Manifiesto de la Internacional Comunista Revolucionaria. CMI. 11 de marzo de 2024

El siguiente manifiesto es de la mayor importancia para el movimiento comunista mundial. Hacemos un llamamiento a todos nuestros lectores para que lo estudien a fondo y le den la mayor difusión posible. Fue aprobado por unanimidad por el Secretariado Internacional de la CMI y constituirá el documento fundacional de una nueva Internacional Comunista Revolucionaria, que se lanzará en junio de este año.

La Internacional Comunista Revolucionaria se esforzará por convertirse en la bandera bajo la cual esta generación de trabajadores y jóvenes revolucionarios que está despertando puede reunirse para derrocar al capitalismo. Podrás participar personalmente en su fundación, ya que toda la conferencia se transmitirá en línea para que puedas verla en casa, o con otros camaradas en una de las muchas reuniones para la transmisión organizadas en países de todo el mundo.

Sigue este enlace para registrar tu participación en la conferencia fundacional de la Internacional Comunista Revolucionaria.

Manifiesto de la Internacional Comunista Revolucionaria

En 1938, el gran revolucionario ruso León Trotski afirmó que «la situación política mundial del momento, se caracteriza, ante todo, por la crisis histórica de la dirección del proletariado.» Estas palabras son tan ciertas y pertinentes hoy como el día en que fueron escritas.

En la tercera década del siglo XXI, el sistema capitalista se encuentra en una crisis existencial. Tales situaciones no son en absoluto inusuales en la historia. Son la expresión del hecho de que un determinado sistema sociohistórico ha alcanzado sus límites y ya no es capaz de desempeñar ningún papel progresista.

La teoría marxista del materialismo histórico nos proporciona una explicación científica de este fenómeno. Todo sistema socioeconómico surge por determinadas razones. Se desarrolla, florece, luego alcanza su apogeo, momento en el que entra en una fase de declive. Este fue el caso de la sociedad esclavista y de la decadencia y caída del Imperio Romano.

En su momento, el capitalismo consiguió desarrollar la industria, la agricultura, la ciencia y la técnica hasta un nivel inimaginable en el pasado. Al hacerlo, inconscientemente sentaba las bases materiales de una futura sociedad sin clases.

Pero ahora esto ha alcanzado sus límites, y todo se está convirtiendo en su contrario. El sistema capitalista agotó hace tiempo su potencial histórico. Incapaz de llevar más lejos a la sociedad, ha llegado al punto sin retorno.

La crisis actual no es una crisis cíclica normal del capitalismo. Es una crisis existencial, expresada no sólo en el estancamiento de las fuerzas productivas, sino también en una crisis general de la cultura, la moral, la política y la religión.

El abismo que separa a ricos y pobres -entre la riqueza obscena en manos de unos pocos parásitos y la pobreza, la indigencia y la desesperación de la gran mayoría de la humanidad- nunca ha sido tan grande.

Estos son síntomas repugnantes de la enfermedad de una sociedad que está madura, e incluso podrida, para ser derrocada. Su caída final es inevitable y no se puede evitar. Pero eso no significa que la burguesía carezca de medios para retrasar las crisis o reducir su impacto, al menos en cierta medida y durante un periodo temporal.

Sin embargo, tales medidas no hacen sino crear nuevas e insolubles contradicciones. La crisis financiera de 2008 fue un importante punto de inflexión. Lo cierto es que el capitalismo mundial nunca se ha recuperado de esa crisis.

Durante décadas, los economistas burgueses argumentaron que la «mano invisible del mercado» lo resolvería todo y que el gobierno no debía desempeñar ningún papel en la vida económica de la nación. Pero los mercados colpasaron y sólo se salvaron gracias a la intervención masiva de los gobiernos. Durante aquella crisis, los gobiernos y los bancos centrales se vieron obligados a inyectar enormes sumas de dinero en el sistema para evitar una catástrofe total.

La burguesía sólo consiguió salvar el sistema llevándolo mucho más allá de sus límites naturales. Los gobiernos gastaron enormes cantidades de dinero que no poseían. Este método imprudente se repitió en la pandemia del COVID-19.

Estas medidas desesperadas condujeron inevitablemente a una explosión incontrolada de la inflación y a la creación de una enorme deuda pública, empresarial y privada, que ha obligado a los gobiernos a pisar el freno a fondo. Ahora hay que revertir todo el proceso.

La era de las tasas de interés excepcionalmente bajas y del crédito fácil es ya sólo un vago recuerdo del pasado. No hay ninguna posibilidad de que volvamos pronto al periodo anterior, si es que alguna vez se logra.

La economía mundial se enfrenta a la perspectiva de una tormenta perfecta en la que un factor se alimenta de otro para producir una fuerte espiral descendente.

El mundo se dirige hacia un futuro incierto caracterizado por un ciclo interminable de guerras, colapso económico y miseria creciente. Incluso en las naciones más ricas, los salarios se ven socavados por el incremento imparable de los precios, mientras que los profundos recortes del gasto público erosionan constantemente servicios sociales como la sanidad y la educación.

Estas medidas representan un ataque directo al nivel de vida de los trabajadores y de la clase media. Pero sólo sirven para profundizar la crisis. Todos los intentos de la burguesía por restablecer el equilibrio económico sólo sirven para destruir el equilibrio social y político. La burguesía se encuentra atrapada en una crisis para la que no tiene solución. Esta es la clave para comprender la situación actual.

Sin embargo, Lenin explicó hace tiempo que no existe tal cosa como una crisis final del capitalismo. A menos que sea derrocado, el sistema capitalista siempre se recuperará incluso de la crisis más profunda, aunque a un coste terrible para la humanidad.

Los límites de la globalización

Las principales causas de las crisis capitalistas son, por un lado, la propiedad privada de los medios de producción y, por otro, la asfixiante camisa de fuerza del mercado nacional, que es demasiado estrecha para contener las fuerzas productivas que ha creado el capitalismo.

Durante un tiempo, el fenómeno conocido como «globalización» permitió a la burguesía superar parcialmente la limitación del mercado nacional mediante el impulso del comercio mundial y la intensificación de la división internacional del trabajo.

Esto se aceleró aún más con la incorporación de China, India y Rusia al mercado mundial capitalista, tras el colapso de la Unión Soviética. Este fue el principal medio por el que el sistema capitalista sobrevivió y creció en las últimas décadas.

Al igual que los antiguos alquimistas creían haber descubierto el método secreto para transmutar el metal común en oro, los economistas burgueses creían haber descubierto la cura secreta para todos los problemas del capitalismo.

Ahora estas ilusiones han estallado como burbujas en el aire. Está bastante claro que este proceso ha alcanzado sus límites y está dando marcha atrás. El nacionalismo económico y las medidas proteccionistas son ahora las tendencias dominantes, precisamente las mismas que convirtieron la recesión de los años treinta en la Gran Depresión.

Esto marca un cambio decisivo en toda la situación y ha llevado inevitablemente a una enorme exacerbación de las contradicciones entre las naciones y a la proliferación de los conflictos militares y del proteccionismo.

Se expresa muy claramente en la ruidosa campaña que lleva a cabo el imperialismo estadounidense bajo la bandera de «¡América primero!» «América primero» significa que el resto del mundo debe ser empujado a la segunda, tercera o cuarta posición, lo que conduce a más contradicciones, guerras y guerras comerciales.

Horror sin fin

La crisis se traduce en inestabilidad en todos los ámbitos: económico, financiero, social, político, diplomático y militar. En los países pobres, millones de personas se enfrentan a una muerte lenta por desnutrición, estrujadas por las garras implacables de los prestamistas imperialistas.

La ONU estimó en junio de 2023 que el número de personas desplazadas a la fuerza por la guerra, la hambruna y el impacto del cambio climático ascendía a 110 millones, lo que suponía un fuerte aumento respecto a los niveles anteriores a la pandemia. Esto era antes de la guerra de Gaza.

En un intento desesperado por escapar de estos horrores, un gran número de personas se ven obligadas a huir a países como Estados Unidos y Europa. Quienes emprenden los difíciles y peligrosos viajes para cruzar el Mediterráneo o el Río Grande soportan una violencia y unos abusos innombrables en el camino. Decenas de miles mueren cada año en el intento.

Estas son las terribles consecuencias del colapso económico y social provocado por los estragos de la llamada economía de libre mercado y las violentas acciones del imperialismo, que causan devastación, muerte y destrucción a una escala inimaginable.

Tras la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos se convirtió durante un tiempo en la única superpotencia del mundo. El poder colosal vino acompañado de una arrogancia colosal. El imperialismo estadounidense impuso su voluntad en todas partes, utilizando una combinación de poder económico y fuerza militar para someter a cualquier nación que se negara a arrodillarse ante Washington.

Tras hacerse con el control de los Balcanes y otras antiguas esferas de influencia soviéticas, lanzó una invasión despiadada y no provocada de Irak que causó la muerte de más de un millón de personas. La invasión de Afganistán fue otro episodio sangriento. Nadie sabe cuántas vidas se perdieron en esa desdichada tierra.

Pero los límites del poder estadounidense quedaron al descubierto en Siria, donde los estadounidenses sufrieron una derrota como consecuencia de la intervención de Rusia e Irán. Esto marcó un brusco cambio en la situación. Desde entonces, el imperialismo estadounidense ha sufrido un humillante revés tras otro.

Este hecho es en sí mismo una prueba contundente de la crisis del capitalismo a escala mundial. En el siglo XIX, el imperialismo británico obtenía enormes riquezas de su papel de potencia mundial dominante. Pero ahora las cosas se han convertido en su contrario.

La crisis del capitalismo y las crecientes tensiones entre las naciones están haciendo del mundo un lugar mucho más turbulento y peligroso. Ser el principal policía del mundo es un trabajo cada vez más complejo y costoso, con problemas que surgen por doquier y antiguos aliados que, presintiendo debilidad, se unen para desafiar al jefe.

El imperialismo estadounidense es la fuerza más poderosa y reaccionaria del planeta. Su gasto militar es igual a la suma de los diez países que le siguen. Y, sin embargo, es incapaz de imponer decisivamente su voluntad en ninguna región del mundo.

La fría crueldad del imperialismo estadounidense, y también su repulsiva hipocresía, quedaron claramente expuestas por los horribles acontecimientos de Gaza. Participó activamente en la atroz masacre perpetrada contra hombres, mujeres y niños indefensos por el monstruoso régimen israelí.

Esta criminal guerra de agresión no podría haber durado ni un solo día sin el apoyo activo de la camarilla gobernante estadounidense. Sin embargo, mientras se lamentaba hipócritamente de la suerte de estas víctimas, Washington seguía enviando armas y dinero para ayudar a Netanyahu en su trabajo de carnicero.

Pero lo más sorprendente ha sido la total incapacidad de Washington para obligar a los israelíes a hacer lo que conviene a los intereses estadounidenses. Por mucho que tiraban de los hilos, la marioneta seguía bailando a su son. Este fue un indicio muy instructivo del declive del poder estadounidense, y no sólo en Oriente Medio.

La capacidad de una nación para dominar a otras no es absoluta, sino relativa. La situación no es estática, sino dinámica y cambia constantemente. La historia demuestra que naciones antes atrasadas y oprimidas pueden transformarse en Estados agresivos que se vuelven contra sus vecinos e intentan dominarlos y explotarlos.

En la actualidad, Turquía es una de las potencias dominantes en Oriente Medio. Es una potencia imperialista regional. En cambio, Rusia y China, tras haber entrado en la vía capitalista, se han revelado como formidables potencias imperialistas de alcance mundial. Esto las enfrenta directamente con el imperialismo estadounidense.

China y Rusia aún no han adquirido el mismo nivel de poder económico y militar que Estados Unidos, pero han surgido como poderosos rivales, desafiando a Washington en una lucha global por mercados, esferas de influencia, materias primas e inversiones rentables. Las guerras de Ucrania y Gaza han proporcionado pruebas gráficas de los límites del poder del imperialismo estadounidense.

En el pasado, las tensiones existentes ya habrían desembocado en una gran guerra entre las Grandes Potencias. Pero las condiciones cambiantes han eliminado esta posibilidad del orden del día, al menos por el momento.

Los capitalistas no hacen la guerra por patriotismo, democracia ni cualquier otro principio altisonante. Hacen la guerra por el beneficio, para captar mercados extranjeros, fuentes de materias primas (como el petróleo) y ampliar esferas de influencia.

¿No está eso absolutamente claro? ¿Y no está también muy claro que una guerra nuclear no significaría ninguna de estas cosas, sino sólo la destrucción mutua de ambas partes? Incluso han acuñado una frase para describir este escenario: DMA (destrucción mutua asegurada [MAD en sus siglas en inglés, que también significa “locura”]).

Otro factor decisivo que pesa en contra de una guerra abierta entre las principales potencias imperialistas es la oposición masiva a la guerra, en particular (pero no exclusivamente) en Estados Unidos. Una encuesta reciente indica que sólo el 5% de la población estadounidense estaría a favor de una intervención militar directa en Ucrania.

No es de extrañar, dadas las humillantes derrotas sufridas en Irak y Afganistán, un hecho que está grabado a fuego en la conciencia del pueblo de Estados Unidos. Esto, sumado al temor de que una confrontación militar directa con Rusia pueda escalar, creando el riesgo de una guerra nuclear, actúa como un serio freno.

Aunque en las condiciones actuales una guerra mundial está descartada, habrá muchas guerras «pequeñas» y guerras por poderes como la de Ucrania. El impacto global de estas guerras será significativo. Esto se sumará a la volatilidad general y avivará las llamas del desorden mundial. Esto quedó muy claro con los acontecimientos de Gaza.

El futuro que ofrece este sistema sólo puede ser de miseria sin fin, sufrimiento, enfermedades, guerras para la humanidad. En palabras de Lenin: el capitalismo es horror sin fin.

Crisis de la democracia burguesa

Las condiciones económicas del próximo periodo se parecerán mucho más a las de los años treinta que a las que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, se plantea la siguiente pregunta: ¿permanecerá intacta la democracia burguesa en un futuro previsible?

La democracia es, de hecho, el monopolio de unas pocas naciones ricas y privilegiadas, donde la guerra de clases puede mantenerse dentro de límites aceptables haciendo concesiones a la clase trabajadora.

Esta fue la premisa material sobre la que pudo mantenerse durante décadas la llamada democracia en países como Estados Unidos y Gran Bretaña. Republicanos y Demócratas, tories y laboristas, se alternaban en el poder, sin que ello supusiera ninguna diferencia fundamental.

En realidad, la democracia burguesa no es más que una máscara sonriente, una fachada tras la que se esconde la realidad de la dictadura de los bancos y las grandes corporaciones. En la medida en que la clase dominante es incapaz de seguir otorgando concesiones a las masas, se aparta la máscara sonriente, para revelar la fea realidad del gobierno por la violencia y la coerción. Esto es cada vez más evidente.

Se suponía que el libre mercado era garante de la democracia. Pero democracia y capitalismo son contrarios. Los estrategas del Capital expresan ahora abiertamente sus dudas sobre la viabilidad de la democracia burguesa y sobre el futuro mismo del capitalismo.

El viejo y reconfortante mito de que todos los ciudadanos tienen las mismas oportunidades se ha hecho añicos por el marcado contraste de la riqueza y el lujo obscenos de los que se hace alarde sin pudor ante una masa de pobreza, desempleo, falta de vivienda y desesperación, incluso en las naciones ricas.

El creciente declive económico afecta ahora no sólo a la clase trabajadora, sino también a una capa significativa de la clase media. Los choques económicos, la crisis del coste de la vida, la inflación galopante y los tipos de interés en constante aumento llevan a la quiebra a los pequeños negocios. Hay inseguridad general y miedo al futuro en todos los niveles de la sociedad, con la excepción de los superricos y sus allegados.

Se suponía que la legitimidad del sistema se basaba en una prosperidad ampliamente compartida. Pero el capital se concentra cada vez más en manos de unos pocos multimillonarios, bancos gigantes y corporaciones.

En lugar de democracia, tenemos el gobierno de una plutocracia apenas disimulada. La riqueza compra el poder. Todo el mundo lo sabe. La democracia significa un ciudadano, un voto. Pero el capitalismo significa un dólar, un voto. Unos cuantos miles de millones de dólares compran un billete de entrada a la Casa Blanca.

Este hecho es cada vez más evidente para la mayoría de la gente. Crece la indiferencia hacia el orden político existente y la desconfianza -incluso el odio- hacia la élite dirigente y sus instituciones.

El propio gobierno parlamentario se ve socavado. Los órganos electos se convierten en meras tertulias, mientras que el poder real pasa del Parlamento al Gabinete, del Gabinete a camarillas de funcionarios y «asesores» no electos.

La mentira descarada de que la policía y el poder judicial son de alguna manera independientes está quedando al descubierto a la vista de todos. A medida que se intensifique la lucha de clases, estas instituciones se verán cada vez más desenmascaradas y perderán el respeto y la autoridad que alguna vez pudieron haber poseído.

Al final, la burguesía sacará la conclusión de que hay demasiado desorden, demasiadas huelgas y manifestaciones, demasiado caos. «¡Exigimos orden!» Vemos cómo ya se imponen limitaciones a los derechos democráticos, como el derecho de manifestación, el derecho de huelga, la libertad de expresión y de prensa.

En un momento dado, la burguesía se verá tentada a recurrir a la dictadura abierta de una forma u otra. Pero esto sólo podría convertirse en una perspectiva realista después de que la clase obrera hubiera sufrido una serie de graves derrotas, como fue el caso de Alemania tras la Primera Guerra Mundial.

Pero mucho antes de eso, la clase obrera tendrá muchas oportunidades de poner a prueba su fuerza contra la del Estado burgués y pasar a tomar el poder en sus propias manos.

¿Existe riesgo de fascismo?

Los impresionistas superficiales de la llamada izquierda internacional ven estúpidamente al trumpismo como fascismo. Tal confusión no puede ayudarnos a comprender el verdadero significado de fenómenos importantes.

Este disparate les lleva directamente al pantano de las políticas colaboracionistas de clase. Al proponer la falsa idea del «mal menor», invitan a la clase obrera y a sus organizaciones a unirse con un ala reaccionaria de la burguesía contra otra.

Fue esta falsa política la que les permitió empujar a los votantes a apoyar a Joe Biden y a los Demócratas, un voto del que posteriormente muchos se arrepintieron amargamente.

Al insistir constantemente en el supuesto peligro del «fascismo», desarmarán a la clase obrera cuando se enfrente a auténticas formaciones fascistas en el futuro. En cuanto al presente, no entienden nada.

Hay muchos demagogos de derechas por ahí, y algunos incluso llegan a ser elegidos. Sin embargo, eso no es lo mismo que un régimen fascista, que se basa en la movilización de masas de la pequeña burguesía enfurecida como ariete para destruir las organizaciones obreras.

En los años 30, las contradicciones de la sociedad se resolvieron en un espacio de tiempo relativamente corto, y sólo podían acabar o bien con la victoria de la revolución proletaria, o bien con la reacción en forma de fascismo o bonapartismo.

Pero la clase dominante se quemó los dedos cuando apoyó a los fascistas en el pasado. No va a seguir por ese camino fácilmente.

Y lo que es más importante, hoy en día, una solución tan rápida queda descartada por el cambio en el equilibrio de fuerzas. Las reservas sociales de la reacción son mucho más débiles que en los años 30, y el peso específico de la clase obrera es mucho mayor.

El campesinado ha desaparecido en gran medida en los países capitalistas avanzados, mientras que amplias capas que antes se consideraban de clase media (profesionales, trabajadores de cuello blanco, maestros, profesores universitarios, funcionarios, médicos y enfermeras) se han acercado al proletariado y se han sindicado.

Los estudiantes, que en los años veinte y treinta [del siglo pasado] proporcionaron las tropas de choque al fascismo, han girado bruscamente a la izquierda y están abiertos a las ideas revolucionarias. La clase obrera, en la mayoría de los países, no ha sufrido derrotas graves desde hace décadas. Sus fuerzas están prácticamente intactas.

La burguesía se encuentra ante la crisis más grave de su historia, pero debido al enorme fortalecimiento de la clase obrera, es incapaz de avanzar rápidamente en la dirección de la reacción abierta.

Eso significa que la clase dominante se enfrentará a serias dificultades cuando intente destruir las conquistas del pasado. La profundidad de la crisis significa que tendrán que intentar cortar y recortar hasta el hueso. Pero eso provocará explosiones en un país tras otro.

El desastre medioambiental

Además de las constantes guerras y crisis económicas, la humanidad está amenazada por el expolio del planeta. En su constante búsqueda de beneficios, el sistema capitalista ha envenenado el aire que respiramos, los alimentos que comemos y el agua que bebemos.

Está destruyendo la selva amazónica y los casquetes polares. Los océanos están sofocados de plástico y contaminados con residuos químicos. Las especies animales se extinguen a un ritmo alarmante. Y el futuro de naciones enteras está en peligro.

Los sectores más pobres de la sociedad y la clase trabajadora son los más afectados por el impacto de la contaminación y el cambio climático. Para colmo, la clase dominante les pide que paguen la factura de la crisis que ha creado el capitalismo.

Marx explicó que la elección ante la humanidad era socialismo o barbarie. Los elementos de la barbarie ya existen incluso en los países capitalistas más avanzados, y amenazan la existencia misma de la civilización. Pero ahora tenemos derecho a decir que el capitalismo supone una amenaza para la existencia misma del género humano.

Todas estas cosas remueven la conciencia de millones de personas, especialmente de los jóvenes. Pero la indignación moral y las manifestaciones airadas son totalmente insuficientes. Si el movimiento ecologista se limita a una política de gestos vacíos, se condenará a la impotencia.

Los ecologistas son capaces de señalar los síntomas más evidentes del problema. Pero no dan un diagnóstico correcto, y sin eso, es imposible ofrecer una cura. El movimiento ecologista sólo podrá tener éxito en sus objetivos si adopta una posición revolucionaria anticapitalista clara e inequívoca.

Debemos esforzarnos por llegar a los mejores elementos y convencerles de que el problema es el propio capitalismo. La catástrofe medioambiental es el resultado de la locura de la economía de mercado y del afán de lucro.

La llamada economía de libre mercado es impotente para resolver cualquiera de los problemas a los que se enfrenta la humanidad. Es colosalmente despilfarradora, destructiva e inhumana. No se puede avanzar sobre esta base. Los argumentos a favor de una economía planificada son incontestables.

Es necesario expropiar a los banqueros y capitalistas y sustituir la anarquía del mercado por un sistema armonioso y racional de planificación.

El sistema capitalista muestra ahora todas las horribles características de una criatura que ha perdido toda razón de existir. Pero eso no significa que reconozca que se enfrenta a la extinción. Todo lo contrario.

Este sistema degenerado y enfermo se parece a un anciano enfermo y senil que se aferra tenazmente a la vida. Seguirá tambaleándose hasta que sea derrocado por el movimiento revolucionario consciente de la clase obrera.

Es tarea de la clase obrera poner fin a este largo proceso de agonía del capitalismo mediante su derrocamiento revolucionario y la reconstrucción de la sociedad de arriba abajo.

La existencia del capitalismo representa ahora una amenaza clara y presente para el futuro del planeta Tierra. Para que la humanidad pueda vivir, el sistema capitalista debe morir.

El factor subjetivo

A partir de la crisis general del capitalismo, es posible concluir que su colapso final es inevitable e ineludible. En el mismo sentido, la victoria del socialismo es una fatalidad histórica.

Eso es cierto en un sentido general. Pero a partir de proposiciones generales es imposible tener una explicación concreta de los hechos reales.

Si todo es completamente inevitable, no hay necesidad de un partido revolucionario, ni de sindicatos, ni de huelgas, ni de manifestaciones, ni del estudio de la teoría, ni de nada. Pero toda la historia demuestra precisamente lo contrario. El factor subjetivo, la dirección, desempeña un papel absolutamente fundamental en los momentos decisivos de la historia.

Karl Marx señaló que la clase obrera sin organización no es más que materia prima para la explotación. Sin organización no somos nada. Con ella, lo somos todo.

Pero aquí llegamos al nudo del problema. El verdadero problema es la ausencia total de dirección, la podredumbre total de los dirigentes de los trabajadores.

Las organizaciones de masas históricamente desarrolladas de la clase obrera se han visto sometidas a la presión de la clase dominante y de la pequeña burguesía a lo largo de décadas de relativa prosperidad. Esto ha reforzado el control de la burocracia obrera sobre estas organizaciones.

La crisis del capitalismo significa necesariamente la crisis del reformismo. Los dirigentes derechistas han abandonado las ideas sobre las que se fundó el movimiento y se han divorciado de la clase a la que supuestamente representan.

Más que en ningún otro período de la historia, la dirección de las organizaciones obreras se ha visto sometida a la presión de la burguesía. Para utilizar una expresión acuñada por el pionero socialista estadounidense Daniel DeLeon y citada a menudo por Lenin, no son más que los «lugartenientes obreros del capital». Representan el pasado, no el presente ni el futuro. Serán barridos en el tormentoso período que ahora se abre.

Pero el problema no empieza ni termina con los reformistas de derechas.

La bancarrota de la “izquierda”

Un papel especialmente pernicioso lo ha desempeñado la llamada izquierda, que en todas partes ha capitulado ante las presiones de la derecha y el establishment. Lo hemos visto con Tsipras y los demás dirigentes de Syriza en Grecia. El mismo proceso puede verse con Podemos en España, en Estados Unidos con Bernie Sanders y en Gran Bretaña con Jeremy Corbyn.

En todos estos casos, los dirigentes de izquierda despertaron inicialmente las esperanzas de mucha gente, pero estas esperanzas se desvanecieron cuando capitularon ante las presiones de la derecha.

Sería fácil acusar a estos dirigentes de cobardía y debilidad. Pero aquí no se trata de moralidad individual o valor personal, sino de extrema debilidad política.

El problema esencial de los reformistas de izquierda es que creen que es posible alcanzar las reivindicaciones de las masas sin romper con el propio sistema capitalista. En este sentido, no difieren de los reformistas de derechas, salvo en que estos últimos ni siquiera se molestan en ocultar su completa capitulación ante los banqueros y capitalistas.

En general, hoy los «izquierdistas» ya ni siquiera hablan de socialismo. No son ni la sombra de los viejos dirigentes de la izquierda de los años treinta. En su lugar, se limitan a débiles ruegos de mejores niveles de vida, más derechos democráticos, etcétera.

Ya ni siquiera se refieren al capitalismo, sino al «neoliberalismo», es decir, al capitalismo «malo», por oposición al capitalismo «bueno», aunque nunca dicen exactamente qué se supone que es este capitalismo bueno imaginario.

Como se niegan a romper con el sistema, los reformistas de izquierda ven inevitablemente la necesidad de encontrar acomodo con la clase dominante. Intentan demostrar que no son una amenaza y que se puede confiar en que gobernarán en interés de los capitalistas.

Esto explica su obstinada negativa a romper con la derecha -los agentes abiertos de la clase dominante dentro del movimiento obrero-, que intentan justificar alegando la necesidad de mantener la unidad.

Al final, esto siempre les lleva a capitular ante la derecha. Pero cuando ésta se hace con el control, no muestran la misma timidez, sino que se lanzan inmediatamente a una feroz caza de brujas contra la izquierda.

Así pues, la cobardía no es aquí una cuestión del carácter personal de tal o cual individuo. Es una parte inseparable del ADN político del reformismo de izquierdas.

La lucha contra la opresión

La crisis del capitalismo ha encontrado su expresión en muchas corrientes profundamente arraigadas de oposición a la sociedad existente, sus valores, su moral y sus intolerables injusticias y opresión.

La contradicción central de la sociedad sigue siendo el antagonismo entre el trabajo asalariado y el capital. Sin embargo, la opresión adopta muchas formas diferentes, algunas de ellas considerablemente más antiguas y arraigadas que la esclavitud asalariada.

Entre las formas más universales y dolorosas de opresión está la de las mujeres en un mundo dominado por los hombres. La crisis aumenta la dependencia económica de las mujeres. Los recortes en el gasto social del Estado están cargando desproporcionadamente a las mujeres con el peso del cuidado de los niños y de los ancianos.

Hay una epidemia de violencia contra las mujeres en todo el mundo. Y derechos como el acceso al aborto están siendo atacados. Esto está provocando una enorme reacción, y está creciendo un estado de ánimo combativo, especialmente entre las mujeres jóvenes.

La rebelión de las mujeres contra esta monstruosa opresión tiene una importancia fundamental en la lucha contra el capitalismo. Sin la plena participación de las mujeres no puede haber una revolución socialista exitosa.

La lucha contra todas las formas de opresión y discriminación es una parte necesaria de la lucha contra el capitalismo.

Nuestra posición es muy simple: en todas las luchas, siempre nos pondremos del lado de los oprimidos contra los opresores. Pero esta afirmación general es insuficiente por sí sola para definir nuestra posición. Debemos añadir que nuestra actitud es esencialmente negativa.

Es decir: nos oponemos a la opresión y la discriminación de cualquier tipo, ya sea dirigida contra las mujeres, las personas de color, los homosexuales, los transgénero o cualquier otro grupo o minoría oprimida.

Sin embargo, rechazamos totalmente la política de identidad, que, bajo el pretexto de defender los derechos de un grupo concreto, desempeña un papel reaccionario y divisorio que, en última instancia, debilita la unidad de la clase obrera y proporciona una ayuda inestimable a la clase dominante.

El movimiento obrero se ha infectado con todo tipo de ideas ajenas: posmodernismo, política de identidad, «corrección política» y todas las demás tonterías estrambóticas que la pequeña burguesía de «izquierda» ha introducido de contrabando desde las universidades, que actúan como correa de transmisión de ideología ajena y reaccionaria.

Subproducto del llamado posmodernismo, la política de identidad ha servido para confundir los cerebros de los estudiantes. Estas ideas ajenas se han introducido en el movimiento obrero, donde actúan como un arma muy eficaz en manos de la burocracia para su lucha contra los luchadores de clase más combativos.

Lenin insistió en la necesidad de que los comunistas lucharan en todos los frentes, no sólo en el económico y político, sino también en el ideológico. Nos mantenemos firmes sobre la sólida base de la teoría marxista y la filosofía del materialismo dialéctico.

Esto está en total contradicción con el idealismo filosófico en todas sus formas: ya sea el misticismo abierto y no disimulado de la religión, o el misticismo cínico, disfrazado y no menos venenoso del posmodernismo.

La lucha contra esta ideología de clase ajena y sus defensores pequeñoburgueses constituye, por tanto, una tarea muy importante. No hay que hacer concesiones a las ideas divisionistas y contrarrevolucionarias, que hacen el juego a la patronal y a su vieja táctica: divide y vencerás.

De hecho, ya ha comenzado una saludable reacción contra estas ideas perniciosas entre una capa de jóvenes que se acercan al comunismo.

Los comunistas nos mantenemos firmes en el terreno de la política de clase y defendemos la unidad de la clase obrera por encima de todas las divisiones de raza, color, sexo, lengua o religión. No nos importa si eres blanco o negro, hombre o mujer. Tampoco nos interesa lo más mínimo tu estilo de vida o quién es o no tu pareja. Son cuestiones puramente personales que no conciernen a nadie: ni burócratas, ni curas ni políticos.

El único requisito para unirte a nosotros es que estés preparado y dispuesto a luchar por la única causa que puede ofrecer auténtica libertad, igualdad y relaciones genuinamente humanas entre hombres y mujeres: la sagrada causa de la lucha por la emancipación de la clase obrera.

Pero la condición previa para unirte a los comunistas es que dejes todas las tonterías reaccionarias de la política de identidad antes de entrar por la puerta.

Los sindicatos

El período actual es el más tormentoso y convulso de la historia. El escenario está preparado para un renacimiento general de la lucha de clases. Pero no será fácil. La clase obrera comienza a despertar tras un período más o menos de letargio. Tendrá que volver a aprender muchas lecciones, incluso lecciones tan elementales como la necesidad de organizarse en sindicatos.

Pero la dirección de las organizaciones de masas, empezando por los sindicatos, se encuentra en todas partes en un estado lamentable. Se ha revelado completamente inadecuada para responder a las necesidades más acuciantes de la clase obrera. Ni siquiera han sido capaces de construir y fortalecer los propios sindicatos.

Como resultado, capas enteras de la nueva generación de jóvenes trabajadores que desempeñan trabajos precarios como repartidores, trabajadores de centros de llamadas y similares, se encuentran como poco más que materia prima para la explotación.

Trabajan en condiciones deplorables en condiciones de explotación laboral moderna como en los almacenes de Amazon, sometidos a una explotación brutal, largas jornadas laborales y malos salarios. Los días en que los trabajadores podían conseguir aumentos salariales importantes simplemente amenazando con una huelga han quedado atrás. La patronal dirá que ni siquiera puede permitirse mantener el nivel salarial actual, y mucho menos hacer concesiones.

Los que aún sueñan con la paz social y el consenso viven en el pasado, en una fase del capitalismo que ya no existe. ¡Son los dirigentes sindicales, no los marxistas, los que son utópicos! Se abre un panorama de grandes batallas pero también de derrotas del proletariado como consecuencia de una mala dirección. Lo que hace falta es una combatividad a ultranza y una reactivación de la lucha de clases.

El proceso de radicalización continuará y se profundizará. Esto abrirá grandes posibilidades para el trabajo de los comunistas en los sindicatos y centros de trabajo.

El camino a seguir exige una lucha seria contra el reformismo, una lucha para regenerar las organizaciones de masas de la clase obrera, empezando por los sindicatos. Deben transformarse en organizaciones de lucha de la clase obrera.

Pero esto sólo puede lograrse mediante una lucha implacable contra la burocracia reformista. Hay que purgar los sindicatos de arriba abajo y eliminar por completo la políticas de colaboración de clases.

La combatividad no basta

La lucha contra el reformismo no significa que nos opongamos a las reformas. No criticamos a los dirigentes sindicales porque luchen por las reformas, sino al contrario, porque no luchan en absoluto.

Buscan el acomodo con la patronal, evitan la acción combativa y, cuando se ven obligados a ella por la presión de las bases, hacen todo lo posible por limitar la huelga y llegar a un compromiso podrido para acabar cuanto antes con el movimiento.

Los comunistas lucharán incluso por las reformas más pequeñas que representen una mejora del nivel de vida y de los derechos de los trabajadores. Pero en las condiciones actuales, la lucha por reformas significativas sólo puede tener éxito en la medida en que adquiera el alcance más amplio y revolucionario.

Las limitaciones de la democracia burguesa formal quedarán al descubierto en la medida en que se ponga a prueba en la práctica. Lucharemos por defender cualquier reivindicación democrática significativa, a fin de propiciar las condiciones más favorables para el desarrollo más pleno de la lucha de clases.

La clase obrera en su conjunto sólo puede aprender a través de su propia experiencia. Sin la lucha cotidiana por avanzar bajo el capitalismo, la revolución socialista sería impensable.

Pero, en última instancia, el sindicalismo combativo no es suficiente. En condiciones de crisis capitalista, ni siquiera las conquistas de la clase obrera pueden ser duraderas.

Lo que la patronal concede con la mano derecha lo recuperará con la izquierda. Los aumentos salariales quedan anulados por la inflación o el aumento de los impuestos. Se cierran fábricas y aumenta el paro.

La única forma de garantizar que no se anulen las reformas es luchar por un cambio radical de la sociedad. En un momento dado, las luchas defensivas pueden transformarse en ofensivas. Es precisamente a través de la experiencia de pequeñas luchas por reivindicaciones parciales como se prepara el terreno para la batalla final por el poder.

La necesidad del partido

La clase obrera es la única clase genuinamente revolucionaria de la sociedad. Sólo ella no tiene ninguna razón para desear la continuación de un sistema basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la explotación de la fuerza de trabajo humana para satisfacer la codicia rapaz de unos pocos parásitos ricos.

Es deber de los comunistas hacer consciente el esfuerzo inconsciente o semiconsciente de la clase obrera por cambiar la sociedad. Sólo la clase obrera tiene el poder necesario para derrocar la dictadura de los banqueros y capitalistas.

No olvidemos nunca que no brilla ni una bombilla, ni gira una rueda, ni suena un teléfono sin el amable permiso de la clase obrera.

Es un poder colosal. Y, sin embargo, es un poder sólo en potencia. Para que ese poder potencial se convierta en realidad, hace falta algo más. Ese algo es la organización.

Existe una analogía precisa con las fuerzas de la naturaleza. El vapor es una de ellas. Fue el motor de la revolución industrial. Es la fuerza que mueve los motores, proporciona luz, calefacción y energía para dar vida y movimiento a las grandes ciudades.

Pero el vapor sólo se convierte en energía cuando se concentra en un mecanismo llamado caja de pistones. Sin ese mecanismo, se disipa inútilmente en la atmósfera. Sigue siendo un mero potencial, y nada más.

Incluso al nivel más elemental, todo trabajador con conciencia de clase comprende la necesidad de la organización sindical. Pero la máxima expresión de la organización proletaria es el partido revolucionario que une a la capa más consciente, dedicada y combativa de la clase en la lucha por derrocar al capitalismo. La creación de un partido así es la tarea más urgente a la que nos enfrentamos.

Conciencia

La creciente inestabilidad económica y social amenaza con socavar los cimientos del orden existente. ¿Cómo explicar los violentos vaivenes electorales en todas partes, a derecha e izquierda y de nuevo a derecha?

Los miopes reformistas de izquierda culpan a los trabajadores de su supuesto atraso. Así intentan excusarse y encubrir su propio papel pernicioso. Pero lo que esto refleja es la desesperación y la falta total de una alternativa seria. Las masas intentan desesperadamente encontrar una salida. Y están probando una opción tras otra. Un gobierno, un partido y un dirigente tras otro son puestos a prueba, se les considera deficientes y se les descarta.

En este proceso, los reformistas desempeñan un papel muy lamentable, y los reformistas de izquierda uno aún más lamentable, si cabe. A raíz de esto, asistimos a un cambio de conciencia. No es el tipo de cambio lento y gradual que cabría esperar.

Lleva tiempo madurar, naturalmente, pero los cambios de cantidad acaban alcanzando un punto crítico en el que la cantidad se convierte de repente en calidad. Los cambios bruscos de conciencia son inherentes a toda la situación.

Este es precisamente el tipo de cambio que estamos viendo ahora, sobre todo entre los jóvenes. En una encuesta se pidió a más de 1.000 adultos británicos que clasificaran las palabras y frases que más asocian con el «capitalismo».

Los principales resultados fueron «codicia» (73%), «presión constante para conseguir logros» (70%) y «corrupción» (69%). El 42 por ciento de los encuestados estaba de acuerdo con la frase «el capitalismo está dominado por los ricos, ellos marcan la agenda política».

El cambio se expresa más claramente en la tendencia hacia las ideas comunistas entre los jóvenes. Estos jóvenes se autodenominan comunistas, aunque muchos nunca han leído el Manifiesto Comunista y no conocen el socialismo científico.

Pero las traiciones de la izquierda han hecho que la propia palabra «socialismo» apeste. Ya no tiene eco entre los mejores. Dicen: «Queremos comunismo. Sólo eso y nada menos que eso».

¿Qué es un comunista?

En la sección del Manifiesto Comunista titulada Proletarios y comunistas, leemos lo siguiente:

«¿Qué relación guardan los comunistas con los proletarios en general?

Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros.

No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento proletario.

Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad. […]

«Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento proletario.»

Estas líneas expresan muy bien la esencia del asunto.

¿Ha llegado el momento de crear una Internacional Comunista Revolucionaria?

La creciente reacción contra la llamada economía de libre mercado ha aterrorizado a los apologistas del capitalismo. Miran con pavor hacia un futuro incierto y turbulento.

Junto con este ambiente de pesimismo generalizado, los representantes más reflexivos de la burguesía empiezan a descubrir incómodos paralelismos con el mundo de 1917. En este contexto, se plantea la necesidad de un partido revolucionario con una bandera limpia y una política revolucionaria clara.

El carácter internacional de nuestro movimiento se deriva del hecho de que el capitalismo es un sistema mundial. Desde el principio, Marx se esforzó por crear una organización internacional de la clase obrera.

 Sin embargo, desde la degeneración estalinista de la Internacional Comunista, no ha existido tal organización. ¡Ahora es el momento de lanzar una Internacional Comunista Revolucionaria!

Algunos lo considerarán sectarismo. Pero no se trata de eso para nada. No tenemos absolutamente nada en común con los grupúsculos ultraizquierdistas y sectarios que se pavonean como ridículos pavos reales al margen del movimiento obrero.

Debemos dar la espalda a los sectarios y mirar hacia las nuevas capas frescas que avanzan hacia el comunismo. La necesidad de dar ese paso no es una expresión de impaciencia ni de voluntarismo subjetivo. Tiene sus raíces en una clara comprensión de la situación objetiva. Es esto, y no otra cosa, lo que hace que ese paso sea absolutamente necesario e inevitable.

Examinemos los hechos:

Las últimas encuestas realizadas en Gran Bretaña, Estados Unidos, Australia y otros países nos proporcionan una indicación muy clara de que la idea del comunismo se está extendiendo rápidamente. El potencial del comunismo es enorme. Nuestra tarea es hacer realidad este potencial dándole una expresión organizativa.

Organizando a la vanguardia en un auténtico Partido Comunista Revolucionario, fusionándola con una organización bolchevique disciplinada, educándola en las ideas marxistas y adiestrándola en los métodos de Lenin, construiremos una fuerza que puede desempeñar un papel clave en el desarrollo de la revolución socialista en el próximo período.

Esa es nuestra tarea. Debemos superar todos los obstáculos para conseguirlo.

El estalinismo frente al bolchevismo

Durante mucho tiempo, los enemigos del comunismo creyeron que habían exorcizado con éxito los fantasmas de la Revolución de Octubre. El colapso de la Unión Soviética parecía confirmar su creencia de que el comunismo estaba muerto y enterrado. «La Guerra Fría ha terminado», se regodeaban, «y hemos ganado».

Sin embargo, contrariamente a la leyenda tan insistentemente repetida por nuestros enemigos de clase, no fue el comunismo lo que se derrumbó en los años 80, sino el estalinismo, una horrible caricatura burocrática y totalitaria que no tenía ninguna relación con el régimen de democracia obrera establecido por Lenin y los bolcheviques en 1917.

Stalin llevó a cabo una contrarrevolución política contra el bolchevismo, apoyándose en una casta privilegiada de funcionarios que ascendió al poder en un periodo de reflujo de la revolución tras la muerte de Lenin. Para consolidar su dictadura contrarrevolucionaria, Stalin se vio obligado a asesinar a todos los camaradas de Lenin y a un gran número de auténticos comunistas.

El estalinismo y el bolchevismo, lejos de ser idénticos, no sólo son diferentes en especie: son enemigos mutuamente excluyentes y mortales, separados por un río de sangre.

Degeneración de los “partidos comunistas”

El comunismo está indeleblemente asociado al nombre de Lenin y a las gloriosas tradiciones de la Revolución Rusa, pero los Partidos Comunistas de hoy son «comunistas» sólo de nombre. Los dirigentes de esos partidos abandonaron hace tiempo las ideas de Lenin y del bolchevismo.

La aceptación de la política antimarxista del socialismo en un solo país fue una ruptura decisiva con el leninismo. En 1928, Trotski predijo que esto conduciría inevitablemente a la degeneración nacional-reformista de todos los partidos comunistas del mundo. Esta predicción resultó ser correcta.

Al principio, los dirigentes de los Partidos Comunistas cumplieron obedientemente los dictados de Stalin y de la burocracia, siguiendo servilmente cada giro que venía de Moscú. Más tarde repudiaron a Stalin, pero en lugar de volver a Lenin, dieron un brusco giro a la derecha. Al romper con Moscú, en la mayoría de los países estos partidos adoptaron perspectivas y políticas reformistas.

Siguiendo la lógica fatal del «socialismo en un solo país», la dirección de cada partido nacional se adaptó a los intereses de la burguesía de su propio país. Esto ha llevado a la degeneración completa, e incluso a la liquidación total de los Partidos Comunistas.

El caso más extremo fue el del Partido Comunista Italiano (PCI), que solía ser el más grande y poderoso de Europa. Las políticas de degeneración nacional-reformista condujeron al final a la disolución del PCI y a su transformación en un partido reformista burgués.

En la actualidad, el Partido Comunista Británico sólo tiene influencia a través de un diario, el Morning Star, cuya línea no va más allá de una tibia versión del reformismo de izquierdas. Es, en efecto, sólo una tapadera de izquierda para la burocracia sindical.

El Partido Comunista de España (PCE) está en un gobierno de coalición que está enviando armas a Ucrania como parte de la guerra de la OTAN contra Rusia. Como resultado, el PCE ha entrado en un fuerte declive. La organización juvenil (UJCE) rechazó la línea oficial y fue expulsada.

El Partido Comunista de Estados Unidos (CPUSA) funciona como poco más que una máquina electoral para el Partido Demócrata, pidiendo el voto para Biden como un «voto contra el fascismo».

El Partido Comunista de Sudáfrica ha formado parte del gobierno procapitalista del CNA durante 30 años, e incluso defendió la masacre de 34 mineros en huelga en Marikana en 2012.

La lista es interminable.

La crisis de los partidos comunistas

En este momento crítico de la historia mundial, el movimiento comunista internacional se encuentra en un completo desbarajuste.

Los partidos comunistas de todo el mundo han respondido a la masacre de Gaza con llamamientos a «respetar el derecho internacional» y las resoluciones de las Naciones Unidas, es decir, de las principales potencias imperialistas.

Pero fue la invasión de Ucrania por Rusia en febrero de 2022 lo que provocó una profunda división, con la mayoría de los Partidos Comunistas escandalosamente doblegándose hacia la posición de su propia clase dominante. Muchos partidos comunistas, particularmente en Occidente, encubrieron su apoyo tácito a la OTAN con llamamientos pacifistas a la paz, las «negociaciones», etc. El ataque de Israel contra Gaza ha empeorado aún más las cosas.

El Partido Comunista Francés (PCF), por ejemplo, se retiró de la coalición electoral de Izquierda (NUPES) porque su dirigente, Mélenchon, se negó a calificar a Hamás de organización terrorista.

En el otro extremo, algunos partidos se han convertido en poco más que instrumentos de la política exterior rusa y china, presentándoles como aliados progresistas de la lucha de las naciones débiles y dependientes para «liberarse de la colonización imperialista y de la esclavitud de la deuda».

El Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR) es un caso extremo. Ha perdido cualquier pretensión de existencia independiente, por no hablar de comunista. El partido de Zyuganov se convirtió hace tiempo en un simple simpatizante del régimen reaccionario de Putin.

Estas contradicciones han llevado a una serie de escisiones. La Reunión Internacional de Partidos Comunistas y Obreros (IMCWP) en La Habana en 2023 ni siquiera pudo producir una declaración sobre la guerra de Ucrania, ya que no logró «consenso».

La crisis del movimiento comunista y el papel del KKE

Muchos obreros comunistas de base han reaccionado contra este revisionismo descarado.

El Partido Comunista Griego (KKE) ha dado sin duda pasos importantes adelante al rechazar la vieja y desacreditada idea estalinista-menchevique de las dos etapas. Adoptó una posición internacionalista correcta sobre la guerra de Ucrania, que caracteriza como un conflicto interimperialista.

Dirigió un movimiento de trabajadores para boicotear el envío de armas desde los puertos griegos a Ucrania. Esto será acogido con satisfacción por todos los auténticos comunistas. Sin embargo, aunque es claramente de gran importancia, es demasiado pronto para concluir que se ha completado el progreso realizado por los comunistas griegos.

En particular, es necesario romper completamente con la teoría antimarxista del socialismo en un solo país y adoptar un enfoque leninista de frente único.

El KKE está intentando establecer vínculos con otros Partidos Comunistas que comparten su posición sobre la guerra de Ucrania como conflicto interimperialista. Es un paso en la dirección correcta. Sin embargo, la condición previa para el éxito es un debate abierto y democrático en el que participen todas las tendencias comunistas genuinas del mundo.

Sobre la base de la diplomacia y el «consenso», por oposición al debate y al centralismo democrático, es imposible reconstruir una verdadera Internacional Comunista basada en las ideas y los métodos de Lenin.

Es nuestra tarea devolver el movimiento a sus orígenes genuinos, romper con el revisionismo cobarde y abrazar la bandera de Lenin. Con este fin, tendemos una mano de amistad a cualquier partido u organización que comparta este objetivo.

Cuando Trotski lanzó la Oposición de Izquierda Internacional, la concibió como la oposición de izquierda del movimiento comunista internacional. Somos auténticos comunistas -bolcheviques-leninistas- que fuimos burocráticamente excluidos de las filas del movimiento comunista por Stalin.

Siempre hemos luchado por mantener la bandera roja de Octubre y el auténtico leninismo, y ahora debemos reclamar el lugar que nos corresponde como parte integrante del movimiento comunista mundial.

Ha llegado el momento de abrir un debate honesto en el movimiento sobre el pasado, que rompa definitivamente con los últimos restos del estalinismo y prepare el terreno para una unidad comunista duradera sobre los sólidos cimientos del leninismo.

¡Abajo el revisionismo!

¡Por la unidad combativa de todos los comunistas!

¡Volvamos a Lenin!

La política de Lenin

Nuestra tarea inmediata no es ganar a las masas. Eso está totalmente fuera de nuestro alcance. Nuestro objetivo es ganar a los elementos más avanzados y con mayor conciencia de clase. Sólo así podremos encontrar un camino hacia las masas. Pero no podemos tratar nuestro acercamiento a las masas a la ligera.

La nueva generación de trabajadores y jóvenes busca una salida al callejón sin salida. Los mejores elementos han comprendido que la única solución pasa por emprender el camino de la revolución socialista.

Empiezan a comprender la naturaleza de los problemas que tienen ante sí y poco a poco empiezan a comprender la necesidad de soluciones radicales. Pero su impaciencia puede llevarles a cometer errores.

El trabajo de los comunistas sería muy sencillo si todo lo que hiciera falta fuera bombardear a la clase obrera con consignas revolucionarias. Pero eso es completamente inadecuado e incluso puede llegar a ser contraproducente.

La clase obrera sólo puede aprender a través de la experiencia, especialmente la experiencia de los grandes acontecimientos. Por lo general, sólo aprende lentamente, demasiado lentamente para muchos revolucionarios que a veces caen bajo la influencia de la impaciencia y la frustración.

Lenin comprendió que, antes de que los bolcheviques pudieran conquistar el poder, primero tenían que conquistar a las masas. Para ello, es necesaria una gran flexibilidad en la táctica. Lenin siempre recomendaba a los revolucionarios que fueran pacientes: «explicar pacientemente» fue su consejo a los bolcheviques, incluso en el fragor de la revolución de 1917.

Sin una comprensión de la táctica, partiendo de la experiencia concreta de la clase obrera, todo lo que se diga sobre la construcción del movimiento revolucionario es palabrería vana: es como un cuchillo sin filo.

Por eso las cuestiones de estrategia y táctica deben ocupar un lugar central en las consideraciones de los comunistas. Tanto Lenin como Trotski tenían una idea muy clara sobre la relación de la vanguardia comunista con las organizaciones reformistas de masas.

Esto se resumió en lo que sin duda fue la declaración definitiva de Lenin sobre la táctica revolucionaria: La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo. Más de un siglo después, los escritos de Lenin sobre este importante tema siguen siendo un libro sellado por siete sellos para los sectarios seudo trotskistas.

En todas partes han desacreditado la bandera del trotskismo y han prestado inestimables servicios a la burocracia. Piensan que las organizaciones de masas son anacronismos históricos. Su actitud hacia estas organizaciones se limita a estridentes denuncias de traición. Pero esta táctica conduce directamente a un callejón sin salida.

No tienen nada en común con los métodos flexibles de Lenin y Trotski, que comprendieron la necesidad de que los comunistas tendieran puentes hacia la masa de trabajadores que permanecen bajo la influencia de los reformistas.

Debemos dar decididamente la espalda a este sectarismo estéril y dirigirnos con valentía hacia la clase obrera. Explicando pacientemente a las masas la política comunista y planteando exigencias a los dirigentes reformistas, es posible ganar al comunismo a los obreros reformistas.

«Todo el poder para los soviets»

Basta mencionar el hecho de que, en 1917, Lenin avanzó la consigna de «todo el poder a los soviets», en un momento en que estas organizaciones, que representaban a la masa de obreros y soldados, estaban bajo el control de los mencheviques y los socialrevolucionarios reformistas.

Con esta consigna, Lenin decía a los dirigentes reformistas de los soviets: «Muy bien, señores. Tenéis la mayoría. Os proponemos que toméis el poder en vuestras manos y déis al pueblo lo que quiere: paz, pan y tierra. Si hacéis esto, os apoyaremos, se evitará la guerra civil y la lucha por el poder se reducirá a una lucha pacífica por la influencia dentro de los Soviets.»

Los cobardes dirigentes reformistas no tenían ninguna intención de tomar el poder. Se subordinaron al Gobierno Provisional burgués, que a su vez se subordinó al imperialismo y a la reacción. Los obreros y soldados de los soviets pudieron así comprobar por sí mismos el carácter traidor de sus dirigentes y se volvieron hacia el bolchevismo.

Sólo así fue posible que los bolcheviques pasaran de ser un pequeño partido de unos 8.000 militantes en febrero de 1917 a una fuerza de masas capaz de ganar la mayoría en los Soviets en el periodo inmediatamente anterior a la Revolución de Octubre.

Por encima de todo, es necesario que hoy mantengamos el sentido de la realidad. Las auténticas fuerzas del comunismo han retrocedido como resultado de fuerzas históricas que escapan a nuestro control. Estamos reducidos a una minoría de una minoría en el movimiento obrero.

Tenemos las ideas correctas, pero la gran mayoría de la clase obrera aún no se ha convencido de que nuestras ideas sean correctas y necesarias. En su mayoría, siguen bajo la influencia de las organizaciones reformistas tradicionales por la sencilla razón de que los dirigentes de esas organizaciones les ofrecen lo que parece ser una salida fácil e indolora de la crisis.

En realidad, este camino sólo conduce a más derrotas, decepciones y miseria. Los comunistas no podemos, bajo ninguna circunstancia, abandonar a la clase obrera a la tierna misericordia de los traidores de clase y burócratas reformistas. Al contrario, debemos llevar a cabo una lucha implacable contra ellos. Pero no hay forma de que la clase obrera pueda evitar pasar por la dolorosa escuela de los reformismos.

Nuestra tarea no es criticarles desde la barrera, sino pasar por la experiencia con ellos, codo con codo, ayudándoles a extraer las lecciones y a encontrar el camino a seguir, como hicieron los bolcheviques en 1917.

Construir un puente hacia los trabajadores

Debemos establecer un diálogo con la clase obrera, en el que se nos vea, no como elementos extraños o enemigos, sino como camaradas en lucha contra un enemigo común: el Capital. Debemos demostrarles la superioridad del comunismo, no con palabras, sino con hechos.

Debemos encontrar los medios de ganar audiencia entre la masa de los trabajadores que siguen bajo la influencia del reformismo. La burocracia utilizará todos los métodos inescrupulosos para aislar a los comunistas de los trabajadores de base. Prohibiciones, proscripciones, expulsiones, mentiras, calumnias, insultos y ataques de todo tipo. Pero los comunistas siempre encontrarán la manera de superar estos obstáculos. No hay forma de que la burocracia, que ha usurpado la dirección de las organizaciones obreras, pueda impedir que los comunistas lleguen a la clase obrera.

No existe una regla de oro para determinar las tácticas, que vienen determinadas por las condiciones concretas. No es una cuestión de principios, sino práctica. Lenin siempre tuvo una actitud flexible ante las cuestiones tácticas. El mismo Lenin que defendió implacablemente la ruptura con la socialdemocracia en 1914 y apoyó el establecimiento de un Partido Comunista independiente en Gran Bretaña, también propuso que el partido británico solicitara la afiliación al Partido Laborista, manteniendo al mismo tiempo su propio programa, bandera y políticas.

En determinadas circunstancias, puede ser necesario enviar todas nuestras fuerzas a las organizaciones reformistas para ganar a los trabajadores que se mueven hacia la izquierda a una firme posición revolucionaria.

En la fase actual, sin embargo, eso no se plantea. No se dan las condiciones para ello. Pero en todo momento es necesario encontrar un camino hacia la clase obrera. No se trata de una cuestión táctica, sino de una cuestión de vida o muerte para la vanguardia comunista.

Los comunistas, aun trabajando como partido independiente, tienen el deber de orientarse hacia las organizaciones de masas de la clase obrera, aplicando una táctica de frente único siempre que sea posible, para encontrar un camino hacia las masas. Este es el ABC para cualquiera que esté mínimamente familiarizado con las ideas y métodos de Marx, Engels, Lenin y Trotski.

Nuestra política se basa precisamente en los consejos de Lenin y en las tesis de los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista. Si nuestros críticos sectarios no lo entienden, es enteramente su desgracia.

¿Por qué luchamos?

En esencia, los objetivos de los comunistas son los mismos que los de los trabajadores en general. Defendemos la eliminación total del hambre y de la falta de vivienda; la garantía de un trabajo en buenas condiciones; la reducción drástica de la semana laboral y la conquista del tiempo libre; la garantía de una sanidad y una educación de calidad; el fin del imperialismo y de la guerra; y el fin de la destrucción demencial de nuestro planeta.

Pero señalamos que, en condiciones de crisis capitalista, estos objetivos sólo pueden alcanzarse mediante una lucha implacable, y que ésta sólo puede tener éxito en última instancia si conduce a la expropiación de los banqueros y capitalistas. Por esta razón Trotski desarrolló la idea de las reivindicaciones transitorias.

Los comunistas intervendrán con la máxima energía en todas las luchas de la clase obrera. Las reivindicaciones concretas que los comunistas planteen en el movimiento cambiarán, por supuesto, con frecuencia en función de la evolución de las condiciones, y variarán según las condiciones de cada país. Por lo tanto, una lista programática de reivindicaciones estaría fuera de lugar en un manifiesto de esta naturaleza.

Sin embargo, el método por el que los comunistas de todos los países deben formular reivindicaciones concretas fue elaborado brillantemente por Trotski en 1938 y publicado en el documento fundacional de la IV Internacional, La agonía del capitalismo y las tareas de la IV Internacional -o el Programa de Transición, como se conoce más comúnmente-.

Las reivindicaciones presentadas en ese documento representan una síntesis del programa elaborado por Lenin y los bolcheviques, y están contenidas en las tesis y documentos publicados de los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista.

La idea básica de las reivindicaciones transitorias puede enunciarse sencillamente. Trotski explicó que en el período de decadencia capitalista, cualquier lucha seria por la mejora del nivel de vida irá inevitablemente «más allá de los límites de las relaciones de propiedad capitalistas y del Estado burgués.»

Al igual que en la guerra las batallas defensivas pueden transformarse en ofensivas, en la lucha de clases la lucha por reivindicaciones inmediatas puede conducir, en determinadas circunstancias, a un salto de conciencia y a un movimiento en dirección a una lucha revolucionaria por el poder.

En última instancia, ninguna reforma puede adquirir un carácter duradero si no va unida al derrocamiento del orden burgués.

Los comunistas luchan por la emancipación total de la clase obrera, por liberarla de la opresión y de la agonía del trabajo. Esto sólo puede lograrse mediante la destrucción del Estado burgués, la expropiación de los medios de producción y la introducción de la planificación socialista bajo el control y la gestión democráticos de los trabajadores.

De ello depende el futuro de la humanidad. En palabras del gran marxista irlandés James Connolly:

«Nuestras demandas más moderadas son, Sólo queremos la tierra».

¿Es el comunismo una utopía?

El último refugio de los defensores del capitalismo es decir que no hay alternativa a su sistema en quiebra. Pero, ¿puede alguien razonable creer esto?

¿Puede ser realmente cierto que la humanidad sea incapaz de concebir un sistema superior a la horrible situación actual? Una afirmación tan fantástica representa una monstruosa calumnia contra la inteligencia de nuestra especie.

La abolición de la dictadura de los banqueros y capitalistas permitirá la creación de una economía racionalmente planificada para satisfacer las necesidades de la humanidad, no la codicia rapaz de un puñado de multimillonarios.

La solución es obvia para cualquier persona que piense seriamente. Y ahora está a nuestro alcance. Es la única manera de abolir el hambre, la pobreza, las guerras y todos los demás males del capitalismo, y de crear un mundo apto para que vivan los seres humanos.

Los enemigos del comunismo sostienen que se trata de una utopía. Esta acusación suena irónica. Lo que es utópico es precisamente un sistema socioeconómico que ha vivido más allá de su utilidad, cuya mera existencia está en flagrante contradicción con las necesidades reales de la sociedad. Un sistema así no tiene derecho a existir y está condenado a acabar en el basurero de la historia.

El comunismo no tiene nada de utópico. Al contrario. Las condiciones materiales para una sociedad humana nueva y superior ya existen a escala mundial y están madurando rápidamente.

Los enormes avances de la ciencia y la tecnología ofrecen un panorama tentador de un mundo sin pobreza, sin techo y sin hambre. El desarrollo de la inteligencia artificial, combinado con la robótica moderna, podría servir para reducir las horas de trabajo hasta el punto de que, en última instancia, las personas ya no tengan que trabajar salvo por elección personal.

La abolición de la esclavitud del trabajo es precisamente la premisa material para una sociedad sin clases. Ahora es totalmente posible. No es una utopía, sino algo que está a nuestro alcance. Un nuevo mundo está naciendo, creciendo silenciosa pero firmemente en el seno del viejo.

Pero bajo el capitalismo, todo se convierte en su contrario. En un sistema en el que todo está subordinado al afán de lucro, cada nuevo avance tecnológico significa un aumento del desempleo junto con una prolongación de la jornada laboral, y un incremento de la explotación y la esclavitud.

Lo que proponemos es ni más ni menos que sustituir un sistema injusto e irracional donde todo se subordina a la codicia insaciable de unos pocos, por una economía planificada racional y armoniosa, basada en la producción para la satisfacción de las necesidades humanas.

¡Por una auténtica Internacional Comunista!

Hace tres décadas, en el momento de la caída de la Unión Soviética, Francis Fukuyama proclamó triunfalmente el fin de la historia. Pero no es tan fácil deshacerse de la Historia. Sigue su camino, independientemente de las opiniones de los escribas burgueses. Y ahora la rueda de la historia ha girado 180 grados.

La caída de la Unión Soviética fue sin duda un gran drama histórico. Pero, en retrospectiva, será visto sólo como el preludio de un drama mucho mayor: la crisis terminal del capitalismo.

Por las razones expuestas, la crisis actual será de naturaleza prolongada. Puede durar años, o incluso décadas, con altibajos, debido a la ausencia del factor subjetivo. Sin embargo, ésta es sólo una cara de la moneda.

La crisis será larga, pero eso no significa en absoluto que vaya a ser pacífica y tranquila. Al contrario. Hemos entrado en el periodo más turbulento y convulsivo de la historia de los tiempos modernos.

La crisis afectará a un país tras otro. La clase obrera tendrá muchas oportunidades de tomar el poder. Los cambios bruscos y repentinos están implícitos en toda la situación. Pueden estallar cuando menos lo esperemos. Debemos estar preparados.

Ya no es necesario convencer a amplias capas de la juventud de la superioridad del comunismo. Ya son comunistas. Buscan una bandera limpia, una organización que haya roto radicalmente con el reformismo y el cobarde oportunismo de «izquierda».

Tenemos que tomar todas las medidas prácticas posibles para encontrarlos y reclutarlos. Esto implica la proclamación de un nuevo partido y de una nueva Internacional. Toda la situación lo exige. Es una tarea absolutamente necesaria y urgente que no admite demora.

Lo que se necesita es un auténtico Partido Comunista, que se base en las ideas de Lenin y de los demás grandes maestros marxistas, y una Internacional en la línea de la Internacional Comunista durante sus primeros cinco años.

Nuestro número sigue siendo pequeño en comparación con las grandes tareas a las que nos enfrentamos y no nos hacemos ilusiones al respecto. Pero todos los movimientos revolucionarios de la historia han comenzado siempre con elementos pequeños y aparentemente insignificantes.

Tenemos un importante trabajo que hacer, y ese trabajo ya está dando importantes frutos y está alcanzando una fase decisiva.

Estamos creciendo rápidamente porque ahora nadamos junto con la corriente de la historia. Sobre todo tenemos las ideas correctas. Lenin dijo que el marxismo es todopoderoso porque es verdadero. Este hecho nos llena de confianza en el futuro.

El gran socialista utópico francés Fourier definió el socialismo como la forma de hacer realidad el potencial de la humanidad.

Bajo el comunismo, por primera vez en la historia de la humanidad, se abrirán de par en par las puertas a las masas para que realmente abarquen el mundo de la cultura que les ha sido negado. Se abrirá el camino para un florecimiento inimaginable del arte, la música y la cultura, como nunca se ha visto en el mundo.

Por un mundo nuevo, en el que la vida adquirirá un sentido totalmente nuevo. Y, por primera vez, hombres y mujeres podrán elevarse a su verdadera estatura sobre la base de una igualdad total. Será el salto de la humanidad del reino de la necesidad al reino de la libertad.

Los hombres y las mujeres ya no tendrán que mirar al cielo en busca de una vida mejor después de la muerte. Experimentarán un mundo nuevo, en el que la vida misma, purgada de opresión, explotación e injusticia, adquirirá un significado totalmente nuevo.

Ese es el objetivo maravilloso por el que luchamos: un paraíso en este mundo.

Eso es lo que significa el verdadero comunismo.

Esa es la única causa por la que merece la pena luchar.

Por eso somos comunistas.

Nos incumbe a cada uno de nosotros asegurarnos de que esta labor se lleve a cabo de inmediato, sin vacilaciones y con la absoluta convicción de que tendremos éxito.

Que nuestros lemas de lucha sean:

 ¡Abajo los ladrones imperialistas!

 ¡Abajo la esclavitud capitalista!

 ¡Expropiar a los banqueros y capitalistas!

¡Viva el comunismo!

Trabajadores de todos los países, ¡uníos! ¡Adelante con la construcción de una nueva Internacional!

Una nueva era política: reinvención de la nación salvadoreña. David Hernández. Diario El Salvador. 11 de marzo de 2024

El colapso del modelo bipartidista que funcionó en El Salvador entre 1950 y 2015 entró en una irreversible crisis durante el segundo gobierno del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN (2014-2019), que constituyó el último clavo a su ataúd, pues los cuatro gobiernos de Alianza Republicana Nacionalista, ARENA (1989-2009) habían agotado su capacidad para gobernar, debido, fundamentalmente, a un sistema económico elitista que negaba una mayor igualdad a las amplias mayorías. La llegada al poder del FMLN en 2009 abrió muchas esperanzas de un reparto un poco más equitativo de la riqueza, sin embargo los “revolucionarios” efemelenistas en lugar de propugnar transformaciones estructurales en la sociedad terminaron adaptándose a los designios del “Consenso de Washington”, haciendo pequeñas reformas sociales para dar golpes de pecho a su corazoncito y entregando los principios de la izquierda revolucionaria a un festín de hienas neoliberales (Banco Interamericano de Desarrollo, BID, Banco Mundial, BM, Fondo Monetario Internacional, FMI, entre otros), que condujo al país a una espantosa crisis económica de la que aún no se repone.

Si corruptos fueron los politicastros de ARENA, traidores mercenarios fueron los dirigentes del FMLN que se enquistaron en el poder, partidos que gobernaron el país por tres décadas (1989- 2019), manchadas de sangre, corrupción y robo. Desde la mafiosa nacionalización de la banca, las telecomunicaciones y otros rubros cometida por el presidente Alfredo Cristiani, pasando por los robos descarados de Francisco Flores y amigos hasta los $341 millones y los $189 millones robados por Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, por los que ambos son prófugos de la justicia asilados en Nicaragua, que les brindó ciudadanía y protección.

A ello se suman las descaradas políticas de seguridad que ambos partidos practicaron, la mano dura, la super mano dura, la entrega de cuotas monetarias a las pandillas o la tristemente célebre “tregua” propiciada por el gobierno de Funes y que tan nefastas consecuencias tuvo sobre el crecimiento exponencial de las pandillas en El Salvador. Fue un pacto de partidos en estado de descomposición para turnarse el poder, evidenciado cuando la candidatura presidencial del actual presidente en 2018 fue boicoteada por todos los medios posibles por ARENA y el FMLN a través del entonces cooptado Tribunal Supremo Electoral (TSE).

La apabullante victoria de Nayib Bukele en 2019, así como el subsiguiente triunfo parlamentario de Nuevas Ideas en 2021, fue la expresión del rechazo de la población a los partidos tradicionales y la bienvenida a la nueva forma de hacer política que representa Bukele, en el entendido universal de un consenso social, donde la ley es la expresión de la voluntad soberana del pueblo; prácticamente, de la mayoría electoral.

La irrupción de Bukele en la escena política nacional puede compararse con el asteroide que hace 65 millones de años chocó contra la Tierra originando el fin de los dinosaurios, en este caso de la jurásica clase política salvadoreña bipartidista. El acceso a una mayoría parlamentaria le permitió al actual gobierno ejecutar la premisa fundamental para el desarrollo del país: cortar de raíz la dictadura de las maras que ejercían control territorial sobre la población y que constituía el tercer eje satánico, junto con FMLN y ARENA, que sostuvieron esas tres décadas de terror, miseria y muerte.

2. Resolver la crisis económica, el gran reto del segundo período presidencial

La seguridad ciudadana ha sido solventada favorablemente por el Gobierno al enrejar a 70,000 pandilleros y liberar a los pequeños y medianos empresarios de la “renta” con la cual eran extorsionados, constituyendo un gran aporte al desarrollo económico del país.

Con el contundente triunfo del pasado 3 de febrero y del 4 de marzo, se reafirma el apoyo unánime al presidente Bukele y al cuerpo legislativo y municipal. El gran reto que tiene ahora es la crisis económica nacional, inmersa en una crisis mundial. Con el escollo de ser el país que menos inversión extranjera directa del exterior tiene, que desde 2021 con $313 millones sigue siendo la más baja de Centroamérica, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La deuda pública total del país alcanzó los $28,615 millones en junio de 2023, equivalente al 83.7 % del producto interno bruto (PIB), según el Banco Central de Reserva (BCR). La inflación finalizó en 1.23 en 2023, que sitúa al país entre los menos afectados de la región por este fenómeno, según la CEPAL, que para 2024 prevé un crecimiento económico de 1.8 % en términos reales.

Para subsanar la crisis económica el gobierno debe debatirse entre la espada y la pared con los intereses leoninos del FMI y otros buitres, léase, organismos multilaterales. Tiene la ventaja de socios fiables como la República Popular China (RPC), que podría comprar la deuda externa, y de cooperantes no tradicionales como la Federación de Rusia, el mundo islámico con países como Turquía, Marruecos, Qatar, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudita.

El quid pro quo de esta coyuntura es proveer una política económica a favor de las mayorías sin recurrir a medidas antipopulares como el aumento del Impuesto al Valor Añadido (IVA).

La gran oligarquía parece haber comprendido lo delicado de la situación, y ha incrementado sus inversiones confiando en el clima de seguridad reinante en el país, pero la gran perdedora sigue siendo la clase media, víctima de los recortes presupuestarios y la escasa inversión económica. El flujo de remesas que en 2023 alcanzó los $8,000 millones, un 26.1 % del PIB, es una inyección vital para la economía, así como el turismo nostálgico de los emigrantes que retornan de vacaciones por breves temporadas al país.

El BCR informó que la actividad económica de El Salvador se mantiene en expansión, así lo refleja el Índice de Volumen de la Actividad Económica (IVAE) -que mide la evolución del desempeño de las diferentes industrias incluidas en el cálculo del Producto Interno Bruto (PIB)- el cual creció 4.6 % anual en noviembre de 2023. Las actividades económicas que mostraron un mayor dinamismo en noviembre de 2023 fueron: construcción, servicios financieros, comercio, transporte, hoteles, restaurantes, servicios profesionales, técnicos, comunicaciones. Hay que señalar el impacto positivo del Bitcoin sobre la economía salvadoreña, así como el aumento de la recaudación fiscal en los últimos años producto de la dinamización de la economía nacional.

Este cambio de paradigmas y los nuevos retos económicos están transformando el rostro y el alma nacional que en materia de seguridad está mejor de lo que nunca antes había estado, y que, a pesar de los pesares, enfrenta el gran reto de una nueva transformación económica.

¿Quién gobernará dónde? estos son los ganadores en las 44 nuevas alcaldías de El Salvador (y los distritos que incluyen). LPG. 11 de marzo de 2024

(Anteriormente 262 municipios conformaban El Salvador. A partir del 1 de mayo de 2024, cuando asuman las nuevas autoridades edilicias, pasarán a ser distritos agrupados en 44 nuevos municipios.)

El Tribunal Supremo Electora (TSE) finalizó este viernes el escrutinio final de las elecciones de concejos municipales que recogen los votos emitidos por los salvadoreños el pasado 3 de marzo para las 44 nuevas alcaldías de El Salvador resultantes de la reducción de municipios aprobada por la Asamblea Legislativa.

Así quedaron conformadas:

Departamento de San Salvador

San Salvador Centro (cabecera departamental)

Gobernará: Mario Durán, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Ayutuxtepeque, Mejicanos, San Salvador, Cuscatancingo y Ciudad Delgado

San Salvador Norte

Gobernará: José Armando Barrera, de GANA. Incluye los distritos: El Paisnal, Aguilares, Guazapa

San Salvador Oeste

Gobernará: José Urbina, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Apopa y Nejapa

San Salvador Este

Gobernará: José Chicas, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Ilopango, San Martín, Soyapango, Tonacatepeque

San Salvador Sur

Gobernará: Mario Vásquez, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Panchimalco, Rosario de Mora, San Marcos, Santo Tomás y Santiago Texacuangos

Departamento de San Miguel

San Miguel Centro (cabecera departamental)

Gobernará: José Alexander Torres, del PDC. Incluye los distritos: San Miguel, Comacarán, Uluazapa, Moncagua, Quelepa y Chirilagua.

San Miguel Norte

Gobernará: Carlos Ernesto Méndez, del PDC

Incluye los distritos: Ciudad Barrios, Sesori, Nuevo Edén de San Juan, San Gerardo, San Luis de La Reina, Carolina, San Antonio del Mosco y Chapeltique.

San Miguel Oeste

Gobernará: Elías Villatoro, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Chinameca, Nueva Guadalupe, Lolotique, San Jorge, San Rafael Oriente y El Tránsito.

Departamento de Santa Ana

Santa Ana Centro (cabecera departamental)

Gobernará: Gustavo Acevedo, de Nuevas Ideas. Incluye únicamente el distrito: Santa Ana

Santa Ana Norte

Gobernará: Carlos Landaverde, de coalición Nuevas Ideas con CD. Incluye los distritos: Masahuat, Metapán, Santa Rosa Guachipilín y Texistepeque.

Santa Ana Este

Gobernará: Carolina Escobar, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Coatepeque y El Congo

Santa Ana Oeste

Gobernará: Jorge Castro, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Candelaria de la Frontera, Chalchuapa, El Porvenir, San Antonio Pajonal, San Sebastián Salitrillo y Santiago de la Frontera.

Departamento de Ahuachapán

Ahuachapán Centro (cabecera departamental)

Gobernará: Alberto Zetino, del PCN. Incluye los distritos: Ahuachapán, Apaneca, Concepción de Ataco y Tacuba

Ahuachapán Norte

Gobernará: Darwin Regalado, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Atiquizaya, El Refugio, San Lorenzo y Turín

Ahuachapán Sur

Gobernará: Hugo Torrento, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Guaymango, Jujutla, San Francisco Menéndez y San Pedro Puxtla

Departamento de Sonsonate

Sonsonate Centro (cabecera departamental)

Gobernará: José Roberto Aquino, del PDC. Incluye los distritos: Sonsonate, Sonzacate, Nahuilingo, San Antonio del Monte y Santo Domingo de Guzmán.

Sonsonate Norte

Gobernará: Hugo Zavaleta, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Juayúa, Nahuizalco, Salcoatitán y Santa Caratina Masahuat.

Sonsonate Este

Gobernará: Gabriel Serrano, de Nuevas Ideas

Incluye los distritos: Izalco, Armenia, Caluco, San Julián, Cuisnahuat y Santa Isabel Ishuatán.

Sonsonate Oeste

Gobernará: Chris Alemán, de la coalición Nuevas Ideas y CD. Incluye únicamente el distrito: Acajutla

Departamento de La Libertad

La Libertad Sur (cabecera departamental)

Gobernará: Henry Flores, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Comasagua y Santa Tecla

La Libertad Norte

Gobernará: Jorge Escamilla, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Quezaltepeque, San Matías y San Pablo Tacachico

La Libertad Centro

Gobernará: Noé Rivera, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: San Juan Opico y Ciudad Arce

La Libertad Oeste

Gobernará: Janet González, de GANA. Incluye los distritos: Colón, Jayaque, Sacacoyo, Tepecoyo y Talnique

La Libertad Este

Gobernará: Milagro Navas, de ARENA. Incluye los distritos: Antiguo Cuscatlán, Huizúcar, Nuevo Cuscatlán, San José Villanueva y Zaragoza

La Libertad Costa

Gobernará: Rafael Arévalo, de GANA. Incluye los distritos: Chiltiupán, Jicalapa, La Libertad, Tamanique y Teotepeque

Departamento de Chalatenango

Chalatenango Sur (cabecera departamental)

Gobernará: Milton Serrano, del PCN. Incluye los distritos: Chalatenango, Arcatao, Azacualpa, Comalapa, Concepción Quezaltepeque, El Carrizal, La Laguna, Las Vueltas, Nombre de Jesús, Nueva Trinidad, Ojos de Agua, Potonico, San Antonio de la Cruz, San Antonio Los Ranchos, San Francisco Lempa, San Isidro Labrador, San José Cancasque, San Miguel de Mercedes, San José Las Flores y San Luis del Carmen

Chalatenango Norte

Gobernará: Mario Urbina, del PCN. Incluye los distritos: La Palma, Citalá y San Ignacio

Chalatenango Centro

Gobernará: Martín Leiva, de Nuevas Ideas

Incluye los distritos: Nueva Concepción, Tejutla, La Reina, Agua Caliente, Dulce Nombre de María, El Paraíso, San Fernando, San Francisco Morazán, San Rafael y Santa Rita.

Departamento de Cuscatlán

Cuscatlán Sur (cabecera departamental)

Gobernará: Guadalupe Campos, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Cojutepeque, San Rafael Cedros, Candelaria, Monte San Juan, El Carmen, San Cristóbal, Santa Cruz Michapa, San Ramón, El Rosario, Santa Cruz Analquito y Tenancingo.

Cuscatlán Norte:

Gobernará: Carlos Sánchez, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Suchitoto, San José Guayabal, Oratorio de Concepción, San Bartolomé Perulapía y San Pedro Perulapán.

Departamento de Cabañas

Cabañas Este (cabecera departamental)

Gobernará: Edgardo Portillo, Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Sensuntepeque, Victoria, Dolores, Guacotecti y San Isidro.

Cabañas Oeste

Gobernará: Lorenzo Rivas, de GANA. Incluye los distritos: Ilobasco, Tejutepeque, Jutiapa y Cinquera

Departamento de La Paz

La Paz Este (cabecera departamental)

Gobernará: Marcela Pineda, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: San Juan Nonualco, San Rafael Obrajuelo y Zacatecoluca.

La Paz Centro

Gobernará: Armando Girón, de GANA. Incluye los distritos: El Rosario, Jerusalén, Mercedes La Ceiba, Paraíso de Osorio, San Antonio Masahuat, San Emigdio, San Juan Tepezontes, San Luis La Herradura, San Miguel Tepezontes y San Pedro Nonualco.

La Paz Oeste

Gobernará: Salvador Méndez, de GANA. Incluye los distritos: Cuyultitán, Olocuilta, San Juan Talpa, San Luis Talpa, San Pedro Masahuat, Tapalhuaca y San Francisco Chinameca.

Departamento de San Vicente

San Vicente Sur (cabecera departamental)

Gobernará: Josué Palacios, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: San Vicente, Guadalupe, Verapaz, Tepetitán, Tecoluca y San Cayetano Istepeque.

San Vicente Norte

Gobernará: Samuel Carrillo, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Apastepeque, Santa Clara, San Idelfonso, San Esteban Catarina, San Sebastián, San Lorenzo y Santo Domingo.

Departamento de Usulután

Usulután Este (cabecera departamental)

Gobernará: Santiago Martínez, del PDC. Incluye los distritos: Usulután, Jucuarán, San Dionisio, Concepción Batres, Santa María, Ozatlán, Tecapán, Santa Elena, California y Ereguayquín.

Usulután Norte

Gobernará: Luz María Cruz Torres, de Fuerza Solidaria. Incluye los distritos: Santiago de María, Alegría, Berlín, Mercedes Umaña, Jucuapa, El Triunfo, Estanzuelas, San Buenaventura y Nueva Granada.

Usulután Oeste

Gobernará: Noemí Alfaro, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Jiquilisco, Puerto El Triunfo, San Agustín y San Francisco Javier.

Departamento de Morazán

Morazán Sur (cabecera departamental)

Gobernará: Cedrick Vásquez, de la coalición PCN con PDC. Incluye los distritos: Chilanga, Delicias de Concepción, El Divisadero, Guacotecti, Guatajiagua, Jocoro, Lolotiquillo, Osicala, San Carlos, San Francisco Gotera, San Simón, Sensembra, Sociedad, Yamabal y Yoloaquín.

Morazán Norte

Gobernará: Justino Vigil, de Nuevas Ideas

Incluye los distritos: Arambala, Cacaopera, Corinto, El Rosario, Joateca, Jocoatique, Meanguera, Perquín, San Fernando, San Isidro y Torola.

Departamento de La Unión

La Unión Sur (cabecera departamental)

Gobernará: Victoria Gutiérrez, de Nuevas Ideas. Incluye los distritos: Anamorós, Bolivar, Concepción de Oriente, El Sauce, Lislique, Nueva Esparta, Pasaquina, Polorós, San José La Fuente y Santa Rosa de Lima.

La Unión Norte

Gobernará: Edwin Serpas, de Nuevas Ideas

Incluye los distritos: Conchagua, El Carmen, Intipucá, La Unión, Meanguera del Golfo, San Alejo, Yayantique y Yucuaiquín.

Carta a los militantes del FMLN: Dejen de ser obstáculos. EDH. Paolo Luers. 6 de marzo de 2024

Compañeros: Un país necesita una izquierda democrática, combativa y creativa. El desastre, que vive el país con el régimen de Bukele, en gran parte se debe a que en toda la fase de la postguerra no logramos construir una izquierda de este tipo.

Para crearla ahora, no sirve para nada la reorganización profunda del partido FMLN, como la anunció Oscar Ortiz. Se necesita una refundación de la izquierda, en base de dos ejes: la defensa de la democracia con su sistema republicano de división de poderes y la erradicación de la corrupción y de la pobreza.
Necesitamos una izquierda creíble que se desmarque claramente de las dictaduras con discurso revolucionario en Nicaragua, Cuba y Venezuela, que el FMLN defiende hasta la fecha.
Yo he expresado esto desde que terminamos la guerra. Tuve que observar que esta fuerza formidable, audaz y plural que era el FMLN insurgente era incapaz de convertirse en la izquierda democrática que necesitaba el país para su transformación sólida a la paz y la democracia.

Lo he expresado en docenas de artículos. Junto con muchos otros, que también tomaron distancia crítica al FMLN de la postguerra, abogamos por la refundación de la izquierda salvadoreña en innumerables discusiones con miembros del FMLN y personajes independientes de la izquierda. Hasta que nos cansamos. Nos cansamos, cuando vimos al FMLN gobernar manchándose con la misma corrupción sistémica heredada de Tony Saca.

Nos cansamos, cuando vimos a muchos personajes de la izquierda democrática uniéndose a Mauricio Funes, quien hundió la izquierda en la más cínica corrupción. Pero ahora, luego de que el mismo FMLN llevó al poder a Nayib Bukele, permitiéndole robarle a la izquierda gran parte de sus bases sociales, y luego de la derrota final del FMLN
en las elecciones del 2024, hay que retomar este concepto de la refundación de la izquierda.

En un país al borde de caer en una dictadura, una izquierda democrática es más indispensable que nunca. Yo digo esto con plena consciencia que todos los que hemos sido parte de la izquierda insurgente somos responsables por la incapacidad de crear una fuerza progresista capaz de defender la democracia contra el ataque de la antipolítica y del populismo autoritaria a mano de los Bukele.

Luego de 12 años de formar parte de la izquierda insurgente más formidable de América Latina, no fue fácil comprender que el partido FMLN de la postguerra era obsoleto y se estaba convirtiendo en un obstáculo para la construcción de una sociedad democrática.

Plantearlo en discusiones internas y luego en público no fue bien visto por los ortodoxos que se habían hecho del control del partido. Los más radicales de esta tendencia llamaron traidores a sus críticos. Sin embargo, era necesaria la permanente crítica a la manera del partido de hacer política y de gobernar.

Hoy ya no se trata de buscar culpables, tampoco de pelear por ideologías. Hoy se trata de cerrar filas contra la dictadura de Bukele. Pero sólo tiene sentido cerrar filas si es sobre la base de un claro compromiso compartido con la democracia, con la Constitución, con la libertad de expresión y con el pluralismo. Sólo tiene sentido, si se condena y combate el autoritarismo, sea disfrazado con un discurso de izquierda o de derecha.

Los Maduro y Ortega son enemigos de la libertad igual que los Milei y Bukele. Sin los sectores progresistas será imposible crear una alternativa democrática al modelo autoritaria, corrupto y demagógico del Bukelismo. Espero que al final el FMLN deje de ser obstáculo.

Nuestro principal desafío. Ricardo Ayala. FMLN. 5 de marzo de 2026

Para propios y extraños, el estado actual del FMLN genera muchas preguntas e incógnitas sobre su presente y futuro. Sus comentarios parten desde los intereses que persiguen, ya sean desde el campo de la izquierda o desde las filas de la derecha; o bien para intereses personales o grupales; o ya sea con incertidumbre o esperanza acerca de la lucha por la justicia social y la emancipación.

El actual régimen político de derecha y su presidente inconstitucional y fraudulento, pregonan que los resultados electorales han destruido al partido de izquierda y celebran con vítores esta que creen su mayor epopeya, copando las portadas de sus panfletos. Con ello pretenden ocultar la manipulación que hicieron antes, durante y posterior al proceso electoral, desde el abandono y desfinanciamiento de las municipalidades hasta la modificación de la organización territorial bajo fórmulas que les favorecerían.

Otros, desde la derecha, la centroderecha y la izquierda light creen aprovechar los duros resultados para el FMLN, haciendo leña del árbol caído, con el cuento que éste ahora es insignificante en el escenario político, pero su incoherencia los delata cuando lo atacan visceralmente, lo que evidencia que el FMLN sigue teniendo un peso político relevante pese a su situación actual. Para estos vendedores de encuestas “chaveleadas” y pésimos analistas, entuertos de supuestos revolucionarios, la existencia del Frente es un obstáculo para sus sueños de movimientos de izquierda, hoy que ya no pueden vivir a costillas del partido, como lo hicieron durante los 10 años de gobierno del FMLN.

https://googleads.g.doubleclick.net/pagead/ads?gdpr=0&client=ca-pub-9280136053783151&output=html&h=280&adk=398256558&adf=1867787487&pi=t.aa~a.3551999962~i.13~rp.4&w=745&fwrn=4&fwrnh=100&lmt=1709821732&num_ads=1&rafmt=1&armr=3&sem=mc&pwprc=7483832073&ad_type=text_image&format=745×280&url=https%3A%2F%2Fwww.diariocolatino.com%2Fnuestro-principal-desafio%2F%3Ffbclid%3DIwAR28SmA-hiX8Tx0hVIezMlOnFQItD-egghLcqKvHGfhIjI0Kck4S-dtJbIE&host=ca-host-pub-2644536267352236&fwr=0&pra=3&rh=186&rw=744&rpe=1&resp_fmts=3&wgl=1&fa=27&dt=1709821729593&bpp=1&bdt=1114&idt=1&shv=r20240306&mjsv=m202403040101&ptt=9&saldr=aa&abxe=1&cookie=ID%3Da89ec38dacb0f64f%3AT%3D1706555947%3ART%3D1709821561%3AS%3DALNI_MY4ZjPeeaxpgX8cUN0lcKeLaIDejA&gpic=UID%3D00000dbae5af157c%3AT%3D1706555947%3ART%3D1709821561%3AS%3DALNI_MbAqMPzPsowBivttJ5NaEjVtOQxUg&eo_id_str=ID%3D1ac1091f7541e5b2%3AT%3D1706624677%3ART%3D1709821561%3AS%3DAA-AfjbLyUcDm9tR4sxLgBour_qK&prev_fmts=0x0%2C793x280%2C793x280%2C745x280&nras=5&correlator=6572482808255&frm=20&pv=1&ga_vid=1965348504.1706555910&ga_sid=1709821729&ga_hid=2118245471&ga_fc=1&u_tz=-360&u_his=1&u_h=450&u_w=800&u_ah=433&u_aw=800&u_cd=24&u_sd=2.4&adx=24&ady=2433&biw=793&bih=386&scr_x=0&scr_y=900&eid=44759875%2C44759926%2C44759837%2C31081587%2C31081612%2C44798934%2C95325753%2C31081640%2C95321963%2C95324161%2C95325785%2C95326936&oid=2&pvsid=1947436298707851&tmod=1005145665&uas=0&nvt=1&ref=https%3A%2F%2Fl.facebook.com%2F&fc=1408&brdim=-3%2C-3%2C-3%2C-3%2C800%2C0%2C807%2C440%2C800%2C386&vis=1&rsz=%7C%7Cs%7C&abl=NS&fu=128&bc=31&bz=1.01&ifi=4&uci=a!4&btvi=4&fsb=1&dtd=2966

Y también están quienes con justa incertidumbre o con esperanza se preguntan sobre el presente y futuro del partido de izquierda, síntesis de la lucha popular desde hace más de 40 años. Son quienes están convencidos que la razón de luchar no se determina por la cantidad de diputados o alcaldes que se tienen, sino por la denuncia y enfrentamiento contra el capitalismo en su estado neoliberal, que pretende arrastrar a la humanidad a la barbarie antes de perder su hegemonía sobre los pueblos del mundo. Y esa cara salvaje de este capitalismo lo vimos en la reciente Conferencia Política de Acción Conservadora, que reunió a la putrefacta ultraderecha que está a la ofensiva a nivel mundial, especialmente en Europa y América.

Es este sector de la izquierda coherente y comprometida la que puede ayudar a recuperar al FMLN como opción revolucionaria, como alternativa al capitalismo, no como alternancia ni menos como reciclaje.

Y son ellos quienes deben saber que la crisis que atraviesa el FMLN es el resultado de la pérdida del rumbo revolucionario en su conducción en la medida que la democracia representativa y burguesa fue absorbiendo poco a poco a los principales dirigentes a través de la maquinaria de privilegios que trituró su ética revolucionaria, forjada durante la lucha guerrillera, pero vulnerable ante las mieles de la función pública. Ahí está la raíz de la crisis actual, que se agudizó durante los dos gobiernos bajo la gestión del FMLN que, si bien impulsó una reforma social en beneficio de los sectores más pobres, pero en política económica propició el saneamiento de la economía capitalista en crisis.

Buscar la causa de la debacle del partido y su política en el quehacer reciente, o es por ingenuidad, o es por conducta maliciosa de ocultar y desviar la atención en la responsabilidad sobre la crisis actual. Dos presidentes exiliados por cargos por presunta corrupción, ya sea propia o de su círculo cercano, y la mayoría de la ex dirección partidaria en desbandada, no hacen más que comprobar que ahí está el origen de la descomposición ética y el desprestigio de nuestro partido.

Por la tanto, la salida a esta crisis pasa porque el FMLN recupere su rumbo revolucionario y estreche nuevamente relación con el pueblo, lejos del clientelismo político con el que se acercó a la gente durante los últimos 18 años únicamente a pedir el voto. Coincide este tiempo con la desaparición física de Schafik, quien a pulso se ganó la mente y el corazón del pueblo. De ahí debemos aprender.

Y para recuperar ese rumbo revolucionario del FMLN y el corazón del pueblo, quienes nos identificamos con el pensamiento y la causa por una transformación radical de la sociedad debemos aunar nuestros mejores esfuerzos, además de comulgar iguales objetivos. Ese es nuestro principal desafío.

Avances y retrocesos del proyecto Bukele en elecciones 2024. Roberto Pineda. San Salvador, 6 de marzo de 2024

Introducción

Las recién finalizadas elecciones -tanto presidenciales, como legislativas, municipales y del Parlacen- permiten concluir que sus resultados no fueron los soñados y esperados  por el presidente Bukele.

Y aunque logró la anhelada reelección presidencial en febrero, las cuentas no cuadraron en lo legislativo ni en lo municipal , pese a obtener la mayoría en ambos espacios. Y esto no obstante el férreo control – tanto legal como ilegal- ejercido sobre este proceso por parte de los operadores y subordinados del proyecto político cyan (incluyendo a TSE y FGR).

Esto hace que la voluminosa victoria en la elección  presidencial, deje un innegable y reconocido sabor de derrota, principalmente en las elecciones municipales.

Los resultados son los siguientes; en lo legislativo, de 60 diputados, Nuevas Ideas obtiene 55, PDC 2, ARENA 2, y VAMOS 1, quedan fuera GANA y FMLN.  A nivel de PARLACEN, NI obtiene 13 diputados, ARENA 2, FMLN 2, GANA,1, PDC, 1 y PCN, 1.

En lo municipal, de 44 alcaldías, la proyección otorga 28 alcaldías a Nuevas Ideas, dos de esas en coalición con Cambio Democrático (CD); seis a la Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), tres al Partido de Concertación Nacional (PCN), cuatro al Partido Demócrata Cristiano (PDC), una a la coalición PCN-PDC, una a Fuerza Solidaria (FS) y una a la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). En lo municipal queda fuera el FMLN.

Estos resultados vinculados a lo legislativo y municipal, sacaron a relucir grietas de vulnerabilidad, ya que incluso en lo local, el proyecto Bukele tendrá la necesidad de ampliar la base política de su mandato territorial, con aliados como PCN, PDC, GANA, y FS, e incluso con el trago amargo de la ARENA rosada, tanto en La Libertad este como en la Asamblea Legislativa.  

El control férreo del proceso y estos desenlaces inesperados -en lo legislativo y municipal- reflejan políticamente, debilidad más que fortaleza de un proyecto que se asemejaba a una aplanadora que iba a derribar a los viejos partidos surgidos de la guerra y los Acuerdos de Paz, el FMLN y ARENA. No lo lograron, la memoria histórica es rebelde.

La lección es que todo lo que sube baja, aunque tarde en bajar, así como que Bukele no es todopoderoso -puede ser derrotado-aunque se encuentre en la cúspide de la colina del poder. La reelección de Claudia Ortiz como diputada- del minúsculo partido de derecha Vamos-  es por esto muy significativa, dado su papel de figura opositora al régimen.

A la vez que  la victoria de Milagro Navas de ARENA rosada – no tricolor-en la Libertad Este, sobre la principal candidata de Nuevas Ideas; la humillante derrota de Will Zalgado en San Miguel Centro por el PDC y de Cesar Godoy en La Libertad Costa (donde se encuentra Surf City) por GANA;  tienen histórica y simbólicamente en el imaginario político, mucho más peso que la raquítica conquista por Mario Duran de San Salvador centro.

Nuevas Ideas será indudablemente la fuerza política mayoritaria de esta década, como lo fueron en el pasado el FMLN -guerrilla convertida en partido político gobernante -durante la segunda década de este siglo (2009-2019); ARENA -el partido de la derecha oligárquica- de 1989 a 2009.

El PDC -el instrumento político de la guerra de contrainsurgencia-durante los años ochenta, el PCN – el viejo partido de la dictadura militar-durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, respectivamente. Para no mencionar al PRUD -años cincuenta- y a Pro-patria, el partido del General Martínez -años treinta y principios del cuarenta-. El arcoíris del poder político en las últimas décadas se ha pintado de azul, verde, tricolor, rojo y cyan.

En este contexto, a continuación exploramos algunos escenarios a futuro que se plantean para el proyecto político Bukele y sus aliados, para la derecha e izquierda partidarias, así como para el movimiento popular y social.  

El proyecto Bukele

El proyecto Bukele logra mediante estas elecciones asegurar su mandato autoritario hasta el año 2029. Y lo hace contando con cuatro pilares estratégicos; respaldo popular, control del estado, imagen mesiánica y neutralidad imperial.

La naturaleza de clase del proyecto Bukele lo separa de los intereses oligárquicos, de los cuales no es subordinado, ya que representa  los intereses de sectores emergentes de la burguesía  comercial, que surgen en el marco de la década de gobierno del FMLN. Son intereses ligados a lo urbanístico, centros comerciales, fomento del turismo, entre otros. Y lo hace en estrecha alianza con el capital transnacional.

El primer y fundamental pilar, es que goza del respaldo indiscutible de la mayoría de la población, tanto dentro del país como de la diáspora, básicamente en agradecimiento a sus políticas represivas pero eficientes de seguridad pública.

Pero por otra parte enfrenta hacia futuro la necesidad urgente de garantizar mayores niveles de bienestar popular, mediante la creación de empleos, abaratamiento de la canasta alimenticia, entre otras medidas.  En la medida que logre éxitos en este complejo terreno,  su popularidad se mantendrá, en caso que no lo haga, esta irá disminuyendo. La primera prueba de fuego será en el 2027.  

El otro factor es su control unipersonal del ejecutivo, legislativo, judicial, PNC, Fuerza Armada y de buena parte de la gestión municipal. Este factor le garantiza que se implementen todo tipo de decisiones en lo económico, político, diplomático, financiero, etc. Pero a la vez le condiciona a que el peso de cualquier tipo de decisión sea -asumida o no- responsabilidad de la administración Bukele.

El tercer factor unifica a los dos anteriores y se manifiesta como la visión mesiánica, indiscutible, de un líder bonapartista que asume la conducción unipersonal del estado. Esto le da unidad de mando, pero a la vez es inescapable la responsabilidad política que conlleva, le pertenecen las victorias, pero también  las derrotas.  

Y por último se encuentra la actitud de Estados Unidos, que ha pasado del respaldo durante la administración Trump (embajador Johnson 2019-2021); a la actitud opositora inicial de Biden (embajadora Manes 2021-2022) que luego se ha convertido – por necesidades de frenar la migración-en actitud de “neutralidad cordial”  y se materializa con el nuevo embajador Duncan (2023 a la actualidad). Esta posición a su vez incide en la actitud de la Unión Europea hacia El Salvador.

Un triunfo republicano en Estados Unidos en noviembre de este año de su “amigo” Trump -que no puede descartarse-vendría a fortalecer aun más el proyecto Bukele.  En el caso de China, su apuesta con nuestro país es más estratégica que táctica.

La derecha partidaria opositora (ARENA, Vamos, Nuestro Tiempo)

ARENA nació  en 1981 en el marco de una situación revolucionaria, en la cual los sectores de la antigua oligarquía terrateniente, construyeron un instrumento político para enfrentar este urgente peligro.

Luego el partido fue evolucionando con Cristiani hasta terminar representando los intereses de la oligarquía financiera. En la actualidad, parece ser que concluyó su ciclo histórico, dado entre otras causas, a la predominancia en la economía del capital transnacional -estadounidense, mexicano, suizo, colombiano, hondureño e incluso  de la Republica Dominicana (grupo Rizek recién compró AFP Crecer) -en la economía del país.  

Es evidente una ruptura en su seno entre dos sectores. Un sector que controla la cúpula del partido ( Carlos García Saade) y se ubica en la oposición al régimen, representando los intereses de algunos sectores del capital oligárquico, particularmente los vinculados con el clan Cristiani. Este sector de ARENA impulsa un frente común con los partidos Vamos y Nuestro Tiempo en oposición al presidente Bukele. Y su principal bandera de lucha es la democratización del país.  

Otro sector, en el que puede ubicarse a Milagro Navas  y los dos diputados electos, representa  a sectores del capital oligárquico interesados en fortalecer una alianza “de beneficio mutuo” con el clan Bukele, entre estos la familia Callejas, dueños de Super Selectos, que recientemente abrieron su tienda número 12 en el mall Mediterráneo de Ahuachapán, a la vez que compraron en Colombia la principal cadena de supermercados, de nombre Éxito.  

Estos dos sectores al interior de ARENA pueden llegar a acuerdos de coexistencia o enfrascarse en una batalla interna por el control del partido. Las próximas semanas nos revelaran hacia donde se orienta este proceso.

Por otra parte, es muy interesante como desde hace quince años, desde el triunfo presidencial del FMLN en el 2009,  la derecha mediática (TCS,LPG,D de H) se ha convertido en la abanderada de la lucha por los derechos humanos  y en la actualidad incluso da cabida a noticias de las luchas del movimiento popular y social. Cosas veredes, amigo Sancho.

La derecha partidaria aliada ( PCN, PDC, GANA, FS,CD)

Cada uno de los cinco partido aliados de Bukele representan intereses de sectores sociales claramente definidos. En el caso de PCN  representa intereses de sectores vinculados a la agricultura, en el caso de PDC, GANA, FS y CD,  a sectores urbanos de clase media.

Pensar que el apoyo incondicional al proyecto Bukele se mantendrá inalterado por parte de estos partidos es ingenuo. Cada uno de ellos tratara mediante su practica política de ampliar su base social para garantizar su continuidad  e incluso ampliación para las elecciones de 2027. El olor de la guayaba del poder es muy poderoso.

Y esto conducirá inevitablemente a conflictos con Nuevas Ideas, lo que va conducir a pasar del actual apoyo incondicional, a un apoyo crítico y hasta a visos de independencia.  Los ritmos de este proceso lo determinaran sus propias necesidades partidarias. Y no sería extraño que al interior de estas cinco fuerzas este ya incubándose el reemplazo histórico del presidente Bukele.

La izquierda partidaria (FMLN)

El FMLN es elresultado de la unidad de cinco fuerzas de izquierda (PCS,FPL,ERP,RN y PRTC) así como de la acumulación histórica de cuarenta años de luchas populares contra la dictadura militar, que incluyeron las luchas cívicas electorales y populares de los años sesenta y setenta, la lucha guerrillera de los años ochenta, y los diez años de gobierno de este siglo.

En la actualidad, parece ser que concluyó su ciclo histórico, aunque esto sea bastante difícil de asimilar, dado los lideratos históricos. Es un partido dividido en tres tendencias, con diferencias programáticas y de táctica política ( política de alianzas). Una de estas plantea la necesidad de mantener su ideología marxista, otros dos se inclinan más hacia un planteamiento socialdemócrata.

Una de estas plantea que el enemigo principal y más peligroso a derrotar  es el proyecto Bukele, otra que lo sigue constituyendo el imperialismo y la oligarquía (posición que coincide con la de Dagoberto Gutiérrez).

A partir de estas visiones contrapuestas una de estas se inclina por una alianza política con ARENA, Vamos y Nuestro Tiempo, otra rechaza de tajo tal alianza. Una de estas mantiene su vinculo e influencia en el movimiento popular y social, mientras las otras dos se dedican exclusivamente a la institucionalidad partidaria.

Puede vislumbrarse diversos escenarios  al interior del FMLN para la resolución de estas diferencias. Un primer escenario es el de la inercia partidaria, mantener la coexistencia de las tres tendencias, realizar exclusivamente cambios formales y prepararse para la próxima derrota electoral del 2027.

Otro escenario es el de la ruptura, aprovechar los resultados electorales para pasar facturas políticas que conduzcan a un estallido, en el que cada tendencia haga tienda aparte, incluso conservando cada una las cuatro letras.

Un tercer escenario es el de abrirse a una reflexión seria, que incorpore a la izquierda no partidaria, a sector democráticos, y al movimiento popular y social en un debate que reactualice el ideario emancipador, con claros contenidos anticapitalistas y antipatriarcales.

Y que como resultado de esta reflexión surja la emergencia de un nuevo instrumento político de lucha popular y social, abierto, amplio, pluralista. Como en el caso de ARENA, las próximas semanas nos revelaran hacia donde se orienta este proceso.

El movimiento popular y social

El movimiento popular y social es en la actualidad un movimiento caracterizado por la debilidad y dispersión tanto ideológica como orgánica. Cada 1 de mayo, las diversas marchas son la expresión trágica de esta situación.

Pero no obstante esto, los resultados electorales para el FMLN derivan precisamente de ese movimiento popular y social, que se identifica con un pensamiento de izquierda. Los grandes desafíos radican en lograr por lo menos la unidad de acción y una agenda común de lucha, entre sus componentes principales, entre los cuales se encuentra el Bloque de Resistencia y Rebeldía y la Alianza Nacional El Salvador en Paz.

Conclusiones

El enfrentamiento de clase en El Salvador asume nuevas características, dada la situación inédita de la hegemonía política de un sector de la burguesía, que mediante un régimen de bonapartismo político, logra el desplazamiento del aparato de estado, tanto de los sectores de la derecha oligárquica, como de la izquierda.

Son tres grandes sectores que a futuro sacaran a  relucir sus espadas.  En el caso del proyecto Bukele, para garantizar la continuidad de su mandato, en el caso de la oligarquía opositora, para aumentar cuotas de poder y en el caso de la izquierda política y social, para organizar, concientizar y movilizar a los sectores populares. La pelea esta planteada.

El Salvador: ¡Este 3M votamos nulo! PCT El Salvador-LIT. Febrero de 2024

Construyamos la alternativa política y revolucionaria de la clase trabajadora y los pueblos. Plataforma de la Clase Trabajadora-Liga Internacional de los Trabajadores Cuarta Internacional.

El 4F se consumó un fraude sistemático, descarado y burdo.

Después del histórico retroceso democrático que representaron las elecciones del 4 de febrero recién pasado, donde las evidencias de un fraude sistemático, descarado y burdo se acumulan cada día, en las que se confirmó lo que las encuestas anunciaban respecto a la facilidad con la que el presidente y a la vez candidato ganaría las mismas y dominaría la Asamblea Legislativa con un grupo de títeres que obedecen ciegamente los dictados de casa presidencial, es importante definir nuestra postura ante este nuevo evento electoral, ya que como trabajadoras, trabajadores y pueblos en lucha, no somos ni debemos ser ajenos a éste y otros eventos de la vida política del país, es falso que nuestras organizaciones no deben meterse en política, en realidad este discurso solo beneficia a la burguesía y sus partidos satélites de todos los colores y sabores.

La elección del 3M es irrelevante

El próximo 3 de marzo los salvadoreños han sido convocados nuevamente a las urnas para elegir 44 alcaldes con sus respectivos concejos municipales además de 20 diputados al PARLACEN (Parlamento Centroamericano). Si bien para las recién pasadas elecciones hicimos un llamado a votar de manera critica sin apoyo político a la oposición para conectar con el sentimiento y la conciencia de la clase (aunque ya decíamos que sería difícil y hasta imposible conseguir el resultado necesario que era equilibrar la Asamblea), en esta ocasión nuestro llamado es a ir a votar todos y anular el voto.

Esto porque creemos que en estas elecciones no hay nada en juego ni hay ninguna posibilidad de balancear nada y de mucho menos lograr alguna influencia o contrapeso al régimen de Bukele.

Todos sabemos que al reducir los municipios a 44 (antes eran 262) el gobierno solo busca consolidar su control y poder territorial. Allá donde había grandes posibilidades de perder las elecciones municipales, se deshicieron legalmente esos municipios y se integraron a otros donde ellos calculan que pueden ganar con mayor facilidad. Pero a esto también hay que agregar que desde hace un par de años se eliminó el llamado Fondo de Desarrollo Económico y Social-FODES, mecanismo de descentralización de los recursos del estado a los territorios, éste era la única posibilidad real que tenían los municipios de resolver algunas necesidades de su población. No es esta una defensa de concejos municipales corruptos sino el simple señalamiento de una realidad obvia.

Lo que queremos decir es que las figuras de los alcaldes y concejos municipales han sido limitadas a ser como meras piezas burocráticas en sus territorios totalmente dependientes del gobierno central y su Dirección de Obras Municipales(que además se convirtió en un negocio privado con la Constructora Salvadoreña) tanto es así que la propaganda del partido oficialista lo reconoce sin disimulo llamando a votar por sus candidatos para que “de la mano de Bukele” puedan gobernar con éxito en sus municipios. Gane quien gane, no cambiara nada para la gente pues actualmente el partido oficial ya gobierna alrededor de 150 municipios donde las necesidades de las personas no han sido resueltas.

En cuanto a los diputados del PARLACEN ¿qué más podemos decir?, es esta una institución inútil e intrascendente no solo para El Salvador sino para todos los países centroamericanos que en los últimos años han visto como este se ha convertido en el premio de consuelo, casa de jubilación e incluso lugar de protección de políticos delincuentes. Todas las decisiones que se toman en este lugar carecen de obligatoriedad de cumplimiento para los países pues solo son recomendables. Aunque la información de los salarios sigue siendo poco trasparente, se dice que cada diputado del PARLACEN gana aproximadamente 4 mil dólares mensuales, que cada país debe pagar a sus diputados. 4 mil por no hacer nada relevante para la vida nacional y centroamericana.

Nadie nos representa: Construyamos la Alternativa Política de la Clase Trabajadora Salvadoreña y los Pueblos.

Estas son algunas de las razones mas importantes por las que este próximo 3 de marzo debemos ASISTIR A VOTAR Y ANULAR NUESTRO VOTO. Así haremos sentir nuestro rechazo a estas instancias inútiles, arcaicas y sin posibilidad real de influencia y donde NADIE NOS REPRESENTA.

Pero nuestro voto nulo debe ser también un grito fuerte que para recordar la imperiosa necesidad de CONSTRUIR LA ALTERNATIVA POLÍTICA DE LA CLASE TRABAJADORA SALVADOREÑA Y LOS PUEBLOS.

Un instrumento que nos permita aglutinar a quienes, con un pensamiento de izquierda obrera, popular, originaria, revolucionaria y socialista, crean que las cosas deben cambiar ya. Un instrumento que no vea las elecciones como el fin ultimo sino como la palestra para elevar la voz, para denunciar y desenmascarar a quienes siguen engañando a las personas salvadoreñas. Un instrumento que nos sirva para preparar y acabar con este régimen y el capitalismo y que pueda llevar a una sociedad socialista que responda de manera autentica a las necesidades del pueblo expoliado y explotado.

¡NADIE NOS REPRESENTA!

¡ESTE 3 DE MARZO VOTAMOS NULO!

¡POR LA CONSTRUCCION DEL INSTRUMENTO POLITICO DE LA CLASE TRABAJADORA Y LOS PUEBLOS!

¡RECONSTRUYAMOS LA IZQUIERDA OBRERA, POPULAR, ORIGINARIA, REVOLUCIONARIA Y SOCIALISTA!

San Salvador 27 de febrero de 2024

Hacia la construcción del Partido Comunista Revolucionario de El Salvador. Juan de la Cruz. BPJ. Marzo de 2024

Desde hace un poco más de una década venimos luchando por la construcción del partido revolucionario; la marea no había sido tan favorable como lo está siendo hoy. La misma realidad está llevando a conclusiones revolucionarias a las capas más jóvenes de la sociedad salvadoreña.

El cambio de conciencia en un sector específico de la juventud es el resultado de décadas de crisis: crisis económicas y políticas, guerras en el mundo, hambre, pobreza, desempleo y exclusión, migración forzada y crisis climática por todo el planeta. Ahora no hace falta que nosotros argumentemos que este sistema está podrido, que necesitamos cambiar radicalmente esta sociedad. Creemos que la vida es mucho más contundente que miles de discursos hablando de esto.

Una juventud cada vez más comunista

La juventud actual que hoy está llegando a su mayoría de edad concluye que el capitalismo es el culpable de su desgracia. La sociedad capitalista lleva cada vez más a decenas de jóvenes en el mundo a la frustración, la decepción y, en el peor de los casos, al suicidio, atrás quedaron los sueños de que algún día si le echabas ganas podrías llegar a ser Bill Gates o Warren Buffet, los jóvenes hoy solo pueden ver un futuro miserable para sus vidas.

Y es que no puede ser de otra forma, no hay un camino alentador para la juventud. Saber que no van a poder tener un empleo exitoso a pesar de estudiar mucho más que la generación anterior, que no podrán tener casa propia, empleo, salud, educación digna y, por consiguiente, una vida digna, es algo que realmente frustra a la juventud.

Dentro de estas capas de millones de jóvenes hay un sector que, en medio de la desesperanza, se ha podido encontrar con las ideas comunistas. Las ideas comunistas se han vuelto muy populares en el mundo. Y ojo que no lo decimos los marxistas, sino diversas encuestas del mismo sistema. ¿Comunistas en Gran Bretaña, en Suiza, en EE. UU. y Canadá? es algo extraordinario. Por mucho tiempo se pensó que estas ideas sólo podrían tener un eco en los países pobres. Pero el capitalismo no sólo ha traído crisis sino también a sus enterradores en el seno de los países más desarrollados.

Comunistas en El Salvador

Según el Banco Mundial “La tasa de pobreza en El Salvador sigue siendo una de las más altas en América Latina, alcanzando un 28,4 % según datos oficiales en 2021” y “un considerable segmento de la población salvadoreña, 2,5 millones de personas (equivalente al 40 %), se encuentra en situación de vulnerabilidad”. y según datos de la Prensa Gráfica “Los hogares salvadoreños pagaron más por sus alimentos de la canasta básica en 2023. En la zona rural, el precio de la canasta básica aumentó $4.53; los frijoles y huevos subieron más” según la Encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples de 2021, alrededor del 50 % de las familias no son propietarias de sus viviendas y alrededor de un 40 % de los hogares vive en hacinamiento”. Según Fundaungo: para finales de 2018, 3 de cada 10 salvadoreños (29.9%) expresaron intención de abandonar el país. Esta potencial decisión de migrar se mantuvo para finales de 2019. La población salvadoreña que más intención de migrar reportaba correspondía a los hombres, las personas jóvenes y aquellos con mayor grado de escolaridad. Así, el 40 % de los jóvenes de 18 a 29 años expresó intención de migrar del país”.

Estas problemáticas afectan directamente y principalmente a la juventud están siendo el cimiento sobre el cual los jóvenes se están radicalizando. Tras las elecciones presidenciales, legislativas y municipales pasadas, una parte de la juventud se preguntó: “¿Si no estoy de acuerdo con Bukele, entonces a quién debería apoyar?” Las opciones que se presentaron a elecciones este 2024 no representan los intereses de la juventud trabajadora. Arena y FMLN han sido partidos que promovieron el sistema capitalista y la democracia que se ajusta a los intereses de este sistema, mientras que las nuevas y “renovadas” opciones (Vamos y Nuestro Tiempo) no son más que un refrito de estos partidos.

Por eso nosotros, Revolución Comunista, hemos decidido tomar la iniciativa hacia la construcción de un partido que represente nuestros intereses como clase trabajadora y la juventud. Este año relanzamos nuestra organización y tras este relanzamiento queremos trazar una ruta hacia la construcción del Partido Comunista Revolucionario de El Salvador. Por ahora, no sabemos cuánto podemos tardar en fundar el partido que necesita la clase obrera y la juventud, pero estamos seguros de que es el momento de iniciar ese camino con una actitud seria y comprometida y que entre menos tardemos en iniciar más tiempo ganaremos para su pronta fundación.

Los primeros pasos han iniciado con nuestra campaña comunista. El objetivo ha sido preguntar abiertamente a la juventud si es comunista. Todo aquel que se identifica con la idea tiene la tarea de atraer a otros comunistas en su escuela, universidad o barrio, luego formarse en las filas y círculos de nuestra organización, elevar su nivel político y ayudar a aumentar los medios materiales y humanos necesarios para el emocionante camino hacia la construcción del partido. La campaña ¿Eres Comunista? en El Salvador ha dado sus frutos al juntar a las capas más radicalizadas de la juventud. Su objetivo fundamental es unir las fuerzas comunistas de la juventud para ser la base del futuro partido comunista revolucionario, la herramienta de lucha de la clase obrera contra la barbarie capitalista.

¿Por qué luchar por el comunismo?

Todos conocemos, lamentablemente por experiencia propia, que el actual sistema nos lleva a la barbarie. No tenemos acceso a la educación, al trabajo, a la vivienda, a la alimentación, ni al deporte. Todo lo que debería estar garantizado por la sociedad se ha vuelto un negocio para un puñado de personas que controlan todo: los bancos, las empresas, las tierras, los organismos internacionales y los gobiernos. Esto es vivir en el capitalismo. La participación política y la participación electoral son una farsa; al final, son los grandes ricos los que deciden lo fundamental de nuestras vidas.

Aunque parezca un poco difícil imaginarse una vida alternativa al capitalismo, lo cierto es que sí existe y es posible. Esa alternativa es el comunismo. El comunismo se plantea acabar con el privilegio de los ricos y brindar los derechos fundamentales a la humanidad: educación, vivienda, empleo, salud, deporte y recreación asequible o gratuita son posibles en las condiciones actuales, con todo el dinero que el 1 % más rico de la humanidad se apropia de nuestro trabajo es posible garantizar estos derechos y más a toda la población mundial, el comunismo pondrá toda la riqueza, las fuerzas de trabajo, la capacidad y la inteligencia humana, no al servicio del capital sino al servicio de la humanidad. Al contrario del capitalismo, que hoy por hoy significa muerte, el comunismo representa vida. 

¿Qué tipo de partido?

Para una persona común y corriente hablar de partido en la actualidad lo puede llevar a la conclusión de que esto se remite a un ambiente puramente electoral. Sin embargo, para los marxistas, el partido es más que participación en elecciones. Para los comunistas, un partido significa, en primer lugar, programa, métodos y tradiciones, y solo en segundo lugar, pero no menos importante, un aparato para llevar a cabo sus objetivos.

Nuestro programa es el programa de la revolución socialista, es decir, transformar la sociedad desde la raíz, socializar los medios de producción: fábricas, bancos y la tierra, ponerlas bajo un gobierno democrático de los trabajadores y en función no de una pequeña capa de la sociedad como funcionan hasta hoy, sino en función de la sociedad en general. En pocas palabras, queremos tumbar el capitalismo, poner el mundo patas arriba, cambiar todas las relaciones de propiedad y producción para salvar al planeta y a la humanidad.

Claro que para llegar a la consecución de semejante objetivo se necesita todo un proceso. El proceso empieza inicialmente juntando a todos los que estén de acuerdo con la idea de que para que la humanidad avance hace falta acabar con todo lo que significa un freno para la vida, la naturaleza y el planeta. El primer paso de los comunistas es juntarse bajo la bandera de la lucha por el comunismo, formarse en el seno del partido, para poder agitar en todos los espacios de la vida social y política por las ideas comunistas y organizar a las masas de trabajadores y jóvenes alrededor de estas ideas.

Un partido de y para la clase obrera

El partido comunista revolucionario que queremos construir debe, a través de sus miembros, impulsar todas y cada una de las luchas revolucionarias de los trabajadores y la juventud, en los centros de trabajo, en las comunidades, en las universidades y barrios. Allí donde esté, deberá luchar, organizar y agitar con el programa del partido. Su tarea es luchar hombro a hombro con cada joven trabajador, explicar y llegar a las causas más profundas de su miseria y ayudar a sacar conclusiones revolucionarias, contribuir a la defensa y conquista de sus derechos. Solo en la medida en que los comunistas sean parte y no espectadores externos del movimiento vivo de las masas trabajadoras podrán demostrar su convicción por la revolución comunista, ese es nuestro objetivo. Solo entonces la revolución comunista se irá convirtiendo en una realidad inmediata.

Luchamos por la democracia obrera

Los comunistas no somos enemigos de las elecciones burguesas. Aunque sabemos que son solamente una farsa para enmascarar la dictadura del capital, y que cuanto más perfeccionada, es decir, mejor funcione la democracia de los ricos, más sutil se vuelve el engaño contra los oprimidos. Creemos necesario la participación en tales instancias, no con el objetivo de conseguir votos hacia el comunismo, sabemos perfectamente que una revolución comunista no es posible a través del sistema electoral burgués. Como decía Engels, el voto masivo de la clase obrera no puede expresar más que solo la madurez del movimiento del proletariado. Los cambios no se harán desde las urnas y los salones ministeriales del gobierno. Usamos las elecciones sólo como un medio para alcanzar nuestros objetivos. Presentarse a elecciones abre escenarios que estando fuera no se podrían utilizar, espacios en los medios de comunicación, una tribuna abierta para denunciar los pactos del gobierno con los empresarios y banqueros, denunciar los frenos y obstáculos que el mismo sistema tiene para cambiar realmente las condiciones de vida. Vemos la participación electoral como un medio para demostrar su ineficacia para las soluciones que la clase obrera demanda. Para los comunistas, las elecciones no son un fin en sí mismas, sino solamente un medio para el fin, esa es toda nuestra política en la democracia burguesa.

Nosotros abogamos por una democracia obrera, donde la clase obrera sea libre de participar y decidir sobre cómo se utilizan sus recursos, que pueda participar en las grandes decisiones del país a través de asambleas democráticas con voto libre y directo. Donde los representantes delegados a decidir por otros no sean inamovibles e intocables como lo son en la actual democracia. Para evitar la degeneración, la corrupción y la traición, los comunistas abogamos por medidas básicas que rigen la democracia obrera: elecciones libres y democráticas, representante obrero (delegado, diputado o concejal), salario obrero (no mayor a $900) así evitamos hacer carrera por los cargos de elección popular, revocabilidad inmediata de todos los cargos de elección popular si la mayoría más uno lo decide en asambleas populares, así evitamos procesos burocráticos de 3 o 5 años para cambiar a los representantes traidores, rotación de todos los cargos periódicamente, así evitamos la burocratización del sistema, contabilidad y libros abiertos de los gastos estatales, ningún secreto con respecto al dinero del pueblo. Estas medidas son en esencia las que Lenin retomó de la Comuna de París y planteó para la Rusia soviética, tiene toda la validez que hace 100 años.

Un partido para el comunismo internacional

El Partido Comunista Revolucionario que queremos construir, al ser parte de una Internacional Comunista Revolucionaria, siempre mantendrá un internacionalismo proletario. Entendemos que nuestra lucha revolucionaria no es local, sino internacional. Por ese motivo, queremos trabajar siempre bajo una perspectiva internacionalista que una los lazos de las luchas del mundo, bajo los propios intereses del comunismo internacional. El partido comunista será internacionalista y antiimperialista; su lucha será contra el capitalismo internacional por el comunismo mundial.

Un partido para el trabajo práctico y teórico comunista

Lo que nos estamos proponiendo hoy, sin duda, no es una tarea fácil. Necesitaremos de todos los medios humanos y materiales posibles para lograr nuestros objetivos. Solo con tu contribución, con tu militancia y tu sacrificio, podremos construir un partido a la altura de los objetivos históricos del proletariado. Los Comunistas Revolucionarios no queremos perder tiempo. Estamos ansiosos por juntar fuerzas, formar, educar y capacitar a la ala más revolucionaria de la juventud actual. Esperamos que este mensaje llegue a las personas adecuadas. Si estás leyendo esto y te identificas con estas ideas, si eres joven y te declaras comunista, eres la persona que andamos buscando. No pierdas más tu tiempo, la revolución comunista te necesita.

Desde hace meses, nos hemos dedicado a promover el comunismo a través de la campaña internacional “¿Eres comunista? ¡Organízate!”. Esta iniciativa tiene como objetivo reunir a los comunistas de cada país para formar círculos de reclutamiento y formación. Nuestras filas están mayormente conformadas por jóvenes comprometidos como tú, quienes trabajan incansablemente para difundir las ideas comunistas y asegurar los recursos necesarios. Por ejemplo, necesitamos equipos de impresión, locales, oficinas y trabajadores a tiempo completo. Únete a nuestra causa y participa en esta lucha.

Unirse a nuestra lucha es fácil. Puedes llenar una solicitud en nuestra página web para la campaña “¿Eres Comunista?” y dejarnos tus datos. Te contactaremos de inmediato para incluirte en una célula comunista y luego formarte y reclutar a más comunistas. Si no puedes participar directamente, también puedes contribuir donando directamente a la campaña por el comunismo en El Salvador. Cualquier donación monetaria es bienvenida y será de gran ayuda para el trabajo de construcción del partido.

Construyamos ahora el partido de la revolución comunista. Únete ahora a los comunistas revolucionarios de El Salvador que se están planteando la tarea de construir un partido comunista revolucionario.

Hablemos sobre como construir una nueva izquierda. Alberto Castro. El Socialista centroamericano. PSOCA. Febrero 2024

En este último ejercicio electoral el FMLN, respecto a la elección presidencial logró alcanzar 204,107 votos, pese a la enorme diferencia con Nayib Bukele, sacó un resultado que supondría algo de aliento tomando en cuenta las desventajas en la contienda, sumado al desprecio que tiene este instituto, sobre todo por el odio fomentando por la retórica cyan.

Hasta acá, la situación del FMLN daba para recobrar un poco las esperanzas de cara al futuro inmediato, pero luego en las elecciones para diputados de la Asamblea Legislativa (AL), obtuvo un revés; quedó fuera como fracción política por primera vez desde que se firmaron los Acuerdos de Paz.

Su peor derrota electoral en su historia como partido político legal, tomando en cuenta que venía de lo más alto siendo parte del bipartidismo treinteno, gobernó desde 2009 a 2019, pero debido a los casos de corrupción y la violencia de las pandillas, entre otros, perdió credibilidad y ganó desprecio popular.

Para este periodo que casi termina (2021-2024), el FMLN aún conserva 4 diputados, pero ya era obvio su descalabro, pues de ser la primera fuerza política electoral, había caído tanto, pero aún sobrevivía dentro de la AL, para el periodo 2024-2027 las cosas son aún peor al quedarse fuera de la AL en donde tanto oficialismo como oposición son bloques de derecha, un parlamento con representación en su totalidad de la derecha, la izquierda mientras tanto sigue a la deriva.

Expresiones en su seno y orientación política

El FMLN cuando tuvo apoyo popular, no representó en sí al sentir de sus electores, aunque ejerció enorme control sobre la mayor parte del movimiento sindical y popular, solo se sirvió de estos para rivalizar mediante presión social con sus adversarios políticos representados políticamente en ARENA, partido acuerpado en aquel momento por la ANEP, ASI, ASDER, etc.

En la cima de la dirección política del FMLN se fue consolidando un sector empresarial a través de los negocios de ENEPASA con PETROCARIBE, este grupo empresarial conforme se iba consolidando como burguesía emergente, más se alejaba de las bases del partido y del mismo pueblo, en cambio procuraba ser la expresión política de algunos sectores burgueses emergentes, a consecuencia de ello fueron apareciendo los Bukele y otras hierbas.

Se siente la ausencia de la izquierda revolucionaria

En El Salvador la ausencia y casi extinción de la izquierda es tal que hasta partidos políticos de derecha como VAMOS o Nuestro Tiempo, expresan lo que socialmente debería ser la izquierda, no es para nada extraño que VAMOS tenga apoyo de sindicatos y organizaciones populares.

Pero, ojo, que no se trata en sí de un dimorfismo electoral donde estos partidos que en principio siendo derechas de poco en poco se vuelven también la expresión política de la clase trabajadora y del pueblo a través de las urnas.

Lo que en realidad pasa es que, ante una dictadura en ascenso donde impera el arbitrio, la racionalidad se encuentra en las bases más sólidas del conservadurismo constitucional, y es aquí donde la defensa de los Derechos constitucionales y sus garantías atraen a quienes las arbitrariedades les resulta un peligro o quienes la han padecido.

No se puede ocultar que este vacío no lo volverá a ocupar el FMLN, tampoco aparece a la vista otra alternativa desde la izquierda, por lo que recomponer y fortalecer las izquierdas no es algo para nada sencillo, el uso del plural es porque no existe una izquierda homogénea, tal y como lo pretendió hacer creer el FMLN, existen diversas organizaciones de la izquierda reformista y de la izquierda revolucionaria.

Diversos esfuerzos, pero poca identidad de clase

Cada organización política de izquierda tiene sus propios planes, tácticas y estrategias, pero no son muchas quienes entienden que no se trata de una disputa intransigente entre la izquierda y la derecha, sino de la lucha de clases, por lo que, aparejado a este interés por recobrar fuerzas debe ir la unidad de esfuerzos por la construcción del poder popular, nombre mancillado actualmente por una federación sindical afín al oficialismo, el verdadero poder popular es de clase.

Eurocentrismo di Samir Amin. Recensione di Monica Quirico. Jennaio 2024

Nel 1988 usciva Eurocentrismo di Samir Amin (1931-2018), che, sfidando la rappresentazione dominante della storia e della cultura occidentali (introiettata anche da una parte del marxismo), contribuiva a innovare radicalmente le categorie interpretative del capitalismo.

In un’epoca contrassegnata (in Occidente come altrove) dalla politica identitaria, la traduzione italiana della seconda edizione dell’opera, uscita in francese nel 2008 con una Prefazione e un Capitolo conclusivo che aggiornano la versione originale, invita a riflettere sulla genealogia dei fenomeni odierni, il cui punto d’arrivo Amin così sintetizza: “l’ideologia borghese, che in origine avanzava ambizioni universalistiche, vi ha rinunciato per sostituirvi il discorso postmodernista delle ‘specificità culturali’ irriducibili (e, in forma volgare, lo scontro inevitabile delle culture)” (p. 32).

Nella sua Introduzione, Riolo ripercorre la vita di Amin dalla nascita in Egitto agli studi in Francia, suo paese di adozione. Il giovane ricercatore, che a Parigi si iscrive al PCF, si trova a lavorare alla sua tesi di dottorato in una fase in cui la Conferenza di Bandung (1955) e successivamente la Conferenza di Belgrado (1961) pongono all’ordine del giorno il processo di decolonizzazione e insieme l’emergere del movimento dei paesi non-allineati.

Diventa così urgente un confronto sulle cause dell “arretratezza” (nella terminologia occidentale) del Sud del mondo. Amin figura, insieme con Giovanni Arrighi, Andre Gunter Frank e Immanuel Wallerstein, tra i fondatori della scuola che guarda al capitalismo come sistema globale, il cui centro (l’Occidente) prospera impedendo lo sviluppo dei paesi periferici, per poter estrarre valore dalla loro forza-lavoro e depredarne le risorse naturali.

Tuttavia, rispetto agli altri capostipiti di questo filone di studi Amin è quello che più si mantiene ancorato agli strumenti concettuali coniati da Marx (in particolare, quelli di modo di produzione e formazione sociale), pur ricollocandoli in una dimensione globale.

In opere come L’accumulazione su scala mondiale. Critica del sottosviluppo (1970) e Lo sviluppo ineguale (1973), l’economista franco-egiziano sviluppa la tesi che il divario tra l’Occidente e i paesi periferici non sia affatto imputabile a un ritardo di questi ultimi, bensì costituisca la condizione necessaria dell’esistenza stessa dell’ordine fondato sul mercato. Proporre di colmare lo squilibrio con l’adozione, nel Sud del mondo, di politiche modellate sul percorso dei paesi occidentali è dunque mistificatorio.

Nel Capitolo I di Eurocentrismo, dedicato a Modernità e interpretazioni religiose, Amin discute l’eredità dell’Illuminismo, che, a differenza delle culture precedenti, riconosce all’uomo la capacità di fare la propria storia; tale libertà tuttavia è viziata dalla subordinazione alle esigenze del capitalismo.

La “ragione emancipatrice” è infatti una ragione borghese, con precise determinazioni temporali e geografiche; essa identifica la libertà con il mercato e, sul piano politico, con la democrazia, un regime in cui lo Stato ha una funzione ancillare rispetto all’economia.

Nella deriva rappresentata dall “ideologia libertaria di destra” (Hayek) scompare ogni finzione: gli esseri umani rimangono artefici della propria storia, ma il teatro in cui si muovono è una giungla. È l’epoca dell’americanizzazione del mondo. Si impone una ragione degenerata e distruttiva, che non solo rinuncia a ogni parvenza di emancipazione, ma assume la funzione di “impresa di demolizione dell’umanità” (p. 43) e del pianeta tutto.

Il marxismo è lo strumento per comprendere il mondo e trasformarlo, a patto – sul punto l’autore insiste – di partire da Marx, anziché riproporne dogmaticamente le analisi. Da Marx nondimeno Amin riprende la centralità del binomio struttura-sovrastruttura, depurandolo dalle storture deterministiche e facendone la bussola dello studio non del mero modo di produzione, ma delle formazioni sociali nella loro totalità e mutua interazione, risultato del rapporto dinamico tra l’istanza economica, quella politica e quella culturale-religiosa.

Forte di una robusta conoscenza della storia delle religioni e della filosofia (e naturalmente dell’Africa), Amin indaga il ruolo che le diverse fedi e culture hanno svolto in relazione allo sviluppo del capitalismo.

Una sensibilità decisamente sui generis, nella storia del marxismo, che porta l’autore a smontare il mito del cristianesimo in generale o di una sua specifica declinazione (la Riforma protestante) come fucina della modernità capitalistica, in virtù di peculiarità – assenti in altre religioni – che avrebbero partorito il “miracolo europeo”. È vero semmai il contrario, osserva l’autore: le religioni, tutte, si sono conformate alle esigenze del modo di produzione capitalistico, ma lo hanno fatto in modo diverso.

Perché l’Europa ha rotto con il modo di produzione tributario e il mondo musulmano no? A questa domanda, gli occidentali rispondono puntando il dito contro le specificità della religione islamica; un tema agitato anche da quello che Amin chiama islam politico, espressione che raggruppa tanto i moderati quanto i fondamentalisti, accomunati da una forma di eurocentrismo rovesciato: “I due discorsi del capitalismo mondializzato e dell’islam politico non sono in conflitto, ma perfettamente complementari” (p. 95).

Manovrato da borghesie nazionali succubi delle classi dominanti europee e nordamericane, l’islam politico (inclusa la teocrazia iraniana) addebita il degrado del mondo musulmano all’Occidente, senza mettere mai in discussione la vera causa della sua subalternità: il capitalismo, che esige l’esistenza di un centro e di periferie subordinate.

L’élite occidentale ha quindi tutto l’interesse a fomentare il fondamentalismo islamico (come si è ben visto in Afghanistan): esso non solo garantisce che i popoli periferici rimangano subalterni al capitalismo mondiale, ma può sempre essere addotto come pretesto per legittimare interventi repressivi all’estero e in casa.

Quanto al cristianesimo, esso non ha creato la società borghese; piuttosto, si è rivelato più adattabile, in virtù di due assenze, rispetto alle altre due religioni: la rinuncia a costruire il regno di Dio sulla terra e la mancanza di una traduzione giuridica dei principi del Vangelo.

Nel Capitolo II, Per una teoria della cultura. Critica dell’eurocentrismo, Amin prende di mira le due declinazioni della storiografia eurocentrica, che, nel loro apparente antagonismo, condividono un approccio teleologico. La prima è quella liberale, che istituisce una continuità fra il mondo greco-romano (arbitrariamente identificato con l’Occidente e contrapposto all’Oriente), l’età feudale (cristiana) e l’avvento del capitalismo.

La seconda è la teoria degli stadi di matrice marxista, presente negli scritti giovanili di Marx ed Engels e poi canonizzata da partiti e teorici comunisti. Se la nozione di comunismo primitivo lascia il posto a quella di comunitarismo (una rete di piccole comunità cementate dalla parentela), l’operazione più dirompente di Amin è il ridimensionamento geografico e cronologico del feudalesimo, inserito nel più ampio modo di produzione tributario, i cui elementi caratterizzanti sono una struttura politica centralizzata che estrae surplus economico da un’area agraria e il ruolo ideologico legittimante delle grandi religioni.

In esso Amin ricomprende tanto il marxiano modo di produzione asiatico, che ne costituisce il nucleo centrale, quanto il feudalesimo europeo, che del modo di produzione tributario appare come un capitolo tutto sommato marginale rispetto ai regni africani e asiatici.

Coerentemente, l’autore sovverte la periodizzazione tradizionale: la cesura fra antichità e medioevo (collocata dalla storiografia eurocentrica alla fine dell’impero romano d’Occidente) viene retrodatata all’epoca dell’unificazione ellenistica dell’Oriente (300 a.C. circa).

Muovendo da un concetto di totalità a dominante, Amin propone una tipologia dualistica dei modi di produzione: mentre in quelli precapitalistici lo sfruttamento delle classi subalterne è diretto e l’istanza dominante è quella politico-ideologica, nel capitalismo lo sfruttamento è, per così dire, mascherato dal contratto fra datore di lavoro e proletario. In esso è l’istanza economica a governare direttamente le società, attraverso una mercificazione universale che ingloba perfino la forza-lavoro.

Dopo aver analizzato l’evoluzione di cultura e religione (strettamente intrecciate) nelle società tributarie delle diverse aree del mondo, nel Capitolo III, La cultura del capitalismo, Amin ripercorre l’unificazione forzata del globo a opera del capitalismo, cui corrisponde una Weltanschauung (la Ragione) solo formalmente universalistica: un mondo in cui nove miliardi di persone godano del tenore di vita degli occidentali è semplicemente inconcepibile; il sistema pretende anzi la polarizzazione fra centro e periferia e l’eliminazione dei paesi che resistono a una globalizzazione di facciata.

“L’ideologia dominante legittima così sia il capitalismo come sistema sociale sia la diseguaglianza su scala mondiale che lo accompagna. […] Il mito filocristiano, quello dell’antenato greco, la costruzione antitetica e artificiale dell’orientalismo connotano il nuovo culturalismo europeo ed eurocentrico, condannandolo irrimediabilmente ad accettarne l’anima dannata: il razzismo ineliminabile” (p. 165). Amin si spinge oltre: il nazismo, lungi dal rappresentare un’aberrazione della storia, è una possibilità sempre attuale.

Quale contributo possono offrire Marx ed Engels a un’analisi del capitalismo realmente esistente, ossia globale ma polarizzato? Amin ritiene che, nonostante alcuni spunti fecondi, Marx non si sia affrancato dall’ottimismo evoluzionistico di matrice illuministica della sua epoca, confidando nella tendenza all’omogeneizzazione (cioè europeizzazione) del mondo, con i paesi “arretrati” che recuperano il loro ritardo, lungo una traiettoria lineare.

Sarà questa l’interpretazione prevalente nella II Internazionale. Per andare oltre Marx, Amin propone di convertire la sua legge del valore (modellata sul punto più alto del sistema capitalista, quello occidentale) nella “legge del valore mondializzata”, per dare conto di una doppia polarizzazione: quella fra centro e periferie e quella all’interno delle periferie.

Mentre nei paesi centrali il consenso alla democrazia borghese è “comprato” con un aumento costante dei salari (oggi però non è più così), nelle periferie solo le borghesie vassalle del centro vedono aumentare il proprio tenore di vita, ricorrendo a regimi autocratici per soffocare il malcontento della popolazione.

Dalle sabbie mobili del capitalismo si può uscire solo con lo “sganciamento” dei popoli delle periferie mondiali dal centro del sistema. Le rivoluzioni nazionali delle periferie, con la formazione di Stati realmente autonomi, sono il primo passo di una transizione dal capitalismo globale a un socialismo inevitabilmente altrettanto mondiale (è evidente qui la presa di distanza dallo stalinismo). La transizione sarà lunga e imprevedibile, ma l’alternativa è la “barbarie capitalistica eurocentrica” (p. 215).

Amin non è stato solo un teorico; ha partecipato attivamente, come racconta Riolo, alla fondazione e alle attività del Forum mondiale per le alternative, dove ha sollevato con forza i problemi posti dallo sviluppo ineguale, a partire dalla questione contadina e da quella ambientale. Deluso dall’eurocentrismo delle influenti ONG occidentali che partecipavano al Forum, ha invocato il lancio di una V Internazionale. È con quell’esperienza che si chiude il Capitolo V, Per una visione non eurocentrica della storia, in cui l’autore sintetizza il suo contributo al dibattito globale sul capitalismo, rispondendo altresì alle critiche mossegli da esponenti del marxismo occidentale.

Eurocentrismo è un saggio di non facile lettura. Chi legge non troverà la genealogia dei concetti che Amin impiega (evidenti, ma non esplicitati, sono i debiti verso Gramsci, Althusser e Poulantzas, tra gli altri): il suo è un testo militante, non di marxologia.

Leggendolo oggi, saltano all’occhio alcune lacune. Pur condannando a più riprese la condizione delle donne nell’islam, l’autore non fa del patriarcato un elemento costitutivo dello sfruttamento capitalistico. La sua vigorosa critica del determinismo non cancella l’impressione che il margine di manovra degli esseri umani sia limitato, al cospetto delle diverse “istanze”. Va poi rimarcato che la finanziarizzazione estrema dell’economia e l’impatto sociale e antropologico di digitalizzazione e automazione sono assenti, nelle parti aggiunte per la seconda edizione (benché Amin sia ben consapevole che finanza e tecnologia sono due degli strumenti di cui il centro si avvale per tenere soggiogate le periferie).

Pur con questi limiti, Eurocentrismo colpisce per la capacità dell’autore di cogliere, già nel 1988, la formazione di un mondo multipolare (condizione necessaria, per Amin, di una transizione al socialismo) e la resistenza che a esso avrebbero opposto gli Stati Uniti nonché la centralità di quella frattura metabolica fra umanità e natura che Marx trattava nel Capitale.

Chi ancora vede nel materialismo storico un apparato fondamentale per la comprensione del mondo non può non sentire un debito imperituro nei confronti di Amin, che ne ha smascherato il vizio eurocentrico. Leggere questo testo ci costringe a fare i conti con il “culturalismo” della stessa sinistra anticapitalista, che periodicamente grida al ritorno del fascismo senza pensare che per la maggior parte dell’umanità oppressione e discriminazione sono una costante della storia.

Samir Amin: Eurocentrismo. Modernità, religione e democrazia. Critica dell’eurocentrismo, critica dei culturalismi, a cura di G. Riolo, La Città del Sole, Napoli/Potenza, 2022, pp. 274, Isbn 9788882925529