Estrella Roja No. 2 Febrero de 1975. Carta de las FPL a los Sacerdotes Progresistas

ESTRELLA ROJA 2
Órgano ideológico de las Fuerzas Populares de Liberación –FPL- “Farabundo Martí”
¡REVOLUCION O MUERTE! ¡EL PUERBLO ARMADO VENCERA!
INDICE
I. BREVE EXPOSICION DE LA LINEA DE LA ORGANIZACION…………………….. 4
II. LAS F P L SON UNA ORGANIZACION MARXISTA-LENINISTA……………….5
III. EN CUANTO A SUS NORMAS DE ORGANIZACION Y FUNCIONAMIENTO INTERNO………………………………………………………………………………….8
IV. EN CUANTO A NUESTROS ORGANOS DE COMUNICACION CON LAS MASAS POPULARES………………………………………………………………….13
V. DESEAMOS EN ESTA CARTA EXPRESAR AUNQUE SEA BREVEMENTE NUESTRA LINEA SOBRE LAS ALIANZAS DE CLASE……………………………19
VI. NUESTRA ACTITUD ANTE LA RELIGION………………………………………22
VII. EL CLERO PROGRESISTA EN EL PROCESO REVOLUCIONARIO……….25

PRESENTACION
En esta edición “ESTRELLA ROJA” desea poner a consideración de sus lectores la Carta que las FPL enviaron recientemente a los sacerdotes progresistas.
Este documento desarrolla una serie de aspectos sobre la teoría y la práctica revolucionaria de nuestra Organización, que se hace indispensable que sea conocido y estudiado tanto por la red de colaboradores de nuestros organismos como por toda aquella persona consciente que desee orientarse correctamente en el período actual del proceso revolucionario que está viviendo nuestro pueblo.
La guerra revolucionaria que tiene como medio fundamental la lucha armada popular estrechamente unida a las luchas de las masas por sus reivindicaciones inmediatas en marcha, y ya incidiendo en forma creciente en toda la vida nacional hasta que llegue a dominar todos los aspectos de la misma y conducir a la total liberación popular en marcha hacia el socialismo. Ignorar tal rasgo básico creciente del desarrollo no sólo no permitiría enjuiciar correctamente la situación actual, sino que impediría realizar la proyección científica del desarrollo de las luchas de nuestro pueblo. Algunos de los puntos que contiene esta Carta contribuirán a dar mayor claridad a aspectos importantes de la lucha revolucionaria. Recomendamos a los militantes, colaboradores y personas progresistas el detenido estudio de esta material.

11 de Febrero 1975

CARTA DE LASFUERZAS POPULARES DE LIBERACION FPL FARABUNDO MARTI” A LOS SACERDOTES PROGRESISTAS:
Las “FUERZAS POPULARES DE LIBERACION –FPL- FARABUNDO MARTI” consideran que el incremento de la Guerra Prolongada del Pueblo y por consiguiente la creciente incidencia de la lucha armada revolucionaria en la vida política nacional, así corno el creciente desarrollo de las luchas combativas de las masas por las necesidades vitales urgentes, pueden crear en algunos sectores progresistas del país, entre ellos en el sector progresista del clero, algunas reservas, interrogantes y preocupaciones sobre el quehacer militar y político de nuestra Organización que conlleva la creciente incorporación de sectores avanzados del pueblo a los distintos aspectos de la Guerra Revolucionaria. Consideramos que nuestra Organización está en la obligación de realizar esfuerzos por despejar en el ánimo de las personas progresistas y avanzadas las reservas que surjan, a fin de que tales dudas y reservas puedan ser disipadas en la medida de lo posible para que no se vayan convirtiendo en obstáculos adicionales en el desarrollo de las luchas revolucionarias del pueblo.
Tal es la razón de esta carta. Partimos del hecho histórico, clave y trascendental, de que el pueblo ha iniciado la Guerra Revolucionaria por su liberación contra las clases explotadoras que le oprimen, que éste es un proceso irreversible que irá fortaleciéndose progresivamente a medida de la gradual incorporación de crecientes sectores avanzados y que indefectiblemente ha de conducir al pueblo salvadoreño y centroamericano al triunfo definitivo de la Revolución Popular. Sabemos también que es inevitable que a medida en que este proceso se va profundizando y avanzando, se van polarizando las fuerzas de la Sociedad y se va configurando cada vez más nítidamente el cuadro de fuerzas: por un lado las clases reaccionarias y todas las fuerzas contrarrevolucionarias que les apoyan, y por otro lado las clases revolucionarias y todos los sectores y personas que apoyan sinceramente las transformaciones revolucionarias populares.
En este proceso, sectores o personas que en un momento determinado ocuparon posiciones con ciertos tintes progresistas, pero que no alcanzan a comprender en su plenitud el proceso de desarrollo revolucionario de la lucha a clases, pueden ir derivando paulatinamente hacia el campo de las posiciones revolucionarias y contrarrevolucionarias. La historia dé las luchas de los pueblos ha mostrado que quienes sincera y correctamente están por las aspiraciones revolucionarias del pueblo estarán al lado de éste en su lucha revolucionaria y que en cambió, quienes no tengan consecuencia con ese ideal se irán colocando contra la lucha revolucionaria popular.
Tenemos la firme confianza de que los sectores avanzados del clero que en forma admirable, venciendo tantos obstáculos, defienden los principios de justicia e igualdad, y luchan contra los aspectos más agudos de la explotación de los poderosos contra los pobres, sabrán colocarse en todo momento junto a las clases trabajadoras en su lucha por terminar la explotación del hambre por el hombre y por crear una sociedad justa, de libertad y progreso para las inmensas mayorías hoy oprimidas.
Al enviar esta carta las FPL desean explicar su pensamiento revolucionario sin que eso signifique que nuestra Organización considere tener el monopolio de la verdad. Nos esforzamos por interpretar de manera científica la realidad con los elementos que proporciona el Marxismo -Leninismo como guía de interpretación y estamos conscientes que debemos ser cada vez más acuciosos y estrictos en el conocimiento y aplicación de los métodos científicos del análisis social para evitar errores en las esferas pensamiento y de la acción. Debido a ello recibiremos con ánimo abierto y modestia revolucionaria todo señalamiento sincero que nos ayude en la interpretación de la realidad de nuestra sociedad y de las proyecciones revolucionarias de la lucha de clases de nuestro pueblo.
Los aspectos principales que desea abordar esta carta son:
Una breve descripción sobre la línea de la organización sobre la guerra prolongada del pueblo, la lucha armada como forma fundamental y la lucha de masa.
II. Breve exposición sobre el carácter Marxista-Leninista de la misma.
III. Sus lineamientos orgánicos, basados en el Centralismo democrático.
IV. Su línea de propaganda, en su comunicación hacia el pueblo.
V. Nuestro concepto de las alianzas de clase.
VI. La actitud de las FPL respecto de la religión y sobre la incorporación de los cristianos al proceso revolucionario
VII El clero progresista en el proceso revolucionario. La contradicción fundamental de clase en el seno de la iglesia.

I.BREVE EXPOSICIÓN DE LA LINEA DE LA ORGANIZACIÓN.
LAS” FUERZAS POPULARES DE LIBERACION –FPL- FARABUNDO MARTI” es la organización que ha nacido para llenar la necesidad que tienen los trabajadores de una Vanguardia que los conduzca firmemente y sin vacilación por los senderos que llevan al triunfo de la revolución socialista.
Nuestra Organización considera que el período histórico actual que vive el pueblo salvadoreño la manera en que se utilicen las diversas formas que lucha ya no puede ser, como en épocas pasadas, pues la misma burguesía se tomó la tarea de cerrar el paso a la utilización de métodos pacíficos y democráticos como elementos estratégicos para hacer avanzar la revolución.
En El Salvador y en América Latina la revolución no puede avanzar por la vía pacífica y democrática. En nuestro país, desde hace más de 40 años, los explotadores usando la modalidad de tiranía militar, acallan a sangre y fuego las aspiraciones democráticas y pacificas del pueblo.
Ante esto nosotros consideramos que los trabajadores han entrado en otro periodo histórico en el cual su lucha debe ser revolucionaria político-militar. Esto quiere decir que de aquí en adelante hasta la victoria final la combinación de las formas de lucha debe caracterizarse por tener como eje central la lucha armada popular, y en función de ella (a su servicio) el uso permanente de todas las demás formas de lucha (entendemos que hay formas de lucha violentas, pacificas, legales, ilegales, democráticas, revolucionarias, abiertas, clandestinas, arruadas, no armada. etc.
Las FPL explica a los obreros y campesinos esta combinación de las formas de lucha utilizando el siguiente ejemplo: La lucha armada es como el rio Lempa, que nace pequeño pero que después es fuete impetuoso y que las demás formas de lucha son los afluentes sin cuales el Lempa (la lucha armada) no sería nada.
La combinación de las formas de lucha, tal como la entendemos, la marcamos en la Estrategia de la Guerra Popular Prolongada.
La Estrategia de Guerra la planteamos porque consideramos que en nuestro país los burgueses no entregarán pacíficamente el poder, sus riquezas, etc. sino que el pueblo debe arrebatárselos por la fuerza de las armas y de la razón revolucionaria.
Lo de Popular es porque tenemos la firme convicción de que sólo el pueblo puede hacerse su destino. De allí que nuestra tarea no es sustituirlo, sino que orientarlo y conducirlo en el proceso.
La Estrategia Prolongada la determina la actual correlación de fuerzas entre el pueblo y los explotadores. En este momento la correlación está temporalmente a favor de los ricos, ellos tienen el poder económico, político, militar y los medios masivos de comunicación para difundir su ideología. Consideramos que esta correlación no puede ser cambiada a breve plazo, sino que implica un proceso largo y prolongado del pueblo para volcarla a su favor y así avanzar hasta la victoria.
Dadas las actuales condiciones consideramos que la Guerra Popular Prolongada es la única estrategia viable y acorde a la realidad nacional.

II- LAS FPL SON UNA ORGANIZACIÓN MARXSISTA-LENINISTA
Hay algunas incomprensiones y recelos que se han creado o se van creando en el ánimo de algunas personas avanzadas en relación con la naturaleza Marxista-leninista de la Organización.
Pareciera que aceptarían que el Marxismo se utilizara como método de análisis, de interpretación y estudio de la realidad pero no como el arma revolucionaria de transformación de la sociedad. De allí que hasta cierto punto se muestran tolerantes y comprensivas con el método Marxista de análisis; pero no con su aplicación política y práctica concreta: el leninismo de transformar revolucionariamente la sociedad.
En nuestra opinión, una actitud de este tipo no sería consecuente con sus posiciones avanzadas ya que trataría de presentar al Marxismo como una teoría abstracta y declarativa y así nada “ peligrosa “ para los explotadores.
Siendo como es el Marxismo leninismo una concepción al servicio de los intereses de la clase obrera en particular y de las demás clases explotadas en general, tiene que entrar en contradicciones irreconciliables con los intereses de la burguesía y demás clases explotadoras. Sería inconsecuente tener una actitud de simpatía por el Marxismo considerándolo como teoría, pero, negando su aplicación en la práctica. Eso conduciría a posiciones retrasadas que llevarían al reformismo burgués, a la prolongación del sistema de explotación, de la injusticia, desigualdad social, etc.
El Marxismo-leninismo es un método de análisis científico y una guía para la acción que nos permite por ejemplo, entender la naturaleza multifacética de luchas del pueblo; y que en el conjunto de sus medios de lucha no todas tienen igual valor, utilidad y trascendencia en un período histórico determinado, dada la naturaleza de los objetivos fundamentales que están planteados para el pueblo en ese periodo, y que una jerarquización de elementos de lucha (de método de lucha) en los que es importante saber situar primordial y al mismo tiempo ligar los otros medios de lucha reformando la vía fundamental de desarrollo.
El Leninismo no es algo separado del Marxismo sino que es su desarrollo creador en la época del imperialismo. Lenin dio importantes aportes al desarrollo del Marxismo, tales como: la teoría de la Revolución proletaria y de la Dictadura del Proletariado, la teoría del estado multinacional socialista, las normas orgánicas y planteamientos teóricos del Partido Revolucionario de nuevo tipo. Lenin esbozó las bases para la liberación de los pueblos coloniales y semiscoloniales Lenin dirigió el proceso en el cual se materializo Marxismo por primera vez, con lo que se demostró que no es una simple teoría abstracta sino que es poderosa arma en manos de los pobres para la transformación revolucionaria de la sociedad. De esa manera inauguró una nueva etapa en la historia de la humanidad: la época de la transición mundial del capitalismo al socialismo.
En cuanto al dogmatismo, éste es una falsa aplicación del Marxismo-leninismo con métodos estáticos, muertos, mecanicistas que le matan todo su espíritu creador y que lo convierten no en una guía para la acción sino en una simple repetición de fórmulas que tratan de aplicarse a una realidad diferente. El dogmatismo se basa en el método metafísico de análisis (que ve las cosas desligadas unas de otras, en situación estática, fuera de movimiento: y acción, o en su desplazamiento mecánico) en sustitución del método vivo de análisis del método dialéctico (que sitúa los fenómenos y procesos en su movimiento, en su desarrollo, en sus interrelaciones mutuas). La Organización lleva a cabo una lucha sin cuartel contra el estilo dogmático de utilizar el marxismo y surgió precisamente después de librarse una larga e intensa lucha ideológica contra el dogmatismo de los sectores tradicionales oportunistas, reformistas; para darle aplicación viva al Marxismo como guía para la práctica y no como dogma. Por eso sería extraño que algunas personas pudieran pensar que nuestra organización practica el dogmatismo en la proclamación y aplicación, de sus principios revolucionarios. Dogma es aferrarse a ideas que la ciencia no comprueba.
Guiándose por la aplicación dialéctica del Marxismo, la Organización a través de su práctica ha desplazado dogmas que parecían invariables: como aquel de que la lucha armada y concretamente la guerrilla era imposible en el país. Dogma dañino que proclamaban los oportunistas y tradicionalistas aferrados a caducos y reaccionarios esquemas de acción.
Aplicar consecuente y activamente los principios científicos del Marxismo, fecundos, creadores e innovadores no puede considerarse como dogma, sino como una línea básica revolucionaria consecuente.

III- EN CUANTO A SUS NORMAS DE ORGANIZACIÓN Y DE FUNCIONAMIENTO INTERNO.
Las FPL se guían por los principios leninistas del centralismo democrático, tratando de adaptarlos lo más correctamente posible a las condiciones en que tiene que desarrollarse la Guerra Revolucionaria contra un enemigo cruel y despiadado, temporalmente muy superior en armas y en otros elementos básicos.
Por el Centralismo Democrático nuestras normas orgánicas conjugan el ejercicio de la democracia interna con la firme dirección centralizada, así como la exposición democrática de las ideas de todos los miembros con la disciplina rigurosa, garantizando de tal manera la unidad de voluntad y la unidad de acción internas. El centralismo democrático garantiza que los dirigentes actúen bajo el Control de la Organización y permite la correcta selección, formación y educación de cuadros y su promoción a las labores que concuerden con sus aptitudes y capacidades. Permiten la elaboración colectiva de decisiones y la formación de una dirección colectiva en que se exprese la experiencia conjunta. Tales normas evitan la dispersión ideológica y la dispersión orgánica y permiten el desarrollo de una organización cohesionada y firme que pueda conducir las luchas del pueblo tanto en el plano político como en el militar.
Nuestra organización es una Organización clandestina con una estricta compartimentación entre sus diversos organismos, con una racional distribución de responsabilidades entre organismos y miembros y que se rige por estrictas normas de seguridad y trabajo secreto.
Los principios del Centralismo democrático se pueden señalar de manera esquemática así: – Elección de los organismos de dirección de abajo hacia arriba. – Participación de los miembros en la discusión de los problemas y en la orientación de la actividad de la Organización. – Obligación de los organismos a informar a la base y a sus organismos superiores;
– Disciplina rigurosa para todos los miembros; – Subordinación de la minoría a la mayoría. – Subordinación de los organismos inferiores a los superiores;
– Dirección colectiva; – ejercicio de la crítica y autocrítica a todo nivel como motor de desarrollo de la Organización.
La centralización estructural, orgánica y funcional de la organización no puede considerarse como una muestra de dogmatismo sino como una necesidad ineludible para impulsar el proceso revolucionario, para encauzar una firme y cohesionada unidad ideológica, una inquebrantable unidad de voluntades forjando una férrea unidad de organización y de acción revolucionaria.
Dentro de un orden de ideas pequeño-burguesas es posible que no se comprenda la necesidad de una firme organización revolucionaria que exprese en sus lineamientos orgánicos las cualidades del proletariado.
Es posible, también, que se llegue a pensar que nuestras normas disciplinarias (y, que nuestra práctica revolucionaria) no toma debidamente en cuenta el carácter humano de la lucha popular. Creemos que tal pensamiento no expresaría la realidad. Toda nuestra actividad va encaminada a cambiar radicalmente la situación de injusticia, explotación, e inhumanismo que sufren ahora las grandes masas trabajadoras. Tenemos conciencia que tal injusticia sólo podrá ser definitivamente liquidada a través de la profundización y elevación de la lucha de clases de los explotados por liberarse la opresión y explotación de las clases dominantes. Y que es la violencia revolucionaria de las masas el factor clave que romperá la cadena de la opresión, frente a la terca resistencia de explotadores despiadados que no están dispuestos a dejar sus privilegios y su dominación por razonamientos, ni por apelaciones a su bondad, a su “caridad”, a su humanismo y a su sentido religioso. En este sentido recordamos el reconocimiento de este hecho contenido en la Encíclica del Papa Paulo VI cuando dice que la violencia revolucionaria se justifica “en el caso de tiranía evidente y prolongada, que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente el bien común del país.”
Y las clases pobres y humildes no podrían tener en esta lucha trascendental por la transformación social decisiva, si no se organizan férreamente para llevar a cabo sus luchas tanto a nivel político económico-social, como a nivel militar-revolucionario.
En tales condiciones lo humano no puede concebirse una categoría abstracta, sino que adquiere en el fondo una esencia de clase: es humano lo que propicia de verdad el triunfo de la causa de las inmensas mayorías populares, y es inhumano lo que favorece la prolongación de la explotación, la opresión y el inhumanismo de unos pocos crueles chupadores del sudor y la sangre de las clases explotadas. (Es digno de hacer notar que precisamente una Organización Revolucionaria repudia las crueles prácticas que el enemigo utiliza su lucha contra las clases oprimidas: como son las torturas, el sadismo, el genocidio, etc.).
Los sacrificios que conscientemente realizan los individuos revolucionarios que promueven como una necesidad histórica la organización revolucionaria, la limitación de determinados aspectos individuales en aras de la colectividad empeñada en la derrota de los explotadores no puede considerarse como inhumanismo, sino como una necesidad imprescindible adoptada conscientemente por cada individuo en aras de la causa más justa: la liberación definitiva de las grandes masas para construir su futuro sin explotación, sin miseria, sin injusticias.
Negamos hoy parte de nuestra limitada libertad individual para poder construir un mundo más humano, digno y feliz para nuestra humanidad trabajadora, hoy explotada, oprimida y humillada. A la luz de esta necesidad histórica impostergables para las inmensas mayorías oprimidas resultaría en el fondo inhumana la actitud pequeño-burguesa que, en aras de un “humanismo” individual abstracto y colocado al margen de las necesidades de la lucha de clases deseara contrarrestar el imperativo histórico de que los obreros y campesinos tengan una férrea línea orgánica y de acción para oponerse al enemigo poderoso, cruel y despiadado. Armar al pueblo de ese férreo instrumento revolucionario político-militar es precisamente la práctica más humana y conveniente.
Es natural que a las clases explotadoras no les convenga altos grados de organización y disciplina revolucionaria en los sectores avanzados del pueblo, de allí que estén vitalmente interesadas en debilitar la solidez orgánica de los explotados, en difundir el liberalismo individualista, la falta de disciplina proletaria y de espíritu de sacrificio consciente.
La práctica revolucionaria va indisolublemente unida al surgimiento del hombre nuevo, en el cual se va encarnando determinadas cualidades: espíritu colectivo revolucionario, supeditación de los intereses individuales a los intereses fundamentales del proletariado y del pueblo, disposición consciente al sacrificio de las conveniencias personales incluso de la vida misma en aras de la causa revolucionaria; disciplina consciente y férrea, espíritu de planificación; ilimitado amor al pueblo, camaradería, alto sentido de responsabilidad, modestia, esfuerzo constante para desarrollar las propias cualidades para ser cada vez más útil a la Revolución Popular; todo ello en constante combate contra los vicios y prejuicios burgueses y pequeño-burgueses del medio capitalista: egoísmo, individualismo, amor propio exacerbado, autosuficiencia, liberalismo, espontaneismo, desorden en las costumbres y en la vida personal, etc.

IV- EN CUANTO A NUESTROS ORGANOS DE COMUNICACIÓN CON
LAS MASAS POPULARES
La vinculación con el pueblo la realizamos a través de distintos medios. El fundamental es la labor orgánica que realizan los Grupos de Apoyo clandestinos, que son organismos de las FPL encargados de organizar y de orientar a las masas en sus luchas reivindicativas inmediatas. Son organismos clandestinos, compartimentados de carácter paramilitar, con funciones principalmente políticas.
La Organización se da a conocer al pueblo también a través de sus acciones armadas, contra las clases explotadoras y sus instrumentos.
Una línea de propaganda es lo que llamamos la propaganda armada que consiste en diversas modalidades de llegar a la masa y de difundir el pensamiento revolucionario con las armas en la mano: difusión de proclamas con detonación de pólvora, arengas en las puertas de las fábricas o concentraciones diversas, toma de cines, toma de pueblos para hablar a la población, etc.
Y constantemente hacemos uso de los medios de difusión clandestina que forman una red de órganos de las FPL de comunicación con las masas: Comunicados, proclamas, hojas volantes, así como los órganos permanentes “EL REBELDE”, “EL CAMPESINO REBELDE”, “JUVENTUD REBELDE” “EL MAGISTERIO REBELDE”, “PRENSA OBRERA”, “GUERRILLERO”, “ESTRELLA ROJA”, y publicaciones esporádicas de análisis de la situación nacional. Tales órganos realizan las labores de agitación revolucionaria y de propaganda de las ideas y orientaciones de la Organización para el avance del proceso revolucionario.
Nuestra comunicación con las masas está basada en la consideración estratégica de que es el pueblo quien realiza la revolución, y que ninguna Organización es capaz de sustituirlo en esa tarea; sino que ésta, para cumplir con su papel de Vanguardia debe convertirse en promotora de la elevación de la conciencia revolucionaria del pueblo y en eficaz medio de incorporación del mismo a la lucha revolucionaria (en el presente período, a las distintas tareas de la Guerra Prolongada del Pueblo).
La elevación de la conciencia revolucionaria de las masas requiere presentar a éstas en forma honesta la verdad objetiva, por ello nuestra propaganda tiene como fondo la verdad, la realidad concreta en proyección hacia la perspectiva histórica real.
Nuestros órganos de divulgación clandestina se basan en normas estrictas de seguridad y de trabajo clandestino, y tratan de educar a las masas entre las que circulan en las normas que permiten leer y difundir nuestra propaganda burlando la vigilancia del enemigo, no sólo para salvaguardar la seguridad del lector, si no para garantizar la continuidad de la difusión de las ideas revolucionaria y la continuidad del trabajo revolucionario. Ha sido precisamente la constante práctica de tales normas las que ha permitido que los sectores populares vayan aprendiendo a manejar la propaganda secreta y que ésta se difunda tan ampliamente en diversos sectores del país, y en medios poco acostumbrados al trabajo clandestino.
Nuestra propaganda tiene como norma la protección del trabajo clandestino (y abierto) de las masas; trata en lo posible de que el enemigo no se oriente sobre los lugares de existencia de los núcleos revolucionarios. Naturalmente que esto no corresponde sólo a nuestros órganos de difusión, pues los signos indirectos o directos de la actividad revolucionaria se van haciendo patentes a medida en que se desarrolla y ramifica el trabajo revolucionario a lo largo del país; por ello la necesidad de la aplicación de las normas de seguridad no amengua sino que crece.
Uno de los aspectos más vivos y complejos de la actividad de la Organización (y esto no se refiere sólo al terreno de la difusión) es lograr a cada momento la correcta combinación de la actividad clandestina con la actividad abierta de las masas, la combinación de la agitación y propaganda clandestina con la agitación y propaganda abierta entre las masas a fin de que esta segunda no sólo no se vea afectada, sino que encuentre en aquella un poderoso puntal para su desarrollo. Los diversos matices de este aspecto del trabajo reciben una constante preocupación de las FPL.
Por otra parte nos parece oportuno exponer aquí que ha sido y es norma invariable de nuestra Organización en su labor divulgativa entre el pueblo practicar una modalidad diferente a la empleada por decenios por algunos organismos políticos de izquierda tradicional, que han practicado ante las masas evidentes modalidades de charlatanería revolucionaria y que con el tiempo han mostrado ser revolucionarios de palabra y conservadores en los hechos; que usan la fraseología marxista para encubrir una línea de oportunismo y de claudicación ante los intereses de la burguesía
Nuestra Organización trata de seguir una norma estrictamente diferente y se esfuerza por practicar invariablemente una línea de modestia revolucionaria y de decir la verdad al pueblo. De acuerdo con esta norma de conducta, las FPL ni siquiera adoptaron un nombre durante los dos primeros años de intenso trabajo inicial (de 1970 a 1972), ni proclamaron públicamente su carácter revolucionario ante el pueblo ya que consideraron indispensable ganarse en la acción el honor y la calidad revolucionaria y no quedarse en las palabras vacías de contenido real. Fue hasta que se habían forjado los núcleos revolucionarios a través de un intenso accionar y de la adquisición de una contextura revolucionaria interna, y fue hasta que los primeros héroes de la lucha revolucionaria miembros de nuestra Organización (Mauricio Gonzales Domínguez, Vladimir Umaña Santamaría y Sergio Orellana Acosta) habían caído en combates armados contra el enemigo del pueblo, y cuando para éste era ya evidente la presencia e incidencia de la Organización revolucionaria político-militar en acción, cuando se hizo indispensable adoptar un nombre, dar a conocer la personalidad revolucionaria de la Organización, como una necesidad ya impostergable para la orientación y dirección del pueblo en su incorporación a la Guerra Revolucionaria.
En tales condiciones creemos que no sería justo, ni verídico el pensamiento de que nuestra Organización en su propaganda pudiera practicar formas de exhibicionismo o “triunfalismo” “ para darse a conocer al pueblo.
Y nos parece que a raíz de los sucesos de “ La Calletana “ y debido a publicaciones que al respecto ha emitido la Organización se ha llegado a expresar insinuaciones al respecto. Podemos decir que las labores divulgativas en ese sentido se han realizado y se realizan con plena responsabilidad revolucionaria, midiendo cada caso, y con el objetivo de elevar la conciencia de los trabajadores de la ciudad y del campo, de mostrar y generalizar los rasgos nuevos y crecientes que van apareciendo en la lucha del pueblo, para facilitar la incorporación de nuevos contingentes de las clases explotadas a la lucha revolucionaria, tanto en el aspecto armado como en la combatividad masiva por las reivindicaciones urgentes económico-sociales.
El enemigo descubrió en esa zona un depósito de propaganda de nuestra Organización en casa de un compañero, y desde ese momento no era un secreto para él, pero sí para el pueblo. En tales condiciones dejó de ser una cuestión de seguridad el admitirlo en la propaganda de la Organización, y al contrario, esto facilitaba dar a conocer a los trabajadores la verdad de las facetas nuevas que va adquiriendo la lucha popular y de esta manera de generalizar las nuevas formas de organización, de movilización y de acción de masas acorde con las necesidades más urgentes del campesinado que coinciden con su línea de incorporación a la lucha revolucionaria; la lucha por la tierra, el ataque a su monopolio, la marcha hacia la incorporación del campesinado y jornalero agrícola a la lucha reivindicativa por sus problemas claves.
Nuestras versiones de los sucesos están basadas en la información fidedigna y de primera mano tomada en el propio escenario de los sucesos y tiene como fuente los elementos más avanzados políticamente de la zona. Está muy lejos del cuadro que pinta la Carta pastoral de la Curia de San Vicente cuando dice que “con malévola intención se han difundido folletos (“EL REBELDE” por ejemplo)” insinuando que contienen una serie de rumores y falsedades.
Nuestro objetivo al decir la verdad al pueblo y no ocultar ni las intenciones, ni las acciones, ni los métodos de las clases explotadoras es extender el espíritu combativo en diversos sectores de masas, hacer avanzar el proceso, adoptar una actitud dinámica consecuente, con las necesidades del desarrollo. En cambio hay, otra actitud que desearía que el proceso quedara estancado, que no se moviera y, si fuere posible, que no se tocara lo que no conviene a los explotadores y se pretende mostrar a los sectores avanzados del campo como corderos y pacientes soportadores de injusticias que están dispuestos a presentar la otra mejilla para que el cruel explotador se las golpee. Eso no ayuda a desarrollar el proceso de lucha, sino que contribuye a estancarlo, a hundirlo en la falta de perspectiva, en la impotencia, en la falta de confianza de las masas para vencer los obstáculos que la tiranía de los ricos interpone en el camino de sus luchas.
Es evidente que los avances en la conciencia revolucionaria de unos sectores debe ayudar a otros sectores hacia la lucha, no partiendo de cero, sino de la experiencia de la lucha de los demás sectores.
Un mal entendido proteccionismo paternalista que trate de ocultar el estado de ánimo combativo de las masas y presentar un cuadro irreal de conformismo y pasividad no ayuda a los sectores trabajadores a ver las reales condiciones de disposición combativa que están creciendo en sus hermanos de clase a lo largo del país no ayuda a generalizarlos nuevos rasgos dinámicos portadores de la liberación popular.
El hecho de que en la misma publicación nuestra Organización aceptara la participación de un compañero revolucionario identificándolo como miembro de la misma, pudo haber parecido a algunas personas como un acto ingenuo, irresponsable y contrario a la seguridad individual y colectiva. Tal paso fue meditado y deliberado y se tuvo como elemento clave el hecho de que el compañero fue detectado por el enemigo, ya que casualmente se le descubrió un depósito de propaganda y que por lo tanto a partir de ese hecho ya no podría ni podrá actuar legalmente. Nuestro compañero fue arrancado de las garras de los cuerpos represivos, vale decir de la muerte por el propio pueblo.
Tales casos se irán dando forma creciente en el transcurso la guerra y cada vez más convirtiendo en una necesidad que el pueblo pueda comprobar la naturaleza clasista de su Organización revolucionaria, que tenga la certeza de que sus cuadros revolucionarios dirigentes a distinto nivel son hombres honestos, trabajadores y responsables extraídos de las propias entrañas populares. Realidad muy distinta a la superchería que pregonan en su orfandad ideológica los sectores oportunistas de izquierda, de que las organizaciones revolucionarias político-militares son un capricho, pasajero y un “juego de chiquillos atolondrados e inconstantes”.

V- DESEAMOS EN ESTA CARTA, EXPRESAR AUNQUE SEA BREVEMENTE NUESTRA LINEA SOBRE LAS ALIANZAS DE CLASE.
Nuestra Organización ha podido tener una larga experiencia sobre el tipo tradicional de alianzas de sectores populares que ha puesto en práctica la corriente oportunista y revisionista en nuestro país. Y esto ha sido posible, porque previo a la formación de las Organizaciones político-militares se desplegó en el seno de las organizaciones tradicionalistas y a través de la acción de las masas, una intensa lucha ideológica por promover a esas organizaciones a posiciones más avanzadas, acordes con las nuevas necesidades del proceso revolucionario.
Fue en el transcurso de 10 años de lucha ideológica que se fue perfilando y depurando una estrategia integral revolucionaria político militar, que la irse poniendo en aplicación a través de los nuevos instrumentos orgánicos está abriendo el cauce revolucionario del pueblo que a través de la Guerra Revolucionaria lo conducirá a las victorias definitivas.
El tipo tradicionalista de unidad de sectores populares, propiciado por la corriente oportunista (Partido pseudo-comunista y dirigencias influidas por éste) plantea un engañoso esquema de unidad “amplia” de sectores populares entorno a limitadas reivindicaciones de tipo inmediato; pero escamotea un aspecto medular: qué clase hegemoniza tal unidad y, en consecuencia a qué intereses de clase favorece fundamentalmente tal agrupamiento. En consecuencia, una unidad que aparentemente favorece los intereses de todos los sectores agrupados en ella, sirve de cortina de humo para disimular el papel político dirigente que sobre los sectores del pueblo pasa a ejercer una parte de la burguesía, que coloca a las clases oprimidas al servicio de la estrategia explotadora.
Esa es la esencia de clase que los oportunistas de izquierda propician al aplicar su esquema de unidad: y a través de él se han convertido en valiosos instrumentos de la burguesía “opositora “, fundamentalmente de la burguesía que dirige al Partido Demócrata Cristiano y a través de él al MNR, UDN ( UNO ); burguesía reformista, desarrollista y populista, que trata de detener los avances del pueblo hacia la revolución y unirlo a la eternización del sistema capitalista por la vía de las reformas burguesas y del cauce electorerista.
La corriente oportunista ha venido mostrando su naturaleza conservadora desde hace mucho tiempo; trató de atajar la combatividad de las masas durante las huelgas de 1967, especialmente durante la Huelga General del Acero (abril de 1967), y durante las dos grandes huelgas magisteriales, y en esas ocasiones su plataforma de unidad le permitió emerger a una posición que le dio la posibilidad de contrarrestar el espíritu combativo de las masas para hundirlas en la pasividad y la impotencia, y de esa manera encauzarlas en el electorerismo favorable a la burguesía y al sistema.
Nuestra Organización propugna por una línea de unidad a nivel de los sectores avanzados del pueblo para luchar conjuntamente para profundizar y ampliar el proceso revolucionario de la Guerra prolongada del pueblo, para acrecentar la lucha contra los enemigos dé la revolución, y para derrotar ideológicamente a las corrientes oportunistas y revisionistas que están al servicio de los intereses de la burguesía. Tal núcleo de unidad avanzada se convertiría en el polo de una unión de fuerzas de calidad superior, teniendo como centro la alianza obrero campesina revolucionaria. Es decir, una unidad revolucionaria consecuente, que incida cada vez más en toda la marcha de la vida nacional y que sea poderoso medio para la incorporación del pueblo a la Guerra Revolucionaria. En tal cuadro no cabe la hegemonía de ningún sector de las clases dominantes, y para que pueda ser consecuente hasta el final, serán los intereses del Proletariado (abanderado de los intereses fundamentales del campesinado y demás sectores populares) quienes tienen que imprimir su sello determinante.
Nuestra Organización por ello ha puesto reparos a una nueva versión aplicada en los últimos meses de esquema de alianzas en el que se juzga indispensable la participación de los dirigentes oportunistas, versión ensayada a través del FAPU.
Por parte de elementos avanzados se ha creído que a través de los oportunistas se puede llegar al seno de las masas. La práctica mostró en esta ocasión, que esa no es la vía para llegar a las mismas. Se pensó que la lucha ideológica contra el oportunismo y el revisionismo se realizarían llegando a las masas a la par de los mismos. La práctica mostró que no fue viable esa fórmula. Se ha superestimado la fuerza de los oportunistas y revisionistas cayendo en el espejismo de que tienen “mucha” gente (especialmente del sector obrero) y que por ello son imprescindibles en los frentes populares. La realidad es otra: apenas un 9% del proletariado está organizado en sindicatos y otras organizaciones gremiales, y de ese 9% el 75% está encuadrado en sindicatos y organismos dirigidos por los agentes del gobierno y del imperialismo. A su vez, el sector, dirigido por la burocracia sindical reformista y economista “de izquierda” vegeta en la pasividad y en la creciente debilidad orgánica que le imprime dicha corriente.
Las necesidades objetivas del desarrollo revolucionario obligan a los sectores avanzados del pueblo a la creación de una unidad superior, distinta al molde de alianzas que desembocan en el electorerismo y que, en último término, caen bajo la hegemonía de la estrategia política reformista y democratista de sectores de la burguesía.

VI- NUESTRA ACTITUD ANTE LA RELIGION
Nuestro trabajo revolucionario va dirigido contra los enemigos del pueblo y no va encaminado a menoscabar la religión, ni al trabajo de masas religioso. La experiencia en este terreno indica que el quehacer religioso y la actividad revolucionaria pueden combinarse fecundamente en aras de los intereses del pueblo.
Las FPL, aceptan en sus filas a todo revolucionario honesto que adopte conscientemente su estrategia, su línea táctica y política, y sus lineamientos orgánicos y disciplinarios, si para ello, sus creencias y prácticas religiosas no constituyen un obstáculo.
Partimos del hecho de que ser cristiano no se opone al deber de luchar por la justa causa del pueblo, por su liberación de explotación y de la miseria. Consideramos como una ofensa para un trabajador cristiano hombre o mujer suponer lo contrario. Es más, consideramos absolutamente necesario como una condición estratégica la incorporación de las grandes masas campesinas y obreras que son fundamentalmente cristianas a la revolución. Sin ello, el triunfo de la revolución no podría alcanzarse, y esto, no sólo en nuestro país, sino a nivel continental, como lo reconoció el heroico comandante Che Guevara al decir que cuando los cristianos se incorporen a la revolución ésta será invencible.
Las FPL llevan a cabo este pensamiento en forma práctica donde quiera que haya un militante católico , que desee dar un salto en su práctica revolucionaria, y que llene los requisitos exigidos por nuestra Organización, no tenemos porqué rechazarlo, porqué cerrarle las puertas e impedirle que realice su aspiración de servir a la causa revolucionaria de su pueblo.
Al promoverlos a una más elevada calidad de su quehacer político como miembros responsables de un pueblo que marcha hacia su liberación, procuramos al mismo tiempo que no se menoscabé su actividad religiosa Por otra parte, si bien nuestra misión no es menoscabar sus creencias religiosas, es necesario decir que todo revolucionario, a medida en que van elevándose a un enfoque científico de la realidad objetiva , va llenando sus lagunas, debilidades, deficiencias y errores en la esfera del conocimiento con una base científica que eleva integralmente su conciencia y acción en aras del interés colectivo.
El trabajo de la Organización en crecientes sectores del campo es un trabajo estratégico, encaminado a ganar activamente para la revolución a un sector fundamental sin el cual ésta no podría triunfar. Es una tarea estratégica encaminada a forjar en la acción la alianza obrero campesina, base de las fuerzas motoras de la revolución, y esta tarea la tratamos de realizar tanto en zonas o lugares donde haya algún tipo de organización como donde no lo haya; en zonas donde haya sacerdotes conservadores o sacerdotes progresistas; o donde no haya sacerdotes, etc.; y no solo en el campo sino también en la ciudad: en fábricas, colonias, centros de enseñanza, etc.
Es posible que nuestra incidencia orgánica en algunos sectores del campo, de la impresión de que estamos; “aprovechando” el trabajo de otras personas Tal idea la consideramos incorrecta e inconsecuente con las necesidades de desarrollo revolucionario de las masas. ¿Acaso el trabajo revolucionario de las masas es aprovechado por alguien y no por el mismo pueblo que a través de esa actividad marcha hacia su revolución?
Si tal idea surge, creemos que estaría basada en el deseo de mantener una influencia exclusivista sobre un sector de masas a costa de impedirles a éstas su promoción a un escalón de las luchas populares. Sería una concepción conservadora que perjudicaría la incorporación de sectores del pueblo a las tareas de la revolución. Y denotaría en cierto modo una actitud de egoísmo político (no poner “ su “ trabajo en dirección al avance revolucionario del pueblo) y de irrespeto al imperativo de conciencia de los cristianos. Entendemos que dentro de la estructura de la Iglesia, un postulado por cuya aplicación luchan los sectores progresistas es por respetar la conciencia de una persona, y aplicado en ese caso, se vuelve un imperativo respetar la decisión de los cristianos que a conciencia adopten el camino revolucionario, al camino de la lucha armada, para contribuir a la liberación de sus hermanos trabajadores.
Podría suceder que algunos sacerdotes progresistas, a estas alturas todavía no vean con claridad que va en marcha el proceso de la lucha armada revolucionaria, y que éste es ya un proceso irreversible, y que a medida que se profundice también el enemigo responde con acciones de creciente intensidad y crueldad, lo cual es una dinámica inevitable de la lucha cuando los pueblos han tomado la decisión de liberarse con las armas en la mano.
El desconocimiento de esta realidad, de la incidencia de la lucha armada revolucionaria en la vida del país conduce a la oposición a que las otras formas de lucha popular se acondicionen a la fundamental en algunos casos, no sólo se rehúye fortalecer las bases de la revolución sino que se adopta posiciones conservadoras, y hasta reaccionarias y claudicantes ante el poder de los ricos y ante los propios explotadores. Algunos pasajes de la reciente declaración de la Curia diocesana de San Vicente son una prueba de esto (numerales 2°, 4’, 5° de sus considerandos ) (1)

VII- EL CLERO PROGRESISTA EN EL PROCESO REVOLUCIONARIO
Con el respeto que nos merecen los esfuerzos constantes que los sacerdotes avanzados realizan por colocar a la Iglesia en posiciones acordes a los intereses sociales de las grandes mayorías oprimidas y desposeídas y por lograr el progreso social del pueblo trabajador, hemos de decir que como Organización Revolucionaria admiramos esos esfuerzos y valoramos la entereza mostrada ante los riesgos y amenazas que frente a los explotadores conlleva. Nos damos cuenta de las repetidas amenazas represivas del régimen. Y creemos que el sector avanzado del clero está en capacidad de ayudar en buena medida al avance de la combatividad de las masas y al avance del proceso revolucionario.
Y es que tal convicción surge no solo de su aporte a la lucha popular en nuestro país y Centroamérica, sino de la valiosa contribución de sectores avanzados del clero en el avance de la revolución latinoamericana. Hemos visto con admiración la valiente actitud que en diversos países han tenido muchos sacerdotes y cristianos frente a tiranías tales como la del Brasil, en donde las torturas y asesinatos del régimen no se han detenido ni ante el crucifijo de un religioso. Hemos sido testigos del compromiso de heroicos sacerdotes que han subido a la montaña y han tomado el fusil para luchar a la par de los obreros y campesinos por la liberación del pueblo.
Sin embargo, creemos que para cumplir a cabalidad un creciente rol en el proceso de desarrollo revolucionario es necesario vencer las dificultades que emanan no sólo del medio concreto tradicionalmente conservador, sino incluso, las que plantean los prejuicios y costumbres que han tenido su origen en la propia extracción de clase(generalmente de sectores del campesinado con alguna comodidad o sectores de la pequeña-burguesía urbana) defectos que han de ser contrarrestadas para alcanzar un enfoque de acuerdo con los legítimos intereses del proletariado y del campesinado pobre.
Por otra parte, entendernos que la contradicción fundamental de clase en el seno de la Iglesia se expresa entre el sector avanzado del clero y la parte conservara de la jerarquía. Entendemos que la jerarquía misma no es monolítica en la expresión del conservadurismo y en el seno de la Iglesia se van abriendo paso corrientes favorables a los intereses del pueblo. Esto se refleja no solo a nivel nacional sino también, en los concilios y conferencias eclesiásticas latinoamericanas y mundiales en donde hay fuerzas que pugnan por posiciones progresistas y renovadoras. Sin embargo, consideramos que la lucha del sector avanzado es dura, difícil y esforzada y que requiere gran valentía moral y gran convicción de principios para sostenerla ya que los sectores conservadores tratan de hacer retroceder a los sectores progresistas de sus posiciones de avanzada.
En este sentido queremos que la aspiración irreal de que toda jerarquía apoye los pasos del sector avanzado puede conducir a compromisos mal entendidos que hagan ceder al sector progresista en posiciones de avanzadas y ponerse a la cola de posiciones conservadoras, retrocediendo en niveles ya alcanzados de comprensión de las necesidades del pueblo y de su proceso revolucionario.
Para concluir con la exposición a sus puntos de vista, las FPL desean recalcar su respeto por el sector sacerdotes de ideas y prácticas avanzadas, esperando que en bien de la causa del pueblo, sus esfuerzos den cada día mayores frutos para la Revolución.
REVOLUCION O MUERTE!! EL PUEBLO ARMADO VENCERA!!
EL COMANDO CENTRAL DE LASFUERZAS POPULARES DE LIBERACION FPL FARABUNDO MARTI”
Enero de 1975.

(1)Nota
En la página 28 se hace referencia a algunos pasajes de la “ Declaración de la Curia de San Vicente ante los acontecimientos de La Cayetana el pasado 29 de noviembre”.
Para una mayor comprensión reproducimos a continuación los pasajes referidos:
“Con malévola intención se han difundido folletos (el “Rebelde” por ejemplo), y corren una serie de rumores y falsedades. La Curia de San Vicente, conociendo como conocemos a los vecinos del Cantón “ La Cayetana” y habiendo oído el testimonio fehaciente de personas fidedignas testigos oculares de los hechos: “
2. Niega totalmente, que en La Cayetana haya predisposición contra las autoridades, puesto que se trata de un caserío ejemplar donde no existen ni “ sacaderas ni chicherías “ ni se practican juegos prohibidos. Su delito es que son unidos, conocen las leyes trabajan honestamente y procuran practicar las enseñanzas de evangelio para hacer sus trabajos en forma cooperativa, los denigrantes les tildan de “comunistas”. ¡Cuán fácil se tilda de comunista a quienes ya no se dejan explotar! “
3. Niega, que en La Cayetana existan elementos pertenecientes a grupos armados. Quienes afirman lo contrario están únicamente predisponiendo a que se tomen medidas para contrarrestar estos supuestos grupos y que se maltrate así a personas humildes y sencillas;”
4. Niega, que en los hechos del 29 de noviembre haya habido agentes de seguridad muertos o heridos. La irrupción armada se produjo contra indefensos campesinos sin reacción alguna de parte de ellos;”
5. Lamenta que, a raíz de lo acaecido en “La Cayetana”, se ha retirado el puesto de guardia de Tecoluca. Esto ha dado lugar a que elementos de la población ya reconocidos por inescrupulosos e irresponsables traten de provocar la alarma en la población civil, haciendo disparos en horas nocturnas, dando base con ello a que después se desate una ola de represión con el pretexto de establecer el orden” .

Trump y la quiebra de la globalización neoliberal

Trump y la quiebra de la globalización neoliberal

Ángel Guerra Cabrera

I. La victoria electoral de Donald Trump tiene su causa más importante en la quiebra de la globalización neoliberal, la forma que adoptó el capitalismo para solucionar la crisis de los 70, y en la consecuente crisis de legitimidad de su sistema político.
La desregulación financiera, los tratados de libre comercio y las privatizaciones, la destrucción de países y saqueo de recursos –sea mediante guerras convencionales o de cuarta generación–, no han hecho más que empujar a millones de seres humanos a la exclusión, la pobreza y el desempleo. A la vez, han creado la mayor desigualdad social de la historia humana, mediante la creciente concentración de enormes fortunas en lo que muchos expertos llaman el uno por ciento del uno por ciento.
Estas políticas salieron del Estados Unidos de Ronald Reagan y el Reino Unido de Margaret Thatcher y fueron impuestas mediante sangrientas dictaduras militares en Chile, Argentina y otros países de Sudamérica. Sin embargo, en los dos primeros se implementaron contando con el apoyo de los principales partidos políticos y de una gran campaña de satanización mediática y académica contra el Estado y su intervención en la economía, supuestamente causante de la ineficiencia, la corrupción y la mala administración, que sólo podía solucionar la iniciativa privada.
De modo que en las últimas décadas, el traslado de miles de industrias a países con bajos salarios hizo cundir el desempleo y la precariedad laboral en Estados Unidos, con acento en los antiguos estados industriales de clase obrera blanca y tradición demócrata del Medio Oeste, que ahora se volcaron a favor del magnate. Igualmente, lo favorecieron los conservadores estados y zonas agrícolas, fácilmente receptivos a los cantos de sirena nativistas y xenófobos y probablemente hartos por los estragos que el agronegocio, la minería a cielo abierto y la extracción de hidrocarburos con fractura hidráulica han causado a los granjeros, formas todas neoliberales de superexplotación del ser humano y el medio ambiente.
Hace meses, Michael Moore vaticinó casi al pie de la letra las zonas geográficas que le darían el triunfo a Trump, en un brillante artículo al que casi nadie hizo caso y que está llamado a convertirse en un clásico del análisis de la política estadunidense. Moore subrayaba la decisiva importancia que para la victoria del multimillonario tendría el fervor y militancia de sus seguidores, en contraste con el desánimo de los votantes de Hillary Clinton.
Por todos los informe que tenemos hasta ahora fue el voto masculino de blancos pobres o desempleados con bajo nivel de instrucción, mayor de 45 años, el que fundamentalmente le dio la victoria al magnate, quien curiosamente logró coronarse con menos sufragios que los conseguidos contra Obama por sus antecesores republicanos John McCain y Mitt Romney e incluso, en voto popular, quedó en 150 mil 707 unidades por debajo de Clinton. Una vez más el arcaico sistema electoral estadunidense impide que se cumpla la regla de oro democrática de un hombre, un voto.
El que un multimillonario sin sensibilidad social, nacido en cuna de oro, grosero e ignorante, se haya convertido en el referente de los blancos de clase obrera y pobres triturados por el neoliberalismo evidencia la crisis del sistema político. También es paradójico que Bernie Sanders, quien probablemente podía haber derrotado a Trump y dado un giro positivo a la política del imperio, no logró la candidatura en las primarias pese a haber conquistado el voto popular.
Gran parte del voto latino se movilizó contra el millonario, indignado con sus insultos y calumnias, y, según estimaciones, sobrepasó en participación la más alta cota alcanzada antes, pero asombrosamente casi 30 por ciento lo favoreció. El sufragio femenino, joven y afroestadunidense apoyó bastante menos a la demócrata que a Obama en 2008 y 2012.
El 20 de enero asumirá la presidencia de Estados Unidos un hombre, que si nos guiamos por sus actitudes, es racista, misógino, xenófobo, narcisista al extremo; considerado por muchos observadores, además, como fascista o protofascista. También acusado de abusador sexual por numerosas mujeres. Su más grave problema es que no puede cumplir con las promesas que hizo a quienes lo votaron, como crear millones de empleos o subir los salarios y difícilmente la élite financiera le permita romper con los detestados tratados de libre comercio o gravar fiscalmente a los especuladores.
II. Algunos actos y declaraciones de Trump tras su elección permiten atisbar lo que podría llegar a ser su futuro gobierno. Siempre que se considere el alto grado de incertidumbre e imprevisibilidad que generan este hombre, su conflictivo entorno, los graves trastornos económicos, políticos, sociales y culturales que cruzan a Estados Unidos y la pantanosa y convulsa coyuntura internacional en que le toca actuar.

El magnate parece representar al sector de la élite estadunidense que adversa, por la extrema derecha, la globalización neoliberal porque se da cuenta que conduce a una crisis terminal de la acumulación capitalista. Este sector también está dispuesto a admitir, a diferencia de buena parte del establishment, que Estados Unidos no es ya la única potencia hegemónica en el mundo y debe llegar a acuerdos con Rusia y China en cuanto a un nuevo orden mundial tripolar, o asumir el suicidio de una guerra nuclear.

Esto explicaría las cordiales y sustantivas pláticas telefónicas del presidente electo con sus homólogos ruso y chino, Vladimir Putin y Xi Jinping. La presencia del general Michael Flinn, ex jefe de la Agencia de Inteligencia de Defensa en uno de los cinco cargos más importantes del equipo de transición de Trump, corroboraría la probable reconciliación con Rusia y un eventual arreglo político sobre Siria, puesto que se conoce su criterio de llegar a acuerdos con Putin, aunque también su tendencia a un trato más duro con Irán y a un enfoque más agresivo no sólo sobre la lucha contra el Estado Islámico sino contra el aviesamente llamado islam radical.
La ruptura con la globalización pretende recrear el sueño americano industrializado y consumista, más proteccionista aún y sólo para blancos no latinos, representado por el lema Hacer a América grande de nuevo. Allí sólo tendrían cabida las minorías en situación de apartheid, incluyendo los negros y los latinos, sin derechos políticos y destinados a los trabajos peor remunerados.
Pero el proyecto trumpista antiglobalización tendrá una fuerte oposición de los poderosos sectores de Wall Street más beneficiados por la especulación financiera desenfrenada, así como de numerosos legisladores republicanos y demócratas seducidos por el libre comercio y resistidos a admitir que Estados Unidos ya no dispone de la influencia política y económica que tuvo durante el breve periodo de la unipolaridad.
De la misma manera, ya se aprecian los lamentos y planes de resistencia sin futuro de los gobernantes neoliberales de América Latina y la Unión Europea, así como de sus voceros mediáticos y académicos que, formados después de Reagan y Thatcher, se horrorizan de que no se acuerden el Tratado Transpacífico (TPP), el similar con Europa o el TISA, pues no conciben ya otro mundo que la estupidez neoliberal, de la cual han vivido a todo trapo.
El trumpismo instaurará una política, animada y exacerbada fervorosamente por sus seguidores, de asegurar la persistencia de la supremacía blanca y un largo reinado en Estados Unidos de las ideas más reaccionarias de los blancos, anglosajones, protestantes, empobrecidos, ignorantes y cargados de prejuicios raciales, odio y resentimiento.
Por lo pronto, ya el presidente electo declaró que deportará a entre 2 y 3 millones de indocumentados –en su mayoría mexicanos– que tengan conductas criminales y que construirá el prometido muro de 3 mil 100 kilómetros de extensión a lo largo de la frontera común con México, aunque en algunos tramos puede estar formado por vallas. Por su parte, alguien de su equipo afirmó que en ciertas zonas puede ser un muro virtual mediante el uso de drones. También ha dicho que renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, de modo que beneficie a Estados Unidos y que no firmará el TPP.
Trump ha hecho dos nombramientos. El de Reince Priebus como secretario general de la Casa Blanca, hasta ahora jefe del Partido Republicano, y el de Stephen Bannon, que fungirá de principal consejero y estratega presidencial. Ambas designaciones buscan contentar, por un lado, a la élite tradicional republicana con la que Priebus tiene buenas relaciones; es muy cercano a Paul Ryan, reconfirmado líder del partido en la Cámara de Representantes, vital para sacar adelante la agenda legislativa. Por el otro, a la corriente conocida como alt-right, o derecha alternativa, donde abundan los nativistas, supremacistas blancos, xenófobos y racistas, soporte fundamental en la batalla de Trump por la presidencia.
III. Trump encabezará una administración ultraderechista, racista, homofóbica, misógina y tendrá como divisa América primero. Tenderá a un proteccionismo comercial mucho mayor que el actual, no se limitará a desligarse del ATP sino que procurará menoscabar y, si el Congreso lo admite, renegociar, los tratados de libre comercio. Su postura es nacionalista de extrema derecha, que busca un beneficio mayor para el capital estadunidense. Incrementará la desigualdad al reducir la irrisoria carga fiscal de los ricos y ya anunció que derogará las regulaciones en materia de extracción de petróleo y gas. Aunque afirme ahora que no abandonará el acuerdo de París y se desdiga en esto y en tantas cosas respecto a sus promesas de campaña, acaba de anunciar que aumentará la quema de combustible fósiles, convencionales y de esquisto.
Impulsará la reindustrialización de Estados Unidos para beneficiar a las corporaciones interesadas en esta marcha atrás y crear puestos de trabajo para su núcleo duro electoral de blancos no latinos trabajadores de bajos salarios o desempleados. Esto, unido a lo anterior, impactará de modo importante la actual estructura de la economía mundial y provocará el aumento del calentamiento global, justo en una coyuntura en que gran parte de la comunidad científica considera que es necesario hacer una política diametralmente opuesta. Muchos científicos alertan que está encima el punto crítico que marca la última oportunidad para revertir el colapso climático y evitar la extinción de la vida sobre la Tierra. En síntesis, Trump acelera el paso hacia el equivalente a una guerra nuclear en cámara lenta.
No me baso solamente en las declaraciones del Trump candidato, muchas de las cuales, aunque no todas, son pura demagogia, pero analizadas junto a las del ya presidente electo, ofrecen una idea aproximada de cómo piensan y actúan realmente este hombre, sus colaboradores inmediatos, los sectores que representa y muchos de los que ahora se le suman para formar gobierno, no importa que anteriormente lo cuestionaran.
En las últimas dos semanas ha habido varios nombramientos de personas claves en su equipo y el anuncio de sus políticas para los primeros cien días de gobierno que corroboran las anteriores afirmaciones. Ya mencioné a Steffen Bannon, estratega y asesor en jefe, pero vale la pena dedicarle unas líneas. Ex oficial naval, ex ejecutivo ¡de Goldman Sachs! y productor de Hollywood, hasta que en agosto pasó a tener un papel principal en la campaña de Trump, dirigía el portal web Breitbart News, referente y amplificador de las ideas de los partidarios de la supremacía blanca, la misoginia, la homofobia, el racismo, el odio a los migrantes, el antijudaísmo y la islamofobia. Lo más parecido a un nazi. Algunas opiniones que ha expresado o que han servido de títulos en la web que dirigía: Abolir la esclavitud fue una mala idea, La píldora anticonceptiva hace que las mujeres dejen de ser atractivas y se vuelvan locas, “Ninguna de las personas involucradas en la estafa del calentamiento global merecen la más mínima pizca de respeto…”, ¿Preferirías que tu hijo fuera afeminado o que tuviera cáncer?
Otro caso esclarecedor es el del senador Jeff Sessions, nuevo secretario de Justicia (procurador general). Rechazado por racista para un puesto de juez federal durante el gobierno de Reagan, su conducta en este tema y en el rechazo a los inmigrantes ha motivado críticas hasta de sus colegas republicanos. Su historia de votaciones en el Senado lo ubica en la extrema derecha en casi todos los asuntos. Siempre se ha opuesto a las iniciativas para flexibilizar el bloqueo y adversa la normalización de relaciones con Cuba, al igual que Mauricio Claver Carone, miembro del equipo de transición.
La administración entrante será, además, muy corrupta, pues Trump posee alrededor de 500 firmas corporativas en el mundo, que según ha explicado Reince Priebius, designado secretario general de la Casa Blanca, quedarán en manos de sus hijos. Algo sin precedente y que conducirá a un nepotismo y tráfico de influencias comparables a los de la monarquía saudita. La política, nada menos que de Estados Unidos, al servicio de un emporio familiar. No defenderé a la Fundación Clinton, pero al lado de esto sus trapicheos se antojan un juego de niños.
No creo que cambie la política seguida por Obama en América Latina y el Caribe contra los gobiernos revolucionarios y progresistas ni en cuanto al uso de la zanahoria y el garrote.

Carta de las FPL a los Cristianos Progresistas (enero 1975)

Carta de las FPL a los Cristianos Progresistas (enero 1975)

Uno de los principales documentos históricos de las Fuerzas Populares de Liberación, FPL “Farabundo Martí” fue su Carta a los Cristianos, que aparecida a principios de 1975 aborda la creciente participación de este sector religioso en las luchas populares por la democracia y la justicia en nuestro país y particularmente de su militancia en el seno de las organizaciones revolucionarias.

La Carta a los Cristianos ( a los sacerdotes Progresistas), que constituye el contenido del segundo número de la revista teórica Estrella Roja, refleja la síntesis programática lograda en las FPL entre el sector fundador de tronco marxista-leninista y una segunda generación de origen social-cristiano, y está dividida en los siguientes apartados: breve exposición de la línea de la organización; las FPL son una organización marxista-leninista; normas de organización y funcionamiento interno; órganos de comunicación con las masas populares; línea sobre las alianzas de clases; actitud ante la religión y sobre el clero progresista en el proceso revolucionario.

Explican que el motivo de esta carta se debe a que “la creciente incidencia de la lucha armada revolucionaria en la vida política nacional, así como el creciente desarrollo de las luchas combativas de las masas por las necesidades vitales urgentes, pueden crear en algunos sectores progresistas del país, entre ellos en el sector progresista del clero, algunas reservas interrogantes y preocupaciones sobre el quehacer militar y político de nuestra Organización.”
Por lo que las FPL “está en la obligación de realizar esfuerzos por despejar en el ánimo de las personas progresistas y avanzadas las reservas que surjan, a fin de que tales dudas y reservas puedan ser disipadas en la medida de lo posible, para que no se vayan convirtiendo en obstáculos adicionales en el desarrollo de las luchas revolucionarias del pueblo. Tal es la razón de esta carta.”
1. La línea de la organización
Plantea que “las “FUERZAS POPULARES D ELIBERACION-FPL-“FARABUNDO MARTI” es la organización que ha nacido para llenar la necesidad que tienen los trabajadores de una Vanguardia que los conduzca firmemente y sin vacilación por los senderos que llevan al triunfo de la revolución socialista.”
Agrega que “los trabajadores han entrado en otro periodo histórico en el cual su lucha debe ser revolucionaria político-militar. Esto quiere decir que de aquí en adelante, hasta la victoria final, la combinación de las formas de lucha debe caracterizarse pro tener como eje central la lucha armada popular y en función de ella ( a su servicio) el uso permanente de todas las formas de lucha ( entendemos que hay formas de lucha violentas, pacíficas legales, ilegales, democráticas, revolucionarias, abiertas, clandestinas, armadas no armadas, etc.).”
Indica que “las FPL les explica los obreros y campesinos esta combinación de las formas de lucha utilizando el siguiente ejemplo: la lucha armada es como el río Lempa, que nace pequeño pero que después es fuerte e impetuoso y que las demás formas de lucha son los afluentes sin los cuales el Lempa (la lucha armada) no sería nada. La combinación de las formas de lucha, tal como la entendemos, la enmarcamos en la Estrategia de la Guerra Popular Prolongada.”
Sostiene que “la Estrategia Prolongada la determina la actual correlación de fuerzas entre el pueblo y los explotadores. En este momento la correlación está temporalmente a favor de los ricos, ellos tiene el poder económico, político, militar y los medios masivos de comunicación para difundir su ideología. Consideramos que esta correlación no puede ser cambiada abreve plazo, sino que implica un proceso largo y prolongado del pueblo para volcarla a su favor y así avanzar hasta la victoria.”
2. Las FPL son una organización marxista-leninista
Opina que “hay algunas incomprensiones y recelos que se han creado o se van creando en el ánimo de algunas personas avanzadas en relación con la naturaleza de la Organización. Pereciera que aceptarían que el Marxismo se utilizara como método de análisis, de interpretación y estudio de la realidad pero no como el arma revolucionaria de transformación de la sociedad.”
Agrega que “una actitud de este tipo no sería consecuente con sus posiciones avanzadas ya que trataría de presentar al Marxismo como una teoría abstracta y declarativa y así nada “peligrosa” para los explotadores.”
Afirma que “sería inconsecuente tener una actitud de simpatía por el Marxismo considerándolo como teoría, pero negando su aplicación en la práctica. Eso conduciría a posiciones retrasadas que llevarían al reformismo burgués, a la prolongación del sistema de explotación, de la injusticia, desigualdad social, etc.”
Asegura que “el Leninismo no es algo separado del Marxismo sino que es su desarrollo creador en la época del imperialismo. Lenin dio importantes aportes al desarrollo del Marxismo, tales como: la teoría de la Revolución Proletaria y de la Dictadura del Proletariado; la teoría del estado multinacional socialista; las normas orgánicas y planteamientos teóricos del Partido Revolucionario de nuevo tipo.”
Considera “extraño que algunas personas pudieran pensar que nuestra Organización practica el dogmatismo en la proclamación y aplicación de su principios revolucionarios. Dogma es aferrarse a ideas que a ciencia no comprueba. Guiándose por la aplicación dialéctica del Marxismo, la Organización a través de su práctica ha despedazado dogmas que parecía invariables: como aquel de que la lucha armada y concretamente la guerrilla era imposible en el país. Dogma dañino que proclamaban los oportunistas y tradicionalistas aferrados a caducos y reaccionarios esquemas de acción.”
3. En cuanto a sus normas de organización y funcionamiento interno
Reconoce que “ las FPL se guían por los principios leninistas del Centralismo Democrático, tratando de adaptarlos lo más correctamente posible a las condiciones en que tiene que desarrollarse la Guerra Revolucionaria contra un enemigo cruel y despiadado, temporalmente muy superior en armas y en otros elementos básicos.”
Enfatiza que “nuestra Organización es una Organización clandestina, con una estricta compartimentación entre sus diversos organismos, con una racional distribución de responsabilidades entre organismos y miembros y que se rige por estrictas normas de seguridad y trabajo secreto.”
Considera que “es natural que a las clases explotadoras no les convenga altos grados de organización y disciplina revolucionaria en los sectores avanzados del pueblo, de allí que estén vitalmente interesadas en debilitar la solidez orgánica de los explotados, en difundir el liberalismo individualista, la falta de disciplina proletaria y de espíritu de sacrificio consciente.”
Subraya que “la práctica revolucionaria va indisolublemente unida al surgimiento del hombre nuevo, en el cual se va encarnando determinadas cualidades: espíritu colectivo revolucionario, supeditación de los intereses individuales a los intereses fundamentales del proletariado y del pueblo, disposición consciente al sacrificio de las conveniencias personales –incluso de la vida misma- en aras de la causa revolucionaria…”
4. En cuanto a nuestros órganos de comunicación con las masas populares
Explica que “la vinculación con el pueblo la realizamos a través de distintos medios. El fundamental es la labor orgánica que realizan los Grupos de Apoyo clandestinos, que son organismos de las FPL encargados de organizar y de orientar a las masas en sus luchas reivindicativas inmediatas. Son organismos clandestinos, compartimentados y de carácter paramilitar con funciones principalmente políticas. La Organización se da a conocer al pueblo también a través de sus acciones armadas, contra las clases explotadoras y sus instrumentos.”
Indica que “una línea de propaganda es lo que llamamos la propaganda armada, que consiste en diversas modalidades de llegar a la masa y de difundir el pensamiento revolucionario con las armas en la mano: difusión de proclamas con detonación de pólvora; arengas en las puertas de las fabricas o concentraciones diversas, tomas de cines, toma de pueblos para hablar a la población, etc., etc.”
Subraya que “hacemos uso de los medios de difusión clandestina que forman una red de órganos de las FPL de comunicación con las masas: Comunicados, proclamas, hojas volantes, así como los órganos permanentes: “EL REBELDE” “EL CAMPESINO REBELDE” “JUVENTUD REBELDE” “EL MAGISTERIO REBELDE” “PRENSA OBRERA” “GUERRILLERO” “ESTRELLA ROJA” y publicaciones esporádicas de análisis de la situación nacional.”
Comparte que las FPL “se esfuerza por practicar invariablemente una línea de modestia revolucionaria y de decir la verdad al pueblo. De acuerdo con esta norma de conducta, las FPL ni siquiera adoptaron un nombre durante los dos primeros años de intenso trabajo iniciado ( de 1970 a 1972) ni proclamaron públicamente su carácter revolucionario ante el pueblo ya que consideraban indispensable ganarse en la acción el honor y la claridad revolucionaria y no quedarse en las palabras vacías de contenido real.”
Agrega que “fue hasta que se habían forjado los núcleos revolucionarios a través de un intenso accionar y de la adquisición de una contextura revolucionaria interna, y fue hasta que los primeros héroes de la lucha revolucionaria- miembros de nuestra Organización- (Mauricio González Domínguez; Vladimir Umaña Santamaría y Sergio Orellana Acosta) habían caído en combates armados contra el enemigo del pueblo, y cuando para este ya era evidente la presencia e incidencia de la Organización revolucionaria político-militar en acción, cuando se hizo indispensable adoptar un nombre, dar a conocer la personalidad revolucionaria de la Organización, como una necesidad ya impostergable para la orientación y dirección del pueblo en su incorporación a la Guerra Revolucionaria.”
Exhorta al pueblo a que “tenga la certeza de que sus cuadros revolucionarios dirigentes a distinto nivel son hombres honestos, trabajadores y responsables, extraídos de las propias entrañas populares. Realidad muy distinta a la superchería que pregonan –en su orfandad ideológica- los sectores oportunistas de “izquierda”, de que las organizaciones revolucionarias político-militares son un capricho pasajero y un “juego de chiquillos atolondrados e inconstantes.”
5. Deseamos en esta Carta expresar aunque sea brevemente nuestra Línea sobre las Alianzas de Clase

Se plantea que “nuestra Organización ha podido tener una larga experiencia sobre el tipo tradicional de alianzas de sectores populares que ha puesto en práctica la corriente oportunista y revisionista en nuestro país. Y esto ah sido posible, porque previo a la formación de las Organizaciones político-militares se desplegó en el seno de las organizaciones tradicionalistas y a través de la acción de las masas, una intensa luchas ideológica por promover a esas organizaciones a posiciones más avanzadas, acordes con las nuevas necesidades del proceso revolucionario.”

Sostiene que “fue en el transcurso de 10 años de lucha ideológica que se fue perfilando y depurando una estrategia integral revolucionaria político-militar, que al irse poniendo en aplicación a través de los nuevos instrumentos orgánicos está abriendo el cauce revolucionario del pueblo que a través de la Guerra Revolucionaria lo conducirá a las victorias definitivas.”

Analiza que “el tipo tradicionalista de unidad de los sectores populares, propiciado por la corriente oportunista, (partido pseudo-comunista y dirigencias influidas por este) plantea un engañoso esquema de unidad “amplia” de sectores populares en torno a limitadas reivindicaciones de tipo inmediato; pero escamotea un aspecto medular: que clase hegemoniza tal unidad y, en consecuencia a que intereses de clase favorece fundamentalmente tal agrupamiento.”
Clarifica que “nuestra Organización propugna por una línea de unidad a nivel de los sectores avanzados del pueblo, para luchar conjuntamente por profundizar y ampliar el proceso revolucionario de la Guerra prolongada del pueblo, para acrecentar la lucha contra los enemigos de la revolución, y para derrotar ideológicamente a las corrientes oportunistas y revisionistas que están al servicio de los intereses de la burguesía.”
Asevera que “tal núcleo de unidad avanzada se convertiría en el polo de una unión de fuerzas de calidad superior, teniendo como centro la alianza obrero-campesina revolucionaria. Es decir, una unidad revolucionaria consecuente, que incida cada vez más en la vida nacional y que sea poderoso medio para la incorporación del pueblo a la Guerra Revolucionaria. En tal cuadro no cabe la hegemonía de ningún sector dominante… ”

Es por esto que las FPL “ha puesto reparos a una nueva versión aplicada en los últimos meses del esquema de alianzas en que se juzga indispensable la participación de los dirigentes oportunistas, versión ensayada a través del FAPU.”
Agrega que “por parte de elementos avanzados se ha creído que a través de los oportunistas se puede llegar al seno de las masas. La práctica mostró en esta ocasión, que esa no es la vía para llegar a las mismas. Se pensó que la lucha ideológica contra el oportunismo y el revisionismo se realizaría llegando a las masas a la par de los mismos. La práctica mostró que no fue viable esa fórmula. Se ha superestimado la fuerza de los oportunistas y revisionistas cayendo en el espejismo de que tienen “mucha” gente (especialmente del sector obrero) y que por ellos son imprescindibles en los frentes populares. La realidad es otra: apenas un 9% del proletariado esta organizado en sindicatos…”

VI. Nuestra actitud ante la religión
Considera que “nuestro trabajo revolucionario va dirigido contra los enemigos del pueblo y no va encaminado a menoscabar la religión, ni el trabajo de masas religioso. La experiencia en este terreno indica que el quehacer religioso y la actividad revolucionaria pueden combinarse fecundamente en aras de los intereses del pueblo.”
Indica que “las FPL aceptan en sus filas a todo revolucionario honesto que adopte conscientemente su estrategia, su línea táctica y política, y sus lineamientos orgánicos y disciplinarios, si para ello, sus creencias y prácticas religiosos no constituyen un obstáculo.”
Subraya que “partimos del hecho que ser cristiano no se opone al hecho de luchar por la justa causa del pueblo, por su liberación de explotación y de la miseria. Consideramos como una ofensa para un trabajador cristiano –hombre o mujer- suponer lo contrario. Es más, consideramos absolutamente necesario –como una condición estratégica- la incorporación de las grandes masas campesinas y obreras –que son fundamentalmente cristianas- a la revolución.”
“Sin ello, el triunfo de la revolución no podría alcanzarse, y esto, no solo en nuestro país, sino a nivel continental, como lo reconoció el heroico Comandante Che Guevara al decir que cuando los cristianos se incorporen a la revolución esta será invencible.”
Agrega que “las FPL llevan a cabo este pensamiento en forma práctica: dondequiera que haya un militante católico, que desee dar u salto en su práctica revolucionaria, y que llene los requisitos exigidos por nuestra Organización, no tenemos porque rechazarlo, porqué cerrarle las puertas e impedirle que realice su aspiración de servir a la causa revolucionaria de su pueblo.”
No obstante esto reconoce que “si bien nuestra misión no es menoscabar sus creencias religiosas, es necesario decir que todo revolucionario, a medida en que va elevándose a un enfoque científico de la realidad objetiva, va llenando sus lagunas, debilidades, deficiencias y errores en la esfera del conocimiento con una base científica que eleva integralmente su conciencia y acción en aras del interés colectivo.”
Reconoce que “el trabajo de la Organización en crecientes sectores del campo es un trabajo estratégico, encaminado a ganar activamente para la revolución a un sector fundamental sin la cual esta no podría triunfar. Es una tarea estratégica encaminada a forjar en la acción la alianza obrero-campesina, base de las fuerzas motoras de la revolución…”
“Es posible que nuestra incidencia orgánica –continúa el documento- en algunos sectores del campo, de la impresión d que estamos “aprovechando” el trabajo de otras personas. Tal idea la consideramos incorrecta e inconsecuente con las necesidades de desarrollo revolucionario de las masas.”
Reconoce “que podría suceder que algunos sacerdotes progresistas, a estas alturas todavía no vean con claridad que va en marcha el proceso de la lucha armada revolucionaria, y que este es ya un proceso irreversible, y que a medida que se profundice también el enemigo responde con acciones de creciente intensidad y crueldad…”
Estima que “el desconocimiento de esta realidad, de la incidencia creciente de la lucha armada revolucionaria…conduce…a que se adopta posiciones conservadoras y hasta reaccionarias y claudicantes ante el poder de los ricos y ante los propios explotadores. Algunos pasajes de la reciente declaración de la Curia Diocesana de San Vicente son una prueba de esto (numerales 2,3,4, 5 de sus considerandos).”
VII. El Clero progresista en el proceso revolucionario

Considera que “con el respeto que nos merecen los esfuerzos constantes que los sacerdotes avanzados realizan por colocar a la Iglesia en posiciones acordes a los intereses sociales de las grandes mayorías oprimidas y desposeídas y por lograr el progreso social del pueblo trabajador, hemos de decir que como Organización Revolucionaria admiramos esos esfuerzos…”

No obstante esto “creemos que para cumplir a cabalidad un creciente rol en el proceso de desarrollo revolucionario es necesario vencer las dificultades que emanan no solo del medio concreto tradicionalmente conservador, sino incluso, las que plantean los prejuicios y costumbres que han tenido su origen en la propia extracción de clase (generalmente de sectores del campesinado con alguna comodidad o sectores de la pequeña burguesía urbana)…”
Advierte que “la aspiración irreal que toda la jerarquía apoye los pasos del sector avanzado puede conducir a compromisos mal entendidos que hagan ceder al sector progresista en posiciones de avanzada y ponerse a la cola de posiciones conservadoras, retrocediendo en niveles ya alcanzados de comprensión de las necesidades del pueblo y de su proceso revolucionario.”
Y finaliza esta Carta de las FPL a los Cristianos afirmando que “desean recalcar su respeto por el sector de sacerdotes de ideas y prácticas avanzadas, esperando que en bien de la causa del pueblo, sus esfuerzos den cada día mayores frutos para la revolución.” Con fecha enero de 1975, firma el Comando Central de las Fuerzas Populares de Liberación, FPL, “Farabundo Martí.”

Estrella Roja de las FPL No. 1

ESTRELLA ROJA No. 1
ORGANO IDEOLOGICO DE LAS FUERZAS POPULARES DE LIBERACION FPL FARABUNDO MARTI
¡REVOLUCION O MUERTE! ¡ELPUEBLO ARMADO VENCERA!

P R E S E N TACION
El Pueblo
Es el factor determinante para el desarrollo y culminación victoriosa del proceso revolucionario. De allí que la incorporación de la clase obrera y sus aliados al proceso revolucionario sea tarea fundamental para una organización revolucionaria como las “FUERZAS POPULARES DE LIBERACIONFPL-FARABUNDO MARTI”. Pero toda organización que aspire a elevar la conciencia, la organización y la disposición revolucionaria de las masas populares requiere alcanzar la necesaria claridad ideológica y política que le permita cumplir con ese papel. Tal claridad sólo puede darlo la interpretación marxista de la realidad objetiva, ya que sólo el marxismo proporciona el método científico de análisis, interpretación y transformación de la sociedad. La necesidad de orientarse correctamente en los complejos fenómenos de la vida social, para a su vez poder orientar acertadamente a las masas populares en la complejidad de su proceso revolucionario, indica lo importante que es el terreno ideológico para una organización que aspira a convertirse en genuina expresión revolucionaria de la clase obrera. El genial guía del proletariado VLADIMIR ILICH subrayó la importancia de la esfera ideológica en la revolución al recalcar que: “Sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario”.
ESTRELLA ROJA”, órgano ideológico de las “FUERZAS POPULARES DE LIBERACION-FPL-FARABUNDO MARTI”, se esforzará por cumplir el importante papel de la elevación ideológica, teórica y política de sus miembros y colaboradores, con el objetivo de que esta organización revolucionaría político-militar pueda orientar eficazmente al pueblo para incorporarlo a la lucha revolucionaria.
¿Por qué este órgano ideológico de las FPL adopta el nombre de “ESTRELLA ROJA”? Este nombre tiene una profunda raigambre en la lucha revolucionaria de nuestro pueblo. “ESTRELLA ROJA” fue el periódico marxista creado durante el fragor de la insurrección obrero-campesina de 1932 (su primer número apareció en diciembre de 1931) fungiendo como responsables de su redacción Alfonso Luna y Mario Zapata, que junto con AGUSTIN FARABUNDO MARTI Murieron frente al pelotón de fusilamiento el primero de febrero de 1932, durante el asesinato de 30.000 obreros, campesinos, estudiantes, maestros, etc., llevado a cabo por el gobierno del criminal Maximiliano Hernández Martínez, que inició la era de la tiranía militar que todavía oprime al país.
Las clases dominantes quisieron de tal manera destruir las raíces de la revolución popular. Pero ninguna fuerza reaccionaría puede destruir el proceso revolucionario que nace en la existencia misma de la clase obrera y del campesinado, en la existencia misma del pueblo. Para destruir las raíces de la revolución habría que acabar con el pueblo, lo que está fuera del alcance de las clases reaccionarias a pesar de toda su maldad, su crueldad y sadismo. La marcha del pueblo hacia la conquista de su futuro feliz no puede detenerse. Ello explica por qué a 42 años de la muerte de AGUSTIN FARABUNDO MARTI, y de la Instauración de la tiranía militar, las F.P. L., al impulsar hacia adelante la inmortal bandera de Martí: EL MARXISMO LENINISMO, oriente sus pasos por la estrella roja de la revolución popular, roja como la sangre de los mártires del proletariado que ha de fructificar en el mañana feliz de nuestro pueblo liberado del Imperialismo y de la explotación del hombre por el hombre.
Al realizar en esta época la edición de “ESTRELLA ROJA”, las FPL se esforzarán por hacer honor a la gloriosa herencia revolucionaria.
¡REVOLUCIÓN O MUERTE!
¡EL PUEBLO ARMADO VENCERA!
El Salvador, Centro América, diciembre de 1973.
El presente material contiene las bases que orientan el trabajo práctico de las “FUERZAS POPULARES DE LIBERACION FPL FARABUNDO MARTI”.
Este documento no es un simple material de lectura, sino que es un documento para su estudio y asimilación.
En este número de “ESTRELLA ROJA” se inserta la primera parte. En el número 2 se Insertará la segunda parte, que contiene los capítulos siguientes: El marco en que se desarrolla la lucha del proletariado y demás clases populares; situación del movimiento sindical, de las organizaciones campesinas y de otros sectores populares; los partidos políticos; las organizaciones revolucionarias del proletariado.
En el presente número se incluyen los siguientes capítulos:
I La estrategia la táctica y su interrelación dialéctica.
II La clase obrera, sus aliados y sus enemigos fundamentales.
III La organización revolucionaria de la clase obrera.
IV Los objetivos revolucionarios de la clase obrera y los intereses inmediatos. Su ubicación e interrelación dialéctica.
V Las condiciones objetivas y subjetivas para la lucha revolucionaria.
VI Las alianzas de clase. Su enfoque dialéctico.

INDICE GENERAL
I- LA ESTRATEGIA, LA TACTICA Y SU INTERRELACION DIALECTICA.
Contenido: La estrategia. La táctica. La Táctica al servicio de la estrategia. El carácter de clase de la estrategia. La estrategia Política. La estrategia Militar.
II – LA CLASE OBRERA, SUS ALIADOS Y SUS ENEMIGOS FUNDAMENTALES.
Contenido: ¿Por qué la clase obrera es la clase históricamente más avanzada? El campesinado: aliado principal de la clase obrera. Los otros sectores aliados del proletariado. Los enemigos fundamentales de la clase obrera
III – LA ORGANIZACION REVOLUCIONARIA DE LA CLASE OBRERA.
Contenido: ¿Puede cumplir la clase obrera su papel revolucionario desorganizadamente? El papel de la organización revolucionaria como organizador y conductor de la clase obrera. El carácter marxista-leninista de la organización revolucionaria. La vanguardia de la clase obrera.
IV – LOS OBJETIVOS REVOLUCIONARIOS DE LA CLASE OBRERA Y LOS INTERESES INMEDIATOS. SU UBICACION E INTERRELACION DIALECTICA. Contenido: Diferentes tipos de intereses de la clase obrera. Los intereses fundamentales. Los intereses inmediatos. Su interrelación dialéctica. Por qué los intereses inmediatos pueden separarse de los fundamentales. El economismo, él legalismo, el reformismo. La lucha por los intereses inmediatos como un medio para la elevación de la conciencia revolucionaria
V – LAS CONDICIONES OBJETIVAS Y SUBJETIVAS PARA LA LUCHA REVOLUCIONARIA.
Contenido: ¿Qué son condiciones objetivas? ¿Qué son condiciones subjetivas? ¿Existen condiciones objetivas suficientes para la revolución en El Salvador? ¿Cómo está el estado de los elementos subjetivos? La importancia de la organización revolucionaria para organizar la lucha revolucionaria. Situación revolucionaria. Relación entre guerra del pueblo y situación revolucionaria
VI – LAS ALIANZAS DE CLASE. Contenido: Su base clasista. Las alianzas y su relación con la estrategia de una clase. Lo estratégico y lo táctico en las alianzas. Los objetivos revolucionarios y las demandas inmediatas dentro de las alianzas de clase. Las alianzas a nivel revolucionario y las alianzas a nivel de movimiento reivindicativo inmediato. Su interrelación. Su enfoque dialéctico

I.LA ESTRATEGIA, LA TACTICA Y SU INTERRELACION DIALECTICA.
La estrategia de una fuerza social determinada (en nuestro caso, la estrategia de una organización revolucionaria que expresa los intereses de la clase obrera) engloba todas las líneas fundamentales dentro de las cuales enmarca su actividad y la proyección de su accionar durante un periodo dado. La estrategia es, pues, la línea fundamental durante toda una etapa determinada. La estrategia se encarna en la vida a través de la táctica, la cual busca la aplicación de la estrategia en cada momento concreto.
La táctica está al servicio de la estrategia, acondicionada a los marcos de ésta. Hay pues; una íntima interrelación dialéctica entre la estrategia y la táctica, y al mismo tiempo que ésta está supeditada a aquella, la aplicación de adecuadas tácticas hace avanzar a aquella o lo contrario: en el caso de la aplicación de tácticas inapropiadas. Así en un momento dado, una acción táctica puede convertirse en paso estratégico en uno u otro sentido, cuando a través de un determinado paso técnico la estrategia da un salto de calidad en su desarrollo.
Pero una estrategia no es una línea abstracta y neutra, válida para las distintas clases de la sociedad, sino que la estrategia tiene carácter de clase, puesto que encarna los intereses de una clase determinada y va dirigida a alcanzar los objetivos de clase de la misma. En la sociedad dividida en clases sociales existen unas clases que tienen intereses contrapuestos (antagónicos); irreconciliables, con los intereses de otras clases de la misma sociedad. Así como también hay intereses de clase que no son antagónicos entre sí y que pueden combinarse para lograr objetivos fundamentales similares.
De allí que las clases con intereses antagónicos tienen estrategia diferente, antagónica e irreconciliable: mientras que las clases no antagónicas y amigas, tienen una estrategia coincidente o común en lo fundamental.
Parte de la estrategia es, precisamente, la alineación de fuerzas favorables o contrarías a una clase social determinada. Sin embargo, en toda alineación de fuerza de clase, una de ellas debe ejercer la dirección y hegemonía, y en el caso de las clases revolucionarias, esa es aquella cuyos intereses expresan en grado más fiel y con más profunda perspectiva histórica de las necesidades del desarrollo de la sociedad.

Elementos que entran en la línea estratégica.
Una línea estratégica toma en cuenta como una de sus bases a las propias fuerzas de las clases coincidentes y aliadas, así como a las del campo contrario; toma en cuenta la correlación de fuerzas presentes y en perspectiva, de ambos campos, y como cambiar esa correlación de fuerzas en favor de la clase determinada.
Los medios básicos para el cambio estratégico de tal correlación de fuerzas es parte básica de tal estrategia.
Una línea estratégica contiene, entonces:
Los fines y objetivos fundamentales de una clase determinada, a alcanzar en una etapa histórica determinada. Tales objetivos expresan los intereses fundamentales de tal clase en dicho periodo. – Los enemigos fundamentales y secundarios de tal clase.
– La correlación de fuerzas presentes y la perspectiva histórica su cambio radical a favor de la clase determinada y de sus aliados. Los medios fundamentales (el camino básico) para lograr el cambio radical en la correlación de fuerzas, el triunfo histórico de la clase determinada y sus aliados y la derrota definitiva de las clases enemigas
– Dentro de la estrategia general de todo un período histórico, la organización revolucionaria planea su estrategia para lapsos menores, que le permiten orientar todo el trabajo y las proyecciones en esa etapa del desarrollo de la estrategia. Tales lineamientos estratégicos concebidos para etapas menores, constituyen los planeamientos estratégicos durante cada etapa determinada.
– LA ESTRATEGIA POLITICA engloba TODOS LOS ASPECTOS de la estrategia de una clase (y de una organización revolucionaria de la clase obrera) Es la que marca la orientación y lineamientos fundamentales de todas las otras ramas estratégicas de la clase (económica, social, militar, etc.).

– LA ESTRATEGIA MILITAR de una organización revolucionaria está supeditada a la estrategia política y no solo supeditada de cualquiermanera, sino que es PARTE de la estrategia política (conocida es la máxima de que lo militar es la continuación de lo político por medios armados). Dentro de tal marco, el desarrollo de la estrategia se rige por sus leyes específicas: por las leyes del arte militar; por las leyes de la guerra; cuya aplicación no debe conducir a sobreponer la estrategia militar a la estrategia política de la clase. – Siendo que lo político abarca lo militar: por qué las FPL llaman a su estrategia político-militar? y no simplemente política? Si bien es cierto que la estrategia política abarca lo militar en lo general, no siempre lo contiene en lo concreto. Precisamente en esto se basa la posibilidad de que los oportunistas en nuestro país hayan castrado a la estrategia política de los elementos militares revolucionarios indispensables para la lucha del proletariado, o los hayan relegado al momento del “asalto decisivo” al Poder. Por ello, la estrategia revolucionaria integral de la clase obrera, impulsada por las FPL es una estrategia de concreto contenido político-militar.
La incidencia de las coyunturas sociales.
Sin embargo, el desarrollo de una estrategia se realiza dentro de las situaciones concretas que se van formando en el marco de la sociedad, las cuales no trascurren en un plano fijo, imperturbable y lineal, sino en un proceso dialéctico de factores positivos y negativos que chocan entre sí y se interinfluyen, con avances y retrocesos, con cambios y formaciones cuantitativamente diversas que van formando COYUNTURAS favorables o adversas para el desarrollo de la estrategia de una clase determinada. Una coyuntura social es la conjunción de elementos que crean, en un momento dado, una situación favorable para alcanzar un avance o salto apreciable en el desarrollo de una estrategia, o desfavorable a la misma. Tal conjunción de elementos puede formarse por la agudización de contradicciones en el seno de las clases contrarias; por su desmoralización, o descomposición, o desintegración de sus fuerzas (o en caso contrario, por su cohesión interna); por el aparecimiento o agudización de las crisis económicas o políticas dentro de un régimen determinado; por el auge del propio movimiento, etc.

Cuando varios de estos factores se juntan en un determinado momento en un punto nodal (nudo), se presenta una coyuntura, la cual pasa, al cesar o debilitarse algunos de sus elementos componentes ó al ser aprovechada para dar paso a una situación diferente. Por la misma naturaleza de su formación, la coyuntura no.es permanente, sino pasajera, circunstancial.
La línea y tácticas adoptadas en una coyuntura tienen que estar al servicio del desarrollo de la estrategia que se trata de hacer avanzar. Sólo así la coyuntura puede convertirse en un factor favorable a la estrategia de una clase social determinada e, incluso, convertirse una determinada coyuntura en elemento estratégico para un salto cualitativamente superior que permita la realización de los objetivos fundamentales de transformación radical de la sociedad, que persigue una estrategia de las clases revolucionarias.
Por ello, la coyuntura no es un fin en sí, que debe de ser aprovechada contraponiéndola a la estrategia de una clase determinada, sino que la línea táctica durante la coyuntura tiene que estar puesta al servicio de la estrategia de la clase y supeditada a la estrategia, al desarrollo de ésta.

II.LA CLASE OBRERA, SUS ALIADOS Y SUS ENEMIGOS FUNDAMENTALES.
La clase social que dentro del sistema capitalista está colocada en una situación que le permite emprender los cambios sociales más profundos y decisivos es la clase obrera, especialmente la clase obrera industrial. Es la clase cuyo porvenir está indisolublemente ligado al socialismo; es decir, a la destrucción del régimen de explotación capitalista y su sustitución por el régimen socialista. Es la clase que ha nacido con el capitalismo y que crece y se desarrolla a medida en que el capitalismo crece, pues el capitalismo hace crecer a medida en que se desarrolla a la fuerza social que le ha de sepultar. La clase obrera adquiere hábitos de organización y disciplina que las otras clases del pueblo no tienen; es la clase que con su fuerza de trabajo produce la plusvalía, las riquezas de la sociedad y que está desligada de la propiedad de los medios de producción. Por lo cual no tiene nada que perder con la liberación popular y con la revolución socialista, sino que “todo un mundo por ganar”. Por ello es la clase interesada históricamente; sus intereses fundamentales representan el más avanzado desarrollo fundamental de las últimas clases revolucionarias de la sociedad. La clase obrera está constituida por el proletariado industrial y el proletariado agrícola.
-La clase que en el proceso revolucionario ha de convertirse en el aliado principal de la clase obrera es el campesinado; principalmente su sector más revolucionario, que es el semi-proletariado del campo (llamado también el campesinado pobre) y el campesinado medio. En segundo lugar, los sectores avanzados de la pequeña burguesía, especialmente el estudiantado, los maestros, empleados, la intelectualidad progresista, los pequeños y medianos comerciantes y productores.
El enemigo fundamental de la clase obrera es la BURGUESIA, poseedora de los medios fundamentales de producción, por lo cual ejerce la explotación más desenfrenada sobre aquella y que dispone del Poder y de los medios represivos para ejercer la opresión sobre las clases explotadas. Pero la burguesía interna está estructuralmente acondicionada al dominio que la burguesía imperialista ejerce sobre el país y la zona, especialmente el imperialismo yanqui, que ha pasado a ser el enemigo fundamental de todo el pueblo y que es el sostenedor principal de las clases explotadoras internas. Junto al imperialismo, y a la burguesía interna (comercial bancaria), los restos de la antigua clase terrateniente (en pleno proceso de aburguesamiento) forman el cuadro de los enemigos fundamentales de la clase obrera y demás clases revolucionarias del pueblo. El imperialismo yanqui es el enemigo principal; la oligarquía burgués terrateniente y los gobiernos pro-imperialistas y pro-oligárquicos, son los enemigos inmediatos.
Algunos sectores más débiles económica y políticamente de la burguesía interna, sienten la supeditación y explotación de los imperialistas y oligarcas, pero a estas alturas se encuentran ligados a ellos por muchos lazos que les impiden jugar un papel revolucionario en el actual proceso de las luchas populares.

III.LA ORGANIZACION REVOLUCIONARIA DE LA CLASE OBRERA
Sin embargo, la clase obrera no puede cumplir con su papel de impulsora de la revolución y dirigente de las fuerzas populares, de manera espontánea y desorganizada. La teoría científica revolucionaria el marxismo leninismo le permite elevarse a la conciencia revolucionaria necesaria y al dominio de los medios apropiados para transformar la sociedad.
Pero sin una organización revolucionaria de su clase que domine la ciencia del marxismo-leninismo y eleve a los grados de conciencia, organización y disposición revolucionaria, tal rol no podría ser cumplido por el proletariado. Por eso, eslabón básico para que la clase obrera cumpla con su papel histórico revolucionario es la existencia de una seria organización revolucionaria de la clase obrera, que responda a sus intereses fundamentales e inmediatos, que sea capaz de aplicar la ciencia del marxismo-leninismo creadoramente a las condiciones concretas en un momento dado, y de esa manera que sea capaz de promover a la clase obrera al desempeño del papel histórico que le corresponde realizar entre las clases populares.
En el actual estado del desarrollo social una organización, para ser consecuentemente revolucionaria tiene que ser marxista leninista y expresión genuina de la clase obrera. El marxismo leninismo proporciona el método científico de análisis, interpretación y transformación de la sociedad. Sin tal método científico una organización no podría ni orientarse, ni orientar y dirigir acertadamente a la clase obrera.
Sin embargo, no basta con que una organización revolucionaria se declare vanguardia de la clase obrera, u organización revolucionaria de la clase obrera, para serlo. Para ello es necesario:
1. Aplicar consecuentemente la ciencia revolucionaria del proletariado a las condiciones concretas del país;
2. Expresar y defender acertadamente los intereses fundamentales e inmediatos de la clase obrera, y
3. Establecer estrechos vínculos orgánicos con la clase obrera, que determinen la proletarización efectiva de la organización revolucionaria en su composición, en sus métodos de organización, en sus métodos de dirección y trabajo. Hay una gran distancia entre las declaraciones de constituir una organización revolucionaria del proletariado y serlo realmente, como la que media entre los deseos, intenciones o intentos y la realidad. Tales deseos o intenciones representan indudablemente un gran paso de avance en una organización revolucionaria; pero el confundir los deseos con la realidad sienta las bases para la dogmatizarían de la actividad revolucionaria que se aleja de la aplicación creadora y consecuente del marxismo.
Una consecuente, organización revolucionaria se convierte en la práctica en la vanguardia de la clase obrera por su visión y perspectiva histórica, por la acertada aplicación del marxismo-leninismo a la realidad concreta, a través de una estrategia revolucionaria acertada y de tácticas adecuadas en cada momento dado; por su esforzado trabajo revolucionario mostrado en la acción práctica, por los apropiados métodos de dirección y organización, por los lazos que establece con la clase y por la influencia que ejerce sobre ella.
Pero tampoco basta a una organización revolucionaria declararse como vanguardia de la clase obrera para serlo objetivamente; sino que tiene que ser ganado en cada momento dado en la acción revolucionaria práctica.
Tampoco puede ganarse el título de vanguardia de clase de una vez y para siempre, sino que una organización que en un momento determinado ha estado a la vanguardia de la clase obrera puede dejar de serlo, e incluso, convertirse en retranca para el desarrollo revolucionario de su clase. No tomar en cuenta esto es caer en dogmatismo teórico y práctico.

IV.LOS OBJETIVOS REVOLUCIONARIOS DE LA CLASE OBRERA Y LOS INTERESES INMEDIATOS. SU UBICACION E INTERRELACION DIALECTICA.
La clase obrera tiene intereses fundamentales e intereses inmediatos. Los intereses fundamentales son los que están vinculados a su necesidad histórica de transformar radicalmente la sociedad para hacer desaparecer por siempre el sistema social basado en la explotación de unos hombres por otros y emprender la construcción de una sociedad basada en la propiedad social de los medios de producción y en relaciones de igualdad y fraternidad entre los hombres. Los intereses fundamentales de la clase obrera sólo pueden alcanzarse a través de la revolución, por lo cual se denominan también como sus intereses revolucionarios. Los objetivos revolucionarios de la lucha de la clase obrera expresan tales intereses fundamentales y tiene por finalidad el cambio revolucionario de la estructura (de la base económica de la sociedad actual (capitalista) y de su correspondiente superestructura (política, institucional, jurídica, ideológica ) y la construcción de una nueva estructura y superestructura correspondiente a la sociedad socialista.
Son intereses fundamentales de la clase obrera: la liberación del país respecto del imperialismo; la liquidación del poder económico y político de la oligarquía burgués-terrateniente y de la burguesía en general; la liquidación del régimen político, jurídico, administrativo, educacional, ideológico, etc., representante de los intereses de las clases explotadoras, lo cual sólo es posible a través de la destrucción de las fuerzas militares y represivas del régimen de explotación, la toma del Poder político por parte de la clase obrera aliada a las otras clases populares revolucionarias y la instauración del poder popular. Después de lo cual, tienen que ser emprendidas las transformaciones revolucionarias en la estructura y la superestructura de la sociedad, o sea, la construcción de la nueva sociedad, transformaciones que corresponden a los intereses fundamentales de la clase obrera y del resto del pueblo.
Pero la clase obrera y sus aliados tienen no sólo intereses fundamentales, sino que también necesidades inmediatas que enfrentar, derivadas de las urgencias vitales enormemente agravadas por el régimen de explotación, opresión e injusticias de las clases explotadoras dominantes. Estas necesidades son: la alimentación, la vivienda, la ropa, la medicina y asistencia médica, la educación, el descanso y distracción, el transporte y las necesidades crecientes que va imponiendo a la sociedad el desarrollo de la tecnología y de la ciencia.
Para atender esas necesidades vitales crecientes, el obrero necesita trabajo permanente al alcance de sus capacidades, un salario justo de acuerdo a sus necesidades familiares, condiciones humanas y justas de trabajo, una normal intensidad de trabajo, prestaciones sociales adecuadas, etc. El campesino necesita tierra suficiente, instrumentos de labranza, semillas, abonos e insecticidas, buenas condiciones de colocación de la cosecha, etc. Los empleados, maestros y otros sectores trabajadores necesitan sueldos capaces de cubrir las necesidades vitales familiares, escalafón justo, etc.
Pero el sistema capitalista, basado en la máxima ganancia para los capitalistas, a costa de la máxima explotación sobre los trabajadores (de la máxima cuota de plusvalía), no puede garantizar a la inmensa mayoría del pueblo trabajador ni siquiera los más elementales niveles de subsistencia. Crece desmesuradamente el ejército de reserva de trabajo (la desocupación); se desvaloriza continuamente el salario (baja el salario real), se intensifica el ritmo del trabajo, se eleva incesantemente el costo de la vida, crece el hambre, la miseria. Los trabajadores están obligados a luchar por las necesidades vitales inmediatas para evitar que sus hijos mueran de hambre, desnutrición y de las enfermedades derivadas (sin tiempo para esperar el triunfo de la revolución). Mientras en un polo se acumula desmesuradamente la riqueza en manos de unos pocos insaciables explotadores, en el polo opuesto la inmensa mayoría de habitantes compuesta por el pueblo trabajador se mueve en los linderos de la inanición, en la falta de trabajo, acrecentando las poblaciones de covachas, sintiendo todo peso de las crisis económicas y de la represión política.
En tales condiciones no queda otra alternativa a los sectores explotados que luchar TODOS LOS DIAS por sus demandas inmediatas ya que hasta el mínimo mejoramiento en las condiciones de vida y de trabajo y el respeto a derechos elementales tiene que ser arrancado a base de enérgica lucha a sus feroces explotadores. La lucha por las demandas inmediatas de la clase obrera y demás sectores del pueblo se subdividen generalmente en tres ramas relacionadas entre sí: ECONOMICAS (salarios y sueldos, aguinaldos, vacaciones pagadas, etc.) SOCIALES (asistencia médica, salubridad, vivienda, educación, tecnificación, etc.) y POLITICAS (los derechos democráticos, la lucha contra la represión, etc.).
Para las clases del pueblo es imperativa la lucha por sus demandas urgentes e inmediatas y, no obstante su carácter imperativo e ineludible, la lucha por demandas inmediatas no resuelve el problema fundamental: no termina con la explotación y la opresión que son la raíz de los graves problemas y sufrimientos de las masas, pues no termina con el sistema económico, político y social que es el causante de esa situación.
Pareciera que aquí se estableciera una contradicción o un círculo vicioso y que, puesto que la lucha por las necesidades vitales inmediatas deja intactas las raíces que generan los graves males sociales, pareciera inútil la lucha por las demandas inmediatas. Pero eso no es así: si las masas trabajadoras no lucharan por disminuir los grados de explotación y opresión de sus crueles explotadores, se acrecentarían inconmensurablemente los sufrimientos del pueblo trabajador.
Verdaderamente no existe contradicción esencial entre los intereses inmediatos de la clase obrera y sus intereses fundamentales. Tanto unos como otros son legítimos intereses de la misma clase y se complementan intereses que tienen la misma. Revolucionarios de la clase, brisa en problemas fundamentales se complementa con la lucha por sus intereses cotidianos. Igual cosa sucede con los intereses fundamentales e inmediatos de las otras clases revolucionarias.
Sin embargo, existen raíces objetivas para que la lucha por los intereses inmediatos puedan separarse, e incluso contraponerse, a la lucha revolucionaria. Tales raíces estriban en el hecho de que ambos aspectos de la lucha de la clase obrera son de calidad diferente (cualitativamente diferentes): la primera ha de realizarse en el marco del régimen de explotación, sin proponerse por sí misma la destrucción del régimen de explotación; la otra, se propone la sustitución del régimen de explotación por otro superior. Es más, la lucha por las reivindicaciones inmediatas no se convierte POR SI MISMA en la lucha por la revolución.
Este elemento objetivo es aprovechado por el régimen de explotación para tratar de que la lucha reivindicativa de las masas no lleve su nivel de perspectiva más allá del marco del régimen de explotación y no se ensamble con sus intereses fundamentales de clase. Esto lo logra por medio de su influencia ideológica en el seno del movimiento reivindicativo de la clase obrera (ideología burguesa que responde a los intereses FUNDAMENTALES de la burguesía). De tal manera, propende a que las reivindicaciones inmediatas de la clase obrera se conviertan en un objetivo en sí, desligado de los objetivos revolucionarios de clase. Importantes armas ideológicas de la burguesía para lograr que la lucha por las reivindicaciones inmediatas de la clase obrera no se ensamble con la lucha por sus objetivos revolucionarios, sino que, sirva a los intereses fundamentales de la burguesía de prolongar el régimen de explotación, son: EL ECONOMISMO, que rebaja la lucha reivindicativa del proletariado al nivel de sus reivindicaciones económicas, desligándola de la lucha política; EL LEGALISMO, que encajona la lucha reivindicativa dentro del marco de las leyes del Estado de los explotadores; y el REFORMISMO, que hace concebir la ilusión a los trabajadores de que no es necesaria la destrucción revolucionaria del régimen de explotación capitalista, sino que a través de reformas dentro del mismo, se podrán resolver plenamente todos los problemas de los trabajadores.
Por otro lado, la burguesía, al encarrilar la lucha reivindicativa en el marco de los intereses fundamentales capitalistas, neutraliza las conquistas inmediatas de la lucha de la clase obrera (y de las clases explotadas) haciendo uso de todos los mecanismos económicos, financieros, políticos, jurídicos, administrativos, represivos, etc., que le confiere su situación de tener en sus manos el poder estatal y económico.
¿Cómo lograr, entonces, que los intereses inmediatos y los intereses fundamentales de la clase obrera vayan en la misma dirección? Es evidente que, para ello, la lucha por los intereses fundamentales no es la que debe hacerse descender al nivel de los intereses inmediatos de la clase, sino que la lucha por estos últimos (los inmediatos) es la que debe convertirse en un MEDIO para elevar la conciencia de clase de los trabajadores al nivel de comprensión y disposición a la lucha por sus objetivos revolucionarios.
La lucha por los intereses inmediatos debe ser UN MEDIO Y NO UN FIN en sí. Un medio que permita a sectores de la clase obrera (y otras clases progresistas) adquirir los primeros escalones de organización y disciplina; que les permita tener elementales choques de clase con sus explotadores, y que a través de ellos, puedan percibir las causas y raíces de la explotación, el enlace entre el Estado y las clases explotadoras y, de esa manera, comprender la necesidad de impulsar la lucha revolucionaria que ponga fin al régimen de explotación y opresión.
De esta manera, la lucha por los intereses inmediatos no se contrapone a la lucha por los objetivos revolucionarios, sino que se convierte en el eslabón necesario, imprescindible e inseparable de la misma.
Esto lleva a la comprensión asimismo, de lo perjudicial que es para el desarrollo del proceso revolucionario, tanto el convertir la lucha reivindicativa en un fin contrapuesto a la lucha revolucionaria, como, por otro lado, menospreciar la importancia de la lucha reivindicativa como medio para elevar a la clase obrera a la conciencia revolucionaria.
Hay una interrelación dialéctica entre uno y otro aspecto de la lucha de la clase obrera: la lucha reivindicativa orientada revolucionariamente es indispensable para el desarrollo de la lucha revolucionaria; y a la vez ésta contribuye al desarrollo de la lucha reivindicativa popular. Ahora bien, en esta relación e interacción, la lucha por los intereses inmediatos debe estar en FUNCION de la lucha por los intereses funda-mentales, ensamblarse inseparablemente a ésta y estar dirigida a SERVIR AL DESARROLLO DEL PROCESO REVOLUCIONARIO. Es decir, LA LUCHA REIVINDICATIVA DEBE TENER CONTENIDO REVOLUCIONARIO. Tal es la interinfluencia y ubicaciónque corresponde a ambos aspectos de la lucha de la clase obrera.

V.LAS CONDICIONES OBJETIVAS Y SUBJETIVAS PARA LA LUCHA REVOLU CIONARIA.
La lucha revolucionaria tiene una base objetiva. Cuando las relaciones de producción entran en contradicción con el carácter de las fuerzas productivas se crea la base para la sustitución revolucionaria de un modo de producción por otro, a través del correspondiente cambio revolucionario en la estructura y superestructura de la sociedad. Es un hecho objetivo e histórico que se forma independientemente de la voluntad o conciencia de los hombres.
Históricamente este hecho objetivo existe (en el capitalismo) desde el siglo pasado, y precisamente el rasgo fundamental de la época actual, en dimensión global, es la transición del capitalismo al socialismo.
Son elementos OBJETIVOS: la existencia de clases sociales antagónicas; la defensa del Poder y de sus privilegios por parte de las clases reaccionarias; las contradicciones en el seno de las clases dominantes; la crisis de estructura del régimen (en esta época, la crisis general del capitalismo) la agudización coyuntural de las crisis económicas cíclicas, de las crisis políticas y sociales, y los efectos económicos y sociales de la explotación de las clases reaccionarias sobre las inmensas mayorías trabajadoras; la opresión política; la dependencia respecto del imperialismo, y otros factores similares.
Pero para que se lleve a cabo la revolución social no basta con la existencia de elementos objetivos que la hagan necesaria, sino que es indispensable el desarrollo de elementos SUBJETIVOS, o sea de factores dinámicos en los que interviene la conciencia social y que representan los instrumentos para la revolución social.
Como el pueblo es el factor fundamental para la transformación revolucionaria y éste tiene clases de vanguardia histórica, es indispensable que éstas (y especialmente el sector avanzado de las mismas) cobren conciencia del papel queles corresponde desempeñar en el proceso revolucionario y de los medios y métodos para lograrlo, y, qué se organicen para ello. La elevación de la conciencia revolucionaria del pueblo, su preparación ideológica, teórica y política, la creación de la vanguardia revolucionaria político-militar, la creación de la unidad revolucionaría, la elevación de su disposición a la lucha revolucionaria, son elementos subjetivos necesarios para alcanzar el triunfo de la revolución popular.
Sin ellas, aunque existan elementos objetivos suficientes, no cristaliza la revolución.
Y en esto se establece una interrelación dialéctica, pues si bien es cierto que las condiciones materiales de la sociedad crean la base indispensable para las transformaciones revolucionarias, a su vez, los elementos subjetivos que se desarrollan sobre esa base, las ideas, la conciencia, son indispensables y decisivos para realizar las transformaciones revolucionarias y crear una nueva base, una nueva estructura y superestructura de la sociedad, nuevas relaciones de producción, acordes con el carácter de las fuerzas productivas.
Tal relación dialéctica pone de relieve Lenin cuando dice que “sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario” o cuando subraya que “las ideas, al encarnar en las masas, se convierten en fuerza material”, transformadora de la sociedad.
De allí la importancia decisiva de la organización revolucionaria de la clase obrera, clase que dentro del capitalismo (y el socialismo) desempeña históricamente el papel de vanguardia y de que dicha organización domine la teoría científica del proletariado –le marxismo-leninismo-,sea capaz de ligarse íntimamente a su clase, de organizarla y de incorporar los sectores revolucionarios del pueblo a la lucha revolucionaria; que sea capaz de tener una proyección estratégica y una conducción táctica apropiadas y de utilizar acertadamente métodos de dirección hacia el pueblo y de trabajo revolucionario.
En El Salvador (y Centro América) las condiciones objetivas para llevar a cabo la revolución popular existen de sobra, desde hace varias décadas; pero los elementos subjetivos van en retraso (la organización revolucionaria político-militar-de la clase obrera, la conciencia revolucionaria, la disposición revolucionaria y el grado de organización revolucionaria de las masas obreras y campesinas y de otros sectores, no están a la altura de la tarea histórica). En esto, especial responsabilidad han tenido las organizaciones y sectores de la izquierda tradicional que, encabezadas por la dirección derechista del PCS se han hundido en el pacifismo, el reformismo, el legalismo y el economismo, dañando el proceso de elevación de la conciencia, organización y disposición revolucionaria de la clase obrera y otras clases explotadas.
Por ello, la tarea emprendida por las FPL de convertirse en una seria organización revolucionaria político-militar de la clase obrera con proyección hacia el resto del pueblo, es una tarea clave para la revolución popular ya que propende a elevar la conciencia, la organización y la disposición revolucionarias de las masas obreras, campesinas y sectores avanzados de la pequeña burguesía, a través de las tareas necesarias para conducir la guerra revolucionaria del pueblo que combina la acción militar revolucionaria con la lucha combativa de las masas por sus reivindicaciones inmediatas, como medio para la elevación de su conciencia revolucionaria.

SITUACION REVOLUCIONARIA. Ahora bien, las condiciones objetivas existentes en el país: la opresión de las clases dominantes internas y las modalidades del neo-colonialismo han obligado a los sectores avanzados a emprender el desarrollo del proceso revolucionario a través de la guerra prolongada del pueblo; pero ello no debe confundirse con el término aplicado por Lenin de “SITUACION REVOLUCIONARIA”. Se entiende por ésta, una coyuntura especial en la que, en un momento determinado, se han juntado muchos factores básicos objetivos y subjetivos para realizar INMEDIATAMENTE la Revolución: un momento en el cual las clases dominantes se encuentran confundidas, ya no pueden gobernar con los métodos que han estado usando, sus contradicciones internas llegan a agudizarse al máximo, dentro de una extrema crisis política y económica y, a su vez, la clase obrera y sus aliados han llegado a comprender que ya no es posible seguir soportando por más tiempo ese dominio, con un elevado grado de conciencia y disposición revolucionarias, al punto de decidirse a morir combatiendo antes que seguir viviendo así; dirigidos a su vez por una organización revolucionaria capaz de interpretar la situación histórica del momento y dispuesta a dirigir al pueblo a la toma del Poder y a la construcción de la nueva sociedad.
Pero una situación revolucionaría no dura mucho tiempo. Si el pueblo no ha tenido los elementos subjetivos acordes con tal situación, las clases dominantes logran sostener su dominación, especialmente a través de un régimen fascista que trate de ahogar en sangre al movimiento revolucionario.
La guerra prolongada del pueblo, al impulsar el proceso revolucionario político-militar de éste, al incorporarlo en forma creciente a la lucha revolucionaria, al elevar su. grado de organización, de conciencia y de disposición revolucionaria por un lado; y otro, al combatir con todas las armas apropiadas a las clases dominantes, al dificultar o frustrar la realización de los planes económicos, políticos y sociales del imperialismo y sus lacayos, al profundizar sus contradicciones internas, sus crisis económicas y políticas, crea e impulsa elementos que desembocan inevitablemente en situaciones revolucionarias que pueden ser aprovechadas por el pueblo para el SALTO REVOLUCIONARIO.

Relación entre guerra del pueblo y situación revolucionaria.
Sin embargo, no debe confundirse “situación revolucionaria”, con guerra del pueblo, o creer que ésta sólo puede desarrollarse en el marco de una situación revolucionaria. Precisamente, uno de los más dañinos errores de las corrientes de izquierda conservadoras es sostener que a la guerra del pueblo sólo puede recurrir éste en la coyuntura especial de una situación revolucionaria y que todo el proceso previo de desarrollo hacia la revolución debe realizarse con medios pacíficos de lucha. Con dañina tesis se trata de privar al pueblo de la utilización de todos sus medios de lucha contra las clases dominantes, retrasándose y estorbándose la incorporación plena del pueblo a la lucha revolucionaria.
La guerra del pueblo, tomando en cuenta su carácter prolongado al organizar concretizar e incorporar al pueblo a la lucha revolucionaria político-militar, desde una situación de gran desventaja en la correlación de fuerzas con el enemigo, hasta una situación de equilibrio de fuerzas, y finalmente, hasta la creación de una correlación de fuerzas favorable a las fuerzas revolucionarias, propicia la formación de una situación revolucionaria que, aprovechada por las fuerzas revolucionarias, hace viable el triunfo de la revolución.
La necesidad de este proceso dialéctico de cambios en la correlación de fuerzas es precisamente lo que determina el carácter PROLONGADO de la guerra del pueblo, diferente al carácter transitorio y coyuntural de una situación revolucionaria. La situación revolucionaria, como coyuntura especial, puede crearse no sólo una sino varias veces en el transcurso de la guerra prolongada del pueblo, y dependerá del grado de desarrollo de las fuerzas revolucionarias para estar en capacidad en un momento determinado de aprovecharlo para el SALTO REVOLUCIONARIO.
Las Alianzas de clase. (Su base. Las alianzas y su relación con la estrategia de una clase. Lo estratégico .y lo táctico en las alianzas. Los objetivos revolucionarios y las demandas inmediatas dentro de las alianzas).
Uno de los elementos estratégicos de una clase es su política de alianzas con otras clases o sectores de clase. Su objetivo es crear una conjunción de fuerzas (en calidad y cantidad ) que permita cambiar a su favor la correlación desfavorable (y fortalecerla cuando ya sea favorable) para destruir las fuerzas del enemigo, vencerlo y no permitir su posterior recuperación.
Para una organización político-militar revolucionaria que aspire a ser (o efectivamente lo sea) una vanguardia de la clase obrera, su política de alianzas de clase tiene una importancia de primer orden.
Como ya hemos visto en nuestro país, la clase obrera (industrial y agrícola), para impulsar el proceso revolucionario tiene como ALIADO PRINCIPAL al campesinado; en primer lugar, al campesinado cobre, conocido como semiproletariado del campo y en segundo lugar, al campesinado medio, especialmente su sector menos acomodado. Firmes aliados revolucionarios del proletariado también pueden llegar a ser los sectores avanzados del estudiantado, maestros, empleados, privados y públicos, intelectuales y profesionales. En segundo lugar, los sectores progresistas de los pequeños y medianos comerciantes, pequeños y medianos industriales y artesanos, pequeños y medianos cafetaleros y otros sectores similares.
¿En que se basa la posibilidad de la alianza revolucionaria del proletariado con el campesinado y los sectores avanzados de la pequeña burguesía? Se basa en la similitud y coincidencia de intereses económicos, sociales y políticos, pues tanto el proletariado como las clases y sectores de clase que son sus aliados potenciales sufren la explotación y opresión económico-político-social de las clases explotadoras dominantes y sólo pueden obtener su liberación por medio de la transformación revolucionaria dé la sociedad. Por otra parte, como ya la burguesía ha agotado su potencial revolucionario, estos sectores que no tienen intereses antagónicos con el proletariado pueden identificar sus fundamentales fines revolucionarías con los de éste, siendo capaces de acompañarlo hasta el socialismo, mediante la elevación de su conciencia revolucionaria a través del proceso de lucha conjunta.
Es evidente que ninguna clase revolucionaria por sí sola, sería capaz de destruir el poder de la burguesía interna y del imperialismo y que para hacerlo requiere, con una necesidad ineludible, de la conjunción de fuerzas de las clases revolucionarias. En esto estriba la necesidad para el proletariado de forjar su unión con las otras clases revolucionarias, unión que toma el carácter de alianza revolucionaria de las clases explotadas, bajo la dirección y hegemonía del proletariado, dirigido a su vez por sus organizaciones revolucionarías de vanguardia.
Ahora bien, tal unidad revolucionaria unidad estratégica enfilada a alcanzar los fines estratégicos revolucionarios de clase, se forma en la lucha conjunta diaria, la cual se realiza no sólo a nivel de la lucha directa por los objetivos revolucionarios, sino también al nivel de la lucha por los objetivos inmediatos económicos, políticos y sociales; y se realiza no sólo en la instancia estratégica, sino, para que pueda tener fuerza estratégica precisa cobrar vida a través de la diaria y múltiple acción táctica, tanto al nivel reivindicativo por objetivos inmediatos como al nivel consciente a los objetivos revolucionarios.
El forjamiento de la unidad estratégica de las clases y sectores de clase revolucionaria, encabezadas por el proletariado> se hace viable a través de la alianza en el terreno de las acciones tácticas EN LA LUCHA CONSCIENTE POR LOS OBJETIVOS REVOLUCIONARIOS DE ESTAS CLASES, y en la lucha por los objetivos inmediatos de las mismas o sea, a través de las alianzas tácticas del proletariado con las clases revolucionarias.
Es preciso tener presente que éste es un proceso dialéctico cuyos distintos grados de desarrollo se influyen mutuamente; es decir, que el proceso de las alianzas de clase no es un proceso lineal y mecánicamente escalonado, en el cual se tiene que ir por etapas estrictamente delimitadas; por ejemplo, primero, toda lucha reivindicativa inmediata, y después, la etapa de la lucha por los objetivos revolucionarios. Tal concepción metafísica de las alianzas de clase conduciría a perjudicar la lucha por la revolución, ya que la lucha diaria, las acciones tácticas se dan en ambos niveles.
La cuestión estriba en comprender cuál de ambos niveles de lucha debe ponerse al servicio del otro para impulsar hacia adelante todo el proceso; cuál es el decisivo y más avanzado y, en función de esto, cuál debe elevarse de nivel para que contribuya al avance de lo fundamental. Y es evidente que en el proceso hacia la revolución, es la lucha por las reivindicaciones inmediatas (y en consecuencia las alianzas necesarias en este nivel) la que tiene que ponerse en función y al servicio de la lucha por la revolución, y son un medio para elevar a las clases a la disposición y conciencia revolucionaria.
En: esta acción e interacción dialéctica estriba la dinámica de las alianzas tácticas de clase realizadas en el terreno de la lucha por las reivindicaciones inmediatas. Tales alianzas no deben estar en contra de los objetivos revolucionarios, no deben perjudicar la toma de conciencia y disposición revolucionaria de las masas, pues de ser éste así, no sólo no ayudarían al proceso de educación revolucionaria de las masas, sino que en vez de favorecer la estrategia revolucionaria del proletariado, podrían pasar a favorecer la estrategia de las clases reaccionarias dominantes. De allí que toda alianza táctica del proletariado en el nivel de la lucha reivindicativa de las masas populares, tiene que ir inequívocamente dirigida a propiciar la estrategia revolucionaria del proletariado, a elevar la conciencia de las masas populares hacia el forjamiento de una unidad estratégica revolucionaria de las clases avanzadas de la sociedad.
Sería anti dialéctico y perjudicial al forjamiento de la conjunción de fuerzas revolucionarias considerar que, si bien es cierto que al nivel revolucionario las alianzas deben tener carácter revolucionario; en cambio, al nivel de la lucha reivindicativa inmediata las alianzas tácticas pueden tener otro contenido ( por ejemplo contenido economista, reformistas, etc.) realizándose con quien quiera, incluso con aquéllos que están luchando consecuentemente contra los objetivos revolucionarios del proletariado, contra su estrategia revolucionaria. Un enfoque así, conducirla a una situación tal, que la alianza táctica a nivel (es decir en un nivel inferior de lucha) podría hacerse con aquellos mismos que se enfrentan con nosotros con las armas en la mano en el terreno político militar.

Un enfoque oportunista, basado en la concertación de alianzas sin principio en el terreno de las reivindicaciones inmediatas (político-económica) ha sido uno de los graves errores de las corrientes “de izquierda” tradicionalistas y que ha contribuido en ellas a la unilateralización de los medios de lucha, limitándolas al pacifismo y al legalismo burgués; lo que los ata a la estrategia burguesa, y los aleja de los “peligros” de chocar con tales “aliados” en el terreno revolucionario, del que se han alejado.
Un enfoque convergente a éste en el terreno de las alianzas tácticas por reivindicaciones inmediatas, también podría ablandar la lucha revolucionaria de organizaciones político-militares y hacerlas retroceder a las vecindades del camino trillado por el tradicionalismo de izquierda en materia de alianzas.
Pero para que las alianzas tácticas contribuyan a la estrategia revolucionaria, deben de tener en ambos niveles contenido revolucionario, es decir, estar encaminadas a la realización de la estrategia revolucionaria, ser un medio para la educación y elevación revolucionaria de las masas populares.
Por eso mismo, la alianza táctica, para que a la par de la práctica pueda cumplir su carácter educativo y de elevación de la conciencia revolucionaria, necesita ser una alianza con crítica (unidad y crítica) hacia los aspectos retrasados en la conciencia de los sectores aliados. El proletariado requiere también, para hacer avanzar la causa revolucionaria, de neutralizar a aquellos sectores de la burguesía que sea posible en un momento determinado neutralizar, y de esta manera debilitar la conjunción de fuerzas de las clases reaccionarias dominantes.
Sin embargo, tal acción no puede hacerse al antojo, so pena de caer bajo la hegemonía de la burguesía, y ser arrastrado al servicio de los objetivos estratégicos de la misma.
Para neutralizar a sectores potencialmente neutralizables de la burguesía en una coyuntura dada, es preciso basar esa acción en una fuerte alianza con el campesinado y otros sectores revolucionarios, que permita neutralizar a su vez las influencias de la burguesía, y permita al proletariado hacer valer su hegemonía en tal acción táctica. De lo contrario, los objetivos revolucionarios saldrían perjudicados al imponer su hegemonía los sectores de la burguesía que participan en tal acción o conjunción de fuerzas.
VI.LAS ALIANZAS DE CLASE: PROCESO DIALECTICO
1. Lo relativo a las alianzas de clase (que también denominamos unidad) forma parte básica de la estrategia y de la acción táctica de la clase obrera y de la organización representativa de sus intereses. Ello está determinado por la necesidad de formar un agrupamiento estratégico de fuerzas que permita la definitiva destrucción de las fuerzas políticas, económicas y militares del enemigo y la consolidación y ampliación de las fuerzas que serán el basamento para une régimen político económico social que sustituya al presente régimen de explotación.
En el proceso hacia los objetivos estratégicos, los problemas de la unidad tienen expresión y aplicación practicas en la diaria acción de unidad táctica con las fuerzas y sectores aliados o potencialmente aliados.
2. Concebida la unidad de clases como una necesidad estratégica y táctica, tiene que ser abordada con el método dialéctico marxista que permite la correcta integridad y proyección de conjunto, así como un concreto análisis y aplicación práctica correcta en cada momento dado.
a) El proceso de alianzas de clase es un proceso dialéctico y por consiguiente vivo y cambiante que, dentro de líneas estratégicas estables durante un período más o menos prolongado, no es un elemento estático, congelado, abordable del mismo modo en todas circunstancias y condiciones, sino que su aplicación concreta tiene que tomar en cuenta las variantes reales surgidas en las fuerzas sociales en el momento dado de su aplicación.
b) Es un proceso interrelacionado con todos los otros elementos estratégicos que forman el movimiento de la clase obrera en su histórica marcha hacia el poder. Tiene, por consiguiente, que tomar en cuenta su interinfluencia con los demás elementos estratégicos que componen la línea de esta clase u organización, así como los elementos tácticos de su accionar; para, de esta manera, ayudar eficazmente al proceso general de desarrollo revolucionario de la clase, ya que, concibiéndolo como independiente de los otros elementos estratégicos y tácticos, no contribuiría eficazmente al desarrollo general y concreto de tales elementos.
c) A su vez los otros elementos influyen sobre los problemas de unidad, ya sea favorable o desfavorablemente, por lo cual, así como aquellos se ven favorecidos por la aplicación de una línea de unidad correcta, ésta tiene que tomar en cuenta los grados de desarrollo de los otros elementos, partiendo del método de marchar de lo simple a lo complejo, en determinación de todo el desarrollo general y de la necesidad de impulsarlo.
ch) La dialéctica marxista concibe todos los procesos y fenómenos de la sociedad como algo que se realiza en el tiempo y en el espacio. La unidad, por consiguiente, no puede verse fuera de ese marco.
Así como en un período histórico de tiempo determinado se realiza el proceso histórico de una clase; así también, diariamente, se tiene que llevar a cabo una política de unidad táctica; atendiendo en cada momento determinado a las circunstancias aparecidas, algunas de las cuales pueden ser diferentes en mayor o menor medida a las existentes en otros momentos dados.
d) Pero así mismo, todos los otros elementos estratégicos y tácticos de la clase u organización, se dan también el marco de espacio y tiempo; y todos ellos no pueden tener simultáneamente el mismo peso, importancia y decisión en la marcha del proceso; por lo cual, la organización tiene que abordar con sentido prioritario aquellos elementos que en cada momento concreto permitan hacer avanzar el proceso eficazmente; convirtiéndose los otros elementos en medios auxiliares para el impulso del mismo. La política de unidad de una organización tiene, por consiguiente, que estar dentro del marco de esas mismas leyes del desarrollo, por lo cual en unos momentos la unidad será el elemento prioritario; y en otros momentos, estará supeditado a los otros elementos estratégicos.
e) En un sentido igual se puede decir que en unos momentos la unidad es causa para el desarrollo de otros elementos estratégicos y tácticos, mientras que en otra situación dada, pasa a ser efecto del desarrollo de los otros elementos.
f) La unidad o alianzas de clase, para materializarse necesita de adquirir forma y contenido. La forma es importante ya que una adecuada forma propicia el desarrollo de la unidad. Sin embargo, es el contenido el que le imprime el sello a la unidad. Una buena forma con un mal contenido no favorece el desarrollo del proceso revolucionario ni a la estrategia determinada. El contenido en una unidad dé clases (o sectores de clases) lo determina la ESENCIA DE CLASE encerrada en dicha unidad; es decir, los intereses de clase a los que favorece dicha unidad. Pero no sólo los intereses de clase en general, sino el hecho de que los intereses concretos inmediatos en torno a los cuales se haga una unidad FAVOREZCAN al desarrollo de los intereses y objetivos estratégicos y fundamentales de tal clase, De lo contrario, los intereses inmediatos de una clase pueden ser aprovechados por una clase antagónica (dentro de la forma de unidad) para impulsar sus propios intereses estratégicos.
Dentro del contenido de clase de la unidad determinada, es básico el hecho de qué intereses de clase (tácticos y estratégicos) le imprimen el sello a dicha unidad. En otras palabras, qué clase hegemoniza la unidad, o sea, a qué intereses estratégicos de clase favorece efectivamente una unidad táctica o estratégica.
g) Las alianzas de clase se rigen también por las leyes universales de “unidad y lucha de los contrarios”. Toda alianza se hace entre sectores que tienen afinidad (coincidencia) en algunos puntos concretos. Pero en toda unidad debe de haber lucha, ya que al mismo tiempo que hay puntos concretos coincidentes existen aquellos elementos que de desarrollarse perjudicarían los intereses estratégicos de la clase determinada. La unidad entre clases antagónicas existe por la presencia simultánea de las mismas en un mismo espacio y tiempo; pero la lucha entre ellas es irreconciliable hasta la destrucción total de uno de los dos polos antagónicos. En cambio la unidad entre clases aliadas o potencialmente aliadas se da no sólo por su existencia en el tiempo y en el espacio, sino por la acción conjunta en pro de sus intereses comunes; mientras que la lucha entre ellas, no siendo clases antagónicas, se da fundamentalmente en el terreno ideológico a fin de elevar la unidad a los grados más favorables al desarrollo del proceso estratégico y propiciar la hegemonía de la clase más avanzada; así como para limpiar el campo de la alianza de los elementos ideológicos favorables al proceso estratégico de una clase antagónica que ejerce alguna influencia sobre sectores de esa unidad.
h) En la unidad es importante el elemento dialéctico de cantidad y calidad, su interrelación, así como los saltos cualitativos de la unidad.
Como el proceso de unidad está destinado a la formación del amplio agrupamiento de fuerzas revolucionarias populares que haga posible la destrucción de las fuerzas reaccionarias, puede crearse la imagen de que la unidad es un proceso fundamentalmente cuantitativo. Ello no es así ya que la calidad revolucionaria de la unidad, su contenido revolucionario es el núcleo dinámico que le da firmeza y perspectiva de desarrollo, en función de la estrategia de la clase más revolucionaría.
La unidad basada fundamentalmente en el factor cantidad (amplitud cuantitativa) no sólo resulta asentada sobre bases de arena, sino que coloca a las clases revolucionarias al servicio de la estrategia de las otras clases y puede llevar hasta la confusión y defraudación de las masas populares.
Por ello, precisamente, es que en el proceso de unidad, las organizaciones representantes de la clase obrera no deben sacrificar los principios revolucionarios (en los pasos de unidad táctica y estratégica) en aras de la amplitud unitaria; so pena de sacrificar los intereses fundamentales de la clase obrera y la estrategia de la misma.
El forjamiento revolucionario de una organización que realmente represente os intereses en la clase obrera es punto de partida para alianzas de calidad con las otras clases revolucionaria (y sus representaciones.)
Una unidad dirigida (hegemonizada ideológicamente) por corrientes oportunistas favorece a las clases explotadoras, porque sacrifica los principios revolucionarios y los intereses fundamentales del proletariado. Debido a ello, la unidad con los oportunistas en condiciones en que ellos hegemonicen la dirección de la misma, perjudica al proceso revolucionario, y no propicia los saltos cualitativos en la unidad.
Unidad de calidad lo significa una unidad exclusivamente con las direcciones de los movimientos de clase. Una unidad que no se base en los intereses fundamentales de las masas de las clases revolucionarias y la lucha activa de las mismas, conduce a acuerdos oportunistas perjudiciales a las clases revolucionarias. Una organización verdaderamente revolucionaria debe tener la capacidad de encontrar las formas y métodos de influir revolucionariamente en las masas de las clases populares para que éstas adopten posiciones más avanzadas que sus dirigentes vacilantes u oportunistas, y que ejerzan sobre ellos una efectiva presión de masas que les obligue a aceptar posiciones de unidad consecuentes con los intereses de las masas revolucionarias y contrarios a los intereses de la burguesía y sus aliados.
Una unidad de calidad superior, cuya hegemonía esté en manos de la clase obrera, de esencia revolucionaria, y que en su base se fortalezca en forma creciente la alianza obrero campesina, es el marco para el más amplio desarrollo cuantitativo requerido para la construcción del poderoso agrupamiento de fuerzas revolucionarias que sean capaces de dar las batallas decisivas a sus enemigos de clase.

3. De acuerdo con todo lo anterior podemos concluir que:
-No sería correcto ni conveniente concebir como condición PREVIA para emprender la lucha revolucionaria político-militar una amplia unidad cuantitativa. Será la acción revolucionaría la que irá creando el terreno para una verdadera unidad de calidad superior de las fuerzas revolucionarías del pueblo.
-No es la unidad a toda costa el máximo deber de los revolucionarios en este momento sino el de CREAR, CONSOLIDAR, DARLE CONTEXTURA Y CAPACIDAD CREATIVA, LIGAZON EFECTIVA DE MASAS, CAPACIDAD DE DIRECCION DE MASAS EN LA PRACTICA DE SUS LUCHAS INMEDIATAS a las organizaciones revolucionarias político-militares
-Y en la tarea por unirse a las masas, es un elemento de primer orden la lucha ideológica contra las corrientes que embotan y rebajan la conciencia revolucionaria de las masas. Es necesario en el período actual, un claro deslinde ideológico con el oportunismo.
En toda unidad (a nivel estratégico o táctico) debe asegurársela hegemonía revolucionaria de la clase obrera en esa alianza. Una unidad con otras fuerzas en las que predomine la hegemonía burguesa no favorece al proletariado, sino a la estrategia de la burguesía, y no consideramos conveniente hacerla.
-Una unidad (en terreno táctico) concebida como MEZCLA CUANTITATIVA de lo revolucionario con lo oportunista (y peor, con los abiertamente reaccionarios) no la consideramos convincente sino perjudicial al avance del proceso revolucionario.
-Tratamos de forjar la unidad de las masas populares en la lucha radicalizada por sus intereses inmediatos, pero no la unidad con las camarillas oportunistas o traidoras abiertamente a los intereses fundamentales de la clase obrera, que tratan de acondicionar la lucha por las reivindicaciones inmediatas a la estrategia fundamental de la burguesía.
-La unidad de las fuerzas revolucionarias se irá forjando en la acción revolucionaria, la cual será al mismo tiempo el crisol que mostrará irrefutablemente quiénes están con la revolución y quiénes están en contra; quiénes son revolucionarios verdaderos, y quiénes no lo son.
LOS CONCEPTOS DE ALIANZA DE CLASE Y UNIDAD
El concepto de UNIDAD es más amplio, ya que, de acuerdo con la dialéctica marxista existe la unidad universal de los fenómenos y objetos (su materialidad y su conexión universal: su interrelación, interinfluencia e interdependencia). Ello explica la unidad entre los contrarios.
La ALIANZA entre las clases es la UNIDAD que se establece entre ellas en los terrenos político, económico y social (con su correspondiente expresión en el terreno ideológico), y que tiene su base en los intereses de clase común o coincidentes.
NOTAS FINALES.
1) El tema sobre las alianzas de clase será complementado en posterior edición con una definición más detallada sobre el concepto: alianzas de clases estratégicas y alianza táctica.

2) En el tercer párrafo de este mismo tema se incluye a los productores pequeños y medianos como posibles aliados secundarios del proletariado. Queremos recalcar que de acuerdo con lo que el mismo párrafo indica se trata de sectores de la pequeña burguesía. No se trata de la burguesía. Es obvio que el núcleo fundamental de las alianzas de clase debe ser la firme alianza obrero campesina.

3) En distintas partes de este material queda firmemente establecida nuestra concepción de que la burguesía en nuestro país no tiene ya ningún papel revolucionario y que está indisolublemente ligada al imperialismo. Cuando en el párrafo final de la primera parte del tema sobre alianzas de clase se dice que la burguesía está impedida de jugar un papel revolucionario es preciso entenderlo como una situación “irreversible”. Consideramos que cualquier ilusión en cuanto a un potencial revolucionario de la burguesía, conduce al oportunismo en materia de alianzas.

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Palabras sobre mi vecino

Palabras sobre mi vecino
Sergio Ramírez
Jueves, 15 de Diciembre de 2016

El pasado mes de noviembre la Biblioteca Benson de la Universidad de Austin, en Texas, incorporó a su vasto y singular patrimonio el archivo personal del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, allí donde también se halla ahora el archivo de Gabriel García Márquez. Lo acompañé en la ceremonia de apertura, y previo a la magnífica lectura que hizo de sus poemas, me tocó decir unas palabras sobre su vida y su obra.

Ernesto ha sido mi vecino durante casi cuarenta años, desde el triunfo de la revolución, cuando nos mudamos al mismo barrio y a la misma calle, en Managua. Nos visitamos con frecuencia para intercambiar noticias y libros, y compartimos la pesadumbre sobre la suerte de Nicaragua. Somos dos vecinos que viven escribiendo. Sólo que él escribe poesía, y yo escribo ficciones.

Lo conocí en los años sesenta, cuando acababa de ser ordenado sacerdote. Yo era entonces un joven aprendiz en busca de un modelo, y él era el tipo de escritor que yo quería encontrar: su obra literaria no evadía la realidad de nuestro país, gobernado por una dictadura dinástica y feroz. La suya fue un nuevo tipo de poesía, abierta, lejos del modelo tradicional heredado del modernismo; una poesía que estaba muy cerca de la prosa, con una asombrosa habilidad para narrar, un contador de historias utilizando versos.

Por supuesto me impresionaron sus Epigramas, que todos los amantes de mi generación se sabían de memoria. Pero lo que ejerció una influencia muy profunda en mí fue su poema Hora cero, publicado en México a inicios de los años cincuenta, porque tenía calidad y tensión narrativa; y sus estancias, escritas en un lenguaje desnudo y directo, y a la vez nostálgico y evocador, eran como los capítulos de una novela que ocurría en las distintas capitales de Centroamérica, con los palacios de los dictadores iluminados a medianoche, “como el palacio de Caifás”.

Eran las dictaduras obscenas de Carías, Ubico, Hernández Martínez y Somoza, generales de opereta, instaladas por la United Fruit Company en las “repúblicas bananeras” centroamericanas, y apoyadas por los hermanos Dulles.

Hora Cero también es una elegía que se centra en la rebelión de 1954 en Nicaragua, cuando un puñado de oficiales retirados de la Guardia Nacional y algunos civiles, intentaron asaltar el palacio presidencial. Muchos de ellos fueron asesinados después de ser torturados, entre ellos Adolfo Báez Bone, quien escupió en la cara a Tachito, el hijo más joven del Somoza viejo, y el último de la dinastía, mientras era torturado por él.

Báez Bone participó en esa conspiración, junto con Pedro Joaquín Chamorro, el periodista asesinado por órdenes de aquel mismo Tachito, y también participó Ernesto, quien pasó varios días escondido porque lo buscaban para encarcelarlo.

No estaba destinado a convertirse en un líder político ni en un jefe guerrillero. Era un poeta. Pero desde el principio, cuando escribió Hora cero, su poesía ayudó a crear una atmósfera propicia a la acción política. Y en algún momento, cuando la lucha armada era la única alternativa que le quedaba al pueblo nicaragüense para derrocar a Somoza, sus poemas inspiraron a los jóvenes protagonistas de la revolución.

En este sentido, Canto Nacional y Apocalipsis en Managua, son dos poemas fundamentales en su obra. Son parte de su doble conversión. Su conversión a un nuevo tipo de cristianismo comprometido con los pobres y los oprimidos, como lo enunciaba el Congreso Eucarístico de Medellín de 1968, bajo las directrices del Concilio Vaticano II; y su conversión a la revolución. Ambas conversiones llegaron a ser parte esencial de su vida y de su poesía.

Ernesto se encontró para siempre con Sandino cuando escribió Hora cero. El eje de ese poema es Sandino, el artesano humilde que se rebeló contra la ocupación de su país, combatió contra esa ocupación al mando de un pequeño ejército de campesinos, y finalmente fue asesinado por el primer Somoza.

La revolución no se explica sin la poesía de Ernesto; tampoco se puede explicar sin las canciones de Carlos Mejía Godoy. Hoy aquellos ideales han sido deformados y falsificados por un poder familiar que utiliza la retórica de la revolución, pero contradice los sueños que inspiraron a miles de nicaragüenses. Esos poemas y esas canciones son la memoria de la revolución y no se pueden borrar.

No es posible contar la historia de la revolución sin la presencia de Ernesto en los campos de batalla celebrando misas de campaña, o en foros internacionales pidiendo apoyo para los jóvenes combatientes que trataban de derrocar a la dictadura, entre ellos sus hijos espirituales, los que lo acompañaron en la construcción de la comunidad campesina de Solentiname en el archipiélago del gran lago de Nicaragua. Algunos de ellos fueron muertos en combate, otros fueron asesinados en las cámaras de tortura.

Después del triunfo de la revolución asumió un papel clave como Ministro de cultura, un puesto que no quería porque rechazaba la idea de ser un burócrata. Y allí hizo un extraordinario trabajo, creando instituciones culturales en un país donde nunca había existido ninguna, y donde los gobiernos nunca tomaron en serio la cultura. Se crearon escuelas y grupos de música, teatro y danza. Se desarrollaron programas para promover y crear talleres literarios, junto con revistas y una editorial. Se rescató la artesanía popular así como las tradiciones culturales.

Fue una revolución dentro de la revolución, bajo la proclama de que el arte y la literatura no estaban sujetos a ningún régimen político. La libertad era la regla. Nunca hubo ningún tipo de “realismo sandinista”.

La poesía de Ernesto es el resultado de un don y un oficio extraordinarios. Él es nuestro poeta del siglo veinte en Nicaragua, y es uno de los poetas trascendentales de nuestra lengua. Pero su trabajo no existiría sin esa motivación superior que es el amor.

Su vida ha sido una vida de amor, y así ha sido su poesía.

Arequipa, diciembre 2016

*Sergio Ramírez es escritor y político. Fue vicepresidente de Nicaragua entre 1986 y 1990, durante el gobierno de la revolución Sandinista. Sus novelas y cuentos le han hecho ganar numerosos premios internacionales, como el Alfaguara (1980), el Casa de las Américas (2000) o el Carlos Fuentes (2014).

Posmodernos

Posmodernos
15 enero, 2015 · de observatoriodehistoria · en Historiografía, Lenguajes, Opinión. ·

por Octavio Spíndola Zago *

Recientemente, Francis Fukuyama publicó Los orígenes del orden político (2011), donde refrendó sus tesis posmodernas respecto al fin de la historia, la muerte de las ideologías y la fosilización de los monumentos traumáticos, al tiempo que reiteraba su fe en la democracia liberal como única alternativa de proyecto político. Muchas de esas ideas ameritarían sin duda una reflexión con detenimiento, pero por ahora nos detendremos en el posmodernismo, esa palabra tan incómoda para muchos historiadores. Cabe meditar acerca de los autores que abiertamente se han declarado afines a esta línea y el impacto que ha tenido en la historia y las ciencias teóricas.

Resulta provechoso realizar, en un primer momento, un acercamiento genealógico de este pensamiento fundado con La condición postmoderna, de François Lyotard (1979), cuyas raíces se extienden desde el pesimismo de Schopenhauer y Nietzsche, pasando por los neomarxistas de Fráncfort, posestructuralistas como Michel Foucault, Jacques Derrida y Judith Butler, “girolingüistas” como Ludwig Wittgeinstein, John Austin, Gilles Deleuze y Jen Baudrillard y hermenéuticos como Hans-Georg Gadamer y Paul Ricœur, hasta desembocar en los representantes del pensamiento débil: Peter Sloterdijk, Slavoj Žižek, Guy Debord, Gus Scarpetta, Gianni Vattimo y Gilles Lipovetsky.

El resultado de esta mezcla ha sido una compleja filosofía de las realidades humanas que se saben envueltas en sociedad multiculturales francamente en crisis. En general pugna por el fin de los metarrelatos, las verdades absolutas, los discursos legitimadores y el proyecto progresista moderno; a cambio privilegia la dialéctica, el proceso de personalización hedonista, lo virtual, la ética, lo multinacional, el relativismo, los microcosmos, las consignas cosméticas y la ética indolora. En otras palabras, la sensibilidad de la Ilustración se transformó en el cinismo contemporáneo.

En palabras de Daniel Innerarity, el posmodernismo ha configurado un nuevo eclecticismo en la arquitectura y un nuevo realismo-subjetivismo en la pintura y la literatura, así como un nuevo tradicionalismo en la música, impactando a las ciencias, conduciendo a la filosofía a un estado fragmentario y pluralista, amparado en la destrucción de la unidad del lenguaje. En suma, siguiendo a Adolfo Vásquez Rocca, el posmodernismo es el triunfo de la simultaneidad sobre lo unilineal, es la muerte del ser racional, del futuro cual camino esperanzador y del pasado como magister vitae, para dar vida a ese ser perdido, nihilista, corpóreo y digital que hoy habita el mundo, un mundo condenado-rescatado al eterno presentismo.
Obra de Barbara Kruger en el Museo Hirshhorn, Washington, D.C., 2012. (Foto tomada de theconversation.com)

Obra de Barbara Kruger en el Museo Hirshhorn, Washington, D.C., 2012. (Foto tomada de theconversation.com)

Pero, ¿cómo llegó a fraguarse este panorama tan complejo y que hemos intentado resumir (aclarando lo más posible sus matices)? Los autores posmodernos, disímiles y antidoctrinarios por inmanencia, son desde mi punto de vista resultado de 1989; son una generación que vio caer sus esperanzas y quedó desposeída de todo sueño al verse afianzado el neoliberalismo y los gobiernos afines al proyecto de mercado globalizado. No postulo al socialismo como un régimen ideal —nada más alejado de la verdad—, pero sí era otro camino al que las masas habían apostado para construir esa utopía que todo humano sueña con vivir —como bien señala Umberto Eco en Historia de las tierras y los lugares legendarios.

Ésta en cambio es la era de la banalidad, de la búsqueda de alternativas y el rechazo de todo intento de modelo y lección moralizante, como bien lo señala Enzo Traverso en ¿Dónde están los intelectuales? Vivimos tiempos inciertos; la sociedad no genera utopías y los intelectuales han quedado relegados, mientras, impotentes, ven su papel como “autoridades académicas” apropiado toscamente por los medios de comunicación y figuras mediáticas artificialmente construidas. Sin embargo, también es cierto que debemos distinguir a los autores críticos (como Lipovetski y Žižek) de los militantes (como el propio Fukuyama); estos últimos hoy asesores políticos en nómina gubernamental. Mientras los primeros describen con precisión la realidad que viven y observan, los segundos alaban sus beneficios. Mientras los críticos nos desafían a combatir este estado sin esencia sin recurrir a tautologías o falacias disfrazadas de racionalismo, los militantes abiertamente se deslindan de toda postura contraria y, paradójicamente, adoptan actitudes dogmáticas.

¿Por qué deben los historiadores reflexionar en torno al posmodernismo? Fundamentalmente porque es una de las maneras a través de las cuales se escriben las interpretaciones del pasado y se vincula al historiador con su área de trabajo, así como con su contexto sociocultural. Es uno de los medios teóricos a través de los cuales se construyen los esquemas epistemológicos y al público receptor del quehacer del historiador.

Como propone Mauricio Beauchot siguiendo a Heidegger, todo es interpretación; pero una demasiado abierta o demasiado cerrada sencillamente se anula por sí misma. Las posturas radicales no llevan más que a un diálogo de sordos: se ha confundido el desplazamiento teórico del archivo para dar cabida a la diversificación de fuentes, con el destierro del archivo, la banalización de la metodología y el menosprecio de la reflexión teórica.

No cabe duda que todo discurso historiográfico es en esencia ideología, pero eso no significa permitir que el pasado histórico sea altaneramente manipulado para sustentar proyectos políticos, como lo ha propuesto Fukuyama en su libro. No podemos olvidar, mucho menos en nuestro contexto histórico actual, que el historiador es ante todo un ciudadano y debe ser congruente, pero sobre todo, asumir las responsabilidades para con su sociedad.

Baudrillard advierte que el fin del milenio y los principios del nuevo siglo padecen los efectos de la “desrealizazión” producidos por las tecnologías de la comunicación: lo real y lo apócrifo se difuminan y se asimilan por la simulación. En este escenario, el historiador puede perder el camino y dejarse llevar por la corriente. El posmodernismo no es necesariamente ignominioso; es más un reflejo de nuestras sociedades, una oportunidad para reconciliar y mediar, y entablar el diálogo. Quizá sea hora de ver nuestros tiempos como un momento de transición, superar el debate modernidad-posmodernidad y —siguiendo a Rosa María Rodríguez Magda— cambiar la perspectiva por una “transmoderna”.

El balance del año político 1974 por las FPL

El balance del año político 1974 por las FPL Por Roberto Pineda 9 de diciembre de 2016

En el número 27, de enero de 1975, del periódico El Rebelde de las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí”, FPL, se realiza un balance del año político 1974 y se considera que “han hecho avanzar la lucha revolucionaria del pueblo” así como se mantiene la polémica ideológica tanto contra los “revisionistas” del Partido Comunista, PCS, como en este caso, contra los “oportunistas” del Frente de Acción Popular Unificada, FAPU. Realizamos un resumen de estos contenidos, que incluyen también una reseña biográfica de Agustín Farabundo Martí.

Apunta en su balance que “la tarea que corresponde a una Organización Revolucionaria que aspira a convertirse en Vanguardia de los trabajadores en su marcha hacia la Revolución Socialista es compleja, ya que debe impulsar la lucha de clase revolucionaria en su conjunto.”

Indica que “las FPL han realizado serios esfuerzos por intensificar la correcta aplicación de su línea estratégica político-militar en el sentido de orientar y hacer avanzar las luchas de las masas populares por sus reivindicaciones inmediatas, como medio para promover la conciencia y disposición del pueblo a la lucha armada, que concretamente está impulsando nuestra organización.”

Añade que “guiándonos por la estrategia de Guerra Popular Prolongada enfilamos nuestro accionar al desarrollo de la lucha militar revolucionaria a un nivel de Lucha Armada Popular, es decir, buscamos organizar en toda forma al pueblo para lograr su incorporación a nivel de masas a las tareas de la luchar armada revolucionaria, tarea que desde ya es el elemento central de nuestra estrategia.”
Considera que en 1974 “en el terreno de la lucha de masas por las necesidades económico-sociales, se ha notado el despertar de las clases trabajadoras del campo a la lucha por sus intereses inmediatos, lucha que dada la estructura de poder burgués que vive el país, altamente represiva, tiende a saltar casi de manera espontánea a la instancia de la lucha política revolucionaria.”

“En el área del trabajo político clandestino en el pueblo los resultados fueron exitosos ya que, en el periodo que analizamos, crecientes sectores del pueblo en forma organizada se han incorporado a las distintas tareas de las FPL a lo largo y ancho del país para impulsar la estrategia de Guerra Popular Prolongada.”
En “el terreno militar revolucionario el accionar popular materializado en las operaciones que ejecutaron los comandos armados (unidades militares) de las FPL, han estado orientadas a impulsar la lucha de clase proletaria en su conjunto y, por ende, son el embrión en creciente desarrollo que, a determinado nivel, le dará a nuestra sociedad las características de una sociedad en plena guerra civil.”

Posteriormente se hace un listado de las principales acciones militares realizadas entre recuperaciones de armas, ajusticiamientos, asalto y ocupación del Consejo Central de Elecciones en marzo, asaltos a bancos, reparto armado de propaganda, ataque con explosivos a la embajada de Chile, sabotaje con explosivos en comandancia local de Oratorio de Concepción; quema de buses, sabotajes con explosivos a puestos de la Guardia Nacional, PCN, FOCCO, OMCOM, etc., en protesta por la masacre de campesinos en cantón La Cayetana, San Vicente.

Asimismo, señala que “en el terreno de la comunicación con el pueblo para impulsar las tareas político-militares, los órganos clandestinos han aumentado e intensificado su labor, y nuevos periódicos clandestinos de las FPL llegan a distintos sectores. La Prensa Revolucionaria de las FPL la integran:“EL REBELDE”, “PRENSA OBRERA”, “JUVENTUD REBELDE”, “EL CAMPESINO REBELDE”, “GUERRILLERO”, “EL MAGISTERIO REBELDE”, y “ESTRELLA ROJA.”

Y plantea que para 1975 “el pueblo tiene ante sí las siguientes tareas:
lº) Desarrollar al máximo la lucha reivindicativa de masas.
2º) Ampliar la base política orgánica clandestina de la Revolución.
3º) Elevar a nuevos escalones la Lucha Armada Revolucionaria. Todo ello para hacer avanzar la estrategia de Guerra Popular hasta la Victoria Final.”

El servilismo de los oportunistas: “El gobierno de Molina “punto intermedio” entre la democracia y la tiranía.”
En una acida crítica al PCS y a su principal dirigente Schafik Handal, este artículo sostiene que “el último descubrimiento de los oportunistas criollos en sus serviles halagos al régimen, es que el actual gobierno encabezado por Molina ya no es una tiranía sangrienta, continuación del régimen militar que se instaló desde hace más de 40 años sobre una montaña de cadáveres y que se sostiene a base de crímenes, fraudes, imposiciones y atropellos de todo género; sino que ahora está en “un punto intermedio” entre los regímenes tiránicos y los gobiernos “democráticos.”

Enfatiza que “tal “caracterización” que busca adormecer al pueblo para que este no continúe con el curso de la lucha decidida que ha emprendido, es un regalo de año nuevo que los serviles oportunistas le obsequian al régimen tiránico de turno y es música muy del agrado del mismo.”

Agrega que “tal aspecto (sobre el “punto intermedio”) fue subrayado por conocido personero del partido pseudo-comunista al refutar algunas afirmaciones aparecidas recientemente en el reaccionario Diario de Hoy, refiriéndose a declaraciones hechas fuera del país por la misma persona. En las explicaciones, dadas a conocer por noticieros radiales de esta capital, refuta cuestiones secundarias tales como “que no es estudiante fósil”, que no se ha referido a diputados, que no dijo que el gobierno de Molina debe ser como los de Panamá y Costa Rica, pero deja en pie, recalcándola, su caracterización del gobierno de Molina como “punto intermedio.”

Afirma que “desde hace varios años, los sectores avanzados del pueblo, ven con asco la política que despliegan los oportunistas, revisionistas y reformistas burgueses que, para llevar a cabo su labor, tratan de encubrirse tras los honrosos nombres de revolucionarios y comunistas.”

Sostiene que “todo el pueblo se da cuenta, porque lo experimenta en carne propia, que el actual gobierno ( así como sus antecesores) es una feroz tiranía militar al servicio de la oligarquía criolla y del imperialismo yanqui, que mantiene un cerrado estado de represión sobre todos los sectores populares y que trata de aplastar a sangre y fuego todo intento de nuestro pueblo por liberarse de la opresión política y de la explotación económica, que lanza sus fuerzas represivas cargadas de bombas lacrimógenas contra los obreros huelguistas, que acrecienta el aparato de represión contra el campesinado, que le asesina masivamente cuando estos exigen tierra donde trabajar, que desaloja por millares a los campesinos de sus tierras (Cerrón Grande, Comalapa, El Litoral, etc.)…”
El FAPU trata de desacreditar acciones guerrilleras

Denuncia que “en publicaci6n fechada el 16 del presente y responsabilizada
por el FAPU a través de un “sector” del mismo, se ha incluido entre una serie de hechos criminales realizados por el gobierno, nada menos que una de las operaciones revolucionarias de las FPL.”

Agrega que “al enumerar diversos actos del gobierno y de la reacción: a) el asesinato de campesinos de “La Cayetana” c) el atentado con bomba explosiva perpetrado por fuerzas reaccionarias en casa de un maestro (enero’5); d) los ataques del “Diario de Hoy” a Monseñor Aparicio; y E) la escasez artificial del azúcar; se ha incluido en el literal B) como “uno de los hechos que repugnan a la conciencia de todo hombre”, la operación revolucionaria
(“Héroes Campesinos de La Cayetana”) realizada por las FPL el 26 de diciembre en la madrugada por medio de la cual Comando Armados de nuestra organización detonaron simultáneamente en distintas zonas del país, explosivos en locales de la Guardia Nacional, del PCN, de FOCCO y OMCOM, organismo estos últimos creados en el marco de la guerra contrarrevolucionaria para restar base social a las fuerzas revolucionarias del pueblo.”

Considera El Rebelde que “las acciones realizadas por los Comandos Armados de las FPL dentro de la “Operación Héroes Campesinos de La Cayetana” como lo puntualizo el comunicado de nuestra Organización fueron un potente llamado de atención a todo el pueblo sobre los crímenes cometidos por el gobierno en el campo y especialmente en “La Cayetana”; sobre el vital problema de la tierra que sufre el campesinado…”

Analiza que “lo verdaderamente lamentable que evidencia esa publicación
es la situación ideológico-política en que ha venido a caer el FAPU. Este frente, creado como un medio de alianza basado en el trabajo conjunto con los dirigentes oportunistas de los organismos tradicionales de masas, proclamó la necesidad de unirse en un solo canal orgánico con diversos sectores, incluyendo a los revisionistas, para la lucha por reivindicaciones económicas y
democráticas, considerando necesario hacer concesiones ideológicas a los mismos como medio para “llegar a las masas”.

Sostiene que “tales cálculos que no están basados en una evaluación realista de la situación en las fuerzas populares, en un periodo en que ya la guerra
prolongada del pueblo ha iniciado su marcha, pronto fracasaron estrepitosamente: los oportunistas, con su doble juego favorable a la burguesía, con su deshonestidad política y deslealtad característica hacia sus aliados, siguieron sus propios planes y dejaron plantado al “nuevo frente”: ni sirvieron de vehículo para que elementos más avanzados llegaran a las masas,
ni pudieron ser desenmascarados ideológicamente en el seno de las mismas como proclamaban estos. Como siempre, los oportunistas jugaron su propia carta marrullera frente a sus pretendidos “aliados” y, el aspirado frente “amplio” se estrechó y estancó.”

Asegura que “las FPL que desde un principio cuestionaron tal esquema de alianzas, seguirán insistiendo con paciencia pero con determinación:
ES NECESARIO CONSTRUIR LA MAS SOLIDA UNIDAD A NIVEL REVOLUCIONARIO PARA IMPULSAR SIN VACILACIONES LA GUERRA REVOLUCIONARIA DEL PUEBLO QUE TIENE COMO EJE FUNDAMENTAL LA LUCHA ARMADA POPULAR INDISOLUBLEMENTE UNIDA A LA LUCHA DE MASAS POR
LAS REIVINDICACIONES ECONOMICO, SOCIALES Y POLITICAS URGENTES.

Y concluye que “en esa alianza de calidad superior, es necesario garantizar que el pensamiento y la práctica proletaria revolucionaria sea el elemento determinante y no el pensamiento clasista burgués o pequeño-burgués.”

Principales visiones sobre la construcción socio-histórica de la infancia

“Principales visiones sobre la construcción socio-histórica de la infancia”, por Julio Cortés M.
(Texto escrito en el año 2000, incluido en el libro “Infancia y derechos humanos: discurso, realidad y perspectivas”, LOM/Opción, 2001).

En relación al tema de la historia de la infancia se plantean una serie de problemas a raíz de la compleja relación entre sujeto y objeto, que en el ámbito de los niños y la infancia adquieren dimensiones particulares dadas por el hecho de que todo lo que se ha escrito sobre ellos se hace desde el mundo adulto, con una visión adulta que necesariamente es externa al objeto de análisis, y en la que no siempre están claramente delimitadas la consideración hacia los niños concretos, de carne y hueso, individual o colectivamente.

De la consideración de la niñez o infancia como categoría específica a nivel de las macroestructuras sociales, y en que se confunden, con frecuencia, la consideración y análisis de la realidad vivida por los niños, con la atención a los cambios producidos a nivel de las representaciones sociales sobre la infancia en el plano ideológico, del discurso y de los sentimientos.

A efectos de este documento de estudio, nos interesa conocer las principales visiones o enfoques entre los historiadores en relación a la infancia como construcción social. Con este fin, se señalarán los aspectos centrales de los planteamientos de Philippe Aries, Lloyd Demause, Elizabeth Badinter, Linda Pollock y Hugh Cunningham.

El objetivo de este repaso, más que la definición a favor o en contra de determinadas tesis, es conocer la diversidad de opiniones acerca de un tema en el que en el ámbito del sentido común, predominan generalizaciones que universalizan el sentimiento actual acerca de la infancia. De esta forma, se pretende tener más elementos de análisis que permitan descifrar las concepciones ideológicas e históricas presentes en los discursos actuales sobre la infancia y que sirvan para el análisis de los contextos en que se ha producido en Latinoamérica la historia del control social de los niños.

Phillippe Ariès

Este autor francés es considerado un pionero de la historiografía de la infancia, y su tesis principal, que la infancia fue inventada o descubierta entre fines del siglo XVII e inicios del XVIII, ha tenido una enorme influencia desde que la formulara en 1960 hasta nuestros días, así como también ha suscitado una gran sucesión de críticas en los autores posteriores.

Para entender adecuadamente la tesis de Aries es necesario tener en cuenta que su trabajo se enmarca en una corriente de revalorización de la época medieval, período comúnmente asociado a oscuridad e ignorancia, pero que de acuerdo a investigaciones de historiadores como Aries, se caracterizó por una rica vida comunitaria con altos niveles de participación en la vida pública por todas las personas y en que las instituciones propias de la vida privada, como la familia, se encontraban bastante reducidas en sus funciones e importancia.

Aries opta por una investigación que atienda no a los grandes eventos de la historia, sino que al entramado social existente a nivel popular y cotidiano, sobre el cual dichos eventos se producen. En ese marco comunitario, los niños no eran percibidos como una categoría específica, diferente, y pasaban de un período relativamente breve de estricta dependencia física, a ser socializados directamente en el mundo adulto a través del contacto con la comunidad.

Existían niños pero no infancia y, paradójicamente, los niños gozaban de mayor libertad que luego de la invención o descubrimiento de la infancia.

Las fuentes a las que acude Aries para fundamentar sus planteamientos son bastante heterodoxas, consistiendo principalmente en un análisis del arte medieval y renacentista. Durante la mayor parte de la Edad Media la infancia no era considerada en el plano de las representaciones artísticas. Hasta el siglo XIII los niños eran representados como adultos en miniatura, sin rasgos ni vestimentas propios de un infante. A partir del siglo XIII comienzan a aparecer formas de representación pictórica de niños en tres formas típicas: ángeles, el niño Jesús y niños desnudos.

Para Aries esta evolución refleja un cambio en la mentalidad colectiva dando cuenta de la aparición de sentimientos hacia la infancia. En el siglo XIV la iconografía religiosa incluye la figura del niño Jesús, la infancia de la Virgen y otros santos. La iconografía laica evoluciona posteriormente en un sentido similar, en los siglos XV y XVI, desde la representación de niños en compañía de adultos hasta la representación de niños solos, que comienza a ser usual a partir del siglo XVII. Este siglo marcaría, según el autor, el comienzo de la nueva sensibilidad colectiva hacia la infancia, expresándose en el arte en formas de representación de niños desconocidas en la Edad Media, que pasan a tener un rol predominante. Este cambio no se produjo como consecuencia de variaciones en la situación demográfica, como han afirmado varios autores, sino que por el contrario, habría anticipado dichas variaciones en más de un siglo.

El “descubrimiento” propiamente tal de la infancia se produjo, según Aries, en el siglo XVIII. En esto el autor se apoya en otro tipo de fuentes, cuales son la constancia en la literatura de referencias a la jerga y personalidad propias de los niños, alusiones que en los siglos XV y XVI eran aisladas y pasan a ser abundantes recién en el siglo XVIII.

Un elemento central en Aries se refiere a que la infancia pagó por su descubrimiento un precio bastante alto, el de su control mediante instituciones y mecanismos específicos. El proceso de moralización de la sociedad se manifestó en relación a la infancia, en la creación de un régimen especial para los niños dentro del cual debían ser preparados para la entrada en la vida adulta. La escuela, donde en la Edad Media convivían niños de diferentes edades con adultos, pasa a ser el espacio propio de los niños y jóvenes, exclusivamente diseñado para ellos.

Así la infancia es recluida en el mundo privado, en las instituciones específicas para niños, la escuela y la familia, lugares en que los niños gozaron de una libertad bastante menor que la que habían disfrutado antes de su descubrimiento, y se les asignaron roles específicos diferentes del resto de las personas. Un rol primordial lo cumplen los internados, cuyo uso comienza a masificarse desde fines del sigo XVII, separando radicalmente a niños de adultos, con lo que comienza un “largo proceso de internación de los niños (como de los locos, los pobres y las prostitutas), que no dejará de extenderse hasta nuestros días” (Aries, 1973).

Con base en esta tesis, autores como Emilio García Méndez han planteado que en el descubrimiento de la infancia se encontraban las bases de la “situación irregular”, en el sentido que se construyó culturalmente una incapacidad de la infancia que luego fue consagrada jurídicamente, y así este descubrimiento trajo aparejado no sólo la pérdida de libertad de los niños sino su posterior división entre “niños y adolescentes” y “menores”, siendo estos últimos los que quedaban fuera del circuito familia-escuela, para los cuales hubo que diseñar instrumentos específicos de control de carácter socio-penal (García Méndez, 1994).

Lloyd Demause

Compartiendo con Aries la tesis de un cambio drástico en la consideración de la infancia, Demause postula una evolución más bien inversa, en la que la consideración de los adultos hacia los niños habría avanzado desde etapas de negación y violencia a una relación cada vez más óptima y respetuosa de la infancia. Demause, cuya obra fue escrita en los 70, pertenecía a la escuela psicogénica norteamericana, que pretendió aplicar métodos psicológicos a la investigación histórica, mediante un análisis de la evolución de los sentimientos. Esta escuela propone una teoría del cambio histórico denominada teoría psicogénica de la historia, que postula que “la fuerza central del cambio no es la tecnología ni la economía, sino los cambios psicogénicos de la personalidad resultantes de interacciones de padres e hijos en sucesivas generaciones” (Demause, 1982).

En el plano de los sentimientos de los padres hacia sus hijos, Demause distinguió seis etapas que dan cuenta de un progreso lineal en las prácticas de crianza, derivadas de una superación creciente de la ansiedad originaria que el contacto con niños produce naturalmente en los adultos, y un progreso también creciente en las capacidades de crianza. Estas etapas, partiendo en la Antigüedad, serían las de infanticidio, abandono, ambivalencia, intrusión, socialización y ayuda, comenzando la sexta y última recién a mediados del siglo XX, y cada una de ellas resulta de la forma en que operan las tres reacciones posibles frente a los niños en los adultos: respuesta proyectiva, reacción de inversión, y reacción empática.

La reacción empática sería la predominante desde mediados del siglo XX, aunque según el autor aún es posible encontrar ejemplos de otros tipos de respuestas en algunas personas, que estarían ancladas en etapas anteriores. En esta etapa de ayuda los padres deben esforzarse en una crianza no dirigida a formar hábitos ni a corregir, sino a aportar todo lo necesario para el pleno desarrollo del niño, método que Demause señalaba haber aplicado a su hijo con óptimos resultados.

Los planteamientos de Demause no gozaron de mucho apoyo entre otros historiadores, lo cual se debe, en parte, a las debilidades de su método “psico-histórico”, a su evolucionismo excesivamente lineal, y a un uso arbitrario de fuentes, que habría destacado del pasado los episodios más dramáticos, sin demostrar que correspondieran a los usos generalizados de la época. La idea general tras su tesis, sin embargo, subsiste en el nivel del sentido común y los discursos oficiales, en cuanto se proclama una nueva era de respeto sin precedentes por la infancia y los derechos de los niños, que terminaría con las prácticas anteriores de indiferencia y malos tratos, visión optimista que se contrapone a la perspectiva más nostálgica y pesimista de Aries que ve un control creciente sobre la infancia en relación a la libertad pre-descubrimiento.

Elizabeth Badinter

A través de un análisis que cuestiona la existencia del amor maternal como valor universal, natural y espontáneo, Badinter, en su libro “¿Existe el amor maternal? Historia del amor maternal. Siglos XVII al XX”, explora gran cantidad de datos que revelan cambios en las prácticas de crianza influidos por ideologías o “modas” culturales y por variaciones en el contexto económico, social y político.

Las fuentes utilizadas por Badinter revelan que en Francia y otros países de Europa en los siglos XVII y XVIII existieron prácticas generalizadas de indiferencia hacia los niños. Estas prácticas y señales de indiferencia a las que se refiere la autora son básicamente la entrega de niños a nodrizas apenas producido el nacimiento, la negativa a amamantar, la poca tristeza e incluso la insensibilidad frente a la muerte de niños pequeños, el amor selectivo hacia el primogénito, la educación confiada a preceptores y gobernantas, la extensión generalizada de los internados.

Muchas de estas prácticas surgieron en las clases acomodadas, para extenderse posteriormente a otros segmentos por vía de imitación. Lo que Badinter concluye de toda esta información, es que las prácticas de crianza y los sentimientos hacia los hijos sufrieron grandes cambios como resultado de otros factores presentes en la vida de la sociedad, que fueron modificando las prioridades de los adultos, en particular de las mujeres.

Un énfasis particular está puesto en la relación de todo este tema con el proceso de emancipación de las mujeres. En los siglos XVI y XVII se verifica un creciente interés de las mujeres particularmente las de clase alta de sectores urbanos por aprovechar todos los medios a su alcance con el fin de salir de los estrechos límites impuestos a su género y adquirir notoriedad y autonomía en esferas tradicionalmente reservadas a los hombres. Luchando contra un medio hostil, muchas de ellas se dedicaron al estudio y la vida cultural de manera muchas veces autodidacta, inspirando con su ejemplo un proceso gradual de emancipación en otras mujeres. “…precisamente en los siglos XVII y XVIII la mujer que tenía recursos para ello intentó definirse como mujer. El hecho de que la sociedad no hubiera acordado todavía al niño el sitio que le otorga en la actualidad facilitó la empresa.

Para llevarla a cabo, fue preciso olvidar las dos funciones que antes definían la totalidad de la mujer: La esposa y la madre, que sólo le daban existencia en relación con otro” (Badinter, 1981). Este proceso de emancipación no alcanzó a llegar a la dimensión del poder, este segundo paso fue obstaculizado mediante el nuevo discurso que a partir del siglo XVIII tiende a redirigir a la mujer a su rol “natural” de madre, momento en el que surge ideológicamente el mito del “amor maternal”.

Es importante aclarar que Badinter no niega la existencia del amor maternal en toda época y lugar, lo que cuestiona es su categoría de valor universal y permanente enlazado en la naturaleza humana y necesario tanto para la especie como para la sociedad. En su libro consigue demostrar que en busca de otros objetivos sociales, se dejó a los niños prácticamente abandonados a su suerte, con padres y madres que hacían lo mínimo para ayudarlos a ganar la batalla por la sobrevivencia.

Badinter invierte la explicación tradicional de la indiferencia paterna y materna hacia los niños que según algunos autores era resultado de la alta mortalidad infantil que impedía la formación de vínculos afectivos, dada la enorme probabilidad de muerte en los recién nacidos y niños pequeños. Para ella es precisamente la actitud y sentimiento de los padres hacia los hijos lo que produjo como resultado una alta mortalidad infantil. En el caso de las mujeres, señala que “ganaron las primeras batallas feministas, en detrimento, preciso es decirlo, de sus hijos” (Badinter, 1981). La extensión a intensidad de la indiferencia hacia los niños alcanzó características tales que la autora utiliza los conceptos de “sustituto inconsciente de nuestro aborto” y de “infanticidio encubierto” para calificar dichas prácticas de crianza.

En el análisis de Badinter, incluso el auge de la educación, que Ariès interpreta como muestra de una creciente valorización de la infancia, es visto como manifestación de un interés de los padres en sí mismos (tanto al ver la educación como medio de promoción social como en la idea de lucirse a través de los éxitos de los niños), y hasta como una forma especialmente apta para librarse de la preocupación por los niños, lo que explicaría el uso cada vez mayor del internado.

Junto con los factores de tipo cultural e ideológico, Badinter considera también factores de tipo político y económico. Así, señala que mientras en el Antiguo Régimen se insistía en el valor de la autoridad paterna y en la educación de los que sobrevivían a la primera etapa de la infancia, en razón de que interesaba asegurar la existencia de súbditos dóciles y leales al Rey, a fines del siglo XVIII lo que importaba era la existencia de la mayor cantidad de gente que serviría como riqueza para los Estados. En este contexto el imperativo pasó a ser la supervivencia de la mayor cantidad posible de niños, para lo cual “había que convencer a las mujeres de que se consagraran a sus tareas olvidadas” (Badinter, 1981), labor en la cual se concentraron los especialistas y moralistas, y a la cual se sumó una gran cantidad de mujeres que se mostraron sensibles a estos nuevos requerimientos.

Linda Pollock

En su libro “Los niños olvidados”, Linda Pollock hace un repaso crítico de los autores anteriores, y plantea un uso diferente y más riguroso de las fuentes, concluyendo que, en general, la relación concreta entre adultos y niños se ha mantenido invariable en lo esencial, pese a los cambios operados en el plano de la ideología o de las imágenes de la infancia. Pollock se refiere a los planteamientos anteriores como la “tesis histórica”, que habría señalado básicamente que en el pasado los padres trataron a sus hijos con indiferencia, que no se concebía a la niñez como algo diferente de la adultez, y que los niños eran severamente disciplinados como regla general.

La autora critica el uso de fuentes, que consistieron en manuales de orientación sobre educación y crianza de niños, por no distinguir si reflejaban una realidad existente o si su valor era meramente indicativo, sobre todo en una época en que la mayor parte de la gente era analfabeta y en que comprar libros era un lujo. Otra fuente usual fueron los relatos de viajes, que como fuente presenta el problema de los prejuicios culturales del viajero y suelen referirse a la vida de las clases altas, generalmente con observaciones fugaces.

El análisis de pinturas y grabados, base de los trabajos de Aries, merece severas objeciones a Pollock, que apoyándose en diversos autores plantea que no tiene por qué haber una conexión tan estrecha entre la representación y lo representado, que muchos de los cambios observados obedecen más a razones técnicas y artísticas, antes que a cambios en el modo de considerar a la infancia por la comunidad en general.

En definitiva, Pollock critica a Aries y otros autores el haberse limitado a comentar la prueba iconográfica sin analizarla. Ella prefiere el uso de fuentes más directas tales como cartas, diarios de vida y autobiografías, y utiliza todas las fuentes de forma crítica, teniendo en cuenta los defectos inherentes a cada tipo de fuente, examinándolas en conjunto para tratar de llegar a una síntesis.

Pollock considera que no está demostrado que los hechos del pasado, en los que se basan los autores para construir la tesis histórica, hayan correspondido a la conducta predominante en el común de la población. Con base en la teoría socio-biológica, la autora sostiene la existencia de una constante en el desarrollo de las sociedades humanas en cuanto a la necesidad que tienen los niños del cuidado de sus padres para paliar su indefensión originaria, y para que se les transmita la cultura de su sociedad.

Lo que cambiaría es la forma en que los padres cumplen este rol, pero dentro de metas universales a las que cada cultura da sus respuestas específicas. Un argumento de peso esgrimido por la autora contra afirmaciones relativas a la existencia de maltrato infantil generalizado en el pasado es que, estando comprobado el daño individual y social producido por estas prácticas, no hay evidencia en el funcionamiento colectivo de las sociedades que permita afirmar que estos malos tratos fueran una práctica masiva, de lo cual se concluye más bien que, en general, las distintas sociedades han dado respuestas satisfactorias en este tema.

A diferencia de los autores previamente comentados, Pollock considera que en la historia de la infancia ha existido una continuidad más que cambios drásticos, que son más los elementos comunes que las diferencias en los distintos períodos y sociedades, y que ésta no ha sabido ser explicada por los otros autores. Esta continuidad estaría dada porque la conducta normal de los padres hacia sus hijos ha sido siempre la de otorgar un cuidado adecuado. Los malos tratos y el abandono han tenido lugar aisladamente, casi siempre frente a situaciones sociales extremadamente graves. Sólo estaría comprobado que “algunos padres del pasado carecieron del concepto de niñez, y algunos fueron también crueles con sus hijos” (Pollock, 1990), y únicamente en este sentido la tesis histórica sería correcta.

Lo que sí ha experimentado cambios en el tiempo es la existencia de un discurso sobre la infancia, y el contenido del discurso, pero la conducta real de los padres hacia los hijos y la experiencia concreta de los niños y adolescentes no registran cambios tan dramáticos como los señalados por Aries y Demause. En todo caso, el análisis de Pollock, que escribió en los 80, se centra entre los años 1500 y 1900, no alcanza a referirse a los cambios más recientes.

Hugh Cunningham

Cunningham, autor de libros como “The children of the poor” y “Children and Childhood in Western Society since 1500”, es uno de los autores más recientes en el tema, y presenta la ventaja de distinguir con claridad lo que es la historia de los niños, de la historia de la infancia como concepto. Además, gran parte de su análisis se centra en cómo los cambios operados en la percepción de la infancia como concepto han afectado, sobre todo en el siglo XX, la experiencia concreta de niños y niñas.

En “Children and childhood in Western Society…” Cunningham plantea que los temas definidos por Aries fueron las relaciones entre la acción pública, el pensamiento y experiencias privadas, cuestiones que él trata de abordar en este libro. En la mayor parte de la historiografía reciente, por el contrario, el énfasis ha estado puesto en la cuestión del amor paterno-filial y la historia de la vida privada. Cunningham trata de mantener un equilibrio, teniendo en cuenta, por un lado, que ha existido una interacción entre desarrollo económico, políticas públicas y formas de imaginar el mundo y, por otro, lo que se piensa sobre la infancia y la experiencia de ser un niño.

Refiriéndose a la contradicción entre las dos tesis principales, de Aries y Pollock, Cunningham señala que, mientras el primero casi no analizó el siglo XIX y Pollock detuvo su análisis antes del siglo XX, es precisamente en el siglo XX donde se han producido los cambios más rápidos tanto en la conceptualización como en la experiencia de la infancia, cambios que para ser comprendidos deben ser considerados a la luz de las influencias del pensamiento de los siglos anteriores que han dado forma a la concepción dominante de la infancia (o “ideología de la infancia”).

En la concepción de infancia Cunningham aprecia una continuidad desde la época medieval a los siglos XVI y XVII, marcada por el predominio del cristianismo. En el siglo XVIII comienza a ser dominante una visión secular de la infancia y los niños, y comienzan a operarse cambios significativos tanto en la conceptualización de la infancia como en el trato hacia los niños. En particular, las visiones más influyentes fueron las de Locke y Rousseau, planteando la necesidad de formar hábitos y modelar la tabula rasa que cada persona era al momento de nacer, dando especial importancia a la educación (Locke), o considerando a la infancia como la etapa propia de la felicidad, que se perdería con el contacto con el mundo adulto y planteando la consiguiente necesidad de protegerla instalando barreras y dejando que los niños sean niños (Rousseau). Ambas visiones confluyen hasta el día de hoy en el pensamiento común sobre el tema.

La consideración de la infancia como etapa crucial de la cual dependería el futuro de las naciones y de la humanidad, dio paso a intervenciones cada vez más fuertes del Estado, tratando de asegurar condiciones sanitarias mínimas, legislando en materia de trabajo infantil, y asegurando la educación obligatoria. Al mismo tiempo, a principios de siglo van surgiendo especializaciones profesionales relativas a la infancia, expertos en niños (pedagogos, pediatras, psicólogos, etc.)

Estos cambios produjeron transformaciones sustanciales en la experiencia de niños y niñas, que fueron perdiendo gradualmente su valor económico, y se difundió masivamente la idea de asegurar a los niños una infancia apropiada que era concebida en la escuela. Por otra parte, recién en el siglo XX se produce una disminución drástica en las tasas de mortalidad infantil, que habría sido precedida de los cambios a nivel ideológico. El proceso operado a fines del siglo XIX y principios del XX en cuanto a la pérdida de valor productivo de los niños y la consiguiente valorización emocional de que fueron objeto en sus familias, en que los padres comenzaron a preferir tener menos niños y asegurarles un trato mejor es, según Cunningham, probablemente la transición más grande operada en la historia de la infancia pero, agrega, los niños no la percibieron necesariamente como una liberación.

Mientras a principios de siglo se producía la fijación del territorio conocido como “infancia”, con la influencia de las ideas de Locke y Rousseau y del pensamiento romántico, desde la mitad del siglo XX hasta ahora ha venido operando un proceso inverso que tiende a la desaparición de la infancia (al menos en el concepto aún predominante en el plano conceptual). Este proceso actualmente en curso estaría marcado por el juego de varios elementos que, objetivamente, tienden a eliminar las barreras tradicionales instaladas entre la infancia y la adultez. Estos elementos o fuerzas consisten principalmente en los medios de comunicación masivos, la tendencia a la transformación de niños en consumidores, y el debilitamiento de la autoridad de los adultos. En su conjunto, este proceso tiende a erosionar la idea de infancia como un “jardín de felicidad”, indefensa y necesitada de protección. Se estaría así cerrando el ciclo descubierto por Aries, volviendo a una época en que las fronteras entre ambos mundos eran tan fluidas que parecían no existir.

En cuanto al elemento comunicacional, Cunningham cita a Neil Postman en el análisis de la relación entre la forma principal de comunicación con el concepto ideal de infancia. Postman señala que con la invención de la imprenta surgió un sentido de infancia, ya que la lectura y escritura pasaron a ser habilidades centrales que debían ser enseñadas y entrenadas en una etapa específica que era la niñez, y en un lugar privilegiado que era la escuela, Para aprender a leer y escribir se necesitan atributos como la persistencia, capacidad de concentración y atención, mantenerse sentado y quieto, etc. En cambio, en una cultura audiovisual esas habilidades no son necesarias, y tampoco lo es que a las personas se les enseñe a observar.

Sumado a ello, la televisión ocupa un rol central en la conformación de los niños como consumidores de mercancías, y se ha generado un mercado especializado en la infancia (en 1933 Disney vendió más de 10 millones de dólares en mercancías ligadas a personajes de sus producciones; a fines de los 80 obtuvo unos 344 billones de dólares por licencias de sus personajes; datos señalados por Cunningham, 1995). Los medios de comunicación se instalan en el espacio privado y generan brechas en la relación padres-hijos, socavando la autoridad parental.

En los tiempos actuales, el proceso de crianza descansa cada vez menos en la imposición de la autoridad de los padres, y cada vez más en una especie de negociación entre padres e hijos.

Actualmente podemos presenciar, según Cunningham, una tensión entre la tendencia objetiva a la desaparición de la infancia y el discurso predominante aún anclado en la “ideología de la infancia”. Esta tensión se agrava con la introducción reciente de derechos de los niños, que podrían operar incluso en contra de sus padres. Cunningham señala: “cuando la gente empezó a proclamar que los niños tenían derechos, aquello que tenían en mente eran derechos a una infancia protegida. La Convención de las Naciones Unidas sobre derechos del niño de 1989 no sólo atiende a la protección del niño sino que también a su derecho a ser oído en cualquier decisión que pueda afectarlo o afectarla en su vida”.

“La peculiaridad de fines del siglo XX, y la raíz de mucha de la actual confusión y angustia en relación a la infancia, es que un discurso público que señala que los niños son personas con derecho a un cierto grado de autonomía choca con los resabios de la visión romántica de que el derecho de un niño es a ser niño. La implicancia de lo primero es fusionar los mundos del adulto y del niño, y a lo de lo segundo mantener la separación (Cunningham, 1995)

Realidad de la infancia en El Salvador (2010)

Realidad de la infancia en El Salvador
5 octubre, 2010 por pastoraldederechoshumanos

Por: Pastoral de Derechos Humanos

La infancia en nuestra sociedad está al margen de las políticas públicas de desarrollo humano de nuestro estado, no hay un verdadero interés por la población infantil y adolescente de nuestro país estas son algunas conclusiones que se hacen sobre este tema en particular. En vista de esta problemática La Pastoral de Derechos Humanos de la parroquia Cristo Salvador hace un análisis de la realidad infantil, en el contexto del día internacional de la niñez en El Salvador.
En un artículo de la prensa grafica del 3 de octubre del 2010 se señalan las siguientes cuestiones:

Las niñas y los niños de cero a seis años enfrentan serios problemas para acceder a la Atención y Educación de la Primera Infancia (AEPI). Dificultades sustentadas en la descoordinación y fragmentación institucional del sistema de protección para la niñez; la ausencia de medidas que impacten la exclusión y las desigualdades en el goce de los derechos; la vigencia de esquemas culturales y familiares que atentan contra el desarrollo integral; la tolerancia social ante las violaciones a los derechos de la niñez; los vacíos normativos, la escasa aplicación de las leyes; y el desconocimiento de la importancia que tienen los primeros seis años en el desarrollo.
Los obstáculos responden a realidades y características socioculturales, económicas y distributivas, que influyen en el sistema de protección para la infancia. Los esfuerzos impulsados por el Estado y otras instituciones no han generado oportunidades inclusivas y de cobertura universal. Tampoco modificado las relaciones adulto-niño ni impactado la amenaza de muerte, desnutrición, maltrato, agresión sexual, abandono, trabajo infantil, negligencia y escasa estimulación temprana.
En educación, de los 433,576 infantes de cero a tres años, menos del 2% recibe atención estatal, pues El Salvador no tiene un programa integral. En parvularia, solo se cubre al 51% del total de cuatro a seis años; es decir, existen más de 190,000 infantes sin cobertura. Esto sin menoscabar el esfuerzo estatal por ampliar la cobertura en parvularia, que, pese a los avances, es el segmento con la menor cobertura y calidad del sistema educativo nacional. La inversión promedio por alumno es de la más baja del sistema, aproximadamente 222 dólares por estudiante. Esto responde a las limitantes de inversión educativa nacional que representa el 18.3% del gasto público total y el 2.8% del PIB.
Es evidente la fragmentación de las políticas educativas, debido a la atomización social y a la ausencia de un enfoque integral para la primera infancia, lo que también se conoce como enfoque del Desarrollo Integral Temprano. Por ello, es necesario articular un marco conceptual, filosófico, de orden estratégico, que asuma a la infancia desde la perspectiva de derechos e integralidad. Clarificar el discurso para que sea acorde a la realidad y traducible en la AEPI. Este deberá convertirse en una visión de Estado, políticamente concertada, que asegure su sostenibilidad, mediante la participación social y un cambio cultural, que propicie el empoderamiento de las familias, comunidades, organizaciones civiles y de la niñez. Exige a los gobiernos locales liderar los programas y proyectos para la infancia, con el fin de descentralizar los procesos
El desafío es una política que garantice el pleno derecho a la educación. Implica aumentar la inversión, desarrollar programas eficaces de atención integral para la primera infancia con visión holística y buscar un consenso en las políticas de la AEPI. Además, crear un marco legal consistente –política y socialmente concertado–, articular un sistema de información actualizado, una institucionalidad sólida o un ministerio descentralizado que coordine la implementación de la política, con presencia local y alianza social.
Según nuestra investigación hay factores directos que influyen en el desarrollo social de la niñez. La niñez salvadoreña está inserta en una dinámica económica y sociocultural compleja, producto de diversos fenómenos y que tienen un impacto más allá del momento en que suceden. Se destacan: el conflicto armando, los procesos de transición, la vulnerabilidad natural (dos terremotos en 2001 y varias tormentas tropicales), además de la institucionalidad fragmentada y las variaciones del sistema financiero.
La situación de la niñez presenta marcadas diferencias a partir del tiempo en que se analice. Las oportunidades de crecimiento, los modelos de atención y las interpretaciones de la infancia no son un hecho natural, sino el producto de intensos procesos históricos. Son el reflejo de la deconstrucción y reconstrucción de las estructuras de pensamiento, que han generado cambios significativos en los estilos de vida. Sin embargo, hay que destacar que muchos elementos básicos incorporados al sistema de protección para la infancia, aún no han logrado trascender del discurso, sólo son letra muerta que descansa en los documentos nacionales. Dicho esto, se demanda la implementación de esfuerzos que lleven a la práctica los postulados, que al ejecutarse aporten progreso a la niñez salvadoreña.
Lo que sigue es un repaso por los eventos más relevantes en el trayecto que en la búsqueda de los derechos de las niñas y los niños.
Las alternativas de desarrollo, los modelos de atención y las interpretaciones de la infancia descubren marcadas variaciones a partir del tiempo que se tome como referencia para el análisis. En El Salvador, como en el resto del mundo, la imagen actual o interpretación popular de la niñez es un paradigma cultural bastante reciente.
Fue en siglo XIX cuando inició el tema de la infancia. El concepto que se conoce tuvo su origen en esa época. Las interpretaciones que entonces surgieron pusieron fin a la confusión que había entre entender a la niñez como hecho biológico, natural y concebirla como social. Incluso en los países que promovieron el debate, las innovaciones teóricas no produjeron variaciones en el reconocimiento de los derechos de las niñas y los niños; por lo que no resulta raro que, en el resto de países, las transformaciones hayan seguido un proceso más lento. En el caso de El Salvador, la búsqueda de los derechos de la infancia aún no termina, tal como se observa en el siguiente recorrido cronológico.
• 1821: Finalizada la Independencia, el país inició sus transformaciones políticas y sociales hasta convertirse en un Estado soberano e independiente casi 20 años más tarde. Liderados por los terratenientes, estos se ocuparon de poner las condiciones económicas y políticas a su favor, de modo que la agricultura y la exportación fueron las principales bases de la economía. Era un país dominado por las minorías oligarcas.
En ese tiempo, no había oportunidades de desarrollo integral para la niñez, debido a que la mayor parte de la población trabajaba en las fincas de los terratenientes, sin garantías sociales. El goce de los derechos económicos, sociales y culturales estaba lejos de plantearse como posibilidad incluso para los adultos. Las mujeres y los niños enfrentaban las mayores desventajas.
• 1860: El Código Civil que entró en vigencia incluía disposiciones sobre la protección infantil, declarando que la “existencia legal comienza al nacer”. En el artículo 73 se especificaba: “La ley protege la vida del que está por nacer. El Juez, en consecuencia, tomará, a petición de cualquiera persona o de oficio, todas las providencias que le parezcan convenientes para proteger la existencia del no nacido, siempre que crea que de algún modo peligra”. Sin embargo, en los artículos 34, 35, 36 y 37 del mismo documento se consideran discriminativos por clasificar a la niñez, en su calidad de hijas e hijos como: legítimos, ilegítimos, naturales, adulterinos e incestuosos. Esa manera de categorizarlos generaba discriminación para los niños y niñas.
• 1886: De acuerdo al MINED, los primeros reportes que corresponden al nivel de parvularia datan de 1886. Aunque en sus comienzos funcionó fuera del sistema formal.
• 1902: Cuando se fundó el Hospital Rosales, la población contó con la primera área de servicio pediátrico, atendida por un tocólogo (obstetra actualmente) y un médico general. La atención del menor era confiada a las enfermeras y cuando ellas no podían lidiar con la situación, se llamaba al doctor.
• 1904: En marzo se inauguró la primera sala cuna, en el Barrio San Jacinto. Institución que luego estuvo a cargo de la Sociedad de Hijas de San Vicente de Paul y años después al ISPM, ahora al ISNA.
• Cerca de 1915: Se abrió la Sala de Niños del Hospital Rosales. El hecho se considera el inicio de la pediatría en El Salvador.
• 1917: Por iniciativa estatal se instituyó el Servicio Médico Escolar, cuyo objetivo era atender a escolares y maestros. Años más tarde se creó la Sociedad Benéfica Pública, que concentra su labor y programas hacia la infancia, el que sobresale fue conocido como “La Gota de Leche”.
• 1923: Aunque sin mayor representación, la educación parvularia recibió más apoyo.
• 1928: El Dr. Benjamín Bloom donó el primer hospital de niños en el país, el que continúa siendo el único.
• 1940: Se habilitó la División de Higiene del Niño en la Dirección General de Salud. También la reforma educativa forjó las bases de la educación parvularia: se crearon los primeros programas.
• 1947: Se fundó la Sociedad de Pediatría de El Salvador.
• 1949: La década de los 40 terminó con la realización de múltiples campañas a favor de la niñez: Campañas de Higiene en las Escuelas, Plan Astoria, Campaña de Nutrición, Consulta Prenatal, Plan de Curación Maya, entre otras.
• 1950: Mediante el Decreto N°14 se modificó la Constitución de la República. En el artículo 180 se incluyeron especificaciones precisas para la infancia: “El Estado protegerá la salud física, mental y moral de los menores y garantizará el derecho de éstos a la educación y a la asistencia”. Fue la primera vez que en la Constitución se abordaba el tema.
• 1951: Se abrió el Servicio de Cirugía Pediátrica, adscrito al Servicio de Pediatría del Hospital Rosales.
• 1953: En el Hospital de Maternidad se echó a andar el Servicio de Neonatología y el de Prematuros.
• 1955: El ISSS inauguró su Servicio de Neonatología. Además, en noviembre, entró en vigencia, mediante el Decreto legislativo N°1973, la Ley de Adopción de El Salvador; sin embargo, esta sólo contemplaba la adopción simple y no especificaba mecanismos de seguimiento, protección e integración familiar entre adoptado y adoptantes.
• Para la década de los 60: Se unieron los servicios pediátricos que habían estado dispersos en el Hospital Rosales y el Benjamín Bloom.
• 1962: Hasta este año a los doctores encargados de los menores se les conocía como “cuida niños”, pues no habían pediatras sólo médicos con interés por la infancia (documento histórico de la Asociación de Pediatría de El Salvador).
• 1980: Documentos de la Comisión de Derechos Humanos, Cruz Roja y otros organismos dan cuenta que durante el conflicto armado (1980-1992) la vida cotidiana de las niñas y los niños salvadoreños estuvo marcada por la violencia en distintos niveles. Muerte, mutilación, hambre, orfandad, exilio, injusticia y desprotección fue lo que las mayorías infantiles vivieron. Incluso, algunos padecieron antes del nacimiento. Las desapariciones infantiles se volvieron frecuentes. Esta realidad se mantuvo hasta el fin de la guerra.
• 1983: Entre las reformas constitucionales que entraron en vigencia se encontró que en los artículos 34, 35 y 36 se precisaron detalles sobre la protección y búsqueda del desarrollo integral para la niñez, en materia de salud, educación, asistencia, seguridad, identidad e igualdad, independiente a la condición legal de sus padres. En el artículo 56 se incorporó la educación parvularia, aunque sin un carácter obligatorio: “La educación parvularia, básica y especial será gratuita cuando la imparta el Estado”.
• 1990: El Salvador ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño. A partir de entonces se inició una revisión de la legislación interna en el tema de la infancia. Se aprobó la Ley General de Educación, la cual en el Título III, capítulo I, Artículo 12 estableció: “La educación Parvularia y Básica serán obligatorias para todos y juntamente con la educación especial serán gratuitas, cuando las imparta el Estado“.
• 1992: El 16 de enero se firmaron los Acuerdos de Paz, en Chapultepec, México. Según expertos en sociología y política, estos fueron la oportunidad de oro para cambiar de fondo las estructuras sociales que promueven la exclusión y la miseria, pero no se aprovechó. Después de la guerra, junto a la reactivación económica, las reformas sugeridas se desvanecieron, desplazadas por la introducción de las nuevas políticas neoliberales. También se creó la Ley de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos.
• 1993: Se decretó la Ley del Instituto Salvadoreño de Protección al Menor.
• 1994: Con la entrada en vigencia del Código de Familia se derogaron las disposiciones contrarias a la Constitución de la República de 1983 y a la Convención sobre los Derechos del Niño contenidas en el Código Civil de 1860. Se derogó por este código la Ley de Adopción que entró en vigencia en el año1955 y se modificó el Código de Trabajo, vigente desde 1972, para favorecer a la infancia. Así, en el artículo 105, del Código de Trabajo, se estableció: “Se prohíbe el trabajo de los menores de dieciocho años en labores peligrosas o insalubres”.
• 1996: Se creó la Ley Contra la Violencia Intrafamiliar. Además, se incluyó, por primera vez, en la Ley General de Educación información referente a la educación inicial (ver artículo 16).
• 2001: En noviembre entra en vigencia la Política Nacional para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (PNDINA), que sustituyó a la Política Nacional de Atención al Menor.
• 2005: En marzo se hizo la presentación oficial del Plan Nacional 2021, en cuyas líneas estratégicas se incluyó la universalización de la educación parvularia con énfasis en los seis años, la creación del programa Juega Leyendo, que apoya a la educación inicial y parvularia, así como Redes Solidarias que buscan llevar educación a las comunidades más pobres.
• 2006: En julio se reformó la Ley del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA), aprobada en 1993.
• 2008: En octubre se presentó la propuesta Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia (LEPINA). También, se reformó la Ley General de Educación, en los artículos 16 y 17, donde se aborda el tema de la educación inicial.
• 2009: El 26 de marzo se aprobó la Ley de Protección Integral de la Niñez y la Adolescencia (LEPINA), documento que en sus 259 artículos recoge lineamientos que buscan proteger a la niñez.
De una manera cronológica se presenta la inclusión del tema de la niñez en el plano Social, pero en El Salvador se presenta avances en el reconocimiento de los derechos de la niñez, pero el panorama local es desfavorable para el desarrollo integral. La información muestra que los obstáculos se deben a que los esfuerzos llevados a la práctica no han partido de un diagnóstico del estado real de la infancia.
En el país hay 398 mil 608 niñas y 414 mil 634 niños, de cero a seis años. El 14% de la población total (Censo, 2007) integra un grupo heterogéneo, por la diversidad de ambientes económicos, sociales, culturales y étnicos. Por ello, a la hora de abordar el tema se deben tomar cuenta las diferencias en las condiciones de vida, las posibilidades de acceso a los recursos, servicios básicos y de desarrollo. Entre las variables se encuentran el lugar de residencia (urbano/rural), la cantidad de ingreso familiar, el modo de integración del hogar y el nivel educativo de las madres, padres o representantes. Sólo el conocimiento de las necesidades, problemas y expectativas de la niñez permitirá la creación de un sistema que responda con oportunidades de desarrollo integral en la primera infancia.
En el menor tiempo posible, la situación exige normas legales, políticas y estrategias del Estado hacia el establecimiento de compromisos, funciones y presupuestos acordes a las necesidades de la población infantil, con énfasis en los primeros seis años. El enfoque será inclusivo, bajo el respeto de los derechos ineludibles, inherentes y universales que tienen a partir de sus características.
Datos estadísticos e informes sobre la realidad nacional, de diversas organizaciones locales y extranjeras, evidencian que los niños y las niñas se desarrollan en ambientes de alto riesgo. Muerte, desnutrición, maltrato físico, agresiones sexuales, abandono, trabajo infantil, negligencia y escasa estimulación temprana son algunos de los problemas que enfrentan, sobre todo en las familias más pobres.
Por la estructura de la sociedad salvadoreña, los niveles de acceso a los recursos para la supervivencia y el desarrollo están asociados a la condición socioeconómica. En los estratos de mayores ingresos, las niñas y los niños tienen posibilidades más altas de recibir el conjunto de intervenciones ordenadas capaces de cubrir las necesidades nutricionales, de salud, protección, educación, además de la estimulación temprana. En cambio, en las clases mayoritarias, donde la pobreza y la exclusión son endémicas, se enfrentan condiciones de vulnerabilidad social. Esto entorpece los procesos de desarrollo y marca las vidas para siempre.
En las clases más vulnerables, rurales y urbanas, se requiere mayor intervención con la promoción de la AEPI, desde una perspectiva de derechos, género e inclusión social. El objetivo sería la superación de las diferencias en los estilos de vida de quienes tienen padres, madres y representantes con trabajos estables y bien remunerados, con los que perciben salarios miserables. Se lograría una desmercantilización del ejercicio pleno de los derechos humanos y de la niñez.

La producción de la subjetividad en los tiempos del neoliberalismo

La producción de la subjetividad en los tiempos del neoliberalismo: hacia un imaginario con capacidad de transformación social1
José Manuel RODRÍGUEZ VICTORIANO
Universidad de Valencia
Departamento de Sociología y Antropología social.
Jose.M.Rodriguez @uv.es

Cuadernos de Relaciones Laborales 89
2003, 21, núm. 1 89-105
ISSN: 1131-8635

SUMARIO

1. Introducción: Las identidades autistas de la post-modernidad.
2. La reducción liberal de la subjetividad humana.
3. La dimensión instituyente del imaginario social: límites y posibilidades.
4. Referencias bibliográficas.

RESUMEN

La hegemonía neoliberal de las últimas décadas ha traído aparejadas inmensas transformaciones económicas, políticas y sociales. El relativo equilibrio que se estableció en las sociedades occidentales de posguerra en la dialéctica entre ciudadanía, subjetividad y emancipación social comenzó a transformarse drásticamente a partir de los años ochenta (Santos 2000).

La reorganización del sistema capitalista que surge de este periodo se ha
concretado socialmente, en el incremento de la vulnerabilidad social y en el crecimiento de las desigualdades sociales, dando lugar a la emergencia de la llamada ‘nueva cuestión social’ (Robert Castel 1977). El territorio de la globalización, nombre que toma la etapa actual del capitalismo (Etxezarreta 2001), es un espacio de des-regularización y privatización
totalizante.

Un espacio de precarización de la condición laboral, pero también de precarización de otras dimensiones de la condición ciudadana (Alonso 2000): desde la reducción de los mecanismos de la participación política a su simple simulacro formal, hasta la trivivialización autista de las subjetividades e identidades transformadoras (Benjamín 1997). La confluencia de estas dimensiones apuntan hacia un nuevo totalitarismo social, laboral, cultural y político; una deriva hacia lo que Boaventura de Sousa Santos (1999) ha
definido como un ‘nuevo fascismo societal’.

El planteamiento que aquí se sigue sostiene que entender las nuevas formas de desigualdad que comporta esta etapa de globalización exige, necesariamente, analizar la producción neoliberal de la subjetividad humana desde sus contextos socio-históricos. Situándose en una perspectiva crítica, y desde el espacio que abre la intersección entre teoría social y teoría psicoanalítica (Castoriadis, Elliott, Guattari), analiza como la producción de la subjetividad en el neoliberalismo reduce a los actores sociales a individuos, para apuntar, por último, algunas reflexiones sobre las posibilidades de un imaginario con capacidad de transformación social.

PALABRAS CLAVE
Subjetividad. Desregulación. Precariedad. Nueva cuestión social. Conciencia
de los derechos laborales.

1 El presente artículo nace de una aportación al primer Foro Social Mundial. De Porto Alegre (Brasil). Fue presentada en el taller que llevaba por título Subjetividad y Trabajo. La atención y amabilidad de Valter

Abordamos una época en que, al diluirse los antagonismos de la guerra fría, aparecen de manera más neta las amenazas mayores que nuestras sociedades productivistas hacen pesar sobre la especie humana. Nuestra supervivencia en este planeta está amenazada no sólo por las degradaciones ambientales, sino también por la degeneración del tejido de solidaridades sociales y de los
modos de vida psíquicos que conviene, literalmente, reinventar. La refundación de lo político deberá pasar por las dimensiones estéticas y analíticas que se implican en las tres ecologías del ambiente, el socius y la psique. Felix Guattari (1992:34)

1. Introducción: Las identidades autistas de la post-modernidad

Las verdades incontestables tienen la desventaja de oscurecer la verdad embotando los sentidos. Casi nadie se verá alarmado si se le dice que en tiempos de continuidad el futuro equivale al pasado. Sólo algunos se darán cuenta de que de esto se sigue que en tiempos de cambio socio-cultural
el futuro no va a parecerse al pasado. Más aún, frente a un futuro no claramente percibido, no sabemos cómo actuar y sólo nos queda una certeza: si no actuamos nosotros mismos, alguien va a hacerlo por nosotros.

Así es como, si deseamos ser sujetos, más que objetos, lo que vemos
ahora, esto es, nuestra percepción, debe ser más una prevención que una mirada a posteriori. Heinz Von Foerster.(1991:187).

Desde la década de los setenta, la unilateral ruptura del pacto Keynesiano en la sociedades occidentales ha ido erosionando progresivamente las posibilidades del Estado de Bienestar y el proyecto ‘moderno’ sobre el que se sustentaba de una ciudadanía ‘total’.

Una ciudadanía cuyos derechos políticos, económicos y sociales estaban garantizados y reconocidos por el propio Estado (Alonso 1999). La reorganización del sistema capitalista en el posfordismo y la ‘santisima
trinidad’ de su ideario liberal: competitividad, flexibilidad y rentabilidad (Petrella 1997) han dado lugar a un nuevo Estado Mercantilizador que ha propiciado la progresiva des-regulación y precarización laboral, el correlativo aislamiento de las clases trabajadoras y la dualización
social.

El correlato de este ‘nuevo espíritu del capitalismo’ ha sido, en el plano políticocultural, la corrosión de la ciudadanía social por una constelación ideológica de carácter ultra-conservador (Ortí, 1995) en la que el mercado, la revalorización de lo individual y el desprestigio de lo colectivo han devenido los núcleos centrales de la práctica social. La idea de mercado y las de libertad, competencia, mérito, lucro o iniciativa privada, que gravitan en su
órbita, han desempeñado, (Santos 1999: 311), un papel decisivo en el desmantelamiento relativo de la mítica sociedad de clases medias del Estado del Bienestar.

En lo político, la desmovilización de la participación democrática (Rodríguez y Benedito 2000) y la emergencia de un nuevo totalitarismo o ‘fascismo societal2’ son sus rasgos más destacados.

2 El concepto, como señalábamos en el resumen procede de Santos (1999:22). Su novedad tiene dos características. no es un regimen político, a diferencia del de los años treinta y cuarenta, sino un régimen social y de civilización y, en segundo lugar es pluralista esto es, no sacrifica la democracia ante las exigencias del capitalismo sino que: «la fomenta hasta el punto que ya no resulta necesario, ni siquiera conveniente sacrificarla para promover el capitalismo».

Las identidades que produce la hegemonía de esta constelación están deliberadamente separadas de la posición social que ocupan en el espacio de la producción. Las identidades ‘post-modernas’ se construyen en detrimento de la ciudadanía social, son subjetividades sustancialmente autistas y narcisistas, perfectamente compatibles con la des-regulación, fragmentación y precarización de las condiciones laborales y los derechos de ciudadanía social.

Los elementos más emancipadores de la subjetividad construidos en las décadas anteriores, es decir, las aspiraciones hacia la autonomía, creatividad y reivindicación de la igualdad desde la diferencia que conformaron los Movimientos Sociales han sido corroídos por la subjetividad neoliberal.

El desmantelamiento de los vínculos sociales, el narcisismo y la reivindicación de la privacidad son los productos centrales de esta nueva alquimia neoliberal; elementos que acoplados al productivismo proporcionan una integración mucho más efectiva de los individuos en la compulsión consumista3.

3 La publicidad de finales de los noventa de un operador bancario sintetizó magníficamente esta dimensión, su eslogan, anunciado por una gloria de la canción protesta de los sesenta rezaba: «Libertad, igualdad y rentabilidad».

En paralelo, el mayor peligro en términos colectivos que conlleva la producción de las identidades de la subjetividad neoliberal es su concepción de la diferencia como un riesgo para el ‘yo’, su rasgo más inquietante es la tendencia hacia el rechazo radical de la alteridad, su concepción dominante del ‘otro’ como una amenaza.

Visto así, la trivialización o, como lo llama Elliott el ‘anti-pensamiento’ —su expresión en lo individual—, y el ‘pensamiento único’ —su expresión en lo social— serían dos de sus síntomas más significativos:
«Es claro —escribe Elliott— que el rechazo de la alteridad, como Bion lo ha demostrado, a menudo puede conducir a una eliminación de la misma capacidad psíquica de pensamiento. El antipensamiento, el bloqueo y la eliminación de la experiencia y el afecto, abren el camino para una traducción, en términos de acción de los estados psíquicos aterradores y destructivos.

Cuando el espacio simbólico es excluido violentamente, pueden aparecer la proyección excesiva, la paranoia y la disociación psicótica, y bajo condiciones contemporáneas, en las que existe una autorización ideológica para canalizar el odio, esto a menudo conduce a la deshumanización, y al efectivo asesinato de los otros» (1997:63).

En el ámbito de las ciencias sociales, la literatura sobre las fracturas en lo económico, en lo social, en lo político y en lo existencial que produce la actual fase del capitalismo es abundante. Se han analizado con profusión las tres primeras dimensiones y sus relaciones internas, sin embargo, el análisis de la última dimensión y su relación con las otras tres han sido más bien escasos. Profundizar en la investigación teórica en torno a las condiciones de la producción de la subjetividad humana en un contexto socio-histórico atravesado y sugestionado por el mito neoliberal del mercado mundial es una tarea necesaria.

Sostiene Félix Guattari (1996:162) que la subjetividad contemporánea sólo podrá salir del repliegue sobre sí misma, de la infantilización masmediática y del desconocimiento de la alteridad en el dominio humano cuando aparezcan a su alcance objetivos creadores, cuando se consolide, más allá del ethos posmoderno, la aspiración a una reapropiación individual y colectiva de la producción de la subjetividad. Esta reapropiación se vincula necesariamente con el horizonte de un imaginario con posibilidades de transformación social, con sus posibilidades teórica y sus concreciones en la realidad social.

En los siguientes apartados, se enlaza con la propuesta anterior; se introducen algunas consideraciones. En términos teóricos, dichas consideraciones están inscritas dentro de la tradición de la sociología crítica. Una teoría que, siguiendo la concisa definición de Boaventura Sousa Santos (2000:23), no reduce la realidad a lo que existe, va más allá. Cómo se sabe, el análisis
crítico de la realidad social se asienta en el presupuesto de que la forma concreta de existencia social no agota sus posibilidades de existencia real; su tarea consiste precisamente en definir y evaluar las alternativas de lo empíricamente dado.

A su vez, se inscribe en una tradición de saber socialmente comprometido (Bourdieu 2001), que, frente al ‘fin de la historia’ de la Post-modernidad, constata empíricamente las promesas incumplidas de la modernidad y da
cuenta cuantitativa y cualitativamente de sus efectos perversos. En términos teóricos, esta tradición ha incorporado a las fuentes clásicas de las ciencias sociales críticas —marxismo, psicoanálisis y lingüística—, las perspectivas de los desarrollos contemporáneos de la física, la biología.

Este cruce de líneas se ha ubicado, en mayor o menor medida, en el marco epistemológico del llamado paradigma de la complejidad4.

4 Una excelente presentación, en sentido didáctico, del pensamiento sistémico se encuentra en el libro de Fritjof Capra (1998) titulado «La trama de la vida. una perspectiva de los sistemas vivos», publicado en la editorial Anagrama. Una presentación de sus últimos desarrollos en Ciencias Naturales se puede encontrar en la Revista Métode de la Universidad de Valencia en su número de otoño de 2002, titulado precisamente ‘Sinfonía del caos. Un paseo por la complejidad’. Por otra parte, es ya un clásico el suplemento de Anthropos nº. 22, que lleva por título: ‘Nuevos avances en la investigación’, en él se puede encontrar una presentación exhaustiva de la epistemología de la complejidad desde la perspectiva de la investigación social. En cuanto a la
sociología de inspiración ecológica, se puede destacar la presentación que hace Morin (1983) en ‘El Metodo. La vida de la vida’, en ediciones Cátedra, en particular, los capitulos IV,V y VI de la primera parte. Unas fundamentaciones más completas, en el sentido de integrar junto al desarrollo epistemológico las implicaciones políticas—, se pueden encontrar en el texto clásico de Enrique Leff «Ecología y capital. Racionalidad ambiental,
democracia participativa y desarrollo sustentable», publicado por siglo XXI; así como en la obra de Jesús Ibáñez (1985, 1985Ì), en particular, en el artículo: «Hacía una ética de la (eco)responsabilidad»,incluido en la recopilación de textos de Jesús Ibáñez (1997), que con el título de «A contracorriente» ha publicado la editorial fundamentos. Por último, una pequeña observación: el paradigma cibernético no está reñido con el pensamiento simple; uno de los abusos en el uso del paradigma de la complejidad dentro de las ciencias sociales es su doble derivación, por una parte, hacia la simplificación del ‘a-historiscismo’, que concede máxima prioridad a la sintaxis y olvida la semántica; y, por otra, a la trivialidad del ‘individualismo metodológico’. De ambas es un buen ejemplo la introducción que a la obra de Jean-Pierre Dupuy (1997) «El sacrificio y la envidia» realiza desde la mismísima Universidad Europea de Madrid, Juan Gutiérrez. «Una cultura de la imaginación sin ilusiones, un espacio cultural que admite la forma provisional y contingente de las estructuras del imaginario. La posmodernidad es un mundo reflexivo, un mundo en el cual estamos cada vez más sujetos a nuestro propio y múltiple ser.»

Un paradigma que sustentado en la epistemología política ha pasado del presupuesto de la objetividad al de la reflexividad y que, frente a la retórica de la sociedad de la información (Castells 2000), tiende a explicitar los proceso de vinculación entre los intereses de los sujetos y los procesos de conocimiento.

A partir de aquí, el planteamiento que sigue analiza en primer lugar la reivindicación neoliberal de la subjetividad humana, para en segundo término revisar los límites y posibilidades de la dimensión instituyente de lo imaginario basándose en la concepción teórica del imaginario social de Cornelius Castoriadis (1975, 1994, 1998),y en la revisión que de su propuesta realiza Anthony Elliott (1995, 1997), sintetizando las posibilidades de el principio productivo de lo imaginario para la subjetividad humana y para la vida social.

En los tiempos de la post-modernización neoliberal la obra de estos autores contiene, en mi opinión, unas claves conceptuales importantes en la tarea de fundamentar la reivindicación teórica del imaginario social, su dimensión instituyente para la subjetividad humana y sus potencialidades para la transformación social. En suma, como sostiene Elliott (1997:64), en contraste con la ‘muerte de la imaginación’ predominante en la teoría contemporánea, nuestro presente está mejor caracterizado como:

2. La reducción liberal de la subjetividad humana

Ninguna otra técnica de conducción de la vida liga al individuo tan firmemente a la realidad como la insistencia en el trabajo, que al menos lo inserta en forma segura en un fragmento de la realidad, a saber, la comunidad humana. La posibilidad de desplazar sobre el trabajo profesional y sobre los vínculos humanos que con él se enlazan una considerable medida de componentes libidinosos, narcisistas, agresivos y hasta eróticos le confiere un valor que no le va en zaga a su carácter indispensable para afianzar y justificar la vida en sociedad. Sigmund Freud. El malestar en la cultura. Amorrortu editores, Buenos Aires, 1988, p. 80.

La elaboración de un relato con afán de rigor sobre lo imaginario y de nexos entre psique y cultura, requiere como condición indispensable reconducir la subjetividad humana a los contextos sociales e históricos desde donde emerge. Situándonos en una escala histórica amplia podemos constatar como la índole cada vez más instrumental y mercantilizada de los procesos
capitalistas obliga a los sujetos a declinar su auto-conciencia, perdiendo autonomía y encerrándolos en la virtualidad ilusoria de la autosuficiencia5 narcisista.

5 En términos psicoanalíticos, la represión y la disociación son los mecanismos que permiten esta operación. Según Freud (‘La escisión del Yo en el proceso de defensa’, 1938) La función del YO es integradora, asociativa, busca la síntesis, sin embargo, ante el conflicto, dicha función puede escindirse; aceptando, por un lado, las exigencias de la realidad —mediante la represión pulsional que puede dar lugar al síntoma—, y por otro, permitiendo que la pulsión consiga su satisfacción mediante el repudio y negación de la realidad, la ilusión narcisista. En definitiva, represión y repudio son respuestas contrapuestas y coexistentes. En términos sociales el orden neoliberal impone drásticamente sus exigencias, y trata de reducir las resistencias frente a
dicha normatividad al espacio individual de su negación y repudio narcisista; perfectamente compatible, por otro lado, con dicho orden.

El individualismo metodológico es el necesario correlato teórico dentro de las ciencias sociales de dicha autosuficiencia narcisista. Su supuesto teórico: el sujeto radical y antropológicamente libre actuando en situaciones
artificialmente simplificadas y a-históricas se extiende, a partir de la crisis de los setenta, a los diferentes campos del conocimiento: filosofía, politología, psicología, sociología. Sin menospreciar su hegemonía en todos ordenes sociales y el alto valor de cambio del que ha gozado en los círculos académicos, en términos teóricos, a pesar de sus juegos, no va mucho más
allá. Se trata —como han observado Luis Enrique Alonso y Javier Callejo (1994:38)—, de una reedición del viejo liberalismo mercantilizador asentado en un individualismo posesivo:

Frente a la visión grupalista y convergente de la mesocratización social de la era Keynesiana y social demócrata, la nueva retórica de las ciencias sociales tiende a estar presidida por las cajas negras y las construcciones formalizadas de inspiración micro-económica, precisamente para que los grupos reforzados por la economía financiera de los años ochenta encuentren en su retórica
abstrusa y en su apelación a la cientificidad —y a la tecnología— su dinámica propia de elitización y separación social. Visión que tiende a consagrar una percepción absolutamente micro de la sociedad y de las relaciones de su grupo de referencia con la sociedad y lleva asociada, lógicamente, la desconfianza hacia cualquier tipo de acción colectiva comunitaria6….

De este modo, el orden social queda atrapado en el registro de lo real que instituye la teoría dominante del imperialismo económico —un orden económico cuyo delirio comporta la aspiración totalitaria a un mundo puro y perfecto—, quedan espurgados —etimológicamente esporgar alude a la perdida de los árboles o de las vides su fruto naciente—, y disociados de dicha realidad los componentes imaginarios y simbólicos vinculados a la transformación social.

Desde dicha norma, que imperativamente rige la corrección política contemporánea, se sanciona socialmente tanto el salirse de las soluciones tópicas como la búsqueda especulativa o teórica de otros caminos. La máximización de los rendimientos económicos deviene la única
ley de valor:
No hay más valor —escribe Jesús Ibáñez (1994:250) preguntándose por la responsabilidad de los intelectuales— que la performatividad: el rendimiento, la correlación entre inputs o inducciones y outputs o deducciones… así nos lanzamos por todos los atajos: por el atajo de las violaciones de los derechos humanos (el fin justifica los medios), por el atajo de la industria armamentística (es más rentable), por el atajo del respeto a los poderes fácticos (no comprendo cómo hay gente de izquierdas cuando los de derechas vivimos también), una inmensa tautología amenaza con
deglutirnos. No importa a dónde vamos importa lo deprisa que andemos (el ritmo de la modernización.

6 Luis Enrique Alonso y Javier Callejo: «consumo e individualismo metodológico: una perspectiva crítica» en Politica y Sociedad, nº 16, mayo agosto 1994, pág 118.

2.1. El homo oeconomicus: un Mr. Hyde individualista y mercantilizador

Aunque, no forma parte de los objetivos de artículo profundizar en la crítica al liberalismo económico, resulta necesario mostrar los trazos con los que desde su misma génesis socio-histórica ha tratado de reducir la subjetividad humana y la exploración imaginaria de lo posible en la vida social a la estricta racionalidad económica de la doctrina liberal.

De la mano de Karl. Polanyi y Pierre Bourdieu, seguiremos, desde la génesis socio-histórica del liberalismo, el proceso de reducción de la subjetividad humana y su concreción actual.

En ‘La Gran Transformación’ Karl Polanyi (1989) amplia y fundamenta desde la antropología económica, la noción clave de fenómeno social total de Marcel Mauss (1974), un concepto que, como es sabido implica un análisis cada vez más profundo (completo) de fenómenos sociales concretos, y que, en última instancia, busca acrecentar el número de realidades conocidas en la intersección entre lo individual y lo colectivo.

La perspectiva histórica de la investigación de Polanyi7, le conduce a una conclusión rotunda: el determinismo económico que desde el siglo XIX caracteriza a las sociedades occidentales europeas, es un hecho único y excepcional en la historia de la humanidad: se trata del intento de institución por el estado de un mercado económico autorregulador. ¿Cúales son las consecuencias de este hecho?

En primer lugar, la aparición de una esfera económica autónoma como consecuencia de la transformación conjunta (también por primera vez) en mercancías del trabajo, la tierra y el capital. Significa, en segundo lugar, y como efecto de esa transformación en mercancías del trabajo, la tierra y el
capital la sumisión de la sociedad a las leyes del mercado económico con la consiguiente destrucción de todas las formas pasadas de vida comunitaria. Significa, en tercer lugar, la creencia en el progreso, entendido como crecimiento y acumulación económica ilimitada, medido en el
incremento constante del consumo de energía, como objetivo social último. Supone, finalmente, la preeminencia teórica y práctica del individualismo moderno8.
7 En su repaso histórico de las sociedades y los sistemas económico escribe K. Polanyi: «Se puede afirmar, en general, que todos los sistemas económicos que conocemos, hasta el final del feudalismo en Europa occidental, estaban organizados siguiendo los principios de la reciprocidad, de la redistribución, de la administración doméstica, o de una combinación de los tres. Estos principios se institucionalizaron gracias a la ayuda de una organización social que utilizaba los modelos de simetría, de la centralidad y de la autarquía entre otros.» (1989:100).
8 A este respecto resulta muy instructiva la crítica al individualismo metodológico que desde la ecología política realizó Martinez-Alier (1984) en su obra clásica L’cologisme i L’economia, Barcelona, Edicions 62, 1984.

El individuo —entendido como ser moral, independiente, autónomo y previo a lo social— se convierte en el valor máximo a cuyo servicio debe ponerse la sociedad. Desde esta concepción devienen inseparables el desarrollo social, la realización de la sociedad, y la doctrina económica liberal expresada
en la economía de mercado capitalista. El fascismo será para Polanyi una expresión extrema y dramática de la filosofía económica liberal.

Hacia finales de la década pasada, Pierre Bourdieu (1998:109), al preguntarse sobre la esencia del liberalismo escribía:
Esta teoría tutelar es una pura ficción matemática basada, desde su mismo origen, en una formidable abstracción, que, en nombre de una concepción tan estrecha como estricta de la racionalidad, identificada con la racionalidad individual, consiste en poner entre paréntesis las condiciones económicas y sociales respecto a las normas racionales y de las estructuras económicas y
sociales que son la condición de su ejercicio.

Sin embargo, esta teoría ‘des-socializada’ y ‘des-historizada’, tiene efectos devastadores posee, siguiendo el análisis de Bourdieu, hoy más que nunca los medios de convertirse en verdad empíricamente verificable, ya que no es un discurso ideológico más, es un discurso fuerte y difícil de combatir porque:
dispone de todas las fuerzas de un mundo de relaciones de fuerzas que él contribuye a hacer tal y como es, sobre todo orientando las opciones económicas de los que dominan las relaciones económicas y sumando así su propia fuerza, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza.

En nombre de ese programa político de conocimiento convertido en programa político de acción, se lleva a cabo un inmenso trabajo político… un programa de destrucción metódica de los colectivos. Un escenario social, en suma, en el que a la auto-explotación (Ibáñez, 1994)9 desbocada del sistema por si mismo se ha añadido la creciente explotación cuantitativa y cualitativa de los seres humanos y la naturaleza. La inseguridad en lo individual, en lo local y en lo global deviene la norma para sectores cada vez más amplios.

Emergencia, pues, de la ‘sociedad del riesgo’ (Beck 1997) que amenaza ‘transversalmente tanto lo social, lo cultural y lo económico, como lo local y lo global. Amenaza civilizatoria en lo macro, expresada privilegiadamente por la crisis ecológica; y amenaza individual y colectiva en lo micro expresada económica y socialmente en la creciente vulnerabilidad y fragmentación social que salpican y amenazan la inmediata cotidianidad (Montes, 1996, Poveda y Santos, 1998)10: especulación financiera y constante riesgo de quiebra del capitalismo financiero o de ‘casino’, reducción del coste de la mano de obra, flexibilización, precarización y desregulación del mercado de trabajo, unilateral imposición mass-mediatica del llamado pensamiento único, conformismo generalizado.
9 Desde el planteamiento de Ibáñez, la autoexplotación supone la explotación reflexiva del organismo o texto o sistema por si mismo. Trata a los fines de modo que les impide seguir siendo fines. Este tipo de explotación produce un exceso de ligadura de la información por la información y conduce a un cierre del sistema sobre sus límites. Se produce este tipo de explotación cuando el sistema tiende a cerrarse a la búsqueda de nuevos fines y a la transformación de sus estructuras. La teoría psicoanalítica a nivel individual-micro y la teoría
marxista a nivel social-macro dan cuenta de este tipo de explotación. El sistema social es un sistema abierto a la búsqueda de nuevos fines y a la transformación de sus estructuras, los individuos humanos son los operadores
de esa abertura. La abertura del sistema se refleja en los individuos como poder de hacer preguntas que nadie puede responder: la autoexplotación implica el cerramiento del sistema reflejado en los individuos como
sometimiento a las respuestas que obturan el poder de preguntar.(Ibáñez: 1994 a:147-167).
10 Ignacio Ramonet ha contribuido a divulgar la noción de ‘Pensamiento único’, una suerte de terrorismo del pensamiento, cuya singularidad radicaría, de acuerdo con Castoriadis, en que es el primer pensamiento que propone y busca la desaparición integral del pensamiento. Por citar sólo dos análisis de interés, a modo de ejemplos de la dimensión económica y su traducción al estado español vale la pena ver el libro de Pedro Montes El desorden Neoliberal, Trotta, Madrid, 1996, donde desarrolla teóricamente la incapacidad del neoliberalismo para dar una respuesta económica a los problemas de los países y de la economía internacional. También, el artículo de Maria Poveda y Antonio Santos en su artículo: «El mercado de trabajo devastado: procesos de flexibilización a la española», en el segundo número de la revista ‘Arxius de sociologia’ realizan un recorrido sistemático por la cara oculta de la modernización española, describiendo las transformaciones del neoliberalismo en el mercado laboral y sus vínculos con los procesos de exclusión social.

Amenazas todas ellas enmarcadas, como señalábamos más atrás, dentro de programado desmantelamiento de importantes espacios de seguridad pública que garantizaba el Estado de Bienestar.

En el plano del imaginario social instituido y la vida política, el ascenso de la insignificancia, la reducción neoliberal del imaginario social, el aumento, en definitiva, de la heteronomía individual y colectiva, y la correlativa disminución de la la democracia participativa y la libertad son algunas de sus concretas expresiones actuales. La ficción de la autonomía del individuo liberal, arrastra un creencia implícita, la igualdad. Igualdad ante Dios, ante la Ley, ante el Mercado. Esta creencia es fundamental para el funcionamiento de las sociedades occidentales reguladas por luchas de clases; por un lado potencia el funcionamiento de la democracia formal y representativa, pero por otro, bloquea los caminos hacía una autonomía real de los sujetos y las colectividades.

Veamos esta cuestión más en detalle siguiendo la perspectiva de Ibáñez
(1997). En el artículo titulado ‘Nada para el pueblo, pero sin el pueblo’ reflexiona sobre los límites y posibilidades de la democracia formal y representativa. Para Ibáñez, la propuesta que hacen —en las sociedades reguladas por lucha de clases—, los que mandan a los mandados se
condensa en la siguiente frase: «Mañana, cadáveres gozaréis». Un contrato leonino, a través del cual, los que mandan proponen intercambiar el hecho del sufrimiento de los vivos en el presente, por un dicho sobre el goce de los muertos en el futuro. Esta propuesta se formula desde tres lenguajes: religioso, jurídico-político y publicitario.

En los tres lenguajes subyace una creencia implícita: todos somos iguales, ante Dios, ante la Ley, ante el Mercado. Veamos su formulación. En el lenguaje religioso, se asume la propuesta completa: «Mañana, cadáveres, gozaréis», el goce se pospone para después de la muerte. En la propuesta jurídico-político, se afirma el goce pero diferido a un futuro en la vida: «Mañana gozaréis». Por último, en el lenguaje publicitario, propio del capitalismo de consumo, la propuesta acentúa el «Gozaréis»; un gozaréis que, en su radical inmediatez virtual, cambia el presente por el futuro, se apropia de la realidad y deja los sueños.

La interiorización del sentimiento de deuda de los mandados, la secularización del agradecimiento cristiano, con los que mandan es el mecanismo que permite mantener el pacto. En definitiva, aunque formalmente todos somos individuos iguales, en la práctica unos pueden y otro deben, los primeros monopolizan los derechos, los segundos las obligaciones. La profundización en la democracia supone intentar alcanzar una autonomía individual y colectiva real, recuperar nuestro imaginario de transforrmación social.

Hacer real la propuesta de una igual libertad para todos. Teniendo en cuenta que la autonomía efectiva del conjunto social, debe ser una preocupación fundamental de cada uno, la tarea consustancial de los ciudadanos. El olvido de esta evidencia, en palabras de Castoriadis, es una de las innumerables estafas del individualismo contemporáneo.

La ideología neoliberal, en el terreno de la política social, se caracteriza por presentar unas propuestas que buscan resolver con soluciones individuales y culturales, los problemas públicos y socio-económicos. Su propaganda vende soluciones individuales y privadas a problemas sociales y públicos. De este modo, la propaganda neoliberal postula la buena voluntad individual como la respuesta a la precarización y la pérdida de los derechos sociales de los ciudadanos: salud, vivienda, educación o prestaciones sociales.

Sin embargo, estamos lejos de la conclusión de que el imaginario neoliberal se haya impuesto de modo totalitario en el espacio social. Las resistencias son cualitativamente importantes, el nuevo cosmopolitismo de los Movimientos Sociales es, entre otras cosas, una muestra de lo contrario. Expresa una voluntad de ciudadanía constructiva que supone una respuesta concreta a problemas concretos. Así, en palabra de Alonso (1998:55):
Lejos del fin de la historia, o mejor utilizando el fin de la historia para regresar a ella trasformándola…hoy se está difundiendo cada vez más la visión de que realmente ser espacios de seguridad, cooperación y reflexión constructiva en una sociedad cada vez más anómica y productora de riesgos.

En resumen, el conjunto de transformaciones económicas, políticas y culturales que ha acompañado el proceso de reestructuración del sistema capitalista de las tres últimas décadas ha acelerado la descomposición de las fuentes de legitimidad de las identidades de la modernidad.

Los conceptos de ‘postmodernidad’ (Lyotard, Lyon, Jameson, Harvey), sociedad de la Información (Castells), o era ‘Postsocialista’ (Frazer) remiten a la progresiva corrosión de las instituciones y organizaciones que construidas en torno al Estado democrático y al pacto Keynesiano entre capital y trabajo les servían de soporte.

Las identidades ‘sólidas’: trabajo, familia, Estado del Bienestar, juventud, masculinidad y feminidad… han quedado a la intemperie. Su tendencia a desvanecerse en el aire obliga, a cada vez más hombres y mujeres convertidos
en ‘sujetos en proceso’ (Kristeva), a cruzar la frontera de la posidentidad (Jarauta). Un territorio donde los sujetos producen su continuidad identitaria mediante la reflexividad y la negociación intersubjetiva y la radicalización de la democracia participativa (Genro, 2000).

La posidentidad es un territorio fractal, ambivalente, frente al desmoronamiento angustioso de las certezas que proveían las identidades modernas, frente a la muerte del sujeto y de la imaginación en la teoría social contemporánea; emerge un espacio de apertura, un espacio para una
imaginación radical, que huye de las ilusiones narcisistas totalizadoras, capaz de abrir nuevas posibilidades para la intervención y la transformación social.

Desde esta subversión imaginaria emergen las apuestas por la producción de identidades nómadas, híbridas y ambivalentes, identidades capaces de poner en cuestión, mediante su propia práctica, los procesos de dominación
social. En el siguiente apartado se vuelve sobre esta cuestión de subversión imaginario desde las aportaciones de Castoriadis y Elliott.

3. La dimensión instituyente del imaginario social: límites y posibilidades

Imaginario y realidad, en su inestabilidad permanente, constituyen las condiciones de posibilidad de aquello que se acordado en llamar existencia. Ambos soportan el trabajo, están preñados de aquello que los constituye (que ellos constituyen): el devenir… La distancia respecto del principio de realidad, facultad que Freud atribuye a lo imaginario, es también una distancia táctica y subversiva; para expresarlo en términos corrientes: se trata de retroceder para poder saltar mejor. Michel Maffesoli (1977:83).

La intersección entre las teorías sociológicas y las psicoanalíticas es especialmente fecundas cuando ambas perspectivas comparten al menos dos supuestos (Zaretsky, 2001): la radicalidad historicidad de sus formulaciones y el punto de vista de que las categorías y las distinciones
dominantes y socialmente impuestas se disuelven dentro del individuo y son reelaboradas (subjetivadas) como deseos únicos del propio sujeto. Los autores que comento a continuación comparten ambos supuestos. En las primeras páginas de su obra central, La institución imaginaria de la sociedad, Castoriadis sostiene que la operación básica de lo imaginario consiste en la
producción de imágenes y de formas, escribe (1975: 7-8):
Lo imaginario no nace de la imagen especular ni de la mirada del otro. Más bien, el ‘espejo’ mismo y su posibilidad, y el otro como espejo, son obra de lo imaginario, que es creación ex nihilo.

Los que hablan de lo ‘imaginario’y por tal entienden lo ‘especular’, el reflejo de lo ficticio, no hacen sino repetir, por lo general sin saberlo, la afirmación que desde siempre los encadenó al sótano de la famosa caverna: es necesario que este mundo sea una imagen de algo. El imaginario
del que yo hablo no es ‘imagen de’. Es creación incesante y esencialmente indeterminada (histórico- social y psíquica de figuras/formas e imágenes…

En consecuencia, para Castoriadis lo imaginario no significa ilusorio, ficticio o especular, sino producción de nuevas formas, una producción no determinada sino determinante: «Lo que denominamos ‘realidad’ y ‘racionalidad’ son obras suyas». Del mismo modo entenderá que la producción, como obra de lo imaginario social de la sociedad instituyente, es el modo propio de ser del campo histórico-social. La sociedad es auto-producción que se despliega como historia. Una auto-producción semejante a la que preconizan para el mundo biológico Varela y Maturana (1990), pero con una diferencia sustancial, en el mundo social la autonomía no es un cerco, sino una apertura (1994:76-77):
La autonomía del ser vivo es su cerco, su cerco de organización, de información de conocimiento. Ese cerco significa que el funcionamiento del ‘si mismo’ vivo y su correspondencia con las diversas ‘cosas’ que son exteriores a él, están gobernadas por reglas, por principios, por leyes,
por sentidos que son dados por el ser vivo pero que una vez dado lo son de una vez por todas y cuyo cambio cuando sobreviene (parece aleatorio). Pero eso es lo que llamaríamos —que yo llamo— heteronomía en el mundo histórico-social: el estado en que son dados de una vez por todas los principios, los valores y las leyes, las normas y las significaciones y en que la sociedad o el individuo, según los casos, no tiene ninguna posibilidad de obrar sobre ellos.

Por el contrario, la autonomía del mundo social es una creación histórica que tuvo su origen en la antigua Grecia y supone una nueva forma de ser que pone en tela de juicio su propia ley de existencia y su propio orden dado:
La autonomía —concluye Castoriadis— toma aquí el sentido de una auto-institución de la sociedad, auto-institución, en adelante, más o menos explicita: nosotros hacemos las leyes, lo sabemos, y somos responsables de nuestras leyes, de modo que debemos preguntarnos cada vez: ¿Por qué esta ley y no otra? Esto implica evidentemente la aparición de un nuevo tipo de ser histórico en el plano individual, es decir, la aparición de un individuo autónomo que puede preguntarse y también preguntar en voz alta: ‘Es justa esta ley’.

Por su parte, Anthony Elliott, en su contribución a la tarea de reformular las relaciones teóricas entre la teoría social y el psicoanálisis, aborda en profundidad los procesos psicológicos del sujeto y las relaciones sociales humanas, así como, las manifestaciones de la ideología y el poder y sus concreciones sobre la sexualidad y las divisiones de género. En este contexto sostiene que la teoría social, a diferencia de los planteamientos contemporáneos dominantes, debe reconocer que la naturaleza del inconsciente es una fuente constitutiva y creadora de la subjetividad humana.

Desde estas coordenadas, Ellliott indaga sobre el principio productivo
de lo imaginario para la subjetividad humana y su paralelo desempeño en la vida social, delimitando su sentido y sus diferencias con otras corrientes teóricas. Así, frente al pos-estructuralismo de inspiración lacaniana que entiende lo imaginario como una ilusión y al sujeto como un ‘significante’ sometido a la fuerza hegemónica de la ley; presenta la naturaleza imaginaria
del inconsciente como una fuente productiva de la subjetividad, la imaginación y la auto-transformación.
Lo imaginario toma, como en Castoriadis, una doble vertiente, por una parte, constituye una base de innovación y creación; por la otra, es la inscripción del sujeto en la opresión y dominación del orden social:
El inconsciente —escribe Elliott (1995:28)— es más cuestión ‘de actividad’ de representación individual y colectiva que de lenguaje, es más efecto productivo de formas de representación, de impulsos y de afectos que de significación. En tanto es la otra cara del lenguaje, el inconsciente hace un papel de eje organizador en la constitución y reproducción de la subjetividad dentro de las relaciones de poder y de los intereses sociales contemporáneos.
Pero ello no obliga a verlo como un subproducto pasivo del campo social.

En suma, a diferencia del modelo pos-estructuralista de inspiración lacaniana, Elliott propone un modelo afirmativo de la producción psíquica. Esta perspectiva la completa con su visión de conceptos y relaciones claves como inconsciente, imaginario, sujeto y dialéctica autonomía/ heteronomía.
A grandes rasgos, en el planteamiento de Elliott, lo relevante del inconsciente no es su carácter de estructura organizada como un lenguaje, sino su dimensión de sistema psíquico distinto que produce representaciones, impulsos y afectos.

En cuanto a su concepción de lo imaginario, como hemos visto más arriba, se separa de la definición de lo imaginario como ocultaciones alineantes e ilusorias generadas por una falta ontológica más profunda, y lo aproxima
a una definición que entiende lo imaginario inconsciente como un rasgo constitutivo y creador de la vida psíquica.

La naturaleza del inconsciente es una dimensión imaginaria constitutiva de la vida psíquica, y la subjetividad, una dimensión por la cual el sujeto se «abre» a sí mismo, a otros, a la razón, y a la sociedad. En esta misma línea, el sujeto no se percibe como un objeto narcisista de desconocimiento imaginario, descentrado por el poder determinante de lo simbólico; al contrario la identidad del sujeto se caracteriza por el entrelazamiento de una actividad representativa imaginaria y de formas simbólicas lo que supone tanto autonomía como heteronomía.

En otras palabras y, esto es lo importante desde una perspectiva crítica, en el plano individual y colectivo, los sujetos humanos nunca son plasmados pasivamente por las formas simbólicas de la sociedad, sino que ellos reciben esas significaciones activamente y las replasman de manera creadora a través de una actividad de representación.
En consecuencia, la dialéctica entre autonomía y alineación que resulta de este planteamiento está más abierta, menos sobre-determinada internamente y más susceptible a la posibilidad de actuar para transformar las limitaciones exteriores procedentes del campo social. En suma, frente a la consideración
de la alienación del sujeto como un rasgo necesario para la entrada en el orden simbólico del lenguaje, Elliott destaca como las sendas libertaria y represiva de la identidad propia se dan en el interior de específicas relaciones sociales e ideológicas de dominación y poder; la autonomía individual y colectiva es el resultado de la relación trasformada entre intención consciente y representación inconsciente.

En el interior de esta nueva reorganización de la economía del sujeto la capacidad de transformación social de lo imaginario juega un papel decisivo; en otro orden de cosas, en el orden externo de la organización social, su reivindicación deviene necesaria. Sobre todo, en los actuales
contextos socio-históricos dominados por la hegemonía del imaginario neoliberal en la producción de la subjetividad humana.

Cuando dominan los aspectos destructivos y anti-productivos en términos colectivos de este imaginario de ‘segundo orden’11 o neoliberal que caracteriza nuestra actual experiencia contemporánea —y los riesgos reales de aniquilación total de la especie humana que conlleva, vía holocausto nuclear por el totalitarismo del control militar o vía destrucción ecológica por el totalitarismo del control económico del capital—, es necesario insistir, en términos teóricos y prácticos, en el carácter abierto de las posibilidades colectivas; sostener que la realización de un futuro deseable, sólo pueden brotar sobre el cañamazo de la capacidad imaginaria de los seres humanos para la reflexión crítica y la transgresión12.

11 El concepto de imaginario de ‘segundo orden’ proviene de Castoriadis, alude a la restructuración de lo imaginario en la modernidad bajo formas destructivas, señala como las representaciones culturales y simbólicas utilizan lo imaginario y lo replasman de manera corrosiva y destructiva; sin embargo, y este es el hecho decisivo, el grado en que lo imaginario se inscribe en el interior de formas socio-simbólicas no es un proceso totalizante o unilateral.
12 El fundamento último del planteamiento se asienta en la relación entre necesidades humanas y trasformación social. La existencia de ciertas necesidades humanas trans-históricas —alimento, abrigo, separación
e individuación…—, es la que da nacimiento a un nexo vital entre los intereses materiales de los seres humanos y el espacio creador donde se despliega el deseo inconsciente y la simbolización. Dichas necesidades están mediadas, naturalmente, por la sociedad y la historia, y son el punto de partida de la crítica social y el juicio político.

La importancia del planteamiento anterior para la sociología crítica, radica en la conceptualización dinámica de la relación entre lo imaginario y la actividad social con su potencialidad emancipadora individual y colectiva. Desde este lugar podemos sostener que la relación entre lo imaginario y la actividad social está unida por la aptitud de los seres humanos para ejercer una reflexión crítica sobre las fuentes profundas de su actividad de representación, su sexualidad, sus necesidades y sentimientos.

En términos individuales, la dimensión terapéutico individual en la práctica clínica del psicoanálisis ejemplifica esta reflexión crítica que supone, en
ocasiones, una transformación entre el yo consciente y la representación inconsciente; en palabras de Elliott:
… las posibilidades de autonomía individual y colectiva en manera alguna nos están predestinadas, el psicoanálisis nos ofrece una doble lección. Si la teoría del inconsciente demuestra que el sujeto humano no está unido consigo, sino enconado interiormente, también descubre en los rincones de la psique las semillas de la creatividad, la innovación y la renovación (1995:347).

En términos sociales, encontramos que es el aspecto reflexivo de autocrítica el que capacita tanto para interpretar y transformar los nexos entre experiencia humana e instituciones sociales; así como, —y este es un hecho central para una transformación del imaginario neoliberal—, para detectar las modalidades mistificadas que reprimen o desplazan sobre otros, la actividad humana. Un proceso, en resumen, donde existen tareas, riesgos y posibilidades de cambio.

Frente a la dispersión y la fragmentación de la subjetividad posmoderna aparece una reivindicación del carácter instituyente de lo imaginario y una apuesta política (Fraser 1997): La articulación política de esta propuesta va más allá de la lucha por el reconocimiento cultural de las diversas identidades en juego: género, nacionalidad, etnia… se complementa con la denuncia
de la radical desigualdad socio-económica que caracterizan la fase actual del capitalismo y la exigencias de políticas de redistribución igualitarias.

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