Rafael Meza Ayau

El joven guatemalteco Rafael Meza Ayau decide abandonar su país natal para establecerse en El Salvador en 1886, con la clara intención de hacer fortuna valiéndose de muy pocos recursos que, sin embargo, nada tenían que ver con la grandeza de su esperanza, visión y determinación.

Llega recién cumplidos los 20 años de edad al Puerto de La Libertad procedente de Champerico, Guatemala, donde tomó el barco junto con su madre Rafaela de Meza y un perro danés llamado “Lord”.

Otros 20 años tuvieron que pasar antes de que don Rafael fundara la exitosa empresa cervecera La Constancia, montada específicamente en 1906, y cuya marca Pilsener se ha convertido en 100 años de historia de la compañía en una verdadera joya.
En esos días, El Salvador comenzaba a construir su infraestructura, especialmente en Santa Ana, donde madre e hijo decidieron vivir. Sin olvidar a “Lord”, por supuesto.

La Ciudad Morena era considerada por muchos y por largo tiempo como la verdadera capital del país, dada la influencia que ejercía en esa época el cultivo y comercialización del café.
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FAMILIA MEZA AYAU. De izquierda a derecha: Arturo Meza Ayau, Rafael Meza Ayau h., Manuel Meza Ayau y Rafael Meza Ayau p.

Se edificaba casi simultáneamente, por ejemplo, la infraestructura ferroviaria, la de acueductos y alcantarillados y la de la telegrafía.

El inquieto joven guatemalteco también se las ingeniaba para edificar la fortuna por la cual se había subido al barco.

En sus memorias, una verdadera biblia para sus familiares y sucesores en los negocios, se registra que instaló primero una fábrica de fósforos y luego una de cigarrillos.

Qué valioso un fósforo en ese entonces de escasa energía eléctrica.

Pero desistió de la empresa cuando el Gobierno declaró este producto como un estanco, o lo que es lo mismo, lo cargó con un buen porcentaje de impuestos que al final encareció no solo el fósforo, sino que también su producción.

La luz de su esperanza no se apagaría ni aunque le vaciaran en la cabeza los ocho millones de cajas de cerveza fría que, se supone, consumen los salvadoreños al año en la actualidad.

Mientras tanto, su madre, de quien el hijo casi seguro heredó ese tino para los negocios, montó una pensión en Santa Ana con la idea de atender de lo mejor a los extranjeros que llegaban al país para trabajar en las construcciones.

Lo que hacía ella era que, para atender mejor a las personas, se valía de las carretas que llegaban del Puerto de Acajutla transportando café para comprar víveres que ese entonces se les conocía como ultramarinos.

Entre estos destacaban alimentos enlatados y cervezas europeas.

“Su pensión se destacó por el hecho de que atendía muy bien a los clientes y les daba buenos ultramarinos”, cuenta Roberto Murray Meza, uno de los nietos de don Rafael y quien fungió como presidente de La Constancia por unos 25 años.

“Y les daban la mejor cerveza que había en El Salvador”, agrega, al tiempo que da fe de lo que dice con las memorias de su abuelo en mano. La biblia de la familia.

Algo pasó por la imaginación de la madre de don Rafael para que le explicara a su hijo que se había creado un pequeño mercado cervecero, productos que para la época resultaban caros por su condición de importados.

“Mirá, si nosotros abaratamos el producto y mantenemos la calidad es posible que tengamos aquí un producto con mucho porvenir. Logrémoslo producir en El Salvador”, le habría sugerido la señora al joven emprendedor, según Murray Meza.

Y vaya que no se equivocó.

Construye el panal
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Flotilla. Equipo de distribución cuyos

empleados tenían que usar corbatín.

“¿Morir? Nadie tiene derecho a morir. Empezar de nuevo. Sí, mil veces sí. Empezar siempre y siempre vencer. Y la abejita, cantando saluda la aurora y empieza de nuevo. Tal es el espíritu de La Constancia”. Ese es el final de un poema escrito con puño y letra de Meza Ayau —que aparece en sus memorias— y que refleja el espíritu con el que después de ver sucumbir sus primeros intentos con la fábrica de fósforos y cigarrillos, entre otras empresas fallidas, asintió al instinto de su madre y emprendió el camino hacia la creación de la compañía cervecera.

Cien años después, ese espíritu, reflejado en el trabajo que supone para una abeja la creación de un panal, sigue vigente en la familia cuando deciden no seguir en el rubro de las bebidas para emprender y desarrollar nuevas estrategias de negocios.

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EQUIPO. Maquinaria antigua para el proceso de

producción de la cervez

La sexta generación que le sobrevive a don Rafael es la que cambia las cervezas por un nuevo portafolio de negocios que está a cargo de Agrícola Industrial Salvadoreña (AGRISAL), presidida actualmente por Roberto Murray Meza, y que ya maneja un hotel y un centro comercial, por mencionar algunos negocios.

“El verdadero apego no es a los edificios, a la fábrica o a las acciones. El verdadero apego es a los valores que hemos recibido de ese legado. Esa capacidad de empezar de nuevo”, manifiesta el presidente de AGRISAL cuando, sin ocultar la nostalgia, se refiere al adiós a las bebidas.

“Esa capacidad de empezar de nuevo. Morir nunca dice él. Empezar, siempre empezar”, añade.

Don Rafael empezó la fábrica cervecera en 1906, ubicándola en la casa de su madre, cerca de la iglesia El Carmen, en el barrio Santa Cruz, Santa Ana.

En esa casa, que aún existe y sigue en propiedad de la familia, se utilizó el patio y la cocina para preparar las primeras cervezas.

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1928. Fachada principal de Fábrica de Cerveza La Constancia frente al actual Reloj de Flores.

El danés “Lord” tuvo su marca Perro, también existió Abeja y Extracto de Malta, y la famosa Pilsener se mantiene vigente al fusionarse las tres primeras conservando la fórmula original.

En la aventura acompañaron al guatemalteco Pedro José Escalón, Jaime Matheu y Benjamín Bloom, quienes aparecen en la historia como los fundadores de la fábrica cuyo nombre fue R. Meza Ayau y Cía.

Comercialmente se le denominó Fábrica de Cerveza La Constancia.

La inversión inicial fue de 26 mil pesos plata, dinero que fue prestado por Benjamín Bloom, quien en esa época figuraba como dueño y presidente del Banco de Occidente.

Los primeros meses fueron difíciles, de pérdidas. Entre otras cosas, porque tuvieron que regalar el producto para ir ganando mercado, propiciando que la gente lo probara.

Meza Ayau había contratado a un maestro cervecero guatemalteco para que les preparara las bebidas. Diez años antes que El Salvador, 1896, Guatemala ya contaba con un negocio de estos, con Cervecería Centroamericana.

Con el tiempo, la compañía salvadoreña tiene éxito y se da a conocer en todo el país. Don Rafael entonces tiene otra visión: aprovecha la red de distribución de carretas y de caballos para montar allí otros productos que no sean cervezas, como las bebidas gaseosas.

Empezaban a llegar a América Latina los productos carbonatados y es así como empareja el negocio cervecero con la de comercializar bebidas gaseosas, particularmente de la mundialmente famosa marca Coca Cola.

Su empresa se convierte en unas de las primeras franquicias de los norteamericanos. La produjo, la distribuyó y la vendió con éxito en el país. Corría 1920.

“Para mí, eso fue un modesto ejercicio de globalización de los años veinte”, afirma con orgullo el presidente de AGRISAL.

la capital de la competencia

En 1928, es trasladada la cervecería a San Salvador por la lógica de expandir el negocio en todo el territorio nacional y ante el aparecimiento de un competidor llamado Polar.

La Constancia es ubicada enfrente de lo que se conoce como el Reloj de Flores, con la intención de aprovechar que allí estaba la estación del ferrocarril que los ingleses montaron en el país. Así garantizaba la distribución nacional.

Lo que no garantizaba ya su crecimiento fue la Polar. Por los años treinta, ambas cervecerías inician una lucha codo a codo por vender su producto, llegando a los extremos de bajar los precios al público casi al costo y renunciando por un buen tiempo a las ganancias.

En tiempos modernos, La Constancia y Coca Cola viven algo similar con los distribuidores de la también popular gaseosa Pepsi y más reciente aún con la llegada de Cervecería Río, instalada en Guatemala, para producir la marca brasileña Brahva.

Con la Polar, que se instaló contiguo a la terminal de Oriente en San Salvador, la pelea incluía llegar a las últimas consecuencias con el afán de no perder mercado.

Murray Meza cuenta que después de un buen tiempo entre mil batallas, sus competidores pierden fuerza y quedan al borde de la quiebra.

Allí su abuelo les da otra lección a sus sucesores. Sabedor de que era guatemalteco y agradecido por la oportunidad que le dieron los salvadoreños de triunfar lejos de su tierra natal, toma la decisión de ofrecer a la Polar el 25% de las acciones de La Constancia.

Estos acceden y la competencia terminó de un tajo.

Don Rafael les enseñó a sus familiares que más valía un mal arreglo que un buen pleito.
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Santa Ana. Fábrica de Cerveza La Constancia.

Tras soportar la guerra de principios de los ochenta hasta inicios de los noventa, época en la que a los empresarios salvadoreños no les tocaba más que tratar de sobrevivir, esa enseñanza del abuelo sirvió para que Murray Meza alejara de peligros a la compañía cuando tras los Acuerdos de Paz en 1992 empiezan las grandes transnacionales cerveceras a invadir el mercado salvadoreño.

Las armas callaron y el país se abre al mundo.

La economía tiene repuntes de crecimiento hoy deseados de entre 6% y 7% y aparecen las cervecerías de la talla de Modelo (con su popular Corona), también la Budweiser, Guiness y toda una gama de cervezas de etiqueta global.

“Más vale un mal arreglo que…”, se recordaba para esos días el presidente de AGRISAL.

Murray Meza se les acerca y consigue blindar su mercado al ofrecerles su sistema de distribución y su conocimiento del mercado para que dejen en paz sus cervezas e incorpora así las extranjeras a su portafolio de productos.

Luego, en 1999, los norteamericanos propietarios de Cervecería Hondureña deciden vender y tras fallar en un intento porque este negocio sea comprado por el resto de empresas cerveceras del área, creando un grupo regional, La Constancia hace una alianza con South African Breweries (SAB) en 2001.

Los sudafricanos de SAB, la segunda cervecera por volumen en el mundo, en efecto compran la compañía de Honduras por más de $500 millones, y junto a la salvadoreña montan Beverage Company (BevCo), valorado en unos $883 millones.

Después del acuerdo que da surgimiento a BevCo, SAB se fusiona con Miller Brewing en 2002 y se convierte en SABMiller, incursionando de esta manera en la plaza anglosajona.

Murray Meza preside BevCo para estar por encima de los ejecutivos sudafricanos que presiden la cervecería en Honduras y El Salvador.

Sin embargo, el nieto de don Rafael decide no continuar en este proceso de globalización y opta, sin revelar las cifras que supuso la operación, dejar a los sudafricanos el control total del negocio.

Surge un acuerdo en el que se analiza que a los sudafricanos, cuya casa matriz está en Londres, Inglaterra, les conviene quedarse con todo lo que es BevCo y a los fundadores de La Constancia, salirse.

Pero descarta de plano que esta operación se deba a dificultades financieras de la empresa salvadoreña.

“Todo lo contrario. Porque estábamos bien y porque no teníamos que hacerlo, tuvimos la fuerza para hacerlo bien”, afirma Murray Meza.

Y reflexiona que cuando las empresas están débiles, las poderosas transnacionales las adquieren por lo que quieren.

“Supimos no dejarnos llevar por ese remolino. Sino que saber cuándo entrar y cuándo salir. ¿Para qué? Para volver a empezar”, subraya Murray Meza.

¿Morir? Nadie tiene derecho a morir. Empezar de nuevo. Sí, mil veces sí. Empezar siempre y siempre vencer…

La izquierda armada salvadoreña en las décadas de los 70 y 80: un debate pendiente

UCA. Semanario Proceso. Marzo de 1997. No. 749. Como es de sobra conocido, a lo largo de la década de los 70 se fueron constituyendo los núcleos político-militares que en la década siguiente conformarían el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN): FPL, ERP, FARN y PRTC, a los que se unió el PCS, con su brazo armado las FAL. Antes de vincularse más o menos orgánicamente en el FMLN, cada una de las organizaciones político-militares no sólo trató de hacerse de un cuerpo doctrinario que la legitimara como la auténtica expresión de los intereses populares (obreros y campesinos) y como la verdadera vanguardia de la revolución, sino que implementó las actividades más diversas para hacer sentir, ante la sociedad y ante los grupos de poder, su fuerza militar.

Estas actividades sin importar los costos humanos y materiales que trajeran consigo siempre fueron presentadas por sus ejecutores como el medio necesario para arribar a una sociedad más humana, solidaria y fraterna. Es decir, eran actividades que se legitimaban por el fin que se buscaba conseguir con ellas. La violencia político-militar, pues, era la partera de la nueva sociedad: la socialista. Los lemas más queridos de estos grupos político-militares eran: “Liberación o muerte: hasta la victoria final”, “Revolución o muerte, el pueblo armado vencerá”, “Vencer o morir”, “Lucha armada hoy, socialismo mañana”, “Combatir hasta vencer por Centroamérica, la liberación y el socialismo”.

La lucha y la muerte no eran males necesarios, sino valores que tenían que ser defendidos y proclamados a cualquier precio. Para la izquierda armada salvadoreña de los años 70, la lucha y la muerte no eran unos simples medios que se justificaban por el fin perseguido, sino que eran inseparables (incluso se identificaban) con este último. Era absolutamente ilegítimo proclamarse un socialista o un comunista si no se estaba en disposición de luchar militarmente, jugarse la propia vida y matar a otros (los “enemigos” del socialismo y del comunismo). Más aún, no bastaba la disposición, sino que había que demostrar con hechos la verdadera vocación revolucionaria.

En la década de los 80 nació el FMLN. La unidad de las cinco organizaciones político-militares bajo una sola sigla llevó a muchos engaños, entre ellos el de creer que con ello se habían superado los particularismos de la década anterior. Pues nada más alejado de la realidad que eso: en la comandancia general del FMLN nunca dejaron de estar representados los intereses y pugnas que las cinco organizaciones jamás superaron, al igual que nunca fueron superadas la barreras territoriales que cada una de ellas estableció en sus respectivas zonas de influencia.

En la década de los 80 también siguieron perviviendo, tanto en el FMLN como en cada una de sus organizaciones, los valores de la lucha y la muerte como exigencias insoslayables del compromiso revolucionario. En el marco de la guerra civil esos valores se tradujeron en iniciativas militares algunas llevadas adelante por el FMLN y otras a iniciativa de una organización en particular cuya creatividad dejó pasmados no sólo al ejército y al gobierno salvadoreños, sino también al gobierno de Estados Unidos, así como a las demás naciones que tenían puesta su mirada en El Salvador.

Pero no sólo se tomaron iniciativas de naturaleza estrictamente militar. Hubo una serie de iniciativas que trajeron consigo la pérdida de vidas humanas inocentes o pérdidas materiales de gran envergadura que sólo por cinismo o ignorancia se pueden considerar de carácter militar. En estas actividades unas veces la responsabilidad fue del FMLN de los cinco jerarcas que conformaban la comandancia general (Schafik Handal, Joaquín Villalobos, Roberto Roca, Leonel González y Fermán Cienfuegos) y sus asesores más cercanos y en otras fue una organización en especial la que siguió las ordenes de su máximo dirigente.

También hubo acciones al interior de los campamentos guerrilleros, en la relación hombre-mujer y en la relación adultos-niños, que tenían poco que ver con las exigencias militares y que más obedecían a patrones culturales en los cuales confluían el machismo y el estalinismo de utilización de los otros (mujeres y niños) para los propios fines.

Realmente es bien poco lo que se conoce del lado oscuro de la vida en los campamentos guerrilleros. Se sabe del heroísmo de quienes vivieron en ellos, de la nobleza de los cambatientes y de la recia personalidad de los comandantes. Se sabe también de lo sangriento de los bombardeos y del drama de las “guindas”, de las incursiones del ejército y del trato que este daba a las mujeres. Pero ¿qué sabemos de las relaciones entre guerrilleros y guerrilleras, más allá de las idealizaciones que la misma izquierda ha hecho de ello? ¿Qué sabemos del trato dado a los niños hasta convertirlos en combatientes?

Situándonos en la década de los 70, ¿qué tanto se sabe de las acciones realizadas por los grupos político-militares y sus responsables? Situándonos en la década de los 80, ¿qué tanto se sabe de las iniciativas militares y no militares efectuadas por el FMLN y por cada organización particular? Y una pregunta más de fondo: ¿cómo asumen su responsabilidad las diversas organizaciones y el FMLN en su conjunto ante las acciones militares y no militares realizadas en las dos décadas anteriores? ¿Creen que todo lo realizado lo bueno y lo malo (si es que lo hubo) se legitimó por las necesidades impuestas por el terror de los escuadrones de la muerte y las exigencias de la guerra? Si ello es así, ¿acaso no se legitima también el accionar de los grupos político-militares y de la Fuerza Armada en las dos décadas que nos ocupan?

Una tentación siempre presente en la izquierda ex armada de El Salvador así como en muchos de quienes simpatizan con ella ha sido la de presentar el conjunto de sus acciones en los 70 y en los 80 no sólo como audaces y creativas, sino como inscritas en una lógica militar. Lo primero ha servido como publicidad; lo segundo, como justificación, sobre todo en aquellos casos en que las acciones armadas dejaban daños humanos y materiales nada despreciables cuantitativa o cualitativamente. Era como si la lógica militar estuviera por encima de cualquier valoración fundada en la razón y el respeto a la vida humana. Curiosamente, esa era la postura del ejército y los escuadrones de la muerte. Vaya posición más aberrante, pues muchas actividades del FMLN y de cada una de sus organizaciones no se inscribieron en o respondieron a una lógica militar al igual que sucedió con el ejército y los escuadrones de la muerte, y aunque así hubiera sido no todo lo realizado antes y durante la guerra tendría justificación.

Apelar a exigencias militares puede servir de excusa, pero no para justificar hacer justas acciones que trajeron consigo pérdidas humanas y materiales irreparables. La lógica de la guerra, ciertamente, lleva implícitas unas exigencias que son ineludibles para quienes se insertan en ella, ya que de no cumplirlas se juegan su propia vida. Pero no todas esas exigencias son de la misma naturaleza las impuestas por el combate cuerpo a cuerpo, las de defensa de las posiciones, las de desgaste de las fuerzas contrarias, etc. y , además, cada una de ellas tiene consecuencias sociales distintas, así como niveles de inexorabilidad también distintos. Recurrir a las urgencias de la guerra para justificar todo lo que se hizo es un absurdo, que si se acepta como válido para uno de los contendientes tiene que ser aceptado para el otro. Pero, ¿a cuenta de qué se va a tomar la lógica de la guerra como justifición de los más diversos crímenes y atrocidades? ¿A cuenta de qué se va a considerar como legítimo que vidas humanas sean sacrificadas ante el altar impuesto por esa lógica?

Para la izquierda ex armada ha llegado el momento de dejar de referir todo lo que se hizo en las dos décadas pasadas a las exigencias de la guerra. La guerra no es un valor último en nombre del cual todo está permitido. Esto tienen que reconocerlo públicamente todos los que dirigieron a los grupos político-militares en la década de los 70 y también quienes comandaron al FMLN en la década de los 80. Pero no sólo eso. El país debe saber cómo operó la izquierda, ahora desarmada, en esas dos décadas, sus acciones político-militares, las perdidas materiales y humanas, las responsabilidades respectivas, etc. Y debe saberlo por boca de sus propios protagonistas, quienes deben hacer su propio informe de actividades, no como suelen hacerlo, de un modo triunfalista y heróico, sino con objetividad, rindiendo cuentas a la sociedad de los males que dejaron unas acciones que, exigidas o no por la lógica de la guerra, fueron nefastas en sus consecuencias.

Esta rendición de cuentas por parte de la izquierda ex armada tuvo que haber sido hecha después de la firma de los Acuerdos de Paz. Si así hubiera sido, a estas alturas ese pasado de la izquierda ex armada sería sólo eso, pasado. Ahora es un fantasma que la sigue a todas partes. El FMLN de ahora, que tiene poco que ver con el que participó en la guerra en la década pasada, tiene que enfrentar las acusaciones lanzadas por quienes fueron parte del mismo, cuyas cuentas ante la sociedad respecto de su pasado tampoco están del todo claras.

En fin, guste o no, la actual coyuntura electoral ha puesto a la izquierda ex armada (lo que ahora es el FMLN y el PD) ante el reto de rendir cuentas de su pasado. Tarde o temprano este momento tenía que llegar, y fue sólo por una falta de previsibilidad que ese desafío no salió a relucir en una coyuntura más propicia. Es indudable que el debate, animado por el PD a cuya sombra muy probablemente está ARENA, obedece a intereses que ni remotamente tienen que ver con una búsqueda sincera de la verdad. Y, precisamente, es la búsqueda de la verdad la que debe motivarlo. Inoportunamente el PD ha abanderado una disputa que perjudica al conjunto de la izquierda -incluido el propio PD cuyo pasado está ligado a las acciones político-militares y al accionar del FMLN de antes de los Acuerdos de Paz- y a la población. Mientras que la primera, al igual que el PD, pierde credibilidad social, la segunda se confunde aún más acerca de lo que sería el futuro político del país con suficiente poder en manos de la izquierda.

Después de las elecciones habrá una buena oportunidad para que el país se entere de una buena vez de lo que hicieron los grupos armados de las décadas de los 70 y 80. Si, por las razones que sean, no lo hacen, ese pasado los continuará persiguiendo como una sombra que se posará sobre sus cabezas cuando menos lo esperen. En las dos décadas pasadas se perfilaron dos bandos militares: la izquierda armada y el ejército-escuadrones de la muerte. Unos y otros realizaron acciones violentas que costaron vidas humanas inocentes y daños materiales de consideración. De los segundos algo se sabe, aunque falta mucho por investigar acerca de nombres y responsabilidades. De la primera es poco lo que sabe por boca de sus propios protagonistas. Así pues, parece que, por su bienestar político y por la confianza que determinados grupos sociales han depositado en ella como fuerza político-electoral, ha llegado el momento de que la izquierda ex armada rinda cuentas de su pasado ante la sociedad.

“Grupo de los 20” da giro publicitario en campaña de ARENA

22 DE MAYO DE 2013 Una de las primeras decisiones del Grupo de los 20 (poderosos empresarios del país que apoyan a ARENA) dentro del giro de timón en el partido fue cambiar agencia de publicidad y traer a reconocidos asesores políticos para que apoyen al candidato. Además, se colocarán otras personas en el trabajo territorial, según confirmó uno de los participantes en la reunión del “G-20”. Esto para mejorar los números de Norman Quijano hacia las presidenciales de 2014.

Las decisiones incluyen —de acuerdo a la fuente interna del “G-20”— quitarle la campaña publicitaria a Grupo 5 y dejarle solo la de la alcaldía de San Salvador. Grupo 5 es propiedad de Manuel Meléndez y (salvo en el periodo 2004-2009) ha llevado las campañas publicitarias areneras desde 1989.

El contrato publicitario sería destinado ahora, en primera instancia, a dos empresas: Publicidad Comercial y Grupo Calvo, de acuerdo a otra fuente de ARENA. Publicidad Comercial es propiedad de Juan Federico Salaverría (miembro del Grupo de los 20), y Grupo Calvo es del publicista Sherman Calvo.

Al ser consultado sobre el punto, el presidente del Grupo Calvo, Sherman Calvo, dijo que hasta el momento ninguna de las empresas de su consorcio tiene vínculo con tal estrategia.

Asesores y otros movimientos

Sobre los asesores internacionales —que estarán bajo el mando del expresidente Francisco Flores— se ha decidido por el español Antonio Sola, recomendado de alguien muy cercano a ARENA y a Flores: el ex jefe de gobierno español José María Aznar; y el venezolano J.J. Rendón, uno de los gurús latinoamericanos en cuyo pedigrí está el triunfo del actual presidente mexicano Enrique Peña Nieto.

Esto es parte de las primeras decisiones derivadas de la reunión de los influyentes empresarios el día 14 de mayo en la que participaron: Ricardo Poma, Francisco Calleja, Carlos Calleja, Ricardo Simán, Gerardo Balzaretti, Roberto Murray Meza, Juan Federico Salaverría, Luis Álvarez, Raúl Álvarez, Alejandro Dueñas, Tomás Regalado, Ricardo Sagrera y Fabricio Altamirano (en representación de Enrique Altamirano). No asistió a la reunión, por estar de viaje, Roberto Kriete.

Esa vez, los empresarios se reunieron para sellar fisuras en torno a la candidatura de Norman Quijano, ya que varios de ellos propugnaban porque se cambiara de aspirante. Al final persistió la postura de Ricardo Poma, quien además dio su beneplácito indispensable para que Francisco Flores fuera el máximo estratega de la campaña, según dijo a Diario La Página uno de los reunidos en esa cita.

Dentro de esos movimientos también se ha pensado poner como jefe de campaña operativo al exdiputado Rolando Alvarenga, quien durante la administración de Francisco Flores fungió como secretario de asuntos jurídicos.

Cuando Quijano deje la alcaldía capitalina, fecha que aún no se ha decidido, quedaría al frente de la comuna el concejal y exdiputado Julio Gamero.

Dentro de los movimientos internos está también otorgarle el control del trabajo territorial a Gustavo Perdomo, en conjunto con Rolando Alvarenga.

Este último movimiento dejaría a un lado el poder interno de Hugo Barrera, dijo otra fuente interna de ARENA.

Estos movimientos, de acuerdo a la fuente de ARENA, van a hacerse efectivos en estos días.

Con estos movimientos comienza la era “Poma” dentro de la administración del partido. Y se consolida el poder interno del empresario y del ex presidente Francisco Flores. Porque al tiempo que mantienen hegemonía en el poder partidario, tienen también hombres clave dentro de los distintas fuerzas empresariales como ANEP, ASI y Cámara de Comercio. Aparte de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades).

PRONUNCIAMIENTO DEL MOVIMIENTO CONTRA LA PRIVATIZACION DE LA UES

A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA Y AL PUEBLO SALVADOREÑO: Este día 18 de mayo de 2013, reunidos representantes de estudiantes, trabajadores, docentes, y profesionales de nuestra Alma Mater, tomamos la decisión de constituirnos en el Movimiento Contra la Privatización de la UES, para convertirnos en un instrumento de lucha de nuestra Comunidad Universitaria, amplio, pluralista y democrático.

Nos convoca la necesidad urgente de evitar la aprobación del nefasto proyecto de Ley de Asocio Público-Privado, actualmente en discusión en la Asamblea Legislativa, impulsado por la oligarquía salvadoreña representada en la ANEP y la Embajada norteamericana, que claramente en su artículo 3, propone la privatización de la UES.

De aprobarse este privatizador proyecto de ley, significaría que miles de estudiantes, docentes y trabajadores serían marginados de su formación unos y empleos otros, violentando así la Constitución de la Republica que establece que la Universidad de El Salvador es de carácter público.

Frente a esta infortunada amenaza, hacemos un llamado a los diversos sectores de la Comunidad Universitaria, a colocar en un segundo plano cualquier diferencia y asumir de manera unificada la lucha contra la privatización y defensa de nuestra autonomía, rechazando este proyecto de Ley de Asocio Público-Privado.

En particular hacemos un respetuoso llamado a las autoridades de nuestra Alma Mater, Rectoría, Decanatos, Consejo Superior Universitario y Asamblea General Universitaria a pronunciarse y unirse a este esfuerzo en defensa de la autonomía universitaria. Asimismo extendemos este llamado a los gremios profesionales, organizaciones populares y sociales, iglesias y partidos políticos.

Al pueblo salvadoreño y sus organizaciones de trabajadores y profesionales, a darnos su apoyo, sumándose a este Movimiento contra la Privatización de la UES. Hacemos un especial llamado a los compañeros trabajadores para que agreguen su poderosa fuerza gremial a esta lucha.

Entre las primeras actividades de nuestro Movimiento se encuentra una Conferencia de Prensa que realizaremos el próximo lunes 20 de mayo, frente a la Asamblea Legislativa así como una MARCHA UNIVERSITARIA CONTRA LA PRIVATIZACION este jueves 23 de mayo, que partirá de la Ciudad Universitaria con rumbo a la Asamblea Legislativa.

¡Incorpórate, el presente es de lucha, el futuro es nuestro! ¡No a la privatización de la UES! ¡No a la Ley de Asocio Público-Privado!

¡NO A LAS PRETENSIONES LEONINAS DEL IMPERIALISMO Y LA OLIGARQUIA SALVADOREÑA!

CES SETUES MRDUES APTUES

Muerte de Roque Dalton, el error más grande de mi vida, dice Joaquín Villalobos

San Salvador – El polémico líder de la ex-guerrilla salvadoreña, Joaquín Villalobos, reconoció en exclusivo a Excélsior, que el asesinato del destacado escritor Roque Dalton, es el error más grande que haya cometido en su carrera política como integrante del «colectivo» que decidió tal acción.

Roque Dalton García, de 39 años de edad, murió «fusilado» a manos de quienes consideró sus compañeros de causa, el 10 de mayo de 1975, hace 18 años, cuando la guerrilla salvadoreña comenzaba a dar sus primeros pasos. Un «tribunal», del cual Villalobos «no quisiera hablar», lo condenó a muerte bajo cargos de «sedición», de «ser agente del enemigo y de la Agencia Central de Inteligencia (ClA)».

Pruebas fehacientes de los cargos que se le imputaron no se presentaron entonces, y en la actualidad las acusaciones son «totalmente devaluadas»; por lo que todo parece indicar, y confirma las denuncias de importantes sectores nacionales e internacionales, que se trató de un asesinato político sin justificación de ninguna índole.

Un manto oscuro se tendió sobre las verdaderas causas que llevaron al crimen de Dalton, quien además de ser un destacado poeta, era un teórico de la lucha armada latinoamericana, con antecedentes de persecución, cárcel y exilio sufrido por las dictaduras de turno en su país.
Al interior de la izquierda salvadoreña «caso Dalton» ha sido un tabú del cual no se habla para «no provocar asperezas ni dividir a la ex guerrilla».

Algunos, como el ex comandante Eduardo Sancho (a) «Fermán Cienfuegos», jefe de la organización Resistencia Nacional (RN), que se desprendió del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en el que militaba Dalton a raíz del crimen, han pretendido maquillar el asesinato, al expresar que se trató de «un fusilamiento en circunstancias jurídicas concretas».

Sin embargo, la complicidad del silencio y del velo la comenzó a romper el propio Villalobos, tal como él lo explica en la presente entrevista brindada a este corresponsal, quien además es uno de los hijos de Dalton. Lo que Villalobos explica constituye el inicio de un debate que conllevará definitivamente a la verdad de los hechos tal como sucedieron y, entre otras cosas, al aparecimiento del cadáver de Dalton y la entrega a su familia, tal como recientemente fue exigida por ésta.

La llegada de la paz a El Salvador y el conocimiento de la verdad sobre los graves hechos de violencia política cometidos durante el conflicto por los protagonistas de la guerra, permitieron que la verdad sobre «el caso Dalton» comience a ser ventilada.

El caso no fue llevado a la Comisión de la Verdad, que investigó los asesinatos que conmovieron a la sociedad, pues esta entidad sólo indagó sobre lo ocurrido a partir de 1980 hasta 1991, según lo suscrito en el Acuerdo de Paz firmado entre la guerrilla y el Gobierno de Alfredo Cristiani en enero de 1992.

Reconocido por su numerosa obra literaria, especialmente en la rama de la poesía, Dalton se había integrado clandestinamente a El Salvador, luego de un largo exilio que lo llevó hasta la ex Checoslovaquia y Cuba.

En plena madurez creativa, con más de quince títulos publicados, acreedor de numerosos premios nacionales e internacionales; experimentado polemista y brillante periodista, Dalton decidió ser consecuente con su pensamiento y optó por la militancia guerrillera, donde encontró su temprana muerte, víctima de la intriga, la ignorancia y el dogmatismo de quienes lo juzgaron y asesinaron, tal como lo reconoció Villalobos.

El ex comandante expresó que en el seno de su organización, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), hay un proceso de reivindicación de sí misma; «tenemos un conjunto de reflexiones; lo que hemos estado esperando es un momento propicio para profundizar en el tema y digo no para reivindicar a Roque, sino reivindicarnos nosotros frente a una falta».

El ex comandante rebelde, con 40 años de edad en la actualidad (los que Roque Dalton no llegó a alcanzar ya que su asesinato se consumó a cuatro días de su cumpleaños), conversó sereno con este corresponsal sobre el difícil tema, que ha dejado profundas huellas en su ser, según reconoció en esta entrevista.

– En el marco del conocimiento de la VERDAD sobre graves hechos de violencia política en El Salvador, quisiera preguntarle cómo queda lo acontecido con Roque Dalton, aunque es un caso que no fue investigado por la Comisión de la Verdad?

-En este caso hay dos implicaciones en este momento; hay una que diría, tiene algo de responsabilidad de lo que nos ocurre ahora con relación al caso de Roque Dalton.
Para nosotros en el contexto en el cual se da la muerte de Roque por una disposición totalmente errada, es la que nos lleva a adoptar un principio que es manejarnos por la verdad, porque los costos que nos trajo esa inmadurez dado desde la inmadurez personal, emocional, el nivel de radicalización ideológica y dogmatismo que tenían las organizaciones en su etapa de surgimiento, nos dejó con una gran cantidad de lecciones.

Y esas lecciones nos llevaron a la conclusión de que había que reconocer lo bueno y lo malo, aún sabiendo los costos.

Esa misma tesis es la que nos lleva a plantear, hace un año cuando nos insertamos, el hecho de pedir perdón a la nación, sabiendo que íbamos a obtener un resultado a la larga, o sea, consideramos que tiene que construirse una nueva forma de hacer política y no se puede hacer política teniendo una cuenta pendiente con la historia, con la sociedad. El caso de Roque es ése, está en eso.

Hemos venido en un proceso no de reivindicar a Roque, yo creo que él está reivindicado, nunca hizo nada que ameritara semejante destino, sino cómo nos reivindicamos nosotros de cara a la falta que cometimos y que nos llevó a pagar costos hasta esta fecha y nos enseñó a tener cierta valentía que en general no tienen las izquierdas, que es reconocer errores y errores de esta profundidad.

Siempre existía la idea de no hay que decir esto porque está el enemigo enfrente, porque afecta a la unidad, siempre hubo una justificación y creemos que no, que de la misma manera que en determinados momentos hubo fuertes debates al interior del FMLN cuando, por ejemplo, el accionar de los «coches bombas» causaban víctimas civiles, se planteaba hay que reconocerlo, pues a la larga era evidente que había sido el FMLN; hay reconocerlo, hay que decirle a la población, hay que decirle que fue un error, hay que pedir disculpas, hay que resolver ese problema y hay que corregirlo de inmediato. Eso llevó a que se pararan los «coches bombas».

A nosotros el caso de Roque también nos llevó a distinguir la diferencia entre problemas de seguridad y disidencia, porque con el dogmatismo estas cosas se confunden y en mi opinión, para los movimientos armados, fue una de sus problemáticas, más dramáticas.

Creo que el problema es que nadie tuvo en sus manos un caso como el de Roque, tan aleccionador; pero dentro de los movimientos insurgentes esa confusión de que a un disidente y su diferencia de opinión, se le trata como problema de seguridad, se le acusa de que es potencialmente un delator, es de lo más común y así sobre esa base no sólo en El Salvador, sino también en América Latina hay muchos revolucionarios muertos y revolucionarios muchos de ellos que han tenido más razón que los que quedaban vivos; a veces disidencias que ni siquiera existían y ni se sabía por qué era el debate, eran discusiones más emocionales que otra cosa.

Para nosotros el caso de Roque fue un caso ejemplarizante que nos ayudó mucho a tomar una determinada posición.

En 1977 hicimos la primera autocrítica pública, claro en el 77 la capacidad de que nosotros dijéramos algo y se conociera era limitada, tardaba años. Ni El Salvador, ni la guerrilla salvadoreña tenían la connotación que tiene ahora.

Todavía moviéndonos dentro de cierto marco crítico con respecto a la coyuntura internacional y todavía con cierta pelea con los intelectuales que con justificada razón nos habían condenado y habían reaccionado contra nosotros –yo les doy total razón-, pero hay tener en cuenta el periodo político y emocional que vivíamos como organización.

Éramos en realidad un grupo de jóvenes que habíamos tomado las armas y que no entendíamos ni conocíamos quién era Roque, lo venimos entendiendo después… Incluso, si estuviera en este momento vivo, el aporte que hubiera hecho al proceso sería descomunal, o sea, su falta es evidente ahora, evidente en una izquierda que yo diría que había sido muy creativa en lo político, pero que le faltaba imaginación en la comunicación con el pueblo y ahora en esta etapa de comunicación con la gente, el legado de Roque es de lo poco de gran calidad que queda porque no pudo hacer más…

– En el caso de la Comisión de la Verdad, usted aparece como el principal responsable de hechos violentos pero según se dice, el asesinato de Roque Dalton fue una decisión colectiva, ¿cuál es la verdad?

– Fue una decisión de la dirección de esa época de 1975 que son, tendría que hacer una precisión, pero por ahorita me recuerdo de Alejandro Rivas Mira, Jorge Meléndez, Vladimir Rogel, Alberto Sandoval (Lito) y otro compañero de seudónimo Mateo y yo. Probablemente se me ha quedado un par de nombres más.

Alejandro Rivas Mira, ¿qué papel jugó; él tiene antecedentes oscuros en todo el proceso?

– Ésta es una cosa bastante complicada porque Rivas Mira era en ese momento el cuadro con más antigüedad en la organización, con más experiencia política, con un nivel mayor de madurez, diría yo; pero hay algo que nosotros con respecto a este caso reconocemos: igual que en relación al caso de los alcaldes (asesinados durante la guerra civil), nosotros nunca hemos descargado la responsabilidad en una sola gente, siempre asumimos que ésta era una responsabilidad de todos porque además de lo que nosotros podamos pensar hoy con un mayor nivel de madurez, los siete en aquel momento actuamos creyendo que lo que estábamos haciendo estaba bien, lo que hacemos ahora es que reflexionamos y nos damos cuenta de que ese fue un tremendo error y sería una grave falta venir ahora y decir: no, ahí la culpa fue de Fulano.

Es que realmente el problema es …. veamos el contexto, la edad, el nivel de dogmatismo, esa relación entre seguridad y negar lo político y hacer el afincamiento en la cuestión de seguridad, o sea, son cosas que a mí no me gusta decirlas, pero las tengo que decir porque eran parte de la época.

El hecho de decir que Roque era agente de la CIA, cosa totalmente falsa, pero poniéndose a pensar y creyendo aquello entonces, se llegó a la conclusión que posteriormente se reflexiona y se llega al resultado de que no, que eso era totalmente falso, que en el momento de determinada pasión aquello funcionó casi como el mecanismo para consumar el error, la falta.

Incluso cuando Rivas Mira se separa del ERP, recuerdo que fue la primera vez y esto resulta un tanto contradictorio porque lo tradicional hasta antes de la separación de Rivas Mira, era que toda disidencia iba siempre mezclada con un cuota de interpretación negativa en términos de seguridad y la medida era inmediata, igual que en los casos anteriores; era la pena de muerte, y recuerdo que discutimos mucho por primera vez, muy a pesar, digamos que podíamos tener un cierto lastre del pasado, en ese caso nosotros aceptamos que no íbamos a cometer otra vez el mismo error y llegamos a la deducción de que debíamos aceptar eso como una disidencia política, a pesar de que se fue solo.

¿Y por qué la aceptamos como una disidencia política?, porque realmente habían serias diferencias con él en ese momento y las diferencias estriban todas en el plano orgánico-disciplinario. Por ejemplo, alguien que hace un rumor o genera un descontento era considerada como una actitud de insubordinación y la insubordinación entonces significaba pena de muerte; una conclusión bastante común entre las izquierdas armadas que lleva incluso a fenómenos en algunos casos hasta patológicos, diría yo.

Para nosotros fue tan duro el golpe de los primeros años; el efecto que generó el caso de Roque fue tan grande que nos lleva a transformarnos realmente porque es un golpe dado en una edad muy temprana; a tal grado que eso transciende en nosotros.

Ya cuando estábamos en la etapa de la guerra abierta, cuando existía el uso de la pena de muerte contra espías, era lo que más pensábamos antes de hacer una cosa de ese tipo y teníamos una política y era de reconocer todo lo que hacíamos. Incluso, de eso tiene un registro bastante claro la Cruz Roja y el Arzobispado, que toda la vida le reconocimos cada cosa así supiéramos que nos traía una consecuencia política.

Por ejemplo, en el caso de Roque hay quienes en el año 77 decían que era una ingenuidad hacer una autocrítica; sin embargo, la vida nos fue dando la razón porque fuimos siendo reivindicados, asegurándonos de nuevo un espacio entre los revolucionarios… Había derecho a que la gente se sintiera molesta.

– Se habla de un juicio, de que Dalton murió por fusilamiento, ¿cuál es la realidad?

– Sí, hay un juicio… un juicio, te voy dar incluso una incidencia de ese juicio que nunca se la he dicho a nadie; creo que fueron dos momentos del juicio. En uno de esos dos momentos llegó Felipe Peña, uno de los fundadores de las Fuerzas Populares Liberación (FPL)- con un pensamiento renovador totalmente distinto al que tenía Cayetano Carpio (Marcial)-, una de las gentes que admiré y quiero mucho, era casi un hermano para mí, igual que Rafael Arce, y él me hizo una reflexión que te digo no se me olvida nunca porque tenía razón y me dijo: «Mira, están cometiendo un gravísimo error»; simultáneamente habían otros, no voy a profundizar más, que nos recomendaban que lo hiciéramos; pero Felipe me dijo, «esto que están haciendo ustedes aquí, está totalmente amañado».

¿Qué capacidad, en el contexto de clandestinidad, con gente muy joven, sin ninguna formación profesional puede tener valor un juicio? Evidentemente, que aquello más parecía un juego, no había ninguna posibilidad de acumular pruebas, la posibilidad de defensa era incipiente; en ese sentido, yo me atrevería ahora a llamar juicio a aquello; no fue nada más que crear las bases para poder terminar de acometer la falta grave.

Si hay una parte de la historia del proceso nuestro como organización que yo quisiera borrar, sería esa, rectificar y tener a Roque entre nosotros. Indiscutiblemente no hubo juicio, aunque nosotros hayamos dicho que eso fue un juicio. Entonces se llega a esa conclusión y se toma la medida de pena de muerte por fusilamiento por llamar a la insubordinación y se le pone la carga de que era agente enemigo, etc, etc.

A estas alturas no me gusta ni decirlo, porque no tenía ninguna correspondencia con la realidad y es que esto tiene que ver con el nivel de fanatismo y romanticismo con el que se nace.

– ¿Cuáles fueron los cargos en concreto que le formularon?

– Básicamente fueron dos, el cargo más importante que se le imputaba era el de promover la insubordinación y la deserción; el segundo fue un cargo adicional que en realidad nunca llegó a documentarse sino que fue un cargo bajo sospecha.

El cargo insubordinación para aquel entonces se podría considerar como real, pero de lo que se estaba tratando era de un problema político, o sea, parte de los problemas de la etapa fundamentalista de una organización en desarrollo. Lo que él estaba haciendo era tomando contactos con gente para convencerlas políticamente de su posición y eso a la luz de nosotros en la otra posición era considerado divisionismo.

Había hablado con un compañero que era muy importante, que fue el primer explosivista, Pancho, y lo había incitado a que no obedeciera, que se insubordinara, a que se fueran juntos porque estaba planteado claramente un problema político.

El segundo cargo en realidad fue formulado bajo sospecha a raíz de una historia que la conocían muchos en el país y es en relación a su fuga de la cárcel de Cojutepeque (1964); hecho en el que quedó como un chisme, de que se produjo su fuga porque había colaborado la CIA.

A esto, ya no a la luz de nuestra posición de aquel momento, no a la luz de aquel debate que teníamos entre nosotros, sino explicándome este fenómeno con la misma lógica que explicó la parte nuestra, el problema es que Roque estuvo con un conflicto dentro del Partido Comunista y en éste también era tradición que los que disentían se les cargaba con motes de este tipo y cualquier cosa era considerada inmediatamente peligro de agente enemigo.

Todavía recuerdo, incluso, que en los años 70 a los que comenzamos a formar los primeros grupos armado se nos tachó de ser de la CIA; era parte de la lógica de la época. Pero, de ninguna manera aquello tenía ni la más mínima seriedad.

A partir de ahí se consideró que era un peligro si se le dejaba en libertad ya que eso podía afectar a la seguridad del resto; estas son las argumentaciones más fuertes que en una etapa de clandestinidad se arguyen para no atender los problemas que a veces constituyen disidencias políticas; incluso, hasta en algunos casos se llega a entender que son disidencias políticas pero por el temor a que se deriven en problemas de seguridad, entonces se incurren en faltas tan graves como el ajusticiamiento y los fusilamientos y la tendencia de eliminar a un opositor, a un adversario político.

– Cuando habla de incitación a la insubordinación y de un problema político, ¿a qué problema se refiere?

-Veámoslo con dos ópticas; cuál era nuestra óptica en aquel momento de inmadurez, de esta etapa fundamentalista de la organización y cuál sería la óptica hoy.

En aquel momento una cosa así era considerada una falta gravísima porque atentaba contra la cohesión interna, la seguridad, la disciplina, pero el problema es que eso coartaba la libertad en el plano político. Pero esa es nuestra óptica hoy.

Cuando en 1976 se produce la separación que podría ser calificada de deserción de Alejandro Rivas Mira, nuestra organización a raíz de todas las consecuencias que había tenido la cuestión de Dalton, no la consideró exactamente una deserción, o sea, muy a pesar de todos los problemas que esto implicaba para nosotros fue considerado una disidencia.

¿Por qué?, porque evidentemente había una diferencia política con respecto a los conceptos de disciplina y a la práctica política que comenzábamos a desarrollar en la organización para fortalecerla internamente y eso es lo que lleva a disentir e irse, osea, él estaba pensando en otro tipo de organización; pero nosotros llegamos a esa conclusión basados en la experiencia dramática que implicó lo de Roque.

– Cuando dice que Roque estaba incitando a que otra gente tomara una posición política ustedes lo interpretaron…

Nosotros lo interpretamos como que estaba dividiendo a la organización, por eso lo importante es aclarar que hay dos posiciones, que las mezclo en el análisis. Se me hace difícil argumentar en un sentido sólo lo que pensábamos en aquella época porque fue una posición absurda: era una etapa gravísima. Evidentemente había mecanismos como una separación política que era totalmente lógica; se pudo haber optado por esa vía y no se dio ese chance.

Prácticamente con lo de Roque estuvimos al borde de una guerra con los compañeros de la Resistencia Nacional, cosa que era un absurdo y que no habría sido el único ocurrido en América Latina, ya han habido hechos similares en Colombia, Argentina y en otros países. – Se consideró durante algún tiempo que había un enfrentamiento en el ERP entre una tendencia militarista y otra política la que trataba de incorporar las masas a la lucha armada.

– Yo pienso que no; que se trató de un problema básicamente de inmadurez. El problema es que lo que constituía el aparato militar en la organización estaba más del lado del ERP.

Pero la prueba del nivel de coincidencias políticas no de hoy, sino a lo largo de casi todo el proceso de la guerra con la Resistencia Nacional, prueba que en realidad no había una gran diferencia política.

Incluso, ¿cuál era el punto de división más fuerte con la izquierda tradicional en aquel momento? Era el problema de la lucha armada y Roque era un antidogmático y toda su obra va en ese sentido. era un crítico de los partidos comunistas, pero esto llegó a tener incidencias. Cosas que hoy parecen ridículas, como por ejemplo, los debates entre las corrientes marxistas-leninistas pro chinas con las corrientes revolucionarias más pro cubanas el hecho de las divergencias de las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética, cosas que en mi opinión ahora me parecen ridículas pero que fueron parte de esa infancia dogmática de la formación de nuestras organizaciones.

Con relación a los compañeros de la Resistencia Nacional, ellos tenían la parte más importante del aparato político de la organización que básicamente era el Frente de Acción Popular Unificado (FAPU).

Hablar de militarismo … si apenas éramos un puñado de gente; estamos hablando de 1975 y básicamente aquel fue un problema de inmadurez.

– ¿Cuál fue la actitud de Dalton en el juicio y a la hora de su ejecución?

La actitud de Roque, en las partes que pude darme cuenta, fue de estar constantemente señalando que eso era un error, que debía de investigarse más.

La actitud durante la ejecución fue de oponerse a ella en el sentido de señalar que no, que eso iba a ser un gravísimo error, que era una injusticia.

Pero quiero señalar una cosa que es importante. Cuando se hace este tipo de preguntas hay como una búsqueda de conferir que en esa etapa existía la posibilidad de procesos muy ordenados y serios.

Yo me voy a remitir a la etapa actual, por ejemplo, una de las cosas que los organismos internacionales de derechos humanos imputaron al FMLN fue precisamente lo de los juicios sumarios y el FMLN hizo muchas defensas de formalizar esto. Lo cierto es que si en la etapa de guerra de mayor desarrollo con territorios bajo control, el FMLN no fue capaz de tener una política ordenada, un marco jurídico, digamos informal, de funcionamiento para este tipo de cosas, sino que tenían una alta cuota de un trabajo de inteligencia y una alta cuota también de arbitrariedad y por eso considero que en esto se cometieron muchos errores en unas zonas más que en otra y que en una zonas se cometieron errores gravísimos en ese sentido.

Entonces en aquella etapa muchísimo más, actuaba el sentido más emocional, la pasión de las ideas, de las posiciones que se tenían. No era algo ordenado, de pruebas, documentos y evidentemente aquello no podría llegar a tener la calidad de un juicio serio, por eso no se puede hablar de que haya habido un proceso.

– ¿Se le dio a conocer a Dalton de qué se le acusaba?

– Sí, se le hizo saber; hubo reuniones en las que participó, se discutieron las cosas y todo, pero evidentemente no había una oportunidad real de defensa, pero lo importante a señalar es que en esas condiciones era muy difícil, los códigos que se aplicaron fueron más bien basados en elementos subjetivos, porque las condiciones hace imposible que se pueda acumular pruebas, documentos, no se puede prolongar mucho el tiempo de una cosa de esa.

Entonces, lógicamente la tendencia es siempre a que la conclusión sea siempre la de condenar al que está en una situación de este tipo.

Ya después cuando estábamos en una etapa más avanzada de la guerra; recuerdo que cuando ya teníamos condiciones para retenciones prolongadas pudimos resolver muchos casos sobre la base de la retención prolongada, investigación y en algunos casos descubrimos que no había problemas.

Por ejemplo, el caso de un compañero que pasó retenido casi un año por un cargo de ser parte de una infiltración que intentaba destruir la Radio Venceremos y que descubrimos que efectivamente no tenía nada que ver. Pero el problema fue porque lo había señalado una persona a la que sí habíamos efectivamente comprobado pruebas.

¿Pero cómo se podíamos hacer eso 15 años atrás?, imposibles. Recuerdo que en una ocasión se discutió la posibilidad de sacar a Dalton del país, pero cómo se sacaba, no se podía; o sea, de una manera muy informal, como una alternativa y frente al cúmulo de problemas de seguridad se llegó a la conclusión de que no había otra alternativa y que había que hacer la ejecución.

– Recuerdo que en un momento el ERP publicó un comunicado en el que diferenciaban la actitud que había tenido Pancho a la hora de la ejecución y la que había tenido Roque Dalton; decían algo así como que Pancho había tenido una actitud «proletaria» y Dalton, «pequeñoburguesa».

– El problema era que Pancho era una gente sin la formación política que tenía Roque, entonces ésa era la actitud lógica, consecuente en esa posición. Mientras que Roque era una gente con argumentos, con lógica, con posición, descubría que lo que se estaba haciendo se tenía que evitar. Yo diría que si le hubiéramos hecho caso…, Pancho no nos dijo ustedes están cometiendo un error, Roque sí nos dijo que estábamos cometiendo un error.

Yo devalúo totalmente lo que dijimos en aquella época, lo que dijimos en ese entonces sería un argumento de tipo fundamentalista, o sea, lo que pesaba más, lo que impactaba más era la aceptación simple de los cosas, pero evidentemente cuando vimos cuáles fueron los costos de este terror, el llamado que nos hizo Roque de manera persistente al decir que nos estábamos equivocando, tenemos que darle la razón.

– ¿Vale la posibilidad de considerar que pudo haber sido el enemigo de la guerrilla, en el fondo, el culpable de la muerte de Dalton?

– Esto es bien importante tenerlo en cuenta, y creo que lo remitiría a cosas que ya dije. Aquí no hubo ardid de nadie, fue un error nuestro.

Nosotros en medio de la pasión de este error, de este mal tratamiento fruto de la etapa fundamentalista sale este argumento y luego los que están fuera viendo la situación en el fondo con el mismo esquema vienen y sacan que «no fue Roque el de la CIA», sino que fue una manipulación de la CIA desde afuera, lo que condujo a su muerte.

Cuando se dice que si no fueron los ejecutores «tontos útiles» de alguna conjura contra el propio movimiento insurgente, yo creo que no tenía la CIA la capacidad de llegar a este nivel, si lo hubiera tenido nos acaba.

– ¿Qué pasa ahora con Roque?, ¿dónde está su cadáver? En algún momento se dijo que se iba a entregar a la familia.

– Correcto, hemos estado trabajando en eso con un equipo de los compañeros que tenían la información con el propósito de buscar un momento que era de lo que te hablaba hace un rato, que nos permitiera reivindicarnos y enmendar en parte la falta.

Hasta ahora desgraciadamente no hemos tenido resultados porque es mucho tiempo, hay que tomar en cuenta que hablamos de 18 años. Esperamos que al poder crear un equipo un poco más amplio podamos tener resultados, pero también está el riesgo de que no los tengamos.
De cualquier forma con eso o sin eso, nosotros vamos a buscar el momento propicio para ese proceso de explicación de mayor profundidad en el caso, para adoptar una posición más en forma y darla a conocer como organización.

En la coyuntura de la Comisión de la Verdad no quisimos; nos preguntaron si queríamos tocar el caso, pero esto era poner el asunto de Roque en medio de todo esto, era como desnaturalizar lo que en realidad fue; no sólo estaba fuera del tiempo sino también fuera del contexto político; era una falta de otro tipo, dada en otra situación y más bien lo hubiera diluido.

Queremos que se sepa que efectivamente reconocemos el error y cambiamos.

– ¿Cree que éste ha sido su más grande error?

-Mira, yo creo que sí, y tiene elementos que te pueden marcar en sentido positivo y te pueden marcar en sentido negativo. En sentido positivo qué te marca: que es de tal dimensión y que faltaba tanto por vivir que nos ayudó a no equivocarnos en ese sentido.

De ahí cometimos otro tipo de errores pero ese tipo de errores no volvimos a cometer nunca, jamás. La prueba está en que nuestra organización no se volvió nunca más a dividir, nunca tuvimos un problema político interno y ahora que tenemos discusiones y debates internos ahí está entera, entera; jamás volvimos a resolver una diferencia interna con una medida de ese tipo.
Nos marcó tanto como que fue el error más grave, más difícil, porque es el que nos pudo haber destruido o sea más adelante podías cometer un error pero difícilmente retrocedías, o sea, otros podían seguir el camino, incluso, hace poco cuando salió esta resolución de la Comisión de la Verdad, yo le decía a un compañero que cuando me enteré de la resolución que en el plano subjetivo me parece que es injusta independiente de que la acepte, es injusta; sólo me recordó los momentos más difíciles que he vivido en todo el proceso y uno de ellos, el primer momento más difícil, fue el período de Roque Dalton.

Incluso, implicó la separación de compañeros a los que uno quería mucho, o sea, por un lado, está lo de Roque, por otro lado está el desaparacimiento de Lil Milagro, quien más formó en el plano ideológico-orgánico para el trabajo revolucionario y el caso de Pancho que también muere con Roque en el mismo fusilamiento, que era el primer constructor de armas populares y explosivista de nuestra organización.

Entonces tiene una cantidad de implicaciones subjetivas bien grandes y te digo eso nos marcó, pero menos mal en sentido positivo.

– ¿Qué siente cuando oye hablar de Roque Dalton?

Un sentimiento de responsabilidad, siempre me recuerda la falta y por otro lado, el hecho de pensar lo que hubiera significado si hubiera estado vivo en esta etapa … eso nunca lo dejo de pensar. Roque era una gente con una imaginación increíble, incluso, era la gente más amena que teníamos, con una capacidad de comunicación y de interpretación de los hechos, con sentido de comunicación hacia abajo que yo no lo he vuelto a ver en la organización ni en El Salvador, ni dentro del FMLN, ni dentro de la izquierda.

Era un arma poderosa de comunicación que perdimos en virtud de una falta de la más desgraciada que pudimos haber cometido.

– ¿Cree que esto que está diciendo puede concluir con ese tabú que prácticamente ha existido en el caso Dalton?

– Yo creo que es difícil: creo que se puede ir reduciendo su peso.

Hay quienes pensarán que es cinismo, que es pragmatismo, lo he oído, me ha tocado en algunas ocasiones escuchar que otros piensan que es eso, pero no, yo lo hago con toda sinceridad y no lo hago con el sentido de limpiarnos, pienso queno, que limpiar totalmente esa carga es bien difícil.

Sólo de imaginarse lo que la derecha piensa y maneja sobre este caso: lo que incluso dentro del seno de la misma izquierda, en medio de las pasiones políticas piensa usar … pero ni modo así es, hay páginas en la historia de uno que quisiera borrar y repetirla y rehacerla pero eso no se puede. Tener el valor de reconocer los errores es algo que a la larga fortalece tus opiniones.

– ¿Están dispuestos ustedes a hacer un reconocimiento público de este error, que quede recogido en un documento?

– Creo que en parte he respondido a esto: creo que no se trata de reparar la imagen pública de Roque. Prácticamente el problema acá es cómo medianamente poder señalar un error que volvió a repetirse en nuestra organización.

Yo creo que Roque está reivindicado, no es cuenta de éste, el problema es la pérdida física de Roque, pero su pérdida en términos de imagen creo que no existe, más bien el problema acá es que el reconocimiento nuestro es para poder reivindicarnos nosotros, ese es el punto, no se trata de que él haya quedado manchado.

Por eso otra de las lecciones que nos dejó Roque es que la verdad es una arma revolucionaria. Tarde o temprano, las cosas se saben y por ello reconocer los errores es un elemento sumamente importante, a veces puede tener que esperarse condiciones, etc, etc, pero a la verdad es algo que hay que dar un espacio.

Y en relación a la posibilidad de publicar un documento, sería quizá esta la primera vez que doy una declaración a nombre de la organización sobre este caso en la que he dado más elementos de información que en ningún otro momento y evidentemente es parte de una decisión que teníamos y bajo determinadas condiciones de tal manera que se pudiera destacar el hecho, que no quedara perdido.

Nosotros estábamos por dar pasos como éste.

*Entrevista publicada en el Excélsior de México, mayo de 1993.

Dalton y Swenson: “Reclutar, desertar o anular”

WASHINGTON- Harold F. Swenson, “Hal”, de 1.80 metros de estatura y complexión atlética, veterano de operaciones encubiertas durante la Segunda Guerra Mundial, era el epítome del cuerpo de oficiales de caso de la Agencia Central de Inteligencia en el momento álgido de la Guerra Fría. Hal combatía a los comunistas con la misma determinación y astucia que alguna vez usara contra alemanes y japoneses.

La noche del 23 de septiembre de 1964, el deber llevó a Swenson a una prisión local de Cojutepeque, un pueblo de mala muerte en Centroamérica, en El Salvador, donde un prisionero macilento se hallaba sentado a solas en una celda húmeda, sin ventanas.

El prisionero era Roque Dalton García.

Hoy, Dalton es un héroe literario nacional y su rostro adorna los timbres postales de El Salvador. Pero en 1964, con veintinueve años de edad, era un enemigo del Estado envuelto en la ola política de izquierdas que había barrido la región a partir de la Revolución cubana de 1959.

En pocas palabras, Dalton era el tipo de persona con la que Hal Swenson lidiaba para ganarse el pan. Al tiempo que abría un grueso informe sobre las actividades subversivas de Dalton, Swenson fijó sus ojos avellanados sobre el poeta y le dijo que tenía solo dos opciones: colaborar con la CIA o “enfrentar las consecuencias sin posibilidad alguna de escapar”.

***

Así comenzó uno de los encuentros clandestinos más intrigantes de la historia contemporánea de América Latina. Dalton sobreviviría y llegaría a producir una impresionante obra escrita, incluida una novela autobiográfica en la que el poeta se retrata valeroso y desafiante de cara a las presiones de la CIA.

No obstante, en los años por venir, sus enemigos murmurarían que Dalton era en realidad un traidor: si había salido libre de Cojutepeque, decían, había sido a cambio de su colaboración con la agencia estadounidense. El 10 de mayo de 1975, esos rumores le costarían a Dalton la vida. Sus camaradas marxistas de guerrilla lo asesinaron tras un “juicio” secreto en el que lo acusaron de ser un agente de la CIA. Fue aquel un acto de brutalidad fanática que hasta el día de hoy resuena en la política latinoamericana, pues la familia de Dalton ha defendido su causa contra los dos exguerrilleros a los que culpa del asesinato: Jorge Meléndez, hoy un alto funcionario salvadoreño, y Joaquín Villalobos, consejero de seguridad nacional del presidente de México.

Quizá nunca sepamos toda la verdad acerca del asesinato de Dalton, o de su relación con la CIA. Pero se pueden encontrar muchas respuestas en los Archivos Nacionales de Estados Unidos, en documentos desclasificados que incluyen numerosos informes sobre los esfuerzos de Hal Swenson por reclutar al poeta salvadoreño. El retrato de Dalton que de ahí surge no es ni traicionero ni heroico.

Dalton no cedió al chantaje de la CIA, pero su comportamiento durante el interrogatorio no fue tan audaz como él mismo sugeriría más tarde. Además, al parecer, Dalton manipuló la verdad tiempo después para ocultar el hecho de que en verdad era un agente de inteligencia… de Cuba.

***

El 21 de abril de 1964, un vuelo de Cubana de Aviación que se dirigía a Praga se detuvo a reabastecer combustible en Halifax, Nueva Escocia. Mientras el avión permanecía en la pista, Vladimir Rodríguez Lahera salió disparado de entre los demás pasajeros y pidió asilo a un oficial canadiense. No se trataba de una deserción cualquiera. Rodríguez era el encargado de Centroamérica para la Dirección General de Inteligencia (DGI), la principal agencia cubana de espionaje.

Rodríguez terminaría entregando una maleta llena de documentos a Hal Swenson, jefe de contrainteligencia de la unidad de “Asuntos Especiales” de la CIA, que implementaba las operaciones encubiertas contra el régimen de Fidel Castro. Para el mes de junio, Swenson había logrado que Rodríguez le diera todo el parte y había ideado un plan para “reclutar, desertar o anular” a los numerosos elementos cubanos en Centroamérica a los que Rodríguez identificara, tal como diría más tarde un memorándum de la CIA. Entre los blancos potenciales en la lista de Rodríguez, Swenson consideró a Roque Dalton como un caso especialmente interesante.

Hijo de padre estadounidense y madre salvadoreña, Dalton se había unido al Partido Comunista Salvadoreño (PCS) en 1957 y había viajado a Cuba en septiembre de 1962, junto con otros veintitrés jóvenes del Partido, para recibir entrenamiento guerrillero. Su entrenamiento duró hasta marzo de 1963 y, según los documentos de la CIA, incluyó un mes en Rostock, Alemania del Este, en octubre de 1962.

El curso en Cuba comprendía lecciones de “liderazgo” con un veterano de la Guerra Civil española que había adquirido la ciudadanía soviética y se había convertido en general. Dalton debió de impresionar a sus instructores, ya que lo seleccionaron junto con otros cuatro salvadoreños para seguir entrenándose como agente de la DGI… sin informar al PCS.

Los cubanos le dieron a Dalton un alias: “Juan Montenegro”, y le enseñaron escritura en clave, vigilancia y comunicaciones de onda corta. Cuando se preparaba para regresar a El Salvador, a finales de octubre de 1963, la DGI le proporcionó al poeta seiscientos dólares para comprar un transmisor, y una cinta de microfilm que contenía radiofrecuencias fue escondida en la suela hueca de su zapato.

Swenson veía a Dalton como un “candidato destacado” para el reclutamiento, pues era un comunista salvadoreño de primer orden y también un agente secreto cubano.

En tanto tal, “se podría esperar que proporcionara bastante información tanto sobre el PCS en El Salvador como sobre sus actividades para la DGI”, escribió Swenson el 19 de junio de 1964. Rodríguez le dijo a Swenson que Dalton se mostraría receptivo a una oferta de la CIA porque era “muy inteligente, pero nunca demostró un verdadero deseo por aprender” en Cuba, y porque tenía “una debilidad por las mujeres y la vida fácil”. Aun así, a Swenson le preocupaba que las “características personales” de Dalton pudieran ocasionarle a la CIA “problemas de manejo” en el futuro, tal como le había sucedido a los cubanos. Rodríguez, que había sido el oficial de caso de Dalton, explicó que este había malversado los seiscientos dólares y no se había reportado con sus superiores antes del 27 de enero de 1964, cuando las autoridades salvadoreñas lo arrestaron y deportaron. El jefe de la estación de la CIA en San Salvador también externó sus reservas. La agencia ya tenía un espía en el PCS, señaló en un cable del 12 de agosto de 1964, así que, ¿para qué incorporar a Dalton?

Puesto que anteriormente Dalton no había hecho nada para la DGI, los cubanos, siempre sospechosos, “vincularían su reactivación a la deserción de Rodríguez Lahera”, argumentaba el jefe de la estación de la CIA. En lugar de hacer el intento por reclutar a Dalton, la CIA debía “anularlo” haciendo públicos sus lazos con Cuba y dejando que el gobierno salvadoreño se encargara del resto. Pero después de la crisis de los misiles y de Bahía de Cochinos, la CIA estaba desesperada por penetrar la red que rodeaba a Fidel Castro. Swenson quería darle una oportunidad a Dalton. Así que envió un cable al jefe de la CIA en San Salvador agradeciéndole sus comentarios, y siguió adelante con sus planes de reclutar al poeta.

***

El 3 de septiembre, Swenson se reunió en San Salvador con el presidente de El Salvador, el coronel Julio Rivera, y le presentó el plan de la CIA para captar a los guerrilleros y espías entrenados por Cuba en su país. Rivera se mostró encantado y le dijo a su jefe de inteligencia, José Alberto “Chele” Medrano, que hiciera todo lo que la CIA quisiera.

Dalton había regresado a El Salvador en junio. Con la esperanza de evitar que su arresto y expulsión de enero se repitieran, permaneció en casa mientras los abogados de la Universidad Nacional, donde Dalton estaba inscrito como estudiante de Derecho, solicitaban a las cortes poner fin a la constante vigilancia policiaca fuera de su domicilio. Pero Dalton no pudo reprimir su necesidad de beber y socializar. El 4 de septiembre –un día después de que Swenson se entrevistara con Rivera– se aventuró en un bar donde policías vestidos de civil lo arrestaron. Cinco días más tarde fue transferido en secreto a la cárcel de Cojutepeque, a fin de frustrar los esfuerzos de la familia del poeta por lograr que un juez ordenara su liberación.

Si bien la policía no golpeó ni torturó físicamente a Dalton, fue mantenido en solitario, privado de duchas y comida decente, y obligado a dormir en el frío suelo de la celda. El resultado fue un semblante lastimoso al momento que Swenson llegó, ya caída la oscuridad, el 23 de septiembre.

Las condiciones de la cárcel no dejaron contento a Swenson, en particular el hecho de que el único espacio disponible para un interrogatorio fuera una gran sala de juntas, con guardias presentes y un oficial de alto rango de la policía salvadoreña que deambulaba dentro y fuera. Pese a las circunstancias poco satisfactorias, Swenson prosiguió con su “oferta” a Dalton. Hal le dijo al poeta que “fuentes internas” habían revelado que no solo era un comunista salvadoreño de primer orden, sino también un agente de inteligencia cubano. Dalton negó todo, y comenzó a sermonear a Swenson sobre sus derechos legales.

Pero cuando este último le mostró el archivo de la DGI que había obtenido de Rodríguez, el poeta “se encogió de miedo”, tal como informó más adelante el hombre de la CIA. La situación de Dalton “no tenía remedio”, dijo Swenson… a menos que cooperara, en cuyo caso, Estados Unidos se encargaría de darle a él y a su familia una buena vida. Dalton pasó de la provocación al regateo. Los dirigentes militares de El Salvador “me cortarán la cabeza”, suplicó. “Lamento haberme involucrado alguna vez en todo esto.” El poeta juró abandonar la política y El Salvador si el hombre de la CIA ponía fin al interrogatorio y lo dejaba ir. Pese a todo, Dalton no admitió trabajar para Cuba ni pertenecer al Partido Comunista. Y tampoco accedió a espiar para la CIA.

Frustrado, Swenson envió a Dalton de vuelta a su celda, y se quedó cavilando sobre las formas de quebrar su resistencia. Swenson decidió que un bon vivant como Dalton respondería mejor en un ambiente más cómodo. Así que dio instrucciones a Chele Medrano de trasladar a Dalton a un lugar más tranquilo, donde pudieran hablar a solas.

La noche del 25 de septiembre, Swenson se reunió con Dalton en la lujosa casa de un coronel salvadoreño, en las frescas colinas de Planes de Renderos, al sureste de San Salvador. Dalton se había duchado y había conseguido una cama adecuada y comida decente. Swenson informó que, sin guardias, “hubo una mejor compenetración y Dalton habló con mayor holgura”. Charlaron sobre la historia personal del poeta, sobre sus primeros días como miembro del Partido Comunista y sobre sus viajes por México y Cuba. Pero Dalton insistía en que había renunciado al Partido Comunista debido a sus métodos “cuestionables”. Sus visitas a Cuba, decía, respondían a actividades estrictamente culturales y literarias.

Swenson hojeó de nuevo el archivo de la DGI. Dalton insistía en que los papeles eran falsos. El poeta “suplicó misericordia con elocuencia, por [su] esposa y sus hijos”, informó Swenson, y “rogó” una vez más que se le enviara al exilio. El hombre de la CIA dijo que quizás podría organizar una nueva vida para Dalton en México, pero solo si cooperaba plenamente. Al ver que el poeta no se doblegaba, Swenson recogió sus papeles y se marchó, advirtiéndole a Dalton que se le estaba acabando la paciencia.

Dalton parecía “agitado, pero terco”, y “probablemente no se rendiría sino después de repetidas y largas sesiones de interrogatorios”, informó Swenson. Antes de recurrir a eso, Swenson quería probar una última táctica: confrontar a Dalton con Vladimir Rodríguez Lahera, quien había acompañado a Swenson a San Salvador. Seguramente Dalton no podría negar sus vínculos con los cubanos en presencia de su antiguo oficial de caso de la DGI.

La mañana del 30 de septiembre, Rodríguez apareció en Planes de Renderos. De apenas 1.60 metros de estatura y con un acento cubano inconfundible, Rodríguez debió de resultar instantáneamente reconocible para Dalton, en especial cuando habló sobre el entrenamiento del poeta en Cuba y se dirigió a él por sus pseudónimos ante la DGI.

Sin embargo, Dalton se las arregló de alguna manera para negar que conociera al cubano. El poeta se atuvo a esa historia incluso después de que Swenson entrara y se uniera al desertor. Una vez más, Dalton rogó que se le liberara y se le enviara al extranjero.

“Obtener la verdad de Dalton llevará mucho tiempo”, informó un Swenson exasperado. Dalton estaba “plenamente consciente [de las] pruebas en su contra”, pero quizás esperaba que la presión política y legal de sus camaradas finalmente obligara al gobierno a liberarlo. Por otra parte, añadía Swenson, Dalton “probablemente teme que admitir su complicidad no sea de ayuda”.

Estaba en manos del gobierno salvadoreño “convencerlo de que de una u otra forma [se] equivoca”, escribió Swenson, lo que quería decir que el gobierno debía retener a Dalton en aquella oscura celda de la cárcel de Cojutepeque hasta que el poeta cambiara de opinión. Y el 1 de octubre fue exactamente ahí adonde Dalton fue a parar, mientras Swenson regresaba a Washington.

***

La desaparición de Dalton en verdad se había vuelto una cause célèbre para los comunistas salvadoreños y otros opositores al gobierno militar. El mismo día en que la policía transfirió en secreto al poeta de vuelta a Cojutepeque, un grupo de escritores y artistas publicó una carta en protesta por su arresto. Dos semanas más tarde, el 15 de octubre, el Diario Latino de San Salvador publicó una carta abierta al presidente Rivera firmada por la esposa de Dalton, Aída Cañas de Dalton. A continuación, las asociaciones de abogados llamaron al gobierno a respetar los derechos del poeta.

El 29 de octubre, al tiempo que la campaña a favor de Dalton alcanzaba un crescendo, un cable de la CIA le dio a Hal Swenson una noticia asombrosa: se decía que Dalton había escapado.

Tal como lo explicarían los cables posteriores de la CIA, de alguna manera el poeta había llegado de la cárcel de Cojutepeque a un escondite en la Universidad Nacional, en San Salvador.

Los oficiales de la CIA estaban alarmados por el titular del 30 de octubre de El Diario de Hoy, de San Salvador: “Dalton García confirma la fuga”. El periódico contenía una carta de Dalton en la que él mismo describía su arresto, cautiverio y las extrañas reuniones con dos interrogadores extranjeros.

Un “estadounidense vestido de civil” lo había acusado de participar en una conspiración encabezada por cubanos contra el gobierno salvadoreño, escribió Dalton. El gringo le había enseñado “una serie de documentos, obviamente inventados y fabricados ad hoc”, y amenazó con “eliminarlo” a menos que admitiera los cargos.

En la villa de Planes de Renderos, el estadounidense “continuó con sus amenazas y ofertas”, escribió Dalton, e incluso le presentó a un cubano desconocido, quien “afirmó ser el que había conspirado en Cuba conmigo”. El cubano lo amenazó con mandarlo asesinar a menos que confesara, afirmaba Dalton.

Tras ser enviado de vuelta a la cárcel de Cojutepeque, escribió el poeta, permaneció incomunicado hasta la noche del 25 de octubre, “cuando, aprovechando una debilidad en la pared de mi celda ocasionada por temblores y trabajos de construcción en las cercanías, pude escapar y llegar por mi cuenta a San Salvador”.

Los oficiales de la CIA trataron de contener los estragos. El jefe de la agencia en San Salvador dio instrucciones al encargado de negocios de Estados Unidos, Edward G. Curtis, de decir a la prensa que las acusaciones de Dalton eran “demasiado ridículas para comentarlas” o que Dalton estaba “usando ‘licencias poéticas’”.

Mientras tanto, la CIA trató de despistar a Cuba. Un oficial de caso le dijo a un agente conocido de la DGI que un funcionario estadounidense se había reunido con Dalton, pero solo a petición de Chele Medrano, quien pensaba que Dalton podría hablar más libremente con un compatriota de su padre. El oficial le aseguró al agente cubano que Dalton no había traicionado ninguna confianza, y que no tenía “nada que temer desde el punto de vista de la seguridad”.

El 3 de noviembre, el jefe de la CIA en San Salvador envió un cable a las oficinas centrales informando que las repercusiones políticas eran “sorprendentemente leves” y que el gobierno salvadoreño “podría capear el temporal sin tener que admitir nada”.

Sin embargo, un destinatario del mensaje no quedó satisfecho. “Este cable no tiene sentido”, escribió el 4 de noviembre un alto cargo de la CIA. “Nuestro objetivo es obviamente reclutar, desertar o anular a Dalton. Su fuga de la prisión no altera de ninguna forma lo que queremos hacer.” De hecho, se argumentaba en el memorándum, la fuga y las declaraciones de Dalton en la prensa salvadoreña podrían aumentar su valor como agente doble, pues constituían una pantalla perfecta.

La negativa de Dalton a aceptar el reclutamiento hasta ese momento “no significa que debamos rendirnos, más bien significa que deberíamos intensificar nuestros esfuerzos o estar dispuestos a tomar medidas más drásticas de ser necesarias”, agregaba el memorándum. Después de todo, el caso Dalton debía ser considerado a la luz “del asesinato de agentes de la CIA en Cuba”.

“No estamos involucrados en partidas de ajedrez o en juegos olímpicos, sino en operaciones serias que, ya se trate de una guerra caliente o fría, se calculan bajo la definición clásica de destruir la voluntad del enemigo para resistir o, más realistamente, destruir la capacidad del enemigo”, concluía el documento.

Y, con esa nota ominosa, termina el informe desclasificado del intento de Hal Swenson por reclutar a Roque Dalton.

***

¿Podría haber orquestado la CIA una vendetta contra Dalton, o haberlo reclutado durante el tiempo transcurrido entre su fuga en 1964 y su asesinato en 1975? Es posible, pero probablemente no fue así.

La CIA continuó rastreando a Dalton desde febrero de 1965, cuando este se reubicó en Praga, hasta al menos el verano de 1971, cuando el poeta asistió a un congreso de las juventudes comunistas en Pyongyang, Corea del Norte.

No existe evidencia en los archivos desclasificados de que la CIA tuviera siquiera noticia del regreso de Dalton a El Salvador en 1973, o de la existencia del grupo al que se unió, el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

Además, para ese momento, “Asuntos Especiales”, al igual que la mayor parte del aparato anti Castro de la CIA, se había disuelto. Hal Swenson y otros oficiales involucrados en el caso Dalton habían sido reasignados, se habían retirado, o habían muerto. La prioridad de la CIA en

América Latina era el Chile de Salvador Allende, y no Centroamérica. Para 1975, la agencia quizás estaba demasiado ocupada combatiendo los escándalos por sus intentos de asesinato previos como para emprender uno contra alguien como Dalton.

Mientras tanto, la relación de Dalton con la inteligencia cubana se mantuvo. Aunque no está claro cómo salió de El Salvador a principios de noviembre de 1964, el poeta no pudo haber llegado a Praga sin ayuda cubana. Cuando tiempo después regresó a La Habana, Dalton gozó de un estatus privilegiado, con fácil acceso a funcionarios como Manuel Piñeiro, que encabezaba las operaciones secretas del régimen de Castro en América Latina.

En retrospectiva, el comportamiento de Dalton durante el interrogatorio con Swenson y Rodríguez, así como la historia que contó en la prensa salvadoreña –y, mucho más tarde, en las páginas de su novela Pobrecito poeta que era yo– parecen calculados no solo para protegerse a sí mismo, sino también a la DGI.

Sí: durante sus encuentros con el hombre de la CIA y con el desertor cubano estaba asustado, más asustado de lo que su recuento en Pobrecito poeta que era yo podría revelar. Debió de quedar impactado al enterarse de que Rodríguez lo había traicionado. Pero sus ruegos y sus súplicas probablemente fueron en parte una actuación, una puesta en escena destinada a darle tiempo a sus camaradas para hacer campaña a favor de su liberación, tal como lo sospechó Swenson. Incluso pudo haber aprendido esta táctica de la DGI.

Un cable del jefe de la CIA en San Salvador, fechado el 28 de septiembre de 1964 y consistente con esta hipótesis, describe una reunión secreta sobre el caso Dalton con un informante del PCS, quien reportó que la política del partido en el caso Dalton era “ejercer presión [sobre el gobierno] a través de los diputados” en la asamblea nacional, y “aceptar la expulsión [de Dalton] del país antes que dejarlo podrirse en alguna cárcel local”.

La dramática carta de Dalton a El Diario de Hoy resulta digna de atención tanto por lo que dice como por lo que no dice.

En Pobrecito poeta que era yo, escrito después de su salida de El Salvador, Dalton llamaba al interrogador estadounidense “oficial de la CIA”. Pero en la carta a El Diario de Hoy, escrita mientras aún se ocultaba en el país y esperaba irse, se refería al gringo con más cuidado, como “uno de los asesores extranjeros de la policía nacional y otras instituciones militares”. En cuanto a Rodríguez, Dalton decía que había descubierto que el cubano sin nombre era “un instructor de la policía nacional”.

En pocas palabras, Dalton solo reveló lo suficiente de la verdad como para alertar a sus superiores cubanos de que sus operaciones habían sido expuestas, pero no tanto como para orillar a la CIA a tomar “medidas drásticas”.

***

La narración de Dalton sobre su fuga en El Diario de Hoy, aunque vaga y breve, es consistente con su elaborado relato en la novela, donde habla de la excavación de un túnel a través de una porosa pared de adobe, de carreras a través de bosques, y de autobuses a los que subió, lleno de ansiedad, camino a San Salvador.

Siempre ha parecido una historia improbable. Un viejo camarada que entrenó en Cuba con Dalton, Ricardo Castrorrivas, le dijo al biógrafo del poeta, Luis Alvarenga, que según había escuchado, Dalton logró salir en realidad gracias a Pedro Geoffroy Rivas, un eminente y adinerado poeta de izquierda que utilizó sus influencias a favor de Dalton. Resultaría irónico, pues Dalton y Rivas eran rivales en aquel tiempo; es de notar, empero, que Pobrecito poeta que era yo es una línea de un poema de Rivas.

No obstante, el hijo de Dalton, Juan José Dalton, ha escrito sobre la lejana noche en que su padre apareció en la casa de un pariente, con barba y cubierto de arañazos, y le enseñó a su hijo un pedacito de acero que había utilizado para atravesar los ladrillos.

La única versión de la fuga de Dalton que claramente no es verdad es la que difundieron sus enemigos: que la CIA la orquestó para encubrir su reclutamiento. El narrador más agresivo de este relato fue Cayetano Carpio, el comunista veterano que abandonó el partido salvadoreño en 1970 para fundar las Fuerzas Populares de Liberación (FPL). Carpio afirmaba que los miembros del Partido habían visto a Dalton reunirse con un oficial de la CIA en un hotel de San Salvador después de que saliera de la cárcel de Cojutepeque.

Si tal reunión tuvo lugar, no existe registro de ella en los documentos desclasificados de la CIA. Por el contrario, los cables secretos de la agencia, cuyo propósito nunca fue hacerlos públicos, reflejan sorpresa y enojo genuinos frente a la noticia de la fuga de Dalton. Los oficiales de la CIA en San Salvador ni siquiera averiguaron que Dalton había llegado a la Universidad Nacional sino hasta diez días después de su huida de Cojutepeque. Chele Medrano también parece haber permanecido en la ignorancia; según un cable de la CIA, “arremetió contra la dejadez de la Policía Nacional”.

El apoyo de Cuba a Dalton después de que abandonara El Salvador en 1964 contradice la acusación de Carpio; resulta extraño, sin embargo, que el régimen de Castro tolerara las murmuraciones de Carpio contra el poeta cuando ambos hombres se encontraban en La Habana a principios de la década de 1970.

Después de que Carpio rechazara la oferta del poeta de unirse a las FPL, la inteligencia Cubana instó a Alejandro Rivas Mina, el primer jefe del ERP, a aceptar a Dalton como “asesor político” dentro de El Salvador, según un artículo de David Hernández, escritor e investigador salvadoreño del caso Dalton, en La Prensa Gráfica de mayo de 2011.

Dado el potencial de conflicto entre Rivas Mina y el más viejo y más logrado –pero notablemente indisciplinado– Dalton, era como si los cubanos estuvieran enfrentándolos deliberadamente.

Según las memorias del exguerrillero salvadoreño Eduardo Sancho, Crónicas entre los espejos, en una reunión en San Salvador, en 1973, poco después de la llegada de Dalton, Carpio le reiteró a Rivas Mina el rumor sobre los vínculos de Dalton con la CIA.

Para sus admiradores, Dalton fue un brillante intelectual revolucionario. Los servicios secretos de Cuba, empero, lo conocieron como un bohemio sarcástico que le había robado seiscientos dólares a la DGI, que no podía resistirse a la bebida y que metió la pata en una peligrosa trampa de la CIA.

La inteligencia cubana había tolerado sus defectos durante años debido a sus dotes literarias. Sin embargo, para principios de la década de 1970, Dalton sabía más sobre el funcionamiento interno del Estado cubano que una década atrás, y su afición por la bebida y las mujeres había empeorado mucho.

De una u otra forma, por el riesgo que representaba, Roque Dalton estaba destinado a ser anulado. Y, el 10 de mayo de 1975, lo fue.

Traducción de Marianela Santoveña

Tomado de revista Letras Libres, edición octubre 2012.

Linguists identify 15,000-year-old ‘ultraconserved words’

You, hear me! Give this fire to that old man. Pull the black worm off the bark and give it to the mother. And no spitting in the ashes! It’s an odd little speech. But if you went back 15,000 years and spoke these words to hunter-gatherers in Asia in any one of hundreds of modern languages, there is a chance they would understand at least some of what you were saying.

That’s because all of the nouns, verbs, adjectives and adverbs in the four sentences are words that have descended largely unchanged from a language that died out as the glaciers retreated at the end of the last Ice Age. Those few words mean the same thing, and sound almost the same, as they did then.

The traditional view is that words can’t survive for more than 8,000 to 9,000 years. Evolution, linguistic “weathering” and the adoption of replacements from other languages eventually drive ancient words to extinction, just like the dinosaurs of the Jurassic era.

A new study, however, suggests that’s not always true.

A team of researchers has come up with a list of two dozen “ultraconserved words” that have survived 150 centuries. It includes some predictable entries: “mother,” “not,” “what,” “to hear” and “man.” It also contains surprises: “to flow,” “ashes” and “worm.”

The existence of the long-lived words suggests there was a “proto-Eurasiatic” language that was the common ancestor to about 700 contemporary languages that are the native tongues of more than half the world’s people.

“We’ve never heard this language, and it’s not written down anywhere,” said Mark Pagel, an evolutionary theorist at the University of Reading in England who headed the study published Monday in the Proceedings of the National Academy of Sciences. “But this ancestral language was spoken and heard. People sitting around campfires used it to talk to each other.”

In all, “proto-Eurasiatic” gave birth to seven language families. Several of the world’s important language families, however, fall outside that lineage, such as the one that includes Chinese and Tibetan; several African language families, and those of American Indians and Australian aborigines.
That a spoken sound carrying a specific meaning could remain unchanged over 15,000 years is a controversial idea for most historical linguists.

“Their general view is pessimistic,” said William Croft, a professor of linguistics at the University of New Mexico who studies the evolution of language and was not involved in the study. “They basically think there’s too little evidence to even propose a family like Eurasiatic.” In Croft’s view, however, the new study supports the plausibility of an ancestral language whose audible relics cross tongues today.

Pagel and three collaborators studied “cognates,” which are words that have the same meaning and a similar sound in different languages. Father (English), padre (Italian), pere (French), pater (Latin) and pitar (Sanskrit) are cognates. Those words, however, are from languages in one family, the Indo-European. The researchers looked much further afield, examining seven language families in all.

Un País Atrapado por Oligarcas y Maras

21 de abril 2013. Hace 50 años El Salvador era una república cafetalera, ahora vive de exportar gente. La tercera parte de su población ha abandonado el país y en 24 años esos emigrantes enviaron 46.000 millones de dólares en remesas familiares, 30.000 en la última década. Sin embargo, en la medida en que las remesas han aumentado, la economía ha decrecido y la violencia se ha multiplicado. Las remesas pasaron de 686 millones de dólares en 1992 a casi 4000 millones en el 2012. El Salvador es la economía que menos crece en Latinoamérica y junto con Honduras y Guatemala son la región más violenta del mundo. En los últimos veinte años se han registrado más de 50.000 homicidios.

El Salvador es un caso clásico de poder oligárquico. Las familias que controlan la economía asumieron la exportación de personas como política económica, argumentando que el país es “potencia demográfica” y sus habitantes tienen “cultura de emigrar”. En 1969 la expulsión de salvadoreños provocó la llamada “guerra del fútbol” entre El Salvador y Honduras. Con la guerra civil comenzó la emigración a Estados Unidos y ésta creció exponencialmente con la paz por el desempleo crónico.

La parálisis económica no tiene nada que ver con el actual Gobierno de izquierda, los empresarios dejaron de invertir aun y cuando gobernaba la derecha. Los miles de millones de dólares que llegan al país como dinero fácil reducen incentivos a la inversión productiva, disparan el consumo y estimulan la emigración. El país dejó de ser agrícola y ahora es una economía artificial de servicios soportada por remesas que pagan la mitad de las importaciones y permiten convivir con un enorme y crónico déficit comercial.

Los oligarcas ganan mucho dinero, sin inventar nada, sin correr riesgos y sin necesidad de generar empleos, captando las remesas a través de suplir el consumo. Importan productos, ponen supermercados, abren centros comerciales y sacan el dinero del país. Las remesas han generado un progreso ficticio en un pequeño espacio de la capital saturado de centros comerciales; la mayor parte del territorio es desorden, inseguridad y pobreza. La mayoría de jóvenes de clases altas y medias no conocen el caótico centro capitalino.

En la medida en que las remesas que envían los emigrantes han aumentado, la economía ha decrecido y la violencia se ha multiplicado

La migración de uno de cada tres salvadoreños provocó una catástrofe social que generó una violencia peor que la guerra. La multiplicación de familias disfuncionales, las comunidades desarticuladas, las deportaciones masivas de convictos desde Estados Unidos, la importación de la cultura norteamericana de pandillas y el desempleo crónico en un país que ya era violento, convirtieron a las pandillas, conocidas como “maras”, en un poder fáctico que le ha arrebatado al Estado los monopolios de la coerción, la tributación y la justicia en gran parte del territorio. Están armados, extorsionan, asesinan a quien no paga y se apropian de viviendas y negocios.

Las maras pactaron una impopular tregua entre ellas que ha bajado significativamente los homicidios, pero el reconocimiento público a su poder ha institucionalizado las extorsiones, que son el delito principal y el que más afecta a los pobres. Los cambios generacionales en sus filas, la apropiación de negocios, el dominio territorial y la “violencia sumergida”, o capacidad creíble de matar cuando lo necesitan, los terminará convirtiendo en crimen organizado.

Las maras son el resultado de que la política de exportación de personas enriquece hacia arriba a costa de degradar socialmente hacia abajo. Son un problema de pobres que afecta a pobres, que se agravó porque los Gobiernos oligárquicos abandonaron políticas sociales, debilitaron la seguridad pública y desmantelaron al Estado. Convirtieron la inseguridad en negocio expandiendo la seguridad privada. El fortalecimiento de las maras es, por ello, directamente proporcional al debilitamiento del Estado. Han sido el Gobierno de Saca, quien fue expulsado de ARENA y el actual de izquierda de Funes, los que comenzaron a aplicar programas sociales para contrarrestar los efectos de la emigración, entre éstos el programa “Ciudad Mujer”, dirigido a la deformada realidad familiar del país.

Estimando todas las operaciones económicas vinculadas a los emigrantes, El Salvador podría haber recibido unos 60,000 millones de dólares en un par de décadas, una suma fabulosa para un país tan pequeño. ¿Por qué si ese dinero llega a los pobres no ha habido un crecimiento masivo de pequeñas empresas? En el 2012 Honduras registró que más de 10,000 pequeñas empresas habían cerrado en Tegucigalpa por la inseguridad, con lo cual se estimaban unos 100,000 empleos perdidos. En El Salvador no se cuantifican los efectos de las extorsiones ni del poder intimidatorio de las “maras” sobre la microeconomía, pero con seguridad, éstas y la competencia de los centros comerciales que poseen seguridad privada, son los obstáculos principales de una explosión microeconómica que generaría centenares de miles de empleos.

El Salvador está atrapado en un círculo vicioso. A mayor emigración más remesas, a más remesas menos crecimiento económico, a menos crecimiento más desempleo, a más desempleo más violencia y a más violencia más emigración. ¿Por qué un país que recibe tanto dinero en remesas no puede pagarse las políticas sociales, ni la cantidad de policías que demanda la protección de sus habitantes? La economía salvadoreña está dominada por una “elite extractiva”, sin interés por el desarrollo. Los oligarcas captan el dinero de las remesas, pero no invierten en el país, sino en Estados Unidos, Panamá y hasta en la Nicaragua sandinista. Mientras tanto, El Salvador pierde trabajadores y emprendedores altamente productivos, desperdicia tierras fértiles, desaprovecha la ambición creativa de nuevos empresarios y deja a las pequeñas empresas a merced de las maras.

En 1980 la Fuerza Armada expropió los bancos a los oligarcas, pero se los pagaron, luego la banca nacionalizada quebró porque muchos empresarios no pagaron sus deudas. En 1989 el partido de los oligarcas recuperó el gobierno, rescataron los bancos con dinero público y se los auto-vendieron saneados, baratos, al crédito y pagables con las mismas utilidades. Posteriormente las remesas hicieron crecer los bancos, entonces los oligarcas los revendieron a precios altos a la banca extranjera y sacaron el dinero al exterior. Esta apropiación de miles de millones de dólares es el mayor acto de corrupción de la historia del país y una evidencia del poder oligárquico.

El debate en El Salvador no es entre “Socialismo del siglo XXI y Capitalismo”, sino entre un capitalismo oligárquico, acomodado y depredador que concentra el poder económico; y un capitalismo promotor del desarrollo que disperse el poder económico, fomente la inversión productiva, genere empleos, detenga la emigración, rehabilite delincuentes, fortalezca las instituciones de seguridad y acabe con las extorsiones y la violencia que atormentan a los pobres. Para reactivar la economía es indispensable un Estado capaz de proveer seguridad y para mejorar la seguridad es indispensable reactivar la economía.

Los países son un reflejo de la visión de sus elites; a diferencia de Costa Rica, cuyas elites construyeron una democracia próspera, la oligarquía salvadoreña ha puesto a El Salvador al borde de ser Estado fallido al haberlo llevado por un camino de dictaduras, golpes de Estado, rebeliones, magnicidios, represión, guerras, polarización política, corrupción, pobreza, emigración y violencia criminal. El enemigo principal de los oligarcas son ahora los nuevos ricos y lo único que puede salvar a El Salvador de convertirse en Estado fallido es precisamente el fortalecimiento de nuevas elites económicas que hagan contrapeso a los viejos poderes oligárquicos. Hay ahora miles de emprendedores exitosos en Estados Unidos y en el propio país que pueden reinventar la economía; sus principales obstáculos son los oligarcas y las maras.

¡William Huezo, presente, ahora y siempre!

SAN SALVADOR, 14 de mayo de 2013 (SIEP) “Como Iglesia Luterana Popular lamentamos el fallecimiento esta tarde de nuestro querido amigo y compañero sindicalista de AGEPYM, William Huezo…”expresó el Rev. Roberto Pineda, pastor de la Iglesia Luterana Popular.

“A William lo conocimos en la calle, en las grandes tormentas sociales de nuestra época, luchando siempre por los intereses populares, enfrentados a los anti- motines, denunciando las injusticias contra los trabajadores, en las huelgas y vigilias, recorriendo las calles con nuestras marchas, bajo banderas, mantas y megáfonos, por eso lo respetábamos y hoy le rendimos homenaje…”

“Me acuerdo cuando estuvimos acompañando como Iglesia Luterana Popular en el 2005 a los sindicalistas que habían sido despedidos de algunos ministerios, y estaban en Catedral en huelga de hambre, ahí estuvimos juntos desvelándonos, luchando…”

“Me acuerdo cuando llegó a acompañarnos a 18 despedidos en la Alcaldía de Ayutuxtepeque en 2010, y le dedicó tiempo, pensamiento, a buscar vías para lograr que se nos reinstalara, y nos dio apoyo sindical y legal, solidaridad proletaria…”

“Y estoy seguro que miles de empleados públicos vivieron esa experiencia, ese calor humano y esa confianza que William como seguidor de Monseñor Romero, levantaba a su paso, y por eso hoy rendimos tributo a su vida hermosa dedicada a luchar desde AGEPYM por los derechos sindicales, y desde el movimiento popular, por un nuevo El Salvador. Ya William estamos seguros, se encuentra en la gloria de nuestro Señor Jesucristo, que ama a los que sueñan y luchan…” concluyó el religioso luterano popular.

Empresario Ricardo Poma consolida su poder dentro de ARENA

La pregunta “¿Quién manda en ARENA?” que hace unas semanas retumbó en el partido tricolor tiene ahora una respuesta. El empresario Ricardo Poma, cabeza de uno de los grupos económicos más fuertes de El Salvador, ha consolidado su poder dentro de ARENA al haber instaurado al expresidente Francisco Flores como estratega de la campaña proselitista, al unificar a los más fuertes empresarios en torno a la candidatura de Norman Quijano y al mantener en la presidencia del partido a uno de sus hombres de mayor confianza, Jorge Velado.

El poder de Poma quedó evidenciado en una reunión con empresarios de altos quilates donde, a pesar de las dudas de unos y las ambivalencias de otros, dio por sentada la candidatura de Norman Quijano con una lacónica frase: “Vamos a seguir con Norman hasta el final”.

El poder del empresario pasa, además, por un factor fundamental: los fondos económicos para la campaña proselitista; se sabe de manera extraoficial que se ha comprometido a reunir $25 millones entre sus amigos aparte de los donativos personales.

La entronización del empresario dentro del partido mata dos pájaros de un tiro. Quizás tres. Por una parte llena el vacío de liderazgo que ha tenido ARENA desde la salida del Coena de Alfredo Cristiani. Por otra, unifica a los empresarios más poderosos del país en torno a la candidatura de Norman Quijano y anula fisuras que podrían perjudicar al delfín de los areneros en la lucha por la Presidencia. Y, tercero, asegura un tema de extrema importancia en la actual situación: los fondos económicos.

Esta consolidación podría responder la pregunta que la diputada Ana Vilma de Escobar hizo pública hace algunas semanas y que retumbó en el partido: “¿Quién manda en ARENA?”.

La cita del Grupo de los 20

El martes 14 hubo una reunión de emergencia en San Salvador, donde se dieron cita poderosos empresarios del denominado Grupo de los 20. Uno de los participantes confirmó a Diario La Página este encuentro.

El tema principal era la preocupación por la caída en las encuestas del candidato de ARENA, Norman Quijano, y las estrategias a seguir como parte de una reingeniería que, incluso consideraba el cambio de la fórmula presidencial tricolor. El grupo estaba repartido entre los que proponían el cambio de Quijano como candidato y los que preferían mantenerlo pese a las debilitadas cifras de aceptación electoral.

A la cita con los empresarios también asistió un personaje: Francisco Flores, el expresidente, quien estaba ahí por invitación de algunos amigos del Grupo de los 20 y cuyo principal promotor y padrino es Ricardo Poma, el hombre fuerte de ARENA dentro de esta coyuntura política.

La reunión —de acuerdo con una fuente interna del partido— transcurrió en medio de un diálogo que evidenciaba preocupación por el futuro del país y por los escollos que debe superar la fórmula presidencial.

Como parte de esa preocupación se había convocado también al candidato Quijano, para que expusiera sus puntos de vista. Lo que todos deseaban era que se llegara a un consenso, con Francisco Flores como el “asesor” de alta gama, que llevará a cabo la estrategia de salvataje.

De acuerdo con la fuente de ARENA, entre los asistentes a la reunión estaban: Ricardo Poma, Francisco Calleja, Ricardo Simán, Gerardo Balzaretti, Roberto Murray Meza, Juan Federico Salaverría, Luis Álvarez, Raúl Álvarez, Alejandro Dueñas, Fabricio Altamirano, Tomás Regalado y Ricardo Sagrera. No asistió a la reunión, por estar de viaje, Roberto Kriete.

Con ellos estaban Quijano y el presidente de ARENA, Jorge Velado.

En un ambiente de cierta tensión, los empresarios que se habían reunido comenzaron a exponer sus apuestas y propuestas para cambiar el panorama electoral.

Escucharon además la estrategia que les presentó Flores, le pusieron atención a lo que dijo Quijano y el presidente de ARENA, Jorge Velado, y cuando estos dos se fueron continuaron con el debate.

Fueron momentos de diálogo sin tapujos, teniendo sobre la mesa los números de las encuestas y el desgano de buena parte de las bases areneras para apoyar a una fórmula a la que no ven ganadora.

La preocupación era evidente. Vieron los números de la más reciente encuesta interna del partido en la que Quijano vuelve a aparecer en declive, una tendencia que marca el descalabro del aspirante tricolor, según la fuente de ARENA que dio esta información a Diario La Página.

Cada empresario dijo lo que opinaba hasta que, en un momento se escuchó la voz de Ricardo Poma. La postura del poderoso hombre de negocios fue tajante: Sigamos unidos hasta el final apoyando a Norman.

Los empresarios asintieron. Unos convencidos, otros a regañadientes. Otros, los menos, se quedaron callados porque no estaban de acuerdo. Se habia sellado el pacto, les encantara a unos o les disgustara a otros. Igual, pacto de caballeros, pacto de poder.

En ese momento, aparte, se terminó de afianzar la llegada de Francisco Flores a la campaña presidencial de Norman Quijano; se decidió que se le iba a contratar por 8 semanas, para que enderezara el barco arenero y se le concedió suficiente poder para tomar algunas decisiones.

Flores llegó así a una cima de poder que nunca tuvo dentro de ARENA, donde incluso ha padecido anticuerpos entre sus correligionarios.

Pero no solo el expresidente llegaba a tal cota de poder. En la reunión de este 14 de mayo quedaba evidenciado quién era el verdadero poder detrás del trono. El que realmente tiene la sartén por el mango dentro del partido tricolor.

Ese hombre es Ricardo Poma, el empresario que ya había sido miembro del Consejo Ejecutivo Nacional (Coena) en los albores del presente siglo, y quien ahora ha logrado acaparar las principales estructuras.

La llegada de Flores a la conducción de la campaña arenera (en su esencia, aunque otros vean los detalles) es el último paso que ha dado Poma dentro del círculo de poder partidario.

Porque además de tener influencia directa en la campaña, en vista de que Flores le reportará los resultados, otro de sus hombres de confianza, Jorge Velado, es el actual presidente del partido ARENA.

La instauración de Velado en la presidencia del Coena es muestra de poder de Poma dentro del partido, en vista de que Velado es uno de sus gerentes favoritos desde hace muchos años.

Otra de las posiciones donde, según sostienen algunos areneros, se ancla el poder de Poma dentro del partido es en la Asamblea Legislativa, ya que de manera indirecta podría tener influencia con la diputada Ana Vilma de Escobar, en vista de que el esposo de ella, Carlos Patricio Escobar, es otro de los hombres de confianza del empresario.

El factor dinero

Sin embargo, el poder de Ricardo Poma no se queda en las tres figuras mencionadas.

También se ha informado a este Diario que uno de sus sobrinos es quien maneja ciertos hilos de poder dentro del grupo “Los 300”, otro círculo donde se incluye también a empresarios y a profesionales.

Este sobrino es quien también maneja las cuentas y los fondos de campaña en Grupo 5, la empresa que le lleva la publicidad y las asesorías políticas a Norman Quijano, tanto como alcalde de San Salvador como candidato presidencial.

Otro aliciente para que Poma tenga poder dentro de ARENA es el factor dinero. El empresario ha donado ya (de acuerdo con algunas fuentes) medio millón de dólares para la campaña proselitista. Además, ofreció millón y medio —de su dinero personal— para dentro de pocos días y se comprometió a recaudar otros 25 millones de dólares entre amigos empresarios.

El poder que Poma ha logrado obtener dentro del partido, no obstante, le ha hecho acreedor de algunos adversarios internos.

Porque el hecho de que, en la reunión, se optara por seguir “con Norman Quijano hasta el final” ha desinflado el interés de algunos miembros del selecto círculo. Sin embargo, como es acuerdo tomado, los aires actuales indican que se continuará sin mayores incidentes.

Otra de las fuentes consultadas por Diario La Página, que habló bajo condición de anonimato por su relación cercana al caso, dijo que “Don Ricardo Poma es un gran hombre, aunque el hecho de que esté ganando demasiado poder dentro de ARENA puede resultarle no beneficioso al partido, no por él, sino porque las personas cercanas a él le pueden reportar información distante de la realidad y eso puede obnubilar el pensamiento”.

Otro empresario advierte: “El riesgo de que Poma tenga el poder casi total en ARENA es que él podrá ser muy buen empresario, pero el partido no se maneja como una empresa”.

Las preocupaciones

Las dudas que sienten sobre la fórmula presidencial algunos miembros del Grupo de los 20 no es exclusivo de tal círculo. Es parte también de las preocupaciones que de manera pública o velada hacen constantemente diversos areneros, de la elite y de los barrios.

“Lo que queremos es que se ganen las elecciones, y para eso quizás hay que tomar decisiones fuertes”, dice un arenero de pura cepa consultado por este Diario. Sin embargo, al ver las encuestas y percibir la “temperatura” en las bases tricolor este triunfo en las presidenciales se percibe lejano.

Incluso, ayer miércoles se reunieron con el Coena algunos fundadores del partido para externar su preocupación porque Norman Quijano y René Portillo Cuadra (su mancuerna en este proceso) no logran “hacer clic” con la población votante.

La aspiración de un grupo de areneros es contundente: hay que cambiar la fórmula presidencial. Suponen que aún hay tiempo para fortalecer un nuevo equipo que aspire a la presidencia del país.

Y entre los nombres que se manejan como los posibles sucesores de Quijano como aspirante a la Presidencia están los empresarios Eduardo Zablah Touché y José Ángel Quirós, y los diputados Ana Vilma de Escobar y Edwin Zamora.

Como candidata a la vicepresidencia se reitera el nombre de la alcaldesa Milagro Navas.

Sin embargo, estas aspiraciones podrían quedar en el olvido si se sigue al pie de la letra el guión que terminaron de construir los empresarios del Grupo de los 20 en la reunión sostenida el pasado martes 14 de mayo.

El poder de Ricardo Poma al frente de este grupo podría ser el cemento que solidifique a las estructuras de poder dentro de ARENA. Los próximos meses serán cruciales para ver si el “Sigamos con Norman hasta el final” se mantiene o si, al ver que no fructifica la estrategia del ex presidente Francisco Flores, el grupo de máximo poder dentro de ARENA decide dar un golpe de timón.