El Salvador da el visto bueno a la expansión e innovación. Pablo Balcáceres. Revista E & N. Diciembre 2023

Los Admirados en El Salvador reúnen características como empresas fuertes en el país, que han gozado de una expansión notable hacia otros países de Centroamérica e, incluso, América Latina desde hace varios años.

Grupo Poma, Grupo Agrisal, Almacenes Siman, Boquitas Diana, Aeroman y Super Selectos destacan entre las empresas que se mantienen consistentemente entre Las más Admiradas por las audiencias de E&N.

El Salvador da el visto bueno a la expansión e innovación

En el caso de los empresarios, Ricardo Poma, CEO de Grupo Poma, ha recibido la mayoría de menciones en estos especiales. Otros miembros de la familia Poma también se han granjeado la estima por su trabajo, entre ellos Fernando Poma (Real Hotels & Resorts) y Alejandro Poma (Grupo Autofácil).

Los salvadoreños también admiran a Roberto Kriete, ahora Chairman de Grupo Abra, un líder que ha volado alto con sus negocios. Llevó a TACA a una integración con Avianca y este año consolidó una nueva aventura empresarial al constituir a Grupo Abra, tras un acuerdo con la aerolínea brasileña GOL.

Empresarios jóvenes con ideas de negocios y énfasis en la innovación o la sostenibilidad han emergido en los últimos años para ganarse un lugar entre los Admirados, entre ellos Rodrigo Tona (Ternova), Alfredo Atanacio Cader (Uassist.me) o Diego de Sola (Grupo de Sola).

Vale el espacio para recordar el legado de Roberto Murray Meza† (1956-2022), un protagonista en seis ediciones de Admirados. Dejó huella por la expansión de Grupo Agrisal y su papel decidido en materia de Responsabilidad Social Empresarial.

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Entre identidades y grupos de interés: Primero de Mayo con trabajadores/as pero sin clase obrera. Ángel Rodríguez. Mayo de 2024

“Pero si construir el futuro y asentar todo definitivamente no es nuestro asunto, es más claro aún lo que, al presente, debemos llevar a cabo: me refiero a la crítica despiadada de todo lo existente, despiadada tanto en el sentido de no temer los resultados a los que conduzca como en el de no temerle al conflicto con aquellos que detentan el poder.” Karl Marx, Carta a Arnold Ruge (1843)

El Primero de Mayo de 2024 las calles del Viejo San Juan se desbordaron de trabajadores y trabajadoras. Se conmemoraron las luchas sangrientas que dieron paso a grandes conquistas y manifestaciones mundiales de la clase trabajadora. Miles de trabajadoras y trabajadores se dieron cita frente al Capitolio y marcharon hasta la Fortaleza. Decenas de organizaciones sindicales, políticas y sociales participaron de la convocatoria. Las actividades fueron, a todas luces, exitosas. Hubo buena participación a pesar de que las condiciones del tiempo no fueron favorables. Podemos decir con certeza que el trabajo organizativo que se hizo fue responsable y exitoso.

Pasadas dos semanas de esas actividades, es pertinente que hagamos un análisis más profundo de lo que representa el Primero de Mayo y cómo se acerca, la clase trabajadora, a esa efeméride.  En estos momentos en que el sistema capitalista, en su etapa neoliberal, ataca a la clase trabajadora como conjunto. El régimen de acumulación capitalista ataca derechos laborales, acaba con derechos económicos e intenta destruir todas las formas de organización de la clase trabajadora en contra de la explotación. En esta coyuntura histórica es preciso que miremos críticamente las acciones de las “fuerzas de resistencia”. ¿Estamos las trabajadoras y los trabajadores actuando como clase social, como clase obrera, o estamos actuando como un conjunto de estructuras que organizan trabajo asalariado con intereses comunes pero separados? ¿Somos, en nuestra práctica organizativa/política un conjunto de identidades sociales y grupos de interés unidas por la lucha por un pedazo del pastel y la inclusión o tenemos un hilo conductor basado en la contradicción capital/trabajo como eje fundamental de nuestra lucha? ¿Ha sido cooptado el Primero de Mayo por la inmediatez discursiva liberal reformista de las políticas de identidad y los grupos de interés?  Es imperante evaluarnos y saber si, como decía Marx (1843) en comunicación con Arnold Ruge: “no caben dudas en cuanto a «desde dónde», gran confusión prevalece en la cuestión «hacia dónde»”. Es decir, como clase trabajadora, ¿nos integramos o recuperamos el sentido de clase que busca eliminar su explotación a través de la lucha organizada? Este escrito es una reflexión en esa dirección.

Historia del 1ro de Mayo: de lo inmediato a la abolición de la explotación capitalista 

Previo a las manifestaciones que dieron paso a lo que conocemos hoy día como las celebraciones del Primero de Mayo: día internacional de la clase trabajadora, las jornadas de trabajo asalariado rondaban entre 12 y 14 horas diarias. El descanso sobre la hiper-explotación de la mano de obra humana para la acumulación de ganancias por parte de la burguesía llegó al punto de inflexión militante entre la clase trabajadora de finales del siglo XIX en los Estados Unidos. “La idea de la celebración del primero de mayo la tuvo la Labor Union de Norteamérica hacia el año 1884. Un año después esta asociación acordó celebrar una huelga general el primero de mayo de 1886, con el fin de alcanzar la jornada laboral de 8 horas. De este modo los obreros norteamericanos recogían el testigo de la lucha por la reducción de la jornada que había sido acogida ya en el congreso de la I Internacional en Ginebra (Suiza) en 1866” (Badal, 2001).  

El llamado a la huelga general para ese primero de mayo de 1886 fue acogido por los trabajadores y las trabajadoras con sentido de militancia, fervor y conciencia de clase. El reclamo de la reducción de la jornada de trabajo representó, por un lado, una reivindicación que atendía las condiciones materiales de la inmediatez cotidiana de la clase trabajadora. Por otro lado, el carácter anticapitalista y de clase obrera enmarcado en la contradicción capital/trabajo siempre estuvo presente. El reclamo se hizo extensivo a otros países.  En España, unos años más tarde se leía en el boletín El Productor (1890), “obreros Todos: La jornada de las ocho horas no es un ideal de un partido ni de una escuela; es la necesidad imperiosa de todos los esclavos del egoísmo humano. A todos los que ganan el pan con el sudor de su rostro, a todos los asalariados, les interesa el triunfo de nuestra bandera. El que sea obrero, pues, que ocupe su puesto, si no quiere verse más pisoteado y humillado por la burguesía”. 

Esa huelga inicial en los Estados Unidos fue recibida por las autoridades y la burguesía como lo que era: una amenaza a sus intereses de clase y la subsistencia del capitalismo como lo conocían en ese momento. “Las autoridades y la burguesía se dieron enseguida cuenta de que el asunto se les escapaba de las manos. La policía comenzó a perseguir a los manifestantes y a ametrallar a los obreros durante las celebraciones de los meetings” (Badal 2001). Los trabajadores en militancia se defendieron e hicieron detonar un explosivo. Esto resultó en la muerte de 7 policías. 

La represión por «el atrevimiento» de levantarse en actividades, que a todas luces planteaban la destrucción del capitalismo por parte de la clase trabajadora, no se hizo esperar. Ocho anarquistas (los anarquistas fueron fundamentales en el desarrollo de las actividades que culminan en la celebración) fueron arrestados y fusilados.   “Casualmente se trataba de algunos de los mejores oradores y propagandistas que habían participado en las huelgas. Las detenciones fueron arbitrarias y los juicios se caracterizaron por una falta absoluta de pruebas. El jurado actuó influido por el prejuicio de que aquellos hombres que eran juzgados eran anarquistas, es decir, enemigos del estado… firmaron sentencia de muerte para cinco de ellos y cadena perpetua para los otros tres” (Badal, 2001).

La represión no tuvo el efecto esperado. Ese primero de mayo de 1886 fue “¡Un día de rebelión, no de descanso! Un día en que con tremenda fuerza la unidad del ejército de los trabajadores se moviliza contra los que hoy dominan el destino de los pueblos de toda nación. Un día de protesta contra la opresión y la tiranía, contra la ignorancia y la guerra de todo tipo. Un día en que comenzar a disfrutar ‘ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos dé la gana”.   Por el contrario, la manifestación militante y organizada de la contradicción capital/trabajo, personificada en los y las trabajadoras actuando como clase, se extendió. En el prólogo al Manifiesto del Partido Comunista, en la edición de 1890, escribe Engels: “hoy el proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por primera vez en un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada legal de ocho horas, proclamada ya en 1866 por el Congreso de la Internacional celebrado en Ginebra y de nuevo en 1889 por el Congreso obrero de París. El espectáculo de hoy demostrará a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. ¡Oh, si Marx estuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos”! Una manifestación clara de que el Primero de Mayo trasciende trabajadores específicos. Es manifestación de la clase obrera en su expresión  estructural. 

El Primero de Mayo se convirtió en una manifestación de clase social en el sentido más amplio. Se constituye fuera de diferencias horizontalizadas. Trascendió las fronteras nacionales propias del estado burgués porque fue un llamado internacionalista a la unidad en contra de la explotación del “Hombre por el hombre”.  Actuando desde lo local se llegó a lo global. La reivindicación inmediata no invisibilizó el reclamo mayor. Por el contrario, demostró la inseparabilidad de los reclamos. Eso creó en el capital y en los entes políticos, como su personificación, una necesidad de despojarlo de legitimidad y presencia.

En los Estados Unidos se estableció el llamado “Labor Day”. El primer lunes de septiembre de cada año se celebra el día del trabajo. El presidente Grover Cleveland pensaba que el primero de mayo era inflamatorio y hacía recordar los sucesos que dieron paso a la su celebración. Es decir, hubo un intento consciente de desradicalizar la celebración de la lucha de la clase trabajadora convirtiéndola en una celebración de país como ente en vías de hegemonización de la economía capitalista mundial. “La Comunidad Económica Europea que hizo del Primero de Mayo un día festivo, a pesar de las opiniones de la Sra. Thatcher sobre el tema, era un organismo compuesto no por gobiernos socialistas sino predominantemente antisocialistas. Los Primero de Mayo oficiales occidentales fueron reconocimientos de la necesidad de llegar a un acuerdo con la tradición de los Primero de Mayo no oficiales y desvincularla de los movimientos obreros, la conciencia de clase y la lucha de clases” (Hobsbawm, 2009). Eso no se quedó, la efeméride se intentó cooptar hasta por los nazis en Alemania. “El gobierno de Hitler fue el primero, después de la URSS, en convertir el primero de mayo en un Día Nacional del Trabajo oficial. El gobierno de Vichy del mariscal Petain declaró el Primero de Mayo «Fiesta del Trabajo y de la Concordia» y se dice que se inspiró para ello en el Primero de Mayo falangista de la España de Franco, donde el mariscal había sido un entusiasta embajador” (Hobsbawm, 2009).

De la cooptación a la reestructuración/desaparición de la clase como categoría

Dando un brinco histórico de carácter cualitativo, nos movemos a las condiciones contemporáneas de la clase trabajadora y cómo esto afecta lo que celebramos y cómo celebramos el Primero de Mayo. Los intentos de cooptación por el estado y las clases dominantes han resultado fundamentalmente infructuosos. Nadie identifica el primero de mayo con los sectores más conservadores. De la misma manera, el llamado día del trabajo es claramente una celebración de corte oficialista en la que la hegemonía económica y política celebra los logros del capitalismo contemporáneo. Los retos de la celebración del Primero son de carácter endógeno. Responden al desarrollo del capitalismo contemporáneo y las respuestas de una clase trabajadora fragmentada, heterogénea y desarticulada. Esto nos lleva a la sustitución del concepto de clase social dentro del contexto de la contradicción capital/trabajo por el de identidades y grupos de interés. 

“La década del ‘70 implicó el comienzo del fin del régimen de acumulación fordista. El periodo de crecimiento y bonanza vivido desde el fin de la Gran Depresión se vino abajo. Un nuevo régimen de acumulación se comenzó a desarrollar tanto en los Estados Unidos y de manera desigual como armadura regional en Puerto Rico (Benson, 1997). Sin embargo, contrario a la crisis de la Gran Depresión, en la cual hubo una crisis de sobreproducción, la nueva crisis se da en un contexto de excedente de capital. Una acumulación excesiva que elimina el equilibrio del régimen de acumulación” (Rodríguez 2020). 

Junto a este proceso vino una flexibilización en el trabajo y las expectativas productivas con respecto a la fuerza trabajadora productiva. Lo que eran las reglas de juego del proceso de trabajo se modificaron. La rigidez de la producción y las reglas de trabajo se modificaron. Se introdujo el “flexitime”, se eliminaron leyes y reglamentaciones para acomodarlas a la flexibilidad de una nueva manera de producir. Es decir, el nuevo régimen cambió las bases de la producción capitalista (Rodríguez 2020).

Este proceso permitió abandonar la estandarización del régimen de acumulación fordista. La heterogeneización en el consumo, la producción flexible y la exclusión permanente del proceso productivo de grandes masas de trabajadores construyeron un “mundo nuevo”. Se constituyó un capitalismo que cruza de manera transversal todos los espacios de la vida cotidiana. Sin embargo, también un capitalismo que, reformulándose ante su crisis, abandona la idea de la estandarización, destapa heterogeneidades invisibilizadas por el antiguo régimen fordista. Así se da paso a batallas de carácter horizontal montadas sobre la precarización de grupos identitarios y de interés echando de lado la clase como hilo conductor de las luchas de los trabajadores y trabajadoras.      

Políticas identitarias y grupos de interés 

Aunque no son lo mismo, los grupos de interés y los grupos identitarios tienen elementos en común. En ambos casos, son el producto de la visibilización de la diversidad en la sociedad capitalista contemporánea. De la misma manera, ambos discursos políticos descansan sobre las contradicciones que afloran al interior del estado burgués moderno y su incapacidad para la integración de sectores históricamente precarizados. Tanto las políticas identitarias como las de grupos de interés tienen como meta el poder incidir, como grupos, en las acciones y políticas públicas del estado liberal burgués. Es decir, la génesis de ambos discursos político/organizativo está contenida en la necesidad de buscar maneras más justas de repartir el pastel construido, creado, ideado y concebido desde el ordenamiento burgués en su vertiente contemporánea.

Las políticas de identidad se refieren a procesos de acción política que establecen que unos grupos sociales están particularmente oprimidos. Mujeres, personas negras, minorías sexuales, grupos étnicos minoritarios, entre otros,  “parecían estar más preocupados con la cultura y la identidad que con cuestionar la estructura de clases de la sociedad» (Berstein, 2005). Desde esta perspectiva, las políticas identitarias operan bajo la premisa de que la identidad en sí misma debe ser el foco fundamental del trabajo político organizativo. Eso incluye espacios que no se consideran políticos de su faz como relaciones interpersonales, sexualidad, estilos de vida y cultura.

Las políticas de identidad son procesos de búsqueda de reconocimiento y respeto a sus diferencias culturales. Eso construye las identidades como elementos esencialistas en lugar de construcciones sociales dentro del marco de las relaciones de clase que se dan al interior de un capitalismo heterogeneizado por las modificaciones en su forma de producir y consumir. En el proceso se construyen luchas, demandas y reivindicaciones con una finalidad de inclusión al ordenamiento hegemónico. Se da un proceso de “derechos de ciudadanía diferenciada que cuestiona las representaciones negativas” (Berstein, 2005) de ciertos grupos identitarios. Es decir, las políticas de identidad se centran en la inclusión al ejercicio político hegemónico. Se preocupan más por el “inclúyeme”; que por el “cambiemos la base que me excluyó”. 

Por otro lado, los grupos de interés se desarrollan desde una visión ideológica de una sociedad pluralista e, igual que los grupos identitarios, altamente heterogénea.  Visualizan la sociedad como “una textura compleja de negociaciones descentralizadas de una multiplicidad de grupos de interés” (McFarland, 2020). Esto implica un ejercicio de búsqueda de reivindicaciones con respecto a un estado que, aun enmarcado en posibles contradicciones de clase, funciona como un ente autónomo y pluralista. Cada grupo tiene la responsabilidad y necesidad de movilizarse por sus intereses. Esa movilización se puede dar a manera militancia, influencia política/electoral o de cabildeo. 

El ejercicio político de los grupos de interés no es ajeno a los ejercicios de dominación por sectores hegemónicos. Dentro de una concepción pluralista de las relaciones de poder político al interior del estado moderno, unos sectores se consolidan como dominantes. Sin embargo, a través del ejercicio político, en cualquiera de sus formas, diferentes sectores de interés pueden adelantar y hasta lograr sus reivindicaciones. Claro está, esto parte de la premisa de que las reivindicaciones se dilucidan en un espacio plural con “igualdad de oportunidades” que solo depende de la capacidad de ciertos grupos de impulsar sus reclamos. “Los ricos tienen dinero pero si logramos impulsar personas en la legislatura, logramos nuestros reclamos’, parece ser la idea. 

Condiciones materiales relacionadas con el desarrollo de los procesos de producción y acumulación capitalista han dado paso a que las celebraciones del Primero de Mayo, al igual que los procesos organizativos de los y las trabajadoras, pierdan su carácter de clase. Se han convertido en un conjunto de reclamos de identidad y grupos de interés. Las actividades de masas, como lo fue el pasado Primero de Mayo, se montan sobre un conjunto de reivindicaciones inconexas que pierden de perspectiva el hilo conductor que es el desarrollo de las formas de explotación propias del sistema económico como elemento central o, al menos, unificador.

Con frecuencia vemos a los sectores universitarios reclamando presupuesto. Los jubilados/as reclaman la defensa de su retiro digno. Los trabajadores/as del sector privado exigen la derogación o aprobación de reformas laborales. Las mujeres reclaman el derecho al aborto, igual paga por igual trabajo y la acción asertiva del estado para atajar la violencia machista. También vemos a los sectores identitarios exigiendo espacios de dirección en cuerpos representativos. 

Cada uno de esos reclamos, junto a otros no mencionados en este escrito, tienen toda la importancia, validez y legitimidad que el más mínimo sentido de justicia les concede. Sin embargo, el único elemento en común es la participación concertada en unos espacios físicos en ánimo de protesta. Se montan sobre la inmediatez invisibilizando problemas de fondo. Las universitarias, mujeres, negros/as, empleados/as de la energía, maestras, entre otras, no conforman una clase social. Se constituyen como grupos separados con algunos intereses en común. Se constituyen como grupos identitarios en busca de integración en un sistema que es excluyente de manera paradigmática. 

Necesitamos Primeros de Mayo, actividades conjuntas y movilizaciones que no sean conjunto de ideas y reclamos inconexos. Necesitamos encontrar el interés común de todas las trabajadoras. Necesitamos conjugar y consolidar una clase trabajadora diversa y heterogénea, pero con un norte. Somos excelentes en el dónde estamos. Nos falta desarrollar el hacia dónde vamos. Comencemos.       

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Angel Rodríguez Rivera es profesor de sociología en la UPR Cayey y expresidente de la APPU.

Los rituales de la liturgia empresarial salvadoreña. Roberto Pineda. Abril de 2024

En las carreteras salvadoreñas puede observarse el reciente desplazamiento de la verde-rojiza Puma suiza por la concha amarilla de la inglesa Shell. Estos cambios en el paisaje son parte de un acuerdo amistoso entre estas dos compañías europeas, celebrando que Shell regresa a El  Salvador y Honduras.

Durante este primer trimestre de 2024 diversos cambios han ocurrido en las ceremonias litúrgicas de las empresas tanto del capital oligárquico transnacionalizado como  del capital extranjero, hoy hegemónico en la economía del país.

A continuación exploramos los rituales que realizan estas empresas  ante el altar del mercado económico salvadoreño.   

Rituales en lo económico

El imparable avance hondureño

El capital transnacional concluyó el año 2023, con la adquisición de la empresa aseguradora Asesuisa, líder en el mercado de seguros automotrices en El Salvador,  por parte de grupo empresarial hondureño Ficohsa, propiedad  de la familia de origen árabe, dirigida por Camilo Atala Faraj,  que se especializa en banca              ( principal banco hondureño) , seguros y pensiones.   

ASESUISA fue vendida por el grupo empresarial colombiano Sudamericana. ASESUISA, que pasó de manos colombianas  a manos hondureñas fue fundada en 1969 por el suizo Roberto Schildknecht. En 2001 se fusiona con el Banco Agrícola y en el 2007 es   adquirida- junto con el banco Agrícola- por el colombiano  Bancolombia, que la vende en el 2011 a Sudamericana de Seguros.

La actual junta directiva la integran como presidente  Luis Alberto Atala  Faraj,  vicepresidente: Camilo Atala Faraj,  secretario: Joaquín Alberto Palomo Déneke,  y como director suplente: Eduardo David Freund Waidegorn.

Existen tres grupos financieros hondureños actuando en territorio salvadoreño, dos de ellos de origen árabe. El grupo del Banco Atlántida -segundo del ranking hondureño – , desde 2017, y propiedad de Guillermo Bueso. El grupo Cuscatlán, llega en 2019 y se impone como segundo banco de El Salvador, dueño a la vez de AFP Confía,  y de la aseguradora SISA, y de la gasolinera UNO, propiedad del grupo Terra, presidido por Freddy Nasser,  y el grupo  Ficohsa, -primero del ranking hondureño- propiedad de camilo Atala Faraj, que hace su primera incursión desde finales del año pasado.

Los dominicanos también llegan al Pulgarcito

Pero no son solo los hondureños, también los dominicanos aspiran a disfrutar del pastel económico salvadoreño. El dominicano Grupo Rizek, que se dedica fundamentalmente a la producción y comercialización de cacao, pero también cuenta con inversiones en sector agrícola, turismo, energía, construcción y financiero, fue el que compró en febrero de este año al grupo colombiano Sura, la AFP Crecer por $60 millones de dólares.

Fue este mismo grupo colombiano Sura el que en diciembre también vendió la aseguradora Asesuisa al grupo hondureño Ficohsa, lo que significa que abandona a El Salvador.

Why the Left should reject Heidegger’s thought. (Part 1: The Question of Being) Colin Bodayle. March 2024

Heideggerian thought is everywhere. A list of thinkers influenced by Heidegger reads like a “who’s who” of famous twentieth century philosophers. Foucault said: “For me, Heidegger has always been the essential philosopher.”[1] Derrida once called Heidegger “the great unavoidable thinker of the century.”[2] Sartre conceived of Being and Nothingness while reading Heidegger’s “What is Metaphysics?” Deleuze acknowledges the influence of Heidegger in the Preface to Difference and Repetition.[3]  Žižek wrote his first book on Heidegger.[4]

Many of Heidegger’s students became famous philosophers, including several who significantly impacted political theory: Hannah Arendt would develop the discourse of “totalitarianism” found in liberal philosophy, Leo Strauss would influence the neoconservative movement, and Herbert Marcuse would be a leading thinker for the New Left.

It seems surprising that Heidegger should exert this much influence on contemporary thought, given that he was an unapologetic Nazi who began each lecture with “Heil Hitler” during his tenure as rector of Freiburg. One wonders, especially, why he has been embraced by so many thinkers on the Left.

Heidegger scholars have long attempted to separate Heidegger’s philosophy from his Nazism. This separation became increasingly difficult, however, after the Black Notebooks were published in 2014. These personal notebooks offer further evidence of Heidegger’s open embrace of racism, antisemitism, and Nazism. They also show Heidegger developing some of his most famous philosophical concepts directly out of Nazi ideology. In 1933, Heidegger writes:

    The Führer has awakened a new actuality, giving our thinking the correct course and impetus. Otherwise, despite all the thoroughness, it would have remained lost in itself and would only with great difficulty have found its way to effectiveness.[5]

When Heidegger’s collected works were published, evidence of the extent of Heidegger’s Nazi involvement was largely erased. As Richard Wolin points out: “Following the war, Heidegger fabricated and rewrote entire passages, inserting them in earlier texts in order to promote the myth that, during the 1930’s, he had acted ‘heroically,’ as an intellectual and political dissident.”[6]

Among those “in the know,” however, it was already an open secret that many of Heidegger’s published works had been altered to hide incriminating references to Hitler, fascism, or “world-Judaism.”[7]

While most leftists have no problem rejecting Heidegger as a person, many ostensibly progressive or left-wing philosophers have nevertheless adopted Heideggerian positions. This includes thinkers who identify as communists like Sartre, Kojève, and Marcuse. There are reasons for Heidegger’s popularity. Heidegger talks about feelings of angst, the struggle to be authentic amid conformity, the weight of future possibilities, and our fears regarding our inevitable mortality.

Young people are drawn to Heidegger because they wrestle with these questions, especially given the pressures of capitalist society. As a young person, I too was drawn to Being and Time for similar reasons, leading me to spend almost a decade studying Heidegger’s thought. Although I have broken completely with Heidegger, I wouldn’t deny that Being and Time is a powerful and thought-provoking work of philosophy.

Yet there are deep-seated problems within Heidegger’s thinking, contradictions that bubble to the surface when we examine Heidegger’s positions carefully. Criticizing Heidegger is important. Seeds of Heideggerianism are scattered throughout leftist thought, and we cannot simply point to Heidegger’s Nazi roots to unplant them. We must scorch the soil of Heidegger’s thinking with the fires of critique.

Heidegger writes in idiosyncratic jargon, coining a cryptic vocabulary of neologisms based on the etymology of German words. The task of translating Heidegger is a nightmare. Often, his language puts a spell over his audience, warding Heidegger from hasty criticisms. Demystifying Heideggerese takes a great deal of effort, so I have decided to divide this task into a series of articles, touching on some of the main points of relevance in each.

My aim in this series is to clarify why Marxists should reject Heideggerian thinking. In the current article, I will be focusing on the most significant aspect of Heidegger’s thought: the question of being. In the next article, I will be exploring his analysis of Dasein in Being and Time. In the final article, I will be examining his critique of technology and modern science.

Heidegger’s Single Thought: The Ontological Difference

Heidegger once claimed that “Each thinker only thinks one single thought.”[8] The great philosophers, Heidegger claimed, take one idea and paint all of reality in its colors. If Heidegger had “one thought,” this would be the ontological difference.

The ontological difference is the distinction between beings (things that are) and being (their “to be”). According to Heidegger, philosophers have overlooked this distinction. Whenever philosophers have asked about the meaning of being, they have treated being as if it were a being. Philosophy has failed to consider “being itself,” that is, being apart from beings.

The history of Western metaphysics, according to Heidegger, consists of various attempts to explain being through the lens of beings. The Presocratic philosopher Thales, for example, claimed that being was water, interpreting the being of beings in general in terms of a specific kind of being. For Thales, solid objects are frozen liquid, air is just vaporous water, and fire is akin to steam. The being of every being, for Thales, is water. Beginning with Aristotle, Heidegger claims, metaphysics adopts a twofold strategy for explaining the being of beings. First, it uses the being of some special being to explain being in general, then it grounds the existence of all beings in terms of some highest being.

For Aristotle, for example, being is understood in terms of motion and this account is grounded in the unmoved mover. Heidegger calls these kinds of explanations “ontotheology” because they begin with an ontology of being in general and then ground this ontology in a theology of the highest being. In the Middle Ages, Heidegger claims, we enter into a new epoch of the history of being.

For the Medievals, beings in general are understood as created out of nothing, and the totality of beings are grounded in God, the highest being. Beginning with Descartes, however, philosophy moves away from God and towards the human mind. Now, beings are understood as representations grounded in the human mind or transcendental ego. This modern conception of beings, in fact, somewhat resembles what Marxists would understand by the term “idealism.” The final epoch in the history of being, according to Heidegger, is modern technology, which corresponds to Hegelian philosophy as the complete system of science and the two “inversions” of Hegelianism: Nietzscheanism and Marxism.

In modernity, everything becomes an object for technological manipulation with modern science revealing how we can dominate and control nature. The center of this final epoch of ontotheology, according to Heidegger, is the isolated, finite human will, a will that simply wants to keep on willing, subordinating everything to its desire for control and mastery, including the human species itself. Heidegger argues that philosophy and the history of metaphysics ends with the technological interpretation of the meaning of being, covering over the ontological difference and making it impossible for any new philosophical paradigm to emerge.

For both Heidegger and Bill Clinton everything depends on “what is is.” Each epoch of metaphysics, Heidegger claims, operates under a specific interpretation of the meaning of being in general. Yet each epoch also covers over the difference between being and beings. Yet what is the difference between being and beings? We might illustrate this using the example of light.

 If I turn on the lights in the room, the objects become visible through the light. The objects in the room, however, are not the light itself. The lightbulb, too, is not the light, but the source of the light. In fact, the lightbulb is also made visible by the light. The light itself, however, cannot be made visible by means of light. Instead, we notice that there is light because the objects themselves become visible. The relationship between being and beings, for Heidegger, is similar to the relationship between visible objects and light. We cannot illuminate being by treating it as a being, because being is the “to be” of beings. Being itself is not a being, which means that, strictly speaking, being “is not.” Heidegger thus calls being the presencing of presence, the manifestness of the manifest. He also describes being using contradictory, almost dialectical-sounding language, saying that being is “revealing/concealing.” Just like the light reveals itself by revealing bright objects, but light cannot directly reveal light, being reveals itself by revealing beings yet concealing itself.

The unconcealment of being makes metaphysics possible. Metaphysics and modern science, however, distort this more primordial unconcealment by representing being in various ways. Science, for example, represents beings in terms of their mathematically quantifiable and manipulatable properties.

Heidegger claims that this distorts a more primordial unconcealment of being. For Heidegger, we discover being itself in the sheer “thatness,” the fact that something is rather than is not. We discover such unconcealment, Heidegger thinks, whenever we let something be without trying to represent it. Art and poetry accomplish this feat. A painting of a river, for Heidegger, simply aims to present the being of the river, not to quantify the river or measure its force. He writes: “The more essential the work [of art] opens itself, the more luminous becomes the uniqueness of the fact that it is rather than is not.”[9]

A work of art, by putting its subject matter on display, lets it appear as itself. We are overwhelmed by its strangeness. “Only when the strangeness of beings oppresses us does it arouse and evoke wonder.”[10]

Being, for Heidegger, is the realization that “holy shit, there are things!” This pure givenness, the fact that anything exists at all, this “unconcealment” or “manifestness” is what Heidegger identifies with being as such.

The Contradictions of Heideggerian Thought

Heidegger follows Hegel in recognizing that being is not a being. Yet Hegel draws the conclusion that pure being is empty indeterminacy, a total abstraction, the negation of all determinacy and content. Being, in other words, is nothing. In fact, this is the first dialectical transformation of Hegel’s Logic, the thought of pure being turning into its opposite. Heidegger cannot accept this conclusion.

He attempts to avoid this dialectic by making the following argument: The question “What is being?” seems paradoxical, because in asking “what is being?”, we presuppose that we already understand the “is.” Yet we do understand the question, Heidegger says, we just can’t articulate the meaning of “being.” Heidegger thus concludes we implicitly understand the meaning of being, and that we always operate with an implicit understanding of the meaning of being. This understanding of being determines the basis upon which anything can appear or be understood at all.

For something to appear, Heidegger claims, it must appear as something, and this requires an understanding of what it means for something to be. From this, Heidegger concludes that we cannot speak of being apart from our understanding of being. In his later language, being is the unconcealment of beings, yet this unconcealment only takes place within the sphere of human existence.

Even Heidegger’s term for human beings, Da-sein (literally “being-there”) indicates this, since as Heidegger says, Dasein is “the site that being necessitates for its opening up,” that is, the site where being unconceals itself.[11]

Does this mean that Heidegger is not really concerned with what actually exists in the real world, but only with the appearance or phenomenon of being? Put differently, is he talking about how we understand being or reality, or about being or reality itself? This question produced a lively debate between the Heidegger scholars Thomas Sheehan and Richard Capobianco.[12]

This scholarly quarrel, however, is merely a manifestation of a deeper contradiction within Heidegger’s own thinking. Heidegger claims that if Dasein no longer exists, then we cannot speak of “being.” Heidegger writes: “Being (not beings) is dependent upon the understanding of being, that is, reality (not the real) is dependent upon care” (SZ, 212).[13]

By this, Heidegger means that “being” belongs to our implicit or explicit understanding of the being of beings. Human beings, moreover, are finite and temporal, which makes the understanding of being also finite and temporal. Heidegger struggles throughout his entire career to express this point. Consider what Heidegger is saying: “Being (not beings) is dependent upon the understanding of being.” He puts the phrase “(not beings)” in parentheses, yet this implies the statement: “beings are not dependent upon the understanding of being,” or put positively: “beings are independent of the understanding of being.”

Yet this statement cannot be correct, since it says: “beings are,” which would seem to be a statement about the being of beings. Heidegger wants to say that the things in the world are independently of the human understanding of being, but they have no being (are not) unless they appear to human beings. These two things cannot both be true. Lukács rightly calls this “epistemological hocus-pocus.”[14]

From this passage, Thomas Sheehan draws the conclusion that for Heidegger: “Before homo sapiens evolved, there was no ‘being’ on earth… because ‘being’ for Heidegger does not mean ‘in existence.’”[15]

When Sheehan says “existence,” however, he cannot mean this in any Heideggerian sense of the word, because Heidegger knows no sense of being or existence outside of Dasein’s understanding of being. Nevertheless, Heidegger himself is frequently forced to speak in this contradictory manner about being. He even starts crossing out the word “is” when talking about being.

Heidegger’s Subjective Idealism

If a tree falls in the forest, does it make a sound? For materialists, the answer is simple: Of course it does. Sound is a vibration of the air, and the tree landing makes the air vibrate regardless of whether anyone hears it. For idealist philosophers, however, the question is far more complicated. An objective idealist (say, Husserl) would claim that it does make a sound, since if a person were present, they would hear it. No one actually hears the sound, but it would be possible for a mind to hear it. Heidegger takes a far more extreme position than the objective idealists. For Heidegger, the being of the sound depends on Dasein, and we can only speak of its mind-independence if we have already presupposed human beings with an understanding of the meaning of being.

Being, for Heidegger, only appears within the horizon of human finitude and history. He thus writes:

Before Newton’s laws were discovered, they were not “true.” From this it does not follow that they were false or even that they would become false if ontically no discoveredness was possible any longer … The fact that before Newton they were neither true nor false cannot mean that the beings which they point out in a discovering way did not previously exist. These laws became true through Newton, through them beings in themselves became accessible for Dasein (SZ, 226-27).[16]

Heidegger does not deny the truth of Newton’s laws, yet he claims that we cannot speak of the truth or falsity of these laws until they were discovered by Newton. Beings must be accessible for us before we can speak of their being. Heidegger thus wraps objective truth inside subjective idealism.

Normally, we think of truth as the correspondence between a thought or statement and reality. Heidegger claims, however, that truth as “correspondence” depends on the discovery of truth. We cannot check to see whether an idea corresponds to reality unless we have already discovered reality. Yet only human beings can discover reality, and these discoveries can be lost or forgotten. Heidegger thus says: “The fact that there are ‘eternal truths’ will not be adequately proven until it is successfully demonstrated that Dasein has been and will be for all eternity” (SZ, 227).

Heidegger claims there are no eternal truths because if human beings go extinct, all knowledge is lost and so nothing is true. Being and truth die with Dasein. The laws of physics are no longer true if human beings cease to exist.

Heidegger’s history of being and critique of Western metaphysics rests on this basic contradiction within his philosophy. For Heidegger, human history is a series of epochs, each with its own interpretation of the history of being. We cannot escape the horizon of human finitude. Yet because Heidegger eschews the language of consciousness and mind for Dasein, he claims to be speaking of “mind-independent beings.” Beings, he claims, are mind-independent, but their being is Dasein dependent. No Dasein, no being.

Heidegger recognizes that knowledge production is a historical process, one that requires intellectual labor, scientific experiments, and institutions that transmit and preserve this knowledge. On this point, Heidegger is quite correct. Yet the truth or falsity of knowledge does not depend on knowledge production. Truth or falsity is independent of discovery, and beings are whether human beings exist or not. They do not require human beings to be.

Heidegger claims to be beyond the subjective and the objective, yet he merely collapses both into the subjectivity of human finitude and history. This Heideggerian framework leads to absurd claims.

Consider, for example, the French anthropologist-philosopher Bruno Latour, who claimed that Pharaoh Ramses II didn’t die of tuberculosis because the bacteria wasn’t discovered until 1882. Heidegger does not “solve” the problem of the relationship between mind and world—he collapses all objectivity into finite human subjectivity.

Marxist philosophy cannot ally itself with Heideggerian subjective idealism. The most fundamental commitment of dialectical materialism is the view that a material world exists independently of the mind prior to human consciousness. Compare Heidegger’s view of Newton’s laws to this statement from Lenin in Materialism and Empirio-Criticism:

    Yesterday we did not know that coal tar contained alizarin. Today we learned that it does. The question is, did coal tar contain alizarin yesterday? Of course it did. To doubt it would be to make a mockery of modern science… Things exist independently of our consciousness, independently of our perceptions, outside of us, for it is beyond doubt that alizarin existed in coal tar yesterday and it is equally beyond doubt that yesterday we knew nothing of the existence of this alizarin and received no sensations from it.[17]

On the question of whether there are “eternal truths,” Engels states quite clearly in Anti-Dühring that “certainly there are,” writing:

    If it gives anyone any pleasure to use mighty words for such simple things, it can be asserted that certain results obtained by these [physical] sciences are eternal truths, final and ultimate truths; for which reason these sciences are known as the exact sciences. But very far from all their results have this validity.[18]

Engels is quite careful to acknowledge that even the exact sciences are “swamped by hypotheses as if attacked by a swarm of bees,” yet such hypotheses and abstractions are necessary for scientific progress. Many scientific theories are not valid for every single thing in reality, but indeed have a limited or restricted validity.

Einstein’s theory of relativity, for example, cannot explain quantum mechanics, yet our iPhones can still accurately pinpoint our locations by communicating with satellites, a feat that would be impossible without Einstein’s equations. The restricted validity of Einstein’s theories does not falsify the results of our GPS.

Against these common sense positions, Heidegger engages in what Lukács rightly calls a “terminological camouflaging of subjective idealism.”[19] Heidegger claims to be talking about being and ontology, yet he actually is talking about the phenomenon or meaning of being. He thus ends up in a position that is more subjectivistic than the idealisms of Husserl or Kant. Heidegger says he is not a subjectivist because he avoids using the language of “consciousness” or “mind,” yet Heidegger simply reduces all objectivity to human existence and history.

Scientific objectivity, truth, and being itself only appear within the human sphere, and if human beings cease to exist (and if there are no “Daseins” on other planets), truth no longer exists.

Heideggerian Thought Today

Recently, some contemporary decolonial theorists have unquestioningly adopted this Heideggerian philosophical framework. Like Heidegger, these thinkers reduce being to our understanding of being. Decolonial theorists like Mignolo and Maldonado-Torres, for example, talk about the “coloniality of being,” yet by “being” they do not mean the actual theft of material resources or the exploitation of labor by the colonizers, but the structure of meaning or appearances.

Of course, Marxists should not deny that certain philosophical ideas and epistemological frameworks are indeed influenced by colonialism. For example, Heidegger’s philosophy was influenced by Nazism, a racist and colonial ideology, so if the “coloniality of being” is anywhere, it is in Heidegger’s Eurocentric history of being.[20]

These decolonial theorists, however, take Heidegger’s framework of the history of being yet rewrite this history so that the meaning of being is somehow determined by colonialism. Everything that takes place after colonialism allegedly corresponds to the “coloniality of being.”

When Descartes says: “I think, therefore I am,” this is based in the “I conquer, therefore I am,” a skepticism about the humanity of indigenous peoples and a desire to assert one’s own European identity.[21]

Since these theorists do not distinguish between being and the understanding of being, they tend to see the “coloniality of being” everywhere (except perhaps in the real material relations of neocolonialism). As Maldonado-Torres writes: “as modern subjects, we breathe [sic] colonialism all the time and everyday.”[22]

For these decolonial theorists, “coloniality survives colonialism,” meaning the legacy of colonialism primarily exists in certain “colonial” modes of knowing that determine the meaning of being, not in the real continuation of colonial relations of exploitation through neo-colonialism or imperialism (nor the literal colonialism currently taking place in Palestine, Hawaii, Puerto Rico, and elsewhere).

The task becomes criticizing ideas for their “coloniality” and trying to produce alternative “decolonized” ways of thinking rooted in non-European epistemologies. The ontological becomes epistemological. The real struggle becomes a war of ideas.

Heidegger frames his history of being in an idealist fashion. He has no understanding of the real driving forces of history. For Heidegger, history is just different paradigms of being, new ways of understanding the meaning of being, different interpretations of the meaning of human existence and the things around us. In each historical epoch, the meaning of being is metaphysically determined, the ontological difference disappears behind an ontotheological metaphysic, and being no longer reveals beings in any other way.

If history is determined by various representations of being, then the driving forces of history are ideas and interpretations, not the real events occurring in society and nature. Against Heidegger and those who follow him on his quest for being, I would simply say that after a decade of searching for the meaning of being, I found the answer in Hegel’s Logic. “Being itself” is an abstraction, devoid of all content. The meaning of being is nothing.[23]


[1] Michel Foucault, Politics, Philosophy, Culture, trans. Alan Sheridan et. al (London: Routledge, 1988), 250.

[2] This comment was made by Derrida in an interview in reference to Althusser’s engagement with Heidegger. In the same interview, Derrida criticizes Marxism for failing to engage with Heidegger, stating that “some engagement with Heidegger or a problematic of the Heideggerian type should have been mandatory.” Jacques Derrida, Negotiations: Interventions and Interviews, 1971-2001, trans. Elizabeth Rottenberg (Stanford: Stanford University Press, 2002), 154 & 173.

[3] Cf. Giles Deleuze, Difference and Repetition, trans. Paul Patton (New York: Columbia University Press, 1994), xiv.

[4] Gabriel Rockhill points out that Heidegger was “the principle reference for the Slovenian anti-communist opposition according to Žižek himself.” See Gabriel Rockhill, “Capitalism’s Court Jester: Slavoj Žižek,” Counterpunch, January 2, 2023. https://www.counterpunch.org/2023/01/02/capitalisms-court-jester-slavoj-zizek/

[5] Martin Heidegger, Ponderings II-VI: Black Notebooks 1931-1938, translated by Richard Rojcewicz. (Bloomington: Indiana University Press, 2014), 81.

[6] Richard Wolin, Heidegger in Ruins (New Haven: Yale University Press, 2022), 37.

[7] The most notorious example was Heidegger’s 1935 Introduction to Metaphysics, which featured the passage “What is peddled about nowadays as the philosophy of National Socialism, but which has not to do with the inner truth and greatness of this movement [namely, the encounter between global technology and modern humanity], is fishing in these troubled waters of ‘values’ and ‘totalities.’” Heidegger claimed to have written this line about “global technology” in the original lecture, yet not said it during the lecture for fear of reprisal from the Gestapo. It was later shown, however, that this was fabricated by Heidegger, who went so far as to destroy this page from the original manuscript. Ironically, Heidegger said in his 1953 preface “What was spoken no longer speaks in what is printed.” No doubt. See Martin Heidegger, Introduction to Metaphysics trans. Gregory Fried and Richard Polt (New Haven: Yale University Press, 2014), 222 & xlv. See also Wolin, Heidegger in Ruins, 28-34.

[8] Martin Heidegger, Nietzsche, Volumes Three and Four, ed. by David Farrell Krell (San Francisco: Harper & Row, 1979), 4.

[9] Martin Heidegger, “Origin of the Work of Art,” Basic Writings, ed. David Farrell Krell (London: Harper Perennial, 1973), 190.

[10] Martin Heidegger, “What is Metaphysics?”, Basic Writings, 103.

[11] Martin Heidegger, Introduction to Metaphysics, 228.

[12] Sheehan claims that Heidegger was interested only in the meaning of being, or being within a phenomenologically reduced sense. See Thomas Sheehan, “A Paradigm Shift in Heidegger Research,” Continental Philosophy Review, 32 (2001): 183-202. Capobianco defends the more orthodox reading of Heidegger’s project in his books Engaging Heidegger (Toronto: University of Toronto Press, 2010) and Heidegger’s Way of Being (Toronto: University of Toronto Press, 2014).

[13] References to Being and Time cite the German page numbers. I have used the Joan Stambaugh translation throughout. See Martin Heidegger, Being and Time, trans. Joan Stambaugh (Albany: SUNY Press, 1996).

[14] Georg Lukács, Destruction of Reason, trans. Peter Palmer (Atlantic Highlands: Humanities Press, 1981), 493.

[15] Thomas Sheehan, “A Paradigm Shift in Heidegger Research,” Continental Philosophy Review 32(2001): 191.

[16] Even in this passage, Heidegger falls into a contradictory way of speaking. Joan Stambaugh highlights this contradiction even more in her translation when she says that the beings revealed through Newton’s laws “did not previously exist,” a violation of Heidegger’s terminology, yet a symptom of his contradictory idealism. In German, Heidegger uses the phrase: sei vordem nicht gewesen, which Mcquarrie and Robinson render more accurately as “before him there were no such entities.”

[17] V.I. Lenin, Materialism and Empiro-Criticism, ttps://www.marxists.org/archive/lenin/works/1908/mec/two1.htm#bkV14E042

[18] Frederick Engels, Anti-Dühring,  https://www.marxists.org/archive/marx/works/1877/anti-duhring/ch07.htm

[19] Lukács, Destruction of Reason, 496.

[20] The connection between Nazism and colonialism was famously highlighted by Césaire, who argued that Hitler “applied to Europe colonialist procedures” previously reserved for those in the global south. Aimé Césaire, Discourse on Colonialism, trans. Joan Pinkham (New York: Monthly Review Press, 1972), 36. The work of Domenico Losurdo has further explored the relationship between colonialism and Nazism. See Domenico Losurdo, War and Revolution: Rethinking the 20th Century, trans. Gregory Elliot (London: Verso, 2015).

[21] Maldonado-Torres claims, following Enrique Dussel, that “The Cartesian idea about the division between res cogitans and res extensa (consciousness and matter) which translates itself into a divide between the mind and the body or between the human and nature is preceded and even, one has the temptation to say, to some extent built upon an anthropological colonial difference between the ego conquistador and the ego conquistado.” Nelson Maldonado-Torres, “On the Coloniality of Being,” Cultural Studies, vol. 21, no. 2-3 (2007): 245.

[22] . Ibid., 243.

[23] I would like to thank Jared C. Bly and Carlos L. Garrido for providing helpful feedback for this article.

Élites políticas y económicas en El Salvador: ¿Captura de Estado?. Harald Waxenecker. EDICIONES BÖLL.  2017.

Introducción

“Resulta imposible comprender lo que los salvadoreños [y las salvadoreñas] son y lo que los salvadoreños [y salvadoreñas] hacen sin tomar muy en cuenta la realidad omnipresente del poder.” Ignacio Martín-Baró, 1989: Sistema, grupo y poder

El Salvador ha experimentado largas décadas de autoritarismo durante el siglo XX. Desde la década de 1980, la transición democrática –inscrita en las peculiaridades del modelo centroamericano[1]implicó transformaciones múltiples del sistema político, del modelo económico, de la institucionalidad estatal y de la composición social.

En 1984 asumió el primer gobierno civil y en 1992 finalizó la guerra interna. Una guerra que se libró no solamente en el campo militar, sino también político y económico. El two track approach y la contrainsurgencia reformista marcaron las pautas de las nacionalizaciones económicas con finalidades político-militares –impactando sobre la estructura tradicional de la élite salvadoreña– y de la constitución de normas transformadas de disputa democrática por el poder político.

La democracia y la paz abrieron las puertas al liberalismo político y económico. En lo político, se consolidó un sistema plural, marcado hasta hoy por un bipartidismo de contrapesos ideológicos y regido por el mercado electoral para la sucesión del poder político. Paralelamente, la institucionalidad estatal se moldeó en la interacción entre los cánones internacionales de ajuste estructural y los intereses de poderes (trans)nacionales. En lo económico, se impuso el mainstream neoliberal mediante agresivas políticas de privatización y apertura del mercado. Este conjunto de medidas conformó la estrategia de desarrollo durante la última década del siglo pasado.

Sin embargo, persiste una brecha entre las expectativas y los resultados sociales de este periodo. Todo apunta que la “democracia y la paz” no han sido capaces de resolver los problemas de pobreza, desigualdad, exclusión social e inseguridad, creando una distorsión estructural del sistema político y fomentando que éste se convierta en (re) productor de las asimetrías mismas.

Los resultados parecen caracterizarse por un continuum sistemático de coexistencia entre acumulación, impunidad y poder, y a lo largo de las décadas pasadas, el principal desafío de la transición ha sido redefinir la forma en que el Estado interactúa con las economías, pero se ha prestado poca atención a la otra cara de la relación: ¿Cómo influyen las empresas en el Estado? – ¿Qué tipos de interacción sistémica se (re)producen en el modelo económico-político? – ¿Qué zonas grises se establecen en la interrelación entre élites económicas y políticas? – ¿Qué tipo de sistema y Estado se ha moldeado en ese proceso de transición y consolidación democrática?

2. Captura de Estado ¿un continuum?

Retomando las disyuntivas planteadas en la introducción, en contextos de transición algunas empresas han sido capaces de moldear las reglas del juego para su propio beneficio, a un costo social considerable, creando en muchos países una “capture economy/economía de captura” (compare Hellman/ Jones/ Kaufmann: 2000).

Esas economías de captura requieren necesariamente del Estado, y con ello se pone el énfasis en una nueva relación entre lo privado y lo público: la Captura del Estado (CdE). Esa es definida por Hellman et.al. (2000) como la formación de las reglas básicas del juego (es decir, leyes, normas, decretos y reglamentos) a través de pagos privados ilícitos y no transparentes a funcionarios públicos.[2]

En tanto, reconocer que existen poderes privados extraordinarios que son capaces de capturar el poder estatal abre –de acuerdo a esos autores– un enfoque diferente para enriquecer los análisis de los procesos de transición y reforma.

Precisamente en contextos de transición se ha generado la discusión sobre la Captura del Estado; inicialmente en países de la era post-soviética en Europa del Este y en Asia, y más recientemente también en países de América Latina. Sin duda, la mayoría de las realidades latinoamericanas se reconocerían fácilmente en el ‘state capture index’ propuesto por Hellman, Jones y Kaufmann:

• venta de votos parlamentarios y ‘leyes’ a intereses privados;

• venta de decretos gubernamentales (presidenciales/ministeriales) a intereses privados;

• manejo inadecuado de los fondos del Banco Central;

venta de decisiones judiciales en casos penales;

• venta de decisiones judiciales en casos comerciales; y

• contribuciones ilícitas pagadas por intereses privados a partidos políticos y campañas electorales[3].

Todos estos mecanismos tienen la finalidad de extraer rentas del Estado para una estrecha gama de individuos, empresas o sectores, distorsionando el marco legal y regulatorio básico con pérdidas potencialmente enormes para la sociedad en general.

En América Latina, el estudio sobre el poder extractivo en el Perú de Durand (2016) enfatiza en la captura corporativa del Estado, –en contraposición a lo que denomina captura regulatoria[4] y captura mafiosa[5]–, entendiendo que es “una forma de influencia extrema sobre el Estado […] que sesga las decisiones de política pública a favor de unos cuantos privilegiados que concentran poderes de decisión, pudiendo ser élites económicas o políticas, incluso familias y partidos. Los efectos que tiene son múltiples y se considera que refuerzan o generan desigualdad”.

Entre los mecanismos concretos nombra el financiamiento político, el lobby y la puerta giratoria. Por su parte, Garay-Salamanca y Salcedo-Albarán (2012) definen la captura de Estado “como la intervención de individuos, grupos o compañías legales en la formulación de leyes, decretos, regulaciones y políticas públicas para obtener beneficios de corto y largo plazo, principalmente de naturaleza económica, en detrimento del interés público…” Estos autores hablan de ‘Captura Avanzada del Estado’ cuando intervienen “…agentes [legales o ilegales] con capacidad para ejercer violencia como mecanismo que sustituye o complementa el soborno”.

Denominadores comunes de esas conceptualizaciones son la actuación de agentes privados (como origen del proceso de captura), la utilización de mecanismos diversos para influir en las decisiones estatales, y la finalidad de la obtención/continuidad de privilegios y favores particulares, en detrimento de intereses y beneficios comunes y colectivos.

El fenómeno de la Captura del Estado está ligado a procesos de transición. No obstante, la transición es un campo problemático en sí mismo –entre otras– por estas disyuntivas:                                                    i) ¿Cuándo comienza y cuando termina una transición?;                            ii) ¿Cuáles son las etapas y los contenidos de los procesos de transición?; y                                                                                                       iii) ¿Quiénes definen el tipo de sociedad que se construye? –

En este sentido, la transición múltiple centroamericana añade elementos que complejizan el análisis:

Uno. El autoritarismo contrainsurgente salvadoreño –en alto grado dependiente de la influencia de la Doctrina de Seguridad Nacional de EEUU y en contraposición a una corriente autoritaria conservadora– impulsó un estratagema de contención económica vía la nacionalización de sectores estratégicos de la economía nacional a principios de los años ochenta del siglo pasado.

Surgió una especie de economía de guerra que “…se sostuvo en buena medida sobre fenómenos de subsidiarización y de ilegalidad, mientras la tradicional agroexportación y la incipiente industria sufrían los empates de la guerra y la crisis” (Waxenecker, 2016).

Paralelamente, el liberalismo político guio la transición del sistema político, anclando los resortes transformados del poder público en la Constitución de 1983.

Dos. Menos de una década después, la corriente conservadora –convertida consecuentemente en partido político– asumió el control legislativo y gubernamental en El Salvador, impulsando la transformación económica bajo los cánones del Consenso de Washington. De acuerdo a Hellman et.al. (2000), la captura es evidente en casi todas las economías en transición; y en El Salvador parece haberse materializado en la (re)acumulación de capitales productivos y financieros en los propios círculos de la élite económica y política a partir de 1990.

Tres. La ruptura de estructuras de poder (para)militar y la instauración de la supremacía civil son desafíos de todas las sociedades en etapas post-conflicto. De hecho, tras largas décadas de autoritarismo militar y muchos años de guerra, también El Salvador enfrentó el reto de la desmilitarización ante la evolución democrática y la firma de la paz en 1992.

La ‘institucionalización’ de actores del paramilitarismo en el sistema de partidos políticos[6] y la depuración de la oficialidad de las Fuerzas Armadas en 1993 marcan hitos en ese proceso de transformación, el cual no ha estado exento de oposición[7], ni aún está exento de continuidades de poder e influencia en el seno de las propias élites políticas y las fuerzas de seguridad pública[8].

Cuatro. Otro factor crucial es la criminalidad. Sin duda, las redes de conspiración edificadas alrededor de la contrainsurgencia y en apoyo a la Contra nicaragüense en la década de 1980, potenciaron una criminalidad compleja en la región norte de Centroamérica, “…adaptándose a las transformaciones múltiples de las realidades nacionales y regionales, y (re)produciendo interrelaciones simbióticas entre criminalidad y democracia a nivel local y nacional[9], entre otros a partir del financiamiento político y la micro-captura de porciones territoriales y estatales” (Waxenecker, 2016).

En general, “la clave consiste en constatar, que el Triángulo Norte[10] se encontró para la segunda mitad de la década de 1980 en un ambiente sumamente conflictivo y violento, que dejaría como herencia estructuras internas de poder crecidas a la luz (y sombra) de la conspiración, represión, corrupción, drogas, guerras e intrigas” (Waxenecker, 2016).

Pues, existe un amplio acuerdo en las ciencias sociales latinoamericanas de que el poder concentrado en las élites económicas moldea ‘la política’ en función de sus intereses, y de manera paralela, las estructuras construidas sobre los resortes del poder autoritario-militar (del pasado reciente) y de la criminalidad compleja distorsionan los procesos políticos. No hay forma de establecer una línea divisoria clara, pues, no son ‘mundos dicotómicos’ separados entre lo legal y lo ilegal, entre lo formal y lo informal, o simplemente lo bueno y lo malo.

Estos ámbitos se interrelacionan y moldean mutuamente en las zonas grises, que son constitutivas –en diferente grado– de las democracias y los Estados latinoamericanos. Y precisamente, las formas de CdE prosperan donde el poder económico está altamente concentrado, la confluencia de poderes ‘fácticos’ es compleja, los intereses sociales compensatorios son débiles y los canales formales de influencia política y de intermediación de intereses están rezagados.

En El Salvador –por sus propias condiciones (geo)políticas y geográficas– la correlación de fuerzas durante la transición se inclina a favor de la élite económica y política, que ha logrado (re)construir y ampliar su posición de poder en los vaivenes de la incipiente democracia y paz. Wade (2016) argumenta que las élites locales tienen un impacto significante en los procesos de paz y transición, tratando de blindar sus intereses ante el riesgo de la alteración del statu quo.

Este blindaje o atrincheramiento [entrenchment] de las élites es una característica de numerosas sociedades en post-conflicto, y muchas veces, encuentran las formas para (re)consolidar y establecer su control y dominio. El resultado es una paz capturada [captured peace]. Aparentemente, los actores y factores que propiciaron una situación de captura en El Salvador[11], se cimentaron en ese periodo de transición múltiple; mientras la paz y el pluralismo democrático se instauraron sobre hechos consumados.

Sin embargo, han pasado más de dos décadas, durante las cuales El Salvador ha experimentado nuevas y profundas transformaciones en lo económico y lo político. Se ha conformado un modelo económico y un modelo político –interrelacionados e interdependientes– que se potencian mutuamente a través de mecanismos legal-formales,

informales y abiertamente ilegales en la preservación de un statu quo de poder y acumulación. Desde ese punto de vista, se ha constituido un circulo vicioso entre capture economy y el poder político, que –de acuerdo a Hellman y Kaufman (2001)– socava cualquier reforma política e institucional que pretenda transformar este statu quo.

El marco legal y regulatorio emergente de la transición fue construido por y se fue adecuando a las directrices y los intereses de actores (trans)nacionales; y su vez, éstos últimos se han fortalecido en su ‘propia legalidad (neo) liberal’ para incrementar su dominio económico y político.

Allí se dividen las aguas. Mientras Hellman y Kaufmann (2001) atribuyen la Captura de Estado a reformas parciales –económicas y políticas– que limitan los alcances de las economías de mercado y de las libertades civiles; otros estudios señalan que los países que adoptan medidas, tales como la privatización, la reducción de la participación estatal en la economía, y la liberalización del mercado, tienen altas posibilidades de enfrentarse al fenómeno de la CdE. Ante esa disyuntiva se plantea la necesidad de retomar la discusión inicial: ¿qué influencia tiene el Estado en esas dinámicas? –

En otras palabras, para ahondar el análisis se requiere de un enfoque más amplio que indaga acerca de lo que intermedia –en ambas direccionalidades– entre los actores privados y el Estado, y acerca de las zonas grises y realidades subyacentes que se crean en esta interrelación. Ineludiblemente, se retorna al terreno de la economía política.

En este sentido, el presente estudio busca dar contenido a la interacción económico-política de las élites salvadoreñas, mediante la intersección analítica de enfoques estructurales, sistémicos y relacionales[12].

Se requiere, pues, de reflexión (empírica, teórico-conceptual y metódica) sobre los poderes sociales asimétricos, las democracias y los Estados, así como de sus interrelaciones complejas y multidireccionales; y en especial, de las capas inferiores y zonas grises que encierran fenómenos importantes en la realización de poder y riqueza, abordando las fronteras difusas entre lo público-privado, legal-ilegal, formal-informal, y legítimo-ilegítimo, entre otras. En todo caso, se trata de fenómenos que son capaces de moldear y distorsionar el sistema y el Estado democráticos.

Las experiencias de la transición múltiple en el norte de Centroamérica han demostrado que se enfrenta situaciones complejas de rupturas y continuidades de poderes predominantes en lo económico, lo militar, lo criminal y lo político. El poder estatal representa, en cambio, un carácter dual: es campo de disputa y sujeto activo de poder.

En el caso salvadoreño, el análisis parte de algunas premisas e hipótesis: i) las coyunturas críticas de las últimas décadas han planteado desafíos cruciales para los poderes predominantes, afectando sus campos tradicionales de acción y sus correlaciones de fuerza; ii) la democracia y la paz representan rupturas importantes para el poder militar, aunque no necesariamente para sectores vinculados al paramilitarismo más duro de la década de 1980; iii) naturalmente, la democracia y la paz han modificado el régimen político y las fuerzas directrices en ese campo, llegando incluso –en contraposición a los otros países del Triángulo Norte de Centroamérica– a una situación de alternancia plural en el ejercicio del poder en el nuevo milenio; iv) la criminalidad es compleja –especialmente alrededor de la corrupción y del narcotráfico (y negocios ilícitos conexos)– y sistemática en su interacción con otros sectores de poder; conformando difusos contornos entre lo legal y lo ilegal; v) la élite económica salvadoreña ha traspasado coyunturas críticas que han modificado sus ámbitos de acumulación; sin haberse corroído –en contraposición a otros actores de poder– su posición hegemónica a nivel nacional.

En ese sentido, el énfasis de ese estudio radica en la élite económica y sus complejas interrelaciones con el poder público.

Históricamente, la élite económica se ha constituido a partir de lazos familiares y de propiedad sobre la tierra como principal medio de producción[13]. Paniagua (2002) reseña el trabajo investigativo de Wilson (1968)[14] sobre la dinámica de la élite económica salvadoreña en el periodo entre 1919 y 1935, que presenta un listado de

3. El poder económico

3.1 Marco analítico de la élite económica salvadoreña

cabezas de familia cuyos principales intereses económicos radicaban en el café, azúcar y henequén. De manera resumida, entre los principales apellidos aparecen: Aguilar, Álvarez, Aparicio, Arango, Araujo, Ávila, Avilés, Batlle, Belismelis, Canessa, Castillo, Dárdano, Deininger, Dueñas, Duke, Galiano, Gallardo, García-Prieto, González, Gotuzzo, Guirola, Hill, Interiano, Larreynaga, Letona, Lima, Llach, Meardi, Mejía, Meléndez, Mena, Orellana, Ortíz, Peccorini, Peralta, Quiróz, Regalado, Reyes, Salaverria, Schönenberg, Sol, Ulloa, Velado, Vides y Villanova.

Posteriormente, la consolidación de mercados nacionales, la incipiente industrialización centroamericana, el reformismo contrainsurgente y la apertura neoliberal deben haber incidido en las bases e interrelaciones de la economía salvadoreña; y por tanto, también en la configuración de la propia élite económica.

Cabe preguntarse, si ‘el apellido y la finca’ aún corresponden a la modernidad económica, pues, en el libre mercado de capitales, las grandes empresas tienden a conformarse a partir de estructuras de propiedad múltiple, y esa pluralidad también se refleja en la integración de las estructuras directivas y gerenciales. Cabe preguntarse también, si los lazos familiares y/o empresas emblemáticas siguen siendo constitutivos de identidad de los grupos económicos predominantes, en tanto la propia movilidad social de las relaciones de parentesco y la movilidad de capitales –en especial en el sector financiero– tienden hacia interrelaciones complejas y extensas (e incluso más volátiles).

El poder económico de la élite salvadoreña ha sido objeto de diversos estudios, de los cuales se retoman como punto de partida los trabajos de Albiac (1998), Paniagua (2002), Segovia (2005) y Arias (2010).

(a) Albiac (1998)

El título del trabajo ,”De los 14 a los 116”, es en referencia a las 14 familias terratenientes a principios de los 60s y las 116 a partir de la transformación económica en las últimas décadas del siglo XX. Albiac identifica –no claramente– “…a las 116 personas o grupos familiares con más de 50% de las acciones de las mil 284 empresas o sociedades con capital superior a los 5 millones de colones”.

A partir de allí, afirma que “…las principales empresas son familiares o son “la familia” en el estilo más antiguo del término. Es decir, […] las sociedades anónimas son más de nombre que de realidad y el capital no está abierto a socios medianos y pequeños”.

Entre las familias de la élite económica salvadoreña menciona Meza Ayau, Freund, Hill (Agrüello, Llach), De Sola, Guirola, Álvarez, Liebes, Salaverría, González Guerrero, Simán, García Prieto, Dueñas, Quiñonez, Baldocchi Dueñas, Ortiz Mancía, Wright, Palomo, Guttfreund, Mc Entee, Sol Millet y Sarti.

Otro aspecto importante de este estudio es haber nombrado y ejemplificado algunas prácticas ilegales de los procesos de acumulación/privatización, en los cuales la relación con el Estado y con el contrabando es un elemento recurrente.

(b) Paniagua (2002)

La unidad básica del estudio de Paniagua no es “la familia”, sino el núcleo familiar empresarial (NFE), con las siguientes características: “a) Los elementos (personas) del núcleo están unidos por estrechas relaciones familiares […] b) Cada núcleo tiene control sobre una serie de empresas […] que en lo sucesivo denominaremos empresas en la órbita del núcleo (EON) […] En el caso de estas compañías, el NFE controla la junta directiva y en muchas ocasiones los miembros de la familia desempeñan altos cargos gerenciales. c) Cada núcleo familiar empresarial cuenta con un conjunto de elementos secundarios. En esta amplia categoría se incluyen los cuadros directivos y gerenciales históricamente ligados al núcleo…”

El siguiente nivel de unidad analítica es la red familiar empresarial (RFE): “…se entiende como el conjunto de núcleos familiares empresariales originados a partir de un núcleo familiar empresarial común. La red es el resultado natural del proceso de evolución y desarrollo del núcleo familiar empresarial original.” De acuerdo a Paniagua (2002) dos factores unen a los núcleos familiares empresariales: alianzas matrimoniales y/o empresariales. Se identifican 23 núcleos familiares empresariales[15], agrupándolos alrededor del control sobre los bancos a finales de la década de 1990 (tabla 1).

Tabla 1. Núcleos económicos de El Salvador (de acuerdo a Paniagua)

Control sobre Núcleo familiar empresarial (NFE)

1.Banco Agrícola Comercial NFE Baldochi Dueñas

NFE Kriete Ávila, NFE Palomo Déneke, NFE Araujo Eserski, NFE Cohen, NFE Schildkneckt. RFE Meza, NFE Meza/Hill/Palomo, NFE Meza/Quiñonez/Sol, NFE Meza/Álvarez y NFE Meza/Murray

2.Banco Cuscatlán NFE Cristiani/Llach  NFE Bahaia

3.Banco Salvadoreño RFE Simán

– NFE Siman Jacir, NFE Simán de Bahaia, NFE Simán Dada, NFE Salume

4. Banco de Comercio NFE Belismelis NFE Freund, NFE Sol Millet

5. Banco Desarrollo NFE Salaverría Borja (además: NFE Salume)

6. Banco Ahorromet Scotiabank NFE Salaverría Prieto

NFE Quirós, NFE Poma, NFE Llach Hill

7. Banco de Construcción y Ahorro NFE Zablah Touché

NFE García Prieto, NFE Palomo

Sin vinculación a entidad financiera NFE De Sola

Elaboración propia con información de Paniagua (2002)

Continúa que “…a largo plazo, la acción conjunta de los dos mecanismos anteriores puede dar lugar a la creación de un bloque empresarial hegemónico (BEH) al interior de una economía”. De acuerdo a Paniagua, ese bloque “… se configura a partir de un conjunto de núcleos familiares empresariales, que se vinculan entre sí a través de una serie de relaciones familiares y que mantienen, además, intereses económicos comunes…”

Además, introduce un elemento económico –las empresas insignia– en su estudio: “…es fundamental la noción de control compartido de las empresas insignias de la economía nacional, que denominaremos empresas en la órbita del bloque (EOB). […]

En síntesis, las relaciones familiares y el control sobre las empresas en la órbita del bloque le otorgan al bloque, en su conjunto, una proyección de unidad y de destino común de largo plazo…”

El identificó las siguientes empresas insignia en su estudio: i) Cemento de El Salvador S.A. (CESSA), Unión de Exportadores S.A. (UNEX), Molinos de El Salvador S.A. (MOLSA), Bodegas Generales de Depósito S.A. (BODESA), y AFP Confía S.A.

(c) Segovia (2005):

El estudio aborda el poder económico a nivel de la región centroamericana, utilizando la categoría analítica de grupos económicos, y no de “sectores” y “fracciones de clase”. Según Segovia, estas últimas categorías reducen la capacidad explicativa en los análisis políticos tradicionales. Para él, los “…grupos económicos regionales se caracterizan por ser sumamente diversificados, y operan fundamentalmente en los sectores de servicios (incluyendo servicios financieros, de transporte, turísticos), construcción, comercio e industria, aunque algunos tienen fuertes inversiones en la agroindustria y algunos pocos en la agricultura no tradicional.”

Tabla 2. Grupos económicos de El Salvador (de acuerdo a Segovia)

Identifica –para el caso de El Salvador– los siguientes grupos económicos: Grupo ADOC, Grupo Agrisal, Grupo Banco Agrícola, Grupo Cuscatlán, Grupo De Sola, Grupo Sigma, Grupo Poma, Grupo Quiróz, Grupo Taca y Grupo Simán (tabla 2).

Elaboración propia con información de Segovia (2005)

(d) (Salvador) Arias (2010)

“Si en la década de los ochenta se hablaba de catorce familias que concentraban la riqueza, en el periodo del modelo neoliberal de los cuatro gobiernos del Partido ARENA se da […] una recomposición en la oligarquía dominante. En este periodo, ha llegado a reorganizarse en ocho grupos quienes a través de sus vínculos familiares o por medio de las juntas directivas o accionistas, ejercen control político y económico del país”.

Arias aplica elementos familiares y económicos para la definición de los grupos económicos salvadoreños, fundamentando su análisis en el estudio de Paniagua (2002).

Grupo Familia Breve descripción

Grupo ADOC familia Palomo

“Actualmente ADOC posee tres fábricas y más de 200 tiendas en la región. El grupo tiene las franquicias de varias marcas internacionales.”

Grupo Agrisal familia Meza Ayau

“Tiene una alianza con el consorcio cervecero sudafricano SABMiller […] Juntos conforman el Grupo BevCo, que aglutina a las empresas del Grupo Cervecería Hondureña e Industrias La Constancia y posee la empresa Industrial Cervecera de Nicaragua.”

Grupo Banco Agrícola familias Baldocchi-Dueñas, Kriete

“En el 2004, el Banco agrícola, el principal banco del grupo, poseía $3,116.1 millones en activos […] Forma parte de la Red Regional Gran Alianza Bancaria Internacional.”

Grupo Cuscatlán familias Bahaia,Cristiani

“En el 2004 tenia activos de $4.437.2 millones […] Tiene alianzas con grupos regionales, incluyendo el grupo La Fragua y Pantaleón.”

Grupo De Sola familia De Sola

Homarca S.A de C.V. es la principal accionista y controladora de las operaciones del grupo en Centroamérica.”

Grupo Sigma no es un grupo familiar

“Fue fundado en 1969 como fusión de la unión de varias empresas. Anteriormente conocida como Yarhi S.A., se unió con otras empresas de los mismos intereses, entre ellas Cartonera Centroamericana S.A., Rotoflex S.A. e Industrias Gráficas Salvadoreñas S.A.”

Grupo Poma familia Poma “Tiene una alianza con el Grupo Carso del mexicano Carlos Slim. El grupo es operador de la cadena de hotel Intercontinental y Confort Inn.”

Grupo Quiróz familia Quiróz “Tiene alianzas con el Grupo Canella en Guatemala y con el Grupo Lachner & Sáenz y Compañía Mercantil en Costa Rica. Recientemente ingresó al mercado panameño a través de la compra por $10 millones de la empresa Supermotores.”

Grupo TACA familia Kriete “Tiene alianzas con el Grupo Poma y el Grupo Banco Agrícola […] En el 2004 TACA, su empresa insigne, ocupó el puesto 12 entre las empresas más grandes de la región con ventas de $391.8 millones…”

Grupo Simán familia Simán “Es el más importante en almacenes de departamentos. Recientemente, vendió la mayoría de las acciones del Banco Salvadoreño, el tercer banco más importante de

El Salvador, al Grupo Banistmo. En el 2004, dicho banco tenía activos de $1,755.1 millones.”

Tabla 3. Grupos económicos salvadoreños (de acuerdo a Arias)

Elaboración propia con información de Arias (2010)


[1] Desde una perspectiva global, Centroamérica fue uno de los primeros laboratorios para el paradigma liberal de pacificación, una etiqueta adherida a las crecientes intervenciones externas en sociedades de post-guerra y post-conflicto. Y desde una perspectiva regional, estas democracias no surgieron “desde abajo”, sino fueron un arreglo contrainsurgente entre facciones de poder militar, económico y político. De esta manera, la democratización no fue una transición, sino un resultado de “pactos desde arriba”.

[2] «State capture is defined as shaping the formation of the basic rules of the game (i.e. laws, rules, decrees and regulations) through illicit and non-transparent private payments to public officials” (Hellman et.al., 2000). Los mismos autores distinguen la ‘captura de Estado’ de la ‘influencia’ y la ‘corrupción administrativa’: “Influence refers to the firm´s capacity to have an impact n the formation of the basic rules without necessary recourse to private payments to public officials (…) Administrative corruption is defined as private payments to public officials to distort the prescribed implementation of official rules and policies” (Hellman et.al., 2000).

[3] “Most transition countries lack a stable system for political financing. […] Politicians and political parties are therefore highly dependent on a limited range of economic actors with the capacity to finance elections or on securing control over key rent flows in the emerging market economy” (Hellman, 2011).

[4] Se trata de la capacidad de actores privados para influir en la aprobación de regulaciones estatales. Esa discusión “…cobra fuerza en América Latina cuando se generaliza el modelo de libre mercado desde 1990 y, simultáneamente, se elimina una serie de protecciones y subsidios estatales, se privatiza la economía, crece el poder de las corporaciones, sobre todo las extractivas, y se desarrollan nuevas actividades que serán reguladas (telecomunicaciones, fondos de pensiones, compras y adquisiciones, por ejemplo” (Durand, 2016).

[5] Se refiere a organizaciones del crimen organizado “…que son capaces de influir sobre ramas del Estado. El objetivo, a diferencia de las corporaciones, no es económico –dado que los actores captores operan en condiciones de mercado negro y gozan de alta rentabilidad–, sino proteger sus negocios neutralizando a los órganos del Estado que se dedican a fiscalizarlos y combatirlos” (Durand, 2016).

[6] En 1981, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) se constituyó a partir del Frente Amplio Nacional (FAN), uniendo sectores de la oligarquía, los militares y los escuadrones de la muerte. La red organizacional de la Organización Democrática Nacionalista (ORDEN) sirvió de base para la fundación del partido (Wade, 2016).

[7] “La reforma militar “impuesta”, enfrentó una dura resistencia tanto dentro de los estamentos militares como de los sectores conservadores más radicales, que se habían beneficiado de la autonomía y el poder ostentado por los militares hasta el fin de la guerra civil” (Aguilar, 2016). La misma autora señala que la Asamblea Legislativa aprobó en aquel entonces “…la Ley de Amnistía, como recurso para garantizar la impunidad de todos aquellos involucrados en casos de graves violaciones a los derechos humanos cometidos antes del 1 de enero de 1992”.

[8] “El nudo gordiano de los Acuerdos de Paz era la desmilitarización de la sociedad salvadoreña; el cambio de la doctrina militar del Ejército […] Este acuerdo se cumplió, pero actualmente tiene amenazas e intentos de revertirse y restaurarle funciones a las FFAA. La democratización de la sociedad salvadoreña, que ha marchado lentamente, pero inexorablemente ha marchado, aunque no como se esperaba. Una larguísima y lentísima transición, con grandes resistencias” (Martínez- Uribe, 2012). Durante el gobierno de Mauricio Funes (FMLN, 2009-2014), “…bajo la dirección del entonces Ministro de Justicia y Seguridad, General David Munguía Payes, se comenzó, como en los viejos tiempos, a replicar de manera solapada, el esquema de tomar control de instituciones claves de la vida nacional como Aduanas y Fronteras, Migración y Extranjería, el Organismo de Inteligencia del Estado y el Aeropuerto Internacional, entre otros” (Aguilar, 2016). Asimismo, la investigación periodística de Héctor Silva (2014) sostiene y argumenta la hipótesis de infiltración de la Policía Nacional Civil (PNC) por estructuras del poder militar y criminal.

[9] “Si se busca una hipótesis más terrenal y menos metafísica que la del ‘milagro económico’, se desemboca fácilmente en la economía paralela –de actividades ilícitas y otras francamente ilegales– que ha venido desarrollándose desde la década del conflicto. […] Efectivamente, sin la participación o complicidad de algunos oficiales de la Fuerza Armada, bajo cuya custodia estaban las fronteras, los puertos y aeropuertos, el control de carreteras, etc., no hubiera sido posible un incremento de gran magnitud, como el que hubo, en el contrabando de mercadería, tráfico de armas y de droga, bandas internacionales de robacarros, redes para el paso de emigrantes indocumentados, industria del secuestro, etc. Terminada la guerra, toda esa economía paralela a la oficial no ha desaparecido; incluso en ciertos rubros puede haber crecido. […] Nadie sabe la dimensión de esa economía paralela, denominada oficialmente ‘crimen organizado’, pero es suficientemente poderosa para influir en la realidad económica, social y política de este pequeño país” (Béjar/Roggenbuck (eds.), 1996).

[10] La composición y correlación de fuerzas en Guatemala y Honduras –pese a las similitudes históricas– tiene expresiones diferenciadas. En especial, hay que resaltar el impacto mayor de la criminalidad en esos países (entre otras, por su situación geográfica en relación a las rutas del narcotráfico) y la ruptura errática e inconclusa de poderes militares (institucionales y extra-institucionales).

[11] “…elite capture need not be the result of a transition but may actually precede it. In the case of El Salvador, elites captured the state throug a political party before the negotiation and implementation of peace accords” (Wade, 2016).

[12] Cárdenas y Robles-Rivera (2017) abordan la captura corporativa en los casos de Panamá, Costa Rica y El Salvador, analizando redes empresariales –a partir de la integración de los directorios– y su relación con el financiamiento electoral y las ‘puertas giratorias’. Lo interesante de este paper es el análisis de las relaciones internas de las élites económicas, mediante social network analysis. Es una estrategia metódica sumamente útil para los casos centroamericanos, dada la posibilidad de investigar las complejas interrelaciones económicas, familiares, gremiales y políticas que caracterizan las élites actuales. Éstas son más complejas que las oligarquías agrarias de antaño. Al mismo tiempo, este paper contiene limitaciones en su análisis de los mecanismos de Captura de Estado: i) la base analítica de las relaciones empresariales es reducida y no alcanza reflejar la complejidad de las élites económicas; y ii) el argumento de la vinculación entre redes empresariales y CdE en este paper está mediado inevitablemente por los resultados electorales, y por ende, es difícil sostener las conclusiones en el tiempo.

[13] “A comienzos de los 60, los mayores latifundistas eran 308. Cuatro, los Dueñas, Guirola, Sol y Daglio, con más de 10 mil manzanas. 11 con mas de 5 mil y 15 con más de mil. El 4.1% de los propietarios poseía el 67.28% de la tierra disponible contra un 95% que poseía apenas 32.7%” (Albiac, 1998).

[14] El trabajo de Everett Alan Wilson fue presentado como tesis doctoral en la Universidad de Standford en 1968. Tres capítulos de dicho estudio se encuentran incluidos en la antología preparada por Rafael Menjívar y Rafael Guidos Véjar: El Salvador de 1840 a 1935, UCA Editores, 1978 (ver Paniagua, 2002).

[15] Dos de estos núcleos son descritos en realidad como redes familiares empresariales. Además, en los anexos se describe el núcleo familiar De Sola, que no encaja claramente en el esquema de control sobre las instituciones financieras.

Humberto, hermano de Daniel Ortega: “Su poder dictatorial no tiene sucesores, tras su muerte deberá haber elecciones”. Fabian Medina. Infobae. 19 de mayo de 2024

En entrevista exclusiva con Infobae, el general en retiro habla de la tensa relación familiar, afirma que hay miembros del régimen que han querido asesinarlo y que, si las fuerzas políticas en Nicaragua no entran en una negociación pronto, “el país va al desastre”.

Humberto Ortega, 77 años, es hermano del dictador nicaragüense Daniel Ortega, 78 años. Ambos se integraron en su adolescencia a la guerrilla contra Somoza y luego se convirtieron en comandantes sandinistas. Ambos dirigieron el régimen que gobernó a Nicaragua durante los años 80, Humberto como jefe del Ejército y Daniel como presidente.

Este binomio de poder comenzó a fracturarse en 1990, cuando Humberto Ortega se mantuvo al frente del Ejército en el gobierno de doña Violeta, y Daniel Ortega encabezaba una oposición violenta y radical.

Tras su salida del Ejército, en 1995, Humberto Ortega, de quien se presume maneja negocios millonarios, se dedicó a escribir libros de historia y promover lo que él llama “centrismo humanista”, una corriente de pensamiento que define como acercar posiciones para “contraer acuerdos en beneficio de todos”.

Sus opiniones, ocasionalmente expuestas en el nicaragüense diario La Prensa, agitan las aguas de la política nicaragüense por controversiales o porque sus propuestas de solución a la crisis resultan, al menos “sospechosas”, viniendo de quien vienen.

Humberto Ortega ha mostrado su desacuerdo con muchas de las acciones de su hermano, más que con intención de confrontarlo, para aconsejarlo en estrategias para sobrevivir en el poder. Los hermanos Ortega no son antagónicos, sino que tienen distintas visiones de cómo administrar el poder. Él dice no ser enemigo del régimen nicaragüense ni de la oposición, “aunque tengo puntos de vista encontrados con ellos”.

A pesar de los públicos choques entre ellos (Daniel Ortega lo ha llamado “traidor” e “instrumento de Estados Unidos”) el dictador nicaragüense ha acudido a visitarlo un par de veces en su residencia, donde convalece de complicaciones cardiacas.

En esta amplia entrevista con Infobae, Humberto Ortega relata la particular relación que mantiene con su hermano y dictador de Nicaragua: Daniel Ortega, expone su criterio sobre lo que sucedería en Nicaragua ante su muerte y las salidas que él vislumbra a la crisis que vive el país.

-¿Cómo está de salud? ¿Podría explicarnos su condición médica?

-He tenido eventos cardiovasculares graves, en el contexto del tenso y polarizado conflicto político y social, el Covid, del año 2018. Fui ingresado de urgencia en el Hospital Vivian Pellas, de Managua. Posteriormente, desde diciembre del año pasado, sufro nuevos eventos.

-¿Operaciones a corazón abierto?

-No. Operación a corazón abierto fue en el año 2000, en Costa Rica. Ahora no fue un infarto ni una amenaza de infarto. Fue lo que se llama medicamente “insuficiencia cardíaca”, que igual te puede matar porque no te permite respirar. Ya estoy de alta en mi hogar, acá en Managua. Me siento bastante restablecido y animado, en la dinámica personal y política.

-La última vez que se supo de un encuentro entre usted y su hermano Daniel, fue precisamente por una gravedad médica. ¿Han vuelto a encontrarse?

-A raíz de mi enfermedad, el presidente Daniel, mi hermano, restablece sus encuentros con mi persona, y ahora la comunicación es más natural, fluida. Lo que ha sido constructivo, oportuno, para intercambios acerca de la compleja y difícil crisis mundial en desarrollo. Intercambiamos puntos de vista, animados en contribuir en la superación de la crisis, los serios problemas que aquejan a toda Nicaragua, en particular desde el año 2018.

-Sin embargo, Daniel Ortega parece estar siguiendo una dirección contraria a sus consejos.

-Lo importante es que estamos conversando, aunque no coincidamos en todo. Porque antes no conversábamos. Ahora estamos conversando, cada uno con su punto de vista y sin tensión alguna.

-¿La animadversión o la tirantez que hubo entre ustedes ya desapareció?

-Esa tirantez ha habido en diferentes etapas de la lucha y ha sido al calor de la misma. Mi relación, como persona, como hermano, familia o como político, ha sido en general, respetuosa lo que no quiere decir que no haya sido tensa por puntos de vista encontrados.

-Me llama la atención que en nuestra conversación previa usted dijo: “No quiero morirme antes…” ¿Teme morir?

-Un accidente en el conflicto por la hegemonía puede desatar la hecatombe, la destrucción mutua, el cataclismo de la naturaleza y nuestra especie humana. Entonces morir en esta coyuntura, nos impide contribuir en la solución de esta, en el instante de la debacle, o en el interregno que requiera el acuerdo entre las potencias para asegurar la paz con una hegemonía compartida entre las potencias.

-¿Usted espera que su opinión sea tomada en cuenta por las potencias en conflicto? ¿No le resulta muy pretencioso?

-Yo no espero que las potencias escuchen las angustias de alguien como yo o alguien como usted. Porque ni siquiera escuchan a sus propios aliados y gobiernos. Pero, tenemos el deber de hacer esfuerzos para ir sumando ruegos como los hace el Papa, tratando, en primer lugar, de resolver los asuntos que nos aquejan. No pretendo que me escuchen, o que me llamen. No. Lo que pretendo es hacer un llamado de angustia, una reflexión pública porque soy conocido internacionalmente.

-Ha planteado que el mundo sufre los estragos de un nuevo reparto. ¿Cómo considera que afecta a Nicaragua ese nuevo reparto mundial?

-Nos afecta directamente si nos alineamos a cualquiera de los bloques del poder mundial, carentes de la dignidad nacional que en nuestra historia forjan las luchas patrióticas como lo hace Augusto César Sandino. Crudamente el pragmatismo se impone y es inevitable, necesario, que nuestro pequeño país, se integre a cualquiera de los bloques en pugna, y mantenga reservas justificables con los Estados Unidos, la potencia que históricamente nos ha maltratado, al reducirnos en el pasado a un país con pueblo, territorio y gobierno, pero sin la “supremacía ni la independencia” que son elementos constitutivos de la soberanía. Igual sucede con otros pueblos del mundo que han sido humillados hasta el presente por la imperial China, Rusia.

-¿Cuán beneficiosa o perjudicial es la alineación del régimen de su hermano con Rusia o China, y de enfrentamiento con Estados Unidos?

-Debemos sostener relaciones de mutuo beneficio con cualquiera de dichas potencias. Y, la decisión de tener una integración más profunda con Rusia o China no debe conllevar a chocar con los Estados Unidos, potencia con la cual tenemos grandes ventajas y beneficios en el marco de los tratados económicos y comerciales en vigor. No caer en trampa de los extremistas que alientan el ataque permanente y frontal a los Estados Unidos para provocar una reacción imperial en el tenso conflicto mundial, que podría ser pretexto para golpes quirúrgicos, para suplantar gobiernos del Alba, Nicaragua en particular. Por tal motivo he alertado esa posibilidad. Y, llamativamente en el poder en Washington, algunos procuran una solución pragmática con el gobierno de Daniel Ortega, en la incierta dinámica del día a día o de cara al proceso electoral de Nicaragua en el 2026.

-¿Golpes quirúrgicos? ¿Se refiere a operaciones parecidas a la que realizó Estados Unidos con Noriega en Panamá en 1989?

Exactamente. Pero, más que eso, serían golpes para suplantar el poder establecido, y no para iniciar con esto un proceso anárquico o una guerra de resistencia como la que tuvimos en el pasado. Estados Unidos no quiere problemas aquí en la región de tipo anárquico y mucho menos guerra prolongada. Simplemente sería como sacar una muela que les está estorbando, conservando intacta la dentadura. Sacar la pieza más descompuesta.

-Usted habló de las elecciones en Nicaragua para el 2026. ¿Cómo se puede esperar unas elecciones con una dictadura que ni siquiera permite las manifestaciones religiosas en las calles?

-En mi consideración solamente hay una vía para resolver el empantanamiento del conflicto, que se ahondó en la crisis del 2018. Ese camino es buscar como sentar a las partes, altamente polarizadas y llenas de desconfianzas por las acciones mutuas que se recelan y se cuestionan. A todo gobierno se le carga mayor responsabilidad. Que haya conciencia profunda en el actual grupo de poder de la desviación del proceso democrático.

-¿Y cómo espera usted que Daniel Ortega propicie una apertura democrática que con seguridad lo va a sacar del poder y lo puede llevar ante los tribunales por los crímenes que ha cometido?

-Correcto. El modelo que más le conviene a Nicaragua, es la república…

-Insisto: ¿Cómo espera usted que Daniel Ortega dé un paso al frente hacia la república si está en modo sobrevivencia y la república significaría, digamos en términos metafóricos, la soga que lo ahorcaría?

-Aquí quedaron muchas heridas abiertas, pero aun así hemos llegado hasta el año 2018, que, mal que bien, funcionaba cierta paz, cierta tolerancia, cierto desarrollo. Algunos han optado por un camino totalitario para imponer un modelo, un sistema que no tiene cabida en Nicaragua. Que nos es viable, lo intentan y fracasan y terminan borrados de la historia.

-¿Considera que la dictadura de Daniel Ortega es un caso exitoso o fracasado?

-Después de más de 100 años de guerra terrible, el logro más grande ha sido que de alguna otra manera hemos sentido el beneficio de la paz. Y hemos sentido que con ella se mueve mejor la economía y se lucha mejor contra la pobreza.

Lo que ha pasado aquí es que hay tendencias en el actual agrupamiento sandinista que quedó al frente de los más radicales, dogmáticos, al lado de Daniel con Tomás Borge, en particular, que creen que el mejor modelo para vencer la pobreza es un Estado bondadoso sin tomar en cuenta que no se da lo que no se puede producir, y que se vuelve entonces un Estado corrupto y parasitario que el pueblo recoge lo que le dan, pero no está de acuerdo con esa manera.

Aquí lo que hay es una lucha ideológica. Eso es lo que hace difícil el problema con este grupo. La médula espinal del grupo de poder es dogmática. Fue la gente más dogmática. Combatientes heroicos en su momento, pero que se formaron dogmáticamente a lo largo de la lucha. No pudieron imponer su dogmatismo porque hubo gente, como mi persona, que no comulga con ese modelo y, al contrario, empujé un modelo democrático de pluralismo político, economía mixta y no alineamiento. Pero, luego se impuso el grupo de poder más dogmático, y ese grupo junto con una serie de gente oportunista, que fueron hasta antisandinistas y somocistas, ahora son aliados de esa gente y los toleran no porque crean en ellos, sino simplemente porque les son útiles.

Yo no soy enemigo de ninguno, pero tengo puntos de vista muy encontrados de cómo se están haciendo las cosas. El quiebre entre nosotros tiene que ser político, no ideológico. Siendo pragmático, como debe ser un político, se debe dar chance a una apertura política que lleve a una solución real, como fue haber logrado que Daniel Ortega adelantara las elecciones en 1990.

Guste o no, ese grupo de poder tiene que buscar negociación con el que permanentemente dicen es el peor enemigo de la humanidad, Estados Unidos, y lo atacan de manera visceral. Con ese tendrán que sentarse, y con ese tendrán que negociar, y con todos los que los adversan y que se odian, en particular los que han quedado beligerantes después de la crisis de 2018. Solo con esos componentes: Estados Unidos, ese grupo de poder radical, y los lideres de la oposición dispersos, e igual mente radicales y sin rumbo, solo con esos se puede buscar una salida.

-¿Qué garantías necesitaría Daniel Ortega para meterse a una negociación? Una vez dijo que un diálogo sería como darles la soga con que lo van a ahorcar él.

-Hay un momento en que uno usa esas figuras metafóricas para animar a sus bases que están débiles. Yo mismo, cuando triunfó la Revolución, en una plaza llena, en el centro de Managua, dije que en Nicaragua no se rifa el poder, que no iban a haber elecciones. Yo mismo dije eso y me atacaron. Sin embargo, yo fui el que más propicie la paz y más propicie las elecciones.

Vamos al desastre, aunque parezca que las cosas están bien. Desde la crisis de 2018, la comunicación ha estado cerrada, no se permite el ejercicio democrático a través de la imposición de un régimen policiaco, que da lugar a la tendencia autoritaria, antidemocrática del gobierno actual. Lo primero es que haya conciencia de la gravedad de seguir marchando por este rumbo y más, tomando en cuenta los peligros que se corren en el marco de los grandes (potencias). Estar jugando con estas cosas en momentos de gran tensión, es ahí que digo que podría haber golpes de sorpresa que le harían mucho daño a ese grupo de poder.

-¿Qué considera que hizo mal el régimen de su hermano antes, durante y después de la rebelión del 2018?

-Para antes de la rebelión, el régimen subestimó el profundo malestar del pueblo por las formas cada vez más autoritarias del régimen y de sus aliados anteriormente antisandinistas y corruptos. Fue poco a poco ahogando las protestas sociales y políticas, y debilitando el necesario pacto social representado en la tripartita de trabajadores, empresa privada y gobierno. Al mismo tiempo se fortaleció el acoso policial al opositor en general. Paralelamente los extremistas opositores fueron preparando protestas al margen de la ley, alentadas por los extremistas de Estados Unidos.

Durante las protestas el régimen demostró sorpresa y actuó inicialmente con desaciertos que dieron lugar a excesos repugnantes, criminales desde ambos bandos. El régimen ganó tiempo, aprovechando la evidente división y ambiciones de la oposición, alargando el diálogo, que fracasa, y entonces después de varios meses de tranques rebeldes ilegales y sangrientos, el gobierno con la policía, paramilitares y el Ejército, los desmantela. Hubiera sido mejor que el Ejército actuará justa y legítimamente, evitando todo lo posteriormente sucedido.

-¿Usted sí reconoce la participación del Ejército en la represión del 2018 y cuál hubiese sido esa actuación justa y legítima del ejército?

-El pecado más grande del Ejército, injusto, que daña su imagen y profesionalismo, fue la tolerancia con civiles armados, en particular con paramilitares, que sus aparatos de seguridad e inteligencia tenían registrados, que sabían dónde estaban, sabían dónde se movían y que, incluso, toleraron que se armasen. Yo no puedo decir que el Ejército los armó. No. No tengo prueba de eso. Pero sí puedo decir que la capacidad que siempre ha tenido, desde la época de Somoza que era una de las mejores oficinas de seguridad, para que se dieran cuenta de dónde unos civiles obtenían armas, se organizaban, disparaban y mataban. Entonces para mí, el Ejército, de hecho, fue cómplice de una situación confusa que conllevó a una responsabilidad enorme de dolor y muerte.

Para mí eso fue un grave error del Ejército, que se sumó a la tendencia del Estado todo, con un gobierno al frente, de no asumir la responsabilidad que como Estado tiene ante la sociedad, y decir que la culpa, en primer lugar, es de la sociedad que se rebela o se enardece, o protesta por problemas.

-¿Cuál sería para usted la salida a la crisis actual que vive Nicaragua?

-Un “reencuentro” entre todas las fuerzas de la sociedad, particularmente las políticas que están más llenas de odio y polarizadas. Para esto la iniciativa debe llevarla el régimen y el presidente Daniel Ortega en particular. El actual conflicto mundial hace más urgente tal proceso de búsqueda de acuerdo para ya y para el año electoral 2026. Los Estados Unidos pueden pragmáticamente contribuir en esta dirección.

-En algún momento Daniel Ortega lo acuso a usted de ser peón del imperio norteamericano y de haber lanzado al ejército contra las bases sandinistas en el gobierno de Doña Violeta.

-Tal ataque es injustificable. Sin mi persona al frente del Ejército de Nicaragua en la titánica transición de la guerra a la paz del nuevo gobierno de doña Violeta y Antonio Lacayo, hubiera sido imposible la gobernabilidad básica ante los esfuerzos radicales de extremistas sandinistas y opositores al gobierno de Doña Violeta de sus propias fuerzas. Incluso funcionarios del gobierno norteamericano exigían la desaparición del Ejército y de mi persona. Nuestra institución castrense, con el Código Militar juramos lealtad a la patria y no a ninguna fuerza civil partidaria, de gobierno o no, y por tanto aseguré el relevo cada cinco años de la jerarquía militar para su profesionalismo, debiendo ser no partidario.

Este Ejército dio lugar al espacio político democrático, y cuando lamentablemente algunas fuerzas retiradas del Ejército, y de la contrarrevolución ya desarmada, se rearmaron y juntaron, en “recompas”, “recontras” y “revueltos”, asaltando pueblos como en Estelí, nos vimos precisados con nostalgia a combatirlos muriendo decenas de ellos y con víctimas fatales en la población y nuestras fuerzas de la Policía Nacional y del Ejército de Nicaragua. Fue hasta el año 2000 que termina dicho fenómeno, y reaparece brevemente en la crisis del año 2018.

-¿Diría que usted es opositor al gobierno de su hermano?

-No estoy ni en favor ni en contra del gobierno del presidente Daniel Ortega, ni en contra ni en favor de las fuerzas opositoras, estoy en los esfuerzos por mis ideales para una Nicaragua democrática y en paz, mi ética y moral de un antiguo luchador de nobles utopías me obliga en el esfuerzo por ayudar a mi patria a salir de la profunda crisis política que nos agobia, y que retrasa el desarrollo más potente del país. Por tal motivo desde la lucha contra Somoza impulse el pluralismo político, la economía mixta y el no alineamiento internacional. Elaboré la estrategia insurreccional que se ven obligados a aceptar las tendencias radicales del FSLN, y que aseguró el triunfo de la revolución, y el fruto más preciado de la misma: la nueva democracia, hoy en grave estancamiento. Me esmero en predicar el Centrismo político humanista, que resuelva el conflicto generando justos acuerdos nacionales.

-Daniel Ortega tiene 78 años. ¿Su muerte podría crear un vacío de poder en Nicaragua o usted ve activándose la sucesión dinástica?

-Cuando hay un poder de tipo autoritario, dictatorial como el actual, que depende muchísimo de la figura de un líder que ejerce la Presidencia, ante la ausencia de este, es muy difícil que haya una continuidad del grupo de poder inmediato. ¿Por qué razón? Porque la misma tendencia autoritaria, personalista, verticalista de mandar, ha castrado las correas de trasmisión del partido. El partido actualmente no tiene repuesto. Están ahí, no por una mística, sino por estar ahí como funcionarios, muchos queriendo hacer bien, pero más que todo, teniendo beneficios de esa participación gubernamental y política. Si falta Daniel Ortega, para mí, Humberto Ortega, no hay posibilidad de que nadie de ese grupo de poder pueda ejercer la influencia frente a un proceso…

-Ni Rosario Murillo…

-Nadie. Nadie. No quiero mencionar a nadie en particular. Sin Daniel no hay nadie, porque, con todo y todo, Daniel es el único líder, histórico, que aún conserva los créditos de esa lucha. Sin Daniel veo muy difícil que haya unos dos o tres que se junten. Mucho menos uno en particular, y más difícil en la familia. Hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni Somoza pudo establecer a su hijo. Con la ausencia de Daniel sería muy frágil sostener todo lo que hasta ahora ha logrado sostener con gran esfuerzo y con enormes complejidades. No solo a nivel interno, sino también con las fuerzas aliadas de las izquierdas y los gobiernos de la región. Al único que conocen es a Daniel.

-Y el resto de las líderes sandinistas…

-Hay algunos ahí que tuvieron relevancia, que están en el gobierno, algunos que fueron miembros de la Dirección Nacional histórica, que están ahí apoyando a Daniel. Esta gente ha perdido liderazgo porque no ha sabido luchar por él. Ellos mismos se han castrado. Sandinistas que fueron de la Dirección y que en esta coyuntura ni siquiera son capaces de sacar un artículo como los que yo escribo, y sacar una crítica constructiva como la que yo he sacado, y me he expuesto ante gente radical que quisiera matarme. Yo jamás les he mostrado miedo, y jamás he dicho me voy de Nicaragua. Jamás he dicho que me voy a exiliar. Y si me quieren hacer eso, no lo voy a tolerar y voy a preferir morir defendiendo esos principios que darles el chance de que me humillen. Hay unos cuatro miembros de la Dirección (Nacional sandinista) que quedan ahí, no hablan. Tienen miedo de comunicarse con otros. Esa gente ya no son aquellos. Como decía Séneca: su poder reside en el miedo, y si no te tengo miedo tu poder sobre mi persona no sirve para nada, aunque te impongás sobre mí, incluso desaparecerme.

-Pero sería fácil concluir que a usted le protege el ser hermano de sangre de Daniel Ortega para que no tome represalias como lo haría con otros.

-No. A mí no me protege ser hermano. Para mí eso no es lo fundamental. Que seamos hermanos de sangre no quiere decir que este agrupamiento que dirige Daniel no haya tenido y tenga enormes malestares con un hombre como yo. Ha habido algunos que han llegado a pensar en eliminarme. De Daniel nunca lo he sabido, pero sí de gente que esta con él. Yo lo sé. Que te pueden envenenar, te pueden dejar ir un furgón en la carretera… Esas cosas pueden pasar. ¿Me pasaron? Pues ni modo, hasta ahí llegué. Como hermano me genera confianza que conozco a Daniel desde niño y sé que él, como individuo, es incapaz de, personalmente, actuar como asesino, y mucho menos contra un hermano suyo. Pero, en una situación alterada, este mismo grupo, con él al frente, me colocan al punto de la soga. Eso ya ha pasado. ¿Acaso no me ha dicho que soy traidor, varias veces? Y usted sabe lo que es que le digan a un hombre como yo que es traidor, entre esa gente radical que lo acompaña. En la calle me pueden decir que soy traidor, borrachos o lo que sea, y pegarme un tiro. Yo no ando con policías desde que salí del Ejército. Yo no tengo escolta del Ejército. Nunca me la dio. La escolta que yo tengo es organizada y financiada con mi propio esfuerzo. Gente sencilla. Algunos retirados de Ejército. Y son pocos. O sea, que si a mí me quieren matar es fácil.

Pero, para no aumentar la tirantez que existe, en mi caso personal, que conozco a Daniel desde niño, nunca lo he visto hacerle algo a uno de los suyos, hacerle una canallada a alguien. Daniel no es un asesino. Como un líder político, que tiene un movimiento radical, ahí sus actuaciones lo van diciendo. Y a mí se me ha acusado públicamente de traidor a la patria, de que me vendí al imperialismo y hay muchos que actualmente le dicen a Daniel que yo le ando haciendo el juego a Estados Unidos.

-Usted dice que Daniel Ortega no es un asesino, contrario a lo que piensan muchas personas. ¿Usted lo exime de los asesinatos y crímenes que se le achacan?

-No, no. Mire, yo no soy juez. Ni soy autoridad moral o religiosa para eximir o condenar a nadie. Daniel Ortega al frente de una función pública tiene responsabilidad de Estado y como presidente responde a lo pésimo, a lo malo, y de lo bueno y lo bien hecho de su gestión. Yo no eximo a Daniel Ortega de su actuación en los diferentes momentos. Como tampoco eximo a ninguno de la derecha, de los opositores, de todos los excesos que se cometieron cuando, queriendo aprovechar el malestar del pueblo quisieron montar una insurrección sin rumbo y que dio lugar, igualmente, a crímenes horrendos. Simplemente no soy juez, no soy dios para andar eximiendo o condenando a nadie, pero si tengo derecho a expresar mi protesta de los personeros que están en cargos públicos o en la actividad política en la oposición. Tengo el derecho y el deber.

-¿Qué cree usted entonces que pasaría en Nicaragua ante la muerte de Daniel Ortega?

-Ante una ausencia repentina de Daniel Ortega, habría primero un enorme desconcierto e imposibilidad, para mí, de que la parte civil del gobierno y el partido pueda asumir un poder sólido. Las instituciones sandinistas en el gobierno o el partido no tendrían, a mi modo de ver, la capacidad, para llenar ese vacío. Lo único que puede resolver ese vacío, y que no haya una anarquía y un caos en el país es el Ejército. En primer lugar, el Ejército. Coordinado con la Policía Nacional. Y buscar una salida en el corto plazo, quizás un año o menos, para convocar a un proceso electoral, ya sea el programado para el 2026…. Ese sería. Generar las condiciones para que haya ese proceso. Al poder civil, del gobierno y el partido, no le veo capacidad de llenar ese vacío, ni a lo inmediato ni en el mediano plazo, sino simplemente funcionar en el marco de una transición que la va a dirigir el gobierno con las fuerzas de seguridad, la Policía, y un proceso luego de negociaciones y alianzas, dando margen a la sociedad civil a que se pongan de acuerdo en una salida en las elecciones para el 2026. Eso lo miraría bien Estados Unidos y lo mirarían bien los países del Alba.

-Muchos opositores creen que usted y otros dirigentes históricos del sandinismo son responsables de crímenes y de la situación actual de crisis que vive el país. ¿Estaría usted dispuesto a someterse a la justicia si tuviese las garantías de un juicio imparcial?

-Abrir heridas ya sanadas en las distintas amnistías a lo largo de la historia, sería desastroso para la estabilidad del país. En el presente se podría crear una Comisión de la Verdad para dilucidar los crímenes acontecidos desde la guerra de la década de 1980. Y, el primer condenado por el alto Tribunal de La Haya, en Países Bajos es el gobierno de los Estados Unidos por su guerra contra Nicaragua, tribunal internacional que Estados Unidos no reconoce, negándose a indemnizar a Nicaragua por más de 18 mil millones de dólares. Igualmente seríamos procesados los sandinistas y los opositores al gobierno, tanto los contrarrevolucionarios en armas o los civiles en labor de desestabilización política, como el diario La Prensa, Iglesias, el Vaticano con el reaccionario Papa Juan Pablo II, y quienes alentaron los crímenes de alfabetizadores, minado de puertos, bloqueos económicos, la crisis del 2018, todos crímenes de lesa humanidad. Entonces procedamos desde ya a hacerlo, y Nicaragua estallará en mil pedazos antes de que pudiese desatarse el cataclismo universal.

460 Años de lucha revolucionaria del pueblo salvadoreño hasta la victoria. Roberto Pineda. Junio de 1984

(Hace 40 años, en 1984 inicie un esfuerzo de búsqueda y recopilación de las raíces históricas de nuestras luchas populares, y hoy al acercarse el 500 aniversario de nuestra primera batalla de resistencia frente a los invasores españoles en Acaxual el 8 de junio de 1524, reproduzco este texto, muy significativo para mi como compromiso político vigente por la liberación nacional.)

INTRODUCCION

Las clases dominantes salvadoreñas, a través de sus mecanismos de control ideológico han hecho múltiples esfuerzos por ocultar las combativas tradiciones de lucha del pueblo salvadoreño. En diversas formas han tratado de encubrir la voluntad ininterrumpida de los sectores populares por lograr cambiar el rumbo de nuestro país hacia la construcción de una sociedad más justa.

Las clases dominantes y sus aparatos de dominación ideológica han tratado de convertir 460 años de lucha revolucionaria en coloridos pasajes folklóricos o una historiografía vacía, sin ninguna relación con el presente. Han pretendido con esto privar al pueblo salvadoreño del conocimiento de las profundas raíces históricas que acompañan su legítima lucha.

En estos momentos en que el pueblo salvadoreño libra heroicas batallas para lograr su liberación definitiva, se vuelve una necesidad el rescatar nuestras más profundas tradiciones históricas de resistencia contra los invasores extranjeros y de lucha por la liberación de nuestra Patria. Las notas siguientes pretenden hacer un aporte en este sentido.

Durante estos 460 años de lucha revolucionaria, el pueblo salvadoreño aprendió el arte de la resistencia contra los invasores extranjeros; a organizar, unificar y movilizar sus fuerzas; a diseñar una estrategia y táctica de lucha que lo conduzca a la victoria; a construir la solidaridad internacional; a agudizar las contradicciones en el campo enemigo; a delinear un programa de gobierno democrático; a forjar un experimentado y poderoso ejército popular; a dominar el arte de la diplomacia, en síntesis, a convertirse en una verdadera alternativa de poder en nuestro país.

Los Frentes Farabundo Martí para la Liberación Nacional y Democrático Revolucionario (FMLN-FDR), constituyen la culminación de un largo proceso de desarrollo histórico de la voluntad de liberación del pueblo salvadoreño que abarca casi cinco siglos.

Los Frentes FMLN-FDR son los herederos históricos de las tradiciones revolucionarias de los combatientes indígenas de 1524; de las masas independentistas de 1811 y 1814; de la sublevación indígena de los Nonualco en 1833 acaudillada por Anastasio Aquino; de la insurrección obrero campesina de enero de 1932 y de su principal dirigente, Agustín Farabundo Martí; de las jornadas de abril y mayo de 1944 que concluyeron en el derrocamiento del dictador Maximiliano Hernández Martínez; de las batallas de octubre de 1960 contra el tirano Lemus; del martirio de Saúl Santiago Contreras y Oscar Gilberto Martínez en 1968; de los ejemplos revolucionarios de miles de hombres y mujeres de nuestro pueblo, que durante estos 460 años de lucha revolucionaria han dedicado sus vidas a luchar por la liberación de El Salvador.

Primera Guerra de Resistencia (1524-1539).

La combativa resistencia a los invasores españoles marca el primer período de lucha en nuestra historia. En efecto, desde el 8 de junio de 1524 las nacionalidades indígenas que habitaban el Territorio conocido como Cuscatlán (Tierra de riquezas), se enfrentan al poderío español, ocasionándoles diversas derrotas a las tropas de la Corona Española a lo largo del país, en una defensa heroica de su tierra y de su libertad.

Combatiendo con flechas y lanzas contra los arcabuces y espadas de los «rubios invasores» dejaron sentado el ejemplo de dignidad y rebeldía que será desde ese entonces seguido por sus descendientes. Quince años dura esta primera guerra de resistencia contra la invasión extranjera, al final la tecnología militar española derrotó militarmente la oposición indígena, pero no doblegó el espíritu de resistencia y de odio a la opresión, que fue transmitido de generación en generación.

El territorio salvadoreño estaba poblado en esa época por cinco nacionalidades indígenas: pokomames y chortis, al noroeste; los pipiles, que hablaban el náhuat, en el centro del país, desde el Río Paz hasta el Río Lempa; los lencas, que hablaban el poton, al este del Río Lempa y algunas comunidades ulúas también en la zona oriental del país, que hablaban el cacaopera.

Los pipiles formaban la nacionalidad principal, habiéndose constituido como nación a mediados del siglo XI (d.n.e.), estaban integrados por siete tribus fundamentales: los cuscatlecos, izalcos, pululapanes, mazahuas, nonualcos, tepezontes y ostumas. Los Pipiles y las Lencas fueron los dos bastiones de la resistencia popular armada contra la intervención española en aquella época.

Batalla de Acajutla. 8 de junio de 1524.

Hace 460 años, se produce la primera batalla entre los indígenas pipiles y los invasores españoles, logrando los indígenas en este combate su primera victoria militar. La expedición española, procedente de Guatemala, se encontraba al mando del capitán Pedro de Alvarado, lugarteniente del Invasor Hernán Cortez. Nuestras tropas indígenas hirieron de un flechazo a Pedro de Alvarado, dejándolo cojo para toda su vida y obligándolo a trasladar el mando a su hermano, Jorge de Alvarado, el cual ordenó el repliegue de sus fuerzas.

Batalla de Tacuzcalco. 13 de junio de 1524.

Tiene lugar la segunda batalla entre la resistencia de los pipiles y la invasión española, de nuevo las tropas indígenas, derrotan a los intrusos, obligándoles a internarse aún más en territorio Pipil. En esta ocasión, Jorge de Alvarado es derrotado.

Traición y Masacre en Cuscatlán. 17 de junio de 1524.

Pedro de Alvarado y sus tropas llegan a Cuscatlán, donde son invitados por el gobernante de los cuscatlecos, a descansar y a explicar el propósito de su expedición. Pedro de Alvarado, traicionando la buena voluntad del monarca Pipil, ordena esa misma noche el asesinato del anciano rey así como la masacre de la nobleza Pipil. Estos hechos sanguinarios «fueron consumados a sangre fría y acompañados de rapiña, violación de mujeres y profanación de santuarios, etc.»

Respuesta indígena.

Estos crueles acontecimientos encendieron la ira de los cuscatlecos, que indignados se retiraron a las montañas vecinas (cerro de San Jacinto y lomas de Candelaria) para iniciar la resistencia armada contra los invasores extranjeros. La resistencia indígena frente a las peticiones españolas de que bajaran de los montes y se rindieran respondió lo siguiente:

“Si queréis mis armas, venid a traerlas a las montañas”.

Victoria de la Resistencia Indígena. 4 de julio de 1524.

Los españoles abandonan nuestro territorio con rumbo a Guatemala, luego de ser derrotados. En menos de tres semanas, las tropas indígenas logran vencer a los españoles, derrotando el primer plan de establecerse en el territorio cuscatleco.

1525: nueva acometida.

El año siguiente, 1525, Pedro de Alvarado envió a su hermano Gonzalo a someter a los «rebeldes» pipiles; logrando fundar alrededor de 1 de abril de 1525, la villa de San Salvador, cerca de la metrópoli cuscatleca, ubicando como primer alcalde a Diego de Holguín. La respuesta de la Resistencia indígena a esta nueva ofensiva militar fue la de incendiar la colonia, provocando la huida estrepitosa de las tropas españolas, causando así una nueva derrota a los invasores extranjeros.

1528: una nueva agresión.

Tres años más tarde, en 1528, Pedro de Alvarado envió una nueva expedición de conquista, esta vez bajo el mando de su hermano Diego, la cual refundó la villa de San Salvador en el Valle de la Bermuda, el 1 de abril de 1528, cerca y al suroeste del pueblo de Suchitoto. Dos años después, Pedro de Alvarado envió al capitán Luis de Moscoso en una expedición que fundó la villa de San Miguel de la Frontera el 8 de mayo de 1530. Ambas colonias estuvieron cercadas y permanentemente hostigadas por la Resistencia Pipil y Lenca. En 1537, la Resistencia Lenca organizó una insurrección que casi destruye la ciudad de San Miguel.

1539: victoria de los invasores españoles.

En 1539, luego de 15 años de resistencia armada, los rebeldes cuscatlecos fueron derrotados y sometidos al vasallaje de la Corona Española, obligándolos a pagar tributo a los invasores, quienes iniciaron así en nuestra Patria un sistema económico basado en la explotación y un sistema político autoritario y dictatorial, que con las obligadas modificaciones históricas continúa vigente.

Desde entonces, la lucha contra la opresión política y la explotación económica forma parte de la agenda programática de nuestro pueblo. La generación de combatientes cuscatlecos que por quince años se enfrentaron a la invasión española, nos legó nuestra primera experiencia histórica de lucha político-militar en defensa de la soberanía de nuestra Patria y de nuestro derecho a la autodeterminación e independencia.

Período Colonial (1539-1821).

En este segundo período, que dura casi 300 años, se van creando las fuerzas sociales y políticas que a principios del siglo XIX, quebrarán el yugo del dominio colonial español y abrirán la vía para el desarrollo republicano de la nación salvadoreña. Durante este largo período, la Corona Española edificó los mecanismos de dominación política e ideológica así corno desarrolló los sistemas de explotación económica que le permitieran beneficiarse de la abundante mano de obra existente en el territorio.

Dada la superioridad tecnológica del Imperio Español, la Resistencia militar de las comunidades indígenas fue aplastada y los imperialistas españoles lograron su propósito de establecerse en el país. No obstante esto, el espíritu de rebeldía siguió presente en las nacionalidades indígenas y en el nuevo pueblo mestizo que iba surgiendo. En este período maduraron las condiciones objetivas y subjetivas que hicieron posible la independencia política del dominio español.

5 de Noviembre de 1811.

En esta fecha, el presbítero José Matías Delgado, dirigente máximo de los sectores independentistas , contando con el respaldo de los sectores populares de San Salvador y poblaciones vecinas, dio el Primer Grito de Independencia de Centro América, repicando las campanas de la Iglesia La Merced en San Salvador, proclamando ¡Libertad!. Junto con José Matías Delgado, participaban del movimiento los hermanos Nicolás, Vicente y Manuel Aguilar, Manuel José Arce, José Simeón Cañas, y otros patriotas.

Los revolucionarios independentistas, con el pueblo armado en las calles, depusieron al Intendente Antonio Gutiérrez y Ulloa, desconociendo la autoridad real; proclamaron la autonomía de la Intendencia y eligieron sus primeras autoridades. Por todo un mes mantuvieron su actitud rebelde, hasta que por falta de armas para hacerles frente a la reacción que preparaba el contra-ataque, decidieron recibir sin resistencia a los «pacificadores» de Guatemala, sede de la Capitanía General. Uno de los próceres independentistas, Manuel José Arce, expresó en esa ocasión recogiendo el espíritu de lucha de las masas rebeldes:

«No hay Rey, ni Capitán General, ni Corregidor Intendente, sólo debemos obediencia a nuestros alcaldes».

24 de Enero de 1814.

Bajo la dirección de los próceres independentistas, Juan Manuel Rodríguez y Pedro Pablo Castillo, ambos alcaldes constitucionales de San Salvador, nuevamente las masas populares, al grito de «Mueran los chapetones» (españoles), se lanzaron a las calles a demandar independencia con las armas en la mano. Este segundo intento fracasó y sus dirigentes fueron capturados, encarcelados, procesados y condenados a largas sentencias. Uno de estos líderes independentistas, Santiago José Celis, fue cruelmente torturado provocando su enloquecimiento y posteriormente «suicidándolo» en una de las celdas del Cuartel de Fijo. Santiago José Celis fue un mártir de nuestra primera lucha por la independencia. En el caso de Pedro Pablo Castillo fue desterrado a Jamaica, donde muere. Los otros prisioneros fueron indultados en 1918.

15 de Septiembre de 1821.

El imperialismo español, atemorizado por el grado de organización, conciencia y movilización de las fuerzas independentistas y en un esfuerzo por neutralizarlas y prevenir que sus sectores más radicales tomaran la dirección del movimiento y la independencia fuera declarada por la fuerza del mismo pueblo armado; accedió para que el capitán general Gabino Gaínza convocara a una «junta de notables» que, reunida en la ciudad de Guatemala, proclamó la emancipación política de Centro América. Participaron en esta reunión como delegados salvadoreños, José Matías Delgado, José Simeón Cañas y Mariano Calderón. En esta reunión se firmó el Acta de Independencia, quedando así formalmente libres del dominio español los países centroamericanos.

Lucha contra el Imperio Mexicano (1822-1823).

5 de enero de 1822.

El regente del recién creado Imperio Mexicano Brigadier Agustín Iturbide, logró que la aristocracia guatemalteca, con Gabino Gaínza a la cabeza, decretara la anexión de Centro América. Tal medida motivó naturalmente la resistencia de los patriotas salvadoreños, quienes acordaron «proclamar la autonomía de la antigua Intendencia (de San Salvador) separándola totalmente de Guatemala; designar a José Matías Delgado como presidente de la Junta de Gobierno; sostener con las armas los fueros de la República y de la Democracia; que el coronel Manuel José Arce en concepto de Comandante General de las Armas, organizara el ejército de la nueva República y que se abolieran los tributos»

Ante la actitud rebelde de los patriotas salvadoreños, Agustín de Iturbide envió dos ejércitos a «pacificar» el territorio, los cuales fueron derrotados, el primero el 12 de marzo de 1822, en la Batalla de El Espinal, al norte de Ahuachapán y el segundo, el 3 de junio de 1822, en los barrios del Calvario y Santa Lucía en San Salvador. El 19 de febrero de 1823, sucumbe en México el Imperio de Agustín Iturbide.

Lucha contra la esclavitud (1821-1824)

En un esfuerzo por profundizar el programa político de las fuerzas independentistas, sus sectores más avanzados se pronunciaron desde un inicio a favor de la liberación de los esclavos. Este movimiento progresista logró que uno de los principales dirigentes independentistas, José Simeón Cañas, pronunciara un discurso el 31 de diciembre de 1823 demandando la abolición de la esclavitud. En una de las partes del discurso, Cañas expresa que:

«La Nación toda se ha declarado libre, lo deben ser también los individuos que la componen».

La insurrección de los Nonualco (1833)

Enero de 1833.

Anastasio Aquino, dirigente indígena Nonualco se levanta en armas contra la recién establecida República, en abierto desafío a las autoridades se proclama Comandante General de las Armas Libertadoras de Santiago Nonualco y afirma vigorosamente el derecho de su pueblo a la tierra que le ha sido arrebatada y su decisión irrevocable de no pagar tributos ni deudas.

Anastasio Aquino, desarrolló una estrategia de guerra de guerrillas que puso en jaque al gobierno de Mariano Prado, logrando el control de un extenso territorio en la parte central del país. El Rey de los Nonualco, respondió a un emisario gubernamental que buscaba su rendición, lo siguiente:

«que las tierras que araban y sembraban eran de ellos, que los ladinos se las habían arrebatado, que además trataban a los campesinos como bestias, reclutándolos a sus matanzas y carnicerías. Se comprometían a guardar paz y concordancia; pero dejándoles las armas que ellos tendrían en depósitos para garantizar sus derechos».

Anastasio Aquino fue nuestro primer legislador revolucionario. El 16 de febrero de 1833 emite sus Decretos de Tepetitán, en uno de los cuales, ordena: «Yo, Anastasio Aquino, Comandante General de lasArmas Libertadoras de Santiago Nonualco, en este día he acordado lo siguiente: queden libres de obligación de pagar todos los deudores que se encontraren en el territorio en que hace sentir su fuerza mi gobierno. El que intentare cobrar deudas contraídas antes de lo acordado, sufrirá diez años de prisión, que pagará en obras públicas».

La sublevación de Anastasio Aquino y los Nonualco representa la Segunda Guerra de Resistencia de nuestro pueblo, esta vez contra la nobleza criolla, dueña del añil, que luego de haber dirigido la lucha por la independencia, se erigía en la clase dominante, política y económicamente, del país.

24 de julio de 1833.

Anastasio Aquino es ejecutado por el gobierno del “liberal” Mariano Prado. Anastasio Aquino fue legítimo heredero de las tradiciones combativas de la primera Resistencia Indígena frente a los conquistadores españoles. Su desafío a las autoridades de la época; sus dotes de estratega militar y dirigente político; su coraje revolucionario, forma parte del patrimonio político de las nuevas generaciones que hoy se enfrentan a la dictadura militar y al imperialismo yanqui en El Salvador.

Francisco Morazán. (1830-1840)

16 de septiembre de 1830.

El general Francisco Morazán toma posesión como Presidente Federal de las Provincias Unidas de Centro América. Morazán, profundamente comprometido con la unidad de Centro América y arquitecto de una importante reforma liberal, que por su contenido progresista despertó el odio brutal de los sectores reaccionarios que le declararon la guerra. Entre las diversas medidas liberales que impulsó están las de abolición de los diezmos y primicias otorgados por la Corona Española a la Iglesia; garantizó la irrestricta libertad de cultos; fomentó y democratizó la enseñanza.

Gerardo Barrios (1859-1863)

El capitán general Gerardo Barrios, durante este período encabeza un gobierno progresista que profundiza muchas de las medidas adoptadas por Francisco Morazán, a la vez que adopta nuevas medidas de corte liberal todas ellas. Los sectores conservadores centroamericanos, especialmente la Iglesia y el dictador guatemalteco Rafael Carrera, como en su tiempo a Francisco Morazán, le declaran la guerra. De profundas ideas unionistas, fue asesinado el 29 de agosto de 1865 por órdenes del presidente Francisco Dueñas, que había sido impuesto en el gobierno por las fuerzas conservadoras locales y guatemaltecas.. Las figuras de Morazán y Barrios sobresalen en este período, carcomido ya por la corrupción y el autoritarismo, que luego echarían profundas raíces en la institución militar y el aparato de gobierno.

La insurrección obrero-campesina de 1932.

Transcurre cien años desde la gesta de Anastasio Aquino a la insurrección obrero campesina de 1932. En este período se suceden diversos levantamientos indígenas y campesinos que no alcanzan la magnitud del protagonizado por el Rey de los Nonualcos. 1932, por su parte constituye el año que sirve como eje fundamental del desarrollo futuro del proceso revolucionario salvadoreño.

Las fuerzas sociales que se enfrentan abiertamente en todos los terrenos en ese entonces son las mismas que hoy pugnan por definir el rumbo histórico de nuestra patria. Hace cincuenta años se iniciaron las batallas por la toma del poder político por parte de los trabajadores salvadoreños de la ciudad y del campo. Hace cincuenta años se instauró la dictadura militar que sigue gobernando el país, ahora con una fachada democristiana. En aquella ocasión, las clases dominantes, la oligarquía burguesa-terrateniente, no hizo uso de los ofrecimientos reiterados por parte de los capitanes de buques ingleses y norteamericanos para desembarcar tropas y cooperar en someter a los rebeldes. Hoy, la dictadura militar entrega servilmente la soberanía de nuestra patria a los dictados de la política de la Administración Reagan y sueñan con la invasión militar masiva norteamericana que venga a aplastar a la insurgencia popular que ellos no han sido capaces de derrotar en el campo de batalla.

22 de enero de 1932.

En esta fecha miles de trabajadores, en su mayoría campesinos indígenas se levantan en armas contra el gobierno del general Maximiliano Hernández Martínez. El 23 de enero, controlan varias poblaciones del occidente del país, en los departamentos de Sonsonate y Ahuachapán. El levantamiento, dirigido por el Partido Comunista de El Salvador (PCS) fue rápidamente controlado por el ejército de la dictadura, el cual en las semanas siguientes asesinó a más de 30,000 salvadoreños aprovechándose de su superioridad militar. El pueblo salvadoreño fue derrotado en este nuevo esfuerzo heroico por lograr su liberación. La insurrección fue el resultado de una agudización extrema de la situación económica de las masas como producto de la crisis económica internacional de 1929 unido a la implantación el 2 de diciembre de 1931 de una bestial dictadura militar, encabezada por el general Maximiliano Hernández Martínez, entre otras causas.

La insurrección obrero campesina de enero de 1932 estuvo precedida por un complejo y multifacético proceso de acumulación de fuerzas, iniciado a principios de la década de los años 20 que incluye la organización sindical en la ciudad y el campo; la lucha por reivindicaciones económicas y derechos políticos; la radicalización de sectores indígenas, así como del estudiantado y la intelectualidad: el descontento en algunos sectores del ejercito; movilizaciones políticas, etc. Como puntos culminantes que precedieron Ia insurrección de todo este proceso de organización y movilización popular, se encuentran:

21 de septiembre de 1924.

Se crea la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños (FRTS), que se convierte en el organismo unitario de lucha del movimiento obrero salvadoreño.

28 de marzo de 1930.

A orillas del Lago de Ilopango se reúne el Congreso de Fundación del Partido Comunista de El Salvador (PCS). Esta primera organización revolucionaria del pueblo salvadoreño, integrada por los luchadores más destacados del movimiento de masas de ese entonces, con una base fundamentalmente obrera, encabeza dos años más tarde, la insurrección de enero de 1932.

En todo este torbellino de acontecimientos, a mediados de 1930 Agustín Farabundo Martí, destacado dirigente revolucionario, regresa al país luego de combatir al lado de Augusto Cesar Sandino en Las Segovias contra las tropas invasoras norteamericanas. El 26 de septiembre de 1928, escribe una carta desde El Chipoton, Nicaragua, en la que dice:

«Llegamos al Campamento de nuestro Jefe Supremo, AUGUSTO CESAR SANDINO, el 22 de junio pmo. pasado, quedando incorporados al Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional de NICARAGUA. Nuestra guerra contra los invasores de Centro América está empeñada de manera formal. Se ha iniciado en Nicaragua la lucha libertadora de las Américas y se espera la acción conjunta de todos los pueblos oprimidos del continente para barrer hasta el último vestigio del imperialismo yanqui.”

Desde su regreso al país, se incorpora de lleno a las tareas revolucionarias en el marco de una extensa movilización popular. Sus dotes de dirigente, su experiencia y conocimientos lo colocan rápidamente en la dirección del movimiento revolucionario salvadoreño. Agustín Farabundo Martí, conocido como «el Negro Martí’, por lo oscuro de su piel, organiza los preparativos de la insurrección de enero de 1932 junto con la dirección del PCS, lamentablemente es capturado el 19 de enero junto con los estudiantes universitarios Alfonso Luna y Mario Zapata, no participando así en el desarrollo directo de la insurrección. El 30 de enero, Martí Luna y Zapata son juzgados en Consejo de Guerra y condenados a muerte por fusilamiento. Él lro. de febrero de 1932, en horas de la mañana, se realiza la ejecución.

La insurrección obrero-campesina de 1932 constituye el antecedente histórico más importante de lucha popular de nuestro pueblo; las tareas democráticas que planteaba resolver siguen pendientes en la agenda política de nuestro país: la conquista de la democracia y la realización de profundas transformaciones en la estructura socio económica.

La insurrección, aunque derrotada, señaló el camino a las nuevas generaciones de revolucionarios salvadoreños para alcanzar el poder. Las fuerzas sociales que se alzaron en armas en aquella época, hoy con más conciencia, organización y con el mismo espíritu de combate luchan por hacer realidad los sueños y acciones de Martí, Luna y Zapata, Ismael Hernández, Alberto Galán, Francisco Sánchez, Modesto Ramírez, José Feliciano Ama (cacique de los izalqueños), etc.

Miguel Mármol, en ese entonces un joven dirigente comunista de la insurrección, fue fusilado por las tropas martinistas, logro salvarse y ponerse de nuevo en la dirección del movimiento popular. Hoy, en el exilio, continúa luchando por la liberación de su pueblo, reflejándose en su persona la continuidad histórica de nuestra lucha.

Jornadas revolucionarias de abril y mayo de 1944

2 de abril de 1944.

Luego de trece años de sangrienta dictadura martinista, un sector del ejército y un sector de la oposición política se levantan en armas contra la dictadura. La sublevación es derrotada y sus participantes son fusilados. Uno de ellos, el civil Víctor Manuel Marín, respondió a un sacerdote antes de ser ejecutado, que debido a las torturas a que había sido sometido;

«Es el cuerpo el que me flaquea, padre, no el espíritu…»

8 de mayo de 1944.

El dictador abandonó el país como resultado de una combativa Huelga General de Brazos Caídos, que paralizó la nación. Uno de los organismos impulsores del paro general, la Unión Nacional de Trabajadores (UNT); impulsó la movilización de los trabajadores en las principales ciudades del país, bajo la consigna de: «Unidad nacional de todas las fuerzas populares y democráticas del país contra la tiranía martinista sobre la base de la huelga general nacional de brazos caídos hasta derrocar a la dictadura.”

«El derrocamiento de Martínez inició una apertura democrática que fue cerrada brutalmente el 21 de octubre de 1944 por un golpe del coronel Osmin Aguirre y Salinas.” La dictadura continuaba. En diciembre de 1944 es derrotado y masacrado un contingente de demócratas en el Llano del Espino, que cruzó desde Guatemala para resistir la dictadura. Asímismo es derrotado un brote insurreccional, en esa misma fecha, en el barrio de San Miguelito, San Salvador.

Jornadas revolucionarias de agosto, septiembre y octubre de 1960.

Durante estos tres meses, de nuevo las masas populares se lanzan a las calles contra el dictador de turno, el coronel José María Lemus y logran su derrocamiento. Las acciones insurreccionales de las masas durante este nuevo levantamiento popular, fueron las de mayor envergadura desde 1944. La oligarquía, el imperialismo y la dictadura militar reaccionan con un nuevo golpe de Estado para recobrar su dominio el 25 de enero de 1961.

A finales de Ia década del 60 ocurren otras dos batallas populares que desafían abiertamente el dominio de la dictadura militar:

– Los sindicatos obreros, inician un movimiento huelguístico de hecho, que culmina en huelga general progresiva (diciembre de 1966-abril de 1967).

-El movimiento magisterial, dirigido por Ia Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños (ANDES 21 de Junio) impulsa la primera huelga nacional en febrero-marzo de 1968.

Ambas acciones elevan el nivel de combatividad y organización del pueblo salvadoreño y señalan claramente el carácter de las nuevas batallas que se avecinan en la década siguiente.

Lucha armada y Lucha de masas. Años 70.

A principios de esta década surgen, por una parte, las organizaciones político militares revolucionarias, como las Fuerzas Populares de Liberación (FPL-Farabundo Martí) y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP); y por otra parte se crea en 1971, la Unión Nacional Opositora (UNO), que se constituye en un instrumento de acción política, en la arena electoral. Durante toda esta década, ambos sectores impulsaron combates a todos los niveles contra Ia dictadura militar. Entre las luchas populares más importantes de los 70 destacan las siguientes:

-Segunda Huelga nacional de ANDES-21 de Junio. (Junio agosto de 1971).

-Victoria electoral presidencial de la UNO el 20 de febrero, 1972.

-Fundación en abril de 1974 del Frente de Acción Popular Unificada (FAPU).

-Movilización popular de repudio a la masacre de estudiantes del 30 de julio de 1975.

-Fundación en agosto de 1975 del Bloque Popular Revolucionario (BPR).

-Victoria de la UNO en las elecciones presidenciales del 20 de febrero de 1977 seguida por una gigantesca movilización de masas; huelga general y brotes de violencia insurreccional en diversas ciudades en repudio al fraude gubernamental. Este intenso periodo de movilización popular fue descabezado el 28 de febrero de 1977.

-Fundación en febrero de 1978 de las Ligas Populares 28 de Febrero (LP-28).

-Intenso movimiento huelguístico de la clase obrera en febrero y marzo de 1979.

-En septiembre de 1979 se crea el Foro Popular, como respuesta al Foro Nacional convocado por el dictador Carlos Humberto Romero.

Años 80: el FMLN-FDR y la lucha por el poder.

El 15 de octubre de 1979 se produce un golpe de Estado contra el coronel Carlos Humberto Romero. Los golpistas establecen una Junta de Gobierno, que cuenta con Ia participaci6n en un principio de algunos sectores democráticos. Esta Junta de Gobierno se institucionaliza a través de elecciones para una Asamblea Constituyente en marzo de 1982 y elecciones presidenciales en marzo y mayo de 1984. En esencia continúa siendo la misma dictadura militar instaurada en diciembre de 1931.

Por otra parte, a principios de 1980 se logra Ia unificación de las fuerzas revolucionarias y el establecimiento de una alianza con las fuerzas democráticas del pueblo salvadoreño. La coalición FMLN-FDR es la expresión política de tal alianza.

Entre los hechos más significativos de este nuevo nivel de unidad y lucha popular que abre la posibilidad real de la conquista del poder político, por parte de las fuerzas populares salvadoreñas, destacan los siguientes:

-10 de enero de 1980.

Aparece un manifiesto informando de Ia constitución de un organismo de coordinación revolucionaria formado por las direcciones nacionales de la Resistencia Nacional (RN), las Fuerzas Populares de Liberación (FPL-Farabundo Marti) y el Partido Comunista de El Salvador (PCS), en el que califican esta acción, como «un paso decisivo, una contribución determinante para rescatar a la Patria de la opresión, la injusticia y la dominación imperialistas, para conquistar Ia libertad, Ia justicia social, Ia independencia nacional verdadera, la liberación popular y la paz».

-11 de enero de 1980.

Es constituida la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM) integrada por el Bloque Popular Revolucionario (BPR), el Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), Las Ligas Populares 28 de Febrero y el partido Unión Democrática Nacionalista (UDN). Posteriormente se incorpora el Movimiento de Liberación Popular (MLP).

-22 de enero de 1980.

En celebración de los acuerdos de unidad alcanzados por las fuerzas revolucionarias y en conmemoración del cuarenta y ocho aniversario de la insurrección de 1932, la CRM realiza la demostración más grande de nuestra historia, la cual es reprimida por la Junta de Gobierno.

-23 de febrero de 1980.

Las organizaciones de masas aglutinadas en la CRM, dan a conocer la Plataforma Programática del Gobierno Democrático Revolucionario (GDR), «que emprenda a la cabeza del pueblo, la construcción de una nueva sociedad».

-18 de abril de 1980.

Se constituye el Frente democrático Revolucionario (FDR) integrado por la CRM y diversas instituciones democráticas y organizaciones populares.

-22 de mayo de 1980.

Se forma la Dirección Revolucionaria Unificado (DRU) que constituye «un nuevo y superior nivel de unidad» de las organizaciones revolucionarias FPL, PCS, RN y Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).

-10 de octubre de 1980.

La DRU anuncia la «nominación del conjunto de organizaciones político militares con el nombre de FRENTE FARABUNDO MARTI PARA LA LIBERACION NACIONAL (FMLN).

-10 de enero de 1981.

La Comandancia General del FMLN hace un llamado a una Ofensiva General contra la Junta Militar-Democristiana. «Llamamos -expresa la Orden General No. 1- a todo el Pueblo a levantarse como un solo hombre. . . en todos los Frentes de Guerra y en toda la amplitud del territorio nacional, para combatir con valentía, hasta derrotar definitivamente al regimen de opresión y genocidio de la oligarquía criolla y del imperialismo. Todos AL COMBATE!»

Esta fecha marca el inicio de la Guerra Popular Revolucionaria, conducida por el FMLN, para lograr la liberación de nuestro país. El 10 de enero de 1981 se inicia la primera fase de la Guerra Popular Revolucionaria, que se extiende hasta julio de 1981 y se caracteriza por la «consolidación de la retaguardia y construcción del ejército revolucionario».

– Julio de 1981 a Junio de 1982.

Marca el inicio por parte del FMLN de «las acciones ofensivas de la disputa por la iniciativa estratégica».

– Junio de 1982 a Agosto de 1983.

Toma de la iniciativa militar estratégica por parte del FMLN. La característica fundamental de esta etapa fue que las acciones del FMLN “pasaron cada vez más a determinar el curso de la guerra».

– Septiembre de 1983 hasta nuestros días.

«El FMLN profundiza la ofensiva e inicia la disputa por zonas vitales del país, comenzando a presentarse la posibilidad de una segunda agudización de la situación revolucionaria y de una intervención yanqui». Las anteriores caracterizaciones de las fases de la Guerra Popular Revolucionaria en nuestro país toman como base el documento aprobado por la Comandancia General del FMLN, en diciembre de 1983, titulado «Situación Revolucionaria y Escalada Intervencionista en la Guerra Salvadoreña».

– 9 de febrero de 1984.

La alianza FMLN-FDR anuncia una propuesta concreta para una solución política al conflicto salvadoreño a través de la formación de un Gobierno Provisional de Amplia Participación,GPAP.

-1 de mayo de 1984.

Miles de trabajadores se lanzan a las calles de San Salvador atendiendo a la convocatoria del Movimiento Unitario Sindical y Gremial de El Salvador (MUSYGES). Los trabajadores, desafiando el Estado de Sitio se pronuncian contra las políticas represivas y antipopulares de la dictadura y a favor de una solución política negociada al conflicto salvadoreño

460 años de lucha revolucionaria han templado las mentes y corazones de los hijos e hijas del pueblo salvadoreño. Con la inauguración de José Napoleón Duarte como presidente el pasado 1 de junio da inicio una nueva etapa de lucha política contra la dictadura y contra la Administración Reagan que cada vez más directamente dirige la guerra contra nuestro pueblo.

Ante la creciente presencia militar yanqui en nuestro suelo y el peligro de una intervención militar masiva unido a la demagogia y represión del gobierno de Duarte, el pueblo salvadoreño cierra filas y proclama con el FMLN:

“UNIDOS PARA COMBATIR HASTA LA VICTORIA FINAL” “REVOLUCION 0 MUERTE” “VENCEREMOS”

BIBLIOGRAFIA

1.ARIAS, GOMEZ J. FARABUNDO MARTI. Educa. 1972. San José, C.R. 2. BROWNING, DAVID. El Salvador, El Hombre y la Tierra. Ministerio de Educación. 1975. San Salvador. 3. DALTON, ROQUE. Las historias prohibidas del Pulgarcito. Siglo XXI. 1974. México, D.F. 4. DALTON ROQUE. MIGUEL MARMOL. Educa, 1982. San José, C.R. 5. FMLN. Comandancia General: Situación revolucionaria y escalada intervencionista en la guerra salvadoreña. Ediciones Sistema Radio venceremos. 1984. Morazán, El Salvador. 6. GUIDOS VEJAR, RAFAEL. El ascenso del militarismo en El salvador.UCA Editores.1980.San Salvador. 7. HERNANDEZ, ALFONSO. León de Piedra. EL SALVADOR, NOVIEMBRE DE 1981. 8. LARDE Y LARIN, JORGE. Guía histórica de El Salvador. Ministerio de Cultura. 1958. San Salvador. 9. MENJIVAR, RAFAEL. Formación y lucha del proletariado industrial salvadoreño. UCA Editores.1979.San Salvador. 10. P.C.S. Fundamentos y Tesis de la Línea General. Comisión Nacional de Propaganda. 1980. San Salvador. 11. Pensamiento revolucionario. No. 12 Centro de Documentación e Información del FMLN. 1981 12. SOL, RICARDO. Para entender El Salvador. DEI.1980.San José, C.R. 13. TIRADO, MANLIO. La crisis política en El salvador. Ediciones Quinto Sol. 1980. México D.F.

Dos o tres palabras (brutales) sobre Marx y Lenin. Louis Althusser. 1977

Nuestro interés por los exiliados de los países del Este no obedece a una simple necesidad de saber, ni a una manifestación de solidaridad. Lo que ocurre en los países del Este nos toca en el corazón y en las entrañas. También nosotros estamos en juego en cuanto allí sucede. Todo lo que allí pasa nos concierne, repercute en nuestras perspectivas, los objetivos de nuestra lucha, la teoría, el combate y nuestras maneras de actuar.

Me disculpo de antemano si algunas de las cosas que voy a decir son brutales y esquemáticas: sin los necesarios matices. Pero de un tiempo a esta parte se ha comenzado a hablar de la «crisis del marxismo».

Y no debemos tener miedo: ciertamente el marxismo está en crisis, y esta crisis es manifiesta. La ven y la sienten todos: en primer lugar, nuestros adversarios, quienes hacen lo posible por sacar el mayor provecho. En cuanto a nosotros, hacemos algo más que verla: la vivimos. Y desde hace tiempo.

¿Qué entiendo por crisis del marxismo? Un fenómeno contradictorio que debe pensarse a escala histórica y mundial, y que obviamente rebasa los límites de la simple «teoría marxista»; un fenómeno que concierne al conjunto de las fuerzas que toman al marxismo como punto de referencia, a sus organizaciones, sus objetivos, su teoría, su ideología, sus luchas, la historia de sus derrotas y sus victorias.

Es un hecho: ya no es posible hoy en día pensar conjuntamente, de una parte, el octubre de 1917, el extraordinario papel liberador de la revolución de los Soviets, Stalingrado, y por otra los horrores del régimen stalinista y el sistema opresivo de Breznev.

Los mismos compañeros de la Mirafiori decían: si no se puede, como antes, pensar conjuntamente presente y pasado, quiere decir que en la conciencia de las masas ya no existe un ideal realizado, una referencia viva para el socialismo.

Este hecho, en apariencia tan simple, ha sido registrado y traducido por las repetidas declaraciones de los dirigentes comunistas occidentales: «No existe un modelo único» para el socialismo. Se trata de una comprobación y no de una respuesta a la pregunta de las masas. En realidad, ya no se puede pensar la situación actual contentándose con decir que «hay diversas vías hacia el socialismo».

Pues en últimas, es imposible evadir este interrogante: ¿quién garantiza que «el socialismo de las otras vías» no conduzca al mismo resultado? Una circunstancia particular hace todavía más grave la crisis que vivimos. No sólo algo se ha «roto» en la historia del movimiento comunista, no sólo la Unión Soviética ha «pasado» de Lenin a Stalin y Breznev, sino que los partidos comunistas, organizaciones de clase que se dicen marxistas, no se han explicado todavía esta dramática historia: ¡y esto, veinte años después del XX Congreso!

No han querido hacerlo, no han podido hacerlo. Detrás de sus reticencias y sus rechazos políticos, detrás de las fórmulas irrisorias repetidas hasta el cansancio («el culto a la personalidad», «la violación de la legalidad socialista», «el retraso de Rusia», para no hablar de la afirmación: «la Unión Soviética tiene todo lo necesario para la democracia, sólo hay que esperar un poco») surge algo todavía más grave: la extrema dificultad (y la conocen todos los que trabajan seriamente en este campo) y tal vez, en el estado actual de nuestros conocimientos teóricos, la casi imposibilidad de ofrecer una explicación marxista realmente satisfactoria de una historia que no obstante se ha hecho en nombre del marxismo.

Si esta dificultad no es un mito, significa que vivimos en una situación reveladora de la debilidad, y quizás de elementos de crisis, en la teoría marxista.

Creo que este es el punto adonde tenemos que llegar. A condición de tomar el concepto de ‘teoría marxista» en el sentido extenso, pleno: no en la acepción abstracta y limitada del término, sino en el sentido materialista, marxista, de la palabra, según el cual «teoría» designa el asumir los principios y conocimientos en la articulación de la práctica política, en sus dimensiones estratégicas y organizativas, en sus objetivos y medios.

En el sentido en que, hace ya ocho años, Fernando Claudín hablaba de «crisis teórica», para designar la crisis del movimiento comunista internacional; en el sentido en que Bruno Trentin evoca algunos problemas de organización como cuestiones de dimensiones y alcance teórico. Es en este sentido, profundamente político, que me parece inevitable hablar hoy de crisis del marxismo.

El resquebrajamiento de las certezas heredadas de una larga tradición, la de la II y luego de la III Internacional, los efectos ideológicos y teóricos de la crisis manifiesta (escisión entre China y la URSS) y encubierta (entre los partidos comunistas occidentales y la URSS), el abandono solemne o silencioso de principios (como la «Dictadura del proletariado») sin una razón teórica confesable, la diversidad de las preguntas y las respuestas, la confusión de los lenguajes y de las referencias, traicionan y enuncian la existencia de dificultades críticas de la propia teoría marxista, de una crisis teórica del marxismo. En esta situación, dejando aparte las especulaciones de los adversarios, es posible distinguir, muy esquemáticamente, tres formas de reaccionar.

La primera, característica de algunos partidos comunistas, consiste en cerrar los ojos para no ver, y callar: oficialmente el marxismo no conoce crisis alguna, son los enemigos quienes la han inventado. Otros partidos intentan salvar lo salvable, toman distancias pragmáticamente frente a algunos puntos específicos, frente a otros «abandonan» esta o aquella formula «embarazosa», pero salvan las apariencias: no llaman a la crisis por su nombre.

La segunda forma consiste en padecer el desgaste de la crisis, vivirla y sufrirla mientras se continúan buscando motivos reales de esperanza en las fuerzas del movimiento obrero y popular. Ninguno de nosotros escapa a esta reacción, acompañada de grandes interrogantes e inquietudes. Pero no es posible vivir mucho tiempo sin un mínimo de perspectiva y reflexión sobre un fenómeno histórico de esta importancia: existe la fuerza del movimiento obrero, y existe de verdad, pero no puede por sí sola suplir la falta de perspectiva e interpretación.

La tercera forma de reaccionar ante la crisis es tomar una perspectiva histórica, teórica y política suficiente para tratar de descubrir, aunque no es fácil, el carácter, el sentido y el alcance de esta crisis. Si se acierta, es posible también cambiar de lenguaje. En vez de comprobar: «El marxismo está en crisis», decir: «¡Por fin ha estallado la crisis del marxismo! ¡Por fin se ha hecho visible! por fin, en la crisis y de la crisis, puede surgir algo vital!»

No es una paradoja, ni un modo arbitrario de voltear las cartas. Pienso que la crisis del marxismo no es un fenómeno reciente, no data de estos últimos años, y ni siquiera de la crisis del movimiento comunista internacional, inaugurada públicamente con la ruptura entre China y la URSS y agravada por las «iniciativas» de los partidos comunistas internacionales. Ni siquiera del XX Congreso del PCUS. Si bien el fin de la unidad del movimiento comunista internacional la hizo evidente, en realidad la crisis tenía raíces mucho más lejanas.

Si explotó, si se hizo visible, es que se escondía desde hace tiempo, bajo formas que le impedían explotar. Era, por lo tanto, una crisis «bloqueada» bajo el manto de la ortodoxia de parte de un impresionante aparato político e ideológico. A excepción de los breves años de los Frentes populares y la Resistencia, puede decirse, muy esquemáticamente, que para nosotros la crisis del marxismo se ha condensado y fue contemporáneamente sofocada, en los años treinta.

Es en esos años cuando una línea y en prácticas impuestas por la dirección histórica el marxismo fue bloqueado y fijado en fórmulas «teóricas», del stalinismo. Al arreglar los problemas del marxismo a su modo, Stalin impuso «soluciones» que tuvieron como resultado bloquear la crisis que provocaban y reforzaban. Al hacer violencia a lo que era el marxismo, en su apertura y también en sus dificultades, Stalin provocó de hecho una profunda crisis en la teoría, y a la vez la bloqueó y le impidió salir a la luz.

La situación que vivimos hoy presenta esta ventaja: después de largas y dramáticas vicisitudes, esta crisis finalmente estalló, y en condiciones tales que le permite al marxismo una nueva vitalidad. No en el sentido de que toda crisis trae consigo, de por sí, la promesa de un futuro y de una liberación.

Bajo este aspecto sería falso remitir el estallido de la crisis del marxismo solamente al trágico proceso que desembocó en la ruptura del movimiento comunista internacional. Vemos también el otro aspecto: la capacidad de un movimiento de masas obrero y popular sin precedentes, que dispone de fuerzas y potencialidades históricas nuevas. Si podemos hoy hablar de crisis del marxismo en términos de posible liberación y renovación, es por la fuerza y la potencialidad histórica de este movimiento de masas. Pero esta liberación del marxismo nos obliga a transformar nuestra manera de relacionarnos con ese movimiento y, en consecuencia, con cuanto ocurra dentro del marxismo mismo.

No podemos de ningún modo contentarnos con resolverlo todo, adjudicándole la responsabilidad a Stalin. No podemos considerar nuestra tradición histórica, política y también teórica como herencia pura, deformada por un individuo de nombre Stalin, o por el período histórico en que él ha dominado -y que por lo tanto bastaría volver a recoger en su «pureza» precedente.

En el curso de esta larga prueba, cada vez que unos y otros volvimos en los años sesenta «a las fuentes», cuando releímos a Marx, Lenin y Gramsci para encontrar el marxismo vivo que las fórmulas y las prácticas stalinistas habían sofocado, unos y otros, cada cual a su manera y también con nuestras diferencias, hemos debido rendirnos ante una evidencia.

Ante el hecho de que nuestra tradición teórica no es «pura». Que, contrariamente a la apresurada definición de Lenin, el marxismo no es un «bloque de acero», sino que conlleva dificultades, contradicciones y lagunas, que también, a su nivel, han contribuido a esta crisis, como ya lo habían hecho a la II Internacional y en vida de Lenin, al inicio de la III.

Por todo ello estaría tentado a decir: nos hallamos hoy ante la necesidad vital de revisar muy de cerca cierta idea que nos hemos hecho, en la historia y en las luchas, de nuestros autores; de Marx, de Lenin y de Gramsci –una idea basada en la exigencia de unidad ideológica de nuestros partidos, con la que hemos vivido largo tiempo y con la que continuamos viviendo, todavía.

Nuestros autores nos han dado un conjunto de elementos teóricos sin precedentes, inestimables, pero recordemos las lúcidas palabras de Lenin: Marx «sólo nos ha proporcionado las piedras angulares…». Lo que nos ha dado no es un sistema total, unificado y concluido, sino una obra que conlleva principios teóricos y analíticos sólidos, y junto a ellos dificultades, contradicciones y lagunas. No hay por qué asombrarse.

Si nos han dado el comienzo de una teoría de las condiciones y de las formas de la lucha de clases en las sociedades capitalistas, sería insensato creer que podría ser «pura» y completa desde sus orígenes. Por otra parte, ¿qué puede significar para un materialista, una teoría pura y completa? ¿Y cómo podría una teoría de las condiciones y de las formas de la lucha de clases, escapar a la lucha de clases, a las formas ideológicas dominantes bajo las que nació, y a su contagio, en el curso de la historia política e ideológica? Esa teoría sólo puede liberarse a condición de una lucha sin fin.

Y por último, nuestros autores, quienes se adentraron en un terreno desconocido, eran, cualesquiera fuesen sus cualidades, hombres como nosotros: buscaban, dudaban, expuestos a los equívocos, a los retrocesos, a los avances y a los errores de toda investigación.

No hay que asombrarse si su obra conlleva dificultades, contradicciones y lagunas. Es muy importante tomar hoy conciencia de estos hechos, y asumirla plena y lúcidamente, para extraer las consecuencias que están a nuestro alcance, para iluminar aspectos de la crisis que vivimos, para reconocer su naturaleza liberadora, y medir la ocasión histórica que se nos ofrece, si sabemos llegar a una enmienda.

Ya que algunas de las dificultades de Marx, Lenin y Gramsci remiten a algunos nudos gordianos de la crisis que vivimos. Daré muy esquemáticamente algunos ejemplos:

En el mismo Marx -es decir, en El Capital-, comenzamos a descubrir muy claramente que la unidad teórica impuesta por el orden de exposición es en gran parte ficticia. Uno de los efectos más sensibles de esta unidad -manifiestamente impuesta a El Capital por la idea muy determinada que Marx tenía, en parte bajo la influencia de Hegel pero no sólo por esto, de la unidad que debe presentar una teoría para ser verdadera-, procede de lo que puede llamarse la presentación «contable» de la plusvalía (en la famosa ecuación: V = c + v + p, en donde V significa valor, c capital constante, v capital variable y p plusvalía) que en la práctica fue interpretada como una teoría acabada y completa de la explotación.

Ahora bien, esta interpretación contable de la explotación -como la teoría cuasi ricardiana, es decir, también contable, del valor de la fuerza de trabajo-, ha venido a constituir en la historia del movimiento obrero un obstáculo teórico y político para llegar a una justa concepción de las condiciones y las formas de la explotación.

Estas interpretaciones (de la plusvalía y del valor de la fuerza de trabajo) han contribuido, por una parte, a que se separen en la lucha de clases la lucha económica y la lucha política; por otra, a una concepción restrictiva de ambas, que a partir de un determinado momento, ha frenado y que frena hoy claramente la ampliación de las formas de la lucha obrera y popular.

Hay, es claro, otras dificultades en Marx. Ninguna puede ser abordada sin afrontar al mismo tiempo el problema de la filosofía marxista; que yo prefiero denominar el problema de la posición marxista en filosofía. Es de conocimiento general que Marx no ha dicho nada explícito al respecto, que Engels no fue siempre feliz en sus formulaciones, que debemos a Lenin lo mejor y lo peor; como quiera que sea, la cuestión resultó bloqueada en los años treinta en las tesis del dogmatismo oficial.

Otro ejemplo. En Marx y en Lenin hay dos lagunas de gran alcance: una sobre el Estado, la otra sobre las organizaciones de la lucha de clases. Hay que decirlo: no existe una «teoría marxista del Estado». Esto no significa que Marx y Lenin no hayan visto el problema: constituye el centro de su pensamiento político.

Pero lo que encontramos en ellos, y ante todo en lo que toca a la relación entre Estado, lucha de clases y dominación de clase, es una repetida invitación a refutar categóricamente las concepciones burguesas del Estado: es decir, una delimitación y una definición «negativa».

Resulta patético releer bajo este aspecto la conferencia pronunciada por Lenin el 11 de julio de 1919 en la Universidad Sverdlock Sobre el Estado. Lenin insiste: «Es un problema muy difícil, muy intrincado»; lo dice veinte veces, el Estado es una máquina especial, un aparato especial, usa continuamente el adjetivo «especial» para subrayar con insistencia que no es una máquina o un aparato como los demás, pero sin lograr decir bajo qué aspecto es «especial» (y por lo demás, ninguna «máquina» es «aparato»).

Y resulta también patético releer desde este ángulo las pequeñas ecuaciones del Gramsci de la cárcel (Estado = coerción + hegemonía; dictadura + hegemonía; Fuerza + consenso, etc.) que ex- presan no tanto la búsqueda de una teoría del Estado sino más bien, con categorías tomadas lo mismo de la «Ciencia política» que de Lenin, la definición de una línea política posible para la conquista del poder del Estado por parte de la clase obrera. El patetismo de Lenin y Gramsci reside en la tentativa de superar la clásica definición por la vía de la negación, pero sin éxito.

Este problema del Estado se ha tornado hoy vital para el movimiento obrero y popular: vital para comprender la historia y el funcionamiento de los países del Este, en donde Estado y partido forman un «mecanismo único»; vital cuando se trata para las fuerzas populares de acceder al poder y de actuar en la perspectiva de una transformación democrática revolucionaria del Estado en miras a su «desaparición».

Del mismo modo no hay en la herencia marxista una verdadera teoría de las organizaciones de la lucha de clases y antes que nada del partido y del sindicato. Ciertamente, se encuentran tesis políticas, por consiguiente «prácticas» sobre el partido y sobre el sindicato, pero nada que permita comprender verdaderamente el funcionamiento, y por lo tanto también la disfunción y sus formas.

El movimiento obrero constituyó desde hace tiempo organizaciones de lucha, sindical y política, sobre la base de sus tradiciones pero también de las instituciones burguesas existentes (incluido, cuando hizo falta, el modelo militar). Estas formas fueron conservadas o transformadas. En el Este como en el Occidente, nos hallamos ante el grave problema de la relación entre estas organizaciones y el Estado; al problema de su fusión con el Estado en el Este -fusión abierta y manifiestamente nefasta, por no decir algo peor-, y entre nosotros al problema del riesgo de una fusión, pues no podemos ignorar el riesgo de una complicidad de hecho entre el Estado burgués y las organizaciones de la lucha de clases, que aquel no cesa de intentar integrar, a menudo con éxito, dentro de su propio funcionamiento.

Estas «lagunas» de la teoría marxista designan algunos problemas decisivos para nosotros. ¿Cuál es la naturaleza del Estado y del Estado imperialista actual? ¿Cuál es la naturaleza, el modo de funcionamiento del partido y del sindicato? ¿Cómo escapar al riesgo de entrar en el juego del Estado burgués y más tarde a la fusión entre Estado y partido?

¿Cómo pensar desde ahora, para delinear el camino, la necesidad de «destrucción» del Estado burgués y de «desaparición» del Estado revolucionario? ¿Cómo ver y cambiar la naturaleza y el funcionamiento de las organizaciones de la lucha de clases?

¿Cómo modificar la idea que tradicionalmente el partido comunista tiene de sí mismo, ya sea como «partido de la clase obrera» o como «partido dirigente», es decir su ideología, para que sea reconocida en la práctica la existencia de otros partidos, de otros movimientos?

Y sobre todo, pregunta para el presente y para el futuro, ¿cómo establecer con las masas relaciones que, yendo más allá de la clásica distinción sindicato-partido, garanticen el desarrollo de las iniciativas populares, que ya superan la división entre economía y política, y también su unión?

Pues a cada momento vemos nacer más y más movimientos de masa por fuera del sindicato y del partido, capaces o susceptibles de darle a la lucha una nueva e insustituible calidad. En una palabra, ¿cómo responder realmente a las exigencias y a las expectativas de las masas populares?

En formas diversas, negativas o positivas, como vacíos o como emergencias. Objetiva o subjetivamente, son los mismos problemas que se nos plantean: a propósito del Estado, del partido, del sindicato, de los movimientos y de las iniciativas de masa. Sobre todos estos puntos, estamos obligados a contar solamente con nuestra propia fuerza.

Ciertamente no se trata de problemas nuevos. Otros marxistas, otros revolucionarios, trataron de plantearlos en algunas fases críticas del pasado. Pero hoy se presentan a una escala sin precedentes y, cuestión decisiva, se presentan a una escala de masas en la práctica, como puede verse en Italia, en España y en otros lugares. Podemos decirlo: sin el movimiento de las masas y su iniciativa, no podríamos ni siquiera exponer abiertamente estos interrogantes; gracias a él, tales cuestiones se han convertido en problemas políticos actuales. Y sin el estallido de la crisis del marxismo, no podríamos plantearlos con tanta claridad.

Ciertamente, nada está ganado de antemano y nada puede hacerse de un día para otro. El «bloqueo» de la crisis del marxismo, bajo formas más o menos tranquilizantes, puede continuar todavía largo tiempo en éste o aquel partido, éste o aquel sindicato. Lo esencial no es que algunos intelectuales, venidos del Este o del Occidente, den un grito de alarma: podría ser un clamor en el desierto. Lo esencial es que aunque se encuentre dividido, aunque aquí o allá esté temporalmente en un callejón sin salida, el movimiento obrero y popular nunca fue tan amplio, nuca tuvo tantas iniciativas y dispuso de tantos recursos.

Lo esencial es que en la práctica, con vacilantes intentos, se comienza a tomar conciencia de la gravedad y del alcance de la crisis del movimiento comunista internacional y del marxismo: entiendo la gravedad de sus riesgos, pero comprendo también el espesor y la ocasión histórica que conlleva. El marxismo ha conocido en su historia una larga serie de crisis y transformaciones.

Pensamos en su transformación después de la revolución de octubre, después de la ruina del marxismo de la II Internacional, en la Unión Soviética. Nos hallamos en el corazón de la presente crisis, ante una nueva transformación, ya en gestación en las luchas de masas: puede renovar el marxismo, dar una nueva fuerza a su teoría, modificar la ideología, la organización y las prácticas, para abrir un verdadero futuro de revolución social, política y cultural a la clase obrera y a los trabajadores.

Nadie pretende que la tarea no sea extremadamente ardua: lo esencial reside en que no obstante las dificultades, es posible.

Ricardo Simán, el gran retailer de Centroamérica, entrega la estafeta. Leonel Ibarra. Estrategia y Negocios. Octubre de 2023

Se forjó en los negocios en los duros años 80´s, en una economía en guerra y de fronteras cerradas. Consolidó SIMAN como una cadena líder en El Salvador y dirigió la regionalización de la empresa familiar hasta Guatemala, Nicaragua y Costa Rica.

Con más de 50 años de su vida en la centenaria empresa familiar y dos décadas al frente del negocio, Ricardo Félix Simán Dabdoub se despide de la operación diaria de la empresa fundada por su abuelo en 1921, y pasa a presidir la junta directiva de Grupo ALSICORP.

“Yo soy alguien que ha sido súper activo y operativo. (El nuevo rol) es un cambio no solo para la empresa, sino para mí también”, confiesa Simán. No obstante, concede, “siempre hay que rejuvenecer la dirección de la empresa y estoy muy satisfecho de las personas que han tomado estas responsabilidades”, expresó.

Por primera vez en más de 100 años de existencia, la dirección de la mayor cadena de tiendas por departamentos de Centroamérica será llevada por alguien externo a la familia Simán.

El relevo de uno de los grandes líderes del retail en Centroamérica comenzó a prepararse desde hace unos tres años. El empresario salvadoreño explicó que la empresa tiene acuerdos internos que facilitan la transición. Desde hace unos tres años empezaron a formar un equipo con profesionales y miembros de Junta Directiva externos a la familia Simán, y evaluaron a la gente más destacada para ocupar los puestos.

Fue entonces que seleccionaron a dos nuevos presidentes ejecutivos: Juan Pablo Gálvez, a cargo de dirigir la cadena de almacenes y a Pablo Portillo, para llevar el timón en el negocio de franquicias. “Vemos que lo están haciendo muy bien, ahora estamos adaptándonos a otra forma de trabajar y de supervisar, y a ver las cosas a veces con más calma”, expresó Simán sobre sus sucesores.

Ricardo Simán espera que en el futuro próximo algunos miembros de la familia se puedan integrar a los puestos de dirección de la compañía, pero solo será posible si cumplen con todas las habilidades necesarias para ello.

“Vamos a ver qué oportunidades salen”, responde en son de broma, al hablar del futuro que le depara su salida como presidente y CEO de Almacenes SIMAN a sus 70 años y, aunque comparte que le gustaría seguir dedicándose más a su gran pasión, la fotografía, advierte que todavía no se separará completamente de las operaciones de la empresa, pues ha pasado a presidir la junta directiva de Grupo ALSICORP. “Aquí voy a estar y si se portan mal, vamos a dar un par de coscorrones”, dijo con una sonrisa.

EL TRANSFORMADOR DEL NEGOCIO

Ricardo Simán se unió a la empresa familiar desde los 18 años. Inició en el departamento de mayoreo de productos textiles, el cual terminó cerrando “por la competencia desleal y otros factores”. Luego, a inicios de la década de 1980, se incorporó en el negocio del retail. Eran tiempos turbulentos en El Salvador que el empresario recuerda como una “época muy dura” por el comienzo del conflicto armado y por que además estaban prohibidas las importaciones.

Aunque afirma que no le gusta ver al pasado y que “se le han borrado bastante de los recuerdos”, al rememorar esos comienzos de su trayectoria reconoció que tuvieron que echar mano de mucho ingenio para fabricar localmente lo que podían ofrecer al público y desarrollaron una gran cantidad de proveedores locales, muchos de ellos todavía siguen activos y trabajando con la cadena.

Describió que en aquellos años, Almacenes SIMAN funcionaba como “una empresa de familia, con todos sus pro y con algunos obstáculos para caminar”. Se encaminaron hacia una evolución profesional cuando le nombraron CEO y Presidente de la Junta Directiva. Eran tiempos de cambio y con grandes proyectos por venir.

Entonces, detalló, lo primero por lo que se preocupó fue del adecuado manejo y selección del personal. “Si el recurso humano no está bien atendido, seleccionado y bien compensado, las empresas no van a ninguna parte”. Así, entre sus primeros proyectos destacó el cambio en la forma de seleccionar al personal, con exámenes y evaluaciones mucho más profesionales. Trajeron consultores en diferentes áreas y modernizaron los sistemas de contabilidad y de inventarios.

Para principios de la década de 1990, la marca SIMAN ya tenía tres sucursales bien posicionadas en El Salvador, pero se trazaba la ruta para dar el paso fuera de las fronteras de su país. Así nació en 1993 la tienda del Centro Comercial Los Próceres, ubicada en la Zona 10 de la Ciudad de Guatemala. Después, en 2002 llegaron a Managua, Nicaragua, y en 2009 abrieron su primera tienda en Costa Rica, en Multiplaza Escazú.

EL ESTRATEGA

Simán no solo regionalizó la marca familiar, también logró un importante hito al expandir el negocio por medio de una alianza con el grupo español Inditex, una negociación que fue “un proceso largo”, pero que le dio la llave para operar las codiciadas y exitosas franquicias de moda Zara, Bershka, Stradivarius y Massimo Dutti.

A finales de 2022, Almacenes SIMAN contaba con unos 7.800 empleados directos, la mayoría mujeres (58 %) y con cerca de los 200.000 metros cuadrados de área de venta, el buque insignia de un conglomerado que ahora se conoce como Grupo ALSICORP.

El grupo tiene una huella importante en el sector del retail de Centroamérica y bajo la dirección de Ricardo Simán se compone actualmente de 19 tiendas SIMAN, 17 de Prisma moda, 10 de MAC Cosméticos, Bershka, Pull &Bear y Stradivarius, nueve de Zara, cuatro de Xclaim, Zara Home, Oysho y tres de Massimo Dutti.

El empresario mencionó que la participación de las tiendas de Inditex en el negocio “es un porcentaje importante y va creciendo”, pero ahora la estrategia para este brazo del Grupo ya no es abrir tantas nuevas localidades, sino que las están ampliando y ajustando a las nuevas demandas y generaciones con un estilo vanguardista.

UN CAMINO, GRANDES HISTORIAS

Consultado sobre sus grandes momentos a nivel empresarial, Ricardo Simán destacó que en los últimos años se dieron cambios drásticos en la operatividad de la empresa. Haber conseguido las primeras franquicias con Inditex y el inicio de operaciones de su sitio en Internet fueron hitos importantes, concedió.

Otros momentos que lo desafiaron al frente de la empresa fueron la guerra civil salvadoreña, varios terremotos y, más recientemente, la histórica paralización de las actividades por la pandemia del COVID-19, en 2020. “Nos costó unas pérdidas enormes”, confesó, aunque reconoció que pudieron tomarse acciones para maniobrar en el histórico cierre de actividades.

Durante los primeros meses de la pandemia, pese a que se les permitió comenzar a vender por Internet, el empresario reconoció que no pudieron dar el servicio que habrían esperado brindar a los clientes que se decantaron por el ecommerce durante las primeras semanas de la emergencia.

“Tengo que aceptarlo, fallamos en varias oportunidades. Primero por la limitación de personal que teníamos y por la logística. No habíamos tenido esa demanda anteriormente y eso fue un aprendizaje. Pero ese proceso nos hizo saltar a otra forma de trabajar y ahora las ventas por Internet y canales digitales son importantes, pueden andar por un 10 % y creciendo”, acotó el presidente.

Pese a que las nuevas generaciones de consumidores están más familiarizadas con las redes sociales y las compras en línea están en auge, Ricardo Simán cree que la necesidad de interacción del ser humano no va a cambiar y avizora oportunidades para el sector del retail tradicional en la región centroamericana. La experiencia de “llegar a un centro comercial, a una tienda, ver, probarse la ropa, interactuar… creo que eso difícilmente va a desaparecer y, además, a veces va acompañado de alguna diversión. Espero que esa vivencia no desaparezca, no por mi negocio, sino por el ser humano”, consideró.

Las inversiones para el Grupo empresarial no se detienen y dijo que “siempre están buscando nuevas oportunidades”. Ahora se enfocarán en impulsar la nueva la tarjeta Credisiman Visa, ampliar los locales de las franquicias de Inditex, digitalizar el sistema de control de inventarios y el del servicio al cliente, aunque los próximos planes y estrategias corresponderán a los nuevos CEO quienes serán los encargados de diseñar y ejecutar dichos movimientos, los que no le serán del todo ajenos ya que Simán los atenderá desde la presidencia de la Junta Directiva del Grupo ALSICORP.

VISIÓN DE PAÍS, LÍDER GREMIAL

En esta retrospectiva de su trayectoria, a nivel personal, Simán consideró que, por el espíritu que le inculcaron sus padres y tíos, siempre ha buscado dónde servir. Por ello, atesora como uno de sus mayores legados su trabajo al frente de gremiales del sector privado salvadoreño como la Asociación Nacional de la Empresa Privada (1997-2001) y de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, entidad que dirigió entre 1989 y 1990 y en un segundo período entre 1995 y 1996.

“Eso no produce ingresos, más que todo (atrae) riesgos y problemas, pero a mí siempre me ha gustado estar al servicio de la sociedad y de los empresarios. Tuvimos la oportunidad de trabajar muy duro con los gobiernos de aquella época, durante los terremotos de 1986, el Huracán Mitch, el terremoto de 2001… fueron tragedias terribles y (haber podido colaborar) son satisfacciones que uno tiene, ver, que ha podido contribuir en algo a la sociedad que tanto lo necesita. Creo y sostengo que el deber social número uno de un empresario es reinvertir y crear nuevas fuentes de trabajo”, concluyó.

El Movimiento Socialista Ruso ha sido registrado como “agente extranjero”. Posle. Mayo de 2024

El 5 de abril de 2024, el Movimiento Socialista Ruso fue registrado como “agente extranjero”/1. Este es el primer precedente en el que las autoridades prohíben efectivamente una organización de izquierda, es obvio que la ley represiva y antidemocrática de Putin no deja ninguna posibilidad de actividad política bajo este nombre. Sin embargo, si consideramos la “agencia extranjera” como una especie de evaluación por parte del régimen, entonces es bien merecido. Durante los trece años de su historia, el MSR siempre se ha opuesto a la agresión militar, a la dictadura y a la falta de derechos de la mayoría obrera. La redacción de Posle.Media  ha solicitado a tres miembros de la organización recordar todas las etapas de su recorrido, que coincide en gran medida con la historia política de Rusia de la última década.

Ilya Budraitskis, filósofo político, historiador
El congreso fundador del Movimiento Socialista Ruso (MSR) se celebró en la primavera de 2011. Este fue el momento que precedió a los principales acontecimientos políticos que cambiaron en gran medida el curso de la historia del país: en septiembre, Putin anunciaría su regreso a la presidencia, y en diciembre comenzaron manifestaciones “de masas” en Moscú. Es simbólico que el congreso de la nueva organización, que agrupaba a varios grupos socialistas, se celebrara en la sala del Centro Sajarov, que luego fue destruido por las autoridades.

El manifiesto del MSR, adoptado en ese momento, decía: “el movimiento de izquierda ruso se encuentra en una situación en la que… la crisis del sistema político se agrava, la demanda de una alternativa política aumenta en los estratos más amplios de la sociedad. Por lo tanto, el movimiento creado no trató de presentarse como el portador del único programa revolucionario real y no consideró su propia construcción organizativa como un fin en sí mismo. Nuestra tarea era relanzar el proceso de creación de una amplia unión de fuerzas de izquierda, que se convertiría en un polo socialista independiente en el futuro movimiento de oposición de masas. El futuro cercano ha demostrado la validez de este análisis.

El 10 de diciembre de 2011, en la primera concentración de varios miles de personas en la plaza Bolotnaya, el MSR estuvo representado por una columna impresionante, y la tirada de un número especial de nuestro periódico se agotó en pocos minutos. En los meses siguientes, el MSR participó activamente en todos los acontecimientos clave del incipiente movimiento de protesta: representantes de la organización hablaron en concentraciones en Moscú y San Petersburgo, durante las dos semanas del famoso “Occupy Abai”, publicamos un diario, participamos en las elecciones al Consejo de Coordinación de la Oposición e incluso llevamos a cabo incursiones de propaganda en concentraciones de apoyo a Putin (durante las cuales, en ese momento como hoy, los trabajadores de las instituciones eran reunidos bajo coacción masiva). Durante este período, la composición de la organización cambió mucho: como resultado de las protestas, atrajimos nuevos camaradas, pero perdimos a varios antiguos militantes que criticaban la táctica de participación activa en el movimiento democrático de masas. Nuestra posición, la inseparabilidad de la lucha por el cambio social y los derechos democráticos fundamentales, ya se destacó fuertemente en el contexto de grupos estalinistas y sectarios, que subestimaban el peligro de ver al país deslizarse hacia una dictadura abierta.

Después de la anexión de Crimea y la intervención rusa en el Donbass, el MSR se opuso inequívocamente a las aventuras imperiales del régimen de Putin, cuyas víctimas no solo fueron las y los ucranianos sino también las y los rusos comunes. Durante la manifestación contra la guerra en Moscú en la primavera de 2014, la columna del MSR marchó bajo el lema “El pueblo siempre sufre la guerra” – hoy, en el tercer año de una guerra a gran escala que ha costado cientos de miles de vidas, esta afirmación suena particularmente cierta. En 2014-2015, en medio de la histeria chovinista sembrada por las autoridades, el MSR no tuvo miedo de ir en contra de la corriente, repitiendo constantemente en su propaganda: “el principal enemigo tiene su sede en el Kremlin”.

Kirill Medvedev, poeta, traductor, músico
A partir de 2017 el MSR ha experimentado un cambio municipal y electoral. En 2017 participamos en las elecciones municipales de Moscú y en 2019 nos unimos a la campaña de Sergei Tsukasov para la Duma Municipal de Moscú. Tsukasov, un demócrata de izquierda que había estado activo con éxito en la política regional durante varios años, dirigió el consejo del distrito de oposición de Ostankino. Sergei fue apoyado por el Partido Comunista de la Federación Rusa, tenía todas las posibilidades de ganar, por lo que poco antes del día de la votación fue excluido de las elecciones sobre la base de acusaciones inventadas de principio a fin. Participamos en grandes concentraciones en Moscú para exigir su reintegración, así como la de otros candidatos de la oposición privados de la participación en la votación. Como resultado, el cuartel general de Sergei apoyó al candidato de Yabloko, que, gracias a esfuerzos conjuntos, derrotó al odioso candidato de las autoridades. Fue un buen ejemplo de cooperación entre las oposiciones en el distrito. Desde entonces, hemos participado mucho en los eventos regionales en Ostankino.

En 2021, nos unimos a la campaña de Mikhail Lobanov para la Duma Municipal de Moscú. Nuestros activistas han hecho varias cosas, desde la definición de la agenda y la redacción del periódico del distrito hasta el trabajo de campo. La campaña de Lobanov mostró que un socialista que reunió para su campaña a varias personas constructivas y de ideas afines puede convertirse en un líder de la oposición general en una inmensa región de un millón de habitantes. También hemos trabajado con otros diputados y políticos de izquierda, por ejemplo con Vitaly Bovar en San Petersburgo, y hemos presentado a nuestros propios candidatos, por ejemplo Kirill Shumikhin en Ijevsk. En 2022, apoyamos el proyecto “Promoción” que es cercano a nosotros.

Las elecciones son una oportunidad para trabajar en un proyecto con un calendario fijo y un resultado realizable. Este es un experimento necesario para los grupos de izquierda, que suelen actuar en modo de reacción de emergencia, tratando de responder a iniciativas gubernamentales bien planificadas y respaldadas por enormes recursos. Además, las elecciones son una oportunidad para contactar con las y los habitantes que, a pesar de una despolitización masiva, tienen mucha más confianza e interés en el candidato a la diputación y su equipo que en los activistas extraños, cuyos objetivos y motivaciones suelen ser incomprensibles y sospechosos para la gente…

Sasha Davydova, activista de la MSR
El día en que comenzó la invasión a gran escala de Ucrania, miembros del MSR se manifestaron en la calle contra la guerra. Recuerdo cómo imprimimos apresuradamente folletos y los distribuimos por las calles, formando piquetes individuales. […]. Las protestas pasaron, pero el mismo día era evidente que la guerra estaba cambiando radicalmente las condiciones del juego. Los cambios políticos en el sistema han colocado cualquier acción política organizada en un marco aún más represivo que nunca.

Actuando en el marco de una legislación de guerra, tuvimos que adaptarnos a las nuevas realidades. Desde el 24 de febrero, una de las principales tareas ha sido no exponer a nuestros compañeros, garantizar la seguridad y preservar la organización. La pregunta es cómo actuar, pero el MSR se mantiene fiel a sí mismo durante la guerra. Los participantes en el movimiento han tomado una decisión sobre salir o no de Rusia, pero la mayoría de ellos se han mantenido activos.

Desde 2022, el MSR se ha desarrollado como medio de comunicación de izquierda y nuestra agenda también se ha ampliado. Empezamos a pensar y hablar más sobre la descolonización, tratando de cambiar la óptica del debate dentro de la oposición hacia la izquierda. Hemos seguido invirtiendo en la agenda sindical y apoyando a los sindicatos independientes. Nuestras activistas han defendido con vigor la agenda social feminista. Han participado en acciones contra la violencia de género y han organizado campañas contra los ataques conservadores dirigidos a la autonomía corporal de las mujeres. En el ámbito educativo, el MSR organizaba escuelas para extranjeros y sesiones de lectura. Hemos trabajado para no replegarnos sobre nosotros mismos, para no permanecer aislados, sino mover el discurso de la oposición hacia la agenda democrática de izquierda: hablar de desigualdades flagrantes, escribir sobre huelgas y violaciones de los derechos laborales, hacer campaña contra la violencia de extrema derecha, etc…

En el extranjero, el MSR ha establecido vínculos de solidaridad internacional con otras organizaciones de izquierda. Fuera de Rusia, las y los activistas podían permitirse lanzar abiertamente eslóganes contra el imperialismo, alinearse con los sindicatos el 1 de mayo, organizar manifestaciones antifascistas y acciones de solidaridad con los presos políticos rusos.

Organizamos la acción por un Mundo Justo en las elecciones presidenciales. Esta campaña fue un voto contra todos [los candidatos oficiales] y al mismo tiempo un programa socialista mínimo que unía a la izquierda en una coalición (y unir a la izquierda es un éxito en sí mismo). La campaña por un mundo justo combinó una acción política legal y una campaña activa sobre el terreno, lo que no legitimó las llamadas elecciones, totalmente orquestadas por el Kremlin. Creo que sus resultados muestran que nuestra posición ha demostrado ser la mejor posible, porque confiar en uno de los candidatos artificiales (especialmente Davankov) nunca podría haberse convertido en el espejo de los sentimientos de protesta. La Campaña por un mundo justo tenía como objetivo unir y politizar las voces que exigían paz, igualdad y justicia. Y este potencial no se perderá.