Para un análisis de sexo, clase y raza.

Para un análisis de sexo, clase y raza. Entrevista a Silvia Federici.
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Entrevista a Silvia Federici

“La globalización y la liberalización de la economía mundial han destruido los sistemas de reproducción de países de todo el mundo”

Silvia Federici(1948) es historiadora, investigadora y activista radical feminista. De origen italiano, a mediados de los años ’60 se instaló en Estados Unidos para estudiar Filosofía en la Universidad de Buffalo. Ha sido docente en varias universidades de ese país y, en los años ’80, vivió en Nigeria, donde enseñó en la Universidad de Port Harcourt y participó activamente en organizaciones de mujeres y contra las políticas de ajuste estructural que se ensayaban entonces en África. Actualmente es profesora de Filosofía Política en la Universidad Hofstra de Long Island, Nueva York. Sus obras son “The construction of the concept of western civilization and its others” (La construcción del concepto de civilización occidental y sus otros), “Structural adjustment and the struggle for education in Africa” (Ajuste estructural y la lucha por la educación en Africa), “Literary images, political change and social struggle in contemporary Africa” (Imágenes literarias, cambio político y lucha social en Africa contemporánea), “Il femminismo e il movimento contro la guerra USA” (El feminismo y el movimiento contra la guerra estadounidense) y “Caliban and the Witch. Women, the body and primitive accumulation” (Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria). En este último, recientemente editado en castellano, la feminista italiana retoma la matanza de brujas como elemento fundacional de un sistema capitalista que domestica a las mujeres, imponiéndoles la reproducción de la fuerza de trabajo como un trabajo forzado y sin remuneración alguna. Para la autora, la transición del feudalismo al capitalismo no se produjo sin el recurso a la violencia extrema, ya que “la acumulación originaria exigió la derrota de los movimientos urbanos y campesinos, que normalmente bajo la forma de herejía religiosa reivindicaron y pusieron en práctica diversos experimentos de vida comunal y reparto de riqueza. Su aniquilación abrió el camino a la formación del Estado moderno, la expropiación y cercado de las tierras comunes, la conquista y el expolio de América, la apertura del comercio de esclavos a gran escala y una guerra contra las formas de vida y las culturas populares que tomó a las mujeres como su principal objetivo”. “En el corazón del capitalismo afirma Federici no sólo encontramos una relación simbiótica entre el trabajo asalariado/contractual y la esclavitud sino también, y en relación a ella, podemos detectar la dialéctica que existe entre acumulación y destrucción de la fuerza de trabajo, tensión por la que las mujeres han pagado el precio más alto, con sus cuerpos, su trabajo, sus vidas”. A partir de la aseveración de la socióloga alemana Maria Mies (1931) que en “lo que en una parte del capitalismo se presenta como desarrollo, en otra lo hace como subdesarrollo”, Federici coincide en que “el principio fundamental es que el desarrollo capitalista es, siempre y al mismo tiempo, un proceso de subdesarrollo”. Esto depende, claro, de multiples factores: “estamos más bien ante un desarrollo desigual y combinado, entrelazado con grandes expropiaciones, apropiaciones de riquezas para el capital, en el que el grado de acierto del proletariado en la lucha de clases, la productividad aumentada por el desarrollo de las fuerzas productivas en determinadas esferas de la producción, y el estado del ciclo industrial global, forman un resultado no mecánicamente simétrico en la distribución mundial del grado de desarrollo y subdesarrollo”. La idea de bosquejar la historia de las mujeres en la transición del feudalismo al capitalismo nació a mediados de los años ’70, cuando dos activistas del Wages for Housework Movement (Movimiento por el Salario al Trabajo Doméstico), Mariarosa dalla Costa (1942) y Selma James (1930), publicaron respectivamente “The power of women and the subversion of the community” (El poder de las mujeres y la subversión de la comunidad) y “Sex, race and class” (Sexo, raza y clase), ensayos con los que reconfiguraron el discurso sobre las mujeres, la reproducción y el capitalismo. A diferencia de la ortodoxia marxista, que explicaba la opresión y la subordinación a los hombres como un residuo de las relaciones feudales, Dalla Costa y James proponían que la explotación de las mujeres había tenido una función central en el proceso de acumulación capitalista, en la medida en que las mujeres han sido las productoras y reproductoras de la mercancía capitalista más esencial: la fuerza de trabajo. Para las autoras, el trabajo no pagado de las mujeres en el hogar fue el pilar sobre el cual se construyó la explotación de los trabajadores asalariados, “la esclavitud del salario”. El análisis de estas obras arrojó como resultado la publicación en Milán en 1984 de “Il grande Calibano. Storia del corpo social ribelle nella prima fase del capitale” (El gran Calibán. Historia del cuerpo social rebelde en la primera fase del capital), escrito en colaboración con la feminista italiana Leopoldina Fortunati (1949). Este trabajo inicial devino, veinte años más tarde, en “Calibán y la Bruja”, libro que toma el título de dos personajes de William Shakespeare (1564-1616): Calibán, el trabajador esclavo de “The tempest” (La tempestad) y la Bruja, que el escritor inglés dejaba en un segundo plano en la obra que el dramaturgo inglés escribió en 1611. Ambos nombres, Calibán y la Bruja, sintetizan para Federici la dimensión racista y sexista del disciplinamiento que el capital pretende imponer sobre los cuerpos, pero también las figuras plebeyas y desobedientes desde las cuales se lo resiste. La aniquilación de la Bruja representa el inicio de la domesticación de las mujeres, el robo de los saberes que daban autonomía al parto, la conversión de la maternidad en trabajo forzado, la devaluación del trabajo reproductivo como no-trabajo, y la masificación de la prostitución frente a la desposesión de tierras comunitarias. Por fin, para Federici, el capitalismo, en tanto sistema económico-social, está necesariamente vinculado con el racismo y el sexismo: “El capitalismo debe justificar y mistificar las contradicciones incrustadas en sus relaciones sociales la promesa de libertad frente a la realidad de coacción generalizada y la promesa de prosperidad frente a la realidad de la penuria generalizada denigrando la naturaleza de aquéllos a quienes explota: mujeres, súbditos coloniales, descendientes de esclavos africanos, e inmigrantes desplazados por la globalización”. La periodista Veronica Gago la entrevistó en su departamento de Brooklyn para la edición del 15 de abril de 2011 del diario “Página/12”.

¿Cómo empieza su militancia feminista en Estados Unidos?

Llegué a Estados Unidos en 1967. Aquí me involucré con el movimiento estudiantil, con el movimiento contra la guerra. Ahí empezó también mi participación en el Movimiento por el Salario al Trabajo Doméstico y mi trabajo político a tiempo completo como feminista. En 1972 habíamos fundado el Colectivo Feminista Internacional, que debía lanzar la Campaña por el Salario para el Trabajo Doméstico en el plano internacional. En las raíces de mi feminismo está, en primer lugar, mi experiencia de mujer crecida en una sociedad represiva como era la de Italia en los años ’50: anticomunista, patriarcalista, católica, y con el peso de la guerra. La Segunda Guerra Mundial fue importante para el crecimiento del feminismo en Italia porque fue un momento de ruptura de la relación de las mujeres con el Estado y con la familia, porque hizo entender a las mujeres que debían independizarse, que no podían poner su supervivencia en manos de los hombres y de la familia patriarcal, y que no tenían que hacer más hijos para un Estado que los mandaba a masacrar.

¿Cuáles son las raíces teóricas?

Teóricamente, mi feminismo ha sido una amalgama de temas que venían tanto del movimiento de la autonomía obrera italiana y de los movimientos de los no asalariados, como del movimiento anticolonial y los movimientos por los derechos civiles y por el Poder Negro (Black Power) en los Estados Unidos. En los años ’70 también fui influenciada por el National Welfare Rights Movement (NWRO), que era un movimiento de mujeres, en su mayoría negras, que luchaban por obtener subvenciones estatales para sus niños. Para nosotras era un movimiento feminista, porque esas mujeres querían demostrar que el trabajo doméstico y el cuidado de los niños es un trabajo social del cual todos los empleadores se benefician, y también que el Estado tenía obligaciones en la reproducción social. Nuestro objetivo principal era demostrar que el trabajo doméstico no es un servicio personal sino una verdadera obra, porque es el trabajo que sustenta todas las otras formas de trabajo, ya que es el trabajo que produce la fuerza de trabajo. Hicimos conferencias, eventos, manifestaciones, siempre con la idea de hacer ver el trabajo doméstico en un sentido amplio: en su implicación con la sexualidad, en la relación con los hijos, y siempre apuntando a los factores de fondo, a la necesidad de cambiar el concepto de reproducción, y de colocar esa cuestión en el centro del trabajo político.

¿Cómo es ese conflicto entre luchar por el salario y luchar contra el salario?

Nuestra perspectiva sostenía que cuando las mujeres luchan por el salario para el trabajo doméstico, luchan también contra ese trabajo, en la medida en que el trabajo doméstico puede continuar como tal siempre y cuando no sea pagado. Es como la esclavitud. El pedido de salario doméstico desnaturaliza la esclavitud femenina. Entonces el salario no es el objetivo final, pero es un instrumento, una estrategia, para lograr un cambio en las relaciones de poder entre mujeres y capital. El objetivo de nuestra lucha era convertir una actividad esclavizante, explotadora, que estaba naturalizada por su carácter de no ser paga, en un trabajo socialmente reconocido; era subvertir una división sexual del trabajo basada en el poder del salario masculino para mandar sobre el trabajo reproductivo de las mujeres, lo que en “Calibán y la Bruja” llamo “el patriarcado del salario”. Al mismo tiempo proponíamos poder trascender toda la culpabilización que generaba que sea considerado siempre como una obligación femenina, como una vocación femenina.

¿Hay un rechazo y al mismo tiempo una reconsideración del trabajo doméstico?

El rechazo no es al trabajo de la reproducción misma, pero sí es rechazo de la condición en la cual todos, hombres y mujeres, debemos vivir la reproducción social, en la medida en que es reproducción para el mercado de trabajo y no para nosotras/os mismas/os. Una temática que era central para nosotras era el carácter doble del trabajo de reproducción, que reproduce la vida, la posibilidad de vivir, la persona y, al mismo tiempo, reproduce la fuerza de trabajo: ésta es la razón por la cual es tan controlado. La perspectiva era que se trata de un trabajo muy particular, y por tanto la pregunta clave cuando se trata de reproducir a una persona es: ¿para qué o en función de qué se quiere valorizarla/o?, ¿valorizarlo por sí misma/o, o para el mercado? Hay que entender que la lucha de las mujeres por el trabajo doméstico es una lucha anticapitalista central. Verdaderamente llega a la raíz de la reproducción social, porque subvierte la devaluación del trabajo reproductivo, subvierte la esclavitud en la que se basan las relaciones capitalistas, y subvierte las relaciones de poder construidas sobre ellas en el cuerpo del proletariado.

¿Cómo se altera el análisis sobre el capitalismo al poner el eje en el trabajo doméstico?

Reconocer que la fuerza de trabajo no es una cosa natural sino que debe producirse, significa reconocer que toda la vida deviene fuerza productiva, y que todas las relaciones familiares y sexuales se convierten en relaciones de producción. Es decir que el capitalismo se desarrolla no sólo dentro de la fábrica sino en la sociedad, que deviene fábrica de relaciones capitalistas como terreno fundamental de la acumulación capitalista. Por eso, el discurso del trabajo doméstico, de la diferencia de género, de las relaciones hombre/mujer, de la construcción del modelo femenino, es fundamental. Hoy, por ejemplo, mirar la globalización desde el punto de vista del trabajo reproductivo permite entender por qué, por primera vez, son las mujeres las que lideran el proceso migratorio. Permite entender que la globalización y la liberalización de la economía mundial han destruido los sistemas de reproducción de países de todo el mundo, y por qué hoy son las mujeres quienes se van de sus comunidades, de sus lugares, para encontrar medios de reproducción y mejorar sus condiciones de vida.

¿Cómo influye en sus preocupaciones su vida en Nigeria en los años ’80?

Fue muy importante porque ahí tomé contacto con la realidad africana, con el mundo llamado “subdesarrollado”. Ha sido un gran proceso educativo. Estuve justo en un período (1984-1986) de intenso debate social, también en las universidades, sobre si endeudarse o no con el FMI, tras el inicio de la gran crisis de la deuda y el fin del período de desarrollo construido con el boom del petróleo. Vimos el inicio de la liberalización y las primeras consecuencias de este programa para la sociedad y también para la escuela: los grandes cambios sobre el gasto público, el corte de subsidios para la salud y la educación, y el comienzo de toda una serie de luchas estudiantiles contra el FMI y su programa de ajuste estructural. Era claro que no se trataba sólo de un conflicto provocado por la miseria sino, también, de una protesta contra un programa de recolonización política. Vimos nítidamente cómo se estaba dando una nueva división internacional del trabajo que implicaba una recolonización capitalista de estos países.

Hay una temática de los bienes comunes y, en particular, de la tierra que también surge entonces…

Sí. La otra cosa importante que aprendí en Nigeria fue la cuestión de la tierra. Una gran parte de la población vivía de la tierra bajo el régimen de propiedad comunal. Para las mujeres en particular, el acceso a la tierra significaba la posibilidad de ampliar sus medios de subsistencia, la posibilidad de reproducirse a sí mismas y a sus familias sin depender del mercado. Esto es algo que ha devenido en una parte importante de mi comprensión del mundo. Mi estancia en Nigeria también amplió mi comprensión de la cuestión de la energía, del petróleo y de la guerra que estaba dándose en el mundo impulsada por las compañías petroleras. En Nigeria se hizo en los ’80 lo que pasó en Europa una década después: primero un empobrecimiento de la universidad pública para luego transformarla en un sentido corporativo por el cual el conocimiento que se produce está únicamente orientado por el mercado y se desprecia todo lo que no tenga ese signo.

¿Que son los bienes comunes? ¿De dónde surge el discurso de defensa de los bienes comunes?

En el discurso de los movimientos de los años ’60 y ’70 no existía el concepto de “común”. Se luchaba por muchas cosas, pero no por lo común tal como lo entendemos ahora. Esta noción es un resultado de las privatizaciones, del intento de apropiación y mercantilización total del cuerpo, del conocimiento, de la tierra, del aire y del agua. Esto ha creado no sólo una reacción sino una nueva conciencia política, de hecho, ligada a la idea de nuestra vida común, y provocó una reflexión sobre la dimensión comunitaria de nuestras vidas. Entonces hay una relación o correspondencia muy fuerte entre expropiación, producción de común, y la importancia de lo común como concepto de vida, de las relaciones sociales.

¿Qué influencia tienen las teorizaciones feministas sobre esta cuestión de lo común?

Formular lo común desde un punto de vista feminista es crucial porque las mujeres actualmente son quienes más han invertido en la defensa de los recursos comunes y en la construcción de formas más amplias de las cooperaciones sociales. En todo el mundo ellas son productoras agrícolas de subsistencias, son aquellas que pagan el mayor costo cuando se privatiza la tierra; en Africa por ejemplo, el 80% de la agricultura de subsistencia está hecha por mujeres y, por tanto, la existencia de una propiedad comunal de la tierra y del agua es fundamental para ellas. Por último, el punto de vista feminista se ocupa de la organización de la comunidad y de la casa. Porque una cosa que me sorprende es que en todas las discusiones sobre lo común se habla de la tierra y de Internet, ¡pero no se menciona la casa! El movimiento feminista en el que yo me inicié hablaba siempre de la sexualidad, de los niños y de la casa. Y luego, toda la tradición feminista, socialista utópica y anárquica me interesa mucho, por cómo aborda estos temas. Hay que hacer un discurso sobre la casa, sobre el territorio, sobre la familia, y ponerlo al centro de la política de lo común. Hoy vemos la necesidad de prácticas que creen nuevos modelos comunitarios.

¿A qué se refiere?

Por ejemplo, ahora en Estados Unidos hay millares de personas que viven en la calle, en una suerte de campamentos, por la política creciente de desalojos. Actualmente hay campamentos en California por la crisis de las viviendas. Es un momento en el cual la estructura de la relación social cotidiana se va deshaciendo, y existe la posibilidad de una forma de sociabilidad y cooperación nueva. Creo que en este sentido fue fundamental lo que se vio del movimiento de desocupados de la Argentina, como momento en el que muchas personas necesitaron poner su vida en común. Eso es exactamente la reinvención de la práctica comunitaria.

¿Cómo sintetizaría el objetivo de la caza de brujas?

La caza de brujas fue instrumental a la construcción de un orden patriarcal en el que los cuerpos de las mujeres, su trabajo, sus poderes sexuales y reproductivos fueron colocados bajo el control del Estado y transformados en recursos económicos. Esto quiere decir que los cazadores de brujas estaban menos interesados en el castigo de cualquier transgresión específica, que en la eliminación de formas generalizadas de comportamiento femenino que ya no toleraban y que tenían que pasar a ser vistas como abominables ante los ojos de la población.

Por eso la acusación era extensible a miles de mujeres…

La acusación de brujería cumplió una función similar a la que cumple la “traición” que, de forma significativa, fue introducida en el código legal inglés en esos años y la acusación de “terrorismo” en nuestra época. La vaguedad de la acusación el hecho de que fuera imposible probarla, mientras que al mismo tiempo evocaba el máximo horror implicaba que pudiera ser utilizada para castigar cualquier tipo de protesta, con el fin de generar sospecha incluso sobre los aspectos más corrientes de la vida cotidiana.

¿Puede decirse que en su persecución se juega una gran batalla contra la autonomía de las mujeres?

Del mismo modo que los cercamientos expropiaron las tierras comunales al campesinado, la caza de brujas expropió los cuerpos de las mujeres, los cuales fueron así “liberados” de cualquier obstáculo que les impidiera funcionar como máquinas para producir mano de obra. La amenaza de la hoguera erigió barreras formidables alrededor de los cuerpos de las mujeres, mayores que las levantadas cuando las tierras comunes fueron cercadas. De hecho, podemos imaginar el efecto que tuvo en las mujeres el hecho de ver a sus vecinas, amigas y parientes ardiendo en la hoguera y darse cuenta de que cualquier iniciativa anticonceptiva por su parte podría ser percibida como el producto de una perversión demoníaca.

Desafíos y perspectivas en el segundo año de gobierno de Salvador Sánchez Ceren

Desafíos y perspectivas en el segundo año de gobierno de Salvador Sánchez Ceren Roberto Pineda San Salvador, 3 de junio de 2016
Dos años del segundo gobierno del FMLN, conducido por el Profesor Salvador Sánchez Ceren, permiten reflexionar sobre la lucha de clases en El Salvador y sus senderos inéditos, que requieren precisar con claridad para las diversas fuerzas de izquierda, los desafíos principales y sus perspectivas de solución, de los cuales depende la continuidad o la interrupción del actual proceso de cambios, en el contexto de una nueva correlación de fuerzas latinoamericana así como de próximas estaciones electorales en el 2018 y el 2019.

Elementos de la situación internacional
La situación internacional en esta mitad de la segunda década del siglo XXI se ha modificado. La caída de los precios de los productos primarios como el petróleo, junto con el ritmo lento de la economía china, y otros factores, ha golpeado fuertemente a países como Rusia, Irán, Brasil, Venezuela, debilitando así la alternativa a la globalización neoliberal representada en el BRICS. Y en nuestro continente, presenciamos un agotamiento del proceso iniciado con la elección de Hugo Chávez en la Venezuela de 1999 y el despliegue exitoso de una política exterior por parte del régimen Obama que combina magistralmente la zanahoria con el garrote.
Los Estados Unidos despliegan la IV Flota, con sede en Maryland, por nuestros mares a la vez que logran reanudar relaciones con Cuba, la próxima desmovilización de las FARC en Colombia, victorias electorales en Colombia, Ecuador, Argentina, Venezuela, Bolivia y la sustitución de la presidente Dilma Roussef en Brasil, y de postre seguramente Keko Fujimori en Perú. Seguramente luego vendrá el desmontaje de la CELAC y de UNASUR. Una cadena de victorias similar a la realizada por la izquierda durante la primera década, pero de signo ideológica contrario.
Y este torbellino, esta tormenta nos va golpear sin duda alguna, quizás no nos ahogue pero si nos va mojar y ojala que tengamos suficientes paraguas para no ser totalmente empapados. En definitiva, la situación se ha movida hacia la derecha, hacia los planes del imperio de marcar territorio y reasegurar América Latina, para la disputa estratégica global con China. Pasamos a la defensiva, en términos regionales, y es importante realizar como izquierda latinoamericana y caribeña este tránsito de manera creativa, pero sin entregar banderas, sin renunciar a principios.
Los tres grandes desafíos
El ruedo político salvadoreño es por lo general abigarrado y confuso, en permanente estado de flujo, por lo que es necesario siempre separar lo fundamental de lo complementario, lo esencial de lo decorativo, el trigo de la cizaña. De no realizar esta operación existe el peligro de perderse en un mar de acontecimientos y no captar las vigas principales que sostienen el edificio político.
En nuestra opinión, los tres grandes nudos son la seguridad, la economía y el rumbo de país. Alrededor de estas tres situaciones principales giran una serie de acontecimientos, fuerzas y personajes, con sus propias visiones e intereses. Y existen también otras situaciones, como la lucha contra la corrupción, la derogatoria de la Ley de Amnistía, el deterioro ambiental, la crisis de salud, que pugnan por asumir una situación protagónica y que en determinado momento podrían desplazar a las situaciones principales. Pero en este preciso momento son secundarias.
La seguridad pública
El gobierno de Salvador Sánchez Ceren necesita pasar de una política de shock, de blitzkrieg represivo, a una fase de consolidación de su estrategia de seguridad que tenga como eje central la recuperación del territorio tomado por las pandillas, por parte del estado. El mantener estrictamente la modalidad represiva aunque arroje resultados positivos en términos de imagen coyuntural amenaza con agotarse y provocar costos a medianos plazo. Y mediano plazo es peligroso tiempo electoral. Felizmente se llega a este segundo aniversario con el control de la iniciativa, pero esto puede cambiar repentinamente.
Una seguridad pública basada exclusivamente en la militarización de las comunidades para enfrentar a las pandillas, está condenada al fracaso. El gobierno necesita impulsar medidas que impacten en lo social dentro de las comunidades, necesita recuperar la presencia del Estado con servicios adecuados de salud, educación, recreación, agua, parques, iluminación, etc.
Pero si lo represivo se convierte en lo permanente y lo principal, lo que creara son escenarios de conflicto crónico. De resolver adecuadamente esta situación y esto pasa por contar con los recursos adecuados, seguramente podrá garantizarse un tercer periodo presidencial para el FMLN. De no realizarse seguramente presenciaríamos una restauración oligárquica, en sintonía con la tendencia latinoamericana.
Sobre las pandillas es preciso reconocer su naturaleza dual. Por una parte son organizaciones criminales, que extorsionan y asesinan. Y los que han delinquido deben necesariamente pagar por sus hechos. Pero por otra parte, son jóvenes que forman parte de las comunidades, expresiones de exclusión social, reflejos de la pobreza y falta de oportunidades de este sistema capitalista. Es un sector lumpen popular criminal.
Podemos pero no debemos como izquierda impulsar políticas racistas de “limpieza social” que son patrimonio de la derecha. Una de nuestras banderas más representativas como izquierda es la justicia social, la solidaridad, el humanismo. El desafío como izquierda al respecto de las pandillas juveniles es el de restablecer entre nuestros jóvenes y comunidades los lazos de amistad y de unidad frente a los verdaderos enemigos: la oligarquía y el imperio.
Por otra parte, es lamentable que a meses de cumplir 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz, el fantasma de la militarización vuelva a tomar cuerpo y se apodere de las políticas de seguridad pública, y esta vez desde un gobierno de izquierda, nuestro gobierno.
La economía
Hace veinticinco años, cuando concluyo la guerra, hablábamos en la izquierda de una economía alternativa al modelo de economía capitalista consumista. Hoy desde el gobierno hablamos de crecimiento económico, de asocios público privados y de búsqueda de tratados comerciales. Y si bien es necesario que la economía crezca la experiencia nos enseña que puede ser un crecimiento que fortalezca las desigualdades sociales.
El crecimiento de nuestra economía por lo tanto, debe estar vinculado a mayores niveles de oportunidades para los sectores trabajadores, en particular para los jóvenes que terminan sus estudios y sus perspectivas básicas para sobrevivir en la actualidad, son las de irse del país hacia estados Unidos o ingresar a las pandillas.
Nuestro gobierno de izquierda debe impactar estos próximos tres años mediante la creación de empleos de calidad para la juventud. En caso que el presidente Sánchez Ceren logre impactar en este campo, seguramente va a garantizar un tercer periodo de gobierno de la izquierda.
El rumbo de país
Este segundo gobierno del FMLN necesita definir un proyecto de país, que no puede ser la suma armónica de las opiniones de sus componentes, incluyendo a la oligarquía, sino que debe de ser la propuesta que como izquierda presentamos a la nación, y que fue aprobada por una mayoría electoral en 2009 y 2014.
¿Cuál es el proyecto estratégico de desarrollo? ¿Hacia dónde nos dirigimos? Pensamos en ser un país ¿maquilero, basado en el turismo, en las remesas, en los servicios financieros, etc.? La definición de la apuesta estratégica como izquierda nos va permitir claridad de rumbo. Si nuestro presidente Sánchez Ceren logra definir y establecer este marco, y no con la ANEP sino con los sectores populares, habremos garantizado seguramente la guayaba del tercer periodo.
El aliado estratégico
Un personaje del Ejecutivo acuñó esta maravillosa frase que refleja los anhelos de un sector de la izquierda, que considera que solo se puede avanzar como país en estrecha alianza con los Estados Unidos. Por otra parte, la llegada de Jean Manes en sustitución de la boricua Mari Carmen Aponte marca un viraje en la política estadounidense de la diplomacia pasiva a la diplomacia activa, agresiva. La anterior embajadora convencía, sugería, esta impone, ordena.
El lugar de donde procede Manes es significativo, viene de enfrentar a los talibanes en Afganistán, y ya las últimas decisiones del Fiscal General parecen reflejar este cambio de rumbo hacia una gestión diplomática estadounidense más enérgica, y vinculada los cambios que están ocurriendo en el Sur. Sus prioridades seguramente son las de imponer la visión militarista de la seguridad, aspecto en que coinciden ARENA, GANA e incluso el FMLN; y el seguimiento a Fomilenio II, la Alianza para la Prosperidad, la Alianza para la Seguridad del Triangulo Norte, y sin duda alguna empujar porque El salvador se integre a la Alianza del Pacífico y se aleje del vecindario de Cuba y Venezuela.
La derecha oligárquica
La derecha oligárquica, al igual que la izquierda, tiene diversas expresiones, entre estas la empresarial, la académica, la de medios de comunicación, la religiosa y la política entre otras. La empresarial está representada por la ANEP y durante estos siete años ha tenido que asumir roles protagónicos en el enfrentamientos político contra los gobiernos de izquierda, debido al agotamiento que enfrenta el partido ARENA.
Pero este rol le ha generado diversas fisuras a su interior, que incluyeron incluso una candidatura independiente para las últimas elecciones de su cúpula. La ANEP tiene claridad de su misión de dificultar, bloquear el éxito de este segundo gobierno de izquierda. Hacerse ilusiones de que pueda ser ganada a un “proyecto de nación” es un error, aunque puede ser neutralizada.
La reciente sustitución de Jorge Daboub por Luis Cardenal representa un cambio de estilo, pero la visión estratégica es la misma: recuperar el control del aparato de estado para ponerlo al servicio de sus intereses gremiales de gran empresa.
En relación a la derecha política, tiene a su vez diversas expresiones: ARENA, GANA, PCN y PDC. La principal es ARENA como derecha oligárquica, que atraviesa una profunda crisis derivada de su desplazamiento del gobierno central en el 2009 y del gobierno de la capital en el 2015. Sus contradicciones internas no le han permitido ejercer un papel relevante como oposición, pero tienen bajo su control la mayoría calificada en la Asamblea Legislativa, lo que les coloca en una situación muy ventajosa para bloquear iniciativas del Ejecutivo. Y las pugnas entre sus fracciones pueden rápidamente resolverse en la medida en que aparezca la posibilidad real de regresar al Ejecutivo.
En el caso de GANA representa los intereses de sectores capitalistas emergentes, no oligárquicos, vinculados a un sector del capital árabe. El PCN son sectores relacionados con la antigua dictadura militar, y en el caso del PDC, con la burocracia del antiguo proyecto contrainsurgente norteamericano.
El principal aliado político del FMLN es el partido GANA, que a partir de 2017 pasara a ocupar la presidencia de la Asamblea Legislativa. No sería extraño que este partido evaluara como más conveniente para sus intereses de cara al 2018 y el 2019 regresar al redil oligárquico. Por otro lado, las próximas elecciones legislativas y municipales de 2018 y presidenciales del 2019 determinan ya en gran medida la conducta política de las principales fuerzas sociales y políticas.
La izquierda
El FMLN como partido de gobierno y además como la principal fuerza de izquierda necesita urgentemente para las futuras batallas, en el marco de los nuevos tiempos latinoamericanos, realizar un viraje que le permita sumar a su poderoso poder político partidario, institucional y económico, el poder de la movilización popular, el poder popular desde abajo.
En este marco es preocupante que en el FMLN los principales candidatos presidenciales ya en campaña, de dentro y de fuera del Partido, se identifiquen con una visión socialdemócrata, lo que vuelve urgente la necesidad de un candidato o candidata con posiciones de izquierda revolucionaria. Por otra parte, en el caso que el actual alcalde de San Salvador logre éxitos tangibles en la transformación de la ciudad, esto lo colocara indiscutiblemente en una posición ventajosa, en el caso que se aceptara en el FMLN de nuevo, candidatos de fuera de las filas partidarias.
El movimiento popular y social
Luego de enfrentar directamente la ola represiva del cuarto gobierno de ARENA del 2004 al 2009 por medio del protagonismo del BPS y del MPR-12; a partir del 2009 el movimiento popular y social asume un papel de espectador de la pelea entre el gobierno y la derecha. Se sale de la cancha y se va hacia las graderías para observar el partido entre lso equipos FMLN y ARENA.
Y no obstante que la situación económica continuó deteriorándose, el grueso del movimiento popular decide no salir a protestar contra su propio gobierno, y mantenerse a la expectativa de los cambios. Y efectivamente hubo cambios que justificaron en parte esta actitud, como son los uniformes y útiles escolares, zapatos, créditos e insumos agrícolas, etc.
Y el grueso del movimiento popular siguió respaldando y votando por el FMLN, pero sin involucrarse directamente en su defensa. Por otra parte, algunos sectores del movimiento popular, particularmente maestros y trabajadores de la salud, si decidió actuar y salir a las calles a protestar. Y también la lucha por el agua y contra las políticas nefastas de ANDA ha generado el surgimiento de un amplio movimiento popular comunitario que diariamente cierra calles exigiendo agua.
No obstante esto, como izquierda salvadoreña no hemos resuelto aún el problema de la participación del movimiento popular y social en el marco de un gobierno de izquierda. Hay dos posiciones extremas. Algunos sostienen desde el gobierno y el partido que el movimiento popular es más un obstáculo que una ventaja porque asusta a los aliados políticos como GANA, porque pone en peligro la estabilidad. Otros argumentan desde la izquierda no gobernante que este es un gobierno de derecha, al cual se le debe dar el mismo tratamiento de lucha sin cuartel que a los gobiernos de ARENA.
Somos de la opinión que el movimiento popular y social debe estar en las calles porque la protesta más que la propuesta es su razón de ser. La protesta contra funcionarios y políticas que no respondan a los intereses populares, como en el caso de ANDA, aunque venga de un gobierno de izquierda; y a la vez el respaldo en las calles ante las amenazas o acciones desestabilizadoras de la derecha frente a este nuestro gobierno.
Perspectivas
A medida que nos acerquemos al 2018 la situación política se va a calentar. Lo que como izquierda nos permitirá superar estos desafíos así como fortalecernos será el combinar de manera adecuada lo acumulado en la construcción de poder popular desde arriba (Ejecutivo, Alcaldías, Asamblea Legislativa, CSJ, Partido FMLN, Empresas Alba, etc.) con la construcción de poder popular desde abajo (movimiento popular, social y sus luchas en la calle).
Todo esto en el marco de una contraofensiva imperial y oligárquica que tratará en El Salvador, de ahogar política y financieramente al segundo gobierno del FMLN, romper la alianza FMLNGANA, mantener adormecido al movimiento popular, aumentar el control ideológico sobre la población y lograr avances legislativos en el 2018, que los oxigenen para la batalla del 2019. La lucha está planteada.

La distribución prehistórica e histórica de los pipiles (1983)

La distribución prehistórica e histórica de los pipiles (1983)

William R. Fowler, Jr.

Los pipiles fueron grupos de habla nahuat que, en sucesivas etapas u “oleadas” de migración que duraron desde aproximadamente 800 d.C. hasta
alrededor de 1250 o 1300 d.C. , se trasladaron al altiplano central de México
y las tierras bajas de la región sur del golfo de México y llegaron a
asentarse en varias regiones de las actuales repúblicas de Guatemala, El
Salvador y Honduras en Centroamérica.

Un grupo nahuat se desprendió de los pipiles alrededor de 1200 o 1250 d.C. y fue a asentarse en Nicaragua donde se conocieron con el nombre de los nicaraos. 1 Se ha calculado que al momento de la conquista la población nahuat de Centroamérica era de por lo menos 700,000 personas.2 Los nicaraos fueron aniquilados o llevados de Nicaragua en esclavitud poco después de la conquista. 3Aproximadamente unos 2,000 descendientes de los pipiles sobreviven actualmente, la mayoría en los pueblos de Cuisnahuat y Santo Domingo de Guzmán (departamento de Sonsonate), en el occidente de El Salvador.4

Los pipiles tuvieron un profundo impacto en los acontecimientos prehispánicos de la periferia sur de Mesoamérica y, aunque son pocos los que quedan ahora, la herencia cultural, genética y lingüística de la antigua
población nahuat de Centroamérica se conserva y es indiscutiblemente fuerte.

Uno de los problemas respecto a esta antigua población es precisar con exactitud la extensión y las fronteras del territorio que ocupaban y
controlaban los pipiles en tiempos anteriores a la conquista. Este problema
puede ser enfocado por medio de la correlación de los datos históricos, arqueológicos, y lingüísticos.

William Fowler, de nacionalidad estadounidense, recibió un doctorado en arqueología de la University of Calgary; ahora es profesor asistente de antropología y arqueología, University of North Dakota-Grand Forks.
1 Paul F. Healy, Archaeology of the Rivas Region, Nicaragua (Waterloo, Ontario: Wilfrid Laurier University, 1980) ; William R. Fowler, Jr. , “The Pipil-Nicarao of Central America” (disertación doctoral, University of Calgary, 1981).
2 Fowler, “The Pipil-Nicarao of Central America”, pp. 819-24.
3 David Richard Radell, “The Indian Clave Trade and Population of Nicaragua during the Sixteenth Century”, en The Native Population of the Americas in 1492, William M. Denevan, ed. (Madison: University of Wisconsin Press, 1976); William L. Sherman, Forced Native Labor in Sixteenth-Century Central America (Lincoln: University of Nebraska Press, 1979).
4 Lyle Richard Campbell, “La dialectología pipil”, América Indígena 35 (1975): 833; Lyle Richard Campbell, “The Linquistic Prehistory of the Southern Mesoamerican Periphery , en Las fronteras de México (México: Sociedad Mexicana de Antropología, 1976), 1: 172.

En este artículo, cono primer paso, se traza la distribución geográfica de los pipiles según se conoce por medio de los documentos h i s t ó r i c o s ; se recurre luego a la evidencia arqueológica y lingüística, a fin de proyectar su distribución en la época prehispánica.

Evidencia y fuentes históricas

Varias fuentes históricas que se han publicado presentan contribuciones a nuestro conocimiento de la distribución geográfica de los grupos de habla nahuat en el área. Es de primera importancia la lista que hizo el oidor lic. Diego García de Palacio de los idiomas indígenas hablados en el territorio de la Audiencia de Guatemala, desde Chiapas hasta Costa Rica, en 1573 y 1574.5

En su confusa relación de las migraciones de los grupos de habla nahuat de México a Centroamérica, fray Juan de Torquemada mencionó específicamente algunos pueblos y varias regiones donde se asentaron los inmigrantes. 6De los datos en la historia escrita por don Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán entre 1680 y 1695, es posible recoger importante información acerca de las antiguas ubicaciones de los Pipiles.7

De menos importancia, pero aun digna de notar, es la relación geográfica de las provincias de Escuintla y Guazacapán escrita en 1740 por don Alonso Crespo, quien incluyó en este breve documento comentarios sobre las lenguas maternas de ambas provincias coloniales.8

Mientras que éstas y otras fuentes ofrecen cierta cantidad de información útil, hay dos fuentes que son de excepcional importancia por los datos que proporcionan sobre la distribución geográfica de los grupos de dialecto nahuat en Centroamérica y los linderos lingüísticos entre ellos y los otros grupos indígenas del área.

Dichas fuentes son el secretario de fray Alonso Ponce, Antonio de Ciudad Real, y el arzobispo Pedro Cortés y Larraz. Ponce y Ciudad Real viajaron por Centroamérica en 1586; Cortés y Larraz recorrió su diócesis (Guatemala y El Salvador) en tres viajes de 1768 a 1770.

5 “San Salvador y Honduras el año 1576”, informe oficial del lic, Diego García del Palacio al rey de España sobre las provincias centroamericanas de San Salvador y Honduras e l año de 1576, en Colección de documentos para la historia de Costa Rica (León Fernández, 1881-7907) 1:t-52.
6 Monarquía Indiana (México: Editorial Porrúa, 1969)’ pp. 331-33.
7 Recordación florida: discurso historial demostración natural, material, militar, y política del reyno de Guatemala, 3 toms (Guatemala: Biblioteca “Goathemala”, 1932-1933).
8 AGCA, Al. 17.2 10.5003, versión paleografiada, “Relación geográfica del partido de Escuintla”, Boletín del Archivo General del Gobierno 1 f 193f): 9-15.

Ambos hicieron apuntes escrupulosos sobre la distribución de los idiomas indígenas en las regiones por donde pasaron. Aunque muchos asentamientos indígenas habían sido reubicados y algunos se habían despoblado antes que se recogieran estos datos, los informes de Ciudad Real y Cortés y Larraz son de máximo valor en cualquier estudio que se haga de la distribución geográfica de los idiomas indígenas de Centroamérica.

Los datos históricos pueden o no ser comprobados por la evidencia
lingüística y arqueológica. Hay dos clases de evidencia lingüística que se relacionan con e l problema de “reconstruir” el antiguo territorio de
los pipiles. La primera consiste de vocabularios nahuat recolectados por
Bromowicz en 1878 en San Agustín Acasaguastlán (Guatemala), publicada por Brinton, y la lista que Stoll obtuvo en Salamá (Guatemala) en 1883.10

El otro importante vocabulario es e l que Squier consiguió en la costa del Bálsamo en El Salvador.11 Ciertos problemas se plantean en el uso de estas listas: el primero consiste en determinar su autenticidad; también hay que
averiguar si los vocabularios representan fósiles de una presencia prehistórica
nahuat en las regiones donde fueron obtenidos, o si indican un movimiento postconquista de hablantes del nahuat a estas regiones.

La otra clase de evidencia lingüística proviene de los estudios toponímicos, como por ejemplo los de Vivó Escoto, Geoffroy Rivas y Arriola. 12Como Wainwright ha señalado:
La toponimia proporciona en medida completa información de una clase que está ausente en la arqueología y generalmente pasada por alto u oscurecida en la historia. También permite conclusiones bastante precisas sobre la intensidad de los asentamientos, las fronteras lingüísticas, los orígenes y las relaciones, con comentarios de vez en cuando sobre las condiciones sociales
y económicas.

9 Antonio de Ciudad Real, Relación breve y verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al Padre Fray Alonso Ponce en las provincias de la Nueva España, siendo comisario general de aquellas partes…, 2 tomos (Madrid: Imprenta de la Ciudad de Calero, 1873); Cortés y Larraz, Descripción geográfico-moral de la diócesis de Goathemala (1768-1770), 2 tomos (Guatemala: Biblioteca “Goathemala”, 1958); Fowler, “The Pipil Nicarao of Central America”, pp. 659-62 y 668-69.
10 Daniel Brinton, “On the So-Called Alagüilac Ianquai~p of Guatemala”, Proceedings of the American Philosophical Society 24 (1887): 366-77; Otto Stoll , Etnografía de Guatemala (Guatemala: Seminario de Integración Social Guatenalteca, 1958), PP. 20-29.
11 E. G. Squier, Notes on Central America; Particularly t h e S t a t e s of Honduras and San Salvador (New York: Harper and Brothers, 1855), pp.351-52.
12 Jorge Vivo Escoto, “El poblamiento nahuat de El Salvador y otros países de Centroamérica” (San Salvador: Ministerio de Educación, 1972):
Pedro Geoffroy Rivas , Toponimia nahuat de Cuscatlán (San Salvador: Ministerio de Educación, 1973): Jorge Luis Arriola, E l libro de las geonimias de Guatemala (Guatemala: Ministerio de Educación, 1973).

Esta información es principalmente lingüística, desde luego, pero sus implicaciones políticas y sociales son muchas veces menos ambiguas y más convincentes que las implicaciones equivalentes inherentes en el material arqueológico. l3

Los topónimos mexicanos en Centroamérica se hallan muchas veces
asociados con las regiones del asentamiento nahuat que se conocen por la
evidencia histórica. En algunas regiones, empero, los topónimos nahuas
ocurren donde no hay indicación histórica de una previa ocupación nahuat. En algunos lugares estos nombres fueron impuestos por las tropas mexicanas de Alvarado, pero éste no fue siempre el caso. Podemos utilizar la distribución de estos topónimos para arrojar luz adicional sobre la distribución
geográfica de los grupos de habla nahuat en Centroamérica.

Como los estudios lingüísticos, la arqueología nos da indicaciones de la distribución prehistórica de los pipiles. Frecuentemente la identificación
de los restos arqueológicos con cierto grupo lingüístico resulta en controversia, pero los pipiles dejaron vestigios netamente mexicanos de
casi toda clase en sus restos culturales. Trajeron a las regiones de que se apoderaron, cambios en la arquitectura, los patrones de asentamiento ,
la economía y la tecnología, entre otras cosas.

Son especialmente reveladoras las representaciones en cerámica de tamaño natural de dioses mexicanos como Tlaloc (o Quiahuitl), Xipe Totec, y Mictlantecuhtli, los que dejaron en sus centros ceremoniales.

La siguiente serie de interpretaciones, ordenada geográficamente de
oeste a este y de norte a sur, pretende determinar, por medio de toda l a
evidencia disponible, la distribución histórica y prehistórica de los
pipiles. Se enfoca en las regiones donde los grupos de habla nahuat están
seguramente documentados en la historia, o donde su presencia puede inferirse por medio de la evidencia lingüística o arqueológica. También se
pone énfasis en las regiones problemáticas donde la presencia nahuat es
dudosa o insegura.

La Figura 1 muestra la distribución conocida de los grupos de lengua
nahua (el idioma que incluye el dialecto de nahuat) en Centroamérica.
Además de la distribución pipil en Guatemala, El Salvador y Honduras, el
mapa señala la distribución de los grupos de lengua nahua en Centroamérica
no tratados en este artículo: los nicaraos de Nicaragua y probablemente
Costa Rica, así como unos posibles enclaves en Panamá.

13 Frederick 1. Wainwright, Archaeology and Place-Name and History (London: Routledge and Kegan Paul, 1962) pág. 4.

El Salvador

Casi todo El Salvador al oeste del río Lempa estaba ocupado por los
Pipiles al momento de la conquista y probablemente durante el período
postclásico. Es posible que grupos de lengua nahuat penetraran en el oriente de El Salvador antes de la conquista.

Las regiones occidental y central.

La evidencia arqueológica, lingüística y etnohistórica indica, fuera de toda duda razonable, que al momento de la conquista, y por lo menos cinco siglos antes, casi toda la parte de El Salvador al oeste y al sur del río Lempa estaba ocupada por los pipiles. 71

71 Véanse por ejemplo Squier Notes on Central America, PP. 340- A A 41; Walter Lehmann, “Erqrhnicse eincr ForschungsrcLs~? in Mittelamerika und Mexico 1907-199’l”. Z e i t s c h r i f t für Ethnoloqie 42 (1910): 734; khmann,
Zentral-Amerika, 11: 1021-24; Herbert J. Spinden, “Notes on the Archaeulogy
of Salvador”, American Anthropoloqist 17 (1915): 446; Jorye krdé,
“Los choroteuas en E l Salvador”. Revista de Etnolda, Arcnieoloqia Y Lin-
“lstica 1 ( 1926) : 286; Samuel kirkland Lothrop, “Pottery ‘ s -ande their
?&uence in E l Salvador”, Indian Notes and Monoyraphs 1 ( 192v 216; John
M. Lonuvear. 111. “Archaeolosical Investiaations in El Salvador”, Memoirs
of the-$eabódy ~úseum of Arck;aeology and Éthnology 9 (1944): 2: 6; Thompson,
“Archaeological Reconnaissance”, pág. 13; Doris Stone, “Los grupos mexicanos en la América Central y su importancia”, Antropologla e Historia de Guatemala 1 (1949): 44; y Francisco de Solano, “Población y áreas lingüísticas en El Salvador, 1772”, Revista Española de Antropología Americana 5 (1970): 280-89.

De hecho, e1 antiguo territorio pipil en El Salvador occidental y central a veces probablemente se extendió al norte y al este de la tradicional
frontera cultural del Lempa. Al menos en la cuenca central, el sitio de
Santa María constituye evidencia de la ocupación pipil un poco al norte
del Lempa.72

Examinaremos la posibilidad de la expansión pipil al este del Lempa al tratar el oriente de El Salvador, más adelante. Hay solamente tres, posiblemente cuatro, excepciones específicas a la dominación total de El Salvador occidental y central por los pipiles al momento del contacto europeo. Estos son los enclaves de pokomames en Chalchuapa, Ahuachapán y posiblemente Atiquizaya en el occidente, y evidentemente una penetración lenca en Istepeque, un poco al norte del volcán San Vicente y al oeste del río Lempa. 73

Aunque Ciudad Real manifestó que Chalchuapa era una población de habla
nahuat en 1586, esto parece ser un error; o quizás Ciudad Real se topó con algunos individuos que hablaban e l nahuat en Chalchuapa. En 1637, fray Tomás Gage, quien dominaba e l pokomam, habló a los indígenas de
Chalchuapa en ese idioma. Francisco Ximénez escribió a principios del
siglo XVIII que en tiempos de la conquista, Chalchuapa estaba habitada por los pokomames. A fines del sigloXVIII, Cortés y Larraz infomó que el
idioma materno de la parroquia de Chalchuapa, que incluía el pueblo de
Atiquizaya, era e l pokomam. 74

Los indicios arqueológicos muestran que los pokomames arrebataron Chalchuapa de los pipiles a fines del postclásico tardío.

72 Fowler, “The Pipil-Nicarao of Central America”.
73 Thompson, Maya History and Religion, pp. 95-96.
74 Ciudad Real, Relación breve y verdadera, 1: 323; Thomas Gage, Thomas Gaye’s Travels in the New World (Norman: University of Oklahoma, 1958), pag. 304; Francisco Ximénez, Historia de la provincia de San Vicente de Chiapa y Guatemala, 3 tomos (Guatemala: Biblioteca “Goathemala”,1929- 193 1 ) , 1 : 69; Cortés y Larraz, Descripción geográfico-mral, 1 : 233.

Esta impresión está confirmada por la evidencia de la lingüística histórica. 75Así, Lothrop se equivocó gravemente cuando aseveró que los pokomames antes dominaban toda el área de El Salvador occidental y central, y que más tarde llegó a ser territorio pipil. 76

Ciudad Real y Cortés y Larraz informaron que Ahuachapán era de idioma
mexicano, pero Lardé citó un informe de 1549 de un oidor de la Audiencia
de Guatemala, Tomás López Medel, el cual dice que las mujeres de Ahuachapán hablaban el pokomam, mientras que los hombres hablaban el nahuat (probablemente ellos eran bilingües). 77 Según parece, la única evidencia para la ocupación pokomam de Atiquizaya es la declaración de Cortés y Larraz, mencionada arriba. Ciudad Real manifestó que Atiquizaya era pueblo pipil.

En cuanto a la intrusión lenca en el territorio pipil del este, García de Palacio declaró que en Istepeque, aunque se localizaba en la misma provincia de
San Salvador, poseída por los pipiles, los habitantes hablaban un idioma que los pipiles llamaban “el chontal”. La voz nahuat chontal (nahuatl chontalli) quiere decir “forastero”. Los pipiles daban este nombre a cualquier otro grupo indígena que no hablaba e l nahua. Por ejemplo, a los pokomames de Santa Catarina Mita, Guatemala, los pipiles también les llamaban “chontales”. Lothrop estaba convencido de que los chontales de Istepeque eran pokomames; pero Thompson demostró convincentemente que el idioma en cuestión era en realidad el lenca, al que también se referiría muchas veces en el siglo XVI como potón o potona.80

Es sensato suponer, por lo menos como una hipótesis de trabajo, que tal como las intrusiones tardías de pokomames en la región del oeste, la entrada de los lencas en Istepeque era relativamente reciente.

Puesto que algunos mapas lingüísticos indican grupos mayences conocidos
históricamente en la vecindad de San Salvador, es necesario un comentario breve sobre su presencia.

75 Robert J. Sharer, Pottery and Conclusions: The Prehistory of Chalchuapa, El Salvador (Philadelphia : University of Pennsylvania, 1978 1 ,111: 211 y 213-15; Campbell, “Linguistic Prehistory of the Southern mesoamerican Periphery” , pág. 168.
76 “The Southeastern Frontier of the Maya”. Véase Thompson, Maya History and Religion, pp. 95-96.
77 Ciudad Real, Relación breve y verdadera, 1: 321; Cortés y Larraz, Descripción geográfico-moral, 1: 66; Lardé, “Los chorotegas en El Salvador”,pág. 283.
78 “San Salvador y Honduras”, pág. 33.
79 García de Palacio, “San Salvador y Honduras”, pág. 35.
80 Lothrop, “The Southeastern Frontier of the Maya”, pág. 46; Thompson, Maya History and Religion, p . 95-96; Gircía de Palacio, “San Salvador y Honduras”, pág. 6; Ciudad Real, Relación breve y verdadera, 1: 384.

Ciudad Real declaró que la mayoría de los indígenas de San Salvador eran pipiles, pero algunos eran achies81. Estos mayas del altiplano de Guatemala
no tenían nada que ver con los acontecimientos previos a la conquista de El Salvador, al menos no directamente. Por cierto, fueron llamados al servicio de la hueste española y reubicados en San Salvador después de concluirse la conquista de Cuscatlán.82

Aparte de los dos o tres pequeños enclaves de pokomames en el oeste y
la penetración lenca en Istepeque, en tiempos de la conquista el resto de
El Salvador occidental y central estaba densamente poblado por los pipiles.
Alvarado se refirió frecuentemente a las grandes e importantes poblaciones
pipiles y los grandes ejércitos pipiles que encontró en el valle de Sonsonate, la región de Acajutla (la planicie costera del suroeste) y Cuscatlán (cerca de San salvador). 83

Algunos de los pueblos pipiles por los que Alvarado pasó en 1524 pueden tentativamente identificarse con sitios arqueológicos: Mopicalco con El Güisnay; Miaguaclam con Los Lagartos, también conocido como Miahuacán; y Atehuan con Ateos. Desafortunadamente, tenemos solamente un conocimiento superficial de estos sitios. No ha sido establecido con seguridad el sitio de la antigua capital, aunque muchas autoridades, notablemente Barón Castro, han considerado que es e l actual pueblo de Antiguo Cuscatlán. en el suroeste de las afueras de San Salvador.84

No hay datos arqueológicos que apoyen esta identificación, pero la evidencia etnohistórica indica que Cuscatlán sí estaba ubicado a poca
distancia al suroeste de San Salvador.85

En cuanto a l valle de Sonsonate y la planicie costera del suroeste de
El Salvador, fue allí donde Alvarado libró las dos mayores batallas de su
campaña contra los pipiles. Izalco, cerca de Sonsonate, fue un conocido
centro de producción de cacao durante la colonia y probablemente también
durante e l período postclásico. 86

Fuentes y Guzmán describió y usó dos documentos pipiles que eran listas del tributo que se pagaba antes de la conquista a uno de los pueblos pipiles cerca de Sonsonate, probablemente Izalco.87

81 Quichés, cakchiqueles, o tzutujiles; véase Relación breve y verdadera,1: 383 y 400.
82 Thompson, Maya History and Religion, p, 97-9
83 An account of the Conquest of Guatemala in 1524 [New York: The Cortes Society, 1924), pp. 79, 8q) 83 y 88.
84 Rodolfo Barón Castro, La población de El Salvador (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1942), pp. 92-93.
85 Ciudad Real, Relación breve y verdadera, I: 400.
86 Véanse, entre otros: AGI, Guatemala 128, 82 y 82% f 1549): René Francis Millon, When Money Grew in Trees: A Study of Cacao in Ancient Mesoamerica
(disertación doctoral, Columbia University, 1955, pp* 71-73; y o F. Bergamn, ’93% Distribution of Cacao Cultivation in Precolumbian America”, Annals of thee Association o£ American Geographers 59 (1963): 92- 93.
87 Recordación florida, 2: 108-10.

Los pocos sobrevivientes de la cultura pipil viven hoy en esta región, y se ha recolectado una considerable cantidad de datos lingüísticos y etnográficos sobre los pipiles actuales de Izalco y las poblaciones circunvecinas. El valle de Sonsonate y la planicie costera del suroeste de El Salvador eran sin duda regiones importantes de la ocupación pipil durante e l período de la conquista y antes de la conquista, por lo menos durante el período postclásico. La arqueología de estas regiones, especialmente la de esta época, es muy mal conocida y necesita investigación.

Además de estas regiones y la de San Salvador (Cuscatlán), los datos
lingüísticos, arqueológicos y etnohistóricos indican que otras zonas de El
Salvador occidental y central eran importantes regiones del asentamiento
pipil durante los períodos postclásico y de la conquista. Estas incluyen,
entre otras: la región del lago de Güija; la Cuenca Central y su región
circundante; la costa del Bálsamo; la región de Cojutepeque e Ilopanqo; y
la ladera sur del volcán San Vicente, incluyendo la región de los Nonualcos.

En general, con excepción de la Cuenca Central, hay pocos datos arqueológicos sobre estas regiones. Tal vez el mejor conocido pueblo pipil
prehistórico es el s i t i o de Cihuatan, en la Cuenca Central, que era centro
activo en el período postclásico temprano 1900-1200 d.c.).

Además, hay una plétora de topónimos nahuat en El Salvador occidental
y central que no debe pasarse por alto.89 Aunque muchos de estos nombres
han sido “nahuatlizados” (por ejemplo, Cuscatlán en vez de Cuscatán), l a
mayoría retienen su carácter nahuat original, a pesar de que muchos hayan
sido corregidos a formas hispanizadas (como por ejemplo, Cuisnahuat en
vez de Huitsnahuac o Tamagashte en vez de Tamagaztepec, y otros ejemplos
semejantes). Algunos topónimos nahuas de El Salvador fueron probablemente
impuestos por los indígenas auxiliares de Alvarado, o incluso por los españoles.

Un ejemplo del último tipo sería Tacuba (nahuatl Tlacopán), un nombre que Geoffroy Rivas piensa que fue traído por los españoles en forma ya corrompida.

87 Recordación florida, 2: 108-10.
88 Lehmann, Zentral-Amerika 11: 1027-28 y 1032-59; Próspero Aráuz,
El Pipil de la región de los Itzalcos (San Salvador: Ministerio de Cultura,
1960) ; Leonard Schultze-Jena, Indiana II: Mythen in der Muttersprache
der Pipi1 von Izalco in E1 Salvador (Jena: Gustav Fischer, 1935); Karl T. Sapper , “Pipiles und MayavZlker”, en pro-Amerikanisches Archiv,
10 ( 1936 ) : $8-86; y Campbell, “La dialectolog~ap ipi l”, pp. 833-44.
89 Johann C a r l Eduard Buschmann, über die aztekischen ürtsnamen,
(Berlin: Ferd. Dümmler, 1853), pp. 137-39 y 187-200; Lehmann, Zentral-
Amerika 11: 1025; Vivó Escoto, El poblamiento nahuat de E l Salvador; Geoffroy Rivas, Toponimia nahuat de Cuscatlán.

Sin embargo, , la inmensa mayoría de los topónimos nahuas en El Salvador seguramente se originaron de los p i p i l e s , y no de los
españoles o de sus aliados mexicanos. Como demuestra e l estudio de Vivó
Escoto, muchos de los topónimos nahuat de E l Salvador forman grupos que
pueden correlacionarse con las migraciones históricas de los pipiles a
esta y otras regiones de Centroamérica.

La región de oriente.

Los especialistas están generalmente de acuerdo que al momento de la conquista casi todo El Salvador al este del río Lempa estaba ocupado por los lencas, con pequeños enclaves de cacaoperas en el noreste, ulúas en el sureste, y mangues en el extremo oriente. 91

La extendida distribución de los topónimos lencas de esta región es notoria, y
esta distribución debe ser una indicación bastante buena del antiguo
territorio lenca. 92

Sin embargo, los topónimos nahuas son numerosos en las tierras bajas
costeras del departamento de Usulután; algunos ejemplos son Jiquilisco,
Aguacayo, Ozatlán, Gualacho y e l propio Usulután. Los topónimos lencas
también ocurren en la región, por ejemplo, Oxucar, Chaquantique y Ereguayquín.94 Estos topónimos plantean la posibilidad de que simultáneamente los pipiles y los lencas compartieran la zona entre la par te baja del río Lempa y el río Grande de San Miguel. De hecho, algunos mapas lingüísticos extienden la distribución de los pipiles al este de la parte baja del
Lempa hasta la región de la bahía de Jiquilisco.95

Es muy posible que los pipiles nonoalcas, que arribaron a la periferia sur de Mesoamérica alrededor de 1250 o 1300 d.C., lograron e l control total o parcial de esta región costera en e l período postclásico tardío.

90 Los ejemplos se tomaron de Geoffroy Rivas, Toponimia nahuat de Cuscatlan
Pág. 52, 136 y 141.
91 Véanse, por ejemplo: Lehmann, Zentral-Amerika; Spinden, “Notes on the Archaeology of Salvador” pág. 447; Solano, “Población y áreas lingüísticas en El Salvador, 1972,
pp. 292-97; E. Wyllys Andrews V, “The Southeastern Periphery of Mesoamerica: A View from Eastern E l Salvador”, en Social Process in Maya Prehistory, N. Hammond, ed. (New York: Academic Press, 1977), pág. 120: y Campbell, “The Linguistic Prehistory of the
Southern Mesoamerican Periphery”, paq. 166.
92 Lehmann, Zentral-Amerika, 11: 719-22; Campbell, “The Linguistic Prehistory of the Southern Mesoamerican Periphery”, pág. 166; Andrews, “The Southeastern Periphery of Mesoamerica”, pag. 720.
93 Geoffroy Rivas, Toponimia nahuat de Cuscatlán, pp. 18, 82, 101,119, 159 y 1GO.
94 Lehmann, Zentral-Amerika, 11: 719-20.
95 Véanse: Lardé, “Los chorotegas en 0i Salvador”, pág. 286; Throp, “The Southeastern Frontier of the Maya”, Figura 1; Johnson, “Linguistic Map of Mexico and Central America”; y Longacre, “Systematic Comparison and Reconstruction”, Figura 15.

La “nahuatización” de los lencas de esta región está bien documentada para e l
período colonial, y este proceso pudo haber comenzado antes de la conquista.
96 Sin embargo, esta posibilidad se halla debilitada por la declaración inequívoca de Ciudad Real que en 1586 el territorio pipil tenía al
Río Lempa como lindero al este. También es digno de notar que había una
colonia postconquista de habla nahuatl de los indígenas auxiliares en la
conquista, en Mejicapa, a corta distancia al este de Usulután. Hasta
cierto punto, es posible que este grupo haya sido la fuente de la mexicanización de los lencas que tuvo lugar en el período colonial. Ante estos
hechos y con los datos actuales no es posible establecer con seguridad si
hubo o no ocupación pipil durante el período postclásico en las tierras
bajas costeras de Usulután.

Cambiando el enfoque a una época temprana y una zona más al este, Andrews ha recobrado evidencia arqueológica de que un grupo de Veracruz o bajo influencias veracruzanas se trasladó al oriente de El Salvador posiblemente alrededor de 600 d.c.98 Los restos culturales del sitio de Quelepa, cerca de San Miguel, durante la fase Lepa (625-1000 d. C. ) son muy distintos en contenido y carácter a los de las fases anteriores. Desde fines del período preclásico medio hasta el clásico tardío el sitio puede ser atribuido con confianza a los lencas. En el clásico tardío aparecen cambios completos en cerámica, lítica, arquitectura y costumbres funerarias. Además, se introducen al sitio durante la fase Lepa varios rasgos culturales que indican vínculos estrechos con Veracruz. 99

Esta evidencia indica una sustitución total o parcial de la población de Quelepa durante el clásico tardio, y Andrews propone la hipótesis de que una élite veracruzana tomó el sitio con apoyo militar, quizás acompañada por un grupo de la clase baja. Andrews no identifica específicamente como pipiles a estos invasores hipotéticos, pero sugiere que su traslado al oriente de El Salvador esté relacionado con las migraciones pipiles de México a Centroamérica. En vista de la estrecha relación entre el nahuat de Veracruz y el nahuat de El Salvador, es muy posible que la población de Quelepa durante la fase Lepa fuera de los primeros grupos de habla nahuat que entró a la
periferia sur de Mesoamérica. 100

96 Ciudad Real, Relación breve y verdadera 1: 393; Cortés y Larraz,
Descripción g eográfico-moral, 1: 149; Solano, “población y áreas lingüísticas”, pp. 293-94.
97 Ciudad Real, Relación breve y verdadera 1: 329-30.
98 E. Willys Andrews V, Tfie Archaeology of Quelepa, E l Salvador (New
Orleans: The American Research Institute, 1976), p . 783-86; Andrews,
‘The Southeastern Periphery of Mesoamerica”, pp. 725-f9.
99 Andrews, The Archaeology of Quelepa, pp. 41 y 146-48 y SS.
100 Morris Swadesh, “Algunas fechas glotocronológicas Wrtantes
ara l a rehistoria nahua”, Revista Mexicana de Estudios Antropoloqicos 14
71954-19 5% ): 173-92; Alvin Luckenbach y Richard S. Levy, “The implications
of Nahua (Aztecan) Lexical Diversity for Mesoamerican Culture-history”,
American Antiquity 45 ( 1980) : 455-61 ; Fowler, “%e Pipil-Nicarao of Cent
r a l America”, pp. 532-47.
100 Morris Swadesh, “Algunas fechas glotocronológicas Wrtantes
ara l a rehistoria nahua”, Revista Mexicana de Estudios Antropoloqicos 14
71954-19 5% ): 173-92; Alvin Luckenbach y Richard S. Levy, “The implications
of Nahua (Aztecan) Lexical Diversity for Mesoamerican Culture-history”,
American Antiquity 45 ( 1980) : 455-61 ; Fowler, “%e Pipil-Nicarao of Cent
r a l America”, pp. 532-47.

Resumen y conclusión

Este ensayo ha tenido efectivamente tres metas. Primero, hemos tratado de exponer una metodología para estudiar la distribución geográfica, histórica y prehistórica de un grupo indígena de Centroamérica que, como la mayoría de los grupos del área, ocupaba varias zonas no contiguas, las fronteras de las cuales casi siempre estaban en flujo. La base de la metodología es el uso integrado de datos históricos, lingüísticos y arqueológicos.

E l segundo objetivo fue identificar las fuentes históricas que ofrecen datos sobre el problema y evaluar su importancia relativa, así como las contribuciones que puedan hacer en un estudio de esta índole. La meta principal fue reunir y examinar los datos pertenecientes al problema de la distribución geográfica de los pipiles en Centroamérica, tal como se
conoce históricamente, y tal como se puede proyectar a la época prehistórica
(ver mapa).

En resumen, hemos visto que las mayores regiones en posesión de los
pipiles al tiempo de la conquista eran la planicie costera y bocacosta del
sureste de Guatemala, entre los ríos Coyolate y Michatoya, parte de la zona
de oriente de Guatemala, y casi todo El Salvador occidental y central.
Algunas de su poblaciones principales en tiempos de la conquista eran Escuintla, Panatacat, Asunción Mita, Izalco, Acajutla, y Cuscatlán. Estas
zonas y poblaciones por cierto pertenecieron a los pipiles durante e l período postclásico, a p a r t i r más o menos de 900 d.c., y por algún tiempo antes de la conquista es casi seguro que el territorio pipil se extendía
más allá de las fronteras que se conocen por medio de los datos históricos.

Por ejemplo, su territorio en la vertiente del Pacífico de Guatemala
probablemente se extendió al oeste del río Coyolate durante el postclásico
temprano, y en El Salvador es posible que los pipiles ocuparan parte de
las tierras bajas costeras de Usulután, a l este del río Lempa, durante e l
postclásico tardío. Una zona de suma importancia para la ocupación pipil
prehistórica fue la Cuenca Central de El Salvador, con su población principal de Cihuatán, próspero centro del postclásico temprano que, según parece, ya estaba abandonado en tiempos de la conquista.

Los pipiles de la zona de Acasaguastlán, Guatemala, probablemente fueron
reasentados ahí después de la conquista, y este fue definitivamente el caso de los pipiles de Salamá, Guatemala. Hay indicios imprecisos acerca de enclaves pipiles previos a la conquista en Honduras, posiblemente en Naco en la región noroeste y en el valle de Comayagua, y prohablemente en el valle de Olancho. La evidencia histórica indica que hubo pequeños grupos de habla nahuat en el valle de Aguán y en parte de la región de Choluteca, Honduras, y que su entrada puede fecharse por lo menso en el período postclásico.

Apuntes para un esquema de periodización de las lenguas indígenas en El Salvador (2007)

Apuntes para un esquema de periodización de las lenguas indígenas en El Salvador (2007)
Raúl E. Azcúnaga López1
razcunaga@gmail.com

En esta comunicación presento una panorámica básica de las lenguas indígenas de El Salvador desde el momento del contacto con el castellano (s.XVI) hasta nuestros días. Aplico, de manera general la periodización de las fases de Bauman (1980).

Introducción

A la llegada de los conquistadores a las actuales tierras de El Salvador, el grupo indígena predominante era el que con el paso de los años se conoció como los pipiles2. Se ha establecido- con las dudas del caso- (Larde y Larín (1926), Jiménez (1937, 1959), Geoffroy Rivas (1969), Fowler (1983), Campbell (1986), Hasemann y Lara Pinto (1994) entre otros) que
los pipiles llegaron de México producto de una serie de migraciones hacia al sur originadas por eventos dramáticos como la expansión y caída de Teotihuacan (alrededor de 600 d.C), el colapso de Tula (1200 d.C) y el surgimiento de Tenochtitlán (1300 d.C).

Estas migraciones se presentan en términos generales así:
“La expansión Teotihuacana iniciada por el 500 d.C dio lugar a un intenso
movimiento migratorio en el centro de México que culminó con la dispersión, entre otros, de hablantes de nahua, quienes se dirigieron al Golfo de México y Soconusco alrededor del 800 d.C. De aquí habrían partido después para Centroamérica. (…) los chorotega-mangue que se asentaron en la región del Golfo de Fonseca en Honduras y la costa pacífica de Nicaragua, así como la península de Nicoya en Costa Rica, aunque emigraron primero fueron seguidos en un corto espacio de tiempo por los pipiles que se asentaron en la costa pacífica de occidente y el centro de El Salvador. Lo anterior concuerda con el relato de Torquemada en donde dice que los chorotega- mangue “iban en la delantera”. Los

1 Profesor de Lingüística de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente, Universidad de El Salvador. Candidato a Doctor en Artes y Letras, con especialidad en Lingüística Teórica por la Universidad Nacional de Costa Rica.
2 La primera mención de los pipiles es en la cédula real de 1538, después hay otra referencia de Fray Francisco de Vásquéz. León-Portilla (1956:107) constata que la voz náhuat pipil- pipil significa infante, príncipe. Casalbé (cfr. 2002:274) destaca que el grupo indígena protomaya, los pocomames, llamaron pipiles a los indios que huían del altiplano mexicano en su paso por el territorio actual de Guatemala.

Señala, Casalbé, sin dar las explicaciones lingüísticas del caso, que este nombre significa “extraño o extranjero”. En la actualidad la palabra pipil se entiende como noble: pipil viene del nahuat pipiltin, plural de pilli que significa noble. La comunidad indígena se identifica a sí misma como nahua y reclama para su lengua el nombre de nawat o
náhuat . Los estudiosos de la lengua hacen referencia al pipil (Másin (1926), Lardé (1926), Jiménez (1937, 1959), Araus (1960), Schultze Jena (1982), Campbell (1972, 1976, 1978, 1985), Maxwell (1981), Fowler (1983), Lemus (1985, 1997)) o al nawat o náhuat (Geoffroy Rivas 1969, 1973; Lemus 1988, King (2004)). Otro nombre para referirse de manera genérica a este grupo indígena es el gentilicio de indios cuzcatlecos, principalmente entre centroamericanos y el término se vuelve extensivo a los salvadoreños en general. Se usa
pipil también para referir al náhuat de Centroamérica (Campbell 1985). Además, señala Campbell (1985) que otros han empleado la palabra pipil, para referir los dialectos nahuas del sur de Veracruz, Tabasco y Chiapas (Campbell 1985:5). Geoffroy Rivas (1969) utiliza
pipiles o yaquis.

Los pipiles mismos no parecen haber llegado a El Salvador hasta el año 900 d.C. La segunda gran migración atribuida a grupos nahuas, acaecida entre el 1200 y 1300 d.C., (…) se ha identificado como nonoalca. Su llegada constituyó una seria amenaza militar y económica para los pipiles ya establecidos. El trastorno provocado por la migración nonoalca condujo a la separación de grupos pipiles tanto de Guatemala como de El Salvador que se trasladaron a la costa pacífica de Nicaragua, irrumpiendo en territorio chorotega-mangue y subtiaba mangue después de 1200 (…) Estos tardíos inmigrantes son los nicaraos,… ” (Hasemann y Lara Pinto1994: 178).

Al momento de la conquista los pipiles se habían asentado en las regiones occidental y central del país, desde el río Paz hasta el río Lempa; en la región noroeste, hacia Chalatenango, y al oeste de El Salvador estaban los pocomames y chortis (cfr. Larde y Larín 1952); había una expansión territorial maya tolteca hacia Chalchuapa (Hasemann y Lara Pinto1994); los lencas, con algunos enclaves al oeste (Fowler 1989) y ulúas se asentaban en la zona oriental (cfr. Larde y Larín 1952). La lengua de
los pipiles de El Salvador es el náhuat-pipil o pipil de El Salvador, pertenece al subgrupo nahua de la familia Uto-azteca (Cambell 1985).
Desde el primer contacto de la lengua náhuat-pipil con el castellano hasta la fecha se pueden establecer siguiendo la periodización de Bauman (1980), en términos generales, las siguientes fases:

Fase I: De contacto con el castellano y otras lenguas indígenas

Las comunidades indígenas pipiles de El Salvador coexistían con otros grupos que habitaban la zona, algunos que estaban desde antes de su llegada, formando parte de un verdadero mosaico geopolítico, cultural y lingüístico. Diego de Palacio en Carta de Relación a Felipe II sobre la provincia de Guatemala en 1576 señala con respecto a las leguas en las comunidades salvadoreñas que: “… en cada una de ellas (provincias) hay y hablan los naturales diferentes lenguas, que parece fue el artificio más mañoso que el Demonio tuvo en estas partes para plantar discordia, confundiéndolas con tantas y tan diferentes lenguas como tienen, que son: (…) Los Yzalcos y costa de Guazacapán: la popoluca y pipil (…) La de San Salvador: pipil y chontal (…) En la de San Miguel: potón, ytaulepa, ulúa, la choluteca, mangue y chontal.”

En las provincias próximas (de Guatemala y Honduras), al norte y este de El Salvador:

“A la de Chiapa: chiapaneca, zoque, mexicana, zozil, zeldalquelen.
En la Soconusco: la mexicana corrupta y la materna y vibeltlateca. (…..) En la de los Suchitepeques y cuahutemala (Guatemala): mame (man) y achi, cuahutemalteca, chicnauteca, hutateca, chirrichota (…..) La Verapaz: poconchi, cacchi, colchi. (…..) El valle de Accuastlan y el de Chiquimula de la Sierra: hacacuastleca y apay (…..) En Onduras: ulúa, chontal y pipil (…..) En la Taguzgalpa: la materna y mexicana (…..) En las provincias próximas (Nicaragua y Costa Rica), al sur: “Nicaragua: pipil corrupto, mangue, marivio, potón y chontal (…) En la de Costa Rica y Nicoya: la materna y mangue (…)”
(Diego de Palacio 1576/2000: 36)

Se presenta en las anotaciones de Diego de Palacio, el problema de la
compresión de los nombres que utiliza para referirse a las lenguas (“materna” y “chontal”); Herranz (cfr.1995) llega a la conclusión que la “lengua choluteca” de que escribe De Palacio eran el mangue y la ulúa; además, agrega Herranz, citando Chapman que “ deben considerarse como lencas en la documentación colonial todo los indios que aparecen bajo los términos “care, cerquin, putum o potom” “y los términos “ taulepa” y “ pupuluca”.

El término lenca se generalizó a partir de 1855 en que Squier (1897:217) lo utilizó para denominar la lengua y el grupo indígena…” (Herranz 1995: 190).

Mapa Nº 1. Diócesis de Guatemala del siglo XVIII Fuente: Pedro Cortés y Larraz (1921/2000)

Si bien para esta fecha sigloXVII, y hasta muy avanzado el siglo XIX3, establecer los límites del territorio de cada provincia en Centro América es bastante impreciso, para el caso de los pipiles se puede suponer la relación, dada la proximidad de las comunidades y lenguas con grupos
mayenses, lencas y ulúas, principalmente. Lardé y Larín (1957) al estudiar 262 nombres de pueblos, villas y ciudades (toponimia) de El Salvador encuentra glosas de las siguientes lenguas:

Lengua Topónimo %
Náhuat o pipil 137 57.3%
Lenca 83 34.7%
Taulepáulua 13 5.4%
Chortí 6 2.5%
Total 239 100%

Cuadro Nº 1. Fuente: Elaboración propia con base a los datos de Larde y Larín (1957)

El primer contacto del náhuat-pipil con el castellano, se da en 1524 con las primeras expediciones de los conquistadores a Cuzcatlán, que estuvieron encabezadas por el extremeño Pedro de Alvarado, encomendado por Hernán Cortés para la conquista de los territorios actuales de Guatemala y El Salvador. De Alvarado narra los sucesos en dos cartas de relación a Hernán Cortés. La primera con fecha, 11 de abril de 1524 desde Utatlán y la segunda, la más relevante para el caso salvadoreño es fechada el 27 de julio en Iximché o Quauhtemallan. Presenta De Alvarado en esta segunda carta la bitácora de la expedición y narra su enfrentamiento con los Izalcos.
Desde el primer cuarto del siglo XVI los españolas bajo la divisa colonizadora fundaron en los territorios pipiles y lencas las provincias (ciudades) que llegarán tres siglos después a aglutinarse con el nombre de El Salvador: San Salvador de Cuzcatlán (1525); la Ciudad de los Caballeros (1530, de efímera existencia, fundada al oriente de San Salvador, por el actual San Martín); la villa de San Miguel de la Frontera (1530 San Miguel), Acajutla (1532) y la villa del Espíritu Santo de Sonsonate (1552). Y llegan a Cihuatehucan en 1525 a la que llamarán posteriormente (1576 primera referencia) Santa Ana (cfr. Lardé y Larín 1957).

3 Y siglo XX en el caso de las fronteras limítrofes entre El Salvador y Honduras.
4 Esta segunda carta de De Alvarado junto al denominado Códice de Glasgow
– presentación de los combates y traza de la ruta seguida- dan el panorama de la expedición-conquista de Cuscatlán (cfr. Escalante Arce 2000).

En esta etapa colonizadora, apunta Herranz (1995) al tratar la política lingüística en Honduras, le corresponde el establecimiento de una política monolingüe castellana que va de 1502 a 1569, política diseñada por los Reyes Católicos y continuada por Carlos V basada en que “todos los naturales de América debían aprender obligatoriamente el castellano” (cfr. Herranz 1995: 156).

Sin embargo, para este primer contacto del náhuat-pipil con el castellano se debe tomar muy en cuenta que los conquistadores fundaron las ciudades con exiguas fuerzas y los indígenas se alejaron de los asentamientos, dirigiéndose a los montes (montañas) desarrollando en un primer momento prácticamente una convivencia paralela, alejados los unos de los otros.

Posteriormente, de manera paulatina se dará un proceso de mestizaje en el que en un intercambio desigual se comienza a construir un mundo simbólico sincrético con predominio de valores occidentales-cristianos. La lengua, se puede decir, aplicando las fases de Bauman (1980) pasa de un estado de florecimiento a un estado de resistencia.

De la época se tiene noticia, según Parada (1982), del desaparecido Manuscrito Pipil , referido por Lehmann, que Parada “mantiene la hipótesis de sus existencia en el conocido Manuscrito de Amatitlán (1559 – 1562), conformado por 18 folios dobles escritos en Pokoman, 14 en Pipil y 21 en Español….” (Parada 1982: 10)

Fase II: De bilingüismo (náhuat-castellano) y marginación

En el decurso de los siglos XVII y XVIII conforme el modelo administrativo del reino se va instalando se desarrolla una situación de bilingüismo, favorecida por la ordenanza de Felipe II de 1565 para que los predicadores aprendieran la lengua de cada grupo de indios a su cargo; se inaugura con una Cédula Real de 1570 una política bilingüe, para El Salvador de dos lenguas: el español para la administración y funcionarios y el náhuat para la cristianización de los indios en estas tierras (cfr. Herranz 1995: 162). La Iglesia seguirá oficiando en latín. Esto vino a privilegiar el náhuat ante las demás lenguas indígenas que poco a poco irán quedando reducidas.

Se logra así a lo largo de los siglos XVI y XVII que el náhuat diera el salto a la escritura, específicamente el náhuatl de la Nueva España que será reconocido, siguiendo la tradición latina como náhuatl clásico. Lo que condujo a la idea errónea de considerar al pipil como un náhuatl corrupto,
vulgar (hablado). Después de todo, la provincia de San Salvador era periferia de Guatemala y Guatemala de Nueva España, y, además, Centroamérica en la parte occidental y central era el sur de Mesoamérica.

No se mencionan artes (estudios gramaticales) del pipil en esta etapa de la colonia. Sin embargo, el privilegio del náhuat debe relativizarse pues al ser el castellano la lengua de la administración pública, es la de la escuela, de manera que las élites indígenas allegadas a los españoles irán adoptando en un proceso aún no muy documentado, el castellano como su lengua; por otra parte, el fenómeno del mestizaje tan notorio e importante en El Salvador, acelerará el aprendizaje del castellano en las urbes de la época.

Serán los indios de las zonas rurales quienes mantendrán la lengua, en las ciudades y la floreciente clase mestiza se comunicará en castellano. El náhuat- pipil pasa entonces, a la fase que Bauman (1980) llama de resistencia a un estado de reclinación.

Fase III: De la marginación a la negación. La obsolescencia

Ya en la segunda mitad del siglo XVIII, Carlos III retomó la noción imperial de el castellano como única lengua del reino (Cédula Real de 1770) y se desarrolla una política monolingüe (cfr. Herranz 1995: 166), que viene a acelerar la marginación y negación de las lenguas y culturas indígenas.
En El Salvador esta política es coadyuvada por las modernas ideas de la vida política y económica, ya que la élite criolla ve desde muy temprano en el siglo XIX al indio como atraso y barbarie. Los indios y sus lenguas cada vez son más arrinconados en los montes y presionados a una incorporación humillante a la vida de la incipiente nación en el cultivo del añil y la explotación del bálsamo. La vida cultural de las provincias salvadoreñas privilegian el francés y el latín como las lenguas del saber, de ciencias y artes; el latín como lengua de la iglesia y al castellano como lengua oficial.

Con el advenimiento de la independencia y las pugnas en torno a la construcción del aparato de Estado, la situación para las comunidades indígenas llegará a ser más crítica, al punto que a principios de la década del 30 del siglo XIX se dan sublevaciones en Izalco, un motín en San Miguel y el levantamiento indígena de los nonualcos de Anastasio Aquino (1833).
La reforma liberal de finales el siglo XIX agrava la situación de los indios, que para la fecha ya son una minoría ante mestizos y españoles. Los indios salvadoreños reciben el siglo XX como minoría desposeída (de tierra y demás bienes), como comunidades que se enfrentan a la desintegración; como grupo étnico marginado y como cultura y lengua excluidas. Schuller (1928), citado por Del Río (1999:195) señala a propósito del oriente de El Salvador:
“Indios Lenca, con sus arcos y flechas, aparecen cada semana en San Miguel, una de las poblaciones más importantes de Oriente de la República de El Salvador, donde estos indígenas, a pesar de sus escasos conocimientos del castellano, acostumbran a vender con bastante provecho los productos de su industria casera (mecates y otros objetos trenzados de pita), con cuyo lucro luego se aprovisionan para sus hogares.” (Del Río 1999:195).

Mapa 2. Territorios pipil y lenca. Fuente: Ethnologue.com (2005)

Medio siglo después constata Campbell, que en 1970 murió el último hablante lenca salvadoreño (Campbell 1976), idioma, que se ha conocido como el lenca de Chilanga8 (Campbell l976, Arguedas 1987, Del Río 1999). De la extinción del ulúa se conoce poco y el chortí fue de las lenguas que tempranamente se dejaron de hablar en El Salvador.
El náhuat-pipil tiene su estocada más importante en el siglo XX con los sucesos de 1932 en El Salvador. En el occidente del país miles de campesinos se levantan contra los patrones y se produce la mantanza de indios (masacre del 32) con alrededor de 30 mil muertos, bajo la consigna de el indio es comunista. Se desmantela la organización comunal indígena por considerarla una amenaza a la seguridad del Estado y la democracia; se persigue cualquier forma de identificación cultural indígena y se considera al náhuat lengua comunista de subversión. Señala Campbell (1985): “… the goberment decree that Indian languages could no longer legally spoken.” (1985:2)

Unos años antes del levantamiento, el americanista alemán Leonhard Schultze-Jena, visitó la región de los Izalcos y recogió de singular manera relatos pipiles, que sustentaron la publicación de Indiana II: Mytehn in der Muttersprache der Pipil von Izalco in El Salvador (1935) del que se desprende casi medio siglo después en español Mitos y leyendas de los pipiles de Izalco (1977) y Gramática pipil y diccionario analítico (1982).

Cerca de una década antes de la publicación de Schultze-Jena, Másin
(1926) publica su artículo “ El pipil de Izalco” y posteriormente Jiménez (1937) Idioma pipil de Cuzcatlán y Tunalá, hoy República de El Salvador en la América Central . Escritos que junto a otros listados de vocabulario documentan la lengua para este período anterior a 1932 (período pre-32).

Después de los sucesos del 32, pasarán alrededor de 30 años para volver a tratar el tema del náhuat, Jiménez (1959) saca a luz La lengua de los pipiles, sus relaciones con el dialecto lenca y su distribución en El Salvador , un año más tarde Aráuz (1960) El pipil de la región de los Itzalcos y a finales de la década de 1960 Geoffroy Rivas (1969) El Nawat de Cuscatlán: apuntes para una gramática tentativa, trabajos que documentan la lengua para lo que se le puede denominar período post-32. No se tienen al momento datos demográficos y de sociolingüística que orienten el camino hacia la comprensión del fenómeno de la obsolescencia de la lengua, en la terminología Bauman (1980).

Campbell (1985) en el período de 1970 a 1976 en diversas estadías recorre comunidades nahuas salvadoreñas, recogiendo relatos de informantes nativos y señala que: “El pipil es poco usado, sólo lo hablan un pequeño grupo de mujeres mayores principalmente en los departamentos de Sonsonate y Ahuachapán, al este de El Salvador: Comazagua, Concepción de Ataco, Cuisnahuat, Chiltiupán, Izalco, Jicalapa, Juayúa, Nahuilingo, Nahuizalco, Santa Catarina Mazaguat, Santa Isabel Ishuatán, Santo Domingo de Guzmán, Tacuba y Teotepeque. El número exacto de hablantes se desconoce, ya que muchos son recelosos a ser reconocidos como hablantes (…)los hablantes más jóvenes no hablan fluido. Mientras los censos y otros reportes oficiales señalan un máximo de 2000, mi suposición es que a lo mucho llegaran a alrededor de 200.” (Campbell 1985:2) (la traducción es mía).

Campbell, producto de este trabajo de campo publica The Pipil Language of El Salvador (1985), que se suma a las gramáticas anteriores y que provee un rico diccionario para futuras investigaciones sobre la lengua y que da la posibilidad de trabajos contrastivos de diversa índole. La lengua se puede decir, entonces, que se encuentra en un período avanzado de extinción.

Fase IV: del silencio a la palabra, la revitalización.

De finales de la reciente guerra civil en El Salvador (1980-1992) a la fecha, se ha ido desarrollando un creciente interés por los pueblos, culturas y lenguas indígenas del país que llevan a pensar en un proceso de revitalización del náhuat. Varios estudiosos, se han interesado por la elaboración de cartillas de alfabetización en náhuat (Roque 1990, 2000, Ramírez 2002, King 2004); por debatir el tema de la revitalización (Roque 1996 y Lemus 1999); por diagnosticar la situación de los pueblos indígenas (Perfil de los pueblos indígenas de El Salvador 2004); por discutir aspectos de la lengua (Lemus 1997a, 1997b, 1999, King 2004) y se han creado software para el aprendizaje de la lengua náhuat (Ward 2001 y Tiberio 2005).

Mapa Nº 3. Comunidades indígenas por departamento en El Salvador (2004). Fuente: Perfil de los pueblos indígenas de El Salvador (2004).

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Recuento Histórico de los estudios lingüísticos del español dialectal salvadoreño

Recuento Histórico de los estudios lingüísticos del español dialectal salvadoreño (2008)
Eleazar Rivera

“El español centroamericano ha sido objeto de muy poco estudio”, afirma Lipski (2006). Coincide con Lipski, Romero (2003), quién afirma, que “el castellano en El Salvador es un terreno poco explorado”. Este no es más que una variedad del español que se habla en América. Esta variedad comparte rasgos del español estándar. Hablaríamos de un español dialectal salvadoreño.

De todos es conocido que el español llegó ha América cuando los españoles llegaron. Primero, durante el mal llamado descubrimiento; y posteriormente, en la conquista. El idioma fue una forma de dominación. En diferentes documentos eclesiásticos se encuentra constancia de que los nativos aprendían el castellano y lo utilizaban en su comunicación diaria.

El primero en escribir sobre el español de América fue Cuervo, con sus “Observaciones al español de Colombia”. A raíz de este trabajo, en los demás países de América aparecieron observaciones sobre las diferentes variedades dialectales del español. El primer nivel de dichas observaciones fue netamente descriptiva y posteriormente, se da una adecuación explicativa.

Las teorías sobre el español de América, han servido para estudiar las diferentes variedades dialectales. Las principales teorías mediante las cuales se ha pretendido explicar en América según Quesada (2002) son las siguientes:

a- Teoría del sustrato
Estudiosos como Henríquez Ureña, han afirmado que el español de América tiene origen en vocablos aborígenes. El español es diferente por la herencia de las lenguas indígenas. En El Salvador, quien capitalizó los postulados de Ureña fue Geofroy Rivas.

b- Teoría Poligenética:
El origen del español de América tuvo muchas fuentes según los españoles que colonizaron. Busca explicar el desprestigio de la teoría del sustrato.

c- Teoría de la Hidalguización:
Esta teoría sostiene que el español está en la clase media y alta de España (Hidalgos), quienes vieron la posibilidad de hacer fortuna en América y de allí el uso de las formas de cortesía.

d- Teoría Andalucista:
Canfield es el representante de esta teoría que afirma que los primeros pobladores españoles que llegaron a América eran de origen andaluz y que de allí el acento lingüístico. Andalucía fue importante porque allí estaba la “Casa de Contratación de Sevilla” que monopolizaba el comercio con las colonias. El andalucismo es alma de las influencias más importantes del español de América, pero no es la única.

Alvar a este respecto, afirma:
“Hemos llegado a otro punto fundamental: Sevilla. Mil veces se ha discutido, la urbe dio la norma del español de América. Para mí, al menos, las cosas están claras: sabemos más que en tiempos de Henríquez Ureña y no podemos atenernos a unos datos que sobre paupérrimos eran parciales…Creo haber explicado por qué el español de América, siendo sevillano, no es solo sevillano, sino que está refrenado por los colonizadores de León y Castilla…” (Alvar, 2000: 7)

e- Teoría de la Koiné y la Estandarización:
Fue sugerida por Guillermo Guitarde y otros. Se refiere al surgimiento de la variedad dialectal a partir de otras variedades. El desarrollo creó sus propias variedades.

f- Teoría de la semicriollización
Es aplicable a las variedades del caribe. Tiene como fundamento el vínculo entre el español y las lenguas de origen africano.

Es a partir de todas estas teorías que se ha buscado explicar el surgimiento del español dialectal salvadoreño.

Quezada Pacheco (2002), divide en tres períodos el estudio del español en Centroamérica y por consecuencia en El Salvador:
a- Finales del siglo XIX
Su base era la Real Academia. Sus rasgos eran catalogados como “Barbarismos”, “Vicios” o “Provincialismos”. En El Salvador cita a Salazar García con sus obras: “Diccionario de Provincialismos y Barbarismos”.
b- Mediados del siglo XX
Autores con marco teórico y conceptual libre de prejuicios academicistas (generalmente extranjeros). En el Salvador, hay que mencionar a Canfield con sus obra “Andalucismos en el español salvadoreño” y “Observaciones al español salvadoreño”.

c-Estudios que centran su atención en el elemento indígena. Entre estos autores hay que mencionar a Barberena (1910) y a Geoffroy Rivas (1967).

En El Salvador el primer trabajo del que tenemos noticias es “Diccionario de Regionalismos y Barbarismos”, que fue escrito por Salazar García (1910), que consiste es un catálogo de los malos usos del castellano. Es decir, catálogo de lecciones del buen hablar. En el libro se sostiene la tesis que como hablan los salvadoreños es vicio y lo estándar es lo correcto. Salazar García muestra como se habla en la época el español salvadoreño. La obra tiene carácter normativo didáctico. No es una obra propiamente lingüística; pero, tiene un valor lingüístico. No es un estudio, sino una presentación de datos. Este libro se convirtió en fuente para el estudio del español salvadoreño de finales del siglo XIX y principio del siglo XX.

Posteriormente, tenemos los libros “Topónimos del Salvador” escrito por Membreño (1896); “Quicheísmos en El Salvador” de Barberena y un artículo titulado “En defensa del idioma”, escrito por Peralta Lagos (1930). En este último, Peralta Lagos habla de defender el castellano para que no se corrompa debido al peligro que representaba en ese momento la expansión económica-cultural de países como Italia, Alemania, Inglaterra y Francia (Peralta Lagos, 1930:7). Sostiene la tesis de mantener la unidad del español.

Peralta Lagos observa algunas características morfológicas, lexicales y fonéticas del español que se habla en El Salvador. Entre las características fonéticas menciona: “La gente culta procura hablar correctamente, aunque en el lenguaje familiar se emplea el vos, igual que en Argentina, y los mismo que los andaluces no decimos vosotros, sino ustedes, como plural de tú, y pronunciamos como s la c y la z” (Peralta Lagos, 1930:9).

Los estudios más serios sobre el español salvadoreño los hizo Canfield (profesor en la Universidad de Rochester, New York). En los veranos de 1951 y 1952, Canfield visitó el territorio salvadoreño para hacer una investigación empírica; es decir con informantes directos.

Las primeras observaciones de Canfield aparecieron en la revista “Hispania” (1953) bajo el nombre “Andalucismos en la pronunciación salvadoreña”. En este artículo, que es una breve descripción del español salvadoreño sostiene que esta variante dialectal es demasiado relajada, que abusa de la ultracorrección y es arcaica.

Posteriormente, Canfield escribió el artículo “observaciones sobre el español Salvadoreño” (1960), en el que aplica el “cuestionario lingüístico hispanoamericano” del Profesor Navarro Tomás. En él, ahonda en las diferentes características fonéticas del español hablado en El Salvador. Sin embargo, la crítica más fuerte que se le puede hacer a este artículo es que los datos no coinciden numéricamente. No deja diferencias lexicales entre géneros, profesiones, clases sociales, etc. Con todo y eso, tiene la rigurosidad de ser un trabajo de campo con objetividad científica.

Las características fonéticas más importantes que Canfield encontró en el español salvadoreño son las siguientes:
1- Conservación de la oclusividad de b, d y g.
2- Realización ciceante de la sibilante “S”
3- Relajamiento de “Y”.
4- Ultracorrección.
5- N final ante pausa es velar.

Posterior a los estudios de Canfield, se realizó un estudio sobre el lenguaje utilizado en la novela “Jaragua” (1950) escrita por Napoleón Rodríguez Ruiz. El estudio lo realizó González Rodas. El autor se centro en hacer un estudio fonológico del lenguaje utilizado por los personajes de la obra de Rodríguez Ruiz. Los fenómenos que interesaron a González Rodas fueron los siguientes: dislocación del acento, destrucción del hiato, yeísmos, voces extranjeras, arcaísmos, asimilación y disimilación, cambios por adicción (prótesis, epéntesis y paragoge), cambios por supresión (aféresis, apócope y síncopa), cambios por inversión, etimología popular y ultracorrección, equivalencia acústica: vocalización y consonantización, voces onomatopéyicas y sonidos diversos.

Le llegó el turno a Geoffroy Rivas. Joven poeta que había pasado una temporada en México. Regresaba de su exilio en tierra aztecas y venía con ideas frescas. Sus trabajos aunque empíricos, son de mucha ayuda en el desarrollo del estudio del lenguaje salvadoreño. Escribió dos libros: “El Español que hablamos en El Salvador” (1969) y “La Lengua Salvadoreña” (1978). En ambos textos, sostiene que el español que hablamos en El Salvador, tiene sustrato Nahuat:
“La primera corriente de asimilación de vocablos nahuas al español fue provocada por los propios conquistadores, quienes al tropezar con plantas, animales y cosas que les eran totalmente desconocidos y para los cuales no había nombre alguno en español, se vieron forzados a adoptar el nombre nahua para designarlos, especialmente cuando se trababa de alimentos…

La segunda corriente, la más importante y que más decisiva influencia ha ejercido sobre el español que hablamos en El Salvador, se produjo cuando los indígenas, ya establecida la Colonia, comenzaron a hablar español.” (Geoffroy Rivas, 2004:20)

Geoffroy Rivas es el máximo representante de las ideas de Henríquez Ureña en el campo lingüístico en el país. Es evidente que desconoció los estudios realizados por Canfield una década antes. De haberlos conocido seguramente no habría escrito lo que escribió. Sin embargo, tiene el mérito de ser el primer lingüista salvadoreño que estudia la lengua salvadoreña con la rigurosidad del caso.

Otra crítica a los trabajos de Rivas es que no tienen bibliografía ni hace referencia a dónde obtuvo los datos que presenta en ellos. Debemos suponer que fueron obtenidos en el campo, dado que así lo había propuesto él en el discurso que pronunció en la academia salvadoreña de la lengua cuando aceptó ser miembro de número de dicha entidad:
“Vengo con el inmenso deseo de sacar esta Academia a la calle, de llevármela a pasear por la avenida, de ir con ella a las covachas de la fortaleza, de instalarla en el Zanjón Zurita, en el chiquero, en los alrededores del tiangue de Mejicanos. Quiero que un domingo de éstos se vaya conmigo a la plaza de Atiquizaya, para que aprenda el idioma salvadoreño, el verdadero “idioma salvador”. (Geoffroy Rivas, 1998).

En los años ochenta, durante una pasantía en la Universidad Católica Centroamérica (UCA), Maxwell, publicó un artículo titulado “El español en El Salvador” (1980). En este artículo Maxwell estudia dos aspectos lingüísticos: fonología y morfología. Al interior del estudio de cada rama lingüística hace la siguiente división: salvadoreño general, salvadoreño laboral, regional, y literatura. Este estudio es de carácter generativo y para hacer los señalamientos se vale de una regla generativa que sirve para validar lo que está apuntando.

En la literatura le interesa la obra de Rodríguez Ruiz, Dalton, Salarrué. Allí hay dos fenómenos que le interesan particularmente: seseo y yeísmo.

No es sino hasta en la década de los 90s que Lipski, durante un congreso de literatura en honor del célebre escritor salvadoreño nicaragüense Juan Felipe Toruño, lee su discurso magistral: “El Español que se habla en EL Salvador y su importancia para la dialectología hispanoamericana” (2000) y “Creación del lenguaje centroamericano en la obra narrativa de Juan Felipe Toruño” (1998, 2006).

En el primer artículo, hace un estudio del voseo, de algunos aspectos léxicos y fonéticos. Entre los aspectos fonéticos que le interesan podemos mencionarlos siguientes: velarización de /n/ al final de la palabra, la realización de jota, la realización de b oclusiva después de consonante, la /y/ intervocálica, entre otros.

En el segundo artículo, Lipski, hace un recorrido por las obras “El Silencio” y “De dos tierras: Cuentos”. Los aspectos que interesan a Lipski son el voseo, y algunas modificaciones fonéticas presentes en el español salvadoreño y nicaragüense. Estas modificaciones son las realizaciones fonéticas; así también, la utilización de regionalismos (vocablos).

En la universidad de El Salvador, Henríquez, publicó un artículo titulado: “Observaciones del español de El Salvador” (2001). Henríquez, hace un recorrido morfosintáctico, fonético y lexical de la lengua salvadoreña. En el campo fonético, le interesa:
a- El seseo:
Fenómeno fonético común a todas las clases sociales salvadoreñas, que consiste en la unificación en la pronunciación de los fonemas /S/, /Z/, /C/ en /S/.
b- Yeísmo:
El fonema palatal /LL/ se confunde con el fonema /Y/. Se pronuncia exactamente igual vaya y valla.
c- La aspiración:
Fenómeno que consiste en el paso de articulación a un simple soplo, producido por espiración del aire. En El Salvador se acostumbra a aspirar la S al final de la palabra.
d- Cambios en puntos de articulación:
En El Salvador es común la velarización de por confusión acústica de /j/ por /F/. La /V/ se confunde con la /b/ y se velariza la /N/ al final de la palabra o del sintagma.
e- La asibilación:
Este fenómeno consiste en el paso de vibrante múltiple a sibilante fricativa.
f- Las variedades lexicales:
Aporte léxico de lenguas indígenas al español en diferentes zonas geográficas del país.

Posterior a este estudio, Romero publicó su “Diccionario de salvadoreñismos” (2003). La visión plasmada por el autor es fundamentada en la tesis sustratista defendida por Geoffroy Rivas. Es evidente que Romero desconoce los trabajos de Canfield (1953), Maxwell (1980), Henríquez (2001).

Si es interesante que proponga que para el estudio del español en El Salvador se haga dividiendo el territorio salvadoreño en tres zonas lingüísticas. Sin embargo al referirse al fenómeno fonético es demasiado escueto. Solamente establece que para de diferencias entre los países de Centro América con El Salvador:
“a- La primera es que con los vecinos Hondureños es con quienes menos nos diferenciamos los salvadoreños. En cambio inmediatamente salta la diferencia con los guatemaltecos, nicaragüenses, costarricenses y los panameños.
b- Tal vez el fenómeno fonético más notable sea el de la s aspirada, no suprimida como lo hacen los nicaragüenses.
c- Nuestra r es fuerte y no sibilante o fricativa como la de los guatemaltecos y costarricenses.
Hay resistencia al sonido de la sh del inglés y de las lenguas indígenas, para convertirlo en ch. Se oye chell en vez de shell, chila en vez de shila y chula en vez de shula.
d- Tampoco tenemos la contracción ao que se hace a la terminación ado de los adjetivos, tal como lo oímos a los guatemaltecos y a los españoles.
e- En el habla familiar es frecuente la mezcla de la confusión del tú y el vos con sus respectivas formas verbales.
f- Se usa mucho la forma perifrástica “ir a” acompañando al verbo, en lugar de ir el verbo solo.
g- Entre las muletillas tal vez más usadas sea “ese”, “como se llama”, etc.

Finaliza haciendo alusión a que gramaticalmente el dialecto salvadoreño está siendo descuidado por los hablantes. Presenta una visión estática del idioma, olvidando que el idioma es cambiante y está en constante evolución. Hace alusión al español utilizado por algunos escritores, entre los que menciona a Salarrue, Cristóbal Humberto Ibarra, Napoleón Rodríguez Ruiz, Arturo Ambrogi, entre otros.

Los estudios más importantes de los últimos diez años sobre el español dialectal salvadoreño los ha realizado Azcúnaga. “Estudios canónicos del Español Salvadoreño” (2004), se llama un artículo en el que hace un recuento de los trabajos más importantes en los que se ha estudiado el español salvadoreño, centrándose en los trabajos de Geoffroy Rivas. Según él, Rivas desarrolla las siguientes ideas:
1- Critica la concepción purista de la lengua (gramática tradicional).
2- Relación entre lenguaje, pensamiento, cultura y sociedad.
3- Conceptos de Substrato, superestrato aparejados a la vinculación sociedad, cultura y pensamiento.
4- El español de América sujeto a una serie de procesos de tipo sociocultural, de mestizaje y cambio.
5- Las influencias del náhuat en el español tiene dos grandes momentos: cuando los españoles asimilaron vocablos nahuas al español y cuando los náhuas comenzaron a hablar español.

“Fonética del español salvadoreño”, se encuentra aún inédito. Precisamente en este momento Azcúnaga (2007) está trabajando en un Atlas Lingüístico de El Salvador.

Otro gran aporte a este campo de estudio han sido las tesis de para optar a un grado académico dentro de la Universidad de El Salvador y universidades extranjeras. Entre estas podemos mencionar las siguientes:
a- “El sustantivo en el español coloquial salvadoreño. Niveles morfosintáctico y lexical”. Por Hilda Dolores Aguilar Chacón y Gladis Elvira Bolaños Bolaños (1991).
b- “Una perspectiva del voseo: una comparación de dos naciones voseantes, Guatemala y El Salvador”. Por Sandra Baumel –Schreffler (1989).

El Instituto Caro y Cuervo en su boletín II del año 1946, publicó un artículo de Enrique D. Tovar y R. titulado “Contribución al estudio del lenguaje salvadoreño”.

De todo lo expuesto anteriormente se deduce:
1- Que en el estudio del español dialectal salvadoreño ha habido dos tesis que han prevalecido: la sustratista y la andalucista. La primera más romántica que científica y la segunda con más fundamentos teóricos y con una visión más explicativa y científica.
2- Que el desconocimiento de algunos trabajos sobre el tema en cuestión ha hecho que algunos autores pequen de ignorancia y sostengan tesis que ya fueron debatidas y superadas.
3- Que hace falta mucho más estudio al español salvadoreño para poder establecer con certeza los diferentes fenómenos que se presentan en el español dialectal salvadoreño.

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Publicado por Eleazar Rivera en 11:45

El español que se habla en El Salvador

El español que se habla en El Salvador y su importancia para la dialectología hispanoamericana
John M. Lipski
The Pennsylvania State University

Introducción

Entre las zonas dialectales del español mundial, Centroamérica sufre de la escasez más aguda de investigaciones lingüísticas y literarias. Asimismo la literatura centroamericana, si bien cuantiosa en comparación con la población del istmo, no se ha dado a conocer lo suficiente como para facilitar las
aproximaciones comparativas. Y dentro del ámbito centroamericano, el habla de El Salvador sufre de una crítica escasez de trabajos descriptivos y teóricos, ya que en las últimas décadas la dialectología en El Salvador no ha podido avanzar al compás de los trabajos comparativos en otras naciones
hispanoamericanas.

En los próximos comentarios, mencionaré brevemente algunas de las
características más notables del español hablado en El Salvador, para luego situarlas dentro del marco de la dialectología contemporánea. El objetivo de esta exposición es de reanimar a los estudiantes salvadoreños a que realicen estudios empíricos sobre las variedades del español habladas en El Salvador y los países vecinos, para así remediar algunas de las deficiencias que entorpecen el conocimiento del castellano centroamericano.

En particular, enfocaremos la matización del sistema pronominal (la compleja distribución de tú, vos y usted), algunas construcciones sintácticas
características del habla salvadoreña, las modificaciones fonéticas del lenguaje popular, y la representación gráfica del habla espontánea.

El voseo en El Salvador

Empecemos con el aspecto morfosintáctico más significativo, el empleo de los pronombres personales de segunda persona singular (Baumel-Schreffler 1989, 1994, 1995; Castro-Mitchell 1991; Gaínza 1976; Lipski 1986c, 1989b; Pinkerton 1986; Rey 1994, ms.; Solano 1986; Vargas 1974;
Villegas 1965 para Centroamérica; Lambert y Tucker 1976, Brown y Gilman 1960 para casos generales).

El Salvador, igual que los demás países centroamericanos, es una nación eminentemente voseante, es decir que se prefiere el empleo del pronombre vos (y las formas verbales correspondientes) frente al tú que aparece como único ocupante del paradigma pronominal de segunda persona singular en los manuales de gramática. A diferencia de algunos otros dialectos centroamericanos, el habla salvadoreña presenta un sistema pronominal que da cabida a los tres pronombres singulares del castellano: tú, vos y usted.

En Nicaragua se puede afirmar que el pronombre tú no existe en el lenguaje cotidiano, aunque hasta hace muy poco, era la forma preferida en
el discurso literario, así como en la correspondencia amistosa entre personas de clase media. El filólogo nicaragüense Carlos Mántica (1973: 55) declara contundentemente que `“El voseo” (tratar de “vos”) es la única forma de tratamiento en el habla popular nicaragüense.’

El lingüista estadounidense Charles Kany (1969: 112) indica que `idéntico empleo confuso rige en Nicaragua … parte de la confusión en las formas, sobre todo el empleo del tú con el verbo en plural, se debe indudablemente
… al deseo que ciertos iletrados sienten por conformarse con el uso social correcto.’

El investigador venezolano Iraset Páez Urdaneta (1981: 81) observa que `Hablantes nicaragüenses afirman que en su país se vosea más rápida y fácilmente a una persona desconocida que en otros lugares de Centro
América; creen así mismo que el tuteo no tiene “muchas posibilidades” en Nicaragua.’

Para el vecino país de Costa Rica, observa Kany (1969: 110) que `El voseo es tan general en Costa Rica, que se puede oír incluso en las escuelas, siendo tachados de pedantes y presuntuosos quienes hacen uso del tú.’ Páez Urdaneta (1981: 83) dice que en Costa Rica `el voseo es general socialmente hablando. A diferencia de otros países voseantes el voseo se utiliza aquí en tratamientos
extra-clase ascendientes.’ Villegas (1965: 613) dice que `El uso de tú indicará en Costa Rica procedencia extranjera, afectación, pretenciosidad o pedantería. Puede incluso implicar afeminación.’

Hablando de Honduras, dice Kany (1969: 113) que `prevalece aproximadamente el mismo uso popular que en el resto de Centroamérica,’ mientras que para Guatemala, dice el mismo autor (p.116) que `el voseo es más general en Guatemala que en El Salvador.’ Alberto Rey (ms.) descubre un complejo sistema de trato pronominal en el habla hondureña contemporánea, que incluye una alta preferencia por el usted para personas desconocidas y encuentros callejeros, y una notable variación
entre tú y vos para compañeros de trabajo. Es en el dominio familiar y entre los amigos íntimos donde prevalece el voseo casi exclusivo. Páez Urdaneta (1981: 80-81) nota que `Hay cierto tuteo presente en el español hondureño, al menos en el habla de Tegucigalpa,’ mientras que en Guatemala `Con amigos o con desconocidos, vos puede ser usado y algunas veces, como un distanciante relacional, puede sustituírsele por un TU esporádico + {formas verbales de vos}’ (p. 79).

Nuestras propias observaciones realizadas en tierras centroamericanas confirman los apuntes de Kany y Páez, quienes se basaban principalmente en fuentes literarias y lexicográficas.

La situación de los pronombres personales en El Salvador es más matizada, pues además de la dicotomía pan-centroamericana vos-usted, existen casos de tuteo interno, es decir entre interlocutores salvadoreños sin pretensiones extranjerizantes (Baumel-Schreffler 1989, 1994; Lipski 1986c, 1989b).

Algunos salvadoreños—pero no todos—aceptan el empleo ocasional de tú como variante intermedia: significa amistad pero sin el grado de confianza que requiere el voseo. Este trato tridimensional se encuentra sobre todo entre los individuos de mayor preparación escolar, pero se puede afirmar que el
uso esporádico de tú no es tan ajeno a las normas salvadoreñas como el mismo pronombre en territorio nicaragüense. Kany (1969: 114) nota que `El Salvador no constituye excepción en lo referente al voseo popular. De hecho, el voseo está allí enormemente extendido en la conversación familiar. Menos general que en Argentina, su uso (no sus formas) es tal vez más comparable con el de
Chile. En las clases altas se usa ocasionalmente “de una manera velada,” si bien el uso social educado impone el tú.’ Kany (1969: 116) también observa la alternancia de formas propias de tú y vos en el habla salvadoreña popular.

Páez Urdaneta (1981: 79-80) afirma que `Nacionalmente, el tuteo … es
raro … En comparación con Guatemala y Nicaragua y Costa Rica, El Salvador y Honduras presentan cierto tuteo verbal que sin ser intenso no deja de ser algo evidente. En el trato familiar, vos es “universal” … el voseo es intenso en cada una de las clases sociales salvadoreñas.’
En mis propias encuestas, realizadas entre salvadoreños residentes en los Estados Unidos, mis informantes (que representaban casi todas las capas socioeconómicas del país) indicaban una preferencia extraordinaria por el pronombre vos para el trato familiar, aunque casi todos reconocían el empleo de tú, sobre todo cuando existe una distancia profesional o un grado menor de confianza entre los interlocutores (véase el Cuadro 1). Estos resultados fueron confirmados por Baumel-Schreffler (1994), quien efectuó una encuesta entre salvadoreños residentes en Houston, Texas, casi todos de la clase trabajadora.

Los hombres preferían el pronombre vos (50%) o usted (37.5%) frente a tú
(12.5%) al hablar a otro hombre; para dirigirse a una mujer, los mismos hombres optarían por vos (44%), usted (33%) y tú (22%). Las mujeres no demostraban un trato diferencial; preferían el usted deferencial tanto para interlocutores femeninos como masculinos.

En cuanto a las actitudes, un 71% de los informantes salvadoreños afirmaban que tú era más refinado que vos (un 20% no encontraba ninguna diferencia, y un 10% indicaban que vos era más refinado); sin embargo, un 61% pensaban que vos era un trato más amistoso, frente a 20% que se inclinaban hacia el tú y un 20% que no detectaba ninguna diferencia.

Además de su valor como pronombre de solidaridad, vos también puede establecer una igualdad forzada, para insultar, menospreciar, o repudiar una actitud de superioridad real o imaginada de parte del interlocutor. Así es, por ejemplo, que unos combatientes guerrilleros salvadoreños describieron sus intercambios verbales con un oficial del ejército que mantenían en condición de prisionero de guerra (López Vigil 1991: 180): `Los combatientes, por orden de la comandancia y para bajarle un poco los humos, lo trataban de “vos”. Nada de “mi coronel”. Sin ofenderlo, pero achicándolo con el voceo. Son detallitos, pero cuentan.’

Estos estudios piloto dan cuenta de la complejidad del trato pronominal dentro de El Salvador y entre los salvadoreños que viven en el extranjero, pero todavía hace falta un estudio multidimensional del voseo salvadoreño. Hay que aclarar, por ejemplo, la gama de formas verbales (especialmente las
formas compuestas a base de has/habías y el tiempo futuro a base de -ás/-és), la posibilidad de formas híbridas (pronombre vos con formas verbales que corresponden al pronombre tú), la posibilidades de emplear el pronombre tú entre interlocutores salvadoreños, las actitudes de los distintos sectores
socioculturales hacia el voseo, los efectos del sistema educativo y los medios de comunicación sobre el trato pronominal, y las variables que rigen la oposición vos-usted. Como se ve, es un tema fructífero para investigaciones futuras,

Además del empleo de vos como pronombre de segunda persona singular, existen otras facetas que circunscriben el comportamiento del voseo en Centroamérica. En El Salvador, y en grado menor en Honduras y Guatemala, se coloca vos (y a veces usted) al final de las frases para reiterar la
participación del interlocutor; esta construcción es apenas conocida en los otros países centroamericanos. Algunos ejemplos derivados de la literatura salvadoreña y guatemalteca son:
(1) está rica esta babosada, vos (Argueta 1981: 98)
Si se juera pasando, bos Nachóo? (Ambrogi 1961: 184)
_Quién, vos? (Ramón González Montalvo `La cita’ [Barba Salinas 1959: 232])
_vamos a trer las bestias, vos? (Peralta Lagos 1961: 26)
encendé la fogata, vos (Rodríguez Ruíz 1961: 89)
_nos habrá reconocido, vos? (Rivas Bonilla 1958)
qué friyo, vos (Salarrué 1970, v. 1: 291)
de veras, vos, qué bonito (Salarrué 1970, v. 1: 424)
de juro ques el mar, vos (Salarrué 1970, v. 1: 426)
_por qué, vos? (Salarrué 1970, v. 1: 337)
amonós, vos (Salarrué 1970, v. 1: 330)
_te dolió, vos? (Salarrué 1970, v. 1: 326)
_Y el pueta, vos? (Dalton 1976: 222)

Es que a mí me gusta la música, ustedes. (López Vigil 1991: 122)
_Es que lo desenterraron, usted! (López Vigil 1991: 128)
—-_Qué, vos? —- le preguntamos sin hacerle mucho caso … (Ramírez 1973; t. II, , 407 [Luis de Lión, Guatemala])
_A saber, vos! (Ramírez 1973; t. II, , 410 [Luis de Lión, Guatemala])
_Es que yo vivo aquí, usté! (Lara Figueroa 1984: 140) [Guatemala]

Hasta ahora no se ha realizado ningún estudio empírico sobre este fenómeno, a pesar de que representa un regionalismo casi exclusivo de El Salvador y las áreas limítrofes de los países vecinos. Se trata, en efecto, del empleo `libre’ del pronombre, es decir, desvinculado de todos los argumentos
de la oración en que aparece. En español, al igual que las demás lenguas indo-europeas, se puede
desplazar un sintagma nominal hacia el comienzo o el final de una oración para topicalizarlo: Tiempo, no tenemos; Es bien difícil, ese problema; El trabajo lo hice ayer. En todo caso el sustantivo desplazado corresponde a uno de los argumentos del verbo: sujeto, complemento directo, etc. No es
posible topicalizar un elemento que no corresponda a uno de los argumentos de la oración.

El idioma chino por ejemplo, junto con otras lenguas asiáticas, permite los `tópicos sin huellas’ [en inglés: nongap topics], es decir, se construyen oraciones del tipo: El Salvador, me gustan las pupusas, donde el elemento desplazado no corresponde a ningún argumento del verbo, sino que encuentra su antecedente pragmático en el discurso circunvecino. _Cuál es el origen de los pronombres pospuestos en el habla salvadoreña? El español mundial permite frase del tipo _Tú qué piensas? (o _Vos qué pensás?) y aun Yo lo que pienso es que esto es absurdo, pero el pronombre siempre está vinculado a
la estructura fundamental de la oración, siendo en efecto un sujeto topicalizado.

No parece que las lenguas indígenas de El Salvador hayan influído en la posposición de los pronombres, de manera que hay que buscar sus orígenes en la gramaticalización de los actos de habla. Tampoco se conocen los
parámetros pragmáticos que circunscriben su empleo en el lenguaje cotidiano. _Con qué finalidad discursiva se agrega el pronombre pospuesto (acto de solidaridad, para mitigar una petición, en forma imperativa, etc.)? _Se limita su uso a ciertos sectores sociales o generacionales? _Existen diferencias
regionales? _En qué época histórica surgió esta construcción por primera vez? Queda mucho por hacer para resolver estos interrogantes.

Los ejemplos extraídos de la literatura costumbrista centroamericana en general reproducen fielmente los matices sociolingüísticos que rigen el empleo de los pronombres de trato personal, evidenciando la muy arraigada ambivalencia que despierta el tema del voseo en Centroamérica. Si bien las clases populares emplean el voseo sin complejos ni reparos, los intelectuales centroamericanos y de otras naciones voseantes en su gran mayoría han rechazado el pronombre vos en el discurso culto, llegando algunos escritores al extremo de repudiar cualquier empleo de este pronombre y aun los pueblos que han caído en semejante `vicio.’

Así el autor guatemalteco José María Bonilla Ruano (1939: 11-13) vociferaba en contra de este `craso barbarismo,’ `repugnante vos,’ infamante vos,’ `el denigrante voseo.’ El filólogo nicaragüense Alfonso Valle (1972: 298) ofrece la siguiente crítica del voseo: `Tratamiento vulgar y plebeyo, que para desgracia y vergüenza nuestra es común a todas nuestras clases sociales. El tú y el usted han sido sustituidos por el villano vos, y este cáncer idiomático ha alcanzado a todos los verbos de la lengua castellana.’

El lexicógrafo guatemalteco Lisando Sandoval (1942: t. II, 603) describe el voseo como `solecismo’ y `barbarismo,’ pero `tan usado entre personas
de confianza, como en la correspondencia familiar.’ El costarricense Carlos Gagini (1919: 244) dijo que las formas híbridas del voseo `ponen los pelos de punta a los peninsulares que las oyen …’ Otro costarricense, Abelardo Bonilla, dijo en una ocasión (Láscaris 1975: 186) que el voseo `responde a la mayor facilidad de dicción que proporciona a la pereza mental, como lo demuestra el empleo que de esa forma hacen los indios y los niños cuando comienzan a hablar …’

El escritor hondureño Froylán Turcios vapuleaba el voseo constantemente (Kany 1969: 86); su compatriota Alberto Membreño (1982: 204-5) escribía en su diccionario de Hondureñismos que `el solecismo ha nacido ahora después que aprendimos á conjugar los verbos, y que el pronombre vos no ha querido ceder su puesto al tú.’

Fuera de Centroamérica, el argentino Arturo Capdevila (1940: 77 ss.) considera que el voseo rioplatense es `sucio mal, negra cosa, horrendo voseo…’ Podemos mencionar también las muy conocidas críticas de Andrés Bello y Rufino José Cuervo; para este último, el voseo era `repugnante,’ y las formas mixtas forman un `menjurge que encalabrina los sesos’ (Kany 1969: 87), mientras que para Bello el voseo (de Chile y otras naciones) era `una vulgaridad que debe evitarse, y el construírlo con el singular de los verbos una corrupción insorportable’ (Sandoval 1942: t. II, 603). El costarricense
Arturo Agüero (1962: 167) observa acertadamente que `… es además, un tratamiento de menosprecio, y aunque alguien no tuviera esa intención al vosear a una persona, esta podría considerarlo así. Según a quien se trade de vos, esto podría constituir asimismo una falta de educación…’

Por supuesto, no todos los intelectuales centroamericanos tienen sentimientos tan negativos ante el voseo popular. El costarricense Constantino Láscaris (1975: 186) opina que `en un pueblo donde todos vosean … no puede haber nobleza’ para luego concluir que `Costa Rica, país de poco folklore, debería cuidar el “voseo”.’ Aun el antes citado costarricense Abelardo Bonilla reconoce que `entre nosotros es, además, una característica de la familiaridad democrática …’ (Láscaris 1975: 186) Otro costarricense, Víctor Manuel Arroyo (1971: 71) afirma sin comentarios emotivos que `en Costa Rica
el `tú’ lo usa un número reducidísimo de personas—algún profesor universitario, algún académico …’ El lexicógrafo guatemalteco Francisco Rubio (1982: 240) observa que `actualmente poco se utiliza el tú
en Guatemala. Si no hay confianza o existe respeto se emplea “usted”, de otro modo se usa el “vos.”’

En una encuesta sociolingüística realizada en Costa Rica hace unos años (Vargas 1974: 23), los informantes contestaban a la pregunta ficticia “_Qué pensaría y qué haría usted si la Academia Costarricense de la Lengua declara que en adelante es obligatorio usar tú en lugar de vos?” Y aunque algunos costarricenses dijeron que se conformarían mansos y sumisos, otros no fueron tan tolerantes: `Es una solemne babosada y por supuesto hablaría como a mí me diera la gana.’ `Me reiría a carcajadas y pensaría que es ridículo.’ `_Quién acataría esa disposición?’ `Es un irrespeto a la idiosincrasia del pais.’ `Me importa un bledo; lo seguiría usando lo mismo, pues para mí es imprescindible dentro de la graduación de mis amistades.’ Y lo más directo: `Son unos locos.’

Por fin un personaje en la novela Pobrecita poeta que era yo de Roque Dalton (1976: 172) dice sencillamente: `Mirá tú no tenemos.’ Conviene preguntar por qué tantos intelectuales de renombre han considerado que un trato pronominal tan legítimo como el voseo—que se daba en España en siglos pasados y que se encuentra hoy en día en todos los países hispanoamericanos con excepción de Puerto Rico y la República
Dominicana—debe ser extirpado de la lengua nacional. Será, en muchos casos, que los autores ignoraban la verdadera extensión geográfica del voseo, su aceptación amplia en algunas naciones sudamericanas, y su ilustre trayectoria histórica, que remonta a los períodos más antiguos de la lengua castellana hasta llegar al latín clásico. Puede ser que al no encontrar el pronombre vos en los manuales de gramática, algunos centroamericanos hayan equiparado la ausencia de dicho pronombre en los pronunciamientos oficiales y el parentesco ilegítimo que deja marginados a los registros sociales menos
favorecidos por su alcance económico. A otros les produce consternación la combinación de formas verbales derivadas del paradigma de vosotros y el clítico te, propio del pronombre tú; las construcciones híbridas les parecen aberrantes y por lo tanto poco dignas. Sean las que fueran las razones, lo cierto es que el voseo lleva el estandarte de las clases populares, y por lo tanto los que prefieren mantener su condición privilegiada mediante las barreras lingüísticas encuentran un poderoso aliado en la distribución socioeconómica de vos y tú.

Otras facetas morfosintácticas del español salvadoreño

Otra combinación sintáctica que ocurre con frecuencia en el dialecto salvadoreño es la yuxtaposición del artículo indefinido y el posesivo antepuesto: una mi amiga, una mi tacita de café.

Muy raras veces el posesivo se combina con un demostrativo en vez del artículo: aquella su idea. Aunque esta construcción se daba ocasionalmente en el español antiguo y se oye hasta hoy en día en el español sefardí, su prominencia en los dialectos de El Salvador y Guatemala se debe a la existencia de estructuras homólogas en el idioma maya (Martin 1978, 1985; Maxwell 1980): (2)
un su cipotío chelito (Salarrué 1970, v. 2: 22)
tenía unos sus 2 años (Salarrué 1970, v. 2: 32)
hijo de un su papá (Salarrué 1970, v. 2: 40)
tenía un su hambre (Salarrué 1970, v. 2: 71)
un su palito de lata (Salarrué 1970, v. 2: 105)
una su herida (Salarrué 1970, v. 2: 122)
un su barquío cacho de sorbete (Salarrué 1970, v. 2: 159)
dé un su bocadito (Ambrogi 1973: 202)
pasé un tiempo sirviendo donde un mi patrón que se murió (Rodríguez Ruíz 1961: 199-200)
Y en una tu nalga pálida te pondría un cartelito: “English Spoken” (Dalton (1976: 155)
Con esa su terquedad característica … (López Vigil 1991: 54)
_Y el … enemigo hablando paja por aquella su RADIO VERDAD (López Vigil 1991: 144)
Ductor, tengo de años estos mis dolores (Manuel Aguilar Chávez `La dentadura de oro’ [Barba Salinas 1959:
300])
Pobre la señora Petrona con ese su dolor … (Ambrogi 1961: 75)
Di’un su bocadito. (Ambrogi 1961: 103)

Queda como tarea urgente el estudio sociolingüístico de esta construcción, para determinar las variables que rigen su uso; por ejemplo: _se puede combinar con cualquier sustantivo? _es posible la expresión de pluralidad dentro de esta combinación? _Qué grupos de hablantes emplean esta
construcción con las frecuencias más elevadas y en qué circunstancias locucionales? _Está en retroceso esta construcción frente al lenguaje normativo, o se está ampliando su alcance entre la juventud? _Cuál es la estructura sintáctica de los sintagmas nominales en que aparece esta
combinación, ya que el español mundial sólo permite una palabra en la posición del determinante: artículo, posesivo, demostrativo (véase Ishikawa 1996)?

El español salvadoreño, así como los dialectos vecinos de Honduras y Guatemala, emplea la palabra _va? (aparentemente derivada de _verdad?) como muletilla o comodín, a veces sin la intención de pedirle reconocimiento al interlocutor. Esta combinación—que no se utiliza en Nicaragua y
Costa Rica—raras veces aparece en la literatura costumbrista, aunque es ampliamente reconocida entre los dialectos vecinos que no manifiestan esta construcción.

Como ejemplo extraído de la cultura popular, en la década de los años 80 una carnicería en Houston, Texas anunciaba sus productos en una emisora local cuya audiencia era principalmente de origen mexicano, pero que contaba con un número cada vez mayor de inmigrantes salvadoreños. Al final de un anuncio el locutor—imitando exageradamente la entonación centroamericana—intentó saludar a los clientes salvadoreños mediante la siguiente parodia:
Hay menudo a sólo 30 centavos la libra. _Menudo! O como dicen nuestros amigos salvadoreños:
“Bueno, pué, yo le dije a mi ehposa, va, pué, vaya pué le dije, andate ya a la Matamoros le dije yo,va, pa que comprara … carnita, va, pa ajer un mondongo, va.”

Aunque sufre de muchos defectos, esta imitación da cuenta de varios fenómenos auténticos que separan el habla salvadoreña del español mexicano `norteño’ que prevalece en Houston: la aspiración de la /s/,
el voseo, el uso de pues y vaya pues, y el estribillo va. Al igual que los otros fenómenos morfosintácticos antes mencionados, el empleo de _va? merece un estudio detallado.

Su uso es más frecuente en El Salvador, Honduras y Guatemala, pero todavía no se conoce sus límites geográficos ni sociolingüísticos. Es aun más importante estudiar sus dimensiones pragmáticas, pues este estribillo reúne una seria de funciones ilocutivas que varían según el nivel sociocultural del hablante y las circunstancias en que se produce el discurso correspondiente.

Los dialectos centroamericanos del español se formaron en contacto estrecho con una variedad de lenguas indígenas, siendo los dialectos nahuas y mayas las fuentes mayores de compenetración léxica.

La posible influencia sintáctica de las lenguas mesoamericanas se limita a unas construcciones marginales que no alcanzan el habla culta, y que van desapareciendo de los dialectos contemporáneos a medida que se eleva el nivel de escolaridad de las capas sociales menos favorecidas. Uno de los
fenómenos más llamativos del contacto del español y las lenguas indígenas de América es el desdoblamiento de los clíticos de complemento directo, generalmente mediante la forma invariable lo, y aun el empleo del mismo clítico con verbos intransitivos.

En el español mundial, es imposible emplear un clítico si el complemento directo tiene forma sustantival, sobre todo si se trata de un objeto
inanimado; usando un asterisco para indicar combinaciones agramaticales, tenemos el siguiente esquema de variación pronominal:
(4)
Lo veo.
Lo veo a él/*Veo a él.
Lo veo a Juan {gramatical en algunos dialectos del Cono Sur}
Lo veo el libro {gramatical en la zona andina y algunas otras áreas bilingües}
Lo veo las casas {gramatical sólo en los sociolectos marginales del español andino y algunas áreas mexicanas}

En ninguna variedad monolingüe del español se permite la combinación de un clítico acusativo y un verbo intransitivo, pues el clítico tiene que representar uno de los argumentos internos del verbo, y los verbos intransitivos sólo tienen un argumento externo, es decir el sujeto de la oración. El empleo del
clítico junto a los complementos directos inanimados (Lo veo el libro) puede deberse a una variedad de congruencias estructurales entre el español y el quechua, el aymara, el náhuatl, el maya, y el guaraní (Lipski 1994, 1996).

En Centroamérica, existen casos del clítico invariable lo en combinación con
verbos transitivos e intransitivos: (5)

NICARAGUA (YCAZA TIGERINO 1980: 6):
lo hay una mata de lirios
lo temo que se muera
por cierto que lo sois rico

HONDURAS (VAN WIJK 1969):
te lo fuistes de mí
se lo fue de viaje
me lo pegastes
EL SALVADOR—PIPIL (BARATTA V. 2, 611; DEODANES 1972: 1-4):
lu alistás tus caites, te lu ponés tu sombrero vieju
yo no lu tengu milpa
No lu traigo nada qué dar
no lu sabemus quién es Esa Persona que esté en lus cielus
ya me lo voy a mi casa
dicen que lo nacio en Belén
yo lo hey venido
No lu quiere el quilite, pué, patroncita (Napoleón Rodríguez Ruíz `El domador de culebras’ [Barba Salinas 1959: 262)

EL SALVADOR—LENCA (BARATTA 1959: 342-3):
Santo Señor San Pegru, te lu estamos celebrando tu día … `Saint Peter, we are celebrating your day’
Tan bonito que te lo sois con esa tus naguas juajiado, te lo pareceis mi calabazo con su correa amarrado …
_Ah, jiero! Voish sólo te lu sois güeno para …
Yo soy lu jindio juancijise Que lu vengo de tierra frijia … (Comité de Investigaciones 1944: 255)
Adiós lu Mariyita que no lu tienes La compasión de este pobre jindiu Que nu lu tiene calzón … (Comité de Investigaciones 1944: 295)

El desdoblamiento de los clíticos tiene alcance muy limitado en Centroamérica, a diferencia de la zona andina y el Paraguay, donde ocurre aun en los sociolectos cultos. Los ejemplos centroamericanos se
dan principalmente entre las comunidades indígenas menos privilegiadas, y son desconocidos por la mayoría de los residentes urbanos de los mismos países. En la obra de Juan Felipe Toruño por ejemplo aparecen personajes indígenas, pero su manera de hablar no se diferencia de la de los demás
campesinos. Hay una excepción: en El silencio (125) un viejo indio `habló con el mozo de Andrés una jerigonza que no entendieron los otros. El mozo tradujo la pregunta del anciano.’ El autor nos da a entender que el anciano hablaba un idioma indígena y no una variedad mestiza del castellano.

Fonética y fonología

El lingüista norteamericano Lincoln Canfield (1960: 32), que describía el habla de El Salvador en los años ’50, señala que `Además de ser la tierra de buir a trer, andate y _primero Dios! El castellano de El Salvador tiene ciertos rasgos fonéticos que saltan al oído del extranjero …’

Los principales hilos fonéticos de El Salvador son bien conocidos entre los dialectólogos, aunque no todos reciben un trato adecuado en las imitaciones literarias. El Salvador, al igual que el resto de Centroamérica—velariza la /n/ final de palabra y frase, realiza la jota como una ligera aspiración que
puede desaparecer en el habla rápida, realiza la /b/ como oclusiva después de consonante (ceiba, alba, etc.), y le da a la /y/ intervocálica una pronunciación muy relajada, hasta el punto de eliminar la /y/ en contacto con las vocales /e/ e /i/. Es frecuente la presencia de una [y] ultracorrecta o antihiática en los
hiatos que llevan como primera vocal una /e/ o /i/: María > Mariya, vea > veya, etc. La reducción de la /y/ intervocálica en contacto con vocales anteriores es patrimonio común del español centroamericano (Lipski 1990), y casi nunca aparece como indicador sociolingüístico en la literatura
regionalista.

En El Salvador así como en los demás países centroamericanos, la inserción de una [y] antihiática alcanza todas las capas sociales en determinados momentos, pero sobresale por su frecuencia alta entre los sectores rurales, y figura prominentemente en los textos costumbristas del istmo: (6)

JUAN FELIPE TORUÑO, DE DOS TIERRAS:
Seya como seya, me las paga. Yo no queriyun … (71)
ses tán cuatro diyas rempujando en claro … (92)
Pero veya, compadre, ha de ser desos dolores pasajeros. Tenemos una boteya todaviya … (94)

JUAN FELIPE TORUÑO, EL SILENCIO:
Nue terminado todaviya (54)
… los patrones lo queriyan … Otro diya mes plicarás eso … (55-6)
_Nuhay tu tiya con él! (117)
No siento más que decayimiento … (138)
… en cuanto pasen los nueve diyas … (140)
_Seya lo que seya! (161)
Estuvo un hombre renco que deciya yamarse Juan … hace diyas que se fue (186)

OTROS ESCRITORES:
Tan, esos caminos bien feyos (Salarrué 1969: 49)
_Qué feyo este baboso (Salarrué 1969: 277)
_No creya, Padre, entuavía sioye un bisbiseyo! (Salarrué 1969: 289)
ai veya, mano (Salarrué 1969: 290)
él la veiya desde el taburete (Salarrué 1969: 301)
… con un perjume que mareya (Salarrué 1969: 301)
con su cuerpo de guineyo pasado (Salarrué 1969: 299)
Esos han sido los Garciya (Salarrué 1969: 293)
Que se lo teniya merecido, pué (Rodríguez Ruíz 1968: 73)
Alabado seya Dios (Rodríguez Ruíz 1968: 127)
Usté ya lo sabiya (Rodríguez Ruíz 1968: 170)
Apéyense … descansen un rato (Peralta Lagos 1961: 33)
Andariyas enseñando el trasero (Ramón González Montalvo, `La cita’; Barba Salinas 1959: 229)
Si desconfía de yo, leya esta recomienda … (Ricardo Martel Caminos, `La fuga’; Barba Salinas 1959: 419)
Usté nu’es nada miyo. (Ambrogi 1961: 25)
S’enfriya el trago, don Rafáil (Ramírez 1973: t. I, 163 [Arturo Ambrogi, El Salvador])

Unos ejemplos de la elisión de /y/ intervocálica en contacto con vocales anteriores son: (7)
… blanco de todas las burlas y jugarretas del blanquío (Salarrué 1969: 369)
el hijío de la maistra! (Salarrué 1969: 69)
sólo por quitarle la golía a ese chapín … (Rodríguez Ruíz 1968: 187-8)
un su cipotío chelito (Salarrué 1970, v. 2: 22)
un su barquío cacho de sorbete (Salarrué 1970, v. 2: 159)
Vámolos de aquí. Robertío, papacito … (Dalton 1976: 320)

Pedro Geoffroy Rivas (1975: 202) encontraba en la inserción de la [y] antihiática la huella del substrato nahua: `La LL del castellano se cambió por una Y bien marcada, que no sólo substituyó a aquel fonema sino que se introdujo donde no existe: no sólo decimos cabayo, eya, estreya, gaviya,
sino que introducimos la Y para separar el diptongo IA, diciendo habiya, diya, teniya.’ No es posible rechazar del todo la hipótesis substratista (aunque mencionamos de paso que ninguna variedad del español mexicano—de fuerte estampa nahua—recurre a la [y] antihiática), pero creemos que no se debe
a la casualidad que la [y] no etimológica se dé precisamente en los contextos que más favorecen la elisión de la /y/ intervocálica.

Ya en los años 50 Canfield (1960: 50) observaba que `La [y] es tan débil que a veces es difícil saber si se dice [kapía] o [kapiya], [gaína] o [gayina] … le preguntamos un día a un joven analfabeto cuál era la diferencia entre [sía] y [siya]. Respondió que la primera era de montar, la segunda de casa.’ Ahora bien, en el español centroamericano la [y] intervocálica es tan débil que a veces se emplea una [y] ultracorrecta, igual que los españoles incultos pueden decir Bilbado por Bilbao o bacalado por bacalao, mientras que los caribeños dicen fisno por fino y catorces año por catorce años.

Aunque hay otros dialectos del español que realizan la [y] intervocálica como una semivocal débil (el norte de Nuevo México, algunos dialectos colombianos), ninguna variedad alcanza las tasas de elisión del español centroamericano, y por lo tanto es de esperarse que los casos de ultracorrección sean más frecuentes precisamente en estos países. Si hay que buscar una contribución del nahua, es más probable que sea la eliminación de la /y/ intervocálica, que en Hispanoamérica coincide con la zona de habla náhuatl (aunque también se produce en otras áreas). La tendencia natural del español de evitar el hiato, así como la reacción hipercorrectiva, dan paso a la [y] intrusiva.

De las características fonéticas de los dialectos de Nicaragua, Honduras y El Salvador, así como las áreas limítrofes de los países vecinos, la que más llama la atención es la aspiración de la /s/ final de sílaba/palabra. En Nicaragua, las tasas de aspiración de /s/ son de las más elevadas en toda
Hispanoamérica (Lacayo 1954, 1962; Lipski 1984, 1985, 1986b, 1989a).

Algunos datos comparativos se encuentran en el Cuadro 3. Tan fuerte es la reducción de esta consonante entre los nicaragüenses que les merece el apodo de mucos `toro de un solo cuerno’ en el vecino país de Honduras. La aspiración de la /s/ en Nicaragua se ha representado en algunas narrativas nicaragüenses mediante la letra j: (8)
JOSÉ ROMÁN, COSMAPA (1978):
le vua decir, puej … sólo yo y usté lo sabemoj … si voj se lo decís a naides … (53)
lo que tengo ej brama tancada, que me case, y ej verdá … _Pa qué quiero maj? (71)
ésta e’ la última vez que vení … a lo que te arrimá aquí vos (Silva 1982: 100; habla un cantinero “turco”)

A pesar de estos ejemplos, la /s/ aspirada aparece raras veces en la literatura nicaragüense, precisamente por ser una característica tan arraigada entre todas las capas sociales que no sobresale como marcador sociolingüístico dentro de Nicaragua. En los países vecinos, sobre todo en Costa Rica, donde la /s/ final es muy resistente, la realización de la /s/ en Nicaragua figura en la literatura
costumbrista: (9)

DE MAMITA YUNAI DE CARLOS LUIS FALLAS (1975):
Buenos diaj, muchachoj … hablaba despacio, acentuando graciosamente el peculiar dejillo de los nicas …
(116)
_Hey, cartagoj, cuidao los ajujtan laj bruujaj! (159) _Adentro, Cachuchita, ají me gujta! (163)
_Hey, catracho’el diablo, jodidóo! _Todaviilla hay quien je acuerda’e laj pijiadaj qu’hemoj daoo! … nojotroj, en Laj Grietaj, cuando noj dimoh cuenta’e l emb ojcada … _Choocho! _Je corrieron como cipotej! … y cuando el General Japata gritó … (164)

La reducción de la /s/ en español comenzó en la posición final de palabra para alcanzar rápidamente las posiciones preconsonánticas interiores de palabra. Es difícil establecer con exactitud la época en que la /s/ empezaba a aspirarse por primera vez, pero es muy probable que el dialecto andaluz haya manifestado una articulación relajada de la /s/ implosiva por lo menos en el siglo XVII (Lipski 1995a).

La propagación de este fenómeno a tierras americanas coincidía con su difusión en las áreas meridionales de España, ya que el denominado `español atlántico’ era una gama de variantes dialectales que vinculaban los puertos andaluces y canarios con las principales ciudades del litoral hispanoamericano.

Pedro Geoffroy Rivas (1975: 202) opina que `los nahuas modificaron la pronunciación del español, suprimiendo toda diferencia entre S, C y Z, y substituyeron estos sonidos por una S breve y aspirada, muy parecido al fonema del nahuat que en inglés se representa por H … generalmente
decimos nohotros en vez de nosotros.’

Es lógico pensar que el substrato indígena haya sido responsable por las idiosincrasias fonéticas de los dialectos centroamericanos, pero nos permitimos cuestionar el planteamiento antes expuesto. La aspiración de la /s/ final de sílabas tiene raíces claramente andaluzas, donde comenzó hacia finales del siglo XVI, es decir, cuando empezaba a florecer la colonización española de El Salvador y el resto de Centroamérica. Hoy en día la reducción de la /s/ abarca toda Andalucía, Extremadura, Murcia y provincias vecinas, las Islas Canarias, toda la cuenca del Caribe, el litoral pacífico de Sudamérica, y la zona del Río de la Plata, además de caracterizar el habla de Honduras, Nicaragua, y parte de Costa Rica y Belice.

Es más, en la cuna de la civilización nahua, es decir México, la /s/ final de sílaba resiste la aspiración con una tenacidad que sobrepasa casi todos los otros dialectos hispanoamericanos.

La reducción de la /s/ preconsonántica y ante pausa tiene una explicación puramente fisiológica, ya que la posición implosiva facilita la erosión de gestos articulatorios que culmina en la desvinculación de toda obstrucción oral, es decir, una simple aspiración. El próximo paso en la evolución de la /s/ final de palabra es la extensión de la aspiración a contextos prevocálicos (los amigos). En este contexto, la resilabificación natural del español coloca la /s/ aspirada en posición inicial de sílaba, y por lo tanto la reducción de /s/ no se puede atribuir al desmantelamiento de gestos articulatorios en un contexto
desfavorable.

Más bien se trata de una extensión analógica. Sabemos que el proceso de aspiración y elisión de /s/ surgió por primera vez en posición preconsonántica, sin alcanzar todavía los contextos prevocálicos; todavía existen dialectos del español (por ejemplo, el habla semiculta de Buenos Aires, Montevideo, Lima y algunas ciudades españolas) en que la /s/ final de palabra se aspira sólo ante
consonante y nunca ante vocal—no existen dialectos con la configuración opuesta. El factor que más influye en la extensión de la /s/ aspirada a posiciones prevocálicas es la eliminación del polimorfismo; se logra así la realización como [h] de toda /s/ final de palabra sin importar el contexto siguiente.

Este proceso no tiene nada de motivación puramente fonética; es más bien el resultado de una presión morfológica hacia la eliminación de variantes condicionadas por el contexto fonético.

En El Salvador y Honduras, la /s/ final de sílaba/palabra también se aspira, aunque las tasas de reducción son menores que las que se dan en Nicaragua, sobre todo entre las capas socioculturales más altas. En Honduras la realización de /s/ está notablemente regionalizada, mientras que en El
Salvador la variabilidad de la /s/ gira alrededor del eje CIUDAD-CAMPO (Canfield 1953, 1960; Lipski 1983b, 1985, 1986a, 1986b, 1986c, 1987, 1989b; Maxwell 1980).

Otra faceta de la reducción de /s/ en El Salvador y Honduras es la aspiración de /s/ en posición INICIAL de palabra, sobre todo después de vocal (la semana, cincuenta centavos, y aun El Salvador) (Cuadro 2). La aspiración de la /s/ intervocálica interior e inicial de palabra ha sido señalada como fenómeno esporádico en las capas sociales más humildes en varias áreas del mundo hispanoparlante, tanto en España como en Hispanoamérica (es muy frecuente, por ejemplo, en el español tradicional de Nuevo México), pero en
ninguna descripción tenemos noticas de un proceso tan avanzado en todos los niveles socioculturales como el que podemos observar en el español salvadoreño (y hondureño).

Todavía es imposible postular con exactitud la motivación de esta circunscripción geográfica, pero creemos que no se debe
enteramente a la casualidad que tanto en El Salvador como en Honduras entre las palabras que más se oyen con /s/ inicial aspirada sea centavos, junto con los numeros cincuenta, sesenta y setenta, por ejemplo en las combinaciones tipo uno cincuenta.

En los dos países es muy frecuente que los precios se expresan con fracciones, utilizando las combinaciones antes mencionadas; basta pasear por cualquier
mercado, calle, autobús u otro lugar donde se practique el comercio interpersonal para observar la reducción fonética en estas palabras.

La /s/ interior intervocálica también suele aspirarse en el español salvadoreño, pero en la mayoría de los casos se trata de un verdadero prefijo (p. ej. presupuesto) o una combinación fonética que presenta la forma de un prefijo (presidente), así que desde un punto de vista morfofonético podemos describir la aspiración de la /s/ intervocálica interior como una extensión—motivada por un proceso de analogía popular—de la reducción de la /s/ final de palabra/fin de morfema. Lo cierto es que el español salvadoreño no ha alcanzado el nivel de reducción de /s/ final de sílaba y palabra ante vocal que caracteriza los dialectos caribeños (aunque las tasas de reducción de /s/ en Nicaragua están
más cerca de las cifras antillanas); por otro lado la aspiración innovadora de la /s/ inicial de palabra se debe precisamente a la reducción de esta misma consonante al final de las palabras.

Finalmente, hay que mencionar que en El Salvador es frecuente la realización interdental [È] de /s/ en el habla rural, aunque esta pronunciación tan marcada no tiene representación literaria. Canfield ya reconocía esta pronunciación en los años ’50, pero no dio detalles de su distribución. Es evidente que no corresponde a la zeta etimológica del castellano peninsular, ya que la distinción /s/-zeta nunca arraigó en suelo americano. Aunque se dan noticias esporádicas de una /s/ interdentalizada en otras regiones de Hispanoamérica, es en El Salvador donde existen las mayores posibilidades de una investigación pormenorizada, que aclare las múltiples facetas sociolingüísticas y geográficas de esta pronuciación.

Por la misma razón que explica la escasez de indicaciones de la /s/ aspirada en la literatura nicaragüense—es decir, el hecho de ser una pronunciación que alcanza casi toda la población—hay pocas indicaciones de la reducción de /s/ en la literatura salvadoreña. En los escasos ejemplos en que aparece un reflejo de este fenómeno, consiste en la eliminación del grafema s al final de la palabra: (10)
_Lléveme, pué! (Salarrué 1970: 48)
Estirate, pue (Salarrué 1970: 284)
Aligere, pué (Salarrué 1970: 290)
Sí, pué, pobrecita (Salarrué 1970: 320)
Entonces juguémola … (Salarrué 1970: 338)
_Qué mirá, cheró? (Salarrué 1970: 362)
Al belorio an’dir pué. (Ambrogi 1961: 9)
Voy pué (Francisco Herrera Velado, `La piedra’ [Barba Salinas 1959: 129])
Pué, y lo que antes te papreciyan lindos ora te semejan güeyes (Ramón González Montalvo `La cita’ [Barba Salinas 1959: 229])
Que yo creo que estoy empreñada, pué (Rodríguez Ruíz 1968: 9)
Nas tarde, tío Cande (Rodríguez Ruíz 1968: 117)
Ya lo dije, pue (Ibarra 1957: 60)
_Y el padre Claras, qué no estaba en La Herradura, pué (Ibarra 1957: 168)
_Si é infalible …! (Peralta Lagos 1961: 56)
Pué, y lo que antes te pareciyan lindos ora te semejan güeyes (Ramón González Montalvo, `La cita’; Barba Salinas 1959: 229)
_Y por qué no lo vergueamos, pue? (Dalton 1976: 211)
Al belorio an’dir, pué (Ramírez 1973: t. I, 145 [Arturo Ambrogi, El Salvador])

Son aun más insólitos los ejemplos de reducción de /s/ en la literatura hondureña: (11)
_Vámole pué! _Yo ya me empujé el primer trago! (Amaya Amador 1974: 164.

En la narrativa de Juan Felipe Toruño la reducción de la /s/, tan categórica en Nicaragua y muy destacada en El Salvador, ocurre muy escasamente, en la novela El silencio: (12)
Ay lo van a ver en el corral. Adió. (41)
_Ay tá que nos arruinamos! (49)
yaytá pagando su mal gobierno (66)
_Monó [< vámonos] Chón …! (73)
_Tá tan enferma la pobre! (81)
los perritos que so nuna fiera, acorrala na la nimal … (129)
Entonce que se conmiendia … (140)
Puejúmb [< pues hombre]... yo creo que será difícil … (163)
entonce los bejuco sestiran … (237)

Existe otra faceta de la modificación de la /s/ implosiva en el habla rural salvadoreña: la realización de la /s/ final de sílaba como fricativa prepalatal, representada ortográficamente mediante el grafema -sh. Esta realización, de origen nahua-pipil, ocurre ocasionalmente en el habla campesina, y en
tono semiserio, también en el habla urbana: (13)
No te resbalés, _oíshte? (Salarrué 1970: 440)
Llegó a la escuela y buscó al maishtro, pero el maishtro se había acostado … (Salarrué 1970: 441)
pero el mal estaba en su querencia egoishta (Salarrué 1970: 436)
Aishtá ese baboso (Salarrué 1970: 419)
_Quiay debajo de los cerros, pué, maishtroó …? (Rodríguez Ruíz 1968: 16)
con un maishtro que es un primor de las manos para trabajar los metales … (Dalton 1976: 70)

Existen varios indigenismos en el español salvadoreño que incorporan el mismo sonido, de manera que Carlos Bonilla (1950) sugirió la adición de la letra sh a la lengua español escrita en El Salvador. La realización de /s/ final de sílaba tiene obvias repercusiones sociolingüísticas, ya que se contrapone al proceso más frecuente de aspiración o elisión. Es evidente que no es lo mismo decir maishtro que maestro (en México, por ejemplo, se efectúa la misma distinción sociopragmática diciendo máistro y
maéstro, respectivamente), pero quedan otras incógnitas: _A qué palabras se aplica esta realización de la /s/? _Qué grupos de personas emplean esta variante, con qué interlocutores, y en qué circunstancias? _Qué matices pragmáticos se vinculan a la realización de /s/ como -sh? Aquí hay materia prima para muchos trabajos de investigación.

En El Salvador, la /n/ final de palabra ante pausa (muy bien) o vocal siguiente (bien hecho) tiene realización velar, igual que en el resto de Centroamérica, el Caribe, gran parte de la zona andina, algunos enclaves mexicanos, las Islas Canarias, Andalucía, Extremadura, Galicia y León. Aunque en algunos países este fenómeno responde a parámetros de estratificación sociolingüística, en El Salvador es mínima la diferencia de las tasas de velarización entre las varias capas socioculturales (Cuadro 4).

En el Cuadro 5 se dan datos comparativos, que sitúan el español salvadoreño entre las variedades más velarizantes del español mundial. Otro fenómeno arraigado en el español centroamericano es el desplazamiento del acento hacia
el final de las palabras vocativas; este fenómeno se da en todo el istmo centroamericano a nivel popular: (14)
_Monó [< vámonos] Chón …! (El silencio, 73); hombré (El silencio, 113); Parrandá, Berrinché (El silencio, 138)
_Qué jué que les cogió la noche, hombré? (Salarrué, 319)
Amonós (Salarrué, 290)
_Qué aguacero, hijó! (Salarrué, 320)
_No mestás tirando, hombré? (Salarrué, 321)
_Qué mirá, cheró? (Salarrué, 362)
_Oyó, Chaliyó! (Salarrué, 377)
_Quiay debajo de los cerros, pué, maishtroó …? (Jaraguá 16)
_De verdá son míos, Braulió? (Jaraguá 6)
Questás loco, hijó (Jaraguá 18)
Chicó, ganate el caldo’e gallo (Jaraguá 35)
vos no sabés, manó (Jaraguá 36)
Hola don Pedróóó (Jaraguá 44)
_no, Ciracó? (Jaraguá 59)
Hombré, _qué amolada! (Brochazos, 22)
_Tanchó! _Qué no tenés un traguito para los señores? (José María Peralta Lagos, `Pura fórmula’ [Barba Salinas 1959: 76])
Monós direuto, don Rafáil. (Ambrogi 1961: 5)
Ursuláaa, Ursuláaa … Aquí te busca la comadre Eduvígis (Ambrogi 1961: 228)

Aunque se conoce el mismo fenómeno en otras zonas dialectales, alcanza sus dimensiones máximas en Centroamérica. El desplazamiento del acento es de importancia primordial para la fonología teórica, pues rompe con todos los análisis métricos que asignan el acento de intensidad mediante un algoritmo
uniforme. Es importante saber, por ejemplo, si el proceso es igualmente frecuente con las palabras esdrújulas como con las palabras llanas (aquí sólo tenemos los ejemplos de (v)amonós y Ursulá), si importa el número de sílabas de la palabra original, si la entonación cambia en las palabras naturalmente
agudas (p. ej. José) en la construcción vocativa.

Además de los rasgos puramente regionales, el español salvadoreño vernacular comparte muchas características fonéticas con otras variantes populares. Un fenómeno que alcanza todas las variedades rurales del español, pero que goza de una prominencia especial en Centroamérica, es la
realización de /f/ como [h] ante la vocal /u/ y la semivocal [u]. En El Salvador aun se dan casos de la aspiración de /f/ en grupos consonánticos, inovación que apenas se conoce en otras zonas dialectales: (15)
_Nade juerte, chero, hay que salir! (Salarrué, 307)
Cayeron jlores (Salarrué, 303)
quería sacar ajuera el ñudo que se le bía hecho en la garganta (Salarrué, 302)
Cuando estaba projunda, él se acercaba … (Salarrué, 301)
… con un perjume que mareya (Salarrué, 301)
… jumando su puro se agachaba dormilón (Salarrué, 296)
… hasta que el golpe se jue en blanco (Salarrué, 295)
… a saber si jué Mincho de la señá Fabiana (Salarrué, 293)
… una muñeca con aljiler en el mero corazón (Salarrué, 367)
Es que se le va el jluido en los niños (Salarrué, 355)
en una escurana jría que desembocaba en el río (Salarrué, 352)
… aquel era su ojicio (Salarrué, 353)
… en la aljombra de la ansiedad (Salarrué, 347)
Dicen que tienen juego, el juego del injierno (Jaraguá 16)
ta jresquesito, no lo vu cortando, pué (Napoleón Rodríguez Ruíz `Domador de culebras’ [Barba Salinas 1959: 262])
El Chipe no le quiso hacer caso y se jué (Arturo Ambrogi, `La sacadera’; Barba Salinas 1959: 103)
Sabe, Toñita, que si no juera porque me gusta … (Ricardo Martel Caminos, `La fuga’; Barba Salinas 1959:
421)
dijunto < difunto (Toruño, De dos tierras, 18)
juera < fuera (Toruño, El silencio, 66)

El cambio [f] > [h] ante [u] y [o] se debe a la equivalencia acústica y articulatoria de la la /f/ bilabial (típica del español americano) y una vocal labial preaspirada, es decir [h] mas [u] y [o]. En algunas variedades del español caracterizadas por la combinación de contacto de lenguas y un alto índice de analfabetismo (partes de la zona andina, el litoral ecuatoriano, la región amazónica peruana y colombiana, los enclaves afromexicanos) la /f/ puede descomponerse en [hw] aun ante vocales no redondeadas: café > cajué, familia > juamilia; también se da la equivalencia opuesta: Juan > Fan,
juego > fego, etc. (Lipski 1995b).

Justamente en Panchimalco, y tal vez en otros poblados indígenas de El Salvador, se han recogido palabras como ajuán < afán (Dedonanes 1972: 3) que ejemplifican el mismo fenómeno producto del contacto lingüístico. En el habla popular salvadoreña, la evolución de infierno a injierno, alfiler a aljiler, oficio a ojicio y fluido a jluido se da en la ausencia de una vocal redondeada, lo cual puede implicar una prolongada etapa de bilingüismo en zonas de fuerte presencia indígena.

En efecto, la conversión masiva de /f/ en j ante consonante se reconoce en Panchimalco, de acuerdo a los textos folclóricos recogidos en ese pueblo. De momento dejamos esta sugerencia sin resolver por falta de datos concretos.
Otra modificación que tipifica el habla rústica de muchos países hispanoamericanos es la neutralización de /b/ y /g/ ante la [u] semivocálica:
(16)
… caiba otragüelta (< otra vuelta) desfallido (Salarrué, 365)
Lo gua (< voy a) descabezar diún machetazo (Salarrué, 363)
… hay que darle una güena fregada (Salarrué, 328)
sobre la cama descansaba ya muerto el morigundo (Salarrué, 323)
… tá … güeno (Jaraguá 14)
… la que lleva es güena (Brochazos, 56)
Está güena. Pero el dulce del ño Liandro está mero ishcaque (Arturo Ambrogi, `La sacadera’; Barba Salinas 1959: 101)
Ay le guá’bisar, ño Nacho, in cuantito nomás me desida a bender. (Ambrogi 1961: 180)
A saber pa qué condenados te sirven esos ojos de güey (Ramón González Montalvo, `La cita’; Barba Salinas 1959: 229)

Una vez más se trata de la equivalencia acústica y articulatoria, ya que la [w] combina un gesto labial (reflejado en la consonante [b]) y una articulación velar (presente en la [g]). Al igual que el supuesto par mínimo juego-fuego (que para muchos hablantes del español popular son completamente
equivalentes), desaparece la oposición entre [bu] y [gu] en el habla vernacular, dando tanto güeno por bueno y gomitar por vomitar como abuja por aguja.

En algunas áreas todavía se dan vestigios del interlenguaje hablado por los pueblos indígenas, donde se encuentran modificaciones fonéticas además de las compenetraciones morfosintácticas ya mencionadas. El proceso más frecuente en la realización de /e/ como [i] y de /o/ como [u] (tesoro >
tisuru, Pedro > Pidru, etc.), igual que en la zona andina y otros regiones en que el substrato indígena suele distinguir sólo tres fonemas vocálicos. Por supuesto, se puede producir la ultracorreción en sentido contrario, dando mesa por misa. Es imprescindible la recolección de materiales dialectológicos
que permitan el estudio del interlenguaje indígena, que hoy en día está en vías de extinción.

Un recurso literario que emplean muchos autores centroamericanos para representar el habla vernacular es la eliminación de fronteras entre palabras y la fusión vocálica. La configuración más frecuente es la sinéresis de vocales medias átonas (es decir, la conversión de /e/ y /o/ en semivocales): (17)

JUAN FELIPE TORUÑO:
siaburre < se aburre (De dos tierras, 62); si lioyen < si le oyen (De dos tierras, 92); A quioras < a qué horas
(De dos tierras, 101); esperé quia maneciera < esperé que amaneciera (De dos tierras, 116); luin cuentrual
caer < lo encontré al caer (El silencio, 31); digüeso < digo eso, tia liviés < te aliviés, ochua ños < ocho años (El silencio 49); esues lu extraño < eso es lo extraño, cuandui ba < cuando iba (El silencio, 54); nues
< no es (El silencio, 56); nuhay < nohay, comu él < como él (El silencio, 66); tengües tas < tengo estas (El
silencio, 112); sia garraba, quiha cer < que hacer, luestá < lo está, li oyí < le oí (El silencio, 117); quihay <
que hay (El silencio, 142); no biero curri dueso < no hubiera ocurrido eso (El silencio, 161)

DE SALARRUÉ (1969):
Tihacía (< te hacía) en Cojute (49)
Lian (< le han) dado dos puñaladas (63)
Ay, no, sies (< si es) increíble (63)
La vide ai bocabajo en el charcuesangre (< charco de sangre). No mianimé (< me animé) a tentarla
…jueraser (< fuera a ser) que nos creyeran … no lemos (< le hemos) movido ni tantito (64)
El patrón se arremacha con la Aranda, de lo que nuai (< no hay) quihacer (< que hacer) (103)
Qués (< que es) nicesario que tioficiés (< te oficiés) en algo, yastás (< ya estás) indio entero (277)
En las aradas se incuentran catizumbadas. También se hallan botijas llenas dioro (< de oro) (278)
y yastuvo (< ya estuvo); tihacés (< te hacés) de plata (278).

DE OTROS AUTORES:
Esta plaza es de la Catedral y nu’es del Cuartel … Yo estoy muy rendida di’andar pa’rriba y pa’bajo vendiendo güebos (González Zeledón 1947: 177 [Costa Rica])
Estoy di’alta en el Prensipal dende hace ya un chorro di’años (González Zeledón 1947: 178 [Costa Rica])
… no l’arranca ni l’uña y queda más blanca qui’azucena y jasmín del cabo; hágale caso a Fuan … (González
Zeledón 1947: 193 [Costa Ria])
_Eh, Fuan Barranca! _Dionde salís com’un enlustrao? … mañana tengo qu’encalar esa tapia … pero
sol’uno; porque en casa m’está esperando la mujer … (González Zeledón 1947: 193 [Costa Rica])
Nu’ay qui’acer. Hoy’ay “ojo” (Ramírez 1973: t. I, 149 [Arturo Ambrogi, El Salvador])
Y qu’ai, pué? (Ramírez 1973: t. I, 151 [Arturo Ambrogi, El Salvador])
Ande la barra s’echa a bramar nu’ay más quiescapar (Ramírez 1973: t. I, 179 [Arturo Ambrogi, El Salvador])
_Si quia muerto, m’ijo, sí quia muerto! … Ya l’ostaba pensando, Juan … (Ramírez 1973: t. I, 280 [Carlos Wyld Ospina, Guatemala])
El lingüista salvadoreño Pedro Geoffroy Rivas opina que la fusión de palabras tiene sus orígenes en el sustrato nahua/pipil: `En el aspecto morfológico, los nahuas trasladaron al español los patrones, formas
y procedimientos propios del polisintetismo. Unieron dos o más palabras, suprimiendo fonemas, para formar nuevas palabras, surgiendo así en el habla mestiza formas como vapué (vaya pues), puesí (pues sí), vuá (voy a) …’ Sin excluir una posible contribución indígena, lo cierto es que la misma fusión de palabras se da en todas partes del mundo hispanoparlante, ya que no responde al contacto de lenguas sino al proceso universal de enlace silábico, combinado con la sinalefa, la sinéresis y la diptongación; el resultado final de estas modificaciones silábicas es la fusión de palabras y la eliminación de linderos entre palabras propia del habla rápida y espontánea.

Los autores centroamericanos han recorrido a la representación gráfica de la fusión fonética más que cualquier otra literatura regional, tal vez debido a la
escasez de otras características dialectales que se presten a la alteración ortográfica. En la obra narrativa de Juan Felipe Toruño, encontramos abundantes ejemplos de la fusión de palabras: (18)

DE DOS TIERRAS:
quen paz descanse … (18)
por qué siaburre (62)
_Porqué no vael chancletudo, ese? (68)
_Ya testá silvando el güesista! (68)
Tenéal muchacho aquí (71)
voyir a trer los periódicos … (98)

EL SILENCIO:
en cuanto me mejorun poco (49)
se paró a ver querel ruido (53)
nunca tenemos siquiera parir allá a la ciudad (55)
se quiere venir contrel chavalo (66)
_Ya sí tirusté patrón? (131)
_Qué bua saber? (168)

Juan Felipe Toruño, quien empleaba casi todos los recursos lingüísticos ya mencionados en su obra narrativa, también se extendió más allá de la fusión silábica para crear una nueva técnica literaria, al representar el carácter libre del habla coloquial mediante nuevas divisiones ortográficas que no
corresponden ni a las fronteras entre palabras ni a la natural división silábica ocasionada por el enlace.

He aquí algunos de los muchos ejemplos de esta técnica ortográfica, que no encuentra paralelo en la literatura regionalista hispanoamericana: (19)

DE DOS TIERRAS:
yos taba por hay (18)
Hijó; esos ta pelis (18)
quel padre Noriega quiere quel domingo naide se quede si nir a ser fajina porques tá muy enmontada la plaza (68)
Mi mujer está yá y yos toy aquí (92)
Y yo … ques peraba irme al principio del otro mes! (98)
No meé quivocado … pero los tigre sestán más para allá … (105)

EL SILENCIO:
_Son ochua ños de padecer! En cuanto me mejorun poco, vuelvia inflamarses ta chochadi viene la calentura … nos vamo sotra parte y dejamo sestos montes que ya también me tiene naburrido … lop zancudos yestamo sacostumbrados; pero cuando ses case y el maíz y no siembro porque vo sestás enferma… (49)
Cuando yo teniya quincia ños … habiyan matado a u nombre … aquellal men pena saliya los viernes quera el diya en que bian matado al hombre (53)
Yes que la sánimas de lo sombres que han sido matados no se va nal infierno … (54)
en miu milde modo de pensar … (55)
Ya me ve sa mí _qué mal lia go a nadie, ques lo que yecho en mi vida? (56)
_A saber si por ese descreyimiento tuyes que Dios no sa castigado! … Siempres tas informe … siempre con
esa tu ideyen la cabeza de que no nos demeos ir dia quí … (80)
Por vo ses que me yecho hasta baboso … y no te das cuenta que yes mucho aguantar eses pinen mi cabeza.
Me levanto mia cuesto … (96)
Acordate que yas tamos en abril y que pronto va na venir la saguas. (97)
_Y no sia cuerdan cómo domua “Pirriimplín”, pues? … _Y cómo sia garraba con los zambo sesos de la
cocinera y de la molendera? _Desde chiquitue ra bien fragado! Y va dar quih cer aquí … (117)
Mi mujer sufrió po rél; también po rél mihija, porque si no me biera fregado, no biero curri dueso … _Y yo me
vua queda rasí no más? (161)
Si estos fragmentos se leen en voz alta, sin hacer pausa entre las palabras, resulta un lenguaje poco notable, propio del estilo coloquial. Desde luego ningún hablante del español centroamericano coloca linderos fonéticos en las divisiones indicadas por la representación ortográfica; Toruño emplea este
procedimiento gráfico para dar cuenta de la espontaneidad del discurso rústico, que si bien no se aproxima a las normas gramaticales contenidas en los manuales académicos, está dotado de una riqueza propia, adornado de metáforas y refranes, fortalecido por el robusto léxico de la faena agrícola, y
enmarcado dentro de una fonética segmental y suprasegmental irreproducible mediante los escasos recursos ortográficos de la lengua castellana. El desplazamiento de las divisiones ortográficas se combina con rasgos fonéticos propios del habla rural para crear una imagen visual que requiere la lectura en voz alta, de esta manera involucrando al lector en los actos locutivos de los grupos que no tienen voz propia: los campesinos más marginados del agro centroamericano.

Esta técnica experimental antecede a las maniobras semióticas del “boom” novelístico hispanoamericano, anticipando las obras de Cortázar, Donoso, Fuentes, y Vargas Llosa en las cuales el lector es cómplice inseparable del acto creativo.

Conclusiones y cuestions pendientes

El español hablado en El Salvador presenta nuevas fronteras para la dialectología contemporánea, por ser una de las variedades menos conocidas fuera del país, y aun dentro de El Salvador hay facetas del habla vernacular que pasan desapercibidas entre la población urbana. Entre los principales retos para la dialectología salvadoreña figuran los siguientes temas:
(1) La delimitación de las principales zonas dialectales, sobre todo en las áreas fronterizas, donde la variedad salvadoreña hace frente a los dialectos cuantitativamente diferenciados de Guatemala y Honduras. En muchas dimensiones, el español salvadoreño representa una zona de transición entre el dialecto fonológicamente conservador de Guatemala (sobre todo en cuanto a la tenaz retención de la /s/ final de sílaba) y los dialectos más evolucionados de Honduras y Nicaragua. Más que los países vecinos Guatemala y Honduras, El Salvador recibió influencias lingüísticas mayas y nahua/pipiles en proporciones semejantes.
(2) Un perfil sociolingüístico del español salvadoreño, delimitando las principales diferencias que enmarcan las distintas capas socioculturales, y recogiendo materiales que den constancia del habla culta, el habla media, y el habla popular de las principales ciudades.
(3) Una descripción pormenorizada de las variedades bilingües, producidas por el contacto entre el castellano y el pipil o el lenca. En particular, hay que estudiar profundamente las modificaciones vocálicas, el comportamiento de los clíticos, y la concordancia nombre-adjetivo.
(4) Un análisis cuantitativo y sociolingüístico de la interdentalización de /s/, fenómeno que sobresale en el habla rural salvadoreña.
(5) Un estudio exhaustivo del léxico campestre salvadoreño, muchos de cuyos vocablos han quedado fuera de los glosarios y diccionarios de regionalismos.

El Salvador constituye un campo abierto para la investigación dialectológica. A pesar de los trabajos muy valiosos realizados hasta ahora, quedan muchas tareas para las próximas promociones de investigadores. Hoy en día se produce en El Salvador un renacimiento de interés en los trabajos lingüísticos, y se vislumbra un futuro muy prometedor en que El Salvador—junto con los demás países centroamericanos—recibirán la atención que merecen dentro del marco de la lingüística hispánica.

Espero que esta combinación de comentarios, sugerencias, especulaciones, y sueños sirva para despertar la curiosidad de la juventud salvadoreña, ya que El Salvador pertenece al eje central del ámbito centroamericano. Espero también que esta exposición facilite el intercambio de perspectivas sobre el español centroamericano en toda su multidimensionalidad étnica, regional, y social.

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Palabras que caracterizan a un Salvadoreño

Palabras que caracterizan a un Salvadoreño:
No se puede considerar Salvadoreño si no se ocupa al menos una palabra al dia del siguiente vocabulario:

ABUSIVO,VA. adj. Cambio semántico. Atrevido, que se propasa.
ACHICAR. Humillar.
ACHIS. Exclamación. Nahuatismo.
ASHISHA, orina. Asco o protesta.
ACHORCHOLADO,DA. adj. Neologismo. Amodorrado, alicaido.
ACHUCUYARSE. Neologismo. Arrimarse a otra persona.
AGUADO,DA. De aguar. Cambio semántico. Desfallecido. Sin aliento, sin caracter. Blando.
AGUAMBADO,DA. adj. Neologismo. Tonto, lerdo.
AGUITADO,DA adj. Neologismo. Aburrido.
AHUEVADO,DA. De ahuevar Cambio sem~ntlco. Avergonzado, acobardado.
ALEBRESTADO,DA. adj. Cambio semántico. Aizado, rebelde.
AMONTONAR. Cambio semántico. Abrazar y acariciar a otra persona.
ANIMALA. Cambio semántico. Mala jugada.
ARRECHO,CHA. adj. Cambio semántico. Bueno, bonito, valiente, alegre.
ATARANTADO,DA. De atarantar. Cambio semántico. Alocado. Medio ebrio.
ATENIDO,DA. De atener. Cambio semántico. Confiado, indolente.
ATOLADA. Reunion en que se bebe atol, generalmente en paseos al campo.
AVERIGUATA. Barbarismo. Cambio semántico. Discusión.
AVIADA. Barbarismo. Impulso. velocidad.

BABOSO,SA. Cambio semántico.Tonto, candido.
BAJADO,DA. De bajar. Cambio semántico. Provinciano, campesino, recien llegado a Ia ciudad.
BAYUNCO,CA. Adj. Cambio semántico. Ridiculo, de mal gusto.
BEBA. Barbarismo. Reunión en que se toma licor.
BERECO,CA. adj. Neologismo. Bobo, tonto.
BICHO,CHA. Cambio semántico. Niño,ña. Novio, novia.
BIRRIONDO,DA. Barbarismo. Verriondo.
BIRUSCO,CA. Adj. Neologismo. Avispado, listo, inquieto.
BOLO,LA. Adj. Cambio semántico Ebrio.
BOTANICA. Cambio semántico. Botella de licor.
BOTARATE. Barbarismo. Manirroto.
BURUCA. Barbarismo. Boruca.

CABUDA. Cambio semántico. Hacer la cabuda: hacer Ia vaca, contribuir para una compra.
CABUYA. Caribismo. Cambio semántico. Colilla.
CACASO. Neologismo. Que no sirve.
CACHA. Anglicismo. De “TO CATCH”,coger. Cambio semántico. Hacer la cacha: hacer la lucha, tratar de conseguir algo.
CACHETE. Cambio semántico. Favor.
CACHIMBAZO. Cambio semántico. Golpe. Monton. Trago.
CACHIMBON,NA. Adj. Cambio semántico. Bueno, bonito, valiente.
CACHIRULO. Camblo semántico. Remiendo hecho aplicando un pedazo de tela.
CAPEAR. Cambio semántico. Estar preocupado, pendiente de una resolucion. Faltar a la ascuela.
CAPIRUCHO. Cambio semántico. Balero (juguete). Volar capirucho: efectuar el coito.
CAPULIN. Nahuatismo. De CAPULIN. Prunus capuli, Amigdaiacea. Capulin de monte, crasta de gallo. Cambio semántico. Hacer un capulin: hacer un favor.
CARAJADA. Barbarismo. Cosa. Provocacion. Mentira.
CARAMBADA. Ver carajada.
CAYTE. Nahuatismo. De CACTI, sandalia. Cambio semintico. “Doblar el cayte”: morir.
CIGUANABA. Nahuatismo. De CIHUAT, mujer; NAHUAL, espanto.
CIPITIO. Nahuatismo. De Xipe Totec. Dios de la fertilidad y las sementeras.
CIPOTE. Nahuatismo. Posiblemente de SEPOCTI, desvalido, entumido. Nombre que se les da a los niños.
CLAREAR. Cambio semántico. Desvelarse toda Ia noche.
COCO. Cambio semántico. Cabeza. Inteligente.
CODO. Cambio semántico. Tacaño.
COMAL. Nahuatismo. Da CUMALI, disco de barro donde se hacen las tortillas.
COMPA. Apocope de compañero, ra.
CONQUE. Cambio semántico, Comida.
COYOL. Nahuatismo de CUYULI. Acrocomia Vinifera. Cambio semántico. Testiculo.
COYOTE. Nahuatismo. De CUYUT. Canis Latrans. Carnivoro da la familia de los canidos. Cambio semántico. El que se dedica a comprar y vender de todo.
CUCA. Apocopa de cucaracha. Cambio semántico. Banqueta de madera. Automovil pequeño.
CUCAR. Cambiosamantico. Provocar, molestar.
CUCHUMBO. Neologismo. Recipiente.
CUILIO. Nahuatismo de CUILIA. robar. Cambio semántico. Agente de policia.
CULERO,RA. Adj. Cambio semántico. Afeminado, homosexual. Cobarde.
CULIO. Cambio semántico. Miedo.
CUTO,TA Nahuatismo de CUTUCTIC, pedazo. Cambio semántico. Corto. A quien le falta una extremidad.

CHABACAN,NA Adj Apocope de chabacano.
CHACALELE. Posiblemente nahuatismo. Juguete hecho con un boton y un hilo. Cambio semántico. Corazon. Reloj.
CHACHALACA. Nahuatismo. De CHACHALAC: parlanchin.
CHAJAZO. Posiblemente nahuatismo. Herida, cicatriz.
CHAMBON. Neologismo. Inutil, poco diestro.
CHANCE. Anglicismo. De CHANCE, ocasion, oportunidad. Cambio semántico. Trabajo, empleo.
CHANEQUE. Nahuatismo De CHANEQUET, vecino, guia.
CHAPANDONGO. Neologismo. Desorden, enredo.
CHAPARRO. Cambio semántico. Aguardiente.
CHAPUDO, DA. Barbarismo, chapeado.
CHELE. Nahuatismo. De SELIC, verde, tierno. Cambio semántico. Blanco, rubio.
CHERO, RA. Galicismo. De CHER, querido. Cambio semántico. Amigo Intimo.
CHICAGUITA. Barbarismo. Rueda de Chicago pequena. Cambio semántico. Subirse a la chicaguita: ser engañado.
CHICHA. Caribismo. Bebida fermentada hecha con malz tostado, cascara de pina, salvado, dulce de panela, etc.
CHICHE. Nahuatismo. De CHICHIHUALI, pecho, mama. Cambio semántico. Es chiche: facil.
CHICHIPATE. Nahuatismo de CHICHIC, amargo; PAHTI, medicina. Cambio semántico. Ebrio consuetudinano.
CHIFLON. Cambio semántico. Fuerte corriente de aire.
CHIFURNIA. Posible nahuatismo. Lugar alejado o agreste. Casa o habitación vieja o ruinosa.
CHILATE. Nahuatismo. Atole simple de maiz tostado.
CHILIPOSO. Nahuatismo. Leganoso.
CHILLAR. Cambio semántico. Delatar.
CHIMAR. Nahuatismo. De SHIMA, raspar. Cambio semántico. Ejecutar el coito.
CHIMBIMBA. Neologismo. Moneda pequefla de veinticinco centavos.
CHINTO. Posible nahuatismo. Menstruacion.
CHIO. Neologismo. Deuda.
CHIPUSTE. Nahuatismo de CHIPUCTIC, chich6n. Protuberancia. Bodoque.
CHIRAJO. Posible nahuatismo. Andrajo.
CHIRUSTE. Neologismo. Bodoque. Pedazo de materia blanda.
CHIVA. Cambio semántico. Cobija de lana.
CHIVO. Cambio semántico. Juego de dados. Club, el que explota mujeres. Bueno, bonito.
CHOLERO, RA. Posible nahuatismo. Sirviente.
CHOLOTON, NA. Nahuatismo. De SHULUTUN, gordo, grande.
CHOTO. Neologismo. Descanso, Vacacion. Hacer algo de choto: gratis. Ir de choto: no obtener el resultado deseado.
CHOYUDO, DA. Posible nahuatismo. Lento, perezoso
CHUCHO, CHA. Nahuatismo de CHICHITU, perro. Cambio semántico.
Tacano. Exclamacion de asombro o de protesta, ¡A la chucha!
CHUECO, CA. Nahuatismo de Shuecue, cojo. Cambio semántico Torcido, con mala suerte. Inutil. Enfermizo. Mal hecho.
CHULON, NA. Neologismo. Desnudo.
CHUMPA. Anglicismo de JUMPER, chaqueton.
CHUMPIPE, PA. Onomatopeya. Pavo americano.
CHUNCHUCUYO. Nahuatismo. De TSUNTSUNE, con pelos o plumas, CUYUC, agujero. El ano de las aves.
CHUÑA. Neologismo. Descalzo.
CHURRIA. Neologismo. Diarrea.

DENTRAR. Afaresis. Entrar.
DENTRO. Afaresis. Adentro.
DERECHO, CHA. Cam bio semántico. Estar derecho, tener suerte.
DESCAMBIAR. Descambiar.
DESMADRE. Cambio semántico. Cosa mal hecha. Acto mal organizado.
DESTEÑlRSE. Cambio semántico. Morirse.
DIOS. Aferesis. Adios.
DILATARSE. Cambio semántico. Tardarse.
DOMAR. Cambio semántico. Engañar. Someter, dominar.
DORMIDO, DA. Cambio semántico. Engañado.
DROGA. Cambio semántico. Deuda. Anda a la droga: vete al diablo.
DUNDO, DA. Neologismo. Tonto.

EJOTE. Nahuatsimo. De ESHUT, judia.
ELOTE. Nahuatismo. De ELUT, mazorca de maiz tierno.
EMBROCAR. Cambio semántico. Alentar a alguien. Engañar.
EMBUCHACAR. Cambio semántico. Meter a Ia carcel.
ENCACHIMBADO, DA. Cambio semántico. Enojado.
ENCLENQUE. Neologismo. Enfermizo.
ENCUMBRAR. Cambio semántico. Llevar a la carcel.
ENCHIBOLARSE. Cambio semántico. Enredarse, confundirse.
ENCHUTAR. Anglicismo. De TO SHOOT, meter, poner.
ENSUCUNADO, DA. Neologismo. Encerrado.
ESTOCADA. Cambio semántico. Mal olor.

FAROLAZO. Cambio semántico. Trago de licor. Golpe.
FILO. Cambio semántico. Tener filo: tener hambre.
FORRARSE. Cambio semántico. Hartarse.
FRESCO. Ap6cope. Refresco.
FUFURUFO, FA. Neologismo. Bien vestido. Presumido.

GACHO, CHA. Neologismo. Malo, que no sirve. Feo. Latoso.
GAFO, FA. Cambio semántico. Estar sin dinero.
GALAN, NA. Cambio semántico. Bueno. Alegre. Guapo.
GARDUÑA. Cambio semántico. Ambicioso, voraz. Ladrón. Tirar a la garduña: arrojar algo para que lo gane quien lo coja.
GOLILLERO. Cambio semántico. Que asume actitudes retadoras.
GOMA. Cambio semántico. Resaca. Malestar al dia siguiente de una borra-
chera.
GUACAMOL. Nahuatismo. De AGUACAT, palta; MULI, salsa.
GUACHIMAN, NA. Anglicismo de WATCHMAN, vigilante, criado.
GUATE, TA. Nahuatismo. De CUAT, gemelo.
GUAYABEAR Cambio semántico. Aprender de memoria
GUIMBA. Neologismo. Panza, barriga.
GUIRIGUIRI. Neologismo. Habladera
GUISHTE. Nahuatismo De HUITSTI, espina, TET, piedra Pedazo de vidrio puntiagudo.

HARAGANA. Cambio semántico Silla de descanso.
HUACAL. Nahuatismo. De HUACTI, guaje; CALl, caja. Recipiente hecho con Ia mitad de un guaje. Por extensión cualquier recipiente de hojalata, peltre, etc. que sirve para agua.
HUECO, CA. Cambio semántico. Orgulloso.
HUESO. Cambio semántico. Trabajo, empleo.
HUEVAZO. Cambio semántico Golpe.
HUEVEAR. Cambio semántico. Robar.
HUEVO. Cambio semántico. A huevo, por huevos: a fuerza Huevos!, exclamación de protesta. Meterse en un huevo; meterse en problemas.

IDO, DA. Cambio semántico Distraío.
INCACHABLE. Neologismo. Inútil, poco hábil.
ISPIAR. Barbarismo. Espiar.
IYENDO. Yendo.

JACHA. Neologismo. Diente
JALON. Arcalsmo. HaIón. Cambio semántico. Llevar en un vehículo.
JARANA. Cambio semántico. Hacer jarana: hacer trampa. Tener jaranas: tener deudas.
JAYAN, NA. Cambio semántico. Grosero, mal educado.
JODARRIA. Barbarismo. Molestia.
JUMA. Neologismo. Borrachera.
JUNTAR. Cambio semántico. Recoger.
JUTE. Nahuatismo. De SHUTI, caracolillo. Cambio semántico. Moco.

LADRILLO, LLA. Cambio semántico, ladrón. Ladrillo seco: bebedor.
LANA. Cambio semántico. Dinero.
LECHE. Cambio semántico. Tener leche: tener suerte.
LENGON, NA. Cambio semántico. Hablador.
LIGERO. Cambio semántico. Rapido.
LISO, SA. Cambio semántico. Mal educado. Atrevido.
LOGA. Neologismo. Regaño.

MA. Apócope de toma. Toma.
MACIZO, ZA. De edad.
MACOLLA. Cambio semántico. Estar en la macolla. Estar bien.
MADRAZO. Cambio semántico. Golpe.
MAJE. Neologismo. Tonto.
MALETA. Camblo samantico. Bueno para nada.
MANDADO. Cambio semántico. Compra que hacen las cocineras en el mercado. Encargo, encomienda.
MANDRIO, A. Neologismo. Persona poco hábil.
MANUDO. DA. Cambio semántico. Ebrio.
MAÑA Camblo semántico. Mentiras. Malas costumbres.
MARIMBEADA. Cambio semántico. Golpiza.
MATANCINGA. Barbarismo. Matanza.
MATATA. Nahuatismo. De MATAT, red, cebadera.
MATES. Cambio semántico. Visajes, gestos.
MATON, NA. Cambio semántico. Fornido.
MECATAZO. Nahuatismo. De MECAT, cuerda. Cambio semántico. Golpe. Caida. Trago de aguardiante.
MELCOCHA. Cambio samantico. Hacerse una melcocha: adular. Amelcochados: enamorados.
MENGALA. Neologismo. Mujer de la clase obrera.
MEQUE. Apócope de mequetrefe.
MICO, CA. Cambio semántico. Coqueto. Vulva. Mica: gato; instrumento que sirve para levantar un vehiculo.
MIGUELEAR. Neologismo. Enamorar.
MOLOTE. Nahuatismo. De MOLOT, gorrión. Cambio semántico. Alboroto, tumulto.
MONOS. Barbarismo. Vamonos.
MORONGA. Posible nahuatismo. MorcilIa. Cambio samantico. Pene.
MUELA. Cambiosamantico. Inutil, poco habil.
MUMUJA. Nahuatismo. De MUMUSHTIC, cosa desmenuzada.
MURUSHO, SHA. Nahuatismo de MULUCHTIC, lana mullida, cabello crespo.

NACO,CA. Nahuatismo. Apócope de NAGUILON. Afeminado, Ilorón, cobarde.
NAGUA. Caribismo. Afaresis. Enagua.
NANA. Nahuatismo. DeNANTI, madre. Apelativo carinoso a cualquier mujer, especialmente a las niñas.
NARANJA. Cambio semántico. Madre. Nada.
NICA. Aferesis. Bacinica.
NIGUA. Caribismo. Cambio samantico. LIorón, cobarde.
NIQUEL. Moneda fraccionaria.

ÑANGO,GA. Adj. Neologismo. Gangoso.
ÑEQUE. Neologismo. Fuerza, energia. Caracter fuerte.
ÑOLA. Neologismo. Cabeza. Pena.

OCUPAR. Cambio semántico. Dar trabajo.
OJO. Cambio semántico. Ojo de agua: lugar donde hay licor.
OREJA. Cambio semántico. Confidente de la policia.

PACHANGA. Neologismo. Fiesta. Desorden.
PAISA. Adj. Apócope. Paisano.
PAJA. Cambio semántico. Hablar paja: decir tonterlas. Volarse la paja: masturbarse.
PALANCON, NA. Cambio samantico. Grande, canillón.
PANDO. DA Adj. Cambio semántico. Estar pando: tener mala suerte.
PANUDA. Cambio semántico. Mujer que tiene grande la vulva.
PARCHERO, RA. Cambio semántico. Curandero.
PATUDO, DA. Cambio semántico. Descalzo. Persona qua tiene grandes los pies.
PATULECO. CA. Adj. Neologismo. Con algun defecto en los pies, que camina mal. Mueble que no asienta bien todas las patas.
PECHE. Nahuatismo. De PECHTIC, delgado, flaco. Cambio semántico. Peche Trini: puñal.
PEGAZON. Barbarismo. Arrimo, apego.
PEGOSTE. Epéntesis. Pegote. Cambio semántico. Persona da poca estatura. Niño.
PENQUEADO, DA. De penquear. Cambio semántico. Dificil, trabajoso.
PEPERECHA. Neologismo. Prostituta.
PERICA. Cambio semántico. Exclamación de asombro.. ¡A la perica!. Cocaina
PETATE. Nahuatismo. De PETAT, estera.
PETATEARSE. Cambio semántico. Morirse.
PICARSE. Cambio semántico. Ansia de seguir bebiendo, comiendo o haciendo algo que ha comenzado.
PINCHE. Posible nahuatismo. Inutil, insignificante, malo.
PIRICHE. Neologismo. Pedigueno.
PISCUCHA. Neologismo. Barrileta.
PISTO. Cambio semántico. Dinero.
PLENGUEN. Onomatopeya. Golpe, caida.
POLVO. Cambio semántico. Coito.
PUCHICA. Exclamación. Puta.
PUPU. Anglicismo. De POOH POOH. Mierda.
PUPUSA. Nahuatismo. De PUPUSHAHUA. Hinchado. Tortilla rellena de queso, chI.charr6n, frijoles, etc. Cambio semántico. Vulva.

QUERQUE. Especie de gallinacea, rey de los zopilotes.

RALEADO. Cambio semántico. Lesionado con cuchillo.
RAZON. Cambio semántico. Recado. Dar raz6n: informar.
RECOVECO. Neologismo. Curvas, angulos, revueltas de un camino. Complicaciones.
REVIRAR. Cambio semántico. Rebotar.
RISPA. Neologismo. Prisa.
RUCO, CA. Neologismo. Ruin. Viejo.
RUNRUN. Neologismo. Rumor.

SACON. Neologismo Delator, acusador
SALIDO, DA. Da salir. Cambio semántico. Atrevido, hablador.
SAPURRUCO, CA. Adj. Diminuto de sapo.
SELEQUE. Nahuatismo. De SHELIUHQUI, cosa hendida o partida a lo largo. Cambio semántico. Flaco, delgado.
SEMITA. Barbarismo. Acemita. Nombre de una especie de pastel formado por dos capas de pan con miel en medio.
SHIPE. Nahuatismo. De SHIPEHUA, desollar. Cambio semántico. Pelon. Desnudo.
SHO. Exclamación. Epentesis de SO. Cambio semántico. Guardar silencio.
SHUCO. Nahuatismo. Da SHUCUC, agrio, fermantado.
SIMAS. Neologismo. Casi, por poco.
SIRINDANGA. Neologismo. Borrachera.
SOCO. Neologismo. Catarro de las aves de corral.
SORECO, CA. Adj. Neologismo. Tonto.

TABANCO. Nahualismo. Da TAPANGO, altillo.
TACUAZIN. Nahuatismo. Da TACUA, comer; TSIN, diminutivo. El Comeloncito. Didlephys Mesamericana. Marsupial. Cambio semántico. Ladr6n.
TALEPATE. Nahuatismo. De TALl, tierra; EPAT, zorrillo, mofeta. Chinche comun.
TAMAL. Nahuatismo. De TAMALI, especie da pastel hecho con masa de maiz relleno de came, frijoles, etc.
TAMBACHE. Nahuatismo. Lb envottono.
TANATE. Nahuatismo. De TANAT. Envoltorio, atado.
TANTEAR. Engaflar. Probar, intentar.
TAPISCAR. Nahuatismo. Cosechar, especialmente maiz.
TATA. Nahuatismo. De TAHTI, padre. Usado generalmente entre el campesinado. Nombre cariñoso que se les da a los niños.
TAYUDO, DA. Barbarismo. Duro, macizo. Persona aguantadora, desvergonzada.
TECOMATE. Nahuatismo. Da TECUMAT, calabaza.
TEMBELEQUE. Epentesis. Tembleque.
TETELQUE. Nahuatismo. De TETELQUIC, acre.’
TETUNTE. Nahuatismo. De TETUNTI, piedra paquefla.
TILE. Nahuatismo. De TILl, hollIn.
TIRICIA. Cambio semántico. Pereza.
TOCAYO. Nahuatismo. De TOCAYOTIA, nombrar. El que tiene nuestro mismo nombre.
TOLOLO. Posible nahuatismo. Tapón de cualquier materia qua obstruya un orificio.
TOTORECO. Posiblanahuatismo. Torcido. Tonto.
TRAPEADA. Cambio semántico. Ragaño.
TUMBLIMBLI. Onomatopeya deTu madre.
TUSA. Nahuatismo. Hoja seca de Ia mazorca del malz.
TUSH. Posible mayismo. Gordura, especialmante los abultamiantos an al estómago.

UJULE. Exclamación. iQue barbaridad!
UNTAR. Cambio semanuco. Complicar a otro an algun asunto. Untar Ia mano: sobornar.
UTUAL. Barbarismo. Actual. En este momento.

VAINA. Cambio semántico. Dificultad, contratiampo, molestia.
VAYA. Exclamación. Camblo semántico. Palabra comodin que cambia de sentido segun Ia entonación. Respuesta a “gracias”. Vaya los dulces : lleve los dulces. Vaya pues. amenaza o advertencia. Ah vaya: ya entendi.
VERGAZAL. Cambio semántico. Monton
VIRADO, DA. Cambo sematitico. Rapido
VOLADO. Cambio semántico. Palabra comodin. Cualquier objeto. Hacer un volado: hacer un favor Tener un volado tenar un negocio, una novia. Ir volado: ir rapidamente.
VUELTO. Dinero que sobre al hacer un pago con billetes.

ZACATE. Nahuatismo De TSACAT. hierba, pasto.
ZAPOTAZO Cambio semántico caida.
ZOPE. Nahuatismo. Apocopa de zopilota. Cambio samantico. Echar a zopa: vomitar.
ZUMBA. Cambio semántico. borrachera.
ZUMBADO. Cambio semántico. De prisa.
ZURUMBO, BA. Apócope de zurumbatico.
(Fuente: queondas.com)
Posted by El Salvador at 3:17 PM

La última cena

LA ULTIMA CENA ALEGORIAS RELIGIOSAS
CONTINUA SUFRIENDO CENSURA EN ESTA OCASIÓN EL EL DIARIO CO LATINO
comentario de Mario Castrillo censurado

LA ULTLIMA CENA

Mario Castrillo.

La última cena es la interpretación pictórica de un momento místico. Es la conmemoración de la salida de los israelitas de Egipto. Se celebra el día 14 Nisán, la noche anterior a la salida de la luna llena al comienzo de la primavera en el hemisferio norte.
En el latín la palabra cena designaba la comida que se servía después de la jornada laboral; se le conocía como la hora nona.
En esa cena Jesús se refiere a lo que va prontamente a acontecer: la traición y la mentira. La traición de Judas, que lo vendió por 30 monedas de plata, y la mentira que dirá Pedro al negar tres veces a Jesús antes de que cante el gallo esa noche funesta. Jesús augura en esa cena. El Augurio consiste en la anticipación del futuro. El augur nos remonta a la Roma Antigua, En Roma, el Augur era un sacerdote que practicaba la adivinación. El término Augurio proviene del latín Augurium.
La Última cena de Leonardo da Vinci (1452-1519), mide 4.6 metros de alto por 8.8 metros de largo y se encuentra en el refectorio de la iglesia conventual de Santa María delle Grazie, en Milán, Italia. La pintura fue un encargo del Ludovico Sforza (1452-1558), duque de Milán. La pintura de da Vinci fue realizada entre los años 1495 y 1497.
Este suceso, descrito en tres de los cuatro evangelios: Lucas, Marcos y Mateo, y que no figura en el Evangelio de Juan, es interpretado por siete artistas salvadoreños: Antonio Bonilla (1954), César Menéndez (1954), Mauricio Mejía (1955), Hernán reyes (1960), Mayra Barraza (1966), Juan Carlos Lazo Tablas (1970) y Salvador de La Mancha (1972).

Antonio Bonilla desarrolla su obra con el sello que lo caracteriza: la ironía. Nos presenta imágenes que distan de ser los plasmados siglos atrás, la Edad Media y el Renacimiento. Sus personajes son seres comunes y corrientes de nuestro pueblo, con vestimenta de la actualidad. De actualidad es también la problemática que presenta: la violencia social –no la violencia política- entre extraños conciliábulos alrededor del mesías y personajes de maras. No falta el autorretrato del autor. Jesús, la figura central, tiene sobre su testa una paloma –la del Espíritu Santo- y un corazón sangrantes rodeado de espinas. En el mantel hay una serie de ojos, significando que todo esto sucede a vista y paciencia de todo el mundo.

La interpretación de César Menéndez es más sobria. Presenta seres sombríos, rapados al estilo de las maras, luciendo camisetas. Sus rostros son anónimos, sin rasgos específicos, a excepción del de Jesús y el de Judas, que lo traicionó. La escena se desarrolla entre contrastes de colores oscuros y cálidos.

Mauricio Mejía nos presenta la escena a través del dibujo, fundamentalmente, Únicamente poseen pigmentación cálida y fría Jesús, un par de aves que revolotean en la escena y un costado del cayuco en que navega un pescador. Los personajes son de índole popular entre los cuales figura una mujer. Su estilo es el del realismo mágico. Los platos flotan sobre la mesa a excepción del cáliz de Jesús, y el saquito de las 30 monedas por las cuales Judas vendió a Jesús. Sobre la cabeza de Jesús un campesino navega en un cayuco que a un lado posee los colores del emblema patrio, imagen simbólica; a los lados, se hace referencia a escenas bíblicas de nuevo testamento: el lavatorio de los pies de los discípulos y la negación de Jesús, por parte de Pedro. Sobre estas imágenes figura una serie de cortinas que dan la impresión de ser un telón recogido.

Mayra Barraza interpreta La Última Cena con figuras de Marcel Duchamp (1887-1968), artista dadaísta incorporado posteriormente al surrealismo. Dos mujeres figuran en la escena. La imagen centra corresponde a la Gioconda que pintara Leonardo da Vinci entre 1503 y 1517. Al fondo, obras significativas de Duchamp: Desnudo bajando una escalera (1912), inspirada en una fotografía que “gráfica” el movimiento humano, la otra, es la rueda de Bicicleta (1913) con la cual Duchamp incorpora objetos de fabricación industrial y anónima, al mundo del arte, descontextualizándolos. Mas allá, grafitis sígnicos de las maras salvadoreñas. Al lado derecho del centro, empleando la Ley de la Compensación de Masas, la Eucaristía levita sobre un Cáliz. Los personajes están sentados alrededor de una mesa donde figura un tablero de ajedrez, jugo preferido de Duchamp.

Juan Carlos Lazo Tablas presenta su pintura al estilo del Pop Art, con personajes de historietas cómicas y deidades prehispánicas. Un mundo alucinante y surreal es el que presenta Juan Carlos Lazo Tablas en esta Última Cena de rico colorido. Jesús, en el centro del lienzo deja ver su corazón enredado en un arbusto sin hojas que brota de un cáliz verde. Se me figura una especie de “Bosco” moderno, con sus seres transfigurados, entre monstruos y seres humanos en una atmósfera fantástica y extraña.
Hernán Reyes desarrolla la pintura a partir de una Última Cena que realizara Rodolfo Reyes Cerrato, su padre, La Última Cena está rodeada de trazos texturales y gestuales, dinámicos y espontáneas que imprimen dinamismo a su pintura. En la parte baja, dos seres contemporáneos diminutos sostienen un diálogo en un ambiente solitario.
Salvador de La Mancha presenta una Última Cena en la cual la figura central es Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado por un francotirador proporcionado por Mario Molina, hijo del ex presidente Arturo Armando Molina. Roberto D´aubisson, fundador del Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Monseñor, beatificado por el Vaticano, muestra su corazón sangrante. A su alrededor, de La Mancha a incorporado a doce personajes de la cultura salvadoreña que han influido en su formación como artista.
La abrupta decisión de la Secretaría de Cultura de la Presidencia, conducida por la poeta Silvia Elena Regalado (1961), de suspender la exposición a presentarse en la Sala Nacional de Exposiciones Salarrué, en medio de declaraciones realmente inaceptables, obligó a los artistas y al coleccionista Gerardo Martínez, a exponer las obras en la acera de la avenida Rooesvelt en horas de la noche del 28 de abril, día de la inauguración. Este evento en gran medida improvisado fue todo un éxito.
Sucesos como éste no se produjeron ni siquiera durante las más crueles y canallas dictaduras militares de nuestro país, y ha sentado un precedente nefasto para la cultura nacional. Silvia Elena Regalado, quien no tiene ni siquiera seis meses de estar al frente de la Secretaría de Cultura de la Presidencia, nombrada por el presidente Salvador Sánchez Cerén el 22 de enero del año en curso como la máxima autoridad dentro de la cultura gubernamental, ha dejado mucho que desear con esta actitud que no inspira confianza dentro de la comunidad de artistas. No solo dentro de los artistas dedicados a la plástica, sino dentro de las demás manifestaciones del arte salvadoreño. De ahora en adelante, ¿quién va a confiar en sus palabras?
Lo que queda en claro es que a nivel de Estado, el Gobierno del Cambio, carece de una política cultural. Es más, el partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) carece así mismo de una política cultural, pese a contar en sus estructuras con una Comisión de Cultura que ha guardado un silencio indignante.
Pareciera ser que con estas actitudes la Secretaría de Cultura de la Presidencia involuciona, camina para atrás, como el cangrejo. Ante estos sucesos, la Secretaría de Arte y Cultura de la Universidad de El Salvador abrió sus puertas de inmediato a los expositores e inauguró la muestra de los artistas en la Pinacoteca Roque Dalton del Alma Mater el día 11 de mayo, exposición que estará abierta hasta el 4 de junio. Y no podía ser de otra manera, la Universidad de El Salvador se ha distinguido a través de la historia de nuestro país por la libertad de cátedra, su lucha por la libertad de expresión y por la libertades democráticas, preceptos que le han llevado al cierre de sus instalaciones por regímenes oscurantistas y retrógradas.
La Universidad de El Salvador hace honor a su lema “HACIA LA LIBERTAD POR LA CULTURA”, ojaló asumiera también como suyo este lema el FMLN y la Secretaría de Cultura de la Presidencia.

Sobre el poder popular

Introducción
Miguel Mazzeo* y Fernando Stratta**

  • Docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Lanús (UNLa). Participó en

diversas cátedras libres y fue coordinador de la Cátedra Universidad y
Movimientos Sociales (UNLP, 2005) y la Cátedra Abierta América Latina
(UNMdP, 2006). Escritor. Autor de diversos libros, entre otros, ¿Qué (no) hacer?
Apuntes para una crítica de los regímenes emancipatorios y El Sueño de una cosa
(introducción al poder popular). Es militante del Frente Popular Darío Santillán.

  • Sociólogo egresado de la UBA. Ha publicado artículos en distintas revistas y

escrito, en colaboración, Las nuevas organizaciones populares: una metodología
radical y El tizón encendido. Apuntes sobre las experiencias de construcción territorial
(inédito). Participó en el libro Venezuela, ¿la revolución por otros medios?
Es militante del Frente Popular Darío Santillán.

“El obrero tendrá algún día que conquistar
la supremacía política a fin de organizar el trabajo
siguiendo líneas nuevas: tendrá que derrotar
a la vieja política que apoya a las viejas instituciones”
Carlos Marx
“La actitud ante este algo no decidido, pero
decidible por el trabajo y la acción mediata,
se llama optimismo militante”
Ernst Bloch

Sobre lo popular

Lejos de toda idealización romántica hay que reconocer que lo popular es un campo heterogéneo y contradictorio. Está habitado por las predisposiciones que contribuyen con la reproducción del sistema de dominación como también por aquellas que lo cuestionan, por las “patologías mórbidas” y las “orientaciones sanas”, al decir de Paul Ricoeur.
En el medio se extiende una zona gris que, según las coyunturas históricas, es más o menos ancha, una faja cuyos confines pueden progresar hacia uno u otro espectro. Toda política que tenga como horizonte la transformación radical de la sociedad debe cabalgar esa contradicción y transitar
una región barrosa, remisa a los purismos metodológicos y las rémoras dogmáticas.

Zona media, confines y espectros son aquí metáforas estrictas, remiten a una geografía de la conciencia. Estamos muy lejos de toda composición binaria, típica de los esquemas militares y de la izquierda más tosca. Hablamos de una
contradicción dialéctica, constitutiva de lo popular y de la condición subalterna: la humanidad deshumanizada, la insubordinación subordinada, la definición indefinida.

De esta manera lo popular remite a un locus donde imperan múltiples paradojas, que suelen ser negadas, o padecidas como un abismo insondable, por una parte del activismo de izquierda que se aferra a la falsa seguridad de sus parámetros idealistas. A su vez, existen diferencias al interior de las predisposiciones reproductivas y las cuestionadoras.

Podemos identificar entonces un modo populista y un modo popular de la intervención política popular. Para no confundir, denominaremos al segundo modo socialista.

Pero aclaramos que, en sentido estricto, se trata de modalidades con proyección socialista, del socialismo como latencia y esperanza. No estamos hablando de definiciones ideológicas, programas políticos, planes, consignas, etc. De todas formas, suponemos que queda claro de qué hablamos cuando decimos campo popular, una cualidad extensible pero no por eso ilimitada.

Ambos modos parten de la identificación de dicotomías. Pero en el caso del populismo se instituye un conflicto falso o de segundo orden, o un conflicto cuya politicidad termina siendo velada, preservando la armonía de fondo y la reproducción del sistema. Por el contrario, en el caso del socialismo las dicotomías que valen son las sustantivas, aunque los polos puedan presentar delimitaciones un tanto indefinidas.

Los procesos sociales y políticos son dinámicos y pueden redefinir esas fronteras, pueden ampliarlas o achicarlas, pero siempre dentro de límites más estrictos. Esos límites son sociales y se fundan en la certeza de que la burguesía no tiene afinidades sustantivas con las clases subalternas.
Precisamente uno de los rasgos definitorios del modo socialista de la política popular es la necesidad de articular lo político con lo social (subalterno), de pensar y hacer política con un fundamento social, de ahí la idea de enlazar y proyectar experiencias de socialismo práctico desarrolladas por las clases subalternas, de ahí el trabajo tendiente a develar la politicidad de los conflictos, incluyendo los cotidianos. Por cierto, se trata de una preocupación ajena al populismo, que concibe al pueblo como sujeto prepolítico y recurre al esencialismo o a las articulaciones meramente discursivas.

Las intervenciones políticas populistas buscan resolver las contradicciones sustantivas en función de los intereses estratégicos y de largo plazo de las clases dominantes. Despliegan un conjunto de maniobras digestivas, instauran
mediaciones. No otro es el papel histórico de los árbitros de la paz social, aunque ocasionalmente alimenten algún conflicto o restituyan algún derecho popular conculcado. Por lo general la invocación a lo popular constituye una forma de celebrar alguna alienación y de ocultar la manipulación.

Para el populismo, pueblo es la fórmula que conjura la lucha de clases.
La intervención populista instituye formas de pseudoparticipación o participación en áreas marginales, sin poder decisorio, y exige por lo tanto la mediación de caudillos o elites. El populismo es una aventura vertical, y por lo tanto sus formas no crean capital social. Para el populismo la significación universal “viene de afuera” (lo mismo que el “horizonte”) y sirve para reforzar la hegemonía burguesa. El populismo es la atracción de las clases dominantes para la “profunda penetración” de las clases subalternas. Es evidente que populismo es un concepto menos ambiguo que popular.

El socialismo trabaja para resolver la contradicción en función de los intereses de las clases subalternas; pretende la reestructuración radical de las relaciones sociales, por lo tanto la participación popular directa es clave. Para el socialismo, pueblo es la fórmula que articula pluralidades subalternas;
el hilván de luchas, construcciones y resistencias de los de abajo; el nombre de un sujeto revolucionario autoconstituido en la lucha de clases. La significación universal viene de una particularidad de base organizada y se erige en contrahegemónica.

La construcción del horizonte es colectiva. El marco de la acción del pueblo no se concibe como patológico, el pueblo no es el sujeto destinado a corear las tragedias y las apoteosis. El socialismo es una aventura horizontal.

Cuando se lo invoca desde alguna tarima se lo pervierte. El camino del socialismo está jalonado por los despojos del populismo. En sus flancos yacen las imágenes de lo que lo popular hubiese llegado a ser en el caso de asumir la deriva populista. Pero esos despojos ponen en evidencia que el socialismo no es un camino recto y fácil, por el contrario está plagado de encrucijadas, de trayectos que se bifurcan. Todo el tiempo hay que elegir. Y tratar de ir más lejos de lo posible.

Populismo y socialismo son dos modos antagónicos de construcción de las demandas globales, de representación de la totalidad mítica. Básicamente son dos modos antagónicos de inscribir las demandas. Por ejemplo, el populismo
es compatible con el clientelismo y el paternalismo, con una división de roles cuya función es evitar los contactos violentos entre las clases, una división entre los que mandan y obedecen, entre los que dan y los que reciben (repartir para el populismo es reproducir el orden social). El socialismo al
que aspiramos es incompatible con estas prácticas, bajo cualquier circunstancia.

Además el populismo y el socialismo invisten objetos parciales
diferentes. ¿Queda claro cuándo la izquierda incurre en el populismo? Las declamaciones clasistas del maximalismo mecánico no son antídoto suficiente para evitar caer en posiciones populistas.

Los significantes del populismo pueden ser hegemonizados por un discurso y una política de derecha, es decir por una política antipopular, porque en el fondo desean la preservación del orden burgués. Esto no pasa con los significantes socialistas: contrahegemónicos y antisistémicos, pretenden la descomposición del orden burgués. Por ejemplo, en la crisis de 2001 lo popular se expresó bajo la forma de un populismo antiinstitucional, pero también bajo formas antisistémicas.

El populismo también puede concebirse como el conjunto específico de estrategias de dominación desplegadas por la burguesía. En general todas estas estrategias les sirven a las clases dominantes para ocultar su rotundo particularismo. Por eso el populismo recurre a una máscara de universalidad que se autoconstruye. Esa máscara le permite desarrollar una inserción en el campo popular.

Un movimiento popular, si aspira a la condición de revolucionario y socialista, no puede clasificar a las “masas” por niveles de conciencia. Por el contrario, los sujetos dinamizadores que lo integran, los que han desarrollado mayor potencial multiplicador, los que impulsan las acciones que se transforman en varias acciones (los que en los términos tradicionales suelen denominarse dirigentes) deben aceptar esos niveles disímiles como ineludible punto de partida y trabajar en pos de la consolidación del piso más alto de conciencia posible. Se trata de incidir políticamente en el campo popular, no de trascenderlo. Una praxis popular debe articular el realismo de las condiciones con la audacia innovadora derivada de un espíritu utópico siempre desmesurado.En efecto, no se puede pensar una revolución sin un factor de desproporción.

Sobre el poder popular

El poder popular es el proceso a través del cual los lugares de vida (de trabajo, de estudio, de recreación, etc.) de las clases subalternas se transmutan en célula constituyente de un poder social alternativo y liberador que les permite ganar posiciones y modificar la disposición del poder y las relaciones de fuerza y, claro está, avanzar en la consolidación
de un campo contrahegemónico. Se trata de espacios de anticipación social y política, donde habita lo real posible (el poder popular consuma una transformación y a la vez posibilita la apertura a nuevas transformaciones), espacios cuyos modos se contraponen a los ejes principales de la política burguesa, tanto en sus versiones de derecha como en las “progresistas”: la administración de lo dado y la gestión sin fondo utópico.

El poder popular es también asumir el potencial liberador de la propia fuerza. El poder popular es la potencia latente de las clases subalternas. El poder popular es praxis, por lo tanto, exige adhesiones práxicas.

El poder popular no se puede otorgar desde arriba, tampoco puede extraerse o conquistarse de las nubes. Ahora bien, la consolidación de posiciones permanentes de poder popular exige resolver la cuestión del poder estatal. Si el Estado constituye una porción del poder, si es parte de una totalidad compleja, la lucha de clases también se expresa al interior del Estado. Es necesario observar que el ejercicio del poder estatal por parte de las clases subalternas constituye un momento instrumental en el proyecto por crear un nuevo bloque hegemónico.

Por supuesto, esto nada tiene que ver con una política de arribismo de ciertos dirigentes devenidos en funcionarios, ni con una supuesta lucha
“desde adentro”, en las entrañas mismas del edificio burocrático.

Pensar el poder popular desde el Estado es un infantilismo equivalente a pensarlo sin él. El poder popular tiene que asumir la necesidad de
ampliar la conciencia gubernamental del pueblo, de lo contrario podemos contribuir a que esta conciencia sea patrimonio exclusivo de las elites o se ponga de manifiesto solamente en el gobierno de unidades mínimas. La conciencia gubernamental del pueblo, desde un punto de vista socialista, es el primer momento de la lucha por la abolición del Estado.

Es necesario apartarse de cualquier concepción que vea en la noción de poder un aliciente para la corrosión de la especie humana. Toda relación entre los hombres es una relación de poder en tanto “el sujeto es un ensamble de relaciones sociales”. Negar el carácter desigual de las relaciones sociales es despojarlas de todo contenido humano.

El poder popular requiere el desarrollo de formas de mando. Pero un mando horizontal, democratizado, heterárquico. En ese camino, las prácticas que construyen poder popular son portadoras de una nueva institucionalidad que preanuncia las formas de la sociedad por venir. El poder popular es un poder para desactivar las potencias que objetivan,
manipulan y explotan, un poder que le permite al pueblo disfrutar de sus acuerdos, de su cohesión, de su realización, en fin, un poder que le permite “vivir”.

Así como todo Estado se sostiene en una idea de nación, pensar el poder es pensar un territorio en el que se desenvuelven determinadas relaciones sociales. El poder popular erige una territorialidad social donde se expresan las capacidades autoemancipatorias de las clases subalternas.

Pensar el poder popular, desde nuestra condición periférica, lleva a pensar en un sujeto plural, multisectorial, un sujeto social múltiple capaz de articular a un conjunto amplio de sectores sociales. El sujeto popular no es un dato de la realidad; por el contrario, es una construcción que se trasluce en proyecto. En la complejidad por articular ese sujeto múltiple reside la posibilidad de crear instancias de poder popular. Sin embargo, la articulación no es un hecho mágico. La burguesía opone obstáculos a todo lo que puede
dañar sus intereses. La dominación capitalista no se deriva directamente de sus propias estructuras sociales, existe una hegemonía burguesa que es necesario socavar.

No es posible pensar el poder desde abajo sin dar forma a una narración que otorgue sentido a las luchas populares, una historia propia que reconozca el sentir y el pensar de las clases dominadas. Pensar el poder popular implica, parafraseando a Walter Benjamin, el empeño por “cepillar la
historia a contrapelo”.

El poder popular no es populista. En la construcción de poder popular se vislumbran los cimientos de un proyecto propio de las clases subalternas que disputa hegemonía a los sectores dominantes.

Actuar, no padecer

Esta compilación tiene como uno de sus objetivos exhibir la realidad de una nueva literatura política de izquierda en Argentina. Literatura negada por todos aquellos que producen pastiches frívolos en serie; por los que prefieren la historia del arte al arte mismo, la ciencia política a la política; por los profetas falaces, huérfanos de paisaje e impermeables a la experiencia porque ya han tomado partido; por los que defienden la cultura en lugar de hacerla. Las terminologías oficiales se desvanecen en el despliegue de la propia palabra, una palabra ornamental y castrada. El trabajo con lo ficticio o lo inerte los lleva a dilatar al extremo sus poco originales pensamientos.

Carlos Marx y Federico Engels, en La ideología alemana sostenían: “Filosofía y estudio del mundo real se comparten entre sí como el onanismo y el amor sexual”. Y nosotros, por cierto, optamos por lo segundo. Para pensar el poder popular con el objetivo de construirlo y consolidarlo no alcanza con pensar otros pensamientos. Hay que extraer los materiales de otro lugar: de la misma experiencia popular, de sus conclusiones, sus síntesis, de los aportes–poco reconocidos– de sus maravillosos teóricos de base, muchas veces reacios a la literatura, otras veces imperceptibles. Por supuesto también hay que tener en cuenta los mitos colectivos y todas las regiones de penumbra.

En fin, hay que extraer los materiales de la propia vida, de la vida que se pretende cambiar a través de la lucha en los planos más diversos. Hay que huir de toda condición superflua. Ésta es la única posibilidad de alumbrar un pensamiento propio y verdadero y una teoría (aplicable) que encuentre su fundamento en la práctica. Una teoría revolucionaria es la antítesis de un liber secretus, de las cartas divinas y de los textos caídos del cielo. Hay que asumir todos los riesgos y quitarles el respirador artificial a las ideas moribundas. La
imaginación es una de las cualidades revolucionarias más importantes, más en estos tiempos de exangüe capacidad onírica. Justamente, hoy se torna necesario creer para ver.

Sin confianza en el pueblo la mirada es claudicante o autoindulgente, sin esperanza revolucionaria disminuyen las chances de descubrir y de inventar.
Los trabajos que aquí presentamos no se arrogan la condición de portadores de certezas infalibles o verdades cerradas.

Transitan sobre un campo minado de incertidumbres y posibilidades, que es la propia experiencia de las organizaciones populares. Proponen, para ese camino aciago, recorridos distantes de las rigideces de pirámide, de la angustia: apuestan a la seriedad y la alegría. Pretenden transmitir un conjunto de sensaciones derivadas del contacto con experiencias que expresan algo radicalmente nuevo.

Sin dudas, esta nueva literatura política remite a una tradición de pensamiento argentino que presenta como hitos a Manuel Ugarte, John W. Cooke, Silvio Frondizi, entre otros. Una tradición que se caracteriza por asumir la centralidad de la realidad a transformar –aunque desde ciertos parámetros
proclives al exotismo padezca una suerte de déficit escénico o alegórico–; por la reflexión en torno a los indicios concretos de esa transformación y por la vocación de consolidarlas en el presente y proyectarlas de cara al futuro. El
momento normativo resulta aquí insoslayable. La reflexión desde las prácticas concretas del campo popular (un “desde” que en muchos casos es un “entre”), la atención puesta en lo que comunican las luchas populares, los requerimientos exigidos por la elaboración de un proyecto popular, operan
como campo decodificador (o filtro) de autores, teorías, etc.

Es decir, pensamos la política desde la necesidad de intervención
concreta para hacer que nuestra vida nos pertenezca. Repudiamos toda teoría que tenga al desencanto como punto de partida. Hemos de consignar finalmente que estos textos no quieren preservar prácticas que hace tiempo han perdido su horizonte y su sentido. Por lo tanto promueven la renovación teórica de la izquierda argentina. Su desarrollo no es
ajeno al saldo de las luchas populares de los últimos años y, por qué no, de las ilusiones puestas en juego con más ímpetu en 2001 y 2002. Pero tampoco es ajeno a las síntesis realizadas por un conjunto de organizaciones populares,
protagonistas de las luchas del período 1999-2003. Por eso nosotros hoy estamos reflexionando sobre el poder popular y no sobre las alternativas para refundar el capitalismo argentino, o para construir el “auténtico” partido de la clase obrera, o sobre los caminos adecuados para constituirnos en amos, vigilantes, verdugos, tramposos o especies similares.

No somos los hijos del desastre y estas reflexiones no son fruto de la desintegración. Creemos en las posibilidades de un nuevo rumbo para la deriva popular. Aquí cabe el contraste con las organizaciones populares
que por taras casi fisiológicas no han acumulado experiencias y saberes políticos. Por cierto, muchas de ellas han retrocedido a las certezas más ancestrales e improductivas.

En fin, han ratificado su fe en los antiguos dioses. Pero, como decía Emil Cioran: “No se libran batallas en nombre de una nostalgia”. Además, su presente hace que el pasado sólo les arroje insignificantes vestigios. Y decimos insignificantes porque esos vestigios ya no sirven como tabla para
sobrevivir al naufragio.

Todo un saber político popular (inmaterial y práctico) se ha gestado al calor de las luchas de la última década. El desarrollo teórico puede servir para consolidar las prácticas más significativas y para proyectarlas al conjunto de las clases subalternas.

Atlas linguistico pluridimensional de El Salvador

Atlas linguistico pluridmensional de El Salvador (por Raul Ernesto Azcunaga L.)

Atlas lingüístico pluridimensional
de El Salvador (ALPES): nivel fonético

M.Sc. Raúl Ernesto Azcúnaga L.

Universidad Nacional (Heredia, Costa Rica, julio de 2003

Descripción del objeto de estudio

El español de América Central es un área de interés tanto para el conocimiento de las culturas e identidades de la región como para la dialectología como disciplina que trata la variación idiomática. Para la dialectología hispanoamericana, se vuelve relevante en tanto existe una escasez de estudios sobre el español de la región y debido a que el conocimiento de las variantes centroamericanas permitirán ampliar los avances de los últimos años, en el campo de la geografía lingüística en América1.

En términos generales, se han dado varios intentos de caracterización dialectal de la región centroamericana: J.I de Armas y Céspedes (1882), Henríquez Ureña (1921:360), D. Canfield (1988:21), V. Honsa (1988:745) y J.Lipski (1994:19), pero como sentencia Quesada Pacheco al citarlos:
el problema con los intentos por describir y explicar el español de América Central en calidad de una zona dialectal radica en que carecen de una base teórica de conjunto y de una metodología que los una, y por lo tanto deberán tenerse como meras hipótesis hasta tanto no se realicen generales y con un marco teórico-metodológico definido” (2000:162-164)

En los distintos países centroamericanos existen, a la vez, estudios que tratan de dar cuenta de los rasgos que caracterizan sus respectivas variaciones dialectales, pero en la mayoría de ellos, no se cuanta aún con una delimitación de zonas dialectales definida mediante la metodología de la geografía lingüística, que contribuya al establecimiento de isoglosas, a la cartografía general de la región y a una explicación de conjunto en el español de la zona.

Los estudios del español de cada país, además, han privilegiado el tratamiento del nivel léxico, en la búsqueda de la definición de amplios catálogos de palabras que puedan considerarse nacionales: hondureñismos, costarriqueñismos, salvadoreñismos, etc. Se cuenta con diccionarios que dan muestra de esto en todos los países (Guatemala: Armas (1971); El Salvador: Salazar García (1910), Geoffroy Rivas (1975), Casalve (2002), Romero (2003); Honduras: Membreño (1982); Nicaragua: Castellón (1939), Rabella y Pallais (1994), Van der Gulden (1995), Castrillo Gámez (1966), Valle (1972); Costa Rica: Gagini (1892, 1919); Quesada Pacheco (1992, 1996) y Panamá: Revilla (1976), Agulera Patiño (1951), Alfaro (1968), entre otros por país.

Ha estado presente también, en la región un interés por explicar variaciones de índole fonética (Guatemala: Alvar (1980), Canfield (1951), Lentzner (1938), Predmore (1945); Nicaragua: Lacayo (1954, 1962), Lipski (1989), Ycaza Tigerino (1980); El Salvador: (Bonilla (1950), Gozález Rodas (1963), Pedro Geoffroy Rivas (1975, 1978), L. Canfield (1953,1960), J. M Lipski (1985, 1986, 1987); Honduras: Amastea (1989), Lipski (1983, 1986,1987), Costa Rica: Agüero (1960), Arroyo Soto (1971), Chavarría-Aguilar (1951), J. Wilson (1971,1980), J. Quesada Pacheco (1984), Quesada Pacheco (1992).
Investigaciones en otras áreas lingüística como la sintaxis y la morfología tienen mayor retraso.

En el caso específico de El Salvador, se presentan en la investigación sobre el español dos momentos claramente diferenciados2, que se relacionan con el desarrollo mismo del estudio de la lengua en esta parte del mundo: los estudios de índole normativo-academicista de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y los de mayor rigurosidad científica de la segunda mitad del siglo XX en adelante.

Los primeros se desarrollaron con la pretensión de señalar y corregir todas aquellas expresiones que se alejaban de la norma culta; entre los principales trabajos se destaca el “Diccionario de Provincialismos y Barbarismos Centroamericanos, y Ejercicios de Ortología Clásica” (1910) de Salomón Salazar García.

Dentro de los segundos, de tipo descriptivista, son los trabajos de Geoffroy Rivas (1975, 1978) los estudios más relevantes. Geoffroy Rivas basa sus investigaciones en los principios de la relación entre el lenguaje y la sociedad de E. Sapir y la explicación del español americano propuesta por Pedro Henríquez Ureña; según la cual, en América hay cinco zonas dialectales:
el carácter de cada una de las cinco zonas se debe a la proximidad geográfica de las regiones que las componen, los lazos políticos que las unieron durante la dominación y el contacto con una lengua indígena principal” (1921:357-390).

El Salvador, junto a México, Nuevo México y la mayor parte de América Central pertenecen a la primera zona (de norte a sur) bajo la influencia del náhuat.
Geoffroy Rivas se empeña en demostrar la influencia del náhuat3 en el español salvadoreño en el nivel léxico (conformación de palabras)4 y en el fonético mediante la persistencia (sustrato) del sonido fricativo palatal sordo del pipil en muchas expresiones de uso cotidiano en la población salvadoreña. Sus trabajos tienen un carácter relevante por ser los únicos que se proponen como objeto el español salvadoreño en su totalidad (estudio global), se alejan del academicismo, abordan los diversos niveles de la lengua y no se sustentan solamente en la literatura costumbrista. Como el mismo autor señala:
Me he dedicado desde hace años al estudio del idioma, no en su aspecto académico, no conforme a las frías y rígidas normas (…) sino observando los cotidianos cambios que el pueblo –ese genial modificador de las lenguas- va introduciendo en ellas” (Geoffroy Rivas;1966:7).

Hoy en día se puede demostrar que muchos de los fenómenos considerados influencia del náhuat, también ocurren en zonas lingüísticas de toda América en las que nunca se habló aquella lengua, si bien se reconocen las influencias de las lenguas indígenas en general al español de América.

Otros trabajos importantes, específicos del área fonética son: el análisis del lenguaje costumbrista en una muestra literaria de Publio González Rodas (1963); un pequeño estudio sobre la necesidad de la SH en el español salvadoreño de Carlos Bonilla (1950); las observaciones sobre el español salvadoreño y los andalucismos en la pronunciación salvadoreña de L. Canfield (1953,1960); las referencias a la fonética del español salvadoreño en el estudio del español centroamericano de J. M Lipski (1985, 1986, 1987) y el artículo descriptivo del español que se habla en El Salvador y su importancia para la Dialectología Hispanoamericana de este mismo autor (2000).

Estos estudios aportan al conocimiento del español de El Salvador, pero no explican las diferencias entre las distintas regiones del territorio, ni dan cuenta de la distribución geográfica de los fenómenos señalados; lo que lleva a plantear un estudio de esta índole y con las características de un Atlas Lingüístico, pues siguiendo a Coseriu el único método enteramente adecuado para la dialectología es la geografía lingüística, que encara directa e inmediatamente la variedad idiomática (1981:18).

Por otra parte, este trabajo, Atlas Lingüístico Pluridimensional de El Salvador (ALPES), se enmarca dentro de la perspectiva de la geolingüística pluridimensional, método dialectológico y comparativo, que presupone el registro en mapas espaciales de un número relativamente elevado de formas lingüísticas (fónicas, léxicas o gramaticales) (Coseriu 1985: 103) que incorpora a la dimensión diatópica las dimensiones diastrático y diafásica con los parámetros diasexual, diageneracional, así como la dimensión dialengual en casos necesarios (Radtke & Thun 1996: 25-49) para dar cuenta de forma más amplia y sistemática de la variación lingüística.
En el ALPES partiendo de la tal marco teórico y del reconocimiento de que la lengua no sólo cambia en la dimensión diatópica (geografía), sino que también lo hace en la dimensión diastrática (social), se propone estudiar las diferencias lingüísticas por regiones considerando en los informantes el sexo (parámetro diasexual) y la generación (parámetro diageneracional), es decir, se considera la variación de la lengua en función de si el hablante es hombre o si es mujer, si es joven o mayor, para establecerá para cada fenómeno lingüístico sus propios límites por variable geográfica.
El ALPES busca ser un estudio dialectal global del país por lo que abarcará la totalidad del territorio salvadoreño en la definición de los puntos de la red.
El nivel lingüístico de estudio en el ALPES es el nivel fonético y se rastrearán las siguientes realizaciones: 1) vocales /a/, /e/, /o/ postónicas finales; 2) /b/ en posición inicial, tras /ui/, /l/ y /r/; 3) /d/ tras /eu/, /l/, /r/ y /–ando/; 4) /g/ tras /ui/, /l/ y /r/ 5) /f/ ante vocal, ante /ie/ y /ue/; 6) /s/ inicial, intervocálica, final, final y ante t, ante /p/, /k/, /b/, /d/, /g/, /m/, /n/, vibrante /r/ y ante /l/; /x/ en posición inicial ante vocal; 7) /_/ en posición intervocálica e inicial; 8) /n/ posnuclear y final; 9) /r/ final, /r/ intervocálica, ante /n/, /m/, /l/ y /s/; 10) /j/ inicial, intervocálica y tras n; 11) /tr/ inicial e intervocálico; 12) los grupo consonántico /str/, /ndr/, /ldr/ 13) la deshiatación y el cambio de acento.
Tal es objeto de este proyecto de investigación, el establecimiento de un Atlas Lingüístico Pluridimensional de El Salvador. Nivel Fonético (ALPES).

Justificación

En América Central los estudios lingüísticos tienen pendiente la enorme tarea de dar explicaciones pertinentes y de conjunto, por país y de la región en su totalidad, sobre las variantes dialectales del español y la descripción completa y comparativa de las lenguas indígenas y los creoles.
En el caso del español, en El Salvador, al margen de los estudios –escasos y poco conocidos- de aspectos específicos en el nivel fonético, los trabajos con los que se cuenta (ver apartado 4), no se proponen en ningún momento establecer límites geográficos a los fenómenos que señalan, por una parte, y por otra son trabajos que datan algunos desde mediados de siglo XX y otros desde hace ya tres décadas; y la lengua, al igual que los cuerpos teóricos que explican el fenómeno lingüístico han continuado su desarrollo. De igual forma ninguno de estos trabajos presenta la metodología de la geografía lingüística. De aquí la necesidad de proponer como imperioso objeto de estudio para el conocimiento del español salvadoreño en el área fonética la definición de un Atlas Lingüístico.

EL atlas lingüístico de El Salvador permitirá presentar una visión espacial simultánea de fenómenos lingüísticos, con la cual se potenciarían deducciones de orden histórico, general y comparativo (Gimeno, 1994: 82); constituirá un inventario de formas lingüísticas del español salvadoreño y permitiría corroborar la existencia de ciertas formas, cómo coexisten dos o más formas y cómo otras van quedando reducidas.
Además de corroborar la existencia de los rasgos fonéticos señalados como característicos del español dialectal salvadoreño y su estado actual, el ALPES servirá de base para futuras investigaciones en el país que busquen profundizar en ciertas áreas de este mismo nivel fonético; servirá a posteriores trabajos de carácter diacrónico; y se convertirá, dada su metodología, en un eslabón para el establecimiento de las variaciones dialectales en la región centroamericana y en un criterio de comparación para las otras variantes de los países vecinos.

Objetivos de la investigación

Objetivos generales
1. Estudiar la distribución de los fenómenos lingüísticos del nivel fonético del español de El Salvador, considerando las variaciones diatópicas (geográfica) y diastráticas (de sexo y generacional) desde la perspectiva teórico-metodológica de la geolingüística pluridimensional.
2. Contribuir al conocimiento del español salvadoreño, en específico, y del español centroamericano, en general.

Objetivos especificos
1. Cartografiar desde la perspectiva geolingüística pluridimensional mapas que den cuenta de la variación diatópica y diastrática del español en El Salvador en el nivel fonético.
2. Establecer zonas dialectales generales a nivel del español en El Salvador
3. Corroborar la vigencia de los fenómenos fonéticos tradicionalmente considerados como característicos del español de El Salvador.
4. Comparar los resultados obtenidos con similares en el ámbito centroamericano.

Estado de la cuestión

Los estudios del español salvadoreño en el nivel fonético no son muy abundantes. Los más importantes son:
La propuesta sobre la necesidad de la /sh/ en el español salvadoreño de Carlos Bonilla (1950), que tiene como base según el autor que :
el idioma de Castilla ha tenido que aceptar varios injertos de las lenguas indígenas (…) y aunque muchas de esas palabras han sufrido ya la castellanización, aquí aún entre los salvadoreños aún conservan su pronunciación primitiva, y para la cual el castellano no tiene letras aparentes (sic) ( Revista La Universidad (marzo-abril 1975): 12- 13).
Presenta un listado de 37 palabras con el sonido /sh/.
Las observaciones sobre el español salvadoreño y los andalucismos en la pronunciación salvadoreña de L. Canfield (1953,1960), que describen el habla de El Salvador de mediados del siglo XX, señala que “además de ser la tierra de buir a traer, andate y ¡primero Dios! el castellano en El Salvador tiene ciertos rasgos fonéticos que saltan al oído del extranjero…”
El análisis del lenguaje costumbrista en una muestra literaria de Publio González Rodas (1963), en el que se identifican en la novela “Jaraguá” de Napolén Rodríguez Ruiz, fenómenos lingüísticos diversos como la dislocación del acento, la destrucción del hiato, la asimilación y disimilación, el yeísmo, los metaplasmos por adición y supresión, metátesis, vocalización, consonantización y la aspiración.
En la década de 1970 surgen los trabajos de Geoffroy Rivas (1975,1978) que tratan de dar a la lengua salvadoreña una explicación de sus orígenes y de su desarrollo. Geoffroy Rivas intenta en aquellos años que germinan la agudización del conflicto armado salvadoreño de la década de 1980, dar el carácter reinvindicativo de lo que es y será nuestra lengua y desde la perspectiva de un momento crítico darle legitimidad a lo indio, ya campesinado, al pueblo mal hablado ante la norma culta.
Los trabajos de mayor actualidad son las referencias a la fonética del español salvadoreño en el estudio del español centroamericano de J. M Lipski (1985, 1986, 1987) y el artículo descriptivo “El español que se habla en El Salvador y su importancia para la dialectología hispanoamericana de este mismo autor (2000) en donde sistematiza los trabajos hasta ahora realizados y presenta muestras de la literatura costumbrista salvadoreña.

Estos trabajos son importantes, como se señaló anteriormente (en el punto 3), pero ninguno toma el área fonética como tema central, ni son realizados como un estudio específico de geografía ligüística. De tal manera que el estudio de zonas dialectales en El Salvador es completamente novedoso y necesario. Así como lo son trabajos comparativos entre los países de la región.

Marco metodológico

La presente investigación se enmarca dentro de la denominada geografía lingüística pluridimensional (Radtke & Thun 1996: 38), en la cual se consideran variables sociales en la distribución de los fenómenos lingüísticos en estudio. La geografía pluridensional permite tener una visión más global de las distribuciones de los fenómenos lingüísticos en el territorio.
Las variables sociales que se contemplan para esta investigación son: el sexo y la generación. El estudio de estas variables –sexo y generación- posibilita una descripción más completa de la dinámica del sistema lengua e incorpora sectores otrora marginados en la selección de informantes en el marco de la dialectología o de la geolingüística.
En la definición de este Atlas Lingüístico Pluridimensional de El Salvador (ALPES) se toma el nivel fonético como material de estudio. Se indagará sobre la distribución regional de ciertos rasgos considerados característicos de la fonética del español salvadoreño, en específico, y del español centroamericano en general.
En cuanto a la espacialidad, el ALPES es un estudio global de todo el territorio salvadoreño, el cual comprende 20, 460 kms2., con una población aproximada de 6 millones (anexo No. 1).

Definición de puntos de la red

En consideración a los factores expuestos por Montes Giraldo (1995: 92-93) presentado en punto 1.2.3 de este proyecto, se definen los siguientes parámetros como requerimientos básicos para formalizar la red de puntos en El Salvador:
1.Distribución geográfica: se ha pretendido que haya una distribución homogénea en el territorio, sin grandes acumulaciones que dificulten la cartografía ni grandes áreas sin puntos de encuesta.
2. Presencia de todos los departamentos (provincias) del territorio: El Salvador se divide política y administrativamente en 14 departamentos, de cada uno de ellos se ha tomado al menos 1 puntos y en los más grandes y densamente poblados 2.
3. Preferencia en el estudio de localidades urbanas y no de reciente formación: La demografía salvadoreña se caracteriza por concentrar grandes cantidades de población en las tres ciudades más grandes (Santa Ana, San Salvador y San Miguel) y en el resto del país la tendencia es que las cabeceras departamentales aglutinen al grueso de la población y se conviertan en centros de irradiación cultural y lingüística.

4. En atención a la naturaleza nacional del estudio y de las características de la región se han considerado la variedad dialectal del territorio y las zonas de contacto interdialectal fronterizas en el occidente con Guatemala y el norte con Honduras.
Las localidades seleccionadas como objeto de estudio, con el símbolo que aparecerá en el cartografiado, son las siguientes:
RED DE PUNTOS ALPES

N Localidad Departamento Símbolo
1 Metapán Santa Ana SA-01
2 Santa Ana Santa Ana SA-02
3 Ahuachapán Ahuachapán A-01
4 Sonsonate Sonsonate S-01
5 Acajutla Sonsonate S-02
6 Nueva San Salvador La Libertad LL-01
7 Quetzaltepeque La Libertad LL-02
8 Chalatenango Chalatenango CH-01
9 La Palma Chalatenango CH-02
10 San Salvador San Salvador SS-01
11 Panchimalco San Salvador SS-02
12 Cojutepeque Cuscatlán C-01
13 Zacatecoluca La Paz LP-01
14 San Vicente San Vicente SV-01
15 Sensuntepeque Cabañas Sen-01
16 Usulután Usulután U-01
17 El triunfo Usulután U-02
18 San Miguel San Miguel SM-01
19 San Francisco Gotera Morazán M-01
20 La Unión La Unión LU-01

Estos punto son ubicados en el anexo No. 2.

Técnica de investigación

La encuesta es la base para la recolección de datos en el ALPES, que sigue en este aspecto la metodología de la geografía lingüística clásica. Se complementará la información con una entrevista previa al informante, en la cual le preguntan aspectos generales de la localidad y datos básicos sobre su historia de vida.
En la administración del cuestionario se opta en ALPES por la encuesta directa, es decir el encuestador y el informante frente a frente. Todo el material de estudio se registrará en cintas magnetofónicas, por el mismo encuestador.

El cuestionario

El cuestionario del ALPES es el propuesto para el establecimiento del Atlas Lingüístico Etnográfico de Costa Rica,(ALICORI) por M. A. Quesada Pacheco (1992).
La utilización de este cuestionario en el proyecto ALPES permitiría establecer una matriz de datos para la realización futura de estudios de geografía lingüística de América Central en su conjunto, lo cual aportará en gran medida a la explicación de las variantes dialectales del español de la región.
Del cuestionario en mención se retomó la parte correspondiente al nivel fonético (anexo No. 3) previa una prueba piloto (punto 6. 8) que corroboró la validez del instrumento en comunidades lingüística salvadoreña.
Al cuestionario propuesto por el por M. A. Quesada Pacheco se le hicieron modificaciones de dos tipos:
1) Modificación de la redacción de aquellas preguntas referidas al contexto costarricense (preguntas número 1, 12, 15, 23,43, 46 y 47).
2) Incorporación de preguntas para sondear la neutralización de /b/ y /g/ ante /ue/ y cambio en el acento (4 preguntas)
El cuestionario de ALPES consta de 60 preguntas, las cuales responden, casi en su totalidad, al tipo de preguntas indirectas denominadas como NAMING, es decir, preguntas que buscan la respuesta por medio de una perífrasis (Chambers y Trudgill, 1994:46-49) y una minoría es por oposición.

Informantes

De acuerdo al enfoque pluridimensional del ALPES, los informantes no siguen la caracterización clásica NORM´S (nonmobile, older, rural males; de Chambers y Trudgill (1994:56-59)) se mantiene únicamente las características de “nonmobilie” y se incorporan al estudio las variable diastráticas de sexo y generación. (ver punto 5. 1.2.4)
Las características generales de los informantes informantes serán las siguientes:
1. Nativos de la localidad o residentes por más de 20 anos.
2. Con edades comprendidas entre los 60 y los 80 años para la generación mayor y de 30 a 40 para la generación joven.
3. Analfabetos o con escasa instrucción.
4. Con ascendientes y cónyuge nativos de la localidad.
5. Personas poco viajeras y que no hayan residido fuera de la comunidad durante mucho tiempo.
6. Personas con dominio de sus facultades mentales.
7. Personas con dentadura completa.
Se seguirá el criterio del informante único por cruce de variables, así:
1 informante mujer-mayor
1 informante hombre-mayor
1 informante mujer-joven
1 informante hombre-joven
Aunque siempre que sea posible —o cuando las circunstancias lo requieran— se registrarán informantes secundarios, sobre todo en aquellos casos en que la información no sea en partes audible, o en que el informante presenté poca fiabilidad.
El ALPES trabajará con un total de 80 informantes, de los cuales en atención a las variables sexo y generación, y a su cruce se dividirán en: 50% mujeres y 50% hombres; un 50% mayores y un 50% jóvenes.

Transcripción fonética

El procedimiento de transcripción fonética a utilizar es el denominado indirecto, se desarrollará, a partir de la grabación de la encuesta. El alfabeto que se empleará es el Alfabeto Fonético Internacional y los rasgos se presentarán en términos de la fonética y fonología funcionales.

Ordenamiento, clasificación del material y cartografía

Con el material transcrito y analizado se procederá al establecimiento de las isoglosas, al trabajo de cartografía y a la caracterización las zonas dialectales.
Se utilizarán dos clases de mapas:
a) Mapas lingüísticos puntuales o sintéticos: Se presentará un mapa por cada uno de ítemes investigados.
b) Mapas lingüísticos analíticos: Se presentará una elaboración, por medio de símbolos especiales, de las zonas identificadas.

La nomenclatura a utilizar es la diseñada en “Fonética del Español de Costa Rica: Análisis Geolingüístico Pluridimensional” (Vargas 2000) y “Aspectos Morfosintácticos del Español de Costa Rica” (Castillo 2000).

Prueba piloto

La validación del cuestionario se realizó en dos vías:
1) Aplicación del cuestionario original, con la modificación de redacción en que aquellas preguntas y respuestas que hicieran relación directa a la cultura y realidad costarricenses. (preguntas 1, 12, 15, 23,43, 46 y 47).
2) El estudio detallado de lo que cada pregunta busca sondear, es decir, los rasgos característicos. que servirán de parámetro para establecer el Atlas.
En la prueba piloto se administró el cuestionario a una muestra no aleatoria en las comunidades de Texistepeque y Ciudad Arce, de los departamentos de Santa Ana y La Libertad respectivamente, a un total de 8 informantes: 2 hombres-mayores; 2 mujeres-mayores; 2 hombres-jóvenes y 2 mujeres jóvenes.
Esta aplicación permitió identificar las preguntas y palabras-respuesta que generaban dificultad para los informantes y proponer su respectiva modificación.(anexo 5). De las 51 preguntas propuestas para el ALCORI se modificaron:
La redacción de las preguntas pero manteniendo la palabra-respuesta: Siete preguntas, las número: 1, 12, 15, 23,43, 46 y 47.
La redacción de las preguntas y la palabra-respuesta: Seis preguntas, las número 3,5, 23 27, 31 y 50.
El análisis del cuestionario permitió reconocer la enorme coincidencia de fenómenos identificados tanto en El Salvador como en Costa Rica, incorporar aspectos que pueden ser relevantes en el español salvadoreño (neutralización de /b/ y /g/ y cambios de acento) no considerados en la encuesta original, su respectiva incorporación mediante ítemes y reconocer aquellos fenómenos que aunque no son directamente relevantes para el español salvadoreño si lo son para los estudios comparativos en el español centroamericano (por ejemplo, realización de /r/ y de los grupos /tr/ inicial e intervocálica y la de los grupos consonánticos /str/, /ndr/ y /ldr/).

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