En 1958 conoci al Dr. Alejandro Dagoberto Marroquín…

SAN SALVADOR, 12 de diciembre de 2007 (SIEP) “Durante doce años trabaje con el Dr. Alejandro Dagoberto Marroquín. El era muy circunspecto, afable pero reservado…lo conocí hace ya cincuenta años, en 1958” nos comparte esta tarde la Licda. Lucía Moreno.

Agrega que “el Dr. Marroquín era un excelente orador, además muy organizado, y en su platica, clase o discurso iba ascendiendo hasta alcanzar el clímax, de la misma forma que las homilías de Monseñor Romero y con el estilo organizativo de Monseñor Rosa Chávez. Cronometrado, preciso, era una cátedra que uno disfrutaba, que uno saboreaba porque irradiaba mucha erudición, estilo impecable, además era un gran conversador… alguien que mezclaba la sabiduría con la disciplina. No tomaba ni fumaba.”

“Tuvo un hermano de nombre Gustavo, que murió alcoholizado y eso le provocó durante toda su vida un rechazo al alcohol. Este Gustavo fue el papá del actual diputado del PCN que lleva el nombre del Doctor.

“En sus relaciones él mantenía la distancia entre docente y alumno, entre maestro y discípulos…No obstante esto, hubo una persona que afirmó: “el Dagoberto es un amante, es un Otelo…”

“El Doctor, casado con Amparo Casamalhuapa, tuvo tres hijos: Rolando, que es medico, el segundo Alejandro, abogado como su padre pero que muere en 1980, trabajaban en la Corte Suprema de Justicia en una ofician de asuntos sociales que fue creada por la magistrada Dra. Aronette Vda. De Zamora; y Rosalía, psicóloga, orientada al gnosticismo…”

“Tenía 23 años cuando lo conocí, estaba en mi último año de la carrera de Filosofía y Letras, ya egresando, fue en 1958, el venía de México, de ser el subdirector del Instituto Indigenista Americano. Había ya participado con Roberto Redfield en la investigación de Tepoztlán, lo que le permitió realizar una especialidad (en es época no existían las maestrías) en Antropología en la Universidad de Iowa, USA.”

“Se de una docente que cuando leyó que la investigación sobre el mercado de Tlaxiaco había sido hecha en una semana, así dice en el libro, entonces ella dudo de su rigor académico. Pero lo que sucede es que en una semana se levanta la encuesta, después de diversas visitas. Nosotros hicimos esa experiencia con el estudio sobre Panchimalco, en la Semana Santa de 1958, en el que participe…”

“”El Doctor había regresado de México en 1957, junto con otros intelectuales y perseguidos políticos aprovechando el espacio abierto por el Coronel José María Lemus, de que pudieran regresar los exilados. Al llegar no le abrieron las puertas de la UES, estamos hablando del que fue considerado “uno de los 25 comunistas más buscados de América Latina” en esa época, eso hizo que aceptara una judicatura en La Unión. Fue hasta el año siguiente que pudo incorporarse a la Universidad…”

“El Doctor sufrió tres grandes exilios: el primero fue a finales de 1931, fue expulsado por el general Martínez y se fue para Uruguay, esto hizo que n participara en la insurrección de 1932 ya que regresó hasta el año 1935; y se incorporó a la lucha popular siendo asesor jurídico del principal sindicato de esa época, la Unión de trabajadores Ferrocarrileros, UTF, el segundo exilio fue en 1937, hacia México, siempre por el general Martínez y regresó hasta después de su derrocamiento en mayo de 1944; luego el tercero es de nuevo hacia México y regresa hasta el año 1957.”

“Entre los que regresaron del exilio en 1957 se encontraba también el Dr. Manuel Luís Escamilla, que vivía en Guatemala…y luego trabajaron juntos en la Facultad de Humanidades. El Doctor jugó un papel destacado en la Reforma Universitaria, impulsada por el Dr. Fabio Castillo en 1964. Había tres docentes que se contrapunteaban, disputaban con el Doctor. Estos eran los también doctores José Salvador Guandique, Pedro Geoffray Rivas y Julio Fausto Fernández.

“En 1958 la facultad de Humanidades tenía cuatro escuelas: Filosofía y Letras, Psicología, Educación y…fue él el que creó la escuela de Ciencias Sociales. Por eso yo creo que la facultad debe llamarse Alejandro Dagoberto Marroquín…Fue en 1958 que recibí con él la clase de sociología general y dos seminarios: el primero sobre Filosofía de América Latina y el segundo sobre Alberto Masferrer. En 1964 asume la dirección del departamento de Ciencias Sociales. Muy dinámico, creativo, infatigable.”

“El Doctor también fue profesor en la facultad de Economía y allí también dejo huella: creo el Instituto de Investigaciones Económicas, el INVE y su Revista, junto con Lito Menjivar, que estudiaba cuarto año de economía. El Doctor seleccionaba a sus apóstoles y fuimos tres sus asistentes: Humberto Velásquez, Obdulio Nunfio y Lucía Moreno.”

“Nunfio fue el primer sociólogo del país ya que el Doctor lo envió en 1966 a estudiar a FLACSO en Santiago de Chile…ese año del 66 el Doctor creó el programa de Ciencias Sociales para el CSUCA. Antes, en 1960 me había enviado a estudiar antropología a Ecuador, a la Universidad Eloy Blanco. Y luego estuve estudiando en México. De manera simplista son dos visiones: en ecuador se maneja el término nativos y en México el termino indígenas…De esto hay un gran trasfondo.”

“El Doctor promovía a sus estudiantes. En el 65 realizamos un seminario en Santa Rosa de Copan, Honduras. En el 67 pronunció una conferencia magistral sobre Reforma Agraria. Entre sus alumnos ya de Ciencias Sociales, en 1967 e encuentran los siguientes: Candido Romero, Querubina de Paz, Roberto Paredes, Delmy Burgos, Josefina Arana, Armando Mendoza y otros. También formó ese año la Asociación de Sociólogos Salvadoreños como un “espacio de profesores de ciencias sociales”. No se creo como gremio.”

“En el año 70 estaban ya los argentinos y Jacobo Waisefieldt creando la nueva izquierda en el movimiento estudiantil de la Universidad para oponerse a la izquierda tradicional del PCS. Estaban enfrentados. Y sucede la Huelga de Áreas Comunes y entonces el Doctor decide regresar a México. Creo que Schafik lo sacó de la UES. El no fue estalinista sino que respetaba las diferentes corrientes de pensamiento. Admiraba mucho a Masferrer.”

“Ese año de 1970 tiene lugar el famoso debate sobre marxismo y realidad nacional entre Jacobo y Schafik Handal. Ese año también habían llevado al departamento al dirigente comunista Miguel Mármol ya en su etapa mítica. Estaba también el Dr. Francisco Villagran Kramer.”

77 aniversario del Partido Comunista de Panamá

Discurso de Ivanor Ruiz,
miembro del Presidium
Acto de Aniversario del Partido de Pueblo

Señores miembros del cuerpo diplomático, invitados especiales, representantes de organizaciones políticas de izquierda, compañeros miembros del Presidium del Partido del Pueblo, compañeros y compañeras.

Hoy nos encontramos aquí, para conmemorar un hecho histórico de gran repercusión en la lucha de liberación nacional y social de nuestro pueblo: La fundación del Partido Comunista de Panamá, el 4 de abril de 1930.

Es en la década del 20, en el siglo XX, donde surgió el primer gran movimiento social con la huelga inquilinaria, en octubre de 1925 y reprimida por la intervención criminal, de la soldadesca yanky, llamada por la oligarquía panameña. Este movimiento popular y su represión, sirvió de fragua para que un puñado de revolucionarios, tomaran la firme decisión de fundar el Partido Comunista, identificado con el marxismo-leninismo como su guía ideológica y como método de pensamiento científico e histórico social.

El surgimiento del Partido Comunista, como organización de vanguardia ideopolítica de la revolución panameña en 1930, además de ser un acto valiente y considerando la intolerancia salvaje de las fuerzas dominantes de Panamá, constituyó una decisión temeraria que produjo un viraje en la historia social de nuestro país, hasta entonces dominada por el caudillismo y por la confrontación entre los liberales y conservadores, rompiéndose así el monopolio de la ideología de las clases dominantes. También introdujo una nueva cultura política, convocó a los trabajadores a independizarse de la férula ideo política liberal conservadora y de las posiciones conciliadoras y oportunistas de la pequeña burguesía. Se creó por la gestión de los propios comunistas, un nuevo paradigma sobre un Estado independiente, soberano y con justicia social. Nació en nuestra Patria una nueva motivación revolucionaria, una nueva esperanza libertaria y una mayor conciencia “para si” reemplazando a la existencia “en si”, enseñamos al pueblo a organizarse y pelear por sus intereses de clase.

Larga es la lista de militantes y mártires renombrados, forjados en la lucha revolucionaria de nuestro Partido, continua y sin cansancio, surgidos a lo largo de la experiencia revolucionaria marxista-leninista. Podemos citar algunos de los nombres de hombres y mujeres que pavimentaron con sangre y sudor este largo camino recorrido. Domingo Turner, primer secretario General del Partido Comunista de Panamá, Eliseo Echevers, Pablo Cordero, Jacinto Chacón enviado por el Buró del Caribe de la Internacional Comunista a fundar el Partido aquí en Panamá, José del R. Meléndez, Reqalado, Modesto Porto, Cristóbal Segundo, Celso Solano, Juan Nieto, Clara González, Felicia Santizo, Natividad Carreño, José del Carmen Tuñon, organizador del sindicato bananero de Barú, Marta Matamoros, Domingo Barría, Angel Gómez, Rodolfo Aguilar Delgado, muerto en la cámara de torturas por haber dirigido la primera huelga triunfante en la bananeras, Elías Clara, dirigente indígena de Veraguas, Simón Vargas, Marita Vargas, Salvador Carrera de Soná, Francisco González de Carrizal, Eduardo “Nito”Sánchez, Milciades Amores, Hugo Victor, Juan Navas, Felix Dixon, Eugenio Barrera, Roger Amor, Luis Olivardia, Demóstenes Rodríguez, Cleto Sousa, Carlos Guillermo De Bello, César de León, Vianor Rivera, Carlos Sorita. Todos estos nombres pertenecientes a distintos momentos de la vida partidaria y muchísimos más abrieron y ampliaron la senda de nuestro Partido hacia la meta final obligatoria de liberación nacional y social.

Es imposible referirnos al proceso histórico de construcción del Partido del Pueblo durante estos 77 años, sin resaltar el aporte indiscutible que nuestro querido y respetado camarada Rubén Dario Sousa Batista, quien a sus 83 años de vida y 56 años de militancia continua, desafiando a cada paso al enemigo de clase, sigue asumiendo su responsabilidad como dirigente máximo de nuestro Partido.

Larga es la lista de todas las jornadas que sucesivamente ha librado nuestro Partido en lo que va de su vida. Entre las más importantes podemos señalar la Huelga Inquilinaria de 1932, la lucha contra el nazifacismo, por la Constituyente Democrática de la década del 40, la lucha por la democratización de la enseñanza y contra la discriminación racial en la Constituyente de 1946, la jornada por la eliminación de las bases militares ocupadas por EEUU, durante la segunda Guerra Mundial 1946-47, la lucha por la soberanía aérea en 1952, la lucha por la paz mundial y contra la guerra, la lucha por la Reforma Universitaria, la lucha contra la represión de la Guardia Nacional contra los estudiantes y que forzó a establecer el llamado “Pacto de la Colina”, la insurrección popular contra la ocupación de la Zona del Canal, contra el Ejercito interventor de EEUU el 9, 10 y 11 de enero de 1964, la lucha contra el Tratado 3 en 1, por revisionista y modernización del repudiado Tratado de 1903.

Capítulo importante de nuestra experiencia viva fue nuestra oposición al golpe militar de 1968, pero no por defender el orden podrido que había llevado la República de papel en manos continua de la oligarquía, sino por los medios autoritarios que se empleó, por la entrega del golpe a la CIA y su obsecuencia proyanqui. Nuestra demanda a los militares fue que ante el hecho de una ruptura del viejo orden, se reemplazara por un nuevo orden basado en la soberanía popular. La respuesta de los militares fue la más salvaje represión anticomunista!!.

Nuestro Partido supo responder debidamente desde la clandestinidad. El ensayo del binomio “Gorilista-CIA” fracasó y el General Torrijos para seguir gobernando tuvo que convocar al pueblo, rescindir definitivamente el Tratado latente del 3 en 1, exigiendo un nuevo proceso de negociación en base a los legítimos intereses de la nación, posibles en esos tiempos. De la misma manera convocó al pueblo a formar el Poder Popular con lo cual garantizó un espacio político efectivo en el poder nacional a las masas populares, achicando el espacio político absoluto de los intereses oligárquicos. El General para seguir gobernando, después del fallido golpe de la derecha oligárquico-imperialista en 1969, tuvo que dar un viraje que en esencia respondía a la demanda política del Partido del Pueblo, más de un año atrás y sobre todo expresaba la bandera partidaria de abrogación del Tratado de 1903 en vez de “revisión” demandada por las fuerzas partidarias del tutelaje y de los cipayos que se habituaron al servilismo y sometimiento.

En realidad entre el Partido del Pueblo y los militares nunca hubo un pacto político formal. No podía ser porque nosotros estábamos identificados con la liberación nacional por la vía de la lucha democrática revolucionaria del pueblo, Torrijos significaba llevar adelante la lucha de liberación nacional por la vía autoritaria militarista. En toda esa etapa de lucha contra el ignominioso tratado de 1903, para los comunistas panameños, la contradicción fundamental era el antagonismo contra el coloniaje y neocoloniaje yanqui. La contradicción política en el campo democrático era subsidiaria. Por tanto, desde esta posición de principio, para nosotros era lógico, que siendo Torrijos, con el poder en la mano, el primer jefe de Estado que se atrevió a levantar la bandera de la unidad territorial, la liberación del canal, y la desocupación militar, nos identificáramos con ese planteamiento, porque era la oportunidad histórica de lograr escalones reales y decisivos para nuestra liberación nacional como reconocen hoy “tirios y troyanos”.

Simultáneamente a eso, en esta relación de hecho, nos opusimos siempre a los métodos autoritarios, represivos indiscriminados, por lo cual varios dirigentes nuestros fueron deportados más de una vez, otros encarcelados, expulsados de sus trabajos y perseguidos.

Hoy nuestro Partido del Pueblo, fiel y único heredero directo de la pléyade de hombres y mujeres, patriotas, revolucionarios y anti-imperialistas que fundaron osada y atrevidamente el Partido Comunista casi 8 décadas atrás, se ha planteado nuevos retos, que corresponden a los tiempos que vivimos y que exige nuestro pueblo, urgido por sus ansias de justicia social, de unidad, de prosperidad y libertad. Lo característico de este momento es la decisión creciente de las masas de ejercer poder deliberativo real en las decisiones de la nación y decidir su propio destino. Esta decisión aflora espontáneamente a nivel local aún pero que no deja duda que su tendencia, es convertirse en una fuerza nacional decisiva.

Dos factores coadyuvan determinantemente este destino: la restauración del poder oligárquico con la invasión felona y genocida del imperialismo en diciembre de 1989, y la renuncia al Torrijismo legítimo de la dirección centro-derechista del PRD. Hay que destacar que el gobierno del PRD, encabezado por Pérez Balladares durante el período 1994-99, institucionalizó la política neoliberal con sus llamadas “Políticas Públicas” y la privatización de empresas estatales. Con esto fue más allá de lo que se atrevió Endara como exponente de la restauración oligárquica. Y el actual gobierno de “Patria Nueva”, cuyo barco insignia es la cúpula mixta de la derecha Demócrata Cristiana y el centro derechismo del PRD, hoy integrada por advenedizos, definitivamente rompió con las esperanzas liberadoras de soberanía popular del Pueblo que el Torrijismo despertó.

Las motivaciones que sacuden al pueblo panameño, que conmovido por la frustración y decepción general, lo llevan al deseo de un cambio. Este deseo es el más común y popular de Panamá. Ante la gran concentración de capital, ante el escandaloso consumismo de la clase opulenta y su corrupción, crece la desesperación de las masas que por el contrario ve y siente ampliarse la pobreza, incluso a capas medias y profesionales, sufre el incremento de la desigualdad social y la restricción de sus derechos sociales y laborales. El pueblo ya siente que en el marco del arcaico modelo socio-económico y socio político no hay solución a los grandes problemas que nos abaten y que estamos girando en un “círculo vicioso”, en que las cosas van para peor.

Ante esa visión social y exigencia popular, el Partido del Pueblo fiel a su tradición revolucionaria y de combatiente en el borde delantero, ha propuesto su Estrategia de Democracia Nacional: Reemplazar el poder de más de un siglo por una democracia pluralista participativa, descentralizada en la cual se le garantice y se institucionalice un espacio a los trabajadores, proporcional a su potencial político.

Este poder tiene que garantizar la justicia social, el desarrollo económico equilibradamente proporcional, tiene que culminar la liberación nacional congelada en el tratado de neutralidad, eliminar la política de desigualdad y poner el Canal al servicio directo del Desarrollo Nacional viable y factible. Para tal fin este nuevo poder tiene que cobrar el agua que consume el Canal a los usuarios. Esto último forma parte de las tareas pendientes para culminar nuestra liberación nacional.

La composición social de este poder serían los trabajadores y todas las otras fuerzas patrióticas y democráticas anuentes con el Desarrollo Nacional Sostenible, en una correlación de fuerzas que favorezca el Progreso Nacional.

Esta estrategia no pasaría de un deseo sino se basa en una fuerza real política, armada con una nueva visión y paradigma que materialice ese poder. Esa fuerza tienen que ser el conjunto de la izquierda panameña, que actualmente es un gigante pero desarticulado y con pie de barro.

El Partido del Pueblo consecuente con su papel revolucionario tiene la disposición irreductible de hacer todo lo que esté a su alcance, junto con las demás fuerzas amigas, para integrar un gran movimiento de la izquierda panameña para que con su unidad se convierta en la fuerza que el pueblo clama, que el pueblo espera para su verdadera salvación.

Nuestro Partido está dando en efecto, todos los pasos de su reagrupamiento, reorganización y de profundización de conocimiento histórico social y táctico para elevar su significación en esta magna tarea de unidad de la izquierda. No está demás agregar que todos estos debates y balances van acompañados del análisis crítico y auto-crítico, como enseñanzas para las nuevas experiencias que vienen.

En este nuevo aniversario de fundación del Partido Comunista, nuestro Partido expresa su firme convicción de que la victoria revolucionaria de nuestro pueblo es inevitable y que lograremos enterrar para siempre este pasado que sigue siendo presente para la salvación de nuestra nación que agoniza en manos de codiciosos, glotones de riqueza, esclavizadores e inescrupulosos, Así como lo hemos hecho siempre, enfrentaremos todas las vicisitudes y dificultades, expondremos nuestros patrimonios y nuestra seguridad por la propuesta de Democracia Nacional que es la fórmula para salir del pantano en que se ahoga la Patria y motivar a la izquierda a que se una en su propia diversidad. Desde esta tribuna hacemos un llamado a nombre de la Dirección Nacional del nuestro Partido a todos nuestros dirigentes, militantes, afiliados, simpatizantes y amigos que en los distintos frentes políticos en que se agitan, para que redoblemos nuestra militancia y caminemos con pasos firmes y seguros en el proceso de reorganización de toda la red de nuestra estructura a nivel nacional y pongamos mano a la gran obra de construcción del sujeto revolucionario que debe convertirse en alma y guía de la revolución panameña.

A LA CARGA COMUNISTAS
POR LA UNIDAD DE TODAS LAS FUERZAS DE IZQUIERDA
PARA TRAS NI PARA TOMAR IMPULSO
PORQUE NO QUEDA ESPACIO
AVANCEMOS PORQUE LA LUCHA CONTINUA
Panamá, 29 de marzo de 2007.
Comentarios sobre este tema escriba a partidodelpueblopa@yahoo.com

Carlos Fonseca Amador, como yo lo conocí

CARLOS FONSECA AMADOR: COMO YO LO CONOCÍ
Fragmento del libro Entre Sandino y Fonseca de Jesús M. Blandón

Palacio Nacional con imágenes
de Sandino y Carlos Fonseca.

Hay Hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Pero hay quienes luchan toda la vida,
esos son los imprescindibles.
Bertolt Brecht

San Rafael del Norte es un pequeño pueblecito de Las Segovias situado a sólo 25 kilómetros de Jinotega. En otros tiempos había sido cuartel general de Sandino y hasta él llegaron escritores como el vasco Ramón de Belasteguigoitia y Carlenton Beals, quienes convivieron con el General de Hombres Libres.
En 1946, a doce años de la muerte del héroe, solamente era un poblado frío, donde llovía todo el año y al que sólo se podía llegar a lomo de mula..
Ubicado a 1.020 metros de altura, San Rafael era una localidad de sencillos habitantes, blancos y rubios en su mayoría, dedicados a la ganadería y al cultivo de la caña de azúcar los que tenían tierras.
Los otros vivían de los más variados quehaceres como matar cerdos, comerciar el dulce, zapatería y carpintería o simplemente trabajaban para los dueños de las fincas.
Mi tío abuelo, don Pablo Aráuz, había sido fundador de una familia de músicos y telegrafistas. De sus hijos, después de la muerte de Blanca Aráuz de Sandino, sólo quedaban ya la niña Chila, la Estercita, Pedro Antonio, Luis Rubén, Octavio y Miguel Ángel.
La niña Chila, encargada de la crianza de Blanquita Sandino, manejaba la oficina del telégrafo, mientras que Estercita, sordomuda de nacimiento, repartía los telegramas.
Pedro Antonio, durante 7 años secretario de Sandino, se dedicaba ahora a la música y tocaba el trombón de vara en las procesiones organizadas por el padre Mamerto Martínez. En sus ratos libres jugaba en el equipo de béisbol local y ocupaba la tercera base, mientras mi padre se defendía en la segunda.
Luis Rubén, combatiente y ayudante eterno del general, no recuerdo que tuviera ocupación fija. Había quedado un poco tonto después que lo “fusilaron” durante el genocidio que siguió el asesinato de Sandino.
A él lo habían capturado en la Vuelta de Roble, a media legua del pueblo; la familia no había podido avisarle para que se escondiera, de modo que el comandante Gabriel Castillo ordenó su ejecución.
Primero lo llevaron, junto a otros sandinistas, montaña adentro y lo tiraban a los ríos para ahogarle. Después lo sacaban moribundo y seguían caminando. Llegaron hasta una loma donde los mataron a todos y a él le pegaron el tiro de gracia que le entró por la sien y le salió por el ojo. Nadie se explicaba como estaba vivo, pues deambuló gravemente herido durante algún tiempo, curándose con liquidámbar, medicina de los campesinos, hasta que algunos familiares lo trajeron nuevamente al pueblo ya cuando la furia de la guardia se había calmado.
Era un hecho que ya no razonaba correctamente y, además, hay que apuntar que toda la familia de Blanca Aráuz había quedado bajo una extraña protección-amenaza con que la cobijaba Anastasio Somoza García.
Incluso se hablaba en el pueblo de que el asesino de Sandino otorgaría una beca a Blanquita Segovia para estudiar en el extranjero. Esta oferta jamás fue aceptada.
Por su parte, Miguel Ángel, el burgués de la familia casado con la tía Lita, tenía tina venta y no necesitaba ya de tocar la trompeta.
Y por último estaba Octavio, Tavilla, ebrio consuetudinario, que escandalizaba a los chiquillos con sus gritos cuando andaba enloquecido por el licor.
Como toda la familia Aráuz, Octavio había querido entrañablemente a Sandino y en su delirio, como el nombre del patriota estaba prohibido gritaba:
-“¡Viva el hombre!” -¿Cuál hombre? – preguntaba la gente.
-“El hombre, el hombre!” – repetía sin cesar y luego corría por la plaza a refugiarse en su miserable vivienda.

LOS BANDOLEROS

A pesar de que Blanquita y yo éramos hijos de dos primas hermanas, no recuerdo haber platicado mucho con ella. La verdad es que casi no la dejaban salir. Los muchachos del pueblo nos criábamos en un ambiente silvestre y no conocimos ni la luz eléctrica ni el automóvil, sino hasta cuando ya estábamos creciditos.
Sandino era un fantasma a quien nadie mencionaba, pero que flotaba en el ambiente. El terror somocista se había encargado de borrar hasta su recuerdo entre los simpatizantes de su gesta.
El único movimiento opositor se produjo en 1947, cuando las elecciones que le robó Somoza al Dr. Enoc Aguado. Mi padre, Miguel Blandón, era el jefe de la oposición en la localidad, y en la casa se hacía toda la propaganda, interrumpida continuamente por la guardia que se lo llevaba preso a Jinotega. Allí se encargaba de sacarlo el Dr. Federico López Rivera, líder anti-somocista de Las Segovias.
Después de eso, solamente se oyeron alguna vez rumores de que los “bandoleros” atacarían el pueblo, entonces los hombres se iban a dormir a los cerros mientras las mujeres y los niños dormíamos en la iglesia, que era la que tenía paredes más gruesas.
Además de los Aráuz había también otra familia muy conocida en el pueblo: eran los Ubeda.
Ganaderos, cultivadores de la caña o de pequeñas huertas, hombres de trabajo y de vida austera, sumamente religiosos, a veces solamente se aparecían en el pueblo para las festividades de Semana Santa.
En el Valle de Yupalí, lugar de hermosos ríos y extensos cañaverales próximo a San Rafael, vivía don Agustín Ubeda, quien se casó con doña Pancha Tercero.
Juntos procrearon a Melitina e Tsaura Ubeda, la primera de las cuales contrajo matrimonió con Juan José Fonseca, unión de la que nació Agustina Fonseca Ubeda, progenitora de Carlos Fonseca Amador.
Mi madre, Agustina Ubeda Aráuz, era prima de Blanca Aráuz de Sandino y de doña Agustina Fonseca Ubeda, porque en aquel pueblo tan pequeño, casi todo el mundo era pariente.

LOS BARRIOS POBRES DE MATAGALPA

La gente emigraba de San Rafael porque era un pueblo sin vida. Algunos viajaban a la Costa Atlántica donde las minas explotadas por los gringos ofrecían oro e ilusiones a aquellos campesinos. Se iban navegando en pipantes por los grandes ríos o por la “picada”, infernales caminos poblados de serpientes y fieras salvajes, atraídos por el “paraíso” de Siuna, Bonanza o La Luz Mines Company.
Mi padre fue minero en esos lugares y ahora, ya viejo y cansado, había ido a parar en los pozos de La India, cerca de Matagalpa.
Finalmente, llegaron a dar con nuestros huesos a esta última localidad donde comenzó a trabajar en carreteras. .
Doña Agustina Fonseca y doña Isaura Ubeda también vivían en Matagalpa; esta última había contraído matrimonio con el maestro talabartero don Agustín Castillo.
Doña Agustina en cambio, pobre y sola, tenía que trabajar como cocinera. Tuvo cinco hijos, cuatro varones y una mujercita. Uno de ellos, Carlos, era hijo de Fausto Amador, quien después trabajaría como Administrador de la familia Somoza.
La madre de Carlos trabajaba como doméstica al servicio de los burgueses de la ciudad. Alquilaba una casa detrás de la iglesia de San José por la cual pagaba 40 córdobas, “y ni siquiera tenía una puerta fija sino que en la noche teníamos que ponerle camas junto a ella para que no se abriera”, según me contaría después el mismo Carlos.
Cuando era cocinera de la familia Pineda el muchacho llegaba por las tardes, la llamaba por la ventana y doña Tina le daba alguna comida, de la que sobraba. Entonces los patrones salían y lo corrían como si se tratara de algún animal dañino.
En cambio, conservaba buenos recuerdos de Nacho Lay, ciudadano chino propietario del Restaurante Shangai. Allí sí lo recibían adentro y podía comer en la cocina.
Nacho Lay descubrió que Carlos era miope, pues en el restaurante había un gigantesco reloj con enormes letras, a las que el muchacho se acercaba mucho para poder ver la hora. Entonces fue que le mandaron a poner los anteojo! que ya usaría toda la vida.
A finales de la década del 40 encontramos a Carlos vendiendo melcochas y cajetas por las calles de Matagalpa, con su pantalón chingo y descalzo, congos ojos perdidos ayudaba ya a sostener la anémica economía del hogar y a llevar comida a sus hermanos.
Los sábados por la noche vendía “Rumores”, un semanario humorístico que se tiraba en la tipografía de don Cipriano Orúe; el hijo de éste, quien después sería su compañero en el instituto, relata que ambos salían a vender y Carlos era uno de los que más ganaba..
“La diferencia era que yo gastaba el dinero en vagancias y él se lo entregaba todo a su mamá aseguraba Cipriano Orúe Mairena.
A esta infancia miserable seguramente se refería Carlos cuando escribió este poema, que es prácticamente desconocido:

16 VERSOS DEL MOLENDERO

Animal de madera
zopilote raro
sin alas, cuadrúpedo
sin canto de zopilote
con el lomo chato,
terroso, terrestre.
Tres veces al día
baño de los platos,
cementerio temporal
de los platos rotos.
Comedor ocasional
de los gatos.
No te pareces a tu papá carpintero.
Los ricos con sobras te alimentan
los pobres sin sobras te hacen ayunar.
Fin.

PIONEROS DE LA LUCHA ESTUDIANTIL

Los primeros movimientos estudiantiles de oposición a Somoza se habían hecho sentir en Matagalpa durante la campaña eleccionaria del Dr. Enoc Aguado, en 1946 y 47. En el Instituto Nacional del Norte cursaban estudios un grupo de jóvenes que fueron precursores de la lucha a nivel de secundaria.
En aquel destartalado local, hacia donde iban sólo los que no tenían dinero para marcharse a otro lado, los estudiantes comenzaron a formar sus directivas y hasta quisieron hacer una organización nacional de estudiantes de secundaria.
Algunos de ellos pasaron a publicar un periódico llamado Vanguardia Juvenil, órgano del Frente Juvenil Democrático, agrupación fundada en Managua por Álvaro Ramírez González, y que era una especie de brazo juvenil del Partido Liberal Independiente, al cual pertenecía el doctor Enoc Aguado.
Figuraron en el directorio de Vanguardia Juvenil Gilberto Vargas, Luis Alberto Gutiérrez, José Ramón Gutiérrez Castro, Salvador Vílchez, Julio Cuarezma, Guillermo McEwans y Tomás Borge Martínez.
El día 7 de Diciembre de 1946 Tomás, que en ese tiempo se firmaba Tomás Martínez Borge, escribía de esta manera:
“Hace pocos días se formó un Frente. . . compuesto por reaccionarios, aduladores y cobardes, cuyo ideal es dejar en el poder la continuación del Fiihrer nicaragüense y de la Gestapo Nica, para que sigan derramando nuestra sangre de jóvenes rebeldes; para que continúen las persecuciones, las cárceles y los clavetazos… El fraude electoral se avecina. El Frente Juvenil Democrático hace un llamado a los valientes de Nicaragua, para que no se inscriban en la organización que está al servicio de Anastasio Somoza García. . . Recuerden que de nuestro triunfo depende la deseada paz, que al llegar Argüello llega la guerra a Nicaragua”.
La pugna electoral entre Enoc Aguado, de la coalición-libero-conservadora de oposición y Leonardo Argüello, candidato de Somoza, continuaba siendo tema central de los artículos de Tomás Borge y sus compañeros del periódico Vanguardia Juvenil.
Por esa época llegó Somoza a Matagalpa a inaugurar un hospital y entonces José Ramón Gutiérrez, Tomás Borge y otros estudiantes regaron papelillo negro en el puente por donde pasaría el tirano, en señal de duelo. Luego se tomaron el campanario de catedral, hasta ser desalojados por la guardia.
El 14 de Diciembre de 1946, Tomás Borge escribía este interesante artículo:

LIBERTAD DE IMPRENTA

Señor presidente, su ayuda no se necesita. ¡Váyase! Señor dictador, llévese todo el dinero que tiene en su bolsillo, pero déjenos en paz. ¡Váyase! Y no vuelva nunca, que si no necesitamos la ayuda de una nación extranjera, muchos menos necesitamos la de “un opresor.
“Nos avergonzamos de que usted sea nuestro presidente… Recuerde que nosotros no suplicamos. Solamente es un consejo para que la sangre de la ciudadanía no se revuelva con la suya. Váyase! Le conviene a su patria, a sus intereses, especialmente a Ud. No le pedimos la libertad, la exigimos”. Tomás Martínez Borge.
En este mismo número aparecía un artículo-semblanza del candidato opositor, Dr. Aguado firmado por Julio Cuarezma y otro sobre el futuro fraude electoral de Salvador Vílchez.

LA DÉCADA DEL 50

Somoza le robó las elecciones a Aguado y luego derrocó al mismo candidato que había impuesto, Leonardo Argüello. De ahí en adelante la dictadura se vio consolidada tras sucesivas administraciones de presidentes muñecos.
José Ramón Gutiérrez Castro, Tomás Borge Martínez y Douglas Stuart editaron todavía otro periódico, Espartaco. Después, relata Gutiérrez que él tuvo que abandonar los estudios y marcharse del país, habiendo vivido en Guatemala, donde conoció las interesantes experiencias del proceso nacionalista que en aquella nación llevaban adelante los presidentes Arévalo y Arbenz. Allí tuvo acceso por primera vez a los libros socialistas y marxistas.
Carlos Fonseca Amador, se matriculó en 1950 en el instituto de Matagalpa.
Hacia el año de 1953 Gutiérrez Castro regresó de Guatemala y se encontró con una cantidad de jóvenes talentosos en el instituto.
Entre todos ellos, afirma, Carlos era el que tenía condiciones óptimas para ser un buen revolucionario porque era estudioso, con un coeficiente de inteligencia superior al de todos y principalmente era un auténtico proletario. El marxismo le cayó corno el vestido que desde hacía mucho tiempo estaba esperando – relata Gutiérrez Castro.
Cuando conoció a Carlos, éste quería ser como San Antonio y mucho visitaba la iglesia de San José, pero poco tiempo después se interesaba vivamente por los libros que le mostraba su compañero.
Ambos se hicieron excelentes alumnos de francés, ya que muchos libros de marxismo sólo se publicaban en ese idioma. También leían una revista china llamada “Verdes Campos”.
Carlos era ya famoso en el colegio, porque solamente él se había leído la colección “Historia de los Estados Unidos” que estaba en la biblioteca. Hacia el año de 1954 se trasladó el instituto al local del hospital viejo, que era un poco más grande y allí logró juntarse una pléyade de jóvenes valores entre los cuales destacaban Carlos Fonseca, José Ramón Gutiérrez, Francisco Buitrago Castillo, Cipriano Orúe Mairena, Raúl Leclaire y otros.
En el plano político nacional en ese mismo año de 1954, el dictador Somoza García ahogaba en sangre la conspiración del 4 de abril, asesinando a gran cantidad de civiles y militares en los cafetales de Diriamba.

SEGOVIA FUE EL PRIMER GRITO

El primero de Agosto de 1954, cuatro meses después de la masacre, Carlos Fonseca Amador fundó su revista Segovia. La bautizó con el nombre de la región donde él y Sandino levantaron su fusil libertario.
Era una revista totalmente diferente a las demás publicaciones de secundaria que se habían hecho hasta la fecha.
Hablaba de temas sociales, económicos y políticos que no eran habituales en los estudiantes de la época.
La gente qué trabajaba en Segovia tenía grandes habilidades artísticas, poéticas y literarias.
Rápidamente la publicación cobró prestigio nacional y en ella comenzaron a colaborar Manolo Cuadra, Coronel Urtecho y otras plumas muy conocidas algunas de las cuales usaban pseudónimos para firmar los artículos.
Guillermo Rotschuh Tablada y Manolo Cuadra ejercieron desde entonces una tremenda influencia entre aquellos inquietos estudiantes.
El primer número traía un editorial firmado por Carlos, saludando a los lectores y trazando la línea política de la publicación. También exhibía un artículo breve de Cipriano Orúe donde relataba una visita que habían hecho a Manolo Cuadra, el poeta proletario, en la ciudad de Managua.
Así narraba Orúe su encuentro con el poeta:
“Me encontré inesperadamente en una calle de Managua, rumbo a la casa de Manolo. Llegué y vi en ella a un hombre sentado en una mecedora, que emanaba aires de pobreza. Me habló de literatura, de García Lorca, no podía faltar Alfonso Cortez y fue tema principal; también Pablo Neruda que ocupó gran parte de la charla. Va arrastrando un mundo, dijo del chileno. . . salimos a la puerta y me despidió con un abrazo”.
En otro artículo, Francisco Buitrago Castillo, caído posteriormente en la primera incursión sandinista en Bocay, escribe “En la virginidad de estas montarías frías, aún no enteramente explotadas por el extranjero mercantil y ambicioso. . . De aquí hemos surgido nosotros, rebosantes de la fecundidad de estas colinas, henchidos de ideales tan grandes corno la majestad de estos pinos gigantescos que nos acarician y de este espíritu bravío del que todo segoviano es dueño. . . Luchamos y estudiamos para que en un no lejano día. . . los ahora estudiantes segovianos sepamos, pictóricos de honor, ocupar con la frente erguida. . . el lugar del soldado, listo al llamado de la patria y anhelante de empuñar las armas del pensamiento, para extender sus dominios en el campo de las artes, las ciencias y las letras”.
En estos escritos ya se avizoraba el carácter bravío de los que serían fundadores del Frente Sandinista. Hay que hacer notar que el colegio era público, dirigido por autoridades pro somocistas, de modo que hacían bastante con abordar en la revista esta clase de temas.
Debajo de la firma de Francisco Buitrago Castillo, venía un anuncio de la revista que decía: “Enseñe a leer a su sirvienta y hará la mejor obra de su vida”. En la portada aparece un retrato dibujado del dirigente opositor Dr. Carlos Arroyo Buitrago, padre del mártir sandinista Carlos Arroyo Pineda, quien era profesor del instituto.
Francisco Buitrago Castillo, había llegado ese año al colegio procedente de Terrabona, su pueblo. Era proletario como todos los que allí estudiábamos y estaba en carácter de alumno interno; desde que conoció a Carlos caminaron juntos hasta que Chico murió en el Bocay.
Fue, entre todos, el que mejor aprovechó las enseñanzas de Fonseca.

REBELDES Y POETAS

Aquellos muchachos eran rebeldes con inclinaciones poéticas y literarias. Viajaban a Managua a buscar anuncios con que mantener la revista, a editarla y a contactarse con el poeta Manolo Cuadra y el poeta Guillermo Rotschuh, quien era director del Instituto de Managua, “Ramírez Goyena”.
-“Una vez – relata el estudiante Gilberto Rodríguez Valdez-, vi a Carlos solo, pensativo, reclinado sobre el muro del colegio. Le pregunté qué le pasaba. Acabo de llegar de Managua, poeta, me contestó. Fui a ver al oculista. Me dijo que tengo que escoger entre dejar de estudiar o quedarme ciego.
-Y usted que va a hacer, poeta?-preguntó Rodríguez.
-Pues nada, me voy a quedar ciego, porque el estudio es mi vida, respondió Carlos a la pregunta de su compañero.
Carlos también tuvo estrecha amistad con Rodolfo Solari, bohemio chileno que había ido a dar con sus huesos a Matagalpa. Era todo un intelectual y aun cuando andaba ebrio – sus borracheras duraban meses – imponía el sello de su personalidad en las más baratas cantinas.
Solari, con el paso del tiempo, marcharía de nuevo a Chile y ocuparía cargos prominentes en el gobierno de Salvador Allende.
El número 3 de Segovia, publicado en octubre de 1954, tiene organizado su indicador así: Director, Carlos Fonseca Amador. Co-director, Cipriano Orúe Mairena. Gerente Francisco González. Jefe de Redacción Francisco Buitrago Castillo. Redactores, Lelia López y Armando Castro. Asesor Artístico, Amoldo Blandón.
En el editorial Carlos Fonseca habla de la conquista de América por España y del aniversario de fundación de las Naciones Unidas, ambos efemérides de Octubre.
“América fue vencida y tuvo que comprar al precio que fuera la cultura europea. . . España vendió muy cara su piel blanca y sus catedrales. . . Aunque vendida y aunque comprada la civilización no germinó en el nuevo mundo para beneficio común. Nuestra rencura política, social y económica no es por voluntad de Trujillo, Batista o de Pérez Jiménez. No, los actuales americanos no nacimos hoy. El vientre donde se forjaron está en la Era Colonial. . . Pero no blasfememos contra España. . . Pedir bondad a España conquistadora es pedir peras al olmo. Así son los imperios, malos por estructura”.
Nótese que Carlos menciona en su artículo a Batista, Trujillo y Pérez Jiménez y no a Somoza, ya que, como repito, estudiábamos en un colegio público, regentado por oficialistas y con beca del gobierno.
. En la segunda parte de su artículo Carlos se refería a los objetivos de la ONU, a su lucha por la paz y al peligro de que fuera dominada por una potencia mundial en su exclusivo beneficio.
“. . . y también los trabajadores del mundo desean que la paz envuelva la tierra. Especialmente me refiero a los trabajadores, porque cuando las guerras mundiales suceden, la carne humana con que tales guerra se hartan, es carne de trabajadores. . . con las guerras todos sufren, pero los trabajadores mas porque sacrifican inútilmente su sangre y su sudor”. Como vemos, su conciencia de clase estaba ya completamente definida.
En 1954 se formó en Matagalpa la primera célula de estudios marxistas, la cual funcionaba en la casa del líder obrero Tomás Pravia (a) “Colocho”, ubicada en el Barrio de Palo Alto, que 24 años después sería teatro de grandes batallas durante las insurrecciones del F.S.L.N. en 1978.
A la casa de “Colocho”, que después defeccionaría, concurrían a dar conferencias dirigentes comunistas de Managua, como Manuel Pérez Estrada y los hermanos Lorio.
»Llegábamos muy misteriosos, tocábamos la puerta y pasábamos de largo, íbamos con los cuellos altos, tapándonos hasta la mandíbula, según habíamos leído en una novela de conspiraciones contra el dictador Rosas, de Argentina” – afirma Cipriano Orúe, quien después se haría Somocista.

LA ESTRELLA DE ORO

La noche del 2-de marzo de 1955 sería inolvidable para Carlos Fonseca y para todos nosotros, sus compañeros. Ese noche recibió su diploma de Bachiller en Ciencias y Letras acompañado por su madre, doña Tina.
Fue quizás la única noche feliz que ambos tuvieron. La crónica del acto de clausura fue escrita por su amigo José Ramón Gutiérrez y dice, entre otras cosas:
“Esta es la promoción nona de bachilleres del I.N.N. Cinco muchachos que salen con licencia para entrar a la Universidad. Esta nuestra pequeña fábrica que se llama instituto, siempre estará lista y limpia para darnos más jóvenes preparados, jóvenes pobres hijos de pobres. Los estudiantes que han salido del I.N.N. son tocios cosechados entre el pueblo, hijos de mecánicos, albañiles, zapateros, costureras, pulperas, etc.; los hijos de los ricos y riquitos tienen mucho dinero para irse a USA y grandes centros de estudios donde la fatuidad y el lujo se atumultan, se olvidan de su clase y de su raza. Son cinco los de esta promoción. Carlos Fonseca Amador, hijo de una mujer pobre, honrada cocinera que se ha ganado su vida luchando con miserables salarios. Carlos ha conquistado LA ESTRELLA DE ORO, distinción que da el Instituto a los alumnos que, como él, han aprobado sus cinco años llevándose el primer puesto. Es el primer caso hasta la vez.
“Carlos Fonseca Amador, director de Segovia, pasó una infancia en pugna con la realidad de la vida, al lado de su madre obrera, en medio de la escasez, de los víveres caros, del mal sueldo, de la luz del candil y las privaciones que da la insuficiencia de una mujer sola. Carlos vendió melcochas por las calles, con sus pantalones chingos y sus grandes ojos gatos, miopes. Fue voceador de periódicos y cobrador de recibos, supo del gusto que tiene la necesidad y pisoteó con sus pies descalzos los prejuicios que empiedran las avenidas de los rancios burgueses. Carlos Fonseca Amador ha triunfado. Su talento no se ha perdido. Me siento orgulloso de ser su amigo, soy predilecto de los humildes que llevan buenos sesos y corazones pesados, grandes y blancos”.
En su artículo de corte inconfundiblemente clasista, José Ramón se refiere al nombre de la promoción, que era el del maestro Elíseo Picado, el mismo que actualmente lleva el Instituto Nacional de Matagalpa.
“Esta promoción de los cinco continuó no pudo tener mejor tino que ponerle el nombre del maestro Picado, asoleado por los años, perseguido por los reaccionarios, censurada su enseñanza libre por los enemigos de la libertad. Es con esté nombre de combate, con el nombre de un maestro obrero, dé un obrero honrado, de ese santo laico e inmortal que la promoción nona ha pasado a la posteridad. Adiós amigos, que el viaje les sea cómodo y el tiempo propicio”. J. R. Gutiérrez Castro.
Esa misma noche, según reza otra crónica de la misma revista, Carlos fue condecorado por el director del Instituto, con la Estrella de Oro.
También fue premiado como el mejor alumno de francés por el profesor Félix Pedro Aráuz, quien le entregó un libro y un cheque de cincuenta córdobas. Como apuntáramos antes, Carlos estudiaba francés los libros de marxismo que llegaban a sus manos.
El despidió la promoción Elíseo Picado, y Segovia apunta que “El Br. Carlos Fonseca Amador se despidió del INN, Quiso al despedirse decir a los padres de familia asistentes qué era el INN. Y lo dijo. Dijo que el Instituto Nacional del Norte era el mejor. Quizás y ojalá todos los padres de familia hagan lo que pidió el Br. Fonseca Amador. Darle a sus hijos la mejor instrucción poniéndolos en el INN.

NIDO DE GUERRILLEROS

En aquel vetusto instituto daban clases una serie de maestros laicos, venidos desde abajo, hijos de obreros que estaban libres de todo prejuicio. Eso compensaba en mucho la miseria en que vivíamos los que allí nos dábamos a la tarea de estudiar. Más que un instituto parecía un reformatorio y en el internado se aprendía pronto a robar comida para poder sobrevivir.
Los internos eran mantenidos por becas de 120 córdobas que daba el gobierno a los que venían de otros pueblos segovianos o a los que, viviendo en Matagalpa, no teníamos techo ni comida seguros para seguir adelante.
Allí se templó el carácter de muchos que en el futuro engrosarían los primeros destacamentos guerrilleros. De allí salieron además de Carlos y Tomás Borge, Chico Buitrago, Cristóbal Villegas, Chuno López y muchos más.
Al marcharse Carlos la revista Segovia quedó bajo la dirección de Cipriano Orúe y continuaron haciéndose los círculos de estudios a cargo de Moncho Gutiérrez, el mismo Orúe, Chico Buitrago y un elemento de la nueva cosecha, Marcos Altamirano.
Se leía el Manifiesto Comunista, artículos sobre la revolución industrial, periódicos obreros, etc.
Marcos había entrado en contacto con Carlos en 1955, podía decirse que eran amigos del vecindario en la Plaza El Laborío, ya que Carlos vivía detrás de la misma en una cuartería ubicada frente a la familia Rodezno.
Carlos y Marcos hacían estudios en esa casa y en ellos participaba doña Tina. Leían la historia del Partido Comunista de la Unión Soviética, Viñas de Ira de Steimbeck, así como La Madre, de Gorki.
Su madre estaban tan identificada con él, que en 1957 le zurció en las solapas del saco las credenciales que llevaría en su viaje a la URSS.
Los dos estudiantes eran miembros del Partido Socialista, qué en esa época se dedicaba casi solamente a la lucha sindical.
Las labores que hacían principalmente eran las de vender el periódico del Partido, UNIDAD, del cual colocaban 300 números. La venta duraba dos días ya que recorrían los barrios, entraban a las casas y le leían al futuro cliente un artículo del periódico. Se invitaba a la familia del comprador también para que participara en la plática sobre el periódico, de modo que este comprador se convertía al mismo tiempo en un simpatizante del partido.
Luego juntos todos opinaban sobre la lectura del periódico de la semana anterior. En opinión de Carlos la venta del periódico debía de convertirse en escuela y las bibliotecas debían de popularizarse a través de las barberías, ya que afirmaba que el barbero era el intelectual del barrio, en cuyo taller se platicaba de política y problemas sociales, al contrario del salón de belleza, donde los temas abordados son mucho más domésticos.
Se entabló así entre ellos una relación tan fraterna que cuando Carlos se tuvo que ir a la Universidad, Marcos le hacía la visita a doña Tina para averiguar qué era lo que le hacía falta.
En una ocasión los dos camaradas se fueron a jugar una mesa de billar en el barrio Guanuca y al regreso, cuando pasaban frente al comando, platicaron sobre la disciplina de los militantes.
Marcos sostenía que los simpatizantes debían ser secuestrados, humillados y hasta golpeados y sólo los que pasaran esa prueba debían ser aceptados en la organización, la cual tendría que ser cerrada.
Pero Carlos protestaba, pues sostenía que eso sería utilizar los mismos métodos del somocismo. Eso sería no tenerle amor a lo compañeros – afirmaba.
Según Carlos el amor debía de ser la base de la disciplina de los militantes. Esta idea se cumpliría a lo largo de la vida del Frente.
Según Marcos uno de los libros que influyó más en esta postura humanista de Carlos fue “Reportaje al pie de la horca” de Julius Fusik, periodista checoeslovaco.
“… Fusik va a denunciar a sus compañeros, porque lo han amenazado con matar a su madre e hijos. Entonces escucha el gemido de un preso que se arrastra y decide no hablar. . .”
También Viñas de Ira de Steimbeck, “cuando la mujer le da de beber leche de su pecho a un dirigente obrero”, cuenta Marcos Altamirano.
El barrio El Laborío y su plaza fue escenario de muchas conversaciones entre ambos muchachos. Era la misma plaza a la que Marcos cantaría en su poema publicado en Segovia con los siguientes versos:

PLAZA DE LABORÍO

Vela de nuestra infancia
Ayer, de cabellos verdes,
hermosos, audaces;
caían hasta los pies
de la lluvia.
Conversabas con el dín dán
de las campanas
enamorabas con la sonrisa
del zacate que sudaba en el invierno.
Hoy, chingo tu pantalón
por la moda del tiempo.
Eres petate de los perros
sedientos de tu cadáver.
Hoy, casi calva por el caballo barbero,
por los parroquianos que te han pintado
una cruz en el lomo
te mueres de cansancio
sacando la lengua al verano.
Te amenazan desde afuera
quieren emparquecerte,
Plaza de Laborío
Vela de mi infancia
Pasarán la mano en tu cuerpo
para que rejuvenezcas
Tal vez lo logren…
Esa misma plaza de Laborío nos sirvió de refugio cuando se gestó la huelga general en el Instituto como protesta por la mala alimentación que se nos daba a los internos.
El principal líder de los internos era Francisco Buitrago Castillo y los externos estaban jefeados por Marcos Altamirano y Adán Ruiz, quienes sostenían que había que pedir la destitución del director dándole la huelga un carácter político.
La huelga recibía el apoyo total del barrio de Laborío por el trabajo político que se había hecho en ese sector.
Los boletines del Comité de Huelga eran mimeografiados en el hospital por un simpatizante.
En los cines, cuando estaban las luces apagadas, se arengaba al pueblo. Una noche los internos salimos del colegio y dormimos en casa de Adán Ruiz, frente a la plaza, la cual fue patrullada por la guardia durante toda la noche.
Finalmente, Chico Buitrago y Marcos Altamirano fue-ron amenazados con la expulsión sin opción a matrícula en otro instituto.
La huelga terminó y se produjo una división de criterios entre Marcos y Chico. El periodista Manuel Díaz y Sotelo visitó en aquella ocasión el instituto por invitación dé Marcos Altamirano.
La influencia de Carlos seguía presente en el centro, ya que visitaba a todos sus compañeros y a Marcos Altamirano, quien con el tiempo llegaría a ser Secretario General de Juventud Patriótica Nicaragüense.
Carlos se encontraba en Managua, viviendo en casa de su padre don Fausto Amador, por primera vez. Nunca conoció lo que fueron los resentimientos y se llevó muy bien con sus hermanos de padre. También con la esposa de don Fausto, doña Lolita quien llegó a tenerle cariño.
A esa casa llegaba a traerlo el poeta Guillermo Rotschuh,. quien le dio el cargo de bibliotecario en el Instituto Ramírez Goyena.
Rotschuh fue uno de los intelectuales izquierdistas que por mucho tiempo se mantuvieron infiltrados en el Ministerio de Educación Pública, hasta ser purgados por el último de la dinastía.
En esa época, dice José Ramón Gutiérrez, que Carlos se contactaba con Tomás Borge ya que ambos fueron a Juigalpa, a la casa de Rotschuh.
En Febrero de 1956 apareció el número 11 de SEGOVIA, bajo la dirección de Francisco Buitrago, quien me había solicitado una colaboración humorística.
En una de las sátiras me refería a la polémica que se había desatado entre José Ramón Gutiérrez y unas señoritas profesoras de la ciudad, bastante reaccionarias por cierto, quienes incluso lo habían llevado a los tribunales. A Carlos le gustó mucho la sección y un día que me lo encontré en casa de Moncho me felicitó.
Dijo que yo dominaba bien el género satírico y que debía seguir cultivándolo. Me recomendó a algunos humoristas rusos y prometió conseguirme libros.

AMENAZAS DE REELECCIÓN

Carlos se matriculó en la Universidad Nacional en 1956; cuando el viejo Somoza estaba en plena campaña reeleccionista.
Fue escogido como directivo del Centro Universitario v pasó a dirigir el periódico oficial del máximo organismo estudiantil.
Una fotografía en la que Somoza aparecía junto a Perón, Trujillo y Pérez Jiménez, en la reunión de presidentes de Panamá, fue publicada por EL UNIVERSITARIO.
Vivía en la Casa del Estudiante, que pagaba la Universidad para los alumnos sin recursos. Allí lo visitaba Tomás Borge, quien se desempeñaba como corresponsal de La Prensa y escribía poemas y cuentos para la Revista Cuadernos Universitarios.
Según dice un pensionista de dicha casa, el Dr. Gussein, discutían hasta altas horas de la noche sobre política. Carlos leía sin cesar al extremo de que a veces no salía a comer. No se sabe si porque la lectura lo abstraía o porque no tenía dinero. O por las dos cosas.
Víctor Manuel Gussein cuenta que le pagó un mes de comida en la pensión más barata de León, la que tenía el sugestivo nombre de “La Bella Lola”, ubicada frente al mercado.
“Al parecer los fines de semana Carlos se iba a trabajar a Corinto. Hacía mucho ejercicio físico y era el único que se podía hacer el “cristo” en el trampolín de la casa”, afirma Gussein.
Así llegó el 21 de Septiembre, cuando Rigoberto López Pérez ajustició al viejo Somoza en la Casa del Obrero de León, desatándose una de las más feroces represiones que ha conocido la historia de Nicaragua. Tomás y Carlos fueron detenidos y torturados. Pero Carlos estuvo solamente un mes preso, no así Tomás cuya prisión se prolongó.
Tomás y Carlos eran militantes del Partido Socialista Nicaragüense por lo que al salir éste último, bastante enfermo, el P.S.N. lo envió a Costa Rica, desde donde partiría hacia la capital de la Unión Soviética como delegado Juvenil del Partido al VI Festival Internacional de la Juventud y los Estudiantes. Así viajó por varios países socialistas y a su regreso editó un folleto titulado “Un nicaragüense en Moscú”, que tuvo resonancia nacional.
Hasta el momento de viajar Carlos a Moscú de Nicaragua sólo había llegado a la capital soviética el dirigente obrero Francisco Bravo.
A través de ese folleto por primera vez daba a conocer a los nicaragüenses lo que era la Unión Soviética y predicaba sin temores las bondades del sistema socialista.
La represión no se hizo esperar y Carlos fue nuevamente detenido y torturado. Después de eso ya el gobierno de Luis Somoza no lo dejó en paz y en repetidas ocasiones fue a parar a las mazmorras del régimen.
A través de su madre Carlos me envió el folleto autografiado que conservé por mucho tiempo junto a los ejemplares de Segovia que hoy ilustran este trabajo.

CAMPAÑA PRO LIBERTAD DE BORGE

En 1957 Carlos organizó una movilización estudiantil a nivel nacional pidiendo la libertad de Tomás Borge, todavía detenido desde la muerte del viejo Tacho. Al instituto de Matagalpa llegó como delegado Enrique Morazán, quien encabezó diversas manifestaciones en las calles de la ciudad, las cuales terminaron en casa de la mamá del dirigente preso.
En 1958 se expulsa a Fonseca Amador del país y Luis Somoza lo manda en helicóptero a Guatemala, donde los exiliados le consiguen trabajo en una feria. A principios de 1959 viajó a Cuba donde se puso en contacto con el proceso revolucionario que ejercería determinante influencia en su formación política. Allí se preparaba para participar en la que después sería conocida como la invasión de El Chaparral, organizada por grupos de izquierda que intentaban derrocar a Somoza.
Es importante subrayar que el primer movimiento armado en que Carlos participa es el único con carácter definidamente anti-imperialista que se había dado en Nicaragua, después de la muerte de Sandino.
En La Habana Carlos tiene oportunidad de darse cuenta de que “no es oro todo lo que brilla” y que hasta la capital cubana había llegado toda una gama de personajes oportunistas y aventureros tanto de izquierda como de derecha.
Políticos que, aprovechándose de la simpatía que la revolución nicaragüense despertaba entre los cubanos, recogían dinero durante el día y por la noche se lo gastaban en El Tropicana y otros cabarets.
Dirigentes de izquierda como Noel Guerrero y otros que se paseaban armados hasta los dientes acompañados de guardaespaldas, y que a la postre fallaron en el momento en que más se les necesitaba.
Y hombres, en fin, como Chester Lacayo que habiéndoseles dado toda clase de apoyo por parte de la Revolución Cubana, se vendieron a la CIA y organizaron movimientos fantasmas contra Nicaragua en un intento de inculpar a Cuba para justificar una agresión a la isla.
Indiscutiblemente, un hombre inteligente y honrado como Carlos Fonseca, tiene que haberse dado cuenta de que una revolución debe de hacer un estricto proceso de selección entre sus cuadros si no quiere fracasar.
-¿Qué fue lo que pasó con la revolución mexicana? – me dijo en una oportunidad. Pues cuando tomó el poder todo mundo se metió al Partido de la Revolución y entonces hubo mucha corrupción. Los resultados son muy claros.
En el capítulo correspondiente a la invasión de El Chaparral se dan datos sobre lo que puede significar la mala escogencia de los cuadros dirigentes, cuando en ella influyen sentimientos personales.
Es casi seguro también de que allí pudo observar con mayor detenimiento a muchos comunistas que se explayaban en explicaciones teóricas sobre el proceso nicaragüense, pero quizás eran menos dispuestos que cualquier no iniciado a aportar un poco de sacrificio por la revolución popular,
En El Chaparral Carlos se destacó como combatiente; su leyenda se inició en ese lugar. Casi moribundo fue trasladado a un hospital de Tegucigalpa de donde – otro dato que lo retrata de cuerpo entero – se fugó sin estar totalmente curado y unos amigos le prestaron atención médica para su convalecencia.
Rigoberto Palma, un viejo comunista que murió siendo miembro del Comité Central del Partido Socialista Nicaragüense, habló con nosotros refiriéndose a ese momento.
Declaraba Palma que él era el responsable por parte del Partido en el movimiento de El Chaparral y que Carlos era militante de la organización, pero cuando esta ordenó a todos trasladarse de nuevo a Managua clandestinamente, el joven se negó a ello, pues había decidido tomar su propio camino.
-“Yo me vine a Managua y él se regresó a Cuba” – declaró Palma. Rigoberto Palma, fue un comunista honrado y afirmaba que en su partido no habían dos militantes iguales a Carlos Fonseca, a pesar de que tenían concepciones diferentes acerca de lo que debía ser la lucha en Nicaragua.
¿Qué razones indujeron a Fonseca Amador a romper con el partido? No es muy difícil averiguarlo si se toma en cuenta que en esa época el Partido no tenía mayor desarrollo orgánico ni un completo dominio del marxismo leninismo y, en consecuencia, falló en el examen de la realidad nicaragüense por lo cual no puso el suficiente interés en integrar a su táctica política la lucha armada en el contexto de la lucha contra la dictadura.
Carlos Fonseca había puesto en evidencia a aquellos marxistas que únicamente andaban recitando a los teóricos, y luego viajaban a la URSS, sin que de esto saliera ningún provecho para la clase que decían representar.
Poco después la historia le daría la razón al salir a luz pública la polémica entre Fidel Castro y los comunistas venezolanos, y mucho después el encuentro entre el Che Guevara y el comunista boliviano Mario Monje. Carlos había clarificado lo que después sería conocido como la “izquierda tradicional”

EL 23 DE JULIO

El 23 de Junio de 1959 se había producido la Masacre de El Chaparral y ese mismo día se regó el rumor de que Carlos Fonseca Amador había muerto. Dramáticamente hizo el anuncio el Br. Manolo Morales en el atrio de la iglesia La Merced, lo que dio comienzo a una manifestación que fue disuelta por la guardia frente a la iglesia El Calvario, en León.
Precisamente ese año en la Universidad entrábamos en calidad de novatos, entre otros, Sergio Ramírez, Rolando Avendaño Sandino, Julio Briceño, etc.
Habíamos tenido que interrumpir varias veces el curso por el asunto de Olama y Mollejones y toda la agitación que se vivía en esos días. Logramos ponernos en contacto nuevamente con Francisco Buitrago Castillo, quien estudiaba Odontología y era miembro del Centro Universitario. Mantenía sus estudios con un trabajo de laboratorista que había logrado obtener en Salubridad Pública.
La campaña de agitación estudiantil en protesta por los compañeros masacrados se prolongó, y sucesivos actos y asambleas se escenificaron en el local de la Universidad.
Los más visibles dirigentes estudiantiles como Alejandro Serrano, Fernando Gordillo, Humberto Obregón, Manolo Morales, Joaquín Solís Piura, Luis Felipe Pérez y el mismo Francisco Buitrago se encargaron de anunciar que en vez del tradicional desfile de novatos se efectuaría una velada fúnebre y una manifestación de protesta.
El 23 de Julio de 1959, un mes después de la masacre de El Chaparral, a las tres de la tarde salimos con nuestras escarapelas negras del Paraninfo Universitario. Hablaron en la velada Alejandro Serrano y Rafael Ugarte, ambos compañeros de casa.
El recorrido se prolongó durante algún tiempo. Nos encontramos con el batallón Somoza entre la Casa Prío y la Librería Recalde, viniendo por la Calle Real. En esa esquina un guardia hizo ademán de introducir su bayoneta en el pecho de Julio Briceño, y éste, sin demostrar ningún temor, se abrió la camisa y le dijo:
-Máteme!
La guardia no quería que entráramos al parque, porque frente a él se encontraba el comando departamental, y nos fuimos nuevamente a la Universidad donde la manifestación terminó. Pero, poco antes de marcharnos, Fernando Gordillo se paró en la plazoleta del edificio central y dijo que había estudiantes detenidos, que fuéramos a sacarlos.
Marchamos por la Avenida Central, doblamos por el parque La Merced y caminamos nuevamente hacia la Casa Prío, donde fuimos detenidos un grupo que llevaba la bandera de la UNAN y de Nicaragua.
Fuimos llevados al comando donde estuvimos unos momentos manos arriba hasta que salió del edificio el coronel Tacho Ortiz, quien ya seguramente con la orden del Comandante Federico Prado, ordenó que se nos dejara en libertad.
Entre el club social y la Librería Recalde, detenidos por un cordón de guardias, nos esperaba el grueso de la manifestación. Allí estaba Celen Ordóñez, viejo compañero del instituto y ahora estudiante del Calasanz, a quien habíamos reclutado hacia pocos momentos para que engrosara la manifestación. Gonzalo Alvarado, estudiante del Instituto nos suplicó que le prestáramos un momento la bandera que tan orgullosamente exhibíamos. Se la entregamos, y al volver la cara vimos cómo un oficial lanzaba lo que después sabríamos era una bomba lacrimógena.
El artefacto estalló tan cerca que me puso totalmente ciego y sordo, de modo que no escuché los balazos ni los gritos de los heridos. Corrí a la loca y me metí en el restaurante El Rodeo.
Hasta después me asomé por la ventana del alto y vi lo que había sucedido. Entre los heridos, Gonzalo Alvarado había perdido una pierna y Celan Ordóñez tenía varios tendones del muslo destrozados.
El curso se interrumpió las protestas se generalizaron en todo el país y tras ser detenido después de una manifestación en Matagalpa, marché a Costa Rica.

ENTREVISTA EN SAN JOSÉ

Carlos había viajado de La Habana nuevamente a Centroamérica y se había reunido en San José con Tomás Borge y Silvio Mayorga, con quienes mantenía relaciones desde la universidad. También estaba una gran cantidad de exiliados que habían venido de Venezuela y otros lugares. Así se fundó Juventud Revolucionaria Nicaragüense.
En el viaje a Costa Rica, por rara casualidad viajé en compañía de doña Tina Fonseca y su pequeña hija.
Una tarde, caminando por el parque central, me encontré de pronto con Carlos Fonseca, quien me saludó afectuosamente y me invitó a un café.
Hablaba con convicción profunda, sus gestos y sus palabras llevaban fuerza y seguridad.
Me contó que venía de Cuba y yo estúpidamente le pregunté que si había conocido a Fidel Castro.
Me explicó que lo más importante no eran las personas sino el proceso, la revolución misma que se estaba efectuando en la isla.
Estaba sumamente delgado y se miraba más alto de lo que realmente era. Andaba con una gorrita verde olivo sobre la cabeza y lucía un bigotito y barba incipientes. Apenas se restablecía del balazo en el pulmón.
Devoraba entonces la historia de Nicaragua, y se refirió al ex presidente Adolfo Díaz, como el hombre que había hecho más daño a Nicaragua.
-Cómo es posible decía que ese hombre anduviera tranquilo por Costa Rica y que la historia sólo dijera de él que había inaugurado una que otra obra de progreso.
Al final me habló nuevamente del humorismo, y cuando yo creía que arreglaríamos una nueva entrevista se despidió diciendo que eso no era posible.
Esa fue otra novedad introducida por Carlos Fonseca entre el exilio nicaragüense. Generalmente el exilado era un hombre que vivía en el extranjero, públicamente, comentando en los cafés noticias sobre la “inminente caída del somocismo”.
Como hemos dicho, la conducta de estos exilados era a veces hasta escandalosa. Carlos se acostumbró a vivir clandestinamente en La Habana, en México o en Costa Rica guardando casi tantas medidas de seguridad como si estuviera dentro de Nicaragua. Esto que ahora suena normal, cambió totalmente el concepto de la conspiración que tenían los nicaragüenses.
Con fecha 10 de Junio de 1960, Carlos escribió una carta a la esposa de su padre, doña Lolita Arrieta de Amador, en la que se pone de manifiesto las buenas relaciones que guardaba con ella y cómo podía ganarse la simpatía de la gente aun en casos en qué las relaciones familiares normalmente son difíciles. La carta dice así:
“Esta carta desde hacía muchísimo tiempo que había querido escribirla pero no podría explicar las razones que me han impedido hacerlo.

“La intención de escribirla estaba movida especialmente por el deseo de expresarle una cuestión que producirá un descanso en mi conciencia. Quisiera expresarle mi gratitud por toda la generosidad que ha prodigado usted a mi existencia. Yo quisiera corresponderle en la misma forma porque es un deber. Pero mejor que yo, creo que la misma vida lo está haciendo. Esté usted segura de que la bondad con que Ud. me ha acogido tanto a mi como a todas aquellas personas que han tenido oportunidad de estar cerca de Ud., será correspondida en la forma de unos buenos hijos”.
Después habla en buenos conceptos de todos sus hermanos de padre especialmente de Fausto Orlando, a quien le auguraba un gran porvenir. Este joven, que llegó a militar en el Frente y luego defeccionó, seguramente le produjo una de sus más grandes tristezas.
Estando preso en Costa Rica, cuando se le preguntó por su hermano Fausto, declaró:
“Yo no tengo hermanos. Mis hermanos son los que están luchando conmigo”.
En otro párrafo de su carta se refiere a Gloria, que estudiaba en los Estados Unidos y dice:
“Yo creo que Gloria ha sido poco favorecida al educarse en los Estados Unidos. Creo que tiene un gran talento pero ese mediocre ambiente yanki asfixia a cualquiera. Y no lo digo yo nada más, no hasta ahora que está de moda la lucha contra esos animales, es que se piensa así. Y para que lo compruebe le referiré el resumen de una anécdota que señala Darío, .nuestro gran Rubén, en un libro en que habla de su vida. Es así: Estando Darío de unos veinte años y poseyendo ya una profunda cultura se vio en la obligación de salir de Nicaragua y con el dinero que tenía reunido con dificultades, ajustaba para viajar a Estados Unidos y cuando estaba decidido a marcharse una persona inteligente lo detuvo y le recomendó que le convenía más irse a Chile, porque allí existía un formidable ambiente artístico. Darío replicó que no podía irse a Chile porque no tenía suficiente dinero. Entonces la persona inteligente le respondió que se fuera nadando por el mar, aunque se ahogara en el camino. Como quien dice que era preferible morir en el mar que vivir en Estados Unidos. Ya pertenece al pasado la época en que la base del progreso era el ansia de dinero. Ahora el, mundo ha entrado en una nueva era”.
Al final de la carta hay una referencia al héroe de El Chaparral, Manuel Baldizón, quien dejara un huella profunda en el alma de todos los sobrevivientes de dicha masacre.
“Ya para terminar, quiero hacer un recuerdo doloroso.
Manuel Baldizón. Ese recuerdo es una razón para continuar la vida que me he trazado. Mi vida no es mía, pertenece a los que mueren y a los que sufren porque no hay justicia”.
firma CARLOS…………………..

JUVENTUD PATRIÓTICA

Después del 23 de Julio la juventud nicaragüense comenzó a manifestarse con más fuerza en el terreno político y cuestionó cada vez con más energía a los partidos históricos.
Las manifestaciones de protesta se sucedían en las calles de todo el país y los arrestos, golpizas y balaceras no hacían más que enardecer los ánimos estudiantiles.
El periódico Impacto se había convertido prácticamente en un vocero de la nueva agrupación juvenil “Juventud Patriótica Nicaragüense” y era repartido en todo el país por las diferentes células de la organización, cuya bandera era rojinegra y gritaba cada vez más frecuentemente vivas al General Sandino.
Dos acontecimientos estremecieron especialmente al pueblo de Nicaragua en 1960: el asesinato de Ajax Delgado López, y el del joven estudiante del Goyena, Julio Oscar Romero, a manos de las hordas somocistas precisamente el 23 de Julio, cuando se conmemoraba el primer aniversario de la masacre de León.
Al conocer de la fundación de JPN, Carlos manda una carta a Marcos Altamirano donde le dice que se vaya a Managua y que se integre a dicha organización. La oficina de JPN quedaba en la Calle de El Triunfo, a dos cuadras de Comunicaciones, y era su secretario general el Ing. Salvador Pérez Arévalo. Este se fue para México, y en el mes de Septiembre hay elección, la que se decidió a base de la capacidad oratoria de los candidatos. El Partido Socialista Nicaragüense al principio no le dio la importancia táctica que tenía la organización que contaba ya con células de 21 miembros como máximo en cada barrio.
La preocupación principal era politizar a la juventud en torno a problemas concretos que afectaban a todos sin distingos de colores políticos. Los apoyaba mucho el Padre Luis Almendarez y algunos hijos de conservadores, pero estos no ocupaban posiciones dirigentes.
Al contrario del Partido, Carlos sí buscó la manera de contactarse con JPN y especialmente con Marcos que ya era Secretario General de la organización.
Carlos jefeaba el Movimiento Nueva Nicaragua y en la reunión que tuvo con Marcos en el barrio Riguero, dijo que quería confrontar los programas de ambos movimientos y posiblemente fusionarlos en el Frente de Liberación Nacional. JPN era pluralista, pero recalcaba el sandinismo en formo sistemática.
Estando preso en Costa Rica, cuando se le preguntó por su hermano Fausto, declaró: “Yo no tengo hermanos. Mis hermanos son los que están luchando, conmigo”.
En otro párrafo de su carta se refiere a Gloria, que estudiaba en los Estados Unidos y dice: “Yo creo que Gloria ha sido poco favorecida al educarse en los Estados Unidos. Creo que tiene un gran talento pero ese mediocre ambiente yankí asfixia a cualquiera. Y no lo digo yo nada más, no hasta ahora que está de moda la lucha contra esos animales, es que se piensa así. Y para que lo compruebe le referiré el resumen de una anécdota que señala Darío, nuestro gran Carlos jefeaba el Movimiento Nueva Nicaragua y en la reunión que tuvo con Marcos en el barrio Riguero, dijo que quería confrontar los programas de ambos movimientos y posiblemente fusionarlos en el Frente de Liberación Nacional. JPN era pluralista, pero recalcaba el sandinismo en formo sistemática. Carlos también opinaba, al igual que JPN, que el ideario sandinista era base suficiente para iniciar la transformación del país. Marcos sostuvo que no era oportuna la fusión sino que los cuadros más sandinistas de JPN se integraran a Nueva Nicaragua, por ser esta una organización pública.
El Dr. Adán Selva era uno de los dirigentes identificados con JPN y en su imprenta se editaba el periódico del movimiento.
La Escuela de Periodismo, en la cual nos habíamos matriculado un numeroso grupo de alumnos, estaba ubicada frente al Gran Hotel, en la Avenida Roosevelt y precisamente allí todos los días por la tarde se hostilizaba a la guardia que corría desesperadamente tras los estudiantes cuando oía vivas a Sandino.
La Escuela había sido fundada por un acuerdo entre la Universidad Nacional y la Embajada Americana, pero el Director del Centro Cultural Nicaragüense-Americano se oponía a que existiera en el lugar todo tipo de organización estudiantil.
Los dirigentes más visibles de la escuela eran Manuel Espinoza, Eligió Álvarez Montalván, Roberto Arévalo Alemán y otros que participaban en JPN.
El choque con los yankis provocó el abandono de la escuela por parte de los más progresistas; se realizó una manifestación donde se enterraba simbólicamente la escuela, demostración que fue disuelta por la guardia a culatazo limpio.
Cuando se preparaban los golpes de Jinotepe y Diriamba uno de los dirigentes del movimiento 11 de Noviembre se puso en contacto con JPN. Un miembro del Comité Central le confirmó la participación de la organización, pero con la condición de que las armas estuvieran distribuidas en todo el país.
Tal condición no se cumplió y, manifiesta Marcos Altamirano, los del 11 de Noviembre engañaron a los muchachos de JPN en Jinotepe y Diriamba diciéndoles que la organización apoyaba el movimiento.
Después del fracaso de la toma de los cuarteles en Jinotepe y Diriamba la posición de Luis Somoza, que desde 1959 había venido tambaleándose, se fortaleció.
El diario Impacto fue destruido por las hordas nicolasianas y su director, Nacho Briones Torres, fue al exilio, mientras el heredero del dictador acusaba al embajador cubano Quintín Pino Machado de supuesta complicidad con la subversión y éste se miraba obligado a abandonar el país, provocándose oficialmente la ruptura de relaciones entre La Habana y Managua.
Las filas de Juventud Patriótica fueron diezmadas por la represión y muchos de sus miembros pasaron a la guerrilla y .otros al somocismo.
Siendo directivo del Centro Universitario de la UNAN, durante la celebración de la Primera Asamblea Nacional de Estudiantes, en Diciembre de 1958. En la gráfica Egberto Ramos, Amoldo Quintonilla, Denis Hernández, Julio López Miranda, Carlos Fonseca, Salvador Guadamuz, Ernesto Somarriba, M. Carrillo Luna, Oswaldo Madriz y Alfonso Robles.

UN AÑO MAS TRANQUILO

Aunque en 1961 se registraron invasiones guerrilleras, realmente fue un año más tranquilo para Luis Somoza y su camarilla.
En la Universidad de León el Frente Estudiantil Revolucionario estaba liderizado por algunos dirigentes que se habían venido burocratizando y pasaban a ocupar cargos en la administración universitaria, lo que le quitó un poco de arrastre entre las masas estudiantiles.
Así se trabajó en las campañas de Allan Gross Quiroz y de Juan José Órdóñez, que resultaron triunfantes y ocuparon sucesivamente la presidencia del Centro Universitario.
En esos días, Luis Somoza declaró en una conferencia de prensa que Carlos Fonseca entraba y salía de Nicaragua clandestinamente cuando le daba la gana.
Y es que ya en Matagalpa y León se rumoraba que se le miraba disfrazado visitando a familiares o a compañeros de lucha, creando el embrión de lo que con el tiempo sería la red clandestina de apoyo para el F.S.L.N.
La gente lo escondía, porque confiaba en él y porque era atraída por el tremendo carisma que poseía, por su gran magnetismo personal.
Se estaba cambiando ya la tradición del exilado que jamás entraba al país, por lo que se mantenía muy mal informado.
Seguramente influenciado por las lecturas sobre Lenín y otros grandes conspiradores, Carlos entraba subrepticiamente, se contactaba con las agrupaciones gremiales y estudiantiles, dictaba pautas y aconsejaba.
Especialmente trabajaba con el movimiento estudiantil al que él consideraba uno de los pocos sectores donde la corrupción producida por el somocismo no había podido penetrar.
Una tarde el presidente del Centro Universitario, Juan José Órdóñez, me dijo que habían sesenta pasajes para estudiantes que quisieran viajar a Cuba a un congreso deportivo. Solamente dos hicimos el viaje, en el mes de Octubre de 1962.

UNA CHARLA EN EL AVIÓN

Manuel Espinoza era nuestro contacto en Managua; se encargó de enviarnos a México donde el profesor Edelberto Torres, la Dra. Palacios y el Dr. Ramón Romero mantenían una especie de embajada revolucionaria de Nicaragua.
Los aviones cubanos estaban ocupados por la visita de Ben Bella a La Habana y después de esperar una semana el viernes nos presentamos al aeropuerto.
A las siete de la noche nos pasaron a la sala de espera por un estrecho pasadizo donde personal al servicio de la CIA fotografiaba a todo el que viajara a la isla.
Estaba sentado en la sala de espera, mi compañero había ido a otro lado, cuando de pronto alguien me puso la mano en el hombro. Levanté la vista y durante varios segundos no lo reconocí, pero luego al ver aquella sonrisa familiar, la calza de oro en los dientes superiores, me levanté alegre y lo abracé.
-La verdad es que estás irreconocible. No sabía quien eras.
-Esa noticia me alegra, ojalá que la Seguridad diga lo mismo.
Lucía un bigote bien crecido, anteojos oscuros y gruesos como de costumbre, traje entero color café a rayas (parecía que se lo había prestado algún señor que fuera dos o tres números más grueso que su talla).
Encima del vestido andaba un sobretodo o capa impermeable que desfiguraba más su aspecto, haciéndolo lucir gordo. La cabeza se la cubría un sombrero de, tela.
-Si hubiera sabido que no me habías visto no te hubiera hablado; pensé que ya te habías fijado en mí y por eso me acerqué.
-¡Qué bárbaro! ¿Serías capaz de no saludarme?
Realmente en aquella época yo no tenía una noción exacta de lo que andaba haciendo Carlos, para mi era un opositor que vivía en el extranjero, como los demás.
Por eso siempre me desconcertaban sus medidas de seguridad, estando tan lejos del enemigo, según mi criterio.
En mi tremenda ignorancia llegué a decirle que le iba a presentar a mi compañero, a lo que él se opuso.
-No me presentes a nadie. Si te pregunta quien soy decile cualquier cosa. Que soy un amigo que conociste en el viaje.
Nos sentamos junto en el avión, mientras mi compañero lo hacía bastante lejos, un tanto extrañado de que yo fuera hablando con tan curioso personaje.
-Tenés tus amistades, – me dijo en son de burla creyendo quizás que se trataba de algún excéntrico por su vestimenta.
-Casi siempre veo a tu mamá. Allá llega a mi casa a platicar. Vive afligida porque andas metido en esto. Dice que a estas horas ya serías abogado.
-Mira hermano. Nicaragua tiene muchos abogados, pero le faltan verdaderos revolucionarios.
-Estuve en la casa del profesor Edelberto Torres, es una gran persona. Carlos se entusiasma y se exalta.
-Ese hombre es un santo laico, un verdadero santo!
Entre ellos se había creado una mutua admiración al punto que el profesor Torres afirmó una vez ante varios políticos de izquierda que no creía en nadie más que en el joven rebelde. En la dedicatoria de su magnífico libro sobre Rubén Darío, el profesor Torres se refería a Carlos calificándolo como un gran dariano.
-El doctor Ramón Romero me regaló un libro que escribió sobre Sandino. En él aparece una foto del General Heriberto Reyes, acompañado del Br. Fernando Núñez.
Se sonríe Carlos quizás pensando en las ingenuidades de los guerrilleros de esa época.
-Esa foto no fue tomada en la selva sino en el patio de una casa en San Salvador. Lo dice con buen humor y sonriendo ampliamente. Pasa a otro tema.
—Oíme. Bonito el programa de radio que tenés con Chico Gutiérrez en León. Me asusto. ¿Cómo puede haber oído el programa si la radio donde lo hago no cubre ni siquiera Nicaragua? Hasta después sabría que Carlos entraba y salía de León continuamente.
Pidió un nuevo servicio de comida v tragaba con avidez increíble.
-Sabes una cosa? Es para compensar los días y semanas enteras que no como.
Cometí el error de llamar con palmas a una azafata, que provocó su inmediata protesta.
-Esta no es una sirvienta, es una compañera. Así que llámala con más cuidado.
Me revolví incómodo en el asiento. Siempre me pasaba lo mismo; Ir con Carlos era como ir con un hermano mayor o un maestro.
-Mira, La Habana es una ciudad muy hermosa y pudiera ser que te vayas por ahí divirtiéndote. Pero debes de pensar en que para que podas hacer el viaje el pueblo cubano tiene que pasar muchos sacrificios. Sería una lástima que no lo aprovecharas.
-Y Chico Buitrago? Me han dicho que está en Cuba.
-Te voy a decir algo más. Debes estudiar el marxismo. Ninguna persona que quiera cultivarse puede desconocerlo. Podes estar de acuerdo en todo o solamente en parte. Yo estoy de acuerdo en todo, por supuesto. A continuación tocó un tema interesante, que demostraba lo amplio de su pensamiento y el conocimiento exacto que tenía de la historia de Nicaragua. De lo informado que estaba sobre lo que sucedía en Nicaragua.
En esos días Pedro Joaquín Chamorro había sido enjuiciado por organizaciones obreras de izquierda. Se sacó de la bolsa un recorte dé la Prensa donde aparecía un obrero gritando: ¡Paredón para Pedro Joaquín!
-Mira este “camarada”. Está pidiendo paredón para Pedro Joaquín Chamorro, pero te aseguro que jamás ha pedio paredón para Somoza. Para que este hombre tenga derecho a paredonear a Pedro Joaquín, primero tendría que vérselas con Somoza.
Carlos desnudaba en esa forma a muchos izquierdistas que se dedicaban a atacar a la burguesía, porque era mucho más cómodo que atacar a Somoza.
Como hemos dicho, ciertos comunistas se negaron siempre a apoyar movimientos armados calificándolos de pugnas ínter-burguesas. Pero tampoco se daban a la tarea de organizar sus propios movimientos clasistas, sino que se quedaban estáticos.
-Cuando regresés a Nicaragua no le contés a nadie que me has visto. No te lo digo sólo por mí, sino también por vos.
Y después hacía demostración de su conocimiento sobre la subversión en la Nicaragua post Sandino.
-Imagínate que una vez una señora tuvo escondido en su casa al coronel Manuel Gómez. Cuando la cosa se calmó, un año después, ella contó el asunto. Al producirse un nuevo movimiento la echaron presa. De modo que aunque pase el tiempo nunca digas que me viste.
Este consejo me sirvió mucho, pues si lo hubiera mencionado en el interrogatorio de la Seguridad quién sabe cuánto tiempo me hubieran mantenido preso.
El avión se acercaba a la isla y él se puso de pie.
-Esas son las luces del socialismo – dijo como para sí. Las luces del socialismo son diferentes a las luces de las ciudades capitalistas. Hoy quizás puedo interpretar mejor el significado de aquellas palabras. Para Carlos aquellas luces significaban la libertad, estar lejos de la sanguinaria seguridad somocista, de la CIA. Era encontrarse con una revolución tal como lo había soñado siempre.
Experimenté lo mismo cuando regresé a Cuba, 17 años después, estando Nicaragua en plena guerra. Carlos se adelantó a su época.
-Bueno hermano, ahora nos despedimos, después de ahora ya no me conoces.
Su rostro estaba rígido, no admitía discusión. Me dio la mano con afecto, pero sin perder la energía. Después en el aeropuerto lo volví a ver, pero supe que cualquier intento de hablarle lo hubiera parado en seco.
El sábado llegamos a La Habana y el martes estallaba la Crisis de Octubre, presentándose ante nuestros ojos el indescriptible espectáculo de todo un pueblo en armas, dispuestos a morir en defensa de su soberanía.
Casi toda la semana la pasamos con Hilda Gadea, la primera esposa del Che Guevara, quien se encargaba de mostrarnos las cosas de mayor interés hasta que el gobierno estimó necesario evacuar a todos los delegados.
A nuestro regreso nos detuvo la seguridad y el encargado de interrogarme fue Jerónimo Linarte. A mi acompañante lo interrogó Franklin Wheelock.
En ese mismo año habíamos publicado con Rolando Avendaña Sandino el Semanario Oposición, del cual salieron 17 números, todos llenos de veneno contra Somoza. Se editaba en los talleres de Flecha, donde estuvo Impacto. A mi cargo estaba una sección llamada “La columna de los mártires” que fue donde por primera vez escribí sobre estos temas.
El mejor voceador del semanario era Francisco Moreno Aviles, quien moriría heroicamente en Pancasán.
-Yo no vendo este periódico por ganar dinero, sino porque ustedes atacan duro a los Somoza – me había dicho un día Francisco.

NACIMIENTO DEL FRENTE

En 1961 se fundó el Frente Sandinista. Allí estaban Carlos Fonseca, Tomás Borge y Silvio Mayorga en una época de reflujo en la lucha armada, ya que los continuos fracasos habían dejado una sensación de derrota entre los políticos opuestos al régimen.
El Frente Sandinista nace en circunstancias muy difíciles, cuando las manifestaciones y las protestas están cada vez más apagadas.
Los diferentes frentes guerrilleros de América Latina, nacidos al calor del ejemplo cubano, no habían logrado los éxitos esperados y los Estados Unidos ensayaban su réplica con la Alianza para el Progreso que obligaba a Luis Somoza a aflojar un poco las ataduras que oprimían al pueblo.
Aparecía un nuevo Luis Somoza, campechano y “democrático” que se paseaba a pie junto a los periodistas en la Avenida Central de San José.
Junto a él viajaba Rene Schick Gutiérrez, el nuevo rostro del sistema que apagaría un poco la llama rebelde, logrando engañar a muchos que creían en un proceso liberador evolutivo.
En la oposición, Fernando Agüero aglutinaba gente a su alrededor y obligaba aún a ciertas fuerzas de izquierda a, plegarse a sus gigantescos mítines.
Pero Carlos Fonseca y sus compañeros trabajaban. Las primeras redes clandestinas se fueron creando a la sombra de su prestigio.
Entre sus amigos, en los círculos estudiantiles emergía -la nueva organización. Al principio, siendo el Frente desconocido, Carlos firmaba los comunicados como Secretario General, o sea que era necesario su prestigio para dar a conocer la organización.
Con el paso del tiempo, el mismo se encargaría de esfumarse en un anonimato que jamás lo ocultó totalmente, pero que tampoco hizo descansar sobre sus hombros toda la estructura del F.S.L.N. .
Así fue que, cuando los partidos políticos predicaban el civilismo e intentaban participar en la lucha electorera, el Frente se movilizaba en las montañas y en las ciudades.
En la Universidad de León el FER se encontraba ya en franca decadencia con algunos dirigentes importantes enquistados en la burocracia de la UNAN. Así llegó a la presidencia de la agrupación estudiantil, Manuel Elvir, que le entregó el poder a los social cristianos, nueva cara de la reacción que sustituía a los conservadores en el máximo Centro de Estudios.
Ocurrieron los primeros asaltos a bancos y luego la guerrilla apareció por primera vez en el Bocay, Patuca y Coco, al mando de Carlos Fonseca Amador y del coronel Santos López. Mueren valiosos combatientes como Francisco Buitrago, Iván Sánchez, Jorge Navarro y otros.
No se había preparado el terreno lo suficiente como para que la guerrilla pudiera establecerse. Sería esa la última vez que el Frente utilizaría la invasión desde el extranjero.
En 1964 Carlos Fonseca fue capturado en Managua junto a Víctor Manuel Tirado López, organizándose grandes manifestaciones entre el estudiantado para que se le respetara la vida. Una de ellas fue detenida a mitad de la carretera León-Managua.
Cundo se anunció la presentación de los reos viajamos con Rolando Avendaña y vimos primeramente a Tirado, firme, pero quizás extrañando el ambiente ya que eran sus primeros años en el país.
Al otro día presenciamos lo que sería un encuentro histórico entre Carlos Fonseca y “Mr. Auto de Prisión”, Orlando Morales Ocón.
Eran las dos de la tarde. Los periodistas llegaban más atraídos por la novedad del caso, por aquel personaje a quien consideraban un excéntrico según su escala de valores, pero no porque aquilataran la categoría del reo.
Ni siquiera Rolando Avendaña lograba comprender la importancia de aquello, aunque no podía ocultar su admiración por el guerrillero.
Estaban allí Onofre Gutiérrez con su grabadora, Luis Andará Ubeda, también un solitario agitador que lanzaba consignas y protestaba por las anomalías que se producían en el recinto.
René Fonseca, el hermano de Carlos estuvo todo el tiempo conmigo hasta que a eso de las tres entró Carlos, con su, uniforme de presidiario seguido de su custodio, Alesio Gutiérrez.
Nos vio sin mirarnos. Tampoco su hermano hizo intento alguno de saludarlo. Desde un principio comenzó la guerra entre Carlos y sus jueces. Morales Ocón le preguntó si declaraba libre de halagos, presiones y amenazas, el reo se levantó iracundo y gritó:
-¿Cómo quiere usted que me sienta libre de presiones y amenazas, cuando tengo enfrente a éste esbirro, asesino y verdugo, Alesio Gutiérrez?
Se produjo un pequeño escándalo y finalmente se ordenó al custodio salir de la habitación.
Orlando le dijo algo así como que siendo estudiante de derecho Carlos estaba más obligado a respetar las leyes.
-Estas leyes son obra del somocismo. Usted no es defensor de la ley, sino de Somoza – le espetó. Morales se revolvió en su sillón.
-Con qué derecho habla usted así de la ley? ¿Cuáles son las razones que usted tiene para hablar así?
Carlos en un gesto dramático, se quitó la camisa y dejó al descubierto las enormes cicatrices que tenía en el pecho y la espalda, productos del balazo en El Chaparral.
-Estas son mis razones. Así me he ganado el derecho de hablar de Nicaragua.
Se hizo un silencio. La curiosidad de los periodistas iba en aumento. Morales Ocón lo llamó al orden, diciendo que como acusado debía de guardar más compostura. Entonces Carlos dejó caer todo el peso de su verdad, la que después sería verdad de todo Nicaragua.
-Yo no vengo aquí como acusado. He venido a acusar a los hermanos Somoza de haber asesinado a mi compañero Francisco Buitrago y a otros compañeros más en Río Bocay. Yo acuso a los Somoza de ser asesinos.
El Dr. Pedro Joaquín Chamorro, con motivo de la detención de Carlos, había escrito un editorial donde decía que el reo era un pobre muchacho, sin recursos a quien la injusticia lo había convertido en un resentido social. Agregaba que lo mejor que podía hacer el gobierno era darle una beca para que volviera a estudiar, en vez de tenerlo preso.
Fue un error del Dr. Chamorro sin duda. Pero, como repito, eso no era nada extraño entonces. Muy pocos conocían bien a Carlos en aquella época y por eso no eran muchos los que aquilataban el valor de su personalidad.
Un periodista se refirió al editorial del Dr. Chamorro y Carlos tuvo una respuesta genial.
-Yo jamás podré creer que un luchador incansable, que un combatiente antisomocista como el Dr. Chamorro haya’ dicho eso. El Dr. Chamorro no puede haber pensado jamás que yo me voy a vender por una beca y que abandone la lucha. Así como tampoco él se ha vendido nunca.
Un provocador le preguntó si era cierto que las autoridades lo habían curado de una enfermedad “juvenil”, calumnia con que el gobierno de Rene Schick había querido desprestigiarlo.
-Vean compañeros – dijo con acento patético y voz llena de sinceridad -, yo soy un asceta, casi un místico. Todo mi tiempo lo tengo dedicado a la revolución y a la patria. Todo eso es falso. Es un invento. Eso sería como que yo en este momento dijera que fui torturado. Que fui azotado en un sótano de la Seguridad mientras el Dr. Schick presenciaba la escena, paladeando un vaso de licor y recordando sus tiempos de borracho consuetudinario.
La verdad es que jamás se había escuchado a un reo hablar en esa forma de las máximas autoridades del gobierno.
Un conocido abogado se ofreció para defenderlo y él rechazó la oferta dando muestras de que sabía quien era quien en Nicaragua.
Aceptó gustoso la defensa por parte del Dr. Juan Manuel Gutiérrez.
Sólo cuando ya sé iba se volvió hacia su hermano Juan y hacia mi y nos apretó fuertemente las manos. Ni un solo músculo de su cara se había movido.
Salió custodiado por Alesio. Antes de entrar en la “zaranda” se volvió hacia un grupo de estudiantes y gritó: “¡Viva Sandino!”. Fue la última vez que lo vi personalmente.

SU GIGANTESCA OBRA

El Frente se desarrolló bajo su hábil dirección. Cuando se preparaba la guerrilla de Pancasán había varias células organizadas en León que provocaron estallidos en casa de Francisco Argeñal y el Mayor Quintanilla.
Con un dirigente de prestigio como Sócrates Flores el Frente Estudiantil Revolucionario recuperó terreno rápidamente, confirmándose su avance con la aparición de Michel Najlis y Doris Tijerino en el ámbito universitario.
Un grupo de universitarios teníamos un programa radial llamado “El Tren de las seis” donde se atacaba satíricamente a la dictadura y a la burguesía. En el mismo participaban como actores Sócrates Flores, Adán Ramos, Mario Benito Darce y Jorge Teller. Yo me encargaba de hacer el libreto. Sócrates participaba activamente en los preparativos de Pancasán, visitando a los guerrilleros en la montaña en su calidad de futuro médico.
Así nos manteníamos relacionados con Carlos y él nos enviaba sus opiniones estimulantes sobre el programa.
Algún tiempo después Sócrates y Adán Ramos caían presos por actividades de respaldo a la guerrilla.
En 1969 cuando detuvieron a Carlos en Costa Rica muchos periodistas nos trasladamos hacia allá con el objeto de entrevistarlo. Acompañamos a su esposa María Haydée en las gestiones que realizaba.
El periodista y hoy combatiente William Ramírez logró hacerle una trascendental entrevista para el Semanario Extra. William le preguntó si con su detención terminaba el Frente, tal como algunos decían. Su respuesta fue angustiosa, pero firme.
-¡No, compañeros. El Frente no puede morir. Yo no soy el Frente. Soy sólo un combatiente más. El Frente no morirá mientras viva el pueblo de Nicaragua.
Eran los años setenta cuando iniciamos el programa Ocho Columnas en Radio Mundial, donde por primera vez se habló de lucha armada a nivel de radiodifusión nacional. La guerrilla fue el tema central de aquel programa y por supuesto, Sandino y Carlos.
A la gente le gustaba el tema aunque la mayor parte creía ya terminado al Frente. Luego vino el Diciembre Victorioso; creímos reconocer la voz de Carlos en Radio Habana cuando hablaba a nombre del Comando Juan José Quezada.
En 1975 trabajando en León se me acercaron dirigentes universitarios interesados en los libretos radiales de “Ocho Columnas” y me pidieron que hiciera un trabajo más elaborado, para que pudiera ser leído. Comenzamos a trabajar y cuando Carlos entró al país le llevaron parte del trabajo. Se entusiasmó con el y en sus saludos supe que el afecto que nos habíamos profesado perduraba a pesar de los años y de mis grandes limitaciones.
A los pocos días otro enviado me pedía oficialmente terminar el trabajo y entregar una copia a la organización en Managua.
El ejemplo de Carlos había marcado para siempre mi vida de periodista e impidió que cayera en muchas trampas de la dictadura como lo hacían otros colegas.
Su muerte provocó en mi un impacto del que aún no logro reponerme. Pero la noche de la velada fúnebre en la Universidad pude ver ante un gigantesco retrato suyo, a una cantidad de estudiantes, alegres, aplaudiendo en vez de mostrar tristeza. Comprendí que no había muerto, y ya no moriría jamás.

CARLOS Y SANDINO

Carlos Fonseca es, junto a Sandino, el nicaragüense más grande del presente siglo. Su aporte a la lucha por la liberación nacional es gigantesco. Emergió en la vida del país en condiciones muy difíciles, cuando no se confiaba en nadie y la dictadura pregonaba que todos tenían un precio.
Antepuso la causa de la patria a su propia felicidad personal y dedicó su vida al estudio y al combate. Se empapó de la gesta de Sandino cuya bandera enarboló para que fuera la de toda Nicaragua.
Se adelantó a su época y pudo avizorar en el futuro que Nicaragua sería la trinchera más grande en la lucha antiimperialista del continente latinoamericano.
Porque como él mismo dijo: “Mi vida no es mía, pertenece a los que mueren y a los que sufren porque no hay justicia”.
Esta no ha pretendido ser en ningún momento su biografía. Solamente un mensaje para invitarlos a estudiar su vida por la que todos hemos quedado marcados.

Biografía de Domingo Sanchez

El Señor Domingo Sánchez Salgado , conocido como “Chaguitillo” , Nace en Chagüitillo, Departamento de Matagalpa, el 20 de Diciembre de 1915, de donde por metonimia asume ese nombre de combate que lo distinguirá por el resto de su vida, en su lucha sindical, antisomocista y por la causa del Socialismo. Desde su temprana juventud se involucra en la lucha contra la dictadura somocista como activista del Partido Conservador de Nicaragua.

En agosto de 1944 se vincula con dirigentes sindicales y socialistas del recién fundado Partido Socialista Nicaragüense, obteniendo su militancia el 2 de abril de 1945 en la ciudad de Matagalpa. Su destacada actuación lo lleva a sufrir toda clase de vejámenes y torturas, dejando para la historia de Nicaragua el nada envidiable “record” de más de 100 “carceleadas” en diferentes prisiones del país, incluyendo varios “pisa y corre”, típico método de represión somocista que consistía en capturar de manera inmediata al prisionero recién liberado.

“Chagüitillo”, con su dilatada y valiosísima militancia en el Partido Socialista Nicaragüense se ha ganado con creces el derecho de ser condecorado con la Orden “Héroe del Socialismo” del PSN. Su larga, incansable y fructífera trayectoria como defensor de los intereses de los trabajadores nicaragüenses y como militante indoblegable y rectilíneo del PSN, como connotado luchador contra la dictadura somocista incorporado en la Unión Democrática de Liberación UDEL, donde representando al PSN, establece una Alianza revolucionaria con el Mártir de las Libertades Públicas, Dr. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, todo ello lo hizo más que merecedor del homenaje que le otorgó el PSN y mucho más.

Domingo Sánchez salgado “Chagüitillo” ingresa al Partido Socialista el 2 de abril de 1945, pocos meses después de fundado el Partido y de inmediato inicia su actuación como dirigente sindical, su tenaz lucha antisomocista y la difusión del Socialismo en la ciudad de Matagalpa. Posteriormente, llega a Managua en Enero de 1950 como exiliado revolucionario, ya que había sido declarado “non grato” por la Guardia Nacional de Matagalpa, por su incesante lucha social revolucionaria.

A pesar de las persecuciones y de la represión sistemática y constante sufrida por Domingo Sánchez y demás Miembros de la Dirección Política del Partido Socialista , éste no dejó de funcionar en ningún momento y bajo ninguna circunstancia. Aún en las condiciones más adversas y aunque fuese solamente a través de pequeños y aislados grupos de militantes Socialistas, camuflados bajo la cobertura de organizaciones sindicales o sociales, el PSN siempre mantuvo su presencia, prestigio y arraigo en la clase trabajadora.

En su confrontación cotidiana frente a las injusticias del somocismo y como dirigente socialista “ Chagüitillo” promueve y lucha enérgicamente por la Justicia Social , uno de los pilares fundamentales de nuestro socialismo. Los vejámenes y prisiones sufridas por Domingo, su honestidad a toda prueba y su transparencia intachable, siempre presentes en toda su actuación, enaltecen su personalidad indiscutible de Socialista, ejemplo de generaciones.

En 1948 sufrió ocho meses de cárcel conjuntamente con todo el Comité Central del Partido Socialista, regresando a Matagalpa para reorganizar el Partido y a los sindicatos de la ciudad y del campo. Domingo supo combinar la lucha política antisomocista con la lucha sindical y por el socialismo, y logra aglutinar valiosos cuadros de la calidad de Carlos Fonseca Amador y Bernardino Díaz Ochoa, ambos asesinados por la Guardia Nacional.

En 1950 cuando fue expulsado de Matagalpa por la Guardia Nacional que lo había declarado Non grato, viene a Managua como exiliado político. En Managua desarrolló sus actividades pero en escala nacional, por su dinamismo y capacidad hizo del sindicato de carpinteros, albañiles y similares, un verdadero destacamento sindical y bajo su dirección se conquistaron importantes leyes sociales en Nicaragua.

Domingo fue factor importante en la lucha antisomocista en alianza con el Dr. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal participando también en esa lucha el Dr. Edmundo Jarquín, actual dirigente de la Alianza MRS, organizando por medio de UDEL y el FAO, al pueblo nicaragüense en la lucha que encabezada por el FSLN acabó por derribar la dinastía somocista.

En 1980, fue representante de la CGT independiente en el Consejo de Estado, en 1985 fue candidato a la Presidencia de la República, quedando como diputado de la Asamblea Nacional. En 1990 fue electo diputado por el FSLN, terminando su cargo el 10 de Enero de 1997 cuando la Dra. Myriam Arguello era la Presidente de la Asamblea Nacional. Domingo fue segundo secretario, también fue compañero de Asamblea con el Dr. Wilfredo Navarro, en la Asamblea Constituyente en 1986. Por su destacada labor en la Campaña por la Constitucionalización del 6% para las universidades, fue condecorado por la C.N.U. El Ministerio del Trabajo en el 2003 le otorgó un diploma reconociendo su ejemplo sindical, igual que la Colonia 14 de Septiembre.

En Villa Chagüitillo, lo nombraron “Hijo Dilecto” de dicha localidad, la UPONIC, Universidad Popular de Nicaragua, le otorgó el Título de Doctor Honoris Causa, y la Universidad Politécnica de Nicaragua UPOLI, le otorgó el titulo de “Héroe Civil”, y la Orden de la Paz, “ Martín Luther King”.

Los Diputados de la Alianza MRS en la Asamblea Nacional, solicitan se gestione que también se le tribute un merecido homenaje, por su ejemplar trayectoria como dirigente político sindical, por todos conocidas, otorgándole una Pensión de Gracia, para que se ayude en su mantenimiento como “Héroe del Socialismo” ya jubilado y afectado por quebrantamientos de salud propios de su avanzada edad

Recuerdos de Eduardo Mora Valverde

Recuerdos de Eduardo Mora Valverde
De su libro “70 años de Militancia Comunista”
Editorial Juricentro

La Columna Liniera
Regresé a la Zona Bananera del Pacífico Sur a continuar las tareas del Partido. El ambiente político nacional era muy tenso, especialmente en la capital. Se sentía ya la cercanía de muy duras y peligrosas jornadas. La oposición al Gobierno de Picado se armaba; se producían atentados terroristas. Realizando mi trabajo en esas apartadas regiones, se produjo, en el mes de julio, de 1947 la “Huelga de Brazos Caídos”, o sea el boicot económico de la más poderosa burguesía; en agosto, el desfile de damas enlutadas. Para el 12 de octubre la Rerum Novarum, del Reverendo Benjamín Núñez, convocó, a una “gran manifestación” en las calles de San José; contaba con el respaldo financiero de las cámaras patronales.
En setiembre regresé a San José, en labores partidarias. Debido a una gira que realicé hasta Panamá, ida y vuelta a pie, a ratos debajo de la lluvia y a ratos bajo el inclemente sol tropical, durmiendo mal y comiendo peor, adquirí un resfriado, con aguda y persistente tos. Como ya lo había hecho otra vez, mi mamá me metió bajo las cobijas, junto con una palangana de agua hirviendo en la que introdujo unas hojas, y me puso a respirar fuerte. A la mañana siguiente me encontraba perfectamente. Mamá llamaba a ese tratamiento “sahumerio”.
Al mediodia me reuní con Calufa y con don Paco Calderón Guardia; discutimos la posible ruta que debería seguir una columna de obreros bananeros y campesinos pobres de las regiones del Pacífico Sur, para participar en una movilización nacional, el mismo 12 de octubre, en respuesta a la convocada por el Padre Núñez.
Previmos algunas medidas de seguridad así como la ruta y los itinerarios. Primero recogeríamos a los trabajadores de las fincas de González Víquez, en la frontera con Panamá, y de último a los de Quepos y Parrita, que llegarían a Dominical. La entrada a San Isidro de El General y Cartago la haríamos juntos.
La entrada a San José, se calculó hacerla exactamente a las 10 de la manana del 12 de octubre. Me fui rápido a Puerto Cortés, esperé la llegada de Calufa, y comenzamos los preparativos, llenos de entusiasmo y preocupados por el cumplimiento de los plazos y por las dificultades económicas.
La Confederación General de Trabajadores de Costa Rica, CTCR, convocaba a la manifestación nacional, careciendo de los necesarios recursos económicos, e incluso no pudiendo contratar, en muchos casos, líneas de transporte de pasajeros; sus propietarios las habían puesto al servicio exclusivo de la Rerum Novarum.
Era emocionante ver la actitud de los obreros bananeros. Al pasar la cabeza de la columna por las fincas de la United Fruit Co., algunos tal vez indecisos hasta ese momento, tiraban a un lado las mangueras de riego del caldo bordelés o las herramientas de trabajo, y se metían en sus filas. Vi a muchos campesinos salir del rancho, amarrándose apresuradamente los pantalones, e incorporándose a la manifestación.
Larga era la columna integrada por mil hombres dispuestos al mayor sacrificio. Pocos sobreviven hoy. Muchos murieron en la Guerra Civil. Otros por la edad. Los demás siguen de pie. Cuando me encontraba preso en Honduras, en 1951, como lo narrare después, me encontré al más joven de todos, a “Catracho”, sirviendo en la cárcel de Nacaóme. Llegó a mi celda, me abrazó como hermano y me sirvió, arriesgando su trabajo y tal vez algo más.
Recuerdo una madrugada cuando subíamos la cuesta de Tinamaste. Vimos salir de unos potreros a dos o tres obreros de la columna con varios tragos entre pecho y espalda. ¿Cómo encontraron al abastecedor en aquellas desconocidas montañas? Fue algo inexplicable sólo atribuible al simple instinto u olfato de los compañeros bananeros, tan brutalmente explotados, sin diversiones y acostumbrados a tomarse sus tragos el día de descanso.
La subida de la cuesta, antes de llegar a San Isidro de El General, fue espantosa. Algunos trabajadores se desplomaban, rendidos. Yo estaba joven, y además tenía alguna experiencia en esas caminatas, y cargué en los hombros a unos de ellos. Fallas era 14 años mayor que yo e iba bien agotado; pero no se daba por rendido. Cerca de San Isidro nos esperaba un pick-up manejado por Rafael Angel Aymerich, mi ex-compañero en la organización juvenil, quien luego moriría en la Guerra Civil; consideró conveniente ir a encontrarnos por si necesitábamos llevar algún enfermo o herido al Hospital.
En la plaza de San Isidro nos concentramos todos; nos esperaba el Jefe Político don José Mora, primera víctima durante la Guerra Civil en la toma de esa plaza, el 12 de marzo de 1948. Doña María de Salas, años después suegra de Manuel, llevó a su casa a Calufa para darle una fricción recuperadora de sus energías. Yo lo acompañé. Al día siguiente reanudamos la marcha.
Cerca de Cartago nos esperaba en la carretera el Comandante de esa provincia, coronel Vaglio, para informarnos, previo a nuestra entrada a la ciudad, sobre la peligrosa situación que nos amenazaba. Las autoridades no se encontraban preparadas para evitar una agresión violenta contra la Columna, de parte de fuerzas contrarias bien pertrechadas. Nos aconsejo seguir un camino hacia Tres Ríos, que se iniciaba en esa bifurcación en que nos había esperado, para evitar un choque sangriento en Cartago.
Calufa, a la cabeza de la Columna, espero a que yo llegara con los últimos linieros. Delante del Coronel Vaglio nos informó de su propuesta y sin ninguna discusión resolvimos no variar la ruta. Los mil obreros y campesinos de la Columna gritaron llenos de entusiasmo, tal el espíritu combativo. Y seguimos adelante.
Acabábamos de pasar por El Tejar cuando fuimos víctimas de un pequeño ataque, sin consecuencias. Al fin entramos a Cartago. La calle principal estaba llena de gente. Distinguimos al Dr. Vesalio Guzmán, adversario vehemente y uno de los principales dirigentes en esa ciudad. Pero ni él ni nadie observó una actitud agresiva. Al contrario, las muchachas, a quienes veíamos como reinas de belleza, se nos acercaban, nos saludaban, y algunas nos abrazaban y besaban, a pesar de nuestra suciedad.
Siendo en la Administración de don Daniel Oduber diputado con doña María Luis Portuguez (luego Gobernadora de Cartago), ésta me contó que una de esas muchachas era ella.
El 12 de octubre de 1947 al fin entramos, por la Avenida Segunda, al Parque Central, en donde estaba concentrado el pueblo convocado por la Confederación de Trabajadores de Costa Rica (CTCR). Cuando asomamos frente a la tribuna principal, al primero que vi en ella, a la par de Manuel y Guzmán, fue al gran poeta y educador Carlos Luis Sáenz. Los linieros, emocionados al verse recibidos por el pueblo, levantaban en alto las rulas. La prensa reaccionaria sacó al día siguiente sus fotografías y en ellas se veían con caras endurecidas por el trabajo, el sol y las hambres, y vistiendo andrajos, debido a la dura jornada. Presentaba esa prensa a la columna como una banda de asesinos, o poco menos. ¡Qué honor el haber sido yo uno de esos “peligrosos malhechores”!
Mi regreso lo coordiné con Calufa. Me fui, con los trabajadores que habían salido de Quepos y Parrita, en una lancha. En Puntarenas dormimos y al día siguiente llegamos a Quepos. Después de chequear la reincorporación de los compañeros a sus respectivas fincas, mi viejo camarada y amigo, Victor Mora Calderón, me llevó a descansar a un modesto y tranquilo hotelito.
Regresé a la capital y participé en una de las discusiones del Buró Político sobre la delicada situación. Estábamos en plenas elecciones en todo el país a fin de elegir Presidente de la República, Diputados y Munícipes. Irresponsablemente, y sin consultar a sus aliados, don Teodoro había entregado el mecanismo electoral a la oposición. (Nadie entendería después en el exterior por qué el Gobierno y las fuerzas populares que lo apoyaban hablaban de fraude en su contra).
Antes de regresar a las regiones bananeras del Pacífico Sur, me fui con el “Cabo” Isaías Marchena a la costa atlántica para participar en mítines de apoyo a la candidatura del diputado Federico Picado. En la provincia de Limón el partido oficial, junto con el partido económicamente poderoso, de la oposición, y el comunista, se disputaban la mayoría de votos y el único diputado. Marchena, Federico y yo hablamos en Matina y Batán.
(Esa elección la ganó, a pesar de todo, nuestro Partido. Pero Federico no pudo llegar a la Asamblea Legislativa. El 19 de diciembre de 1948 lo sacaron de la cárcel de Limón a las 3 de la tarde, junto con Tobías Vaglio, Lucio Ibarra, Octavio Sáenz, Narciso Sotomayor y Alonso Aguilar, y a las nueve de la noche, a la altura de la milla 41, después de pasar Siquirres, en un recodo del Río Reventazón, conocido como el “Codo del Diablo”, fue brutalmente asesinado junto con sus compañeros. Hasta el día de hoy los responsables de ese asesinato permanecen en la impunidad).
En la oficina del Partido en Puerto Cortés, en una de las paredes teníamos el Padrón Electoral enviado a nuestro Partido por el Tribunal de Elecciones. Por él pasaban decenas y decenas de obreros bananeros y otros a comprobar su inscripción y su derecho legal a votar. Cuando no aparecían hacíamos el reclamo correspondiente. Todo marchaba normalmente.
El triunfo electoral lo teníamos asegurado y eso no era de extrañar en una región proletaria, explotada por una odiada empresa imperialista y con hondas tradiciones de lucha. Uno de los últimos en llegar a chequear su inclusión correcta en el Padrón fue el compañero Avendaño, de las fincas bananeras de Puerto González Víquez. (Pocas semanas después nos volvimos a encontrar en La Sierra, combatiendo; murió tres días después, en la batalla de El Tejar).
El día de las elecciones, el Lic. Marco Aurelio Salazar, Alcalde de Puerto Cortés, hermano del leal aliado de nuestro Partido y fundador del periódico “Libertad”, profesor Ovidio Salazar, nos entregó el Padrón Electoral definitivo. Cumplía así una formalidad. Tomamos el padrón nuevo y sin tiempo de hacer comparaciones, lo pusimos sobre el viejo. Pero media hora después de abrirse las mesas de votación comenzaron a llegar furiosos varios militantes y amigos del centro de Puerto Cortés, pues no se encontraban en las listas recibidas por los fiscales de las respectivas urnas de votación. Unos habían sido trasladados a Guanacaste, otros a la Meseta Central, otros al Atlántico, etc. Reventaban furiosos; pero en ese momento ya nada podíamos hacer. Sólo viajando cada uno al lugar donde lo habían fraudulentamente trasladado, podían no perder el voto. Y eso era imposible por la falta de medios de transporte ese mismo día. Conforme pasaba el tiempo, más personas llegaban ya no sólo del centro de Puerto Cortés sino de toda la región.
Me fui a la plaza frente a la Escuela a calmar los ánimos; la violencia estaba a punto de estallar, promovida por los frustrados votantes. Cuando me encontraba calmando los ánimos, llegó el Coronel Toribio Mora cargando varios tarros de gasolina para incendiar las mesas de votación. Lógicamente eso significaría incendiar la Escuela. Por supuesto, lo impedimos.
Al día siguiente, como lo había convenido con Carlos Luis Fallas, que se encontraba dirigiendo el trabajo electoral en el centro de Puntarenas, tomé sitio en una avioneta de servicio comercial, nos encontramos en el Aeropuerto de Chacarita, y ambos nos fuimos en ese mismo avión hasta el Aeropuerto de La Sabana, en San José.
Las calles de la capital las encontramos llenas de gente protestando por el fraude. “Queremos votar” era el grito de una manifestación a la que Fallas y yo nos unimos. Los dos regresábamos furiosos después de haber palpado el fraude.
Con Antonio Barrantes fui a realizar luego, por encargo del Partido, una misión por los alrededores de La Uruca. Barrantes conducía un viejo automóvil, de color negro y de techo alto. Desde un potrero nos dispararon y una bala penetró por una de las ventanas abiertas. De inmediato sentí un pequeño rasguño en la nuca, e instintivamente me llevé la mano a la cabeza y cogí con los dedos un plomo enredado en el pelo. Un proyectil había entrado al vehículo, había rebotado en las paredes como una bola de billar, y había terminado sin fuerza en mi cabeza.
En otra oportunidad, realizando una tarea en las inmediaciones del Hospital San Juan de Dios, por la calle 14, una bala me llegó en dirección al ombligo; pero por casualidad tenía la ametralladora entre mis manos, sobre mi estómago, y la bala lo que hizo fue destrozar el magazine.
(“Te voy a decir una cosa, puej”, me dijo un día el nica Juan Ramón Leiva, el temerario, con el que había trabajado en el Pacífico Sur en el Partido y con el que estuve después en Ecos del 56. “Son babosadas, pero para morirse hay que tener mucha suerte. Siempre las balas van palotro lado”).
Al ponerse muy grave la situación, la Dirección del Partido resolvió que yo no volviera al Pacífico Sur y me encargó la responsabilidad de proteger con otros compañeros la Estación Ecos del 56. Esta jugaba un papel sumamente importante en la propaganda y agitación, y debíamos protegerla mucho. Por unos días me convertí en el bisoño “comandante” de esa guarnición.
En dos oportunidades me fui a la Finca La Caja, en La Uruca, a recibir alguna instrucción militar con el Mayor Brenes (“Perro Negro”).
Inmediatamente comencé a preparar un plan de defensa de la Estación, y lo discutí con los muchachos. Hicimos una zanja en los costados Este y Sur, en ángulo recto. En caso de un ataque nos iríamos tirando a la zanja, rodearíamos la Estación y la defenderíamos atrincherados en ella.
Un día se encontraba Manuel haciendo una intervención política, sentado por supuesto frente al micrófono, con la vista hacia el norte, hacia la carretera a San Pedro. Desde un lote vacío situado exactamente a la par de la casa donde hoy vive, atrás de la estación, le dispararon con un máuser. Los tiros pasaron cerca de su nuca; por suerte el tirador falló. Los muchachos de inmediato salieron por la puerta lateral, se lanzaron a la zanja, conforme al plan de defensa, previamente elaborado, y formaron una línea de combate alrededor de la Estación. Después de tomar medidas de protección a Manuel y al equipo que atendía en esos momentos la radiodifusora, salimos a la calle para enfrentar directamente al agresor. En ese grupo iba yo, y a la par mía Antonio Barrantes, con un mosquetón en la mano. Casi al solo salir, se le escaparon dos o tres tiros que me aturdieron pues me pasaron muy cerca del oído izquierdo.
El segundo mío en la “comandancia militar” de Ecos del 56, ya he hablado antes, era Juan Ramón Leiva, exmiembro de la Guardia Nacional de Nicaragua; se había venido a trabajar a las bananeras como obrero agrícola. Lo conocí en la finca Puntarenas, en donde llego a ser el responsable de la célula. Mediano de estatura, era vivo, inteligente, activo. Antes de regresar yo de las bananeras, el Partido había promovido una emulación; el premio, un radiorreceptor, lo ganó la finca Puntarenas, de Esquinas, por su magnífico trabajo. Juan Ramón Leiva vino a San José a llevarse el premio; la candente situación política lo envolvió. Ofreció sus servicios de militar conocedor y valiente, que tanta falta nos hacía, y fue enviado a Ecos del 56 para colaborar conmigo.
En calzoncillos y tirados en el suelo dormíamos una noche, cuando llegó el Secretario General acompañado de Manuel Moscoa a indagar preocupado sobre un tiroteo en las inmediaciones de la Estación. Nosotros, quizá por cansancio, no habíamos escuchado nada especial. Como quien estaba comandando en esos momentos la guardia era Leiva, lo llamé para oír sus informes, pero no se encontraba.
Cuando se marchó Manuel sin ninguna información, quedé muy inconforme y molesto. Comencé a ir de un lado para el otro y al rato, encabezados por Leiva, comenzaron a llegar los muchachos que supuestamente deberían haber estado cuidando la Estación, mientras el resto descansábamos.
Según Leiva, había salido precisamente a “rechazar” una agresión y por eso había dejado la guarnición desprotegida y con nosotros adentro, ignorantes de todo.
Me violenté mucho y consideré necesario castigarlo por el mal ejemplo dado, sobre todo el, un militar de formación. Le ordené se metiera a la sala de enfermería, de un área aproximada de dos varas y media por seis, muy incómoda, y se me ocurrió fijar tres días de castigo.
Leiva acató de inmediato la orden, pero cuando el c. Luis Carballo se enteró, dicen que exclamó, y con razón: “Qué sabe Lalo de cuestiones militares”. Y desde el Estado Mayor llegaron a recogerlo. De inmediato lo enviaron a dirigir, o a participar, en un enfrentamiento con fuerzas encabezadas por don Francisco Orlich, más tarde Presidente de la República.
(A Leiva lo volví a ver, en San José, pero después del frustrado intento de liberar a San Isidro de El General, cuando ya nos preparábamos para ir a atacar Cartago. Leiva había llegado con Calufa a la Confederación General de Trabajadores. Traía el ojo derecho inflamado; una esquirla se le había introducido, al hacer un intento para tomar una determinada posición. Al creer que había perdido el ojo se volvió más temerario y siguió atacando con furia. La última vez que hablé con el fue al terminar la Guerra Civil. Me lo encontré en la vieja Casa Presidencial, ya desocupada, intentando encontrar al Presidente para hablarle. Le acompañaba Abelardo Cuadra. El Presidente había abandonado el país y todo era desorden en esa residencia).

La Guerra Civil de 1948
El c. Arnoldo Ferreto, en un “Informe sobre la situación política nacional; antecedentes y perspectivas”, presentado al VII Congreso del Partido, (página 12), afirmó que “Un cierto espíritu aventurerista se apoderó de los dirigentes de nuestro Partido. Todos querían ser militares: Fallas, Lobo, Villalobos, Alvaro Montero y Eduardo Mora se fueron al frente; Rodríguez se hizo carga de la guarnición Ecos del 56…”
Ese criterio del c. Ferreto es respetable pero creo que el aventurerismo existió no cuando él lo señala, sino cuando subestimamos la acción absurda del Presidente de Guatemala Juan José Arévalo, del escritor nicaragüense Edelberto Torres, del periodista dominicano Juan Bosch, del médico nicaragüense Rosendo Argüello, del entonces socialista utópico costarricense José Figueres, y de muchos otros que, como explicábamos antes, pretendían tumbar al Gobierno democrático de Teodoro Picado, no para terminar con las conquistas sociales sino para convertir a Costa Rica en una base de operaciones para una lucha contra las dictaduras del Caribe, que remataría en una República “Socialista”. No sólo no nos esforzamos por convencerlos de su aventura, en la que los estaba metiendo el imperialismo norteamericano, sino que incluso no aprovechamos bien contactos y contradicciones.
El aventurerismo consistió en valorar solamente la magnitud del fraude electoral y limitarnos a repudiar la actitud del Presidente Picado que cometió el acto inexplicable de entregar íntegro el aparato electoral a las fuerzas adversarias e impidió casi a un 30% de nuestros partidarios, votar en las urnas previamente señaladas en los padrones.
También en que cuando el Presidente electo, don Otilio Ulate, se mostró dispuesto a llegar a un arreglo con nosotros, con prepotencia lo rechazamos.
Al declararse la Guerra Civil, el Partido envió a militantes y simpatizantes a combatir, como simples milicianos, bajo la dirección de no pocos oficiales incapaces, deshonestos y cobardes; como si fuera poco, también muchos de ellos enemigos ideológicos o cuando menos personas sin identificación con nosotros.
No afirmo lo anterior para salvar mi responsabilidad personal; precisamente soy uno de los responsables de la anulación de las elecciones de 1948. En el mismo avión, Carlos Luis Fallas y yo regresamos a San José, profundamente indignados por el escandaloso fraude electoral de que fuimos testigos ambos, dos días antes, en la provincia de Puntarenas. Nos bajamos de la nave y nos incorporamos a un acto callejero gritando “queremos votar”. No valoramos objetivamente los factores políticos externos, y las debilidades de nuestros aliados, y nos mantuvimos reclamando hasta el final el desconocimiento de las elecciones. Sólo Manuel Mora yJaime Lobo, de la Dirección, no cayeron en ese error.
Desde principios de marzo me encontraba al frente de un grupo de compañeros, con unos viejos rifles, y unos pocos revólveres, defendiendo la guarnición “Ecos del 56”.
“Lalo, te llaman al teléfono”, me gritó el locutor en ese momento, de la radiodifusora, Arturo Montero Vega, hoy abogado y hermano de Alvaro. Cuando alcé el auricular oí una voz profundamente emocionada. “Eduardo, Figueres acaba de tomar Villa Mills. En estos momentos está abandonando la Casa Presidencial el Embajador de los Estados Unidos; llegó a exigirle al Presidente el envío de la Unidad Móvil a fin de recuperar ese lugar pues Villa Mills es un campamento de la “Public Road Administration”, de los Estados Unidos; dijo que de lo contrario, las gentes de Figueres serían expulsadas por el Ejército Estadounidense”. Y en tono de consejo me agrego: “Suspendan los programas comerciales, pongan el Himno Nacional e informen a los costarricenses que acaba de iniciarse la Guerra Civil”. Quien me hablaba de esa manera era don Francisco Calderón Guardia.
Su desbordada emoción era explicable; suponía que la interferencia del Gobierno de los Estados Unidos no obstante su grosería, demostraba, si no respaldo, al menos neutralidad de éste con el Gobierno de don Teodoro Picado, a pesar de su alianza con los comunistas.
La presión de uno y la debilidad y consecuente complicidad del otro, nos precipitaron en una trama fatal, de la cual no nos dejarían salir: peleamos en donde el adversario deseaba y necesitaba que peleáramos. Es decir, perdimos la batalla estratégica, la fundamental en una guerra.
Figueres había preparado con anticipación un “Territorio Libre”; lo conocía como a la palma de su mano; se extendía desde La Sierra, iba por el Cerro de Tarbaca, seguía sobre la carretera de San Ignacio de Acosta, pasaba por San Cristóbal Sur, Frailes y Santa Elena, y cubría un territorio montañoso en donde se encontraba San Pablo, San Marcos, Santa María de Dota y San Isidro de El General; cobijaba la Carretera Interamericana, de El Tejar hasta San Isidro, comprendiendo todo el Cerro de La Muerte. (Un territorio lleno de latifundios, con una población políticamente atrasada. Muy alta y quebrada, con un clima excesivamente frío. A el tuvieron que ir a combatir nuestros camaradas en su mayoría obreros y campesinos de nuestras calurosas costas).
La Misión Militar Norteamericana terminó de dar el empujón al Gobierno: su Escuela Militar envió al coronel Rigoberto Pacheco Tinoco y al mayor Carlos Brenes (quien me había dado rápida instrucción en la Finca La Caja, en La Uruca),a “comprobar” personalmente, y de hecho desarmados, la veracidad del levantamiento. Según me lo confió quien era personaje importante en esta maniobra, el momento de la salida y la ruta fueron comunicados a uno de los jefes de las fuerzas situadas en la Interamericana, por lo que necesariamente cayeron en una fatal emboscada, propósito evidente de la Misión Militar.
La muerte de Pacheco y Brenes indignó al calderonismo y así se precipitó el envio de la Unidad Móvil, al “Territorio Libre”
Las noticias llegadas a San José, indicaban que la muerte de los dos militares obedeció no a un enfrentamiento de emboscados contra emboscadores, sino a un asesinato. Pacheco y Brenes quisieron burlar el cerco pero al verse rodeados alzaron las manos y entregaron sus armas. A sangre fría liquidaron primero a Pacheco y luego a Brenes, a pesar de ofrecer éste diez mil colones si no le quitaban la vida. Esto sucedi0 el 12 de marzo.
Hasta “Ecos del 56” nos llegaban reclamos de compañeros de la Juventud, o cercanos a ella, que pedían un rifle y un puesto de lucha en los campos de batalla.
En un camión que llevó Franklin Rivero se me encargó recoger, enlistar en la CTCR y llevar por la Interamericana hasta la línea de fuego (Rivero me dijo que a Villa Mills) a ese grupo de jóvenes. Un oficial los recibiría y les daría instrucciones para el manejo de las armas, y otras cuestiones elementales.
Entre los primeros, recogí a Miguel Angel Aymerich. Vivía en un pasaje en calle 6, cerca de La Castellana. “Espérame un momento para llevarme unos calzoncillos”, me dijo tal vez en broma. Salió con el paquetico en la mano y detrás una señora gruesa; lo abrazaba y lo besaba. Presentía que no volvería a ver a su hijo. El último a quien recogí fue a Varelita. Su padre, un artesano de zapatería del Barrio La Constructora, lo despidió con optimismo. (Estando con Fallas y Leiva en los días de la preparación del ataque a Cartago, llegó llorando a informarnos de la muerte de su hijo).
Al salvadoreño Dueñas, encargado de la oficina de registro, dí los nombres de los muchachos voluntarios y salí rápidamente hacia la Interamericana. Pasé antes por “Ecos del 56” pues unos y otros deseaban abrazarse y despedirse.
Varios de los compañeros de la guarnición se subieron “ilegalmente” al camión, “abandonando” sus responsabilidades. No lo pude impedir, básicamente por razones sentimentales. Al pasar por el cruce de Curridabat, y disminuir mucho la velocidad, un muchacho de apellido Zúñiga, de San Pedro, preguntó a los jóvenes que iban parados en el cajón del camión, el motivo del viaje, y se encaramó. ¿Espíritu aventurerista? Pienso que fue la inexperiencia, la falta de formación política, el abundante fervor juvenil, el entusiasmo fresco y comunista. No nos encontrábamos en aquel momento, en aquellas circunstancias, preparados para encauzar debidamente los impulsos de esa muchachada que pasará a la historia del movimiento revolucionario de Costa Rica y ocupará un sitio de honor.
Siendo un muchacho, de unos 14 ó 15 anos, me había internado en el Cerro de La Muerte con Antonio Barrantes y Manuel Vaglio, el hijo de uno de los Mártires de Codo del Diablo. Entonces no había Carretera Interamericana que lo atravesara; los trillos se perdían frecuentemente entre la maleza; varios días anduvimos perdidos. Segun me lo informaron después, Manuel pidió ayuda a la policía para que nos encontraran; la casualidad nos llevó a topar con el TI-3, un monomotor que se había perdido hacía mucho. Lo encontramos clavado verticalmente a una orilla del Río Brujo; cerca había un trillo; avisamos a campesinos, éstos a San José y finalmente logramos llegar a la cumbre del Cerro. Bajamos al día siguiente a Las Vueltas y entramos en la tarde a San Isidro de El General. Esa “aventura” la habíamos iniciado Barrantes, Vaglio y yo a partir de Copey, situado al pie del Cerro, por Dota. De manera que mis conocimientos de la Zona eran muy incompletos. Cuando a mí me mandaron a la Sierra y a Villa Mills a dejar a dichos voluntarios de la Juventud, no sabía absolutamente nada de esos lugares, como no fuera el conocimiento teórico de que existían. Ni siquiera tenía un mapa para formarme alguna idea. Ibamos atenidos a que la Interamericana en construcción nos llevaría por sí sola a ellos y sería cosa de ir preguntando hasta llegar a la “línea de fuego”.
Pocos minutos después de pasar La Lucha, nos vimos cobijados por una lluvia de balas. Un militar del Gobierno, muerto de miedo, nos dijo que huyéramos con él; nos agregó que nos encontrábamos en El Empalme. Afligido, y mientras se zafaba, nos señaló una loma de donde provenían los tiros del enemigo, comandado éste por un militar norteamericano de apellido Marshall. (El oficial gobiernista, que casi no sabía lo que decía, se refería sin duda alguna a Frank Marshall).
Le pedí a mis compañeros protegerse en un paredón que estaba a la izquierda de la carretera, y formé dos grupos. A uno lo dejé al pie de la loma; me puse al frente del otro para subir y expulsar a los adversarios. No todos los compañeros dejados al pie del pequeño cerro tenían armas, ni en ese momento crítico y de precipitación era posible adquirirlas. Las instrucciones que di, un poco vagas desde el punto de vista militar, eran que nos garantizaran apoyo.
Inicié la marcha cerro arriba, gateando, con un “Mosquetón” en la mano derecha; atrás los demás. De pronto sentí un fuerte golpe en la encía superior. Un muchacho apodado “patas de hule” o “piernas de hule”, que ya se encontraba en el sitio de la balacera cuando llegamos, me sobrepasó y sin quererlo, con la culata de su rifle me golpeó fuertemente, arrancándome casi un diente y aflojandome al otro e inflamándome por varios días la boca. Los adversarios al fin se desplazaron hacia el sur.
Urgido por la necesidad de reincorporarme a la guarnición de Ecos del 56, y por hacerme examinar de un dentista, formalice mi regreso a la capital, no sin remordimiento de conciencia (y éstas son las cuestiones que tal vez no valora bien el c. Ferreto), sobre todo porque los compañeros pedían mi permanencia.
“Oye chico, ¿por qué no le haces caso a Manuel? Te ha andado buscando y tú no lo vas a ver”, llegó a decirme Adolfo Braña en momentos en que me encontraba en “Ecos del 56” haciendo un plan táctico para defender a San José de un ataque sorpresivo. Me lo habían mandado a pedir, con el “Chino” Rodríguez. (Por casualidad lo conservo en un roto y amarillento papel, pues nunca lo entregué, ni hubiera servido para nada debido a mi ignorancia en esa materia).
Con el mismo viejo Braña me fui a explicarle a Manuel que yo no había recibido ningún recado suyo. Pero éste se limitó a obsequiarme personalmente una pistola 45, la cual me acompaño durante toda la Guerra Civil. (Era mi orgullo; luego la presté para siempre a los compañeros nicaragüenses en los días de su lucha contra Somoza).
Manuel me informó que me habían llamado para enviarme al Pacífico Sur, a las regiones bananeras en donde yo había trabajado los años 1946 y 1947, para reclutar obreros de la United, y campesinos pobres, a fin de integrar una columna que dirigiría el general Sandinista Tijerino, para tomar San Isidro de El General. Pero Carlos Luis Fallas, el gran líder de toda esa gente, se fue a cumplir esa misión y las condiciones le hicieron comprender que no podía desligarse de esos camaradas y que debía convertirse en su líder “militar”, junto con Tijerino.
El doctor Fischel, en su consultorio esquina opuesta al Correo, comenzó a tratarme los dientes. Pero debí suspender el tratamiento y salir, por orden de la Dirección del Partido, hacia La Sierra. A Fernando Chaves Molina, a Alvaro Montero Vega y a mí, nos encargaron una tarea políticamente muy delicada: proteger la vida del Jefe de la Iglesia Costarricense, Arzobispo Monsenor Víctor Manuel Sanabria, la del Lic. Ernesto Martén Carranza y la del Dr. Fernando Pinto. Debíamos llevarlos a La Sierra, esperarlos el tiempo necesario mientras en El Empalme, (después supimos que habían llegado hasta Santa María de Dota) conversaban con don Pepe Figueres y ponerlos de regreso en las puertas del Palacio Arzobispal.
Monseñor, buscando la paz, y de pleno acuerdo con don Otilio Ulate, iba a proponer un armisticio bajo la siguiente fórmula: entregar la Presidencia de la República al doctor Julio César Ovares, integrar un Gabinete con representación igual de las dos partes en lucha y decretar una amnistía general. Monseñor le dijo a Manuel: “Ustedes tienen una sola palabra. Ustedes hasta con los adversarios respetan las reglas de la lealtad. Sólo si ustedes garantizan mi seguridad, yo voy hasta donde Figueres”.
Fernando Chaves se fue a preparar un cargamento de medicinas y de equipo médico a fin de llevarles a los combatientes enemigos para atender a los heridos. Surgieron muchas críticas. Se decía, especialmente entre nuestros aliados calderonistas, que eso significaba ni más ni menos darle armas a los adversarios. Pero Chaves llenó un camión, el cual fue “misteriosamente” saqueado en la noche y a la carrera, casi en los momentos mismos de salir con Monseñor, se preparó otro cargamento de medicinas. Fui a Ecos del 56 y le pedí a un compañero hondureño de apellido Anduray, locutor de la Estación, pero conocedor del manejo de armas, nos acompañara en unjeep con Chaves, con Montero y conmigo, cargando él una ametralladora grande, con trípode. Iríamos exactamente detrás de Monseñor, de Martén y de Pinto.
Delante del jeep de Monseñor iba el camión con las medicinas que tanto nos costó preparar. Lo conducía un militante del Partido. Pero la caravana era más grande; nos seguían otros vehículos con altos militares del Gobierno, como López Mazegosa, López Roig, el “gordo Quintales”…
Como a una hora antes de llegar a La Sierra, en una bifurcación del camino, detuvo el jeep Monseñor y se bajó indignado junto con sus acompañantes. “Mire Eduardo, mejor me devuelvo. Oficiales del Gobierno se llevaron el camión con las medicinas”, me dijo Monseñor señalándome el camino por donde lo habían introducido
Le contesté que nosotros no podíamos abandonarlo por ninguna razón pues debíamos protegerlo a él. Pero después de un intercambio de opiniones Chaves ofreció ir solo, en nuestro jeep, para investigar el paradero del vehículo Al rato regresó con las medicinas.
Al desembocar en La Sierra vimos las tiendas de campaña en donde pasaban la noche, muertos de frío, nuestros camaradas combatientes. Sobre cada tienda una bandera roja, la de nuestro Partido. En La Sierra, como en el resto del país, nuestros militantes y simpatizantes peleaban bajo la dirección de militares, algunos valientes y honrados, pero otros cobardes, anticomunistas, inescrupulosos. Cuando aparecíamos dirigentes del Partido, como en esa ocasión, los milicianos reclamaban nuestra presencia permanente, no porque supiéramos algo sobre cuestiones militares, sino porque al menos acatarían la autoridad de un cuadro político. Incluso un dirigente del Partido, combatiendo, se constituía en un factor de estímulo, de confianza y de seguridad.
Los coroneles Caballero y Zamora, junto con otros oficiales, nos recibieron evidentemente enterados de la misión de Monseñor. Con gran rapidez dieron todas las facilidades para la continuación de su viaje. Por sugerencia del Jefe de la Iglesia el camión de las medicinas fue cubierto con una gran bandera del Vaticano; el doctor Pinto tomó el volante, Monseñor se sentó a la par suya y don Ernesto Martén en el mismo asiento, al lado de la puerta.
Estaban a punto de salir hacia la “tierra de nadie” cuando llegó apresurado el c. Castillo, ingeniero agrónomo que al terminar la Guerra Civil se fue a Venezuela y aún permanece en ese país. Nos informó que el pequeño aparato de inteligencia del Partido había detectado un atentado contra la vida de Monseñor. Oficiales del Gobierno habían escogido dos cerros no muy altos, a la orilla de la carretera entre La Sierra y El Empalme, y desde allí dispararían con armas pesadas sobre el camión.
Nos apresuramos a llegar hasta don Monseñor, y sus acompañantes, y les explicamos la necesidad de darnos tiempo para desbaratar ese criminal propósito. Ya Castillo estaba llamando a todos los combatientes a una concentración. Resultaba extraña tal disposición, tomada por tres dirigentes comunistas sin consultar para nada al comandante Caballero ni a ninguno de sus oficiales. Todo era el producto de relaciones contradictorias dentro de un ejército improvisado en el cual quienes combatían eran comunistas, y quienes dirigían las acciones militares, los aliados de los comunistas. Por esa razón los camaradas no pusieron en duda que era la disciplina del Partido la que se debía acatar.
De inmediato nos vimos rodeados de dos o tres mil personas, entre ellas los oficiales de la Unidad Móvil, o sea de la Escuela Militar, así como los oficiales que venían con nosotros desde San José. También Monseñor Sanabria, don Ernesto Martén y el doctor Pinto.
Me dirigí a los miles de milicianos comunistas y simpatizantes: “En nombre del partido les exigimos que contribuyan, con todos los medios a su alcance, a proteger la vida del Jefe de la Iglesia del pueblo costarricense, Monseñor Sanabria, y de sus acompañantes. Ellos deben ir a conversar con José Figueres para presentarle una propuesta de armisticio, y deben regresar vivos. Si tuvieran ustedes que disparar contra los oficiales, deben disparar. Es orden de la Dirección del Partido”.
Los soldados se fueron a ocupar sus puestos. Los oficiales guardaron silencio y se dispersaron. Después se le dijo a Monseñor que podía continuar su marcha, si lo consideraba pertinente. Llenos de confianza salieron en el camión cubierto con la Bandera de la Iglesia Católica llevando las medicinas a los soldados de Figueres, las tres ilustres personalidades.
(En 1952, encontrándonos en la clandestinidad, asistí una noche a una reunión del Partido en Grecia. El portero de la Escuela era militante y creó las condiciones preparándonos una de las aulas. Cuando por casualidad se mencionó ese incidente oí una voz que venía del final del salón; en la semi oscuridad no podía precisar de quien era. “Vos sabés, Lalo, quien dirigía al grupo que iba a matar a Monseñor? Era yo. No militaba todavía en el Partido, pero a partir de ese momento comprendí que ahí estaba mi lugar. Por eso estoy aquí”. Después se acercó. Era Mario Segura, de Santo Domingo de Heredia).
Esa noche dormimos en La Sierra “Peor que perros”, como me decía Fernando Chaves Molina. Tirados en el suelo, sin cobijas, pegados lo más posible unos a otros para sentir algo de calor. El c. Avendaño, el mismo que el día de las elecciones llegó a decirme en Puerto Cortés, indignado, que lo habían trasladado a votar a Limón, sin haberlo solicitado, anulándole así su voto, me pidió que me quedara combatiendo en La Sierra. “Ya sé que vos no sabés de estas babosadas, pero venite”.
Al despedirme al día siguiente le prometí a él y a otros excompañeros de la Zona Bananera y de la Juventud volver a La Sierra. El regreso a la capital lo hicimos más o menos siguiendo el mismo orden. Detrás del de Monseñor, iba el jeep nuestro. No sabíamos del fracaso de la gestión de paz, pero regresábamos contentos de haber cumplido exitosamente la tarea encargada por la Dirección del Partido.
La “Public Roads” no había terminado de construir la carretera. Si el serpenteo y el declive hoy son muy peligrosos, en aquél tiempo eran mucho mayores, y la bajada la íbamos haciendo con cuidado. No habíamos recorrido la mitad cuando pasaron en sentido contrario dos vehículos; el primero, una camioneta Willis nueva; en ella el Jefe de la Policía del Gobierno, el coronel de nacionalidad cubana Juan José Tavío, furibundo anticomunista, perteneciente al FBI. Después de la Guerra Civil regresó a su patria y se convirtió en uno de los torturadores de Batista. La Revolución Cubana lo ajustició al triunfar.
Cuando lo vimos pasar comenzamos a especular sobre si no sería él quien como jefe de la policía había planeado el crimen del Jefe de la Iglesia, para frustrar un arreglo político a base del Dr. Ovares, fundador de la Liga Cívica y un hombre antiimperialista, y a la vez para culparnos a los comunistas del crimen. Supusimos que se dirigía a La Sierra a investigar personalmente los entretelones del frustrado asesinato y, de ser posible, ejecutarlo mediante otro plan.
Al poco rato Anduray nos avisó la cercanía de Tavío detrás de nuestro jeep. Evidentemente el agente del FBI al ver pasar en sentido contrario a Monseñor Sanabria resolvió regresar. Aumentando la velocidad sobrepasó a los vehículos de la cola y sólo le faltaba adelantar al nuestro, cuando Anduray lo descubrió. Chaves Molina conducía nuestro jeep y comenzó a zigzaguear para no dejarlo pasar. Teníamos no sólo el temor sino el convencimiento de que Tavío y sus gentes, al situarse a la zaga del vehículo de Monseñor, procederían de inmediato a liquidarlo, talvez empujándolo a un precipicio en una de las numerosas vueltas.
Le pedimos a Anduray que la mira de su ametralladora la pusiera sobre la cara de Tavío y ante el primer intento de sobrepasarnos, disparara sin vacilación.
Al evadir Chaves un hueco, la Willis de Tavío pasó como un rayo, sin darle tiempo a Anduray de actuar, y se situó detrás de su objetivo. Por suerte en ese momento llegábamos al Tejar; Monseñor debió darse cuenta de esa situación extraña al ver el vehículo de Tavío al lado suyo, y no el nuestro; entonces en vez de seguir hacia Cartago entró a la población y se detuvo frente a la Iglesia del lugar. Con más rapidez que Tavío y sus subalternos, nosotros nos tiramos del jeep y corrimos hacia donde Monseñor Sanabria. Pero de inmediato Tavío se nos acercó y nos dio la mano a todos.
Con facilidad organizamos la protección del Jefe de la Iglesia y sus acompañantes hasta San José. En la puerta del Palacio Arzobispal nos despedimos de ellos.
Después de los hechos narrados, la Dirección del Partido no me envió a combatir a La Sierra; sería faltar a la verdad afirmarlo; no actué correctamente al permitir que mis compromisos morales determinaran mi incorporación a las filas de combatientes de la Interamericana. Alguna vez Manuel, pasados varios años de los acontecimientos, en tono burlón me dijo: “Usted no pidió perniso para irse”, y yo le contesté: “Ustedes tampoco pidieron que no lo hiciera”. Mi incorporación a ese ejército popular, sin preparación, sin confianza política, y sin dirección y orientación diaria, permanente, directa, del Partido, no puede interpretarse como una decisión aventurerista. Tampoco la de Fallas, ni la de Montero, ni la de Payín Rodríguez, ni la de otros cuadros dirigentes. En el caso mío acepto que fue equivocado mi proceder; me llevó a él no sólo la presión de algunos de mis compañeros de la Juventud y de las bananeras, sino la experiencia misma de la lucha, producto de mi contacto directo con la realidad viva en los frentes de combate. Era necesaria la presencia permanente de cuadros del Partido, a la par de los militantes y simpatizantes dispuestos a toda clase de sacrificios, a dar sus vidas, aunque inconformes con decisiones y procedimientos de jefes militares, ideológica y hasta políticamente extraños, cuando menos desconocidos e incluso hasta temerosos de ellos. Nunca hablé con Fallas al respecto, pero reconociendo a Calufa como lo conocí, estoy absolutamente seguro de que su decisión de seguir con sus compañeros bananeros hasta San Isidro de El General, después de reclutarlos, fue consecuencia de su conciencia política y de su responsabilidad, aunque procediera sin previa autorización. La Dirección del Partido nunca mostró celo por evitar la incorporación directa de él, como de otros de sus dirigentes, a la lucha armada. Es más, al regresar de una operación éramos enviados a otra.
Con la pistola 45 y un mosquetón salí para La Sierra junto con otros compañeros. Antes de llegar a Casa Mata vimos a varios hombres armados en la Interamericana. Distinguí a Antonio Valerín, el padre de Menchita y suegro de Payín, y a Adolfo García Barberena, a quien llamábamos el “Nica Garcillón”, y al que mucho queríamos por su valentía y lealtad. (Murió combatiendo en Nueva Guinea, Nicaragua, en la lucha del FSLN. Antes de salir a su última batalla estuvimos en las oficinas del Partido conversando sobre la situación militar contra Somoza y oyendo unos cassettes sobre una operación militar reciente, que dirigió).
Salí de la CTCR y no lo hice a escondidas sino como la cosa más natural del mundo. Repito, reconozco no haber recibido una orden, pero de hecho la Dirección aceptó mi traslado; prueba de ello fue el nombramiento como comandante de la guarnición Ecos del 56, en sustitución mía, de Efraín Rodríguez.
Una madrugada, tan fría o más que las anteriores, me encontraba en un punto avanzado de la Interamericana, tendido sobre la carretera, con una ametralladora de trípode mirando hacia las posiciones enemigas, listo a disparar en cualquier momento, cuando oí el motor de un camión que se avecinaba por detrás, como a una distancia tal vez de doscientos metros. A la par mía se encontraba tirado Fredy, un negrito de Limón, sencillo y generoso, con quien había hecho mucha relación amistosa. Varias veces sacó de su inseparable mochila un pedazo de “dulce de tapa”, y después de morderlo y dejarlo babeado, me lo pasaba para que yo mordiera y recuperara energías. Le grité: “Fredy, ve quién viene”.
Poco después se encontraba casi a mis pies el Presidente don Teodoro Picado, acompañado de Claudio Mora Molina, ex campeón nacional de boxeo, militar del Gobierno, comandante en las primeras batallas que se dieron en el Tejar y luego muerto en 1955 en La Cruz, cuando se produjo la condenable invasión a Costa Rica, desde Nicaragua.
No me levanté a saludar al Presidente pues suponía que las reglas militares me lo impedían. Sin embargo me quité del cuello la cobija y sin levantarme me volví a conversar con don Teodoro, con Mora Molina y otra u otras personas de la protección del Presidente. Al despedirse, don Teodoro me obsequió un máuser frances, diferente a los demás, pues al bajársele un seguro podía descargar completa la cejilla de cinco tiros, como si se tratara de una ametralladora.
Al día siguiente, entre los compañeros combatientes, ese máuser se convirtió en centro de atención. Cuando se salía de inspección, o a alguna acción bélica, siempre alguien me lo pedía para llevarlo. Con él se quedó posteriormente Alvaro Montero cuando llegó con Guillermo Fernández, munícipe del Partido electo en 1932, a decirme que la Dirección me pedía regresar de inmediato a fin de cumplir una tarea muy delicada. Le dije a Alvaro que era inconveniente mi retiro de La Sierra si no se nombraba un sustituto. “Andate vos y yo me quedo”, me dijo Alvaro. Le dejé el máuser de don Teodoro y salí hacia San José con el Ñato Fernández.
Cuando llegué a San José en la C.T.C.R. Manuel me dijo que se me había llamado para que fuera a reclutar bananeros, unos 200, a fin de ir a San Isidro de El General a respaldar a Fallas y a Tijerino los cuales se encontraban en difícil situación. Nos reportamos en la CTCR y me fui a reunir con mi familia, y a comer. En la noche regresé pero los planes de lucha habían cambiado y, por supuesto, también las tareas que uno debía realizar.
Manuel y Ferreto, según me informo el c. José Merino y Coronado, a cargo de labores de inteligencia, había salido en un jeep a hacer un recorrido hasta San Cristóbal. Después me enteré, por boca del mismo Manuel, que el propósito de esa arriesgada gira consistió en comprobar si las autoridades militares del Gobierno habían tomado medidas para impedir el ingreso a Cartago de las fuerzas adversarias. Pero habíamos sido traicionados. Figueres entró con su gente en la madrugada del día siguiente, sin disparar un solo tiro.
Don Francisco Calderón Guardia le había confiado privadamente a Manuel que el Gobierno de los Estados Unidos y el de Somoza se habían puesto dc acuerdo para manipular, en la medida de lo posible, al Presidente Picado y a otros funcionarios, a fin de facilitar la llegada de Figueres sin contratiempos a Cartago. El Gobierno, a partir de entonces, debería abandonar la capital y trasladarse a Liberia para que los comunistas quedáramos con la responsabilidad de defender solos la ciudad capital; así se produciría el enfrentamiento armado entre nosotros las fuerzas de Figueres y se justificaría internacionalmente una invasión de Somoza a Costa Rica. Don Paco le dijo a Manuel que el Gobierno de los Estados Unidos y Somoza “sabían” que Figueres no estaba actuando en Costa Rica para defender la elección de don Otilio Ulate, sino para establecer una base militar, bajo la dirección del mismo Figueres, y posteriormente organizar el derrocamiento de los Somoza y de los gobiernos dictatoriales de Honduras, El Salvador, y otros, e integrar una República Socialista en el Caribe.
La entrega de Cartago a las fuerzas de Figueres debió en efecto ser el producto de esa intriga internacional y de la complicidad del Presidente Picado, pues se dieron estos otros hechos: Teodoro no quiso atender el informe de una elevadísima personalidad costarricense que confiadamente le detalló cómo y en qué día las gentes de Figueres avanzarían sobre Cartago, incluso indicando detalles como trillos por donde marcharían. Poco antes del “ataque” a Cartago, René Picado, Ministro de Seguridad y hermano de don Teodoro, retiró la Unidad Móvil de la Interamericana (dato muy curioso pues don René Picado se encontraba en los Estados Unidos y regresó apresuradamente a dar esa y otras órdenes aparentemente dirigidas a lograr el objetivo denunciado por don Paco). En una carta privada, más tarde dada a la publicidad, don Teodoro le hablaba a Manuel y al doctor Calderón de “fuerzas incontrastables” (refiriéndose al gobierno de los Estados Unidos) que ejecutarían un “vejamen” contra Costa Rica (se refería a la invasión de Somoza) si él se mantenía en el Poder.
Por esos días, en efecto, nuestro país se quedó sin Gobierno y los comunistas, organizados y mal armados, quedamos dueños de hecho de la situación. Recuerdo la siguiente anécdota: estando yo un día en el Anexo del Hotel Costa Rica, fue anunciada la llegada del comandante Vega, de Puntarenas; necesitaba urgentemente hablar con Manuel. Se había venido del Puerto en un tren expreso y al ser recibido, se paró frente a Manuel, irguió el pecho, y lo saludó militarmente llamándolo “comandante”, cosa muy cómica para nosotros, por nuestra formación.
Fallas y Leiva regresaron a San José, en vista de que Figueres ya se encontraba en Cartago y las acciones contra San Isidro habían perdido sentido. Estuvimos conversando en el local de la CTCR. Leiva llegaba con un ojo muy inflamado. Una esquirla se le había incrustado cuando atacaba una posición enemiga. Me contaron que él creyó haber perdido el ojo y entonces se volvió más temerario de lo acostumbrado. Fallás fue nombrado miembro del nuevo Estado Mayor, como jefe, y al coronel nicaragüense Abelardo Cuadra, como principal consejero militar.
“Abelardo quiere hablar con vos”, me llegó a decir Calufa una tarde mientras conversaba con Antonio Barrantes, “Ameba”. Salí entonces de la oficina en que nos encontrábamos e inmediatamente me tomó Cuadra por un brazo y me invitó a salir en la madrugada del día siguiente hacia Rancho Redondo, en Guadalupe, a impedir, según él, que las fuerzas de Figueres, muy bien armadas, entraran a San José.
En la Plaza de Guadalupe un militar de apellido Serrano, de la Escuela Militar, entregó a Abelardo un croquis señalando el camino a seguir hasta el beneficio de café del Conde Tatembach; verbalmente le explicó características del lugar.
Cuando marchábamos en dirección a Rancho Redondo observamos una ambulancia de la Cruz Roja, siguiéndonos permanentemente. Eso nos disgustó mucho pues nos parecía ya sospechosa la publicidad dada a la operación. Se le pidió retirarse.
Al recibir los primeros tiros, Abelardo resolvió dejar en ese mismo lugar una “línea de retaguardia” al mando de Martínez, conocido como “Pico de oro” y escogió a unos 12 combatientes, incluyéndome a mí, e incluyéndose él, para romper la línea de fuego y penetrar la infraestructura industrial en donde al parecer estaba concentrado, según suposiciones o informes, el adversario.
Le pregunté a Cuadra la razón por la cual dejaba una retaguardia tan numerosa. Me contestó que el grueso del enemigo nos pensaba atacar por detrás. “Andan cerca y debemos tomar medidas”, afirmó. (Después supimos que iban comandadas por Marcial Aguiluz).
Comenzamos a saltar zanjas y obstáculos, escapando al fuego de las ametralladoras, con Cuadra a la cabeza. Nos separamos tanto de la retaguardia, dentro de una concepción táctica concebida por Cuadra, que en determinado momento nos sentimos rodeados de fuego de ametralladoras. Pero la retaguardia no daba señales de vida. En un bajo, cerca de donde estábamos, divisamos una hermosa y salvadora residencia. Los tiros nos silbaban cerca cuando a la carrera bajamos hasta la casa. Estaba por supuesto desalojada. Me impresionó encontrar en el jardín un papel con el nombre de un ex-condiscípulo del Liceo, de quien hablé antes, hijo de Zeledón Castro. ¿Estaríamos en una propiedad del terrateniente de Vuelta de Jorco?
El coronel Cuadra se encontraba muy molesto con Martínez, a cargo de la línea de retaguardia. Resultaba totalmente inexplicable que habiendo pasado tantas horas no diera señales de vida.
Avanzaba la tarde, y las perspectivas no eran halagüeñas. Yo tenía entonces fama de poseer un gran sentido de orientación. Cuadra me pidió buscar una salida de aquel encierro. Arrastrándome a ratos, en otras caminando agachado, y cuando era posible trepándome a algún árbol, para formarme una mejor idea de los alrededores y de las salidas menos peligrosas, volví donde Cuadra. Por supuesto no podía dar seguridad absoluta ni mucho menos, pues el enemigo era superior a nosotros, debido a la ausencia de Martínez.
Cuadra se encontraba sentado en la cima de una loma; a su alrededor picaban los tiros de las ametralladoras y de los rifles. Posiblemente el suyo era un arranque de temeridad, o una forma de sugerirnos la ausencia del peligro inminente. En vez de bajar para enterarse de mis investigaciones y discutirlas y ajustarlas, me llamó a la cima; yo le indicaba que llegara hasta donde estaba yo para ponernos de acuerdo; pero insistía en llevarme a su lado; no quise demostrar temor, y con precaución fui subiendo. Cuando estuve a la par suya se quitó de la muñeca de su brazo izquierdo una pulsera y me la obsequio; era una brújula, (Cuando después de la Guerra Civil llegué a México, se la enseñé a Manuel y a Carmen Lyra, con satisfacción, y así la conservé hasta que se me extravió; o mejor dicho hasta que un camarada se la dejó como recuerdo).
Nos disponíamos a salir del cerco, pasara lo que pasara, con la complicidad de la oscuridad, cuando comenzamos a oír intercambio de tiros; gracias al olfato o a la experiencia de Cuadra, y también a que nuestros socorristas traían datos muy aproximados del lugar, entramos en contacto con dos columnas enviadas desde San José en nuestro auxilio, precisamente por donde le había sugerido a Cuadra.
Mientras tanto Pico de Oro había llegado a San José con todos los integrantes de la línea de retaguardia; Manuel les preguntó por los 12 que faltábamos. Según Martínez, su línea de retaguardia había abandonado el lugar, por orden suya, pues evidentemente los 12 habíamos perecido. Manuel no quedó satisfecho, ni mucho menos, y fue así cómo organizó las dos columnas de voluntarios, muy ágiles, muy valientes, muy astutos y muy solidarios.
Cuando regresamos a San José, ya el Estado Mayor nuestro había elaborado en lo fundamental el plan de ataque a Cartago y sólo esperaba el regreso de Cuadra para completarlo. En esencia consistía en lo siguiente: una columna de unos 300 hombres, yo entre ellos, bajo la dirección de Fallas y Cuadra, entraríamos a la vieja capital a las 4 de la mañana y haríamos contacto, en el Cuartel, con el valiente coronel Roberto Tinoco. Otra atacaría desde Tres Ríos. Los jefes de esta última serían Salamanca, el discreto y capaz militar que tomo Buenos Aires, y Leiva, el impetuoso, el que adelantó el ataque a San Isidro, poniendo en un aprieto a Tijerino. La tercera la integrarían los compañeros de la Interamericana y atacarían por El Tejar. En total seríamos unos 3 ó 4.000 hombres contra 700 de Figueres.
La columna nuestra se integraba, repito, por unos 300 combatientes. Yo iba adelante, al mando de unos 50. Muchos de ellos de la Juventud. Recuerdo a Guillermo y a Noe Carvajal Cabezas; (uno salió herido en el codo del brazo izquierdo y el otro murió) a Edgar Campos, que después fue funcionario de un organismo internacional; al hijo de don Víctor Lorz y a otros cuyos apellidos se me escapan de la memoria.
Al entrar a la falda del monte situado frente al Cristo, en el Alto de Ochomogo, a pesar de que la operación la creíamos secreta (un miembro del Estado Mayor del Gobierno al parecer era un agente yanqui), fuimos atacados por sorpresa desde el costado sur, es decir desde la carretera.
Volví a ver hacia el Cristo y noté que bajo su protección se escondía un ametralladorista, logrando abarcar así, con mayor amplitud, el potrero en que nos encontrábamos. Saqué mi pistola 45 e hice un primer intento de apagar el fuego de esa máquina, apuntando a la cabeza del ametralladorista. Por inmadurez comencé a avanzar en esa direcci6n, sin protegerme. A Campos lo veía haciendo gestos retadores. Un hijo de Fallas, corneta, daba clarinasos envalentonadores. Detrás mío, desde la pendiente, vi bajar corriendo al teniente Quintanilla con una pesada ametralladora, y a su ayudante, Pablo Chaves, hoy gerente de la “Coope-Sierra Cantillo”, del Pacífico Sur.
De pronto caí al suelo y comencé a sangrar por el lado derecho del cuello. Mis compañeros se asustaron mucho. Fallas llegó corriendo y al ver un simple rasponazo me dijo: “Guevón, me asustase; ¿vos sabés lo que hubiera sido llevarte con las patas “padelante” donde Manuel?”.
Cuadra ordenó a Quintanilla que con su poderosa ametralladora protegiera la continuación de nuestra marcha hacia Cartago. Así llegamos a una casona e hicimos una breve parada; matamos un buey utilizando bayonetas propias o prestadas, lo asamos en pedazos individuales y lo comimos sin sal.
El c. Pablo Chaves se me acercó y me contó que era originario de Cachí de Cartago; sus padres desgraciadamente adversarios políticos suyos; su padre combatiente de Figueres. Cuando tenía 11 ó 12 años se impresionó con la firmeza y combatividad de nuestro Partido y con las grandes movilizaciones promovidas para conseguir y consolidar las conquistas sociales, y razonó de esta manera: “Soy hijo de papá, pero no estoy obligado a pensar como él”, Y se fue a las bananeras del Pacífico Sur a ganarse la vida trabajando como obrero agrícola Cuando comenzó la Guerra Civil trabajaba en Finca 16; buscó a Santiago Flores, dirigente del Partido, y se incorporó a las milicias. Peleó en Dominical, llegó a San José y se alistó supuestamente para ir a tomar Limón, pues así se lo dio a entender Abelardo Cuadra. En esa marcha hacia Llano Grande para atacar Cartago fue que lo conocí.
Estando en la casona divisamos dos mujeres. ¿Qué hacían en ese momento y en ese lugar? ¿Andarían en labor de espionaje?
Cuadra dispuso que Pablo y otro compañero fueran tras ellas hasta sus casas, situadas a unos 400 metros del lugar, y las observaran bien a fin de comprobar si en efecto eran maestras.
(Años después me contó Chaves que efectivamente lo eran. Una de ellas se llamaba Carmen Naranjo, la cual llegaría a convertirse en una distinguida escritora. También me contó que cuando llegó de regreso a la casona, nosotros ya habíamos partido. Como oían fuego de fusilería y ametralladoras en Cartago, dieron por hecho que nuestra columna había penetrado en esa ciudad y decidieron contactar. De pronto se vieron en el centro de un cerco cada vez más reducido y no encontraron escapatoria. El comandante adversario, con acento extranjero, los interrogó. Pablo se puso insolente y la respuesta fue una trompada que lo tiró al suelo. El comandante era Marcial Aguiluz, uno de los hombres a quienes posteriormente más llegó a querer nuestro Partido por su hidalguía, por su lealtad, por su devoción a la lucha contra las injusticias.
Pablo Chaves fue a parar a la cárcel acusado de haber asaltado una Iglesia. Pero el papá, activo “figuerista”, puso de lado las discrepancias y actuó. A partir de entonces al jefe de detectives, patrón de Pablo cuando éste era un niño, “extrañamente” se le perdió la tarjeta de “delincuencia”. Luego Pablo se escapó de la cárcel porque el guarda que era su tío, se descuidó inexplicablemente.
Antes de llegar a Llano Grande, a esperar las 4 de la mañana para entrar a Cartago, capturamos a dos combatientes enemigos en una lechería. Los llevamos con nosotros. En un galerón lleno de papas nos reunimos Fallas, Cuadra y yo con los presos, en procura de obtener información sobre las posiciones del adversario.
“Fusilalos si se niegan a hablar”, me dijo Fallas con fingido matonismo y con el propósito de atemorizarlos. Dichosamente no tuve necesidad de continuar el simulacro; ellos nos enteraron de nuestra situación en la batalla del Tejar.
Poco antes de abandonar Llano Grande y comenzar el ataque a Cartago se recibió por radio, desde la Estación Ecos del 56, la orden de regresar a San José. Toda la noche caminamos, habiendosenos prohibido hablar y fumar. Marchábamos en fila india y las órdenes de detenernos o continuar nos llegaban en voz baja, desde atrás.
Entrada la noche, antes de llegar a Tres Ríos, terriblemente empapados debido a un aguacero que duró hasta la madrugada, resolvimos dormir y descansar. En un potrero buscamos un declive, a fin de que la lluvia no se estancara debajo de nuestros cuerpos, y dormimos profundamente. Tan profundamente que los dos presos aprovecharon la oportunidad para escaparse.
En las puertas de Tres Ríos formamos dos columnas, una encabezada por Fallas y otra por mí; en el centro, el hijo de Calufa haciendo sonar su corneta; en las calles nos recibieron calurosamente. (Por casualidad, al mismo tiempo entraban a Tres Ríos compañeros participantes de la batalla de El Tejar; entre ellos distinguí a Emllio Braña, el hijo del querido “viejo” Braña).
Fallas y yo continuamos hacia San José y nos fuimos directamente al anexo del Hotel Costa Rica, en donde estaba reunido el Buró Político el Partido.
A poco de regresar de Llano Grande comencé a enterarme de gestiones de paz realizadas a iniciativa de la Embajada de México, por el Cuerpo Diplomático. Manuel intervenía en nombre del Partido.
Me encontraba realizando, dentro de ese paréntesis de combate directo, algunas tareas de seguridad. Por eso acompañé a Manuel, con su equipo de protección, a una de esas históricas sesiones.
El Embajador Davis de los Estados Unidos, llevó al Presidente Teodoro Picado un mensaje del Secretario de Estado Norteamericano Marshall, despachado desde América del Sur. En efecto, en una conferencia en Colombia se encontraba ese alto funcionario estadounidense; en nombre de su gobierno amenazaba con una invasión de marines yanquis si no renunciaba Teodoro.
El Gobierno de México, enterado de esas presiones (coincidentes con el denunciado plan de don Paco Calderón Guardia) ordenó a su Embajador intervenir ante el Cuerpo Diplomático para evitar esa nueva desvergüenza en la historia de América Latina.
No sé si los representantes de México cometieron algún error, difíciles por lo demás de evadir en aquellas complejas circunstancias. En todo caso, lo cierto es que hicieron lo posible por evitar un agravio a nuestro país y llegar a un acuerdo de paz.
En las reuniones organizadas en la sede de la representación por el Embajador Ojeda, el de los Estados Unidos, señor Davis, cuando supo que la Guardia Nacional de Nicaragua se encontraba en nuestro territorio, anuncio el retiro de ésta pero sólo previa garantía de que el “comunismo internacional” no sería una amenaza en Costa Rica para la seguridad del Canal de Panamá y del Caribe. Manuel consideró necesario alcanzar un entendimiento patriótico para enfrentar la intervención extranjera y en nombre del Partido llegó hasta la línea final, aparentemente, en esas gestiones de dignidad nacional: ofrecer a Figueres un entendimiento inmediato orientado a lograr la unidad de todas las fuerzas en ese momento en pugna para enfrentar la agresión promovida por los Estados Unidos.
Para quienes formábamos la guardia de protección del Secretario General ese día, y estoy convencido que para todos los muchachos que empuñábamos las armas, eso era anímicamente muy difícil. Pero por respeto y absoluta confianza en el Partido, quienes supimos de esa gestión la aceptamos, y se llegó al llamado Pacto de Ochomogo.
¿Cometimos errores? Eso no debe ni preguntarse. Seguramente se cometieron. En ellos no incurren sólo quienes están al margen de la lucha. Pero recibimos una lección: para los comunistas, el patriotismo no es un concepto hueco, formal, integrado por la celebración de fechas conmemorativas. El patriotismo es parte de nuestra vida. Es un elemento esencial de nuestra lucha. Los ciudadanos pueden o no cometer errores, y corresponde a ellos mismos tolerarlos o enmendarlos, así como buscar las formas para hacerlo. Concretamente, en abril de 1948 éramos los costarricenses quienes teníamos que resolver, mal o bien, la suerte de nuestra Patria; aunque cometiéramos errores; lo fundamental era salvar la dignidad del pueblo costarricense.
El Acuerdo de Ochomogo garantizó las conquistas sociales y económicas y garantizó el respeto a la CTCR, a nuestro Partido y a todos los demás partidos revolucionarios y democráticos que se llegaran a formar en el futuro.
El Padre Benjamín Núñez y el periodista Guillermo Villegas Hoffmeister, para crear seguramente mayores motivos de roces en la izquierda, han afirmado que no hubo tales promesas de Figueres a Manuel Mora en Ochomogo, ni mucho menos fueron las que éste nos informó, en la Comisión Política. Por supuesto, según ellos no hubo ningún documento escrito al respecto.
Sin embargo el Padre Núñez y el periodista Villegas cometen un error en el libro que le atribuyen a Figueres. En la página 273 de “El Espíritu del 48”, don José Figueres dice textualmente: “En realidad, el documento no venía a ser otra cosa que la expresión escrita del espíritu y la letra de la Segunda Proclama de Santa María de Dota, que la opinión pública conocía. Era la reiteración de la conversación que yo sostuve con Manuel Mora en Ochomogo”.
Y a continuación reproducen textualmente la carta, enviada el 19 de abril de 1948, por el Presbítero Benjamín Núñez, como Delegado del Ejército de Liberación Nacional, a nuestro Partido. La carta es un compromiso, que no fue cumplido íntegramente, de respeto a todas las conquistas democráticas, incluso a las alcanzadas durante los gobiernos del doctor Calderón Guardia y del Lic. don Teodoro Picado. En el punto 7 de la larga carta, o Pacto de Ochomogo, sin dejar lugar a dudas aclara lo que el Padre Núñez y el periodista Villegas pusieron en duda ante un compañero: el respeto a la legalidad del Partido de los comunistas; en el artículo tres el respeto a la CTCR. Etc.
En fin, el acuerdo de Ochomogo garantizó las conquistas sociales y económicas ya alcanzadas, por las que tanto luchó nuestro pueblo encabezado por nuestro Partido, y la legalidad de los comunistas y sindicalistas.
El 27 de abril, en el Parque España, frente al viejo local de la CTCR, y como parte de los compromisos alcanzados, nos reunimos los combatientes. Simbólicamente deberíamos entregar las armas al Lic. Miguel Brenes Gutiérrez encargado de la Fuerza Pública para ese efecto. La Presidencia de la República la había asumido ya el tercer designado, don San tos León Herrera.
En una breve y emotiva intervención Manuel informó sobre los compromisos y el acuerdo de paz alcanzado. De pronto los excombatientes apuntaron sus armas hacia el cielo y dispararon, una, dos, tres veces. Caras enérgicas, cansadas, llorosas algunas, llenas de emoción y de esperanza.
Previamente se había organizado un pequeño aparato para ayudar económicamente al regreso de los combatientes a sus casas. La mayoría era de las costas; otros del interior del país pero de lugares lejanos; otros del Valle Central; algunos, no pocos, de la capital.
Una vez terminada la entrega, en un jeep conducido por Antonio Barrantes, nos fuimos Rodolfo Guzmán, Manuel y yo, los últimos en permanecer en la Plaza España, (cuando ya se oían descargas de los adversarios que posiblemente comenzaban a entrar a la capital), a los refugios señalados previamente. Como la casa de Carmen Lyra, en donde ella se encontraba enferma, estaba a unas pocas cuadras del lugar, fui el primero en bajar. Tenía la tarea de protegerla con mi ametralladora y la pistola 45, y funcionar como una especie de enlace entre la Dirección y los compañeros que irían llegando “perdidos”, o militantes no excombatientes que necesitaban orientación para desarrollar su trabajo en la clandestinidad. A pocas cuadras de la casa de Chabela vivía doña Rosita Quirós, gran amiga del Partido y estrechamente vinculada a dirigentes militares adversarios; allí se quedaría Manuel, junto con Ferreto y Carlos Luis Sáenz, radicados de previo en esa residencia. Barrantes al final iría a dejar a Guzmán. Y también esta tarea fue cumplida valiente y disciplinadamente por Barrantes, aunque como me decía años más tarde Guzmán, gozando de lo lindo, antes se tomaron unos tragos de despedida.
En la prensa internacional se llegó a decir, durante el desarrollo del conflicto, que Carmen Lyra se paseaba durante la Guerra Civil con dos pistolas al cinto, presumiblemente cometiendo crímenes. Teníamos temor sobre la veracidad de los rumores de que las fuerzas de Frank Marshall pensaran sacarla de la casa, del pelo, para asesinarla como castigo.
Me acomodé en la sala y en presencia de Chabela tomé la ametralladora, me fui al patio, separado de la acera por una tapia, y sobre ella, entre unas matas, coloqué el arma. Me dejé la 43.
Dormía profundamente, quizás en la madrugada, y oí la débil voz de Chabela: “Eduardo, Eduardo se cayó la ametralladora”. Extrañado me levanté, corrí a la tapia, me subí y la encontré en donde la había dejado. Eran alucinaciones de nuestra dulce y bondadosa Chabela, la más grande escritora de Costa Rica, que amaba profundamente a su patria, a su casa, a la tapia, a las guarias de su patio… y que luego fue expulsada y obligada a vivir enferma y a morir en el exilio.
En la mañana de ese día llegó Adán Guevara. Lo había visto la última vez, tirado en una butaca, fatigado, en Tres Ríos, después de un combate. Llegó por orientaciones y le pedí su regreso rápido, pero cuidadoso. Luego supimos de su detención y del intento en Liberia de ahorcarlo. Colgando de un árbol, con un lazo en su fuerte cuello, fue encontrado con vida por un campesino, el cual de un machetazo cortó el mecate y le permitió a Adán huir y refugiarse.
Una noche llegó a la casa de Chabela el abogado Fernando Castro, yerno de don Ramón Madrigal. Llevaba el vehículo lujoso de su rico y anticomunista suegro. Bajo esa protección me trasladó a una casa cerca del Parque Central en donde seguí cumpliendo mis tareas en relación con los camaradas aún no orientados en su trabajo. Ya Carmen Lyra había sido llevada a la Embajada de México
En mi nuevo escondite recibí instrucciones de atender a varios compañeros. El último fue Abraham Marenco, ex-coronel de Sandino. Lo había conocido en Esquinas, en la finca Alajuela, en donde trabajaba como peón bananero. Era el encargado del periódico en ese conjunto de fincas conocidas con los nombres de las provincias de Costa Rica. Con él estuve en La Sierra. Durante la batalla de El Tejar fue herido en la espalda; en una cama del Seguro Social se encontraba, con la cara tapada y un cuello ortopédico, cuando llegaron a buscarlo para darle “el castigo que merece”. Un funcionario lo llevó a una sala contigua, dándole tiempo a Marenco para su escape. Este se quitó el aparato ortopédico y se puso los pantalones; al fin un compañero lo puso en contacto conmigo. Le di 125 colones, pues ya no tenía más y un revólver desarmable en dos partes, con los cinco tiros. Salió así hacia Nicaragua, para hacer contactos en la frontera e ingresar ilegalmente a su patria. Al despedirnos calurosamente, me dio su última broma: “Lalo, me alegré pues decían que te habían metido un tiro en la frente”.
Ciertamente circulaba el rumor de mi muerte y lo llevaron a conocimiento de mi famllia, por dicha al terminar la Guerra, cuando ya me sabían vivo.
Fallas y yo teníamos una amiga llamada Aurea Alvarado, nicaragüense; vivía muy cerca del Partido, por el Teatro Moderno. Preocupada llevó a mi casa esa “información”, recibida de militares “figueristas”, agregando que el coronel Elías Vicente (mi excondiscípulo del Liceo de Costa Rica) me había dado un tiro en la frente, con su ametralladora. Según Aurea, Elías era el ametralladorista del Cristo, en Ochomogo.
En esa misma semana se me avisó del viaje a México, a terminar mis estudios universitarios. Me enviaron el tiquete y el pasaporte. El sábado llegó Dueñas, el salvadoreño a quien ya me referí, todavía con una pequeña molestia en una nalga, debido al tiro recibido en la Interamericana cuando combatíamos. El tenía contactos en el Aeropuerto de La Sabana, y pasamos sin dificultad.

A mi padre, el latín lo condujo al humanismo…

A mi padre, el latín lo condujo al humanismo…

Entrevista con Luís Sarbelio Navarrete

SAN SALVADOR, 6 de diciembre de 2007 (SIEP) “A mi padre, Sarbelio Navarrete, el latín lo condujo al humanismo…”explicó el Dr. Luís Sarbelio Navarrete, de 78 años, en entrevista realizada esta tarde en su residencia, en la Colonia Flor Blanca.

Sarbelio Navarrete, nacido en 1879 y fallecido en 1952 fue uno de los principales humanistas salvadoreños del siglo pasado. Su tesis doctoral trató sobre El Estado centroamericano. Su obra principal se titula En los Jardines de Academo y fue publicada en 1942.

“Mi abuelo alquilaba bestias, esa era su ocupación. Era muy trabajador. En aquel tiempo, estamos hablando de la mitad del siglo XIX, las mulas y los caballos se utilizaban para trasladarse de un lugar a otro, no había carreteras y se usaban los caminos vecinales. Tenía también una posada, donde descansaban las personas que se dirigían al oriente del país o a la capital. Mi abuelo se llamaba Venancio Navarrete y mi abuela Enriqueta García.”

“Mi abuelo era originario y trabajaba en San Esteban Catarina, mi abuela nació allí pero su familia venía de Tecoluca. Tuvieron doce hijos, diez hombres y 2 mujeres. Mi abuelo era un campesino de esa época, muy cristiano. Mi papa fue el segundo hijo que tuvieron. Y nació en ese ambiente rural…allí pasó su infancia.”

“Pero tenía una inteligencia natural, era bastante despierto y entonces el abuelo Venancio decide enviarlo a estudiar a San Vicente, a una escuela católica. Le tocaba entonces caminar, bajar desde San Esteban Catarina hasta San Vicente. Es de esta época que surge su amistad con el Dr. Juan Crisóstomo Segovia, que también estudiaba en la misma escuela. Ambos eran muy religiosos. Incluso se disputaban como monaguillos ayudar en la misa. Segovia posteriormente como médico destacó como investigador, llegando a descubrir el tripanosoma crues, que origina el mal de Chagas.”

“Cuando mi padre llegó a San Vicente a estudiar primer grado ya él sabía leer y escribir, así como contar…y esto les llamó la atención a sus maestros. Era un niño dotado. Y le gustaba mucho ayudar en la misa. Y fueron estos maestros los que le recomendaron a mi abuelo Venancio para que enviara a mi padre Sarbelio a estudiar a San Salvador. Incluso le recomendaron donde ingresarlo. Entonces lo envió con un trabajador de confianza llamado Chepe. La misión era dejarlo interno en el Colegio Divino Salvador. Y Chepe cumplió. El Colegio Divino Salvador se encontraba en esa época a la par de la Iglesia de San José, en pleno centro de la capital…el siglo XIX estaba finalizando.”

“El arreglo en el colegio fue que Sarbelio pagaría con su trabajo el estudio. Era un alumno trabajador. Y entonces el escuchaba las clases desde fuera del salón mientras se dedicaba a barrer los corredores. Pero esto no lo desanimaba sino que fortalecía aún más su voluntad de aprender. Y la materia que más le interesó fue la de latín. Y esto intrigó a sus maestros. Y sobresalió en su aprendizaje del latín de tal manera que fue incluso enviado a Catedral para participar en un curso impartido por el mismo Obispo de esa época, Monseñor Pérez y Aguilar, quine fuera el primer arzobispo de la capital.”

“El obispo al conocerlo pensó en una carrera eclesial para el aventajado estudiante y mi padre Sarbelio aceptó el reto. E ingresó al seminario. Y su principal interés volvió a ser el latín, devoraba cualquier obra en latín que encontrara en la biblioteca. Y continuó recibiendo clases de latín en la Catedral. Y era el mejor alumno. Pero en determinado momento descubrió que el sacerdocio no era su vocación. Y abandonó el noviciado…pero fue el latín aprendido en Catedral el que le motivó su amor por las humanidades.”

“Y entonces se matriculó en el Instituto Francisco Menéndez para cursar el bachillerato. Y luego en la Universidad, que estaba situada en el costado poniente de Catedral. Como anécdota el me contaba que una vez a la entrada de la Universidad se encontró con un joven uniformado de militar que lo saludo y empezaron a platicar. Le preguntó el joven: ¿qué estudias? –derecho, respondió mi padre. Y el joven le dijo: y por qué no una carrera militar? Mi padre respondió: -porque voy a dedicarme a la política… El joven este sería después presidente por trece años del país: el general Maximiliano Hernández Martínez. Se hicieron amigos. Ambos venían de fuera de fuera de la capital, el uno de san Vicente y el otro de San Matías.”

“En la Universidad mi padre acostumbraba llevar dos cursos seguidos en vez de uno como se acostumbraba. El empezó a estudiar ya mayor, ya que se graduó como doctor en Jurisprudencia y Ciencias Sociales a los 33 años. Aunque Don Alberto Masferrer era mayor que mi padre mantuvieron una amistad. Incluso mi padre escribió para un periódico dirigido por Masferrer, el diario Patria. Una vez sostuvieron un debate sobre la Toma de la Bastilla en la Revolución Francesa, de la cual mi padre era ferviente admirador.

Mi padre tuvo cuatro hijos del matrimonio en 1920, con mi madre, que se llamaba Mercedes Barrera. Yo soy el último, nací en 1929. Tengo tres hermanas, la primera se llama Graciela nació en 1922 y se casó con Pedro Abelardo Delgado, que fue presidente del BCR; la segunda Mercedes, como mi mamá, nació en 1924 y su esposo fue Armando Colorado, y por ultimo Alicia, nació en 1926 y vive en los Estados Unidos. Pero mi papá tenía tres hijos de una relación anterior. Que se llaman Concepción, que vive en Ciudad Delgado, Gabriel, y Guillermo.

Puerto Rico:represion en la colonia

Puerto Rico
Represion en la colonia
Hector L. Pesquera Sevillano
Co-presidente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano
El pasado fin de semana se celebro en Ponce un interesante Foro titulado “La Represion contra el Movimiento de Liberación puertorrique/no”. En el mismo planteamos que la represion en la colonia se extiende mas alla del movimiento independentista y golpea, en mayor o menor grado, a todos los puertorrique/nos y puertorrique/nas.
Las embestidas que antes las fuerzas represivas concentraban contra el movimiento independentista, hoy se han visto en la necesidad de diversificarlas hacia sectores en lucha que le son incluso mas amenazantes que el mismo movimiento independentista.
Me refiero a la represion contra las fuerzas sociales que hoy luchan en la defensa de nuestro ambiente y recursos naturales; los trabajadores en los sindicatos; los lideres en las comunidades que se organizan y reclaman sus derechos; los estudiantes que reclaman democratizacion de las estructuras universitarias. Esas son las fuerzas que, junto al movimiento patriotico, cuestionan hoy las bases del colonialismo y del capitalismo salvaje. Eso le complica las cosas al aparato represivo. Ahora tienen que atender muchos frentes.
En la medida en que el independentismo vaya vinculando esas luchas sociales con la necesidad de la independencia y la justicia social, en esa misma medida es predecible que se acentuara la represion contra nuestro movimiento. Intentaran reprimirnos a todos y a todas, porque en esa dialectica que genera la lucha de masas no sabran distinguir entre unos y otros.
Como parte de esa campa/na represiva lo primero que hacen es intentar confundir a nuestro pueblo para aislarlo de sus sectores mas claros y combativos, de su vanguardia. Así, comienzan a tildar a los ambientalistas de “terroristas” y personas contrarias al progreso y al “desarrollo”. Se/nalan contradicciones inexistentes entre los reclamos de los sindicatos y los intereses de las comunidades; y a los estudiantes que luchan contra las arbitrariedades del sistema los catalogan de “ideologicamente motivados”.
La modalidad mas reciente de represion en la colonia es la federalización de la vida cotidiana de nuestro pueblo. He ahí la expresion mas burda de esa agresion colonial indiscriminada. La injerencia de las agencias del gobierno de Estados Unidos en Puerto Rico en el funcionamiento del pais es apabullante.
Desde el resultado de las pasadas elecciones coloniales, que se decidieron finalmente en Boston, hasta la determinacion del precio de la leche, las medicinas que podemos o no consumir, la titularidad y el control de nuestros rios y acuiferos, la potestad de adue/narse de nuestros yacimientos arqueologicos, profanar los cementerios de nuestros antepasados y llevarse a su pais osamentas y artefactos indígenas; la falta de respeto a nuestras instituciones que regulan, por ejemplo, la otorgacion de Certificados de Necesidad y Conveniencia para Farmacias; las Leyes de Cabotaje vigentes desde el 1917, que no son otra cosa que un impuesto imperial a la navegacion; la insistencia en imponer la pena de muerte expresamente prohibida en nuestra Carta de Derechos; nos dictan con quienes podemos relacionarnos en el mundo, por mencionar solo algunas de esas medidas represivas contra nuestro pueblo.
La federalizacion de nuestras vidas es la anexion de facto. Son medidas represivas impuestas por las agencias federales que afectan directamente a toda la poblacion. A nuestro juicio es deber del independentismo participar con el pueblo en la defensa de esos peque/nos espacios de autogestion que le pertenecen al pueblo y que junto a este debemos hacer valer y defender.
Pero no hay mayor grado de represion, brutal y descarada, que la de impedir el pleno desarrollo de un pueblo, de toda una nacionalidad, durante mas de cien a/nos. Pretender someter a un pueblo a la dependencia a perpetuidad, enajenar a una nacion de su entorno natural y caribe/no, es un acto subversivo de dimensiones genocidas. Y a los que luchan contra esa agenda imperialista nos llaman “separatistas”, cuando los verdaderos separatistas son los que pretenden aislarnos de nuestros vecinos.
Para finalizar quiero enfatizar que el mejor antídoto contra la represión es la masificacion de las luchas, sin relegar que como independentistas tenemos la responsabilidad de ejercer nuestra funcion de vanguardia de esas luchas populares. Mas nuestras posturas o acciones no deben distanciarse de la comprension de las masas porque de ser asi perderiamos efectividad y nos convertiriamos en tropa perdida, presa facil de la embestida represiva.
Ante la magnitud de la represion desatada contra nuestro pueblo, mas alla de la ejercida contra el movimiento independentista, no debemos subestimar la importancia de vincularnos a sus luchas y de asumir, de nuestra parte, la responsabilidad de desarrollar una intensa campa/na de educacion política dirigida al ciudadano comun y corriente. Pienso que el maltratado y abusado pueblo de Puerto Rico esta receptivo a escuchar nuestros planteamientos sobre los orígenes de la desarticulacion de nuestra sociedad, de la desigualdad social y de la debacle economica en que nos encontramos.
En el proceso nos iremos vinculando con el pueblo, con sus luchas, sus preocupaciones; aprenderemos de nuestro pueblo los mecanismos que este ha desarrollado por su natural instinto de conservacion, y en el proceso nos ganaremos su confianza para juntos enfrentar victoriosos la represion, y erradicar para siempre el colonialismo de nuestras vidas y asi emprender el nuevo camino de la plenitud, que nos ofrece la libertad y la lucha por la justicia social.
Hoy adquiere mayor relevancia que nunca antes el reclamo del fin de la colonia y la exigencia de la salida inmediata de todas las instituciones federales de Puerto Rico. Por eso los invitamos a todos y todas a conmemorar este proximo aniversario de nuestra bandera de forma combativa. El sabado 22 de diciembre, despues de izar la ense/na nacional al medio día en el Ateneo Puertorrique/no, saldremos marchando desde alli hasta el Tribunal Federal en el Viejo San Juan, en un masivo reclamo a ponerle punto final de la colonia y por la salida del FBI, de la Corte Federal y de todas las instituciones del imperio en Puerto Rico. Alli nos vemos.

Organizaciones Sociales y Políticas de Nuestra América apoyan la Reforma Constitucional Venezolana

ORGANIZACIONES SOCIALES Y POLÍTICAS DE NUESTRA AMÉRICA, APOYAN A LA REFORMA CONSTITUCIONAL

Por Congreso Bolivariano de los Pueblos, Secretaría de Organización Latinoamericana Caribeña.

El gobierno venezolano, coherente con su ideal bolivariano, encabeza hoy la lucha por la unidad latinoamericana caribeña. Nadie puede desconocer que el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, el comandante Hugo Chávez, realiza enormes esfuerzos en esa dirección, buscando hacer realidad el sueño de nuestros libertadores y apelando siempre al protagonismo popular como pilar fundamental en la construcción de la Patria Grande.

La profundización de la revolución bolivariana, es por lo tanto, un tema que involucra a todos los latinoamericanos caribeños. Y cabe destacar el texto del artículo 153 propuesto para la reforma constitucional:

“La República promoverá la integración, la Confederación y la unión de América Latina y del Caribe a objeto de configurar un gran bloque regional de poder político, económico y social. Para el logro de este objetivo el Estado privilegiará la estructuración de nuevos modelos de integración y unión en nuestro continente, que permitan la creación de un espacio geopolítico, dentro del cual los pueblos y gobiernos de nuestra América vayan construyendo un solo proyecto Grannacional, al que Simón Bolívar llamó “Una Nación de Repúblicas”.

La República podrá suscribir tratados y convenios internacionales basados en la más amplia cooperación política, social, económica, cultural, la complementariedad productiva Grannacional, la solidaridad y el comercio justo”.

Pero mientras la Revolución Bolivariana avanza, en apego a la institucionalidad y la ley, para obtener más democracia, más justicia social, más libertad y más protagonismo popular, una minoría reaccionaria y golpista, apoyada por el imperialismo estadounidense, pretende desestabilizar al país con acciones violentas, criminales y fascistas.

Ante esta situación, organizaciones populares del continente nos pronunciamos en apoyo al gobierno bolivariano, el Presidente Hugo Chávez Frías y al pueblo venezolano; repudiamos el accionar de la derecha fascista y el imperialismo yanqui y decimos, junto a todo el pueblo hermano de Venezuela: ¡Sí a la Reforma Constitucional!

Firmas:

Movimiento Libres del Sur, por la Dirección Nacional: Humberto Tumini, Jorge Ceballos y Isaac Rudnik, Argentina.
Partido Comunista de Chile, Guillermo Teillier, Presidente y Lautaro Carmona, Secretario General, Chile.
Frente Transversal Nacional y Popular, Comisión Directiva, Argentina.
Movimiento Humanista, por el vocero para Lationoamerica y ex candidato presidencial de la izquierda chilena, Tomas Hirsch, Chile.
Central de Trabajadores Argentinos, CTA, Hugo Yasky Secretario General, Argentina.
Partido Comunista Brasileiro, PCB, Brasil.
Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, Nidia Díaz, diputada y comandante, El Salvador.
Confederación de Mujeres de Brasil, por la Secretaría Ejecutiva, Marcia Campos, Brasil.
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Perú, CONAIP, Lucio Ramírez Cárdenas, Presidente, Perú.
Partido Comunista Colombiano, Jaime Caicedo, Secretario General, Concejal Electo, Colombia.
Movimiento Barrios de Pié, por la Coordinación Nacional, Roberto Baigorria, Argentina.
Confederación Kichwa del Ecuador, Humberto Cholango, Presidente, Ecuador.
Federación Tierra y Vivienda, FTV, Luis Delia, Secretario General, Argentina.
Partido Comunista Peruano, Renan Raffo Muñiz, Secretario General, Perú.
Edgardo Depetris, Diputado Nacional, Argentina.
Partido Movimiento al Socialismo, P-MAS, Camilo Soares, Secretario General, Paraguay.
Movimiento de Liberación Nacional 29 de Noviembre, MLN-29, por la Dirección: Federico Britton, Panamá.
Asociación Permanente de Derechos Humanos, APDH, por el Vocero Nacional Alexis Ponce y su Directora Ejecutiva Anaite Vargas, Ecuador.
Federação de Favelas do Estado do Rio de Janeiro, FAFERJ, Comisión Directiva, Brasil.
Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, Jacinto Suárez, Nicaragua.
Partido Comunista, Patricio Echegaray, Secretario General, Argentina.
Frente Nacional Frente Nacional por la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales, FRENADESO, Gabriel Castillo, Coordinador, Panamá.
Frente Socialista, por la Coordinación Nacional: Rafael Bernabé, Manuel Rodríguez y Guillermo de la Paz, Puerto Rico.
Movimiento Nueva Izquierda, MNI, Alberto Moreno, Presidente, Perú.
Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador, FESE, por el Comité Ejecutivo Nacional, Pablo Castro, Presidente Nacional, Ecuador.
União da Juventude Comunista, UJC. Brasil.
Partido Comunista Congreso Extraordinario, PCCE, por la Dirección Nacional: Jorge Pereyra y Héctor Santarén, Argentina.
Central Unitaria de Trabajadores Auténtica, CUTA, Bernardo Alvarez, Secretario General, Paraguay.
Asociación de Trabajadores del Campo, ATC, Edgardo García, Dirección Nacional, Panamá.
Izquierda Unida, Miguel Mejías, Presidente, República Dominicana.
Frente Popular, Federico García Hurtado, Perú.
Partido Nueva Alternativa, PNA, por la Presidencia Colegiada: Ramón Almánzar, Teresita Ruiz y Luís Méndez, República Dominicana.
Partido Comunista Patria Roja, Orlando Breña, Perú.
Bloque Popular de Honduras, Erasto Reyes, Coordinador, Honduras.
Partido Humanista, por la Dirección: Marilen Cabrera. Presidenta, Fernando Lira. Vicepresidente, Fernando Ortiz. Vicepresidente y Susana Córdova. Secretaria General, Chile.
Uniòn Nacional de Empleados Bancarios, UNEB, por la Dirección: Ramiro Arroyave, Colombia.
Coordinadora Comité Internacional por la Libertad de los Cinco, Graciela Ramírez, Cuba.
Partido Izquierda Cristiana de Chile; Por la Dirección Nacional: Manuel Jacques, Presidente, Chile.
Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación del Perú, SUTEP, Luis Muñoz, Secretario General, Perú.
Coordinación Latinoamericana de Movimientos Territoriales Urbanos, CLMTU, Capítulo Argentina, Lito Borello, Coordinador General, Argentina.
Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares SUNTRACS, por Comisión Directiva: Genaro López y Saúl Méndez, Panamá.
Casa da América Latina, Brasil.
Frente Nacionalista Peruano, Lucero Vite, Perú.
Presentes por el Socialismo, Colombia.
Colectivo Otra Colombia es Posible en el Polo Democrático Alternativo, PDA, por Comisión Directiva: Gloria Cuartas, Colombia.
Proyecto Nacional y Popular, Obispo Emérito Federico Pagura, Presidente, Rosario, Argentina.
Movimiento Patriótico Manuel Rodríguez, MPMR, por la Dirección Nacional, Roberto Muñoz, Chile.
Departamento Integración Nuclear para América Latina y el Caribe de la Central Nacional de Energía Atómica, CNEA, Argentina.
Proyecto Nacional y Popular PRO.NA.PO, Dusan Sigulin, Secretario, Rosario, Argentina.
Sociedad de Escritores de Chile, Reinaldo Lacamara, Presidente, Chile.
Partido Alternativa Popular, PAP, por la Secretaría General, Olmedo Beluche, Panamá.
Juventud Comunista Peruana, Daniel Alor Minaya, Responsable Nacional, Perú.
Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, Mónica Quilodrán, Secretaria General, Boris Teillier, Secretario de Relaciones Internacionales y Rafael Henríquez, Gabriel González, Felipe Robles y Julia González, Miembros del Comité Central, Chile.
Partido Socialista Revolucionario, Víctor Oliva, Secretario General, Perú.
Bloque Popular Social, El Salvador.
Fundación Che Guevara, Fernando Valdivia, Presidente, Bolivia.
Unión de Frentes Regionales del Perú, Alfonso Valderrama, Coordinador, Perú.
Presidente de la Asociación Americana de Juristas, Alfonso Torres, Escritor, República Dominicana.
Partido Comunista de Brasil, PCdoB, Amazonas. Por la Dirección: Antonio Levino, Presidente; Brasil.
Movimiento Universitario Sur, por la Dirección Nacional, Mauro López, Argentina.
Frente Amplio de Profesionales de Izquierda, FAPI, Chile.
Movimiento Se Puede, Comisión Directiva, República Dominicana.
Federación de Estudiantes del Perú, Segundo Mendoza, Presidente, Perú.
Centro Cultural Enrique Santos Discépolo, Norberto Galasso, historiador, escritor, Argentina.
Periódico El Rebelde, Vicente Painel, Director, Chile.
Comunidades de Fe y Vida, El Salvador.
Nucleo Ruy Mauro Marini do PDT, Brasil.
Partido de los Trabajadores Dominicanos Marxista Leninista, PTD-ML, Iván Rodríguez, Presidente, República Dominicana.
Iglesia Luterana Popular, El Salvador.
Asociación Bancaria Seccional Rosario, por Jorge Raúl Rodríguez, .Secretario General Adjunto, Argentina.
Asociación Artiguista de Uruguayos Residentes en Argentina, Argentina.
Movimiento Salvadoreño por la Paz, El Salvador.
Fundación Emancipación para la Unidad y Soberanía de América Latina y el Caribe, Fernando Bossi, Argentina-Venezuela.
Jóvenes de Pié, por la Dirección Nacional, Daniel Menéndez, Argentina.
Movimiento al Socialismo Andino Amazonico, MASA, Javier Lajo, Presidente, Perú.
Red de Mujeres Solidarias, por la Coordinación Nacional. Malena Nissman, Argentina.
Confederación Trabajadores del Cobre, Cristian Cuevas, Presidente, Chile.
Partido Comunista Marxista Leninista, PCML, Eddy Batista, Secretario General, República Dominicana.
Movimiento de Educación Popular, por la Conducción Nacional, Laura Gonzalez Velasco, Argentina.
Congreso Bolivariano de los Pueblos Capitulo Argentino, Línea Fundadora, Ruben G. Varone, Coordinador, Argentina.
Grupo Sacerdotal Don Herder Càmara, Comisión Directiva, República Dominicana.
Radio Liberación, Víctor Carcamo, Director, Chile.
Federación Democrática de Mujeres, Dirección Nacional, Brasil.
Diario El Siglo, Director del Francisco Herreros, Chile.
Red de Comunicación Popular, por la Coordinación Nacional, Pascual Calicchio, Argentina.
Cámara Argentina de Proveedores de la Industria Petrolera, Ingeniero Aníbal Mellano, Presidente, Argentina.
Fuerza de los Trabajadores, FT, Julio Díaz Campusano, Presidente, República Dominicana.
Juventudes Comunistas de Chile, Sergio Sepúlveda, Secretario General, Chile.
Carlos Margotta, Rector de la Universidad ARCIS, abogado de Derechos Humanos, Chile.
Federación Campesina de Cusco, por la dirección, Hugo Blanco, Perú.
Asociación de Empleados Universitario del Centro Universitario Regional de Santiago, por la Coordinación, José Espinal Marcelo, República Dominicana.
Central Unitaria de Trabajadores de Colombia, Subdirectiva Huila, Joaquín Polanía Rojas, Presidente, Colombia.
Instituto Bautista van Schouwen, Horacio Lira, Chile.
Frente19 de Diciembre, por la Coordinación General, Jorge Aragón y Nahuel Beibe, Argentina.
Red Internacional por la Libertad de los Cinco, Capitulo Argentino, Argentina.
Movimiento Popular Democrático, MPD, por la Dirección Nacional: Ciro Guzmán, Director Nacional; Ecuador.
Centro de Investigación y Docencia de Panamá, CIDPA, por Comisión Directiva: Silvestre Díaz, Panamá.
Unión Nacional de Estudiantes Revolucionarios,UNER, Amilkar Almánzar, Presidente, República Dominicana.
Asamblea Nacional del Pueblo Mapuche, Domingo Marileo, Presidente, Chile.
Proyecto Emancipación, por el Directorio: Mónica Saiz, Secretaria General, Argentina-Venezuela.
Juventud Rebelde Miguel Enríquez, JRME, Pablo Toro, Secretario Nacional, Chile.
Casa de la Juventud, Coordinación General, Paraguay.
Taller de Artes y Oficios Simón Rodríguez, por la Dirección Ejecutiva, Lisandro Reynoso, Argentina.
Juventud Alternativa, por la Coordinación Nacional, Esmely Abel Grullón, República Dominicana.
Frente de Trabajadores Universitarios Narciso González, José Tolentino, Secretario General, República Dominicana.
Movimiento por la Revolución Estudiantil, Sebastián Coronel, Secretario General, Paraguay.
Democracia Gremial Autentica, por la Coordinación Nacional, Teresita Ruiz, República Dominicana.
Escuela Solidaridad Chau-Bloqueo, por la Dirección, Irene Perpiñal, Argentina.
Encuentros Norte-Sur, por el Equipo de Coordinación, Héctor Turbi, República Dominicana.
Museo Ernesto Che Guevara, por la Dirección, Eladio González, Argentina.
Confederación Empleados Particulares, Mario Guerrero, Presidente, Chile.
Jesús Escobar y Paula Sánchez, Diputados por la Provincia de Neuquén, Argentina.
Colegio Metropolitano de Profesores, Jorge Abedrapo, Presidente, Chile.
Centro de Educación Popular Germinal, Comisión Directiva, Paraguay.
Paulo Ramos, Deputado Estadual do Partido Democratico Trabalhista, PDT, Brasil.
Centro de Salud Colectiva Inti Runas, por la Comisión Directiva Nancy Domínguez, presidente. Argentina.
Central Unitaria de Concepción, Alex Iturra, Presidente, Chile.
Instituto de Ciencias Alejandro Lieptshutz, Daniel Núñez, Director, Chile.
Círculo Bolivariano Leonel Brizola, Fundacional, Brasil.
Mujer Alternativa, MUJAL, por la Coordinación Nacional, Mary Cantisano, República Dominicana.
Movimiento de la Juventud Popular Revolucionaria, MJP, por la Dirección Nacional, Jorge González Sánchez, Panamá.
Federación Nacional Trabajadores Forestales, Jorge González, Presidente, Chile.
Foro Social Alternativo, FSA, por la Coordinación Nacional, Rhomer Castaño, República Dominicana.
Frente Nacional de Transporte la Nueva Opción, FENATRANO, por la Dirección Nacional, Divino Castillo, República Dominicana.
Taller de Música y Artes Buenos Aires, Gabriel Mourelos, Director, Argentina.
Círculo Bolivariano Alí Primera de Concepción, Chile.
Sindicato Nacional de Chóferes Santiago, Miguel Sánchez, Secretario General, República Dominicana.
Frente Campesino Contra los Embalses, FCCE, por la Dirección: Saturnino Rodríguez, Panamá.
Comité Bolivariano de la Universidad Arcis, Chile.
Cámara de Integración Comercial e Inversiones Panameña Venezolana, Manuel Zárate, Panamá.
Comité Solidaridad con Cuba, Chile.
Revista Mariátegui, Yásser Gómez, Periodista Editor, Perú.
Universidad Arcis, Chile
Círculo Bolivariano Sub Marcos do Santa Catarina, Brasil.
Periódico Resumen Latinoamericano y Cátedras Bolivarianas, por la Dirección y Coordinación General, Carlos Aznárez, Argentina.
Círculo Bolivariano Luisa Mahin do Bahia, Brasil.
Alianza de Lucha y Desarrollo, ALUD, por el Equipo de Coordinación, Silvestre Santamaría, República Dominicana.
Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos de Chile, Marta Godoy, Presidenta, Chile.
Frente Estudiantil Revolucionario 29 de Noviembre FER-29, por la Dirección: Félix Villarreal, Panamá.
Agrupacion Envar el Kadri, Peronismo Revolucionario, por la Mesa Nacional: Marcelo Nono Frondizi, Argentina.
Asociación de Mujeres “Nela Martínez”, Emma Ortega Mendoza, Presidenta, Ecuador.
Fundación para el Desarrollo Integral de la Salud, FUNDESALUD, por la Dirección: Aaron Parodi Quiroga, Ipiales Nariño, Colombia.
Asociación Nacional Saberes Mujeres y Diversidades, Maritza Barreto, Colombia.
Coordinadora Campesina El Retoño de la Región Sur, por la Coordinación, Hero Pérez, República Dominicana.
Coordinadora de Organizaciones Populares, por la Dirección Ejecutiva, José Aramis, República Dominicana.
Círculo Bolivariano de Juventudes Che Guevara, Brasil.
Comite Bolivariano de Solidaridad con Venezuela, por la Coordinación; Ivan Muñoz, Chile.
Fundación Casa Azul, Carlos Wong, Presidente, Panamá.
Revista Desafíos, por la Dirección: Lido Iacomini, Argentina.
Banco Solidario, Comisión Directiva, Buenos Aires, Argentina.
Círculo Bolivariano de Favelas Hugo Chavez Frias, Brasil.
Circulo Bolivariano Cristão Camilo Torres, Brasil.
Círculo Bolivariano de São Gonzalo, Brasil.
Frente Universitario de Acción Revolucionaria, FUAR, por la Dirección, Alexis Vergara, Panamá.
Asociación Colombo Venezolana por la Paz, ASCOLVENPAZ, Ernesto Amézquita, Presidente, Colombia-Venezuela.
Círculo Bolivariano Leonel Brizola do São Paulo, Brasil.
Asociación de Estudiantes Kunas, AEKU, Ronaldo Ortiz, Coordinador General, Panamá.
Fundación Amigos Indígenas de Ecuador, FAINE, Comisión Directiva, Ecuador-Venezuela.
Círculo Bolivariano José Marti, Brasil.
Federación de Organizaciones Campesinas de Veraguas, FOCIV, por la Dirección: Teofila Zambrano, Panamá.
Círculo Bolivariano de Trabalhadores Sem Teto Carlos Mariguella, Brasil.
Grupo Antillan, Chile.
Instituto Estudios Energéticos de los Trabajadores Argentinos, IEETA, Argentina.
Círculo Bolivariano Lauro Campos, Brasilia, Brasil.
Alternativa Patriotica Popular, APP, por la Dirección: Gloria Castillo, Panamá.
Círculo Bolivariano Leonel Brizola do Rio Grande do Sul, Brasil.
Fundación Gladys Marin, Chile.
Organizaciónes Campesinas de Coclé 15 de Mayo OCC-15 de Mayo, por la Dirección: Pedro Jaramillo, Panamá.
Centro de Estudios Francisco Bilbao, por la Dirección, Cecilia Olivares, Chile.
Movimiento Estudiantil Independiente de Coclé, MEIC, José Luís Gordon, Panamá.
Asociación Cultural José Martí, Adriana Vega, Presidenta, Argentina.
Misión Milagro Chile, por la Coordinación, Doctora Ana Toro Cepeda, Chile.
Sergio Echebarrena, Vicepresidente Regional Buenos Aires APYME, Presidente Delegación Oeste, Argentina.
Comité Hugo Chavez Frias, por la Coordinación, Carmen Collao, Chile.
Central de Trabajadores Argentinos, Flores, por Comisión Directiva: Aurora Tumanischwili Penelón, Argentina.
Colectivo Bolivariano Manuela Saenz, por la coordinación, Mónica Berrios, Chile.
Movimiento Estudiantil Revolucionario del Pueblo MERP, por la Dirección: Luis Calvo Rodríguez, Panamá.
Confederación Nacional Textil, CONTEXTIL, por el Consejo Directivo Nacional: Patricia Coñomàn Carrillo, Presidenta, Chile.
Organización Antiimperialista Siempre en Guardia, Argentina.
Red Ecológica de Chile, por la Coordinación, Fabián Alvarado, Chile.
Coordinadora Social Renacer, por la Coordinación, Julieta Varas, Chile.
Amigos por la Paz en Colombia y en el Mundo, Dirección, Argentina.
Círculo Bolivariano de La Serena, por la Coordinación General, Luis Vega, Chile.
Coordinadora Popular de Derechos Humanos de Panamá COPODEHUPA, por la Dirección, Conrado Sanjur, Panamá.
Comedor Los Pibes, por la Dirección: Nadia Martinez, Argentina.
Círculo Bolivariano de Ovalle, por la Coordinación General, Irene Gómez, Chile.
Movimiento 26 de Julio, por la Dirección Ejecutiva: Lily Galeano, Argentina.
Círculo Bolivariano de San Fernando, por la Coordinación General, Manuel Palma, Chile.
Movimiento José Maria Arguedas, Perú.
Movimiento Estudiantil Revolucionario 16 de Abril, MER-16, por la Dirección: Jaqueline Garcia, Panamá.
Sindicato Nacional de Trabajadoræs Lesbianas, Gays y Bisexuales, Luis Gauthier, Chile.
Cómite Permanente por los Derechos Humanos del Congreso Bolivariano de los Pueblos, Chile.
Círculos Bolivarianos Leonel Brizola, Brasil.
Coordinadora Nacional Cristiana Hector Gallegos, CNC-HG, Antonio Sinisterra, Panamá.
Frente Patriótico de Villa Maria del Triunfo, Perú.
Agrupación Política “La Lucha Continúa”, Perú.
Colectivo para el Desarrollo de Villa Maria del Triunfo, Perú.
Casa Bolivariana do Rio de Janeiro, Brasil.
Coletivo de Educação Popular, Escola Bolivariana do Poder Popular, Brasil.
Agrupación Germán Abdala en la Central Nacional de Energía Atómica, CNEA, Argentina.
Círculo Bolivariano Paulo Freire, Brasil.
Movimiento de Unidad Popular, por la Dirección: Federico Martelli, Argentina.
Agrupacion Kirchnerista Compañero Dante Mauro de Energía Atómica, Argentina.
Cooperativa de Vivienda, COVILPI, por la Dirección: Lucas Yañez, Argentina.
Juventud Nacionalista del Perú, JNP, Base Lima, Perú.
Circulo Bolivariano Abreu e Lima, por la Coordinación: Héctor R. Zamarripa, Paulo Ricardo de Lima, Simone de Abreu Vieira, Brasil.
Asociación Internacional de Refugiados Solidaridad, por la Dirección: Diego Rayme, Argentina.
Comité Promotor del Frente Único, Perú.
Lista Verde/Negra de la Asociación de Trabajadores del Estado, ATE, Capital Federal, Argentina.
Corporación Cámara Colombo Húngara de Comercio, Cultura, Ciencia y Tecnología, Colombia.
Periódico Perisferia, Nelson Orrego, Colombia.
Colectivo Andamios, Chile.
Colectivo Mariategui Guevarista, Perú.
Plataforma Rural por la Tierra, Oscar Torres, Coordinador, Chile.
Comunidad para el Desarrollo Humano, Guillermo Garcés, Presidente, Chile.
Unión Brasilera de Mujeres de Manaos, Brasil.
Comité Bolivariano de Pudahuel, Chile.
Movimiento de Colombianos en el Exterior Ciudadanos del Mundo, Colombia.
Movimiento de Mujeres “Vilma Espin”, Portoviejo-Manabi, Ecuador.
Editorial Espartaco, Ana Maria Pratto y Fidel Ángel Castro, Argentina.
Boletìn de Noticias de Bolivia, Jorge Luis Ubertalli, Director, Argentina.
Federación de Entidades de Fomento y Organizaciones Libres del Pueblo del Partido de Quilmas, Osvaldo Tondino, Presidente, Argentina.
Asociación de Radios y Medios Comunitarios Independientes Bonaerenses, A.R.M.I.C.O.B.O, Anibal Ferrante, Presidente, Argentina.
Asociación Civil “Aguante La Manga”, Ofelia Rosales, Presidente, Argentina.

CEM creara Biblioteca Digital de Autores Marxistas Salvadoreños

SAN SALVADOR, 24 de noviembre de 2007 (SIEP) “Siempre con el propósito de contribuir a la divulgación del pensamiento marxista del movimiento revolucionario salvadoreño este próximo año 2008 iniciaremos una Biblioteca Digital de Autores Marxistas Salvadoreños” informó el Coordinador del Centro de Estudios Marxistas “Sarbelio Navarrete” Lic. Roberto Pineda.

“Hemos seleccionado 35 autores que a lo largo del siglo pasado y de este, dejaron su huella en el pensamiento marxista de nuestro país con sus elaboraciones teóricas. Algunos de ellos fueron seguidores de Marx, Engels y Lenin y otros aplicaron las categorías del marxismo a la realidad salvadoreña.”

“Iniciaremos con el vicentino Sarbelio Navarrete, el primer marxista de nuestra historia, que ya en 1913 escribió su tesis de doctorado haciendo uso de categorías del materialismo dialéctico e histórico. Publicaremos parte de su obra clásica En los jardines de Academo, publicada en noviembre de 1942 en plena dictadura martinista.

“Los otros autores y autoras que publicaremos son los siguientes: José Celestino Castro, Jacinto Castellanos Rivas, Moisés Castro y Morales, Miguel Ángel Vásquez, Pedro Geoffroy Rivas, Ana Rosa Ochoa, David Luna, Alejandro Dagoberto Marroquín, Matilde Elena López, Abel Cuenca, Raúl Castellanos Figueroa, Jorge Arias Gómez. Roque Dalton, Salvador Cayetano Carpio, Amparo Casamalhuapa, Italo López Vallecillos, Julio Fausto Fernández, Liliam Jiménez, Fabio Castillo Figueroa, Schafik Jorge Handal, Rafael Menjivar, Rafael Guidos Vejar, Norma Guirola, Dagoberto Gutiérrez, Melida Anaya Montes, Mario López, Felipe Peña, Mario Lungo, Roberto Castellanos Calvo, Arístides Larin, Roberto Castellanos Braña, Dinora Aguiñada, Miguel Ángel Flores, y Miguel Ángel Parada.”

Sarbelio Navarrete, un ejemplo de firmeza frente a la dictadura militar

“Luego del golpe de estado del coronel Osmin Aguirre y Salinas, el 21 de octubre de 1944, un grupo de oficiales llegó a buscar al Dr. Sarbelio Navarrete para que abdicara como segundo designado a la presidencia y él, amablemente pero con mucha firmeza, rechazó tal vil pretensión y prefirió marcharse al exilio a Guatemala para desde allá continuar la lucha contra la dictadura militar. Esa es nuestra herencia revolucionaria…”

“El Dr. Navarrete nació el 29 de enero de 1879 en San Vicente. Se gradúa de doctor en Jurisprudencia y Ciencias Sociales el 29 de marzo de 1913 con un estudio marxista sobre El estado centroamericano, en el que analiza el proceso histórico del transito de la colonia a la república.”

“Tres años antes, en representación del estudiantado universitario, viajó a Buenos Aires, Argentina para participar en el Congreso Universitario latinoamericano. Allí conoce a José Ingenieros y fortalece su visión integracionista.”

“En 1928 participa en las campañas de solidaridad con el General Augusto Cesar Sandino que combatía con las armas en la mano en las Segovias nicaraguenses. En 1930, y como subsecretario de instrucción publica, habla sobre Simón Bolívar lo siguiente: “su espíritu inmortal aun se cierne vigilante sobre los destinos de esta América que él magnificó por la virtualidad de sus proezas inauditas. Sigamos la huella de sus pasos.”

“En 1936 es electo rector de la UES y desde el Alma Mater se encargó de librar una intensa lucha ideológica contra las ideas oscurantistas que profesaba el llamado “tirano de las aguas azules” General Martínez, y en defensa de la ciencia. Esto lo obligó a renunciar en 1939 en un acto de dignidad frente a la supresión de la autonomía universitaria por parte de la dictadura militar.”

“Luego del triunfo popular de la Huelga General de Brazos Caídos, el 8 de mayo de 1944, el Dr. Navarrete es nombrado magistrado del Poder Judicial así como segundo designado a la Presidencia de la República. En octubre de ese año marcha al exilio a Guatemala. En 1948 es nombrado presidente de la Corte Suprema de Justicia. Muere el 2 de junio de 1952, precisamente cuando el régimen de Osorio desataba una cruel represión contra los sectores populares. El Dr. Sarbelio Navarrete nos deja un ejemplo de firmeza y dignidad, de un intelectual identificado con su pueblo…”concluyó el Lic. Pineda.

Hace 18 años

Hace 18 años

Lunes, 19 de Noviembre de 2007 / 09:12 h
Dagoberto Gutiérrez

Tras largos meses de intensa, complicada y confrontada preparación, la madrugada del 11 de noviembre de 1989, dio a luz al acontecimiento político más importante de la historia de nuestro país: La ofensiva de 1989.

Veinte años de guerra habían transcurrido y el pueblo organizado y conducido por el FMLN había construido 5 ejércitos, ideológica y políticamente diferentes, pero dueños de capacidad militar innegable y, sobre todo, constructores de una alianza política segura, estable y exitosa: El FMLN.

El ejercito Gubernamental no pudo impedir, con sus inmensos recursos, el avituallamiento, las concentraciones de tropas, los movimientos de fuerzas, la logística militar y la puesta en posición de todos los recursos necesarios.
La ofensiva no fue secreta pero fue, una pública conspiración que sorprendió y desbordó al ejército sin llegar a derrotarlo.

Ninguna guerrilla en el continente ha realizado, hasta ahora, una ofensiva de esta envergadura ni ha cercado militarmente la capital de su país como lo hizo el pueblo Salvadoreño en 1989.

El asesinato de los sacerdotes jesuitas y sus empleadas fue fruto de la desesperación, que como mala consejera, mato la inteligencia pensando, equivocadamente, que estaba degollando el cerebro de la guerrilla.

En la medida que el FMLN no perdió la guerra la ganó y en la medida que el ejercito gubernamental no gano la guerra la perdió, este resultado no es un empate y tampoco un desenlace por que todo el proceso político prosiguió con diferentes actores y con ausencia de sujetos.

Los acuerdos políticos, que pusieron fin a la guerra políticamente, fueron eso únicamente, y abrieron las puertas al periodo de post-guerra.

El salvador vive dentro de esa post-guerra que continua marcando los pasos al proceso y, cuando muere el FMLN nace el partido con el mismo nombre pero sin que sea ni una alianza ni una unidad pero si, una institución de derecho público y partido de oposición ARENA.

Lo mas importante aunque no visible, se da en el aparato de estado por que la guerra aceleró el cambio de Clase Gobernante, el ejercito, que venia siendo tal desde 1932, fue sustituida por una clase gobernante tecnócrata, también aceleró el cambio de Clase Dominante, que pasa de la oligarquía cafetalera, a la oligarquía financiera., es decir, que la guerra produjo una desestructuración del régimen político sin llegar a cambiarlo y esto quiere decir, en buenas cuentas, que hubo cambio de reglas, algunas reglas lo que es muy importante; pero no hubo cambio de juego que siguió siendo el mismo y, siendo así las cosas, el periodo que empezó a llamarse paz ha sido el de mayor confrontación, el de mas alta lucha de clases, de mas fuerte confrontación de las riquezas en pocas manos y de aumento de la pobreza en tantos estómagos, de mayor armamentización social, de mas alto nivel de muertes, de abuso de poder y de ilegalidad y, todo esto resulta ser tan restallante y quemante que el régimen, fortalecido por los acuerdos de paz, y por el fin de la exclusión política de la izquierda partidaria en la administración de la cosa publica, ha llegado, después de dieciocho años de un poder ilimitado, al momento actual de incertidumbre y miedos para los de arriba y de esperanza sabia para los de abajo.

La nueva clase dominante hizo de el FMLN un partido de gobierno y de sus dirigentes funcionario públicos, también impulsó exitosamente una política neoliberal, desmembró al estado y lo hizo una especie de empresa privada, le anulo su sentido publico, aprobó el andamiaje legal necesario, dolarizó la economía y prácticamente anexo el país a Los Estados Unidos convirtiendo, a cada Salvadoreño y Salvadoreña en un emigrante, real o potencial. Todo esto y más ha funcionado como parte de la paz y también como parte de una democracia limitada y electoral.

La ofensiva de 1989 demostró que no era posible una solución militar y dejó claro, para los Estados Unidos, que a menos que invadiera el territorio, tendría que negociarse políticamente, La Casa Blanca asumió este mensaje y la oligarquía de El Salvador tuvo que aceptarla a regañadientes.

Nunca antes en nuestra historia ha existido ni negociación, ni consenso, este último es el elemento mas extraño al régimen que siempre ha estado controlado por una clase dominante que no ha sido clase dirigente.

El factor fundamental, durante la post-guerra ha sido el movimiento social que convertido en movimiento popular, ha quebrado el duro cascarón ideológico que le impuso, durante dieciocho años, una calidad de votante, de objeto y de participante en política, Pero nunca de hacedor de política que es el oficio vital, como el oxígeno, al que se dedica el pueblo en estos momentos de Crisis Política del Régimen.