Encuentros y desencuentros entre Marx y Heidegger. Juan Marcos Acevedo. 2010

Hablar de la relación existente entre Marx y Heidegger, así como de sus radicales diferencias, no es un simple ejercicio que compete al espíritu académico que gusta de comparar autores y teorías. Si hemos de creer al juicio de los entendidos que afirma que Heidegger es el filósofo más importante del siglo XX, entonces, todas las restantes posturas filosóficas emanadas de éste turbulento siglo deben poder afirmarse a partir de o contra de Heidegger.

Como señala Slavoj Zizek en Visión de paralaje: «Todos los filósofos… tienen que definirse trazando una línea de demarcación, una distancia crítica respecto a él».[1]

Sin embargo, algo que soslaya tanto Zizek como los que entronan a Heidegger en el primer puesto del escenario filosófico es que también el siglo XX fue una época dominada por el marxismo, y no hablamos solamente de las diversas concepciones que surgieron como defensoras o continuadoras de Marx, sino al hecho incuestionable de que casi la mitad de la población del planeta vivió y organizó sus vidas bajo los postulados políticos planteados por Marx. Que esos regímenes hayan sido fieles al espíritu crítico-liberador de Marx o hayan terminado por desvirtuarlo y pervertirlo solamente podemos valorarlo a partir del fracaso y caída del socialismo realmente existente.

El sólo hecho de que una concepción del mundo haya tenido un impacto significativo a gran escala en la historia mundial deja apreciar su importancia. Aunque es cierto que no podemos valorar la eficacia de una filosofía por su aplicabilidad práctica, tampoco hay que olvidar que la filosofía heideggeriana es una reacción en contra del americanismo y el comunismo, los dos peligros esenciales de la modernidad en la interpretación de Heidegger.

Esto nos hace ver que si bien Heidegger tuvo un impacto profundo en el espectro filosófico del siglo XX fue en relación con el cuestionamiento y crítica al marxismo, uno de sus adversarios filosóficos, que en la teoría como en la organización política daba una respuesta global a la modernidad capitalista.

Recordemos que el proyecto heideggeriano se inscribe también en una crítica y superación, desde la metafísica, de la modernidad ya no capitalista, sino del empoderamiento de la subjetividad, de la cual la organización social capitalista sería una de sus manifestaciones.

Esta crítica preponderantemente metafísica no renunció tampoco a asumir una postura política y basta enunciar el reconocimiento de Heidegger al nazismo como un movimiento de grandeza y verdad en donde se daba un encuentro positivo entre la técnica planetaria y el hombre moderno. Todavía en su vejez Heidegger seguía reconociendo que el nacionalsocialismo iba en la dirección correcta pero que la falta de experiencia de sus líderes les impidió lograr lo que el espíritu de ese movimiento político afirmaba.[2]

Si hoy volvemos a plantear la cuestión de las relaciones entre Marx y Heidegger es precisamente por la coyuntura de los tiempos actuales en donde la crisis global del capitalismo hace urgente reelaborar un nuevo paradigma civilizatorio que dé una respuesta al marasmo político-económico en el que nos encontramos.

Las categorías de interpretación del marxismo resultan ahora insuficientes en una época donde el capitalismo ha logrado convertirse en el modo de producción dominante convirtiendo a todas las esferas políticas en meros centros de poder supeditados a la reproducción del capital a escala global. El impacto de la técnica en la nueva forma de estructurar a la economía escapa a todas las previsiones hechas por Marx, por lo que resulta necesario voltear la cara hacia otras interpretaciones y categorías de análisis.

Es desde ahí donde pensamos que puede darse el diálogo entre el marxismo y la filosofía de Heidegger. Las divergencias y posibles vasos comunicantes entre ellos nos pueden dar atisbos de una nueva forma de afrontar la crisis del modelo capitalista de acuerdo con Marx, o el americanismo según Heidegger. Esto también nos puede mostrar indicios sobre un posible resurgimiento del concepto de humanismo en una etapa histórica que se encuentra enmarcada por la muerte del hombre y del sujeto.

Los entrecruces entre Marx y Heidegger no son pocos. El mismo Heidegger a lo largo de su vida y sus cursos tuvo que enfrentarse en varias ocasiones con algunos de los postulados del marxismo. Para Heidegger no sólo el americanismo constituía una amenaza a la civilización europea, sino también el comunismo. En su consideración ambas posturas reflejan lo negativo de la metafísica de la subjetividad moderna.

Tanto el americanismo como el comunismo están animados por la voluntad de poder que reduce el ser a mera cosa manipulable, clasificable y capaz de sufrir alteraciones por mano del hombre. Del comunismo decía Heidegger que: «No es una mera forma estatal (blosse Staatsform), ni tampoco solo un tipo de visión del mundo política (politischen Weltanschauung), sino la constitución metafísica (metaphysische Verfassung) en la cual la humanidad moderna (Neuzeit Menschentum) no solo culmina y cumple lo Moderno (Neuzeit) sino que inicia su última fase».[3]

Este peligro que ve Heidegger en el comunismo es manifiesto en la entrevista que sostuvo con Adolf Lampe, uno de los integrantes del Comité de Depuración Francesa encargado de enjuiciar a criminales nazis. En aquélla entrevista, Heidegger declaró que: «Apoyar al nacionalsocialismo era la única y suprema posibilidad de evitar el avance del comunismo en Alemania».[4]

Con estas referencias lo que se trata de enfocar no es el probado anti-comunismo de Heidegger ni sus razones para apoyar el régimen nazi, sino poner al descubierto la existente relación de «demarcación y distancia crítica» de éste respecto a Marx. El anti-comunismo de Heidegger no puede resolverse en una simple postura política. Si Heidegger teme al comunismo es porque su pensamiento le ha permitido comprender, de acuerdo con su propia ontología, las raíces profundas que animan a ésta concepción del mundo, y esas raíces invariablemente apuntan a Marx.

Ya en Ser y el tiempo de 1927 encontramos varias referencias que señalan una toma de distancia y crítica respecto al marxismo. En la primera sección, capítulo primero, parágrafo 10, Heidegger analiza las diversas maneras de abordar la facticidad. Ahí señala las diferencias de su filosofía con las de Max Scheler, Dilthey, la tradición escolástica y aquella que reflexiona sobre la «cosificación de la conciencia»[5], sin señalar al autor. Es obvio que se refiere a Marx y su concepto de reificación elaborado en sus Escritos de juventud y el Capital y que fue ampliamente tematizado por Lukács en Historia y conciencia de clase.[6]

En el parágrafo 74 titulado «La constitución fundamental de la historicidad», Heidegger opone al universalismo proletario del marxismo la unidad existencial de la comunidad. El pueblo y su tradición tienen en Heidegger más fuerza y autenticidad que cualquier internacionalismo: «Si el Dasein destinal existe esencialmente, en cuanto estar-en-el-mundo, coexistiendo con otros, su acontecer es un co-acontecer, y queda determinado como destino común. Con este vocablo designamos el acontecer de la comunidad, del pueblo»[7]

Esto quiere decir que el pueblo (Volk) es una categoría que reúne el expectante ser-en-el-mundo del Dasein. En su existencia fáctica, el Dasein se resuelve en la autenticidad de su propia existencia en una existencia compartida con otros, los que se encuentran ligados por los nexos de la tradición y el conjunto de plexos representables e interpretables que definen a una comunidad.

El pueblo, como demarcación fáctica de la existencia resuelta del Dasein, se opone así a cualquier intento de universalización colectiva, sea de cuño capitalista o comunista. Finalmente, en la página con que concluye Ser y tiempo Heidegger vuelve a enfrentarse al concepto de «cosificación» sin mencionar nuevamente al autor del que procede dicha teoría.

Y qué decir del concepto de «Cura» (Sorge) que es central en Ser y tiempo y constituye una respuesta a la categoría de praxis.

En otros trabajos posteriores Heidegger vuelve a la carga contra Marx: en el curso del año de 1932 sobre el diálogo el Teeteto de Platón, traza una curiosa cronología que tiene como principio el tema central del olvido del ser. La revisión pasa por el cristianismo, el racionalismo de Descartes, la Ilustración, Hegel y concluye con Marx. Ahí se propone una verdadera superación del marxismo como sistema de pensamiento apoyándose en citas extraídas de la Miseria de la filosofía.[8]

En sus discursos claramente políticos Heidegger señala lo equívoco de los postulados políticos y económicos de Marx. Tomemos como ejemplo el discurso La universidad en el nuevo Reich, en donde se defiende que bajo el nazismo no existe más la producción de plusvalía, el trabajador no es más un objeto de explotación como lo quería el marxismo, sino la figura que une a los camaradas de raza. El socialismo nacionalista no abolía la lucha de clases, dejaba intacta la estructura social pues: «El socialismo quiere […] la jerarquía de acuerdo a la profesión y a la obra, él quiere la dignidad de cada trabajo y la intacta reputación de la existencia histórica del pueblo».[9]

Los ejemplos en los cuales se puede mostrar el permanente dialogo crítico de Heidegger respecto a Marx podrían multiplicarse. No obstante, nos interesa ofrecer un análisis más detallado de la convergencia y disonancia entre ambos pensadores. Y esto sólo podremos hacerlo con el llamado «segundo Heidegger».

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Reza el adagio que si no puedes vencer a tu enemigo atráelo hacia tu causa, y tal parece ser la postura de Heidegger tras la derrota del nazismo por parte de los aliados. El movimiento regenerador del nacionalsocialismo fracasó estrepitosamente y el americanismo y el comunismo tan fuertemente fustigados por él terminaron por instalarse y dividir al mundo. Todavía Heidegger en su comentario al poema «Ister» de Holderlin, tras la derrota de los ejércitos alemanes en Stalingrado, intenta asegurar una dignidad ontológica al movimiento al afirmar: «La esencia de la victoria nada tiene que ver con una victoria militar óntica; la esencia de la victoria es la victoria de la esencia misma».[10]

Pero ante las críticas y el enjuiciamiento del que fue objeto tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, lo llevan a replantear toda su filosofía y establecer una postura más conciliadora con Marx y el marxismo europeo de la posguerra. Marx ya no sería el enemigo a vencer, sino un gran pensador que tuvo la perspicacia de poder atisbar lo que Heidegger venía planteando desde Ser y tiempo. Marx pasa de ser adversario a discípulo visionario.

En una de las partes centrales de la Carta sobre el humanismo[11], Heidegger hace una referencia a Marx bastante conocida. En ella, el filósofo de la Selva Negra sostiene que Marx ha sido el único pensador moderno que ha sabido «experimentar» el desterramiento (Heimatlosigkeit) que caracteriza al hombre en la modernidad. La clásica caracterización marxiana del extrañamiento (Entfremdung) del hombre bajo el capitalismo es reconsiderada por Heidegger como consecuencia de su propia noción del desterramiento o apatridad.

Por ello, para Heidegger la concepción marxista de la historia es superior a todas las planteadas en la época moderna debido a que ha podido adentrarse en una «dimensión esencial de la historia»[12].

Esta dimensión esencial a la que alude Heidegger no es otra que aquella que se articula con la historia del ser y su propio proceso de desocultamiento-ocultamiento.

Párrafos más atrás de esta declaración, Heidegger había explicado que el desterramiento (Heimatlosigkeit) del hombre moderno consiste en el olvido del ser a favor del ser del ente. De acuerdo con Heidegger, en su constitución esencial el hombre es una ex-sistencia, un Da-sein, un ser abierto al ser y por su misma apertura es el «ahí» o el claro (Lichtung) en donde el ser hace presencia o se muestra en su verdad.

Cuando el hombre asume su existencia como verdad del ser está en la proximidad con él, habita una casa, una patria (Heimat). Este asumir la verdad del ser como algo consustancial al ser del hombre es lo que lo define como un «pastor del ser» en donde el Dasein se adjudica su «ahí» con el ser bajo la figura del cuidado (Sorge).

Cuando al hombre olvida su relación esencial con el ser a favor del ente olvida también la verdad que le es propia al ser. El hombre entonces toma el lugar del ser como verdad del ente y pasa de ser pastor a productor de lo entitivo. La subjetividad moderna hace del hombre el ser de lo real. La relación esencial con el ser a partir de su ex-sistencia se pierde o se olvida. Es así como adviene lo que Heidegger llama el desterramiento.

Cuando Heidegger afirma que Marx logró «experimentar» mejor que nadie el desterramiento (Heimatlosigkeit) bajo la noción del extrañamiento (Entfremdung), lo que hace es trasponer su propia concepción histórica a la elaborada por Marx. Resulta bastante paradójico que una concepción preponderantemente ontológica de la historia como la planteada por Heidegger encuentre eco o empatía en otra que se sostiene a partir de una crítica radical a un sistema económico y apela más a cuestiones sociales y de producción, lo cual es siempre fuertemente rechazado por Heidegger mismo.

Esto nos lleva a reconsiderar y explicitar ambas concepciones históricas para poder establecer la validez y pertinencia de la afirmación heideggeriana y mostrar, entonces, esos posibles vínculos y diferencias entre Marx y Heidegger.

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Como sabemos, el término de extrañamiento (Entfremdung) es utilizado por Marx en los Manuscritos económico-filosóficos[13] para establecer una diferencia de matiz respecto al concepto de enajenación (Entäusserung). Mientras que éste último tiene una connotación jurídica-económica en cuanto se refiere a la pérdida o cesión de un objeto, bien o propiedad, el primero hace referencia al desarraigo y pérdida de comunicación con el ambiente y los otros hombres que es propio del sistema capitalista.[14]

La enajenación (Entäusserung) la entiende Marx en varios aspectos. En un primer sentido se refiere a la enajenación del obrero respecto al producto de su trabajo, el cual pasa a ser propiedad del capitalista una vez finalizado el proceso de producción. Un segundo sentido es precisamente la enajenación del acto de producción en donde el trabajador aparece como simple apéndice del proceso sin que éste sea el resultado de su propia voluntad ni la realización de sí mismo como individuo. Un tercer sentido es la enajenación del hombre respecto de su propia esencia al ser reducido el trabajo a un simple medio de existencia y no como el desarrollo pleno de las propias fuerzas físicas, intelectuales y del propio ser del trabajador.

Finalmente, se da la enajenación o extrañamiento del hombre respecto al hombre, pues al aparecer enfrentados en el proceso de producción, sea como propietarios o trabajadores, o entre trabajadores con funciones distintas y en competencia, el otro no se muestra como parte esencial de mi propio desarrollo, sino como obstáculo e impedimento. El extrañamiento se da también con la realidad, pues el hombre no concibe lo real como consecuencia de la transformación y adecuación que hace de la naturaleza mediante el trabajo, sino como resultado de fuerzas naturales independientes o de entidades supraterrenales que determinan a voluntad los eventos humanos.

Tanto la enajenación como el extrañamiento son disposiciones o modos de ser propios del sistema capitalista. No constituyen formas humanas esenciales o imprescindibles. Son el resultado de una organización social sustentada en la explotación del trabajo de aquellos que solamente cuentan con su integridad física para sobrevivir. Por ser el resultado de una determinada forma de organización social, estas formas de existencia son históricas, transitorias y superables. Para Marx la enajenación y el extrañamiento son superables en la medida en que la propiedad privada ligada al capitalismo sea abolida instaurando un nuevo sistema económico y político, una sociedad radicalmente distinta apoyada en las fuerzas sociales de la producción. Esta nueva organización social que supera las trabas y límites del capitalismo la ve Marx en el comunismo moderno:

El comunismo… es la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza y del hombre contra el hombre, la verdadera solución de la pugna entre la existencia y la esencia, entre la objetivación y la afirmación de sí mismo, entre la libertad y la necesidad, entre el individuo y el género. Es el secreto revelado de la historia y tiene conciencia de ser esta solución.[15]

La crítica al sistema capitalismo iniciada en los Manuscritos es ampliada en posteriores trabajos de Marx gracias a sus estudios históricos y económicos. El par de conceptos de enajenación y extrañamiento son abandonados[16] para introducir nuevas nociones que enriquecen una mejor elaborada concepción de la historia. Términos como el de lucha de clases, fuerza de trabajo, estructura económica y superestructura, plusvalía, etc, otorgan una mejor coherencia a la concepción materialista de la historia, nombre con que es acuñada la teoría histórica descubierta por Marx con ayuda de Engels.

En sus rasgos generales, la concepción materialista de la historia parte del principio de que la historia es un proceso histórico-natural, entendiéndose por ello que los hombres son los que hacen la historia, pero hasta el momento esta historia ha sido hecha al margen de la voluntad consciente de los hombres.[17]

Las formas de organización social que los hombres producen se han establecido como si se organizaran por leyes propias como las que rigen a la naturaleza; al mismo tiempo, cada organización social y modo de producción una vez que emergen se rigen por sus propias leyes de desarrollo. Estas leyes se establecen al margen de la voluntad humana pues responden a la dinámica propia de su desenvolvimiento y evolución.

Por eso la historia es un proceso tanto histórico, esto es, hecho por los hombres, como natural, debido a que posee leyes propias al margen de esos mismos hombres que no pueden determinarlas por no estar organizados socialmente, sino divididos en clases antagónicas de explotación de unas sobre otras.[18]

La historia para Marx es por consiguiente un proceso que los mismos hombres realizan al emplear su trabajo para transformar la naturaleza en su beneficio, pero que se torna inconsciente, enajenado, extraño, al escapar de su control por realizarse independientemente del interés social, por luchas entre clases que buscan su propio interés.

La historia se relaciona por tanto con procesos sociales, económicos, políticos, culturales, etc. Desligándose de los fatalismos, las teodiceas y las teorías que ven los procesos históricos un desarrollo de la conciencia o las ideas, Marx pone el acento en el aspecto material de la historia que a un mismo tiempo es producto de los hombres reales y por otro escapa a sus decisiones por encontrarse subsumidos en relaciones sociales que no controlan racionalmente.

Sólo desde este punto de vista puede considerarse que los hombres, organizados socialmente, puedan encauzar la historia hacía un modelo más igualitario y racional. Las condiciones las crea el hombre y son los hombres, los agentes de la historia, quienes pueden transformarlas a su favor una vez que toman conciencia de su papel en el decurso histórico.

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En Heidegger, por el contrario, la historia se encuentra estrechamente vinculada con la historia del ser; propiamente podemos entender que toda la historia para Heidegger no es sino historia del ser mismo. De hecho, la concepción histórica de Heidegger parte de una crítica radical al fundamento de lo moderno y que vemos claramente expresada en Marx: la subjetividad.

Si bien para Marx la historia la hacen los sujetos actuantes en sociedad aun cuando no tienen un control consciente de ella, es finalmente el hombre quien aparece como centro y fundamento de lo histórico. Heidegger se desliga de esa concepción que reduce el mundo, la realidad, el ser, a la visión antropológica y subjetiva del hombre.

La postura heideggeriana estará en las antípodas que buscan desempoderar al hombre de su visión antropocéntrica de la vida y la historia. En oposición al materialismo marxista, el ontologismo heideggeriano se concibe como una crítica que aborda el problema de la crisis civilizatoria que ha dejado a su paso el subjetivismo moderno. Sólo estableciendo estas diferenciaciones podemos entender la diferente radicalidad que separa a ambas posturas históricas y que muy difícilmente se pueden relacionar entre sí tal y como lo pretende Heidegger.

Para establecer su concepción histórica Heidegger señala una diferencia importante entre lo que comúnmente se suele entender por historia y lo que para él sería la historia verdadera, real. La historia (historie) en su sentido vulgar se diferencia de la historia en su sentido ontológico (Geschichte) debido a que la primera solamente informa lo que sucede esencialmente, ofrece una representación de lo que acontece por estar ya dispuesto por el ser:

La palabra historie (istorein) significa informar y hacer visible, y por eso nombra un modo del representar. Por el contrario, la palabra Geschichte significa lo que sucede en tanto está preparado y ordenado de tal modo, es decir, dispuesto (beschickt) y destinado (geschickt). La historiografía es la exploración informativa de la historia.[19]

La historia (Geschichte), como lo afirma Heidegger, es en sí algo dispuesto y conformado por el ser. El acontecimiento histórico determinado como época histórica ocurre cuando el ser se repliega en su verdad, se descubre o desvela iluminando al ente. El hombre no tiene nada que ver con este proceso, es algo que ocurre del ser por el ser mismo.[20] Las llamadas épocas históricas quedan configuradas como eventos propios del ser que al darse a sí mismo en su verdad, en la desocultación, abre y destina la historia:

El ser se sustrae en la medida en que se descubre en lo ente. El ser se repliega así en su verdad. Este replegarse es la forma temprana de su desencubrir. Podemos llamar a este replegarse iluminador propio la verdad de su esencia, la epojé del ser. De la época del ser viene la esencia en su destino, en la que se concentra la auténtica historia mundial. Cada vez que el ser se recoge en su destino, acontece de modo repentino e involuntario un mundo.[21]

El hombre entra en la historia o es histórico en la medida en que su existencia es un estado de apertura al ser. El ser del Dasein consiste en ser arrojado al modo peculiar de la época histórica destinada por el ser. En tanto arrojado el Dasein es ex-sistencia, el ente peculiar abierto en el «ahí» propio del destino iluminado por el ser. Sólo así el Dasein existe, tiene historia y entra en la dimensión temporal. Lo propio del hombre es ser por tanto el lugar privilegiado desde donde el ser se desvela. Su existencia queda determinada por el cómo y el para qué que el ser arroja en su mostrarse en el medio de los entes.

El ser-en-el-mundo como uno de los existenciarios fundamentales del Dasein es simplemente el modo adecuado en que el Dasein en su apertura al ser como el claro (Lichtung) en que el ser se desvela-oculta en su verdad entra en cercanía con él. El mundo y sus estructuras no es algo producido por el hombre, más bien el hombre es puesto, preparado o arrojado a un mundo ya predispuesto. La ex-sistencia del hombre se torna entonces auténtica si acude al encuentro del llamado del ser, esto es, si su existencia se relaciona en el modo del cuidado (Sorge) que el ser ha ya destinado; o será inauténtica si desoye la llamada y en lugar de correr al encuentro con la proximidad del ser «cae» en el mundo del ente, de lo cotidiano cuya perspectiva es considerarse como fundamento de sí mismo sin referencia al ser:

La esencia epocal del ser hace acontecer a la esencia estática del ser-ahí. La ex-sistencia del hombre soporta lo extático y, de ese modo, preserva lo epocal del ser, a cuya esencia pertenece el aquí y por lo mismo el ser-ahí.[22]

Si el ser es el que hace época y destina un mundo al desvelarse en su verdad la pregunta que se puede plantear es: ¿cómo se extravía el hombre? Si la existencia del hombre como ser-ahí es una simple apertura de lo destinado por el ser, ¿cómo se desvía o «cae» el Dasein fuera de ese destino? La respuesta de Heidegger es que el extravío o el error del Dasein respecto del ser es algo consustancial al desvelamiento del ser mismo. En su desvelamiento iluminador el ser también se oculta.

El ser ilumina a los entes estructurando un mundo y donando una época histórica, pero en el mismo proceso el ser se encubre. De ese modo se puede caer en el «error» de que los entes son por sí mismos y no por el ser. Este «error» constituye la errancia como aspecto fundamental del desvelo del ser:

De este modo, iluminando a lo ente, el ser lo extravía en el errar. Lo ente acontece en el errar, donde confunde al ser fundado de este modo el reino del error… se trata del espacio esencial de la historia. En él, lo históricamente esencial pasa errando al lado de su igual sin advertirlo. Por eso, todo aquello histórico que surge es necesariamente mal interpretado. A través de esa mala interpretación el destino aguarda a lo que se convertirá en su semilla. Sitúa a aquellos que les concierne ante la posibilidad de lo destinal o no destinal. El destino se prueba en el destino. Al confundirse del hombre corresponde el encubrirse del claro del ser… sin el errar no existiría ninguna relación de destino a destino, no habría historia.[23]

La caída, el absorberse en el ente, es un modo del ser determinado por el modo de lo útil en que se olvida la relación con el ser. Sin embargo, este modo inauténtico en donde el ente priva y el sujeto es colocado como fundamento del mundo no implica un desfase o un estar fuera del mundo. La impropiedad del Dasein respecto al ser es parte de la misma estructura del ser-en-el-mundo que resulta del desvelamiento que el ser hace. La caída y sus consiguientes interpretaciones son formas de ofrecerse el ente en el modo del replegarse del ser. Este proceso es necesario. En nada se puede atribuir como un error humano. Al ser le va tanto el iluminar como el oscurecer, el desvelarse y ocultarse.

El desterramiento (Heimatlosigkait) que Heidegger equipara con el extrañamiento (Entfremdung) marxista no puede resolverse por iniciativa del hombre. El olvido del ser y sus consecuencias no es algo que pueda ser modificado por el hombre, pues corresponde a la misma historia del ser. El olvido que se inicia con la filosofía griega y que marca toda la metafísica occidental solamente adquiere un alcance universal en la modernidad; el desterramiento era la forma propia de la metafísica que se vuelve ahora historia mundial. Es al ser mismo al que corresponde decidirse por una «salvación» o «regeneración» de la situación moderna. La historia en Heidegger se reduce a ser una historia ontológica: la simple historia del Ser.

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Al matizar las concepciones históricas de Marx y Heidegger observamos sus profundas diferencias. Mientras que para Marx lo que él entiende como enajenación (Entäusserung) y extrañamiento (Entfremdung) son procesos históricos dependiente de determinadas relaciones sociales de producción, en Heidegger son puestos como aspectos cualitativos de la historia del ser. Esa es precisamente la «dimensión esencial» de la que habla y en la que intenta colocar a Marx. Es una «dimensión esencial» porque constituye un proceso necesario al desvelamiento del ser. El extrañamiento y la apatridad no son «errores» históricos ni aspectos dependientes de las relaciones entre los hombres, sino momentos esenciales del ser.

Por ello, en Marx la enajenación y el extrañamiento son superables con la actividad consciente, revolucionaria, de los hombres en la historia. En Heidegger, por el contrario, es algo que se decide desde el interior del ser y de su verdad: en su desvelamiento en el claro del Dasein. Al hombre sólo le queda esperar que el ser se decida por sí mismo a destinar una nueva época que pueda salvar lo que el hombre ha hecho al querer asumirse como el fundamento de todo.

Por otra parte, para Marx el hombre no es una dimensión de la historia como lo fundamenta Heidegger. Si el ser es el que da, destina, dona, una época histórica al desvelarse en su verdad, el hombre queda reducido a un elemento, importante, sí, pero elemento finalmente, de todo el proceso del desvelarse del ser.

La historia hace al hombre al afirmarse el ser. El hombre entra a la historia arrojado «ahí» por esa entidad metafísica. Por ello el hombre es concebido en Heidegger como una dimensión de la historia, como un resultado pasivo más que como un agente activo de ella.

En Marx, por el contrario, la historia aparece como una dimensión del hombre. Es una muestra y resultado de la auto-objetivación del hombre en la naturaleza y la sociedad. El hombre hace, crea la historia al transformar la naturaleza, la realidad y al transformarse a sí mismo en ese proceso. Lo histórico no es así ni esencial ni fundamental.

La historia en la concepción marxiana es variable, relativa a la misma actividad conformadora y transformadora del hombre. Mientras que Heidegger ontologiza y absolutiza el proceso histórico, Marx lo reduce a la actividad humana y por eso mismo modificable y transformable en la actividad crítico-práctica. En Marx los acontecimientos históricos son superables. En Heidegger quedan dependientes de una instancia supra-histórica y sobre humana. La dependencia del hombre al ser se establece como necesaria. Si bien se entiende la crítica de Heidegger a la subjetividad moderna, no por ello podemos dejar de advertir el aspecto de desamparo en que deja al hombre al quitarle toda posible actitud de tomar por sí mismo las riendas de su destino.

Sabemos que Heidegger intentó superar el concepto de humanismo occidental por constituirse a partir de la subjetividad del hombre. El humanismo de Marx, heredero de la tradición ilustrada y el hegelianismo, incorpora una nueva dignidad al sujeto humano que quedaba encubierta, fetichizada, en el idealismo alemán y enajenado en el capitalismo.

En Marx, el sujeto no es un sujeto plenamente realizado, sino escindido, su objetivación se revuelve contra él como desrealización. Al sujeto marxiano se le escapa la realidad que él mismo crea. Heidegger, en cambio concibe al sujeto moderno como omniabarcador: controla, calcula, somete y explota a los entes. Entre los dos extremos reconocemos esa carencia de ser de la que habla Marx en un aspecto social y la de Heidegger en uno ontológico.

En ambas posturas el humanismo al que apelan es una forma de revertir lo que consideran un falso un humanismo. Este falso humanismo tiene como centro para ambos la desconexión con lo esencial, lo verdadero, lo que hace posible que el ser humano esté en su ser. Ya vimos que en Heidegger la apatridad es la consecuencia de esta desconexión, y en Marx es la enajenación o extrañamiento. Lo que en Heidegger es una fuerza depredadora que sigue la lógica de la voluntad de poder, en Marx es vaciamiento de poder que nulifica al sujeto, en términos hegelianos podemos decir que se vuelve pura sustancia sin ser sujeto.

Pensamos que ambas concepciones son diametralmente opuestas y que su posible convergencia es forzada por Heidegger para hacerla encuadrar en su ontología. Sin embargo, el posible encuentro entre ellas puede darse a partir de reconocer el hecho de que la época moderna, como ninguna otra, ha logrado enajenar o desterrar al hombre de su propio mundo humano. La crisis actual del capitalismo ya no se articula solamente a la destrucción de los procesos productivos, es decir, meramente económicos; por primera vez en la historia el capitalismo choca de frente con el límite de su propia reproductividad.

La eclosión ecológica pone de manifiesto que la técnica planetaria ha logrado inocularse en nuestras existencias poniendo en peligro la vida humana misma. El posible humanismo que surja e intente dar solución a esta crisis planetaria tiene necesariamente que tomar los extremos que hemos señalado respecto a Heidegger y Marx. Este humanismo debe reconocer la falta de subjetivación del sujeto en lo real, pero también de que lo real no puede reducirse al dominio del hombre, reconocer el propio status de sujeto a lo real. La dignidad ya no debe recaer solamente en el sujeto, sino también en lo real, la sustancia, el ser.

Si creemos a Heidegger, quien citando a Hölderlin, nos dice que donde abunda el peligro, crece también lo que salva, nuestra época actual está sumergida en el problema mismo de la salvación. Y esta vez, en contra de Heidegger, pensamos que la filosofía tiene y debe tener un papel fundamental. Si el status de la filosofía como aportadora de fuerzas y formas que susciten acciones históricas era repudiada por Heidegger, la simple pasividad en espera del llamado del ser puede condenarnos también a un suicidio colectivo.

En contra de Marx podemos decir que la simple acción de organización tecnificada de la economía no nos es ya tampoco suficiente. Repensar a la naturaleza como algo más que medio de explotación y producción es imperativo ante el agotamiento de los recursos.

Para un marxista actual la tarea debería ser la misma que Marx acometió con Hegel: buscar el núcleo racional de la filosofía de Heidegger, despejándolo de su misticismo e invirtiéndolo para hacerlo comprensible y apropiable. Igualmente, un heideggeriano actual preocupado por el fuerte impacto de la técnica en el mundo contemporáneo, debe reconocer que una simple relación libre con ella, como la postulada y querida por Heidegger, no es suficiente si esa misma técnica no es también «liberada» de la subsunción formal y real que hace de ella el capitalismo lo cual implica a la política. La cuestión de la técnica y la crisis planetaria no es ni simplemente ética u ontológica ni solamente político-económica.

Cómo sea el nuevo paradigma que nos dejé entrever la salida a esta crisis sólo es posible formularla si tomamos en cuenta lo mejor de ambos pensadores. El estado actual de las cosas en que el hombre se pierde a favor de los entes o del mundo material del consumismo depredador, es la base para articular la afinidad y posible síntesis. Desde el reconocimiento de esta condición humana es posible un diálogo entre el marxismo y el existencialismo heideggeriano. Sólo entonces podremos repensar en toda su profundidad el sentido de las proféticas preguntas de Heidegger: ¿para qué?, ¿hacia dónde?, ¿y luego qué?

Ponencia presentada en el marco de las mesas tituladas “Heidegger ante el humanismo: reflexiones en torno a la Carta sobre el humanismo”


[1] Zizek, Slavoj, Visión de paralaje, FCE, México, 2006, p. 419.

[2] Heidegger, Martín, «Entrevista del Spiegel», en Escritos sobre la universidad alemana, Editorial Tecnos, España, 1996, pp. 77-78.

[3] Puede consultarse el texto en línea en traducción de Nicolás Alberto González Varela en: http://www.scribd.com/doc/16730243/Heidegger-El-Comunismo-y-El-Destino-Del-Ser

[4] Cfr. Duque, Felix et al, Heidegger: Sendas que vienen, Círculo de Bellas Artes, Madrid, 2008. P. 44.

[5] Heidegger, Martín, Ser y tiempo, Editorial Universitaria, Chile, 2005, p. 75.

[6] Véase principalmente el apartado «La cosificación y la consciencia del proletariado».

[7] Heidegger, Martín, op. cit., p. 400.

[8] «Teoría de las Ideas, presupuesto para el Marxismo y la teoría de las ideologías. ‘Visión del Mundo’ como ideología, abstracción, superestructura o de relaciones sociales de producción. ¿Superar al Marxismo?» Heidegger, Martín, De la esencia de la verdad, Herder, España, 2007, pp. 304-305. Esta y muchas de las observaciones de las críticas de Heidegger a Marx se las debo al trabajo de Nicolas González Varela que puede ser consultado en: http://fliegecojonera.blogspot.com/2009/06/stalin-heidegger-marx.html

[9] Heidegger, Martín, La universidad alemana en el tercer Reich, consúltese el texto en línea en la dirección: http://www.heideggeriana.com.ar/textos/universidad_alemana.htm

[10] Cfr. Zizek, Slavoj, op. cit., pp. 423-424.

[11] Heidegger, Martín, «Carta sobre el humanismo», en Hitos, Alianza Editorial, España, 2007.

[12] La referencia completa dice: «El desterramiento deviene un destino universal. Por eso, es necesario pensar dicho destino desde la historia del ser. Eso que, partiendo de Hegel, Marx reconoció en un sentido esencial y significativo como extrañamiento del hombre hunde sus raíces en el desterramiento del hombre moderno. Tal desterramiento está provocado por el destino del ser bajo la forma de la metafísica, afianzado por ella y encubierto también por ella en cuanto desterramiento. Es precisamente porque al experimentar el extrañamiento Marx se adentra en una dimensión esencial de la historia por lo que la consideración marxista de la historia es superior al resto de las historias. Pero como ni Husserl ni hasta donde yo veo por ahora tampoco Sartre reconocen la esencialidad de lo histórico en el ser, por eso ni la fenomenología ni el existencialismo llegan a esa dimensión en la que resultaría posible por primera vez un diálogo productivo con el marxismo». Heidegger, Martín, op. cit., p. 279.

[13] Marx, Carlos, «Manuscritos económico-filosóficos de 1844», en Escritos de juventud, FCE, México, 1987.

[14] Cf. Sánchez Vázquez, Adolfo, Filosofía y economía en el joven Marx, Editorial Grijalbo, México, 1978, p. 72

[15] Marx, Carlos, op. cit., p. 617.

[16] Aunque cabe señalar que su sentido se conserva en otros conceptos importantes como el de «fetechismo de las mercancías» y siguen apareciendo en elaboraciones posteriores como en los Grundrisse.

[17] «El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto enajenación humana y, por tanto, como real apropiación de la esencia humana por y para el hombre; por consiguiente, como total retorno del hombre a sí mismo, como hombre social, es decir, humano, retorno total, consciente y llevado a cabo dentro de toda la riqueza del desarrollo anterior». Marx, Carlos, op. cit., p. 617.

[18] «Quien como yo concibe el desarrollo de la formación económica de las sociedades como un proceso histórico-natural, no puede hacer responsable al individuo de la existencia de relaciones de que él es socialmente criatura, aunque subjetivamente se considere muy por encima de ellas». Marx, Carlos, «Prólogo a la primera edición», en El Capital, Tomo I, FCE, México, 1982

[19] Heidegger, Martín, «Ciencia y meditación», en Filosofía, ciencia y técnica, Editorial Universitaria, Chile, 2007, p. 178.

[20] «Si acaso y cómo aparece, si acaso y de qué modo el dios y los dioses, la historia y la naturaleza entran o no en el claro del ser, se presentan y se ausentan, eso es algo que no decide el hombre». Heidegger, Martín, «Carta sobre el humanismo», op. cit., p. 272

[21] Heidegger, Martín, «La sentencia de Anaximandro», en Caminos de Bosque, Alianza Editorial, España, 2008, p. 250.

[22] Heidegger, Martín, op. cit., p. 251.

[23] Heidegger, Martín, «La sentencia de Anaximandro», op. cit., Alianza Editorial, España, 2008, p. 250.

A 90 años del nacimiento de Schafick y su texto «La vigencia del pensamiento revolucionario». Juan de la Cruz. 2020

Hoy [13 de octubre] se cumplen 90 años del nacimiento de Schafick Handal, que en mi opinión es uno de los líderes de los que más se puede aprender a través de su trayectoria de aciertos y errores. A propósito de esta fecha conmemorativa, quiero destacar las ideas planteadas en su texto «La vigencia del pensamiento revolucionario» el cual resume muchas cosas importantes de la historia del FMLN. Este pequeño texto, en mi opinión es el que mejor resume su pensamiento, fue escrito en 2005 y es una crítica atinada al FMLN.             

Principalmente, él dice que abandonaron las armas para empezar una lucha en el proceso democrático de El Salvador, firmaron la paz sin el triunfo de la Revolución. La lucha democrática para Schafick se basaba en la idea de la Revolución Democrática, la visión estalinista de la Revolución, que plantea establecer las bases para un capitalismo más democrático, mientras se desarrollan las condiciones materiales para la lucha por el socialismo. Según esto, lo que debemos hacer en los países atrasados es impulsar el establecimiento de un régimen democrático burgués para luego luchar por el socialismo.

En esta visión las alianzas, incluso con las llamadas «fuerzas democráticas» que incluye a sectores de la burguesía, están justificadas en beneficio de la creación de las condiciones para el socialismo. De lo que se trata es de perfeccionar la democracia burguesa y no combatirla, es contrario a lo que la visión leninista plantea: la teoría de la Revolución Permanente.

Esta visión ha sido el gran error del FMLN, las condiciones objetivas para la Revolución socialista han estado maduras desde hace décadas, lo que ha hecho falta es la condición subjetiva, cuando hablamos de subjetiva estamos refiriéndonos a un partido revolucionario.

Que es justo lo que Schafick también crítica en su folleto, él dice categóricamente: Entramos al sistema para cambiar al sistema no para que el sistema nos cambie a nosotros.

Pero lo que pasó en el FMLN después de los Acuerdos de Paz fue precisamente lo contrario:

Schafick señala que la burguesía astutamente aumentó radicalmente los salarios de los diputados y que esto generó un distanciamiento entre los miembros del partido y la base que era fundamentalmente obrera y, por lo tanto, con bajos salarios. Luego se vino el aumento exagerado de los salarios de los concejales y alcaldes por su propia iniciativa, profundizando la brecha entre los funcionarios del partido y la base.

Estás condiciones nuevas, que no fueron combatidas desde un inicio generaron un arribismo abismal. El partido se abrió de par en par, no había ningún requisito de peso para entrar en sus filas, ni formación política. Así que tú podías afiliarte al FMLN sin tener ninguna convicción o claridad y unas horas después podías ser coordinador general, candidato a alcalde o candidato a diputado, halando gente que como tú se había afiliado unas horas antes.

La práctica que se desarrolló frente a la flexibilización de los requisitos de militancia, durante los 90 y parte de los 2000, fue el proceso de acarreamiento de gente, consistía en afiliar a grandes cantidades de personas a través de proyectos que se daban desde alcaldías.

Proyectos como la generación de agua potable en la comunidad, pavimentación de calles, luz eléctrica, construcción de obras, etc. El alcalde que quería reelegirse u optar ahora a diputado, llegaba a las comunidades y a cambio de proyectos con dinero del Estado pedía afiliación al partido y el voto al interior del partido para su candidatura y la de sus compadres que también buscaban puestos. El error aquí no es la apertura a la democracia sino la flexibilización de los requisitos de militancia, la formación y claridad política y el abandono del programa de la revolución, para lo cual Schafick propone en los 2000 un carnet de afiliados, ese carnet mostraría una militancia de un año con pago de una cuota militante mensual, para poder optar a cargos de elección popular o al interior del partido. Handal menciona que aunque se aprobó, esta medida nunca fue puesta en marcha, por el proceso de degeneración que ya vivía el partido.

También criticó duramente el abandono de la formación política debacle que el FMLN desde el 2005 a la fecha jamás pudo corregir, la apertura a las ideas ajenas, burguesas y pequeño burguesas, la permisibilidad a elementos extraños a la ideología del partido, gente que solo busca una carrera en el partido, de la cual está ahora plagado.  

Otro de los aspectos que Schafick crítica es la supuesta visión del “realismo” (crítica directa para Ortiz), de algunos al decir que, porque muchas cosas han cambiado, se debía abandonar la visión de la lucha revolucionaria, dejar atrás los discursos de revolución y el socialismo para adaptarnos al sistema… entrarle de lleno al discurso burgués de la democracia burguesa, la visión electorera, la defensa de un discurso burgués.

Algo que terminó pasando, no solo por Óscar Ortiz sino también por el lado de Milton (Medardo) su endosado candidato a SG para 2005, del cual tampoco sé fiaba y lo deja claro en su escrito al señalar que todas las facciones en ese momento estaban impregnadas de oportunismo, carrerismo y sectarismo.             

A pesar que tuvo que vivir el colapso de la Unión Soviética lo que lo llevó a un periodo de confusión, como fue normal en cientos de dirigentes de la clase obrera en esa época, una época reaccionaria, donde lo que prevaleció fue la confusión y la claudicación a las ideas de la clase dominante, buscar una tercera vía (inexistente) entre capitalismo y socialismo, hacer un capitalismo humano, etc. 

En ese periodo el partido y Schafick mismo terminaron aceptando las privatizaciones de las instituciones del Estado, plantearon que con solo que los trabajadores obtuvieran acciones de las empresas privatizadas, eso podría ser un paliativo a la ofensiva neoliberal que se venía y no ofrecieron resistencia alguna hasta ya bien entrado los 90, a finales de esta década y principios del 2000.

Él reflexionó sobre esto años después y reconoció su error, y se plantó frente al neoliberalismo, vio en Chávez una esperanza para una revolución a través de la vía democrática, él decía que lo que Chávez hacia era acabar con el Neoliberalismo y era eso lo que debíamos hacer, para él esto era una prueba de que la revolución democrática era posible, una vez acabado el neoliberalismo, teniendo un capitalismo «más democrático» podremos luchar por el socialismo. Sin embargo, está visión también es errada.

Para nosotros la lucha contra el neoliberalismo es una sola lucha, una lucha en contra del capitalismo y por el socialismo. Si se elimina el neoliberalismo como plantean, ¿qué nos queda? Un capitalismo más ‘suave’, un keynesianismo, pero la explotación sigue existiendo y por lo tanto la opresión. Además esta idea de volver a un capitalismo con Estado de bienestar cada vez se vuelve más improbable en el capitalismo, solo es posible a partir de un crecimiento económico, algo que ni en sueños pasa en la actualidad, por tanto, la nuestra no debe ser una lucha solo anti neoliberal contra lo que es solo una cara del capitalismo, sino en contra del sistema capitalista en su conjunto y por el socialismo.

No hay espacio para puntos intermedios, la lucha debe profundizarse y llevarse hasta las últimas instancias, no se puede hacer una revolución a medias, esa es la gran lección de la Revolución bolivariana, por ejemplo. El error de Chávez fue no completar la Revolución y hoy todas las conquistas están siendo echadas abajo por los burócratas que están en el poder.

Por último, merece la pena decir que quizá la cuestión de la unificación de los 5 partidos que conformaron el FMLN y que fueran disueltos sin mayor debate en 1995 generó mucha confusión, Schafick Handal jugó un papel clave en estas discusiones, es un tema para profundizar más porque siento que lo redujo a un problema organizativo, cuando no fue eso, sino un problema político que merecía el más amplio debate al interior, un debate de altura.  

A pesar de todas las críticas que se le puedan hacer, Schafick fue un gran dirigente abnegado y honesto, algo de lo que carecen los dirigentes de hoy. Se puede aprender mucho de su legado, mostrándolo tal y como era, sin idealizarlo como lo hacen los dirigentes actuales que retratan lo bonito, lo que les conviene, ese Schafick descafeinado no nos sirve a los revolucionarios de ahora. Nos sirve el Schafick que realmente fue, con sus errores y aciertos para aprender, para construir el partido de la clase obrera y la juventud, para cumplir el sueño por el que el viejo entregó su vida: la conquista del socialismo; y como él dijo hoy más que nunca esta lucha sigue vigente. Hasta siempre Schafick Handal.

Social Movements: the Strength of Organisation vs Anarchic Networks. Francine Mestrum. 2020

Are ‘traditional social and political ties’ weak? Have they always been so and will they be so in the future? These are questions that certainly cannot be answered in one page.

At first sight, the thesis is credible when one sees how political parties today struggle to convince people, how trade unions have hard times to achieve some minor victories, how social movements disappear as fast as they have emerged. And yet, beyond stating the obvious, we should wonder why this is happening? And if an ‘anarchic form of social network’ can do more than a proper organisation.

Let me try to give some examples of social movements today and yesterday and what they have achieved.

Take the ‘indignados’ in Spain. They do not exist anymore. It probably is wrong to say they had no influence, they first of all led to the emergence of a new political party, ‘Podemos’ that is now in government. But these government policies are not precisely in accordance with the demands of the movement.

Take ‘Black Lives Matter’, without central organisation, but certainly with influence among the population, though much less at government level.

The Arab spring had huge successes in Tunisia, Egypt, Sudan … but how lasting? Who is in power right now?

Take the ‘Nuits Debout’ or the ‘Gilets Jaunes’ in France, without any doubt with consequences at the level of politicization of large numbers of people. But at the political level?

And take the women’s strike of 8 March 2020, a very successful global demo, certainly with an impact on the general public, but with lasting changes?

As for the ‘Fridays for future’, the youth movement fighting climate change, it certainly contributed to more awareness of the urgent problems this planet is facing, though at the political level, again, its influence is not visible.

Or take a political party, MAS, ‘Movimiento al Socialismo’ in Bolivia that just won the elections with an absolute majority! This will, again, change the country!

And finally, take the ‘movement’ that does not want to be a movement and in which I have a long experience, the World Social Forum. It will celebrate in January 2020 its 20th anniversary, but what has it achieved?

Objectives?

Of course, the success or failure of a movement can only be assessed in accordance with its objectives. The WSF cannot be condemned for not achieving anything if it never wanted to achieve anything, just being an ‘open space’, claiming ‘another world is possible’ and leaving the practical implementation of it to its participants.

And if MAS was able to win the elections, which was its objective, it is thanks to a strong organisation and political will to work towards this achievement.

As for all the movements in between, it is not sure whether they ever had a clear objective. Growing awareness, certainly. Toppling dictatorships for the Arab spring, yes, with success. But then? Were they prepared to take over power? They were certainly not ready for it, so in the end, they lost.

Most national movements strive for a change of government, a change of policy, away from neoliberal austerity, desiring more social and environmental justice with jobs as well as social protection. But where did this succeed?

The progressive governments that came to power beginning of this century in Latin America were the result of careful and strong organisations, lasting for years, the building of a political party in Brasil , an alliance with indigenous movements in Ecuador, strong party politics in Chile, each time with the help of trade unions or other social movements.

Having a clear objective, then, certainly is one major condition for working towards success. From this depends the strategy one can develop and the different steps one can take.

Why Universalism Matters. Francine Mestrum. April 2020

In a recent article on the coronavirus pandemic, Yuval Noah Harari writes that we are facing two simple choices. The first is between totalitarian surveillance and citizen empowerment. The second is between nationalist isolation and global solidarity. Progressive forces will naturally take the second choice: citizen empowerment and global solidarity. Problem solved? Not so fast.

The Lack of Global Movements

Social movements all over the world are working on citizen empowerment. They are teaching human rights and the right to have rights. They are teaching about capitalism and globalization, inequality and poverty. They picture a better world.

About twenty years ago, they even saw the need to organize globally and started to organize World Social Forums as an answer to the World Economic Forum. They strengthened their networks and agreed to reject neoliberalism. Their slogan was “another world is possible,” but they never succeeded in making clear what this other world would look like or how to get there. They claimed a million-person march against the war in Iraq, all over the world, as their major success. But the war started a couple of weeks later. Apparently, the objective did not go beyond the mobilization…

Today, there are hardly any global social movements, let alone global political parties. The only structured civil society organizations at the global level are the trade unions, though their potential for actual agency is limited. Another group, structured though fragmented, is women. They have more capacity to mobilize: see the marches in all major cities of the world in March 2020 on International Women’s Day, and the global strike one day later. Another movement with some power to mobilize is the peasant movement, with La Vía Campesina. Environmentalists certainly also have to be mentioned, though they are very fragmented, with part of the movement following the institutional agenda while another part remains strictly apolitical.

At the level of political parties, the “Internationals” of the major political families can hardly be considered political forces.

The most obvious reason for this sad state of affairs is clear: democracy remains in the very first instance a matter of states. Social contracts are national contracts. Citizens are loyal to their states and follow what happens in their immediate environments. Solidarity hardly goes beyond borders.

The international order that was put up after World War II is now slowly disintegrating. Globalization has grown rapidly, our interdependence has indeed developed at unknown speed, but our organization, our citizenship, our solidarity did not follow. But there certainly are more reasons than just the overwhelming influence of the nation-state.

The Demise of the Left

An important first argument to mention is the lack of analysis of the Left after the fall of the Berlin Wall. The happiness of the peoples from behind the wall may have surprised many, though the hard lessons of capitalism did not wait to manifest themselves. However, the theoretical basis of the Left has not changed: there was no serious reflection on what went wrong or on why people, in general, are not waiting for «socialism.”

The current demands for “socialism” from millennials in the US do not go beyond traditional social democratic agendas, with welfare states and mixed economies never developed beyond nation-states. In short, while the radical Left failed in its self-criticism, social democracy failed in its practice. The Left did not renew its thinking and is divided over many crucial political topics, such as globalization, states, and social justice.

A second argument is that although left-wing parties and movements did reject neoliberal globalization, these “alterglobalists” never made clear what this “alter” stood for. What was to be globalized and what not? Lacking a convincing political project, many groups withdrew from the global scene and went to work at the local level.

There, concrete results were possible: another world for real people was in the making. However, at the local level, there is no possibility to tackle the root causes of problems (lack of development, wars and conflicts, financialization, external debt, etc.), unless one is at the same time organized at national and global levels.

Social movements kept saying demands had to come from the bottom up, but these bottom-up demands never concern the global problems that are making life at the local level so difficult. And while movements were doing their good work at city level, the Davos people kept meeting and talking, multinationals continued to produce their toxic pesticides, and financial markets dominated the world. In the best of cases, some philanthropist financed some local project.

A third argument concerns the erroneous political choices of those who did want to organize globally. The World Social Forum, which started with a lot of enthusiasm and a real political potential, soon drowned in the fear of hard political choices. The “fathers” of the Forum thought and still think they have to be pure “civil society,” pure mobilizing, and that the Forum should never have a collective political voice. As its twentieth anniversary approaches, total collapse is near.

Finally, my fourth argument may explain it all. Based on an understandable though wrong analysis of history and a bizarre confusion of practice and discourse, many social movements now basically reject modernity and development. In their eyes, colonialism gave birth to capitalism and slavery, and modernity developed alongside, with patriarchy one of its results. While all of these elements clearly have to be criticized, their conflation leads to identity politics that are dangerously close to the extreme right. One does not have to reject modernity in order to condemn racism.

The major problem lies with universalism which is wrongly understood as uniformity, when it is precisely the opposite. Because we are all different, we need to emphasize our common humanity, and therefore we need universal rights, equal for all. We need universalism if we want to protect minorities. The inversion of this reasoning leads post-developers to cheer for fragmented identities which cannot be represented. It makes global organization unthinkable.

The rejection of modernity, in the end, leads to a lost belief in the possibility of change, in the foregone possibility of progress and emancipation.

Back to class politics?

Colonialism surely has to be criticized. Capitalism surely has to be condemned. Modernity should indeed be subject of a serious reflection on its failures and shortcomings. Fortunately, we have anthropological research to help us conduct this exercise. One of the most telling lessons from the past half-century is that there is a clear demand for modernity, all over the world, but that people should get an opportunity to define it themselves. Development and modernity cannot be brought in and imposed from the outside.

The second lesson obviously is that nature cannot be overlooked. Humankind is part of it, and we have scientific knowledge to help us understand it better. The theoretical thinking on “buen vivir” in Latin America can be extremely useful in envisaging a more balanced future.

The third lesson is that class analysis remains important, but that it cannot be separated from race and gender. The intersectionality analysis does not have to lead to fragmented and exclusive identities but can help to better understand the connectedness of multiple identities.

This brings us back to global agency. I can see only two movements which can “save the world” and develop into powerful global political forces with convincing alternatives for the current destructive policies: trade unions and the women’s movement.

With a rejection of the homo economicus and putting care in the center, feminist ideas should shape the core of new economic thinking. The feminist and women’s movements should try to better organize and seek their commonalities, which should not be so very difficult. If ever there existed a shared identity based on common experiences, it is in the gendered world of women.

Trade unions still are a well-organized political force, even if the past crises have seriously weakened them. Their international structures, however, did do a lot of research into the possibilities of integrating environmental topics. If trade unions succeed in overcoming their national and sectorial blinkers, if they can take into account the interests of all workers, including platform, informal, and domestic workers, they can indeed become a leading political force for shaping “another world.”

When the World Bank started to promote globalization in the 1990s, it knew very well how this would make resistance to it extremely difficult. Human beings are still able to make progress by cooperating in large numbers, but dominant forces today will do everything to hinder and make that cooperation impossible at lower class level. With the coronavirus pandemic, we now see how the many emerging movements, from Santiago de Chile to Hong Kong, via Baghdad and Paris, are killed before they can bank in on their success.

The current pandemic may provide us with new insights and help us to reorganize at the national and local level, but it may take a lot of time before global forces can restart to build new power relations. This is the irony of the current crisis: never before has our interdependence been so crystal clear, and never before have its solutions killed so dramatically all efforts to unite us.

Maybe it is only in times of utter despair that people discover their collective identities, the common concerns, their hidden discourses that can feed the resistance. This is what we have to believe in if we ever want fundamental change to happen.

Electoral Authoritarianism, Elective Dictatorship. Javier López. 2018

Jair Bolsonaro will be President of Brazil. A homophobic soldier with authoritarian excesses, who has scorned democratic mechanisms and threatened his political rivals, will lead the greatest regional power in Latin America that is now a global giant. In fact, his profile, a caricature of a third-rate dictator, would be comical if it weren’t for the fact that he amassed more than 50m votes. His election, with incalculable consequences, is the latest in a long line highlighting the battered fragility of democracy. What is happening to our societies when voters decide to put their destiny in the hands of eccentric authoritarians, while the influence of the far-right multiplies election after election all over the planet?

Democracies are like Tolstoyan families: the happy ones resemble each other, yet each is unhappy in its own way. In Brazil it was not the losers of globalization or the countryside versus urban elites that handed victory to Bolsonaro. It was the white middle class and big cities who threw their support behind this shady character. This far-right-winger built an electoral alliance that gave answers to diverse sectors of the country. He promised family values to evangelists, hard-line tactics to the military and police, economic orthodoxy to the markets and the establishment, a break with traditional politics to those fed-up with corruption and rivers of hatred towards the Workers’ Party (PT) which Fernando Haddad could not counter. That the impulse of ‘anti-PT-ism’ has cemented electoral victory makes his rise to power even bloodier. The PT, a reference for the left, a force capable of bringing tens of millions of workers out of poverty, led by a global icon, the charismatic Lula Da Silva: beaten by a candidate who defends the previous military dictatorship.

But Brazil has been just the latest appointment with these characteristics. From Donald Trump in the US to Narendra Modi in India or Rodrigo Duterte in Philippines, Bolsanaro’s real alter-ego, they form a mosaic of a new electoral authoritarianism. Strong men who have become vehicles for widespread resentment, rage and weariness. The answer that many voters are finding for changes, in their eyes bewildering changes, facing their societies: digitalization of the economy and communication, rise of diversity, disappearance of traditional spaces of socialization or the egalitarian transformation of gender roles. We’re dealing with abrupt and profound changes that are behind an anxiety that propels election behaviour in people who approach ballot papers like those applying the handbrake.

An end to rational thought

We are experiencing an emerging blackout of rational thinking. Uncertainty provokes a search for strong anchoring that acts as a mirage. Facing liquid modernity, people cry out for solid references and, facing vulnerability in a risk society, there is a demand for security. It’s a type of reactive pendulum of which far-right charlatans and sorcerers wrapped up in the cloak of the nation take full advantage. Because it’s precisely the nation which is the only scaffolding that seems to be left standing. After the death of God in the 19th century, ideologies at the end of the 20th and progress at the end of the 21st, it is the old and always seductive idea of nation which seems ready to act as our collective compass. A nationalism that takes full advantage of our instinct for roots, that protects the community in an accelerated, globalised world. This is the backlash to globalization: a shout, an appeal to more animal instincts, a call for the recovery of control and denunciation of economic abandonment. A desperate and harmful cry with causes that deserve to be answered by presenting a horizon of hope and concrete solutions.

It is at this crossroads, between national democracy and a global system, where electoral authoritarianism finds a rich vein of contradictions to exploit. The difficulties of digestion that national democracies have with globalization are obvious: the territorial de-coupling of political power from the economic, the lack of instruments for dealing with global challenges or the limits imposed by interdependence. Those who feel free without power, under a system of fundamental freedoms but with a right to vote that has felt to be useless, seem prepared to sacrifice freedom to recover the sensation of control; to achieve this, who better to recover power than the one who is the very incarnation of the will of the people? That’s how this game of mirrors works. Fed up with what they perceive as an impotent deliberation, they’ve decided to vote for the personification of this decision.

At the same time, these incarnations of “national determination” delight in this era of nostalgia. The fatigue of optimism has given way to a search for the past as a positive narrative, engendering a toxic relationship with the future that has stopped tomorrow from being a desirable destination for many people and thereby altering one of modernity’s favourite sons: progress. There are many causes behind this phenomenon, but we can find in the current intolerable levels of inequality the reasons for the breakup of multiple elements of confidence in our societies: confidence in institutions, confidence in our fellow citizens or confidence in the future.

Social media deconstruction

To find other reasons for the rise of the far-right we should look towards profound behavioural changes in the sphere of communications. Social networks have become a factor in the deconstruction of public debate. Without doubt they have permitted individual empowerment, but they’ve also modified the way public opinion is gradually built. Working as self-referential tribal echo chambers, they are a giant tool at the service of confirmation bias, and feed polarization, bypassing editorial control and the hierarchy of information intermediaries. They are machines that, misused, can become weapons of mass distraction; they empower us and make us easier to manipulate: a contradiction we still don’t know how to resolve.

But it’s not just something to do with social networks per se. We live in a time of massive audio-visual consumption and message saturation, a phenomenon fed by mobile devices, wreaking havoc on our attention span. Well, this language and its codes have also colonised politics. The narration time of “stories”, as if we were dealing with a HBO series. And it is a time when political histrionics and thuggish behaviour are more efficient at grabbing our attention, as if we were watching a reality show. The strong men take advantage of the irresistible attraction of the villain in a good story. This is also the effect of politics as spectacle. In a limitless competition to capture our attention, submitted to a constant bombardment of inputs, messages and signs, disruption has its reward. The prize is media coverage, attention and votes. Nothing is true and everything is possible: it’s no surprise that it was a TV producer, Peter Pomerantsev, who sensed this logic by referring to the absurd heart of the new Russia. Entertainment and authoritarianism: the two sides of the new radical right.

Europe must learn to face the future under this new international political scenario. A scenario where democracy is no longer a source of universal authority, but is seen as a strategic weakness. Our continent is stalked by the same monsters roaming the planet who now have free reign in Rome, Budapest and Warsaw. Whereas the ideals of the European Union represent the quintessence of all that this new authoritarianism wishes to destroy: a space of cosmopolitan cooperation based on deliberation and rules.

Europe should learn from its errors and take note of this popular unease if it doesn’t want to be devoured by its voters. To do so, measures must be taken, especially via a true agenda of social rebalancing in the form of redistribution, to be seen as a protective armour of security for citizens. And it will need to make its institutions more robust, as their checks and balances are what protect us from the siren calls that could end up endangering our democracies. This will be the political battle of the century: the defence of democracy. And it could have Europe as its last great bastion.

Modernidad, eurocentrismo, colonialismo: la crisis de la izquierda. Francine Mestrum. Abril 2021

La crisis provocada por el coronavirus es una oportunidad para pensar en el futuro. Este artículo trata de la «izquierda» o de las «fuerzas progresistas» en un sentido muy amplio, con implicaciones para los partidos políticos y los movimientos sociales.  ¿Serán capaces de aprovechar esta oportunidad para proponer sus alternativas? ¿Se perderá una vez más, como ocurrió en 1989 y 2008?

Y sobre todo, ¿qué queda de la izquierda? Piénsese en los dificilísimos debates suscitados por el golpe de Estado en Bolivia, ignorado por una parte de la izquierda radical, o en el éxito electoral de un candidato indígena en Ecuador. ¿Hay buenas razones, entonces, para pensar que ya no hay izquierda ni derecha? ¿Y el eurocentrismo? ¿El poscolonialismo? ¿Posdesarrollo? ¿Descrecimiento? ¿Qué se debe y se puede hacer?

Lo que quiero mostrar en este artículo es cómo la crítica justificada a las políticas neoliberales y a la práctica del desarrollo ha dado lugar a numerosas «alternativas» que, de hecho, refuerzan estas políticas o, al menos, las dejan intactas. En otras palabras, quiero denunciar el actual pensamiento dominante de muchos movimientos progresistas.

Porque por muy comprensibles que sean muchas reacciones, lo que se necesita no es tirar al niño del desarrollo con el agua del baño de la modernidad. Además, estos desarrollos también muestran la vacuidad de gran parte del pensamiento de izquierdas actual. Por lo tanto, terminaré con algunas reflexiones sobre el nuevo élan progresista con el que todos soñamos.

Pensamiento crítico de desarrollo

El pensamiento sobre el desarrollo, tal y como surgió tras la Segunda Guerra Mundial, especialmente con la nueva Organización de las Naciones Unidas (ONU), alcanzó cierta hegemonía, pero nunca pudo seguir su camino sin obstáculos. No sólo el lado liberal, y especialmente el Banco Mundial (BM), ofrecieron resistencia – el BM se negó inicialmente a considerar los aspectos sociales- sino que surgieron diversas visiones alternativas del desarrollo, especialmente en la izquierda.

Así como medio siglo antes en la Unión Soviética y en China se dudaba de si el capitalismo era indispensable, en África se abogaba por un socialismo africano. En América Latina, siguiendo el estructuralismo de Prebisch, surgió un pensamiento «dependentista» que explicaba cómo el «subdesarrollo» no se producía antes sino después del «desarrollo», como resultado de la inclusión en el sistema de comercio mundial.

Todas estas alternativas al pensamiento oficial sobre el desarrollo, incluidos los movimientos de independencia nacional, remitían a los valores de la Ilustración, como la libertad, la igualdad, la emancipación… aunque, a nivel académico, esta Ilustración se pusiera lentamente en cuestión.

En la India surgió el pensamiento «subalterno», que acusaba al colonialismo de opresión cultural y no daba voz a los colonizados (Chakravorti Spivak). El «orientalismo» surgió en un discurso de «otredad» que se refuerza a sí mismo, la creación de un grupo de personas separado con conotaciones negativas (Edward Saïd).

Después de Mayo del 68 y del floreciente movimiento ecologista, se habló de «posdesarrollo». Para pensadores como Arturo Escobar, Gustavo Esteva, Serge Latouche o Wolfgang Sachs, no tenía sentido luchar por un desarrollo «mejor». La idea en sí misma y su intención eran erróneas. Lo que se necesitaba no era un desarrollo alternativo, sino una alternativa al desarrollo. Nunca se aclaró en qué consistiría.

Después del informe del Club de Roma sobre los ‘Limites al Crecimiento’ surgió la idea del «decrecimiento», que rápidamente ya no debía entenderse como «menos crecimiento», sino como el abandono del objetivo de crecimiento para toda la economía. Hoy en día, este concepto bastante vago se utiliza para una economía alternativa, aunque nunca se concretiza.

A finales del siglo XX y con motivo de los quinientos años del «descubrimiento» de América, surgió una visión muy diferente que se venía cocinando desde hacía tiempo, con pensadores como Walter Mignolo y Enrique Dussel. Aníbal Quijano, Eduardo Gudynas y otros declararon que el colonialismo era, en realidad, el inicio del capitalismo y de la modernidad al mismo tiempo, y que, por tanto, los tres debían ser arrojados al cubo de la basura a la vez.

Analizaron el eurocentrismo y establecieron una clara conexión con la esclavitud y la opresión de los pueblos negros e indígenas. Las conferencias de la ONU sobre medio ambiente y desarrollo de Río, junto con Río+20 en 2012, pusieron estas tesis en el punto de mira. A partir de ahora, había que trabajar en la «descolonización» de nuestro pensamiento, porque estábamos en medio de una «crisis de civilización». Para estos movimientos, la dominación del pensamiento y la acción del hombre blanco en el mundo estaba fuera de toda duda y tenía que terminar.

Mientras tanto, el neoliberalismo había provocado dos grandes crisis financieras – 1998 en Asia y 2008 en el mundo entero -, el populismo de derechas y autoritario estaba en auge, las ONG en compañía de Bono y otros sólo hablaban de «hacer que la pobreza pase a la historia». Se suponía que la carga de la deuda del Sur iba a desaparecer, pero lo que ocurrió en realidad fue que África se desindustrializó, que China se industrializó y enriqueció a la velocidad del rayo y que los flujos de dinero del Sur al Norte aumentaron a toda velocidad. Las fuerzas de la derecha estaban contentas. La reducción de la pobreza se convirtió en un entretenimiento. El desarrollo se olvidó.

En 1989 cayó el Muro. Ello supuso un duro golpe para el pensamiento de izquierdas, aunque apenas se analizó lo que podría haber salido mal. En toda Europa, la izquierda radical se deslizó hacia el abismo, los verdes triunfaron, la socialdemocracia boqueó. En América Latina, surgió brevemente una «marea rosa», con regímenes de izquierda y progresistas que propugnaban un «socialismo del siglo XXI», o una filosofía del «buen vivir».

Las fuerzas de la derecha recuperaron el poder con la ayuda del imperialismo de siempre, y el régimen socialista de Venezuela se empantanó en la corrupción, la mala gestion y las sanciones. El buen vivir palideció ante los abusos del extractivismo.

Movimientos sociales

El pensamiento verde, anticolonial y antimoderno tardó una década en llegar a Europa. Los movimientos sociales ya habían empezado a organizarse y a preparar acciones globales a principios de siglo. En el Foro Social Mundial, intelectuales y movimientos de base, con las ONG de por medio, se reunieron para debatir sobre «otro mundo». Fue la época en la que también en la ONU, con el informe Carlsson sobre la «gobernanza global», se difundieron ideas sobre cómo la «sociedad civil» cambiaría el mundo.

Todas las instituciones democráticas estaban atascadas, a nivel nacional e internacional. Las estructuras de los partidos resultaron ser demasiado rígidas y con demasiado poder para escuchar realmente lo que la gente pedía. Los Estados miembros de las instituciones internacionales, desde la U.E. hasta la ONU pasando por la Organización Mundial del Comercio (O.M.C.), sólo tenían que defender su propio interés nacional y olvidaron que el medio ambiente, el desarrollo y todas las dimensiones sociales representaban también un interés general global.

Mientras tanto, los mercados financieros fueron desregulados y las instituciones financieras, junto con algunas viejas y nuevas multinacionales, se hicieron gradualmente con el poder. ¿Sociedad civil? pregunta usted, y nosotros nos volvemos. ¿El Estado? Anticuado, ¿no has visto cómo ha fracasado todo en los países socialistas? Libertad, felicidad, el mercado sabe mejor que nadie lo que quieres y lo que necesitas.

En el Foro Social Mundial, los intelectuales abandonaron decepcionados, dejando sólo a unos pocos creyentes del «espacio abierto» para atacar al neoliberalismo con globos y hip-hop. Nosotros no hacemos política, pareció convertirse en el lema, somos política. Y punto. En Europa, la izquierda radical contaba a menudo con excelentes diputados, pero se escondía en un robusto arsenal socialdemócrata, y las más de las veces faltaba la dimensión internacional. No se reconoce la importancia de la integración europea, el viejo antiimperialismo permanece intacto. La necesidad de organizarse internacionalmente rara vez se entiende.

La trampa

Esta es una presentación demasiado breve y algo caricaturesca de la situación. Por supuesto, en todo el mundo hay grupos socialistas consecuentes, que intentan renovar su pensamiento, pero cada vez más, una mayoría se desplaza hacia una especie de ideología «verde-izquierda». A menudo sigue siendo a-política y tiene sus trampas.  Lo que defienden los neoliberales no es muy diferente e incluso podría mejorarse con algo de ayuda verde.

Por ejemplo, la renta básica. Nadie estaba más a favor de ella que algunos neoliberales que querían deshacerse por fin de la seguridad social y los estados de bienestar. Una suma de dinero individual para todos, el fin de la solidaridad colectiva.

Los cuidados no deben comercializarse. Deberíamos cuidarnos unos a otros y no dejar eso en manos del Estado o de los actores privados. Sí, pero ¿no son las mujeres las que hacen la mayor parte del trabajo de cuidados? ¿Deben trabajar gratis? Y de nuevo, ¿no les encanta a los neoliberales que vengan todos esos voluntarios gratis? Mano de obra gratuita! Mira cómo han aumentado las prácticas y los flexijobs en el mercado laboral!

Vergüenza de vuelo! Los europeos también podrían tomar el tren a Viena o Barcelona, por ejemplo. ¿O tomar el barco a América, como hizo Greta Thunberg. De nuevo, una broma totalmente fuera de lugar, nuestro uso de Internet es más contaminante que los aviones y las reuniones electrónicas están lejos de ser fáciles y eficientes, como ha confirmado el cierre. O bien, ¡el extremadamente contaminante bitcoin! Parece que estamos renunciando a cualquier globalización social, justo cuando las empresas están creando cada vez más su mercado global.  Sí, se vuelve a hablar de proteccionismo, pero ¿alguien cree que Bayer, Google o Río Tinto se esconderán detrás de las fronteras nacionales?

Hay que acabar con el extractivismo. No más minería que destruye la naturaleza y los medios de vida. Es fácil estar de acuerdo, pero si queremos más energía solar o eólica, si queremos teléfonos móviles y computadoras, ¿no necesitamos entonces minerales? En lugar de quitarle credibilidad al movimiento ecologista, ¿no es mejor defender un extractivismo justo y vigilado, con normas estrictas?

En definitiva, muchos movimientos sociales están poniendo un énfasis algo distorsionado y olvidando el meollo de la cuestión. Además, muchas veces se repliegan al nivel local y piensan que se puede hacer otro mundo con el municipalismo. Ahora bien, se puede hacer mucho en las ciudades, efectivamente se puede construir una mayoría progresista allí más fácilmente que a nivel nacional o continental, pero eso no salva el mundo ni mucho menos.

Mira dos ejemplos recientes: la crisis del COVID y los refugiados. Sin un Estado nacional que expida visados, sin instituciones mundiales que lleven a cabo una vigilancia epidemiológica, no se llega a ninguna parte. Una y otra vez, muchos movimientos caen en la trampa de lo que también quieren los neoliberales. Basta con leer los informes de hace diez años del Foro Económico Mundial de Davos para ver cómo quieren, de hecho deshacerse de los Estados y de los sindicatos – ‘vieja izquierda’! -, el único contrapoder a su dominio.

Illich y el Pluriverso

Cuando el año pasado dije en una conferencia internacional en Hong Kong que era escéptico con respecto a muchas ideas ecológicas -¡después de visitar una granja alternativa en Hong Kong! – y que seguía considerando que el desarrollo y el crecimiento eran muy necesarios, me dijeron inmediatamente que era por tanto «eurocéntrico y ecomodernista». Y punto.

Puede que sí. Pero enseguida empecé a leer el entonces muy alabado libro «Pluriverse». Se acababa de publicar y se presentaba como algo así como una nueva biblia del posdesarrollo. Era muy informativo. Pero, sin embargo, creo que completamente equivocado. A menos que realmente quieras vivir en un mundo sin lavadoras, coches, teléfonos móviles, drones y aviones. Y a menos que creas que el budismo o el hinduismo, el Ubuntu, el Ibadismo, el Tikkum Olam o la ética islámica pueden dar las verdaderas respuestas a las preguntas existenciales. Lo que se propugna es un mundo lleno de espiritualidad, sin modernidad y sin universalismo. Como si no fuéramos todos seres humanos con exactamente las mismas necesidades.

El libro se llama «Pluriverso» porque se centra en la diversidad de la especie humana y esta diversidad es sumamente interesante. El problema es que como difiere del «universo», entonces se equipara a la uniformidad. Pero, ¿no es precisamente porque todos somos diferentes que también necesitamos la igualdad de derechos? La igualdad no se opone a la diferencia, sino todo lo contrario. Frente a la igualdad está la desigualdad, y frente a la diferencia está lo ‘mismo’. Lo mismo frente a la diferencia, igualdad frente a desigualdad, no es un problema de lenguaje sino un problema de comprensión o, mejor aún, de confusión semántica. Una cosa es enfatizar la diversidad, las distintas maneras de interrogar el mundo y otra muy distinta es olvidar la igualdad. El universalismo, dice Francis Wolff, es emancipador y nunca, jamás, equivale a la uniformidad.

Y hay más. Muchos de estos pensadores pluriversos son personas muy religiosas y muchos de ellos recuerdan con nostalgia a Ivan Illich, que les influyó con su «convivialidad», la conectividad de estar juntos y el rechazo a cualquier institucionalización, desde la escuela hasta la sanidad.

Creo que Illich engañó a su mundo. Como admitió al final de su vida, sólo tenía un objetivo: llegar a la verdadera iglesia de Cristo y no a una iglesia institucionalizada. Soñaba con la iglesia pura de la encarnación. Las escuelas o los hospitales, sólo eran ejemplos para dejar clara su idea, bien podría haber sido el servicio postal, aclaraba. Por eso Illich tampoco planteó alternativas, las escuelas o los hospitales no importaban, sólo importaba la iglesia pura. Todavía vivimos con esa influencia.

Pluriverso pinta un mundo sin desarrollo, en el que la gente puede cuidar de sí misma y en el que el capitalismo y la lucha de clases han desaparecido como por arte de magia. Ya no hay totalidad, sólo fragmentos de ella.

Capitalismo, colonialismo y modernidad

En última instancia, Illich es irrelevante cuando se le compara con la escuela de pensamiento serio sobre la modernidad. Como he dicho, con el «descubrimiento» de América y el colonialismo, surgió el capitalismo y se desarrolló la modernidad. Este pensamiento es erróneo, y aquí también hay una confusión semántica.

La modernidad es un movimiento filosófico que surgió a raíz del humanismo y es cualquier cosa menos puramente «occidental», a menos que también se llame «occidental» al pensamiento árabe de principios del segundo milenio en España. ¿Por qué no? Según el historiador Jack Goody, la modernidad comenzó… en la Edad de Bronce. No hay nada típicamente occidental en ella. El individualismo, la democracia y la ciencia, son más antiguos que nuestros antepasados griegos.

Pero al mismo tiempo, el reconocimiento del individuo, la creencia en una sola humanidad y en el cambio, el «sapere aude» (atrévete a saber) y la autocrítica, siguen siendo desesperadamente necesarios en el mundo actual, que ya ha cedido demasiada autodeterminación a los gobiernos y las empresas. Y es verdad que muchas ideas de la Modernidad europea han sido apropiadas por la razón instrumental del colonialismo y del capitalismo.

Curiosamente, en muchos casos la confusión se produce con el «pensamiento de modernización» inherente a lo que debía ser el desarrollo en los años sesenta del siglo pasado. A través de la industrialización y la diversificación económica, también se ampliarían la educación y la sanidad, y acabaríamos llegando a instituciones políticas democráticas idénticas a las de Europa Occidental o Norteamérica.

Esta era, en efecto, la firme creencia y no es de extrañar que se plantearan objeciones contra ella, no sólo porque no se produjo en ninguna parte, sino también porque se desterró de antemano cualquier alternativa. Pero el pensamiento de la modernización no es la modernidad.

Más seria fue la crítica de la nueva conciencia de los pueblos originarios en América. Que ellos, desde una cosmovisión diferente, tengan dificultades con el racionalismo «occidental» y la creencia en el progreso lineal es perfectamente comprensible. Y que el colonialismo considerara inexistentes esas otras cosmovisiones y las suprimiera también es un hecho.

Este colonialismo epistemológico ha sido denunciado con razón, entre otros por Boaventura de Sousa Santos. No para sostener que ahora debemos vivir  «en armonía» con la naturaleza -¿quién lo hizo? No para renunciar a elementos  del racionalismo, sino para lograr un verdadero «pluriverso», para tener en cuenta la diversidad, para darse cuenta de que algunos pueblos necesitan comida y bebida, pero quizás no aviones ni abrelatas eléctricos. Teléfonos móviles, sí. Y drones para detectar la tala ilegal.

En definitiva, se trata, una vez más, de que los pueblos puedan determinar su propia modernidad. Por lo general, hay una demanda para ello, y tendrán que determinar ellos mismos en qué sentido quieren ir. La modernidad, un movimiento filosófico y político, comenzó mucho antes del «descubrimiento» de América y del colonialismo. También lo hizo el capitalismo, que tampoco es típicamente occidental.

El hecho es que España estaba lejos de ser un país capitalista cuando le dio a Colón algunos barcos y una tripulación. Y España no introdujo en absoluto el capitalismo en América, sino una forma persistente de feudalismo por la que se entregaban tierras y pueblos a los conquistadores, las «encomiendas». Desde el punto de vista jurídico, ni siquiera fue colonialismo. La población indígena fue asesinada, explotada y en gran parte exterminada, ciertamente. Se saqueó el oro y la plata, sí.

Pero todo este sistema tardó en convertirse en capitalism de verdad. Sólo cuando el sistema de plantaciones con la trata de esclavos se puso en marcha casi un siglo después, con los británicos, franceses y holandeses a la cabeza, se puede hablar de un capitalismo emergente.

El hecho de que estos tres fenómenos – colonialismo, capitalismo y modernidad – estén inextricablemente unidos y no puedan dejar de desarrollarse juntos es sólo el resultado de un ejercicio de pensamiento intelectual que tiene poco que ver con la dura realidad.

Sin embargo, y no debería sorprendernos, este pensamiento comenzó en la propia Europa, primero con el análisis de posguerra por la Frankfurter Schule, culpando al «racionalismo» del holocausto, más tarde con un aplaudido Michel Foucault y su reflexión sobre la «normatividad«. La llamada «teoría francesa» -Derrida, Deleuze, Guattari- hizo el resto, aunque con consecuencias más devastadoras en Estados Unidos que en Europa. Sin embargo, no se trata de condenar a estos importantes intelectuales, sino de indicar su influencia en la problematización de la «modernidad».

El pensamiento «identitario» emergente, el enfoque de interseccionalidad del feminismo radical, el 11 de septiembre y la creciente influencia de la migración musulmana (y su reacción) en Europa, contribuyeron al desarrollo de una fuerte perspectiva posmoderna.

Lo que está ocurriendo hoy en día tanto en Europa como en América Latina, culpando a la «modernidad» del racismo y del pensamiento colonial, es el resultado (¿provisional?) de todo esto. Para varios grupos radicales, los conflictos de clase parecen haberse olvidado, todos los problemas se explican por la etnicidad el privilegio blanco- y el eurocentrismo.

Los negros, las mujeres, los inmigrantes y los indígenas son esencializados, la representación está prohibida, la izquierda y la derecha se convierten en categorías borrosas. Los ejemplos más claros son el golpe «ignorado» en Bolivia por una parte de la izquierda y/o los indígenas radicales, la elección de un banquero neoliberal en lugar de un presidente socialdemócrata en Ecuador por estos mismos grupos, el rechazo anunciado de un «front républicain» contra la extrema derecha en Francia. Como describe acertadamente Stéphanie Roza, estos movimientos antimodernistas se pareces mucho al antiguo, tradicional, conservador y nunca desaparecido antimodernismo.

Por lo tanto, rechazar la modernidad, a principios del siglo XXI, es un paso muy peligroso. Sigo recordando la postura de Goebbels, para quien el verdadero objetivo del nazismo era «olvidar 1789». El populismo autoritario de derechas actual no piensa de forma diferente.

Además, cabe preguntarse sobre este pensamiento predominantemente latinoamericano. No cabe duda de que hay que condenar la colonización, la explotación capitalista y la opresión de los pueblos indígenas. De ahí que la «descolonización» tenga partidarios en América Latina, Asia, África y en el mismo Europa. Sin embargo, la mayoría de los pensadores proceden de América Latina y resulta sorprendente que a menudo sean mucho más matizados que sus seguidores, desde Enrique Dussel hasta Edgardo Lander y Boaventura de Sousa Santos. Me gustaría hacer dos observaciones a este respecto.

América Latina es un continente con graves problemas de identidad. La mayoría de su población es blanca o mestiza, hijos de la denostada colonización. También es el continente que siempre ha destacado por su pensamiento original, desde José Martí hasta Mariátegui, desde el colonialismo interno hasta el estructuralismo y el pensamiento dependentista.

Cuando estudio a algunos de los autores, no puedo evitar sentir que buscan una nueva teoría que les dé por fin un lugar fijo y una identidad, y que elimine la oposición entre las raíces indígenas y la invasión blanca. Quieren liberarse del ‘espejo deformante’ del eurocentrismo para buscar un camino propio, otra Modernidad que a veces se parece más a una autocrítica que a una crítica de ‘Occidente’.

Es más, cuando uno lee a Dussel o a de Sousa Santos y no piensa en ese pasado y presente indígena, sino en, por ejemplo, la Arabia Saudí o el Irán islámicos, pronto empieza a dudar de la pertinencia de algunas de los planteamientos. Lo mismo ocurre con la crítica a la ciencia moderna, porque ¿quién podría pensar que un té de hierbas podría ser tan eficaz como una vacuna contra el coronavirus, por muy importantes que sean algunas medicinas tradicionales.

Y hay más. Varios autores ya han señalado que gran parte del pensamiento de y sobre los pueblos indígenas de América Latina ha tomado un rumbo muy extraño. Los europeos que llegaron a América pensaron que habían encontrado una especie de «paraíso terrenal». Con sus relatos, los europeos fantaseaban aún más sobre este «nuevo mundo», y todo se explicaba utilizando las categorías disponibles en Europa, especialmente la Biblia.

Estos mecanismos han sido brillantemente explicados por Jorge Magasich en «América Mágica» o por Serge Gruzinski en «La machine à remonter le temps». Y es precisamente este pensamiento el que se introdujo en América. O lo que es lo mismo, lo que se considera realmente «indígena» suele ser de origen europeo. En cierta medida, esto ocurre hasta el día de hoy. Toda la historia de la «pachamama» sobre la tierra nutricia (femenina) tiene muy poco que ver con lo que piensan o pensaban los indígenas.

Hoy en día, toda una industria blanca intelectual y material ha comenzado a enseñar a los indígenas quiénes o qué son sus dioses, lo sagrada que es la tierra y cómo ellos, los pueblos originarios, pueden vivir en armonía con la naturaleza. Afortunadamente, algunos grupos se están sacudiendo esta influencia prejudicial y están en un proceso de visibilización de su propia cosmovisión.

En definitiva, gran parte del pensamiento puede reducirse a una necesidad psicológica inconsciente y a un engaño bienintencionado a la población. La realidad de países como Bolivia y Ecuador, cuyos presidentes de izquierdas no han dudado en seguir extrayendo petróleo, gas o litio porque necesitan dinero para sus políticas sociales y para pagar sus deudas, lo dice todo. Rafael Correa señaló repetidamente que la ganadería extensiva que practican algunos indígenas de su país no es menos contaminante y perjudicial para el medio ambiente que la mina que él ha autorizado. Difícilmente se puede ir a mendigar, dijo, cuando se está sentado en una bolsa de oro.

Una crisis política

Que hay que descolonizar nuestro pensamiento, que hay que tirar por la borda toda la «superioridad» occidental y, desde luego, blanca, que hay que aprender a mirar el mundo desde perspectivas distintas a la nuestra, ciertamente. Nadie lo ha explicado mejor que el antropólogo francés Philippe Descola, que estudia la relación entre el hombre y la naturaleza. Nos enseña lo diferentes y lo iguales que somos, cómo vivimos con ontologías diferentes que son cada una híbrida y fluida, y cada una hace «un mundo» para sí misma.

La totalidad no es un dato preexistente, sino que se configura diariamente. También nos enseña lo mucho que podemos aprender de los demás, dándonos cuenta de que nadie, ni negro ni rojo ni amarillo, tiene la respuesta a todas nuestras preguntas. Reconectar a la humanidad y a la naturaleza, eso es lo que tenemos que aprender y eso es urgente, pero no en una armonía inexistente e inalcanzable con la naturaleza, ni mirando cómo los aztecas le sacaban el corazón a sus enemigos. No hay nada que aprender de eso.

Siempre es peligroso atribuir una dolencia a una sola causa y predecir una sola consecuencia. Todos los acontecimientos son imprevisibles; en cualquier momento, un giro sorprendente puede enviar la historia en una dirección diferente. Fíjense en lo que está haciendo ahora el coronavirus. La historiografía teleológica es arriesgada. La gente tiene su futuro en sus manos, eso es seguro, pero tienen que decidir hacer algo juntos.

Es posible que el individualismo haya ido demasiado lejos, es cierto que el neoliberalismo que nos azota desde hace décadas nos hace creer que sólo podemos progresar individualmente, en competencia con el otro. También es cierto que sólo podemos conseguir algo realmente trabajando juntos. El mundo, la sociedad, puede ser moldeada por nosotros mismos, en efecto, pero no es por su cuenta que va a cambiar nada. Las élites, que hacen gala de la mejor solidaridad de clase de todos los tiempos, harán lo que sea para que los de abajo no aprendan nunca a trabajar juntos, como nos dice Yuval Noah Harari.

Mayo del 68 hizo caer muchas vacas sagradas. Los jóvenes estaban cansados de vivir en un entorno rígido y jerárquico. Las viejas estructuras tenían que desaparecer, en el futuro harían las cosas de otra manera.

Esto ha tenido éxito en parte. Muchos movimientos sociales siguen apostando por el «horizontalismo», la renuncia a los jefes y al voto mayoritario. Esto funciona siempre que se trabaje en pequeños grupos y se disponga de mucho tiempo para el debate. No funciona si se trabaja en contextos más amplios y algunas personas tienen menos buenas intenciones de lo que podría parecer por esos bonitos principios.

El Foro Social Mundial fue destruido por este horizontalismo. Las relaciones de poder existen en todas partes; es bueno reconocerlas y neutralizarlas democráticamente. Sin embargo, si el horizontalismo prevalece sobre cualquier reflejo democrático sano, sólo sirve para ocultar y perpetuar las relaciones de poder existentes.

Desde la Primavera Árabe, los Indignados, Occupy Wall Street y Nuits Debout, seguidos por los Gilets Jaunes y otros movimientos de masas, también debemos preguntarnos a dónde puede llevar esto. 2019 fue un año de protestas, desde Hong Kong hasta Santiago de Chile, desde Beirut hasta Argel y muchas otras ciudades. No fueron protestas de un día, sino meses de ocupaciones y denuncias sostenidas. Aquí y allá una pequeña concesión de un gobierno, pero en general, otro fracaso.

Cada vez son más los jóvenes que empiezan a preguntarse si, después de todo, la violencia podría ser la única forma de imponer algo. Las acciones masivas y mundiales de las feministas el 8 y 9 de marzo de 2020 fueron un éxito inesperado. ¿Conseguirá esto una nueva legislación, derechos y menos violencia? ¿Puede la crisis del COVID cambiar algo a mejor? ¿O sólo conducirá a más violencia y represión? Brasil, Filipinas, India, Tailandia y ahora Myanmar no son los ejemplos a seguir.

Una cosa se olvida con demasiada frecuencia: los que quieren tener éxito, los que quieren conseguir algo, deben organizarse, deben tener estructuras, deben tener portavoces. Salir a la calle por miles es importante, politiza, se memoriza, pero conseguir algo políticamente, ya sea de un gobierno existente o de uno nuevo por formar, es difícil. Las lecciones que hay que aprender aquí se encuentran mejor con los sindicatos que empezaron a organizarse hace más de cien años, a nivel local, nacional y mundial. No siempre con el mismo éxito, pero siguen siendo hasta hoy las únicas organizaciones creíbles con las que se puede negociar, que pueden hacer valer algo, son el contrapoder.

A la hora de afrontar las dos grandes crisis actuales, la social y la ecológica, este es el ejemplo a seguir. No necesitamos lecciones de moral y multidimensionalidad, los pobres necesitan seguridad de ingresos y servicios públicos, la crisis medioambiental requiere otra economía.

Esto es fácil de decir pero difícil de hacer. Dos cosas son seguras: los habitantes de los países ricos no bajarán automáticamente su nivel de vida. Todas las promesas verdes de «más felicidad» y «más bienestar» suenan bien, pero no convencerán a los habitantes de las ciudades, como ha demostrado una vez más el ‘lockdown’. Y los países pobres necesitan crecimiento, simple y llanamente. Por supuesto, se puede hablar de qué tipo de crecimiento será, pero con un Producto Interior Bruto de 500 dólares per cápita no se puede saltar muy lejos. Además, una población creciente necesita obviamente más alimentos y más energía.

Significa que tenemos que buscar estrategias que puedan convencer a la gente y que tenemos que buscar un crecimiento que no ponga en peligro la sostenibilidad. Y eso, a su vez, significa política. Un gobierno que pueda tomar decisiones democráticas, a nivel local, nacional, continental y mundial. Y una ecología política que integre la naturaleza en la gobernanza de la sociedad. Porque la crisis climática es una crisis de derechos humanos, de justicia social y de instituciones políticas. Significa que hay que ajustar una serie de ideas.

El robo de la historia

Comienza con nuestra historia. El ya mencionado Jack Goody describió de forma muy interesante cómo «Occidente» escribió su propia historia, sobrestimando considerablemente su papel. Muchos de los conceptos con los que convivimos y que consideramos «típicamente occidentales» no lo son en absoluto, desde la democracia hasta el colonialismo y el capitalismo.

Considerar a Grecia como la cuna de nuestra civilización es también ignorar el contexto en el que pudo florecer una Grecia muy diversa, desde Oriente Medio hasta el norte de África. Ver el pasado desde la perspectiva del presente ha creado muchos mitos injustificados y lo presenta como si el Renacimiento y la Ilustración fueran realmente avances fundamentales que dieron a Occidente una ventaja y una superioridad innegables. Nada más lejos de la realidad, según el autor.

Ahora es precisamente esa falsa narrativa de la historia la que utilizan los movimientos de izquierda y progresistas para dar su crítica a «Occidente» y tirar por la borda todos los rasgos positivos del humanismo, la modernidad y la Ilustración, ¡como si sólo quisieran contentar a la derecha! Al tirar a la basura su creencia en el cambio, la adquisición de conocimientos y la acción colectiva, los progresistas están cavando su propia tumba. La derecha puede entonces tomar tranquilamente el relevo.

Una vez más, no estoy diciendo que debamos tratar de forma acrítica el legado del pasado. Ciertamente, la crisis ecológica hace que la crítica y el replanteamiento sean muy necesarios y urgentes. La conciencia y el activismo actuales de los pueblos indígenas, en el mundo entero, pueden ser un estímulo para repensar nuestros sistemas. Pero creo que debemos alejarnos del fácil pensamiento en blanco y negro que carga a Occidente con toda la culpa.

Es muy poco lo que podemos decir que es un logro «propio», y mucho menos que seamos superiores, pero nuestra forma de sociedad y el discurso que la sustenta bien pueden ser escuchados. O lo que es lo mismo, la crítica al pensamiento no debe convertirse en una crítica sólo a Europa Occidental.

Por ello, me sumo a los autores que dejan una puerta o ventana abierta, como Boaventura de Sousa Santos, que aboga por la apertura de más espacio analítico, por un Occidente no occidental, por una nueva interpretación de la emancipación. La justicia social, sostiene, no es posible sin la justicia cognitiva.

Por tanto, debemos aprender a escuchar lo que otros tienen que decirnos y darnos cuenta de que ninguna «cultura» puede absorber nuevos conocimientos si no son compatibles con los antiguos. Debemos deshacernos de nuestro «pensamiento ortopédico», afirma. Debemos aprender a mirar críticamente nuestra historia y la de los demás y permitir que se desarrollen diferentes formas de modernidad. En otras palabras, no debemos inventar una «alternativa» al sistema actual, sino desarrollar un «pensamiento alternativo». De este modo, se puede dar cabida a la diversidad y al universalismo.

Me parece una buena pauta para reflexionar sobre nuestros «valores modernos», sobre el desarrollo, sobre la economía, el Estado y, por supuesto, sobre nuestra relación con la naturaleza. Los antropólogos, con sus conocimientos y su visión de la diversidad de nuestro mundo, tienen un importante papel que desempeñar aquí.

¿Ahora, llegado a la página 10, he dicho algo nuevo? No, en absoluto. Me he limitado a advertir sobre los callejones sin salida y las derrotas desalentadoras. La crítica al desarrollo, al eurocentrismo y a la modernidad de las últimas décadas ha sido muy relevante y útil. Pero hasta ahora no ha conducido a ninguna alternativa esperanzadora. El pensamiento progresista está totalmente fragmentado y, en parte, en el camino equivocado. El abandono del universalismo y de la creencia en el cambio, el abandono de los enfoques estructurales y de las organizaciones, abrió la puerta a los gobiernos y a las empresas que establecen la ley neoliberal.

Lo que todos los movimientos progresistas de nuevo cuño a favor del posdesarrollo, la descolonización y el decrecimiento olvidan con demasiada frecuencia es que seguimos viviendo en un sistema capitalista en el que la lucha de clases, el racismo, el patriarcado y la lucha verde deben abordarse simultáneamente. Lo que distingue permanentemente a la izquierda de la derecha es la búsqueda de la igualdad, la solidaridad y la emancipación.

Es un problema muy grave cuando algunos ya no quieren ver esa diferencia y piensan, como en Ecuador, que también pueden llamar a votar por un banquero neoliberal, o aplaudir un golpe de derecha contra Evo Morales en Bolivia. Es una evolución peligrosa. De Sousa Santos advierte, con razón, del «fascismo social» que se nos viene encima.

Tal vez, lo que hay que cuestionar no es tanto la división izquierda-derecha como las categorías de capitalismo y socialismo. Son las dos caras de la misma moneda de la modernidad, y rechazar la modernidad implica rechazar ambas ideologías. No es necesario, pero sí debemos examinar cuidadosamente cómo rediseñar la modernidad teniendo en cuenta los cambios en el mundo actual.

El capitalismo ciertamente sigue existiendo, pero está pasando de estar centrado en las relaciones de producción a la financiarización, las clases medias vuelven a estar amenazadas, lo que conduce a un mundo dualizado con unos pocos ricos y muchos pobres, el poder económico y el político se están volviendo a unir. Hay argumentos para pensar que estamos volviendo lentamente a una especie de feudalismo.

En cuanto al socialismo, con todo el respeto y la amistad por la digna lucha en Cuba, hasta ahora no ha conducido a ninguna alternativa atractiva, y mucho menos a un éxito sostenible. Ciertamente no es lo que sueñan los jóvenes. Esta tarea implica más que buscar nuevos nombres, significa buscar una nueva narrativa y práctica social y ecológica emancipadora.  

Por ello, me gustaría hacer un llamamiento a cambiar de rumbo. Aprender a pensar de forma diferente sobre lo que nos une y lo que nos hace diferentes. Lo que nos une es nuestra humanidad, nuestra dependencia de la naturaleza, no nuestra identidad. Pero lo que también nos une es una necesaria lucha social contra todos los mecanismos de opresión. Por lo tanto, tampoco debemos olvidar las viejas luchas. Tirar el bebé con el agua de la bañera no es lo que necesitamos. Tenemos que darnos cuenta de que nadie tiene todas las respuestas correctas.

Y sobre todo: los movimientos sociales que hoy toman tantas iniciativas, que salen a la calle con perseverancia para reforzar su demanda de justicia social, económica y medioambiental, también deben aprender a organizarse de nuevo, a nivel local, nacional, continental y mundial. Sin organización, sin estructura, nada puede cambiar de forma sostenible. La transición puede empezar en tu calle, pero no servirá de nada sin un enfoque global simultáneo.

Puede ser útil volver a leer a algunos autores antiguos, como Mariátegui o Amílcar Cabral. O mirar lo que se dijo en Bandung, el nuevo orden económico internacional, el «concepto unificado» de la ONU.

Hoy la izquierda está colgada de las cuerdas y poco a poco, sin que se note, se va cerrando la puerta del reformismo. Los movimientos sociales son muy débiles por su falta de coordinación. Se aferran a estrategias desesperadas que solo hacen que la cuña sea más profunda. A Trump, Bolsonaro y Duterte les encanta lo que ven. Con los cierres de la crisis del COVID, los movimientos ya no pueden ni siquiera salir a la calle.

Hay un concepto que puede unirnos, creo, porque implica progreso y cambio y nos impone solidaridad: la emancipación. Es liberarnos individual y colectivamente de lo que nos limita y oprime, material y filosóficamente. Es siempre una historia de y y, nunca de o o. Tenemos que sacar esta emancipación de debajo del polvo.

La necesidad del Partido de la Clase Trabajadora. PCT. Anastasio Guevara. Diciembre de 2020

Sin lugar a dudas El Salvador vive uno de los momentos de mayor confusión en la actualidad, por un lado la decepción y traición del partido FMLN, partido que la gente percibía como el abanderado de las luchas de la Clase Trabajadora, llegó al gobierno y encabezó un proceso de ataques a las condiciones de vida de las personas trabajadores y el pueblo,  ésta situación permitió que la gente buscara una nueva alternativa y entregara su confianza a un caudillo, es así como nace y se desarrolla el liderazgo de Nayib Bukele, dentro del mismo FMLN, y luego formara su aparato electoral Nuevas Ideas-GANA-CD.

Por: Anastasio Guevara.

Si esto fuese poco, a esta situación hay que sumarle que el país vive un vacío de dirección revolucionaria y clasista, ya que las organizaciones sindicales y populares, que en el pasado fueron importantes referentes han sido anuladas, ya sea porque fueron destruidas en la década de los 90s por el ajuste neoliberal aplicada por el partido ARENA, o por que fueron cooptadas y compradas por el Gobierno de Colaboración de Clases del FMLN. Por otro lado todas las nuevas opciones partidarias que aparecen en el horizonte solo representan los intereses de la Burguesía, y se ha perdido la perspectiva de clase, el rumbo revolucionario del proceso salvadoreño, la lucha por la transformación radical de la sociedad y el horizonte de la toma del poder por la clase obrera y el Socialismo. Ésta realidad solo profundiza la crisis de dirección revolucionaria ya que podemos constatar en la realidad, que nadie representa los intereses de la Clase Trabajadora y los sectores populares.

La organización que necesitamos

Es evidente para la vanguardia revolucionaria de la Clase Trabajadora que nos encontramos en la orfandad, y que llegó el momento de reorganizar las fuerzas clasistas, revolucionarias y socialistas, necesitamos urgentemente la construcción del Partido de la Clase Trabajadora, con una fuerte implantación en las luchas, con independencia de clase, no centrado en las elecciones, sino en la transformación revolucionaria de la realidad, con miras al Socialismo y no a la reforma del capitalismo.

Para derrotar a la burguesía precisamos de organización y democracia obrera expresada en varios tipos de organizaciones: asambleas barriales, consejos populares, colectivos juveniles, comités de base y sindicatos. Con todo, incluso siendo todas esas organizaciones necesarias, ella son insuficientes para sacar a la burguesía y garantizar el poder para los trabajadores, es necesario un Partido que aglutine a los cuadros y dirija el descontento y la rabia del pueblo pobre y trabajado.

Solo un Partido Obrero, Revolucionario y Socialista, que defienda un programa para la toma del poder, y no el triunfo electoral, puede garantizar que, en la hora precisa, la burguesía no nos derrote.

Un partido revolucionario que no sea su principal meta la disputa electoral, sino la organización de la lucha de los de abajo y la revolución social. Por lo que si tácticamente se decide participar en elecciones, su participación electoral debe estar subordinada a esa actividad principal: fortalecer las luchas y divulgar el programa socialista.

Un partido revolucionario tiene gran democracia y libertad de discusión interna y una actuación organizada contra la burguesía, es decir se rige por el Centralismo Democrático.

Es un partido de ese tipo el que La Plataforma de la Clase Trabajadora, pretende construir un partido basado en la experiencia del Partido Bolchevique de Lenin, el único que se ha demostrado capaz de hacer la revolución socialista hace 100 años.

CARACTERÍSTICAS DEL PARTIDO DE LA CLASE TRABAJADORA

  • UN PARTIDO CLASISTA, Desde niños se nos enseñan que todos somos iguales, que todos somos ciudadanos y que tenemos los mismos derechos. Creemos que esto es una gran mentira, no todos somos iguales, para nosotros existen centralmente dos clases sociales. La primera, la más numerosa, es la clase trabajadora. Somos todos los que vivimos de nuestro propio trabajo, que vamos 5, 6 o hasta 7 días a la semana a trabajar durante 8,9, 12 o hasta más horas, a cambio de un salario. Por otro lado está un grupo de personas privilegiadas, un grupo muy reducido, la clase burguesa. Son las personas que viven del trabajo de los demás, de nuestro trabajo. Son los dueños de las fábricas, y empresas, que a se hacen millonarios a costa de la riqueza que produce nuestro trabajo. Todos los problemas que vemos en el país no se pueden resolver a favor de las dos clases sociales, y lo que siempre han hecho es resolverlos a favor de los patronos perjudicando a los trabajadores. Por lo tanto queremos organizar en nuestro partido únicamente a las personas de la clase trabajadora y los sectores explotados y expoliados, por lo que vamos a defender únicamente los intereses de la clase trabajadora, privilegiando los intereses y luchas de la Clase Obrera, reafirmamos el rol de la clase obrera como sujeto social de la revolución.
  • UN PARTIDO SOCIALISTA, la producción de las mercancías y la riqueza, en el país y en el mundo, es social, es decir la producimos entre todos. Sin embargo la apropiación de esa riqueza no es social, es privada. Por ejemplo la riqueza que se produce entre todos los trabajadores en una fábrica no se la dejan los trabajadores, sino que se la deja el dueño de la fábrica que no hizo nada. Por otro lado el dueño de esta fábrica produce lo que él quiera, en la cantidad que le parezca más conveniente, no produce realmente lo que se necesita. Nuestro horizonte es EL SOCIALISMO, pero no nos referimos a las caricaturas de Socialismo en el mundo, como en China, Cuba o Venezuela, o la traición del Estalinismo tras la muerte de Lenin, sino a la experiencia de los primeros años de la  Revolución Rusa, antes de Stalin, nos referimos a la construcción de una economía socialmente planificada, adonde sea el conjunto del pueblo trabajador, y no un puñado de burgueses y accionistas, quienes decidan cómo, cuánto, qué y para qué producir. Es decir una sociedad donde la producción se ponga al servicio de satisfacer las necesidades de la humanidad y no los caprichos y privilegios de unos cuantos. La única forma de lograr esto es acabando con la propiedad privada de los medios de producción. Esto no significa que no tengamos derecho a tener una casa, como algunos intentan ridiculizar; significa que las grandes empresas e industrias, donde se produce la riqueza no pueden ser de propiedad privada.

Después de la restauración del capitalismo en la Unión Soviética y el Este europeo, el imperialismo y las burguesías nacionales de los diferentes países lanzaron una fuerte ofensiva para tratar de convencer a la clase trabajadora que el socialismo había fracasado, y que era la demostración clara que el capitalismo era superior que el socialismo. Esta campaña presionó mucho a los activistas y organizaciones de la izquierda y terminaron derrotados y dejaron de reivindicar la lucha por el socialismo y se dieron a la tarea de “humanizar el capitalismo” y tratar de distribuir la riqueza. Este es el caso de lo que reivindica el FMLN y los gobiernos “progresistas” de América Latina.

Desde la PCT creemos que querer “humanizar el capitalismo”, redistribuir la riqueza, y conquistar definitivamente mejores condiciones para la clase trabajadora, todo esto sin acabar con el capitalismo es una utopía reaccionaria. Una utopía porque lo que plantean es imposible de realizar. Nos parece que el capitalismo no se
puede humanizar, la riqueza no se puede redistribuir en el capitalismo. Decimos que es reaccionaria porque estás ideas solo sirven para sostener el capitalismo y evitar que los trabajadores decidan luchar por el socialismo.

  • UN PARTIDO CON INDEPENDENCIA DE CLASE, definimos nuestro programa, política y acciones sin injerencia de agentes ajenos a la Clase Trabajadora y nos posicionamos en contra de todos los gobiernos burgueses, incluidos los de frente popular o de Colaboración de Clases y los Populistas, no los apoyamos, ni tampoco a sus medidas y somos oposición de todos ellos desde una postura clasista.
  • UN PARTIDO QUE TENGA EN EL CENTRO LAS LUCHAS DE LA CLASE TRABAJADORA, Apoyamos las luchas de la clase obrera y de sus aliados, contra los gobiernos, las patronales y las direcciones burocráticas del movimiento obrero, campesino y popular, en ese sentido enfrentamos a todas las burocracias y defendemos la democracia obrera en todas las organizaciones de la clase.
  • UN PARTIDO EN CONTRA DE TODAS LAS FORMAS DE OPRESIÓN, creemos que debemos de acompañar las luchas de los sectores oprimidos como las mujeres, sectores de la diversidad sexual, pueblos originarios, entre otros sectores, por lo tanto el Partido de la Clase Trabajadora, deberá abanderar la lucha contra toda Discriminación, El Machismo y la Homofobia, desde una perspectiva de clase y socialista.
  • UN PARTIDO CENTRALISTA DEMOCRÁTICO, Defendemos la democracia obrera, creemos que nuestro programa, política y acciones deben de ser discutidas ampliamente en los organismos del partido, sin embargo una vez sea definida la política actuaremos como un solo puño aplicando la política votada, estamos convencidos de la necesidad de construir partidos revolucionarios democráticamente centralizamos con un fuerte carácter obrero.
  • UN PARTIDO ANTIIMPERIALISTA, tenemos como centro ordenador la lucha contra el imperialismo en todas sus variantes(estadounidense, europeo, etc), y nos posicionamos en contra de los planes impulsados por sus instrumentos internacionales como el FMI, BM, OMC, ONU, BID, BCIE, etc.
  • UN PARTIDO CON UNA MORAL REVOLUCIONARIA Y PROLETARIA, Defendemos la moral de la clase trabajadora y la moral revolucionaria y rechazamos los métodos del “vale todo”, agresiones físicas, calumnias, trabajo desleal, incumplimientos de acuerdos y los arreglos con las patronales, gobiernos.
  • UN PARTIDO INTERNACIONALISTA, defendemos la necesidad imperiosa de construir una Internacional revolucionaria democráticamente centralizada. El internacionalismo parte de entender que los intereses de la clase trabajadora son esencialmente los mismos en todo el mundo, y que la lucha por el socialismo no se puede dar en un solo país. Pero más allá de la solidaridad con las luchas de los trabajadores en cualquier parte del mundo, que es fundamental, creemos que el internacionalismo se concreta en la construcción del partido mundial de la revolución socialista.

El internacionalismo no es una idea romántica, es a la única conclusión a la que se puede llegar al analizar el carácter mundial de la economía capitalista. La economía capitalista desde sus inicios funcionó sobre bases mundiales. El mercado mundial se fue creando en el proceso de consolidación de los estados nacionales, al mismo tiempo que se creaba una división internacional del trabajo, y el intercambio de mercancías. Hoy en día ningún país puede ser autosuficiente o funcionar de forma aislada económicamente. Basta ver a nuestro alrededor, y nos damos cuenta que estamos llenos de cosas que fueron producidas en otros países o con materiales importados de otros países.

El Partido de la Clase Trabajadora será  un partido decididamente internacionalista, por eso cada paso que damos lo hacemos pensando no solo en los intereses de los trabajadores de El Salvador, sino en los intereses de los trabajadores de todo el mundo. Por eso la Plataforma de la Clase Trabajadora se constituye en sección salvadoreña de la Liga Internacional de los Trabajadores, que reivindica la construcción del partido mundial de la revolución socialista, la Cuarta Internacional.

Se avecinan  en El Salvador nuevas elecciones que nos son presentadas como la disyuntiva entre elegir entre los mismos de siempre y las nuevas ideas, como Plataforma de la Clase Trabajadora estamos plenamente convencidos que gane, quien gane, los planes de ajuste del FMI se aplicarán, la verdadera elección se dará en las luchas, en las huelgas, en las batallas en las calles y en los barrios, con la dirección de un partido revolucionario, por lo que no descansaremos en la tarea de dotar a la Clase Trabajadora de un Partido Revolucionario, Socialista, Obrero e Internacionalista.

San Salvador 21 de Diciembre de 2020

Un breve esbozo de la historia de la LIT-CI. Alicia Sagra. 2008

INTRODUCCIÓN

Desde la década del 40 venimos desarrollando una larga y difícil batalla para construir partidos revolucionarios con influencia de masas en todos los países y por construir una Internacional. Ubicamos esta lucha como continuidad de la dada por Marx, Engels, Rosa Luxemburgo, Karl Liebnecht, Lenin y Trotsky por construir la I, la II, la III y la IV internacional.

Por Alicia Sagra

Reivindicamos la I y la II Internacionales como parte de nuestro pasado, pero nuestro modelo de partido mundial es la Tercera, conocida como Internacional Comunista. Ella responde a las necesidades de la época imperialista que estamos viviendo, tanto en las propuestas programáticas de sus cuatro primeros congresos, como en su régimen interno, el centralismo democrático. 

La III Internacional fue degenerada y luego disuelta por el estalinismo. La oposición de Izquierda y después la IV Internacional, nuclearon a los revolucionarios que más consecuentemente enfrentaron esa degeneración. Hoy, la mayoría de las corrientes que se reivindicaban cuartistas, han ido abandonando su programa. Pero existen otras corrientes que si se reivindican de la IV, que reivindican su programa, el Programa de Transición, que hacen foros en su nombre, en oportunidades se realizan acciones conjuntas de homenaje a Trotsky. Incluso existen algunas d esas corrientes que se autoproclaman como IV Internacional. Pero, la trágica realidad es que, a 70 años de su fundación, la IV como organización centralizada, como Partido de la Revolución Socialista Mundial, no existe. Los reveses de la lucha de clases y las desviaciones de sus dirigentes, después del asesinato de Trotsky, provocaron su dispersión. Su reconstrucción es el objetivo estratégico que se dio la LIT-CI desde su fundación. 

Muchos preguntan: “¿por qué reconstruir la IV, si apenas es sinónimo de trotskismo?”. Hoy con toda justicia el trotskismo existe como corriente diferenciada, ya que es sinónimo de la lucha consecuente contra la burocracia y por la democracia obrera. Eso es así, a pesar de que muchos de los que siguen identificándose como trotskistas, traicionan esas banderas. Pero en su momento, Trotsky siempre estuvo en contra de definir a su corriente como trotskista, porque no consideraba ser un sector diferenciado del leninismo. Por eso, cuando utilizaba el término trotskismo, lo ponía entre comillas. En realidad ese término fue impuesto por el stalinismo, como insulto, para indicar que los que apoyaban a Trotsky durante la batalla contra la degeneración, no eran leninista. En ese momento, la corriente liderada por Trotsky se autodenominaba “bolchevique leninista” Esa es la corriente que dio origen a la Oposición de Izquierda y después a la IV Internacional. 

La Cuarta nació para defender los principios del marxismo y del leninismo – el internacionalismo, la democracia obrera y el poder obrero – y para dar una política ofensiva para enfrentar al nazismo y a la Segunda Guerra Mundial, después de la capitulación de Stalin. 

La IV Internacional es la continuidad de la III dirigida por Lenin y es sinónimo de la lucha consciente contra la contrarrevolución estalinista. Es necesario reconstruirla y no construir una internacional distinta, porque sus principios y bases teórico programáticas expresados en el “Programa de Transición” y la “Teoría de la Revolución Permanente”, continúan vigentes, independientemente de las obvias actualizaciones que deben hacerse.

El Programa de Transición sistematiza las resoluciones de los cuatro primeros congresos de la III Internacional: la lucha contra sectarismo y el oportunismo, la posición frente al parlamento, frente a las nacionalidades oprimidas, el control obrero, el frente único obrero, las milicias, soviets, gobierno obrero y campesino, dictadura del proletariado. Como elemento nuevo, incorpora la necesidad de hacer una nueva revolución en la URSS, la revolución política contra la burocracia. El Programa de Transición, siguiendo la orientación del IV Congreso de la III Internacional, supera la división entre el programa mínimo y el máximo. Da el método para elevar a las masas al programa de la revolución socialista, a través de la elaboración de un sistema de reivindicaciones transitorias que parten de las necesidades y del nivel de consciencia actual y las lleve a la lucha por la conquista del poder por el proletariado.

La Teoría de la Revolución Permanente, afirma que en el proceso de la revolución se combinan las tareas democráticas y socialistas; resalta la necesidad de que la clase obrera dirija el proceso y que éste se desarrolle a nivel mundial. Esta teoría elaborada por Trotsky, se concretó magistralmente como política con las Tesis de Abril que Lenin elaboradas por Lenin, cuando llegó a Rusia en 1917.

La actualidad de estas premisas hace que hoy sea imposible elaborar un programa revolucionario que no parta del Programa de Transición y de la Teoría de la Revolución Permanente. Por eso, todo revolucionario que quiera luchar por la derrota del imperialismo, de la burocracia y por el triunfo del socialismo a nivel mundial, independientemente de cuál sea su origen, se aproxima, aunque de manera inconsciente, a las posiciones centrales de la IV Internacional.

Frente a los procesos revolucionarios en Latinoamérica, (Ecuador en el 2000, Argentina 2001, Venezuela 2002, Bolivia 2003 y 2005), las multitudinarias movilizaciones de las masas europeas contra la guerra en 2003, la heroica resistencia del pueblo iraquí, sentimos la impotencia de no contar con un partido revolucionario mundial que hubiera podido encaminar esas luchas hacia un enfrentamiento unificado contra el imperialismo y hacia la pelea por el poder en diferentes países. Algo similar podríamos concluir en relación a los procesos revolucionarios del 89,90, 91, que destruyeron los regímenes del partido único de la ex URSS y del Este europeo, pero que por la falta de una dirección revolucionaria no consiguieron revertir el proceso de restauración capitalista. 

Todo esto es una confirmación palpable de la necesidad de reconstruir la IV Internacional para poder avanzar hacia triunfos duraderos en la lucha contra el imperialismo. 
Esa reconstrucción no es tarea sólo de los llamados “trotskistas”, ni de todos los que se reivindican “trotskistas”, sino de todos aquellos que acuerden con sus bases programáticas. Trotsky encaró la construcción de la IV como una tarea no sólo de la Oposición de Izquierda (los “trotskistas” de la época) sino de todos los que acordaban con los principios, el programa y la política leninistas. El avance del nazismo y del estalinismo, en la década del 30, provocó la capitulación de las organizaciones y dirigentes con los cuales Trotsky estaba trabajando para construir la nueva Internacional. Por eso y por la necesidad urgente de materializar una organización centralizada que conservase los principios marxistas revolucionarios, la IV Internacional fue fundada apenas por quines hacían parte de la Oposición de Izquierda Internacional, y no por todos ellos. A pesar de eso, Trotsky no abandonó su objetivo de luchar por una internacional de masas, donde los “trotskistas” fueran minoría. 

Nosotros no nos consideramos los únicos revolucionarios del mundo. Tampoco creemos que la solución de la crisis de dirección revolucionaria pase por el crecimiento vegetativo de nuestra corriente. Por el contrario, tuvimos siempre una obsesión por llegar a acuerdos revolucionarios, tanto a nivel nacional como internacional. Por eso, la nuestra es una historia de fusiones, tentativas de fusión y también de rupturas, que los principales hechos de la lucha de clases provocaron.

En esta larga y difícil batalla por construir la Internacional tuvimos algunos aciertos y muchos errores. En enero de 1982, cuando se fundaba la LIT-CI, Nahuel Moreno decía: “….Los dirigentes del movimiento trotskista se consideraban colosos que no se equivocaban nunca. Mientras tanto, el trotskismo dirigido por ellos era lamentable…” “…Esa experiencia de andar siempre entre “genios” nos llevó a hacer indirectamente propaganda sobre nuestra base para convencerla de que nos equivocamos mucho, que deben pensar por su cuenta, ya que nuestra dirección no es garantía de genialidades. Queremos por todos los medios inculcar un espíritu autocrítico, marxista, y no una fe religiosa en una modesta dirección, provinciana por su formación y bárbara por su cultura. Por eso, creemos en la democracia interna y la vemos como una necesidad imprescindible. … Avanzamos a través de errores y golpes y no tenemos vergüenza de decirlo….”

“… El problema es cómo cometer menos errores, cualitativa y cuantitativamente. A mi modo de ver, la tendencia es a cometer cada vez menos errores si estamos en una organización internacional y sobre la base del centralismo democrático. Eso, para mi, es un hecho. Afirmo categóricamente que todo partido nacional que no esté en una organización internacional bolchevique, con una dirección internacional, comete cada vez más errores y uno cualitativo: por ser trotskista nacional termina, inevitablemente, renegando de la IV Internacional y adoptando posiciones oportunistas o sectarias para, en seguida, desaparecer…”

NUESTRAS ORÍGENES

La corriente que hoy se denomina LIT-CI existe, como corriente internacional, con diferentes nombres, desde 1953. A nivel nacional, surgió en Argentina, en 1943 como un pequeño grupo dirigido por Nahuel Moreno, el GOM (Grupo Obrero Marxista). Los hermanos Boris y Rita Galub, Mauricio Czizik y Daniel Pereyra (jóvenes provenientes de familias obreras) y Moreno y “Abrahancito” que provenían de la clase media, fueron los primeros integrantes del grupo. Estos jóvenes venían realizando reuniones de estudio desde un tiempo atrás, cuando Moreno con la ayuda, según él decisiva, de Fidel Ortiz Saavedra (obrero boliviano, semianalfabeto), los captó para el trotskismo. En 1943 se conforman como grupo, con el objetivo central de ir hacia la clase obrera, tratando de superar el carácter marginal, bohemio e intelectual del movimiento trotskista argentino.

Nuestra corriente en Argentina tuvo diferentes nombres. Grupo Obrero Marxista entre 1943 y 1948. Partido Obrero Revolucionario entre 1948 y 1956 (públicamente: Federación Bonaerense del Partido Socialista – Revolución Nacional, entre 1954 y 1955). Movimiento de Organizaciones Obreras en 1956 y 1957. Entre 1957 y 1965, fuimos conocidos por el nombre de nuestro periódico, Palabra Obrera. Partido Revolucionario de los Trabajadores a partir de 1965 y PRT (La verdad) después de la ruptura con Santucho en 1968. Partido Socialista de los Trabajadores entre 1971 y 1982. Movimiento al Socialismo desde 1982 hasta 1997, cuando lo que quedaba de ese partido rompió con la LIT-CI.

Durante los primeros años tuvimos una desviación obrerista, sectaria y propagandista. No se hacía trabajo entre los estudiantes y el eje de las actividades era dar cursos sobre el Manifiesto Comunista y otros textos clásicos. Entre 1944 y 1948 tuvimos, además, otra desviación, la nacional trotskista. Es decir, creer que había solución para los problemas del movimiento trotskista y de los trabajadores, dentro del propio país. Sólo en 1948 nuestra corriente comenzó a intervenir en la vida de la Internacional, participando de su Segundo Congreso.

La intervención en las luchas obreras y en la Internacional hizo posible la superación de las desviaciones y el fortalecimiento del grupo. La participación en 1945 en la huelga del frigorífico Anglo- Ciabasa (los frigoríficos de la carne eran el principal sector obrero en ese momento en Argentina) fue muy importante y permitió ganar a la casi totalidad de compañeros del Comité de fábrica. Después de la experiencia en la Huelga de la carne, un grupo de compañeros del GOM, incluido Moreno, se fueron a vivir a Villa Pobladora, un barrio obrero de Avellaneda, en ese momento una de las mayores concentraciones obreras de América Latina. Allí comenzaron a trabajar en el Club Social Corazones Unidos. Al poco tiempo Moreno fue su secretario general. Desde ese Club daban cursos y charlas al tiempo que se ligaban estrechamente a la vida de los obreros de la zona. A partir de ese trabajo el pequeño grupo se convirtió en un centenar.

Poco a poco el grupo se fue fortaleciendo en otras fábricas. Llegaron a dirigir fábricas de tubos de cemento, del cuero. A pesar de ser sólo 100 militantes muy jóvenes, el grupo se afirmó en la clase y así se fueron construyendo los grandes cuadros cuadros obreros, el máximo ejemplo fue Elías Rodríguez, que hoy consideramos con orgullo como aspecto central de la tradición de nuestra corriente.

El partido argentino llegó a ser, junto con el SWP construido con la orientación personal de Trotsky, el partido más obrero del movimiento trotskista.

En ese proceso fuimos superando nuestro sectarismo y propagandismo, pero caímos en una desviación sindicalista, que después comenzó a ser superada gracias a nuestra participación en la Internacional.

LA PARTICIPACIÓN EN LA IV INTERNACIONAL

La dirección de la IV Internacional después de la II guerra, integrada por el SWP (EEUU), Pablo (Grecia), Mandel (Bélgica) y Frank (Francia), era muy joven e inexperta y no consiguió superar el debilitamiento cualitativo provocado por el asesinato de Trotsky en 1940. La característica central de la IV Internacional en aquella época era su sectarismo. Un ejemplo de eso fue su II Congreso. Se realizó en 1948 en medio de grandes cambios: en China se desarrollaba la revolución que triunfaría en menos de un año, en Checoslovaquia los ministros burgueses eran apartados del gobierno y se iniciaba la expropiación a la burguesía, proceso que se venía dando en Yugoslavia desde 1947. El Congreso ignoró esos hechos y el centro de la discusión fue el carácter de clase de la URSS y si se la debía o no defenderla de los ataques imperialistas. Polémica que ya había sido resuelta en el partido yanqui en vida de Trotsky, en 1939 -40.

A pesar del carácter sectario y propagandístico de ese congreso, la participación en él fue cualitativa para el GOM. A partir de ese momento se comenzó a trabajar con un marco internacional. Se comenzó a dar mucho peso, en los análisis y caracterizaciones, al imperialismo y a sus relaciones con las burguesías nacionales. También, se dio mucha importancia a las definiciones internacionales, como fue el caso de la posición asumida por el GOM, como parte de la IV Internacional, a favor de Corea del Norte en su enfrentamiento con Corea del Sur. Moreno siempre reivindicó como un hecho cualitativo la entrada del GOM a la IV Internacional., a pesar que nuestro grupo nunca fue reconocido como sección oficial. En ese momento la sección oficial era el grupo dirigido por Posadas.

LA DISCUSIÓN SOBRE LOS NUEVOS ESTADOS DEL ESTE EUROPEO

En 1949 comienza en la IV la discusión sobre el carácter de clase de esos estados. Moreno reivindica la forma como se dio esa discusión, como un gran ejemplo del centralismo democrático. Existían dos posiciones: Para Mandel (Bélgica) y Cannon (EEUU), esos estados eran capitalistas. La posición de Pablo (Grecia), apoyada con algunas objeciones por Hansen (EEUU) y Moreno (Argentina), sostenía que habían surgido nuevos estados obreros. La polémica se resolvió relativamente rápido. Mandel y Cannon reconocieron la existencia de un verdadero proceso revolucionario en el este europeo y que nuevos estados obreros deformados habían surgido. Este éxito político aumentó el prestigio de Pablo en las filas de la Internacional. Así se llegó al III Congreso en 1951.

LA LUCHA CONTRA EL PABLISMO

En 1951, en plena guerra fría, todos los comentaristas internacionales afirmaban que era inevitable el choque armado entre EEUU y la URSS. Pablo y Mandel, impresionados por los análisis de la prensa burguesa, llegaron a una conclusión funesta para la internacional: para ellos, la tercera guerra mundial era inevitable. Y sostenían que, ante el ataque imperialista, los partidos comunistas, en su afán de defender la URSS, adoptarían métodos violentos para enfrentar a EE.UU. y que eso los llevaría a luchar por el poder en diferentes partes del mundo Lo mismo ocurriría con los movimientos nacionalistas burgueses en los países dependientes.

Basados en este análisis, Pablo y Mandel propusieron el “entrismo sui generis” en los partidos comunistas y nacionalistas burgueses, a los cuales había que acompañar sin críticas, hasta después de la toma del poder. La mayoría del trotskismo internacional, encabezados por la sección francesa, se negó a implementar esa política. Nuestro grupo, el POR argentino (nuevo nombre adquirido por el GOM) denunció que esa posición, que abandonaba la definición de la burocracia estalinista como contrarrevolucionaria y abandonaba la lucha contra ella, era una revisión completa de puntos esenciales del programa trotskista. Afirmábamos que esas posiciones surgían por el carácter pequeño burgués, impresionista e intelectual de los dirigentes europeos.

LA REVOLUCIÓN BOLIVIANA. LA DIVISIÓN DE LA IV INTERNACIONAL

Esas definiciones de la dirección de la IV tuvieron importantes manifestaciones políticas. Con esa caracterización, Pablo se opuso a exigir el retiro de los tanques rusos que enfrentaron el levantamiento de los trabajadores de Berlín en 1953, apoyando de hecho a la burocracia soviética. Pero, la consecuencia más trágica de esa política fue la traición a la revolución boliviana.

En 1952, en Bolivia se da una típica revolución obrera; los trabajadores organizan milicias, derrotan militarmente a la policía y al ejército y surge la COB (Central Obrera Boliviana) como organismo de poder dual. Se nacionalizan las minas y estalla la revolución campesina, que invade los latifundios y ocupa las tierras. Hasta 1954, la principal fuerza armada de Bolivia eran las milicias obreras dirigidas por la COB.

Desde la década del 40 la organización trotskista boliviana (POR) venía ganado enorme influencia en el movimiento obrero. Tenía en sus filas importantes dirigentes mineros, fabriles y campesinos. Su principal dirigente, Guillermo Lora, fue el redactor de las tesis de Pulacayo, una adaptación del programa de transición a la realidad boliviana, adoptadas por la Federación de Mineros. Lora fue electo senador por un frente dirigido por la Federación de Mineros en las elecciones de 1946. En la revolución del 52, el POR co-dirigió las milicias y fue co-fundador de la COB. Tenía peso de masas en Bolivia.

Infelizmente, el POR, siguiendo la orientación del Secretariado Internacional de la IV, encabezado por Pablo, no levantó la política de que la COB tomase el poder. Por el contrario, dio su apoyo crítico al gobierno burgués del MNR (movimiento nacionalista burgués). Sin una orientación revolucionaria, el movimiento de masas fue siendo desarmado y desmovilizado y la revolución en pocos años fue desmontada. Como consecuencia de esta traición a la revolución se dio un gran deterioro del trotskismo boliviano, que entró en un proceso de sucesivas divisiones.

Junto a esa política, la dirección internacional dirigida por Pablo, aplicó un método nefasto. Intervino al partido francés, destituyó a su dirección que no coincidía con su política y e intentó formar una fracción secreta en el SWP norteamericano.

Repudiando la línea de “entrismo sui generis” y los métodos burocráticos y desleales de Pablo, la mayoría de los trotskistas franceses (dirigidos por Lambert) e ingleses (dirigidos por Healy), el SWP (EEUU) y los trotskistas sudamericanos (con excepción del POR boliviano y del grupo de Posadas en Argentina), rompieron con el Secretariado Internacional (SI) dirigido por Pablo y crearon, en 1953, el Comité Internacional (CI).

EL SLATO: LA REVOLUCIÓN PERUANA

En América del Sur, a partir del POR argentino, junto con trotskistas de Chile y Perú, se venía dando la polémica contra la política para Bolivia. En abril de 1953, Nahuel Moreno escribió el texto “Dos líneas” afirmando que el apoyo crítico al MNR era una traición y que se debía exigir a la COB que tomase el poder. Al mismo tiempo, exigíamos que el Comité Internacional actuase como una organización centralizada, única forma de derrotar al revisionismo pablista. La negativa de las fuerzas mayoritarias del Comité Internacional a actuar de forma centralizada y con una política ofensiva provocó el avance de las posiciones pablistas, a pesar de que la mayoría de los trotskistas estuviesen contra ellas. Al fracasar los intentos de que el Comité Internacional actuase centralizadamente y a la ofensiva, empezamos a actuar como tendencia a nivel latinoamericano y en 1957 formamos, junto a dirigentes peruanos y chilenos el SLATO (Secretariado Latino Americano del Trotskismo Ortodoxo).

La existencia del SLATO permitió que participásemos de manera centralizada en el proceso de revolución agraria en Perú en 1962. Se envió a Hugo Blanco, estudiante peruano y militante del POR argentino, para participar del proceso de Cuzco. Hugo Blanco, orientado por el SLATO, encabezó el proceso de ocupación de tierras y de organización sindical del campo. El SLATO envió varios cuadros para apoyar ese trabajo. En ese proceso se construyó el FIR (Frente de Izquierda Revolucionaria), orientado por los trotskistas y que dio origen a nuestra actual sección peruana. En 1963, Hugo Blanco fue capturado por el ejército. De 1963 a 1967 quedó incomunicado. En 1967 fue procesado por la justicia militar. Frente al peligro de que fuese condenado a muerte, se realizó una campaña internacional con adhesiones como la de Sartre, Simone de Beaurvoir, Isaac Deustcher, sindicatos de Francia, Inglaterra, India, parlamentarios franceses, ingleses y otros. Esa campaña impidió que fuese condenado a muerte. Lo condenaron a 25 años de prisión. Otra campaña internacional consiguió su libertad en 1970. Durante todo ese período, los campesinos peruanos continuaron eligiendo a Hugo Blanco como su principal dirigente en todos sus congresos.

LA REVOLUCIÓN CUBANA Y LA REUNIFICACIÓN DE 1963

El reconocimiento y apoyo a la revolución cubana fue la base de la reunificación de la IV Internacional en 1963. Así nace el SU (Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional), encabezado por Mandel y por el SWP (Pablo terminó fuera de la IV como asesor del gobierno burgués de Ben Bela en Argelia). En el SU ingresaron todas las fuerzas trotskistas que caracterizaban a Cuba como un nuevo estado obrero. Quedaron afuera, los ingleses y franceses que no reconocieron ese significado de la revolución cubana.

Nosotros tardamos un año en entrar porque pedíamos un balance del proceso anterior, en donde se marcase a fuego el método impresionista que llevó a la traición de la revolución boliviana, para evitar que se volvieran a dar desviaciones parecidas en el futuro. Aunque no se realizó ese balance autocrítico, en 1964, decidimos ingresar, para no quedar aislados y convencidos que, a pesar de las divergencias, una reunificación en torno al apoyo a una revolución era positiva y que eso permitiría participar con más fuerza en el futuro ascenso que preveíamos.

LA LUCHA CONTRA LAS DESVIACIONES GUERRILLERISTAS. EL DESARROLLO DEL PARTIDO ARGENTINO. LA REVOLUCIÓN PORTUGUESA

La revolución cubana tuvo un fuerte impacto en la vanguardia mundial, en especial la latinoamericana. En Argentina, en la década del 60, eso se combinó con un pronunciado retroceso del movimiento obrero. La influencia castrista tuvo consecuencias muy negativas sobre nuestro grupo.

Desde 1957 a 1964, nuestra organización (conocida como Palabra Obrera, nombre del periódico) aplicó la táctica del entrismo en las 62 Organizaciones Peronistas, como medio de construirnos en contacto con lo mejor de la vanguardia obrera que estaba enfrentado a la dictadura militar. En ese período nuestro grupo construye lazos muy estrechos con el movimiento obrero, como nunca consiguió ninguna otra agrupación de izquierda en Argentina, y que marcaron una característica distintiva de nuestra corriente. Pero se abre una fuerte crisis, en el partido argentino, cuando en 1964, ganado por la dirección cubana rompe Ángel Bengochea (el Vasco),.quien fuera junto con Moreno, principal dirigente de nuestra organización. Unos años después (en 1968), se provoca una ruptura que se llevó a los principales cuadros del partido hacia las posiciones foquistas. El principal dirigente de la ruptura fue Roberto Santucho, con el cual nos habíamos unificado en 1965, y quien después fuera el principal dirigente del ERP.

Pero la presión del foquismo no se dio sólo a nivel del grupo argentino, sino que fue absorbida por la dirección de la IV. El método impresionista de Mandel no estaba superado y vino una nueva capitulación hacia el final de la década del 60. Esta vez hacia el castrismo, al aceptar la concepción guerrillerista del foquismo. En el IX Congreso de la IV, (1969) se votó la adopción de la guerra de guerrilla en Latinoamérica Y consecuente con eso, es la organización de Santucho (PRT-El Combatiente) quien es reconocida como sección oficial de la IV. Nuestra organización, (PRT-La Verdad) queda como sección simpatizante.

El SWP de Estados Unidos, el PST argentino (nombre adquirido por nuestro grupo después de la fusión con el sector de Juan Carlos Coral, ruptura del Partido Socialista) y todos los grupos sudamericanos, lideramos una corriente que trabó una gran batalla contra esas posiciones. Decíamos que la teoría del “foco” era una política elitista, aislada del movimiento de masas y que provocaría grandes desastres. Desgraciadamente, los hechos nos dieron la razón. El trotskismo perdió innumerables valiosos militantes que siguieron esa línea equivocada, principalmente en Argentina, pero también en otros países. A partir de ese momento el SU comenzó a convertirse en una federación de tendencias. Cada una aplicaba su propia política.

El ascenso que se inició en 1968 había abierto nuevas oportunidades, la existencia de una organización mundial unificada (el SU) permite aprovecharlas. En Francia, por ejemplo, donde el trotskismo había prácticamente desaparecido a raíz del “entrismo sui generis”, surge la LSR, que llega a organizar a 5.000 militantes y llega a tener una publicación diaria. En América Latina se da el gran crecimiento del PST argentino y en EE.UU el fortalecimiento del SWP por su participación contra la guerra de Vietnam.
Pero, sin haber terminado de superar la desviación guerrillerista, se tuvo que enfrentar una nueva capitulación de Mandel en la década del 70. Ahora a la numerosa vanguardia surgida en el Mayo francés, influenciada por el maoísmo. Nuestra polémica con Mandel está desarrollada en “El partido y la revolución” de Nahuel Moreno.

En el transcurso de esa pelea contra el guerrillerismo y el vanguardismo, nuestro partido argentino, el PST (surgido de una fusión con un sector que rompió con la social democracia) se desarrolló como un fuerte partido de vanguardia. Ese fortalecimiento se da con una política opuesta a la de Mandel: interviniendo en el ascenso que tuvo su punto más alto en la semiinsurrección conocida como el “cordobazo” y participando del proceso electoral. En este período organizamos el partido en Uruguay y en Venezuela.
Cuando estalla la revolución portuguesa en 1974 el PST envía cuadros para participar del proceso. Levantamos una política que impulsaba la pelea por el poder centrada en el llamado al desarrollo y centralización de los organismos de doble poder que estaban surgiendo. Ganamos un sector de estudiantes secundarios y organizamos el partido portugués, que forjó importantes cuadros para la Internacional.

Esa revolución mostró una capitulación más de Mandel que, siguiendo al maoísmo, dio apoyo al MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas) que co- gobernaba el imperio portugués. Ese proceso provocó también la ruptura en 1975 de la FLT (fracción que conformamos con el SWP de EE.UUpara enfrentar al mandelismo), frente a la imposibilidad de compartir una misma política para la revolución. Para el SWP , la tarea central era levantar consignas democráticas y editar obras de Trotsky.

La mayoría de las organizaciones y militantes de Colombia, Brasil, México, Uruguay, Portugal, España, Italia y Perú se retiran de la FLT y junto con el PST argentino construyen una tendencia que enseguida se declara fracción del SU, la FB (Fracción Bolchevique), que más tarde daría origen a la LIT-CI.

La participación en la revolución portuguesa y la polémica con el mandelismo y el SWP nos permitió avanzar en la elaboración teórica sobre la construcción de partidos en procesos revolucionarios, expresada en “Revolución y contrarrevolución en Portugal”.

EL PARTIDO EN BRASIL

Un grupo de jóvenes brasileños exiliados en Chile entra en contacto con nuestra corriente. Después del golpe de Pinochet se dirigen a Argentina y comienzan a militar en el PST. En 1974, vuelven a Brasil para construir el partido. Surge la Liga Obrera y después Convergencia Socialista. El grupo comienza a desarrollarse y, en contacto con la dirección de la FB, elabora la política del llamado a un PT.

La joven organización brasileña se desarrolló durante 12 años sin disolverse ni capitular a la dirección burocrática. Eso fue posible porque pertenecía a una corriente internacional que orientó a hacer entrismo en el PT, a centrar el trabajo en las oposiciones sindicales en la CUT y que dio claridad sobre el carácter burocrático de la dirección lulista.

Con eso, la CS pudo salir del PT, 12 años después, cualitativamente más fuerte a como entró y con una política de Frente Único Revolucionario dirigida a los sectores de vanguardia que rompían con el partido de Lula.

EL PARTIDO COLOMBIANO

En 1976 se da el golpe militar en Argentina, que da origen a la dictadura semi fascista de Videla. El PST tuvo que sacar del país a importantes dirigentes, cuestión que se aprovechó para reforzar el trabajo internacional. En este período construimos nuestras organizaciones en Bolivia, Chile, Ecuador, Costa Rica, Panamá, y reforzamos el trabajo en Portugal y en España. Pero el proceso más importante fue el de Colombia, donde entramos en contacto con un Bloque Socialista, una organización que se venía aproximando a posiciones revolucionarias, con cuadros provenientes del castrismo y la Iglesia. De Allí surge el PST colombiano, que rápidamente se consolida como una organización de vanguardia y pasa a ser uno de los dos pilares de nuestro trabajo internacional.

LA LUCHA CONTRA LA DICTADURA ARGENTINA

Mientras tanto, en Argentina el PST juega un papel heroico en la resistencia a la dictadura genocida. Tuvo aproximadamente 250 militantes presos y más de 100 muertos y desaparecidos. Actuando en la más absoluta clandestinidad, mantuvo su publicación y desarrolló trabajos en el movimiento obrero, en la juventud y en la intelectualidad.
En el comienzo de la guerra en Malvinas, el odio a la dictadura no impidió que se tuviera una política principista de identificar y atacar al imperialismo invasor como el principal enemigo. Desde el primer momento y sin dejar de denunciar a la dictadura, el PST se colocó en el campo militar argentino y militó por la derrota del imperialismo. El PST salió de la dictadura con un gran prestigio en la vanguardia y con 800 cuadros sólidos, que se volcaron a la construcción del MAS, incorporando a la tarea a un grupo de cuadros que venían de otra corriente socialista.

LA REVOLUCIÓN NICARAGÜENSE. LA BRIGADA SIMÓN BOLIVAR

En 1979, cuando estalla la revolución nicaragüense, nuestra corriente, a pesar de las diferencias con el sandinismo, resuelve participar físicamente de la lucha contra Somoza. A través del PST colombiano realiza una gran campaña para construir la Brigada Simón Bolívar. Se forma con militantes de nuestra corriente y revolucionarios independientes, de Colombia, Panamá, Costa rica, EEUU y Argentina. Manteniendo su total independencia política, la Brigada ingresa al ejército sandinista y cumple un heroico papel en la liberación de la región Sur de Nicaragua, que le cuesta muertos y heridos. Con el triunfo de la revolución los brigadistas son recibidos como héroes en Managua. Nosotros veníamos exigiendo que el sandinismo rompiese con la burguesía y tomase el poder conjuntamente con los sindicatos obreros. El sandinismo, siguiendo la política de Castro, estaba en un gobierno de coalición con Violeta Chamorro. La Brigada impulsa la creación de sindicatos y en una semana organiza más de 70. Eso provoca la reacción de la dirección sandinista, que la expulsa de Nicaragua. Varios brigadistas son encarcelados y torturados por la policía panameña, aliada del gobierno sandinista.

El SU envía una delegación a Managua para decir que éramos un grupo ultra izquierdista, con el que no tenían nada que ver y vota una resolución prohibiendo la construcción de partidos por fuera del sandinismo. La negativa a defender a los militantes revolucionarios torturados por la burguesía es la consecuencia de haber votado esa resolución interna que, en la práctica, era un decreto de expulsión de nuestra corriente, obligándonos a romper definitivamente con el SU.

Esos hechos revelan la verdadera polémica dentro del SU. Nosotros defendíamos la necesidad de construir un partido revolucionario en Nicaragua y ellos no. La misma discusión que se dio en relación a Cuba, tanto sobre la construcción del partido como en cuanto a la necesidad de la revolución política. Todo demostraba la creciente capitulación del SU al castrismo y al sandinismo. Y mostraba también el abandono de la moral revolucionaria al haberse negado a defender a militantes trotskistas encarcelados y torturados por la burguesía.

NUESTRA RELACIÓN CON EL LAMBERTISMO

Quien dio su solidaridad a la Brigada fue la corriente dirigida por Pierre Lambert. Así comenzó nuestra relación política con el lambertismo, con quienes no teníamos contacto desde 1963. Se inicia un proceso de discusión, con acuerdos principistas y programáticos expresados en “Tesis para la actualización del programa de transición”, de Nahuel Moreno. En ese trabajo se define al estalinismo y al castrismo como agentes contrarrevolucionarios; se reconocen como revoluciones los procesos de pos guerra (este europeo, China, Cuba) a pesar de no haber sido encabezados por la clase obrera y su partido revolucionario.

Al mismo tiempo, se coloca la necesidad de impulsar la revolución política en los estados obreros degenerados, surgidos en esos procesos; se analiza la guerra de guerrillas y la política oportunista de sus direcciones; se da especial importancia a la defensa del derecho a la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas y a las tareas democráticas; se identifica el inicio del proceso de crisis de los aparatos contrarrevolucionarios, en especial el estalinismo, que abre posibilidades de luchar por partidos trotskistas y una IV Internacional con influencia masas.

Se constituye un Comité Paritario que culmina en 1980 con la formación de una organización conjunta, la Cuarta Internacional- Comité Internacional (CI- CI). Como CI-CI realizamos una campaña de apoyo a “Solidaridad” de Polonia. Todo indicaba que se podía dar un gran paso en el camino de la reconstrucción de la IV.

Pero esa tentativa se frustró. Nuestra poca inserción en Europa nos hizo cometer un grave error. No vimos que el lambertismo tenía fuertes lazos con la burocracia sindical, lo que lo llevó a capitular al gobierno de Frente Popular, cuando se produce la victoria de Miterrand en Francia. Lambert se niega a discutir la política para Francia y comienzan las expulsiones de los militantes que se oponen a esa política, lo que provoca la ruptura de la CI- CI.

La polémica con el lambertismo nos obligó a avanzar en la elaboración sobre el Frente Popular, lo que se vio reflejado en el folleto “La traición de la OCI”, de Nahuel Moreno.

LA FUNDACIÓN DE LA LIT- CI

En enero de 1982 se realizó una reunión internacional con los partidos de la FB y dos importantes dirigentes del lambertismo: Ricardo Napurí de Perú y Alberto Franceschi de Venezuela. Uno de los puntos centrales de la reunión era organizar una campaña en defensa de la moral revolucionaria de Napurí, atacado por Lambert por expresar diferencias políticas con este. Otro punto importante era la discusión sobre cómo avanzar en la construcción de la Internacional.

La reunión, después de aprobar la campaña , resolvió por unanimidad convertirse en Conferencia de Fundación de una nueva organización internacional. Se aprobaron los estatutos de la LIT-CI y las tesis fundacionales, donde se plantea la estrategia de la construcción de la IV Internacional con influencia de masas. Ésta no era solamente la FB con otro nombre, ya que a ella se integró Franceschi con su partido, el MIR obrero, que rompió con el lambertismo. Al tiempo se incorpora Napurí, junto a la mitad del partido peruano, que rompió con Lambert.

En 1985, el partido dominicano se integra a la LIT- CI. Ese grupo no venía del trotskismo, sino de una ruptura con la Iglesia.

En 1985 el Primer Congreso de la LIT-CI vota un manifiesto, donde define a la situación mundial como revolucionaria y hace un llamado a construir un FUR a partir de un programa mínimo revolucionario para enfrentar al frente de la contrarrevolución imperialista mundial, las burguesías nacionales, la iglesia, el estalinismo, el castrismo, el sandinismo y las burocracias sindicales y avanzar en la construcción de partidos revolucionarios nacionales y de una Internacional con influencia de masas .En 1987 se integran el grupo del Bill Hunter de Inglaterra, que no proviene del morenismo y un grupo de jóvenes trotskistas independientes de Paraguay, que dan origen al PT paraguayo, la mayor organización de izquierda en ese país.

LAS PRINCIPALES CAMPAÑAS POLÍTICAS DE LA LIT – CI

La primera es por la victoria de Argentina en la guerra por Malvinas, con la que intervinimos en el proceso antiimperialista que se abrió en América Latina. La campaña por el “no pago de la deuda externa” nos permitió empalmar con las grandes movilizaciones bolivianas que obligaron al gobierno de Frente Popular, encabezado por Siles Suazo, a suspender el pago de la deuda. Tuvo gran importancia la campaña contra los acuerdos de Esquípulas y Contadora, impulsados por el imperialismo y apoyados por el castrismo y el sandinismo para frenar el proceso revolucionario de Centroamérica. En 1991 realizamos una campaña por la derrota del imperialismo en la guerra del Golfo.

LA CONSTRUCCIÓN DEL MAS ARGENTINO

Después de la caída de la dictadura argentina (1982), la dirección de la LIT resuelve priorizar el trabajo en ese país, donde se abrió la posibilidad objetiva y subjetiva de que el MAS se convirtiese en un partido con influencia de masas. En las luchas del movimiento de masas y en la participación electoral, el MAS se transformó en el partido más fuerte de la izquierda argentina. Gana gran inserción en las principales fábricas y barrios obreros, encabeza listas de oposición a la burocracia en los principales sindicatos, realiza actos con 20 a 30 mil personal, obtiene el primer diputado trotskista en la historia argentina, llegando a impulsar y dirigir un acto de oposición al gobierno de 100 mil personas.

En medio de ese proceso, la LIT- CI recibe, en 1987, un terrible golpe con la muerte de su fundador y principal dirigente, Nahuel Moreno. Su ausencia provocó un debilitamiento cualitativo en nuestra dirección internacional y tuvo una incidencia muy grande en el desarrollo y desenlace de la crisis que llevó a la destrucción de nuestra Internacional.

LA CRISIS DEL 90

En los primeros años de la década del 90 de desató una gran crisis en nuestra corriente internacional. Grandes cambios se daban en el mundo a partir de la caída del muro de Berlín, que tuvieron repercusiones mundiales. Grandes procesos revolucionarios destruyeron al aparato central del stalinismo, liberando así al movimiento obrero mundial del chaleco de fuerzas que lo tuvo maniatado durante décadas. Pero la falta de una dirección revolucionaria mundial impidió que ese proceso pudiese revertir la restauración capitalista orquestado por la burocracia. Eso posibilitó la ofensiva política, militar e ideológica del imperialismo. Es en ese período que se da la crisis de la LIT-CI que la llevó prácticamente a su destrucción.

En abril de 1992 se produce la ruptura del MAS argentino con métodos reñidos con la moral revolucionaria: ocupación de locales, ataques físicos por parte de la minoría y campañas de calumnias por parte de la dirección mayoritaria. Poco después, la TMI organiza la ruptura del partido brasilero por medio de una fracción secreta. Así se abre la peor crisis de nuestra historia. En este proceso salieron de la LIT el 40% del partido argentino, el PST de Panamá, la mitad del PST peruano, un sector del POS mexicano, la mitad de la sección ecuatoriana, un sector del partido brasilero y sectores de Colombia, Chile, Alemania, Portugal.

El V Congreso, realizado en 1994, vota la reconstrucción de la LIT-CI. Formalmente la LIT-CI existía, se realizaban las reuniones internacionales, había una dirección, se editaba la revista internacional. Pero eso era cada vez más una apariencia, una formalidad. La mejor prueba era la dirección con la que se llegó al V Congreso: Un secretariado internacional integrado por cuatro personas respondiendo a cuatro tendencias (FI, TBI, Nuevo Curso, TR), la mayoría de las cuales no defendía la continuidad de la LIT-CI. De hecho, la LIT había dejado de tener un programa único y había perdido el régimen centralista democrático. De contenido la LIT-CI había sido destruida. Por eso era totalmente necesaria la resolución del V Congreso. A partir de ese momento se comienza a construir un nuevo equipo de dirección encabezado por los dirigentes de la ex TR, al cual se integra la dirección del partido peruano y del grupo inglés, que toma en sus manos las tareas de la reconstrucción. Esa tarea llevó mucho esfuerzo y muchos años ya que la destrucción había sido muy grande. Un hecho a destacar es que desde que se resuelve que la gran tarea a encarar es la reconstrucción de la LIT-CI, se lo hace no como un objetivo en si mismo, sino para que sea motor de la reconstrucción de la IV Internacional. En consecuencia, al tiempo que se encaraban las tareas de reconstrucción, se iniciaba un trabajo de relaciones con diferentes organizaciones en diferentes países (Inglaterra, Francia, Irán, Japón, Alemania, Turquía, la ex URSS…) con el objetivo de avanzar en ese objetivo estratégico.

Días antes del Congreso, se había retirado la FI, lo que significó la salida de la mayoría del partido español. Ni bien terminado el V Congreso, rompe la TBI lo que implica la pérdida del PST colombiano, del PRT de Costa Rica, de las secciones de Hondura y Nicaragua, de más de 100 militantes argentinos. Nuevo Curso, dirigido por lo que quedaba del MAS argentino, se quedan en la Internacional (y participa de la dirección) pero sin reivindicar sus bases fundacionales. Al poco tiempo comienzan a defender que la LIT-CI debe abandonar el centralismo democrático y dejar de lado la estrategia de reconstruir la IV Internacional. Sus posiciones son derrotadas (por un voto) en el VI Congreso (1997). Se niegan a acatar sus resoluciones y salen de la Internacional, lo que quedaba del MAS argentino, Convergencia Socialista de Uruguay, la LST de Francia, el PST de Venezuela y un sector del partido brasileño.

Tal como dice el Balance de Actividades aprobado por el VIII Congreso “A la hora de contar las bajas y pérdidas podemos constatar que en todo ese proceso la LIT no sólo perdió su programa, su régimen, sus finanzas, sus publicaciones, sino que también perdió el grueso de su patrimonio humano. En total la LIT perdió entre 4 y 5 mil militantes, entre ellos posiblemente el 80% de los cuadros de más experiencia”.

LAS CAUSAS DE LA CRISIS

Una combinación de factores objetivos y subjetivos explica nuestra crisis. En esa combinación los elementos objetivos han sido los determinantes. Esto se hace evidente cuando se ve, que no fue sólo nuestra Internacional la afectada, sino que fue un proceso que se dio sobre la totalidad de las organizaciones izquierda, sin excluir a las revolucionarias.

Después de la derrota militar en Vietnam, a mediados de los 70, el imperialismo yanqui comenzó a enfrentar los procesos revolucionarios apelando preferentemente a las instituciones y mecanismos de la democracia burguesa y a la captación de dirigentes. Moreno denominó a esa política como “reacción democrática”. Esa política, que tuvo grandes éxitos para canalizar importantes procesos revolucionarios, también hizo estragos en la mayoría de la izquierda a nivel mundial: El abandono por parte de la OLP de la lucha por al destrucción del Estado de Israel, la integración al régimen de los Sandinistas en Nicaragua y del Farabundo Martí en El Salvador; la socialdemocratización de los partidos comunistas; la integración al régimen, a través del PT, de la mayoría de la izquierda brasilera… Pero este proceso de capitulación de la vieja izquierda antiimperialista pega un salto después de la restauración en los estados obreros. Esta vez, también son afectadas las organizaciones trotskistas.

El problema central fue que la restauración no se dio como la había pronosticado Trotsky, de la mano de un golpe contrarrevolucionario, sino en nombre de las libertades democráticas y la utilización de las instituciones burguesas. La falta de una dirección revolucionaria hizo que una parte de la población tuviera expectativas en esas instituciones restauradoras. A partir de eso y de la campaña del imperialismo sobre “la superioridad del capitalismo”, la amplia mayoría de la izquierda abandonó la perspectiva del socialismo y de la lucha por el poder. Gran cantidad de partidos se disolvieron, miles y miles abandonaron la militancia y los que se mantuvieron activos, comenzaron a buscar nuevos rumbos… Como no “se podía” o no se quería tomar el poder, comenzaron a buscar como ganar “espacios de poder”. Se fueron imponiendo “nuevas” ideas: la clase obrera está desapareciendo, hay que buscar otros sujetos sociales; stalinismo es continuidad del leninismo, el centralismo democrático lleva a la burocratización, todo pasa por la horizontalidad; todo poder corrompe, los trabajadores pueden resolver sus problemas sin tomar el poder…. Así se fue construyendo un nuevo reformismo, un reformismo sin reformas.

Este “vendaval oportunista” que golpeó sobre el conjunto de la izquierda incluidas las organizaciones trotskistas, también lo hizo sobre la LIT-CI. Esto se reflejó, centralmente, en las políticas equivocadas con que la dirección argentina respondió a los grandes desafíos que planteaba la realidad.

Siguiendo Trotsky, Moreno siempre decía que para enfrentar los grandes cambios y las crisis que estos generaban, había que recurrir más que nunca a la clase obrera, más que nunca a la teoría marxista y más que nunca a la Internacional.

La dirección argentina hizo lo contrario, cayó un una desviación electoralista y fue secundarizando la construcción en la clase obrera; en vez de basar su política en la teoría marxista, elaboró nuevas teorías para justificar su política; a partir de éxitos circunstanciales y de un gran crecimiento, se consideró autosuficiente y cayó en una desviación nacionaltrotskista.

La diferencia con otras organizaciones trotskistas fue que en la LIT-CI había reservas y un sector resistió como pudo las embestidas de ese vendaval. Por eso la LIT, a diferencia del SU, no corrió en el sentido que soplaba el viento y no se pudo adaptar a la “modernidad”. Por el contrario en la LIT-CI el “vendaval oportunistas” provocó crisis, rupturas, desgarramientos, hasta que finalmente se pudo volver a retomar el camino correcto.

LA MUERTE DE NAHUEL MORENO Y LA DESTRUCCIÓN DE LA LIT-CI

Si Moreno hubiese estado vivo, probablemente igual hubiéramos entrado en crisis, ya que las causas objetivas eran muy fuertes. Lenin. Trotsky, Rosa Luxemburgo, enfrentaron las presiones chauvinistas durante la primera Guerra Mundial, pero no consiguieron evitar la bancarrota de la Segunda Internacional. Moreno no consiguió derrotar las presiones guerrilleristas que originaron la ruptura en Argentina con Bengochea y después con Santucho…

Pero sin dudas, si Moreno hubiese estado vivo, el desarrollo de la crisis hubiese sido diferente y las bajas mucho menores. Teniendo en cuenta la trayectoria de Moreno y su prestigio, muy difícilmente, la mayoría de la LIT hubiese caído en semejante desviación, si hubiese contado con su dirección. Con la dirección de Moreno, se hubiera dado la crisis, habría habido rupturas, pérdidas, pero casi con seguridad no habríamos llegado a la destrucción.

Hay corrientes como el Partido Obrero de Argentina que opinan que la crisis y destrucción del MAS y de la LIT es producto de la política de Moreno y que la actual evolución oportunistas del MST argentino, sería la continuidad del morenismo. Esa posición tiene poca consistencia. El MST se construye rompiendo con el morenismo. Nahuel Moreno construyó nuestra corriente enfrentando al oportunismo, a los frentes populares, a la reacción democrática, luchando incansablemente por la construcción de partidos revolucionarios en la clase obrera, por la construcción de la Internacional. Esa lucha de décadas creó raíces, dejó reservas y por eso es que desde el interior de la LIT-CI y del propio viejo MAS, surgió la resistencia que encaró la reconstrucción y consiguió volver a poner en pie a nuestra Internacional.

LA NUEVA REALIDAD DE LA LIT-CI

A partir del V Congreso se comenzó un lento y traumático proceso de reconstrucción. Este proceso fue muy dificultoso por la forma en que se tuvo que dar. No es la primera vez, en la historia de las Internacionales que es necesario enfrentar una ofensiva del revisionismo. Se dio en la Segunda, pero ahí la pelea fue encabezada por una parte de los principales dirigentes: Kautsky, Rosa Luxenburgo, Liebknetch…, en un primer momento; Rosa, Lenin, Trotsky, Liebknetch .., después de 1914. En la Tercera, la batalla fue encabezada por Trotsky. En el SWP yanqui, Trotsky y Cannon, estuvieron a la cabeza del combate contra los antidefensistas.

En la LIT fue muy diferente, los principales dirigentes, los que habían trabajado más estrechamente con Moreno, los que tenían más experiencia y más prestigio, fueron cayendo uno a uno frente al “vendaval oportunista”, fueron adoptando una u otra posición revisionista o se fueron y no dieron la pelea. Ese combate tuvo que ser encarado por dirigentes de segunda o tercera línea, que no tenían ninguna experiencia en la dirección internacional ni en el combate teórico programático. Por eso es que con muchas dificultades, y cometiendo muchos errores en el camino, se fueron reconstruyendo los organismos y a partir de ellos se fue avanzando en la comprensión común del mundo.

Así, poco a poco, se fue recuperando la tradición teórica, política metodológica. Se fue dando respuesta política a nuevos hechos: la guerra de Bosnia, la “globalización” capitalista, la reestructuración productiva. Hemos conseguido dar una interpretación teórica a la restauración capitalista en los ex estados obreros degenerados. Los partidos de la LIT-CI intervinieron en los procesos revolucionarios latinoamericanos y hemos dado una política principista, de enfrentamiento a los nuevos gobiernos (de Frente Popular o populistas) originados por esos procesos.

En torno a la participación en estos procesos, la LIT-CI se fue reconstruyendo, no sólo en términos teóricos, programáticos, metodológicos, morales, sino también en términos organizativos. El mayor avance organizativo se dio en Brasil con la construcción del PSTU que se ha convertido en una referencia indiscutida para las luchas y el activismo brasilero. Pero no fue el único, las secciones profundizaron su inserción en el movimiento de masas, se comenzó la reconstrucción del partido argentino, se constituyeron nuevas secciones en Ecuador, en Costa Rica., el POI de Rusia ingresó a la LIT-CI. El Correo Internacional y la revista Marxismo Vivo han ido mostrando, regularmente, las definiciones políticas ante los principales hecho de la lucha de clase y el avance de las elaboraciones teórico- programáticas.

Estos hechos, sumados a la relaciones establecidas con el CITO con el objetivo de ir a una única organización, hicieron que el VIII Congreso (junio de 2005) constatase que la LIT-CI estaba viviendo una nueva realidad.

Posteriormente nuevos hechos han confirmado esa definición: la unificación con el CITO, que significó la recuperación del PST colombiano y de organizaciones y cuadros en Perú, Costa Rica y Argentina. El continuado desarrollo del PSTU, su correcta ubicación de enfrentamiento al gobierno de Frente Popular de Lula, el éxito de su política de construir la CONLUTAS como central obrera y popular de alternativa; la entrada a la LIT- CI del partido italiano, la fundación de la sección venezolana, el desarrollo del trabajo en Centroamérica, la fundación de la sección belga. También hubo algunos hechos de signo opuesto: la salida del POS mexicano, del MST de Bolivia y de la LST de Dominicana. Pero esos negativos no cambian el nuevo signo de la situación de la LIT, sino que son remesones de la vieja crisis y reacciones al proceso de recuperación y bolchevización que viene avanzando.

NUESTRO PROYECTO ESTRATÉGICO: LA RECONSTRUCCIÓN DE LA IV INTERNACIONAL

La nueva realidad de la LIT-CI se combina con una nueva realidad de la lucha de clases a nivel latinoamericano y mundial. La situación revolucionaria mundial y latinoamericana que se comenzó a manifestar con fuerza a partir del inicio del siglo XXI, está pasando por un nuevo momento. La resistencia iraquí está colocando la posibilidad de una nueva derrota militar del imperialismo yanqui. Los planes de EE.UU de estabilizar el Medio Oriente se vienen abajo como lo muestra la derrota del ejército israelí en el Líbano. El prestigio de Bush cayó abruptamente. En los países imperialistas los ajustes por la crisis económica provoca la reacción de los trabajadores, a los que se suman las fuertes luchas de los obreros inmigrantes. En el caso de EE.UU, esto significa que se está construyendo un puente con las luchas latinoamericanas. Pero el ataque imperialista continúa. En América Latina, se incrementa la ofensiva colonizadora del imperialismo, el saqueo de los recursos naturales, las exigencias de ajustes para pagar la deuda externa, ahora todo agudizado por la crisis económica mundial. También continúa la respuesta de las masas ante ese permanente saqueo. La diferencia es que ahora este ascenso obrero y popular se comienza a dirigir contra los que aplican los planes, es decir los nuevos gobiernos que surgieron para canalizar o prevenir el ascenso: Lula, Chávez, Evo, Kirchner, Tabaré….

Esta realidad, sin ninguna duda, pone en evidencia la urgente necesidad de avanzar en la solución de la crisis de dirección revolucionaria, construyendo una dirección revolucionaria mundial. Al mismo tiempo este nuevo momento de la situación mundial provoca importantes cambios en la conciencia del movimiento de masas que facilitan esa tarea. Con el surgimiento de estos gobiernos se vio en su máxima expresión los efectos del “vendaval oportunista. La mayoría de las corrientes de izquierda, incluidas, la mayoría de las que se reivindican trotskistas, capitularon a ellos. Pero esta nueva realidad, que tuvo su máxima expresión en la derrota electoral de Chávez en el referéndum, está provocando rupturas por la izquierda de esas organizaciones, que buscan nuevas referencias nacionales e internacionales.

Volviendo a lo planteado en la Introducción, ante esta situación la LIT-CI reafirma su proyecto estratégico: la reconstrucción de la IV Internacional y hace un llamado a la unidad en torno a un programa revolucionario, que contemple no sólo las respuestas políticas a los principales hechos de la lucha de clase, que acerquen a los trabajadores a la lucha por el poder, sino también los aspectos de concepción de partido, de método y de moral revolucionaria.

Proponemos aplicar para la reconstrucción de la IV el mismo método que aplicó Trotsky en su construcción. En primer lugar haciendo el llamado no sólo a los que provienen del trotskismo, sino a todos los revolucionarios con los que coincidamos programáticamente, independientemente de su origen.

En segundo lugar, no dirigiendo el llamado a todos los que se reivindican trotskistas. Por un lado porque hay organizaciones que así se reivindican y que sin embargo han abandonado el programa revolucionario al apoyar o participar en gobierno burgueses. Y por otro lado, porque existen las sectas autoproclamatorias que recitan el programa pero, por sus métodos fraccionalistas y desleales, cumplen un papel absolutamente destructivo.

En tercer lugar, planteando las unificaciones no través de conferencias abiertas y grandes actos, sino a partir de una paciente discusión programática y de una actividad común en la lucha de clases., que permitan avanzar sobre acuerdos sólidos y relaciones de lealtad revolucionaria.

Dado el deterioro producido por el “vendaval oportunista”, es necesario precisar algunos aspectos que actúan como divisoria de aguas:

  1. La defensa de la independencia de clases frente a todos los gobiernos burgueses, incluidos los de Frente Popular o populistas. No los apoyamos ni tampoco a sus medidas y somos oposición de todos ellos.
  2. Apoyamos las luchas de la clase obrera y de sus aliados.
  3. Enfrentamos a toda burocracia y defendemos la democracia obrera en todas las organizaciones de la clase.
  4. Tenemos como centro ordenador la lucha contra el imperialismo en todas sus variantes.
  5. Nuestro objetivo es la destrucción del Estado burgués y sus FFAA, y la construcción de un estado obrero, basado en organismos democráticos de la clase, que impulse la revolución socialista internacional.
  6. Defendemos la moral revolucionaria y rechazamos los métodos del “vale todo”, agresiones físicas, calumnias, trabajo desleal, incumplimientos de acuerdos.
  7. Reafirmamos el rol de la clase obrera como sujeto social de la revolución.
  8. Defendemos la necesidad de construir partidos revolucionarios democráticamente centralizamos y el carácter obrero que deben tener esos partidos.
  9. Defendemos la necesidad imperiosa de construir una Internacional revolucionaria democráticamente centralizada

Este breve esbozo de nuestra historia, tuvo el objetivo de mostrar los aspectos centrales de esta larga marcha de nuestra construcción. Mostrando nuestros aciertos, nuestros puntos fuertes y también nuestras fallas, nuestras desviaciones, nuestras crisis porque, como decía Moreno “avanzamos a través de errores y golpes y no tenemos vergüenza de decirlo”

Hoy, después de muchos años de crisis y desgarramientos, estamos viviendo una nueva realidad. Estamos viviendo un proceso de fortalecimiento que nos pone en mejores condiciones para avanzar en el proyecto estratégico. Tenemos una historia, una experiencia acumulada, un programa que seguimos construyendo, una estructura de secciones, publicaciones, una fuerza militante, que ponemos a disposición para avanzar en la reconstrucción de la IV Internacional.

Buenos Aires, junio 2008

EL SALVADOR.- 1 mayo 2020: sindicatos en pie de lucha por sus derechos. PSOCA. German Aquino

Este 1 de mayo del 2020, a pesar de la pandemia por el COVID-19, los  sindicatos salvadoreños se movilizaron para conmemorar el día internacional de la clase trabajadora.

Para unos dicha acción fue considerada como una violación a las medidas de cuarentena, pero la gran mayoría dieron su visto bueno, debido a que se recordó a los Mártires de Chicago y sirvió para denunciar a los empresarios  que incumplen sus compromisos con los trabajadores y la negligencia del gobierno de Bukele al permitir  violaciones a los derechos de los trabajadores.

Dos marchas, intereses diferentes

En el 2019 en el marco de la conmemoración del día internacional de la clase trabadora desde varios puntos de concentración partieron diferentes movilizaciones, las cuales convergieron en cuatros puntos.

Esto fue el reflejo de la dispersión y atomización del movimiento sindical y social producto de las políticas de los gobiernos del FMLN.

En este 2020 fueron dos Movilizaciones una que se manifestó sobre la autopista al aeropuerto internacional de Comalapa y que culminó frente a las instalaciones de la zona franca de San Marcos. La otra que partió del reloj de Flores y culminó en el Ministerio de Trabajo donde fueron recibidos por Rolando Castro actual Ministro de Trabajo.

Marcha clasista exige pago de salarios y un alto a los despidos

La marcha que culminó frente a las instalaciones de la zona franca de San Marcos contó con la participación de la Coordinadora Sindical Salvadoreña (CSS), Sindicato Salvadoreño de Industrias textiles y Similares, (SSINT), Sindicato de la Industria Textil, Similares y Conexos de El Salvador (SITSCES) Liga Internacional de la Lucha de los Pueblos-ILPS. El Salvador, Sindicato de Trabajadores Independientes (STINOVES), Sindicato del Gremio de Trabajadoras y Trabajadores de la seguridad privada de El Salvador (SIGATSPES), entre otros.

Representantes del SSINT denunciaron que a la fecha a muchos trabajadores de empresas como F&D S.A de C.V; Apple Tree y Hermano Textil de la Zona Franca de San Marcos, continúan sin pagarles los salarios correspondientes a los trabajadores argumentando la falta de liquidez, pero que las mismas empresas les ofrecen prestamos los cuales tendrán que pagar después. Así mismo denunciaron suspensiones de contratos y reducción de prestaciones, entre otras violaciones.

De igual manera SIGATSPES denunció que la mayoría de empresas de seguridad privada están violentando los derechos en donde existen trabajadores mayores de 60 años los cuales debido a la pandemia fueron mandados a cuarentena a raíz de las órdenes del gobierno, pero que no les están cancelando los salarios; dichos trabajadores por tener un supuesto trabajo el cual les pagaría sus salarios no fueron beneficiados con la ayuda de los $300 por parte del gobierno de Bukele.

Así mismo, miembros de SIGATSPES denunciaron que muchas empresas de seguridad aprovechando la pandemia están realizando despidos, suspensión de contratos, reducción de   prestaciones y la falta de entrega de equipos de protección personal como mascarillas quirúrgicas y de insumos para la higiene de mano, como alcohol gel.

Las denuncias son las mismas a nivel de la empresa privada: impagos de salarios, despidos, suspensión de contratos, pagos incompletos, falta de Equipo de Protección, etc.  Los sindicatos denunciaron que el actual ministro de trabajo Rolando Castro no ha hecho nada.

El gesto combativo de la marcha-caravana

Esta se movilizo sobre la Alameda Juan Pablo II y culmino en el Ministerio de Trabajo, entre los sindicatos que participaron fueron: Sindicato de Trabajadores del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (STISSS), Sindicato para la Defensa de los Trabajadores del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (SIDETISSS), Sindicato de Trabajadoras Y Trabajadores del Órgano Judicial (SITTOJ), Sindicato Unión de Trabajadores de la Construcción (SUTC), ASTRAM, entre otros.

Entre las denuncias del STISSS estuvieron la falta de Equipos de Protección Personal, manifestando al respecto:  “Tenemos un grave, grave problema ya que las jefaturas nos han estado entorpeciendo los procesos, nos han estado restringiendo los equipos de bioseguridad de todos los compañeros y compañeras que estamos al frente de estas instituciones”  (01/05/ 2020).

Lo anterior es muy importante, pero los sindicatos del ISSS deben recordar que fueron los trabajadores por si mismos quienes hicieron públicas la falta de EPP, lo cual obligo a las autoridades del ISSS a apresurar las compras de  los EPP, que a la  fecha son limitados y ante un incremento de casos por el COVID-19 podría volver a desabastecerse.

De igual manera en esta caravana   denunciaron la suspensión de contratos en la empresa privada, pero lamentablemente el ministro de trabajo del cual avalan la gestión no ha hecho nada para que se les paguen los salarios a los trabajadores de la maquila y parar los despidos.

Lo característico de esta marcha-caravana fue su apoyo al gobierno de Nayib Bukele y al Ministro de Trabajo Rolando Castro como se podía leer en sus mantas en la cuales manifestaban: Un buen gobierno solo puede existir cuando hay buenos ciudadanos Nayib el pueblo te apoya viva el primero de mayo STISSS presente.

Rolando Castro ministro de Trabajo al referirse a la marcha manifestó: “No lo vemos, nosotros como gobierno, queremos ser contundentes, no lo vemos como una ruptura al decreto; lo vemos como un gesto loable de un pequeño grupo significativo, nada más simbólico, porque este día ellos pudieron haber salido con 20 mil o 30 mil personas a las calles y no lo hicieron”.  (EDH. 01/05/2020).

Las marchas virtuales

Muchas organizaciones sindicales y sociales ante las medidas dictadas por la pandemia del COVID-19  y el temor mismo al contagio o a ser confinado en un centro de contención por las fuerzas armadas o la policía nacional civil prefirieron  no marchar físicamente pero realizaron movilizaciones virtuales, lo cual permitió hacer públicas muchas violaciones a los derechos de la clase trabajadora.

Casi siempre la cúpula del FMLN se ha montado en las movilizaciones de los trabajadores, haciendo de la conmemoración del 1 de mayo un acto político electoral, este año aun su presencia en redes sociales fue casi nula.

Por una corriente sindical que represente y defienda a los trabajadores

El Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), en la declaración del primero de Mayo del 2020 titulado CENTROAMERICA.- 1 de Mayo: Si, luchemos contra la pandemia, pero sin despidos ni recortes salariales y socorriendo a los más pobres (https://www.elsoca.org/index.php/america-central/declaraciones-del-psoca/5398-centroamerica-1-de-mayo-si-luchemos-contra-la-pandemia-pero-sin-despidos-ni-recortes-salariales-y-socorriendo-a-los-mas-pobres)  además de proponer un plan de lucha sindical a nivel regional y  llamar  a los trabajadores, centrales obreras y campesinas, sindicatos y organismos populares, a luchar unidos en toda la región para solucionar los problemas comunes: manifiesta la necesidad de   luchar contra la atomización y por la independencia de los sindicatos en El Salvador… expresando a la vez “…con el arribo al poder de Nayib Bukele, la historia se repite. El Ministro de Trabajo impuso una nueva Junta Directiva en el STISSS irrespetando las libertades sindicales y a las mismas bases. Actualmente el gobierno de Bukele busca capitalizar el descontento de las organizaciones sindicales que fueron golpeadas por el FMLN  y ARENA, impulsando desde el MTPS una corriente sindical ligada a su gobierno, para utilizarlo como base social del partido Nuevas Ideas…” lo anterior ha quedado confirmado este primer de mayo.

Las bases sindicales deben ser las garantes que las direcciones sindicales no continúen haciendo de los sindicatos organismos de bases de los partidos políticos electorales, se debe luchar por la independencia y la autonomía sindical, en décadas anteriores se ha logrado detener el intervencionismo gubernamental y patronal.

Este 1 de mayo del 2020, a pesar de la pandemia por el COVID-19, los  sindicatos salvadoreños se movilizaron para conmemorar el día internacional de la clase trabajadora.

Para unos dicha acción fue considerada como una violación a las medidas de cuarentena, pero la gran mayoría dieron su visto bueno, debido a que se recordó a los Mártires de Chicago y sirvió para denunciar a los empresarios  que incumplen sus compromisos con los trabajadores y la negligencia del gobierno de Bukele al permitir  violaciones a los derechos de los trabajadores.

Los 10 tipos de falacias lógicas y argumentativas. Adrián Triglia

Argumentos y razonamientos contradictorios con la lógica: ¿cómo identificarlos?

La filosofía y la psicología se relacionan entre sí de muchas maneras, entre otras cosas porque ambas abordan de una u otra forma el mundo del pensamiento y las ideas.

Uno de estos puntos de unión entre ambas disciplinas se encuentra en lo relacionado con las falacias lógicas y argumentativas, conceptos utilizados para referirse a la validez (o a la falta de la misma) de las conclusiones a las que se llega en un diálogo o debate. Veamos con más detalle en qué consisten y cuáles son los principales tipos de falacias.

¿Qué son las falacias?

Una falacia es un razonamiento que a pesar de parecerse a un argumento válido, no lo es.

Se trata, por tanto, de una línea de razonamiento que es errónea, y las inferencias que se presenten como producto de estas no pueden ser aceptadas. Independientemente de si la conclusión a la que se llega a través de una falacia es verdadera o no (podría serla por pura casualidad), el proceso por el cual se ha llegado a este es defectuoso, porque vulnera al menos una regla lógica.

Las falacias y la psicología

En la historia de la psicología casi siempre ha existido una tendencia a sobrevalorar nuestra capacidad para pensar racionalmente, estando sujetos a unas reglas lógicas y mostrándonos coherentes en nuestra manera de actuar y argumentar.

Con la excepción de ciertas corrientes psicológicas como la psicoanalítica fundada por Sigmund Freud, se ha dado por supuesto que el ser humano adulto y sano obra de acuerdo a una serie de motivos y razonamientos que pueden ser expresados textualmente con facilidad y que normalmente entran dentro del marco de la racionalidad. Los casos en los que alguien se comportaba de manera irracional se interpretaban bien como una muestra de debilidad o bien como un ejemplo en el que la persona no sabe identificar las verdaderas razones que motivan sus actos.

Ha sido en las últimas décadas cuando se ha empezado a aceptar la idea de que la conducta irracional está situada en el centro de nuestras vidas, que la racionalidad es la excepción, y no al revés. Sin embargo, hay una realidad que ya nos venía dando una pista de hasta qué punto nos movemos por emociones e impulsos poco o nada racionales. Este hecho es que hemos tenido que desarrollar una especie de catálogo de falacias para intentar que estas tengan poco peso en nuestro día a día.

El mundo de las falacias pertenece más al mundo de la filosofía y la epistemología que al de la psicología, pero mientras que la filosofía estudia las falacias en sí mismas, desde la psicología se puede investigar el modo en el que se utilizan. El hecho de ver hasta qué punto los falsos argumentos están presentes en los discursos de personas y organizaciones nos da una idea del modo en el que el pensamiento que hay detrás de ellos se ciñen más o menos al paradigma de la racionalidad.

Los principales tipos de falacias

El listado de falacias es muy largo y posiblemente haya algunas de ellas que aún no se han descubierto por existir en culturas muy minoritarias o poco estudiadas. Sin embargo, hay algunas más comunes que otras, así que conocer los principales tipos de falacias puede servir como referencia para poder detectar vulneraciones en la línea de razonamiento allí donde se den.

A continuación puedes ver una recopilación de las falacias más conocidas. Como no existe una sola manera de clasificarlas para crear un sistema de tipos de falacias, en este caso se clasifican según su pertenencia a dos categorías relativamente fáciles de entender: las no formales y las formales.

1. Falacias no formales

Las falacias no formales son aquellas en las que el error del razonamiento tiene que ver con en el contenido de las premisas. En este tipo de falacias lo que se expresa en las premisas no permite llegar a la conclusión a la que se ha llegado, independientemente de si las premisas son ciertas o no.

Es decir, que se apela a ideas irracionales sobre el funcionamiento del mundo para dar la sensación de que lo que se dice es cierto.

1.1. Falacia ad ignorantiam

En la falacia ad ignorantiam se intenta dar por hecha la veracidad de una idea por el simple hecho de que no se puede demostrar que es falsa.El famoso meme del Monstruo Espagueti Volador se basa en este tipo de falacia: como no se puede demostrar que no existe un ente invisible formado de espaguetis y albóndigas que además es el creador del mundo y sus habitantes, debe de ser real.

1.2. Falacia ad verecundiam

La falacia ad verecundiam, o falacia de autoridad, vincula la veracidad de una proposición a la autoridad de quien la defiende, como si eso proporcionase una garantía absoluta.

Por ejemplo, es corriente argumentar que las teorías de Sigmund Freud sobre los procesos mentales son válidas porque su autor era neurólogo.

1.3. Argumento ad consequentiam

En este tipo de falacia se intenta hacer ver que la validez o no de una idea depende de si aquello que se puede inferir a partir de ella resulta deseable o indeseable.

Por ejemplo, un argumento ad consequentiam sería dar por hecho que las posibilidades de que el ejército dé un golpe de estado en un país son muy bajas porque el escenario contrario supondría un duro golpe para la ciudadanía.

1.4. Generalización apresurada

Esta falacia es una generalización no fundamentada en datos suficientes.

El ejemplo clásico lo encontramos en los estereotipos acerca de los habitantes de ciertos países, que pueden llevar a pensar falazmente, por ejemplo, que si alguien es escocés debe de caracterizarse por su tacañería.

1.5. Falacia del hombre de paja

En esta falacia no se critica las ideas del oponente, sino una imagen caricaturizada y manipulada de estas.

Un ejemplo lo encontraríamos en una línea argumental en la que se critique a una formación política por ser nacionalista, caracterizándola como algo muy próximo a lo que fue el partido de Hitler.

1.6. Post hoc ergo propter hoc

Se trata de un tipo de falacia en el que se da por sentado que si un fenómeno ocurre después de otro, es que está causado por este, a falta de más pruebas que indiquen que eso es así.

Por ejemplo, se podría intentar argumentar que la subida repentina en el precio de las acciones de una organización se ha producido porque el inicio de la temporada de caza mayor ya ha llegado a Badajoz.

1.7. Falacia ad hominem

Por medio de esta falacia se niega la veracidad de ciertas ideas o conclusiones resaltando las características negativas (más o menos distorsionadas y exageradas) de quien las defiende, en vez de criticar la idea en sí o el razonamiento que ha llevado a ella.

Un ejemplo de esta falacia lo encontraríamos en un caso en el que alguien desprecie las ideas de un pensador argumentando que este no cuida su imagen personal.

Sin embargo, hay que saber distinguir este tipo de falacia de argumentos legítimos referidos a las características de una persona en concreto. Por ejemplo, apelar a la falta de estudios universitarios de una persona que habla sobre conceptos avanzados de física cuántica puede considerarse una argumentación válida, ya que la información que se da guarda relación con la temática del diálogo.

2. Falacias formales

Las falacias formales lo son no porque el contenido de la premisa no permita llegar a la conclusión a la que se ha llegado, sino porque la relación entre las premisas hace que la inferencia no sea válida.

Por eso sus fallos no dependen del contenido, sino del modo en el que están vinculadas las premisas, y no son falsas porque hayamos introducido en nuestro razonamiento ideas irrelevantes e innecesarias, sino porque no hay coherencia en los argumentos que usamos.

La falacia formal puede ser detectada sustituyendo todos los elementos de las premisas por símbolos y viendo si el razonamiento se ajusta a las reglas lógicas.

2.1. Negación del antecedente

Este tipo de falacia parte de un condicional del tipo «si le doy un regalo, será mi amigo», y cuando se niega el primer elemento, se infiere incorrectamente que el segundo también queda negado: «si no le doy un regalo, no será mi amigo».

2.2. Afirmación del consecuente

En este tipo de falacia también se parte de un condicional, pero en este caso se afirma el segundo elemento y se infiere incorrectamente que el antecedente es verdadero:

«Si apruebo, descorcho el champán».

«Descorcho el champán, así que apruebo».

2.3. Término medio no distribuido

En esta falacia el término medio de un silogismo, que es el que conecta dos proposiciones y no aparece en la conclusión, no cubre en las premisas a todos los elementos del conjunto.

Ejemplo:

«Todo francés es europeo».

«Algún ruso es europeo».

«Por lo tanto, algún ruso es francés».

Referencias bibliográficas:

    Clark, J., Clark, T. (2005). Humbug! The skeptic’s field guide to spotting fallacies in thinking (en inglés). Brisbane: Nifty Books.

    Comesaña, J. M. (2001). Lógica informal, falacias y argumentos filosóficos. Buenos Aires: Eudeba.

    Walton, D. (1992). The Place of Emotion in Argument (en inglés). The Pennsylvania State University Press.