el Pleno del CC el 14 de noviem¬bre de 1933, sustituyendo al trabajador ferrocarrilero «Sampedro» (Isidro Figueroa)4, el cual por un corto período de tiempo había dirigido el partido.

4 Figueroa Botempo, Isidro («Sampedro»; «Edmundo Sampedro»; «San Pedro»; «Luis Granda»; «Grau»). Estudiante de la UP “José Martí”. Miembro del CC de la Liga de Jóvenes Comunistas y del PCC. Suplente del secretario general del PCC (1930-1933), en la misma época era miembro del Bureau Político del CC del PCC, encargado por los departamentos de organización y sindical del CC, dirigente del Comité del PCC en La Habana. Secretario General Interino del PCC en agosto-diciembre de 1933. Durante la revo¬ lución de agosto dirigía al PCC junto con Vivó y Ordoqui. En el Pleno del CC del PCC en diciembre del mismo año fue electo miembro del Bureau Político y del Bureau Ferrocarrillero del CC, también le eligieron secretario general del Comité del PCC en La Habana. Véanse más detalles en: Jeifets L., Jeifets V., Huber P. La Internacional Comunista y América Latina, 1919-1943. Ginebra: Instituto de Latinoamérica de la Academia de las Ciencias (Moscú), Institut pour l’histoire du communisme (Ginebra). 2004. pp. 110-111.

“Pablo”, uno de los secretarios “olvidados” del PCC, era Jorge Abilio Vivó d’Escoto, cuya biografía tratamos de representar en el presente, en aras de resta¬blecer la justicia histórica con respecto a este personaje pintoresco del movimien¬to revolucionario cubano y latinoamericano de los años 1920-1930. La revisión de su bibliografía también es un caso que permite vislumbrar las tensiones ideológi¬cas dentro de organizaciones comunistas locales, que muestran una historia para¬lela y extra oficial. Esta historia paralela, muestra el desarrollo de la izquierda bajo otros lentes :unos más alejados de las doctrinas de estudio tradicionales, pero que al mismo tiempo permiten apreciar el factor humano de las luchas internas que terminaban definiendo el accionar y las líneas políticas de los partidos comunistas.

Jorge Abilio Vivó d’Escoto nació en La Habana el 22 de febrero de 1906 en una familia semi-burguesa y estudió derecho y antropología. En la época en que Vivó estudiaba, la isla literalmente “hervía” debido a las tensiones políticas de la época. La corrupción y el nepotismo florecidos del Gobierno de Alfredo Zayas condujeron a su rechazo masivo, dando lugar a protestas regulares. Un factor igualmente importante fue el descontento frente a la dependencia de la “seudorepública” del vecino Estados Unidos, que influía activamente en la vida política y económica de Cuba. En la escena política aparecieron grupos de “minoristas”5: la Asociación Nacional de Veteranos y Patriotas, y la Federación Obrera de La Habana (FOH), entre otras. A principios de la década de 1920, en muchos países de América Latina se desarrollaba con rapidez el movimiento es¬tudiantil para la reforma universitaria. La Universidad de La Habana se convir¬tió en el núcleo de este movimiento en Cuba. Pronto fue fundada la Federación de Estudiantes Universitarios, que insistía en el despido de varios profesores y el establecimiento de la autonomía de la educación superior.

5 El núcleo del grupo fue formado por R. Martínez Villena, F. Lizaso, J. A. Fernández de Castro, E. Roig de Leuchsenring y otros. Cairo, Ana. El grupo minorista y su tiempo. La Habana: Ed. de Ciencias Sociales, 1978. p. 22.178

Mientras estudiaba derecho, Vivó también trabajaba como maestro, periodista, y empleado de la Unión Nacionalista, partido político que se opuso a la dictadura. En octubre de 1923, el activista de diecisiete años se convirtió en delegado del Primer Congreso Nacional de Estudiantes de Cuba, el cual decididamente exigió la reforma del sistema educativo de todo el país, y tomó la decisión de establecer la Universidad Popular José Martí (UP)6.
6 Rivero Caro, A. El Gobierno de Zayas (1921-1925). Cuba 100 Años Después. Recuperado en http:// www.contactomagazine.com/zayas100.htm179

Vivó se unió incondicionalmente al ala izquierda del Congre¬so (junto con A. Bernal, S. Pascual, D. M. Escalona, y L. Fernández Sán¬chez). Desde entonces, formó estrechos vínculos con Julio Antonio Mella. En 1923, Vivó ingresó a la Liga Anticlerical, fundada por este carismático líder del movimiento juvenil, y asumió el cargo de Secretario General y Vi¬ce-presidente, participó en la fundación de la UP, enseñó en ella, y en 1925 sustituyó a Mella en el puesto de Secretario General de la Universidad.

En la nueva UP se impartían cursos totalmente distintos, desde clases para iletrados, hasta conferencias sobre cuestiones generales de política. Entre los profesores se encontraban los líderes representantes de los minoristas, y los co¬nocidos sindicalistas Alfredo López y Antonio Penichet. Las aulas universitarias se ubicaban en las dependencias de uno de los sindicatos. En 1925, después de la llegada a la presidencia del General Gerardo Machado, la UP –al igual que el resto de organizaciones sindicales– enfrentaba nuevos retos. Profesores y estu¬diantes eran encarcelados por sus actividades de oposición.

Tras la detención de Mella en 1925, por cargos de conspiración y plani-ficación de atentados, y la declaración de huelga de hambre del líder estu-diantil y del secretario del CC del recién creado PCC, Vivó entró al Comité para su liberación. La campaña de apoyo al oposicionista tomó un carác¬ter internacional, pero el PCC se aíslo de esta lucha. Además, la dirección del partido reprochó a su carismático líder la “indisciplina y desobediencia frente a las decisiones del Comité Central Ejecutivo”. Los camaradas del partido consideraron la huelga de hambre de Mella un error, a pesar de que le llevó a la fama a él y al PCC, y lo sometieron al ostracismo político.

En el conflicto entre el PCC y Mella, los profesores de la UP, con pocas excepciones, tomaron el lado de su fundador. Las acciones de Vivó y sus otros compañeros fueron firmes e inflexibles. De la Universidad fueron despedidos A. Bernal del Riesgo y A. R. Ruiz Cortés, quienes apoyaron la decisión del tribunal del partido. Una posición similar fue adoptada por la sección cubana de la Organización Panamericana de la Liga Antiimperia-lista de las Américas.

Jorge Vivó también se convirtió en secretario de esta organización en enero de 1926 (Daily Worker, 1927). Es obvio que él fue el iniciador de esta línea de conducta que la primera conferencia del partido en 1926 describió como “mellismo comunista, irresponsable, sospechoso y malicioso, oportunista y amarillo, contra el PCC”.7 Uno de los ideólogos del “mellismo comunista” era Vivó, que en aquel momento no era miembro del PCC8.

7 El PCC a los miembros del CC del PCM, La Habana, 31.05.1926. (El Archivo Estatal Ruso de His¬toria Social y Política, RGASPI, por sus siglas rusas). Fond 495, opis’ 105, delo 2. Fs. 44-46. Más detalles sobre el “caso de Mella” véase: V.L.Jeifets y L.S.Jeifets. Obviniaetsia Julio Antonio Mella // Latinskaia Amerika. 1999. № 7-8. pp. 64-89.
8 J. Vivó formaba parte del Club Socialista de La Habana y desde el año de 1925 era su secretario general. Fundada en agosto de 1925.

¿Cuál era la posición de quien refleja¬ba los intereses concretos del movimiento revolucionario antiimperialista? Hoy es evidente: los líderes del PCC seguían la línea sectaria, mientras que los partidarios de Mella, y en primer lugar Vivó, insistieron en la unifica¬ción de diferentes fuerzas anti dictatoriales. Para la realización de este ob¬jetivo, Vivó no se conformó con su labor con los trabajadores en la UP y la liga, y se integró activamente al movimiento sindical: desde 1926 comenzó a trabajar en el FON, y después como Secretario auxiliar de la Confedera¬ción Nacional Obrera de Cuba (CNOC).

A Vivó, un marxista convencido y un seguidor fiel de las ideas de la III Internacional, no le convenía el papel de crítico imparcial de las políticas del PCC. En diciembre de 1926, solicitó afiliarse al PCC, a pesar de que seguía oponiéndose a las posiciones sectarias de sus dirigentes. Este deseo se realizó sólo después del reconocimiento del CC del PCC de su derrota en la confron¬tación con Mella, quien fue apoyado por los partidos comunistas de México, Estados Unidos y el personal del Komintern.

Después de la restauración a Mella de “todos los derechos y obligaciones de un miembro del Partido”9, en junio de 1927, fue admitido en el PCC un grupo de profesores de la UP, incluyendo a Vivó. Sin embargo, su actividad política no agradaba a las autori¬dades cubanas. 9 El CCE del PCC al CCE de la Internacional Comunista, La Habana, 29.05.1927. – RGASPI, fond 495, opis’ 105, delo 8. F. 13.180

En julio de 1927 Vivó d’Escoto fue detenido por el pleito (también Mella fue detenido por el mismo pleito y se le presentaron cargos de rebeldía). En el informe del jefe de la policía de La Habana para el gobierno de México se dijo que Mella y Vivó “no pertenecen a ningún partido políti¬co de Cuba, no son ni obreros ni trabajadores, no están perseguidos por el gobierno de Cuba, sino por la justicia” (Jeifets y Jeifets, 2004:333). Debido al peligro que enfrentaba su neófito, el PCC organizo la salida de Vivó del país.

Así comenzó la odisea de Vivó d’Escoto, diez años de servicio al movi-miento comunista internacional. El 6 de septiembre de 1927 llega a Nicaragua y pronto se muda a Costa Rica, se naturaliza como un nacional tico para evitar una deportación a Cuba. Por un tiempo trabaja como reportero en La Prensa y como funcionario de una oficina gubernamental. Posteriormente ingresó a la Universidad Popular de San José como profesor de economía política. Mientras aprendía marxismo con los artesanos, fundó grupos comunistas en Cartago, Limón, San José y Heredia, que en 1929 sirvieron de base para for¬mar el Partido Popular de orientación comunista.10
10 Pakkassvirta, J. ¿Un continente, una nación? Intelectuales latinoamericanos, comunidad política y las revistas culturales en Costa Rica y en el Perú (1919-1930). Helsinki: Academia Scientiarum Fennica, 1997. p. 137; Cerdas Cruz R. La hoz y el machete. La Internacional Comunista, América Latina y la Revolución en Centroamérica. San José: Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1986. p. 318. El Partido Popular fue un partido antecesor del Par¬tido Comunista fundado en 1931, participó en varias campañas electorales durante la década de los treinta y logró algunos escaños en el parlamento nacional y municipios, asimismo formó una base importante de apoyo entre los trabajadores de la ciudad y de las plantaciones bananeras. Molina, I. y S. Palmer. Historia de Costa Rica. San José: Ed. UCR, 2009. p. 87.181

Las condiciones en Costa Rica diferían sustancialmente de las cubanas; las autoridades realizaban varias reformas sociales y los obreros organizados no eran perseguidos ferozmente. Los trabajadores disponían de clubs y periódi¬cos. Al mismo tiempo, el movimiento obrero nacional estaba alejado de los principales centros revolucionarios y no tenía contactos con la Komintern y la Internacional Sindical Roja.

Vivó asumió el reto de integrar los grupos obreros y sindicales de su nueva patria con el movimiento comunista interna¬cional. No debe de sorprender que fue percibido por el movimiento sindical internacional afiliado con la Komintern como un auténtico representante de los sindicatos costarricences y fue elegido como miembre suplente del Con-sejo Central de la ISR como representante tico en 1928.

Pero ni siquiera entera de su nuevo puesto. En febrero de 1928 se mudó a Panamá, donde estableció contactos con el Partido Laborista; sin embargo
se enfermó y se fue a Colombia, donde trabajó como obrero linotipista y desempeñó funciones en el diario de la Confederación Obrera Nacional, La Humanidad, el órgano no oficial del Partido Socialista Revolucionario en Cali, en los años 20 era uno de los periódicos más significativos del país (Núñez, 2006; Archila, 1985); además fue reportero de El Espectador y del Diario Na¬cional. Fue electo secretario general de la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos en Colombia.11
11 La Asociación fue fundada en México en 1928 por Mella, quien fue el secretario general de su delegación central.

Al ingresar en marzo de 1928 al PSRC, el cubano era parte del comité del partido del Valle de Cauca y el centro de la “corriente antiputchista” (un grupo de comunistas disidentes que no apoyaban a los dirigentes decididos a formar una unión con los liberales para organizar la insurrección armada). La carrera de Vivó en el PSRC fue rápida y exitosa: desempeñaba funciones de secretario de la organización y fue elegido como delegado del PSR al VI Con¬greso de la Komintern.

Sin embargo, fue detenido y no pudo asistir al evento. Esas circunstancias disminuyeron el papel desempeñado por la delegación de los socialistas revolucionarios en el congreso. Los restantes delegados, J. Cárdenas y N. Arce, no eran comunistas convencidos y carecían de alguna base teórica marxista, ambos no participaron activamente en las discusiones.

Siendo presidente del II Congreso del PSR (Diciembre de 1928 a Enero de 1929) y miembro del CE del partido, participó activamente en la conforma¬ción de directivas para la huelga bananera y fue crítico feroz del dirigente de su comité de huelga, Raúl Mahecha, conductor de la “línea putchista”(Meschkat, 2009). Después del congreso, en enero de 1929, el cubano fue detenido y de¬portado a Panamá, de donde se mudó a Guatemala, durante un mes trabajó con los comunistas guatemaltecos.

En abril de 1929 fue a México e ingresó en el PCM; trabajó con la Confederación Sindical Unitaria de México y en el Ejecutivo de la sección mexicana del Socorro Rojo Internacional. Cuando Mella fue asesinado, Vivó lo sustituyó en el puesto de secretario general de la delegación mexicana de la ANERC; hizo contactos entre las secciones mexi¬cana y cubana de la Komintern, desempeñando el cargo de representante del PCC ante el Comité Central del Partido Comunista de México12. En 1929 termina sus estudios y recibe el título de abogado; entra a la Es¬cuela de Economía y se convierte en funcionario profesional del partido13.
12 Informe del representante del P.C. Vivó sobre el partido apócrifo de Cuba. México, D.F., a 28 de 182
13 Jorge Abilio Vivó Escoto. En Moscú – Marin. [Autobiografía]. RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134, f. 41

En México ya no pudo combinar el trabajo en el partido con las ganancias extrapartidarias (como lo hacía en Cuba, Costa Rica y Colombia). En mayo de 1929, el PCC designó a Jorge Vivó y Sandalio Junco sus delegados a la Prime¬ra Conferencia Comunista Latinoamericana. Sin embargo, la CSUM y el SRI se expresaron en contra del viaje de Vivó, considerándo más importante que desempeñe sus labores en México. De tal manera, de nuevo ha sido incapaz de tomar parte en discusiones sobre los problemas del movimiento revolucio¬nario latinoamericano en el foro comunista internacional.

Junto a otros emigrados cubanos, M. A. Cotoño, R. Teurbe Tolón, S. Junco y A. Barreiro, Jorge Vivó participó activamente en la campaña contra el gobierno autoritario de G. Machado y preparó la edición del periódico Mella, en mayo de 1929. Las actividades del exilio revolucionario eran un factor de preocupación para Machado; la embajada cubana solicitó a las autoridades mexicanas no tole¬rar mítines en la tumba de Mella ni otros actos antimachadistas14.
14 Embajada de Cuba [a Secretaría de Gobernación de México?], a 30 de abril de 1929. – Archivo General de la Nación (AGN), Ramo Departamento de Investigaciones políticas y sociales (DIPS), vol. 33, exp. 41, f. 30.

El Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación de Méxi¬co seguía de cerca las actividades de varios emigrados, no tanto por el deseo de ayudar a las autoridades cubanas sino por causas internas; muchos de ellos eran militantes de la izquierda mexicana. Vivó, según la estimación hecha por un agente de policía, era uno de los dirigentes del PCM15.
15 Informe de la agente núm. 20 del Departamento Confidencial de la Segob al Jefe del Departamento sobre las actividades de los elementos comunistas en México. México, D.F., a 29 de agosto de 1929. – Ibid., vol. 61, exp. 15. f. 124. El miembro de la Federación de Jóvenes Comunistas de México, Saturnino Ortega, detenido en 1929 fue interrogado varias veces sobre su participación en la adquisición de armas, los policías se interesaban también en averiguar cuál era el papel desempeñado por J. Vivó en los preparativos militares del PCM. – Declara¬ción de Saturnino Ortega, 20 años de edad, de la ciudad de México, soltero, con domicilio en la calzada Gorostiza No. 31 Interior 61, vive con su madre y sus hermanos, estos últimos con domicilio en Chizalpopeca 144. – Ibid., Ramo P. Ortiz Rubio, Año 1930, exp. 168А, foja s.n. Sin embargo, las autoridades no han logrado obtener alguna información precisa durante los interrogatorios de Ortega. Ya estaban enteradas sobre el exilio del cubano, mien¬tras los datos comunicados por el detenido respecto a la “simple militancia” de Vivó no eran ciertos.

La estalinización del partido comunista mundial, iniciada en otoño de 1928, y las purgas de los partidarios de la llamada corriente “reconciliado-ra”, cambiaron sustancialmente las relaciones entre Moscú y los partidos comunistas en países que se convertían en herramientas de las decisiones de Stalin, indiscutibles aunque no encajaran en las circunstancias internacio¬nales. La III Internacional fomentaba el radicalismo de la izquierda latinoa¬mericana, insistiendo en una ruptura con los socios que no correspondieran a la nueva ideología16. Muchos militantes del PCM, a su vez, estaban listos para enfrentar a las autoridades de su país.
16 Así, la Carta Abierta del Secretariado Latinoamericano del CEIC a los Partidos Comunistas de Améri¬ca Latina “Sobre el peligro de derecha” (publicada el 20 de septiembre de 1929 en La Correspondencia Sudameri¬cana) insistía: “la tolerancia pequeño-burguesa debe ser erradicada con toda la energía”. (Citado en: Kalmykov N. Komintern i kommunisticheskoie dvizheniie v Latinskoi Amerike // Istoriia Kommunisticheskogo Inter-natsionala. 1919-1943. Dokumentalnye ocherki. Moscú: Ed. Nauka, 2002. p.393).

Las pasiones izquierdistas –siempre fuertes en el PCM– se consolidaron tras el inicio de las represiones desatadas por el gobierno de E. Portes Gil en contra de los comunistas. La policía recopilaba información sobre los militantes de la III Internacional y buscaba a los de procedencia extranjera; muchos fueron deportados entre diciembre de 1929 y febrero de 193017. El único diputado comunista en el parlamento nacional, Hernán Laborde, fue desaforado.
17 Informe de la Agente núm. 20 al Jefe del Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación sobre domicilios de los comunistas en México, D.F., 30 de septiembre de 1929. // AGN. DIPS. Vol. 61. Exp. 15. F. 128. В Los agentes de la policía secreta lograron averiguar el domicilio del miembro del CE del Secretariado del Caribe del SRI el peruano Jacobo Hurwitz y establecer el hecho de la estancia en México de M. Grollman (emisario de la Komintern); sin embargo, nunca pudieron esclarecer de quién exactamente se trataba, solo se referían a “un roso de nombre Pedro”. En diciembre de 1929 las autoridades encarcelaron al ruso Julio Rosovsky, rumanos Da¬vid Halperin, Faire Soloveichin y Frain Protot, los polacos Abraham Goldfeder y Chana Domovska, los cubanos Manuel Cotoño, Alejandro Barreiro, Fernando (Sandalio) Junco, argentine Luis Hipólito Echevere. – Relación de los Comunistas extranjeros que se ponen a disposición de la Secretaría de Gobernación para que sean expulsados del país. México, 27 de diciembre de 1929. // AGN. Ramo P. Ortiz Rubio. Año 1930. Exp. 168А.

Vivó fue deportado a los Estados Unidos en marzo de 1930 y El PCEU lo envió a trabajar en el Centro de Obreros de Habla Española, y lo promovió al Buró de la sección española del partido hasta ocupar la secretaria general en los últimos meses de estancia en tierra americana. Mientras tanto, en 1930, el PCM fue ilegalizado y renunció a su derecho de coordinar el trabajo de las estructuras regionales de varias organizaciones de filiación comunista. El Buró del Caribe del SRI también fue trasladado de México a Nueva York, y en febrero de 1930 Vivó fue designado su secretario general en reemplazo del italiano Vittorio Vidali; mientras era miembro suplente de la Komintern. El 16 de abril, el PCM lo designa representante ante el CC del PCEU18.
18 Informe sobre las últimas labores del Secretariado del Caribe del SRI, 23 de enero de 1930. RGASPI, fond 539, opis’ 3, delo 218, f. 23; Resolución del Comité Central del Partido Comunista de México sobre el SRI, 184

Trabajando en Nueva York, participa en la resolución de varios asuntos claves para los comunistas mexicanos, como la organización de ayuda a la CSUM (cuya actividad estaba casi paralizada por las represiones gubernamentales) y el “caso de Sandino” (conflicto emergido entre el PCM y el jefe de los rebel¬des nicaragüenses por la aceptación de la ayuda de las autoridades mexicanas).

Mientras vivía en Nueva York, el cubano colaboraba activamente con el periódico Vida Obrera del PCEU, en las líneas de clase contra clase y de lucha contra la oposición de izquierda trotskista. Bajo el seudónimo de R. Gómez atacó enérgicamente a la Oposición Comunista Internacional (como se denominaban los trotskistas) y a su sección mexicana por su actitud en la cuestión china (Vida Obrera, 1930).

Para Vivó, la campaña anti-trotskista tenía un significado adicional: su ex-camarada en el PCC y el PCM, Sandalio Junco, se unió a las filas de la Oposición Internacional. Los conflictos entre los comunistas y trotskistas en la isla del Caribe no tardaron en surgir. Vivó tuvo que encabezar una campaña de purgas en el PCC para expulsar a los trotskistas encabezados por Junco, quien a la sazón había regresado de Moscú19.
19 Sesión ampliada del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (sección de la I.C.) celebrada el 24 de septiembre de 1932. RGASPI, fond 495, opis’ 105, delo 50, fs. 10-21. Junco y M. García Villareal fueron expulsados del PCC por el Pleno Ampliado del CC del PCC (24 de septiembre de 1932) y después han fundado el Bureau de la Oposición Comunista transformado posteriormente en el Partido Bolchevique Leninista (PBL).

Siendo uno de los dirigentes del Buró del Caribe, participó plenamente en la campaña de crítica hacia un grupo de comunistas que encabezaba el Partido Revolucionario Venezolano, fundado en 1927 (Gustavo y Eduardo Machado y Salvador de la Plaza)20.
20 G. Machado a H. Laborde, París, 1 de junio de 1930. RGASPI, fond 495, opis’ 108, delo 134, f. 23.185

La III Internacional no apoyaba la idea de una expedición armada al territorio de Venezuela, propuesta por los co¬munistas venezolanos en el exilio mediada la década de los años 20. Obvia¬mente, una ironía del destino: un plan similar respecto a Cuba fue planteado por el amigo de Vivó, Julio Antonio Mella, dispuesto a colaborar con los representantes de la Unión Nacionalista. Mella era uno de los militantes del PRV y estaba convenciendo a Moscú de contribuir a la organización de la actividad armada en contra del régimen dictatorial de J. V. Gómez. Según Mella, en el caso de triunfar la expedición armada en Venezuela se formaría otro centro, aparte del mexicano, para desplegar la causa nacional antimpe¬rialista. Sin embargo, el joven dirigente cayó víctima de un atentado. La in¬fluencia de los líderes del PRV fue debilitada, sobre todo tras la derrota del “ataque a Curazao” realizado por el grupo de Gustavo Machado en 1929, a pesar de la falta de buen visto de la Komintern.

La III Internacional envió una carta a los militantes comunistas del PRV rechazando el derrocamiento de J. V. Gómez por las fuerzas de la expedi-ción armada desde afuera, y condenando la idea de sustituir la organización de la rebelión de masas por actos de “heroísmo individual”. Esa carta fue discutida en la reunión del CE del PCM con la resolución tomada de concentrarse en formar un Partido Comunista de Venezuela sobre la base de grupos de emigrados y del movimiento obrero dentro del país, y de con¬vertir la fracción comunista del PRV en una estructura consolidada capaz de llevar a cabo la línea de la Komintern.21
21 Resolución del Partido Comunista mexicano sobre la cuestión venezolana (a causa de la carta enviada por el Secretariado Latinoamericano de la I.C. a los comunistas venezolanos). México, 16 de abril de 1929. RGASPI, fond 495, opis’ 108, delo 102, fs. 1-2.

Solo después de esto, según las estimaciones de Moscú, era posible que la revolución social estallara en Venezuela. La Primera Conferencia Comunista Latinoamericana en Buenos Aires, en junio de 1929, confirmó este planteamiento. Vivó había conocido muy bien a los comunistas venezolanos del PRV desde la época de sus actividades en Cuba22, luego trabajó con ellos en el PCM y en LADLA.
22 Los hermanos Gustavo y Eduardo Machado y Salvador de la Plaza estaban en el exilio en Cuba en 1925, los tres formaban parte del Comité Pro Mella, daban clases en la UP y militaban en la Liga Antiimperialista.186

¿Por qué decidió condenar las ideas de sus amigos antiguos y de Mella que participaba activamente en la preparación de ex¬pediciones armadas a Venezuela y Cuba? ¿Traicionaba la memoria de Me¬lla y de sus ex-compañeros de lucha revolucionaria ante el cambio de los cálculos del Komintern? Nos parece que no era así. Obviamente, dejó de seguir de cerca al movimiento cubano durante su estancia en Costa Rica y Colombia, y no necesariamente se enteraba de los planes secretos de Mella y del PRV. Además, su experiencia colombiana le llevaba a rechazar este tipo de actividades.

Los venezolanos estaban molestos, y no tanto con la actitud de Moscú, sino con las actividades de Vivó. Según G. Machado y S. de la Plaza, no solamente eran un “acto poco amistoso” de parte del cubano, sino que podrían ser considerados una “traición”.23 El 29 de mayo de 1930, durante la preparación del II Congreso del PCC, todo el Secretariado de su Comité Central fue detenido por la policía cuba¬na24.

23 Secretario general del Bureau del Caribe del SRI Jorge A. Vivó a Salvador de la Plaza, Nueva York, a 27 de enero de 1931. Ibid., fond 495, opis’ 104, delo 55, f. 2; secretario general del CC del PC de Cuba L. Miranda al Comité Central del PC de América, a 29 de marzo de 1930. Ibid., opis’ 105, delo 33, f. 10
24 Secretario General del PCC J. Valdés (Gregorio Cortina), F. Grobart (Otto Modley), J. Rego, F. Ro¬dríguez Abascal, J. Wong (este último, dirigente del grupo chino del PCC, posteriormente fue asesinado por policías). – Represión fascista del Gobierno (últimos acontecimientos). – Ibid., delo 31, f. 55

El poco numeroso PCC se quedó sin dirigentes influyentes dentro del país: un año antes Mella había sido asesinado; Martínez Villena estaba en la URSS trabajando en la Komintern y recuperando su salud; el otro comunista prominente, Joaquín Ordoqui, estaba trabajando en la Internacional Sindical Roja en Moscú. Sandalio Junco y Ramón Nicolau también se encontraban en la URSS estudiando en la Escuela Leninista Internacional. El miembro suplente del CEIC, A. Barreiro trabajaba en el Subsecretariado del Caribe de la Confederación Sindical Latino Americana y L. Fernández Sánchez dirigía la edición de Vida Obrera en Nueva York.

La actividad del PCC fue efectivamente paralizada y urgía restablecer los enlaces destruidos. De hecho, había que reorganizar todo el trabajo del partido. El Buró del Caribe resolvió que Jorge Vivó era la mejor opción para realizar este plan y solicitó al CEIC liberarlo de sus cargos en el SRI y enviarlo a Cuba para “organizar el trabajo del nuevo CC del Partido Comunista de Cuba”25.
25 Suplente del Encargado por el Lender-Secretariado Latinoamericano del CEIC Sinani a Stasova (SRI). Ibid., delo 38, f. 7.187

Las causas de la elección de Vivó en este cargo son superficiales. En primer lugar, en el país las opciones eran limitadas y buscar a un nue¬vo dirigente del partido entre los emigrantes políticos del extranjero era necesario. En segundo lugar, a pesar de las aptitudes de los potenciales candidatos, ninguno reunía las cualidades de Vivó: experiencia de trabajo internacional y conocimiento de la organización del partido y de los en-laces con los Partidos Comunistas de EEUU y México, y en la oficina ca-ribeña del Komintern. En tercer lugar, desde Nueva York, donde él vivía y trabajaba, trasladarse a Cuba (de manera legal o ilegal) era más fácil que desde cualquier otro lugar.

Aunque la actividad de la sección cubana de la Komintern bajo el lideraz¬go de Vivó todavía requiere investigaciones profundas26, se puede pensar que en aquel período (y con el trabajo emprendido por el nuevo secretario gene¬ral) el PCC logró prepararse para las futuras luchas, la primera de las cuales se desató en 1933 y culminó con la caída de la dictadura de Machado. Vivó realizaba la estrategia propuesta por Mella: fundar numerosas organizaciones antiimperialistas, estudiantiles, intelectuales, sindicales, juveniles, etc., bajo la tutela del PCC; ampliando de esa manera la influencia comunista.
26 Ni siquiera el estudio pormenorizado sobre el “primer partido marxista leninista de Cuba”, escrito por Angelina Rojas Blaquier, nos abastece con detalles del desarrollo del PCC durante aquel período; además no presta atención al papel desempeñado por el secretario general del PCC, a pesar de que el capítulo dedicado a los años 1930-1933 (justo cuando J. Vivó lideraba a los comunistas cubanos) se titula “El PCC durante el alzamiento del movimiento popular”. Rojas Blaquier, A. Primer Partido Comunista de Cuba. La Habana: Ed. Ori¬ente, 2006. Op. cit. p. 117-198. La estudiosa cubana se refiere varias veces a Vivó, pero no lo identifica como “Pedraza”. Tampoco logra identificar a los emisarios de la ISR “Juan” y “Orestes”, aunque estos personajes ya habían sido investigados por historiadores que averiguaron que se trataba del polaco Witold Lovsky (M. Michrovsky) e italiano Ennio Gniudi (Jeifets y Jeifets, 2004:184, 332-334).

Jorge Vivó logró llevar el PCC, de ser un grupo de intelectuales y obreros de La Habana, a convertirse en una estructura nacional, que contaba con locales en diferentes regiones de Cuba. Para 1933, el PCC disponía de 2 mil militantes y al final de ese año logró ampliar sus filas aún más (entre 6 y 10 mil personas). La Liga de los Jóvenes Comunistas de Cuba también creció y contaba con 6 mil mili¬tantes. La CNOC alcanzó a tener 25 mil militantes27. El Ala Izquierda Estudiantil, dirigida por los comunistas, se convirtió en una fuerte organización.
27 El protocolo de la discusión sobre “el error del agosto” en el Lender-Secretariado de América del Sur y del Centro (1934). RGASPI, fond 495, opis’ 79, delo 196, f. 39; Kommunisticheskii Internatsional pered VII vsemirnym kongressom. (Materialy). Moscú: 1935. p. 413.188

Vivó, los dirigentes de la CNOC Joaquín Ordoqui y César Vilar, y el líder de la LJC Severo Aguirre, fueron detenidos por la policía en 1933; la campaña por su liberación fue uno de los motores de la lucha antidictatorial que logró transformarse en una huelga general en agosto de 1933. Las autoridades fue¬ron obligadas a empezar negociaciones con los sindicatos revolucionarios y el PCC. El dirigente informal del Partido Comunista, Rubén Martínez Villena, que a la sazón regresaba desde Moscú, planteó ante los miembros del CC del PCC la necesidad de llegar a un acuerdo con Machado tras el cumplimiento de reivindicaciones económicas de la huelga, la legalización de la CNOC, del PCC y otros grupos opositores, y el restablecimiento de derechos democráti¬cos. El argumento principal de Villena era: “Un Machado debilitado es mejor que la intervención” (Soto, 1979:376-379; Tenant, 2000:21).

Durante el punto culminante de la huelga general, cuando enormes masas de gente estaban en la calle y no querían regresar a las fábricas a pesar del cumpli¬miento de varias demandas, los comunistas cubanos recibieron, según palabras del emisario de la ISR “Juan” (Witold Lovsky), un telegrama de la Komintern que cancelaba “la venta final” (la continuación de la huelga). Todo eso sirvió de base para que Martínez Villena exigiera a los miembros del CC limitar las actividades obreras con las demandas económicas. No quería decir, sin embargo, que los co-munistas evitaban asumir las responsabilidades. Los partidarios de Rubén partían de la posibilidad de tomar el poder donde ya “estaba tirado en la calle”, a causa de la desaparición de gobernadores y presidentes municipales machadistas28.
28 El protócolo de la discusión sobre “el error del agosto” … fs. 45-46, f. 54.

Los acontecimientos cambiaban velozmente, cualquier decisión podría ser errónea. La mayoría del CC siguió los planteamientos de Martínez Villena, con¬siderándolos adecuados a las instrucciones de la Komintern. Paradójicamente, la táctica del partido comunista mundial, propuesta por Moscú en el caso cubano, estaba en absoluto desacuerdo con las posturas de los emisarios del PCEU, de la ISR y del Buró del Caribe que se encontraban en la isla del Caribe, convencidos de seguir presionando a la dictadura y no regresar a los lugares del trabajo.

Tras volver a Moscú, el emisario de la ISR, W. Lovsky, informó a sus su¬periores que Vivó había sido el único de los miembros del CC del PCC que había tenido “una línea correcta”: sin embargo, no la estaba defendiendo (…) Más o menos se orientaba en la situación y exigía continuar la huelga dándole carácter político29. Más tarde, cuando Jorge A. Vivó ya no era militante del PCC, su comportamiento durante la discusión de errores de agosto fue con¬siderado como una actitud indigna, porque “al no estar en contra de la línea del CC, negaba que estaba de acuerdo”.30
.
29 El protócolo de la discusión sobre “el error del agosto” … fs. 46-47.
30 G. Perez [C. Vilar]. Seudónimo Pablo. Nombre [verdadero] Jorge Vivó. – RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134, f. 27 vuelta.189

El conflicto entre Martínez Villena y Vivó era un reflejo de la complicada situación en Cuba y las contradicciones contenidas en las instrucciones de la Komintern. Los emisarios de la III Internacional en Cuba no solamente observaban los acontecimientos revolucionarios, también participaban acti¬vamente en todo el proceso, llegaron a la conclusión de que Rubén era “uno de los mejores camaradas con que contaba la Komintern”; Vivó fue estimado como “un trabajador valioso que mantenía la línea cominternista” y pensaba que la revolución socialista estaba en la agenda cubana.31
31 El protócolo de la discusión sobre “el error del agosto” … fs. 57-58190

Hay que reconocer también que la revolución de agosto de 1933 contribu-yó muchísimo a la transformación del PCC, de ser un grupo sectario a la orga¬nización de masas, a una parte inalienable de la vida nacional política cubana capaz de influir muchos procesos. Al mismo tiempo, el Partido Comunista ya estaba preparado para esas metamorfosis, por su actividad en la fase anterior bajo el liderazgo de su Secretario General ‘camarada Pablo’ (“Pedraza”), y gracias a implementar varias ideas de J. A. Mella.
Originalmente, la Komintern consideraba que el principal culpable del “error de agosto” era R. Martínez Villena. Sin embargo, más tarde Vivó fue culpado de definir erróneamente la estrategia y la táctica del PCC, lo que no permitió aprovechar las posibilidades surgidas de la revolución antimachadista. Martínez Villena falleció en enero de 1934; el PCC necesitaba la experiencia de Vivó. Por eso siguió siendo miembro del Buró Político en el Comité Central reorga¬nizado, y dirigía su trabajo sindical (al tiempo que era secretario de la fracción comunista de la CNOC) y las labores del Buró Portuario del CC del PCC. Fue encargado de preparar el IV Congreso de la CNOC conocido como congreso de la unidad sindical en 1934, y presentó su informe sobre el trabajo sindical en el II Congreso del PCC (donde fue reelegido como miembro del CC).

Más tarde Vivó fue encargado por el Buró del Caribe de visitar Puerto Rico con el objeto de resolver una crisis dentro del recién fundado Partido Comu¬nista. Gracias a sus esfuerzos, la unidad del PCPR fue reestablecida, luego el partido fue admitido en el seno de la III Internacional. Tras cumplir su misión, en agosto de 1934, fue a Moscú para asistir al Séptimo congreso de la Komin¬tern, pero no logró asistir a la III Conferencia de los Partidos Comunistas de América del Sur y del Caribe.

Mientras el Lender-Secretariado de América del Sur y del Centro analizaba el “error de agosto” cometido por el PCC, el ex-líder del Partido Comunista fue objeto de una severa crítica. Sin embargo, esas críticas no excluían buenas estimaciones de otras actividades del suplente del dirigente del lender-secretariado ‘Sinani’ (Georgui Skalov). El cubano asistía a las reuniones del Lender-secretariado y recibió la encomienda de organizar un grupo para capacitación teórica de los delegados latinoamericanos al VII Congreso. Luego, por decisión del Lender-secretariado regresó a Cuba en di¬ciembre de 1935 para seguir trabajando en el Buró Político del PCC.

En 1937 Vivó fue excluido del Buró Político del Comité Central. Explicando a la dirección del CEIC esta decisión, sus antiguos compañeros de partido le atri¬buyeron todos los errores posibles, concebibles e inconcebibles. “Él llevó al par¬tido cierta corriente terrorista. Esta corriente se manifestó en un momento de descenso del movimiento, pero durante el cual se desarrollaban grandes luchas”. A Vivó le incriminaron la “Confianza en las promesas de M. Gómez que con¬ducían al partido en una línea “seguidista”. En la cuestión sindical, lo acusaron de que “concesiones a elementos reformistas y las ilusiones en la Secretaría del Trabajo llevaron prácticamente a la liquidación de la CNOC como organismo de masa”32. Para completar el cuadro de la caída ideológica, le incriminaron que “no estaba de acuerdo con la política de la URSS sobre España”.

32 La dirección del partido estimó en aquel momento la línea comenzada por el congreso “unión sindical” en 1934 y que terminó en 1939 con la creación de la Confederación de Trabajadores de Cuba, CTC, la asociación más poderosa de los trabajadores cubanos. La Komintern calificó los resultados del congreso contradictoriamente. Se consideró un éxito por su composición (2 mil delegados de 426 mil obreros que pertenecían a los sindicatos revolucionarios y reformistas). Además se notaba que “el Partido Comunista cometió un error de no usar el congreso para el establecimiento de una unión sindical eficaz en Cuba. El partido no desplegó suficiente trabajo dentro de los sindicatos existentes reformistas”. kommunisticheskii Internatsional pered VII vsemirnym kongressom (Materialy). Мoscú: 1935. P. 416. Pero esto fue una valoración de la actividad de todo el partido, y no solamente del dirigente sindical.

En el Lender -secretariado de América Central y América del Sur del IKKI, debían recordar bien el informe del mismo C. Vilar (1934) en el que se decía: “Para la dirección de la realización del 4to congreso de la Confederación el Comité Central del partido formó una comisión, en la cual ingresó el secretariado del partido por completo, los secretarios y los dirigentes de las facciones Comunistas de los sindicatos esenciales y las asociaciones. En el congreso de la Confederación fueron creadas las facciones Comunistas por las aso¬ciaciones profesionales provinciales, ya que había una cantidad considerable de miembros del partido en el congreso y no había posibilidad de crear una sola facción. A la cabeza de cada una de estas facciones en las provincias fueron puestos dirigentes. Todos estos dirigentes de las distintas facciones más los dirigentes del Comité Central, se reunían no sólo antes de cada sesión del congreso, sino que discutían cada tarde todas las cuestiones. El protocolo de la discusión sobre “el error del agosto”… f. 30.

Según Lovsky, durante el discurso en el foro sindical, B. Roca cometió un grave error “indicando la necesidad de que por cada obrero muerto caiga un soldado”. Tal posición podía llevar a una fuerte confrontación del movimiento de los trabajadores con las fuerzas armadas. Acta sobre la discusión “del error de agosto”… Ibid., fs. 31-32. 191

Vivó se negó a cumplir la decisión del Buró Político. Esto fue considerado una intensificación de su labor de calumnia y difamación contra la dirección del partido. El paso siguiente fue su expulsión del Comité Central y la deci¬sión de enviarlo a “un trabajo en la base”. Vivó manifestó su desacuerdo con este veredicto y expresó el deseo de salir al extranjero. El Buró Político le prohibió la salida, pero la decisión de “Pablo” era inalterable: “sin someterse a la disciplina salió para México, siendo separado del partido”. El PCC informó a los camaradas mexicanos y americanos sobre la situación.

Los comunistas cubanos advirtieron a los partidarios del extranjero que Vivó, “conserva pequeños remanentes burgueses”, y manifestaron que Vivó “cree que debe ser el Secretario General del partido. Le atormenta que otros tengan más personalidad que él ante el partido y ante las masas. Este es un compañero que puede hacer mucho daño; tiene gran capacidad de acción; por su trabajo en el SRI en México y los Estados Unidos tiene muchos contactos con elementos del Caribe. La permanencia de Trotski en México, la situación del partido Mexicano y Lombardo Toledano pueden contribuir a que pase a la contrarrevolución”33.

33 G. Pérez [C. Vilar]. Seudónimo Pablo… f. 27 vuelta. Se trataba sobre las tensiones surgidas entre los comunistas mexicanos y la Confederación de los Trabajadores de México (CTM), durante la pelea por los puestos directivos en esta central sindical.

Dos acusaciones de la larga lista parecen absurdas, por lo menos a primera vista. La primera, una corriente “terrorista” en la actividad del partido; y la segunda, una posible asociación al trotskismo. ¿Cómo era posible levantar tales acusa¬ciones a la persona que encabezaba “la corriente anti golpista” en el partido colombiano, que criticaba “la vía garibaldista” del PRV, que luchaba continua¬mente contra “los junquistas”, seguidores cubanos de Trotsky? En 1937, ya todo era posible.

Después de la derrota de la insurrección en Brasil, cuyas causas en Moscú atribuían a “una provocación”, y el inicio de los procesos en Moscú, crearon el ambiente para que cualquier acusación, por increíble que fuese, se tomara como verídica. No obstante, cuando se le informaba al Komintern sobre “el asunto de Vivó”, el representante del PCC se vio obligado a reconocer “que durante su estancia en el puesto de secretario general en el período de crecimien¬to del movimiento revolucionario, el partido tuvo un importante desarrollo y se convirtió en un partido arraigado por todo el país”34.
34 G. Pérez [C. Vilar]. Seudónimo Pablo… f. 27.192

Con la posibilidad de asistir al congreso del PCM en enero de 1937, Vivó trató de convencer a sus dirigentes y “al delegado fraternal” del PC de los EE.UU., James Ford, quien conocía muy bien los asuntos cubanos35, de que él tenía la razón, “comentando sobre los pasos en falso del Partido Comunista de Cuba y del camarada Blas Roca”. El americano, sin embargo, tomó la posición del PCC.
35 Ford fue miembro del Bureau Negro del Lender-Secretariado Oriental del CEIC y miembro suplente del CEIC. Participante en el congreso antiimperialista de Francfort. En 1932 y 1936 fue candidato a vicepresi¬dente del PC de los EE.UU. Delegado del PC americano y de los sindicatos revolucionarios de los EE.UU. en los funerales de R. Martínez Villena, y delegado en el Congreso de la unidad sindical (enero de 1934).

El motivo de su decisión es claro: en la disputa entre la dirección del partido, que se encontraba en auge, y su ex secretario general, los colegas del Komintern prefirieron irse con el PCC, sacrificando la extraordinaria persona de Jorge Vivó. Para él, el trato proveniente de sus antiguos camaradas fue una cruel lección que lo alejó para siempre de la participación en política.

El castigo por heterodoxia del ex secretario general del PCC, sometido al ostracismo, se extendió por años. El golpe fue inesperado, donde él menos lo esperaba, donde no había relación directa con la política. En marzo de 1939 Vivó se dirigió con una carta al Comité Ejecutivo del SRI solicitando ayuda en la reunificación con sus hijos Jorge y Aldo, que estudiaban en la ciudad de Ivanovo en el Horfanato Internacional36.

36 Vivó combinaba asombrosamente la actividad política con tempestuosas aventuras románticas. A los 16 años se casó con Silvia Laurent, quien dio a luz a su hijo Jorge antes del matrimonio. Con su primera esposa, la madre de sus tres niños, él tenía divergencias políticas. Al regresar a Cuba en 1931, trató de restablecer la familia; Silvia, que se encontraba bajo la influencia machadista de su padre, le puso una condición irrealizable: “con el comunismo o con ella”. En adelante Jorge Vivó sostendría firmemente sus principios ideológicos en las relaciones con las mujeres. Extremadamente franco, cuenta en su autobiografía escrita para el Departamento de Personal del CEIC que en Colombia tuvo una amiga miembro del PSR, María Pérez; en los EEUU, una miembro del Partido Comunista (no menciona su nombre, sólo que ella lo dejó). En Cuba, entre 1923 y 1934, vivía con una miembro del PCC, Carmen Blanco; en la URSS, con una miembro del komsomol, Vera Orlova. En su emigración a México, Vivó se casó con la ex esposa de I. Figueroa, Lola de la Torriente, posteriormente conocida activista política y es¬critora. Jorge Abilio Vivó Escoto. En Moscú – Marin. [Autobiografía]… ff. 36-47; L. de la Torriente. Testimonio desde dentro. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1985. p. 339-341. A pesar de su vida agitada, no olvidaba a sus hijos. De algún modo Vivó consiguió convencer a Silvia Laurent de dejar ir a sus hijos a estudiar en la URSS. El hijo menor llegó a Moscú con la delegación del Primero de Mayo de Cuba, en la cual se encontraba C. Vilar, secretario general de la CNOC, y Valdez Rodríguez, miembro del CE de la liga Antiimperialista. La prensa soviética escribió: “Con ellos llegó a la URSS el hijo del conocido revolucionario en los países de la América Latina Jorte [así en el texto] Vivó, el muchacho Aldo Vivó de 10 años. El ex secretario general del Partido Comunista de Cuba, camarada Vivó, se esconde de la policía. Su hijo Aldo se educará en el Horfanato Internacional en Ivánovo-Voznesensk”. Pravda de Leningrado, 27 de abril, 1934. El hijo mayor, Jorge, llegó en junio de 1935 en el barco “Reina del Pací¬fico” junto con el delegado del PCC al VII congreso del Komintern B. Roca. García Riveron, R. y J. Alonso Padilla. Ellos sintieron el deber de luchar. Granma, 27 diciembre de 1984. 193

Habiendo recibido “los permisos apropiados” del Comité Central del PCC y PCM, expresó lo siguiente: “Quie¬ro el regreso de mis hijos, ya que considero que los puestos ocupados por ellos [en el Horfanato Internacional] deben ser ocupados por otros niños, y ya que en el presente momento puedo cubrir sus gastos necesarios y, además, quiero que aprendan lo más rápidamente posible el idioma español”37.
37 Jorge A. Vivó al CE del SR de México, México, 29.03.1939. RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134, f. 26.

Por lo visto, la oficina central del SRI nunca le respondió. El reencuentro con uno de sus hijos tuvo lugar años después. Convertidos en ciudadanos soviéticos, en miembros de la Unión Comunista de la Juventud (Komsomol en ruso), los hermanos Vivó ingresaron voluntariamente al ejérci¬to Rojo en los primeros días de la Gran Guerra Patria. El menor, Aldo, fue explorador de los marines en el Hocico de Neva, quien iba a la retaguardia del ejército hitleriano. Según una de las versiones, a finales de 1941 el grupo al cual pertenecía el voluntario cubano fue descubierto y ametrallado por un avión alemán. Aldo Vivó fue enterrado en el cementerio fraternal en Dubro¬vka de Neva (García y Padilla, 1984). Jorge pertenecía a un grupo especial del capitán Borodulin y combatía en las proximidades a Leningrado, fue grave¬mente herido y evacuado de la asediada ciudad.

Encontrándose en Asia Central (1942-1944), Jorge recibió a través del SRI un telegrama con la dirección de su padre, pero no podía comunicarse con él. Solamente hasta 1945, a través de la embajada en Moscú, se enteró de la posibilidad de viajar a México. La empleada del SRI, quien aclaraba preguntas relacionadas con la partida, le formuló una pregunta muy profunda: “¿Por qué quiere ir donde su padre?”, y recibió esta respuesta: Antes de la guerra su padre había solicitado su retorno y le había pedido gestionar el permiso para salir de la URSS, pero por ser menor de edad, no sabía cómo ni a través de quién gestionar dicho permiso. Quería irse entonces y quería irse ahora. Comprendiendo que el SRI no asignaría recursos para el viaje, declaró cate¬góricamente que quería recibir el permiso de salida y la visa, y que el dinero él lo encontraría38.
38 Informe sobre la plática con Jorge Vivó, 19.09.1945. RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134, f. 10.194

En México, Jorge Vivó hijo, se hizo ingeniero y trabajó en la compañía petrolera estatal “Pemex”. En honor al aniversario 40 de la Vic¬toria, los hermanos Vivó y el tercer cubano que había participado en la Gran Guerra Patria, Enrique Vilar, fueron condecorados con órdenes soviéticas: a Jorge la Orden de la Guerra Patria de II grado; a Aldo y Enrique (póstu¬mamente), la Orden de la Guerra Patria de I grado. El Consejo Estatal de la República de Cuba condecoró póstumamente a Aldo Vivó y Enrique Vilar con la orden Ernesto Che Guevara en primer grado.

En México inició la nueva vida de Jorge Vivó d’Escoto. Fuera de la política, se sumergió en la ciencia con mucha pasión. Se hizo profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM (1939), y más tarde director del de¬partamento de geografía de la universidad. Vivó es uno de los fundadores de la Sociedad Mexicana de Antropología, y fue director (1936-1940) de los Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología. Desde 1938 trabajó como director de la biblioteca del Instituto Panamericano de Geografía e Histo¬ria de México, coordinando la actividad editorial del instituto. También dirigió la edición del Anuario Geográfico (1961-1979) y Los anales de la geografía (1975-1979). En 1951 el científico sustentó su tesis de maestría en etnología, La Integración de Chiapas en la nación mexicana; al año su tesis en geografía, La Geografía Económica y Demográfica de Chiapas, y en 1956 obtuvo el grado de doctor.

Bajo su pluma salieron a la luz numerosos trabajos, incluyendo: Las razas Indias y las lenguas de México (1941), la monografía La Geografía de México, que por mucho tiempo se consideró un clásico y fue publicada en la URSS39.
39 El Método Conexivo Dialéctico en la Investigación de la Antropogeografía, 1939; Razas y lenguas indígenas de México, 1941; Geomorfología de El Sumidero y la Región Central de Chiapas, 1971; La Depre¬sión Chapala-Acambay, México Oriental, 1972; El Terremoto del 23 de Diciembre de 1972 en la Ciudad de Managua, 1973; Geografía de América Latina, 1975; El Medio Físico y Recursos de Baja California, 1975; Tectónica y Morfología en el Centro y Sur de México, 1976; Currículum Vitae del Ing. Jorge L. Tamayo, 1978; Panorama de la Geografía 1950-1977, 1979. Jorge A. Vivó. Biografías y vidas. http://www.biografiasyvidas. com/biografia/v/vivo.htm; J. A. Vivó. Geografiia Meksiki. Moscú: ed. de literatura extranjera, 1951; Dr. Jorge A. Vivó Escoto. La Geografía en México: Aspectos Generales de su Evolución”, 1964.195

Según el criterio de sus alumnos, la geografía era para el Dr. Jorge A. Vivó “una ciencia mixta, un tipo de ciencia social acerca de la naturaleza; es decir, acerca de la naturaleza en relación con el hombre como ser social”. Para el cubano el alejamiento de la política no significó en lo absoluto el olvido de sus postulados ideológicos, a los cuales dedicó decena y media de sus años de vida, como sabían sus amigos, colegas y alumnos. Esto fue supremamente importante, pues la influencia del doctor Vivó en la geografía mexicana de comienzos de 1950 resultó bastante importante, contribuyendo a un serio aumento en la cantidad de investigaciones sobre cuestiones sociales en los
estudios geográficos.

La metodología de investigación geográfica propuesta por el cubano a la comunidad científica mexicana, fue dominante del IV al VII Congreso Nacional de Geografía, eventos organizados con su partici¬pación y bajo su influencia ideológica (Hernández Iriberri, 1984). Sus ideas fueron patrimonio de la comunidad científica internacional. El doctor Vivó representó a la escuela mexicana en los congresos mundiales de geografía, empezado por el XVII, que se efectúo en Washington (1952). En 1976 viajó a Moscú para participar en el XXIII congreso de geógrafos. Al profesor Vivó le pertenece el mérito de la transformación del Departamento de Geo¬grafía e Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM a Colegio Geográfico, el cual cuenta con un sistema de tres niveles para la preparación de especialistas (licenciatura, maestría y doctorado).

Para el científico, la ruptura con el movimiento comunista fue comple¬ta e irreversible. No aceptó la revolución cubana de 1959. Recuerda su hija Xochitl que Jorge Vivó d’Escoto estaba seguro de que el papel principal en la victoria lo jugó el movimiento estudiantil, no la insurrección de Fidel Castro y menos los comunistas40.
40 Entrevista de Xochitl Vivó de la Torriente (hija de Jorge A. Vivó d’Escoto) a Víctor Jeifets, México, D.F., 15 de noviembre de 1998.196

El conocido investigador mexicano, Profesor Honoris Causa de la UNAM, Doctor en jurisprudencia y geografía, Maestro de antropología, lingüística, et¬nología, antiguo activista de algunos partidos de izquierda de América Latina, y secretario general “del primer partido marxista-leninista de Cuba”, entrega¬do al olvido por su partido, murió el 13 de julio de 1979 en México.
A manera de conclusión

“La mentira es la religión de los esclavos y los amos. La verdad es el Dios de una persona libre”. Esta frase del escritor proletario ruso Maxim Gorky podría ser el leitmotiv de cualquier investigación histórica. Es coherente, por ejemplo, con la historia de los partidos y los movimientos políticos. Los his¬toriadores de los partidos crean a menudo mitos e imágenes de los líderes, caballeros sin miedo ni reproche cuyo carácter recuerda a Don Quijote de La Mancha. Lo que no encaja en el esquema propuesto, es cortado o cambiado. Generalmente esto les sucede a personas que, debido a las circunstancias, están cerca de los jefes o incluso son jefes rechazados por el partido, o también a personas que abandonan la organización. Alrededor de un líder carismático no puede haber nadie que pueda quebrantar su autoridad.

Esto solo permite tener una versión de la historia, la escrita por los “ga-nadores”. Las historias paralelas de importantes líderes de los movimientos políticos, que han sido excluidos, quedan en las sombras. Estas historias pa¬ralelas de personajes fundamentales generalmente quedan en el olvido, así como detalles de suma importancia que permitan construir una historia más robusta sobre los hechos. El caso de la Tercera Internacional y su relación con los movimientos de izquierda latinoamericanos no escapa a esta dinámi¬ca.

El caso de Jorge Vivó d’Escoto es un claro ejemplo. El olvido sobre este ferviente militante comunista y pieza clave en el desarrollo y evolución de la izquierda en América Latina, es solo una muestra de una de las tantas historias ocultas que podrían servir para reconstruir de manera más precisa la historia de la izquierda en el continente, sin limitarse a los enfoques tradicionales o a las fuentes oficiales, que solo cuentan una parte de la historia.

Nadie sabe toda la verdad y nadie la sabrá nunca. Pero acercarse a ella es la tarea principal del historiador. Con este artículo sobre uno de los líderes olvi¬dados por el Partido Comunista de Cuba, Jorge Vivó d’Escoto, quien jugó un papel extraordinario en su proceso de formación, hemos tratado de aportar a la búsqueda de esta verdad.

Referencias
Fuentes no publicadas

Entrevista de Xochitl Vivó de la Torriente (hija de Jorge A. Vivó d’Escoto) a Víctor Jeifets, México, D.F., 15 de noviembre de 1998.
Archivo General de la Nación (AGN). México, D.F.
Declaración de Saturnino Ortega, 20 años de edad, de la ciudad de México, soltero, con domicilio en la calzada Gorostiza No. 31 Interior 61, vive con su madre y sus hermanos, estos últimos con domicilio en Chizalpopeca 144. – AGN. Ramo P. Ortiz Rubio, Año 1930, exp. 168A.197
Embajada de Cuba [a Secretaría de Gobernación de México?], a 30 de abril de 1929. – Archivo General de la Nación (AGN) (México, D,F.). Ramo Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales (DIPS), vol. 33, exp. 41.
Informe de la agente núm. 20 del Departamento Confidencial de la Segob al Jefe del Departamento sobre las actividades de los elementos comunistas en México. México, D.F., a 29 de agosto de 1929. – AGN. Ramo DIPS. vol. 61, exp. 15.
Informe de la Agente núm. 20 al Jefe del Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación sobre domicilios de los comunistas en México, D.F., 30 de septiembre de 1929. – AGN. Ramo DIPS. Vol. 61. Exp. 15.
Relación de los Comunistas extranjeros que se ponen a disposición de la Secretaría de Gobernación para que sean expulsados del país. México, 27 de diciembre de 1929. – AGN. Ramo P. Ortiz Rubio. Año 1930. Exp. 168А.
El Archivo Estatal Ruso de Historia Social y Política (RGASPI, por sus siglas rusas). Moscú.
El CCE del PCC al CCE de la Internacional Comunista, La Habana, 29.05.1927. – RGASPI, fond 495, opis’ 105, delo 8. F. 13.
G. Machado a H. Laborde, París, 1 de junio de 1930. – RGASPI, fond 495, opis’ 108, delo 134.
G. Pérez [C. Vilar]. Seudónimo Pablo. Nombre [verdadero] Jorge Vivó. – RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 13.
Informe del representante del P.C. Vivó sobre el partido apócrifo de Cuba. México, D.F., a 28 de Noviembre de 1929. – Ibid., fond 495, opis’ 105, delo 20.
Informe sobre la plática con Jorge Vivó, 19.09.1945. RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134.
Informe sobre las últimas labores del Secretariado del Caribe del SRI, 23 de enero de 1930. – RGASPI, fond 539, opis’ 3, delo 218.
Hernán Laborde al CC del PC de los EE.UU, 16 de abril de 1930. – RGASPI, fond 495, opis’ 108, delo 133.
Jorge Abilio Vivó Escoto. En Moscú – Marin. [Autobiografía]. – RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134, f. 41.
Jorge A. Vivó al CE del SR de México, México, 29.03.1939. RGASPI, fond 495, opis’ 230, delo 134.198

Situación internacional e influencia global de la Komintern

Situación internacional e influencia global de la Komintern *

Jorge Luis Acanda González
La III Internacional, conocida también como Internacional Comunista o KOMINTERN, fue fundada en marzo de 1919, en Moscú. Se correspondía con una vieja tradición y un principio fundante del movimiento obrero: la tradición y el principio del internacionalismo. Si la burguesía y el capital tienen un carácter internacional, la clase obrera también lo tiene, y necesariamente ha de organizarse por encima de las fronteras nacionales en su lucha.

Frente al nacionalismo, un sentimiento y una ideología agitados en Europa por la burguesía para sus propósitos de poder, el movimiento obrero organizado proclamó el principio del internacionalismo. En la segunda mitad del siglo XIX habían existido la Primera Internacional y la Segunda Internacional. La Primera Internacional había tenido una breve existencia, debido a la fuerte represión que sufrió. La Segunda Internacional tuvo una duración mayor, pero la prevalencia de las tendencias oportunistas y reformistas en su interior, que llevaron a que los partidos social-demócratas europeos, en su mayoría, se aliaran a las burguesías de sus países y apoyaran las políticas belicistas que condujeron a la Primera Guerra Mundial, provocaron lo que Lenin, con razón, calificó como bancarrota.
Tras el cese de la guerra, esa II Internacional pretendió seguir existiendo y continuar desempeñando su papel diversionista. La convicción, fuertemente arraigada en esa época, de la necesidad de que existiera una organización internacional del movimiento obrero revolucionario que coordinara la lucha, y la necesidad de promover la aparición de partidos realmente revolucionarios que superaran las posiciones reformistas de la social-democracia, condujeron a que Lenin promoviera la fundación de la KOMINTERN.
El contexto internacional en aquel momento estaba marcado por la división del movimiento obrero europeo entre la corriente reformista y la revolucionaria, y por el auge de la situación revolucionaria en Europa tras el triunfo de la revolución soviética en noviembre de 1917 y el fin de la Guerra Mundial en noviembre de 1918. La terrible crisis general, que se manifestó en todos los ámbitos sociales, que sacudió ese continente, seguido del fin de la guerra, generó un auge del movimiento revolucionario en Europa, que después se expandió a otras regiones del mundo.
El auge de las huelgas, de las movilizaciones obreras, el descontento generalizado con el viejo orden, llevó justificadamente a que en muchos luchadores surgiera la confianza en el triunfo inmanente de la revolución mundial. Ese estado de ánimo optimista, fundamentado en razones objetivas, dominó al movimiento comunista internacional hasta 1922-1923, cuando la derrota de la revolución húngara de los consejos en 1919, la toma del poder por los fascistas en Italia en 1922 y las sangrientas derrotas sufridas por los comunistas alemanes, condujeron a la comprensión de que la época de situación revolucionaria había concluido, y tanto la joven Unión Soviética como los partidos comunistas de los distintos países debían prepararse para enfrentar un largo invierno.

Un primer desafío, ahora, lo constituyó la urgencia de tener que pensar la relación entre lo nacional y lo internacional, entre el Estado y la revolución, entre el poder y el proyecto, sobre todo porque ahora, por primera vez, el movimiento comunista no era sólo oposición, sino que en un país, la antigua Rusia zarista, era también poder y Estado. ¿Cómo vincular estos elementos, no necesariamente concordantes? La respuesta a este desafío marcó toda la historia de la Internacional Comunista.
Lamentablemente, la necesaria consigna de urgencia de la defensa de la URSS terminó significando la prevalencia de los intereses no de la URSS, sino de la camarilla burocrática monopolizadora del poder en ese país, camarilla la cual lanzó la consigna de la “construcción del socialismo en un país”, haciéndola pasar como expresión del pensamiento de Lenin. Se pasó a la subordinación incondicional de todos los partidos comunistas a los intereses del Estado soviético.
La labor de la KOMINTERN estuvo dirigida inicialmente hacia Europa central y en especial hacia Alemania, pues fue allí donde el movimiento revolucionario alcanzó un mayor auge en el período inmediatamente posterior a noviembre de 1918. La KOMINTERN desarrolló una fuerte estructura organizativa y de dirección: ante todo, la realización casi anual de Congresos, considerados su máxima instancia de dirección; la creación del Comité Ejecutivo; la realización reuniones ampliadas de dicho Comité Ejecutivo; una comisión internacional de control; el departamento de relaciones internacionales.
Junto con esto se desarrolló una red de delegados: por un lado “representantes permanentes” en Moscú de los partidos nacionales; por el otro, “representantes plenipotenciarios” del Comité Ejecutivo ante los partidos. Además, una red de organizaciones de masas: la Internacional Sindical Roja; La Internacional de las Juventudes Comunistas, El Auxilio Rojo, el Secretariado Internacional Femenino, etc.
La intención era clara: se trataba de crear una estructura organizativa perfecta que facilitara la integración de los partidos comunistas que recién se constituían. De hecho, como expresión del predominio del ideal internacionalista, cada partido comunista nacional se consideraba, y de hecho era denominado así, como una sección específica de la Internacional Comunista, y no como una unidad independiente en sí misma, como pasó a ser posteriormente.
Para que funcionara mejor la dirección global del movimiento comunista se creó estructuras regionales. Creo que todos comprenderemos que la concepción de que el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) tenía una mayor experiencia y un mayor prestigio, y por lo tanto debía desempeñar el papel de guía, fue algo que adquirió carácter casi “natural” al seno del movimiento comunista. Lo que si no fue de ninguna manera tan “natural” fue que el modelo del “partido hermano mayor” se aplicara también a nivel regional. Así, en el caso de América Latina, los partidos comunistas de México, Argentina y EE UU desempeñaron esa función con respecto a los demás del área.
Esa centralidad que inicialmente tuvo la situación política en Europa central, constituyó una de las razones por las que América Latina no estuvo al inicio en el centro del interés de los órganos de dirección de la KOMINTERN. En este punto de la exposición, quiero destacar algo: se ha escrito mucho sobre la historia de la KOMINTERN. Reconstruir esa historia nunca ha sido una tarea fácil. Abundan las memorias de participantes, los documentos oficiales, las investigaciones realizadas y publicadas por historiadores. Y mucho de ese material escrito está marcado por el subjetivismo y la tendenciosidad, tanto de un lado como del otro.
Por otra parte, siempre ha sido difícil conocer y escribir esa historia, porque muchos de los documentos de los partidos y de los órganos de dirección de la III Internacional se mantuvieron en el más absoluto secreto durante muchos años, y porque muchos de los protagonistas o actores de los hechos prefirieron guardar silencio o, peor aún, mentir, movidos por un sentido de fidelidad a lo que consideraron “la causa”. Estamos ante una historia sobre la que todavía hay mucho que investigar. Una circunstancia importante lo constituyó la apertura, a comienzos de la década de los 90 del siglo pasado, de los archivos de la KOMINTERN en Moscú, y la apertura, también por aquella época, de archivos policiales, históricos y de organizaciones políticas en los países de Europa del Este.
Pasemos a un estudio más específico de la historia de la KOMINTERN, la cual suele dividirse en tres períodos:
El primer período de la KOMINTERN abarcó de 1919 a 1924/25, del I al IV Congresos. Durante esa etapa –sobre todo hasta la derrota de la revolución alemana de 1923– todavía había esperanzas en el triunfo de la revolución mundial. Así, en el II Congreso Mundial, celebrado en julio de 1920, se le dedicó un espacio importante a los debates sobre los problemas de la revolución en los países coloniales y semicoloniales. En este congreso se adoptaron los famosos “21 puntos” como condiciones para la admisión a la KOMINTERN.
En ellos se les exigía a los partidos miembros la observancia estricta del centralismo, la disciplina y la pureza ideológica. En el III Congreso Mundial, efectuado en el verano de 1921, se creó la Internacional Sindical Roja (ISR) como organismo de dirección mundial de la política sindical comunista. Otras organizaciones internacionales, asociadas a la KOMINTERN, fueron el Socorro Rojo Internacional y la Internacional Campesina. Desde el I Congreso, Zinoviev fue nombrado presidente del Comité Ejecutivo. En el III (1921) y IV (1922) Congresos, debido al cambio de la situación mundial, se combatieron las posiciones “ultraizquierdistas” y se elaboró la táctica del “frente único”.
La segunda etapa estuvo caracterizada por la primera gran reorganización de la KOMINTERN, que comenzó tras la celebración del V Congreso en el verano de 1925. Duró varios años, y tuvo como objetivo la organización fuertemente centralista de las secciones nacionales, siguiendo el modelo del Partido Comunista de la Unión Soviética, alcanzando así la “bolchevización“ de las mismas y subordinando directamente sus órganos de dirección a la estructura de mando de la KOMINTERN, el Comité Ejecutivo.
Los principios de la “bolchevización” fueron: disciplina partidaria como máxima virtud, centralismo democrático, estructuración obligatoria en células y sincronización con las decisiones políticas más importantes del comité ejecutivo (EKKI) de la Internacional. La “stalinización” de la organización comenzó por lo tanto con la “bolchevización”; un síntoma de ello fue el rechazo a cualquier postura de oposición dentro del partido. Mientras que inicialmente el esfuerzo se dirigió a expulsar del partido ruso a la “derecha”, a partir de 1926 se combatió ante todo a la “oposición de izquierda” dirigida por Trotski. En el verano de 1926 Zinoviev perdió la dirección de la KOMINTERN y fue elegido Nikolai Bujarin para sucederle como Secretario General del CEIC.
El VI Congreso Mundial de la Internacional Comunista tuvo lugar entre julio y septiembre de 1928 en Moscú. En el nuevo contexto del comienzo de la grave crisis económica se aprobó la consigna de “clase contra clase”, que oficializó el comienzo del llamado “Tercer Periodo”.
Las secciones ejecutaban estos cambios de dirección política ordenados por la KOMINTERN. Esta etapa terminó para América Latina con la primera conferencia regional, celebrada en Buenos Aires en junio de 1929, que Jürgen Mothes caracterizó como “el punto final convencional de las ofertas teóricas y políticas, vinculadas con la realidad, de los comunistas en y sobre América Latina”.
Se impusieron estructuras y modelos de pensamiento stalinistas, divorciados de la realidad. Fue el momento de ruptura radical en la historia del desarrollo del comunismo latinoamericano, el final de su colaboración con movimientos sociales de modernización, como el movimiento estudiantil y el antiimperialista, ambos expresión del despertar de una conciencia nacional-democrática en el continente. Los partidos se debilitaron mediante la realización de furiosas pugnas internas – siguiendo el modelo ruso – que los condujeron posteriormente a una existencia gris al margen de la movilización política.
El punto de giro decisivo de este desarrollo lo constituyó el VI Congreso mundial de la KOMINTERN en el verano de 1928, que reafirmó las transformaciones políticas y organizativas de la “bolchevización“. Con esto dio comienzo el ultraizquierdista “Tercer Período” de la KOMINTERN, la lucha contra el “peligro de derecha” y la definitiva entronización de la fracción estalinista en los más altos niveles de dirección.
Nicolai Bujarin, entonces presidente de la KOMINTERN, presentó en este congreso su teoría sobre la crisis final del sistema capitalista, el “tercer período”: según la misma, el sistema capitalista y la Unión Soviética habían rebasado el nivel económico de pre-guerra; el esperado desarrollo acelerado produciría nuevas contradicciones en el capitalismo. Stalin subrayó que la anunciada crisis capitalista agudizaría las contradicciones inter-imperialistas y desencadenaría nuevas luchas revolucionarias en los países capitalistas, las que debían llevarse a cabo bajo la consigna de “clase contra clase“, contra las organizaciones socialdemócratas y reformistas.
En abril de 1929 Bujarin se vio obligado a dimitir de su cargo. Para sustituirle al frente del CEIC, fue elegido en 1934 el comunista búlgaro Georgi Dimitrov, quien dirigió la Internacional Comunista hasta su disolución.
El VII Congreso Mundial de la Internacional Comunista se reunió en agosto de 1935 en Moscú. Tras el auge de de los fascismos, y el fracaso de la política ultraizquierdista aprobada en el anterior congreso, se dio paso a la política de Frentes Populares.
La KOMINTERN y el fascismo
Inicialmente muchos consideraron al fascismo sólo como un fenómeno pasajero, que desaparecería para dar paso a la reconstitución del viejo Estado liberal o barrido por la supuesta inminencia de la revolución proletaria. Los partidos y políticos burgueses tradicionales, y también la socialdemocracia, creyeron que después que los fascistas realizaran el “trabajo sucio” de ahogar en sangre a la revolución tendrían que ceder el poder y permitir el retorno del viejo régimen constitucional y parlamentario. Incluso al propio movimiento comunista le costó tiempo entender la esencia y complejidad del fascismo.
La Internacional Comunista comenzó a ocuparse “oficialmente” del fascismo después de la llegada al poder de Mussolini en 1922. Su primera apreciación reflejó su subestimación, así como la incomprensión del carácter preciso y del papel histórico del fascismo. Umberto Terracini, líder comunista italiano, escribió en una revista de la KOMINTERN que el fascismo no era más que una “crisis ministerial” pasajera.[1] Amadeo Bordiga, también figura importante del Partido Comunista italiano, en su ponencia presentada al V Congreso de la KOMINTERN, en 1924, afirmaba que en Italia no había ocurrido otra cosa sino “un cambio del personal gubernamental de la burguesía”.[2] Todavía en 1933, tras once años de gobierno fascista en Italia, e inmediatamente después de la llegada de Hitler al poder en Alemania, el Presidium del Comité Ejecutivo de la KOMINTERN decía:
La Alemania de Hitler corre a una catástrofe económica que cada vez se dibuja de manera más inevitable… La calma momentánea después de la victoria del fascismo no es más que un fenómeno pasajero. La marea revolucionaria subirá ineluctablemente en Alemania a pesar del terror fascista.[3]
Hubo voces aisladas, dentro del movimiento comunista, que advirtieron sobre lo errado de esta visión simplista y sus consecuencias catastróficas. Merece destacarse la figura de Clara Zetkin. El 23 de junio de 1923 ella hizo la siguiente advertencia:
El error… ha consistido principalmente en el hecho de considerar al fascismo solamente como un movimiento militar-terrorista, no como un movimiento de masa presentando bases sociales profundas. Debe ponerse explícitamente el acento sobre el hecho de que, antes de que el fascismo gane militarmente, ha alcanzado ya la victoria ideológica y política sobre la clase obrera”.[4]
Y también la del propio Gramsci, quien en 1926, poco antes de su encarcelamiento, en las tesis que redactó para ser sometidas a discusión en el próximo congreso del PCI a celebrarse en Lyon, Francia, señaló la necesidad de lograr una amplia alianza con los sectores menos reaccionarios de la burguesía para poder enfrentar la dictadura fascista. Pero en líneas generales esas advertencias sobre la necesidad de estudiar la novedad cualitativa del fascismo fueron rechazadas por la dirección de la Internacional Comunista.
Uno de sus principales ideólogos, Manuilsky, afirmó tajantemente que “entre el fascismo y la democracia burguesa no existe más que una diferencia de grado… el fascismo no es un nuevo método de gobierno”, para más adelante establecer lapidariamente que “la misión de los comunistas no es, pues, en modo alguno, buscar con unos lentes extraños una pseudoteoría que les haga encontrar cualesquiera diferencias entre la democracia y el fascismo”.
La definición clásica que asumió el movimiento comunista internacional con respecto al fascismo la proporcionó Georgui Dimitrov en el VII Congreso de la KOMINTERN en 1935, y fue después repetida durante decenios: “El fascismo es la dictadura abierta y terrorista de los elementos más reaccionarios, más chovinistas, más imperialistas del capital financiero”. Debe reconocerse que esta definición capta adecuadamente la relación objetiva del fascismo con los procesos económicos en desarrollo del modo de producción capitalista.
Como ha señalado acertadamente Nicos Poulantzas, no se puede entender al fascismo si no se establece su relación orgánica con la fase imperialista del capitalismo. Pero precisamente por limitarse a una caracterización económica, soslaya muchos aspectos sociológicos y psicológicos. Sólo teniendo en cuenta estos aspectos es que puede explicarse por qué la mayoría de los sectores medios favorecieron al fascismo y un importante sector de la propia clase obrera apoyó al Estado fascista.
Atrapada en su estrategia de “clase contra clase”, la KOMINTERN y los partidos comunistas europeos no pudieron elaborar estrategias políticas adecuadas para enfrentar el auge del fascismo. La estrategia de la formación de alianzas políticas con fuerzas y partidos no comunistas para detener al fascismo, proclamada en 1935, llegó demasiado tarde para Alemania. La toma del poder por Hitler creó las condiciones que prefiguraron el futuro desencadenamiento de lo que sería la Segunda Guerra Mundial.
La firma del pacto Germano-Soviético, en 1939, constituyó uno de los momentos más infamantes de la historia del stalinismo, y de la supeditación de los más elementales principios revolucionarios a los intereses de una camarilla en el poder. No se trató sólo de un pacto de no agresión, sino también de un conjunto de pactos secretos que estipulaban el consentimiento de la URSS a la invasión nazi a Polonia a cambio de su repartición entre ambos países, además de la entrega al gobierno de la Alemania hitleriana de militantes comunistas, lo cual significó una condena a muerte para ellos. La defensa a ultranza que los partidos comunistas nacionales hicieron del mismo, contribuyó a la pérdida de prestigio de los mismos.
La disolución de la KOMINTERN
El 15 de mayo de 1943, después de celebrada la Conferencia de Teherán, el Presidium del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, “teniendo en cuenta la madurez de los partidos comunistas” nacionales, y para evitar los recelos de los países capitalistas aliados decidió disolver la Internacional Comunista.
En 1947 fue creada la Kominform (Oficina de Información Comunista) como sustituta de la KOMINTERN, que reunía a los Partidos Comunistas de Bulgaria, Checoslovaquia, Francia, Hungría, Italia, Polonia, la Unión Soviética y Yugoslavia. Fue disuelta en 1956.
La KOMINTERN y América Latina
Desde comienzos de los años 20 existían en Moscú departamentos especiales para el subcontinente latinoamericano. En 1926 se crearon secretariados regionales, y América Latina fue colocada bajo el control del secretariado regional “latino” (a partir de 1928, “latinoamericano”), y el número de funcionarios residentes en Moscú que se ocupaban de América Latina (tanto latinoamericanos como europeos) creció.
El secretariado regional estaba subordinado al EKKI y se ocupaba de todas las cuestiones relevantes vinculadas con América Latina. Desde principios de los años 20, el máximo responsable para América Latina lo fue Edgar Woog (seudónimo “Alfred Stirner”), un suizo emigrado a México, y desde mediados de esa década hasta fines de la misma dirigió el secretariado su compatriota Jules Humbert-Droz (seudónimo “Luis”). Ni siquiera los funcionarios de más alto rango estaban a salvo de perder sus posiciones de poder, si caían en desgracia política. Esto le ocurrió a Woog y también a Humbert-Droz, ambos partidarios de Nicolai Bujarin, cuando este fue despojado en 1928 por Stalin de todas sus funciones.
Ya en 1919 se abrió la primera dependencia latinoamericana de la KOMINTERN en México, aunque sólo funcionó algunos pocos meses. En el proceso de la “bolchevización”, por resolución del Presidium del EKKI, se creó en 1925 en Buenos Aires el Secretariado Sudamericano. Debía contribuir a la “intensificación y unificación del trabajo de formación comunista con el objetivo de una más estrecha relación entre los partidos sudamericanos y la Internacional Comunista“. El Secretariado Sudamericano, con sus campañas políticas y la labor de su órgano de prensa, la Correspondencia Sudamericana, realizó una decisiva contribución a la difusión de la política de la KOMINTERN en América Latina. Fue reorganizado en el verano de 1928, y con la ocupación de su dirección por el ítalo-argentino Victorio Codovilla se garantizó el cumplimiento de las directivas stalinistas.[5]
En México actuaban junto con la Liga Antiimperialista de las Américas, fundada en 1924, y diversas sub-secretarías que habían sido instituidas en 1928 para la preparación de la primera conferencia sindical latinoamericana (celebrada en Montevideo en junio de 1929), varias instituciones regionales de dirección controladas por los comunistas. En New York se había creado en 1930 o 1931 el Buró del Caribe, encargado con las mismas tareas que su similar sudamericano, y que existió hasta mediados de los años 30.
La Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA) fue fundada a fines de 1924 por los partidos comunistas de México y los Estados Unidos a propuesta de la Internacional Comunista. La idea se basaba en la concepción desarrollada por Lenin sobre el frente unido antiimperialista: obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales del continente americano eran convocados, en consecuencia, a unirse contra el “enemigo principal”, el imperialismo norteamericano.
La política de “bochevización” de los partidos comunistas, desencadenada en la “tercera etapa de la KOMINTERN, condujo a la instauración en los mismos de las peores características de lo que se conoce como “stalinismo”. Aunque muchas veces agruparon militantes abnegados, sinceramente socialistas, esos partidos rápidamente degeneraron al tener que seguir las evoluciones políticas de la línea de Stalin, que los utilizó como peones en el tablero internacional según las necesidades nacionales de la Unión Soviética o, mejor dicho, de la afirmación en ésta del poder de una casta burocrática.
Del mismo modo que la capitulación de la IIa Internacional ante la guerra de 1914-1918 convirtió a los partidos socialistas en socialistas nacionalistas, ligados a la burguesía respectiva, la teoría del socialismo en un solo país, stalinista, redujo a los partidos comunistas a la defensa de la Unión Soviética y, convirtiendo al Partido Comunista de ésta en un partido nacionalista, sembró el nacionalismo en los demás partidos y preparó el camino para su integración en los respectivos Estados capitalistas.[6]
Los derroteros tomados por los partidos comunistas latinoamericanos en el período entre 1919 y 1943 fue poco feliz, por no decir menos.
El caso de Cuba
Un ejemplo demostrativo de las dificultades que enfrentó el movimiento comunista en esa época para comprender las especificidades de la situación y la elaboración de cursos de acción revolucionarios efectivos, lo tenemos en la relación, plagada de conflicto, entre Julio Antonio Mella y los dos partidos comunistas en los que militó (el cubano, primero, y el mexicano).
Mella fue expulsado por un período de dos años del PCC, por decisión tomada en enero de 1926. Había sido liberado de su encarcelamiento el 23 de diciembre. Las acusaciones del partido fueron: resquebrajamiento de la disciplina, rechazo a la obediencia, oportunismo táctico, relaciones con la burguesía y falta de solidaridad con los demás detenidos.
En enero de 1927 el Secretariado de la KOMINTERN evaluó esa medida como sectarista, y exigió una revisión. En mayo de 1927 el PCC revisó su fallo contra Mella, pero se reservó el derecho a tomar las correspondientes medidas en caso de una nueva ruptura de la disciplina.
En sucesivas cartas al PC de México, el PCC desacreditó a Mella (23.03.1926 y 31.05.1926). Fue catalogado de traidor, desertor y oportunista, y de realizar intrigas políticas para debilitar al PCC. El Partido Comunista de México, en el cual había ingresado Mella al llegar a ese país, no se dejó impresionar: llegó a ser miembro de su Comité Central. Mella fue elegido como secretario general del Comité Continental Preparatorio del Primer Congreso Mundial contra el Imperialismo y la Opresión Colonial, que tuvo lugar en Bruselas en febrero de 1927. Incluso llegó a ser elegido el 30 de junio de 1928 como secretario general interino del Partido Comunista de México, cargo que desempeñó hasta septiembre de ese año.[7] Durante ese período se ocupó de cuestiones de táctica sindical, y luchó por la organización de una nueva central sindical. Esto provocó serias desavenencias entre Mella y sus compañeros del partido, con el resultado de que Mella fue separado a fines de 1928 del Comité Central y abandonó el partido por un corto período.
En 1927, Mella se opuso a la política sindical del PCM, de participar en la oficialista Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM). Stirner, representante de la EKKI, en uno de sus reportes (18 dic 1927), destacó que Mella se contraponía a la posición del partido, y afirmaba que las posiciones de Mella eran idénticas a las Andreu Nin y Lozovski (importantes dirigentes de la Internacional Sindical Roja, que ya en esa época tenían fuertes discrepancias con la dirección de la KOMINTERN).[8] Mella propuso crear una nueva central sindical.
La disolución de la CROM creó las condiciones para reabrir la discusión sobre la cuestión sindical. Como resultado del debate que se produjo, Mella fue separado del CC del PCM.[9]
En el VI Congreso de la KOMINTERN se efectuó un giro. Bujarin (entonces aliado de Stalin) fue colocado al frente. Se dió un giro a la ultraizquierda y se catalogó a los reformistas y socialdemócratas como los principales enemigos.
Mella fundó en la primavera de 1928 la ANERC. Ella existió independientemente de las estructuras comunistas y no fue controlada por ellas. El rumbo de ultraizquierda establecido por el KOMINTERN convertía en algo mal visto a las alianzas políticas con organizaciones reformistas o liberal-burguesas. Por otro lado, los comunistas optaron sobre todo por “acciones proletarias de masa”, como las huelgas (generales) o las sublevaciones. Una acción guerrillera de carácter putchista con aliados dudosos, como la que se proponía la ANERC, olía desde esta perspectiva inevitablemente a “acciones terroristas pequeño-burguesas”. Las concepciones estratégicas de Mella sobre la lucha contra Machado y la revolución en Cuba, diferían de las que se habían implantado en el movimiento comunista latinoamericano y mundial.
Todo esto explica los errores estratégicos que el Partido Comunista de Cuba, al igual que la mayoría de sus similares latinoamericanos, cometió en ese período, y que se concentraron sobre todo en su alianza con la dictadura de Batista a partir de 1938.
En general, y a manera de conclusión, puede afirmarse que los comunistas no estaban preparados para transformar el campo de tensiones existentes entre la revolución social y una amplia alianza nacional, entre la lucha de clases y la unidad nacional, en una estrategia política.
Notas

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  • Taller Científico “Comunismo, Socialismo y Nacionalismo en Cuba (1920-1958)”.

[1] Citado en: Nicos Poulantzas: Fascismo y dictadura, Siglo XXI Editores. México, 1974, p. 45.
[2] Ídem.
[3] Ídem.
[4] Ídem, p. 88.
[5] Como que los responsables del secretariado eran muy inclinados a enviar informes, la correspondencia y las actas proporcionan una visión de primera mano de su modo de funcionar. Desde 1925 Codovilla secundaba la labor del Secretariado, bien desde Moscú o desde Buenos Aires. Las Tesis publicadas por el Secretariado con motivo del tercer aniversario de la muerte de Lenin (enero 1927) son un claro ejemplo de que la difusión de la política stalinista se dio en América Latina desde muy temprano. En ellas se le asignaba a Lenin la paternidad de la teoría de la construcción del socialismo en un solo país: ¨ (…) Una de las más geniales previsiones y tesis de Lenin es la de la posibilidad de edificar el socialismo en un sólo país. (…)¨, ver: RGASPI, Fondos 503-1-18, folio 7-19, aquí folio 7. Citado en: Christine Hatzky: Julio Antonio Mella. Una biografía. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008.
[6] Guillermo Almeyra: ¨Comunistas revolucionarios y socialistas silvestres en América Latina¨, Ponencia para el Seminario sobre el comunismo en la Universidad Autónoma de Ciudad México, 7-11 de noviembre del 2005.
[7] El entonces secretario general del PCM, Carrillo, había partido hacia Moscú para participar en una reunión de la KOMINTERN.
[8] Citado en: Christine Hatzky. Julio Antonio Mella. Una biografía. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2008, p. 259.
[9] Ver: Ch. Hatzky, ob. cit., p. 269.