Heinz Dieterich 14.8.2009
Estrategia militar-mediática estadounidense derrumba Proyecto Bolivariano
1. El avance imperial
Con el ataque militar a Ecuador, la activación de la IV Flota, el golpe militar en Honduras y la iraquización de Colombia (bases militares), Washington ha reimplantado la Doctrina Monroe en América Latina. El reciente rechazo del Senado paraguayo a la adhesión venezolana al MERCOSUR coronó esos esfuerzos de la bota militar mediante un importante triunfo político. Tales éxitos de la dupla imperial Bush-Obama, logrados en poco más de un año, no hubieran sido posibles sin la notable falta de inteligencia y capacidad operativa estratégica de los gobiernos “bolivarianos”.
2. Reacciones tácticas, carencia de estrategia
Para lograr sus éxitos Washington diseñó un paradigma militar-mediático que le concedió la iniciativa estratégica en ambos campos. Ejecutaba sus jugadas sincronizadas en el tablero de poder latinoamericano, sin que los gobiernos de centroizquierda lograsen descifrar ni la sofisticación ni la dimensión de la amenaza. Fueron tomados recurrentemente por sorpresa y colocados a la defensiva, simplemente reaccionando, y reaccionando de manera individual, sin capacidad de previsión y, mucho menos, de prevención de las ofensivas enemigas.
3. Los campos de batalla: lo militar y lo mediático
El imperio, apoyado por sus cómplices europeos, instrumentó su ofensiva en los dos campos de poder donde no puede ser vencido: el militar y el mediático. Geopolíticamente, avanzó vía el Bloque Monroeista del Pacífico (BMP), conformado por países centroamericanos, Colombia, Perú y, en parte, Chile. Ante este paradigma de intervención la única defensa bolivariana posible hubiera sido una contraofensiva colectiva del Bloque Bolivariano que enfrentara políticamente el centro de la agresión, Washington arriesgando la ruptura abierta y que castigara económicamente a su avanzada militar, el gobierno de Uribe-Santos. Al no actuar de esa forma, omisión, cuya grave responsabilidad histórica recae principalmente sobre el gobierno brasileño, el monroeismo ha avanzado como un cáncer letal que proyecta matar al Bolivarianismo dentro de dos años (2011), liquidando a su centrum gravitatis, la presidencia de Hugo Chávez.
4. Ecuador: la Caja de Pandora
El momento crucial para enfrentar la ofensiva general de Washington se dio con el ataque militar a Ecuador. Las ventajas mediáticas, jurídicas y políticas, que esa fragante violación de la soberanía ecuatoriana proporcionaba al Bloque Bolivariano eran inmejorables. Por ejemplo, al violentar el gobierno colombiano la escena del crimen, removiendo y modificando la evidencia forense, hecho reconocido por la propia policía colombiana, el Bloque Bolivariano debía haber invocado la doctrina judicial universal de la inadmisibilidad de evidencia contaminada (tainted evidence) en una corte de ley.
Frente a los aparatos policíacos internacionales, la aplicación de este principio forense hubiera significado la negación de cualquier colaboración respectiva, advirtiéndose inclusive la posible ruptura en bloque con esas estructuras policíacas internacionales, controladas por Washington y Bruselas, ante presiones indebidas. Al no activar ese axioma jurídico y advertir sobre la prospectiva ruptura, los gobiernos de Quito y Caracas se convirtieron ad infinitum en rehenes pasivos de las campañas mediáticas chantajistas que Washington desata cuando le conviene.
5. Santo Domingo: el appeasement ante Hitler
El grave error de no enfrentar de manera jurídica-ofensiva la agresión militar de Washington-Bogotá a Ecuador, se repitió en lo político-económico. Presionado por dos cercanos aliados, Hugo Chávez tuvo que jugar al mediador y levantar las sanciones económicas contra Bogotá, dejando aislada la digna posición de no-reconciliación de Rafael Correa y, también, de Daniel Ortega. La resolución de Santo Domingo, a su vez, consagró la impunidad, absolviendo a los dos perpetradores principales de la agresión (Bush y Uribe), sin cobrarles costo político ni económico alguno. Con este triunfo de la política del appeasement (oportunismo), que la historia no absolverá, la puerta al regreso de James Monroe quedaba plenamente abierta. No tardó mucho el Uncle Sam (Tío Sam) en pasar por ella. Le tocó el turno a Honduras.
6. El appeasement se repite ante Honduras y Colombia
El mismo patrón de miedo e irresolución política de la nueva clase política desarrollista latinoamericana, practicado en Santo Domingo, se repite ante el golpe de Estado en Honduras y la conversión de Colombia en un protectorado militar del Comando Sur. Mientras el pueblo hondureño enfrenta heroicamente a los gorilas locales de Washington en la calle, los gobiernos latinoamericanos de centroizquierda hacen, esencialmente… nada. No solo se mostraron incapaces de detectar el golpe a tiempo, ahora se muestran sin voluntad real para cortar el nudo gordiano del problema.
7. Enfrentar a Obama o perder la guerra
La solución al problema de la dictadura militar se encuentra en Washington, en la presión pública y colectiva de los gobiernos latinoamericanos sobre el gobierno de Obama, para obligarle a definirse ya. Si los gobiernos latinoamericanos no se atreven a cobrarle un alto costo político al “Presidente del cambio y de la esperanza” por su de facto complicidad con el coup d´etat, congelando las relaciones con su gobierno, el monroeismo ganará la guerra. Y la misma disyuntiva debe plantearse ante Uribe, explicitándole a él y a la sociedad civil colombiana los costos políticos y económicos de la sumisión santanderista ante el imperio.
8. El circo
Pedirle explicaciones sobre las bases militares estadounidenses en Colombia en una futura reunión de la UNASUR, es ridículo; de hecho, tan ridículo y cínico como el circo de la OEA instrumentado por la Casa Blanca con el procónsul imperial Oscar Arias. No es más que una finta seudo-diplomática de los gobiernos desarrollistas que oculta la verdadera gravedad de la situación ante los pueblos latinoamericanos y engaña sobre el avance del cáncer monroeista. Es la mentira de poder parar el cáncer con operaciones cosméticas locales, en lugar de enfrentarlo en una operación de vida o muerte contra su centro de proliferación.
9. La lección de Ayacucho
Es la hora de la Batalla de Ayacucho, donde el virrey español La Serna, con el doble de tropas del Gran Mariscal de Campo Antonio José de Sucre y una abrumadora superioridad de artillería, aplicó la Guerra de Desgaste al Ejército Libertador del Sur; obligándolo a constantes movilizaciones reactivas en una guerra de movimientos. El Mariscal Sucre, resuelto a no caer en el juego del enemigo, decidió recobrar la iniciativa. Rompió la estrategia de los realistas con la de la batalla decisiva, es decir, la batalla que decide la guerra. En las áridas colinas de la pampa de Junín, el 8 de diciembre de 1824, forzó a los monroeistas europeos a presentar batalla y los venció. Fue el fin del colonialismo español.
10. ¿Cómo salvar el Proyecto Bolivariano?
Estamos, de nuevo, ante el escenario de una Guerra de Desgaste de fuerzas imperiales-oligárquicas muy superiores. Pero, esta vez, en calidad de huérfanos, sin el Gran Mariscal Antonio José de Sucre, sin el General Simón Bolívar y sin el General San Martín. Es decir, sin liderazgo ni vanguardia latinoamericana.
¿Qué hacer ante tal situación? Al igual que en el momento culminante del golpe imperial separatista en la media luna boliviana habrá que activar la sabiduría del comandante Fidel Castro para diseñar y consensuar un plan de contención y contraofensiva bolivariana hemisférica frente a Obama-Uribe. Pero, no basta reactivar las tareas de conducción de la Segunda Emancipación en manos de los gobiernos porque son precisamente ellos los que han perdido la iniciativa y el rumbo estratégico.
Por lo mismo es necesario que se reactiven en forma autónoma los grandes movimientos sociales, como el MST en Brasil, y los intelectuales de Estado, como la red “En Defensa de la Humanidad”, para que se autoasuman como sujetos estratégicos del cambio, abandonando su papel subordinado ante los gobiernos de centroizquierda, de cuya simbiosis se benefician con sus agendas particulares.
Crear la vanguardia unificada latinoamericana entre todas las fuerzas anti-imperiales; mantener la máxima unidad posible y la alianza estratégica entre Estados y movimientos de masas, sin dominación de los Estados; recuperar la iniciativa y el rumbo estratégico y enfrentar a Washington con la estrategia de la batalla decisiva. Esas son las tareas apremiantes generadas por la Guerra de Desgaste imperialista.
Es el momento de Ayacucho. Es el momento de la grandeza y audacia de los Libertadores.