Nota
introductoria a la edición de 2016
Han transcurrido dieciséis años desde que Schafik
Jorge Hándal realizó la intervención titulada El actual período de transición y
el rumbo socialista de nuestra lucha, y ocho años desde que el Instituto que
lleva su nombre la publicó en un folleto. Esa intervención se produjo tres años
antes de que el propio Schafik participara como candidato en la elección
presidencial de 2004, en la cual, si bien no se alzó con el triunfo, sí dio un
importante paso adelante en la lucha política y electoral del FMLN, al más que
doblar el techo de votos cosechado por nuestro partido en las contiendas
precedentes.
Sin duda alguna podemos afirmar que la proeza
realizada por el FMLN con Schafik como candidato presidencial preparó el camino
para que Mauricio Funes Cartagena y Salvador Sánchez Cerén, en 2009 y 2014
respectivamente, lograran franquear la puerta de la Casa Presidencial de la
República de El Salvador, hasta entonces inaccesible para una fuerza política
que no representara los más retrógrados intereses de la oligarquía salvadoreña,
mucho más inaccesible aún para una fuerza política de la izquierda
revolucionaria, como lo es el FMLN.
No obstante la gran diferencia existente entre la
situación en que estas ideas fueron concebidas y expresadas –desde un FMLN que
luchaba como fuerza política y electoral opositora– y la situación actual –con
un FMLN cuyo segundo gobierno consecutivo acumula más de un año y medio de
gestión–, este texto conserva total vigencia y merece ser estudiado o
reestudiado por la militancia y los amigos de nuestro partido porque en él se
encuentran claves fundamentales para continuar la obra, ya que la conquista y
el ejercicio del gobierno, algo que ya hemos logrado, no es un fin en sí mismo,
sino un medio para proseguir la transición por el rumbo socialista de nuestra
lucha, en este trigésimo sexto aniversario de la fundación del FMLN, en el que
nuestro partido se fortalece mediante el cumplimiento de los acuerdos de su
Primer Congreso, celebrado entre julio y noviembre de 2015.
Instituto Schafik Hándal, San Salvador, marzo de
2016.
Presentación
El período actual forma parte de una larga etapa
histórica. Sus rasgos esenciales constituyen el marco general en que se
desenvuelve la realidad de cada período concreto. Las condiciones objetivas de
una etapa abren las posibilidades objetivas para los cambios de la realidad.
El análisis o apreciación correcta del período
histórico concreto está a la base del diseño de una estrategia acertada para
los cambios de la realidad en beneficio de los intereses de la inmensa mayoría
de la sociedad; este es nuestro compromiso. Además, debemos buscar que el resto
de la sociedad, aunque no esté totalmente de acuerdo con nuestro proyecto, haga
posible un consenso en los términos en que este concepto es aplicado por la
Organización de Naciones Unidas.
Hechas estas breves aclaraciones acerca del enfoque
en que realizamos el análisis, pasamos a esbozar los rasgos principales del
período histórico de transición en el cual nos encontramos, así como los aspectos
más importantes de la estrategia y del rumbo de nuestra lucha.
Acuerdos
de paz, transición contradictoria y en conflicto
La finalización negociada de la guerra en El
Salvador y la firma de los Acuerdos de Paz (16 de enero de 1992), terminaron
con sesenta años de dictadura militar y pusieron en marcha una transición que
se proyectaba como sucesivos cambios estructurales en el sistema político, y el
inicio de transformaciones económicas y sociales capaces de hacer posible el
ascenso de las fuerzas revolucionarias al poder del Estado para consumar la
realización del programa de la Revolución Democrática.
El FMLN redefinió este programa a lo largo de la
guerra, hasta que en el lindero de las negociaciones de los Acuerdos de Paz, en
septiembre de 1990, fue presentada al país la así llamada Proclama a la Nación,
que constituyó la base programática de la agenda de las negociaciones propuesta
por el FMLN.
La guerra revolucionaria concluyó con el logro de
acuerdos sobre transformaciones políticas estructurales, pero sin derrocar a la
gran burguesía oligárquica ni a su partido de derecha, ultra conservador. Esto
se produjo en un momento en que en el mundo se derrumbaba el modelo de
socialismo de Estado imperante en Europa Oriental y se desintegraba la Unión Soviética,
mientras el rumbo neoliberal de la globalización capitalista se consolidaba y
mostraba éxitos.
Estos dramáticos y veloces cambios mundiales
tuvieron fuertes impactos en nuestro país:
• Introdujeron confusiones, vacilaciones y
fraccionamientos en la izquierda revolucionaria y permearon ideológicamente a
una parte de la misma.
• Facilitaron y aceleraron la transición
neoliberalizadora del Estado y de la economía.
• Fortalecieron ideológicamente el poder de la
derecha, en particular del grupo oligárquico del gran capital, que se veía en
el trance de adueñarse del timón financiero, consolidar su hegemonía y
abandonar la declinante agro-exportación.
Así quedó configurado el escenario de posguerra, en
el que se enfrentaron desde entonces dos transiciones:
1. La democrática revolucionaria.
2. La neoliberalizadora globalizante.
Durante los primeros cuatro años (desde enero de
1992) la reforma neoliberal avanzó con la ventaja de tener el poder del Estado,
un impresionante apoyo electoral, y la impregnadora influencia ideológica y política
de los éxitos neoliberales en el mundo. Además, se vio favorecida por la
fractura del FMLN, el marasmo ideológico de la izquierda nacional y mundial,
así como la incipiente experiencia de los revolucionarios salvadoreños en la
lucha política legal.
La ejecución de los Acuerdos de Paz fue eficaz en la
reforma de la Fuerza Armada y en poner fin al Estado militarizado; pero hasta
ahora (mayo de 2001) no ha podido realizarse de modo integral el cumplimiento
de todos los acuerdos e incluso algunos de sus principales logros han comenzado
a deteriorarse.
No obstante, las raíces populares de la izquierda,
la defensa de sus ideales por la mayoría de sus líderes y militantes, sus
progresos en la capacidad de orientarse y elaborar estrategia en la nueva y
adversa situación, le permitió, desde el comienzo de esta transición
contradictoria y en conflicto, situarse como segunda fuerza política electoral
y ganar acumulación progresivamente.
La
hegemonía neoliberal se debilitó, crecen las fuerzas antineoliberales
Aquella situación de los días finales de la guerra y
primeros años de la posguerra se ha modificado sustancialmente:
1. El brillo de los éxitos del neoliberalismo se ha
opacado:
1.1. La crisis mexicana (1995-1996) y su «efecto
tequila» sobre otros países de América Latina, la crisis de los «dragones» del
Sudeste Asiático (1997-1998), la caída de la poderosa economía del Japón, la
brusca y enorme devaluación del rublo, la precipitación de Rusia a un nivel más
profundo de la crisis económica, social, política y moral que venía arrastrando
desde el derrumbe de la URSS, y la voluminosa y corrupta privatización de las
empresas estatales, acarrearon impactos recesivos en Europa e involucraron en
este proceso a las principales economías latinoamericanas (Brasil, Argentina,
Venezuela, Colombia, Chile, Perú), estancándolas e induciéndolas al franco
retroceso. La economía de los Estados Unidos parecía florecer invulnerable,
hasta que a finales de 1999, durante el año 2000 y lo que va del 2001, también
se detuvo y entró en retroceso.
1.2. El pensamiento neoliberal perdió el prestigio y
la arrogancia de su pretendida infalibilidad; la pobreza se extendió más sobre
la Humanidad, al mismo tiempo como nunca antes en la historia, la riqueza se
concentró en extremo, en pocas manos y pocos países; a su vez los Estados
socialistas (Cuba, China, Vietnam) mostraron su fortaleza y capacidad de
resurgir y prosperar.
2. El pensamiento de la parte mejor dotada de la
izquierda comenzó a salir del marasmo en que lo sumió el cataclismo geopolítico
de finales de los ochenta y principios de los noventa. Varios de los más
importantes partidos de la izquierda latinoamericana lograron notables
progresos políticos y se han acercado al umbral de su arribo al gobierno
(Frente Amplio de Uruguay, PT de Brasil, FSLN de Nicaragua y FMLN de El Salvador).
La guerra revolucionaria en Colombia, llevada adelante por organizaciones que
multiplicaron su crecimiento (FARC, ELN), adquirió dimensiones ofensivas y un
enorme volumen.
3. La Tercera Vía surgida de la pérdida de rumbo de
la socialdemocracia en algunos países de Europa frente al entonces otrora
arrollador avance del neoliberalismo, fue rechazada en el último congreso de la
Internacional Socialista; muchos de los partidos retomaron sus respectivos
gobiernos y volvieron a diseñar programas más cercanos a los intereses de las
mayorías nacionales.
4. En Estados Unidos, junto con el retroceso de la
economía, arribó al gobierno el Partido Republicano (enero del 2001) encabezado
por George W. Bush, cuyos primeros cien días han sido el retorno franco a la
Guerra Fría. Dentro de este enfoque, Bush le ha dado un espaldarazo al gobierno
de Francisco Flores.
5. Los terremotos de enero y febrero del 2001 en El
Salvador multiplicaron la pobreza, el desempleo y la exclusión; el apoyo de
Bush aceleró la tendencia de ARENA y su gobierno de ejercer el poder con
creciente autoritarismo y desprecio por todo esfuerzo de concertación.
El bloque de fuerzas enemigas que enfrentamos en la
guerra se está reagrupando, aunque con dificultades: no puede incluir
automáticamente a todo el sector empresarial agropecuario, ni a todo el sector
industrial y de servicios, que en gran medida han sido golpeados y disminuidos
por la política económica neoliberal de los tres gobiernos de ARENA; tampoco
puede incluir automáticamente a la Fuerza Armada y a la Policía Nacional Civil
–por lo menos todavía no– porque existen fundadas razones para pensar que ello
no será muy fácil. Lo que sí posee este bloque contrarrevolucionario en
formación, es su segundo «Reagan». Todo esto ha producido fuertes y crecientes
agrietamientos en ARENA, y su franco y notorio desgaste político ante la
población, va en aumento.
6. Acontecen interminablemente las guerras locales,
los conflictos étnicos y religiosos, los desmembramientos por la fuerza de
Estados multinacionales (Unión Soviética, Yugoslavia), las agresiones militares
masivas desde la Guerra del Golfo. La hegemonía del imperio yanqui se impone a
sangre y fuego, y no solo por vía económica. Recrudece sin éxito el bloqueo a
Cuba, arrastra a Europa a sus aventuras bélicas afectando la prosperidad de la
Unión Europea, la fortaleza del euro, reduciendo la autonomía del viejo
continente. Se lanza a imponer la dolarización en los primeros países
(Argentina, Ecuador, El Salvador) con el propósito de generalizarla en toda
América Latina y otras regiones del Tercer Mundo; impulsa el ALCA para
engullirse a la economía y asumir totalmente las riendas de todo el continente
americano.
7. La República Popular de China ha emprendido
esfuerzos para abrirse espacios en las relaciones económicas y políticas con
América Latina, especialmente refuerza su amistad con Cuba y Venezuela;
mientras, el gobierno Bush se esmera en enfrentarla y crear conflictos con
China violando acuerdos históricos (entrega de armas sofisticadas a Taiwán,
incidente de aviones espías). Lo mismo hace con Rusia (ruptura unilateral del
Tratado de Prohibición Antimisiles, discrepancias sobre Irak, Palestina, y
Yugoslavia), cuyo gobierno, el de Vladimir Putin, realiza acercamientos y da
muestras, por lo menos en algo, de buscar recuperación del protagonismo y peso
geopolítico de la ex-Unión Soviética con Cuba. Por su parte la República
Popular de China y Rusia parecen encontrar entendimientos sobre sus relaciones
económicas y políticas.
8. En los últimos años ha crecido de manera
impactante la resistencia de amplios sectores sociales a la globalización
neoliberal y el ataque a las políticas excluyentes del Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial mediante movilizaciones internacionales
concurrente (Seattle, Praga, Quebec y otras).
9. Las luchas populares en diversos países de
América Latina (Bolivia, Ecuador, Paraguay, Brasil, últimamente Argentina) y
otros continentes están en un período de flujo; todas sus motivaciones y
demandas chocan con las decisiones políticas, económicas y sociales
neoliberales, con la intromisión de Estados Unidos y demandan justicia y
democracia (Chile, Perú). Incluso en nuestro país, el movimiento social después
de un prolongado receso, da muestras de recuperación y combatividad con huelgas
(STISSS; SIMETRISSS), y protestas (de los damnificados por los terremotos, 1ro.
de Mayo reciente, etcétera).
10. El mundo no se aviene con el capitalismo
neoliberal ni con la monopolaridad. Sin lugar a dudas, hemos ingresado nacional
e internacionalmente en un nuevo período histórico que llega cargado de
tensiones, confrontaciones y al mismo tiempo está preñado de posibles
desenlaces estratégicos que apuntan a giros, los cuales en algunos casos pueden
ser revolucionarios.
Este nuevo período ya no es el inicial período de
hegemonía total del neoliberalismo, en los terrenos económicos, políticos e
ideológicos. El esquema neoliberal en el plano ideológico y político es
dogmático; en el primer momento tuvo enorme éxito. Incluso desde la izquierda
se oían opiniones de que no era posible derrotarlo; algunos se lo creyeron
tanto que decidieron hacer sus maletas y trasladarse a la «bullanga de la
fiesta» neoliberal, a disfrutar de la misma en vez de luchar por acallarla.
Pero esa no es la situación de hoy. El
neoliberalismo ya no tiene aquella hegemonía total; sin embargo, no toda la
izquierda ha mostrado igual nivel de conciencia y capacidad frente a la nueva
fase del neoliberalismo para lidiar con la globalización a fin de ponerla al
servicio del progreso social, de la solución del problema de la pobreza, la
exclusión y el atraso de la inmensa mayoría de la humanidad.
La globalización es un proceso que tiene una larga
historia desde los primeros tiempos de la formación del mercado mundial. Aunque
la velocidad de las relaciones económicas internacionales ha aumentado
muchísimo, este es un proceso muy antiguo. Lo nuevo del mismo es la conducción
neoliberal en beneficio de un pequeño grupo de grandes señores del capital en
el mundo, que da origen a una teoría, una ideología, una política y a
instituciones financieras encargadas de imponer esa ruta. Eso es lo nuevo, pero
el fenómeno de la hoy llamada globalización es remoto.
Hoy, este proceso está conducido por los señores del
gran capital para su provecho, los cuales, según estudios de organismos
internacionales, tienen un patrimonio superior a los ingresos de miles de
millones de personas en el mundo. Las 250 personas que poseen los mayores
capitales, según esos estudios, tienen en conjunto más riqueza que los ingresos
anuales de dos mil quinientos millones de personas; así de simple es la cosa.
Semejante poder, debilita, impacta y golpea a
millones de personas, despertando en ellas la conciencia y la decisión de
enfrentarse a la globalización. Como la historia ha demostrado, no se puede
mantener la hegemonía únicamente con el capital, ni con ejércitos; si eso
hubiera sido así, en la historia no habría habido revoluciones.
Ideales
de transformación: fortaleza de las
luchas populares
Los pueblos se han enfrentado siempre a sus
opresores y explotadores con dos recursos fundamentales, ninguno de los cuales
es capital ni riqueza:
1. Ideales de transformación: una vez que estos
ideales se difunden entre los pueblos y las grandes mayorías, se convierten en
fuerza material casi incontrarrestable.
2. Incorporación masiva de las fuerzas a la lucha.
Este recurso puede llevarse a nivel mundial, lo cual quiere decir que incluye
la solidaridad internacional, y la solidaridad de pueblo a pueblo. Este punto
está subordinado al anterior.
Por eso para hacer frente a la globalización y a la
hegemonía neoliberal, los movimientos revolucionarios –el nuestro tiene
experiencia en eso– deben globalizar la solidaridad. El neoliberalismo mundial
«ayuda» a hacerlo globalizando la solidaridad de los pueblos en su lucha contra
él, incluyendo a los trabajadores de los países capitalistas desarrollados.
La globalización del neoliberalismo homogeniza los
problemas y las consecuencias negativas que produce sobre millones de personas
en el mundo. Esa es una de sus debilidades. Homogeniza el enfrentamiento por
los cambios en todos los países. En cualquier parte del Tercer Mundo la gente
padece las mismas consecuencias del neoliberalismo. Además, en los países más
desarrollados produce parecidas repercusiones a una escala mayor.
No es extraño que en esos países, en unos más que en
otros, haya reactivación fuerte de resistencia generalizada a la conducción
neoliberal por parte de las clases populares, de los obreros y otros sectores
populares. Una de las consecuencias del profundo distanciamiento entre pobres y
ricos, entre países atrasados y desarrollados, es la enorme y veloz
multiplicación de la migración del sur al norte, de los países pobres y
atrasados a los ricos y desarrollados.
Dentro de estos últimos se produce un proceso de
reestructuración de las sociedades, en las que aparecen islas del Tercer Mundo
que se van haciendo cada vez más grandes dentro del Primer Mundo.
El Primer Mundo ya no es el jardín amurallado que
existió durante mucho tiempo, donde no ocurrían la mayor parte de las
desgracias y enfermedades sociales que sucedían en el mundo subordinado y
atrasado. Lo mismo está ocurriendo en los países del Tercer Mundo, se forman
islas de Primer Mundo, cada vez más pequeñas; lo podemos constatar en nuestro
país.
Conocer
la realidad para formular el programa de cambios
Para luchar contra la globalización y el
neoliberalismo dominante en nuestro país, causante de la calamitosa situación
en la que se encuentra el pueblo salvadoreño, debemos conocer cómo funciona el
capitalismo de hoy y hacer certeros nuestros programas de cambios.
El FMLN ha progresado bastante en la elaboración de
planteamientos programáticos, primero, a lo largo de la guerra, y después,
desde la firma de los Acuerdos de Paz, cuyos contenidos constituyen la historia
reciente del desarrollo del conocimiento del FMLN sobre la realidad nacional y
la cambiante situación en el mundo.
Nuestro pensamiento no ha permanecido inmóvil, como
la derecha trata de presentarnos, pero es necesario desarrollarlo más; ahora
conocemos la realidad del país mucho mejor que antes o durante la guerra;
comprendemos cuáles son los problemas económicos, políticos, sociales, cuál es
la mecánica de los mismos, cómo afectan a unos sectores más que a otros, o de
qué manera los afectan, los enriquecen o les dan más poder.
Hemos podido conocer todo eso por lo siguiente:
1. En el FMLN existe conciencia colectiva que es
necesario tener un dominio más a fondo de la problemática global y particular
del país, y de conocer al enemigo que enfrentamos para ser eficaces en la
lucha.
2. El conocimiento ha sido facilitado por los
contactos cada vez más intensos y frecuentes con los diversos sectores
sociales, muchos de los cuales durante la guerra estaban ubicados en el campo
enemigo. La derecha neoliberal los ha golpeado tanto con sus políticas económicas
y sociales, que esto les ha ayudado a despertar y a comprender que, para
cambiar esta situación, pueden entenderse únicamente con las fuerzas agrupadas
en el FMLN y algunas otras que mantienen la posición de luchar contra el
neoliberalismo.
Esa gente se ha acercado continuamente al FMLN, en
particular desde que estamos en la Asamblea Legislativa, porque ese es un
escenario en el que se debaten las cuestiones sensibles para los intereses de
los diferentes sectores de la sociedad afectados por el neoliberalismo. Hoy
conocemos mucho más y por eso estamos en mejores condiciones para desarrollar
adecuadamente nuestros planteamientos programáticos, plataformas de lucha,
incluyendo nuestras iniciativas legislativas para cada período y coyuntura.
Todo esto ha arraigado en nosotros la convicción de
que no basta con limar algunas asperezas del capitalismo neoliberal y del
sistema en general. Este sistema no tiene arreglo si no se producen cambios
estructurales. Estos no van a excluir los intereses de ningún sector, ni
siquiera los de aquéllos que hace decenios podríamos haber considerado
irremediablemente enemigos y obstáculos para el progreso social.
Los que deben quedar afuera, y sin ninguna
contemplación, son los intereses del grupo hegemónico, dueño del país, que es
aliado del dueño del mundo. Con ese grupo neoliberal no puede haber
entendimiento alguno en materia de reestructuración nacional, porque todo
acuerdo con ellos implica debilitamiento, con toda seguridad, de los intereses
de la inmensa mayoría del pueblo y del país. En esto consiste el carácter
revolucionario de nuestra lucha.
La izquierda hoy en El Salvador, en particular el
FMLN, debe disponerse en las elecciones del 2003 a ampliar el control sobre más
gobiernos municipales y diputados en la Asamblea Legislativa, así como a asumir
el gobierno en el 2004. La configuración del período lo hace posible y
necesario. Si nosotros no invertimos en eso nuestros mejores esfuerzos, nuestra
más ejemplar decisión, el pueblo salvadoreño no nos lo perdonará jamás, pues le
traeremos una enorme frustración.
Como
el principal instrumento para transformar el país, el FMLN necesita más unidad
Para este fin es necesario que el partido realice el
viraje en correspondencia con el hecho de que dentro de la izquierda, el FMLN
es el único instrumento real con que cuenta el pueblo salvadoreño para
transformar el país en respuesta a los intereses populares y nacionales. Es
cierto que hay fuerzas de izquierda fuera del partido; debemos tomarlas en
cuenta si aspiran a una necesaria derrota del neoliberalismo y a la
transformación estructural del país.
Muchos opinan, incluso dentro de los sectores de
izquierda que no son orgánicos del partido, que el crecimiento del FMLN se debe
a los errores de la derecha. Si bien es cierto que esta es una parte de la
verdad, también hay otra que debe ser incluida.
El FMLN ha venido mostrando capacidades para asumir
la lucha por intereses diversos que tienen en común el enfrentamiento contra el
grupo neoliberal, nacional e internacional, que impulsa la política neoliberal
depredadora. Si no hubiéramos actuado con la claridad con que lo hemos hecho,
el pueblo habría dejado de tener confianza en el FMLN y no seguiría depositando
en nosotros la esperanza de ser el instrumento capaz de hacer los cambios.
Si las simpatías populares y de otros sectores del
país hacia el FMLN solo se debieran a los errores de la derecha y estos fueran los
que han hecho crecer electoralmente al FMLN: ¿por qué no se ha distribuido de
manera más equitativa el impacto de los errores de la derecha entre los
distintos partidos, grupos de izquierda y fuerzas políticas en el país?
Todos sabemos que un rasgo de la situación política
del país consiste en que el enfrentamiento se ha ido concentrando entre dos
fuerzas, sin que ello quiera decir que estamos a favor de un sistema político
bipartidista, creemos que se debe conservar el multipartidismo. Pero aquí estamos
analizando el porqué de la cosas, a la luz de la realidad práctica.
Existen otros factores que explican esa situación
política; tanto es así, que la gente en todo el país nos reclama y exige que
seamos más combativos, más agresivos en la lucha contra la dominación arenera
neoliberal.
Para prepararse a cumplir de manera óptima la
función de organizar y conducir esta lucha que espera la mayor parte del pueblo
salvadoreño, el FMLN debe alcanzar niveles mayores de unidad en torno a los
ideales revolucionarios. Por ahora los cambios que están vigentes son los del
«programa mínimo», pero hay que pasar a definir los contenidos de nuestro
«programa máximo», superando el nivel actual de los enunciados. De alguna
manera, ello es expresión de la huella del modelo soviético en el pensamiento
político y teórico, aún de aquéllos que criticaban ese modelo que se derrumbó.
El Frente necesita alcanzar niveles superiores de
unidad ¿Es posible eso? El proceso ha comenzado. La respuesta a las acciones
más negativas del gobierno y de ARENA, ha diferenciado las posiciones dentro
del partido, apareciendo aquellos que francamente han salido a apoyar las
medidas neoliberales. Quienes han actuado de esa manera se han debilitado,
mientras el resto, de varias corrientes y tendencias, ha respondido en términos
generales unificadamente.
La experiencia de varios meses de coincidir en la
acción frente a las medidas neoliberales, ha ido creando condiciones para que
empiece a caminar un proceso hacia mayor unificación que tendrá que impulsarse
con seriedad, para que sea sólido, que no esté basado en negociación de cuotas
partidarias, ni de cargos públicos.
Cuando estábamos en la lucha armada muchos de los
problemas que ahora tenemos eran resueltos por la forma de lucha. Por ejemplo,
no había duda de quién era el enemigo; ahora hay dudas al respecto. Hay quienes
consideran que tales o cuales fuerzas no son enemigas y que uno puede
entenderse con ellas. En aquel tiempo no había esa confusión. Todos sabíamos
que no solo eran fuerzas enemigas, sino que nos querían exterminar. Además, en
aquel momento, cada uno de los miembros del FMLN podía ejecutar su voluntad de
luchar contra aquel enemigo, a favor de la justicia en que creía de manera
directa, tenía en sus manos el instrumento propio de esa forma de lucha y
participaba directamente en los combates.
En la lucha política legal, la identificación del
enemigo se complicó, empezó a perderse en la hojarasca y el marasmo de una
serie de planteamientos, análisis atractivos, enmascaramientos y, por qué no
decir, en acercamientos perversos hacia nosotros para engatusarnos. En la lucha
armada, la unidad en la acción, la solidaridad entre los que luchábamos, estaba
engendrada por el hecho de que estábamos jugándonos la vida. Teníamos
convicciones muy arraigadas.
Ahora esto ha sido muy golpeado por la forma de
lucha electoral que despierta ambiciones. Se proclama el derecho de todos a ser
alcaldes, diputados. Se ha dejado de mirar estos cargos como posiciones de
choque contra el enemigo. Se ha olvidado que los compañeros se eligen para
cumplir una misión revolucionaria y por lo tanto deben tener cualidades para
desempeñarlas. Se ha dejado de ver al partido como instrumento y sujeto capaz
de desarrollar una lucha transformadora. Bajo la influencia de la lógica y la
inercia de lucha política electoral, se tiende a ver al partido, como un simple
espacio en el cual el más astuto reúne el apoyo suficiente para ser diputado y
ganar más dinero.
No todos actúan de esa manera, pero esa enfermedad
ya está presente en el partido. Si realmente queremos que el FMLN cumpla su
misión, una de las readecuaciones que se necesita hacer con mucha fuerza es que
el proceso de mayor unificación no gire alrededor de negociaciones de reparto
de cuotas internas, ni de candidaturas para cargos públicos. Una está en
función de la otra, las cuotas internas son para asegurar las cuotas en las
candidaturas.
Al partido ha ingresado mucha gente con motivaciones
e intereses que no son exactamente los mismos del FMLN. No basta con que haya
posibilidades de abrirle paso a los intereses de las mayorías, como ponerle fin
a la exclusión, superar pobreza, lograr cambios o rupturas importantes en el
sistema. ¡No basta! Es necesario que los instrumentos, los sujetos y el
partido, den el viraje requerido.
Lo
«viable» y el «realismo»: su correcta interpretación revolucionaria
El proceso de lucha de la sociedad civil por las
transformaciones debe ser apoyado, impulsado y estimulado. Ahora bien, ¿qué
cambios hay que hacer? Es necesario plasmarlos en el programa, pero debemos
tener cuidado con dos conceptos que pueden ser interpretados de manera diversa:
1. Si lo viable es interpretado como lo que permite
hacer el grupo de dueños del país y su aliado dueño del mundo, entonces no
habrá transformaciones ni ruptura con el neoliberalismo ni con el sistema;
habrá juego y esperanzas fallidas, pero no se producirán cambios. Quienes
parten de la base de que el logro de rupturas con el sistema no es viable deben
decirlo con toda franqueza y claridad, porque eso es clave para que haya o no
unidad en el partido. La interpretación científicamente correcta de lo «viable»
en la lucha, es decir de los cambios o transformaciones viables, sí es posible
porque existen las fuerzas para realizarlas.
2. El concepto de realismo se presta para diversas
interpretación es igual que el anterior. Algunos sostienen: Hay que ser
realista, ¿cómo vamos a derrotar a los dueños del país, si ellos tienen el
capital, el Estado, los medios de comunicación y la capacidad de anular a
aquellos medios que no se les subordinan? Entonces, ¿para qué chocar contra
eso? Lo mejor es tratar de conseguir algún mejoramiento, alcanzar lo posible.
Si manejamos así el concepto de «realismo», tampoco habrá cambio ni ruptura con
el neoliberalismo. Esta es una época en que objetivamente puede haber cambios y
rupturas, por ello es importante que nos pongamos a tono con las características
de este período.
Esbozo
del rumbo socialista de nuestra lucha
He aquí una propuesta de lo que podría ser la base
de discusión o un aporte para el debate acerca del modelo de socialismo al que
aspiramos:
1. El poder del Estado, por decisión del pueblo,
deberá estar principalmente en manos de las fuerzas comprometidas con el
socialismo.
2. El socialismo de Estado no es genuino. El
socialismo tiene que ser socializado: es un régimen social que debe estar en
manos de la sociedad misma, gestionado por ella.
3. Cada país construye el socialismo a partir de sus
propias realidades políticas, culturales, económicas, portando sus propias
tradiciones y estilos; en otras palabras, cada sociedad define su propio modelo
de socialismo.
4. La democracia en el capitalismo tiene su límite
en el interés de clase del sector dominante. La democracia socialista es
ilimitada: es democracia de base, participativa y representativa; forma parte
esencial e inseparable de la sociedad socialista. La autogestión y el control
popular es la expresión principal, pero no la única de la democracia socialista
de base.
5.La sociedad socialista está libre de la
explotación del hombre por el hombre, del hombre por el Estado, y del hombre
por el mercado.
6. El socialismo es profundamente humanista,
solidario, internacionalista y revolucionario; su esencia es el respeto a la
persona humana, a sus derechos y creencias; asegura el desenvolvimiento y
desarrollo integral del individuo dentro de una sociedad y colectivo solidario;
compagina y armoniza la libertad del individuo y la acción del colectivo basada
en la libertad de sus componentes y en la solidaridad de todos. La misión del
socialismo no se reduce a un mejor reparto de la riqueza, debe mejorar
ciertamente la calidad de vida, pero también y especialmente, debe mejorar la
calidad de la persona misma.
7. El socialismo debe ser capaz de impulsar el
progreso y el desarrollo en todos los órdenes de la existencia material y
espiritual, estar comprometido con el desarrollo de la ciencia y el progreso
tecnológico constante de la vida productiva, económica, social, política y
cultural.
8. La economía de la sociedad socialista se basa en
la propiedad social de los medios de producción, poseída y gestionada
directamente por los trabajadores que conviven con un área de propiedad
individual y privada, cuya existencia está en función de la satisfacción eficiente
de las necesidades sociales. Dura todo el tiempo necesario para que el
desarrollo de las fuerzas productivas y la evolución de las relaciones
internacionales permitan socializarla con ventajas para la sociedad. Las formas
sociales de propiedad y distribución deben tener una gran pluralidad y
flexibilidad, estar abiertas a la creatividad de la sociedad de manera que
estimulen un desarrollo sustentable y sostenido de las fuerzas productivas.
9. El Estado debe tener el prestigio, la fuerza
política, moral y económica suficiente para asegurar el rumbo socialista del
desarrollo y la norma básica de la justicia social.
10. La norma fundamental del socialismo consiste en
que cada uno tiene derecho a ocupar un lugar según su capacidad y a recibir una
retribución según su trabajo.
11. La economía socialista es mercantil, en ella
rige la ley del valor; el funcionamiento del mercado se encuentra alimentado
por el humanismo, el interés social solidario, así como por la necesidad de
asegurar un desarrollo económico social equilibrado y una inserción ventajosa
en la economía mundial.
12. En el socialismo hay igualdad de géneros, genuina igualdad ante la ley y genuino Estado de Derecho. 13. Por último, habrá socialismo si el pueblo así lo decide, en plena y total correspondencia con la bandera de la democracia que hemos mantenido en alto. Nosotros hemos luchado siempre por la democratización. Esta no es una consigna reciente de los revolucionarios salvadoreños. La lucha por la democracia era lo que unía a la inmensa mayoría, porque durante un siglo el país estuvo bajo regímenes autoritarios, represivos, no había democracia. La lucha por la democracia ha sido un hilo conductor. De manera que si somos fieles a ese hilo conductor, hay que reconocer y decir claramente que habrá socialismo solo si el pueblo lo quiere.