Fuimos un Partido en guerra…
Entrevista con Domingo Santacruz (VI) (segunda versión, corregida y aumentada)
SAN SALVADOR, 3 de junio de 2009 (SIEP) Mientras conversamos Domingo Santacruz recibe llamadas de felicitación porque ha sido nombrado como primer Embajador salvadoreño ante Cuba luego de 48 años de no existir relaciones con ese país hermano.“Es para mi un gran honor…” señala.
Continuamos la entrevista, esta vez tratando el tema de la participación del PCS y su brazo armado, las FAL en la Guerra Popular Revolucionaria que conmovió a El Salvador de 1980 a 1992.
De derecha a izquierda: Schafik, Dagoberto Sosa, Rafael Benavides, Domingo Santacruz. Foto tomada en la Guacamaya. IV Pleno CC del PCS 1984, Morazán.
“Resulta muy difícil establecer una relación de tantos asuntos en los que el PCS se vio involucrado en aquellos agitados meses y años. El PCS como fuerza política revolucionaria fue la última en incorporarse a la lucha armada. Ya hemos referido un poco los problemas que tuvimos que enfrentar para ponernos a la altura de las exigencias del proceso revolucionario en nuestro país. A la Dirección política electa por el VII Congreso, en abril de 1979, le correspondió el reto de dirigir el esfuerzo militar de nuestro Partido. La mayoría de los integrantes no contábamos con formación técnica en el terreno militar, ni tampoco experiencia en muchos de los aspectos elementales en materia de construcción y preparación de las fuerzas militares, y menos en la combinación con otras formas de lucha.
La Comisión Política del Comité Central estaba integrada por Simón, Hugo, Lucio, Eduardo, Celia, Logan, Ramiro, Cesar, JJ, Víctor, Nery, Raúl y Nando, en total 13 propietarios y 3 suplentes: Chano, Octavio y Marcelo. El Comité Central estaba integrado por 35 personas, esa era la dirección nacional del PCS…”
Hemos señalado que durante la represión previa a la guerra el PC perdió varios miembros del Comité Central, entre los cuales recordamos al comandante Miguel, nuestro querido Lito Aguiñada; Tony Hándal, Marino, etc.; otros compañeros del mismo organismo que hubo que reemplazar porque no lograron superar dificultades y debilidades que los fue dejando fuera de la pelea. Otros camaradas salieron heridos en combate, como Julio César Castro, el Viejo Hilario; Raulito, que estuvo destacado en Jucuarán y otros. Por supuesto, estoy hablando de miembros de la dirección. No estoy planteando a un número importante de cuadros valiosos que sin poseer cargos de dirección en el PCS supieron jugar un rol sumamente relevante y que también ofrendaron sus vidas, muchos de ellos con niveles de oficiales de alto rango.
En el repliegue estratégico inmediatamente después de la ofensiva final, cuando pasamos a la estrategia de resistir, desarrollarnos y avanzar, la FAL se asentaron en varios campamentos del país, aunque al inicio encontramos mejores condiciones para establecernos en Los Cerros de San Pedro al norte del departamento de San Vicente, del Frente Paracentral. Durante un poco más de un año, nuestras tropas en ese frente permanecieron bajo el mando del Comandante Roberto. A mediados de Julio y principios de Agosto de 1982, la Comisión Política del PCS y el Estado Mayor de las FAL decide realizar algunas evaluaciones del desempeño de los mandos principales a partir de los resultados logrados, los cuales fueron bastante cuestionados, habiéndose observado una actitud bastante conservadora en las decisiones de combate; se determinaron las causas, objetivas y subjetivas, inherentes a nuestro desempeño no sólo de las FAL, sino del PCS y especialmente de su Dirección, pero también las incidencias del enemigo y otros obstáculos derivados del proceso de avance de la unidad con las otras fuerzas hermanas que dificultaban nuestro avance.
Después de los análisis realizados con presencia de varios compañeros que ocupaban posiciones de nivel medio en los mandos, nuestra Dirección llegó a la conclusión de que había llegado el momento de realizar algunos cambios administrativos de nuestros mandos, tanto en el frente de Los Cerros de San Pedro, como en los del Cerro de Guazapa, Jucuarán, Chalatenango y otros de menor importancia, pero también de visión sobre el carácter de la guerra, de su estrategia, y del papel del PCS en ella. Como parte de los cambios en Los Cerros, quedó el Comandante Roberto. En Jucuarán, bajo el mando del Comandante Pedro; en Guazapa, bajo el mando del Comandante Joel; en Chalatenango, donde habíamos sufrido la baja por heridas en combate del Capitán Moisés, produciéndose una transición: Moisés sale herido a Nicaragua, la gente, tropa y masa sin mando se trasladan a Guazapa. Había que resolver la sustitución y la redefinición de las misiones, la cual se da en dos momentos, el Cap. Mariano apoyado por el Tnte. Lito recibe la orden de crear la Escuela Capitana Iliana; luego, después del IV Pleno es designado el Comandante Jerónimo como responsable de la Escuela, dejando al Capitán David como segundo al mando.
El Papel del Partido en las FAL
Recuerdo que en nuestras discusiones sobre el papel del Partido en la FAL, y la necesidad de construir y hacer funcionar el partido, al principio observamos no poca resistencia de algunos mandos a la hora de integrar los organismos de partido. Tuvimos que realizar un fuerte trabajo ideológico para que nuestros comandantes de unidades aceptaran que en las células partidarias los jefes debían despojarse del grado militar y actuar como otro militante más. Todos y todas, independientemente del grado militar y del cargo que ocupáramos, dentro de la estructura del Partido todos éramos iguales, teníamos los mismos derechos, y una misma disciplina.
En las discusiones aparecían muchas quejas sobre abusos de autoridad, métodos autoritarios, ninguna pizca de democracia participativa partidaria. Comenzaron a funcionar dos tipos de estructuras partidarias: las de los combatientes y las de los jefes. Alegando cualquier argumento de no descompartimentar informaciones, se evadía la discusión partidaria basada en principios revolucionarios. Este fue uno de los retos que tuvimos que enfrentar y resolver bien. Lo logramos con el método de persuasión y de convencimiento. Ese elemento es lo que permitió resolver muchos de los problemas de información, de inteligencia y contrainteligencia, abastecimientos y de la logística en general. El método de partido para abordar los problemas, cualesquiera que fuesen, es lo que permitió asimilar bien el planteamiento de que el Partido es quien dirige de manera directa, total y absoluta. Un combatiente con esa calidad ideológica y política valía por muchos. Así, con esa orientación, enfrentamos los problemas del crecimiento y del desarrollo de las FAL y del PCS como partido en guerra.
Al analizar el carácter popular y revolucionario de la guerra, además irregular, nos llevaba a concluir sobre la necesidad de construir un partido disciplinado, consciente y al mismo tiempo crítico de si mismo. Si el Partido es el portador de la ideología, de las ideas revolucionarias, de las líneas estratégicas, debíamos asumir que el desenlace de la guerra no podía depender únicamente de los enfrentamientos en el terreno militar, que estábamos frente a una guerra justa de todo el pueblo, en donde debíamos trabajar para combinar todas las formas de lucha.
Este planteamiento nos servía para hacer comprender la necesidad de construir una estrategia global integral, en donde nuestro pueblo y nuestras organizaciones pudieran combatir al enemigo principal en todos los terrenos. En la medida que avanzábamos en el dominio del arte militar, llegamos a comprender que un solo combatiente era capaz de causarle graves daños al enemigo sabiendo utilizar su experiencia. En ese sentido, decíamos, no necesitábamos una fuerza grande, concentrada, que facilitara al enemigo oportunidades para golpearnos. Debíamos ser una fuerza disciplinada, combativa y con visión estratégica…esa es la fuerza a la que debía aspirar ser las FAL.
Por eso nuestra dirección partidaria le puso mucha atención al trabajo político ideológico basado en la ciencia proporcionada por el marxismo leninismo. La aplicación de los principios revolucionarios de organización y funcionamiento del partido es lo que permitió resistir y salir adelante, no sólo para librar los combates derivados de una estrategia de guerra de contrainsurgencia, para entender los intentos del enemigo para confundir al pueblo y los combatientes con recursos psicológicos, políticos, de propaganda sucia, utilizados de manera creciente por el enemigo, con mucho poder, con mucha fuerza, sino para enfrentar los problemas surgidos en el campo internacional de la revolución.
La importancia del trabajo político-ideológico.
Con este método de trabajo político ideológico desenmascarábamos los intentos del enemigo de quebrar la moral de nuestros combatientes. Estos problemas se hacían mucho más difíciles en la medida que la guerra misma se iba desarrollando, en la medida que el gobierno recibía mayores apoyos en los terrenos militares, de inteligencia, contrainteligencia, de crecimiento del ejército, en el surgimiento de nuevas y numerosas unidades de batallones de reacción inmediata, de la PRAL, de unidades helitransportadas y de otros recursos militares.
Con este método de trabajo partidario pudimos hacerle frente a los fracasos de las primeras visiones estratégicas, cuando la Guerra Popular Prolongada fracasó. En nuestras filas surgían no pocas interrogantes: ¿Por qué no hubo incorporación masiva del pueblo, ni siquiera de las grandes organizaciones populares surgidas a mediados de los 70s? ¿Ha fracasado la ofensiva final? Hasta donde conocíamos en ese tiempo, este tipo de interrogantes las tenían todas las organizaciones hermanas. Por eso tuvo una repercusión importante la orientación de “resistir, desarrollarnos y avanzar”, la cual contribuyó enormemente para entender estos problemas. Cada organización la aplicaba y explicaba a su manera, y desde su propia realidad como fuerza, pues, como es lógico, existía un desarrollo desigual entre todas las organizaciones.
A partir de nuestra propia realidad, aprendiendo en el terreno de la lucha y de la experiencia de las organizaciones hermanas, el PCS fue forjando las FAL. Esto implicó para la Dirección, estar en el terreno, convivir con las y los combatientes, participar directamente en las operaciones de ataque y defensa de los territorios, la defensa de la población. Es con esta relación forjada en el terreno de los combates, en las guindas, en las enfermedades y hambreadas, pero sobre todo en los intercambios, en las valoraciones participativas a lo largo de los años, la Comisión Política y el Comité Central de nuestro Partido logra el reconocimiento de cada combatiente y mando de las FAL. Creo que esta relación no idealizada sino forjada fue la que permitió al partido en su conjunto jugar el papel histórico en la Guerra Popular, como Partido en Guerra.
Después de varios años transcurridos, pensándolo mejor, nuestro Partido realizó un buen trabajo para hacer de la FAL una fuerza guerrillera con calidad. Era necesario tener claridad de que la guerra de guerrillas exigía que cada combatiente no sólo fuera un excelente guerrillero, sino también un buen organizador u organizadora política capaz de construir una fuerza política dentro de la población. Esa tarea importante no era posible lograrla un guerrillero o guerrillera sin la educación y formación política e ideológica.
De otra manera, sin esa condición, hubiese sido imposible mantenernos por tanto tiempo que duró la guerra con una cantidad selectiva de militantes convertidos en combatientes guerrilleros. Creo que no habríamos durado ni siquiera un año o a lo sumo un para de años, dadas las limitaciones logísticas, económicas y hasta de bloqueos para que recibiéramos parte de los pertrechos conseguidos con nuestra gestión política internacional. Tuvimos que utilizar esa preparación política e ideológica para digerir esas dificultades como parte de los obstáculos objetivos de una guerra popular librada contra un enemigo que lo tenía todo.
En realidad, esa desventaja objetiva, no era otra cosa que el resultado de haber demorado demasiado tiempo el viraje hacia la lucha armada y nuestro retraso en habernos preparado a tiempo para no depender en buena medida de los otros. Por eso era necesario realizar los cambios en los mandos y en la misma Dirección de nuestra fuerza militar y política. Debíamos hacernos cargo que estábamos un tanto retrasados y en desventaja para exigir a los otros un trato diferente. Necesitábamos acelerar el trote para ponernos a la altura de las exigencias de la guerra. Al mismo tiempo, debíamos prepararnos, conocer otras experiencias internacionales, traerlas y confrontarlas en el terreno, a las particularidades de nuestro pequeño país.
Como cuadros de Dirección, creo que contribuimos en buena medida a que cada combatiente de nuestra guerrilla conociera y asimilara los principios de la guerra de guerrilla, estimularlos a asumir conscientemente la necesidad de aplicarlos de forma creadora para derrotar al enemigo. Esta tarea exigía a cada miembro o miembra de la Dirección de nuestro Partido, conocer y dominar los elementos técnicos necesarios y la capacidad teórica y política para dirigir, combinar la lucha según el terreno en que se desenvuelve y guiar en la dirección correcta.
Aplicando correctamente los principios de conducción, contando con lineamientos estratégicos correctos, colocamos a los mejores cuadros al frente de las fuerzas guerrilleras para asegurar su ejecución; creamos condiciones apropiadas para la sucesión y escalafón de mandos. Todos y todas debían ser cuadros conscientes de Partido, probados en las luchas sociales, políticas y militares, en quienes debía existir la plena confianza política y técnica para asumir su papel en situaciones complicadas y complejas. Pero, como hemos dicho, el Partido no sólo debía colocar a sus mejores cuadros al frente de las fuerzas guerrilleras.
El Partido estaba en todas partes, en las ciudades, el plano político internacional, el plano diplomático, en el escenario de las negociaciones. En cada uno de estos escenarios se producían situaciones que ejercían fuertes influjos positivos, alentadores o de frustraciones en la psicología de nuestros combatientes. Por eso, al plantear el papel del Partido en guerra, no significa relacionarlo únicamente en el terreno militar. El Partido debía estar en todos los escenarios, en todos los componentes de la Estrategia Popular Revolucionaria.
También debía estar en el terreno de la unidad del FMLN, haciendo esfuerzos por superar los escollos producidos dentro del proceso objetivo de la construcción del ejército guerrillero y del Partido como el elemento conductor, con todas las vicisitudes que tuvo que experimentar a partir de las diferencias políticas e ideológicas y de desarrollo desigual en materia de organización, conducción y de funcionamiento.
Otras organizaciones hermanas posiblemente no tuvieron muchos de los problemas que el PCS- FAL tuvo que atender, especialmente aquellos derivados de la capacidad de recursos económicos, humanos y materiales. Seguramente sus problemas eran de otro tipo, especialmente los relacionados con la desconcentración de fuerzas llegado el momento. Para la FAL fue un tanto complicado convencer a los jefes de que había llegado el momento de ejecutar la táctica de desconcentración de las fuerzas guerrilleras sin dejar de mantener la capacidad de concentrarlas en el momento y lugar que fuese conveniente para golpear al enemigo. Las fuerzas guerrilleras mas grandes tendrían mayores dificultades. No fue nada casual la fuerte oposición de Joaquín Villalobos y hasta de los compañeros de las FPL en tomar este acuerdo en la reunión de la Comandancia General de Junio de 1984.
Nosotros tuvimos mayores dificultades en la solución de la logística, en organizar y hacer funcionar los talleres de explosivos, de construcción y readecuación de armas caseras, y hasta de la fabricación de armamento de apoyo antiaéreo. Tuvo mucho que ver la cantidad de recursos económicos adquiridos durante los preparativos para la guerra y antes, con lo que se pudo adquirir equipos estratégicos de apoyo y la preparación de personal especializado; tuvo que ver la ubicación geográfica de las fuerzas guerrilleras, pensando en la frontera con Honduras y la posibilidad de construir bases políticas de apoyo en este territorio; tuvo que ver el tiempo transcurrido y la experiencia adquirida para desarrollar esta línea de apoyo y además, la organización especial para manejar esta línea de trabajo, de la cual, dicho sea de paso, algo aprendimos.
Como parte de nuestra experiencia, para responder a la tarea de construir un Partido en guerra, debemos referirnos un poco del esfuerzo realizado por el PCS en la organización y funcionamiento eficiente del experimentado aparato de inteligencia y de contrainteligencia, posiblemente el más desarrollado de todas las organizaciones hermanas durante la guerra popular.
El I Pleno del CC de julio de 1979
Por ello, al recordar las decisiones del VII Congreso, de Abril de 1979, así como de los acuerdos de los Plenos del Comité Central para ejecutarlos, en el mes de julio, en los momentos previos a la toma del Poder en Nicaragua por el FSLN, el Comité Central del PCS convoca a su I Pleno. Los acontecimientos políticos en Nicaragua estaban ejerciendo fuerte influjo en la situación política nacional de El salvador. El régimen militar de Carlos Humberto Romero, lejos de crear condiciones favorables para buscarle solución a los problemas sociales y económicos, incrementó la escalada fascista del ejército.
Los estudiantes universitarios, maestros, campesinos y otros sectores eran perseguidos y sus locales atacados. Las capturas arreciaron y los desaparecimientos también. Algunos medios de comunicación mantenían en tensión a la población anunciando los avances de los combates del Frente Sur y de las acciones insurreccionales de diferentes ciudades de Nicaragua. El gobierno anunciaba la necesidad de crear un ambiente de unidad nacional contra la violencia y ninguna palabra para abrir espacios democráticos. Como recordamos, aún no se habían producido las acciones brutales de represión contra los estudiantes en Santa Ana y San Salvador, pero sí de varios desalojos violentos de comunidades rurales. Estábamos frente a un agravamiento de la crisis nacional.
La brutal represión contra las masas populares, lejos de aminorar se agravaba. La estrategia de la Dictadura basada en la represión y la escalada fascista, provocaba mayores reacciones de rechazo por parte de la gente. En estas condiciones, en la Dirección del PCS va aumentando la necesidad de impulsar el proceso de unidad en la izquierda y de convocar la creación de frente amplio antidictatorial. Era necesario desenmascarar y derrotar la estrategia de unidad nacional contra la violencia de la Dictadura.
Los acontecimientos en Nicaragua con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, ejercieron un fuerte influjo en las masas populares y en las organizaciones de nuestro país. Era indudable que de Centroamérica los dos países vivían una situación revolucionaria que nos envolvía. Nuestro Partido al igual que el resto de las organizaciones político militares se vieron inmersos en una especie de torbellino revolucionario que trascendía las fronteras de nuestro país. Debíamos atender asuntos vinculados al área centroamericana, como si se tratase de los propios. La lucha contra la Dictadura de Anastasio Somoza era también nuestra. En este ultimo punto, reconocimos al FSLN como vanguardia de la lucha del pueblo nicaragüense y desconocimos al PSN.
Recuerdo que en el I Pleno del Comité Central se abordó el tema del Frente Amplio como parte de nuestra estrategia para ampliar el campo político de respuesta a la Dictadura Militar. Mas tarde la Comisión Política delegó a Mario Aguiñada y a Norma Guevara como responsables para impulsar una convocatoria de organizaciones sociales y políticas democráticas, apoyándose en el Partido Unión Democrática Nacionalista, UDN, para la construcción del frente amplio, el cual adquirió el nombre de Foro Popular. Otros compañeros de la Dirección apoyaron esta iniciativa.
Por otra parte, otros compañeros de la Comisión Política y del Comité Central debían contribuir según sus posibilidades, en los contactos, con el acercamiento con las organizaciones político militares. Recuerdo que fue el 6 de agosto de ese año 1979, que tuvo lugar el primer encuentro a nivel de Direcciones el primer encuentro con las Fuerzas Populares de Liberación, FPL. Esta vez ya no se trataba de un contacto casi impersonal para intercambio de papeles, ahora el invitado era Schafik J Hándal, nuestro Secretario General, para asistir a la reunión en un lugar clandestino escogido por Marcial. Hasta la fecha escogida por Marcial indicaba el sello mítico que debía tener porque se trataba de la fecha de su 62 aniversario de natalicio. Así era Salvador Cayetano Carpio, siempre buscaba la ocasión apropiada para darle ese toque personal.
En mayo de ese año recuerdo que fui encomendado por la Comisión Política para representar al PCS en una reunión de partidos comunistas de Centroamérica, Cuba y México que se realizó en San José, Costa Rica. El propósito respondía a la necesidad de contribuir a un mejor apoyo a la lucha revolucionaria de los hermanos del FSLN, estimulando la participación de los partidos comunistas del área y particularmente de las dos fracciones del Partido Socialista Nicaragüense. Fueron invitadas los dos agrupamientos que se hacían llamar PSN. La dirigida por el Dr. Álvaro Ramírez y la de Luís Sánchez, Chagüitillo. El encuentro se realizó con la presencia de todos los Partido hermanos.
Entre todos analizamos la situación política de los países, especialmente de Nicaragua, la que ofrecía el mayor cuadro de maduración de la situación revolucionaria. Todos los representantes de los partidos hicimos lo posible de persuadir a los representantes nicaragüenses para que se sumaran a la lucha contra la Dictadura de Somoza. El compañero representante del grupo liderado por Álvaro Ramírez no tuvo ninguna dificultad para explicar la forma de cómo estaba participando en la lucha y de cómo se realizaba la coordinación con el FSLN. Pero Luis Sánchez, en persona, rechazó nuestro esfuerzo. Explicó que el PSN tenía sus propias valoraciones sobre la situación nicaragüense y no coincidían con las que habíamos expuesto; muy molesto llamó a nombre de su partido al resto a no inmiscuirse en los asuntos internos de cada país.
La revolución nicaragüense triunfó y una vez más, este partido que se hacía llamar revolucionario, el PSN de los Chagüites queda fuera de la jugada, no estuvo a la altura de jugar un papel revolucionario ni siquiera como aliado o de apoyo en la última etapa de la lucha por el poder. El acuerdo unánime del resto de los partidos asistentes en el encuentro fue respaldar incondicionalmente la lucha conducida por el FSLN y reconocerlo como la vanguardia revolucionaria, desconociendo al PSN.
A principios de 1980, el II Pleno del CC del PCS
A principios de 1980 realizamos el II Pleno del CC. Por cierto el evento fue organizado con seguridad, protegido por las primeras unidades guerrilleras de la FAL. La ubicación de la casa, en las cercanías a la entrada de la actual Ciudadela Guillermo Manuel Ungo, calle a Suchitoto, cerca del puente de Las Guaras. La casa era propiedad de una de mis hermanas, en cuya adquisición había participado el desaparecido Pedro Napoleón Martínez, uno de los directivos del UDN.
Surgimiento y desarrollo de las FAL…
Este tema lo hemos abordado parcialmente antes. Todo lo que digamos al respecto siempre será de forma parcial, pues no es posible en pocos minutos relatar 12 años. Debemos agregar algo más en relación a la experiencia del partido en guerra. La primera fase de la guerra revolucionaria adquirió un carácter de lucha guerrillera urbana, la cual condujo a una lucha política de masas, la cual dio lugar al ejército político de masas de los años 70s. Este proceso se desarrolla con el surgimiento y desarrollo de las fuerzas convertidas en un Ejército Revolucionario. En este proceso es que surgen a la vida, nuestras Fuerzas Armadas de Liberación, que inicia su accionar en marzo de 1980.
Desde el principio, sin detener el proceso de estructuración y formación, como se ha dicho, tuvo que resolver los recursos materiales y humanos, en un ambiente un tanto hostil en el entorno de la revolución y a su interior. Existían internamente, además de los remanentes de la resistencia, cada día menores, surgían bloqueos y disputas con las organizaciones hermanas por los recursos, sin dejar de lado las diferencias políticas e ideológicas propias de un pasado reciente de mucha confrontación ideológica.
No había tiempo para los reclamos y las discusiones, tuvimos que abrir brechas, nos ayudó mucho conocer la experiencia vietnamita, cubana, nicaragüense, pero sobre todo los éxitos del FMLN en el terreno militar, cuyas victorias se fueron dando en un proceso extenso en todo el país, ascendente e ininterrumpido. Cada una de las victorias del FMLN se celebraba como victorias de cada una de las fuerzas. Cada Operación Militar del enemigo derrotada o Campaña Militar Revolucionaria organizada y ejecutada exitosamente significaba un fuerte estímulo para las y los combatientes de todas las fuerzas político militares.
Con la exitosa orientación estratégica de resistir, desarrollarnos y avanzar, permitió el desarrollo en la capacidad relativa de nuestras fuerzas. En el 81 pudimos pasar de ser una fuerza política de masas y convertirnos en una fuerza con cierta capacidad militar. Con esos elementos debemos de reconocer que logramos dar nuestro aporte en el FMLN para derrotar los diferentes planteamientos enemigos, desde los intentos por controlar el territorio con pequeñas y medianas unidades, hasta la derrota de los grandes operativos militares acompañados con las campañas del CONARA y del Plan Unidos por la Reconstrucción, PUR.
Nuestra modesta experiencia nos enseñó en el terreno sobre la necesidad de tomar las mejores decisiones para garantizar la derrota enemiga en cada fase de la guerra. Por ejemplo, en el año 1982, cuando las evaluaciones y los monitoreos de nuestro desempeño no esta a la altura de las exigencias, no vacilamos en hacer uso del recurso de cooptar cuadros formados y forjados en el terreno. No obstante observar ciertos avances en el trabajo militar, en ciertos momentos nos vimos ante la apremiante necesidad de reconocer que teníamos una situación interna débil por falta de logros, por falta de cuadros suficientemente preparados en lo militar; por falta de experiencia y a esto agrégale que estábamos siendo golpeados por el enemigo.
Debemos de reconocer que no todos los cuadros de la Comisión Política estábamos formados técnicamente para asegurar una dirección eficiente y eficaz, pues los niveles de preparación en el terreno militar en muchos casos eran escasos en comparación con los conocimientos adquiridos por los jefes y mandos militares en el terreno. La experiencia política y la formación en el terreno de la teoría revolucionaria no eran suficientes para asegurar una conducción correcta en la ejecución de la Estrategia de la Guerra Popular.
Por ejemplo, cuando se necesitaba orientar la concentración de fuerzas y superar los niveles de una participación de apoyo como fuerza, superando la dispersión improductiva y poco estimulante de nuestros combatientes. Esta situación se expresa con cierta fuerza en los Cerros de San Pedro, donde nuestro Comandante debía pasar de una actitud defensiva, de ser una fuerza de apoyo, y transformarla en una fuerza de choque, ofensiva, que pusiera a prueba la capacidad de nuestras unidades en las acciones de aniquilamiento, recuperación de pertrechos y captura de prisioneros. Necesitábamos superar la condición de ser una fuerza de apoyo en los grandes o medianos operativos para combatir al enemigo.
El Batallón Rafael Aguiñada Carranza
En ese tiempo el argumento principal apuntaba a la necesidad de construir fuerzas concentradas, al menos a nivel de Batallón. En esos momentos ya hablábamos de una fuerza móvil, capaz de realizar operativos de aniquilamiento y recuperación de medios de guerra. Así surge la propuesta del Batallón Rafael Aguiñada Carranza. Para pasar a esa fase de desarrollo de las FAL se toman decisiones de relevo, de reubicación y de traslado de algunos cuadros con responsabilidad militar. Las decisiones las toma la Comisión Política, como era lo lógico en la concepción del rol del Partido con respecto a su fuerza militar.
Los cambios no tardan en dar los primeros resultados. Recuerdo que el accionar de las FAL en ese momento coincidió con la Campaña “Héroes Revolucionarios de Octubre en Morazán y Chalatenando” Creo que nuestros combatientes estuvieron muy activos en las operaciones de Cinquera, Tenancingo y otros lugares con acciones de cerco y asalto a las posiciones del enemigo y estar preparados para responder a posibles maniobras de respuesta. De esta manera podemos decirlo hoy nuevamente, las FAL y su partido, contribuyeron para el surgimiento de zonas de retaguardia pequeñas y menores, necesarias para combatir al enemigo y facilitar los movimientos de las grandes fuerzas del FMLN. Creo que eso llegó a ser el cerro de Guazapa, los cerros de San Pedro y otros puntos menores de su periferia.
El enemigo, indudablemente, no podía quedarse de brazos cruzados. Conocimos en aquellos momentos la aplicación de nuevos planes estratégicos, entre los cuales se proponía sacarnos de las zonas controladas de la franja central del territorio. Lo primero que modificó, si mal no recuerdo, fue cambiar su forma de controlar los territorios, es decir su táctica militar de mantener pequeñas unidades fijas y dispersas en todo el territorio. También se propuso disputarnos la base social de los territorios, con el propósito de evitar el reclutamiento y crecimiento de nuestra fuerza guerrillera.
Todo ello no podía realizarlo sin definir y ejecutar una nueva estrategia o en la profundización de la Estrategia de Contrainsurgencia. El enemigo necesitaba a toda costa disputarle al FMLN el corazón y la mente de las masas en todas esas zonas de enfrentamientos militares, abandonadas por el Ejército y convertidas en zonas de control de la guerrilla. Pero el enemigo siempre tuvo que enfrentar una grave contradicción que nunca pudo resolver: ganar el corazón y al mismo tiempo atacar a la población por creer que en ella, en la población, estaba presente el apoyo al FMLN.
En este proceso de desarrollo de la guerra, el enemigo se ve ante un nuevo escenario territorial y político favorable al FMLN en buena parte del territorio nacional. Basta echarle una mirada al mapa militar de los primeros años de la guerra y los cambios que se iban operando para entender de lo que estamos hablando. Decenas y hasta cientos de pequeños puestos militares desaparecieron del mapa. El enemigo se vio obligado a concentrar sus fuerzas y prepararlas para una guerra irregular en donde la disputa del terreno y de la población estaba en juego.
El enemigo organiza sus unidades élites, los llamados Batallones de Infantería de Reacción Inmediata, comenzando con el Batallón ATLACATL entrenado en bases militares especializadas en territorio de Los EE UU. Luego le siguen otros y otros. Y con los años, van surgiendo las unidades móviles sin cuartel, entrenadas por expertos en guerra de contrainsurgencia de los EE UU, para perseguir y aniquilar a las unidades móviles y concentradas del FMLN. El enemigo intensifica su preparación en la creación de las unidades aéreas de ataque y aniquilamiento de unidades locales concentradas y en movimiento de la guerrilla.
Al surgir el componente estratégico enemigo de la guerra aérea, con unidades helitransportadas, cuyo objetivo principal era aniquilar las unidades concentradas de la guerrilla, ello nos obligaba a introducir cambios en la estructura de nuestras fuerzas, poniendo de manifiesto que la guerra iba tomando otra dimensión. La guerra nos exigió medidas de concentración de fuerzas militares y ahora nos exigía revisarlas para derrotar los intentos del enemigo. Necesitábamos redefinir nuestra táctica en el terreno que asegurara nuestros avances sin debilitar la fuerza para realizar operaciones de ataque y aniquilamiento de fuerzas enemigas con el menor desgaste posible de nuestras fuerzas guerrilleras.
Indudablemente, estaban en juego las bases territoriales conquistadas durante una etapa crucial de la guerra popular. Pero así son las guerras de este tipo. No podemos imaginarnos una guerra revolucionaria estática, con un comportamiento del enemigo estático. Lo mismo debemos pensar por parte del enemigo. El aprende y nosotros también aprendemos. El enemigo sacó conclusiones de sus fracasos en Vietnam, cuyas enseñanzas le sirvieron para el caso en El Salvador y en otras experiencias en el mundo.
Recuerdo muy bien una de las primeras respuestas ofensivas del enemigo durante la Operación Militar “Guazapa 10” en febrero de 1983, en donde nos quiso sorprender con una concentración de fuerzas nunca empleada en los años anteriores, incluso en teatros de operaciones mucho más extensos, con aproximadamente 10.000 efectivos entre unidades de infantería, artillería y aéreas. Nunca había sido invadido el cerro de Guazapa con una fuerza tal.
La Comisión Política del PCS se había dado cita en ese teatro de guerra para realizar ciertos cambios en la composición orgánica en el Comité Central. Para ese fin había convocado a varios miembros del Comité Central y otros cuadros destacados en el trabajo revolucionario. La medida como ya hemos expuesto consistía en realizar una cooptación de los cuadros más destacados en el área militar, con el objetivo de elevar la calidad de la conducción del partido en su fuerza armada.
Esta actividad de reforzamiento y de los respectivos nombramientos de los nuevos dirigentes del partido en puntos claves de la estructura de las FAL fue realizada de forma intermitente en medio de los combates de Guazapa 10 en los campamentos del Cerro desde mediados de Febrero, continuándola en movimiento hacia el campamento de La Escopeta del municipio de Cinquera del departamento de Cabañas. Recuerdo las formaciones del Batallón Rafael Aguiñada Carranza, los actos de juramentación de nuevas unidades y sus nuevos jefes que solo esperaban la ceremonia para salir en dirección de las posiciones de defensa de la zona. Prácticamente no hubo espacio para realizar una evaluación rigurosa de la guerra, tan necesaria para las readecuaciones que se debían realizar. La ofensiva enemiga no solo afectó la reunión de la CP y de una parte del Comité Central, sino de una parte de la Comandancia General del Frente que se había concentrado en Guazapa.
A finales de 1983 el proceso de evolución y desarrollo de la guerra de contrainsurgencia nos plantea la necesidad de realizar cambios tácticos encaminados a la desconcentración y dislocación de las fuerzas concentradas del FMLN. Se trataba de asumir con seriedad un nuevo esquema estratégico-táctico del Frente para derrotar los esquemas escalonados de la estrategia militar contrainsurgente del enemigo. Le correspondió a la Comandancia General del FMLN realizar esta importante tarea en la reunión de junio y julio de 1984 en Chalatenango. El PCS y la FAL cumplieron de manera disciplinada estas orientaciones de un significado histórico. De no ser así, dada la ubicación territorial a escasos kilómetros de la base aérea de Ilopango, nuestras fuerzas guerrilleras hubieron sufrido muchos golpes sensibles tanto en su estructura como su moral. En poco tiempo pudimos comprobar cuan acertadas fueron aquellos acuerdos de la CG.
El enemigo realiza cambios de estrategia militar sin tener en cuenta nuestra capacidad de readecuación y de respuesta. Ciertamente no fue nada fácil acostumbrarse a operar con pequeñas fuerzas, ni tampoco la conducción de ellas sin que perdieran su capacidad de golpear de forma concentrada para luego volver a desconcentrarse. Este cambio fue bastante afortunado para la guerrilla porque le permitió no solo ampliar el terreno de operaciones militares, sino la disputa de la relación con la población.
Además, el enemigo se vio obligado a dispersarse para buscarnos en todas partes, dejando sus puntos débiles por donde golpearlo sin darle oportunidad de reaccionar y contra atacar con su fuerza aérea. Las unidades élites de reacción inmediata del enemigo quedaron subutilizadas, las cuales se vieron obligadas a basificarse o dispersarse para entrar en contacto con una guerrilla escurridiza. No era casual que muchas unidades de reacción inmediata se convirtieran en unidades de protección de las carreteras y de los tendidos eléctricos frecuentemente saboteados por nuestras fuerzas guerrilleras.
De esta manera, el esquema estratégico contrainsurgente del enemigo quedó en una posición defensiva. Su plan combinado utilizando unidades de elite para apoyar el Plan Unidos para Reconstruir, PUR, fue un fracaso. Ni les funcionó lo militar al no encontrar el combate en el terreno escogido por ellos, ni les funcionó lo político, ni la guerra psicológica. Era indudable que a la base del fracaso estaba la mentalidad de superpotencia, creyéndose los dueños de la iniciativa en una guerra irregular, donde el enemigo no recogía el guante en su terreno. Su servicio de inteligencia y contra inteligencia no conseguía la información requerida para golpearnos. El componente de la guerra aérea tampoco pegaba en el blanco, corriendo de un lado a otro sin saber a quien disparar.
El sabotaje a la economía, por ejemplo, se convierte en un verdadero dolor de cabeza para el enemigo. Lo mismo el sabotaje a los tendidos eléctricos de alto voltaje. Las emboscadas a las tropas en movimiento se convierten en otro problema que no pudieron resolver nunca. Si a lo anterior agregamos la capacidad de nuestros combatientes para el uso casi masivo de los explosivos, todo ello demostró que la iniciativa en el combate siempre estuvo de parte de la guerrilla y el enemigo casi siempre se vio en una actitud defensiva. De ahí se puede deducir que el enemigo nunca estuvo en la capacidad para impedir los ataques a posiciones fijas, llámense Batallones en posiciones de defensa de puentes de carreteras, Bases de Regimientos, Bases de Unidades Élites, Fuerza Aérea, Cuarteles de los Cuerpos de Seguridad, Penitenciaría con objetivos de liberación de presos políticos, o de Brigadas de infantería. Nunca, a lo largo de la guerra popular el enemigo estuvo en capacidad de impedir los ataques de la guerrilla.
En la Operación Militar de Guazapa 10 pudimos medir la capacidad operativa de la primera unidad élite preparada por los gringos, el BIRI Atlacatl, comandado por el Coronel Domingo Monterrosa, quien dicho sea de paso, el enemigo lo convierte en una especie de símbolo de la intrepidez y de la astucia militar contrainsurgente. Ya en esos primeros enfrentamientos con las fuerzas guerrilleras esta unidad militar y su comandante mostraron sus límites hasta donde podía llegar. Era un tipo de respeto, con agallas, astuto. Pero estaba moldeado con el mismo barro de militares criminales, irrespetuosos de los derechos humanos, incapaz de distinguir una concentración de personas civiles con un objetivo militar. Estaba entrenado para ordenar disparar a todo lo que se movía en los caminos o las quebradas. La ambición lo condujo a la emboscada que le preparó la guerrilla del Frente Chico Sánchez de Morazán.
Como no es posible en poco tiempo hablar de todo el proceso del desarrollo de la guerra popular, así como del papel del PCS y de las FAL en ella durante los 12 años del conflicto bélico, a manera de resumen podemos decir que, como lo declarara el Comandante Simón en 1980, llegamos tarde pero a tiempo. Es decir, entramos a la guerra de autodefensa, tuvimos que realizar una guerra justa y legítima para conquistar un proceso de democratización que avanza, lentamente, pero avanza.
Logramos resolver con acierto los obstáculos iniciales de resistencia interna, contribuimos a organización de las fuerzas milicianas, de todas las categorías de las tropas de nuestra FAL. Pusimos a prueba la capacidad, la intrepidez de nuestros combatientes, jefes, mandos y cuadros dirigentes de nuestro partido en todas las tareas militares y políticas, desde la defensa y ampliación del terreno y de la población; resolvimos exitosamente los diferentes elementos técnicos, logísticos, tácticos y estratégicos; experimentamos con el reclutamiento forzoso, que resultó negativo, perjudicial, que nos trajo más costos que beneficios, pero salimos airosos en la derrota de una estrategia militar de contrainsurgencia con la guerra popular revolucionaria de todo el pueblo.
La reactivación del movimiento popular de masas.
En este periodo también contribuimos decisivamente a la reactivación del movimiento popular de masas. Sin ignorar que sufrimos por este esfuerzo fuertes golpes del enemigo como el del secuestro y desaparecimiento de numerosos compañeros y compañeras pertenecientes al movimiento sindical y gremial. Varios nombres se nos vienen a la memoria: los Profesores Orlando Guerrero Chamul y Lázaro de Jesús Arias en Santa Ana; Braulio Carranza en Usulután; Arturo “El Bello”, la química Dora, Manuel El Cantarito Quintanilla y Santiago Hernández, Secretario general de la FUSS, Salvador Sánchez Hidalgo también dirigente sindical, para mencionar algunos de ellos. Todos valiosos y experimentados militantes y cuadros de nuestro Partido.
En 1983 logramos penetrar organizaciones gremiales financiadas y dirigidas por el Instituto Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre, es decir, del enemigo en el sector campesino, como la Unión Comunal Salvadoreña. De este trabajo surge la relación con ANC, con ANTA y luego con FENACOA. Mas tarde, a mediados de 1985, como parte de un trabajo unitario del Frente, damos los pasos en firme para la organización de la UNTS. Habíamos entrado al período de la reactivación del trabajo político de masas particularmente en las ciudades, pero también en el campo, que estaba llamado a jugar un importante papel en la lucha contra la estrategia de guerra de contrainsurgencia.
Morazán, marzo-abril de 1984
La reunión del IV Pleno del Comité Central en marzo-abril de 1984 se ocupó de los principales problemas que hemos venido señalando, algunas de las medidas acordadas podemos puntualizarlas de nuevo más adelante. También se realizo una reunión de la Comandancia General del FMLN en Morazán, aprovechando la presencia de 3 miembros de la Comandancia General: Schafik, Joaquín y Roberto Roca. Luego de esta reunión se realizó el IV Plano del CC del PCS. Asistieron alrededor de 40 camaradas, entre miembros propietarios y suplentes y algunos de los cuadros cooptados. Debido a la actividad militar enemiga en la zona, la reunión cambiaba frecuentemente de lugar. Recuerdo que estuvimos un breve tiempo en el lugar conocido como Las Guacamayas, de ese lugar nos movimos cuando el rastreo de inteligencia detectó movimiento enemigo en esa dirección.
Nos movimos en dirección al Cerro El Picacho de Joateca, al Ocote Seco, en las cercanías de la frontera con Honduras. Los movimientos los hacíamos con bastante confianza, nos fuimos acostumbrando a movernos con bastante seguridad al no encontrar del enemigo. Recuerdo que en uno de esos movimientos, en el cerro El Picacho, hasta Dagoberto Gutiérrez se animó cuando nos desplazábamos de regreso, a servir de guía de la columna guerrillera, y contribuir a darle un ambiente jocoso al lento desplazamiento de aquella pesada columna del Comité Central por aquellos terrenos pedregosos, especialmente cuando el ocaso del sol al desaparecer invitaba a tomar las molestias con un poco de humor. Síganme, ordenó y todos le seguimos. Lo divertido fue cuando, de repente observamos que Logan se topó con un cerco de piedras que no habíamos visto antes. Muchá, nos dijo, un tanto preocupado y sin saber por donde continuar: se terminó el camino. Los combatientes de nuestra seguridad gozaban por la desorientación de Logan en el terreno. Ellos sabían lo iba a ocurrir pero no dijeron nada. La columna venía del pueblo de Joateca, a donde llegamos para comprar algunas provisiones adicionales, al menos eso creíamos, pero casi no encontramos, era un pueblo casi fantasma.
La ruta que llevábamos, según recuerdo, iba en dirección al Zapotal pasando por un pequeño cerro llamado Ocote Seco. En esta ocasión, Schafik se movía sin su “Niva” blanca, con ese nombre los muchachos bautizaron la mula que movilizó a Schafik por todos los frentes cuando regresamos al frente Paracentral y Central. De esa forma nos movíamos de un lugar a otro, cuando la sección de inteligencia y el mando operativo de la seguridad nos alertaba de algo significativo. Recuerdo de manera especial El Zapotal, al norte de Cacaopera, en donde realizamos un acto dedicado al aniversario de la fundación del PCS el 28 de Marzo, todavía no habíamos oficializado la fecha del 30 de marzo. Para esa ocasión habíamos invitado una representación de las organizaciones hermanas. Recuerdo la participación en ese acto político del Comandante Roberto Roca, que casi siempre anduvo cerca de Simón.
La inestabilidad política de la zona incidió en el tiempo de la reunión del IV Pleno, que tuvo la característica de ser la reunión más larga de la historia del PCS que se inició a mediados de Marzo y finalizó a finales de Abril, duró mas de 40 días. A manera de anécdotas, por ejemplo, los informes de Schafik y de Dagoberto Gutiérrez, que duraron dos días cada uno, no concluyeron en un mismo lugar, esto es sin tomar en cuenta los debates sobre cada uno. Todo el mundo intervino, haciendo uso de sus derechos derivados de la democracia revolucionaria. Fue necesario someter a evaluación rápida los procesos de construcción y desarrollo de cada uno de los frentes de guerra, cada uno de los escenarios de lucha política en las ciudades, en el exterior. El PCS fue sometido a una fuerte y profunda crítica, comenzando por la Dirección Nacional y a cada uno de los miembros de ella. Cada Organismo de la Dirección fue sometido a críticas severas. No se podía dejar nada oculto. Cada militante, cada jefe, cada miembro de los organismos debía responder ante el Comité Central de sus acciones, decisiones y de sus debilidades.
Los principios de funcionamiento y organización del partido, así como de los valores éticos y morales también entraron al ángulo visual y de interés del IV Pl. del CC para bien del partido y del FMLN a ser observados y analizados. En la reunión hubo representación de Jucuarán, Guazapa, la Metro, Managua y Cerros de San Pedro, así como los Cuadros y Jefaturas que tomarían la conducción de nuestro trabajo en Chalatenango. En este Pleno, como ya hemos dicho, son ratificadas las cooptaciones realizadas por la Comisión Política de febrero del año anterior, pero también acuerda ampliar la cooptación de otros cuadros destacado al Comité Central.
La elección de Morazán, del Frente Francisco Sánchez, para la reunión del IV Pleno obedeció a dos razones fundamentales: una, aprovechar la relativa estabilidad operativa que se observaba en ese frente en materia de combates con el enemigo, aprovechar el encuentro de la Comandancia General en donde Schafik estaría presente. Pues no era fácil mover a Schafik en frentes poco estables. Se tuvo en cuenta que Schafik sería entregado a la seguridad de la FAL en las cercanías de Chaparrastique, de donde se trasladaría al Tigre, tomando la ruta a San Antonio, luego a San Gerardo pasando por San Luis de la Reina hasta Corola, todo ese movimiento fue realizado sin contactos con el enemigo; Dagoberto Gutiérrez entraría al país por la ruta marítima en zona de Jucuarán, de donde fue movido en vehículo hasta la zona de San Gerardo y luego la misma ruta utilizada con Schafik.
Quienes viajamos desde la zona metropolitana de San Salvador nos moveríamos desde las cercanías de Ciudad Delgado, pasando por el Cerro Guazapa, de ahí avanzamos a San Antonio, seguimos a los Cerros de San Pedro en San Vicente, cruzamos el Río Lempa por el embalse 15 de septiembre, Sisiguayo, San Gerardo tomando la misma ruta hasta Morazán. Con los breves descansos y reuniones que tuvimos en los diferentes puntos de concentración de tropas nos tomó 16 días hasta el pueblo de Corola. Al pasar el Lempa tuvimos algunos problemas operativos que al final nos sirvió de distracción: resulto que los Comandantes Claudio y Marcelo no sabían nadar. Claudio, que nunca había revelado ese detalle, se lanzó con determinación para asirse de la improvisada balsa y Marcelo, creyendo que Claudio, por haber sido Oficial de Academia del Ejército, seguramente sería un experto nadador y también se agarró de la misma balsa en el mismo viaje y esto nos complicó la situación. Se apoyaban tanto a la balsa que por momentos la hundían demasiado, con el resultado lamentable de perder el fusil y la ropa de uno de los compañeros, creo que fue del gato Félix. El compañero Tales, un experto nadador empujó la balsa como pudo y logra pasarlos a la otra orilla del Río. Claudio no se libró de las bromas de los muchachos y Marcelo con su jocosidad aceptó su debilidad.
Al paso por San Luis de La Reina, la encontramos bajo control del ERP. Hacía varios días que el enemigo había decidido retirarse. Aprovechamos para comprar algunas cosas que hacían falta para algunos combatientes y también para quienes habías llegado de la ciudad.
La Columna guerrillera que daba seguridad a esa parte de la Dirección que se movía desde el occidente continuó la marcha rumbo a Corola. Pasamos el Río con ese mismo nombre y después de un día de camino llegamos al casco urbano del pueblo. La primera estación en territorio de Morazán fue en un pequeño cerro, donde dormimos, nos bañamos, desayunamos y continuamos hasta Perquín, concretamente al Cerro Pericón. Ahí estaban los miembros de la Comandancia General: Joaquín Villalobos, Schafik J Hándal y Roberto Roca. Los compañeros más cansados se acomodaron para estirar sus extremidades y otros nos sumamos a las discusiones de la CG. En un momento suenan las ráfagas de una ametralladora para alejar a un avión observador O2.
CONTINUARÁ…