La Banda Sonora de mi vida. Oscar Olano Capítulo 1

El principio

Nací el 23 de febrero de 1947 en la ciudad de La Unión.

Mi padre, Gerardo de Jesús Olano, fué enviado como Delegado de la Corte de Cuentas a trabajar a la Aduana  de Cutuco y hasta allá se fueron con mi madre grávida a vivir.

Por esos días un volcán naciendo en la costa provocó fuertes temblores  que sacudieron La Unión, por lo que la población fué evacuada a la playa e instalada en provisorias barracas de madera.

La marea alta traía consigo miríadas de cangrejitos que se metían por todos lados, y según su tamaño, terminaban enriqueciendo la dieta de la familia.

Edith, la última hija del primer matrimonio de mi padre, había venido a pasar sus vacaciones de San Salvador donde estudiaba en un internado, y pasaba sus días navegando en un cayuco sin remos, y posiblemente, aburriéndose soberanamente.

Un día, durante un paseo por el muelle con mi madre, se vino un temblor de tierra tan fuerte que partió el viejo muelle de tierra, dejándolas aterradas del lado al mar, y unos traabajadores colocaron planchas de madera para que cruzaran. Al llegar a casa mi madre sintió los primeros síntomas de que mi nacimiento se acercaba y poco tiempo después ví la luz del día por primera vez.

Edith, ya en su adolescencia, me sacaba a pasear en un cochecito, lo cual le proporcionaba un buen pretexto para ir al parque y flirtear con los chicos locales.

Un par de años después mi padre fué trasladado a la Aduana de La Libertad, donde vino al mundo mi hermana Ana.

Mamayiya (como llamábamos a Lidia mi madre) me contó después que el clima de La Libertad y los mosquitos tumbó a toda la familia en cama con un paludismo devastador. Creo recordar vagamente que la fiebre nos hacía delirar y tener pesadillas espeluznantes.

Después cambiaron de nuevo a mi padre, esta vez nos fuimos a San Cristóbal, en la frontera con Guatemala.

Gracias a la amistad de mis padres con algunos maestros de la escuelita local, quienes me tomaron cariño, tuve la suerte de que me tomaran frecuentemente con ellos a escuchar las clases, y es así como cuando llegué al Primer Grado de Primaria y sin haber hecho el Kindergarten, ya sabía yo leer pasablemente.

De San Cristóbal nos vinimos para San Salvador cuando papá comenzó a trabajar en la Sede de la Corte de Cuentas, donde se quedó para siempre hasta que falleció.

Entonces nos fuimos a vivir al Barrio Santa Anita, en el Pasaje Galán. 

En el Pasaje Galán los chicos jugábamos en la calle, mientras nuestras madres se sentaban en las gradas de la entrada de la sala, conversando entre ellas o leyendo algo mientras nos cuidaban. Mi hermana Any hizo el jardín infantil allí, el que quedaba a unos metros de distancias en la acera opuesta.

Aún recuerdo algunos de nuestros vecinos como los Hernández, un matrimonio con tres o cuatro hijos, de los cuales Quique, el menor, era de mi edad y le cortaban el pelo muy corto, casi al rape, con solo un mechón adelante (estilo: Pato Bravo), más abajo y de este lado una familia un poco acomodada con dos tías solteronas vestidas a la antigua, enfrente Fito, un automecánico que nos reparaba el auto que adquirieron mis padres, un Pontiac color verde claro del  ´52  y quien dió lecciones de manejo a mi mi madre, y como yo iba con ella siempre pues también aprendí yo… ya que mi padre no quiso aprender nunca.

Un poco más abajo vivía la familia Salinas, el hijo mayor a la sazón de unos 18 años, Mario, buen mozo que fungía como el Casanova del barrio; y un poco más abajo vivía la que fué mi amor platónico, una bella chica adolescente llamada Fidelina con una frondosa cabellera negra, tez clara y ojazos negros de largas pestañas y una figura estatuaria, quien una tarde de verano y con una sonrisa juguetona en sus labios me dió el primer beso…(suspiros)

A la vuelta, en la 13 Avenida Norte (?) estaba la Peluquería Nixon,  bautizada así el entonces Presidente de USA llegó de visita al país y fué a recortarse el cabello ahí.

En la pared había una enorme foto de un Periódico local, autografiada por Mr. Nixon como prueba fehaciente.

En la esquina siguiente vivía la familia de Tony Martínez, quien después fué baterista de Los Hollyboys cuando Pedro Portillo dejó la plaza, con quien tenemos todavía una entrañable amistad, ahora eminente Politólogo nacional, a quien más tarde llevé a Los Intocables cuando Jorge Granados, baterista, emigró con su familia a Los Estados Unidos.

Muchas familias de estas, eran dueños de sus casas. Mi padre, muchos años antes, había comprado una parcela de terreno y construyó su casa,  lo que llamamos nosotros la Casona, en la mitad del terreno. El resto era un gran jardín.

Recuerdo que en ese gran patio o jardín había una araucaria muy alta, y unas cuantas plantas de banana, algunos limoneros, además de otros  viejos árboles entre los cuales jugábamos con mi hermana.

En 1956 vino al mundo mi hermano Gerardo y Papá decidió construir otra casa para nosotros en la mitad de ese jardín, y Moisés, uno de los hijos de su primer matrimonio, se vino a vivir con su esposa Carmela y sus hijos Moti (Moisés Jr) William y Erlinda a la Casona. De Erania, la mayor tengo solo un vago recuerdo.

Crecí con ellos y jugábamos juntos pues éramos casi de la misma edad. Moisés tenía una Radiola y nos ponía música muy variada, recuerdo sus discos de Renato Carosone, Benny Moré y otros que nos hacían bailar y gozar. La música era ya una parte muy presente de nuestras vidas.

Los fines de semana las dos familias emprendíamos juntos alguna excursión a la playa u otro balneario como Ichanmichen, Los Chorros o el Lago de Ilopango en «La Cuca», como llamábamos al auto de Moisés, el cual tenía un asiento plegable muy apreciado por nosotros los chicos porque estaba situado en el baúl y era descapotado.

Hugo, mi otro hermano mayor, se había separado de su esposa y vivió también por algún tiempo en una habitación de nuestra casa. Fué en esta habitación donde descubrí mi amor por la lectura, pues él tenía una colección de Selecciones del Reader´s Digest y cuando se iba al trabajo me encantaba acostarme en su enorme cama a escondidas de MamáYiya y leerlas incansablemente.

Al fallecer la primera esposa de mi padre después del nacimiento de Edith, la menor de todos, él dedicó su vida a cuidar de sus hijos, Hugo y Moisés, los dos varones y Edith. Sus dos hijas mayores Lesbia y Gloria eran enfermeras. Lesbia emigró muy joven a New York y allí vivió y trabajó por el resto de su vida.

Gloria ejerció también por muchos años su profesión de enfermera, pero amaba mucho (todavía) la música. La familia me contaba que tenía una voz muy linda y que, acompañada de su guitarra cantaba en un programa de radio. La gente le escribía pidiéndole sus canciones favoritas y ella les complacía.

Ella vive aún en San Salvador, atendida en su avanzada edad por su cariñosa familia. Tuve la dicha de tenerla también en el último de mis conciertos, celebrando mis 50 Años de vida artística.

Igualmente mis hermanos mayores, Hugo y Moisés, también cantaban y tocaban guitarra y eran solicitados para serenatas en el barrio. Ellos estudiaron Contabilidad y trabajaban en sus respectivas profesiones. Ninguno de ellos se dedicó del todo a la música.

Mi padre tocaba guitarra, violín y mandolina, todo de oído, y yo crecí oyendo mi madre cantar a media voz boleros de Los Panchos o rancheras de Pedro Infante a la vez que planchaba la ropa o cocinaba, mientras mi padre la acompañaba con su guitarra, reclinado en su hamaca.

El solía reunirse en el fin de semana, a veces sábado, a veces el domingo con Tío Alberto, su hermano quien tocaba también guitarra y mandolina, y con Don Gustavo Orellana, guitarrista que compuso un vals dedicado al Rey de Bélgica, quien le escribió una carta de agradecimiento y un Diploma oficial que adornaba la pared de la sala de su casa.

Juntos tocaban tangos, rancheras, valses, boleros, pasillos, bambucos que aún recuerdo y que a veces canto para mi hermana Edith cuando vamos a El Salvador con mi esposa.

Yo tendría unos 3 o 4 años cuando comencé a cantar también, “Como un rayito de luna”, “Gorrioncillo pecho amarillo”, con el beneplácito de mis padres, que me animaban con su entusiasmo, divertidos con mi infantil pronunciación. Mi padrino Alfredo Bardi me premiaba siempre con algún dinerito cuando me llamaban para que cantara sus canciones favoritas.

Cuando cumplí 7 años mis padres me inscribieron en el Colegio Emiliani, dirigido por sacerdotes católicos de los Somascos, ubicado frente a la hermosa iglesia del barrio, donde estudié toda la Primaria.

Yo era un chico bien portado, de los que ocupaban los pupitres de las primeras filas por ser de los más pequeños, y tenía una sed de aprender enorme. Atrás se sentaban los terribles que siempre hacían ruido y eran frecuentemente reprendidos y a veces castigados con un par de reglazos administrados por los profesores o los sacerdotes que también enseñaban y no escatimaban el uso del castigo corporal para tener a raya a los diablillos.

El Padre Roberto dirigía con mano firme y bondadosa el Colegio, un hombre alto y muy bien parecido, a la sazón de edad media que arrancaba de seguro suspiros a las feligresas, mientras el Padre Jorge impartía lecciones y bofetadas .

Nada escapaba a la vista de águila del Padre Jorge, y con sorprendente agilidad y mano firme y segura estaba en un santiamén al lado del transgresor para asestarle un reglazo en el trasero.

La música rock como parte de la identidad en El Salvador (1960-1990) Oscar García.2022.

Resumen: La identidad se construye a partir de atributos culturales y se mantiene viva gracias a la memoria. Tomando en cuenta que la música es un importante producto cultural, en este artículo se argumenta que el rock es parte de la identidad de muchos salvadoreños, independientemente de sus posiciones políticas.

Con el propósito de mostrar esto se traza una historia de la música rock en El Salvador, desde que el género hizo su aparición en los años sesenta del siglo XX, hasta finales de los años ochenta, cuando el país se encontraba en plena guerra civil.

Se muestra el aporte de varios grupos fundamentales y se analizan discos de rock producidos en el país durante dicho período. La música se pone en relación con el rock internacional, el contexto sociopolítico vigente y la literatura de ficción, que no solamente representa diferentes aspectos de la realidad, sino también es ejemplo de memoria colectiva.

Se concluye que el rock, tanto el importado como el nacional, ha sido interiorizado por muchos salvadoreños y, por lo tanto, es parte de su identidad.

Palabras clave: música salvadoreña, rock, identidad, cultura, memoria

Cómo citar: García, Oscar. “La música rock como parte de la identidad en El Salvador (1960-1990)”. Istmo. Revista virtual de estudios literarios y culturales centroamericanos 43 (2021): 199-235.

Introducción

Identidad y cultura son conceptos inseparables, puesto que la identidad se construye precisamente a partir de materiales culturales. En un artículo sobre cultura, identidad y memoria, el sociólogo paraguayo-mexicano Gilberto Giménez, profesor e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), resume el largo proceso de desarrollo del concepto cultura y lo define de forma bastante exhaustiva como: la organización social de significados, interiorizados de modo relativamente estable por los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compartidas, y objetivados en formas simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados. (Giménez 8)

Dado que la cultura penetra todos los aspectos de la sociedad, para estudiarla y analizarla se hace necesario segmentarla de alguna manera, por ejemplo, en sectores como la música o el teatro. A continuación, Giménez define la identidad como: un proceso subjetivo (y frecuentemente auto-reflexivo) por el que los sujetos definen su diferencia de otros sujetos (y de su entorno social) mediante la autoasignación de un repertorio de atributos culturales frecuentemente valorizados y relativamente estables en el tiempo. (12)

Como se señala en la cita, los atributos culturales que hacemos nuestros e interiorizamos son además “relativamente estables en el tiempo”. De ahí que sea necesario tenerlos presentes para mantenerlos vivos, lo cual se lleva a cabo mediante la memoria, “componente fundamental de la cultura en cuanto representación socialmente compartida de un pasado” (8).

Por un lado, “La memoria individual forma parte de nuestra conciencia y constituye la base de nuestra identidad. [Por otro lado,] cada memoria individual forma parte de la memoria colectiva” (Kohut s.p.).

Un concierto con un grupo musical de antaño se convierte de este modo en un acto de memoria colectiva, ya que muchos de los asistentes recordarán un aspecto cultural que es parte de una identidad compartida.

La cultura, la identidad y la memoria, entonces, están estrechamente relacionadas, lo cual consideraremos una premisa para el presente trabajo.

Un aspecto de la identidad salvadoreña que nos interesa sobremanera es la música popular, tomando en cuenta que la música es un importante producto cultural:

La música es un instrumento comunicativo fundamental que persigue describir conceptos, sensaciones, lugares, situaciones…, y por esta razón, las diversas culturas la han utilizado como un potente agente de socialización, ya que siempre ha tenido un poder y una vocación educativa importante que ha sido fundamental para la construcción social de identidades y estilos culturales e individuales. (Hormigos 94)

¿Qué música popular escuchamos en El Salvador? Generalmente, muchas personas gustan de géneros regionales interpretados en español, tales como cumbia, salsa, reguetón, baladas románticas o la así llamada música de protesta.

No obstante, es innegable que también existe un numeroso grupo de aficionados a la música pop en inglés, que ha sido parte fundamental de la programación radial en el país durante décadas, así como también hay quienes prefieren el rock, un género considerado originalmente de contracultura que, desde los años sesenta del siglo pasado, ha tenido fervientes seguidores en la región.[1]

Cabe recordar que ser aficionado al rock y a la música anglosajona en general fue criticado en su momento por grupos de izquierda en Latinoamérica, pues lo veían como una alienación pequeño-burguesa producto del imperialismo cultural. Ya en 1963, en un discurso dirigido a estudiantes de la universidad de La Habana, Fidel Castro había conectado burguesía, rock & roll y homosexualidad:

Muchos de esos pepillos vagos, hijos de burgueses, andan por ahí con unos pantaloncitos demasiado estrechos (RISAS); algunos de ellos con una guitarrita en actitudes “elvispreslianas”, y que han llevado su libertinaje a extremos de querer ir a algunos sitios de concurrencia pública a organizar sus shows feminoides por la libre. (s.p.)

Para el líder cubano se trataba claramente de una actitud contraria al proyecto revolucionario, por lo que a continuación sentencia: “La sociedad socialista no puede permitir ese tipo de degeneraciones” (Castro Ruz s.p.).

Diez años después, en una de sus últimas composiciones, el cantautor chileno Víctor Jara expresaba el deseo de morir cantando las verdades verdaderas, “no las lisonjas fugaces/ ni las famas extranjeras” (Jara). Dada la situación política que se vivía en Chile en ese momento, no es aventurado entender esas “famas extranjeras” como la música popular que llegaba, por ejemplo, de Estados Unidos e Inglaterra.[2]

Pasando al ámbito de la literatura, en la novela Los compañeros (1976), del guatemalteco Marco Antonio Flores, puede verse cómo el narrador –un cínico exguerrillero de Guatemala exiliado en México–, trata de ridiculizar a su novia, una joven de tendencias progresistas que escucha música anglosajona:

Ella me mima, me consiente, me da mota, me lleva al cine, me habla de Bob Dylan, de Jon Lenon, de Paul Macasaber, de Nil Diamond […], es una niña que vive con un exguerrillero, le da orgullo […]. Nunca pensé que iba a vivir así, como padrote de una hipi.[3] (Flores 271-273)

El narrador se burla asimismo de los amigos de ella, aunque sean admiradores de Fidel Castro y el Che Guevara: “Lo peor es cuando hablan de la Revolución mientras fuman mariquita y cantan, se mueven como idiotas, hamaquean la cabeza y se ponen muy interesantes” (274).

El “error” de estos jóvenes mexicanos es entonces que fuman marihuana y escuchan música rock, algo aparentemente incompatible con la revolución.

Para entender a cabalidad esta crítica o distanciamiento de la izquierda latinoamericana hacia la música anglosajona, expresada en el discurso político y productos culturales, es necesario tener presente el contexto en que se dio. De lo contrario, aparecería como algo por completo gratuito. Cuando Fidel Castro pronunció las palabras citadas arriba, Cuba estaba apenas consolidando su recién lograda revolución, y ya había hecho frente a una invasión de las fuerzas contrarrevolucionarias apoyadas por Estados Unidos.

De igual forma, Víctor Jara escribe su memorable canción “Manifiesto” en un momento en que Chile estaba polarizado y pronto sufriría el golpe militar, apoyado también por Estados Unidos, que cambiaría trágicamente su historia. Por su parte, el libro de Flores fue escrito cuando Guatemala estaba en plena dictadura militar. Huelga decir que esta, como todas las dictaduras militares de Latinoamérica, contó con el decidido apoyo de Estados Unidos, que en el contexto de la Guerra Fría vio en esos regímenes el mejor aliado contra el comunismo.

Es comprensible entonces que existiera recelo de parte de los sectores de izquierda en Latinoamérica hacia todo lo que viniera de Estados Unidos y por extensión Inglaterra, incluyendo el rock y otros productos culturales.[4]

Set against the dismal realities of U.S. economic and military interventions in Latin America, it is no wonder that for many, especially those on the left end of the political spectrum, rock was seen as an unwanted export of the Colossus to the North—at best, a distracting influence from the more urgent task of revolution, and at worst, the cultural component of what was perceived to be a blatant imperialist offensive. (Pacini Hernandez et al. 5-6)

Cuando el rock hizo su aparición y se desarrolló en El Salvador, el contexto sociopolítico estaba precisamente caracterizado por gobiernos militares apoyados por Estados Unidos y luchas populares –y armadas– contra la desigualdad y la represión. Como se sabe, la dictadura militar de Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944) , tras el derrocamiento del presidente Arturo Araujo, y fue seguida de gobiernos dictatoriales hasta 1979.

No obstante, para entonces ya se habían formado varias organizaciones guerrilleras, que en 1980 se unieron y fundaron el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).[5] La guerra entre el FMLN y las fuerzas gubernamentales terminó con la firma de los Acuerdos de Paz en 1992.[6]

El enfrentamiento ideológico se hizo notar también en el terreno cultural, por ejemplo, en la programación musical de la clandestina Radio Venceremos, voz oficial del FMLN:

El carácter guerrillero de la emisora definía la música a poner, que había sido prácticamente la misma desde el 81. ¿Cuál? “El pueblo unido jamás será vencido”. Los Quilapayunes, la Mercedes Sosa, los Guaraguaos, los cantos testimoniales y los himnos de protesta. Nadie discutía eso. (López Vigil 515)

Como se afirmó más arriba, algunos sectores izquierdistas consideraban que el rock era directamente alienante, puesto que consideraron los productos culturales de los Estados Unidos o Europa como mecanismos para introducir una cultura externa a la nacional.

No obstante, creemos que esta idea se puede cuestionar, ya que el rock fue interiorizado como parte de su identidad por distintas personas en Centroamérica. Por ejemplo, como dijo Mario Roberto Morales, laureado escritor guatemalteco comprometido con la lucha social: “mi cultura es rock y todo lo que he escrito se puede enmarcar en esa cultura” (en Castañeda Maldonado 85).

De manera similar, el escritor y exguerrillero salvadoreño Miguel Huezo Mixco, por su parte, sostiene que la política estadounidense ha jugado un papel determinante en la construcción de la identidad cultural de El Salvador, pero que “tampoco se pueden atribuir cualidades perversas a toda manifestación cultural o subcultural por el simple hecho de producirse en los Estados Unidos” (Huezo Mixco, “El Salvador y la construcción” 8).

Por tanto, la música rock ha sido la fuente de inspiración para importantes productos culturales nacionales que todavía forman parte de la memoria de muchos salvadoreños y de su identidad. El creciente interés por el tema quedó oficialmente de manifiesto cuando el Premio Nacional de Cultura de El Salvador de 2021 se dedicó al rock (véase Gobierno de El Salvador).[7]

Sin embargo, es muy poco lo que se ha escrito sobre este género musical en el país. Como se señala en la introducción del libro Rockin’ las Américas: the global politics of rock in Latin/o America (Pacini Hernandez et al.) en referencia a los relativamente pocos estudios que existen sobre el rock en Latinoamérica:

This lacuna has tended to reinforce assumptions that rock is somehow a distinctively North American and European phenomenon, and moreover, that musicians and fans need to be “developed”, not only to appreciate rocks’ aesthetics, but also to créate original rock sounds. (2)[8]

En acuerdo con Pacini, y partiendo de los anteriormente expuestos postulados de Gilberto Giménez, en lo que sigue nos proponemos mostrar cómo el género de música rock llegó a convertirse en parte integral de la cultura salvadoreña y, por ende, de la identidad de muchos salvadoreños, independientemente de sus posiciones políticas.

El corpus primario de la investigación está constituido por la música y las letras de canciones de grupos de rock salvadoreños que tuvieron su apogeo desde mediados de los años sesenta hasta finales de los años ochenta del siglo XX, cuando el país ya se encontraba en plena guerra civil. El corpus elegido evidencia que la música participó en la construcción de las memorias individuales y colectivas de la historia reciente en El Salvador.

Se ha escogido el apogeo de la guerra civil como el límite de la investigación debido a tres razones. La primera es que la guerra dificultó el desarrollo normal de la cultura, por lo que puede considerarse una pausa histórica, un período oscuro para la cultura en El Salvador.[9]

La segunda es que el enfrentamiento ideológico que condujo a la guerra supuso el recelo de ciertos sectores hacia la música anglosajona, lo cual puede verse ahora como algo coyuntural y digno de reflexión. Y la tercera razón es que el mencionado conflicto ocasionó que muchos salvadoreños abandonaran el país, llevando consigo el bagaje cultural que habían adquirido y que es parte importante de su identidad.

Como señala Mario Anaya, cineasta salvadoreño radicado en Los Ángeles: “Eso mismo sentí yo cuando yo salí de El Salvador y empecé a estudiar en el colegio en Los Ángeles. Lo único realmente que me unía a mí con los demás era la música” (“Historia de la música de El Salvador”, 01: 37: 17-01: 37: 30).

En el corpus secundario se tendrán en cuenta entrevistas con personajes clave vinculados a la música salvadoreña y textos de especialistas en música.

Las producciones musicales se contextualizarán en relación a la coyuntura sociopolítica vigente en el momento en, como también con la historia del rock en general, mediante la sistemática comparación de estilos y producciones musicales.

En cuanto a la literatura, en la investigación se harán asimismo referencias a la literatura de ficción, con el objetivo de mostrar ejemplos de ciertos aspectos que nos permitan sostener que el rock es parte de la identidad de muchos salvadoreños. En ese respecto, no hay que olvidar que la literatura, como la música, es parte de la memoria colectiva:

“La memoria colectiva se manifiesta en la totalidad de las tradiciones orales y escritas, en las expresiones artísticas y culturales, así como en los objetos de uso diario” (Kohut s.p.).

En nuestro estudio tomaremos también en cuenta trabajos de investigación que tratan sobre la historia de la música rock en otros países centroamericanos, más concretamente en Guatemala (Castañeda Maldonado), Nicaragua (Barino-va) y Costa Rica (Carballo Villagra), pues consideramos que la historia del rock salvadoreño se asemeja en algunos aspectos a la de sus vecinos.[10]

Con nuestro trabajo esperamos dar un aporte a la historia de la música popular en El Salvador, en especial el rock, y al mismo tiempo brindar nuevas perspectivas a los estudios sobre la relación entre música e identidad. Cabe señalar que no hay mucha investigación sobre el tema del rock y la identidad en El Salvador.

En 2014, Fuentes de Hernández defendió una tesis de licenciatura en el área de antropología en la que explora cómo ciertos aspectos de la subcultura del rock, tales como la vestimenta y símbolos gráficos, junto con las letras de las canciones, conforman identidades juveniles en El Salvador. La investigadora toma como estudio de caso al grupo Broncco, que hizo su aparición en la escena musical en los años ochenta.

Como conclusión, la autora afirma que “El rock ha establecido identidades propias que trascienden las edades” y que “A la larga, se convierte en una ideología, en una forma de vida, en la identidad roquera” (Fuentes de Hernández 80).

En 2019, Serrato Ávalos defendió también una tesis de licenciatura en el área de antropología sobre la música popular salvadoreña del siglo XX; pero su trabajo es más general, pues no trata solamente sobre el rock. Serrato postula en su tesis que “La música puede actuar como un facilitador o transmisor de la identidad cultural” (Serrato Ávalos 99).

Por su parte, el cineasta Mario Anaya realizó un documental en 2010 sobre los grupos de rock y pop salvadoreños de los años sesenta y setenta, indagando sobre todo cómo se formaron y consolidaron esas populares agrupaciones de las llamadas “Buenas Épocas” de la música salvadoreña (Buenas Épocas: La Nueva Ola de El Salvador).

Según explica: “Aquí en El Salvador no había nada, ningún referente sobre esa música” (“Las Buenas Épocas reviven en El Salvador”, 00: 01: 28-00: 01:43). Su documental es sin duda un importante aporte a la memoria colectiva de la música salvadoreña.[11]

Habiendo definido los conceptos de cultura, identidad y memoria en esta introducción, expondremos a continuación en forma general cómo el rock anglosajón hizo su aparición en El Salvador y fue interiorizado por muchas personas, y mostraremos en subsiguientes capítulos el aporte que varios grupos salvadoreños hicieron en el género en los años sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado.

En los años sesenta tuvo lugar el fenómeno conocido como las “Buenas Épocas”; en los setenta, la escena del rock nacional fue dominada por el rock latino y también hubo un ejemplo importante de rock acústico, y en los ochenta se desarrolló el rock progresivo, el punk y el heavy metal.

El rock anglosajón en El Salvador

A mediados del siglo XX, la transmisión radial y la comercialización de discos propiciaron la difusión de música cubana, colombiana y mexicana en la región centroamericana. En El Salvador, los tradicionales conjuntos de marimba fueron incorporando nuevos instrumentos y se ajustaron así al modelo de orquestas famosas, como la Sonora Matancera y la orquesta de Pérez Prado, que habían puesto de moda géneros musicales como el tango, el mambo y el bolero (véase Rosales Pineda 34).

A estos géneros les siguió la cumbia (originaria del Caribe colombiano) que, interpretada también en el formato orquestal, echó profundas raíces en El Salvador y sigue siendo popular hasta nuestros días. Una de las agrupaciones importantes que impulsaron dicho género musical en el país fue Lito Barrientos y su Orquesta, que grabó discos con el reconocido sello Discos Fuentes de Colombia.[12]

En esa misma época, la música anglosajona también estaba ganando adeptos en toda Latinoamérica. En 1956, la orquesta cubana Sonora Matancera grabó la canción “Rock and Roll”, cantada por Celia Cruz, donde se mostraba a cabalidad este fenómeno:

El mambo hizo furor en Nueva York/ Pero el cha cha chá lo derrotó/ Ahora un nuevo ritmo apareció/ Y es el inquietante rock and roll […]/ Es el furor (es el furor)/ De Nueva York y hasta aquí llegó…

Tomando en cuenta que Latinoamérica se encuentra en el área de influencia cultural de Estados Unidos, no sorprende que el rock & roll se volviera rápidamente muy popular entre la juventud de las zonas urbanas.[13]

Las películas de Hollywood ayudaron sin duda a exportar la imagen de los jóvenes rebeldes rocanroleros estadounidenses. En 1957 Elvis Presley grabó “Jailhouse Rock”, el clásico tema que aparecería en la película del mismo nombre, en la cual él mismo es el protagonista. Y tres años después, en 1960, el grupo juvenil mexicano Los Teen Tops grabó una versión en español de esa canción, titulada “El rock de la cárcel”.[14]

Se puede sostener que la historia del rock en español comienza precisamente con “El rock de la cárcel”, “La plaga” y otros famosos covers de canciones anglosajonas modernas con las que el cantante Enrique Guzmán y Los Teen Tops optaron por dirigirse en español a una audiencia aficionada a ese tipo de música.[15]

Como señala Gustavo Verdesio (638): “His significant success started a new fashion that soon became an industry: to sing in Spanish the greatest hits or the top forty songs of the English-speaking countries’ charts”.

La influencia de Los Teen Tops en otros países de habla hispana es ciertamente innegable. El pionero del rock español Miguel Ríos, por ejemplo, comenta en una entrevista: “La suerte de escuchar rock en español con gente como Los Teen Tops, que versionaban dignamente lo que venía de Memphis, fue toda una inspiración” (en Carballo s.p.).

Los rocanroleros mexicanos fueron asimismo la inspiración de grupos juveniles en El Salvador, tal como lo confirma Luis López, el legendario vocalista de Los Supersónicos, que fue uno de los grupos pioneros del rock salvadoreño (véase “El Monseñor del Rock. Parte 1”, 00: 00: 43-00: 01: 21).

Una figura clave dentro del grupo de entusiastas que dio a conocer la música anglosajona en Centroamérica fue el multifacético Willie Maldonado. El ahora célebre conductor de programas de televisión en El Salvador nació en 1943, en Guatemala, y ahí donde comenzó su carrera como operador y locutor de radio en 1956. Tres años después echó a andar su programa Norteamérica al aire, que era escuchado por los jóvenes, y en 1961 fue uno de los fundadores de la Radio 9-80, “la primera emisora 100% juvenil de Guatemala (y Centroamérica)” (Maldonado, “La primera radio” s.p.). Luego pasó a trabajar en radio Emperador, conocida como “La emisora de la Nueva Ola”, que era dirigida por el locutor y productor salvadoreño Leonardo Heredia.

Cuando Heredia, en 1966, decidió volver a su país de origen, Willie Maldonado lo acompañó, con el fin expreso de ir a fundar la primera radio 100% juvenil de El Salvador. En el grupo de fundadores de esa radio, La Femenina, se encontraba también el locutor Tito Carías (véase Maldonado, “Radio Femenina”).

La música anglosajona ya se había vuelto entonces parte importante de la cultura en El Salvador y otros países centroamericanos, cuando The Beatles hicieron su aparición en la escena musical (circa 1963-1966), cambiando el panorama de la música del mundo occidental y dando inicio a la famosa invasión británica. Se trata de un momento definitorio, puesto que es cuando el rock & roll clásico se convierte en lo que conocemos ahora como rock. En palabras del periodista musical Robert Christgau (s.p.):

The simplest way to put it is ‘rock’ is rock & roll made conscious of itself as an art form. That’s a very, very important development that occurs simultaneously with the Beatles, with Dylan and the Stones in the picture but not as important as the Beatles in that conceptual task”.[16]

Muy pronto se empieza también a diferenciar a nivel global entre los géneros pop y rock. Aunque la frontera a veces resulta difusa, se podría decir que el pop es más comercial y menos experimental que el rock.[17]

Según Paul Fowles, la división quedó plenamente definida a principios de los años setenta: “One audience bought singles, the other bought albums. One lived for the ‘here and now’, the other has both respect for and an insatiable interest in the artistic heritage that had brought their music to its present state” (10).

Castañeda Maldonado describe así el caso de Guatemala en lo que concierne a la diferencia entre el rock y el pop, y sus implicaciones sociales: “las diferencias identitarias se hacían notar, llamándose ‘pesados’ los que escuchaban la música de onda, y ‘fresas’ quienes escuchan la música pop, algo que da margen para que los grupos musicales se dividieran en grupos de rock y grupos comerciales” (66).

En El Salvador, la diferencia entre música rock y pop se delimitó mediante elementos similares. Tony Delgado, quien fue vocalista del grupo de rock Los Kiriaps, señala una de las razones del fin de la agrupación: “Lo que pasó es que después del año 1970 la música dance empezó a pegar muy fuerte. Música de Barry White y otros […]. Así se mueren Los Kiriaps, la gente quería música comercial y la música de nosotros no lo era” (s.p.).

No obstante, Paul Fowles señala que siempre hubo interdependencia entre los géneros pop y rock. Si bien un estudio sobre la música rock no estaría completo sin valorar el aporte de The Beatles, el afamado cuarteto de Liverpool también se podría considerar el grupo pop por excelencia.[18]

Además, The Beatles y The Rolling Stones, junto a muchos grupos de rock británicos y estadounidenses gozaron de gran popularidad entre los jóvenes salvadoreños de las zonas urbanas en los años sesenta y setenta. Bandas como The Doors, Led Zeppelin o Pink Floyd son de hecho tan conocidas en Latinoamérica como los son en Europa o Estados Unidos. Asimismo, a finales de los años sesenta en El Salvador se escuchaba mucho la música de los artistas que participaron en el famoso festival de Woodstock, que tuvo lugar en 1969 en Estados Unidos (véase Joan Baez et al.).[19]

Entre otras cosas, fue en el festival de Woodstock donde se dio a conocer de lleno el grupo del guitarrista mexicano-estadounidense Carlos Santana, que vino a definir lo que a partir de entonces fue denominado rock latino. Cabe recordar que entre los miembros de la exitosa Santana Band había un centroamericano: el percusionista nicaragüense José “Chepito” Areas.

Y en una visita que Carlos Santana hizo a Guatemala en 1973, como parte de una gira internacional, el influyente guitarrista invitó al percusionista salvadoreño Tilo Paiz a unirse a su banda. Sin embargo, como relata Paiz en una entrevista, él decidió no aceptar la invitación (véase “La Noche Está Uva Tilo Paíz”, 00: 20: 14-00: 23: 59).[20]

A esas alturas, el rock ya formaba parte de la cultura salvadoreña y muchos se identificaban con ese género. La popularidad de esta música se puede apreciar, por ejemplo, en la novela A-B Sudario (2003) de la escritora salvadoreña Jacinta Escudos, donde se hace referencia directa a varios grupos y músicos de rock, tanto británicos como estadounidenses.[21]

Es notable que aquí, como en otras ficciones, las referencias al rock aparecen relacionadas con el consumo de drogas por parte de los personajes.[22]

En una ocasión, la protagonista de la novela, Cayetana, le propone por ejemplo a un amigo: “nos fumamos un cigarrillo de marihuana y nos vamos al parque Balboa a escuchar un cassette que tengo de Derek & The Dominos” (Escudos 139).[23]

Y en otra secuencia se describe cómo alguien está consumiendo cocaína, mientras escucha la canción “The End” de The Doors (véase Escudos 89).

Los personajes hablan asimismo de Woodstock y de algunos de los artistas que participaron en dicho festival. En ocasiones, los músicos son modelos para los personajes, por lo que tienen la función de caracterizarlos. Por ejemplo, Cayetana dice que su héroe es la trompetista de la banda Sly and the Family Stone, pues es la primera trompetista que ha visto.[24]

La música se relaciona de esta forma con su pensamiento feminista y contribuye a conformar su personalidad. Como apuntan Pacini et al. (9): “The rock revolution thus offered new possibilities for women to manifest their rebellion against parental and social ideologies that kept women subservient to male dominance”.

Finalmente, los amigos de Cayetana escuchan “Soul Sacrifice” de Carlos Santana y Cayetana dice expresamente que Woodstock es su música favorita (véase Escudos 169).

Los personajes de la novela muestran entonces con claridad que han interiorizado la cultura del rock, que por lo tanto forma parte de su identidad. Como señala Gilberto Giménez (véase 12), se trata de la autoasignación de atributos culturales, por medio de la cual los sujetos definen su diferencia de otros sujetos. Al hablar sobre los grupos de rock que admiran, y recordar juntos la clásica película de rock que han visto, mantienen viva esa cultura mediante la memoria, que es un “componente fundamental de la cultura en cuanto representación socialmente compartida de un pasado” (Giménez 8).

Cabe añadir que el reconocimiento de la juventud roquera también resalta por la crítica o por el señalamiento singular que se le otorga en la literatura centroamericana. Siempre en el terreno de la ficción, en una novela del guatemalteco Javier Payeras, podemos apreciar, por ejemplo, cómo el narrador describe a una muchacha aficionada al rock: “Yo le dije que no era rockero y que […] me valía verga Soda Stereo, Pearl Jam o cualquier banda de peludos imbéciles del mundo” (57).

No deja de ser irónico que el narrador critique el rock, sin causa aparente, al tiempo que presenta un catálogo de música rock. Más bien parece ser un conocedor o, por lo menos, una persona que acostumbra escuchar ese tipo de música. No obstante, la centralidad que ocupa la música en la descripción de los personajes de las distintas obras de ficción, analizadas hasta aquí, engloba la presencia del rock en el día a día de la juventud salvadoreña –y centroamericana– en los años sesenta y setenta.

Las Buenas Épocas

El período comprendido entre mediados de los años sesenta y comienzos de los años setenta del siglo XX es conocido por muchos salvadoreños, sobre todo los que vivieron su juventud en zonas urbanas en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, como las “Buenas Épocas” de la música salvadoreña.[25]

Contrario a lo que muchas personas podrían pensar, por ser El Salvador un país tropical, en dicho período el género musical que predominó en el país no fue la música tropical sino el rock. Inspirados primero por el rock & roll y luego por el rock se formaron entonces muchos grupos locales, de los cuales algunos ahora son considerados clásicos.[26]

Los primeros grupos de rock que se fundaron estaban inspirados sobre todo en The Beatles y, tal como lo atestiguan artistas prominentes de este poco estudiado momento histórico de la cultura salvadoreña, en esa época casi en cada colonia o barrio había algún grupo de rock (véanse “El Monseñor del Rock. Parte 1”, 00: 11: 53-00: 12: 05; “Historia de la música de El Salvador”, 00: 26: 27-00: 27: 26).

Si bien también había orquestas populares que tocaban música tropical bailable, lo que predominaba en el gusto de los jóvenes urbanos era el rock, tanto en inglés como en español.[27]

Según Alirio Guerra, vocalista de Los Junior’s de Santa Tecla: “Aquí si el grupo de rock tocaba una cumbia era pecado. Mejor que se saliera. Que guardara sus instrumentos” (s.p.).

Varios grupos salvadoreños y guatemaltecos dieron el importante paso de grabar su música gracias a la iniciativa y el entusiasmo del anteriormente mencionado Willie Maldonado. En 1965, cuando apenas tenía 22 años de edad y era locutor de radio en Guatemala, Maldonado produjo su primer disco de larga duración, la recopilación titulada Aquí estamos!!! (Armónicas de Oro et al.), donde participaron varios artistas guatemaltecos y tuvieron cabida diferentes géneros musicales. Tres grupos se destacan en especial en ese disco por sus interpretaciones basadas en guitarra eléctrica: Los Reyes del Ritmo, Los Beatniks y Los Yakis. También es digno de mencionar el cover del tema rockabilly “Oh, Pretty Woman” de Roy Orbison, interpretado por Los Traviesos poco tiempo después del lanzamiento de la versión original.[28]

El siguiente año fue especialmente importante para el rock salvadoreño. En 1966 Willie Maldonado participó en la fundación de la emisora de radio juvenil La Femenina, junto con Leonardo Heredia y Tito Carías, y comenzó también su carrera como presentador de televisión en El Salvador. En el Canal 4 de televisión tuvo a su cargo la sección Sábados de Nueva Ola, como parte del programa musical Ritmo, sabor y fantasía, en la cual se presentaron muchos grupos juveniles locales (véase Maldonado, “Así se llamó”).

En ese mismo año, Maldonado y Heredia fundaron la Central de Grabaciones, empresa con la que se dedicaron de inmediato a la producción de discos.

En 1966 apareció en El Salvador el segundo disco de larga duración producido por Willie Maldonado: Aquí estamos!!! Vol. 2 (Alberto y César et al.), que es una recopilación parecida a la anterior, solo que esta vez con artistas guatemaltecos y salvadoreños. La serie continuó luego con Aquí estamos!!! Vol. 3; Lo máximo! (Comets et al.); y Lo máximo!!! Vol. 4 (Apple Pie et al.); discos editados en 1969 y 1970 respectivamente, en los que la mayoría de grupos participantes son salvadoreños. En esta serie de recopilaciones producidas por Willie Maldonado, en un periodo de cinco años, se puede apreciar que el rock iba ganando terreno en la escena musical salvadoreña.

En el primer disco de la serie, producido en 1965, ya hay grupos que basan su música enteramente en la guitarra eléctrica. El segundo disco, editado en 1966 y tan ecléctico como el primero, contiene versiones en español de conocidas canciones de rock y rock & roll, como “Li’l Red Riding Hood” de Sam the Sham and the Pharaohs y “Susie Q” de Dale Hawkins, ambas interpretadas por el grupo TNT.[29] En el volumen 3 (1969) encontramos a varios artistas pioneros del rock salvadoreño cuyas canciones aún son populares en El Salvador, como Los Kiriaps, The Lovers y Los Intocables.

No obstante, hay que señalar que solamente Los Kiriaps participan con temas originales, que son “Incomprensión” y “Tu deber”. En la cuarta recopilación, editada en 1970, los temas originales son “Ama”, también de Los Kiriaps, y “Piensa positivo”, de Los Beats.

El último disco de esta serie de recopilaciones producidas por Willlie Maldonado resulta especialmente interesante porque en dicho disco pueden verse algunas de las posibles direcciones que el rock regional podía tomar en la siguiente década. Una de ellas era el rock pesado, representado aquí por una versión en español de “Real Fright” del grupo de rock psicodélico Iron Butterfly, a cargo de Los Intocables, y un cover de “Call Yourself a Man” de Grand Funk Railroad, interpretado por el grupo guatemalteco Apple Pie.[30]

Otro sendero claro para la música nacional era el rock latino, explorado en el mencionado disco por The Lovers con dos convincentes piezas. La primera es un cover de “The Ghetto” de Donny Hathaway, con un tempo un poco más rápido y rebautizado “Te quiero yo”. Y la segunda es una versión del boogaloo “Mira como es” de Eddie Cano, un tema que pertenece al género jazz latino, originalmente basado en acordes y solos de piano (Eddie Cano and His Quintet).[31]

Al añadir solos de órgano, guitarra eléctrica y timbales, The Lovers acercan la pieza a la música de Carlos Santana.[32]

The Lovers lanzaron también un tema en 1969 que se volvió como un himno para los jóvenes salvadoreños de la época, y que aún hoy en día es muy popular: “Camino de hormigas” (The Lovers). La letra es un breve poema que habla de la ausencia de la persona amada y la esperanza de volver a verla: “Pienso que lejos y cerca de mí puedo tenerte con solo pensar/ Sé que tú me aguardarás, que no me olvidarás”.[33]

Y el verso “No sé si al amanecer volveré a respirar” parece expresar el sentimiento de alguno de los jóvenes que en 1969 tuvieron que participar en la guerra contra Honduras, o las reflexiones de alguno de los tantos jóvenes que en los años posteriores se incorporarían a la guerrilla.[34]

En esta misma línea temática, la primera novela del escritor salvadoreño Miguel Huezo Mixco, quien es más conocido como poeta, trata sobre la guerrilla y se titula precisamente Camino de hormigas (2014). El título alude al tema de la canción de The Lovers –la ausencia de la persona amada–, como también a las columnas guerrilleras.

Según Juan Ramón Crespo, cantante de The Lovers y autor de la letra de “Camino de hormigas”, las disqueras de entonces preferían que los grupos grabaran covers de canciones conocidas y no composiciones originales (véase “Entrevista con Juan Ramon Crespo parte 1”, 00: 01: 05-00: 01: 16).

No obstante, su balada fue grabada y actualmente forma parte del patrimonio musical del país.

Otro tema original de las Buenas Épocas que vale la pena destacar es “Sólo te vi”, una canción emblemática de Los Mustangs, donde el órgano tiene reminiscencias de The Doors.[35]

En cuanto a los covers en general, cabe recordar que en esa época era común grabar versiones de canciones exitosas. Eso mismo hacían artistas conocidos internacionalmente, tales como The Beatles y Creedence Clearwater Revival, dos agrupaciones que a su vez sirvieron de inspiración a grupos salvadoreños.[36]

En 1969, Los Beats grabaron, por ejemplo, una versión en español de “Don’t let me down” de The Beatles (Los Beats, “Porque llorar”) y una versión en español de “Proud Mary” de Creedence Clearwater Revival (Los Beats, “María la orgullosa”). Se trata de dos de los temas más conocidos y apreciados de las Buenas Épocas.[37]

Además de constituir un tributo a las canciones originales, las versiones de los grupos locales añadían muchas veces una dimensión poética al dotar a esas conocidas melodías de letras en español. Cabe señalar que algunas de estas letras se diferenciaban totalmente de las originales:

Left a good job in the city            Todo el que la mira la sigue Workin’ for The Man every night and day Todos le quisieran dar su amor                                                                                                          And I never lost one minute of sleepin’ Pero nadie sabe cómo conquistarla                                                                                             Worryin’ ‘bout the way things might have been Pues ella no quiere a nadie amar                                                                                               (“Proud Mary”)                             (“María la orgullosa”)

Como puede observarse, la versión de Los Beats no trata de alguien que viaja en un bote llamado Proud Mary tras haber dejado su trabajo y la ciudad, tema de la canción interpretada por Creedence Clearwater Revival. La versión de los Beats trata de una muchacha guapa y presumiblemente “orgullosa”, cuyo nombre es María. El grupo interpreta el adjetivo “proud” (“orgullosa”) como sinónimo de “vanidosa” y a partir de ahí crea una letra completamente nueva, que encaja a la perfección en la composición musical de John Fogerty.[38]

El cover funciona como una adaptación de la canción original, no como una réplica, como afirma Michael Rings: “the covering artist is expected to depart to at least some degree from the earlier version; in fact, most musicians treat the practice of covering as an opportunity to offer their own unique spin on previously recorded material” (Rings 56).

Según Luis López, vocalista de Los Supersónicos, las primeras agrupaciones de rock & roll que se dieron a conocer en El Salvador, a comienzos de los años sesenta, fueron Los Supertwister, Los Satélites del Twist y Los Holly Boys (véase “El Monseñor del Rock. Parte 1”, 00: 01: 54-00: 02: 20).[39]

Por su parte, Los Supersónicos fueron muy populares en la segunda mitad de los años sesenta, por lo que también se consideran pioneros del rock nacional: “Cuando tenía quince años, empezó la revolución de las guitarras eléctricas, antes sólo conocíamos y estábamos acostumbrados a las acústicas” (“El rock surgió de la protesta social” s.p.).

Los Supersónicos grabaron dos discos de larga duración, y en el segundo de ellos, la mayoría de los temas son composiciones originales del guitarrista Francisco “Paco” Morales y el baterista Mario Maida (Los Supersónicos).[40]

Otros grupos igualmente importantes de los años sesenta fueron Los Intocables, Los Mustangs, Los Beats, Los Vikings, The Lovers, Los Kiriaps y otras reconocidas bandas que se especializaron en los géneros pop y rock.[41] Cabe recordar que la popularidad de la que gozaban todos estos grupos provenía en gran parte de sus actuaciones en vivo. Con respecto a esto, es imperativo destacar la labor del locutor y productor Tito Carías, quien solía organizar competencias y festivales en los que los grupos juveniles tenían la oportunidad de mostrar su talento (véase “El Monseñor del Rock. Parte 1”, 00: 01: 28-00: 01: 58).

Refiriéndose en general a la Época de Oro de la música salvadoreña, también conocida como las Buenas Épocas, Luis López afirma que se trató de todo un movimiento. Las canciones de los grupos nacionales sonaban en la radio, el público las pedía, había festivales, abundaban los grupos y se grababan discos.

Por ello concluye que: “Un movimiento musical tan atractivo como el que hubo en los años sesenta, no lo ha vuelto a haber” (“El Monseñor del Rock. Parte 1”, 00: 12: 05-00: 13: 24).

Varios grupos grabaron incluso música original, a pesar del poco entusiasmo mostrado por las disqueras en ese respecto, lo cual es un gran logro. Esto se puede comparar, por ejemplo, con la situación del rock en Costa Rica en los años sesenta: “Esta escena era incipiente, y se basaba en la imitación vía covers de grupos estadounidenses o británicos, y se prioriza en el perfeccionamiento de la interpretación. Sin embargo no existe una apuesta propia” (Carballo Villagra 48).

El grupo más innovador de las Buenas Épocas de la música salvadoreña fue Los Kiriaps, que participa en dos de los discos de la mencionada serie de recopilaciones producidas por Willie Maldonado.[42]

Los Kiriaps incursionaron en el rock psicodélico y el rock progresivo, precisamente en el momento en que el primero de estos géneros daba paso al segundo.[43] El grupo grabó ocho composiciones propias, entre las que destacan “Incomprensión” (1966) y “El Viaje” (1969).[44]

En estas canciones son notables los efectos de sonido, los largos pasajes instrumentales y los radicales cambios de tiempo, típicos de este tipo de rock experimental que por la misma época haría famosos a grupos británicos como Pink Floyd, King Crimson o Yes.[45]

Grupos del denominado rock progresivo, los Kiriaps apelaron a éste género como una búsqueda de autenticidad, lo cual se tradujo en una música muy elaborada. En este sentido, Eduardo García Salueña postula que el rock progresivo en América Latina se vertebró mediante la conjunción de que la complejidad de las composiciones podrían establecer un sonido auténtico del rock en el continente : “Complexity (concerning composing) and virtuosity (concerning performance) are two goals which the artists emphasize when describing progressive rock” (García Salueña 50).

En “El Viaje” (Kiriaps), el narrador describe una experiencia psicodélica:

“El fuego consume mi alma/ Mi mente se empaña y crece/ Siento que el mundo se inflama”. Y cuando el éxtasis lo lleva a expresar que “quisiera volar”, sus palabras son hábilmente enfatizadas con un prolongado efecto de reverberación de sonido, con lo cual se sugiere que efectivamente ha logrado levitar. En ese estado, ve que “El cielo se estrella en pedazos/ de muchos y raros colores”. No obstante, al final de la canción advierte que “Si quieres escapar, nunca podrás/ pues al viajar retornarás”. El viaje es entonces nada más una ilusión, tal vez ocasionada por las drogas o la meditación, que dista de ser la realidad. No hay que olvidar que el contexto social y político en que se dio el fenómeno cultural de las Buenas Épocas, irónicamente, está caracterizado por la desigualdad social imperante en el país y el continuo ejercicio del poder por parte de la dictadura militar.[46]

Se puede sostener que la música de las Buenas Épocas tiene un valor simbólico para muchos salvadoreños, pues, como señala el sociólogo Jaime Hormigos (94), “la música se vuelve simbólica para un grupo de individuos y transmite identidad, cuando aparecen canciones o melodías que poseen un valor representativo para un grupo humano en un contexto y tiempo determinado”.

El rock acústico y el rock latino

En los años setenta la música salvadoreña experimentó varios cambios sustanciales. Por un lado, el rock latino se hizo muy popular entre las bandas locales, con referentes foráneos como Santana, El Chicano, Malo, Sapo y Barrabás.

Por otro lado, la llamada “música de protesta” comenzó también a captar la atención de muchos jóvenes, que armados de guitarras acústicas y letras con temas sociales, se dedicaron a explorar dicho género.

En 1971, Willie Maldonado reunió a varios músicos y produjo Unidad (Banda del Sol et al.), un disco de larga duración que es considerado el mejor disco que se ha hecho en El Salvador.[47] Una de las virtudes de esta recopilación es que ahí se encuentran las tres únicas canciones que la mítica Banda del Sol llegó a grabar.[48] La propuesta de ese grupo era en alto grado novedosa, puesto que en su trabajo se juntaba la filosofía hippie y el tema social. Su famosa pieza “El planeta de los cerdos” es probablemente la primera canción de protesta de El Salvador:

Estamos dominados

por los cerdos disfrazados

con armas y garrotes

para poder asustar

izquier, dos, tres, cuatro

izquier, dos, tres, cuatro

Esta canción rechaza de plano la oblicuidad y no deja mucho espacio a la interpretación, pues resulta imposible no asociar con los militares a esos cerdos armados que avanzan marchando en formación. De hecho, al verlo en retrospectiva, cualquiera se podría preguntar cómo fue que el disco pasó la censura de los gobernantes en turno. La música es interpretada con guitarra acústica, con un punteo casi de canción para niños, que va muy bien con la historia de esos “cerditos”. Asimismo, hay un claro mensaje dirigido al ciudadano común:

No son cerditos simples

hasta saben pensar

saben que no conviene

que el hombre vaya a despertar

y así nos dan estadios

les gusta vernos jugar

Tras haber señalado al deporte de masas, probablemente el fútbol, como el opio del pueblo –dos años después de la mal llamada “Guerra del fútbol” entre El Salvador y Honduras–, la canción pone en un contexto internacional la situación y afirma que esos cínicos opresores “por los cerdos rubios se dejan impresionar”. Pero a la Banda del Sol no le basta con mostrar con claridad el problema. Al final se declara abiertamente que “el hombre está cansado/ de jugar al ratón/ estamos despertando/ juntos tenemos que estar”.

No se puede dejar de mencionar que el compositor de esta clásica canción contestataria, Carlos “Tamba” Aragón, se incorporó luego a la guerrilla y, como “comandante Sebastián”, murió en 1981 combatiendo contra las fuerzas del régimen (véase Sorto s.p.).[49]

Si bien “El planeta de los cerdos” es una canción de protesta, no se puede decir que pertenezca al género de música folclórica que venían cultivando autores de la llamada “Nueva canción latinoamericana”, como Víctor Jara o Mercedes Sosa. La Banda del Sol fue más bien un grupo de rock acústico y su música se asemeja en momentos a la de Bob Dylan o Crosby, Stills, Nash & Young.[50]

En ese sentido, la recopilación Unidad es un disco de rock, sumamente importante para la historia de la música salvadoreña en general y para la historia del rock nacional en particular.

En el disco participa además Jorge Delgadillo, quien con dos temas originales da muestra de ser una de las grandes promesas del rock de esa época.[51]

Desafortunadamente, Delgadillo desapareció pronto de la escena musical del país.[52] Otro aspecto interesante de la recopilación es que aquí están presentes tanto Los Kiriaps como Fiebre Amarilla. Se trata en realidad de los mismos músicos, pues los integrantes de la experimental banda roquera, a iniciativa del productor Willie Maldonado, habían decidido desintegrarse y formar un nuevo grupo que fue bautizado Fiebre Amarilla.[53]

Según Maldonado, la idea era trabajar de forma más profesional, lo cual implicaba también volverse más comercial. En palabras del productor musical (“Fiebre Amarilla” s.p.): “el descuido del aspecto económico y los lineamientos del orden empresarial, llevó a muchos grupos juveniles a la quiebra. Uno de ellos –que llegó a ser de los mejores de Centroamérica en la música ‘underground’– fue Los Kiriaps”.

Fiebre Amarilla se convirtió de inmediato en el abanderado de la última etapa de las Buenas Épocas.[54] El género que escogieron fue el rock latino, que como se ha mencionado, se había vuelto muy popular en el país.[55] Asimismo, grabaron baladas románticas y música tropical, tanto covers como composiciones originales. Uno de sus temas clásicos de rock es la pieza instrumental “Bongoes para mi guitarra” (1974), interpretada por el experimentado guitarrista German Mangandy, quien en esta composición muestra una técnica similar a la de Carlos Santana.

Por su parte, una de las canciones favoritas del público –por optimista, bailable e incluso nacionalista– es “Yo soy guanaco” (1972).[56]

Aparte de los exintegrantes de Los Kiriaps, un miembro muy importante de la primera versión de Fiebre Amarilla fue el bajista y vocalista Jorge Rivera, quien había participado ya con dos composiciones propias de rock en el disco Unidad y siguió componiendo canciones en diferentes géneros para el grupo.[57]

La música es sin duda un elemento central en la construcción de la identidad, tanto “a nivel colectivo, de construcción de identidad nacional o subgrupal, como a nivel personal” (Carballo Villagra 39). En ese sentido, se puede sostener que muchas de las canciones de Fiebre Amarilla forman parte del bagaje cultural de los salvadoreños y, por lo tanto, de su identidad.[58]

En la novela Caperucita en la zona roja (1977) de Manlio Argueta queda esto de manifiesto a través de un guiño al lector modelo.[59] En una escena se describe cómo una manifestación popular es reprimida por las fuerzas gubernamentales en San Salvador y un hombre herido está vomitando sobre un grupo de estudiantes que también han participado en la protesta: “Seguía vomitando sobre unos bichos de uniforme caqui […], los del Instituto Chico –andá bañate– Menéndez” (Argueta 136).[60]

“Chico” es el apodo cariñoso que se usa en El Salvador para referirse al nombre Francisco. Por su parte, el añadido “andá bañate”, junto con Chico, refiere a una de las canciones originales de Fiebre Amarilla: “Chico: ¡andá bañate!”

En 1981, Fiebre Amarilla grabó el álbum Yellow Fever, incursionando en diversos géneros con temas en español y en inglés, en un claro intento por ampliar su público. Aunque el disco contiene varias composiciones originales, la canción que tuvo más éxito fue sin duda el cover de la salsa de Larry Harlow “La cartera”.

En cuanto al rock, es importante mencionar los solos de guitarra que se escuchan en varios de los temas, entre ellos una versión instrumental de “I Gotta Feeling” de The Beatles, y el rock & roll de German Mangandy “You’ll Belong to Me”, con el que cierra el disco. A partir de ahí, Fiebre Amarilla se apartó del género rock y se dedicó cada vez más a la música tropical y a una suerte de pop en español.

Una de las bandas que se distinguió por interpretar temas exigentes de rock a mediados de los años setenta fue Macho. En 1973, Macho grabó “Bedilia”, uno de los temas más populares de las Buenas Épocas, que ha quedado como testimonio de la calidad y el potencial roquero que tenía el grupo. Esta breve canción tiene reminiscencias tanto de Deep Purple como de Santana e incluso jazz fusión. Comienza con una melodía lenta de órgano, a la cual se suma la voz; pero luego hay un cambio de tempo y se da paso a una segunda parte, constituida solamente por unísonos de guitarra y teclados.

Más tarde el vocalista Tony Delgado se unió al grupo, después de haber pertenecido a Los Kiriaps y Fiebre Amarilla. No hay duda de que el repertorio que manejaban entonces era sofisticado: “Emulábamos exactamente a ‘Yes’, ‘Emerson, Lake & Palmer’, ‘Génesis’, ‘Pink Floyd’” (Delgado s.p.), lo cual es confirmado por Alirio Guerra (s.p.), vocalista de Los Junior’s de Santa Tecla:

“Un grupo que se conformó por grandes músicos y decidieron tocar lo más difícil del rock […]. Fue uno de los mejores grupos de rock pero el mercado no los aceptó”. Desafortunadamente para el rock nacional, Macho cambió pronto de miembros y tomó una dirección que podría considerarse más comercial.

Por esos años surgieron otras bandas que, como Fiebre Amarilla, también exploraron el rock latino, o bien se dedicaron de lleno a la música tropical bailable. Se puede decir que es aquí donde terminan las llamadas Buenas Épocas, o la Época de Oro, de la música salvadoreña. Esto quedó de manifiesto cuando se empezó a ver con nostalgia lo que se había producido anteriormente y se editaron recopilaciones.

En 1974, el sello Pícaro lanzó Los grandes hits. Vol. 1 (Bajo de agua et al.), y en 1976, Dicesa publicó Buenas Épocas (véase Los apaches et al.). No es que a partir de ese momento se dejara de producir música en el país, sino que el rock nacional fue perdiendo fuerza.[61]

Según Alirio Guerra, romper la división que había existido entre las orquestas y los grupos de rock le causó un gran daño en materia cultural al país:

“La música en El Salvador se empezó a degenerar cuando salieron unos grupos, aparentemente juveniles, a estar tocando cumbia […]. La cosa se puso fea cuando los grupos de rock empezaron a imitar a las orquestas” (s.p.). Con palabras similares se expresa Tony Delgado, al responder a la pregunta de si el rock le ha causado alguna desilusión: “No el rock en sí, sino los que han querido ser rockeros y no han podido serlo de corazón porque han tenido que tocar cumbia, salsa y merengue para poder sobrevivir” (s.p.).

En todo caso, los éxitos de aquella Buena Época identificada por las generaciones de primeros rockeros documentados en este trabajo forman parte ahora de la memoria colectiva como música nacional de muchos salvadoreños alrededor del mundo. La diáspora salvadoreña enuncia el postulado de la memoria y la identidad atada a una música nacional. En concordancia con Hormigos,

“Las canciones y melodías que llevamos dentro de nuestro equipaje cultural implican determinadas ideas, significaciones, valores y funciones que relacionan íntimamente a los sonidos con el tejido cultural que los produce” (Hormigos 92).

Como lo señala el organizador de un concierto en California en 2011, que reunió a un puñado de estrellas de las Buenas Épocas varias décadas después de su apogeo: “I didn’t live that era, but I grew up with those songs playing on the radio” (“Salvadoran pop heroes will relive Buenas Epocas”).

El rock y la revolución

Al llegar la década de los ochenta la música salvadoreña se había alejado bastante del rock. Como indicador se pueden mencionar los dos discos de larga duración que Willie Maldonado produjo bajo el concepto de “ensalada”.[62]

En 1979 fue editado Fiebre Amarilla y sus amigos – Súper Ensalada y en 1980 fue el turno de Vía Láctea y sus amigos – Súper Ensalada II.[63] Estos discos son aún más eclécticos que los que había producido en la serie de recopilaciones entre los años 1965-1970 y en ellos participan artistas invitados que se dedican a diversos géneros. El rock está solamente representado por covers, que se mezclan con rancheras y todo tipo de música.

Las estaciones radiales emitían sobre todo pop, presentando los éxitos de los artistas anglosajones del momento, o bien se habían especializado en géneros como música romántica en español, música instrumental o rancheras (véase Rivas 219).

En cuanto al contexto social, hay que recordar que en los años setenta y ochenta la lucha de clases en Centroamérica había llegado a un punto álgido, como en otras regiones de Latinoamérica.[64]

Y una parte importante de esa lucha se llevaba a cabo en el terreno cultural. Los sectores progresistas y los grupos contestatarios latinoamericanos tenían, por así decirlo, su propia música, que en general llegó a conocerse como “música de protesta” o “nueva canción”.

En El Salvador, la oferta de música popular creció de forma radical con la programación de Radio YSAX “La Voz Panamericana”, que era la radio del Arzobispado de San Salvador, donde a veces podía escucharse música de protesta.[65]

En la YSAX había espacio para grupos como Los Guaraguao, de Venezuela, cuya canción “Casas de cartón” se constituyó en un verdadero himno de la izquierda salvadoreña.[66] Esta balada de cuatro acordes hablaba con claridad de la miseria de los niños en las zonas marginales, que era una realidad palpable, no solo en Venezuela. Fue una canción que creó conciencia, como lo atestiguan muchos exguerrilleros en sus testimonios (véase Romero 2005).[67]

Otros artistas similares que se volvieron muy conocidos fueron los hermanos nicaragüenses Carlos Mejía Godoy y Luis Enrique Mejía Godoy.[68] El gobierno militar trató obviamente de censurar este tipo de música en todas las radios, pero como lo apunta Kaitlin E. Thomas (s.p.): “The Church escaped total prohibition by owning a private radio station, YSAX, giving them liberty to disregard the ban and play popular protest music on a constant rotation”.

Cabe señalar que quien escuchaba o cantaba música de protesta corría el riesgo de ser detenido por las fuerzas de seguridad o incluso sufrir represalias de forma extrajudicial.[69] En la novela Caperucita en la zona roja de Manlio Argueta se hace referencia a esta situación, cuando se menciona a un personaje que espía a un grupo de opositores al régimen. El hombre reporta a la policía que él en una ocasión les había preguntado, cuando ellos estaban en una cervecería, si no era peligroso lo que estaban cantando, a lo cual ellos habían respondido “que les valía verga” (Argueta 60).

Obviamente, estos jóvenes están tan borrachos que no respetan sus propias normas de seguridad. No sorprende que más adelante sean víctimas de la represión.

En un artículo periodístico reciente, Mario González relata cómo en 1980 los militares incluso catearon las ventas de discos para decomisar la música que consideraban “subversiva”. Según el autor, también decomisaron música del salsero Rubén Blades que cuestionaba “al sistema y a la juventud superficial y alienada de entonces” (González s.p.).

Algunos músicos salvadoreños formaron grupos que se dedicaron de lleno a la música de protesta y se volvieron directamente portavoces de la revolución en los años ochenta, como Yolocamba I Ta y Banda Tepeuani. Estas agrupaciones tenían los elementos folclóricos característicos del género: letras contestatarias, guitarra acústica, flauta, quena, charango, bombo, marimba, etc.[70]

Sin embargo, su público era muy específico y la distribución de sus discos se dio sobre todo en el exterior. Con todo, hubo un grupo folclórico que sí pudo dirigirse abiertamente a la población salvadoreña, e incluso gozó de difusión en la radio y la televisión. Fue el grupo Simiente, con su exitoso álbum Indoamérika, publicado en 1980.[71]

Para la historia del rock salvadoreño, Indoamérika es muy importante, porque no solo es folclórico, sino que también tiene claros elementos de rock progresivo.[72]

En el disco hay varios temas instrumentales, donde los cambios de tempo son notables, por ejemplo, “Germinación solar del aguador ‘Indoamérika’”, una composición bastante experimental de 13 minutos de duración. Además, a lo largo del disco la música folclórica se mezcla constantemente con la clásica y otros géneros, por lo que los instrumentos folclóricos se combinan con piano, bajo eléctrico, batería, violín y otros instrumentos.[73]

Mientras unos pasajes musicales nos conducen a los Andes o al pasado indígena local, otros nos recuerdan a grupos de rock como Electric Light Orchestra o Kansas. Nelson Huezo, compositor y líder del grupo, corrobora esta opinión (en Leiva s.p.):

Me encantaban por ejemplo grupos como: The Moody Blues, Yes, Queen. Y estos grupos influyeron mucho en lo que yo quise hacer en mi vida, y cuando todo esto pasaba yo también conocía de la música andina. Entonces en mi mente se empezó a crear algo como una diversidad de gustos que a la larga los puse como en una licuadora y empecé a fusionar estilos nuestros con estilos internacionales sinfónicos, de rock, de rock progresivo, folklore nacional e internacional y esto se vino a convertir a la larga en la música de Simiente.[74]

Indoamérika es además un álbum conceptual, como muchos discos del género rock progresivo, con temas y melodías que se repiten. Por su parte, las letras son poéticas y filosóficas, con reflexiones sobre la vida, el pasado precolombino y la libertad. No parece que se inspiren en la realidad sociopolítica del momento.

La pieza que le da nombre al álbum, “Indoamérika”, es por ejemplo una visión “sobre la herencia indígena del continente, pero mezclada con una postura filosófica oriental” (Serrato Ávalos 85). No obstante, en “Hombre de tierra y mar”, se desliza una canción con tendencia de protesta, aunque enfatizando más bien el aspecto moral: “Luego pienso en fulanos de tal/ luchan por sobresalir/ y que quieren a otros aplastar/ no les gusta compartir”.

Como se dijo, la música de protesta, con un claro mensaje social y relativamente fácil de interpretar con la voz y una guitarra acústica, había ganado para entonces mucha popularidad en Latinoamérica. Los sectores de izquierda hicieron pronto una clara división con respecto a la música popular en general.

Por un lado estaba lo auténtico, lo consciente, lo revolucionario, la música de protesta, que obviamente se emitió desde el comienzo en las radios guerrilleras salvadoreñas Radio Venceremos y Radio Farabundo Martí.[75] Por otro lado estaba la alienación, representada prácticamente por toda la música en inglés, la lengua del imperialismo.[76]

El filósofo argentino-mexicano Enrique Dussel hacía una distinción entre la “alienante y unidimensional” cultura de masas, cuyo “centro” está afuera (146), y la cultura popular, que sería “el momento más auténtico de la cultura nacional”. Con esto último se refería a creaciones del arte popular, “en especial la música que expresa rítmica y habladamente la historia, los sufrimientos y las gestas del pueblo; es una lengua propia […]; es un folklore, pero no sólo folklore” (153).[77]

Se trata de un antiguo debate sobre la identidad cultural, que a partir de los años setenta había tomado un nuevo giro:

El debate cultural se define más bien entre las posiciones “internacionalistas de carácter popular” (o proletario) y las posiciones (oficiales) “nacionalistas de carácter burgués pro imperialistas”. Por encima de todo, este tipo de debate se ve determinado por el enfrentamiento entre este y oeste. (Huezo Mixco, “El Salvador y la construcción” 10)

La preferencia por un tipo de música y el rechazo de la otra tenía desde luego una finalidad. En palabras de Pacini: “In contrast to commercialized music, which was viewed as stupefying and alienating, ‘authentic’ popular music had an intrinsic didactic intent: to raise social and political awareness” (Pacini Hernandez et al. 10).

A su vez, como señala Castañeda Maldonado con respecto a la situación del rock en esa época en la vecina Guatemala, que era prácticamente la misma que en El Salvador: “La canción protesta comenzaría a ser parte de esas expresiones que tampoco toleraban al rock por considerarlo una música burguesa, imperialista, o carente de un objetivo concreto en la búsqueda de las transformaciones sociales” (Castañeda Maldonado 75).

En la Nicaragua revolucionaria, por su parte, la escena musical estaba dominada por trovadores identificados con las luchas sociales impulsadas por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), con autores como Luis Enrique Mejía Godoy, que anteriormente había pertenecido a un grupo que interpretaba música de The Beatles, Santana y The Doors (véase Barinova 29).[78]

A pesar de que la música rock era considerada alienación por ciertos sectores de izquierda, muchas personas independientemente de su ideología o simpatías políticas la escuchaban.[79] En el libro Las mil y una historia de Radio Venceremos (de López Vigil) se pueden encontrar anécdotas de algunas de las personas que colaboraron en esa estratégica emisora guerrillera salvadoreña.

Cuando la radio se montó en las montañas de Morazán, contaban solamente con un casete de música, con canciones del grupo chileno Quilapayún (véase López Vigil 52).[80] Al final del libro, un locutor relata lo problemático que fue tiempo después introducir otro tipo de música. En contra de la opinión de Santiago, el legendario director de Radio Venceremos, algunos locutores empezaron a poner música en inglés.[81] No obstante, llegaron protestas por escrito: “Gente que pedía mi cabeza. Tanto fue el hostigue que me daba miedo salir del campamento” (López Vigil 517).

Al final, explicaron la disputa por la radio y decidieron que cada uno de los miembros del equipo tendría un espacio musical de diez minutos. Fue así que, además de la tradicional música latinoamericana de protesta, empezaron a poner cumbia, salsa y rock.

La popularidad del rock en sectores izquierdistas centroamericanos aparece también representada en la literatura de ficción, por ejemplo, en el cuento “Percance”, del escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya. La historia trata de una pareja que está intentando hacer el amor. Eloísa es exmilitante de una organización izquierdista hondureña y Juan Ramón parece tener vinculación con las organizaciones izquierdistas clandestinas de El Salvador.

A pesar de sentirse excitado, Juan Ramón no puede lograr una segunda erección. Mientras hablan de sexo y política, escuchan un casete con la canción “Close to the Edge” del grupo británico Yes. “Close to the Edge” es uno de los temas clásicos del rock progresivo, con una duración de 18 minutos.

Ese tiempo es también lo que dura la conversación que sostiene la pareja desnuda en la cama, desde cuando ella, después del malogrado intento de coito, le da vuelta al casete y pone la música, hasta cuando al final, después de otro fallido intento: “Se empinó su vodka […]. Oyó los gorjeos crepusculares de la pieza. Creyó que tenía sueño” (Castellanos Moya 87).

La canción sirve como un comentario irónico de la situación que se recrea en el cuento, pues ellos están cerca de realizar el acto sexual, y cerca quizá también de que los descubra el marido de Eloísa. Por otro lado, la música caracteriza a los personajes, pues los presenta a ambos como aficionados a este “sofisticado” tipo de música.[82]

En contraste con el debate en Radio Venceremos mencionado arriba, su ideología explícitamente de izquierda, no impide que el rock sea parte de su identidad.

En un comunicado de 1989, el entonces dirigente del FMLN Joaquín Villalobos expresó con respecto al tema:

Las generaciones revolucionarias de América han crecido bajo la influencia del rock, Hollywood, la salsa […]. No se puede ni debe ideologizar las influencias culturales, eso sería dogmatismo y un pensamiento sumamente atrasado que no interpretaría correctamente el sentimiento de nuestro pueblo. (en López Vigil 519).

Según se afirma en Las mil y una historia de Radio Venceremos, al comandante Atilio, seudónimo de Joaquín Villalobos, le gustaba mucho escuchar música rock y pop: “escribe sus análisis políticos con un walkman al lado […]. ¡Ay de quien hable mal de John Lennon!” (López Vigil 514).[83]

Por su parte, la comandante Nidia Díaz, seudónimo de María Marta Valladares, relata en su testimonio Nunca estuve sola (1988) el apoyo que encontró en la música durante su cautiverio como prisionera de guerra: “Todos los domingos, desde que tengo la radio, a las 2 de la tarde sintonizo radio Mundo y jazz y rock” (Díaz 180).[84]

El rock de los ochenta

En los años ochenta se consolidó el llamado rock nacional en Latinoamérica, con grupos exitosos como Serú Girán de Argentina y Alux Nahual de Guatemala. El proceso se dio de forma simultánea en los países de la región, pero de diferentes maneras. Pacini Hernandez et. al. señalan en todo caso tres denominadores comunes:

First, rock musicians began using original Spanish or Portuguese lyrics. Second, they began to incorporate local youth slang—reflecting the increasingly diversified class origins of rock musicians and their publics. Third, rock bands began adopting local and national topics into their songs. (15)

Con respecto a la cita anterior, se infiere que los grupos de rock salvadoreños de esa época presentan sobre todo dos de las citadas características: se expresaron con letras originales escritas en español y abordaron temas de la realidad nacional.

Aunque la guerra civil obviamente dificultó todo tipo de expresiones culturales en El Salvador, a comienzos de los años ochenta apareció Crisis, el primer grupo de punk en el país y probablemente en Centroamérica (véase Cortez s.p.).[85]

Esta original banda grabó un par de discos sencillos, pero su radical propuesta –un rock más crudo, rápido y pesado– puede haber resultado un tanto extraña para algunos adeptos al rock de los setenta cuyos referentes eran agrupaciones de rock latino, como Santana, o de rock progresivo, como Yes o Pink Floyd. Según explica el bajista Manuel “Barney” Gutiérrez (en Cortez s.p.):

No había otro grupo como nosotros, por eso casi siempre tocábamos solos, en ocasiones compartimos escenario con grupos como Fiebre Amarilla, pero era un gran contraste el cambio de ritmo”.

Además de punk, la música de Crisis puede catalogarse como heavy metal, con reminiscencias de Black Sabbath, Iron Maiden o Motörhead. Las letras abordaban temas sociales, como por ejemplo en la canción “Ciudad de Piedra”, que trata de las casas y edificios que han sido amurallados debido al conflicto armado, y más aún de “los miedos que esos muros encierran y la prisión en la que se ven encarceladas las familias salvadoreñas que las construyeron sin ser culpables de ningún delito” (Fuentes de Hernández 55).

Como inmerso en una pesadilla, el yo lírico describe cómo va corriendo por calles oscuras y repite obsesivamente “no me alcanzarás” (Crisis, “Ciudad de piedra”). Manuel “Barney” Gutiérrez, autor de la letra, explica el significado:

Es una referencia realmente a ese momento tan malo que vivimos nosotros los jóvenes para esa época. Así es que está enmarcado en eso, en el momento bélico que vivimos. Y con cierta esperanza, pues… porque “no me alcanzarás” … porque tanto de un lado ni de otro lado. O sea, ideológicamente, ninguno era para mí. (“‘Ciudad de piedra’, el canto de resistencia juvenil”, 00: 19: 22-00: 19: 51)

Sin muchos artificios, la canción capta el drama de aquella juventud que no estaba interesada en la violencia política y que de todas formas se vio afectada por la guerra: “Nosotros estábamos viviendo nuestra vida”, señala Gutiérrez, “estábamos viviendo nuestra rebeldía a través del rock” (“‘Ciudad de piedra’, el canto de resistencia juvenil”, 00: 19: 56-00: 20: 03).

Canciones como “Ciudad de piedra” demuestran que este género musical es efectivo para hablar de temas sociales y llegar a la juventud. Pero no hay que olvidar que la música oscura y agresiva juega aquí un papel tan importante como la letra, puesto que el impacto emocional incluye cognición (véase Nehring 766). Desafortunadamente, el grupo Crisis se disolvió en 1984.

Una banda contemporánea de Crisis que se mantuvo activa a lo largo de la década fue Broncco, que se dio a conocer en 1981 con la canción “No somos diferentes”. Broncco y su líder Vicente “Chente” Sibrián se convirtieron con el tiempo en el referente del heavy metal en El Salvador. Sin embargo, tuvieron que esperar hasta mediados de los años noventa para grabar un disco de larga duración, que ahora es considerado legendario (véase Saavedra s.p.).[86]

El grupo fue también muy conocido y admirado porque el bajista, cantante y compositor “Chente” Sibrián, debido a la poliomelitis que sufrió en la niñez, se presentaba en los conciertos sentado en su silla de ruedas. Otra cosa que los caracterizaba es que en el grupo estaba Gemma Sibrián, hermana de Chente, la primera guitarrista de rock de El Salvador.[87]

Cabe señalar que la música de Broncco, como la de Crisis, se diferencia notablemente de lo que habían hecho los grupos de rock en el país en los años setenta, pues se aparta de las influencias del rock latino y se acerca al rock melódico y el thrash metal.[88] El grupo comenzó interpretando covers de bandas famosas de este último género, como Judas Priest, Iron Maiden y Metallica, pero muy pronto decidieron escribir sus propias composiciones y dejar de cantar en inglés (véase Fuentes de Hernández 43).

A estas alturas, el rock ya había sido plenamente aceptado como expresión cultural en Latinoamérica:

Unlike their predecessors, this new generation of rockers assumed their right to listened to and make rock music, whether in Spanish, Portuguese, or English, whether domestically produced or imported, and whether incorporating “foreign” formulas or “traditional” musical elements. (Pacini Hernandez et al. 17)

Las letras de Broncco expresaban preocupaciones que se podían relacionar con la situación de violencia que se vivía en el país, por ejemplo, en la canción “Guerra nuclear”, o con la esperanza de libertad, como en “Vendedor de sueños”.[89]

Y aún las canciones de amor podían tener una interpretación social, como la pieza “Ya no estás” (Broncco), cuyo estribillo reza: “Hoy no hay más qué decir/ el camino no es el mismo/ si tú no estás aquí/ Hoy debo entender/ que al despertar cada día/ tú no estás aquí”:

“Ya no estás” es un tema con el que muchas personas se sintieron identificadas, sobre todo porque en la guerra, todos perdieron de alguna forma un ser querido, familiares, amigos, vecinos, compañeros de colegio, de universidad, de trabajo, etc., y no necesariamente porque los hubieran matado como fue el caso de muchos, sino por la migración que miles de personas hicieron durante la década y nunca más volvieron a su país. (Fuentes de Hernández 56)[90]

Aunque tanto Broncco como Crisis tenían muchos seguidores, se puede sostener que el rock salvadoreño no gozó del apoyo empresarial necesario que verdaderamente hubiera podido impulsar el género en los años ochenta. Es de notar que Crisis grabó su primer disco sencillo, titulado “Intervención”, en Costa Rica, mientras Broncco grabó su disco de larga duración en Guatemala. Eso puede dar una idea de la deficiente producción y distribución de la música nacional en esa época, por lo menos en lo que respecta al género rock.

En cuanto a las facilidades que había para organizar conciertos, hay que tener en cuenta las grandes limitaciones derivadas de la situación de guerra que se vivía en el país. A manera de comparación, se pueden mencionar los festivales de rock de 1979 y 1983, ambos de tres días, que se llevaron a cabo en Costa Rica (véase Carballo Villagra 87).

A pesar del adverso panorama que representó el conflicto armado en El Salvador en los años ochenta, siempre hubo un numeroso grupo de salvadoreños aficionados al rock, tanto del que venía del exterior como del producido en el país. Por motivos de la guerra, o por buscar mejores oportunidades económicas, muchos tuvieron que abandonar el “terruño”, llevando consigo esa identidad de roqueros, mientras otros se quedaron y siguieron fomentando la identidad rockera en El Salvador.

Conclusiones

Partiendo de la premisa de que la identidad se construye con materiales culturales y que se mantiene viva mediante la memoria, según lo postulado por el sociólogo Gilberto Giménez, en este trabajo hemos intentado trazar una breve y a la vez detallada historia del rock en El Salvador, desde su germen hasta finales de los años ochenta del siglo XX, cuando el país se encontraba en plena guerra civil.

La finalidad ha sido mostrar que ese género musical, en cuanto atributo cultural, ha sido interiorizado por muchos salvadoreños y forma parte de su identidad. De igual forma, con el trabajo hemos querido dar un aporte a la historia de la música popular en el país, en especial el rock.

Hablar del rock en El Salvador no es solamente referirse a música anglosajona importada, con la que muchos salvadoreños se han identificado a lo largo de los años, sino también a importantes producciones nacionales que son patrimonio cultural de la nación. Como en otros países de Latinoamérica, el rock & roll llegó a El Salvador en la década de los cincuenta. En los años sesenta se formaron muchos grupos musicales, primero inspirados por el rock & roll y luego por bandas de rock como The Beatles.

Esta es una etapa altamente productiva de la música salvadoreña, conocida como las Buenas Épocas. En los años posteriores cobró popularidad el rock latino y muchos grupos locales optaron por ese género; pero también hubo ejemplos notables de rock acústico, rock progresivo, punk y heavy metal. A pesar de todas las limitaciones impuestas por la guerra y el recelo de algunos sectores de la izquierda, que en cierto momento consideraron la música anglosajona alienación, el rock siempre estuvo presente y tuvo sus seguidores.

Analizando las letras y la música de canciones que aparecen en discos producidos por Willie Maldonado y otras producciones discográficas de diferentes épocas, hemos presentado momentos clave de la historia del rock en El Salvador, poniendo de relieve la singularidad de varios grupos importantes, como Los Beats, The Lovers, Los Kiriaps, Fiebre Amarilla, La Banda del Sol, Simiente, Crisis y Broncco. Asimismo, hemos mostrado la huella que la música rock ha dejado en la literatura salvadoreña, que al igual que la música es parte de la memoria colectiva. Nuestra conclusión es que la música rock, en cuanto producto cultural autoasignado, interiorizado, reconocido por otros y presente en la memoria, tiene un papel fundamental en la construcción de la identidad de muchos salvadoreños.

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Voces inocentes. Dir. Luis Mandoki, actuaciones de Carlos Padilla, Leonor Varela y Xuna Primus. 20th Century Studios, 2005. Film.

Discografía

Alberto y César, Beatniks, Beats, Castells, Platinos, Reyes del Ritmo, Salvajes, TNT, Traviesos, Walter Chacón. Aquí estamos!!! Vol. 2. Pícaro, 1966. LP.

Apple Pie, Beats, Dennis Gilliken, Intocables, Juan Ramón, Kiriaps, Lovers, Oscar Olano. Lo máximo!!! Vol. 4. Pícaro, 1970. LP.

Armónicas de Oro, Beatniks, Holiday’s, Platinos, Reyes del Ritmo, Terrícolas, Traviesos, Yakis.

Aquí estamos!!! Pícaro, 1965. LP.

Bajo de agua, César Donald, Corimbo, Intocables, Kiriaps, La Compañía, Lovers, Mustangs, S.O.S., Los grandes hits Vol. 1. Pícaro, 1974. LP.

Banda del Sol, Corimbo, Fiebre Amarilla, Jorge Delgadillo, Kiriaps, Rolf. Unidad. Pícaro, 1971. LP.

Banda Tepeuani. El Salvador libre. Monitor Records, 1984. LP.

Broncco. “No somos diferentes”. Leo, 1981. Disco sencillo.

Broncco. “Ya no estás” / “Vendedor de sueños”. Cool Hand Records, 1990. Casete.

Broncco. B’Rock. Primera Generación Records, 1996. CD.

Bwana. Bwana. CBS, 1972. LP.

Comets, Intocables, Kiriaps, Lovers, Marta, Oscar Olano, S.O.S. Aquí estamos!!! Vol. 3. Lo máximo! Pícaro, 1969. LP.

Crisis. “Intervención”. CBS, 1981. Disco sencillo.

Crisis. “Ciudad de piedra”. Dicesa, 1983. Disco sencillo.

Eddie Cano and his Quintet. “Mira como es”. Brought Back Live from P.J.’s. Universal Distribution, 1967. LP.

Fiebre Amarilla. “Yo soy guanaco”. Fiebre Amarilla. Pícaro, 1972. LP.

Fiebre Amarilla. “Bongoes para mi guitarra”. La Fiebre. Pícaro, 1974. LP.

Fiebre Amarilla. “Chico: ¡andá bañate!”. La Fiebre. Pícaro, 1974. LP.

Fiebre Amarilla. Fiebre Amarilla y sus amigos – Súper Ensalada. Discos Doble V, 1979. LP.

Fiebre Amarilla. Yellow Fever. Dicesa, 1981. LP.

Joan Baez et al. Woodstock: Music from the Original Soundtrack and More. Cotillion, 1970. LP.

King Crimson. “Epitaph”. In the Court of the Crimson King. Atlantic, 1969. LP.

La Sonora Matancera. “Rock and Roll”. Seeco, 1956. Disco sencillo.

Lito Barrientos y su orquesta. Very Very Well. Discos Fuentes, 1965. LP.

Los Apaches, Los Beats, Los Cristians, Los Viking’s, San Miguel. Buenas Épocas. Dicesa, 1976. LP.

Los Beats. “María la orgullosa”. Dicesa, 1969. Disco sencillo.

Los Beats. “Porque llorar”. Dicesa, 1969. Disco sencillo.

Los Beatniks. “Rebelde”. CBS, 1966. Disco sencillo.

Los Guaraguao. “Casas de cartón”. Las casas de cartón. Yare, 1973. LP.

Los Kiriaps. Ellos fueron… Los Kiriaps. Discos Doble V, 1983. LP.

Los Llopis. “Hasta la vista, cocodrilo”. Peerlees, 1960. Disco sencillo.

Los Mustangs. “Sólo te vi”. Pícaro, 1968. Disco sencillo.

Los Supersónicos. Los Supersónicos Vol. 2. RCA Victor, 1966. LP.

Los Supertwister. “La del niño”. Dicesa, 1964. Disco sencillo.

Los Teen Tops. “El rock de la cárcel (Jailhouse Rock)”. Teen Tops. Columbia de México, 1960. LP.

Los Teen Tops. Rock en español con Los Teen Tops. Columbia, 1960. LP.

Los Teen Tops. Teen Tops. Columbia de México, 1960. LP.

Macho. “Bedilia”. Pícaro, 1973. Disco sencillo.

Ovni. Ovni… En algún reino. Fragile Producciones, 1995. CD.

Presley, Elvis. “Jailhouse Rock”. RCA Victor, 1957. Disco sencillo.

Simiente. Indomérika. Leo, 1980. LP.

The Lovers. “Camino de hormigas”. Pícaro, 1969. Disco sencillo.

The Mustang’s. “¿Me aceptas?” Dicesa, 1967. Disco sencillo.

Vía Láctea. Vía Láctea y sus amigos – Súper Ensalada II. Discos Doble V, 1980. LP.

Víctor Jara. “Manifiesto”. Manifiesto. Discos Pueblo, 1975. LP.

Yes. “Close to the Edge: The Solid Time of Change/Total Mass Retain/I Get Up”. Close to the Edge. Atlantic, 1973. LP.

Yolocamba I Ta. El Salvador: su canto, su lucha, su victoria amaneciendo. Managua, 1980. LP.


[1] El término contracultura se volvió popular a finales de los años sesenta, cuando fue asociado al movimiento hippie. Los hippies crearon un ambiente cultural alternativo, contrario al de la

sociedad capitalista dominante en la que habitaban sus padres, y la música era parte fundamental de esa contracultura. “To the hippies, rock was not just sound; it was part and parcel of a way of life. Its ethical dimensions were therefore substantial” (Miller 42). Ahora el movimiento roquero se ve sobre todo como una subcultura, término que puede definirse como: “Sistema de creencias, comportamientos, valores, tradiciones y demás aspectos que son compartidos por un grupo de individuos y que difieren de las prácticas de la cultura dominante, aunque se hallen dentro de esta”(Campo A., s.p.).

[2] Es sabido que Víctor Jara apreciaba la música de protesta norteamericana, con nombres como Pete Seeger, Joan Baez o Bob Dylan, pero “sus preferencias se volcarán hacia Latinoamérica, la que está viviendo su propio proceso de conciencia y descubrimiento de sus raíces” (Román González 13). Como señala Walescka Pino-Ojeda: “el rock anglo-americano fue percibido por los artistas de la ‘nueva canción’ chilena (NCCH) como atentando en contra de la creación y fortalecimiento de una conciencia social que hiciera posible la emancipación político-cultural y económica, y ello por la fácil difusión y comercialización adquirida por el rock, y además por su estrecha asociación con el consumo de drogas, que se vio especialmente expuesto en el movimiento hippie norteamericano” (108-109).

[3] Como puede apreciarse, algunas de las palabras extranjeras que aparecen en la cita no están escritas con la grafía correcta: “Jon Lenon” por John Lennon, “Macasaber” por McCartney, “Nil” por Neil y “hipi” por hippie o hippy. Esto forma parte de la actitud irreverente que permea toda la novela de Flores, como también sirve para mostrar el desconocimiento o rechazo de la cultura anglosajona por parte del narrador.

[4] Basta con recordar la aguda crítica que Ariel Dorfman y Armand Mattelart hicieron a las producciones de Disney en su lúcido ensayo Para leer al Pato Donald: “La amenaza no es por ser portavoz del american way of life, el modo de vida del norteamericano, sino porque representa el american dream of life, el modo en que los EE.UU. se sueña a sí mismo, se redime, el modo en que la metrópoli nos exige que nos representemos nuestra propia realidad” (Dorfman y Mattelart 91).

[5] Para un resumen de la historia de las guerrillas centroamericanas y su representación en la literatura en los años 70 y 80 véase García, Guerrilleros de papel.

[6] Según apunta la excomandante del FMLN Nidia Díaz en el prólogo de su libro Nunca estuve sola (1988), esta guerra “a Estados Unidos le costó más de seis mil millones de dólares en financiamiento al gobierno” (Díaz 6).

[7] El premio fue otorgado al grupo de heavy metal Gaia Metal (véase Gobierno de El Salvador).

[8] El libro Rockin’ las Américas: the global politics of rock in Latin/o America (Pacini Hernandez et al.) contiene una serie de importantes ensayos sobre el rock en Latinoamérica, de los cuales la mayoría trata sobre el rock en México y Argentina. Aparte de un capítulo sobre el grupo Alux Nahual de Guatemala, es notable la ausencia del rock en Centroamérica. No obstante, los autores son conscientes de esta limitación y sus consecuencias: “We cannot adequately describe the totality of rock practices in the Americas […]. But in recognizing this impossibility, in choosing this or that musical culture or form for discussion, we run the risk of legitimizing and codifying certain sounds and styles as paradigmatic of rock, both historically and culturally, thus establishing a canonical (official) narrative that might exclude other histories” (Pacini Hernandez et al. 3).

[9] Como indicador, se puede mencionar que el Premio Nacional de Cultura se suspendió desde 1983 hasta 1994 (véase “Abren convocatoria para Premio Nacional” s.p.).

[10] Sabemos de la existencia del libro Apuntes para una historia del rock en Honduras: 1960-2000 (2015), de José Manuel Cardona Amaya, pero no ha sido posible consultarlo para este trabajo.

[11] Al estreno de la película, que se llevó a cabo en Los Ángeles en agosto de 2010, fueron invitados varios de los músicos y otras personalidades que fueron parte de las “Buenas Épocas”, por lo que el evento se convirtió en un verdadero acto de memoria colectiva (véase “Premier, película Buenas Épocas”).

[12] Una de estas producciones es el disco de larga duración Very Very Well (Lito Barrientos y su orquesta), grabado en 1965. En la parte posterior de la cubierta, el crítico Fabio Rincón celebra “la

asimilación del pentagrama colombiano que ha logrado el notable músico salvadoreño”.

[13] En su estudio sobre la historia del rock en Guatemala, Castañeda Maldonado muestra cómo desde 1957 se empieza a hablar de rock & roll en el periódico Prensa Libre de Guatemala. Se trata de anuncios sobre películas con música rock & roll, como Al compás del reloj, con Bill Haley y sus Cometas, y opiniones de personas que están a favor o en contra de este nuevo tipo de música

(véase Castañeda Maldonado 39-47). Es de suponer que el rock & roll era igualmente conocido en El Salvador.

[14] Por la misma época, el grupo cubano Los Llopis grabó también versiones en español de algunas canciones populares de rock & roll, como “Hasta la vista cocodrilo” (Los Llopis), versión en español de “See You Later, Alligator”.

[15] El término “rock en español” aparece en la versión del primer LP de Los Teen Tops que fue editado en Estados Unidos en 1960 (Los Teen Tops, Rock en español con Los Teen Tops). No obstante, según Gustavo Verdesio, el rock en español le hizo verdadero honor a su nombre cuando el grupo argentino Los Beatniks comenzó a escribir sus propios temas en español (véase 639). En 1966, Los Beatniks grabaron el sencillo “Rebelde”.

[16] Cabe señalar que muchos autores y músicos usan los términos rock y rock & roll como sinónimos.

[17] “Pop is not driven by any significant ambition except profit and commercial reward. Its history is a history of serial or standardised production and, in musical terms, it is essentially conservative. Pop is about giving people what they already know they want rather than pushing up against technological constraints or aesthetics conventions.” (Frith 96)

[18] Según Fowles (véase 10), todas las dudas de categorización se disipan al valorar a figuras del rock como The Rolling Stones, The Who, The Doors, The Mothers of Invention o Jimi Hendrix.

[19] El 4 de noviembre de 1970 apareció en El Gráfico el anuncio del estreno del documental de Woodstock en Guatemala (véase Castañeda Maldonado 69). La película debe haberse estrenado en El Salvador por las mismas fechas.

[20] Tilo Paiz nació en una familia de músicos y su primer instrumento fue la marimba. A la edad de 14 años se unió a la Orquesta Internacional Polío, que era dirigida por el reconocido músico salvadoreño Paquito Palaviccini (véase “Tilo Paiz icono de la batería”). Después de haber tocado con diferentes bandas, en 1990 emigró a Canadá, donde rápidamente se integró al ambiente musical y ganó buena reputación como músico de jazz (véase “Tilo Paiz”).

[21] Hay otras obras latinoamericanas donde se mencionan directamente grupos de rock, como por ejemplo Mala onda (1991), del chileno Alberto Fuguet, y Rockstalgia. La novela de rock (1996), del guatemalteco Jorge Godínez.

[22] Por ejemplo, en la novela Puente adentro (2015) del guatemalteco Arnoldo Gálvez Suárez, donde el personaje Alberto cuenta que fumaba marihuana mientras escuchaba música de The Rolling Stones (véase 62).

[23] Derek and the Dominos fue un grupo que Eric Clapton y otros músicos formaron en 1970 (véase Clapton 130-133). Nótese que Cayetana no necesita explicarle esto a su interlocutor, pues se trata de un significado compartido. El Parque Balboa es un parque de 44 manzanas de extensión, que está situado en los Planes de Renderos, a 12 kilómetros de San Salvador.

[24] Sly & the Family Stone fue un grupo estadounidense que fusionó soul, rock, funk y R&B, y la trompetista de la banda era Cynthia Robinson (Erlewine).

[25] El término “Buenas Épocas” proviene de una serie de discos de larga duración editados por el sello Dicesa de El Salvador, en los cuales se recopilaron éxitos de grupos salvadoreños de los años sesenta y setenta. El primero de estos discos apareció en 1976 (Los Apaches et al.). El período es también conocido como la “Época de Oro” de la música salvadoreña. Según apunta Rosales Pineda (véase 43), la productora Dicesa tenía entonces la mejor tecnología y los mejores estudios de la región centroamericana.

[26] En su investigación sobre las Buenas Épocas, Mario Anaya contabilizó más de cien grupos que grabaron música en ese período (véase “Historia de la música de El Salvador”, 00: 26: 27-00: 29: 56).

[27] Había grupos en prácticamente todas las ciudades a lo largo y ancho del país, tal como lo muestra la investigación de Mario Anaya (véase “Historia de la música de El Salvador”, 00: 26: 27-00: 29: 56).

[28] “Oh, Pretty Woman” estuvo en la cima de la lista de éxitos en Estados Unidos en 1964. La versión de Los Traviesos lleva por título “Oh, linda mujer”. Rockabilly es una forma temprana de rock & roll, caracterizada por un tiempo rápido moderado y la celebración de un mundo de coches, fiestas, vida acelerada y relaciones sexuales (véase “Rockabilly”).

[29] La versión de “Li’l Red Riding Hood” lleva por nombre “Caperucita roja”.

[30] La canción de Los Intocables se llama “Verdadero temor” y la de Apple Pie se titula “Llámate hombre”.

[31] El boogaloo es un género musical nacido de la fusión de ritmos afrocubanos y el soul estadounidense, que se desarrolló en Estados Unidos entre 1963 y 1969 (véase Glocer s.p.).

[32] Sobre la relación entre el boogaloo y el rock, Deborah Pacini Hernandez apunta (47): “Whether boogaloo could or should be categorized as a variant of rock ’n’ roll is certainly open to debate, although it should be noted that Santana’s Spanish Caribbean and rock hybrids —which are sung in Spanish— are considered to be rock. The boogaloo, however, preceded Santana’s successful

combinations of rock ’n’ roll with Afro-Cuban music by several years.”

[33] Según explica el autor Juan Ramón Crespo, el título de la canción se refiere a la perseverancia de las hormigas, utilizada como metáfora: “perseverar y no darse uno por vencido para seguir uno esa relación amorosa con una persona” (“Entrevista con Juan Ramon Crespo parte 1”, 00: 03: 45).

[34] Para una presentación general de la guerra entre El Salvador y Honduras en 1969 y la memoria de dicha guerra véase García, “La memoria de la mal llamada ‘Guerra del Fútbol’”.

[35] Los Mustangs grabaron también un tema instrumental completamente basado en el órgano, que se podría catalogar como psicodélico (The Mustang’s, “¿Me aceptas?”)

[36] Varios de los covers que grabaron The Beatles son ahora verdaderos clásicos del rock, como “Twist and Shout”, grabada originalmente por The Top Notes. Y entre los exitosos covers grabados por Creedence Clearwater Revival se pueden mencionar “I Heard It Through the Grapevine”, grabada antes por Gladys Knight & The Pips y también por Marvin Gaye, y “Cotton fields”, canción original de Lead Belly que fue grabada por muchos artistas antes de Creedence Clearwater Revival.

[37] El productor de estos discos fue Tito Carías, quien junto con Willie Maldonado y Leonardo Heredia había fundado la radio juvenil La Femenina en 1966. Carías trabajada para el sello Dicesa.

[38] La letra de la versión en español fue escrita por el productor Tito Carías (véase “Carlos Peraza (Ex Fiebre Amarilla)”, 00: 29: 43-00: 21: 41).

[39] La primera canción original de rock que se grabó en El Salvador fue probablemente “La del niño”, un tema grabado por Los Supertwister en 1964.

[40] El grupo fue fundado en 1964 por el tecladista Raúl Monterrosa.

[41] Algunos de los músicos integrantes de estas bandas tocaron en diferentes grupos, como el guitarrista German Mangandy, que formó parte de Los Beats y de Los Kiriaps. Asimismo, hubo quienes se convirtieron después en solistas, como Luis López, vocalista de Los Supersónicos, Óscar Olano, vocalista de Los Intocables, y Ángel Gutiérrez, organista de Los Beats.

[42] El grupo estaba compuesto por Armando Guandique Jr. (órgano), German Mangandy (guitarra y voz), Rolando Schilling (bajo), Tony Delgado (primera voz) y Mariano Rodríguez (batería). Más tarde se incorporaron también Armando Zepeda (sonidista) y Jorge Rivera (bajo y voz).

[43] Inspirado en la cultura psicodélica, el rock psicodélico intenta replicar las experiencias con las drogas psicodélicas que alteran la mente, como el LSD, por ello también se le conoce como “rock ácido”. Este género se transformó luego en lo que conocemos como rock progresivo. Un grupo emblemático que comenzó con la psicodelia y luego fue uno de los fundadores del rock progresivo fue Pink Floyd.

[44] La música de Los Kiriaps fue primeramente distribuida en discos sencillos y en las recopilaciones producidas por Willie Maldonado; pero en 1984 las ocho composiciones fueron reunidas en un disco de larga duración (Los Kiriaps).

[45] La primera grabación de Pink Floyd, el sencillo “Arnold Layne”, apareció en 1967. Por su parte, el disco debut de King Crimson, In the Court of the Crimson King, fue lanzado en 1969, año en que también apareció el disco epónimo de Yes.

[46] Como se dijo en la introducción de este trabajo, la dictadura militar estuvo en el poder en El Salvador desde 1931 hasta 1979.

[47] El periódico digital El Faro publicó recientemente una lista con los diez mejores discos de El Salvador, basando su listado en propuestas hechas por 15 expertos o conocedores de la música salvadoreña. Tomando en cuenta que varios de estos expertos son relativamente jóvenes y, por lo tanto, conocen mejor la música contemporánea, no sorprende que 7 de los 10 mejores discos de la lista fueron editados después de 1990. Con todo, el disco Unidad, de 1971, ocupa el segundo lugar.

[48] Las canciones son “Abriendo camino”, “El planeta de los cerdos” y “El perdedor”.

[49] Otro miembro de la Banda del Sol que cobró notoriedad fue el cantante Fernando Llort, que pronto se convirtió en uno de los artistas más reconocidos de El Salvador. El grupo se disolvió en 1972.

[50] En su tesis de maestría, Martina Barinova (véase 8-13) muestra cómo la canción de protesta de los años sesenta y setenta influyó en el rock en Latinoamérica; pero también cómo el rock influyó a su vez en la canción de protesta, incluso en la nueva trova cubana: “más que un sinónimo del imperialismo estadounidense lo miraban como una forma musical experimental y veían una conexión entre el espíritu de los movimientos liberadores en el occidente con el de la Revolución Cubana” (10).

[51] Las canciones de Jorge Delgadillo que aparecen en Unidad son “El sembrador” y “Voy con el viento”, en las cuales, además de cantar, toca la guitarra, el bajo y la batería.

[52] Al parecer, en El Salvador solamente grabó las dos canciones que aparecen en Unidad. Más tarde adoptó otro nombre y desde los años ochenta radica fuera del país, donde siguió componiendo canciones en diferentes géneros (“Music”).

[53] Los primeros integrantes de Fiebre Amarilla fueron Tony Delgado (voz), German Mangandy (guitarra), Mariano Rodríguez (batería), Armando Zepeda (teclados, técnico de sonido) y Jorge Rivera (bajo, voz). Mariano Rodríguez abandonó pronto el grupo y fue sustituido por Juan Flamenco, al tiempo que Carlos Peraza se sumó como organista. Y a partir de ahí, se dieron muchos cambios de personal.

[54] Varios grupos de los años sesenta crearon nuevas agrupaciones en la década del setenta, por ejemplo, integrantes de Los Supersónicos fundaron Sagitario y Los Beats se convirtieron en el grupo Hierro.

[55] El género era popular en toda Centroamérica. Un grupo que destacó con composiciones propias en ese estilo fue Bwana, de Nicaragua, que grabó su primer disco en 1972 (Bwana).

[56] En Centroamérica, a los salvadoreños se les conoce como “guanacos”, y la popular canción reza: “Yo soy guanaco, sí señor. Guanaco soy, nada es mejor. Yo soy guanaco, sí señor. Guanaco soy de corazón” (Fiebre Amarilla).

[57] Rivera también fue miembro de la última etapa de Los Kiriaps, tal como escribe en la

contraportada del disco de larga duración en que se reunieron todas las grabaciones del legendario

grupo (Los Kiriaps). Las composiciones de Jorge Rivera que aparecen en el disco Unidad, como miembro de Fiebre Amarilla, son “Qué puedo yo saber de ti” (en colaboración con M. Rodríguez) y “Nada tienes que hacer”.

[58] Según cuenta el organista y guitarrista Carlos Peraza, quien se integró a Fiebre Amarilla en 1973 y más adelante se convirtió en director del grupo, muchos salvadoreños, sobre todo los que viven en Estados Unidos, consideran la canción “Yo soy guanaco” como “el segundo himno de El Salvador” (“Carlos Peraza (Ex Fiebre Amarilla)”, 00: 03: 10-00: 04: 33).

[59] Según Umberto Eco (véase 80), el autor organiza una estrategia textual en base a competencias que comparte con el lector modelo, de quien espera que sea capaz de cooperar en la actualización del texto.

[60] El nombre completo del centro educativo al cual pertenecen estos jóvenes (“bichos”) es Instituto Nacional General Francisco Menéndez, que también es conocido por las siglas INFRAMEN. La manifestación reprimida que se recrea en la novela es la masacre de estudiantes que tuvo lugar el 30 de julio de 1975 (véase Brockett 77).

[61] Algo similar sucedió en Guatemala: “Desde 1974, empezó a cambiar el panorama musical. Se fue reduciendo poco a poco la presencia de grupos, acentuándose la división entre las agrupaciones comerciales y las rockeras” (Castañeda Maldonado 75).

[62] “Ensalada” se refiere a un popurrí, que es una composición formada por fragmentos de otras obras. El precedente de estas ensaladas producidas por Willie Maldonado fue la pieza “Ensalada a la Palaviccini”, que la Orquesta Internacional Polío grabó en 1960 (véase Maldonado, “Super Ensalada 1” s.p.).

[63] El grupo Vía Láctea fue fundado por Jorge Rivera, luego de haber abandonado Fiebre Amarilla.

[64] Como se sabe, la lucha de clases se radicalizó y condujo a conflictos armados internos en Nicaragua, Guatemala y El Salvador. Aunque en menor medida, esto también sucedió en Honduras (véase Canizales Vijil s.p.). El conflicto armado salvadoreño dio inicio a comienzos de los años setenta, cuando se formaron las primeras organizaciones guerrilleras, y se prolongó hasta 1992.

[65] En la YSAX se difundían también las homilías de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, el arzobispo de San Salvador que fue asesinado en 1980 por sectores de extrema derecha. La radio YSAX sufrió atentados con dinamita en varias ocasiones (véase Rivas 213).

[66] La letra de esta canción es conocida por muchos salvadoreños, como lo pudo comprobar Kaitlin E. Thomas al realizar su investigación: “It was the experience of the author of this essay while spending time in El Salvador that this song in particular is one that many Salvadorans know by memory” (Thomas s.p.).

[67] También es interpretada por un guerrillero en la película Voces inocentes.

[68] Algunas canciones de Carlos Mejía Godoy, como “Quincho Barrilete” y “Son tus perjúmenes mujer”, se escuchaban también en la radio comercial.

[69] En esa época muchas personas fueron asesinadas por los llamados “escuadrones de la muerte”, que tenían relación directa con las fuerzas de seguridad. Véase por ejemplo los informes del Central America Information Office, que aparece en la bibliografía.

[70] Dos ejemplos de sus discos son El Salvador: su canto, su lucha, su victoria amaneciendo (Yolocamba I Ta) y El Salvador libre (Banda Tepeuani).

[71] En la lista de los diez mejores discos de El Salvador, hecha por el periódico digital El Faro, el disco Indoamérika ocupa el cuarto lugar.

[72] Un grupo salvadoreño que se dedicó al rock progresivo de forma más tradicional fue Ovni. La banda se formó a principios de los años ochenta y estuvo activa durante la década, pero su primer disco apareció hasta 1995 (Ovni

[73] “Among the most important and defining formal elements of progressive rock are the odd time signatures, tempo variations, and changing rhythms; the weight of the instrumental sections; the long and multi-sectional compositions with narrative and descriptive resources; and the influence of the Western classical music repertoire” (García Salueña 49-50).

[74] Simiente se disolvió en 1983 debido a que los integrantes se unieron a otros grupos más comerciales para poder sobrevivir. Nelson Huezo fundó Síntesis, donde tuvo que tocar de todo tipo de música (véase Leiva s.p.).

[75] “The stations also developed native Salvadoran groups. Los Torogoces, named for a songbird, […] became the musical stars of Radio Venceremos […]. Radio Farabundo Martí even sponsored a battle of bands, featuring groups from each guerrilla front” (Darling 108). Después de los Acuerdos de Paz, ambas emisoras fueron legalizadas y cambiaron su perfil.

[76] El término alienación es sinónimo de enajenación y puede definirse como: “Salirse de uno mismo, perder la propia identidad. Situación en la que un individuo o grupo se comporta de forma contradictoria a como debería comportarse” (“Alienación” s.p.).

[77] Uno de los países latinoamericanos donde esta búsqueda de autenticidad cultural tuvo muchos adeptos fue Chile, donde en los años sesenta se desarrolló el movimiento de la denominada “nueva canción chilena”: “Se reconoce que el dominio de lo ‘inauténtico’ ha conducido a la alienación: de las personas con su propia existencia, y con el contexto social en el que habitan” (Pino-Ojeda 119).

[78] El FSLN accedió al poder por primera vez en 1979, tras el triunfo de la revolución sandinista. Según Barinova (véase 89), la canción de protesta, en su sentido tradicional, desapareció de la escena musical nicaragüense hasta los años noventa, cuando hicieron su aparición Alejandro Mejía y varios grupos de rock que son considerados pioneros del género en Nicaragua. Cabe agregar que antes de la revolución hubo reconocidos grupos de rock latino en el país, por ejemplo, Bwana (véase Barberena, “Música de Bwana colgada en Internet” s.p.) y Poder del Alma, la banda que fue telonera de Carlos Santana cuando se presentó en Nicaragua en 1973 (véase Barberena, “Reanudarán al grupo Poder del Alma” s.p.).

[79] Problematizando la idea de una cultura e identidad propias latinoamericanas, el sociólogo chileno Bernardo Subercaseaux señala precisamente el ejemplo del rock: “género musical que en el pasado fue estigmatizado como música foránea y alienante, pero que hoy en día constituye, luego de haber sido apropiado por varias décadas, un género incorporado a la cultura musical latinoamericana” (187).

[80] Radio Venceremos comenzó a emitir en San Salvador en 1979 y al año siguiente fue trasladada a Morazán (véase López Vigil 24-27).

[81] “Santiago” era el seudónimo de Carlos Henríquez Consalvi.

[82] La popularidad del rock progresivo en Centroamérica también puede apreciarse en el cuento

“Epitafio”, del escritor costarricense Rodrigo Soto, quien toma la canción “Epitaph” de King

Crimson y la incorpora hábilmente en una historia sobre jóvenes de clase media. Asimismo, se

nota en el nombre del programa radial Lado Oscuro, que en 1995 empezó a fomentar a los grupos

nacionales de rock en Nicaragua (véase Barinova 41-42), pues hace referencia al álbum más

famoso de ese subgénero del rock: El lado oscuro de la luna (The Dark Side of the Moon, 1973),

de Pink Floyd.

[83] Villalobos corrobora su gusto musical en una entrevista de 1998: “Es un antiguo marxista que

confiesa que siempre se ha sentido más cerca de la cultura norteamericana que de los soviéticos

(‘éramos la generación del rock; ¿qué teníamos que ver nosotros con ese aburrido mundo

soviético?’)” (Carlin s.p.).

[84] Nidia Díaz fue capturada por el ejército en un operativo en San Vicente en 1985 y estuvo cautiva durante 190 días (véase Díaz 5).

[85] En 1978, el baterista Ricardo “Yica” Gómez y otros músicos formaron un grupo de punk que se llamó Green Punk, pero la banda se disolvió un año después. Gómez fundó entonces Crisis, con Manuel “Barney” Gutiérrez, Fernando Alvergue y Pancho Escobar (véase Cortez s.p.).

[86] El álbum se titula B’Rock y contiene 17 temas. En la lista de los diez mejores discos de El Salvador, hecha por el periódico digital El Faro, B’Rock ocupa el quinto lugar. Como señala Serrato Ávalos (94), el disco “casualmente se populariza al terminar el conflicto armado e inaugura la era de la reconstrucción de la sociedad”.

[87] En el capítulo “El rock anglosajón en El Salvador” mostramos cómo la trompetista del grupo Sly & the Family Stone es un modelo para Cayetana, el personaje principal de la novela A-B Sudario (2003), y ayuda a conformar su identidad de roquera y feminista. De igual forma, Gemma Sibrián debe haber sido modelo para muchas roqueras salvadoreñas de la vida real en los años ochenta.

[88] El thrash metal es una de las corrientes del llamado metal extremo, que se caracteriza por el tempo rápido y los solos de guitarra igualmente a gran velocidad. La banda más conocida de este género a nivel internacional es Metallica. Por su parte, dos exponentes muy conocidos del rock melódico son Boston y Foreigner.

[89] Carballo Villagra comenta que el rock centroamericano “también retoma algunos temas de la coyuntura y los debates propios de este contexto convulso” (43), y pone al grupo guatemalteco Alux Nahual como único ejemplo, mientras se lamenta de la falta de investigaciones que evidencien el trabajo de otros grupos de la región.

[90] Los temas “Ya no estás” y “Vendedor de sueños” fueron primeramente grabados en casete, en 1990, antes de ser incluidos en el álbum B’Rock de 1995.

Las otras voces de los sin voz. Paulino Espinoza. 2016

No cabe duda de que monseñor Romero fue y sigue siendo “la voz de los sin voz”. Esto, hoy en día, no resulta del todo bien entendido por algunas personas. Algunas por no haber vivido la historia del obispo mártir y otras porque todavía cierran su entendimiento y su corazón ante hechos que ahora son reconocidos oficialmente por la Iglesia, al punto de haberlo llevado a su beatificación hace justamente un año.

Monseñor Romero no estuvo solo durante los años de su apostolado profético. Esos años fueron, en realidad, los últimos de varias décadas de represión sistemática, de persecuciones políticas y de censura oficial; políticas de Estado instauradas con el estamento militar a la cabeza, que se reforzarían en 1932 con el golpe del general Maximiliano Hernández Martínez y que terminarían, al menos formalmente, con las juntas militares surgidas después del golpe de octubre de 1979.

Durante esas casi cinco décadas se fue instituyendo en El Salvador una “cultura oficial” que trató de imponer una forma de conducta civil en donde hablar, disentir, criticar y señalar se fue volviendo peligroso. Cualquier opinión contraria al Gobierno podía ser detectada por la red de “orejas”, dispuesta en todos los niveles por el Estado (oficinas, parques, colonias, escuelas, universidades, sindicatos, iglesias…) para escuchar y reportar todo aquello que parecía sospechoso.

Contra todo eso surgieron, desde el principio de las tiranías militares, voces valientes que se alzaron desde el arte y la cultura en protesta abierta, en cuestionamiento, en grito desgarrador y en luz para nuestro pueblo. Basta recordar al propio Salarrué, quien en el primer aniversario del fusilamiento de Farabundo Martí publicó en el periódico Patria un artículo enalteciendo la figura de ese luchador inclaudicable, a quién él llama “héroe” y “semilla de una añorada liberación”.

Pocos años después surgirían los escritores del Grupo Seis, integrado por Antonio Gamero, Cristóbal H. Ibarra, Pilar Bolaños, Oswaldo Escobar Velado, Alfonso Morales, Matilde Elena López y Ricardo Trigueros de León, y otros más, en lucha cívica contra Martínez. Este fue un movimiento de escritores e intelectuales que participaría activamente en la huelga general de brazos caídos de 1944, la cual culminaría con la derrota de la dictadura de Martínez. Huelga que tuvo a la cabeza, entre otros, a los estudiantes Reinaldo Galindo Pohl y Fabio Castillo.

El Grupo Seis dio paso al surgimiento de la Generación Comprometida, aquel grupo de escritores e intelectuales en el que participaron Roque Dalton, Roberto Armijo y Oswaldo Escobar Velado. A estas voces se fueron sumando, poco a poco y con el paso del tiempo, los cantores de lo que, a partir de los años sesenta, llegaría a ser conocido como “la canción de protesta”, un término no del todo exacto, pero que sirve de referencia.

El primero de ellos, Carlos “Tamba” Aragón, quien fuera además catequista en Aguilares con el padre Rutilio Grande, es el autor de la canción El planeta de los cerdos, una parodia que ridiculizó a los militares en plena dictadura a finales de los años sesenta y que fue grabada por La Banda del Sol en el disco Unidad.

Entre el inicio de la década de los setenta y mediados de los ochenta, le siguieron a Tamba Aragón el grupo Mahucutah, Nahuí, Yolocamba I Ta, La Banda Tepehuani, (surgida como Banda de la UNO), el grupo Labor y Cosecha, Aguilares 17, Güinama, Cutumay Camones y Los Torogoces de Morazán. Dentro de los cantautores, seis de ellos dejaron una huella imborrable: William Armijo con Las coplas de Roque Dalton, Saúl López con su inmortal Poema de Amor, también de Dalton; Alvar Castillo, compositor de dos canciones emblemáticas: Canasúnganana y Homenaje a Monseñor Romero, más conocida como Símbolo de Rebeldía; Guillermo Cuéllar, un verdadero cronista de las comunidades cristianas y colaborador directo del obispo mártir; y Jorge Palencia.

Palencia, más conocido como “el Viejo”, compuso El Profeta apenas unas horas después de conocerse el magnicidio y fue el gran organizador del movimiento cultural que se encargó de “dar seguimiento” a cada músico, poeta, actor o pintor que surgió del seno del movimiento popular para formarlo políticamente, muchas veces sin que nos diéramos cuenta. Jorge acompañó de manera particular las luchas campesinas y obreras, desarrollando lo que llegaríamos a llamar “la canción de línea”; es decir, composiciones que respondían a las coyunturas políticas para acompañar, denunciar o educar según los acontecimientos se iban desarrollando.

A este movimiento se sumarían poetas como Salvador Juárez, Rafael Mendoza, Joaquín Meza, Rigoberto Góngora, Roberto Quezada, Jaime Suárez Quemain y Mauricio Vallejo; cineastas, pintores, intelectuales y comunicadores como El Papo, Francisco Quezada, Edgardo Cuéllar, Elizabeth Guzmán, Luis Melgar Brizuela y El Chojo; gente de teatro, como el grupo Maíz, Sol del Río 32, Roberto Franco, Oswaldo Magaña y Norman Douglas.

Así como todos ellos asumieron el reto de ser voz junto a un pueblo, hoy en día hay gente joven que sigue manteniendo en alto la bandera del canto; baste mencionar a Claudia López, Las Musas, Son ¾ (con Carlos Serpas, quien nos diera una de las canciones más bellas compuestas para monseñor Romero), Pescozada, Signo Azul, SuperPaquitoShak, Tato Henriquez, Lilo González, La Cayetana, Manuel Contreras, Óscar Sandoval, Rigoberto Barrera y Francisco Góchez, entre otros.

Monseñor Romero es y seguirá siendo “la voz de los sin voz” en la medida en que sigamos recogiendo su testimonio de fe y esperanza, y en la medida en que cada quien sepa ser mejor persona: digna, solidaria y comprometida.

Shakespeare: a revolutionary in literature. Alan Woods. November, 2023

Shakespeare transformed English literature, reaching heights that before were unheard-of and which have not been reached subsequently. Like a blazing meteorite he shot across the firmament and cast a glorious light on an entire period in our history. His impact on world literature was arguably greater than any other writer. His works have been translated into every language. For centuries after his death his star has not dimmed but shines as brightly as on the first day.

«He was not of an age, but for all time.» (Ben Jonson on Shakespeare)

In Literature and Revolution (1924), Trotsky wrote: «A new class does not begin to create all of culture from the beginning, but enters into possession of the past, assorts it, rearranges it and builds on it.» He presents Aristotle along with Goethe as the peaks of human achievement. He considered Sophocles’ Oedipus Tyrannos as a play that «expresses the consciousness of a whole people.» The very same words could be said of the greatest English writer William Shakespeare.

It is surprising, then, that of the life of the man considered by many to be the greatest writer of all, very little is known. We know when Shakespeare died, but we are not exactly sure when he was born. The records show that he was baptized on April 26, 1564, in Stratford-upon-Avon, a small town 100 miles northwest of London, far from the cultural and commercial centre of England. Since infants were baptized three days after their birth, he may have been born on April 23, the same day on which he died at age 52, although even this is disputed.

Much of his life is shrouded in a veil of mystery. What little we know of his life can be briefly stated. He was not born into a noble family or an especially wealthy one. He did not go to university. Yet he became the most famous writer in the world.

The Shakespeare family

At first sight William Shakespeare did not seem destined for greatness. His father John Shakespeare started out as an apprentice glover and tanner of leathers and later began to deal in farm products and wool. A self-made man, he married Mary Arden, the daughter of the prosperous local farmer, the owner of a sixty-acre farm. William was the third of eight children.

It seems that neither John nor Mary could write. Shakespeare’s father used Glovers’ compasses as his signature. But this did not prevent them from becoming important members of the community. Among other civic positions, John Shakespeare was elected ale-taster of the Borough of Stratford – quite an important office since people drank beer because in those days it was safer to drink than water. He later became chamberlain of the borough, alderman in 1565, (a position which came with free education for his children at the Stratford Grammar School), high bailiff, or mayor, in 1568, and chief alderman in 1571.

Proud of his success John Shakespeare aspired to the title of gentleman and applied for a coat-of-arms. But for unknown reasons the application was withdrawn, and within the next few years, for reasons that are likewise obscure, John Shakespeare’s fortune went into decline. In 1570 he was accused of usury for lending money at the rate of 20% and 25% interest. By 1578, he was behind in his taxes and unable to pay the obligatory aldermanic subscription for poor relief. In 1579, he had to mortgage Mary Shakespeare’s estate to pay his creditors.

In 1580, he was fined 40 pounds for missing a court appointment. He became a debtor and was frequently absent from council meetings. In 1586, the town removed him from the board of aldermen due to lack of attendance. By 1590, John Shakespeare owned only his house on Henley Street. Worse was to come. In 1592, he was fined for not attending church. This was a serious matter.

Religion was central to the society for which Shakespeare wrote. Queen Elizabeth made attendance at Church of England services mandatory, even though many church-goers had to travel long distances. People who did not attend – for any reason except illness – were punished with fines. Some have concluded that Shakespeare’s father – and possibly Shakespeare himself – must have been a covert Catholic. But this is an unwarranted assumption. His failure to turn up in church may have been due to more mundane reasons, namely non-payment of debts.

So although Shakespeare was born into a relatively comfortable middle-class home, he must have spent most of his childhood under the shadow of his father’s financial difficulties. This experience must have had a powerful influence on the psychology of the young man. Having experienced relative poverty and the disgrace that accompanies it, he developed a keen sense of business that was reflected in later years.

Later on the family’s fortunes seem to have improved. In 1599, John Shakespeare was reinstated on the town council, but died a short time later, in 1601. He was probably about seventy years old and had been married for forty-four years. Mary Shakespeare died in 1608.

To sum up, Shakespeare was born into a fairly typical middle class family in the period that Karl Marx describes as the period of primitive accumulation of capital. The feudal system had fallen into decay and a new rising middle class with its own agenda and ambitions was on the rise. John Shakespeare, the self-made man who built up a business, married into money and lost it again, was the personification of a new period in the history of England and the world.

Childhood and education

Young William attended the local grammar school, King’s New School, where his education would have been based mainly on rhetoric, grammar, Latin, and possibly Greek. We do not know anything about his school years, but a famous passage in As You Like It may provide us with a clue that suggests that he was not very enthusiastic about school:

«the whining schoolboy, with his satchel

And shining morning face, creeping like snail

Unwillingly to school.»

Does this reflect his own recollections of school? His subsequent history suggests that this may indeed be the case.

At school he became acquainted with Greek mythology, Roman comedy and ancient history, all of which resurface in his plays, which are frequently based on Greek, Latin, French, and Italian models. The result is a uniquely rich cocktail of English and non-English elements. He frequently quotes Roman authors such as Plutarch and uses material from classical mythology.

Unlike his fellow playwright Christopher Marlowe, he did not go to university. Ben Jonson, his famous contemporary, wrote that he had «small Latin and less Greek.» Shakespeare learned more from his practical experience as an actor than from his formal studies. Having never been to university, his knowledge of people and situations was derived from life itself. Shakespeare wrote for the masses – the «groundlings.»

He seems to have started his literary activities as a travelling actor, one of the Queen’s men, and this had an impact on his way of writing plays. Unlike other writers, he wrote from the standpoint of the actor. His plays often include what are, in effect, stage directions.

At age 18, he married Anne Hathaway, a woman eight years his senior and three months pregnant. At some point Shakespeare moved to London, leaving his family in Stratford, and established himself as a playwright and actor. It is said that he worked as a teacher, an apprentice butcher or a lawyer’s clerk. His first biographer says that he fled to London to escape punishment for poaching deer. However, no real evidence exists of his activities in this period of his life, which is known as «the lost years.»

Given the scarcity of accurate information concerning Shakespeare’s life, the only way in which we can cast some light upon both it and the plays is to place them in their real historical context – something about which we know a very great deal. In 1558, six years before Shakespeare’s birth, Elizabeth I became the Queen of England. Over the next 45 years London became a thriving centre of trade.

In order to cast more light on the Bard of Avon, we must place him in the context of the world into which he was born – an exciting new age of change, ferment and transition that stands on the frontier between two worlds – the old world of feudalism with its fixed certainties and rigid social and religious hierarchies and a new world that was struggling to be born: the age of the bourgeois Revolution.

An age of revolution

«The discovery of America, the rounding of the Cape, opened up fresh ground for the rising bourgeoisie. The East-Indian and Chinese markets, the colonisation of America, trade with the colonies, the increase in the means of exchange and in commodities generally, gave to commerce, to navigation, to industry, an impulse never before known, and thereby, to the revolutionary element in the tottering feudal society, a rapid development.» (The Communist Manifesto)

One could say the same thing of Shakespeare. Shakespeare himself was the product of the age in which he lived and probably could not have flourished in the same way on any other soil. It was an age when old ideas, traditions and beliefs were being challenged, when the lives of men and women were being turned upside down and old ways stood on their head. It was an age of transition, a decisive break with the mediaeval past and the beginning of a new historical period, in a word, it was an age of revolution.

In Shakespeare’s works we have the distilled essence of a people in a period of transition from one historical period to another. This was a remarkable period of English history. Following a century of bloody upheaval known as the Wars of the Roses, this was a time of relative political stability under the new ruling dynasty, the Tudors.

The defeat of the Spanish Armada in 1588 established England as a leading military and commercial power on the world stage. There was a spirit of adventure and change. Francis Drake became the first sea captain to complete the circumnavigation of the world and Elizabeth provided funds for Sir Walter Raleigh’s exploration of the New World. He brought tobacco and gold from the Americas, bringing new wealth to his country and his monarch.

The sixteenth century was the era of the Renaissance in England. It was an age of inquiry and experiment. The old sterile scholasticism of the Middle Ages was challenged by a revolutionary scientific-philosophic movement, which is closely associated with the name of Francis Bacon (1561-1626). Marx called him the first creator of English materialism and he was the father of a new form of secular learning and a new scientific philosophy.

In addition to its success as a commercial centre, London was also an important cultural centre where learning and literature thrived. Economic growth created a prosperous middle class that wanted to see new plays. Shakespeare was born into the new middle class, the class which prided itself on the freedoms and rights that other people conspicuously lacked.

This age witnessed the flowering of the drama in England. At the end of the century a whole galaxy of dramatists appeared in England: Marlowe, Dekker, Lyly, Kidd, Greene, Heywood, followed later by Beaumont, Fletcher and Ben Jonson. The flourishing of literature went hand in hand with technological innovations, in particular the invention of printing. Caxton established his first printing press in 1476, and very soon, books, which had previously been a monopoly of the wealthy few, became accessible to a mass audience among the new middle class.

The rise of the bourgeois middle class was a revolutionary development. Bourgeois individualism penetrates art in the form of portraits and self-portraits – an art form virtually unknown in the art of the Middle Ages. And it makes itself felt in the plays of Shakespeare in the form of the soliloquy. The novel itself is a product of the same tendency – a new interest in individual psychology, as in Hamlet, Macbeth, Othello and King Lear. This is something new in the theatre – to penetrate the mind of the subject and lay bare its secret motivations, obsessions and desires.

The power of money

«The bourgeoisie, wherever it has got the upper hand, has put an end to all feudal, patriarchal, idyllic relations. It has pitilessly torn asunder the motley feudal ties that bound man to his ‘natural superiors’, and has left remaining no other nexus between man and man than naked self-interest, than callous ‘cash payment’. It has drowned the most heavenly ecstasies of religious fervour, of chivalrous enthusiasm, of philistine sentimentalism, in the icy water of egotistical calculation. It has resolved personal worth into exchange value, and in place of the numberless indefeasible chartered freedoms, has set up that single, unconscionable freedom – Free Trade. In one word, for exploitation, veiled by religious and political illusions, it has substituted naked, shameless, direct, brutal exploitation.» (The Communist Manifesto)

«If money go before, all ways do lie open.» (Ford, The Merry Wives of Windsor, Act 2 Scene ii)

This explosion of art, science and literature was the expression of fundamental changes in the economic and social life of society: the decline of the old feudal society and the rise of the bourgeoisie; the emergence of an economy based on money and trade instead of the feudal system based on the possession of land.

The 16th century saw the rise of a new kind of economy based on trade and money. By contrast, the wealth of the Middle Ages was based on the ownership of land. The church considered usury to be a deadly sin and Christians were forbidden to lend money at interest. This role was generally played by the Jews, which is the main explanation for the rise of anti-Semitism at that time.

In the Merchant of Venice Shakespeare portrays in negative terms Shylock the Jewish money-lender who famously demanded a pound of flesh from his Christian victim, who was unable to pay his debts. Here we see expressed in an extreme form the real relationship between creditors and debtors that has existed in one form or another since ancient times. The conduct of the bankers of the European Union in relation to Greece is only the continuation of this ancient and venerable tradition.

This graphically expresses the newly established importance of money as the lifeblood of trade and the basis of all economic life. It is no accident that in his Philosophical Manuscripts of 1844 Marx quotes Shakespeare’s Timon of Athens to underline the power of money in bourgeois society:

Gold? yellow, glittering, precious gold? No, gods,

I am no idle votarist: roots, you clear heavens!

Thus much of this will make black white, foul fair,

Wrong right, base noble, old young, coward valiant.

Ha, you gods! why this? what this, you gods? Why, this

Will lug your priests and servants from your sides,

Pluck stout men’s pillows from below their heads:

This yellow slave

Will knit and break religions, bless the accursed,

Make the hoar leprosy adored, place thieves

And give them title, knee and approbation

With senators on the bench: this is it

That makes the wappen’d widow wed again;

She, whom the spital-house and ulcerous sores

Would cast the gorge at, this embalms and spices

To the April day again. Come, damned earth,

Thou common whore of mankind, that put’st odds

Among the route of nations, I will make thee

Do thy right nature.

(Timon of Athens, Act IV, Scene iii)

And Marx explains its inner significance: «Shakespeare brings out two properties of money in particular: (1) It is the visible divinity, the transformation of all human and natural qualities into their opposites, the universal confusion and inversion of things; it brings together impossibilities. (2) It is the universal whore, the universal pimp of men and peoples.»

This profound observation goes to the heart of the nature of capitalism, and is even truer now than when it was written. The true God of modern society is not Jehovah, Mohammed or Buddha, but Mammon. The real temples are neither cathedrals nor mosques but banks and stock exchanges. Its high priests are the bankers, stockbrokers and bondholders. And they still live by demanding their pound of flesh. The true spirit of Capital is summed up in the person of Shylock.

His is the voice of capitalism speaking in its crudest and therefore most sincere voice. Capital must be allowed to expand without any restriction or hindrance whatever. The relationship between human beings is reduced to a naked cash nexus. Considerations of sentimentality, friendship, morality or religion do not enter into it. That is why it is preferable not to lend money to a friend, but rather to an enemy who must suffer the consequences for non-payment.

This is the true nature of capitalism, stripped of any pretence of humanity or morality. The picture is not a flattering one, but it is completely true to life. Shylock is the personification of Capital – its distilled essence. His antipathy towards Antonio is not so much based on religion but on the fact that he violates the most fundamental principle of capitalism – the inviolability of the profit motive. Antonio represents an old world morality, a hangover from the period when bounds of friendship and honour were supposed to rule supreme:

I am as like to call thee so again,

To spit on thee again, to spurn thee too.

If thou wilt lend this money, lend it not

As to thy friends; for when did friendship take

A breed for barren metal of his friend?

But lend it rather to thine enemy,

Who, if he break, thou mayst with better face

Exact the penalty.

(Antonio, Merchant of Venice, Act 1 Scene iii)

By contrast, Shylock represents the new capitalist morality, which places the pursuit of profit before all other considerations. The most heinous crime of Antonio from Shylock’s point of view was not that he worshipped the Holy Trinity, but that he lent money without demanding interest, thereby violating the Holy of Holies of capitalism:

How like a fawning publican he looks!

I hate him for he is a Christian,

But more for that in low simplicity

He lends out money gratis and brings down

The rate of usance here with us in Venice.

If I can catch him once upon the hip,

I will feed fat the ancient grudge I bear him.

He hates our sacred nation, and he rails,

Even there where merchants most do congregate,

On me, my bargains and my well-won thrift,

(The Merchant of Venice, Act 1 Scene iii)

Some people have tried to find anti-Semitism in this play, and it is true that Shakespeare was not fully free from the prejudices of his time. Nevertheless, as Marx understood, the essence of Shylock is not his race, nationality or religion but his calling as a money lender, the personification of capitalism in its formative stage of primitive accumulation, that is to say, in its purest, chemically distilled essence.

As if to refute in advance the accusation of anti-Semitism, Shakespeare puts in the mouth of Shylock the most eloquent and moving speech of protest:

I am a Jew. Hath

not a Jew eyes? hath not a Jew hands, organs,

dimensions, senses, affections, passions? fed with

the same food, hurt with the same weapons, subject

to the same diseases, healed by the same means,

warmed and cooled by the same winter and summer, as

a Christian is? If you prick us, do we not bleed?

if you tickle us, do we not laugh? if you poison

us, do we not die? and if you wrong us, shall we not

revenge?

(The Merchant of Venice, act 3 scene i)

Capital knows neither race nor religion. It has no fatherland and knows no frontiers. It has neither soul nor heart, knows neither right nor wrong. Yet this blind god, more pitiless than any heathen idol, subjugates the entire human race and forces it to do its bidding. That is the true message of Shakespeare’s play, and it remains a true message for our own times.

Primitive accumulation

«Whiles I am a beggar, I will rail and say there is no sin but to be rich; and being rich, my virtue then shall be to say there is no vice but beggary.» (The Bastard in The Life and Death of King John, Act 2 Scene i)

Capitalism developed in England somewhat later than in the cities of Northern Italy, but once it took hold it developed rapidly. This was the period Marx describes as the period of primitive accumulation. The Tudor monarchs acted as an agency of the nascent class of English capitalists. Elizabeth lent her support to the new manufacturing and trading class that provided the wealth that underpinned the ruling dynasty and ensured its survival in a threatening world. But this economic progress came at a high social cost.

The social upheavals that flowed from these great changes meant terrible hardship for the masses. Marx describes this in Capital, in the section on primitive accumulation:

«In the history of primitive accumulation, all revolutions are epoch-making that act as levers for the capital class in course of formation; but, above all, those moments when great masses of men are suddenly and forcibly torn from their means of subsistence, and hurled as free and ‘unattached’ proletarians on the labour-market. The expropriation of the agricultural producer, of the peasant, from the soil, is the basis of the whole process.» (Karl Marx, Capital volume 1, chapter 28)

The main growth industry was wool, which constituted three quarters of England’s exports. The constant increase in demand for wool promoted the growth of sheep farming. But since this employs fewer labourers large numbers of the rural population found themselves unemployed. Farms that formerly produced crops were turned into grazing land for sheep. As Thomas More bitterly complains in his famous work Utopia, «the sheep are eating the people.»

This was a period of brutal laws against «beggars» and «vagrants», that is to say the huge numbers of peasants who had been thrown off the land, displaced by the new methods of capitalist agriculture. In this period, as Marx observed, a huge section of the English people were criminalised, prosecuted, whipped and put to death for the crime of being poor. During the reign of Henry VIII, no fewer than 72,000 «thieves» were sentenced to death. Wages were limited by law. The problems faced by the impoverished masses were exacerbated by the dissolution of the monasteries, which threw thousands of monks and nuns into the ranks of the unemployed, and the disbandment of the feudal retinues of the nobility.

Marx describes the savage laws enacted against the poor in the reign of Elizabeth: «Unlicensed beggars above 14 years of age are to be severely flogged and branded on the left ear unless someone will take them into service for two years; in case of a repetition of the offence, if they are over 18, they are to be executed, unless someone will take them into service for two years; but for the third offence they are to be executed without mercy as felons. Similar statutes: 18 Elizabeth, c. 13, and another of 1597.» (Capital volume 1, chapter 28)

Nevertheless, this is only one side of the coin. Despite its oppressive and exploitative character, the nascent capitalist system led to an explosive development of the productive forces. Despite the poverty and hardship suffered by many people, and the terrible the diseases that plagued England during the sixteenth and seventeenth centuries, the population increased.

London was now a bustling centre of trade, handling 85 percent of all exports. Every year around 10,000 citizens migrated to London, believing the streets to be paved with gold as the fairy tale has it. Gold streets there were not, but wages in London were about 50 percent higher than in other parts of the country. Wealthy landowners and merchants built palatial homes with gardens and orchards. The middle-class prospered and even some of the lower classes had sufficient money to go to the theatre.

Caravaggio and Monteverdi worked for wealthy patrons who paid the bills. But Shakespeare was only partly dependent on such patrons. The rise of the bourgeoisie created a new middle class audience that went to the theatre and paid for their seats. To an increasing extent Shakespeare was writing for this audience.

The England of Shakespeare, like the Spain of Cervantes, was in the throes of a great social and economic revolution. This was a very turbulent and painful change, which thrust a large number of people into poverty and created in the towns a large class of dispossessed lumpenproletarian elements: beggars, thieves, whores, deserters and the like, who rubbed shoulders with the sons of impoverished aristocrats and defrocked priests to create an endless reserve of characters for Shakespeare’s plays.

Religion

The Protestant Revolution that began with the revolt of Martin Luther plunged the whole of Europe into a bloody conflict in which, under the banner of the new religion, the rising bourgeoisie assembled its forces. A central point in the Protestant creed was that the Bible, the Word of God, should be in the possession of every man and woman without the need for any mediation by priests. The translation of the Bible into the vernacular therefore became the spearhead of the new movement.

Even before Luther openly challenged the domination of the Vatican, the English reformer John Wycliffe had translated the Bible into English. His followers, the Lollards, had participated in revolutionary movements that culminated in the Peasants Revolt of 1381. That revolt ended in defeat, but in the 16th century the Protestant Revolution in England produced a new and brilliant translation of the Bible by William Tyndale. For the crime of translating the Bible into English, Tyndale was convicted of heresy and treason and put to death by being strangled and burned at the stake by Henry VIII, Elizabeth’s father.

England remained a Catholic country until the reign of Henry VIII. The role of religion then was very different from what it is today. People were very religious and the Church held colossal power in its hands. Men and women were prepared to die for their beliefs. And under the Tudors they had plenty of opportunities to do so.

Henry was originally a staunch defender of Catholicism and an enemy of the new religious tendency. For his services to the old religion, the Pope allowed him to use the title Fidei Defensor (defender of the Faith) which appeared on the coinage of the realm for centuries after it had lost its original meaning: defender of the Catholic faith.

When Henry VIII, for dynastic reasons, broke with Rome and declared himself supreme head of the Church of England, (The Act of Supremacy), it marked the start of centuries of religious upheavals in Britain. Henry needed to break the Church’s power in England – he soon discovered that this was an excellent way to make money.

In 1535 Henry ordered the closing down of Roman Catholic Abbeys, monasteries and convents in England, Wales and Ireland. The dissolution of the monasteries instantly made him the owner of vast riches in the shape of all the buildings, land, money and everything else that had belonged to the Church. By selling off the proceeds to the wealthy nobles and rising bourgeoisie, he raised the money he needed to fund his pointless and expensive wars against France and Scotland and simultaneously gave a powerful impulse to the process of the primitive accumulation of capital.

The break with Rome was a major historical turning-point. But from a doctrinal point of view, it did not represent the kind of radical change represented by the Protestant Revolution on the European Continent. Henry, like his daughter Elizabeth, was no friend of Puritanism, which he saw as a threat to the established order. He therefore left much of the old Church rituals unchanged.

That changed radically under the brief rule of his son Edward VI (1547-1553), a devout Protestant. For the first time England became a genuinely Protestant nation. Edward introduced a new prayer book and all church services were held in English. Catholics were repressed and bishops who refused to conform were locked up. But Edward died young and was replaced by his older sister Mary, a fanatical Catholic.

England found itself once again a Catholic nation. The pope became the head of the church and Church services changed back to Latin. Now repression was directed against the Protestants. About 300 leading Protestants who would not accept Catholic beliefs were burned at the stake. Among them were Bishops Latimer and Ridley. It is said that as the flames rose, Latimer encouraged Ridley, «Be of good comfort, Mr. Ridley, and play the man! We shall this day light such a candle by God’s grace, in England, as I trust never shall be put out.»

To make matters worse Mary had married King Philip II of Spain. All this earned the Queen the nickname of «Bloody Mary», although to tell the truth she killed far fewer per year than her murderous father. Nevertheless, these actions produced a violent reaction against her.

Following her death, England swung sharply in the direction of Protestantism, underlined by a hatred of Spain, which became the main national enemy. The accession of Elizabeth on November 17, 1558, following the Catholic reaction under Mary, was greeted by general rejoicing. Bells rang and bonfires lit up the sky. Now it was the turn of Catholic priests to go to prison or to go underground. Many churches were closed.

Elizabeth attempted to balance between the opposing forces, compromising between the Protestants and Catholics. In Elizabethan England it was illegal for Catholics to hold or to attend a Mass. However, the rich and powerful could usually escape punishment for their religious practices. Wealthy Catholic families kept private chaplains in their homes, a practice to which the law usually turned a blind eye as long as they did this in the privacy of their own homes and did not engage in subversive activities against the Crown.

But this uneasy balancing act was doomed to failure. Tensions continued to increase and were driven to fever point by the news of massacres on the European mainland. In 1572, on St. Bartholomew’s Day, there was a mass murder of French Calvinists (Huguenots) in Paris. News of this caused outrage in England and a further backlash against Catholics. The assassination of the Dutch Protestant leader, William of Orange, added fuel to the flames. In 1580, the Pope stated that it would not be a mortal sin to assassinate the Queen of England. This announcement automatically meant that all Catholics were under suspicion for treason.

An army of Jesuit agents was dispatched to England to work underground, organising plots with the collaboration of Catholic noblemen, and preparing the ground for a Catholic uprising. For 18 years, the Catholic Mary Queen of Scots had been held prisoner by her cousin Elizabeth, who regarded her as a useful bargaining chip for her dealings with France and Spain. There was a well-founded suspicion that Mary was a focal point for Catholic subversion. Elizabeth’s advisers, members of the Protestant party, decided to get rid of this potential threat.

The Queen’s network of spies was controlled by Francis Walsingham. Its network extended everywhere. Walsingham accused Mary of being involved in an assassination plot aimed at the overthrow of Elizabeth, who would be replaced by Mary herself. He claimed to have discovered compromising letters that proved her guilt. Whether these letters were genuine or invented by him we will never know. In any case, they had the desired effect. In February 1587, Elizabeth signed the death warrant and Mary was beheaded.

Religion in Shakespeare’s plays

The religious revolution that swept through Europe like wildfire at that time affected literature in a very direct manner. When Elizabeth’s Protestant government banned mystery plays, the door was open for the rise of a new secular theatre. Until then, the only theatre was closely linked to the Church. It was this that made the success of Shakespeare possible.

The religious element surfaces in his plays. In the Prologue and Act I, scene i of Shakespeare’s Henry V, the Bishops of Canterbury and Ely, two powerful English (Catholic) churchmen, confer with one another. They are made to look ridiculous for the amusement of the audience. They are depicted as covetous, greedy intriguers.

The bishops are worried about a bill that has been brought up for the consideration of the king, Henry V. The reason for their concern is that if it became law it would authorize the government to lay its hands on the Church’s land and money, which would be used to maintain the army, support the poor, and augment the king’s treasury. The clergymen, who have been made wealthy and powerful by this land and money, are determined to keep it for themselves.

To this end, the Archbishop of Canterbury persuades the young King Henry into believing he has a claim to the throne of France. A nice little war in France would distract the king from the bill to confiscate Church property. To encourage Henry, Canterbury promises the king: he will raise a generous donation from the Church to fund the war effort.

This scene is clearly directed against Roman Catholicism, which was was very unpopular with the people of England, especially as it was associated with a hostile and malign foreign power. In this play that country is France, England’s traditional enemy. But to an Elizabethan audience the main enemy was Catholic Spain.

The hostility to Spain was in part religious. The rise of the bourgeoisie was accompanied by social, economic and political convulsions, revolution and war. The first decisive battles between the nascent bourgeoisie and the decaying feudal order were fought out on the grounds of religion. The Catholic Church had dominated society for generations, exercising an absolute dictatorship over the minds and souls of men and women. In Shakespeares plays we find numerous hostile references to Spain and the methods of the Spanish Inquisition.

The rise of England represented a direct threat to the hegemony of Spain. This at that time was the wealthiest and most powerful nation on earth. Elizabeth was an unprincipled and cynical opportunist in religion, as in all other matters. She flirted now with King Philip of Spain, now with his enemy the King of France, dangling the prospect of marriage, which at that time was another name for a political alliance, while keeping them all at arm’s length and systematically building up England’s power.

When Philip II realised the impossibility of getting control of England through holy matrimony, he decided to use other, less subtle means. In 1588, Catholic Spain prepared to invade England. However, things did not turn out as expected. Harassed by the English warships, the Spanish Armada was finally destroyed by storms at sea. «Jehovah blew with His winds, and they were scattered,» a common saying went.

The wind was now blowing strongly in the sails of the Protestant party in England. The Queen, however, was unhappy about its rapidly growing power and influence. Privately, she preferred the high ceremony and pomp of the old service and the hierarchical structures of the old religion. But she was obliged to support the Protestants because the main threats to her power and her life came from the Catholics and Rome.

She was obliged to tilt in the direction of the Protestant Party at court represented by Burleigh, Walsingham and the Earl of Leicester. However, the Queen regarded the extreme Protestant party (the Puritans) with suspicion and loathing. Society was gripped by religious fever that was taking on a dangerously political colouring. One horrified observer complained: «Many there are that hear not a sermon in seven years, I might say in seventeen.» Sir Francis Drake protested that the Reformation «went so far as almost to put an end to religion.»

This same antipathy is reflected in Shakespeare’s Twelfth Night, where we read the following:

The devil a puritan that he is, or any thing

constantly, but a time-pleaser; an affectioned ass,

that cons state without book and utters it by great

swarths: the best persuaded of himself, so

crammed, as he thinks, with excellencies, that it is

his grounds of faith that all that look on him love

him; and on that vice in him will my revenge find

notable cause to work. (Twelfth Night, Act 2; scene iii)

The demand for the democratisation of the Church alarmed even those in the establishment who were favourably inclined to the new doctrines. Elizabeth regarded the Puritans as dangerous extremists and a potential challenge to monarchical power. The Presbyterians demanded an end to bishops. But a reformed church would not be so easy for the monarch to control and she saw this as a threat.

Edmund Grindal, the Archbishop of Canterbury, one of the Presbyterians’ most significant supporters, found himself suspended from the exercise of his office, remaining in limbo for the rest of his life. Presbyterianism in effect was the party of the wealthy upper stratum of the bourgeoisie and its allies in the nobility. The further down the social ladder, the more radical the new religious ideas became.

On the extreme left wing of Protestantism far more radical trends were beginning to crystallise. Tendencies such as the Anabaptists were moving in a revolutionary direction. Could all this not lead directly to the demand for the democratisation of the political system? That question received its answer in the following century, when it led to civil war and the bourgeois Revolution.

Development of national consciousness

This was the period of the formation of the nation states of Europe, and the English national spirit is alive in every line of Shakespeare’s plays. The English national consciousness was developed in the course of the Hundred Years War against France, and this is reflected in Shakespeare’s history plays, especially Henry V. The French are here depicted as the national enemies of England and English patriotism is more or less defined as opposition to France. However, by the reign of Elizabeth the rise of Spanish power created a new national enemy.

England’s situation as an island played an immense role in her destiny. The sea provided a natural frontier and a line of defence that other European nations lacked. It also provided a stimulus to trade and therefore to the accumulation of capital. While much of continental Europe was plunged in wars and civil wars, with Protestants and Catholics slaughtering each other in bloody wars of religion, this island kingdom enjoyed peace and prosperity after the end of the period of civil war known as the Wars of the Roses.

The partial reformation carried out by Henry VII provided a further impetus to development of capitalism in England, the commencement of which may already be discerned from the 14th century onwards. The English wool trade benefited from the textiles industry in the Low Countries and the fighting on the Continent, which created possibilities for lucrative trade with the belligerents of all sides.

The Tudor period was therefore a decisive turning point in the emergence of England as a nation. The popularity of history plays by Shakespeare and Marlowe bear witness to a growing sense of national consciousness. The defeat of the Spanish Armada in 1588 marked a qualitative change in England’s national destiny. From now on English power depended upon her success in displacing Spain from its predominant position as the leading power in Europe and the world. A new spirit was abroad in the land -a spirit of confidence and optimism in the future. The English began to feel themselves as a distinct people with a special destiny.

The Englishman’s pride in his nation was famously reflected in the speech that Shakespeare puts in the mouth of John of Gaunt in Richard II:

This royal throne of kings, this scepter’d isle,

This earth of majesty, this seat of Mars,

This other Eden, demi-paradise,

This fortress built by Nature for herself

Against infection and the hand of war,

This happy breed of men, this little world,

This precious stone set in the silver sea,

Which serves it in the office of a wall,

Or as a moat defensive to a house,

Against the envy of less happier lands,

This blessed plot, this earth, this realm, this England,

This nurse, this teeming womb of royal kings,

Fear’d by their breed and famous by their birth,

Renowned for their deeds as far from home,

For Christian service and true chivalry,

As is the sepulchre in stubborn Jewry,

Of the world’s ransom, blessed Mary’s Son,

This land of such dear souls, this dear dear land…

The rise of the theatre

In the Elizabethan period, drama experienced a complete transformation. It was at this time that organised theatre first appeared in England and enjoyed tremendous success. Up till this time the only similar form of entertainment was provided by bands of travelling players staging plays at fairs, in the courtyards of inns and on market days. The only plays that were held in the towns of England were the «mystery plays» with religious subjects. But the Protestant Reformation dealt this kind of entertainment a mortal blow.

The theatre was thus set free from the influence of the Church and the way was open for a new, secular theatre. Companies of players formed to perform works to entertain the public under the patronage of noblemen. This new art form soon became very popular. The new professional theatres being built in England attracted 15,000 theatregoers per week in London, a city of 150,000 to 250,000.

During Shakespeare’s lifetime, for the first time, permanent theatres were springing up, particularly in London. The Red Lion and James Burbage’s playhouse, The Theatre, were the first public theatres in England. London’s South Bank was the natural location for theatres such as the Rose and the Globe.

Theatregoing in those days was not regarded as entirely respectable. The unruly mobs of groundlings did not smell of roses. Sanitary conditions in Tudor England were primitive in any case and the unsavoury riff-raff who frequented the spectacles rarely washed. The atmosphere was thick with sweat, beer and swearing. It also represented a potential threat to the public order.

Ever since mediaeval times the part of London known as Southwark had been an area of taverns, bear pits and brothels. The Bishop of Winchester was the owner of some very profitable brothels here and the local prostitutes were known popularly as «Winchester geese». It is here that Falstaff and his cronies spent their time drinking and carousing.

In Elizabethan times the South Bank began to attract a new and somewhat more reputable public. Nevertheless, god-fearing people lambasted theatres as ungodly places – «Satan’s domain.» Some Puritans like William Prynne would have liked to see the theatres closed altogether. However, the theatres enjoyed the backing of powerful patrons and not only survived but thrived, particularly with the advent of a new and more respectable bourgeois public.

The Elizabethan middle class had money to spend and it became very fashionable to go to the theatre to rub shoulders with the nobility who were also frequent visitors. Indeed, the Lord Chamberlain of England himself was the patron of Shakespeare’s company of players. Theatregoing was not, however, restricted to the wealthier citizens of the capital. The poor could pay one penny to stand in the stalls in front of the stage. Wealthier patrons would pay up to half a crown to sit under cover, safe from the inclemency of the London weather.

Early success

This was an exciting new phenomenon. It was also a highly profitable business for those who knew how to exploit it. And the young Shakespeare certainly knew how to do that. The next known record of Shakespeare emerges when he was already a playwright in London, belonging to a company known as the Lord Chamberlain’s Men. His early successes aroused bitter resentfulness on the part of other less successful writers.

Between 1590 and 1592, Shakespeare erupted onto the London stage with his Henry VI plays, Richard III, and The Comedy of Errors. They were an instant success. This success and popularity gave rise to growing confidence. This is shown by the fact that he revived his father’s lapsed application for a family coat of arms in 1596. In 1602, he had to defend his title against accusations that «Shakespeare ye player» was not entitled to the honour of a coat of arms.

Fellow playwright and rival Robert Greene wrote an unflattering note describing Shakespeare an «upstart crow.» This insulting language reflects the hostility of the literary establishment educated in university towards the new kid on the block whose success they saw as a threat. Evidently their fears were well founded.

Shakespeare became a famous and wealthy man and a shareholder in the Lord Chamberlain’s Men. The group had its own theatre called the Globe, and Shakespeare, clearly a shrewd businessman, held a 12.5% stake in it. He had sufficient capital to invest in property both in Stratford and London. He purchased the second-largest home in Stratford in 1597, though he continued to live in London.

When the theatres were closed in 1593 because of the plague, the playwright wrote two narrative poems, Venus and Adonis and The Rape of Lucrece, and probably began writing his richly textured sonnets. One hundred and fifty-four of his sonnets have survived, ensuring his reputation as a gifted poet. By 1594, he had also written The Taming of the Shrew, The Two Gentlemen of Verona and Love’s Labour’s Lost.

In 1598, the author Francis Meres singled him out as «the most excellent» of English writers in both comedy and tragedy. His work attracted the attention of the Court and he acted in several performances before Queen Elizabeth I. But he later got into serious difficulties when, shortly before her death, the Earl of Essex organised and ill-prepared plot in which Shakespeare was indirectly implicated.

A period of transition

Marx pointed out that it is precisely such periods of social transition that produce in abundance the kind of colourful characters that appear in Shakespeare’s plays. But quite apart from the knockabout humour that so captivated the Elizabethan audiences, Sir John Falstaff is a striking personification of one aspect of the age – its plebeian underbelly – the lower depths of Elizabethan society that lay beneath the glamorous pageant of courtly life, chivalry and honour. In fact, he represents its polar opposite.

In one of his most famous speeches Falstaff accurately conveys the transitional nature of a society that is casting off the trappings of feudalism, and the old feudal morality based on ideas such as loyalty to one’s superiors, honour etc., in favour of more practical considerations, especially of the monetary kind. Sir John’s philosophical diatribe on honour provides him with a convenient excuse for running away from the battle:

[…] What need I be so forward with him that

calls not on me? Well, ‘tis no matter; honour pricks

me on. Yea, but how if honour prick me off when I

come on? how then? Can honour set to a leg? no: or

an arm? no: or take away the grief of a wound? no.

Honour hath no skill in surgery, then? no. What is

honour? a word. What is in that word honour? what

is that honour? air. A trim reckoning! Who hath it?

he that died o’ Wednesday. Doth he feel it? no.

Doth he hear it? no. ‘Tis insensible, then. Yea,

to the dead. But will it not live with the living?

no. Why? detraction will not suffer it. Therefore

I’ll none of it. Honour is a mere scutcheon: and so

ends my catechism.

And Sir John abandons the field of battle as fast as his fat legs will carry him.

This speech represents a scathing critique of an outmoded morality that is very much in line with that of Cervantes’ Don Quixote. This period in Spain was a seething cauldron of social change in which old classes were melted down faster than new ones could replace them. The decay of feudalism, together with the discovery of America had a devastating effect on Spanish agriculture. In place of a productive peasantry earning its bread by the sweat of their brow, we are confronted with an army of beggars and parasites, ruined aristocrats and robbers, royal servants and drunkards, all striving to make a living without working.

Spanish society at this time presents us with the same rich mosaic of scoundrels, thieves and tricksters that we find reflected in the pages of Shakespeare’s plays. The philosophy of this layer can be summed up in one word – survival. Life is a mad scramble to secure the means of existence by any possible methods. Their motto is: «Every man for himself and let the devil take the hindermost.» This philosophy of bourgeois egotism is summed up in the words of Sancho Panza who, like Falstaff personifies the values and morality of the new world, whereas Don Quixote clings to those of a world that has long ceased to exist. The resulting contradiction between what ought to be and what is can be summed up in one word – madness. It is precisely in this contradiction and its manifest absurdity that the humour of Cervantes’ masterpiece resides.

The bawdy scenes of tavern low-life in Don Quixote give the novel life and colour while highlighting the central contradiction of the historical period. The common Spanish people are as alive and vivacious as the nobility is dead and absurd. The central theme of Quixote contains a fundamental historical truth about Spain in the period of feudal decadence. The ideals of chivalry now appear as ridiculous and antiquated eccentricities in the context of the nascent capitalist economy, in which all social relations, ethics and morality are dictated by cold, hard cash.

The England of Shakespeare, like the Spain of Cervantes, was in the throes of a great social and economic revolution. This was a very turbulent and painful change, which thrust a large number of people into poverty and created in the towns a large class of dispossessed lumpenproletarian elements: beggars, thieves, whores, deserters and the like, who rubbed shoulders with the sons of impoverished aristocrats and defrocked priests to create an endless reserve of characters like Sir John Falstaff.

Sir John Falstaff

Sir John Falstaff is probably the most popular of all Shakespeare’s characters. He is the archetypal «lovable rogue», a drunkard, liar, braggart and thief. His centre of operations is in Southwark, an area of London lying outside its walls to the south of the River Thames that was the haunt of criminals and prostitutes. This is where the people of London came to enjoy themselves in the taverns, brothels and theatres. It was also the site of Shakespeare’s Globe Theatre, which is now been rebuilt and continues to show Shakespeare’s plays.

Falstaff’s companions are rogues, drunkards, thieves and cutthroats like himself, but also include the Prince of Wales, the future Henry V who participates with gusto in their immoral and illegal escapades in the plays Henry IV parts one and two. Among his cronies at the Boar’s Head Tavern was Pistol, an old soldier, a boaster, coward and a «swaggerer», Poins, and Bardolph – a thief whose large red nose and flushed, carbuncle-covered face suggests an advanced stage of alcoholism.

These lumpenproletarians are fairly typical examples of London lowlife, with whom Shakespeare appears to have been fairly well acquainted. This social flotsam and jetsam is the product of the disintegration of the old feudal order at a time when capitalism had not yet firmly established itself. This is a faithful reflection of the social composition of a large part of the population of London in Shakespeare’s time.

Sir John Falstaff himself personifies that layer of society, albeit superficially modified by the wit and manners of an Elizabethan gentleman fallen on hard times. Everything he says and does is on a big scale, from gluttony and drunkenness to lying, which he raises to an art form, disguising his villainy with a thick layer of hyperbole, mendacious retelling of events and the most imaginative and colourful inventions.

Like all good liars Falstaff shows considerable ingenuity in brazenly denying that he has told any lies at all: «Hal, if I tell thee a lie, spit in my face, call me horse.» In one of his most outrageous lies Falstaff claims to have killed the rebel leader Percy Hotspur on the battlefield from which he has run away. When Prince Henry confronts him, the following comic exchange follows:

PRINCE HENRY

Why, Percy I killed myself and saw thee dead.

FALSTAFF

Didst thou? Lord, Lord, how this world is given to

lying! I grant you I was down and out of breath;

and so was he: but we rose both at an instant and

fought a long hour by Shrewsbury clock. If I may be

believed, so; if not, let them that should reward

valour bear the sin upon their own heads. I’ll take

it upon my death, I gave him this wound in the

thigh: if the man were alive and would deny it,

‘zounds, I would make him eat a piece of my sword.

(Henry IV part one, act 5, scene iv)

While Falstaff is not at his best on battlefields, he is in his element in the environment of the tavern. In fact, while others fight for honour, he eats and drinks his way through the entire play of Henry IV. The Prince discovers Falstaff in a drunken sleep at the Boar’s Head Tavern where he has consumed a gargantuan quantity of sack (a sweet Spanish wine popular in England at that time). He examines the contents of Falstaff’s bill, which runs as follows:

PETO

[Reads] Item, A capon,. . 2s. 2d.

Item, Sauce,. . . 4d.

Item, Sack, two gallons, 5s. 8d.

Item, Anchovies and sack after supper, 2s. 6d.

Item, Bread, ob.

PRINCE HENRY

O monstrous! but one half-penny-worth of bread to

this intolerable deal of sack!»

(Henry IV part one, act two, scene iv)

In case you didn’t know, two gallons of sack is approximately nine litres! Falstaff is a big man in every sense of the word. His huge physical bulk is marvellously conveyed in the following passage:

Falstaff sweats to death,

And lards the lean earth as he walks along:

(Henry IV part one, act two, scene ii)

Falstaff and the Prince engaged in a mock duel of words, taking turns insulting each other. Their insults achieve a high degree of artistry, as when the Prince describes Falstaff as follows:

that trunk of humours, that

bolting-hutch of beastliness, that swollen parcel

of dropsies, that huge bombard of sack, that stuffed

cloak-bag of guts, that roasted Manningtree ox with

the pudding in his belly, that reverend vice, that

grey iniquity, that father ruffian, that vanity in

years.

(Henry IV part one, act two, scene iv)

Although these insults may be well founded, they did not diminish in the slightest the popularity of this character with the public, especially the so-called groundlings. So popular was this genial rogue that when Shakespeare portrayed his death in the play Henry V, there was such an outcry from the public that he had to write another play, the comedy the Merry Wives of Windsor, in order to reinstate him.

The famous victories of Henry V may have appealed to the nobler patriotic feelings of Shakespeare’s public, but they definitely felt more at home with the lowlife of the taverns and the loveable rogue Sir John Falstaff who, like them, laughed, drank, swore, chased after «loose women» and saluted the passing of the aristocratic Age of Chivalry by showing it his voluminous backside.

The age of Shakespeare was also the age of Machiavelli. That brilliant Italian philosopher was the man who first explained that the conquest and maintenance of political power has nothing to do with morality. The state itself is organised violence, and the seizure of state power can only be brought about by violent means. Moralists have given the Italian philosopher a very hard time, but history has shown that his analysis was basically sound.

Shakespeare and politics

In Shakespeare’s plays, particularly the history plays, we have an eloquent description in literature of what Machiavelli demonstrated in political philosophy. The history plays deal with the power struggles that culminated in what became known to us (incidentally thanks to Shakespeare) as the Wars of the Roses. The struggle for power (in this case, monarchical power) is achieved through intrigue, backstabbing, betrayal and murder.

This was a world in which violence and treachery were the normal tools of the trade in monarchical politics. The feudal system was breaking down and capitalism was beginning to take root. The old aristocracy was being undermined and physically annihilated by a long and bloody conflict. This senseless conflict between rival dynasties was characterised by extreme violence and thuggery in pursuit of power. Two gangs of robber barons slugged it out, while the kingmaker Warwick balanced between them. For thirty two years the nobles of England had slaughtered each other without mercy.

That bitter struggle for the English throne played an important role in undermining the feudal order in England. In the end both Houses – York and Lancaster – were exhausted. Edward IV (1461-1483), of the House of York, was succeeded by his brother Richard, made notorious by Shakespeare in his play Richard III. In this play Shakespeare describes how the Duke of Clarence was knifed and then drowned in a barrel of wine on the orders of his brother, Richard, Duke of Gloucester, later Richard III. Henry VI was murdered in prison, probably by Richard himself. These were typical of the charming methods used by the nobility of England in the Age of Chivalry.

This was an example of the “the brutal display of vigour in the Middle Ages” to which Marx refers in The Communist Manifesto. These murderous civil wars finally ended with the death of Richard III, the last Yorkist King, at Bosworth in 1485. The result was the rise of a new dynasty founded by the Welsh adventurer Henry Tudor.

The Tudors encouraged the development of trade, industry and the nascent bourgeoisie. But the new dynasty was unstable, its legal foundations very shaky. Both Henry VII and his son Henry VIII were faced with plots and revolts that threatened to thrust England back into civil war. For this reason, the majority of the upper classes and middle classes were fervently loyal to Elizabeth, who seemed to stand between them and a return to the chaos that they feared.

This was an age of great insecurity in which conspiracies, political intrigue and rebellion were always in the air. Shakespeare’s great contemporary, Christopher Marlowe, who had earned great popularity and success with plays such as The Jew of Malta and Tamerlane, was killed in a pub brawl, apparently because he was suspected of being a spy.

Elizabeth herself lived in a permanent state of anxiety, fearing assassination at the hands of discontented Catholics or Spanish agents. Her person was guarded by a vast network of spies and informers under the ever-vigilant Walsingham, one of her most loyal ministers. There is a portrait of Elizabeth that was painted in her old age. Her face has been heavily made up. In order to hide the ugly reality beneath it, it is painted white. She is dressed in magnificent silks and satins and covered in priceless jewels.

But a closer inspection reveals a curious and rather macabre detail. Her dress is decorated with human eyes and ears. The meaning of this is perfectly clear: “My eyes and ears are everywhere. I see what you are doing, I hear what you are whispering, I can read your innermost thoughts and penetrate the secrets of your heart and soul.” In a word: Big Sister is watching you.

Nowhere is this peculiar world of intrigue, plots and assassinations better described than in Julius Caesar. Here the psychology that drives ambitious politicians is dissected with the accuracy of a skilled surgeon. Julius Caesar is yet another tale of Machiavellian intrigue and backstabbing (literally) that faithfully conveys the essence of the political life, not just of the late Roman Republic but of every other period in history, especially our own.

Looking around him at the faces of his future assassins, Caesar comments with a wry sense of humour:

“Let me have men about me that are fat;

Sleek-headed men and such as sleep o’ nights:

Yond Cassius has a lean and hungry look;

He thinks too much: such men are dangerous.”

Anthony tries to reassure him:

“Fear him not, Caesar; he’s not dangerous;

He is a noble Roman and well given.”

But Caesar is not fooled, replying:

“Would he were fatter! But I fear him not.”

(Julius Caesar, Act one, scene ii)

In Henry VI, the Duke of Gloucester (the future king Richard III) says:

“Why, I can smile, and murder whiles I smile,

And cry ‘Content’ to that which grieves my heart,

And wet my cheeks with artificial tears,

And frame my face to all occasions.”

(Henry VI Part Three, Act three, scene i)

Here in a few lines we have the distilled essence of what we now call Machiavellianism. It is a chilling echo of the words put in the mouth of Donalbain in Macbeth: “There’s daggers in men’s smiles.” In the same play Duncan, musing over the death of the Earl of Cawdor, utters the following words:

“There’s no art

To find the mind’s construction in the face.

He was a gentleman on whom I built

An absolute trust.”

(Macbeth Act 1, scene iv)

All this is a faithful reflection of the mood of the times. Despite its external appearance of glitter, the myth of “Merry England” in Elizabethan times was just that – a myth. It was an age of extreme insecurity, where plots of assassination were ever present, spies were listening at every street corner and in every tavern, and the air was thick with fear and suspicion.

Elizabeth herself was steeped in the habits of a mind characteristic of Machiavellianism. She spent most of her life eaten up by suspicion and fear of assassination. Against real or imagined enemies, she showed herself to be utterly merciless. A man could be her favourite one moment, only to find himself a prisoner in the Tower of London awaiting execution the next.

An opportunist with few principles other than that of personal survival, her religious beliefs always came second to that principle. Even in her persecutions, she lacked the conviction of her late brother Edward, a fanatical Protestant, or her sister Mary, and equally fanatical Catholic. Mary burnt hundreds of people she regarded as heretics in order to save their souls. Elizabeth hanged or cut off heads, not to save souls but to serve herself, her interests and her throne.

Shakespeare’s attitude to revolution

Shakespeare’s plays can tell us a lot about life at the end of the 16th and beginning of the 17th century. This was a time of tremendous political and social turbulence. One play in particular had a significant role in political events. Here Shakespeare’s involvement in politics – albeit an indirect one – could have ended very badly for him. This occurred towards the end of Elizabeth’s reign, when she was already an old woman and speculation about the succession was becoming acute.

As a rule, the message of Shakespeare’s history plays is pro-monarchical and in that sense conformist. For obvious reasons he wished to acquire the favours of the ruling monarch – both Elizabeth and later James I. The reason for this was not merely pecuniary. Shakespeare and his generation had every reason to fear political instability. Their psychology was rooted in the experience of recent events. The memory of the Wars of the Roses was still vivid in people’s minds.

Yet in several of his plays Shakespeare gives free rein to subversive and even revolutionary thoughts. Shakespeare was capable of seeing the world from every conceivable angle. Although he was from a relatively privileged background, he was capable of understanding the misery and sufferings of other people. He lived at a time when colonialism was at its earliest beginnings. White Europeans were coming into contact with people of different colour, religion and customs. The result was a violent clash of culture that generally did not have a happy ending.

In The Tempest, Shakespeare’s last play, we find a startling denunciation of colonial slavery. Caliban is a monstrous being living in a state of savagery who has been enslaved by the wizard Prospero, the leading character in that play. The latter is portrayed as a magician and a highly knowledgeable person. According to some critics, Prospero is the depiction of Shakespeare himself as a powerful man of the Renaissance. Yet Shakespeare puts into Caliban’s mouth a speech that eloquently expresses the revolt of the slave against his master:

“You taught me language, and my profit on’t

Is I know how to curse. The red plague rid you

For learning me your language!”

(The Tempest, Act 1 scene ii)

London itself was a very violent place in those days. There were frequent riots, mainly by poor apprentices who expressed their frustrations in attacks on gentlemen’s serving men, foreigners and prostitutes. Such disturbances were regarded by the City authorities as a normal part of life. Far more serious were the rebellious outbursts in rural areas. These were provoked by the enclosure of common land, wastelands, and forests by greedy landowners and agents of the Crown.

Such popular anti-enclosure protests were fairly common in Shakespeare’s time, especially in the period from 1590-1610. They generally consisted of tearing up hedges and filling in ditches. Women and children participated in these actions. Small village riots, which were very common, were considered a misdemeanour. But on a larger scale they were punishable as treason. The largest, known as Kett’s Rebellion, involved 16,000 peasants. The leader Kett died in jail. He was fortunate not to have suffered a worse fate.

Cade’s rebellion

There is a challenging of authority in Hamlet, Julius Caesar and Richard II. Yet Shakespeare was no social revolutionary. The message of Shakespeare’s great history plays is precisely this: a warning against the chaos of civil strife – and revolution. The only explicit depiction of social revolution in Shakespeare is contained in the play Henry VI part 2.

The facts of the case are as follows. During the chaotic reign of Henry VI the peasantry, maddened by the increasingly heavy burdens of taxation and other oppressive measures, rose in revolt. In June 1450 an army of 20,000 rebels from Kent marched on London under the leadership of a man calling himself John Cade. Cade, who was reputedly an Irishman, defeated the forces sent by the King against the rebels and killed their commander, Sir Humphrey Stafford.

In Henry VI, Lord Say describes Kent as:

“the civil’st place of all this isle:

Sweet in the country, because full of riches;

The people liberal, valiant, active, wealthy.”

Yet in the same play the men of Kent are depicted in negative terms, as senseless, riotous, unruly rebels against authority. But this judgement appears to be both one-sided and unjust. As was usually the case in all such uprisings during the Middle Ages, the rebels claimed to be fighting, not against the King, but against his ministers, specifically the royal treasurer, Lord Say. These demands were well received by the people of London and also by the soldiers in the King’s army. Despairing of victory, the king fled to the relative safety of Kenilworth.

Henry’s fears were well founded. As the rebels approached the capital the King’s army melted away, its soldiers refusing to fight the rebels who maintained an admirable level of discipline. The rebels entered London with no resistance, and captured Lords Say and Cromer, who they beheaded. But thereafter the movement seemed to lose its sense of direction and degenerate into mere rioting. Cade had issued orders that there be no pillaging or theft. But some of the rebels began to plunder the homes of the rich, provoking a backlash against them. The rebels were forced to leave London and Jack Cade fled to Kent where he was murdered by a sheriff, allegedly while hiding in a garden.

The impression one gets when reading the version presented by Shakespeare in his play Henry VI is an unfavourable one. It reflects the fears of the Elizabethan upper classes of the mass of downtrodden and oppressed people who represented a constant threat to their privileged situation. The Elizabethan gentry must have felt that they were sitting on the brink of a large and dangerous volcano that at any time could erupt with elemental violence. These fears clearly coloured Shakespeare’s portrayal of Jack Cade and his rebel army. Cade is made to say:

“We will not leave one lord, one gentleman;

Spare none but such as go in clouted shoon,

For they are thrifty honest men, and such

As would, but that they dare not, take our parts.

“But then are we in order when we are most out of order”,

Cade is supposed to have said:

“I thank you, good people: there shall be no money;

all shall eat and drink on my score.

“Seven half-penny loaves (3 1/2 cents) shall sell for a penny.

“All the realm shall be owned in common — no private property; just take what you want.

“All shall wear the same livery, that they may agree like brothers, and worship me their lord.”

At this point Dick the Butcher shouts the famous line,

The first thing we do, let’s kill all the lawyers.”

At that point, a clerk enters. Someone accuses the clerk of being able to write and read. Cade orders:

“Hang him with his pen and inkhorn about his neck.”

In the end Cade’s severed head was paraded through London and his body was left for «crows to feed upon.» The Elizabethan middle classes could sleep soundly in their beds once more.

We shall never know what Jack Cade actually did say, but the above lines sound suspiciously like what the defenders of capitalism constantly repeat today: that the idea of socialism is utopian, that we are promising people things which cannot be achieved, and misleading the “ignorant masses” with the promise of a fool’s paradise.

One thing is clear: William Shakespeare was no revolutionary. He supported the existing order of Elizabethan England, upon which his success was based. He supported the monarchy and considered all movements of the downtrodden classes to be at best misguided, and at worst a recipe for chaos and anarchy. Despite this fact, there are many elements in Shakespeare’s plays that show a keen understanding for the sufferings of the downtrodden, as well as what one might call “the common touch.” It is no accident that his plays found favour, not only with the prosperous middle class from which he came, but with the poorer layers of society.

Ireland and the Essex Rebellion

Primitive accumulation not only signified the plunder and dispossession of the English peasantry but also the even more brutal dispossession of the lands of the Irish people. The Tudor period, and in particular the Elizabethan, was marked by the most ferocious oppression of the Irish. Here class oppression was mounted a thousandfold by national, religious and linguistic differences.

Ireland was England’s first colony and the real cruel face of the English ruling class can be seen by its treatment of the Irish people. The Irish were treated as slaves and criminals, aliens in their native land. English soldiery butchered men, women and children without mercy, exterminating entire communities. For the English overlords, the Irish were not human beings but little better than animals without any rights, including the right to life.

As a result, there was a whole series of bloody uprisings and rebellions, ruthlessly put down by the forces of the English crown. The most serious of these was the rebellion of an Irish Ulsterman, Hugh O’Neill (Aodh Mor O Neill), earl of Tyrone, who repeatedly defeated the English forces and was making overtures to Spain, inviting military intervention in the pursuit of their common Catholic cause.

The English crown was spending a lot of money and losing an increasing number of men in this sanguinary conflict. England’s darkest hour in Ireland came on 14 August, 1598, when the English forces were cut to pieces at the battle of the Yellow Ford in County Armagh. 2,000 Englishmen, including its commander, the marshal of Ireland Sir Henry Bagenal were killed. Already in command of Ulster and Connacht, O’Neill’s army advanced rapidly into Leinster and then Munster.

In this desperate situation Elizabeth sent one of her “favourites”, Robert Devereux, second Earl of Essex to Ireland with a huge force of 17,000 foot soldiers and 1,500 horsemen, 2,000 of these being veterans transferred from the Low Countries and with the promise of 2,000 more to come. Two years earlier Essex became a national hero when he shared command of the expedition that captured Cadiz from the Spanish.

With such a large force as this “the hero of Cadiz” could hardly fail to crush the Irish rebels. But fail he did. Devereux seems to have been a spoilt aristocratic brat with strong narcissistic tendencies. Excessively fond of his personal appearance (he wore his hair long) his tender self-regard was not replicated by courage and foresight on the battlefield. His military campaign failed miserably. He behaved like a coward whose only successes were in perpetrating the usual massacres of Irish men, women and children.

In the end, he fell into a trap carefully set for him by O’Neill. The latter offered him a truce, which he accepted with alacrity. He then entered into a private discussion of terms with the Irish rebel. This was a bad mistake. When Elizabeth found out about it she flew into a fury, suspecting treachery. To make matters worse, Devereux hastened to London to explain himself to his erstwhile mistress, bursting into her bed chamber in his riding boots, his cloak bespattered with mud for greater effect.

Effect his dramatic entrance undoubtedly had. Elizabeth, who now required several hours every morning for her serving ladies to paint her face white, dress her in finery and do everything possible to cover up the ravages of old age, was not at all accustomed to men – even former lovers – appearing unannounced at her bedside in this state of undress. Devereux had committed the most unforgivable faux pas, and would pay for it dearly.

One of the more endearing aspects of the Earl of Essex was his unstinting devotion and assistance to the arts. He befriended Shakespeare and attended his plays, his favourite apparently being the tragedy of Richard II. The play tells the story of the last two years of Richard II’s reign and how he was deposed by Bolingbroke – the future Henry IV – imprisoned and murdered.

On Saturday, 7th February, 1601, just two years before the death of the aged Queen, Shakespeare’s company was asked to perform the play Richard II at the Globe Theatre. It was to play a fatal role in the plot that was hatched by the Earl of Essex after he had suffered disgrace and banishment from the court.

Shakespeare wrote and published Richard II around 1595. The parallels between the ageing queen and Richard II were too uncomfortable. It is clear that Elizabeth was aware of the political parallels between herself and Richard II, and of the potential ramifications.

The Virgin Queen, as she liked to be known, had no children. Next in the line of succession was Mary Queen of Scots, whom she had executed while cynically blaming other people. The most likely candidate after this was Mary’s son, King James VI of Scotland. Although he himself was undoubtedly inclined towards Catholicism, James was more pragmatic than his mother, whose infatuation with Catholicism led her straight to the executioner’s block.

Since James had let it be known that he was open to do a deal with the Protestant party in London if he came to the throne, a faction of the English nobility saw James as a likely candidate and entered into contact with him. Among these was almost certainly Robert Devereux. This was the turbulent political and social background to Shakespeare’s plays of the period 1590 and 1613. The play shows the overthrow of Richard II by a group of rebellious nobles. The fall of the king is depicted in the following scene:

NORTHUMBERLAND

“My lord, in the base court he doth attend

To speak with you; may it please you to come down.

KING RICHARD II

“Down, down I come; like glistering Phaethon,

Wanting the manage of unruly jades.

In the base court? Base court, where kings grow base,

To come at traitors’ calls and do them grace.

In the base court? Come down? Down, court!

down, king!

For night-owls shriek where mounting larks

should sing.”

(Richard II Act 3, Scene iii)

In the given context, the play was provocative, politically subversive and even treasonous. Supporters of Robert Devereux paid Shakespeare’s company forty shillings – well above the normal rate – as a bribe to perform the play on the appointed day and hour. It was intended as propaganda to convince the public of the righteousness of the rebels’ cause.

The very next day, 8th February, Devereux marched into London at the head of 300 armed men hoping to seize the crown. But their hopes were soon dashed. The people did not rise and the rebellion ended in a farce. Essex was captured and on 25th February, 1601, he was beheaded as a traitor. It is said that Elizabeth wept bitterly for the fate of her former lover. But then she is said to have wept about the fate of Mary Queen of Scots and other of her victims. Just how sincere these tears were is anyone’s guess, but none of them served to stop the axe from falling on its target.

Were Shakespeare and his company aware of the real significance of the play they were asked to perform? Or were they enticed by the extra money on offer? Either way, they got off very lightly. Some members of the audience were arrested and executed for treason, but no charges were made against Shakespeare or the actors.

Did Elizabeth herself realise the meaning of the play? William Lambarde reported that in August 1601 he had a conversation with the Queen in which she said, “I am Richard II, know ye not that?” The authenticity of this statement has been questioned – like many other things. But I would like to think it was true. In a supreme act of historic irony, Shakespeare’s company was commanded to perform Richard II at Whitehall in the presence of the Queen herself on Shrove Tuesday 1601 — the day before Essex’s head was parted from his shoulders. Maybe the old Queen was enjoying a private joke at his expense.

A new reign

If the Earl of Essex had had a little more patience he could have achieved his objective and kept his head. In 1603, James VI of Scotland became King James I of England. England, Scotland and Wales were now united under one crown. Possessed of a sharp intelligence, and an even sharper instinct for self-preservation, James was an expert in the black arts of manoeuvre and intrigue. For years he had been plotting to take the English throne (to which he had a claim, though not a particularly strong one, by right of descent) once Elizabeth had gone to a better world. There is little doubt that he was involved in the Essex plot. James immediately released the surviving members of Essex’s faction from prison.

As King of Scotland, a relatively poor country, James was unable to indulge himself in the kind of extravagances to which he aspired. Now, with the English exchequer brimming with stolen Spanish gold at his disposal, the king could afford to be generous with money. His court was known for its lavishness and extravagance, but it was also a nest of intrigue, and jockeying for position. James had his favourite courtiers – usually good-looking young men – who received exquisite gifts. His romantic attachments might, of course, have been merely an expression of «passionate physical and spiritual love.» But that did not prevent people from speculating that these relationships were of somewhat more than a platonic nature.

Under King James the theatres flourished as never before. Shakespeare was the immediate beneficiary of his lavish generosity. His company was awarded a royal patent. At the king’s invitation, Shakespeare’s theatre company, the Lord Chamberlain’s Men, became known as the King’s Men, and they produced new works under his patronage. It was during King James’s reign that Shakespeare wrote many of his most celebrated plays dealing with the struggle for political power. Among these are King Lear, Antony and Cleopatra and, of course, Macbeth.

Having so recently come close to disaster in relation to the late Queen Elizabeth, Shakespeare was anxious to get into the new monarch’s good graces from the beginning. To this end he composed one of his greatest plays. Written early in James’s reign, Macbeth (“the Scottish play”) was clearly composed as a means of impressing the new monarch. The play pays tribute to the king’s Scottish ancestry, presenting James’s ancestor Banquo in a very flattering light, while the presence of the three witches was designed to please a man who was obsessed with the subject of witches and witchcraft.

Already when he occupied the throne of Scotland, James saw himself as sacred. He also felt that he had a special insight into the agents of Satan. He had a morbid fear of a violent death and saw witchcraft as an evil that threatened his divine rule. Before his reign, witchcraft persecutions had been rare in Britain. While thousands of alleged witches were burnt on the European continent, only a relatively small number suffered that fate during Elizabeth’s reign. But James changed all that. In 1590 he had personally overseen the North Berwick Witch Trials. Over seventy people were accused of raising the storm that nearly sank James’ ship when he sailed home from Norway with his new bride, Anne of Denmark.

The precise number of people burned at the stake as the result of this trial is unknown. But thousands of Scottish women and some men were to be accused of witchcraft, tortured and killed, especially after 1597 when James published a book on Demonology. When he became king of England, James brought his views on witchcraft south of the border where the laws against it were rather less harsh than in Scotland. Only one year after James ascended to the English throne, he passed a new Witchcraft Act, which made “raising spirits” a crime punishable by execution.

James liked to hold lavish celebrations and masques for the court nobility. The services of such an accomplished writer as Shakespeare were very welcome to him. And he was prepared to pay the bills. Macbeth was the first English drama to depicted witches gathering in secret to perform their devilish rites. Performed for James’s court in 1606, the play presumably met with his most enthusiastic approbation. One doubts that this enthusiasm was shared by the poor wretches who paid with their lives for His Majesty’s morbid fantasies.

The lavish lifestyle of James I’s court led inevitably to equally lavish debts. The king’s subjects were naturally presented with the bill. Parliamentary disputes over the king’s debts doubtless took some of the shine off the joys of court life. But it continued on its merry way regardless. Ultimately the debts he left to his son and successor Charles I led to a conflict between king and parliament that led directly to Civil War and Revolution. But that is another story.

There are at least a quarter of a million words in the English language – although some estimates suggest a far higher number – perhaps a million or more (according to the Global Language Monitor, January 2014 and the more recent Google/Harvard Study). Whatever the true figure might be, it is clear that English has more words than any other European language. This is the result of its peculiar historical evolution.

A revolution in language

Over the last thousand years English has changed more than any other European language. Anglo-Saxon, from which English is derived, belonged to the Germanic languages, related to Dutch, German, and the languages spoken in Scandinavia. If we go back a few centuries to the English spoken before 1066, the Anglo-Saxon epic poem Beowulf would be as incomprehensible to most modern English speakers as Homeric Greek, as we can see from the opening lines of that work:

Hwæt! Wé Gárdena in géardagum

þéodcyninga þrym gefrúnon

hú ðá æþelingas ellen fremedon

Following the Norman Conquest in 1066 Norman French became the language of the ruling class, while Latin was the language of scholars and the Church. But the mass of the population continued to speak the Anglo-Saxon dialect of German. One curious feature of the English language is that we use one word for a particular kind of meat and another, completely different word for the animal it came from. In every case the word for the meat is French while that of the animal is German, as in the following examples:

Animal (German) or [OE*] | Meat (French)

Cow (Kuh) | Beef (Boeuf)

Calf (Kalb) | Veal (Veau)

Swine (Schweine) | Pork (Porc)

Sheep (Schaf) | Mutton (Mouton)

Hen (Huhn) | Poultry (Poulet)

[*Old English refers to the form of English spoken circa 500-1100 AD]

This is a clear example of the class basis of the English language, since the peasants who spoke Anglo-Saxon knew the animals very well, but hardly ever ate meat, while the Norman lords who spoke French were only acquainted with the animal when it was served to them on a plate. To this day the English spoken by the working class contains a higher proportion of words of Germanic origin, whereas the “educated classes” use a higher proportion of words of a French or Latin origin.

There is in modern English even a kind of “upper class accent” that, if it is not entirely unique, is certainly far more pronounced in English than in other languages. The language of those who “talk posh” or who “speak with marbles in their mouths” offends the ears of most people, producing approximately the same disagreeable effect as the whining of a dentist’s drill. Although they cannot understand why, to ordinary folk it sounds completely alien – which in effect it is. It is a distant echo of the times when the upper class did speak a different, alien language.

Over a long period large numbers of French and Latin words entered the language. That is why it has a much larger vocabulary than either the Germanic languages or the languages of the Romance family like French, Spanish or Italian. The fusion of English (Anglo-Saxon) and French (Norman) that was already accomplished by the end of the 14th century is what makes the English language so uniquely rich, but also a rather strange hybrid animal that defies all logic.

The complex and frankly illogical nature of English spelling, which has driven generations of foreign (and also native English speaking) students of English to distraction, was the inevitable consequence of the fusion of two completely different languages. But the result is a wonderfully rich vocabulary that permits numerous nuances and plays on words that are difficult if not impossible to achieve in other languages.

This metamorphosis achieved its most perfect expression in Chaucer’s Canterbury Tales – the first real masterpiece in the English language. But the language of Chaucer was a transitional stage. It was not yet modern English.

Even educated people would have problems understanding the opening lines of The Canterbury Tales:

Whan that Aprille with his shoures soote

The droghte of Marche hath perced to the roote,

And bathed every veyne in swich licour,

Of which vertu engendred is the flour […]

Although this is far closer to modern English than the language of Beowulf, very few English speakers today would be able to read Chaucer’s works in the original.

A language in transition

The period in which Shakespeare lived was a period of fundamental change in the evolution of the English language, which was still in its formative stages. English as we know it was a very young language then. Not so long before it had still been the language of the lower classes; the upper classes spoke French, while the language common to the men of learning was not English but Latin.

It was in the course of the 16th century that English really came of age. It was a time of blossoming of literature and poetry in England that had no parallel before and, arguably, has had no equal since. It was as if the English language had been suddenly thrown into a gigantic melting pot into which words from many other languages were thrown, mingled and transformed like the elements in some strange alchemist’s brew.

At that time the English language was a very flexible and malleable medium, like the lava that flows freely after a volcanic eruption. Shakespeare himself played an important role in the development of the English language at this formative stage. The Shakespearean critic Dr. Jonathan Hope comments: “He [Shakespeare] wrote during a transitional period for English grammar when there was a range of grammatical options open to writers.”

Like a skilful potter moulding fresh clay on his wheel, he transformed this wonderful raw material into something new and special. This is reflected in the tremendous richness of Shakespeare’s English, a richness that has never been equalled, with the possible exception of the King James Bible which was written about the same time. Creating new words and using old ones in a novel way, according to some estimates Shakespeare invented over 1,700 of our common words, changing nouns into verbs and verbs into adjectives, joining words together to produce words never heard before.

Among the many words he invented are: auspicious, baseless, and barefaced (shameless), castigate, clangour (a loud clanging sound), dexterously (skilfully), dwindle (to get smaller; diminish), sanctimonious (hypocritical) and watchdog. In addition to these new words, Shakespeare is also the author of a surprisingly large number of common expressions and phrases, some of which have become proverbs. Here are just a few:

All that glitters isn’t gold (Merchant of Venice): things may not be as good as they seem.

Break the ice (The Taming of the Shrew): begin a conversation diplomatically.

Wear one’s heart on one’s sleeve (Othello): to express one’s feelings openly.

A laughing stock (The Merry Wives of Windsor): To be considered a joke by many people.

In a pickle (The Tempest): to be in an awkward situation that you cannot easily get out of.

Fair play (The Tempest): to play fairly by the rules.

Some recent studies indicate that some of these phrases may have been in use before Shakespeare, although their first recorded use is found in his writings. Even these studies, however, accept that Shakespeare, nonetheless, created many new words or gave new meaning to old words. None of this, however, takes anything away from the greatness of Shakespeare’s writing. And in any case, merely to list these words and phrases does not do justice to Shakespeare’s genius and the miraculous way in which he makes the English language a unique vehicle for his poetry. It is a kind of alchemy or magic that is difficult to analyse and impossible to imitate. Let us take just one example, the word that Shakespeare invented: incarnadine – meaning to turn red.

In his play Macbeth, we find Macbeth horrified by the murder of Duncan that he has just committed. The imagery of Macbeth is dominated by two colours – black and red: night and blood. After murdering Duncan, his king and kinsman, Macbeth is transfixed by the sight of the blood on his hands, he realises that it can never be washed away. Rather, it will stain the entire ocean red (incarnadine):

[Knocking within]

Macbeth:

Whence is that knocking?

How is’t with me, when every noise appalls me?

What hands are here? Hah! They pluck out mine eyes.

Will all great Neptune’s ocean wash this blood

Clean from my hand? No; this my hand will rather

The multitudinous seas incarnadine,

Making the green one red.

(Macbeth, Act 2, scene 2, 54–60)

Here Shakespeare takes an already existing word with a Latin root carn– referring to flesh, and thus, in its derivatives, flesh colour. From this original concept he fashions a new verb, «incarnadine,» meaning to turn something crimson. But this kind of linguistic analysis – interesting as it may be – runs the risk of taking us far away from the real Shakespeare and the magical way he uses the English language. For what we have here is pure magic that defies all definitions.

The never-ending torrent of words and the striking imagery reflected in them gives the impression of a man who is utterly intoxicated with words, which he combines in the most original and unexpected manner in his similes and metaphors. The image of Neptune’s green ocean being transformed into a sea of blood is so striking that it transcends any amount of word dissection. Here, and in all of Shakespeare’s work, the whole is infinitely greater than the sum of the parts.

Life, love and death in Shakespeare

In Shakespeare’s plays we see the human condition approached from every conceivable angle. Here are the big themes of life, love and death dealt with in a profundity that has an almost philosophical character. In these plays we find a never-ending stream of striking imagery that wonderfully conveys the whole expanse of human passions and contains within itself the distilled essence of the human condition. This is what explains its universal appeal.

The entire compass of human experience is contained in Shakespeare’s plays. King Lear is a dark tragedy of old age, full of the most profound psychological insights. The tragedy of Othello is a tour de force on the theme of jealousy and passion in the relationships between men and women. And the various stages of human life are summed up in one of his most memorable speeches, in As You Like It:

All the world’s a stage,

And all the men and women merely players;

They have their exits and their entrances,

And one man in his time plays many parts,

His acts being seven ages. At first, the infant,

Mewling and puking in the nurse’s arms.

Then the whining schoolboy, with his satchel

And shining morning face, creeping like snail

Unwillingly to school. And then the lover,

Sighing like furnace, with a woeful ballad

Made to his mistress’ eyebrow. Then a soldier,

Full of strange oaths and bearded like the pard,

Jealous in honour, sudden and quick in quarrel,

Seeking the bubble reputation

Even in the cannon’s mouth. And then the justice,

In fair round belly with good capon lined,

With eyes severe and beard of formal cut,

Full of wise saws and modern instances;

And so he plays his part. The sixth age shifts

Into the lean and slippered pantaloon,

With spectacles on nose and pouch on side;

His youthful hose, well saved, a world too wide

For his shrunk shank, and his big manly voice,

Turning again toward childish treble, pipes

And whistles in his sound. Last scene of all,

That ends this strange eventful history,

Is second childishness and mere oblivion,

Sans teeth, sans eyes, sans taste, sans everything.

(As You Like It, Act two, Scene vii)

The theme of love is dealt with very movingly in Romeo and Juliet. This work had a profound effect not just on literature but on music. It inspired an opera by Gounod, a ballet by Prokofiev, an oratorio by Berlioz and a famous overture by Tchaikovsky. But Shakespeare is at his most lyrical in simple love songs, like the one sung by the clown in Twelfth Night:

O Mistress mine, where are you roaming?

O stay and hear! your true-love’s coming

That can sing both high and low;

Trip no further, pretty sweeting,

Journeys end in lovers’ meeting—

Every wise man’s son doth know.

What is love? ’tis not hereafter;

Present mirth hath present laughter;

What’s to come is still unsure:

In delay there lies no plenty,—

Then come kiss me, Sweet-and-twenty,

Youth’s a stuff will not endure.

(Twelfth Night, Act two, Scene iii)

This is the voice of young love in full blossom. But the love theme receives a very different treatment in Antony and Cleopatra. Here the theme of passion is presented in an exotic and sensual guise that is completely different from the innocence of Romeo and Juliet. Every line in this play breathes the heady perfume of the Orient. The speech where Enobarbus describes Queen Cleopatra’s royal barge is poetry of the very highest order:

I will tell you.

The barge she sat in, like a burnish’d throne,

Burn’d on the water: the poop was beaten gold;

Purple the sails, and so perfumed that

The winds were love-sick with them; the oars were silver,

Which to the tune of flutes kept stroke, and made

The water which they beat to follow faster,

As amorous of their strokes.

(Antony and Cleopatra, Act two scene ii)

This play, like Romeo and Juliet, ends in tragedy and in many of Shakespeare’s works the idea of love is tinged with the consciousness that all human existence must end in death. The idea that all that exists deserves to perish is implicit throughout.

Sonnets

Most of Shakespeare’s work consists of plays. However, he also wrote poetry of the very highest order, particularly the sonnets which are in a class of their own. There are 154 sonnets, exploring themes of love, sex and beauty in a profound and moving manner. They were probably written in 1592 when plague closed the theatres – a fairly common occurrence in those times.

Already a popular literary form in Italy, sonnets became popular in England during the Elizabethan period. Several of Shakespeare’s sonnets remain highly popular to this day, notably Sonnet 18 (Shall I compare thee to a summer’s day?). But all of them are works of exceptional poetic beauty and philosophical profundity. The main theme that runs through these poems like a red thread is the fleeting nature of life and love and the passing of time.

SONNET LX

Like as the waves make towards the pebbled shore,

So do our minutes hasten to their end;

Each changing place with that which goes before,

In sequent toil all forwards do contend.

Nativity, once in the main of light,

Crawls to maturity, wherewith being crown’d,

Crooked elipses ‘gainst his glory fight,

And Time that gave doth now his gift confound.

There can be few examples of a poetic description of old age that transcend the powerful and moving sonnet number 73, that compares it to the coming of autumn:

SONNET LXXIII

That time of year thou mayst in me behold

When yellow leaves, or none, or few, do hang

Upon those boughs which shake against the cold,

Bare ruin’d choirs, where late the sweet birds sang.

In me thou seest the twilight of such day

As after sunset fadeth in the west,

Which by and by black night doth take away,

Death’s second self, that seals up all in rest.

Even here, in these most intimate lines, we find echoes of the turbulent period in which Shakespeare lived. The “Bare ruined choirs” refer to the ruined convents and monasteries that were destroyed in the Protestant campaign of image smashing. This is a striking image of the impermanence of all things in nature and society, a theme that lies at the heart of the sonnets in particular.

I know of nothing that come equal to the devastating effect of the black nihilism of the lines spoken by Macbeth when he is informed of the death by suicide of his wife and he muses on the futility of human existence:

Tomorrow, and tomorrow, and tomorrow,

Creeps in this petty pace from day to day,

To the last syllable of recorded time;

And all our yesterdays have lighted fools

The way to dusty death. Out, out, brief candle!

Life’s but a walking shadow, a poor player,

That struts and frets his hour upon the stage,

And then is heard no more. It is a tale

Told by an idiot, full of sound and fury,

Signifying nothing.

(Macbeth Act 5, scene 5, 19–28)

In the ten years before he died Shakespeare wrote Cymbeline, The Winter’s Tale and that work of absolute genius The Tempest – plays that have a more serious, even sombre tone than the comedies of the 1590s. Unlike the tragedies, however, these plays end with reconciliation and forgiveness. This is the voice of old age, when the storms of life are over and men and women can afford to look back at their lives not in anger but with a philosophical vision.

In 1616, his health declining and sensing that the end was near, Shakespeare changed his will. His only son had died in 1596, and so Shakespeare left the bulk of his estate to his two daughters, with a grant of money for his sister, partners, friends, and the poor people of Stratford. An odd detail is the fact that to his wife Anne he bequeathed the family’s “second best bed.”

He died in Stratford-Upon-Avon one month later, supposedly on 23 April, 1616, the date of his 52nd birthday and also, by coincidence, St. George’s day – the national saint of England. In reality, the exact date of Shakespeare’s death is not known. It was deduced from a record of his burial two days later, 25 April, 1616, at Holy Trinity Church. His grave featured a stone-carved bag of grain to represent his family’s traditional occupation.

No one knows the exact cause of his death since there are no contemporary accounts of it. He had made his will a month before he died, in which he says he is in “perfect health.” Fifty years later the vicar of Stratford-Upon-Avon claimed that Shakespeare died of a fever contracted after a “merry meeting” where he “drank too hard.”

A recent BBC programme was devoted to an investigation of Shakespeare’s grave. As expected, it revealed precisely nothing. Nor does his will enlighten us but rather adds to the mystery. Why for example did he leave his wife his “second best bed”? We will never know, but will gladly leave empty speculation on such matters to other people with time to waste.

Seven years after he died, a collection of Shakespeare’s writing was published. This was by far the most complete version of his work. It was compiled by his friends John Heminge and Henry Condell. It contained 36 plays, including 18 never before printed. It is here, not under the stone slabs of Holy Trinity Church that we will find the truth about Shakespeare. They represent Shakespeare’s true monument – and what a colossal monument it is!

Shakespeare’s genius

Why, man, he doth bestride the narrow world

Like a Colossus (Julius Caesar, Act 1, scene ii)

If one merely examines the plot and content of Hamlet or Macbeth, they would appear to be no different from the kind of blood-soaked dramas that preceded Shakespeare’s plays. But this entirely misses the point. What breathes such vibrant life into these plays is not the subject matter but the poetry of the language, which creates a kind of magic that is difficult or even impossible to explain.

It is astonishing to think that all of his plays are written in poetry, and this poetry achieved heights which were never subsequently attained by any other English poet. There is scarcely a line in these plays that does not contain in it a hidden gem. In Macbeth (Act one, scene ii) Ross has just come from the battlefield where Macbeth has defeated the Viking army. When asked where he has come from he replies:

Where the Norweyan banners flout the sky

And fan our people cold.

In these few words one feels a cold wind blowing and one can hear the flapping of the Viking flags blown by the wind, conveyed by the skilful use of alliteration. Little details such as this are the hallmark of a true poet.

Later in the same play, Lady Macbeth, now insane, recalls with horror the scene of the assassination of Duncan:

Out, damned spot! out, I say! — One: two: why,

then, ‘tis time to do’t. — Hell is murky! — Fie, my

lord, fie! a soldier, and afeard? What need we

fear who knows it, when none can call our power to

account? — Yet who would have thought the old man

to have had so much blood in him.

The ghastly nature of the murder is expressed in a few simple words:

Yet who would have thought the old man

to have had so much blood in him.

This mastery of words resembles the craft of a great painter who with a few skilful brushstrokes accurately conveys the essence of his subject. Here we see a striking contrast with the cold, calculating and un-feeling murderess who tried to assure her husband that “a little water clears us of this deed.” Now driven to the point of madness by her nightmares, she cries out in despair:

Here’s the smell of the blood still. All the

perfumes of Arabia will not sweeten this

little hand.

(Macbeth, Act 5 scene i)

In Henry IV part one Shakespeare describes an imaginary conversation between the Welshman Owen Glendower and the rebel Englishman Hotspur. There is a complete contrast between the two: the Welshman is proud, political, mystical and superstitious – the Englishman (a Northerner) is brave, stubborn, prosaic, unimaginative and utterly unimpressed by Glendower’s flights of fancy:

GLENDOWER

I can call spirits from the vasty deep.

HOTSPUR

Why, so can I, or so can any man;

But will they come when you do call for them?

(Henry IV part one, Act 3, Scene 1)

The complete contrast between the Celtic and Anglo-Saxon character is conveyed with an acute eye for detail and a wry sense of humour.

A poet for all time

He was not of an age, but for all time.” (Ben Jonson on Shakespeare)

A contemporary writer, Greene, once famously dismissed Shakespeare as «a mere actor who thought he could write.» Greene was not the only one who failed to appreciate Shakespeare’s genius. For a long time after his death he was underestimated. Marx wrote: “A singularity of English tragedy, so repulsive to French feelings that Voltaire used to call Shakespeare a drunken savage, is its peculiar mixture of the sublime and the base, the terrible and the ridiculous, the heroic and the burlesque.”

To us today these judgements appear simply ridiculous. Shakespeare’s genius is universally recognised and has left an indelible mark on the world. Nevertheless, the extreme paucity of information about his life has even led to speculation that his plays were not written by him at all, but by somebody else. Marlow, Bacon and other even less likely candidates have all had their advocates at one time or another.

The evidence put forward to justify such theories is extremely thin and can be safely disregarded. But the proponents of conspiracy theories are extremely persistent and prepared to resort to the most incredibly convoluted arguments to prove their point. Some of them have even attempted to show that there are secret messages hidden in the text of the plays that allegedly point to the identity of the “real” author.

Why on earth this mysterious “real” author should go to such extraordinary lengths to reveal his identity to the public instead of merely announcing it is hard to say. The ridiculous nature of these claims was exposed very effectively when it was pointed out that one of the Psalms in the Bible begins with the word “Shake” and ends with the word “spear”, thereby proving that Shakespeare was the real author of the Bible!

Four centuries have passed since the death of William Shakespeare, and since then no writer has surpassed him in the glory of his imagination, poetry and psychological profundity. His contemporary and rival, the playwright Ben Jonson wrote of Shakespeare, “He was not of an age, but for all time.” And that is the truth.

Shakespeare’s influence on world literature is indisputable. But it goes far beyond the literary sphere. The Guinness Book of Records lists more than 400 film adaptations of Shakespeare’s works, making him the most filmed author of all times. He has had a major influence on a wide range of artistic forms from painting to sculpture to film.

Among these are such outstanding versions as Laurence Olivier’s Henry V, Hamlet and Richard III; Akira Kurosawa’s Throne of Blood, Franco Zeffirelli’s Romeo and Juliet and an impressive Russian version of Hamlet using the masterly translation of Boris Pasternak, with the great Soviet actor Innokenty Smoktunovsky as Prince Hamlet. Leonard Bernstein also recast Romeo and Juliet in a strikingly modern context in his musical West Side Story.

The words of the Bard of Avon frequently make an appearance in the speeches and writings of politicians. Lenin referred to the bourgeois democratic politicians of the Provisional Government as “Those poltroons, gas-bags, vainglorious Narcissuses and petty Hamlets [brandishing] their wooden swords.” And the widespread strike movement that occurred during the winter of 197879 in Britain was baptised “The Winter of Discontent”, quoting (or rather misquoting) the famous opening words of Richard III.

Shakespeare was one of Marx’s favourite authors, alongside Homer, Dante and the author of Don Quixote, Cervantes. Marx’s daughter Eleanor recalled: “As to Shakespeare he was the Bible of our house, seldom out of our hands or mouths. By the time I was six I knew scene upon scene of Shakespeare by heart.” Marx’s great admiration for Shakespeare is hardly surprising.

In my opinion, William Shakespeare was probably the greatest writer that ever lived. To my mind, the only writer who comes close to his poetical genius was Dante Alighieri, whose Divina Commedia was composed in the Late Middle Ages. In this judgement of course there is a large subjective element. Other great writers may have an equally strong claim to the title of greatness. However, it would be difficult to find another writer in world literature that had such an impact on the world of art, literature and music as Shakespeare.

Is it possible that such heights will be reached in future? Or must we conclude that he was a unique phenomenon, never to be repeated? Of course, there can never be another Shakespeare, just as there can never be another Aristotle or Rembrandt. Each made his own unique contribution to human culture in accordance with the period in which they lived. And since those specific conditions will never be repeated, the kind of artistic and philosophical products that emerged from them also cannot be repeated exactly in the same way.

In the course of human history, over a period of thousands of years, there have been very few geniuses like Shakespeare, Beethoven, Hegel, Marx or Einstein. But it is impossible not to conclude that the potential for genius has existed in the minds of millions of others who were compelled to a life of drudgery, forever cut off from the world of culture, art and science. Trotsky once asked the question: “how many Aristotles are herding swine? And how many swineherds are sitting on thrones?”

Shakespeare was the product of a revolutionary age, an age of transition that opened up new vistas for the human race, broadened its horizons and raised its imagination to new heights. But revolutions will also inevitably take place in the future. And the greatest revolution of all will consist in the emancipation of the human race from capitalist slavery, oppression and exploitation. Under socialism for the first time every man and woman will be free to develop whatever potential talent they have within themselves.

Socialism will open the door to art, science and government, which has been the monopoly of the privileged few for thousands of years. The reduction of the working day to a minimal expression will permit men and women to dedicate time to their own self-development. Of course, not everybody has it within them to become a Shakespeare or an Einstein. But we can be sure that from among the billions of people who have been denied access to culture and civilisation will arise new geniuses in many fields.

We will see the emergence of new Shakespeares, Beethovens and Rembrandts and an explosion of culture, art and music such as has never been seen in previous history. They will speak with a new voice reflecting the new conditions and that voice will resonate in the hearts and minds of men and women, just as Shakespeare did four centuries ago. The Shakespeares of the future have yet to be born. But we have every reason to hope and to believe that the writers and artists of the future will scale new heights that will put all the wonderful achievements of the past in the shade.

Chacumbele… él mismito se mató. Eduardo Labrada. 2019

CAMAGÜEY.- ¿Cuántas veces usted ha escuchado el aquello de “Se mató como Chacumbele”, cuando hacemos referencia a un final anunciado? ¿Existió este personaje cuya muerte cantó toda Cuba en un son con aquel estribillo que dice: “Ay Chacumbele, él mismito se mato”. ¿Verdad o mentira? ¿Fábula o realidad?

Usted se va a sorprender cuando le diga que el personaje existió, que su nombre verdadero era José Ramón Chacón Vélez, y que además nació el 9 de noviembre de 1912, en Santa Cruz del Sur.

Desde muy pequeño, dicen, a José Ramón le atrajeron los circos y de siempre soñaba con ser trapecista. Durante la espantosa tragedia del ciclón de 1932 logró salvarse del ras de mar, subido con su perra Lolita en un alto algarrobo. Su familia no tuvo igual suerte y pereció junto a las miles de víctimas de aquel desastre. Luego fue evacuado a la ciudad de Camagüey y desde aquí emprendió un largo viaje a La Habana junto a Lolita y el poco dinero que consiguió rescatar.

En la capital consiguió empleo de aprendiz de trapecista en el circo Santos y Artigas como alumno del renombrado trapecista polaco Bronislav Korchinsky, quien lo convirtió en gran talento de los aires, escogiendo el nombre de Chacumbeles (con s), integrando al acto también a su perra Lolita.

Eventualmente se sumó a sus presentaciones Ilona Szabó “La Muñequita Húngara”, quien era una judía húngara de gran belleza, que terminó convirtiéndose en su amante. No todo iba a marchar bien, al circo llegó el negro norteamericano Harry Silver, oriundo de Mississippi, quien cantaba, bailaba tap, hacía malabarismos y tocaba el banyo.

Un día, mientras Chacumbeles hacía su acto de la cuerda floja junto a Lolita, observó desde lo alto a Ilona y Harry Silver besándose, lo que ocasionó que perdiera el equilibrio y cayera al suelo, llevándose consigo a Lolita, quien desafortunadamente perdió la vida. El trapecista pasó los siguientes seis meses en el hospital con varias fracturas, las dos piernas rotas y un pulmón perforado por una costilla, y además con el dolor de haber perdido a su perrita. Como consecuencia de este accidente le fue imposible continuar en el trapecio.

Llegó a ingresar en la policía, pero una noche, totalmente deprimido, se quitó la vida de un disparo. Después de su muerte, Chacumbeles pasó a la inmortalidad en una canción compuesta por Alejandro Mustelier, y grabada por el reconocido Trío Servando Díaz, quien suprimió la “s” final de su nombre y lo convirtió en “Chacumbele”.

El final de la húngara y el norteamericano no fue nada diferente. Ella regresó a Francia y allí, los nazis, que habían invadido ese país, la capturaron como judía e internaron en un campo de concentración, donde murió.

Harry Silver se convirtió en famoso y dedicó todos sus esfuerzos a la conquista de mujeres blancas. Retornó a su país, y como se había acostumbrado a vivir una vida de Dios de Ébano en Cuba, intentó hacer lo mismo en su tierra de origen, pero olvidó que Mississippi no era La Habana. Al atreverse a estar con una mujer blanca, el Ku Kux Klan lo sacó de su casa y al día siguiente amaneció colgado de un árbol.

Este es el final de la historia de Chacumbele, un pobre muchacho santacruceño, sobreviviente del ciclón de 1932, famoso trapecista del circo Santos y Artigas quien, a causa de un mal amor se suicido. “Ay Chacumbele, él mismito se mató”.

El día que los militares le tuvieron miedo a la música. Mario González. El Diario de Hoy. 2022

Mayo de 1980. Tropas del Ejército se desplegaron por el centro de San Salvador y catearon las principales ventas de discos de vinil para decomisar la música folclórica andina que consideraban “subversiva”.

Lo más insólito fue que los militares -lo violentos y corruptos, no los sensatos y progresistas-, bajo las órdenes de la tercera Junta golpista que se decía “revolucionaria” pero de corte fascistoide, alegaron que querían frenar los mensajes subliminales o directrices secretas del “comunismo internacional” que había en la música, aunque entre lo decomisado iba mucha música andina de quena, charango y bombo que eran eminentemente instrumental.

Decenas de soldados de verde olivo provistos con fusiles G3, comandados por oficiales cachuchudos de ceño fruncido, entraron a las tiendas de discos y cogieron los “long plays” que creían que tenían “consignas de izquierda” o “mensajes en clave”, sin siquiera escuchar si realmente eran “subversivos”. ¿Mensajes en clave en música instrumental de quena?, se preguntaba la gente…

El decomiso comenzó en la 4ª. Avenida Norte, en el Mercado de Discos y Discohits, siguiendo con Discolito, la Casa Rivas, Kismet y otros establecimientos de la zona del parque Morazán, el Hula-Hula y el antiguo Telégrafo, ahora la agencia de una telefónica.

Fue así como en ese “valiente” golpe a la cultura arrasaron con la música de Víctor Jara, Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez y otros cantantes que ahora se escuchan con normalidad, pero también la salsa de Rubén Blades, por canciones como “Tiburón” y “Plástico” que cuestionaban al sistema y a la juventud superficial y alienada de entonces.

La paranoia verde olivo
No contentos con eso comenzaron a detener en el centro de San Salvador y en las colonias a los jóvenes que usaban pantalones verde olivo ajustados, con varias bolsas y cómodos que estaban de moda, conocidos popularmente como “comandos”, así como los tradicionales vaqueros “jeans”.

Luego cerraron sin ningún miramiento ni sustento legal el periódico El Independiente, que era un muy crítico hacia la Junta de facto y sus funcionarios. Un incendio consumió las instalaciones del periódico La Crónica del Pueblo y las antenas de la radio YSAX, la Voz Panamericana, la radio de San Romero, fueron dinamitadas en varias ocasiones.

Esas mismas calles habían sido escenario de la represión de los cuerpos de seguridad contra militantes de organizaciones populares como el BPR, el FAPU, las LP-28 y otras. Fresco estaba todavía en la mente de los capitalinos el asesinato de San Romero y el desparpajo que se produjo en su entierro por disparos hechos por desconocidos en medio de la plaza Barrios colmada de fieles.

Ocurrencias por decreto
La proscripción de la música latinoamericana fue otra de las ocurrencias hechas decreto por la junta de gobierno integrada por civiles y militares que llegó al poder tras el golpe de Estado contra el general Carlos Humberto Romero en 1979 efectuado por militares jóvenes que posteriormente fueron marginados por la Junta.

De hecho, a poco de haber tomado posesión la junta, ese mismo octubre la Policía de Hacienda disolvió a tiros un desfile bufo que organizaron la Asociación General de Estudiantes Universitarios (AGEUS) y otras agrupaciones en el Centro de San Salvador.

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La junta, que ejercía como poder ejecutivo y legislativo a la vez, gobernaba por decreto, es decir, lo que se les ocurría lo hacían ley y se cumplía, como lo hicieron decretando la Reforma Agraria y la estatización de la banca y del comercio exterior entre febrero y marzo de 1980. De un plumazo, los ejecutivos y el personal de los bancos pasaron a ser empleados públicos y a portarse como tales, sin trabajar sábados y domingos.

Hasta mayo de 1980, las expresiones culturales de protesta o del folklore latinoamericano se habían sobrepuesto a la represión, aunque el régimen de Romero había logrado que se cerrara el espacio “¿Qué pasa en el mundo?” en la YSAX, con Guillermo Cuéllar y grupos como Yolocamba Itá, así como la música de Carlos Mejía Godoy, Los Guaraguao, Joan Manuel Serrat y Mercedes Sosa.

Como los programas volvían, la respuesta eran las bombas a las antenas de la radio o capturas de personas que era delatadas en los vecindarios por oír las homilías de San Romero, los editoriales de la YSAX o la música folklórica. Llegó a ser pecado andar oyendo música con una grabadora de casetes al hombro o tener discos de música folklórica latinoamericana en las casas, que eran constantemente cateadas por las tropas en los barrios y colonias de San Salvador y el interior.

Era delito tener música de Nueva Trova o protesta, así como poesía de Roque Dalton o Ernesto Cardenal, ser radioaficionado de Banda Ciudadana (CB) o escuchar clandestinamente las radios Venceremos o Farabundo Martí en FM.

En octubre de 1979, las instalaciones de La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy fueron dinamitadas.
La inseguridad era tal que no había día de Dios que no se encontraran cuerpos torturados o degollados en las calles y en El Playón, mientras decenas de madres recorrían cuerpos de socorro y morgues buscando a sus hijos.

Miles de salvadoreños comenzaron a irse ilegalmente hacia los Estados Unidos. Cientos de personas se aglomeraban frente a las oficinas de Migración, entonces en la 13ª. Calle Poniente, cerca del Mercado de San Miguelito, en espera de que les dieran el pasaporte para poder salir del país. Comenzó una campaña con la canción del español José Luis Perales, “no hay que marcharse lejos para ver el sol brillar… tu país con sus virtudes y sus defectos…”, para disuadir el éxodo, pues hasta entonces la ida de salvadoreños al Norte no era masiva. Demasiado tarde… Tres millones se fueron desde entonces.

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Sólo en 1984, por la presión ciudadana, se permitió a las radios transmitir música de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y otros exponentes de la Nueva Trova cubana, pero sólo la “música vivencial” (poética), no la revolucionaria.

Daniel Rucks abrió en la Radio Femenina un programa dominical llamado Latinoamericanto, con música de la Nueva Trova, de Mercedes Sosa, Los Guaraguao y otros, pero debió clausurarlo después de la ofensiva de 1989.

En abril de 1988, el gobierno de Duarte permitió que se celebrara frente a la Catedral el Primer Festival Un canto por la paz, con soberanía e independencia en El Salvador, que reunió a íconos de la música latinoamericana como el Quinteto Tiempo, Adrián Goizueta, Tiago de Mello, Amparo Ochoa y otros, así como grupos locales tales como Cutumay Camones y Güinama.

Ese mismo año vino Alberto Cortez, cantó en la Universidad Nacional y expresó que ese era el mismo deseo del catalán Joan Manuel Serrat, quien no podía venir.

La censura total volvió a entronizarse en los años siguientes, sobre todo tras la ofensiva de noviembre de 1989 hasta firmarse los acuerdos de paz en enero de 1992.

El último decomiso de música fue en 1990, en un estudio en el edificio Colón, frente al parque Barrios. Cuatro décadas después se gobierna por decretos emanados por el Ejecutivo que la Asamblea aprueba ipso facto, se criminaliza el uso de tatuajes, la elaboración de grafitis en paredes y se amenaza a los periodistas hasta con 15 años de cárcel por difundir notas que se crea que contienen mensajes de pandillas, generando censura y autocensura. Hay redadas indiscriminadas y caen justos con pecadores. Las madres andan de comisaría en comisaría buscando a sus hijos, tienen que preparar o presentar hasta 18 documentos para gestionar su libertad.

Lo mismo sucede en los Estados totalitarios, en los cuales se criminaliza todo. Como dice el cantautor cubano Carlos Varela en su composición Memorias, “estoy sentado en el contén del barrio, como hace un siglo atrás. A veces me pasan en la radio, a veces nada más… Y cuando los discos de los Beatles no se podían tener, los chicos descubrieron que sus padres los escuchaban también…”.

«Antes estábamos sitiados»: los barrios de El Salvador que se reencuentran tras la «desaparición» de las pandillas por la guerra de Bukele. Marcos González. BBC. Marzo de 2023

Es jueves en la tarde y dos equipos de adolescentes del municipio de Soyapango, en El Salvador, juegan a fútbol. Podría parecer una escena de lo más común ya que ambos grupos viven en dos barrios de la misma ciudad. Sin embargo, es la primera vez que ocurre en décadas.

El motivo de su alejamiento eran las fronteras invisibles que las pandillas de El Salvador impusieron históricamente en sus territorios y cuyos límites, sabían los vecinos de cada lugar, no podían cruzar para no entrar en zona contraria.

Jerrica, entrenadora de la escuela de fútbol en la colonia Credisa, donde la Mara Salvatrucha (MS-13) sembraba el terror, visita este día con su equipo el barrio de San José, a escasos 12 kilómetros de distancia y controlado antes por el Barrio 18. Y no puede ocultar su entusiasmo.

«No veníamos aquí desde hace más de 20 años, es como si nos separara un mundo. Así que los muchachos, que tienen 16 o 17, es la primera vez en su vida que llegan acá a jugar tranquilamente. Estaban tan emocionados que dejaron de ir a estudiar hoy por venir a conocer», reconoce entre risas.

Ambas pandillas, cuyo origen se remonta a la migración de salvadoreños que huyeron de la guerra civil a ciudades estadounidenses como Los Ángeles en la década de los 80, acabaron siendo rivales y enfrentándose con extrema violencia antes de que sus miembros fueran extraditados de vuelta a El Salvador.

Allí se encontraron un país pobre y devastado por la guerra, lo que se convirtió en un caldo de cultivo perfecto para reclutar jóvenes y aumentar su poder mediante el control casi absoluto de territorios. Gobiernos salvadoreños en el pasado intentaron combatirlas con negociaciones y estrategias de «mano dura», pero no funcionaron.

Seguridad y derechos humanos

Situaciones como la vivida en la cancha de fútbol de Credisa, absolutamente impensables hasta hace poco en la vida diaria del país, son cada vez más habituales y se atribuyen principalmente a un factor muy concreto: la «guerra» contra las maras que el presidente Nayib Bukele emprendió a través de un régimen de excepción que este lunes cumple un año de vigencia.

El origen de su declaración se remonta a marzo de 2022, cuando el país sufrió 76 asesinatos en solo 48 horas. Según investigaciones de medios de comunicación como El Faro, la ola de homicidios fue producto de la ruptura de un supuesto pacto entre el gobierno y la MS-13.

Aunque la propia Fiscalía de EE.UU. apuntó a este diálogo en una reciente acusación contra líderes de la pandilla, el Ejecutivo salvadoreño siempre ha negado haber llevado a cabo ningún tipo de negociación.

Ahora, tras 12 meses de régimen de excepción en los que quedaron suspendidos el derecho a la privacidad de las comunicaciones y garantías al debido proceso, como el requisito de que cualquier detenido sea presentado ante el juez en las 72 horas posteriores a su arresto, al menos 65.000 personas fueron detenidas por su presunta relación con las maras.

Con una población de 6,3 millones de personas, estos arrestos masivos convirtieron El Salvador en el país con la mayor tasa de población carcelaria del mundo. Tanto, que el gobierno construyó en tiempo récord una «megacárcel» destinada a albergar a unas 40.000 personas en condiciones de extrema dureza y ampliamente criticadas por organismos de derechos humanos.

«Solo hay dos caminos para un pandillero: la cárcel o la muerte, no hay otro», anunció Bukele en abril de 2022 poco después de iniciar el régimen.

«Vamos y los sacamos de donde estén proteste quien proteste, se enoje o no se enoje la comunidad internacional (…) Si los pandilleros pensaban que enfrentaban a una fuerza armada, armada hasta los dientes, no han visto la fuerza armada que van a enfrentar de ahora en adelante», aseguró.

En este año, el gobierno recibió también un aluvión de quejas: organismos nacionales e internacionales documentaron miles de denuncias por detenciones arbitrarias, decenas de muertes y graves abusos en las cárceles o procesos judiciales sin las garantías básicas.

Sin embargo, hablar de vulneraciones de derechos humanos parece hoy secundario para gran parte de los salvadoreños, quienes se centran en destacar la evidente mejoría en la seguridad de un país que llegó a ser el más violento del mundo y que, tras asfixiarse con una tasa de 104 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2015, cerró el año pasado con 7,8.

«Este lugar no era nada seguro hasta que el presidente hizo eso (…) Creo que el régimen fue la mejor decisión que se pudo tomar y que está siendo el mejor presidente que ha habido», afirma sin titubear Dennise, una joven vecina del barrio de La Campanera a las afueras de la capital, San Salvador.

«Ver, oír y callar»

En las calles de las ocho comunidades y barrios que BBC Mundo visitó en El Salvador se percibe tanto esa renovada seguridad como el apoyo mayoritario al presidente Bukele como líder de la llamada «guerra contra las pandillas» y a sus resultados.

El controvertido mandatario, que se ha convertido en toda una figura mediática internacional desde que llegó al poder en 2019 y ahora es una especie de modelo de las políticas de «mano dura» contra la violencia, cuenta con un aplastante 92% de opinión favorable en el país, según una encuesta de CID Gallup del pasado enero.

«En este momento, las estructuras de las pandillas están prácticamente desaparecidas en los territorios. Lo que ha quedado es un remanente muy poco significativo que permanece escondido en los barrios, y otros que han migrado a zonas rurales», le dice a BBC Mundo Marvin Reyes, representante del sindicato Movimiento de los Trabajadores de la Policía.

Simbólicamente, las maras no pueden verse ya ni en las paredes y fachadas, donde antes había grandes grafitis con sus letras representativas que lucían desafiantes como muestra de poder y control territorial. Hoy son casi imposibles de encontrar tras ser tapados con pintura.

Pese a la mejoría actual, sin embargo, los salvadoreños reconocen una incertidumbre ante lo que pueda pasar ahora. Aún tienen muy reciente cuando los informantes de las maras tenían oídos en todos lados, por lo que rara vez se atreven a mencionar en alto la palabra «pandilleros», sino que hablan de «ellos», «los muchachos», «los bichos»…

Es este temor el que explica también que muchos prefieran no dar su nombre ni dejarse fotografiar por periodistas. Pero es que hasta hace bien poco jamás habrían accedido a hablar con la prensa sobre cómo era convivir con las pandillas.

«Nos acostumbramos a ver, oír y callar. Así es como se vivía en medio de tanta delincuencia», resume Carmen, habitante desde hace 24 años de La Campanera.

Este barrio es reconocido como uno de los más peligrosos del país y bastión del Barrio 18. «Aquí nadie podía decir que vivía en La Campanera porque no le daban empleo, así que ponías que vivías en otro lugar. Pero eso empezó a cambiar», cuenta la joven sobre el estigma sufrido por los vecinos.

Estos tienen claros recuerdos de las balaceras que les tocaba escuchar cada poco tiempo y de las pisadas de los pandilleros que corrían sobre los techos de sus casas para escapar de la policía.

Y no resulta difícil imaginar este escenario de persecuciones. El barrio está formado por montones de pequeñas viviendas en largos pasajes cuesta abajo que van a dar a una montaña por la que los delincuentes huían hasta que las autoridades dejaban la zona.

Recuperación de viviendas

En la parte más baja de uno de estos pasajes es donde Sonia vive junto a su familia. Cuenta que todos sus vecinos de las casas más abajo se fueron, bien porque tenían miedo o porque fueron directamente amenazados por las pandillas, quienes acabaron quedándose con muchas de esas viviendas abandonadas.

Muchos huyeron después de que en una de esas casas mataran hace años a un policía. «Recuerdo cuando lo traían, se oían gritos, el muchacho se quejaba… Yo, como siempre que pasaban corriendo u oía ruidos, apagué mi luz y me quedé encerrada para no ver nada», rememora la mujer.

Aún pueden verse muchas de esas viviendas abandonadas, prácticamente destruidas, y que hoy quedan como testigo del horror de las pandillas. Resulta difícil no sentir cierta inquietud o estremecimiento al adentrarse en estas casas repletas de escombros y que un día acogieron crímenes como el que recuerda Sonia.

Hoy, algunas de estas viviendas están siendo recuperadas por sus dueños o por el gobierno, que las vende a un precio mucho más bajo que en el mercado libre a personas que están apostando por empezar una nueva vida en La Campanera. Es el caso de Denisse y su padre.

«Jamás nos imaginábamos que íbamos a vivir aquí, porque este lugar era famoso por no ser seguro. Pero ya sabíamos que ya no había aquí ese tipo de personas, así que vinimos sin temor», cuenta esta joven de 18 años que llegó hace poco más de una semana al barrio tras comprar su casa por menos de US$10.000. «Está barata», dice.

Sonia, por su parte, se muestra optimista y dice estar pendiente de que la vivienda abandonada junto a la suya se ponga en venta, ya que quiere ampliar la propiedad. «Ahora mis niños pueden salir a jugar a la calle, son las 10:00 de la noche y seguimos fuera porque hasta una lámpara pusieron (en la calle). Antes, como no podía entrar nadie a ponerla, todo esto para allá era oscuro», dice señalando al final del pasaje.

Comunidades como La Campanera se ven ahora repletas de grupos de militares armados que son identificados por la mayoría de vecinos como símbolo de seguridad.

En la escuela de la colonia, donde tradicionalmente han sufrido altos niveles de deserción de jóvenes que dejaban de estudiar, dicen que en los últimos meses notan cómo algunas madres de los niños más pequeños se sienten más seguras de mandarlos al centro.

Operativos antipandillas

En la comunidad Las Palmeras, en el municipio de Santa Tecla del área metropolitana de la capital, tres jóvenes permanecen cara a la pared con las manos en alto. Están siendo objeto de uno de los habituales «operativos de intervención rápida» llevados a cabo por la policía en busca de presuntos pandilleros.

Los agentes interceptan a personas de manera aleatoria en las calles o autobuses para revisar su cuerpo en busca de tatuajes identificativos de las maras y pedirles su identificación para revisar sus antecedentes.

Verónica, pareja de uno de los tres jóvenes, acude al lugar para entregar a las autoridades un documento que certifica el historial limpio de su novio. Pero debe esperar a que desde la central lo confirmen y, lamentablemente, el sistema hoy no parece ayudar. «Esto depende de la rapidez del sistema, a veces como hoy está saturado de consultas», justifica un policía.

La joven dice que estos despliegues policiales son frecuentes en su barrio y que, en otras ocasiones, a su novio le ha tocado ser examinado hasta por 30 minutos hasta que lo dejaron libre. «Pero el que nada debe, nada teme», defiende. «Yo estoy feliz de la vida».

Sin embargo, estos operativos han sido uno de los principales blancos de las críticas de organismos de derechos humanos. «Lo que predomina es una arbitrariedad y discrecionalidad de la policía para definir a quiénes capturan. Debería haber una investigación previa y una orden judicial», critica Abraham Ábrego, director de litigio estratégico de la ONG salvadoreña Cristosal.

En entrevista con BBC Mundo, subraya que «tener antecedentes no es causa para detener a una persona. Tampoco otras razones que están invocando como tener tatuajes, que les encontraron determinados mensajes en el celular, o que la persona cuestionó la detención. En general, todo esto está fuera del marco legal».

A pocos metros del operativo en Las Palmeras, María Olimpia es una de las personas que asegura haber sido víctima de esas detenciones arbitrarias. Cuenta que su nieto lleva en la cárcel desde que lo arrestaron en julio por «una denuncia de alguien que le caería mal», pese a no contar con antecedentes ni tener «nada que ver» con pandillas.

«Él solo vendía hamburguesas y tortas en la calle», dice casi sin poder contener el llanto. Pero, pese a su experiencia personal, la mujer no se muestra totalmente contraria al régimen de excepción.

«Está bien lo que está haciendo el gobierno. Pero sí me siento un poco molesta porque, como mi nieto, hay justos pagando por pecadores. Hay muchos que se han llevado de aquí injustamente (…). Que se haga algo para que saquen a los que no deben nada, y que el gobierno investigue antes, no cuando ya están allá (en la cárcel)».

Entrevistado por la BBC, el vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa, niega que existan detenciones arbitrarias basadas en llamadas anónimas o simples tatuajes y asegura que la mayoría de denuncias de familiares son probablemente falsas o se deben a que realmente no sabían que esa persona estaba inmersa en pandillas.

Sin embargo, reconoce ser consciente de abusos por parte de miembros específicos de las fuerzas del orden que no siguieron los protocolos de detención -asegura que al menos 14 de ellos han sido procesados por ello- y admite que pueda haber personas injustamente encarceladas.

«Podría ser que cuando llevas a cabo una operación de este tamaño, probablemente podría haber algún error y algunas personas podrían haber sido arrestadas sin tener vínculos con las pandillas. Pero miles de personas han sido ya liberadas» tras comprobarse que no era así, dice.

Pese a ello, «lo perfecto es enemigo de lo bueno», justifica. «Lo que estamos haciendo es algo realmente bueno y apreciado por la población (…) Los únicos que se quejan son estos grupos de derechos humanos que no saben exactamente lo que pasa en nuestro país y la oposición política en El Salvador».

Tras unos 20 minutos de espera, la pareja de Verónica y sus dos amigos son liberados por los agentes, que patrullan por la comunidad tocando a la puerta de algunas viviendas. La joven se queda sentada con el documento de antecedentes de su novio, sonriendo y sabiendo que pronto volverá a mostrarlo en un próximo operativo.

El pago de renta

En la colonia Montes de San Bartolo 4, de nuevo en Soyapango a las afueras de San Salvador, Cristian espera en el punto donde descansan los conductores de autobuses como él, que lleva 25 años trabajando en el sector. En este tiempo sufrió robos y ataques de las pandillas en su puesto de todo tipo.

«Pero los últimos meses no hemos tenido problemas. Y sobre todo, ahora la gente puede hacer la ruta completa, ya no tiene que estar pendiente de dónde se subía y dónde se tenía que bajar para no cruzar a otro lado (al territorio de otra pandilla)», cuenta.

En la colindante San Bartolo 5, Sonia resalta que la desaparición de esas fronteras impuestas ha permitido incluso que los repartidores de pizza y comida rápida se atrevan a entrar a su colonia, algo que antes jamás ocurría.

«Yo misma haría como 20 años que no iba a Las Margaritas porque allí es otro sector (de otra pandilla). Y ahora que lo he vuelto a hacer, me siento libre de andar por las calles porque sé que ya no hay un límite», cuenta con emoción esta vecina.

«Es que antes estábamos sitiados: controlaban nuestros nombres, a qué hora salíamos, quién nos visitaba, todo», coincide Marta, habitante de la comunidad Iberia en San Salvador.

La ausencia de maras también se está notando en el «pago de renta», es decir, la extorsión a la que muchos negocios y empresarios eran sometidos a cambio de seguir operando. Según hizo público la Federación de Empresarios del Transporte, las extorsiones a su sector se redujeron un 95% en 2022.

Tras 50 años en la Iberia, Freddy identifica como uno de sus peores momentos aquel día en el que mataron a un vecino frente a su hija por no pagar lo que le exigían las pandillas. «Era algo inexplicable, la gente perdía la vida por algo que era de ellos».

Daniel se dedica a repartir refrescos en camión por los comercios de San Bartolo 4. Asegura que compañeros suyos tuvieron que pagar hasta US$100 mensuales para entrar a algunas zonas. Ahora, dice que «ese dinero no sale para ningún lado y se trabaja más tranquilo».

Esto también lo certifican en el centro histórico de San Salvador, un lugar al que hasta hace pocos años no mucha gente acudía por su inseguridad y donde sus cientos de pequeños puestos callejeros también eran objetivo de extorsiones de diferentes pandillas.

Sara, comerciante de ropa en la zona desde hace décadas, dice que cuando los mareros venían pidiendo «los famosos dulces», ya sabían que les tocaba «aportar» una cantidad que podría oscilar entre los US$10 y US$40 semanales, en función del tamaño del puesto.

«Pero ahora está todo tranquilo. Antes la gente tenía miedo de venir al centro, los jóvenes mandaban a sus mamás o a sus abuelitas a comprar. Pero ahora hay mucho turismo, hay muchas cosas bonitas».

Las dudas sobre el futuro

Organismos y expertos críticos con el régimen de excepción reconocen su rol en la disminución de la violencia de las pandillas pero censuran el modo en que se está implementando y, sobre todo, el riesgo de que una medida planteada como excepcional pueda volverse permanente y siga permitiendo la suspensión de garantías constitucionales.

Aunque una de las mayores incertidumbres es saber cómo la situación actual de seguridad podrá mantenerse y qué ocurrirá con las pandillas en el futuro a medio plazo.

El rector de la Universidad Centroamericana (UCA), Andreu Oliva, recuerda que algunos líderes de las maras continúan libres o huidos, por lo que no descarta que pudieran volver a reactivar sus estructuras con nueva gente.

«Lamentablemente, estos procesos siempre dejan personas heridas que se sienten humilladas y que, por una actitud de venganza, pueden incorporarse a estos grupos para repetir lo mismo que hicieron sus padres o hermanos», le dice a BBC Mundo.

«Además, no sabemos cómo se va a poder mantener a tanta gente privada de libertad y qué pasará cuando salgan si llegan a cumplir sus penas. La manera en que han sido tratadas, y sin considerarse procesos de rehabilitación, deja muchas incertidumbres», agrega.

Ábrego, de la ONG Cristosal, también subraya que tras operaciones como la que estamos viendo, «si no se interviene con programas sólidos para generar oportunidades y solventar los problemas que originaron las pandillas, tarde o temprano regresarán los mismos problemas».

Por eso, coincide el rector Oliva, la inseguridad podría volver si dichos problemas sociales no se abordan. «Tardarán unos años pero, si esto no cambia, volverán a surgir grupos violentos. La violencia puede ir cambiando de nombre, pero se mantiene si no se trabaja en una cultura de paz».

Reyes, del Movimiento de los Trabajadores de la Policía, apuntala que para evitar un rebrote de las pandillas es vital trabajar en prevención y educación. «Ese es el reto del gobierno, pero hoy por hoy solo se ha dedicado a la represión», cuestiona.

El vicepresidente Ulloa coincide en que será necesario acudir a la raíz y mejorar las condiciones sociales que motivaron a miles de jóvenes a ingresar en las maras. Por ello, su visión pasa por crear en el futuro oportunidades en las áreas rurales y recuperar la industria agrícola del país.

Sin embargo, deja claro que antes de atender las causas de su origen, la prioridad ahora es capturar a los miembros de las pandillas. «Es como un fuego en el que su origen fue un cortocircuito en el sistema eléctrico. Antes de repararlo, tienes que apagar las llamas», compara.

En las calles, los salvadoreños también muestran sus dudas sobre qué pasará pero miran con optimismo hacia el futuro tras años de acostumbrarse a un pánico generalizado en su día a día.

«Todavía estamos en transición, estamos en un ‘veremos qué pasa’. Pero esperaría que sí, que en verdad haya una solución pacífica, buena», pronostica Marta, desde la comunidad Iberia. «El sacrificio vale la pena por los más jóvenes, para que no vivan esa zozobra que vivieron mis hijos de no poder ir a otro lugar porque su vida corría peligro».

* Con la producción en El Salvador de Marvin Romero.

Guía definitiva para entender las Buenas Épocas de El Salvador (Prehistoria del rock salvatrucho, parte I). El Sueño sudamericano

Tengo en la mente recuerdos de hace 15 o 20 años, yendo en el carro de mi papá, escuchando la radio Monumental en donde salían unas canciones que olían a viejas, pero que de alguna forma me gustaban. Al principio pensaba que estas rolas eran argentinas, porque por esos días comenzaba mi acercamiento con la música en español, y, en concreto, con la Nueva Ola de Latinoamérica: Los Galos, Leo Dan, Los Iracundos, Los Ángeles negros, Roberto Carlos, etc; pero luego me di cuenta que esas canciones eran salvadoreñas, algo que me impresionaba de sobremanera.

Con el tiempo también fui ordenando mi biblioteca musical mental: Los Vikings, Hielo Ardiente, Los Supersónicos, etc. También supe que estos grupos pertenecían a una época dorada de la música cuscatleca, también llamada Época de oro. Mi intención con estas líneas es dejarles un brochazo de historia, de cómo surgieron estos grupos y cómo, a partir de este movimiento, comenzó la prehistoria del rock salvadoreño.

Años sesenta: el génesis

Al principio todo era caos y oscuridad, o algo así dice la Biblia. Lo mismo pasaba acá y en el resto del mundo. La década de los sesentas en Sívar Town comenzaba con un golpe de estado a José María Lemus, el mismo que encarceló a Roque Dalton. La Revolución Cubana estaba muy de moda y la influencia de la «Beatlemanía» y el movimiento Hippie de los Estados Unidos comenzó a dar forma al movimiento de la Nueva Ola salvadoreña; o sea, nacía la Liberación.

Según testimonio de Luis López, uno de los integrantes de Los Supersónicos, asegura que uno de los primeros grupos de rock fue Los Supertwister: unos bichos del Externado San José que se dieron a la tarea de crear sus propias composiciones. Una de las canciones fundacionales del rock salvadoreño (al menos así lo considero yo, dado que hay una falta de registro audiovisual enorme) es «La del niño«, canción compuesta circa 1964. Esta es un símil a lo que ocurrió en Argentina con La Balsa, de Los Gatos, la canción fundacional del Rock Argentino.

Bueno, paremos un ratito y definamos lo que mencioné antes: Nueva Ola. Es, corto, la introducción del Rock n’ Roll a Latinoamérica, basándose principalmente en la música de Buddy Holly, Elvis Presley y The Beatles. Es también el origen del género que en los años siguientes se conocería como Rock. O sea, es la música que bailaron tus abuelos. Fin de la parada.

Sigamos: otro de los grupos fundados a mediados de la década, y que le compite el honor de ser el primer grupo de rock en El Salvador, son Los Satélites del Twist y los Holly boys. Estos completan, digamos, la santísima trinidad que le dio origen a nuestro movimiento urbano. Pero ¿cómo lograron consolidarse en la escena musical nacional? Pues hay un nombre y apellido detrás del éxito de estos locos: Tito Carías.

Si tienen vivos a sus abuelos, pregúnteles quién era Tito Carías y de seguro les da una referencia más amplia. Yo, por este medio, diré nomás que fue un locutor y Dj radial en la década de los 60’s y 70’s. Estuvo encargado de organizar festivales de la canción, llamados «mano a mano», en donde dos banda enfrentaban entre sí, tocando canciones propias y ambos un cóver de la misma canción. Ganaba el grupo que más aplausos recibiera.

Dentro de los organizadores de estos festivales se encuentran locutores y personajes de la televisión como Sergio Gallardo, Willy Maldonado y Henry Saca, quienes se encargaron también de promover a las bandas locales en algunas radios como La Femenina y YSU,  y de crear el movimiento musical de las «Buenas Épocas», que en realidad puede ser un símil al «Boom Latinoamericano»: una serie de maniobras editoriales para publicar talento literario en la región (de hecho coincidieron en temporalidad, debido a que el Boom se dio entre los 60’s y 70’s). A la postre, estos locutores se referirían a las Buenas Épocas en retrospectiva.

Finales de los sesenta y años setenta: el Big Bang

A partir de esta época se comienza a notar mucho más el movimiento rockero como tal. También surge una segunda ola de rockeros locos como Los Supersónicos, Los Mustangs, Los Intocables, Los Kiriaps y Los Beats. Cada grupo con su propio bacil.

Los Intocables se agenciaron con el premio al «Mejor grupo salvadoreño» en el Festival de la Nueva Ola Salvadoreña realizado en la Feria Internacional (Ahora CIFCO) en noviembre del 68. Un hito en la música que lo consolidaría como el grupo más importante de las buenas épocas… por ahora.

Los Kiriaps tenían un vacil muy The Doors Of Perception: Rock Psicodélico en toda su expresión salvadoreña. Canciones como Incomprensión o El viaje lo denotan, además del uso en demasía de los teclados y los contenidos sugestivos de sus letras. Mucha influencia de The Doors.

Los Supersónicos y los Beats compusieron temas como Tan lejos de ti y Verónica respectivamente. No tienen nada que envidiarle a  rolas como las hechas por Los Mitos en España o Los ángeles negros de Chile o La joven guardia de Argentina.

Pero si ahora hubo una canción que me llamó poderosamente la atención es un tema de la Tercera Ola de talentos salvadoreños. Una banda formada en Santa Tecla que incluso grabó profesionalmente en Costa Rica, componiendo temas originales y con un cantante excepcional: Tú eres luz, de Los Juniors. A mi juicio es de las mejores canciones de la Nueva Ola. Dicen que fue un verdadero hitazo. Este grupo además fue de los primeros en tener influencia directa y confesa del Rock Latino por grupos como Barrabás y Carlos Santana. Incluso es de las bandas que más y mejores registros audiovisuales poseen en Youtube.

Otra gran canción, y creo que es la más conocida y la más coreada por las juventudes Milenials, es El amigo que perdí, de los Die-Blitz. Hay una confusión en donde esta rola se le atribuye a Los Vikings de Usulután, pero esta canción tiene una historia triste de transfondo: esta rolita fue escrita en junio-julio de 1970, debido a que el primo de uno de los integrantes de la banda tomó un arma y se suicidó el 8 de junio del mismo año. A partir de ahí se construyó todo un hito de la música salvadoreña. Y quizá, sin saberlo ellos, sería ese «himno luctuoso» que siempre se pone en los velorios del bróder o de la bicha que se echaron el otro día, ustedes saben, veá. Esta rola participó el primer festival de música juvenil, organizado por el Ministerio de Educación, donde compitió con bandas como Los Apaches y  Los Supersónicos, ya consolidándose. Tenían todo para perder, pero esta rola fue tan bien recibida por el público que ellos ganaron la competencia y El amigo que perdí fue considerada la mejor canción salvadoreña del año 1970.

A este punto ya no los quiero aburrir; hablar sobre un movimiento musical es una tarea compleja, a sabiendas de que en El Paísito no hay muchos registros auditivos de las bandas y en la Internet existen pocos testimonios sobre lo ocurrido. Sépanlo que ese movimiento rocanrolesco fue algo sin precedentes y sentó las bases del Rock puro y duro de los 90’s. Vamos a ir abordando estos temas en las próximas entregas.

Los Supersónicos. Adalberto Melara Figueroa. Imágenes de El Salvador de Antaño

La música juvenil en El Salvador tuvo a mediados de los años 60s, grupos protagonistas, que aún hoy recordamos con nostalgia; uno de ellos fueron Los Supersónicos, pero no puedo escribir sobre ellos sin mencionar al grupo Los Fire Fingers y a sus miembros: Nando Cañas q.e.p.d. Víctor Suncín, Toto Guzmán, Tony Martínez y Luis López. Posteriormente nacen Los Supersónicos con los siguientes miembros: Raúl Monterrosa q.e.p.d. Mauricio Salinas, Ricardo Martínez, Rolando Sandoval (cantante), Ever Escalante y Rolado Rivas, luego al retirarse Rolando, llega a sustituirlo Luis López; también se retiran Mauricio Salinas y Ever Escalante y se incorporan, Nando Cañas q.e.p.d. Víctor Suncín y Mario Maida. Cuánto recuerdos guardamos de nuestra juventud quienes hace sesenta y tantos años, fuimos seguidores y admiramos a Los Supersónicos, pues fueron protagonistas en la radio, fiestas, televisión, turnos, festivales y eventos juveniles.

En mi adolescencia, conocí Los Supersónicos gracias a mi papá, ¿por qué gracias a él? porque, al terminar mis años lectivos y parte de mis vacaciones, buscaba la manera de que estuviera ocupado, aprendiendo algún oficio, pues decía él “que una mente ociosa, era peligrosa” y fue así que durante dos o tres fines de año me llevó al taller de electrónica de su amigo Don Carlitos Maida, a quien recuerdo con cariño; el taller lo recuerdo en dos direcciones: primero, en la esquina de la 5ª. Calle Oriente y Avenida España, frente a la Abarrotería del Viejo Pérez, el Colegio Corazón de María y Confitería Americana, después el taller se trasladó sobre la 3ª. Calle Oriente, casi frente al antiguo edificio de la Lotería Nacional de Beneficencia, ahí llegaban eventualmente, a dar mantenimiento a sus equipos algunos miembros de Los Supersónicos, entre ellos recuerdo a Luis López, Víctor Suncín y Mario Maida, hijo de don Carlitos, pasaron los años, sin imaginarme que, durante mi vida en Radio Femenina y Radio Mil-80, tendría oportunidad de reencontrarme con los miembros de mi grupo favorito de adolescencia y nacería mi amistad especialmente con Luis López, “El Monseñor del Rock”, con quien nos reunimos recientemente para conversar y recordar al grupo para escribir esta historia, debo confesar que volver a ver a Luis, fuera de un escenario, fue una grata experiencia, pues no habíamos estado juntos desde 1982, en el programa UNA NOCHE PARA RECORDAR, que conduje en Radio Mil-80.

El día de mi reunión con Luis, una de las primeras preguntas que le hice fue ¿Por qué se hicieron llamar Los Supersónicos? Y me dijo que, fue idea de Raúl Monterrosa, y que el nombre lo tomó de la serie de televisión “Los Jetsons”, (en inglés), Los Supersónicos (en español). El grupo en sus inicios ensayaba disciplinadamente en la casa de Raúl Monterrosa en Barrio San Jacinto; y sus miembros originales fueron: Raúl Monterrosa q.e.p,d, Rolando Rivas, Nando Cañas q.e.p.d., Víctor Suncín y Luis López, posteriormente y por el retiro de Nando Cañas, llegaron al grupo, Ricardo Martínez, , Mauricio Salinas, Ever Escalante y Rolando Sandoval quien escribió tres canciones que aún se escuchan en las radios en programas de música para recordar: Ilusión(Los Supersónicos), Vivir de Sueños (que cantó César Donald q.e.p.d.) y Camino de Hormigas composición de Rolado Sandoval y Juan Ramón Crespo (grabada por Los Lovers).

En la década de los años 60, la música tuvo nuevas voces y grupos, nuevos sonidos e influencias que llegaron de Estados Unidos: Elvis Presley, Bill Haley, Paul Anka, Neil Sedaka, The Beach Boys… de Inglaterra The Beatles, The Rolling Stones, Gerry & The Pacemakers, The Who, Dave Clark Five… de México Los Teen Tops, Angelica María, Alberto Vásquez, César Costa, Enrique Guzmán que inició con Los Teen Top… Todos estos estilos, voces y grupos no pasarían inadvertidos para nuestros grupos juveniles, también nace en YSU Radio 1050, el primer programa juvenil: El Club de Los Disc Jockeys conducido por Luis Echegoyen q.e.p.d. primer Disc Jockey de la radio en el país; con la partida de Luis a EU, condujo el programa exitosamente nuestro querido e inolvidable Tito Carías q.e.p.d., y nace en 1966 Radio Femenina, la primera radio que dedicó su programación a la música juvenil, sus fundadores fueron: Leonardo Heredia(creador), Rolando Orellana (mi maestro de radio), Tito Carías y Wilie Maldonado.

En medio de todos estos nuevos sonidos e influencias es que nacen Los Supersónicos quienes desde sus inicios comenzaron a participar en festivales, por ejemplo, ganaron el 3er. lugar en el Primer Festival de la Nueva Ola, organizado por Radio Cadena YSU, al que fueron invitados por Tito Carías, también acompañaron al Dúo Los Hermanitos Ferrándiz de Argentina en sus presentaciones en el Teatro Novedades de Santa Ana y Honduras. Siempre y por invitación de Tito Carías participaron en Segundo Festival Centroamericano de La Nueva Ola, donde ganaron el primer lugar

Ahora quisiera referirme al apoyo que incondicionalmente dio Tito Carías al grupo, pues, sin ser su promotor, siempre estuvo cerca de ellos y tuvo mucha influencia en la parte promocional y discográfica del grupo. El primer disco de Los Supersónicos de 45 rpm, fue Trátala bien, el segundo 45 rpm fue: Jambalaya, escrita originalmente en inglés en 1952, y fue considerada una “canción para todos los estilos”, ha tenido 17 versiones (registradas en mis enciclopedias de música), sin contar las versiones que ha habido en otros idiomas, la versión de Los Supersónicos fue grabada en 1966 en los Estudios de Grabación Kismet, el primero que hubo en el país y fue fundado por doña María Rodríguez de Boet, el estudio quedó en el sótano del desaparecido edificio Rubén Darío; también ese mismo año, el grupo hizo la grabación de su primer Long play, siempre con Discos de Centroamérica S.A DICESA, el productor fue Oscar Dada, que dejaría DICESA para formar parte de Los Intocables; en esa época la compañía discográfica mencionada en esta historia llamó a Tito Carías, quien fue nombrado Director de Promociones para Centroamérica.

En 1969 Los Supersónicos viajaron a México para grabar su segundo Lp con el sello discográfico RCA Mexicana, pues el grupo formaba parte de los artistas exclusivos de DICESA-RCA Víctor de México, en el viaje los acompañó Tito Carías y el recordado Dj de La Femenina, el “Bati” Barahona, para el grupo, la experiencia de estar en un estudio de primer nivel, como el de RCA Mexicana fue una experiencia única, y según Luis López, los vislumbró, pues grabarían en el mismito estudio donde lo hacían artistas mexicanos e internacionales famosísimos; el segundo Lp del grupo tuvo canciones como: Era un muchacho (cantada originalmente en italiano en 1966 por Gianni Morandi), Secreto (de origen brasileño) y ocho canciones más, me comentó Luis en la plática que tuvimos que, el letrista y traductor por excelencia del grupo, siempre fue Mario Maida. Lastimosamente el viaje de Los Supersónicos a México, termino trágicamente, ahora les cuento… por asuntos económicos, los miembros del grupo, con excepción de Luis López y Tito Carías, tuvieron que regresar al país y lo hicieron por tierra y, cuando cruzaban el estado de Oaxaca, por el Golfo de Tehuantepec, en La Ventosa, conocida así por los fuertes vientos que soplan y, que a veces alcanzan los 200 Km/h, ahí justamente, el vehículo del “Bati” Barahona q.e.p.d., quien acompañó al grupo, fue arremetido por los vientos del lugar y tuvieron, un accidente que dejó graves heridas a los miembros del grupo, especialmente a Mario Maida; del trágico evento, que casi cuesta la vida a Los Supersónicos, se salvó Luis López y Tito Carías quienes prolongaron su estadía en Ciudad de México para dar los toques finales al disco, por cierto Luis me contó que en la canción Secreto, en la segunda voz y en el acompañamiento con palmas de manos, que se escucha en la grabación participó Tito Carías.

Durante su vida activa Los Supersónicos, contaron con respaldos valiosos, por ejemplo, Tito Carías mencionado varias veces en esta historia, Tito, sin ser el promotor, se tomó de manera muy personal la promoción de Los Supersónicos, También el grupo tuvo su primer equipo de marca para sus presentaciones gracias a don Gilberto Martínez, padre de Ricardo “mascarita” Martínez, miembro del grupo y, por parte de doña Mary Rodríguez de Boet q.e.p.d. propietaria de Kismet, quien les abrió un crédito para estrenar equipos marca VOX, fabricados en Inglaterra desde 1947, famosísimos por crear el amplificador para guitarras AC30, favorito del movimiento musical recordado como “La Invasión Británica” (The Beatles, The Pacemakers, The Rolling Stones, Led Zeppelin, etcétera)

La vida de Los Supersónicos llegó a su final en 1971, y varios de sus miembros: Mario Maida, Víctor Suncín y Mincho Luna, formaron el grupo Sagitario, apoyados por mi colega de radio y amigo personal César Reconco y el ingeniero Eduardo “el tapón” Graniello q.e.p.d. Luis López, funda la Banda Gracias, y, después de 50 años continua vigente como solista; Luis con su voz y estilo se ha granjeado su imagen y un nombre “El Monseñor del Rock” presentándose desde 1971 en conciertos de artistas de talla mundial. También la voz de Luis López fue marca exclusiva en Radio Femenina, pues desde su fundación en 1966, participó con César Donald q.e.p.d. en la grabación de la canción de apertura y cierre de audición de la radio y grabó muchas identificaciones cantadas (jingles) para la radio.

Las tres veces que he podido compartir con Luis López, en los últimos 40 años fueron en 1982, durante el primer concierto de Los Menudos, evento donde actuó Luis, y su servidor fue el animador; también invité a Los Supersónicos a mi programa Una noche para recordar, que conducía en Radio Mil-80 y por último, hace unas semanas en una inolvidable tertulia que, más bien fue de recuerdos y exquisito café.

Los nombres que detallo a continuación fueron, parte de Los Supersónicos: Víctor Suncín, Nando Cañas q.e.p.d. Mario Maida, Raúl Monterrosa q.e.p.d. Rolando Rivas, Mauricio Salinas, Rolando Sandoval, Ricardo Martínez, Ever Escalante, Pedro Portillo q.e.p.d. Paco Morales q.e.p.d. Memo Ayala, Mincho Luna, Meme Nuila y Luis López.

Las fotografías e imágenes 1, 3,4, 5, 7, 8, 9 y para ilustrar la historia de Los Supersónicos, fueron cedidas por Luis López

Fotografía 1. Imagen del Grupo Firefingers que, al disolverse, tres de sus miembros: Nando Cañas Goens, Víctor Suncín y Luis López, posteriormente fueron parte Los Supersónicos.

Fotografía 2. Foto del segundo disco de 45 rpm grabado en 1966 por Los Supersónicos: Jambalaya, en la grabación de este disco tocó la batería Pedro Portillo q.e.p.d. quien fue un multifacético artista: director de teatro, conocedor de nuestra historia y coleccionista de piezas arqueológicas. Imagen del disco en su funda original, disponible en el sitio Popsike.com

Fotografía 3. Imagen de la funda del primer Lp que grabaron Los Supersónicos en 1966, se aprecian de izquierda a derecha: Luís López, Víctor Suncín, Mario Maida, Ricardo Martínez y Raúl Monterrosa. La fotografía fue tomada en La Puerta del Diablo.

Fotografía 4. Imagen del lado 2 del primer Lp de Los Supersónicos, grabado en 1966, con canciones que siempre se escuchan en las radios que transmiten música del recuerdo.

Fotografía 5. Foto de la portada del segundo Lp del grupo. De los dos discos Lps que grabaron Los Supersónicos aquí en San Salvador y en México, las portadas de las fundas fueron diseñadas en el departamento de arte de DICESA, y la información impresa la proveyó Tito Carías que siempre se involucró en las actividades del grupo; primero por su simpatía con ellos y luego como responsable del departamento promociones de DICESA para Centroamérica.

Fotografía 6. Página de un periódico local, anunciando los ganadores del Primer Festival de La Juventud de Radio Cadena YSU, celebrado en 1965. Evento en que Los Supersónicos ganaron el tercer lugar, en la foto aparecen agachados: Víctor Suncín y Ricardo Martínez, de pie: Raúl Monterrosa, Mario Maida y Luis López. Imagen de la página facilitada por doña Heidy Frances de Lozano, viuda de Tony “el gordo” Lozano, fundador de Los Satélites de Twist, primer grupo de música juvenil del país.

Fotografía 7. Los Supersónicos super jóvenes, durante un ensayo, en la imagen se observan: Mario Maida (batería), Fernando Cañas (guitarra), Víctor Suncín (con su guitarra, al centro), Luis López (cantando a la derecha), Raúl Monterrosa (tocando el órgano) y Ricardo Martínez (solo su rostro al frente).

Fotografía 8. Foto de Los Supersónicos, quienes posando frente a la fachada de Canal 2, de izquierda a derecha: Ricardo Martínez, Mario Maida, Víctor Suncín, Raúl Monterrosa y Luis López.

Fotografía 9. Imagen de Los Supersónicos en plena actuación, aparecen de izquierda a derecha: Mario Maida (batería), Víctor Suncín (requinto), Luis López (vocalista), Ricardo Martínez (bajo) y Raúl Monterrosa (teclados)

Fotografía 10. Reencuentro de Los Supersónicos (aunque no todos los miembros que figuraron en el grupo), posaron para la foto en un hotel de San Salvador. aparecen de izquierda a derecha: Ricardo Martínez, Víctor Suncín, Mincho Luna, Luis López, Meme Nuila y Raúl Monterrosa q.e.p.d.

Urge un cambio de estrategia. Eugenio Chicas. 1 de noviembre de 2023

Bukele compareció a la media noche del jueves 26 de octubre, a minutos de vencer el plazo fatal para inscribir candidaturas ante el TSE para 2024. Solicitó la inscripción de su inconstitucional reelección presidencial. Con ese acto selló la consolidación de un proceso dictatorial que comenzó cuando él mismo encabezó el asalto militar al congreso legislativo el 9 de febrero de 2020; un año después institucionalizado, (1º de mayo 2021), con la instalación de su mayoría legislativa absoluta, aviesamente alcanzada mediante el uso ilegal de recursos del estado con fines partidarios durante la pandemia; incluyendo la construcción de la mayor maquinaria de propaganda político partidaria, con millonarios recursos públicos, que opera una basta guerra política y mediática sin ningún control institucional.

En el mismo acto de instalación de su mayoría legislativa, Bukele tomó el Poder Judicial, violando la Constitución, para lo cual destituyó a legítimos Magistrados, instalando, -sin procedimiento constitucional-, a sus secuaces, Estos fueron los que artificiosamente allanaron el camino de su reelección. Bukele también desmontó al Fiscal General de La República que legalmente podía atajar su aberrante maniobra, imponiendo ilegalmente a otro afín a sus intereses. Con un férreo control sobre el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP) cerró los canales de acceso a la información, reservando información relevante hasta por siete años; hasta controlar al resto de instituciones del Estado: Corte de Cuentas, Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, Procuraduría General de La República.

El control sobre la maquinaria institucional desde el principio incluyó el cambio de raíz de todos los mandos de Policía y Fuerzas Armadas, asegurándose el absoluto control personal del aparato represivo castrense y la creciente militarización policial. Acto seguido, impuso un prolongado Régimen de Excepción, que por más de año y medio ha coartado libertades democráticas, convirtiendo al país en la mayor cárcel, con más de 112,000 presos (73,000 detenidos durante el Régimen de Excepción), miles de ellos inocentes; haciendo de El Salvador el país con más presos per cápita en el mundo (1600 x 100,000 hab.) Cada día crecen las denuncias, con solidos testimonios de procesos tramitados ante instancias nacionales e internacionales, sobre torturas sistematizadas, asesinatos de personas que están recluidas bajo responsabilidad de agentes del Estado; tratos inhumanos y crueles.

La inconstitucionalidad se consuma al materializarse la solicitud formal de Bukele para inscribirse ante el TSE, pretendiendo candidatearse de manera continua para la reelección presidencial. Debe señalarse que, aunque era un hecho esperado, al perpetrar semejante ilegalidad, gravada por la investidura presidencial, reafirma que estamos ante un nuevo escenario político, legal e institucional, en el que Bukele rompió irremisiblemente la Constitución que juró defender, y con ello perdió la legitimidad democrática ganada cuando fue electo presidente en 2019. Bukele, su partido Nuevas Ideas, los funcionarios que usurpan las instituciones del Estado tomadas por asalto, los funcionarios de gobierno que han cohonestado y promovido su inconstitucional reelección han abierto una insalvable brecha de anarquía constitucional, política y democrática de imprevisibles consecuencias.

La visita “casual” del Subsecretario de Estado de EEUU, precisamente en el día previo a la inscripción de Bukele, deja las cosas donde soberanamente deben estar; pero los términos de su ambiguo discurso también pueden interpretarse como un claro viraje de apoyo al dictador al mejor estilo de Pilatos: “La decisión de permitir la reelección y quien va a ser el candidato preferido es un tema de los salvadoreños”; “Van a tener la oportunidad de expresar su voluntad en las urnas y pueden decidir si están de acuerdo o no…”. Con esto, los jueces electorales ya no deben guardar remordimiento por sumarse para decidir la inconstitucionalidad. La escena se parece a lo actuado por Robert Frazer, representante de EE. UU. quien -de acuerdo con el historiador Héctor Lindo-, ofreció una elegante recepción el 24 febrero de 1939 celebrando la reelección del dictador Maximiliano Hernández Martínez.

Las recetas del Subsecretario son: hacer un debate sobre la legalidad y legitimidad de la reelección, apoyar la democracia y el estado de derecho. ¿Se puede en el contexto de semejantes violaciones constitucionales, control absoluto de la institucionalidad, un prolongado régimen de excepción? ¿Es posible mejorar la productividad sin seguridad jurídica, falta de mano de obra calificada ante el inminente cierre de INSAFORP, recorte al presupuesto de educación, becas, y de la Universidad de El Salvador? ¿Pretenden reducir la migración?

La oposición política y social debe juntarse y replantear la estrategia.