La crisis del pensamiento crítico latinoamericano

La crisis del pensamiento crítico latinoamericano

Emir Sader

ALAI AMLATINA, 04/11/2015.- En el momento de auge de los enfrentamientos políticos y de las grandes luchas de ideas en América Latina, se siente con más fuerza la relativa ausencia de la intelectualidad crítica. En el momento en que los gobiernos progresistas sufren las más duras ofensivas de la derecha, buscando imponer procesos de restauración conservadora, valiéndose del monopolio de los medios de comunicación, el pensamiento crítico latinoamericano podría tener un rol importante, pero su ausencia relativa es otro factor que afecta la fuerza del campo de la izquierda.

La derecha se vale de ese monopolio y de sus pop stars. Vargas Llosa y Fernando Henrique Cardoso vuelven con fuerza al campo para apoyar a Mauricio Macri, a la derecha venezolana y a atacar a los gobiernos de Brasil. Ecuador, Bolivia. No les faltan espacios, aunque les falten ideas.

Al pensamiento crítico no le faltan ideas, tiene que pelear por espacios, pero falta mucho más participación, faltan entidades que convoquen a la intelectualidad crítica a que participe activamente en el enfrentamiento de los problemas teóricos y políticos con que se enfrentan los procesos progresistas en América Latina.

Frente a la pobreza de las propuestas de retorno a la centralidad del mercado, del Estado mínimo, de las políticas de retorno a la subordinación a Estados Unidos, a la apología de las empresas privadas, queda un amplio marco de argumentos y de propuestas a ser asumidos por la intelectualidad de izquierda. Para desenmascarar las nuevas fisonomías que asume la derecha, para valorar los avances de la década y media de gobiernos posneoliberales, para promover el rol de esos gobiernos latinoamericanos a contracorriente de la onda neoliberal que sigue barriendo el mundo y los derechos de los más vulnerables.

Esos gobiernos han hecho la crítica, en la práctica, de los dogmas del pensamiento único, de que “cualquier gobierno serio” debiera centrarse en los ajustes fiscales. De que no era posible crecer distribuyendo renta. De que las políticas sociales solo podrían existir como subproducto del crecimiento económico. De que el dinamismo depende de más mercado y menos Estado. De que no hay camino en el mundo que no sea el de la subordinación a los países del centro del capitalismo. De que el Sur es el retraso.

En fin, todo lo que los gobiernos progresistas han desmentido rotundamente, son argumentos fuertes para que el pensamiento crítico se apoye en ellos y encare las dificultades presentes en las perspectiva de la profundización de esos procesos y no de su abandono. Esto lo hacen aquellos – de derecha y de ultra izquierda – que se refugian en el triste consuelo para ellos de un supuesto agotamiento del ciclo progresista. A ambas fuerzas les sobran motivaciones, más aún cuando han sido derrotadas por década y media. Pero les faltan razones, no pueden proyectar un futuro para el continente, que no sea la reiteración del pasado desastroso y superado o el discurso sin práctica.

Es el momento del pensamiento crítico, de dejar a un lado las prácticas burocráticas que neutralizan el potencial crítico del pensamiento latinoamericano, que mediocrizan las entidades tradicionales. Es hora de volver a protagonizar, en primera línea, la lucha antineoliberal, es hora de volver, sin miedo, a proponer ideas audaces, nuevas, emancipatorias, es hora de volver a engarzar la intelectualidad crítica con las nuevas generaciones, huérfanas de futuro.

La burocratización es una enfermedad fatal para el pensamiento crítico, sea en las estructuras académicas, sea en las prácticas institucionales de otras instancias. ¿Hasta cuándo la intelectualidad crítica dejará que los “intelectuales mediáticos” de la derecha ocupen prácticamente solos los espacios de los debates de ideas, que formen nuevas generaciones en los valores del egoísmo, de los prejuicios, del consumismo?

La burocratización conduce a la despolitización, que es el mejor servicio que se puede prestar a la derecha, sustrayendo espacios críticos a la lucha de ideas para volcarlos simplemente a la mantención de cargos y de sueldos. Son burócratas que, aunque nominalmente pretendan pertenecer al campo de la izquierda, lo que hacen es desmoralizar a la izquierda, con el uso abusivo de las palabras sin práctica o con una práctica sin ideales ni proyección política concreta.

Fue una tragedia para la izquierda la separación entre una práctica sin teoría – que a menudo se pierde en los meandros de la institucionalidad vigente – y una teoría sin trascendencia concreta – que se pierde en sí misma.

Hoy es indispensable rescatar la articulación entre pensamiento crítico y lucha de superación del neoliberalismo, entre teoría y práctica, entre intelectualidad y compromiso político concreto. Si los viejos caminos se han desviado de esas vías, nuevos tienen que ser abiertos, los espacios públicos conquistados están ahí para ser ocupados.

“Los caminos que encontramos hechos / son desechos de viejos destinos. / No crucemos por esos caminos / Porque solo son caminos muertos” – como canta Pablo Milanés.

Seamos fieles a los precursores del pensamiento crítico latinoamericano, pero, sobretodo, fieles a los nuevos destinos que apenas hemos empezado a construir.

El que pierde la batalla de las ideas está condenado a la derrota política. No merecemos perder ni la una ni la otra.

– Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (Uerj).

Antonio Obando Sánchez

ANTONIO OBANDO SANCHEZ

Por: Miguel Ángel Albizures

Es difícil resumir en unas cuantas páginas, la vida de un hombre como Antonio Obando Sánchez, que escribió un libro sobre su propia trayectoria, y sobre el cual se han escrito otros libros y muchas cuartillas. Quizá es mejor hablar de su entereza, su lucidez hasta el último momento de su vida, su fe en el movimiento sindical y esa necedad de insistir en la unidad de los trabajadores, como única forma de hacer avanzar los procesos de transformación.

Ni la pobreza ni los golpes de la vida lo cambiaron, se mantuvo atrás del banco de carpintero, no lo cambió la sentencia de muerte que le propinó Ubico y el haberse salvado de milagro, ni mucho menos las múltiples veces y las decenas de años que pasó en la cárcel y de la cual hacía mofa: “sólo Nelson Mandela me ha ganado por unos pocos años”. La última de ellas, según él, en el gobierno del General Efraín Ríos Montt, cuando atravesaba los ochenta años.

Sólo hay un Antonio Obando Sánchez que nació con el Siglo XX en Amatitlán, el 10 de mayo de 1902. Muy pronto, al tomar conciencia de lo que era la dictadura de 22 años de Manuel Estrada Cabrera, se unió a los insurrectos a quienes por esa época, otro artesano sastre de nombre Silverio Ortiz, dirigió, haciendo posible, junto con otros sectores sociales, la insurrección del veinte que dio al traste con la dictadura.
Con la franqueza que le caracterizó a lo largo de su vida, Antonio Obando nos cuenta que era hijo de: “Guillermo Sánchez, un campesino rico que llevaba una vida desordenada”, y de Marcos Obando, la madre, quien “desde que… resultó embarazada, mi abuela, a la usanza conservadora, arrojó a mi progenitora de la casa, pretextando rígidos preceptos de moral y de religión por la falta de matrimonio”.

El abuelo paterno reemplazó el afecto de su propio padre y de los abuelos por parte de su madre. Él le dio sus primeras cinco cuerdas de tierra en la que empezó a sembrar para sobrevivir y “así, aquel abuelo, a la par de buen maestro agrícola, ayudaba a aliviar las penalidades de mi madre ocasionadas por el abandono de mi progenitor”.

Hijo de una mujer analfabeta, no ocultaba su admiración, cariño y reconocimiento para quien le dio vida y lo llevó de la mano en su niñez y adolescencia. En sus “Memorias” dice: “Jamás podré escribir con fidelidad el vasto cuadro de ternura, sacrificios y fatigas que una madre vive. Pálido e inconcluso será lo que diga acerca de mi recordada “viejecita”. Trataré de relatar lo más sobresaliente”. Y es en ese relato en donde se ve su vida íntimamente ligada a ella, de donde venían sus principios morales y ese deseo de ser alguien en la vida. Hay que reparar que, por ello, utilizó toda su vida y aun en sus memorias, el apellido materno Obando primero, y Sánchez después, en reconocimiento a quien había sido su madre y su padre al mismo tiempo.

Ya a los 18 años, Antonio Obando andaba haciendo tareas en las organizaciones de artesanos que, posteriormente, serían el semillero del movimiento sindical que él ayudo a fundar, y que se desarrolló con fuerza a lo largo de los años veinte, después de la caída de la dictadura de Manuel Estrada Cabrera. Asimismo, la historia recoge su participación en el primer Partido Comunista de Centroamérica, Sección Guatemala, al que se afiliaría en 1924; en 1928 haría su primer viaje a Moscú al VI Congreso de la Tercera Internacional y luego al Congreso Mundial de Sindicatos, adheridos a la Internacional Roja.

Todo ello le costó su primera visita a la cárcel y la sentencia de muerte a que fue condenado junto con 12 compañeros más, por parte del dictador Jorge Ubico y de la cual sale amnistiado, mientras que el hondureño Juan Pablo Wanright fue fusilado. Obando pasa en la prisión los 14 años que duró la dictadura ubiquista. Logró su libertad al triunfo de la Revolución del 20 de octubre del 1944 e inmediatamente se reincorporó al movimiento sindical, siendo uno de los fundadores de la Escuela Claridad, en donde conoció al salvadoreño Miguel Mármol con quien mantuvo una estrecha amistad.

Obando corrió la misma suerte de muchos otros que hicieron posibles las transformaciones revolucionarias de la Junta de Gobierno, y que habían aportado en los gobiernos de Arévalo y Arbenz: el exilio en 1954 hacia Argentina. También ahí conoció la cárcel junto con otros guatemaltecos asilados, entre ellos el personaje a quien él llamaba Víctor Victorioso, refiriéndose a Víctor Manuel Gutiérrez , por quien mantenía una admiración y recuerdos imborrables por su entrega a los trabajadores. Diez meses estuvieron compartiendo en la cárcel de Villa Devoto, en Argentina.
La situación del país era confusa y políticamente grave, pues continuaba la persecución a los sindicalistas. Pese a todo, Obando volvió al país el 17 de septiembre de 1958 para ver por última vez a su madre que yacía en una caja mortuoria en la antigua casa del Gallito en donde él había vivido. La lucha por su regreso, la habían dado organizaciones argentinas que obtuvieron el salvoconducto para que pudiera viajar e ingresar al país, en una época en la que gobernaba el General Miguel Ydígoras Fuentes.
Ese momento nos lo relata Obando Sánchez en sus memorias: “Abrí la caja y vi a la viejecita que tanto calor brindó a mi vida, ví su rostro demacrado, sus ojos cerrados, aquellos ojos que ansiaron tanto ver por última vez a su hijo, que infortunadamente llegó tarde y no pudo decirle adiós”… ”Así termino la lucha por mi regreso a la patria”.
Y así inicia también otra vez su lucha por los derechos de los trabajadores, reintegrándose al Sindicato de Madera y Vidrio que lo delegó ante la Federación Autónoma Sindical Guatemalteca (FASGUA), de la cual llegó a ser directivo.
Varias veces volvió a la cárcel, pero quién sabe qué ángel le acompañaba, pues lograba recuperar su libertad y volver a la lucha e insistir en la necesidad de la formación y la unidad en el movimiento sindical. Su última visita a las mazmorras carcelarias fue bajo el régimen del General Oscar Mejía Víctores en 1984, cuando fue allanada su casa-taller de carpintería en Ciudad Real y estuvo desaparecido durante varios días. Por esa época tenía 81 años, pero seguía siendo considerado “un peligro” para la seguridad del Estado. El llamado Diario Militar dado a conocer en 1998 es elocuente al referirse a su captura: “106. Antonio Ovando Sánchez (s) Rosales, 81 años de edad, carpintero. 02-04-84: A las 1000, mil horas en su taller de carpintería, fue prensado, siendo el

más antiguo de los miembros del PGT-PC, teniendo un historial muy extenso, principiando de su viaje a Moscú en el año 1928, fue secretario en varias ocasiones del partido. Siendo obrero, escribió varios libros y también dio clases en la universidad. Estuvo en el exilio en Argentina. Conoce mucho de la organización”. El Diario no dice que le vaciaron la casa y lo dejaron sin nada, ni menciona que cuando lo dejaron libre, estaba todo golpeado.
A finales de los años ochenta y antes de su muerte en 1994, se le veía llegar a las oficinas de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (UITA), de la que era parte la Federación Sindical de Trabajadores de la Alimentación y Similares (FESTRAS), y compartía sus experiencias con los trabajadores afiliados a diversos sindicatos. Ahí se juntaba también con niños, hijos de trabajadores, por quienes tenía un cariño especial y quienes lo rodeaban oyendo sus consejos.

Por ese tiempo vivía sólo en la Colonia La Florida y se iba y venía en camioneta a la Federación casi todos los días. Antes de su muerte, se le llevó a El Salvador para su encuentro con Miguel Mármol, su antiguo amigo con quien había compartido penas y alegrías. Es indescriptible la emoción que se sentía en su reencuentro con Mármol en 1994, cuando abrieron los brazos para saludarse y empezar a recordar viejos tiempos y personajes ya idos, entre ellos a Farabundo Martí y unas cuantas sindicalistas que llegaban a la Escuela Claridad en donde ambos habían estado en la época revolucionaria. Fue una ocasión para llevarlo al Lago de Ilopango, lugar en donde se había encontrado con Mármol en 1928, recuerdos que juntos revivieron en esa oportunidad de su reencuentro. Obando Sánchez dejó de existir el 12 de octubre de 1994, a la edad de 92 años.
Pero que no sea sólo nuestra opinión sobre la vida de uno de los fundadores del sindicalismo en Guatemala, sino también la de un periodista destacado y Director del Diario la Hora, Oscar Clemente Marroquín Rojas, quien el 10 de mayo del 2003 escribió un artículo que complementa estas notas.

DON TONITO OBANDO ESTARÍA CUMPLIENDO 101 AÑOS
Oscar Clemente Marroquín

“Lo conocí en los últimos años de su vida y siendo un anciano, se convirtió en ejemplo de tenacidad, entusiasmo y esperanza en la construcción de esa Guatemala mejor que siempre hemos querido. Lejos de tirar la toalla y de sentirse frustrado o fracasado, el viejo sindicalista Antonio Obando Sánchez se mantuvo hasta el último día de su vida con una ilusión enorme por concretar los sueños que desde su infancia había acariciado y que se le negaban de manera persistente.
Fue de los diez condenados a muerte por el gobierno de Ubico acusados de ser comunistas y un verdadero milagro le salvó la vida y en vez de enfrentar al paredón, como pasó con algunos de los que también recibieron idéntica condena, terminó refundido en la vieja penitenciaría situada en donde hoy está el Centro Cívico. Don Tonito había iniciado su lucha cívica cuando como obrero formó parte del levantamiento contra Estrada Cabrera y me comentaba que habían estado hombro con hombro junto a mi abuelo en el fiero combate de la semana trágica que precedió a la caída del tirano. Recordaba claramente cómo desde las alturas de lo que hoy es el Puente del Ferrocarril de la séptima avenida, conocido como Puente de la Penitenciaría, disparaban ambos contra las tropas leales al tirano que lo defendían en La Palma.
Enemigo de las dictaduras, el ubiquismo también le provocó a luchar por la libertad y terminó siendo condenado a muerte. Hoy publico el volante que se difundió en aquellos días, señalando a los que habían sido sentenciados por los tribunales para ser pasados por las armas.
Y en recuerdo a su memoria y, sobre todo, a ese entusiasmo inagotable y esa fe que perduró hasta el último de sus días motivando sus luchas para construir una Guatemala más justa e incluyente, hoy que cumpliría 101 años recuerdo a ese viejo amigo que tantas lecciones de honradez y dignidad prodigó a lo largo de su vida”.
En el artículo publicado, se pueden ver las fotos de los 10 condenados a muerte, entre ellos Antonio Obando Sánchez, con un título que dice “Los diez Comunistas condenados por los tribunales militares”, y un subtitulo que señala la fecha “Mes de febrero de 1932.- Sentencia del Consejo de Guerra, fecha 9 y confirmada por Corte Marcial con fecha 14”.

Apuntes para la historia del Partido Guatemaltco del Trabajo

APUNTES PARA LA HISTORIA DEL PARTIDO GUATEMALTECO DEL TRABAJO
Huberto Alvarado Arellano

Sumario

INTRODUCCION.. 4
ANTECEDENTES DEL PARTIDO COMUNISTA DE GUATEMALA (1920-1932) 6
Fundación del P.C.G.. 7
Internacionalismo Proletario.. 8
La Represión Ubiquista.. 8
UN BREVE BALANCE.. 9
LA REVOLUCION DE OCTUBRE, EL SURGIMIENTO, LA ACTIVIDAD Y LA UNIDAD DE LOS GRUPOS MARXISTAS. 11
El Papel de Vanguardia Democrática (1947-1949). 11
I CONGRESO DEL PARTIDO… 14
III. LA FUNDACION DEL PARTIDO Y EL AVANCE REVOLUCIONARIO (1949-1954). EL SEMANARIO “OCTUBRE”, LA ESCUELA JACOBO SANCHEZ Y EL APARECIMIENTO PUBLICO DEL PARTIDO. 17
Desarrollo del Partido y sus Formas Organizativas.. 19
Las Organizaciones de masas.. 19
El Partido y el PROG… 21
El Carácter de la Revolución de Octubre.. 22
II CONGRESO DEL PARTIDO… 24
El Partido y la Revolución de Octubre.. 26
EL PARTIDO Y ARBENZ.. 28
LAS CAUSAS DEL DERROCAMIENTO DE ARBENZ.. 29
LA LUCHA CONTRA LA INTERVENCION Y LOS ERRORES DEL PARTIDO… 32
CONCLUSIONES BASICAS.. 33
LA CONTRARREVOLUCION EN EL PODER Y LA RECUPERACION DEMOCRATICA (1954-1959). 35
LA RESTAURACION… 35
EL PARTIDO EN LA CLANDESTINIDAD… 35
LA MUERTE DE CASTILLO ARMAS Y SUS CONSECUENCIAS.. 37
CAUSAS, FALLAS Y LIMITES DE LA POLITICA DE CONCILIACION NACIONAL.. 38
DICTADURA CON FORMALIDADES DEMOCRATICAS.. 40
EL ASCENSO REVOLUCIONARIO Y EL PARTIDO (1960-1966). 41
EL III CONGRESO… 41
LA LUCHA DE MASAS.. 42
EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO 13 DE NOVIEMBRE.. 43
JORNADAS PRE-INSURRECIONALES DE MARZO Y ABRIL DE 1962.. 44
LA DERROTA DEL PRIMER INTENTO GUERRILLERO… 45
EL GOLPE MILITAR DE 1963.. 46
EL INICIO DE LA LUCHA ARMADA.. 47
EL PAPEL PROVOCADOR Y DIVISIONISTA DEL TROTSKISMO… 49
LA POLITICA DE UNIDAD Y EL SECTARISMO… 50
REORGANIZACION DE LAS FAR.. 51
RASGOS DEL ASCENSO REVOLUCIONARIO… 51
LA LUCHA IDEOLOGICA INTERNA.. 52
LA POSICION DE LA DIRECCION DE LA JPT.. 53
LA CONFERENCIA NACIONAL DE 1966.. 54
LA TENDENCIA CONSERVADORA.. 54
LA TENDENCIA IZQUIERDlZANTE.. 55
BALANCE DE LA CONFERENCIA.. 57
LA OFENSIVA REACCIONARIA Y LA DIVISION DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO (1966-1968). 59
LA SUSPENSION DE HOSTILIDADES.. 60
EL OBJETIVO DEL ENEMIGO… 61
LA DIVISION DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO ARMADO.. 63
LA RESOLUCION DE MARZO DE 1965.. 64
LOS ERRORES DE DERECHA EN EL TERRENO MILITAR.. 66
LAS DIEZ TESIS SOBRE ORGANIZACIÓN… 66
LOS ERRORES FUNDAMENTALES.. 69
EL IV CONGRESO… 71
CARACTER DE LA REVOLUCION… 72
FUERZAS MOTRICES, DIRECCION Y ALIANZAS.. 73
VIA DE LA REVOLUCION… 74
GUERRA REVOLUCIONARIA POPULAR.. 75
LAS ETAPAS DE LA GUERRA.. 77
LA REVOLUCION POPULAR.. 79
VII. LA AGUDIZACION DE LA CRISIS ECONOMICA Y POLITICA (1970-1974). 80
LAS CONTRADICCIONES DE LAS CLASES DOMINANTES.. 82
EL CRIMEN DE SEPTIEMBRE DE 1972.. 83
ESFUERZOS POR LA UNIDAD REVOLUCIONARIA.. 83
LA DERROTA DEL CONTINUISMO NEOFASCISTA.. 85
LA CONSUMACION DEL FRAUDE ELECTORAL.. 88
VIII. 25 AÑOS DE LUCHA POR GUATEMALA, LA REVOLUCION Y EL SOCIALISMO. 91
NUESTRA VOCACION NACIONAL E INTERNACIONALISTA.. 91
EL EJEMPLO DE NUESTROS HERCES Y MARTIRES.. 92
La Edición de los Presentes APUNTES están dedicados al XXVI Aniversario del Partido Guatemalteco del Trabajo
Ediciones del P.G.T

INTRODUCCION
A mediados del año pasado, el camarada Huberto Alvarado puso a disposición del Comité Central y de varios cuadros del partido, el trabajo que ahora se publica. La idea original del autor, era publicar dicho trabajo con ocasión del XXV aniversario de fundación de nuestro Partido, para lo cual deseaba contar con la opinión colectiva de los miembros del CC y de los cuadros a quienes se les entregó.

A finales del 1974, el camarada Alvarado fue asesinado junto a otros destacados y queridos dirigentes y militantes de nuestro Partido, lo cual dejó el trabajo truncado. El criterio general de las opiniones recibidas coincidía en que el proyecto constituye un buen aporte en el esfuerzo por sistematizar la historia de nuestro partido y que bastaría con mejorar algunas de sus formulaciones, introducir algunas ampliaciones, suprimir algunos aspectos y de ser posible evitar las extensas transcripciones de texto que el material contiene, a fin de darlo a publicidad.
El asesinato del Secretario General del Partido, dejó inconcluso el referido trabajo, cuya elaboración colectiva hubiera contribuido a introducirle las mejoras sugeridas, sin alterar el contenido principal del proyecto. En esta oportunidad, la Comisión Política del Comité Central del Partido, está de acuerdo en publicar el proyecto original de dicho trabajo bajo el título de APUNTES PARA LA HISTORIA DEL PARTIDO GUATEMALTECO DEL TRABAJO.
Esta publicación se hace con ocasión del XXVI aniversario de nuestro Partido y constituye un justo homenaje a la memoria de su autor, publicarlo tal y como él lo presentó originalmente. A partir de aquí, puede iniciarse su amplio estudio y discusión para el futuro contar con una elaboración más acabada de la historia del PGT. El estudio y la discusión colectiva en el seno del Partido, permitirá incluso mejorar el proyecto original tal como era el propósito del autor. Contribuirá, además, a elevar el nivel ideológico y político de nuestros militantes; en cuyas manos se pone una descripción documentada de los duros y difíciles años de lucha recorridos por el destacamento organizado de la clase obrera guatemalteca, desde sus primeros antecedentes. Los apuntes llegan hasta mediados de 1974.
Es muy probable que resulte algo incómoda la extensa trascripción de párrafos tomados de nuestros documentos fundamentales. Pero ello sólo es una limitación de forma que, por otro lado, tiene el mérito de poder contar con una recopilación sistematizada de tales documentos, facilitando su estudio, manejo y conocimiento, actualizándolos. Algunos de estos documentos prácticamente ya no están en circulación, como sucede con los del II y III Congreso. Las largas transcripciones que se hacen de la Resolución Fundamental del IV Congreso (EL CAMINO DE LA REVOLUCION GUATEMALTECA), actualizan importantes cuestiones cuya discusión está a la orden del día, como consecuencia de los infundados y calumniosos ataques de que se hace objeto al Partido, lo que obliga a toda la militancia a pertrecharse cada vez más en el inagotable tesoro del marxismo-leninismo, aplicado a nuestra realidad nacional. Ello nos pone, a todos los niveles, en mejores condiciones para poder librar exitosamente una frontal y abierta lucha ideológica contra aquellas posiciones ajenas al marxismo-leninismo.
La Comisión política del Comité Central del Partido al editar el trabajo original del camarada Huberto Alvarado bajo el título de APUNTES PARA LA HISTORIA DEL PARTIDO GUATEMALTECO DEL TRABAJO, lo hace así por dos razones: primera, porque son, efectivamente, unos APUNTES que pueden servir de base para trabajos posteriores; y segunda, porque es una manera de conservar vivo el pensamiento de uno de nuestros más queridos y respetados dirigentes que dedicó los mejores años de su vida a la lucha por la emancipación de la clase obrera guatemalteca y que, al participar como uno de los fundadores del Partido, dio el paso más firme y decisivo para alcanzar ese gran objetivo histórico que representará, ni más ni más ni menos, que la emancipación de todo el pueblo trabajador de Guatemala.
Todos los militantes, cuadros y dirigentes del PGT, estamos en la obligación y el deber de persistir en el ejemplo que nos han legado nuestros dirigentes caídos al fragor de la lucha por el triunfo de las ideas del socialismo en Guatemala. En lo que tenemos que poner cada vez más atención es en la elaboración teórica y científica de los principales problemas que nos plantea la Revolución Guatemalteca, a la luz del marxismo-leninismo. A esa importante tarea, el camarada Huberto Alvarado le dedicó muchos y renovados esfuerzos y resultado de ello es una buena cantidad de trabajos teóricos en que está contenido su pensamiento de convencido e inclaudicable luchador revolucionario de la clase obrera.
Uno de esos trabajo lo constituyen los presentas APUNTES que se publican para que sean estudiados y discutidos en todo el partido. Aparecen con ocasión del XXVI aniversario de la fundación del partido. Su publicación, además, es un homenaje a quien, hasta el 20 de diciembre de 1974, fuera el Secretario General del Comité Central de PGT, camarada Huberto Alvarado, vilmente asesinado por las llamadas fuerzas de seguridad de la camarilla reaccionaria que usurpa el poder en Guatemala.
Guatemala, 26 de Septiembre de 1975
Comisión Política del Comité Central del Partido Guatemalteco del Trabajo

I. ANTECEDENTES DEL PARTIDO COMUNISTA DE GUATEMALA (1920-1932)
A la caída de la tiranía de Manuel Estrada Cabrera, en 1920, los trabajadores guatemaltecos comenzaron a realizar una serie de acciones reivindicativas. Su participación en el derrocamiento de la tiranía cabrerista fue muy importante si bien la dirección política del movimiento “unionista” que derrocó al tirano la tuvieron en sus manos los representantes de la oligarquía terrateniente-burguesa. Centenares de obreros artesanos, con las armas en la mano, liberaron la batalla decisiva contra Estrada Cabrera, a lo que seguirían años de intensa actividad.
El movimiento “unionista y el gobierno del terrateniente Carlos Herrera, que sucedió a Estrada Cabrera, eran reaccionarios, pero bajo la presión de las masas se abrieron limitadas posibilidades de lucha democrática, lo cual permitió el aparecimiento del movimiento sindical. En 1921 surgen los primeros sindicatos, de zapateros, panificadores, albañiles y de carpinteros. La primera huelga en demanda de mejores salarios, la ferroviaria, paralizó todos los ferrocarriles. A pesar de la represión gubernamental, alcanzó la victoria: se realizó en 1920.
El movimiento sindical en esos años era una mezcla de asalariados y de artesanos dueños de pequeños talleres que compartían la dirección de los sindicatos. La principal conquista del movimiento sindical de la década de 1921 a 1931 fue la jornada de 8 horas de trabajo ya que imperaban las jornadas de 10, 12, y 14 horas diarias.
Los primeros en lograrla fueron los carpinteros y los albañiles. En 1921 se celebró por primera vez en Guatemala el 1º de mayo.
Las luchas de los trabajadores guatemaltecos se ven estimuladas por la influencia de la revolución proletaria en la Rusia Soviética y la labor desarrollada en escala mundial por la III Internacional Comunista que lleva a los países latinoamericanos las ideas socialistas y, como consecuencia, el surgimiento de los grupos y partidos marxistas.
El auge de la lucha sindical, condujo en 1921 a la creación de la Unificación Obrera Socialista en la que se agruparon obreros, artesanos y pequeños propietarios. La Unificación Obrera Socialista aprobó una declaración de principios y un programa mínimo; se planteó como tarea inmediata la organización sindical de los trabajadores. El golpe militar del 5 de diciembre de 1921 dado por el general José María Orellana, apoyado por el imperialismo de Estados Unidos, dio lugar a la disolución de la Unificación Obrera Socialista por parte del gobierno militar.
Fundación del P.C.G.
En el seno de la Unificación Obrera Socialista aparecieron desde el principio tres tendencias: de derecha, centro y la de izquierda. Los elementos de derecha se fundieron con los conservadores y unionistas; la del centro formó un partido que se denominó Partido Laborista y la de izquierda, después de la disolución de la Unificación Obrera Socialista en 1922, fundó el Partido Comunista de Centro América, Sección Guatemala. El PCG, nació en la ciudad de Guatemala, y se extendió a las cabeceras departamentales de Quetzaltenango, Escuintla y Jutiapa. Los fundadores del PCG provenían del artesanado, carpinteros, sastres, panificadores, zapateros, lo que se explica teniendo en cuenta el insignificante desarrollo industrial del país.
En 1922 se publicó el primer órgano de prensa del Partido, EL COMUNISTA, que fue clausurado por el gobierno al poco tiempo debido a su lucha contra el régimen reaccionario y los patronos. En 1925, apareció un nuevo órgano del Partido llamado VANGUARDIA PROLETARIA, con un tiraje semanal de 1,000 ejemplares, lo que para aquellos tiempos era muy importante.
El partido se mantuvo principalmente como un grupo de propagandistas de las ideas socialistas con el objetivo de trabajar progresivamente la estructuración de la organización y llegó a contar con unos 100 miembros.
Ante la agrupación mutualista denominada Federación Obrera de Guatemala para la Protección Legal del Trabajador, que contaba con el apoyo oficial, los comunistas constituyeron en 1924 la Federación Regional de Trabajadores de Guatemala, a través de la cual impulsaron la organización sindical y la lucha por las demandas de los trabajadores.
Así en 1924, promovieron la huelga de los muelleros de Puerto Barrios y otra huelga ferroviaria, ambas violentamente reprimidas por el gobierno con empleo de tropas; impulsaron las huelgas de panificadores, zapateros, costureras y la primera huelga de mujeres trabajadoras que laboraban en el Beneficio de Sola; organizaron sindicatos y comités de fábricas en los aserraderos, Cementos Novella, velas y jabón, vendedoras de los mercados, inquilinos y cesantes.
La Federación Regional de Trabajadores de Guatemala se afilió a la Internacional Sindical Roja y participó en el IV Congreso de la misma, celebrado en Moscú en 1928, asistiendo como delegados el carpintero Antonio Obando Sánchez y el panificador Juan Luis Chigüichón.
La Federación Regional de Trabajadores de Guatemala también participó con una delegación integrada por Alfredo Toledo y Luis Villagrán, en la fundación de la Confederación Obrera Sindical de Trabajadores Latinoamericanos realizada en Montevideo en 1929.
Internacionalismo Proletario
La posición internacionalista del Partido Comunista de Guatemala se expresaba en el periódico en cuyas páginas se recoge la vigorosa solidaridad con la Unión Soviética, que por aquellos años vivían acosada por el cerco capitalista.
En el 1 de Mayo de 1927, los trabajadores guatemaltecos, junto a sus demandas locales, desfilaron expresando su solidaridad con la Unión Soviética que llegaba a su décimo aniversario. En 1925 se organiza el Socorro Rojo Internacional, Sección Guatemala, para concretar la solidaridad con los pueblos y los revolucionarios en sus luchas.
En 1927 la filial guatemalteca de la Liga Antiimperialista de las Américas, impulsó las actividades de apoyo solidario a la batalla del patriota y guerrillero nicaragüense Augusto César Sandino; la lucha por salvar la vida de Nicolás Sacco y Bartolomé Vanzetti, electrocutados injustamente en 1927 por el gobierno de los Estados Unidos, y la solidaridad a favor del combate por la independencia de Marruecos encabezada por Abd el Krim.
El partido Comunista solicitó su afiliación a la III Internacional y el dirigente Antonio Cumes participó como delegado en el VI Congreso de la Internacional celebrado en Moscú en 1928.
En el país, a lo largo de la década de 1922 a 1932 los militantes del PCG impulsaron manifestaciones masivas, con permiso o sin él, luchando por las demandas de los obreros y el pueblo en general; aumento de salarios; reducción de la jornada de trabajo; contra los empréstitos, los impuestos municipales a las locatarias, la acción criminal de la policía, las vejaciones, deportaciones y encarcelamientos, contra los allanamientos que a cada poco sufría el local e imprenta del Partido Comunista, ubicado en la 18 calle, entre 10 y 11 avenida de la zona 1, como señala Antonio Obando Sánchez en sus “APUNTES PARA LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO DE GUATEMALA” (Guatemala, 1961, Imprenta Graphos).
El primer Secretario General del Partido fue el panificador Francisco Castro de 1922 a 1923, le sucedió en el cargo Néstor J. Juárez de 1924 a 1926, que fue reemplazado en 1927 por el carpintero Max Melgar González y en 1930 fue electo el carpintero Antonio Obando Sánchez.
La Represión Ubiquista
A finales de 1931 el General Ubico lanzó una de sus olas represivas enfilada especialmente contra los comunistas y encarceló a los miembros del Comité Central: Alberto del Pinal, Antonio Cumes, Luis Villagrán, el camarada Hondureño Juan Pablo Wanright, el salvadoreño Miguel Angel Vásquez, José León Castillo Juárez, otros dirigentes comunistas como Juan Luis Chigüichón y decenas de elementos democráticos.

En enero de 1932 fue detenido el Secretario General Antonio Obando Sánchez. El 18 de febrero de 1933 fue fusilado Juan Pablo Wanright que horas antes de morir con su propia sangre escribió en las paredes de su celda: VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DE GUATEMALA, VIVA LA INTERNACIONAL COMUNISTA.
También en 1933 fue fusilado Bernardo Gaytán, joven panificador Secretario General de la Juventud Comunista. Ubico se disponía a fusilar a todos los dirigentes comunistas, pero la campaña política realizada por la III Internacional Comunista y la situación política interna obligaron al dictador Ubico a conmutar la pena máxima por una especie de cadena perpetua, ya que Obando Sánchez y sus compañeros estuvieron 13 años en la cárcel y lograron la libertad hasta que Ubico fue derrocado del poder en 1944.
UN BREVE BALANCE
Aunque los comunistas jugaron un papel importante en el movimiento democrático de la década de 1921 a 1931, especialmente en lo que se refiere al movimiento sindical y al inicio de la divulgación de las ideas socialistas en Guatemala, no se consiguió echar las bases de un verdadero Partido Comunista, dado que no lograron consolidarlo. Las debilidades y errores del Partido y la brutalidad de la tiranía de Ubico aplastó por completo el intento realizado.
Sus principales debilidades pueden resumirse así:
Falta de ligazón de la ciencia marxista con el movimiento obrero. Las características sociales de los militantes, cuadros y dirigentes, artesanos con escaso nivel cultural, se reflejó en su escaso conocimiento del marxismo-leninismo y su aplicación a las condiciones concretas de nuestro país.
La copia dogmática y mecánica de las orientaciones y resoluciones de la III Internacional Comunista, que llevó al Partido a posiciones izquierdizantes y sectarias en la organización de los sindicatos y al planteamiento de consignas como el establecimiento de soviets en Guatemala y a la realización inmediata de la revolución socialista en el país.
Métodos artesanales de trabajo que junto al limitado desarrollo ideológico los condujo al trabajo individual, al practicismo y al empirismo, en lugar de realizar un trabajo colectivo, organizado y planificado.
Falta de lucha ideológica interna y en el seno de las masas, especialmente para combatir las tendencias oportunistas de derecha vinculadas al imperialismo yanqui y las posiciones izquierdizantes que enarbolaron los anarco-sindicalistas que, bajo la influencia española, difundieron sus tesis de “apoliticismo” y dividieron y debilitaron al movimiento sindical al fundar el Comité de Acción Sindical.

Los camaradas que lucharon por construir el Partido Comunista de Guatemala de 1921 a 1931 pagaron con el exilio, la cárcel y la vida su decisión de servir a la clase obrera y los campesinos, pero su esfuerzo y espíritu revolucionario sembraron la semilla que después, en otras condiciones históricas, fructificó.
Bernardo Alvarado Monzón, Secretario General del PGT desde mayo de 1954 hasta el 26 de septiembre de 1972, afirmó: “La lucha firme y heroica de los comunistas y las organizaciones populares y revolucionarias que en la década de 1920 a 1950 levantaron en nuestro país la bandera del socialismo, constituyen un glorioso antecedente de nuestro Partido aunque, lamentablemente, no haya logrado vertebrarse entonces, en forma definitiva, el partido marxista-leninista de la clase obrera guatemalteca”. (La penetración imperialista, la lucha de clases y las primeras organizaciones marxistas en Guatemala, EXPERIENCIAS, números 6, 7 y 8 diciembre de 1961 y enero-febrero de 1962).
II. LA REVOLUCION DE OCTUBRE, EL SURGIMIENTO, LA ACTIVIDAD Y LA UNIDAD DE LOS GRUPOS MARXISTAS
En las postrimerías de la segunda guerra mundial, Guatemala seguía siendo un país semifeudal y dependiente, pero a pesar del estancamiento económico había aparecido una débil burguesía nacional tanto comercial como industrial y agrícola y como consecuencia de tal surgimiento y de las inversiones extranjeras que habían crecido, aunque poco, la clase obrera urbana y rural, las capas medias habían aumentado en número y en influencia política.
El gobierno de Jorge Ubico (1931-1944) llegó a obstaculizar el endeble crecimiento económico de Guatemala y a golpear y afectar sucesivamente a casi todos los sectores sociales. Esto ocurrió al mismo tiempo que la batalla contra el fascismo, encabezada por la Unión Soviética, impulsaba la lucha democrática de todos los pueblos. Los factores internos e internacionales permitieron la más amplia unificación de las fuerzas antidictatoriales que, bajo la bandera de las libertades democráticas, dieron nacimiento al movimiento civil y armado contra Ubico y sus sucesores que encabezó en junio y octubre de 1944 la juventud estudiantil y militar, dirigida por la pequeña burguesía democrática y la burguesía nacional, apoyadas por la clase obrera y el pueblo en general.
El factor determinante en el inicio y desarrollo de la revolución iniciada el 20 de octubre de 1944 fue la contradicción entre las viejas y caducas fuerzas productivas, representadas por los terratenientes semifeudales y la burguesía pro-imperialista que se había desarrollado bajo la sombra del imperialismo y las nuevas fuerzas productivas representadas por la burguesía nacional, las capas medias; la clase obrera y los campesinos.
La incipiente burguesía guatemalteca había intentado en el siglo pasado, bajo las banderas del liberalismo, desarrollar al país por la vía del capitalismo y no había alcanzado su propósito ni con el movimiento liberal de Mariano Gálvez y Francisco Morazán en la década de 1850 a 1840, ni con la reforma liberal de Justo Rufino Barrios (1871-1885). Era necesario intentar nivelar las nuevas fuerzas productivas que se habían desarrollado: las burguesas con sus relaciones de producción correspondientes: capitalistas. Esta fue la causa fundamental de la revolución nacional iniciada el 20 de octubre de 1944 con la instauración de la Junta Revolucionaria integrada por el mayor Francisco Javier Arana, el capitán Jacobo Arbenz y el comerciante Jorge Toriello.
El Papel de Vanguardia Democrática (1947-1949)
Después del 20 de Octubre de 1944, el movimiento obrero resurgió. Los diversos sindicatos formados a partir de julio de 1944, fundaron en octubre de ese año la Confederación de Trabajadores de Guatemala. En 1945 al abrirse la Escuela “Claridad” se inició en el seno del movimiento sindical la labor de divulgación socialista a cargo de varios comunistas, obreros exilados salvadoreños. Los dirigentes sindicales ligados al arevalismo durante 1945-1946 intentaron diversas veces cancelar la Escuela “Claridad”, pero fracasaron en sus intentos. El gobierno de Arévalo presionado por el Jefe de las Fuerzas Amadas Coronel Francisco Javier Arana, clausuró la Escuela “Claridad” el 25 de enero de 1946 aduciendo que violaba el artículo 52 de la Constitución, iniciando así las medidas que tomó a lo largo de su periodo para impedir que en Guatemala se creara el Partido Comunista.
En 1946 los grupos marxistas que surgen en el movimiento sindical, entre los estudiantes universitarios, los periodistas y en el seno de los partidos políticos de la pequeña burguesía democrática, fueron definiendo y concretando sus actividades. En torno a la Confederación de Trabajadores de Guatemala y con la participación de los comunistas salvadoreños Daniel Castañeda y Virgilio Guerra se aglutinó un grupo de obreros artesanos: sastres, zapateros, carpinteros y alguno que otro estudiante, entre ellos: Antonio Sierra González, el hondureño Antonio Ardón, Pedro Fernández, José Luis Ramos, Huberto Alvarado Arellano y otros, que adoptaron el nombre de Comité Organizador del Partido Comunista de Guatemala, contando con la colaboración de la intelectual salvadoreña Matilde Elena López, los profesores Víctor Manuel Gutiérrez y Mario Silva Jonama, dirigentes del Sindicato de Trabajadores de la Educación que confluían también en la C.T.G., como delegados de los maestros.
Proveniente de las inquietudes aparecidas en la Facultad de Derecho nació la Asociación Socialista, cuyas cabezas más visibles fueron Bernardo Alvarado Monzón y Carlos René Valle y Valle, quienes se relacionaron con la Federación Sindical de Guatemala e incorporaron a su grupo a los tipógrafos José Alberto Cardoza y Octavio Reyes Ortiz. Vinculado con los intelectuales salvadoreños como Pedro Geofroy Rivas, que trabajaba en la Radio Nacional, se formó otro grupo entre quienes se contaba Alfredo Guerra Borges. Aunque desligados de los anteriores, en el Frente Popular Libertador se coordinaba un grupo que se orientaba hacia el marxismo, entre quienes se contaba José Manuel Fortuny, Carlos Manuel Pellecer, Humberto Sosa, Carlos Arias y otros.
En los inicios, los principales grupos marxistas se mantenían en una actitud que se situaba entre el acercamiento y el recelo. Las actividades conjuntas en el movimiento sindical y la necesidad de adoptar una posición común ante los acontecimientos políticos hicieron necesario el establecimiento de relaciones entre los elementos más capaces de los grupos marxistas. En esa tarea contribuyeron dirigentes comunistas de otros países como Julio Fausto Fernández, entonces Secretario General del Partido Comunista de El Salvador y la destacada comunista ecuatoriana Nela Martínez.
Así, desde el principio se planteó en nuestro país la relación entre la ciencia marxista y el movimiento obrero, reflejado en la participación de la intelectualidad revolucionaria en las tareas prácticas del movimiento sindical y obrero. La necesidad de dotar a la clase obrera de su partido político se convirtió en la principal labor de tales grupos que, actuando clandestinamente, acordaron celebrar una conferencia de representantes de los mismos, a fin de unificar su esfuerzo y sentar las bases de un futuro Congreso constituyente del Partido.
La reunión fue denunciada al gobierno, que en aquellos momentos se veía en la necesidad de suspender las garantías constitucionales en razón de una conspiración reaccionaria. Arévalo aprovechó la ocasión para incluir en el decreto correspondiente el hecho de que se tenía conocimiento de la proyectada conferencia marxista y adoptó medidas represivas contra algunos dirigentes obreros como Antonio Sierra González, Virgilio Guerra y otros que fueron encarcelados o expulsados del país. No obstante, en septiembre de 1947 se constituyó VANGUARDIA DEMOCRATICA GUATEMALTECA, cuya finalidad fue realizar el trabajo necesario para constituir el Partido.
Vanguardia Democrática Guatemalteca expresó la unificación política y organizativa de los mejores elementos de los grupos marxistas bajo una dirección única y desarrolló las siguientes actividades:
Actuó dentro de los partidos democráticos de la pequeña burguesía, especialmente el Partido Acción Revolucionaria, las centrales sindicales la Confederación de Trabajadores de Guatemala y Federación Sindical de Guatemala y principalmente en la primera que poco a poco llegó a ser el centro rector del movimiento sindical y campesino.
Los camaradas fueron organizados en células (actualmente Comités de Base) donde se cumplían los requisitos mínimos de organización leninista. Las células fueron organizadas en los principales frentes de acción de masas: sindical, juvenil, político, aunque el funcionamiento de las organizaciones partidarias era deficiente todavía.
Existió una dirección centralizada: la Comisión Política integrada por los responsables de los distintos frentes de lucha y actividad partidaria interna. Se dieron frecuentes informes sobre la situación política del país y se hicieron discusiones sobre los problemas más importantes del movimiento revolucionario. Se iniciaba la utilización del método crítico y autocrítico en el análisis de la actividad partidaria.
Desarrolló el impulso al movimiento reivindicativo y organizativo de las masas trabajadoras de la ciudad y el campo, especialmente entre los trabajadores ferroviarios, bananeros del norte y el sur, muelleros, textiles, etc. La mayoría de militantes de Vanguardia Democrática Guatemalteca eran dirigentes de organizaciones de masas en la capital y en el interior del país.
Criticó la actitud del Presidente Arévalo que poniendo en práctica la equivocada orientación de exportar la “revolución” formó y financió la Legión del Caribe, financió y armó al movimiento figuerista contra el gobierno de Costa Rica, organizó incursiones contra Trujillo en Santo Domingo y los Somoza en Nicaragua.
Fundó el 21 de diciembre de 1948 la organización democrática y amplia de las masas juveniles, Alianza de la Juventud Democrática Guatemalteca. En 1949 la organización de los estudiantes universitarios democráticos, Movimiento Universitario Reformista.
Divulgación de las ideas socialistas por medio de la publicación de folletos, distribución de libros y materiales sobre la teoría marxista, la realidad y los éxitos de los países socialistas.
Con las armas en la mano, sus militantes lucharon contra la conspiración reaccionaria (sólo contra Arévalo hubo más de 30 intentos complotistas) y representada por el levantamiento armado del Cuartel Guardia de Honor de julio de 1949.
I CONGRESO DEL PARTIDO
El auge del movimiento revolucionario guatemalteco, el surgimiento de divergencias en el seno de Vanguardia Democrática y la necesidad de constituir el Partido de la clase obrera para su acción política independiente, plantearon la necesidad de celebrar el Primer Congreso.
El Congreso se inauguró el 28 de septiembre de 1949 a las 20:30 horas en una casa de la Colonia Santa Ana, hoy parte de la zona 5 de la ciudad capital, con la participación de todos los miembros activos de Vanguardia en ese momento, que sumaban 43. Por la política antipartido de Arévalo el Congreso se efectuó en la clandestinidad y por la inexperiencia de los participantes su duración se prolongó de tal manera que las reuniones se fueron realizando los fines de semana, sábados y domingos, días feriados o por las noches de los meses de octubre, noviembre hasta la clausura efectuada el 18 de diciembre de 1949 en el local de la entonces Confederación de Trabajadores de Guatemala, 2a. Avenida 10-52 Zona 1.
Las reuniones de las comisiones se realizaban en casas particulares, escuelas públicas y las plenarias en locales sindicales como en el Sindicato de Trabajadores de la Educación (STEG), situado en la 5a. Calle entre 9a. y 10 Avenida de la hoy Zona 1 y en la CTG.
El Primer Congreso discutió tres informes presentados a nombre de la Comisión Política de Vanguardia Democrática:
Sobre la situación nacional.
Sobre la situación internacional.
Sobre la situación económica de Guatemala
Los problemas principales a debate en el Congreso fueron:
Procedimientos para el aparecimiento público del Partido y formas de proceder para el retiro de los comunistas del Partido Acción Revolucionaria y el papel de los Comités de Acción Política de los trabajadores;
Características y composición social del Comité Central.
El camarada Victor Manuel Gutiérrez sostenía la opinión que había que retirarse inmediatamente del Partido Acción revolucionaria y que los Comités de Acción política de los trabajadores, fundados a partir del 28 de julio de 1948 con nuestra participación, debían ser transformados en el Partido de la clase obrera. La tesis de la mayoría del Congreso que encabezaba José Manuel Fortuny era que la lucha por la independencia política de la clase obrera era una tesis justa, pero los pasos a dar para el aparecimiento público del Partido y el retiro de los comunistas en los partidos pequeño-burgueses tenían que ser medidas adoptadas de acuerdo con la situación concreta que permitieran una acción política propia y favorable al desarrollo del Partido.
El Congreso resolvió el retiro oportuno de los comunistas del PAR, mientras se daban los pasos para garantizar la actividad del Partido y desechó la idea de transformar a los Comités de Acción Política de los trabajadores en el Partido ya que eso hubiera significado abrir las puertas a infinidad de oportunistas y elementos no debidamente seleccionados. Y acordó ratificar la posición de que tales Comités no eran un partido político de la clase obrera sino un organismo de “orientación política de los obreros, de los campesinos y de los sectores populares” y un “vehículo de unidad nacional revolucionaria” que permitieran a los comunistas vincularse a las masas, y que su función era transitoria, en tanto el Partido Comunista salía a la luz pública.
El camarada Gutiérrez sostenía que si el Partido era el partido de la clase obrera forzosamente sus dirigentes deberían de ser obreros. Era la tendencia obrerista que en varias ocasiones, especialmente entre los camaradas que militan en el movimiento sindical, trató de formar cuerpo en el seno del Partido pero que siempre ha sido derrotada.
El Congreso consideró que en el Partido no hay diferencias por el origen social de sus militantes, cuadros y dirigentes pues todos guían su acción por el marxismo-leninismo y están sujetos a una misma orientación política y disciplina y tienen iguales derechos y deberes. Y que en nuestros países atrasados los obreros tienen poco acceso al conocimiento y asimilación del marxismo-leninismo, el cual liga a la clase inicialmente desde fuera y lo llevan los intelectuales revolucionarios que, adoptando el marxismo, se incorporan a las filas del proletariado y militan en las filas de su Partido.
El Primer Congreso aprobó:
La orientación política general del Partido.
Los Estatutos del Partido y el lema que fue: “Por la construcción del socialismo, trabajadores guatemaltecos, uníos”.
La adopción del nombre de PARTIDO COMUNISTA DE GUATEMALA.
Eligió el Comité Central formado por José Manuel Fortuny, Secretario General del C.C., Mario Silva Jonama, Bernardo Alvarado Monzón, Victor Manuel Gutiérrez, Alfredo Guerra Borges, José Luis Ramón, Antonio Ardón, Carlos René Valle y Valle, Octavio Reyes Ortiz, Huberto Alvarado, Pedro Fernández y los compañeros salvadoreños Daniel Castañeda, Virgilio Guerra y Eduardo Camporreales.
El compañero Gutiérrez, que no estuvo de acuerdo con la táctica aprobada en el Primer Congreso, presentó en enero de 1950 su renuncia al cargo de miembro del Comité Central y a su militancia en el Partido.
III. LA FUNDACION DEL PARTIDO Y EL AVANCE REVOLUCIONARIO (1949-1954). EL SEMANARIO “OCTUBRE”, LA ESCUELA JACOBO SANCHEZ Y EL APARECIMIENTO PUBLICO DEL PARTIDO.
Participando activamente en el proceso revolucionario que se desarrollaba impetuosamente dentro de una cada vez más aguda lucha de clases, se pasó a la aplicación de las orientaciones y resoluciones del Congreso.
A mediados de 1950 se consideró que había llegado el momento de salir a la luz pública. No se podía continuar más tiempo en el Partido Acción Revolucionaria. Habían madurado las condiciones para que un grupo de miembros del Partido aparecieran públicamente como organizadores de éste, quedando clandestina el resto de la organización, a fin de impedir que medidas represivas del gobierno arevalista pudieran aplastarla.

El documento público en que por primera vez en Guatemala (después de la década de 1922-1932 y de la revolución de 1944) se anunció el propósito de fundar el Partido Comunista se tituló: “Por qué renunciamos del PAR” y apareció el 20 de mayo de 1950. Por decisión del Comité Central lo suscribieron: José Manuel Fortuny, Mario Silva Jonama, Bernardo Alvarado Monzón, Alfredo Guerra Borges, José Luis Ramos, Antonio Ardón, Pedro Fernández, Carlos René Valle y Valle, Ignacio Humberto Ortiz y Rogelio López.
El documento hace un análisis de la situación nacional; fundamenta la necesidad de impulsar el movimiento revolucionario hacia la realización de la revolución agraria y antiimperialista como un paso hacia el establecimiento del socialismo; señala las limitaciones de los partidos democráticos burgueses y pequeños burgueses y razona la necesidad y urgencia de la organización política independiente de la clase obrera y declara la firme decisión de los firmantes de dedicarse a cumplir esos objetivos.
Al aparecer los comunistas anunciando públicamente sus ideales y propósitos, el compañero Gutiérrez y algunos marxistas que coincidían con sus posiciones políticas junto a otros elementos, decidieron el aparecimiento público del Partido Revolucionario Obrero de Guatemala (PROG) el 1o de julio de 1950. En esta organización había algunos marxistas convencidos y honestos. Al lado de ellos estaban también elementos oportunistas.
Se corrió el peligro de sembrar la confusión en el movimiento obrero, al presentarse ante los trabajadores dos entidades que proclamaban tener el marxismo como guía de su acción. Durante 1950 ambas organizaciones desarrollaron sus actividades independientemente sin ninguna relación y fue el año de mayores discrepancias políticas entre el Partido y el PROG.
El 21 de junio de 1950 apareció el primer número del semanario “Octubre” con la consigna “Por un gran partido comunista, vanguardia de los obreros, los campesinos y el pueblo” que jugó importante papel como educador, organizador y movilizador de las masas y del propio partido. Impreso, de tamaño tabloide llega a sacar ediciones de 16 páginas y más de 15,000 ejemplares. En la capital, los comités de base del Partido se constituyeron en grupos de voceadores del periódico y lo llevaron a la calle, a los centros de trabajo y a todo lugar de concentración de masas. En las tareas de divulgación de la prensa del Partido se combinaba el trabajo individual y colectivo incorporando a los candidatos a miembros del Partido, a los colaboradores y simpatizantes.
En el interior del país en torno a los agentes de “Octubre” se organizaron los revolucionarios más firmes, consecuentes y decididos y junto al trabajo organizativo impulsado por otros canales, van surgiendo las organizaciones partidarias entre los obreros agrícolas y los campesinos. En “Octubre” se publican reportajes sobre las condiciones de los trabajadores en fincas, fábricas, barrios, etc. etc., se divulgan las ideas socialistas, se impulsan tareas de solidaridad (nacional e internacional) al mismo tiempo que se da la orientación política sobre los acontecimientos más importantes de la vida nacional. El primer aniversario de “Octubre” se celebra con el primer mitin de masas del Partido efectuado en el Cine Variedades (4a. Av. y 6a, Calle Zona 1) y se proclama el 21 de junio como el día de la prensa comunista guatemalteca.
El 11 de septiembre de 1950 es clausurado “Octubre” por el gobierno arevalista, pero se le gana la batalla y “Octubre” sigue viendo la luz pública hasta el 2 de agosto de 1953 cuando es sustituido el 5 de agosto de ese año por “Tribuna Popular” que como diario del Partido continua la tradición de lucha siendo clausurado como consecuencia de la derrota del gobierno arbencista en junio de 1954. “Tribuna-Popular” se edita en sus talleres de impresión propios establecidos sobre la base de una campaña financiera de carácter nacional donde masas de trabajadores contribuyeron hasta con un día de salario.
El 1o de septiembre de 1950, en el primer local público del PCG (Av. Centroamérica entre 17 y 18 calle Zona 1), se abre la Escuela “Jacobo Sánchez” que imparte cursillos de educación y orientación a miembros del Partido, colaboradores y simpatizantes al mismo tiempo que sirve de local para la distribución del periódico, lugar de reuniones y contactos entre las distintas organizaciones y militantes del Partido. La escuela es clausurada en el mismo mes de septiembre de 1950 por el gobierno arevalista; más de 50 de sus alumnos encarcelados y entonces las tareas de educación se desarrollan por charlas y reuniones de estudio impartidas en los comités de base, en círculos de estudio, en grupos de colaboradores y simpatizantes.
En ese período se funda la librería del Partido con el nombre de “Futuro” donde se vende gran cantidad de publicaciones (libros, folletos, revistas) marxistas-leninistas a bajo precio a cuyo frente trabajó el c. Roberto Valle de la Peña. La librería “Futuro” es clausurada y los libros tirados al mar al triunfar la intervención imperialista y el golpe del ejército en 1954.
Al plantearse el conflicto laboral de los trabajadores de la United Fruit Company (bananeros y muelleros) y de la IRCA (los ferrocarrileros) y la celebración del 1o. de mayo de 1951, se reconoce públicamente la existencia del Partido Comunista de Guatemala por medio de declaraciones firmadas por su Comité Central.
Desarrollo del Partido y sus Formas Organizativas.
Como consecuencia del auge del movimiento revolucionario de masas y el papel jugado por los comunistas impulsando la lucha en todos los frentes, el Partido se desarrolla numérica y organizativamente.

Surgen las organizaciones partidarias en centros de trabajo y de concentración de masas. Y se aplica la política leninista organizativa de integración de sus militantes en organismos de empresas: Fábricas, oficinas, talleres, fincas, etc.; de frentes de lucha de masas: sindicales, campesinos, estudiantiles, lotificadores, inquilinos; de lugar de vivienda: barrios, aldeas, colonias. En muchos casos surgen las “fracciones”, con la finalidad de orientar la acción unitaria de los militantes del Partido en los frentes de masas.
El desarrollo de la organización impone la creación de órganos intermedios de dirección surgiendo los Comités Seccionales, Municipales y Departamentales. Muchas organizaciones partidarias instalan sus propios locales públicos.
Para organizar y dirigir el trabajo Partidario de acuerdo con las necesidades se forman las comisiones de trabajo del Comité Central, (organización, finanzas, educación, propaganda sindical, agraria, juvenil y femenina).
Se pasa a la actividad organizada, planificada y controlada que cobra mayor fuerza por medio de campañas nacionales y emulaciones que comprenden tareas esenciales en los frentes de propaganda (volantes, carteles, pintas, mítines, venta de publicaciones especialmente el periódico) de organización (funcionamiento de las organizaciones partidarias, control de la militancia, reclutamiento de nuevos militantes, etc.), finanzas (cotización, recaudación de ayudas permanentes, campañas de masas). Se inicia la publicación de “El Militante” como boletín interno del Partido. Organizaciones intermedias, especialmente comités departamentales y seccionales, crean sus propios órganos de expresión como “El Comunista”, “Vanguardia Proletaria” etc.
Se realizan varias reuniones nacionales con el fin de analizar problemas concretos de la situación del país y la actividad partidaria interna: Las Conferencias de Organización (el 8 y 9 de agosto de 1953), de educación y propaganda, agraria, de unidad sindical, contra ‘la intervención imperialista, etc., etc.
Las Organizaciones de masas
El movimiento juvenil se desenvuelve vigorosamente como lo demuestran el desarrollo de “Alianza de la Juventud Democrática Guatemalteca”, el aparecimiento de organizaciones juveniles de los partidos democráticos, la fundación del Frente Universitario Democrático (FUD) en 1952, que agrupa a los estudiantes progresistas de las diversas facultades, la creación de la Conferencia de Estudiantes de Post-Primaria que reúne todo el estudiantado de segunda enseñanza. Este auge planteó la necesidad de estructurar la organización de vanguardia de las masas juveniles guatemaltecas: la Juventud Comunista como organización partidaria y se encarga a la Comisión Juvenil del CC iniciar las actividades para cumplir tal objetivo.

Alianza de la Juventud había realizado su II Congreso en marzo de 1951 y la I Conferencia Nacional de Defensa de los Derechos de la Juventud Trabajadora en febrero de 1953 y juntamente con otras agrupaciones juveniles había llevado a cabo el Festival Nacional de la Juventud Guatemalteca, efectuado en La Alameda, Chimaltenango, el 20 y 21 de febrero de 1954, y propiciando la formación de un amplio Comité Nacional que preparaba el Festival de la Juventud Centroamericana que debería haberse efectuado en diciembre de 1954.
Alianza Femenina Guatemalteca, fundada en 1949, bajo la dirección del Partido, impulsa la lucha en defensa de los derechos de la mujer y la niñez, habiendo celebrado su II Congreso en noviembre de 1953 y el I Congreso Nacional de Defensa de la Infancia del 12 al 15 de diciembre de 1951.
Se impulsa en forma decidida la lucha por las demandas de los sectores populares y se crean sus propias organizaciones. Dentro de ella se destacan la actividad desarrollada por la Unión de Compradores de Lotes, la Liga de Inquilinos que logra la emisión de leyes específicas en defensa de sus intereses y el Comité de lucha de los Desocupados.
El impulso y desarrollo del movimiento sindical plantea las tareas de su unidad de una central única. Este esfuerzo fue coronado del 12 al 14 de octubre de 1951 con la formación de la Confederación General de Trabajadores de Guatemala (CGTG) que llega a contar con varias federaciones, decenas de sindicatos y de organizaciones campesinas. Al mismo tiempo se fortalece la Confederación Nacional Campesina de Guatemala (CNCG) con gran cantidad de organizaciones campesinas. Entre la CNCG y la CGTG se desarrollaban en el último período de su existencia tareas y pláticas unitarias que hubieran llevado a la formación de una sola central de obreros y campesinos con más de 800 organizaciones y cerca de 500,000 afiliados.
La lucha de los obreros industriales y agrícolas fructificó en sensibles aumentos de los salarios, de mejoras en las condiciones de trabajo, destacándose los conflictos huelguísticos de los ferroviarios, los bananeros, los muelleros; los trabajadores de transporte aéreo, de los campesinos de las fincas Concepción y el Pilar, como ejemplo de alta organización, certera dirección, solidaridad de todas las organizaciones democráticas con los trabajadores en lucha. En esa forma es posible lograr la reprobación del Escalafón Magisterial, reformas al Código de Trabajo que contenía muchas limitaciones especialmente en relación con el derecho de huelga y la supresión de los obstáculos existentes para la libre organización de los campesinos.
El Partido y el PROG

Desde la época de Vanguardia Democrática se consideró necesaria la creación de un organismo de orientación política pública de los obreros, de los campesinos y los sectores populares tomando en cuenta que la formación del partido de la clase obrera estaba en su proceso inicial. Así se fundó bajo los auspicios del movimiento sindical el Comité de Acción Política de los trabajadores el 28 de julio de 1948, que empezó a jugar su papel en la segunda mitad de 1949, ante la necesidad de una amplia participación de la clase obrera como tal fuera de los marcos de los partidos burgueses y pequeño-burgueses, se impulsó la creación de Comités políticos que desembocaron en la Convención Nacional Política de los Trabajadores efectuada el 21 y 22 de enero de 1950 y en la creación del Comité Político Nacional de los Trabadores (CPNT).
En la citada convención se declaró el apoyo a la candidatura de Arbenz, pero la lucha entre el oportunismo y las posiciones del Partido se vieron perjudicadas por la división creada entre los marxistas por el funcionamiento del PROG, al grado que la dirección del CPNT quedó en manos de elementos oportunistas como Manuel Pinto Usaga, Secretario General y el arribista y reaccionario Arturo Morales Cubas, relegando al propio compañero Gutiérrez al cargo de Secretario de Propaganda. Al crearse nuevas condiciones políticas que consolidaron las posiciones partidarias, el CPNT fue disuelto en marzo de 1951.
En 1951 se organizó una comisión de enlace para discutir problemas de la unidad del movimiento sindical y aproximar los puntos de vista del Partido Comunista y del PROG en una serie de cuestiones, con el propósito de conseguir también la unidad de todos los marxistas en el seno de un Partido Político único de la clase obrera. El trabajo dio fructíferos resultados para la unidad sindical. En octubre de 1951 nació la Confederación General da Trabajadores de Guatemala, central sindical única, encabezada por el camarada Gutiérrez.
Es de la mayor importancia que la unidad de los marxistas se haya forjado al mismo tiempo que se luchaba por la unidad sindical de los trabajadores. La unidad de la vanguardia política se impulsó al mismo tiempo que la unidad del movimiento sindical.
El ascenso del movimiento revolucionario, la consecuente política unitaria del Partido Comunista y la honestidad personal de Gutiérrez fueron permitiendo que, en el transcurso de 1951, el compañero Victor Manuel Gutiérrez fuera comprendiendo la necesidad de la unidad orgánica y política de la clase obrera en un solo partido: El Partido Comunista de Guatemala. Y así Gutiérrez a principios de 1952 propició la disolución del PROG, que se produjo el 2 de febrero de ese año y retornó a las filas del PCG, invitando a los demás miembros del PROG a ingresar al Partido. Algunos lo siguieron y otros volvieron a los partidos burgueses. Victor Manuel Gutiérrez en el II Congreso del Partido hizo la autocrítica de su papel en el PROG y el reconocimiento de los errores cometidos. Por su actitud y consecuencia fue electo miembro del Comité Central por el II Congreso, cargo que desempeñó hasta su asesinato el 6 de marzo de 1966.
El Carácter de la Revolución de Octubre.
El carácter de la revolución de octubre (1944-1954) fue democrático burgués por cuanto intentaba resolver la contradicción entre el feudalismo y el capitalismo, pero dado que la revolución se efectuada en la época del predominio imperialista en el país, al profundizarse tenía que acentuar su carácter antifeudal y antiimperialista por lo que la revolución octubrista en su etapa más avanzada tendió a tener un carácter nacional.
Las fuerzas motrices fueron: las capas medias acomodadas y un sector de la burguesía nacional con el apoyo activo de la clase obrera urbana y los campesinos. El enemigo principal fue siempre el imperialismo norteamericano que se apoyó en su alianza con los terratenientes semi-feudales y la burguesía reaccionaria.
Las tareas que impulsó la revolución fueron: el ejercicio de las libertades y derechos democráticos; una política social y cultural nacional y popular; una política económica que propugnó por el desarrollo de un capitalismo moderno en el país mediante la realización de la reforma agraria para liquidar el semifeudalismo y pasos iniciales en la lucha contra la opresión imperialista y el intento de realizar una política exterior independiente.
Estos objetivos se realizaron en dos fases que están interrelacionadas aunque tienen cada uno sus propias características en cuanto a las tareas que cumplieron y la influencia de las fuerzas motrices.
La primera fase de la revolución de octubre realizada por el gobierno de Juan José Arévalo (1945-1951) tuvo una orientación reformista y la influencia predominante fue la del pensamiento y los intereses de la burguesía nacional y la pequeña burguesía democrática.
Las tareas principales fueron políticas y sociales y estaban inspiradas en la constitución de 1945, que aunque tenía un carácter burgués terrateniente, por cuanto consolidaba los intereses fundamentales de clase, contaba también con la influencia democrática y varios aspectos de compromiso. Por tal razón aparecen en tal carta, además de las libertades políticas algunos de los derechos económicos y sociales que corresponden a las mayorías como el derecho al trabajo, a la seguridad social y una tendencia proteccionista para las mismas masas trabajadoras e igualmente un intervencionismo estatal tendiente a favorecer el desarrollo económico del país dentro de los marcos capitalistas.
La constitución de 1945, que tendía a superar una realidad semi-feudal y dependiente, tiene un carácter burgués y nacionalista.

El gobierno burgués de Arévalo aplicó una política interior democrática, aunque con limitaciones en lo que se refiere al derecho de organización de los trabajadores agrícolas y de los campesinos y al partido marxista-leninista, decretó un Código de Trabajo (1947) que recogió las más urgentes demandas de los obreros de la ciudad y el campo, estableció un sistema de Seguridad Social (1948) que aunque limitado era un paso progresivo y su política social y cultural favoreció a las masas populares al mejorar un tanto el nivel de vida, la atención a la salud pública y prestar impulso a la educación en sus diversos niveles.
El gobierno arevalista hizo una limitada resistencia al imperialismo norteamericano, que resguardó las riquezas del subsuelo guatemalteco como el caso del petróleo.
En la medida en que la clase obrera creció numéricamente y se organizó sindical y políticamente (junto al desarrollo industrial y agrícola del país), empezó a jugar un papel político más activo e influyó en las masas a fin de llevar hacia adelante el proceso revolucionario luchando por profundizar el contenido antifeudal y antiimperialista de la revolución. De esta manera los logros del gobierno de Arévalo estaba estrechamente vinculados a la lucha del pueblo y las masas.
Así se abrió, con el gobierno de Jacobo Arbenz (1951- 1954), una segunda fase de la revolución en la cual, las fuerzas motrices fueron siempre el sector de la burguesía nacional, la pequeña burguesía democrática, la clase obrera y los campesinos, jugando el papel dirigente la pequeña burguesía acomodada. Sin embargo, la clase obrera imprimió su sello a muchas de las conquistas revolucionarias de este segundo periodo.
Arbenz concretó los objetivos de su gobierno indicando que se proponía:
Convertir el país de una nación dependiente y de economía semi-colonial en un país económicamente independiente;
Transformar a nuestra nación atrasada y economía predominante feudal en un país capitalista moderno y
Hacer que esta transformación se llevara a cabo de tal manera que lograra la mayor elevación posible del nivel de vida de las grandes masas del pueblo.
Los objetivos anteriores sólo podrían alcanzarse mediante la liquidación de la propiedad feudal en el campo y las relaciones de producción que origina y desarraigando de la economía nacional la opresión imperialista. La reforma agraria, decretada el 17 de junio de 1952, pretendía concluir con el semifeudalismo en el campo y abrirle paso al desarrollo capitalista en la agricultura y en la industria. En dos años de reforma agraria, se entregó tierra a cerca de 100,000 familias campesinas, es decir a medio millón de guatemaltecos.

En cuanto a la política antiimperialista de Arbenz en el campo económico no adquirió el mismo carácter que la lucha antifeudal, sino que se llevó a cabo dentro de un camino de competencia con los monopolios yanquis con la idea de poder así excluirlos de la economía nacional, mediante la construcción de la carretera al Atlántico para romper el monopolio de la empresa estadounidense de ferrocarriles (IRCA), la construcción del puerto nacional de Santo Tomás de Castilla para dar a Guatemala una salida propia para el comercio internacional y terminar con el control de Estados Unidos sobre los muelles de Puerto Barrios y la edificación de la hidroeléctrica de Jurún Marinalá, que al producir más de 45,000 kilovatios concluiría con la influencia decisiva en la industria, de la compañía, yanqui Electric Bond and Share dueña de la empresa de energía eléctrica.
Por otra parte, en la década de 1944 a 1954, se acordaron diversas medidas proteccionistas para la industria nacional.
La aplicación de la política económica fue hecha con los recursos nacionales, evitando, los empréstitos y “ayudas” norteamericanas que sólo servirían para entregar el país a los imperialistas.
En el campo de la política internacional, durante la segunda fase revolucionaria, Guatemala empezaba a independizarse de la tutela yanqui y a realizar una política exterior de acuerdo a los intereses nacionales, que se expresa entre otras actitudes en la negativa de Guatemala de enviar soldados para apoyar la agresión de Estados Unidos al pueblo coreano y en la abierta oposición de Guatemala en la reunión interamericana de Caracas que se pretexto de condenar la penetración del “comunismo internacional” aprobó la “legalización” de la intervención yanqui en Guatemala.
La burguesía aplicó con más decisión las medidas antifeudales que las antiimperialistas, sin embargo en la lucha contra el semifeudalismo se golpeó al imperialismo como en el caso de la expropiación de las tierras de la United Fruit Company y de la aplicación de las leyes laborales que afectaban a las empresas yanquis.
II CONGRESO DEL PARTIDO
Las perspectivas abiertas al movimiento revolucionario con un movimiento de masas organizado en ascenso, el papel democrático progresista y revolucionario del gobierno del Presidente Arbenz, el crecimiento, fortalecimiento y desarrollo del Partido plantearon nuevas tareas y especialmente la elaboración de sus principales instrumentos de lucha: línea estratégica y táctica, programa, estatutos, cuestiones que impusieron la celebración del II Congreso, que tuvo lugar el 11 al 14 de diciembre de 1952.

La preparación y celebración del Congreso se hizo aplicando las normas leninistas que aseguraron la participación de los miembros del Partido en la discusión y aprobación de los documentos fundamentales; celebración de asambleas generales en todas las organizaciones partidarias; elección de delegados al Congreso en los comités de base sobre base de representación proporcional.
El II Congreso del Partido fue celebrado abiertamente y el acto de clausura fue un acto de masas, pleno de entusiasmo y combatividad, al cual asistieron delegaciones de otras organizaciones democráticas, especialmente políticas y sindicales, y delegados de partidos comunistas hermanos. El Congreso se desarrolló de acuerdo con la siguiente orden del día:
Discusión y aprobación del informe sobre la actividad del Partido presentado por el Comité Central que, dentro de las conclusiones más importantes que el informe contenía, planteó el análisis de clase de los gobiernos de Arévalo y Arbenz y la orientación estratégica y táctica del Partido como expresión dirigente de los intereses de los obreros, los campesinos y el pueblo.
En el informe se planteaba, además, que:
“Por medio de la más amplia lucha de masas, fortaleciendo su unidad, organización, su participación en el movimiento democrático, fortaleciendo la organización y la lucha de los obreros y los campesinos, forjando una firme alianza obrero-campesina, desarrollando el Frente Democrático Nacional por la dirección y por la base, luchar por una cada vez mayor amplitud del gobierno hasta lograr la instauración de un gobierno integrado por la clase obrera, los campesinos, en el sector patriótico de la burguesía nacional y la pequeña burguesía, gobierno en el que la clase obrera, por su mayor conciencia política, nivel organizativo y futuro histórico, debe conquistar la hegemonía y la dirección”.
Discusión y aprobación del Programa del Partido “El camino guatemalteco del progreso, el bienestar popular y la independencia nacional” que además de señalar los objetivos concretos de nuestra lucha en los aspectos económicos, político, cultural, social, las reivindicaciones específicas de los obreros, los campesinos y demás sectores populares, concretara sus objetivos así:
“El PGT tiene objetivos principales inmediatos la defensa de la paz mundial, el mantenimiento y: ampliación del régimen democrático en nuestra patria, el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, la liberación de los campesinos de la opresión feudal, el desarrollo económico independiente de Guatemala y la plena, independencia nacional.”

“El PGT tiene como objetivo final (expresado ya públicamente en dicho Programa) la construcción en nuestro país de una sociedad superior más justa y humana, la sociedad socialista en la que no existan explotados ni explotadores.”
Discusión y aprobación del informe organizativo cuya conclusión fue la aprobación de los nuevos Estatutos del Partido, que reglamentaron en su conjunto las normas partidarias de vida interna basándose en la aplicación de los principios leninistas de organización a las condiciones propias de nuestro movimiento revolucionario, al grado de desarrollo de la clase obrera y del propio Partido.
El II Congreso acordó el cambio de nombre del Partido por las siguientes razones:
El movimiento revolucionario de masas se desarrollaba con un atraso político de las masas, sometidas al “anticomunismo” por centenares de años, lo que hacía que las masas mecánicamente temieran a la palabra comunismo sin dejar de atender la justa orientación de los comunistas,
La Constitución de 1945, prohibía la existencia de organizaciones internacionales, principio asentado en la lucha contra el fascismo y el marxismo, pero que los reaccionarios y el imperialismo utilizaban a su modo, impidiendo en esa forma una mejor y mayor actividad del Partido al frente de masas. Sin cambiar su esencia marxista-leninista, desde esa fecha el Partido adoptó el nombre de Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT). El 18 de diciembre de 1952 el Partido se inscribió legalmente.
Elección del Comité Central encabezado por Manuel Fortuny. (La historia del Partido recoge los nombres de todos los integrantes de ese Comité Central que, por razones obvias, ahora no se publican).
El Partido y la Revolución de Octubre
El II Congreso planteó al Partido la orientación de luchar para “profundizar el contenido agrario y antiimperialista, democrático y popular de la Revolución”. En consonancia con lo anterior se acordó impulsar como tareas principales la lucha por la aplicación de la Ley de Reforma Agraria, entregando la tierra de manera preferente a los campesinos pobres; el desarrollo industrial de Guatemala y la ayuda efectiva a los artesanos y pequeños industriales; defender el petróleo guatemalteco reservando su explotación al Estado e igualmente la defensa de las riquezas mineras; desarrollar la lucha unitaria de los obreros, los campesinos, los estudiantes, etc., por sus reivindicaciones, por la democracia, por la independencia nacional y la paz; mantener y consolidar la alianza de los partidos democráticos burgueses y nuestro Partido y “luchar por la formación de un frente patriótico nacional que fuera la base de un gobierno más democrático y popular verdaderamente antiimperialista, integrado por todas las fuerzas que formaran dicho frente”.

“La línea del II Congreso, dice el informe del CC al III Congreso, fue, en lo fundamental acertada. En su aplicación el Partido realizó un trabajo de gran envergadura venciendo numerosas dificultades derivadas del hecho de que el Partido estaba en aquel período en los primeros años de su construcción, con una gran escasez de cuadros y un nivel político e ideológico marxista-leninista bastante bajo”.
Sin embargo en la aplicación de tal línea cometimos algunos errores importantes, siendo los principales:
“no prestamos la debida atención a la lucha, sumamente compleja y difícil, pero absolutamente necesaria, para el desarrollo consecuente de la Revolución, para que la clase obrera conquistara en el curso de la lucha, revolucionaria el papel dirigente de esta. Es más, no tuvimos una concepción acabada de esta cuestión fundamental.”
“No elaboramos ni aplicamos una política orientada ganar a la burguesía nacional para la lucha antifeudal y antiimperialista. Esta tarea era y es difícil, dada la fue fuerte influencia que sobre nuestra débilmente formada burguesía nacional ejerce, principalmente, el imperialismo norteamericano; al entrelazamiento de muchos intereses de la burguesía nacional guatemalteca con los del imperialismo y los terratenientes semifeudales, etc.”
“La tarea era, además tanto más necesaria cuanto que los gobiernos de Arévalo y Arbenz fueron apoyados e integrados solamente por un sector de la burguesía nacional, hecho que constituía un punto débil del frente único antifeudal y antiimperialista, por el cual luchaba el Partido”.
“en el trabajo de frente único tuvimos importantes debilidades: no destacamos en la medida necesaria el Programa y la línea del Partido. Esto constituyó una limitación de la independencia del Partido dentro del frente único. La causa de este error fue la influencia que en cierto grado ejerció sobre nosotros el sector de la burguesía nacional que apoyaba e integraba el gobierno”.
No mantuvimos informadas a las organizaciones del partido y a las masas de la actividad, los problemas y los obstáculos del Frente Democrático Nacional (alianza no consolidada de los partidos democráticos, la Confederación de Trabajadores de Guatemala y la Confederación Nacional Campesina).
“El Partido no prestó atención a ganar para el frente único a los pequeños comerciantes e industriales, algunos sectores de artesanos, y otros sectores de las capas medias urbanas, fuertemente influidos por la reacción; no prestó la debida atención a desvanecer las calumnias con que han envenenado por muchos años a los católicos contra los comunistas.”
EL PARTIDO Y ARBENZ
“Nuestro Partido brindó amplia y decidida colaboración al gobierno del Presidente Arbenz, quien escuchó con atención las opiniones del Partido y lo respetó en reconocimiento de la lealtad con que defendía los intereses del pueblo y de Guatemala”.
“En una serie de casos muy importantes de la Revolución el PGT, expresión política independiente de la clase obrera, llevó la iniciativa y se destacó entre todos los partidos democráticos; por ejemplo, en el planteamiento y desarrollo de la reforma agraria, la ampliación de las libertades democráticas para el pueblo trabajador, la elevación de los salarios, la defensa que la soberanía nacional, etc.”
Respecto a la experiencia de la relación entre el Partido y el Presidente Arbenz la conclusión del informe del III Congreso es que “Cuando la clase obrera tiene un partido político que expresa sus intereses, organiza el trabajo con las masas y colabora con las personalidades que, dentro de un gobierno democrático burgués nacionalista, como el del Presidente Arbenz, están animadas de la voluntad de impulsar la Revolución, ésta avanza con paso firme en el camino de las realizaciones que verdaderamente benefician a las masas”.
Sin embargo, en la aplicación de la línea seguida respecto al gobierno de Arbenz el partido cometió algunos errores importantes. El PGT “no hizo la debida crítica de dicho gobierno, en el que no todos sus miembros eran sinceros y demócratas ni revolucionarios honestos”.
“Sabiendo que la posición democrática y antiimperialista del Presidente Arbenz, dice el informe al III Congreso, no era compartida por una parte de su gobierno, de los dirigentes de los partidos que integraban éste, y por los altos jefes y oficiales del ejército, el Partido siguió la orientación de vigorizar el respaldo de masas a Arbenz como una manera de reafirmar la posición de éste en el seno de su gobierno y frente al ejército. Tal política era completamente acertada. No obstante, incurrimos en extralimitaciones, al mismo tiempo, no la completamos con la debida crítica al oportunismo y al arribismo de muchos políticos y miembros del gobierno; de los fenómenos de corrupción política y de enriquecimiento ilícito que se multiplicaban en las esferas oficiales; de las posiciones capituladoras frente a la ofensiva de la reacción interna y el imperialismo, etc.”
La lección que se desprende de todo esto es que “La política de frente único que el Partido debe seguir en relación con un gobierno democrático burgués nacionalista, como el del Presidente Arbenz, debe combinar la lucha por el fortalecimiento de “las posiciones democráticas y revolucionarias del gobierno, con la crítica de los errores y los fenómenos negativas de éste, el oportunismo y arribismo de otros y desde luego de las posiciones reaccionarias. De esta manera el Partido preserva su independencia dentro del frente único con dicho gobierno”.
LAS CAUSAS DEL DERROCAMIENTO DE ARBENZ

El enemigo principal de la revolución de 1944 fue siempre el imperialismo de Estados Unidos, aliado de los terratenientes semifeudales y, de la burguesía reaccionaria local.
“Desde el inicio del proceso revolucionario el imperialismo yanqui, fomentó, financió y dirigió, en diverso grado y en diversa forma, la actividad de la reacción y su labor conspirativa para derrocar al gobierno de Arévalo y después de Arbenz. Pero a medida que la lucha revolucionaria se desarrollaba y que la tensión internacional crecía aumentaron los esfuerzos del imperialismo norteamericano para imponer un cambio de rumbo a Guatemala. Cuando habían fracasado diversos intentos el Departamento de Estado en defensa de los intereses del United Fruit Company, afectados por la Reforma Agraria, apoyándose en la Agencia Central de Inteligencia, decidió intervenir de manera abierta y brutal en Guatemala”.
“La causa fundamental de la intervención norteamericana en Guatemala fue que los objetivos nacionales, populares y democráticos, chocaban necesariamente con el imperialismo, con los terratenientes semifeudales y la burguesía reaccionaria que se apoyan en el imperialismo y son, a la vez, su principal base social en el país”.
Los medios usados por el imperialismo yanqui durante el período previo de la intervención fueron:
“una campaña anticomunista nacional e internacional tendiente a demostrar que Guatemala era “cabeza de playa del comunismo internacional” y por lo tanto “peligro para la seguridad continental y en el interior del país su finalidad fue “atemorizar y dividir a las fuerzas democráticas, particularmente a los sectores más vacilantes; volver contra el gobierno las capas menos desarrolladas de la población; desorientar a la opinión pública mundial y aislar a Guatemala”.
“En esta campaña se destacó el papel jugado por la Iglesia Católica, que, utilizando los sentimientos religiosos para fines políticos reaccionarios, se empleó a fondo en la lucha contra los gobiernos de Arévalo y Arbenz,” no sólo falseando la fe, sino utilizando en vía pública las imágenes religiosas para “condenar al comunismo”.
La presión diplomática, ejercida por el Departamento de Estado no solo a través de la embajada de Estados Unidos, sino también a través de diversos organismos internacionales: tales como la OEA y la ODECA.”
“Algunos gobiernos reaccionarios, principalmente los de la República Dominicana, Nicaragua y Honduras, actuaron en complicidad con el Departamento de Estado yanqui, suministrando dinero, armas; campos de entrenamiento, bases de agresión, etc. a los contrarrevolucionarios guatemaltecos”.
La intimidación y el chantaje en todas sus formas: prohibición de venta de armas al gobierno guatemalteco, al mismo tiempo que se facilitaban a otros gobiernos hostiles; amenazas de no comprar el café guatemalteco y de prohibir la venta de gasolina a nuestro país; obstáculos diversos para las ventas a Guatemala, etc.
“La conspiración reaccionaria. En este aspecto la atención principal la puso (y la pone siempre) el imperialismo en la labor dentro del ejército. Esta labor no se dejó a cargo de los políticos reaccionarios solamente, sino que el imperialismo la realizó además por su propia cuenta, valiéndose para ello de los agregados militares norteamericanos y de los elementos de la Agencia Central de Inteligencia, los cuales movieron también muchos hilos de la conspiración”.
“Al mismo tiempo, el imperialismo organizó, financió, dio armas y entrenamiento a un ejército mercenario con base en Honduras. En el momento dado, se dio a este ejército la orden de invadir Guatemala, utilizándosele principalmente como un medio de presión sobre los cobardes jefes militares traidores para acelerar el golpe de Estado; y también para acentuar las tendencias capituladoras de los sectores más atemorizados y vacilantes del gobierno y de las fuerzas democráticas”.
“Los planes de los imperialistas norteamericanos tuvieron éxito por haber concurrido diversos factores que impidieron que el pueblo, junto con los elementos patrióticos del gobierno y de la dirección de los partidos democráticos, pudiera librar la lucha abnegada que estaba dispuesto a librar. Los factores principales que concurrieron son los siguientes:
La parte de la burguesía nacional que apoyaba y formaba parte del gobierno estaba en su conjunto muy amedrentada por la fuerte presión del imperialismo y por el auge del movimiento obrero y revolucionario, orientándose en aquellos momentos hacía un viraje a la derecha, con sacrificio de las libertades y derecho del pueblo y de algunos postulados fundamentales de la Revolución.
Por la base el frente único se desarrolló y cobró forma orgánica en los Comités de Defensa de la Soberanía Nacional, pero por lo que toca a la dirección del Frente Democrático Nacional, en proceso de formación. Las cosas fueron lamentablemente distintas.
“ En los días de la intervención directa de Estado Unidos, el debilitamiento del Frente Democrático Nacional obedeció a las vacilaciones y el acobardamiento de muchos dirigentes de los partidos democráticos, a las profundas disensiones internas de algunos de esos partidos, a la presencia en ellos de algunos dirigentes muy incapaces, arribistas, muy poco dignos de confianza, y al hecho de que no le prestamos la debida atención a cohesionar mucho más al FDN, con el objeto de que sirviera para movilizar a las masas y le diera más firme respaldo al gobierno.
A todo lo anterior hay que agregar que la intervención de Estados Unidos se consumó dentro de una situación internacional muy desfavorable. El marco en que se desarrolló la Revolución guatemalteca fue el marco de la “guerra fría”, de una situación en que el mundo estuvo al borde de la guerra. Aquella atmósfera de tensión internacional fue propicia a la realización de los planes del imperialismo norteamericano, cuyo exponente más caracterizado fue John Foster Dulles.
En el cuadro de aquella situación el FACTOR QUE PRECIPITÓ LA CAÍDA DELGIMEN DEMOCRÁTICO FUE LA TRAICIÓN DE LOS JEFES MILITARES.
“El ejército en nuestro país ha sido y es un instrumento de las clases reaccionarias y del imperialismo. Las clases reaccionarias y el imperialismo han tenido buen cuidado de cegar al ejército con el anticomunismo”.
“En el frente los jefes de operaciones se negaron a pelear y empezaron a pactar con los invasores mientras que los obreros, los campesinos, los estudiantes demandaban entrenamiento militar y armas. Cuando Arbenz fue conminado por jefes militares reaccionarios a renunciar, el Presidente pidió contingentes a los partidos democráticos y a las centrales sindicales y campesinas y “ordenó que se les entregara y proveyera de armas, pero los jefes del ejército desatendieron la orden y la sabotearon”. Este fue quizá el elemento más decisivo de la derrota de la Revolución guatemalteca”.
“Sin la traición de los jefes militares reaccionarios, que impidieron armar al pueblo y sustrajeron al ejército de la lucha contra les invasores, se hubiera podido derrotar a éstos en corto tiempo y aplastarlos”.
En los lugares donde se actuó militarmente (Gualán, Puerto Barrios, Chiquimula) las masas y el Partido fueron los elementos principales en la derrota de las bandas reaccionarias.
La traición de los jefes militares determinó al Presidente Arbenz a renunciar.
El coronel Arbenz, señala el informe del CC al III Congreso, demostró que tenía un pensamiento político avanzado, firmeza revolucionaria y antiimperialista; y en algunas situaciones históricas decisivas, como octubre de 1944 y julio de 1949, dio muestras de su valor como jefe revolucionario.
“Sin embargo, la traición de los jefes militares, que comprometía seriamente el desenlace de la lucha, lo desmoralizó, le hizo perder la fe en que podía derrotarse la intervención y mantenerse en pie la política revolucionaria a que ciñó sus actos de gobernante. Frente a aquella traición no tomó la decisión de enfrentarla con la probada firmeza con que lo había hecho en 1949; no cohesionó en torno suyo a los dirigentes democráticos, a los colaboradores de su gobierno, que no hubieran sido ganados por el espíritu de capitulación, y a aquellos oficiales del ejército que estaban dispuestos a luchar. Al proceder así, y subestimar el papel que las masas podían jugar en la solución de la crisis, puso de manifiesto que junto a su pensamiento político avanzado y su consecuencia revolucionaria, actuaron en él su formación militar y burguesa”.
La renuncia de Arbenz que “constituyó un serio error de graves consecuencias” causó “un efecto desconcertante y desmoralizador en el pueblo”.
Años más tarde, el reconocer el error que había constituido su renuncia, Arbenz precisaba que uno de sus principales errores había sido confiar en el ejército y transmitir esa confianza al pueblo.
LA LUCHA CONTRA LA INTERVENCION Y LOS ERRORES DEL PARTIDO
En el pleno de mayo de 1953 el comité Central examinó las amenazas de la intervención de Estados Unidos y señaló las tareas económicas y políticas más importantes para hacerles frente. Impulsó desde entonces y encabezó la lucha popular contra las amenazas de intervención, logrando la movilización de las masas y su incorporación a las formas propuestas para enfrentar tal peligro, como lo fueron los Comités de Defensa de la Soberanía, que permitieron unir a las masas en un amplio frente único patriótico que “constituían también una de las premisas para la lucha armada del pueblo”.
Sin embargo, en la crisis de junio de 1954 el Partido cometió varios errores importantes y adolecía de algunas debilidades:
“El Partido sin una apreciación completa y profunda de la complejísima situación de aquellos días, y, además, no aplicó firmemente una política de masas, no definió las FORMAS CONCRETAS que debió de haber adoptado la lucha de masas para hacerle frente a la situación, particularmente al consumarse la traición de los jefes militares.”
“En el momento crítico el Partido hizo algunas proposiciones al Presidente Arbenz, pero incompletas y no bien fundamentadas”.
“El Partido no actuó con verdadera independencia, lo que hubiera significado, fundamentalmente, denunciar la traición de los jefes militares, esforzándonos para desbaratarla con el respaldo de las masas; presionar fuertemente con las masas para que se entregaran armas al pueblo; y oponerse, con apoyo en las masas y en colaboración con los elementos patrióticos más firmes de los partidos democráticos, a la errónea decisión del Presidente Arbenz de renunciar.”
El Partido no atendió debidamente en aquella situación, la lucha por unir mucho más a las fuerzas democráticas dentro del Frente Democrático Nacional; menospreció el papel que podían jugar en la crisis los elementos democráticos, partiendo de que en estos había muchos dirigentes arribistas y capituladores.
Para 1954 el Partido era muy joven, no cumplía los cinco años de vida; su nivel político e ideológico era muy bajo. La dirección del Partido era inexperta (la mayoría de los dirigentes del partido no pasaban de los treinta años de edad) y no estuvo a la altura de las circunstancias. Contribuyeron a estos errores en el trabajo interno: el descuido de la labor ideológica; el empirismo y practicismo en el cumplimiento de las tareas; el hecho de que la Comisión Política y el Comité Central no jugaron su papel dirigente que descansó en la actividad de un sólo grupo de sus integrantes; y la falta de severas medidas de disciplina contra compañeros que desde ese periodo dieron muestras de corrupción moral y oportunismo, como el caso del tránsfuga Carlos Manuel Pellecer.
Las consecuencias políticas de la separación del cargo de Secretario General del Comité Central de José Manuel Fortuny en mayo de 1954 porque “bajo la influencia ideológica de la burguesía, perdió la perspectiva en 1954 y se dejó llevar del pesimismo y de la falta de fe en la lucha revolucionaria que el pueblo libraba”. (Informe del CC al III Congreso).
CONCLUSIONES BASICAS
El informe del CC al III Congreso precisa como dos conclusiones importantes las siguientes:
“El período histórico que se cerró con el triunfo de la contrarrevolución en 1954, es el más importante y trascendental de la historia de Guatemala, tanto por su contenido como por sus realizaciones. La revolución de Octubre de 1944, que se desarrolló a lo largo de diez años, ha sido el movimiento que más beneficios ha dado a los trabajadores de la ciudad y del campo. Aunque este movimiento se desarrolló bajo la dirección de la pequeña burguesía revolucionaria y un sector de la burguesía nacional, la clase obrera, a través de su partido marxista-leninista, puso su sello a muchas realizaciones revolucionarias en el último periodo, y en algunos casos fue la fuerza de vanguardia”.
“La experiencia de la lucha contra la intervención norteamericana, particularmente en el periodo más agudo de la crisis en 1954, enseña que hay importantes posibilidades de triunfo en la lucha contra la intervención imperialista, a condición de aplicar una firme política de frente único, que cohesione fuertemente a las masas y a todos los elementos patrióticos y de que se pongan las armas en manos del pueblo, para que este defienda la soberanía nacional en unión de los sectores patrióticos del ejército”.
“La experiencia guatemalteca enseña también que en situaciones como la que vivió el país en 1954, en que la participación de amplias masas es muy activa, se crean rápidamente condiciones para que la clase obrera asuma el papel dirigente de la lucha revolucionaria, nacional y patriótica de todo el pueblo”.
“Por ello, en tales condiciones es un deber del Partido de la clase obrera hacer los máximos esfuerzos para conquistar tal dirección, sobre la base de una política que de clara respuesta a los principales problemas de la lucha, de una acertada política de frente único y de preservar dentro de éste la independencia del Partido.”
IV. LA CONTRARREVOLUCION EN EL PODER Y LA RECUPERACION DEMOCRATICA (1954-1959)
LA RESTAURACION
Como resultado de la intervención norteamericana, la contrarrevolución volvió a recuperar el poder político y se constituyó en julio de 1954 un gobierno que representó los intereses del imperialismo de Estados Unidos, de los terratenientes semifeudales y de la burguesía reaccionaria, que aplicó una política antinacional, antidemocrática, anti-popular y desató el terror anticomunista.
Al desplomarse el gobierno democrático el 27 de Junio de 1954 y desatarse contra las fuerzas democráticas y revolucionarias una furiosa persecución que significó la muerte, el encarcelamiento y el destierro de millares de obreros, campesinos, empleados, intelectuales y estudiantes, cundieron la confusión y las corrientes derrotistas. En este sentido tuvo gran importancia el primer manifiesto de nuestro Partido aparecido el 17 de julio de 1954, en que se señaló el carácter transitorio de la derrota sufrida, se mostró acertadamente la naturaleza de clase del régimen contrarrevolucionario y se llamó a los trabajadores y a los sectores populares a luchar en defensa de la libertad, la soberanía nacional y las conquistas alcanzadas en el decenio democrático.
El gobierno de Castillo Armas liquidó la reforma agraria; ilegalizó a los partidos democráticos y revolucionarios, a las centrales sindicales y campesinas; mutiló el Código de Trabajo recortando los derechos de los trabajadores; derogó la legislación que protegía los intereses de los inquilinos, aplastó las libertades democráticas; suscribió un tratado de asistencia militar con los Estados Unidos; promulgó una Ley de Petróleo que puso a los recursos petroleros nacionales en manos de las compañías norteamericanas; devolvió las tierras que habían sido expropiadas a la United Fruit Company; refrendó los viejos contratos de tal empresa y le hizo nuevas concesiones; inició la carrera del endeudamiento externo de Guatemala contratando onerosos préstamos con bancos y agencias internacionales al servicio del imperialismo yanqui.
EL PARTIDO EN LA CLANDESTINIDAD
El núcleo de dirigentes que se quedó en el país encabezados por el Secretario General Bernardo Alvarado Monzón, Mario Silva Jonama, Secretario del Comité Central, y Carlos René Valle y Valle, miembro de la Comisión Política del CC, tomaron inmediatamente medidas para la reestructuración del Partido y la Juventud en diversas escalas y en el plano nacional. Esta tarea fue difícil dado que el Partido no tenía ninguna experiencia de trabajo clandestino y no estaba preparado para desarrollar su actividad interna y externa en condiciones tan duras. Fue necesario aprender en la propia lucha y esto significó errores y debilidades, aunque los aspectos positivos del trabajo garantizaron primero la supervivencia del Partido y después la continuidad de su labor revolucionaria. En el propio 1954 apareció el periódico clandestino “VERDAD” como órgano del Comité Central y reapareció “El Militante” como boletín interno.
“En la lucha contra el gobierno de Castillo Armas, dice el informe del CC al III Congreso, el Partido se preocupó desde un principio en encontrar la coincidencia con todos los sectores de la oposición democrática; se interesó en levantar las reivindicaciones de todos esos sectores, así como las reivindicaciones justas de aquellos sectores que estaban influidos por la demagogia “liberacionista” y confundidos por la desenfrenada campaña anticomunista”.
“Dentro de ese esfuerzo se interesó en formular una plataforma mínima que pudiera ser común a todos los sectores democráticos, así como en determinar la perspectiva de la situación económica, para señalar las consecuencias que traería la política aplicada por el gobierno de Castillo Armas”.
“En estas dos direcciones, aunque con fallas importantes, se elaboró la orientación política del Partido en documentos tales como el Informe de la Comisión Política de diciembre de 1954, el Informe y la Declaración de la Comisión Política de marzo de 1955 y el resumen de la discusión de la Comisión Política de junio de 1956.”
En esa época se hizo público el análisis sobre la caída del gobierno de Arbenz contenido en la resolución de la Comisión Política del Comité Central de junio de 1955: “La intervención norteamericana y el derrocamiento del régimen democrático”.
“En aquel período, al principio fueron muy fuertes las tendencias de algunos sectores democráticos a aislar al Partido. Sin embargo, el Partido consiguió siempre cultivar relaciones con elementos de esos sectores y encontró formas de acción y de coincidencia política con éstos.”
“Fue de la mayor importancia que el Partido se orientara desde el primer momento a luchar por la reorganización del movimiento sindical, sobre la base de las reivindicaciones fundamentales de los trabajadores y sin que importara que durante todo un período, debido las circunstancias imperantes, los sindicatos estuvieran bajo la dirección de elementos impuestos por el gobierno castilloarmista. Esta orientación se fundamentó en la Resolución de la Comisión Política sobre “La actividad sindical y el trabajo de los comunistas entre la clase obrera y las masas trabajadoras del país, adoptada en julio de 1956, que estuvo en vigor hasta que se aprobó una nueva resolución en agosto de 1959: “La situación del movimiento sindical y las tareas principales para su fortalecimiento”.

En las condiciones de existencia de sólo organizaciones sindicales gobiernistas y reaccionarias se aplicó exitosamente la experiencia de luchar dentro de esas organizaciones que, por la actividad de los comunistas, se fueron transformando en agrupaciones al servicio de los intereses de los trabajadores y bajo el impulso de los mejores de ellos, la clase obrera fue la primera en enfrentarse en las calles al gobierno reaccionario al desfilar el 1o de Mayo de 1956 planteando las demandas populares. En 1955 se celebraron el 1o de Mayo y el 20 de Octubre por medio de la acción de los grupos clandestinos dirigidos por el Partido.
El papel jugado por los estudiantes universitarios fue muy importante. Ellos abrieron amplias brechas en el duro camino de la recuperación democrática. Fueron de gran significación la denuncia de la farsa electoral de diciembre de 1955 y la conmemoración del 25 de junio de 1956, que al ser reprimida por el gobierno castilloarmista (que precisamente en esa oportunidad proclamó por boca de Mario Sandoval Alarcón la política de la “Violencia organizada”), significó el asesinato de los estudiantes Álvaro Castillo, Julio Juárez, Salvador Orozco y otros en la 11 Calle y 6a. Av. de la Zona 1.
Importante papel jugó el periódico “El Estudiante” que libró luchas democráticas apreciables y ejerció amplia influencia política.
En la oposición democrática el sector que tuvo más importancia en esos años fue el grupo clandestino llamado “Recuperación Democrática”, que buscaba, al igual que otros elementos democráticos de la pequeña y mediana burguesía, la actividad complotista con los círculos descontentos del ejército. Tal orientación afectó en determinadas ocasiones al propio Partido de la clase obrera. Sin embargo, el hecho importante es que se lograron algunos entendimientos con los grupos de la oposición democrática que formaron con el Partido una alianza de las fuerzas democráticas que hizo varios pronunciamientos públicos
LA MUERTE DE CASTILLO ARMAS Y SUS CONSECUENCIAS
El 26 de julio de 1957 fue asesinado por elementos de su propio gobierno, en complicidad con el tirano dominicano Leonidas Trujillo, el dictador Castillo Armas. El embajador yanqui Sparks, intervino inmediatamente para apuntalar al gobierno reaccionario de Luis González López, sucesor de Castillo Armas, que puso el gobierno al servicio de la candidatura presidencial, auspiciada por el Movimiento Democrático Nacionalista, del licenciado Miguel Ortiz Passarelli, llamado a continuar la política castillo-armista. El 20 de Octubre de 1957 tuvieron lugar las elecciones.
El pueblo rechazó con indignación el fraude electoral con que se pretendió imponer a Ortiz Passarelli. En la lucha por la anulación de las elecciones coincidían las más diversas fuerzas desde los sectores de la oposición de derecha, encabezada por el candidato presidencial general Miguel Ydígoras Fuentes, la oposición democrática, hasta los comunistas.
Bajo la acción común de las masas se aceleraron los procesos de división dentro del ejército y el gobierno de González López fue derrocado por una Junta Militar integrada por los coroneles Yurrita, Lorenzana y Mendoza. La embajada norteamericana, a través del agregado militar, coronel Culberton, intervino y logró que la Junta entregara el poder al segundo designado presidencial coronel Guillermo Flores Avendaño para no romper el orden constitucional reaccionario.
Las elecciones del 19 de enero de 1958 constituyeron un nuevo fracaso del imperialismo de Estados Unidos y la embajada yanqui, como señaló el informe de la Comisión Política del 2 de marzo de 1958, “admitió la imposibilidad de imponer al coronel José Luis Cruz Salazar (candidato de los “liberacionistas”), buscó el compromiso con el general Ydígoras y, en consecuencia, impuso a las facciones reaccionarias el pacto Ydígoras Fuentes-Cruz Salazar”.
CAUSAS, FALLAS Y LIMITES DE LA POLITICA DE CONCILIACION NACIONAL
El informe de la Comisión Política del 2 de marzo de 1958 precisó las complejas condiciones del arribo al poder de Ydígoras Fuentes; el significado del desplazamiento de una facción reaccionaria del gobierno por otra; las contradicciones entre las mismas; la confusión de importantes sectores populares por las promesas democráticas y nacionalistas de Ydígoras Fuentes; y la crítica situación económica del país. Ese conjunto de circunstancias llevaban a la conclusión de que el gobierno “podría ser obligado a hacer concesiones, de tal suerte que se ampliaran las posibilidades de lucha democrática; pero tal objetivo podría alcanzarse solamente a condición que el pueblo reforzara su lucha y si “las fuerzas democráticas permanecen unidas y se impide que los dirigentes oportunistas desvíen la lucha de sus justas posiciones”.
En esas condiciones la Comisión Política, según señala el informe al III Congreso, consideró necesario tener presente “el origen terrateniente y reaccionario de la candidatura de Ydígoras”, así corno la participación del imperialismo en el pacto Ydígoras-Cruz Salazar, con el objeto de que “la gente no se haga ilusiones” y se dio la orientación de combatir las medidas reaccionarias del gobierno Ydígoras. Por otra parte, se señala que lo principal debía ser la exigencia para que Ydígoras cumpliera sus promesas y aplicara la política de conciliación nacional demandada por amplios sectores populares y que Ydígoras había prometido a fin de ganarse el apoyo de esos sectores.
“El Partido definió, a su vez, lo que debía entenderse por conciliación nacional, indicando que esta era en esencia una política que permitiera el libre desenvolvimiento político y social del país. Esta demanda estaba en consonancia con la situación histórica concreta de aquellos días y “debía ir acompañada en todo momento de la lucha contra las medidas contrarias a la conciliación nacional; contrarias a los intereses populares, a la economía y la independencia nacionales” (Resolución de la Comisión Política, noviembre de 1958).
“Al exigir al gobierno el cumplimiento de la promesa que había hecho Ydígoras durante la campaña electoral, nuestro Partido evitó distanciarse de los sectores populares que creían en esas promesas y no tenían una conciencia más clara del curso que debía seguir el país. El Partido ponía su confianza en que los hechos probarían a esos sectores su equivocación como ocurrió efectivamente en el curso de un solo año”.
“Al mismo tiempo, el Partido continuó su lucha contra los partidos reaccionario-anticomunistas, su lucha por la organización y el desarrollo de las fuerzas democráticas, manteniéndose vinculado de esta manera a los sectores populares más conscientes”
“La lucha por la aplicación de una política de conciliación nacional dio varios resultados positivos: se avanzó en el “campo de las libertades políticas; se respetó la formación y funcionamiento de los partidos democrático-burgueses; se consolidó y amplió la oposición a los planes subversivos del MLN y otros grupos reaccionarios; etc.”.
“Sin embargo, estos resultados no fueron de mayor consideración debido, principalmente, a que la presión de las masas sobre el gobierno no ha sido más fuerte, entre otras razones porque todavía están saliendo de las primeras etapas de su recuperación de la derrota de 1954.”
“En esta lucha cometimos varios errores importantes:
Dimos lugar a que se pensara que la conciliación nacional era la demanda que expresaba toda nuestra orientación política, aunque la Resolución de noviembre de 1958 había subrayado que aquella era solamente un elemento demagógico del gobierno y que por nuestra parte se debía impulsar con vigor todas las demandas del Partido y de las masas”.
Dimos una explicación insuficiente y tardía sobre lo que la política de conciliación nacional significaba, sus limitaciones, su razón de ser. El comportamiento del gobierno dio lugar a que con frecuencia y con bastante facilidad se perdiera de vista, en qué condiciones históricas se planteaba esa demanda. Una explicación completa y persistente hubiera permitido que el Partido y los sectores populares ejercieran más presión sobre el gobierno, con lo que se hubieran conseguido resultados positivos más importantes.
Explicamos con bastante retraso los cambios introducidos gradualmente en la línea política del Partido, en consonancia con los cambios de la situación y de la política del gobierno. Las declaraciones de la Comisión Política, en que tales cambios se reflejaban, debieron haberse acompañado de una labor de esclarecimiento por distintos medios”.

DICTADURA CON FORMALIDADES DEMOCRATICAS
El gobierno de Ydígoras, que representó los intereses de las clases reaccionarias y el imperialismo, pasó después a responder a los intereses de las clases dominantes en su conjunto, con la particularidad de que la fuerza dominante en el gobierno fue la burguesía pro imperialista.
Al acentuarse la depresión económica y desarrollarse el movimiento democrático y popular se generalizó el descontento y se acumuló un fermento revolucionario que buscó salida en el desplazamiento de las clases reaccionarias del poder. Ante esta situación el imperialismo y las clases reaccionarias implantaron más abiertamente la dictadura para cerrarle el paso a la lucha revolucionaria y descargar sobre el pueblo las consecuencias de la crisis económica.
Ydígoras Fuentes, para consolidarse políticamente y ante el creciente repudio a su política antinacional y antipopular, acudió al fraude en las elecciones del 6 de diciembre de 1959 para renovar el Congreso de la República. En esas condiciones se inició en 1960 el despertar de la lucha de masas.
V. EL ASCENSO REVOLUCIONARIO Y EL PARTIDO (1960-1966)
EL III CONGRESO
Después de un agudo período de clandestinidad y persecución sistemática el Partido realizó el 20, 21 y 22 de mayo de 1960 su III Congreso en condiciones de estricta clandestinidad.
“El III Congreso, dice el informe del CC al IV Congreso, hizo el análisis del período anterior, abordó los principales problemas del momento y sentó las bases de la orientación futura del Partido: reflejó correctamente el cuadro de la situación económica y política, y por primera vez, señaló la crisis de estructura que atenazaba al país”. Esto tiene una “gran significación para la historia del movimiento revolucionario de nuestro país y dotó al Partido y al pueblo de instrumentos básicos para continuar la lucha”.
El III Congreso señaló que la “estructura dependiente y semi-feudal de la economía guatemalteca ha hecho crisis. Esta crisis de estructura constituye la base de las luchas políticas de nuestro país. La revolución de Octubre estaba dirigida a resolver dicha crisis, pero el triunfo de la contrarrevolución cerró temporalmente este proceso. En consecuencia, la revolución democrática-nacional sigue planteada como una necesidad histórica” dado que la “contradicción principal de desarrollo de Guatemala es la contradicción entre las nuevas fuerzas productivas que pugnan por abrirse paso y las viejas relaciones semifeudales de producción y la dominación imperialista que le cierran el paso a aquellas”.

Partiendo de esa fundamentación, el III Congreso precisó que “el objetivo estratégico del Partido es la realización de la revolución-democrático nacional y la formación de un gobierno revolucionario democrático y patriótico en el que se encuentren representadas la clase obrera, los campesinos, la pequeña burguesía y la burguesía nacional, o sea, las clases que representan las nuevas fuerzas productivas que pugnan por abrirse paso en nuestro país”.
A fin de que dicho gobierno alcance el grado de consecuencia revolucionaria que es indispensable, es “necesario que la clase obrera, a través de su Partido marxista-leninista, sea la fuerza dirigente de tal gobierno”. La revolución democrático-nacional, es decir agraria y antiimperialista, es la primera fase de un proceso único cuya segunda parte es la revolución socialista, pero la realización de la misma se garantiza solamente con el papel hegemónico de la clase obrera.
El III Congreso indicó que el Partido “está en disposición de utilizar cualquier forma de lucha, en consonancia con la situación concreta” y dado que las clases reaccionarias estaban orillando el pueblo hacia la violencia dijo que sobre tales sectores “recae toda la responsabilidad de la violencia en los casos en que el pueblo se ve obligado a hacer uso de ella para abrirle paso a la revolución” y por lo tanto el Partido “debe adoptar medidas concretas para estar preparado, en lo fundamental, para tomar parte en la lucha, cualesquiera que sean las formas que ésta adopte”.
En el informe del CC al IV Congreso se dice que las principales limitaciones y errores del III Congreso fueron el “análisis poco profundo del papel de las clases sociales. Así, hizo un trasplante esquemático de la formulación de los comunistas chinos sobre las cuatro clases, incluyendo a la burguesía nacional como una de las fuerzas motrices de la revolución, a la que, sin situarla como clase dirigente y señalando sus limitaciones, se le daban ciertas posibilidades revolucionarias. No ahondamos en nuestra experiencia y sobre la actitud de la burguesía nacional durante y después de triunfo de la revolución cubana”.
“La mayor limitación del III Congreso está en la orientación estratégica trazada, que no recogió correctamente las tendencias hacia la vía violenta que principiaban a aparecer y no pudo prever el desarrollo revolucionario que nos abocaría a nuevas situaciones, no obstante, acordó la utilización de todas las formas de lucha. En cuanto a la lucha de masas, las resoluciones del Congreso se principiaron a cumplir; se inició la elaboración de los problemas de la violencia revolucionaria y se tomaron algunas medidas prácticas en estos aspectos, pero hubo limitaciones evidentes. Aún así, el III Congreso jugó un papel decisivo, especialmente en lo que se refiere a la reestructuración del Partido. El III Congreso se celebró cuando el PGT estaba reconstruido en lo fundamental.”
LA LUCHA DE MASAS
1960 marcó un viraje en la situación política de Guatemala con el despertar de la lucha de masas, cuyas principales acciones correspondieron a las huelgas de los empleados del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, de los maestros de educación primaria y secundaria; la de los estudiantes de segunda enseñanza; la lucha contra los impuestos y otras. En tales luchas se denunció la persecución política, la corrupción administrativa y se manifestó simpatía y solidaridad a la revolución cubana.
El auge de la lucha de masas se dio con las características generales siguientes, según precisa el informe al IV congreso.
Las acciones reivindicativas, incluso la de sectores particulares por demandas económicas y sociales, adquirían carácter político planteando la necesidad del cambio del gobierno reaccionario por un régimen democrático y revolucionario.
Tales acciones se transformaban en un movimiento general de numerosos sectores de la población, con la participación activa de sus capas más radicalizadas y la simpatía y el apoyo de las mayorías populares.
Ante la violencia desatada por el gobierno, con el propósito de detener la lucha, caracterizadas por los choques callejeros, a veces espontáneos, con poca preparación militar y sin una dirección única.
En ese contexto fue un hecho significativo la frustrada intentona de un grupo de jóvenes revolucionarios, entre ellos algunos comunistas, de tomar la base militar de Cobán (Alta Verapaz) el 16 de julio de 1960 y que encabezaron el licenciado Alejandro Silva Falla, asesinado por la reacción en febrero de 1968 y el teniente Guillermo Lavagnino.
EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO 13 DE NOVIEMBRE
“El descontento y la oposición al gobierno de Ydígoras Fuentes llegaron al mismo ejercito donde “un grupo de jefes y oficiales organizó la llamada “compañía de Jesús” con el propósito de derrocar a Ydígoras, sin ninguna orientación revolucionaria. Los elementos honestos del movimiento apenas pretendían acabar con la corrupción administrativa, el desprestigio del gobierno y dar algunas libertades democráticas. La mayoría participaron motivados por ambiciones personales de llegar al poder”.
En las primeras horas del 13 de noviembre de 1960 se efectuó el levantamiento militar en el Cuartel General, en la capital, y después los alzados tomaron la Base de Zacapa. Por una serie de fallas militares, entre ellas la traición de elementos comprometidos, la sublevación fue derrotada en dos días, durante los cuales los rebeldes se negaron a entregar armas al pueblo.
Después, una parte de los militares alzados pactó con el gobierno, otros salieron al exilio y los más consecuentes, como Alejandro de León, Marco Antonio Yon Sosa, Luis Augusto Turcios Lima, Luis Trejo Esquivel, Vicente Loarca, retornaron al país con el propósito de organizar otro complot para lo cual entraron en contacto con los diversos partidos políticos de oposición, especialmente con los de derecha y después, en la medida que no lograban apoyo, hicieron relación con los partidos reformistas y, finalmente, con el PGT.
El PGT les brindó importante solidaridad y ayuda material e inició un trabajo político con tales elementos que encontró escollos en la “deformación anticomunista, los recelos y aprehensiones en contra del Partido”. Vinculados a la lucha contra el gobierno fueron obteniendo una relación directa con los problemas del pueblo, su trato con las fuerzas de la izquierda revolucionaria, especialmente el Partido, y experiencias internacionales fueron radicalizando el pensamiento del núcleo principal y modificando sus concepciones de lucha. En esas condiciones, aportaron de inmediato al proceso revolucionario, que se encaminaba por la lucha armada, un valioso equipo de militares que, aunque sin mayor formación política entregaban sus conocimientos profesionales y su firme decisión de combatir, y así se agruparon en el Movimiento Revolucionario 13 de noviembre.
Durante esa época el Comité Central del Partido, en plenos ampliados, por encargo del III Congreso, desarrolló el problema de la vía de la revolución, discusión que culminó en mayo de 1961 con la aprobación de la resolución “Táctica General, desarrollo y formas de lucha de la revolución guatemalteca”, que señaló por primera vez la vía violenta del proceso revolucionario del país y acordó una serie de recomendaciones al respecto, cuya justicia pusieron de manifiesto los acontecimientos posteriores.
JORNADAS PRE-INSURRECIONALES DE MARZO Y ABRIL DE 1962
Los movimientos de masas que se desarrollaron y las acciones violentas que aparecieron en ellos, culminaron en las históricas jornadas de marzo y abril de 1962, creando una situación pre-insurreccional que marcó un desarrollo en el movimiento revolucionario y señaló el camino violento de la revolución.
El informe al IV Congreso dice al respecto que “En la rebelión popular de marzo y abril de 1962, que principió con los planteamientos estudiantiles y la protesta contra el fraude electoral, se llegó a pedir, con el respaldo de la mayoría de los sectores del país, la renuncia de Ydígoras Fuentes de la Presidencia y se hizo tambalear al gobierno. En esa situación, como señala el “Balance de las luchas de marzo y la táctica del partido” (abril de 1962), hecho por la Comisión Política del Comité Central, ni las fuerzas revolucionarias tuvieron fuerza suficiente para derrocar al ydigorismo ni el gobierno tuvo la capacidad para aplastar al movimiento revolucionario. Las condiciones objetivas maduraban, pero las condiciones subjetivas marchaban con retraso”.
“El gobierno pudo maniobrar las clases dominantes, viendo en peligro su dominio económico y político, utilizaron al ejército que dio el primer paso hacia un control más directo del poder mediante la formación de un gabinete militar que dejó a Ydígoras Fuentes dirigiendo el aparato administrativo del Estado, mientras el ejército tomó de hecho las palancas decisivas del poder”.
En cuanto a las conclusiones sobre tales jornadas el informe al IV Congreso dice:
Las jornadas de marzo y abril, iniciadas por los universitarios, se transformaron en una rebelión popular de gran amplitud y profundidad creando un clima preinsurreccional que amenazó la existencia del régimen.
Constituyeron punto culminante de la lucha abierta de masas, desarrollaron la violencia revolucionaria frente a la persecución sistemática y la represión reaccionaria e hicieron aparecer nuevas formas de organización y de lucha.
Las fuerzas revolucionarias no tuvieron el vigor suficiente para derrocar al gobierno reaccionario ni este tuvo la capacidad suficiente para aplastar el movimiento revolucionario.
A pesar de su amplitud, las jornadas de marzo y abril fueron urbanas, principalmente centradas en la capital. Esto constituyó una de sus debilidades. Mientras estudiantes, obreros y demás sectores populares y revolucionarios luchaban y los grupos burgueses y demás fuerzas reaccionarias conspiraban junto con la embajada de los Estados Unidos en la capital, el resto del país (salvo algunas movilizaciones en Quetzaltenango, Retalhuleu, Cobán y algunas acciones de hostigamiento en Escuintla e Izabal) apenas se conmovió. El campesinado estuvo al margen. Aunque se hizo el primer intento guerrillero, su pronto aplastamiento no le permitió ejercer ninguna influencia inmediata.
La oposición estaba completamente dividida, tanto en la concepción del movimiento como en sus objetivos políticos y métodos de lucha. La derecha buscaba el golpe militar que le asegurara el poder. La izquierda revolucionaria se proponía debilitar el poder reaccionario y hacer avanzar el proceso revolucionario. La pequeña burguesía democrática y un sector de la burguesía nacional intentaba una recomposición del gobierno que les permitiera asegurar la sucesión presidencial, ya que Arévalo principiaba a resurgir, y planteaba la continuidad del régimen ydigorista para llegar a las elecciones.
A las fuerzas revolucionarias les faltó una dirección única con suficiente autoridad: una sólida organización, no sólo más extendida en el país, sino activa y capaz, con dominio de las diversas formas de lucha y mejores y más fuertes vínculos y orgánicamente débiles. Las acciones populares las rebasaron en la práctica.
El Partido y la Juventud Patriótica del Trabajo, en mayor o menor grado, estuvieron vinculados a todos los acontecimientos (acciones callejeras, trabajo militar, labor de frente único), pero los comunistas fuimos superados por los acontecimientos, pues no tuvimos la suficiente capacidad y agilidad para encauzarlos de la mejor manera, en medio de la disputa por la dirección del movimiento.
Uno de los resultados más importantes de este período fue la incorporación de nuevas fuerzas jóvenes al proceso revolucionario, que indudablemente le dieron gran impulso. Más tarde, sin embargo, del seno de este conjunto de fuerzas, surgieron elementos de la pequeña burguesía que crearon serios problemas y provocaron incluso la división del movimiento armado”.
LA DERROTA DEL PRIMER INTENTO GUERRILLERO
El PGT y el Partido de Unidad Revolucionaria organizaron el destacamento “20 de octubre”, formado por un grupo de 23 revolucionarios, en su mayoría miembros del Partido, de la Juventud Patriótica del Trabajo y del Partido de Unidad Revolucionaria, que bajo la dirección del coronel Carlos Paz Tejada, ex jefe de las Fuerzas Armadas del gobierno de Arévalo, fue sorprendido y masacrado el 13 y 14 de marzo de 1962 en Concuá Baja Verapaz. El informe del Comité Central al IV Congreso dice que la “derrota de Concuá estuvo condicionada, entre otras cuestiones, por la falta de una clara concepción sobre el desarrollo de la lucha guerrillera y sobre el alcance de su influencia en la situación preinsurreccional que se vivía. Como consecuencia de ello se cometieron errores de carácter militar; desconocimiento real del terreno escogido, falta de preparación de los aspectos logísticos, deficiente entrenamiento e los efectivos, descuido en el internamiento del grupo y en su marcha, e ignorancia de la necesidad de organizar una red de apoyo y de hacer trabajo político previo entre la población”.
Allí cayeron heroicamente los comunistas Octavio Reyes Ortiz miembro del Comité Central, Mauro de León, Francisco Barrios de León, Brasil Hernández, Marcial Asturias, Amado Izquierdo, Alfonso Jocol, Roberto Cáceres; los jóvenes comunistas Guerrilleros Grajeda Zetina, Rodolfo Heller Playa y Carlos Toledo y los miembros del PUR: Moisés Quilo y Jaime Facundo Reyes.
EL GOLPE MILITAR DE 1963
Al amainar el oleaje revolucionario de 1962 la actividad política se centró en la sucesión presidencial que significó una recomposición y atomización de fuerzas. La candidatura presidencial de Juan José Arévalo comenzó a adquirir auge y el ex-presidente depuso su actitud antiimperialista, o reiteró su anticomunismo y se cuidó de no levantar susceptibilidades en el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ya que John F. Kennedy alentaba candidaturas presidenciales de “personalidades democráticas” como parte de su programa “revolución pacífica”. Era el camino reformista, no sólo para oponerlo a la revolución cubana, sino como forma concreta de interceptar y desviar el convulsionado proceso de la revolución continental.
La izquierda revolucionaria, que no se hacía ilusiones, se preparaba para la lucha armada y así el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, el Movimiento 12 de Abril, organizado por estudiantes democráticos al calor de las jornadas de marzo y abril, y el PGT, actuando con el nombre de movimiento 20 de Octubre, organizaron en diciembre de 1962 las Fuerzas Armadas Rebeldes.
El Partido combatió a todas las candidaturas y fuerzas reaccionarias y señaló los peligros y las raíces anticomunistas y proimperialistas de Arévalo y al mismo tiempo denunció públicamente la inminencia del golpe militar en declaración de la Comisión Política del Comité Central del 4 de febrero de 1965 y propuso a los partidos arevalistas Revolucionario Ortodoxo, Nacional Revolucionario, de Unidad Revolucionaria, a la Unión Revolucionaria Democrática y a otras organizaciones, la concertación de una política común para hacerle frente al golpe militar. Tales proposiciones no encontraron la debida respuesta, ya que la mayoría de tales partidos llegaron a considerar que el ejército sería supuestamente garante de las instituciones democráticas y respetaría el desarrollo del proceso electoral.
En esas condiciones se produjo el golpe militar el 30 de marzo de 1963.
“El golpe de marzo, dice la resolución del Comité Central del PGT del 20 de diciembre de 1963, no tuvo la forma de las asonadas militares tradicionales; no fue solamente el golpe de una camarilla, sino la utilización del ejército, como tal, como brazo armado de la reacción e institución representativa por excelencia del Estado reaccionario, al que se encargó la función de gobernar en tanto se buscaba la solución que no habían encontrado las clases reaccionarias y que hasta el momento, no hallan aún. La implantación de la dictadura militar fue la salida que dichas clases encontraron para impedir que el proceso político de nuestro país fuera más allá y para prevenir un cambio revolucionario como el país necesita”.
El golpe militar del coronel Enrique Peralta Azurdia contó inicialmente con la simpatía y el respaldo de todas las fuerzas contrarrevolucionarias y de la mayoría de los candidatos a la Presidencia. Se derogó la Constitución de la República y se convocó a una constituyente para elaborar una nueva carta magna a la medida de los intereses de la oligarquía y el imperialismo yanqui.
El mal llamado Movimiento de Liberación Nacional, el Partido Revolucionario y la Democracia Cristiana Guatemalteca que respaldaron el golpe, fueron los únicos partidos reconocidos junto al Partido Institucional Democrático creado por la dictadura militar encabezada por Peralta Azurdia.
EL INICIO DE LA LUCHA ARMADA
Al resumir brevemente las fuentes de la violencia en nuestro país “El camino de la evolución guatemalteca (resolución del IV Congreso 1969) precisa que están:
“En el atraso y la miseria de la inmensa mayoría de los guatemaltecos que, tanto en la ciudad como en el campo, viven en condiciones infrahumanas, desnutridos, descalzos, cargados de enfermedades, sin posibilidades de educación, hacinados en covachas y ranchos atentatorios a su seguridad y su vida; mientras que una minoría de explotadores locales y extranjeros exhibe su hartazgo y su lujo.
La injusticia social que se enseñorea en todo el país.
La libertad y los derechos del pueblo son brutalmente conculcados.
La persecución sistemática que ha sido norma de todo gobierno reaccionario cierra siempre las puertas al diálogo civilizado hasta para fuerzas de oposición moderadas.
La presencia constante del imperialismo defendiendo sus intereses y condicionando el curso de la vida nacional.
El hecho de que el proceso revolucionario fue truncado violentamente en 1954, mediante la intervención e imposición imperialista que persiste desde entonces”.
“En definitiva las fuentes de la violencia son LA INJUSTICIA SOCIAL, LA CONCULCACION BRUTAL DE LOS DERECHOS Y LIBERTADES DEL PUEBLO, EL SOMETIMIENTO Y LA ENTREGA DE LA SOBERANIA NACIONAL”
La expresión de la voluntad popular fue burlada en diciembre de 1959 mediante el fraude electoral; la lucha de masas por sus intereses políticos fue violentamente reprimida; la decisión del pueblo por un cambio de gobierno fue brutalmente aplastada en marzo y abril de 1962, cayendo asesinados decenas de ciudadanos; ante el temor de ser desplazados por partidos tímidamente reformistas en las elecciones las clases dominantes respondieron con el golpe militar de marzo de 1965; ilegalizaron a los partidos democráticos burgueses; persiguieron a las organizaciones sindicales, campesinas y estudiantiles; establecieron el estado de sitio permanente; anularon el ejercicio de los derechos democráticos.
En esas condiciones la constitución de las Fuerzas Armadas Rebeldes, por el Movimiento Revolucionario 15 de Noviembre, el Movimiento 12 de abril y el Partido Guatemalteco del Trabajo, es decir que obreros, campesinos, estudiantes y militares democráticos que se proponían establecer un gobierno democrático, patriótico y revolucionario y responder a la violencia reaccionaria (que cerraba el paso a los intentos pacíficos por impulsar el proceso democrático), con la violencia revolucionaria era el único camino del pueblo guatemalteco.

Inicialmente se organizaron campamentos de entrenamiento militar en los departamentos de Zacapa e Izabal. Después del golpe militar de Peralta Azurdia, que cerraba el círculo de la política violenta de la reacción, los grupos de entrenamiento pasaron a realizar precipitadamente algunas acciones armadas y, dado que las clases dominantes habían impuesto a los sectores revolucionarios la lucha armada, se reiniciaron los intentos de organizar unidades guerrilleras. Así fue como se situaron grupos de combatientes en el Gran Cañón y el Monte Sinaí en Izabal y en la Granadilla en Zacapa. Tales esfuerzos fracasaron ya sea porque los grupos fueron desmovilizados por disensiones internas o por ataques del ejército.
En junio de 1963 Marco Antonio Yon Sosa, que había sido nombrado Comandante en Jefe de las FAR, se internó con un destacamento integrado por miembros del 13 de Noviembre y campesinos comunistas en las montañas de Izabal y adoptaron el nombre de “Alejandro de León”, en homenaje a un oficial del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre asesinado por la policía política ydigorista en agosto de 1961.
En octubre de ese mismo año, el Comandante Luis Augusto Turcios Lima, encabezando a un grupo formado principalmente por jóvenes comunistas, se internó en la Sierra de las Minas y terminó por ubicarse en la parte de la misma correspondiente al departamento de Zacapa y adoptaron el nombre de “Frente Guerrillero Edgar Ibarra”, en homenaje a un joven estudiante comunista caído e, las primeras escaramuzas dirigidas por Yon Sosa. Se iniciaron así las actividades guerrilleras en Zacapa e Izabal, actividades que en 1964 fueron adquiriendo mayor importancia al efectuarse propaganda armada, ajusticiamiento de esbirros y comisionados militares y choques con el ejército. Comenzaron a realizarse también acciones de sabotaje en la capital, las cuales, sumadas a la simpatía general con la que el pueblo veía la lucha armada como expresión de repudio a la dictadura militar, elevaron el entusiasmo y la iniciativa que radicalizaron la actitud política de las organizaciones revolucionarias.
EL PAPEL PROVOCADOR Y DIVISIONISTA DEL TROTSKISMO
Tal situación fue aprovechada por un reducido grupo do trotskistas, agentes de la Agencia Central de Inteligencia, como el guatemalteco Francisco Amado Granadas, el mexicano Felipe Galván, que, bajo la dirección de una de las secciones de la IV Internacional que preside Jaime Posadas, se infiltraron en el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre aprovechando la escasa formación política de sus principales integrantes y dirigentes.
En julio de 1964 apareció el periódico “Revolución Socialista” como vocero del MR13; hizo pública la vinculación de tal movimiento con el trotskismo, meses después de haber sido descubierto por el Partido. Por sus relaciones estrechas con el Frente Guerrillero Edgar Guerra (FGEl), el MR13 confió firmemente en que tal destacamento se sumaría a ellos. Y aunque Turcios vaciló al principio y llegó a firmar la Declaración de la Sierra de las Minas en enero de 1965, la posición del destacamento en su conjunto impidió en definitiva que la GEI cayera bajo el control del trotskismo.
En el informe al IV Congreso se dice que el “Trotskismo como instrumento del imperialismo norteamericano se trazó como objetivo estratégico la liquidación del movimiento armado en Guatemala para interrumpir el proceso revolucionario, destruyendo a la vez, a su expresión más firme y consecuente: El PGT. Para ello se propuso, entre otras cosas:
La división del movimiento revolucionario guatemalteco.
Sembrar la confusión ideológica y política en el seno de las organizaciones revolucionarias y en la población.
Propiciar y llevar a la práctica métodos aventureros en el terreno militar, organizativo y de dirección.
Usar la provocación para exponer al pueblo y a las organizaciones revolucionarias a la represión del enemigo de clase.
Trazar una orientación ultraizquierdista que aislara a las organizaciones revolucionarias del pueblo.
Desprestigiar al PGT mediante la calumnia y debilitarlo con el propósito de privar al movimiento revolucionario de su dirección marxista-leninista.
Introducir la corrupción en las filas del movimiento revolucionario.
Utilización sistemática de la difamación contra los países socialistas, en especial contra la Unión Soviética. Y con sus ataques contra China y Cuba, los trotskistas en Guatemala terminaron desenmascarándose como agentes del imperialismo norteamericano.
“Los principales propósitos que alcanzó el trotskismo fueron:
Dividieron al movimiento revolucionario guatemalteco.
Debilitaron el papel dirigente del Partido.
Condujeron a la lucha por el camino de la provocación y el aventurerismo militar.
Sembraron la confusión ideológica y política en el seno de las organizaciones revolucionarias y propiciaron el fraccionalismo.

“Los trotskistas mexicanos y el guatemalteco Francisco Amado fueron expulsados en agosto de 1966 públicamente del MR13 entre otras cuestiones derivadas de las contradicciones internas, por el robo de fondos. Los hechos y los resultados no dejan dudas sobre el papel aventurero, provocador y divisionista del trotskismo como agente del imperialismo norteamericano”.
LA POLITICA DE UNIDAD Y EL SECTARISMO
“El trabajo de unidad de las fuerzas democráticas y populares, dice el informe del Comité Central al IV Congreso, se amplió para los días de marzo y abril de 1962 cuando se estableció el Frente Patriótico Revolucionario con una función coordinadora.
Posteriormente cuando se abrió la perspectiva de la sucesión presidencial y la candidatura de Arévalo comenzó a cobrar fuerza, los partidos arevalistas que se sentían seguros del triunfo se fueron separando de los demás sectores populares.
“Después del golpe militar de marzo de 1963 se dieron condiciones para una nueva aproximación de las fuerzas democráticas y revolucionarias y se creó, con la participación de la izquierda revolucionaria, el Frente Unido de la Resistencia (FUR)”.
“El FUR expresó la oposición democrática y popular contra la dictadura. Pero las diversas concepciones, intereses políticos y la táctica a seguir, en medio de la agudización de la lucha, sumada a una actitud sectaria de un sector de las Fuerzas Armadas Rebeldes, donde se manifestaba ya la tendencia izquierdizante y estrecha en las relaciones con otras fuerzas, hizo que el FUR se convirtiera en un comité inoperante hasta su extinción. Los esfuerzos del Partido para evitarlo no surtieron efecto. De esta manera la misma izquierda en armas contribuyó a su propio aislamiento que, en el periodo de ascenso, no se hizo notorio por la activa simpatía popular, pero que a la hora de los reveses fue evidente” “(Informe al IV Congreso)”.
REORGANIZACION DE LAS FAR
En el informe al IV Congreso se indica que “Ante el rompimiento de la unidad, provocado en julio de 1964 por el MR13, la aparición del Movimiento Revolucionario 12 de abril de las FAR, que de hecho había dejado de existir, ya que sus principales dirigentes se habían incorporado a las otras organizaciones revolucionarias o habían defeccionado, el Partido acordó la reorganización de las Fuerzas Armadas Rebeldes con la participación del Frente Guerrillero Edgar Ibarra, la Juventud Patriótica del Trabajo y el Partido. Tal planteamiento coincidió con las propuestas del Comandante Luis Augusto Turcios Lima, quien, por su prestigio como destacado jefe guerrillero, jugó un papel importante cuando se llegó a concretar tal acuerdo de reorganización en marzo de 1965”.
Las FAR resurgieron “como una organización político-militar, con una dirección marxista-leninista, pero amplia en su base, con el objetivo de incorporar a las masas populares a la lucha armada”.
“La radicalización de la lucha, le competencia de hecho con el trotskismo y la actitud izquierdizante de las nuevas fuerzas que se sumaron al combate fueron factores influyentes en el hecho de que los documentos fundamentales de las FAR y su actitud se caracterizaron por su posición sectaria y militarista. El Partido no supo contrarrestar con firmeza esa posición incorrecta”.
RASGOS DEL ASCENSO REVOLUCIONARIO
El informe al IV Congreso dice que “Se inició un período de ascenso revolucionario que, aunque limitado en sus acciones de masas, por las mismas condiciones de represión, se caracterizó por el desarrollo de la violencia revolucionaria como adecuada respuesta a la violencia reaccionaria. Las formas violentas de lucha pasaron a ser la expresión máxima y casi única de la revolución. La represión y el crimen del enemigo de un lado y la lucha revolucionaria del otro.”
“Las contradicciones en el seno de las fuerzas reaccionarias se agudizaron. Democracia Cristiana dejó de apoyar a la dictadura. El Partido Revolucionario comenzó a preparar la candidatura de Mario Méndez Montenegro y, más tarde con la muerte del mismo, la de su hermano Julio César Méndez Montenegro y así tal partido pasó a una oposición más activa. El Movimiento de Liberación Nacional, representante del sector recalcitrante de la derecha, manteniendo fuertes vínculos con el ejército, propició la dictadura del coronel Miguel Angel Ponciano, jefe del Estado Mayor del Ejército, también pasó a la oposición”.
“La dictadura fue perdiendo base social en medio de una amplia oposición que abarcó desde la izquierda revolucionaria hasta la ultraderecha. Tal situación pero fundamentalmente el ascenso de la lucha armada, y especialmente del movimiento guerrillero, principió a preocupar seriamente al imperialismo yanqui que comenzó a reforzar su asesoría al ejército gubernamental y a impulsar una participación más directa de sus elementos en la lucha contra las fuerzas revolucionarias en armas.”
“Las Fuerzas Armadas Rebeldes realizaron durante ese período (1965-1966) importantes acciones armadas en diversas regiones del país como lo fueron el ajusticiamiento de conocidos esbirros militares, policías, comisionados militares, civiles; sabotaje económico dirigido contra empresas norteamericanas, estatales y propiedades de los elementos más recalcitrantes de la oligarquía; hostigamiento a cuarteles menores de policía; emboscadas a unidades del ejército, Sunzapote la más importante; toma de algunas poblaciones en el nor-oriente durante varias horas; propaganda armada en numerosas aldeas en las zonas guerrilleras; recuperación de dinero destinado al financiamiento del movimiento revolucionario mediante secuestros a connotados representantes de las clases dominantes, golpes de mano contra empresas norteamericanas o privadas, contra propiedades de elementos reaccionarios y secuestro de altos funcionarios de la dictadura: Romeo A. de León, Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Héctor Hernández de la Riva, vicepresidente del Congreso de la República y Baltasar Morales de la Cruz, Secretario de Información de la Presidencia, con el propósito de desenmascarar al régimen de Peralta Azurdia como responsable del asesinato de los revolucionarios desaparecidos en marzo de 1966.”
“Por su parte el Frente Guerrillero Edgar Ibarra, que mediante algunas acciones armadas exitosas había acrecentado su prestigio, pudo burlar dos ofensivas lanzadas por el ejército y logró mantener sus vínculos en una apreciable cantidad de poblados del nor-oriente del país. El Frente se extendió en su región y otros regionales se desarrollaron. Se registró un ascenso revolucionario, aunque, como se evidenció posteriormente, fue un auge sin una perspectiva clara y sin una base sólida que dificultó su consolidación y no sentó las condiciones suficientes para resistir la furiosa y criminal embestida del enemigo a la altura de 1967”.
LA LUCHA IDEOLOGICA INTERNA
El informe al IV Congreso señala que “El violento sesgo de la lucha revolucionaria; la división del movimiento comunista y revolucionario mundial; la influencia directa de la revolución cubana, tanto por su papel y significación objetiva como por la política subjetiva seguida por algunos de sus dirigentes que ganaron y utilizaron a algunos elementos guatemaltecos para intentar aplicarla en el país, agudizando la lucha ideológica en el seno del movimiento revolucionario guatemalteco.
“Ya no se trataba únicamente de hacer frente al trotskismo que en ese momento, en lo fundamental estaba derrotado, sino a diversas corrientes e influencias ajenas al marxismo-leninismo, a los peligros del izquierdismo militarista y al conservadurismo apegado a formas esquemáticas tradicionales. Se planteó entonces la lucha ideológica en la dirección del movimiento revolucionario armado”.
“Las limitaciones y debilidades, del Partido y particularmente de su Comité Central fueron un factor negativo en todo este proceso”. Veamos algunas de estas: nos abocamos a la lucha armada sin una concepción definida de la misma. La dirección del Partido descuidó su formación militar. Los métodos de trabajo eran burocráticos y poco operativos para las nuevas condiciones, y la adaptación a las formas de organización y de lucha armada fue lenta, a la par que existió vacilación y falta de audacia en la solución de algunos problemas del movimiento revolucionario”.

“Los grupos fraccionalistas presentaron algunas opiniones sobre el proceso revolucionario en el documento del Frente Guerrillero Edgar Ibarra en octubre de 1964 y en el material elaborado desde La Habana a principios de 1967 y aparecido en Guatemala en abril de ese año. Tales exposiciones se basaron en el trasplante, mecánico de la experiencia revolucionaria de la isla antillana, en la que destacan las tesis del foco matriz del movimiento guerrillero; la subordinación de lo político a lo militar; la desestimación total de la lucha de masas y por lo tanto de todas las fuerzas que no están con las armas en la mano; la acción constante; el desprecio por la organización; la liquidación del Partido existente ya que el verdadero Partido surgiría después como consecuencia del triunfo y sobre la base de las guerrillas; la supervaloración del papel del grupo, de dirigentes y la escasa atención a la vital necesidad de la incorporación de las masas a la guerra, etc. etc.”
LA POSICION DE LA DIRECCION DE LA JPT
La Juventud Patriótica del Trabajo (JPT) jugó un importante papel en las luchas de marzo y abril de 1962 y entró en un período de desarrollo. La Juventud dio un aporte valioso a la lucha armada y de su seno salieron muchos de los principales cuadros y combatientes de ese período. Gran parte de los miembros de la JPT se sumaron a las concepciones y a la práctica de las formas violentas y de lucha desde este ángulo, y llevada fundamentalmente por su entusiasmo y decisión, planteó inicialmente sus diferencias con el Partido.”
“Los compañeros del Frente Guerrillero Edgar Ibarra, muchos de ellos salidos de las filas de la Juventud y contando ya con una concepción unilateral de la lucha armada y una posición antipartido, trabajaron por ganar a la dirección y a los cuadros de la JPT a sus posiciones. Esta labor se facilitó por el grave error del Partido de haber descuidado el trabajo con su propia juventud la que había venido jugando un papel, importante junto al Partido en la clandestinidad y al iniciarse la lucha violenta.”
“Por su composición de clase, esencialmente pequeño-burguesa y su poca formación política, la dirección de la JPT fue seriamente influenciada unilateralmente por la radicalización del proceso revolucionario, por las diversas corrientes del movimiento revolucionario mundial y por el trabajo de los elementos con posiciones izquierdizantes. Dentro de ese cuadro, el arribismo y oportunismo de su Secretario General, Gabriel Salazar, jugó un papel muy negativo y divisionista, que logró arrastrar a la mayoría de su dirección a posiciones anti-partido y a la política anti-unitaria de la GEI. Tal labor se hizo notoria después de la integración de la Juventud al Partido y a las FAR”.
LA CONFERENCIA NACIONAL DE 1966
“El Comité Central tomando en cuenta la agudización de la lucha interna, dice el informe del CC al IV Congreso, la necesidad de reajustar la dirección del Partido a las necesidades de la guerra, la seria amenaza a la unidad y ante la imposibilidad material de realizar el IV Congreso, acordó la realización de la Conferencia el 25, 26 y 27 de febrero de 1966, con el propósito de examinar los problemas de la unidad y la composición de la dirección del Partido”.
“La Conferencia Nacional se realizó en un momento de ascenso revolucionario frente a la dictadura militar, pero el Partido se encontraba envuelto en contradicciones internas y en medio de una crisis de dirección. La unidad del Partido estaba minada y su prestigio deteriorado, no tanto por sus fallas superables y en parte superadas, sino por la insidiosa y constante campaña de los izquierdizantes en contra suya. La necesidad de salvar al Partido y su unidad, en medio de la agudización de la guerra revolucionaria y la reorientación de la lucha interna dentro de los canales organizativos propios, sentando bases sólidas para la unidad, fueron las causas que motivaron la conferencia. La principal contradicción interna que había que resolver era la contradicción entre el Partido de un lado y el Frente Guerrillero Edgar Ibarra y la dirección de la Juventud Patriótica del Trabajo del otro. El objetivo concreto, en ese momento, era la elección de una dirección más acorde con las necesidades de la lucha armada que evitara la división del Partido y de las Fuerzas Armadas Rebeldes.”
LA TENDENCIA CONSERVADORA
“El informe y la resolución de la Conferencia Nacional de febrero de 1966 señalaron las consecuencias de las disposiciones extremas, igualmente negativas: la tendencia izquierdizante representada por compañeros de la Guerrilla Edgar Ibarra y de la Juventud y la tendencia conservadora representada por algunos compañeros del Partido.”
“La discusión amplia y libre de los problemas de la unidad tuvo, en medio de los riesgos, el mérito de sacudir al Partido y a las filas revolucionarias, aumentando el estudio y el conocimiento más detenido de los problemas de la revolución. Fue en gran medida reflejo del desarrollo revolucionario y de la convulsa situación que vivimos. Nuevos problemas, nuevas fuerzas y nuevos métodos exigían un enfoque vivo y una profundización del análisis marxista-leninista ajeno a todo dogmatismo.”
“Las posiciones conservadoras y tradicionalistas se formaron principalmente en el período que siguió a los peores años de la represión contrarrevolucionaria, a partir de 1954, cuando, venciendo grandes obstáculos y con lentitud, volvía a recuperarse el movimiento democrático y revolucionario y se reorganizaba el Partido en medio de una rigurosa clandestinidad y con débiles y muy indirectos vínculos con las masas.”
“Caracterizó a las posiciones conservadoras el dogmatismo en la tendencia al traslado mecánico de algunos planteamientos programáticos y de línea política de otros partidos a la realidad guatemalteca y en quedarse en una formulación general de la vía armada, basada en gran parte en el desconocimiento de las cuestiones militares”.

“Tal tendencia también expresaba cierto reformismo que acusaba una posición de oportunismo de derecha manifestándose en la lucha política en la sobreestimación del “juego político”, las alianzas y tácticas electorales y en cierto economismo y unilateralidad en la utilización de formas legales para el trabajo de masas.”
“Las posiciones conservadoras estaban diluidas en general en el Partido, en sus cuadros y dirigentes e influían mucho en su Comité Central; sobre todo, antes de 1965, dificultaban precisar y decidir correctamente la línea del Partido estorbaban su labor práctica con los métodos artesanales, burocráticos y rutinarios.”
“Tal tendencia conservadora, aunque superada en lo ideológico, persistió como ideas y actitudes incongruentes con la línea del Partido, entorpeciendo su aplicación, pero no llegó a cobrar forma fraccional y acató las normas del centralismo democrático”.
“Esta tendencia tiene su raíz de clase en la pequeña burguesía y, particularmente, en los artesanos, empleados, intelectuales, capas medias de condición económica más estable e inclusive en la capa relativamente acomodada de la clase obrera”.
LA TENDENCIA IZQUIERDlZANTE
“Las posiciones izquierdizantes surgieron después del auge de las luchas de 1962, influyendo en su nacimiento las jornadas de marzo y abril, la frustración de las ilusiones insurreccionalistas; de una manera más concreta la labor del trotskismo y fueron estimuladas por las divergencias del movimiento comunista internacional”.
“Las tendencias izquierdizantes que se desarrollaron dentro y fuera del Partido, particularmente en los jóvenes, tenían como atracción el triunfo de la revolución cubana. Reaccionan contra el conservadurismo con gran subjetivismo y voluntarismo, ignoran las tradiciones de lucha del Partido y se despreocupan de la elaboración teórica del marxismo y de la aplicación del mismo a las realidades de la época y del país, substituyéndolas por apreciaciones subjetivas”.
“Las posiciones izquierdizantes se presentan como un revolucionarismo pequeño-burgués que se orienta por darle de una vez carácter socialista a la revolución; desconocen la realidad económica y social de Guatemala; no hacen distinción entre las distintas capas de la burguesía; subestiman la correlación de fuerzas, el trabajo de masas y tienden a no reconocer la necesidad de etapas en el avance del movimiento revolucionario; no le dan importancia a la organización, al esfuerzo de construir una organización clandestina; se orientan más a la agitación; en general a descansar en grupos de colaboradores en lo práctico y descuidan el trabajo ideológico y político”.

“Se caracteriza por su concepción militarista de la lucha, de la organización y de los métodos; sustituyen el burocratismo por la precipitación y la falta de planificación; convierten en administrativas las cuestiones orgánicas y hacen prevalecer el aparato sobre la organización o substituyéndola”.
“Destaca el culto al individuo, al jefe; el sectarismo de grupo; el núcleo y, como consecuencia, el monopolio de la guerrilla para éste o sea “el foco” y la idealización con respecto al campesinado”.
“Esta tendencia representa el oportunismo de izquierda, como la pretensión de la pequeña burguesía, de algunos de sus representativos, de usurpar el papel histórico de la clase obrera, asignándose previamente la dirección de la revolución y, fundamentalmente, de su fuerza principal: los campesinos”’.
“El izquierdismo es la expresión del sector radicalizado de la pequeña burguesía empobrecida: la juventud, los estudiantes, los intelectuales sin posibilidades en la crisis crónica de la economía guatemalteca; es una capa que toma más fácilmente conciencia aunque no más sólida conciencia de la necesidad de luchar contra el imperialismo y a la vez explora la desesperación del campesino pobre: sin tierra, sin salario, sin derechos y también de algunas capas medias urbanas que sufren el desempleo y la inseguridad”.
“Tal tendencia izquierdizante realizó por primera vez en nuestro Partido el trabajo fraccional impulsado en el seno del Frente Guerrillero Edgar Ibarra y en la dirección de la Juventud Patriótica del Trabajo”.
“El triunfo de cualquiera de estas tendencias hubiera conducido a la disolución del Partido; al abandono de las posiciones básicas del marxismo-leninismo; a relegar el papel de la clase obrera en la revolución. El izquierdismo, como más tarde se hizo evidente, conducía a la liquidación del Partido por el camino de diluirse en las FAR y del aventurerismo. El conservadurismo fue señalado justamente como el peligro principal debido a sus fuertes raíces en la organización y en la actitud mental de muchos miembros del Partido; impedía la renovación del PGT y tendía a marginarlo de los principales combates revolucionarios y lo apartaba de hecho de los problemas fundamentales del pueblo y de la revolución. El conservadurismo nos hubiera reducido de hecho a una secta de marxistas diletantes al margen del cauce revolucionario y este era otro camino para liquidar al Partido. Correctamente la Conferencia Nacional señaló que “para el futuro las actitudes, posiciones y concepciones izquierdizantes constituirían el mayor peligro para el movimiento revolucionario y para el Partido”. (Resolución de la Conferencia Nacional del PGT, febrero de 1966).
BALANCE DE LA CONFERENCIA

“La Conferencia Nacional condenó los brotes fraccionalistas, pero en aras de la unidad, no lo hizo con suficiente vigor y por sus propias limitaciones no pudo acordar las medidas necesarias para cerrarle el paso a la labor fraccional”.
“La Conferencia Nacional tenía un objetivo dentro de complejas condiciones. El Comité Central; con una política flexible, defendió la unidad no sólo por principios, sino por razones políticas y prácticas derivadas de la lucha en ese momento y de la situación del Partido. La dirección no se hizo la ilusión sobre que la unidad sería eterna, aunque tenía confianza en darle una base más sólida y duradera. Si en aquel momento se produce la división, no sólo hubiera incidido negativamente en el ascenso revolucionario, sino el Partido hubiera sido seriamente afectado en su estructura y en sus vínculos con las masas y le hubiera costado mucho trabajo rehacerse”.
“El hecho de la división en sí es el mismo e igualmente sirve al enemigo, pero los resultados y las consecuencias políticas en dos situaciones históricas son completamente diferentes”.
“La precaria unidad lograda en la Conferencia Nacional fue útil en ese momento para llevar adelante el ascenso revolucionario y evitar un rompimiento en condiciones más perjudiciales para el Partido y para el pueblo”.
“El Partido, como cuestión de principio, buscó la unidad luchando contra las posiciones incorrectas, lo cual requería elaborar más profundamente su línea política, elevar su combatividad en la lucha y para eso era preciso recoger lo positivo que cada tendencia aportaba. La tendencia conservadora se escudó en la independencia del Partido y defendió el papel de la clase obrera con sectarismo y sin perspectiva. La tendencia izquierdizante pretendió avanzar en la vía armada y en la renovación de la actividad revolucionaria, aunque sin concepción ni métodos correctos. El propósito de la dirección fue crear un nuevo Comité Central que combinara la experiencia política de probados dirigentes con el impulso y el espíritu de cambio y avance de las generaciones jóvenes comunistas”.
“La Conferencia Nacional, juzgada en su conjunto tiene aspectos negativos y positivos. Fue positiva en cuanto, aunque con una precaria unidad, permitió impulsar el proceso revolucionario durante un período; evidenció los peligros de las tendencias conservadoras e izquierdizantes; puso en guardia al Partido contra ambas; le dio cierto tiempo a fin de prepararse para la división de las FAR y superar la crisis interna que pudiera provocar la labor fraccional y liquidadora del grupo más radical de los izquierdizantes. Fue negativa dado que, en aras de la unidad, se llevó al Comité Central, al lado de probados dirigentes y jóvenes revolucionarios honestos, a elementos que desde el exterior y en el interior del país y desde sus órganos nacionales dirigieron la labor fraccional y liquidadora del Partido, aprovechándose de la situación que les brindaban los cargos dirigentes; la existencia en la práctica de dos centros de dirección del movimiento revolucionario y a que su actividad fuera factor influyente para que se cometieran errores de izquierda.”
“Las condiciones políticas nacionales e internacionales, el origen de clase de las tendencias, las debilidades del Partido y de sus principales dirigentes, condicionadas por la propia debilidad del proletariado guatemalteco y de la composición social de nuestra organización, no permitieron que los dirigentes y cuadros con espíritu de partido realizaran una labor política firme, flexible y audaz, capaz de aislar a los oportunistas de izquierda, ganar a los elementos con actitudes izquierdizantes hacia las posiciones partidarias y reencausar a las Fuerzas Armadas Rebeldes en su conjunto por el camino correcto evitando el rompimiento de las mismas”.
VI. LA OFENSIVA REACCIONARIA Y LA DIVISION DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO (1966-1968)
Buscando estabilizar la situación política y legalizar el dominio de las clases reaccionarias, la dictadura militar convocó a elecciones generales a efectuarse el 6 de marzo de 1966.
Dada la división de la derecha en el poder y la de la oposición en dos candidaturas, Julio César Méndez Montenegro, apoyado por el Partido Revolucionario, que “surgió como una fuerza política intermedia entre la contrarrevolución encabezada por la dictadura y las fuerzas revolucionarias en armas, logró capitalizar el descontento, la confusión y la ilusión de las masas y obtuvo el triunfo electoral que significó la Presidencia para Méndez Montenegro. Y como toda fuerza intermedia que llega al poder, el PR y su candidato se convirtieron rápidamente en una fuerza contrarrevolucionaria”, indica el informe al IV Congreso.
“El imperialismo de Estados Unidos vio tres hechos fundamentales:
“el ascenso de la lucha armada; el descrédito y aislamiento social y político de la dictadura y Julio César Méndez Montenegro era un demócrata burgués fácilmente neutralizable y ganable y que el PR era un partido oportunista y proimperialista dispuesto a cualquier arreglo.
Partiendo de estas consideraciones y como una forma de confundir a las masas y salirle al paso a la lucha armada, la embajada de Estados Unidos presionó al ejército y a la oligarquía para que se le entregara la Presidencia a Julio César Méndez Montenegro, mediante el pacto anticomunista que dejaba las palancas decisivas del poder en manos del ejército como instrumento de las clases dominantes. El Partido y las FAR, en diversas declaraciones, denunciaron públicamente tal componenda y llamaron a las masas a exigir a Méndez Montenegro el rechazo de tal pacto”.

“A través de esta maniobra el imperialismo logró instalar otra dictadura sumándole nuevas fuerzas políticas y sociales, dándole etiqueta constitucional y democrática y neutralizando los golpes de la derecha”.
Tal como lo precisó la resolución del pleno del Comité Central del 10 de junio de 1966, “Impulsar la lucha revolucionaria”, desde “el punto de vista de clase, las fuerzas que han estado en el poder desde 1954 son la oligarquía burguesa terrateniente, particularmente, la burguesía proimperialista, pero ahora se promueven otras fuerzas, que son un sector de la burguesía que podemos llamar burguesía conciliadora (porque no es la alta burguesía directamente asociada al imperialismo, pero tampoco tiene intereses definidamente nacionales y contrapuestos a los del imperialismo) y la capa mayoritaria de la burguesía nacional que, a pesar de sus contradicciones importantes con el imperialismo, tiende cada vez más a plegarse a éste por temor a la revolución”. Es decir, el imperialismo como enemigo principal, estaba representado y prevalecía en el gobierno del PR. “El nuevo gobierno, indicaba la citada resolución, será una nueva forma a la que recurren los imperialistas; un gobierno que utilizará dos armas distintas: la violencia y la represión, por un lado, y la demagogia y las reformas mínimas por otro”.
LA SUSPENSION DE HOSTILIDADES
Pero las masas no vieron desde el principio la situación así dado que el nuevo gobierno había triunfado desde la oposición levantando demagógicamente la bandera de la Revolución de Octubre y contaba inicialmente con cierta simpatía popular y la ilusión por un cambio, y que mediante la maniobra imperialista, secundada por la oligarquía, sumaba nuevas fuerzas políticas y sociales.
“La izquierda revolucionaria en armas, indica el informe al IV Congreso, se encontraba ahora aislada políticamente por las razones objetivas expuestas, por su actividad sectaria y erróneas acciones en el terreno militar. Sólo más tarde el gobierno se desenmascaró y apareció ante el pueblo como una dictadura militar constitucional”.
“Las FAR se habían convertido en una organización con gran prestigio, pero le faltaba consolidarse política y organizativamente. La influencia política alcanzada no correspondía a su grado de desarrollo. Fue en estas condiciones y con el propósito de consolidarse organizativamente que el Centro de Dirección Revolucionaria de las FAR acordó el 9 de septiembre de 1966, la suspensión temporal de las acciones militares, exceptuando los ajusticiamientos de reconocidos esbirros y responsables de crímenes contra el pueblo. En este acuerdo unánime jugó un papel decisivo el Comandante Turcios, quien hizo la proposición concreta y elaboró un comunicado para las organizaciones de las FAR, donde se fundamentó dicha decisión”.

“Previamente el Pleno del Comité Central del 10 de junio de 1966 y posteriores reuniones de la dirección del Partido y las FAR habían aprobado planes concretos de tareas organizativas, militares, educativas, políticas y propagandísticas de realización inmediata a fin de estar preparados para la ofensiva que se preveía sería lanzada en cualquier momento.” En la resolución de junio del CC se concretaba: “Impulsar las tareas de guerra, especialmente en lo que se refiere a la consolidación de la organización clandestina, la capacitación y entrenamiento político y militar, las zonas guerrilleras en preparación, el autoabastecimiento, y desarollar las acciones de propaganda armada y actividades de propaganda con protección amada debidamente planificadas”.
EL OBJETIVO DEL ENEMIGO
El ejército y las fuerzas policíacas, a la altura de 1966, habían duplicado sus efectivos, su presupuesto y, contando con la asesoría militar y policíaca de los Estados Unidos, ayuda en equipo, dinero (desde entonces alcanzó un promedio de cinco millones de dólares anuales), adiestramiento de personal, participación directa de militares norteamericanos (entre ellos Boinas Verdes), que realizaron, como la calificó una socióloga norteamericana, una “macabra transferencia tecnológica de las experiencias obtenidas en Viet Nam para su aplicación en Guatemala; estaban, pues, en condiciones de pasar a la ofensiva.
Se inició la operación de “pacificación” del país que comenzó por transformar al ejército mediante la actividad señalada en unas fuerzas armadas esencialmente antiguerrilleras y los cuerpos represivos adoptaron métodos para un mejor control de la población. El objetivo era claro: mediante la ofensiva militar y terrorista destruir al movimiento revolucionario armado, neutralizar a las fuerzas democráticas y sembrar el temor entre la población para restarle apoyo a los sectores revolucionarios.
El Frente Guerrillero Edgar Ibarra había logrado evadir dos intentos de cerco del ejército apoyándose en la organización de la población y, aplicando una táctica correcta evitando los golpes del enemigo. La tercera ofensiva contra el Frente se preparó a principios de 1966; se empezó a llevar a cabo desde el ángulo político en julio del mismo año; entró en su fase operativa en septiembre y continuó durante los primeros ocho meses de 1967. Esta nueva ofensiva combinó medidas políticas y militares y aprovechó la nueva situación creada con la instalación de un gobierno constitucional, que contaba con cierto apoyo popular.
El Comandante Luis Augusto Turcios Lima, que ingresó al Partido el 10 de junio de 1966, murió en un accidente automovilístico en la ciudad de Guatemala el 2 de octubre de 1966. Días antes se había iniciado el cerco contra el Frente Guerrillero Edgar Ibarra.

El ejército se propuso el control de la población, la destrucción de las guerrillas y la liquidación física de los integrantes de las organizaciones de las FAR en la región nor-oriental. Y al mismo tiempo se lanzó una ofensiva terrorista en las regiones del país donde las fuerzas revolucionarias tenían mayor influencia.
Aunque se aprobaron planes para hacerle frente a la ofensiva enemiga bajo la orientación de “concentrarnos, prepararnos creciendo y ampliarnos”, se hicieron esfuerzos para crear condiciones para la formación de más unidades, se realizaron entrenamientos de nuevos combatientes y de exploración de otras regiones, se cometieron errores como señala el informe al IV Congreso:
No se supo combinar el desarrollo del trabajo cada vez más “secreto y clandestino y la aplicación y aprovechamiento de las posibilidades de un trabajo amplio.”.
A pesar de los aspectos positivos de la propaganda armada, en su realización se fueron descuidando las medidas de seguridad, desvirtuando el carácter clandestino de la organización. De esta manera se permitió al enemigo la ubicación de las organizaciones locales las cuales fueron severamente golpeadas.
El FGEI fue abandonando el terreno más propicio para el desarrollo de la lucha guerrillera y se desplazo, cada vez más, hacia las poblaciones, dando así un mayor blanco al enemigo.
El FGEI sobreestimó su capacidad y consideró ser fuerte estratégica y tácticamente y subestimó los cambios introducidos en el ejército. Por esa razón, en lugar de rehuir el combate y adentrarse más hacia la montaña salió y se expuso más al enemigo. El propósito de ayudar y orientar a la población, correcto políticamente, fue erróneo desde el punto de vista militar, dada la correlación de fuerzas que se creaba.
“Tales aspectos son parte del error fundamental: la falsa apreciación de la etapa en que se encontraba el FGEI, de los objetivos que debía realizar y de las tareas que era necesario realizar.
Por su parte el enemigo aplicó el siguiente plan:
Un conocimiento sobreestimado de la capacidad militar del FGEI, ubicación del terreno donde se movían las unidades guerrilleras y de las poblaciones que apoyaban al movimiento.
Mediante diversos organismos del gobierno y la Acción Cívica del ejército se realizó una actividad reformista limitada, obsequiando víveres, medicinas, ropa, etc., y construyendo algunos puentes, caminos vecinales, escuelas, dispensarios, etc.
Utilizó la demagogia y la represión y pudo neutralizar a la población y luego ganar a la parte más acomodada de la misma.
Inició las operaciones de los grupos contraguerrilleros de civiles que sembraron el terror entre la población.
Aprovechó los errores de reclutamiento de combatientes, militantes y colaboradores, la ausencia de un correcto trabajo ideológico y político entre los guerrilleros y los miembros de la organización, las debilidades en la vigilancia revolucionaria, cierta tolerancia y amiguismo y logró la deserción y traición de varios integrantes del FGEI, que le fueron particularmente útiles en la localización de las patrullas guerrilleras y de los miembros de las organizaciones locales y de los colaboradores.
Contando con la ayuda de los ejércitos norteamericanos y centroamericano, se lanzó al ataque, primero mediante incursiones de “investigación científica” de “geólogos” “arqueólogos”, “periodistas”, etc. Que no eran otra cosa que agentes de la CIA, veteranos de Viet Nam o boinas verdes, después, con el peso de todas las operaciones militares propiamente dichas.
Utilizando esos medios y sus recursos y aprovechando los errores cometidos y “la táctica incorrecta aplicada por el FGEI, el ejército logró sorprender e interceptar a varias unidades guerrilleras y, como resultado, aniquilar unas y dispersar a otras. Y, completando su ofensiva, las bandas terroristas aniquilaron a los integrantes de gran parte de los diversos comités clandestinos en las aldeas. La muerte del capitán Rolando Herrera en octubre de 1966 inició el ciclo de la ofensiva contra el FGEI que concluyó el 19 de marzo de 1967 con la captura y fusilamiento del poeta Otto René Castillo, miembro del PGT, y la joven guerrillera comunista Nora Paiz Cárcamo.”
La ofensiva terrorista indiscriminada desatada a partir de octubre de 1966 y que ha continuado sistemáticamente desde entonces ha sido aplicada por grupos paramilitares organizados, dirigidos y financiados por el ejército, las policías, el Movimiento de la Liberación Nacional, los terratenientes y patronos reaccionarios que, utilizando nombres como la MANO BLANCA, NOA (Nueva Organización Anticomunista ), Ojo por Ojo, Escuadrón de la Muerte, en cerca de 8 años han asesinado a más de 16,000 guatemaltecos.
Centenares de militantes, cuadros y dirigentes (19 miembros del Comité Central del PGT) han caído luchando heroicamente, o asesinados después de salvaje s torturas y sus cuerpos lanzados al mar, a los cráteres de los volcanes, a los ríos, a las carreteras o a las calles. Entre 1966 a 1968 la mayoría de los órganos intermedios del Partido fueron afectados por el genocidio.
LA DIVISION DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO ARMADO.
El rompimiento de las FAR se materializo en octubre de 1967 y se hizo público en enero de 1968. La división se produjo como consecuencia de las contradicciones internas del proceso revolucionario, señala el informe al IV Congreso, de la influencia de las divergencias en el movimiento revolucionario mundial y de la política de intromisión de algunos de los dirigentes de la revolución cubana.
“La división fue el resultado de la lucha por la dirección del movimiento revolucionario, entre las corrientes pequeño-burguesas, representadas por el Frente Guerrillero Edgar Ibarra y las posiciones marxistas expresadas por el PGT. La base de la misma está en las diversas concepciones sobre el carácter de la revolución, la estrategia y la táctica de la guerra revolucionaria del pueblo, el papel del Partido de la clase obrera, las relaciones internacionales y los diversos métodos de trabajo y dirección.”
Los dirigentes del Frente Guerrillero Edgar Ibarra creyendo arrastrar a la mayoría de los dirigentes, cuadros y militantes comunistas y revolucionarios, sobrevaloraron sus fuerzas y posibilidades y provocaron el rompimiento públicamente en enero de 1968, y en febrero se unieron con el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre, aunque meses más tarde se separaron, pero se quedaron utilizando el nombre de Fuerzas Armadas Rebeldes.
En esas condiciones el Comité Central del PGT acordó en enero de 1968 la separación de algunos de los miembros del FGEI y la Juventud electos para ocupar cargos en el CC en la Conferencia Nacional de febrero de 1966, y de los militantes que desde posiciones liquidacionistas se ponían al margen del Partido y su disciplina, quedando excluidos de las filas partidarias. La mayoría de los dirigentes, cuadros y militantes del Partido y de la Juventud e importantes cuadros, combatientes militantes de las FAR, aceptaron las decisiones del Partido y se quedaron en sus filas o trabajando bajo su dirección.
De esta manera la división se da en el seno del Movimiento Revolucionario guatemalteco afectándolo seriamente. El Partido, aunque afectado también por las circunstancias, conserva su estructura, lo fundamental de su fuerza y la firme decisión de su militancia que rechaza el oportunismo de los divisionistas, cuya responsabilidad por estos hechos, de ellos y de quienes los orientaron a llevarlos a cabo, la historia del pueblo guatemalteco, juzgará en su oportunidad.
El Partido desarrollando su propia línea, en unión de varios revolucionarios avanzados, convocó a la IV Conferencia de las FAR en marzo de 1968 y fundó las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que aglutinaron a combatientes y militantes comunistas y revolucionarias sin Partido. Desde entonces existen las FAR (rebeldes) y las FAR (revolucionarias).
LA RESOLUCION DE MARZO DE 1965
El 15 de marzo de 1965, el Comité Central adoptó la resolución “A organizar e impulsar la guerra revolucionaria del pueblo guatemalteco”, que como precisa el informe al IV Congreso “significó un importante avance teórico en el planteamiento de la vía de la revolución, las leyes de la guerra popular y nuestro trabajo en el terreno militar.
“A pesar de la significación e importancia de la resolución de marzo de 1965, hay que señalar que es limitada e incompleta, no profundiza en la realidad nacional, no precisa los rasgos particulares que de acuerdo con esta situación caracterizan a nuestra lucha y en la práctica no se desarrollaron los aspectos concretos de esta línea, ni se elaboraron en forma completa los problemas estratégicos y tácticos de la misma.”
Con las limitaciones señaladas, lo más negativo lo constituye el hecho de que no se hicieron serios esfuerzos por aplicarla correctamente, por el contrario:
“En la aplicación de esta resolución se cayó en una seria desviación de izquierda y militarista, se descuidó el trabajo político en general, la labor de frente único fue abandonada y no se dio la debida importancia al trabajo de masas en el seno de las mayorías obreras y campesinas. Si bien es cierto que esa tarea era cada vez más difícil por la persecución sistemática y después de la ola terrorista gubernamental, con una mejor orientación política y organizativa y un trabajo más paciente y tenaz, se hubieran podido utilizar las mínimas condiciones de lucha que se presentaron, combinando acertadamente las formas de lucha económica, ideológica, política y militares y formas de organización clandestina y más limitadamente legales”.
“En el terreno militar, sin contar ciertas acciones correctas, se desenvolvió, impulsada por las tendencias izquierdizantes y militaristas, una táctica equivocada, la cual se aplicó especialmente en el Frente Guerrillero Edgar Ibarra, parte del Regional de Oriente y en el Regional del Norte, en contradicción con la línea de la guerra del pueblo.”
“Se prescindió de cuestiones fundamentales como el carácter prolongado de la guerra; la necesidad de un intenso trabajo político para ganar a las masas e incorporar1as a la lucha; el paso por distintas etapas que cumplen determinados objetivos estratégicos y tácticos, el desarrollo de la lucha en diversas formas, métodos y lugares etc.”
“La tendencia izquierdizante dificultó impulsar las tareas armadas de acuerdo con las condiciones concretas de cada región del país. Se subestimo la función de la resistencia y se pretendió instalar guerrillas, precisamente sin la preparación política, ideológica y organizativa necesarias para el éxito de las mismas”.
“La táctica que aplico la guerrilla Edgar Ibarra, en cuyas decisiones militares el Partido nunca tuvo mayor influencia, se basó fundamentalmente en la creación y desarrollo de un foco guerrillero matriz en la Sierra de las Minas (Zacapa), hacia donde se concentraron casi unilateralmente los principales esfuerzos (aspecto este en el que el Partido si tiene responsabilidad); el desenvolvimiento casi absoluto de los aspectos militares y la pretensión de aspirar a quebrar el poder militar del enemigo para obtener el triunfo a un plazo relativamente corto”.
“Esa táctica y los errores políticos, organizativos y de métodos cometidos por la Guerrilla Edgar Ibarra facilitaron el éxito de la tercera ofensiva contrarrevolucionaria contra el Frente Guerrillero y condujeron a la derrota temporal del movimiento guerrillero”.
Estas mismas tendencias izquierdizantes y militaristas, llevan después a la división del movimiento revolucionario guatemalteco.
LOS ERRORES DE DERECHA EN EL TERRENO MILITAR
Según el informe al IV Congreso los errores de derecha en las tareas militares fueron entre otros los siguientes:
La no aplicación de la resolución de mayo de 1961, que significó, entre otras cuestiones, que no se continuó de inmediato elaborando la concepción de la lucha violenta, no se preparó al Partido, en su conjunto ni en su dirección, ideológica, organizativa y prácticamente para la lucha armada, salvo algunos militantes que recibieron preparación militar.
Las consecuencias de la derrota del primer intento guerrillero en Concuá (Marzo 1962) hicieron vacilar al Partido sobre la justeza o no de la vía armada de la revolución guatemalteca y la forma que había de seguir en el desarrollo de las tareas armadas.
La separación artificial del trabajo político y militar y la falta de vinculación de la actividad de educación, propaganda y de las masas a las tareas militares.
No se introdujeron los cambios imprescindibles en los métodos artesanales y burocráticos de trabajo
El CC no se dio cuenta de las consecuencias que tendría la instrucción unilateral que recibían la mayoría de los compañeros que se preparaban militarmente.
El CC no aceptó oportunamente que los errores de derecha y la nueva situación política, el surgimiento de movimiento armado y del trotskismo, habían hecho que la lucha de ideas en el seno del Partido se convirtiera en corrientes de opinión, las cuales se transformaron en tendencias que más tarde dieron nacimiento a los brotes fraccionales.
Se han señalado crítica y autocráticamente, principalmente errores y fallas del Partido con el fin de que la experiencia sirva para corregirlos en lo que a la actividad del PGT corresponde, pero también es necesario dejar constancia de que tanto los éxitos y aciertos como las fallas y errores de todo tipo fueron comunes a todo el movimiento revolucionario en el periodo y en los aspectos que se reseñan.
LAS DIEZ TESIS SOBRE ORGANIZACIÓN
El informe al IV Congreso señala que “con el propósito de ajustar al Partido a las necesidades de la lucha armada, conservando sus principios leninistas de organización, buscando su hegemonía y ponerlo al centro de la guerra revolucionaria con una dirección centralizada con suficiente autoridad, el Comité Central aprobó en mayo de 1965, la resolución “Diez Tesis Sobre Organización”.
“Sin embargo de 1965 a 1967 se llevó a cabo un proceso de dilución del Partido en el seno de las FAR, por las siguientes circunstancias:
Por el nivel organizativo del Partido, por el grado de su desarrollo, por el estado y las tareas inmediatas del movimiento revolucionario, las principales orientaciones emanadas de las “Diez Tesis Sobre Organización” no correspondían a una compleja realidad, en la cual la cuestión fundamental era la disputa por la hegemonía del proceso revolucionario entre la clase obrera y un sector de la pequeña burguesía izquierdizante.
El Partido no estaba sólidamente unido y las diversas escalas de su dirección se debatían en una intensa lucha interna que afectaba su unidad y su disciplina en medio de una confusión ideológica y política. Aprovechando esa situación se desenvolvió la labor fraccional de la tendencia izquierdizante.
La aparatización de las FAR, que significó el desplazamiento de cuadros y militantes del Partido que pasaron a formar una burocracia que no sólo representó la elevación de los presupuestos, sino que deformó a algunos militantes compañeros revolucionarios.
La falta de cuadros con espíritu de Partido y capacidad militar que pudieron asumir las tareas fundamentales de la guerra en los diversos regionales (situación que tiene su orden en la discontinuidad de una generación de comunistas); en la inexistencia de una política de cuadros; en la composición de clase del Partido; en algunos de sus cuadros que dejan de serlo, como es caso de estudiantes y de obreros calificados, al encontrar mejores perspectivas económicas en sus respectivas carreras o en la producción; la debilidad o falta de espíritu de sacrificio que exige la vida de un revolucionario profesional privó en ellos por falta de formación ideológica y los llevo a la tendencia al acomodamiento. La mayor parte de los cuadros profesionalizados provenían de una Juventud Patriótica del Trabajo radicalizada y en cuya Dirección afloraron tendencias oportunistas y arribistas.
Los débiles vínculos del Partido con las masas que fueron un obstáculo para incorporar a las mayorías populares a la lucha armada
La aplicación unilateral de las “Diez Tesis Sobre Organización”, de parte de las tendencias izquierdizantes que utilizaron solamente las orientaciones que tendían a reforzar sus posiciones militaristas.
La sustitución de los métodos burocráticos y artesanales por la improvisación y la precipitación; la falta de planificación, control y balance; el abandono de la crítica y la autocrítica; la violación de las normas de clandestinidad y de vigilancia revolucionaria; el cambio de la dirección colectiva por la orden personal, el mandonismo, etc.
Las consecuencias del terror reaccionario, que atemorizó a una parte de la población y neutralizo a otra, nos afectaron con la pérdida de valiosos dirigentes, cuadros, combatientes, colaboradores y simpatizantes, creando una serie de dificultades prácticas para el trabajo.
La aplicación de las “Diez Tesis Sobre Organización”, en las condiciones políticas e internas señaladas, condujeron, en la práctica, a la dilución de las organizaciones del Partido en el seno de las FAR (rebeldes); al abandono de los principios leninistas de organización; a la pérdida del carácter selectivo de sus miembros; al relajamiento de la disciplina; al descuido de las normas de seguridad; al irrespeto y a la quiebra de las jerarquías. La dilución del Partido en el seno de las FAR afectó seriamente su independencia organizativa.
“Conscientes del grave peligro que la división significa para el proceso revolucionario, los miembros del Comité Central con espíritu de Partido hicieron todos los esfuerzos posibles para mantener la unidad. La unidad es una base importante para el desarrollo de la lucha revolucionaria y fue un factor de consideración para impulsar el ascenso del movimiento revolucionario”.
“Pero la unidad por sí misma, sin una sólida base de principios, sin comunidad de intereses, voluntades y confianza se convierte en una traba para el trabajo. Eso sucedió en el seno de la dirección nacional del Partido de las FAR. Se llegó a una situación en la cual la unidad era completamente artificial y que, en lugar de ayudar, frenaba. En esas condiciones, en determinado momento sobrevaloramos la unidad en detrimento de importantes tareas para la consolidación del Partido y tratamos de forjar una unidad orgánica que no correspondía a la realidad”.
“La sobreestimación de la capacidad militar de los dirigentes de la GEl y de otros compañeros que se habían destacado en acciones armadas, ante la impreparación del Comité Central electo en 1960 fue uno de los factores que contribuyeron a sobrevalorar la unidad”.
“Cuando la tendencia izquierdizante y divisionista actuó abiertamente y del ataque a las posiciones conservadoras, pasó a luchar contra una parte de la dirección y después contra el Partido, acusándolo de ineficaz e innecesario, precisando su orientación liquidacionista y por lo tanto se puso en peligro la propia existencia del Partido ante la labor fraccional, entonces los miembros del Comité Central con formación partidaria, adoptaron las medidas necesarias a fin de estar preparados para la división de las FAR, superar la crisis interna y combatir los intentos de liquidación del Partido como tal”.
LOS ERRORES FUNDAMENTALES
El informe al IV Congreso señala como errores generales los siguientes:
La débil combinación entre teoría y la práctica es uno de los errores fundamentales del Partido. Tal error se manifiesta en la elaboración de una política que el Partido no está en condiciones de aplicar por su limitada capacidad ideológica, política y orgánica o, en la aplicación de una línea distinta a la aprobada por el Comité Central o, en la realización unilateral de la misma. También se expresa como un retraso en las concepciones teóricas en relación a la marcha de la práctica revolucionaria.
La fuente de tal error está en las debilidades ideológicas y políticas de algunos de los componentes del Comité Central que le dificultan a éste una interpretación más correcta de la realidad guatemalteca a la luz del marxismo-leninismo; en el conocimiento incompleto de esa realidad y en el subjetivismo que impregna las diversas apreciaciones de los miembros de la dirección del Partido.
Durante su corto período de legalidad (prácticamente: 1949-1954) el Partido multiplicó sus vínculos con las masas: A partir de 1954, la cerrada clandestinidad hizo que las relaciones del Partido con las mayorías populares fueran débiles, hecho de por sí comprensible.
El auge de la lucha de masas y el desarrollo de la lucha armada, en medio de la agudización de la crisis de estructura del país y como consecuencia de la inestabilidad del poder reaccionario, dieron cauce al ascenso revolucionario. Durante ese período, puede decirse en general, las masas vieron con simpatía el aparecimiento y desarrollo de la lucha armada pero no se incorporaron a la misma. No logramos ganar firmemente a nuestra línea a las mayorías populares. Importantes sectores de la clase obrera fueron mediatizados; extensas concentraciones de campesinos (sobre todo indígenas) estuvieron al margen y núcleos de las capas medias se quedaron a la expectativa.
Fueron los sectores más conscientes y avanzados de las capas medias, de los campesinos pobres y medios y de la clase obrera urbana y rural los que prestaron una colaboración activa y se incorporaron en diversa medida al movimiento armado; pero el hecho fue que las principales batallas las dio sólo la vanguardia, la cual, sin el respaldo efectivo del pueblo, se fue desgastando.
Las masas en su conjunto fueron, más que todo, espectadoras y no actoras del proceso revolucionario que se aceleró por condiciones objetivas, pero no fue correspondido en su totalidad por las condiciones subjetivas: masas, conciencia, organización y decisión de lucha. La guerra revolucionaria popular supone la incorporación paulatina de las masas mediante un serio trabajo ideológico, político organizativo y militar. Pero tal trabajo no se realizó con toda la profundidad necesaria y, por lo mismo, no se alcanzó el objetivo de incorporar a las masas y en determinado momento, al producirse el descenso revolucionario, se fue acentuando la separación entre la vanguardia y las masas.
En algunos períodos, como las jornadas de marzo y abril de 1962, y en fases del ascenso de la lucha armada (1965-1966) existió una mayor vinculación entre la vanguardia y la masa, pero tales relaciones no se desarrollaron ni consolidaron. La derrota temporal del movimiento armado y su actual estancamiento, entre otras causas, obedece al hecho de que la vanguardia está desvinculada de la masa.
La conclusión de que la vía de la revolución guatemalteca es la vía violenta implica la necesidad de aprender la ciencia y el arte de la guerra. La preparación militar del Partido en su conjunto, desde la dirección a la base, fue y sigue siendo una de las fallas fundamentales de nuestro trabajo.
Los errores de derecha y de izquierda del Partido tienen su origen en la debilidad del proletariado guatemalteco, que es numéricamente escaso, poco organizado, de reciente formación y de bajo nivel político. Internamente, la debilidad del Partido, como lo hemos precisado, radica en su composición social, en la cual influye el espíritu pequeño-burgués. Y, teniendo esa formación, el partido no ha hecho todos los esfuerzos necesarios para proletarizar sus filas, forjar a sus militantes mediante una profunda labor de educación comunista, con una más firme y directa vinculación con las masas, un conocimiento más detenido de la realidad nacional y un dominio y aplicación acertados del marxismo-leninismo.
El partido no se concentró, como le correspondía, en un trabajo paciente, tenaz y perseverante orientado a consolidar su estructura como una organización verdaderamente revolucionaria en las condiciones de lucha armada, elevar su espíritu combativo y su papel dirigente, a extender su organización en el campo y su consolidación en la ciudad, crear sus propias fuerzas armadas con cuadros político-militares de sólida formación de Partido. Nos entusiasmamos con el auge revolucionario y confiamos en elementos no comunistas y en otros compañeros que, aunque habían salido de nuestras filas y de la Juventud y se decían marxista-leninistas, no estaban formados en un espíritu comunista y llegaron posteriormente a adoptar posiciones liquidacionistas.
Una lección muy importante es que, si bien es cierto que necesitamos multiplicarnos, estar vinculados a las masas y a las batallas revolucionarias, lo fundamental es mantener sólido, firme e imbatible al Partido, no con un criterio estrecho y dogmático, sino con un alto espíritu combativo y creador, en medio de un intenso trabajo revolucionario. En el curso de la guerra, como base esencial de la hegemonía y el papel dirigente del Partido, debemos crear nuestra propia fuerza armada, integrada por camaradas de sólida formación marxista-leninista, única garantía del papel dirigente del Partido en el trabajo de frente único y de su influencia en las masas.
EL IV CONGRESO
Bajo severas condiciones de clandestinidad se celebró el IV Congreso del PGT, el 20, 21 y 22 de diciembre de 1969.
En su principal conclusión “El Camino de la Revolución Guatemalteca”, como se titula la resolución sobre la orientación fundamental del IV Congreso, dice:
“Es evidente que, desde hace tiempo, la estructura económica-social de Guatemala está en crisis, que constituye la base material de la revolución, se expresa en términos generales, en la contradicción abierta entre las posibilidades para impulsar el desarrollo del país y sacar a nuestro pueblo de la miseria e ignorancia, por un lado, y la rigidez de las estructuras tradicionales apuntaladas por las clases dominantes y el imperialismo, que mantiene el atraso de la nación, por el otro. Esto se da dentro de la crisis general del capitalismo”.
“La descomposición de las relaciones precapitalistas de producción y el lento y deformado desarrollo del capitalismo esencialmente dependiente del imperialismo norteamericano, que conforman esta estructura, se expresan ya no en forma de estos cambios cuantitativos en el terreno económico y social, sino abierta y violentamente en el terreno político. Tal es uno de sus signos, que abarca a toda la sociedad en un conjunto”.
“Las manifestaciones concretas de esta crisis en el terreno económico (a cuyos rasgos principales nos hemos referido anteriormente), pueden resumirse en los siguientes puntos: el estancamiento económico; una crisis crónica de la agricultura, renglón principal de la economía, tanto en la producción de artículos de consumo como en las limitaciones a los productos de exportación. Una industrialización artificial ajena a nuestras posibilidades y a los requerimientos esenciales del pueblo y de la nación. El deterioro constante de los términos de intercambio y el desmesurado endeudamiento externo que se refleja en un constante déficit de la balanza de pagos. Todo lo cual se manifiesta periódicamente en las dificultades económicas y financieras del país, en las graves condiciones de vida de la población y, en el campo político, en la inestabilidad y la crisis del poder reaccionario”.
“Se trata, pues, de una crisis permanente de todas las ramas de la economía, con manifestaciones negativas aún en los períodos o coyunturas de “auge” y es insuperable de no ser por un radical cambio revolucionario”. (Págs. 17 y 18).
La gravedad de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población guatemalteca, analizada ampliamente por el IV Congreso del Partido, puede resumirse con las siguientes características: alimentación deficiente, viviendas miserables, sin luz eléctrica, agua potable, servicios sanitarios, ni desagües; un pueblo enfermo sin hospitales ni médicos y con medicinas caras; ingresos bajísimos de absoluta supervivencia y mortandad; alto grado desocupación y subocupación; sólo una tercera parte de la población sabe leer y escribir, cerca de tres cuartas partes de la población escolar no cuenta con escuelas; y también tres cuartas partes de los guatemaltecos andan descalzos; etc.
“Las fuerzas de la contrarrevolución, a pesar de haber recurrido a todos los métodos y formas de represión y opresión, tampoco han logrado consolidarse, ni mucho menos. La crisis del poder reaccionario es una manifestación de la crisis que vive la nación. En los últimos años, mediante la derogación de constituciones, golpes militares, elecciones fraudulentas, juntas de gobierno, “presidentes electos”, las distintas facciones contrarrevolucionarias se han turnado en el poder, sin lograr salir de su crisis”.
“Las clases dominantes afrontaron la crisis económica explotando aún más al pueblo. En las condiciones actuales del país, el recrudecimiento de la explotación de las masas trabajadoras se da en un clima de represión terrorista”.
“No existe libertad para que las mayorías protesten por medios legales. Las constituciones de corte fascistoide solo permiten el funcionamiento de los partidos más reaccionarios. Los partidos revolucionarios están ilegalizados y los democráticos de orientación reformista sufren limitaciones de toda índole y, a veces, presiones rayanas en la violencia. Las elecciones son verdaderas farsas, o bien son motivo de negociaciones realizadas a espaldas del pueblo, en las que siempre arbitran los agentes del imperialismo norteamericano. No hay libertad para manifestar ni para reunirse, ni verdadera libertad de expresión y difusión del pensamiento. Y, para lograr sostenerse en el poder y “estabilizar” temporalmente la situación, las clases explotadoras, encabezadas por la oligarquía y el imperialismo norteamericano, han recurrido a la violencia reaccionaria constante. Pero, en realidad, no han estabilizado nada, porque el poder reaccionario también ha caído en una situación de emergencia permanente”. (Págs. 38 y 39).
CARACTER DE LA REVOLUCION
“Si la estructura económico-social del país se caracteriza por la existencia de relaciones semifeudales de producción en descomposición, dice “El camino de la revolución guatemalteca”, y por el lento y deformado desarrollo del capitalismo, esencialmente dependiente del imperialismo norteamericano, salta a la vista que las cuestiones básicas que hay que afrontar y resolver, como el nudo de las contradicciones principales de nuestro desarrollo, son: el problema agrario (el injusto y anticuado sistema de tenencia de la tierra) y el de la dominación imperialista. La solución de estos problemas, con la participación popular, es la que determina el contenido y caracteriza la revolución guatemalteca en esta etapa.”

“Estas contradicciones, por el carácter de nuestra época; se expresan a través de la lucha de clases entre los obreros urbanos y rurales, los campesinos y las capas medias, de una parte, y la oligarquía burguesa-terrateniente y el imperialismo norteamericano, de la otra”.
“Guatemala necesita un cambio revolucionario que resuelva esas contradicciones que frenan su desarrollo, que modifique radicalmente su estructura dependiente, concluya con las relaciones precapitalistas, conquiste la independencia nacional y ponga fin al atraso, la opresión y la miseria en que vive el pueblo”.
“Tal cambio solo puede llevarse a cabo mediante la realización de un proceso revolucionario único efectuado en dos etapas estrechamente entrelazadas”.
“En su primera etapa, la revolución; es, por su contenido, agraria, antiimperialista y popular”.
“Es agraria, porque tiene que romper remanentes semifeudales entregando la tierra a quienes la trabajan, dando así capacidad de consumo a las masas campesinas que de esta manera amplían el mercado interno, base para impulsar el desarrollo industrial del país”.
“Es antiimperialista, porque tiene que erradicar la explotación de los monopolios extranjeros sobre los cursos del país y sobre los guatemaltecos, terminar con el dominio político del imperialismo norteamericano sobre Guatemala y reafirmar su soberanía, e impulsar el desarrollo económico independiente de la nación”.
“Es popular, porque está siendo hecha, por las clases mayoritarias en beneficio de todo el pueblo”.
“La realización de la revolución agraria, antiimperialista y popular abre el camino a la segunda etapa: la revolución socialista. Puede decirse que cada una de las dos etapas que integran el proceso único de la revolución guatemalteca tiene históricamente un carácter estratégico”. (Págs. 49.y 50).
FUERZAS MOTRICES, DIRECCION Y ALIANZAS
Las fuerzas motrices de la revolución son: los obreros urbanos y agrícolas, los campesinos pobres y medios, las capas medias asalariadas y los pequeños industriales, comerciantes y agricultores no especuladores, que forman la base de las fuerzas productivas creadoras de los bienes y servicios, de los bienes materiales y espirituales de la nación.”
La clase obrera, por estar indisolublemente ligada a las formas superiores de la producción, por ser la clase más avanzada de la sociedad contemporánea, es la clase dirigente. Por su peso específico en la producción, por el carácter de la etapa revolucionaria y por su número, las grandes masas trabajadoras del campo constituyen la fuerza fundamental de la revolución. “La alianza obrero-campesina es el eje de todo el sistema de alianzas de las fuerzas revolucionarias y es la garantía de su desarrollo y de su triunfo. A ella se suman las demás fuerzas populares y todas las organizaciones políticas interesadas, total o parcialmente, en el curso de la revolución.
“La alianza obrero-campesina es el eje de todo el sistema de alianzas de las fuerzas revolucionarias y es la garantía de su desarrollo y de su triunfo. A ella se suman las demás fuerzas populares y todas las organizaciones políticas interesadas, total o parcialmente, en el curso de la revolución. Esta sistema de alianzas necesarias no se da de una vez, completo: se va forjando en el trabajo de la lucha a través de entendidos parciales y va adquiriendo de acuerdo con el desarrollo de la lucha, formas orgánicas que van constituyendo la base de un amplio frente nacional en el plano político”. (pág. 57)
La clase obrera urbana y rural, como clase dirigente, en estrecha alianza con los campesinos pobres y medios y con la participación de las capas medias urbanas, debe luchar por el establecimiento de un poder “patriótico porque lucha por los intereses fundamentales de la nación; revolucionario porque realiza cambios profundos en la estructura del país; y populares porque el poder está en manos de las clases mayoritarias que lo ejercen en beneficio del pueblo: los obreros urbanos y rurales, los campesinos y las capas medias urbanas”. (PROGRAMA DE LA REVOLUCION POPULAR, pág. 19).
VIA DE LA REVOLUCION
“El IV Congreso ratificó los planteamientos que nuestro Partido ha venido haciendo en documentos internos y al fijar su posición en documentos internacionales, en el sentido de diferenciar las formas de lucha de la vía de la revolución. Considera que, si bien las formas de lucha que adopta el movimiento en consonancia con determinados períodos o momentos corresponden a una orientación táctica, la determinación de las vías de la revolución, o sea el camino que ésta tendrá que recorrer para alcanzar el poder de acuerdo con las tendencias objetivas de la realidad, es una cuestión estratégica que debe examinar junto con el objetivo fundamental y la disposición de fuerzas”. (Pág. 58)
“Desde el III Congreso nuestro Partido viene elaborando, entre discusiones internas y combates revolucionarios, su orientación y ha llegado a la conclusión de que, en las actuales condiciones históricas, la salida que se ha impuesto al país es la vía violenta, el camino armado de la revolución guatemalteca”. (Pág. 60).
“Nuestro pueblo ha sido enfrentado a la represión constante de las fuerzas de la contrarrevolución que las han llevado a extremos criminales. Las fuerzas populares, han recurrido a la violencia revolucionaria para defenderse y abrirle paso a la revolución: Es en el curso de ella que nosotros aprovecharemos y utilizaremos, de acuerdo con las circunstancias, las más variadas formas de organización y de lucha, como en otros países de condiciones parecidas al nuestro en que la lucha armada de los pueblos por resolver sus problemas fundamentales y alcanzar la plena liberación nacional adquiere la forma de una guerra revolucionaria del pueblo”. (Págs. 61 y 63).
“Para el inicio de la guerra revolucionaria del pueblo, aunque siempre tiene gran importancia el momento, no es necesario que exista una situación revolucionaria concreta, la que indudablemente se dará en el momento culminante de la lucha. Si se necesita que existan las manifestaciones de una crisis nacional o cierta situación revolucionaria latente como Lenin la vio en Rusia en 1905 y en Europa en 1915, o como la que, en general, se ha vivido en América Latina, en la década de 1960 a la fecha”.
“En Guatemala, aunque las fuerzas revolucionarias atraviesan de momento un período crítico de reorganización, de preparación en diversos terrenos, de una seria división, y el enemigo mantiene la ofensiva terrorista, existe en general una situación revolucionaria potencial que se caracteriza por la presencia de condiciones objetivas y de posibilidades de lucha, aunque las condiciones subjetivas no hayan madurado plenamente”. (Pags. 64 y 65).
Por ahora existe una correlación de fuerzas desfavorables a la revolución, pero las “guerras revolucionarias generalmente se inician con una correlación de fuerzas desfavorables para el pueblo, lo cual es un factor de su carácter prolongado. Solo una estrategia y una táctica justas y acertadas permiten ir incorporando a la masa y neutralizando la superioridad del enemigo, ganándole pequeñas batallas en todos los terrenos. En nuestro caso la continuación de la lucha se lleva a cabo después de un período de descenso revolucionario, con una situación militar desfavorable y una situación política sumamente compleja. Vivimos un período agudo de contrarrevolución”.
“En el plano internacional, Guatemala no es una isla política. El desarrollo de su revolución está relacionado con la situación internacional y con el desenvolvimiento de la lucha de otros pueblos por su liberación. De acuerdo con el carácter de nuestra época, se puede decir que en el plano internacional la correlación de fuerzas es favorable, en general, para el movimiento revolucionario. Este es un factor de primera importancia para la victoria y consolidación de la revolución en varios países. Pero el imperialismo es todavía una fuerza considerable que alienta a la reacción en todas partes”. (Pág. 69).
GUERRA REVOLUCIONARIA POPULAR
Los principios generales de la guerra revolucionaria popular son su carácter popular, prolongado, multilateral y desigual e integral.
La guerra revolucionaria es la guerra de las masas y la condición principal para el éxito es la participación de las masas en la misma, pero la incorporación del pueblo a la contienda activa es un proceso complejo de combates y tareas políticas, económicas, sociales, ideológicas y militares. Tal incorporación sólo puede hacerse real mediante la organización de las masas en las más diversas formas: legales e ilegales; públicas y clandestinas; económicas, sociales, culturales, políticas y militares, desde sus grados inferiores hasta los superiores, y en la medida en que se lucha por los intereses inmediatos del pueblo y se le educa en la necesidad de cambios profundos.
“El carácter popular de la guerra revolucionaria guatemalteca implica la incorporación activa, organizada y unitaria del pueblo a la lucha que fusiona los intereses clasistas de la mayorías populares con los intereses nacionales” (Pag. 80).
“La correlación de fuerzas desfavorables, durante cierto período, condiciona el carácter relativamente prolongado del movimiento revolucionario; a su vez, los avances objetivos y reales de este irían contribuyendo a modificar a su favor esa correlación de fuerzas”. (Pág. 80).
“Ese carácter relativamente prolongado, en resumen, se deriva, entre otros factores, de: una correlación de fuerzas desfavorable;la intervención directa, cada vez mayor, del imperialismo; y el retraso en el desarrollo de las condiciones subjetivas que se refiere a las limitaciones del movimiento revolucionario y, principalmente, de su vanguardia (el Partido) y a varias características del momento que vivimos.
“El desarrollo multilateral y desigual de la guerra está relacionado con el diverso grado y desarrollo económico, social y político y con las condiciones naturales de cada región, e implica una diferente evaluación específica de las etapas de la guerra, por cuanto nos enfrentamos también a una disposición de fuerzas distintas, en cada región o zona. (Pag. 86)
“El desarrollo desigual en las diferentes regiones, el grado distinto de influencia de nuestras organizaciones, la aplicación de los métodos y las formas de lucha de acuerdo a cada realidad particular, e inclusive la influencia de los períodos de ascenso o reflujo, darán, como resultado inevitable, un desenvolvimiento de la lucha más acelerada en unas regiones que en otras. Pero aunque en algunas regiones maduren más que en otras las condiciones para desarrollar la guerra popular, el hecho de ser ésta un proceso único trae como consecuencia la influencia mutua entre unas y otras regiones, entre unas y otras zonas y el entrelazamiento de las etapas, lo que hará que los objetivos políticos, y militares vayan cambiando y las tareas, una vez cubiertas, permitan pasar a fases superiores de acuerdo con la realidad del lugar y del momento pero en definitiva, a pesar de sus diversos niveles, el conjunto expresa el curso de la batalla revolucionaria que se va generalizando” (Pág. 87).
“Las diversas y multiformes manifestaciones de la lucha de clases, expresadas en los terrenos económico, social, político, militar e ideológico, se integran en el curso de la lucha revolucionaria de nuestro pueblo en un proceso esencialmente político”. (pag. 87).

“El contenido de toda lucha revolucionaria, cualquiera que sea la vía determinante o las formas en que se exprese en un momento u otro, es político”. (Pág. 88).
El carácter integral de la guerra revolucionaria popular puede resumirse en los siguientes puntos:
La lucha armada solamente podrá consolidarse sobre la base del desarrollo de la lucha política, ya que ésta va creando las condiciones generales y organizativas para el desenvolvimiento de la primera;
Una vez surgida la lucha armada, como consecuencia del desarrollo de la lucha política, ésta se mantiene y se desarrolla en el fondo de todo el proceso revolucionario;
La lucha política y la lucha armada se desarrollan entrelazadas, influenciándose una a la otra, logrando así grados superiores en los diversos frentes de la actividad revolucionaria;
De acuerdo con el grado de desarrollo de la lucha y las condiciones específicas en la ciudad, en la planicie y en la montaña, las distintas formas se van acentuando y combinando hasta lograr cierto control político-militar que, de consolidarse, constituye el germen del poder local y es la base para el desenvolvimiento de la lucha general;
Sólo la hegemonía de la clase obrera, a través de su partido de vanguardia marxista-leninista, puede garantizar, hasta las últimas consecuencias, la combinación acertada de la lucha política y militar. La excepción, en la historia contemporánea, confirma la regla.
LAS ETAPAS DE LA GUERRA
“Partimos de las siguientes premisas esenciales que fundamentan el camino armado de la revolución guatemalteca: la vía violenta del desarrollo de la lucha revolucionaria; su carácter popular y prolongado; la necesidad de modificar la correlación de fuerzas a nuestro favor en un proceso de varias etapas que, cualesquiera sean los cambios que les de la realidad, de acuerdo con sus objetivos concretos, las resumimos en tres etapas estratégicas que abarcan principalmente todo el curso de la lucha revolucionaria por la conquista del poder. Estas etapas son tácticas si se toma la revolución en su conjunto.”
“Es con este criterio, y partiendo de varios años de experiencia en el desarrollo de la lucha armada, que vemos la guerra revolucionaria popular guatemalteca como un proceso continuo que se desarrolla en varias etapas, obedeciendo a cambios que se van operando en la correlación de fuerzas. Las etapas de la lucha están determinadas por su propio carácter prolongado. Ningún proceso surge a la vida en una fase de madurez. Ahora bien como hemos señalado, las etapas no se dan, en la vida, fijas, concatenadas con una lógica fría e irreversible, es más, dentro de cada etapa se cubrirán fases de ascenso o descenso con sus peculiares características objetivas.” (Págs. 94 y 95).
“Si tuviéramos que resumir muy concretamente los objetivos de las etapas señaladas, podríamos expresarlo así: primera etapa: preservar, acumular y acrecentar nuestras fuerzas; segunda etapa: aislar, golpear y desgastar al enemigo y, tercera etapa: derrotar al enemigo, tomar el poder y aplastar a la contrarrevolución. Se comprende que nos referimos a la tendencia principal en cada una de ellas y no a todos los objetivos de la misma.” (Pág. 101).
Para entender mejor el proceso de la guerra revolucionaria del pueblo y sus etapas conviene tener presentes los siguientes elementos:
Por su contenido social la guerra revolucionaria guatemalteca expresa la lucha violenta de las clases populares contra sus opresores y explotadores; pero al darse la confrontación directa con el imperialismo norteamericano, la lucha adquirirá el carácter de un verdadero movimiento de liberación, lo cual reduce la base social de la contrarrevolución, y dejará al descubierto su falso nacionalismo.
Las etapas no están delimitadas en el espacio ni en el tiempo, ni sus objetivos desligados unos de otros, sino integrados en un proceso general, único. Lo mismo ocurre con las distintas fases dentro de cada etapa.
La realidad impondrá su sello introduciendo, sin lugar a dudas, importantes modificaciones en el esquema general, que debemos asimilar rápidamente. Y, en este sentido, no debe dársele carácter irreversible a las etapas. La experiencia dice que a veces es necesario recomenzar.
El desarrollo de la lucha no será tan simple y optimista como el reseñado. Dentro de una tendencia ascendente, jalonada por importantes éxitos y victorias, habrá fracasos, derrotas y estancamientos.
La intervención del imperialismo norteamericano será cado vez mayor y eventualmente directa, en la medida en que el enemigo interno vaya siendo derrotado política y militarmente. Es contra él con quien, en definitiva, nos enfrentaremos al hacerlo con el ejército de la oligarquía y, posiblemente, frente a los ejércitos centroamericanos que tratarán de intervenir de acuerdo con el imperialismo.
La incorporación del pueblo posiblemente será lenta al principio, acelerada después y finalmente masiva. Sin la participación del pueblo no alcanzaremos nunca la victoria definitiva. La solidaridad internacional y el ascenso de la lucha revolucionaria en el marco mundial pueden ser determinantes, en un momento dado, para atarle las manos al imperialismo y facilitar la victoria de nuestro pueblo. (Págs. 102 y 103).
LA REVOLUCION POPULAR

El IV Congreso aprobó el PROGRAMA DE LA REVOLUCION POPULAR que contiene los objetivos de la revolución agraria, antiimperialista y popular y una plataforma de lucha por las demandas inmediatas del pueblo.
EL PROGRAMA resume en tres objetivos fundamentales la REVOLUCION POPULAR:
“LA DEMOCRACIA significa libertad para todo el pueblo, es decir, para los obreros, los campesinos y las capas medias urbanas; igualdad de derechos y deberes; respeto y defensa del derecho de todos y del propio”.
DESARROLLO ECONOMICO INDEPENDIENTE como consecuencia de la realización de cambios profundos en la estructura económica del país, la liquidación de las relaciones semifeudales de producción, la total erradicación de la dominación imperialista y el fin de la supeditación de nuestra economía, condiciones previas para que los guatemaltecos avancemos en el camino del progreso económico y social, mediante la actividad creadora de los trabajadores, su plena libertad para desplegar sus capacidades físicas, técnicas, científicas e ideológicas al servicio de las necesidades vitales de la nación en la marcha del pueblo hacia su liberación total”.
“EL BIENESTAR POPULAR es el objetivo fundamental de la lucha revolucionaria, mediante la construcción de una nueva vida para el pueblo guatemalteco, que signifique: una existencia de trabajo garantizado; salud física y mental; aumento constante de sus conocimientos científicos, técnicos, ideológicas y artísticos; mejoría de su nivel de vida, en todos sus aspectos (alimentación, vestuario, vivienda, descanso, diversión) y la formación de una elevada moral revolucionaria”.
VII. LA AGUDIZACION DE LA CRISIS ECONOMICA Y POLITICA (1970-1974).
El gobierno de Arana representó los intereses de la oligarquía burguesa-terrateniente y del imperialismo norteamericano y se mantuvo en el poder aplicando una política terrorista con el propósito de aplastar al movimiento revolucionario y democrático.
El rasgo fundamental de las fuerzas reaccionarias que hicieron gobierno con Arana Osorio, señala la resolución del CC sobre “La situación política nacional y la orientación táctica” de marzo de 1972, es su tendencia hacia el establecimiento de un “Estado más centralizado, autoritario y represivo, un régimen de inspiración fascista que garantice los intereses de la oligarquía y del imperialismo.
Las características principales del gobierno de Arana fueron la sistematización del terror, la agravación de la crisis de estructura y, como consecuencia, las contradicciones entre las diversas facciones de los terratenientes y la burguesía y la agudización de la crisis del poder reaccionario.

En la resolución del Comité Central de agosto de 1973 titulada “Elementos de nuestra táctica ante las elecciones”, se dice que:
“Las consecuencias inmediatas de algunas de las manifestaciones concretas de la crisis de la estructura económico social de Guatemala, han sido en parte atenuadas en beneficio de un reducido sector de las clases dominantes por factores económicos coyunturales como lo son el aumento de la inversión extranjera y la mejoría de los precios de productos agrícolas de exportación, especialmente el café, la carne y azúcar. A partir de 1970 el crecimiento económico del país ha oscilado entre el 5 y 6 %, pero no como un desarrollo económico real, sino como resultado de los factores coyunturales citados.”
“Mientras tanto, los problemas se siguen acumulando y agravando: la carrera del endeudamiento exterior prosigue, como lo demuestra el hecho que la deuda pública asciende actualmente a 316 millones y la mayor parte de ellos corresponde a la deuda pública externa, lo que hace que por cada dólar recibido en 1972 por exportaciones y servicios se tengan que pagar 48 centavos de los pasivos externos anuales. Los impuestos directos sólo representan el 14 por ciento del total. Esta incapacidad del Estado de generarle más ingresos al fisco no gravando directamente las utilidades de las clases dominantes, echa cada día más peso sobre los recargados hombros del pueblo y aumenta el endeudamiento externo.
El hecho de que sólo producimos el 20 por ciento de lo que consumimos es un indicador muy claro en que la economía del país ha llegado a depender de los monopolios transnacionales. La desocupación y la subocupación siguen creciendo, como lo indica el hecho de que el 15 por ciento de la población económicamente activa sufre desempleo y los sectores llamados “marginales” aumentan tanto en la ciudad como en el campo. El costo y la escasez de artículos alimenticios aumentan en forma constante: según el Fondo Monetario Internacional, de enero a mayo de 1973 el alza de los precios de los artículos de consumo fue en nuestro país de 14.3% con relación a 1972, lo que da a Guatemala uno de los índices más altos del continente. (La relación de 1973 respecto a 1974, según el mismo Fondo, fue de 24.7% y el aumento en el costo de la vida fue calculado por el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de Guatemala en un promedio de 150%, pero en varios artículos llego hasta el 250%. La inflación apareció, se acentuó y, como afirma el propio gobierno, tiende a adquirir gradualmente cierto sentido de continuidad o permanencia. Prosiguen las pugnas por la complicada reestructuración del Mercado Común Centroamericano en crisis.
Las devaluaciones de dólar y las reevaluaciones de monedas europeas y de la japonesa han producido, en general, un aumento del 10% de los productos importados, que se estima seguirá en ascenso durante los próximos 4 o 5 años a un ritmo de 6% anual. Los mismos fenómenos no solo produjeron la contradicción del poder adquisitivo de la moneda nacional devaluada automáticamente junto con el dólar, sino también un aumento de más de 40% en los precios de bienes y servicios procedentes de Europa y Japón. Como lo señala la SIECA, (Secretaria Permanente del Trabajo General de Integración Económica Centroamericana), ese aumento de los precios ha afectado seriamente el proceso de capitalización interna, como se puede medir por la lentitud del crecimiento de la inversión privada y la disminución de las entradas netas de capital privado para los mismos fines. Esto nos da una idea de la complejidad que han alcanzado en el país las expresiones del subdesarrollo”.
“Todos los hechos enumerados en el párrafo anterior son manifestaciones concretas, unas coyunturales, otras permanentes, de la crisis de la estructura económico-social de Guatemala.”
“Por otra parte, el plan de Desarrollo Económico Nacional, como dice el Subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, no es más que un paliativo y no conduce a ningún cambio social ni producirá un desarrollo económico”.
Además, y según cálculos preliminares de sectores oficiales; este plan, en dos años, se ha cumplido sólo en un 30 por ciento y tendrá que sufrir serios reajustes como resultado de la gravedad de la situación económica, según lo ha declarado la propia Comisión Nacional de Planificación Económica
“Es tan limitado el sector que se ha beneficiado con esa “atenuación” que el Colegio de Economistas afirma en un estudio que la bonanza de divisas de que se habla en las esferas públicas, es una bonanza que beneficia exclusivamente al pequeño sector productor exportador, en menoscabo del consumidor guatemalteco” y que el “sector exportador no sólo ha venido aprovechando el sobre-precio (inflado) de los mercados internacionales para los productos guatemaltecos de exportación, sino que también aprovechan la escasez provocada por sus sobre-exportaciones, para elevar los precios internos en un inteligente mecanismo que enriquece rápidamente a unas minorías y empobrece al asalariado, cuyo ingreso permanece en el mismo nivel (GRAFICO, 8 de julio de 1973). Y agrega el Colegio que la “política económico-financiera a manos de los hombres de negocios” que sólo tienen un “único móvil”: “antes que el interés colectivo y antes que el país; es la ganancia”.
“Esto explica que el gobierno de Arana, como fiel servidor de las clases dominantes, afirma que, a pesar de las difíciles condiciones de vida del pueblo, éste todavía tiene que aprender a vivir” con un grado de crecimiento de los precios superior a los últimos años, en una situación que no tiene “visos de una solución inmediata” como declaró el ministro de Economía” (Prensa. Libre, 27-6-73).
LAS CONTRADICCIONES DE LAS CLASES DOMINANTES

“Un puñado de oligarcas que se dedican a la agro-exportación y a la producción industrial asociados con las compañías transnacionales continúan obteniendo ganancias, mientras que la clase obrera urbana y rural, los campesinos y las capas medias sufren las consecuencias de la catástrofe situación económica y por otra parte, otras facciones de los terratenientes medianos y pequeños y la burguesía media y pequeña son afectados por esas manifestaciones concretas y coyunturales de la crisis de la estructura económico-social, por lo cual se agudizan las contradicciones entre las facciones de las clases dominantes”.
“Las contradicciones que surgen entre las diversas facciones de los terratenientes y la burguesía: industriales y agricultores en diversas ramas (algodoneros medianos y pequeños textileros; productores de insumos contra avicultores y lecheros, etc.); grandes cafetaleros con intereses bancarios contra medianos y pequeños cafetaleros; grandes ganaderos exportadores monopolistas con vínculos con algunos funcionarios aranistas contra ganaderos no exportadores; industriales ligados a las empresas estadounidenses y empresas transnacionales contra industriales guatemaltecos, etc., se dan dentro de un Estado al servicio de tales clases, razón por la cual los diversos gobiernos reaccionarios buscan la conciliación de los intereses o favorecer en primer lugar los intereses imperialistas y de la oligarquía, y sólo afectar a las facciones menos poderosas de las clases explotadoras. Sin embargo, es necesario seguir de cerca las consecuencias de tales contradicciones en la esfera política, donde puede reflejarse el proceso de diferenciación que empieza a producirse entre tales facciones a pesar del entrelazamiento de sus intereses”.
“Uno de los cambios más significativos que registra la sociedad guatemalteca, y que es necesario estudiar, es el ascenso de un grupo militar a los más altos niveles de la actividad económica y la ampliación numérica de ese grupo. En las contradicciones no antagónicas de las clases dominantes esos militares participan como terratenientes y capitalistas. La política de algunos grupos militares ya no es la de un sector asalariado a la expectativa de un cuantioso soborno. Es la de un grupo que ha transformado sus sobornos del pasado en bienes reproductivos y ha ocupado un lugar entre las clases explotadoras en función de su situación de propietarias de medios de producción”.
EL CRIMEN DE SEPTIEMBRE DE 1972
El 26 de septiembre de 1972 a las 9:45 horas, fueron capturados los dirigentes comunistas: Bernardo Alvarado Monzón, Secretario General del Comité Central; Mario Silva Jonama, Secretario del Comité Central; Carlos René Valle y Valle, Carlos Alvarado Jerez, Hugo Barrios Klee y Miguel Ángel Hernández, miembros del Comité Central; la compañera Fantina Rodríguez viuda de de León, militante del Partido y la trabajadora doméstica Natividad Franco Santos en la casa 6-51 de la 3ª avenida de la Zona 7 de la ciudad de Guatemala, La captura fue realizada por fuerzas represivas del gobierno, al mando del tercer jefe del cuerpo de detectives de la policía nacional, cuyos nombres fueron publicados por la prensa el 29 de noviembre al recoger declaraciones de uno de los participantes: el detective Abel Juárez Villatoro.
El 27 de septiembre el Presidente de la República, coronel Carlos Manuel Arana Osorio, el vicepresidente Eduardo Cáceres Lenhnof, el ministro de la defensa general Kjell Eugenio Laugerud García, el Presidente del Congreso de la República Mario Sandoval Alarcón, el ministro de gobernación Roberto Herrera Ibargüen y el ministro de relaciones exteriores Jorge Arenales Catalán, acordaron, decidieron y ordenaron que los dirigentes comunistas capturados fueran asesinados y sus cadáveres lanzados al mar.
“Esos queridos camaradas, dice la declaración del Comité Central del PGT de diciembre de 1972, realizaron un trabajo anónimo, paciente y laborioso y velaron con celo por la unidad, la cohesión y la independencia de nuestro Partido. Su fidelidad a la causa de la clase obrera y de los campesinos guatemaltecos y al movimiento comunista internacional son prenda de orgullo que debemos portar todos los militantes del PGT, a fin de forjar un Partido cada vez más combativo, respetado y admirado”.
“Como muchos revolucionarios, nuestros camaradas desaparecidos no llegaron a tener una tumba. Sin embargo, con todo lo que esto hiere los sentimientos de nuestro pueblo, no la necesitan porque viven en el corazón y en el pensamiento de todos los que luchan en Guatemala contra la explotación, la opresión y todos los males que las mismas generan y agudizan, y luchan también por terminar con la pesadilla de la dependencia y el subdesarrollo”.
ESFUERZOS POR LA UNIDAD REVOLUCIONARIA
Ante la división y dispersión del movimiento revolucionario, el Partido Guatemalteco del Trabajo realizó desde 1968 una política paciente y tenaz a fin de luchar por encontrar las formas de propiciar la unidad de las diversas organizaciones, grupos y personalidades revolucionarias.
Aplicando consecuentemente tal política, aún en los momentos más agudos de la división y cuando los grupos ultraizquierdizantes atacaban al Partido y a su dirección, se prestó ayuda material y moral, dentro del más amplio espíritu de solidaridad, a las organizaciones o elementos revolucionarios que lo necesitaban, incluyendo a la sectorizada dirección de las Fuerzas Armadas Rebeldes de 1968 a 1970.
A partir de 1971 se inició una aproximación con los elementos más unitarios de las Fuerzas Armadas Rebeldes que continuó en forma más regular en 1972 y desembocó en 1973 en la formalización de un proceso de alianza política entre el Partidos Guatemalteco del Trabajo y las Fuerzas Armadas Rebeldes. Así, en la declaración conjunta, suscrita el 15 de septiembre de 1973, titulada: ¡UNIDAD REVOLUCIONARIA PARA COMBATIR A LA OLIGARQUIA y EL IMPERIALISMO!, se dice que a fin de alcanzar sus objetivos “el Partido Guatemalteco del Trabajo y las Fuerzas Armadas Rebeldes comprenden que es indispensable trabajar por la unidad en forma tenaz, paciente y progresiva. La unidad del pueblo y de sus organizaciones revolucionarias es necesaria para derrotar la política de terror de la reacción que ha masacrado a los sectores populares y a sus organizaciones progresistas”.
La política de acercamiento y alianza entre el PGT y las FAR (rebeldes), se fundamenta, según precisa el comunicado conjunto del 1º de mayo de 1974, en una común concepción científica y metodológica: el marxismo-leninismo y en la coincidencia general de objetivos estratégicos y tácticos.
Las coincidencias políticas e ideológicas generales en las cuestiones estratégicas fueron:
La vía violenta de desarrollo de la revolución que adquiere la forma de una guerra revolucionaria popular;
Las fuerzas motrices de la revolución: la clase obrera como clase dirigente; los campesinos pobres (semi-proletariado) y medios como fuerza principal y la mayoría de las capas medias urbanas, especialmente las capas medias asalariadas;
El sistema de alianzas que parte de la unidad política e ideología de la clase obrera urbana y agrícola; la alianza obrero-campesina y la alianza de la clase obrera, los campesinos pobres y medios y la mayoría de las capas medias urbanas, esencialmente las capas medias asalariadas.
La instauración de un poder político revolucionario, patriótico y popular, dirigido por la clase obrera en estrecha alianza con los campesinos, capaz de realizar un proceso revolucionario único que liquide los remanentes semifeudales en el campo, concluya con el dominio económico y político del imperialismo yanqui en Guatemala, destruya las bases del poder imperialista y oligárquico en nuestro país y lo conduzca a la realización de la revolución socialista, antesala de la sociedad comunista.
Por otra parte el PGT y las FAR (rebeldes) hicieron constar que respecto a las concepciones estratégicas y tácticas “existen coincidencias y diferencias, pero en la situación actual del movimiento revolucionario, sin desconocer ni ignorar las divergencias políticas e ideológicas, es más importante poner el acento en lo que une a las organizaciones revolucionarias y no en aquello que las separa”.
“El procedimiento para precisar coincidencias y diferencias, a fin de ir aproximando los puntos de vista comunes, es la discusión abierta, franca y detenida de las concepciones estratégicas y de los planteamientos tácticos”.

El PGT y las FAR (rebeldes) consideran que, al desarrollarse la alianza política, debe “desembocar en el frente único de organizaciones, grupos y personalidades revolucionarias que luchan por los intereses de la clase obrera urbana y rural, los campesinos pobres y medios, las capas medias asalariadas, y se proponen la conquista del poder político para realizar cambios profundos que en un proceso único conduzcan al establecimiento del socialismo en Guatemala”.
“La política de unidad revolucionaria entre el PGT y las FAR (rebeldes) parte del principio de independencia política y orgánica de cada organización y del respeto mutuo “comprendiendo que tal proceso unitario alcanzará en el futuro formas más integradas de trabajo en todos los aspectos. Y para que la política unitaria pueda desarrollarse, consideran que tienen que “librar una lucha ideológica y política contra el oportunismo de derecha y el oportunismo de izquierda; es decir, contra las influencias burguesas por un lado y, por el otro, contra las posiciones aventureras de la pequeña burguesía ultraizquierdizante”.
Sólo cabe añadir que el PGT ha sido y es fiel a sus compromisos en lo que respecta al proceso de alianza con los compañeros de las FAR (rebeldes) y aplica consecuentemente su política de unidad en cuanto al movimiento revolucionario en su conjunto
LA DERROTA DEL CONTINUISMO NEOFASCISTA
Con el propósito de prolongar su dominación económica y la política de la oligarquía burguesa-terrateniente y del imperialismo el gobierno de Arana convocó a elecciones generales presidenciales de diputados y municipalidades para el 5 de marzo de 1974.
En la declaración de la Comisión Política del CC del PGT del 28 de enero de 1974 titulada: “VOTAR CONTRA EL CONTINUISMO REACCIONARIO y LA REPRESION” se dice:
“Las clases opresoras se encuentran montando otra farsa electoral. En Guatemala, las elecciones no son más que el manejo de las masas populares, especialmente campesinas, de parte de las clases dominantes, por medio de los procedimientos fraudulentos y coercitivos a fin de imponer su voluntad. Los sectores populares votan inconscientemente contra sus propios intereses. La pequeña burguesía democrática, que no tiene mayor vinculación con el pueblo ni se define en la lucha por sus intereses, maneja igualmente a las masas en las elecciones”.
“Las elecciones se realizan en Guatemala bajo el amparo de una de las constituciones más reaccionarias que han sido dictadas en la historia de nuestro país. Tal constitución fue inspirada en el propósito de la oligarquía, del imperialismo, del ejército y de todas las fuerzas conservadoras, de mantener el actual estado de opresión y explotación favorable a la reacción”.

“Las elecciones son totalmente antidemocráticas. En ellas sólo vota una minoría de los guatemaltecos. En efecto, de los ciudadanos con derecho a votar, están inscritos menos de la mitad y a las urnas acude menos de la mitad de los inscritos que cuentan con cédula de ciudadanía; o sea que vota una cuarta parte de los ciudadanos y, a partir de 1958, el candidato victorioso sólo ha logrado una mayoría relativa, que por lo general, representa aproximadamente a la décima parte de los ciudadanos aptos para votar”.
En cuanto a los partidos dice el manifiesto: “La coalición reaccionaria Movimiento de Liberación Nacional y Partido Institucional Democrático (MLN-PID), representa los intereses de la burguesía y los terratenientes, que ante la crisis económica, política y social del país, acelerada por la crisis mundial del capitalismo, viendo que ya no pueden gobernar como antes, temerosos del desarrollo del movimiento revolucionario popular y ante los avances de la democracia y el socialismo en escala mundial, tratan de instaurar en Guatemala un régimen más centralizado, autoritario y represivo inspirado en el neofacismo. “
“La camarilla dirigente del Partido Revolucionario ha convertido a tal partido en un instrumento que cumple el papel que las clases dominantes le asignan, ya sea de pantalla de una dictadura constitucional, como en el caso de Méndez Montenegro, ya sea de división de la oposición democrática pequeño-burguesa, como en el caso de la candidatura del coronel Ernesto Paiz Novales y Carlos Sagastume Pérez. El PR es un puente para las maniobras del imperialismo de los Estados Unidos, de las clases reaccionarias y para el aprovechamiento del atraso de nuestro país”.
“Ninguna de las direcciones de los partidos reformistas, como la Democracia Cristiana y el Frente Unido Revolucionario Democrático, pueden en este momento llegar al gobierno y sostener en él la coyuntura democrática que el pueblo necesita para, reorganizarse y luchar legal y abiertamente. Las dirigencias reformistas tienden a ceder con demasiada rapidez en toda negociación con la ultraderecha y el imperialismo; no están dispuestas a salir a pelear en las calles cualquier triunfo que pudieron obtener en las urnas; temen aliarse con las fuerzas revolucionarias que pudieran suscribir y poner temporalmente a prueba un programa democrático y buscan a cualquier precio y a espaldas del pueblo un respaldo militar e imperialista”.
“El imperialismo yanqui continúa jugando en el proceso electoral con todas las cartas: ofrece apoyo a todos los presidenciables y “trabaja” a todos los partidos burgueses y pequeño-burgueses a fin de utilizarlos e incluso se entiende con los posibles golpistas. En caso de problemas, los imperialistas de los Estados Unidos actuarán de mediadores o promoverán el golpe de Estado cuando lo consideren necesario”.
“Las consecuencias de la grave situación económica, política y social, han penetrado en el instituto armado y han puesto más en evidencia su carácter de instrumento político de las clases dominantes. Todos los partidos burgueses y pequeño-burgueses reaccionarios, asimismo los reformistas, terminaron levantando la figura de un militar, para colocar al ejército como arbitro de la situación. Pero ninguno de los candidatos de los partidos que los apoyan representa peligro alguno para el papel de guardián de las clases dominantes y del imperialismo que juega el ejército”.
“Vivimos en un período de descenso revolucionario en que la correlación de fuerzas es favorable a la contrarrevolución; en el cual se produce un relativo estancamiento del movimiento revolucionario y se mantiene la división de las fuerzas pequeño-burguesas democráticas y de las fuerzas revolucionarias; cuando el peligro principal es la institucionalización de un estado más autoritario, represivo y fascistoide y se hace necesario luchar en todos los terrenos a fin de unir a todas las fuerzas revolucionarias populares democráticas para derrotar la política reaccionaria y represiva del gobierno”.
“Las elecciones son una forma de negociación del conjunto imperialista, burgués, terrateniente, burgués medio y pequeño-burgués acomodado. El pueblo no debe hacerse ninguna ilusión respecto al resultado de las elecciones, sino confiar únicamente en su propia fuerza. Debe lanzarse a ganar sus objetivos inmediatos, luchando tenazmente contra el terror y la represión, contra el alto costo de la vida y el carecimiento de los artículos alimenticios, por un aumento general de salarios en la ciudad y en el campo, por la tierra, el crédito y la ayuda técnica para los campesinos y por el respeto a los derechos democráticos.
Luchando por tales demandas inmediatas, la clase obrera, los campesinos, los empleados, los estudiantes y los intelectuales deben cerrarle el paso a su enemigo principal en estas elecciones, al instrumento más descarado y sanguinario de las clases dominantes y el imperialismo que es la coalición MLN-PID y su comparsa la camarilla dirigente del PR. Y aquella resolución precisó un llamamiento a “VOTAR CONTRA EL CONTINUISMO REACIONARIO y LA REPRESION” que representan la coalición reaccionaria MLN-PID y sus comparsas de la camarilla dirigente del PR. El pueblo no debe votar por quienes han asesinado y asesinan a los guatemaltecos, agudizan el hambre, la miseria y la ignorancia de los trabajadores; han entregado el país a los monopolios de Estados Unidos y niegan los derechos políticos a considerables sectores de la población”.
LA CONSUMACION DEL FRAUDE ELECTORAL
En las elecciones del 3 de marzo los candidatos presidenciales del Frente Nacional de Oposición (formado por la Democracia Cristiana, el Frente de Unidad Democrática Revolucionaria, elementos consecuentes que se retiraron del PR) general Efraín Ríos Montt y doctor Alberto Fuentes Mohr, que contaron con el voto independiente de las organizaciones revolucionarias, como el Partido Guatemalteco del Trabajo, triunfaron en la mayoría de los departamentos del país y en casi todas las cabeceras departamentales con mayoría absoluta en unos casos y, en otros, con mayor la relativa.

La Comisión Política del CC del PGT en su declaración del 15 de marzo de 1974 señalaba que a pesar de la manipulación política ideológica de la coacción y las amenazas en toda la república (especialmente en el nororiente del país); de los numerosos asesinatos y “desaparecidos” durante la campaña; del uso de millares de cédulas electorales falsas; de las viejas patrañas anticomunistas lanzadas con abundancia por todos los medios de difusión y del llamamiento desesperado y fuera del orden de Arana Osorio pidiendo votar por el candidato oficial, la coalición reaccionaria MLN-PID fue derrotada en el país.
Sin embargo con todo tipo de maniobras, ocultando y deformando datos, asesinando, corrompiendo y con la asesoría directa del dictador nicaragüense Anastasio Somoza, el gobierno de Arana consumó de la manera más burda y torpe el fraude electoral para lo cual fue necesario aumentar en forma escandalosa casi 100,000 votos a los candidatos reaccionarios general Kjell Eugenio Laugerud García y Mario Sandoval Alarcón y disminuir parecida cantidad al Frente Nacional de Oposición.
“El fraude electoral, señala la CP del CC del PGT, es un acto desesperado de la coalición oficial que confirma la crisis del poder reaccionario porque se lleva a cabo a la vista de todo el mundo y violando las normas más elementales de la burguesía, formal y limitada democracia representativa. Las clases dominantes sólo son capaces de mantener su dominio mediante la opresión y la explotación del pueblo y con este fin acuden al terror, a la ilegalidad, al fraude y a todos los medios tortuosos a su alcance. La ultraderecha ya no es capaz de entregar pacíficamente el poder ni siquiera a otra facción de la propia burguesía. Las clases opresores ya no pueden consolidar su dominio, sino que viven definitivamente en un período de inestabilidad inevitable”.
“La gran lección que debe sacar el pueblo es que cuando el poder está en manos de la ultraderecha, los eventos electorales ya no permiten ni el ascenso al poder de la pequeña y mediana burguesía reformista, y si bien es cierto que “sólo el pueblo salva al pueblo”, el pueblo sólo se puede salvar si responde a la violencia reaccionaria con la violencia revolucionaria”.
“El 3 de marzo de 1974 la mayoría de los guatemaltecos que votaron manifestaron su repudio a la política de terror mal llamada de pacificación, de alto costo de la vida, de bajos salarios, de enriquecimiento de unos pocos ricos locales y extranjeros y de atropellos a los derechos democráticos que aplican las clases dominantes”.
“Obreros urbanos y agrícolas, empleados públicos y privados, maestros profesionales, pequeños y medianos comerciantes e industriales en todas partes de la república, al votar por el Frente Nacional de Oposición dieron un NO rotundo a los asesinos de los guatemaltecos, al gobierno corrompido de Arana Osorio y a su política antidemocrática, antipopular, entreguistas y antinacionales.

Aunque varios sectores populares se dispusieron a luchar contra el fraude y el malestar por la imposición de Laugerud García llegó a las filas del propio ejército, no fue posible imponer el respeto a la voluntad popular expresada en las urnas por la “vacilación” del Frente Nacional de Oposición a lanzarse a una inmediata acción de masas para impedir que el fraude gubernamental se consumara “legalmente”; las limitaciones propias de los partidos nacional-reformista para encabezar con métodos revolucionarios al pueblo y dificultades aún no superadas del movimiento revolucionario hicieron que no fuera posible impedir la acción fraudulenta del aranismo en su primera fase postelectoral”.
“Pero, como agrega en su declaración la CP del CC del PGT, la “virulencia que adquirió la campaña electoral, los resultados de las elecciones, el fracaso parcial de la coacción y de todos los demás medios utilizados para realizar la farsa electoral, y la necesidad de acudir al fraude descarado para imponer a los candidatos reaccionarios, confirman que se agrava la crisis del poder reaccionario. Esta, a su vez, es producto de la estructura económico-social de Guatemala y de sus manifestaciones concretas, especialmente ahora, de la inflación con la consiguiente elevación del costo de la vida, el mantenimiento de bajos salarios y el aumento del enriquecimiento de unos pocos ricos locales y extranjeros. Pero la crisis económica y política del país hace más graves las contradicciones de la oligarquía burguesa-terrateniente y de los monopolios de los Estados Unidos con la mediana y pequeña burguesía y las pugnas entre las clases dominantes y los obreros urbanos y rurales y las capas medias asalariadas. En otras palabras, en Guatomala se agudiza la lucha de clases como hecho inevitable”.
“Estos son hechos objetivos que, aunados a la decisión de las masas de luchar contra el alto costo de la vida, por aumentos de salarios e ingresos, contra la represión por la defensa de los derechos humanos y contra el fraude y la imposición, abren posibilidades para que los obreros urbanos y rurales, los campesinos, las capas medias asalariadas, la pequeña y mediana burguesía puedan unirse en un amplio frente de acción y lucha organizada y conjuntamente para lograr un ascenso del movimiento democrático que desemboque en el desplazamiento de las fuerzas reaccionarias del poder”.
“Es evidente, precisa la CP del CC que algunos sectores de la pequeña y mediana burguesía sólo aspiran a lograr el desplazamiento de la ultraderecha del poder para reemplazar a un equipo de personas por otras en los cargos públicos, y continuar aplicando una política que, aunque se proponga algunas reformas limitadas, en esencia es la misma y que incluso puede llegar (en un plazo que los acontecimientos determinan) a darle continuidad a un gobierno represivo y antipopular. Aunque esto es probablemente lo más seguro, las fuerzas democráticas y revolucionarias tienen que luchar por ese objetivo común: el desplazamiento del poder de la coalición reaccionaria MLN-PID, acuerpada por una reducida camarilla de altos y enriquecidos jefes del ejército, que orienta con el apoyo del imperialismo de los Estados Unidos. Una vez alcanzado ese objetivo, dependerá de las masas trabajadoras manuales e intelectuales impulsar la lucha por abrirle paso a un nuevo ascenso revolucionario que permita crear condiciones para luchas de mayor envergadura que conduzcan un verdadero triunfo revolucionario con la instauración de un poder popular capaz de realizar las transformaciones profundas que la nación necesita”.
Y en esa lucha es necesario pasar a la resistencia activa y utilizar todos los medios legales e ilegales, pacíficos y violentos de lucha, en una continuada, permanente y tenaz batalla a fin de incorporar a todas las fuerzas sociales interesadas en cerrarle el paso a la represión, al hambre, a la corrupción, al atropello a los derechos, y a la imposición fascista.
VIII. 25 AÑOS DE LUCHA POR GUATEMALA, LA REVOLUCION Y EL SOCIALISMO.
NUESTRA VOCACION NACIONAL E INTERNACIONALISTA
El Partido Guatemalteco del Trabajo por ser el Partido de esencia más automáticamente nacional, por representar los sentimientos, pensamientos y aspiraciones de los obreros, de los campesinos y de la intelectualidad revolucionaria responde a los intereses vitales del pueblo guatemalteco. Pero, por su propia vocación revolucionaria y patriótica, los comunistas guatemaltecos han sido y son los más fervientes internacionalistas que conjugan la lucha por los intereses nacionales de Guatemala con las aspiraciones de todos los pueblos y han respondido siempre al llamado de Carlos Marx y Federico Engels de:¡PROLETARIOS DE TODO EL MUNDO UNIOS!
Tanto en la década de 1922 a 1932, como desde el aparecimiento de los primeros grupos marxistas en 1946 y la fundación del Partido el 28 de septiembre de 1949, hasta la fecha, los comunistas guatemaltecos han enarbolado las banderas del internacionalismo proletario y se han esforzado por hacer presente su combativa solidaridad con todos los pueblos que luchan en cualquier forma por su liberación nacional, por romper el yugo del capital y con los pueblos que como vanguardia de la humanidad construyen el socialismo y el comunismo.
Así, desde las protestas contra el asesinato de Sacco y Vanzetti en 1927; las solidaridad con Augusto César Sandino; la lucha contra el cerco imperialista alrededor de la Unión Soviética, acciones efectuadas en la década de 1922 a 1932; la condena del crimen contra los esposos Rosemberg; la lucha activa por la paz mundial; la solidaridad contra los heroicos combatientes coreanos y vietnamitas; el repudio a las intervenciones yanquis e imperialistas en América Latina, África y Asia; la defensa de la revolución cubana y la denuncia abierta del papel del gobierno de Ydígoras Fuentes en la agresión a Cuba, hasta la condena de los fascistas que asesinan al pueblo chileno, el Partido Guatemalteco del Trabajo ha cumplido con sus tareas de solidaridad internacional.

Nuestro pueblo ha recibido, a lo largo de sus luchas, una fervorosa solidaridad internacional, tanto en la lucha por salvar la vida de los dirigentes encarcelados en 1932 por el dictador Jorge Ubico, como cuando nuestro país fue víctima de la intervención de los Estados Unidos en 1954 y en todos los continentes sonó el grito de ¡MANOS YANQUIS FUERA DE GUATEMALA! y la multiplicada denuncia y condena de la ola de terror que la reacción ha desatado contra nuestro pueblo desde 1958 hasta la fecha.
Nuestro Partido y su Juventud Patriótica del Trabajo han participado en numerosos eventos internacionales del movimiento comunista internacional y propugnamos por la unidad de todas las fuerzas progresistas y revolucionarias contra el imperialismo.
En el IV Congreso se trazaron los lineamientos de las posiciones internacionales del Partido y se precisó que en las “condiciones actuales del movimiento no puede ni debe existir un centro único de dirección como en los tiempos de la III Internacional, ni varios centros de dirección (policentrismo), como acertadamente lo señala la Resolución de Moscú de junio de 1969. Las relaciones entre los partidos comunistas y obreros deben basarse en el respeto mutuo a la independencia de los mismos; en la no ingerencia en sus asuntos internos y en los del movimiento revolucionario de cada país; en el intercambio de experiencias, a través de encuentros bilaterales y regionales, y de conferencias mundiales que recojan esas experiencias, examinen conjuntamente el curso de la lucha y den perspectivas claras y generales al movimiento. Todo ello no excluye la franca y abierta discusión de los problemas que pudieran suscitarse o que fueran necesario analizar para una más amplia y profunda comprensión y colaboración entre los comunistas”.
“El reconocimiento de estos principios como base para las relaciones entre los partidos y para reconstruir la unidad, no significa el desconocimiento del papel que, como primera potencia socialista, juega la Unión Soviética ni la valiosa ayuda que ha prestado y presta a la lucha de los pueblos por su liberación y en su enfrentamiento con el imperialismo norteamericano”.
“Dentro de este espíritu, nuestro Partido, que se ha esforzado por elaborar un criterio propio e independiente frente a los distintos problemas, no siempre ha coincidido plenamente con algunas posiciones del P.C.U.S., pero mantiene y, desarrollará constantemente los fuertes lazos de amistad fraternal que unen a nuestros dos partidos. Consideramos necesaria esta afirmación cuando, al calor de las divergencias o pretextando nuevos criterios independientes; se manifiestan abiertamente tendencias antisoviéticas que le hacen el juego al imperialismo y que nosotros condenamos firmemente”. (Pag. 137).
EL EJEMPLO DE NUESTROS HEROES Y MARTIRES

Llegamos a los veinte y cinco años de fundación del Partido más maduros política, ideológica y organizativamente; más fortalecidos; con mayor grado de experiencia y capacidad teórica y práctica para cumplir nuestro papel como dirigente del movimiento revolucionario guatemalteco.
Corresponde a todos los órganos, organizaciones y militantes adoptar las medidas pertinentes para aumentar nuestros vínculos con la masa popular y continuar con el glorioso ejemplo que nos han dejado valiosos dirigentes, cuadros, combatientes y militantes, nuestros héroes y mártires como Juan Pablo Wanright y Bernardo Gaytán asesinados por Jorge Ubico; Abraham Chamalé y decenas más asesinados por el yanquimalteco Carlos Castillo Armas de 1954 a 1957; y los miembros del Comité Central: Octavio Reyes Ortiz (Concuá, marzo de 1962); Víctor Manuel Gutiérrez Garbin y Leonardo Castillo Flores (Guatemala, 6 de marzo de 1966), Tranquilino López (Escuintla, 15 de enero de 1967), Gustavo Grajeda Zetina, (Guatemala, febrero de 1967); Libo Haroldo González (Villa Canales, 17 de octubre de 1967) el comandante Leonardo Castillo Johnson (Guatemala, 16 de enero de 1968), Rafael Tischler Guzmán y Cayetano Barreno (Guatemala, 25 de enero de 1968); Armando Castillo Morales (Guatemala, agosto de 1967); Francisco Hernández (Mazatenango, diciembre de 19:;7); Marco Antonio Leoni (Guatemala, 7 de enero de 1971); Bernardo Alvarado Monzón, Secretario General del Comité Central Mario Silva Jonama, Secretario del Comité Central, Carlos René Valle y Valle, miembro de la Comisión Política del C.C., Hugo Barrios Klee, Carlos Alvarado Jerez y Miguel Angel Hernández (26 de septiembre de 1972); cuadros de la calidad de Ricardo Martínez (Guatemala, 1966); Mauro de León (Concuá 15 de marzo de 1962); Víctor Manuel Palacios Maldonado (Guatemala, 6 de marzo de 1966); Leonardo García Benavente y Humberto Pineda (Retalhuleu, 4 de marzo de 1966), el poeta Otto René Castillo (Zacapa, 19 de marzo de 1967), Eduardo Sosa Montalvo (Guatemala, 23 de julio de 1967), Roberto Valle de la Peña (Guatemala, 14 de septiembre de 1967), Plinio Castillo (Guatemala, agosto de 1968); dirigentes obreros y campesinos como Estanislao de León (Zacapa, Julio de 1963), Vicente de la Rosa (Izabal, agosto de 1964), Amado Izquierdo y Brasil Hernández (Concuá, 14 de marzo de 1962), Raúl Alfaro (Puerto Barrios, marzo de 1966), Julio Carrera Sierra (Escuintla, 13 de enero de 1967), Eduardo de León (Cuilapa, noviembre de 1966); jóvenes comunistas estudiantes y obreros como Leonel García Benavente (Guatemala; 19 de abril de 1961), Marco Antonio Gutiérrez (19 de marzo de 1962), Carlos Toledo Hernández, Guillermo Grajeda Zetina y Alfonso Jocol (Concuá 13 de marzo de 1962), Edgar Ibarra, (Zacapa, agosto de 1965), Julio César Hernández (Cuilapa, noviembre de 1966), Maximino Melgar (Zacapa, febrero de 1967), César Abascal (Zacapa, agosto de 1967), Miguel Ángel Vásquez Pereira (Guatemala, 1968), Erwin Morales (Guatemala, 1968); y jóvenes mujeres comunistas como Nora Paiz (Zacapa, 19 de marzo de 1967), Rogelia Cruz Martínez (Guatemala, 11 de enero de 1968), Fantina Rodríguez viuda de de León (26 de septiembre de 1972) y centenas de militantes: obreros, campesinos, empleados, estudiantes, intelectuales que cayeron con el nombre del Partido Guatemalteco del Trabajo, el partido de los comunistas en el corazón, luchando por hacer realidad nuestro lema de combatir:
POR GUATEMALA, LA REVOLUCION Y EL SOCIALISMO”
Guatemala, 26 de Septiembre de 1975.

NOTA: Esta es una transcripción, hecha en el año 2006 por el autor de este blog, (Víctor José Moreira) de una versión impresa proporcionada por el licenciado Romeo Alvarado Polanco quien, además, dio su anuencia para la presente publicación. Siendo una transcripción, puede contener errores, omisiones e imprecisiones adicionales a las que pudiera haber contenido el original. Adicionalmente a lo anterior, este blog impone condiciones de formato que no corresponden a las de la transcripción ni a las del original impreso.-

¿El ciclo de gobiernos progresistas y de izquierda llega a su fin en Bogotá?

¿El ciclo de gobiernos progresistas y de izquierda llega a su fin en Bogotá?
Fernando Dorado
Versión para impresión
23/10/2015
Opinión

“Ningún poder tolera que dejes al aire su recursos, que desveles sus mecanismos, sus pudicias y miserias.”
Rafael Chirbes

Lo primero que debo decir es que el próximo domingo votaré con entusiasmo en Bogotá para alcaldía por Clara López y para Concejo Distrital por Yezid García Abello.

Sin embargo, considero casi una obligación presentar por adelantado mi punto de vista sobre lo que posiblemente ocurra. Tengo la convicción de que el analista debe hacer el esfuerzo de anticiparse a los acontecimientos, prever lo que puede ocurrir, identificar los antecedentes y las causas, y poder así, posteriormente y de acuerdo a los resultados, reafirmarse o corregir con base en lo que suceda. No me gusta llover sobre mojado ni llorar sobre leche derramada.

No deseo ser ave del mal agüero ni actuar como Casandra ante el desastre. Sé que un día antes de las elecciones una simple opinión no va a cambiar la decisión de la gente. Por eso espero que no vaya ocurrir como en el remoto pasado que ante una situación de fracaso, se elegía un chivo expiatorio que casi siempre era al mensajero o el pregonero, para calmar a la comunidad y conseguir que los causantes de la situación ocultaran su responsabilidad.

Todo parece indicar que el próximo 25 de octubre finaliza el período de 3 gobiernos de izquierda en Bogotá. Ese ejercicio político-administrativo es parte del ciclo de gobiernos progresistas que en Latinoamérica se inició con Chávez en Venezuela en 1999, seguido de lo ocurrido en Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia y Ecuador.

Los antecedentes de este acceso de fuerzas democráticas y de izquierda a los gobiernos de diversos países de Sudamérica y de algunas ciudades importantes, fueron las grandes y poderosas movilizaciones contra el Consenso de Washington y su modelo neoliberal que protagonizaron los trabajadores, indígenas y campesinos, y los habitantes de las barriadas populares de las ciudades de esta región. Sin ese antecedente ello no hubiera sido posible.

La pregunta es… ¿el descalabro de la izquierda en Bogotá será el inicio del fin del ciclo progresista en toda América Latina? Sabemos que Colombia casi siempre se ha adelantado en todo pero no ha logrado “coronar” y consolidar los procesos de cambio. Recordemos que la Constituyente de 1991 fue precursora de los procesos constituyentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Ahora, por eso nos preguntamos… ¿nos estamos adelantando también en la derrota de los gobiernos progresistas?

Las elecciones locales en Bogotá

Sabemos, porque lo hemos comprobado desde la década de los años 90s del siglo pasado (XX), que un buen sector del pueblo bogotano es independiente. Esa independencia se expresó con la elección de Antanas Mockus en 1994 y 2000, y de Enrique Peñalosa en 1997. Luego, gran parte de ese electorado independiente giró hacia la izquierda en protesta contra las ejecuciones neoliberales y privatizadoras de esos gobiernos. Se eligió entonces, a Lucho Garzón en 2003, a Samuel Moreno en 2007 y en 2011, una parte de esa población se sostuvo en una posición de izquierda para elegir a Gustavo Petro, que ganó con un 32% de los votos ante la enorme división de la derecha.

Ese electorado premió a Petro por haber denunciado con valentía la corrupción del Cartel de la Contratación que con la complicidad de Samuel Moreno saqueó las arcas del Distrito Capital con el concurso de algunos concejales de los partidos de la U, el Polo, Cambio Radical y Liberal. Fue un triunfo minoritario que requería de una estrategia muy fina para poder revertir la mala imagen que había quedado de la administración polista de los hermanos Moreno.

Hoy la situación es similar a la de hace 4 años pero mucho más compleja. Las derechas se mantienen divididas pero no es tanta su dispersión como entonces. Los conservadores, Cambio Radical y un sector de los “verdes” se alinearon con Peñalosa. El liberalismo gavirista se alió con el partido de la “U” (santista) alrededor de Rafael Pardo, quien recibió a última hora el respaldo de otro sector de los “verdes”. El Centro Democrático de Uribe sostiene a Francisco Santos pero un sector de sus bases se ha ido desplazando hacia Peñalosa.

La izquierda finalmente terminó agrupándose alrededor de Clara López, la candidata del Polo Democrático Alternativo. Los Progresistas de Petro, la UP, Marcha Patriótica, otro sector de los “verdes”, MAIS y otros grupos pequeños, respaldan su propuesta. Sectores liberales de la “casa Samper”, la “casa López”, y algunas personalidades conservadoras también se han sumado a su candidatura.

A pesar de las positivas cifras de gestión que presenta el gobierno de la Bogotá Humana en materias sociales, la matriz de opinión que han logrado imponer los grandes empresarios, los poderosos contratistas, los políticos privatizadores y los dueños de los monopolios comerciales, usando con parcialidad y descaro los medios de comunicación privados, consiste en afirmar que la ciudad ha retrocedido enormemente en construcción de vivienda, movilidad y seguridad. Ha hecho carrera la idea de que Bogotá vive en caos y que sufre de falta de autoridad. El “partido de la desinformación” logró su primer triunfo.

Todo lo anterior ha logrado confundir a buena parte de la población bogotana. La campaña contra el denominado “castro-chavismo” que se confeccionó alrededor del proceso de paz y de la confrontación fronteriza con el gobierno de Venezuela, también ha hecho mella. Esa población que tiene un marcado carácter independiente, que es la que ha inclinado la balanza y decidido en las últimas cinco elecciones, se encuentra desconcertada, dispersa, algunos escépticos, otros desilusionados. Muchos se han separado de la izquierda. Algunos de ellos votarán por Pardo, quien se ha convertido en un factor aparentemente neutral pero que en últimas favorece a Peñalosa.

A ello se suma que Clara no logró “despartidizar” su propuesta. El gran frente social y de izquierda no mutó hacia una propuesta realmente ciudadana que, como lo ha planteado acertadamente Yezid García Abello, “combine creativamente la acción política de las viejas y las nuevas ciudadanías” (http://bit.ly/1OWd6bi). Dicho frente priorizó los acuerdos entre partidos y grupos “por arriba” pero no consiguió trasmitir un espíritu de participación ciudadana y comunitaria, única fórmula para impedir la corrupción y el burocratismo, y un ingrediente necesario para ganar las elecciones en la recta final de la campaña.

En ese punto es donde se conecta la experiencia bogotana de la izquierda progresista con los procesos de cambio de los gobiernos bolivarianos y progresistas de América Latina.

Los procesos de cambio de América Latina

Es indudable que el momento de auge democrático en los países sudamericanos que han elegido gobiernos como el de Lula y Dilma en Brasil, los Kichner en Argentina, Pepe Mujica y Tabaré Vásquez en Uruguay, la Bachelet en Chile, Chávez y Maduro en Venezuela, Correa en Ecuador y Evo en Bolivia, está en declive. Ahora estamos empezando a vivir situaciones inéditas. Protestas manipuladas por las derechas pero con algunas razones evidentes. Corrupción incrustada en los “Estados Heredados” protagonizada por dirigentes de los partidos de gobierno.

En Brasil las protestas contra la realización del mundial de fútbol sorprendieron al mundo. Ahora se han hecho sentir grandes movilizaciones contra el gobierno de Dilma Rousseff por peculados en Petrobras. La imagen de Maduro en Venezuela no es la mejor y se corre el riesgo de perder las elecciones legislativas. En Bolivia el pueblo protagonizó una fuerte protesta contra el “gasolinazo” que el presidente Morales intentó aprobar y también, las comunidades indígenas amazónicas se movilizaron en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS). Y en Ecuador los indígenas y trabajadores del Estado han protagonizado diversas protestas e intentaron en 2015 realizar un paro nacional.

Del auge democrático hemos pasado a una situación paradójica de protestas e inconformidad popular, que así no sea todavía muy fuerte y profunda, debe ser una alerta para quienes se autodenominan los gobiernos de las organizaciones sociales, los trabajadores o la ciudadanía. Mucho más cuando las arcas estatales sufren por la caída de los precios del petróleo y de algunas materias primas.

La mayoría de los gobiernos le achacan esos brotes de protesta a la intervención imperial que utiliza ONGs y agencias gubernamentales de los EE.UU. como USAID u otras, a los complots oligárquicos que intentan desestabilizar a los gobiernos, y a la manipulación de los medios de comunicación privados. Sin embargo, es indudable que existen causas reales que justifican algunas de esas protestas.

Lo que nos interesa señalar es que existen problemas de fondo que afectan los proyectos políticos que dicen estar en camino del “socialismo del siglo XXI”. Dichos problemas deben ser identificados y resueltos para poder retomar el rumbo y el ritmo de las transformaciones estructurales que se requieren para poder satisfacer los anhelos de cambio de las grandes mayorías. Solo así se pueden profundizar los procesos democráticos para avanzar con certeza y coherencia hacia fases post-neoliberales y post-capitalistas.

Los problemas de fondo

Pareciera que la bonanza de los precios del petróleo y de las materias primas (commodities) hubiera hecho ilusionar a los gobernantes progresistas con la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de la mayoría de su población sin necesidad de realizar cambios drásticos en las relaciones sociales y productivas, en la estructura del Estado y en la forma como estamos relacionados con las metrópolis capitalistas (relaciones de dependencia y subordinación).

Una alianza con la burguesía tradicional o con burguesías emergentes para impulsar una especie de capitalismo “andino” o “latinoamericano” se ha ido fraguando a la sombra del progresismo. La idea es impulsar una política “desarrollista” que se convierta en el soporte de la integración regional y sirva para construir una verdadera autonomía económica. Sin embargo, las necesidades inmediatas, las presiones electorales y las contingencias coyunturales están obligando a financiar la supuesta independencia del imperio estadounidense con empréstitos e inversiones provenientes de otras potencias económicas como Rusia, China, Irán, India o el mismo Brasil, que ya actúa como sub-imperio.

En esa dirección la integración sudamericana y latinoamericana avanzaba con cierta dinámica. La creación de organismos multilaterales como MERCOSUR, UNASUR, ALBA, CELAC y otros, mostraba signos alentadores de que el ideal de la Patria Grande Latinoamericana se convertiría en una realidad. Pero el grave problema es que al frente de ese intento se mantiene la “hegemonía ideológica colonial y capitalista” y no se ven signos de que se realicen serios esfuerzos por diseñar y construir una Hegemonía Social de los Pueblos y los Trabajadores.

Lo que preocupa es que el modelo de desarrollo no se cuestiona para nada. El paradigma del progreso basado en el crecimiento económico sigue intocable, e incluso, la integración latinoamericana se proyecta sólo alrededor de la construcción de infraestructura (carreteras, vías férreas, oleoductos, etc.) para mejorar el intercambio comercial, mientras que la integración de los pueblos y los trabajadores para compartir nuevas experiencias en la visión y apropiación colectiva del territorio, de lo productivo, educativo, cultural, ambiental, comunicativo, etc., no se estimuló ni concretó en verdaderos proyectos conjuntos.

Lo que observamos es que una vez se evidencian las limitaciones económicas frente a la nueva ofensiva de los EE.UU. en el terreno económico, cada quien, cada gobierno o líder carismático, vuelve a su nación a resolver los problemas y a apagar los fuegos que empiezan a encenderse. Sabemos que el imperio estadounidense impulsa un nuevo tipo de guerra económica alrededor del control monetario. Los estrategas norteamericanos lograron diseñar una estrategia para conseguir un relativo auto-abastecimiento de combustibles fósiles utilizando la técnica salvaje del “fracking” y, con base en esa situación, han promovido la caída de los precios internacionales del petróleo y la revaluación del dólar. Ello incrementó exponencialmente la deuda pública de diferentes países, trayendo consigo crisis fiscales y económicas latentes en las naciones que dependen de la extracción de petróleo y de otras materias primas.

Hoy, los grandes proyectos de integración están aplazados. La política de “buenos vecinos” que diseñó Obama con Cuba, Venezuela y ahora, las FARC en Colombia, empieza a dar sus frutos. Ante la realidad de los hechos los gobiernos se ven obligados a realizar sus propios ajustes, muchos de ellos asumiendo la agenda de derecha. Sus economías absolutamente dependientes de los proyectos extractivistas, obligan a los gobiernos a ser más moderados en el tratamiento contractual e impositivo con las empresas transnacionales y –en ocasiones– a enfrentarse política y físicamente con comunidades que rechazan esos proyectos.

En esa dinámica los gobiernos progresistas y de izquierda realmente se han limitado a aplicar políticas asistencialistas principalmente en las áreas de la educación y la salud, replicando los planes y programas diseñados por el Banco Mundial basados en “subsidios condicionados en efectivo para poblaciones vulnerables”, se han reversado algunas privatizaciones, renegociado contratos con transnacionales, pero en lo fundamental, la esencia del neoliberalismo y del sistema capitalista no ha sido intervenido ni tocado.

Se argumenta que no existe la suficiente correlación de fuerzas para intentarlo. Pero, conectado con esa situación, el problema principal es la evidente incapacidad de impulsar procesos de organización social y ciudadana que les permitan a los pueblos y a los proyectos políticos del cambio, construir nuevos tipos de democracia “desde abajo”, que sirvan para acumular y consolidar la potencia popular organizada para sustentar cambios sustanciales.

Ni siquiera se han hecho esfuerzos por desarrollar procesos organizativos que nos permitan contrarrestar los vicios propios de un Estado Heredado, que por esencia es colonial y capitalista, burocrático e ineficiente, promotor de la corrupción y el despilfarro, y que en la actual coyuntura, por el contrario, se ha convertido en herramienta para cooptar y corromper a los dirigentes de las organizaciones sociales y de los partidos políticos de izquierda.

En el caso de Bogotá durante estos 12 años en esta materia no se ha avanzado gran cosa. Muchos dirigentes sociales se transformaron en funcionarios directos de la administración o en “gestores” y “agentes” de ONGs. Las alcaldías locales han reproducido las perversiones administrativas que se han incrustado en la administración distrital. El ideal del dirigente es ser edil, concejal o simple candidato para poder negociar y acceder a los contratos. La acción ciudadana, el control social, las veedurías comunitarias se quedaron en el discurso.

Y, de acuerdo a lo que nos informan desde otros países donde los movimientos denominados bolivarianos, ciudadanos, progresistas o “socialistas” administran el Estado Heredado, la situación es igual o hasta peor.

Necesidad de replanteamientos y nuevos paradigmas

Es indudable que se requiere un serio replanteamiento. Los gobiernos retroceden frente a las presiones del capital financiero y paralelamente, han desarmado y descuajado al movimiento social y popular que era su gran soporte.

En Colombia, en América Latina y en el mundo, se necesita repensar la estrategia. El sólo hecho de que las fuerzas de izquierda de la capital de Colombia estén enfrentando un debate electoral tan cerrado después de 12 años de gobierno, ya es una derrota.

Nota: Como no todo puede ser negativo, en el sur de Colombia tenemos un ejemplo interesante de continuidad de gobiernos alternativos. En el departamento de Nariño está asegurado el triunfo del candidato “verde” Camilo Romero. Él representa la continuidad familiar de una serie de luchadores demócratas y de izquierda, y a la vez, es la feliz secuencia de gobiernos progresistas desde 2001 cuando ganó la gobernación Parmenio Cuéllar en representación del PDI. Además en su programa de gobierno impulsa y reivindica la visión del “buen vivir” y de la economía colaborativa. Hay que aprender de dicha experiencia. – See more at: http://www.alainet.org/es/articulo/173214#sthash.yx3KwwiG.dpuf

Vida y obra del arquitecto Armando Sol

Vida y obra del arquitecto Armando Sol
El artífice de una ciudad

Se dedicó a diseñar y construir casas y edificios. Su aporte sirvió para dar una imagen diferente a la capital y para revolucionar la arquitectura salvadoreña.

Escribe: Morena Azucena

Es un pedazo de papel grande y amarillento. Está enrollado junto a otros más. Todos descansan en un escritorio de madera. Víctor Manuel Rivas, un estudiante de arquitectura, selecciona uno de ellos. Ya en sus manos, lo extiende cuidadosamente e identifica rápidamente el dibujo que está plasmado en él. “Éste es el plano original del Castillo Venturoso”, dice Víctor Manuel, que estudia arquitectura en la Universidad Albert Einstein. Y mientras lo contempla, comenta que fue la vivienda de Margarita Morán Guirola construida en 1951 por el arquitecto salvadoreño Armando Sol.

“Armando Sol era un neocolonialista (ver recuadro). Él construyó y diseñó varias casas y edificios que actualmente tenemos en San Salvador”, agrega.
Luego de admirar el plano, Víctor Manuel lo enrolla nuevamente y muestra otros proyectos arquitectónicos y dibujos que datan de 1940.
Sus obras están ubicadas en las colonias Flor Blanca, Escalón y alameda Franklin Roosevetl.
Para el estudiante, Sol no fue un profesional más: él representa un hito en la historia de la arquitectura salvadoreña.
“Él revolucionó el estilo de vivienda en el país. Retomó algunos detalles de la arquitectura colonial y los adaptó al país”, señala.

¿Quién fue Armando Sol?

Armando Sol fue uno de los primeros arquitectos graduados del país. Realizó sus estudios en la École Saint Luc, de Bruselas, Bélgica.
Él, junto a Ernesto de Sola, quien estudió arquitectura en Estados Unidos, construyó los primeros complejos habitacionales ubicados en las afueras de la capital.
El libro “San Salvador. Historia urbana”, escrito por la antropóloga América Rodríguez, señala que entre 1940 y 1950 el corazón de la capital empezó a crecer. Por ello, los capitalinos de clases media y alta buscaron otras zonas para vivir.
Una entrevista hecha a Armando Sol en 1976, la cual aparece en una tesis realizada por José Pérez y Claudia Salazar en 1994, explica cómo la colonia Flor Blanca se convirtió en un ejemplo vivo del estilo neocolonial.
“A mi regreso al país (1935) había poca influencia arquitectónica. Pero se notaba un pequeño desenvolvimiento, ya que estaban construyendo casas residenciales en la doble vía (alameda Roosevetl)”, relata Sol.
En esa misma entrevista, Sol cuenta que ayudó a terminar la casa de Jorge Pinto, la actual sede del Patronato Pro Patrimonio Cultural.
“A partir de ésa, todos los clientes preferían el estilo colonial. Esta influencia duró bastante en la doble vía. Se hicieron por centenares. Esto duró alrededor de 15 años”, relata Sol.

Arquitectura auténtica

El arquitecto Ivo Osegueda, quien fue colaborador y amigo de Sol, sostiene que los pioneros tenían un mismo objetivo: la búsqueda de una arquitectura auténtica.
Sol y De Sola tenían la visión de que la arquitectura era indispensable en el desarrollo integral del hombre.
“En la arquitectura auténtica se toman en cuenta las condiciones climáticas y geográficas”, plantea Osegueda.
Y a juicio del arquitecto, Sol se acercó a este concepto debido a que sus construcciones tenían una definición clara de las zonas, su función y su compatibilidad con el clima salvadoreño.
Osegueda explica que las casas antiguas de San Salvador tenían como tema principal un patio central. En ellas se desligaban corredores, dormitorios, sala y comedor. Cada una de estas zonas era independiente.
Sin embargo, Sol y De Sola las integraron, de manera que cada rincón guardaba una perfecta armonía.
En ese punto coincide la directora nacional de Patrimonio, María Isaura Arauz, y agrega que esta arquitectura mezcla al hombre con la naturaleza.
Tecnológicamente, Arauz considera que los materiales utilizados han sido resistentes a terremotos y condiciones ambientales.
Y esta resistencia se debe a que Sol utilizó el concreto armado, el cual es una mezcla de concreto (combinación de agua, cemento, arena y grava) y hierro.
La funcionaria también resaltó el valor estético y simbólico del legado de Sol.

Artista y diplomático

Armando Sol fue un amante de diversas expresiones del arte. Su sobrina María Elena Sol dice que sus primeros pasos fueron en el dibujo.
Según una entrevista hecha por Pérez y Salazar a Teresa Sol, hermana menor del arquitecto en cuestión, Armando aprendió a dibujar desde niño.
Ella relata que su madre lo llevaba a la iglesia El Carmen de Santa Tecla. Y mientras ella estaba ocupada en las actividades religiosas, el pequeño recibía clases de dibujo con un cura.
Ya como profesional, Sol tomó un curso de dibujo en Oviedo, España, y se perfeccionó con los consejos del pintor y arquitecto español Joaquín Vaquero.
María Elena dice que “El Tríptico”, una serie de dibujos que integra todas las joyas arquitectónicas de Europa, Asia y África, es una de sus mejores obras.
Esa habilidad también se evidenciaba en los planos arquitectónicos, los cuales fueron hechos a lápiz y tinta china.

El legado que persiste

Para Víctor Manuel, la evolución arquitectónica de Armando Sol se comprueba en la construcción de edificios modernos.
La Compañía de Alumbrado Eléctrico de San Salvador (CAESS), el centro comercial La Mascota y las oficinas de la Bayer son algunos ejemplos.
Osegueda manifiesta que tal etapa está influenciada por el movimiento denominado Bauhaus. Uno de sus máximos exponentes fue el alemán Mies Van der Rohe.
“Ésta es una combinación de concreto y vidrio. Allí cabe el edificio de la CAESS hasta las torres gemelas de Nueva York, que en paz descansen”, comentó Osegueda.
Sin embargo, Osegueda considera que su capacidad de combinar estilos está resumida en “el Castillo Venturoso”.
“En ‘el Castillo Venturoso’ se nota la capacidad de eclecticismo, a pesar de que no estaba tan orgulloso de él. Creo que fue porque lo hizo para complacer los caprichos de una persona”, afirma.
A pesar de esa inconformidad, “el Castillo Venturoso” y las demás obras arquitectónicas hechas por Sol han persistido en el tiempo. Además se reconocen porque en una esquina llevan una placa que dice: “Armando Sol. Arquitecto”.

Vida de un artista

0. Armando Sol nació en Santa Tecla el 14 de octubre de 1909.
0. Su educación media la realizó en el Instituto Nacional de San Salvador. Allí obtuvo el título de bachiller en Ciencias y Letras en 1928.
0. Sus estudios universitarios los inició, en 1929, en la École Saint Luc en Bruselas, Bélgica.
0. Realizó un curso sobre el uso del concreto armado en Madrid, España, en 1934.
0. En 1936, se reincorporó como profesional a la Universidad de El Salvador (UES) para que su título fuera reconocido en el país.
0. En la UES fue nombrado como miembro del Consejo Superior Universitario. Y fungió como catedrático.
0. En 1943, se casó con Gilda Trujillo Noltenius.
0. Su carrera diplomática comenzó en 1944 como agregado cultural de El Salvador en París, Francia.
0. En 1951, fue nombrado cónsul honorario de Bélgica en El Salvador. Y fue honrado por el rey Balduino con la condecoración “Chévalier de L’ Ordre de la Couronne”.
0. Entre 1957 a 1960 fue embajador de El Salvador ante Venezuela e Italia.
0. Luego de servir como embajador fue nombrado ministro plenipotenciario y enviado extraordinario en Israel.
0. En 1976 fue elegido por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (España) como académico correspondiente en el país.
0. Falleció en San Salvador el 6 de mayo de 1983.
Fuente: “Armando Sol, inventario, valorización y lineamientos museográficos enfocados a su colección de planos y dibujos”, tesis de Víctor Manuel Rivas y Tatiana Cruz, Universidad Albert Einstein.

El estilo neocolonial

0. El término “neo” proviene del griego y significa “nuevo”. Y “colonial” es un término que se refiere a la época colonial.
0. La tesis de Víctor Manuel Rivas y Tatiana Cruz definen el estilo neocolonial como “un retomar de elementos del pasado para ser adaptados e integrados a la arquitectura moderna”.
0. Gilda Landaverde, en su trabajo de grado, publicado en 1986, dice que el estilo neocolonial “es una respuesta al nacionalismo y conciencia cultural que busca inspirarse en el pasado colonial y prehispánico”.
0. La arquitectura neocolonial se caracteriza por el uso de la teja, el arco de medio punto, las columnas redondas y salomónicas, la utilización de madera como elemento estructural y de ornamentación.
0. Se reconoce por los balcones de hierro forjado, el uso del concreto armado y los pisos decorativos como baldosas de cemento.
0. Utiliza la línea recta y la curva en las fachadas y estructuras interiores.
0. El estilo neocolonial es semejante al estilo californiano.
La diferencia con el californiano es su dimensión temporal y geográfica.

Obras arquitectónicas de Armando Sol

0. Centenares de casas en las colonias Escalón, Flor Blanca, San Benito, San Francisco, Layco, barrio San Miguelito, sobre 1a. y 3a. calles poniente y alameda Roosevelt.
0. Proyecto arquitectónico de Jardines de Guadalupe, Antiguo Cuscatlán.
0. Centros comerciales: La Mascota, Jardines de Guadalupe, Plaza Orleans y Plaza Real.
0. Edificios: oficina de CAESS (actualmente sede de una AFP) y la Bayer (sobre la calle El Progreso).
0. Casas de personalidades: residencia de la familia Murray Meza (ahora parqueo de un banco en la avenida Senda Florida), casa de Jorge Pinto (actual sede del Patronato Pro Patrimonio Cultural) y residencia de Margarita Morán Guirola (conocido como “el Castillo Venturoso”).
0. Centros de entretenimiento: remodelación del Club Salvadoreño, construcciones del Casino Salvadoreño (4a. calle oriente y 4a. avenida sur), el Casino Santaneco y el Casino Tecleño.
0. Iglesias: capilla de la colonia San Benito.
Colaboración en la construcción del aeropuerto de Ilopango.

Lecturas desde la derecha y la izquierda sobre el levantamiento de 1932: Implicaciones político-culturales.

Lecturas desde la derecha y la izquierda sobre el levantamiento de 1932: Implicaciones político-culturales.
López Bernal, Carlos Gregorio.1

“Recuerdo la mitad de lo que pasó, y el resto, el resto lo saqué de mis sueños” Del film Gangs of New York, 2002 “Patria sí, comunismo no”. Este es el grito de batalla del partido ARENA en todas sus campañas electorales; lema que a juzgar por los resultados obtenidos a lo largo de dos décadas, es sumamente efectivo para captar el apoyo de los votantes salvadoreños y podría decirse que es de todos conocido. Menos conocido, pero igualmente sugerente es este graffiti, pintado por manifestantes de izquierda en el costado oriente de la catedral de San Salvador: “Aquino, Martí y Monseñor Romero verdaderos próceres de la Patria”.

Me parece que ambas frases sintetizan magistralmente la forma como la izquierda y la derecha de El Salvador han construido sus interpretaciones de la historia salvadoreña y revelan mucho acerca de los “usos” que hacen de la historia. En tanto interpretaciones de la historia estos discursos son susceptibles de ser analizados y discutidos. ¿Cuándo comenzaron a elaborarse y por qué?; ¿Quiénes han sido sus impulsores y receptores? ¿Cuál ha sido su impacto en el imaginario popular salvadoreño?

En primer lugar debe señalarse que ambos lemas el levantamiento de 1932 está presente. El lema de la derecha hace una inequívoca referencia al 32; y Farabundo Martí fue uno de los principales líderes de la revuelta, calificada de comunista, hecho que es un referente histórico inequívoco de la izquierda salvadoreña.

Ciertamente que la importancia del levantamiento de 1932 ya ha sido discutida en la historiografía salvadoreña, pero no se ha trabajado lo suficiente sobre su impacto en la cultura nacional y menos sobre su “apropiación” por parte de la derecha y la izquierda contemporáneas. Sobre este último aspecto plantearé algunas cuestiones.

Primeramente haré algunas consideraciones en torno a cuándo y por qué se calificó el levantamiento de “comunista”; luego veré las maneras como la derecha y la izquierda se “apropiaron” del 32.

Anticomunismo, historia y derecha en El Salvador

Una revisión de la historiografía salvadoreña no muestra un esfuerzo consistente desde los grupos dominantes por crear un texto de historia que refleje claramente su posición y justifique sin ambigüedades sus acciones. Si para el siglo XX existe lo que los intelectuales ligados a la izquierda han llamado la “historia oficial” sería algo más bien construido sobre silencios y omisiones y no sobre discursos explícitos alrededor de problemas de trascendencia nacional, que es lo que sucedió por ejemplo con la historiografía liberal que se definió abiertamente anticonservadora y exaltó a los caudillos liberales que tomaron el poder después de 1871, colocándolos en el mismo nivel de los próceres independentistas y de Gerardo Barrios, “caudillo y mártir” de los liberales salvadoreños.2

1. Ponencia presentada en el Simposio Internacional “El Salvador 1932: Memoria Histórica, Justicia, Identidad Cultural, Derechos Indígenas,” Nueva York, octubre del 2004. Trabajo en proceso. No citar sin autorización del autor.

2. A manera de ejemplo se señalan los siguientes: Lardé y Larín, Jorge. Guía histórica de El Salvador. San Salvador, Ministerio de Cultura, 1958; Reyes, Rafael. Apuntamientos estadísticos sobre la República de El Salvador. San Salvador, Imprenta Nacional, 1ª edición, 1888; Lecciones de historia de El Salvador. se, 1892; Nociones de historia de El Salvador. San Salvador, Imprenta Rafael Reyes, 3ª edición, 1920; José Antonio Cevallos. Recuerdos salvadoreños. San Salvador, Impr. Nacional, 1891- 1920, 3 v.; Víctor Jerez. Tercera conferencia histórica de propaganda patriótica. San Salvador, Universidad Nacional de El Salvador, 1920; Francisco Gavidia. Historia moderna de El Salvador. San Salvador, Impr. Meléndez, 1917-1918, 2 v. en 1.; Manuel Vidal. Nociones de historia de Centro América: especial de El Salvador. San Salvador, Talleres Gráficos Cisneros, 1935; Alberto Luna. Estudios sobre historia patria. San Salvador, Dirección de Publicaciones, 1971.
Para el caso específico de Gerardo Barrios son muy ilustrativos los trabajos de Italo López Vallecillos. Gerardo Barrios y su tiempo. 2 tomos. San Salvador, Ministerio de Educación, 1ª edición, 1967; José Dolores Gámez. Gerardo Barrios ante la posteridad. San Salvador, Ministerio de Educación, Dirección General de Publicaciones, 3ª edición, 1966; y Emiliano Cortés. Biografía del Capitán General Gerardo Barrios. San Salvador, Editorial Lea, 1965.

La cuestión se complica sobremanera en el siglo XX, pues a inicios de la década de 1930 se produjo uno de los eventos históricos más traumáticos de nuestra historia: el levantamiento de 1932. Si se hace una revisión de los escritos históricos post 32, lo que se encuentra más bien es un claro silencio o menciones circunstanciales, sin entrar a fondo en la discusión del problema.

El único libro que habla claramente del 32 es el de Joaquín Méndez, el cual surgió de una serie de reportajes que ese periodista realizó en la zona occidental en las semanas siguientes al levantamiento. Sí existen algunos artículos de revistas y periodísticos que periódicamente recordaban la latente amenaza comunista. Aunque en la historiografía de derecha no se haga alusión directa al 32 es claro que este hecho ha marcado no solo su interpretación de la historia del siglo XX, sino sus acciones políticas posteriores.

Por ejemplo, es evidente el impacto que el anticomunismo ha tenido en la sociedad salvadoreña; el uso sistemático que ARENA ha hecho del anticomunismo en las elecciones presidenciales, lo confirma. Lo anterior nos lleva a plantear la siguiente cuestión. Si no ha existido una producción historiográfica de la derecha, ¿cuáles han sido los mecanismos usados, para inculcar en la población una interpretación de la historia favorable a sus intereses? La respuesta a esa pregunta no se encuentra en la historia política sino en la historia cultural; es decir, obliga a ampliar el campo de estudio a fin de conocer otros mecanismos, que sin depender excesivamente de los textos escritos terminen cumpliendo la misma función que aquellos.

A pesar de que la derecha no ha producido un solo libro en el que explicite su interpretación de la historia salvadoreña, si ha sido capaz de engendrar o apropiarse de uno de los mitos de la historia del siglo XX que más influido no solo en la vida política sino en la cultura nacional, como es el del “levantamiento comunista de 1932”.

En un primer momento la elaboración de la “leyenda negra” del comunismo fue un esfuerzo intelectual orientado a ocultar las verdaderas causas del levantamiento – por ende a evadir responsabilidades – y a buscar la reconstitución de la sociedad salvadoreña, mediante la reincorporación del indio al seno de la nación. Pero también hubo necesidad de magnificar el levantamiento por la magnitud de la represión que se desencadenó.

Agrandando al máximo el levantamiento se justificaba el rigor desmesurado de las acciones del ejército, los cuerpos de seguridad y las “Guardias Cívicas”. Esa primera interpretación del levantamiento tuvo características interesantes.

En primer lugar, había una necesidad de “explicar” las razones por las cuales El Salvador había llegado a la crisis que provocó una revuelta de tal magnitud. Es claro que los problemas económicos y la enorme injusticia social, fueron parte de las causas. Siendo el café el principal soporte de la economía era lógico que cualquier cuestionamiento alcanzara a la caficultura, como efectivamente sucedió.

Sin embargo, las elites dirigentes no podían aceptar públicamente esa realidad sin asumir cierto grado de responsabilidad al respecto. En segundo lugar, desde mediados de la década de 1910, pero especialmente en la siguiente, en las esferas intelectuales se había venido desarrollando una redefinición del discurso nacional, que hacía más énfasis en la cuestión cultural.

El indio se volvió parte importante de ese discurso, al grado de ser visto como lo más puro del “alma nacional”. Importantes intelectuales como Miguel Angel Espino, Alfredo Espino, Juan Ramón Uriarte, María de Baratta, Salarrué y otros fueron parte de ese esfuerzo. Tanto se avanzó en esa vía que para 1928, Atlacatl, el mítico cacique indígena, ya era parte del panteón de héroes nacionales.3
3. Véase Carlos Gregorio López Bernal. Identidad nacional, historia e invención de tradiciones en El Salvador en la década de 1920. Revista de Historia, # 45, enero-junio, 2002. Universidad de Costa Rica.

Muy significativamente, el levantamiento fue más fuerte en la región de Sonsonate, Ahuachapán y La Libertad; esta región se caracterizaba por dos rasgos básicos: una temprana y significativa expansión del café y una fuerte presencia de población indígena. Es decir, el levantamiento afectó una región en la cual estaban presentes dos elementos claves para entender a El Salvador en aquellos años: Café e indios.

El primero era la base de la economía, y lo siguió siendo hasta la década de 1970. Los indios en cambió, habían estado al margen de las preocupaciones de la elite dirigente, hasta que un grupo de intelectuales interesados en la identidad nacional, los retomaron y comenzaron a incorporarlos ─ con relativo éxito, considerando los prejuicios raciales todavía existentes ─ en el imaginario nacional.

Aceptar que las precarias condiciones de vida en el campo habían provocado el levantamiento era cuestionar a la caficultura misma, hasta entonces vista como un “modelo” exitoso de desarrollo. La “modernidad” del país se había construido con el café. De manera parecida, la masiva participación indígena en el levantamiento, evidenciaba que esos indios que se decía constituían la “parte más pura del alma nacional” no estaban nada a gusto con las misérrima vida que llevaban, y que no eran tan sumisos y dóciles como algunos escritores los habían presentado en sus obras.

Calificar al levantamiento de “comunista” no surgió de la nada. Por lo menos desde 1930, la palabra comunista circulaba ampliamente en la prensa y aparecía frecuentemente en las noticias que daban cuenta de las movilizaciones de trabajadores urbanos y rurales. Cuando se tuvo conciencia de la gravedad de los hechos violentos que se estaban dando en occidente en la segunda quincena de enero de 1932, fue fácil pensar en un levantamiento comunista.

Pero fue en los meses siguientes al levantamiento, cuando la intelectualidad ligada al gobierno y las clases altas se dieron cuenta de cuan beneficioso podía ser insistir en el comunismo para “explicar” lo acontecido.

No obstante que el problema era muy complejo, la explicación fue muy sencilla: en el país no había lugar para la “lucha de clases” porque no existía explotación, ni injusticia, ni falta de libertad. Claro que había algunos problemas, sobre todo por la caída de los precios del café, pero no hubiesen bastado para provocar un levantamiento de tal magnitud. Por otra parte, los indios no eran malvados por naturaleza; habían llegado a cometer tan “brutales excesos” (asesinatos, robos, violaciones, mutilaciones, etc.) porque los “agitadores comunistas” (invariablemente extranjeros) les envenenaron el alma con la prédica del odio de clases.

Los indios ingenuos, ignorantes y superficialmente evangelizados, simplemente cayeron en la trampa. Lógicamente, nunca se cuestionó la magnitud e intensidad de la represión.4 Esta fue absolutamente necesaria, pero no podía condenarse al indio sin más. Este se había equivocado por su ignorancia, entonces era necesario educarlo, por medio de la escuela y la religión.5
4. Esa interpretación tuvo una versión literaria en la novela Ola Roja, escrita por Francisco Machón Vilanova y publicada en México en 1948.
5 Esta es una síntesis de un planteamiento desarrollado con más detalle en otro trabajo. Véase Carlos Gregorio López Bernal. Indígenas, comunismo y nacionalismo… Op. Cit.

Además de explicar lo sucedido interesaba sobremanera prevenir. Es decir, si se pudo controlar el levantamiento del 32 se debía tener la capacidad de anular cualquier otra amenaza en el futuro. Si bien en un principio algunos sectores abogaron por promover la educación y ciertas acciones que hoy se diría de “justicia social” (tímidos proyectos para la entrega de tierras a campesinos desposeídos, construcción de casas baratas), pero a la larga se insistió más en el control social y la represión.

En esas labores de prevención y represión fue clave el papel de los cuerpos de seguridad (Guardia Nacional, Policía de Hacienda y Policía Nacional) y las estructuras originadas en el “Servicio Territorial Militar de Orden Público” que ya funcionaban en la época de los MeléndezQuiñónez.6 Sin embargo, la idea de involucrar a civiles en labores de policía y control venía de mucho tiempo atrás. Ya en la colonia, los alcaldes contaron con la ayuda de vecinos para velar por el orden público, pero fue en el siglo XIX cuando las milicias y los auxilios civiles se convirtieron en partes fundamentales del aparato de control estatal. Esta decisión podría justificarse ante la incapacidad del Estado para asumir tales tareas.7

6 Véase Reglamento para el servicio de Comandantes de barrio y cantonales. En Arturo Zárate Domínguez. Servicio territorial militar de orden público. (San Salvador, Ministerio de Guerra y Marina, 1926).
7 Para un estudio de la participación de civiles en los mecanismos de control y represión de finales del siglo XIX y principios del XX, véase Patricia Alvarenga. Cultura y ética de la violencia. El Salvador, 1880-1932. (San José, EDUCA, 1996).

No obstante dicho recurso se siguió usando en el siglo XX, cuando el Estado ya se había fortalecido considerablemente; prueba de ello es el Reglamento para el servicio de Comandantes de barrio y cantonales, decretado por Jorge Meléndez en 1919, que en su artículo 10 establecía: “En cada barrio y cantón habrá un servicio de milicias”. El artículo 5 de dicho reglamento señalaba entre las principales obligaciones de los Comandantes: “Mantener atenta observación sobre todos los individuos sospechosos que no se dediquen a un trabajo cualquiera, honrado; investigar su procedencia y el objeto de su llegada o permanencia en el barrio o cantón, y capturarlos en caso necesario.8

8 Reglamento para el servicio de Comandantes de barrio y cantonales. En: Arturo Zárate Domínguez. Op. Cit. págs. 180-182. La información estadística disponible permite estimar que para finales de la década de 1910, al menos 50,000 individuos pudieron ser involucrados en ese sistema. Véase Carlos Gregorio López. El proyecto liberal de nación en El Salvador, 1876-1932. Tesis de maestría en historia, Universidad de Costa Rica, 1998. cap. 1. 9 Diario Oficial, 21 de septiembre de 1932, págs. 1775-1776.

Después del levantamiento de 1932 se consideró necesario reformar dicho reglamento a fin de hacer más efectiva la represión de los rebeldes. Una de las nuevas disposiciones era capturar a los individuos que no portaran el nuevo boleto de identificación, o a quienes, a pesar de portarlo, “se dediquen a propalar especies disociadoras o que traten a reuniones para incitar al desorden, debiendo darse cuenta con ellos a la autoridad civil o al Comandante Local.” 9
9 Diario Oficial, 21 de septiembre de 1932, págs. 1775-1776.
Muy relacionadas con esta estructura represiva estuvieron las Guardias Cívicas, creadas inmediatamente después del levantamiento. Los civiles enrolados en dichas estructuras de control social, fueron sistemáticamente indoctrinados en el anticomunismo. La paramilitar Organización Democrática Nacionalista (ORDEN) creada en 1962 ─ y que se caracterizó por su radical anticomunismo ─ no fue una iniciativa novedosa, a lo sumo era una readecuación de un sistema que venía funcionando desde mucho tiempo atrás.

Si bien el 32 siguió siendo el referente histórico, hubo necesidad de actualizar el discurso anticomunista: en el contexto de la guerra fría la amenaza soviética fue utilizada insistentemente, pero la lejanía geográfica de la Unión Soviética la hacía poco impactante. La situación cambió drásticamente con el triunfo de la Revolución Cubana y la posterior crisis de los misiles. El fantasma del comunismo tomó forma en el rostro de Fidel Castro, la cercanía de Cuba hizo lo demás. Paradójicamente y como parte de su “éxito” hasta la década de 1960, el anticomunismo no tenía un “enemigo local” capaz de retarlo.

El Partido Comunista Salvadoreño (PCS), drásticamente diezmado en el 32 y legalmente imposibilitado para participar en la política,10 tuvo muchas dificultades para reconstituirse internamente y desarrollar su trabajo político. Además, el fantasma de la matanza del 32 exorcizó las tendencias más radicales a su interior, limitando mucho de su trabajo a infiltrar las organizaciones sindicales y estudiantiles y a eventuales alianzas con sectores de oposición, participando en eventos electorales a través de partidos de fachada.11

10 El artículo 29 de la constitución reformada de 1939 prohibía el “establecimiento y actividades de toda organización contraria a los principios democráticos consignados en esta constitución, lo mismo que las reuniones que tengan idéntico objeto.” Véase http://www.asamblea.gob.sv/constitucion/1939.htm (05-10-04). Por su parte, el artículo 158 de la Constitución de 1950 decía tajantemente: “Queda prohibida la propaganda de doctrinas anárquicas o contrarias a la democracia.”. Constitución política de El Salvador 1950. http://www.asamblea.gob.sv/constitucion/1950.htm, (05-10-04). En los mismos términos se expresaba la constitución de 1962. Constitución de la república, 1962. http://www.asamblea.gob.sv/constitucion/1962.htm , (0510-04).
11 Fuere cierto o no, en las elecciones de la década de 1950, 1960 y 1970, los “partidos oficiales”, siempre denunciaban la participación de los comunistas infiltrados en los partidos legalmente inscritos, pero el único que fue reconocido con tal fue la Unión Democrática Nacionalista, UDN.

Esta situación cambió en la década de 1970; la conformación de las primeras organizaciones guerrilleras y el triunfo de la Revolución Sandinista en Nicaragua, convencieron a los escépticos que el comunismo no solo estaba vivo y cercano, sino que cada día aumentaba su fuerza. Al interior de la izquierda salvadoreña el debate en torno a la modalidad de lucha se intensificó después de la guerra contra Honduras en 1969. Para entonces, un sector del PCS se estaba radicalizando y proponía optar por la lucha armada, una alternativa que no entusiasmaba a la dirigencia del PCS.

Ciertamente que la actitud cauta y prudente de los comunistas, estaba en parte
condicionada por los lineamientos de la ex Unión Soviética, pero sobretodo por el peso de la memoria de la matanza de 1932. No es de extrañar que de todas las organizaciones que conformaron el FMLN, el PCS haya sido la última en incorporarse a la lucha armada.12

12 “Durante los años sesenta El Salvador fue escenario de importantes movilizaciones reivindicativas. Desde una especie de semiclandestinidad, el PCS desempeñaba un importante papel en la conducción de estas luchas. Sin embargo, al igual que la mayor parte de los partidos comunistas latinoamericanos, permaneció refractario a las tendencias radicales que se iban desarrollando en su seno al calor de las movilizaciones de masas y bajo el poderoso influjo del ejemplo cubano. La gota que vino a derramar el vaso, marcando la separación definitiva de los sectores más radicalizados del partido, fue el respaldo que brindara el PCS al gobierno militar salvadoreño con ocasión a la guerra contra Honduras en 1969. El desenlace inmediato de esta coyuntura fue el nacimiento de las primeras agrupaciones guerrilleras de El Salvador, las Fuerzas Populares de Liberación y el Ejército Revolucionario del Pueblo.” Mario Vázquez Olivera. “País mío no existes”. Apuntes sobre Roque Dalton y la historiografía contemporánea en El Salvador. Revista Humanidades, IV época, # 2, marzo 2003, pág. 92.

Independientemente de las diferencias existentes entre las organizaciones guerrilleras, a lo largo de la década de 1970, su creciente accionar dio la pauta para que los ideólogos anticomunistas, los cuerpos de seguridad y los paramilitares, reaccionaran ante la nueva coyuntura. Las acciones del mayor Roberto D’Abuisson son un ejemplo claro de ello.13

13 Sobre el Mayor Roberto D’Abuison y las maneras cómo se está intentando reelaborar su imagen, véase la serie de reportajes publicados en las últimas semanas por Giovanni Galeas en la Revista Enfoques de la Prensa Gráfica.

D’Abuisson no solo dirigió estas estructuras represivas, sino que fue uno de sus principales ideólogos. Mientras no se tenga acceso a los archivos oficiales será muy difícil estimar la cantidad de individuos que pertenecieron a ORDEN y a las Defensas Civiles. Según el contexto en que se hable de ello, la derecha y la izquierda tienden a maximizar las cifras o a minimizarlas. Por supuesto habría que investigar de qué manera los miembros de los cuerpos paramilitares reproducían el anticomunismo en sus comunidades, pero a juzgar por los resultados es evidente que tuvieron éxito.

El trabajo sistemático de los cuerpos paramilitares ayuda a explicar en parte como, sin hacer uso de textos historiográficos, se pudo mantener y fortalecer el anticomunismo en El Salvador. Es más este pudo transitar sin mayor problema de un escenario de enfrentamiento militar a uno político electoral. Pero el influjo del anticomunismo no puede explicar por sí solo el éxito político electoral de la derecha en El Salvador de la posguerra.

Para explicar esa situación el análisis debe ir más allá de las condiciones objetivas y explorar la cultura política de los salvadoreños y las mentalidades. Si el anticomunismo respondiera únicamente a condiciones objetivas; por ejemplo la existencia de circunstancias “internas y externas” que generen una coyuntura favorable para el establecimiento y consolidación de un régimen comunista, dicha ideología no tendría mayores posibilidades de éxito en el presente. Hasta mediados de la década de 1980, y a pesar de que para entonces los problemas del régimen soviético ya eran evidentes, cualquier salvadoreño medianamente informado podía considerar que el comunismo tenía posibilidades de implantarse en El Salvador si se daba un triunfo del FMLN.
Ese era justamente el centro del discurso gubernamental que insistía en magnificar el apoyo que Cuba y el régimen sandinista daban a los rebeldes salvadoreños. Pero después de la caída del muro de Berlín, el descalabro de la antigua Unión Soviética y la derrota electoral de los sandinistas en Nicaragua, lo lógico sería esperar que el discurso anticomunista perdiera efectividad.

Sin embargo, los resultados electorales más bien confirman que este no solo se mantiene como parte importante del ideario popular de derecha, sino que se ha fortalecido. En ese proceso ha sido determinante el uso de los medios de comunicación, cuya importancia se ha acrecentado en cada proceso electoral, al grado que algunos analistas han llegado a afirmar que en las pasadas elecciones los verdaderos triunfadores fueron los mass media.

Alvaro Artiga, un analista político, afirma que: “Las elecciones presidenciales de 2004 serán recordadas no solo por el aumento en la participación electoral o por la virulenta propaganda que llevaron a cabo los principales partidos contendientes, sino porque en este proceso electoral tomaron parte, de manera protagónica, además de los candidatos y partidos políticos, los medios de comunicación y las organizaciones que realizan encuestas.”14
14 Alvaro Artiga-Gónzalez. Encuestas, medios y partidos: nuevos y viejos actores políticos. http://www.uca.edu.sv/publica/ued/eca-proceso/ecas_anter/eca665.html, 01-10-04

Lógicamente los dirigentes del FMLN, más ligados al ala ortodoxa del partido, afirmaron tajantemente que el triunfo de ARENA se debió a los medios de comunicación. A pesar de lo discutible de esa afirmación, es innegable que la derecha ha utilizado inteligentemente ese recurso. Y digo inteligentemente, porque no se trata únicamente del acceso fácil, seguro y barato que ARENA tiene a los principales medios de comunicación; situación lógica, pues es clara la relación entre estos y el gran capital salvadoreño.

La clave está en que el mensaje de ARENA ha encontrado eco en la población, para lo cual ha abusado, cuando no violado abiertamente el marco legal, contando con la manifiesta incompetencia, cuando no complicidad, del Tribunal Supremo Electoral. Haciendo una hábil e inmoral combinación de propaganda lícita e ilícita, ARENA ha logrado cubrir todas los ángulos del entorno comunicacional electoral. Y justamente uno de esos ángulos bien cubiertos fue el miedo; miedo que se personificó en el rostro de Handal.

Sin embargo, ese era el aspecto más superficial, detrás de Handal se proyectaba el atávico miedo al comunismo, de larga data en nuestra historia. Pero en El Salvador el miedo al comunismo no puede entenderse sin hacer referencia al levantamiento de 1932. Y es que uno de los rasgos más distintivos del 32 es la carga de terror que conllevó desde un primer momento.15
15 Citar a Jean Delumeau. El miedo en occidente. (Madrid, Taurus, 2002).

Durante el levantamiento los terratenientes salvadoreños vivieron aterrorizados; basta leer la prensa de entonces y los testimonios que recogió el periodista Joaquín Méndez. Por unos días, los finqueros y terratenientes se sintieron desprotegidos y a merced de las “turbas”. La narración que hizo un hacendado de su experiencia es muy ilustrativa: “Yo, que siempre consideré comerme diez indios en fila, ellos con sus machetes y yo con mi revólver y cincuenta tiros; yo, que no he temblado ante estos malditos porque los sentía corderitos y humildes cuando los veía buenos y a los pícaros los consideraba bajo la fuerza de mi brazo al medirnos las fuerzas, cuando divise la mancha, la turba de los doscientos que venían en pos de mí, hube de montar a caballo, y rompí en carrera vertiginosa por peñascales y precipicios, deshaciendo alambrados, hasta incorporarme con un hermano mío en su hacienda.”16
16. En la misma nota se dice: “Como ya es una tradición en ellos, Arena Joaquín Méndez h. Los sucesos comunistas en El Salvador. (San Salvador, Imprenta Funes y Ungo, 1ª edición, 1932), pág. 104. El énfasis es mío.

El relato es más que elocuente. En él es evidente el miedo que hizo presa del hacendado; las imágenes visuales que usa son inequívocas: en carrera vertiginosa, sin cuidarse de peñascales, precipicios o alambradas, porque el terror a la turba era mayor que cualquier otro. Pero una vez en resguardo, este representante de una clase de hombres acostumbrados a dominar y explotar sin ningún impedimento, resentía más que el peligro mismo que en su momento enfrentó, la humillación de haber tenido que huir y esconderse de aquellos infelices que unas horas antes eran sus servidores pacientes y sumisos.

De allí surge el odio que destila hacia esos “malditos indios”. De allí que su reacción haya sido implacable. Gracias a la reacción del aparato represivo en cuestión de días el terror se desplazó sobre aquellos que fueron víctimas de la represión. Hay autores que dicen que se ocultó y se intentó olvidar los hechos del 32. Esa es una afirmación muy discutible, que iguala silencio con olvido.
Por ejemplo, Roberto Pineda, en una publicación digital ligada al FMLN, dice: “La respuesta de los poderosos y sus sirvientes fue disparar las ametralladoras contra niños y mujeres indefensos, sembrar nuestra Patria de 30,000 cadáveres y establecer una larga noche de dictadura militar que se prolongó por cincuenta años. Pero no lograron destruir la memoria subversiva”17.
17 Roberto Pineda. El 32: una herida que no cierra. (22 de enero 2002). El énfasis es mío. http://www.fmln.ca/32heridaquenocierra.htm, 04-10-04.

Me parece que ese enfoque no explica la complejidad del problema. Si los sectores ligados al poder querían evitar que un movimiento social como el del 32 volviera a suceder, en ningún modo iban a buscar borrar esa memoria.18
18 Uso el vocablo memoria, porque es el que utilizó el autor en discusión, pero advierto que ese término conlleva una complejidad semántica que no es del caso discutir en este documento.

Por el contrario, necesitaban mantenerla lo más viva posible y lo lograron, paradójicamente por medio del silencio. El hecho de que por décadas en El Salvador se evitara hablar del tema, en ningún modo significa que se hubiera olvidado. Hubo silencio, pero no olvido; la prueba es que setenta años después los ancianos que vivieron esos trágicos acontecimientos, los recuerdan vívidamente. Su resistencia a hablar simplemente refleja el miedo, con el cual vivieron desde entonces. Es justamente ese miedo oculto, pero no por ello menos traumático, el que explota ARENA en cada campaña electoral, y aunque algunos analistas, hayan dicho que las pasadas elecciones serían las últimas ganadas por la derecha usando el miedo, es difícil que eso suceda.

El recurso se ha mostrado muy efectivo. En 1932 el miedo a las “hordas comunistas” se exorcizó con fusilamientos, ahorcamientos y misas. En la actualidad se exorciza con votos. Pero el acto de votar es el cierre de una campaña. A lo largo de ella, los contendientes han desarrollado una estrategia para captar simpatías a su favor, o generar antipatías y rechazo contra su contendiente. En este proceso los actos de apertura y cierre de campaña son claves. En las pasadas elecciones el FMLN abrió su campaña en la plaza Gerardo Barrios, también llamada “Plaza Cívica”.

Según una nota firmada por Elías Romero, entonces líder de la juventud del FMLN, 35,000 simpatizantes del Frente, se concentraron el 22 de noviembre de 2003 en ese lugar, donde se confirmó que “la Plaza Cívica ya le pertenece a la izquierda en El Salvador”. ARENA aperturó su campaña en la ciudad de Izalco, según ellos cuna del anti-comunismo.
A dicho acto asistieron, según informes, unas 5,000 personas, en su gran mayoría llevadas allí en transportes pagados desde otros municipios.” 19 Esa nota deja ver el significado histórico que en El Salvador tienen los “lugares de memoria”, concepto acuñado por el historiador francés Pierre Nora.20

19. Elías Romero. El Salvador: El FMLN a las elecciones en El Salvador. http://www.jjcc.cl/www/PHPNuke/modules.php?name=News&file=article&sid=793, 24-09-04. El énfasis es mío.
20 Véase Pierre Nora. La aventura de Les lieux de mémoire. En Josefina Cuesta Bustillo. (ed.) Memoria e historia. Ayer, 32, 1998. 21 Revista Proceso, UCA. Año 19, Número 832, Noviembre 25,1998. http://www.uca.edu.sv/publica/proceso/proc832.html#noticias, 04-10-04. 22 La oferta electoral. Revista Proceso, UCA. Año 19, Número 832, Noviembre 25,1998. http://www.uca.edu.sv/publica/proceso/proc832.html 24-04-09

Ciertamente izquierda y derecha se han apropiado de esos lugares, pero la escogencia de la derecha es más significativa. Aunque el FMLN reclame como suya la Plaza Cívica, no siempre ha iniciado allí sus campañas. Por el contrario, “ya es una tradición” que ARENA inicie las suyas en Izalco, pueblo símbolo del 32.

El 22 de noviembre de 1998, la coalición FMLN-USC inició su campaña presidencial en San Ignacio, Chalatenango. El candidato presidencial, Facundo Guardado, recordó que hace 24 años, en ese mismo lugar, se integró como dirigente de la Unión de Trabajadores del Campo. “Soy, a toda honra, chalateco nacido en Arcatao, esta es la gente con la que crecí y luché”, dijo.21

Guardado recurrió a la memoria de la guerra civil, pero en una forma circunstancial, que solo tenía significado para los “chalatecos” paisanos del candidato, pero no para toda la militancia del partido, y menos para todo el país. Diferente es en el caso de ARENA; en noviembre de 1998, el editorial de la Revista Proceso de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” señalaba que: “No obstante sus repetidas promesas de hacer una campaña de altura, en correspondencia con los nuevos aires que soplarían en su interior, ARENA no pudo resistir su inveterada inclinación visceral hacia el anticomunismo. Lanzó su campaña en el lugar donde decenas de miles de campesinos fueron masacrados en 1932, acusados de ser comunistas, cuando en realidad lo que tenían era hambre. Con los puños en alto y los pulgares hacia abajo, los areneros pidieron la muerte de los rojos, se compararon con una tanqueta en un campo de batalla y se prometieron derrotar al comunismo en las urnas, convencidos de que la presidencia de la república es propiedad suya. Mientras tanto, la población de Izalco miraba desde la periferia el espectáculo arenero.” 22

Las imágenes visuales que el editorialista evoca son muy sugerentes. Solo hace falta agregar el himno de ARENA, con esa música militarista y agresiva que le caracteriza, y la letra que habla de lucha, sangre y tumbas, y el grito “Patria sí, Comunismo no”, para hacerse una idea de la carga emotiva que la derecha genera en sus concentraciones. El editorialista en cuestión destaca que en esos mítines de apertura de campaña de ARENA, la población de Izalco no es parte importante del acto; “Mientras tanto, la población de Izalco miraba desde la periferia el espectáculo arenero”, esto lo dicen también los pobladores del lugar, que prácticamente son marginados.

Pero es que el acto no está pensado para ellos, sino para el país. De nuevo aquí reaparece el problema de la memoria. Así lo entiende el analista Alvaro Artiga al decir: “Cuando ARENA inicia su campaña en Izalco está apelando a algo. Y cuando dicen: ‘vamos a derrotar el próximo año al comunismo… lo que hicimos en el 32” están apelando a una memoria. Lo que pasa es que la memoria política no es homogénea.” 23

23. “La memoria política no es homogénea”. Entrevista a Alvaro Artiga. http://www.elsalvador.com/vertice/2004/040104/entrevista.htm, 06-10-04.

No es homogénea, ni es neutral. Izalco tiene un significado simbólico para la derecha, que ha sido asumido incluso por la izquierda.

Resistencia, lucha y revolución: La interpretación izquierdista de la historia de El Salvador

Al igual que la derecha, la izquierda también conmemora el 32, pero ha tenido muchas dificultades para procesar esa experiencia, y más para capitalizarla políticamente. Esos problemas tienen su origen en la temprana interpretación del levantamiento elaborada por los intelectuales ligados al gobierno de Martínez en la década de 1930.

Para la izquierda, la herencia del 32 se volvió incómoda, pues se le presentó como responsable directa de las trágicas consecuencias del levantamiento. De allí que destacados militantes de izquierda hayan dedicado muchas páginas de sus escritos a “aclarar” lo sucedido. Las memorias de Miguel Mármol constituyen un dramático ejemplo de cómo los sucesos del 32 pudieron afectar al Partido Comunista y evidencian que — tanto Mármol, que aportó sus vivencias, como Roque Dalton, que las transcribió y les dio forma —, eran conscientes de que la izquierda estaba en desventaja frente a la derecha para manejar el asunto.24 Trabajos posteriores de Dalton y Jorge Arias Gómez también retoman el tema.25
Igual actitud se advierte en algunos de los documentos encontrados por Eric Ching en los archivos del COMINTERN en Moscú.26

24 Roque Dalton. Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador. (San José, EDUCA, 2ª edición, 1982). El título del libro ya es muy sugerente, pues este se extiende sobre la vida de Miguel Mármol y no se dedica exclusivamente al levantamiento.
25 Roque Dalton. Las historias prohibidas del pulgarcito. (San Salvador. UCA Editores, 3ª edición, 1992). De esta obra resulta muy sugerente su “1932 en 1972 (Homenaje a la mala memoria)”; Jorge Arias Gómez. Farabundo Martí. (San José, EDUCA, 1ª edición, 1996). Entre otros trabajos que tratan ese problema pueden mencionarse: Alejandro Dagoberto Marroquín. Estudio sobre la crisis de los años treinta en El Salvador. En Anuario de Estudios Centroamericanos, # 3, 1977; Abel Cuenca. El Salvador. Una democracia cafetalera. (México, ARR Editorial, 1962). Un balance muy completo de las interpretaciones sobre el levantamiento aparece en Héctor Pérez Brignoli. Indians, Communist, and Peasants: The 1932 Rebellion in El Salvador. En William Roseberry, Lowell Gudmundson y Mario Samper (editores). Coffee, Society, and Power in Latin America. (The Johns Hopkins University Press, 1995.
26 Erik Ching. La historia de Centroamérica en los archivos rusos del COMINTERN: Los documentos salvadoreños. Revista de Historia, UCR-UNA, #32, 1995

Justamente fueron intelectuales como Arias y Dalton quienes a la larga lograron elaborar una “aceptable” interpretación del levantamiento del 32, que se ajustó bien a las ideas teleológicas de la historia para entonces en boga entre la izquierda. El 32 no fue más que “un escalón” en el desarrollo progresivo de las luchas de resistencia y liberación que arrancan desde la oposición armada de los indígenas en contra de los invasores españoles y continúan con las luchas independentistas, especialmente las revueltas populares lideradas por Pedro Pablo Castillo. Luego seguía el levantamiento de Anastasio Aquino, que se convirtió en el antecedente lógico de los hechos de 1932.

Esa es la tesis subyacente en un trabajo pionero de Jorge Arias Gómez sobre Aquino, publicado en 1964, que se convirtió en una especie de parte aguas de la historiografía marxista salvadoreña. Arias Gómez rompe con las interpretaciones liberales tradicionales que daban más importancia al papel de los individuos en la historia e insiste en dar a las revueltas de 1833 y 1932 el carácter de “grandes movimientos de masas”. Es por eso que afirma: “Insistimos: Aquino fue el caudillo sobre quien convergieron las fuerzas y las circunstancias históricas de un momento determinado; fuerza y circunstancias que, quizás no esté de más decirlo, aún siguen vigentes en su más trágica y terrible realidad. Lo confirma la otra rebelión campesina ocurrida en los mismos círculos pipiles, aunadas a ellos otras fuerzas sociales, y que se conoce con el nombre de ‘Revolución Comunista de 1932’. Aquino es José Feliciano Ama, y este es Aquino.”27
27. Jorge Arias Gómez, Anastasio Aquino, recuerdo, valoración y presencia. Revista La Universidad, # 1-2, enerojunio, 1964. Aquino, pág. 89. El énfasis es mío.

Como se puede apreciar en la cita, Arias establece una clara relación de continuidad entre ambos eventos. Más adelante reafirma esa línea cuando dice que la revuelta de Aquino fue apagada con sangre, “y no volvería a encenderse sino hasta cerca de un siglo después, cuando la misma raza” irrumpiera de nuevo en la historia en 1932; el problema es que también ese movimiento fue sofocado. Pero el autor insiste en que Aquino y Ama no murieron, “a pesar de los 30 mil seres humanos sacrificados en pro de un sistema inicuo”, porque estarán siempre presentes en los desheredados del campo, en quienes “existe un caudillo en potencia, que con voz ahogada pide tierra para trabajarla.”28
28 Idem, pág. 103. 29 Idem, págs. 105 y 112.
Como intelectual comprometido, Arias Gómez era un convencido de que la historia debía tener una “aplicación” en el presente. De allí que declarara sin ambages que su trabajo sobre Aquino quedaría trunco si no aprovechaba la historia para elaborar “una teoría en la que concurran los ingredientes de nuestra realidad”. Y la realidad del momento demandaba la reforma agraria, que sería la base para iniciar una “revolución democrático-burguesa” que permitiría superar las condiciones económicas, políticas, sociales y culturales del país.29
29. El apartado IV del artículo se titula: “Hacia una revolución democrático-burguesa en El Salvador. La reforma agraria como base esencial para operar la superación social, económica, cultural y política de nuestro medio.”

Arias Gómez planteó la necesidad de la revolución, pero la historia tal y como él la concebía no era el medio más adecuado para proyectar esa idea. Fue su discípulo, Roque Dalton, quien transitando heterodoxamente y sin complejos entre la historia y la literatura, pudo enlazar a Aquino, el 32 y la revolución entonces en ciernes. Esa línea de trabajo ya se esboza en la “Monografía de El Salvador”30, pero adquiere su mejor perfil en “Las historias prohibidas del Pulgarcito”31, una genial deconstrucción-reconstrucción de la historia salvadoreña, en la que Dalton anunciaba “el advenimiento de una nueva edad de la nación salvadoreña, un alumbramiento fincado en la valoración de la cultura popular y el impulso del proyecto nacionalista-revolucionario que enarbolaba la izquierda armada.” 32
32. Mario Vázquez Olivera. Op. Cit. Pág. 95.
De ese modo Dalton resolvió, en su momento, el problema de la interpretación de la historia salvadoreña por parte de la izquierda. El crecimiento de las organizaciones de masas vinculadas a la izquierda, los éxitos de las primeras acciones militares de la guerrilla, daban pie para pensar que esta vez el triunfo sería alcanzado. Mario Vázquez demuestra cómo Roque Dalton expresó esa fe en la victoria, que vendría a reivindicar a todos los caídos en defensa de la libertad o en la búsqueda de la liberación. Dalton escribió el poema “Ultraizquierdistas”, del cual se transcriben los siguientes versos: “O sea que se trata de ser ultraizquierdistas eficaces y no sólo ejemplares ultraizquierdistas derrotados como los pipiles y Pedro Pablo Castillo y Anastasio Aquino y Gerardo Barrios que terminó fusilado por los Dueñas y los muertos del 32 y los invasores de Ahuachapán y Paco Chávez y el montón de caídos del pueblo…”33

33 Ultraizquierdistas. En Poemas clandestinos, El Salvador (?), Resistencia Nacional, 1977. En el Suplemento 3000 del diario Colatino del 24 de enero de 2004, aparece este poema con una serie de imágenes como pie de página que complementan perfectamente esa concatenación que la izquierda hizo de la historia de El Salvador. En esa “galería de luchadores por la libertad”, se presenta a Pedro Pablo Castillo, Anastasio Aquino, Gerardo Barrios, Farabundo Martí y Salvador Cayetano Carpio.

Es claro que cuando escribió este poema Dalton estaba pensando en la inminente guerra civil, que conduciría a la revolución. El único problema en esta interpretación es que la guerra no terminó en victoria, sino en empate.

Cuando el FMLN aceptó desmovilizar sus fuerzas militares asumió que buscaría la toma del poder únicamente por medio de elecciones. De hecho, las posibilidades de que el FMLN llegue al poder por medio elecciones, han sido muy fuertes. Sin embargo, el partido no ha sido capaz de aprovechar ni su fortaleza, ni las debilidades y el desgaste político de ARENA. Luego de participar en tres elecciones presidenciales el desempeño del Frente va de mal en peor. Roque Dalton diría que aún no se sabe cómo ser “ultraizquierdistas eficaces”.

Es en ese contexto que puede entenderse mejor por qué ARENA insiste en iniciar sus campañas en Izalco. De nuevo el 32 se hace presente en nuestra historia. Para la derecha Izalco es garantía de que siempre triunfarán; para la izquierda es el recordatorio de una tarea pendiente.

Consideraciones finales

La derecha no ha explicitado en un texto su interpretación de la historia. Marcadamente pragmática, sabe que existen otros recursos menos comprometedores y quizá más efectivos. ARENA prefiere usar “lemas” combativos y provocadores —“Patria sí, Comunismo no” —; inundar la radio y la televisión con llamativas canciones de campaña dirigidas especialmente a destruir la imagen de la izquierda. No puede pasarse por alto el impacto que el himno de ARENA tiene en sus actos públicos. Muy significativa es la ya institucionalizada práctica de iniciar sus campañas electorales en el pueblo de Izalco, cuna del levantamiento de 1932. 32

Pero la derecha también trabaja intensamente por promover la imagen de su fundador, a quien se trata de presentar como un héroe nacional. Ya tienen una escultura de D’Abuison, pero por razones obvias permanece en el local del Partido. Incluso lograron que el 23 de agosto fuese proclamado “Día Nacional de la Juventud”; “casualmente” esa fecha coincidió con el natalicio del Mayor (23 de agosto de 1943). Cuando la oposición cayó en la cuenta de ese detalle batalló para que se cambiara, lo cual se logró en agosto de 2003, cuando se pasó al 12 de agosto.34
34 Véase, decreto # 40 de la Asamblea Legislativa de la República de El Salvador. Diario Oficial Nº 145, Tomo 312, 09 de Agosto 1991; y Decreto # 108, Diario Oficial, Nº 171, Tomo 360, 17 de septiembre de 2003. También en http://216.184.102.84/ (07-10-04). Una síntesis biográfica de D’Abuison aparece en http://www.arena.com.sv/daubuisson.cfm, 07-10-04.
A diferencia de la derecha, la izquierda sí ha producido un corpus historiográfico considerable, mediante el cual ha podido enlazar diferentes momentos de la historia, mediante un hilo conductor: las luchas populares por defender su libertad o lograr la liberación. Incluso pueden distinguirse dos modalidades: Una tendencia más académica, representada por los trabajos de David Alejandro Luna, Rafael Menjívar, Jorge Arias Gómez y otros; y una versión “más popular” y cercana a la literatura, que encontró en Roque Dalton su mejor exponente.

Es de esta manera como se puede explicar el graffiti antes señalado. Al decir: “Aquino, Martí y Monseñor Romero verdaderos próceres de la Patria” se pone de manifiesto tres “escalones” del desarrollo histórico salvadoreño. En esa frase se sintetiza un proyecto historiográfico de la izquierda salvadoreña, que se contrapone abiertamente a la llamada “historia oficial”. Aquino, Martí y Romero serían los emblemas de una historia construida “desde abajo” en oposición a la historia elitista tradicional.
Sin embargo, la izquierda no ha sido capaz de aprovechar la riqueza de la historia para elaborar referentes simbólicos inequívocos como sí lo ha hecho la derecha. Paradójicamente, el FMLN tiene un déficit de símbolos.

Aunque Farabundo Martí es el héroe indiscutible, aún no tiene la suficiente proyección en la población. Los homenajes que se le tributan en el aniversario de su muerte son más bien discretos y dan señales de convertirse en un acto de masas. Si bien Arias Gómez elaboró una muy buena biografía de Martí, no pudo ir más allá. A diferencia de su contemporáneo Sandino, Martí no gustaba de escribir; no hay manera de “reconstruir” su pensamiento.

De Martí solo se conoce su rostro y el infaltable sombrero. La guerra civil dio innumerables prospectos para construir imágenes heroicas: hombres, mujeres y niños ofrendaron sus vidas en busca de sus ideales. Pero aún no se percibe uno que convoque con su nombre a toda la izquierda salvadoreña. En parte porque fatalmente cada uno de esos muertos estuvo asociado a una de las cinco organizaciones guerrilleras. A falta de un héroe, podría pensarse en otros símbolos.

El Frente tiene una bandera, pero no tiene un himno militante y reconocido como el de ARENA. Vale decir que el FMLN también puede recurre a símbolos como el “Che Guevara”, o canciones como “Pueblo unido” y otras, algo que ARENA no puede hacer. Pero incluso esa aparente carencia es convertida en algo positivo: los símbolos de la derecha son únicos porque son nacionalistas.
López Bernal, Carlos Gregorio. “Lecturas desde la derecha y la izquierda sobre el levantamiento de 1932: Implicaciones político-culturales”. En Las masas, la matanza y el martinato en El Salvador, (ed.) Erik Ching, Carlos Gregorio López Bernal y Virginia Tilley, 187-220. San Salvador: UCA Editores, 2007.

El largo camino a la paz

El largo camino a la paz

Por Mario Vega*15.oct.2015 | 20:04

Se han cerrado todos los caminos alternos en la búsqueda de la paz social y se ha optado por el uso de la fuerza bruta para resolver el problema de la seguridad. Por razones político electorales se ha decidido darle a la ciudadanía lo que pide, aun cuando existe la conciencia que el tal es un camino equivocado. Lo que sigue son más años de violencia y muerte, de descomposición moral, de estrés existencial y de convivencia paranoica. Dos guerras en una sola generación es un precio alto que pagar para cualquier país. Hemos llegado al punto que el corregir el rumbo solamente podrá lograrse por la presión ciudadana o internacional. Las condiciones para desarrollar esas presiones deben madurar, lo cual, tomará su tiempo, pero inevitablemente se producirán. Lo doloroso es que mientras esas condiciones se fraguan las muertes continuarán ocurriendo por millares. Vidas preciosas que se perderán por razones absurdas e innecesarias.

Pero a pesar de todo eso, algo a lo que no se debe renunciar por ninguna razón es a la necesidad de diseñar e implementar una política nacional de prevención a la violencia juvenil. Si hemos de tener esperanza para el futuro es inevitable ese paso. La prevención bien aplicada da sus frutos al largo plazo; razón más que valedera para comenzar de inmediato. La política nacional de prevención debe surgir de un acuerdo entre partidos políticos y las expresiones articuladas de la sociedad. Debe contener directrices claras y pragmáticas que los partidos políticos deben comprometerse a cumplir en todos los niveles de gobierno por las siguientes décadas. Eso implica dejar de lado el caudillismo y el uso electoral que se hace de la seguridad para planear con seriedad el futuro del país. También implica llegar a acuerdos esenciales y necesarios como la definición del concepto de inversión social y lo que en términos del presupuesto nacional representa. No solo se trata de orientar el presupuesto de un año fiscal o de una administración sino de trazar la ruta prioritaria de nación para las próximas décadas. Al fin y al cabo prevenir la violencia no es otra cosa más que gobernar bien.

La política nacional de prevención a la violencia juvenil no debe ser confundida con esfuerzos parciales como el plan El Salvador Seguro del Consejo Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana, el cual, es un plan de emergencia básico, por ahora sin recursos, concebido focalmente, de corto plazo, sin el compromiso de parte de los partidos políticos y sin probabilidades de éxito en la actual coyuntura violenta que vivimos. Mas bien, debe resultar del reconocimiento de las verdaderas raíces de la violencia y de una voluntad firme por resolverlas. Las raíces tienen que ver con los bajos niveles de desarrollo humano de los niños y jóvenes salvadoreños. Es obvio que un plan como El Salvador Seguro resulta insuficiente frente a los asuntos esenciales que rigen el tema de la violencia. Pero, si resulta trabajoso obtener financiamiento para un plan con las limitantes mencionadas, eso nos da idea de todo el trabajo que queda por hacer en la construcción de sensibilidad, conciencia y compromiso de parte de los actores nacionales. No obstante, vale la pena el esfuerzo. Claro que sí. Siempre vale la pena la esperanza, siempre valen la pena los niños y los jóvenes, siempre vale la pena la vida.

Ernesto Guevara y la memoria rebelde

Ernesto Guevara y la memoria rebelde
octubre 16, 2015 Voces Comentar
Publicado en: Actualidad, Contracorriente – Dagoberto Gutiérrez, Foro de opiniones, Nacionales, Voces Ciudadanas

Dagoberto Gutiérrez

Así se llamaba el niño que nació en Argentina y que supo luego cual era la dirección de su vida y hacia donde debía dirigir sus pasos. Por eso viajó mucho para capturar la realidad en el cinturón de sus pupilas y para sentir en el tambor de su conciencia el dolor de una humanidad que exigía justicia. Por eso, Ernesto estuvo en Guatemala, en el marco de la revolución de los años 50 y contactó con los revolucionarios cubanos que preparaban una invasión a su país. Él era médico y la guerrilla necesita por lo menos uno para atender a los heridos.

Aquí empieza otra historia porque este joven era audaz, casi temerario, arrojado en el combate, era un conductor, porque era un conocedor del alma humana, y sus compañeros empezaron diciéndole Checomo una simple frase que los argentinos usan mucho cuando hablan entre ellos. Es corta, cerrada, parece redonda y sin aristas, no significa nada, aparentemente, pero, en este caso, dio nacimiento histórico al Che Guevara, el legendario guerrillero y conductor cubano, nacido en la Sierra Maestra, al oriente de Cuba, y forjado en las luchas de ese pueblo por su libertad.

El Che fue el primer comandante guerrillero nombrado por Fidel, el responsable de unificar a las fuerzas anti-batistianas. Fidel sabía muy bien que era marxista y con una sólida preparación y vocación de estudio. Lo nombran ministro y aquí brilla el ser humano limpio, que sabe que el poder se usa para transformar la realidad y no para lucrarse de ella. Este es un conocimiento que pareciendo elemental en un revolucionario suele ser derrotado y vencido por el poder. El Che demostró cómo se usa el poder instrumentalmente, como el revolucionario puede, debe y tiene que resolver el uso del poder del pueblo en los aparatos de Estado de una manera revolucionaria, sin beneficiarse de ello, sin distanciarse o alejarse del pueblo, sin convertirse en funcionario, sin enriquecerse, mucho menos corromperse.

En esta etapa de su vida, el Che brilla y destaca por su capacidad de trabajo, por su entrega al estudio y por la capacidad de organizar ese estudio. El marxismo pasa a ser estudiado sistemáticamente, incluso por funcionarios anticomunistas, y fuera del horario de trabajo, los compañeros del Che, con él a la cabeza, aprendieron a estudiar, y algunos a hacerse intelectuales orgánicos.

En ningún momento de su vida, el Che dejó de fortalecer su capacidad analítica, objetiva y fría, e incluso la Unión Soviética fue sometida a su reflexión y descubrió los puntos que mostraban el desencuentro entre Marx y lo que se estaba y se había construido en la URSS.

El Che, aparentemente, no se guardada sus opiniones, y el proceso cubano también era sometido a sus reflexiones, buscando aquellos puntos que podían y debían ser superados.

En ningún momento separó la reflexión de la acción, y este es uno de sus aportes más fundamentales, porque se trata de un intelectual, es decir, de un hombre que funcionaba como tal y de un hombre de acción, intrépido y audaz, por eso encarna al hombre de acción que pone una fuerte reflexión al servicio de sus actos. Y es un ideal para cualquier intelectual que sepa que no se puede ni se debe ser intelectual simplemente detrás de un escritorio o detrás de las páginas de un libro, porque hay que saber que las ideas huelen a sudor, tienen el sabor de la sangre, los ojos del miedo y la sorpresa y el tamaño de la acción, y tienen además el precio de las fuerzas de trabajo.

Es el internacionalismo la inmensa escuela de humanidad que el Che nos entrega porque esa capacidad de ofrendar la vida por la vida de los otros es el punto más alto del nivel humano y no es posible ser revolucionario sin ser internacionalista. El Che era eso internacionalmente y su escuela es aquella que pone su vida al servicio de la vida de los demás.

Así lo fue desde un principio, desde que aprendió a descubrir a América en sus innumerables viajes de juventud, mucho antes de que América descubriera al Che.

La guerrilla boliviana fue la escuela más impresionante y las notas que llevaba en su libro registran el 7 de octubre de 1967, el último día de combate, y en medio de una difícil situación militar. El Che escribe en sus notas con valor literario: “se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin complicaciones”, y pasa a describir con minuciosidad la situación operativa con mucha frialdad y manejando el detalle, atendiendo los aspectos humanos cuando dice: “el Chino se convierte en una verdadera carga cuando hay que caminar de noche”. Y sin olvidar la política enemiga cuando dice: “el ejército dio una rara información sobre la presencia de 250 hombres en Serrano para impedir el paso de los cercados en número de 37, dando la zona de nuestro refugio entre el río Acero y el Oro. La noticia parece diversionista”.

Son notas de un hombre en combate, que sabe que están en problemas pero que son superables. Al día siguiente sería herido y capturado por el enemigo. El prisionero Che Guevara es la más alta estatura del combate y la mayor altura de un ser humano que sabe muy bien que no es la vida el valor máximo sino su dignidad. Y sabiendo siempre que sería asesinado, ordena a su asesino cuando este vacilaba en dispararle y matarlo: “apunte bien que va a matar a un hombre”.

1967 es el año de la muerte, del dolor y del llanto, lo será siempre, y es, al mismo tiempo, el año en el cual se vence a la muerte, a la política imperial estadounidense, a las políticas oligárquicas del continente, y el Che pasa a ser una dignidad caminando, una idea como campana sonad, y una nueva batalla estalla en las conciencias de millones de personas en todo el mundo, es la conciencia de la lucha inagotable e invencible que se enfrenta a un imperialismo vencible.

El Che es convertido en un mito, en un dibujo, en un retrato, pero es despojado de las ideas que expresa y del pensamiento que lo nutre. Pero ocurre que resulta ser un mito peligroso porque éstos, los mitos, son producciones ideológicas que suelen cumplir funciones sociales e históricas y son por eso, indestructibles. El Che es de difícil manejo por los aparatos ideológicos imperiales, y aun hoy, en medio de pesadas cadenas ideológicas, de puertas cerradas que controlan en la oscuridad el entendimiento y la acción del pueblo. Cuando esto ocurre, también ocurre que el Che es una luz que no se apaga y un rayo que no cesa, y una voz que no se agobia, y un torrente que no deja de fluir. En fin, es un caminante, dueño de la buena nueva, de la rebelión, de la lucha por la dignidad.

Los que lo asesinaron el 9 de octubre de 1967 se equivocaron, fueron ellos los que murieron, los que fueron enterrados en la polvazón de la hora y de la historia, y fue el Che el que siempre goza de buena salud, de buena sonrisa, de buena vida, de buena mirada, y también de buenos amigos.

Derechos humanos, eurocentrismo y luchas populares en El Salvador

Derechos humanos, eurocentrismo y luchas populares en El Salvador Roberto Pineda 15 de octubre de 2015

La teoría de los derechos humanos es un producto de la modernidad capitalista europea, proceso histórico que surge en 1492 con la invasión, conquista y colonización ibérica a nuestros territorios latinoamericanos y caribeños, y esta imposición violenta –por la espada y por la cruz- de la cultura española, origina el surgimiento de una historia universal, de un mundo colonial y de un continente marcado simbólicamente por el eurocentrismo, como expresión ideológica de la colonialidad.

Asimismo 1492 inicia, y en nuestro caso el año 1524, un complejo, difícil y desigual combate, por conservar – inicialmente mediante la resistencia indígena y posteriormente mediante la resistencia popular- nuestras propias raíces culturales, políticas, sociales y económicas.

Es precisamente en la resistencia indígena y popular – al invasor y al colonizador encomendero y doctrinero, así como a la oligarquía, al imperialismo y a la dictadura militar- que va tomando cuerpo la lucha por la dignidad contra un Occidente que aún se pretende superior, más aún en esta época de globalización neoliberal. A continuación exploramos estas temáticas.
Sobre la Modernidad capitalista europea

La Modernidad capitalista europea se encuentra hoy revisada y cuestionada desde distintas vertientes. El alemán Jurgen Habermas (1988) identifica tres antecedentes fundamentales de la Modernidad: la Reforma, la Ilustración y la Revolución Francesa. Deja fuera el Renacimiento pero principalmente deja fuera la Invasión Europea iniciada en 1492, aunque Habermas reivindica la modernidad europea como un proyecto inacabado. (El discurso filosófico de la modernidad, 2008).

Por su parte, el francés Jean Francois Lyotard, teórico del posmodernismo, en su crítica al proyecto de la Modernidad considera que este ha fomentado procesos cuestionables como el colonialismo, etnocentrismo, logocentrismo, eurocentrismo y universalismo, así como menciona el evidente fracaso de los grandes relatos, de los grandes proyectos de libertad, solidaridad y emancipación, entre los que incluye al liberalismo y al marxismo.

Enrique Dussel, como filosofo latinoamericano de la liberación, plantea por su parte que la Modernidad comprende un concepto racional de emancipación con el que podemos identificarnos, que incluye a los derechos humanos, pero a la vez advierte sobre el desarrollo de un mito irracional, la justificación de la violencia genocida, colonial, imperialista, racista, contra los pueblos no-europeos (América Latina, Asia, África) a los que les impone rituales de sacrificios y víctimas, e incluso por medio de la universalización de los derechos humanos justifica las intervenciones “humanitarias” como la realizada en la exYugoslavia, Irak, Afganistán y Libia.

O sea que la Modernidad europea al igual que Jano, posee dos rostros: uno emancipador y otro opresor. Dussel rechaza tajantemente la afirmación de los principales pensadores clásicos de la Modernidad (Kant, Hegel,etc.) en el sentido que la cultura europea sea superior a las otras culturas. La Modernidad capitalista establece una razón, a veces liberadora pero otras veces violenta y opresora.

Un aspecto de esta Modernidad es el relacionado con el imaginario religioso, ya que a juicio del cientista social salvadoreño Oscar Fernández “la religión europea (Romana imperial), bastión cultural e ideológico de la conquista, en su carácter teocentrista (la imagen de Dios como el prototipo europeo de raza blanca), reproduce el pensamiento de sometimiento y destroza la riqueza del pensamiento mágico-religioso de nuestros ancestros, el cual era más lúcido, lógico y con un contenido práctico apegado a la vida de la tierra y de los que viven en ella. Se dice que el Dios de los Europeos impuesto en las colonias, sometía a los colonizados (después de aniquilarlos) como súbditos de los reyes o emperadores designados por Dios, que no era más que la imagen de Zeus-Jupiter (tronante y violador) según la cultura clásica indoeuropea y romana.”

Derechos humanos y Modernidad

La doctrina de los derechos humanos como parte de la Modernidad capitalista surge en la Europa del siglo XVI, XVII, y particularmente del XVIII, al calor tanto de las múltiples y sacrificadas luchas de los sectores populares y de la burguesía emergente en contra de la nobleza feudal, a la vez que de la construcción de las entonces atrevidas teorías emancipadoras de esta misma burguesía: el iusnaturalismo racionalista; el contractualismo; el positivismo jurídico, entre otras.

La teoría iusnaturalista sostiene que los seres humanos desde su propia naturaleza poseen unos derechos naturales que derivan de su racionalidad, en cuanto rasgo común y que esos derechos deben ser reconocidos por el poder político a través del derecho positivo, mientras que los contractualistas opinan que las normas jurídicas y las instituciones políticas no pueden entenderse como producto de la voluntad de los gobernantes, sino como el resultado del consenso o voluntad popular. (Ver Perez Luño 1996)

Por su parte, el positivismo jurídico sostiene que el derecho es un conjunto de normas dictadas por los seres humanos a través del Estado, mediante un procedimiento formalmente válido, con la intención o voluntad de someter la conducta humana al orden disciplinario por el acatamiento de esas normas.

Las teorías de la Ilustración, sean jurídicas, estéticas, axiológicas o filosóficas, no obstante su origen en la Europa expansionista y colonialista, inventaron múltiples términos que configuran el imaginario de nuestro sistema-mundo (civilización, estado-nación, sujeto, ciencia, razón, derecho, humanismo, democracia, universalidad,ciudadanía,mercado, progreso, desarrollo, derechos humanos) y que reflejan un aspecto positivo, liberador, progresista, de este periodo histórico, de lucha contra la opresión y explotación feudal, en el contexto del surgimiento de la acumulación originaria del capitalismo.

Es en este proceso histórico que nacieron las primeras declaraciones de derechos humanos en Europa, entre estas desde Inglaterra la antiquísima Carta Magna de 1215; el Habeas Corpus de 1679; la Carta de derechos de 1689; la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano promulgada por la Asamblea Constituyente francesa en 1789 y ya antes en las 13 colonias británicas se había proclamado la Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia y la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, ambas de 1776.

Y a la vez fueron estas doctrinas emancipadoras las que sirvieron de faro para las luchas independentistas latinoamericanas y caribeñas, iniciadas por el patriota haitiano Toussaint LOuverture. Y asimismo es en Europa que nace a mediados del siglo XIX las ideas emancipadoras del marxismo, que luego iban a difundirse por el continente latinoamericano, y que en El Salvador tienen su primera expresión formal en la tesis universitaria El Estado Centroamericano, de 191, del entonces estudiante vicentino Sarbelio Navarrete.

Pero mientras se proclamaba la libertad, igualdad y fraternidad en las callejuelas de Paris y de Londres, o en los barrios populares de Washington, simultáneamente se lanzaban desde la Europa civilizada, en la costa occidental de África campañas de caza de negros para ser esclavizados y se explotaban en las minas de oro y plata, en las plantaciones agrícolas, a los indígenas latinoamericanos y caribeños, y se preparaban las condiciones para agredir a la India, China, Indonesia. El colonialismo tiño de sangre la experiencia liberadora de la modernidad europea y condicionó la mentalidad de sus figuras más representativas, como Descartes, Kant, Hegel, etc.

El aspecto internacional de los derechos humanos y su impacto local

1. Las Cortes de Cádiz de 1810, el Levantamiento Popular del 5 de noviembre de 1811 y la primera Constitución Política de 1824

La convocatoria a Cortes para septiembre de 1810, en el marco de la guerra de independencia iniciada en 1808 por el pueblo español organizado en las Juntas Provinciales contra la invasión francesa de Napoleón, impactó fuertemente en el imaginario de los sectores liberales centroamericanos, que percibieron claramente el debilitamiento de la monarquía ibérica y afianzaron su voluntad de luchar hasta ser libres. En el Ayuntamiento de San Salvador, fueron propuestos para estas Cortes, José Matías Delgado, Manuel José Arce, y José Ignacio Ávila, este último originario de San Miguel resulto electo, incorporándose en julio de 1811.

Ávila incluso fue firmante de la Constitución de Cádiz, de 1812, de contenido progresista, que en su artículo 3 establece que “La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales”, en una claro desafío a la soberanía monárquica. Es en este marco de un imperio invadido, en crisis, que ocurre el levantamiento popular del 5 de noviembre de 1811, que es simbolizado por el toque de las campanas de la Iglesia La Merced y que tuvo como idea-fuerza el siguiente lema subversivo: “No hay Rey, ni Intendente, ni Capitán General, sólo debemos obedecer a nuestros alcaldes.”

El 12 de junio de 1824 fue decretada la primera Constitución Política de El Salvador, la cual fue sancionada por José Manuel Rodríguez, en su carácter de Jefe Estado y tuvo como sustento filosófico y jurídico la Carta de Filadelfia (1776), la francesa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), la Constitución de los Estados Unidos (1787) y la Constitución de España (1812).

2 La Liga de Mujeres Votantes Neoyorkinas y la Sociedad Confraternidad de señoras de la República de El Salvador de 1922
En 1920 el Congreso de Estados Unidos, ante la demanda del movimiento sufragista y después de 72 años de lucha, aprueba la 19 Enmienda a la Constitución, que permite el voto de las mujeres. Y si bien ese año desaparece la Asociación Nacional de Mujeres Sufragistas, de su núcleo surge la Liga de Mujeres Votantes (LWV), para impulsar el voto de las mujeres, pero a la vez impulsa este movimiento por América Latina y el Caribe. La LWV realiza en 1922 una Conferencia Panamericana en Baltimore, Maryland. Aunque no hubo representación de El Salvador, la LWV estableció luego relación con la salvadoreña María Solana Álvarez que ese mismo año funda la Sociedad Confraternidad de Señoras de la República de El Salvador, e inicia acciones en pro del voto femenino.
Este esfuerzo es retomado en 1930, por Prudencia Ayala, mujer de origen indígena, de Atiquizaya, que en un desafío inédito al sistema patriarcal vigente se presenta ante la Alcaldía Municipal de San Salvador, y ante la Corte Suprema de Justicia, para solicitar el voto femenino y al derecho de ser representante ciudadana en las próximas elecciones presidenciales de ese año, a pesar de que el derecho al voto de las mujeres no estaba ganado. En su programa de gobierno se incluye además del apoyo a los derechos de la mujer, el apoyo a la labor sindical, la honradez en la gestión pública, el reconocimiento jurídico de los hijos e hijas fuera del matrimonio y la libertad de cultos.
Pero es hasta ocho años después, que el gobierno del dictador Martínez reconoce en la Constitución de 1938 el voto de las mujeres, pero que solo podían ejercerlo las mujeres casadas y mayores de 25 años. En 1944, millares de mujeres marchan por las calles de San Salvador exigiendo el voto para las mujeres y finalmente en 1946 se legaliza el derecho y deber ciudadano del voto universal, así como el derecho de ser electas y representantes, alcanzándose a ratificar hasta la Constitución de 1950.
3. Las 4 libertades de Roosevelt de 1941 y las jornadas populares de abril y mayo de 1944
El 6 de enero de 1941 el presidente Franklyn Delano Roosevelt, en un discurso ante el congreso de Estados Unidos, y en el marco de la lucha contra el nazi-fascismo, plantea que existen cuatro libertades fundamentales que todas las personas “en cualquier parte del mundo “deberían disfrutar y que son la libertad de expresión, la libertad de culto, la libertad de vivir sin penuria y la libertad de vivir sin miedo.
Los sectores democráticos y revolucionarios en El Salvador asumieron este programa como bandera para denunciar sin mencionarlo abiertamente los atropellos de que era víctima el pueblo por parte de la dictadura militar del General Maximiliano Hernández Martínez, así como para realizar preparativos insurreccionales que culminaron con el levantamiento cívico-militar del 2 de abril de 1944 así como la Huelga General de Brazos Caídos, que acaba con la tiranía el 8 de mayo de ese año.
4. La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y la Constitución de Osorio de 1950
La Declaración Universal de Derechos Humanos de diciembre de 1948 representa el esfuerzo de los países ganadores de la II Guerra Mundial por establecer un Nuevo Orden Mundial basado en el respeto de los derechos humanos, no obstante las diferencias de enfoque derivadas de la existencia de un mundo bipolar, representado por Estados Unidos y la Unión Soviética. Este acontecimiento impacta en El Salvador y permite que los sectores populares mediante la presión política, pudieran insertar en una nueva normativa constitucional aprobada en 1950 por primera vez derechos económicos, sociales y culturales, o de segunda generación.

5. La Política de Derechos Humanos de Carter de 1977 y el Compromiso Popular de Monseñor Romero 1977-1980.

En 1976 el presidente electo Jimmy Carter establece como base de su política exterior la promoción de la defensa los derechos humanos y esto le hace entrar en conflictos con las dictaduras militares que controlan la mayoría de países latinoamericanos en esa época. En El Salvador esta política es asumida por sectores democráticos para denunciar las violaciones cometidas por la dictadura militar y es asimismo retomada por el recién nombrado febrero de 1977 Arzobispo de San Salvador, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien se convierte en un destacado crítico de la dictadura militar del General Carlos Humberto Romero, así como defensor de los derechos de los sectores populares, por lo que es asesinado el 124 de marzo de 1980.

6. De las Protestas de Stonewall de 1969 en la ciudad de Nueva York a la primera celebración del Día del Orgullo Homosexual en San Salvador en 1997

La protesta de Stonewall consistió en una serie de manifestaciones en denuncia contra una violenta redada policial que tuvo lugar en la madrugada del 28 de junio de 1969, en el pub conocido como Stonewall Inn, ubicado en el barrio neoyorquino de Greenwich Village. Estas acciones fueron el catalizador para el surgimiento del movimiento pro derechos de la Comunidad LGBTI (Lesbianas, Gay, Bisexuales, Trans e Intersexuales) , el cual rechaza la discriminación a que se les somete por parte de un sistema homofóbico y reivindica sus derechos civiles.

En El Salvador, en 1984; Soldados del desaparecido Batallón Bracamonte, realizaron una serie de acciones contra los miembros de la comunidad homosexual, sobre todo contra hombres travestis de la segunda avenida norte, específicamente de la zona de La Praviana, en San Salvador. Más de una docena fueron brutalmente violadas y asesinadas colectivamente, a manos de miembros de esta unidad militar. Estos hechos quedaron sin investigar y sus responsables siguen en la impunidad de un sistema y una cultura homofóbica.

En 1994 surge la primera organización de la Comunidad LGBTI en El Salvador bajo el nombre de Entre Amigos, integrada por personas Gay, Bisexuales y Trans, a la que posteriormente se integran lesbianas. Es precisamente Entre Amigos la que toma la decisión el 28 de junio de 1997 de conmemorar el 13 aniversario de la Matanza de La Praviana, y convoca a la primera Marcha del Orgullo Homosexual, que recorre las calles de San Salvador. La marcha recibe el apoyo de Fundasida, Flor de Piedra, Fundación 1 de diciembre, Fraternidad Mano Amiga y pasa a convertirse en una tradición de esta comunidad puesta en pie de lucha.

Derechos humanos y luchas populares en El Salvador

En nuestro caso y dado el papel relevante que ha jugado la lucha por la vigencia de los derechos humanos en el esfuerzo que permitió en 1992 la desaparición luego de 60 años, de la dictadura militar y el inicio de un proceso de democratización de nuestra sociedad, se vuelve necesario ahondar en la compresión de la matriz contradictoria de estos derechos a la vez que sobre las raíces nacionales que han conformado nuestra historia de lucha por los derechos humanos, enmarcada en nuestra resistencia y lucha popular.

En ese marco se distinguen diversas etapas en el arduo camino recorrido por los sectores populares salvadoreños para conquistar su derecho a la dignidad. Identificamos cinco grandes etapas: la lucha por la autodeterminación nacional (1524-1821), la lucha contra el reclutamiento forzoso y por la unificación centroamericana (1821-1880) la lucha por la tierra (1880-1932) la lucha por la democracia (1932-1992) y la lucha por una vida digna (1992-2015).

Y entre los eventos fundamentales de nuestro proceso de lucha por los derechos humanos sobresalen las gestas independentistas conducidas por José Matías Delgado de 1811-1821; la gesta antimilitarista de Anastasio Aquino; las luchas unionistas de Francisco Morazán; las reformas liberales de Gerardo Barrios; la insurrección indígena-campesina de enero de 1932; las jornadas populares de abril y mayo de 1944; y la Guerra Popular Revolucionaria de 1980-1992.

A. El derecho a la resistencia a la opresión o derecho de rebelión (1524-1921)
En 1524 tropas al mando del Adelantado extremeño Pedro de Alvarado penetran por el occidente del país y entablan la primera batalla en la población de Acaxual ( hoy Acajutla). En esa memorable batalla Alvarado es herido por una flecha y queda cojo para toda su vida. Logran llegar en su expedición hasta el principal señorío indígena, llamado Cuscatlán (hoy Antiguo Cuscatlán). A lo largo de su recorrido encuentran focos de resistencia indígena. Al llegar a lo que hoy es San Salvador les hacen el respectivo Requerimiento de rendición a los indígenas y estos responden “que si quieren nuestras armas vengan a traerlas a las montañas.”Se refieren a los bosques que cubrían entonces el Cerro de San Jacinto.

Durante casi tres siglos los diversos componentes del pueblo salvadoreño hicieron uso de su derecho a la resistencia contra el colonialismo y la colonialidad. Hubo varios esfuerzos que se fueron reacomodando en reflejo de los cambios históricos y demográficos. El primer bloque de resistencia lo integraron las diversas nacionalidades indígenas en el plano militar (principalmente pipiles y lencas); posteriormente la resistencia indígena se fundamentó en la defensa de su identidad (territorios, lenguaje, sistemas de autoridad y de producción) y la construcción del sincretismo religioso; y el último bloque es ya el de la alianza entre mulatos, mestizos y criollos independentistas, dentro del cual los pueblos indígenas juegan un papel marginal.

B. La lucha contra el reclutamiento forzoso, por la unificación centroamericana (1821-1880)
Los procesos de independencia generaron dinámicas contradictorias. Por una parte, el sector criollo del bloque social subalterno pasa a convertirse en clase dominante y a partir de ahí inicia una serie de esfuerzos militares por imponer la hegemonía de las ideas liberales sobre los sectores conservadores, entre las cuales sobresale la búsqueda de la unidad centroamericana. En este esfuerzo rompen la tranquilidad de las aldeas indígenas y obligan a sus jóvenes a enrolarse en los ejércitos federalistas, lo que provoca la desintegración familiar y afecta la economía campesina, por lo que la bandera de la resistencia al reclutamiento obligatorio se vuelve una de las principales reivindicaciones de los pueblos indígenas.

La gesta heroica en 1833 de Anastasio Aquino, dirigente indígena del pueblo nonualco, encarna esta resistencia contra las exigencias del gobierno liberal de Mariano Prado, lugarteniente del dirigente liberal centroamericano Francisco Morazán. Aquino se levanta en armas, organiza un ejército, derrota en varias ocasiones al ejército criollo-liberal, se toma Zacatecoluca y San Vicente, se ve obligado a abandonar la ciudad y se refugia en el cerro El Tacuazín, donde es cercado, capturado y posteriormente ahorcado.

La misma suerte correrá unos años después el General Francisco Morazán, que a su vez es derrotado por las fuerzas conservadoras, capturado y fusilado. La derrota de Aquino permite que los criollos convertidos años después en oligarquía cafetalera arrebaten las tierras comunales a los pueblos indígenas y los ejidos a los pueblos ladinos. La derrota de Morazán a su vez permite que las fuerzas conservadoras, aliadas a la iglesia, mediaticen la reforma liberal y dividan la región en cinco parcelas.

C. La lucha por el derecho a la tierra (1880-1932)
A principios de los años 80 del siglo XIX los liberales salvadoreños realizan una reforma agraria capitalista que nacionaliza tanto las tierras de las comunidades indígenas como las tierras municipales (ejidos), en un esfuerzo por crearle condiciones ventajosas al cultivo del café, mediante la venta de la tierra para la creación de fincas privadas así como de la creación de un masivo ejército de manos libres, en un típico esquema de acumulación originaria de capital.
Así nace la oligarquía agro-exportadora empotrada en Santa Tecla y Santa Ana, a la cual se le sumaron emigrante europeos y estadounidenses. Las comunidades indígenas reaccionaron con levantamientos que fueron brutalmente reprimidos. El mercado mundial nos convirtió en una economía cafetalera. La lucha por la tierra será desde 1880 y durante todo el siglo XX una reivindicación histórica frente al Estado.

D. La lucha por la democracia (1932-1992)
El capitalismo del café necesitaba peones que lo recogieran así como trabajadores que manejaran los ferrocarriles y puertos para su transportación. Necesitaba sastres, zapateros y panaderos. Así nació nuestra clase obrera. Y pronto apareció la lucha de clases: por parte de los trabajadores, las octavillas, huelgas, sindicatos, partido comunista. Por parte de la oligarquía agro-exportadora: amenazas, presiones, exilios, asesinatos, golpes de estado.

El 3 de diciembre de 1931 el general Maximiliano Hernández Martínez derroca al gobierno constituido. El 22 de enero los pueblos indígenas de Occidente, conducidos por Feliciano Ama y vinculados al Partido Comunista y a su dirigente Agustín Farabundo Martí, se levantan en armas contra el gobierno de los blancos. La insurrección fracasa y el General Martínez desata una cruel represión y establece una sanguinaria dictadura militar, que con diversas modalidades se mantiene hasta enero de 1992. Durante estos sesenta años la lucha por la vigencia de las libertades fundamentales se convierte en la bandera de los sectores populares y sus vanguardias revolucionarias.

En esta larga lucha, a finales de los años 70 del siglo pasado, juega un papel fundamental Monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien como Arzobispo de San Salvador, se yergue en voz de los sin voz, denunciando valientemente los abusos cometidos por la dictadura militar y promoviendo la formación del primer organismo en defensa de los derechos humanos: el Socorro Jurídico del Arzobispado, fundado en 1977. Monseñor Romero por su predicación subversiva es asesinado el 24 de marzo de 1980.
Asimismo sobresale de esa época el Comité de Madres y Familiares de Presos, Desaparecidos y Asesinados Políticos de El Salvador “Monseñor Óscar Arnulfo Romero” (COMADRES) fundado en 1977; la Comisión de Derechos Humanos, CDHES en 1978; Comité de Familiares de Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos “Marianella García Villas” (CODEFAM); Comité de Madres y Familiares Cristianos de Presos, Desaparecidos y Asesinados (COMAFAC), Departamento de Derechos Humanos (DDH) de Iglesia Luterana Salvadoreña, creado en 1990; Centro para la Promoción de los Derechos Humanos “Madelaine Lagadec” (CPDH ), Asociación Pro-Búsqueda de Niñas y Niños Desaparecidos durante el Conflicto Armado (Pro-Búsqueda); Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (IDHUCA)

Por otra parte, durante el conflicto armado (1980-1992) jugaron un papel destacadísimo tanto el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, que literalmente salvó la vida de muchos combatientes y líderes del FMLN y de los sectores populares, así como Tutela Legal del Arzobispado, creado en 1982 por Monseñor Arturo Rivera y Damas, y dirigido por María Julia Hernández.

E. La lucha por una vida digna (1992_2015)
Los Acuerdos de Paz de enero de 1992 representaron una radical reforma del sistema político salvadoreño y establecieron una nueva institucionalidad, en la cual uno de sus pilares fundamentales fue la creación en 1994 de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, PDDH, ente con rango constitucional que asume desde el Estado la protección, promoción y educación en derechos humanos de la población salvadoreña. El primer Procurador de Derechos Humanos fue Carlos Mauricio Molina Fonseca.

La modernidad ilustrada. Críticas y contracríticas

La modernidad ilustrada. Críticas y contracríticas

Dorando J. Michelini

Desde un punto de vista histórico, la modernidad surge en Europa y se origina como un fenómeno económico, político y cultural europeo. Entre sus eventos históricos fundamentales se encuentran la Reforma, la Ilustración y la Revolución Francesa (Habermas, 1988).

Vistos desde un contexto no-europeo, el desarrollo y la plena constitución de la Modernidad europea sólo son posibles en una dialéctica con la realidad histórica no-europea, por ejemplo, latinoamericana (Dussel, 2001). En este sentido puede decirse que América Latina descubre la Modernidad no desde dentro, como un fenómeno económico, político y cultural intrínseco, sino como un fenómeno periférico.

Más aún, una lectura detenida de los textos histórico-políticos de Kant, por ejemplo, muestra su eurocentrismo: una ideología que constituye la autoconciencia de la modernidad, que fundamenta la superioridad europea y cimenta la conquista colonial de pueblos no-europeos.

En el contexto del pensamiento latinoamericano, la pregunta sobre qué es la modernidad y qué sentido tiene la ilustración en la actualidad, podría abordarse tanto desde un punto de vista sistemático señalando los conceptos-clave de lo que fue la ilustración europea

La Ilustración y la Modernidad ilustrada han sido objeto de diversos cuestionamientos y críticas. En este trabajo se precisan algunas ideas-clave de la modernidad ilustrada y se analizan diversas críticas posmodernas y liberacionistas a la Ilustración y a la Modernidad.

Desde una perspectiva dialógico-discursiva puede mostrarse que, aun teniendo en cuenta la validez parcial de muchas de estas críticas, un concepto ampliado de razón y una transformación racional de la praxis a partir de y a través de lo sabido racionalmente siguen siendo elementos clave del legado de la modernidad ilustrada e instancias irrenunciables para nuestra autocomprensión y autorrealización y tratando de establecer su validez para otros contextos y culturas, como desde una visión de la historia de las ideas latinoamericanas, rastreando en diversos autores y corrientes representativos del pensamiento latinoamericano, las convicciones, propuestas y críticas en torno al problema que nos ocupa.

En lo que sigue, mi intención es precisar algunas ideas-clave de la modernidad ilustrada, que podrían y deberían rescatarse o rehabilitarse mediante una transformación intersubjetivo-discursiva de la racionalidad. Estas ideas-clave dialógico-críticamente transformadas pueden ayudar a esclarecer los cuestionamientos que provienen de las diversas críticas postmodernas y liberacionistas.

En lo que sigue, me propongo explicitar sucinta y sistemáticamente
qué fue la Modernidad ilustrada como período de la historia del pensamiento y la cultura europeas, y qué implica la modernidad
ilustrada, vista desde una perspectiva latinoamericana (1); analizar el
alcance y los límites de algunas críticas postmodernas y liberacionistas
a la Ilustración y la Modernidad (2); y, finalmente, precisar la respuesta
a la pregunta sobre qué queda de la Modernidad ilustrada (3).

1. ¿Qué fue y qué es la modernidad ilustrada?

La Ilustración constituye la culminación de la edad histórica que
se conoce como modernidad. Según Kant, Ilustración es la época de la crítica. (Kant, 1973) y constituye, según su clásica definición, la salida de la humanidad por su propio esfuerzo del estado de culpable inmadurez. (Kant, 1986). La Ilustración ha sido definida también como el esfuerzo de introducir la razón en el mundo. (Horkheimer,1968). Popper habla de la Ilustración como emancipación por el saber. (Popper, 1967).

Todas estas definiciones, más allá de sus acentos peculiares, hacen hincapié en la fuerza teórica del uso crítico de la razón y en la fuerza práctica de la razón para la transformación de la realidad. Es por ello que las características fundamentales de la Modernidad ilustrada atañen tanto a la teoría como a la praxis y a su articulación recíproca.

Una primera característica de la Modernidad ilustrada europea tiene que ver con un elemento clave e irrebasable de la Ilustración: la reflexividad discursiva. Por un lado, la reflexividad, implica autoconocimiento, esto es, conocimiento de sí mismo y conocimiento obtenido por sí mismo (Schnädelbach, 1987: 23); por otro lado, la discursividad implica un permanente movimiento de argumentación, que hace que todo intento de contra-ilustración sea dilemático y no constituya, en definitiva, más que un nuevo esfuerzo de ilustración. (Schnädelbach, 1987: 25).

Por todo ello, la Ilustración europea no es una receta ni un conjunto de principios o ideas autoconsolidados que puedan rescatarse o rehabilitarse sin crítica. Desde la antigüedad hasta el presente, el concepto de ilustración tiene que ver con una actitud metódica y no con un conjunto de contenidos que
puedan acumularse históricamente: se trata del uso crítico de la razón. (Ropohl, 1991: 25). La Ilustración, en cuanto uso crítico de la razón, es un proceso inacabado e inacabable de autoconstrucción y de autocrítica, que trasciende el contexto europeo y tiene pretensión de universalidad.

La segunda característica relevante de la modernidad tiene que ver con la cuestión de que la Ilustración no se reduce al ámbito teórico sino que está articulada fundamentalmente con la praxis, con la transformación de la realidad natural y social. Es, según Kant (1986:9), la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. La minoría de edad hace referencia a un estado de no-emancipación y dependencia.

Uno mismo es culpable de esta minoría de edad toda vez que, para guiarnos en la vida, no nos servimos de nuestro propio entendimiento sino que recurrimos al tutelaje o a la guía de otros. Pensar autónomamente y decidir por sí mismo constituyen las características de toda persona ilustrada. Para ello hace falta libertad, en especial la libertad de poder hacer un uso público de la razón.

Kant, que centró su trabajo Beantwortung der Frage: Was ist Aufklärung? sobre todo en cuestiones religiosas, sostiene que un hombre puede postergar por un cierto tiempo la ilustración, pero no renunciar a ella definitivamente, puesto que esto significaría violar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad (Kant, 1986: 14); considera, además, que la minoría de edad en cuestiones religiosas es, entre todas, la más perjudicial y humillante. (Kant, 1986: 16). En consecuencia, razonar y decidir en libertad representan elementos constitutivos de la praxis emancipatoria e instancias indisolublemente unidas a la dignidad humana.

Por todo lo expuesto, pueden mencionarse ya algunos elementos para una primera y sintética respuesta a la pregunta sobre qué queda de la Modernidad ilustrada: diría que, más que muchas ideas-clave que pudieran rescatarse de la Modernidad ilustrada como época histórica del espíritu, las cuales ciertamente tienen que ser repensadas a la luz de nuevos elementos científico-sociales (lingüísticos, antropológicos, psicológicos, culturales…) y filosóficos., queda la concepción de la Ilustración como actitud crítica, como discurso público
reflexivo de autoesclarecimiento y de esclarecimiento mutuo para una articulación adecuada entre teoría y praxis.

En tal sentido, la Ilustración aparece, en teoría, como el poder de conmoción que posee una reflexión racional crítica, que no puede (y que, por ser un
proceso crítico, probablemente jamás pueda) ser total y definitivamente
institucionalizado; al mismo tiempo, la Ilustración aparece como una praxis histórica de institucionalización de la libertad, que hasta el presente sólo ha podido concretarse, por ejemplo, en manifestaciones puntuales y frágiles de libertad individual, en concepciones no plenamente consolidadas de los derechos humanos y en diversas formas histórico-políticas de democracias débiles.

De cualquier manera, el proceso de crítica y autocrítica generalizadas y permanentes, así como los antiguos y nuevos intentos de introducir la razón en la historia, de racionalizar el poder y de ampliar los espacios para una autorrealización individual y colectiva razonable, en libertad y justicia, son signos no sólo de que la Ilustración sigue viva, sino de que, además, en cuanto proceso ilimitado de autoconstrucción crítica, sigue siendo ineludible.

2. Críticas a la ilustración y a la modernidad

La Modernidad ilustrada ha sido objeto de los más amplios debates y también de profundas críticas. Aquí me referiré fundamentalmente a dos de ellas, a saber: a la crítica a la razón que proviene de los posmodernos y a la crítica que se ha efectuado desde la Filosofía de la Liberación.

2.1 La crítica postmoderna

No deseo ni puedo en este contexto realizar un balance de la postmodernidad. A continuación reseño, más bien, lo que me parece
que son algunos de los rasgos característicos de la crítica de la postmodernidad a la razón moderna ilustrada (Michelini, 1991, 1995).
Sintéticamente expresado, mi punto de vista es que la postmodernidad,
si bien ha puntualizado un conjunto de debilidades y fracasos respecto de los reiterados intentos modernos por comprender y racionalizar el mundo, no ha podido superar dos dificultades que aparecen como congénitas: a) la de precisar el lugar desde donde efectúa su crítica radical a la razón moderna ilustrada, y b) la de ofrecer un criterio de acción responsable para los desafíos globales que tiene que enfrentar la humanidad en una situación histórica de crisis económica, política, moral y cultural.

a) Desde mediados del pasado siglo, aunque con raíces teóricas y filosóficas más profundas, puede detectarse un permanente y sostenido asedio a la razón moderna ilustrada, considerada como fuente de todos los males (MacIntyre, 1987). La pérdida de confianza en la razón; la crítica radical tanto al etnocentrismo, logocentrismo, eurocentrismo y universalismo, como a los grandes proyectos de libertad, solidaridad y emancipación; la denuncia, en fin, de las situaciones de inhumanidad a que han conducido muchos procesos utópicos de la razón moderna ilustrada constituyen algunas características fundamentales del pensamiento postmoderno (Lyotard, 1991, 1992).

A un concepto de razón fuerte, que apunta a la verdad, la unidad y la
universalidad, se opone ahora un concepto débil de razón, que realza
la heterogeneidad, la diversidad, el relativismo, el disenso, la paradoja, el contexto y las tradiciones.

Como he analizado en otro trabajo (Michelini, 1998: 23ss.), la tesis
de origen heideggeriano del olvido del logos, esto es: la acentuación unilateral del destino a-racional de la constitución histórica de sentido frente a los criterios racionales normativos de toda comprensión con sentido, es llevada a sus últimas consecuencias por los pensadores postmodernos. La debilidad fundamental de la crítica radical postmoderna de la razón reside en que no puede explicitar la relevancia metodológica y criteriológica de su crítica. (Maliandi, 1993, 1997)

Más aún: al desconocer o ignorar el potencial crítico del logos, el peligro que encierra toda defensa postmoderna de la diversidad y heterogeneidad es que termine afianzando el dogmatismo y el fundamentalismo.

En América Latina, la Modernidad ilustrada ha sido asumida sólo parcial y conflictivamente. En algunos casos se ha hablado de esta asunción conflictiva como del reconocimiento de un pecado original (Murena, 1954), en otros casos (por ejemplo, en las tesis y los trabajos de J. Sebrelli, 1991) como de la participación en un argumento que defiende la modernidad periférica de las críticas a la modernidad en las áreas metropolitanas. (Mignolo, 2001b: 20). Sea como fuere, la Ilustración habría ejercido un poder de dominación sobre los otros, esto es, sobre los pueblos no-europeos, de modo que el término modernidad es utilizado no pocas veces como sinónimo de imperialismo y colonialismo. Es por ello que la filosofía de la liberación ha buscado y busca la elaboración de un pensamiento crítico propio.

La contradicción, la perplejidad y la paradoja pueden ser considerados, tanto en la teoría como en la praxis, como signos de nuestro tiempo. A los rasgos esenciales del pensamiento y la cultura moderna ilustrada se oponen diversos conceptos posmodernos: a la racionalidad, la búsqueda de lo irracional; al universalismo, la rehabilitación de los particularismos; a la concepción de una verdad y unos valores objetivos, el relativismo; a la idea de una historia universal, las historias y culturas particulares (Díaz, 2000).

Frente a las dramáticas consecuencias de la intervención tecnocientífica del hombre en la naturaleza, los conceptos de progreso, utopía y emancipación son considerados obsoletos (Jonas, 1995), y frente a la conmoción teórica
y filosófica de los fundamentos de la cultura occidental, los conceptos
centrales del humanismo clásico (sujeto, conciencia, libertad) son cuestionados de raíz.

Frente a los avances de la genética y frente a la (supuesta o real) barbarie que produce la modernidad, hasta los conceptos de hombre, persona y humanidad sufren modificaciones radicales. En vista de que la des-salvajización de la humanidad que propuso el humanismo ha fracasado y de que la Modernidad aumenta la barbarie, no faltan quienes, como Sloterdijk (1999), proponen la selección genética como única salida posible para la regeneración de la humanidad o para el surgimiento de una nueva
humanidad.

Los grandes problemas y las crisis que plantea la modernidad en un mundo globalizado ya sea a nivel de la tecnociencia y su expansión planetaria, ya sea a nivel de la crítica del pensamiento y de la cultura, son tan amplios y complejos, que ni el pensamiento ni la acción pueden resolverlos sin más, de una vez para siempre. No hay teorías ni ideologías que puedan determinar de forma intersubjetivamente plausible qué es lo correcto, qué está permitido o no, qué contribuye a la emancipación y qué no.
Por ello, a mi modo de ver, sigue siendo imprescindible el ejercicio cada vez más preciso y diferenciado de una crítica racional y razonable. La globalización, que es vista a menudo como la culminación de la modernidad europea, también puede contribuir a mostrar que la comunicación es una
condición imprescindible, aunque no suficiente, para el florecimiento de cualquier civilización y para la erradicación de los diversos salvajismos que anidan en el ser humano.

La razón ilustrada se autoconstruye de forma permanente e indefinida
por medio de la crítica y de la autocrítica. La autodiferenciación crítica de la razón permite una distinción de los diversos tipos de razón y posibilita el descubrimiento de la validez universal intersubjetiva de la reflexión filosófica. Es por ello que una crítica filosófica (y en este sentido racional y razonable) de la razón moderna ilustrada sólo puede llevarse a cabo desde un paradigma comunicativo (Habermas, 1987; 1989) y desde una transformación
dialógico-discursiva de la racionalidad humana (Apel, 1985) que pueda dar cuenta de los parámetros normativos que le son inherentes (De Zan, 1993).

b) Ante los problemas planetarios y la crisis global que enfrenta la humanidad (por ejemplo, ante los problemas y desafíos que presentan a la responsabilidad humana las consecuencias de la tecnociencia, la crisis económica del sistema capitalista neoliberal, la (aparente o real) disolución de los grandes relatos, el malestar cultural provocado por la conmoción de los valores morales fundamentales, etc.), las posiciones postmodernas tampoco parecen poder ofrecer criterios plausibles para una acción responsable y solidaria.

Para abordar críticamente los desafíos globales que tiene que enfrentar
la humanidad en una situación histórica de crisis económica, política, moral y cultural, y para fundamentar una estrategia correspondiente de acción racional pluralista y democrática (Apel, 1991) con miras a transformar las condiciones históricas de falta de libertad, de injusticia y de sometimiento en un proceso de emancipación, no parece sensato ni razonable apelar a los sentimientos, al disenso o a las paradojas.

La crítica al cientificismo no puede llevarnos a un abandono de la ciencia y la técnica; ni la crítica al racionalismo a una crítica radical de la razón; ni la mirada histórica sobre los fracasos de la razón moderna ilustrada o las trágicas consecuencias de numerosos intentos de racionalización de la vida y del poder (Bernstein, 1988)a un abandono de la búsqueda racional y razonable de condiciones de libertad y justicia para todos.
2.2 La crítica desde la Filosofía de la Liberación

Dentro del marco de los diferentes planteos que se conocen como Filosofía de la Liberación, me referiré específicamente a la crítica de la modernidad efectuada por Enrique Dussel. En su voluminosa obra, Dussel ha sabido, como pocos, elevar a concepto la realidad conflictiva, las relaciones de injusticia y de sometimiento estructural, la problemática de la pobreza y la exclusión en Argentina y América Latina. En sus últimas obras, en diversos debates con especialistas y pensadores de primera línea, ha ampliado su tesis central de liberación con una proyección mundial a las relaciones internacionales y,
en especial, a la problemática de la exclusión y la pobreza en la era
de la globalización.

De ahí que, lejos de abandonar su visión originaria, sólo la ha ido adecuando, transformando y profundizando frente a los nuevos desafíos y frente a las nuevas críticas. Este es el caso, por ejemplo, de su concepto de modernidad.

Al analizar la modernidad histórica, Dussel (2001: 58) detecta una fundamental ambigüedad y sostiene que la modernidad incluye un concepto racional de emancipación que afirmamos y asumimos. Pero, al mismo tiempo, desarrolla un mito irracional, una justificación de la violencia genocida.

En realidad, revisando algunos textos clásicos de pensadores ilustrados
se puede coincidir, al menos parcialmente, con esta afirmación. Para respaldar esta interpretación basta con recurrir, por ejemplo, a algunos textos de Kant o de Hegel, en los que la idea central es que la forma de vida y la cultura europea son cualitativamente superiores a otras culturas y formas de vida1.

1 Kant (1999), por ejemplo, no sólo se refiere peyorativamente a diversos
pueblos no-europeos sino que cree que las naciones europeas proveerán la ley a todas las demás, puesto que los habitantes de los pueblos no-europeos, entre ellos los de América, no están en condiciones mentales y culturales de vivir en una comunidad ordenada por la ley. No obstante, en su famoso texto sobre La paz perpetua (1996: 28), en que presenta la hospitalidad universal. como ley de la ciudadanía mundial y se refiere a las acciones inhóspitas de los estados civilizados, sostiene: .Si se compara la conducta inhospitalaria de los Estados civilizados de nuestro continente, particularmente de los comerciantes, produce espanto la injusticia que ponen de manifiesto en la visita a países y pueblos extranjeros (para ellos significa lo mismo que conquistarlos). América, las tierras habitadas por el negro, las Islas de las Especies, el Cabo, etc. eran para ellos, en el momento del descubrimiento, países sin dueños, ya que no tenían en cuenta para nada a sus habitantes. (Trad. modif.). Por otro lado, son conocidas las tesis de Hegel (1971) sobre África y sobre el Viejo Mundo y el Nuevo Mundo, sobre la inmadurez natural y espiritual de América, y sobre la inferioridad de sus habitantes en relación con los europeos: mientras que el Viejo Mundo aparece como el escenario de la historia mundial, África y América (tierra del futuro) están fuera de la historia y no poseen ningún interés filosófico.

Este eurocentrismo, según Dussel, permanece vigente en pensadores como Habermas o Taylor, quienes no advierten que la modernidad, si bien es un fenómeno europeo, este fenómeno se constituye en una relación dialéctica
con una alteridad no-europea que finalmente es su contenido. La modernidad aparece cuando Europa se autoafirma como el centro de una Historia Mundo que ella inaugura; la periferia que rodea este centro es, consecuentemente, parte de esta auto-definición. (2001:57).

A diferencia, entonces, de Habermas y Taylor, Dussel sostiene que hay un elemento histórico adicional, relevante y constitutivo de la modernidad, que los autores mencionados ni siquiera toman en cuenta, a saber: el descubrimiento de América, en 1492. De ahí que la experiencia no sólo del descubrimiento, sino especialmente de la conquista es esencial en la constitución del ego moderno, no sólo como subjetividad per se sino como subjetividad que está en el centro y en el fin de la historia. Latinoamérica es así la otra cara…. la alteridad de la modernidad. (Dussel, 2001: 68).

Dussel asume el aporte emancipatorio de la modernidad. A diferencia
de los posmodernos, no presenta una crítica total o radical de la razón, pero acepta la crítica posmoderna .de una razón violenta, coercitiva y genocida. No denegamos el núcleo racional del racionalismo universalista de la Ilustración, sólo su momento irracional como mito sacrificial. No negamos la razón, en otras palabras, sino la irracionalidad de la violencia generada por el mito de la modernidad. Contra el irracionalismo posmoderno afirmamos la razón del Otro. (Dussel, 2001: 69).

Según Dussel, la modernidad tiene que ser superada en una trans-modernidad: para que esto suceda, la otra cara, negada y victimizada de la modernidad , la periferia colonial, la India, el esclavo, la mujer, el niño, las culturas populares subalternas deben, en primer lugar, descubrirse a sí mismas como inocentes, como la víctima inocente de un sacrificio ritual, el cual, en el proceso de descubrirse a sí misma como inocente debe ahora juzgar a la modernidad como culpable de una violencia originaria, constitutiva e irracional. (Dussel, 2001: 70).

En los textos de Dussel aparecen dos cuestiones que necesitarían, a mi entender, de mayor reflexión. En primer lugar, el problema de la racionalidad. Dussel expresa que no renuncia a la razón: sin embargo, y como he explicitado en otro lugar (Michelini, 1997), la comprensión de la racionalidad, como racionalidad del Otro, tiene sus dificultades, que no puedo desarrollar en este contexto, pero que tienen que ver fundamentalmente con el desde donde se critica.

La propuesta de una superación de la filosofía moderna de la conciencia
hacia una filosofía del lenguaje y de la comunicación, de la subjetividad
moderna hacia una racionalidad dialógica (Habermas, 1985, 1989, 1998) o discursiva (Apel, 1985), sigue siendo la propuesta más prometedora para superar no sólo los asedios actuales a la racionalidad alingüística y monológica moderna, sino también las diferentes propuestas de una superación de la racionalidad moderna a partir de la alteridad (absoluta) del otro.

En segundo lugar, el problema de la fundamentación filosófica no afecta sólo a las cuestiones que necesitan de una cimentación teórica sino que alcanza también a las cuestiones prácticas, ámbito en el que se juega, por ejemplo, la articulación de las normas bien fundadas con la racionalidad estratégica de los sistemas de autoafirmación y las coacciones fácticas e
institucionales en la economía, la política y el derecho.

En este sentido, y teniendo en cuenta la característica central de
la Ilustración en cuanto reflexión crítica, es necesario matizar, por ejemplo, la tajante separación entre víctima. y victimario..Ciertamente que Cortés, por ejemplo, fue un victimario de los Aztecas, que fueron víctimas de sus acciones y decisiones; sin embargo, a su vez, muchos pueblos indígenas han realizado sacrificios humanos con los vencidos y han sido victimarios dentro y fuera de su propia comunidad. La Ilustración, entendida como proceso y actitud metódica, implica una reflexión radical de autoesclarecimiento que, por principio, alcanza a ambos: a víctimas y victimarios.

Ningún ser humano es, en sentido absoluto y pro principio, sólo víctima o victimario. Mutatis mutandis: Es cierto que muchos latinoamericanos contemporáneos están en relación asimétrica (por ejemplo, en una
situación concreta de exclusión) respecto de los norteamericanos. Sin embargo, opino que esta afirmación es demasiado general y niego
rotundamente que no sea posible, por principio, ninguna conversación, ningún discurso, entre latinoamericanos y norteamericanos.

Hay, por cierto, circunstancias históricas y culturales más o menos obstaculizadoras de los discursos y condicionantes más o menos fuertes que aceleran, retardan o impiden un entendimiento mutuo. Desde otro punto de vista, pero permaneciendo siempre en el marco de este análisis de situaciones concretas, tampoco es posible afirmar de forma tan general, categórica e indiferenciada que cuando los extranjeros (por ejemplo, los alemanes) vinieron a estas tierras argentinas y latinoamericanas buscando trabajo, libertad y paz fueron todos y siempre bienvenidos y que, por el contrario, hoy,
cuando tantos extranjeros vienen a Alemania buscando las mismas cosas, en contraste, son repudiados, expelidos, tratados… ¡como turcos!

Alemania ha olvidado la hospitalidad que fue extendida a sus pobres por otros países en el siglo diecinueve. (Dussel, 2001: 59). Al respecto quisiera observar y matizar lo siguiente: si bien no desconozco los viejos y nuevos peligros de racismo, discriminación y exclusión que se han dado y se dan en Alemania, ni tampoco la cordialidad con que, en general, se ha tratado y, en muchos casos, se sigue tratando a los inmigrantes europeos, me parece exagerado e incluso injusto, sostener, sin más, que Alemania ha olvidado la hospitalidad, y que, en Argentina, todos los inmigrantes han sido y son bienvenidos. Por empezar, habría que distinguir lo siguiente: bienvenidos, aunque no siempre2, fueron los inmigrantes europeos, en primer lugar, por parte de otros inmigrantes de ascendencia europea, y no por los habitantes autóctonos, contra quienes lucharon duramente hasta aniquilarlos.

2 Baste con recordar los diversos pasajes del Martín Fierro, la obra gauchesca
clásica de la literatura argentina, en los que se ridiculiza a los inmigrantes italianos. Además, en no pocos casos los inmigrantes europeos fueron rechazados o explotados por descendientes de europeos que formaban parte de la oligarquía local de mediados del siglo XIX.

Además, no sólo las estadísticas muestran la capacidad hospitalaria del pueblo alemán, donde viven millones de extranjeros, sino que también muchos de quienes hemos permanecido largo tiempo en Alemania, sabemos de su espíritu
generoso. Por último, basta con interiorizarse sobre cómo han sido tratados y como son tratados en la Argentina actual, muchos ciudadanos bolivianos y paraguayos para sospechar que la imputación de xenofobia e inhospitalidad nos alcanza también a nosotros, y que el crisol de pueblos y culturas en Argentina no se hizo ni se sigue haciendo, sin víctimas ni grandes cuotas de sacrificio.

En síntesis, muchas de las críticas realizadas a la modernidad ilustrada son coherentes y comprensibles. La pérdida de credibilidad en la razón y su capacidad para transformar el mundo natural y social, en el sentido de una mayor racionalidad, integración y emancipación; la desconfianza en los grandes relatos y utopías, cuando se trata de orientar la vida y legitimar el pensamiento y la acción; las críticas al sujeto moderno, a la búsqueda de fundamentación, seguridad intelectual y unidad, y a todo intento de acercarnos a la verdad, de percibir valores inconmovibles y de pensar con normas indiscutibles, tanto a nivel teórico como práctico; y, no en último lugar, los dramáticos, cuando no trágicos acontecimientos históricos sucedidos en nombre de la razón (entendida casi siempre como la razón cientificista
o estratégica), bajo el amparo de una moral supuestamente universalista y del impulso surgido de las más diversas utopías e ideologías modernas: todo ello y mucho más constituyen fenómenos que han sido profundamente criticados, y con razón, entre otros, por el pensamiento débil, postmoderno, postestructuralista, neoaristotélico y neopragmatista. Frente a la amplitud, profundidad y persistencia de estas críticas y de otras similares, cabe preguntar en la actualidad:
¿Qué queda de la Modernidad? ¿Qué queda de la Ilustración? ¿Qué queda de la Modernidad ilustrada?

3. ¿Qué queda de la modernidad ilustrada?

Al solicitárseme que escriba unas líneas sobre qué queda de la Ilustración y de la Modernidad, me pareció que se trataba de una cuestión no muy difícil de responder. Con el paso de los días, esta pregunta se me transformó en un problema y, sobre todo, en una cuestión escabrosa, porque da la sensación de quienquiera que trate una temática semejante en la edad de la crítica radical de la razón y la modernidad no puede salir impune. Responder a esta cuestión es tanto más difícil y complejo si, además, se pretende decir algo sobre qué queda de la modernidad ilustrada en América Latina en particular.

Por todo ello, las reflexiones que siguen no tienen ninguna pretensión de completitud: son apenas un reto de autoesclarecimiento para un trabajo más profundo y una aproximación débil a temas y problemas fuertes del pensamiento filosófico occidental y latinoamericano.

En efecto, más allá de toda crítica ilustrada de la razón, la Ilustración es ya también, entre otras cosas, una larga tradición. Por ejemplo, en el período de la ilustración griega, Sócrates sentó ya bases firmes para una nueva comprensión de la moral: su propuesta consistió no sólo en descubrir un principio moral de autonomía (la conciencia personal) que sea más amplio que el mero recurso a las instancias convencionales, sino también en introducir el diálogo racional para la legitimación y crítica de la tradición y de las normas morales convencionales, así como la idea de que la validez vinculante del derecho positivo de una polis sólo puede sostenerse en el libre
reconocimiento de las leyes por parte de los ciudadanos.

Sócrates, a diferencia de los sofistas, puso de manifiesto la posibilidad de
alcanzar un saber racional metódico y fundado (Apel, 1986: 96s.). El
proceso de ilustración iniciado por Sócrates parece anticipar, por un
lado, la propuesta de la ética del discurso, en el sentido de que sólo puede ser considerado verdadero o bueno aquello que resista un examen racional y crítico; por otro lado, la teoría ética socrática no supera la concepción de una moral de la polis y para la polis, que excluye tanto a los esclavos como a las mujeres y a los bárbaros.

En este sentido, el proceso de ilustración recién pudo dar un paso adelante con la formulación kantiana de un principio universal para la fundamentación de las normas , principio que, por lo demás, ha sufrido
históricamente diversas modificaciones y que aún en la actualidad no ha sido plena y satisfactoriamente explicitado.

En lo que sigue me referiré a dos cuestiones que, aunque surgidas de la modernidad ilustrada europea, me parecen que son irrenunciables. Al decir que son irrenunciables quiero significar que se trata no de la mera rehabilitación de unos conceptos o de una tradición que han estado presentes a lo largo del pensamiento filosófico y de la cultura de Occidente, sino del rescate de puntos de vista universales e insustituibles desde la perspectiva de la dignidad humana.

Estas cuestiones tienen que ver a) con el concepto de razón y b) con la transformación de la praxis a partir de y a través de lo sabido racionalmente.

a) El primer aspecto tiene que ver con la razón, con su capacidad de domesticar el mundo natural y social, y con su potencia para fundamentar
el pensamiento y la acción. En la actualidad se discute si la razón que queremos introducir en el mundo y que, al menos parcialmente, está ya en él, es una razón que no sólo la asumimos en condicionamientos contingentes sino que ese mismo asumir la razón es una empresa contingente, sin garantías trascendentales y sin resultado final asegurado, en el sentido de un resultado exitoso. Sea como fuere, nuestra época es y seguirá siendo ilustrada en un sentido similar, aunque críticamente transformado, al que introdujera
Kant. Esto significa que, tal como lo ha entrevisto Kant (1973: 121), nada ni nadie puede sustraerse, sin justificada sospecha, de la examinación racional, crítica, libre y abierta.

A diferencia de la concepción kantiana, la comprensión actual de la racionalidad ha sido ampliada desde el paradigma lingüístico-comunicativo: el discurso ilustrado contemporáneo gira en torno a una racionalidad intersubjetiva, que implica la exigencia de una interacción simétrica entre sujetos libres, corresponsables y solidarios (Cortina, 1985).

Para ejemplificar qué significa en la era de la globalización un examen crítico y público de los temas que atañen a todos, baste con esta breve referencia: La época moderna constituye para Occidente la inauguración de una nueva articulación entre el saber, el poder y la fe. Esta nueva articulación se caracteriza tanto por una confianza fundamental en el poder de la razón y en las esperanzas en todo lo que podría conseguirse a través de la ciencia y de la técnica, como así también por un socavamiento de la fe cristiana tradicional, que ofrecía una visión unificadora del mundo.

Kant escribió su texto sobre la ilustración refiriéndose, especialmente, a la religión. Y, curiosamente, no son pocos los movimientos religiosos que en la actualidad intentan eludir sistemáticamente este examen racional crítico, y buscan refugio en el dogmatismo o se atrincheran en los diversos tipos de sentimentalismo esteticista, en el fideísmo y misticismo. De ahí que, hoy como ayer es necesario reafirmar que sólo por medio de la crítica pueden cortarse de raíz el materialismo, el fatalismo, el ateísmo, el descreimiento de los librepensadores, el misticismo y la superstición, que pueden ser universalmente dañinos, finalmente también el idealismo y el escepticismo.
(Kant, 1991: 21).

En la actualidad, advertimos diversas respuestas (Luhmann, 1977; Albert, 1982; Habermas, 1982; Cortina, 1986; Mate, 1986; Vattimo, 1996; Mardones, 1996, 1998; Beltrán Marí, 2001) a la cuestión de si es posible o no una rearticulación entre el saber tecnocientífico, el poder y la fe. El saldo de los debates en torno a la relación entre ciencia y fe, que parecen haber arrojado cierta luz sobre la realidad humana, parece ser el siguiente: ninguna de las dos partes puede arrogarse la capacidad de imponer verdades a la otra. (Díaz, 2001)

Este principio condujo a que la ciencia se ha constituido en un saber epistémica y metodológicamente autónomo frente a la fe, y en que la fe, más allá de todas las críticas, sigue manteniendo un potencial ético de cuestionamiento frente a la tecnociencia, como es el caso en relación con los últimos descubrimientos de la genética y de la biotecnología.

b) La necesidad de una transformación permanente de la sociedad a través de una praxis individual y colectiva sostenida en la igualdad y la ley, en la libertad y la justicia, y en la participación libre y sin exclusiones, es otra de las cuestiones que me parecen ineludibles e imprescindibles cuando hablamos de una sociedad moderna ilustrada.

Se ha hablado y se habla de una América Latina mítica, de una América Latina bárbara, de una América Latina colonial, de una América Latina pre-moderna y de otra incipientemente moderna e ilustrada, de una América Latina dependiente, etc. Ciertamente que todos estos términos se quedan cortos respecto de lo que se ha dicho y de lo que puede y podrá decirse aún de América Latina.

Hoy podríamos hablar, por ejemplo, de una Argentina racional. En el sentido más precario de una racionalidad liberal. Lo que queda de todo esto es una pampa de posibilidades (una pampa donde parece que no hay nada y tenemos casi todo; una pampa donde parece que tenemos todo y aparece vacía, vaciada). ¿Qué hace falta aún para que podamos hablar de una Argentina racional e ilustrada? A mi modo de ver, hace falta hacer camino hacia un amplio entendimiento racional, a través de un discurso público abierto y pluralista, que no excluya el disenso ni el conflicto, pero que no renuncie fácilmente a acuerdos razonables, aunque parezcan demasiado formales,
débiles, incipientes, ineficientes; falta recorrer un itinerario que conlleva la exigencia de erradicar urgentemente el analfabetismo, la pobreza, las asimetrías y las exclusiones; para que entonces sí, en algún momento más o menos cercano, podamos hablar de una Argentina y de una América Latina ilustradas.en el sentido pleno de una Argentina dialógico-comunicativa, que a través de la participación de todos en el diálogo público y la crítica haga posible que se corten para siempre, parodiando a Kant, el individualismo exacerbado, los dogmatismos, la tolerancia de lo intolerable, y ese afecto ilimitado por la conflictividad.

En síntesis, lo que parece irrenunciable de la modernidad ilustrada es su carácter procedimental crítico-reflexivo: la exigencia de someter a examen crítico intersubjetivo las distintas formas de autoridad y dogmatismo, así como los diversos contenidos normativos de las tradiciones, que posean pretensión de universalidad. En tal sentido, en el ámbito de la praxis cabría aceptar como racional y razonable sólo lo que pueda ser considerado por todos, en un discurso público crítico, irrestricto, pluralista y participativo, como aceptable
para todos. La Ilustración no está agotada porque el proceso de autoconstrucción y autocrítica de la razón autónoma, que conduce siempre a nuevas e insatisfactorias respuestas respecto de lo que es el hombre, es un proceso que nos atañe a todos, sin excepciones ni exclusiones.

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Febrero 2002