Estatutos del Partido Comunista de El Salvador (1964)

ESTATUTOS DEL PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR

(P. C. S.)

Precio 0.50

Marzo de 1964

ESTATUTOS DEL PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR

Documentos Aprobados

INTRODUCCION

Camaradas
El V Congreso de nuestro Partido, tiene como una de sus trascendentales tareas, aprobar nuevos Estatutos.
Los Estatutos son la Ley Fundamental del Partido, establecen las normas de su vida interna, los principios de estructura orgánica y el método y formas de su actividad práctica.
Los Estatutos vigentes fueron aprobados en 1946. De esa fecha hasta este momento en que se efectúe nuestro V Congreso, han transcurrido 17 años. El cambio de Estatutos ha sido dictado por la vida, por las nuevas condiciones históricas en que el Partido tiene que actuar.
En los últimos años el Partido ha crecido numéricamente, ha adquirido una valiosa experiencia en materia de organización y en la dirección política de las masas. Los nuevos Estatutos tienen que registrar los cambios operados en la actividad practica y ponerse a la altura de las nuevas tareas que el Programa presenta al Partido.
Ante las grandiosas tareas los comunistas tenemos que realizar para conquistar la meta estratégica de la instauración de un régimen de’ liberación nacional, antifeudal y antiimperialista, como paso previo para la construcción de la sociedad Socialista, es indispensable ‘que elevemos nuestra combatividad y afinemos nuestra combatividad y afinemos nuestros métodos de trabajo y formas organizativas.
El camarada Lenin nos enseñó que, ante las nuevas tareas el Partido tiene que elaborar nuevas formas de organización, reglas y normas de su vida interna, que le permitan cumplir con éxito su papel de vanguardia. Apegarse a lo viejo, a lo caduco, es negar la vida, el proceso dialéctico, el fin, atar el Partido al pasado.
Del Partido y sus fines
El proyecto de nuevos Estatutos especifica que es el Partido Comunista de El Salvador, a que clases y sectores de clase representa y cuál es su base ideológica. Explica a grandes rasgos cuales son los fines que persigue. Ambos aspectos, muy importantes, no aparecen en los Estatutos vigentes.
El Partido Comunista de El Salvador, como parte integrante del movimiento comunista internacional, considera como cuestión básica para garantizar el triunfo definitivo del socialismo en el mundo entero, contribuir a fortalecer la unidad del movimiento comunista mundial, luchar por el mantenimiento de la paz mundial, por la coexistencia pacífica entre los estados de distinto régimen económico, político y social, y porque sea una realidad del principio leninista de la autodeterminación de los pueblos.

Se propone el cambio de lema del Partido. El lema nacional: “Por la liberación Nacional, Trabajadores Salvadoreños Uníos”, por el lema de la solidaridad internacional de los trabajadores: “PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES, UNIOS!”, palabras finales del Manifiesto Comunista de Marx y Engels de 1948, que ahora tiene más valor que nunca para el movimiento comunista internacional, frente a los ataques de los revisionistas y los dogmáticos, empeñados en disminuir importancia al principio del internacionalismo proletario.
El título de miembro del Partido.
El Proyecto de Estatutos contiene el principio leninista que norma la pertenencia al Partido. En la construcción del Partido tiene una importancia fundamental definir quiénes pueden pertenecer a él. De su composición depende, ante todo, su fortaleza y combatividad, al que pueda cumplir con su papel dde (así en el original) vanguardia de la clase obrera y del pueblo. El Partido tiene que agrupar en su seno a los mejores hijos de nuestro pueblo, a los hombres más honrados y concientes (así en el original), a los que demuestran en su actividad política y en su vida privada ser dignos de llevar el honroso título de comunistas.
En los actuales tiempos, cuando se han ido desmoronando como castillos de naipes todas las calumnias que contra los comunistas echó a rodar por el mundo la reacción internacional; cuando crece inconmensurablemente el prestigio del campo Socialista; cuando inclusive las mentes de muchas personas evolucionan rápidamente hasta llegar a aceptar las ideas marxista-leninistas, el título de miembro del Partido adquiere mayor importancia y aumenta también su responsabilidad frente al Partido y el pueblo.
En nuestro Partido hay camaradas que no cumplen a cabalidad con el principio leninista que norma la pertenencia al mismo. Son muchos los camaradas que, sin motivo justificado se ausentan varias semanas de su célula y que no pagan con regularidad sus cuotas de militante. Nosotros preguntamos: Estos camaradas son dignos de seguir llevando el honrosa título de miembros del Partido? Todos los organismos del partido deben tomar con toda resolución la tarea de corregir a corto plazo esta situación irregular que entraña el cumplimiento de las distintas tareas. El Partido, incuestionablemente, tiene que irse depurando de aquellos miembros que no hacen el esfuerzo por mejorar su militancia, de los que obstruyen el trabajo, de los miembros nominales que rompen la disciplina interna. Son verdaderos comunistas los que con el esfuerzo propio y la ayuda fraternal de los demás camaradas, superan sus debilidades y deficiencias.
Derechos y obligaciones del miembro del Partido
Los derechos y obligaciones son los fundamentos básicos de una buena militancia. El comunista debe ser un ejemplo en todos los órdenes de la vida, y no le es permisible empañar el prestigio del Partido. Los Estatutos le confieren el derecho de elegir y ser electo de acuerdo con sus capacidades y méritos, para cualquier cargo de dirección. Todos los militantes tienen que ser luchadores de primera línea por las reivindicaciones económicas y políticas del pueblo tienen el deber de salvaguardar por todos los medios la unidad ideológica y orgánica del Partido, que es la condición principal de su fuerza y poderío; tienen que mantener en alto vigilancia revolucionaria y proteger al Partido contra la penetración de los agentes del enemigo o de personas indignas de llevar el honroso título de comunistas; tienen que estrechar día a día sus vínculos con las masas; tienen que esforzarse por elevar continuamente su nivel ideológico y político, su grado de conciencia y por asimilar los fundamentos del marxismo-leninismo.
El comunista tiene que ser honrado y veraz, debe observar estrictamente la disciplina del Partido, que se fundamenta en su madurez ideológica y en su inquebrantable decisión de conducir a nuestro pueblo hacia la meta gloriosa de la construcción de una patria que sea de todos y no de un puñado de explotadores. El Partido nos exige que sirvamos con fidelidad a la causa de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador.
El comunista debe por todos los medios a su alcance difundir los principios del marxismo-leninismo, explicar a las masas la política del Partido y atenerse a las indicaciones de Lenin, de que no sólo hay que enseñar a las masas sino aprender de ellas, estudiar y aprovechar su experiencias, tomar oportunamente sus problemas y luchar junto a ellas, sin olvidar que la grandeza del Partido reside en su ligazón con las masas y que está es la condición determinante para que aquél pueda cumplir con las grandes tareas que se ha trazado.
El método marxista-leninista con que cuenta el Partido, para corregir los errores y las debilidades de sus miembros y organismos, es el de la crítica y la autocrítica, luchar contra la tendencia a encontrarlo todo bueno, contra el conformismo por los éxitos obtenidos y contra la pasividad y la desmoralización entre los errores y fracasos. La crítica y la autocrítica son como un motor que impulsa al desarrollo del Partido, y quienes las obstaculicen le causan un grave daño al Partido. La crítica y la autocrítica son un derecho y un deber.
CANDIDATOS A MIEMBRO DEL PARTIDO
En el Proyecto de Estatutos se ha introducido un nuevo capítulo que contempla la necesidad de darle categoría interna a los candidatos a miembro. En esta forma se ayuda a que los organismos del Partido hagan una mejor selección de los futuros miembros.
En el pasado hemos tenido algunas experiencias negativas en el trabajo de reclutamiento. Este nuevo capítulo hará que los organismos aumenten su responsabilidad en las tareas de reclutamiento y trabajen en forma organizada con los candidatos.
En la selección de los nuevos miembros deben de escogerse los más avanzados y honrados, tomando en cuenta tanto su trabajo político, como la forman en que se comporten en su vida privada.
MEDIDAS DISCIPLINARIAS
La disciplina del Partido es consciente y obligatoria por igual para todos sus miembros.

Se establece cuáles son los motivos que den lugar a sanciones y, de acuerdo con ellos, cuál es la medida disciplinaria que debe aplicarse.
Por faltas leves se aplica medidas que ayuden a superar los errores y debilidades del militante. En este aspecto juega un papel de primer orden la crítica fraternal. Las medidas disciplinarias tienen un fin educativo y correctivo, excepto la expulsión.
Al mismo tiempo, las medidas disciplinarias contenidas en el Proyecto son inflexibles con los enemigos de la clase obrera, con los provocadores y degenerados, para conservar la pureza de la moral comunista y de los principios marxista-leninistas que sustenta nuestro Partido. Se establece nuevas categorías de sanciones disciplinarias y el procedimiento para aplicarlas que garantice el derecho democrático de cada miembro a participar en su propia defensa y apelar de cualquier medida que considere injusta.
LA DEMOCRACIA EN LA VIDA INTERNA DEL PARTIDO
La condición básica para el desarrollo de la iniciativa de los miembros del Partido consiste en garantizar la más amplia democracia en su vida interna.
El comunista no sólo se limita a cumplir los acuerdos, sino que mediante sus opiniones expresadas en su respectivo organismo, ayuda a elaborarlos. Es un derecho de todo miembro participar en la elaboración de los estatutos, programa y línea política del Partido.
En materia de organización y en su actividad interna, el Partido se rige por el principio leninista del centralismo democrático. El centralismo no contradice la democracia. Presupone el desarrollo de la iniciativa creadora.
El centralismo Democrático significa, por un lado, que el Partido tiene una dirección centralizada que lo permite disponer y movilizar todas sus fuerzas ante los cambios operados en la situación política nacional, concentrar sus esfuerzos en el cumplimiento de las históricas tareas presentes y venideras, y por otro lado, que se apoya en la voluntad libremente expresada de todos sus miembros.
El Centralismo Democrático asegura la más firme unidad ideológica y orgánica del Partido.
En los nuevos Estatutos se mantienen inalterables los fundamentales principios leninistas de organización y funcionamiento de otro modo seria desnaturalizar al Partido y éste dejaría de ser un Partido marxista-leninista.
Es norma en la vida interna del Partido no poner trabas a la libertad de opinar y discutir sobre todos los aspectos de su actividad política y práctica, impidiendo caer en discusiones interminables.
Cuanto más importante es la cuestión en debate, mayor cantidad de miembros deben de participar en el mismo.
Los acuerdos se toman mediante el más amplio intercambio de opiniones, y son obligatorios para todos, aún para aquellos que sostuvieron puntos de vista diferentes. Si se permitiera que los que no estuvieron de acuerdo llevaran a la práctica sus opiniones, se estarla introduciendo el fraccionalismo y la división. Esto no quiere decir que a aquellos que expresaron puntos de vista diferentes no tengan el derecho de guardar su opinión.
El Centralismo Democrático en la práctica, significa que:
Todos los órganos dirigentes son elegidos, de abajo arriba; los órganos del Partido informan periódicamente de su labor ante sus organizaciones; hay una estricta disciplina y subordinación en cada caso de la minoría a los acuerdos de la mayoría; los acuerdos de los órganos superiores son absolutamente obligatorios para los inferiores.
El principio de la dirección colectiva es el método básico de dirección, que pone al Partido a salvo del mandonismo, del caudillismo, que en última instancia conducen el culto a la personalidad. La dirección colectiva no excluye la responsabilidad individual.
La dirección colectiva disminuye las posibilidades de que el Partido tome acuerdos unilaterales y subjetivos. La violación de este principio directamente conduce a cometer serios errores del cálculo y a exponer al Partido a los golpes del enemigo.
El Partido, tomando en cuenta la experiencia internacional y la propia, lucha con todo empeño contra toda manifestación de revisionismo, sectarismo y dogmatismo. En los nuevos Estatutos se condena el culto a la personalidad, por ser extraño al marxismo-leninismo. El culto a la personalidad es una violación flagrante del principio leninista de la dirección colectiva y de las normas que rigen la vida interna del Partido.
DE LOS ORGANOS DEL PARTIDO
El Proyecto de Estatutos establece una nueva estructura más acorde con la realidad y las necesidades de desarrollo del Partido. Sus actuales órganos de dirección nacional son: Congreso Nacional, Consejo Supremo Nacional y Comité Central del Partido.
Los órganos intermedios son: Comités Departamentales, Comités Distritales o Seccionales; y los organismos de base, las Células.
En los nuevos Estatutos los organismos de dirección nacional son: Congreso Nacional del Partido, Comité Central, Comisión Política del Comité Central y Secretariado del Comité Central.
El Comité Central como organismo superior de dirección entre Congreso y Congreso, debe ser un organismo amplio, representativo de Iodo lo más activo, experimentado, audaz y dinámico que existe en el Partido; la Comisión Política del Comité Central, es un organismo encargado de aplicar la línea política trazada por el Comité Central, mientras éste no se encuentre reunido. El Secretariado es el organismo encargado de impulsar la ejecución diaria de los acuerdos tomados por los organismos superiores de dirección.
En cuanto a los organismos intermedios de dirección sus nombres han sido cambiados. Se ha dado el debido relieve a las asambleas como organismos superiores en los departamentos y localidades, con lo que se trata de garantizar el funcionamiento democrático del Partido en cada lugar, y el control de los militantes sobre sus organismos de dirección local y departamental.
LA CELULA
El Partido no es una suma de individuos, sino un conjunto de organismos, dentro de los cuales la célula es su fundamento básico.
La célula es el medio de contacto del Partido con las masas, recoge de ellas sus opiniones para llevarlas al seno del Partido, el que de esta manera elabore y desarrolla su línea política y sus resoluciones.
La célula tiene importancia fundamental para la orientación política de las masas, les toma el pulso, descubre sus necesidades, las moviliza y organiza, las educa y las orienta políticamente al calor de las luchas diarias.
El buen trabajo de la célula entre las masas que la rodean permite que éstas vean en el Partido al más firme defensor de sus intereses, y al mejor intérprete de sus aspiraciones y necesidades. Sólo en esta forma el Partido acrecienta su prestigio entre las masas y afianza su papel de vanguardia de la clase obrera y del pueblo.
LOS GRUPOS DEL PARTIDO
El Proyecto de Estatutos introduce un capítulo sobre el funcionamiento de los organismos formados por los comunistas que trabajan en las organizaciones de masas, que les permiten coordinar su labor en dichos frentes. Esto tiene importancia, porque facilita la vinculación del Partido con las masas populares, definiendo el trabajo de sus miembros en los distintos frentes de masas. En los nuevos Estatutos, tales organismos se denominan Grupo del Partido, y en los Estatutos anteriores se denominaban Fracciones.
EL PARTIDO Y LA JUVENTUD COMUNISTA
En los nuevos Estatutos se incluye un capítulo en el que se define que es la Juventud Comunista, cuáles son sus fines y cuáles sus fundamentales principios de organización y funcionamiento.
En las actuales circunstancias se han venido desarrollando condiciones objetivas para la formación de la juventud Comunista. Su constitución será un paso de trascendencia histórica en la vida de nuestro Partido y de nuestro pueblo.
La Juventud Comunista de El Salvador será una organización de jóvenes partidarios del marxismo-leninismo, con iniciativa propia, activo auxiliar del Partido y cantera inagotable en la formación de nuevos cuadros del Partido.
Los fines principales de la J.C.S. serán: Organizar, movilizar, educar y dirigir a las masas de jóvenes salvadoreños.
Se esforzará por canalizar la audacia, el arrojo y entusiasmo de la juventud hacia las luchas del pueblo salvadoreño. Defenderá incansablemente los derechos e intereses vitales de los amplios sectores de la juventud. Les preparará para que puedan cumplir sus altas tareas, y creará las organizaciones necesarias para ello.
La estructura y funcionamiento de la Juventud Comunista se regirá por los principios leninistas de organización y métodos de dirección.
LAS RELACIONES INTERNACIONALES DEL PARTIDO
Se ha introducido en el Proyecto. de Estatutos un nuevo capítulo relativo a las relaciones de nuestro Partido con el Movimiento Comunista internacional.
El Partido se guía en sus relaciones con los demás Partidos hermanos por el principio del internacionalismo proletario; en este terreno, en los últimos años ha dado importante pasos. Las relaciones con los Partidos hermanos de Centro América y del Campo Socialista se han ampliado en forma considerable, lo que ha permitido a nuestro Partido intercambiar valiosas experiencias con el Movimiento Comunista Internacional.
COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA. DE EL SALVADOR

ESTATUTOS DEL PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR

Capítulo 1
DEL PARTIDO Y SUS FINES
Art. 1- El nombre del Partido es “PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR” (P.C.S.).
Art. 2- El Partido Comunista de El Salvador es el Partido Marxista – leninista del proletariado. Está constituido por el conjunto de organismos en que se hallan agrupados conforme a estos estatutos, los elementos de vanguardia de la clase obrera, de la clase campesina y de las demás clases sociales.
Art. 3- Su emblema es un lienzo rectangular de color rojo vivo, con una proporción de 8 (horizontal) por 6 (vertical), con la Hoz y el Martillo en el ángulo superior izquierdo, de color amarillo oro. Su lema es “PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES, UNIOS) (así en el original). Su domicilio es la ciudad de San Salvador, y su representación jurídica y social la tiene la Comisión Política del comité Central, pudiendo ésta, delegarla en el Secretario General del Comité Central, En caso de necesidad su domicilio podrá ser cualquier otra ciudad de la República.
Art. 4- Sus objetivos inmediatos son:
a) el mejoramiento de las condiciones de vida, materiales y culturales, de los obreros, campesinos, empleados, artesanos, intelectuales y pueblo en general;
b) la destrucción de toda forma de opresión económica y política del pueblo;
c) la liquidación de toda discriminación racial y de sexo;
d) el desarrollo económico independiente y el progreso social y cultural del país;
e) la Reforma Agraria;
f) la formación de un gobierno democrático de liberación nacional antifeudal y antiimperialista;
g) la defensa de la paz mundial y de la coexistencia pacífica entre los estados con distintos régimen económico, social y político;
h) la preservación del derecho de autodeterminación de los pueblos;
i) la más amplia solidaridad con todos los pueblos que combaten contras las oligarquías y el imperialismo, con los que construyen el socialismo y el comunismo;
j) el fortalecimiento de la unidad del movimiento comunista internacional.
Su objetivo mediato es: la construcción del socialismo como paso previo para la construcción de la sociedad comunista.
CAPITULO II
DE LOS MIEMBROS DEL PARTIDO
Art. 5- Miembro del Partido es aquel que acepta su Programa, sus Estatutos, se compromete a cumplirlos y a luchar porque se cumplan, aplica sus decisiones, respeta su disciplina, pertenece a una célula y actúa bajo su control y dirección inmediata, y paga con puntualidad la cuota mensual que le corresponde.
Únicamente la Comisión Política del Comité Central podrá eximir de militar activamente en una célula a un miembro, pero sólo en atención a intereses superiores del partido o por enfermedad prolongada o impedimento físico.
Art. 6- Podrá ser admitido como miembro del Partido Comunista de El Salvador cualquier salvadoreño, o extranjero radicado en el país, mayor de 18 años, de uno u otro sexo, que sea de honesta conducta privada y pública.
Para ser admitido como miembro del Partido será necesario presentar a la célula correspondiente, previa autorización de la misma, una solicitud de ingreso individual y por escrito, respaldados por uno o más miembros con un año, por lo menos, de militancia que recomienden al candidato. La solicitud será discutida en la célula en que se haya presentado y, una vez aceptada por la mayoría de sus miembros, se pondrá en conocimiento del organismo superior inmediato, para su aceptación y para la definitiva ubicación del solicitante.
En atención a méritos relevantes o a acciones distinguidas, podrán ser admitidos corno miembros del Partido, personas menores de la edad establecida.
Art. 7- Al ingresar al Partido, el nuevo miembro deberá formular ante la Célula respectiva la siguiente promesa:
“Prometo solemnemente la más firme lealtad a los intereses de la clase obrera y del pueblo salvadoreño y a los movimientos progresistas del mismo. Prometo también permanecer fiel a los principios del Partido Comunista de El Salvador, mantener su unidad de propósitos y de acción, combatir toda labor de fracción en el seno del mismo, fortalecer su disciplina, observar la aplicación de sus Estatutos trabajar con el máximo de mi empeño por el cumplimiento de su Programa y por la aplicación de su línea política.
Prometo mantener una actitud solidaria con los movimientos de liberación nacional de todos los pueblos del mundo, por ser leal a los principios del internacionalismo proletario y luchar por la paz mundial”.
Art. 8- Ninguna célula podrá admitir a un militante de otra, sin la autorización del organismo inmediato superior, el cual deberá comunicar a las respectivas células el motivo del traslado.

Todo militante que cambie de lugar de residencia deberá comunicarlos con suficiente anticipación a su célula y ésta al organismo inmediato superior. Aquellos que desempeñen cargos en el Partido, necesitarán autorización del organismo en que tengan dicha responsabilidad.
Todo militante para ausentarse del país deberá hacerlo previa autorización de su célula, ratificada por el organismo inmediato superior. Los miembros de organismos superiores del Partido serán autorizados a ausentarse del país por la Comisión Política del C.C., y los de dirección intermedia podrán ser autorizados a ausentarse del país por el Secretariado del C.C. Dichas solicitudes deberán resolverse dentro de los 8 días siguientes a su presentación.
En los casos en que los organismos de dirección encarguen a un miembro tareas que impliquen ausencia de su célula, comunicarán esto último a la misma.
Art. 9- Los miembros del Partido que radiquen en el exterior deben militar en el Partido comunista u obrero del país donde se encuentren. Si, por razones especiales, no pueden hacerlo, seguirán organizados bajo la dirección del P.C.S.
Art. 10- El ingreso y permanencia de un miembro del partido es voluntario, y consciente. Nadie podrá ser admitido en el Partido, ni permanecer en el, si no es con su plena voluntad. Si en determinado momento un miembro expresa ya no tener voluntad de seguirlo siendo, se debe procurar persuadirlo y elevar su conciencia política; mas si después de esto persiste en su actitud, debe acordarse su separación del Partido. En este caso, deberá entregar documentación secreta al Partido.
CAPITULO III
DE LOS DEBERES Y DERECHOS DE LOS MIEMBROS
Art. 11- Todos los miembros del Partido serán los mas esforzados defensores de los intereses de nuestro pueblo y combatientes de vanguardia donde quiera que les toque actuar.
Art. 12- Son deberes de todo miembro del Partido:
a) Observar fielmente la disciplina del Partido;
b) Salvaguardar por todos los medios la unidad del Partido, condición principal de su fuerza y poderío;
c) Ser un activo combatiente en la aplicación y cumplimiento de la línea política del Partido;
d) Estrechar día a día los vínculos con las masas, tomar oportunamente sus problemas y luchar junto a ellas por la solución de los mismos;
e) Esforzarse por elevar continuamente su nivel ideológico y político, su grado de conciencia y por asimilar los fundamentos del marxismo-leninismo a través del estudio colectivo e individual y, aplicando estos principios a la práctica diaria, empeñarse constante y seriamente en la corrección de los propios errores, debilidades y prejuicios burgueses y pequeño-burgueses para llegar a convertirse en un verdadero comunista;
f) Reclutar nuevos miembros;
g) Aplicar y desarrollar en los organismos de base y dirección la crítica y la autocrítica, para corregir a tiempo los errores y defectos en el trabajo, luchando contra la tendencia a encontrarlo todo bueno y contra el conformismo por los éxitos obtenidos, así como contra la pasividad y desmoralización ante los errores y fracasos;
h) Dar a conocer, en su organismo respectivo los defectos y errores cometidos en el trabajo por cualquiera de los organismos de sus miembros. .E1 cumplimiento de este deber no puede ser impedido;
i) Ser veraz y no ocultar la verdad ante le (así en el original) Partido; no permitir que nadie oculte o tergiverse hechos que menoscaben los intereses del Partido;
j) Ejercer la vigilancia revolucionaria para proteger al Partido de la penetración de los agentes del enemigo; guardar con absoluta discreción las cuestiones que el Partido determine y, mientras éste permanezca en la clandestinidad, observar fielmente las reglas del trabajo secreto;
k) Al elegir a los cuadros para las tareas o cargos de dirección, guiarse exclusivamente por sus cualidades políticas o prácticas; desechando toda consideración de amistad, parentesco o aversión personal;
l) Divulgar los principios del marxismo-leninismo y la línea política del Partido lo mismo que difundir su literatura, su prensa y demás publicaciones;
ll) Esforzarse por enriquecer su iniciativa en la aplicación de la línea política del Partido, bajo el directo control de su célula;
m) Pertenecer a su respectivo sindicato o a la organización que guarde relación con su trabajo o actividad, y esforzarse por crear y desarrollar esas organizaciones donde no las haya;
n) Ser responsable en el trabajo personal, en los estudios, en el hogar y, en general, en todas las actividades de su vida pública y privada.
o) Asistir con puntualidad a las reuniones de su célula.
Art. 14- Son derechos de todo miembro del Partido:
a) Elegir y ser electo para cualquier puesto en los organismos del Partido.
b) Participar en la elaboración del Programa, de los Estatutos y de la línea política del Partido;
c) Expresar en las reuniones del Partido su punto de vista sobre cualquier cuestión con el fin de contribuir a liquidar las debilidades y a mejorar el trabajo; podrá criticar la actividad de cualquier organismo o militante, y, si lo considera necesario, podrá también exponer su punto de vista al organismo superior correspondiente, incluso al Congreso.
d) Exigir el funcionamiento regular de los organismos del Partido y la práctica de la dirección colectiva.
e) Participar personalmente en las reuniones de su organismo en que se discuta sobre su actuación política o conducta personal, y sobre todo en las reuniones que tengan como fin adoptar una decisión al respecto.
f) Recurrir contra cualquier decisión con la que no se esté de acuerdo, ante el organismo inmediato superior; pudiendo hacer llegar su recurso hasta el Congreso. Sin embargo, durante el trámite, el o los recurrentes deben cumplir la decisión objetada.
g) Recibir la solidaridad del Partido, particularmente cuando se encuentre en dificultades derivadas del cumplimiento de sus tareas políticas.
Art. 14- Para ser miembro del Comité Central y Candidato a miembro del mismo se requiere, como mínimo, tres años de militancia activa en el Partido y tener buena conducta personal. Para ser miembro de los organismos de dirección intermedia se requiere, como mínimo, dos años de militancia activa y buena conducta personal.
Con el fin de propiciar el desarrollo del Partido, pueden ser electos para los organismos de dirección intermedia, miembros del Partido que tengan menos de dos años de militancia activa, en aquellos casos en los que de otro modo no podrían organizarse adecuadamente dichos organismos de dirección intermedia.
CAPITULO IV
DE LOS CANDIDATOS A MIEMBROS DEL PARTIDO
Art. 15- Candidato a miembro del Partido es aquella persona que, habiendo manifestado su deseo de ingresar en él, sea recomendado por dos o más militantes, y aceptado como tal por una célula. El candidato permanecerá en tal calidad durante el tiempo necesario para que conozca el Programa, los Estatutos y la línea política del Partido, y para que la célula respectiva compruebe sus cualidades personales y su trabajo práctico.
Art. 16- La célula tiene la obligación de ayudar a cada candidato a prepararse para su ‘.ingreso y, cuando a juicio de ella hayan llenado satisfactoriamente las condiciones señaladas por el artículo anterior, le pedirá su solicitud de ingreso.
Art. 17- Los candidatos a miembros del Partido deben pagar con regularidad la contribución económica que voluntariamente se fijen y cumplir las tareas que se les encomienden.
CAPITULO V
DE LA DISCIPLINA
Art. 18- La disciplina del Partido es obligatoria para todos sus miembros, En el Partido no puede haber dos disciplinas: una para dirigentes y otra para militantes de base. La disciplina es conciente (así en el original) resultado del libre cambio de opiniones en la discusión.
Presupone la obligación del afiliado de aplicar rápida y escrupulosamente las decisiones de los organismos correspondientes
Art. 19- Cada afiliado tiene el derecho y el deber de discutir en su organismo todas las cuestiones y defender su punto de vista: pero una vez adoptada una decisión por la mayoría de miembros de su organismo, el cumplimiento de la misma es obligatorio para todos.
Art. 20- Son motivos de sanción:
La violación del Programa, de los Estatutos y de la línea política; el incumplimiento de las resoluciones de los organismos respectivos; la no asistencia reiterada a su base: revelar los secretos del Partido; el fraccionalismo y todo atentado contra la unidad del Partido; las infracciones a la moral proletaria falta de honestidad y sinceridad ante el Partido, difusión de calumnias, costumbres disolutas, mal comportamiento familiar, indebida conducta amorosa, embriaguez consuetudinaria-; los actos de provocación; el rompimiento de huelgas o la traición en cualquier forma a los trabajadores, al movimiento obrero o al pueblo; y todos aquellos actos que dañen al Partido y a su autoridad ante las masas.
Art. 21.- Tomando en consideración las circunstancias concretas y la gravedad de una o varias faltas contra la disciplina del Partido, los organismos respectivos aplicarán las siguientes sanciones:
a) CENSURA INTERNA: Consiste en el señalamiento dentro de un organismo del partido de la falta cometida por uno de sus miembros, acompañado de la advertencia de tomarse medidas más severas en el caso de reincidencia. La censura se dará a conocer al resto del Partido según la gravedad del hecho, en escala local, departamental o nacional, previo acuerdo del organismo superior respectivo.
b) CENSURA PUBLICA: Esta sanción consiste en el señalamiento fuera del Partido de la falta cometida por un compañero y sólo puede ser acordada por la Comisión Política del Comité central.
c) DESTITUCION DEL CARGO QUE SE OCUPA EN EL PARTIDO:
Es la remoción, como pena, del desempeño de una función en un organismo, ya sea éste superior, intermedio o de base.
d) SUSPENCION (así en el original) TEMPORAL COMO MIEMBRO ACTIVO DEL PARTIDO: Esta pena comporta el relevar a un miembro de su militancia en el Partido, aunque no de sus deberes en su respectivo frente abierto, durante un tiempo determinado. Comporta asimismo, el poner en observación su conducta, brindándosele ayuda fraternal para que la supere y corrija sus errores.
El suspendido temporalmente, por lo tanto, no tendrá derecho a concurrir a su célula a conocer las cuestiones internas del Partido y se le exigirá el pago de la cuota mensual.
e) SUSPENSION INDEFINIDA COMO MIEMBRO DEL PARTIDO: Esta es una sanción que se aplica cuando en base al examen de la conducta anterior y presente del autor de una falta grave y de las circunstancias en que ésta ha sido cometida, se considera que la suspensión temporal será ineficaz para la superación y corrección de sus errores. En virtud de esta sanción, el miembro queda privado de sus derechos como tal; sometido a la observación de su conducta pública y privada; y advertido de que, mediante sus esfuerzos personales debe corregir sus errores, defectos o posibilidades. Esta sanción comporta la ayuda fraternal del Partido al sancionado.
f) SEPARACION DEL PARTIDO: Esta sanción se aplica cuando un miembro d (así en el original) ha demostrado no remercer (así en el original) el honor de pertenecer al Partido, pero que no ha cometido actos de carácter público o privado que lo convierten en enemigo.
g) LA EXPULSION: Es la más severa sanción que pueda imponer el Partido, y comporta la nota de infamia a quien sea objeto de ella. Antes de decidir y ratificar la expulsión, debe procederse con el máximo cuidado y espíritu de camaradería; examinarse a fondo los hechos; y considerarse detenidamente los alegatos que a su favor haga el militante acusado.
El acuerdo de las sanciones cometidas en los literales c), d), e), f) y g) será informado en las bases por los canales adecuados; la expulsión, además, se dará a conocer a los amigos, aliados y simpatizantes del Partido, y en caso necesario, al público en general.
Art. 22- Las medidas disciplinarias, para que sean válidas, deben ser aprobadas por la mayoría de los participantes en la reunión del organismo correspondiente y sólo serán puestas en práctica cuando el organismo inmediato superior las ratifique. Se exceptúa de la ratificación la sanción de censura dentro de un organismo.
Art. 23- Los miembros titulares y candidatos a miembros del Comité central sólo pueden ser sancionados por el Congreso o por decisión del Comité Central. En el segundo caso, la decisión debe tomarse por los dos tercios por lo menos, de los miembros del Comité Central, y la sanción comenzará a aplicarse desde el momento de ser decidida. Sin embargo, las decisiones del Comité Central sobre este particular, serán llevadas oportunamente al conocimiento del Congreso.
Los actos de un miembro del Comité Central que sean criticados por su organismo de base y que sean merecedores de sanción, deberán ser considerados por el Comité Central al recibir el informe del organismo inferior correspondiente.
Art. 24- Podrán ser separados de sus cargos de dirección, los miembros que no justifiquen en el desempeño de sus funciones la confianza puesta en ellos por el Partido, o que pierden su honor y dignidad.

Art. 25- Será suspendido indefinidamente como miembro del Partido aquel que, sin causa justificada, debe (así en el original) de asistir a su célula durante un período de tres meses o deje de pagar su cuota mensual por el mismo período y no atienda las recomendaciones que se le hagan.
Art. 26- Las denuncias contra un miembro del Partido deben ser hechas en el organismo correspondiente. Este podrá exigir su ratificación por escrito. El acusado tendrá derecho a presentar en su defensa todas las pruebas que estime convenientes.
Las quejas y denuncias de personas no miembros del Partido contra alguno de sus miembros, deberán ser atendidas y tramitadas debidamente.
Art. 27- Todo miembro del Partido que estime injusta una sanción recibida podrá pedir su reconsideración, al organismo, que se la impuso. Caso de que no se reconsidere la sanción, podrá recurrir ante los organismos superiores, incluso ante el Congreso.
Art. 28 Para proceder al levantamiento de la suspensión ya sea temporal o indefinida, o a la readmisión de una persona separada, es necesario a) La superación de parte del sancionado, de sus errores; b) El informe sobre su actuación política y privada desde el momento de la aplicación de la sanción. El levantamiento de la suspensión y la readmisión serán tramitados por el organismo que impuso tales sanciones o por el inmediato superior.
Art. 29- A los individuos de quienes se compruebe que son agentes del enemigo, se les aplicará un procedimiento especial de expulsión, debiéndose tomar en cuenta la seguridad del Partido.
El miembro u organismo que tenga indicios de la presencia de un agente del enemigo en las filas del Partido, loc (sic!) comunicará a la Comisión Política del Comité Central, que tomará en sus manos e1 caso hasta fallarlo.
CAPITULO VI
DEL FUNCIONAMIENTO DEL PARTIDO
Art. 30- El funcionamiento del Partido se rige por el principio del centralismo democrático, que significa:
a) Elección democrática, directa o por medio de delegados, para todos los cargos y organismos dirigentes.
b) Obligación de los organismos dirigentes de informar regularmente de sus actuaciones a todos los miembros del Partido.
c) Obligación absoluta para los organismos inferiores de cumplir los acuerdos de los organismos superiores.
d) Subordinación de la minoría a la mayoría y observación de la disciplina firme y consciente del Partido.
e) Prohibición de la existencia de fracciones en el Partido.
Art. 31- La dirección colectiva es el principio rector del trabajo de los organismos del Partido, los que deben discutir y decidir colectivamente las cuestiones políticas y las tareas. La dirección colectiva está estrechamente unida a la responsabilidad individual y se complemente con ella.
El culto a la personalidad es extraño al Partido marxista-leninista.
Art. 32.- Los miembros de todos los organismos del Partido deberán ser elegidos democráticamente. Todas las elecciones deben reflejar cabalmente la voluntad de los electores y serán nominales.
Bajo las condiciones de su ilegalidad, en caso de no poderse celebrar elecciones en Asamblea, la designación la harán transitoriamente los organismos de dirección; pero en este caso, en el menos tiempo posible, deben someterse el nombramiento o nombramientos a la aprobación o desaprobación de la respectiva Asamblea.
Art. 33- Todos los miembros tienen derecho a discutir libremente en las reuniones las cuestiones políticas y del Partido. Los organismos dirigentes son responsables de asegurar la democracia interna para permitir la más amplia discusión, a fin de desarrollar la crítica y la autocrítica y fortalecer la disciplina consciente y voluntaria. Terminada la discusión, el voto de la mayoría decide y todos los afiliados están obligados a acatar la resolución adoptada. La discusión sobre el asunto en debate sólo puede ser reabierta por decisión de la mayoría del mismo organismo o por el organismo superior. El afiliado que mantenga desacuerdos con la decisión adoptada tiene derecho a recurrir ante el organismo superior, incluyendo al Comité Central y al Congreso, cuyas decisiones son definitivas; pero mientras la decisión no sea revocada, deberá ser aplicada incondicionalmente.
Todo miembro del Partido tiene el derecho de guardar su opinión si no está persuadido de que una resolución tomada es correcta; pero al mismo tiempo, debe aplicar esta resolución, incondicionalmente, con plena honradez y dedicación. Guardar la propia opinión no significa propagarla, sino conservarla, y exponerla en los organismos correspondientes, en los casos en que se reabra la discusión sobre el asunto de que se trate.
Art. 34- La crítica y la autocrítica deben ser practicadas ampliamente en todos los organismos del Partido, en la dirección y en la base. La crítica y la autocrítica constituyen la ley de su desarrollo, el método principal en la formación de sus militantes, el mejor procedimiento para enjuiciar su trabajo y examinar la conducta de su miembros. La más amplia libertad de crítica y autocrítica constituye la mejor manera de descubrir y combatir las debilidades los errores, y de superar y fortalecer a todos los organismos y miembros. La crítica y la autocrítica son un derecho y un deber, han de aplicarse partiendo de1 deseo de fortalecer la unidad de1 Partido.
La discusión de los problemas debe ser- organizada de tal modo que no degenere en una polémica sin límites que impida la realización de las tareas o sirva de pretexto para la formación de grupos f’raccionalistas que rompan la disciplina y la unidad del Partido.
El ejercicio de la crítica no puede ser coartado. Debe aplicarse en forma constructiva y nunca fuera de los organismos del Partido. Quien no aplica o impide la crítica y la reemplaza por el halago y la familiaridad causa un grave daño al Partido, lo mismo que quien haga la crítica con espíritu sectario.
CAPITULO VII
DE LA ESTRUCTURA DEL PARTIDO
Art. 35- Los órganos del Partido en escala nacional son los siguientes:
a) Congreso del Partido, integrado con la representación de todas las bases del Partido,
b) Comité Central (C.C.) del Partido, electo por el Congreso.
c) Comisión Política del C.C., electa por éste de su seno; y
d) Secretariado del C.C. electo por éste entre los integrantes de la Comisión Política.
Art. 36 – Los órganos del Partido en escala departamental son los siguientes:
a) Asamblea Departamental integrada con la representación proporcional de los miembros del Partido en el Departamento;
b) Comité Departamental, electo por la Asamblea respectiva.
Art. 37- Los órganos del Partido en escala local son los siguientes.
a) Asamblea Local, integrada con la representación proporcional de todos los miembros del Partido en una localidad;
b) Comité local, electo por la respectiva Asamblea.
Art. 38- Los órganos de dirección del Partido en un barrio, cuando sea necesario, son los siguientes:
a) Asamblea de Barrio, integrada por la representación proporcional de todos los miembros del Partido en el Barrio; y
b) Comité de Barrio, electo por la respectiva Asamblea.
Art. 39- El Comité central podrá crear organismos intermedios de dirección sin sujeción a un criterio territorial de sus atribuciones y autoridad cuando lo estime conveniente para el desarrollo del Partido o para la mejor aplicación de su línea en un frente de trabajo.
Art. 40- Las organizaciones de base del Partido son las células y en ellas el Partido organiza a sus miembros.
Las células pueden ser de empresa, taller, fábrica, finca, hacienda, barrio, pueblo, cantón, centro de estudios, gremio, etc., según sea que se agrupa a los militantes del Partido en una empresa, finca, hacienda, etc.
CAPITULO VIII
DE LOS ORGANOS NACIONALES DEL PARTIDO
Art. 41- El Congreso del Partido es su más alta autoridad y se integra con los miembros del Comité Central y con delegados electos por las células de acuerdo con una proporción fijada por el Comité Central. . Podrán asistir los candidatos a miembros del Comité Central y otros invitados con voz pero sin voto. El Congreso se celebrará cada tres años, previa convocatoria del Comité Central, y puede ser convocado extraordinariamente cuando el Comité Central lo considere necesario por mayoría de votos, o por petición de por lo menos la mayoría absoluta de Comités Departamentales al Comité Central. Cuando circunstancias especiales lo justifiquen podrá posponerse su reunión ordinaria.
Art. 42- El Congreso del Partido sólo podrá ser convocado por el Comité Central y con tres meses de anticipación por lo menos. El orden del día y los materiales y proyectos del mismo deberán ser elaborados por el Comité Central y después de haber sido aprobados por Éste serán entregados a las organizaciones de base, por lo menos, con tres meses de anticipación, para que puedan ser conocidos y discutidos ampliamente por todos los militantes del Partido.
El Comité Central tendrá la obligación de recoger y sintetizar las opiniones y sugerencias de las bases, fruto del estudio y discusión de estos materiales, y de darles a conocer al Congreso para que los acuerdos del mismo, sean el resultado del esfuerzo creador de todo el Partido.
Art. 43- Al instalarse el Congreso nombrará de su seno una mesa Directiva de 5 miembros que someterá a discusión el Reglamento Interno del mismo, dirigirá los debates y hará el resumen de las sesiones. Además, nombrará las comisiones que juzgue necesarias para que preparen los proyectos de resolución que deberán adoptarse todos los delegados al Congreso del Partido estarán en condiciones de igualdad. Todos los delegados opinarán y votarán en el Congreso atendiendo al mandato de las bases respectivas, o según su propio criterio formado al través de las discusiones desarrolladas en el’ seno del Congreso.
Art. 44- Las atribuciones del Congreso del Partido, exclusivamente suyas, son las siguientes:
a) Discutir, aprobar, improbar o modificar los informes que le presente el Comité Central.
c) Aprobar o modificar el Programa del Partido y los Estatutos del Partido.
d) Determinar la orientación fundamental de la política del Partido.
e) Fijar el número de los miembros del Comité Central y de los candidatos a miembros, no debiendo ser menos de quince el número de los titulares.
f) Elegir y sustituir a los miembros y a los candidatos a miembros del Comité Central.
g) Resolver sobre los recursos que sean sometidos a su consideración.
Art . 45- El Comité Central constituye la más alta autoridad del Partido mientras no esté reunido el Congreso. Ordinariamente durará en sus funciones tre (así en el original) años, El Comité Central se reunirá en pleno cada tres meses por convocatoria de la Comisión Política del Comité Central. El Comité Central podrá reunirse extraordinariamente o su reunión ordinaria podrá ser pospuesta, cuando las circunstancias así lo exijan.
Art. 46 Son atribuciones del Comité Central:
a) Dirigir la lucha del Partido de acuerdo con el Programa y las resoluciones del Congreso;
b) Velar por el cumplimiento de los Estatutos;
c) Tomar todas aquellas medidas que sean necesarias para la aplicación de la línea política del Partido trazada por el Congreso, estando autorizado para introducirle las modificaciones necesarias de -acuerdo con los cambios de la situación concreta;
d) Elegir y remover a la Comisión Política, cuyo número no deberá ser menos de nueve miembros, al Secretariado y al Secretario General del Comité Central;
e) Designar a los directores de los órganos centrales de expresión del Partido;
f) Nombrar responsables de las Comisiones del Comité Central;
a) Elegir a la Comisión de Control y Vigilancia del C.C.;
b) Crear y disolver organismos del Partido cuando así convenga a los intereses, a la buena marcha y la disciplina del mismo;
c) Conocer de los recursos y de todas aquellas cuestiones que sean elevados a su consideración.
Art. 47- Los candidatos a miembros del Comité Central podrán asistir a los plenos del Comité Central con derecho a voz pero sin voto. En caso de que se produzcan vacantes en el Comité Central éste designará a los sustitutos, eligiéndolos entre los candidatos a miembros del CC.
El Secretario General del Comité Central preside a la Comisión Política y al Secretariado del Comité Central.
Art. 48- La Comisión Política del Comité Central (C.P. del C.C.) es la autoridad más alta entre Pleno y Pleno del Comité Central, se reunirá periódicamente en la forma que ella misma lo establezca; dirigirá la actividad del Partido, en tanto no esté reunido el C.C., dentro de los acuerdos del Congreso y del Comité Central. Además será el organismo encargado de concluir los pactos y alianzas políticas, escoger a los miembros que serán candidatos para cargos de elección popular y dirigir a los diputados que pertenezcan al Partido.
Art. 49 El Secretariado del Comité Central está integrado por el numero secretarios que acuerde el Comité Central. El Secretariado del Comité Central es el responsable del trabajo diario de la dirección del Partido, de cumplir y hacer cumplir los acuerdos del Comité Central y de la Comisión Política del Comité Central, de la distribución y formación de los cuadros, debiendo informar sobre sus actividades a la Comisión Política del Comité Central.
CAPITULO IX
DE LOS ORGANISMOS INTERMEDIOS DF DIRECCION
Art. 50 El organismo Superior del Partido en cada departamento es la Asamblea Departamental, integrada por delegados de las células y por los miembros del Comité Deaprtamental (así en el original). La proporcionalidad de la representación de las Células de la jurisdicción será fijada por el Comité Departamental de acuerdo con la Comisión Política del CC.
Se reunirá una vez cada seis meses, convocada por el Comité Departamental. Puede remover a uno o a más miembros del Comité Departamental, aún (así en el original) cuando no hayan cumplido el período para el cual fueron electos, si de acuerdo con los estatutos hay motivo para ello. Extraordinariamente podrá ser convocada por el Comité Departamental o cuando lo soliciten la mayoría de organismos de base del departamento o por decisión de la Comisión Política.
Art. 51- E1 Comité Departamental tendrá el número de integrantes que determine la Asamblea Departamental. Deberá reunirse por lo menos una vez cada quince días ordinariamente y extraordinariamente cada vez que sea convocado por su Secretario General, por tres de sus miembros o por su Secretariado.
El Comité Departamental, cuando sea necesario, podrá integrar de su seno un Secretariado con la cantidad de miembros que se estime conveniente. Sus funciones serán las de coordinar el trabajo del Comité Departamental y ejecutar todos sus acuerdos, Deberá informar de lo actuado en cada reunión del Comité Departamental (así en el original).
El Comité Departamental designará las comisiones de trabajo que considera necesarias, dirigirá la actividad del Partido en el Departamento, y aplicará las decisiones de los organismos superiores,
Art. 52- El organismo superior del Partido en cada localidad es la Asamblea Local, integrada por los miembros del Comité Local y por los delegados de las células de la jurisdicción. La proporcionalidad de la representación de las células será fijada por el Comité Local de Acuerdo con el Comité Departamental respectivo, y por los organismos superiores de dirección cuando lo estimen necesario.
La Asamblea se reunirá una vez cada seis meses, discutirá el orden del día fijado y designará cada año al Comité Local.
La Asamblea Local podrá ser convocada en forma extraordinaria por el Comité Local o a pedido de la mayoría de las células de su jurisdicción, por el Comité Departamental, o por los organismos superiores de Dirección.
Art. 53- El Comité Local tendrá el número de integrantes que determine la Asamblea Local. Deberá reunirse ordinariamente cada semana, y extraordinariamente cada vez que sea convocado por su Secretario General o tres de sus miembros. Podrá designar las comisiones de trabajo que considere necesarias.
El Comité Local dirigirá la actividad del Partido en su jurisdicción y aplicará las decisiones de los organismos superiores.
Art. 54- El organismo superior del Partido en los barrios donde sea necesaria su existencia será la Asamblea de Barrio, integrada por los miembros del Comité de Barrio y por los delegados de las células de la jurisdicción. La proporcionalidad de la representación de las células será fijada por el Comité de Barrio, de acuerdo con el Comité Local. Podrá ser fijada, en caso necesario, por los organismos superiores.
La Asamblea de Barrio se reunirá ordinariamente cada seis meses, discutirá la orden del día fijada por el Comité de Barrio, y designará al Comité de Barrio cada año.
La Asamblea de Barrio podrá ser convocada extraordinariamente por el Comité de Barrio o a pedido de la mayoría de los organismos de su jurisdicción o por un organismo superior a ella.
Art. 55- El Comité de Barrio tendrá el número de integrantes que determine la Asamblea de Barrio. Deberá reunirse ordinariamente una vez por semana y cada vez que sea convocado por el Secretario General o por tres de sus miembros.
El Comité de Barrio dirigirá la actividad de las organizaciones del Partido en su jurisdicción y aplicará las decisiones de los organismos superiores a él.
Art. 56- Ninguno de los organismos departamentales, locales, de barrio, ni las células o sus representantes, podrán hacer pronunciamientos públicos sobre problemas políticos de carácter nacional o internacional en los que aún el Partido no haya adoptado su línea; sin embargo, podrán realizar discusiones dentro de sus respectivas organizaciones y hacer proposiciones a los organismos nacionales del Partido.
Los organismos locales deberán desarrollar la suficiente iniciativa y actividad en todos los asuntos de su respectiva jurisdicción
CAPITULO X
DE LAS ORGANIZACIONES DE BASE DEL PARTIDO
Art. 57- La célula es la organización fundamental del Partido. Es la que permite aprovechar el esentusiasmo (así en el original), la voluntad y la iniciativa de los militantes y al mismo tiempo formarlos en el espíritu del Partido. Es la receptora de las necesidades y de las aspiraciones del pueblo, la transmisora de los mismos a los organismos de dirección, e igualmente la ejecutora de la línea del Partido en el seno de las mismas.
Art. 58- Las células tendrán como mínimo tres miembros, con una organización interna de tres responsables, por lo menos: un responsable de la célula, que podrá asumir al mismo tiempo la organización; un responsable de finanzas y otro de educación y propaganda. La célula podrá nombrar más responsables cuando lo juzgue necesario.
Art. 59- Las células podrán ser organizadas por un organismo intermedio, o directamente por el Secretariado del Comité Central o por el Responsable de Organización del Comité Central.
Art. 60. Las células deberán reunirse ordinariamente una vez por semana; extraordinariamente todas las veces que fuere necesario. Pueden convocar a una reunión extraordinaria, el responsable de la célula o dos de sus miembros. También podrá ser convocada extraordinariamente la reunión de la célula por un organismo superior a ella.
Art. 61- Aquellas células, que por pertenecer a grandes empresas o concentraciones agrícolas, o por otras razones, reclamen atención especial, podrán depender directamente de la Comisión Política del CC. o del Comité Departamental respectivo, previa decisión de la Comisión Política.
Art. 62- La célula vincula estrechamente al Partido con la clase obrera, los campesinos y demás clases populares. Sus principales tareas son:
a) Realizar trabajo de dirección, agitación, propaganda y organización entre las masas; difundir entre ellas el marxismo-leninismo, su línea política, su prensa y literatura.
b) Organizar a los trabajadores y a la población de su jurisdicción para la lucha general de la clase obrera y el pueblo, por la liberación nacional y social. Conocer de las necesidades y sentimientos de los trabajadores y del pueblo y comunicarlo a los órganos superiores del Partido. Discutir los problemas de 1as masas y esforzarse de manera creadora por encontrarles soluciones adecuadas. Hacer que los miembros del partido tengan participación activa en los sindicatos y organismos de masas, atendiendo a los problemas políticos, económicos y culturales de los trabajadores y del pueblo, para que se organicen y luchen por la solución de todos los problemas que les afectan.
c) Reclutar sistemáticamente nuevos afiliados, educándolos políticamente y ayudándoles a asimilar los fundamentos del marxismo-leninismo.
d) Desarrollar la crítica y la autocrítica, para proceder a la corrección de los errores, mejorar el trabajo del Partido y educar a los afiliados en el espíritu de lucha intransigente frente a los defectos en el trabajo del Partido.
e) Hacer llegar Fondos al Partido.
CAPITULO XI
GRUPOS DEL PARTIDO EN LAS ORGANIZACIONES DF MASAS
Art. 63- Los miembros del Partido que pertenezcan a una misma organización de masas, o algunos de ellos, según lo estime conveniente el organismo superior correspondiente, constituirán un Grupo del Partido. El trabajo en Grupo del Partido no exime a los miembros del deber fundamental de pertenecer a una célula. El Grupo del Partido no es un organismo de base del Partido, sino solo un órgano auxiliar que agrupa a los miembros del Partido en las organizaciones de masas; su misión es coordinar el trabajo, acrecentar la influencia del Partido y aplicar la línea política en ese sector.
Art. 64- Los Grupos del Partido están subordinados a los correspondiente (asi en el original) organizaciones del Partido (Comité Central, Comité Departamental, Comité Local o de Barrio), y tiene la obligación de regirse por las resoluciones de los organismos dirigentes del Partido y por sus propias resoluciones adoptadas dentro de la línea política de éste.
CAPITULO XII
EL PARTIDO Y LA JUVENTUD COMUNISTA
Art. 65- La Juventud Comunista de El Salvador (J.C.S.,) es una organización de jóvenes partidarios del marxismo que cuenta con iniciativa propia y constituye una activa auxiliar y reserva inagotable en la formación de nuevos miembros para el Partido.
Art. 66- La J.C.S. ayuda al Partido, de acuerdo con sus características y peculiaridades, a la tarea de organizar, educar y dirigir a las masas juveniles salvadoreñas, para incorporarlas a la lucha por sus propias reivindicaciones y a la lucha general del pueblo por la revolución de liberación nacional, anti-feudal y anti-imperialista.
Art. 67- Las organismos de la J.C.S. gozan del derecho de amplia iniciativa en el examen y planteamiento de sus problemas. La J.C.S, realiza sus actividades de acuerdo con sus Estatutos su Programa (sic!), las resoluciones emanadas de sus organismos, y bajo la dirección del Partido.
Art. 68- El principia rector de la estructura orgánica de la J.C.S. es el centralismo democrático.
Art. 69- Dejan de pertenecer a la J.C.S. los afiliados que ingresan al Partido o que sean candidatos a miembros, salvo el caso de que ocupe puestos de dirección en ella.
Art. 70- Durante el período de consolidación y organización de la J.C.S. el Partido Comunista de El Salvador prestará especial solicitud y tomará todas las medidas necesarias para asegurar el correcto proceso de su formación
CAPITULO XIII
DE LAS FINANZAS Y FONDOS DEL PARTIDO
Art. 71- Los ingresos del Partido están formados por las cuotas ordinarias y extraordinarias de todos los miembros del Partido, el producto de las campañas financieras, los aportes voluntarios de amigos y simpatizantes, y los fondos obtenidos por todos los medios que no comprometan en ninguna forma la independencia y el prestigio del Partido.
Art. 72- Los miembros del Partido que ocupan cargos de elección popular, deben entregar su sueldo íntegro al Partido, el que, de acuerdo con los salarios anteriormente devengados por aquellos, y tomando en cuenta sus nuevas necesidades y los gastos de representación de los cargos que ocupen les designará los sueldos que les permitan vivir honestamente, dentro de las posibilidades del Partido, considerándolos como funcionarios del mismo.
Art. 73- Las cuotas ordinarias se fijarán voluntariamente por los miembros del Partido y se pagarán mensualmente en el Comité de Base, pero en ningún caso podrán ser inferiores a las que resulten de aplicar las tabla siguiente: medio por ciento (1/2%) para los que tengan un salario mensual hasta de 5O colones; uno por ciento (1%) para los que tengan un salario mensual mayor de 50 colones hasta 200 colones; dos por ciento (2%) para los que tengan un salario mensual mayor de 200 colones hasta 300 colones; tres por ciento (3%) para los que tengan un salario mayor de 300 colones hasta 500 colones.
Los que ganen más de 500 colones darán una cuota convenida con la Comisión de Finanzas del Comité Departamental respectivo, la cual nunca podrá ser menor del tres por ciento (3%). En los casos que por excesivas cargas familiares un miembro no pueda pagar la cuota que le corresponda según la tabla, podrá solicitar una reducción ante la Comisión de Finanzas.
Los compañeros que carezcan de ingresos monetarios pagarán una cuota simbólica convenida en su organismo de base.
Art. 74- La Comisión de Finanzas y la Comisión de Organización del Comité Central controlará el pago regular de las cuotas.
En casos especiales las células podrán disponer de parte de sus ingresos previa autorización del organismo inmediato superior.
Art. 75- La Comisión de Finanzas del Comité Central, elaborará el presupuesto general del Partido, cuyos fondos serán administrados por el responsable de la misma.
Art. 76- El Comité Central recibirá balances e informaciones periódicas de la Comisión de Finanzas del Comité Central, los revísar (a?) (sic!) y a su vez informará al Congreso del Partido.
Art. 77- El patrimonio del Partido está formando por sus ingresos, bienes muebles e inmuebles.
CAPITULO XIV
DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES
Art. 78- El Partido Comunista de El Salvador, consecuente con el internacionalismo proletario, mantendrá y fortalecerá constantemente las relaciones fraternales de solidaridad con los demás Partidos hermanos, aprovechando al máximo sus experiencias y enseñanzas. El desarrollo de estas relaciones corresponde a la Comisión Política del Comité Central.
Mantendrá solidaridad con todos los pueblos y procurará mantener relaciones con sus organizaciones revolucionarias.

Todos tienen un acento (sí, tú también)

Todos tienen un acento (sí, tú también)

Por Roberto Rey Agudo 18 de julio de 2018

Tengo acento. Y tú también.

Soy un inmigrante que ha pasado casi tanto tiempo en Estados Unidos como en mi país de origen, España. También soy el director de los programas de español y portugués de la Universidad Dartmouth. Estos dos factores explican, aunque solo parcialmente, por qué siento una debilidad especial por el programa The Americans, en el cual Keri Russell y Matthew Rhys interpretan a Elizabeth y Philip Jennings, un matrimonio de agentes encubiertos de la KGB que vive en los suburbios de Washington. Es imposible que sea el único que vio con buenos ojos que los nominaran al Emmy este año.

Lo que me interesa como lingüista es que los Jennings son, como lo dice el primer episodio, “espías supersecretos que viven en la casa de al lado” y “hablan mejor inglés que nosotros”. Ni siquiera su vecino, un agente del FBI que trabaja en el área de contraespionaje, sospecha nada.
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En el Perú, una alternativa a Machu Picchu aún oculta

Por la vida que llevo, inmerso a profundidad en el trabajo de enseñar y aprender otro idioma, fue divertido ver una serie en la cual la capacidad para hablar una segunda lengua de los personajes principales era tan crucial para la trama. Sin embargo, la premisa de que se puede hablar otro idioma sin acento es equivocada. En realidad, no es posible.

Peor aún, volver un fetiche ciertos acentos y menospreciar otros puede generar una verdadera discriminación al momento de presentarse en entrevistas laborales, al realizar evaluaciones de desempeño y al solicitar información para tener acceso a una vivienda, por tan solo mencionar algunas de las áreas en las que hablar o no hablar con determinado acento acarrea consecuencias graves. Es muy común que, en el hospital o en el banco, en la oficina o en un restaurante —incluso en el salón de clases—, acojamos la idea de que existe una manera correcta en la que nuestras palabras deben sonar y de que el acento perfecto es aquel que no solo es inaudible, sino también invisible.

Si se considera el problema desde un punto de vista sociolingüístico, no tener acento es imposible, punto final. El acento es tan solo una manera de hablar que toma forma mediante una combinación de geografía, clase social, educación, etnicidad e idioma materno. Yo tengo uno; tú tienes uno; todo el mundo tiene uno. No existe nada parecido al inglés perfecto, neutral y sin acento; ni el español, si es el caso, ni ningún otro idioma. Decir que alguien no tiene acento es tan creíble como afirmar que alguien no tiene rasgos faciales.

Lo sabemos pero, a pesar de todo, en un momento en que el porcentaje de los residentes en Estados Unidos que nacieron en el extranjero está en su punto más alto desde hace un siglo, la distinción entre “nativo” y “no nativo” se ha vuelto cada vez más mezquina, y vale la pena recordar una y otra vez: nadie habla sin acento.

Decir que alguien no tiene acento es tan creíble como afirmar que alguien no tiene rasgos faciales.

Cuando decimos que alguien tiene acento, por lo general nos referiremos a una de dos cosas: a un acento no nativo o al llamado “acento no estándar”. Los dos pueden tener consecuencias para sus hablantes. En otras palabras, vale la pena reconocer que la gente discrimina según el acento de su propio grupo lingüístico y que también lo hace en contra de las personas que se consideran foráneas lingüísticas. El estatus privilegiado del acento estándar se origina, claro está, en la educación y el poder socioeconómico.

El acento estándar no tiene que ser el mismo que el acento del estatus más alto. Simplemente es el acento dominante, el que se escucha con mayor frecuencia en los medios, el que se considera neutral. Los acentos nativos que no son estándar también están infrarrepresentados en los medios y, como en el caso de los acentos no nativos, es probable que se les estereotipe o se haga burla de ellos. Los términos como el southern drawl (se refiere a la forma en que la gente del sur de Estados Unidos arrastra las letras de las palabras), el midwestern twang (hace referencia a una especie de tono gangoso del Medio Oeste estadounidense) o el valley girl upspeak (manera de hablar estereotípica de algunas mujeres de California) enfatizan el estatus por capas que va ligado a formas de hablar particulares.

Estos juicios son básicamente sociales; para los lingüistas, las distinciones son arbitrarias. No obstante, la noción del acento neutral y perfecto es tan generalizada que los hablantes con acentos estigmatizados suelen internalizar el prejuicio al que se enfrentan. La reciente reevaluación del personaje de Apu en Los Simpson brinda un ejemplo importante de cómo los medios y la cultura popular utilizan los acentos para hacer chistes fáciles y molestos.

Cuando aprendes un idioma, el acento marcado también suele venir acompañado de otros rasgos, como un vocabulario limitado o errores gramaticales. En el salón de clases, entendemos que es una etapa normal en el desarrollo del dominio de un idioma. A mi familia de Madrid le habría costado trabajo entender el español de los alumnos angloparlantes que cursan mi clase de primer semestre.

Debemos hacer a un lado la ilusión de que hay una forma de hablar única y auténtica.

Posteriormente, los mismos alumnos estudian en el extranjero —en Barcelona, Cusco o Buenos Aires— y a menudo tienen problemas para hacerse entender. Sin embargo, es tal el privilegio del inglés —y esto es clave— que nadie que escuche sus acentos estadounidenses supone que son menos capaces, menos ambiciosos o menos honestos porque sus erres no vibran mejor. No obstante, este es exactamente el tipo de supuesto que un acento español —y muchos muchos otros— podría producir en Estados Unidos.

Es cierto que un acento marcado puede interferir en la manera en que te haces entender. La gente que aprende inglés como segunda lengua y otras personas reciben el buen consejo de trabajar en su pronunciación. Como maestro, intento dirigir a mis estudiantes hacia alguna versión de ese ideal fallido, el acento nativo. Una de las ironías del asunto es que, junto con la mayoría de mis colegas profesores de los veinte países (sin contar a Puerto Rico) donde el español es el idioma oficial, desde hace mucho tiempo perdimos las entonaciones que surgen de la clase social y la región y el vocabulario específico que constituyen, o alguna vez lo hicieron, nuestros acentos nativos. No quiero decir que debemos olvidar el objetivo de entablar una comunicación que se entienda con facilidad… es evidente que esa no ha dejado de ser la meta. Sin embargo, debemos hacer a un lado la ilusión de que hay una forma de hablar única y auténtica.

El inglés es un idioma global con muchas variedades nativas y no nativas. A nivel mundial, los angloparlantes no nativos superan a los nativos en un rango de tres a uno. Incluso en Estados Unidos, el país con la población más grande de angloparlantes nativos, hay casi 50 millones de hablantes de inglés como segunda lengua, de acuerdo con un estimado. ¿Cuál podría ser siquiera el significado de sonar como un nativo cuando para tantos angloparlantes el inglés es su segunda lengua? A menos que seas un espía encubierto como los Jennings, es contraproducente considerar que la pronunciación nativa es la barrera que debes superar.

El acento por sí solo es una medida superficial del dominio de un idioma, el equivalente lingüístico de juzgar a las personas por su apariencia. Más bien deberíamos ser más conscientes de nuestros prejuicios lingüísticos y aprender a escuchar mejor antes de crearnos juicios. ¿Qué tan amplio y variado es el vocabulario de la persona? ¿Puede participar en la mayoría de las interacciones diarias? ¿Cuántos detalles puede dar cuando vuelve a contar algo? ¿Puede defenderse a sí misma en una discusión?

La discriminación lingüística con base en el acento no es solo una idea académica. Hay experimentos que demuestran que la gente suele hacer suposiciones con estereotipos negativos sobre los hablantes con acento no nativo. El efecto se extiende hasta el prejuicio en contra de los hablantes nativos cuyos nombres o etnicidad son extranjeros. Los estudios revelan que, cuando los hablantes no nativos responden a la publicidad de viviendas, es más probable que, en promedio, sus conversaciones con los posibles arrendadores sean infructuosas en comparación con las personas que hablan “sin acento”.

Así que espero que te guste mi acento tanto como a mí me gusta el tuyo.

Roberto Rey Agudo es el director del programa de idiomas del Departamento de Español y Portugués en la Universidad Dartmouth y miembro del programa Public Voices Fellows de OpEd Project.

Epistemologías del Sur

Epistemologías del Sur
Boaventura de SOUSA SANTOS
Director del Centro de Estudios Sociales, Facultad de Economía,
Universidad de Coimbra, Portugal.
Recibido: 22-05-2011 • Aceptado: 12-07-2011

INTRODUCCIÓN

Contrario al trompeteo triunfalista del pensamiento convencional burgués y la jeremiada pesimista del pensamiento crítico eurocéntrico, yo he venido insistiendo, por todo el mundo, que hay alternativas prácticas al actual status quo del que, no obstante, raramente nos damos cuenta, simplemente porque tales alternativas no son visibles ni creíbles para nuestras maneras de pensar. He venido reiterando, por lo tanto, que no necesitamos alternativas, sino más bien maneras alternativas de pensamiento.

En los últimos diez años he intentado someter esta idea a prueba analizando, primero, el Foro Social Mundial, proceso que empezó en Porto Alegre en 2001 y, más recientemente los procesos políticos en Bolivia y Ecuador .
En el primer caso, he usado el FSM para demostrar la existencia de una globalización contra-hegemónica; en el segundo, me he centrado en las intensas movilizaciones políticas, en particular, en los movimientos indígenas, que han posibilitado sendas Constituciones políticas altamente innovadoras que contienen la promesa de concepciones alternativas del estado (plurinacionalidad, democracia participativa), del desarrollo (Sumak Kawsay o buen vivir) y de los derechos humanos (incluyendo, los derechos de la naturaleza). Como sus nombres lo indican, algunas de estas alternativas recurren a filosofías y visiones del mundo no occidentales.
La primera se ocupa del límite de la tradición crítica occidento-céntrica para analizar y evaluar procesos políticos que recurren a universos simbólicos y culturales contrarios a los que subyacen en aquella tradición. La segunda cuestión concierne la exploración de alternativas epistemológicas y teóricas que proveerán eventualmente una salida de la calle ciega en la que la tradición crítica occidento-céntrica parece estar atrapada.
En este trabajo, expongo el contexto intelectual y social que genera este tipo de cuestionamiento y ofrezco algunos ejercicios prelimares que conciernen el fundamento epistemológico de una respuesta adecuada a esas preguntas.
En relación al contexto, describo los desafíos que confronta la tradición crítica occidental bajo los siguientes enunciados: lo viejo y lo nuevo; la pérdida de sustantivos críticos; la relación fantasmal entre la teoría crítica y la transformación social; el fin del capitalismo sin fin; el fin del colonialismo sin fin.
Con respecto a las nuevas direcciones epistemológicas, ofrezco como sugerencias las epistemologías del Sur basadas en las ecologías de los conocimientos y sobre la traducción intercultural.
1.EL PROYECTO YASUNI: ¿MUY VIEJO O MUY NUEVO?
Ilustraré los nuevos campos de alternativas hasta ahora “desaprovechados” o ignorados por la tradición crítica occidental a través de una de las transformaciones siendo propuesta en América Latina: el proyecto Yasuni ITT en Ecuador, proyecto extremamente controversial como lo demostró el pasado coup d’état en Ecuador.
El proyecto Ishpingo-Tambococha-Tiputini (ITT), presentado por primera vez en 2007 por el entonces ministro de Energía y Minas, el gran intelectual y activista Alberto Acosta, que posteriormente fue presidente de la Asamblea Constituyente, es una alternativa al modelo capitalista extractivista de desarrollo que hoy prevalece en América Latina. Se trata de un ejercicio de corresponsabilidad internacional que apunta hacia una nueva relación entre los países más y menos desarrollados y hacia un nuevo modelo de desarrollo: el modelo post-petrolífero.
Ecuador es un país pobre a pesar de o a causa de ser rico en petróleo. Su economía depende fuertemente de la exportación de petróleo: el rendimiento petrolífero constituye el 22% del producto interior bruto y el 63% de las exportaciones. La destrucción humana y ambiental causada por este modelo económico en la Amazonia es verdaderamente impactante.
Como consecuencia directa de la explotación de petróleo por parte de Texaco-Chevron, más tarde-, entre 1960 y 1990, desaparecieron dos pueblos amazónicos enteros: los tetetes y los sansahauris.
La iniciativa ecuatoriana trata de romper con este pasado y consiste en lo siguiente. El Estado ecuatoriano se compromete a dejar en el subsuelo reservas de petróleo calculadas en 850 millones de barriles existentes en tres pozos – Ishpingo, Tambococha y Tiputini, de ahí el acrónimo de la iniciativa – del Parque Nacional amazónico Yasuní, una de las regiones más ricas en biodiversidad del planeta, a condición de que los países más desarrollados compensen a Ecuador con la mitad de los ingresos que el Estado ecuatoriano dejaría de obtener a consecuencia de esa decisión.
El cálculo prevé que la explotación generará, a lo largo de 13 años, un rendimiento de 4 a 5 billones de euros y emitirá para la atmósfera 410 millones de toneladas de CO2. Esto podría evitarse si Ecuador fuese compensado con cerca de 2 billones de euros mediante un doble compromiso.
Ese dinero se destinaría a inversiones ambientalmente correctas: energías renovables, reforestación, etc.; y el dinero se recibiría bajo la forma de certificados de garantía, unos créditos que los países “donantes” recuperarían, y con intereses, en el caso de que Ecuador explotara el petróleo.
Contrariamente al Protocolo de Kioto, esta propuesta no busca crear un mercado del carbono; busca evitar su emisión. No se limita, por tanto, a apelar a la diversificación de las fuentes energéticas; sugiere la necesidad de reducir la demanda de energía, cualesquiera sean sus fuentes, lo que implica un cambio de estilo de vida. Combina preocupaciones medioambientales occidento-céntricas con concepciones indígenas de la Pachamama (Madre
Tierra).
Vindica el derecho de la naturaleza a ser protegida como ente viviente siempre que la estabilidad y regeneración de sus ciclos vitales son amenazados. Proclama la idea de Sumak Kawsay, buen vivir, como una alternativa a las concepciones de desarrollo occidento-céntricas (todas ellas consideradas insustentables) y al crecimiento infinito.
Debe ser interpretada como una contribución indígena al mundo entero, pues está ganando adeptos en sectores cada vez más amplios de ciudadanos y movimientos a medida que se va haciendo evidente que la degradación ambiental y la depredación de los recursos naturales, además de insustituibles y socialmente injustas, conducen al suicidio colectivo de la humanidad.
La turbulencia política interna que esta propuesta provocó es una señal clara de la magnitud de lo que la propuesta envuelve. Lo que está en causa es la primera gran ruptura con el modelo económico desarrollista-extractivista que desde el periodo colonial ha dominado el hemisferio. La posibilidad de convertirse en un precedente para otras iniciativas similares en otros países es muy amenazante para al capitalismo global y en especial para los poderosos intereses petroleros.
Por otro lado, la propuesta exige un padrón igualmente nuevo de cooperación internacional, una cooperación sustentable a lo largo de muchos años que equilibre dos intereses igualmente fuertes: el interés de Ecuador en preservar su soberanía nacional dados los riesgos en que incurre al internacionalizar sus planes de desarrollo; y los intereses de los contribuyentes internacionales de que sus contribuciones no se desvíen para fines que no sean los acordados.
Será una cooperación muy distinta de la que ha dominado las relaciones centro-periferia en el sistema mundial moderno, dominada por el imperialismo, los estándares dobles, los ajustes estructurales, el trueque desigual, el alineamiento forzado, etc.
Esta propuesta plantea varios desafíos teóricos y políticos. Probablemente el primero sea cómo lidiar con la ubicación temporal de esta iniciativa. ¿Es nueva en tanto apunta a un futuro post-capitalista y constituye una novedad sin precedentes dentro de la lógica moderna de desarrollo, o es nueva, más bien, porque exige un retorno sin precedentes al antiguo pasado pre-capitalista y porque está enraizada en concepciones de la naturaleza no-occidentales?
En el primer caso, la novedad se acerca a la utopía; en el segundo, al anacronismo.
A continuación presentaré algunos de los dilemas analíticos.
No es fácil analizar procesos sociales, políticos y culturales nuevos o innovadores. Existe un riesgo real de someterlos a marcos conceptuales y analíticos viejos que son incapaces de captar su novedad y por ello propensos a desvalorizar, ignorar o demonizarlos.
Esta dificultad lleva a un dilema no inmediatamente obvio: sólo es posible crear nuevos marcos conceptuales y analíticos sobre la base de los procesos que generan la necesidad misma de crearlos. ¿Cómo se definiría esta necesidad? ¿Cómo se debería sentirla?
Esta necesidad es metateórica y metaanalítica, es decir, implica la escogencia política para poder considerar semejante proceso como nuevo, y no como extensiones de los viejos procesos. No se trata de una escogencia que pueda adecuadamente teorizarse a sí misma, puesto que los mismos procesos, a excepción del caso de rupturas estructurales totales, podrían decidirse por cualesquiera de las escogencias por razones igualmente creíbles. Detrás de la escogencia hay una apuesta y un acto de voluntad e imaginación, más que un acto de razón especulativa.
Escoger la novedad implica una novedad voluntariosa. ¿Qué fundamenta esta voluntad? Un sentido de incomodidad y no-conformismo con respecto a nuestro presente, un presente que no deseamos perpetuar porque creemos que merecemos algo mejor. Por supuesto, para que la apuesta sea creíble es necesario invocar argumentos sensatos. Pero tales argumentos circulan en contra de un trasfondo incierto y de la ignorancia, los ingredientes mismos de la apuesta.
El asunto se vuelve aún más complejo una vez que la novedad mira el futuro apuntando al pasado, e incluso al pasado antiguo. Para un modo de pensamiento enmarcado en la concepción moderna del tiempo lineal esto es absurdo: cualquier objetivo de volver al pasado es viejo y no nuevo. Para ser mínimamente consistente esto debe suponer la invención del pasado en cuyo caso el por qué y el cómo de la invención se convierten en la cuestión. Esto nos regresa a la cuestión de la novedad.
Esta dificultad podría tal vez ser mayor: la apuesta exitosa en la novedad no implica la sustentabilidad de la novedad exitosa. En otras palabras, un inequívoco proceso nuevo o novel podría fracasar precisamente por ser nuevo. Lo nuevo debe lidiar no sólo con el autoevidente dejá vu (conceptos y teorías viejas), sino también con las fuerzas sociales y políticas que se movilizan con particular eficiencia cuando son confrontadas con algo nuevo.
El significado fundamental del conservadurismo reside en su resistencia a lo nuevo que, en su mejor expresión, se concibe como una amenaza a lo que puede lograrse por medio de lo viejo. Este conservadurismo puede emerger tanto de la derecha como de la izquierda.
De nuevo aquí la posible naturaleza dual de la novedad regresa. El conservadurismo será confrontado en dos modos contrastivos: bien porque lo nuevo no tiene precedente en el pasado, bien porque lo nuevo recurre a un pasado demasiado antiguo para pertenecer a la concepción conservadora del pasado.
En el caso particular de América Latina, reclamar un pasado pre-colonial es una propuesta revolucionaria para los conservadores y es por esto totalmente rechazada por ellos.
Existe aún una tercera dificultad. Lo nuevo o novel sólo puede ser analizado en sus propios términos mientras ocurre. Una vez que la incidencia concluye – el momento y la naturaleza de la conclusión suelen ser muy polémicos – deja de ser nuevo. Lo viejo se aferra, tanto a lo viejo-viejo como a lo nuevo-viejo. Para resistir a la conclusión, la apuesta en lo nuevo deber ser seguida por la apuesta en la no-conclusión, en el Todavía-No.
La segunda apuesta requiere que el análisis deba ser siempre tan abierto e incompleto como aquello que está siendo analizado. Esta apuesta acompaña los procesos en curso en tiempo real analítico, por así decir. Lo que está siendo analizado hoy puede ya no existir mañana. La significación política puede incluso cambiar rápidamente, tan rápido como fuerzas políticas diferentes destruyen, cooptan o subvierten las agendas de sus adversarios.
Cualquier construcción teórico-analítica por lo tanto tiene necesariamente una dimensión pragmática. Semejante dimensión no debe sin embargo concebirse como la vanguardia de un proceso social y político en curso, siempre al borde de ser traicionado por la realidad mediocre. Por el contrario, es más bien una construcción en retaguardia que examina cómo los procesos sociales y políticos más estimulantes acumulan temas olvidados, alianzas perdidas, errores no reconocidos, promesas incumplidas, y traiciones disfrazadas.
EL FIN DE LO QUE NO TIENE FIN
Dos dificultades persiguen en los últimos treinta años al pensamiento crítico de raíz occidental. Son dificultades casi dilemáticas porque ocurren a nivel de la propia imaginación política que sostiene la teoría crítica y, en última instancia, la política emancipadora.
EL FIN DEL CAPITALISMO SIN FIN
La primera dificultad de la imaginación política puede formularse así: es tan difícil imaginar el fin del capitalismo cuanto es difícil imaginar que el capitalismo no tenga fin.
Esta dificultad ha fracturado el pensamiento crítico en dos vertientes que sostienen dos opciones políticas de izquierda distintas. La primera vertiente se ha dejado bloquear por la primera dificultad (la de imaginar el fin del capitalismo). En consecuencia, dejó de preocuparse por el fin del capitalismo y, al contrario, centró su creatividad en desarrollar un modus vivendi con el capitalismo que permita minimizar los costos sociales de la acumulación capitalista dominada por los principios del individualismo (versus comunidad), la competencia (versus reciprocidad) y la tasa de ganancia (versus complementariedad y solidaridad).
La socialdemocracia, el keynesianismo, el Estado de Bienestar y el Estado Desarrollista de los años 60 del siglo pasado son las principales formas políticas de este modus vivendi. En el Continente, el Brasil del Presidente Lula es hoy el ejemplo más elocuente de esta vertiente de la tradición crítica y de la política que ella sostiene.
Es una socialdemocracia de nuevo tipo, no asentada en derechos universales sino en significativas transferencias condicionadas de dinero a los grupos sociales considerados vulnerables. Es también un Estado neo-desarrollista que articula el nacionalismo económico mitigado con la obediencia resignada a la ortodoxia del comercio internacional y de las instituciones del capitalismo global.
La otra vertiente de la tradición crítica no se deja bloquear por la primera dificultad y, en consecuencia, vive intensamente la segunda dificultad (la de imaginar cómo será el fin del capitalismo). La dificultad es doble ya que, por un lado, reside en imaginar alternativas pos-capitalistas después del colapso del “socialismo real” y, por otro, implica imaginar alternativas pre-capitalistas anteriores a la conquista y al colonialismo.
Aun cuando usa la noción de “socialismo”, busca calificarla de varias maneras –la más conocida es “socialismo del siglo XXI”– para mostrar la distancia imaginaria que existe entre lo que propone y lo que en el siglo pasado se presentó como socialismo. Los procesos políticos en curso hoy en día en Bolivia, Venezuela y Ecuador representan muy bien esta vertiente.
Esta dificultad de la imaginación política no está igualmente distribuida en el campo político: si los gobiernos imaginan el pos-capitalismo a partir del capitalismo, los movimientos indígenas imaginan el pos-capitalismo a partir del pre-capitalismo. Pero ni unos ni otros imaginan el capitalismo sin el colonialismo interno.
La coexistencia de estas dos vertientes son formas de respuesta a la imaginación política es lo que más creativamente caracteriza el continente latinoamericano de este período.
Son muy distintas en los pactos sociales que las sostienen y en los tipos de legitimación que buscan, así como en la duración del proceso político que protagonizan. La primera, más que interclasista, es transclasista en la medida en que propone a las diferentes clases sociales un juego de suma positiva en el que todos ganan, permitiendo alguna reducción de la desigualdad en términos de ingresos sin alterar la matriz de producción de dominación clasista.
Por otro lado, la legitimación resulta del aumento de las expectativas de los históricamente excluidos sin disminuir significativamente las expectativas de los históricamente incluidos y súper-incluidos. La idea de lo nacional-popular gana credibilidad en la medida en que el tipo de inclusión (por vía de ingresos transferidos del Estado) oculta eficazmente la exclusión (clasista) que simultáneamente sostiene la inclusión y establece sus límites.
Por último, el proceso político tiene un horizonte muy limitado, producto de una coyuntura internacional favorable, y de hecho se cumple con los resultados que obtiene (no con los derechos sociales que hace innecesarios) sin preocuparse por la sustentabilidad futura de los resultados (siempre más contingentes que los derechos).
En el caso de la segunda vertiente, el pacto social es mucho más complejo y frágil porque: 1) la lucha de clases está abierta y la autonomía relativa del Estado reside en su capacidad de mantenerla en suspenso al gobernar de manera sistemáticamente contradictoria (la confusión resultante torna posible el armisticio pero no la paz); y 2) en la medida en que la explotación capitalista se combina con las dominaciones propias del colonialismo interno, las clases entre las cuales sería posible un pacto están atravesadas por identidades culturales y regionales que multiplican las fuentes de los conflictos y hacen la institucionalización de estos mucho más problemática y precaria. Puede así ocurrir un interregno de legitimación.
La legitimidad nacional-popular ya no es viable (porque la nación ya no puede omitir la existencia de naciones que quedarán fuera del proceso de democratización) y la legitimidad plurinacional-popular no es todavía posible (las naciones no saben todavía cómo se pueden sumar a una forma de Estado adecuada). Lo popular, al mismo tiempo que cuestiona a las clases dominantes por hacer de la nación cívica una ilusión de resultados (ciudadanía excluyente), cuestiona también la nación cívica por ser la ilusión originaria que hace posible la invisibilidad/exclusión de las naciones étnico-culturales.
Las transferencias financieras del Estado a los grupos vulnerables son de hecho procesos internos de inter-nacionalidad, pero paradójicamente tienden a polarizar las relaciones entre la nación cívica y las naciones étnico-culturales. La redistribución de la riqueza nacional no produce legitimidad si no es acompañada por la redistribución de la riqueza plurinacional (autonomía, autogobierno, reconocimiento de la diferencia, interculturalidad).
Por esta razón, el proceso político tiene necesariamente un horizonte más amplio porque sus resultados no son independientes de derechos y más aún de derechos colectivos que incorporan transformaciones políticas, culturales, de mentalidades y de subjetividades.
Las dos vertientes de la difícil imaginación política emancipadora, a pesar de ser muy distintas, comparten tres complicidades importantes. Primero, las dos son realidades políticas a partir de movilizaciones populares muy fuertes. Hoy es evidente en varios países del Continente que las clases populares tienen disponibilidad para “la asunción de nuevas creencias colectivas”, como diría Zavaleta .
Las mediaciones democráticas parecen más fuertes y si no sustituyen las formas tradicionales de dominio, por lo menos las enmascaran o hacen su ejercicio más costoso para las clases dominantes. Segundo, las dos vertientes amplían el mandato democrático en la misma medida en que amplían la distancia entre las experiencias comunes de las clases populares y sus expectativas en cuanto al futuro.
Tercero, las dos vertientes usan un espacio de maniobra que el capitalismo global ha creado sin poder interferir significativamente en la configuración o permanencia de ese espacio, incluso si para la segunda vertiente esta incapacidad resulta de la inexistencia de un movimiento fuerte de globalización contra-hegemónica o de una nueva Internacional.
EL FIN DEL COLONIALISMO SIN FIN
La segunda dificultad de la imaginación política latinoamericana progresista puede formularse así: es tan difícil imaginar el fin del colonialismo cuanto es difícil imaginar que el colonialismo no tenga fin. Parte del pensamiento crítico se ha dejado bloquear por la primera dificultad (imaginar el fin del colonialismo) y el resultado ha sido la negación de la existencia misma del colonialismo.
Para esta vertiente las independencias significaron el fin del colonialismo y por eso el anti-capitalismo es el único objetivo político legítimo de la
política progresista. Esta vertiente del pensamiento crítico se centra en la lucha de clases y no reconoce la validez de la lucha étnico-cultural. Al contrario, valora el mestizaje, que caracteriza específicamente el colonialismo ibérico como manifestación adicional de la superación del colonialismo. Paralelamente, la idea de democracia racial es celebrada como realidad y no defendida como aspiración.
Al contrario, la otra vertiente de la tradición crítica parte del presupuesto de que el proceso histórico que condujo a las independencias es la prueba de que el patrimonialismo y el colonialismo interno no sólo se mantuvieran después de las independencias, sino que en algunos casos incluso se agravaron. La dificultad de imaginar la alternativa al colonialismo reside en que el colonialismo interno no es sólo ni principalmente una política de Estado, como sucedía durante el colonialismo de ocupación extranjera; es una gramática social muy vasta que atraviesa la sociabilidad, el espacio público y el espacio privado, la cultura, las mentalidades y las subjetividades.
Es, en resumen, un modo de vivir y convivir muchas veces compartido por quienes se benefician de él y por los que lo sufren. Para esta vertiente de la tradición crítica la lucha anti-capitalista tiene que ser conducida de modo paralelo a la lucha anti-colonialista. La dominación de clase y la dominación étnico-racial se alimentan mutuamente, por tanto, la lucha por la igualdad no puede estar separada de la lucha por el reconocimiento de la diferencia.
Para esta vertiente el desafío del post-colonialismo tiene en el Continente un carácter originario. Nadie lo formuló de manera tan elocuente como José Mariátegui cuando, al referirse a la sociedad peruana (pero aplicable a las otras sociedades latinoamericanas), hablaba del pecado original de la conquista: “el pecado de haber nacido y haberse formado sin el indio y contra el indio” . Y todos sabemos que los pecados originales son de muy difícil redención.
Los dos desafíos a la imaginación política progresista del continente latinoamericano – el pos-capitalismo y el pos-colonialismo – y el tercer desafío de las relaciones entre ambos marcan la turbulencia que actualmente atraviesa las ecuaciones que planteaba René Zavaleta :
forma clase/forma multitud; sociedad civil/comunidad; Estado/nación; transformación por la vía del excedente económico/transformación por la vía de la disponibilidad democrática del pueblo.
Estos tres desafíos son de hecho las corrientes de larga duración, las aguas profundas del Continente que ahora afloran a la superficie de la agenda política debido al papel protagónico de los movimientos indígenas, campesinos, afro-descendientes y feministas en las tres últimas décadas.
El papel protagónico de estos movimientos, sus banderas de lucha y las dos dificultades de la imaginación política progresista ya mencionadas son precisamente los factores que determinan la necesidad de tomar alguna distancia en relación a la tradición crítica eurocéntrica.
Además de ellos, hay dos otros factores de raíz teórica que refuerzan esa necesidad: la pérdida de los sustantivos críticos y la relación fantasmal entre la teoría y la práctica.
LA PÉRDIDA DE LOS SUSTANTIVOS CRÍTICOS
Hubo un tiempo en que la teoría crítica era “propietaria” de un conjunto vasto de sustantivos que marcaban su diferencia en relación a las teorías convencionales o burguesas.
Entre ellos: socialismo, comunismo, dependencia, lucha de clases, alienación, participación, fetichismo de las mercancías, frente de masas, etc. Hoy, aparentemente, casi todos los sustantivos desaparecieron. En los últimos treinta años la tradición crítica eurocéntrica pasó a caracterizarse y distinguirse por vía de los adjetivos con que califica los sustantivos propios de las teorías convencionales.
Así, por ejemplo, si la teoría convencional habla de desarrollo, la teoría crítica hace referencia a desarrollo alternativo, democrático o sostenible; si la teoría convencional habla de democracia, la teoría crítica plantea democracia radical participativa o deliberativa; lo mismo con cosmopolitismo, que pasa a llamarse cosmopolitismo subalterno, de oposición o insurgente, enraizado; y con los derechos humanos, que se convierten en derechos humanos radicales, colectivos, interculturales. Hay que analizar con cuidado este cambio.
Los conceptos (sustantivos) hegemónicos no son, en el plano pragmático, una propiedad inalienable del pensamiento convencional o liberal. Como afirmo adelante, una de las dimensiones del contexto actual del Continente es precisamente la capacidad que los movimientos sociales han mostrado para usar de modo contra-hegemónico y para fines contra-hegemónicos instrumentos o conceptos hegemónicos .
Hay que tener en cuenta que los sustantivos aún establecen el horizonte intelectual y político que define no solamente lo que es decible, creíble, legítimo o realista sino también, y por implicación, lo que es indecible, increíble, ilegitimo o irrealista. O sea, al refugiarse en los adjetivos, la teoría acredita en el uso creativo de la franquicia de sustantivos, pero al mismo tiempo acepta limitar sus debates y propuestas a lo que es posible dentro de un horizonte de posibilidades que originariamente no es lo suyo.
La teoría crítica asume así un carácter derivado que le permite entrar en un debate pero no le permite discutir los términos del debate y mucho menos discutir el por qué de la opción por un debate dado y no por otro. La eficacia del uso contra-hegemónico de conceptos o instrumentos hegemónicos es definida por la conciencia de los límites de ese uso.
Estos límites son ahora más visibles en el continente latinoamericano en un momento en que las luchas sociales están orientadas a resemantizar viejos conceptos y, al mismo tiempo, a introducir nuevos conceptos que no tienen precedentes en la teoría crítica eurocéntrica, tanto más que no se expresan en ninguna de las lenguas coloniales en que fue construida. Si la distancia en relación a esta última no ocurre con éxito, el riesgo radica en no aplicar ni la sociología de las ausencias ni la sociología de las emergencias a las novedades políticas del Continente o, en otras palabras, no identificar o valorar adecuadamente tales novedades.
LA RELACIÓN FANTASMAL ENTRE TEORÍA Y PRÁCTICA
La discrepancia entre la teoría y la práctica es casi constitutiva del pensamiento crítico occidental del siglo XX. Después del optimismo epistemológico del primer Gyorgy Lukács (o de la Historia de la Conciencia de Clase), el pesimismo se instaló representado por la Escuela de Frankfurt Theodor W. Adorno y Max Horkheimer.
Pero pienso que hoy en día estamos confrontados con un fenómeno nuevo, a saber la enorme discrepancia entre lo que está previsto en la teoría y las prácticas más transformadoras en curso en el Continente.
En los últimos treinta años las luchas más avanzadas fueron protagonizadas por grupos sociales (indígenas, campesinos, mujeres, afro-descendientes, piqueteros, desempleados) cuya presencia en la historia no fue prevista por la teoría crítica eurocéntrica. Se organizaron muchas veces según formas (movimientos sociales, comunidades eclesiales de base, piquetes, autogobierno, organizaciones económicas populares) muy distintas de las privilegiadas por la teoría: el partido y el sindicato.
No habitan los centros urbanos industriales sino lugares remotos en las alturas de los Andes o en llanuras de la selva amazónica. Expresan sus luchas muchas veces en sus lenguas nacionales y no en ninguna de las lenguas coloniales en que fue redactada la teoría crítica. Y cuando sus demandas y aspiraciones son traducidas en las lenguas coloniales, no emergen los términos familiares de socialismo, derechos humanos, democracia o desarrollo, sino dignidad, respeto, territorio, autogobierno, el buen vivir, la Madre tierra.
Esta discrepancia entre teoría y práctica tuvo un momento de gran visibilidad en el Foro Social Mundial (FSM), realizado la primera vez en Porto Alegre en 2001. El FSM ha mostrado que la brecha entre las prácticas de la izquierda y las teorías clásicas de la izquierda era más profunda que nunca. Desde luego, el FSM no se encuentra solo, como atestiguan las experiencias políticas de América Latina, la región donde surgió el FSM.
Desde el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas a la elección de Lula en Brasil; desde los piqueteros argentinos al Movimiento Sin Tierra(MST); desde los movimientos indígenas de Bolivia y Ecuador al Frente Amplio de Uruguay, a las sucesivas victorias de Hugo Chávez en Venezuela y a la elección de Evo Morales en Bolivia, de Fernando Lugo en Paraguay y de José Mujica en Uruguay; desde la lucha continental contra el ALCA al proyecto de integración regional alternativo liderado por Hugo Chávez (ALBA) , nos encontramos con prácticas políticas que se reconocen como emancipadoras, pero que no estaban previstas por las grandes tradiciones teóricas de la izquierda eurocéntrica o que incluso las contradicen.
Como evento internacional y punto de encuentro de tantas prácticas de resistencia y proyectos de sociedad alternativos, el Foro Social Mundial ha dado una nueva dimensión a esta ceguera mutua – de la práctica frente a la teoría y de la teoría frente a la práctica – y ha creado las condiciones para una reflexión más amplia y profunda sobre este problema.
La ceguera de la teoría acaba en la invisibilidad de la práctica y, por ello, en su sub-teorización, mientras que la ceguera de la práctica acaba en la irrelevancia de la teoría. La ceguera de la teoría se puede observar en la manera en que los partidos convencionales de la izquierda, y los intelectuales a su servicio, se han negado inicialmente a prestar atención al FSM o han minimizado su significado. La ceguera de la práctica, a su vez, está manifiestamente presente en el desdén mostrado por la gran mayoría de activistas del FSM hacia la rica tradición teórica de la izquierda eurocéntrica y su total desprecio por su renovación.
Este desencuentro mutuo produce, en el terreno de la práctica, una oscilación extrema entre la espontaneidad revolucionaria o pseudo-revolucionaria y un posibilismo autocensurado e inocuo; y, en el terreno de la teoría, una oscilación igualmente extrema entre un celo reconstructivo post factum y una arrogante indiferencia por lo que no está incluido en semejante reconstrucción. En estas condiciones, la relación entre teoría y práctica asume características extrañas.
Por una parte, la teoría deja de estar al servicio de las prácticas futuras que potencialmente contiene, y sirve más bien para legitimar (o no) las prácticas pasadas que han surgido a pesar de sí misma. Deja de ser una orientación para convertirse en una ratificación de los éxitos obtenidos por omisión o confirmación de fracasos preanunciados.
Por otra, la práctica se justifica a sí misma recurriendo a un bricolaje teórico centrado en las necesidades del momento, formado por conceptos y lenguajes heterogéneos que desde el punto de vista de la teoría, no son más que racionalizaciones oportunistas o ejercicios retóricos. Desde el punto de vista de la teoría, el bricolaje teórico nunca se califica como teoría. Desde el punto de vista de la práctica, una teorización a posteriori es un mero parasitismo.
Las causas de esta relación fantasmal entre la teoría y la práctica son múltiples, pero la más importante es que mientras la teoría crítica eurocéntrica fue construida en unos pocos países europeos (Alemania, Inglaterra, Francia, Rusia e Italia) con el objetivo de influenciar en las luchas progresistas de esa región del mundo, las luchas más innovadoras y transformadoras vienen ocurriendo en el Sur en el contexto de realidades socio-político- culturales muy distintas.
Sin embargo, la distancia fantasmal entre teoría y práctica no es solamente el producto de las diferencias de contextos. Es una distancia más bien epistemológica o hasta ontológica. Los movimientos del continente latinoamericano, más allá de los contextos, construyen sus luchas con base en conocimientos ancestrales, populares, espirituales que siempre fueron ajenos al cientismo propio de la teoría crítica eurocéntrica.
Por otro lado, sus concepciones ontológicas sobre el ser y la vida son muy distintas del presentismo y del individualismo occidental. Los seres son comunidades de seres antes que individuos; en esas comunidades están presentes y vivos los antepasados así como los animales y la Madre tierra. Estamos ante cosmovisiones no occidentales que obligan a un trabajo de traducción intercultural para poder ser entendidas y valoradas.
En una perspectiva occidental, el régimen de historicidad que domina después de 1989 es el presentismo (dominio del presente sobre el pasado y el futuro), y aquí concuerdo con Hartog. Con todo, en las perspectivas epistemológicas no occidentales (por ejemplo, indígenas), el Occidente fue siempre presentista (como demuestra el pillaje llevado a cabo en la secuencia de la conquista del Nuevo Mundo) y su presentismo consistió en reivindicarse como señor absoluto de “su” futuro (no existe futuro más allá del futuro occidental) y en la negación de los pasados de los pueblos por ellos encontrados.
Por otro lado, a penas desde un punto de vista occidental podemos considerar que los pueblos indígenas dan prioridad al pasado. Para ellos, el pasado “forma parte” del presente. En el terreno, participé en diversas reuniones de los pueblos indígenas en el decurso de las cuales los antepasados eran invitados a formar parte de nuestro círculo de diálogo. Todos los antropólogos y sociólogos que trabajaron en estas regiones del mundo comparten ciertamente esta experiencia.
En su brillante recorrido por la historia progresista del continente latinoamericano y, en especial, por las varias “concepciones del mundo” de carácter contestatario y emancipador que dominaron Bolivia en los dos últimos siglos, Álvaro García Linera analiza de modo lapidario cómo la “narrativa modernista y teleológica de la historia” se transformó, a partir de cierto momento, en una ceguera teórica y un bloqueo epistemológico ante los nuevos movimientos emancipadores.
Dice García Linera:
Esta narrativa modernista y teleológica de la historia, por lo general adaptada de los manuales de economía y de filosofía, creará un bloqueo cognitivo y una imposibilidad epistemológica respeto a dos realidades que serán el punto de partida de otro proyecto de emancipación, que con el tiempo se sobrepondrá a la propia ideología marxista: la temática campesina y étnica del país .
La pérdida de los sustantivos críticos, combinada con la relación fantasmal entre la teoría crítica eurocéntrica y las luchas transformadoras en la región, no sólo recomiendan tomar alguna distancia en relación al pensamiento crítico pensado anteriormente dentro y fuera del Continente; mucho más que eso, exigen pensar lo impensado, o sea, asumir la sorpresa como acto constitutivo de la labor teórica.
Y como las teorías de vanguardia son las que, por definición, no se dejan sorprender, pienso que, en el actual contexto de transformación social y política, no necesitamos de teorías de vanguardia sino de teorías de retaguardia.
Son trabajos teóricos que acompañan muy de cerca la labor transformadora de los movimientos sociales, cuestionándola, comparándola sincrónica y diacrónicamente, ampliando simbólicamente su dimensión mediante articulaciones, traducciones, alianzas con otros movimientos. Es más un trabajo de artesanía y menos un trabajo de arquitectura. Más un trabajo de testigo implicado y menos de liderazgo clarividente. Aproximaciones a lo que es nuevo para unos y muy viejo para otros.
La distancia que propongo en relación a la tradición crítica eurocéntrica tiene por objetivo abrir espacios analíticos para realidades “sorprendentes” (porque son nuevas o porque hasta ahora fueron producidas como no-existentes), donde puedan brotar emergencias libertadoras. En las dos secciones siguientes indico algunos caminos por los cuales tal distancia se puede concretar.
LA DISTANCIA EN RELACIÓN A LA TRADICIÓN CRÍTICA EUROCÉNTRICA
Tomar distancia no significa descartar o echar a la basura de la historia toda esta tradición tan rica, y mucho menos ignorar las posibilidades históricas de emancipación social de la modernidad occidental. Significa asumir nuestro tiempo, en el continente latinoamericano, como un tiempo que revela una característica transicional inédita que podemos formular de la siguiente manera: tenemos problemas modernos para los cuales no hay soluciones modernas.
Los problemas modernos de la igualdad, de la libertad y de la fraternidad persisten en nosotros. Sin embargo, las soluciones modernas propuestas por el liberalismo y también por el marxismo ya no sirven, incluso si son llevadas a su máxima conciencia posible (para usar una expresión de Lucien Goldmann) como es el caso de la magistral reconstrucción intelectual de la modernidad occidental propuesta por Habermas.
Los límites de tal reconstrucción están inscritos en la versión dominante de la modernidad occidental de la que parte Habermas, que es, de hecho, una segunda modernidad construida a partir de la primera modernidad, la modernidad ibérica de los conimbricenses del siglo XVI .
Lo que caracteriza la segunda modernidad y le confiere su carácter dominante es la línea abismal que establece entre las sociedades metropolitanas (Europa) y las sociedades coloniales .
Esta línea abismal atraviesa todo el pensamiento de Habermas. Su extraordinaria lucidez permite verla, pero no superarla. Su teoría de la acción comunicativa, en cuanto nuevo modelo universal de racionalidad discursiva, es bien conocida. Habermas entiende que esa teoría constituye un telos de desarrollo para toda la humanidad y que con ella es posible rehusar tanto el relativismo como el eclecticismo.
Sin embargo, consultado sobre si su teoría, en particular su teoría crítica del capitalismo avanzado, podría ser útil a las fuerzas progresistas del Tercer Mundo, y si tales fuerzas podrían ser útiles a las luchas del socialismo democrático en los países desarrollados, Habermas respondió: “Estoy tentado a contestar no en ambos casos. Estoy consciente de que ésta es una visión limitada y eurocéntrica. Preferiría no tener que contestar” .
Esta respuesta significa que la racionalidad comunicativa de Habermas, a pesar de su proclamada universalidad, excluye de hecho la participación efectiva a unas cuatro quintas partes de la población del mundo. Esta exclusión es declarada en nombre de criterios de inclusión/exclusión cuya legitimidad reside en su supuesta universalidad.
Por esta vía, la declaración de exclusión puede ser simultáneamente hecha con la máxima honestidad (“Estoy consciente de que ésta es una visión limitada y eurocéntrica”) y con la máxima ceguera en relación a su no-sustentabilidad (o, para ser justos, la ceguera no es total si atendemos la salida estratégica adoptada: “Preferiría no tener que contestar”).
Por tanto, el universalismo de Habermas termina siendo un universalismo benévolo pero imperial, ya que controla en pleno la decisión sobre sus propias limitaciones, imponiendo a sí mismo, sin otros límites, lo que incluye y lo que excluye.
Más allá de las versiones dominantes hubo otras versiones de la modernidad occidental que fueron marginalizadas por dudar de las certezas triunfalistas de la fe cristiana, de la ciencia moderna y del derecho moderno que simultáneamente produjo la línea abismal y la hizo invisible. Me refiero, por ejemplo, a Nicolás de Cusa y Pascal, los cuales (junto con muchos otros igualmente olvidados) mantienen viva todavía hoy la posibilidad de un Occidente no occidentalista.
La distancia en relación a las versiones dominantes de la modernidad occidental conlleva así la aproximación a las versiones subalternas, silenciadas, marginalizadas de modernidad y de racionalidad, tanto occidentales como no occidentales.
Tomar distancia significa entonces estar simultáneamente dentro y fuera de lo que se critica, de tal modo que se torna posible lo que llamo la doble sociología transgresiva de las ausencias y de las emergencias. Esta “sociología transgresiva” es de hecho una demarche epistemológica que consiste en contraponer a las epistemologías dominantes en el Norte global, una epistemología del Sur en el sentido mencionado abajo.
SOCIOLOGÍA DE LAS AUSENCIAS
Por sociología de las ausencias entiendo la investigación que tiene como objetivo mostrar que lo que no existe es, de hecho, activamente producido como no-existente, o sea, como una alternativa no creíble a lo que existe. Su objeto empírico es imposible desde el punto de vista de las ciencias sociales convencionales. Se trata de transformar objetos imposibles en objetos posibles, objetos ausentes en objetos presentes.
La no-existencia es producida siempre que una cierta entidad es descalificada y considerada invisible, no-inteligible o desechable. No hay por eso una sola manera de producir ausencia, sino varias. Lo que las une es una misma racionalidad monocultural.
Distingo cinco modos de producción de ausencia o no-existencia: el ignorante, el retrasado, el inferior, el local o particular y el improductivo o estéril.
La primera lógica deriva de la monocultura del saber y del rigor del saber. Es el modo de producción de no existencia más poderoso. Consiste en la transformación de la ciencia moderna y de la alta cultura en criterios únicos de verdad y de cualidad estética, respectivamente.
La complicidad que une las “dos culturas” reside en el hecho de que se arrogan, en sus respectivos campos, ser cánones exclusivos de producción de conocimiento o de creación artística. Todo lo que el canon no legitima o reconoce es declarado inexistente.
La no existencia asume aquí la forma de ignorancia o de incultura.
La segunda lógica se basa en la monocultura del tiempo lineal, la idea según la cual la historia tiene sentido y dirección únicos y conocidos. Ese sentido y esa dirección han sido formulados de diversas formas en los últimos doscientos años: progreso, revolución, modernización, desarrollo, crecimiento, globalización. Común a todas estas formulaciones es la idea de que el tiempo es lineal y al frente del tiempo están los países centrales del sistema mundial y, junto a ellos, los conocimientos, las instituciones y las formas de sociabilidad que en ellos dominan. Esta lógica produce no existencia declarando atrasado todo lo que, según la norma temporal, es asimétrico en relación a lo que es declarado avanzado.
Bajo los términos de esta lógica, la modernidad occidental ha producido la no contemporaneidad de lo contemporáneo, la idea de que la simultaneidad esconde las asimetrías de los tiempos históricos que en ella convergen. El encuentro entre el campesino africano y el funcionario del Banco Mundial en trabajo de campo ilustra esta condición, un encuentro simultaneo entre no contemporáneos. En este caso, la no existencia asume la forma de residualización, la cual, a su vez, ha adoptado, en los últimos dos siglos, varias designaciones, la primera de las cuales fue la de lo primitivo o salvaje, siguiéndole otras como la de lo tradicional, lo pre-moderno, lo simple, lo obsoleto o lo subdesarrollado.
La tercera lógica es la lógica de la clasificación social, la cual se asienta en la monocultura de la naturalización de las diferencias. Consiste en la distribución de las poblaciones por categorías que naturalizan jerarquías. La clasificación racial y la clasificación sexual son las manifestaciones más señaladas de esta lógica. Al contrario de lo que sucede con la relación capital/trabajo, la clasificación social se basa en atributos que niegan la intencionalidad de la jerarquía social. La relación de dominación es la consecuencia y no la causa de esa jerarquía y puede ser, incluso, considerada como una obligación de quien es clasificado como superior (por ejemplo, “la carga del hombre blanco” en su misión civilizadora).
Aunque las dos formas de clasificación (raza y sexo) sean decisivas para que la relación capital/trabajo se estabilice y profundice globalmente, la clasificación racial fue la que el capitalismo reconstruyó con mayor profundidad, tal y como han mostrado, entre otros, Wallerstein y Balibar y, de una manera más incisiva, Césaire , Quijano , Mignolo , Dussel , Maldonado-Torres y Grosfoguel .
De acuerdo con esta lógica, la no existencia es producida bajo la forma de una inferioridad insuperable, en tanto que natural. Quien es inferior lo es porque es insuperablemente inferior y, por consiguiente, no puede constituir una alternativa creíble frente a quien es superior.
La cuarta lógica de la producción de inexistencia es la lógica de la escala dominante. En los términos de esta lógica, la escala adoptada como primordial determina la irrelevancia de todas las otras escalas posibles. En la modernidad occidental, la escala dominante aparece bajo dos formas principales: lo universal y lo global.
El universalismo es la escala de las entidades o realidades que se refuerzan independientemente de contextos específicos. Por eso, se adjudica precedencia sobre todas las otras realidades que dependen de contextos y que, por tal razón, son consideradas particulares o vernáculas.
La globalización es la escala que en los últimos veinte años adquirió una importancia sin precedentes en los más diversos campos sociales. Se trata de la escala que privilegia las entidades o realidades que extienden su ámbito por todo el globo y que, al hacerlo, adquieren la prerrogativa de designar entidades o realidades rivales como locales.
En el ámbito de esta lógica, la no existencia es producida bajo la forma de lo particular y lo local. Las entidades o realidades definidas como particulares o locales están aprisionadas en escalas que las incapacitan para ser alternativas creíbles a lo que existe de modo universal o global.
Finalmente, la quinta lógica de no existencia es la lógica productivista y se asienta en la monocultura de los criterios de productividad capitalista. En los términos de esta lógica, el crecimiento económico es un objetivo racional incuestionable y, como tal, es incuestionable el criterio de productividad que mejor sirve a ese objetivo. Ese criterio se aplica tanto a la naturaleza como al trabajo humano. La naturaleza productiva es la naturaleza máximamente fértil dado el ciclo de producción, en tanto que trabajo productivo es el trabajo que maximiza la generación de lucro igualmente en un determinado ciclo de producción.
Según esta lógica, la no existencia es producida bajo la forma de lo improductivo, la cual, aplicada a la naturaleza, es esterilidad y, aplicada al trabajo, es pereza o descalificación profesional.
Estamos así ante las cinco formas sociales principales de no existencia producidas o legitimadas por la razón eurocéntrica dominante: lo ignorante, lo residual, lo inferior, lo local o particular y lo improductivo. Se trata de formas sociales de inexistencia porque las realidades que conforman aparecen como obstáculos con respecto a las realidades que cuentan como importantes: las científicas, avanzadas, superiores, globales o productivas.
Son, pues, partes des-cualificadas de totalidades homogéneas que, como tales, confirmanlo que existe y tal como existe. Son lo que existe bajo formas irreversiblemente des-cualificadas de existir.
SOCIOLOGÍA DE LAS EMERGENCIAS
La sociología de las emergencias consiste en sustituir el vacío del futuro según el tiempo lineal (un vacío que tanto es todo como es nada) por un futuro de posibilidades plurales y concretas, simultáneamente utópicas y realistas, que se va construyendo en el presente a partir de las actividades de cuidado.
Llamar la atención acerca de las emergencias es, por naturaleza, algo especulativo y requiere alguna elaboración filosófica. El significado profundo de las emergencias puede ser detectado en las más diferentes tradiciones culturales y filosóficas. En lo que respecta a la filosofía occidental, las emergencias son un tema marginal y quien mejor lo trató, entre los autores contemporáneos, fue Ernst Bloch.
El concepto que preside la sociología de las emergencias es el concepto de “Todavía-No” (Noch nicht) propuesto por Bloch . Bloch se rebela contra el hecho de la dominación de la filosofía occidental por los conceptos de Todo
(Alles) y Nada (Nicht), en los cuales todo parece estar contenido como latencia, pero donde nada nuevo puede surgir. De ahí que la filosofía occidental sea un pensamiento estático.
Para Bloch, lo posible es lo más incierto, el concepto más ignorado de la filosofía occidental . Y, sin embargo, sólo lo posible permite revelar la totalidad inagotable del mundo.
Bloch introduce, así, dos nuevos conceptos: el No (Nicht) y el Todavía-No (Noch nicht). El No es la falta de algo y la expresión de la voluntad para superar esa falta. Por eso, el No se distingue de la Nada (1995: 306). Decir no es decir sí a algo diferente.
Lo Todavía-No es la categoría más compleja, porque extrae lo que existe sólo como latencia, un movimiento latente en el proceso de manifestarse. Lo Todavía-No es el modo como el futuro se inscribe en el presente y lo dilata. No es un futuro indeterminado ni infinito. Es una posibilidad y una capacidad concretas que ni existen en el vacío, ni están completamente determinadas.
De hecho, ellas re-determinan activamente todo aquello que tocan y, de ese modo, cuestionan las determinaciones que se presentan como constitutivas de un momento dado o condición. Subjetivamente, lo Todavía-No es la conciencia anticipadora, una conciencia que, a pesar de ser tan importante en la vida de las personas, fue, por ejemplo, totalmente olvidada por Freud .
Objetivamente, lo Todavía-No es, por un lado, capacidad (potencia) y, por otro, posibilidad (potencialidad). Esta posibilidad tiene un componente de oscuridad u opacidad que reside en el origen de esa posibilidad en el momento vivido, que nunca es enteramente visible para sí mismo; y tiene también un componente de incertidumbre que resulta de una doble carencia: el conocimiento apenas parcial de las condiciones que pueden concretar la posibilidad y el hecho de que esas condiciones sólo existan parcialmente.
Para Bloch (1995: 241) es fundamental distinguir entre estas dos carencias, dado que son autónomas: es posible tener un conocimiento poco parcial de las condiciones, que son muy parcialmente existentes, y viceversa.
La sociología de las emergencias consiste en la investigación de las alternativas que caben en el horizonte de las posibilidades concretas. En tanto que la sociología de las ausencias amplía el presente uniendo a lo real existente lo que de él fue sustraído por la razón eurocéntrica dominante, la sociología de las emergencias amplía el presente uniendo a lo real amplio las posibilidades y expectativas futuras que conlleva. En este último caso, la ampliación del presente implica la contracción del futuro, en la medida en que lo Todavía-No, lejos de ser un futuro vacío e infinito, es un futuro concreto, siempre incierto y siempre en peligro. Como dijo Bloch, junto a cada esperanza hay un cajón a la espera .
Cuidar del futuro es un imperativo porque es imposible blindar la esperanza contra la frustración, lo porvenir contra el nihilismo, la redención contra el desastre; en suma, porque es imposible la esperanza sin la eventualidad del cajón.
La sociología de las emergencias consiste en proceder a una ampliación simbólica de los saberes, prácticas y agentes de modo que se identifique en ellos las tendencias de futuro (lo Todavía-No) sobre las cuales es posible actuar para maximizar la probabilidad de la esperanza en relación a la probabilidad de la frustración.
Tal ampliación simbólica es, en el fondo, una forma de imaginación sociológica que se enfrenta a un doble objetivo: por un lado, conocer mejor las condiciones de posibilidad de la esperanza; por otro, definir principios de acción que promuevan la realización de esas condiciones.
La sociología de las emergencias actúa tanto sobre las posibilidades (potencialidad) como sobre las capacidades (potencia). Lo Todavía-No tiene sentido (en cuanto posibilidad), pero no tiene dirección, ya que tanto puede acabar en esperanza como en desastre. Por eso, la sociología de las emergencias sustituye la idea mecánica de determinación por la idea axiológica del cuidado. La mecánica del progreso es, de este modo, sustituida por la axiología del cuidado. Mientras que en la sociología de las ausencias la axiología del cuidado es puesta en práctica en relación con las alternativas disponibles, en la sociología de las emergencias se lleva a cabo en relación con las alternativas posibles. Esta dimensión ética hace que ni la sociología de las ausencias ni la sociología de las emergencias sean sociologías convencionales.
Hay, sin embargo, otra razón para su no convencionalidad: su objetividad depende de la calidad de su dimensión subjetiva. El elemento subjetivo de la sociología de las ausencias es la conciencia cosmopolita y el inconformismo ante el desperdicio de la experiencia.
El elemento subjetivo de la sociología de las emergencias, en tanto, es la conciencia anticipadora y el inconformismo ante una carencia cuya satisfacción está en el horizonte de posibilidades. Como dijo Bloch , los conceptos fundamentales no son accesibles sin una teoría de las emociones. El No, la Nada y el Todo iluminan emociones básicas como hambre o carencia, desesperación o aniquilación, confianza o rescate. De una forma o de otra, estas emociones están presentes en el inconformismo que mueve tanto la sociología de las ausencias como la sociología de las emergencias.
Una y otra buscan alimentar acciones colectivas de transformación social que exigen siempre una cobertura emocional, sea el entusiasmo o la indignación. En su óptimo, lo emocional realiza el equilibrio entre las dos corrientes de la personalidad, a las que llamo la corriente fría y la corriente cálida. La corriente fría es la corriente del conocimiento de los obstáculos y de las condiciones de la transformación. La corriente cálida es la corriente de la voluntad de acción, de transformación, de vencer los obstáculos. La corriente fría nos impide ser engañados; conociendo las condiciones es más difícil dejarnos condicionar.
La corriente cálida, a su vez, nos impide desilusionarnos fácilmente; la voluntad de desafío sustenta el desafío de la voluntad. El equilibrio entre ambas corrientes es difícil y el desequilibrio, más allá de cierto límite, es un factor de perversión. El miedo exagerado de que seamos engañados acarrea el riesgo de transformar las condiciones en obstáculos incontrovertibles y, con eso, conducir a la quietud y el conformismo.
A su vez, el miedo exagerado de desilusionarnos crea una aversión total a todo lo que no es visible ni palpable y, por esa otra vía, conduce igualmente a la quietud y el conformismo. La sociología de las ausencias y la sociología de las emergencias marcan la distancia en relación a la tradición crítica occidental. A partir de ellas es posible delinear una posible alternativa, a la cual he llamado epistemología del Sur .
UNA EPISTEMOLOGÍA DEL SUR
Entiendo por epistemología del Sur el reclamo de nuevos procesos de producción y de valoración de conocimientos válidos, científicos y no científicos, y de nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimiento, a partir de las prácticas de las clases y grupos sociales que han sufrido de manera sistemática las injustas desigualdades y las discriminaciones causadas por el capitalismo y por el colonialismo.
El Sur global no es entonces un concepto geográfico, aun cuando la gran mayoría de estas poblaciones viven en países del hemisferio Sur. Es más bien una metáfora del sufrimiento humano causado por el capitalismo y el colonialismo a nivel global y de la resistencia para superarlo o minimizarlo. Es por eso un Sur anticapitalista, anticolonial y anti-imperialista. Es un Sur que existe también en el Norte global, en la forma de poblaciones excluidas, silenciadas y marginadas como son los inmigrantes sin papeles, los desempleados, las minorías étnicas o religiosas, las victimas de sexismo, la homofobia y el racismo.
Las dos premisas de una epistemología del Sur son las siguientes . Primero, la comprensión del mundo es mucho más amplia que la comprensión occidental del mundo. Esto significa, en paralelo, que la transformación progresista del mundo puede ocurrir por caminos no previstos por el pensamiento occidental, incluso por el pensamiento crítico occidental (sin excluir el marxismo).
Segundo, la diversidad del mundo es infinita, una diversidad que incluye modos muy distintos de ser, pensar y sentir, de concebir el tiempo, la relación entre seres humanos y entre humanos y no humanos, de mirar el pasado y el futuro, de organizar colectivamente la vida, la producción de bienes y servicios y el ocio.
Esta inmensidad de alternativas de vida, de convivencia y de interacción con el mundo queda en gran medida desperdiciada porque las teorías y conceptos desarrollados en el Norte global y en uso en todo el mundo académico, no identifican tales alternativas y, cuando lo hacen, no las valoran en cuanto contribuciones válidas para construir una sociedad mejor.
Por eso, en mi opinión, no necesitamos alternativas, sino un pensamiento alternativo de alternativas.
ECOLOGÍA DE SABERES
Las dos ideas centrales de la epistemología del Sur son la ecología de saberes y la traducción intercultural. El fundamento de la ecología de saberes es que no hay ignorancia o conocimiento en general; toda la ignorancia es ignorante de un cierto conocimiento, y todo el conocimiento es el triunfo de una ignorancia en particular . Aprender ciertas forma de conocimiento puede suponer olvidar otras y, en última instancia, volverse ignorante de ellas.
En otras palabras, en la ecología de saberes, la ignorancia no es necesariamente el estado original o el punto de partida; puede ser el punto de llegada. Por ello en cada fase de la ecología de saberes es crucial cuestionar si lo que se está aprendiendo es valioso, o si debería ser olvidado o no aprendido. La ignorancia es solamente una forma descalificada de ser y hacer cuando lo que se ha aprendido es más valioso que lo que se está olvidando. La utopía del inter-conocimiento es aprender otros conocimientos sin olvidar el propio. Esta es la idea de la prudencia que subyace en la ecología de saberes.
La ecología de saberes comienza con la asunción de que todas las prácticas de relaciones entre los seres humanos, así como entre los seres humanos y la naturaleza, implican más de una forma de conocimiento y, por ello, de ignorancia. Epistemológicamente, la moderna sociedad capitalista se caracteriza por el hecho de que favorece prácticas en las que predomina el conocimiento científico.
Este status privilegiado, concedido a las prácticas científicas, significa que las intervenciones en la realidad humana y natural, que ellas pueden ofrecer, también se ven favorecidas. Cualquier crisis o catástrofe que pueda resultar de esas prácticas es socialmente aceptable y vista como un inevitable coste social que puede ser superado mediante nuevas prácticas científicas.
Ya que el conocimiento científico no está socialmente distribuido de manera proporcionada, las intervenciones en el mundo real que favorece tienden a ser aquellas que atienden a los grupos sociales que tienen acceso al conocimiento científico. La injusticia social se basa en la injusticia cognitiva. Sin embargo, la lucha por la justicia cognitiva no tendrá éxito si se sustenta únicamente en la idea de una distribución más equilibrada del conocimiento científico.
Aparte del hecho de que esta forma de distribución es imposible en las condiciones del capitalismo global, este conocimiento tiene límites intrínsecos en relación a los tipos de intervención en el mundo real que se pueden alcanzar. Estos límites son el resultado de la ignorancia científica y de una incapacidad para reconocer formas alternativas de conocimiento e interconectar con ellas en términos de igualdad.
En la ecología de saberes, forjar credibilidad para el conocimiento no científico no supone desacreditar el conocimiento científico. Simplemente implica su utilización contra-hegemónica. Consiste, por una parte, en explorar prácticas científicas alternativas que se han hecho visibles a través de las epistemologías plurales de las prácticas científicas y, por otra, en promover la interdependencia entre los conocimientos científicos y no científicos.
Este principio del carácter incompleto de todos los conocimientos es la condición para la posibilidad de un diálogo y un debate epistemológico entre ellos. Lo que cada conocimiento aporta a semejante diálogo es la manera en que conduce una cierta práctica para superar una cierta ignorancia. La confrontación y el diálogo entre conocimientos son confrontación y diálogo entre diferentes procesos a través de los cuales las prácticas que son ignorantes de modos diferentes se vuelven prácticas de conocimiento de modos diferentes.
Todos los conocimientos tienen límites internos y externos. Los límites internos se refieren a la restricción de las intervenciones en el mundo real. Los límites externos resultan del reconocimiento de intervenciones alternativas hechas posibles por otras formas de conocimientos.
Las formas hegemónicas de conocimiento entienden solamente los límites internos. La utilización contra-hegemónica de la ciencia moderna constituye una exploración paralela de los límites tanto internos como externos. Por ello, la utilización contra-hegemónica de la ciencia no se puede restringir solamente a la ciencia; únicamente tiene sentido dentro de una ecología de saberes.
LA TRADUCCIÓN INTERCULTURAL
La segunda idea central de una epistemología del Sur es la traducción intercultural, entendida como el procedimiento que permite crear inteligibilidad recíproca entre las experiencias del mundo, tanto las disponibles como las posibles. Se trata de un procedimiento que no atribuye a ningún conjunto de experiencias ni el estatuto de totalidad exclusiva ni el de parte homogénea. Las experiencias del mundo son tratadas en momentos diferentes del trabajo de traducción como totalidades o partes y como realidades que no se agotan en esas totalidades o partes. Por ejemplo, ver lo subalterno tanto dentro como fuera de la relación de subalternidad.
El trabajo de traducción incide tanto sobre los saberes como sobre las prácticas (y sus agentes). La traducción entre saberes asume la forma de una hermenéutica diatópica. Este trabajo es lo que hace posible la ecología de los saberes.
La hermenéutica diatópica consiste en un trabajo de interpretación entre dos o más culturas con el objetivo de identificar preocupaciones isomórficas entre ellas y las diferentes respuestas que proporcionan. He propuesto un ejercicio de hermenéutica diatópica a propósito de la preocupación isomórfica con respecto a la dignidad humana entre el concepto occidental de derechos humanos, el concepto islámico de umma y el concepto hindú de dharma.
Otros dos ejercicios de hermenéutica diatópica me parecen importantes. El primero consiste en la traducción entre diferentes concepciones de la vida productiva entre las concepciones de desarrollo capitalista y, por ejemplo, la concepción de swadeshi propuesta por Gandhi, o la concepción de Sumak Kawsay de los pueblos indígenas (que trato con más detalle adelante).
Las concepciones de desarrollo capitalistas han sido reproducidas por la ciencia económica convencional.
Esas concepciones se basan en la idea de crecimiento infinito obtenido a partir de la sujeción progresiva de las prácticas y saberes a la lógica mercantil. A su vez, el swadeshi y el Sumak Kawsay se asientan en la idea de sustentabilidad y de reciprocidad.
El segundo ejercicio de hermenéutica diatópica consiste en la traducción entre varias concepciones de sabiduría y diferentes mundovisiones y cosmovisiones. Tiene lugar, por ejemplo, entre la filosofía occidental y el concepto africano de sagacidad filosófica. Este último es una contribución innovadora de la filosofía africana propuesta por Odera Oruka , entre otros.
Se basa en una reflexión crítica sobre el mundo protagonizada por lo que Oruka llama sabios, sean poetas, médicos tradicionales, contadores de historias, músicos o autoridades tradicionales. Según Odera Oruka, la filosofía de la sagacidad:
Consiste en los pensamientos expresados por hombres y mujeres de sabiduría en una comunidad determinada y es un modo de pensar y de explicar el mundo que oscila entre la sabiduría popular (máximas corrientes en la comunidad, aforismos y verdades generales de sentido común) y la sabiduría didáctica, una sabiduría y un pensamiento racional explicados por determinados individuos dentro de una comunidad. Mientras que la sabiduría popular es frecuentemente conformista, la sabiduría didáctica es, a veces, crítica en relación con el contexto colectivo y con la sabiduría popular.
Los pensamientos pueden expresarse a través de la escritura o de la oralidad, o como dichos, proverbios, máximas y argumentos asociados a ciertos individuos. En el África tradicional, mucho de lo que podría considerarse filosofía de la sagacidad no está escrito, por razones que deben realmente ser obvias para todos. Algunas de estas personas, tal vez, hayan sido influenciadas en parte por la inevitable cultura moral y tecnológica de occidente, aunque su apariencia externa y su forma cultural de estar pertenecen básicamente a las del África rural tradicional. Exceptuando un puñado de ellas, la mayoría es “analfabeta” o “semi-analfabeta” .
La hermenéutica diatópica parte de la idea de que todas las culturas son incompletas y, por tanto, pueden ser enriquecidas por el diálogo y por la confrontación con otras culturas.
Admitir la relatividad de las culturas no implica adoptar sin más el relativismo como actitud filosófica. Implica, sí, concebir el universalismo como una particularidad occidental cuya supremacía como idea no reside en sí misma, sino más bien en la supremacía de los intereses que la sustentan.
La crítica del universalismo se sigue de la crítica de la posibilidad de la teoría general. La hermenéutica diatópica presupone, por el contrario, lo que designo como universalismo negativo, la idea de la imposibilidad de completitud cultural. En el período de transición que atravesamos, la mejor formulación para el universalismo negativo tal vez sea designarlo como una teoría general residual: una teoría general sobre la imposibilidad de una teoría general.
La idea y sensación de carencia y de incompletitud crean la motivación para el trabajo de traducción, el cual, para fructificar, tiene que ser el cruce de motivaciones convergentes originadas en diferentes culturas. El sociólogo hindú Shiv Vishvanathan formuló de una manera incisiva la noción de carencia y la motivación que yo aquí denomino como motivación para el trabajo de traducción: “Mi problema es cómo ir a buscar lo mejor que tiene la civilización india y, al mismo tiempo, mantener viva mi imaginación moderna y democrática” .
Si, imaginariamente, un ejercicio de hermenéutica diatópica fuese realizado entre Vishvanathan y un científico de cultura eurocéntrica es posible imaginar que la motivación para el diálogo, por parte de este último, se formularía del siguiente modo: “¿Cómo puedo mantener vivo en mí lo mejor de la cultura occidental moderna y democrática y, al mismo tiempo, reconocer el valor de la diversidad del mundo que aquella designó autoritariamente como no-civilizado, ignorante, residual, inferior o improductivo?” ¿Y cómo se realizaría la hermenéutica diatópica entre cualquiera de ellos y una científica (blanca, negra, indígena) de la América Latina?

¿Primera persona o tercera persona? ¿Cuál elegir?

¿Primera persona o tercera persona? ¿Cuál elegir?

Posted by Álex | Recursos para Escritores | 20 |
¿Primera persona o tercera persona? ¿Cuál elegir?

Para contar una historia, el narrador es imprescindible. Ya sea oral o escrita, toda narración implica una voz que hace de unión entre la historia y el receptor de la misma. Este narrador dispone el enfoque y el tono de la historia, por lo que es de suma importancia tenerlo muy presente antes de iniciar cualquier tipo de narración. Existen dos formas de narrar una historia: en primera persona y en tercera persona. Está además la segunda persona, pero es tan inusual que no representa una auténtica competencia ante las otras dos. Aquí vamos a hablar exclusivamente de las dos primeras.

Basicamente, la primera persona es aquella que sitúa al narrador como personaje y es contada desde el “yo”, recallendo la acción directamente sobre el propio narrador. Por otro lado, la tercera persona, constituye una voz omnisciente que cuenta algo que le ha ocurrido a un tercero y que, en la mayoría de ocasiones, no tiene nada que ver con la historia.
¿Cuál elegir?

Ante la pregunta: ¿Qué es mejor, escribir en primera persona o en tercera persona? La respuesta es simple y compleja a la vez: Depende de lo que vayas a contar. Si esperabas una respuesta que se decantase por una de las dos formas, vas muy desencaminado en lo que a narrativa se refiere. No importa el género o el estilo de la novela, sino lo que quieres contar. Es decir, la historia en sí.

Una novela donde el personaje es un detective que investiga un asesinato paseandose por los barrios bajos de una ciudad, muy probablemente funcione mejor en primera persona. Las reflexiones del protagonista serán más profundas y sus deducciones podrán ser cotejadas por el propio lector.

Una novela con diversos personajes que se desarrolla en lugares muy distintos o en momentos de tiempo paralelos, invita más a un narrador en tercera persona. Especialmente en aquellas historias que necesitan mostrar muchas vivencias de distintos personajes para poder comprender la totalidad de la obra.

Pero vamos paso a paso.
Escribir en primera persona

La primera persona es una narración subjetiva donde el narrador no es omnisciente. El narrador se equivoca y se arrepiente; sus pasos son inciertos y es incapaz de predecir lo que va a ocurrir a continuación. Con el uso de la primera persona gramatical, lo que se está indicando es que el narrador es testigo en esa primera forma gramatical.

Pongamos un ejemplo de narración en primera persona:

“Por espacio de casi media hora deambulé entre los entresijos de aquel laberinto que olía a papel viejo, a polvo y a magia. Dejé que mi mano rozase las avenidas de lomos expuestos, tentando mi elección. Atisbé, entre los títulos desdibujados por el tiempo, palabras en lenguas que reconocía y decenas de otras que era incapaz de catalogar. Recorrí pasillos y galerías en espiral pobladas por cientos, miles de tomos que parecían saber más acerca de mí que yo de ellos. Al poco, me asaltó la idea de que tras la cubierta de cada uno de aquellos libros se abría un universo infinito por explorar y de que, más allá de aquellos muros, el mundo dejaba pasar la vida en tardes de fútbol y seriales de radio, satisfecho con ver hasta allí donde alcanza su ombligo y poco más. Quizá fue aquel pensamiento, quizá el azar o su pariente de gala, el destino, pero en aquel mismo instante supe que ya había elegido el libro que iba a adoptar. O quizá debiera decir el libro que me iba a adoptar a mí. Se asomaba tímidamente en el extremo de una estantería, encuadernado en piel de color vino y susurrando su título en letras doradas que ardían a la luz que destilaba la cúpula desde lo alto. Me acerqué hasta él y acaricié las palabras con la yema de los dedos, leyendo en silencio.”

La Sombra del Viento – Carlos Ruiz Zafón

Pros de escribir en primera persona
Mayor credibilidad

La primera persona aporta una mayor credibilidad a la historia. Esto puede resultar difícil de entender, ¿por qué iba a resultar más veraz algo contado en primera o en tercera persona? Por el mismo motivo por el que resulta más veraz una historia que nos cuenta alguien que lo ha vivido directamente, a contar una versión de un tercero. La mera forma de decirlo podría hacernos pensar que hay ligeros cambios o que estamos escuchando una versión distorsionada.
Mayor profundización del personaje

Si el protagonista es un personaje interesante, complejo, con múltiples aristas y bien construido, merece la pena que sea él quien narre la historia. Al lector le resultará más interesante lo que éste está contando si puede sentir cómo el protagonista se va transformando en cada escena, mientras revela qué piensa u opina de todo cuando hace y todo cuanto ocurre a su alrededor.
Mayor intimidad

Es más fácil conseguir que el lector se sienta identificado y empatice más con alguien que no guarda ningún secreto ante él. Todo lo que piensa, el personaje lo narra sin tapujos. En cierto modo, estamos invadiendo la intimidad más absoluta del personaje protagonista. Es como si leyesemos su diario y esto nos convierte en complices de todo lo que hace. En cierto modo, el lector es el confidente del narrador.
Mayor suspense

Es más fácil sorprender al lector haciendo pasar por verdadera información falsa. Un narrador no puede mentir, pero sí puede equivocarse. Es decir, no tendría sentido que un narrador omnisciente mintiese sobre algo que está contando, pues su punto de vista es totalmente objetivo. Pero en primera persona, al ser un nivel subjetivo, el autor puede engañar a su protagonista y hacerle narrar algo falso, para engañar al lector y sorprenderle aprovechando sus prejucios. Recuerda que incluso los errores que comete el protagonista tienen sentido para el narrador, no dejes nada al azar.
Contras de escribir en primera persona
La narración es muy limitada

Narrando en primera persona, expresar ideas profundas de personajes secundarios resulta extremadamente difícil sin que quede forzado. Por mucha confianza que tenga en sus amigos, el protagonista no puede leer las mentes de quienes le rodean para garantizar qué es lo que sienten y piensan en cada momento.
El protagonista monopoliza la acción

Por muy interesante que sea aquello que no está contando el protagonista, puede llegar a un punto en el que resulte exasperante pasar tanto rato en su compañía. Este punto es especialmente fuerte si el prota tiene la mala costumbre de saltarse todas las escenas de acción. Supongamos que, en un momento determinado de la historia, se está llevando a cabo una batalla épica. Mientras, nuestro protagonista se prepara unas salchichas. A nosotros, por desgracia, nos tocará leer la parte de las salchichas y enterarnos luego de qué ha pasado en la batalla.
El protagonista puede arruinar la historia

Puede que la historia que se cuenta sea genial, pero si el protagonista que cuenta la historia no es agradable para el lector, todo se irá por la borda. Imagínate que alguien que te cae mal te cuenta una historia de 400 páginas, ¿acaso disfrutarías del relato?
Escribir en tercera persona

La tercera persona cuenta desde fuera la acción, mediante un narrador oculto y omnisciente (lo sabe todo de todos). Aquí, el autor impone su autoridad. Él conoce tanto la acción como las sensaciones y pensamientos de cada personaje. Es el modelo más cómodo, aunque también tiene grandes desventajas.

Una narración en tercera persona:

“Despertó con las primeras luces del alba. Últimamente dormía mal; el suyo era un sueño inquieto, desapacible. Se aseó en regla y extendió después sobre una mesita, junto al espejo y la jofaina con agua caliente, el estuche con sus navajas de afeitar. Enjabonó cuidadosamente las mejillas, rasurándolas con esmero, según era su costumbre. Con las viejas tijeritas de plata recortó algunos pelos del bigote, y pasó después un peine de concha por los húmedos cabellos blancos. Satisfecho de su apariencia se vistió con parsimonia, anudándose al cuello una corbata de seda negra. De sus tres trajes de verano escogió uno de diario, de ligera alpaca color castaño, cuya larga levita pasada de moda le prestaba el distinguido porte de un viejo dandy de principios de siglo. Cierto era que el fondillo de los pantalones estaba algo ajado por el uso, pero los faldones de la levita lo disimulaban de forma satisfactoria. De entre los pañuelos limpios escogió el que le pareció en mejor estado, y vertió en él una gota de agua de colonia antes de colocárselo en el bolsillo. Al salir, se puso una chistera y tomó bajo el brazo el estuche de sus floretes.”

El maestro de esgrima – Arturo Pérez-Reverte

Pros de escribir en tercera persona
El narrador es ajeno a la historia

Ofrecer al lector una visión objetiva de la historia es, sin lugar a duda, la mayor ventaja de escribir en tercera persona. No importa lo que hagan los personajes, el narrador no juzgará sus actos y esto permitirá al lector crear su propio juicio y tener su propia opinión sobre el elenco sin la menor contaminación.
El narrador lo sabe todo

Escribir desde los zapatos de una entidad omnisciente es la mayor comodidad a la hora de narrar. No hay que marearse para expresar ideas o acontecimientos sin que queden forzados, simplemente basta con ubicar al lector en un sitio y en un momento determinado y decir lo que tengamos que decir. Pueden estar ocurriendo dos eventos de gran relevancia para la historia al mismo tiempo, que el narrador omnisciente sabrá lo que ha acontecido en ambos lugares y podrá narrarlo con todo lujo de detalles. Para conseguir esto último con un texto en primera persona, habrá que romperse la cabeza para hallar la forma menos retorcida de aportar esa información al lector.
Puedes expresar pensamientos de todos los personajes

Narrando con una voz en tercera persona, también es posible expresar, no solo acciones, sino sentimientos o pensamientos que los personajes se guardan para sí mismos. Aquí no es el protagonista el único que revela al lector lo que siente, sino que cualquier miembro del elenco puede manifestar sus emociones y pensamientos a través del narrador. Esta ventaja facilita muchísimo la tarea de hacer que hasta el personaje más secundario tenga una profundidad reseñable.
Puede aportarse mucha información, incluso detalles insignificantes

No importa la intensidad de la escena, el narrador lo ve todo y en todo momento. Esto es inadmisible en una escena de acción narrada en primera persona, pues si al protagonista lo persigue un coche lleno de gánsteres armados hasta los dientes, no tiene sentido que éste se fije en el color del vestido de la vecina que está asomada a la ventana. Por otro lado, un narrador omnisciente podría describir la textura del vestido y el olor del perfume de la señora.
Contras de escribir en tercera persona
La narración puede perder fuerza si nos perdemos en los detalles

El último pro mencionado es un arma de doble filo, pues detallar demasiado una escena puede ser contraproducente. El ritmo narrativo sufre muchísimo con las largas descripciones y un narrador con demasiado tiempo libre como para perderse en aspectos insignificantes e irrelevantes puede ser un auténtico somnífero.
Requiere una mayor complejidad argumental

Un inconveniente de la tercera persona es la necesidad de pluriemplerar al narrador. Es decir, que se deben sostener uniformemente todas las tramas. No basta con contar aquello que nos interesa, también deben de respetarse esas subtramas y darles una continuidad y seguimiento activo. Para un escritor inexperto, incluir demasiados personajes en su historia, y con una voz en tercera persona, puede convertirse en un auténtico calvario.
Es difícil profundizar objetivamente en los personajes

La voz en tercera persona no puede pecar de subjetividad, al menos no demasiado. Si el narrador se implica activamente en las vivencias de los personajes, deja de ser un narrador fiable. Por otro lado, al no hacerlo, es francamente difícil mostrar la vida interior de cada uno de ellos sin caer en clichés. en personajes bidimensaionales.

Si ninguna de estas dos opciones te convence, existe una alternativa híbrida que está muy de moda últimamente: La novela río. Es una forma muy creativa de contar, tanto en primera como en tercera persona, las vivencias de distintos personajes y en lugares y momentos completamente diferentes.

¿Y tú, con qué voz te quedas para tu novela? Déjamelo en los comentarios.

La política, la guerra… y el fútbol

La política, la guerra… y el fútbol

3 de febrero de 2012 01:49h CET

“La guerra es la continuación de la política por otros medios”, escribió Von Clausewitz. “El fútbol es la continuación de la guerra por otros medios”, me dijo un día Ramón Mendoza, y no sé si la frase es suya, pero fue la primera vez que me topé con ella. Me gustó. Me pareció apropiada, justa y hasta elogiosa para el fútbol. Muchos lo percibimos así. El fútbol como simulacro del conflicto, como escenario incruento donde dirimir las disensiones. Vázquez Montalbán definió impecablemente al Barça como ‘ejército simbólico desarmado de Cataluña’. El fútbol es una guerra desarmada.

Pero en Egipto ha sobrevenido una tragedia que nos deja atónitos. Los hinchas del equipo local de Port Said saltaron al campo tras el partido que los suyos ganaron por 3-1 a los de El Cairo, fueron a por los jugadores rivales, luego a por los hinchas, y allí fue Troya. Gran parte de los muertos lo fueron por fracturas craneales. La barbarie tuvo la complicidad pasiva de las fuerzas del orden, escasas y complacientes con lo que ocurría. Los jugadores del Al Ahli se salvaron por ese fondo de respeto atávico al futbolista que mora en el alma de cualquier hincha, pero los aficionados rivales fueron machacados.

A veces la política falla, ya lo advirtió Von Clausewitz, y sobreviene la guerra. A veces las tensiones son tan fuertes que ese simulacro inofensivo de guerra que es el fútbol no las contiene. Lo de Port Said me recordó mucho a aquel partido de Zagreb en 1990 entre el Dinamo y el Estrella Roja, a cuyos jugadores evacuaron en helicóptero entre una reyerta que duró setenta minutos. La vieja Yugoslavia entraba en autocombustión y pronto quedaría atomizada. No fue culpa del fútbol. Como no lo es lo de ahora. Pasó en el fútbol, pero no por su culpa. No confundamos las consecuencias con las causas.

El fútbol o la guerra por otros medios (Brasil 2014)

El fútbol o la guerra por otros medios.
Mundial Brasil 2014

M. A. Bastenier
29 JUN 2014

Si alguien dudaba de que el deporte, especialmente el fútbol de selecciones nacionales, es la continuación de la guerra por otros medios, ahí está el Mundial para probarlo.

De los 16 equipos clasificados para octavos de final, quedan 14: cinco latinoamericanos, cuatro de lengua española y religión todavía básicamente católica, Colombia, México, Costa Rica y Argentina; y uno lusófono, el organizador Brasil, en el que ha dibujado grandes jirones el protestantismo evangélico; seis europeos: un único representante de la latinidad mediterránea, Francia, de familiaridades lingüísticas con Bélgica y Suiza; dos centroeuropeos, Alemania y Holanda, con los que siempre hay que contar; y Grecia, el único país de Europa en el que la religión, ortodoxa constantinopolitana, es aun fuertemente oficial. Por último, tres pistoleros por libre. EEUU, solo representante de la lengua inglesa; y dos africanos, cuya única vinculación es el Islam, pero uno árabe, la afortunada Argelia, y el otro, el gigante nigeriano.

Pese a la existencia de un artefacto llamado Unión Europea –de la que solo está ausente la confederación helvética- los europeos no creo que vean razón alguna para preferir la victoria de Bélgica sobre Nigeria o viceversa. A Rajoy le habría venido bien meter a España en la disputa del título, pero Hollande no va a salir de la catástrofe en la que apacienta aunque Francia llegue lejos. Es en América Latina, donde unidad y división juegan un papel político de primer plano.

Es lugar común que Brasil necesita ganar ‘su’ Mundial. La calle acecha, solo temporalmente apaciguada, pero Dilma Rousseff, que tiene elecciones presidenciales en lontananza, ya se salvó por los pelos pasando de penalti por encima del esforzado Chile. Nadie dice que una derrota del combinado nacional deba costarle la elección a la presidenta, pero sí quitarle el sueño con la probable reanudación de la algarada callejera. Más de un 40% de brasileños siguen diciendo que la plata del Mundial habría estado mejor empleada en pan que en circo. Y un Brasil que fallara en su asalto al campeonato sufriría un golpe simbólico en sus sueños –posiblemente, en cualquier caso, irrealizables- de liderar América Latina. De inicio se le habían puesto bien las cosas porque ningún bolivariano (Ecuador, Bolivia y Venezuela) se clasificó para el torneo, con lo que tenía camino despejado de rivales políticos. Pero entre los que sí están figuran dos eximios representantes de la mayor amenaza económico-exterior para Brasil y su inoperante Mercosur, la Alianza del Pacífico, a la que pertenecen México y Colombia, y un tercero, Costa Rica está próximo a sumarse a ese bloque que mira al prometedor Pacífico de Asia. México, que ha anunciado su ‘regreso’ a América Latina, no entiende que deba subordinarse a más hegemonía que la propia; y Colombia es un caso de libro de cómo política y deporte juegan en la misma cancha.

El Gobierno del presidente Santos negocia en La Habana el fin de una guerra de 50 años, y un éxito en el Mundial, ¿por qué no, el triunfo absoluto?, impresionarían tanto a la ciudadanía como a los insurrectos de las FARC. La antigua guerrilla marxista y hoy narco-empresaria está siguiendo el torneo con la misma devoción que Juan Manuel Santos y su gabinete en pleno. La paz en la guerra y la victoria deportiva serían el broche de oro para que un presidente entrara en la historia con un pedigrí inigualable.

Y, finalmente, está la reiterada necesidad mundialista de Argentina, donde acaban de procesar por cohecho al vicepresidente Amado Boudou. Los males que aquejan a la presidenta Fernández son probablemente irresolubles por mucho fútbol que se les aplique, pero ya un régimen anti-democrático argentino lo que no es hoy el caso pudo respirar aliviado cuando rebañó un Mundial.

El deporte es la versión incruenta, pero dolorosa, de la política en su acepción más bélica. Ganar este torneo es un entorchado, una vitola de modernidad, de desarrollo, de aspiraciones más que emergentes; un marchamo de honor por el que compiten sobre todo Europa y América Latina, antiguos colonizadores y colonizados. Es toda una mayoría de edad política en el mundo.

La Rusia de Putin le impone 5 a 0 a Arabia Saudita

La Rusia de Putin le impone 5 a 0 a Arabia Saudita
Roberto Pineda San Salvador, 15 de junio de 2018

En el primer partido de 64 de la Copa Mundial de Futbol 2018, realizado este 14 de junio en el antiguo estadio Lenin de Moscú, la habilidad del equipo ruso anfitrión logró imponerse sobre el entusiasmo del equipo de Arabia Saudita, con un abultado marcador de 5 a 0. El heredero al trono Mohamed bin Salman ha de estar llorando.

Arabia Saudita, con 27. 7 millones de habitantes, en su mayoría sunnita, además de ser el principal productor de petróleo a nivel mundial, es junto con Israel en el Medio Oriente uno de los más importantes aliados de Estados Unidos. Y antes de la revolución iraní de 1979, era uno de los principales aliados del Irán chiita. Hoy son adversarios a muerte. Asimismo la casa real saudí fue aliada del también sunnita Sadam Hussein, derrocado por Estados Unidos en 2003.

La monarquía saudí es la guardiana de los sitios sagrados de La Meca y Medina, a la vez que participa activamente en los actuales conflictos de Yemen, en el que desde 2015 lidera una coalición de estados árabes, con respaldo estadounidense en defensa del gobierno yemení desafiado por rebeldes hutíes; y Siria, en el que se enfrenta al presidente chiita Bashar al-Assad, que gobierna un país con un 80% de sunnitas y es apoyado por Rusia.
En 2011 los saudís intervinieron Bahrein para aplastar un levantamiento de la mayoría chiita. En el vecindario, Irán es de mayoría chiita. Palestina, Turquía, Pakistán y Egipto son de mayoría sunnita, lo mismo que Arabia Saudita.
Por su parte, Rusia es en la actualidad uno de los principales rivales de los Estados Unidos por la hegemonía mundial. Y el régimen de Vladimir Putin impulsa una agresiva política exterior basada en la alianza con la India y China, el llamado hoy RIC y que antes era el BRIC, cuando Brasil jugaba un papel independiente de los Estados Unidos.

2018: el Mundial de futbol en la patria de Lenin

2018: el Mundial de futbol en la patria de Lenin
Roberto Pineda, San Salvador, 11 de junio de 2018

Cien años después del triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre en Rusia en 1917, el enfrentamiento entre imperios y resistencias, en el ámbito del deporte universalizado del futbol, se traslada a la patria de Lenin, a un país que realizó a fines del siglo pasado, la hasta entonces impensable experiencia de regresar al capitalismo.

Y la huella de Lenin en lo profundo del corazón del pueblo ruso será un elemento que no podrá ser silenciado, en este evento mundial que inicia el próximo jueves 14 de junio en Moscú y que convoca cada cuatro años a los principales equipos de futbol y se convierte en un enfrentamiento global en la cancha entre imperios y resistencias.

El mundial anterior fue en Brasil en 2014, y fue ganado por Alemania, que le ganó al equipo de Argentina. El anterior en 2010 fue en Sudáfrica y ganado por España que derrotó a Holanda. El próximo mundial será en Qatar en 2022. España, Alemania: los imperios mantienen su hegemonía futbolística.
En este XXI mundial de futbol 2018 participan 32 países: 11 potencias imperiales y 21 resistencias. Rusia ha pasado a ser de potencia del socialismo a potencia imperial capitalista. El gobierno de Putin es un gobierno nacionalista de derecha. Pero a la vez adversario global del actual país hegemónico imperial, los Estados Unidos, primera potencia militar y todavía primera potencia también económica, pero en cerrada disputa con la República Popular China en este ámbito.
El gobierno de Xi Jinping es un gobierno nacionalista de izquierda, candidato a convertirse en la primera potencia económica del planeta. Pero tanto los Estados Unidos como China no participan en este enfrentamiento deportivo. Por su parte, Rusia es sede y a la vez participante y forma parte de una alianza comercial global alternativa, conocida como BRICS, junto con Brasil, China, India y África del Sur. Además mantiene muy buenas relaciones con Irán.
Otros eximperios coloniales y sus equipos participantes son Bélgica, Alemania, Inglaterra, España, Suecia, Dinamarca, Francia, Portugal, Australia y Japón.
Y también están presentes los equipos latinoamericanos. Desde el Sur participan Brasil, Argentina, Uruguay, Perú y Colombia. De nuestra área participan México, Costa Rica y Panamá. Por el Asia Irán, Corea del Sur y Arabia Saudita. Por África, Egipto, Marruecos, Túnez, Senegal y Nigeria. Y otros equipos europeos son los de Polonia, Islandia, Suiza, Croacia y Serbia.
El primer enfrentamiento será entre los equipos de Rusia (puesto 13 en el ranking de la FIFA) y de Arabia Saudita (puesto 59). Arabia Saudita es una monarquía conservadora, y uno de los principales aliados árabes de los Estados Unidos en el Medio Oriente. El 5 de junio del 2017, Arabia Saudita junto con Egipto y los Emiratos Árabes Unidos anunciaron un boicot económico y diplomático contra Qatar, país sede del próximo mundial de futbol en 2022. Ambas monarquías son aliadas de los Estados Unidos. El nudo del conflicto son las relaciones con Irán.
Qatar e Irán comparten la propiedad del yacimiento de gas natural South Pars-North Dome, el campo de gas natural más grande del mundo, brinda apoyo al grupo palestino Hamas, patrocina la cadena de televisión por satélite Al Jazeera, pero a la vez Qatar alberga la base militar estadounidense más grande en el Medio Oriente, la Base Aérea Al Udeid.
A partir de este 14 inicia este enfrentamiento global entre imperios y resistencias.

He luchado por la justicia social desde 1960…Entrevista con Raúl Vargas

HE LUCHADO POR LA JUSTICIA SOCIAL EN EL SALVADOR DESDE 1960…
Entrevista con Raúl Vargas.

SAN SALVADOR, 23 de febrero de 2018 (SIEP) “He luchado por la justicia social en El Salvador desde 1960…” nos comparte Raúl Vargas, destacado militante revolucionario salvadoreño, conocido popularmente como el “Bachiller Campesino”.

“Me incorpore a las luchas populares por influencia de un tío, de nombre Salvador Vargas, que era tipógrafo y además militante del Partido Comunista; el me platicaba y me llevaba literatura revolucionaria; aprendí mucho de él sobre el compromiso revolucionario, el amor a nuestro pueblo y la defensa de sus intereses
Él vivía allá por la Isla, en la colonia San Judas en la zona conocida por La Isla en la capital San Salvador. Cuando él consideró que ya era el tiempo adecuado me contactó con otro camarada, con Bonifacio Ramirios, conocido como Chito, que era hermano de Julia, de Eva y de Juanita. Julia era la mujer del Oso Castro Belloso y Juanita, que llegó a ser posteriormente la señora de Miguel Mármol.
Con Chito nos reuníamos periódicamente, respondía a mis preguntas y dudas sobre el Partido, me llevaba materiales para estudiar. Y en 1960, a los 21 años cumplidos y recién salido de estudiar la secundaria, me dio ingreso y fui juramentado por él mismo como miembro del PCS en un lugar en las afuera de la ciudad, allá en Soyapango.
Miguel Mármol el legendario sobreviviente de la insurrección de 1932 frecuentaba la casa del compañero Chito y ahí lo conocí y nos poníamos a platicar sobre temas de la realidad del país. Él hablaba del 32 como si hubiera sido ayer y ya habían pasado casi treinta años. Era una riqueza de conocimientos los que adquiría, aprendí mucho con Miguelito. Forjamos una relación entrañable, de muchos años, de persecuciones y sacrificios, de alegrías y de trabajo conjunto, hasta que él murió ya después de los Acuerdos de Paz.
Luego de ingresar formalmente al Partido me asignaron a una célula, de nombre Rafael Bondanza, la integrábamos uno de los hijos de Modesto Ramírez, uno de los fundadores del Partido Comunista, dos compañeros más y mi persona. Una de las actividades que realizábamos era ir a repartir por las madrugadas propaganda del Partido, la metíamos por debajo de las puertas de las casas, para que los trabajadores la encontraran al despertarse. Esto se realizaba en los cantones del municipio como eran: El Limón, Buena Vista, Venecia, el Plan del Pino y otras comunidades. Otra actividad que era permanente era la capacitación política que era impartida por Miguelito Mármol, él fue mi maestro, nos hablaba acerca del socialismo y del viaje que realizó en 1930 a la Unión Soviética, nos hablaba de las ideas del marxismo, de los éxitos de Cuba, de las tesis de Lenin; de un viaje a una reunión sindical en Montevideo, Uruguay; de la historia de lucha y sacrificio del PCS, de su fundación en la playa de Asino en Ilopango…
Como no estaba trabajando y habiendo terminado mis estudios de secundaria, me dediqué a tiempo completo al trabajo partidario, incluso sin cobrar salario. Me dedicaba a recorrer los cantones rurales, a establecer nuevos contactos entre jóvenes y trabajadores, y ampliar nuestra área de influencia partidaria…y así fueron surgiendo nuevos grupos de simpatizantes, en otros lugares como en el cantón Asino del lago de Ilopango; y en un cantón perteneciente al municipio de Comasagua.
Como resultado de este trabajo Miguel Mármol en 1964 me incorpora a la Comisión Rural del Partido, y ahí conozco a Modesto Ramírez y Segundo Ramírez ambos sobrevivientes del 32; a Alfonso Martínez y a Fidel, hijo de Segundo Ramírez. Los cinco integrábamos la Comisión Rural bajo la dirección de Miguelito Mármol. La formación de este organismo era resultado de los acuerdos adoptados por el V Congreso: trabajar con fuerza políticamente el campo.
Todo este esfuerzo organizativo culmina con la creación en 1970 de la organización campesina ATACES, Asociación de Trabajadores Agrícolas y Campesinos ya con la participación de Víctor Rivera destacado militante del Partido en el Departamento de Sonsonate. Y nos distribuimos el trabajo para visitar a las bases rurales en todo el país. Teníamos trabajo campesino en la zona de los Nonualcos, en particular en Santiago Nonualco, donde vivía una familia de apellido Crespín, muy aguerrida, todos eran comunistas, sólidos, entusiastas . A un joven de esta familia me acuerdo que lo mataron los escuadrones de la muerte de ese tiempo, cuando se dedicaba a realizar propaganda de la Unión Nacional Opositora, UNO. Se llamaba el joven mártir del Partido, Lorgio Crespín. La organización también cobró auge en municipios del departamento de Santa Ana; en Sonsonate, había ahí un camarada sobreviviente de 1932, de nombre Bartolo.
El trabajo de organización campesina era mi responsabilidad partidaria principal por lo que con respecto al FUAR solo me acuerdo que asistí a principios de los años 60 a una asamblea general allá en la terraza del Edificio Chahín. Los asistentes en su gran mayoría eran militantes o por lo menos simpatizantes del Partido, ahí vi a tantos rostros de gente del PC, que posteriormente fui conociendo personalmente. Acordémonos que para esa época predominaba la clandestinidad, éramos un partido ilegal, prohibido. La asamblea la dirigía Schafik. Ahí conocí a Armando Herrera, con quien fuimos cheros, un gran camarada. También ahí me entere de la disputa existente entre Schafik y Cayetano.
Con Carpio tuve muy buena relación y me acostumbre a escucharle sus críticas a los que él llamaba los “pequeños burgueses” del Partido. Ya para ese tiempo iba tomando protagonismo al interior del Partido. En 1964 la dirección del Partido me ofrece la oportunidad de ir a estudiar una carrera técnica en la Unión Soviética y acepto la responsabilidad. Hice todos los trámites. Y ya para irme Cayetano me mandó a llamar para platicar. Me dijo con su típico estilo: “compañero, Usted tiene cualidades para ser un buen comunista, para ser un destacado revolucionario y le digo francamente que no quisiera que se fuera, porque vamos a perder a un cuadro, quiero que se quede y quiero pedirle que lo piense, que nuestro pueblo necesita luchadores como Usted…” La verdad, su discurso era muy sincero y me persuadió, me convenció, elogió mi persona y el trabajo que realizaba. Tuve que deshacer la maleta y no me arrepiento de haberlo hecho…
No obstante, todos nuestros planes y entusiasmo por desplegar el trabajo de organización campesina, y el siguiente año, el 65, nos vimos lanzados a una actividad nueva, la actividad electoral, realizada haciendo uso de un partido legal, el PAR Nueva Línea. Y abandonamos temporalmente el trabajo campesino. Nos involucramos en el trabajo electoral que nos permitió crecer partidariamente, acumular experiencia política, y lo más importante: establecer un fuerte contacto con la gente y sus necesidades y particularmente, llevar nuestra propaganda a las áreas rurales de nuestro país.
En el Oriente del país como resultado de esta nueva cancha de trabajo político que se abría en lo electoral, el Partido decide enviarme a San Miguel para abrir trabajo partidario. Llego y me encuentro al “Diablo”, es decir a Ernesto Alemán, un camarada del Partido que por su trabajo de motorista de una fábrica de dulces, viajaba seguido a San Miguel y ahí se quedaba por varios días y así decidimos buscar un cuarto de habitación y pagarlo entre los dos. A él lo conocí en el cantón Venecia siendo cipotes, los dos éramos colonos de la hacienda. Yo me encargue de politizarlo aunque por su modo de ser juguetón esto fue un poco difícil. En San Miguel nos encontramos con directivos del PAR que nos abrieron las puertas al trabajo político. Contábamos incluso con local que quedaba una cuadra al norte de la Alcaldía. Y entonces logramos desarrollar una campaña política “cachimbona”, con muchos mítines y pega de propaganda.
La vez que llegó nuestro candidato presidencial el Dr. Fabio Castillo, quedo asombrado del trabajo realizado y nos felicitó. Quedamos en segundo lugar a nivel de alcaldía. Nuestro candidato a Alcalde se llamaba Arístides Pineda, y era un verdadero líder. Arístides tenía mucho arraigo popular, era locutor de la YSKL, y siempre estaba rodeado de gente, su presencia fortaleció mucho al PAR. Después de la campaña lo echaron de la radio y logró irse para Estados Unidos, allá en Washington consiguió empleo en la Voz de las Américas.
Bueno ahí estuvimos con el PAR en San Miguel hasta que nos ilegalizaron después de la campaña de 1967. Incluso dimos la batalla en contra de la ilegalización, con jornadas de protesta ya que el grupo se mantuvo unido, fueron grandes jornadas de lucha popular. Logramos organizar una célula partidaria en la que militábamos. Estaba Alfonso Martínez, Armando Chacón, que era panadero y otro compañero que se me escapa el nombre…Todo el año 67 lo pase en San Miguel haciendo trabajo político.
1968 y 1969 fueron años dedicados a mi formación política en la Unión Soviética, allá me encontré con Mario Aguiñada, Berta Deras, la esposa de Rafael Aguiñada, Domingo Santacruz y también Guadalupe Carpio, maestra, hija de Cayetano Carpio. Cuando regrese al país a principios de 1970, la dirección del Partido me volvió a enviar a San Miguel. No obstante esto, Mario Aguiñada, a quien siempre le tuve mucho afecto, me contó sobre la disputa que existía al interior del Partido. Por su parte, Cayetano me invitó a una conferencia en la Universidad, y después supe de su renuncia a finales de marzo.
Asimismo asistí al VI Congreso, que se realizó en una casa en Los Planes de Renderos. Ahí fui elegido para integrar el Comité Central. En ese tiempo logramos ampliar el trabajo partidario en el oriente del país. Logramos contar con una célula en el puerto de La Unión, en la que estaba Don Lito, zapatero. Otra célula en Usulután en la que estaba Manuel Quintanillla, conocido por Cantarito, un abogado que olvido el nombre, Raúl Granillo, y Farid Handal. Otra en San Miguel con Armando Chacón, Alfonso Martínez, y un sastre de apellido Ortega. Y teníamos grupos de simpatizantes en Alegría y en Santa Elena.
En 1971 la dirección del Partido decide regresarme a San Salvador. Me asignan la tarea de apoyar el trabajo electoral alrededor de la candidatura presidencial de José Napoleón Duarte por las Unión Nacional Opositora, UNO, en la que participábamos como UDN junto con los democristianos, los pescados del PDC y los socialdemócratas del MNR. Pero además me nombran responsable de la Comisión Rural para impulsar el trabajo de organización campesina.

Después de la teoría de Terry Eagleton

Después de la teoría de Terry Eagleton
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Manuel Arranz
30 Septiembre 2005

Durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, tuvo lugar en Europa una eclosión cultural sin precedentes. No sólo por sus dimensiones y su rápida difusión, sino porque ponía en solfa precisamente el concepto de cultura entonces en circulación. En el transcurso de apenas quince años, de 1965 a 1980, aparecerían la mayoría de las obras más significativas del siglo XX en el campo de la teoría cultural. Los nombres de Lacan, Foucault, Levi-Strauss, Roland Barthes, Louis Althusser, Jacques Derrida, Jean-François Lyotard, Julia Kristeva, Jürgen Habermas, Edward W. Said o Raymond Williams trascendían las fronteras culturales, que sus obras contribuirían a borrar definitivamente.

Esas obras, hoy célebres, no sólo interpretaban el mundo, sino que proponían un modelo cultural nuevo. Un modelo de acción política, un modelo de relaciones sexuales, un modelo de interpretación de los textos, y en la mayoría de las ocasiones todo a la vez, para lo que según Terry Eagleton existía entonces el caldo de cultivo apropiado. Caldo de cultivo compuesto en buena parte por los distintos movimientos libertarios que rechazaban por principio cualquier principio de autoridad, y que no sólo actuaba como cadena de transmisión de ideas, sino como generador de las mismas. Este proceso, con sus complicidades y sus desafecciones, desembocó en lo que Terry Eagleton llama la teoría cultural, que no es otra cosa que una reflexión crítica y autocrítica, tanto sobre los fundamentos de su práctica como sobre los objetivos de la misma. Cuando en la década de los 70 en el lenguaje político la palabra revolución fue sustituida por la palabra reforma, ya se había consumado un cambio en la sociedad que hacía no sólo posible sino necesaria esa sustitución.
La nueva teoría cultural se convirtió rápidamente en una cultura de la teoría en la que todavía hoy seguimos inmersos. Su orientación anticapitalista era en sus inicios más que obvia, y la podríamos resumir brevemente en sus temas casi obsesivos del deseo, el placer, la locura, el cuerpo, el texto, o el inconsciente, por poner sólo un puñado de ejemplos paradigmáticos. Este nuevo universo conceptual, por así decirlo, el comunismo oficial, todavía pujante por aquellos años en muchos países, no sólo fue incapaz de incorporarlo a su programa cultural, sino que lo condenó abiertamente, mientras que el capitalismo, el blanco por antonomasia de todas las críticas, lo incorporaba a la enseñanza en sus universidades, lo promocionaba, lo fagocitaba, y lo hacía propio. En su ansia por exculpar al marxismo, Terry Eagleton cae en algunas flagrantes contradicciones. “Es cierto —dice— que el movimiento comunista había guardado un silencio culpable respecto de algunas cuestiones centrales”. Y este reconocimiento le honraría si no escribiera a continuación: “Pero el marxismo no es una filosofía de la vida ni un secreto del universo que se sienta con el deber de pronunciarse sobre todas las cosas, desde cómo cocer un huevo hasta el método más rápido para despiojar a un cocker spaniel. (…) No es ninguna deficiencia del marxismo el hecho de que no tenga nada interesante que decir acerca de si el mejor método para adelgazar es el ejercicio físico o la inmovilización de las mandíbulas”. Una salida de tono ingeniosa sin duda, pero el caso es que nadie estaba hablando de cocer huevos ni de métodos para adelgazar, sino de “cuestiones centrales” precisamente. Además de que el marxismo sí es una filosofía de la vida. Y esas cuestiones centrales, cuestiones por ejemplo sobre el estatuto del poder, o sobre la transmisión del saber, eran las que abordaban por entonces en sus obras los citados pensadores del principio. Pensadores todos ellos de izquierda no siempre bien vistos por la izquierda. Muchos de ellos porque tras el hundimiento del marxismo derivaron su teoría cultural hacia otros horizontes, cosa, creo yo, que no debería reprochárseles sino todo lo contrario. Pero Terry Eagleton se los reprocha. Ve en el posmodernismo, y también en el pragmatismo, que él entiende como una especie de posmodernismo más, aunque yo creo que aquí se equivoca, algo más que un cambio de rumbo, cosa que sin duda ya le parecería suficientemente grave. Ve oportunismo, ve cinismo, ve superchería. Y seguramente no le falta razón en algunos casos. Y ve, sobre todo, en sus manifestaciones más conspicuas, un peligroso alejamiento de la realidad. Pero no todo lo que no es marxismo es posmodernismo.
Una de las tesis que sostiene Terry Eagleton en este libro, que comparte con otros críticos de la cultura, es que la teoría cultural, un invento relativamente reciente de los citados pensadores de los años 60, acabó definitivamente con una idea de la cultura dominante (dominante la idea y dominante la cultura). Aunque el precio que hubo que pagar fue una jerga bastante incomprensible para hablar, al parecer con conocimiento de causa, de las cuestiones culturales. Se produjo entonces una curiosa situación. Quienes habían abogado por una democratización de la cultura, por una cultura popular y plural, acabaron convirtiéndola, a su pesar, en un exclusivo asunto de supuestos especialistas. Eagleton trata de convencernos, y posiblemente él mismo lo esté, de que si no todo el mundo está en condiciones de comprender la estructura orgánica de los decápodos, no tiene porque estarlo de comprender el Ulises. Pero yo creo que aquí se está planteando erróneamente, una vez más, un problema que a lo mejor no es ni tan complejo ni tan simple. Si llegara un día en que los novelistas no escribieran más que novelas que sólo pudieran ser comprendidas por otros novelistas y teóricos de la literatura, se habría acabado la novela. Con los estudios de los decápodos esa es en cambio la norma. Por lo demás, sus ensayos, los de Terry Eagleton, son perfectamente comprensibles. Y la explicación de que el lenguaje del arte se aparta radicalmente del lenguaje de la vida cotidiana tampoco resulta muy convincente para explicar este fenómeno. “Algunas veces la gente puede haber hablado un poco como en Adam Bede (la famosa novela de George Eliot), pero nadie ha hablado nunca como en Finnegans Wake”. En esto también se equivoca Terry Eagleton. A lo mejor en su Irlanda natal nadie habla como en Finnegans Wake, pero aquí, en España, yo podría presentarle a más de uno.
Digamos, para resumir, que efectivamente hay muchas cuestiones de interés para todos, y que, como dice nuestro autor, no tienen porqué ser necesariamente simples. Aunque tampoco tendrían porqué ser necesariamente complejas. La cultura es indudablemente una de esas muchas cuestiones, pero yo dudo de que se le pueda comparar con el hígado y los pulmones, cuestiones que también son de interés general como él dice. Dejando aparte estas comparaciones humorísticas, que abundan a lo largo de todo el libro, y algunas matizaciones quizá sobre la interpretación de algunos acontecimientos políticos de la época estudiada, el libro de Terry Eagleton es, como todos los suyos por lo demás, un libro inteligente y honesto, además de un libro refrescante, que no vacila ante las cuestiones morales que plantea, y aborda temas que la nueva teoría cultural había abandonado, como son los de la verdad, la virtud, y la objetividad, temas que uno no esperaría encontrar en el repertorio de un radical. Y es que Terry Eagleton tiene las virtudes del crítico y las del teórico a la vez, y trata de evitar sus vicios: no dar nada por supuesto, examinar siempre los dos lados de una cuestión, y no cortar nunca la rama en la que se está sentado.