El futuro poder real mundial (I)

El futuro poder real mundial (I)
Oct. 27 , 2009

A diferencia de lo que sucedía durante siglos pasados, hoy podemos comprobar que los mayores intereses económicos planetarios ya no necesitan coincidir con ningún país o nación soberana en particular. Ni siquiera les resulta preciso alinearse con Estados Unidos.

Ello no quita que Estados Unidos haya representado un rol preponderante dentro del proceso de la globalización – que yo llamaré mundialismo -, particularmente desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, nos encontramos transitando por una de las etapas más complejas y volátiles de este proceso de cambio mundial, en el cual las fuerzas horizontales del mundo desarrollado, apoyadas sobre sus estructuras financieras, económicas y medios de comunicación masivos de todo tipo, detentan mayor poder real que las estructuras verticales tradicionales (gobiernos e instituciones políticas). Sin embargo, esta mayor fuerza todavía resulta insuficiente para establecer una sólida administración mundial de los asuntos públicos y privados.

Ahora bien, se puede inferir que a la velocidad en que se vienen produciendo los grandes cambios, en un futuro el poder real mundial se encontrará firmemente controlado por una tecno-estructura global (o más de una), la que todavía demorará varias décadas en reorganizar, agrupar y consolidar su armazón. Tanto o más importante aún, se requerirá de un amplio plazo para modificar patrones de conducta entre las mayorías ciudadanas, acostumbradas a los actuales sistemas de gobierno (no siempre democráticos, como muchos podrían pensar).

Probablemente, la continua evolución de todo un conjunto de graves problemas que actualmente agobian a la humanidad – pobreza extrema en grandes regiones del planeta, contaminación y calentamiento global, crimen, guerras permanentes, epidemias -, librados a su propia dinámica, terminen por conducir por sí solos a un punto de crisis total, que actuará como un catalizador que permitirá justificar una nueva administración de los asuntos mundiales, es decir, al advenimiento de un gobierno mundial. La clave de la estrategia del mundialismo para las próximas décadas consistirá no tanto en resolver esta complicada problemática que enfrenta la humanidad, sino en administrar de manera pragmática su desarrollo.

Sea como sea, se arribará finalmente a una fase en la que se articulará un gobierno mundial que asumirá la administración política, económica y social del planeta, como única manera de garantizar su estabilidad y continuidad en el largo plazo. No hoy ni mañana, pero ciertamente antes que la población del mundo alcance los 10.000 a 12.000 millones de personas – o más aún -, que se proyecta para fines del siglo XXI. Entonces veremos cerrarse un amplio ciclo en la evolución de las estructuras sociales de la humanidad, las que después de transitar por una etapa de democracia relativamente generalizada, volverán al más antiguo y tradicional sistema jerárquico que fue sustento de imperios que duraron siglos, desde Egipto hasta Roma, desde Arabia hasta Europa. China, ejemplo para muchos, continúa ejerciendo hoy en día ese tradicional sistema histórico, como única manera de conducir una población a todas luces complicada y potencialmente explosiva.

La ciencia y la tecnología nos han permitido modificar el aspecto físico de nuestra vida sobre el planeta en tan solo tres décadas. Sin embargo, modificar los patrones psíquicos que nos condicionan como individuos y cambiar las fuerzas medulares que determinan la psicología colectiva, son mucho más difíciles, sino imposibles, de lograr. Las grandes mayorías – pobres, esforzadas y dolientes -, no encuentran respuestas satisfactorias a sus apremiantes realidades cotidianas, pues el sistema liberal que nos gobierna no fue pensado o concebido para dárselas. Exigen un trato digno, con mayores niveles de seguridad y asistencia en lo básico.

Las relaciones del PCS con el UDN… Entrevista con Domingo Santacruz (IX) (segunda versión, aumentada y corregida)

Las relaciones del PCS con el UDN… Entrevista con Domingo Santacruz (IX) (segunda versión, aumentada y corregida)

Acto de creación de CRM el 11 de enero de 1980

SAN SALVADOR, 5 de septiembre de 2009 (SIEP) “El UDN fue la segunda experiencia que realizamos como PCS de buscar un referente legal que nos cobijara como partido político abierto, la primera experiencia la tuvimos con el PAR…”nos comparte Domingo Santacruz; nombrado primer Embajador de El Salvador en Cuba.

Añade que “en el año 66 cuando ya había desaparecido el FUAR, y a la vez ya había surgido un año antes la FUSS y ANDES 21 de Junio; cuando también habíamos recuperado varios sindicatos que la CGS se había llevado antes de la CGTS, surgió la necesidad para el PCS de contar con un referente político legal para incursionar en el terreno político electoral. En este campo nuestra experiencia era mínima, prácticamente se reducía a la participación que algunos militantes tuvieron de manera fugaz en 1944 con el Partido Unión Democrática del Dr. Arturo Romero y luego a principios de los años cincuenta y sesenta, con el PAR. Durante varios años el PCS intentó legalizar un partido político abierto, como el PRAM en 1959-60 y 1964-65, después de la reforma constitucional de 1963. Prácticamente sólo la derecha tenía el camino libre para aprovechar el espacio electoral. Fue bien conocida la historia fraudulenta de la dictadura militar y de la derecha en controlar el gobierno mediante la utilización de partidos oficiales. Así sucedió con el partido Pro-Patria de Maximiliano Martínez en los años 30 y 40, con el PRUD en los años 50, hasta que crearon el PCN en 1961. El PAR fue el único partido legal que se mantuvo en oposición por 18 años hasta que le cancelaron la legalidad en 1967. El Partido Demócrata Cristiano, irrumpe a la vida legal en el año 1960, logrando importante arraigo en sectores populares lo que le permitió presencia a nivel de Alcaldías y en la Asamblea legislativa…”

“Por ello, la dirección del PCS se planteo la interrogante: ¿debemos seguir insistiendo en la creación y legalización de un partido abierto, pese a los intentos desde 1959 de tratar de legalizar al PRAM, impedido por el Directorio Militar surgido del golpe del 25 de enero de 1961?

Los debates al interior de la Dirección del PCS no daban señales claras a favor de caminar por esta vía. En cambio, mientras la Democracia Cristiana, mediante su planteamiento de “revolución de los pobres” o “la revolución verde”, apoyado por la Iglesia Católica, fue ganando terreno en importantes sectores populares, especialmente en la juventud universitaria y las capas medias bajas en general. No obstante la presencia de sectores de derecha en el seno de la democracia cristiana, la dictadura militar buscaba la manera, sin lograrlo, de impedir su desarrollo. Poco a poco se fue consolidando y ganando terreno, al grado de ganar importantes Alcaldías, incluida la de San Salvador desde 1963 en adelante.

Un importante sector de la juventud DC fue avanzando a posiciones de izquierda, ejerciendo cierta presión a las posiciones derechistas, lo que fue configurando al interior de la DC la coexistencia de sectores de derecha y de izquierda. Es bien conocida la experiencia de los grupos socialcristianos radicalizados, dando lugar al nacimiento en 1966-69 del movimiento armado Acción Revolucionaria Salvadoreña, ARS, y en 1970 al otro movimiento conocido como El Grupo, que finaliza con el secuestro y asesinato del empresario Ernesto Regalado Dueñas, en febrero de 1971.

Iniciamos con el PAR

Al final de los debates internos la dirección del PCS se inclinó por iniciar una participación política en el campo electoral mediante la utilización de un partido “prestado”, un partido legal de cobertura democrática amplia, donde pudiéramos participar los comunistas junto con otros sectores de pensamiento plural, para desde allí proyectar su línea política. La Comisión Política delegó a Schafik y a Salvador Cayetano Carpio para hablar con el Coronel José Ascencio Menéndez, conocido como “Cabro Loco”, que era el fundador y al mismo tiempo el presidente de dicho partido. El Coronel aceptó la reunión en su residencia privada, cerca del Mirador de Los Planes de Renderos. En realidad, no era la primera vez que se encontraban en contactos para coordinar esfuerzos en la lucha contra la dictadura. En 1951-52 hubo cierto acercamiento y colaboración. En 1960 el PAR había ganado la Alcaldía de San Salvador con apoyo del PCS. El Secretario General en ese tiempo era nuestro compañero José Celestino Castro. El Coronel estaba bastante enfermo y un tanto frustrado por el trato hostil que le daban algunos de sus colegas militares de derecha. Se quejaba que era víctima de hostigamientos. Se programaron otros encuentros con él y con otros dirigentes inactivos de ese partido político. Recuerdo que a una segunda reunión, se sumó Rafael Aguiñada por parte de la dirección del PCS, yo mismo tomé parte en una de ellas cuando sólo era miembro de la Dirección Departamental de San Salvador en 1966, donde se discutieron pormenores sobre los procedimientos para las convocatorias de Asambleas, candidaturas a cargos directivos y luego el despliegue de cuadros a nivel nacional para la reactivación del PAR.

Schafik y Raúl Castellanos nos informaron sobre algunas designaciones de cuadros para ocupar cargos en las estructuras del PAR. Recuerdo algunos nombres de compañeros ubicados: Rafael Aguiñada y Carlos “Ratón” Hidalgo en San Salvador; Raúl Vargas y Alfonso Martínez fueron enviados a San Miguel, Daniel Castaneda a Ahuachapán, y luego a Sonsonate; otros compañeros fueron designados para atender Usulután, La Paz, Santa Ana y otros lugares, todos con la misión de construir la organización y la participación de la militancia del PCS y del movimiento social vinculado a éste, en las tareas para formar el Partido y convertirlo en instrumento abierto. En ese mismo año llevamos al Dr. Napoleón Rodríguez como candidato a Alcalde por San Salvador, en esa misma terna estaban Rafael Aguiñada Carranza, Carlos Hidalgo, el Dr. Roberto Bracamonte y otras personas. Fue una buena campaña política, con muchas enseñanzas sobre los límites hasta donde la dictadura podía permitir. El número de votos no fueron muchos, quizás unos 30.000, pero si la presentación de su Programa de Cambios: Cinco Grandes Problemas, Cinco Grandes Soluciones. El fraude fue bien evidente, la represión policial estuvo presente durante toda la campaña. La participación del movimiento social fue bastante activa, tanto el sindical y gremial como el estudiantado y la intelectualidad progresista, la campaña finalizó con más de 300 presos políticos sin ningún juicio, con la acusación de realizar campaña subversiva a favor del PAR.

No se habían enfriado los motores de la campaña electoral de Alcaldes y Diputados de 1966, cuando, por decisión del PCS se orienta la participación en la campaña electoral presidencial con las candidaturas del Dr. Fabio Castillo Figueroa como candidato a la Presidencia y del Dr. Ángel Góchez Castro, a la Vice Presidencia, para las elecciones de Febrero de 1967. Fue una intensa campaña política electoral con un Programa de Gobierno de cambios estructurales, poniendo en el centro la solución de la tenencia de la tierra en pocas manos. El Programa contemplaba las reformas de la Banca, del Comercio Exterior y la democratización del Sistema Electoral, entre otros temas, lo que generó gran entusiasmo en los sectores sociales aliados que se fajaron en la lucha por ganarle apoyo en el pueblo. La campaña fue mucho más intensa y productiva que la anterior, no solo en votos, que alcanzó cerca de 90.000, sino en organización y desarrollo de la conciencia política a favor de los cambios. Los niveles de movilización en todo el país puso de manifiesto la disposición del pueblo salvadoreño en desafiar a la dictadura por sacarla del poder. Muchos de sus activistas sufrieron la represión una vez más. Esta vez fueron más de 500 los presos políticos que tuvo que soportar el PCS y sus amigos y amigas.

El régimen militar ilegaliza al PAR casi inmediatamente después de las elecciones. De nada sirvieron los esfuerzos por apelar ante los tribunales, demostrando las arbitrariedades de la Dictadura y de sus maniobras fraudulentas para mantener en el gobierno a un PCN sostenido con los recursos del Estado.
Las siglas del PAR en los diferentes locales de ciudades y pueblos del país. La gente estaba clara de que la lucha política no solo podía desarrollarse en el plano legal, la militancia del PCS estaba acostumbrada a enfrentarse al régimen con todas las formas de lucha hasta ese momento experimentadas. Durante décadas nuestro partido se abrió paso en la lucha por la defensa de los derechos políticos de las masas trabajadoras, los derechos a organizarse, los derechos a actuar de hecho cuando la dictadura cerraba los espacios legales. Pero las condiciones políticas del país avanzaban a un deterioro acelerado. En esos años estallan varios paros y huelgas laborales, decretándose y manteniéndolos pese a las amenazas y decretos de ilegalidad por el Ministerio de Trabajo. Los panificadores, las y los maestros, los trabajadores del Tren de Aseo, Cines Particulares, etc. fueron algunas manifestaciones del descontento acumulado de los trabajadores contra los malos salarios y tratos injustos de la patronal.
Los amigos del Partido Movimiento Nacional Revolucionario, MNR, deciden iniciar el proceso de legalización de su partido. El PCS aceptó colaborar para reunirles las 3000 firmas exigidas por el Consejo Central de Elecciones. En la Dirección del Partido, luego de un debate, se decide por la creación de un instrumento político abierto propio, de donde surge la idea del Partido Revolucionario Nueve de Mayo, conocido como “el PR” bajo la dirección de Schafik y otros compañeros y compañeras que lo acompañaron. Al estallar la guerra con Honduras en julio de 1969, se plantea en nuestro partido la idea de construir una amplia alianza de fuerzas políticas y sociales del país, y de inmediato la CP encomienda a Schafik dar los primero pasos con el PR y negociar con el PDC y el MNR la creación de la Unión Nacional Opositora.

Schafik se reúne con Abraham Rodríguez, con Rodolfo Rey Prendes y José Napoleón Duarte del PDC y con el entonces dirigente máximo del MNR, Rodrigo Velásquez Gamero, que había concluido el proceso de legalización…pero surge el rechazo de la dirigencia Democracia Cristiana a la propuesta de una alianza abierta con el PCS por medio del PR, que no estaba legalizado…

Con el UDN

En esa situación, identificamos al partido Unión Democrática Nacionalista, UDN, que se encontraba en una situación similar a la del PAR, con cabeza pero sin cuerpo. Ese Partido fue creado por el Dr. Francisco Lima, que había sido vicepresidente de Julio Adalberto Rivera en 1962 pero que había terminado distanciado de este, debido a sus posiciones de rechazo a la Reforma Agraria, y a otras reformas, especialmente sobre el Comercio exterior y la denuncia del monopolio que existía sobre la exportación del café…todo esto lo fue apartando de Rivera y aunque siguió en el gobierno, mientras estaba apartado, del oficialismo, dio pasos para la creación del UDN.

Iniciamos pláticas con Chico Lima, con Mario Rodríguez Inclán, con un odontólogo de apellido Yanelli, con Alvaro Magaña que eran los dirigentes del partido. Se les hizo la propuesta de una alianza política dentro de su partido. Las pláticas fueron positivas, varios de sus antiguos afiliados y dirigentes se incorporaron a la lucha preparatoria para reestructurar al partido. Se formalizó la relación, convenimos los procedimientos y todo ello facilitó el cambio de las siglas en los locales del PR. Así surge la relación del PCS con el UDN, que se mantuvo hasta la firma de los Acuerdos de Paz.
Este segundo proceso de búsqueda de un instrumento político legal realizado en 1969 no fue acompañado por (Salvador Cayetano) Carpio, al contrario, se opuso…No obstante esto, la dirección del PCS decidió aprovechar el marco electoral para ejercer trabajo de orientación política y estimular la organización y la participación activa de los sectores populares.

Como ya he dicho en otros momentos, en febrero del 71 apareció en el escenario político salvadoreño, la Unión Nacional Opositora, UNO, mediante un pacto político electoral para enfrentar a la derecha en las elecciones de febrero de 1972. Se formaliza la alianza política entre el PDC, el MNR y la UDN. La noticia entusiasmó a mucha gente pero también preocupó a la derecha del PCN que no encontraba un buen asidero para impedir una derrota segura, pues el regreso de más de 200.000 salvadoreños de Honduras y la guerra misma habían generado una grave crisis social, económica y política en el país.
Varios hechos políticos se dieron en aquellos momentos, que ponían a flote los graves problemas señalados: El secuestro del empresario Ernesto Regalado Dueñas a principios de 1971, el 18 de febrero aparece asesinado; la derecha le paso la factura al PDC y por tanto a la UNO con la captura de Jorge Cáceres Prendes y otros dirigentes de la JDC, acusados del secuestro y asesinato de Regalado Dueñas, cuyo juicio mantuvo por casi tres años en Chalatenango…

Como UDN organizamos la primera Escuela Política, ante la acusación publica de ser fachada del PCS, dado que los antiguos locales del PAR y del PR en el interior del país, solo fueron repintados con nuevos colores y el cambio de siglas…contábamos con 67 locales abiertos.

En 1971 realizamos la Primera Convención Nacional, se eligió la directiva suprema, se elige a Carlos Humberto Rivera como secretario general y al Doctor Manuel de Paz como Presidente; Mario R. Inclán y su esposa Dalila también quedaron en la directiva suprema.
A propósito de los hechos hay que destacar el secuestro y desaparecimiento del Carlos H. Rivera a finales de Agosto de 1971, el cual fue perpetrado por agentes de la temible Guardia Nacional. Recuerdo bien el caso porque su familia anduvo dando vueltas por todos los cuerpos de seguridad, hasta con el Presidente de la República sin lograr una sola respuesta. Yo le había prestado una cámara fotográfica marca “FES” con lente especial de largo alcance, también estuve pagando las letras de un camioncito que había sacado de Lotes López, el cual tuvo que devolverse porque no teníamos capacidad de pago. Muchos de nuestros compañeros y compañeras militantes o activistas del UDN fueron objeto de persecución permanente durante varios años. El Presidente Manuel de Paz fue secuestrado y desaparecido en 1980; un año después del asesinato de Monseñor Romero, fue secuestrado y desaparecido el dirigente Pedro Napoleón Martínez, directivo de ese partido. Napoleón fue buscado por varios meses hasta encontrarlo por los cuerpos de seguridad porque habiendo identificado al asesino, era una amenaza como testigo del asesinato de Monseñor Oscar A. Romero. En marzo de 1981 es capturado y desaparecido. Además, siendo amigo del periodista Jorge Pinto, de El Independiente y de Napoleón Gonzáles, de La Crónica del Pueblo, y estos habían publicado detalles de testigos visuales de quien disparó a Monseñor Romero, y que le vio el rostro, todo ello llevó a Napoleón a la mira de la dictadura militar.

Recuerdo que en la primera directiva suprema del UDN quedaron, además de los mencionados, Pedro Santacruz, Secretario de Organización, Rosario Luna, Emilio Mendoza, Jorge Mendoza Santos, Alfredo Acosta, y otros, todos del PCS.
La lucha electoral de 1972 culminó con la victoria sobre el Partido PCN. Nadie puso en duda ese importante triunfo político DE LA FÓRMULA PRESIDENCIAL DE José Napoleón Duarte y de Guillermo Manuel Ungo, pero la Dictadura se negó a reconocerlo al tiempo que arregla uno de los fraudes electorales más escandalosos de la historia de la lucha electoral del país.
En 1973, por ejemplo, recuerdo el asalto policial contra el local central del UDN, habiendo capturado a más de 20 compañeros, entre los cuales figuraban: Mario Aguiñada Carranza, Antonio Sandoval, Lito Sandoval, Antonioi Morán, Manuel Castro, Oscar Rolando Orellana, Carlos G. Ruiz, Julio César Salazar, Julio Enrique Farfán, Guillermo Ramirios y otros, a quienes recuerdo con los apellidos Villalta,, Ruiz, Clímaco, y otros como, Quiles, El Pelón, el bolito, el profe García de Uluazapa. Todos o muchos de ellos fueron torturados y expulsados a Guatemala.
En 1977, después de haber realizado varias campañas de denuncia y desenmascaramiento de la farsa electoral de la dictadura, de nuevo el PCS aceptó la propuesta de una segunda batalla electoral con la UNO, con la fórmula del Coronel Ernesto Claramount Rosseville y Antonio Morales Erhlich. Como se sabe, de nuevo se repite la historia: el PCN fue ampliamente derrotado por la UNO y la dictadura impone al candidato oficial, al General Carlos Humberto Romero.
La visión estratégica: combinar la lucha electoral. Se trataba de combinar la línea electoral con la movilización y línea organizativa sindical, gremial, comunal, territorial…y popular en general. Con esta orientación poco a poco fueron surgiendo comités municipales en varias ciudades del país.

Esta orientación política no contó con el apoyo de Salvador Cayetano Carpio, quien le restó importancia, no las compartió, se opuso a ella. No logró entender la necesidad de establecer el vínculo entre las formas electorales, la lucha por el Programa, y la participación del movimiento sindical en ellas, como forma de elevación de su conciencia política. En realidad, al no estar él al frente de ese esfuerzo, el no ser él el lider de ese movimiento, no tenía validez. Así fue su conducta y posición en los tiempos del FUAR, que prefirió liquidarlo para sacar a Schafik del liderazgo y reorientar su trabajo hacia la reconstrucción del movimiento sindical con él como su máximo dirigente.

El trabajo político de masas dentro de la vía electoral en aquellos momentos con mucha represión del enemigo, nos fue obligando a organizar la respuesta con Auto Defensa, de carácter preventiva, pasiva, que consistía entre otras cosas, en buscar información sobre los movimientos del enemigo en las actividades publicas que realizábamos…y aunque la derecha sabía que el PCS estaba utilizando a la UDN, evaluaban el desgaste causado con la ilegalización del PAR y no estaban seguros en repetir la experiencia con un UDN fortalecido y en alianza con otras fuerzas.

Pero como quedó demostrado, decidieron enfrentar el crecimiento del descontento y la organización popular impulsando la escalada fascista, con secuestros asesinatos, masacres como la de tres calles, la Cayetana, etc.

La segunda huelga de ANDES se desarrolló en este marco del despliegue de la escalada fascista, la cual fue muy tensa, con mucha represión. Esta opción del enemigo puso de manifiesto la decisión de implementar la estrategia de guerra de contra insurgencia por parte del enemigo, lo que exigía un cambio o un viraje o reajustes en la línea, la cual, estaba a punto de llegar a su tope.
En esta coyuntura surge otro fenómeno político: la disputa, el afán de arrebatarle la hegemonía al PCS en el movimiento popular, en ANDES, en AGEUS…surgieron las acusaciones que el UDN era electorero…

Por nuestra parte, estas coyunturas fueron aprovechadas para realizar movilizaciones, esfuerzo organizativo, educativo, política de comunicaciones con programas de radio, fue un importante momento de aprendizaje…la victoria electoral de la UNO en 1972 posibilitó el desarrollo de la organización popular pero a la vez expresó la frustración por no poder evitar el fraude, no pudimos defender el triunfo popular…

Si bien la UNO fue una escuela positiva de denuncia del fraude, a la par se fueron desarrollando las organizaciones revolucionarias de masas y entramos a la fase previa de preparación del Ejercito Político de Masas, con quien arribamos a 1980, cuando ya la vía electoral estaba colapsada, y hubo que apoyar la estrategia de la Guerra Popular Revolucionaria, hubo que ceder espacios a otros instrumentos de lucha como la Coordinadora Revolucionaria de Masas y el Frente Democrático Revolucionario. Y luego el FMLN.

Y allí es que se inserta el UDN y luego se guarda, se congela, hasta que surgieran otros momentos en que fuera necesaria su aparición, como sucedió…

La DC traicionó al pueblo salvadoreño

En los años 80 la DC, que antes había acompañado al movimiento popular, aparece como aliada de las Fuerzas Armadas títeres de la estrategia norteamericana, como el instrumento político de la Estrategia de Contra-Insurgencia…orientado a facilitar la intervención de los EE UU bajo el argumento de la defensa de un gobierno democrático.
En 1984 (José Napoleón) Duarte logra su objetivo personal de ser presidente y “defensor de la democracia. No lo logró que la oligarquía lo aceptara como el salvador del sistema Su esfuerzo por disputarnos las masas se contradecía con las medidas represivas en contra de estas y esto era una contradicción inevitable derivada de su misma estrategia. Esto conduce a que la DC pierda la mayoría en la Asamblea legislativa en 1988 y pierda la presidencia en 1989 ante el partido ARENA, representante de la oligarquía.

Entonces entran al escenario político los dueños del país y ARENA y el Gobierno de Cristiani se vuelven un referente real para negociar el fin del conflicto armado. Ese mismo año 89 el FMLN en el camino en busca de la paz presenta una iniciativa para participar en las elecciones y reconocer a las Fuerzas Armadas si estas se postergaban por seis meses y se depuraban las Fuerzas Armadas. Esta propuesta fue rechazada pero comprendimos que el escenario político había cambiado y que se abría la negociación…

Discutimos y acordamos con nuestros aliados interiorizar a parte del FDR, que regresaran al país, para ampliar el escenario político interno, para derrotar los planes políticos del enemigo, y abrir condiciones en el terreno internacional….sabíamos que incluso Roberto DAubuisson había modificado su actitud de rechazo a la negociación, aunque no todos lo estaban acompañando, en especial sectores conservadores dentro de las Fuerzas armadas que como respuesta a estas iniciativas impulsaron al Operación Fénix y el Plan Unidos para Reconstruir… que al final fueron un fracaso.

El UDN INGRESA DE NUEVO AL PAIS

Estábamos en un momento crucial en donde íbamos a poner a prueba las declaraciones del enemigo que nos invitaban a participar en el proceso político electoral de 1989. En ese marco se decide el ingreso al país del UDN. En la Comisión Política del PCS se venía discutiendo la necesidad de resolver la dualidad innecesaria existente, entre el UDN que había jugado un importante papel como expresión abierta del PCS. A esas alturas el actor principal era el FMLN y el FDR. No había razón de mantener un UDN que se negaba a ceder un espacio político abierto. El final de ese episodio lo íbamos a decidir en el terreno. Así, sin tener todavía la fórmula de cómo resolver el transito, entran al país los líderes del MPSC, del MNR y del UDN.

Ya en el interior, surge la Mesa Política Inter-Partidaria con la participación de todos los partidos políticos. Aquí vuelve a aparecer el UDN que ganaba un espacio propio, creyendo que al final el mismo PCS lo respaldaría, incluso el FMLN. Al menos eran cálculos aunque no duro mucho porque no era una fuerza independiente…dependía de decisiones políticas, que no podían dejarse a la deriva.

En determinado momento empiezan a producirse roces en el FMLN debido a la línea del PCS-FMLN y la línea del UDN…era claro que no podía haber un vehículo con una quinta rueda…

Esto originó muchas discusiones internas; simultáneamente apareció en el panorama la guerra urbana, y empiezan también a actuar en el escenario interno otras fuerzas como las Iglesias, tanto católicas como protestante históricas, el movimiento social…la guerra adquirió un plano político y arrinconó las posibilidades contra-insurgentes…al no lograr como ellos decían quitarle el agua al pez, entonces fracasó la estrategia contra-insurgente.

Y la Ofensiva del 89 puso en evidencia la debilidad del régimen, y particularmente de las Fuerzas Armadas. Y dejo en claro que la vía de la solución negociada era la única realmente existente….y entonces el trabajo político paso a primer plano…

En aquel momento valorábamos en la dirección del PCS que el UDN pedía jugar un papel clave en la fase de transición. Pero la Dirección del PCS estaba por crear condiciones para la inserción, y llegado el momento disolverlo y crear un instrumento legal donde el UDN se vaciara. No nos imaginábamos que había surgido oposición interna en ese instrumento, oposición a cederle el papel al FMLN como el único instrumento.

Para resolver el problema la CP del PCS convoca al comité ejecutivo del UDN para reuniones en México. Los debates duraron dos días. Pudimos percibir que el UDN se encontraba en un periodo de indefinición, incluso identificamos situaciones de ambiciones personales de varios compañeros; que creyeron que el UDN podría convertirse en una fuerza nacional relevante, eran unos cuatro o cinco compañeros…

Al final acordamos en México una transición que no llevara a la ruptura sino a fortalecer la principal tendencia que en el FMLN, orientada a evitar distracciones en disputas internas. Estábamos en una situación internacional en el que la URSS enfrentaba serios problemas, estaba la Perestroika, y la tendencia renovadora al interior del Movimiento Comunista Internacional. Y ya se escuchaban opiniones, incluso al interior del FMLN que la bandera del socialismo no era ya la que debía encabezar nuestra lucha.

En 1990 la derrota electoral de los amigos sandinistas en Nicaragua vino a envalentonar a la derecha salvadoreña, en un ambiente de victoria mundial del capitalismo, en el que muchos partidos comunistas corrieron a cambiarse de nombre, o desmovilizarse. La solidaridad internacional con nuestra lucha entra en crisis, y en esta situación según esas voces, mantener la guerra era absurdo o significaba arriesgarse a una segura derrota.

Luego se dan los Acuerdo de Nueva York, y el reencuentro con los Estados Unidos, Abraham mismo fue a buscar a Schafik a su habitación a las 12 de la noche y le dijo: “Schafik, con a firma de este acuerdo termina también la fase de confrontación entre nosotros, dejamos de ser enemigos para dar inicio a una cooperación…”

Al regresar el FMLN al país el 31 de enero de 1992, una de las tareas a resolver para la dirección del PCS era la situación del UDN. Los principales dirigentes no lograron entender el rumbo cediendo paso a una línea propia de protagonismo, al margen de las orientaciones del PCS.

Una separación amistosa

En la práctica se percibe en el UDN un discurso diferente al del FMLN. Era urgente resolver. Y lo hicimos. Se logró acuerdo político para dejar en libertad a los que quisieran continuar en el UDN, pero lo harían ya no como militantes del PCS. Al UDN se le deja la Fundación Cuscatlán, los equipos y mobiliario, y tres meses de salario para su dirección. Fue un pacto de separación amistosa, democrática. Luego el UDN junto con el MPSC, y el MNR dieron origen a la Convergencia Democrática. Y así terminó la relación del UDN con el PCS, semanas después de la firma de los Acuerdos de Paz.

Socialismo ontológico

Socialismo ontológico

Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info)

Creo firmemente que no existe ninguna esfera y ningún fenómeno de la naturaleza, la sociedad, el pensamiento y el conocimiento; incluyendo la espiritualidad y la fe, a la cual no pueda realizarse una aproximación científica. En cada caso la ciencia aporta el rigor y la metodología que permite penetrar en las esencias y acercarse a la verdad.

Examinar científicamente un fenómeno no lo cambia ni lo deforma, sino que permite comprenderlo mejor. El arte, la fe o la filosofía no son ellos mismos disciplinas científicas, aunque son mejor comprendidas por quienes se aproximan a ella con los recursos de las ciencias.

Por otra parte, pese a que la verdad es relativa y concreta, siempre es única. En términos estrictamente teóricos, en ningún campo y respecto a ningún asunto, hay más de una verdad. El relativismo no es una postura científica, sino un acto de evasión. Las doctrinas políticas y los sistemas políticos no son excepciones.

Quienes asuman el introito como una profesión de fe epistemológica, tienen razón, lo es y sirve para proponer que, libradas a su arbitrio, sin ingerencia ni imposiciones, a pesar de las diferencias entre las civilizaciones y las culturas, todas las sociedades, cada una en su momento, hubieran llegado aproximadamente a las mismas formas de convivencia.

Ese destino común, como común fue el origen, resultó dramáticamente alterado debido a la precedencia originada en etapas tempranas del desarrollo, en virtud de la cual, algunas sociedades alcanzaron conquistas en elementos económicos y tecnológicos que les proporcionaban ciertas ventajas. Las élites gobernantes, especialmente las coronas y el papado europeo convirtieron aquella precedencia en instrumento de dominación y base de una pretendida hegemonía que impidió el curso normal de los procesos civilizatorios.

Desde esta percepción puede asumirse que existen ideas, instituciones, valores e incluso formas de organización política que pudieran considerarse compatibles con la condición humana, incluso como valores universales cuya entidad, en última instancia, los coloca más allá de los intereses, las luchas y las coyunturas derivadas del carácter conflictivo de las relaciones sociales en sociedades divididas en clase.

La idea de que puede existir un pensamiento político que por acoplarse a la condición humana, llegado a cierto punto, puede ser esencialmente compatible con todas las civilizaciones y con todas las culturas y especialmente con los intereses de los individuos que forman las diferentes sociedades es un magnifico punto de partida para creer que, no obstante los avatares y las tragedias, en la andadura del hombre sobre la tierra, es todavía posible un final feliz para todos.

La esencia gregaria común a todos los seres humanos los hace criaturas racionales que necesitan vivir en sociedad, lo cual significa también bajo ciertas condiciones de colectivismo, no por razones accesorias, sino porque la cooperación es la base de las relaciones de producción y de la existencia social. La búsqueda de la felicidad y del bienestar, las ansias de saber y el amor a la libertad, común a todos los humanos, bien pudiera conducir a metas, ideas directrices y formas de convivencia compartidas.

El curso de estas reflexiones inevitablemente conduce a la pregunta de: Cuál es o pudiera ser ese pensamiento suficientemente inclusivo y flexible como para ser compartido por los hombres de todas las culturas, razas y civilizaciones. Cuál es la forma de organización política capaz de servir de cauce a las más elevadas aspiraciones de realización humana Y cuáles son las ideas que pudieran auspiciar semejante curso.

Si bien las respuestas no son simples y pueden parecer esquemáticas; toda sociedad que se aproxime a los más legítimos ideales humanos, deberá ser esencialmente justa y democrática, entendiendo la democracia como un real protagonismo de las mayorías. Cosa referida a mayorías cultas, ilustradas y capaces de ejercer una participación decisoria. Los líderes de una sociedad así y sus organizaciones, incluyendo las de la sociedad civil deberán corresponder a ese diseño.

En una sociedad avanzada, democrática, culta y participativa, conducida por líderes legítimos y probos, seguramente imperará la justicia social y serán escrupulosamente respetados los derechos humanos de todas las generaciones, es decir los derechos políticos, económicos, sociales y culturales. No importa como se le rotule, pero finalmente, una sociedad así será una sociedad socialista.

La idea del ³Socialismo Ontológico² pertenece al teólogo brasileño fray Betto, un sociólogo y hombre de fe ligado a la Teología de la Liberación. Como pensador avanzado, Betto es un crítico del stalinismo y del sistema que en nombre del marxismo se implantó en la Unión Soviética y Europa Oriental, pero no por ello deja de ser un socialista consecuente. ³Soy – dijo recientemente – un socialista ontológico².

La ontología es una rama de la metafísica, esfera de la filosofía especulativa que procura encontrar las causas últimas del ser universal, a partir de la experiencia humana en su más alto grado de abstracción. De ese modo en sus reflexiones se eleva sobre los defectos de la obra humana concreta y de las contingencias para, más allá de ellos, como en lontananza, percibir los valores esenciales en el socialismo. En este entendido, me afilio al Socialismo Ontológico. Ahora, como mínimo, somos dos. Las inscripciones siguen abiertas.

The class struggle in the Roman Republic, part one

The class struggle in the Roman Republic, part one

Written by Alan Woods Friday, 04 September 2009

Today we begin publication of an important new series by Alan Woods, which provides a Marxist explanation of the processes that led to the collapse of the Roman Republic. Here the method of historical materialism is used to shed light on an important turning-point in world history. For Marxists the study of history is not just a form of harmless entertainment. It is essential that we do study history for the lessons we can learn from it. To paraphrase the words of the American philosopher George Santayana: “He who does not learn from history is doomed to repeat it.”

The class struggle in the Roman Republic

“The history of all hitherto existing society is the history of class struggles.

“Freeman and slave, patrician and plebeian, lord and serf, guild-master and journeyman, in a word, oppressor and oppressed, stood in constant opposition to one another, carried on an uninterrupted, now hidden, now open fight, a fight that each time ended, either in a revolutionary reconstitution of society at large, or in the common ruin of the contending classes.” (Marx and Engels, The Communist Manifesto)

“[…] when experience is not retained, as among savages, infancy is perpetual. Those who cannot remember the past are condemned to repeat it.” (George Santayana, The Life of Reason)

What is historical materialism?

The class struggles in the Roman Republic.

For most people, history is something of merely academic interest. It may be studied for amusement, or possibly to draw this or that moral lesson. But that is the maximum that history seems to offer us. Even the use of history for the purpose of moralizing is limited. Edward Gibbon, the great English historian wrote: “History is little more than the register of the crimes, follies and misfortunes of mankind.” Hegel once commented wittily that the study of history only proves that nobody has ever learnt anything from history. Yet it is essential that we do study history, and precisely for the lessons we can learn from it. To paraphrase the words of the American philosopher George Santayana: “He who does not learn from history is doomed to repeat it.”

Until Marx developed the theory of historical materialism, the prevalent view was an idealist interpretation of history, which attributed everything to the actions of individuals. The key to history was the activity of kings, politicians, generals, and Great Individuals. If we accept this view, how is it possible to make sense of history? Individuals pursue a myriad of different aims: personal ambition, religious fanaticism, economic interests, artistic truth, political intrigue, the thirst for revenge, envy, hatred, and all the vast range of emotions, prejudices and notions known to human beings. With such a bewildering range of aims and interests, it would appear that it is no more possible to establish general historical laws than it is to determine accurately the exact position and momentum of a subatomic particle.

It seems very strange that human beings accept the possibility of providing a scientific explanation for everything in the universe, but deny the possibility of ever obtaining a rational insight into ourselves, our actions and our social evolution. We imagine that the human animal is so unique, our minds so complex, and our motivations so subtle, that any attempt to analyze the laws of human society is impossible. Such a view reflects the same stubborn egotism that in the past claimed that Man was a special Creation of the Almighty, or the ridiculous mysticism about an unknowable and immortal soul, which allegedly sets men and women apart from other animals.

In fact, any student of history can see at once that certain patterns do exist, certain situations are constantly repeated, and even certain types of personalities reproduce themselves under similar conditions. In the Introduction to Bolshevism – the Road to Revolution, I reflected on this fact: “There are many points of similarity between the October revolution in Russia and the great bourgeois revolutions of the past. At times these parallels seem almost uncanny, even extending to the personalities of the principal dramatis personnae, such as the similarity between Charles I of England and Louis XVI of France and tsar Nicholas, together with their foreign wives.” There are other examples one could cite. The similarities between Julius Caesar and Napoleon Bonaparte as particular psychological types have been commented upon many times. They are separated by a very long period of history, and they rest upon entirely different class interests corresponding to entirely different socio-economic models. So how do we explain the similarities?

Here it is possible to establish an approximate analogy with the laws that govern animal morphology. Let us take three marine animals: 1) Ichthyosaurus (an extinct genus of ichthyosaur); 2) the shark and 3) the dolphin. The first named was a kind of marine dinosaur, the second a primitive fish and the third a mammal, like ourselves. They are separated by vast periods of time and evolved entirely separately. Yet the bodily shape of all three is practically identical. From this fact alone it is possible to deduce that similar conditions produce similar results, and this is not only applicable to animal morphology but also to the history of our own species.

The constant repetition of the same patterns (and sometimes even the same types of personalities) indicates that history is not arbitrary, but that behind the appearance of chaos, there are definite laws at work, that these laws assert themselves amidst the seeming chaos – just as the chaotic movement of the waves is a reflection of powerful unseen currents beneath the surface of the ocean. In order to gain a rational understanding of history, it is necessary to penetrate beneath the surface and to examine the nature of the hidden currents that propel human society forward.

The whole of science is based on two basic assumptions: 1) that the world exists independently of ourselves and 2) that we are capable of understanding it. If science can explain the mechanisms that govern the social organisms of bees, ants and chimpanzees, why should it be impossible to explain the workings of human society and the forces that determine its development? Marxism rejects the view that history is a string of meaningless and incomprehensible events. Historical materialism asserts that the history of human society has its own laws, and that they can be analyzed and understood. The laws that govern social development were first laid bare by Karl Marx. In the famous introduction to The Critique of Political Economy, Marx explains the basis of historical materialism in the following terms:

“In the social production of their existence, men inevitably enter into definite relations, which are independent of their will, namely relations of production appropriate to a given stage in the development of their material forces of production. The totality of these relations of production constitutes the economic structure of society, the real foundation, on which arises a legal and political superstructure and to which correspond definite forms of social consciousness. The mode of production of material life conditions the general process of social, political and intellectual life. It is not the consciousness of men that determines their existence, but their social existence that determines their consciousness. At a certain stage of development, the material productive forces of society come into conflict with the existing relations of production or – this merely expresses the same thing in legal terms – with the property relations within the framework of which they have operated hitherto. From forms of development of the productive forces these relations turn into their fetters. Then begins an era of social revolution. The changes in the economic foundation lead sooner or later to the transformation of the whole immense superstructure.”

With these words, the founder of scientific socialism once and for all disposed of all metaphysical, idealist and subjective explanation of human history. In other words, Marx performed the same great service for human historical development that his great contemporary Charles Darwin did for the development of plants and animals. Darwin discovered in natural selection an objective process that is present in nature that explains the evolution of life in all its manifold forms without the need of any preconceived plan or supernatural “design”. In so doing, he banished the Almighty from biology, just as Newton had banished Him (in fact, if not in theory) from the workings of the universe.

The great achievement of Marx was that he discovered the ultimate mainspring of all social change and progress in terms of the development of the productive forces: agriculture, industry, science and technique. This does not mean, of course, that one can reduce everything to economics, as the ignorant critics of Marxism maintain. Men and women make their own history, but they do not do so independently of the existing conditions that shape their consciousness and, whether they are aware of it or not, determine their actions. In the same Introduction, Marx explains the precise nature of the relations between the development of the productive forces, the social relations that gradually crystallize on the basis of this, and the class struggle that expresses the contradictory nature of these relations:

“In studying such transformations it is always necessary to distinguish between the material transformation of the economic conditions of production, which can be determined with the precision of natural science, and the legal, political, religious, artistic or philosophic – in short, ideological forms in which men become conscious of this conflict and fight it out. Just as one does not judge an individual by what he thinks about himself, so one cannot judge such a period of transformation by its consciousness, but, on the contrary, this consciousness must be explained from the contradictions of material life, from the conflict existing between the social forces of production and the relations of production. No social order is ever destroyed before all the productive forces for which it is sufficient have been developed, and new superior relations of production never replace older ones before the material conditions for their existence have matured within the framework of the old society.

“Mankind thus inevitably sets itself only such tasks as it is able to solve, since closer examination will always show that the problem itself arises only when the material conditions for its solution are already present or at least in the course of formation.”

The class struggle

Here, the essence of the method of historical materialism is expressed with marvellous preciseness and concision. In the last analysis, it is the changes in the economic foundation that are the cause of great historical transformations, which we refer to as revolutions. But the relationship between the economic foundations of society and the vast and complex superstructure of legality, religion, ideology and the state that arises from it is not simple and automatic, but extremely contradictory. The men and women who are the true protagonists of history are by no means conscious of the ultimate causes and results of their actions, and the results of these actions are frequently at variance with the subjective intentions of their authors.

When Brutus and Cassius drew the daggers that struck down Julius Caesar, they imagined that they were about to re-establish the Republic, but in practice they brought about the destruction of the last vestiges of republicanism and prepared the ground for the Empire. Their republican illusions in any case were only a sentimental and idealistic fig-leaf to disguise their real class interests – which were those of the privileged Roman aristocracy that dominated the old Republic and was fighting to preserve its privileges. From this example we see the importance of carefully distinguishing what men say and think about themselves from the real interests that move them and determine their actions.

Marx explains that the history of all class society is the history of class war. The state itself consists of special armed bodies of men the purpose of which is precisely to regulate the class struggle, and to keep it within acceptable limits. The ruling class in all normal periods exercises control over the state. But there are certain periods, when the class struggle reaches a pitch of intensity that goes beyond the “acceptable limits”. In such revolutionary periods, the question of power is posed. Either the revolutionary class overthrows the old state and replaces it with a new power, or else the ruling class crushes the revolution and imposes a dictatorship – the state power in an open and undisguised form, as opposed to the state power in a “democratic” guise.

However, there is a further variant, which in different forms has been seen at different moments in history. Engels explains that the state in all normal periods is the state of the ruling class, and this is perfectly true. However, history also knows periods that are not at all normal, periods of intense class conflict in which neither of the contending classes can succeed in setting its stamp firmly on society. A long period of class struggle that does not produce a decisive result can give rise to the exhaustion of the main contending classes. In such circumstances the state apparatus itself – in the form of the army and the general who heads it (Caesar, Napoleon) – begins to raise itself above society and to establish itself as an “independent” force.

The creation of a legal framework to regulate the class struggle is by no means sufficient to guarantee a peaceful outcome. On the contrary, such an arrangement merely serves to delay the final conflict and to give it an even more violent and convulsive character in the end. The expectations of the masses are heightened and concentrated, and their aspirations are given ample scope to develop themselves. Thus, in modern times, the masses develop great illusions in their parliamentary representatives and the possibility of solving their most pressing problems by voting in elections. In the end, however, these hopes are dashed and the struggle takes place outside parliament in an even more violent manner than before – both on the side of the masses and on that of the propertied classes who do not cease to prepare illegal conspiracies and coups behind the backs of the democratic institutions. Though they swear by “democracy” in public, in reality the ruling class will only tolerate it to the degree that it does not threaten their power and privileges.

Where the contending classes have fought themselves to a standstill with no clear result, and where the struggle between the classes reaches a kind of state of unstable equilibrium, the state itself can rise above society and acquire a large degree of independence. The case of ancient Rome was no exception. In theory, the Roman Republic in historical times was “democratic”, in the sense that the citizens were the electorate and ultimate power resided in the popular Assembly, just as today everything is decided by free elections. In reality, however, the Republic was ruled by an oligarchy of wealthy aristocratic families that exercised a stranglehold over political power. The result of this contradiction was a lengthy period of class struggle that culminated in civil war, at the end of which the army had elevated itself above society and became the master of its destiny. One military adventurer competed with another for power. A typical example of this species was Gaius Julius Caesar. In modern times this phenomenon is known as Bonapartism, and in the ancient world it assumes the form of Caesarism.

In modern times we see the same phenomenon expressed in fascist and Bonapartist regimes. The state raises itself above society. The ruling class is compelled to hand power over to a military strong man, who, in order to protect them, concentrates all power into his hands. He is surrounded by a gang of thieves, corrupt politicians, careerists greedy for office and wealth, and assorted scum. Naturally, the latter expect to be well rewarded for services rendered, and nobody is in a position to question their acquisitions. The ruling class is still the owner of the means of production, but the state is no longer in its hands. In order to protect itself it has reluctantly to tolerate the impositions, thieving, insults and even the occasional kick from its Leader and his associates, to whom it is expected to sing praises from morning till night, while silently cursing under its breath.

Such a situation can only arise when the struggle between the classes reaches the point of deadlock, where no decisive victory can be won either by one side or the other. The ruling class is not able to continue to rule in the old way, and the proletariat is not able to bring about a revolutionary change. The history of the Roman Republic is an almost laboratory example of this assertion. In ancient Rome a ferocious class struggle ended precisely in the ruin of the contending classes and the rise of Caesarism, which finally ended in the Empire.
Early history

The whole history of the Roman Republic is the history of class struggle, beginning with the struggles between patricians and plebeians for admission to office and share in the state lands. The decay of the old gentile society led to the rise of antagonistic classes, leading to a vicious civil war between the Plebs and the Patricians that lasted, on and off, for 200 years. Finally, the patrician nobility merged with the new class of the great landowners, slave owners and money owners, who gradually expropriated the lands of the free Roman peasantry, which was ruined by military service. The mass employment of slave labour to cultivate the enormous estates (latifundia) eventually led to the depopulation of Italy and the undermining of the Republic, paving the way for the victory, first of the emperors, the collapse of Rome and then the long dark night of barbarism, as Engels explained:

“The banishment of the last rex, Tarquinius Superbus, who usurped real monarchic power, and the replacement of the office of rex by two military leaders (consuls) with equal powers (as among the Iroquois) was simply a further development of this new constitution. Within this new constitution, the whole history of the Roman Republic runs its course, with all the struggles between patricians and plebeians for admission to office and share in the state lands, and the final merging of the patrician nobility in the new class of the great land and money owners, who, gradually swallowing up all the land of the peasants ruined by military service, employed slave labor to cultivate the enormous estates thus formed, depopulated Italy and so threw open the door, not only to the emperors, but also to their successors, the German barbarians.” (Engels, The Origins of the Family, Private Property, and the State)

The origins of Rome are shrouded in mist. We can, of course, discount the mythological account that attempts to trace the founders of Rome to the legendary Aeneas, who fled from the burning ruins of Troy. As is the case with many ancient tribes, this was an attempt to attribute a noble and illustrious ancestry to what was a far more ignoble affair. Similarly, the name of the mythical founder of Rome (Romulus) simply means “man of Rome”, and therefore tells us nothing at all. According to the traditional belief, the date of the founding of Rome was 753 BC. But this date is contradicted by the archaeological evidence: too late for the first regular settlements and too early for the time of true urbanization.

The most celebrated historian of early Rome, Livy, mixes genuine historical material with a mass of legend, speculation and mythology, from which it is difficult to extract the truth. However, these myths are of tremendous importance because they furnish us with significant clues. By comparing the written record – confused as it is – with the evidence of archaeology, comparative linguistics and other sciences, it is possible to reconstruct, at least in outline the origins of Rome. The pastoral economy of these tribes is probably true, since it corresponds to what we know about the economic mode of life of many of the Latin tribes, although by the beginning of the first millennium, they were already practicing agriculture and cultivated the soil with light ploughs.

One such group of shepherds and farmers migrated from the area of Mount Alban (Monte Cavo), some thirteen miles south-east of Rome in the early years of the first millennium, and built their huts on the banks of the Tiber. However, this particular group settled in an area that possessed a key economic importance. Rome’s geographical position, controlling the crossing of the river Tiber, which separates the two halves of the Peninsula, was of key strategic importance for the nations seeking to control the destiny of Italy. Situated on a ford of the Tiber, Rome was at a crossroads of traffic following the river valley and of traders travelling north and south on the west side of the Italian Peninsula.

To the South of Rome lay the fertile agricultural lands of the Campanian Plain, watered by two rivers and capable of producing as many as three grain crops a year in some districts. Rome also possessed the highly lucrative salt trade, derived from the salt flats at the mouth of the Tiber. The importance of this commodity in the ancient world cannot be overstated.

To this day we say: “a man who is worth his salt.” In ancient Rome, this was literally true. The word “salary” comes from the Latin word for salt salarium, which linked employment, salt and soldiers, although the exact link is unclear. One theory is that the word soldier itself comes from the Latin sal dare (to give salt). The Roman historian Pliny the Elder states in his Natural History that “[I]n Rome. . .the soldier’s pay was originally salt and the word salary derives from it. . .” (Plinius Naturalis Historia XXXI). More likely, the salarium was either an allowance paid to Roman soldiers for the purchase of salt or the price of having soldiers conquer salt supplies and guard the Salt Roads (Via Salarium) that led to Rome.

Whatever version one accepts, there is no question about the vital importance of salt and the salt trade that must have played a vital role in the establishment of a prosperous settled community in Rome, which must have attracted the unwelcome attention of less favoured tribes. The picture that emerges of the first Roman community is that of a group of clans fighting to defend their territory against the pressure of other peoples (Latins, Etruscans, Sabines etc.).
Early Roman society

According to Livy, Rome was formed by shepherds, under the leadership of chieftains. He refers to the ancient tribes of Rome, the Ramnenses, Titienses, and Luceres, about which we know little. The first settlement was established by a number of Latin gentes (one hundred, according to the legend), who were united in a tribe; these were soon joined by a Sabellian tribe, also said to have numbered a hundred gentes, and lastly by a third tribe of mixed elements, again said to have been composed of a hundred gentes. Thus, the population of Rome itself seems to have been a mixture of different peoples. This was the natural consequence of Rome’s geographical situation and long years of war. Over a long period, during which the original inhabitants were mixed with many other elements, they gradually succeeded in uniting the scattered inhabitants under a common state.

No one could belong to the Roman people unless he or she was a member of a gens and through it of a curia and a tribe. Ten gentes formed a curia (which among the Greeks was called a phratry). Every curia had its own religious rites, shrines and priests; the latter, as a body, formed one of the Roman priestly colleges. Ten curiae formed a tribe, which probably, like the rest of the Latin tribes, originally had an elected president-military leader and high priest. The three tribes together formed the Roman people, the Populus Romanus. In the earliest times the Roman gens (plural gentes) had the following features:

1. Mutual right of inheritance among gentile members; the property remained within the gens.
2. Possession of a common burial place.
3. Common religious rites (the sacra gentilitia).
4. Obligation not to marry within the gens.
5. Common ownership of land. In primitive times the gens had always owned common land, ever since the tribal land began to be divided up. Later we still find land owned by the gentes, to say nothing of the state land, round which the whole internal history of the republic centers.
6. Obligation of mutual protection and help among members of the gens. At the time of the second Punic war the gentes joined together to ransom their members who had been taken prisoner; the senate put a stop to it.
7. Right to bear the gentile name.
8. Right to adopt strangers into the gens.
9. The right to elect the chief and to depose him. Although this is nowhere mentioned, in the earliest days of Rome all offices were filled by election or nomination, from the elected “king” downwards. The priests of the curiae were also elected by the curiae themselves, so we may assume the same procedure for the chiefs of the gentes.

Initially, it seems that public affairs were managed by the senate (the council of elders, from the Latin senex, an old man). This was composed of the chiefs of the three hundred gentes. It was for this reason that they were called “fathers”, patres, from which we later get the denomination patricians. Here we see how the original patriarchal relations of the old equalitarian genes system gradually produced a privileged tribal aristocracy, which crystallized into the Patrician Order – the ruling class in early Roman society. As Engels explains:

“[…] the custom of electing always from the same family in the gens brought into being the first hereditary nobility; these families called themselves “patricians,” and claimed for themselves exclusive right of entry into the senate and tenure of all other offices. The acquiescence of the people in this claim, in course of time, and its transformation into an actual right, appear in legend as the story that Romulus conferred the patriciate and its privileges on the first senators and their descendants. The senate, like the Athenian boule, made final decisions in many matters and held preparatory discussions on those of greater importance, particularly new laws. With regard to these, the decision rested with the assembly of the people, called the comitia curiata (assembly of the curiae). The people assembled together, grouped in curiae, each curia probably grouped in gentes; each of the thirty curiae, had one vote in the final decision. The assembly of the curiae accepted or rejected all laws, elected all higher officials, including the rex (so-called king), declared war (the senate, however, concluded peace), and, as supreme court, decided, on the appeal of the parties concerned, all cases involving death sentence on a Roman citizen.

“Lastly, besides the senate and the assembly of the people, there was the rex, who corresponded exactly to the Greek basileus and was not at all the almost absolute king which Mommsen made him out to be. He also was military leader, high priest, and president of certain courts. He had no civil authority whatever, nor any power over the life, liberty, or property of citizens, except such as derived from his disciplinary powers as military leader or his executive powers as president of a court.” (Ibid.)

The divisions between patricians and plebs was not exclusively a difference between rich and poor. Some plebeians became very rich, but they remained plebeians and thus excluded from state power, which was originally monopolized by the clan aristocracy. The old Populus, jealous of its privileges, rigidly barred any addition to its own ranks from outside. It seems that landed property was fairly equally divided between populus and plebs. But the commercial and industrial wealth, though not as yet much developed, was probably for the most part in the hands of the Plebs. Thus, the old gentile legal forms entered into contradiction with the changed economic and social relations. The growing numbers of Plebs, and the growing economic power of its upper layer, led to a sharp class struggle between Plebs and Patricians that dominated the history of Rome after the expulsion of the Etruscans.

The exact process by which the old gentile society was destroyed is unclear. The increased wealth derived from the salt trade must have played a role, strengthening the position of the old tribal aristocracy and creating a growing gulf between the aristocracy and the poor members of the gens. What is clear is that the rise of private property created sharp divisions in society from a very early date. The harshness of the property laws in early Roman society coincided with the form of the family, which in Rome was the most extreme expression of patriarchy. The (male) head of the family enjoyed absolute power over all other members of the family, who were also regarded as private property, a fact that was already noted by Hegel:

“We thus find family relations among the Romans not as a beautiful, free relation of love and feeling; the place of confidence is usurped by the principle of severity, dependence, and subordination. Marriage, in its strict and formal shape, bore quite the aspect of a mere contract; the wife was part of the husband’s property (in manum conventio), and the marriage ceremony was based on a coemtio, in a form such as might have been adopted on the occasion of any other purchase. The husband acquired a power over his wife, such as he had over his daughter; nor less over her property; so that everything which she gained, she gained for her husband […].

“[…] The relation of sons was perfectly similar: they were, on the one hand, about as dependent on the paternal power as the wife on the matrimonial; they could not possess property – it made no difference whether they filled a high office in the State or not (though the peculia castrensia, and adventitia were differently regarded); but on the other hand, when they were emancipated, they had no connection with their father and their family. An evidence of the degree in which the position of children was regarded as analogous to that of slaves, is presented in the imaginaria servitus (mancipium), through which emancipated children had to pass. In reference to inheritance, morality would seem to demand that children should share equally. Among the Romans, on the contrary, testamentary caprice manifests itself in its harshest form. Thus perverted and demoralized, do we here see the fundamental relations of ethics.” (Hegel, Lectures on the Philosophy of History, pp. 286-7)

The old gens system rested originally on common property of land. But the decay of the old system under the pressures of trade and expanded wealth undermined all the old social-tribal relations. The rise of inequality within the gens led to the domination of the privileged class of patricians. Private property established itself so firmly that wives and children were regarded as private property, over which the paterfamilias ruled with an iron hand. Hegel understood perfectly well the relationship between the family and the state:

“The immoral active severity of the Romans in this private side of character, necessarily finds its counterpart in the passive severity of their political union. For the severity which the Roman experienced from the State he was compensated by a severity, identical in nature, which he was allowed to indulge towards his family – a servant on the one side, a despot on the other.” (ibid. p. 287)

The new form of the patriarchal family, based upon the tyrannical rule of the paterfamilias, was at the same time a reflection of the changed social and property relations and a firm base upon which the latter rested. And gradually, the state as an organ of class domination raised itself above society. The history of the Roman Republic is merely the continuation, extension and deepening of these tendencies, which in the end destroyed the Republic itself.

En defensa de la teoría – o la ignorancia nunca ayudó a nadie

En defensa de la teoría – o la ignorancia nunca ayudó a nadie

Alan Woods

En 1846, el comunista utópico alemán Wilhelm Weitling se quejaba de que los “intelectuales” Marx y Engels sólo escribían sobre temas oscuros que no tenían ningún interés para los trabajadores. Marx respondió furioso con las siguientes palabras: “la ignorancia nunca ayudó a nadie”. La respuesta de Marx es tan válida hoy como lo fue entonces.

La publicación de la serie La lucha de clases en la República romana [en inglés, esperamos tener preparada muy pronto su traducción al castellano. Nota de EM] ha suscitado un gran interés entre los lectores de Marxist.com. De acuerdo con la información que me ha sido pasada por el comité de redacción, hubo un número récord de visitas individuales a estos artículos, unos 2.200, que es considerablemente más alta que el promedio de visitas por cada artículo.

Este hecho confirma la corrección de la política de Marxist.com, que ha establecido una sólida reputación por la calidad de sus artículos teóricos. En un momento en que las ideas del marxismo se encuentran bajo ataque desde todas partes, nuestro sitio Web se destaca por su defensa firme y coherente de la teoría marxista en toda su múltiple riqueza. Esto demuestra que muchas personas en todo el mundo están interesadas en la teoría y se muestran entusiastas con profundizar sus conocimientos sobre marxismo.

Marxist.com tiene sus críticos, sin embargo. Algunos de nuestros críticos se quejan de que estamos escribiendo artículos sobre la antigua Roma en medio de la mayor crisis del capitalismo desde la década de 1930. Para hacernos justicia a nosotros mismos, debemos decir que Marxist.com ha publicado mucho sobre la crisis y continuará haciéndolo. Pero también tenemos el deber de escribir sobre otras cuestiones, para elevar el nivel de comprensión teórica de nuestros lectores, para proporcionar un análisis marxista, no sólo de la economía, sino también de la historia, la ciencia, el arte, la música y las demás esferas de la actividad humana.

¿Cómo respondemos a aquéllos que nos exigen restringir el alcance del marxismo para que encaje en su esquema mental limitado? No tenemos nada que responder, porque ya fueron contestados hace mucho tiempo por Lenin, quien escribió: sin teoría revolucionaria no puede haber ningún movimiento revolucionario. Esa es una verdad fundamental sobre la que todos los grandes marxistas siempre insistieron. Recordemos este hecho elemental con algunos ejemplos significativos.

No hay revolución sin teoría

Incluso antes de escribir “El Manifiesto Comunista”, Marx y Engels (que, debemos recordar, comenzaron su vida revolucionaria como estudiantes de filosofía hegeliana) llevaron a cabo una lucha contra esos dirigentes “proletarios” que veneraban el atraso y los métodos primitivos de lucha, y que se resistían obstinadamente a la introducción de la teoría científica.

El crítico ruso, Annenkov, que se encontraba en Bruselas durante la primavera de 1846, nos dejó un informe muy curioso de una reunión en la que se produjo una querella furiosa entre Marx y Weitling, el comunista utópico alemán. En un momento dado, Weitling, que era un trabajador, se quejó de que los “intelectuales” Marx y Engels escribían sobre temas oscuros que no interesaban a los trabajadores. Acusó a Marx de escribir “análisis y doctrinas de sillón lejos del mundo de las personas que sufren y padecen”. En ese momento, Marx, que era generalmente muy paciente, se revolvió indignado. Annenkov escribe:

“En sus últimas palabras Marx, finalmente, perdió el control de sí mismo y golpeó tan fuerte con su puño sobre la mesa que la lámpara que estaba encima de ella cayó con estrépito. Y saltó diciendo: ‘la ignorancia nunca ayudó a nadie’ “. (Recuerdos de Marx y Engels, p.272, Ed. Inglesa. Énfasis mío, AW)

Weitling se oponía a la teoría y al trabajo propagandístico paciente. Como Bakunin, sostenía que los pobres siempre estaban dispuestos para la revuelta. Este defensor de la “acción revolucionaria” en oposición a la teoría creía que, siempre y cuando haya dirigentes resueltos, se podría impulsar una revolución en cualquier momento. Incluso hoy en día encontramos ecos de estas ideas premarxistas primitivas en las filas de los marxistas.

Marx comprendió que el movimiento comunista sólo podía avanzar con una ruptura radical con estas nociones primitivas y con una limpieza exhaustiva en sus filas. La ruptura con Weitling era inevitable y llegó en mayo de 1846. Después, Weitling se instaló en Estados Unidos y dejó de jugar cualquier papel digno de mención. Sólo con la ruptura con la noción de “trabajador-activista” de Weitling fue posible establecer la Liga Comunista sobre una base sólida. Sin embargo la tendencia primitiva representada por Weitling se ha reproducido constantemente en el movimiento, en primer lugar en las ideas de Bakunin y más adelante en las variadas formas de ultraizquierdismo que aún plaga el movimiento marxista hasta el día de hoy.

En las Obras Escogidas de Marx y Engels encontramos una verdadera mina de oro de ideas. Aquí encontramos los escritos de Engels sobre la guerra campesina en Alemania, sobre la historia temprana de los alemanes, eslavos e irlandeses, su historia del cristianismo primitivo, etc. En su artículo sobre la muerte de Engels, Lenin escribió:

“Marx trabajó en el análisis de los fenómenos complejos de la economía capitalista. Engels, en sus trabajos, escritos en un lenguaje muy ameno, a menudo de carácter polémico, enfocó los problemas científicos más generales y los diversos fenómenos del pasado y del presente en el espíritu de la concepción materialista de la historia y de la doctrina económica de Marx.”

Una breve lista de las obras de Engels revela inmediatamente la amplitud de visión de su persona. Contamos con su magnífico trabajo polémico contra Dühring, que trata de la filosofía, y las ciencias naturales y sociales con gran profundidad. El origen de la familia, la propiedad a privada y el Estado se ocupa de los orígenes primitivos de la sociedad humana. Qué tiene que ver todo esto con la clase trabajadora y la lucha de clases, preguntarán nuestros críticos “prácticos”. Sólo esto: que esa fue la labor que estableció la base de la teoría marxista del Estado, que Lenin desarrolló más tarde en El Estado y la Revolución, el libro que sentó las bases teóricas para la revolución bolchevique.

Y ¿qué vamos a decir sobre Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana? En este libro, Engels no sólo aborda las ideas “abstractas y abstrusas” de Hegel, sino también las ideas oscuras de filósofos alemanes menores del movimiento de la izquierda hegeliana. Especialmente, en la Correspondencia de Marx y Engels se encuentra un tesoro oculto de ideas de una envergadura sorprendente. Los dos amigos intercambiaron opiniones sobre todo tipo de temas, no sólo de economía y política sino de filosofía, historia, ciencia, arte, literatura y cultura.

Aquí tenemos una respuesta aplastante a todos los críticos burgueses de Marx que presentan una caricatura de marxismo como una doctrina seca y estrecha, que reduce todo el pensamiento humano a Economía y al desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, todavía hoy hay personas que gustan de llamarse a sí mismas marxistas y que defienden, no las verdaderas ideas de Marx y Engels en toda su riqueza, amplitud y profundidad, sino la misma caricatura “economicista” de los críticos burgueses del marxismo. Esto no marxismo en absoluto, sino, para utilizar la expresión de Hegel, “die leblosen Knochen eines Skeletts” (los huesos sin vida de un esqueleto), y sobre lo que Lenin comentó: “lo que se necesita no es leblose Knochen, sino la vida viviente”. (Lenin, Notas Filosóficas, Obras Escogidas, vol. 38. Edición inglesa)

Lenin y la teoría

Lenin siempre destacó la importancia de la teoría. Incluso en la fase inicial y embrionaria del partido, llevó a cabo una lucha implacable contra los “economicistas”, que tenían la mentalidad estrecha “práctico-proletaria” y que despreciaban la teoría como asunto de intelectuales, y no de los trabajadores. Respondiendo a este absurdo, Lenin escribió:

“La declaración de Marx: ‘Un paso adelante real del movimiento es más importante que una docena de programas’. Repetir estas palabras en un período de trastorno teórico es exactamente lo mismo que gritar al paso de un entierro: “¡Ojalá tengan siempre algo que llevar!”. Además, estas palabras de Marx se toman de su carta sobre el Programa de Gotha, en la que él condena duramente el eclecticismo en la formulación de los principios. Si deben unirse, escribió Marx a los dirigentes del partido, entonces lleguen a acuerdos para satisfacer los objetivos prácticos del movimiento, pero no permitan ninguna negociación sobre principios, no hagan ‘concesiones’ teóricas. Esta fue la idea de Marx, ¡y todavía hay personas entre nosotros que buscan en su nombre menospreciar la importancia de la teoría!

“Sin teoría revolucionaria no puede haber ningún movimiento revolucionario. Nunca se insistirá lo bastante sobre esta idea en un momento en que la predicación de moda del oportunismo va de la mano con un encaprichamiento por las formas más restringidas de actividad práctica. Sin embargo, para los socialdemócratas rusos la importancia de la teoría se ve reforzada por otras tres circunstancias, que son a menudo olvidadas: primero, por el hecho de que nuestro partido sólo está en el proceso de formación, apenas ha comenzado a definir sus características, y dista mucho aún de haber ajustado cuentas con las otras tendencias del pensamiento revolucionario que amenazan con desviar el movimiento de la ruta correcta”. (¿Qué Hacer? Dogmatismo y “Libertad de crítica”)

La tendencia “economicista”, como las de Weitling y Bakunin, se presentaba como una tendencia “proletaria genuina” que combatía contra la influencia perniciosa de los “teóricos intelectuales”. Una fuerte ruptura con esta tendencia, que combinaba la demagogia “proletaria” con el reformismo sindicalista en la práctica, fue la condición previa para la formación del bolchevismo. Pero la lucha por la teoría, contra los “prácticos” fue una característica constante durante mucho tiempo después.

Lenin escribió en 1908:

“La lucha ideológica librada por el marxismo revolucionario contra el revisionismo al final del siglo XIX no es sino el preludio de las grandes batallas revolucionarias del proletariado, que está marchando hacia adelante para la victoria completa de su causa a pesar de todos las oscilaciones y debilidades de la pequeña burguesía”. (Marxismo y revisionismo)

En su libro Stalin, Trotsky describe detalladamente la psicología de los “hombres de comité” bolcheviques, que también tenían la mentalidad “práctica”. Cometieron toda una serie de errores por su incapacidad para comprender el movimiento real de los trabajadores en 1905-6. La razón de sus errores (generalmente de carácter ultraizquierdista) fue su falta de comprensión de la dialéctica. Tenían una idea completamente abstracta y formalista de la construcción del partido, que no estaba relacionada con el movimiento real de los trabajadores. Por eso en 1905, para horror de Lenin, los bolcheviques de San Petersburgo abandonaron la primera reunión del Soviet, porque éste se negó a aceptar el programa del partido.

En 1908, cuando Lenin se encontró en minoría de uno en la dirección de la facción bolchevique, que estaba dirigida por los ultraizquierdistas Bogdanov y Lunacharsky, él estuvo dispuesto a escindirse sobre la base de una diferencia sobre filosofía marxista. No fue casual que en ese momento difícil, cuando la existencia misma de la tendencia revolucionaria estaba en peligro, pasara mucho tiempo escribiendo un libro sobre filosofía: Materialismo y Empiriocriticismo.

Uno podría preguntar qué estaba haciendo Vladimir Ilich escribiendo libros sobre tales asuntos ¿Qué posible relevancia podía tener el estudio de los escritos del Obispo Berkeley para los trabajadores rusos? También se puede preguntar por qué Lenin consideró necesario romper con la mayoría de los líderes bolcheviques sobre la cuestión de la filosofía. Pero Lenin comprendió muy bien el nexo causal entre el rechazo de Bogdanov al materialismo dialéctico y las políticas ultraizquierdistas adoptadas por la mayoría.

Durante la primera guerra mundial, Lenin regresó a la filosofía, e hizo un estudio profundo sobre Hegel que fue publicado muchos años más tarde bajo el título de Notas filosóficas. Una de sus últimas obras fue El significado del materialismo militante, en el que una vez más subraya la necesidad de estudiar a Hegel:

“Por supuesto, este estudio, esta interpretación, esta propaganda de la dialéctica hegeliana es extremadamente difícil, y las primeras experiencias en este sentido, sin duda, irá acompañadas de errores. Pero sólo quien nunca hace nada nunca se equivoca. Tomando como base el método de Marx de aplicar de manera materialista la forma de concebir la dialéctica hegeliana, podemos y deberíamos elaborar esta dialéctica desde todos los aspectos, imprimir en los diarios extractos de las principales obras de Hegel, interpretarlos de manera materialista y comentarlos con la ayuda de ejemplos de la forma en que Marx aplica la dialéctica, así como de ejemplos de dialéctica de la esfera de las relaciones económicas y políticas, que la historia reciente, especialmente la guerra imperialista moderna y la revolución, proporciona con abundancia inusual”

Trotsky y la teoría

Trotsky, como Lenin, dedicó toda su vida a una defensa intransigente de la teoría marxista. En un excelente artículo sobre Engels, subraya la actitud escrupulosa de éste hacia la teoría:

“Al mismo tiempo, la magnanimidad intelectual del maestro hacia su pupilo era verdaderamente inagotable. Solía leer los artículos más importantes del prolífico Kautsky en su forma de manuscrito, y cada una de sus cartas de crítica contiene sugerencias preciosas, el fruto de una reflexión seria y, a veces, de investigación. La obra bien conocida de Kautsky, Antagonismos de clase en la revolución francesa, que ha sido traducida a casi todos los idiomas de la humanidad civilizada, también parece que pasó a través del laboratorio intelectual de Engels. Su larga carta sobre las agrupaciones sociales en la época de la gran revolución del siglo XVIII – así como sobre la aplicación del método materialista de los acontecimientos históricos – es uno de los documentos más impresionantes de la mente humana. Por su gran concisión, cada una de sus fórmulas presupone una acumulación demasiado grande de conocimientos para que pueda entrar en la circulación de la lectura general; pero este documento, pese a que ha permanecido largo tiempo oculto, permanecerá para siempre no sólo como una fuente de instrucción teórica, sino también como una pieza de disfrute estético para toda persona que ha reflexionado seriamente sobre la dinámica de las relaciones de clase en una época de revolucionaria, así como sobre los problemas generales involucrados en la interpretación materialista de los acontecimientos históricos”. (Trotsky, Cartas de Engels a Kautsky, 1935)

En todas las obras de Trotsky vemos una amplitud de visión y un amplio interés, no sólo sobre historia, sino también en el arte y literatura y la cultura en general. Antes de la primera guerra mundial, escribió artículos sobre arte y sobre escritores como Tolstoi y Gogol. Después de la revolución de octubre, escribió extensamente sobre arte y literatura. Su libro Literatura y revolución es producto de ese período.

En 1923, escribió: “La literatura, cuyos métodos y procesos tienen sus raíces lejos en el pasado más lejano y representa la experiencia acumulada de artesanía verbal, expresa los pensamientos, sentimientos, estados de ánimo, puntos de vista y las esperanzas de cada nueva época y de su nueva clase”. (Trotsky, Las raíces sociales y la función social de la literatura) En el centro del tormentoso período de la revolución y contrarrevolución en la década de 1930 encontró tiempo para escribir sobre literatura y arte. En 1934, poco después de la catástrofe alemana, escribió un comentario sobre la novela de Ignazio Silone, Fontamara. En 1938, escribió el Manifiesto para un arte revolucionario independiente, junto con el escritor surrealista André Breton.

Sólo podemos imaginar la indignación de los filisteos pseudomarxistas: “¿Qué es esto? ¿El camarada Trotsky está perdiendo su tiempo en este momento revolucionario de la historia, escribiendo sobre arte? ¿Qué tiene que ver el arte con el proletariado y la lucha de clases? “. El filisteo sacude la cabeza amargamente y concluye que el camarada Trotsky no es el hombre que era. “¡Este no es el Trotsky de El Programa de Transición! ¡El Viejo debe estar perdiendo sus facultades mentales!”. ¡Sí, podemos imaginarlo!

En un momento en que Europa estaba sacudida por la revolución y contrarrevolución, cuando sus partidarios estaban siendo asesinados y la Cuarta Internacional luchaba por su supervivencia, ¿por qué Trotsky encontraba tiempo para dedicarse a cuestiones tales como el arte y la literatura? Cuando hayamos contestado a esta pregunta seremos capaces de ver la diferencia entre el marxismo genuino, lo revolucionario proletario genuino, y la caricatura superficial que pasa por marxismo en algunos círculos.

“Meros teóricos”

Durante la lucha fraccional que condujo a la escisión de la Tendencia Militant, la facción de la mayoría dijo que Ted Grant y Alan Woods eran “meros teóricos”. Esta simple frase dice lo suficiente para caracterizar a esa tendencia. Durante décadas dedicamos nuestras vidas a la construcción de la tendencia que resultó ser la más exitosa del movimiento trotskista desde la época de la oposición de izquierda rusa a fines de los años 20. Partiendo de un puñado de compañeros a principios de los años sesenta, conseguimos construir una gran organización con raíces sólidas en el movimiento laborista en Gran Bretaña.

Todos estos éxitos fueron el resultado de años de trabajo paciente. En última instancia, fueron el resultado de la ideas, los métodos y las perspectivas correctas elaboradas por Ted Grant, ese gran pensador marxista. Ted sobresalía cabeza y hombros por encima de cualquiera de sus contemporáneos. Estaba bien fundamentado en la teoría marxista y conocía las obras de Marx, Engels, Lenin y Trotsky como la palma de su mano.

Cuando Ted Grant y yo fuimos expulsados de Militant, nos encontramos en una situación difícil. La mayoría tenía un enorme aparato, mucho dinero y un equipo de rentados de unas 200 personas. Nosotros no teníamos ni siquiera una máquina de escribir. Sin embargo, ni Ted ni yo estábamos preocupados en lo más mínimo. Teníamos las ideas del marxismo, y eso era lo importante. Toda mi experiencia me ha convencido de que si se tienen las ideas correctas, siempre se podrá construir un aparato. Pero lo contrario no es verdad. Se puede tener el aparato más grande del mundo, pero si se trabaja sobre la base de teorías y métodos incorrectos, se fracasará.

Nosotros consideramos la situación y llegamos a la conclusión de que en la [entonces] presente situación, especialmente tras el colapso de la Unión Soviética, nuestra tarea más apremiante era defender las ideas básicas y las teorías del marxismo. El primer resultado fue el libro Razón y Revolución: filosofía marxista y ciencia moderna. Nuestros ex compañeros lanzaron grandes carcajadas sobre este libro. Su comentario sarcástico fue: “¡Vean! ¡Ted y Alan han abandonado la política para escribir libros sobre filosofía!” Esa fue su actitud hacia la teoría marxista – una actitud en la verdadera tradición de Weitling y de los “hombres de comité” bolcheviques, pero en absoluto de la de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.

Tarde o temprano, los errores en teoría se traducen en un desastre en la práctica. La ex mayoría ha pagado el precio por sus errores. Lo que antes era una tendencia potente con raíces serias en el movimiento laborista ha sido reducida a una sombra de lo que fue. Por otra parte, Razón y Revolución jugó un papel clave en el establecimiento de la Corriente Marxista Internacional. Ha sido traducido a muchos idiomas y ha sido elogiado por muchos trabajadores, socialistas, comunistas, sindicalistas y bolivarianos (incluyendo a Hugo Chávez).

¿Cómo puede explicarse esto? Los trabajadores y jóvenes avanzados tienen sed por las ideas y la teoría. Quieren comprender lo que está sucediendo en la sociedad. No se sienten atraídos por las tendencias que simplemente les dicen lo que ya saben: que el capitalismo está en crisis, que hay desempleo, que viven en malas viviendas, que ganan salarios bajos, y así sucesivamente. La gente seria quiere saber por qué las cosas son como son, qué sucedió en Rusia, qué es el marxismo y otras cuestiones de carácter teórico. Por eso, la teoría no es una opción extra, como imaginan los “prácticos”, sino una herramienta esencial de la lucha revolucionaria.

Los trabajadores y la cultura

Es una calumnia contra el proletariado decir que los trabajadores no están interesados en los grandes asuntos de la cultura, la historia, la filosofía, etc. En mi experiencia de muchos años he encontrado que entre los trabajadores hay un interés mucho más auténtico por las ideas que en mucha gente procedente de las llamadas clases medias cultivadas. Recuerdo hace mucho tiempo, cuando estaba dando conferencias a trabajadores en el sur de Gales, de donde soy originario, que una vez encontré a un trabajador metalúrgico que había aprendido por sí solo el portugués para leer las obras de un poeta brasileño del que yo nunca había oído antes.

La idea de que los trabajadores no están interesados en la cultura proviene casi invariablemente de los pequeños burgueses intelectuales que no tienen ningún conocimiento de la clase trabajadora y que confunde a los trabajadores con el lumpemproletariado. Por lo tanto, muestran su desprecio por la clase trabajadora y su propio snobismo de clase media hacia los trabajadores. Esta es el tipo de persona que intenta congraciarse con los trabajadores vistiéndose de manera descuidada y tratando de imitar un acento “obrero”. Emplean un lenguaje mal hablado, pensando que eso mejora sus credenciales proletarias.

He visto demasiados casos de supuestos marxistas educados que piensan que es inteligente imitar el lenguaje y los hábitos del lumpemproletariado, imaginando que esto les dará más credibilidad como “verdaderos trabajadores”. En realidad, los trabajadores no utilizan normalmente ese tipo de lenguaje en sus casas o en su círculo más cercano. Imitar la conducta de los estratos más bajos y degradados de los trabajadores y la juventud no es digno de un marxista y mucho menos de alguien que aspira a ser un dirigente. En su artículo maravilloso La lucha por un lenguaje cultivado, Trotsky describió ese lenguaje como la marca de una mentalidad de esclavos, que los revolucionarios no deben imitar sino que deberían esforzarse por eliminar.

En este artículo, escrito en 1923, Trotsky elogia a los trabajadores de la fábrica de calzado La Comuna de París que aprobaron una resolución en la que se abstenían de emplear un lenguaje blasfemo (malas palabras) e imponían multas por emplear un lenguaje soez. El dirigente de la Revolución de Octubre no consideró esto como un detalle insignificante sino como una manifestación muy importante del esfuerzo de la clase obrera por liberarse de la mentalidad esclava y aspirar a un nivel superior de cultura. “El lenguaje blasfemo y las malas palabras son un legado de la esclavitud, de la humillación y del desprecio por la dignidad humana: de la propia y de los demás”. Eso fue lo que escribió el dirigente de la Revolución de Octubre.

Hay muchos niveles diferentes en la clase trabajadora, que reflejan diferentes condiciones y experiencias. Las capas más avanzadas del proletariado están activas en los sindicatos y en los partidos obreros. Ellos aspiran a una vida mejor. Toman un vivo interés por las ideas y la teoría, y se esfuerzan por educarse a sí mismos. Estos esfuerzos son una garantía del futuro Socialista, cuando los hombres y mujeres hayan roto, no sólo las cadenas físicas que los atan, sino las cadenas psicológicas que los mantienen esclavizados a un pasado bárbaro.

Trotsky subrayó la importancia de la lucha por el lenguaje cultivado: “La lucha por la educación y la cultura proporcionará a los elementos avanzados de la clase obrera todos los recursos del idioma ruso en su riqueza extrema, sutileza y refinamiento”.

Y explica que la revolución es “en primer lugar un despertar de la personalidad humana en las masas, que se supone que no poseen personalidad”. Es, “antes y sobre todo, el despertar de la humanidad, su marcha ascendente, y se caracteriza por un respeto creciente a la dignidad personal de cada individuo y por un interés cada vez mayor por los débiles”. (ibid.)

La transformación Socialista significa no sólo la conquista del poder: que es sólo el primer paso. La verdadera revolución – el salto de la humanidad desde el reino de la necesidad al reino de la libertad – aún tiene que llevarse a cabo. Engels señaló que en cualquier sociedad donde el arte, la ciencia y el Gobierno son el monopolio de una minoría, esa minoría utilizará y abusará de su posición para mantener la sociedad en condiciones de servidumbre.

Hacer concesiones al bajo nivel de conciencia de las capas más atrasadas y menos instruidas de la clase trabajadora, no ayuda a elevar su conciencia al nivel de las tareas que plantea la historia. Por el contrario, ayuda a reducirla, y esto siempre tendrá consecuencias retrógradas y reaccionarias. Podemos resumir la discusión de la siguiente manera: es progresivo y revolucionario lo que sirve para elevar el nivel de conciencia del proletariado. Es reaccionario todo lo que tiende a reducirlo.

Los marxistas deben estar en la primera línea de batalla de la clase trabajadora que está luchando para cambiar la sociedad. Nuestro deber es educar y formar a los cuadros de la futura revolución socialista. Para poder realizar esta tarea, debemos defender lo que es positivo, progresivo y revolucionario, y rechazar decisivamente todo lo que es atrasado, ignorante y primitivo. Tenemos nuestro objetivo fijado en un horizonte muy noble. Debemos elevar la visión de la clase trabajadora, comenzando con los elementos más avanzados, para el horizonte del que hablaba Trotsky en Literatura y Revolución:

“Es difícil predecir el grado de dominio sobre sí mismo que alcanzará el hombre del futuro o las alturas a las que llevará su técnica. La edificación social y la autoeducación psico-física serán dos aspectos del mismo proceso. Todas las artes: la literatura, el teatro, la pintura, la música y la arquitectura prestarán a este proceso una forma hermosa. Más correctamente, el proceso de la edificación de la cultura y la autoeducación del hombre comunista desarrollará hasta el punto más elevado todos los elementos vitales del arte contemporáneo. El hombre será incomparablemente más fuerte, más prudente e inteligente, y más refinado. Su cuerpo se hará más armónico, sus movimientos más rítmicos y su voz más musical; las formas de su modo de ser adquirirán una representatividad dinámica. El término promedio del intelecto humano ascenderá a la altura de un Aristóteles, de un Goethe o de un Marx. Y por encima de estas cumbres se elevarán otras nuevas”.

La necesidad del Ateísmo

La necesidad del Ateísmo

En Nodo50

Jueves 11 de mayo de 2006, por ediciones simbioticas

El propósito de la esta charla no es el de convencer a ningún creyente sino la de hacer ver a quienes están próximos a las ideas libertarias lo vigente, o mejor, lo urgente de un posicionamiento ateo frente a los intentos de la Iglesia Católica de hacerse con el control absoluto de la sociedad civil. El título, tomado de un opúsculo del poeta romántico inglés Shelley, que le costó la expulsión de Oxford, viene bastante al caso en una sociedad como la nuestra en la que incluso la gente que dice luchar contra el sistema opina que el poder de la Iglesia es cosa del pasado y que el clero “ya no pinta nada.” Nada más lejos de la realidad, según nuestro punto de vista. Las razones las exponemos a continuación.

1. La Iglesia Católica es el poder más antiguo y con más perspectivas de perpetuarse De eso ya se dio cuenta Bakunin, que llamaba al estado “el hermano menor de la Iglesia”. La Iglesia Católica es anterior al estado moderno, y este último jamás pudo suplantar su poder. El cristianismo nació en el seno del Imperio Romano, utilizado por un grupo de poder para escalar posiciones, nunca fue una ideología que propugnara la liberación de los esclavos (como dijo Gustavo Bueno en una charla que dio en unas Jornadas Libertarias de la CNT hace unos años). Ésta fue una de las leyendas difundidas en épocas recientes por la propia Iglesia para dotarse de una imagen amable en un momento en que los movimientos obreros tenían mucha pujanza. Y cuando el cristianismo controló el Imperio Romano consiguió abolir la libertad de cultos que existía en épocas anteriores. Así se inicia un maridaje entre la Iglesia y el Estado, en el que aquélla aporta a éste un elemento de uniformidad ideológica que redunda en una mayor sumisión de los súbditos. Cuando el IR se hunde la Iglesia busca aliados en los distintos estados feudales que se forman en occidente (p. e. con Carlomagno en Francia) para mantenerse en el poder. Durante las cruzadas el Vaticano supuestamente moviliza a los súbditos de los estados occidentales para liberar los lugares sagrados en manos de los musulmanes otomanos, pero en realidad la Iglesia Católica tenía su agenda oculta: machacar al cristianismo cismático (o sea, ortodoxo) a su paso hacia Tierra Santa. Por eso cuando el anterior Papa visitó Grecia a comienzos de esta década, las manifestaciones anticatólicas fueron multitudinarias, pero nuestros medios (en gran parte controlados por , o aliados con, la Conferencia Episcopal) no nos explicaron el porqué de la rabia de los griegos. (Tampoco nos explican porque el patriarca ortodoxo de Moscú se niega tan rotundamente a recibir al Papa). Por otra parte la Iglesia también luchó denodadamente contra el enemigo interior. En primer lugar, instigó y coordinó la represión contra las insurrecciones campesinas motivadas por los abusivos tributos que la curia imponía a sus míseros siervos, que, al fin y al cabo eran los auténticos creadores de la riqueza. En las refriegas siempre ardía alguna que otra iglesia, lo que demuestra que este fenómeno es muy anterior al anarquismo o a la II República. Además estaba el problema judío. De los moriscos la Iglesia Católica podía difundir la idea de que eran invasores venidos de oriente a los que había que expulsar, pero contra los judíos, que no nunca formaron un estado ni convirtieron a su credo por la fuerza a nadie, había que actuar de manera más sibilina. La minoría hebrea, que formaba una próspera clase media, molestaba al totalitarismo católico que no admitía más que un credo y que no quería competidores en materia económica. Por eso tuvo que inventar toda clase de historias rocambolescas para extender el odio antijudío por toda la población. Se decía de ellos que habían matado a Cristo, que hacían sacrificios humanos y que tenían el control de la economía e incluso movían los hilos del poder político desde la sombra. La realidad es que vivían encerrados en barrios amurallados (de ahí procede la palabra “ghetto”, un vocablo hebreo) muertos de miedo por los ataques del fanatismo cristiano. Incluso era tradición por parte del clero durante la Semana Santa mover al populacho a asesinar en masa miembros de ese pueblo “deicida”. Al final con el advenimiento del estado moderno (con los Reyes Católicos) la Inquisición consiguió exterminarlos a todos, incluso a los conversos, ya que aunque conversos, no eran de fiar. Y es curioso que, a pesar de tanta imagen de capitalistas y usureros que se les ha dado a los judíos en este país, el primer banco que se funda en España era (y es) de la Iglesia: la actual Caja Madrid. La idea surgió cuando un cura avispado invitó a que sus feligreses guardaran sus ahorros en el cepillo de su iglesia (bajo la protección de la Virgen de la Piedad) para no tener que confíaselos a la “usura de los cambistas judíos”. Este fue el embrión de la red de Cajas de Ahorro y Monte de Piedad de España, hasta hoy en manos de la Iglesia (y si no que se lo pregunten al cura-banquero Miguel Castillejo, dueño de Caja Sur y de más de media Córdoba.) Por último estaba la difícil relación con la burguesía. En el contexto del capitalismo embrionario que se desarrolla durante la expansión imperial de Portugal y España, la Iglesia Católica intenta no perder comba. Y lo consigue. Las conquistas lusas e hispanas siempre iban acompañadas del consabido proceso cristianización forzosa de los indígenas (a veces con la Inquisición como principal instrumento de represión). Sin embargo ciertas facciones de la burguesía (sobre todo en los países del norte de Europa) empiezan a acumular tantos beneficios que acaban por convertirse en el principal rival económico del Vaticano. Entonces la curia católica, temerosa de perder el control total de la riqueza, empieza a lanzar diatribas contra la “usura”. En realidad, se trataba de proscribir la fuente de ingresos de la burguesía: los negocios. El clero vivía de las rentas y no necesitaba formar empresas. Pero la burguesía del norte de Europa rompe con Roma y se hace un cristianismo a la medida, el cristianismo protestante. Según la religiosidad protestante, el que una persona acumule riquezas a lo largo de su vida es signo inequívoco de que ha sido elegido por Dios para ir al cielo (Calvino). Las primeras burguesías que rompen con Roma son las de Inglaterra y Alemania. Todo el norte de Europa occidental se hará protestante (excepto Irlanda). Esta burguesía será la que lleve a cabo la Revolución Industrial. Un caso curioso es el de Francia. En este país el protestantismo es aplastado de manera sangrienta (recuérdese la noche de San Bartolomé) pero la burguesía se desarrolla de espaldas a la Iglesia y las tensiones se prolongan hasta 1789 en que todo estalla produciéndose una revolución burguesa con gran participación del pueblo llano. Lo interesante del caso es que el estado burgués que resulta intenta por primera vez quitarse de encima los tentáculos de la Iglesia Católica. Ha nacido el concepto de laicismo (pero, cuidado, es un laicismo burgués, que promociona la religión del estado en vez de la cristiana; de hecho los gobiernos revolucionaros franceses no eran ateos sino deístas, una idea ésta muy presente en las logias masónicas). Ni que decir tiene que la Iglesia se dedica a partir de entonces a dirigir una cruzada contra el laicismo y anuncia a bombo y platillo que hay un complot masónico mundial, y hace lo mismo que hizo con el judaísmo. Entonces por toda Europa empiezan a darse unas curiosas apariciones de vírgenes, cristos y santos para asombro de aldeanos incultos. Esta estrategia de provocar la histeria colectiva cuando siente su poder cuestionado, es algo que la Iglesia repetirá a lo largo de la historia. La Iglesia Católica es, en definitiva, un poder precapitalista y no es descabellado pensar que bien podría ser que, si nadie lucha contra ella, sobreviviera al poder burgués en el hipotético caso de que el capitalismo fuera derrocado.

2. La Iglesia Católica inspiró y apoyó el fascismo. El otro demonio para la Iglesia Católica fue el movimiento obrero. El capitalismo con el tiempo acaba por generar una clase de desposeídos: el proletariado. Éste se enfrentará a los causantes de su miseria organizándose en sindicatos que en algunos casos llegaron a amenazar el orden imperante. Ante esto la burguesía y el clero acaban por olvidarse de sus rencillas (además por entonces la Iglesia ya estaba metida de lleno en el nuevo juego económico, con acciones en grandes empresas y mucho capital en una tupida red de bancos). Pero en 1917 la Revolución Rusa da otro motivo de preocupación a la Iglesia; ahora estamos ante una versión todavía más radical del laicismo, la de un estado “ateo y comunista”. Por lo menos ésa era la imagen que se proyectaba hacia el exterior ante las miradas de millones de obreros (aquí pasamos por alto la crítica a lo que en realidad estaba pasando en Rusia y nos limitamos a hablar del “mito ruso” y su innegable influjo sobre el proletariado mundial). Como en algunos lugares el advenimiento de una revolución proletaria parecía inevitable tanto la burguesía como la Iglesia se dedican a desmontar el teatrillo liberal y parlamentario y empiezan a financiar partidos ultrarreaccionarios que tomen el poder e impongan una dictadura que aniquile y/o reconduzca al movimiento obrero al redil. Tal y como sugiere la película de Costa-Gavras Amén el Vaticano invierte un montón de esperanzas y de dinero en el triunfo del III Reich. La Iglesia y sus opinadotes a sueldo infiltrados por doquier siempre han insistido en el carácter laico del nazismo y han negado cualquier relación Vaticano-Hitler. Ésta es otra mentira. Hitler fue un niño austriaco que se crió en el seno de una familia católica durante los últimos años del Imperio Austro-Húngaro, auténtico ariete del Vaticano con el que machacó a pueblos no católicos como los serbios o los judíos. En realidad Hitler había mamado el antisemitismo de sus orígenes católicos, de modo que en su Mein Kampf no inventó nada que no hubiera inventado la curia católica antes. No es de extrañar pues que en los países católicos de la Europa del este el nazismo se extendiera con tanta facilidad (la propaganda antijudía ya estaba hecha), países éstos donde se fundaron dictaduras nazi-católicas: Polonia, Croacia (con los ustachi y Pavelic al frente), Eslovaquia (con un cura como dictador nazi, el padre Tiso), Ucrania (por lo menos en su parte occidental), Hungría, las Repúblicas Bálticas, etc. En cambio en países de religión ortodoxa o protestante la población defendió a sus vecinos judíos y hubo más resistencia antinazi (Serbia y Montenegro, Bulgaria, Grecia, Dinamarca, etc.). En España como sabemos la Iglesia también hizo todo lo que pudo para destruir el movimiento obrero. Primero intentó suplantar al genuino sindicalismo, el que busca la auténtica emancipación de la clase obrera, por sindicatos católicos lleno de elementos serviles a terratenientes e industriales. En ellos había gente tan beata y retrógrada como Onésimo Redondo, un elemento que escribió en periódicos católicos que la gente que se paseaba impúdicamente en bañador por las playas españolas merecía ser fusilada. Éste y su amigo José Antonio Primo de Rivera (hijo del dictador Miguel Primo de Rivera, que había sido abogado de la ITT, a pesar de despotricar contra el capitalismo y el imperialismo yanqui) pasaron después a las filas de Falange, una formación política inspirada en el partido nazi de Hitler y el partido fascista de Mussolini, formación con un importante tufo clerical. De hecho, Onésimo Redondo se formó con los jesuitas en el colegio San José de Valladolid, colegio en el que se maquinó el alzamiento fascista del 36 en nuestra ciudad. Y esto no es de extrañar, pues fueron los jesuitas los principales propagandistas de ideas antisemitas y sobre falsos complots masónicos durante el siglo XIX (y que además influyeron en la elaboración de los Protocolos de los Sabios de Sión, pieza de literatura fantástica tomada como verdadera por nazis y antisemitas en general). (Lo que pasó desde de la Guerra Civil, el aniquilamiento de toda forma de pensamiento crítico y la imposición del nacional catolicismo por la fuerza de una dictadura sanguinaria, es algo ya conocido, así que no redundaremos en el tema.) Volviendo a la película Amén, es interesante hacer hincapié en un fenómeno que recoge Costa-Gavras en su film, a saber, cómo la Iglesia va reculando y retirando su apoyo al Reich (al menos de manera abierta) cuando el militarismo de Hitler sufre sus primeras derrotas. Así, hay un momento en la película en que alguien comunica al Papa Pío XII cómo el ejército nazi había sido derrotado a las puertas de Stalingrado y una o dos escenas más tarde se ve a importantes jerarcas católicos cenando con generales norteamericanos. Y es que, el papado, que ya preveía que el Eje tarde o temprano iba a caer frente al poderío estadounidense, inicia otra de sus alianzas estratégicas, esta vez con EE.UU., una potencia protestante. Esta alianza le permitió seguir luchando en la posguerra contra el influjo izquierdista sobre las masas obreras, algo que también era del interés del gobierno americano. Esto explica que en la película de Costa-Gavras haya escenas, ya al final de la Segunda Guerra Mundial, en que la Iglesia acoge a algunos (que no a todos) judíos en peligro de deportación a campos de exterminio, para así lavarse la cara ante el mundo, un mundo que iba a pasar a ser dominado por los EE.UU. (por lo menos en el hemisferio occidental). Aún así el Vaticano organizó la evasión de criminales nazis así como de todas las riquezas expoliadas a judíos y no judíos durante el Reich a través de la “Ruta de las Ratas”. Es decir, que el Vaticano en el fondo siempre siguió siendo antisemita y prueba de ello es que hasta 1996 no reconoció la existencia del estado de Israel.

3. La Iglesia se sigue expandiendo de manera violenta “La Iglesia ha cambiado, ya no es la que era”, nos dicen, “ya no expande su fe de manera violenta como época de las cruzadas”. Puede que no como en la época de las cruzadas pero la Iglesia sigue expandiéndose de manera agresiva y está detrás de gran parte de los conflictos bélicos actuales. Básicamente sólo ha cambiado la forma, no el contenido. La Iglesia Católica siempre se ha puesto detrás de algún estado católico con proyección imperialista para aniquilar a otras culturas y religiones más débiles. Primero lo hizo en alianza con el expansionismo portugués dónde destruyó importantes culturas animistas de Asia, África y América y se impuso por la fuerza. A veces se topó con una religión fuerte más antigua que el propio cristianismo, p. e., el hinduismo y entonces tuvo que usar la Inquisición para quemar vivos a los infieles, como ocurrió en Goa (zona de la India de influencia portuguesa, aunque el artífice del plan no fue otro que el “santo” español Fco. Javier). Sabiendo eso, se entiende por qué la visita hace unos años a la India de Juan Pablo II causó protestas multitudinarias (y nuestros medios, “mutis”, como siempre). Con la España de los RRCC y Felipe II, el Vaticano llegó aún más lejos porque en sus dominios ya “no se ponía el sol”. Así, el catolicismo de la mano del imperialismo patrio arrasó con las culturas indígenas de la hoy llamada América latina. Esto es algo que con bastante desvergüenza se sigue minimizando hoy día y para ello se saca a colación a otro “santo”, Bartolomé de las Casas, “el amigo de los indios”. “Este buen hombre”, nos dicen, “salvó a los indios de morir de cansancio en las minas dónde eran usados como esclavos por los colonizadores españoles”. Lo que no nos dicen es que en realidad los conquistadores (y entre ellos los misioneros) ya habían visto lo poco rentable de usar indios como mineros (muchos de ellos, en un arrebato de dignidad, se suicidaban antes de ser esclavizados) y decidieron introducir esclavos negros, más resistentes a este tipo de trabajos y por lo tanto más rentables. Tampoco nos mencionan cómo este “amigo de los indios” organizó tribunales de la Inquisición en la diócesis de Chiapas para poder condenar a muerte a los indios convertidos al protestantismo por los misioneros luteranos alemanes. Igualmente, de la mano de Bélgica y Francia (incluso tras la Revolución) la Iglesia consigue expandirse por África occidental y central a través de sus misioneros (especialmente cruenta fue la expansión belga en África con el muy católico rey Leopoldo II a la cabeza, que fue el artífice del exterminio de la mitad de la población del Congo.) (Véase King Leopold’s Ghost: A Story of Greed, Terror, and Heroism in Colonial Africa de Adam Hochschild.). Pero el caso de Francia es más curioso todavía porque supuestamente el estado francés es laico; sin embargo sus conquistas siempre van acompañadas de la catolización de la zona a manos de misioneros. Eso ocurrió desde el siglo XVII en Vietnam, donde la población pronto se levantó en armas contra la evangelización forzosa y la explotación colonial hasta expulsar a los franceses en los años 40 del siglo XX. (Y como revancha la Iglesia Católica participó en las protestas contra la guerra del Vietnam en EE.UU., país que, una vez expulsados los misioneros católicos franceses, metió a sus misioneros protestantes). Por otra parte es un tema conocido y aireado por la prensa (aunque siempre viene bien refrescar la memoria) el papel crucial jugado por la Iglesia Católica en el genocidio ruandés de 1994, que en el que hubo jerarcas de la Iglesia implicados y en el que también estuvieron implicadas las antiguas potencias coloniales en la zona, Francia y Bélgica (no es de extrañar que hoy día en Ruanda gran parte de la población tradicionalmente cristiana se esté convirtiendo al Islam). Además la Iglesia sigue apoyando a las tropas hutus ruandesas perpetradoras del genocidio, huidas al muy católico Congo. Todo ello forma parte de una guerra continental entre una alianza de estados africanos bajo influencia francesa y del Vaticano y otra apoyada por los EE.UU. (p. e. Ruanda y Uganda). ¿Y qué decir del pacto entre Alemania y el Vaticano? Una vez liquidado el Imperio Austrohúngaro tras la Primera Guerra Mundial la Iglesia se alinea con el expansionismo alemán para afianzar su poder en la Europa del este. Esto explica que el Vaticano se aliara con el III Reich para ganar terreno o incluso exterminar a todo elemento refractario a su poder (ortodoxos, judíos, ateos, etc.) Sólo en Yugoslavia casi 1.000.000 de ortodoxos fueron exterminados en campos de concentración a manos de los ustachi católicos y demás colaboracionistas del nazismo. Algo parecido ocurrió en Ucrania donde la División de las SS Galizia, formada por fascistas católicos, exterminó a gran número de ortodoxos y judíos y quemaron sus templos. Por otra parte los colaboracionistas católicos de las Repúblicas Bálticas casi exterminaron del todo a su población judía. Y como la historia se repite, tras la caída del muro de Berlín y a instancias de la UE (con Alemania al frente) y el Vaticano, Yugoslavia vuelve a ser ocupada y desmembrada y los serbios acaban perdiendo gran parte de su territorio, en especial Kosovo, cuna de la nación serbia e importante centro de religiosidad ortodoxa en el que los nacionalistas albaneses no han dejado ni una iglesia ortodoxa en pie (aquí habría que precisar que parte de los jefes de la UÇK provienen del norte de Albania, bajo la influencia de los misioneros jesuitas italianos).

4. La obra social de la iglesia consiste en aplastar al pobre La iglesia siempre ha dicho estar con los pobres… y es cierto, siempre ha estado encima de ellos, aplastándolos. Desde los tiempos en que los campesinos siervos trabajaban en las vastas propiedades del clero para que ésta les robara el fruto de su trabajo la Iglesia lo único que ha deseado de los pobres es su sumisión. Ésta es la obra social de la Iglesia. Si la labor de los misioneros en el Tercer Mundo fuera tan benéfica como dice la propaganda al uso ¿cómo es que en África, América del Sur o Asia empiezan las grandes hambrunas y las guerras genocidas justo cuando comienza la colonización occidental y la cristianización? ¿Y cómo es que las condiciones materiales de estas gentes no han mejorado sino, al contrario, han empeorado, desde que empezó su evangelización? Que no nos engañen más, la Iglesia es el poder más reaccionario que existe, y por tanto el principal enemigo de los desposeídos. Lo cierto es que el inmenso poder eclesiástico ha llegado a controlar gran parte de los medios de comunicación, la educación, el estado y ha rescrito parte de su negra historia. Se nos habla de actos heroicos de sus santos y mártires pero cuando uno consigue consultar fuentes de información alternativas a las controladas por el Vaticano (tarea harto difícil) puede comprobar lo mucho que nos han mentido. Ya hemos hablado de los “santos” Bartolomé de las Casas y Francisco Javier, así que tomemos otro ejemplo: Maximilian Kolbe, franciscano presentado como mártir de la lucha del “catolicismo contra el fascismo”. Según la versión oficial, Kolbe se cambió por un preso judío que iba a ser ejecutado en Auswitz. Por ello en 1982, la iglesia lo hizo santo. Ese mismo año un diario austriaco, el Wiener Tagebuch, además de diversos supervivientes del holocausto explicaron para quien quiso prestar oídos quién era el tal Kolbe, a saber, el director de una revista católica ultrarreaccionaria que era el principal foco de propaganda antisemita en Polonia. En ella se decía que los judíos controlaban la pornografía y la prostitución y movían los hilos de un gran complot internacional. Todo esto hizo que pocos polacos, mayoritariamente católicos, no movieran un dedo por defender a sus vecinos judíos cuando eran trasladados a campos de exterminio como Auswitz. En realidad, Kolbe dio la vida por un católico del que se apiadó porque tenía esposa e hijos, pero jamás se habría apiadado de un judío. Otro ejemplo palmario es esa “santa” llamada Teresa de Calcuta. Este personaje cuyo integrismo daba miedo al mismísimo Wojtyla, era amiga personal del sanguinario dictador haitiano Duvalier a la vez que apoyaba al tirano albanés Hoxha, con quien compartía su odio por ese estado ateo y mestizo que era la Yugoslavia de Tito (ella era albanesa de la República Yugoslava de Macedonia). Como la Santa Sede recelaba de su extremismo la mandó muy lejos, a Calcuta, una ciudad con un gran problema de superpoblación donde la santa predicó contra todo método anticonceptivo, para desgracia de la mayoría de sus habitantes, quienes odiaban la imagen de miseria y ratas que la tal Teresa daba de una ciudad que se esforzaba por prosperar económicamente. Además aconsejaba a los pobres que en las intervenciones quirúrgicas era mejor no recibir anestesia aunque ella cuando estuvo enferma se operó en los hospitales mejores equipados de los EE.UU. Al final el gobierno indio le pidió que le mostrara las cuentas de su organización (algo a lo que todo organismo extranjero está obligado en la India) pero ella se negó, no fuera a ser que descubrieran alguna que otra cuenta multimillonaria en paraísos fiscales a nombre de quien tanto exaltara la austeridad y la pobreza (¿se referiría a la de los demás?). Todas estas obras de caridad de la santa fueron denunciadas en un documental titulado The Missionary Position: Mother Teresa in Theory and Practice del británico Anthony Hitchens y cuya emisión en la BBC tuvo que ser interrumpida por presiones vaticanas (y eso que el Reino Unido es un país protestante). Y luego está el engaño del cristianismo de base. Es curioso que cuando el movimiento obrero consiguió derrotar al fascismo (tras la SGM) y su preponderancia era un hecho incontestable aparecieran por todos los lados cristianos de base, nunca antes. Con anterioridad las agrupaciones de obreros católicos eran de derechas, tanto que en muchos casos fueron el origen de organizaciones fascistas (p. e., el ya mencionado caso de Falange). En el fondo el “cristianismo de base”, no es más que la quinta columna del Vaticano que se intenta infiltrar en la izquierda. Sin embargo no hay más que ver sus publicaciones para comprobar que, si exceptuamos los oportunistas títulos (como “Autogestión”), de izquierdismo hay bastante poco: artículos contra el aborto, los anticonceptivos, etc. Eso sí se pone mucho interés en hablar de “los pobres”, pero eso también lo hace el nuevo y ultramontano Papa. Entonces ¿dónde queda el progresismo? Son precisamente éstos los mismos que van denunciando el supuesto “laicismo” de Zapatero con pintadas que rezan (nunca mejor dicho) “ZP masón”… Con ello la Iglesia vuelve a echar mano de la vieja idea del complot masónico…¡Qué poco han cambiado las cosas! Y ni siquiera es defendible el pretendido carácter revolucionario de la Teología de la Liberación, que surge en Centroamérica en una época en que los gobiernos títeres impuestos por Washington en la zona están formados por evangelizadores protestantes (p. e. el dictador evangélico Ríos Montt en Guatemala) empeñados en convertir a los indígenas que han escapado a la poderosa influencia católica. En el fondo la oposición a esos gobiernos derechistas tenía que ver en el caso de la Iglesia Católica más con el mantenimiento de la clientela que con la cuestión social. Claro que tampoco hay que perder de vista a las ONG, tras muchas de las cuales está la Iglesia y que además reciben a espuertas dinero público (de creyentes y no creyentes). Entre ellas Caritas, es una de las que gozan de mayor fama por su supuesta ayuda a los necesitados, especialmente a los del Tercer Mundo. Mucho se habla de los envíos de comida y ropa a los pobres negritos famélicos, pero muy poco se dice de cómo la ayuda humanitaria va a parar a jefes de facciones armadas aliadas con las monjitas y los curas (p. e. en el Congo) que la revenden a precios desorbitados y así financian la adquisición de armamento moderno para atacar países rivales como Ruanda o Uganda. Todo ello contribuye a la gran sangría actual africana atizada por un lado por la UE (con Francia a la cabeza) y el Vaticano y por otro por EE.UU. Y quien todavía crea en el carácter humanitario de Caritas, puede consultar en las hemerotecas cómo en el año 1999 durante la guerra de Kosovo, en un camión de supuesta ayuda humanitaria para los albano-kosovares fue encontrado un doble fondo que ocultaba un auténtica arsenal de rifles automáticos y lanzagranadas. Esto ocurrió en el puerto italiano de Ancona y la noticia la difundió Il Corriere della Sera, un diario nada sospechoso de ser subversivo.

5. La Iglesia es hoy día un poder ubicuo La Iglesia está en nuestra sociedad por todas partes. Es un estado en la sombra que parasita al estado español. La Iglesia Católica es un estado cruzado que no está sometido a ningún tipo de control democrático y que además nos es impuesto a los no creyentes sin que nos den opción a pronunciarnos al respecto. Se ha hecho con el control de la educación (de la cual el estado supuestamente “laico” se ha desentendido) que usa como elemento de propaganda y control ideológico. Así en las escuelas llamadas “concertadas” la curia manipula la mente de niños y adolescentes a través de un profesorado escogido a dedo entre los elementos más fieles a la cruzada vaticana y todo ello con dinero público (es decir, con dinero, en parte, de los que no somos creyentes). Además controla gran parte de los medios de comunicación (desde su “órgano de expresión”, la COPE, hasta El País, donde escribe el ultra católico Herman Tertsch) para manipular la opinión pública y frenar cualquier tentativa social de poner en cuestión su hegemonía. Y ante cualquier intento de cambiar este esquema la Iglesia contesta movilizando a sus más recalcitrantes peones en las calles a favor de lo que llaman “libertad religiosa”. Pero ¿cómo pueden hablar de libertad religiosa quienes expulsaron a los musulmanes, exterminaron a los judíos, quemaron vivos a los herejes y provocaron una guerra civil y 40 años de dictadura para aniquilar a “rojos y ateos”? Y lo peor de todo es que muy poca gente de los que se dicen de izquierda se plantean luchar contra esta todopoderosa institución. ¿Acaso porque la Iglesia también ha conseguido hacerse con el control de la disidencia? Al hilo de esto último nos viene a la memoria una noticia que hace escasos días nos enviaron por e-mail: el consejero del Gobierno Vasco, Javier Madrazo, de IU, ha concedido recientemente el premio Dolores Ibarruri a una institución ejemplar en su labor en pro de “un mundo más justo y solidario”… la institución no es otra que … ¡¡Caritas!! Salud y apostasía.

Ateneo Libertario Gregorio Baticón 13/10/05

Un ejemplar de una izquierda boba y estúpida….

Un ejemplar de una izquierda boba y estúpida….pero lo que es más importante: peligrosa.
Atentamente,

Comentario al Libro “Autonomías indígenas en América latina”
Enviado por editor el Mié, 08/02/2006 – 19:01 cultura

Sergio Rodríguez Lascano *

Parafraseando a Carlos Marx, diríamos: Un fantasma recorre América Latina: el fantasma de las autonomías. El monumental libro que ahora reseñamos y que, no tengo la menor duda, pronto será una consulta obligatoria, representa antes que nada la respuesta a un desafío, enmarcado en una pregunta: ¿Cómo es posible que para hablar del movimiento de los pueblos indios de América Latina, los caractericemos como un “nuevo movimiento social? A ellos que son los pobladores originales, a ellos que son los que se rebelaron antes que nadie al dominio español. A ellos que fueron la base de los ejércitos insurgentes a principios del siglo XIX, a ellos que fueron la fuerza social fundamental en la lucha contra la intervención norteamericana en contra de nuestra patria, a ellos que fueron la base fundamental del Ejército Libertador del Sur.

Gilberto en su artículo sobre México, de una manera muy fina señala lo siguiente: “para quienes en México venimos acompañando el movimiento indígena desde los años setenta del siglo pasado, el planteamiento autonómico en su significado contemporáneo no está presente en esos años en el campo de los académicos dedicados a la cuestión étnica ni en la discusión de las organizaciones indígenas”.

El asunto es muy interesante. Primero es indudable que una práctica autonómica ha existido desde hace siglos en México, incluso podríamos decir que desde la colonia. Esa práctica permitió el establecimiento de mecanismos de regulación interna y de forma de gobierno que existían y se sobreponía o se ocultaba a-en la forma tradicional que se estableció en el México independiente.

Más aún, no tan sólo el medio académico y las organizaciones indígenas no tomaban el punto de la autonomía como eje vertebrador, tampoco lo hacían las organizaciones políticas de izquierda. ¿La razón?

La respuesta es variada. El pensamiento de izquierda en su forma más mecanicista es heredero de una cultura occidental, que se ve a sí misma como el punto más alto del pensamiento, pero que casi como un reflejo inmediato niega cualquier otra forma de organización social, política, económica, cultural etc. Atrás, lo siento pero se refleja un colonialismo ideológico, que tiene sus origines más obvios en el pensamiento de Hegel, cuando escribió:

“La historia universal va de Oriente a Occidente. Europa es absolutamente el fin de la historia universal…El mundo se divide en el Viejo Mundo y en el Nuevo Mundo. El nombre del nuevo mundo proviene del hecho de que América no ha sido conocida hasta hace poco para los europeos. Pero no se crea que la distinción es puramente externa. Aquí la división es esencial. Este mundo es nuevo no sólo relativamente, sino absolutamente. Lo es con respecto a todos sus caracteres propios, físicos, y políticos. ..El mar de las islas, que se extienden entre América del Sur y Asia, revela cierta inmadurez por lo que toca también a su origen… De América y su grado de civilización, especialmente en el caso de México y Perú, tenemos información de su desarrollo, pero como una cultura enteramente particular, que expira en el momento que el espíritu se le aproxima. La inferioridad de estos individuos en todo respecto, es enteramente evidente” . (Filosofía de la Historia Universal).

Pero por otro lado existía y existe una visión de lo que hace muchos años el gran filósofo Ernst Bloch llamó el marxismo frío: Ese marxismo frío se ocultó atrás de un discurso clasista y de un objetivismo en la visión de la evolución del capitalismo. Todo esto desarmó a la izquierda latinoamericana para comprender el significado de la organización, la experiencia, la cultura de esos grandes otros que representaban esos pueblos indios u originales o traídos de una manera violenta a América.

A lo más que se llegó en los planteamientos programáticos de la izquierda fue a asimilar a los pueblos indios al campesinado y la diferencia esencial es que el campesinado no tiene una propuesta de gobierno por sí mismo, en cambio los pueblos indios en su reclamo de autonomía, se proponen generar instituciones propias que organicen el ejercicio de gobierno.

A lo largo del libro, como un subtexto, lo que podemos hallar es esa terrible incomprensión. Desde los inicios de la revolución nicaragüense con una profunda incapacidad para plantearse el problema de los pueblos del atlántico y que fue una de las razones del fortalecimiento de los contras en esa parte del territorio. Pasando por Bolivia, donde hasta hace muy pocos años la izquierda concebía a los indígenas como obreros mineros, simplemente recordemos que en el celebrado programa de la izquierda obrera boliviana, las Tesis de Pulacayo, no existe una sola referencia a la problemática indígena y en cambio se retoma una buena parte del programa de transición de Trotsky, en un país con una población indígena de cerca del 60 por ciento en la década de los 50, se prefirió hablar de la escala móvil de horas de trabajo que de los derechos de los pueblos indios. O en Brasil, donde el PT es un partido inmune a los planteamientos de las comunidades indígenas o de la población afrobrasileña. Una cuestión similar ocurrió en Ecuador. Para no hablar de México, donde hablar de esta problemática antes de 1994 era únicamente visto como una desviación folclórica de quien lo planteaba.

Eso permitió un proceso muy interesante que tiene que ver con la creación de proyectos políticos de nuevo tipo, donde la diferencia entre lo social y lo político se hace cada vez menos perceptible. Experiencias variadas y, algunas veces contradictorias, como las de la CONAIE en Ecuador, El MAS en Bolivia, el MST en Brasil o el EZLN en México reflejan ese nuevo proceso y la diversidad de mismo. En cambio lo que también vemos es la crisis de la democracia representativa y de los viejos partidos tradicionales en toda AL.

Ahora permítanme unas palabras sobre la experiencia autonómica zapatista, que está tratada de una manera impecable en el libro que hoy cometamos:

1.- Los zapatistas entendieron que el carácter constituyente y soberano de la decisión de los pueblos indios no podía quedarse reducido a la espera de una mejor coyuntura política que les permitiera volver a insistir en la necesidad de que el estado reconociera, de verdad, el carácter multicultural y pluriétnico como está conformada la nación mexicana y con la legitimidad que les dio el método con el que se elaboró la Ley de Cultura y Derechos Indígenas decidieron poner en práctica dichos acuerdos e incluso ir más adelante.

2.- Las Juntas de Buen Gobierno representan la construcción de nuevas relaciones sociales que buscan eliminar la diferencia que se establece tradicionalmente entre el que gobierna y los gobernados, aunque todavía subsiste, según ellos mismos lo han reconocido, la más vieja de las dominaciones la de género. Esas nuevas relaciones sociales rompen de una manera duradera con la relación mando-obediencia para generar unas nuevas: el mandar obedeciendo. Con esto, se está demostrando que es posible romper con la visión de que la tarea de gobernar requiere de una especialización y una calificación que solamente se puede lograr con la creación del político profesional.

3.- Con todo se establecen varios rubros específicos de la nueva forma de entender y aplicar la política:

a) Una permanente rotación en las funciones gubernamentales. “Claro que el plan no es que las juntas sean, para usar el término de las “sociedades civiles”, un desmadre. El plan es que el trabajo de la JBG sea rotatorio entre los miembros de todos los consejos autónomos de cada zona. Se trata de que la tarea de gobierno no sea exclusiva de un grupo, que no haya gobernantes “profesionales”, que el aprendizaje sea para los más posibles, y que se deseche la idea de que el gobierno sólo puede ser desempeñado por “gente especial”. En efecto, casi siempre que todos los miembros de un consejo autónomo ya aprendieron lo que es el sentido del buen gobierno, hay nuevas elecciones en las comunidades y cambian a todas las autoridades. Los que ya habían aprendido se regresan a la milpa y unos nuevos entran… y a recomenzar. Si se analiza detenidamente, se verá que se trata de todo un proceso donde pueblos enteros están aprendiendo a gobernar” Subcomandante Insurgente Marcos: Leer un video, segunda parte)

b) Una forma de organización social en la que se privilegia de verdad a los que menos tienen.

c) La reconstrucción de la economía moral de la población. En esa economía moral, el FMI o el Banco Mundial o el mercado no tienen el valor social que se les otorga en el resto del país. Se construye una economía de la resistencia en la que preceptos fundamentales como la educación, la salud, la distribución de los bienes donde el valor de uso tiene mayor importancia que el valor de cambio, la organización de la producción, etc. están planteados en función de las necesidades de la gente y no actúa de la misma manera “la mano invisible del mercado”. “En tierras zapatistas no mandan las trasnacionales, ni el FMI, ni el Banco Mundial, ni el Imperialismo, ni los gobiernos de uno u otro signo. Acá las decisiones fundamentales las toman las comunidades. No sé como se llama eso. Nosotros lo llamamos zapatismo” (Subcomandante Insurgente Marcos: la velocidad del sueño, segunda parte)

d) Una forma de relación con el “otro” que rompe con la visión tradicional de que al “otro” hay que destruirlo. Por eso, de una manera, cada vez más constante, más comunidades no zapatistas reconocen la validez de dichas Juntas. Esto va recreando lo que fue descartado por el Estado mexicano, la reconstrucción de los pueblos indígenas.

e) Esto permite la puesta en práctica de una “sociedad compleja” es profundamente reaccionaria la idea de que esto se puede hacer visto el carácter simple, llano, de la conformación de los pueblos indígenas llenas de particularidades. En una Junta de Buen Gobierno conviven pueblos con idiomas, culturas y tradiciones diversas y, juntos, construyen su destino.

Pero no se trata de construir un falansterio zapatista. No se busca construir un modelo de sociedad que se desenchufe del resto del país y ponga por enfrente todo lo que tiene de diferente del resto. “pero el nuestro no es un territorio liberado ni una comunidad utópica. Tampoco el laboratorio experimental de un despropósito o el paraíso de la izquierda huérfana”. Ídem).

4.- Pero los Caracoles no tan sólo son resistencia sino también construcción. Si la característica esencial de esta fase neoliberal del capitalismo es el despojo (despojo del salario, de las pensiones, de la salud, de la educación, etc.) en contra de los trabajadores de todo el mundo, aquí no importa si uno vive en África o en Alemania, y si, además ese proceso se hace más violento y sanguinario en contra de los trabajadores del campo y la ciudad que viven en los países más pobres, entonces, hay un momento en que la resistencia no basta, tiene que dar un paso adelante y comenzar a construir (ser arquitectos insurgentes, dice David Harvey, que es nuestro trabajo) otras relaciones sociales que buscan la re-apropiación de la riqueza social que les pertenece: el territorio, los recursos naturales, el trabajo, etc.

5.- Las Juntas de Buen Gobierno podrían subtitularse “mientras tanto”. Nos esperan, nos necesitan. Pero ese acto de velar por medio de la resistencia no podrá mostrar todas sus potencialidades si el resto de la sociedad, con los pobres la mayoría del país como fuerza motriz fundamental, no reconstruyen la República (cosa pública), construyendo nuevas relaciones sociales, re-apropiándose de lo que han sido despojados, es decir conquistando ese carácter constituyente y soberano que nadie puede expropiarle de manera definitiva. La lucha por las autonomías no puede ser algo circunscrito a los pueblos indígenas de México, no nos podemos conformar observando que bien lo hacen en Chiapas. Esto tiene mayor importancia cuando el capitalismo ha logrado estructurar un modelo de dominación que si bien ha perdido los vasos comunicantes tradicionales que unían a los sectores sociales al poder, ha generado en su lugar la idea de que el ciudadano es cliente del Estado, interviniendo sobre todos los niveles de la vida, privatizando lo público y vulgarizando lo privado.

6.- Esto significa, expropiar a los expropiadores. El poder político de la sociedad le fue expropiado por una pequeña casta. El Estado es también una creación humana, separó a la tierra del cielo. Pero, igual que en el terreno de la economía, las relaciones estatales se fueron cosificando, fetichizando, de tal manera que el Poder cobró vida, comenzó a bailar frente a nuestros ojos y se convirtió en algo ajeno, con vida propia para recrear las relaciones de dominio del capital sobre el trabajo. De esta manera el poder fue convertido en una cosa, un palacio, un lugar, una silla, buscando velar las relaciones sociales que lo sustentan.

Los videos escándalos, que se han desarrollado en México en los últimos tiempos, no son sino la parte más patética de ese proceso. El problema no es si son producto de un complot o no, el problema es que representan un síntoma de algo muy profundo, el proceso de descomposición de una forma de organización social y política. El agotamiento de un modelo de democracia representativa cada vez más separada de la sociedad. El fin de toda una época. Lo que sucede es que en su crisis vivimos su fase mórbida. Lo que hace más aguda la situación es que no existe ninguna posibilidad a corto plazo de que encuentren una resolución de esa su crisis, en tanto la clase política busca solucionarla en función de si misma y no hay nadie, absolutamente nadie, dentro de los partidos, instituciones gubernamentales, etc., por lo menos en nuestro país, que busque una solución por fuera de si mismos.

7.- Pero mal haríamos con el pensamiento zapatista si planteáramos que de lo que se trata es de construir muchos Caracoles en el país. La consigna no es, no puede ser: uno, dos, tres, muchos caracoles. Todo lo que se convierte en modelo empobrece por partida doble: a los que están haciendo la experiencia y los que quieren imitarla. Los caracoles son como diría Mariategui: una creación heroica, ni copia ni calca. Los otros sectores sociales tienen que encontrar sus propios caminos, sus propias políticas para hacer su propia creación heroica. Aquí lo fundamental es desafiar y buscar construir la otra política. No la contra política o la anti-política o el apoliticismo. Sino otra política. La de los que están cansados, hartos y rabiosos de ser subordinados. La de los no se quedan elaborando propaganda sobre lo malo que es el capitalismo y más en su fase neoliberal sino la de aquellos que luchan y se organizan para que nadie decida en su nombre, ni instituciones, ni partidos, ni sindicatos, ni ONGs.

Pero estamos halando de lo que eran los pilares más sólidos de la dominación. Y estas mediaciones representaban la parte fundamental de la certeza revolucionaria o reformista. Esas certezas no existen más. Pero la incertidumbre no es sólo una vocación sino una realidad a partir de que todavía estamos en la fase inicial de un proceso de largo aliento. En 1848, cuando estalla la revolución en casi toda Europa, Carlos Marx bautizó ese gran estallido como la “primavera de los pueblos”. Después de un largo y penoso invierno, el 1 de enero de 1994 se comienza a vivir la nueva primavera de los pueblos. En ambas épocas, encontrar los elementos universales y unívocos era complicado. El Manifiesto del Partido Comunista escrito por Marx y Engels bajo encomienda de un grupo de personas que iban de Blanqui a Bakunin, representaba el análisis de tendencias generales que se iban a materializar muchos años después. La clase obrera de la que se hablaba, estaba naciendo, su geografía estaba en gestación, su tiempo y su espacio se estaban construyendo. Por eso, en la primera reunión de la primera internacional, junto a donde estaba sentado Marx, estaba un zapatero, un sastre y un alfarero, el artesano todavía se defendía del ataque del capital.

Si es verdad que hoy vivimos un nuevo inicio, una nueva primavera de los pueblos, a lo más que podemos aspirar es a describir las grandes tendencias que se expresan en el movimiento real de la sociedad. Una teoría acabada sobre esto no tan sólo es una asignatura pendiente sino que existe la posibilidad de que siempre lo sea; por lo menos una teoría entendida como camisa de fuerza, que a fuerza de elaborar abstracciones, elimina las particularidades, empobrece la experiencia, limita las preguntas, prescinde de la capacidad de maravillarse por lo desconocido o inesperado, aniquila las contradicciones y mediatiza la práctica política.

Los zapatistas lo formulan así: “Nuestra reflexión teórica como zapatistas no suele ser sobre nosotros mismos, sino sobre la realidad en la que nos movemos. Y es, además, de carácter aproximado y limitado en el tiempo, en el espacio, en los conceptos y en la estructura de esos conceptos. Por eso rechazamos las pretensiones de universalidad y eternidad en lo que decimos y hacemos”.

Aquí es donde se encuentra lo fundamental del zapatismo, no en tal o cual forma que adquiere su otra política sino en la necesidad de la misma. Y esa necesidad está basada en varios elementos que aquí solamente señalaremos:

a) La crisis que frente a los embates del capital vive el Estado-Nación.

b) La crisis de las mediaciones que ese Estado generó para su dominio (los partidos, los sindicatos, las organizaciones agrarias, las instituciones estatales de “mediación”, el corporativismo, el nacionalismo como ideología, etc.)

c) La crisis del carácter representativo de la democracia, que le expropia al ser humano su capacidad de decisión.

d) La irrupción violenta de la gente en los espacios reservados a los políticos profesionales. Lo que ha permitido que la brecha entre lo social y lo político comienza a hacerse más tenue. Esa frontera formaba parte de la manera en que se entendía el mundo en la prehistoria, el siglo XX (como dice el sup Marcos). Lo social le correspondía a los sindicatos, lo político a los partidos. Hoy existen millones de indocumentados sin títulos, sin diplomas, sin certificados en el paraíso de la política, mundo antes reservado a un selecto número de especialistas. El espacio de la política ha sido asaltado por millones de parias que no han leído a Max Weber. Esta irrupción de energía social – a pesar de la border patrol en que varios pensadores de derecha y de izquierda se han convertido, espantados por la llegada de la chusma que además de no pedir permiso- está tomando el cielo de la política por asalto. Y eso que no otra cosa significa la lucha por la Autonomía y la construcción de la misma. Recuperando la vieja idea que se expresó en el himno internacional de los trabajadores en el siglo XIX: ni dioses ni cesares.

Parafraseando a un viejo revolucionario ruso (León Trotsky) diríamos: la “autonomía es la irrupción violenta de los pueblos por poner en sus manos el control de sus destinos”.

El libro que compilaron Leo y Gilberto. No tengo duda, será de una gran ayuda para poder entender mejor un fenómeno social tan rico, tan mal estudiado y, a veces, tan incomprendido. Ya esperamos el tomo 2 donde podremos encontrar los vasos comunicantes con otras experiencias europeas.

Este libro es una buena demostración de que como decía Martín Heidegger: “escuchar es una parte constitutiva del discurso”. En este libro, y creo, que más en el que sigue, se oyen los rumores, la voz baja de los que hoy están construyendo un nuevo paradigma. Tiene razón Leo, cuando dice en la parte final de su prólogo: “En este sentido, la política de la diversidad que emana de los procesos autonómicos en todo el mundo es un sendero, una guía para todos, ex amos y ex esclavos, gobernantes y gobernados, esperanzados y desesperados. Siguiendo este sendero propuesto por los pueblos milenarios se abre una perspectiva real y concreta, para que en un futuro no tan lejano otro mundo sea posible”.

No nos queda más que agradecer a Leo Gabriel y a mi amigo y compañero Gilberto López y Rivas el haberse dado a la tarea de coordinar un libro de tan largo aliento.

  • Leo Gabriel y Gilberto Lopez y Rivas. AUTONOMÍAS INDÍGENAS EN AMERICA LATINA. NUEVAS FORMAS DE CONVIVENCIA POLITICA. México: Latautonomy, Universidad Autónoma Metropolitana, Plaza y Valdes, 2005. edicion@plazayvaldes

LOS LARGOS TENTÁCULOS DEL VATICANO EN CHIAPAS

LOS LARGOS TENTÁCULOS DEL VATICANO EN CHIAPAS

Inicialmente el levantamiento de Lacandona desató una oleada de entusiasmo y suscitó grandes expectativas. Parecía que se rompía la tendencia a la claudicación de las guerrillas centroamericanas, paralizadas por los procesos de negociación con sus respectivos gobiernos. Hasta Cuba torció el gesto, al poner en dificultades a un gobierno, como el mexicano del PRI, que no se sometía cabalmente al imperialismo norteamericano.
En Chiapas parecía darse un nuevo fenómeno de resistencia popular, símbolo del poscomunismo y de la modernidad. Confluyó también lo que podría llamarse el espíritu de o­nG tan en boga, donde la caridad y la beneficencia sustituyen al internacionalismo y a la solidaridad combativa. Los comunicados del autodenominado EZLN hablaban de todo menos de la clase obrera y campesinado porque no se puede depositar el vino nuevo zapatista en los viejos odres de la izquierda dogmática. Huyendo de clichés, en Chiapas han llegado al colmo de la tercera vía: una organización que no quiere ser un partido político ni aspira a tomar el poder, sino conseguir que el que mande, mande obedeciendo, según reza la Cuarta Declaración de Lacandona. Ahí estaba el ideal pequeño-burgués de gobierno de asamblea, de consulta permanente con la sociedad, de democracia directa.
Finalmente, Chiapas consumaba otra tendencia de moda: la del indigenismo, característica de las luchas contra el V Centenario de la colonización americana. El indígena se convierte en la fuerza motriz, que pretende gobernarse según su tradición y sus costumbres. Y la imagen que nos transmiten de los indígenas no es más que el prototipo de la exclusión social, el colmo de los parias: están fuera del aparato productivo y no parecen ni mexicanos siquiera. Su lucha no expresa un conflicto de clase: todo es romanticismo y voluntarismo. Vuelve el mito pequeño-burgués del buen salvaje, portador de grandes valores éticos y de una civilización no contaminada.

Los falsos zapatistas nos han tratado de convencer que la terrible represión desatada por la oligarquía mexicana va dirigida sólo contra las minorías indígenas y por el mero hecho de serlo, y que no forma parte de un sistema de explotación y sojuzgamiento del conjunto de obreros y campesinos mexicanos.

UNA GUERRILLA EN PAPEL CUCHÉ

Ante tan exóticas propuestas, no es de extrañar que estos falsos zapatistas congregaran a los reformistas de peor pelaje, entre ellos Danielle Mitterrand como estrella invitada, sacando de su chistera los absurdos tópicos de la modernidad seudoprogresista: globalización, neoliberalismo… cualquier cosa menos capitalismo, imperialismo y explotación.

Pero el balance de estos años de farsa no puede ser más decepcionante: el EZLN se ha revelado como un grupo experto en mercadotecnia y nada más. Sería la primera vez que un movimiento insurgente de verdad gana la mano en cuestión de publicidad, y además a los yanquis, verdaderos expertos en intoxicación informativa. Lo normal hubiera sido leer y escuchar por los medios de comunicación que son terroristas, agentes infiltrados, que matan a los campesinos, etc. Pero no ha habido campaña de guerra sicológica sino que, por el contrario, han disfrutado de la benevolencia de toda la prensa imperialista. Y todo sin necesidad de desplegar acciones militares de envergadura, porque el gobierno mexicano paralizó unilateralmente las hostilidades y se sentó a negociar tras sólo 12 días de choques armados y con sólo 16 detenidos. Lo dijo Marcos en una de sus primeras entrevistas: No salimos a que nos mataran sino a hacernos escuchar.

Llama poderosamente la atención que mientras el periódico chiapaneco Cuarto Poder lanza un panegírico de las históricas concentraciones humanas contra el neoliberalismo y por añadidura de Marcos y su cofradía, intoxica abiertamente acerca del EPR, al que califica de fantasmagórico, subrayando su supuesta marginalidad política y, para no variar, sus vínculos con el narcotráfico. En este mismo sentido se ha pronunciado la red de apoyo al submonaguillo Marcos en España.
Pero es que tras Marcos y su congregación no hay una fuerza revolucionaria, sino la jerarquía eclesiástica de aquel país. En México la revolución de 1910 consiguió la separación de la Iglesia y el Estado y desde entonces hay entablada una batalla frontal entre los obispos y el PRI. Por ejemplo, fue la Iglesia católica la única fuerza del sistema que se atrevió a denunciar a los autores de la muerte de Colosio, a Carlos Salinas de Gortari. Ya en 1932 el papa Pio XI había lanzado una encíclica incendiaria (Acerba Animi) contra el gobierno ateo mexicano que no tiene desperdicio, porque pone al descubierto toda la estrategia vaticana contra México, desde la llamada a todas las potencias imperialistas contra el gobierno, hasta la apelación interior a la desobediencia a las autoridades. Volvieron los mártires: para la curia, México era como la Roma pagana o la Rusia bolchevique.
EL NEOLIBERALISMO SEGÚN SAN MARCOS
Los comunicados de Marcos contra el neoliberalismo no son anticapitalistas: lo mismo que la doctrina social de la Iglesia, son precapitalistas La jerarquía eclesiástica es feudal y siempre ha combatido con saña al liberalismo, pero para pretender dar marcha atrás, hacia el Sacro Imperio. El indigenismo de Marcos también añora el pasado precolonial de México, que era infinitamente más justo, más bueno y más rico que ahora. Se inspira en la encíclica Rerum Novarum donde el Papa defendía la propiedad privada y la vieja cantinela de que siempre habría ricos y pobres. Lo que había que evitar era sólo que los pobres fueran muy pobres: Una vez satisfecha la necesidad y la conveniencia recomendaba León XIII es un deber el socorrer a los necesitados con lo superfluo. Como se ve, la Iglesía de hace un siglo era mucho más generosa que la actual, que limita la limosna al 0’7 por ciento del saqueo imperialista.

Ese es el anticapitalismo de Marcos y los suyos, que ponen una vela a Zapata y otra al Che, dejando en medio a la Virgen de Guadalupe, como Cristo crucificado entre los dos ladrones. Lo ponen de manifiesto en su comunicado contra el EPR: estos quieren conquistar el poder y expropiar a los monopolistas y banqueros, mientras ellos únicamente pretenden socorrer a los pobres indígenas, cambiar la política económica, acabar con la corrupción y los abusos. No les preocupa la plusvalía sino el botín: El neoliberalismo sustenta un modelo mafioso de poder, que es lo que hay que erradicar. Sólo son partidarios de la justicia distributiva porque, como dicen las Sagradas Escrituras, la salvación es fruto de una gran efusión de la caridad. Lo mismo que Dios, Marcos no quiere conquistar el mundo sino crearlo de nuevo y hacerlo, además, de la nada, sin necesidad de derribar el ya existente.
A finales del pasado siglo, cuando se promulgó la Rerum Novarum, la Iglesia hacía alarde de centrismo, de oponerse tanto al capitalismo como al socialismo. Pero pocos años después, tras la revolución rusa, matizó mucho más y diferenció entre socialistas y comunistas en la encíclica Quadragesimo Anno: mientras con los comunistas no hay nada que hacer, los socialistas han demostrado que ya no son ningún peligro y avanzan hacia las verdades de la tradición cristiana, porque también se oponen al libre mercado y tratan de regular la economía corrigiendo las inevitables desigualdades sociales. La doctrina vaticana y la sociademocracia se daban la mano y encontraban su punto de acuerdo: los males no provienen del capitalismo sino del liberalismo.
HACIA UNA NUEVA INTERNACIONAL
Es curioso que no obstante su pretendido indigenismo, el EZLN manifieste, lo mismo que la Iglesia católica, una fuerte tendencia ecuménica y que sus pastorales vayan dirigidas a todo el orbe e incluso más allá, a toda la galaxia. La tercera vía (ni liberalismo ni socialismo) es la nueva doctrina de estos misioneros modernos (la Internacional de la Esperanza), la que traerá la redención de los pobres del Tercer Mundo y una era de prosperidad eterna. La reconversión del EZLN en un Frente de nuevo tipo es calificada por estos falsos zapatistas nada menos que como el comienzo para la recuperación, no sólo de la República, sino de todo el ser humano.
Esta concepción responde a la visión ultraimperialista tan de moda entre las o­nG, según la cual los Estados son avasallados por las multinacionales, a un análisis económico en términos puramente financieros, a una supuesta omnipotencia del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, es decir, a negar la esencia misma del imperialismo moderno y las contracciones internas entre las grandes potencias: en su explicación victoriana del imperialismo no hay más que ricos y pobres, desarrollados y tercermundistas.
Pero con la aparición del EPR, Marcos se ha visto obligado a dar un paso más y ha criticado la endeble base social de la nueva organización guerrillera, a diferencia de la suya, que lleva años trabajando entre los campesinos indígenas de Chiapas. Conocemos una vez más su versión, pero no la del EPR, movimiento éste integrado por nada menos que por 14 movimientos guerrilleros, algunos de las cuales, como el PROCUP-PDLP, son los más antiguos del mundo. Mientras Marcos y su congregación misionera se paseaban a sus anchas por Chiapas montados a caballo, con pasamontañas, dando conferencias de prensa y organizando macro-reuniones intercontinentales contra el liberalismo, el Ejército y la policía federal persiguen con saña al EPR, detienen a cientos de campesinos, secuestran a conocidos dirigentes de las organizaciones de masas, arrasan en los Estados en los que impera la ley marcial, torturan, violan y saquean. Ha llegado el momento de ampliar la solidaridad con Chiapas a los Estados de Hidalgo, Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Michoacán,… a México entero.
El autodenominado EZLN no es nada diferente del viejo oportunismo seudo-izquierdista que en España ya conocimos con la ORT, también patrocinada por la conferencia episcopal. Por aquel entonces la curia iba mucho más lejos: se declaraban comunistas y hasta montaron su propio sindicato, la HOAC. Es sabida la enorme capacidad del Vaticano para acomodarse a los tiempos que corren y mudar sus ropajes sin que se note demasidado. Del izquierdismo al centrismo, los viejos guardianes de la Santa Fe son los que realmente saben, no sólo adaptarse a la moda, sino crearla incluso para mejor preservar las verdades eternas.
Marcos y su cohorte de monaguillos han dado el último paso que les quedaba para poner de manifiesto su total servilismo y los verdaderos intereses que les mueven. Durante todos estos años han estado tratando de engañar a todo el mundo, jugando a la lucha armada, sin mostrar jamás una verdadera oposición a la oligarquía mexicana; no solamente no han pegado un solo tiro, algo insólito en un movimiento que se pretendía guerrillero, sino que nunca han desafiado verdaderamente a los terratenientes y explotadores de su país.
Como en toda bacanal burguesa, la fiesta acabará con el strip-tease de Marcos quitándose el pasamontañas. Por fin podremos ver su rostro y conoceremos su biografía. Como si no supiéramos ya que, en realidad, detrás del pasamontañas no hay más que una sotana, tan negra como los intereses imperalistas que está promocionando.

En 1962 fui de la Vanguardia de la Juventud Salvadoreña, VJS… Entrevista con Dagoberto Sosa

SAN SALVADOR, 7 de octubre de 2009 (SIEP) “Hay una continuidad histórica del esfuerzo político hacia la juventud, del Partido Comunista, que inicia en 1958 con la Asociación 5 de Noviembre, sigue con la VJS en 1960, continua con la UJP en 1967 y concluye en 1973 con la JCS” nos informa Dagoberto Sosa, , conocido en la guerra como Lucio Rivera, y actual responsable de la Directiva Municipal de San Salvador del FMLN.

“Vanguardia de la Juventud Salvadoreña se crea el 19 de octubre de 1960, me acuerdo de la fecha porque celebrábamos el aniversario de fundación, a mi me reclutaron en 1962. Era un esfuerzo del PCS por organizar a la Juventud. Las bases de la VJS luego se transformaron en Grupos de Acción Revolucionaria y en la Columna Juvenil del FUAR…”

El FUAR era más amplio que el Partido ya que en esa época el partido era superclandestino, exageradamente cerrado, los requisitos para ser miembro eran severos, uno pasaba entre dos o tres años como candidato o aspirante a miembro, en ese tiempo un encargado te atendía y se aseguraba de tu conducta, de tu vida familiar, de pruebas de lealtad, estudio, era lo que se llamaba reclutamiento, había un filtro…para evitar que el enemigo nos golpeara.

El FUAR era una fuerza más amplia, una estructura con más gente, el primer dirigente era Schafik, y la estructura era por medio de columnas: la obrera, campesina, magisterial, de mujeres profesionales, de juventud, etc. Fue al FUAR que se integró Domingo (Santacruz)y su MR-2-4, que se convirtió en otra columna…

La VJS tenía como idea central la de realizar trabajo de masas en los sectores juveniles, trabajo gremial, trabajo social y labor política de educación, de organización, de movilización…la VJS era la Juventud del PCS aunque sin decirlo, sin rubricarlo. De la VJS surge la UNEEM, Unión Nacional de Estudiantes de Educación Media…la VJS definía líneas de trabajo político con los jóvenes…

Ingreso al PCS

Ya estando en la VJS, año y medio después, me reclutan para el PCS, ingreso en 1963, me “jaló” Rubén Cuenca, y me juramentaron en la casa de Pelo Pincho (Américo Duran) que era un apartamento en el 4to. piso de uno de los edificios de Candelaria, la juramentación la realizo Julio Cesar Castro Belloso, a nombre de la Directiva departamental de San Salvador del PCS.

Empecé entonces a trabajar en el área Juventud y en el Partido…luego de la desaparición del FUAR el instrumento VJS se fue desgastando y surgió la necesidad de otro tipo de organización, con un nombre más atractivo y que consolidara lo acumulado hasta el momento, ya que teníamos trabajo en Santa Ana, Ahuachapan, Sonsonate, la Libertad, San Miguel, San Vicente además de San Salvador.

En 1967 se funda la UJP

En el 67 se funda la Unión d Jóvenes Patriotas, UJP. Cambiamos de nombre, aunque era el mismo esfuerzo, surgieron otros jóvenes. En ese momento es que se acerca recién llegado de Chalchuapa, Dagoberto Gutiérrez, a este esfuerzo. Hicimos un congreso o asamblea de fundación, fue en octubre del 67, días después de la muerte del Che Guevara en Bolivia…

En la directiva de la UJP quedaron Pelo Pincho, Armando Herrera, Julio Castro ( que era panadero y durante la guerra fue conocido como Hilario, y le decían el Viejo Hilacha, miembro del CC, que murió después de la Ofensiva de Noviembre del 89…) y me eligen como secretario general.

Y como UJP apoyábamos las diversas actividades del Partido, pero nuestra tarea específica era el trabajo con la juventud, y para eso organizábamos caminatas, rifas, fiestas, excursiones, formación de clubes juveniles, como el Atlacatl, etc.

Contábamos con un sector universitario, estaba ahí René Contreras, que era estudiante de Periodismo en la UES; y responsable de Propaganda de la UJP, sacábamos un periódico tamaño tabloide en la Editorial Universitaria, llamado Juventud, me acuerdo que en julio del 69, en la misma onda que AGEUS, llamamos en Juventud a cerrar filas contra el ejército hondureño… me acuerdo que Eduardo Sancho, el histórico Ferman Cienfuegos hoy convertido en investigador universitario, al ver la portada fue el más impresionado, y repetía: “esto va quedar para la historia.”

Sí, Eduardo junto con un grupo de jóvenes poetas de San Vicente, pertenecían a la UJP, estaba Alfonso Hernández, Góngora, Mineros, que después se integraron al ERP y luego a las RN…mi compañera, Esperanza, los visitaba. En 1988 a todos los vi allá en el Cerro de Guazapa…

Cuando lo del Grupo en el 70 y la ola represiva, Schafik me pidió que buscara a Eduardo para ayudarles a sacarlos del país…

Como UJP éramos expresión juvenil del Partido…estaba Manuel Rivera, que fue presidente de AGEUS en 1972, de Humanidades, de Zacatecoluca, estaba el Cuche Gochez…en Zacatecoluca, nos apoyaba Don Beto Hiresi, un empresario de izquierda, los jóvenes nos apoyábamos en él.

En el 70 que se separa Carpio, quedo volando mucha gente, y fue hasta el 73 que se logró recomponer este esfuerzo de Juventud, del trabajo juvenil del PCS, con nuevas generaciones de jóvenes.

En el VI Congreso de agosto del 70 ingreso al CC, y me designan tanto para la Comisión Militar como para la Comisión Nacional de Organización…en la CM ( me jalaron por discreción, lealtad, confianza…) estaba Ciro, un tío o primo del Diablito, lo que hacíamos eran entrenamientos, simulacros, prácticas de tiro, etc.

Estaba en la CM Ricardo Rivera, Alejandro “Chiricuto” Montano, Remberto Cuenca Carrillo, conocido como El Ronco, que es de Ahuachapan…

Continuara…

Sobre el VII Congreso del PCS… Entrevista con Américo Araujo (VI)

SAN SALVADOR, 2 de octubre de 2009 (SIEP) “Entre los aspectos que me llamaron la atención del Séptimo Congreso del PCS, realizado la Semana Santa de 1979, fue la presencia de delegados extranjeros..” nos sigue compartiendo Américo Araujo.

“Hubo la presencia de representantes de partidos comunistas hermanos, lo cual era una novedad dada la situación de clandestinidad prevaleciente, incluso de intensa represión…”

“Estuvieron representantes de los partidos de Honduras, Nicaragua y Guatemala, del PCH, PSN y PGT respectivamente… me toco recibir a los de Nicaragua, ya se había dado la ruptura…vino un medico que conocía de mis tiempos en la Universidad Patricio Lumumba, él había llegado allá en 1965…”

“En segundo lugar, el proceso de preparación fue muy intenso y metódico. Hubo una discusión amplísima de los diversos documentos: estatutos, tesis..la gente hizo propuestas, estudio los documentos, se preparo, se apropió del proceso preparativo del Congreso…”

La Juventud Comunista tuvo una participación muy destacada, hubo debates profundos que no se habían dado desde los finales del 69 y principios del 70..fue un debate profundo en amplitud e involucramiento de la militancia comunista…

La UES se convirtió en el escenario de estas discusiones, hubo asambleas, plenos del CC y otro espacio fue la casa de la familia de Schafik en El Espino, la mamá tenía una casona de dos plantas que se volvió la sede de los plenos del CC preparando el VII Congreso…las Tesis elaboradas, discutidas y aprobadas fueron un documento relevante como diagnóstico del desarrollo del capitalismo, de la estructura social, del surgimiento de nuevos grupos sociales en los años 60 que objetivamente hicieron posible el surgimiento de nuevas organizaciones revolucionarias, que explica la razón del surgimiento de estas y no la división surgida en el PCS en 1970…

Algunos opinan que fue esta división la raíz y no es así, con o sin ruptura las condiciones objetivas estaban dadas para le surgimiento de otras organizaciones revolucionarias…había surgido la JOC, la JEC, nuevos grupos organizados de pobladores de tugurios, ya que estos eran de nuevo tipo, diferentes a los tradicionales mesones que conocíamos; surgen nuevos sectores vinculados la economía informal, la gran reforma educativa del 68 ayuda a masificar la educación, etc.

otro elemento fundamental fue el relacionado con la estrategia, que comprende las formas de lucha, la vía de acceso al poder…se dibujo la caracterización del enemigo, los tipos de aliados, la estructura de clases, el enemigo principal y más peligroso…todo este esfuerzo teórico facilito incidir en la siguiente fase histórica que se vino, la de la unidad de los sectores revolucionarios y de las fuerzas democráticas, y de esta forma se contribuyó al desarrollo del proceso revolucionario en El Salvador…

El VII Congreso del PCS impulsó el Gran Viraje hacia la lucha armada, que no se había podido dar desde 1977, que fue un esfuerzo político que enfrentó obstáculos internos, burocráticos, de pensamiento en diversos sectores partidarios, incluyendo parte de la dirección, cuadros sindicales, etc. La juventud jugó papel relevante como impulsora de este gran viraje…
En el congreso mismo no hubo un debate intenso, ya se había dado , el congreso vino a sellar, a legalizar el debate ya ocurrido…un aspecto destacado fue el Informe del CC presentado por Schafik, es una pieza importante a nivel político e histórico…abarcó desde el año 64 hasta el 79 e incluso se refirió a la década del 50.

Se aprobaron también las tesis de organización, que definen prioridades a partir de nuestra visión de la estructura social, de los que se llamaba fuerzas motrices y hoy se conoce como los sujetos; se aterrizaba para el trabajo práctico, s definía sectores clave, movimiento sindical, campesino, juventud…se definió la línea internacional del PCS.

Cuando se da el golpe de estado del 15 de octubre estaba todavía en proceso de acomodarme a mis nuevas responsabilidades como Sub-secretario general del PCS

Continuara…