El levantamiento de enero de 1932 visto por la Internacional Comunista (marzo de 1932)

El levantamiento de enero de 1932 visto por la Internacional Comunista (marzo de 1932) Roberto Pineda 16 de noviembre de 2015

En marzo de 1932, en la revista teórica mensual del Partido Comunista de Estados Unidos (CPUSA), The Communist, se publica un artículo firmado por O. Rodríguez, en el que se evalúa el entonces reciente levantamiento popular dirigido por el Partido Comunista de El Salvador (PCS) en enero de ese año. En el artículo se reconoce el carácter heroico del levantamiento pero a la vez se hacen interesantes señalamientos críticos sobre esta acción, en particular acerca del programa, del método de lucha, lo que estaría reflejando la posición oficial de la Internacional Comunista al respecto.

Y no obstante que el autor del artículo desconoce el manifiesto del comité central del PCS del 21 de enero de 1932, así como peculiaridades del proceso revolucionario salvadoreño, sus valoraciones en general son muy acertadas. Asimismo es interesante que el cálculo de muertos y heridos no supere a las dos mil personas, así como que se use el concepto de “imperialismo extranjero” para referirse tanto al británico como al yanqui. A continuación reseñamos estos señalamientos así como realizamos la traducción al español del referido artículo.

Los señalamientos.

Luego de manifestar que las “luchas heroicas de obreros y campesinos de Salvador (sic), bajo la dirección del Partido Comunista, en el levantamiento de enero, constituye un hito en el desarrollo del auge revolucionario en los países caribeños y en toda América Latina” y no obstante que “la falta de información completa nos previene en estos momentos de hacer una evaluación completa de las luchas y lecciones del levantamiento en Salvador. Pero un inicio a lo largo de estas línea puede y debe realizarse ya ahora, especialmente a partir que el Manifiesto del Partido Comunista de El Salvador, indica el enfoque de los camaradas sobre el carácter del levantamiento.”

Señala el artículo que “este Manifiesto, que debe de haber aparecido poco antes del desencadenamiento de las luchas, adolece de un número de defectos básicos. Estos defectos son, en nuestra opinión, los siguientes:

1. El Manifiesto no formula algunas demandas políticas básicas y económicas parciales de las masas. No se mencionan las ocho horas, el salario mínimo, ayuda por desempleo y seguro, seguro social en general, que son las demandas básicas parciales de los trabajadores agrícolas e industriales.
2. El Manifiesto no llama a las masas a ninguna acción concreta (huelgas, concentraciones, demostraciones, etc.) No se pude deducir del Manifiesto a que métodos de lucha el Partido llama a las masas a adoptar inmediatamente y que métodos de lucha serán inevitables en las fases superiores de la lucha.
3. El Manifiesto no propone a las masas ninguna forma concreta y definida de organización para la implementación de la lucha. En este punto así como en la cuestión del método de lucha el Manifiesto no menciona ninguna consigna de acción ni de propaganda.
4. Las demandas básicas de la revolución agraria antiimperialista no se establecen con suficiente claridad, especialmente las demandas antiimperialistas (confiscación de todas las empresas imperialistas, cancelación de la deuda externa, retiro de todas las fuerzas armadas y otras del imperialismo extranjero, etc.)

De esto Rodríguez, seguramente integrante del Buro del Caribe de la Internacional Comunista, con sede en Nueva York donde se edita esta revista, (probablemente Manuel Gómez o Albert Moreau) concluye que “esos defectos básicos del Manifiesto claramente muestran un enfoque no leninista a la tarea de desplegar la contraofensiva de los trabajadores y campesinos contra la ofensiva de los explotadores, al ignorar algunas de las demandas básicas parciales de las masas, al fallar en formular consignas claras de acción sobre los métodos de la lucha de masas y las formas de organización y de vincular las consignas de acción con nuestras consignas de propaganda, señalando el curso inevitable del desarrollo de la lucha…”

EL LEVANTAMIENTO EN SALVADOR Por O. Rodrigues

“Las luchas heroicas de los obreros y campesinos de Salvador, bajo la dirección del Partido Comunista, en el levantamiento de enero, constituye un hito en el desarrollo del auge revolucionario en los países caribeños y en toda América Latina. Todos nuestros Partidos tendrán que estudiar las lecciones de estas luchas para poder superar las debilidades, así como reforzar los aspectos fuertes de nuestro movimiento, que han salido a la superficie en el levantamiento salvadoreño.”

“Este levantamiento fue un movimiento de masas de campesinos y trabajadores agrícolas contra las insufribles condiciones de la profundización de la crisis y del terror blanco, contra la intolerable opresión de los terratenientes y capitalistas nativos en alianza con el imperialismo extranjero. Demuestra una tremenda acumulación de energía revolucionaria, preparación para la lucha y autosacrificio de parte de amplias masas de obreros y campesinos bajo las banderas del Partido Comunista. El rápido crecimiento del auge revolucionario entre las masas el cual, en diversos grados, es la característica actual de todos los países caribeños.* Las masas pobremente armadas –prácticamente desarmadas- mantuvieron sus posiciones por más de una semana contra las fuerzas combinadas del gobierno, las bandas armadas fascistas de la juventud “dorada” de los explotadores locales y extranjeros, y de los navíos de guerra y marines de los imperialismos yanqui y británico. A pesar de estos tremendos obstáculos, las masas se habían tomado y sostenido en ciudades tales como la Libertad, Sonsonate, Ahuchapan (sic) y muchos pequeños poblados centrados en la importante región cafetalera del país, extendiéndose alrededor de toda la costa del Pacifico y amenazando seriamente la capital de Salvador. El levantamiento mostró las profundas simpatías para las luchas revolucionarias de las masas que está difundida entre la base del ejército, que en diversas ocasiones, se negó a disparar sobre los insurgentes.”

“Los obreros y campesinos de Salvador, dirigidos por el Partido Comunista, han escrito un imperecedero y glorioso capítulo en la historia del movimiento revolucionario mundial. Con sus vidas y sangre ellos han probado a las masas de luchadores en todos los lugares que en la próxima y superior etapa de lucha, con un Partido Comunista fortalecido y con sindicatos y ligas campesinas más poderosas que serán creadas en el curso de la lucha diaria por las demandas inmediatas de los obreros y campesinos, y por la aplicación de los principios y las tácticas leninistas, la victoria debe y pertenecerá a las masas.”

“Dirigido por los representantes diplomáticos del imperialismo extranjero en San Salvador, y apoyado por navíos de guerra y marines yanquis, ingleses y canadienses, el gobierno de Maximiliano Martínez ha aplastado el levantamiento de enero de los obreros y campesinos, asesinando e hiriendo entre 500 y 2000 personas. El gobierno en alianza con los imperialistas ha desencadenado el más salvaje terror blanco implementado por medio de ejecuciones masivas diarias de todo “sospechoso” de haber participado o simpatizado con el levantamiento. Con especial bestialidad el terror blanco se descarga sobre el Partido Comunista, sindicatos y ligas campesinas. Este desquiciado terror blanco se está rápidamente extendiendo a otros países caribeños, especialmente Guatemala y Honduras, en un esfuerzo desesperado para evitar el crecimiento del auge revolucionario y como una medida de preparativos de guerra bajo la hegemonía del imperialismo extranjero (principalmente yanqui). Es tarea de los Partidos Comunistas de los países caribeños movilizar a las más amplias masas de obreros empelados y desempleados, campesinos, y todos los elementos sinceros antiimperialistas, para una lucha determinada contra el terror blanco, especialmente en Salvador, Guatemala y Honduras, contra la ofensiva general del imperialismo y sus simpatizantes locales (reducciones salariales, desempleo, etc.), contra la guerra de saqueo imperialista en China y por la defensa de la Revolución China y de la Unión Soviética. La lucha contra el terror blanco es una parte esencial de nuestra lucha contra la guerra.”
* * *
“La falta de información completa nos previene en estos momentos de hacer una evaluación completa de las luchas y lecciones del levantamiento en Salvador. Pero un inicio a lo largo de estas líneas puede y debe realizarse ya ahora, especialmente a partir que el Manifiesto del Partido Comunista de El Salvador (publicado en el boletín del PC de Honduras el 1 de enero de 1932), indica el enfoque de los camaradas sobre el carácter del levantamiento.”
“Este Manifiesto, que debe de haber aparecido poco antes del desencadenamiento de las luchas, adolece de un número de defectos básicos. Estos defectos son, en nuestra opinión, los siguientes:

1. El Manifiesto no formula algunas demandas políticas básicas y económicas parciales de las masas. No se mencionan las ocho horas, el salario mínimo, ayuda por desempleo y seguro, seguro social en general, que son las demandas básicas parciales de los trabajadores agrícolas e industriales, mientras tales demandas como el derecho de los obreros y campesinos a organizarse, la libertad de prensa y de reunión, etc., son abordadas en el Manifiesto en una forma negativa al meramente demandar “la abolición de los decretos del 12 de agosto y 30 de octubre. No hay ninguna mención en el Manifiesto de tales demandas parciales de los campesinos como ayuda inmediata a los hambrientos, la abolición de los impuestos, la cancelación de las deudas, la abolición del trabajo forzado y otros servicios a los terratenientes, etc. No hay ninguna demanda parcial para el mejoramiento de las condiciones de las tropas del ejército.”
2. El Manifiesto no llama a las masas a ninguna acción concreta (huelgas, concentraciones, demostraciones, etc.) No se pude deducir del Manifiesto a que métodos de lucha el Partido llama a las masas a adoptar inmediatamente y que métodos de lucha serán inevitables en las fases superiores de la lucha.
3. El Manifiesto no propone a las masas ninguna forma concreta y definida de organización para la implementación de la lucha. En este punto así como en la cuestión del método de lucha el Manifiesto no menciona ninguna consigna de acción (Comités de Acción, Comités Revolucionarios Campesinos, Comités de Acción Obreros-Campesinos) ni de propaganda (Soviets). La tarea básica de organizar Cuerpos de Defensa Obrero-Campesinos está también ausente en el Manifiesto.”
4. Las demandas básicas de la revolución agraria antiimperialista no se establecen con suficiente claridad, especialmente las demandas antiimperialistas (confiscación de todas las empresas imperialistas, cancelación de la deuda externa, retiro de todas las fuerzas armadas y otras del imperialismo extranjero, etc.)

“Esos defectos básicos del Manifiesto claramente muestran un enfoque no leninista a la tarea de desplegar la contraofensiva de los trabajadores y campesinos contra la ofensiva de los explotadores, al ignorar algunas de las demandas básicas parciales de las masas, al fallar en formular consignas claras de acción sobre los métodos de la lucha de masas y las formas de organización y de vincular las consignas de acción con nuestras consignas de propaganda, señalando el curso inevitable del desarrollo de la lucha, limitan el alcance del movimiento de masas, aíslan a la vanguardia revolucionaria de la masa básica de obreros y campesinos, saltándose aquellas fases de la lucha en las cuales las masas maduran para el paso a una fase superior, y fallando en proveer la creación de órganos revolucionarios de lucha de masas, bajo conducción comunista, sin los cuales el movimiento no puede exitosamente subir a una fase superior de lucha. El curso actual de los eventos de enero, el hecho de que la pela comienza con la forma superior de lucha revolucionaria de masas ( el levantamiento)sin los desarrollos previos y la organización de la lucha diaria de las masas por medio de huelgas, demostraciones marchas contra el hambre, etc. Demuestran las mismas debilidades básicas como aquellas contenidas en el Manifiesto. Estas debilidades son el resultado de las tendencias oportunistas en nuestro medio, que tiene un enfoque sectario de “izquierda, putchista sobre las tareas del Partido Comunista. Una de las principales lecciones del levantamiento salvadoreño es el gran peligro de las tendencias putchistas, sectarias de “izquierda” contra las cuales debemos de desplegar la más enérgica lucha a la vez que desarrollamos una lucha sin cuartel contra el oportunismo de derecha –el principal peligro en el presente periodo- que vacila en colocar al Partido a la cabeza de las masas en sus luchas contra la ofensiva terrateniente-burguesa-imperialista.”

“Solo combatiendo implacablemente la variedad oportunista del putchismo –esa variedad que ignora las condiciones objetivas, negándose a aplicar el método leninista del análisis de la relación de fuerzas de clase, convirtiendo a su propia impaciencia en una guía para la acción para el Partido Comunista-podremos implementar una lucha exitosa contra la variedad de derecha del oportunismos, cuyos “análisis objetivos” reflejan la presión de la ideología de la burguesía y de los social fascistas sobre las masas trabajadoras.”

“Los obreros y campesinos de Salvador, bajo la conducción del Partido Comunista, continuaran con energía redoblada la lucha contra la ofensiva de los explotadores, aprendiendo de la derrota como mejor preparar al lucha para la victoria por venir. Nuestros camaradas deben orientar todos sus esfuerzos para mantener el contacto más cercano posible con las masas y realizar con la mayor energía la tarea de organizar y conducir las luchas diarias de los obreros y campesinos por el mejoramiento de sus condiciones. La mayor atención debe ser prestad a la tarea de desarrollar métodos de trabajo ilegal bajo las presentes condiciones de terror, de proteger la organización del Partido de la loca carnicería del enemigo, y al mismo tiempo utilizar incluso las más mínimas posibilidades de trabajo legal de masas, luchando por tales posibilidades, combinando lo ilegal con el trabajo legal y concentrando nuestras actividades en las plantaciones, haciendas y fabricas.

“En la hora cuando los obreros y campesinos de Salvador enfrenten la brutal ofensiva del imperialismo extranjero y los opresores locales, el Partido Comunista de salvador continuara demostrando a las masas que es el único partido capaz y dispuesto a organizar y conducir sus luchas contra los explotadores extranjeros y locales.”

*En la óptica del Buro del Caribe de la Internacional Comunista, el Caribe incluía a México, Centroamérica, el Caribe, Panamá, Colombia y Venezuela.

Las democracias en Centroamérica

Las democracias en Centroamérica

EDELBERTO TORRES-RIVAS

En la pequeña región centroamericana hay por lo menos tres modalidades de democracia como sistema de gobierno, lo que preferimos llamar Estado democrático. La primera es el Estado democrático representativo; en el caso de Costa Rica funciona con normalidad lo que se puede calificar como el Estado liberal avanzado. En esta región, finalmente, el ejemplo para lo bueno y lo malo, es Costa Rica.

La segunda modalidad corresponde al Estado democrático postconflicto, en Nicaragua y El Salvador; en ambos países funcionan formas participativas relativamente avanzadas en relación con sus historias previas. Se diferencian uno del otro en que en Nicaragua la guerra civil se ganó frente a una dictadura familiar; fue una revolución antiautoritaria de toda la nación contra el Estado somocista. En El Salvador la guerra civil, extraordinariamente sangrienta y prolongada, terminó con la nación exhausta, y dejó una democracia electoral que ganó su fuerza y su debilidad al reproducir en la competencia político-electoral las dos fuerzas que pelearon en la guerra: la burguesía agraria organizada en el partido ARENA, de derecha, y el Frente Farabundo Martí, a la izquierda.

El tercer tipo lo ofrecen Honduras y Guatemala, que tienen Estados democráticos débiles, poco representativos, permanentemente al borde del colapso. Llama la atención Honduras que tiene uno de los bipartidismos más prolongados de América Latina y, sin embargo, las reiteradas crisis no son conflictos entre los dos partidos sino fracturas en uno de ellos, el Partido Liberal. En Guatemala, la “contienda” electoral, que no competencia, se produce en un escenario totalmente dominado por fuerzas de derecha; en este país no existen fuerzas políticas de izquierda.

Si se deja por el momento a un lado a Costa Rica, podemos encontrar en los otros cuatro países algunos rasgos comunes. Lo primero y más importante es que el Estado democrático viene funcionando desde hace unas tres décadas, rasgo histórico de la mayor importancia porque esto no solo no había sucedido nunca sino que, de hecho, en la historia de estos países nunca antes hubo una década entera de elecciones democráticas. De modo que las herencias del pasado dejan sus huellas estructurales en las modalidades particulares de cada país, pero la democracia electoral y un Estado que la soporta es común a todos.

El segundo rasgo es que se trata de democracias pobres, muy pobres, y con tasas de crecimiento que en el largo plazo parecen padecer de un cierto estancamiento. La democracia no se apoya en una infraestructura económica que crece y alimenta a los sectores medios, sino en profundas desigualdades que en los hechos producen ciudadanos miserables que ciertamente ya adquirieron el hábito de votar, pero muchos que todavía lo hacen por los espejitos que reciben.

El tercer rasgo del sistema democrático es su inestabilidad. Pese al tiempo transcurrido con un régimen de elecciones periódicas, no podría afirmarse que son democracias consolidadas sino con una fragilidad que aparece reiteradamente. Parecen estar en transición permanente. Este tercer rasgo es contradictorio porque en el pasado la inestabilidad condujo al golpe de Estado y ahora (salvo en Honduras, con el golpe que expulsó a Manuel Zelaya en 2009) eso es difícil, aunque no imposible. Unas provechosas enseñanzas van quedando como prueba de que mantener la legalidad constitucional es importante para el desarrollo nacional.

El cuarto rasgo es la desaparición de los militares como actores políticos. Para ser precisos, la referencia es a la desaparición de las fuerzas armadas como corporación y estructuras operativas. Participan en lo partidario militares a título personal y habría que decir que son muchos los que lo hacen en El Salvador, Nicaragua y Guatemala. En este último país, las mal andanzas de un general contrainsurgente ahora tienen situado al país en la peor crisis del periodo democrático.

El quinto rasgo es la injerencia, la presencia, la impertinencia de Estados Unidos en la política interior de estos pequeños países. Hay quienes exageran al valorar la conducta de EE UU, y consideran que todo cuanto ocurre es obra y voluntad del gran vecino. No es así. Y se puso a prueba hace unos 30 años cuando el sandinismo triunfó en Nicaragua y esto se entendió como una relativa derrota de la política estadounidense. La reacción fue fulminante: hubo procesos de paz en El Salvador y Guatemala. Esto prueba que la sensibilidad del imperio frente a los retos que aparecen de vez en cuando es muy alta, y demuestra que hubo guerra cuando ellos lo quisieron y hubo paz cuando la necesitaron.

Ahora hay democracia porque sus aliados latinoamericanos, en Centroamérica, deben estar en orden y sin cometer las “zanganadas” que algunos países vienen realizando en Suramérica. De hecho, el Estado democrático en Centroamérica se ordena conforme la política estadounidense, pero según la idiosincrasia de cada país. Es el resultado de una vinculación dependiente, pero no colonial. Así, la victoria electoral del Frente Farabundo Martí (FMLN) fue tolerada porque fue una victoria popular. El FMLN fue 15 años atrás la fuerza guerrillera revolucionaria más importante de América Latina. En Nicaragua ha gobernado en distintos momentos el comandante Daniel Ortega, que mantiene lazos económicos y políticos con Venezuela. Este par de ejemplos sirve para mostrar que son distintas las relaciones de dependencia existentes en este momento en comparación con las relaciones coloniales del pasado.

La democracia no puede imitarse ni importarse. Con notorias dificultades, en Centroamérica se van fortaleciendo sus bases.

Una aportación al estudio del movimiento comunista latinoamericano

Una aportación al estudio del movimiento comunista latinoamericano

Gerardo Peláez Ramos
Rebelión

La nueva edición de esta valiosa y oportuna obra de Lazar y Víctor Jeifets incorpora precisiones y agregados de suma utilidad. Se trata de un Diccionario biográfico especializado que cubre un sensible vacío historiográfico en América Latina

Ricardo Melgar Bao, Investigador Emérito del INAH, México

Ya está en circulación un importante libro de consulta que informa sobre dirigentes, cuadros y militantes del movimiento comunista latinoamericano en el periodo 1919-1943, en relación con la Comintern, debido a las plumas de Lazar y Victor Jeifets, que lleva por título América Latina en la Internacional Comunista, 1919-1943. Diccionario biográfico.

Para esta segunda edición, los autores rusos lograron el apoyo, en formas variadas, de investigadores de los partidos comunistas de nuestro subcontinente, como Christina Hatzky (Alemania), Ricardo Melgar Bao (México), Medófilo Medina (Colombia) y Olga Ulianova (Chile); contaron con la solidaridad académica de John W. F. Dulles (Estados Unidos), Rina Ortiz (México), Olga Cabrera (Cuba-Brasil), Jean Ortiz (Francia), Caridad Massón Sena (Cuba), Daniel Kersffeld (Argentina-Ecuador) e Inving Reynoso (México), así como de familiares de los comunistas biografiados como Elba Pérez Villalba y Xóchitl Vivó de la Torriente.

En Rusia, los historiadores del comunismo latinoamericano recibieron comentarios y consejos de Nikolái Kalmykov, Serguéi I. Semiónov y Kiva L. Maidánik.

Los doctores Jeifets narran el origen del Diccionario y la importancia de la apertura parcial, desde 1992, de los fondos de la Comintern en los archivos de Moscú. En virtud del acceso privilegiado a los expedientes personales en la sección de cuadros, en el fichero “América Latina” del Archivo Estatal Ruso de Historia Sociopolítica (RGASPI por sus siglas en ruso), apareció la primera edición de esta obra.

Acerca de la cautela para esclarecer y establecer nombres y seudónimos, se pone como ejemplo el caso de los cuatro Allen: “Este procedimiento cauteloso se impone teniendo en cuenta el caso de los cuatro ‘Allen’ distintos que actuaron en los años 1920-1921 en el movimiento comunista mexicano: ‘José Allen’ (secretario general del PC Mexicano y del Buró Latinoamericano de la III Internacional), ‘Roberto Allen’ (el indio Manabendra Nath Roy que, en el II Congreso de la Comintern, fue delegado del PCM), ‘Helen Allen’ (Evelyn Trent, esposa de M. N. Roy y delegada del PCM en el II Congreso de la Comintern) y ‘Henry Allen’ (seudónimo de Max Cohen, representante sudamericano en el Buró Panamericano de la Comintern)”. p. 7

En el prólogo, Hernán Camarero, de la Universidad de Buenos Aires, sostiene acerca del abordaje de la relación Comintern-partidos comunistas de nuestro subcontinente: “Pero faltaba aún realizar una tarea clave en el terreno del relevamiento empírico: la consulta de los materiales de los archivos provenientes de la ex URSS, en donde se conservaban las fuentes primarias de la propia IC. Eran esos documentos los que permitirían encontrar todo un universo de evidencias sobre una parte muy importante del accionar de los comunistas latinoamericanos: los referidos a las relaciones que ellos tuvieron con los distintas esferas de la Comintern”. p. 10

Como indica Camarero, los Jeifets no practican en el libro reseñado “exclusiones basadas en preferencias ideológicas” y tampoco asumen “visiones condenatorias o laudatorias de cada figura”.

El Diccionario biográfico continúa y enriquece los textos escritos sobre las vidas de Luis Emilio Recabarren, José Carlos Mariátegui, Julio Antonio Mella, Victorio Codovilla, Agustín Farabundo Martí, Hernán Laborde, Gustavo Machado, Tina Modotti y otros protagonistas del comunismo latinoamericano.

De los biografiados

De los personajes abordados cabe destacar la presencia de Victorio Codovilla, figura central del stalinismo latinoamericano. Desde los años 20 este dirigente italo-argentino incidió de manera perjudicial en el desarrollo del movimiento comunista latinoamericano e internacional, al oponerse a la promoción de Julio Antonio Mella en el aparato de la Comintern y la Profintern. En 1939-1940, en México desempeñó un papel nefasto en la expulsión de Hernán Laborde y Valentín Campa, así como en la promoción de Dionisio Encina a la Secretaría General del PCM.

De líderes como Carlos Contreras Labarca, Óscar A. F. Creydt Abelenda, Fanny Edelman, Aníbal Escalante D., Orestes T. Ghioldi, Paulino González Alberdi, E. Ladislao González-Carvajal D., Fabio Grobart, Víctor Raúl Haya de la Torre, Jules Humbert-Droz, Bernardo Ibáñez A. y Elías Lafertte G. quedan consignados los hechos más relevantes de su vida y logran dar una buena visión acerca del movimiento comunista. Lo mismo puede decirse de las semblanzas de Jay Lovestone, Raúl Eduardo Mahecha Caicedo, Miguel Mármol, J. Fernando Penelón, Astrojildo Pereira D. da Silva y Luis Emilio Recabarren.

Jesús Faría

Entre los dirigentes biografiados resalta la vida política de Jesús Faría. Este destacado líder comunista venezolano fue obrero, político, dirigente sindical y parlamentario. Participó en la fundación del Sindicato de Obreros y Empleados Petroleros de Cabimas y en la organización y dirección de la primera huelga petrolera del país de diciembre de 1936, la cual fue rota por la fuerza. Aprendió a leer a los 27 años. En diciembre de 1937, fue elegido diputado regional y concejal por el Distrito Bolívar del estado Zulia. Fue funcionario del Sindicato de Trabajadores Petroleros de Lagunillas y presidente de la Unión Sindical Petrolera de Venezuela. Fue delegado en el Congreso de la Confederación de Trabajadores de América Latina (México, 1941) y asistió al II Congreso de la CTAL (Cali, 1944). En octubre de 1945, viajó a París como delegado de los trabajadores petroleros al Congreso constituyente de la Federación Sindical Mundial. Fue elegido en 1947 senador principal por el estado Zulia, siendo el primer senador obrero y comunista. En 1946 fue promovido al Comité Central y el Secretariado Nacional del PCV. Organizador de la huelga petrolera que comenzó el 3 de mayo de 1950; fue detenido el día 6 y confinado en diferentes cárceles del país, hasta ser trasladado, en abril de 1956, a la cárcel de Ciudad Bolívar, de donde fue liberado el 24 de enero de 1958 cuando cayó el régimen de Marcos Pérez Jiménez. Durante esos años de prisión fue elegido secretario general del PCV y vicepresidente de la CTAL. En 1958, volvió a ser elegido senador para el período de 1959-1963. En septiembre de 1963, se declaró la anulación de la inmunidad parlamentaria de los diputados y senadores del PCV y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y fue recluido nuevamente en prisión hasta 1966, año en que salió al exilio, regresando en 1968 cuando se reincorporó a la vida política activa. Ese año fue elegido diputado por el estado Zulia. Entre 1984 y 1989 fue diputado por el Distrito Federal. Escribió su primer artículo en el periódico La Tarde en 1939. En la URSS editó en ruso La formación de un comunista. Fue secretario general del PCV durante 34 años (1951-1985) retirándose voluntariamente en 1985. Ese mismo año fue nombrado presidente del PCV, cargo que ejerció hasta su muerte.

Iósif Romualdovich Grigulévich

Entre los agentes del espionaje soviético sobresalió Iósif Romualdovich Grigulévich. Nació en 1913 y murió en 1988. Miembro de la Juventud Comunista (1926). Formó parte del Buró Comunista Lituano del Comité de distrito de Vilnius (1930), luego este Buró fue subordinado al CC del PC de Bielorrusia Occidental. Por pertenecer al PC fue detenido el 25 de febrero de 1932 y condenado a 2 años de cárcel por el Tribunal Regional de Vilnius. Fue liberado en el otoño de 1933 y emigró a Francia, allí fue miembro de la célula comunista de la Sorbona. Mantuvo contactos con el representante del PC de Polonia en Francia Z. Modzalevsky. Fue enviado a trabajar al Buró Sudamericano de la IC. Por encargo del PCA tuvo que organizar la liberación de L. C. Prestes y R. Ghioldi de la cárcel brasileña. Fue detenido el 11 de julio de1936 en la casa de Augusto Bunge, y pudo trasladarse a España en septiembre, donde se hizo ayudante del comisario del V Regimiento V. Vidali, traductor de la embajada soviética y consejero de S. Carrillo. Participó en la supresión de la insurrección del POUM en Barcelona y en el asesinato de A. Nin. Salió de España en marzo de 1939 y llegó a la URSS vía Francia y Marruecos. Fue enviado para formar parte del grupo de N. Eitingon organizador del asesinato de L. Trotsky. Llegó a México en enero de 1940 y por orden de N. Eitingon organizó un grupo de reserva para las operaciones en México y California. Estableció contactos con el guardaespaldas de L. Trotsky, Sheldon Harte, que fue usado por el grupo de D. A. Siqueiros para penetrar en la casa de L. Trotsky. Después del atentado, Grigulévich huyó a California. Dirigió el grupo de espías soviéticos en América Latina y llegó a Argentina en vísperas de 1941. Su grupo inundó y destruyó decenas de barcos alemanes (1942-1944). Después de la II guerra mundial trabajó en México y ayudó a los emigrados costarricenses. Luego de la victoria de J. Figueres en la guerra civil, fue designado embajador de Costa Rica en el Vaticano y en Yugoslavia (finales de los años 40 – inicios de los años 50). Visitó Yugoslavia dos veces (1952). Preparó un atentado contra J. Broz Tito. Fue llamado a la URSS (05.1953). Doctor en historia, miembro-corresponsal de la Academia de Ciencias de la URSS (1979), de la Academia Nacional de Historia (Caracas), y miembro honorario de la Sociedad de Escritores de Colombia. Fue condecorado con la medalla “XX años del Moncada” (Cuba). Autor de obras históricas sobre América Latina y la iglesia católica, incluyendo las biografías de S. Bolívar, F. Villa, E. Che Guevara, S. Allende, y D. A. Siqueiros.

Jorge del Prado Ch.

Nació en Arequipa, el 15 de agosto de 1910, y murió en Lima el 31 de agosto de 1999. Participó en la fundación del PC de Perú (1930), Secretario General de la Juventud Comunista de Perú (03.1930). Secretario de organización del Comité Regional de Lima del PCP (1931). Fue detenido, pero escapó. Regresó a Perú a través de Brasil y Bolivia. Estuvo en la cárcel (1938-1940). En el I Congreso del PCP fue elegido miembro del CC, de la Comisión Política del CC y secretario de organización (1942). Secretario General del PCP (1946). Secretario del Comité de Arequipa del PCP durante la insurrección contra el régimen de Odría (1950). Durante la dictadura de Odría, Jorge del Prado vuelve a la lucha clandestina y participa activamente en la gestión del Frente Popular en Arequipa. Y, en 1950, al lado de las masas en esa ciudad, participa en los combates armados y en la formación de un Junta Local Transitoria de Gobierno. Los dirigentes del Frente son tomados presos; Del Prado logra burlar la represión pero al año siguiente lo capturan y deportan a la Argentina. De allí pasa a Bolivia, su familia se une a él permaneciendo dos años en muy precarias condiciones en las ciudades de La Paz y Cochabamba, hasta 1954. Viaja sólo a Brasil, permaneciendo clandestinamente en ese país hasta 1956, volviendo entonces, una vez más, ilegalmente al país. Al regresar a Perú fue secretario del CC del PCP responsable de la educación, la propaganda y la prensa. Redactor en jefe del periódico Unidad (1958-1962). Después de la detención de Acosta fue el secretario responsable del PCP. En 1960 participa en la formación del Frente de Defensa del Petróleo, junto con el general César Pando Egúsquiza. Participa también en la fundación del Frente de Liberación Nacional, en la campaña nacional por la recuperación del petróleo y las jornadas en defensa de Cuba. En 1963, es detenido nuevamente por la Junta Militar encabezada por el general Manuel Pérez Godoy. Luego de esa redada Jorge del Prado es confinado en el presidio selvático El Sepa al lado de otros luchadores sociales. Permanece tres meses entre El Sepa y El Frontón. Secretario General del CC del PCP (11.1966). En 1977 juega un rol protagónico en la realización del histórico Paro Nacional que hiciera caer –meses después— a la dictadura de Morales Bermúdez. Participa en la huelga de hambre dentro de la Casona de San Marcos, donde toman parte treinta dirigentes políticos, sociales y sindicales pertenecientes a todas las corrientes de la izquierda peruana. Diputado en la Asamblea Constituyente (1978). En 1980 es candidato a la primera vicepresidencia por Unidad de Izquierda y encabeza la lista al Senado, saliendo electo. A raíz del autogolpe del 5 de abril de 1992 decretado por el presidente A. Fujimori, Del Prado es despojado de su curul y empieza un combate sin tregua desenmascarando públicamente al régimen corrupto a través de las páginas del diario La República. Participó en la Reunión Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros (Moscú, 1969) y en la Conferencia de los Partidos Comunistas y Obreros de América Latina y del Caribe (La Habana, 1975).

Aclaraciones históricas

Los autores rusos abordan y esclarecen problemas claves de la historia del movimiento comunista latinoamericano y el rol de las personalidades del mismo. Así, se anota que Andrés García Salgado “fue seleccionado para tomar parte en la lucha armada del EDSN”, y se narra su participación en la guerra civil española, ocupando diversas posiciones en el ejército republicano y las Brigadas Internacionales.

De Sandalio Junco, líder trotskista cubano, se escribe: “Después de la muerte de A. Guiteras, ingresó en ‘La Joven Cuba’ y, junto con E. Mujal, fundó la Comisión Obrera del Partido Revolucionario Cubano auténtico (1934-1935). Participó en el II Congreso de la CTC (1940). Fue asesinado durante el tiroteo entre los miembros del PCC y del PRC/a/ en Sancti-Spíritus”.

De Agustín Farabundo Martí, cuadro del PCM, dirigente del PC de El Salvador y héroe de la Revolución salvadoreña, se precisa: “En México estableció contactos con el Comité ‘Mafuenic’ y conoció a J. A. Mella y G. Machado; por instrucción de ‘Mafuenic’, ingresó en el EDSN (22.7.1928), fue designado secretario de la Dirección Superior (15.8.1928) y coronel del EDSN (4.5.1929). Acompañó a A. C. Sandino en su viaje a México (28.6.1929) y este último quiso designarlo su representante en Centro América, en 1929. Como miembro del Estado Mayor del EDSN, participó en el encuentro de A. C. Sandino con los delegados del Comité Continental de la LADLA, del Comité ‘Mafuenic’ y de los intelectuales antiimperialistas (Veracruz, 3.2.1930). El CC del PCM lo nombró representante del PCM ante el EDSN y A. C. Sandino”

De Julio Antonio Mella, dirigente del PCM y el PC de Cuba, organizador, publicista, agitador y héroe de la revolución latinoamericana, se aclaran varios puntos muy importantes. Acerca de su expulsión del PCC, se apunta: “En su carta al Secretario General del PC de México, R. Carrillo (23.5.1926), el CC del PCC declaró que Mella fue expulsado del Partido por ‘oportunismo y deserción’. El ‘caso Mella’ fue objeto durante más de un año de correspondencia entre el PCC, el PCM y el CEIC. La posición de los dos últimos desembocó en la decisión de permitir a Mella su reingreso en el PCC con restablecimiento total de sus derechos (antes de 29.5.1927)”.

Sobre el cuento de su supuesto trotskismo, el Diccionario señala: “Hubo un proyecto para designar a Mella como uno de los responsables para el trabajo en Moscú, pero a causa de las objeciones de V. Codovilla y R. Martínez, que lo acusaron de trotskismo y de viajar a los EEUU sin autorización del PCM, dicha designación al aparato de la Comintern o de la Profintern, no se realizó. El CC del PCM pidió al Secretariado Latinoamericano de la Comintern aclarar esas acusaciones, declarando que Mella fue el autor de las tesis del CC del PCM sobre el trotskismo en el VKP /b/ y en la IC y que había visitado los EEUU con la autorización del CC del Partido para solucionar los problemas del movimiento revolucionario en Cuba”.

Del modo descrito, la militancia comunista de Julio Antonio queda completamente esclarecida, a la vez que resalta con contundencia su enorme distancia respecto de la corriente ideológica de Leon Trotsky.

Queda establecido que el comunista cubano-mexicano participó, junto con otros camaradas de México y de otros países, en la constitución del SRI, la Liga Antiimperialista de las Américas y la Juventud Comunista en América Central.

De la labor de Rafael Ramos Pedrueza en Sudamérica, el Diccionario informa: “Encargado de negocios de México en Ecuador (ocupó este puesto con el permiso del PCM), ayudó a los marxistas ecuatorianos en la creación del grupo comunista. Fue designado representante de «La Sección Comunista de propaganda y acción de nombre V. I. Lenin» ante el PCM y la IC. Por petición del embajador norteamericano las autoridades ecuatorianas pidieron al gobierno mexicano retirar a Ramos Pedrueza (10.1925). El CN del PCM aprobó su actividad en Ecuador”.

En torno a la actividad de Enrique Flores en Cuba se indica: “A petición de la Agrupación Comunista de La Habana (ACH), fue enviado por el PCM a La Habana como consejero técnico del I Congreso del PC de Cuba (1925). Secretario de actas del Congreso, participó en el Pleno del CC del PCC (18.8.1925) y propuso elegir a J. M. Pérez y Pérez, como Secretario General del PCC”.

De la IC y el PCM

En la historia de las relaciones entre la IC y el PCM aparecen dos periodos claramente establecidos: el primero, que va de 1919 al primer semestre de 1928, y el segundo, del VI Congreso de la Comintern a su disolución. En el primero la Internacional Comunista jugó un papel muy importante para el nacimiento y el desarrollo del PCM. En cambio, durante el segundo, la intervención de la IC desempeñó un rol profundamente negativo para la política general de los comunistas mexicanos.

Tal situación no era privativa de México. Zhou Enlai planteaba en uno de sus artículos más conocidos: “En la fase inicial de su fundación… era aplicando el centralismo democrático como la Internacional Comunista resolvía sus problemas, y los delegados de los diversos partidos podían exponer libremente sus opiniones y manifestar cada cual su punto de vista en un ambiente muy animado… y apoyó la lucha revolucionaria y el movimiento revolucionario nacional de los diversos pueblos”. (1)

La IC tuvo una intervención negativa en tres casos bien conocidos. En el pleno de julio de 1929, cuando por conducto de Mijaíl G. Grollman (Pedro) impulsó una orientación sectaria e izquierdista del PCM, expresión local de las resoluciones del VI Congreso Mundial de la Comintern y de los plenos posteriores de su Comité Ejecutivo Internacional. El PC de México se vio envuelto en una política que lo llevó a perder la dirección de la Liga Nacional Campesina; a romper sus relaciones amistosas con Adalberto Tejeda, uno de los representantes más avanzados del jacobinismo socializante de la Revolución mexicana; a distanciarse del ala izquierda del movimiento sindical, presente en las organizaciones de tranviarios, gráficos, electricistas, ferrocarrileros y federaciones cromianas de Puebla y Jalapa, una franja del sindicalismo magisterial y otras expresiones en el movimiento obrero. Tal política condujo, asimismo, al rompimiento con Augusto César Sandino, héroe notable del antiimperialismo latinoamericano a la sazón.

Entre abril de 1935 y abril de 1937, el PCM se convirtió en una importante organización dentro del movimiento obrero, al alcanzar la hegemonía en algunos núcleos: minero-metalúrgicos, trabajadores de la enseñanza, trabajadores al servicio del Estado y Federación de Trabajadores de Nuevo León, al mismo tiempo que conquistaba una presencia política no desdeñable en los sindicatos nacionales de industria de ferrocarrileros, de petroleros y de gráficos, así como llegó a establecer buenas relaciones con los sindicatos de electricistas y de telefonistas. En el campo fue organizador y dirigente de una franja considerable del proletariado agrícola.

El desarrollo del PCM no cuadraba a Lombardo Toledano y los lobitos. En el IV Consejo Nacional de la CTM, celebrado en abril de 1937, Fidel Velázquez, secretario de Organización del Comité Nacional de la central, no reconoció delegaciones dirigidas por los comunistas y avaló representaciones carentes de base social, con el objeto de detener el ascenso comunista.

En un documento elaborado por el ala discrepante, se daban los siguientes datos: abandonaron el consejo el STFRM, la Federación Mexicana de Trabajadores de la Enseñanza, la Federación Nacional de Trabajadores del Estado, el Sindicato Mexicano de Electricistas, el Sindicato de Trabajadores de la Industria Papelera, el Sindicato Ferrocarrilero Peninsular, la Federación de Trabajadores de Nuevo León y otras organizaciones, con 322,570 afiliados.

Según el mismo texto, permanecieron en el consejo la Federación Nacional de Cinematografistas, Federación Industrial Eléctrica, Federación Industrial Azucarera, STPRM y otros sindicatos y federaciones, con un total de 296,345 miembros.

Las cifras manejadas por VLT eran otras: permanecieron en la asamblea 3 mil 183 agrupaciones con 599,641 socios y se hallaban ausentes 12 organizaciones con 141,360 miembros. (2)

La política de unidad a toda costa

Para abordar la crisis de la CTM, el Comité Central del PCM efectuó un pleno del 26 al 30 de junio, con la asistencia de Earl Browder, en el cual se resolvió la política de unidad a toda costa, que significaba rehacer la unidad de la central obrera de manera incondicional.

Desde el pleno de junio de 1937, el PCM se deslizó por una pendiente muy peligrosa para su propio futuro. De hecho, adoptó una orientación seguidista frente a la dirección de Lombardo en la CTM y frente al gobierno de Cárdenas. En el V Consejo de la CTM —julio de 1937— volvieron todas las organizaciones salientes, con la excepción del SME y el sindicato minero que había salido en el I Consejo; los comunistas miembros del Comité Nacional quedaron fuera de éste. Las posiciones de los militantes del PC comenzaron a ser abatidas en los sindicatos y federaciones. Daría inicio, por decirlo así, un proceso de desobrerización del Partido Comunista, fenómeno que alcanzaría niveles francamente dramáticos en los años posteriores.

En torno al rol de Vicente Lombardo Toledano en el comienzo de la crisis del comunismo en México, señalan los autores: “Durante la crisis interna en la CTM y la salida de varios sindicatos importantes de esta central sindical, la ruptura entre los lombardistas y el PCM, Vicente Lombardo Toledano recibió un apoyo visible de parte de la Comintern, la cual, directamente y a través del dirigente del PCEU, Earl Browder, insistió en el regreso de los sindicatos con influencia comunista a la CTM y en la política de ‘unidad a toda costa’; estos eventos reflejaban claramente que Moscú vio en Lombardo Toledano el hombre que debía movilizar a los sectores progresistas mexicanos.”

De la participación de Earl Browder en el inicio de la crisis del PCM, los doctores rusos escriben: “Dirigió una carta al PC de México y a V. Lombardo Toledano en la que indicaba la necesidad de unidad del movimiento obrero mexicano (02.1937). Envió también una carta a los comunistas mexicanos publicada en Daily Worker donde el PCM fue acusado de sectarismo en su actitud hacia el frente único popular (04.1937). Por encargo de la Comintern, participó en el pleno del CC del PCM (26.-30.6.1937), donde fue lanzada la consigna ‘unidad a toda costa’”.

Hernán Laborde y Valentín Campa se opusieron a la participación del Partido Comunista en el asesinato de León Trotsky, por lo que chocaron con la política de Moscú. La IC decidió expulsar a ambos líderes comunistas, tarea que cumplió el Primer Congreso Nacional Extraordinario del PCM, en marzo de 1940.

Expone el Diccionario que Victorio Codovilla: “En 1939 fue designado consejero de la IC para los PPCC de Latinoamérica (‘para luchar contra la penetración fascista en Latinoamérica’). Permaneció 3 meses en los EEUU, luego pasó a Cuba y México. Dirigente de la delegación de la Comintern en México, participó en los trabajos de la comisión de purificación que, en el Pleno del CC del PCM (12.1939), separó a H. Laborde y V. Campa de la dirección del PCM”.

Breves precisiones

En una obra que aborda biografías de comunistas de decenas de países es explicable que se cuelen algunas erratas. El autor de esta reseña localizó algunas, y como con modestia los doctores Jeifets llaman a detectar los “defectos”, se hacen las precisiones pertinentes, ubicándolas por las entradas en que se citan.

Barrios, Elías. Este dirigente comunista fue el secretario general de la Confederación de Transportes y Comunicaciones, surgida del III Congreso General Ferrocarrilero. La CTC sustituyó a la Confederación de Sociedades Ferrocarrileras de la República Mexicana, y, en 1933, daría origen al Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, quedando fuera de sus filas muy pocos sindicatos gremiales.

La huelga del STFRM, en mayo de 1936, no fue de 24 horas, sino de carácter indefinido, nada más que la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje la declaró inexistente. Tras este laudo, los trabajadores tuvieron que regresar al trabajo en un plazo de 24 horas, como lo establecía y lo establece la Ley Federal del Trabajo. En protesta, la Confederación de Trabajadores de México realizó un paro nacional el 18 de junio de ese año, que fue todo un éxito.

Blackwell, Russell S. El Partido Obrero de Unificación Marxista, de España, es caracterizado como “de tendencia trotskista”. No es adecuada esta caracterización. El POUM tuvo una concepción de la revolución distinta a la de León Trotsky y sus discípulos y epígonos, además de no participar en la construcción de la IV Internacional. La Revolución española era definida como democrática y socialista. Dan cuenta de estas diferencias Julián G. Gorkin, “Los problemas de la Revolución española”, en La Nueva Era. Antología de una revista revolucionaria. 1930-36, intr. y sel. de Víctor Alba, Madrid, Júcar, 1977; “Qué es y qué quiere el Partido Obrero de Unificación Marxista”, en La Revolución española en la práctica. Documentos del POUM, intr. y sel. de V. Alba, Madrid, Júcar, 1977; Andreu Nin, La Revolución española, Barcelona, Fontamara, 1978, y León Trotsky, La Revolución española, Buenos Aires, El Yunque, 1973.

Breña Alvírez, Francisco José Alejandro. Este secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas fue ingeniero, no “electricista de profesión”.

Se afirma: “Fue invitado a Moscú para las negociaciones con el Secretariado del CEIC (1936)”. No se aclara qué negociaciones entablaría un jefe sindical no comunista con el máximo órgano dirigente permanente de la IC.

Browder, Earl Russell. La disolución de la Internacional Comunista, de acuerdo con sus documentos de mayo-junio de 1943, se dio formalmente el 10 de junio de 1943 y no en el mes de abril de ese año. (3)

Campa Salazar, Valentín S. La S segunda de la entrada sobra, porque significa Salazar.

En cuanto al secuestro del líder ferroviario del 20 de noviembre de 1971 éste fue efectuado por el Ejército Mexicano y no por “un grupo armado”, siendo liberado el 22 de noviembre de ese mes y año. La Procuraduría General de la República informó que le fue presentado por la policía militar.

Carrillo Azpeitia, Rafael I. El seudónimo de este dirigente y escritor político era Juan Jerónimo Beltrán, cuando menos desde 1941, y no Juan Gerónimo Bertrand. En El Día polemizó con el PCM en los años 60 y 70 con este sobrenombre.

En 1952-1954 existía el Partido Popular, no el PP Socialista.

Díaz Ramírez, Manuel. De tratarse de una compilación sería correcto el titulo de Los ensayos históricos sobre el movimiento obrero mexicano, pero si se trata del conocido libro de Díaz Ramírez, el titulo es Apuntes históricos del movimiento obrero y campesino de México, editado en 1952, que según algunos autores es un plagio de una obra de José C. Valadés.

García Martínez, María del Refugio. Se dice que Cuca era “miembro del sindicato magisterial”, pero en 1932 existían muchos sindicatos de profesores, encuadrados en la Federación Nacional de Maestros, la Confederación Nacional de Organizaciones Magisteriales, la Confederación Mexicana de Maestros y la Liga de Trabajadores de la Enseñanza, esta última impulsada por los comunistas.

García Salgado, Andrés. Se apunta que en 1935 trabajó “en la Oposición Sindical Revolucionaria de los sindicatos ferrocarrileros”. Cabe precisar que en ese año existían el STFRM, el Sindicato Ferrocarrilero Peninsular y algunos organismos gremiales del riel de la Confederación General de Obreros y Campesinos de México. El 12 de octubre la CGOCM y el STFRM acordaron adherir a éste el Sindicato Único Ferrocarrilero, el Gremio Unido de Garroteros y la Alianza Nacional de Cabos y Mayordomos. Por estas fechas dejó de existir, asimismo, la OSR de Ferrocarrileros y Tranviarios y su órgano, El Riel, para facilitar la unidad en el Comité Nacional de Defensa Proletaria.

Goldschmidt, Alfons. Se sostiene que éste escribió La URSS, 1920, pero en ese año no existía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la cual se constituiría hasta diciembre de 1922. De este intelectual hay una obra fundamental, Tierra y libertad. El desarrollo campesino en México, reeditado en 1980 por Juan Pablos.

Granados Cortés, Fernando J. Este líder chiapaneco fue expulsado del PCM por el XVI Congreso del partido, celebrado en octubre de 1973, por haber formado en septiembre de ese año, junto con Manuel Terrazas, la Asamblea Nacional Permanente del PCM. Así, pues, no fue creada ésta después de la expulsión, sino al revés.

Lombardo Toledano, Vicente. No nada más “en 1929 condenó al PCM por sus lazos con Moscú”, sino que el jefe cromiano lanzó en la Convención Obrera Pro-Ley del Trabajo una denuncia policiaca, al perorar: “…el documento a que me refiero, parece un informe, y eso es, que el grupo comunista envía a Lozovski, a la Internacional Roja. (Desorden, gritos de los delegados de la Sindical Unitaria). Yo afirmo esto porque conocemos de sobra y de muchos años atrás hasta el estilo de epistolar de los comunistas de Rusia y de México, y porque estamos al tanto de las órdenes, de las sugestiones y de los consejos que van y vienen de Rusia a México, por conducto de la Legación de aquel país. (Gritos. Desorden)”. (4)

Lumbreras Narváez, Alberto. En la Conferencia Pedagógica del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en 1945, no “propuso la eliminación de la educación socialista” del Artículo 3º constitucional, sino que argumentó teóricamente para la desaparición de dicha concepción educativa, propuesta por la dirección del SNTE.

La detención de Lumbreras en 1959 se produjo por ser el líder principal del POCM, y, naturalmente, no fue elegido secretario general estando en prisión.

El 16 de octubre de 1960 el PP se transformó en Partido Popular Socialista.

La salida del grupo de Valentín Campa de las filas del POCM no terminó con la vida del Partido Obrero-Campesino Mexicano, que continuó existiendo como una pequeña fuerza de la izquierda de nuestro país. El 1 de junio de 1963 el PPS y el POCM se fusionaron, después de una serie de negociaciones.

Revueltas Sánchez, José Emiliano. Al abandonar el POCM fundó la Liga Leninista Espartaco, no la Liga Comunista Espartaco. Esta última fue creada en 1966 por la fusión de la Liga Comunista por la Construcción del Partido Revolucionario del Proletariado, la Unión Reivindicadora Obrero Campesina y la LLE.

José Revueltas fue expulsado de la LLE el 17 de junio de 1963 (5)

Siqueiros, David Alfaro. Por su confianza en la demagogia del presidente Luis Echeverría y por su violación de la política del PCM, este pintor no fue expulsado de las filas del partido, sino separado del Comité Central. Por ello, Siqueiros murió siendo militante comunista.

Velasco, Miguel Ángel. En el Congreso Nacional de Unificación Proletaria, que dio origen a la CTM, para la elección del secretario de Organización, Propaganda y Acuerdos se presentaron varios candidatos; pero al final sólo quedaron Fidel Velázquez, de la CGOCM, y Miguel A. Velasco, de la CSUM. Todas las organizaciones, menos la CGOCM, apoyaban la candidatura del Ratón, mientras la Confederación General sostenía la de Fidel Velázquez.

El presidente declaró que, en concepto de la mesa, la mayoría estaba por el panadero veracruzano, lo que produjo un enorme escándalo en las galerías de la izquierda, en vista de lo cual la presidencia pidió que un miembro de la CGOCM llamara al orden a los miembros de esa central. Jiménez Acevedo exhortó a sus compañeros a que guardaran el orden y se disciplinaran a la opinión expresada por la mesa. Estalló un gran griterío de los velazquistas.

Campa planteó que la CSUM retiraba la candidatura de Velasco, lo que produjo un gran desorden. Breña Alvírez declaró que la candidatura del dirigente de la CSUM no era de la Unitaria y que, en consecuencia, ésta no tenía derecho a retirarla; el SME reiteraba su apoyo a Miguel Ángel.

Después de abordar otros temas, se tomó el acuerdo, no sin la oposición de muchos delegados, que el Ratón Velasco fuera el titular de la Secretaría de Educación y Fidel Velázquez de la Secretaría de Organización y Propaganda. (6)

A lo largo de la obra se escriben los nombres de centrales sindicales y otras organizaciones con agregados y cambios, que, con seguridad, provienen de haber sido traducidos al ruso y después de este idioma al español. En el artículo Allen, José (James), la Confederación General de Trabajadores, fundada en 1921, lleva el agregado de México, lo que constituye un error. En otras entradas y en las siglas se vuelve a repetir esta errata. En la entrada Almanza García, Manuel, en lugar de Liga de Comunidades Agrarias del Estado de Veracruz, se escribe Liga Estatal de Comunidades Agrarias de Veracruz. En Borodin, Mijaíl Markovich, el Partido Socialista Obrero Español es denominado erróneamente PSO de España.

A lo largo del texto se habla de “editorial” y sólo en pocas ocasiones se menciona consejo de redacción.

El nombre correcto de Mesa Redonda Marxista es Mesa Redonda de los Marxistas Mexicanos. Por cierto, el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano publicó en 1982 la memoria Mesa Redonda de los Marxistas Mexicanos. Bandera Roja era el órgano del Bloque Obrero y Campesino Nacional.

Laborde, Hernán. Este compañero y Valentín Campa fueron sancionados por la Comisión Nacional Depuradora y no de “purificación”, como se señala en esta entrada y en otras biografías. La huelga de la ASARCO, en Monterrey, Nuevo León, se desarrolló en 1932 y no en 1931. En lugar de Federación Sindical Mundial, como se escribe correctamente en otras entradas del Diccionario, en el ensayo dedicado a Lombardo se denomina Federación Mundial de Sindicatos.

Como queda en claro en las siglas utilizadas, a los nombres de las organizaciones se les agregan artículos de los que no llevan en la realidad. Los nombres correctos de las organizaciones son: Partido Liberal Mexicano, Partido Ferrocarrilero Unitario, Confederación General de Obreros y Campesinos de México, Confederación de Trabajadores de América Latina, Federación Americana del Trabajo – Congreso de Organizaciones Industriales (American Federation of Labor-Congress of Industrial Organizations, AFL-CIO), PC de la Argentina, Partido Obrero-Campesino Mexicano, Partido Popular Socialista, Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas y Movimiento Regeneración Nacional.

En la obra se escribe el nombre ruso de ¡Por una paz duradera, por una democracia popular!, órgano del Kominform.

Emular a los Jeifets

El trabajo de Lazar y Víctor Jeifets es una aportación al estudio del movimiento comunista latinoamericano, el cual debe servir de ejemplo a los estudiosos de la Patria Grande. En nuestro país se requiere, en un plazo perentorio, un diccionario biográfico del PCM y la izquierda mexicana, considerando que no se parte de cero. En materia de autobiografías, memorias, biografías y relatos sobre dirigentes y cuadros comunistas en México, se ha recorrido un buen trecho, con una producción librera centrada en líderes campesinos, sindicales, políticos, artistas e intelectuales, así como de agitadoras y organizadoras que forman parte de la historia del movimiento femenil mexicano.

Entre los militantes del PCM y el Partido Obrero-Campesino Mexicano sobre los cuales se han escrito libros, así como se han publicado memorias de dirigentes comunistas, cabe mencionar a Primo Tapia, Valentín Campa, David Alfaro Siqueiros, José Guadalupe Rodríguez Favela, Benita Galeana, Agustín Farabundo Martí, Julio Antonio Mella, María de la O, Rubén Jaramillo, Demetrio Vallejo, Othón Salazar Ramírez, Ramón Danzós Palomino, Tina Modotti, Diego Rivera, José Revueltas, José Luis Sustaita de los Reyes, Pablo Sandoval Ramírez, Hipólito Cárdenas y Eduardo Ibarra Aguirre.

Se han escrito, asimismo, ensayos y artículos de fondo acerca de Arnoldo Martínez Verdugo, Concha Michel, Dionisio Encina, Consuelo Uranga, Carlos Sánchez Cárdenas, Cuca García, Tomás Cueva, Hernán Laborde, Román Guerra Montemayor, José Cardel Murrieta, Hipólito Landero, Hilario Moreno Aguirre, Jacob Nájera Hernández, Joel Arriaga, Enrique Cabrera Barroso, Julio Rosovski (Gómez) y Rosendo Gómez Lorenzo.

Puede decirse que están dadas las condiciones para escribir, ya, un buen Diccionario biográfico del PCM y de la izquierda mexicana en general.

De la bibliohemerografía

Además de la investigación en archivos de Rusia, México y otros países, el Diccionario se apoya en una gran cantidad de libros, folletos y otros textos en lengua rusa, que abarcan documentos de la Internacional Comunista, la Internacional Sindical Roja, el Socorro Rojo Internacional y la Krestintern, así como obras de dirigentes comunistas y otros materiales bibliográficos y hemerográficos.

Sólo para ofrecer un muestrario de las obras consultadas por los investigadores rusos, se anotan las siguientes: J. Arias Gómez, Farabundo Martí. Esbozo biográfico. Ed. Universitaria Centroamericana, 1972; C. R. Balbi, El Partido Comunista y el APRA en la crisis revolucionaria de los años treinta, G. Herrera Editores, 1980; E. Barrios, El escuadrón de hierro, México, Ediciones de Cultura Popular, 1978; Antonio Bonzi, Proceso histórico del Partido Comunista Paraguayo (Un itinerario de luces y sombras). Asunción, Arandura Editorial, 2001; Manuel Caballero, Entre Gómez y Stalin. La Sección Venezolana de la Internacional Comunista, edición aumentada y corregida, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1989; H. Camarero, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935. Siglo XXI, Buenos Aires, 2007; E. Carone, O P.C.B. (1922-1943), Vol. l, Sao Paulo, Difel, 1982; Rodolfo Cerdas Cruz, La Hoz y el Machete: La Internacional Comunista, América Central y la Revolución en Centro América. San José, Univ. Estatal a Distancia, 1986; E. Concheiro, M. Modonessi y H. Crespo (eds.), El comunismo: otras miradas desde América Latina. México, UNAM. 2007; Emilio J. Corbiere, Orígenes del comunismo Argentino: El Partido Socialista Internacional, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984; J. Correa, 40 años de luchas por el comunismo en Venezuela, s. l., s. a.; J. Crespo Toral, El comunismo en el Ecuador. Quito, 1958; Dominique Desanti, L’Internationale communiste, París, Payot, 1970; John W. F. Dulles, Brazilian Communism. 1935-1945. Repression during World Upheaval, Austin, University of Texas Press, 1983; Esbozo de historia del Partido Comunista de la Argentina. Origen y desarrollo del Partido Comunista y del movimiento obrero y popular argentino. Buenos Aires, 1948; Juan Uvaldo Estrada Ramos, El Partido Comunista Mexicano en el periodo cardenista: 1934-1940, tesis de maestría, México, UAM-I, 1996, y El Partido Comunista Mexicano bajo la dirección de Dionisio Encina. 1940-1959, tesis de doctorado, México, UAM-I, 2002; M. M. Feijo, Formação Politica de Astrojildo Pereira (1890-1920), Sâo Paulo, Editora Novos Rumos, 1985; Alberto Flores Galindo, La agonía de Mariátegui. La polémica con la Komintern, Lima, Deseo, 1980; A. Gómez, Rómulo Betancourt y el Partido Comunista de Costa Rica: 1931-1935, Caracas, 1985; Eugenio Gómez, Historia del Partido Comunista del Uruguay (hasta el año 1951), Montevideo, Ed. Élite, 1961; Ch. Hatzky, Julio Antonio Mella (1903-1929). Eine Biografie. Forum Ibero Americanum.Acta Coloniensia. Band 2. Frankfurt am Main: Vervuert Verlag, 2004. (Hay traducción española); Julio C. Jobet, J. Barria y Luis Vitale, Obras selectas de Luis Emilio Recabarren, Santiago de Chile, 1971; Fernando Lopez d’Alesandro, Historia de la izquierda uruguaya, Vol. 3. La fundación del Partido Comunista y la división del anarquismo (1919-1923). Montevideo, Vintén Editor, 1992; Arnoldo Martínez Verdugo (ed.), Historia del comunismo en México, México, Grijalbo, 1985; Medófilo Medina, Historia del Partido Comunista de Colombia, tomo I, 1910-1950, Bogotá, Centro de Estudios e Investigaciones Sociales, 1980; Ricardo Melgar Bao, El movimiento obrero latinoamericano. Madrid, Alianza Editorial, 1988; L. Michell Díaz, La Internacional Comunista en México y su sección nacional: el PCM. 1919-1925 (tesis de licenciatura en Relaciones Internacionales). México, El Colegio de México-CEI, 1985; Robert Andrew Nickson, Oscar Creydt: Una biografía, Asunción, El Lector, 2011; Lenin Eduardo Paredes Ruiz, Ricardo Paredes Romero y su Luz en el Mundo, Natal y João Pessoa, Brasil, 2012; Gerardo Peláez, Partido Comunista Mexicano. 60 años de historia. I (Cronología 1919- 1968), Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1980; A. Petrujin y E. Churilov, Farabundo Martí. Moscú, Ed. Progreso, 1985; Jorge del Prado, 40 años de lucha. Partido Comunista Peruano 1928-1962. Notas históricas del PCP, Lima; Hernán Ramírez Necochea, Origen y formación del Partido Comunista de Chile. Santiago, Ed. Austral, 1965; Angelina Rojas Blaquier, Primer Partido Comunista de Cuba, tomos 1-2, 1925 – 1935, La Habana, 2007; Humberto Rosales, Historia del Partido Comunista Paraguayo (1928 – 1990). http://musekp.wikidot.com/biblioteca-libre Transcripto y actualizado por la Juventud Comunista Paraguaya (2010); Daniela Spenser, Los primeros tropiezos de la Internacional Comunista en México, México, Publicaciones de la Casa Chata, 2009; Paco Ignacio Taibo II, Bolshevikis. Historia narrativa de los orígenes del comunismo en México (1919-1925), México, Ed. Joaquín Mortiz, 1986; Arturo Taracena Arriola y Omar Lucas Monteflores, Diccionario biográfico del movimiento obrero urbano de Guatemala. 1877-1944. Guatemala, Editorial de Ciencias Sociales, 2014; H. Tarcus H. (director), Diccionario Biográfico de la Izquierda Argentina. De los anarquistas a la “nueva izquierda” (1870-1976). B. Aires, Emecé, 2007; Renán Vega Cantor, Raúl Eduardo Mahecha. Las palabras al margen. 29 de mayo de 2013. http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/item/rauleduardo-mahecha-2; William Waack, Camaradas. Nos arquivos de Moscou. A historia secreta de revolucâo brasileira de 1935, Sao Paulo, Companhia das letras, 1993; A. Witker Velázquez, Los trabajos y los días de Recabarren, La Habana, Casa de las Américas, 1977. (Hay edición en México).

Las publicaciones periódicas de Moscú, México, La Habana, Lima, Buenos Aires y otras ciudades consultadas son muy numerosas; entre ellas destacan Amauta (Lima), 1929; América Latina (Moscú), 1990; Biulleten’ Kommunisticheskogo Internatsionala (Moscú), 1921; Bulletin du Bureau Auxiliare d’Amsterdam de l’Internationale Communiste (Amsterdam), 1920; El Comunista (Мéxicо),1920; Claridad (Lima), 1923; La Correspondencia Sudamericana (Buenos Aires), 1926-1929; Granma (La Habana), 1970, 1971, 1975, 1976, 1978, 1984, 1991; Documentos Políticos (Bogotá), 1967; La Internacional (Buenos Aires), 1921-1928; Izvestiia, (Moscú), 1924, 1927; Kommunist (Moscú), 1975, 1984; Kommunisticheskii Internatsional (Moscú), 1919-1943; Krasnyi Internatsional profsoyuzov (Moscú), 1921; Lateinamerika. Semesterbericht der Sektion Lateinamerika wissenschaften der Wilhelm-Pieck Universität (Rostock),1982, 1985; El Libertador (México). 1925; El Machete (México), 1924-1933; Nueva Era (Buenos Aires). 1972, 1974; Ороsición (Мéxicо), 1973, 1977, 1978, 1979, 1981; Pravda (Moscú). 1919-1991; Rabochii klass I sovremennyi mir (Moscú), 1979; El Siglo. Revista Semanal (Santiago de Chile), 1972; Trud (Moscú), 1928, 1929; Voprosy istorii (Moscú), 1949, 1952, 1959, 1967, 1972.

Notas

(1) Zhou Enlai, “La Internacional Comunista y el Partido Comunista de China”, en Obras escogidas de…, t. II, Beijing, Ed. en L. Extr., 1989, pp. 332-333.

2) Véase Gerardo Peláez Ramos, El sindicalismo magisterial. 1935-1943, México, SNTE, 1994.

(3) Véase Fernando Claudín, La crisis del movimiento comunista. 1. De la Komintern al Kominform, París, Ruedo Ibérico, 1970, pp. 566 y 567.

(4) “Discurso del maestro…, pronunciado en la sesión de clausura de la Convención Obrera Pro-Ley del Trabajo, verificada del 15 al 20 de agosto de 1929, convocada por la Alianza de Uniones y Sindicatos de Artes Gráficas”, en Vicente Lombardo Toledano, Obras completas, vol. VI, México, Gob. del Edo. de Pue., 1990, pp. 7-8, y El Universal, 22-VIII-29, p. 5, 1ª Secc.

(5) Véase ¿Así se forma la cabeza del proletariado? (Reseña de una lucha interna), México, Ed. de la LLE, 1963, pp. 63-68.

(6) Historia documental de la Confederación de Trabajadores de México, t. I. 1936-1941, México, PRI ICAP, 1981.

***Lazar y Víctor Jeifets, América Latina en la Internacional Comunista, 1919-1943. Diccionario biográfico, Santiago de Chile, Ariadna Ediciones, 2015. 791 páginas. Existe edición electrónica de La Haine.

Arquitectura Moderna en El Salvador

Arquitectura Moderna en El Salvador1
Sandra Gutiérrez Poizat,
Departamento de Organización del Espacio_UCA

Abstracto—El siguiente artículo se basa en el trabajo de investigación sobre Arquitectura Moderna en El Salvador, parte del tema estratégico de Historia y Teoría de la Arquitectura, del Departamento de Organización del Espacio (DOE).

Se ha identificado el período moderno (1940-1980) como uno de los más intensos en producción espacial a nivel local. Interesa explorar las determinantes que dieron pie a esta particular situación desde diversos ángulos:
a) por un lado la formación tanto a nivel político como económico del Estado-Nación, expresada en nuevas instituciones y en nuevas espacialidades;
b) la formación de los profesionales dedicados al diseño y construcción, quienes se ven profundamente influenciados por las ideas del modernismo internacional, pero que deben al mismo tiempo adaptarse a las particularidades del trópico;
c) los nuevos lenguajes formales, que rompen con los estilismos de períodos anteriores y que en gran medida son posibles gracias a la
introducción de nuevas tecnologías y materiales.

Índice de términos— Arquitectura, Arquitectura Moderna,
Modernismo en El Salvador, Modernismo Internacional.

I. INTRODUCCIÓN

COMO se ha mencionado antes, el período identificado como moderno en la arquitectura salvadoreña, y que para efectos de esta investigación se ha centrado entre los años de 1940 y 1980, ha sido uno de los más prolíferos en producción espacial. Estudiando los procesos históricos tanto salvadoreños como mundiales, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, nos damos cuenta que las determinantes económicas, políticas y sociales de la época, preparaban a El Salvador para profundos cambios en su configuración espacial, notablemente en su producción arquitectónica.

Nos ha llamado profundamente la atención al trabajar con más detenimiento en la investigación, que dichos cambios y las determinantes que los propiciaron han sido poco estudiados en el país, y mucho menos de una forma científica y extensa.

1. Este trabajo ha sido posible gracias al apoyo de la Cooperación Española, a través de la Junta de Andalucía y la Consejería de Obras Públicas, quienes financiaron la investigación para la Guía de Arquitectura de El Salvador.
Producto de dicha investigación se identificó el período moderno como tema a investigar con mayor profundidad. El DOE decide entonces apoyar la investigación con Trabajos de Graduación, y participar en equipo junto con los Departamentos de Comunicaciones y Cultura y Audiovisuales UCA, en el concurso para fondos de investigación UCA 2012-2013, el cual se ganó. Este trabajo se apoya en todos estos trabajos, con especial énfasis en el Trabajo de Graduación 2012, Arquitectura Moderna en El Salvador de las décadas de
1940 hasta finales de 1970.
Los investigadores participantes son:
Coordinadora: S. Gutiérrez Poizat, trabaja en el Departamento de Organización del Espacio (DOE), de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), Boulevard de Los Próceres, La Libertad, El Salvador (sgutierrez@uca.edu.sv).
Colaboradores: C. Cornejo (cristy.cornejo@gmail.com), G. Gónzalez (german.egc@gmail.com), R. Torres (alohachio_10@hotmail.com).

Algunos trabajos de graduación sobre todo en la Universidad Albert Einstein, han sido de gran ayuda para esta investigación. El único libro dedicado al estudio parcial del este período, Historia de la Arquitectura Contemporánea en El Salvador, de O. Monedero [1], que salió a la luz en 1970, presenta sobre todo una colección de obras, lamentablemente con mínimas reflexiones, sin embargo posee el gran mérito de ser el único libro dedicado al tema desde 1970 hasta su re-edición en 2011. Esto significa cuarenta y un años de deuda
con la arquitectura moderna en El Salvador.

Para poder organizar el trabajo que hemos emprendido desde el DOE, hubo que sentar algunas premisas:
1) la abundante producción arquitectónica de El Salvador entre 1940 y 1980 fue posible gracias a particulares determinantes económicas, políticas y sociales promovidas en la mayoría de los casos desde el Estado, dichas determinantes se expresan en nuevas instituciones y nuevas espacialidades
¿Cuáles son esas determinantes? ¿Qué nuevas instituciones promueven? ¿Qué programas sociales producen? y ¿cómo se traducen en programas espaciales?
2) Para que exista producción arquitectónica deben haber profesionales encargados de los diseños y la construcción de las mismas, hasta 1954 no existe ninguna escuela de arquitectura en El Salvador, por lo tanto ¿quiénes eran esos profesionales del diseño?, ¿en dónde se formaron?, ¿cuáles
son las características espaciales particulares que le imprimen a sus obras?
3) al introducir el término arquitectura moderna, estamos haciendo alusión directa a un tipo de lenguaje espacial reconocido internacionalmente como característico de cierto tipo de diseños, este lenguaje surge en El Salvador gracias a la influencia del movimiento moderno internacional, pero además a la introducción de nuevos materiales y técnicas constructivas que posibilitan el cambio de lenguaje. Nos preguntamos entonces ¿quiénes introducen los nuevos lenguajes? ¿Cómo llegan al país las nuevas tecnologías y materiales? ¿Cómo son aplicadas?

Existe además una relación adicional a explorar que por el momento se está trabajando en un nuevo proyecto de investigación junto con el Departamento de Comunicaciones y Cultura y AudiovisualesUCA (2012-2013). Esta relación es la existente entre la producción arquitectónica y las bellas artes, sobre todo aquellas que tienen más afinidad con una obra edificada como el muralismo o la escultura. En este artículo se mencionarán algunas obras que llevan impresa una marca particular de trabajo conjunto entre arte y arquitectura. Sin embargo las profundizaciones al respecto se presentarán en
futuros documentos

II. METODOLOGÍA DE TRABAJO

Para llevar a buen término nuestra investigación recurrimos
a la siguiente metodología de trabajo:

A. Definición del período de estudio

¿Cómo definir el período a estudiar? Basándonos en las categorías de clasificación de obras propuestas por la Guía de Arquitectura de El Salvador, y bajo criterios de formalismos espaciales de las obras de arquitectura del movimiento moderno internacional, observamos que hacia principios de 1940 aparecen en el país algunas obras “diferentes”.

La diferencia se observa en dos aspectos principalmente: el lenguaje espacial, que toma distancia de los neo-clásicos y neo-góticos extensamente utilizados hasta el momento; y la introducción de nuevas técnicas constructivas, especialmente las estructuras metálicas y el concreto armado.
Las décadas de 1950 y 1960 son las más fértiles en producción de obras, muy condicionada por las particulares circunstancias de bonanza económica del país en esos años.

También es en este período que aparece la primera escuela de arquitectura. Además de haberse experimentado mejor con las nuevas técnicas constructivas y materiales disponibles en el mercado lo que posibilita el diseño de formas más “atrevidas”.

De 1970 a 1980 se percibe un descenso en la producción en términos cuantitativos, una vez más afectada directamente por la menor disponibilidad de fondos, pero sobre todo por ser años de conflicto social previos al inicio de la guerra civil salvadoreña (1981-1992), período este en el que la producción desciende notablemente. Pero sobre todo, en el que muchas de las continuidades se quiebran.

B. Búsqueda de información

1) Archivo Guía de Arquitectura de El Salvador
Una vez definido el período de estudio se procedió a identificar un listado preliminar extenso de obras de arquitectura moderna, entre 1940 y 1980, tomando como base el acervo de la Guía de Arquitectura de El Salvador.
2) Búsquedas en otros archivos
Una vez elaborado el listado preliminar, se procedió a confrontarlo con otras posibles fuentes: Trabajos de Graduación tanto de la UCA, como de otras universidades, principalmente la Universidad de El Salvador y la Universidad
Albert Einstein; el Archivo General de la Nación y archivos privados que nos fueron generosamente puestos a disposición, en especial el archivo personal del arquitecto Leonel Avilés.

Esta nueva búsqueda de información posibilitó dos procesos paralelos: 1) confirmar la importancia de algunas obras del listado extenso; 2) permitir descubrir otras obras que no se habían tomado en cuenta inicialmente.

A partir de esta búsqueda en archivos se depura el listado preliminar de obras. Clasificándolas además en diversas categorías que permiten un mejor estudio de los programas y tipologías.

C. Otras fuentes bibliográficas

Se consultaron además otras fuentes bibliográficas como periódicos y revistas de la época, el Diario Oficial, así como una serie de libros base de historia local, internacional y del movimiento moderno.

D. Entrevistas

Una vez identificados los proyectos en una lista depurada, se procedió a entrevistar a algunos de los autores clave de las obras, así como profesionales que se han dedicado a hacer algunas investigaciones históricas relacionadas con el tema.

Especial agradecimiento merecen los arquitectos: Juan José Rodríguez, Alberto Harth, Carlos Ferrufino, Leonel Avilés, Joaquín Aguilar, Roberto Dada, Ehrentraut Schott de Katstaller, Ricardo Carbonell, Ernesto García Rossi y Rubén Martínez. Así como el ingeniero René Suárez.

Esta ronda de entrevistas permitió nuevamente dos procesos paralelos: 1) depurar una vez más el listado de obras; 2) obtener valiosa información adicional sobre el contexto y los autores de varias de las obras propuestas como representativas.

E. Catalogación y depuración de obras

La catalogación y depuración de obras se hizo respondiendo a los siguientes criterios:
1) para la época se identifican una serie de programas sociales que se traducen en programas espaciales, algunos de ellos novedosos en el país como la preocupación por la vivienda de interés social, o los complejos recreativos, esto permitió agregar categorías nuevas a otras más tradicionales como las edificaciones religiosas;
2) en cuanto a las formas, se incluyen en el listado de obras representativas aquellas que introducen el uso de elementos novedosos, o elementos que siendo tradicionales se utilizan de forma novedosa en el manejo espacial, esto último sucede sobre todo en las adaptaciones locales del lenguaje moderno internacional;
3) finalmente existen algunas obras dentro del listado que son únicas en el contexto salvadoreño, por ejemplo aquellas que por sus mismos programas espaciales difícilmente se pueden repetir, u obras singulares de un enorme valor espacial encargadas en la mayoría de casos por clientes privados.

F. Listado de obras
A continuación se presenta el listado final de obras seleccionadas,
Agrupadas en las clasificaciones correspondientes:

TABLA I

LISTADO DE OBRAS PRIVADAS REPRESENTATIVAS DE ARQUITECTURA MODERNA EN EL SALVADOR 1940-1980

OBRAS PRIVADAS
CATEGORIA OBRA AUTOR AÑO
Edificios Comerciales Edificio García Rossi Ernesto García Rossi 1954
Casa Ortíz Jaime Paz Larín 1963
Casa Díaz Ricardo Carbonell 1965
Vivienda Unifamiliar Casa Salaverría Juan José Rodríguez 1965
Casa Alfaro Jaime Paz Larín 1965
Institucional Edificio Cajas de Crédito Juan José Rodríguez 1964
Edificios Educativos Campus UCA
(primera etapa)
Juan José
Rodríguez
1968

Edificios Religiosos Capilla de San
Benito
Armando Sol 1948
Capilla San
Ignacio de
Loyola
Salvador Choussy
1963
Parroquia
Corazón de
María
Manuel Meléndez
1966

Iglesia del
Perpetuo
Socorro
Roberto Monge –
Francisco Ferri
1969

Iglesia El
Rosario
Rubén Martínez
1964-
1971

Fuente: Elaboración propia.

TABLA II
LISTADO DE OBRAS PRIVADAS REPRESENTATIVAS DE ARQUITECTURA MODERNA EN EL SALVADOR 1940-1980
OBRAS PUBLICAS
CATEGORIA OBRA AUTOR AÑO IMAGEN
Centros Urbanos/ Vivienda en Altura Centro Urbano
Montserrat
Equipo de
diseño
Instituto de
Vivienda
Urbana (IVU) 1951

Centro Urbano
Libertad Equipo de
diseño
Instituto de
Vivienda
Urbana (IVU) 1957
Centro Urbano
José Simeón
Cañas
Equipo de
diseño
Instituto de
Vivienda
Urbana (IVU)
1967
INSTITUCIONAL
Torres Lotería
Nacional y ex
Ministerio de
Economía
Benjamín
Cañas
1970
Palacio Corte
Suprema de
Justicia
Carlos Rosales
1976
Torre del
Ministerio de
Gobernación
Manuel
Meléndez
1977
EDIFICIOS
EDUCATIVOS
Edificios varios UES
Facultad de
Ingeniería y
Arquitectura
Karl Katstaller
+ Ehrentraut
Schott de
Katstaller
1955

Comedor
Universitario
Gonzalo
Yánez Días
1965

CONJUNTOS
RECREATIVOS Hotel de
Montaña del
Cerro Verde
René Suárez
1958
Centro Obrero
Constitución de
1950
Oscar Reyes 1958
MONUMENTOS
Monumento a la
Revolución
Martín Schultz
+ Oscar Reyes
/ Violeta
Bonilla +
Claudio
Cevallos
1958
EDIFICIOS
EDUCATIVOS
Campus UCA
(primera etapa)
Juan José
Rodríguez
1968
INFRAESTRUCTURA
Edificio
Administrativo
de CEPA en
Acajutla
KarlKatstaller
+ Ehrentraut
Schott de
Katstaller
1958

Fuente: Elaboración propia.

TABLA III
LISTADO DE OBRAS DESAPARECIDAS REPRESENTATIVAS DE ARQUITECTURA MODERNA EN EL SALVADOR 1940-1980
OBRAS DESAPARECIDAS

CATEGORÍA
OBRA
AUTOR
AÑO
IMAGEN
EDIFICIOS
RECREATIVOS
Ex cine
Viéytez
Benjamín Cañas
1969
INSTITUCIONAL
Ex Biblioteca
Nacional
Armando Muñiz /
EhrentrautSchott de
Katstaller
1959

Fuente: Elaboración propia.

III. ANÁLISIS

Para poder hacer un análisis de las obras seleccionadas se procedió a estudiar, además del período establecido (1940-1980), algunos años previos en los que se dan ciertos antecedentes importantes.

A. Antecedentes

Se determinó un primer período de 1850 a 1900, en el que a pesar de manifestarse bastante inestabilidad en el ámbito político (luego de la independencia de España en 1821), los gobiernos de la época inician algunas obras públicas importantes para la consolidación de la imagen de la República.

En el ámbito económico se introduce el cultivo del café, que años más tarde llegaría a ser el producto de exportación más importante de El Salvador y fuente de recursos para emprender obras físicas de grandes proporciones.
Acompañando al café se introducen ciertas infraestructuras y servicios básicos en las áreas de comunicaciones y transporte: el tranvía (1865), el telégrafo (1870) y el tren (1882).

En términos sociales y culturales se apuesta por mejorar el nivel de las instituciones educativas, reforzando por un lado la instrucción popular a través de la construcción de escuelas públicas rurales y urbanas; por otro lado se siente la necesidad de contar con una institución de educación superior,
fundándose la Universidad Nacional (1841), y la Biblioteca y el Archivo Nacional (1870).

La arquitectura estatal de la época emula a la utilizada en Europa y Estados Unidos como imagen de los Estados independientes, de fuerte acento Neoclásico. Ejemplo de ello es el antiguo Palacio Nacional, construido en 1868, y el antiguo Teatro Nacional de 1886 [2]. Ambos edificios fueron
destruidos por un fuerte terremoto en 1873.

Fig. 1. Antiguo Teatro Nacional, San Salvador, 1886. Fuente: S. Grant, Postales Salvadoreñas de ayer, 1900-1950

Un segundo período es el comprendido entre 1900 y 1940. En 1917 San Salvador es destruido por un fuerte terremoto provocado por la erupción del volcán de San Salvador. La reconstrucción de la ciudad permite que se introduzcan nuevos materiales y nuevas tecnologías, más acordes a la condición sísmica del país. Es en esta época que se introducen los
edificios de estructuras metálicas y envolventes (paredes y techos) de lámina, como el Hospital Rosales (1902) [3], muchos de ellos comercializados por catálogo (procedentes sobre todo de Bélgica, Francia y Alemania). Asimismo se comienza a experimentar con el concreto armado.

En esta época los diseñadores y constructores eran ingenieros civiles, maestros de obra y artesanos. Algunos arquitectos extranjeros como Augusto Baratta (Italia) y Brutus Targa (de probable nacionalidad Italiana o Filipina) [4-6], realizaron las primeras obras en concreto armado en el
país, entre otros la Villa Cipactli (por Augusto Baratta, en 1925), y el llamado “Castillo de la Policía” (por BrutusTarga, entre 1930-1932).

Fig. 2. Villa Cipactli, San Salvador, 1925. Fuente: archivo familia Baratta.

Sin embargo, a pesar de introducirse nuevas técnicas constructivas y materiales, los lenguajes de las obras arquitectónicas se mantuvieron bastante conservadores, continuándose los neoclásicos e introduciéndose algunas obras neogóticas (Basílica del Sagrado Corazón, 1903), o el llamado
neo-indigenismo (Villa Cipactli, 1925).

En el ámbito privado sobresale la obra de los arquitectos salvadoreños Armando Sol (1909-1983) y Ernesto de Sola. Ambos formados en el extranjero. Sol se gradúa de la Escuela Superior de Arquitectura Saint-Luc, Institut Jean Bethune(Bélgica) en 1933, incorporándose a la Universidad de
El Salvador en la Facultad de Ingeniería, en 1935; de Ernesto de Sola se tienen menos datos, pero se sabe que estudio en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

Su obra es ampliamente reconocida destacando el desarrollo urbano de la
colonia Flor Blanca, en San Salvador, donde además diseñaron varias casas particulares [7-8]. Bajo el gobierno del general Maximiliano Hernández
Martínez (1882-1966, presidente entre 1931-1944), nuevas instituciones de gobierno son creadas, como el Fondo de Mejoramiento Social (1932), y la Junta de Fomento y Obras Públicas (1934), las cuales invierten en diversos proyectos de infraestructura como carreteras, puentes y alcantarillado. En este período además que se introduce el automóvil (1915) y por tanto se inicia la pavimentación de San Salvador (1925).

Si bien es cierto las obras locales de arquitectura y urbanismo de este período siguen siendo tímidas en sus formas y lenguajes con respecto a los movimientos de arquitectura moderna internacionales en auge (en 1928 se realiza el primer Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, CIAM, en
La Sarraz, Francia) [9], siendo prioritaria la inversión en obras públicas. Es esta inversión la que permite por primera vez construir una imagen de país.
La construcción de la carretera Panamericana (1932) y del puente Cuscatlán (1939) [10], permite cruzar la barrera del río Lempa y unir las zonas occidental y central de El Salvador, con la zona oriental. Es
posible a partir de este momento pensar además en redes de inversión a nivel nacional (escuelas, mercados, alcaldías, hospitales, cines, entre otros).

B. Modernidad en El Salvador

Al referirnos a la modernidad en El Salvador hablamos, además de la arquitectura y el urbanismo, de la idea de modernidad que surge en los primeros años del período en estudio (1940-1960). El país se “moderniza” a través de la inversión en obras civiles como las carreteras y puentes antes
mencionados, pero también de otras obras como las presas hidroeléctricas, la introducción del alumbrado público y el alcantarillado,que cambian el estilo de vida de miles de salvadoreños, especialmente en las zonas urbanas.

Los gobiernos militaristas que se suceden en estos años, el del general Salvador Castaneda Castro (1888-1965), entre 1945-1948; el del teniente coronel Oscar Osorio (1910-1969), entre 1948-1956; y el del teniente coronel José María Lemus (1911-1993), entre 1956-1960 [11], empiezan a tener cada vez más conciencia del poder de la imagen del objeto arquitectónico como promotor de las ideas de modernidad para la nación.

Es en este período que el despunte de los precios del café a nivel internacional permite contar con suficientes recursos económicos para emprender una diversidad de inversiones en infraestructura y equipamiento públicos. Aparece entonces la figura del “Estado Benefactor”. Se crean entonces nuevas
instituciones públicas que canalizan dichos recursos y son las encargadas de impulsar el “bienestar social”, entre otras están: la Junta Nacional de Turismo (1945), la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa, CEL (1945), el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, ISSS (1949), la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma, CEPA (1949), el Instituto de Vivienda Urbana, IVU (1950), y la Dirección de Urbanismo y Arquitectura, DUA (1950).

Por otra parte, en el ámbito privado, surgen numerosas empresas dedicadas a la producción y comercialización de materiales para la industria de la construcción, entre otros se encuentran: Cementos de El Salvador S.A., CESSA, que abre su primera planta en playa Las Flores, Sonsonate, en 1949; SALVANITE, fundada en 1948, y que en 1958 cambiaría su
nombre a Industrias Eureka (en la actualidad se le conoce como AMANCO); y SOLAIRE que desde 1958 se dedica a la comercialización de productos de aluminio, pvc y vidrio [12-15].

Un hecho de trascendental importancia para la arquitectura de El Salvador en estos años fue la fundación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional de El Salvador, UES, en 1954. Adscrita a la Facultad de Ingeniería, que cambia su nombre por Facultad de Ingeniería y Arquitectura. Sin embargo este hecho no significa que no continuaran
formándose arquitectos y arquitectas salvadoreños en el extranjero, así tenemos a Juan José Rodríguez, Manuel Meléndez y Dikky Mejía (Estados Unidos), Ricardo Carbonell (El Salvador 1926) en Italia, y Renato Romero y Gonzalo Yánez Díaz (México).

No será hasta años más tarde (a finales de los ‘60s y durante la década de 1970), que algunos de los profesionales salvadoreños formados en esta escuela, edificarán obras relevantes para la arquitectura nacional.
Mientras tanto llegan al país algunos arquitectos extranjeros que se incorporan a trabajar en los equipos del DUA, IVU, en la Escuela de Arquitectura y eventualmente abren sus prácticas privadas.

Entre los que más obras realizaron se encuentran los esposos Karl Katstaller (Austria1921- EstadosUnidos 1989) y EhrentrautSchott de Katstaller (Austria 1924), ambos de origen austríaco, junto a ellos colaboraban los
arquitectos Martin Schultze (Alemania) y Rolf Strahle (Suecia)[16].

Desde el gobierno central se impulsa el trabajo conjunto entre arquitectos e ingenieros y artistas plásticos. De esta forma sobre todo pintores y escultores como Carlos Cañas (1924), los españoles Benjamín Saúl (1924-1980) y Valentín Estrada (1902-1987), el mexicano Claudio Cevallos, Violeta
Bonilla (1924-1999), y el costarricense Francisco Zúñiga (1912-1998) [17-18].

En estos años se diversifica notablemente el programa social promovido por el estado, y por ende surgen nuevos programas arquitectónicos y urbanos que se concretizan en proyectos de vivienda de interés social, tanto rural como urbana; conjuntos habitacionales en altura; y espacios públicos que incluyen los tradicionales parques y plazas, pero también espacios públicos comunales dentro de los conjuntos de vivienda, así como centros recreativos y monumentos.
La labor del DUA en estos años es fundamental y el equipo de ingenieros, arquitectos y dibujantes de la época, incluía a varios de los más sobresalientes profesionales, algunos en formación, otros con carreras ya consolidadas. Muchos de ellos combinaban la docencia con la práctica, siendo profesores en la escuela de Arquitectura de la UES. A continuación se detalla el equipo que trabajaba en la DUA en 1953.

TABLA IV
LISTADO DE INGENIEROS, ARQUITECTOS Y DIBUJANTES DEL EQUIPO DE LA DUA EN 1953.
CARGO NOMBRE
Ministro de Fomento y Obras
Públicas Ing. Atilio García Prieto
Dirección DUA
Director General Director General
Arq. Renato Romero Colocho
Sub-director
Arq. Rafael Justiniano Rivera
Departamento de Urbanismo
Ingeniero jefe
Ing. Harold Albert Summer
Departamento de Arquitectura
Arquitecto jefe
Arq. Rafael Antonio Cordero
Equipo de arquitectos
Arq. Ángel Alfredo Alfaro Alvarado
Arq. Oscar Reyes
Arq. RolfStrahle
Arq. KurtSchultze
Ing. y Arq. EhrentrautSchott
Ing. y Arq. Karl Katstaller
Arq. Edmundo Kuri
Arq. Jorge Molina
Br. José Neftalí Velásquez
Arq. Jacques Maisonneuve
Ingeniero residente
Ing. Marius Beján Duke
Ing. Martín Schultz

Dibujantes
Br. Edgar Soundy
Br. Benjamín Cañas
Br. Rubén Martínez

Fuente: elaboración propia con base en Tabla 3.5, Trabajo de Graduación
UCA, Arquitectura moderna en El Salvador de las décadas de 1940 hasta finales de 1970, 2012 [19].

En cuanto a la búsqueda de nuevos lenguajes existe un marcado interés por adecuar los proyectos a las particularidades tanto climáticas como topográficas locales. Las exploraciones son diversas y las adaptaciones creativas.

Por otra parte la influencia de los postulados de la arquitectura y el urbanismo moderno internacional se siente, pero resulta evidente la mezcla entre los postulados internacionales y las realidades locales más vernáculas, relacionadas fuertemente con los procesos constructivos locales, la especialización de la mano de obra nacional, los materiales disponibles en el mercado salvadoreño (y eventualmente centroamericano) y la formación de los profesionales (tanto locales como extranjeros) a cargo de las obras.

Sin embargo es importante mencionar que en estos años se hacen notables avances en términos de técnicas constructivas y utilización de materiales, lo que permite por un lado mejorar los diseños estructurales (estructuras antisísmicas), y posibilitar nuevas expresiones formales (losas aligeradas, concreto pretensado), así como buscar nuevas expresiones formales con materiales como el vidrio, al aluminio, el concreto visto, el bloque de cemento, entre otros [20-38].

A continuación se presentan algunas de las obras más sobresalientes de estos años.

Fig. 3. Conjunto Urbano Libertad, San Salvador, 1957-1966. Fuente: Guía
de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 4. Auditorio Escuela Nacional de Agricultura, ENA, Valle de San
Andrés, 1954. Fuente: Guía de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 5. Monumento a la Revolución, MARTE, San Benito, San Salvador,
1948, 1956. Fuente: Guía de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 6. Centro Obrero Constitución de 1950, 1958, Lago de Coatepeque.
Fuente: Trabajo de Graduación UCA, Arquitectura moderna en El Salvador
de las décadas de 1940 hasta finales de 1970, 2012 [39].
Fig. 7. Edificio García Rossi, 1954, Santa Ana. Fuente: Guía de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 8. Hotel de montaña del Cerro Verde, 1958-1960. Fuente: Guía de
Arquitectura de El Salvador.
Fig. 9. Edificio administrativo de CEPA, 1958, Acajutla. Fuente: archivo
personal arq. Ehrentraut Schott de Katstaller.

El segundo período establecido por esta investigación, de finales de 1960 a inicios de 1980, está marcado por el preámbulo de la guerra civil salvadoreña (1981-1992). En cuanto a la producción espacial dos procesos paralelos son notorios: por un lado poco a poco disminuye la inversión
estatal en proyectos colectivos de beneficio público, y por otro lado son más notorias las inversiones privadas, aunque con programas arquitectónicos más limitados.

Continúan los gobiernos militaristas con las presidencias del Teniente Coronel Julio Adalberto Rivera (1921-1973), presidente entre 1962-1967; el General Fidel Sánchez Hernández (1917-2003), presidente entre 1967-1972; y el
Coronel Arturo Armando Molina (1927-), presidente entre 1972-1977.

A pesar que el país experimenta cierto auge económico por el éxito de la integración económica Centroamericana, que colocó a El Salvador a la cabeza del Mercado Común Centroamericano (1968), son cada vez más notorias las
contradicciones entre el campo y la ciudad, y en el caso urbano entre zonas integradas a los servicios urbanos y zonas marginadas de éstos. Las migraciones campo-ciudad incrementan en este período, relacionadas sobre todo a la búsqueda de mejores oportunidades laborales en las ciudades,
notoriamente el Área Metropolitana de San Salvador (AMSS) [40].

La inversión pública es fuerte en el ramo de vivienda, aunque disminuye tanto la calidad de los procesos constructivos, como las búsquedas formales en proyectos arquitectónicos y urbanos, a pesar de querer encontrar mejores
soluciones a través de la estandarización de un mínimo de metros cuadrados para las viviendas de interés social (50 a 60 mt²) y el uso de prefabricados para mejorar los tiempos en la construcción a la vez que disminuir sus costos [41 47].

Un devastador terremoto en 1965, hace que el déficit habitacional se incremente, y la presión sobre el suelo urbano aumente. Por otra parte, este evento sísmico también dañó muchos edificios públicos, algunos de ellos incluso desaparecieron como la ex Biblioteca Nacional, obra de la
arquitecta Ehrentraut Schott de Katstaller y el arquitecto Armando Muñiz [48-49].

Los gobiernos de la época se desligan poco a poco del diseño y construcción de obras públicas, en especial de los proyectos de vivienda, abriendo cada vez más espacio a licitaciones públicas. En este período se consolidan muchas
empresas constructoras que trabajan para el Estado, entre otras están: Olano Tesak y Cía., S.A., López-Muñiz Arquitectos, Atlas-Tenze, Arco Ingenieros, S.A. También aparecen nuevas empresas proveedoras de materiales para la construcción como: Boni-Blocks. Industria de Asbesto Cemento S.A., Fabrica Tropical, Materiales Saltex,Tambores Reticart,Insalco,
y Acero Block [50].

En el ámbito privado se construyen diversidad de viviendas unifamiliares, muchas de ellas de muy alta calidad constructiva y estética, en las que las búsquedas formales provenientes del lenguaje moderno internacional son
adaptadas de forma integral en el contexto tropical. Algunas de estas casas incorporan además piezas de arte, sobre todo murales y esculturas, dependiendo de la apertura de los clientes y la sensibilidad de los diseñadores [51].

También en este período se producen las primeras obras de arquitectos formados y graduados de la escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional de El Salvador, entre los más destacados podemos mencionar al arquitecto Rubén Martínez (1929) [52].

La década de 1970 a 1980 está marcada por el incremento de los conflictos sociales que darán paso a la guerra civil salvadoreña. Aunque se siguen realizando proyectos, es cada vez más notorio el descenso en la cantidad y calidad de estas obras. Las búsquedas espaciales de los años precedentes
parecen experimentar, en el mejor de los casos, un receso, aunque muchos de estos procesos más bien se vieron descontinuados con el paso de los años.
Algunas de las obras destacadas de este período se muestran a continuación:

Fig. 10. Estadio Oscar Quiteño, 1963, Santa Ana. Fuente: archivo
personal arq.Ehrentraut Schott de Katstaller.
Fig. 11. Comedor Universitario UES, 1965, San Salvador. Fuente: Guía
de Arquitectura de El Salvador.
Fig. 12. Capilla Externado San José, 1963, San Salvador. Fuente: Guía de
Arquitectura de El Salvador.
Fig. 12. Iglesia El Rosario, 1964, San Salvador. Fuente: Guía de
Arquitectura de El Salvador.
Fig. 13. Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, UCA, 1965,
San Salvador. Fuente: Archivos UCA.
Fig. 14. Casa Ortíz, 1963, San Salvador. Fuente: Guía de Arquitectura de
El Salvador.
Fig. 15. Casa Díaz, 1965, San Salvador. Fuente: Guía de Arquitectura de
El Salvador.
Fig. 16. Detalle de alto relieve en muro de Casa Díaz, 1965, San Salvador.
Fuente: Guía de Arquitectura de El Salvador.

IV. CONCLUSIONES

Algunas de las conclusiones que podemos aproximar luego del análisis previamente desarrollado son las siguientes:

A. De la consolidación de la imagen de país y la idea de progreso

Hasta la consolidación física de la República a través de la inversión en infraestructura, no se consolida igualmente el imaginario de país y la visión de conjunto que permite definir las inversiones prioritarias que reconfiguran el espacio salvadoreño a partir de un particular entendimiento de las ideas de progreso.

Es importante asimismo evidenciar que la idea de progreso de la nación que se consolida en estos años, va de la mano de la construcción de obras físicas que permitan visibilizarla. Los sucesivos gobiernos militares de la época lo comprenden y algunas figuras destacan por su evidente liderazgo y apertura
(gobiernos de Osorio y Lemus). Obviamente posibles gracias a la bonanza económica de esos años.

B. De las inversiones prioritarias

En las décadas de 1940 a 1960, las inversiones prioritarias que además definen la idea de progreso, van de la mano con nuevos programas sociales, que se traducen en programas espaciales, de acuerdo a las nuevas dinámicas nacionales.

Aparecen entonces inversiones en vivienda, espacios públicos y recreativos, y una amplia variedad de edificios públicos como escuelas, bibliotecas, mercados, cárceles, cines, entre otros.

A pesar del auge económico todavía vigente en la década de 1960, los programas sociales y espaciales promovidos por el Estado, tienden a reducirse. Se mantienen solamente las inversiones en vivienda, aunque con el paso de los años disminuyen notablemente en calidad y cantidad.

C. Del DUA y el IVU

Las décadas de 1940 a 1960 son particularmente productivas gracias a la conformación de un valioso equipo de diseñadores aglutinados en la Dirección de Urbanismo y Arquitectura (DUA) y el Instituto de Vivienda Urbana (IVU).
Muchas exploraciones formales y adecuaciones tecnológicas se promueven desde este ‘Tanque de Pensamiento’.

Contribuye a su alta productividad la combinación de profesionales (ingenieros y arquitectos), con bagajes tanto culturales como académicos diversos. Así como la necesidad imperante en la época de diseñar y construir una gran cantidad de obras en diferentes partes del país; por un lado porque no
existían, por otro para hacer evidente en la población el papel activo del estado en la promoción del bienestar social.

Sin embargo es también notoria la poca conciencia de los grandes pasos que se estaban dando. Las grandes necesidades de país siempre primaron sobre los espacios de reflexión y análisis. Esto es evidente en la poca memoria histórica escrita y documentada a través de planos y fotografías, de la época, así como en la pobre valorización actual de muchas de las joyas de la modernidad en El Salvador.

D. De los primeros profesionales en arquitectura formados en el país

Hacia finales de 1960, aparecen las primeras producciones espaciales de arquitectos formados en la Escuela de Arquitectura de la UES. Sus búsquedas espaciales son diversas y muestran con entusiasmo el espíritu de la época en que se formaron.

Lamentablemente su desarrollo se vio truncado con procesos de inestabilidad social, política y económica, previos a la guerra civil. Es necesario seguir con las investigaciones sobre la producción espacial los últimos 50 años del s. XX
hasta nuestros días, para determinar las rupturas y continuidades que esto implicó.

E. Del fin del Estado Benefactor y el incremento de las inversiones privadas

En esos mismos años, el estado deja de invertir gran parte de sus recursos en proyectos públicos, inicia el fin del estado benefactor. Aparecen entonces nuevos actores, especialmente en el ámbito privado, que no necesariamente tienen los mismos objetivos y por tanto sus lenguajes estéticos varían.

F. De la relación con las Bellas Artes

En cuanto a la relación con las bellas artes, son sin duda, las décadas de 1940-1960 las más intensas en búsquedas e intercambios. Más adelante se cae en círculos muy cerrados y elitistas en los que el arte deja de promoverse en espacios de alcance para las grandes mayorías, lo que por otro lado inicia un proceso de desvalorización general del arte. Es necesaria una reflexión más profunda en este sentido.

V. RECONOCIMIENTOS

Los autores agradecen la contribución de todas las personas que fueron entrevistadas, los funcionarios del Archivo General de la Nación, Museo Nacional de Antropología, bibliotecarios de las universidades UCA, UAE y UES, así como los asistentes de investigación de la Guía de Arquitectura de El
Salvador, en especial la arquitecta Ayansi Avendaño y el arquitecto Carlos Manzano.

VI. REFERENCIAS

Libros
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Salvador”, Editorial Universitaria,segunda edición, San Salvador, mayo
2011.
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Trabajos de graduación
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Vecchio”, Trabajo de graduación presentado para optar al grado de
arquitecto en la Universidad Albert Einstein, Antiguo Cuscatlán, El
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material histórico arquitectónico de Augusto Baratta del Vecchio”,
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graduación presentado para optar al grado de arquitecto en la
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arquitecto en la Universidad Albert Einstein, Antiguo Cuscatlán, El
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museográficos enfocados a su colección de planos y dibujos”, Trabajo
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Trabajos de graduación
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grado de arquitecto en la Universidad Albert Einstein, Antiguo
Cuscatlán, El Salvador, 1998.

Biografías
Sandra Gutiérrez Poizat(San Salvador 1971)
Su desenvolvimiento profesional se ha desarrollado tanto en el área práctica como académica. En el campo académico la arquitecta posee experiencia
en docencia e investigación, tanto en Centroamérica como en Europa. Como docente ha impartido cursos de Diseño Arquitectónico, Diseño Urbano y
Teoría e Historia de la Arquitectura.

Complementariamente organiza y participa en Talleres de Diseño en temas relacionados con el Diseño Urbano y Diseño de Espacios Públicos. Su Maestría en Diseño Urbano, con tesis de graduación en Espacios Públicos, la ha hecho impulsar la cátedra de Diseño de Espacios Públicos, así como el Taller de Vivienda y Espacios Públicos (2006), en la UCA de El Salvador, universidad donde labora actualmente. Ambos cursos han sido objeto de diversas publicaciones, charlas y foros

En el área de investigación sus intereses son el Espacio Público y la Teoría e
Historia de la Arquitectura y el Urbanismo. Ha coordinado la elaboración de la Guía de Arquitectura de El Salvador, con el auspicio de la Junta de
Andalucía, España. Más recientemente coordina un proyecto de investigación
sobre arquitectura y urbanismo modernos en El Salvador para el
Departamento de Organización del Espacio (DOE) de la UCA, y participa
como investigadora en el proyecto sobre “Estética y Política: modernización
cultural en El Salvador (1940-1980), coordinado por el Departamento de
Comunicaciones y Cultura de la UCA.

En el campo práctico ha colaborado en proyectos y consultorías con
profesionales de diversas especialidades. Sus áreas de interés son: diseño de
Espacios Públicos; Arquitectura y Urbanismo Sostenible; Teoría e Historia de
la Arquitectura y Urbanismo. Entre sus proyectos más destacados están: el
primer lugar en el concurso ‘La Gran Manzana’ para Asentamientos Urbanos
Productivos y Sostenibles, promovido por ONU-HABITAT (2011); primer
lugar en el concurso para la remodelación de la Plaza San Esteban en el
Centro Histórico de San Salvador, parte de un colectivo de arquitectos
salvadoreños (2008), que a su vez gano el primer lugar en el premio
internacional Santiago de Compostela de Cooperación Urbana (2008);
asimismo participó con el módulo de vivienda de emergencia SanSal, en la
Bienal de Rotterdam 2009, como parte de un colectivo de arquitectas El
Salvador-Italia-Holanda. Entre sus consultorías más sobresalientes están: el
informe GEO-San Salvador para el PNUD (2004).

Ha dictado conferencias y participado en congresos, foros y debates en países
como: Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Perú, Cuba, Holanda, Francia,
España y Líbano. Posee diversas publicaciones en revistas y libros en el campo de la arquitectura y el urbanismo.

La arquitecta es miembro del Consejo Editorial del Departamento de
Organización del Espacio (DOE), en la Universidad Centroamericana ‘José
Simeón Cañas’ (UCA), en El Salvador y de la revista digital RevisTarquis de
la Universidad de Costa Rica (UCR). Asimismo forma parte del Consejo
Editorial de la Revista D’Arquitectura y DOMUS Centroamérica y el Caribe,
DOMUS Italia + Grupo CERCA, con sede en Costa Rica. Complementariamente domina cuatro lenguas: Español (lengua materna);
Inglés (avanzado); Francés (avanzado) y Holandés (intermedio)

Pensar Latinoamérica desde la complejidad

Pensar Latinoamérica desde la complejidad
Alfredo Guerrero Tapia

Pensar Latinoamérica desde la complejidad implica hacer uso de las metáforas, categorías y conceptos que han emanado de las nuevas ciencias, para reconceptualizar la historia, el presente y el futuro de esta región del continente americano. Es la propuesta que se hace en este trabajo, al observar la imperiosa necesidad de hacerlo de cara a las crecientes complejidades de las realidades en América Latina y las imposibilidades que muestra ahora el pensamiento hegemónico dominante dentro de las ciencias sociales.

De esta manera, se propone mirar Latinoamérica desde el sistema-mundo, la sincronicidad, fractalidad, los atractores, las estructuras disipativas y bifurcaciones, para observar lo que aparece en el paisaje de una nueva narración, en la que se desvelen hechos, sucesos, acontecimientos, que han permanecido ocultos en las narrativas dominantes y oficiales. Se plantea ejercitar las epistemologías de la complejidad dentro del amplio espectro que ha sido y es el pensar sobre Latinoamérica.

Palabras clave: Latinoamérica, complejidad, epistemología

Pensar Latinoamérica desde la complejidad exige colocarse desde una epistemología que se mueva de las tradicionales miradas históricas, políticas, económicas, antropológicas, sociológicas, etc., y las dominantes epistemologías de las ciencias sociales, a reflexiones que recuperen categorías analíticas desveladoras de procesos más abarcativos y profundos, y que ponga en primer plano las voces de quienes han permanecidos ocultos y negados por la historiografía y las artes dominantes.

La vasta literatura científica producida sobre Latinoamérica desde la segunda mitad del siglo XX no agota las interminables problemáticas que emergen para la comprensión de un segmento de la historia del continente, o la larga historia del mismo. Más aún, mucha de esa literatura se ha producido desde las ópticas no sólo disciplinares sino eurocentristas, lo que ha dejado de lado, o ha ocultado, muchos hechos, sucesos, acontecimientos, sujetos, culturas, etc. Es necesario, por consiguiente, investigar otras fuentes de narrativas escondidas, marginadas, archivadas; pero también reinterpretar la historia a través de giros hermeneúticos, que traigan a la escena nuevos paisajes de comprensión. Esto último es lo que se propone en este trabajo. Se plantea pensar Latinoamérica en su historia, su presente y su futuro, desde categorías provenientes de la complejidad.

Los estudios sobre Latinoamérica en el siglo XX fueron predominantemente enfocados desde las también dominantes epistemologías en las ciencias sociales derivadas del funcionalismo y estructuralismo. Lo que produjo la construcción de paisajes que no reflejaban las crecientes contradicciones y paradojas que se desarrollaban al interior de cada país, ni las tendencias generales propiciadas por el denominado “nuevo orden mundial”. Estos enfoques epistemológicos dieron cuenta de forma parcial y fragmentada sobre las historias locales y la historia común de la región latinoamericana. En este sentido, señala López Segrera (2005: 184-185):

A fines de los años cincuenta el futuro de América Latina era visualizado a través de los paradigmas estructural-funcionalista, del marxismo tradicional (y luego de la nueva versión que emergió como resultado de la revolución cubana) y del pensamiento desarrollista de CEPAL.

La falla del funcionalismo fue considerar que se podría reproducir en la periferia el esquema clásico de desarrollo capitalista del centro –tesis validada por el marxismo tradicional, que visualizaba a América Latina como una sociedad feudal- y la de CEPAL pensar que sólo con la sustitución de importaciones y un Estado y un sector público fuertes se obtendría el desarrollo; la Escuela de la Dependencia, en su crítica al denominado capitalismo dependiente latinoamericano, no fue capaz de ofrecer una reflexión con resultados viables acerca de cómo construir un modelo alternativo de sociedad. (…)

La crítica neoliberal del desarrollismo se centró en el excesivo intervencionismo estatal, el estrangulamiento de la iniciativa privada y la asignación de recursos en forma irracional (…) El defecto esencial de la Teoría de la Dependencia fue el no haber percibido que ningún sistema puede ser independiente del sistema-histórico actual, de la economía mundial (…)
Las dos influencias teóricas que predominan en las ciencias sociales latinoamericanas hoy –el neoliberalismo y el postmodernismo- entrañan ciertos peligros. El primero tiende a la reafirmación dogmática de las concepciones lineales de progreso universal y del imaginario del desarrollo y la segunda a la apoteosis del eurocentrismo.
El hecho de que los metarrelatos en boga en el siglo XX hayan hecho crisis, no implica la crisis de toda forma de pensar el futuro y mucho menos de éste.
Lo anterior con relación a la economía y los proyectos de desarrollo, pero igualmente en los ámbitos de las culturas, las sociedades, las artes, las historias, etc., predominaron las epistemologías extraídas principalmente de las teorías y metodologías inventadas en los Estados Unidos de Norteamérica y los países de la Europa central.
En la actualidad, para estudiar América Latina se continúa acudiendo a epistemologías funcionalistas y estructuralistas, renovadas y revitalizadas con enfoques de las filosofías posmodernas. Desde la caída del muro de Berlín, los estudios con perspectiva marxista fueron abandonados. Este hecho da lugar a que las nuevas realidades que vive el mundo y dentro de él América Latina, se alejen cada vez más de la riqueza conceptual aportada por el pensamiento marxista y, consecuentemente, restrinjan las posibilidades de aprehenderlas y comprenderlas.
No obstante, es prometedora la toma de conciencia de algunos pensadores y grupos de pensadores dentro de los medios académicos que proponen nuevas formas de acercamiento a las complejidades que exhibe la región latinoamericana. Es el caso de la perspectiva poscolonial (que sigue la tradición de José Martí y Carlos Mariátegui) con las contribuciones de Edgardo Lander, Enrique Dussel, Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Enzo Del Búfalo, Carlos Lenkersdorf, Boaventura de Sousa Santos, y otros. Y el ya clásico “Informe de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales” coordinado por Immanuel Wallerstein, publicado como libro con el título “Abrir las ciencias sociales”.
Por ésta y otras razones, consideramos necesario avanzar en la exploración de nuevas epistemologías que nos acerquen con mayor profundidad a la historia y actualidad de América Latina. Hacerlo desde la complejidad es sólo un camino, incierto como toda propuesta nueva, pero con la certeza que incitará a reflexiones y críticas. Cabe una aclaración, de entrada. La propuesta que se hace adelante de ninguna manera considera que los fenómenos de la física, la química, la termodinámica, de donde se han retomado las categorías analíticas, sean iguales o similares a los procesos y fenómenos sucedidos en Latinoamérica1.
Se proponen estos conceptos y categorías como heurísticos para explorar la compleja realidad que ha sido, es y será Latinoamérica. Es una propuesta epistemológica para descubrir qué aparece, o cómo aparecen las épocas y los hechos consignados como parte del pensamiento dominante, eurocentrista, con el cual se ha hablado e interpretado Latinoamérica; ver cómo aparece su presente en un mundo globalizado; también ver si las utopías de hoy día se proyectan en futuros viables que recuperen las particularidades históricas de cada nación (Cerutti y otros, 1991; Cerutti y Páez, 2003).
Una segunda aclaración tiene que ver con los riesgos que implica moverse desde las epistemologías de la complejidad. Quienes trabajan con ellas comúnmente diluyen a los actores reales que son protagonistas y creadores, visibles u ocultos, de las realidades latinoamericanas.
En muchas ocasiones cuando se abordan las realidades históricas, antropológicas, sociales, políticas, culturales, psicológicas, etc. mediante la modelización de sistemas complejos (De la Reza, 2010), se incurre en la dilución y ocultamiento del sujeto, mediante fórmulas que lo traducen a una estadística, un nodo, un componente, una relación, etc., despojándole de su estatuto de ser humano con todos y cada uno de sus atributos. Sucede un fenómeno parecido al que sucedió cuando el estructuralismo en los años setenta-ochenta se volvió dominante en el pensamiento de las ciencias sociales: hubo la negación y ocultamiento del sujeto.
Latinoamérica y el sistema-mundo
Hoy día ya no es posible pensar ningún lugar (territorio, localidad, país) sin pensar su ubicación en el mundo y la multiplicidad y complejidad de sus relaciones. De hecho, con las conquistas de América el mundo se vuelve global, las historias de todos los continentes se conjugan (hasta donde sabemos, pues desconocemos las posibles relaciones establecidas en tiempos remotos de la denominada “prehistoria”). Se abrió un nuevo capítulo para la historia mundial. Desde la óptica sistémica el mundo se convirtió en un sistema mundial, planetario (Morin y Kern, 1993). Se crea un holograma en el que, como señalan estos autores:
No solo cada parte del mundo forma parte del mundo cada vez más, sino que el mundo como todo está cada vez más presente en cada una de sus partes. Esto se verifica no sólo para las naciones y los pueblos, sino también para los individuos. Así como cada punto de un holograma contiene la información del todo del que forma parte, así, de aquí en más, cada individuo recibe o consume informaciones y sustancias de todo el universo. (Morin y Kern, 1993: 32).
El sistema-mundo compuesto de decenas de subsistemas, y éstos, a su vez, conteniendo infinidad de sistemas, menos extensos pero igualmente complejos, se están moviendo en tendencias generales pero contradictorias. Por un lado hay una tendencia a la unicidad, a la homogenización de modelos civilizatorios, culturales y de vida cotidiana, impelidos por los postulados doctrinarios del neoliberalismo; y por otra parte, muchos subsistemas producen estados estacionarios o vías retroactivas. Igual emergen procesos fractales que bifurcaciones. La pertenencia de América Latina al sistema- mundo al mismo tiempo que lo integra en una compleja red de relaciones, también le dota de autonomización en sus procesos.
Las utopías generadas para América (Cerutti y otros, 1991) son las tendencias previsibles, observadas o deseadas en que se desenvuelven los componentes del sistema. Su viabilidad es el grado de conocimiento construido sobre el sistema Latinoamericano y el sistema-mundo, o la identificación de la recursividad del sistema. Para Laszlo “Los sistemas complejos no evolucionan sin problemas, paso a paso, son muy poco lineales. Sólo evolucionan paso a paso hasta un punto, y luego franquean un umbral de estabilidad y o bien se descomponen o se bifurcan” (Laszlo, 2008: 12-13).
Comprender la realidad contemporánea de América Latina es comprender las disyuntivas en las que el sistema-mundo se encuentra hoy. La crisis de civilización, o crisis multidimensional (que abarca la crisis económica, crisis ecológica, crisis financiera y crisis alimentaria) plantea la disyuntiva ¿evolución o extinción? (Laszlo, 2008), para el conjunto del sistema, es decir para todos los países y regiones del orbe, aunque las condiciones de cada subsistema sean distintas, y el proceso de creación de macrosistemas (integraciones regionales) intensifique sus intercambios entre sus elementos integrantes.
Sincronicidad
Los hechos históricos que fueron dando lugar a la idea de Latinoamérica y a su configuración como un imaginario definido (Guerrero y Lozada, 2007), sucedieron de manera sincrónica dentro de los países que la constituían, y también en sincronía con los hechos acaecidos en los otros continentes, aunque sincronía no quiere decir determinación (Mignolo, 2005). El surgimiento de Latinoamérica como idea estuvo estrechamente vinculado, y en sincronía, con los hechos históricos del sistema-mundo.
Particularmente las guerras Napoleónicas en la Europa y los procesos colonizadores en Asia y África, hacían que lo sucedido en un lado creara necesidades en los otros lados. La sincronicidad de sucesos influyéndose mutuamente, no como determinismos insalvables, – no obstante lo pausado de las comunicaciones- repercutían en los distintos órdenes de la política, la economía, la sociedad y la cultura. De este modo, el movimiento Bolivariano y las revoluciones independentistas de varios países en América concurrían al tiempo con las grandes revoluciones industriales y las denominadas revoluciones burguesas del siglo XIX, junto con las pugnas en el pensamiento filosófico idealista y materialista, y las ideas liberales y republicanas, acaecidas en Europa.
Ya en el siglo XX, la tesis del “desarrollo desigual y combinado”, que sirvió en los años setentas como “esquema de intelegibilidad” (Berthelot, 1998) para el pensamiento de izquierda, en su necesidad de explicación y entendimiento de las grandes desigualdades entre los países del hemisferio norte y los del hemisferio sur, pero a su vez de relaciones de interdependencia, llevó al reconocimiento de procesos distintos pero articulados.
Otro ejemplo de sincronicidad fue la época de los regímenes militares que ascendieron en muchos países de centro y Sudamérica a través de golpes militares. La mayoría de las veces se interpretaron la como resultados de una política militarista de los Estados Unidos de Norteamérica. En efecto, fueron promovidos por este último, pero como hechos históricos la sincronía de los sucesos abrieron una perspectiva distinta a la puramente política.
Fractalidad
Al pensar Latinoamérica dentro del concierto mundial, identificamos fenómenos de fractalidad (que se vieron muchos de ellos como “influencia” de los grandes centros hegemónicos hacia la “periferia”), es decir, de formas políticas y societales, que se desdoblaron en varias regiones latinoamericanas dentro de sus propios procesos locales.
En la ciencia política, la sociología y la economía se habla de sistemas sociales. Como tales evolucionan en las temporalidades marcadas por los acontecimientos histórico-sociales. Tradicionalmente esta evolución se enmarca dentro de las temporalidades calendáricas. Así, la evolución del sistema se comprende con parámetros temporales que impiden ver los ritmos y cadencias. En consecuencia, los puntos de inflexión se observan como sucesos imprevistos, y no como rupturas previsibles de acuerdo a la evolución de las tendencias.
Vista la evolución del sistema dentro de parámetros de temporalidad producto de los hechos sociales, así como de los acontecimientos histórico-sociales, permite observar los puntos de inflexión que dan lugar a procesos fractales, o bifurcaciones que abren nuevas vías de desarrollo del sistema. Son los problemas insuficientemente trabajados de las inflexiones producidas en América Latina por la modernidad Europea, que en realidad no fue una sola, como muchos autores la conciben (Dussel, 1997; Zemelman, 2001).
¿De qué modo se conjugaron las tres modernidades europeas de las que nos habla Taylor (1999) en Latinoamérica? Nos referimos a la modernidad mercantil holandesa, la modernidad industrial inglesa, y la modernidad norteamericana del consumo, que trascendieron las fronteras de sus propios países generando procesos fractales y auténticas épocas (la época del mercantilismo, la época industrial, y la época del consumo).
¿Cómo se vivieron estas épocas en América Latina? ¿En realidad la fractalidad de estos procesos tuvieron su centro en esos países, o también hubo procesos fractales iniciados en el continente americano hacia los otros continentes? Cabe la pregunta ¿De qué modo los procesos histórico-antropológicos endógenos de Latinoamérica ingresaron como hechos producentes en las escalas mundiales?
La gran cantidad de estudios sociales, culturales, antropológicos, económicos y políticos realizados de manera local en cada uno de los países de América Latina, excepcionalmente hacen articulaciones “contextuales” con estos grandes procesos de modernización. Son situados en contextos nacionales, o acaso regionales, lo que impide ver los fenómenos de fractalidad. Hay conciencia de esta necesidad, pero sólo queda enunciada. Por ejemplo, nos dice Dabène (1999: 13): “Las consecuencias de la apertura repentina de los países al mundo moderno, a mediados del siglo pasado (XIX), son difíciles de estimar”. Este mismo autor hace una interpretación del proceso de aquella época en los siguientes términos:
La revolución industrial europea sorprendió a una América latina que todavía no había encontrado su equilibrio. Para ciertos países medio siglo de independencia no había sido suficiente para que se instaurar un orden político estable. Las increíbles conmociones provocadas por la ruptura de los lazos con España seguían originando amplias repercusiones. Casi por todas partes, unos hombres fuertes, caudillos, habían ocupado el vacío político dejado por la desorganización administrativa. La sed de poder de estos potentados locales, las rivalidades que les enfrentaban y la debilidad de los Estados centrales son otros tantos factores que explican las tensiones centrífugas que se pusieron en marcha en la mayoría de las sociedades latinoamericanas del siglo XIX. La preponderancia de los caudillos se afianzó en un sistema de dominación –el caudillismo- del que, aún hoy en día América Latina lleva la huella. Los grandes debates que animaban estas sociedades (…) dieron lugar a violentos enfrentamientos entre liberales y conservadores. Dada la escasa definición de las fronteras entre los países, estos desórdenes internos generaban, además y con frecuencia, conflictos. (1999: 13).
El ejemplo anterior nos muestra cómo se pueden interpretar un conjunto de hechos desde el ángulo de la política, y hacer comprensibles los rasgos de procesos más generales. Pero estos mismos hechos cobran otros sentidos si se interpretan bajo el heurístico de la fractalidad. Los ejercicios están por hacerse.
Atractores
La noción de “atractor” la podemos utilizar para entender lo que otros pensadores han denominado los “centros hegemónicos culturales”. No se trata de igualar el fenómeno físico de los atractores a los fenómenos culturales. Se intenta recuperar la heurística de la noción y su densidad interpretativa para mirar cómo las élites intelectuales de las sociedades latinoamericanas se vieron “atraídas” por distintos núcleos culturales en distintas épocas.
Lo sucedido en México es ilustrativo. La cultura francesa fue un poderoso atractor para las vanguardias intelectuales durante el Porfiriato. Las élites culturales reproducían los dictados y las modas artísticas, las tendencias científicas, las formas arquitectónicas, los modos de pensar y los hábitos de la vida cotidiana en el vestir, la comida, el habla, etc. Formas culturales de las élites dominantes que se declararon ser la referencia de la “alta cultura”. Desde luego, muchas de estas formas también se volvieron atractores para las variadas formas de las culturas populares.

Destruido, o más exactamente, semidestruido, el régimen Porfirista por la revolución mexicana, en las siguientes décadas del convulsionado proceso de constitución del estado mexicano, hubo un desplazamiento del atractor cultural, ahora fue la cultura norteamericana, el “modo de vida americano”, el “sueño americano”. Más allá de los propósitos imperiales de los Estados Unidos para con México.
En los países sudamericanos la fuerza de atractor de los Estados Unidos fue mucho menor que en México durante el siglo XX. El atractor subjetivo de mayor potencialidad fue Europa, y particularmente Francia, Alemania o Inglaterra; no en balde la corriente de pensamiento descolonizador surge y se define de cara al eurocentrismo, no frente a los Estados Unidos. ¿Tendrá que ver la ubicación geográfica de los países del Sur de América Latina, o las tradiciones culturales de los países que conquistaron y colonizaron esas regiones (Subirats, 1994)?
En opinión de Tejeda (2010: 73-74):
Durante el siglo XX, los latinoamericanos hemos asimilado la vecindad geográfica y cultural que se tiene con los Estados Unidos de América. Se ha convertido en uno de los espejos más importantes de los latinoamericanos para ver su ideal, su modelo y su futuro. Antes veíamos hacia Europa y en particular hacia España, Inglaterra, Francia o Portugal. El dinamismo norteamericano, el american way of life y la cultura del consumo hedonista se convierten en un arquetipo de la estabilidad económica, la seguridad personal y el bienestar familiar y social. La expansión norteamericana hacia el sur, el imperialismo e intervencionismo de que han hecho gala nos ha alcanzado en múltiples ocasiones. El hecho de que hayan quedado como la única superpotencia internacional agrava la vulnerabilidad de las naciones latinoamericanas ante el coloso del norte. En las sociedades latinoamericanas se mezclan sentimientos encontrados de admiración, resentimiento, odio, desconfianza hacia los norteamericanos (…).
En efecto, la anterior es una descripción de un proceso que aún nos falta por comprender desde otras perspectivas que hagan referencia a fenómenos que, incluso, han trascendido las propias voluntades de los gobernantes en turno. ¿Por qué ese país imperialista se ha convertido en un fuerte “atractor” para las burguesías, clases medias e incluso grandes sectores de desposeídos, en muchos países de centro y Sudamérica? La respuesta no es sencilla de responder.

Estructura disipativa, bifurcación
Pensada Latinoamérica como un sistema cuya estructura estuvo prácticamente dependiente de España, Portugal, Holanda, Inglaterra y otros países europeos, los movimientos independentistas operaron como un punto de inflexión a partir del cual se generaron bifurcaciones, creando nuevas estructuraciones al sistema. Quizás no fue un nuevo sistema, pero sí nuevas estructuras.
El punto de inflexión, en un momento determinado del proceso o de la evolución de un sistema, hacia la configuración de un nuevo estado, abre un periodo de inestabilidad y caos. Las direcciones contrarias o contradictorias dan lugar a la emergencia del nuevo estado del sistema. A estas bifurcaciones se les ha reconocido en América Latina como épocas de transición. Las transiciones han sido de regímenes militares a regímenes democráticos; o de regímenes autoritarios a regímenes democráticos. Las “transiciones a la democracia” han sido procesos que se originaron por la emergencia de actores políticos o sociales, o de rupturas de las hegemonías de los bloques del poder.
En la posguerra, los impactos económicos, políticos, societales y culturales se dejaron sentir en el conjunto de los países de América Latina, si bien sus territorios no fueron teatro de operaciones bélicas. Tan sólo para dar un ejemplo, el envío de soldados estadounidenses a Europa, y su consecuente abandono de los campos agrícolas, obligó al gobierno norteamericano a contratar miles de trabajadores mexicanos para los campos sureños. Con los denominados “braceros” se abrieron flujos de migrantes mexicanos a los Estados Unidos que hasta la fecha no cesan. El sistema se abrió para que sesenta años después se cierre. Las economías locales se ajustaron a las economías de guerra.
Por otra parte, el mundo de la posguerra desestructuró también los sistemas políticos poscoloniales en muchos países de Sudamérica y Centroamérica. Muchos de ellos adoptaron sistemas derivados del nuevo imperio o de sus conquistadores. Pocos, de los que habían surgido de alguna revolución social o tenían el antecedente de largas guerras de liberación, se inspiraron en el modelo de la revolución soviética. Fue una búsqueda del lugar que deseaban tener en el nuevo escenario internacional. Sin embargo, desde 1945, varios países de América Latina (y también de Asia) habían experimentado regímenes militares impuestos mediante golpes de estado. En muchos de ellos la respuesta fue la emergencia de movimientos guerrilleros. Al respecto nos dice Hobsbawn (1994:438-439 y 350):
En los años cincuenta los rebeldes latinoamericanos no sólo se nutrían de la retórica de sus libertadores históricos, desde Bolívar hasta el cubano Martí, sino de la tradición de la izquierda antiimperialista y revolucionaria posterior a 1917 (…) En toda América Latina grupos de jóvenes entusiastas se lanzaron a unas luchas de guerrillas condenadas de antemano al fracaso, bajo la bandera de Fidel, de Trotsky o de Mao. Excepto en América Central y en Colombia, donde había una vieja base de apoyo campesino para los resistentes armados, la mayoría de estos fracasaron de inmediato (…)
Y añade:
La política del golpe de estado fue, pues, el fruto de una nueva época de gobiernos vacilantes o ilegítimos (…) En la segunda mitad del siglo, mientras el equilibrio de las superpotencias parecía estabilizar las fronteras y, en menor medida, los regímenes, los hombres de armas entraron de manera cada vez más habitual en política, aunque sólo fuera porque el planeta estaba ahora lleno de estados, unos doscientos, la mayoría de los cuales eran de creación reciente (carecían, por lo tanto, de una tradición de legitimidad), y sufrían unos sistemas políticos más aptos para crear caos político que para proporcionar un gobierno eficaz. En situaciones semejantes las fuerzas armadas eran con frecuencia el único organismo capaz de actuar en política o en cualquier otro campo a escala nacional (…)
El concepto de “estructura disipativa” nos permite visualizar la manera como un orden social se colapsa y entra en caos hacia un nuevo ordenamiento; nos permite observar del conjunto de sucesos y acontecimientos aquel que representa el punto de inflexión y el origen de la bifurcación. Estos conceptos nos ayudan a observar si realmente el sistema se colapsó, si en efecto hubo un momento de inflexión, y si verdaderamente se ha originado un camino nuevo de ordenamiento del sistema. Usar estos conceptos de la complejidad que no significa despolitizar la epistemología (González Casanova, 2004) hace posible valorar mediante una reflexión desideologizada si los procesos transicionales son auténticos, es decir, si se ha generado una bifurcación y el sistema ha entrado con una nueva vía de estructuración.
Este es un problema importante porque en varios casos de transiciones a la democracia de países latinoamericanos, como es el caso de México, lo que hay de modificación del sistema es fundamentalmente en los ámbitos discursivos y jurídicos, pero las instituciones del estado, sus prácticas y las relaciones sociales y de producción se mantienen las mismas. Son procesos engañosos construidos desde el poder hegemónico de las clases dominantes (Lander, 2005).
En resumen
Mirar América Latina desde las epistemologías de la complejidad es una propuesta que tiene el propósito de explorar con sus conceptos y categorías la historia (gran historia e historia contemporánea), la cultura, los proyectos civilizatorios, las utopías, los genocidios, etc., etc. Reinterpretar los hechos desde ópticas procesuales y estructurales; que las miradas y pasiones con las que nos aproximamos a esta parte del continente, Latinoamérica, no queden atrapadas dentro de las fronteras que establecen los dominios disciplinares y restricciones académicas. Construir un nuevo esquema de intelegibilidad que supere los viejos (pero dominantes) paradigmas con los que continuamos investigando y reflexionando América Latina. Vale la pena el ejercicio.
Notas:
[1] Ni siquiera a nivel biológico operan las leyes de la física, como lo mostró Erwin Schrödinger en su libro ¿Qué es la vida?
Bibliografía:
• Berthelot, J-M. (1998). L’intelligence du social. Paris: PUF. 2ª ed
• Cerutti, H. y otros (1991). La utopía en América. México: UNAM.
• Cerutti, H. y Páez, R. (2003)(coords.). América Latina: democracia, pensamiento y acción. Reflexiones de utopía. México: UNAM-DGAPA/CCYDEL/Plaza y Valdés.
• Dabène, Olivier (1999). América Latina en el siglo XX. Madrid: Editorial Síntesis.
• De la Reza, Germán (2010). Sistemas complejos. Barcelona: Anthropos – UAM-Azcapotzalco.
• Dussel, Enrique (1997). “Modernidad, globalización y exclusión”. En Heinz Dieterich (coord.) Globalización, exclusión y democracia en América Latina. México: Joaquin Mortiz, pp. 75-98.
• González Casanova, Pablo (2004). Las nuevas ciencias y las humanidades. Barcelona: Anthropos / UNAM-IIS.
• Guerrero, Alfredo y Lozada, Mireya (2007). “América Latina: invasión, invención y creación” En Angela Arruda y Martha de Alba (Coords.). Espacios imaginarios y representaciones sociales. Aportes desde Latinoamérica. Barcelona: Anthropos/UAM-I, pp. 25-46.
• Hobsbawn, Eric (1994). Historia del siglo XX. Barcelona: Editorial Crítica.
• Lander, Edgardo (Comp.)(2005). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO
• Laszlo, Ervin (2008). El cambio cuántico. Barcelona: Editorial Kairós, primera edición 2009.
• López Segrera, Francisco (2005). “Abrir, impensar, y redimensionar las ciencias sociales en América Latina y el Carie. ¿Es posible una ciencia social no eurocéntrica en nuestra región?” En Edgardo Lander (Comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO, 2005, pp. 177-199.
• Morin, Edgar y Kern, Anne Brigitte (1993). Tierra patria. Buenos Aires: Nueva Visión.
• Mignolo, Walter (2005). La idea de América Latina. Barcelona: Gedisa.
• Subirats, Eduardo (1994). El continente vacío. México: Siglo XXI.
• Taylor, Peter (1999). Modernities. Minneapolis: University of Minnesota Press.
• Tejeda, José Luis (2010). Latinoamérica fracturada. México: CREFAL/M.A. Porrúa.
• Zemelman, Hugo (2001). “Pensamiento, política y cultura en Latinoamérica (proposición de temas)” En Hugo Zemelman y Marcela Gómez (coords.). Pensamiento, política y cultura en América Latina. México: UNAM/CRIM, pp. 15- 34. Fuente: Pacarina del Sur – http://www.pacarinadelsur.com/home/abordajes-y-contiendas/520-pensar-latinoamerica-desde-la-complejidad – Prohibida su reproducción sin citar el origen.

Setting the record straight

Setting the record straight

October 30, 2015

It isn’t something that a lot of people lose sleep about, and that includes me. But it bothers me when I see someone assert that the retreat of the working class, social democratic, communist, and people’s movement in recent decades began with the implosion of the Soviet Union. Perhaps at first glance this seems reasonable, but with a bit of reflection it quickly becomes an untenable claim. It strikes me as an ideological construction to fit someone’s political disposition rather than serious analysis.

The reconfiguring of global power to the advantage of the imperialist states and transnational corporations and the retreat of the above-mentioned movements that followed was well on its way by the time things went south in the socialist world in the late 1980s. Even a quick glance at the facts locates the beginnings of this offensive in the mid 1970s. That’s more than a decade before the Soviet Union went belly up.

At that time, the unprecedented expansion of capitalism following World War II had largely exhausted itself, corporate profitability levels were sinking (especially in goods-producing sectors), inflation was raging, inter-corporate and inter-imperialist competition and rivalry were intensifying, the entry of low-cost producers, especially China and India, into the world market was in its early stages but its growth curve was up and out, the special status of the U.S. dollar in the global economy was being contested, and internationalization and financialization were becoming the new frame and engine of economic activity for big and small countries alike.

Faced with this confluence of events and processes, shifting terrains of struggle, and the imperative to reboot and reconfigure their economies, the ruling circles, especially in the U.S., decided (but not in a single room nor by way of a single decision) to reclaim political initiative and reassert their power. To wit: they went on a broad-scale offensive against their working class, democratic, anti-imperialist, and socialist adversaries. (See Jacob Hacker and Paul Pierson, Winner-Take-All Politics: How Washington Made the Rich Richer and Turned Its Back on the Middle Class; David Harvey, A Brief History of Neoliberalism; and Paul Sweezy and Harry Magdoff, Stagnation and the Financial Explosion.)

What began in the mid-1970s, however, took on a new life with the election of Ronald Reagan in 1980 and his reelection four years later. Reagan and gang gave this offensive new intensity and scope. The long-term process of massive wealth redistribution to the 1 percent, the scorched earth destruction of factories and union jobs, and a second arms race went into hyper-speed under his watch – not to mention that Reagan and his acolytes greased the skids for globalization and the rise of finance and financial speculation to the point where it became the main generator of profits and the driver of the larger economy.

The Reaganites also savaged democratic rights and changed the political discourse. Racism in the “raw” and cries of “reverse racism;” misogyny, homophobia, nativism, and militarist nationalism – these became their mantra. The notion that problems are individual in their making and solution, not socially constituted and collectively solved, was another one of their themes.

Social and political movements – labor included – retreated under the weight of this unrelenting right-wing offensive as well. Their influence and power were weakened if not greatly diminished; some didn’t survive the onslaught. More than a few at the time and later (for example Tony Blair’s and Bill Clinton’s Third Way in the 1990s) went beyond making necessary strategic and tactical adjustments to this new reality: they executed a total political and ideological makeover, seeking a viable niche in the new political environment in which the balance of forces had shifted decisively to the right.

Thus, the offensive of ruling circles had gathered plenty of steam and caused a lot of wreckage long before things began to unravel in Moscow under the weight of a combination of interacting external pressures, long-standing internal/structural contradictions, and social conflict (almost exclusively within the top layers of the Soviet state and Soviet Communist Party).

At the same time, it is incontestable that in the wake of the sudden dissolution of the USSR the offensive of U.S. imperialism gained new momentum, extended its reach, and raised its sights.

Indeed, it took less than a “New York minute” for the occupants of the White House during this period – Bush I and then Clinton – to realize that into their hands had dropped, completely unexpectedly, an utterly unique opportunity to liquidate the main representative and power base of the socialist community as well as claim the superiority – final victory – of capitalism and reshape the global order.

They didn’t disappoint. The boundaries of NATO almost immediately were extended into Eastern Europe, despite agreements not to do so. Governments friendly to deregulated markets, privatization, and foreign investment – and of course to the U.S government – were elected with the interference, advice, and generous support of the U.S. government. No opportunity was lost by government spokespeople to remind the world that the socialist, social democratic and communist movements and their ideas proved themselves to be bankrupt. The squeeze on countries of the Global South, no longer able to take advantage of the counterbalancing power and assistance of the Soviet Union, tightened. Finally, the projection of U.S. power by successive administrations to punish and replace unfriendly regimes for the purpose of securing global dominance in the 21st century became the favored policy option of Washington. That it would turn into an unmitigated disaster became apparent when the U.S. invaded Iraq and an expected triumphant victory morphed into a textbook example of the law of unintended consequences, while revealing the narrow limits of American power to any reasonable observer.

Or, to put it differently, while the meltdown of the Soviet Union didn’t trigger capital’s worldwide offensive, it did constitute a sea change in the balance of power and changed the dynamics of struggle – not to mention constituted a world historic defeat of Soviet socialism, especially for the communist movement that had invested so much of its moral, political, and intellectual capital in that particular socialist model. It stoked especially U.S. capitalism’s ambitions and aggressiveness, widen the scope of its attack, and give its offensive a far bloodier and destructive dimension. While every negative and violent turn in the global theater, including the Iraq War and its unintended consequences, can’t be fully explained by the meltdown/destruction of Soviet socialism, there is little doubt that U.S. imperialism without a counterweight to moderate its tendency to maim, injure, kill, and dominate showed little restraint in deploying its overweening power in the post-Soviet world.

If it seems like I’m splitting hairs here, I make no apologies. I have been around long enough to understand that the main task of the left is to capture the actual movement of the historical process if we have any hope of assisting a larger popular and diverse people’s coalition in their efforts to ease the burden of the present as well as facilitate a “new burst of freedom” in the not too distant future. Neither wishful thinking, abstract ideological constructions, or simple cause and effect schemes will help in this regard.
Sam Webb

I’m a long-time socialist and activist, but new to the blogging world, to which I aim to bring a different perspective on politics, sports, culture, and Marxism. I also teach online classes, but leave plenty of time for swimming, hiking, ESPN, music, reading, drinking good beer, and, not least, my family and friends. I wish I could play basketball, but my knees ruled out that possibility long ago. I was the national chairperson of the Communist Party, USA from 2000 until 2014. While I currently reside in New York City, my poltiically formative years were spent in Detroit during the 1970s and 1980s. I graduated from St. Francis Xavier University in Nova Scotia (where I played basketball) and received my MA in economics from the University of Connecticut.

El IX y último Congreso del PCS (agosto de 1995)

El IX y último Congreso del PCS (agosto de 1995) * Roberto Pineda San salvador, 29 de octubre de 2015

Los comunistas salvadoreños en agosto de 1995 decidieron disolver el PCS para convertirse en una tendencia Comunista al interior del FMLN. Con esta decisión, luego de 65 años, el PCS dejo de existir para asegurar así el fortalecimiento de “un partido superior”. Esta fue una decisión que también afectó a las otras cuatro formaciones políticas que en octubre de 1980 integraron el FMLN; me refiero a las FPL, el ERP, la RN y el PRTC., cada una de estas cinco fuerzas, unas más otras menos, disolvieron sus estructuras internas y vaciaron sus cuadros al interior del FMLN.”

Fueron momentos de mucho dramatismo ya que la Guerra Popular Revolucionaria de 12 años fue peleada desde las filas de cada uno de los cinco ejércitos que componían el FMLN. Pero la nueva etapa abierta con los Acuerdos de Paz de 1992 exigían dar este trascendental paso de unidad revolucionaria.

Este documento del CC del PCS tiene un profundo carácter histórico. 423 delegados al IX Congreso, incluyendo al legendario Schafik Jorge Handal , fallecido en 2006, reunidos en el entonces edificio de FENASTRAS, al costado oriental del Mercado Cuartel, decidieron el 4 y el 5 de agosto de 1995 transformar al PCS “en parte de un partido superior” el FMLN. En este IX Congreso fueron aprobados dos documentos, el Informe del Comité Central y el documento La transformación del PCS en tendencia comunista al interior del FMLN, de los cuales realizamos una síntesis.

El Informe del Comité Central comprende tres partes. La primera trata sobre el VII Congreso y el Viraje hacia la lucha política. Plantea que este “definió dos grandes escenarios para la lucha revolucionaria: la lucha política electoral y la lucha social. En una carrera contra los tiempos políticos electorales, tuvimos que transformar nuestras estructuras en fuerza e influencia política.”

La segunda parte trata establece que “en nuestro país, sigue siendo vigente la transición hacia la consumación de la revolución democrática en la que se requiere garantizar los cambios derivados de los Acuerdos de Paz.”

Y la tercera parte evalúa que “los intentos de disminuir al FMLN, de romperlo desde su propio interior han sido vencidos, éste se reafirmó como parte y sujeto fundamental de este proceso y transita ahora hacia la reafirmación de su papel como principal agente de las transformaciones de nuestra sociedad.”

INFORME DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE EL SALVADOR AL IX CONGRESO (Extraordinario)

Inicia explicando que “el Comité Central del Partido Comunista de El Salvador, Organización integrante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, entrega al IX Congreso, con carácter Extraordinario, el Informe de su desempeño. Una característica especial, es el mismo contexto y razón del Congreso, en el cual una representación de nuestro partido, después de un extenso proceso asambleario tomará la decisión de transformar al PCS en parte de un partido superior, el FMLN, y decidirá, tal es la voluntad expresada en los debates, la conformación de una tendencia dentro del FMLN.”

Agrega que “el proceso de unificación, es una consecuencia lógica de la voluntad de lucha y espíritu de unidad entre revolucionarios que los miembros del PCS hemos venido sustentando en las últimas tres décadas en que visualizamos el destino de la revolución salvadoreña en la capacidad de unir todas las fuerzas sociales y políticas en pos del cambio progresista de la sociedad salvadoreña y en primer lugar de sus fuerzas revolucionarias.”

Evalúa que el período comprendido entre el VIII Congreso realizado en Marzo de 1993 y éste; estuvo saturado de un esfuerzo doble para garantizar por una parte la marcha de los procesos políticos, institucionales sociales derivados de los Acuerdos de Paz y por mantener al FMLN como fuerza determinante y contraparte del gobierno; lo que supuso librar a su interior dura lucha por la misma existencia del Frente, en contra de aquellos que se propusieron su autodestrucción, su desarticulación o la transformación de su carácter de fuerza revolucionaria, pluralista y democrática.”

Indica que “es este el lugar y momento preciso para rendir homenaje al compañero internacionalista Jaime Vélez, activo, destacado y entusiasta miembros del CC que el VIII Congreso eligió, quien falleciera a inicios de 1995. Igualmente rendimos homenaje a Miguel Mármol, miembro emérito del PCS quien tuvo el mérito de unir a varias generaciones de comunistas iniciada en los albores de este siglo y quien juramentó el 7 de marzo de 1993 al Comité Central electo. Rendimos homenaje a los miembros del PCS y FMLN que ofrendaron sus vidas en la lucha por la democracia y la justicia social en nuestro país.”

EL VIII CONGRESO Y EL VIRAJE HACIA LA LUCHA POLITICA

Considera que “la realización de VIII Congreso del PCS a escasos 15 meses de haberse firmado los acuerdos de Chapultepec, vino a ser un elemento dinamizador del proceso de transformación del FMLN en un partido político abierto y legal, lo que significaba transformar nuestro capital humano experimentado en lo militar y la clandestinidad en militantes y cuadros de un partido legal. El VIII Congreso definió dos grandes escenarios para la lucha revolucionaria: la lucha política electoral y la lucha social. En una carrera contra los tiempos políticos electorales, tuvimos que transformar nuestras estructuras en fuerza e influencia política.”

Agrega que “el sentido de lucha por el poder nos inclinó a una mayor atención y concentración de recursos humanos y materiales al terreno político electoral donde se desarrollaría el enfrentamiento político más trascendental; pocos fueron destinados a fortalecer o asistir al movimiento social. En el terreno orgánico partidario, nos abocamos a la estructuración de los organismos territoriales para cubrir las exigencias de la legalidad.”

Recuerda que “los enemigos del FMLN habían asegurado que éste al entregar el último fusil, desaparecería. Los sectores duros del ejército, ARENA y el resto de fuerzas de derecha afirmaban que el Frente era una fuerza políticamente débil debido a que su fuerza descansó en las armas únicamente. Efectivamente, después del largo proceso de guerra revolucionaria la tarea de forjar un nuevo partido no fue fácil, hubo que superar el muro del terror levantado porque la dictadura, con los 30 mil muertos después de la revolución de 1932, con la represión continua de 60 años, y recrudecida en la década de los años 80, en un desesperado intento por detener el avance de la lucha revolucionaria.”

Valora que “todo el proceso orgánico multiplicó por varias veces la cantidad de miembros en cada organización, decenas de nuevos cuadros intermedios se incorporaron a responsabilidades. Junto a la lucha por los acuerdos se hacía presente otro fenómeno, la reinserción de los cuadros y combatientes en la sociedad, en la vida económica y familiar. En la medida que la falta de recursos económicos fue acentuándose este fenómeno fue pesando más, y las decenas de cuadros que de la clandestinidad y de los frentes de guerra habían salido como funcionarios, comenzaron la dura pelea por asegurar su reinserción, en especial la económica. Este hecho ha sido más notorio en los cuadros que estuvieron más involucrados en la guerra pues casi llegaron a perder el total contacto con la sociedad y con sus familias.”

Estima que “sigue pendiente de cumplirse una orientación planteada en el VIII Congreso: construir y asentar sobre una poderosa organización social las raíces del FMLN, que lo vigoricen como partido político representativo de esos sectores. Esa exigencia hoy es más vigente pues el desgaste de los partidos políticos tradicionales continúa acentuándose, y si el Frente no le pone atención correría la misma suerte. El Comité Central electo en el VIII Congreso integrado por 45 propietarios y 10 suplentes, estructuró comisiones de trabajo consignadas en el Estatuto, eligió y renovó en dos ocasiones al Secretariado Ejecutivo, y adoptó la decisión de incorporar más suplentes a la Comisión Política.”

Añade que “el funcionamiento de esas Comisiones y Secretarías, salvo excepciones, fue deficiente, desprovistas en la mayoría de los casos de las condiciones materiales y financieras para su desempeño, y afectado por complicaciones personales derivadas de la reinserción en otros. El CC, en estos dos años y medio funcionó a base de plenarias ampliadas para analizar asuntos que requerían de una posición del PCS como organización del FMLN; en ese sentido se realizaron 30 plenarias que llevaron a decisiones y posiciones.”

Entre las que destacan las de “Organización de Secretarías y Comisiones Nacionales y designación de sus integrantes; Definición de Línea Electoral para proponerla e impulsarla como FMLN; Definiciones sobre candidaturas para participar en elecciones presidenciales, legislativas y municipales y la aprobación de pre candidaturas de miembros del PCS; Posición sobre problemas internos en relación a conducta de ERP, RN y sobre la manera de resolver esa crisis; y Definiciones sobre temas específicos vinculados a finanzas, género, ONG`s, organización, reconstrucción y reinserción, juventud, movimiento social y otros.”

II.- DEL VIII CONGRESO A LAS ELECCIONES GENERALES DE MARZO-ABRIL DE 1994

Considera que “la mayor parte de las tesis aprobadas en el VIII Congreso mantienen su vigencia. Conviene resaltar al respecto la posición frente al capitalismo como sistema que ha sido incapaz de resolver los problemas de la humanidad y lejos de eso los agrava. En nuestro país, sigue siendo vigente la transición hacia la consumación de la revolución democrática en la que se requiere garantizar los cambios derivados de los Acuerdos de Paz, cumpliendo dos tareas.”

La primera es la de ir “desmontando “hasta sus raíces la dictadura militar: la mentalidad intimidatoria y represiva, los hábitos de gobernar que ella engendró; sus estructuras orgánicas y funcionales, sus huellas expresas, tácitas o por omisión, en las leyes, sus secuelas corruptoras en la administración de justicia y en el ejercicio electoral.”

La segunda es la de ir “realizando los profundos cambios estructurales que hagan posible sobre los nuevos rieles de un desarrollo económico sostenido con justicia social. Ello requiere que se implanten y hundan raíces en el pensamiento, en las leyes y las instituciones una democracia participativa con estilo salvadoreño”.
Informa que “la lucha del PCS y de otros en el FMLN y fuera de él, por terminar con la impunidad de los “intocables” empezó a encontrar manifiestas dificultades dentro del FMLN no aparecidas hasta ese momento. Los principales dirigentes del entonces ERP se distanciaron del resto del FMLN, en cuanto a la aplicación de las medidas recomendadas por el Informe de la Comisión de la Verdad, y antes por la Comisión Ad-Hoc, en contra del grupo de militares señalados como responsables de violaciones a los derechos humanos.

Agrega que “a la lucha por la aplicación de los aspectos claves de los acuerdos, como la finalización del programa de transferencia de tierras y los programas de reinserción a los ex-combatientes del FMLN, el despliegue de la PNC y evitar los esfuerzos de los militares por controlarla desde dentro y desde afuera, distorsionando su naturaleza, la instalación del Foro para la Concertación Económica y Social, que no llegó a funcionar, se le sumó la necesaria lucha por la conservación de la unidad del FMLN, que se comenzó a ver debilitada dentro del mismo FMLN.”

Subraya que “en su Convención de septiembre de 1993, el FMLN había logrado definir las candidatura a presidente y vicepresidente de la República, la plataforma electoral y la coalición electoral con la cual se participaría en las elecciones de 1994. Así, el FMLN salía de su crisis y se puso políticamente a la ofensiva. Sin exageración se puede afirmar que la derecha en general y ARENA en particular fue impactada por los resultados de la Convención y por la gran vitalidad de fuerzas mostrada por el FMLN en esa ocasión.”

Establece que “el VIII Congreso definió que el FMLN debía apostarle a ganar como variante máxima el ejecutivo, la mayoría del legislativo y de las principales alcaldías de las cabeceras del país. Como variante mínima se planteaba obtener la mayoría del legislativo y de las alcaldías, de manera de seguir con la fuerza suficiente para frenar los intentos de revertir el cumplimiento de los acuerdos, “mantener en alto la lucha para consumar la revolución democrática y preparar la victoria de ésta más adelante”.

Asimismo “más en concreto el PCS se propuso como objetivos de la estrategia electoral asegurar que el FMLN se transformara en una fuerza política indispensable a tener en cuenta para las grandes decisiones nacionales; organizar y movilizar a la gente y vincular el Partido a ella; cimentar en las bases del FMLN la sicología de victoria; alcanzar cuotas importantes de poder; crear un bloque de oposición de izquierda; asegurar una segunda vuelta en las elecciones presidenciales.

III.- RESULTADOS ELECTORALES, LUCHA POR LA APLICACION DE LOS ACUERDOS PENDIENTES Y DEFENSA DE LA UNIDAD DEL FMLN.

Asegura que “el significado más importante de la lucha de este período y de los resultados electorales obtenidos por el FMLN se expresa en la imposibilidad del gobierno y la derecha toda, de revertir el proceso de cambios resultantes del Acuerdo de Paz. Es decir que sigue siendo válida la afirmación del VIII Congreso de que “el país ha iniciado el proceso de transición hacia la revolución democrática y que este proceso constituye la sustancia del período histórico en el cual nos encontramos”.

Plantea que “los intentos de disminuir al FMLN, de romperlo desde su propio interior han sido vencidos, éste se reafirmó como parte y sujeto fundamental de este proceso y transita ahora hacia la reafirmación de su papel como principal agente de las transformaciones de nuestra sociedad. En el presente, el autoritarismo busca imponerse como necesidad del neoliberalismo, una vez que en el actual gobierno los principales cargos son copados por miembros del COENA que responden a esa línea. Esta deformación es contraria a la democratización y a la tendencia mundial vigente de separar y diferenciar EL ESTADO Y EL PARTIDO DE GOBIERNO. Es un atentado a la democracia basada en la soberanía popular.”

Concluye que “ARENA, que ganó el gobierno, está desprovisto de la unidad y de la mayoría para gobernar porque su modelo favorece intereses de minorías y por eso genera rechazo de grandes y variados sectores sociales. Este contexto despierta la conciencia de diversos sectores acerca de las bondades de la concertación para la solución de problemas nacionales y sectoriales y mantiene por tanto el espacio para avanzar en la democratización del país. Lo anterior evidencia el papel transformador que en las actuales condiciones tiene la concertación y para que el FMLN aproveche su experiencia y su fuerza en este terreno necesita resueltamente niveles superiores de unificación. De allí que el motivo principal de este Congreso se justifica en las exigencias políticas que vive El Salvador ahora. ¡Por la Patria, la revolución Democrática y e Socialismo! ¿IX Congreso del PCS por un FMLN Unificado!

LA TRANSFORMACION DEL PCS EN TENDENCIA COMUNISTA AL INTERIOR DEL FMLN

Necesidad de la Transformación del FMLN en Partido de Tendencias

Considera que “durante 40 años el PCS fue un luchador solitario por el socialismo; dejó de ser el único sujeto político de la revolución cuando, en la década del 70, aparecieron otras organizaciones de izquierda que se proponían alcanzar el poder a través de la lucha armada. Por primera vez surgió la posibilidad del desarrollo de una vanguardia compartida.”

Pero “con el surgimiento de la izquierda armada reivindicando el papel revolucionario y la lucha por el socialismo, aparece también la necesidad de la unidad de la izquierda revolucionaria para alcanzar el poder. La enconada lucha ideológica de los años setenta no permitió mayores acercamientos hasta finales de esa década, cuando la lucha popular rebasaba los niveles de aquella vanguardia dispersa. Se llegó a la conclusión de que sin la unidad revolucionaria no lograríamos mayores avances en el camino hacia la revolución.”

Asimismo “el FMLN fue fundado en octubre de 1980, en vísperas del estallido pleno de la guerra revolucionaria. Desde entonces cada organización miembro fue transfiriendo al FMLN la función de formular línea general, estrategia y programa únicos para ser aplicada en común y darle eficacia a la lucha. Esta ha sido la sustancia o esencia cada vez más profunda del proceso de unificación del FMLN. Así, con línea general, estrategia y programa únicos llegamos al desenlace negociado de la guerra; los acuerdos de paz, su aplicación y hasta cierto punto a las elecciones generales de 1994.”

Sin embargo “a medida que se profundizaba este proceso, iba quedando en evidencia que la dispersión de la membresía del FMLN en 6 estructuras orgánicas las de las cinco organizaciones asociadas y las del propio FMLN) entorpecía la eficacia de la lucha y el avance mismo de la unificación. Tal es lo evidenciado durante las pasadas elecciones generales de 1994. Después de esas elecciones generales se puso en el orden del día transformar las estructuras de cada organización miembro, a fin de simplificarlas, democratizar el funcionamiento del FMLN y, unificar su línea general, su estrategia, su programa y, hacer su pensamiento político e ideológico, cada vez más coherentes. De no realizar esa transformación y mantener el estado actual de las estructuras, ellas se transformarían en impedimentos al avance de la lucha por la revolución.”

Por otra parte, “después de la firma de los acuerdos de paz la lucha ideológica recobró vigencia. En el FMLN se formaron dos bloques: los que creen que la Revolución Democrática ya fue consumada, y los que creemos que este es un proceso que espera su culminación para lo cual falta mucho por hacer. Partiendo de que estamos transitando hacia la consumación de la revolución democrática, asumimos que ello exige el cumplimiento de tareas que nos hagan más ágiles y eficientes. Sin duda este nuevo momento histórico hace necesaria una superior unidad de las fuerzas revolucionarias.”

También “el proyecto neoliberal trata de fortalecer el capitalismo dependiente del país, y de ésta manera alejar la posibilidad de la revolución. Para derrotar las pretensiones neoliberales, el FMLN debe consolidar su unidad interna, hacerse más fuerte y trazarse un proyecto que permita alianzas con sectores y fuerzas democráticas de diferente signo ideológico, político, religioso y social, a fin de obtener cambios suficientes en la correlación de fuerzas, que permitan el avance hacia los objetivos democráticos revolucionarios.”

A la vez “a diferencia del período de la guerra en que se generaron espacios territoriales para el protagonismo propio de los partidos, sin que ello llegara a ser tan contradictorio con el esfuerzo por el avance de la lucha armada, ahora que el FMLN es una institución política legal, con sus propias estructuras locales y nacionales, la distribución territorial de las estructuras de cada partido, paralelas a las del FMLN, ha entrado en conflicto con la necesidad de avanzar con eficacia. La repetición innecesaria de estructuras requiere inversión recursos humanos, materiales y económicos por parte de cada partido (comités municipales y departamentales, comisiones y secretarias nacionales de cada partido, paralelas a las del FMLN). Son esfuerzos paralelos que restan eficacia a la lucha.”

Por lo que concluye que “la consolidación del FMLN como partido o sujeto político de la revolución, constituye una necesidad fundamental y una condición indispensable para el logro de victorias y progresos sucesivos hasta la consumación del proyecto revolucionario. La Segunda Convención Nacional (ordinaria) del FMLN – diciembre de 1994- decidió, con este propósito, poner en marcha su transformación de partido de partidos “que es ahora, en un partido de tendencias”.

Por lo que la tarea estratégica inmediata que tenemos planteada es volcar nuestras energías en la lucha política, de modo que las próximas elecciones de 1997 – 1999 tengan un desenlace favorable a la revolución. El cumplimiento de esta tarea requiere que la transformación del FMLN en partido de tendencias esté resuelta antes de que entremos de lleno a la lucha pre electoral, es decir antes de 1996.”

Sostiene que “a diferencia de las experiencias del PRD, de México, y el PT, de Brasil, cuyos partidos y agrupamientos que los integran tienen orígenes distintos y su constitución como partido de tendencias es de naturaleza permanente, los partidos que integran el FMLN tienen un origen histórico común y su transformación en un partido de tendencias constituye una meta intermedia, una nueva modalidad de transición hacia la meta superior de hacer del FMLN un partido, política e ideológicamente, unificado.”

Evalúa que “teniendo en cuenta el origen histórico común de los partidos que ahora integran el FMLN y la cada vez más consolidada afinidad de pensamiento ideológico, político y programático que entre ellos existe, esas metas, objetivamente posibles de lograr, deben ser vistas más bien como partes de un proceso de reunificación de la izquierda revolucionaria de nuestro país, más fuerte y capaz, para darle continuidad histórica a la lucha librada durante este siglo que está por finalizar, por los objetivos de la democracia y el desarrollo con justicia social y en fin de cuentas por la consumación de la revolución democrática en rumbo al socialismo.”

Indica el documento que la “transformación en partido de tendencias y su consecuente transición hacia el partido unificado, hacen necesario resolver, entre otros, los problemas del hegemonismo que aún persisten en el seno del FMLN, el problema de los intereses económicos derivados de la gestión que cada cual ha venido haciendo y los problemas de pertenencia y de identidad que en cada uno de los partidos se dan entre sus miembros.”

Esbozo del Patrimonio Histórico del Partido Comunista de El Salvador

Considera que “en sus sesenta y cinco años de existencia, el Partido Comunista de El Salvador (PCS), ha acumulado un inapreciable patrimonio. Nos referimos a su patrimonio histórico. Este comprende, a grandes rasgos, sus experiencias positivas y negativas, sus aciertos, errores y debilidades como la posición adoptada ante la guerra entre El Salvador y Honduras en 1969 o la actitud conservadora ante la necesidad del viraje hacia la lucha armada que privó entre 1977 y 1979; abarca la presencia en la historia nacional, desde los primeros grupos comunistas de los años veinte, que prepararon las condiciones para la fundación del PCS (30 de marzo de 1930) hasta el propósito de hoy de transformarse el PCS en tendencia comunista dentro de Frente “Farabundo Martí para la Liberación Nacional” (FMLN).”

Expresa que “este lapso abarca acontecimientos cruciales de El Salvador en el Siglo XX, que han dejado profundas huellas como marcadas con fierro al rojo vivo. Entre esos acontecimientos, registramos los siguientes: La insurrección campesina obrera de 1932; El surgimiento y dominio, durante más de doce años de la dictadura del Gral. Maximiliano Hernández Martínez; Los acontecimientos de abril, mayo y diciembre de 1944, que produjeron el derrocamiento popular de Hernández Martínez, profundizaron la crisis política originada por el contragolpe restaurador encabezado por el Coronel Osmín Aguirre, superada con el “Golpe de los Mayores”, de diciembre de 1948, que marcó el inicio de un segundo modelo político de la dictadura militar; Los propósitos modernizadores del Estado, la sociedad y la economía propugnados por el Movimiento de los Mayores, una de cuyas realizaciones fue la aprobación de la Constitución Política de la República de El Salvador de 1950 que, en la práctica, ofició como enterradora de la “muy venerable Constitución liberal de 1886”.

Asimismo “los movimientos cívicos del pueblo salvadoreño incluyendo los destacados aportes de las mujeres, jóvenes, obreros e intelectuales comunistas, en pro de los derechos de los trabajadores de la reforma universitaria, de la vigencia y defensa de los derechos políticos, sociales y culturales y derechos humanos, en general, que dieran sustento a movimientos insurreccionales de oficiales democráticos del ejército, tales como el de abril, del 26 de octubre de 1960, el del 25 de marzo de 1972, y el del 15 de octubre de 1979; Once años de participación en jornadas electorales (1966- 1977) con programas democráticos antioligárquicos y antimperialistas, en las que el pueblo derrotó en dos ocasiones a la dictadura. Hay que destacar que con el PAR, el PCS fue el partido que levantó por primera vez la bandera de la Reforma Agraria en el país. La creación de la UNO (alianza del PCS/UDN, el PDC y el MNR) y su vigorosa y mayoritaria participación en dos elecciones presidenciales (1972-1977) desenmascararon la inexistencia de la democracia y el fraudulento sistema electoral y produjeron el viraje de extensos sectores populares hacia la lucha armada, que tenía expresiones organizadas desde 1970.”
Subraya que “este fue el proceso que originó las condiciones que hicieron posible: El surgimiento en 1970-73 de la lucha armada revolucionaria y en 1975-77 de grandes organizaciones populares (BPR-FAPU, Ligas Populares 28 de Febrero, etc.); y en 1979-80 la concertación de sucesivos acuerdos de unidad de las fuerzas revolucionarias político-militares, que culminaron con la creación del FMLN (10 de Octubre de 1980); la creación de la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM, enero de 1980) y del Frente Democrático Revolucionario (FDR, marzo de 1980); El estallido y culminación de la guerra popular revolucionaria de doce años, (1980-81 a 1991) en la que participó el PCS con sus Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) como miembro del FMLN; su desenlace negociado y el proceso de cambios principalmente políticos derivados de la aplicación de los acuerdos de paz y La inauguración del período de transición que ahora vivimos después de la firma del Acuerdo de Paz, el 16 de enero de 1992.”

Apunta que “en esta crisis histórica, que comenzó en la década de los años veinte y que trata de ser resuelta con el Acuerdo de Paz, firmado el 16 de enero de 1992, en Chapultepec, (México) largo período del cual solamente hemos enumerado algunos de los acontecimientos más relevantes el PCS estuvo siempre presente en las primeras filas de la lucha, al lado de otras fuerzas democráticas y revolucionarias del pueblo salvadoreño. Para la solución de esa larga crisis histórica, era inevitable la guerra popular revolucionaria, a la cual el PCS dio su valioso aporte, no solo proveyendo de combatientes a la lucha armada de sus gloriosas Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), sino también como consecuente y permanente promotor y defensor de la unidad de las fuerzas empeñadas en vencer el militarismo e instaurar, en El Salvador, un régimen de plena y nueva democracia.”

Proclama “con orgullo revolucionario: El PCS es parte de la historia de El Salvador y, a la vez, el PCS tiene su propio patrimonio histórico. Este está constituido no únicamente por esa historia que aún no está escrita, y en la cual caben no sólo sus fundadores, sus héroes, sus mártires, sino también todos aquéllos que dedicaron sus vidas al Partido y que vivieron y morirán siendo comunistas.”
Asimismo “son parte de nuestra historia todos nuestros leales amigos y simpatizantes, quienes desde el anonimato, dieron su invaluable cuota de valentía en difíciles días de persecución, de prisión y destierro. Son parte de este patrimonio, sus archivos con documentos, el testimonio oral y escrito de sus viejos militantes, el cual debe ser recogido cuidadosamente y con esmero, como una tarea inaplazable. En ese patrimonio histórico inapreciable, poseemos algo que debemos proclamarlo en voz alta, defenderlo y seguir cultivándolo en las nuevas condiciones que se presentan.”
Añade que “ese patrimonio podemos enunciarlo de la forma siguiente: Los primeros grupos de comunistas, de los años 20, fueron los catalizadores que contribuyeron con su lucha tenaz, a la luz de nuevas ideas sociales, a que por primera vez en la historia de El Salvador la clase trabajadora se organizara como nuevo sujeto social con vocación política de poder…Cuando a estas alturas de la historia patria contemplamos esas luchas, que tienen todas las características de hazañas realmente heroicas, no podemos menos que rendir tributo de admiración y honda reverencia.”

Indica que “los comunistas siempre hemos estado en la primera fila de choque como defensores de los intereses nacionales, librando combate contra los violadores de los mismos, ya fueran éstos internos o externos. En tal sentido, el imperialismo y las fuerzas nativas aliadas a éste, siempre fueron objeto de nuestra acción en pro de la soberanía e independencia de nuestro país, lo cual corrobora nuestro real patriotismo. Los comunistas salvadoreños siempre hemos estado por la vigencia de derechos y garantías democráticas y, en general, porque se hagan realidad los derechos humanos, entre los cuales resaltamos los derechos políticos y la justicia social.”

Asimismo “es innegable nuestra lucha contra el militarismo, desde una concepción científica cuya médula consiste en que en El Salvador se ha venido sosteniendo, en forma rampante, que el ejército debe dominar sobre la sociedad civil, total y absolutamente, lo mismo que sobre los aparatos del Estado encarnados en los órganos ejecutivo, legislativo y judicial. Hemos considerado, asimismo, que esa convicción castrense no es exclusiva de los militares que la sustentan, sino que a ella se adhieren tenazmente, capas, sectores y hasta clases sociales enteras. Íntimamente ligada a nuestra lucha contra el militarismo ha estado siempre nuestra lucha contra la dictadura desde el 2 de diciembre de 1931. Pese al Acuerdo de Paz, suscrito en Chapultepec, no debemos bajar nuestra guardia ante las posibilidades de surgimiento y consolidación de un neo-militarismo.”

Por otra parte “a lo largo de sus 65 años de vida el PCS actuó reiteradamente con cabeza propia. He aquí algunos hechos históricos que así lo atestiguan: a) la decisión del PCS de ponerse al frente de la insurrección de 1932 fue cuestionada por la Internacional Comunista, de la cual el PCS era teóricamente miembro; b) la decisión de crear el Frente Unido de Acción Revolucionaria, FUAR, a principios de los años 60s, para hacer la lucha armada en el país aunque no llegó a realizarla tampoco contó con apoyo del movimiento comunista internacional, contrariamente fue condenada por varios partidos de Centro y Sur América, y calificada como una desviación pequeño burguesa, ultraizquierdista, debido a que la línea que predominaba entonces era la de la llamada “vía pacífica de la revolución”.”

A la vez “c) la creación de la coalición electoral Unión Nacional Opositora, UNO, en 1971, fue vista con recelo por diversos partidos del Movimiento Comunista Internacional porque era una alianza con el Partido Demócrata Cristiano. El PCS no tuvo que consultar a nadie para tomar esa decisión, que influyó grandemente en el curso histórico, político del país; d) La unidad de la izquierda revolucionaria fue criticada porque se consideraba que era tranzar con los ultraizquierdistas, etcétera.”

Asimismo “ e) Sobre la invasión a Checoslovaquia por la Unión Soviética en 1968, tuvimos una posición diferente a la mayoría de los Partidos Comunistas; no nos sumamos incondicionalmente a apoyarla; f) La participación del PCS en la guerra revolucionaria fue inicialmente criticada y al final apoyada, por el destacado papel del PCS en la misma, no por todos ni tampoco con agrado; g) Respecto a la Perestroika, en ocasión de la celebración en 1987, en Moscú, del 70º aniversario de la Gran Revolución Socialista, expresamos oportunamente nuestro desacuerdo con la apreciación de sus teóricos y líderes sobre los acontecimientos internacionales, y en particular criticamos la omisión que ellos hacían de los movimientos revolucionarios del Tercer Mundo, de los cuales querían desligar al PCUS, abandonar la política de solidaridad hacia los mismos.”

De la misma manera “subrayamos de todo este patrimonio, la incansable, sostenida y permanente lucha por la unidad de todas las fuerzas democráticas y revolucionarias. La lucha por la unidad, para la cual siempre empeñamos nuestras mejores virtudes la paciencia, entre otras, nos ha proveído de una experiencia invaluable. En nuestras alianzas de todo tipo, es destacable el hecho de que se hayan realizado siempre sobre la base de principios democráticos y una ética política rigurosa, sin que nosotros nos alejáramos jamás de nuestras propias concepciones relacionadas con nuestro ideal socialista; y sin que, de nuestra parte, exigiéramos a nuestros aliados que ellos cambiaran sus propias concepciones.”

Por otra parte “debemos consignar como parte del patrimonio histórico, el método cultivado por el PCS de involucrar a su militancia en la toma de las grandes decisiones, como, por ejemplo, la de participar en la guerra revolucionaria. En resumen, a lo largo de más de 65 años de existencia los comunistas hemos promovido y defendido las ideas del socialismo y hemos sido educadores de generaciones de revolucionarios, consecuentes luchadores contra la dictadura y por la democracia, la justicia social y los intereses populares, por la unidad de los revolucionarios salvadoreños y la alianza con las fuerzas democráticas. Hemos sido incansables organizadores de los trabajadores del campo y la ciudad para la conquista y defensa de sus intereses. Tal es el patrimonio histórico inapreciable que aportamos al FMLN al transformarnos dentro de él en Tendencia Comunista.”

Considera que “la transformación en tendencias, de cada uno de los partidos que integramos actualmente el FMLN, significa un paso de unidad superior a la actual; es un proceso de transformación y continuidad, no de desaparecimiento. Una vez unificado el FMLN tendrá éste su propia historia, de la cual serán parte integrante las historias particulares de cada uno de los partidos que se hayan extinguido; de tal manera que como efemelenistas tendremos una historia común y, por consiguiente, un patrimonio histórico común.”

Patrimonio Ideológico y Programático

Establece que “la tendencia comunista dentro del FMLN continuará siendo portadora de las definiciones ideológicas y programáticas del Partido Comunista de El Salvador, adoptadas en sus Congresos, particularmente en el Octavo (marzo-93), y continuará asimismo aportando en lo nacional e internacional al esfuerzo de elaboración teórica que tiene lugar desde la desaparición del campo socialista europeo y de la Unión Soviética. Los documentos “sobre la transición, formas de lucha, las alianzas y la unidad”, el “Programa de la Revolución Democrática” y los Estatutos del PCS aprobados por el Octavo Congreso recogieron las definiciones de los comunistas en el terreno del pensamiento y de las metas programáticas.
Señala que “los comunistas salvadoreños en el curso de la lucha política, social, ideológica, armada y no armada, legal e ilegal, abierta y secreta, que hemos realizado durante más de sesenta y cinco años, hemos abanderado principios, practicado y defendido valores, hemos partido de propósitos, buscado alcanzar objetivos y realizar ideales transformadores de justicia social y democracia. Ellos han sido nuestra inspiración y por ellos los comunistas, simpatizantes y seguidores nuestros sufrimos persecución, cárcel, torturas, mutilaciones físicas y muerte. Estos principios, valores, ideales, propósitos y objetivos constituyen los fundamentos de nuestra ideología y perfilan lo que nos esforzamos ser como personas y como reformadores de la sociedad, hacia un estadio cualitativamente superior de su desarrollo.”

Entre estos principios se encuentran los siguientes: “los comunistas somos revolucionarios, no somos conformistas. La revolución sigue siendo una necesidad del desarrollo social; las revoluciones “son las locomotoras de la historia”, como dijera Carlos Marx. La revolución es una ley objetiva de la historia, que no ha desaparecido por la desaparición del sistema del socialismo de Estado en Europa Oriental y de la Unión Soviética. Es una ley propia del movimiento social y se realiza por la actividad de las personas, mediante sus luchas. Los revolucionarios somos facilitadores y actores del progreso social y nuestra eficacia es mayor cuanto mayor es nuestro conocimiento, nuestra conciencia y dedicación a la lucha por la revolución y cuanto mayor es nuestra capacidad de agrupar y organizar, unir y orientar la acción de las fuerzas del cambio en cada momento de la historia.”

Pero también “los comunistas no somos los únicos revolucionarios, como ha quedado demostrado en nuestro país durante los últimos 25 años (desde 1970). En 1979-80 todos los revolucionarios nos unimos y creamos el FMLN. Mantener la unidad de los revolucionarios, fortalecer y desarrollar el carácter revolucionario, el poderío y la eficacia del FMLN es un compromiso primordial de todos los revolucionarios salvadoreños. Realizar la revolución democrática y el socialismo requiere la acción concertada de los revolucionarios socialistas y de las amplias fuerzas democráticas y progresistas. La historia del PCS nos enseñó de modo práctico estas verdades. Los comunistas somos activos y fervientes partidarios y promotores de la unidad de los revolucionarios y de su alianza con todos los demócratas y fuerzas del progreso.”

Asegura que “alcanzar el poder y ejercerlo en función de la transformación de la sociedad, en marcha hacia el socialismo, es el problema principal y decisivo de la revolución, en particular de la revolución democrática, cuya consumación continúa pendiente en El Salvador. Hacer todo lo necesario, dentro de las condiciones y formas de lucha adecuadas al momento actual de nuestra historia, para que las fuerzas revolucionarias y democráticas asciendan al poder del Estado, consumen la revolución democrática y abran la gradual y prolongada transición al socialismo, esa es nuestra tarea principal. Todo revolucionario, todo comunista, todo efemelenista, debe tener sentido de poder, orientar sus pasos en función del ascenso al poder del FMLN y las demás fuerzas democráticas y progresistas de nuestro país.”

Aclara que “Conviene por eso definir por cuál democracia hemos luchado y luchamos ahora: Se trata de una democracia de nuevo tipo: dará la libertad a quienes no la han tenido, al pueblo trabajador, sin despojar de ella a quienes la han tenido. No se trata por tanto de la llegada del pueblo a una democracia ya existente, de minorías, sino del establecimiento de una democracia nueva, de una democracia del pueblo. En correspondencia con su carácter popular, ha de ser una democracia participativa, no sólo representativa, que abrirá al pueblo trabajador el acceso a la toma de decisiones sobre los rumbos y contenidos del desarrollo económico, social y político y sobre la solución a los problemas cotidianos; lo mismo que asegurará su participación en la ejecución y control de esas decisiones, sobre la marcha y la conducta del gobierno en todas sus expresiones y niveles (ejecutivo, legislativo, judicial, municipal, ministerio público, etc.).”
A la vez “será una democracia política y a la vez una democracia social y económica, humana con justicia social. Será una democracia que combine y compagine la libertad e intereses colectivos e individuales en todos los órdenes de la vida social, económica y política. En ella el individuo tendrá espacio para su iniciativa su derecho a expresarse, su propiedad y demás derechos, no será aplastado por el colectivo y a la vez aprenderá a integrar sus ideas y coordinar armónicamente sus intereses con los del colectivo. El debate sin censuras o prohibiciones es instrumento imprescindible para lograr un ajuste positivo, creativo y libre entre individuo y colectivo.”

Establece que “los revolucionarios estamos profundamente comprometidos con la causa de la liberación de la mujer de su situación discriminada y sometida dentro de la sociedad. Esto implica nuestra voluntad decidida a superar entre nosotros mismos las prácticas discriminatorias y machistas hacia la mujer, en todos los órdenes de la vida política y social y, desde esa posición, realizar una sistemática acción concientizadora entre el pueblo y una lucha tenaz por emancipar e incorporar total e integralmente a la mujer en igualdad de condiciones y oportunidades en la sociedad.”

Asimismo “los comunistas salvadoreños continuamos siendo antiimperialistas. Consideramos que esta es la lógica e indispensable consecuencia de que somos revolucionarios en un país periférico, explotado y dominado por el sistema capitalista mundial, en particular del sistema de los Estados Unidos. Ser antiimperialista hoy exige reconocer y estudiar el capitalismo actual como capitalismo en proceso de globalización, como sistema mundial profundamente contradictorio, que mantiene centros desarrollados y ricos, en cuyo seno se configuran y ensanchan bolsones de pobreza y de atraso típicamente periféricos y con una periferia atrasada y pobre, cada vez más rezagada y distante de los niveles de desarrollo y riqueza de los países centrales del sistema, en cuyo seno sin embargo, se configuran bolsones de riqueza y desarrollo propios de los países centrales.”

Bases Organizativas y de Funcionamiento de las Tendencias en el FMLN

I.-Del Concepto de Tendencia

Plantea que “concebimos una tendencia como un agrupamiento de personas que coinciden, en general, en su pensamiento ideológico y político-social, así como en la caracterización de la actual etapa de la revolución, su rumbo y contenidos, y que se esfuerzan por desarrollar su pensamiento e impulsar sus objetivos políticos dentro del FMLN del cual forman parte junto con otras tendencias, de acuerdo a sus Estatutos y a las normas de su Reglamento para el funcionamiento de las mismas.”

II.-Objetivos de la Tendencia Comunista

Se consideran como objetivos los siguientes: “a) Impulsar la consolidación del carácter revolucionario y socialista del FMLN. b) Contribuir a niveles superiores de unidad de pensamiento y programa. c)Facilitar la simplificación orgánica del FMLN y aumentar la eficiencia de su lucha política y social.d)Consolidado el partido de tendencias, hacer de éste el medio para alcanzar un nuevo y superior nivel de unificación, es decir, la construcción del partido unificado, el cual será democrático, asegurará el derecho a la diversidad en el pensamiento revolucionario y la activa participación de sus miembros en la toma de decisiones y su ejecución y e)Incorporar a todos los miembros del PCS al FMLN.”

III.-De la Estructura de las Tendencias

Estima que “en el partido unificado de tendencias, sólo deberá existir una estructura orgánica formal. Todos los afiliados, independientemente de la tendencia a la que pertenezcan, o de que no adhieran a ninguna, militarán en los comités del FMLN, ya sean estos territoriales, sectoriales o de otro tipo, existiendo un único registro de afiliados del mismo. Lo anterior no excluye el que las tendencias puedan tener sus propios listados de miembros o adherentes, a nivel local o nacional, si así lo desearan; pero, el único registro valedero que dará fe de la pertenencia de las personas al FMLN y del cual se derivarán derechos y obligaciones, será su registro oficial.”

Concluye este documento indicando que “la estructura de la tendencia debe limitarse a las necesidades estrictamente mínimas, a definirse según las condiciones concretas y para funciones específicas (teóricas e ideológicas que definen a la tendencia). La Tendencia Comunista contará con un equipo de compañeras y compañeros que la representará y orientará. Ese equipo elaborará las indicaciones relativas a las formas orgánicas y de funcionamiento de nuestra Tendencia.”
*Con este artículo concluyo dos años de investigación sobre la actuación y principales posiciones políticas del Partido Comunista de El Salvador en sus 65 años de vida (1930-1995), esfuerzo que trataré de publicar el próximo año. Asimismo en 2016 iniciare un proyecto similar con respecto a las Fuerzas Populares de liberación (FPL) “Farabundo Martí” (1970-1995).

Schafik Handal en el V Encuentro del Foro de Sao Paulo (Montevideo, mayo de 1995)

Schafik Handal en el V Encuentro del Foro de Sao Paulo (Montevideo, mayo de 1995)

Tres meses antes de la disolución voluntaria del PCS, su dirigente histórico Schafik Handal estuvo en Montevideo, Uruguay y participó en el entonces recién creado Foro de Sao Paulo, en el que expuso de manera autocrítica la experiencia de la izquierda salvadoreña así como su visión sobre los principales desafíos que afrontaba entonces la izquierda latinoamericana. Un año antes había participado como candidato a la Alcaldía de San Salvador por el FMLN y faltaban cuatro años para el triunfo electoral de Chávez en Venezuela. A continuación realizamos una síntesis de esta exposición, que fue publicada por Ediciones Instituto Schafik Handal.

Considera Schafik que “de la experiencia de todos los movimientos de izquierda en el mundo, y en particular en América Latina, tenemos que sacar una conclusión global: no somos buenos para los procesos electorales. No nos adaptamos a esa forma de lucha. Algunos partidos o movimientos de izquierda hemos llegado a dominar la lucha armada. Por ejemplo nosotros en esto hemos hecho progresos muy grandes. Pero en la lucha electoral no. La derecha tiene bastante más dominio y también más instrumentos, que nosotros.”

Agrega que “no es una tarea fácil. En El Salvador, era más fácil la guerra. El Partido Comunista antes de la fundación del FMLN, ganó sucesivas campañas electorales. Pero la derecha simplemente no reconocía esas victorias de la izquierda y terminaban en matanzas. Ganamos dos elecciones presidenciales y simplemente no lo reconocieron. Es decir, que el instrumento Estado, el instrumento poder, se usaban también según la capacidad de la derecha. Llegar a permear todo ese sistema, requiere bastante pericia, tiempo y recursos. Hay coyunturas en las que se congregan muchos factores, entre ellos la división de la misma derecha. Eso abre espacios que deben aprovecharse. Pero no es lo que ocurre normalmente.”

Reconoce Schafik que “nosotros salimos de la guerra con muy poca experiencia en el terreno electoral y con un cuerpo del partido recién formado. Después de los Acuerdos de Paz y en medio de la lucha por el cumplimiento de los acuerdos iniciamos el proceso de reconversión e las estructuras para la guerra en estructuras de partido, lo cual absorbió a una gran cantidad de nuestros cuadros. Tuvimos que organizar al Partido para la lucha en general; teníamos partidos político-militares, no teníamos partidos para la lucha legal, estructural y orgánicamente son cosas distintas y la forma de relacionarse con la población también es distinta. Sin embargo, a pesar de nuestra inexperiencia formamos el partido con bastante éxito, porque logramos organizarlo en más de 240 municipios, de un total de 262 en el país.”

Indica que “la derecha en su publicidad ponía el tema del derrumbe del socialismo e hizo un enorme esfuerzo en la organización de foros, seminarios a los que nos invitaba absorbiéndonos permanentemente en esas actividades. Nosotros queríamos participar en todas las actividades de esa sociedad que desconocíamos y discutíamos esa temática en la TV y en la radio. Al interior del FMLN el debate de ese tema abrió una grieta que terminó seccionándolo y nos causó un daño grande.”

Subraya que “aunque estábamos en alianza con sectores que durante la guerra participaron sin tomar las armas, éstos se opusieron a que hiciéramos un discurso de defensa de nuestra lucha, porque llegaron a la conclusión de que había que desligarse de la guerra que habíamos hecho, que había que dejarla atrás y clausurar es tema porque eso nos hacía daño y se le hacía el juego a ARENA. Por lo tanto nuestra campaña era muy débil. Además de la influencia de los factores anteriores hubo problemas debido a que el planteamiento programático de ARENA aunque con contenido distinto al nuestro tenía un lenguaje muy parecido. De manera que la gente no podía distinguir realmente la diferencia entre los planteamientos programáticos de ARENA y el FMLN.”

Precisa que “a pesar de algunas reformas que pudimos hacer en el sistema electoral durante y después de la negociación, en lo fundamental siguió siendo lo mismo. Nosotros no dominábamos esto a fondo, por ello no pudimos hacer las reformas donde debían hacerse. Este tema lo hemos venido a dominar después de esta experiencia. Ahora esta entablada la lucha por la reforma profunda del sistema electoral. Aun cuando no se consigue el objetivo, esta lucha de todos modos ha puesto al descubierto los problemas principales que tiene el sistema electoral, los recursos del fraude, etc.”

Expresa que “la derecha aparecía como la gente moderna, que habla de la economía, que aparenta saber cómo resolverlo todo y que aunque la gente no entiende del todo lo que están diciendo supone que aquella cosa difícil de entender es una sabiduría y una profundidad grande. Pero nosotros no dominábamos ese tema. Ahora hemos empezado a hacerlo, por eso insistimos en concentrarnos en eso…nos pronunciábamos contra el neoliberalismo, pero eran consignas que olían más a pura cuestión ideológica que a conocimiento del tema. Esa es otra debilidad.”

Otro factor que influyó según Schafik fue que “el movimiento sindical, especialmente del sector privado de la economía estaba muy debilitado, era casi inexistente, como resultado del exterminio de cuadros durante la guerra; de la emigración de una cantidad de dirigentes sindicales. Hay que tener en cuenta que en estados Unidos Canadá y México suman alrededor de un millón y medio de salvadoreños emigrados hacia esos países…Los sindicatos quedaron completamente barridos. Aparte de esos que mataron y de los que desaparecieron hubo quienes quedaron a merced de políticas represivas, como una constante aplicada por las empresas, además acudieron a otras políticas astutas como por ejemplo el empleo, en muchas grandes empresas, de los recursos del solidarismo, lo que se daba en una escala muy baja, pero suficiente para comprometer a esa gente que estaba influida por un gran atemorizamiento.”

El FMLN: un partido de cinco partidos

Agrega que “luego estaban las causas de índole interna, el FMLN es un partido de partidos, hasta este momento. N digo “frente” que es una figura más conocida, digo “partido de partidos” porque después de la guerra, después de la firma de los Acuerdos de Paz, nos constituimos en un partido legal, en su estructura queríamos meter a nuestros cinco partidos. El resultado fue una tremenda repetición de estructuras con una precaria democracia interna. Como legalmente somos un solo partido, y debemos justificar de acuerdo a los estatutos que los candidatos han sido elegidos en estas convenciones y asambleas, entonces antes de la asamblea, la composición de las estructuras se resolvía mediante el reparto de cuotas. Y luego la asamblea, era como una obra de teatro, donde ya estaba todo cocinado y la gente llegaba solo a levantar la mano.”

Agrega que “eso chocó fuertemente con los sentimientos de la base o afiliados y militantes del partido, que querían ejercer su derecho a escoger y votar. Si hubiéramos seguido como Frente con sus cinco partidos, tal vez su funcionamiento hubiera sido más fácil, porque cada partido, con sus medios democráticos internos, hacía la selección de candidatos y luego conforme a un pato entre los partidos se integraban en una sola planilla los candidatos. Pero ahora que estamos en un partido de cinco partidos, entonces par las elecciones de 1994 resultó muy complicado de compatibilizar y eso nos generó bastante desgaste. Esa es la razón de por qué en muchos lugares n o hubo entusiasmo de todos por luchar por los candidatos. Se luchaba parcialmente…”

Subraya que “hay un listado de factores que se conjugaron. Sin embargo, no puede decirse que los resultados fueran malos. Nosotros salimos, de todos modos, como la segunda fuerza política del país, dejamos atrás a la Democracia Cristiana – que tenía un gran historial- y quedamos como la primera fuerza de la oposición. Pero la distancia de la votación de la coalición del FMLN con otras fuerzas políticas y ARENA fue mucho mayor de lo que debía ser. El aumento de esa distancia, es en 80%, como consecuencia de un manejo fraudulento del aparato electoral. Realmente nosotros nos podíamos ganar, pero la diferencia no podía ser tan grande. En ese contexto, nosotros no vamos malos los resultados: sacamos 21 diputados del total de 84.”

Las elecciones como vía para alcanzar el poder

Reflexiona Schafik que “ante la pregunta de si por vía electoral es posible que alcancemos el poder y podríamos gobernar haciendo realidad el programa de la revolución democrática, yo no planteo un llamamiento a no participar en las elecciones. Ahora ¿Qué respuesta podemos darle a esto? Yo lo formularía de esta manera: Nosotros tenemos que recorrer esta vía y debemos recorrerla bien. Hay que llegar a dominar todo lo que tiene que ver con esta forma de lucha y dominarla profundamente.”

Agrega que “otra cosa que tenemos que enfrentar es que hacer en los períodos no electorales. Porque en estos períodos prácticamente domina una especie de ley de la lucha social. En los partidos la organización tiende a aflojarse y a dispersarse. Entonces ¿qué es lo que debemos hacer? Hay experiencias como la del PT, pero nosotros en el FMLN también estamos buscando respuestas. No basta con hacer discursos para mostrar una imagen de partido en permanente acción. Todo eso está bien, pero tiene que tener una expresión práctica concreta.”

Proclama Schafik que “tenemos que ser un partido de acción social, vinculado y sumergido no solo en los sindicatos sino en todo el movimiento social, dedicando una gran parte de nuestras fuerzas también a su expansión y organización. Debemos resolver bien este problema como si se tratara de una bisagra, de manera que al acercarnos al momento electoral sepamos bien como orientar la lucha en esa dirección y emplear todas nuestras fuerzas en la búsqueda de la victoria política en ese terreno.”

Aclara que “para la izquierda es muy importante mantener la identidad. Si como táctica electoral tratamos de parecernos a la contraparte, es decir a la derecha en el poder, entonces la conclusión de la gente es muy sencilla: ¿por qué voy a votar por este, que hoy empieza a mantener esta posición, cuando los que saben de eso son estos otros? Entonces siempre y en todas partes, eso ha sido una ley social, siempre ha ocurrido ante esa pérdida de identidad. Ese mimetismo ha sido buscado como una táctica electoral y realmente ha dado muy malos resultados.”

Pero puntualiza que “eso no quiere decir que lo que este yo diciendo sea mantener el radicalismo que no se justifica científicamente, que no tiene validez porque no la tiene por sí misma y no porque estemos en campaña electoral, no porque forme parte de la táctica electoral. Nosotros podemos modernizar nuestra política en el sentido de hacerla más verdadera, más sólida, más sostenible y no solo más creíble, sino más verdadera.”

Sostiene que “si vamos a incluir cambios en nuestro discurso porque hemos modificado y mejorado nuestras tesis programáticas y nos hemos deshechos de algunas no solo porque sean inconvenientes en una campaña electoral sino porque no son correctas y no se justifican en sí mismas, entonces podemos tener un discurso distinto. Yo estoy a favor de este otro. Si vamos todos a favor de la renovación, posiblemente no estaremos todos hablando de lo mismo.”
Cada vez que uno se mimetiza, pierde

Agrega que “entiendo por renovación hacer nuestra política, en la que asiente nuestra teoría, hacerla más genuina, más verdadera, más correspondiente con las realidades y posibilidades de resolver los problemas de la realidad. Pero no porque sea conveniente mimetizarse. Cada vez que uno se mimetiza, pierde. Eso es como una ley social: la izquierda no puede mimetizarse exitosamente. Y choca con el postulado de transparencia y ética, que son dos grandes banderas, que no las puede asumir la otra parte, esas solo son nuestras. Pero nosotros debemos ser transparentes y también debemos tener éxito.”

“Eso exige –enfatiza- perseguir algunos casos dentro de nuestras propias filas, hay que darse cuenta de eso, y hacer cosas ejemplificadoras. Porque uno de los derivados de la batalla electoral es que desmoraliza, no en el sentido de que se pierda la combatividad, sino como fuente de descomposición y de cierta corrupción.”

Y concluye su intervención en Montevideo expresando que “nosotros tenemos que tener una posición clara sobre eso. Si queremos mantener la ventaja que nos proporcionan las banderas de la transparencia y la base ética de nuestra actividad política, tenemos que ejercerla y ejercitarla. Porque esas dos si son banderas que hacen una diferencia neta respecto a la derecha y es muy difícil que nos las puedan arrebatar.”

El PCS y la Macroestrategia (noviembre de 1994)

El PCS y la Macroestrategia (noviembre de 1994)

El 5 de noviembre de 1994, conducida por su secretario general Schafik Handal, se realiza una reunión plenaria del Comité Central del PCS en la que se trata el punto de la planificación estratégica, orientada a definir las temáticas, prioridades e intereses de los periodos 1994-1996 y 1997-1999. A este ejercicio se le da el nombre de Macroestrategia. A continuación realizamos una síntesis de las intervenciones realizadas en esta reunión, que incluyen reacciones al discurso de Schafik por parte de tres nuevos miembros del comité central.

Reconoce Schafik que “antes del derrumbe del socialismo de estado en la ex Unión Soviética y Europa del Este, no reconocíamos a necesidad de elaborar sobre esta temática, pues se consideraba como una cuestión ya establecida. Se partía, aceptando la caracterización que se hacía de la época histórica como la época del tránsito del capitalismo al socialismo, de que el capitalismo se encontraba en su crisis general y más exactamente en su tercera etapa de su crisis general.”
Agrega que “según la teoría, el carácter de las revoluciones propias del Tercer Mundo era de Liberación Nacional, en el primer mundo estaba a la orden del día la lucha por el socialismo y en el segundo mundo, es decir en los países socialistas la construcción del socialismo. Así, las fuerzas del socialismo también estaban ya clasificadas: la clase obrera en los países capitalistas desarrollados, los movimientos de liberación nacional en el tercer Mundo y el sistema del socialismo. Estas eran las tres fuerzas revolucionarias, transformadora de la sociedad a nivel planetario.”

Subraya que “el contenido de la lucha de liberación nacional, después de pasar por varias fases, era de orientación socialista o con orientación hacia el socialismo. El capitalismo desarrollado era el imperialismo y sobre este había toda una teoría elaborada por Lenin, sobre el capitalismo monopolista, que lo caracterizaba como la fase superior del capitalismo. Estos son algunos de los aspectos más sobresalientes de la caracterización que se hacía de la época histórica y que se daban como establecidos.”

Indica que “con los cambios de este fin de siglo en el panorama mundial se nos plantea la necesidad de pensar con cabeza propia sobre esta temática y si no nos ubicamos en esta temática tampoco podemos elaborar la estrategia para el periodo. Si bien es cierto que la elaboración de la macroestrategia y su realización hay que ubicarla en un largo plazo histórico, no podemos decidir nuestra estrategia sobre el proceso actual y la revolución democrática si no tenemos definido este proyecto histórico. Eso está relacionado al espacio con que pueden contar y a sus posibilidades de desarrollo o debilitamiento.”

La posibilidad histórica del socialismo no está cerrada

Considera Schafik que “el derrumbe de ese sistema no cierra la posibilidad del socialismo en general, que lo que se ha derrumbado es un modelo de socialismo de socialismo y hemos caracterizado ese modelo que se derrumbó como socialismo de estado para diferenciarla de la conceptualización de socialismo real utilizada como para dejar establecido que ese era el único modelo posible de socialismo que podía construirse. Otros han preferido llamarle modelo soviético teniendo en cuenta que fue en ese país donde se originó y que después se extendió. Nosotros hemos preferido llamarle socialismo de estado porque esa caracterización si va a la esencia del modelo, consistente en que el sistema político, económico y social, la gestión social y el partido de la revolución, estaban en manos del Estado y no de la sociedad.”

Evalúa que “la experiencia demostró que ese modelo no fue apto ni siquiera para sobrevivir en a disputa histórica con el capitalismo. Se volvió un modelo conservador respecto del desarrollo económico y no democrático en lo político…En ese modelo de socialismo de estado las fuerzas productivas llegaron a estancarse. El sistema económico ahí existente llegó a suprimir casi totalmente la necesidad de incorporar los progresos científico-técnicos de las fuerzas productivas.”

Considera que “el modelo de socialismo de estado no era democrático y no podía ser democrático en un sentido estructural, la democracia no era necesaria para el funcionamiento del sistema, el sistema funcionaba desde el Estado…el sistema político era un sistema rígido que no tenía espacios para la participación desde abajo. Después de la muerte de Stalin y del XX Congreso del PCUS realmente la represión se fue suprimiendo pero eso no quiere decir que hubiera democracia y que hubiera la posibilidad de participación y el ejercicio democrático paso a ser algo un poco formal, había ciertas posibilidades muy limitadas de opinar, pero hasta ahí no más.”

Menciona Schafik que “en un problema tan sencillo como es este de la solidaridad internacional nosotros tuvimos una experiencia, hubo movimiento de solidaridad que surgía desde abajo, especialmente sectores de la juventud trabajadora y de los estudiantes, pero ese movimiento no era aceptado gustosamente por el sistema, ya en los últimos tiempos lo toleraban un poco peor no les gustaba y trataban de controlarlo y de suprimirlo, la solidaridad la expresaría el PCUS y para eso tenían organismos especiales desde arriba, como el Comité de la Paz y la Amistad con los Pueblos y cosas por el estilo. No se podía reunir dinero para entregarlo directamente al pueblo con el cual se estaba haciendo la solidaridad, había que entregárselo a este fondo y una vez entregado a ese fondo ese era el que determinaba a quien se le daba aunque se hubiera recogido entre la población para El Salvador, para el FMLN. Ellos podían determinar otra cosa, eso estaba determinado como una política de estado, se decía política de partido pero es que el partido era parte del Estado.”

Analiza que “en líneas generales este es el modelo que se derrumbó, esto no quiere decir que este socialismo que se derrumbó no tuvo nada de positivo para su propios pueblos, para su propias sociedades, y para el mundo, claro que tuvo mucho de positivo, ahí impero durante un periodo más o menos largo una noción bastante viva de equidad social, digo relativamente como no ha existido ningún otro momento ni existe hoy en ninguna sociedad. Ahí impero también un sistema de servicio social de parte del Estado bastante eficiente como no ha existido ni existe hoy en ninguna otra sociedad. Eso se deterior en la parte final de la crisis del sistema porque los recursos para el gasto social, el Estado los empezó a encauzar hacia el gasto militar.”

Enfatiza que “aun nivel más global todo el esfuerzo de liberación de los pueblos coloniales, la liquidación del colonialismo solo es posible concebirla dentro del marco de esa bi-polaridad que se estableció a nivel mundial que la daba a los pueblos la posibilidad de desarrollar su lucha y al capitalismo y al imperialismo lo ponía en la obligación de competir y mantener su liderazgo, de mantener su hegemonía compitiendo.”

Explica que “congruentemente con ese modelo de socialismo de estado las teorías sobre las revoluciones en los países atrasados fue conformándose, en un primer momento imperó de manera absoluta la idea de ir al socialismo sin pasar por el capitalismo, eso tenía a su base la experiencia misma de la revolución bolchevique, en un país muy atrasado, que tenía una parte muy feudal, e incluso una parte en el norte, en la parte oriental, hacia el Polo con pueblos que ni siquiera estaban en el feudalismo, otra parte en el Asia Central con pueblos que estaban en pleno régimen feudal oriental y una parte donde había un poco de desarrollo capitalista en el occidente, no mucho y en el sur, en esa parte occidental unos regímenes que podríamos llamar semifeudales.”

Agrega que “sin embargo, cuando la revolución en el mundo se fue extendiendo a distintos continentes, y sobre todo cuando la revolución se extendió a África y en regiones muy atrasadas de Asia ya no era posible sostener esta misma tesis y empezaron a parecer otras definiciones para la revolución en estas otras partes del mundo , del Tercer Mundo. Primero se hablaba de “revolución democrática nacional” o “nacional democrática” luego se habló de las “revoluciones con orientación socialista” y yendo más allá, a estas “revoluciones con orientación socialista” se les empezó a caracterizar como revoluciones que abren “una vía no capitalista de desarrollo.”

“Nadie entendía que quería decir eso de “vía no capitalista de desarrollo” pero si quedaba clara una cosa: el programa de estas revoluciones, especialmente el programa económico, ( que siempre fue el más fuerte, el programa económico nunca se desarrollo mucho) el programa de las transformaciones económicas debía conducir al fortalecimiento del sector estatal de la economía. Esto era congruente con la visión histórica de futuro, es decir con el modelo de socialismo de Estado. El modelo de socialismo era el modelo de socialismo de Estado y debemos recordar que sostenía que solo había un modelo en el mundo y no había posibilidad de otro, y este fue el gran debate con los partidos comunistas de Europa occidental.”

El fortalecimiento del sector estatal

Afirma Schafik que “esta era una corrección a la ciencia del materialismo histórico. Marx y Lenin dijeron que el socialismo conocería diversos modelos, pero como lo que estaba establecido a esas alturas era un solo modelo y ese era el socialismo de Estado , entonces las revoluciones con orientación socialista, aquellas que todavía no podrían construir el socialismo y debían ir por ese camino, el cual requería el fortalecimiento del sector estatal de la economía y la toma del poder por las fuerzas revolucionarias, que en esos países era un bloque de alianzas alrededor de la alianza obrero-campesina, aun si la clase obrera fuera pequeña, aunque donde no había, revoluciones en países donde no había clase obrera ni pequeña, por ejemplo en numerosos países de África, ahí lo principal era la toma del poder por las fuerzas progresistas , cualquiera fuera su composición y la combinación de ese programa económico y del poder de estas fuerzas progresistas, es lo que aseguraba la orientación hacia el socialismo , el carácter de revolución con orientación socialista.”

Reflexiona Schafik que “los comunistas y el movimiento social, el movimiento laboral, el movimiento obrero y campesino nos hayamos educado con la idea de que todo lo que sea fortalecer el Estado es progresista y que los programas económicos deben basarse en las nacionalizaciones, las estatizaciones y todo lo que debilita en el terreno económico al Estado es negativo, reaccionario, . En esto nos hemos educado y como ustedes ven ello tiene que ver con toda nuestra visión aunque no estemos ahora construyendo el socialismo. Ahora bien en nuestro VIII Congreso nosotros hicimos una primera incursión sobre este tema de una manera no sistemática pero si hicimos una incursión muy importante y sentamos ciertas bases.”

Entre estas bases analizamos que “si bien es cierto que este derrumbe del sistema socialista del siglo XX es un verdadero cataclismo, y nos ha traído no pocas confusiones, hay que reconocer que también tiene virtudes, los teóricos del socialismo científico no tuvieron a la vista ninguna experiencia , ningún experimento y por tanto estaban sujetos a cometer errores y realmente también incluyeron errores en sus concepciones, pero tuvieron que elaborar y no me estoy refiriendo nada más a los bolcheviques.”

Agrega que “ me estoy refiriendo incluso a Marx y Engels pero es que ellos no tuvieron a la vista ningún experimento práctico concreto, además tenían a la vista un mundo distinto a este en buena medida en cuanto a los niveles de desarrollo, era el mundo del siglo XIX, pero ellos tuvieron que elaborar y en eso residen uno de los aspectos principales de su genialidad, por la vía de la abstracción científica, por la vía de la investigación, por la vía casi exclusivamente del pensamiento, sacando deducciones de cómo había avanzado el mundo.”

Concluye Schafik que “el socialismo no puede ser una sociedad en manos del Estado, tiene que ser una sociedad en manos de la sociedad. Eso que es un pensamiento que se expresa muy sintéticamente y es sencillo, es clave, es el punto de ruptura con ese modelo y es el punto de afirmación de la lucha por el socialismo. En nuestro Congreso lanzamos como un postulado que recoge esta esencia y dijimos que es necesario socializar el socialismo, es decir elaborar un modelo de socialismo en que el socialismo este en manos de la sociedad y no del estado. Nosotros debemos recoger eso y desarrollarlo, quizás la debilidad de este planteamiento reside en que se unilatelizó bastante y como que en adelante el estado no cumpliría ningún papel, nosotros tenemos que hacer una elaboración ahora y uno de los puntos que debemos elaborar es qué papel juega el estado puesto que el estado va seguir existiendo durante un periodo histórico relativamente largo.”

Apunta que “eso nos permitiría aclarar mejor el papel del estado hoy en la Revolución Democrática, porque ese es el otro aporte que le VIII Congreso hizo, un aporte menos difícil porque el Partido Comunista de El Salvador ya tenía elaboraciones desde los años 70, desde su VII Congreso para poner algún punto de referencia, desde antes, acerca de cuál es el carácter de la revolución en que nosotros nos encontramos empeñados puesto que no es todavía una revolución socialista, ya nosotros traíamos elaboraciones en ese sentido, primero hablábamos de una etapa ,de la etapa de la revolución democrática antiimperialista, después desarrollamos en el VII Congreso que no se trataba de dos revoluciones, que la etapa de la revolución democrática antiimperialista había que verla como parte integrante de la revolución socialista y que se trataba de una sola revolución, pero que cumplía un programa de transformaciones en dos etapas.”

A la vez señala que “definimos en el VIII Congreso que nos encontramos en el proceso de consumación de la revolución democrática. Si esta va a consumarse o no es un problema de lucha, definimos esto y definimos algo más. En su programa económico destacamos como cuestión principal la construcción y desarrollo del sector popular de la economía, esto es congruente con el modelo de socialismo por el cual nos estamos pronunciando, este no es un socialismo de estado, es un socialismo en el cual el sistema está en manos de la sociedad fundamentalmente y si el sistema va a estar en manos de la sociedad fundamentalmente, hemos abandonado al posición de que lo revolucionario consiste en fortalecer el sector estatal de la economía y frente a eso hemos elaborado otra tesis, hay que hacer surgir, fortalecer, y desarrollar el sector popular de la economía.”

Aclara que “hay un tema que fue tabú durante muchos decenios y desapareció de las elaboraciones estratégicas a nivel mundial, estaba presente solo como crítica al capitalismo, como señalamiento de un factor de crisis para el sistema capitalista y una fuente de injusticias para la sociedad, el problema del mercado, Marx y Engels nos habían enseñado que el mercado es anterior al capitalismo, es un fenómeno antiquísimo, y que será posterior al capitalismo y nos habían enseñado que la sociedad socialista sería también una sociedad con una economía mercantil y por tanto seguiría existiendo y jugando su papel la ley del valor, los precios, la moneda, etc. Que sin embargo el mercado en el sistema socialista tenía características diferentes al mercado en el capitalismo, que tenía que ser un mercado con ciertas limitaciones, con ciertos controles y que esa es una de las funciones del Estado.”

Opina que “nosotros tenemos que volver a repensar nuestra posición sobre el mercado. Como punto de entrada tenemos que decir que en primer lugar en la Revolución Democrática ni pensar en abolir el mercado, que tampoco se pude hacer eso en el socialismo, que el mercado va a desaparecer, como ya lo había previsto Marx, cuando por el desarrollo de las fuerzas productivas se llegue a alcanzar niveles tan astronómicos de productividad del hombre, que los niveles de productividad de la mano de obra sean tan astronómicos que cada persona pueda tomar del producto social lo que necesite según sus necesidades y no según la ley del valor, según su trabajo en el socialismo.”

Por otra parte, señala que “la revolución tiene que resolver el problema del poder para poder asegurar que el curso del desarrollo va a ir hacia este modelo de socialismo, no va a perennizar, la palabra perennizar es mucho pero hoy no tengo otra a la mano para hablar de alargar demasiado el capitalismo. Esto subraya el problema del poder, es decir, si bien es cierto que nosotros fuera del poder , desde la oposición podemos impulsar una lucha que fortalezca este sector ( popular de la economía) que le de cierta sistematicidad y coherencia a este sector, lo cual requiere un trabajo político grande para unificar pensamiento en todo este sector.”

El problema del poder

Indica Schafik que “de nuevo hay que reafirmar que resolver el problema del poder sigue siendo el problema central, principal de la revolución ¿cómo resolverlo? Ese es otro problema, pero debe resolverse y esto nos lleva al tema del poder…de lo que estamos hablando como decisivo es el poder del Estado y que el poder social, el poder económico, el poder político fuera del poder del Estado son palancas enormes que si queremos les podemos llamar poder, pero son palancas enormes para hacer nuestra lucha, para progresar y para influir el curos de los acontecimientos, pero no basta para asegurar la conducción del proceso del desarrollo de la sociedad en su conjunto. Para eso se necesita además el poder del Estado.”

Agrega que “para llegar al poder del Estado necesitamos un gran poder social, político económico, etc., y si se puede también un poder económico. Se dice que hay que tomar ejemplo de la burguesía, que la burguesía tiene el poder económico y por eso es que define y es que tiene el poder del Estado también, no solo tiene el poder económico. Ahora bien ¿qué es el poder del estado?”

Y responde que “en el poder del estado hay que distinguir por lo menos dos categorías, uno, el poder permanente del estado y otra el poder temporal. El poder permanente es el que está constituido por las Instituciones y Aparatos permanentes que no necesitan ser sometidos a consulta popular, no necesitan ser votados y no tiene plazo para ser renovado…y le pder temporal que es la parte del poder del estado que se somete a periódicas consultas populares, lo que llamamos en términos resumidos el gobierno.”

La globalización

Plantea que “la globalización no solo es un proceso económico, es un proceso político, ideológico…Nosotros tenemos que aprender a servirnos de la globalización del pensamiento, del trafico globalizado de ideas y pensamientos y conocimientos y también aprender a poseer un enfoque crítico que nos permita distinguir entre unos pensamientos y otros. Ese punto de vista crítico no pude formarse sino a partir de que nosotros tengamos clara una estrategia que asegure un desarrollo alternativo al capitalismo.”#
Agrega que “si eso no es así , nosotros estamos corriendo el riesgo y lo está corriendo toda la izquierda en América Latina y ese es uno de los factores que explica el decaimiento de la fortaleza de la izquierda revolucionaria en América Latina, estamos corriendo el riesgo de la cooptación, como estamos pateando los mismos terrenos que la burguesía más moderna y más adelantada en estos países en lo que se refiere al desarrollo económico social, si nosotros no tenemos una estrategia alternativa de ese desarrollo, entonces la tendencia es a ser cooptado por que la burguesía es más fuerte, tiene el poder del Estado, tiene los medios de comunicación, tiene el capital, tiene el apoyo internacional y también tiene las ONGs.”
Subraya que a nivel internacional “el capitalismo contemporáneo es un capitalismo en el que hay asociaciones y bloques, por un lado, hay bloques económicos, se reconocen tres: la CCE, Japón y los dragones, y estados Unidos y ahora hay que decir el mundo del TLC y de la probable integración hemisférica. Entres estos bloques hay disputa pero también hay cooperación, sería un error solo ver las contradicciones entre ellos, también hay cooperación y no hay que subestimar las capacidades que tienen para resolver sus contradicciones.”
Señala como un aspecto de la globalización que “si en un país como el nuestro la tendencia es que las organizaciones sociales, gremiales, se transformen en ONGs gestoras y ejecutoras de proyectos, ya perdió la base social de esas entidades, ya no pueden definir qué es lo que se va a hacer…esto quizás explique, en una medida importante los cambios sorprendentes en la política de los centros imperialistas, de los gobiernos imperialistas, de repente ahora son favorables a la democratización, a que haya elecciones limpias, a que se respeten los derechos humanos, entonces uno reflexiona, es fácil hacer esta deducción: claro, si llegue quien llegue va tener el mismo programa ¿ y cómo se le sale de control?”
Subraya que “es otra manera de hacer el control, la esencia del asunto sigue siendo la misma, es una esencia imperial pero hoy es más prestigiosa, eso le da la oportunidad a los gobiernos de esos países imperialistas de blasonar, de ser defensores de los derechos humanos, de la democracia, de la transparencia electoral, supresión de los ejércitos, desmilitarización, etc.., lo cual quiere decir que aparece también al lado de nuestras contradicciones con los centros capitalistas desarrollados, aparece en estos países atrasados un área importante de coincidencias, estamos pateando el mismo terreno.”
Pone como ejemplo que si “vamos a hacer la reforma del sistema electoral, tenemos un aliado en los norteamericanos ¿y sería correcto desde el punto de vista político rechazarlo? Yo creo que no, pero tenemos que tener claro cuál debe ser nuestra lucha para en realidad abrirle espacio a las posibilidades de un desarrollo menos dependiente y si se quiere independiente porque solo un desarrollo independiente puede ser conducido en un sentido anticapitalista en fin de cuentas. Hay que partir de la base de que jamás el capitalismo va a aceptar un desarrollo en fin de cuentas anticapitalista y si nosotros nos pronunciamos por el socialismo justamente nos estamos pronunciando por eso.”
El cambio social
Se preguntas Schafik “¿cómo cambiar? En gran medida el cambio en cada país está muy vinculado al fortalecimiento de las posibilidades del cambio a nivel global, aunque no estamos hablando de la revolución simultanea y mundial, es decir, estamos hablando de que las posibilidades de la revolución están vinculadas también a las posibilidades globales, siempre ha sido así pero ahora es muy acentuado. Ahora la acción internacional es parte de la acción nacional, en el caos nuestro ya lo hemos vivido y debemos sacar conclusiones de eso, toda nuestra experiencia durante la guerra de combinar la lucha armada con la lucha política, la lucha diplomática con la lucha social, es expresión de eso y recibimos no poca energía y no poca contribución, aun dentro de los países capitalistas desarrollados, aun en los centros imperiales, desmitificamos el mundo, hay que aprovechar esa experiencia porque la tendencia es a que eso se extreme, se desarrolle.”
Asegura que “en el mundo de las políticas concretas siguen imperando los viejos conceptos que reflejan las realidades del mundo, el dominio del mundo por la minoría capitalista a nivel mundial y la pobreza sigue en expansión veloz…esto trae un mundo de explosiones y desestabilización, en ese contexto del mundo asumiéndolo tal como es, en este contexto es que pueden construirse las nuevas correlaciones que se necesitan para hacer triunfar el curso revolucionario, fuera de ese contexto aferrándose a viejas ideas no hay posibilidades, estaríamos aislados y seríamos una fuerza en liquidación.”
Continúa afirmando que “la izquierda sería una fuerza en liquidación no solo en nuestro país, sino en buena medida en varios países es una fuerza en liquidación. La derecha es una fuerza en desarrollo porque tiene detrás todo ese viento y todo ese dinero y todo ese poderío, todavía lo tiene. Yo quiero concluir con lo siguiente, con dos cosas: el papel de la información y la comunicación, eso es central en el mundo de hoy, si los Estados Unidos sigue siendo el país central del capitalismo no es tanto por el poderío de su economía cuanto por su dominio de este renglón de la comunicación y la informática.”
Por otra parte señala que “cuando se habla de modernizar al Partido o del partido que queremos, por eso es que hemos dejado el tema ese hasta el final, porque sino sería como revolcarnos en el viejo charco, unos que estamos a favor de la célula, otros en contra de la célula, ahí estaríamos perdidos no porque sea malo que haya célula, ese es otro punto sino porque no estamos en el terreno que debemos estar discutiendo esta problemática.”
Sostiene Schafik que “el Partido que necesitamos es un partido que debe ser capaz de navegar en todas estas aguas, tener los conocimientos para eso, y ese no es problema puramente de organización, la organización está al servicio de eso, es un problema de elaboración, de llenar nuestros grandes vacíos teóricos en que nos dejó el derrumbe del socialismo de estado.”
Agrega que “creo que a la vuelta de algunos años si logramos salir adelante con esto le vamos a agradecer al derrumbe, es cierta liberación de la mente, la búsqueda de nuevos modelos de socialismo está en desarrollo, está en ejecución. Pocos recordamos que no se cayó todo lo que había de socialismo, está China, está Vietnam, esta Corea del Norte y esta Cuba, en todos ellos se están haciendo esfuerzos de elaboración de un nuevo modelo, unos más conscientes otros todavía menos conscientes, unos a la defensiva solo porque hay que defenderse y sobrevivir, otros porque se dan cuenta que hay que elaborar un nuevo modelo integralmente para poder seguir adelante con la lucha por el socialismo.”
Recomienda que “tenemos que cuidarnos de copiar, pero tenemos también que conocer que es lo que se está haciendo. Por ejemplo los chinos caracterizan su modelo como socialismo de mercado, desarrollando la tesis de que el mercado no es asunto exclusivo del capitalismo; los teóricos del neoliberalismo hablan de la economía de mercado, de las fuerzas del mercado y los chinos dicen el mercado es un asunto del socialismo también, que si el mercado tiene fuerzas positivas para el desarrollo, pueden ser también para el socialismo.”
Explica que en ese momento en Cuba “están adoptando medidas en el concepto de la defensa de las conquistas de la revolución, un concepto defensivo y tras ese concepto ponen en marcha medidas que son como concesiones que les hacen al capitalismo. Poco a poco va surgiendo la conciencia entre los cubanos, me refiero a los compañeros revolucionarios de la necesidad de ir adentrándose en la elaboración de un modelo, eso es my incipiente todavía. Y hay que darle carácter ofensivo a esto. Hace poco han tomado medidas importantes que tienen que ver con el mercado.”
Enfatiza que “voy a terminar un último elemento que es esencial de la estrategia. Modernizar y desarrollar nuestro pensamiento estratégico de manera de asegurar el carácter alternativo de nuestra lucha, de nuestro Partido y del FMLN. Esto es una cuestión clave , si ante los ojos de la gente no somos una fuerza alternativa con una línea alternativa, no tenemos razón de ser, hemos perdido el espacio para el cual surgimos y el cual nos justifica históricamente, hemos perdido nuestra identidad, la identidad tiene que ver con esto no con otra cosa.”
Otras intervenciones acerca del tema Macroestrategia
En el documento de este pleno del CC del PCS se consignan opiniones vertidas por otros integrantes de este organismo en reacción al planteamiento de Schafik, se trata de nuevos integrantes surgidos del VIII Congreso de marzo de 1993. Tito Bazán, (Rodrigo) que fue secretario general de AES y Comisario Político de las FAL, plantea que “si bien la macroestrategia toca como está el mundo y que resortes y mecanismos operan en la correlación de fuerzas mundial, también es importante tomar en cuenta que tenemos nosotros como sociedad, que recursos y potencialidades tiene la nación salvadoreña no solo en el marco de la lucha contra el imperialismo sino también como fuerza revolucionaria en nuestro país y en que está fundamentado social y económicamente esas posibilidades y esos recursos.”
Agrega que “esto está bastante vinculado me parece a mí, al problema de cómo conceptualizamos el poder, porque ese es el otro aspecto que yo pienso que necesitamos discutir, en principio he considerado como marxista que el concepto de poder está vinculado a las clases, pero si nosotros abandonamos el concepto de clases o lo diferenciamos , lo dispersamos, quedamos prácticamente sin un concepto de poder muy claro y nos referimos únicamente al estado y a los aparatos del Estado que me parece que pueden ser una tendencia y por eso no estoy completamente convencido de esas ideas de teorización que se hizo con respecto al poder permanente y al poder temporal.”
Opina que la estrategia de poder “involucra también el primer escalón de poder, como ya lo hemos definido en el Congreso, que es la municipalidad, que es también una expresión, que no es el poder centralizado del Estado con sus organismos que acerca la comunidad, la persona, los individuos, los grupos, en su labor cotidiana a niveles de poder y acceso al poder que son importantes que nosotros aprendamos a pelearlos y a trabajarlos en cada lugar, en cada municipio.”
Reconoce que “no hemos hecho una discusión bastante más a fondo de cuál es nuestro sujeto, siempre que nosotros analizamos el poder enemigo lo catalogamos muy claramente como el poder de la clase de los burgueses y los límites de la democracia burguesa son los límites de los intereses de clase, esos son los límites de lo que ellos permiten de democracia y por qué para nosotros a los otros sectores no hay a que intereses referirse, ¿los intereses generales en general o que clase? Este es un vacío muy importante en el planteamiento porque nos dispersa entorno a que intereses fundamentales vamos a defender y creo que es importante sustentarlo y fundamentarlo.”
A su vez, Ángel Ibarra, (Boris), dirigente de la UNES y actual Viceministro de Medio Ambiente, interviene y plantea que “hay algunas preguntas que para nosotros creo tienen bastante radicalidad y es el por qué luchamos, a qué le llamamos revolución. A mí me parece que nosotros tenemos en todo esto un panorama confuso, complejo, interrelacionado, globalizado, etc., tenemos que buscar la viabilidad de nuestra lucha precisamente en la conservación de la utopía. Algo de lo que Schafik planteó sobre la globalización, la modernización del imperialismo y hay algo que omitió y es la gran avalancha ideológica propagandística que el neoliberalismo ha llevado a escala mundial que hacen parecer como que cualquier alternativa es inviable y estamos al fin de la historia.”
Opina que en el planteamiento de Schafik “no se destaca mucho el elemento de la democracia participativa y que esa sea como la médula del sistema político al cual nosotros aspiramos, el sistema económico al cual nosotros aspiramos, la democracia participativa en la cual realmente las formas de organización, el futuro de la sociedad civil misma pasa en tanto los ahora excluidos, los ahora marginados se convierten realmente en sujetos de su propio destino y en sujetos de su propia historia.”
Destaca Boris que “en la visión pasada mucho del poder estaba en el Estado y realmente la organización popular no tenía poder ni el poder era popular ¿cómo conservaos nosotros la esencia del poder popular? ¿qué hacemos como partido para impulsar la lucha como poder popular bajo la premisa de que este poder es de irlo construyendo realmente? Yo creo y Schafik lo plantea en el hecho de que nosotros podemos ganar una elección, quizás en el 99 o en el 2004, etc., pero ahí habrá avanzado el sistema no solo de explotación sino que de opresión en el cual son estos organismos financieros los que determinan la agenda no solo de la política del gobierno…es decir que el sistema de opresión es global.”
Otra elemento que apunta es que “este sistema capitalista mundial realmente no pude seguir desarrollándose con los mismos ritmos y los mismos niveles de explotación que tiene, tiene un tope el desarrollismo, el consumismo, las lacras sociales de los países desarrollados y uno de esos topes es precisamente que la población pobre es cada vez mayor, cada vez crece y la pobreza se hace cada vez más explosiva.” Además le pregunta a Schafik que opine sobre la sociedad civil y la viabilidad de un camino alternativo.
Schafik responde a Boris que “la democracia participativa es una expresión más profunda de la democracia que corresponde justamente a una sociedad en que el sistema está en manos de la sociedad, abrirle paso a formas de democracia participativa desde ahora es parte de la lucha no solo por la democracia hoy sino por el socialismo. Yo creo que así debemos verlo. En cuanto a la cuestión del poder, se pude hablar del poder popular, se puede hablar de todo eso y esto es bueno como conceptos movilizadores de darle a la gente la dimensión de lo que hay que lograr.”
Pero advierte que evitar “situaciones como la de los sandinistas cuando perdieron el poder del Estado, ahí tenían el poder permanente y el poder temporal, los dos, aquella consigna de gobernar desde abajo yo creo que eso es un poco ilusionar a la gente con cosas que realmente no son las que están en juego, y está bien formar el poder social, el poder popular, le podemos llamar poder a todo eso, pero yo lo que quería es que nos pusiéramos de acuerdo en que cuando estamos hablando de un factor indispensable para consumar la revolución democrática y para impulsar el proceso del desarrollo hacia el socialismo, un factor importante, decisivo y esencial, es el poder del Estado, si no se tiene el poder del Estado se puede tener todo eso otro y punto, mediatizándose la situación.”
Schafik responde Rodrigo que “acerca de hacer un estudio de las clases sociales hoy y darle un contenido concreto a que poder nos estamos refiriendo, yo creo que él tiene razón en esto, tenemos que hacer un estudio de las clases pero no para volver a los esquemas viejos que eran en cierta manera copias, nosotros le asignábamos a las clases de por si un papel revolucionario o reaccionario y la vida demostró que no es cierto.”
Agrega que “en lo que no estoy muy de acuerdo es en el rebajamiento que de una u otra manera se hace del problema del poder del estado, no hay que rebajarlo en manera alguna ni diluirlo, lo que no quiere decir excluir lo otro, pero en eso de llamarle poder a prácticamente a todo queda diluido el problema real del poder que tenemos que lograr. Claro que tenemos que tener un grande y poderoso movimiento popular, tenemos que tener un grande y poderoso movimiento político, todo eso es claro, sin eso no podemos llagar al poder ni tomar el poder ni retener el poder. Pero distingamos de que estamos hablando.”
Sobre la sociedad civil opina que “la verdad es que en la CP no llegamos a ponernos de acuerdo sobre eso, son conceptos que se usan hoy pero no para largo, por sociedad civil se entiende prácticamente todo lo que no es Estado, otros entienden que hay que distinguir entre sociedad civil y sociedad política, hasta hablan de clase política, todo eso en la politología está bien, pero nosotros en la CP no consideramos que es esencial que entremos a tomar posición sobre esos conceptos por más que se estén usando, que para que el Partido se arme ideológica y teóricamente más bien tenemos que ir a conceptos más directos, más concretos que expresen la alternativa de desarrollo que está en juego, sin prohibir por cierto el uso de eso términos, pero tampoco es que en animo de modernización nosotros debemos agarrar cualquier cosa o cualquier termino que va saliendo.”
Interviene Walter (Roberto Lorenzana ) actual Secretario Técnico de la Presidencia, y plantea que “ yo creo que estrategia es estrategia y no solamente para concretarse es bueno clasificarlo. Yo creo que la estrategia de manera simple como la hemos entendido siempre es el trazo principal del camino que nos lleva a la toma del poder, incluyendo las medidas concretas que el Partido debe desarrollar para tomar el poder, así entiendo yo estrategia. Y la táctica es lo más concreto, es la ejecución de la estrategia en cada momento determinado.”
Agrega que “yo me diferencio un tanto en cuanto que sea como determinante, para que nosotros podamos tener una estrategia correcta para la toma del poder, haber continuado toda nuestra elaboración con respecto al socialismo, independientemente que eso tenga una gran importancia, pero esa lógica también podría llevarnos a un espacio, a un acuerdo determinado por terminar de construir el diseño de socialismo que queremos y navegar en este momento sin una estrategia concreta dándole respuesta espontanea a los acontecimientos diarios que están ocurriendo.”
Considera Walter que “la revolución democrática como la hemos llamado definitivamente tendrá como relaciones económicas dominantes las relaciones capitalistas, no solamente es un problema de mercado sino que serán las relaciones capitalistas las dominantes y de eso yo creo nosotros debemos de hacernos cargo porque los cambios que ahorita han estado sucediendo en el país deben de caracterizarse de revolucionarios porque han significado un viraje muy grande en el sistema político pero los cambios se han estado dando fundamentalmente en el terreno político porque el terreno de lo que antes llamábamos la superestructura y la transformación del estado en la nueva institucionalidad del estado, en las reformas al sistema judicial, en la reforma electoral, esos cambios, todavía están pendientes, una buena parte y forman parte de la agenda de la revolución democrática.”
Subraya que “el énfasis debemos seguirlo poniendo en el terreno político, aun cuando debe incursionarse en el terreno económico. La distribución de la riqueza más ampliamente en el país creo yo que presupone el incremento de la pequeña propiedad, ya en el país si nosotros revisamos un periodo de unos 15 años, la propiedad, particularmente la tierra ha venido reduciéndose y se están incrementando el número de propietarios desde la reforma agraria y yo creo que nosotros no debemos considerar la pequeña propiedad en general y también lo que tenga que ver con la tierra, el minifundio por ejemplo, necesariamente como sinónimo de reproducción de la pobreza.”
Analiza que “la concreción del socialismo y el acortamiento de ese período de transición al socialismo que le llamamos revolución democrática va a depender mucho también de los cambios internacionales y va a depender mucho de la correlación de las fuerzas que construyan las fuerzas revolucionarias en el mundo…” se pregunta Walter: “¿será posible consumar la revolución democrática cuando las fuerzas de izquierda o las fuerzas revolucionarias no controlen el poder político?”
Y argumenta que “hay algunos compañeros que consideran que la revolución democrática es la consumación de los acuerdos de paz, yo soy del criterio de quela derecha en este momento podría llevar a la consumación total de esos acuerdos de paz estando ellos en el poder si es que esa fuera su voluntad. Y si eso es sinónimo de revolución democrática llegaríamos a la conclusión de que se puede desarrollar alguna revolución democrática sin que las fuerzas revolucionarias estén en el poder político.”
Schafik responde que “para ir al socialismo, es indispensable que las fuerzas revolucionarias lleguen al poder, sobre lo primero que dijo Walter, que no considera necesario para la estrategia definir el rumbo socialista y el sistema de socialismo, y que la estrategia es solo la línea para tomar el poder yo creo que no es tan así, y entonces uno se pregunta: lo primero para poder tomar el poder es saber para que se quiere el poder, si no , no va a movilizarse la fuerza y la correlación de fuerza necesaria para eso. Y eso está directamente vinculado al tema que siempre ha sido de la definición de la estrategia, el tema del carácter de la revolución. Ese ha sido siempre un tema de la estrategia. Sigue siéndolo.”
Concluye Schafik que “”cuando aquí estamos hablando de que en el programa de la Revolución democrática debe de ser un punto central el surgimiento del sector popular de la economía en el programa económico. Y en el terreno político la democratización que va más allá de los .linderos de la democracia burguesa, no solo representativa sino participativa. En el fondo lo que estamos diciendo es que nos adherimos a la tesis de que en el seno de la vieja sociedad puede ir surgiendo y pueden impulsarse desarrollos de elementos que serán integrantes del sistema futuro.”

Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntrico

Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntrico
Edgardo Lander

Universidad Central de Venezuela, Caracas.

Presentación
Edgardo Lander

Este libro tiene su origen en el simposio Alternativas al eurocentrismo y colonialismo en el pensamiento social latinoamericano contemporáneo, organizado en el contexto del Congreso Mundial de Sociología realizado en Montreal, entre julio y agosto de 1998, con el patrocinio de la Unidad Regional de Ciencias Sociales y Humanas para América Latina y el Caribe de la UNESCO. El encuentro fue convocado a partir del siguiente texto:
El eurocentrismo y el colonialismo son como cebollas de múltiples capas.

En diferentes momentos históricos del pensamiento social crítico latinoamericano se han develado algunas de estas capas. Posteriormente siempre ha sido posible reconocer aspectos y dimensiones (nuevas capas de ocultamiento) que no habían sido identificadas por las críticas anteriores.

Hoy nos encontramos ante replanteos globales y fundamentales de los saberes y disciplinas sociales en todo el mundo. El Informe Gulbenkian, coordinado por Immanuel Wallerstein es una significativa expresión de estas reflexiones, como lo son la crítica al Orientalismo, los estudios postcoloniales, la crítica al discurso colonial, los estudios subalternos, el afrocentrismo y el post-occidentalismo.

El propósito de este simposio es recoger, incorporando para ello una perspectiva histórica, los debates latinoamericanos actuales a propósito de estos asuntos. En un mundo en el cual parecen imponerse, por un lado el pensamiento único del neoliberalismo, y por el otro el descentramiento y escepticismo de la postmodernidad, ¿cuáles son las potencialidades que se
están abriendo en el continente en el conocimiento, la política y en la cultura a partir del replanteo de estas cuestiones? ¿Cuál es la relación de estas perspectivas teóricas con el resurgir de las luchas de los pueblos históricamente excluidos como las poblaciones negras e indígenas en América Latina? ¿Cómo se plantean a partir de estos asuntos los (viejos) debates sobre la identidad, y en torno a la hibridez, la transculturación y a la especificidad de la experiencia histórico-cultural del continente? ¿Cuáles son hoy las posibilidades (y realidad) de un diálogo desde las regiones excluidas subordinadas por unos saberes coloniales y eurocéntricos (Asia, Africa, América Latina)?

En el año y medio posteriores a la realización de dicho simposio, y a partir de la continuidad de los intercambios y debates entre sus participantes se han producido tanto modificaciones importantes en la mayor parte de los textos originales, como la incorporación de textos de otros autores que han realizado aportes significativos a los temas debatidos en el simposio. De esta manera, este libro lejos de reflejar la publicación tardía de las presentaciones realizadas en un simposio, recoge dos años de trabajo colectivo que han sido extremadamente estimulantes, con seguridad para todos, pero muy especialmente para el editor.

Quiero aprovechar nuevamente la oportunidad para agradecer a todos los autores participantes o no en el simposio por la riqueza del debate que hoy ponemos en manos de los lectores. Quiero reconocer igualmente el apoyo con el que contó este proyecto desde que fue inicialmente pensado hace tres años por parte de Francisco López Segrera en su doble carácter de patrocinador (Consejero Regional de Ciencias Sociales de UNESCO para América Latina y el Caribe) y como participante académico.

Por último, last but not least, quiero agradecer la calidad del paciente e invalorable trabajo editorial realizado por Julieta Mirabal para la publicación de este libro.

Edgardo Lander
Caracas, enero 2000

Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntrico1
Edgardo Lander2
Universidad Central de Venezuela, Caracas.

En los debates políticos y en diversos campos de las ciencias sociales, han sido notorias las dificultades para formular alternativas teóricas y políticas a la primacía total del mercado, cuya defensa más coherente ha sido formulada por el neoliberalismo. Estas dificultades se deben, en una importante medida, al hecho de que el neoliberalismo es debatido y confrontado como una teoría económica, cuando en realidad debe ser comprendido como el discurso hegemónico de un modelo civilizatorio, esto es, como una extraordinaria síntesis de los supuestos y valores básicos de la sociedad liberal moderna en torno al ser humano, la riqueza, la naturaleza, la historia, el progreso, el conocimiento y la buena vida.
Las alternativas a las propuestas neoliberales y al modelo de vida que representan, no pueden buscarse en otros modelos o teorías en el campo de la economía ya que la economía misma como disciplina científica asume, en lo fundamental, la cosmovisión liberal.

La expresión más potente de la eficacia del pensamiento científico moderno especialmente en sus expresiones tecnocráticas y neoliberales hoy hegemónicas es lo que puede ser descrito literalmente como la naturalización de las relaciones sociales, la noción de acuerdo a la cual las
características de la sociedad llamada moderna son la expresión de las tendencias espontáneas, naturales del desarrollo histórico de la sociedad.

La sociedad liberal industrial se constituye desde esta perspectiva no sólo en el orden social deseable, sino en el único posible. Esta es la concepción según la cual nos encontramos hoy en un punto de llegada, sociedad sin ideologías, modelo civilizatorio único, globalizado, universal, que hace innecesaria la política, en la medida en que ya no hay alternativas posibles a ese modo de vida.

Esta fuerza hegemónica del pensamiento neoliberal, su capacidad de presentar su propia narrativa histórica como el conocimiento objetivo, científico y universal y a su visión de la sociedad moderna como la forma más avanzada pero igualmente normal de la experiencia humana, está sustentada en condiciones histórico culturales específicas.

El neoliberalismo es un excepcional extracto, purificado y por ello despojado de tensiones y contradicciones, de tendencias y opciones civilizatorias que tienen una larga historia en la sociedad occidental.
Esto le da la capacidad de constituirse en el sentido común de la sociedad moderna. La eficacia hegemónica actual de esta síntesis se sustenta en las tectónicas transformaciones en las relaciones de poder que se han producido en el mundo en las últimas décadas.

La desaparición o derrota de las principales oposiciones políticas que ha enfrentado históricamente la sociedad liberal (el socialismo real, y las organizaciones y luchas populares anti-capitalistas en todas partes del mundo), así como la riqueza y el poderío militar sin rival de las sociedades industriales del Norte, contribuyen a la imagen de la sociedad liberal de
mercado como la única opción posible, como el fin de la Historia.

Sin embargo, la naturalización de la sociedad liberal como la forma más avanzada y normal de existencia humana no es una construcción reciente que pueda atribuirse al pensamiento neoliberal, ni a la actual coyuntura geopolítica, sino que por el contrario tiene una larga historia en el
pensamiento social occidental de los últimos siglos.

La búsqueda de alternativas a la conformación profundamente excluyente y desigual del mundo moderno exige un esfuerzo de deconstrucción del carácter universal y natural de la sociedad capitalista-liberal. Esto requiere el cuestionamiento de las pretensiones de objetividad y neutralidad de los principales instrumentos de naturalización y legitimación de este orden social: el conjunto de saberes que conocemos globalmente como ciencias sociales.

Este trabajo de deconstrucción es un esfuerzo extraordinariamente vigoroso y multifacético que se ha venido produciendo en los últimos años en todas partes del mundo. Entre sus contribuciones fundamentales se destacan: las múltiples vertientes de la crítica feminista3, el cuestionamiento de la historia europea como Historia Universal4, el desentrañamiento de la
naturaleza del orientalismo5, la exigencia de “abrir las ciencias sociales“6; los aportes de los estudios subalternos de la India7; la producción de intelectuales africanos como V.Y. Mudimbe, Mahmood Mamdani, Tsenay Serequeberham y Oyenka Owomoyela8, y el amplio espectro de la llamada perspectiva postcolonial que encuentra especial vigor en muchos departamentos de estudios culturales de universidades norteamericanas y europeas.

La búsqueda de perspectivas del conocer no eurocéntrico tiene una larga y valiosa tradición en América Latina (José Martí, José Carlos Mariátegui), y cuenta con valiosas contribuciones recientes, entre éstas las de Enrique Dussel9, Arturo Escobar10, Michel-Rolph Trouillot11, Aníbal Quijano12,
Walter Mignolo13, Fernando Coronil14 y Carlos Lenkersdorf15.

Este texto se inscribe dentro de este esfuerzo, argumentando que es posible identificar dos dimensiones constitutivas de los saberes modernos que contribuyen a explicar su eficacia naturalizadora. Se trata de dos dimensiones que tienen orígenes históricos diferentes, y que sólo adquieren su actual potencia naturalizadora por la vía de su estrecha imbricación.

La primera dimensión se refiere a las sucesivas separaciones o particiones del mundo de lo “real” que se dan históricamente en la sociedad occidental y las formas como se va construyendo el conocimiento sobre las bases de este proceso de sucesivas separaciones.

La segunda dimensión es la forma como se articulan los saberes modernos con la organización del poder, especialmente las relaciones coloniales/imperiales de poder constitutivas del mundo moderno. Estas dos dimensiones sirven de sustento sólido a una construcción discursiva naturalizadora de las ciencias sociales o saberes sociales modernos.

I. Las múltiples separaciones de Occidente

Una primera separación de la tradición occidental es de origen religioso. Un sustrato fundamental de las formas particulares del conocer y del hacer tecnológico de la sociedad occidental la asocia Jan Berting a la separación judeo-cristiana entre Dios (lo sagrado), el hombre (lo humano) y la naturaleza.

De acuerdo a Berting, en esta tradición:
… Dios creó al mundo, de manera que el mundo mismo no es Dios, y no se considera sagrado.

Esto está asociado a la idea de que Dios creó al hombre en su propia imagen y lo elevó sobre todas las otras criaturas en la tierra, dándole el derecho… a intervenir en el curso de los acontecimientos en la tierra.

A diferencia de la mayor parte de los otros sistemas religiosos, las
creencias judeo-cristianas no contienen inhibiciones al control de la naturaleza por el hombre16.

Es sin embargo a partir de la Ilustración y con el desarrollo posterior de las ciencias modernas cuando se sistematizan y se multiplican estas separaciones17.

Un hito histórico significativo en estos sucesivos procesos de separación lo constituye la ruptura ontológica entre cuerpo y mente, entre la razón y el mundo, tal como ésta es formulada en la obra de Descartes18.

La ruptura ontológica entre la razón y el mundo quiere decir que el mundo ya no es un orden significativo, está expresamente muerto. La comprensión del mundo ya no es un asunto de estar en sintonía con el cosmos, como lo era para los pensadores griegos clásicos. … El mundo
se convirtió en lo que es para los ciudadanos el mundo moderno, un mecanismo desespiritualizado que puede ser captado por los conceptos y representaciones construidos por la razón19.

Esta total separación entre mente y cuerpo dejó al mundo y al cuerpo vacío de significado y subjetivizó radicalmente a la mente. Esta subjetivación de la mente, esta radical separación entre mente y mundo, colocó a los seres humanos en una posición externa al cuerpo y al mundo, con una postura instrumental hacia ellos20.

Se crea de esta manera, como señala Charles Taylor, una fisura ontológica, entre la razón y el mundo21, separación que no está presente en otras culturas22. Sólo sobre la base de estas separaciones base de un conocimiento descorporeizado y descontextualizado es concebible ese tipo muy particular de conocimiento que pretende ser des-subjetivado (esto es, objetivo) y
universal.

Estas tendencias se radicalizan con las separaciones que Weber conceptualizó como constitutivas de la modernidad cultural, y una creciente escisión que se da en la sociedad moderna entre la población en general y el mundo de los especialistas y los expertos. Como señala Habermas:
[Weber] caracterizó la modernidad cultural como la separación de la razón sustantiva expresada en la religión y la metafísica en tres esferas autónomas: ciencia, moralidad y arte, que se diferenciaron porque las visiones del mundo unificadas de la religión y la metafísica se escindieron.

Desde el siglo XVIII, los problemas heredados de estas viejas visiones del mundo pudieron organizarse según aspectos específicos de validez: verdad, derecho normativo, autenticidad y belleza que pudieron entonces ser tratados como problemas de conocimiento, de justicia y moral o de gusto.
A su vez pudieron institucionalizarse el discurso científico, las
teorías morales, la jurisprudencia y la producción y crítica de arte.

Cada dominio de la cultura correspondía a profesiones culturales, que enfocaban los problemas con perspectiva de especialistas. Este tratamiento profesional de la tradición cultural trae a primer plano las estructuras intrínsecas de cada una de las tres dimensiones de la cultura. Aparecen las
estructuras de la racionalidad cognitivo-instrumental, de la moral-práctica y de la estéticoexpresiva, cada una de ellas sometida al control de especialistas, que parecen ser más proclives a estas lógicas particulares que el resto de los hombres. Como resultado, crece la distancia entre la cultura de los expertos y la de un público más amplio.

El proyecto de modernidad formulado por los filósofos del iluminismo en el siglo XVIII se basaba en el desarrollo de una ciencia objetiva, una moral universal, y una ley y un arte autónomos y regulados por lógicas propias23.

En la autoconciencia europea de la modernidad, estas sucesivas separaciones se articulan con aquéllas que sirven de fundamento al contraste esencial que se establece a partir de la conformación colonial del mundo entre occidental o europeo (concebido como lo moderno, lo
avanzado) y los “Otros”, el resto de los pueblos y culturas del planeta.

La conquista ibérica del continente americano es el momento fundante de los dos procesos que articuladamente conforman la historia posterior: la modernidad y la organización colonial del mundo24.

Con el inicio del colonialismo en América comienza no sólo la organización colonial del mundo sino simultáneamente la constitución colonial de los saberes, de los lenguajes, de la memoria25 y del imaginario26. Se da inicio al largo proceso que culminará en los siglos XVIII y XIX en el cual, por primera vez, se organiza la totalidad del espacio y del tiempo todas las culturas, pueblos y territorios del planeta, presentes y pasados en una gran narrativa universal.

En esta narrativa, Europa es o ha sido siempre simultáneamente el centro geográfico y la culminación del movimiento temporal. En este período moderno temprano/colonial, se dan los primeros pasos en la “articulación de las diferencias culturales en jerarquías cronológicas“27 y
de lo que Johannes Fabian llama la negación de la simultaneidad (negation of coevalness)28.
Con los cronistas españoles se da inicio a la “masiva formación discursiva” de construcción de Europa/Occidente y lo otro, del europeo y el indio, desde la posición privilegiada del lugar de enunciación asociado al poder imperial29.

Esta construcción tiene como supuesto básico el carácter universal de la experiencia europea.

Las obras de Locke y de Hegel además de extraordinariamente influyentes son en este sentido paradigmáticas. Al construirse la noción de la universalidad a partir de la experiencia particular (o parroquial) de la historia europea y realizar la lectura de la totalidad del tiempo y del espacio de la experiencia humana a partir de esa particularidad, se erige una universalidad radicalmente excluyente.

Bartolomé Clavero realiza un significativo aporte a esta discusión en su análisis de las concepciones del universalismo, y del individuo y sus derechos, en el liberalismo clásico y en el pensamiento constitucional. Es éste un universalismo no-universal en la medida en que niega todo derecho diferente al liberal, que está sustentado en la propiedad privada individual30.

La negación del derecho del colonizado comienza por la afirmación del derecho del colonizador; lo es de un derecho colectivo por un derecho individual. Locke en el segundo Treatise of Government, concibe más concretamente ese derecho como derecho de propiedad, como propiedad privada, por una razón muy precisa. La propiedad para él es derecho ante
todo del individuo sobre sí mismo. Es un principio de disposición personal, de esta libertad radical. Y el derecho de propiedad también puede serlo sobre las cosas en cuanto que resulte del ejercicio de la propia disposición del individuo no sólo sobre sí mismo, sino sobre la naturaleza, ocupándola y trabajándola.

Es el derecho subjetivo, individual, que constituye, que debe así prestar constitución, al derecho objetivo, social. El orden de la sociedad habrá de
responder a la facultad del individuo. No hay derecho legítimo fuera de esta composición31.

‘Let him [the Man] plant in some in-land, vacant places of America’, que el hombre así colonice las tierras vacantes de América, un territorio que puede considerarse jurídicamente vacío porque no está poblado de individuos que respondan a los requerimientos de la propia concepción, a una forma de ocupación y explotación de la tierra que produzca ante todo derechos, y derechos antes que nada individuales32.

…si no hay cultivo y cosecha, ni la ocupación efectiva sirve para generar derecho; otros usos no valen, esa parte de la tierra, este continente de América, aunque esté poblado, puede todavía considerarse vacante, a disposición del primer colono que llegue y se establezca. El aborigen que no se atenga a esos conceptos, a tal cultura, no tiene ningún derecho33.

He aquí el punto de llegada del discurso propietario, punto de partida de la concepción constitucional. Y no es desde luego una mera ocurrencia de un pensador aislado. Estamos ante una manifestación realmente paradigmática de toda una cultura, quizás todavía la nuestra34.

Para la perspectiva constitucional, para esta nueva mentalidad, los indígenas no reúnen las condiciones para tener derecho alguno, ni privado ni público. The Wealth of Nations de Adam Smith, su riqueza de las naciones no menos paradigmática, contiene y difunde la conclusión:
‘The native tribes of North America’ no tienen por su particular ‘state of society’, por un estado que se juzga primitivo, ‘neither sovereign nor commonwealth’, ni soberano ni república, derecho político alguno tampoco.

Con este alcance de privación jurídica de la población indígena, podrá ser alegado por tierras americanas incluso a efectos judiciales no sólo John Locke, sino también Adam Smith, su Wealth of Nations. Valen más como derecho para privar de derecho, que el propio ordenamiento particular35.

Fue así necesario establecer un orden de derechos universales de todos los seres humanos, como paso precisamente para negar el derecho a la mayoría de ellos.

El efecto es, no la universalización del derecho, sino la entronización del propio universo jurídico, con expulsión radical de cualquier otro. Ya no es sólo que el indígena se encuentre en una posición subordinada. Ahora resulta que no tiene sitio ninguno si no se muestra dispuesto a abandonar completamente sus costumbres y deshacer enteramente sus comunidades para conseguir integrarse al único mundo constitucionalmente concebible del derecho36.

…no se concibe solamente un derecho individual, este derecho privado. Derecho, también se admite colectivo, de una colectividad, pero sólo aquél o solamente de aquélla que se corresponda y sirva al primero, al derecho de autonomía personal y propiedad privada, a esta libertad civil fundamental que entonces así se concebía. Dicho de otro modo, sólo cabe como público el derecho no de cualquier comunidad, sino solamente de la institución política constituida conforme a dicho fundamento, con vistas a su existencia y aseguramiento.

Tanto las comunidades tradicionales propias como todas las extrañas, cuales aquellas indígenas sin soberano ni constitución, quedan excluidas de un nivel paritario del ordenamiento jurídico o incluso del campo del derecho sin más, lo uno respecto a las propias y lo otro, lo más
excluyente, respecto a las ajenas que así no respondan a la forma estatal37.

El universalismo de la filosofía de la historia de Hegel reproduce este mismo proceso sistemático de exclusiones. La historia es universal en cuanto realización del espíritu universal38. Pero de este espíritu universal no participan igualmente todos los pueblos.

Ya que la historia es la figura del espíritu en forma de acontecer, de la realidad natural inmediata, entonces los momentos del desarrollo son existentes como principios naturales inmediatos, y éstos, porque son naturales, son como una pluralidad la una fuera de la otra, y además del modo tal que a un pueblo corresponde uno de ellos; es su existencia geográfica y
antropológica39.

Al pueblo al que corresponde tal momento como principio natural, le es encomendado la ejecución del mismo en el progreso de la autoconciencia del espíritu del mundo que se despliega. Este pueblo, en la historia universal, y para esa época, es el dominante y en ella sólo puede hacer época una vez. Contra éste su absoluto derecho a ser portador del actual
grado de desarrollo del espíritu del mundo, los espíritus de los otros pueblos están sin derecho, y ellos, como aquéllos cuya época ha pasado, no cuentan en la historia universal40.

De este universalismo eurocéntrico excluyente, se derivan las mismas conclusiones que en Locke respecto a los derechos de los pueblos. A diferencia de los pueblos que son portadores históricos de la razón universal, las naciones bárbaras (y sus pueblos) carecen de soberanía y
de autonomía.

Un pueblo no es aún un Estado, y el tránsito de una familia, de una horda, de un clan, de una multitud, etc., a la situación de Estado constituye la realización formal de la idea en general en ese pueblo. Sin esa forma carece, como substancia ética que es en sí (an sich), de la objetividad de tener en las leyes, en cuanto determinaciones pensadas, una existencia empírica para sí y para los otros universal y omniválida y, por tanto, no es reconocido: su autonomía en cuanto carece de legalidad objetiva y de racionalidad firme para sí es sólo formal y no es soberanía41.

…ocurre que las naciones civilizadas consideren a otras que se les han quedado atrás en los movimientos substanciales del Estado (los pueblos pastores frente a los cazadores, los agrícolas frente a ambos, etc.), como bárbaras, con la consciencia de un derecho desigual, y traten su autonomía como algo formal42.

La narrativa de Hegel está construida sobre una tríada de continentes, (Asia, Africa, Europa). Estas “… partes del mundo no están… divididas por casualidad o por razones de comodidad, sino que se trata de diferencias esenciales“43.

La Historia se mueve de Oriente a Occidente, siendo Europa el Occidente absoluto, lugar en el cual el espíritu alcanza su máxima expresión al unirse consigo mismo44. Dentro de esta metanarrativa histórica, América ocupa un papel ambiguo. Por una lado es el continente joven, con la implicación potencial que esta caracterización puede tener como portador de futuro, pero su juventud se manifiesta fundamentalmente en ser débil e inmaduro45. Mientras su vegetación es monstruosa, su fauna es endeble46, e incluso el canto de sus pájaros es desagradable47.

Los aborígenes americanos son una raza débil en proceso de desaparición48. Sus civilizaciones carecían “de los dos grandes instrumentos del progreso, el hierro y el caballo“49. América siempre se ha mostrado y sigue mostrándose física y espiritualmente impotente50.
Incluso las civilizaciones de México y del Perú eran meramente naturales: al acercarse el espíritu, la llegada de la incomparable civilización europea, no podían menos que desaparecer51.

II. La naturalización de la sociedad liberal y el origen histórico de las ciencias sociales

El proceso que culminó con la consolidación de las relaciones de producción capitalistas y modo de vida liberal, hasta que éstas adquirieron el carácter de las formas naturales de la vida social, tuvo simultáneamente una dimensión colonial/imperial de conquista y/o sometimiento de otro continentes y territorios por parte de las potencias europeas, y una encarnizada lucha civilizatoria interna al territorio europeo en la cual finalmente terminó por imponerse la hegemonía del proyecto liberal.

Para las generaciones de campesinos y trabajadores que durante los siglos XVIII y XIX vivieron en carne propia las extraordinarias y traumáticas
transformaciones: expulsión de la tierra y del acceso a los recursos naturales; la ruptura con las formas anteriores de vida y de sustento condición necesaria para la creación de la fuerza de trabajo “libre”, y la imposición de la disciplina del trabajo fabril, este proceso fue todo menos
natural.

La gente no entró a la fábrica alegremente y por su propia voluntad. Un régimen de disciplina y de normatización cabal fue necesario. Además de la expulsión de los campesinos y los siervos de la tierra y la creación de la clase proletaria, la economía moderna requería una profunda transformación de los cuerpos, los individuos y de las formas sociales. Como producto de este régimen de normalización se creó el hombre económico52.

En diversas partes de Europa, y con particular intensidad en el Reino Unido, el avance de este modelo de organización no sólo del trabajo y del acceso a los recursos, sino del conjunto de la vida, fue ampliamente resistido tanto en las ciudades como en el campo.

Detengámonos en la caracterización de esa resistencia, de este conflicto cultural o civilizatorio, que formula el historiador inglés E.P. Thompson, lúcido estudioso de la sensibilidad popular de ese período:
Mi tesis es que la conciencia de la costumbre y los usos de la costumbre, eran especialmente robustos en el siglo dieciocho: de hecho algunas de las ‘costumbres’ eran de invención reciente y eran en realidad reclamos de nuevos ‘derechos’. … la presión para ‘reformar’ fue resistida obstinadamente y en el siglo dieciocho se abrió una distancia profunda, una alienación profunda entre la cultura de patricios y plebeyos53.

Esta es entonces una cultura conservadora en sus formas que apela a, y busca reforzar los usos tradicionales. Son formas no-racionales; no apelan a ninguna ‘razón’ a través del folleto, sermón o plataforma; imponen las sanciones del ridículo, la vergüenza y las intimidaciones.

Pero el contenido y sentido de esta cultura no pueden describirse tan fácilmente como conservadores. En la realidad social el trabajo está volviéndose, década tras década, más ‘libre’ de los tradicionales controles señoriales, parroquiales, corporativos y paternales, y más distanciado de la dependencia clientelar directa del señorío54.

De ahí una paradoja característica del siglo: encontramos una cultura tradicional rebelde. La cultura conservadora de los plebeyos, tan a menudo como no, resiste, en el nombre de la costumbre, esas racionalizaciones económicas e innovaciones (como el cerramiento de las tierras comunes, la disciplina laboral, y los mercados ‘libres’ no regulados de granos) que
gobernantes, comerciantes, o patronos buscan imponer.

La innovación es más evidente en la cima de la sociedad que debajo, pero como esta innovación no es un proceso tecnológico/sociológico neutral y sin normas (‘modernización’, ‘racionalización’) sino la innovación del proceso capitalista, es a menudo experimentado por los plebeyos en la forma de
explotación, o la apropiación de sus derechos de uso tradicionales, o la ruptura violenta de modelos valorados de trabajo y ocio… Por lo tanto, la cultura plebeya es rebelde, pero rebelde en la defensa de las costumbres.
Las costumbres defendidas son las de la propia gente, y algunas de ellas están, de hecho, basadas en recientes aserciones en la práctica55.

Las ciencias sociales tienen como piso la derrota de esa resistencia, tienen como sustrato las nuevas condiciones que se crean cuando el modelo liberal de organización de la propiedad, del trabajo y del tiempo dejan de aparecer como una modalidad civilizatoria en pugna con otra(s) que conservan su vigor, y adquiere hegemonía como la única forma de vida posible56.
A partir de este momento, las luchas sociales ya no tienen como eje al modelo civilizatorio liberal y la resistencia a su imposición, sino que pasan a definirse al interior de la sociedad liberal57. Estas son las condiciones históricas de la naturalización de la sociedad liberal de mercado.

La “superioridad evidente” de ese modelo de organización social y de sus países, cultura, historia, y raza queda demostrada tanto por la conquista y sometimiento de los demás pueblos del mundo, como por la “superación” histórica de las formas anteriores de organización social, una vez que se ha logrado imponer en Europa la plena hegemonía de la organización liberal de la vida sobre las múltiples formas de resistencia con las cuales se enfrentó.

Es éste el contexto histórico-cultural del imaginario que impregna el ambiente intelectual en el cual se da la constitución de las disciplinas de las ciencias sociales. Esta es la cosmovisión que aporta los presupuestos fundantes a todo el edificio de los saberes sociales modernos.

Esta cosmovisión tiene como eje articulador central la idea de modernidad, noción que captura complejamente cuatro dimensiones básicas:
1) la visión universal de la historia asociada a la idea del progreso (a partir de la cual se construye la clasificación y jerarquización de todos los pueblos y continentes, y experiencias históricas);
2) la “naturalización” tanto de las relaciones sociales como de la “naturaleza humana” de la sociedad liberal-capitalista;
3) la naturalización u ontologización de las múltiples separaciones propias de esa sociedad; y
4) la necesaria superioridad de los saberes que produce esa sociedad (‘ciencia’) sobre todo otro saber.

Tal como lo caracterizan Immanuel Wallerstein y el equipo que trabajó con él en el Informe Gulbenkian58, las ciencias sociales se constituyen como tales en un contexto espacial y temporal específico: en cinco países liberales industriales (Inglaterra, Francia, Alemania, las Italias y los Estados Unidos) en la segunda mitad del siglo pasado.

En el cuerpo disciplinario básico de las ciencias sociales al interior de las cuales continuamos hoy habitando se establece en primer lugar, una separación entre pasado y presente: la disciplina historia estudia el pasado, mientras se definen otras especialidades que corresponden al estudio del presente.

Para el estudio de éste se acotan, se delimitan, ámbitos diferenciados correspondientes a lo social, lo político y lo económico, concebidos propiamente como regiones ontológicas de la realidad histórico-social. A cada uno de estos ámbitos separados de la realidad histórico-social corresponde una disciplina de las ciencias sociales, con su objeto de estudios, sus métodos, sus tradiciones intelectuales, sus departamentos universitarios: la sociología, la ciencia política y la economía.

La antropología y los estudios clásicos se definen como los campos para el
estudio de los otros.

De la constitución histórica de las disciplinas científicas que se produce en la academia occidental, interesa destacar dos asuntos que resultan fundantes y esenciales.

En primer lugar, está el supuesto de la existencia de un metarrelato universal que lleva a todas las culturas y a los pueblos desde lo primitivo, lo tradicional, a lo moderno. La sociedad industrial liberal es la
expresión más avanzada de ese proceso histórico, es por ello el modelo que define a la sociedad moderna.

La sociedad liberal, como norma universal, señala el único futuro posible de todas las otras culturas o pueblos. Aquéllos que no logren incorporarse a esa marcha inexorable de la historia, están destinados a desaparecer.

En segundo lugar, y precisamente por el carácter universal de la experiencia histórica europea, las formas del conocimiento desarrolladas para la comprensión de esa sociedad se convierten en las únicas formas válidas, objetivas, universales del conocimiento.

Las categorías, conceptos y perspectivas (economía, Estado, sociedad civil, mercado, clases, etc.) se convierten así no sólo en categorías universales para el análisis de cualquier realidad, sino igualmente en proposiciones normativas que definen el deber ser para todos los pueblos del planeta. Estos saberes se convierten así en los patrones a partir de los cuales se pueden analizar y detectar las carencias, los atrasos, los frenos e impactos perversos que se dan como producto de lo primitivo o lo tradicional en todas
las otras sociedades.

Esta es una construcción eurocéntrica, que piensa y organiza a la totalidad del tiempo y del espacio, a toda la humanidad, a partir de su propia experiencia, colocando su especificidad histórico-cultural como patrón de referencia superior y universal. Pero es más que eso. Este
metarrelato de la modernidad es un dispositivo de conocimiento colonial e imperial en que se articula esa totalidad de pueblos, tiempo y espacio como parte de la organización colonial/imperial del mundo. Una forma de organización y de ser de la sociedad, se transforma mediante este dispositivo colonizador del saber en la forma “normal” del ser humano y de la sociedad.

Las otras formas de ser, las otras formas de organización de la sociedad, las otras formas del saber, son trasformadas no sólo en diferentes, sino en carentes, en arcaicas, primitivas, tradicionales, premodernas. Son ubicadas en un momento anterior del desarrollo histórico de la humanidad59, lo cual dentro del imaginario del progreso enfatiza su inferioridad.

Existiendo una forma “natural” del ser de la sociedad y del ser humano, las otras expresiones culturales diferentes son vistas como esencial u ontológicamente inferiores e imposibilitadas por ello de llegar a “superarse” y llegar a ser modernas (debido principalmente a la inferioridad racial).

Los más optimistas las ven como requiriendo la acción civilizadora o modernizadora por parte de quienes son portadores de una cultura superior para salir de su primitivismo o atraso. Aniquilación o civilización impuesta definen así los únicos destinos posibles para los otros60.

El conjunto de separaciones sobre el cual está sustentada la noción del carácter objetivo y universal del conocimiento científico, está articulado a las separaciones que establecen los saberes sociales entre la sociedad moderna y el resto de las culturas. Con las ciencias sociales se da el proceso de cientifización de la sociedad liberal, su objetivación y universalización, y por lo tanto, su naturalización.

El acceso a la ciencia, y la relación entre ciencia y verdad en todas las disciplinas, establece una diferencia radical entre las sociedades modernas
occidentales y el resto del mundo. Se da, como señala Bruno Latour, una diferenciación básica entre una sociedad que posee la verdad el control de la naturaleza y otras que no lo tienen.

En los ojos de los occidentales, el Occidente, y sólo el Occidente no es una cultura, no es sólo una cultura. ¿Por qué se ve el Occidente a sí mismo de esta manera? ¿Por qué debería ser Occidente y sólo Occidente no una cultura? Para comprender la Gran División entre nosotros y ellos, debemos regresar a la otra Gran División, aquélla que se da entre humanos y no-humanos…

En efecto, la primera es la exportación de la segunda. Nosotros los occidentales no podemos ser una cultura más entre otras, ya que nosotros también movilizamos a la Naturaleza.

Nosotros no movilizamos una imagen, o una representación simbólica de la naturaleza como lo hacen otras sociedades, sino a la Naturaleza, tal como ésta es, o por lo menos tal como ésta es conocida por las ciencias -que permanecen en el fondo, no estudiadas, no estudiables, milagrosamente identificadas con la Naturaleza misma61.

Así, la Gran División Interna da cuenta de la Gran División Externa: nosotros somos los únicos que diferenciamos absolutamente entre Naturaleza y Cultura, entre Ciencia y Sociedad, mientras que a nuestros ojos todos los demás, sean chinos, amerindios, azande o barouya, no pueden realmente separar lo que es conocimiento de lo que es sociedad, lo que es signo de lo
que es cosa, lo que viene de la Naturaleza, de lo que su cultura requiere. Hagan lo que hagan, no importa si es adaptado, regulado o funcional, ellos siempre permanecen ciegos al interior de esta confusión. Ellos son prisioneros tanto de lo social como del lenguaje.

Nosotros, hagamos lo que hagamos, no importa cuan criminal o imperialista podamos ser, escapamos a la prisión de lo social y del lenguaje para lograr acceso a las cosas mismas a través de un portón de salida providencial, el del conocimiento científico. La partición interna entre humanos y no humanos define una segunda partición una externa esta vez a través de la cual los modernos se han puesto a sí mismos en un plano diferente de los premodernos62.

Este cuerpo o conjunto de polaridades entre la sociedad moderna occidental y las otras culturas, pueblos y sociedades, polaridades, jerarquizaciones y exclusiones establece supuestos y miradas específicas en el conocimiento de los otros. En este sentido es posible afirmar que, en todo el mundo ex-colonial, las ciencias sociales han servido más para el establecimiento de contrastes con la experiencia histórico cultural universal (normal) de la
experiencia europea, (herramientas en este sentido de identificación de carencias y deficiencias que tienen que ser superadas), que para el conocimiento de esas sociedades a partir de sus especificidades histórico culturales.

Existe una extraordinaria continuidad entre las diferentes formas en las cuales los saberes eurocéntricos han legitimado la misión civilizadora/ normalizadora a partir de las deficiencias desviaciones respecto al patrón normal de lo civilizado de otras sociedades.

Los diferentes discursos históricos (evangelización, civilización, la carga del hombre blanco, modernización, desarrollo, globalización) tienen todos
como sustento la concepción de que hay un patrón civilizatorio que es simultáneamente superior y normal.

Afirmando el carácter universal de los saberes científicos eurocéntricos se
ha abordado el estudio de todas las demás culturas y pueblos a partir de la experiencia moderna occidental, contribuyendo de esta manera a ocultar, negar, subordinar o extirpar toda experiencia o expresión cultural que no ha correspondido con este deber ser que fundamenta a las ciencias sociales. Las sociedades occidentales modernas constituyen la imagen de futuro para el resto del mundo, el modo de vida al cual éste llegaría naturalmente si no fuese por los obstáculos representados por su composición racial inadecuada, su cultura arcaica o tradicional, sus prejuicios mágico religiosos63, o más recientemente, por el populismo y unos Estados excesivamente intervencionistas, que no respetan la libertad espontánea del mercado.

En América Latina, las ciencias sociales, en la medida en que han apelado a esta objetividad universal, han contribuido a la búsqueda, asumida por las élites latinoamericanas a lo largo de toda la historia de este continente, de la “superación” de los rasgos tradicionales y premodernos que han obstaculizado el progreso, y la transformación de estas sociedades a
imagen y semejanza de las sociedades liberales-industriales64. Al naturalizar y universalizar las regiones ontológicas de la cosmovisión liberal que sirven de piso a sus acotamientos disciplinarios, las ciencias sociales han estado imposibilitadas de abordar procesos históricoculturales diferentes a los postulados por dicha cosmovisión.

A partir de caracterizar las expresiones culturales “tradicionales” o “no-modernas”, como en proceso de transición hacia la modernidad, se les niega toda la posibilidad de lógicas culturales o cosmovisiones propias. Al
colocarlas como expresión del pasado se niega la posibilidad de su contemporaneidad.

Está tan profundamente arraigada esta noción de lo moderno, el patrón cultural occidental y su secuencia histórica como lo normal o universal, que este imaginario ha logrado acotar una alta proporción de las luchas sociales y de los debates político-intelectuales del continente.

Estas nociones de la experiencia occidental como lo moderno en un sentido universal, y de la secuencia histórica europea como el patrón normal con el cual es necesario comparar otras experiencias, permanecen como presupuestos implícitos, aun en autores que expresamente se proponen la comprensión de la especificidad histórico-cultural de este continente. Podemos ver, por ejemplo, la forma como García Canclini aborda la caracterización de las culturas latinoamericanas como culturas híbridas65.

A pesar de rechazar expresamente la lectura de la experiencia latinoamericana de la modernidad “como eco diferido y deficiente de los países centrales“66 caracteriza al modernismo en los siguientes términos:
Si el modernismo no es la expresión de la modernización socioeconómica, sino el modo en que las élites se hacen cargo de la intersección de diferentes temporalidades históricas y tratan de elaborar con ellas un proyecto global, ¿cuáles son las temporalidades en América Latina y qué contradicciones genera su cruce?

La perspectiva Pluralista, que acepta la fragmentación y las combinaciones múltiples entre tradición, modernidad y posmodernidad, es indispensable para considerar la coyuntura latinoamericana de fin de siglo. Así se comprueba… cómo se desenvolvieron en nuestro continente los cuatro rasgos o movimientos definitorios de la modernidad: emancipación,
expansión, renovación y democratización. Todos se han manifestado en América Latina. El problema no reside en que no nos hayamos modernizado, sino en la forma contradictoria y desigual en que estos componentes se han venido articulando67.

Parece aquí asumirse que hay un tiempo histórico “normal” y universal que es el europeo. La modernidad entendida como universal tiene como modelo “puro” a la experiencia europea. En contraste con este modelo o estándar de comparación, los procesos de la modernidad en América Latina se dan en forma “contradictoria” y “desigual”, como intersección de diferentes
temporalidades históricas (¿temporalidades europeas?).

III. Alternativas al pensamiento eurocéntrico-colonial en América Latina hoy

En el pensamiento social latinoamericano, desde el continente y desde afuera de éste y sin llegar a constituirse en un cuerpo coherente se ha producido una amplia gama de búsquedas de formas alternativas del conocer, cuestionándose el carácter colonial/eurocéntrico de los saberes sociales sobre el continente, el régimen de separaciones que les sirven de fundamento, y la idea misma de la modernidad como modelo civilizatorio universal.

De acuerdo a Maritza Montero, a partir de las muchas voces en busca de formas alternativas de conocer que se han venido dando en América Latina en las últimas décadas, es posible hablar de la existencia de un “modo de ver el mundo, de interpretarlo y de actuar sobre él” que constituye propiamente un episteme con el cual “América Latina está ejerciendo su capacidad de ver y hacer desde una perspectiva Otra, colocada al fin en el lugar de Nosotros“68.

Las ideas centrales articuladoras de este paradigma son, para Montero, las siguientes:
• Una concepción de comunidad y de participación así como del saber popular, como formas de constitución y a la vez como producto de un episteme de relación.
• La idea de liberación a través de la praxis, que supone la movilización de la conciencia, y un sentido crítico que lleva a la desnaturalización de las formas canónicas de aprehenderconstruir-ser en el mundo.
• La redefinición del rol de investigador social, el reconocimiento del Otro como Sí Mismo y por lo tanto la del sujeto-objeto de la investigación como actor social y constructor de conocimiento.
• El carácter histórico, indeterminado, indefinido, no acabado y relativo del conocimiento. La multiplicidad de voces, de mundos de vida, la pluralidad epistémica.
• La perspectiva de la dependencia y luego, la de la resistencia. La tensión ente minorías y mayorías y los modos alternativos de hacer-conocer.
• La revisión de métodos, los aportes y las transformaciones provocados por ellos69.

Las contribuciones principales a este episteme latinoamericano las ubica Montero en la teología de la liberación y la filosofía de la liberación70, así como en la obra de Paulo Freire, Orlando Fals Borda71 y Alejandro Moreno72.

IV. Tres aportes recientes: Trouillot, Escobar y Coronil

Tres libros recientes nos ilustran el vigor de una producción teórica cuya riqueza reside tanto en su perspectiva crítica del eurocentrismo colonial de los saberes sociales modernos, como en las reinterpretaciones de la realidad latinoamericana que ofrecen, a partir de otros supuestos73.

Michel-Rolph Trouillot

Las implicaciones de la narrativa histórica universal que tiene a Europa como único sujeto significativo, son abordadas por Michel-Rolph Trouillot. En Silencing the Past. Power and the Production of History, analiza el carácter colonial de la historiografía occidental mediante el estudio de las formas como ha sido narrada la revolución haitiana, haciendo particular énfasis
en caracterizar cómo operan las relaciones de poder74 y los silencios en la construcción de la narrativa histórica75.

Las narrativas históricas se basan en premisas o comprensiones anteriores que tienen a su vez como premisas la distribución del poder de registro (archival power). En el caso de la historiografía haitiana, como en el caso de la mayoría de los países del Tercer Mundo, esas comprensiones anteriores han sido modeladas profundamente por convenciones y procedimientos occidentales76.
De acuerdo a Trouillot, la Revolución Haitiana fue silenciada por la historiografía occidental, porque dados sus supuestos, esta revolución tal como ocurrió, era impensable77.

De hecho la afirmación de que africanos esclavizados y sus descendientes no podían imaginar su libertad y menos aún, formular estrategias para conquistar y afianzar dicha libertad no estaba basada tanto en la evidencia empírica como en una ontología, una organización implícita del mundo y de sus habitantes. Aunque de ninguna forma monolítica, esta concepción
del mundo era ampliamente compartida por los blancos en Europa y las Américas, y también por muchos dueños de plantación no-blancos. Aunque dejó espacio para variaciones, ninguna de estas variaciones incluyó la posibilidad de un levantamiento revolucionario en las plantaciones de esclavos, y menos aún uno exitoso que condujese a crear un Estado independiente.

Así, la Revolución Haitiana entró en la historia mundial con la particular característica de ser inconcebible aún mientras ocurría78.

En un orden global caracterizado por la organización colonial del mundo, la esclavitud y el racismo, no había lugar a dudas en cuanto a la superioridad europea, y por lo tanto acontecimientos que la pusiesen en cuestión no eran concebibles79.

Lo impensable es aquello que no puede ser concebido dentro del rango de alternativas posibles, aquello que pervierte todas las respuestas porque desafía los términos a partir de los cuales se formulan las preguntas. En este sentido, la Revolución Haitiana fue impensable en su tiempo: retó el propio marco de referencia a partir del cual sus proponentes y opositores
examinaban la raza, el colonialismo y la esclavitud80.

La visión del mundo gana sobre los hechos: la hegemonía blanca es natural, tomada como dada; cualquier alternativa todavía está en el dominio de lo impensable81. De acuerdo a Trouillot, el silenciamiento de la Revolución Haitiana es sólo un capítulo dentro de la narrativa de la dominación global sobre los pueblos no europeos82.

Arturo Escobar

En Encountering Development. The Making and Unmaking of the Third World, Arturo Escobar se propone contribuir a la construcción de un marco de referencia para la crítica cultural de la economía como una estructura fundacional de la modernidad. Para ello analiza el discurso -y
las institucionalidades nacionales e internacionales- del desarrollo en la post-guerra. Este discurso, producido bajo condiciones de desigualdad de poder, construye al Tercer Mundo como forma de ejercer control sobre él83.

De acuerdo a Escobar, desde estas desigualdades de poder, y a partir de las categorías del pensamiento social europeo, opera la “colonización de la realidad por el discurso” del desarrollo84.

A partir del establecimiento del patrón de desarrollo occidental como la norma, al final de la segunda guerra mundial, se da la “invención” del desarrollo, produciéndose substanciales cambios en la forma como se conciben las relaciones entre los países ricos y los pobres. Toda la vida, cultural, política, agrícola, comercial de estas sociedades pasa a estar subordinada a una nueva estrategia85.

Fue promovido un tipo de desarrollo que se correspondía con las ideas y expectativas del Occidente próspero, lo que los países occidentales consideraban que era el curso normal de la evolución y el progreso. …al conceptualizar el progreso en esos términos, la estrategia del desarrollo se convirtió en un poderoso instrumento para la normalización del mundo86.
La ciencia y la tecnología son concebidas no sólo como base del progreso material, sino como la fuente de dirección y de sentido del desarrollo87.

En las ciencias sociales del momento predomina una gran confianza en la posibilidad de un conocimiento cierto, objetivo, con base empírica, sin contaminación por el prejuicio o el error88. Por ello, sólo determinadas formas de conocimiento fueron consideradas como apropiadas para los programas del desarrollo: el conocimiento de los expertos entrenados en la tradición occidental89.

El conocimiento de los “otros”, el conocimiento “tradicional” de los pobres, de los campesinos, no sólo era considerado no pertinente, sino incluso como uno de los obstáculos a la tarea transformadora del desarrollo.

En el período de la post-guerra, se dio el “descubrimiento” de la pobreza masiva existente en Asia, Africa y América Latina90. A partir de una definición estrictamente económica y cuantitativa, dos terceras partes de la humanidad fueron transformadas en pobres – y por lo tanto en seres carentes y necesitados de intervención- cuando en 1948 el Banco Mundial
definió como pobres a aquellos países cuyo ingreso anual per cápita era menor a US$100 al año: “… si el problema era de insuficiente ingreso, la solución era claramente el desarrollo económico.“91

De esta forma:
El desarrollo obró creando anormalidades (los ‘pobres’, los ‘desnutridos’, los ‘analfabetos’, las ‘mujeres embarazadas’, los ‘sin tierra’), anormalidades que entonces procedía a tratar de reformar. Buscando eliminar todos los problemas de la faz de la tierra, del Tercer Mundo, lo que realmente logró fue multiplicarlos hasta el infinito. Materializándose en un conjunto de prácticas, instituciones y estructuras, ha tenido un profundo impacto sobre el Tercer Mundo: las relaciones sociales, las formas de pensar, las visiones de futuro quedaron marcadas indeleblemente por este ubicuo operador. El Tercer Mundo ha llegado a ser lo que es, en gran medida, por el desarrollo. Este proceso de llegar a ser implicó seleccionar entre opciones críticas y altos costos, y los pueblos del Tercer Mundo apenas comienzan ahora a comprender
cabalmente su naturaleza92.

Detrás de la preocupación humanitaria y la perspectiva positiva de la nueva estrategia, nuevas formas de poder y control, más sutiles y refinadas, fueron puestas en operación. La habilidad de los pobres para definir y hacerse cargo de sus propias vidas fue erosionada en una forma más profunda que quizás nunca antes. Los pobres se convirtieron en el blanco de prácticas más sofisticadas, de una variedad de programas que parecían ineludibles. Desde las nuevas instituciones del poder en los Estados Unidos y Europa; desde las oficinas del Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo y las Naciones Unidas; desde las universidades, institutos de investigaciones e instituciones de los Estados Unidos y Europa; y desde las nuevas oficinas de planificación de las grandes capitales del mundo subdesarrollado, este era el tipo de desarrollo que era activamente promovido, y que en unos pocos años
extendió su alcance a todos los aspectos de la sociedad93.

La premisa organizadora era la creencia en el papel de la modernización como la única fuerza capaz de destruir las supersticiones y relaciones arcaicas, a cualquier costo social, cultural o político. La industrialización y la urbanización eran vistas como inevitables y necesariamente progresivas rutas a la modernización94.

Estos procesos, de acuerdo a Escobar, deben ser entendidos en el marco global de la progresiva expansión de estas formas modernas no sólo a todos los ámbitos geográficos del planeta, sino igualmente al corazón mismo de la naturaleza y la vida. Si con la modernidad podemos hablar de la progresiva conquista semiótica de la vida social y cultural, hoy esta conquista se ha extendido al corazón mismo de la naturaleza y la vida.

Una vez que la modernidad se ha consolidado y la economía se convierte en una realidad aparentemente ineluctable para la mayoría un verdadero descriptor de la realidad el capital debe abordar la cuestión de la domesticación de todas las relaciones sociales y simbólicas restantes en términos del código de la producción. Ya no son solamente el capital y el trabajo per se los que están en juego, sino la reproducción del código. La realidad social se convierte, para tomar prestada la expresión de Baudrillard, en ‘el espejo de la producción’95.

En la búsqueda de alternativas a estas formas universalistas de sometimiento y control de todas las dimensiones de la cultura y la vida, Escobar apunta en dos direcciones complementarias: la resistencia local de grupos de base a las formas dominantes de intervención, y la deconstrucción del desarrollo96, tarea que implica el esfuerzo de la
desnaturalización y desuniversalización de la modernidad.

Para esto último hace falta una antropología de la modernidad, conducente a la comprensión de la modernidad occidental como un fenómeno cultural e histórico específico97. Esto pasa necesariamente por la
desuniversalización de los ámbitos en los cuales se ha separado la sociedad moderna.

¿Cuál es el código cultural que ha sido inscrito en la estructura de la economía? ¿Qué vasto desarrollo civilizatorio resultó en la actual concepción y práctica de la economía? (…). Una antropología de la modernidad centrada en la economía nos lleva a narraciones del mercado, producción y el trabajo, que están en las raíces de lo que podría llamarse la economía
occidental.

Estas narrativas son raramente cuestionadas, son tomadas como las formas
normales y naturales de ver la vida. Sin embargo, las nociones de mercado, economía y producción son contingencias históricas. Sus historias pueden ser descritas, sus genealogías marcadas, sus mecanismos de poder y verdad revelados. Esto es, la economía occidental puede ser antropologizada, para demostrar cómo está compuesta por un conjunto de discursos y prácticas muy peculiares en la historia de las culturas.

La economía occidental es generalmente pensada como un sistema de producción. Desde la perspectiva de la antropología de la modernidad, sin embargo, la economía occidental debe ser vista como una institución compuesta por sistemas de producción, poder y significación. Los
tres sistemas se unieron al final del siglo dieciocho y están inseparablemente ligados al desarrollo del capitalismo y la modernidad.

Deben ser vistos como formas culturales a través de las cuales los seres humanos son transformados en sujetos productivos. La economía no es
sólo, ni siquiera principalmente, una entidad material. Es ante todo, una producción cultural, una forma de producir sujetos humanos y órdenes sociales de un determinado tipo98.

Los antropólogos han sido cómplice de la racionalización de la economía moderna al contribuir a la naturalización de los constructos de la economía, la política, la religión, el parentesco y similares, como los bloques primarios en la construcción de toda sociedad. La existencia de estos dominios como pre-sociales y universales debe ser rechazada. Por el contrario, debemos
interrogarnos sobre los procesos simbólicos y sociales que hacen que estos dominios aparezcan como auto-evidentes y naturales99.

Fernando Coronil

Del libro de Fernando Coronil The Magical State, interesa destacar su análisis de algunas de las separaciones fundantes de los saberes sociales modernos que fueron caracterizadas en la primera parte de este texto, asunto abordado a partir de la exploración de las implicaciones de la exclusión del espacio y de la naturaleza que se ha dado históricamente en la caracterización
de la sociedad moderna. De acuerdo a Coronil ninguna generalización puede hacer justicia a la diversidad y complejidad del tratamiento de la naturaleza en la teoría social occidental.

Sin embargo, considera que:
…los paradigmas dominantes tienden a reproducir los supuestos que atraviesan a la cultura moderna en los cuales la naturaleza es un supuesto más. Las visiones del progreso histórico posteriores a la Ilustración afirman la primacía del tiempo sobre el espacio y de la cultura sobre la naturaleza.

En términos de estas polaridades, la naturaleza está tan profundamente
asociada con espacio y geografía que estas categorías con frecuencia se presentan como metáforas una de otra. Al diferenciarlas, los historiadores y los científicos sociales usualmente presentan al espacio o a la geografía como un escenario inerte en el cual tienen lugar los eventos históricos, y a la naturaleza como el material pasivo con el cual los humanos hacen su
mundo. La separación de la historia de la geografía y el dominio del tiempo sobre el espacio tiene el efecto de producir imágenes de sociedades cortadas de su ambiente material, como si surgieran de la nada100.

Ni en las concepciones de la economía neoclásica, ni en las marxistas, la naturaleza es incorporada centralmente como parte del proceso de creación de riqueza, hecho que tiene vastas consecuencias. En la teoría neoclásica, la separación de la naturaleza del proceso de creación de riqueza se expresa en la concepción subjetiva del valor, centrada en el mercado. Desde esta perspectiva, el valor de cualquier recurso natural se determina de la misma manera que toda otra mercancía, esto es por su utilidad para los consumidores tal como ésta es medida en el mercado101.

Desde un punto de vista macroeconómico, la remuneración de los
dueños de la tierra y de los recursos naturales es concebida como una transferencia de ingreso, no como un pago por un capital natural. Es ésta la concepción que sirve de sustento al sistema de cuentas nacionales utilizado en todo el mundo102.

Marx, a pesar de afirmar que la trinidad (trabajo/capital/tierra) “contiene en sí misma todos los misterios del proceso social de producción“103, termina por formalizar una concepción de la creación de riqueza que ocurre al interior de la sociedad, como una relación capital/trabajo, dejando fuera a la naturaleza. Como la naturaleza no crea valor, la renta se refiere a la
distribución, no a la creación de plusvalía104.

Para Coronil es fundamental el aporte de Henry Lefebvre105 en torno a la construcción social del espacio como base para “pensar el espacio en términos que integren su significado socialmente construido con sus propiedades formales y materiales“106. Interesan aquí dos aspectos del pensamiento de Lefebvre sobre el espacio. El primero se refiere a la concepción del espacio como producto de las relaciones sociales y de la naturaleza (estos constituyen su “materia prima”)107.

[El espacio] es tanto el producto de, como la condición de posibilidad de las relaciones sociales. Como una relación social, el espacio es también una relación natural, una relación entre sociedad y naturaleza a través de la cual la sociedad mientras se produce a sí misma transforma y se apropia de la naturaleza108.

En segundo lugar, para Lefebvre, la tierra incluye “los terratenientes, la aristocracia del campo”, “el Estado-nación confinado dentro de un territorio específico” y “en el sentido más absoluto, la política y la estrategia política“109. Tenemos así identificadas las dos exclusiones esenciales
implicadas por la ausencia del espacio: la naturaleza, y la territorialidad como ámbito de lo político110.

Coronil afirma que en la medida en que se deja afuera a la naturaleza en la caracterización teórica de la producción y del desarrollo del capitalismo y la sociedad moderna, se está igualmente dejando al espacio fuera de la mirada de la teoría.

Al hacer abstracción de la naturaleza, de los recursos, del espacio, y de los territorios, el desarrollo histórico de la sociedad moderna y del capitalismo aparece como un proceso interno, autogenerado, de la
sociedad europea, que posteriormente se expande hacia regiones “atrasadas”.

En esta construcción eurocéntrica, desaparece del campo de visión el colonialismo como dimensión constitutiva de estas experiencias históricas. Están ausentes las relaciones de subordinación de territorios, recursos y poblaciones del espacio no europeo. Desaparece así del campo de
visibilidad la presencia del mundo periférico y sus recursos en la constitución del capitalismo, con lo cual se reafirma la idea de Europa como único sujeto histórico.

La reintroducción del espacio y por esa vía la dialéctica de los tres elementos de la trinidad de Marx (trabajo, capital y tierra) permite ver al capitalismo como proceso global, más que como un proceso auto-generado en Europa, y permite incorporar al campo de visión a las modernidades subalternas111.

El recordar la naturaleza reconociendo teóricamente su significado histórico nos permite reformular las historias dominantes del desarrollo histórico occidental, y cuestionar la noción de acuerdo a la cual la modernidad es la creación de un Occidente auto-propulsado112.

El proyecto de la parroquialización de la modernidad occidental (…) implica también el reconocimiento de la periferia como el sitio de la modernidad subalterna. El propósito no es ni homogeneizar, ni catalogar las múltiples formas de la modernidad, menos aún elevar a la periferia mediante un mandato semántico, sino el deshacer las taxonomías imperiales que
fetichizan a Europa como el portador exclusivo de la modernidad y borra la constitución transcultural de los centros imperiales y las periferias colonizadas.

La crítica del locus de la modernidad desde sus márgenes, crea las condiciones para una crítica inherentemente desestabilizadora de la modernidad misma. Al desmontarse la representación de la periferia como la encarnación del atraso bárbaro, a su vez se desmitifica la auto-representación europea como la portadora universal de la razón y el progreso histórico113.

Una vez que se incorpora la naturaleza al análisis social, la organización del trabajo no puede ser abstraída de sus bases materiales114. En consecuencia, la división internacional del trabajo tiene que ser entendida no sólo como una división social del trabajo, sino igualmente una división global de la naturaleza115. Lo que podría llamarse la división internacional de la naturaleza suministra la base material para la división internacional del trabajo: constituyen dos dimensiones de un proceso unitario.

El foco exclusivo en el trabajo oscurece a la visión el hecho ineludible de que el trabajo siempre está localizado en el espacio, que éste transforma a la naturaleza en localizaciones específicas, y que por lo tanto su estructura global implica también una división global de la naturaleza116.

Como la producción de materias primas en la periferia está generalmente organizada en torno a la explotación no sólo del trabajo sino de los recursos naturales, yo creo que el estudio del neocolonialismo requiere un desplazamiento de foco del desigual flujo del valor, a la estructura
desigual de la producción internacional. Esta perspectiva coloca en el centro del análisis las relaciones entre la producción de valor social y la riqueza natural117.

Para romper con este conjunto de escisiones, en particular las que se han construido entre los factores materiales y factores culturales118, Coronil propone una perspectiva holística de la producción que incluya dichos órdenes en un mismo campo analítico. Al igual que Arturo Escobar, concibe el proceso productivo simultáneamente como de creación de sujetos y de mercancías.

Una perspectiva holística en torno a la producción abarca tanto la producción de mercancías, como la formación de los agentes sociales implicados en este proceso, y por lo tanto, unifica dentro de un mismo campo analítico los órdenes materiales y culturales dentro del cual los seres humanos se forman a sí mismos mientras hacen su mundo. (…) Esta visión unificadora busca comprender la constitución histórica de los sujetos en un mundo de relaciones sociales y significaciones hechas por humanos. Como estos sujetos están constituidos históricamente, a la vez que son protagonistas de la historia, esta perspectiva ve la actividad que hace a la historia como parte de la historia que los forma e informa su actividad119.

Una apreciación del papel de la naturaleza en la creación de riqueza ofrece una visión diferente del capitalismo. La inclusión de la naturaleza (y de los agentes asociados con ésta) debería reemplazar a la relación capital/ trabajo de la centralidad osificada que ha ocupado en la teoría marxista. Junto con la tierra, la relación capital/trabajo puede ser vista dentro de un proceso más amplio de mercantilización, cuyas formas específicas y efectos deben ser demostrados concretamente en cada instancia. A la luz de esta visión más comprensiva del capitalismo, sería difícil reducir su desarrollo a una dialéctica capital/trabajo que se origina en los centros avanzados y se expande a la periferia atrasada. Por el contrario, la división internacional del
trabajo podría ser reconocida más adecuadamente como simultáneamente una división internacional de naciones y de naturaleza (y de otras unidades geopolíticas, tales como el primer y el tercer mundo, que reflejan las cambiantes condiciones internacionales).

Al incluir a los agentes que en todo el mundo están implicados en la creación del capitalismo, esta perspectiva hace posible vislumbrar una concepción global, no eurocéntrica de su desarrollo120.

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Notas
1. Quiero comenzar por agradecer a mis estudiantes en el Doctorado de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales por las fructíferas discusiones que hemos sostenido en torno a estos asuntos en los últimos dos años.
2. Universidad Central de Venezuela, Caracas.
3. Ver, por ejemplo, los ensayos incluidos en: Linda Christiansen-Ruffman (editora): Feminist Perspectives, International Sociological Association, Pre-Congress Volumes, Social Knowledge: Heritage, Challenges, Perspectives, María-Luz Morán (editora general), Montreal, 1998.
4. Martin Bernal, Black Athena. The Afroasiatic Roots of Classical Civilization, Martin Bernal. Vol. I. The Fabrication of Ancient Greece 1785-1985, Rutgers University Press, New Brunswick, 1987; J. M. Blaut, The Colonizers Model of the World. Geographical Diffusionism and
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5. Edward Said, Orientalism, Vintage Books, Nueva York, 1979; y Culture and Imperialism, Vintage Books, Nueva York, 1994.
6. Immanuel Wallerstein, (Coordinador), Abrir las ciencias sociales. Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales, Siglo XXI Editores, México, 1996.
7. Ranajit Guha (editor), A Subaltern Studies Reader 1986-1995, University of Minnesota Press, Minneapolis, 1998; y Silvia Rivera Cusicanqui y Rossana Barragán (compiladoras), Debates Post Coloniales: Una introducción a los estudios de la subalternidad, Historias, SEPHIS y Aruwiyiri, La Paz, 1997.
8. V. Y. Mudimbe, The Idea of Africa, Indiana University Press, Bloomington e Indianapolis,1994; Mahmood Mamdani, Citizen and Subject. Contemporary Africa and the Legacy of Colonialism, Princeton University Press, Princeton, 1996; Tsenay Serequeberhan (editor), African Philosophy. The Essential Readings, Paragon House, Nueva York, 1991.
9. Karl-Otto Apel, Enrique Dussel y Raúl Fornet B., Fundamentación de la ética y filosofía de la liberación, Siglo XXI Editores y UAM Iztapalapa, México, 1992; Enrique Dussel (compilador) Debate en torno a la ética del discurso de Apel. Diálogo filosófico Norte-Sur desde América Latina, Siglo XXI Editores y UAM Iztapalapa, México, 1994; Enrique Dussel, Etica de la
liberación en la edad de la globalización y la exclusión, Editorial Trotta, Madrid, 1998.
10. Encountering Development. The Making and Unmaking of the Third World, Princeton University Press, Princeton,1995.
11. Silencing the Past. Power and the Production of History, Beacon Press, Boston, 1995.
12. “Raza, “etnia” y “nación” en Mariátegui: Cuestiones abiertas”, en Juan Carlos Mariátegui y Europa. La otra cara del descubrimiento, Amauta, Lima, 1992; Modernidad, identidad y utopía en América Latina, Editorial El Conejo, Quito, 1990; y “La colonialidad del poder y la experiencia cultural latinoamericana”, en Roberto Briceño-León y Heinz R. Sonntag (editores),
Pueblo, época y desarrollo: la sociología de América Latina, CENDES, LACSO, Nueva Sociedad, Caracas, 1998.
13. The Darker Side of the Renaissance. Literacy, Territoriality and Colonization, Michigan University Press, Ann Arbor, 1995; y “Posoccidentalismo: las epistemologías fronterizas y el dilema de los estudios (latinoamericanos) de área”, Revista Iberoamericana, LXII, 1996.
14. The Magical State. Nature, Money and Modernity in Venezuela, Chicago University Press, Chicago, 1997; y “Beyond Occidentalism: Toward Nonimperial Geohistorical Categories”, Cultural Anthropology,vol. 11, nº 1, 51-87, 1996.
15. Los hombres verdaderos. Voces y testimonios tojolabales, Siglo XXI Editores, México, 1996.
16. “Technological Impacts on Human Rights: Models of Development, Science and Technology and Human Rights”, en C.G. Weeramantry (editor), The Impact of Technology on Human Rights. Global Case Studies, United Nations University Press, Tokyo, 1993., p. 18. “ De acuerdo a Max Weber, el cristianismo heredó del judaísmo su hostilidad al pensamiento mágico. Esto abrió el camino para importantes logros económicos ya que las ideas mágicas imponen severas limitaciones a la racionalización de la vida económica. Con la llegada del ascetismo protestante esta desmitificación del mundo se completó.” (idem).
17. Dada la naturalización tanto de las relaciones sociales como de los acotamientos de los saberes modernos, incluida la fundante separación sujeto/objeto, resulta difícil la compresión del carácter histórico cultural específico de estas formas del saber sin acudir a otras perspectivas culturales que nos permiten des-familiarizarnos y por lo tanto desnaturalizar la
objetividad universal de estas formas de concebir la realidad. Un texto que resulta particularmente iluminador en este sentido es el de Carlos Lenkersdorf, ya citado. Lenkersdorf estudia la cosmovisión de los tojolabales a través de su lengua. Caracteriza lo que llama una lengua intersubjetiva en la cual no hay separación entre objeto y sujeto, como expresión de una forma de compresión del mundo que carece de las múltiples escisiones que han sido
naturalizadas por la cultura occidental.
18. Frédérique Apffel-Marglin, “Introduction: Rationality and the World”, en Frédérique Apffel-Marglin y Stephen A. Marglin, Decolonizing Knowledge. From Development to Dialogue, Clarendon Press, Oxford, 1996, p. 3.
19. Idem.
20. Op. cit. p. 4.
21. Op. cit. p. 6.
22. Op. cit. p. 7.
23. Jurgën Habermas, “Modernidad, un proyecto incompleto”, en Nicolás Casullo (compilador), El debate modernidad posmodernidad, Puntosur Editores, Buenos Aires, 1989, pp. 137-138.
24. En palabras de Tzvetan Todorov: “…el descubrimiento de América es lo que anuncia y funda nuestra identidad presente; aún si toda fecha que permite separar dos épocas es arbitraria, no hay ninguna que convenga más para marcar el nacimiento de la era moderna que el año 1492, en que Colón atraviesa el océano Atlántico. Todos somos descendientes de Colón, con él comienza nuestra genealogía -en la medida en que la palabra “comienzo” tiene
sentido”. La conquista de América. El problema del otro, Siglo XXI Editores, México, 1995 (1982), p. 15.
25. Walter Mignolo, The Darker Side of the Renaissance…, op. cit.
26. Ver: Aníbal Quijano, “Raza, etnia y nación en Mariátegui: cuestiones abiertas”, op. cit.
27.Walter Mignolo, op. cit., p. xi.
28. “Por esto quiero decir una tendencia persistente y sistemática de ubicar los referentes de la antropología en un tiempo diferente al presente del productor del discurso antropológico.” Time and the Other. How Anthropology Makes its Object, Columbia University Press, Nueva York, 1983, p.31.
29. Walter Mignolo, op. cit., 328.
30. Ver: Derecho indígena y cultura constitucional en América, Siglo XXI, México, 1994; y Happy Constitution. Cultura y Lengua Constitucionales, Editorial Trota, S.A, Madrid, 1997.
31. Bartolomé Clavero, Derecho indígena y cultura constitucional en América, op. cit., pp. 21-22.
32. Op. cit., p. 22.
33. Idem.
34. Op. cit., pp. 22-23.
35. Op. cit., p. 23.
36. Op. cit., pp. 25-26.
37. Op. cit., p. 27.
38. “…la historia universal no es el mero tribunal de su fuerza, es decir, necesidad abstracta e irracional de un destino ciego, sino que, ella es razón en sí (an sich) y para sí y su ser para-sí en el espíritu es saber, en ella es el desarrollo necesario, únicamente desde el concepto de su libertad, de los momentos de la razón y así de su autoconciencia y de su libertad, la
explicitación y realización del espíritu universal.” G.W.F. Hegel, Filosofía del Derecho (Rasgos fundamentales de la filosofía del derecho o Compendio de derecho natural y ciencia del Estado), Ediciones de la Biblioteca, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1976, p. 333.
39. Op. cit., p. 334.
40. Op. cit., pp. 334-335.
41. Op. cit., pp. 335-335.
42. Op. cit., p. 336.
43. G.W.F. Hegel, Enzyklopädie der philosophischen Wissenschaften, Werke, vol. VI, p.442. Citado por Antonello Gerbi, La disputa del nuevo mundo. Historia de una polémica, Fondo de Cultura Económica, México 1993 (1955), p. 535.
44. G.W.F. Hegel, Lectures on the Philosophy of History, Cambridge University Press, Cambridge, 1975, p. 172 y 190-191. Citado por Fernando Coronil, “Beyond Occidentalism…” op. cit., p. 58.
45. Antonello Gerbi, op. cit., pp. 527 y 537.
46. Op. cit., p. 537.
47. Op. cit., p. 542.
48. Op. cit., p. 545.
49. Op. cit., p. 537.
50. G.W.F. Hegel, Philosophie der Geschite, ed. Lasson, vol I, pp. 189-191. Citado por Antonello Gerbi, op. cit., p. 538.
51. Antonello Gerbi, op. cit., pp. 545 y 548.
52. Arturo Escobar, op. cit., p. 60.
53. Customs in Common (Studies in Traditional Popular Culture), The New Press, Nueva York, 1993, p. 1.
54. Op. cit. p. 9.
55. Op. cit., pp. 9-10.
56. Para un análisis extraordinariamente rico de este proceso, ver el texto de E. P. Thompson, ya citado.
57. Es el paso, por ejemplo, de la resistencia al maquinismo y a la disciplina laboral, a la lucha por el derecho a la sindicalización y por la limitación de la jornada de trabajo. “Mientras el capitalismo (o el ‘mercado’) rehicieron la naturaleza humana y la necesidad humana, la
economía política y su antagonista revolucionario asumieron que este hombre económico era para siempre. “ E. P. Thompson, op. cit., p. 15.
58. Immanuel Wallerstein, op. cit.
59. Ver: Johannes Fabián, op. cit.
60. Los problemas del eurocentrismo no residen sólo en las distorsiones en la comprensión de los otros. Está simétricamente implicada igualmente la distorsión en la autocomprensión europea, al concebirse como centro, como sujeto único de la historia de la modernidad. Ver más abajo la discusión de Fernando Coronil sobre este crucial asunto.
61. Bruno Latour, We Have Never Been Modern, Harvard University Press, Cambridge, 1993,p. 97.
62. Op. cit., pp. 99-100.
63. El estudio de estos obstáculos culturales, sociales e institucionales a la modernización constituyó el eje que orientó la amplísima producción de la sociología y la antropología de la modernización en las décadas de los 50 y los 60.
64. “El ambivalente discurso latinoamericano, en su rechazo a la dominación europea, pero en su internalización de su misión civilizadora, ha asumido la forma de un proceso de autocolonización, que asume distintas formas en diferentes contextos y períodos históricos.” Fernando Coronil, The Magical State… op. cit., p. 73.
65. Néstor García Canclini, Culturas híbridas, Editorial Grijalbo y Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, México, 1989.
66. Perry Anderson, “Modernity and Revolution”, New Left Review, número 144, marzo-abril 1984, citado por 67. . Néstor García Canclini, op. cit., p. 69.
67. Néstor García Canclini, op. cit., p. 330.
68. “Paradigmas, conceptos y relaciones para una nueva era. Cómo pensar las Ciencias Sociales desde América Latina”, Seminario Las ciencias económicas y sociales: reflexiones de fin de siglo, Dirección de Estudios de Postgrado, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 20 de junio de 1998 (mimeo).
69. Maritza Montero, op. cit.
70. Enrique Dussel, Introducción a la filosofía de la liberación, Nueva América, Bogotá, 1988; y J.C. Scannone, Nuevo punto de partida de la filosofía latinoamericana, Guadalupe, Buenos Aires, 1990.
71. Acción comunal. Una vereda colombiana, Universidad Nacional, Bogotá, 1959; y “Por la praxis. El problema de cómo investigar la realidad para transformarla”, En Crítica y política en ciencias sociales. El debate Teoría y Práctica, Simposio Mundial en Cartagena, Punta de Lanza, Bogotá, 1978.
72. El aro y la trama, Centro de Investigaciones Populares, Caracas, 1995.
73. Estos tres textos, que han sido publicados en inglés en los Estados Unidos, son: Michel- Rolph Trouillot, Silencing the Past… op. cit.; Arturo Escobar, Encountering Development… op. cit. y Fernando Coronil, The Magical State…op. cit.
74. “El poder es constitutivo de la historia. Rastreando el poder a través de varios ‘momentos’ simplemente ayuda a enfatizar el carácter fundamentalmente procedimental de la producción histórica, insistir en que lo que la historia es importa menos que cómo trabaja la historia; que el
poder mismo trabaja conjuntamente con la historia; y que las preferencias políticas declaradas de los historiadores tienen poca influencia en la mayoría de las prácticas reales del poder”. Op. cit., p 28.
75. “Los silencios son inherentes en la historia porque cada evento singular entra a la historia careciendo de algunas de sus partes constitutivas. Algo siempre se omite mientras algo es registrado. Nunca hay un cierre perfecto de ningún evento. Así aquello que se convierte en dato, lo hace con ausencias innatas, específicas a su producción como tal. En otros términos, el mismo mecanismo que hace posible cualquier registro histórico, también asegura que no todos los hechos históricos son creados iguales. Ellos reflejan el control diferencial de los medios de producción histórica desde el primer registro que transforma un evento en un dato.” Op. cit., p. 49.
76. Op. cit., p. 55.
77. Op. cit., p. 27.
78. Op. cit., p. 73.
79. Op. cit., pp. 80-81.
80. Op. cit., pp. 82-83.
81. Op. cit., p. 93.
82. Op. cit., p. 107.
83. “…si muchos aspectos del colonialismo han sido superados, las representaciones del Tercer Mundo a través del desarrollo no son menos abarcantes y eficaces que sus contrapartes coloniales”. Op. cit., p. 15. Op. cit., p. 5. “En síntesis, me propongo hablar del desarrollo como una experiencia histórica singular, la creación de un dominio de pensamiento y acción por la vía del análisis de las características e interrelaciones de los tres ejes que lo definen: las formas del conocimiento que se refieren a éste y a través de las cuales éste se constituye como tal y es elaborado en la forma de objetos, conceptos, teorías y similares; el sistema de poder que regula su práctica; y las formas de subjetividad gestadas por este discurso, aquéllas a través de las cuales la gente llega a reconocerse a sí misma como desarrollada o
subdesarrollada.” Op. cit., p. 10.
85. Op. cit., p. 30.
86. Op. cit., p. 26.
87. Op. cit., p. 36.
88. Op. cit., p. 37.
89. Op. cit., p. 111.
90. Op. cit., p. 21.
91. Op. cit., p. 24.
92. Arturo Escobar, “Imaginando el futuro: pensamiento crítico, desarrollo y movimientos sociales”, en Margarita López Maya (editora), Desarrollo y democracia, UNESCO, Rectorado de la Universidad Central de Venezuela y Editorial Nueva Sociedad, Caracas, 1991, p. 142.
93. Arturo Escobar, Encountering Development… op. cit., p. 39.
94. Idem.
95. Op. cit., p. 203.
96. Op. cit., pp. 222-223.
97. Op. cit., p. 11.
98. Op. cit., p. 59.
99. Op. cit., p. 61.
100. Op. cit., p. 23.
101. Op. cit., p. 42.
102. Al dejar a la naturaleza fuera del cálculo económico de la producción de riqueza en las cuentas nacionales, el proceso de creación-destrucción que siempre está implicado en la transformación productiva de la naturaleza queda reducido a una de sus dimensiones. Su “lado oscuro”, la destrucción/consumo/agotamiento de recursos, se hace completamente invisible.
103. Citado por Fernando Coronil, op. cit., p. 57.
104. Op. cit., p. 47. “La concepción estrictamente social de la creación de la explotación en Marx busca evitar la fetichización del capital, el dinero y la tierra como fuentes de valor. Pero termina por excluir la explotación de la naturaleza del análisis de la producción capitalista, y borra su papel en la formación de la riqueza.” Op. cit., p. 59.
105. The Production of Space, Blackwell, Oxford, 1991.
106. Fernando Coronil, op. cit., p. 28.
107. Op. cit., p. 28.
108. Op. cit., p. 28. De acuerdo con Lefebvre, el modelo dual simplificado (capital/trabajo) no es capaz de dar cuenta de la creciente importancia de la naturaleza para la producción capitalista.
109. Henry Lefebvre, op. cit., p. 325. Citado por Fernando Coronil, op. cit., p. 57.
110. Sólo a partir de estas exclusiones es posible la concepción de “lo económico” como una región ontológica separada tanto de la naturaleza como de la política, tal como se apuntó en la parte II de este texto.
111. Op. cit., p. 8.
112. Op. cit., p. 7.
113. Op. cit., p. 74.
114. Op. cit., pp. 29-30.
115. Op. cit., p. 29.
116. Op. cit., p. 29.
117. Op. cit., p. 32.
118. Op. cit., p. 15.
119. Op. cit., p. 41.
120. Op. cit., p. 61.