Otra vez, bajo control regional

Otra vez, bajo control regional
Martes 22 de mayo, 2012.
inShare

Tras la crisis financiera global, la banca centroamericana está inaugurando un nuevo ciclo: los bancos globales empezaron a irse, los regionales a expandirse y los sudamericanos a desembarcar. La reconfiguración del sistema está en marcha.

Si desea comprar el Ranking en fortamto PDF, aquí.

Por: Equipo E&N

Gabriela Monterrosa, Louisa Reynolds, Roberto Fonseca, Arturo Castro y Luis Alberto Sierra

Pocos lo hubieran imaginado hace solo siete años atrás, cuando la internacionalización de la banca centroamericana parecía una ola irrefrenable. Y pocos lo hubieran imaginado porque en la agenda de casi nadie figuraba una crisis financiera sistémica de escala global como la que sorprendió al mundo en 2008.

Lo cierto es que, crisis mediante, el mapa de la banca centroamericana comenzó a reconfigurarse: hoy la tendencia muestra un renacer de las instituciones de origen regional, un protagonismo creciente de bancos latinoamericanos y la partida definitiva de algunas marcas globales.

En este escenario de gran dinamismo, el sistema financiero de Centroamérica y Panamá está fortaleciendo sus niveles de capitalización y así, paulatinamente, se va despegando de la vulnerabilidad reinante en el mundo desarrollado.

La nueva edición del ranking E&N refleja que el total de activos del sistema en los cinco países de Centroamérica (sin Panamá) ascendió en 2011 a US$72.864 millones, un 11% más que el año anterior, situación que se vio acompañada por un crecimiento del 8% en el total de los depósitos y del 32% en la utilidad neta.

Mientras que en Panamá los resultados fueron igualmente positivos: el total de activos de esta plaza sumó US$ 80.688 millones (14% más), con un crecimiento del 13% en el nivel de depósitos y del 22% en la utilidad neta.

“La contracción del financiamiento de los mercados internacionales impactó de manera limitada a los bancos centroamericanos, dado que éstos se fondean principalmente a través de recursos domésticos, una fortaleza que se prevé se mantendrá en el tiempo”, explica el último reporte de Fitch Rating sobre el sector, liderado por René Medrano y Edgar Cartagena. “Lo anterior probó la resistencia de la banca para enfrentar shocks externos mediante su fuerte base de depositantes”, agrega el informe.

Conforme refleja el ranking E&N, el liderazgo de la industria está quedando, definitivamente, en manos de bancos regionales. Veamos:

· El top five por activos y por depósitos de los bancos de Centroamérica está integrado por instituciones de origen regional: Banco Nacional de Costa Rica, Banco Industrial, Banco de Costa Rica (BCR), Banco G&T Continental y Banco de Desarrollo Rural (Banrural)

· En Panamá, donde la presencia de marcas globales es intensa, el top five por activos registra a dos instituciones panameñas (Banco General y Banco Nacional de Panamá), una de origen peruano (Banco Crédito del Perú), un banco de propiedad múltiple latinoamericano (Bladex) y sólo una marca global (HSBC). Además, en esta plaza, lo más interesante aparece al analizarse el ranking de utilidades, donde entre los cinco primeros no hay ningún banco global: las posiciones se reparten entre instituciones colombianas (BAC-Grupo AVAL y Bancolombia) y panameñas (Banco General y Banco nacional), además del Bladex.

Paralelamente a esta radiografía, resulta significativo advertir como otros bancos de origen centroamericanos están escalando posiciones y consolidando su presencia en el mercado, en detrimento de instituciones globales. Tal es el caso del hondureño Atlántida, que en esta edición del ranking logró instalarse en el top ten por activos (en la posición 9) desplazando hacia el décimo tercer lugar al Citi de El Salvador. Mientras, otro banco hondureño –Ficohsa– escaló cinco posiciones en el ranking por activos (pasó de la 16 a la 11) al tiempo que el HSBC Salvadoreño cayó cuatro (de la 12 a la 16).

A su vez, desde Guatemala, tres bancos nacionales continúan afianzándose como líderes, no sólo de su país de origen sino regionalmente. Ellos son: Banco Industrial, Banco G&T Continental y Banrural (segundo, cuarto y quinto. respectivamente, en el ranking regional por activos)

Y a este panorama de consolidación de la banca centroamericana se le suma la acelerada rentabilidad que están logrando en el sistema financiero del istmo los bancos de México y Colombia. Por caso, Banco Azteca Guatemala (propiedad del mexicano Grupo Salinas) saltó de la posición 48 a la 27 en el ranking por utilidades y motivó la caída del Scotiabank de Costa Rica (que quedó en el lugar 29). En tanto, Banco Agrícola (propiedad de Bancolombia) va con paso firme a la cima del podio con utilidades crecientes que ya lo ubican en el segundo lugar a escala centroamericana. En tanto, en Panamá, otros dos colombianos BAC y Bancolombia están entre los primeros tres con mayores utilidades.

Sin duda, el mapa del sistema financiero de Centroamérica está adoptando nuevos perfiles y esto parece ser un camino de retorno, que en el mediano plazo estará apoyado por un ciclo de crecimiento económico que aunque no es homogéneo, se muestra sostenible.

¿Cuáles y cómo se dieron las principales operaciones de compra y venta y las estrategias centrales que llevaron a la industria a la situación actual? A continuación se lo contamos, en la voz de sus propios protagonistas.

Yo me voy, yo me quedo

Primero fue GE Capital, la división financiera de General Electric (GE) que en julio de 2010 vendió a Grupo Aval, el principal grupo financiero de Colombia, sus acciones en BAC Credomatic.

Este año, a finales de enero, se anunció que Davivienda, el tercer banco más grande de Colombia, compró las operaciones de HSBC en Costa Rica, El Salvador y Honduras.

A la incursión de los colombianos, se sumó la regionalización de bancos líderes de capital nacional: el guatemalteco Banco Industrial abrió operaciones en El Salvador, Honduras, y ya explora Costa Rica.

Otro chapín, G&T, se expandió a El Salvador en 2006 y ya suma más de 22 sucursales en ese territorio. En 2008 llegó a Panamá, y ya está en Costa Rica, con cuatro agencias pequeñas en ambas plazas.

El último paso de un líder de origen centroamericano a la regionalización lo dio el hondureño Ficohsa. En abril de este año incursionó en Guatemala con la compra del Banco Americano, el cual cuenta con un capital de US$7,3 millones, cifra que se espera duplicar para finales de 2012.

Con este paso, “Ficohsa busca afianzar su presencia en el Triángulo Norte”, dijo el presidente ejecutivo de Ficohsa Guatemala, José Díaz. Por el momento, se enfocará en consolidar su presencia en los países donde ya posee operaciones (Honduras, Guatemala y Panamá) y no contempla la posibilidad de expandirse a otros países ni de adquirir otro banco en Guatemala, declaró Díaz.

La salida de grandes bancos americanos o ingleses de Centroamérica, se da como resultado de las medidas prudenciales drásticas que se vieron obligados a tomar después de la crisis de 2009 y 2010, observó el gerente de Banco Industrial (BI), Luis Lara.

“Como el PIB de todos los países del istmo, en su conjunto, no supera los US$100 millones, muchos bancos extranjeros consideraron que los riesgos de tener presencia en la región superan los posibles réditos, motivo por el cual, muchos optaron por retirarse físicamente, y dejar una banca de segundo piso, dijo Lara.

Con todo, los banqueros centroamericanos no creen que lo que se viva en la región sea una salida generalizada de la banca global: “En Centroamérica ha existido una coexistencia de banca local, banca regional e internacional, cambiando la participación de cada una de tiempo en tiempo en la medida que han ido madurando los países y sus sistemas financieros”, observó el vicepresidente ejecutivo de Banca Internacional de Banco General de Panamá, Federico Albert.

Tanto las operaciones de bancos globales, como de regionales, “son complementarias, la competencia es buena y lo importante es una adecuada participación de los diferentes jugadores del sistema financiero que brinde alternativas y equilibrio”, estimó el panameño.

“Este es un proceso natural y cíclico. Las estrategias globales de las instituciones financieras se adaptan a la situación de cada momento provocando inversiones y des inversiones dependiendo del entorno”, abundó.

Reacomodamientos

Luis Rivas, gerente general del Banpro, estimó que las recientes salidas de bancos globales de Centroamérica han sido por cambios regulatorios en sus países sede o por cambios de estrategia. “En el caso del gigante HSBC no entró a la región con el ímpetu esperado y por lo tanto era casi predecible que eventualmente saldría”, dijo.

En cuanto a la salida de GE de BAC, obedeció a la directriz de las autoridades superiores de GE de concentrarse en su negocio industrial y en el financiamiento de lo que el grupo industrial produce. “Consecuentemente, la decisión los llevaba a salirse del negocio de banca comercial y personal”, explicó Ernesto Castegnaro, CEO de BAC.

“El sistema financiero en la región continúa siendo atractivo en cuanto a su rendimiento para la inversión. Lo que he visto es que los bancos extranjeros continúan incursionando en la región, como es el caso de los bancos colombianos, y que la banca a nivel regional sigue consolidándose”, dijo Rivas.

Para Castegnaro, la salida de bancos globales del mercado centroamericano es “un fenómeno multicausal que, sin duda alguna, se acentuó con la crisis financiera y económica mundial, que provoca necesidades de capitalización de los bancos y reordenamientos de sus estrategias de crecimiento”.

En cuanto a la creciente incursión de bancos colombianos adquiriendo importantes plataformas bancarias en Centroamérica, esta se origina en que, “para seguir creciendo como lo han venido haciendo, deben pensar en una expansión más allá de sus fronteras, porque en Colombia ya son muy grandes”, analizó Castegnaro. Es el caso de Grupo Aval, que tiene una participación cercana al 30% del mercado financiero colombiano, y que adquirió las operaciones de BAC.

“Cuando (los colombianos) vuelven la mirada a sus alrededores, para escoger hacia dónde crecer, es muy obvia la orientación hacia Centroamérica. Tenemos una cultura similar, población similar, aunque un poco más pobre, con economías de libre mercado y gobiernos democráticos, son razones importantes para favorecer a esta región, como destino de sus inversiones”, afirmó Castegnaro.

Con un incremento de casi un 14% en su cartera de préstamos, en el 2011 BAC Credomatic Network concluyó la etapa de transición que inició luego de la compra, por parte de Aval, en julio de 2010. Además, durante el último año, realizó una serie de aperturas en la región que le permitieron alcanzar 477 puntos de servicio y 1.186 cajeros automáticos.

En lo que todos los gerentes de bancos centroamericanos entrevistados coinciden, es en la fortaleza que han mostrado los bancos regionales frente a la crisis global. “Claro que los grupos regionales presentan mayores ventajas competitivas en su propia zona, que los bancos globales”, sostuvo Bernardo Alfaro, Subgerente General de Finanzas y Riesgo del Banco Nacional de Costa Rica.
Luis Lara Grojec, gerente de Banco Industrial, consideró que una de las principales fortalezas de la banca centroamericana es que es mayoritariamente privada y financiada con capital local, fenómeno que se observa claramente en Guatemala, El Salvador y Honduras.

“La ventaja que esto tiene es que entendemos el país. Si hay una crisis vamos a estar para apoyar al sector privado, mientras que en otros países, donde el principal componente es banca extranjera, si ocurre una crisis, desde Nueva York u otro sitio, pueden tomar decisiones muy tajantes que pueden afectar la economía, como limitar créditos o cerrarlos o empequeñecer las operaciones. Eso fue lo que hicieron muchos bancos extranjeros en 2009 y 2010”, dijo Lara.

La salida de los bancos norteamericanos ha generado nuevas oportunidades de inversión para los bancos sudamericanos, principalmente los colombianos. Lara vaticinó que esta tendencia continuará y que representará uno de los mayores retos para bancos como el Industrial, de cara al futuro.

Oportunidades que vienen

El actual clima político en Guatemala es muy propicio para la inversión, lo cual augura un buen año para la banca. Lo afirma el gerente de Banco Industrial, Luis Lara.

Este grupo financiero, con presencia en Guatemala, Honduras y El Salvador, espera expandirse, a mediano plazo, a Costa Rica.

“Al menos en Guatemala veo un muy buen año. Estamos con nuevas autoridades, hay muchísimo optimismo y el crecimiento económico viene derivado de políticas de Estado que motivan al sector privado a sentirse cómodo e invertir”, aseguró Lara. Las cifras demuestran que tiene buenas razones para sentirse tan optimista: el sistema bancario guatemalteco cuenta con reservas del 150% sobre cartera vencida, logró salir adelante después de la crisis económica mundial de 2009-2010, y se anticipa un crecimiento económico de entre 3% y 4% para este año.

Lara aseguró que Banco Industrial alcanzará niveles de crecimiento de entre 12% y 15% en 2012, los cuales se mantendrán continuos durante los próximos años, ya que “el bajo nivel de bancarización en Guatemala (alrededor del 30%) permite incorporar al sistema al 70% restante”.

En 2011, Banco Industrial priorizó cuatro estrategias: 1) el crecimiento con el objetivo de mejorar los rendimientos, ya que debido a la competencia los márgenes financieros se reducen y los gastos se incrementan como resultado de la inflación; 2) ofrecer productos y servicios; 3) consolidar operaciones en la región y 4) la búsqueda de la rentabilidad.

Actualmente, la banca personal es el segmento que está produciendo los mejores resultados, en particular, los microcréditos, para el cual el Banco Industrial ha dedicado un área especial.

En cuanto a Honduras, país donde Banco Industrial adquirió Banpaís, el quinto banco más grande de ese país, en 2008, Luis Lara se mostró satisfecho con el desempeño de esas operaciones, las cuales calificó como “bastante rentables”. Banpaís tiene unas 70 sucursales, genera US$20 millones al año y tiene activos por un total de US$1.400 millones.

“Estamos viendo un poco de más dinamismo en la economía hondureña. Obviamente se detuvo en su momento cuando se dio el problema del anterior presidente (Manuel Zelaya) pero creo que nuevamente está regresando la inversión al país”, aseguró el gerente del Banco Industrial.

Precisamente, apoyado en un mejoramiento creciente de la situación macro, el banco hondureño Ficohsa ha iniciado un camino similar de expansión al que transita el Industrial. Y ha elegido hacerlo incursionado en la vecina Guatemala.

Ficohsa abrió sus puertas en el mercado chapín en abril con la compra de Banco Americano, institución que cuenta con un capital de US$7,3 millones, cifra que se espera incrementar a US$15 millones para finales de este año, “con el propósito de respaldar a los clientes y al sistema financiero del país”, afirmó el presidente ejecutivo de Ficohsa Guatemala, José Díaz.

Para su incursión en Guatemala, el Banco Americano fue la única institución que Ficohsa evaluó y la oportunidad de adquirirla surgió en julio de 2011. “La operación culminó cuatro meses después, con capital propio y sin ningún financiamiento externo”, explicó Díaz.

Actualmente, Ficohsa genera 300 empleos directos en Guatemala, número que aumentará a 500 empleos directos y un total de 9.000 directos e indirectos para finales de 2012.

Mercado “nica” en ascenso

Veinte años después de su fundación, tras el retorno de la banca privada a Nicaragua, el Banco de la Producción (Banpro) se ubica como la entidad bancaria líder en su país, tanto en activos como en depósitos.

Banpro, de acuerdo a cifras oficiales de la Superintendencia de Bancos y de Otras Instituciones Financieras (Siboif), es el banco más grande de Nicaragua, ya que a diciembre de 2011 registró activos totales por el orden de los US$ 1.570 millones. Cuando inició, en 1991, apenas sumaban US$8 millones.

En estos veinte años, ha consolidado su liderazgo en el sistema financiero nacional. “El éxito del banco ha estado en su capacidad de valorar bien los riesgos, en saber cuándo entrar a una inversión o cuándo financiar un proyecto y cómo hacerlo. Su fortaleza está en la diversificación de su cartera y en disponer de un portafolio de activos y de cartera bien balanceados”, afirmó Luis Rivas, Gerente General de la entidad bancaria nicaragüense, miembro del Grupo Promérica.

Siendo Nicaragua un país fundamentalmente agropecuario, Banpro se define como el banco con mayor cuota de mercado en el financiamiento agrícola, con más del 40% del crédito otorgado en el país por instituciones financieras reguladas o formales. Para el presente año 2012, esta cartera agropecuaria alcanzará entre US$150 millones a US$200 millones.

Para el Banco General de Panamá, el 2011 fue un año para concentrarse en los clientes. La institución orientó su estrategia a aprovechar el crecimiento de Panamá y el desarrollo de la región, dijo el vicepresidente ejecutivo de Banca Internacional de Banco General de Panamá, Federico Albert.

Lo hicieron “cuidando los principios de prudencia, solidez, liquidez, eficiencia, ética y retorno al accionista”, describió.

El 2012 será un año para “continuar desarrollando nuestro plan estratégico, manteniendo nuestro liderazgo, rentabilidad y solidez, estaremos muy pendientes de la evolución del entorno internacional”, agregó.

La ampliación del Canal de Panamá, si bien tiene su financiamiento contratado con instituciones globales, al contribuir a dinamizar la economía panameña está teniendo un impacto en la banca panameña nacional, opinó Albert.

Una de las fortalezas de la región durante la crisis, opinó el vicepresidente ejecutivo, ha sido la relativa autonomía del fondeo externo. “Esta situación será compleja de mantener ante un crecimiento del crédito superior al del ahorro. Cómo financiar el crecimiento será un reto en el futuro cercano para el sistema financiero”, concluyó el banquero.

Reconfiguración

Algunas de las principales operaciones de compra-venta en el sector financiero centroamericano.

Entre 2005-2012.

Vendió Compró Países Monto

Banagrícola Bancolombia El Salvador US$ 900M

Cuscatlán Citigroup El Salvador US$ 1.500M

Banco de Comercio Scotiabank El Salvador US$ 178M

Banco de Antigua Scotiabank Guatemala s/d

Banco Interfin Scotiabank Costa Rica US$ 300M

Banistmo HSBC ES, HN, CR y PN US$ 1.770M

HSBC Davivienda CR, ES y HN US$ 801M

BAC-Credomatic Grupo AVAL Centroamérica US$1.900M

Banco Americano Ficohsa Guatemala s/d

Bancasol Promérica Guatemala s/d

Banco del País Banco Industrial Honduras US$ 90 M

Banex-Figsa G&T Continental Guatemala US$150M

Banco de la República Banco de los Trabajadores Guatemala US$ 21M

El Campanazo

El campanazo
Por Paolo Lüers* Miércoles, 18 de Septiembre de 2013

En el invierno de 1986, en una de las frecuentes invasiones de la Fuerza Armada a los territorios guerrilleros de Morazán, evacuamos el campamento de la comandancia del ERP y de Radio Venceremos cerca de Perquín, y mientras las unidades de la brigada Rafael Arce Zablah buscaron el combate con los batallones especiales y las unidades helitransportadas, nosotros fuimos a una de nuestras famosas “guindas”: hacerse invisibles, burlar el cerco tendido por las tropas del gobierno, montar la radio en otro lugar, y transmitir. Nuestra función no era combatir, sino evadir el combate y seguir transmitiendo. Y la función del “Chele” German era sacarnos lo más rápido a zonas seguras. En el mejor de los casos, sin topar con el enemigo. Si fuera necesario, German y su pequeña escuadra de combatientes se encargarían de romper el cerco y abrir una brecha para que nosotros pasáramos.

Esta vez la “guinda” nos llevó bordeando el pueblo de Torola y de ahí adentrarnos a una montaña cerca de la frontera de Honduras. Toda esta zona estaba saturada de tropas del ejército, que paulatinamente estrecharon el cerco. Nosotros pensamos que ya habíamos salido del cerco, y que solamente tendríamos que alejarnos lo más posible en esta misma noche, para llegar a tierras seguras. Pero de repente nos topamos con otras tropas, el ejército había tendido otro cerco adicional más amplio. Para no chocar, nos refugiamos en el cañón profundo de una quebrada. La orden: silencio absoluto. Porque si nos detectaban, nos tenían en una trampa mortal: sólo cerrarían las dos únicas salidas del cañón y dejarían caer granadas desde arriba, y adiós comandancia del ERP, adiós Venceremos, y adiós Paolo…

Comenzamos a bajar en la absoluta oscuridad. Lámparas apagadas. Las rocas se volvieron más lisas con cada bota que las pisaba. Adelante de mi caminaba uno de los logísticos que llevaba sobre su lomo uno de los grandes peroles de nuestra cocina. Arriba se escucharon voces de los soldados. No eran voces de mando, estaban platicando, no nos habían detectado. De repente, a media bajada, me deslicé en una piedra, perdí el equilibro, me caí y pegué con el fusil al perol, como si fuera mazo de campana. Sonaba un campanazo que pensaba que se escuchaba hasta San Francisco Gotera.

Toda la columna se paró. Siluetas congeladas. Otra vez, silencio total. Todos me estaban viendo como para decir: Nos mataste, cabrón. Quería desaparecerme, antes de que se desatara el desmadre. Esperé disparos, explosiones, granadas. Pero nada.

German, moviéndose como si fuera culebra, regresó de la cabeza de la columna hasta la cola donde estábamos. Dando instrucciones mudas al oído de cada uno. “Dame tu mochila y tu fusil”, me susurró. “Avancen lentamente. Quedaditos”.

Llegamos al fondo del cañón. Cada uno se buscó una roca para sentarse. Espera. Tiempo muerto. Más adelante, German susurrando con Joaquín y los otros del mando. Otra vez vino German donde nosotros: “Estamos rodeados, pero no saben que estamos aquí. No podemos amanecer aquí, nos detectan. Vamos a sacar al jefe. Ustedes quedan pendientes. ¿Entendido?” Entendí perfectamente. Para sacar a Joaquín iban a romper fuego, agarrarlos por sorpresa, y salir. ¿Cómo saldríamos nosotros? Quién sabe. A lo mejor no saldríamos.

Nadie tuvo ninguna duda que la decisión era correcta. Había que sacar al jefe. Había que tener claras las prioridades. Si tratáramos de salir todos de un solo, no habría ninguna garantía de poder sacar a Joaquín. Bueno, hasta aquí llegaste, pensé. Al fin, esta guerra sí es conmigo.

German y su gente, rodeando a Joaquín Villalobos, comenzaron a avanzar hacía la otra salida del cañón. Los perdimos de vista. No pudimos hablar. Nos comunicamos con gestos y miradas. Despidiéndonos. Dándonos ánimo uno al otro.

Al rato tenía que romperse el fuego y armarse el combate. Sólo que nosotros no íbamos a combatir. Los soldados no tendrán que entrar al cañón, sólo regarnos con granadas y ráfagas desde arriba.

Hernán Vera “Maravilla” se acercó y me dijo al oído: “Enano, la pasamos bien en esta guerra, ¿verdad?” Le dije: “Fantástico, aunque no me gusta mucho el final de la película”.

No hubo final. En vez de disparos y bombazos, de repente hubo truenos, relámpagos y una tormenta de estos diluvios que en aquellas montañas se arman de un segundo al otro. Y bajo esta tormenta, que hizo que los soldados buscaran cobertura en un bosque cercano, salimos uno tras otro del cañón de la quebrada, del cerco enemigo y de la zona de peligro. Me caí tres veces más en esta marcha, pero no importaba, ya que nadie escuchaba nada bajo esta tempestad. Dicen las malas lenguas que esta noche Joaquín decidió que mejor me sacaran del frente, antes de que matara a todos.

Posdata: Bienvenido, Joaquín, en el ring de los plumíferos y polemistas. No me gusta el medio que escogiste (La Página), pero lo mismo dirás vos del mío… Argumentemos.

*Columnista de El Diario de Hoy.

Brasil y Venezuela: dos caminos de la izquierda en América Latina

Brasil y Venezuela: dos caminos de la izquierda en A. Latina
Felippe Ramos

Felippe Ramos es sociólogo, director del Instituto Surear para la Promoción de la Integración Latinoamericana y investigador becario del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA). Fue profesor del departamento de Sociología de la Universidad Federal de Bahía (Brasil) y profesor visitante del Central Arizona College en Casa Grande, Arizona (EE.UU.), como becario de la Fulbright Association. Su área de investigación actual es la integración regional en Latinoamérica y los problemas de la democracia y del desarrollo brasileño y latinoamericano. Vive en Caracas, Venezuela, a fin de desarrollar investigaciones acerca de la cooperación bilateral Brasil-Venezuela.

Lun, 09/16/2013 – 13:30
0 Comentarios

El filósofo italiano Norberto Bobbio decía que, en líneas generales, el principal rasgo de la derecha es la defensa de la libertad antes que la igualdad y la izquierda, por otro lado, tiene como principal objetivo la defensa de la igualdad antes que la libertad. En el comienzo del siglo XXI en América Latina, la izquierda ha buscado una ruta democrática que mantiene la igualdad como objetivo fundamental, aunque anclada también en la defensa de las libertades conquistadas en el ámbito de las democracias representativas. Eso porque, por un lado, la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética redujeron la fuerza de la opción socialista revolucionaria y, por otro lado, las sociedades pasaron a valorar positivamente las libertades civiles y políticas garantizadas por los procesos de redemocratización tras décadas de dictaduras en la región. De ese modo, en diversos países, la superación de los programas de ajustes estructurales y de la agenda neoliberal de los años 90 fue lograda dentro de los límites de la democracia realmente existente. En ese contexto, la efectiva aplicación de los programas de gobierno de las izquierdas electas tiene sus límites en la propia estructura e institucionalidad democrática en proceso de consolidación. Los caminos del lulismo en Brasil y del chavismo en Venezuela son ilustrativos.

En Brasil, el presidente Lula (Partido de los Trabajadores, PT) fue electo en 2002 en una coalición que iba más allá de la izquierda, albergando sectores políticos de centro-derecha y centro, como su vicepresidente en aquel entonces, el empresario José Alencar (Partido Liberal). A lo largo de su gobierno (2003-2010) y también con su sucesora, Dilma Rousseff (2011-hoy), la coalición se amplió y el centrista Partido de la Movilización Democrática Brasilera (PMDB) pasó a ser, al lado del PT, el principal partido del gobierno, lo que le posibilitó el control de importantes espacios del poder ejecutivo (ministerios) e instituciones estadales (agencias, bancos públicos, etc.). La victoria de la coalición de centro-izquierda demostró la consolidación de la democracia brasilera que aceptó un proyecto político distinto a lo del núcleo más duro de la hegemonía económico-financiera del país (el proyecto neoliberal representado por el Partido de la Socialdemocracia Brasilera PSDB que había gobernado los ocho años anteriores de 1995 hasta 2002).

1

Share
0
inShare

El modelo brasilero –el lulismo– mantiene y profundiza la institucionalidad de la democracia representativa, lo que es positivo en un país que hace poco vivía bajo una dictadura militar. Su precio es posponer la inclusión de millones de excluidos… El modelo venezolano –el chavismo– emergió en una crisis de la democracia representativa y propuso la radicalización democrática a través del impulso a la democracia participativa y directa… Su precio es que tales cambios rápidos generan riesgos por la propia desinstitucionalización y confusión institucional, lo que reduce los frenos que solían proteger minorías y actores en desacuerdo con el proyecto en curso. La historia no sigue la perfección de los planteamientos teóricos, sino que va abriendo sus propios caminos.

Brasil pasaba, por lo tanto, por un período de consolidación democrática para la cual fue fundamental el fortalecimiento institucional. La capacidad democrática de aceptar el ganador de la elección y la superación de la reducción neoliberal del Estado hicieron que el diseño republicano tuviese rasgos más definidos: pacto federativo sólido entre los distintos niveles de gobierno (federal, provincial y municipal); competencia entre partidos y proyectos políticos; instituciones con roles definidos y funcionarios públicos con estabilidad en sus carreras; separación relativa entre los poderes; conformación de un espacio público para la sociedad civil. Sin embargo, la coalición amplia y la fuerza de las instituciones, si bien fueron condiciones del acceso de la izquierda brasilera al poder, también impusieron simultáneamente los límites para el proyecto de transformación planteado: la inclusión de los sectores excluidos de la población tendría que respetar el paso lento de los cambios intermediados por negociaciones políticas y capacidades institucionales. El camino tomado por la izquierda brasilera presupone la conciliación con las élites y el juego dentro de los límites institucionales con la consecuencia de la desmovilización de las masas. Tras diez años de gobiernos del PT, se ha logrado ampliar la inclusión social (disminución de la miseria y la pobreza y aumento de la capacidad de consumo), pero aún queda mucho por hacer (inclusión ciudadana, mejora de servicios públicos y ampliación de derechos).

Las protestas callejeras de junio de 2013 son pruebas del largo camino que hay adelante. En fin, el precio de la consolidación democrática y del fortalecimiento institucional suele ser la reducción de la posibilidad de cambios profundos y la lenta velocidad de la transformación posible. La salud de la democracia representativa, en ese modelo, exige que los excluidos esperen el momento en el cual podrán ser incluidos a través de reformas graduales sin herir la institucionalidad vigente.

En Venezuela, la elección presidencial de 1998 fue enmarcada en una coyuntura de prolongada crisis política, económica y social empezada en los años 80, con fuerte descontento social e baja credibilidad de las instituciones políticas. Al revés de Brasil y su consolidación democrática, en Venezuela, la democracia de Punto Fijo, existente desde 1958, se desplomaba. El proyecto de reconstrucción del Estado ya era planteado por los presidentes anteriores a Hugo Chávez, pero la aplicación de las fórmulas de ajustes orientados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) les quitó la legitimidad necesaria para impulsar los cambios. El presidente Hugo Chávez fue electo en 1998 por ser un actor político nuevo y, por lo tanto, con la legitimidad de la esperanza social para impulsar los cambios que planteaba: refundación del Estado a través de una constituyente aprobada por voto popular; lucha contra la miseria y la pobreza; uso de la renta petrolera en beneficio de los más pobres. Para llevar a cabo estos objetivos, dos principios orientaban el proyecto: nacionalismo (para reconstruir la capacidad de acción del Estado) y bolivarianismo (para combatir las oligarquías que se aposaban de la renta petrolera). El proyecto de la revolución bolivariana de Hugo Chávez, por lo tanto, no era consecuencia de la consolidación democrática, sino de su crisis, y se basaba en el conflicto abierto con los responsables por conducir al país a la situación de pobreza generalizada (en 1998 más de la mitad de la población se encontraba abajo de la línea de pobreza): los agentes políticos y económicos del viejo orden de Punto Fijo.

El chavismo, entonces, llegó al poder con el objetivo de aplicar el programa político planteado en la campaña electoral, en lo que pese las resistencias de la oposición, bajo los siguientes lineamientos estratégicos: (a) evitar la conciliación con las élites y confrontarlas siempre que posible, (b) movilizar y organizar las masas, (c) promover cambios institucionales que posibiliten un camino más rápido hacia la inclusión y transformación social.

El paso más rápido de los cambios llevados a cabo en el país por la revolución bolivariana presupone dos condiciones ausentes en el caso brasilero: (a) el apoyo de fuerzas políticas identificadas solamente con la izquierda y (b) la existencia de una institucionalidad floja. La primera condición permite que el proyecto sea impulsado a través del conflicto polarizado, apoyado en la movilización de las masas, en contra del adversario identificado como la derecha. Las negociaciones y pactos son, de ese modo, evitados y un reformismo fuerte es logrado. La segunda condición permite al gobierno impulsar proyectos (de las cooperativas productivas a los consejos comunales territoriales) y programas (como las misiones y gran misiones), a través de la inversión de la renta petrolera en experimentos e innovaciones políticas con miras a rediseñar el pacto federativo y crear el Estado comunal como base socio-política y económica para el socialismo planteado. El fracaso de parte de esos intentos no impide que se siga intentando: la institucionalidad floja permite que fracasos sean olvidados y nuevos caminos intentados.

Es decir, la ausencia de una coalición permite la implementación coherente de la agenda planteada en la campaña electoral (con bajo nivel de lucha interna y conflicto sostenido contra la oposición) y la debilidad institucional permite al gobierno manejar la maquinaria estadal de una manera experimental. Lo que podría ser considerado una situación ideal para un proyecto de cambios sociales radicales impulsado por la izquierda, sin embargo, ha generado también efectos colaterales. El control exagerado del Estado por una sola fuerza política disminuye la separación de poderes y genera una mezcla poco saludable entre Estado-gobierno-partido-movimiento. Asimismo, la política de movilización constante de las masas (majority rule) en una sociedad cristiana con rasgos morales conservadores fortalece prejuicios del sentido común e impone límites a la consolidación de espacios a las minorías (como los defensores del aborto, del casamiento gay, etc.), lo que conforma el movimiento chavista como moralmente conservador. La declaración más reciente de que el socialismo del siglo XXI debe ser cristiano y los ataques al líder opositor Henrique Capriles por su supuesta orientación sexual son dos ejemplos. Además de eso, el impulso al rediseño tentativo y experimental del Estado y del pacto federativo con miras a una redistribución del poder simultáneamente crea una confusión institucional en la cual no se conoce de manera clara los roles de los distintos órganos e iniciativas y genera dudas acerca de la constitucionalidad del rediseño impulsado. Aunque la revolución bolivariana sea llevada a cabo respetando los límites del marco democrático y legitimada por constantes elecciones y consultas populares (plebiscitos y referendos), la fuerte centralización del comando (en contradicción con la descentralización en las bases) y rasgos autoritarios en la conducción del proceso son vistos como fragilidades del modelo venezolano.

Los dos caminos presentados –el brasilero y el venezolano– tienen sus ventajas y sus límites. El primero es una ruta más estable, pero mucho más lenta. Según el politólogo André Singer, “hay cambio, pero se cambia tan despacio que ni parece que hay cambio”. El modelo brasilero –el lulismo– mantiene y profundiza la institucionalidad de la democracia representativa, lo que es positivo en un país que hace poco vivía bajo una dictadura militar. Su precio es posponer la inclusión de millones de excluidos, debido a los frenos presentados por las instituciones, por la oposición o por aliados conservadores en la coalición. El modelo venezolano –el chavismo– emergió en una crisis de la democracia representativa y propuso la radicalización democrática a través del impulso a la democracia participativa y directa. La ausencia de coalición y la constante movilización de masas permitió impulsar cambios más rápidos en la sociedad, incluso cambiando las propias instituciones (desde la constituyente hasta la propuesta del Estado comunal). Su precio es que tales cambios rápidos generan riesgos por la propia desinstitucionalización y confusión institucional, lo que reduce los frenos que solían proteger minorías y actores en desacuerdo con el proyecto en curso. La historia no sigue la perfección de los planteamientos teóricos, sino que va abriendo sus propios caminos.

Así nació el Sindicato Antioqueño

Así nació el Sindicato Antioqueño

¿HA OÍDO HABLAR del Sindicato Antioqueño? ¿Sabe cómo se formó? Le contamos detalles del grupo empresarial más grande del país que no tiene dueño único.
Gustavo Gallo Machado | Medellín | Publicado el 28 de agosto de 2011

Había que defenderse de la toma hostil que de manera encarnizada estaban haciendo Carlos Ardila Lülle, Julio Mario Santodomingo y Jaime Michelsen Uribe. Corrían los años 70 del siglo pasado y los empresarios antioqueños estaban inquietos por la inminente pérdida de las empresas símbolo de la región, que de a poco estaban quedando en manos de verdaderos pulpos de la economía.

Era el año 1972, Adolfo Arango Montoya, presidente de Cemento Argos; Jorge Molina Moreno, presidente de Suramericana, y Samuel Muñoz Duque, presidente de Nacional de Chocolates, veían con preocupación cómo las compañías emblema de la región iban quedando en poder de los capitalinos, quienes de manera astuta y con mucho dinero en el bolsillo, iban comprando acciones para hacerse a un porcentaje considerable de la participación accionaria, que posteriormente les daría la mayoría en esas empresas.

Prueba fehaciente de ello fue lo que ocurrió en 1973 con Coltejer, textilera insigne de la región, que fue adquirida por Ardila Lülle, quien en una de sus primeras decisiones, sacó de la Junta Directiva a Samuel Muñoz Duque y a Jorge Molina Moreno.

Este fue el detonante para que naciera el Grupo Antioquia, luego conocido como Sindicato Antioqueño y hoy Grupo Empresarial Antioqueño, que tenía como objetivo proteger los intereses de los pequeños accionistas en las principales empresas.

Incluso, el Grupo Santodomingo también llegó a tener el 15 por ciento de Chocolates y al empresario Augusto López Valencia en su Junta.

Se inicia enroque
¿Cómo hacerlo? Con el cruce de acciones de varias compañías, lo que evitaría que los tentáculos de los conglomerados foráneos se apropiaran de las firmas, en lo que en el mundo empresarial se conoce como el ‘enroque paisa’. Al trío de Arango Montoya, Molina Moreno y Muñoz Duque, se unieron Fabio Rico Calle, entonces gerente de Colcafé, y Guillermo Moreno Uribe, vicepresidente de Suramericana. Mientras hacían consultas, reuniones y acuerdos, para actuar, pasaba el tiempo y se seguían perdiendo posiciones. Moreno Uribe, quien sucedió en la presidencia a Jorge Molina, jugó un importante papel al negociar, impidiendo la consolidación de estos grupos en Suramericana de Seguros.

La sociedad anónima abierta, que era la figura bajo la cual estaban Suramericana, Argos y Nacional de Chocolates, era el mecanismo que querían destruir los nuevos inversionistas, quienes con cuantiosos recursos y el uso de métodos no ortodoxos, pero legales, pagando precios en apariencia altos por porcentajes minoritarios de las acciones de una compañía, podían hacerse a su dominio.

Así pasaron varios años hasta que el martes 28 de marzo de 1978, un grupo de empresarios, convocados por Santiago Mejía Olarte y Ricardo Ángel Villa se reunieron en Proantioquia con una premisa: crear un movimiento en defensa de la sociedad anónima y del patrimonio industrial de Antioquia.

A la primera cita acudieron 12 empresarios, entre los que se cuentan Vicente Uribe Rendón, presidente del Banco Comercial Antioqueño; Jorge Molina Moreno, presidente de Suramericana; Samuel Muñoz Duque, presidente de Nacional de Chocolates; Adolfo Arango Montoya, presidente de Argos; Fabio Rico Calle, gerente de Colcafé; Darío Múnera Arango, presidente de Coltabaco; Iván Correa Arango, presidente del Banco Industrial Antioqueño (hoy Bancolombia) y Jorge Posada Greiffenstein, presidente de Fabricato, entre otros empresarios.

Allí, decidieron que debían unirse para evitar que los grupos Grancolombiano, Ardila Lülle y Santodomingo se quedaran con las empresas antioqueñas.

El ‘enroque paisa’ había empezado y lo que hicieron fue configurar un capital para comprar acciones, no solo de Argos, Chocolates y Suramericana. También adquirirían participaciones en Cine Colombia, Colseguros, Bavaria y otras empresas distintas, para tener margen de maniobra a la hora de negociar. En una segunda reunión, en la que estuvieron presentes 17 empresarios, se designó a Fabio Rico Calle para que coordinara el movimiento.

La permuta
Con Rico Calle ya como presidente de Nacional de Chocolates, en 1980, iniciaron las negociaciones con Jaime Michelsen. Con frecuencia a los empresarios se les veía en el Club Unión, haciendo consultas y buscando la manera de conseguir dinero para llevar a cabo estas operaciones financieras. Héctor Arango Gaviria, entonces vicepresidente Financiero de Chocolates, recuerda que “estábamos muy pobres”, debido a las inversiones que se habían hecho en otros negocios y a la construcción de la planta en Rionegro y otros proyectos.

Así fue como un grupo de periodistas económicos los bautizó como el ‘Sindicato Antioqueño’, porque se les veía en la cara la necesidad por conseguir capital, para lograr el objetivo de defender estas empresas.

Un día Fabio Rico llamó a Héctor Arango y le fijó una tarea específica: “vamos al archivo (de Chocolates) y busquemos los bienes improductivos y de baja rentabilidad que tengamos y que tengan otras empresas, para hacer un paquete que nos permita hacer una negociación con (Jaime) Michelsen”, que ya tenía un 34,8 por ciento en Nacional de Chocolates y “una participación no significativa, pero importante en Noel y quería más”.

Solos, los directivos se fueron a esculcar qué se podía ofrecer. En lo hallado, se metió en la misma bolsa lo siguiente: la finca la Holanda en Sabaneta (de Tejicóndor), acciones de la Industrias Metálicas de Palmira, de Comestibles La Rosa y de Conservas California, una hacienda en Caucasia, la fábrica de grasas La Americana, un terreno en Niquía (Bello) y un inmueble ubicado en Bogotá. Pero hacía falta más: 300 millones de pesos que fueron girados por partes iguales entre Noel, Nacional de Chocolates y Colseguros.

“Plata es, lo que la plata vale”, fue la respuesta de Jaime Michelsen cuando Fabio Rico le ofreció hacer una permuta, entregándole estas propiedades a cambio de las acciones que el banquero tenía en Nacional de Chocolates y Noel.

Manuel José Arrázola por parte del grupo Grancolombiano y Héctor Arango Gaviria, por los parte de los adquirentes, empezaron a negociar y a materializar este acuerdo.

Durante nueve meses, día y noche, los delegados cruzaron papeles, conceptos jurídicos y financieros para finiquitar la negociación. Javier Jaramillo Velásquez, quien por varios años fue presidente del Grupo Mundial, antes funcionario de Chocolates, hizo las veces de delegado privado para tramitar documentos y así generar una absoluta confianza entre las partes.

El 25 de agosto de 1981 se selló la negociación, bajo la tutela de Fabio Rico Calle, lo que permitió recuperar los títulos de Nacional de Chocolates y de Noel, garantizando el nacimiento del Sindicato Antioqueño.

Firmaron la escritura de permuta Abel Pérez Gil (Tejicóndor), José Gutiérrez Gómez (Corporación Financiera Nacional), Adolfo Arango Montoya (Cemento Argos), Humberto Cortés (Colombiana de Seguros), Carlos Arturo Córdoba (Noel), Fabio Rico Calle (Nacional de Chocolates), Fabio Orozco (Inversiones e Industria), el padre Lorenzo Salazar (Seminario Conciliar de Medellín), Pablo Echavarría Toro (Caribú) y Jaime Michelsen Uribe por las empresas del Grupo Grancolombiano.

Para darle viabilidad económica a los negocios de acciones y ser fieles a la estrategia de devolverle a los accionistas la propiedad de su empresa, Nacional de Chocolates tomó estas acciones y las que readquirió al Grupo Santodomingo y las colocó entre los accionistas que a lo largo de los años fueron fieles a la empresa y no le vendieron a los inversionistas temporales.

Consolidación del GEA
Así fue como ocurrió una de las historias más apasionantes del mundo económico de los negocios, que significó el nacimiento del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), compuesto por el Grupo de Inversiones Suramericana, Inversiones Argos y Grupo Nutresa, un triunvirato de organizaciones que permitió la creación del principal conglomerado económico del país.

Con negocios en los sectores financiero (seguros, seguridad social, banca universal, pensiones y cesantías, operador de información, apoyo), cementero, energético y de alimentos, estas tres empresas pasaron de la consolidación nacional a la expansión internacional, convirtiéndose en jugadores de peso de América Latina.

Al adquirir activos por 3.763 millones de dólares de ING hace tan solo unas semanas, el Grupo Sura quedó con presencia en ocho países de Latinoamérica: Chile, México, Perú, Uruguay, Panamá, República Dominicana, El Salvador y Colombia.

Por su parte, Argos es líder en el negocio cementero en Colombia y el Caribe, al tiempo que juega un papel relevante en el sureste de Estados Unidos, donde hace poco amplió su participación al comprar activos por 750 millones de dólares, además de exportar a 39 países.

Nutresa no se queda atrás. Tiene siete líneas de negocio distribuidas en galletas, chocolates, café, pastas, cárnicos y helados, ocho plantas en Colombia, Estados Unidos, Costa Rica, México, Panamá, Perú, Venezuela y República Dominicana. Como si lo anterior fuera poco, vende sus productos en 75 países.

La contribución económica de estas empresas a la economía del país no es de poca monta: 6,3 por ciento del PIB (26,6 billones de pesos de ingresos operacionales al cierre de 2010), 20,7 por ciento de participación en el mercado bursátil colombiano y una capitalización bursátil de 44,9 billones de dólares en los últimos 13 años.

Lo que viene
Bajo la administración de David Bojanini García (Grupo Sura), José Alberto Vélez (Inversiones Argos) y Carlos Enrique Piedrahita Arocha (Grupo Nutresa), el enroque continúa “vivito y coleando”.

Las tres organizaciones hablan el mismo lenguaje y se fortalecen para continuar con su crecimiento y desarrollo, bajo unos parámetros de administración que se irrigan por todas las empresas del GEA, figura que aunque no existe y nunca ha tenido cimiento comercial o jurídico, se conoce a este grupo de empresas que incluyen, entre otros, a Bancolombia, la entidad financiera más grande del país; Colinversiones, compañía que se fortalece en el mercado de la energía como el cuarto generador, Suramericana de Seguros (Generales y de Vida), Protección y otras empresas, bajo focos muy claros.

Para David Bojanini García, el enroque y la posterior evolución que se ha tenido para adaptar estas empresas a un entorno de globalización y de alta competencia, ha permitido que estas organizaciones se desarrollen de manera significativa y que sus accionistas, en general, se hayan beneficiado de esa estrategia que se ha perfeccionado a través de los años.

“Esa estrategia ha permitido que las acciones de estas empresas se valoricen significativamente. Esa es parte central de nuestra tarea: generar valor a los accionistas”, dice el directivo.

Confirma que la tarea de sus antecesores fue admirable y por eso todas, o casi todas sus políticas de administración, de ética y de Gobierno corporativo, siguen vigentes, bajo modelos actualizados. Y menciona nombres como los de Jorge Molina Moreno, Guillermo Moreno Uribe, Fabio Rico Calle, Nicanor Restrepo Santamaría, entre muchos otros, como los que “realmente se preocuparon porque todos estos conceptos se fortalecieran y perduraran en el tiempo”.

Opina Bojanini García que con el paso de los años, estas compañías han sido líderes en fortalecer los mercados de capitales, líderes en gobierno corporativo, líderes en buenas prácticas de gestión, líderes en los procesos de internacionalización… “Son empresas que se han encargado de llevar el buen nombre de Colombia más allá de las fronteras del país”.

¿Le molesta que los llamen Sindicato? José Alberto Vélez, presidente de Argos, responde que no, con una sonrisa amplia. Ese remoquete es cosa del pasado y en lo que se concentran los administradores es en seguir fortaleciendo las compañías.

¿Y quién es dueño de qué? ¿Cuál es el accionista mayoritario? El empresario vuelve a sonreír cuando dice que son los colombianos porque los fondos de pensiones colombianos son los principales accionistas de las tres organizaciones.

El enroque de las compañías se mantiene porque el Grupo de Inversiones Suramericana es dueño del 37,7 por ciento de Nutresa y del 36 por ciento de Argos; Nutresa tiene el 12,4 de Argos y el 12,7 de Suramericana; mientras que Argos posee el 10,4 por ciento de Nutresa y el 37,6 por ciento de Suramericana.

“El enroque lo vamos a mantener porque fue lo que permitió repeler los inversionistas que se querían llevar estas empresas de la región. No podemos permitir que se vayan porque la contribución que hacemos no solo es económica, sino también social, ética y empresarial”, apunta José Alberto Vélez.

Organización Sarmiento Angulo

ORGANIZACION SARMIENTO ANGULO

Con la formación del Grupo Aval, el duro de la banca pone la mira en la Bolsa de Nueva York.
Entre los grandes grupos económicos del país, la Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo califica claramente como el más agresivo en materia de adquisiciones. En línea con la tendencia de una gran consolidación en el sector financiero mundial, la Organización Sarmiento Angulo se e
mbarcó hace ya varios años en la estrategia de comprar participación en el sector financiero colombiano mediante la adquisición de un importante número de entidades financieras de diferente índole. Sólo en los últimos 12 meses el grupo ha adquirido un banco, una corporación de ahorro y vivienda, cuatro compañías de leasing y dos corporaciones financieras.
El logro más importante de la Organización Sarmiento Angulo el año pasado y el proyecto en el cual se concentraron la mayoría de sus esfuerzos fue la creación del Grupo Aval. Con él, la Organización Sarmiento Angulo está en proceso de integrar sus entidades financieras para brindar a sus clientes la posibilidad de realizar todo tipo de operaciones financieras en sus entidades, indiferentemente de donde tengan su cuenta. Culminada la primera etapa de integración de servicios la Organización Sarmiento Angulo está concentrada en las dos etapas restantes: la estructuración legal y la colocación del Grupo Aval en el mercado bursátil colombiano y en la bolsa de valores de Nueva York. Luis Carlos Sarmiento Angulo espera que antes de finalizar este año colombianos y extranjeros puedan adquirir acciones del Grupo Aval en las bolsas de valores locales y extranjeras si las condiciones del mercado lo permiten.
No obstante, con una participación en el pastel financiero del país que bordea el 18 por ciento según cálculos del grupo, a Sarmiento no le resta mucho espacio para invertir en este sector sin sobrepasar el límite de 25 por ciento que dispone la ley colombiana. Con esta restricción en mente, desde hace dos años el grupo ha enfilado sus baterías principalmente hacia las telecomunicaciones, sector que, dado su alto riesgo y vastos requerimientos de capital, se encuentra reservado exclusivamente para los grandes inversionistas. En palabras de Luis Carlos Sarmiento Angulo, “existen extraordinarias sinergias entre el sector financiero y el sector de telecomunicaciones, por cuanto ambos se orientan administrativa y tecnológicamente al manejo de mercados masivos”.
El Grupo Sarmiento constituyó la empresa Orbitel, en alianza con el Grupo Empresarial Bavaria y las Empresas Públicas de Medellín, para entrar a competir en el mercado de larga distancia nacional e internacional. Sin embargo los observadores coinciden en que la alianza entre estos pesos pesados para ofrecer larga distancia es tan solo el primer paso. Los planes futuros podrían incluir una alianza en telefonía celular entre los socios de Orbitel para hacer frente a Comcel, que mediante la adquisición de Occel (operador celular del occidente del país) se convirtió este año en la más grande empresa de telefonía celular de Colombia. Sarmiento adquirió de manos de su ex socio, la Telefónica de España, el 40 por ciento de Cocelco, empresa celular que opera en el occidente del país, convirtiéndose en dueño absoluto de la entidad a un precio que según los expertos fue excepcionalmente bajo para este tipo de entidad.
Finalmente, en materia de telecomunicaciones, Sarmiento participa actualmente junto con Interconexión Eléctrica S.A. en la instalación de una red de fibra óptica nacional cuya capacidad cubrirá ampliamente las necesidades del país en materia de transmisión para varias décadas.La Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo logró la difícil tarea de mantener sus resultados operativos en un año especialmente difícil en materia económica y en un escenario de competencia sin precedentes en el sector financiero colombiano. Los ingresos del grupo alcanzaron los 3.6 billones de pesos, incrementándose en un 13 por ciento, en términos reales, con respecto al año anterior. No obstante, en 1997 se produjo una caída del 22,7 por ciento en la utilidad neta del grupo en términos reales (a 454.410 millones de pesos) con respecto al año anterior. Esta caída nada tiene que ver con el desempeño de sus negocios. Fue producto de una utilidad extraordinaria de 150 millones de dólares en 1996, derivada de la venta de Cementos Samper al grupo mexicano Cemex.
Una agresiva estrategia de expansión en los sectores que conoce bien, alianzas estratégicas con grupos de reconocida trayectoria en sectores que pretende penetrar y una especial atención a las tendencias empresariales globales, seguramente mantendrán a la Organización Sarmiento Angulo entre los principales grupos económicos del continente en las décadas por venir.

Esta es la historia del Grupo Bolívar

2006. El Tiempo. Esta es la historia del Grupo Bolivar, que es ahora el tercer mayor grupo financiero del país
Comenzó a gestarse a mediados del siglo pasado en el negocio de los seguros y de ahí saltó al campo financiero. El jueves adquirió Bancafé por más de 2 billones de pesos.

Seguros Bolívar nació en 1939, en plenos albores de la Segunda Guerra Mundial.

Hasta ese entonces, prácticamente la única empresa aseguradora que existía en Colombia era Colseguros, pero el mercado mostraba un gran potencial de desarrollo.

Varios pequeños empresarios, liderados por la familia Cortés antes vinculada a Colseguros unieron esfuerzos y decidieron montar su propia compañía aseguradora.

En 1945, al término del conflicto mundial, Seguros Bolívar (que se especializaba en seguros de vida) hizo su primera alianza con Suramericana de Seguros, que cubría ramos generales de esa actividad.

En 1947 nació la Sociedad de Capitalización y Ahorro Bolívar con Carlos Lleras Restrepo, quien llegó a hacer parte de la junta directiva de la compañía y años después Presidente de la República.

A principios de los años 50, el sector asegurador en Colombia comenzó a consolidarse y el Grupo Bolívar buscó negocios en otros sectores distintos al ahorro, eso sí, sin abandonar su actividad central: seguros y capitalización.

Una de esas nuevas áreas de negocios fue la industria de la construcción en donde el Grupo Bolívar ha desarrollado una intensa y reconocida actividad, pese a las dificultades propias de los negocios en Colombia.

Al final de la década de los 60, el conglomerado se había consolidado del todo y José Alejandro Cortés ya era su presidente.

En 1972, cuando nació el sistema Upac, se tomó la decisión de crear la corporación de ahorro y vivienda Davivienda para incursionar de lleno en el negocio financiero.

Los años 70 fueron de consolidación del negocio hipotecario y asegurador, pero llegó la crisis bancaria de 1982 de la cual el Grupo Bolívar salió bien librado, pero en la que varias entidades crediticias de gran importancia tuvieron sonados y grandes
fracasos.

Cuando el país superó la crisis, Davivienda consolidó su crecimiento y en los años 90 todo marchaba ‘sobre ruedas’ hasta que a finales de la década el fantasma de la crisis financiera volvió a aparecer.

Sin embargo, una vez más Davivienda y el Grupo Bolívar salieron bien librados.

La corporación de ahorro y vivienda se convirtió en banco y en los últimos años se ha mostrado muy activo en materia de adquisiciones en el sistema financiero.

Hace apenas cuatro meses, Davivienda consolidó su fusión con el Bansuperior, pero hace un año había perdido la partida con el Bbva Colombia en la adquisición del Banco Granahorrar.

Hace dos meses, el banco llegó a un acuerdo para adquirir el control de la compañía de financiamiento comercial especializada en crédito de vehículos Confinanciera.

El jueves pasado, Davivienda le ganó la partida al Banco de Bogotá, controlado por el mayor banquero del país, Luis Carlos Sarmiento Angulo, para quedarse con el Granbanco-Bancafé.

Davivienda ofreció pagar 2,21 billones de pesos por la última entidad financiera que privatizaba el Gobierno, mientras que su rival, el Banco de Bogotá, propuso desembolsar 1,88 billones de pesos.

Con la fusión con Bansuperior, Davivienda le dio un gran impulso al crédito de consumo y con la compra de Bancafé se convierte en la primera entidad de ese segmento, además del hipotecario.

Ahora lo que viene es legalizar la operación ante la Superintendencia Financiera y el pago de la nueva inversión, que exigirá un esfuerzo importante del Grupo Bolívar que es, en últimas, el nuevo dueño de Granbanco-Bancafé.

Quiénes son los dueños del Grupo Bolívar

Sociedades Bolívar es la cabeza del Grupo y, además de la familia Cortés, uno de sus principales accionistas es la Universidad Externado de Colombia, que tiene un 26 por ciento de la sociedad.

El conglomerado empresarial tiene como socio a la Corporación Financiera Internacional, perteneciente al Banco Mundial, que tiene bajo su poder más del 4 por ciento de Davivienda.

El Grupo también posee, entre otras inversiones, empresas como Asistencia Bolívar, Soft Bolívar, Inversiones Anagrama, Imextal 82, C.B. Bolívar Inmobiliaria, Inversora 2020 S.A., Prefabricación de Particiones y Seguridad Compañía Administradora.

El poder detrás de los negocios

José Alejandro Cortés es el líder del Grupo Bolívar y lleva más de 50 años. El Grupo es el tercer conglomerado bancario de Colombia.

» Este empresario es reconocido como uno de los grandes tenistas que ha tenido el país. Fue campeón nacional entre 1960 y 1964, y subcampeón suramericano. Como atleta, corrió los 400 metros.

» Sus allegados lo ven como alguien calmado, austero e incansable en el trabajo. Así lo mostró el jueves cuando lo llamaron para contarle que habían ganado la competencia por Bancafé.

» En plena subasta, él asistía a la junta directiva de Soft Bolívar. Tras recibir la llamada, celebraran, y luego la junta siguió normalmente.

» Es padre de siete hijos, algunos de los cuales trabajan en el Grupo.

30 años de historia bancaria

Efraín Forero es el presidente de Davivienda. Entró a Bolívar en 1976.

» Es ingeniero industrial de la Universidad Javeriana con maestría en finanzas de la Universidad de los Andes.

» Entró al Grupo Bolívar en 1976 y hoy es uno de los banqueros de mayor reconocimiento en el país.

» Es casado, tiene dos hijas y es un hombre de pocos amigos para compartir momentos fuera del trabajo.

» Se define como una persona amante del campo y trata de dedicarle los fines de semana a esa afición aunque confiesa que el tiempo disponible para ello es cada vez menos.

Publicación
eltiempo.com
Sección
Economía
Fecha de publicación
14 de octubre de 2006
Autor

Cómo y quiénes arruinaron al país

Cómo y quiénes arruinaron al país

A partir de esta columna se une a nuestro staff de analistas el reconocido político Joaquín Villalobos. Su trayectoria, visión y una demarcada conducta democrática lo vuelven una de las voces más serias respecto a la política salvadoreña e internacional. Bienvenido, Joaquín, y a nuestros lectores la solicitud de respeto para nuestro columnista

Última actualización: 16 DE SEPTIEMBRE DE 2013 00:40 | por Joaquín Villalobos

Costa Rica es un país muy estable, el salario mínimo es más del doble que en El Salvador; exporta muchos productos, la visitan millones de turistas, acogió a 500,000 inmigrantes nicaragüenses y no tiene problemas de violencia. El Salvador importa el doble de lo que exporta, la tercera parte de la población ha emigrado, ha sufrido golpes de Estado, una insurrección indígena, una guerra civil y miles de pandilleros lo han convertido en el segundo país más violento del planeta. ¿Por qué estas diferencias si ambos países son similares, sin riquezas naturales y ubicados en la misma zona geográfica?

El Salvador tiene buenas carreteras y población muy trabajadora, pero con bajo nivel educativo, las carreteras de Costa Rica no son tan buenas, pero su población es más educada. La elite costarricense se interesó más por la gente que por las calles y esa inversión en capital humano derivó en un país productivo, democrático, incluyente y con mejor institucionalidad. Las elite salvadoreña se resistió ferozmente a la democracia, sólo una guerra civil los hizo aceptarla. Costa Rica es un país más rico que El Salvador, pero las familias más ricas de El Salvador, que son pocas, son mucho más ricas que los principales capitalistas costarricenses.

Usando los conceptos que Acemoglu y Robinson establecen en su libro “Por qué Fracasan los Países” Costa Rica tiene instituciones y elites más inclusivas y El Salvador tiene instituciones y elites totalmente extractivas. Los ricos costarricenses transformaron positivamente su país y los salvadoreños se dedicaron a exprimirlo. Pocos impuestos, bajos salarios, trabajadores con bajo nivel educativo, poca innovación, intolerancia política y altos ingresos para las elites, crearon el caos que ahora vive nuestro país.

El trabajo “Diversified Business Groups and the Transnationalisation of the Salvadorian Economy” de Benedicte Bull (Journal of Latin American Studies, 2013- 45), describe los once grupos que controlan la economía salvadoreña, destacando la existencia de matrimonios y múltiples lazos familiares entre ellos. Esto produce una concentración todavía mayor de la riqueza y casi los convierte en una sola familia. En el pasado se los conocía como “los 14”, ahora los llaman el “G20”, pero no por el número, sino por el poder que concentran. Bull describe el impacto que tuvo la privatización de los bancos (1992) y su posterior venta a la banca internacional (1997-2006) en la transformación de la vieja elite en grupos transnacionales. Al descubrir que la emigración y las remesas iban en ascenso, asumieron a éstas últimas como modelo de “desarrollo”, abandonaron la inversión productiva y crearon una “falsa economía de servicios” para apropiarse de las remesas. Exportar salvadoreños se convirtió en el motor de la economía con instituciones extractivas, dinero fácil y el Estado como su patrimonio.

No les importó la parálisis económica, el desempleo masivo y la catástrofe social que dejaría la emigración. En la medida que las remesas aumentaban, la economía dejaba de crecer, los homicidios se multiplicaban, la emigración se disparaba y el G20 multiplicaba sus ingresos para invertirlos en el exterior. La crisis social y la violencia se agravaron mucho más porque entre 1989 y 2004 se desmantelaron o debilitaron las instituciones de protección social que existían. Desaparecieron el Instituto Salvadoreño de Fomento Industrial (INSAFI), el Instituto de Vivienda Urbana (IVU), el Instituto Regulador de Abastecimientos (IRA), la Campaña Nacional Antipalúdica, el Ministerio de Planificación, el Ministerio de Cultura y otras. Se privatizaron numerosas instituciones, se le dio ventajas a negocios como el azúcar, las medicinas, a la línea aérea que tiene bloqueada la interconectividad centroamericana y hasta la vivienda mínima se convirtió en un gran negocio del G20.

A partir de 1989 el entretenimiento dejó de ser política pública, se abandonó la construcción de parques y lugares turísticos. Los que fueron construidos entre 1948 y 1979 entraron en decadencia, entre éstos el Zoológico Nacional, Atecozol, Amapulapa, Ichanmichen y el resto. En vez de parques construyeron grandes centros comerciales en todo el país para extraer remesas. Recientemente apareció un zoológico privado con animales que curiosamente son en extremo difíciles de importar.

Era ingenuo no percatarse que la posguerra traería graves problemas sociales y de seguridad. Toda posguerra necesita un Estado fuerte y los gobiernos del G20 lo que hicieron fue desmantelarlo. No invirtieron en seguridad, mantuvieron reducida a la policía, le quitaron presupuesto al ejército y pretendían privatizar las prisiones. La seguridad privada se multiplicó, los ricos se acuartelaron en mansiones, las clases medias cerraron sus colonias y los pobres quedaron en manos de las pandillas. Los problemas de posguerra y la exportación de salvadoreños crearon una bomba social que explotó en la violencia actual. Cuando eso ocurrió el Estado no tenía instrumentos para atender la crisis. Entre 1989 y 2004 ARENA en realidad desató un incendio y al mismo tiempo despidió a los bomberos.

Esto empezó a cambiar con la rebelión que se desencadenó en el propio partido ARENA contra el G20. El gobierno de Antonio Saca fue considerado “populista” por desplegar políticas de atención a los pobres en medio del caos social que vivía el país y considerado “corrupto” por parar privatizaciones y negocios millonarios como los que se hacían en la CEL con contratos que obligaban a comprar energía cara a empresarios privados. No es la primera vez en la historia nacional que se produce una rebelión desde las filas conservadoras contra la oligarquía. Tampoco es la primera vez que ésta intenta explicar un problema político como un problema moral. No es casual que el viejo PCN y la Democracia Cristiana se hayan aliado con los disidentes de ARENA, tampoco es casual la proximidad entre el presidente Funes y Antonio Saca. Se ha producido una coincidencia entre quienes piensan que el Estado debe ser el garante de la seguridad y el interés colectivo, frente a ARENA y el G20 que tienen al mercado como una religión que les deja millonarias bendiciones.

Estamos frente a un poder oligárquico y esto no es un insulto izquierdista, sino un concepto de la ciencia política. La democracia no impide la existencia de una oligarquía. No existe un país desarrollado que tenga la riqueza concentrada. La concentración produce pobreza y violencia. Según datos de la consultora Wealth-X Guatemala, Honduras y El Salvador, la región más violenta del mundo, tienen más personas con fortunas superiores a los 30 millones de dólares que Costa Rica y Panamá que son las economías más prósperas de Centroamérica. Según esos datos El Salvador tiene 145 personas que poseen juntas veinte mil millones de dólares y Costa Rica tiene 85 personas que poseen 12,000 mil millones. Tenemos un capitalismo oligárquico de apellidos y el desarrollo sólo se logra con un capitalismo de oportunidades y méritos. Nuestra oligarquía ha mostrado históricamente una codicia descomunal, una ignorancia política brutal y una ausencia absoluta de compasión y sensibilidad; si llegara de nuevo al gobierno en el 2014, sería como poner al zorro a cuidar a las gallinas.

Los grandes grupos empresariales y las transformaciones de la economía salvadoreña

Los grandes grupos empresariales y las transformaciones de la economía salvadoreña
¿Cómo se ha transformado la base económica de la élite salvadoreña en las últimas décadas? Analizando datos de un estudio, la Doctora Benedicte Bull, del Centro para el Desarrolllo y el Medio Ambiente de la Universidad de Oslo, discute las incursiones transnacionales de los grandes grupos empresariales de El Salvador.

Por Benedicte Bull *
elfaro.net / Publicado el 3 de Septiembre de 2013

El Salvador ha experimentado una transformación económica profunda en las últimas décadas. Su economía, que partió de un modelo basado en las agro-exportaciones, pasó a ser abierta, transnacional, y basada en los servicios. Esta transformación se produjo en un contexto dominado históricamente por un pequeño grupo de familias de la élite que forman grupos empresariales diversificados de propiedad familiar (GEDs) que controlan empresas en diferentes sectores. Muchos esperaban que los GEDs desaparecerían cuando El Salvador se integrara a la economía mundial, dado que tendrían que especializarse en determinados sectores con el fin de competir, o que terminarían absorbidos en los circuitos de acumulación de las empresas transnacionales.

En un estudio de los GEDs de todos los países de Centro América1 se encontró que no están en proceso de desaparecer, aunque hay muchos cambios en su estructura y composición. El estudio incluye información detallada de 68 GEDs, 15 de los cuales son salvadoreños.

En el caso de El Salvador se destacan tres conclusiones principales. En primer lugar, los GEDs se han expandido al extranjero, invirtiendo principalmente en Centroamérica, pero cada vez más incursionando en países fuera de la región (Estados Unidos, Colombia y República Dominicana). Sin embargo, solamente cuatro grupos tienen una clara dirección y estrategia regional. Se trata del Grupo Poma (incluyendo Grupo Roble, Excel automotriz y Real Hotels & Resorts), el Grupo Simán, el Grupo Quirós y el Grupo Agrisal. En la mayoría de los casos la expansión de la inversión en el extranjero es respuesta a oportunidades temporales o constituye un paso previo a la venta a empresas transnacionales. Por lo tanto, hoy hay menos grupos salvadoreños regionales que cuando se realizó el último estudio general (un trabajo por Alexander Segovia realizado en 2004/2005).

En segundo lugar, los grupos salvadoreños experimentaron un cambio sectorial más abrupto que los de los países vecinos. Los salvadoreños vendieron la mayoría de las empresas industriales y redujeron sus inversiones en el sector agrícola, y se concentraron en gran medida en actividades no transables como construcción, bienes raíces, comercio y turismo. A pesar de que el enfoque en servicios es fuerte, hay una tendencia a concentrarse en actividades de baja tecnología y sectores dentro del sector de servicios, mientras que la banca y las telecomunicaciones son operados por empresas transnacionales.

Esto concuerda con la hipótesis principal de la literatura sobre el tema que dice que los GEDs tienden a diferenciarse de las empresas transnacionales mediante la búsqueda de nichos en los que las empresas transnacionales, por diversas razones, no están interesadas en participar. Los GEDs salvadoreños han tenido éxito sobre todo en sectores en los que han sido capaces de aprovechar sus conocimientos y redes locales, y han tenido menos éxito en los sectores que requieren grandes inversiones en tecnología.

En tercer lugar, los GEDs salvadoreños han desarrollado fuertes relaciones con las empresas transnacionales que van desde licencias de funcionamiento, a empresas mixtas, y la distribución de marcas internacionales. Sin embargo, no todas las alianzas implican la pérdida de control de las operaciones de parte de los grupos salvadoreños. Los que han tenido más éxito en la expansión en el extranjero lo han hecho por medio de en alianzas con empresas transnacionales que les han permitido mantener el control operacional.

Los resultados del estudio se analizaron dentro de un marco teórico que toma como punto de partida la literatura de las llamadas “variedades del capitalismo” que pretende comprender cómo las diferentes instituciones y organizaciones de negocios se complementan entre sí y conducen a diferentes patrones de crecimiento y desarrollo económico.

Encontramos que en gran medida las estrategias empleadas por los GEDs aseguraron su supervivencia como grupos, aunque algunos se asemejan cada vez más a gestores de carteras de inversiones minoritarias de empresas integradas jerárquicamente en las cuales una familia posee la mayoría de las acciones.

Sin embargo, sus estrategias tienden a reforzar complementariedades negativas en la economía salvadoreña entre relaciones laborales atomísticas, bajos niveles de educación y formación vocacional, y bajos niveles de innovación, lo que lleva a limitar la modernización tecnológica y al crecimiento bajo.
1 “Enfrentando la transnacionalización: las estrategias económicas, políticas y ambientales de los grupos económicos centroamericanos”. El estudio, liderado por la Universidad de Oslo, se llevó a cabo en conjunto con el Instituto Noruego de Relaciones Exteriores y la Universidad Nacional de Costa Rica. Fue financiado por el Consejo de Investigación de Noruega.Dr. * Benedicte Bull es associate professor en el Centre for Development and the Environment de la Universidad de Oslo, Noruega. La versión completa de su artículo es “Diversified Business Groups and the Transnationalisation of the Salvadorean Economy”, Journal of Latin American Studies, Mayo de 2013, págs. 265-295

Con Chile en el corazón…

Con Chile en el corazón…

Rev. Roberto Pineda *

No perdí jamás la esperanza…
Pablo Neruda

Han pasado treinta años ya, desde el asesinato del presidente chileno Salvador Allende y el bombardeo a La Moneda. Treinta años y parece que fue ayer. Recuerdo la figura de Allende, metralleta en mano, defendiendo la dignidad de Chile y la sonrisa de los militares traidores en su primera conferencia de prensa.

El 11 de septiembre del 73 nos golpeó las entrañas…En mi proceso de evangelización, o en otras palabras, en mi proceso de toma de conciencia política, los acontecimientos de Chile a principios de los setentas, jugaron un papel destacado. Chile nos marcó la vida. Nos definió la visión, el rumbo, limpió nuestro horizonte.

Y en la reunión de nuestros héroes juveniles, tenía catorce años en 1973, aparecieron para quedarse para siempre, las figuras de Salvador Allende y Víctor Jara, Violeta Parra y Luis Corvalan, Miguel Henríquez y Pablo Neruda. Fueron referentes básicos para iluminarnos el camino de la lucha, de la resistencia, de la dignidad rebelde…

Ya antes del golpe del 73, estando en Nueva York, las primeras noticias que me impactaron políticamente fueron el triunfo electoral de Salvador Allende, candidato de la Unidad Popular, la nacionalización del cobre chileno, Pablo Neruda ganando el Nóbel de Literatura, el discurso de Allende en las Naciones Unidas, la visita de Fidel Castro a Chile…

En 1974, para el primer aniversario del golpe, organizamos una demostración de estudiantes de secundaria, en Solidaridad con Chile. Convocamos par el Parque Cuscatlán, y marchamos hasta la Plaza Libertad. En aquella época marchaban juntos estudiantes de la ENCO y del ITI, del INSFRAMEN y del Bachillerato en Artes: ¡Chile no se rinde, carajo, Chile no se rinde…”

Y nos volvimos chilenos y chilenas, combatientes contra la dictadura y soñábamos con construir un nuevo Chile, hasta organizamos peñas culturales, y cantábamos con todas nuestras fuerzas juveniles: ¡Chile no se rinde, carajo, Chile no se rinde! ¡Se siente, se siente, Allende está presente! Soñábamos con incorporarnos a la Resistencia Chilena:”la resistencia chilena pronto tomará el gobierno, la Patria se verá grande con su tierra que es liberada…”

También cantábamos y luego se volvió un himno nuestro, la Marcha de la Unidad: “De pie cantar, que el pueblo va triunfar/ avanzan ya banderas de unidad/ y tu vendrás marchando junto a mí/ y así verás tu canto y tu bandera florecer…” Y cantábamos esta canción en el marco de una intensa pugna ideológica sobre estrategias de lucha, confiados en que al final íbamos a unirnos como pasó en Chile.

Nos volvimos seguidores de Víctor Jara, y valorabamos su ejemplo de seguir cantando con los dedos quebrados y la boca reventada por un culatazo en el estadio de Santiago. Nos ayudó a fortalecer nuestra voluntad de luchar y enfrentar a los militares salvadoreños. Y cuando organizábamos en el campo cantábamos: “Levántate y mira la montaña,/ de donde viene el viento, el sol y el agua/ tu que manejas el curso de los ríos/ tu que sembraste el vuelo de tu alma.” Y en la asambleas sindicales, y en la intimidad de nuestros hogares, cantábamos:”Te recuerdo Amanda/ la calle mojada…”

Y Pablo Neruda, con su voz ronca, nos señalaba el camino: “Nuestras estrellas primordiales son la lucha y la esperanza.”Y también nos enseñaba a reconocer y combatir a los enemigos del pueblo:”Por estos muertos, nuestros muertos, pido castigo.”

El pueblo chileno se dispersó por todo el mundo, algunos años después, nosotros hicimos lo mismo. En determinado momento, nuestras dos diásporas se encontraron en el exilio. Y volvimos a cantar en Roma, Washington, París, México, Melbourne: “porque esta vez no se trata de cambiar a un presidente/ tendremos que ser nosotros los que construyamos un Chile diferente…Y nadie podrá negarnos, nuestro sagrado derecho, que como seres humanos, podamos vivir en Chile.”

Y de aquellos años de fuego viene nuestro deleite con la música andina, y conocimos a Quillapayun y a Inti-Illimani, y la zampoña y el charango se nos metieron en el alma, y conocimos el espíritu de lucha de los mineros de Chuquicamata y de los estudiantes de Valparaiso, y conocimos la voz de Violeta parra preguntándonos: “Qué dirá el santo padre que vive en Roma/ que le están devorando a sus palomas…”

En nuestra memoria, cada 11 de septiembre resonarán las palabras del Presidente Mártir: “Tengo fe en Chile y su destino. Otros hombres de Chile superaran este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre digno para construir una sociedad mejor.”

Estamos seguros de la verdad de estas palabras.

  • 17 de septiembre de 2003.

Magaña: amigo o hermano mayor

Magaña: amigo o hermano mayor
Waldo Chávez Velasco

Hacia 1942, Álvaro Magaña era el jugador estrella de baloncesto del Colegio García Flamenco. El líder de la Escuela Militar era el cadete Arturo Armando Molina. Ambos fueron presidentes de la República.

Probablemente ahí Álvaro se acostumbró a ser el primero, porque fue el mejor estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional, en tiempos cuando esta carrera duraba, por lo menos, 7 años. Álvaro obtendría su doctorado con honores. Políticamente, el joven fue de los llamados “Hombres del 2 de abril”, contra el general Hernández Martínez, quien renunció en mayo de 1944. Poco tiempo después, dio un golpe de Estado Osmín Aguirre y Salinas. Álvaro, con su amigo de siempre Ulises Flores (padre del actual Presidente de la República) y numerosos otros salvadoreños, se exiliaron en Guatemala, de donde trataron de invadir El Salvador. Entre ellos venía un teniente alto y fuerte, Julio Adalberto Rivera. El Ejército los derrotó en Ahuachapán.

Algún tiempo después llegó al gobierno el mayor Oscar Osorio, quien mandó a llamar a Ulises Flores y a Álvaro Magaña, sus amigos.

-¿Qué andan haciendo en los cuarteles? -preguntó.

-Tomando tragos con los amigos -respondió uno de ellos.

-Entonces mejor los dos se van a ir a estudiar Economía a Chicago.

No era cosa de protestar.

Y así, Álvaro y Ulises obtuvieron su maestría. Ulises Flores regresó al país. A Álvaro, Osorio lo becó para estudiar Finanzas Públicas, en la Universidad de Roma.

Yo lo había conocido en San Salvador, pero en Roma se estrechó nuestra amistad. A unos 60 kilómetros estudiaban unos 15 militares salvadoreños en la Escuela Superior de Guerra de Civitavecchia. Estos pasaban en Roma las vacaciones del verano e iban casi diariamente a casa de Magaña. Yo hacía lo mismo.

Cuando Álvaro terminó sus estudios de Finanzas, regresó al país con toda su familia (tenía entonces 2 hijos y vivía con su hermana María Elena), pero estuvo a punto de no regresar, porque naufragó en el barco Andrea Doria. Se ve que sabían nadar.

En El Salvador lo nombraron Subsecretario de Hacienda. Este gobierno duró apenas 3 meses. El golpe había sido dirigido por el coronel Julio Adalberto Rivera, Álvaro se enojó con él y se marchó a Washington a trabajar con la OEA, donde desempeñó cargos muy importantes. Con el tiempo Rivera lo convenció de que hicieran las paces y lo nombró Presidente del Banco Hipotecario, en donde estuvo hasta 1982.

Yo trabajaba en Alemania y vine cierta vez al país. Desde luego fui a ver a Álvaro. “No sé qué has venido a hacer”, me dijo. “Por las dudas te he preparado 3 empleos. El mejor es el de la Secretaría de Planificación Económica, en donde está Guillermo Borja Nathan, que es mi primo”. Yo no hallaba qué contestarle, pero fui a Planificación, de donde poco tiempo después pasé como Director-Fundador de Diario El Mundo.

Después quise construir mi casa en la colonia San Francisco. Como no tenía dinero, volví donde Álvaro, y me hizo todo el proyecto de un préstamo del Banco. Pagué.

Cuando se trataba de elegir al Presidente Provisional, a principios de los 80, los militares pudieron nombrar al Dr. Álvaro Magaña, con la siguiente estratagema: presentaron a la Asamblea una terna, constituida por dos distinguidos profesionales, quienes estaban seguros que iban a decir que no y que eran el Dr. Reynaldo Galindo Pohl y el Dr. Alfredo Martínez Moreno. Alvaro fue el presidente provisional, quien restauró la democracia en el país. En su hermosa casa de Apaneca reunió a todos los dirigentes políticos y los convenció de celebrar un Pacto de Unidad Nacional, que le permitió gobernar con tranquilidad.

Yo me había retirado a México, con la intención de dedicarme sólo a escribir. Durante la presidencia de Álvaro vine dos veces, a colaborar en discursos, en los que trabajamos con el Dr. Francisco Guerrero y el Dr. Ulises Flores, además del presidente Magaña, naturalmente.

Después, ya dedicado Álvaro a sus estudios de Derecho, tuve el honor de publicar en la revista GENTE los últimos escritos del ilustre intelectual salvadoreño, posiblemente con Galindo Pohl, las dos personas más inteligentes que he conocido en El Salvador.

Durante su velorio, el recién pasado 10 de julio, hablé con su bella viuda, Concha Marina Granados de Magaña, hija del dueño de la relojería Granados y originaria de Cojutepeque, donde vivía con su abuela.

“Yo no sé si Álvaro fue mi mejor amigo o como mi hermano mayor”, le dije. “Posiblemente las dos cosas”, me respondió.