Gramsci y América Latina: Guerra de movimientos-guerra de posiciones

Gramsci y América Latina: Guerra de movimientos-guerra de posiciones
x Daniel Campione

El Estado es el que traza la política general que conviene en primer lugar al gran capital, pero el Estado no tiene que imponer el poder del gran capital hasta sus últimas consecuencias, porque eso equivaldría a perder el consenso de las clases subalternas. Por eso se necesita un conflicto con la Shell por acá, un enfrentamiento con la “oligarquía vacuna” por allá

Seminario “El Pensamiento Vivo de Antonio Gramsci”
Agrupación Contrahegemonía
Martes 17 de abril de 2007

En primer lugar: Gramsci y América Latina. ¿De dónde viene esa relación? Hay relaciones que son constitutivas del marxismo latinoamericano. Por ejemplo, el primer marxista latinoamericano unánimemente reconocido es José Carlos Mariátegui, que tuvo la parte fundamental de su formación intelectual como marxista en Italia, igual que Gramsci, y en una época similar a aquella en la que Gramsci empezaba a actuar como dirigente destacado del entonces Partido Socialista Italiano o del flamante Partido Comunista Italiano. O sea, entre 1921, 1922, por esa fecha Mariátegui está en Italia. Se podría decir que, en un punto, hay una cercanía desde el comienzo entre el marxismo latinoamericano y el marxismo de Gramsci, el marxismo de Italia.

Si nos alejamos de esa coincidencia, porque Gramsci y Mariátegui no se conocieron íntimamente, no se leyeron entre sí, por lo menos la obra que nosotros conocemos como fundamental de Gramsci (porque como ustedes saben, la obra fundamental de Gramsci, los Cuadernos de la Cárcel, se difundieron después de la Segunda Guerra Mundial, después de la muerte de Gramsci en el ’37), ¿cuál es el primer país del mundo en la cual se traduce a Gramsci a otro idioma y se difunde su pensamiento? ¿Lo saben? En Argentina es donde se toman por primera vez, donde a fines de los ’50 se traduce gran parte de los Cuadernos al español.

Más allá de los detalles, de las fechas y los momentos, que quizás no es lo que más nos interesa ahora, lo que hay que tener en cuenta es que Gramsci ingresa en América Latina por Argentina, a fines de los años ’50, entre otras cosas, como una forma de discutir con la política de la izquierda tradicional en nuestro país. Y sobre todo como una forma de jóvenes comunistas de la época, como José Aricó, Oscar del Barco (que creo que no era afiliado al Partido Comunista, pero estaba vinculado), Juan Carlos Portantiero, etc. Una forma que ellos intentan de discutir con la dirección del PC, es basarse en el pensamiento de Gramsci de los Cuadernos de la Cárcel, y plantear temas ligados a la necesidad de renovación de las dirigencias, la necesidad de la formación de intelectuales orgánicos, etc. ¿Por qué esto que suena tan lejano tiene importancia? Porque en esa época no había una izquierda marxista del tipo de la que se pueden imaginar ustedes, la izquierda marxista era básicamente el PC, que era mucho más grande e importante de lo que es ahora en Argentina, y después había pequeños grupos, algunos ligados al trotskismo, otros ligados a alguna otra vertiente. En el momento, discutir con la dirección del PC era discutir con la dirección visible de la izquierda en Argentina. Quiero imaginarme un parangón con algo actual, pero no hay una dirección de la izquierda hoy en la Argentina.

Gramsci penetra por ese lado, como un pensamiento más ágil, más complejo que lo que podía ser el marxismo soviético, el DIAMAT, como se lo dio en llamar después. Era como la forma, el modo de arribar a la formación de una izquierda nueva, de una izquierda renovada. Esta experiencia termina unos años después, cuando a los jóvenes que seguían esta tendencia, al abrigo de un dirigente comunista mayor, Héctor Pablo Agosti, los expulsan del PC. Los expulsan por haber planteado de alguna manera, aunque fuera indirecta y discreta, un cuestionamiento a la dirección partidaria. Pero por ahí entra Gramsci en América Latina, y el itinerario de Gramsci en América Latina es un itinerario de poner nuevos elementos en la discusión, se lo utiliza a Gramsci de muchas maneras diferentes. Se lo utiliza a Gramsci en algún momento para ser uno de los fundamentos del paso a la lucha armada; se lo utiliza en otro para intentar impugnar la idea de democracia representativa y levantar la idea de democracia directa, de democracia de los consejos. En 1983, se toma a Gramsci como fundamento de una transición democrática, tomando las ideas básicas de este autor como vehículo para formar una nueva democracia, un nuevo consenso, una nueva hegemonía, que albergara a vastos sectores sociales.

Ahora, ¿qué nos puede decir Gramsci hoy, en la América Latina actual? Y ahí lo podemos relacionar con el tema de guerra de movimientos y guerra de posición. Gramsci distingue entre dos tipos de sociedades: sociedades de tipo oriental y sociedades de tipo occidental. No son conceptos geográficos, ni siquiera étnico culturales; son conceptos políticos. ¿Cuáles son las sociedades de tipo oriental? Sociedades como la Rusia de los zares, con escaso desarrollo de la sociedad civil, de debate político abierto, de opinión pública, de sindicatos u otras organizaciones de nivel económico corporativo, de partidos políticos de oposición. ¿Cuáles serian las otras sociedades, las de tipo occidental? Sociedades con amplio debate público, con parlamento, generalmente, o con otros espacios de debate, con una sociedad civil desarrollada. ¿Qué ocurre? Si nos situamos en la época en que Gramsci escribe, los primeros años 30, se podía pensar que buena parte de América Latina (y Gramsci la mira, hay breves escritos suyos sobre América Latina), eran sociedades de tipo oriental, sociedades con poco desarrollo de la sociedad civil; parecía un espacio social, político y cultural de tipo oriental. Dictaduras militares, escaso desarrollo de la opinión pública, sociedades de escasa complejidad todavía, economías de énclave, economías de plantación. Gramsci dice que en el único país donde quizás se pueda dar una lucha política más parecida a la de los países occidentales, es en Argentina. A todos los demás los engloba de alguna manera en ese concepto de Oriente.

¿Cuál era la diferencia importante, que venía de esta distinción? Que en Oriente cabía lo que Gramsci llama guerra de movimientos o maniobras: el ataque frontal, la insurrección contra el Estado, la lucha que podía destruir más o menos rápidamente a todo el orden social existente y reemplazarlo por otro. El asalto al poder, el “hagamos como en Rusia”: un grupo, un partido que toma el poder, que asalta el Estado, que “toma el Cielo por asalto”, dicho en términos más poéticos. Gramsci sostiene que cuando tenemos sociedades de tipo occidental esto ya no es posible, el sistema de dominación tiene hegemonía: muchas mas herramientas para defenderse, más casamatas, más fortalezas construidas en torno al núcleo duro del poder económico y su sustento militar. Si no nos quedamos en los años ’20 o ’30 y pensamos en la América Latina de comienzos del siglo XXI, nos encontramos con que en la mayoría de sus países más desarrollados (y buena parte de los no tan desarrollados), es una sociedad de tipo occidental. Son sociedades con amplio desarrollo de la sociedad civil, con movimientos populares, con opinión pública, pero también con Estados que tienen partidos políticos que les sirven, parlamento, sindicatos de masas burocratizados. Hay una conformación social de América Latina hoy que nos lleva a pensar que el escenario no es el de una guerra de movimientos sino de una guerra de posiciones.

¿Qué quiere decir guerra de posiciones? Dice Gramsci que requiere una concentración inaudita de hegemonía, necesita de la participación de las más amplias masas; no puede ser resuelta por un golpe de mano, por imperio de la voluntad, requiere un desarrollo largo, difícil, lleno de avances y retrocesos, pero tras lo cual, si se logra la victoria, ésta es más decisiva y estable que en la guerra de maniobras. Gramsci está pensando la revolución, la transformación social, como algo que ya no esta centrado en un determinado acontecimiento sino que es un proceso complejo y contradictorio, y que además requiere disputar el consenso, las voluntades, el sentido común, el modo de pensar, del conjunto de la población, de las más amplias masas. Un ejemplo: la Rusia del 1900 que era un país con un nivel importante de desarrollo capitalista (no era asiático-feudal) pero tenia mas del ochenta por ciento de su población en el campo, en su mayor parte analfabeta, al margen totalmente de instituciones de la vida política moderna. Formal y no sóloformalmente era monarquía absolutista, tenía una forma de gobierno de tipo despótico oriental, tenia una iglesia que funcionaba como apéndice del Estado, no como un aparato generador de hegemonía autónomo y con su propia política y sus intelectuales como la Iglesia Católica en Occidente. ¿Cómo es la América Latina de hoy? ¿Más parecida a la Rusia de 1900 o a la Italia de 1930, la que ve Gramsci?

(Respuesta de un compañero del público: “Según qué país. Argentina quizás sea más parecida a Italia, Bolivia no.”)

Discrepo en cuanto a Bolivia. Fijate vos que Bolivia es un país con un fuerte componente indígena y campesino, pero ese componente está fuertemente organizado y tiene una tradición política. Y puede decirse incluso (en términos generales, porque no soy conocedor del país) que hay un vasto desarrollo de sociedad civil en Bolivia en los últimos años. Fíjense: Evo Morales es el presidente de Bolivia, gobierna un movimiento heterogéneo que ganó elecciones y está en el marco de una institucionalidad partidaria. Ya no es funcionamiento de tipo oriental. Hay una especie de movilidad que caracteriza a las sociedades avanzadas. Gramsci dice que en las sociedades hegemónicas se da un equilibrio cambiante, inestable, en que ambas partes se influencian y se modifican recíprocamente. Fíjense un ejemplo en el caso de Bolivia: hoy tenemos la imagen mediática de Evo Morales, el presidente indígena, con su chomba. El movimiento de Evo Morales era el movimiento sindical precisamente no-indigenista de Bolivia. Eran pobladores desplazados, que más que basarse en el argumento indigenista se basaban en la reivindicación de los objetivos de máxima de la revolución nacionalista del ’52. Ahora, cuando se acerca al poder, cuando debe ganar unas elecciones, cuando debe enfrentarse no como movimiento económico corporativo sino constituirse en movimiento nacional capaz de generar una insurrección triunfante, la apuesta mayor del MAS, ganar las elecciones, adopta banderas indigenistas, porque gran parte de la población boliviana se asume indígena. Pero es verdad lo que decías de “según qué país”: si hablamos de Haití o de Honduras quizás ya podríamos pensar que sean sociedades de tipo oriental.

Igual, no son categorías polares, son para guiarse: que una sociedad sea de tipo occidental no significa que no pueda haber irrupción armada o que no pueda haber una interrupción de la vida parlamentaria. En Italia, el fascismo, que es la anulación del régimen parlamentario, se puede considerar que tenía aspectos de construcción hegemónica muy importantes. Había un trabajo, consciente o no, del fascismo de, “robarle las banderas” a la izquierda, al socialismo y al comunismo, para generar un consenso mayor de masas en torno a un socialismo pero nacional, un socialismo pero antibolchevique, un socialismo pero antimarxista; y en parte esto tiene influencia sobre el carácter de masas que adquiere el fascismo en Italia.

Más allá de esto, ¿qué significa que las sociedades latinoamericanas de hoy sean de tipo occidental? Lo que seria un equívoco es pensar, a la manera de Portantiero desde los 80 o del ultimo Aricó, que sociedades de tipo occidental equivalen necesariamente a parlamentarización definitiva y pacífica de la vida política, e igual de erróneo sería pensar que la occidentalización de las sociedades equivale a que el capitalismo se vuelva un sistema inamovible, insustituible y definitivo. Portantiero, al volver del exilio, dice “sí, debemos seguir hablando de socialismo, pero de un socialismo en el sistema”: no se cree en la posibilidad de enfrentar el poder del capital, de dar la lucha de clases en sentido revolucionario o confrontativo. Esto se fundamenta de diversas maneras, entre ellas: que ya no hay movimiento obrero o Partidos Comunistas o revolucionarios de las características de hace 50 años. El problema es que el modo de entender la América Latina occidentalizada que floreció en los ’80 se vino abajo a fines de los ’90.

Los menos jóvenes de ustedes recordarán cuando era un axioma del análisis político vulgar decir que “ya no hay política de calles”, que la política moderna o posmoderna “se hace en los medios”, que “ya no habrá nuevas irrupciones de tipo antisistémico, todo se resuelve en el parlamento”, etc. Después de esto vino Chiapas, en 1994, y dijeron “es la primer guerrilla reformista de la historia”, la quisieron interpretar como movimiento democrático. ¿Qué hace la guerrilla de Chiapas? Escenifica un alzamiento guerrillero pero además habla de Zapata y de la toma del poder en México, no es guerrilla reformista. Pero aunque lo fuera, después de esto, ¿qué pasa? Movimientos populares que derrocan gobiernos neoliberales en América Latina, desde fines de los ’90 hasta hace muy poco, en Ecuador. Si queremos darle la razón a Portantiero, las sociedades latinoamericanas de los ’80 no daban para guerrillas de tipo foquista (por así decirlo, porque hay que ver el término “foquismo” es como el término “populismo”, se le endosa siempre al otro, nadie se asume como tal). Pero en lo que distaba de tener razón es en que no pudiera ver la constitución de un movimiento de voluntad colectiva nacional-popular, como dice Gramsci, de iniciativa de clases subalternas que pusiera en cuestionamiento la democracia parlamentaria y la economía de mercado. Si ustedes ven el Clarín de hoy se van a encontrar con que en Ecuador están debatiendo una posible Constituyente que pone en tela de juicio la existencia de los partidos políticos y el parlamento, esto es importantísimo porque en las transiciones democráticas de los ’80, la política del sistema, el pensamiento hegemónico era: “Señores, propongan todo los cambios que quieran, menos dos: 1) reemplazar la economía de mercado por un sistema de economía planificada no capitalista, y 2) reemplazar la democracia parlamentaria”. ¿Qué ocurre desde fines de los ’90 en América Latina? Brotan movimientos que postulan, por un lado, el ataque (si quieren: confuso, parcial, mezclado con reivindicaciones nacionalistas) al dominio ilimitado del gran capital y, por el otro, el cuestionamiento progresivamente más radical a las instituciones de la democracia parlamentaria. La transición democrática de los ’80 fracasó, pensada en sus términos originales: que la Argentina o Brasil se iban a convertir en una especie de España o Portugal; sociedades donde se iban a constituir corrientes de opinión y partidos que se asentaban en el sistema y que rehusaran cuestionar el capitalismo y la democracia parlamentaria.

¿Qué tiene que ver esto con el pensamiento de Gramsci? Tiene que ver con que el pensamiento de Gramsci está construido desde la idea de cómo lograr una nueva hegemonía, cómo lograr que quienes tienen el consenso de la población para desarrollar, reproducir y defender su poder lo pierdan, y lo pierdan a favor de otra construcción social, de otro bloque o polo de poder. Que un bloque histórico, término clave en Gramsci, pueda ser reemplazado por un nuevo bloque histórico. Que las clases sociales que hasta ese momento hicieron avanzar y organizaron la sociedad sean desplazadas por otras clases que puedan asumir la responsabilidad de reorganizar la sociedad. ¿Qué tiene que ver la Venezuela o el Brasil de hoy con el pensamiento gramsciano? Precisamente, Gramsci puede incidir en el tipo de mirada que le demos. La mirada chata de la izquierda tradicional de cualquier signo, sería mirar a la altura del Estado: “Chávez, el Comandante”. ¿Para qué? Para glorificarlo o para denostarlo. “Pequeño burgués, militar, traidor” es una posibilidad. La otra, “El Comandante Chávez, caudillo de la liberación latinoamericana”. ¿Qué pasa abajo? No importa, si como todos sabemos, el Estado es el que decide. Porque se sigue pensando en términos de sociedad de tipo oriental. El poder político formal, institucional, lo define todo. Ahora, la pregunta es: ¿qué hay debajo de eso? ¿Qué condiciona o debilita a Chávez y Evo Morales? ¿Quiénes los apoyan o critican y por qué? ¿Qué grado de organización tienen esas sociedades? Y ahí uno se encuentra con un mar de organizaciones, contradicciones, luchas y disputas que permiten abrir la expectativa de que esos procesos puedan avanzar en un sentido de radicalización. ¿Qué les dice a ustedes la palabra radicalización? Una interpretación sería la puramente estatalista: “Expropiaron la empresa de teléfonos: ¡Bravo, se avanza hacia el socialismo!”. No, no, eso es importante o puede serlo en un sentido, pero la mirada de fondo, la que Gramsci nos inspira cuando nos dice “No solo hay que saber, sino comprender y sentir”, es “¿qué está pasando allí con las masas populares, quién tiene la iniciativa? ¿Se están apoderando de la dirección de la sociedad un grupo de burócratas de cualquier tipo o signo, o están construyendo poder organizaciones sociales de distinto tipo?”. El análisis de Bolivia o Venezuela puede ser antigramsciano en dos sentidos aparentemente opuestos: uno, el descalificatorio porque la conducción es militar, pequeño burguesa, etc. El otro, el glorificador: ese tipo de pensamiento que lo primero que hace, cuando quiere hacer un debate sobre Venezuela, es invitar al embajador. Esa es la mirada estatalista.

Gramsci propone un análisis que abarque orgánicamente a la sociedad, en todos sus niveles. El término “orgánico” es clave. Uno de los significados de “orgánico” es para Gramsci aquello que abarca a la totalidad, lo de largo alcance (en contraposición a lo coyuntural). Es lo que marca el rumbo. Para darnos una idea orgánica de lo que es una sociedad hay que verla en movimiento de su totalidad; no “tomar la foto”, sino “filmar la película”. Equilibrio inestable entre partes que se oponen y modifican recíprocamente. Al interior del Estado venezolano hay lucha de clases. Al interior de cualquier institución la hay: la lucha de clases atraviesa todos los niveles de la vida social.

Gramsci nos invita constantemente a ver a la sociedad no sólo con el optimismo de la voluntad sino también con el pesimismo de la inteligencia. Es decir, ver elementos que favorecen o desfavorecen nuestro punto de vista y nuestras posibilidades de triunfo. Además, Gramsci hace hincapié en que para comprender y construir nuestra estrategia, primero tenemos que comprender cuál es, cómo desarrolla y construye la suya el enemigo, sino es imposible vencer, al menos en una sociedad compleja. Si uno no tiene comprensión de la estrategia del enemigo es porque carece de estrategia propia. Si uno no comprende lo que el enemigo está haciendo es imposible que construya su propia estrategia. Porque desde el lugar de la contrahegemonía, del abajo, si no entendemos de qué manera están desplegados los inmensos recursos que tenemos enfrente, mal podemos construir una estrategia eficaz.

¿Qué ocurre en los ’60 y ’70 en algunos países de América Latina? Se confunde la oportunidad de la guerra de movimiento con la oportunidad de la guerra de posición. No se distingue suficientemente lo que representan las Fuerzas Armadas en países como Argentina y Chile con lo que representaban en países como Cuba o Nicaragua. Estamos hablando del plano militar. Pero en términos político militares, es absolutamente diferente enfrentar a algo que se llama Guardia Nacional, compuesto por unos pocos miles de muertos de hambre a sueldo del Estado, que lo fundaron los norteamericanos cincuenta años antes para enfrentar a Sandino, que no tiene ningún arraigo, que no tiene un aparato propagandístico, que no esta vinculado al nacimiento de la nación, es muy diferente enfrentar a eso que enfrentar a las FFAA que proclaman que “nacieron antes de la Patria”. Aquellas por las cuales pasan todos sus ciudadanos mediante el servicio militar obligatorio, aquellas que no han sido víctimas de un movimiento antimilitar serio en toda su historia. Entonces, qué pasa: “Aquí, como en Honduras, Cuba, Haití, el Ejército es el perro guardián del imperialismo, no cuenta con ningún respeto de la población y vamos a derrotarlo”. Las memorias de la guerrilla del ’73 cuentan, entre otras cosas, que ellos se asombran de que los conscriptos, sin sus oficiales, les siguen disparando. No funciona el “hermano que escuchas, únete a la lucha”. Esos conscriptos están convencidos de que están luchando contra la subversión. En las FFAA, cuando son las FFAA de una sociedad compleja, también hay construcción hegemónica, también hay consenso, no son un cuerpo mercenario, el perro guardián del imperialismo. Lo decían algunos en el debate en Cuba en los años ’60: “Ojo con lo que hacen, muchachos. Porque los suboficiales se la creen. Los conscriptos se la creen. Y los cadetes del Colegio Militar son los mas fanáticos de todos. Los van a recagar a tiros”. Ahí esta el tema.

Distinguir en qué tipo de sociedad se está luchando. Gramsci empieza a pensar en los términos de los Cuadernos de la Cárcel después de una “casi victoria” del sector que él encabezaba, que va terminando en una derrota terrible, que es al ascenso del fascismo y la fascistización de Italia. Y uno de los primeros artículos que Gramsci escribe a propósito de esto se titula “No conocíamos Italia”: “no sabíamos en qué sociedad estábamos operando, no nos dábamos cuenta que estábamos en el corazón del la clase obrera industrial de Torino, capital industrial de Italia, y que eso quedaba demasiado lejos y era demasiado diferente de Sicilia, Cerdeña y hasta de Nápoles, que era una gran ciudad’. En los años ’70 en América Latina ocurre que ni Montevideo era similar a los peludos cañeros de Bella Unión ni el Tucumán de la zafra era la misma sociedad que Buenos Aires. Gramsci lo plantea en los años ’20 como la “cuestión meridional”: “Tenemos que conquistar el sur de Italia” y, nuevamente, no es un concepto geográfico, es un concepto político cultural. “Tenemos que conquistar no sólo a la clase obrera, porque sola no puede imponerse: tenemos que conquistar a otros grupos sociales”. Gramsci da una de las mejores definiciones de hegemonía: “un grupo se vuelve realmente consciente de sí mismo y compacto cuando entiende que debe superar el plano de sus intereses corporativos para extenderse sobre los intereses de otros grupos sociales”.

Otro ejemplo de los ’70, contado en la memoria de un ex dirigente del PRT: “Cuando nosotros secuestramos a Salustro, dijimos: “Este secuestro va a dar como resultado un rápido canje por los rehenes que queremos liberar y un gran éxito político porque estamos secuestrando al gerente general de una de las principales empresas multinacionales de la Argentina. La FIAT le va a ordenar al gobierno de Lanusse que tome las mediadas necesarias para liberar a Salustro”“. Una parte del análisis funciona: la FIAT va a exigirle al gobierno de Lanusse que tome las medidas necesarias, pero lo que falla es la palabrita “orden” No puede ordenarle. Que el Estado sea un Estado burgués en una sociedad compleja no quiere decir que obedezca órdenes de las grandes empresas. Justamente: el Estado de las sociedades complejas existe para que no sean los intereses económico-corporativos de las grandes empresas los que se contrapongan entre sí y terminen destruyendo o autodestruyendo el orden capitalista. Por eso ya decían Marx y Engels que el Estado es el “capitalista colectivo ideal”, representa al colectivo del capitalismo pero de una forma ideal, no es la suma de las partes, de las voluntades de las grandes empresas. El gobierno argentino del momento sabía que si cedía en la negociación con el PRT por Salustro se podía abrir una catarata del tipo de cuando Somoza cede en una negociación con el Frente Sandinista, unos años después. Entonces, FIAT da la indicación, no la orden, y Lanusse dice “No”. Y el secuestro termina mal, con la muerte de Salustro.

¿A qué voy con esto? De nuevo: imaginarse una realidad social mucho más simple, mucho mas esquemática de lo que es, decir “el Estado argentino es un Estado al servicio de las grandes empresas”, es una verdad de a puño si uno lo toma con todas las mediaciones necesarias. Ahora, si uno piensa que cada empresa le da órdenes al Estado y tiene poder omnímodo sobre ese Estado, se equivoca. Porque justamente el Estado es el que traza la política general que conviene en primer lugar al gran capital, pero el Estado no tiene que imponer el poder del gran capital hasta sus últimas consecuencias, porque eso equivaldría a perder el consenso de las clases subalternas. Por eso se necesita un conflicto con la Shell por acá, un enfrentamiento con la “oligarquía vacuna”, entre comillas, por allá (que ya no tiene el poder que tenia antes ni es tal oligarquía vacuna, pero la masa de la población no lo sabe) y una expropiación de compañía privatizada de los noventa por mas allá (que ya no están muy interesados en seguir y es mas una negociación que un enfrentamiento, pero la opinión pública no tiene por qué ser consciente de eso) y mientras tanto, negociamos, atendemos, comprendemos, mantenemos, cultivamos una relación con Repsol YPF, con Pérez Companc, con el núcleo de un poder económico que necesita transformarse en otra cosa para ser poder político. Del otro lado, del lado contrahegemónico, del lado de la izquierda, ocurren cosas parecidas. No hay en Venezuela o en Bolivia un partido de vanguardia, un partido revolucionario unificado (más allá de que ahora Chávez cometa la barbaridad o el gran acierto histórico, ya veremos, de organizarlo). Hay una multiplicidad de cuya lucha, de cuya contraposición, surge o va desarrollándose lo que es la política del Estado venezolano a su vez tironeado por el gran capital que tiene fuertes intereses en relación con ese estado y en esa sociedad.Dejamos acá. La idea central que traté de transmitirles es esto de la complejidad trazada por Gramsci en los ’30, que es la complejidad del mundo y de la América Latina de hoy.

Especial para La Haine

Texto completo en: http://www.lahaine.org/gramsci_y_america_latina_guerra_de_movim

Schafik Handal y el problema del poder

Schafik Handal y el problema del poder Roberto Pineda San Salvador, 7 de mayo de 2015

En diciembre de 1981 Schafik Handal realiza una síntesis teórica de la experiencia vivida como PCS e incluso ya como FMLN en relación a cuatro problemas estratégicos de la revolución salvadoreña: el poder, el carácter, la vía de la revolución, y la unidad de la izquierda. Es una valiosa reflexión profundamente autocrítica, realizada dos años después tanto del inicio del proceso de unidad de la izquierda salvadoreña -luego de diez amargos años de enfrentamientos ideológicos-así como desde su nueva posición de dirigente de una organización político-militar y de un frente político-militar, y en el novedoso marco de una Centroamérica con una revolución triunfante: la revolución popular sandinista.
Sobre el problema del poder

Inicia afirmando que “el abecedario del marxismo-leninismo enseña que el problema fundamental de la revolución es el problema del poder; el alejamiento en la práctica de esta verdad es, a nuestro juicio, uno de los factores principales que, de no corregir a tiempo, podría habernos dejado fuera de la línea delantera de la revolución salvadoreña.”

Reconoce que “en América Latina han tenido lugar dos grandes revoluciones verdaderas la de Cuba y la de Nicaragua y en ninguno de los dos casos los Partidos Comunistas estuvieron a la cabeza. En el caso de Nicaragua la experiencia con el partido hermano fue desastrosa, exceptuando la parte de él que desde 1978 se incorporó a la lucha armada. Estamos convencidos de que la ausencia práctica de una clara conducta de lucha por el poder es el factor principal que explica estos resultados.”

A la vez “esta misma cuestión ha estado a la base, creemos nosotros, de las equivocadas caracterizaciones de ciertos proceso sociales y políticos reformistas en América Latina como “revoluciones”. En la práctica esta caracterización no se confirmó, pero sirvió para determinar un papel de simple fuerza de apoyo para los partidos hermanos de los respectivos países.”

Agrega que “otra expresión de este mismo problema es el papel exagerado y, en algunos casos, la absolutización del papel que se asigna al Programa económico-social para determinar el carácter de la revolución el curso de la lucha por su victoria y de la defensa y consolidación de la misma. En Chile, durante el gobierno de Allende, por ejemplo, tanto los participantes de la Unidad Popular, como las fuerzas así llamadas ultra-izquierdistas, daban una importancia central y decisiva al Programa económico-social.”

Continúa explicando que “para unos, las claves de toda la cuestión chilena, el futuro de la revolución chilena, residía en no sobrepasar los límites del Programa de la Unidad Popular; mientras para los otros, todo consistía en radicalizar ese Programa; rebasar sus límites. Mientras tanto, ninguno elaboró ni aplicó una orientación certera para resolver realmente el problema del poder, ni para defender al gobierno de Allende.”

Aclara que “me refiero al caso chileno porque creo que es casi de laboratorio: es curioso que cuando aparecieron objetivamente los procesos y corrientes que configuraban la posibilidad de resolver revolucionariamente el problema del poder, ni unos ni otros lo captaron. Tengo en cuenta la configuración dentro del ejército chileno de una corriente que comprendía bastante claramente la necesidad de solucionar el problema del poder.”

Añade que “es también curioso como la reacción entendió con precisión este asunto. Todo lo que la reacción hizo en Chile durante el gobierno de Allende, estaba dirigido a aplastar la posibilidad de perder el poder y cuando se configuró esta corriente en el ejército, su esfuerzo concentrado estuvo dirigido a deshacerse de Prats y sus compañeros.”

Se pregunta Schafik: ¿Cómo actuaron las fuerzas revolucionarias frente a este fenómeno? Nadie en definitiva defendió a Prats y a la parte del ejército que él encabezaba. Unos lo sacrificaron en aras de maniobras políticas, creyendo honradamente que estas traerían la salida a la crisis; y los otros consideraron que la presencia de Prats en el gobierno era “la presencia de la burguesía”, que el pacto con Prats era “la traición a la revolución” y decidieron constituirse en la “oposición obrera y campesina.”

Agrega que “Cuando la corriente de Prats era fuete y predominante, cuando derrotó el “trancazo” (junio de 1973), las masas intuyeron la importancia de aquel momento para resolver revolucionariamente el problema del poder: se lanzaron a la calle como todos sabemos, exigiendo golpear profundamente a la reacción, cerrar el Parlamento, depurar el ejército pero la dirección de aquel proceso no tomó resueltamente en sus manos estas banderas.”

Enfatiza que “no es el Programa económico-social lo central y decisivo. Los ritmos en la aplicación del Programa económico-social, la radicalidad de los cambios económico-sociales, están en dependencia de las condiciones nacionales e internacionales en que se realiza cada revolución. Los revolucionarios tienen la posibilidad de escoger el ritmo mejor, incluso de hacer pausas y hasta retrocesos si fuese necesario, a condición de que conquisten el poder y lo retengan firmemente en sus manos.”

Asegura que “la dialéctica del problema del poder y el Programa económico-social es necesario esclarecerla a fondo. Hay que volver al planteamiento leninista una y otra vez; toda la cuestión planteada por Lenin en sus Tesis de Abril de 1917 apuntaba a la toma del poder por el proletariado revolucionario y su partido, a esclarecer y unir en torno de estos las fuerzas de las grandes masas campesinas y populares en general, para realizar esta tarea. Las Tesis de Abril siguen siendo el modelo de cómo enjuiciar el problema del poder y como determinar la conducta del Partido en la situación revolucionaria.”

Finaliza esta parte preguntándose “por qué el movimiento comunista de América Latina y otras regiones del Tercer Mundo, dejó de tener en el centro de su actuación la lucha por el Poder, es un asunto complejo; nosotros no tenemos una respuesta satisfactoria, de seguro hay varias. Yo voy a referirme a una: me parece que la solución del problema del carácter y a vía de la revolución está vinculada a este asunto.”

El Carácter y la Vía de la Revolución

Considera que “en Cuba quedó demostrada una regularidad de la revolución en América Latina: la revolución que aquí madura es la revolución socialista. Quedo también demostrado en Cuba que no se puede ir al socialismo, que no se puede realizar la revolución socialista, sino con las banderas democráticas antiimperialistas desplegadas, que lo que moviliza a las grandes masas a la acción revolucionaria son las consignas democráticas antiimperialistas, que no puede realizarse hasta el fondo la revolución democrática antiimperialista ni se puede defender sus conquistas sino se va al socialismo.”

Agrega que “no se puede ir a socialismo sino por la vía de la revolución democrática antiimperialista, pero tampoco se puede consumar la revolución democrática antiimperialista sin ir hasta el socialismo. De manera que entre ambas hay un nexo esencial indisoluble, son facetas de una sola revolución y no dos revoluciones.”

Por lo tanto reitera que “no puede haber revolución sin resolver a fondo el problema del poder y que no es necesario esperar a que las grandes masas tengan una conciencia socialista para ir a la toma revolucionaria del poder. En Cuba no había conciencia socialista generalizada antes de la victoria del primero de enero de 1959. A mí me parece que si se enfoca de esta manera el problema del carácter de la revolución, la actividad de los partidos revolucionarios no puede dejar de tener en su centro el problema del poder.”

Reconoce autocríticamente que “nuestro Partido y, me parece que muchos otros partidos comunistas de América Latina, hemos trabajado durante decenios con la idea de dos revoluciones y veíamos la experiencia cubana como una “peculiaridad excepcional” reaccionamos tanto y tantas veces contra el planteamiento izquierdista de la lucha contra la implantación directa, sin prólogos, del socialismo, sin comprender la esencia del asunto…”

“Llegamos a convencernos –argumenta- a nosotros mismos de que la revolución democrática no es necesariamente una tarea a organizar y promover principalmente por nosotros, sino que en ella podríamos limitarnos a ser fuerza de apoyo, y conformarnos con ser fuerza de apoyo, en aras de asegurar la amplitud del abanico de las fuerzas democráticas participantes.”

Por lo que “la revolución democrática antiimperialista se nos presentaba como una “vía de aproximación” que pude alcanzarse dejando en la delantera de la acción a sectores “progresistas” “anti-imperialistas” de las capas medias (de la intelectualidad, de los militares, etc.) y hasta de la burguesía. Las experiencias peruana, panameña, portuguesa parecieron confirmar esta tesis aunque ellas mismas terminaron negándola.”

Reconoce que “en ningún documento partidario se dice expresamente tal cosa., pero la conducta práctica de nuestro Partido y de otros Partidos hermanos ha sido esa. El que surge de tal conducta no es ni puede ser el partido de la revolución, sino el partido de las reformas. El PCS, para asumir su papel revolucionario debió abandonar ese esquema equivocado.”

Confiesa que “estoy lejos de pensar que este es un análisis integral suficientemente profundo; son simplemente reflexiones y preocupaciones, deducciones de nuestra propia experiencia y sugerencias para quienes trabajan en la esfera científica estudiando el proceso revolucionario mundial, son sugerencias para volver a este punto, una y otra vez, aunque parezca un asunto elemental.”

Afirma que “si de lo que se trata es de que madura en América Latina la revolución socialista, hay que arrebatarle el poder a la burguesía, hay que destruir el aparato burocrático militar de la burguesía; esto en las condiciones actuales – y lo será así por muchísimo tiempo- no puede realizarse por vía pacífica. Esta América Latina esta tesis ha sido comprobada ya pro la experiencia de dos revoluciones armadas triunfantes y por la derrota de dos intentos de consumar la vía pacífica, en los dos países más democráticas del continente: Chile y Uruguay.”

Sostiene que “si aceptamos que la revolución democrática antiimperialista es parte inseparable de la revolución socialista, no se puede realizar la revolución tomando pacíficamente el poder por cuotas, será indispensable bajo una u otra forma, desmantelar la maquina estatal de los capitalistas y sus amos imperialistas, erigir un nuevo poder y un nuevo Estado. En tales condiciones resulta evidente que la vía pacífica no es la vía de la revolución.”

Pero “la vía armada de la revolución no excluye la lucha por la realización de las reformas económico-sociales. Esta lucha juega un importante papel en la educación política de las masas y las alianzas; además, los cambios “profundos” del programa democrático antiimperialista son en esencia reformas ya que por sí solas no pueden abolir el capitalismo y, por el contrario, pueden reforzarlo; lo que le imprime un carácter revolucionario a ese Programa es la lucha revolucionaria por el poder y la toma revolucionaria del poder.”

Comparte que “en la experiencia del PCS, los erróneos enfoques y en ciertos aspectos fundamentales, menos que errores, debilidades teórico ideológicas relacionadas con los problemas del poder, el carácter y vía de la revolución, junto con la influencia de las concepciones de nuestros aliados democráticos en el curso de la lucha electoral de once años, en la que participamos los comunistas, engendraron en nuestras filas esquemas e ilusiones reformistas. Deshacerse de ellos requirió autocritica franca y profunda junto con medidas audaces y profundas.”

Evalúa que “la participación del PCS en la lucha electoral fue acertada. La lucha electoral se había convertido objetivamente en la arena principal de la lucha política nacional desde 1964, sobre la base de la industrialización y del gran auge económico…No participar en la lucha electoral significaba de hecho colocarse bastante al margen de la lucha política y además abandonar a las masas al control ideológico de la burguesía.”

Por otra parte, opina que “es cierto que desde 1970 las organizaciones revolucionarias armadas, surgidas ese año, repudiaron la lucha electoral y se abstuvieron de, participar en ella. Pero también es cierto, como lo reconoce hoy la mayoría de esas organizaciones hermanas, que el crecimiento y desarrollo de la lucha armada recibió no poca contribución proveniente de la politización y radicalización de las masas, a lo cual contribuyó la participación de los comunistas en las frecuentes contiendas electorales.”

Opina que “la participación del PVS en la lucha electoral de once años, aunque no con su propio nombre a causa de su ilegalidad, facilitó a las masas trabajadoras y populares en general hacer un intenso aprendizaje político, conquistó a la mayoría para la causa democrática antiimperialista, alertó a tiempo al pueblo y a todas las fuerzas democráticas contra el peligro del fascismo, ayudó a precipitar la crisis de la dictadura militar como sistema político de dominación.”

Concluye que “la vida ha demostrado en El Salvador, que la participación electoral de los comunistas hizo una grande contribución política al movimiento de lucha por la revolución y que, mirando desde hoy a todo aquel periodo, se puede afirmar que el actual movimiento revolucionario, su Programa, su línea, es una síntesis de la lucha armada y de masas de las organizaciones armadas, de sus elaboraciones ideológico-políticas, y de la lucha política y de masas y la línea del PCS.”
Pero por otra parte “a pesar de todo lo positivo de nuestra participación electoral, es necesario insistir en señalar que ella mantuvo vivos y en cierto modo reforzó las manifestaciones ideológico-políticas del reformismo en nuestras filas, empezando por la misma Dirección, aunque nunca se adoptó oficialmente la vía pacífica de la revolución.”

Insiste que “el movimiento electoral llevó a la mayoría del ´pueblo a enfrentar el fraude, la imposición, la represión, y así, en la práctica, no solo para nosotros, sino también para las grandes masas se agotaron las posibilidades de la “vía” de las elecciones para democratizar y transformar el país. Nosotros sabíamos que así ocurriría y ayudamos a las masas a realizar el aprendizaje de esta verdad llevándolas a enfrentarse con ella y realizando una propaganda esclarecedora sistemática.”

Expresa que “en nuestras campañas electorales dijimos que no se debía esperar de las urnas el poder, que estas eran un punto de paso en el camino y que el poder habría que conquistarlo con otras formas de lucha. Esto contribuyó a preparar las condiciones políticas para el viraje extenso, multitudinario, de las masas hacia el apoyo de la lucha armada y a la incorporación de un creciente número de su componentes como militantes y combatientes de las organizaciones armadas.”

“Pero llegado este momento-en febrero de 1977- y a pesar de que la comisión política del CC acordó realizar el viraje de nuestro Partido hacia la lucha armada que le diera continuidad a la lucha política del pueblo, demoramos dos años en consumarlo. Tuvimos que hacer un gran esfuerzo analítico y autocritico para encontrar las causas de esa demora. Las conclusiones del esfuerzo analítico del PCS pueden resumirse así: existían obstáculos ideológicos y orgánicos que chocaban contra las decisiones de realizar el viraje a la lucha armada.”

De “los obstáculos ideológicos ya he hablado. Los principal de los obstáculos orgánicos consistía en que los cuadros del partido, los cuadros de dirección nacional e intermedios, que son el cerebro, los huesos y nervios del Partido, de quienes depende decisivamente la elaboración y el cumplimiento de los acuerdos centrales, no sabía cómo organizar el paso a la lucha armada, ni cómo combinarla con la lucha política. Su formación era unilateral.”

Agrega que “cuando llego la hora de implementar esta forma superior de lucha, no estábamos preparados para ello. Teníamos una Comisión Militar, pero el conjunto de los cuadros del Partido, que es lo decisivo, no sabía cómo llevar a la práctica las orientaciones acerca de la lucha armada. Para superar este obstáculo, la Dirección emprendió pasos audaces, basándose en los acuerdos del VII Congreso, realizado en al clandestinidad en marzo de 1979: se abandonó la idea de que la Comisión Militar es la encargada de formar un aparato militar separado del cuerpo del Partido.”

Explica que “este problema solo podía resolverse convirtiendo al Partido en su conjunto en jefe y actor; no solo de su lucha política, sino también de su lucha armada, haciéndolo el gran combinador y director de todas las formas de lucha….Hicimos que un numero rápidamente creciente de los miembros estudiaran los problemas de la lucha armada revolucionaria y se ejercitaran en el arte y la técnica militar, no para dedicar a todos ellos al aparato militar, sino para practicar la convicción de que la lucha armada del Partido debe ser organizada, realizada, y dirigida por el Partido, por sus organismos dirigentes y de base.”

Concluye que “a las concepciones reformistas con respecto al problema del poder y la vía de la revolución viene unida la existencia de una estructura orgánica partidaria atrofiada, reformista también: nuestros partidos son capaces de organizar la lucha sindical, la agitación y la propaganda política, las manifestaciones de masas, las huelgas, las campañas electorales y demás actividades similares pero no más, así solo podemos ser fuerza de apoyo, estamos condenados a ser fuerza de apoyo.”

La Unidad de la Izquierda Revolucionaria

Resalta que “es curioso y sintomático que los partidos comunistas hayamos mostrado en los últimos decenios una gran capacidad para entendernos con los vecinos del lado derecho, mientras en cambio, no logramos en la mayoría de casos establecer relaciones, alianzas estables y progresivas con nuestros vecinos del lado izquierdo.”

Reconoce que “los comunistas latinoamericanos no tuvimos, durante mucho tiempo, una línea consistente y sistemática para unir a todas las fuerzas de la izquierda, incluida la izquierda armada.”

Explica que “por lo general, los que a nuestra izquierda empuñan las armas se comprometen en una lucha revolucionaria real; cometen muchos errores típicos del izquierdismo en sus planteamientos políticos, atacando duramente al Partido de los comunistas, pero aciertan en un punto fundamental: trabajan obsesionados por organizar y promover la lucha armada, que en América Latina y en tantas otras regiones del Tercer Mundo ha demostrado ser la vía de la revolución.”

Argumenta Schafik que “mientras no llega la corrección del reformismo, las relaciones entre los comunistas y a izquierda armada –haciendo a un lado toda retórica- se plantea en la práctica y en esencia, como la relación entre la reforma y la revolución, y está claro que los reformistas pueden entenderse mejor con otros reformistas. Esa, creo yo, es la explicación de por qué los comunistas latinoamericanos hemos sabido entendernos mejor con los que están a nuestra derecha que con los que están a nuestra izquierda.”

Acepta que “entre las causas que hicieron posible el surgimiento de organizaciones revolucionarias fuera de las estructuras del PCS, tienen un lugar importante los rasgos reformistas de su política, los cuales ya he puntualizado, su incomprensión de los problemas, y posibilidades prácticas para organizar, y desarrollar la lucha armada en las condiciones de nuestro pequeño y densamente poblado país.”

Agrega que “los errores y debilidades del Partido Comunista no son la causa absoluta del surgimiento de dichas organizaciones, como se ha alegado por algunos. Incluso si el Partido no hubiera cometido tales errores habría surgido una o más organizaciones izquierdistas, tal como lo han demostrado otras experiencias, entre ellas la de los bolcheviques.”

Sostiene que existen “determinantes causas objetivas que tiene sus raíces en la estructura clasista y los fenómenos sociales propios del capitalismo en su nivel medio de desarrollo y, particularmente de capitalismo dependiente, cuando el modo de producción y la superestructura estatal albergan residuos de formaciones sociales pre-capitalistas o del capitalismo inicial.”

Añade que “en América Latina el discurso de estas organizaciones es muy similar al izquierdismo infantil criticado por Lenin, pero los sujetos no son exactamente idénticos. Estas organizaciones aparecen incluso donde hay partidos comunistas desarrollados y reaparecen aun después de ser derrotadas y aniquiladas físicamente, no son, pues, propiamente expresiones de la infancia del movimiento obrero y de los Partidos Comunistas, que se supera por el desarrollo de estos. Los partidos comunista en la mayoría de nuestros países son pequeños y poco influyentes, pese a que su promedio de edad está alrededor del medio siglo.”

Subraya que “en numerosos casos algunas de esas organizaciones “izquierdistas” no solo crecieron más que el respectivo partido comunista, sino también maduraron antes que él y condujeron a los trabajadores y otras clases y capas populares a realizar victoriosamente la revolución democrática anti-imperialista y se transformaron, o se transforman hoy en el partido marxista-leninista que encabeza la construcción del socialismo o la marcha hacia éste.”

Explica que “independientemente de que los partidos comunistas cometan errores o no, existen raíces sociales en América Latina y otras regiones de similar desarrollo social en el mundo, para que surjan esas organizaciones. Esto se deduce de nuestra experiencia y no sólo de ella, puede verse muy claramente esta verdad, si se tiene en cuenta que el PCS fue durante 40 años un luchador solitario por las ideas del socialismo y el comunismo, incuso la única organización de izquierda en el país (desde su fundación en 1930, hasta el aparecimiento de organizaciones de la izquierda armada en 1970).”

Afirma que “durante cuarenta años nuestro partido sufrió más y durante más tiempo por su enfermedad reformista que por la izquierdista (que sí lo afectó en algunos momentos) y , sin embargo, pudieron surgir nuevas organizaciones revolucionaria únicamente hasta después que el sustancial despliegue del capitalismo dependiente cambió el panorama social, engendró una nueva estructura clasista.”

Informa que “durante más de cinco años el PCS realizó una activa polé4mcia pública con los planteamientos y posiciones políticas de las organizaciones de la izquierda armada. La característica principal del estilo y el método de nuestra polémica consistió en descartar la utilización de adjetivos en sustitución del análisis y abordar analítica, clara y persuasivamente y lo más a fondo posible temas fundamentales de las discrepancias entre nuestras líneas generales y entre nuestras concepciones ideológicas…Corresponde al PCS el mérito de haber enarbolado primero y defendido más sistemáticamente la bandera de la unidad de la izquierda.”

Admite que “no obstante las virtudes de nuestra polémica, que sin duda contribuyó a esclarecer la temática teórica-política que confrontaba el movimiento revolucionario y democrático, hubo en ella una debilidad: el tema de la vía de la revolución no fue abordado, la dialéctica relacionada con el poder y el programa económico-social solo fue abordado en los días siguientes al triunfo de la Revolución Popular Sandinista.”

Comparte que fue “durante la preparación y discusión de los “Fundamentos y Tesis de la Línea General del PCS” y del Informe del Comité Central, sometidos al VII Congreso y en el marco del esfuerzo autocrítico por realizar el viraje hacia a lucha armada, fue que elaboramos de un modo más profundo y acabado nuestra concepción sobre la unidad de la izquierda revolucionaria.”

Considera que “el PCS no es el único destacamento del movimiento comunista latinoamericano que realiza este fundamental viraje revolucionario. Son varios los partidos que en Sur y Centro América aceptan el reto de la lucha armada y la unidad de las fuerzas revolucionarias.”

Concluye el documento afirmando que “la revolución triunfara después de aprender de sus reveses en nuestro Continente, que vive hoy una situación revolucionaria que va extendiéndose desde Centroamérica y el Caribe que, hoy por hoy, es el epicentro del terremoto que esta desplomando el dominio imperialista, las dictaduras militares y la explotación oligárquica.”

El enemigo del mimetismo y del bozal al libre pensamiento. Entrevista a Roberto Lorenzana. Septiembre de 2004

El enemigo del mimetismo y del bozal al libre pensamiento. Entrevista a Roberto Lorenzana. Septiembre de 2004.

“Somos un conjunto de compañeros que trabajamos por la recuperación de la identidad de izquierda del FMLN. No son nostalgias. Le damos un gran papel a la lucha de ideas, lo que significa también no estar de acuerdo con el planteamiento de que aquí no hay libertad de pensamiento”. Roberto Lorenzana. Dirigente del FMLN

Publicada 5 de septiembre 2004, El Diario de Hoy

“Debemos ser actores de la aventura teórica del momento. La izquierda necesita una aventura teórica que busque romper esquemas”. Foto: EDH

Luis Laínez
El Diario de Hoy
nacional@elsalvador.com

Hablar de Roberto Lorenzana es poner de referencia al pensamiento más duro en el FMLN. Desde la guerra ha sido identificado dentro del círculo más cercano de Schafik Handal.

Sin embargo, junto a Norma Guevara, otra dirigente del Partido Comunista, ha decidido volver la crítica hacia sus antiguos compañeros con los que formaron la Corriente Revolucionaria Socialista (CRS, el nombre oficial de la ortodoxia).

Ahora le encara a sus ex compañeros haberse dejado asimilar por el juego de cosechar adeptos para ganar las batallas internas.

Eso, no obstante, no significa que haya cambiado de bando. Califica de “mimetismo” al grupo de Óscar Ortiz y le reprocha su plan de llevar al Frente hacia el centro izquierda.
Lo suyo, explica, va más allá de las primarias.

Pregunta: Al verlo a usted y a Norma Guevara en un grupo que no es el de Schafik Handal hace pensar en una división. ¿Cuándo fue que la CRS tomó caminos distintos?

Respuesta:Hace más o menos tres años, se tomó la decisión de disolver las corrientes. En una primera fase había contradicción, lo mismo del lado de Facundo, que se opuso a la disolución de las corrientes. Hoy, en este otro período, aparecieron agrupamientos alrededor de personas, pero que ya no son exactamente los mismos. No quiero hablar mucho de personas, pero Oscar (Ortiz), por ejemplo, era uno de los fundadores de la CRS, lo mismo René Canjura.

P:¿No estamos hablando de corrientes orgánicas?

R:De pensamiento, pero que también están conjugadas en este momento con una tradición organicista y ligadas también, de nuevo, a candidaturas. Justamente, esa es una de las cosas que nosotros plantemos que hay que cambiar. Lo que nos ha estado diferenciando con compañeros que han sido de la CRS es que hemos dicho que hay que cambiar las cosas. Oscar también propone cambios, pero nosotros creemos que no son los cambios que Oscar propone. También creemos es que el partido necesita hacer un viraje hacia la izquierda, particularmente en el tema partidario, no en el tema programático.

P:¿Más a la izquierda?

R:El partido tiene una convocatoria permanente a la acción, el partido permanentemente se monta en la coyuntura. Es un partido de mucho activismo político, lo cual es bueno, pero hay menos reflexión que antes. Creemos que la acción no debe divorciarse de la reflexión. No puede haber un partido revolucionario, para usar esa terminología, si no hay teoría revolucionaria y hoy se elabora menos teoría revolucionaria. Lo que estamos haciendo es una invitación hacer una reflexión profunda para construir el ideario común de nuestro desarrollo y para eso consideramos conveniente sincerarnos más, porque no compartimos el planteamiento de que hay que liquidar las diferencias, como lo dicen unos.

P: ¿Es el nacimiento de una nueva corriente?

R:Estamos haciendo una especie de provocación de una discusión. Lo que queremos es generar una tensión de ideas. Nuestro planteamiento es de que las cosas se pueden y se deben de hacer de otra manera. El FMLN renunció desde 1992, de manera tácita, a la lucha ideológica. La construcción del partido se hace sobre la base de las correlaciones orgánicas, de construcción de facciones, en la que la gente se pregunta ‘¿con quién estoy?’ o ‘¿con quién estás?’. No se pregunta ‘¿qué pienso o qué piensan?’ Lo primero que la gente debe preguntarse es ‘¿cuáles son las ideas que debo apoyar?’ y que se pase a la construcción de hegemonías en el pensamiento, no de hegemonías orgánicas. Por eso el crecimiento en períodos electorales internos, de preparase para tener votos. De lo que se trata es de preparar al partido en el terreno de las ideas, los planteamientos de la gente. No queremos que se haga una polémica alrededor de personas. Es un deber que cada quien diga sus ideas, que no las oculte. Lo otro que nosotros estamos planteando es que el partido debe de tener lealtad a sus propias convicciones aunque no son absolutas, son verdades relativas. Tenemos un conjunto de manifestaciones en que se pierde lealtad.

P: ¿Por ejemplo?

R:Estamos por la estabilidad laboral de la gente y en muchas alcaldías se ha despedido gente, gente del mismo partido, por motivaciones políticas.

P: San Salvador y Soyapango, ¿verdad?

R: Ese es un ejemplo categórico de que no es un problema en una sola dirección. ¿Dónde está nuestra posición de principios si se le dispara a los vendedores del centro de San Salvador y no nos pronunciamos en contra? Siempre luchamos en contra de la represión. Aunque fueran los delincuentes peligrosos de Mariona, debemos estar en contra de dispararles. Por eso luchamos en contra de la represión. Nosotros creemos que es es un planteamiento de izquierda.

P: ¿Lo mismo con el alza del pasaje?

R: Lo mismo. Hay una especie de subordinación de la ética a los intereses políticos y esa es un dosis de la filosofía del pragmatismo que es una influencia exterior. Estamos claros que la ideología dominante en la sociedad es la ideología de los sectores dominantes y que el Frente también está influenciado por esas ideas. Hay una serie de manifestaciones y conductas incorrectas, pero que son toleradas por conveniencia. No puedo decir que es una manifestación generalizada, pero hay una doble moral entre el discurso y la práctica. Hay un ética política en la que el discurso no sirve para expresar las ideas, sino para ocultarlas o encubrirlas. Todos decimos que somos unitarios, pero tenemos manifestaciones, sectarismo, en nombre de la unidad. Esas cosas que creemos deben ser superadas. De lo contrario, no se puede construir un sistema de ideas impregnadas de valores, sino de que la conveniencia política, de lo que es útil en lo inmediato, de lo que me genera algunos votos, los privilegios por encima de los privilegios. Creemos que hay que hacer es un vuelco a la izquierda.
Perfil
Roberto Lorenzana es un antiguo comandante de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL, el brazo armado del Partido Comunista Salvadoreño). Recibió formación universitaria en Ucrania, donde estudió economía. Fue diputado desde la primera vez que el FMLN participó en elecciones, en 1994, y se mantuvo en la Asamblea
Legislativa hasta el período anterior. En la actualidad, es asesor de la bancada parlamentaria. Fue uno de los fundadores de la Corriente Revolucionaria y
Socialista (CRS, el nombre oficial de los ortodoxos). Ahora, se ha distanciado de Schafik Handal.

P: ¿Son una nueva corriente?

R: Lo que queremos es que el planteamiento sea recogido, en primer lugar, por los cuadros del partido, por su base y no nos interesa construir una correlación para ganar cargos. Yo mismo no voy a participar en ninguna candidatura, porque no creo que sea conveniente.

P: ¡Pero hay compañeros suyos que sí se postulan!

R:Eso es correcto. La gente puede hacerlo y es legítimo también, pero el propósito principal no es electoral. Este planteamiento trasciende el 7 de noviembre, porque tampoco es fácil consolidarlo y no tenemos el propósito de construir una fuerza con un conjunto de compañeros que pertenezca a un grupo y tengan estas ideas. Queremos que estas ideas influyan en el partido, y en lo que estemos equivocados, también que nos lo digan. El partido ha perdido la crítica y la autocrítica. Debe recuperarse porque si no somos capaces de reconocer nuestros errores, no podemos corregirlos.

P: Usted y Norma Guevara provienen del Partido Comunista. La última vez que vieron un dirigente del Partido Comunista diferir fue cuando Dagoberto Gutiérrez se fue con la Tendencia Revolucionaria. ¿No es algo similar?

R:No. Primero, creo que hay una valoración política distinta, porque nosotros partimos de que el Frente es una puerta política y, al mismo tiempo, es un partido. Tenemos claridad que la fuerza política que puede hacer transformaciones en este país es el FMLN. Pero la fuerza política del Frente no es el partido, es su capacidad de convocatoria, son los 800,000 votos y más, es el conjunto de colaboradores. Los compañeros perdieron de vista eso. Ir a construir una cosa fuera de una fuerza política que determina no tiene viabilidad. Queremos trabajar porque estas ideas cuajen en el FMLN. No tenemos interés en generar una disidencia, sino contribuir al debate de las ideas.

P: Al hablar de usted y Norma Guevara, uno los tiene como personas muy cercanas a Schafik y verlos en un esfuerzo distinto no deja más que uno abra más los ojos y aliste mejor las orejas.

R:Es lógico, creo yo. Partimos de que la unidad del FMLN no puede ni debe construirse sobre la base de uniformidad del pensamiento. Más bien, es sobre la base del reconocimiento de las diferencias que se puede seguir construyendo el derecho a que el pueblo tenga una esperanza. No son las coincidencias las que unen, sino el abordaje correcto de las diferencias.

P: ¿En qué se diferencian de la gente que está con Schafik y de los que están con Oscar?

R:Voy a poner un ejemplo que no necesariamente es un ejemplo que los abarca a todos. Ha habido quien ha dicho que en el FMLN no caben los libres pensadores. Si aquí no hay derecho a pensar, ¿quién va a pensar la estrategia, quién va a pensar la elaboración teórica del partido? ¡No puede haber una licencia para no pensar! ¿Cómo se sentirán los intelectuales del partido y los de fuera cuando alguien dice eso? Estamos obligados a promover la actitud crítica sobre la realidad social. De lo contrario, no podríamos plantearnos superar el horizonte de la realidad. Es cierto que la realidad nos impone ciertos límites, pero un partido que quiere transformar la realidad necesita tener una actitud crítica frente a la realidad y romper esos límites. No queremos, parafraseando a un filósofo famoso, contemplar la realidad. Tenemos que transformarla, por eso nos llamamos un partido revolucionario. No puedo decir que todos los compañeros piensan igual, pero hay quien lo han dicho en público.

P: ¡Y es un candidato a coordinador! ¿Significa que están con el otro, con Oscar?

R:Tampoco, porque nosotros estamos en contra del mimetismo político. La gente debe decir qué piensa, pero si me dicen que no hay diferencias… El planteamiento este, de que el partido debe ser la casa de todas las izquierdas es un movimiento de centro izquierda y, aunque yo tengo mucho respeto por los planteamientos de centro izquierda, creo que el FMLN se debilitaría como opción en esta país si se define como centro izquierda. La historia de los movimientos de centro izquierda es que aunque sean legítimos, han fracasado. Debemos aspirar a que se desarrollen las ideas de centro izquierda, pero no orgánicamente dentro del FMLN. Ideológicamente no es posible conjugar los planteamientos de centro izquierda e izquierda. Creo es que se pueden conjugar políticamente y podríamos construir juntos un movimiento democrático que contribuya a las transformaciones del país, pero separados. Esas ideas hay que ponerlas en el tapete no hay que ocultarlas.

Revolución Permanente y Revolución por Etapas en América Latina

Daniel Bensaïd

1983
Revolución Permanente y Revolución por Etapas en América Latina

La crítica insuficiente de Shafik Handal

En 1981, Schafik Jorge Handal secretario general del Partido Comunista Salvadoreño, publicó un articulo denominado “El poder, el carácter, y la vía revolucionaria y la unidad de la izquierda”, en el cual, trataba una serie de problemas de la revolución salvadoreña y latinoamericana a la luz de la experiencia nicaragüense. El 15 de noviembre de 1982, en una entrevista con la periodista chilena Marta Harnecker, Handal desarrolla las ideas presentadas un año atrás y critica la política de los PCs en América Latina. Desde entonces, la polémica – y la confusión – recorre a gran parte de la vanguardia latinoamericana : se trata de un PC distinto ? lo de Handal significa una rectificación de la clásica concepción stalinista de la revolución por etapas ? no se trata de un giro táctico presionado por los acontecimientos políticos en El Salvador ? Por la importancia que el tema tiene para los revolucionarios latinoamericanos, Inprecor ofrece hoy, un artículo del dirigente de la IV Internacional Daniel Bensaid, y aunque escrito en agosto de 1983, mantiene plena vigencia tanto en el análisis como en las conclusiones que se extraen de la posición del dirigente salvadoreño y miembro de la comandancia general del frente Farabundo Martí de Liberación Nacional.

Los problemas abordados por Handal bajo la presión de los hechos políticos, no son problemas nuevos para el Partido Comunista Salvadoreño, sino, que han sido objeto de debates internos y de convulsiones desde hace dos décadas [1].

Por otra parte, y mas allá de las autocriticas, Handal insiste en mantener una continuidad en la política concreta del PC. En 1979 después del golpe de Estado que derribó al general Romero, el PC entró al gobierno junto a los demócratas cristianos de Duarte y a los militares reformistas encabezados por el coronel Majano. En 1982, después de las elecciones orquestadas por el imperialismo norteamericano, Handal en persona reafirmaba la posibilidad de una alianza estratégica con un sector del ejército y que no se podía concebir por fuera de una negociación global en la región, “…Seria falso pensar que en el ejército hondureño, no existen más que partidarios de la política de represión y de intervención. Existen en él, otras opiniones, verdaderamente democráticas provenientes de los adversarios de que el ejército sea utilizado de esa manera. Veremos a su tiempo, un cuadro análogo también en El Salvador” (Proceso Revolucionario, n° 2, agosto de 1982, pág. 13). Estos hechos concretos de la política del PC salvadoreño es bueno tenerlos presentes la hora de cualquier análisis.

En su artículo, Handal se propone tratar cuatro puntos decisivos para la estrategia revolucionaria en América Latina y que parten de una constatación indiscutible : “dos grandes revoluciones tuvieron lugar en Cuba y en Nicaragua, sin que, en ninguna de las dos, el Partido Comunista haya estado a la cabeza”. Esos cuatro puntos, son según Handal, él de la cuestión del poder, el carácter de la revolución, el de las “vías de la revolución” y finalmente el de la “unidad de la izquierda revolucionaria”.

1. El fracaso de los partidos comunistas tradicionales (Handal habla de la “experiencia desastrosa del hermano partido nicaragüense”) encierra efectivamente motivos suficientes para cuestionar el conjunto de su orientación. Para Handal, su debilidad fundamental reside en el abordaje del problema del poder : “Estamos convencidos que la ausencia practica de una clara dirección del combate por el poder es el principal factor que explica esos resultados. El mismo problema ha estado en la base, pensamos, de la caracterización incorrecta de ciertos procesos sociales y políticos reformistas en América Latina como “revoluciones en la práctica”, esta caracterización ha colocado a los partidos comunistas hermanos de los diferentes países, en un rol de fuerzas de colaboración”.

2. En cuanto al carácter de la revolución, Handal, escribe, “No podemos llegar al socialismo más que la vía democrática antiimperialista, pero recíprocamente, la revolución democrática antiimperialista no puede alcanzarse sin ir hacia el socialismo. En la medida en que existe entre las dos un lazo esencial e indivisible, se trata de dos facetas de una misma revolución y no de dos revoluciones…” “La revolución democrática antiimperialista no la veremos como una revolución separada, sino mas bien, como el cumplimiento de las tareas de la primera fase de la revolución socialista”.

3. En cuanto a la vía revolucionaria, Handal la deduce lógicamente del carácter mismo de la revolución : “Si aceptamos la idea de que la revolución democrática antiimperialista es una parte de la revolución socialista, la revolución no puede entonces, llevarse a cabo a través de la conquista pacífica del poder, sino que será indispensable, de una manera u otra, desmantelar la maquina del Estado capitalista y de sus amos imperialistas, para construir un Estado y un poder nuevo. En esas condiciones, se torna evidente que la vía pacifica no es la vía de la revolución. A propósito de la vía revolucionaria en América Latina, partir del dogma según el cual, es indiscutible verdad, por principio, que la vía armada y la vía pacifica son igualmente posibles y acertadas, nos parece un error muy grave”.

4. Finalmente, en relación con todos esos problemas, está “el asunto de la unidad de las fuerzas de izquierda revolucionaria y de la actitud de los comunistas hacia las organizaciones revolucionarias que han surgido por de las estructuras del partido”. Respecto a ello, Handal dice : “Es curiosamente sintomático, que los partidos comunistas hayan demostrado en las décadas pasadas, una gran capacidad para entenderse con sus vecinos de la derecha, mientras que no hemos sido capaces, sin embargo, en la mayor parte de los casos, de establecer relaciones y alianzas progresistas estables con nuestros vecinos de la izquierda… ; no somos capaces de comprender el fenómeno de sus existencias, sus características y su significado histórico”.
Sobre el caracter de la revolución en america latina

Luego de haber afirmado claramente que la revolución democrática antiimperialista y la revolución socialista no podían existir separadas, y que se trata de “dos facetas de una misma revolución”, Handal que no es un novato del movimiento comunista, desliza con una increíble mala fe : “Yo no sé de donde nos ha venido la idea, que nuestro partido, y me parece que otros partidos y dirigentes comunistas en América Latina, han trabajado durante decenas de años con la idea de las dos revoluciones, y que hemos considerado a la revolución cubana como una experiencia particular”.

¡Es una maniobra ideologica ! ¡De dónde puede venir esa idea de dividir a la revolución en dos etapas ? Handal ha perdido de pronto la memoria. Es necesario refrescársela. La separación de la revolución en dos etapas, es ajena totalmente a los escasos documentos de la Internacional Comunista (IC) sobre América Latina, en sus primeros años. “Llamando a la clase obrera de las dos Américas” (La Internacional Comunista, n° 15, enero de 1921), inscribe al contrario, la lucha democrática en la perspectiva de la revolución proletaria : “La unión revolucionaria de la clase campesina pobre y de la clase obrera es indispensable ; sólo la revolución proletaria puede liberar al campesinado, quebrando el poder del capital, sólo la revolución agraria puede preservar la revolución proletaria del peligro de ser aplastada por la contrarrevolución”. Y dos años más tarde, en la proclama “A los obreros y a los campesinos de América del Sur” (Correspondencia Internacional n° 2, 20 enero 1923) afirma lo siguiente : “Luchad contra nuestra propia burguesía y luchareis contra el imperialismo yanqui”.

Los pioneros del marxismo revolucionario en América Latina, los gigantes revolucionarios como el cubano Mella y el peruano Mariategui, se ubicaban directamente en esta tradición, apuntalándola con una lucidez fundada en la experiencia concreta y en el conocimiento preciso de su continente.

En un texto magnifico de 1928, “La lucha revolucionaria contra el imperialismo”, Mella explica : “Las traiciones de las burguesías y pequeñas burguesías nacionales, tienen ya, una causa que todo el proletariado comprende. Ellas no luchan contra el imperialismo extranjero para abolir la propiedad privada, sino para defender su propiedad contra el robo que los imperialistas cometen en su perjuicio. En su lucha contra el imperialismo (el ladrón extranjero), las burguesías (los ladrones nacionales) se unen al proletariado, buena carne de cañón. Sin embargo, acaban por comprender que vale más la pena hacer alianza con el imperialismo, ya que al final de cuentas, persiguen un interés similar. Los progresistas se tornan reaccionarios. Las concesiones que la burguesía daba al proletariado, para tenerlo a su lado, son traicionadas por aquella cuando este trata de avanzar y con ello se vuelve peligroso, tanto para el ladrón extranjero como para el ladrón nacional… Para hablar concretamente : la liberación nacional absoluta, solamente la obtendrá el proletariado, y será a través de la revolución obrera”.

Esta línea de pensamiento era también desarrollada por Mariategui, que en 1929 en su texto “El proletariado y su organización” afirmaba : “La revolución latinoamericana no será nada más ni nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Ella será pura y simplemente la revolución socialista. Ustedes pueden apegar a esta palabra, según el caso, todos los objetivos que quieran : antiimperialista, agraria, nacionalista, revolucionaria. El socialismo las implica, las precede, las abarca a todas”. No se debe pensar que se trataba de planteos de principios y nada más. Mariategui sabia al contrario, sacar de ellos las consecuencias estratégicas esenciales : “Para nosotros, el antiimperialismo no constituye en sí mismo un programa político, un movimiento de masas apto para la conquista del poder. Incluso si admitimos que pueda movilizar al lado de las masas obreras y campesinas a la burguesía y a la pequeña burguesía nacionalista (nosotros ya hemos refutado formalmente esta posibilidad), el antiimperialismo no suprime el antagonismo entre las clases, no anula las divergencias entre sus intereses. Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía pueden llevar al poder una política antiimperialista… La toma del poder por el antiimperialismo en tanto que movimiento demagógico-populista, si fuere posible, no equivaldría jamás, a la toma del poder por las masas proletarias por el socialismo. La revolución socialista encontraría ese enemigo más decidido y más fanático (peligroso en su confusionismo y su demagogia) en la pequeña burguesía afirmada en el poder conquistado bajo estas consignas. Sin descuidar el empleo de ningún elemento de agitación antiimperialista, ni ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente puedan participar en esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista es capaz de oponer una barrera verdadera y definitiva al imperialismo” (Punto de Vista Antiimperialista, 1929). He aquí pues, cual es la tradición del comunismo revolucionario nacido de la influencia que tuvo en América Latina la revolución bolchevique de octubre de 1917. Y fue también, bajo la bandera inseparable del antiimperialismo y del socialismo, que el joven Partido Comunista Salvadoreño, bajo la dirección de Farabundo Martí, condujo la insurrección campesina de enero de 1932.

La idea de mutilar la revolución, de truncarla en su fase antiimperialista, y que Handal en 1981 declara “no saber” de donde proviene, es en efecto, una idea importada. Es la proyección en el continente de la corriente derechista de la Internacional Comunista ya burocratizada, de la tentativa de alianzas entre la URSS y las democracias burguesas (pacto Stalin-Laval) y de la sistematización a escala internacional, de la política de los “frentes populares” adoptada en el VII Congreso de la IC en 1935. A partir de entonces, el objetivo estratégico de los partidos comunistas subordinados a Moscú, no va más allá de una etapa democrática y antiimperialista de desarrollo capitalista. El fin implica los medios : una alianza durable con las burguesías nacionales en la cual, los partidos comunistas – como lo admite a posteriori Handal – se convierten en fuerzas de apoya y colaboración y que periódicamente, se ven expuestas a la represión implacable por sus aliados de la víspera. En ese cuadro general, la aplicación concreta de la política sigue las necesidades de la diplomacia soviética. A fines de los años 30, está lo de los “frentes populares” que llevan al PC a ir de remolque del Partido Radical.

En 1945, al final de la guerra, es la euforia de la alianza entre Stalin y el imperialismo norteamericano, lo que se refleja inmediatamente en la política de los partidos comunistas. En la Argentina. Codovila, el stalinista “modelo”, flama a una alianza contra el peronismo de “todos los partidos tradicionales, de la parte más consciente y combativa del movimiento y del campesinado, de la mayoría de los industriales, comerciantes, agricultores, ganaderos y financistas, de la mayoría del ejército y la marina, y de una parte de la policía de uniforme”. (Informe a la Conferencia del PC argentino de diciembre de 1945). En Brasil, el Partido Comunista de Prestes, se coloca bajo la tutela de Getulio Vargas, pues se había ubicado en la guerra del lado de los aliados.

En fin, como decía Carlos Fonseca Amador, fundador del Frente Sandinista ; el Partido Socialista Nicaragüense (partido comunista) había nacido “En 1944 antes del fin de la guerra mundial, en una época en que las tesis de Earl Browder, secretario del PC de los EE.UU., que impulsaba la conciliación con la clase capitalista y con el imperialismo norteamericano en América Latina, estaban en pleno vigor. Es cierto, se trataba de la política oficial de Moscú, de la cual Brodwer no era él (inicio abanderado. Peor, el PSN nació en el curso de un mitin cuyo objetivo era proclamar el apoyo al gobierno de Somoza. Esto fue el 3 de julio de 1944 en el Gimnasio de Managua” (Carlos Fonseca, Nicaragua Hora H, Tricontinental, setiembre de 1969).

El agujero en la memoria de Handal es más bien una fosa o un abismo, en el cual desaparece medio siglo de historia del movimiento obrero latinoamericano.

Inclusive, admitiendo que Handal sufre de tales olvidos, habría tenido más de 20 años después de la victoria de la revolución cubana, para volver a encontrar en su frágil memoria, el hilo de la historia. Porque Castro, Guevara y Fonseca Amador, no esperaron 20 años para extraer las enseñanzas de la revolución cubana y retornar a las fuentes de los grandes ancestros como Mella y Mariátegui.

A partir de su histórico discurso del 2 de diciembre de 1961, luego de la nacionalización de las empresas imperialistas, Fidel Castro vuelve explícitamente a esta tradición : “No hay término medio entre el capitalismo y el socialismo. Los que se obstinan en buscar una tercera vía, caen en una posición errónea y utópica… Tal es el camino que hemos seguido : el camino de la lucha antiimperialista, el camino de la revolución socialista. Pues no existía otra posición posible. Debíamos hacer una revolución antiimperialista, una revolución socialista. Pero esto no era sino una sola revolución, pues no puede existir más que una. Esta es la gran verdad dialéctica de la humanidad : el imperialismo no tiene frente a él más que al socialismo”. Castro estaba categóricamente por la unidad dialéctica del contenido antiimperialista y socialista de la revolución. Le fueron necesarios 20 años a Handal para convencerse de ello. Más vale tarde que nunca. Sin embargo, el “descubrimiento” de Castro no ha sido la confidencia oculta entre las líneas de un discurso. Fue compartida y propagandeada sobre el continente por toda una generación de revolucionarios. Por el Che que proclamaba “o revolución socialista o caricatura de revolución” por el informe de la delegación cubana en la Conferencia de la OLAS en 1967 y por las tesis de la propia Conferencia [2].

Handal no puede pretender que esta perspectiva no hubiera alcanzado a América Central. En el artículo citado de Carlos Fonseca escrito en 1969, se afirmaba : “La lucha se desarrolló (de 1926-1936) sin que existiera un proletariado industrial. La burguesía naciente traicionó al pueblo nicaragüense y se abandonó a la intervención yanqui…” “es necesario actualmente insistir sobre el hecho de que nuestro principal objetivo es la revolución socialista, una revolución que presupone denotar al imperialismo yanqui, sus agentes locales, a los falsos opositores y a los falsos revolucionarios”.

No hemos escatimado citaciones y referencias para demostrar claramente hasta qué punto las revelaciones de Handal son tardías y generales en relación a un debate que sacude desde hace medio siglo al movimiento obrero latinoamericano. Fue necesario el formidable encadenamiento de los hechos y sobre todo el surgimiento de la propia revolución en El Salvador a contrapelo de la política concreta del PC salvadoreño, para que apareciera la autocritica que tratamos.

Sin embargo, ya en los años veinte, los alcances del problema estratégico estaban definidos y bien planteados. Encontrábamos por un lado, una corriente populista que tendía a insistir sobre la especificidad de América Latina, de su historia, de su estructura social, para fundamentar en teoría la perspectiva de una colaboración de clases. Era esa, la posición del peruano Haya de la Torre y de su partido, el APRA, que se presentaba en sus inicios en 1924, como un movimiento antiimperialista.

Más tarde, vendría una corriente marxista-economicista que alimentaba con coartadas teóricas, las políticas de alianzas y de subordinación a las burguesías nacionales, seguidas por los partidos stalinistas. Se trataba de considerar a las sociedades latinoamericanas como sociedades feudales para justificar mejor, la perspectiva de un desarrollo capitalista nacional y antiimperialista, lo que implicaba una alianza estratégica con la burguesía nacional de cada país. Esta orientación, continúa siendo, aun con variantes, la de los partidos comunistas (en Brasil, en Chile, en Uruguay, en Bolivia, en Perú, etc.). Debe entenderse esta orientación, en el marco general de la política internacional de la burocracia soviética y de sus necesidades.

Esta dependencia con la burocracia soviética, tiene raíces materiales, y lo que Handal no dice, es que para tener una política revolucionaria en América Latina, los PCs tendrían que romper definitivamente con la política de Moscú y con los lazos de dependencia que los subordinan.

Finalmente, la corriente marxista revolucionaria, encarnada desde la década del veinte por Mella y Mariátegui, ha considerado siempre a las sociedades latinoamericanas como sociedades en las cuales el carácter capitalista esta directamente imbricado en la dominación imperialista y marcado por ella. De allí, el lazo indisoluble entre la lucha antiimperialista y la revolución socialista. Esta corriente, rechaza la doctrina de un feudalismo latinoamericano y define la estructura social, incluyendo al campo, como esencialmente capitalista. Critica el concepto de “burguesía nacional progresista” y rechaza la perspectiva de un posible “desarrollo capitalista independiente”. Ve en el fracaso de las experiencias populistas, la consecuencia lógica de la naturaleza de las fuerzas sociales dependientes del imperialismo. Encuentra la fuente del “retraso” económico no en el feudalismo o en los obstáculos pre capitalistas, sino en las características mismas del capitalismo dependiente. En conclusión, excluye la posibilidad de una vía de desarrollo democrático-nacional y afirma la necesidad de la revolución socialista como única respuesta coherente a la dependencia y al subdesarrollo.
La cuestion del poder

Handal considera que los deslices reformistas cometidos por los partidos comunistas en América Latina, se debe a que perdieron de vista la cuestión del poder. ¡Razonamiento perfectamente circular ! ¿Y porqué perdieron de vista la cuestión del poder ? Todo está encerrado en ésta cuestión.

Handal no establece claramente la relación entre este problema y el asunto sobre el carácter de la revolución. Es sin embargo, evidente que un partido no se plantea la cuestión del poder de la misma manera, si quiere compartirlo con una clase “aliada” o si quiere tomarlo para ejercerlo. Era esa ya, la gran línea divisoria desde 1905 entre mencheviques y bolcheviques y así lo entendía Lenin que afirmaba : “Las fracciones bolcheviques y mencheviques han llevado ellas mismas todas las divergencias a la siguiente alternativa : el proletariado debe ser “el guía”, “el dirigente” de la revolución, y arrastrar tras de sí al campesinado, o debe ser “el motor” que sostiene tal o cual vía de la democracia burguesa” (Obras Completas, tomo 15, pág. 388). Lenin, entonces, defendía contra los mencheviques una posición claramente anticapitalista desde el punto de vista de la conquista del poder político.

A la luz de la experiencia revolucionaria de 1905, y desde 1906, el debate se clarificó aun más. Para los bolcheviques, “solo el proletariado está en condiciones de conducir hasta el fin, la revolución democrática, pues es la clase completamente revolucionaria de la sociedad contemporánea”. Y “arrastra tras de sí al campesinado” (idem).

El litigio con los mencheviques se resume en tres puntos capitales para Lenin y los bolcheviques : 1) que el proletariado debe jugar el rol dirigente, el rol de guía de la revolución. 2) que el objetivo de la lucha es la conquista del poder por el proletariado con la ayuda de las otras clases revolucionarias. 3) que en ese terreno, el campesinado puede ser la primera y tal vez la única ayuda. Para los mencheviques, el proletariado debía ser “el motor” (y no la dirección como planteaba Lenin) de la revolución, y debía “sostener” a través de una presión de masas de vías de la democracia burguesa que no estaban en contradicción con su propio programa. “Desde el punto de vista del poder político, esto significa resignarse a una etapa en la cual el poder es abandonado en manos de la democracia burguesa” (Lenin, idem).

Handal, reconoce a su manera, que los partidos comunistas en Latinoamérica se han colocado en la mayoría de los casos, en el terreno menchevique, al adjudicarse el papel de “fuerzas de apoyo” en cuanto al problema del poder, y en “fuerzas de colaboración”.

Sin embargo, en “su vuelta a Lenin”, Handal no recorre más que la mitad del camino. De un lado, el pretende abolir la separación entre las dos revoluciones. Pero por otro lado, tiende a establecer esta etapa distinguiendo radicalmente “el problema del poder” del “programa socio-económico de la revolución”.

Es cierto que en 1905-1906, la polémica de Lenin contra los mencheviques se limitaba al asunto : quién debe tomar el poder ? Y el respondía “el proletariado arrastrando tras de sí al campesinado”. Pero al mismo tiempo, Lenin continuaba caracterizando al programa de la revolución por las tareas a realizar como democrático burgués, concebía incluso, la posibilidad de que luego de la conquista del poder por el proletariado, se mantuviera en la sociedad un cuadro general que se podría definir como capitalista.

Sobre este punto, la revolución rusa de octubre del 17 completó las lecciones de 1905. Es cierto que la revolución proletaria comienza por la conquista del poder político, (Marx hablaba de la dictadura del proletariado como instrumento para empezar las transformaciones económicas y sociales). Es cierto que la conquista del poder politico y las transformaciones de las relaciones de producción, no coinciden en el tiempo. Lo primero (la conquista del poder) es un acto, el resultado revolucionario de una prueba de fuerzas entre clases antagónicas. Lo segundo (las transformaciones económicas y sociales) es un proceso sobre el cual no podemos pre-fijar ritmos ni plazos y que está determinado por un conjunto de factores internos y externos. Lo que si está claro, es que sin el primer acto revolucionario, lo segundo es imposible.

Existe sin embargo, una relación dialéctica entre los dos. Pues la conquista del poder político, y principalmente su conservación frente a toda intentona contrarrevolucionaria, implica la mayor movilización de las masas, en primer lugar de la clase obrera y el campesinado pobre, las únicas capaces de aplastar la resistencia burguesa e imperialista. Pero esta movilización no puede nutrirse de promesas, sino de conquistas sociales concretas. El Partido Comunista Vietnamita (PCV) lo sabía muy bien, por eso, para preparar la ofensiva contra las tropas francesas en Dien Bien Phu en 1954, lanzó una campaña de profundización de la reforma agraria en los territorios liberados. Lo mismo en la revolución rusa, la resistencia a la agresión de las potencias capitalistas europeas y a la contrarrevolución interna durante la guerra civil, llevó muy rápidamente a la radicalización del contenido social de la revolución, la ruptura con la burguesía, la estatización de los medios de producción, a las diferenciaciones de clase en el campo, etc. Esta lección, se ha visto confirmada por las revoluciones derrotadas como la china de 1926-27, o por la victoriosa de China en 1949, la vietnamita, la cubana, y más recientemente la de Nicaragua.

Este problema fue sistematizado por Trotsky en 1928 en la teoría de la revolución permanente. La batalla que él condujo contra la teoría stalinista de la revolución por etapas, se inscribe en la continuidad de la batalla librada por Lenin contra los mencheviques y su etapismo, y Trotsky la enriqueció a la luz de la victoria de la revolución rusa y de la derrotada revolución china a mediados de la década del veinte.

La teoría de la revolución permanente afirma, la necesidad de transformar la revolución democrática en revolución socialista en los países dominados, no niega, contrariamente a lo que han hecho creer los stalinistas, la existencia de etapas en un mismo proceso revolucionario : “Yo no he negado jamás, el carácter burgués de la revolución en cuanto a sus tareas históricas inmediatas, yo lo he negado únicamente, en cuanto a sus fuerzas motrices y sus perspectivas…” “La historia ha unido, no confundido, sino unido orgánicamente el contenido fundamental de la revolución burguesa a la primer etapa de la revolución proletaria” (Trotsky, La Revolución Permanente).

Del mismo modo, Trotsky no excluye para nada, las alianzas tácticas con fracciones de la burguesía : “Es evidente que nosotros, no podemos en el futuro, renunciar a tales acuerdos rigurosamente limitados y sirviendo cada vez a un objetivo claramente definido la única condición de todo acuerdo con la burguesía, acuerdo separado, practico, limitado a medidas definidas y adaptadas a cada caso, consiste en no mezclar las organizaciones y las banderas, ni directa ni indirectamente, ni por un día, ni por una hora, y a no creer jamás que la burguesía es capaz de conducir una lucha real contra el imperialismo y a no poner obstáculos a los trabajadores y campesinos” (idem).

Para derrotar a la dictadura de Batista, Fidel Castro hizo con sectores burgueses un pacto limitado, que “definió una estrategia común para derrotar a la dictadura con la insurrección armada”. Pero desde la caída del dictador, Castro consolida alrededor del ejército rebelde, las bases del poder revolucionario fuera de todo control de los órganos formales del gobierno recién instalado e integrado por dirigentes burgueses. En la medida que el proceso revolucionario avanza, y se profundiza, que se desarrolla la reforma agraria, que se constituye el ejército revolucionario, los representantes de la burguesía van a retirarse unos tras otros, para pasar a la oposición abierta y a la contrarrevolución.

Cada presión o agresión imperialista, conduce a la necesidad de ir apurando el proceso de transformaciones sociales y económicas, de radicalización de la reforma agraria, de nacionalización, de expropiaciones, etc., con el fin de resguardar el poder revolucionario y de avanzar en las conquistas sociales de las masas.

Al mismo tiempo, estas conclusiones que han sabido sacar los revolucionarios mas consecuentes, también hay que decirlo, las ha sacado la propia burguesía. La evolución de las posiciones burguesas en la medida que avanzaba el proceso revolucionario nicaragüense con una prueba de ello. La dictadura oligárquica se impuso en Nicaragua en los 30 con el apoyo del imperialismo yanqui. Desde el inicio de la década del 60, una contradicción se desarrolló entre la vieja oligarquía reagrupada en tomo a la familia Somoza, y fracciones de la burguesía industrial que deseaban una liberalización del régimen para poder insertarse en el desarrollo económico ligado a la implantación del mercado común de América Central. Esta burguesía encabezó una oposición liberal con la proclamación de la Unión Democrática de Liberación (UDEL). En 1977, luego de dos años de Estado de Sitio, que supuestamente había liquidado al Frente Sandinista, los liberales creen poder aprovechar la campana democratizante del presidente Carter para pasar a la ofensiva sin correr el riesgo de un desbordamiento del movimiento de masas. En enero del 78, luego del asesinato de su líder Joaquín Chamorro, son los patrones quienes toman la iniciativa de lanzar una huelga general.

Pero una carrera contra el tiempo se plantea entonces para la dirección revolucionaria. En febrero del 78, el Frente Sandinista pasa nuevamente a la acción. La patronal se asusta y suspende la huelga general. En julio se constituye el Frente Amplio de Oposición (FAO) por un lado y que reagrupa a la burguesía opositora. Y por otro lado, se forma el Movimiento Popular Unificado (MPU) que nuclea a veintidós organizaciones de masas (barrios, estudiantes, mujeres).

A fines de agosto y comienzos de septiembre de ese año, con el repunte de la movilización autónoma de las masas, y con ello la iniciativa vuelve a estar en manos de los sandinistas. A fines de agosto, un comando del FSLN ocupa el Congreso Nacional y obtiene la mayoría de sus demandas. El MPU llama a la Huelga general y en setiembre el FSLN a la insurrección popular. A cada paso del movimiento de masas, la burguesía se retrae y busca la negociación con la dictadura apoyándose en el gobierno de EE.UU., que a esa altura busca una “transición” pacifica y controlada.

El ala “tercerista” del FSLN toma esta capitulación como argumento para retirarse del FAO y se unifica con las otras dos tendencias del sandinismo. En febrero del 79 se constituye el Frente Patriótico Nacional (FPN), incluye a los sandinistas y a sectores burgueses significativos representados por Alfonso Robelo y Violeta Chamorro. Pero, mientras que la burguesía era hegemónica en el FAO, ahora el centro de gravedad se ha desplazado, debido a que la lucha toma un curso favorable a los trabajadores y campesinos. Esto es lo que se traduce de la formación del FPN donde el rol dirigente – político y militar – le corresponde al FSLN.

Denotada la dictadura, y a medida que el proceso revolucionario se iba profundizando, nuevos sectores de la burguesía son llevados a retirarse del Gobierno de Reconstrucción Nacional y a pasar a la oposición. Esto se confirma con el retiro de Robelo y Chamorro en la primavera de 1980.

En ese proceso de ruptura con la burguesía, la dirección sandinista permaneció fiel a los consejos de Carlos Fonseca, que el articulo antes citado agregaba : “Se debe prestar atención al peligro de que la insurrección no le sirva de trampolín a la fuerza reaccionaria de oposición a Somoza. El objetivo del movimiento revolucionario es doble. Por un lado, se trata de derrotar a la camarilla criminal y traidora que, durante largos años ha usurpado el poder, y por otra parte, debemos impedir que la fuerza capitalista de la oposición, cuya sumisión al imperialismo es sabida, no aproveche de la situación desatada por la lucha de la guerrilla y tome el control de poder”.

De este modo, el comunicado del 9 de diciembre de 1978, que sella la unidad entre las tres tendencias del sandinismo, confirma la necesidad de continuar la lucha hasta la destrucción de la columna vertebral de la dictadura (la Guardia Nacional) y de avanzar en la conquista de la democracia y las transformaciones sociales y económicas.
Una autocritica a medias

Las otras dos cuestiones abordadas por Handal, la vía armada y la unidad de la izquierda revolucionaria, son decisivas sin duda, sin embargo, como en casi todo, el compañero salvadoreño no va a fondo en el asunto.

1. Primero : él constata que “la idea de la vía pacifica de la revolución en América Latina se relaciona con el reformismo”. La lucha armada es la primera palabra de la estrategia revolucionaria, pero no la ultima. Si la lucha armada es necesaria porque se trata de destruir el aparato del Estado burgués, ella no constituye en sí misma, una línea divisoria suficiente entre reforma y revolución existe también un reformismo armado que practica la conciliación de clases.

El caso de los Montoneros argentinos particularmente bajo el gobierno de Campora en 1973 y luego con Perón – es una muestra elocuente de lo que afirmamos. Pero sobre todo, la afirmación de la necesidad de la lucha armada no dice nada sobre la forma de esa lucha armada y su relación con el conjunto de una estrategia revolucionaria. Existe respecto a este tema una amplia experiencia de más de veinte años en el continente. En la “Revolución en la revolución”, Regis Debray sacó de la experiencia cubana una visión simplista y errónea, privilegiando el foco de guerrilla rural y subordinado a esto la construcción del partido revolucionario A la luz de los fracasos verificados en los años 60, el propio Debray tuvo que hacerse una autocritica, las que formuló en su libro “La crítica de las armas”.

De la misma manera, el ejemplo mal asimilado de la revolución rusa, pudo nutrir en la década del 20, corrientes putchistas en el seno de la Internacional Comunista, y el ejemplo mal comprendido de la revolución cubana, llevó a errores y fracasos político-militares que tuvieron nefastas consecuencias para el conjunto del movimiento de masas en muchos países, y lo que es peor, no sirvieron para hacer avanzar al movimiento popular en sus niveles de comprensión respecto al rol de los aparatos reformistas.

La revolución nicaragüense al contrario, aportó una combinación original de formas de lucha armada culminando en la huelga general y en la insurrección de las principales ciudades : en ese caso, la insurrección supone una preparación particular y una organización en profundidad de las masas urbanas. Hoy en El Salvador, la relación entre las zonas controladas militarmente por el FMLN y la perspectiva final de lucha por el poder, están en el corazón del debate entre las diversas organizaciones revolucionarias salvadoreñas.

Al pronunciarse categóricamente por la lucha armada, Handel da un paso decisivo, pero no irreversible. Ya hemos visto en 1967 en la Conferencia de la OLAS, a dirigentes stalinistas tradicionales como el uruguayo Rodney Arismendi, “pronunciarse” por la lucha armada, sin embargo en la política concreta de su país, el PC uruguayo puede calificarse como absolutamente reformista, consecuente con las tesis etapistas de la revolución, y defensor acérrimo de la vía pacífica. Hoy mismo, el PC chileno se declara a favor de la lucha armada y por la “sublevación popular”, sin que esto signifique un abandono de su estrategia de conciliación con la burguesía democrática y los militares “patrióticos”.

En 1970, Carlos Fonseca ya había dicho respecto al PC nicaragüense : “Podemos afirmar que los cambios operados en la dirección de esta organización no son más que cambios formales. La pretendida nueva dirección no cesa de hablar de lucha armada, mientras que en la práctica, concentra toda su energía en una acción pseudo-legal”,

2. Segundo : Sobre la unidad de la izquierda revolucionaria, Handal reconoce, y es positivo, que pueden aparecer otros partidos revolucionarios por fuera de los PCs oficiales : “La vieja concepción dogmatica según la cual el Partido Comunista es por definición “el partido de la clase obrera”, la vanguardia del combate antiimperialista, etc. limita e incluso bloquea nuestra capacidad para comprender que en las condiciones sociales y políticas de América Latina, es imposible que no aparezcan esas organizaciones de la izquierda armada”. Debemos reconocer, a menos que neguemos obstinadamente la realidad, que Handal no tiene otra elección, ya que el PC salvadoreño fue colocado en una situación de minoría en las organizaciones de masas urbanas, por formaciones revolucionarias armadas como el Bloque Popular Revolucionario (BPR) y por las Ligas Populares 28 de Enero (LP208). Además, la marginalización del PC de Nicaragua en el proceso revolucionario, también le sirvió a Handal, para la autocritica. Pero a partir de ese reconocimiento forzado de la realidad, “la unidad de la izquierda revolucionaria” puede desembocar en dos casos diferentes. O bien se trata de encontrar la unidad en la acción, a nivel sindical, político, de todas las organizaciones que hablan en nombre de los trabajadores y campesinos, lo que significa un frente único de movilización y de combate, respetando la identidad y diversidad de sus integrantes, O bien, se trata de la construcción a través de un proceso de fusiones, de un nuevo partido revolucionario En este caso, un llamado a la unidad no alcanza. Existe entre esas organizaciones (las que componen el FMLN) programas y perspectivas distintas desde el punto de vista del objetivo final de la revolución, así como de sus visiones respecto a la situación internacional. Estas diferencias pueden ser superadas por la experiencia de la practica común es cierto, pero no, sin la discusión clara de las diferencias existentes, y sin afirmar al mismo tiempo, la necesidad de la unidad y de la democracia que permita, en el marco de una misma organización, coexistir a corrientes y compañeros con posiciones distintas.

Artículo publicado por primera vez en agosto de 1983 en la revista Quatrieme International
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Notes

[1] En 1969 se produjo la escisión más importante dentro del PC. Allí un grupo de militantes encabezados por Cayetano Carpio, secretario general del partido, cuestionando la finca reformista del PC, formó las Fuerzas Populares de Liberación (FPL), que hoy es una de las organizaciones más fuertes del FMLN.

[2] Contrariamente, la historia de la lucha de clases en América Latina ofrece múltiples ejemplos de revoluciones derrotadas y traicionadas. Handal habla sobre las elecciones de la derrota chilena en 1973, a la considera como un “laboratorio” : “Es cierto que a lo largo de la experiencia chilena, dos vías se opusieron constantemente : la vía de la conciliación y colaboración de clases por un lado, y la de la movilización revolucionaria de masas por otro”.
Luego que la ofensiva reaccionaria de octubre de 1972 alrededor de la huelga de los camioneros, Allende podía apoyarse sobre la movilización espontanea del movimiento popular, sobre la forma no de las Juntas de Abastecimiento Popular (JAP), de los Cordones Industriales, de los Comandos Cominales, para pasar a la ofensiva contra la derecha fascista. Sin embargo, prefirió reafirmar el respeto a la -“legalidad burguesa” y a aumentar la presencia de los militares “constitucionalistas” en su gabinete ministerial.
Después del ensayo de golpe de Estado de junio del 73 (“el tancazo”) y cuando preparación del golpe gorila se hacía evidente y abierto, Allende otra vez, y apoyado por el PC y el PS, se dedicó a ofrecer garantías constitucionales a la oposición burguesa encabezada por la Democracia Cristiana, desarmando a los obreros de los Cordones Industriales y permitió la represión sobre los marinos de Valparaiso que se oponían a los militares golpistas.
Por otra parte, Handal parece ignorar completamente la autocritica del Partido Guatemalteco del Trabajo (comunista) que ya en 1955, evaluaba la derrota popular de 1954, tras el derrocamiento del gobierno burgués-reformista de Jacobo Arbenz : “El PGT no ha -seguido una línea de trabajo independiente en relación con la burguesía nacional. Es la alianza con la burguesía democrática, obtuvo los éxitos señalados, pero a la vez, la burguesía ejerció una influencia sobre nuestro partido, influencia que en la práctica frenó numerosas actividades. El PGT, no evaluó correctamente la débil capacidad de resistencia de la burguesa y no tuvo permanentemente presente en carácter conciliador frente al imperialismo y a las clases reaccionarias, lo que explica algunas ilusiones que se tuvieron sobre el patriotismo, la lealtad y la firmeza de la burguesía nacional frente a los asaltos del imperialismo norteamericano”

¿Hay alternativas al TTIP y los tratados de “libre comercio”?

¿Hay alternativas al TTIP y los tratados de “libre comercio”?

Juan Hernández Zubizarreta y Pedro Ramiro // El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y Estados Unidos (TTIP) se asienta en un modelo de sociedad y de economía indiscutido e indiscutible: el capitalismo como el único sistema posible y el mejor. A partir de ahí, los argumentos para promoverlo se transforman en “verdades objetivas”: nos aseguran que con el TTIP se generará crecimiento económico, empleo y desarrollo; las pymes aumentarán sus oportunidades de negocio y el acuerdo entre los dos mayores bloques económicos del mundo ofrecerá, además, la posibilidad de crear estándares y reglas que luego se adoptarán a nivel global, lo que beneficiará a terceros países.

Sus impulsores sostienen que el TTIP puede contribuir a un mejor aprovechamiento de la liberalización económica y a paliar lo que hasta ahora habría sido una “globalización sin reglas”. Todo en base a una idea fuerza: considerar que el comercio internacional tiene como objetivo el libre intercambio de servicios y mercancías, profundizando la competencia entre economías y favoreciendo, por tanto, la disminución de los precios y la creación de empleo.

La realidad, sin embargo, es muy diferente. La UE, que tiene como dogma la libre circulación de capitales y el “libre comercio”, ha sustentado su política económica en el crecimiento económico por el lado de la oferta, el predominio de los intereses del sector financiero, las privatizaciones de los servicios públicos y las políticas fiscales regresivas. Así, el TTIP se vincula con la idea de estimular la economía con el aumento de las exportaciones, el comercio exterior y la competitividad; es decir, a través de la desregulación de los derechos sociales, la bajada de los salarios y la contención de todas las políticas públicas.

Asociar el incremento de los flujos comerciales y el crecimiento económico al bienestar del conjunto de la ciudadanía no es una verdad inmutable. En realidad, en un contexto económico marcado por la caída de las tasas de ganancia y la reducción del consumo, el TTIP responde —al contrario de lo que dicen los propagandistas del acuerdo transatlántico— a la necesidad intrínseca del capitalismo de ampliar las esferas de comercialización, la acumulación ilimitada de la riqueza y la mercantilización de la vida.

Pero los tratados de comercio e inversiones —a los que habitualmente se llama “tratados de libre comercio”, a pesar de que tienen muy poco de intercambios entre libres e iguales— no tienen por qué ser útiles por sí mismos, y sus normas y contenidos no pueden ser ajenos a las realidades internas de los países y a las necesidades del conjunto de la población. De hecho, los contenidos del acuerdo deberían ser fruto del equilibrio entre variables económicas y resultados sociales.

La evaluación de los impactos de estos tratados sobre la vida de las personas tendría que ser el verdadero indicador a tener en cuenta. Porque las cifras macroeconómicas, el incremento de las exportaciones y el crecimiento del PIB no pueden ocultar el hecho de que, por una parte, una minoría continúa con su lógica de crecimiento y acumulación mientras, por otra, aumentan la pobreza y las desigualdades para las mayorías sociales.

El TTIP sirve para apuntalar el modelo económico que está destruyendo la vida en el planeta, dando prioridad a las energías más contaminantes y abriendo la puerta al fracking. Como afirma Noam Chomsky, “la humanidad está en una carrera hacia su propia destrucción: se subsidia a las industrias letales, se incentiva la extracción de la última gota de petróleo aunque la evidencia científica dice que debemos dejar esos combustibles fósiles donde están”. Y es que el crecimiento ilimitado y la competitividad a ultranza, que son el telón de fondo que está detrás de todos los acuerdos comerciales impulsados en el marco de la nueva lex mercatoria, nada tienen que ver con las necesidades reales de la población y con el respeto a la naturaleza.

Desde esta perspectiva, el comercio y las inversiones no pueden ser fines en sí mismos. La distribución de la riqueza, el crecimiento económico y la cuantificación de los indicadores macroeconómicos deben adecuarse, como mínimo, a los principios del desarrollo humano y sostenible, cuando no al planteamiento de otro modelo económico radicalmente distinto que parta de asumir, para empezar, los límites físicos del planeta.

En este contexto, existe una multitud de movimientos sociales que pretenden superar la economía capitalista y el Estado como pilares inmutables de la organización social, buscando alternativas radicales basadas en la solidaridad, la proximidad y la participación. De este modo, la democracia radical y las necesidades humanas aparecen como factores clave para una nueva organización social, en la que se subordinen las dimensiones productiva y financiera de la economía a las personas, a los trabajos de cuidados y a las responsabilidades domésticas.

Eso sí, yendo a lo concreto, ¿cómo articular alternativas reales y viables que sirvan para ir diseñando otra manera de entender la economía? Tratando de avanzar en esta dirección, el nuevo mandato de comercio alternativo establece algunas pautas en esta dirección, siempre en base a una premisa central: “Los derechos humanos, la democracia y la transparencia deben priorizase por encima de los intereses empresariales y privados, al igual que el acceso universal a los servicios públicos de calidad, la protección social, las normas laborales y ambientales”.

A partir de esta idea, apostando “por una nueva perspectiva frente al comercio”, pueden irse concretando diferentes propuestas alternativas de regulación que tengan en cuenta, entre otros factores, que:

La política comercial europea respete el derecho de los países y las regiones a desarrollar —y a darle prioridad— el comercio local y regional por encima del global; por ejemplo, en el sector de la alimentación.

Los bienes comunes y los servicios públicos queden excluidos de las negociaciones de la UE en materia de comercio e inversiones.

Los gobiernos y los parlamentos europeos han de exigir a las corporaciones transnacionales que rindan cuentas en sus países por las consecuencias sociales y ambientales de sus operaciones en todo el mundo.

Los gobiernos deben regular las importaciones, exportaciones e inversiones de forma que estas sirvan a sus propias estrategias de desarrollo sostenible.

Los países, las regiones y las comunidades tienen que controlar la producción, la distribución y el consumo de sus propios bienes y servicios.

Los gobiernos, los parlamentos y las autoridades públicas deben tener plenos derechos para regular los mercados financieros, con el fin de proteger los derechos sociales, salvaguardar el control democrático y garantizar la sostenibilidad socioambiental.

Junto a ello, estas propuestas sobre comercio alternativo —y otras complementarias que vayan en el mismo sentido— pueden completarse con opciones como el Tratado internacional de los pueblos para el control de las empresas transnacionales: “Un tratado del presente y del futuro, basado en la responsabilidad y ética de las generaciones presentes y futuras, y en la obligación de proteger la Tierra y sus habitantes”.

  • Juan Hernández Zubizarreta es profesor de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Pedro Ramiro (@pramiro_) es coordinador del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL)

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1 comentario
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migue
migue
01/05/2015, 18:52

Sería tristísimo que no hubiera una alternativa al dichoso TTIP. Sí, sí que la hay y tiene un nombre muy sencillo: decencia.
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EE.UU.: El actual Partido Republicano es el partido de Jefferson Davis, no el de Lincoln

EE.UU.: El actual Partido Republicano es el partido de Jefferson Davis, no el de Lincoln
Harold Meyerson · · · · ·

25/04/15

Hace 150 años [el pasado jueves, 9 de abril], después de que la infantería de la Unión rodeara por completo al Ejército del Norte de Virginia, Robert E. Lee le envió una nota a Ulysses S. Grant proponiéndole un encuentro para discutir las condiciones de rendición. Con ello, la Guerra Civil comenzaba su final.

Y en algún momento del futuro, todavía puede que llegue a terminar.

La emancipación de los esclavos que acompañó a la victoria del Norte marcó el inicio, tal como había esperado Abraham Lincoln, de un nuevo nacimiento de la libertad, pero el viejo orden consiguió adaptarse a las nuevas circunstancias. La subyugación de los afroamericanos y la violencia contra ellos prosiguieron rápidamente, sobre todo después de que las tropas del ejército norteamericano se retirasen del Sur al término de la Reconstrucción [1865-77]. Se suprimió el voto de los negros. El sistema laboral del Sur conservó, modificado, su característica más distintiva: el trabajo sin libertad. Tal como ha demostrado Douglas A. Blackmon en su estudio, Slavery by Another Name, galardonado con un Premio Pulitzer, numerosas empresas — muchas de ellas domiciliadas en el Norte — dependían en buena medida del trabajo de miles de presos negros, muchos de los cuales cumplían largas condenas por delitos menores o bien sin haber cometido ninguno.

Desde luego, una razón por la que la subyugación de base racial resultó tan persistente fue que constituía un eje, no sólo de la economía del Sur, sino también del conjunto de la economía norteamericana. Durante buena parte del siglo XX, la visión predominante del conflicto Norte-Sur era que había enfrentado a la economía capitalista cada vez más avanzada del Norte contra la economía premoderna, cuasi feudal del Sur. En años recientes, no obstante, un aluvión de nuevas historias ha situado la economía algodonera del Sur en el centro mismo del capitalismo decimonónico. Obras como Empire of Cotton, del historiador de Harvard Sven Beckert, y The Half Has Never Been Told, del historiador de Cornell Edward E. Baptist, han documentado cómo el algodón producido por los esclavos constituía el mayor y más lucrativo sector de la economía norteamericana anterior a la guerra, origen de la fortuna de comerciantes e inversores con sede en Nueva York y de fabricantes británicos. El incremento de la rentabilidad, demuestra Baptist, fue resultado en buena medida del aumento de la brutalización de la mano de obra esclava.

Lincoln entendió esto, ¿cómo no iba a entenderlo? Los comerciantes e inversores de Nueva York convirtieron esa ciudad en un centro de sentimiento pro-sudista, a tal punto que su alcalde, Fernando Wood, llegó a sugerir de veras segregarse de la Unión a fin de preservar sus lazos con los propietarios de esclavos del Sur. Los intereses comerciales británicos presionaron a su gobierno para que reconociera diplomáticamente a la Confederación. En el discurso inaugural de su segundo mandato presidencial, Lincoln denominó a la esclavitud no un pecado del Sur sino un pecado norteamericano, por el que tanto el Norte como el Sur estaban condenados a alguna forma de castigo divino, empapada en sangre. “Si hemos de suponer que la esclavitud norteamericana es uno de esas faltas que, en la providencia de Dios, había de llegar,” afirmaba Lincoln, “pero que habiendo continuado el tiempo previsto por Él, hoy consiente en suprimir, otorgando tanto al Norte como al Sur esta terrible guerra como aflicción merecida por aquellos por quienes vino la falta, hemos de discernir en ello cualquier divergencia de esos divinos atributos que los creyentes en un Dios vivo le asignan”.

Todavía hoy, uno de los problemas más fundamentales de Norteamérica es que la alianza entre la forma actual del trabajo en el Sur y la forma actual de las finanzas de Nueva York continúa entre nosotros. Los cinco estados que carecen de leyes sobre salario mínimo están en el Sur: Alabama, Luisiana, Misisipi, Carolina del Sur y Tennessee. Grandes empresas domiciliadas en el Sur como Wal-Mart se encuentran entre las principales oponentes de los derechos de los trabajadores a organizarse, y a medida que Wal-Mart se ha ido extendiendo por el Norte y el Oeste, igual ha sucedido con la legislación de “derecho al trabajo” [en realidad, con propósitos antisindicales] aplicada por los gobiernos republicanos del Medio Oeste.

La sudificación del Partido Republicano y la creciente dominación de esa variedad de capitalismo de accionistas propia de Wall Street sobre la vida económica del país se han combinado para erosionar tanto la renta como el poder de los trabajadores norteamericanos. Los sindicatos son anatema para Wall Street y el Partido Republicano. Ambos se oponen a la regulación federal que otorga más facultades a consumidores y empleados.

Alimentado por las megadonaciones de los megarricos, el Partido Republicano de hoy no es que esté lejos de ser el partido de Lincoln, es que es verdaderamente el partido de Jefferson Davis [presidente de la Confederación durante la Guerra Civil]. Reprime el voto de los negros, se opone a los esfuerzos federales para mitigar la pobreza, pone objeciones a la inversión federal en infraestructuras y educación, del mismo modo que el Sur anterior a la guerra se oponía a las mejoras internas y rechazaba la educación pública. Desprecia los compromisos. Es casi todo él blanco. Es el descendiente en línea directa del ejército de Lee, y los descendientes del de Grant tienen todavía que someterlo.

Harold Meyerson es un veterano periodista estadounidense, director ejecutivo de la revista The American Prospect y columnista de The Washington Post.

Que veut Poutine ?

Que veut Poutine ?

Par Rostislav Ischenko – Le 11 février 2015 – Source thesaker.is

Il est gratifiant que les «patriotes» n’aient pas instantanément accusé Poutine pour l’échec de la mise en déroute à grande échelle des troupes ukrainiennes au Donbass en janvier et février, ni pour les consultations de Minsk avec Merkel et Hollande.

Néanmoins ils attendent impatiemment une victoire. Les plus radicaux sont convaincus que Poutine finira par «rendre la Novorussie», alors que les modérés craignent que, dès la signature de la prochaine trêve (si cela se réalise), un regroupement et un grossissement des rangs de l’armée novorusse aient lieu (ce qui aurait pu être fait sans désengagement des opérations militaires), et qu’il faille se réadapter à de nouvelles circonstances sur le plan international, se préparer à de nouvelles batailles diplomatiques.

En fait, malgré toute l’attention que portent les dilettantes politiques et/ou militaires (les Talleyrands et Bonapartes d’Internet) sur la situation dans le Donbass et plus généralement en Ukraine, il ne s’agit là que d’un seul point sur le front mondial: le résultat de la guerre ne se déterminera pas sur l’aéroport de Donetsk, ni sur les collines des abords de Debaltsevo, mais dans des bureaux de la place Staraya [1], de la place Smolenskaya [2], de Paris, de Bruxelles et de Berlin. L’action militaire n’est qu’un des nombreux éléments qui composent la querelle politique.

C’est aussi bien l’ultime élément, le plus terrible, il comporte de grands risques, mais l’affaire ne commence pas et ne se termine pas avec la guerre. C’est seulement une étape intermédiaire qui marque l’impossibilité du compromis. Sa conséquence est de créer de nouvelles conditions, rendant un compromis possible ou alors montrant que celui-ci n’est plus nécessaire, du fait de la disparition d’une des parties au conflit. Quand vient le moment du compromis – quand les combats cessent, les troupes sont de retour à leurs casernes et les généraux commencent à écrire leurs mémoires et à préparer la prochaine guerre – c’est alors, à la table des négociations que les politiciens et les diplomates déterminent le résultat réel de la confrontation.

Souvent les décisions politiques ne sont comprises ni par la population, ni par les militaires. Par exemple, pendant la guerre austro-prussienne de 1866, le chancelier prussien Otto Von Bismarck (plus tard chancelier de l’Empire allemand) avait ignoré les demandes répétées du roi Guillaume Ier (le futur empereur allemand), ainsi que les exigences des généraux prussiens de prendre Vienne, et il avait eu tout à fait raison. De cette façon, il avait accéléré la paix à partir des exigences prussiennes et s’était également assuré que l’Autriche-Hongrie reste dès lors – jusqu’à son démembrement en 1918 – un partenaire mineur de la Prusse et plus tard de l’Empire allemand.

Pour comprendre comment, quand et dans quelles conditions l’activité militaire peut se terminer, il est nécessaire de savoir ce que les politiciens veulent et comment ils envisagent les conditions d’un compromis d’après-guerre. Alors la raison pour laquelle l’action militaire s’est transformée en guerre civile de faible intensité avec des trêves occasionnelles, non seulement en Ukraine, mais aussi en Syrie, deviendrait claire.

De toute évidence, les points de vue des politiciens de Kiev ne nous intéressent pas, parce qu’ils ne décident de rien. Le fait que les étrangers gouvernent l’Ukraine n’est plus occulté. Que les ministres soient des Estoniens ou des Géorgiens n’a pas d’importance; ils sont tout d’abord des Étasuniens. Ce serait également une grosse erreur de s’intéresser à la façon dont les dirigeants de la République populaire de Donetsk (RPD) et de la République populaire de Lougansk (RPL) voient l’avenir. Les républiques existent seulement grâce au soutien russe. Aussi longtemps que la Russie les soutiendra, ils devront protéger les intérêts de la Russie, même dans leurs décisions et initiatives indépendantes. Les enjeux sont trop importants pour permettre à [Alexandre] Zakharchenko ou [Igor] Plotnitzky, ou n’importe qui d’autre d’ailleurs, de prendre des décisions indépendantes.

Nous ne sommes pas non plus intéressés par la position de l’Union européenne. Beaucoup dépendait de l’UE jusqu’en été dernier. Alors la guerre aurait pu être évitée ou arrêtée dès le départ. Une position ferme de principe de la part de l’UE contre la guerre aurait été nécessaire. Elle aurait pu bloquer les initiatives des États-Unis pour la commencer et aurait fait de l’UE un acteur géopolitique indépendant significatif. L’UE a raté cette occasion et s’est comportée en fidèle vassal des États-Unis.

En conséquence, l’Europe est au bord d’un bouleversement interne effrayant. Dans les années à venir, elle a toutes les chances de subir le même sort que l’Ukraine, mais dans un grand vacarme, une grande effusion de sang et avec moins de chances que les choses ne se tassent en peu de temps – en d’autres termes, que quelqu’un se présente pour mettre de l’ordre.

En fait, aujourd’hui l’UE peut faire le choix de rester l’outil des États-Unis ou de se rapprocher de la Russie. Selon son choix, l’Europe pourra s’en tirer avec une légère frayeur, comme la rupture de certaines parties de sa périphérie et la possible fragmentation de certains pays, ou elle pourra s’effondrer complètement. À en juger par la réticence des élites européennes à rompre ouvertement avec les États-Unis, l’effondrement est presque inévitable.

Ce qui devrait nous intéresser, ce sont les avis des deux principaux acteurs qui déterminent la configuration du front géopolitique et, en fait, se battent pour la victoire dans une nouvelle génération de guerre globale en réseau, la Troisième Guerre mondiale. Ces joueurs sont les États-Unis et la Russie.

La position étasunienne est claire et transparente. Dans la seconde moitié des années 1990, Washington a raté l’opportunité de réformer son économie de guerre froide sans obstacle et d’éviter ainsi la crise imminente de son système, dont le développement est limité par les ressources de la planète Terre, y compris humaines, limites qui sont antagoniques avec l’incessant besoin d’imprimer des dollars.

Après cela, les États-Unis ne pouvaient que prolonger l’agonie du système en pillant le reste du monde. Dans un premier temps, ils s’en sont pris aux pays du Tiers-Monde; puis aux concurrents potentiels; puis à leurs alliés et même à leurs proches amis. Ce pillage aurait pu persister aussi longtemps que les États-Unis seraient restés les maîtres incontesté du monde.

Ainsi, lorsque la Russie a affirmé son droit de prendre des décisions politiques indépendantes – des décisions d’importance régionale et non mondiale – un affrontement avec les États-Unis était devenu inévitable. Ce choc ne pourra pas finir en compromis de paix.

Pour les États-Unis, un compromis avec la Russie signifierait une renonciation volontaire à son hégémonie, ce qui conduirait à une rapide catastrophe systémique – pas seulement une crise politique et économique, mais aussi une paralysie des institutions de l’État et l’incapacité du gouvernement de fonctionner. En d’autres termes, son inévitable désintégration.

Mais si les États-Unis gagnent, ce serait la Russie qui subirait une catastrophe systémique. Après une certaine forme de rébellion, les classes dirigeantes de la Russie seraient punies par la liquidation et la confiscation de leurs actifs ainsi que par l’emprisonnement. L’État serait fragmenté, des territoires importants annexés, et la puissance militaire du pays détruite.

Par conséquent la guerre durera jusqu’à ce qu’un côté ou l’autre gagne. Tout accord intérimaire ne devrait être considéré que comme une trêve – un répit nécessaire pour regrouper, pour mobiliser de nouvelles ressources et trouver (c’est à dire, braconner) des alliés supplémentaires.

Pour compléter le tableau, nous n’avons besoin que de la position de la Russie. Il est essentiel de comprendre les objectifs des dirigeants russes, en particulier ceux du président, Vladimir Poutine. Nous parlons du rôle clé que joue Poutine dans l’organisation de la structure du pouvoir russe. Ce système n’est pas, comme beaucoup l’affirment, autoritaire, mais fait plutôt autorité – ce qui signifie qu’il n’est pas fondé sur la consolidation législative de l’autocratie, mais sur l’autorité de la personne qui l’a créé et qui étant à sa tête, le fait fonctionner efficacement.

Au cours des quinze années de pouvoir exercé par Poutine, et en dépit des situations internes et externes difficiles, il a essayé de maximiser le rôle du gouvernement, de l’Assemblée législative, et même des autorités locales. Ce sont des mesures tout à fait logiques qui auraient dû assurer au système intégrité, stabilité et continuité. Parce qu’aucun politicien ne peut garder le pouvoir éternellement, la continuité politique, indépendamment de qui vient au pouvoir, est la clé de la stabilité du système.

Malheureusement, le contrôle entièrement autonome, à savoir la capacité de fonctionner sans la supervision du président, n’a pas été atteinte. Poutine reste l’élément clé du système parce que les gens mettent leur confiance en lui personnellement. Ils ont beaucoup moins confiance dans le système tel qu’il est représenté par les pouvoirs publics et des organismes individuels.

Ainsi, les opinions et les plans politiques de Poutine deviennent le facteur décisif dans des domaines tels que la politique étrangère. Si l’expression «sans Poutine, il n’y a pas de Russie» est une exagération, alors la phrase «ce que Poutine veut, la Russie le veut aussi» reflète à mon avis assez précisément la situation .

Tout d’abord, notons que l’homme qui pendant quinze ans avait attentivement guidé la Russie vers sa renaissance l’a fait dans des conditions où les États-Unis avaient l’hégémonie en politique mondiale, ainsi que des possibilités importantes d’influer sur la politique intérieure de la Russie. Il a dû comprendre la nature de la lutte et son adversaire. Autrement, il n’aurait pas duré si longtemps.

Le niveau de confrontation que la Russie s’est autorisé face aux États-Unis a progressé très lentement et jusqu’à un certain point est passé inaperçu. Par exemple, la Russie n’a pas réagi du tout à la première tentative de révolution de couleur en Ukraine en 2000-2002 (l’affaire Gongadze [3], le Scandale des cassettes [4] et la protestation d’Ukraine sans Koutchma [5]).

La Russie a pris une position d’opposition, mais n’est pas intervenue activement dans les coups qui ont eu lieu à partir de novembre 2003 jusqu’en janvier 2004 en Géorgie et de novembre 2004 à janvier 2005 en Ukraine. Mais en 2008, en Ossétie et en Abkhazie, la Russie a utilisé ses troupes contre la Géorgie, un allié des États-Unis. En 2012, en Syrie, la flotte russe a démontré sa volonté d’affronter les États-Unis et ses alliés de l’Otan.

En 2013, la Russie a commencé à prendre des mesures économiques contre le régime de [Victor] Ianoukovitch, qui avait contribué à la réalisation et à la signature de l’accord nocif d’association [avec l’UE].

Moscou n’a pas pu sauver l’Ukraine du coup d’État en raison de la bassesse, de la lâcheté et de la stupidité de ses dirigeants – non seulement Ianoukovitch, mais tous sans exception. Après le coup d’État armé à Kiev en février 2014, la Russie est entrée en confrontation ouverte avec Washington. Avant cela, les conflits étaient entrecoupés d’améliorations dans les relations; mais au début de 2014 les relations entre la Russie et les États-Unis se sont rapidement détériorées et ont presque immédiatement atteint le point où en une ère pré-nucléaire la guerre aurait été déclarée automatiquement.

Ainsi, aux moments appropriés, Poutine a su engager précisément le niveau de confrontation avec les États-Unis que la Russie pouvait gérer. Si la Russie maintenant ne limite pas le niveau de ses confrontations, cela signifie que Poutine estime que, dans la guerre des sanctions, la guerre des nerfs, la guerre de l’information, la guerre civile en Ukraine, et la guerre économique, la Russie peut gagner.

C’est la première conclusion importante à propos de ce que Poutine veut et sur ce qu’il anticipe. Il anticipe la victoire. Et considérant qu’il adopte une approche méticuleuse et qu’il s’efforce d’anticiper les surprises, vous pouvez être sûrs que lorsque la décision a été prise de ne pas reculer sous la pression des États-Unis, mais de lui répondre, les dirigeants russes avaient une double, sinon une triple, garantie de victoire.

Je voudrais souligner que la décision d’entrer en conflit avec Washington n’a pas été prise en 2014, pas plus qu’en 2013. La guerre du 8 août 2008 était un défi que les États-Unis ne pouvaient laisser sans réponse. Après cela, chaque nouvelle étape de confrontation s’accompagnait d’une montée des enchères. De 2008 à 2010, la capacité des États-Unis – non seulement militaire ou économique, mais leur capacité globale – a décliné, alors que celle de la Russie s’est sensiblement améliorée. Donc l’objectif principal était de faire monter les enchères de manière lente plutôt qu’explosive. En d’autres termes, devant une confrontation où les simulacres sont écartés, tout le monde comprend la situation et la nécessité de retarder une guerre ouverte aussi longtemps que possible ou mieux encore l’éviter complètement.

Chaque année qui passait voyait les États-Unis s’affaiblir alors que la Russie se renforçait. Ce processus est naturel et impossible à arrêter. Nous pouvons prévoir avec un degré élevé de certitude que d’ici 2020-2025, en l’absence de confrontations, la période hégémonique des États-Unis viendra à sa fin, et qu’ils seraient alors mieux inspirés de ne plus penser comment gouverner le monde, mais comment conjurer la précipitation de leur propre déclin interne.

Ainsi le second désir de Poutine devient clair: maintenir la paix ou son apparence aussi longtemps que possible. La paix est avantageuse pour la Russie parce que dans des conditions de paix, sans énormes dépenses, elle obtiendrait les mêmes résultats politiques, mais dans une bien meilleure situation géopolitique. C’est pourquoi la Russie avance continuellement avec la branche d’olivier. Pareillement la junte de Kiev, dans des conditions de paix au Donbass, s’effondrerait. Dans les mêmes conditions dans le monde, le complexe militaro-industriel et le système financier mondial créés par les États-Unis seraient voués à l’autodestruction. De cette façon, les actions de la Russie reflètent justement la maxime de Sun Tzu : «La plus grande victoire est celle qui ne nécessite pas de bataille.»

Il est clair que Washington n’est pas gouverné par des idiots, peu importe ce qui se dit dans les talk-shows russes ou s’écrit sur les blogs d’internet. Les États-Unis comprennent précisément la situation où ils se trouvent. En outre, ils comprennent également que la Russie n’a pas l’intention de les détruire et qu’elle est vraiment prête à coopérer d’égal à égal. Même si, en raison de la situation politique et socio-économique aux États-Unis, cette coopération ne leur est pas acceptable. Un effondrement de leur économie et une explosion sociale seraient susceptibles de se produire (même avec le soutien de Moscou et de Pékin) avant qu’ils aient le temps d’introduire les réformes nécessaires, et en particulier si l’on considère que l’UE sera dans la même situation et qu’elle aura aussi à faire des réformes. En outre, les membres de l’élite politique qui a émergé aux États-Unis les 25 dernières années sont habitués à leur statut de propriétaires du monde. En toute sincérité, ils ne comprennent pas que l’on puisse le leur contester.

Pour l’élite dirigeante des États-Unis (pas tant la classe affaires, mais la bureaucratie gouvernementale), passer d’un pays qui décide du sort des peuples inférieurs à celui qui négocie avec eux sur un pied d’égalité serait intolérable. Cela équivaudrait probablement à offrir à Gladstone ou à Disraeli le poste de Premier ministre du royaume zoulou sous Cetshwayo kaMpande. Et ainsi contrairement à la Russie, qui a besoin de paix pour se développer, les États-Unis considèrent la guerre comme vitale.

En principe, toute guerre est une lutte pour des ressources. Typiquement, le gagnant est celui qui a plus de ressources et qui peut finalement mobiliser davantage de troupes et construire plus de chars, de navires et d’avions. Même si, parfois, ceux qui sont défavorisés stratégiquement peuvent renverser la situation avec une victoire tactique sur le champ de bataille. Les exemples incluent les guerres d’Alexandre le Grand et de Frédéric le Grand, ainsi que la campagne d’Hitler en 1939-1940.

Les puissances nucléaires ne peuvent pas se confronter directement l’une à l’autre. Par conséquent, leur base de ressources est d’une importance primordiale. C’est précisément la raison pour laquelle au cours de cette année la Russie et les États-Unis se sont engagés dans une course désespérée pour trouver des alliés. La Russie a remporté cette course. Les États-Unis ne peuvent compter comme alliés – et pas toujours de manière inconditionnelle – que sur l’UE, le Canada, l’Australie et le Japon; mais la Russie a réussi à mobiliser le soutien des BRICS, à prendre solidement pied en Amérique latine, et à commencer à remplacer les États-Unis en Asie et en Afrique du Nord.

Bien entendu, ce n’est manifestement pas évident, mais si l’on considère les résultats des votes à l’ONU, en assumant que le défaut de soutien officiel pour les États-Unis signifie la dissidence et donc le soutien à la Russie, il s’avère que les pays alignés avec elle dans leur ensemble contrôlent environ 60% du PIB mondial, ont plus des deux-tiers de la population du globe et couvrent plus des trois-quarts de sa surface. Ainsi la Russie a été en mesure de mobiliser davantage de ressources.

À cet égard, les États-Unis avaient deux options tactiques. La première semblait avoir un important potentiel et ils l’ont employée dès les premiers jours de la crise ukrainienne.

Il s’agissait d’essayer de mettre la Russie en face du dilemme de l’obliger à choisir entre une mauvaise situation et une situation encore pire. La Russie aurait été contrainte d’accepter un État nazi à ses portes et donc de perdre de manière dramatique son autorité internationale, de pair avec la confiance et le soutien de ses alliés. Après un court laps de temps, elle serait devenue vulnérable aux forces pro-étasuniennes internes et externes, sans avoir de chance de survie. Elle aurait pu choisir d’envoyer son armée en Ukraine, balayer la junte avant qu’elle ne s’organise, et rétablir le gouvernement légitime de M. Ianoukovitch. Dans ce cas, toutefois, elle serait accusée d’agression contre un État indépendant et de répression de révolution populaire. Une telle situation aurait entraîné un degré élevé de désapprobation de la part des Ukrainiens et nécessité la dépense constante de ressources militaires significatives, politiques, économiques et diplomatiques, ainsi que le maintien d’un régime fantoche à Kiev, car aucun autre gouvernement n’aurait été possible dans de telles conditions.

La Russie a évité ce dilemme. Il n’y a pas eu d’invasion directe. C’est le Donbass qui se bat contre Kiev. Ce sont les Étasuniens qui sont obligés de consacrer des ressources rares au régime fantoche moribond de Kiev, alors que la Russie peut rester à l’écart en faisant des propositions de paix.

Ainsi, maintenant, les États-Unis emploient la deuxième option. Elle est vieille comme le monde. Ce qui ne peut être tenu, et qui sera pris par l’ennemi, doit être endommagé autant que possible afin que sa victoire devienne plus coûteuse que sa défaite, et que toutes ses ressources soient utilisées pour reconstruire le territoire détruit. Les États-Unis ont donc cessé d’aider l’Ukraine, sauf pour la rhétorique politique tout en encourageant Kiev à répandre la guerre civile à travers tout le pays.

La terre ukrainienne doit brûler, non seulement à Donetsk et Lougansk mais aussi à Kiev et Lvov. La tâche est simple: détruire autant que possible l’infrastructure sociale et laisser la population à la limite de la survie. Alors la population de l’Ukraine consistera en millions d’affamés, désespérés mais lourdement armés, qui s’entretueront pour de la nourriture. La seule façon d’arrêter ce bain de sang sera une intervention massive militaire internationale en Ukraine (la milice à elle seule ne suffirait pas) avec de très importantes injections de fonds pour nourrir la population et reconstruire l’économie jusqu’à ce que le l’Ukraine puisse recommencer à se nourrir.

Il est clair que tous ces coûts seraient à charge de la Russie. Poutine estime à juste titre que dans ce cas, non seulement le budget, mais aussi les ressources publiques en général, y compris militaires, seraient débordées et peut-être insuffisantes. Par conséquent, l’objectif consiste à ne pas permettre à l’Ukraine d’exploser avant que la milice puisse ramener la situation sous contrôle. Il est crucial de minimiser les pertes et la destruction et de sauver autant que possible l’économie et l’infrastructure des grandes villes afin que la population, en quelque sorte, survive. Alors les Ukrainiens eux-mêmes se chargeront des racailles nazies.

À ce stade, un allié pour Poutine apparaît sous la forme de l’UE. Parce que les États-Unis ont toujours essayé d’utiliser les ressources européennes dans leur lutte contre la Russie. L’UE, déjà affaiblie, a atteint le point d’épuisement et doit résoudre ses propres problèmes qui purulent depuis longtemps.

Si l’Europe avait à sa frontière orientale une Ukraine complètement détruite, d’où des millions de gens armés fuiraient non seulement vers la Russie mais aussi vers l’UE, amenant avec eux des passe-temps sympathiques tels que le trafic de drogue, le trafic d’armes et le terrorisme, l’UE ne survivrait pas. D’un autre côté les républiques populaires de Novorussie serviraient de tampon pour la Russie.

L’Europe ne peut pas affronter les États-Unis, mais elle est morte de peur à la perspective d’une Ukraine détruite. Par conséquent, pour la première fois dans le conflit, Hollande et Merkel ne se contentent pas d’atténuer les exigences étasuniennes (en imposant des sanctions, sans aller trop loin), mais entreprennent aussi une action indépendante limitée dans le but de parvenir en Ukraine à un compromis – peut-être pas à la paix, mais au moins à une trêve.
Si l’Ukraine prend feu, elle brûlera rapidement, et si l’UE est devenue un partenaire peu fiable, c’est-à-dire même si elle n’est pas prête à passer dans le camp de la Russie, mais décide juste d’adopter une position neutre, alors Washington, fidèle à sa stratégie, sera obligé de mettre le feu à l’Europe.

Il est clair qu’une série de guerres, civiles et entre pays, dans un continent empli de toutes sortes d’armes, et où vivent plus d’un demi-milliard de personnes, serait bien pire que la guerre civile ukrainienne. L’Atlantique sépare les États-Unis de l’Europe. Même la Grande-Bretagne pourra espérer rester à l’abri derrière la Manche. Mais la Russie et l’UE partagent une très longue frontière.

Il n’est pas du tout dans l’intérêt de la Russie d’avoir un incendie qui s’étend de l’Atlantique aux Carpates alors que dans les territoires entre les Carpates et le Dniepr couvent des cendres encore fumantes. Par conséquent, un autre objectif de Poutine serait, dans la mesure du possible, d’éviter les effets les plus négatifs d’une conflagration en Ukraine et d’une autre en Europe. Parce qu’il est impossible d’empêcher complètement une telle éventualité (si les États-Unis veulent mettre le feu, ils le mettront), il est nécessaire d’être en mesure de l’éteindre rapidement pour préserver ce qu’il y a de plus précieux.

Ainsi, pour protéger les intérêts légitimes de la Russie, Vladimir Poutine considère que la paix a une importance vitale, car c’est la paix qui permettra d’atteindre cet objectif avec un effet maximum et à un coût minimum. Mais comme la paix n’est plus possible, et que les trêves deviennent de plus en plus théoriques et fragiles, il a besoin aussi que la guerre finisse aussi rapidement que possible.

Mais je tiens à souligner que si un compromis aurait pu être atteint il y a un an dans des conditions favorables pour l’Occident (la Russie aurait quand-même atteint ses objectifs, mais plus tardivement – ce qui est une concession mineure), maintenant ce n’est plus possible, et la situation progressivement s’aggrave. En apparence elle reste la même; la paix à presque n’importe quelle condition est toujours bénéfique pour la Russie. Il n’y a qu’une seule chose qui ait changé, mais elle est de la plus haute importance: l’opinion publique. La société russe aspire à la victoire et au châtiment. Comme je l’ai souligné plus haut, la puissance russe fait autorité, plutôt que d’être autoritaire; par conséquent, l’opinion publique en Russie importe, contrairement aux démocraties traditionnelles.

Poutine peut maintenir son rôle de pivot du système aussi longtemps qu’il a le soutien de la majorité de la population. S’il perdait cet appui, du fait qu’aucune personnalité de sa stature n’a émergé de l’élite politique russe, le système perdrait sa stabilité. Mais le pouvoir ne peut maintenir son autorité que tant qu’il incarne avec succès les souhaits des masses. Ainsi la défaite du nazisme en Ukraine, même si elle n’est que diplomatique, doit être claire et incontestable – ce n’est que dans ces conditions qu’un compromis russe serait possible.

Ainsi, indépendamment de la volonté de Poutine et des intérêts de la Russie, compte tenu du rapport de forces global, ainsi que des priorités et des capacités des protagonistes, une guerre qui aurait dû se terminer l’an dernier à l’intérieur des frontières de l’Ukraine débordera presque certainement en Europe. On ne peut que deviner qui sera le plus efficace – les Étasuniens avec leur bidon d’essence ou les Russes avec leur extincteur? Mais une chose est absolument claire: les initiatives de paix des dirigeants russes seront limitées non pas par leurs désirs, mais par leurs capacités réelles. Il est vain de se battre contre les souhaits de la population ou contre le cours de l’histoire; mais quand les deux coïncident, la seule chose qu’un homme politique sage puisse faire est de comprendre les souhaits de la population et la direction du processus historique et d’essayer de le soutenir à tout prix.

Les circonstances décrites ci-dessus font qu’il est extrêmement improbable que les souhaits des partisans d’un État indépendant novorusse s’accomplissent. Étant donnée l’ampleur de la conflagration à venir, déterminer le sort de l’Ukraine dans son ensemble n’est pas excessivement compliqué, mais cela reviendra cher.

Ce ne serait que logique que le peuple russe demande: si les Russes, que nous avons sauvés des nazis, vivent en Novorussie, pourquoi doivent-ils vivre dans un État séparé? S’ils veulent vivre dans un État séparé, pourquoi la Russie reconstruirait-elle leurs villes et leurs usines? À ces questions il n’y a qu’une seule réponse raisonnable: la Novorussie devrait faire partie de la Russie (d’autant plus qu’elle dispose de suffisamment de combattants, bien que la classe dirigeante soit problématique). Eh bien, si une partie de l’Ukraine peut se joindre à la Russie, pourquoi pas l’Ukraine tout entière ? D’autant plus qu’en toute vraisemblance, quand cette question sera à l’ordre du jour, l’Union européenne ne sera plus [pour l’Ukraine] une alternative à l’Union eurasienne.

Par conséquent, la décision de rejoindre la Russie sera prise par une Ukraine unie fédérée et non par une entité sans statut clair. Je pense qu’il est prématuré de redessiner la carte politique. Très probablement, le conflit en Ukraine sera conclu d’ici la fin de l’année. Mais si les États-Unis parviennent à étendre le conflit à l’UE (et ils essaieront), la résolution finale des questions territoriales sera retardée d’au moins un ou deux ans et peut-être plus.

Dans n’importe quelle situation, la paix nous est bénéfique. Dans des conditions de paix, alors que les ressources de la Russie se développeront, de nouveaux alliés (anciens partenaires des États-Unis) viendront se mettre à ses côtés, et comme Washington sera progressivement marginalisée, la restructuration territoriale deviendra beaucoup plus simple et temporairement moins importante, en particulier pour ceux qui seront restructurés.

Notes:
1. Rue de Moscou où se trouve le siège de l’administration présidentielle de la Russie.
2. Place à Moscou où se situe le ministère russe des Affaires étrangères.
3. Géorgiy Gongadze était un journaliste et réalisateur ukrainien né en Géorgie, qui a été enlevé et assassiné en 2000.
4. Le Scandale des cassettes a éclaté en 2000 avec la fuite de cassettes audio où Leonid Koutchma aurait discuté de la nécessité de réduire au silence Gongadze pour avoir rapporté sur la corruption de haut niveau.
5. En conséquence du Scandale des cassettes, une manifestation massive anti-Koutchma avait eu lieu en Ukraine en 2000-2001.

Article original en russe.

Traduit du russe par Denis, Gideon, and Robin

Traduit de l’anglais par Alexandre Moumbaris, relu par Marie-José Moumbaris pour le Saker Francophone.

Entrevista exclusiva: Michael Reid, el analista de A. Latina más influyente a nivel mundial

Entrevista exclusiva: lo invitamos a recorrer la región junto a Michael Reid, el analista de A. Latina más influyente a nivel mundial

El inglés más poderoso en establecer la imagen de América Latina realiza un paneo regional junto a AméricaEconomía, una zona a la que le tiene especial afecto. Reid trabaja en el semanario británico The Economist desde 1994 y llegó a ser el editor para las Américas.

Reid es autor de “Bello”, el nombre de la columna de opinión más influyente sobre América Latina a nivel global.

Mar, 04/21/2015 – 19:43

Cree que Nicolás Maduro puede ser sacado del poder mediante un referéndum, que la región se mueve hacia una era de presidentes débiles y que Cuba podría cambiar realmente cuando Miguel Díaz-Canel, el sucesor ya designado de Raúl Castro, deba enfrentar el juicio de sus ciudadanos. Michael Reid piensa eso y el mundo lo escucha porque él es quien está detrás de “Bello”, el nombre de la columna de opinión más influyente sobre América Latina a nivel global. Se publica en The Economist. Un nombre elegido por Reid para homenajear a Andrés Bello, el venezolano más cosmopolita (vivió casi dos décadas en Londres) y prestigioso durante el siglo XIX, el hombre que dio forma al español que hablamos y escribimos. Lo hizo desde Chile y es el emblema de una mirada liberal-progresista sobre la región.
Reid, hombre de Oxford, trabaja en el semanario británico desde 1994 y llegó a ser el editor para las Américas. Basado en Lima y Sao Paulo, su último libro, “Brazil: The Troubled Rise of a Global Power”, es un fuerte alegato para que el país deje su política de desarrollo basada en la dirección estatal de la economía y sus empresas, y se enfoque en una mejora drástica de los servicios educativos y de salud.

-Hoy existe quien clasifica los casos de corrupción en Brasil, México y Argentina como evidencia de Estados fallidos. Por otro lado, hay una corriente que afirma que el aumento de transparencia y de la acción judicial hace que estos casos queden más expuestos, dando la sensación de ser una cantidad mayor que en el pasado. ¿Cuál es su opinión?
-Es bueno distinguir a los Estados fallidos de los Estados disfuncionales. Hablamos de Estados fallidos en América Latina para referirnos a Haití, tal vez a Honduras, a pesar de que en el caso de este último hubo una cierta mejoría en los dos últimos años. En cambio la disfunción y la corrupción de un Estado es un problema bastante común en la región. Por definición, es muy difícil saber si se tiene más corrupción o más conciencia de la corrupción. Creo que es un poco de las dos cosas. Creo también que (la corrupción) puede haber sido causada por el hecho de que los Estados han tenido mucho más dinero en sus manos en la última década, debido al crecimiento económico y al boom de las commodities. Al final, la corrupción existe donde está la oportunidad. Tenemos un fenómeno bastante común en la región que es la devolución de poder y de dinero a los gobiernos locales o regionales que tienen menos control que el gobierno central, por ello han surgido casos de corrupción en Perú, Colombia, México y Brasil. De cualquier forma, encuentro que hay más transparencia que en el pasado, con más instituciones dispuestas a investigar y castigar. Vemos eso en Brasil, en Chile y hasta en Perú. En otros países, esto todavía es una lucha.

-¿En qué medida cree que la Operación Lava-Jato, que investiga el esquema de lavado y desvío de dinero que envuelve a Petrobras, empresarios y políticos, podría afectar las decisiones de inversión en Brasil, en un momento de ajuste fiscal en el cual esa inyección sería fundamental para mitigar la desaceleración de la economía?
-Pienso que tendrá efectos, porque tanto los EE.UU. como los países europeos buscan una gestión más decente y estricta en cuanto al pago de coimas de parte de las empresas. Por otro lado, la inversión china no es tan estricta respecto a las conductas relacionadas con la transparencia, lo que puede ser una alternativa. Creo que será preciso ver cómo queda todo conforme avancen las investigaciones. En el corto plazo afectará a los inversores que tienen relación con contratos públicos o estatales, que pasan a mirar el país con cautela. En cuanto a la relación gobierno/empresa privada, pienso que hace tiempo que ésta necesita ser modernizada. Si el resultado de este proceso fuera una reforma del sistema de contratos públicos y el financiamiento de la política, esto puede ser bueno para el país. Más, nuevamente, hay un problema de corto plazo: un sector importante de la economía está paralizado en este momento, debido a ello, para Brasil es necesaria una definición legal cuanto antes.

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-Actualmente se observa una recuperación desigual entre la economía norteamericana, que da señales optimistas, y la de la zona del euro, bajo las expectativa de los resultados de su reciente quantitative easing y la japonesa, que todavía presenta aspectos deflacionarios. ¿En qué medida eso afecta a América Latina?
-Hemos visto un ajuste importante del tipo de cambio en varios países de la región, siendo el caso brasileño el más fuerte. En los otros países la política de tener un cambio flotante ha funcionado, ha habido ajuste precisos frente a las cambios en la cuenta corriente, y sin provocar una inflación significativa. El caso de Brasil es más complejo porque la fluctuación fue detenida equivocadamente, y porque al dispararse el tipo de cambio coincidió con una coyuntura que afecta la capacidad del gobierno de hacer ajuste fiscal. El desafío para la región es cómo ajustarse en esta coyuntura global. El dólar fuerte es una oportunidad para la región en términos de exportaciones, la cuestión es hacer las cosas bien y aprovechar las oportunidades.

¿EXPLOSIÓN SOCIAL EN VENEZUELA?

-Chile es reconocido como una economía destacada en la región. ¿Por qué el milagro chileno menguó, una economía en desaceleración desde la segunda mitad de la gestión del ex presidente Piñera?
-El caso chileno se debe sobre todo a la caída del precio del cobre y a que el ciclo de las inversiones mineras cayó. Otro hecho fue enfrentar el programa de reformas extensas del gobierno de Bachelet. Mi impresión es que la macroeconomía chilena se está recuperando, pero será difícil que la tasa de crecimiento vuelva a los niveles del pasado, especialmente si no hay una mudanza significativa de los precios del cobre.

-¿Considera promisoria la integración de las bolsas de valores de México, Colombia, Perú y Chile?
-El problema es que, en la práctica, estamos hablando de regulaciones nacionales diferentes. En algunos países, la tarea de supervisar la Bolsa corresponde al Ministerio de Hacienda; en otros, a superintendencias autónomas. Es difícil que todos los países armonicen la reglamentación que haga que se puedan hacer inversiones como si éstas fuesen locales. Puede ser que con el tiempo resulte, pero es preciso poner en perspectiva estos anuncios, de que la integración sea un hecho, cuando no lo es, hasta que se armonice la reglamentación.

-¿Cuál es su diagnóstico sobre Venezuela?
-Es un cuadro complejo. Creo que lo que tiene ocurrir, y es muy importante, es una elección parlamentaria que transcurra en un ambiente libre y en condiciones equitativas. No obstante, eso exige que la región asuma un papel. Con una elección libre y equitativa, todo indica que la oposición ganará la Asamblea, y para el año que viene un referendo revocatorio sobre Maduro podría llevar a una transición pacífica, constitucional y democrática. Estuve allá en enero. Se observa una caída del apoyo al gobierno de Maduro, que el chavismo está decayendo. La oposición, a pesar de sus divisiones, está creciendo. Ahora, la gran duda es si va a tener lugar alguna explosión social en las calles, que es lo que el gobierno más teme. Caso contrario, existe la posibilidad de una transición pacífica.

-¿Cuál es la estrategia que los países de la región deberían abrazar en el caso de Venezuela?
-Los países están demasiado temerosos. Ellos firmaron varios tratados que establecen un compromiso con la democracia y los derechos humanos, y deberían observarlos. La Unasur tiene que exigir públicamente que Venezuela cumpla con esos compromisos. Pienso que eso es la única cosa que podría tener algún efecto en Venezuela.

-¿Y en cuanto a Cuba? ¿Veremos el fin del embargo y la construcción de un puente de Key West a La Habana?
-Sería el puente más largo del mundo, ¿no? (risas). El proceso que está en curso es importante, pero será lento. Acabar con el embargo demanda tiempo. Cuba no va, de la noche a la mañana, a convertirse en un país totalmente capitalista, liberal y democrático. Creo que lo importante en este momento es el cambio de la política de los EE.UU. y el reconocimiento de que el cambio que ocurrirá en Cuba será de adentro para afuera y no al contrario. Raúl insiste que dejará el gobierno en 2018 y el sucesor anunciado, Miguel Díaz-Canel, va a ser juzgado por los cubanos por los resultados de su gobierno, el que ya no contará más con el aura revolucionaria. Todo indica que el país tendrá que cambiar e irá camino de una economía más capitalista, más de mercado, sin embargo, el partido no va a perder el control inmediatamente: es un proceso de evolución.

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PRESIDENTESBILES

-¿Cómo es su cobertura periodística hoy, sin estar presente en la línea del frente y tampoco editando desde Europa? ¿Cuál es la fuente de preocupación que hoy rige la pauta de The Economist para la región?
-Edité por 15 años, pero quería volver a vivir en América Latina y escribir un poco más, pues no me limito a la columna “Bello”. Estoy contento de hacer lo que estoy haciendo ahora. En el caso de la cobertura, seguimos nuestras líneas editoriales. Y nos comunicamos internamente, en un debate constante sobre las situaciones de la región y el mundo en general. La tecnología realmente transforma la toma de decisiones.

-A finales de 2012, The Economist sugirió que Dilma Rousseff debería cambiar el equipo económico si quería ser reelecta, lo que le dio fama de haber pedido la renuncia de Guido Mantega. ¿Cuál es su evaluación del actual ministro de Hacienda de Brasil, Joaquim Levy?
-Ahora creo que habría sido mejor si hubiese ganado el gobierno el que predicó el cambio en la economía. Pero éste fue el resultado. Es positivo que Dilma haya escogido a Joaquim Levy para Hacienda, porque él entiende lo que tiene que hacer. Fue bueno que la presidente haya aceptado el fracaso de la nueva matriz económica. Dicho eso, encuentro que Levy va a hacer un ajuste, más lo que queda pendiente es la calidad del ajuste. Pues el Congreso tiene bastante impacto en él. En el caso brasileño es preciso intervenir el sistema de pensiones, tiene que intervenir la estructura del Estado. Tengo mucho escrito en los últimos años apuntando cuestiones como el absurdo de que el país tiene 38 ministerios, una estructura de gobierno tan pesada, cuando Brasil necesita gastar más en hospitales, médicos, saneamiento, etc. No sé si Levy será capaz de hacer ese cambio. Tendrá que ver con el Congreso, pues para mí Brasil está entrando en un régimen semiparlamentario.

-En su libro “Brazil: The Troubled Rise of a Global Power”, ya apuntaba contra la tradición histórica de dirección en el país, de un desarrollo dependiente del Estado, y abogaba por un Estado más eficiente y moderno…
-Uno de los argumentos centrales del libro, que fue lanzado antes de las elecciones, es que Brasil necesita cambiar lo que llamo “Estado corporativo”. Ese Estado con tantos beneficios y gastos entre grupos privilegiados, sean los jubilados del sector públicos, sean entre los privados beneficiados de subsidios, que toda la estructura de los gobiernos municipales sea efectivamente progresista en sus políticas sociales.

-Pero, ¿el caso del país no es parecido a varios otros de la región, que viven un sistema hiperpresidencialista que tuvo éxito mientras hubo dinero, con la bonanza de los commodities?

-Hoy la región está caminando hacia un período de presidentes débiles. Los tiempos en que los presidentes tuvieron apoyos del 60%, 70%, acabaron. Con la excepción de Evo Morales en Bolivia, y de Ecuador y Nicaragua, países pequeños y no representativos. En los países grandes de la región el descontento respecto de la economía es grande. La estructuración conceptual de los sistemas políticos en América Latina es de un presidente y un parlamento. Tienen sistemas multipartidarios. Es difícil para un presidente conseguir una mayoría estable. Brasil, para enfrentar esto, inventó el presidencialismo de coalición, pero eso precisa de retoques en este momento. Hoy, para Brasil, es fundamental la reforma política. Si será una reforma política buena es otra cuestión. Sea como sea, es fundamental reducir el número de partidos en el Congreso. Sin embargo, cada país tiene sus especificidades.

-Finalmente, en la región, algunos de los principales países que han sido grandes exportadores de commodities tuvieron un efecto positivo en la caída de la desigualdad de la renta. Hoy, los precios ya no son los mismos, y trabajamos con un horizonte de cambio diferente. En ese contexto, ¿cuáles son las acciones posibles para que los países se mantengan en camino de la reducción de la desigualdad?

-Son fundamentales tres cosas: continuar mejorando la calidad de la educación, de la enseñanza en todos los niveles. Eso implica gastar mejor. Es absurdo colocar una meta de 10 puntos del PIB para gastar mal. Segundo punto: continuar invirtiendo mucho más en infraestructura, para aumentar la productividad. Y, tercero, el avance mayor fue en el mercado del trabajo, y será difícil mantener eso. La tendencia es que el desempleo suba. Así, es importante tener mercados de trabajo más flexibles, con medidas proactivas de capacitación y ayuda de colocación en empleos, donde la información es importante.

*Con la colaboración de Rodrigo Lara Serrano, en Santiago de Chile.

Visión de Schafik Handal sobre Ofensiva General del FMLN de enero de 1981

Visión de Schafik Handal sobre Ofensiva General del FMLN de enero de 1981
Roberto Pineda 20 de abril de 2015

La Ofensiva General del FMLN del 10 de enero de 1981 marca el inicio de la Guerra Popular Revolucionaria, la cual concluye el 16 de enero de 1992 con la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec. Es la primera acción militar a nivel nacional del FMLN, precisamente un año después de la fundación de la Coordinadora Revolucionaria de Masas, CRM y tres meses después de la fundación del mismo FMLN.

Se produce a casi cincuenta años de la insurrección indígena-campesina de 1932. Y lo que se esperaba iba ser una “ofensiva final” en una serie de rápidos combates decisivos urbanos de naturaleza insurrecciona, se convierte en una larga guerra rural de doce años. Y el FMLN se transforma de una guerrilla urbana en un ejército popular con territorios rurales bajo su control, al norte del país.

A continuación reseñamos la visión de ese momento en las palabras de Schafik Handal, entonces secretario general del Partido Comunista de El Salvador (PCS) Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) y miembro de la Comandancia General del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Usaremos dos entrevistas, realizadas el 24 y 31 de ese mes de enero de 1981, ambas realizadas a pocos días de la Ofensiva General así como de la toma de posesión del presidente estadounidense Ronald Reagan.

Naturaleza y Objetivos de la Ofensiva General: sus resultados, situación actual y perspectivas (Entrevista del 24 de enero de 1981)

Explica Schafik que para entender la naturaleza y objetivos de esta ofensiva hay que remontarse a que “más o menos desde mayo de 1980, el ejército enemigo pasó a la ofensiva contra nosotros, a la ofensiva militar bajo la forma del cerco y aniquilamiento contra nuestras áreas de retaguardia, a las que desde un punto de vista político, nosotros las llamamos Bases de Apoyo de la revolución, puesto que allí n sólo están nuestras fuerzas militares acantonadas, sino también habita la población civil , la cual organizada y activamente apoya a las fuerzas del FMLN.”
Agrega que “eso es lo que nos permite no solo subsistencia, sino también y fundamentalmente, lograr eficazmente el fortalecimiento, la consolidación de nuestras fuerzas en extensas áreas de nuestro territorio, en San Vicente, Chalatenango, Morazán, donde el enemigo ya ha perdido control, y nosotros lo hemos asegurado y ensanchado….En un intento por recuperar esas posiciones perdidas, el enemigo estaba desesperado, impulsando en gran escala ofensivas, realizando cercos, e intentando aniquilarnos en nuestras áreas de retaguardia o Bases de la Revolución.”
Explica que “esa era la situación militar de la guerra en El Salvador, antes del 10 de enero, día de inicio de la Ofensiva General del FMLN. Explicando esto se puede entender entonces la decisión que tomó la Comandancia General…Nosotros decidimos pasar a la Ofensiva general, salir de la situación de defensiva estratégica y pasar a la ofensiva estratégica general, paralizar así la ofensiva enemiga, asumir nosotros la iniciativa y elaboramos un plan cuyo nombre explica los alcances del mismo, llamaos a este plan, “Plan de Iniciación de la Ofensiva General” y la asignamos a este plan, determinados objetivos militares y políticos.”
“Desde el punto de vista militar –añade Schafik-se destaca en primer lugar, el siguiente objetivo, iniciar la etapa de la Ofensiva General, generalizando la guerra a todo el país, pasando de las acciones puramente guerrilleras y dispersas, a las campañas militares articuladas en un plan único; asimismo pasando a operaciones con unidades militares mayores, con armas de guerra más importantes, incluyendo ya algunas piezas de artillería, y realizando movimientos, en los que se combinara la guerra de guerrillas y modalidades de guerra regular. Así caracterizábamos ese primer objetivo militar del plan de iniciación.”
A la vez “también había otros objetivos de carácter político y militar. Uno era dar nueva base a la elevación de la solidaridad mundial a favor de nuestro movimiento, llevándola a niveles en los cuales pudieran formarse bloques de fuerzas internacionales, incluyendo la definición de gobiernos amigos en los distintos continentes, para atar las manos intervencionistas del imperialismo.”
Añade que “otro objetivo político dentro del país era cultivar y desarrollar las condiciones para el despliegue de las insurrecciones locales que habrán de avanzar hacia la insurrección general. Otro objetivo era crear el marco político-militar apropiado, para conseguir a convergencia en el combate, entre el movimiento revolucionario armado que encabeza el FMLN y el sector patriótico y democrático que hay en el ejército enemigo. Otro objetivo era sentar premisas para el sucesivo avance hacia fases superiores en nuestra Ofensiva General.”
Sostiene que “en este plan de iniciación no podíamos proponernos todavía el derrumbe inmediato de la dictadura. Teníamos y tenemos claridad de que la ofensiva general es un período estratégico, más o menos prolongado, más o menos dilatado, según el propio desenvolvimiento de la guerra, pero que no es un movimiento fulminante que puede tener una duración más o menos corta. Nosotros aspiramos a una duración corta, pero hay factores que están fuera de nuestra voluntad, y que podrían alargar ese periodo estratégico. Me refiero a factores como el reforzamiento del ejército enemigo en gran escala por parte del gobierno de los Estados Unidos, o la intervención de otros ejércitos extranjeros.”
Reconoce “autocríticamente la responsabilidad por cierto manejo triunfalista que en nuestra propaganda se le imprimió en los primeros días a esta cuestión de la ofensiva, expresada especialmente en el manejo del término de Ofensiva Final.”
Considera como logros de esta Ofensiva General “la experiencia de combate, en la dirección de unidades grandes, en el paso de una guerra de acciones guerrilleras dispersas a una guerra con un plan articulado en sentido nacional. Hemos pasado a dirigir en el combate a unidades mayores, a realizar operaciones que tienen cierta dosis de guerra regular.”
Además “hemos conseguido un enorme fortalecimiento numérico de nuestras fuerzas, puesto que en muchos lugares del país se pudo realizar, como resultado de esta ofensiva inicial, nuevos reclutamientos, nuevo crecimiento de nuestros efectivos.”
Asimismo “hemos ampliado considerablemente las áreas de retaguardia en los 4 frente de guerra y en algunos casos, hemos logrado nuevas áreas de retaguardia, nuevas bases de apoyo, como en el caso del Frente Occidental. Esta ampliación de las áreas de retaguardia se consiguió aniquilando en unos casos, desalojando en otros, puestos avanzado de la fuerza armada enemiga en una serie de pequeñas poblaciones que están en la periferia de nuestras bases.”
Subraya que “nosotros en casi todas las cabeceras departamentales estábamos asediando, desde el 10 hasta más o menos el 13 de enero y en algunos casos hasta el 15 o 16 yen algunos casos sitiando, las fortalezas del enemigo, los cuarteles principales del enemigo en las cabeceras departamentales, ocupando ciudades y sitiando las fortalezas del enemigo. Entonces nosotros estábamos al ataque, el enemigo estaba defendiéndose. Pero teníamos una situación en la que tanto el enemigo como nosotros, estábamos fijados en el territorio, con pocas posibilidades de realizar maniobras de movimiento, porque no contábamos, ni el enemigo, ni nosotros, con fuerzas móviles importantes para realizar nuevos movimientos.”
Establece que “el enemigo ahora necesita moverse en todo el territorio nacional, porque lo hemos obligado a ello. Y nosotros, con la iniciativa estratégica volcada a nuestro favor, lo golpeamos con emboscadas, con maniobras en movimiento. Esto es ya parte del tránsito hacia las nuevas campañas, hacia los nuevos movimientos dentro de la ofensiva estratégica general. De tal manera que a situación de asedio y sitio en las cabeceras departamentales no podía mantenerse indefinidamente, y no fue nuestro propósito mantenerlo indefinidamente.”
Con respecto a la huelga general opina que “no se puede decir que la huelga fracasó. Tampoco se puede decir que fue un gran éxito. La huelga, a partir del día 13, que fue el día que se fijó para su inicio se desarrolló en sentido progresivo; se siguió extendiendo hasta el día siguiente, especialmente en el sector industrial de la capital de San Salvador, con menos fuerza en el servicio de transporte, porque allí el enemigo actuó militarizando estos servicios, tomándose las terminales y buses, y presionando para que los buses salieran a funcionar. La huelga también tuvo impacto en otros sectores paralizando varis ministerios y bancos. Sin embargo, como el comercio siguió funcionando en una proporción considerable –bajo la presión militar que el enemigo ejercía en San Salvador- y como una parte importante de transporte siguió funcionando, entonces esto ayudaba a crear la imagen de que la huelga había sido un fracaso.”
De esta experiencia concluye que “para que la huelga se desplegara en toda su magnitud, era necesario que realizáramos en la capital, acciones militares de mayor envergadura respecto a las que se realizaron ¿Por qué? Porque las masas trabajadoras de la capital, durante el año de 1980 fueron duramente golpeadas por la escalada de terror, de matanza del enemigo. Muchos activistas, muchos dirigentes de las organizaciones fueron asesinados a lo largo de 1980, sobre todo en los últimos meses y las masas, en esas condiciones, solo podían desatar toda su energía combativa en el marco de la realización de grandes y contundentes golpes militares en la capital.”
“En la capital se concentran las fuerzas estratégicas elites del enemigo; la capital es el punto donde el enemigo tiene la mayor concentración de fuerzas militares y represivas. De tal manera, que si no surgía una contraparte militar revolucionaria – como parte de esta ofensiva- en San Salvador, era lógico que las masas no iba a tener la suficiente confianza de lanzarse a una acción desplegada de huelga, a sabiendas de que las fuerzas concentradas del enemigo iban a descargar golpes asesinos de una gran envergadura sobre los huelguistas.”
Por otra parte, asegura que “las insurrecciones locales tuvieron éxito en otras partes del país. Entre ellas se destaca el caso de Chalchuapa, que es la segunda ciudad importante del departamento de Santa Ana, y una de las ciudades importantes de todo el país; allí hubo una insurrección con enorme participación de las masas. La insurrección logró sus objetivos. La guarnición enemiga fue en parte aniquilada y en parte dispersada por la acción de la insurrección. En una serie de localidades menores de otras pequeñas poblaciones y ciudades, también la insurrección se desató con éxito. Pero en San Salvador, la huelga y la insurrección tuvieron debilidades que todos conocemos.”
Con respecto a la negociación sostiene que “nosotros no contraponemos ofensiva a negociación. Nosotros hemos manifestado desde el principio, espacialmente desde nuestras declaraciones de noviembre de 1980 en adelante, nuestra disposición a dialogar y bajo ciertas condiciones, también a negociar, con el gobierno de los Estados Unidos. Creemos que es con ese gobierno con el que hay que negociar, si es que hay que negociar, que no tenemos nada que negociar, ni con la Junta, ni con el Alto Mando Fascista, ¿Por qué? Porque que no tiene legitimidad alguna, no tiene nada que ver con la voluntad del pueblo salvadoreño, ni con ningún principio moral de justificación de su existencia.”
Con respecto a la estrategia del gobierno norteamericano considera que “ellos consideran que deben oponerse al desarrollo del movimiento revolucionario salvadoreño, principalmente en el terreno militar, y han entrado en una línea de escalada militar muy similar a la línea que ellos aplicaron en Viet-Nam: armas asesores, helicópteros. Al parecer ellos calculan que pueden debilitarnos y o derrotarnos. En este último caso allí terminaría todo; en el otro, logrando solo debilitarnos, parece que ellos piensan llevarnos a la mesa de las negociaciones bajo sus términos con el objetivo de mediatizar la revolución en nuestro país e impedir al pueblo salvadoreño el ejercicio de su derecho irrenunciable a la autodeterminación ,a decidir su propio destino.”
Finalmente Schafik explica acerca de la estructura del FMLN, indicando que “la Comandancia General del FMLN es un organismo colectivo. En mayo fue creada la Dirección Revolucionaria Unificada, que es la suprema dirección del Movimiento Revolucionario Salvadoreño fusionado en los marcos del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.”
“La Dirección Revolucionaria Unificada, conocida ya nacional e internacionalmente como DRU, es un organismo compuesto por 15 dirigentes, 3 por cada una de las 5 organizaciones miembros del FMLN. Pero esta dirección de 15 miembros tiene una dirección ejecutiva, que está formada por los 5 primeros secretarios, 0 5 primeros responsables, de las organizaciones miembros. Y a esta dirección ejecutiva de 5 es a la que le ha sido encomendada la Comandancia General.”
“Un miembro de la Comandancia general, el compañero Marcial, primer responsable de las FPL, ha sido encargado de la coordinación interna de la Comandancia. Pero al Comandancia actúa como un órgano colectivo y como tal está conduciendo la Ofensiva General, la guerra de todo el pueblo contra sus opresores.”
La intervención de los Estados Unidos en El Salvador (Entrevista del 31 de enero de 1981)
Considera Schafik que “se ha configurado una situación en la que un elemento crecientemente determinante es, la decisión del gobierno de los Estados Unidos , de acelerar la escalada intervencionista en nuestro país, pretendiendo con ello, impedir el triunfo de la revolución Salvadoreña, parar y hacer andar hacia atrás la rueda de la historia en centro América. En esta situación, el peligro de regionalización del conflicto salvadoreño es real.”
Y la amenaza directa de agresión contra Nicaragua también es real. Esta escalada intervencionista del gobierno de Reagan, tiende a convertir al Ejército Juntista en un Ejército títere, bajo el mando directo de los norteamericanos; por otro lado, tiende a transformar el carácter de la guerra que libramos ahora, de guerra popular revolucionaria que es a guerra patriótica de libración contra la intervención imperialista que no tardará en derivar en invasión extranjera.”
Agrega que “esa escalada intervencionista, hace necesario provocar la reacción patriótica en defensa de la soberanía nacional, en defensa de la autodeterminación de nuestro pueblo, en defensa de la patria frente a los agresores. No solo de parte de los sectores democráticos y revolucionarios salvadoreños y la incorporación a la lucha del FMLN y del FDR, sino también de otros sectores nacionales, incluyendo elementos patrióticos del ejército y de la empresa privada salvadoreña.”
Plantea Schafik que “la tendencia a este cambio en el carácter de la guerra, a su transformación en guerra patriótica nacional de liberación, viene dado por el desarrollo mismo de los acontecimientos, por el conjunto de hechos que van haciendo evidente, más y más, la presencia de fuerzas militares extranjeras dentro de nuestro país. “
Argumenta que “los golpes asestados por nuestra fuerza a la Junta y al ejército fascista, han llevado a la conclusión, a los analistas norteamericanos, de que este ejército fascista no pude derrotarnos militarmente y como la decisión que ha adoptado el gobierno de los Estados Unidos, es la de impedir la liberación del pueblo salvadoreño, en consecuencia ha decidido apuntalar a este ejército con crecientes sumas de dinero, armas y asesores militares. Estos últimos, son ya tan numerosos, que han empezado a aparecer en el campo mismo de batalla al mando de unidades de tropa en combate.”
Opina que “el gobierno de los Estados Unidos, desde fines de 1980, ha preparado la intervención de los ejércitos de Guatemala y de Honduras contra el pueblo salvadoreño. El imperialismo quiere apagar el juego con mano ajena, para no quemar sus propias manos. Esto desde luego no será suficiente para derrotar nuestra lucha. Tendrían que exterminar a la mayor parte del pueblo salvadoreño. El gobierno de Reagan se vería obligado por eso a enviar contra nosotros tropas propias y se quemará las manos aquí.”

PCS rechaza maniobra electoral de marzo de 1980

PCS rechaza maniobra electoral de marzo de 1980 Roberto Pineda San Salvador, 16 de abril de2015

A principios de octubre de 1979, días antes del golpe de estado del 15 de ese mes, que vino a modificar sustancialmente la situación del país, el Partido Comunista de El Salvador, PCS, denunció los planes del general Carlos Humberto Romero de realizar una maniobra electoral en marzo de 1980.

En el manifiesto divulgado por el PCS se pide “a los trabajadores del campo y la ciudad, a todo el pueblo salvadoreño, que rechacen los llamamientos a participar en las elecciones para diputados y concejos municipales de marzo de 1980 y refuercen en cambio la lucha contra la dictadura fascista, por el cese de la represión, el mejoramiento económico y la liberación definitiva.”

Explica que los fascistas al mando del General Romero “no han podido llevar sus planes hasta donde quieren porque se han topado con una resuelta resistencia del movimiento popular y, lejos de generalizar el miedo y la sumisión mediante sus criminales métodos, consiguieron que grandes masas del pueblo se decidieran a dar apoyo a formas más elevadas y frontales de lucha, que miles de los mejores elementos se incorporaran a las filas de las organizaciones revolucionarias y que surgiera y crezca un estado de ánimo insurreccional en extensos sectores de trabajadores y capas medias.”

Considera el documento que “los fascistas padecen una profunda debilidad política y necesitan urgentemente realizar maniobras para mejorar su precaria situación nacional e internacional; por eso, y no por otra razón, es que han decidido manipular la proximidad de las elecciones de marzo de 1980.”

Añade que “los fascistas calculan que el logro de estos objetivos les daría una cobertura bajo la cual podrán recrudecer y desplegar aún más su sangrienta represión contra el grueso del movimiento popular, único método en el que ellos confían verdaderamente. La derrota del movimiento popular, que creen poder lograr de este modo, les permitiría deshacerse después de aquellos sectores opositores que ahora lograran neutralizar o apartar de su alianza con las demás fuerzas democráticas.”

Puntualiza que “esta es la maniobra y estos son sus propósitos. La prueba de ello la estamos viendo y viviendo todos; en lo que va de este año, los fascistas han asesinado a más de cuatrocientas personas y desaparecido a más de trescientas…Así, pues, los fascistas salvadoreños siguen siendo fascistas. Entre tanto, la tendencia histórica más vigorosa que se desarrolla en nuestro país, como en casi toda Centro América, es el avance hacia la revolución democrática.”

Apunta que “hay en curso una situación revolucionaria, que se perfila con características propias en cada país y se acerca a la madurez con ritmos y posibilidades diferentes en cada uno de ellos. Esta situación revolucionaria regional ya dio a luz la primeras revolución victoriosa, la del pueblo de Sandino en Nicaragua.”

Y asegura visionariamente que “las masas más crecientes y políticamente activas del pueblo salvadoreño, tienden hoy a esperarlo todo de la revolución y no de la vía electoral; comprenden cada vez con mayor claridad y convicción que no hay otro medio para poner fin al derramamiento de sangre, a los terribles dolores y demás injusticias que sufren, que derribar a los fascistas, tomar el poder en manos del pueblo, destruir este criminal y oprobioso sistema político al servicio de una minoría corrupta e insaciable, e inaugurar un régimen genuinamente democrático y popular.”

Y proclama: “el PCS dice a los miles y miles de patriotas que han llegado a tales conclusiones: ustedes están en lo cierto, tiene absoluta razón, la revolución nicaragüense lo confirma y subraya…El PCS dice a la clase obrera: ¡adelante! Extendamos y elevemos nuestra conciencia revolucionaria; por medio de las huelgas arranquemos mejoramiento económico y salgamos de ellas mejor organizados y más claros para las batallas por la liberación definitiva del pueblo salvadoreño.”

Reflexiona que “ante el viraje de las masas hacia el cauce revolucionario, hay entre la oposición quienes se sienten embargados por temores, proclaman su “rechazo de la violencia venga de donde venga….Al enjuiciar la posición de esos sectores, el PCS parte de que son fuerzas democráticas actuando con buena intensión y, por eso mismo, les expresamos que corren el riesgo de ser burlados y hasta instrumentalizados por los fascistas; aplaudimos que denuncien y condenen la represión, como lo han hecho reiteradamente.”

Asevera que “la dictadura militar derechista, desde su instalación en diciembre de 1931, nunca ha tenido a intensión sincera de permitir que por medio de elecciones se constituya un gobierno democrático y popular. Sin embargo, durante once años (1966-1977) fue el PCS partidario de la participación electoral, como un medio para despertar y elevar a la acción política a las grandes masas trabajadoras y medias, facilitarles la posibilidad de comprender pro su propia experiencia la hipocresía de la “democracia” bajo este régimen, agotar por sí mismas la vía electoral falsamente abierta por éste y decidirse a librar por otros medios más eficaces, la dura lucha que es necesaria para conquistar la democracia y la justicia social.”

Sostiene el PCS que “la participación electoral no es necesaria hoy para despertar, elevar la conciencia, desarrollar la organización y conducir al pueblo a la lucha por su liberación política y social; ahora distraería esfuerzos y ayudaría a aliviar de sus dificultades a los criminales fascistas.”

No obstante esto “el PCS no descarta que en algún momento futuro pudiera presentarse una situación en la cual, aún bajo el dominio de los fascistas, resulte d algún modo útil para el movimiento popular y para su causa tomar parte en alguna elección. La marcha de la historia nunca es rígida y no pude predecirse en todos sus vericuetos; con frecuencia trae situaciones inesperadas, cambios tales en los factores y condiciones que influyen en los acontecimientos, que hacen obligatorio introducir variantes en la conducta de las fuerzas revolucionarias, no para abandonar e rumbo hacia la revolución, sino precisamente para conservar o reconstruir los vínculos con las masas, única manera de mantener firmemente el rumbo hacia aquella meta.”

Establece como orientación “intransigencia en las cuestiones de principio, flexibilidad en los asuntos tácticos. Por lo que se refiere al presente, está absolutamente claro que enfilarse hoy hacia la participación en las elecciones de marzo de 1980 solo serviría para beneficiar a los fascistas, acarrear nueva división a las fuerzas que se le oponen, alejar su imprescindible unión general y romper los vínculos con las masas más conscientes y determinantes del pueblo.”

Distingue que “la situación y las posibilidades históricas de El Salvador están vinculadas inseparablemente a toda la situación centroamericana. La victoria de la revolución nicaragüense es una enorme y trascendental conquista de este heroico pueblo hermano…Alrededor de la solidaridad activa con la revolución nicaragüense debemos y podemos alcanzar también una amplia unidad de acción de las fuerzas revolucionarias y democráticas en nuestro país.”

Concluye ratificando que “esta es la hora de intenso esfuerzo por desarrollar a eficacia de la organización y de las formas de lucha, lograr la unidad de todos los revolucionarios y demócratas, defender firme y activamente la revolución nicaragüense y avanzar hacia las grandes batallas por la propia liberación del pueblo salvadoreño. Esta es hora de cerrar el paso a cualquier maniobra de los fascistas, de buscar su máximo aislamiento nacional e internacional.”

Experiencias de la Revolución Nicaragüense

En el semanario Voz Popular No. 118 de la 5ta. Semana de agosto de 1979 se analiza y se extraen enseñanzas de la reciente experiencia del triunfo revolucionario nicaragüense.

“1. EL CARÁCTER DE LA REVOLUCION “En primer término, salta a la vista que, por su carácter, es esta una revolución democrática. Los sandinistas no habrían llegado a ser la vanguardia de todo el pueblo nicaragüense, sino hubieran comprendido que la principal y más poderosa motivación capaz de lanzar a este a la lucha, era el anhelo de derrocar la tiranía somocista y conquistar la democracia.”
“Las aspiraciones a terminar con la miseria y el atraso, a lograr una independencia nacional verdadera, a liquidar al asfixiante dominio de Somoza sobre la economía del país, su monopolio sobre el gobierno, el Congreso y el Poder Judicial, e incluso la aspiración a erradicar la explotación del hombre sobre el hombre, son otras importantes motivaciones que promovieron también la acción de diferentes sectores sociales.”
Considera que “sería un error creer que las grandes masas viraron hacia los sandinistas solamente porque ellos representaban la lucha armada. El FSLN estaba en la lucha armada desde hace 15 años atrás y sin embargo no bastó eso para ganarse el apoyo de las grandes masas. Ellas viraron hacia los sandinistas cuando estos lanzaron su lucha armada tras la bandera única del derrocamiento de la tiranía somocista y subordinaron a ese objetivo su programa socialista. Ese viraje de las masas hacia los sandinistas se inicio en la segunda mitad de 1977 (recordar los asaltos de Octubre a varios cuarteles) y se volvió un fenómeno de vasta escala, después del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, pero principalmente después de la toma del Palacio Nacional en agosto de 1978.”
“Salió en ese momento a la superficie, desde lo profundo del proceso histórico, la dialéctica del carácter y la vía de la revolución en las sociedades del capitalismo dependiente latinoamericano, que ya antes había hecho su aparición en Cuba, a fines de los años cincuenta. No basta con una línea correcta respecto al carácter de la revolución que madura en nuestros países; es absolutamente indispensable también una vía revolucionaria correcta para tomar el poder.”
“Sin descartar la posibilidad excepcional de algún caso en que podría tomarse el poder por vía pacífica, veinte años de experiencia desde la Revolución Cubana han demostrado que en América Latina la vía correcta es la lucha armada. Pero tampoco es suficiente con comprender la vía correcta para tomar el poder, es absolutamente necesario acertar en la consigna principal, que promueva la lucha, en la cual se refleje el carácter de la revolución. Uno y otro aspecto de la estrategia revolucionaria se influyen mutuamente.”
Surge el 10 de octubre de 1979 la revista Fundamentos y Perspectivas
Bajo la responsabilidad de la Comisión Nacional de Propaganda del PCS, que estaba dirigida en ese entonces por Raúl Vargas, conocido como “El Bachi” apareció el primer número de la revista Fundamentos y Perspectivas. Ya antes en junio de 1979 se habían publicado las Tesis y Fundamentos de la Línea General del PCS, aprobadas por el VII Congreso del PCS de marzo de ese año, bajo este mismo nombre de Fundamentos y Perspectivas. Asimismo en octubre de ese mismo año la CNP lanza el primer número del Boletín Internacional del PCS, llamado Noticias de El Salvador.
Expresa en su introducción que esta revista “esta llamada a desempeñar un rol importante en la difusión de los principios del marxismo leninismo y su aplicación a la realidad concreta de nuestro país y el desarrollo del proceso revolucionario salvadoreño…Es nuestro modesto aporte al esclarecimiento ideológico tan necesario y urgente para que el proceso revolucionario pueda avanzar hacia sus metas finales.”
Este primer número de F y P incluye cinco materiales: los dos primeros reproducen fragmentos de las tesis del VII Congreso; datos biográficos de Rafael Aguiñada Carranza (1931-1975) y el discurso pronunciado por Schafik Handal en sus funerales en septiembre de 1975; y el Pronunciamiento del PCS de octubre de 1979: Rechacemos al maniobra de los fascistas de participar en las elecciones de 19890. El segundo número de la revista está fechado marzo de 1980. Al final se publicaron cinco números, los dos últimos (4 y 5) en Managua, Nicaragua y bajo la conducción de Norma Guevara (Celia). En 1984, siempre en Managua aparece la Revista 32, vinculada a la Agencia de Noticias y Análisis, NOTISAL.
Fundamentos y Perspectivas 2. Marzo de 1980
Explica en su Presentación que “está dedicado al 50 Aniversario de la Fundación del Partido Comunista de El Salvador. Contiene artículos elaborados por antiguos camaradas y que reflejan su experiencia partidaria, vivida desde la fundación del Partido en Marzo de 1930, su participación en la insurrección popular de 1932 y las difíciles condiciones en que tuvieron que mantener la organización y la lucha, luego de la masacre de ese año y durante todo el período que culmina con el derrocamiento del dictador Maximiliano Hernández Martínez.”
Consta de 5 materiales, el primero es una entrevista realizada el 12 de enero de 1980 a Schafik Handal por un periodista mexicano; artículos sobre la fundación del PCS por Miguel Mármol y Daniel Castaneda (Ponce y después Pío); Manifiesto del PCS en Ocasión del 50 aniversario de su fundación y Manifiesto del PCS de Condena al asesinato de Monseñor Romero.
Fundamentos y Perspectivas 3. Junio de 1981
Plantea en su Presentación que “recoge en este número algunas entrevistas y artículos de Schafik Jorge Handal, Secretario General del CC del Partido Comunista de El Salvador, que han sido divulgados por diversos medios en el periodo comprendido de 1978 a 1981, basados en las concepciones y orientaciones de nuestro Partido.”
Consta de 8 materiales: Interrelación indisoluble (Revista Internacional, mayo de 1978) ; Sobre el Golpe de estado del 15 de Octubre (Publicado por el Comité Exterior del PCS en diciembre de 1979); América Central, crisis de la dictadura ( junio de 1979) La necesidad de la solidaridad internacional (febrero de 1980, Entrevista a Prensa Latina); Tenemos un solo camino: la lucha armada (mayo de 1980); Ante la hora de la verdad (Revista América Latina , noviembre de 1980) Naturaleza y objetivos de la Ofensiva General: sus resultados, situación actual y perspectivas ( Entrevista realizada el 24 de enero de 1981) y La intervención de los Estados Unidos en El Salvador (Entrevista realizada el 31 de enero de 1981).
Fundamentos y Perspectivas 4. Enero de 1982
Explica en la Presentación que “la distancia entre el tercer número, publicado en junio de 1980 (sic) y el presente, no es grande solamente en tiempo, sino también lo es en la diferencia de las condiciones concretas en que nuestro pueblo desarrolla la heroica lucha por su liberación definitiva.”
Agrega que “nuestro Partido, en este lapso de tiempo, afrontó con seriedad y responsabilidad el reto histórico que la revolución salvadoreña le exige, aportando todas sus energías en el fortalecimiento de la unidad revolucionaria y democrática, en el trabajo político, diplomático y militar y, en definitiva, en la conducción de la guerra.”
Informa que “al mismo tiempo, nuestro Partido desarrolló su brazo armado, las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) a las que dedicó enormes esfuerzos para convertirla en la eficiente y disciplinada fuerza militar que es hoy y que, junto a las fuerzas de las organizaciones hermanas que constituimos el FMLN, formamos el poderoso ejército popular que encabeza la lucha de nuestro pueblo.”
Razona que “nuestro Partido, consciente de que en medio de la guerra que libramos también es necesario aportar al desarrollo de la teoría revolucionaria, publica el presente número de Fundamentos y Perspectivas, saludando con su edición el 50 Aniversario de la heroica gesta insurreccional de 1932.”
Consta de 6 materiales: el primero es la Declaración del Comité Central del PCS en ocasión del 50 Aniversario del levantamiento armado de 1932; Saludo del CC del PCS a los Combatientes de las FAL y a todo el Partido en Ocasión del Año Nuevo; artículo de Schafik Handal sobre El Poder, el carácter y vía de la revolución y la unidad de la izquierda; artículo de Miguel Mármol La regional va a las masas del campo; poema de Heriberto Montano Cantata de Luz y Lucha y artículo de Federico Bairez (Antonio) sobre El valor histórico de los testimonios de Miguel Mármol acerca de la insurrección de 1932.
Fundamentos y Perspectivas 5. Febrero de 1983
Este último número de FyP aparece bajo la responsabilidad del Centro de Comunicaciones Liberación. Y en vez de Presentación aparece un Editorial que inicia así: “ la heroica lucha de nuestro pueblo que tiene raíces en largos años de injusticia social, explotación y miseria, y en aspiraciones de libertad y justicia burladas y frustradas por la brutal represión, fraudes electorales repetidos una tras otra vez, la negación de todas las libertades democráticas, etc., gana hoy el respeto, la admiración y la solidaridad de todos los pueblos de la tierra.”
Añade que “la guerra ha entrado a la etapa de las batallas definitivas, estamos situados en el momento estratégico de las definiciones y no ignoramos que el grave peligro de la agresión militar imperialista con tropas extranjeras amenaza hoy más que nunca a nuestra patria…El momento por el que atravesamos es particularmente complicado y peligroso, pero nuestro pueblo…sabrá derrotar a la agresión imperialista si esta llegara a consumarse.”
Finaliza expresando que “el PCS, junto a las organizaciones hermanas que conformamos el FMLN, ha hecho su aporte de sudor y de sangre a esta lucha. Los comunistas salvadoreños nos enorgullecemos de este esfuerzo y de esta entrega y a la par de la disposición de nuestro pueblo, también los comunistas estamos en la firma disposición de combatir hasta vencer.”
Consta de 3 materiales: un artículo de Schafik Handal sobre Consideraciones acerca del viraje del Partido hacia la lucha armada, las relaciones entre las formas de lucha armada y lucha política y a organización de la lucha armada, del Ejército Revolucionario y del Partido dentro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias; una entrevista con el Comandante Guerrillero Roberto López (Salvador Cárcamo); y Saludo del CC del PCS a sus Militantes, a los Combatientes de las Fuerzas Armadas de Liberación y al pueblo en general, al celebrarse el cincuenta y tres aniversario de su fundación.
Manifiesto del PCS del 1ro. de Mayo de 1980
En el semanario Voz Popular No. 128 del 8 de mayo de 1980 aparece de portada el manifiesto del PCS en ocasión del 1 de Mayo, el cual fue celebrado con una marcha convocada por FUSS, FENASTRAS, FESTIATCES y FSR, junto con la CRM, que salió del parque Cuscatlán, asediada por los cuerpos represivos de la dictadura militar.
Plantea que “llegamos al Día Internacional de los Trabajadores en un período sumamente difícil y crucial para nuestra Patria, en el marco de una situación caracterizada por la brutal represión y matanza desaforada que sufre el pueblo salvadoreño a manos de los cuerpos represivos, de los sectores reaccionarios del Ejército, así como también de las bandas asesinas al servicio de la oligarquía agroexportadora.”
Agrega que “por ello la clase obrera y el pueblo en general no enarbolará en este 1ro. de Mayo banderas de júbilo y alegría, no celebrara esta fecha. Muchos de sus mejores representantes y hermanos han sido masacrados; mucha sangre valiente y heroica de nuestro pueblo ha sido derramada.”
“1. LA POLITICA DE REFORMAS DEMAGOGICAS Y REPRESION NO ALCANZA SUS OBJETIVOS CONTRARREVOLUCIONARIOS Sin ningún ocultamiento, en forma abierta y descarada el imperialismo norteamericano sigue dando su apoyo a la Junta de Gobierno Militar-democristiana, que sumisa a os planes del Departamento de estado y del Pentágono yanquis, aplica la política de reformas demagógicas al tiempo que sume al país en un espantoso baño de sangre.”
“Sin embargo, tales reformas que tiene como verdadero objetivo cambiar algunas cosas para que todo el tradicional sistema siga igual, están demostrando en la práctica, su rotundo fracaso ya que la madurez política de nuestro pueblo logra ver claramente que ellas pretenden acabar con las organizaciones revolucionarias, gremiales y democráticas. La estrategia de destruirlas, trazada por el imperialismo norteamericano, de acuerdo con el grupúsculo de lo que fuera el Partido Demócrata Cristiano, encabezado por el Ing. José Napoleón Duarte, y con los militares derechistas y fascistas, es línea que obediente y servilmente, pone en práctica la Junta de Gobierno.”
“La reforma agraria, pregonada a los cuatro vientos, la llamada nacionalización del comercio del café, así como la nacionalización de la banca no son sino amagos contra a oligarquía sin resultados prácticos tangibles. En cuanto a la reforma agraria, el proceso de expropiación ha sido suspendido, los fundos, supuestamente expropiados, carecen de organización para la producción y en la constitución de las cooperativas de los trabajadores las directivas están en manos de exempleados incondicionales de los latifundistas y de las bandas de ORDEN. La masa de trabajadores del campo permanece, además de expectante, llena de dudas, recelos y pesimismo, agregando a ello la permanente persecución y muerte de que son objeto de parte de los cuerpos represivos.”
“De este panorama en el cual la oligarquía en su conjunto sigue prácticamente intacta y, por consiguiente, sigue siendo poderosa, debemos señalar: 1ro. que el grupúsculo ultraderechista que aún subsiste de lo que fuera el Partido Demócrata Cristiano ya pactó con la oligarquía algunos compromisos. Se habla de que una vez fracasada, a corto plazo, la farsa de la reforma agraria, la tierra será devuelta integra a sus antiguos dueños. Se habla, asimismo, en el sentido que el alto sector gerencial de la banca volverá a ocupar los cargos que, temporalmente, ha abandonado. 2do. Los aparatos represivos tradicionales subsisten intocables. Sus cuadros de dirección e intermedios siguen siendo, en lo esencial, los mismos sicarios curtidos por largos años en incalificables crímenes contra el pueblo.”
“II.LA UNIDAD DEL PUEBLO ACELERA LA LUCHA DEMOCRATICA Y REVOLUCIONARIA Del quince de octubre a esta fecha, la etapa histórica que vivimos ha cumplido seis meses y medio, tiempo en el cual la Junta de Gobierno ha venido sufriendo una permanente crisis política, aislándose, asimismo aceleradamente de las masas populares. Mientras tanto, en ese mismo lapso y en un corto periodo de tres meses las organizaciones populares revolucionarias y democráticas, han dado pasos sustanciales de unidad. Primero, fueron las izquierdas las que lograron un avance histórico al crear el 11 de enero la Coordinadora Revolucionaria de Masas, y el 18 de abril organizaciones democráticas, gremiales y políticas, así como la intelectualidad progresista crearon conjuntamente con la Coordinadora Revolucionaria de Masas, el Frente Democrático Revolucionario.”
“Dentro de este contexto unitario, debemos subrayar, especialmente, que en el mismo mes de enero, el Partido Comunista de El Salvador, las Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí” y las Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional suscribieron un documento unitario cuya importancia es de inapreciable valor en las luchas de nuestro pueblo.”
“De esta manera, El Salvador es hoy, escenario de una formidable lucha popular, resultado del cual, ha surgido el vigoroso proceso unitario de las diferentes organizaciones revolucionarias que junto a las fuerzas democráticas confluyen en un gran Frente Democrático Revolucionario que ha alcanzado un en enorme respaldo nacional e internacionalmente.”
“Esta confluencia de las fuerzas revolucionarias y democráticas en un solo torrente, viene a confirmar que el futuro le pertenece al pueblo y que ese futuro no lo veos lejano, aunque para llegar a él habrá grandes y cruentos sacrificios.”
“En este Primero de Mayo el Partido Comunista de El Salvador rinde sentido homenaje a todos los caídos en las luchas heroicas que libra nuestro valiente pueblo, militantes y no militantes de nuestro Partido. Rinde especial homenaje, e inclina banderas, a la ya inmortal figura de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, quien en su corto pero intenso desempeño como Arzobispo de la diócesis de San Salvador, se fundió con la conciencia de nuestro querido pueblo, transformándose en la “voz de los sin voz” y en un orientador espiritual como jamás ha tenido la Iglesia Católica en El Salvador.”
“En este Primero de Mayo, el Partido Comunista de El Salvador saluda a la clase obrera salvadoreña reiterándole que su unidad, en una sólida y única central sería un acelerador del triunfo definitivo de nuestro pueblo contra el oprobioso sistema que sufrimos, y que, por consiguiente, a división de las filas trabajadoras solamente beneficia a nuestros enemigos internos y externos.”
Concluye que “solo derrocando la dictadura militar derechista, e instaurando el gobierno democrático Revolucionario, salvaremos a nuestra patria del oprobio, del terror y la represión que hoy le impone una minoría opulenta y criminal. ¡Viva la unidad de las organizaciones revolucionarias y democráticas! ¡A redoblar la lucha por el derrocamiento de la dictadura militar democristiana! ¡El pueblo derrotará la intervención yanqui en nuestro país!”
COLUMNA EN GUERRA de Voz Popular
En el número 133 del semanario Voz Popular del 27 de agosto de 1980, aparece una nueva sección, inédita, que refleja la situación del momento, la Columna en Guerra, en la que “informaremos, en forma veraz, de las acciones armadas que los organismos Político-Militares (DRU-PM) realicen. La Comandancia general de las FAL-PCS emitió un boletín en el que resume sus acciones, entre el 16 de junio y el 12 de septiembre de este año.”
“Tal resumen esta hecho en base a los partes emanados de las Comandancias de los frentes existentes, y cubren desde las acciones de propaganda hasta los enfrentamientos armados con las fuerzas militares gobiernistas, pasando por otras como decir el necesario ajusticiamiento de dirigentes de diversos niveles, de ORDEN que aun prosiguen en su criminal empeño de delatar, capturar y asesinar a militantes revolucionarios y democráticos, de simpatizantes y aún de familiares de estos que son neutrales. Estas bandas de ORDEN; asimismo, en connivencia con los cuerpos represivos, cometen venganzas personales, asesinando y robando.”
“Entre los enfrentamientos habidos, queremos, por el momento, destacar tres: 1) El del 17 de julio en el que la FAL-PCS aniquilo el puesto de la Guardia Nacional de Santo Domingo, departamento de San Vicente. Fue un ataque demoledor directo, con granadas y nutrido fuego de armas automáticas en que hubo 15 bajas del enemigo: 9 muertos y 6 heridos. No hubo bajas en las filas de las FAL. Sobre esta acción el enemigo informó solo 3 bajas suyas y reconoció no haber hecho ninguna a sus atacantes. 2) 7 de agosto. Se realizó la “Operación Rafael Aguiñada Carranza” en Quezaltepeque consistente en el aniquilamiento de los componentes del puesto de la Policía Nacional. La operación fue un éxito completo. Se les causó 6 muertos, incluyendo el comandante del puesto. 3) El 12 de septiembre, en San Vicente, se hizo a las 6:30 de la mañana una emboscada de aniquilamiento de dos camionadas de soldados del Ejército, a la altura del Km. 58 de la Carretera Panamericana, a 2 Km. del puente sobre el río Acahuapa. Hubo 31 soldados muertos y 17 heridos pertenecientes al cuartel de San Vicente. No hubo bajas de las FAL.”
“En el Boletín se informa que el Servicio de Información, ya tiene detectados a miembros del Escuadrón de la Muerte, cuyos integrantes (guardias, policías, soldados en servicio, soldados de reserva, gente de ORDEN, etc.) tienen el apoyo directo en puestos de Guardia, Policía Nacional, Policía de Hacienda, Policía de caminos y varios cuarteles. Además, el Escuadrón de la Muerte está recibiendo ya la justicia revolucionaria, y varios de sus cuadros han sido ya ejecutados.”
“En esta ocasión, queremos desde esta “Columna en Guerra” saludar, con admiración y cariño, a los valientes combatientes de las FAL, que cada día, con mayor experiencia y fuerza, con las demás organizaciones armadas, unidamente derrotando al enemigo común. A este propósito, debemos recordar las inmortales palabras de nuestro Máximo Prócer José Matías Delgado: UN PUEBLO QUE LUCHA POR SU LIBERTAD NO PUEDE SER VENCIDO.”
¡LIBERTAD AL ARQUITECTO ABDALA ANTONIO HANDAL!
En el número 143 de Voz Popular del 28 de noviembre de 1980 aparece un comunicado del PCS denunciando la captura y desaparición el 11 de noviembre del Arquitecto Abdala Antonio Handal por efectivos de la Guardia Nacional. Handal era el presidente del Colegio de Arquitectos de El Salvador y hermano menor del secretario general del PCS, Schafik Handal. Junto a Antonio Handal fueron capturados Magdalena de Rivera, de 52 años, su hijo Ricardo Rivera de 21 años y otro joven.
El PCS “acusa y responsabiliza desde ya a la Guardia Nacional y a la Junta Militar democristiana de lo que pueda ocurrirle al Arq. Handal y sus acompañantes; exige el respeto a sus vidas y demanda su libertad. La Junta Militar democristiana, que insistentemente dice estar librando una guerra, está obligada por lo menos a darles el trato que corresponde a los prisioneros, o a ponerlos a disposición de los tribunales correspondientes. Sabemos con certeza sólida que el Arquitecto Handal y sus acompañantes se encuentran en manos de la Guardia Nacional. ”