No imponer, sino convencer

Marta Harnecker
1. Los movimientos populares y, en general, los diferentes actores sociales que hoy estn en las principales trincheras de lucha contra la globalizacin neoliberal tanto a nivel internacional como en sus propios pases rechazan, con razn, las conductas hegemonistas. No aceptan la actitud de aplanadora que solan usar algunas organizaciones polticas y sociales que, aprovechndose de ser las ms fuertes y acaparando cargos de direccin, pretendan instrumentalizar al movimiento. No aceptan que se intente imponer en forma autoritaria la direccin desde arriba; que se pretenda conducir al movimiento por rdenes por muy correctas que stas sean.

2. Una actitud hegemonista en lugar de sumar fuerzas produce el efecto contrario. Por una parte, crea malestar en las otras organizaciones: stas se sienten manipuladas y obligadas a aceptar decisiones en las que no han tenido participacin alguna, y por otra, reduce el campo de los aliados, ya que una organizacin que asume una posicin de este tipo es incapaz de captar los reales intereses de todos los sectores populares y crea en muchos de ellos desconfianza y escepticismo.

3. Pero luchar contra el hegemonismo no significa renunciar a luchar por ganar la hegemona que no es otra cosa que tratar de conquistar, de persuadir a los dems de lo correcto de nuestros criterios y de lo vlidas que son nuestras propuestas.

4. Para ganar la hegemona no se requiere inicialmente ser muchos, basta con unos pocos. La hegemona lograda por el Movimiento 26 de Julio conducido por Fidel Castro en Cuba, nos parece una prueba suficientemente convincente de esta afirmacin.

5. Ms importante que crear un poderoso partido con un gran nmero de militantes es levantar un proyecto poltico que refleje las aspiraciones ms sentidas del pueblo y, por eso mismo, conquiste su mente y su corazn. Lo importante es que su poltica sea respaldada por las masas, que concite consenso en la mayora de la sociedad.

6. Hay partidos que se vanaglorian del gran nmero de militantes que tienen, pero, de hecho, slo conducen a sus afiliados. Lo central no es, entonces, que el partido sea grande o pequeo, lo que interesa es que la mayora de la gente se sienta identificada con sus propuestas.

7. En lugar de imponer e instrumentalizar, hay que convencer y sumar a todos los que se sientan atrados por el proyecto que se pretende realizar. Y slo se suma si se respeta a los dems, si se es capaz de compartir responsabilidades con otras fuerzas.

8. Hoy, sectores importantes de la izquierda han llegado a la comprensin de que su hegemona ser mayor cuando logren que ms gente siga sus propuestas, aunque stas no aparezcan bajo su sello. Hay que abandonar la antigua prctica equivocada de pretender cobrar derechos de autor a las organizaciones que osan levantar sus banderas.

9. Si se logra conquistar para esas ideas a un nmero importante de lderes naturales, se asegura con ello que sus ideas lleguen en forma ms efectiva a los distintos movimientos populares. Es importante tambin conquistar para el proyecto a personalidades destacadas en el mbito nacional, porque ellas son formadoras de opinin pblica y sern eficaces instrumentos para divulgar las propuestas y conquistar nuevas adhesiones.

10. Pensamos que una buena manera de medir la hegemona alcanzada por una organizacin es examinar cuntos lderes naturales y personalidades han asumido sus ideas y, en general, cuntas personas se sienten identificadas con ellas.

11. El grado de hegemona alcanzado por una organizacin poltica no puede medirse entonces por la cantidad de cargos que se logre conquistar. Lo fundamental es que quienes estn en cargos de direccin en las diversas organizaciones y movimientos hagan suyas e implementen las propuestas elaboradas por esa organizacin, aunque no sean militantes de ella.

12. Una prueba de la consecuencia de una agrupacin poltica que se declara no hegemonista es justamente ser capaz de proponer para los diferentes cargos a los mejores hombres, sean estos de su propio partido o sean independientes o de otros partidos. De las figuras que la izquierda sea capaz de levantar depender en gran medida la credibilidad que el pueblo tenga en su proyecto.

13. Por supuesto que esto es ms fcil de decir que de practicar. Suele ocurrir que cuando una organizacin es fuerte sta tienda a subvalorar el aporte que puedan hacer otras organizaciones y que tienda a imponer sus ideas. Es ms fcil hacer esto que arriesgarse al desafo que significa ganar la conciencia de la gente. Mientras ms cargos se tiene, ms atento hay que estar de no caer en afanes hegemonistas.

14. Por otra parte, el concepto de hegemona es un concepto dinmico, la hegemona no se gana de una vez y para siempre. Mantenerla es un proceso que tiene que ser recreado permanentemente. La vida sigue su curso, aparecen nuevos problemas, y con ellos nuevos retos.

Unin Sovitica: la transicin frustrada

Ariel Dacal Daz*
Cuba Literaria
 
El intento de transicin al socialismo en la URSS ha suscitado los ms diversos debates durante dcadas, hacindose ms definitorio el antagonismo ideolgico que el tema entraa, tras el colapso sovitico. An cuando el corolario final fue el desdeo de una preciosa oportunidad para socavar las bases del dominio burgus; repensar, comprender y asumir (sobre todo asumir) las caractersticas del proceso sovitico en su conjunto brindan elementos sustanciales para las alternativas anticapitalistas que demanda el siglo XXI.
 
En esta direccin desarrollamos nuestro trabajo, partiendo, dado su peso esencial en la comprensin de la historia de la URSS tanto dentro como fuera de sus fronteras, de las problemticas siguientes: quines detentaron el poder en la Unin Sovitica?, qu mentalidad portaban?, en qu momento se puede hablar de ruptura con el proyecto bolchevique?. En estas pginas intentamos algunos apuntes sobre estas interrogantes. 
 
La clase imprevista [1] 
 
Stalin fue el rostro visible y representante de la burocracia que gradualmente rompi vnculos con la esencia bolchevique y que deshizo los endebles mecanismos de participacin poltica de las masas.
 
Sera entonces oportuno preguntar de qu fuentes se nutri la burocracia sovitica?. A los principales cargos administrativos ascendieron figuras de relieve secundario dentro de la revolucin debido, entre otros factores, a que muchos viejos combatientes de la vanguardia perecieron durante la contienda civil, o se separaron de las masas al ocupar cargos de menor relevancia, acomodndose a las nuevas condiciones de poder. Al mismo tiempo, el poder sovitico estuvo forzado a utilizar individuos del anterior aparato gubernamental, incorporando personal tcnico y especializado, as como a las masas campesinas que fueron proletarizadas. De este modo se desclas al partido de Lenin, cuyo requisito de ingreso de nuevos militantes deba ser el resultado de un largo y riguroso proceso de comprobacin, excepto para los trabajadores que hubieran laborado en la industria por ms de diez aos2.
 
La burocracia sovitica se form a partir de un proceso complejo, fuera de los modos histricamente conocidos. Luego se hizo del poder, domin el conocimiento y su divulgacin, control los medios de produccin de ideas, garantizando por dcadas su reproduccin. El proceso de burocratizacin tuvo sus orgenes desde el inicio mismo de la Revolucin, pero su consagracin como sector dominante en la sociedad tuvo lugar en la dcada del 30. 
 
Lenin explic el surgimiento de la burocracia como una excrescencia parasitaria y capitalista en el organismo del Estado obrero, nacida del aislamiento de la Revolucin en un pas campesino, atrasado y analfabeto3. Sobre este nuevo grupo de dirigentes, tena sus propias ideas, sus sentimientos y sus intereses, Trotski destac que estos hombres no hubieran sido capaces de hacer la revolucin, pero han sido los mejores adaptados para explotarla4.
 
La materia prima para la actividad ideolgica de quienes detentaron el poder en la URSS fueron las grandes masas de analfabetos que, ciertamente, se liberaron de la oscuridad, y del mismo modo resultaron fcilmente manejados en nombre de algo mejor, sumindose en la ignorancia secundaria de que era ese precisamente el fin ltimo a alcanzar como sociedad. Salvo en los sectores ms avanzados polticamente, dicho sea de paso la minora, las ideas del socialismo no haban calado en la poblacin que habra de ser educada y preparada en el debate revolucionario.
 
Esta clase imprevista que se privilegi del poder estatal era, en teora, la representante de los intereses de las masas, mientras que en la prctica, administr la propiedad pblica beneficindose de ella. Es cierto que los miembros de la burocracia no posean capital privado; pero sin ningn control por el resto de los sectores sociales, dirigieron la economa extendiendo o restringiendo tal o cual rama de la produccin fijaron los precios, articularon el reparto, controlaron el excedente. De este modo mantuvieron el partido, el ejrcito, la polica y la propaganda que los sustentaba.
 
Con el transcurso de los aos, sobre todo a fines de los setenta, se acu en el campo socialista el trmino ellos y nosotros que reflejaba las diferencias que se fueron revelando y que tena races bien profundas, tempranamente sealadas por muchos revolucionarios,  que manifestaban la estratificacin de la sociedad, o ms concretamente, su preservacin. 
 
El anlisis respecto al tema de la burocracia tiene una de sus aristas ms polmicas en sus vnculos o autonoma respecto a otras clases. Para algunos autores, esta no poda convertirse en elemento central de un sistema estable, pues solo es capaz de traducir los intereses de otra clase. En el caso sovitico se balanceaba, segn este criterio, entre los intereses del proletariado y de los propietarios. 
 
Por otro lado, algunos autores afirman que la burocracia no expresaba intereses ajenos, ni oscilaba entre dos polos, sino que se manifestaba como grupo social consciente segn sus propios intereses.
 
Los hechos revelaron que la clase burocrtica monopoliz completamente el poder y la propiedad. Ella se impuso en la lucha por el poder despus de haber abatido a todos sus opositores. Pero manifest sus difusos intereses en el solapado discurso de ser representante del proletariado.
 
Durante dcadas, la clase dominante no se atrevi a restaurar la propiedad privada de los medios de produccin, hasta que en 1991, de manera develada, comenz a tejer lazos con la burguesa rusa. Segn el Instituto de Sociologa de la Academia de Ciencias de Rusia, ms del 75% de la elite poltica y ms del 61% de la elite de los negocios tienen origen en la Nomenklatura del perodo sovitico. En consecuencia, las mismas manos retienen las posiciones sociales, econmicas y polticas dirigentes en la sociedad. La burocracia misma es la que ha transformado las formas econmicas y polticas de su dominacin, mantenindose como duea del sistema; pero nuevamente en nombre de una clase.
 
La mentalidad soterrada
 
Mediante qu cdigos de cultura poltica domin la burocracia sovitica?. Partamos de que las masas que ejecutaron la Revolucin en 1917 portaban la mentalidad de la servidumbre, sin ninguna experiencia democrtica, y el desarrollo de la conciencia del proletariado, clase llamada a encabezar la Revolucin, era patrimonio de un pequeo nmero de hombres. Las masas rurales, mayora en ese momento, eran portadoras de los elementos ms conservadores, elevados por el alto nivel de analfabetismo existente.
 
Por su parte, la burocracia usurpadora, detentadora del poder, fue otro ejemplo histrico de como los vencedores incorporan la mentalidad de los vencidos. En este caso heredaron como cdigos de la dominacin el control absoluto, el elitismo poltico, la idea de que la muchedumbre no saba ni era capaz de dirigirse, por lo que necesitaba una figura que sintetizara los destinos del pas. Tngase en cuenta que uno de los rasgos ms apreciados por el ciudadano promedio de Rusia respecto a sus dirigentes es la imagen de hombre fuerte, capaz de enfrentar con determinacin las dificultades cruciales del pas.
 
Vinculado a lo anterior, como norma de los dominadores se desvincul la responsabilidad de la figura mxima respecto a los problemas, creando un ambiente mstico a su alrededor. Aparejado a ello en el imaginario social se impuso el criterio de que eran las capas intermedias de los dominadores las responsables del estado de cosas existentes.
 
Este hecho se concret en que, si bien el estallido bolchevique conceba nuevos cdigos respecto a la poltica y la participacin de las masas, no slo como fuerza motriz en la explosin subversiva, sino como elaborador y ejecutor de las decisiones polticas, reflejado en que los soviets, de rgano espontneo de lucha de las masas adquirieron funciones de Estado; con el advenimiento del estalinismo dichos principios fueron destronados y la oportunidad de lograr la participacin poltica de las masas, incluyendo los mecanismos de movilizacin, real y autnoma, fue cercenada. En ese proceso, las organizaciones polticas y de masas sufrieron una considerable atrofia.
 
Esta misma mentalidad se manifest en el orgullo gran ruso sobre el cual Lenin hizo llamadas de alerta. La burocracia practic sus polticas imperiales durante el perodo sovitico; acuado en el trmino el hermano mayor  por el que fue conocido en Europa del Este y por la doctrina de la soberana limitada puesta en blanco y negro por Brezhnev.
 
Por otro lado, esos componentes de la mentalidad rusa son la base para entender por qu las condiciones de vida de la clase dirigente sovitica eran anlogas a las de la burguesa. En fecha tan temprana como 1936, Trotski destac un ejemplo ilustrativo que develaba el mantenimiento de la estratificacin. El mariscal, el director de una empresa, el hijo de un ministro, disfrutaban del apartamento, de villas de descanso, de automviles, escuelas para sus hijos, clnicas reservadas y otras muchas prebendas, a las que no tenan acceso la criada del primero, el pen del segundo y el vagabundo. Para el primer grupo esa diferencia no era un problema. Para el segundo era lo ms importante.
 
Un individuo que aoraba en la sociedad sovitica rasgos, bienes y modos de vida que formaban parte de la cultura capitalista, era la prueba ms evidente de que, al menos en l, no haba florecido la nueva mentalidad socialista, el nuevo individuo, y la nueva percepcin. El socialismo sovitico posterior a Lenin, matriz del socialismo real, no fue nunca una alternativa vlida, articulada y viable frente al predecesor sistema. La sustitucin cultural no lleg, entendiendo que el socialismo es, sobre todo, un proyecto que se sustenta sobre una nueva cultura. Por tanto, la resultante no fue una sociedad socialista (tampoco capitalista, es cierto), sino una nueva forma estatista, burocratizada- de dominacin y explotacin, opuesta a la naturaleza emancipatoria, justa y libertaria del socialismo5.  
 
La ruptura 
 
La prctica poltica de la clase burocrtica sovitica fue una ruptura con las ideas leninistas en los ms diversos espacios de la sociedad sovitica. Brindamos a continuacin algunos apuntes que corroboran esta hiptesis.      
 
El lder de Octubre destac que es necesario tener presente que la lucha exige de los comunistas que sepan reflexionar. Es posible que conozcan perfectamente la lucha revolucionaria y el estado del movimiento revolucionario en todo el mundo. Sin embargo para salir de la terrible escasez y miseria lo que necesitamos es cultura, honestidad y capacidad de razonar6
 
La burocracia impidi la polmica revolucionaria, obstaculizando la participacin poltica efectiva de las masas. Los dirigentes soviticos desentendieron que el socialismo no puede triunfar contra la libertad de pensamiento, contra el hombre, sino al contrario, mediante la libertad de pensamiento, mejorando la condicin de existencia de ese hombre.
 
La dogmatizacin que sufri el marxismo, la persecucin y descrdito de quienes intentaron defenderlo, la sntesis errada marxismo-URSS (incluyendo sus desastrosas consecuencias internacionales), y la imposibilidad de desarrollar otras lneas de pensamiento, provocaron la formacin de generaciones de soviticos desprovistos del necesario bagaje terico conceptual para enfrentar los desafos histricos contemporneos.  
 
Es sobre todo en la naturaleza autoritaria de la burocracia sovitica donde debe buscarse el freno a la transicin cultural propuesta por el proyecto bolchevique. La falta de participacin real, de espacios cvicos de contestacin y control del poder, afectaron todos los niveles de la vida social, desde el funcionamiento econmico hasta la lucha tnica.
 
En consonancia con lo anterior, y analizando el proceso de aprobacin de la Constitucin Sovitica, Trotski seal que es cierto que el proyecto se someti en junio a la aprobacin de los pueblos de la URSS. Pero en vano se buscara, en toda la superficie de la sexta parte del globo, al comunista que se permitiera criticar la obra del comit central o, al sin partido, que se aventurara a rechazar la proposicin del partido dirigente.[7]
 
Una muestra de ese catastrfico desatino fue intentar diluir la individualidad en un colectivo cada vez ms abstracto, con enmarcado irrespeto a lo distinto, esquematizando un modelo de ciudadano recio, inflexible, como si el hombre soado pudiera realizarse por decreto. Lo que hubo de fondo fue una concepcin demasiado simplista del hombre, ignorando completamente la psicologa y sus modificaciones en atmsferas diversas. La dirigencia sovitica no solo revel su incapacidad de mantener con vida el espritu revolucionario en el proceso de enfrentamiento a las circunstancias histricas en que interactuaron, sino que imposibilitaron cualquier vestigio de pensamiento divergente, crtico, desafiante de la autoridad.
 
Bajo el pretexto de ser el gua de la sociedad, el PCUS se convirti en una maquinaria que fren, desvirtu y violent los procesos naturales de la sociedad. La diferencia entre Lenin y Stalin, entre muchas otras cuestiones, es que, este ltimo, aprovechando algunas condiciones creadas en vida del gran lder revolucionario, desvirtu el sentido de la direccin partidista hacia el totalitarismo8. Lenin haba preparado el Partido Bolchevique para dirigir a los obreros, no para domarlos o subyugarlos9
 
Con la hipercentralizacin econmica que conllev este proceso, la burocracia sovitica, como parte de su distanciamiento del control de las masas, manej hasta el mnimo detalle, los hilos de la produccin frente a un mediocre andamiaje de niveles intermedios compuesto por tcnicos, gerentes y especialistas, siendo una verdadera plaga que fue imposible desmontar a lo largo de la existencia de la URSS. El historiador Eric Hobsbanw recuerda que poco antes de la (Segunda) Guerra (Mundial) haba ya ms de un administrador por cada dos trabajadores manuales10.
 
El modelo sovitico present a partir de ese momento dos problemas esenciales que evidencian, desde la propia teora marxista, el distanciamiento entre el socialismo como estadio superior del desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de produccin y la realidad sovitica. Por una parte, se eliminaron arbitrariamente (1928) el resto de los tipos socioeconmicos que podan converger en la edificacin de las bases para la nueva sociedad. Por otro lado, se crearon islotes econmicos (complejos industriales, mineros, agrarios) violndose la divisin social del trabajo, al tiempo que se obviaba la cooperacin necesaria entre sectores y ramas de la economa.
 
Con esta prctica se fren la especializacin y la introduccin de nuevas tcnicas, lo que impidi un uso racional de los recursos. Debido a la estructura vertical y voluntarista que se impuso al proceso productivo, el desarrollo de un sector iba en detrimento del otro, sin la debida integracin entre ellos. En este esquema, las unidades productivas, lejos de ser autnomas, eran presas de la desmedida primaca de los criterios polticos sobre las necesidades econmicas.
 
Los obreros continuaron disociados de los medios de generacin de riquezas. No se convirtieron en dueos reales de estos debido a que los elementos burocrticos-administrativos los mantuvieron distanciados de la propiedad efectiva. La adulteracin estuvo en identificar la estatalizacin de la propiedad con la socializacin, limitndose a esto la complejidad y profundidad de lo que Marx haba entendido como superacin del modo de produccin capitalista11.  
 
Tambin en la cuestin de gnero se apreci la ruptura con los ideales de la Revolucin de Octubre. El nuevo Estado obrero concedi amplios derechos jurdicos y polticos como el derecho al divorcio, al aborto, la eliminacin de la potestad marital, la igualdad entre el matrimonio legal y el concubinato, etc. Alexandra Kollontai, fue la primera mujer elegida por el Comit Central del Partido Bolchevique en 1917 y la primera en ocupar un puesto de gobierno en el nuevo estado: Comisaria del Pueblo para la Salud, y ms tarde fue la primera mujer embajadora de la historia.
 
A partir de 1926, bajo el rgimen de Stalin, se instituy nuevamente el matrimonio civil como nica unin legal. Ms tarde se aboli el derecho al aborto, junto con la supresin de la seccin femenina del Comit Central y sus equivalentes en los diversos niveles de organizacin partidaria. En 1934 se prohibi la homosexualidad, y la prostitucin se convirti en delito. No respetar a la familia se convirti en una conducta burguesa o izquierdista a los ojos de la burocracia. Los hijos ilegtimos volvieron a esta condicin, que haba sido abolida en 1917, y el divorcio se convirti en un trmite costoso y pleno de dificultades12.
 
Las instituciones detentadoras de violencia tambin se hicieron funcionales a los nuevos intereses. En sus orgenes, el Comit de Seguridad del Estado (KGB)[13] tuvo como objetivo combatir la contrarrevolucin, los sabotajes y la especulacin, objetivos de legtima defensa frente a la oposicin reaccionaria que gener la Revolucin. Pero esas lgicas motivaciones iniciales se modificaron progresivamente con el ascenso de la burocracia al poder hasta convertirse en el rgano preservador de los intereses del Estado burocrtico, cuyo objetivo fue eliminar la oposicin de las propias fuerzas revolucionarias14.
 
A esto se aade que los oficiales del KGB gozaban de sueldos elevados, amen de buenos destinos en el extranjero, viviendas confortables y disfrutaban de otros privilegios dentro URSS que tambin fueron mellando su crdito moral. Sin duda fue un sector privilegiado dentro de la sociedad, lo cual resulta comprensible atendiendo a su funcin real de guardin de los intereses de la burocracia. 
 
El Ejrcito Rojo fue creado desde la base en enero del ao 1918. El Estado obrero necesitaba su propia institucin armada para defender sus interese, mxime las agresiones que no se hicieron esperar por ms de 14 pases al unsono. Como nuevo concepto, la poltica de los dirigentes bolcheviques estaba abierta a constante debate, en lo cual los uniformados tuvieron un rol importante, y naturalmente, el ejrcito profesaba las mismas ideas del partido y el Estado.
 
Pero el Ejrcito Rojo no escap a las reaccionarias arremetidas de la burocracia, la que de inmediato lo comenz a transformar en defensor de sus intereses, arrancndole progresivamente su esencia popular. La medida que refleja con mayor claridad este proceso fue el decreto que restableci el cuerpo de oficiales, dando un golpe demoledor a los principios revolucionarios que originaron esta institucin armada, uno de cuyos pilares fue precisamente la liquidacin de los cuerpos de oficiales, dndole importancia al puesto de mando, pues este se gana con la capacidad, el talento, el carcter, la experiencia, etc.
 
Esa medida tuvo un objetivo poltico al darles a los oficiales un peso social. De ese modo se ligaban ms estrechamente con los grupos dirigentes, debilitando su unin con la tropa, deviniendo en ruptura del canal por donde se comunicaran las tropas y la dirigencia poltica. El cuerpo de oficiales vel celosamente por la pureza y fidelidad de los uniformados al Partido y al Estado Socialista. Igualmente se fue apagando el espritu de libertad y debate que haba en las filas del Ejrcito, en estrecha correlacin con el criterio de que ningn ejrcito puede ser ms democrtico que el rgimen que lo nutre [15].
 
Uno de los elementos ms sensible fue la ruptura de los principios bsicos del programa bolchevique por el cual los sueldos de los ms altos funcionarios no deban sobrepasar la media del salario obrero. A la altura de 1940, cuando un obrero ganaba 250 rublos mensuales, un diputado reciba 1000 rublos, un presidente de repblica 12.500 rublos y el presidente de la Unin 25.000 rublos en igual perodo16. Para los aos de la Perestroika exista el conocido abastecimiento especial lo que elev el nivel adquisitivo de los miembros de la nomenclatura muy por encima de lo que perciba un obrero o un ingeniero.     
 
El lder bolchevique previ, basado en hechos que tuvo que enfrentar en sus ltimos meses de vida poltica, el peligro de que el gran ruso heredado de los aos de dominacin y explotacin zarista permaneciera en la poltica del nuevo Estado. En tales condiciones sealaba Lenin es natural que la libertad de separarse de la unin () sea un simple pedacito de papel incapaz de defender a los no rusos de la embestida de ese hombre realmente ruso () ese opresor que es el tpico opresor ruso. No hay duda de que los obreros soviticos y sovietizados, que constituyen un porcentaje nfimo, se ahogarn en ese ocano de la canalla gran rusa chovinista como una mosca en la leche17
 
El hecho real, a pesar de lo que apareca en la Ley de leyes y otras regulaciones, implicaba la imposibilidad de afirmar que las repblicas que conformaban el Estado sovitico coordinaran sus actividades con el Centro sino que se subordinaban directamente a Mosc. Stalin no hizo otra cosa que nombrar desde arriba a los responsables polticos. Las lites de las repblicas, aunque arribaran a posiciones de determinada importancia a nivel de las repblicas, escasamente podan obtener puestos relevantes a nivel de la Unin, donde el predominio ruso llevaba el peso fundamental18
 
El jefe de la Revolucin rusa prestaba especial inters a los conceptos emanados de la prctica poltica frente al tema de la Unin. Una cosa es la necesidad de unirse contra los imperialistas de Occidente, defensores del mundo capitalista. En eso no cabe duda alguna () Otra cosa es cuando nosotros mismo caemos, aunque solo sea en cuestiones de detalles, en actitudes imperialistas hacia las nacionalidades oprimidas, socavando as nuestra sinceridad de principios, toda nuestra defensa de principios de la lucha contra el imperialismo [19].  
 
Apuntes finales
 
El socialismo sovitico posterior a Lenin no fue una alternativa vlida, articulada y viable al capitalismo, porque la burocracia usurpadora no fue, ni poda serlo, portadora de una ideologa superior, de un proyecto cultural, entendido como instrumental quirrgico para realizar la nueva sociedad, o crear las condiciones para lograrlo.
 
Los hombres que se hicieron del poder no eran los comunistas reflexivos y cultos que Lenin previ como materia prima imprescindible para afrontar y vencer el gran reto histrico que Rusia asumi en 1917. En realidad su prctica poltica fue una ruptura con ese principio. Estos hombres, paulatinamente extendidos en la sociedad y convertidos en sector dominante, fueron un subproducto de la Revolucin y revelaron su incapacidad para timonear la historia rumbo al objetivo cimero: la creacin del socialismo. 
 
Los actuales polticos rusos son el rostro burgus oculto durante dcadas por la burocracia sovitica. El rgimen de Yeltsin convirti a los hombres del partido, a los miembros del gobierno, y de la seguridad, en negociantes y propietarios.
 
No obstante la posposicin de la transicin al socialismo que los acontecimientos de la URSS suponen para Rusia, queda en pie la irreversible importancia del triunfo revolucionario de Octubre, sealado por Lenin en 1922, donde reza que puede ser que nuestro aparato estatal sea defectuoso, pero dicen que la primera mquina de vapor tambin era defectuosa. Incluso no se sabe si lleg a funcionar, pero no es eso lo que importa; lo importante es que se invent. No importa que la primera mquina de vapor haya sido inservible, el hecho es que hoy contamos con la locomotora. Aunque nuestro aparato estatal sea psimo queda en pie el hecho de que se ha creado; se ha realizado la invencin ms grande de la historia; se ha creado un Estado de tipo proletario20.
 
Es este un punto referencial imprescindible para la elaboracin y ejecucin de las alternativas anticapitalistas del siglo XXI.
 
*Ariel Dacal Daz es jefe de la Redaccin Poltica de la Editorial Ciencias Sociales de Cuba
Notas
 
[1] El ttulo de este epgrafe fue sugerido por el artculo de Alexei Goussev, La clase imprevista: La burocracia sovitica vista por Len Trotsky. En: Herramienta. 
[2]  Robert Weil. Burocratization: The problem with out the class name. En este artculo, el autor hace un pormenorizado anlisis de este grupo social, de sus orgenes, de sus caractersticas y del modo en que se imbrica con el poder, lo cual sera un til complemento a quines se interesen por esta problemtica tan esencial para entender el proceso sovitico.  En: Revista Socialism and Democracy. Spring/Sommer, 1988.
[3] Tomado de Ted Grant y Alan Wood, Lenin y Trotski, qu defendieron realmente. En Fundacin Federico Engels
[4] Len  Trotski.  Qu es y a dnde se dirige al Unin Soviticas? La revolucin traicionada. Pathfinder. Nueva York. 1992
[5] Adolfo Snchez. Vale la pena el socialismo?  En: Revista El viejo topo, noviembre 2002, nmero 172.
[6]  Vladimir I. Lenin. Informe Poltico al undcimo congreso del Partido. En: La ltima lucha de Lenin. Discursos y escritos., 1922-1923. Pathfinder, Nueva York, Estados Unidos,1997, p- 65
[7]  Len Trotski. Qu es y a dnde se dirige al Unin Soviticas? La revolucin traicionada. Pathfinder. Nueva York. 1992,  p-211
[8] Rgimen en el que los dirigentes imponen a la fuerza un nico sistema indispensable para el conjunto de la sociedad y penaliza incluso la idea de una alternativa. Robin Blackburn. Despus de la cada,  p-177. En una graficacin ms amplia, dominacin de un partido de masas dirigido por un lder carismtico, una ideologa oficial, el monopolio de los medios de comunicacin de masas, el monopolio de las fuerzas armadas, un control policial terrorista, un control centralizado de la economa Philippe Bourrinet. Vctor Serge: totalitarismo y capitalismo de Estado (Deconstruccin socialista y humanismo colectivista)
[9] Los bolcheviques, en contra de sus intenciones, se vieron obligados a establecer el monopolio del poder poltico. Esta situacin, considerada extraordinaria y temporal, origin enormes peligros en un momento en que la vanguardia del proletariado se vea sometida a la creciente presin de clases ajenas.  T. Grant-A. Wood Lenin y Trotski, qu defendieron realmente.
[10]  Eric Hobsbawn. Historia del siglo XX. 1914-1991. Serie Mayor, Espaa, Barcelona, 1998, p-383
[11] Jorge Luis Acanda. Sociedad Civil y hegemona. Ob. Cit., p-264
[12] Adriana DAtri. Un anlisis del rol destacado de las mujeres socialistas en la lucha contra la opresin y de las mujeres obreras en el inicio de la Revolucin Rusa. 20 de octubre de 2003. En Diario electrnico alternativo Rebelin.
[13] Hasta la muerte de Stalin, los servicios secretos de la URSS funcionaron con distintos nombres: Cheka, GPU, OGPU, NKVD, KGB, MGB. En 1953 se fusion el MGB (Ministerio de Seguridad del Estado) y el MVD (Ministerio de Asuntos Interiores) y tom el mando del emergente Komitei Gosudarstvennoi Bezopasnosti (KGB).
[14] Aunque este rgano nunca desatendi su funcin de polica poltica del rgimen,  su etapa ms aberrante en cuanto a crmenes y desprecio humano fue la encabezada por Stalin, quien se apoy en uno de los seres ms despreciables que recuerda la trgica etapa del stalinismo: Beria, quien estuvo frente al KGB durante 15 aos, acumulando un expediente criminal que abarc 50 pginas en el folio de cargos por el que fue juzgado tras la muerte de su jefe, y que lo condujo al pelotn de fusilamiento.  Fue el hombre que garantiz la seguridad de Stalin y quiz su colaborador ms eficiente, dotado de una pudricin moral nica, lo que le permiti permanecer tanto tiempo junto al Secretario General del PCUS. Para ms detalles ver: Maximovich, Ala. Lavrenti Beria. En: Revista Sputnik. No 12, Mosc, diciembre, 1988.    
[15] Len Trotski. La revolucin traicionada Ob. Cit, p-184
[16] Suzzane Labin. Stalin el Terrible. Ob. Ct., p-136
[17] Vladimir I. Lenin. La ltima lucha de Lenin. Ob. Ct., p-204
[18] En muchas ocasiones dentro de las demarcaciones territoriales que no eran parte de la Federacin de Rusia, los representantes rusos eran favorecidos con los mejores puestos en sectores claves de la economa y la poltica, lo que, a decir de Brbara Sarabia, inclinaba sutilmente la balanza hacia el Centro, pues de las repblicas perifricas se extraan las materias primas importantes, concentrndose el desarrollo industrial en las regiones eslavos y del Bltico, convirtindose en beneficiarias del atraso econmico y tecnolgico en que paulatinamente se suman las repblicas del Asia sovitica. Brbara Sarabia. Reflexiones en torno al desmonte de la URSS En: La Perestroika en tres dimensiones: expediente de un fracaso. Investigaciones, Centro de Estudios Europeos, La Habana, 1992, p- 108
[19] Ibd., p- 210
[20]  Vladimir I. Lenin. Ob.Ct., p-70
 

Educar para la paz desde la memoria

 
Se debe empezar a perder la memoria,  aunque  slo
sea fragmentos de recuerdos, para entender que
en ella consiste nuestra vida. Sin memoria la vida no es vida.
Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razn,
nuestro sentimiento, incluso nuestra accin.
(Oliver Sack.)
 
       El Salvador,  como muchos otros pases Latinoamericanos, se encuentra actualmente en un proceso de postguerra que no termina de ser un proceso real de construccin democrtica. Actualmente profundas y mltiples divisiones sociales desgarran el tejido social lejos de realmente encontrarnos en un proceso de cicatrizacin  reconstructiva. La memoria, las memorias, la historia, las historias, son tambin parcialidades que dan cuenta de divisiones profundas en todo el entramado social.
 
Si tan solo nos asomamos a la prctica discursiva, nos darnos cuenta que an despus de ya ms de una dcada, no encontramos esfuerzos consistentes por el rescate de una memoria colectiva que consolide un registro histrico vinculante y por lo tanto que genere identidad. Al contrario, encontramos una amplia gama de mltiples discursos escindidos y repartidos en propuestas realmente paradojales: Hagamos patria, olvidando los elementos esenciales de la patria: la memoria de todas y todos, la memoria colectiva. (ojo: memoria colectiva como elemento necesario para la vinculacin social, pasando por ella hacia la memoria histrica).
 
El silencio ha llegado impuesto desde el discurso hegemnico que ha dictado el perdn y el olvido como estrategia sine qua non para la reconstruccin social.  Pero tambin el silencio ha llegado, desde los lugares de recuerdos traumticos no deseados y no validados socialmente. Las vctimas y sus heridas en un marco de impunidad actual, tambin circulan en una posicin doble vincular que refuerza  la paradoja; pues la memoria de stos da un sustrato para reparar la fractura; pero requiere de un medio posibilitador para llegar plenamente a la reparacin de lo fracturado (entindase fractura como prdida de la continuidad en el tejido social, en la vida individual, social, en la identidad, en la memoria). Totalmente a la inversa de encontrar las vctimas un contexto que permita, facilite y fomente la reparacin de lo fragmentado, (en El Salvador, como en muchos pases Latinoamericanos), han encontrado un contexto que niega, que hace un ejercicio consciente de silencio y silenciamiento, apoyndose fuertemente en una violencia estructural avasalladora. 
Ignacio Martn-Bar, planteaba justamente un mes antes de su asesinato ( Ver Prlogo, del libro, Derechos Humanos: Todo segn el dolor con el que se mire. Editorial Cesoc, Chile. Octubre 1989) que en las sociedades en transicin generalmente los responsables de la represin argumentan al menos cuatro premisas para no recordar: 1) el riesgo de que al revivir el pasado se reinstalen las condiciones anteriores de conflicto ( lase de represin) 2) el discurso de perdn y olvido, vinculado como mtodo sine qua non para lograr la reconciliacin; 3) las leyes de admista como estrategias que deberan ser aplicadas por parejo para los bandos en contienda, sobre la base de la igualdad de condiciones y 4) el olvido como estrategia para superar el pasado de dolor y no continuar el sufrimiento social. Estos cuatro planteamientos, como muy bien lo sealaba Martn-Bar, ya fueron argudas en nuestro pas. Todo ello por no entrar a la inevitable tarea de recordar y por lo tanto reparar lo sucedido.
 
En este marco, la construccin de una cultura de paz, como proceso que parte y se construye desde la vida, la dignidad y la igualdad. Que trata de limitar la utilizacin de violencia y agresin en la solucin de conflictos; que intenta promover la generacin de una identidad local vinculada con el respeto irrestricto de los Derechos Humanos, resulta difcilmente concebible.
 
Sin memoria, este ideal de cultura de paz no puede ser posible, sin registro de una memoria colectiva que rescate el pasado como elemento indiscutible del presente y el futuro; la reparacin de lo antes daado no puede llevarse a cabo. Pues los recuerdos nos permiten sentirnos parte de un mundo especfico, de un grupo social determinado, de una cultura. La memoria es pues, un nexo que nos vincula a otras personas. La memoria es una accin social ineludible si queremos llegar a un verdadero marco de cultura de paz, pues como dice Vzquez, F.,  (2001): …la memoria se construye en cada relacin, mediante la negociacin, la dialctica la justificacin y la accin conjunta. As pues …no se puede dar por sentada la cultura de paz, mientras no se tengan claras y presentes las causas que dan origen a la violencia y con ello se superen de raz… la cultura de paz debe tener una base de transformacin en lo individual y lo social, de tal manera que se genere un verdadero cambio en las relaciones primarias, institucionales y  estructurales.  
 
Hasta el momento las y los salvadoreas/os hemos ido produciendo y reproduciendo porciones aisladas de memorias que no se interconectan y que ms bien se contradicen y niegan. No hay, hasta ahora, esfuerzos consistentes por colectivizar nuestra memoria  del pasado reciente y reconocerle como un proceso histrico e historizante que produce y reproduce acciones, sentimientos,  sensaciones;  que disea y modifica la vida social e individual.
 
Nos debatimos an en discusiones tan rudimentarias como el problema de si recordar o no…Discusin estrechamente ligada  a temas como el silencio, el olvido y el perdn sin reparacin. El estamento oficial pugna por el olvido, el silenciamiento y el no recuerdo (la no memoria); mientras las vctimas buscan luchando con su propio dolor, el reconocimiento de su verdad, su memoria y con ella la reparacin de lo sufrido.
Qu recordar; tambin resulta un debate poltico pblico velado, que  se ve ineludiblemente atravesado por la cultura de impunidad predominante. El discurso desde el sector hegemnico dicta no recordar los actos de lesa humanidad cometidos por el estamento oficial; sin embargo exige y revive datos parcializados del dolor y prdida durante la guerra cometidos por el otro bando en contienda
(entindase la campaa sucia en el contexto preelectoral) utilizando descarnadamente la condicin traumtica de las experiencias, al servicio de una pretendida ganancia poltica. No obstante, las instituciones apegadas a derechos humanos, sostienen paralelamente el rescate de la memoria de las vctimas como un importante y vital aporte testimonial para la construccin de una sociedad democrtica y para  la bsqueda de un castigo justo a los hechores, que conlleve a una reparacin y reconciliacin social.
Las vctimas por su parte, no tienen exactamente una definicin ni objetivo terico para sus memorias; simplemente recuerdan porque buscan la existencia vlida de su vida, de su dolor, de sus prdidas. Buscan integrar su vida en una historia personal y social congruente, que acepte los hechos de horror vividos y les devuelva la dignidad.
 
Como contrapartes indiscutibles a los debates anteriores, se configura la discusin polmica de qu olvidar  y  qu callar. Nuevamente mltiples  discursos marcados por intereses diferenciales y contrapuestos,  dictan y normatizan las memorias, los recuerdos, los olvidos, los silencios; todo ello en una vinculacin profunda con los temas de  verdad, justicia y reparacin. Siendo que no existe verdad sin justicia, ni justicia sin reparacin del dao causado. La rememoracin del pasado reciente, vincula y compromete directamente  temas de ndole legal, polticos y ticos, que de ser logrados transformaran radicalmente las relaciones sociales hasta hoy demarcadas en el pas; yendo en menoscabo del estamento oficial que viol flagrantemente los Derechos humanos y, en un abierto florecimiento de una  democracia ms consistente.
 
Entonces: Cmo revisar ese pasado,  a pesar de ser problemtico y estar an vivo en la memoria escindida de todo un pueblo?
Cmo establecer y explicar los acontecimientos que lo constituyen en su conjunto, si an no tenemos consensos ni siquiera en si queremos o no recordar y,  contamos con documentacin sumamente incompleta?
Cmo educarnos desde la memoria para no repetir las historias de violencia y encontrar el camino hacia una paz liberadora?
 
MEMORIA COMO UNA FORMA DE ACCIN SOCIAL
 
      Los pueblos que olvidan su historia
estn condenados a repetirla
 
La memoria no puede ser concebida slo como un proceso psicolgico que cumple las funciones de  codificacin, almacenamiento y recuperacin de datos, archivados en nuestros diferentes tipos de memoria (sensorial, a corto y largo plazo), pertenecientes al sujeto individual; sino tambin debe y,  cada vez ms es concebida, como una forma de accin social. 
 
La memoria pues, no solo retrotrae recuerdos, sino que de acuerdo al socioconstructivismo radical  …produce la realidad que recuerda… la memoria es una actividad social que construye y reconstruye el pasado a partir del presente, de sus intereses y proyecciones futuras. Se construye a travs de prcticas discursivas y comunicativas que le otorgan su valor y significado.  (Middleton, D. Y Edwardes, D., 1992; Shotter, J.; 1992; Billing, M. 1992; Iiguez, L., 1995; Vsquez, F. 2001, citados por Pipper, 2002).
 
Si recuerdo quien fui, me veo otro,
y el pasado es presente en el recuerdo..
(Pessoa, F. ; 1991)
 
Segn Pipper, citando a Vzquez, F.   (2002) …El ahora contiene el pasado y el futuro, y stos slo pueden ser entendidos en relacin al presente…los pasados habitan en el presente, no solo en el sentido de que en el presente reinterpretemos estos hechos; sino porque construimos incesantemente el pasado mediante nuestros discursos y nuestras relaciones, mediante nuestros recuerdos y nuestros olvidos….  Desde este planteamiento indiscutiblemente la concepcin de memoria como propiedad individual cae por incompleta o reduccionista. Se concibe el recuerdo como nexos que nos vinculan con otras personas. La memoria entonces se constituye en la relaciones sociales y, al mismo tiempo, stas no tienen sentido sin ella. 
 
Por lo tanto, contina Pipper, I. (2002) …al hacer memoria, las personas y los colectivos construimos nuestra identidad…Los recuerdos nos permiten sabernos parte de un colectivo. Es por eso que no es posible pensar la identidad sin memoria, pues ella dota de continuidad la imagen de s mismo a travs del tiempo. Tampoco se puede pensar la memoria sin identidad, puesto que la identidad permitir que la memoria recuerde aquello que no amenaza su integridad.
 
Examinando detenidamente los anteriores textos, podemos darnos cuenta que la memoria es mucho ms que recuerdos trados de un archivo antiguo personal; es y ser tambin un archivo que se va construyendo en colectividad, y por ello ser parte constitutiva y constituyente de la identidad personal y social. Por tanto, dicho proceso al ser facilitado y promovido abrir indiscutiblemente nuevas posibilidades de ser en el presente y el futuro; de compensar, reparar, sanar la fractura social y personal dejada por la vivencia de la violencia poltica vivida. Ser indisolublemente la nica manera de posibilitar la recuperacin y reestructuracin del tejido social.
 
Con las ltimas afirmaciones no me refiero a una mgica resolucin del conflicto social, por el solo hecho de compartir nuestras memorias. Me refiero y tengo en mente, esa funcin esencial de la memoria como accin social, una memoria que construye realidad. Por  tanto, normatiza la vida, reorienta el presente y proyecta el futuro social en cuanto a su hacer concreto, moldeando indiscutiblemente nuestra identidad.
 
O acaso no podramos pasar de la categora de vctimas y victimarios a ser parte de la categora de un pueblo que ha sido capaz de reconocer sus verdades, legitimar su historia y vivir en justicia  y reconciliacin?
 
O no podremos pasar a ser en lugar de vctimas y victimarios, co-responsables de forma estratificada de esa historia reciente de dolor, terror, miedo y victorias?
 
Solo se necesita tejer la urdimbre a la que se refiere ese hacer  de la memoria,   capaz de transformar las relaciones sociales por su potencialidad de establecer verdades validadas socialmente y,  con ello, las consiguientes redes de reparaciones: simblicas, sociales, legales, emocionales, econmicas, polticas, relacionales y ticas que estructuren nuevas formas de convivencia social. Slo entonces, podremos hablar de una cultura de paz, respetuosa de la dignidad y la vida humana; la cual incluye primigeniamente el recuerdo como parte presente para el reordenamiento de la vida actual y futura.
 
 
MEMORIA COMO HISTORIA
 
Segn Lira, E. (2003), los historiadores conciben la memoria como la historia oral, es decir el relato de los testigos de acontecimientos y,  por tanto,  el concepto de memoria histrica alude  a que otra fuente de la historia es la memoria.
 
Los historiadores conciben que la memoria como tal (sola) es simplemente el recuerdo individual o la sntesis mtica que se hace cuando se habla de memoria colectiva, en la cual el suceso ocurri; pero los testigos amplifican, reducen o cambian los detalles. Como sucede con el paso del tiempo con todos los testigos (Loftus, 1992; Wells, 1993; Hauggard et al., 1991).
 
Entonces debe incluirse en el anlisis de las memorias, el influjo que en el discurso de stas tienen las relaciones de poder establecidas en la sociedad actual y,  cmo en la medida en que los hechores tengan el poder, la conviccin de paz social basada en la impunidad ser un discurso posible y probablemente hegemnico. Aunque ello no tenga necesariamente que ver con la produccin colectiva real de la memoria, sino ms bien; con la produccin de un discurso dominado por las relaciones establecidas. 
No se puede pensar en los discursos como productos colectivos independientes; sino ms bien  como productos influenciables e influyentes desde el poder.
 
La memoria como nica fuente, para los historiadores es insuficiente; ya que es solamente el recuerdo de testigos,  importantes como base de lo acontecido; pero no puede pasar a ser la nica fuente. Los historiadores insistirn en utilizar todos los recursos disponibles para reconstruir los hechos (documentacin, registros de todo tipo). No obstante de no negar, la validez individual de la memoria.
 
Al respecto, no se puede eludir, que la historia documentada es casi siempre la historia oficial; por lo cual la memoria reconstruida de las vctimas es esencial, porque es la parte que falta. Pues la memoria histrica debe ser la memoria de todos y todas: las vctimas, los victimarios, la historia desde el poder, desde el contrapoder…etc.
 
LA MEMORIA COMO ELEMENTO DE EDUCACIN PARA LA PAZ
 
Si partimos de la obra de Ignacio Martn-Bar, (entendindose sta como Psicologa de la liberacin) y revisamos las alternativas que l plantea a la Psicologa social, no podremos sino entender que como lo expresa Pipper (2002) no basa con recordar, sino cmo recordar…cmo construir memorias que subviertan el orden establecido.
 
Retomando a Martn-Bar, me parece que esta cualificacin del cmo recordar que Pipper se plantea, tiene una respuesta en la propuesta de la Psicologa de la liberacin.
 
Al respecto Ignacio Martn Bar sealaba: si queremos que la psicologa realice algn aporte significativo a la historia de nuestros pueblos, si como psiclogos queremos contribuir al derecho social de los pases latinoamericanos, necesitamos replantearnos nuestro bagaje terico y prctico, pero replanternoslo desde la vida de nuestros propios pueblos, desde sus sufrimientos, sus aspiraciones y sus luchas. Si se me permite formular esta propuesta en trminos latinoamericanos, hay que afirmar que si pretendemos que la psicologa contribuya  ala liberacin de nuestros pueblos, tenemos que elaborar una psicologa de la liberacin. Pero elaborar una psicologa de la liberacin no es una tarea simplemente terica, sino primero y fundamentalmente una tarea prctica. Por eso,  si la psicologa latinoamericana quiere lanzarse por el camino de la liberacin tiene que romper con su propia esclavitud. En otras palabras, realizar una psicologa de la liberacin exige primero lograr una liberacin de la psicologa.  (Ver, Hacia una Psicologa de la Liberacin. Boletn de Psicologa , 22, 1986, 219-231)
 
Con esta claridad de liberar a la psicologa de su mimetismo cientista, su carencia de una epistemologa adecuada y sus falsos dilemas. Y desde la inspiracin de la Teologa de la Liberacin,  Ignacio Martn-Bar plante tres elementos esenciales para la construccin de una psicologa de la liberacin: Un nuevo horizonte, una nueva epistemologa y una nueva praxis. En esta direccin planteo que la psicologa latinoamericana deba descentrarse, despreocuparse de su estatus cientfico y social y proponerse un servicio eficaz a las necesidades de las mayoras populares; debera buscar una nueva forma de bsqueda del conocimiento y orientarse en poner en perspectiva el futuro de libertad del los pueblos latinoamericanos y no quedarse estacionada solo en su presente de opresin, haba que construir , que hacer esa verdad; lo cual implica trabajar desde abajo (desde las propias mayoras populares) , se trata de pensar y teorizar con ellos y desde ellos. En ello est implcita una relacin total mente diferente, que incluye la dialogicidad como hermenutica que devuelve la voz y la palabra a los olvidados de la historia (Ver, Freire Pedagoga del oprimido, p. 109). Con ello planteba que el siguiente paso era ubicarnos en una nueva praxis, una actividad transformadora de la realidad que nos permita conocerla no solo en lo que es, sino en lo que no es, y ello en la medida en que intentamos orientarla hacia aquello que debe seruna nueva praxis plantea el problema del poder y, por tanto de la politizacin de la psicologatomar postura, tomar partidocomo resultado de de una opcin ticaopcin consciente que asuma una parcializacin coherente con los propios valores (Ver Bar, 1986).
 
Ante todo este planteamiento Bar se planteaba tres tareas urgentes: La recuperacin de la memoria histrica, la desideologizacin del sentido comn y de la experiencia cotidiana y, la potenciacin de las virtudes populares.
 
Desde esa perspectiva, me parece que la  primera tarea para educar para la paz desde la memoria, tiene que pasar por la cualificacin de  el cmo. Tendr que ver con la recuperacin de la memoria histrica de las mayoras sometidas, no por nicas historias valederas, sino ms bien por ser las memorias ausentes en las historias escritas, en la documentacin oficial y, porque adems de ello, es la memoria de las grandes mayoras populares victimizadas por las minoras hegemnicas.
 
La segunda tarea se remitira a fundir conceptualizaciones tiles y no retomar fundamentalismos tericos. En este sentido, convendr retomar elementos variados. En esta direccin considero que debemos contemplar al menos cinco elementos mezcla: El primero, hace referencia a la conceptualizacin de memoria como una produccin social, a la educacin como una tarea dialogante que involucra una horizontalidad en la tarea entre educando y educado, (Ver Freire, Pedagoga del Oprimido), la problematizacin de la realidad (Ver Freire, ibdem). La memoria como fenmeno psicobiolgico individual. Y la determinacin estructural que tiene el ejercicio del poder sobre lo que se recuerda, cmo se recuerda y cundo se recuerda.
 
En este sentido, deber hacerse una  profundizacin Metodolgca que permita rescatar la memoria colectiva de las vctimas, no solo como un discurso que constituye otra parte de la historia, sino tambin como un discurso transformado y transformador que construye realidad presente y es producto concreto de las relaciones actuales de poder e ideologizacin que lo determinan. Me parece pertinente hacer una fucin til del enfoque socioconstructivista de la memoria como un constructo social, que sea enriquecido con la visin histrica de sta, lo cual delimite la excesiva autonoma que el siocioconstructivismo otroga a la accin discursiva y les situ si como un producto y productor social pero tambin considere su determinacin desde el  entramado estructural concreto, que se construye y reconstruye en unas relaciones de poder determinadas. Ello no abandona, la riqueza del aporte de la psicologa individual al entender la memoria como un proceso bsico del individuo, que cumple funciones bsicas para la sobrevivencia. Es ms, ellas, dichas funciones, debern ser retomadas y amplificadas en su funcin social; delimitadas y reentendidas desde la perspectiva estructural y del poder y; concebidas con lmites (qu se recuerda y porqu se recuerda eso y no otros elementos)  desde el mero funcionamiento psico-biolgico individual. Y retomar elementos de la educacin popular que orienten un mtodo dialctico de empoderamiento  y co-construccin del aprendizaje.
 
Propongo una profundizacin Metodolgca para el rescate de la memoria colectiva de las vctimas como producto de identidad de nuestro pueblo y, una necesaria conjuncin histrica con la memoria ya escrita. Con el discurso oficial. La incorporacin de un elemento crtico de anlisis para entender y develar el qu hace que se den ciertos consensos mnsicos y otros no; dado que los hechores siguen ejerciendo el poder hegemnico.
 Finalmente el tercer elemento, se refiere al desarrollo de una metodologa que pase por  entender el propio quehacer cientfico con una opcin clara y consciente dirigida hacia el servicio de las necesidades de las mayoras populares, ya que es a stas las que le han sido negadas sus historias, negadas sus vidas, negados sus derechos y negadas sus voces. Tendremos pues, que ejercer nuestra voz y nuestra ciencia para hacer mirar esa otra parte de la historia, de la colectividad y, vincularla en un todo coherente desde la develacin y potenciacin de los poderes y saberes menores y no solamente desde los discursos hegemnicos dominantes.

Educar para la paz desde la memoria

SAN SALVADOR, 12 de octubre de 2004 (SIEP) Ignacio Martn Bar, Nacho, nos dej esta herencia, la Psicologa de la Liberacin, pensada desde los sectores populares de Centroamrica dijo esta tarde la psicloga Priscila Cervelln. Martn Bar fue uno de los sacerdotes jesuitas de la Universidad Centroamericana UCA asesinados el ll de noviembre de 1989 por  militares salvadoreos.
 
La Lic. Cervelln particip esta tarde en un foro organizado por estudiantes de la Maestra de Derechos Humanos de la Universidad de El Salvador, con el ttulo: Educar para la paz desde la memoria. La actividad se desarroll en el edificio de Filosofa del campus universitario.
 
En su exposicin la Lic. Cervelln opin que lamentablemente en nuestro pas, no estamos en un proceso de reconstruccin de nuestra memoria, lo cual sera muy positivo. El discurso hegemnico ha impuesto el silencio y ha dictado el perdn y el olvido como estrategia para la reconstruccin social.
 
Sin memoria el ideal de cultura de paz no puede ser posible. Sin registro de una memoria colectiva que rescate el pasado como elemento indiscutible del presente y del futuro, la reparacin de lo daado no puede ser posible.
 
La memoria es una forma de accin social. La memoria es una actividad social que construye y reconstruye el pasado a partir del presente. El pasado es presente en el recuerdo. Los pasados habitan en el presente. La memoria se construye en las relaciones sociales. Al hacer memoria las persona y los colectivos construimos nuestras identidades. La memoria reconstruida de las vctimas es esencial para una verdadera historia.
 
En la obra de Ignacio Martn Bar se coincide con el pensamiento de Pipper en el sentido que no basta con recordar, sino como recordar, como construir memorias que subviertan el orden establecido.
 
Consideramos que la Psicologa de la Liberacin tiene tres elementos bsicos: un nuevo horizonte, una nueva epistemologa y una nueva praxis. Aspira a la recuperacin de la memoria histrica y a la desideologizacin del sentido comn. Concibe la memoria como una produccin social y a la educacin como una tara dialgica y horizontal, de acuerdo con Freire. Debe de ser una Psicologa contextualizada, que nazca del pueblo, que no sea exportada ni trada, una Psicologa que mira la realidad latinoamericana
 
Adems una Psicologa de la Liberacin que se contextualice desde la opcin por las mayoras populares. No se puede realizar si uno no ve y anda por las comunidades y ve que le pasa a las vctimas de la violencia poltica. La Psicologa de la Liberacin rescata la memoria para poder generar identidad y tejido social. La memoria no solo es recuperar lo pasado, sino vincularlo al presente, lo de ahora es parte del pasado, del olvido. La memoria como construccin social. Lo que sucede aqu en nuestro pas es la represin de la memoria. Hay un silencio impuesto. Eso es no recordar
 
El discurso del olvido es el discurso del poder…
 
El discurso del olvido es el discurso del poder. Debemos de saber que este momento esta hecho del momento anterior. Las personas evaden lastimarse. Usted no quiere seguirse daando la herida. Estoes natural, es lgico. Y esto crea una cierta complicidad entre el discurso del poder establecido (que nos dice que hay que olvidar porque recordar es volver a vivir los hechos y el peligro de que vuelvan a pasar) y el dolor del pueblo (que no quiere recordar porque le duele). Sin embargo, el dolor del pueblo es contradictorio. En las vctimas hay la necesidad de querer olvidar y a la vez d no poder hacerlo. La necesidad de reclamar, de dignificarse…
 
El presente agobia. La situacin actual es tan avasalladora que nos obliga y nos mantiene ocupados, en la sobreviviencia. De aqu para all y de all para ac. Y esto es violencia. Y adems la violencia existente es un circo que conviene. Hoy los mecanismos de control social se han sofisticado. Hay que recordar para hacer algo, para reconstruir algo…
 
Los medios amarillistas te hacen adicto al morbo en las noticias y entonces no le pones cabeza al anlisis, le temen a que la gente analice. O te generan una situacin de temor, de miedo, que te paraliza, te bloquea, el propsito es silenciar…
 
 
 
 
 
 

Insurrecciones o revoluciones? El papel del instrumento poltico

1. Los recientes levantamientos populares que han sacudido a Argentina y a Bolivia y, en general, la historia de los mltiples estallidos sociales que se han producido en Amrica latina y el mundo, han demostrado fehacientemente que no basta la iniciativa creadora de las masas para lograr la victoria sobre el rgimen imperante.

2. Masas urbanas y campesinas empobrecidas se han sublevado y sin una conduccin definida se han tomado carreteras, pueblos, barrios, han asaltado centros de abastecimiento, han logrado tomar parlamentos, pero, a pesar de haber logrado la movilizacin de cientos de miles de personas, ni su masividad ni su combatividad permitieron pasar de la insurreccin popular a la revolucin. Han logrado derribar presidentes, pero no han sido capaces de conquistar el poder para iniciar un proceso de transformaciones sociales profundas.

3. La historia de las revoluciones triunfantes, por el contrario, ratifica en forma porfiada lo que se puede lograr cuando existe un instrumento poltico capaz, en primer lugar, de levantar un programa alternativo de carcter nacional que permita canalizar la lucha de los diversos actores sociales hacia un objetivo comn; que ayude a articularlos entre s y que sea capaz de promover la elaboracin de los pasos a seguir de acuerdo a un anlisis de la correlacin de fuerzas existente. Slo as se podrn lanzar las acciones en el momento y el lugar ms oportuno, buscando siempre el eslabn ms dbil de la cadena enemiga.

4. Esa instancia poltica es como el pistn que comprime al vapor de una locomotora en el momento decisivo y permite que ste no sea desperdiciado y se convierta en fuerza impulsora.

5. Para que la accin poltica sea eficaz, para que las actividades de protesta, de resistencia y de lucha logren cambiar realmente las cosas, para que las insurrecciones desemboquen en revoluciones, se requiere una instancia poltica que ayude a superar la dispersin y atomizacin del pueblo explotado y oprimido creando espacios de encuentro para aquellos que tienen diferencias pero luchan contra un enemigo comn; que sea capaz de potenciar las luchas existentes y promover otras orientando las acciones en base a un anlisis de la totalidad de la dinmica poltica; que sirva de instrumento articulador de las mltiples expresiones de resistencia y de lucha.

6. Reconocemos que el terreno no es frtil para escuchar estas ideas. Hay muchos que no aceptan siquiera discutirlas. Y adoptan esta actitud porque las asocian a las prcticas polticas antidemocrticas, autoritarias, burocrticas, manipuladoras que han caracterizado a muchos partidos de izquierda.

7. Yo creo que es fundamental superar este bloqueo subjetivo y entender que cuando hablo de un instrumento poltico, no se trata de cualquier instrumento poltico, se trata de un instrumento poltico adecuado a los nuevos tiempos; un instrumento que tenemos que construir entre todos.

8. Pero para crear o remodelar el nuevo instrumento poltico hay que cambiar primero la cultura poltica de la izquierda y su visin de la poltica. Esta no puede reducirse a las disputas polticas institucionales por el control del parlamento, de los gobiernos locales; por ganar un proyecto de ley o unas elecciones. En esta forma de concebir la poltica, los sectores populares y sus luchas son los grandes ignorados. La poltica tampoco puede limitarse al arte de lo posible.

9. Para la izquierda la poltica debe ser el arte de hacer posible lo imposible. Y no se trata de una declaracin voluntarista. Se trata de entender la poltica como el arte de construir fuerza social y poltica capaz de cambiar la correlacin de fuerzas a favor del movimiento popular de tal modo de poder hacer posible en el futuro lo que hoy aparece como imposible.

10. Hay que pensar la poltica como el arte de construir fuerzas. Hay que superar el antiguo y arraigado error de pretender construir fuerza poltica sin construir fuerza social.

12. Por desgracia, entre nuestros militantes hay todava mucha verborrea revolucionaria; mucho radicalismo en los pronunciamientos. Estoy convencida de que la nica forma de poder radicalizar las cosas es mediante la construccin de fuerzas. A los que se llenan la boca de exigencias de radicalizacin hay que preguntarles: qu estn haciendo ustedes por construir la fuerza social y poltica que permita hacer avanzar el proceso?

13. Pero esta construccin de fuerzas no se produce espontneamente, espontneamente slo se producen los estallidos sociales. Requiere de un sujeto constructor.

14. Y yo imagino este instrumento poltico como una organizacin capaz de levantar un proyecto nacional que permita aglutinar y sirva de brjula a todos los sectores que se oponen al neoliberalismo. Como una instancia volcada hacia la sociedad, que respete la autonoma de los movimientos sociales y renuncie a manipularlos, y cuyos militantes y dirigentes sean verdaderos pedagogos populares, capaces de potenciar toda la sabidura que existe en el pueblo tanto la que proviene de sus tradiciones culturales y de lucha, como la que adquiere en su diario bregar por la subsistencia a travs de la fusin de estos conocimientos con los ms globales que la organizacin poltica pueda aportar. Como una instancia orientadora y articuladora al servicio de los movimientos sociales.
 
 
Bibliografa de Marta Harnecker sobre el tema

– La izquierda despus de Seattle, Siglo XXI Espaa, 2002.

– La izquierda en el umbral del Siglo XXI. Haciendo posible lo imposible, Publicado en: Mxico, Siglo XXI Editores, 1999; Espaa, Siglo XXI Editores, 1 ed., 1999, 2 ed., 2000 y 3 ed., 2000; Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, 2000; Portugal, Campo das Letras Editores, 2000; Brasil, Paz e Terra, 2000; Italia, Sperling and Kpfer Editori, 2001; Canad (francs), Lantt diteur, 2001; El Salvador, Instituto de Ciencias Polticas y Administrativas Farabundo Mart, 2001.

– Hacia el Siglo XXI, La izquierda se renueva, Quito, Ecuador, CEESAL, 1991

– Vanguardia y crisis actual o Izquierda y crisis actual, Siglo XXI Espaa, 1990. Publicado en: Argentina, Ediciones de Gente Sur, 1990; Uruguay, TAE Editorial, 1990; Chile, Brecha, 1990; Nicaragua, Barricada, 1990. Con el ttulo Izquierda y crisis actual: Mxico, Siglo XXI Editores, 1990; Per, Ediciones Amauta, 1990; Venezuela, Abre Brecha, 1990; Dinamarca, Solidaritet, 1992.

 

La resistencia de los Macabeos frente a la globalizacin del imperio

Jess de Nazaret recibi de su pueblo una herencia muy rica de tradiciones patriticas y revolucionarias, incluyendo la caminata por la vida de Abraham, la gesta antiimperialista de Moiss y la liberacin de Egipto; la lucha contra la opresin del Baal de los reyes cananeos; la denuncia proftica de Isaas y Jeremas, la protesta social de Miqueas y Ams, y mucho ms cercana, las acciones de resistencia del Movimiento de los Macabeos.
 
El Movimiento de los Macabeos, del ao 170 al 130 antes de Cristo, le hizo frente a una situacin muy compleja: lucharon contra una potencia que avanzaba aplastando todo lo que se pusiera en su camino, y que contaba con muchos recursos, podero militar, y se perfilaba como la nica superpotencia de esa poca. Y como hoy lo hacen los Estados Unidos, impona su globalizacin por medio de la espada.
 
Era la poca de Alejandro Magno, de origen macedonio, quien avanzaba triunfante y haba ya derrotado a Daro, rey de los persas. Nos describe el autor de Macabeos que cuando el mundo se quedo callado y sometido a su poder, se puso muy orgulloso.
 
Alejandro magno muri muy joven, a los treinta aos, y antes de morir reparti el imperio entre sus generales. Palestina quedo bajo el dominio de los Tolomeos, que respetaron sus tradiciones religiosas. Pero otro general, Antoco Bush Epfanes, se apoder de Egipto y ambicion controlar a  Palestina. Quera controlar el mundo.
 
Antoco Bush Epfanes fue un cruel invasor. Subi a Jerusaln con un poderoso ejrcito. Entr con insolencia en el altar y se llev el altar de oro, el candelabro de la luz, la mesa de los panes ofrecidos, los vasos, las copas, los incensarios de oro. Le renda culto al dlar, el abominable idolo de los invasores.
 
Antoco Bush Epfanes pretendi humillar la dignidad del pueblo iraqu, perdn, del pueblo de Israel. Se atrevi a publicar un decreto desde Washington ordenando que todos los pueblos de su imperio deban abandonar sus costumbres particulares y adoptar las del invasor.
Haba que asimilarse, humillarse, arrodillarse, venderse, traicionar y algunos lo hicieron sonrientes y agradecidos de la bondad imperial. Era su oportunidad de servir en la casa del amo.
 
 Pero muchos permanecieron firmes. Y entre estos sobresali el sacerdote Matatas y su familia. Matatas y su familia levant la bandera de la resistencia y la oracin de la protesta. No capitularon. No fueron doblegados. Se mantuvieron firmes.
 
Y una vez que los sirvientes imperiales llegaron a Modn, done se haba ido Matatas a vivir, para exigirle obediencia: ven pues tu el primero a cumplir la orden del rey este les dio una leccin de dignidad. Rehus hacerlo. Y cuando vio que un judo se  acerc a ofrecer incienso ante al altar del idolo imperial, su celo se incendi, y se dejo llevar por su justa indignacin. Se abalanz sobre l y lo degoll sobre el altar y tambin mat al delegado del rey. Desobedeci las ordenes del amo imperial.
 
Luego Matatas se alz con el siguiente grito de guerra: El que tenga celo por la Ley y sea partidario de la Alianza, que me siga. Y se fueron a los cerros, y luego marcharon al desierto. Eran hombres que buscaban la justicia. Este grupo inicial fue capturado y asesinado por las tropas del rey aprovechndose que no podan defenderse el da sbado. Matatas al saberlo, celebr duelo y reflexionaron que haba que combatir todos los das.
 
A Matatas se les unieron tambin todos aquellos que huan de la opresin y con esto se fueron fortaleciendo. Libraron muchas batallas contra el poder del imperio y su ejemplo fue seguido por muchos pueblos. Matatas, luchador antiimperialista y padre de una familia de combatientes por la liberacin nos dej un importante testamento poltico y religioso ante de morir.
 
Nos dijo con mucha sabidura: Ahora mandan los insolentes y los violentos; es un tiempo de crisis en que Dios descarga su enojo. Por eso, hijos mos, tengan celo por la Ley y arriesguen su vida para defender la Alianza de nuestros padres. Acuerdense de las hazaas que nuestros padres cumplieron en su tiempo, y alcancen tambin ustedes gloria y fama imperecederas.
 
Esta es la herencia que recibi Jess de Nazaret y es la herencia que recibimos nosotros y nosotras, cristianos latinoamericanos, luchadores y luchadoras sociales, seguidores del rebelde palestino que en la Intifada desafi al imperio de Washington, fue crucificado en Irak y resucit al tercer da en Cuba y nos acompaa en nuestras luchas por la paz y la justicia. Amn.
 
Rev. Roberto Pineda
 
San Salvador, 2 de octubre de 2004
 
 

USA: el papel de la izquierda en estas elecciones

Sam Webb
Presidente Nacional del Partido Comunista de los EEUU
7 de septiembre de 2004

No fue ninguna sorpresa para m que casi toda la gente que encontr durante un viaje reciente de tres semanas por el medio oeste quisieron recordarme de inmediato que estas elecciones son las ms importantes de sus vidas.

Mientras que estaban de acuerdo que la tarea poltica predominante es derrotar a Bush y a sus contrapartes en el Congreso y elegir a Kerry y a un Congreso ms favorable a la gente, nadie quiso reducirlo a una sencilla competencia entre los partidos demcrata y republicano.

Estas elecciones, me dijeron, continan una lucha de casi 24 aos contra las fuerzas de la reaccin poltica extremista que ahora se encuentran atrincheradas en la Casa Blanca, en el Congreso y en la Corte Suprema pero con esta diferencia: El 2 de noviembre bien poda marcar el momento crucial por el bien o por el mal.

Una victoria de Bush dara a la ultraderecha luz verde para incrementar su proyecto de formar de nuevo, de manera drstica y unilateral, el paisaje domstico e internacional para servir a los intereses del imperialismo norteamericano.

Por otra parte, una victoria de Kerry y del amplio movimiento democrtico que lo apoya sera un golpe contundente a la extrema derecha, traera un cierto alivio en cuestiones materiales inmediatas, y levantara el sitio a la constitucin poltica de nuestra nacin.

Tambin creara a un terreno poltico mucho ms favorable, en el cual el movimiento popular podra luchar por su agenda, comenzando con poner fin a la ocupacin de Iraq.

As que son tan altas las apuestas y, si eso fuera poco, el electorado queda tan dividido que el resultado depender de cual campaa pueda promover al voto ms grande.

Dadas estas circunstancias, cual debe ser el papel de los izquierdistas y progresistas?

No hay que analizar a cada palabra, revisar cada discurso, y escudriar a cada declaracin de Kerry, ni tampoco condenarlo con alabanza dbil. Su tarea principal, como lo veo yo, es presentar un enfoque ms agudo sobre las diferencias entre las dos lneas polticas representadas por Kerry y Bush respectivamente, para delinear el campo de juego poltico sumamente mejorado que una victoria de Kerry traera consigo, y, sobretodo, participar en los esfuerzos de base para movilizar el voto.

Haciendo esto, la izquierda ayudar a los votantes a obtener una comprensin del cuadro ms grande, ampliar los esfuerzos prcticos para llegar al electorado, y fortalecer sus conexiones con las organizaciones democrticas principales conexiones que son crticas para las luchas postelectorales.

A travs del pas hay un sentimiento cada vez mayor contra Bush, pero esto solo no basta. Lograr la victoria exige que millones estn convencidos de que las diferencias entre Bush y Kerry son verdaderas, substanciales y importantes a sus vidas en un amplio rango de cuestiones: Seguro Social, seguro mdico, cuidado de salud, horas extra, salario mnimo, educacin pblica, accin afirmativa, derechos reproductivos, derechos de inmigrantes, los derechos de gays, libertades civiles, poltica presupuestaria, proteccin del medio ambiente, Cuba, guerra preventiva, pruebas y uso de las armas nucleares.

Hasta sobre la cuestin de Irak, hay diferencias entre los dos. Pero ms importante, la derrota de Bush sera un rechazo a su poltica de guerra y de ocupacin, y eso no podra ser descartado por una administracin Kerry. As, la observacin que se oye en algunos crculos de la izquierda, que votar por Kerry pero tapndome las narices, es ineficaz e inmovilizadora. Puede traer una cierta autosatisfaccin momentnea a los que la expresan. Pero har poco para convencer a votantes indecisos o abstencionistas a que vayan a votar.

En mi experiencia, aparte de los comentaristas radiales derechistas de este mundo y sus oyentes leales, muy poca gente cree que Kerry es un candidato del movimiento izquierdista y progresista. La mayora sabe que l est ligado estrechamente a la clase dominante norteamericana, y que es un defensor del capitalismo, al igual que Bush.

Sin embargo, esta afiliacin comn de clase y el amor que tienen los dos al sistema de la libre empresa no evita que muchos votantes entiendan que Kerry es un centrista poltico y que abraza polticas distintas a Bush.

Tampoco les impide darse cuenta que una victoria de Kerry dara a los movimientos amplios una palanca poltica que ahora no tienen.

El peligro ms grande de estas elecciones no es que millones de gente tengan expectativas poco realistas de una administracin Kerry, pero ms bien que una seccin substancial de votantes todava cree que no hara mucha diferencia por quin voten el 2 de noviembre.

La responsabilidad de los izquierdistas y progresistas no es pasar su tiempo quejndose por los defectos de Kerry, pero convencer a millones que s hay una opcin, y que el resultado de estas elecciones llevar consecuencias enormes para el futuro de nuestra nacin.

Declaracin acerca de la globalizacin econmica, el hambre, la deuda externa y la paz

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos sern saciados.
(Mateo 5:6)
 
Como representantes de las Iglesias en el Cono Sur de Amrica Latina, afiliadas a la Federacin Luterana Mundial (FLM), reunidos en la ciudad de Via del Mar (Chile), entre los das 21-24 de septiembre de 2004, y en obediencia a una escucha fiel de la Palabra de Dios, que nos llama a una defensa incondicional de la vida y de la dignidad de toda persona, es que queremos compartir con todos ustedes este mensaje.
 
1. Hemos continuado y profundizado la reflexin que venimos haciendo en torno a la globalizacin econmica excluyente, con sus nefastas consecuencias para la vida de nuestros pueblos. En particular, hemos constatado una vez ms que la deuda externa es uno de los instrumentos ms eficaces para imponer el modelo neoliberal que incrementa cada da la pobreza, la desigualdad y la dependencia de nuestro continente. Por eso nos hemos comprometido a intensificar nuestras acciones en el marco del Programa de Incidencia sobre Deuda Externa Ilegtima en Amrica Latina y el Caribe. Esto significa un proceso continuado de reflexin y capacitacin hacia adentro de nuestras iglesias y acciones en medios nacionales e internacionales para lograr el efectivo reconocimiento de la ilegitimidad de la deuda externa.
 
2. Durante nuestra reunin hemos tomado conocimiento de pronunciamientos de presidentes latinoamericanos ante la Asamblea de las Naciones Unidas. Concordamos con ellos en que la ONU debe ser respetada como nica instancia que confiere legitimidad a los esfuerzos por el mantenimiento de la paz y la seguridad mundial. Asimismo, en conjunto con los organismos multilaterales asociados, la ONU es un espacio institucional e instrumento privilegiado en la lucha contra el hambre y la desigualdad econmica. Consideramos que, para alcanzar con ms eficacia estos objetivos, es indispensable ampliar los mecanismos de representatividad en la ONU, incluso en su Consejo de Seguridad.
 
3. Uno de los desafos ms urgentes de hoy es superar la miseria y el hambre. El proceso de globalizacin ha venido acompaado de una profunda agudizacin de las desigualdades en el mundo, llevando a miles de millones de habitantes de la tierra a sufrir el hambre endmica. Es un escndalo totalmente inaceptable desde el punto de vista tico y moral. Adems, es absolutamente incongruente con el incremento de recursos tcnicos, cientficos y de produccin en el mundo de hoy, lamentablemente concentrados en manos de unos pocos. El Presidente Lula, en su discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas, ha llamado la atencin al hecho de que en 1820, la diferencia de ingreso per capita entre el pas ms rico y el pas ms pobre del planeta era inferior a cinco veces, mientras hoy esa diferencia es de 80 veces. Esto por s slo demuestra que nos encontramos ante el reto de alcanzar una radical transformacin del sistema.
 
4. Considerando el sufrimiento de nuestros pueblos y la necesidad de abrir caminos de transformacin, es urgente enfrentar de manera eficaz y resolver el problema del hambre en el mundo. Por eso, apoyamos las propuestas de constitucin de un fondo para combatirlo. En este sentido, aunque no podemos de manera alguna validar el flujo de capitales especulativos y el comercio internacional de armas, adherimos a la sugerencia de que al menos sean gravados con tasas fiscales cuyos recursos sean destinados a combatir el hambre.
 
5. Instamos al mismo tiempo a nuestros gobiernos a elaborar e implementar polticas socio-econmicas que tengan como objetivo prioritario atender las necesidades bsicas de todos aquellos que han sido marginados y excluidos del sistema.
 
6. Finalmente, nos hemos comprometido como iglesias a participar activamente, como en ocasiones anteriores, en el Foro Social Mundial (Porto Alegre, enero 2005), que se rene bajo el lema otro mundo es posible. Compartimos la conviccin de que es posible y necesario buscar alternativas eficaces a la globalizacin excluyente y desde nuestra fe unimos nuestras oraciones, voces y acciones con las de todas las personas y movimientos de buena voluntad que trabajan en pos de un mundo ms justo y solidario.
 
Ciertamente cercana est su salvacin a los que le temen,
Para que habite la gloria en nuestra tierra.
La misericordia y la verdad se encontraron;
La justicia y la paz se besaron.
(Salmo 85:9-10)
 
Via del Mar, 24 de septiembre de 2004.
 
Iglesia Evanglica Luterana en Chile IELCH (Chile)
Iglesia Evanglica Luterana Unida IELU (Argentina)
Iglesia Evanglica Ro de la Plata IERP (Argentina, Paraguay, Uruguay)
Iglesia Luterana en Chile ILCH (Chile)
Igreja Evanglica de Confisso Luterana no Brasil IECLB (Brasil)
 

Globalizar a luta numa era de viragem

Camaradas e amigos

No final do sculo XX um vento de pessimismo varreu o planeta. A humanidade parecia mergulhar na apatia. Quando a Unio Sovitica desapareceu e a Rssia galopou para o capitalismo, a teoria do Fim da Historia correu pelo mundo. Nos EUA os intelectuais do sistema proclamaram a morte do comunismo e apresentaram o neoliberalismo como a ideologia definitiva.

Mas a euforia das foras obscurantistas durou pouco. A cadeia de protestos contra o capitalismo globalizado, iniciada em Seattle, ficou a assinalar o regresso da esperana . De repente, o panorama mudou.

No estamos a ser testemunhas da morte das ideologias, mas sim de um renascimento do esprito revolucionrio, com destaque para uma reflexo criadora sobre o marxismo.

Um pouco por todo o planeta, lutas de novo tipo confirmam que as revolues do futuro prximo esto a ser forjadas na resistncia s contra revolues da era neoliberal.

Milhes de explorados apercebem-se de que o capitalismo se tornou um factor de regresso absoluta da humanidade. A grande maioria rejeita o monstruoso projecto de sociedade que pretendem impor-lhe. O Frum Social mundial e os fruns sociais continentais e nacionais confirmaram que o sistema de poder que aspira dominao universal e perptua enfrenta uma condenao crescente. Mas desses grandiosos protestos transparece tambm que no existe consenso quanto s formas de luta contra o sistema imperial nem quanto temtica das alternativas ao neoliberalismo globalizado.

A conscincia de que a humanidade enfrenta uma crise global sem precedentes, que simultaneamente social, econmica, financeira, militar, cultural e ambiental no acompanhada ainda de uma disponibilidade para lutas globais que traduzam essa conscincia.

Na procura de uma resposta, as questes tericas e as prticas apresentam-se com frequncia interligadas numa teia labirntica. A luta contra a escalada de terrorismo do estado imperial prioritria. Mas para se derrotar a engrenagem que ameaa a prpria continuidade da vida indispensvel compreender antes de mais a estratgia e os mecanismos do sistema de dominao opressor. A rejeio do projecto imperial e da globalizao neoliberal deve conduzir conscincia de que esta como reconhece Thomas Friedman, ex- assessor de Madeleine Albright- no poderia funcionar sem um punho invisvel , a mquina de guerra dos EUA ,que a sustenta e viabiliza.

Entretanto a tentativa de prever o futuro e esboar os seus contornos uma fonte de problemas.

A aspirao legitima. O velho brado antinmico de Rosa Luxemburgo Socialismo ou Barbrie no perdeu actualidade. Mas a reflexo critica sobre os erros que conduziram imploso da URSS e ao trgico desfecho do regime nascido da Revoluo de Outubro de 17 desvia-se do objectivo, assumindo aspectos negativos, quando desemboca em exerccios de futurologia que deixam transparecer desconhecimento da historia, das sociedades contemporneas e da evoluo do imperialismo.

A imprescindvel reflexo sobre a transio do capitalismo para o socialismo e os fracassos das revolues que se propunham a encontrar resposta para esse desafio no devem ser confundidos com a elaborao de programas para a fase de transio. Ao inverterem prioridades e tempos histricos, na tentativa de explicarem o que no se fez e dever fazer-se, no esforo para esboarem o perfil do socialismo com que sonham, muitos tericos da transio desenvolvem um trabalho de escassa ou nula utilidade.

Voltarei ao tema mais adiante, mas quero desde j sublinhar que tudo separa esses fazedores de programas para a transio de intelectuais como Istvn Mszaros, Samir Amin e Georges Gastaud que, a partir de um conhecimento profundo do marxismo, escreveram trabalhos importantssimos sobre a problemtica da transio para o socialismo em sociedades onde ela fracassou dramaticamente.

Camaradas e amigos

Este Encontro tem por titulo Civilizao ou Barbrie. Paradoxalmente, o sistema de poder que ameaa mergulhar o mundo na barbrie apresenta-se como o campeo da luta contra o terrorismo e faz dela a primeira prioridade da sua estratgia.

Na prtica, porm, a sua poltica de guerras ditas preventivas configura uma forma indita de terrorismo de estado. As agresses militares dos EUA a povos com o iraquiano e o afego contriburam, aps o 11 de Setembro, para multiplicar e disseminar o terrorismo em escala mundial. Em ultima anlise a poltica imperial neonazi de Washington a responsvel pela proliferao de atentados terroristas praticados por seitas de fanticos fundamentalistas, incluindo sequestros monstruosos com desfechos de tragdia como o da Osstia do Norte.

Lutar contra o sistema de poder que tem o seu plo em Washington tornou-se, portanto, uma necessidade ligada sobrevivncia da humanidade.

Na crise global que vivemos a frente principal no confronto com o imperialismo aquela onde o inimigo, concentrando grandes foras, actua com mais agressividade e investe mais recursos materiais e humanos- a frente em que os desafios por ele enfrentados e a resistncia encontrada lhe causam maiores dificuldades, pondo em causa o mito da sua invencibilidade.

Essa frente situa-se actualmente no Oriente Mdio e na sia Central, no tringulo Iraque-Afeganisto-Palestina.

hoje transparente que a estratgia dos EUA na Regio fracassou. Uma esmagadora superioridade militar permitiu s suas foras armadas ocupar em poucas semanas o Afeganisto e o Iraque. Mas em ambos os casos a resistncia das populaes impediu a execuo dos chamados planos de reconstruo, na realidade de recolonizao. No tanto pelo milhar de mortos e mais de uma dezena de milhar de feridos somente no Iraque. Para Washington, o pior a desmoralizao resultante dos ataques dirios e a incapacidade de prever as aces de uma Resistncia cada vez mais organizada.

Foi impossvel ocultar ao povo dos EUA uma srie de derrotas. A de Faluja foi a mais chocante. Aps a morte ali de quatro mercenrios, o governo Bush afirmou que a cidade seria alvo de uma punio exemplar. Quase um milhar de civis morreram durante o bombardeamento selvagem a que Faluja foi submetida. Mas o corpo de Fuzileiros no conseguiu retomar a cidade. Numa tentativa de esconder o fracasso, o Pentgono informou que retirara as suas foras aps um acordo que normalizara a situao na rea. Na realidade ocorreu uma capitulao humilhante. O comando norte-americano teve de pedir Resistncia que autorizasse a sada do material pesado da cidade e a garantia de que as suas tropas no seriam atacadas durante a retirada. Hoje Faluja uma cidade praticamente libertada no Iraque. Por isso bombardeada com frequncia .

Em Najaf, Samarra, Ramadi, Kerbala e Kufa os marines tambm acumularam derrotas. Nessas cidades as tropas dos EUA no entram mais.

Durante um ano, Washington apresentou as comunidades xiitas, majoritrias no pais como predispostas colaborao. Outra mentira. O levantamento de Moqtada Al Badr em Najaf funcionou como rastilho de uma ampla insurreio xiita. Os EUA, aps semanas de luta, tiveram inclusive de recorrer mediao do ayatollah Al Sistani para conseguir que Al Badr e o exrcito mahdi evacuassem o mausolu de Ali naquela cidade santa do xiismo. Para prosseguir alias a luta noutros lugares. E os marines saram de Najaf.

O golpe mais duro que atingiu a extrema direita estadunidense foi, entretanto, a divulgao das torturas infligidas aos prisioneiros iraquianos. Os media passaram a chamar abusos tortura, mas o artificio no funcionou. Ficou transparente que a soldadesca norte-americana ,com a cumplicidade do alto comando, recorria a mtodos que somente encontram precedente nos utilizados pelas SS nazis no III Reich alemo. O prprio secretario da Defesa, Donald Rumsfeld, tinha conhecimento do que se passava e nos seus arquivos acumulava fotografias das humilhaes sexuais infligidas a prisioneiros.

Os grandes jornais, incluindo The New York Times, adoptaram uma atitude ambgua. De modo geral apresentaram a tortura como excepcional, sublinhando que suscitara a adequada resposta de uma justia democrtica. O que falso. Crimes similares vinham sendo divulgados por intelectuais progressistas em diferentes pases. Sobre o tema escreveram cientistas sociais como o canadiano Michel Chossudovsky, escritores como o australiano John Pilger e o jornalista britnico Robert Fisk. Eu prprio faz dois anos responsabilizei oficiais superiores do exrcito dos EUA por crimes abjectos cometidos durante a guerra de agresso ao povo do Afeganisto. Recordo a chacina de Mazar-i-Charif, o saque de Kandahar, e o corte de lnguas a prisioneiros em Seberghan.

A recente transferencia de poderes em Bagdad para um governo provisrio iraquiano foi uma mera operao cosmtica. O procnsul Paul Bremer regressou a Washington, mas o actual embaixador John Negroponte um veterano da CIA continua a por e dispor ali. O primeiro ministro Iyad Allawi um antigo homem de confiana de Saddam que trabalhou depois com a CIA e o MI-6, o servio de inteligncia britnico. Foi acusado pelo dirio australiano Sidney Morning Herald de assassinar pessoalmente, com tiros na nuca, prisioneiros iraquianos numa esquadra de polcia de Bagdad.

A cumplicidade dos aliados europeus dos EUA, da Rssia e da China permitiu, entretanto, que Washington alcanasse uma vitria tctica. O Conselho de Segurana da ONU, submetido a presses muito fortes, num momento em que o alargamento da Unio Europeia enfraqueceu o eixo franco-alemo, aprovou em 8 de Junho, por unanimidade, uma Resoluo, a 1546, capituladora.

O documento, violador da Carta da ONU, legitima a ocupao do Iraque ao reconhecer como representante do seu povo at s futuras eleies o governo interino fantoche instalado por Washington. Simultaneamente, o Conselho de Segurana passou a designar as tropas de ocupao como fora multinacional. Na prtica, a autointitulada coligao, inventada e comandada pelos EUA, adquiriu assim um estatuto de legitimidade que vinha, sem xito, reivindicando h muito.

O caracter capitulador da Resoluo 1546 no alterou, contudo, a situao concreta existente. Koffi Annan, no obstante ser um secretario geral submisso, foi categrico ao declarar que a Organizao no voltar em tempo previsvel a instalar em Bagdad uma misso permanente. A memria do ataque contra a sua sede, quando morreu o brasileiro Srgio Vieira de Mello, desaconselha o regresso.

A resoluo no mudou tambm o quadro militar. Washington pretendia que a Frana, a Alemanha e a Rssia enviassem tropas. Ora Chirac e Schroeder j esclareceram que isso no acontecer. A posio de Putin mais ambgua.

A recusa de envolvimento dos trs pases na guerra iraquiana configura uma grande derrota dos EUA. Para o Pentgono, a presena no combate insurreio dos exrcitos francs, alemo e russo era considerada fundamental. Rumsfeld e os seus generais esto conscientes de que o nico aliado que conta militarmente a Gr- Bretanha. As tropas italianas, polacas, ucranianas, blgaras, bielorussas, romenas, checas, eslovacas, blticas e de pases da sia Oriental e da Amrica Latina no saem praticamente dos quartis. O devastador ataque caserna dos italianos valeu como advertncia. Alis, os governos das Filipinas, das Honduras, da Republica Dominicana e da Nicargua j retiraram os seus contingentes, seguindo o exemplo espanhol. Os ucranianos vo tambm sair.

A certeza do isolamento (pois o nico aliado real, repito, o britnico) dissipou as iluses do Pentgono.

A guerra do Iraque assume cada vez mais os contornos de uma guerra perdida. Tal como ocorreu no Vietnam embora num contexto muito diferente a Resistncia destruiu o moral do exrcito invasor. Cada soldado, ao tomar conhecimento da morte diria de companheiros numa guerra absurda que no entende, pensa que o prximo pode ser ele. Mais de 1500 soldados e oficiais receberam j tratamento psiquitrico. O nmero de suicdios cresce e trinta militares, ao regressarem aos EUA, mataram as mulheres e os filhos.

Foi precisamente a conscincia da desmoralizao das tropas de ocupao que motivou a deciso de acelerar na medida do possvel a substituio dos militares que se encontravam no pais desde o inicio da invaso. Mas a substituio desses homens est criando problemas muito complexos.

O exrcito dos EUA hoje um corpo profissional muito diferente do que esteve na fornalha vietnamita. Naquela poca no se colocava o problema dos efectivos. Actualmente no possvel mobilizar milhes de homens. As novas armas exigem foras altamente especializadas. O ingresso no exrcito implica um contrato, nasce de um acto voluntrio. Da uma dimenso muito menor das foras armadas. No caso do exrcito, o total das tropas operacionais disponveis no atingir provavelmente- segundo Ignacio Ramonet- 250 000.

Mais de metade encontra-se no Iraque e algumas dezenas de milhares no Afeganisto e em bases militares localizadas em diferentes pases. Tendo presente que parte das tropas que participaram da invaso j foi repatriada (e est desmoralizada) o Pentgono no sabe como responder ao pedido de reforos para o Iraque. A recente convocao de 6 500 reservistas e os protestos que a medida provocou so reveladores das limitaes da gigantesca mquina militar dos EUA. Da Coreia do Sul e do Haiti vo, alis ser transferidos para o Iraque uns 15 000 homens.

A contratao de dezenas de milhares de mercenrios para tarefas militares e civis naquele pas espelho das dificuldades crescentes do Pentgono.

O PLO DA AMRICA LATINA

Colin Powell declarou em Fevereiro p.p. que a Amrica Latina no no momento uma prioridade para os EUA. Tivemos a confirmao no corte de 11% das verbas destinadas pelo oramento federal a iniciativas na Regio.

Seria, porem, um erro minimizar o significado da frente latino-americana na batalha mundial contra o imperialismo. Washington persiste numa poltica muito agressiva na Regio. O tringulo Venezuela-Colmbia-Cuba concentra a ateno da Casa Branca.

A vitria ,por ampla margem, de Chavez no referendo revogatrio de 15 de Agosto foi um acontecimento poltico de significado continental. O povo venezuelano, assumindo uma vez mais o papel de sujeito da histria, voltou a derrotar as foras unidas da oligarquia e do imperialismo. Sem a sua participao macia no teria sido possvel o triunfo alcanado no confronto com a engrenagem golpista que pretendia tal como no golpe de 11 de Abril de 2002 e no lock out. petrolfero derrubar o presidente Hugo Chavez e destruir a Revoluo Bolivariana.

A Venezuela emerge hoje na Amrica Latina como um laboratrio social efervescente no qual se desenvolve uma luta de classes como o mundo no conhecia , pela durao e intensidade, desde as revolues russas de 1917. Na ptria de Bolvar e Zamora foi retomado um desafio: transformar radicalmente a sociedade e libert-la da dominao imperialista, optando pela via dita pacfica, isto utilizando exclusivamente para o efeito as instituies criadas pela burguesia para servir os seus objectivos, incompatveis com os do poder revolucionrio.

Os xitos obtidos por Chavez no devem levar a uma subestimaao das dificuldades do futuro imediato. Convm recordar que o poder econmico da burguesia, com excepo da rea do petrleo (e do ao), est praticamente intacto.

O desfecho da via pacifica no Chile foi o sangrento golpe militar do 11 de Setembro de 1973, preparado com o apoio do imperialismo norte-americano. Mas a Revoluo Bolivariana no uma revoluo desarmada, contrariamente chilena. A derrota da intentona de Abril de 2002 permitiu o afastamento de 150 generais e almirantes que representavam o espirito do corpo de oficiais tradicional, educado nas academias militares da burguesia e dos EUA. Hoje a esmagadora maioria do Exrcito est identificada com o projecto revolucionrio, situao sem precedentes na Amrica do Sul.

So muitas, entretanto, na Venezuela as interrogaes sem resposta. A vitria no referendo, alcanada em condies muito desfavorveis, foi uma grande derrota do imperialismo. Mas a vitria do povo no ps fim ofensiva contra-revolucionria, apoiada por um sistema medivico perverso. O futuro da Revoluo Bolivariana continua a ser imprevisvel.

No Brasil e na Argentina a eleio de presidentes cujos projectos previam transformaes sociais de fundo que implicavam uma ruptura com as polticas neoliberais anteriores de submisso ao imperialismo gerou enormes esperanas.

O andamento da historia no permitiu a sua concretizao. Em ambos os casos as polticas adoptadas no respondem s aspiraes populares.

No cabe nesta reflexo analisar o rumo do Brasil e da Argentina. Mas oportuno recordar que os governos de Lula e Kirchner ,com linguagens e estilos muito diferentes, longe de utilizarem as instituies em beneficio dos respectivos povos, desenvolvem polticas que no fundamental no ferem a lgica do capitalismo e lhe servem mesmo os interesses estratgicos. A submisso do Brasil s polticas neoliberais ostensiva. O prof. Ricardo Antunes, da Universidade de Campinas, definiu bem a situao criada ao afirmar cito- que o governo Lula tenta ganhar as classes dominantes para o seu projecto e ainda no percebeu que ele foi ganho pelas classes dominantes para o projecto delas.

Entretanto, o chamado capitalismo normal de Kirchner no envolve tambm uma ruptura com os objectivos do neoliberalismo. No sem habilidade, o ex-governador peronista da Patagnia esfora-se na Casa Rosada por humanizar o capitalismo, como se isso fosse possvel. Mas o seu populismo engana. A sua popularidade mantem-se num nvel alto, enquanto a de Lula baixa.

Quanto sobrevivncia das guerrilhas na Colmbia, constitui um pesadelo para o Pentgono. A luta das FARC-EP, sobretudo, confirma que em determinadas situaes histricas, geogrficas e sociais excepcionais, a luta armada continua a ser possvel na Amrica Latina. H 39 anos que a oligarquia colombiana anuncia o fim da guerrilha de Manuel Marulanda. Sem xito. Nestas quatro dcadas o ncleo inicial de 47 homens transformou-se num exrcito popular de 18 000 combatentes que luta em 60 frentes, infligindo duras derrotas ao mais poderoso exrcito da Amrica Latina.

O Plano Colmbia est em execuo e no obstante a ausncia de condies para uma interveno directa invivel no momento- os EUA no renunciaram ideia de criar uma fora interamericana que actuaria contra as guerrilhas das FARC e do ELN, acusadas de serem organizaes terroristas. A deteno no Equador do comandante Simon Trinidad confirmou, alis, a existncia de cumplicidades profundas de vrios servios de inteligncia latino-americanos com a CIA.

Cuba o terceiro vrtice do tringulo que preocupa os estrategos estadunidenses. O povo da Ilha no se submete, no abdica do direito de construir e defender o socialismo. Na perspectiva de Washington a sobrevivncia da sua revoluo , aguentando o mais prolongado bloqueio de que ha memria, oferece um perigoso exemplo para a Amrica Latina. Demonstra que possvel resistir vitoriosamente seguindo um caminho prprio. Cuba o nico pais do Hemisfrio onde o direito vida , sade , educao , cultura pilar de um conceito revolucionrio dos direitos humanos que no farisaico como o das democracias formais do mundo capitalista.

No creio , camaradas, que os EUA, atolados no Iraque e no Afeganisto, estejam no momento em condies de invadir Cuba. Mas o povo cubano sente-se com fundamento ameaado. No contexto de uma autentica guerra no declarada, as ultimas medidas do governo Bush, reforando o bloqueio e impondo sanes incompatveis com o direito internacional, visam a asfixiar economicamente a ptria de Mart e Fidel. Configuram uma poltica definidora de um estado pirata. Da a necessidade de ampliar a solidariedade com o herico povo cubano.

A nvel continental, a luta contra a ALCA permanece como objectivo fundamental. Os EUA exigem que o Acordo por eles concebido seja implementado no inicio de 2005. Perante as resistncias encontradas ,o projecto anexionista mudou de forma e procedimento, mas a sua essncia mantem-se intacta, como sublinhou em Havana o cubano Osvaldo Martinez.

No panorama global, a traio do equatoriano Lcio Gutierrez, hoje totalmente submisso s ordens de Washington, veio alertar as foras progressistas do Continente para uma realidade. Na Amrica Latina a conquista da Presidncia por polticos com programas anti-neoliberais ,eleitos com o apoio macio dos trabalhadores e dos intelectuais progressistas, no , por si s, garantia do cumprimento dos compromissos assumidos.

O oportunismo e a capitulao dos dirigentes populistas que suscitaram grandes esperanas no justificam ,porem, atitudes pessimistas. Do Rio Bravo Terra do Fogo os povos da Amrica Latina, com raras excepes, demonstram maior disponibilidade para a luta. Isso ocorre no Peru, na Bolvia, no Uruguai, no Paraguai, no Chile, como no Brasil e em pases da Amrica Central .

Mobilizar para aces concretas, bem coordenadas, esse formidvel potencial de combatividade — eis a grande tarefa a ser assumida pelas organizaes e partidos revolucionrios do Continente e pelos movimentos sociais progressistas que recusam o discurso dos reformadores do capitalismo.

LUTAS SOCIAIS NA EUROPA

O plo europeu na luta global contra o sistema de poder que ameaa a humanidade tende a assumir tambm importncia crescente. Os Estados da Unio Europeia tal como o Japo, a Rssia, a Austrlia ,a Nova Zelndia e alguns da sia Oriental – esto integrados nesse sistema .Os seus governos e classes dominantes participam activamente da explorao capitalista . So parte de uma engrenagem. Como beneficirios da globalizao neoliberal, muitos deles participaram em agresses contra outros povos ( Golfo, Somlia, Bsnia, Jugoslvia, Afeganisto, Iraque, etc.) .Essa cumplicidade no impede que contradies complexas oponham permanentemente no mbito da OCDE e do prprio G-7 estados e transnacionais da Europa ao sistema de poder estadunidense e s suas transnacionais. O alargamento da UE ,com a entrada de pases cujos governos so na maioria satlites de Washington, aprofundou essas contradies que se expressam com frequncia em conflitos comerciais e em posies diferenciadas na ONU. Esses conflitos so inseparveis da crise profunda do capitalismo e da estratgia da dominao planetria liderada pela extrema-direita dos EUA.

Em Seminrios Internacionais realizados no Chile, no Mxico e no Brasil chamei a ateno para o caracter estrutural que a crise do capitalismo apresenta hoje nos EUA. So cada vez mais transparentes as consequncias de uma estratgia irracional em que o poder das finanas passou a ser sustentado por uma poltica de terrorismo de estado. Sendo actualmente uma nao parasita que consome muito mais do que produz- em Abril o dfice comercial ultrapassou 48 mil milhes de dlares e em Junho foi ainda mais elevado- os EUA ,cuja taxa de poupana muito baixa praticam uma poltica de saque dos recursos naturais de outros povos. O dfice do oramento federal ser este ano ,segundo a Casa Branca, superior a 445 mil milhes de dlares, o maior de sempre.

O prof. Remy Herrera, da Universidade de Paris 1, aqui presente em Serpa, formulou em Havana ,na VI Conferencia sobre Problemas do Desenvolvimento e da Globalizao ,uma pergunta oportuna : podero os EUA redinamizar a acumulao de capital no centro do sistema mundial atravs da guerra imperialista quase permanente?

A sua resposta negativa porque as destruies de capital so insuficientes para a acumulao capitalista.

A desvalorizao do dlar relativamente ao euro apesar de a Europa permanecer na fronteira da estagnao- no uma simples manobra monetria para estimular as exportaes. Desta vez reflecte a gravidade da crise estadunidense. Gigantescos dfices sobretudo o do oramento e o comercial assustam os aliados europeus e asiticos. A divida externa, a maior do mundo e a publica interna, atingem nveis alarmantes. O endividamento das famlias americanas representa quase 85% do PIB.

O gigante tem ps de barro e os cmplices esto conscientes da sua fragilidade.

natural que as lutas sociais na Europa Ocidental estejam em ascenso num momento em que o alargamento da Unio Europeia para 25 pases traz a certeza de um aumento de tenses entre grandes e pequenos. O ingresso de pases como a Polnia, a Hungria e a Republica Checa, que se comportam como autentica quinta coluna dos EUA, aprofunda clivagens e ser fonte de novas situaes de conflito.

Outro problema: o futuro exrcito europeu, defendido com empenho pela Frana e pela Alemanha e combatido pelo Pentgono, continuar a ser uma rea de atrito. Como prlogo, o debate sobre a criao da chamada fora de reaco rpida e dos battle groups antecipa frices inevitveis. O tumor iraquiano contribui para as intensificar.

A hegemonia financeira e militar de Washington ainda demasiado forte para que os aliados europeus e o Japo a desafiem abertamente . Mas que acontecer como pergunta Georges Gastaud se as potncias capitalistas mais importantes se aproximarem dos EUA, mais frgeis economicamente do que parece? Enganam-se, responde o professor francs, os que imaginam que a era das guerras imperialistas pertence para sempre ao passado, embora hoje seja impossvel prever as formas que assumiriam esses conflitos, tanto menos previsveis quanto a URSS j no existe para defender a paz.

As foras progressistas no somente se opem militarizao da Europa , qualquer que seja o modelo, mas tambm Constituio Europeia que, na pratica institucionalizou o capitalismo, reduzindo as soberanias nacionais a simples fachada.

A mobilizao dos povos contra a Constituio no atingiu lamentavelmente o nvel que seria desejvel, em parte pelo desconhecimento das consequncias da sua aplicao.

Mas o agravamento da crise do sistema levar a uma intensificao das lutas de significado anti-imperialista. Quanto mais os EUA se afundarem no Iraque maiores sero as dificuldades dos governos da UE em camuflarem as suas divergncias sobre a estratgia de Washington para o Oriente Mdio e a sia Central.

Os factores negativos no devem, contudo, ser esquecidos. Na Europa Ocidental tal como na Amrica Latina o nvel de organizao e a capacidade de mobilizao das foras que rejeitam a globalizao neoliberal e o seu projecto so muito insuficientes. No correspondem dimenso da crise.

O balano dos Fruns Sociais convida reflexo. A interveno dos Movimentos Sociais desde Seattle tem suscitado polmicas fascinantes. importantssima a contestao ao projecto de sociedade do neoliberalismo. Os movimentos sociais contriburam decisivamente para uma mudana de atitude de milhes de pessoas perante situaes que antes suportavam passivamente. Ao passarem da quase indiferena contestao do sistema colocaram este na defensiva. O quadro mudou.

Mas a convico de que os movimentos sociais emergem colectivamente como uma vanguarda de vocao revolucionria expressa uma atitude romntica. Tenho chamado repetidamente a ateno, sobretudo no stio web resistir.info, para os limites e perigos do espontanesmo movimentista quando a interveno dos movimentos sociais no tem como complemento imprescindvel a participao intensa na luta de organizaes e partidos revolucionrios com projectos bem definidos. No sem apreenso apenas um exemplo- que acompanho a guinada de um partido como a Rifondazione Comunista, da Itlia, quando afirma, pela palavra de Fausto Bertinotti, que o movimento dos movimentos (o que ser isso?) funcionar como alavanca da revoluo de amanh. Os partidos tenderiam com o tempo a diluir-se nesse movimento dos movimentos. Apreenso similar a provocada pela adeso da maioria dos partidos comunistas da Europa Ocidental a um projecto de Partido que pretende representar o fundamental das esquerdas marxistas de vrios pases, mas que parece anunciar- se como mais uma organizao empenhada em reformar o capitalismo. A recusa de adeso a tal projecto dos Partidos Comunistas Portugus e Grego apontou um caminho correcto.

Camaradas e amigos,

Julgo til recordar tambm aqui outra situao negativa. Nos ltimos anos, tendncias que apresentam matizes neoanarquistas favoreceram na prtica os objectivos de foras e personalidades que, mesmo quando declaram o contrario, actuam como se fosse possvel uma reforma profunda do capitalismo que o humanize, o que uma impossibilidade absoluta.

Penso concretamente nos trabalhos e na interveno polmica do irlands John Holloway, actualmente professor na Universidade mexicana de Puebla, e do italiano Toni Negri cujas teses sobre a problemtica do poder e o imperialismo se me afiguram perigosamente desmobilizadoras.

O livro do primeiro, Mudar o mundo sem tomar o Poder [2] , publicado inicialmente quando era professor em Edimburgo na Esccia, e depois editado na Argentina e no Brasil, funcionou na Amrica Latina como instrumento de confuso, sobretudo em meios universitrios . O facto de Holloway se declarar plenamente identificado com as posies do subcomandante Marcos, do EZLN, sobre o Estado e a inutilidade da luta frontal contra o Poder do Estado burgus contribuiu para confundir amplas camadas da juventude. Cabe recordar que Marcos se define como um rebelde, mas no como revolucionrio. Holloway, seu grande admirador, diz-se marxista, mas pensa e escreve como um neoanarquista.

No menos confusionista o efeito das mensagens contidas na obra de Negri .O seu discurso sobre a metamorfose que enxerga no imperialismo , que se teria diludo, actuando atravs de mltiplos plos diferenciados, absolutamente incompatvel com a definio clssica do imperialismo, de Lenine. A historia desmentiu-lhe nos ltimos anos essa tese absurda. Mas Negri insiste. Desmobilizadora tambm a sua apologia da no violncia num momento em que a Resistncia iraquiana enfrenta com herosmo o terrorismo de estado neofascista dos EUA. Negri semeia a confuso quando cada vez mais necessria uma grande frente antimperialista, a nica por ora possvel.

ALTERNATIVAS E PRIORIDADES

A questo das alternativas aparece-me como intimamente ligada da frente de luta principal.

Fidel Castro no III Encontro Anti-Alca interveio no debate para afirmar que no haver uma alternativa, mas muitas, segundo a regio ,o pas, o povo ,as condies objectivas e subjectivas. No se referia obviamente a alternativas ao projecto anexionista imperial. Para ele no hemisfrio somente h uma alternativa ALCA: a integrao das economias latino-americanas. Fidel referia-se s alternativas s polticas de ajuste impostas Amrica latina pelo Consenso de Washington com os trgicos resultados conhecidos.

As falsas democracias latino-americanas so regimes caricaturais e opressores. O Brasil necessita de um projecto nacional (o actual Governo abandonou o esboado no Programa da Frente que o elegeu) que ter de ser muito diferente do argentino, como este do uruguaio e do paraguaio. O das foras progressistas do Chile apresentar um perfil prprio, tal como os do Peru ,da Bolvia e do Equador. O da Venezuela bolivariana define-se a cada dia na defesa da revoluo. A longa e herica luta da insurgncia colombiana pesar nas solues institucionais democrticas que o povo de Nario reivindica. Em cada caso, no Mxico, na Amrica Central, no Caribe, o projecto nacional, para obter o apoio das massas, ter que partir da especificidade nacional.

A opinio emitida por Fidel Castro foi oportuna como elemento clarificador de um debate que, por falta de rigor, inclusive no emprego da palavra alternativa, fonte de interpretaes contraditrias.

Tornou-se j evidente que dos Fruns Sociais Mundial e Continentais no pode sair qualquer alternativa global ao neoliberalismo porque no mundo actual impossvel apresentar uma alternativa de contornos definidos, bem estruturada, de valor universal, ao sistema que ameaa destruir o planeta.

A dualidade antagnica socialismo ou barbrie ,tal como a apresentam cientistas sociais revolucionrios como Mszros, Gastaud e Samir Amin expressa bem a situao de crise existente. Ou o capitalismo, na sua fase senil, destrui a civilizao ,empurrando a humanidade para a barbrie (ou a extino) ou o capitalismo erradicado, desaparece. Num pequeno artigo, Mszros divulgou recentemente uma carta em que Paul Sweezy, em 1987, deixava transparecer uma lcida percepo do rumo dramtico da histria resultante do desespero do capitalismo, incapaz de superar a crise por ele criada.

Seria, contudo, entrar no terreno da especulao esboar sequer os contornos do socialismo, ou dos socialismos, que sucedero ao capitalismo. O estudo em profundidade do terremoto que levou imploso da URSS, uma tragdia para a humanidade, apenas principiou. Sabemos que o socialismo real no correspondeu ao projecto de Lenine, desfigurando-o .Mas o perfil do socialismo de amanh no pode ser esboado hoje. O mais provvel ser o aparecimento e a convivncia de sociedades comunistas muito diferenciadas. Estamos longssimo do estado universal.

A controvrsia assume uma grande actualidade porque intelectuais de esquerda srios ,respeitados, alguns marxistas, afirmam que a elaborao de uma alternativa terica ao neoliberalismo se apresenta como tarefa prioritria, devendo preceder a organizao da luta frontal contra o imperialismo cujas condies seriam criadas por ela.

Repito o j dito. A reflexo sobre a problemtica da transio para o socialismo e os erros cometidos na URSS uma tarefa incontornvel. Nesse campo, os trabalhos, muito diferentes, de Mszros, Samir Amin, Sweezy e Gastaud e tambm, muito antes, de Bethelleim, so importantssimos, imprescindveis compreenso do mundo unipolar em que vivemos e renovao criadora, revolucionaria do marxismo, tal como a concebiam Marx, Engels e o prprio Lenine.

Mas sair desse terreno para a formulao de projectos que subalternizam a luta contra o imperialismo, concedendo prioridade ao debate terico sobre a construo da sociedade futura seria cair na utopia ,levar agua ao moinho do inimigo. No so apenas diletantes das cincias sociais como o alemo-mexicano Hanz Dieterich, que desenham os contornos da democracia participativa como meta prxima e atingvel, esquecendo que entre ela e o presente se ergue a muralha poderosa de um poder imperial de contornos neofascistas. Hoje gente mais responsvel sustenta que a transformao da sociedade capitalista se apresenta como tarefa imediata que deve preceder a tomada do poder poltico A teorizao sobre a construo do poder de baixo para cima, subestimando a luta contra o estado burgus , como a concebe o mexicano Marcos ,do EZLN, pode cativar intelectuais de esquerda e segmentos da juventude ,mas no preocupa muito as classes dominantes. A convico de que a transio se pode realizar desde o interior do sistema, na vigncia do capitalismo, sem sequer colocar o problema do Estado , do Poder, ingnua. Sem que os seus defensores disso tomem conscincia, eles esto a retomar noutro contexto histrico com outra linguagem, velhas teses reformistas de Edward Bernstein. Na prtica o que propem no uma nova lgica socialista e revolucionria, mas a humanizao do capitalismo. O que insisto uma impossibilidade absoluta, por ser incompatvel com a prpria essncia do sistema. O movimento, contrariamente ao que afirmava Bernstein, no tudo, mas quase nada ,como sustentou Rosa Luxemburgo ao desmontar-lhe as teses revisionistas e oportunistas. A meta das grandes lutas do nosso tempo no o enfraquecimento gradual do capitalismo, reformando-o de dentro do sistema, mas sim o seu desaparecimento.

As pompas do discurso ,em francs, portugus, ingls, espanhol, italiano ou alemo em torno do chamado socialismo democrtico no alteram a realidade: a social democracia europeia, transcorrido um sculo , no acrescentou ,na sua teorizao reformista, praticamente nada s formulaes de Bernstein.

No seu livro O poder da ideologia [1] , Istvn Mszros, aqui presente, j lembrava que cito- Nenhum acontecimento ou desenvolvimento novo pode afectar de modo significativo a perspectiva estratgica da social democracia ocidental orientada para a justificativa apologtica da sua escolha original — o caminho da reforma estritamente gradual e a rejeio categrica da possibilidade de mudana revolucionria – – e para a confirmao aprioristica da perfeio da estratgia adoptada. A ultima coisa que esta perspectiva necessita, ou poderia trazer tona sem se destruir ,seriam princpios tericos realmente novos e objectivos radicalmente reorientados (…) Na realidade, as mudanas graduais legitimadas da teoria social democrata no so sequer graduais em qualquer sentido da palavra (isto , mudanas adequadas para assegurar ,ainda que lentamente, a prometida transio para uma sociedade muito diferente socialista )mas meramente conciliatrias. A sua premissa ,admitida mais ou menos abertamente, a necessria excluso, de toda a mudana estrutural radical, por qualquer meio (repressivo ou no) que aordem constitucional estabelecida tenha disposio.

Alis as mudanas graduais da social democracia reformista, introduzidas na Europa por via parlamentar desde o inicio do sculo podem ser constitucionalmente derrubadas tambm por via legislativa .E isso tem sido feito sob a gide dos governos neoliberais. Em Portugal o processo desenvolveu-se tanto por iniciativa de governos do PS como de partidos da direita quimicamente pura, empenhados uns e outros em destruir as nacionalizaes e a reforma agraria e em aniquilar conquistas dos trabalhadores alcanadas durante o perodo revolucionrio do general Vasco Gonalves.

Os partidos revolucionrios no devem permanecer margem dos processos eleitorais. Seria uma atitude romntica, muito negativa. Mas a sua participao nos parlamentos implica, para serem coerentes, a recusa de qualquer tipo de concesses ao sistema. Estas costumam acabar em compromissos e mesmo alianas como aquelas que conduziram ao desaparecimento do Partido Comunista Italiano e actual descaracterizao, para no dizer decadncia, dos Partidos Comunistas francs e espanhol.

Volto a citar Mszros:
O quadro da orientao estratgica da socialdemocracia ocidental apresenta um fatdico n cego ideolgico. As insuperveis limitaes da poltica parlamentarista como tal para obter o domnio das foras controladoras do metabolismo social capitalista jamais sero sequer consideradas e muito menos contestadas seriamente a partir das mudanas em curso e das novas possibilidades emergentes, e em resposta a elas. Ao contrrio, em consequncia da sua carcaa institucional paralisadora, a teoria social democrata transformada num exerccio manipulador de relaes publicas com o objectivo de ser eleito ou de permanecer no cargo. Deste modo a classe trabalhadora, como agente social da alternativa socialista, torna-se suprflua e ,na verdade ,por causa das suas aspiraes radicais ,totalmente embaraosa para o partido parlamentarista. Por esta razo deve ser ideologicamente diluda at se tornar irreconhecvel (…)

Mszros chama a ateno para uma evidencia esquecida: durante dcadas de permanncia no poder ,os partidos social democratas escandinavos, tal como os da Frana, da Alemanha, da Gr Bretanha no conseguiram (nem pretenderam) realizar mudanas estruturais na ordem econmica capitalista. Comportaram-se como administradores dceis do sistema.

A SOLIDARIEDADE INTERNACIONAL

A tarefa principal dos partidos revolucionrios que lutam contra o capitalismo globalizado deveria consistir hoje em trabalhar pelo fortalecimento e ampliao das foras que combatem o imperialismo, hegemonizado pelo sistema de poder neonazi dos EUA.

As condies objectivas so favorveis no momento em que o povo do Iraque, numa resistncia que assume as propores de uma insurreio contra os invasores, surge como heri colectivo, batendo-se pela humanidade inteira.

So entretanto enormes as dificuldades a superar para que os povos tomem conscincia de que a defesa do planeta depende como nunca da sua mobilizao solidria com as vitimas das agresses imperiais. Aos efeitos de uma manipulao meditica perversa e alienante, concebida cientificamente, somam-se as consequncias paralisantes da aco do reformismo social democrata. As campanhas tendentes a integrar a classe trabalhadora no sistema, persuadindo-a de que somente alianas eleitorais amplas podem aproxim-la dos seus objectivos so anestesiantes. Na Europa Ocidental sobretudo o espirito combativo dos trabalhadores caiu acentuadamente no ultimo meio sculo. O rumo das coisas no Brasil e na Argentina confirma que um populismo reformista em determinadas situaes neutraliza as melhores potencialidades combativas das vitimas do sistema.

A solidariedade internacional somente pode funcionar no mbito de uma nova concepo estratgica da luta orientada para uma articulao organizacional de aces ambiciosas da classe trabalhadora. Tais aces so objectivamente favorecidas pelo agravamento da crise estrutural do capitalismo.

Na impossibilidade, por ora, de um plano mundial de luta, as foras progressistas mais lcidas, em cada continente, em cada pais, golpearo tanto mais o sistema de poder a dominante quanto maior for a sua capacidade para articular e executar aces concretas ,de mbito nacional e internacional, que contribuam para inviabilizar os projectos do imperialismo e das burguesias dele dependentes.

A reconstituio da solidariedade internacional ,de acordo com as transformaes ocorridas no mundo, , portanto, um dos maiores desafios que se colocam s organizaes e partidos revolucionrios.

Neste contexto, a definio da frente de batalha principal e das frentes complementares adquire grande importncia, condicionando o tipo, a dimenso e os fins das iniciativas a promover.

Se admitirmos que para o imperialismo estadunidense a frente prioritria se localiza actualmente na sia, na rea onde o malogro da sua estratgia mais contribui para aprofundar a crise interna do sistema, impe-se uma concluso: dinamizar a luta contra a guerra passou a ser a tarefa prioritria das foras progressistas em todo o mundo.

Trata-se de uma luta em que podem participar dezenas de milhes de pessoas com mundividncias muito diferentes.

A mar da contestao assumiu propores gigantescas em Fevereiro e maro de 2003, quando mais de 20 milhes de pessoas saram s ruas em grandes cidades para condenar a guerra. Entretanto, depois de ocupado o Iraque, o protesto caiu bruscamente. As massas no perceberam ento que a ocupao de Bagdad ficaria a assinalar o comeo de uma longa guerra de libertao.

necessrio que a mar do protesto volte a subir. O momento muito propicio para isso. A insurreio do povo iraquiano desorientou Washington, que perdeu a iniciativa, passando defensiva no plano poltico, e sofrendo duros golpes no terreno militar.

No primeiro aniversrio da agresso ao Iraque milhes de pessoas voltaram a tomar as ruas em muitas cidades. Em Roma foram quase trs milhes, em Barcelona 150 000, em Madrid 100 000. significativo que a Itlia e a Espanha ,por iniciativa de governos de direita, tenham enviado para o Iraque importantes contingentes militares.

Mas a jornada de protesto no apresentou, contudo, a nvel mundial a amplitude das do ano anterior.

Na Amrica Latina a participao popular foi fraqussima.

A oportunidade para ampliar a solidariedade com o Iraque – repito mais uma vez – ptima. A insurreio popular assumiu ali propores que alarmam a Casa Branca e o Pentgono. O desmascaramento do novo governo ttere e a exigncia da retirada das tropas estrangeiras encontram cada vez maior receptividade escala mundial. preciso tambm insistir na denuncia dos crimes cometidos pelas foras da Gr Bretanha, dos EUA e dos seus satlites, e prosseguir com a desmontagem da campanha que apresenta como rebeldes e terroristas os patriotas que resistem ocupao. O simples facto de Bush fazer da luta contra o terrorismo a alavanca da sua campanha eleitoral envolve um convite reflexo. um dever recordar que as guerras de agresso contra os povos do Iraque e do Afeganisto resultaram ,segundo ele, da necessidade de combater o terrorismo. importante que em todo o mundo a classe trabalhadora tome conscincia de que o terrorismo de Estado estadunidense repito- assumiu j contornos neofascistas.

Camaradas e amigos

Na Europa estremecem os alicerces de uma Unio Europeia cujos governos, no obstante as contradies de interesses existentes, actuam no fundamental como cmplices do imperialismo.

Na Amrica Latina emocionantes lutas se perfilam no horizonte. Os protestos contra a guerra coincidem com a luta contra o Plano Colmbia e o Puebla-Panam, tal como a exigncia do encerramento das bases norte-americanas, incluindo a de Guantanamo. Essa exigncia tende a assumir maior amplitude no momento em que o Pentgono pretende reforar a sua implantao militar na Amaznia e na Amrica Central.

A jornada continental contra a ALCA ser tambm um gesto de solidariedade com aqueles que no Iraque, no Afeganisto e na Palestina se batem contra o sistema. O mesmo se pode dizer da aco continental de solidariedade com aqueles que se manifestaram nos EUA durante a Conveno Republicana, contra a reeleio de Bush.

No impossvel que o senador Kerry ,se eleito (o que parece pouco provvel), na tentativa de branquear a imagem da democracia no seu pais, decida tornar pblicos documentos secretos altamente comprometedores para a Administrao Bush. Essa uma velha prtica dos presidentes dos EUA: denunciar crimes daqueles que os precederam na Casa Branca.

Seria, entretanto, uma ingenuidade acreditar que a simples mudana de presidente determinaria uma guinada de 180 graus na poltica externa dos EUA. Kerry e o seu companheiro Edwards contestam o calendrio da guerra, a estratgia utilizada e a metodologia. A principal acusao a Bush a de ter mentido ao povo dos EUA a partir de informaes falsas, afirmando que o Iraque possua armas de extino macia. Mas Kerry no condena a agresso; aprova-a. E na sua campanha j advertiu que defende a permanncia no Iraque das tropas dos EUA. significativo que tenha criticado asperamente Zapatero quando o novo governo de Madrid, respeitando um compromisso assumido, decidiu retirar as foras espanholas daquele pas. Um dos seus objectivos comprometer a Frana e a Alemanha naquilo a que chama a reconstruo do Iraque.

O problema dos EUA no fundamentalmente o do ocupante da Casa Branca. A raiz do mal est sobretudo no sistema de poder, na estratgia imperial de dominao, inseparvel do funcionamento das engrenagens do capitalismo globalizado, corrodo por uma crise estrutural.

Camaradas, amigos

A alternativa Socialismo ou Barbrie , por si s, definidora de uma poca simultaneamente trgica e fascinante. Se conseguirmos travar a marcha para o abismo, o homem poder, finalmente, caminhar pelas grandes alamedas de acesso a um mundo que responda a aspiraes eternas da sua condio. Mas o desfecho , por ora, uma incgnita. Depender das actuais geraes. indispensvel derrotar um monstruoso sistema de dominao, um IV Reich em formao.

Nessa batalha ecumnica a participao de organizaes e partidos revolucionrios de novo tipo assumir enorme significado. Mas onde esto eles? pergunta-se. Admito que muitos vo definir-se e crescer no prprio processo de luta.

Entretanto, a tarefa de criar condies para acelerar a crise do sistema imperial, atravs da mobilizao dos povos, exige esclarecer a questo fundamental da(s) alternativa(s). Insistir pela elaborao imediata de uma alternativa terica ao neoliberalismo, de mbito mundial, somente pode conduzir a debates estreis, como j afirmei. Na actual fase histrica esse objectivo utpico.

O consenso em torno de um projecto de sociedade futura de povos de foras polticas e sociais distanciadas por ideologias e vivncias culturais muito diferentes, quando no antagnicas, no me canso de repetir tal evidncia uma impossibilidade.

Mas a mobilizao mundial orientada para aces de luta de cidados com ideologias e culturas diferenciadas contra a guerra e o terrorismo de estado que a promove, essa possvel, como j ficou demonstrado no ensaio geral de Fevereiro de 2003. Levar mais longe essas aces, multiplic-las, ampliar-lhes os objectivos no decurso da luta, inclui-las numa plataforma comum eis o desafio maior que enfrentam hoje os revolucionrios de todas as nacionalidades.

A histria da humanidade apresenta-se indissoluvelmente ligada a desafios que na aparncia se apresentavam como insuperveis. A Revoluo francesa de 1789 nasceu como um desses desafios. O mesmo se verificou com a Revoluo Russa de Outubro de 1917. E ambas venceram.

Ningum diria que nos anos 60 que o Vietnam obrigaria os EUA a dobrarem os joelhos e retirarem-se, derrotados. E isso aconteceu.

H poucos meses a ideia de uma insurreio popular no Iraque era recebida com sorrisos. Hoje, ela uma realidade.

Sou optimista. A vitria est ao nosso alcance. E nela a juventude, como os intelectuais, tem, a nvel mundial, um insubstituvel papel a desempenhar ao lado da classe trabalhadora. A luta contra o sistema imperial no visa j somente mudar a vida. Hoje, como diz Georges Gastaud, para a salvar que se torna indispensvel abolir a explorao.
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Notas
1. Istvn Mszros, The Power of Ideology, Harvester Wheatshea, Londres, 1989
2. Jonh Holloway , Cambiar el mundo sin tomar el poder. Ed. da revista argentina Herramienta, Buenos Aires, e da Universidade Autonoma de Puebla, Mxico, 2001.

[*] Interveno no Encontro Internacional Civilizao ou Barbrie, Serpa, 24 de Setembro de 2004
Este artigo encontra-se em http://resistir.info/

MANIFIESTO INAUGURAL DE LA ASOCIACION INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES

Trabajadores:
Es un hecho notabilsimo el que la miseria de las masas trabajadoras no haya disminuido desde 1848 hasta 1864, y, sin embargo, este perodo ofrece un desarrollo incomparable de la industria y el comercio. En 1850, un rgano moderado de la burguesa britnica, bastante bien informado, pronosticaba que si la exportacin y la importacin de Inglaterra ascendan a un 50 por 100, el pauperismo descendera a cero. Pero, ay! el 7 de abril de 1864, el canciller del Tesoro [*] cautivaba a su auditorio parlamentario, anuncindole que el comercio de importacin y exportacin haba ascendido en el ao de 1863 a 443.955.000 libras esterlinas, cantidad sorprendente, casi tres veces mayor que el comercio de la poca, relativamente reciente, de 1843. Al mismo tiempo, hablaba elocuentemente de la miseria. Pensad exclamaba en los que viven al borde de la miseria, en los salarios… que no han aumentado, en la vida humana… que de diez casos, en nueve no es otra cosa que una lucha por la existencia. No dijo nada del pueblo irlands, qu en el Norte de su pas es remplazado gradualmente por las mquinas, y en el Sur, por los pastizales para ovejas. Y aunque las mismas ovejas disminuyen en este desgraciado pas, lo hacen con menos rapidez [6] que los hombres. Tampoco repiti lo que acababan de descubrir en un acceso sbito de terror los ms altos representantes de los diez mil de arriba. Cuando el pnico producido por los estranguladores [2] adquiri grandes proporciones, la Cmara de los Lores orden que se hiciera una investigacin y se publicara un informe sobre los penales y lugares de deportacin. La verdad sali a relucir en el voluminoso Libro Azul de 1863 [3], demostrndose con hechos y guarismos oficiales que los peores criminales condenados, los presidiarios de Inglaterra y Escocia, trabajaban muchos menos y estaban mejor alimentados que los trabajadores agrcolas de esos mismos pases. Pero no es eso todo. Cuando a consecuencia de la guerra civil de Norteamrica [4], quedaron en la calle los obreros de los condados de Lancaster y de Chester, la misma Cmara de los Lores envi un mdico a los distritos industriales, encargndole que averiguase la cantidad mnima de carbono y de nitrgeno, administrable bajo la forma ms corriente y menos cara, que pudiese bastar por trmino medio para prevenir las enfermedades ocasionadas por el hambre. El Dr. Smith, mdico delegado, averigu que 28.000 gramos de carbono y 1.330 gramos de nitrgeno semanales eran necesarios, por trmino medio, para conservar la vida de una persona adulta… en el nivel mnimo, bajo el cual comienzan las enfermedades provocadas por el hambre. Y descubri tambin que esta cantidad no distaba mucho del escaso alimento a que la extremada miseria acababa de reducir a los trabajadores de las fbricas de tejidos de algodn [*]. Pero escuchad an: Algo despus, el docto mdico en cuestin fue comisionado nuevamente por el Consejero Mdico del Consejo Privado, para hacer un informe sobre la alimentacin de las clases trabajadoras ms pobres. El Sexto Informe sobre la Sanidad Pblica, dado a la luz en este mismo ao por orden del parlamento, contiene el resultado de sus investigaciones. Qu ha descubierto el doctor? Que los tejedores en seda, las costureras, los guanteros, los tejedores de medias, etc., no reciban, por lo general, ni la miserable comida de los trabajadores en paro forzoso de la fbrica de tejidos de algodn, ni siquiera la cantidad de carbono y nitrgeno suficientes para prevenir las enfermedades ocasionadas por el hambre.
[7]
Adems citamos textualmente el informe el examen del estado de las familias agrcolas ha demostrado que ms de la quinta parte de ellas se hallan reducidas a una cantidad de alimentos carbonados inferior a la considerada suficiente, y ms de la tercera parte a una cantidad menos que suficiente de alimentos nitrogenados; y que en tres condados (Berks, Oxford y Somerset), el rgimen alimenticio se caracteriza, en general, por su insuficiente contenido en alimentos nitrogenados. No debe olvidarse aade el dictamen oficial que la privacin de alimento no se soporta sino de muy mala gana, y que, por regla general, la falta de alimento suficiente no llega jams sino despus de muchas otras privaciones… La limpieza misma es considerada como una cosa cara y difcil, y cuando el sentimiento de la propia dignidad impone esfuerzos por mantenerla, cada esfuerzo de esta especie tiene que pagarse necesariamente con un aumento de las torturas del hambre. Estas reflexiones son tanto ms dolorosas, cuanto que no se trata aqu de la miseria merecida por la pereza, sino en todos los casos de la miseria de una poblacin trabajadora. En realidad, el trabajo por el que se obtiene tan escaso alimento es, en la mayora de los casos, un trabajo excesivamente prolongado.
El dictamen descubre el siguiente hecho extrao, y hasta inesperado: De todas las regiones del Reino Unido, es decir, Inglaterra, el Pas de Gales, Escocia e Irlanda, la poblacin agrcola de Inglaterra, precisamente la de la parte ms opulenta, es evidentemente la peor alimentada; pero hasta los labradores de los condados de Berks, Oxford y Somerset estn mejor alimentados que la mayor parte de los obreros calificados que trabajan a domicilio en el Este de Londres.
Tales son los datos oficiales publicados por orden del parlamento en 1864, en el siglo de oro del librecambio, en el momento mismo en que el canciller del Tesoro deca a la Cmara de los Comunes que
la condicin de los obreros ingleses ha mejorado, por trmino medio, de una manera tan extraordinaria, que no conocemos ejemplo semejante en la historia de ningn pas ni de ninguna edad.
Estas exaltaciones oficiales contrastan con la fra observacin del dictamen oficial de la Sanidad Pblica:
La salud pblica de un pas significa la salud de sus masas, y es casi imposible que las masas estn sanas si no disfrutan, hasta lo ms bajo de la escala social, por lo menos de un bienestar mnimo.
Deslumbrado por los guarismos de las estadsticas, que bailan ante sus ojos demostrando el progreso de la nacin, el canciller del Tesoro exclama con acento de verdadero xtasis:
Desde 1842 hasta 1852, la renta imponible del pas aument en un 6%; en ocho aos, de 1853 a 1861, aument en un veinte por ciento! Este es un hecho tan sorprendente, que casi es increble… Tan embriagador aumento de riqueza y de poder aade Mr. Gladstone se halla restringido exclusivamente a las clases poseedoras.
Si queris saber en qu condiciones de salud perdida, de moral vilipendiada y de ruina intelectual ha sido producido y se est produciendo por las clases laboriosas ese embriagador [8] aumento de riqueza y de poder, restringido exclusivamente a las clases poseedoras, examinad la descripcin que se hace en el ltimo Informe sobre la Sanidad Pblica referente a los talleres de sastres, impresores y modistas. Comparad el Informe de la Comisin para examinar el trabajo de los nios, publicado en 1863 y donde se prueba, entre otras cosas, que
los alfareros, hombres y mujeres, constituyen un grupo de la poblacin muy degenerado, tanto desde el punto de vista fsico como desde el punto de vista intelectual; que los nios enfermos llegan a ser, a su vez, padres enfermos; que la degeneracin progresiva de la raza es inevitable y que la degeneracin de la poblacin del condado de Stafford habra sido mucho mayor si no fuera por la continua inmigracin procedente de las regiones vecinas y por los matrimonios mixtos con capas de la poblacin ms robustas.
Echad una ojeada en el Libro Azul al informe del seor Tremenheere, sobre las Quejas de los oficiales panaderos! Y quin no se ha estremecido al leer la paradjica declaracin de los inspectores de fbrica, ilustrada por los datos demogrficos oficiales, segn la cual la salud pblica de los obreros de Lancaster ha mejorado considerablemente, a pesar de hallarse reducidos a la racin de hambre, porque la falta de algodn los ha echado temporalmente de las fbricas; y que la mortalidad de los nios ha disminuido, porque al fin pueden las madres darles el pecho en vez del cordial de Godfrey.
Pero volvamos una vez ms la medalla. Por el informe sobre el impuesto de las Rentas y Propiedades presentado a la Cmara de los Comunes el 20 de julio de 1864, vemos que del 5 de abril de 1862 al 5 de abril de 1863, 13 personas han engrosado las filas de aquellos cuyas rentas anuales estn evaluadas por el cobrador de las contribuciones en 50.000 libras esterlinas y ms, pues su nmero subi en ese ao de 67 a 80. El mismo informe descubre el hecho curioso de que unas 3.000 personas se reparten entre s una renta anual de 25.000.000 de libras esterlinas, es decir, ms de la suma total de ingresos distribuida anualmente entre toda la poblacin agrcola de Inglaterra y del Pas de Gales. Abrid el registro del censo de 1861 y hallaris que el nmero de los propietarios territoriales de sexo masculino en Inglaterra y en el Pas de Gales se ha reducido de 16.934 en 1851, a 15.066 en 1861, es decir, la concentracin de la propiedad territorial ha crecido en diez aos en un 11% Si en Inglaterra la concentracin de la propiedad territorial sigue progresando al mismo ritmo, la cuestin territorial se habr simplificado notablemente, como lo estaba en el Imperio Romano, cuando Nern se sonri al saber que la mitad de la provincia de Africa perteneca a seis personas.
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Hemos insistido tanto en estos hechos, tan sorprendentes, que son casi increbles, porque Inglaterra est a la cabeza de la Europa comercial e industrial. Acordaos de que hace pocos meses uno de los hijos refugiados de Luis Felipe felicitaba pblicamente al trabajador agrcola ingls por la superioridad de su suerte sobre la menos prspera de sus camaradas de allende el Estrecho. Y en verdad, si tenemos en cuenta la diferencia de las circunstancias locales, vemos los hechos ingleses reproducirse, en escala algo menor, en todos los pases industriales y progresivos del continente. Desde 1848 ha tenido lugar en estos pases un desarrollo inaudito de la industria y una expansin ni siquiera soada de las exportaciones y de las importaciones. En todos ellos el aumento de la riqueza y el poder, restringido exclusivamente a las clases poseedoras ha sido en realidad embriagador. En todos ellos, lo mismo que en Inglaterra, una pequea minora de la clase trabajadora ha obtenido cierto aumento de su salario real; pero para la mayora de los trabajadores, el aumento nominal de los salarios no representa un aumento real del bienestar, ni ms ni menos que el aumento del coste del mantenimiento de los internados en el asilo para pobres o en el orfelinato de Londres, desde 7 libras, 7 chelines y 4 peniques que costaba en 1852, a 9 libras, 15 chelines y 8 peniques en 1861, no les beneficia en nada a esos internados. Por todas partes, la gran masa de las clases laboriosas descenda cada vez ms bajo, en la misma proporcin, por lo menos, en que los que estn por encima de ella suban ms alto en la escala social. En todos los pases de Europa y esto ha llegado a ser actualmente una verdad incontestable para todo entendimiento no enturbiado por los prejuicios y negada tan slo por aquellos cuyo inters consiste en adormecer a los dems con falsas esperanzas, ni el perfeccionamiento de las mquinas, ni la aplicacin de la ciencia a la produccin, ni el mejoramiento de los medios de comunicacin, ni las nuevas colonias, ni la emigracin, ni la creacin de nuevos mercados, ni el libre cambio, ni todas estas cosas juntas estn en condiciones de suprimir la miseria de las clases laboriosas; al contrario, mientras exista la base falsa de hoy, cada nuevo desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo ahondar necesariamente los contrastes sociales y agudizar ms cada da los antagonismos sociales. Durante esta embriagadora poca de progreso econmico, la muerte por inanicin se ha elevado a la categora de una institucin en la capital del Imperio britnico. Esta poca est marcada en los anales del mundo por la repeticin cada vez ms frecuente, por la extensin cada vez mayor y por los efectos cada vez ms mortferos de esa plaga de la sociedad que se llama crisis comercial e industrial.
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Despus del fracaso de las revoluciones de 1848, todas las organizaciones del partido y todos los peridicos de partido de las clases trabajadoras fueron destruidos en el continente por la fuerza bruta. Los ms avanzados de entre los hijos del trabajo huyeron desesperados a la repblica de allende el ocano, y los sueos efmeros de emancipacin se desvanecieron ante una poca de fiebre industrial, de marasmo moral y de reaccin poltica. Debido en parte a la diplomacia del Gobierno ingls, que obraba con el gabinete de San Petersburgo, la derrota de la clase obrera continental esparci bien pronto sus contagiosos efectos a este lado del Estrecho. Mientras la derrota de sus hermanos del continente llev el abatimiento a las filas de la clase obrera inglesa y quebrant su fe en la propia causa, devolvi al seor de la tierra y al seor del dinero la confianza un tanto quebrantada. Estos retiraron insolentemente las concesiones que haban anunciado con tanto alarde. El descubrimiento de nuevos terrenos aurferos produjo una inmensa emigracin y un vaco irreparable en las filas del proletariado de la Gran Bretaa. Otros, los ms activos hasta entonces, fueron seducidos por el halago temporal de un trabajo ms abundante y de salarios ms elevados, y se convirtieron as en esquiroles polticos. Todos los intentos de mantener o reorganizar el movimiento cartista [5] fracasaron completamente. Los rganos de prensa de la clase obrera fueron muriendo uno tras otro por la apata de las masas, y, de hecho, jams el obrero ingls haba parecido aceptar tan enteramente un estado de nulidad poltica. As pues, si no haba habido solidaridad de accin entre la clase obrera de la Gran Bretaa y la del continente, haba en todo caso solidaridad de derrota.
Sin embargo, este perodo transcurrido desde las revoluciones de 1848 ha tenido tambin sus compensaciones. No indicaremos aqu ms que dos hechos importantes.
Despus de una lucha de treinta aos, sostenida con una tenacidad admirable, la clase obrera inglesa, aprovechndose de una disidencia momentnea entre los seores de la tierra y los seores del dinero, consigui arrancar la ley de la jornada de diez horas [6]. Las inmensas ventajas fsicas, morales e intelectuales que esta ley proporcion a los obreros fabriles, sealadas en las memorias semestrales de los inspectores del trabajo, son ahora reconocidas en todas partes. La mayora de los gobiernos continentales tuvo que aceptar la ley inglesa del trabajo bajo una forma ms o menos modificada; y el mismo parlamento ingls se ve obligado cada ao a ampliar la esfera de accin de esta ley. Pero al lado de su significacin prctica, haba otros aspectos que realzaban el maravilloso triunfo de esta medida para los [11] obreros. Por medio de sus sabios ms conocidos, tales como el doctor Ure, profesor Senior y otros filsofos de esta calaa, la burguesa haba predicho, y demostrado hasta la saciedad, que toda limitacin legal de la jornada de trabajo sera doblar a muerto por la industria inglesa, que, semejante al vampiro, no poda vivir ms que chupando sangre, y, adems, sangre de nios. En tiempos antiguos, el asesinato de un nio era un rito misterioso de la religin de Moloc, pero se practicaba slo en ocasiones solemnsimas, una vez al ao quiz, y, por otra parte, Moloc no tena inclinacin exclusiva por los hijos de los pobres. Esta lucha por la limitacin legal de la jornada de trabajo se hizo an ms furiosa, porque dejando a un lado la avaricia alarmada de lo que se trataba era de decidir la gran disputa entre la dominacin ciega ejercida por las leyes de la oferta y la demanda, contenido de la Economa poltica burguesa, y la produccin social controlada por la previsin social, contenido de la Economa poltica de la clase obrera. Por eso, la ley de la jornada de diez horas no fue tan slo un gran triunfo prctico, fue tambin el triunfo de un principio; por primera vez la Economa poltica de la burguesa haba sido derrotada en pleno da por la Economa poltica de la clase obrera.
Pero estaba reservado a la Economa poltica del trabajo el alcanzar un triunfo ms completo todava sobre la Economa poltica de la propiedad. Nos referimos al movimiento cooperativo, y, sobre todo, a las fbricas cooperativas creadas, sin apoyo alguno, por la iniciativa de algunas manos (hands) [*] audaces. Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos sociales que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la produccin en gran escala y al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, puede prescindir de la clase de los patronos, que utiliza el trabajo de la clase de las manos; han mostrado tambin que no es necesario a la produccin que los instrumentos de trabajo estn monopolizados como instrumentos de dominacin y de explotacin contra el trabajador mismo; y han mostrado, por fin, que lo mismo que el trabajo esclavo, lo mismo que el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con gusto, entusiasmo y alegra. Roberto Owen fue quien sembr en Inglaterra las semillas del sistema cooperativo; los experimentos realizados por los obreros en el continente no fueron de hecho ms que las consecuencias prcticas de las teoras, no descubiertas, sino proclamadas en voz alta en 1848.
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Al mismo tiempo, la experiencia del perodo comprendido entre 1848 y 1864 ha probado hasta la evidencia que, por excelente que sea en principio, por til que se muestre en la prctica, el trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los obreros, no podr detener jams el crecimiento en progresin geomtrica del monopolio, ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias. Este es, quiz, el verdadero motivo que ha decidido a algunos aristcratas bien intencionados, a filantrpicos charlatanes burgueses y hasta a economistas agudos, a colmar de repente de elogios nauseabundos al sistema cooperativo, que en vano haban tratado de sofocar en germen, ridiculizndolo como una utopa de soadores o estigmatizndolo como un sacrilegio socialista. Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperacin debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada por medios nacionales. Pero los seores de la tierra y los seores del capital se valdrn siempre de sus privilegios polticos para defender y perpetuar sus monopolios econmicos. Muy lejos de contribuir a la emancipacin del trabajo, continuarn oponindole todos los obstculos posibles. Recurdense las burlas con que lord Palmerston trat de silenciar en la ltima sesin del parlamento a los defensores del proyecto de ley sobre los derechos de los colonos irlandeses. La Cmara de los Comunes exclam es una Cmara de propietarios territoriales!.
La conquista del poder poltico ha venido a ser, por lo tanto, el gran deber de la clase obrera. As parece haberlo comprendido sta, pues en Inglaterra, en Alemania, en Italia y en Francia, se han visto renacer simultneamente estas aspiraciones y se han hecho esfuerzos simultneos para reorganizar polticamente el partido de los obreros.
La clase obrera posee ya un elemento de triunfo: el nmero. Pero el nmero no pesa en la balanza si no est unido por la asociacin y guiado por el saber. La experiencia del pasado nos ensea cmo el olvido de los lazos fraternales que deben existir entre los trabajadores de los diferentes pases y que deben incitarles a sostenerse unos a otros en todas sus luchas por la emancipacin, es castigado con la derrota comn de sus esfuerzos aislados. Guiados por este pensamiento, los trabajadores de los diferentes pases, que se reunieron en un mitin pblico en Saint Martins Hall el 28 de septiembre de 1864, han resuelto fundar la Asociacin Internacional.
Otra conviccin ha inspirado tambin este mitin.
Si la emancipacin de la clase obrera exige su fraternal unin y colaboracin, cmo van a poder cumplir esta gran misin [13] con una poltica exterior que persigue designios criminales, que pone en juego prejuicios nacionales y dilapida en guerras de piratera la sangre y las riquezas del pueblo? No ha sido la prudencia de las clases dominantes, sino la heroica resistencia de la clase obrera de Inglaterra a la criminal locura de aqullas, la que ha evitado a la Europa Occidental el verse precipitada a una infame cruzada para perpetuar y propagar la esclavitud allende el ocano Atlntico. La aprobacin impdica, la falsa simpata o la indiferencia idiota con que las clases superiores de Europa han visto a Rusia apoderarse del baluarte montaoso del Cucaso y asesinar a la heroica Polonia; las inmensas usurpaciones realizadas sin obstculo por esa potencia brbara, cuya cabeza est en San Petersburgo y cuya mano se encuentra en todos los gabinetes de Europa, han enseado a los trabajadores el deber de iniciarse en los misterios de la poltica internacional, de vigilar la actividad diplomtica de sus gobiernos respectivos, de combatirla, en caso necesario, por todos los medios de que dispongan; y cuando no se pueda impedir, unirse para lanzar una protesta comn y reivindicar que las sencillas leyes de la moral y de la justicia, que deben presidir las relaciones entre los individuos, sean las leyes supremas de las relaciones entre las naciones.
La lucha por una poltica exterior de este gnero forma parte de la lucha general por la emancipacin de la clase obrera.
Proletarios de todos los pases, unos!.
Escrito por C. Marx entre el 21 y el 27 de octubre de 1864. Se publica de acuerdo con el texto del folleto. Traducido del ingls. Publicado en ingls en el folleto Addres and Provisional Rules of the Working Mens International Association, Established September 28, 1864, at a Public Meeting held at St. Martins Hall, Long Acre, London, editado en Londres en noviembre de 1864. Al mismo tiempo se public la traduccin al alemn, hecha por el autor, en el peridico Social-Demokrat, nm. 2 y en el apndice al nm. 3, del 21 y 30 de diciembre de 1864.

NOTAS
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1. El 28 de setiembre de 1864 se celebr en St. Martins Hall de Londres una gran asamblea internacional de obreros, en la que se fund la Asociacin Internacional de los Trabajadores (conocida posteriormente como la I Internacional) y se eligi el Comit provisional. C. Marx entr a formar parte del mismo y, luego, de la comisin nombrada en la primera reunin del Comit celebrada el 5 de octubre para redactar los documentos programticos de la Asociacin. El 20 de octubre, la comisin encarg a Marx la redaccin de un documento preparado durante su enfermedad y escrito en el espritu de las ideas de Mazzini y de Owen. En lugar de dicho documento, Marx escribi, en realidad, dos textos completamente nuevos el Manifiesto Inaugural de la Asociacin Internacional de los Trabajadores y los Estatutos provisionales de la Asociacin que fueron aprobados el 27 de octubre en la reunin de la comisin. El 1 de noviembre de 1864, el Manifiesto y los Estatutos fueron aprobados por unanimidad en el Comit provisional, constituido en rgano dirigente de la Asociacin. Conocido en la historia como Consejo General de la Internacional, este rgano se llamaba hasta fines de 1866, con mayor frecuencia, Consejo Central. Carlos Marx fue, de hecho, su dirigente, organizador y jefe, as como autor de numerosos llamamientos, declaraciones, resoluciones y otros documentos.
En el Manifiesto Inaugural, primer documento programtico, Marx lleva a las masas obreras a la idea de la necesidad de conquistar el poder poltico y de crear un partido proletario propio, as como de asegurar la unin fraternal de los obreros de los distintos pases.
Publicado por vez primera en 1864, el Manifiesto Inaugural fue reeditado reiteradas veces a lo largo de toda la historia de la Internacional, que dej de existir en 1876.- 5.[*]
W. Gladstone. (N. de la Edit.)
[2] 2. Estranguladores (garroters), ladrones de los aos 60 del siglo XIX, que agarraban a sus vctimas por el cuello.- 6.
[3] 3. Libros Azules (Blue Books), denominacin general de las publicaciones de documentos del parlamento ingls y de los documentos diplomticos del Ministerio del Exterior, debida al color azul de la cubierta. Se editan en Inglaterra a partir del siglo XVII y son la fuente oficial fundamental de datos sobre la historia econmica y diplomtica del pas.
En la pg. 6 trtase del Informe de la comisin para investigar la accin de las leyes referentes al destierro y a los trabajos forzados, t. I, Londres, 1863; en la pg. 90, de la Correspondencia con las misiones extranjeras de Su Majestad sobre problemas de la industria y las tradeuniones, Londres, 1867.- 6, 904
4. La guerra civil de Norteamrica (1861-1865) se libr entre los Estados industriales del Norte y los sublevados Estados esclavistas del Sur. La clase obrera se Inglaterra se opuso a la poltica de la burguesa nacional, que apoyaba a los plantadores esclavistas, e impidi con su accin la intervencin de Inglaterra en esa contienda.- 6, 19, 38, 89, 119, 164
[*] Dudo de que haya necesidad de recordar al lector que el carbono y el nitrgeno constituyen, con el agua y otras substancias inorgnicas, las materias primas de los alimentos del hombre. Sin embargo, para la nutricin del organismo humano, estos elementos qumicos simples deben ser suministrados en forma de substancias vegetales o animales. Las patatas, por ejemplo, contienen sobre todo carbono, mientras que el pan de trigo contiene substancias carbonadas y nitrogenadas en la debida proporcin.
[5] 5. El cartismo era un movimiento revolucionario de masas de los obreros ingleses en los aos 30-40 del siglo XIX. Los cartistas redactaron en 1838 una peticin (Carta del pueblo) al parlamento, en la que se reivindicaba el sufragio universal para los hombres mayores de 21 aos, voto secreto, abolicin del censo patrimonial para los candidatos a diputado al parlamento, etc. El movimiento comenz con grandiosos mtines y manifestaciones y transcurri bajo la consigna de la lucha por el cumplimiento de la Carta del pueblo. El 2 de mayo de 1842 se llev al parlamento la segunda peticin de los cartistas, que inclua ya varias reivindicaciones de carcter social (reduccin de la jornada laboral, elevacin de los salarios, etc.). Lo mismo que la primera, esta peticin fue rechazada por el parlamento. Como respuesta, los cartistas organizaron una huelga general. En 1848, los cartistas proyectaban una manifestacin ante el parlamento a fin de presentar una tercera peticin, pero el Gobierno se vali de unidades militares para impedir la manifestacin. La peticin fue rechazada. Despus de 1848, el movimiento cartista decay. – 10
[6] 6. La clase obrera de Inglaterra sostuvo la lucha por la reduccin legislativa de la jornada laboral a 10 horas desde fines del siglo XVIII. Desde comienzos de los aos 30 del siglo XIX, esta lucha se extendi a las grandes masas del proletariado.
La ley de la jornada laboral de 10 horas, extensiva nada ms que a las mujeres y los adolescentes, fue adoptada por el parlamento el 8 de junio de 1847. Sin embargo, en la prctica, muchos fabricantes hacan caso omiso de ella.- 10.[*]
Hands, manos, significa tambin obreros. (N. de la Edit.)