Golpe al corazón de la izquierda latinoamericana

GOLPE AL CORAZÓN DE LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA

Fin del ciclo del Partido de los Trabajadores

Raúl Zibechi
Brecha

La crisis que afecta al PT tendrá repercusiones en toda la región latinoamericana, ya que las fuerzas de izquierda y progresistas siempre se referenciaron en una suerte de “hermano mayor” que ahora enfrenta lo que puede ser su fase terminal.

Tarso Genro, uno de los cuadros históricos del Partido de los Trabajadores (PT) y ministro de Justicia durante el segundo gobierno de Lula, sostiene que “el ciclo que llevó al PT al gobierno está agotado” (Folha de São Paulo, 6 de marzo de 2016). En paralelo, agrega que es muy difícil que tenga chances de permanecer en el poder en el próximo período, porque estamos ante “el fin de un ciclo económico, social y político de Brasil”.

En días de profunda incertidumbre y de fuerte ofensiva mediática y judicial contra el principal partido de la izquierda latinoamericana, está resultado difícil hacer análisis que superen el cortísimo plazo, para vislumbrar el futuro de esta fuerza política. Genro sostiene que el juez Sergio Moro se inspira en Carl Schmitt (1888-1985), jurista y filósofo alemán que colaboró con el régimen nazi. “Es el imperio que el Estado debe tener sobre la ley, descartando inclusivo los procedimientos legales, el problema que estamos enfrentando con esa innecesaria conducción forzada de Lula a declarar”, dice Genro.

La lógica de la justicia, en este caso, consiste en “apuntar primero a una persona, después intentar producir pruebas contra ella, lo que es un procedimiento de excepción al margen de la legalidad constitucional, generando un derecho paralelo, una Constitución paralela”. Todo el sistema judicial está distorsionado, dice Genro, incluyendo las famosas delaciones premiadas.

EL PT Y AMÉRICA LATINA

En julio de 1990 se reunieron en el hotel Danubio de São Paulo 48 partidos y organizaciones de América Latina, por invitación del PT, con el objetivo de “debatir la nueva coyuntura internacional post caída del Muro de Berlín y las consecuencias de la implantación de políticas neoliberales por parte de la mayoría de los gobiernos de la región” (forodesaopualo.org). La propuesta principal giró en torno a crear una alternativa popular y democrática al neoliberalismo.

La mesa de aquel primer encuentro lucía una pancarta con el logo del PT y la mayoría de los asistentes militaban en esa sigla. En esos años de neoliberalismo feroz, se convirtió en el principal referente de las izquierdas, rasgo que se acentuaría en los próximos años.

En 1988 se realizó en Porto Alegre, gobernada por el petista Olivio Dutra, la primera experiencia de presupuesto participativo en el mundo. El proceso fue tan impactante que pronto se irradió hacia otras ciudades, entre ellas Montevideo y Rosario, pero también una decena de ciudades brasileñas adoptaron la experiencia.

Pero la mayor creación del PT fueron los foros sociales. Con ellos, la estrella roja comenzó a alumbrar no sólo la región sino el mundo. El primer foro fue convocado por la Asociación para la Tasación de las Transacciones Financieras para la Ayuda al Ciudadano (ATTAC) y el PT ,y se realizó del 25 de diciembre al 30 de enero de 2001 en Porto Alegre, vitrina de lo que podía ser un gobierno de esa fuerza política.

Los siguientes foros fueron un éxito completo. El tercero, en 2003, año en que Lula se estrenaba como presidente, recibió más de cien mil personas de 156 países, organizó 1.300 seminarios talleres y acogió a los más importantes pensadores de la izquierda mundial: Noam Chomsky, Antonio Negri, John Holloway, Eduardo Galeano, entre muchos otros. Pocos repararon que una de las siglas que aparecían entre los auspiciantes rezaba Petrobras.

En un clima de euforia colectiva, un Lula recién estrenado como presidente improvisó un discurso: “Tengo la nítida noción de cuánto nuestra victoria representa de esperanza no sólo en Brasil, sino también para la izquierda del mundo entero y sobre todo para la izquierda en América Latina”. Dijo ser consciente de “la esperanza que los socialistas del mundo entero depositan en el éxito de nuestro gobierno” y adelantó que esperaba contribuir “para que otros compañeros ganen las elecciones en otros países del mundo”.

Las tres experiencias que confluyeron hace apenas una década en Porto Alegre, se marchitaron: el presupuesto participativo se convirtió en una reseca práctica burocrática, los foros sociales se vaciaron cooptados por las grandes ONGs y el gobierno del PT naufraga en la incertidumbre. Debe recordarse que esas tres experiencias merecieron tesis y libros, fueron motivo de extensas reflexiones en el seno de una izquierda que, una década y poco después de la caída del socialismo real, acariciaba el retorno de los buenos tiempos. Sólo el zapatismo se mantuvo al margen.

IZQUIERDA Y ESTADO DE EXCEPCIÓN

“Si el Estado de Derecho ya venía sufriendo las vicisitudes de la actual crisis política por la innegable conducta parcial y sesgada de la justicia contra los pobres, contra los negros, contra las mujeres y otras minorías, con la operación Lava Jato la violación del Estado de Derecho se eleva al estatuto de estado de excepción judicial. Este estado se configura por la violación sistemática y políticamente orientada de derechos y garantías individuales plasmados en la Constitución y las leyes”, escribe el sociólogo Aldo Fornazieri (Jornal GGN, 07-03-2016.

Al igual que Giorgio Agamben y Hannah Arendt, quienes sostienen que el nazismo fue un punto de inflexión en la utilización de la legalidad estatal de excepción para la construcción de un régimen autoritario, Fornazieri sostiene que en Brasil se ha instalado una “dictadura judicial”.

Sn embargo, quienes defienden a Lula y al PT desconsideran por lo menos tres cuestiones.

La primera es que en las décadas durante las cuales los negros y los pobres, y de modo muy particular los habitantes de las favelas, fueron sistemáticamente hostigados, asesinados y desparecidos por la Policía Militar y ninguneados por la justicia, los dirigentes del PT miraron al costado o fueron cómplices. Un sólo ejemplo. En febrero de 2015 la policía militar de Salvador (Bahia) mató a 15 jóvenes negros pobres, siendo muy cuestionada por los organismos de derechos humanos. El gobernador Rui Costa, del PT, declaró a los medios: “La policía tiene que decidir en cada momento, tener la frialdad y la calma necesarias para tomar la decisión acertada. Es como el artillero frente al gol que intenta decidir, en segundos, cómo va a disparar frente a la portería. Después que la jugada termina, si fue un golazo, todos los hinchas lo van a aplaudir” (Carta Capital, 9 de febrero de 2015).

Diversas organizaciones acusaron al gobierno petista del estado de estar encubriendo, como mínimo, el genocidio del pueblo negro: en los años de Lula y Dilma la muerte violenta de negros se disparó casi un 40 por ciento.

La segunda es lo que sostiene Luciana Genro, miembro de la Dirección Nacional del PSOL, en base a la delación premiada de Delcidio Amaral (senador y ex jefe de bancada del PT): “Es lamentable que un líder histórico como Lula haya dejado de ser del pueblo para aliarse con las elites, gobernar con ellas y recibir por eso mismo cuantiosas comisiones y regalos” (Viento Sur, 5 de marzo de 2016).

Nadie puede negar que el PT y Lula establecieron relaciones carnales con el gran empresariado brasileño, en particular con las constructoras a las que abrieron mercados y defendieron cada vez que enfrentaron problemas, como sucedió cuando Odebrecht fue expulsada de Ecuador por el presidente Rafael Correa.

Finalmente, el PT y el conjunto de la izquierda brasileña no parecen en condiciones de afrontar ni de enfrentar el “estado de excepción permanente” que denuncian. Según Agamben, “el totalitarismo moderno puede ser definido como la instauración, a través del estado de excepción, de una guerra civil legal, que permite la eliminación física no sólo de los adversario políticos sino de categorías enteras de ciudadanos que por cualquier razón resultan no integrables en el sistema político”*.

Este es el talón de Aquiles del lulismo: no tiene la fuerza moral necesaria para enfrentar la ofensiva de las derechas porque no defendió, cuando debía hacerlo, a las víctimas del mismo sistema que hora lo condena.

  • Estado de excepción, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2004, p. 25.

Portada

El sentido de la vida en el socialismo

EL SENTIDO DE LA VIDA EN EL SOCIALISMO
Jorge Asís

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Fragmento
LA VISIÓN DEL FUTURO

Acababa de ubicarse, en el sitial asignado a los observadores. Tenía los folletos, primorosamente impresos, en la mano. Rodolfo Zalim, el observador, se disponía a leerlos, cuando de repente, en la plenitud de su primera mirada panorámica, reconoció a su amigo, el novelista urbano Nikita Bekashikov.

Constataba que Nikita —quién iba a decirlo— era uno de los panelistas del Gran Coloquio de Intelectuales Europeos del Este y del Oeste. Un seminario que se celebraba en la sala de actos del Banco Mundial, sede de la Avenida Iena.

Hacía alrededor de ocho años que Zalim no lo veía a Bekashikov. Desde su penúltimo viaje a Moscú, entre octubre y noviembre de 1984, cuando aún mantenía ciertas intenciones de entender las claves secretas del socialismo real. Todavía existía la gloriosa Unión Soviética, a la cabeza indudable de la esperanza de los pueblos oprimidos de la tierra. Nostalgias indefendibles del engendro artificial infortunadamente trunco, un imperio virtual que había extendido su fantástico predominio durante poco más de siete décadas que vertebraron el siglo más terrible. Nostalgias tangueras de la vieja URSS, la abuelita del socialismo a la que Zalim, cuando era bolche y muy joven, en la distante Buenos Aires construida por la memoria, denominaba, con su feroz ironía, la Madre Patria.

Téngase en cuenta que Zalim era algo más grave que un comunista. Era —mucho peor— un ex comunista. Y en París, al evocar sus antiguas posiciones maniqueas que reivindicaban el compromiso con la acción de las masas, se ponía un tanto melancólico. Como al escuchar los sones vibrantes de La Internacional, en oportunidades Zalim se emocionaba, hasta la admisible tristeza que atenuaba sospechosamente su cinismo protector. Sentía que creer en algo, así se tratara de una utopía torpe, resultaba francamente formidable. Igual que retener remotas esperanzas en un mundo igualitario, sin explotadores y esas cosas. Un mundo —digamos— mejor. Extrañaba, como había escrito, la visión de un futuro idealizado.
EL SENTIDO DE LA VIDA

Lo relevante, acaso lo increíble, era que Rodolfo Zalim, ex comunista convertido en aliado o compañero de ruta, se había atrevido a viajar especialmente a la URSS. Tenía el propósito de escribir un gran ensayo, que pensaba titular El sentido de la vida en el socialismo.

Y aquella noche de noviembre de 1984, previa a su partida definitiva de Moscú, en el departamento poco original de Igor Yegorov, ellos, los tres rusos, se reían impiadosamente del estudioso argentino. Se le burlaban a cara descubierta. Bebían vodka en cantidad desmesurada y se le reían, en primer lugar, de la diarrea espantosa que el extraño escritor visitante había contraído en la Siberia. Una diarrea agresiva, cagadera inagotable que arrastraba, con sus respectivos cólicos intestinales, desde Erevan, la capital de la Armenia aún dependiente. A su pedido, los gentiles anfitriones soviéticos lo habían trasladado hacia Erevan, para que el investigador conociera la verdadera realidad de las repúblicas del interior. Y cómo armonizaba el sentimiento nacional con los consolidados espíritus revolucionarios. ¡Cómo los rusos no se le iban a reír! En segundo lugar, se reían porque durante veinticuatro días Zalim había convivido con la vieja Ela Petroskavana, que tenía casi la edad de la Revolución que conmovió en diez días al mundo.

Ela era una intérprete eficiente e inmemorial, que treinta años atrás, según contaban con mala fe, había sido bellísima, pero con una pronunciada tendencia a ponerse algo mimosa o bastante querendona. Habían intentado seducirla, con suerte relativa, una legión apreciable de intelectuales y políticos latinoamericanos comprometidos con la causa del porvenir igualitario sin explotadores ni explotados.

La tía Ela había sido de corazón vulnerable solamente para Fernando Conigliaro, un ardiente y complicado novelista chileno que aún respira en la Patagonia. Un eterno aliado del Partido Comunista de Chile, amigo personal del legendario Condorito Corbalán, sobre todo de Volodia Teitelboim. Era un envidioso permanente de la gloria coyuntural del consagrado Pablo Neruda. Porque Conigliaro aspiraba a consolidarse en la estética más alta y difícil, el insaciable pretendía ser el más grande poeta de Chile, superador simultáneo de Neruda, Tellier y Huidobro. Pero no bastaba con el tesón, la disciplina ni la voluntad. El pobrecito Conigliaro componía espantosos e imprudentes versos de amor para Ela, su codiciada flor soviética, su luchadora mujer de mármol y de sangre. Sus desbordes con la rima y el soneto serían publicados en El Siglo, en los días turbulentos de la Unidad Popular que desembocarían en la prosa efectiva del general Pinochet.

Zalim conocía al dedillo la historia del romance con el chileno torrencial porque se la había contado la propia tía Ela. Fue durante una cena demorada, en el Gran Hotel de Leningrado, junto a los ventanales que daban a las ondulaciones persistentes del río Neva. La vieja rusa se ponía muy sensible y lagrimeaba al contar los detalles de aquella escapada fugaz hacia la dacha de su hermana, en las afueras de Moscú, el miércoles por la tarde de un invierno habitualmente inolvidable. En la casa de campo, una construcción oculta entre los árboles y que parecía una cabaña, no había agua, habían cortado la luz y faltaba el gas. Pero resultó útil para que Conigliaro canalizara tanta poética desesperación carnal y emitiera su sustancial semen congelado entre las piernas de una soviética apasionada.
PROFANACIONES

Ela Petroskavana conservaba una persistente sensibilidad, una emoción inalterable que la incitaba a llorar por cualquier confesión sentimental. Por el recuerdo del complejo Conigliaro o por cualquier despedida ordinaria.

Zalim había aprendido a estimar a la vieja Ela. Igualmente debía soportar, con cierto estoicismo, la profanación de las burlas que desfilaban en el departamento de Igor, interrumpidas por sus continuos ingresos al pequeño baño.

El argentino era acusado por los tres rusos festivos y difamadores de pretender abusar sexualmente de la vieja Ela. Aunque la histórica traductora bordeara la frontera sin regreso de los setenta y tres años. Imaginaban la ceremonia de la supuesta violación, graficaba Nikita de pie la escena de la penetración, entre los vasos de vodka que se llenaban copiosamente y provocaban que las carcajadas fueran, a cada trago, más estentóreas y estremecedoras. Los tres rusos infames lo acusaban de haberle hecho fervientemente el amor, como si se tratara de un deber militante, por adelante y por detrás, después de tantas dilatadas noches de monótono socialismo real. Se burlaban diciéndole que, estimulado por los relatos ardientes de su amor por Conigliaro, el argentino se había encargado de penetrarla con retroactividad, en virtud de su pasado revolucionario y en honor de la belleza perdida como la fe. Sostenía el futuro panelista, Nikita Bekashikov, que en una de las cinco noches interminables de Novosibirsk, la capital de la Siberia, el novelista Rodolfo Zalim —según su información incuestionable, basada en reportes secretos de la KGB— había forzado la resistencia valiente, y los principios firmes de la ejemplar traductora, revolucionaria y soviética. Y de manera indecorosa —continuaba Igor Yegorov—, el distinguido visitante argentino había colocado su miembro en la boca de la intérprete, que carecía de dientes. Agregaba entonces García Turulenko que, después del paso del meticuloso estudioso Rodolfo Zalim con la Ela Petroskavana, Novosibirsk pasaba a convertirse, en adelante, en la capital de la disipación y la perversión del pecado. Por último los tres rusos también se reían hasta el hartazgo, y con cierta razón, de la soberbia y petulante pretensión de Zalim de encontrarle un sentido a la vida en el socialismo. Tal extravagante desvergüenza del visitante era lo que más gracia les provocaba. Al imaginar el posible ensayo no podían detener, siquiera por un instante, la intensidad de las carcajadas.
TRES SOVIÉTICOS

Los tres malditos rusos eran oficialmente soviéticos.

Igor Yegorov, el dueño de casa, era un extravertido periodista gordinflón y descreído, que se ocupaba de analizar los temas económicos, en el diario Pravda.

El otro ruso era también español. Nicolás García Turulenko había nacido en Moscú, su madre había sido una rusa campesina y stalinista que se llamaba Olga, y su padre, don Fermín, un combatiente republicano que procedía de La Coruña. El miliciano Fermín García había llegado a Mos …

Orden Mundial

ORDEN MUNDIAL
Henry Kissinger

Introducción

La cuestión del orden mundial

En 1961, al inicio de mi carrera académica, hice una visita al presidente Harry S. Truman cuando me encontraba en Kansas City para dar una conferencia. A la pregunta de qué lo enorgullecía más de su mandato, Truman respondió: «Que derrotamos por completo a nuestros enemigos y luego los trajimos de vuelta a la comunidad de las naciones. Me gustaría pensar que solo Estados Unidos es capaz de algo así». Consciente del enorme poder del gobierno estadounidense, Truman se enorgullecía sobre todo de los valores humanos y democráticos que lo caracterizaba. Quería ser recordado no tanto por las victorias de Estados Unidos como por sus conciliaciones.

Todos los sucesores de Truman han adoptado alguna versión de esta retórica y han exaltado atributos similares de la experiencia estadounidense. Y durante la mayor parte de este período la comunidad de naciones que Estados Unidos aspiraba a defender reflejó el consenso: un orden de estados cooperativos en expansión inexorable que observara reglas y normas comunes, adoptara sistemas económicos liberales, renunciara a la conquista territorial, respetara la soberanía nacional y abrazara sistemas de gobierno participativos y democráticos. Los presidentes estadounidenses de ambos partidos han continuado instando a otros gobiernos, a menudo con suma vehemencia y elocuencia, a esforzarse en la preservación y la ampliación de los derechos humanos. En muchas instancias, la defensa de estos valores por parte de Estados Unidos y sus aliados ha dado como resultado importantes cambios para la condición humana.

No obstante, hoy este sistema «basado en reglas» se enfrenta a cuestionamientos y desafíos. Las frecuentes exhortaciones dirigidas a distintos países para que «hagan su justa parte», jueguen según «las reglas del siglo XXI» o sean «actores responsables» dentro de un sistema común reflejan el hecho de que no existe una definición compartida del sistema ni una idea clara de qué sería una contribución «justa». Más allá del mundo occidental, las regiones que desempeñaron un rol menor en la formulación original de estas reglas cuestionan su validez en su forma actual y han dejado claro que trabajarán para modificarlas. Así, aunque «la comunidad internacional» sea hoy quizá invocada más insistentemente que en cualquier otra época, no presenta un conjunto claro o consensuado de metas, métodos o límites.

Nuestra época persigue con insistencia, a veces casi con desesperación, una idea de orden mundial. El caos amenaza acompañándose de: una interdependencia sin precedentes en la propagación de armas de destrucción masiva, la desintegración de los estados, el impacto de la devastación del medioambiente, la persistencia de las prácticas genocidas y la difusión de nuevas tecnologías que pueden llevar el conflicto más allá del control o la comprensión humanos. Los nuevos métodos de acceso y comunicación de información unen a las regiones como nunca antes y proyectan globalmente los acontecimientos, pero de una manera que inhibe la reflexión y exige que los líderes registren reacciones instantáneas expresadas en eslóganes. ¿Acaso nos encontramos en un período en el que fuerzas que están más allá de las restricciones de cualquier orden determinarán nuestro futuro?
VARIEDADES DE ORDEN MUNDIAL

Jamás ha existido un verdadero orden mundial. Lo que entendemos por orden en nuestra época fue concebido en Europa Occidental hace casi cuatro siglos, en una conferencia de paz que tuvo lugar en la región alemana de Westfalia, realizada sin la participación y ni siquiera el conocimiento de la mayoría de los otros continentes y civilizaciones. Un siglo de conflictos sectarios y sediciones políticas en Europa Central había culminado en la guerra de los Treinta Años, de 1618 a 1648: una conflagración en que se mezclaron las disputas políticas y religiosas, los combatientes recurrieron a la «guerra total» contra los centros poblados, y casi un cuarto de la población de Europa Central murió en combate, por enfermedad o de hambre. Los exhaustos participantes se reunieron para definir un conjunto de acuerdos que restañaran el baño de sangre. La unidad religiosa se había fracturado con la supervivencia y la expansión del protestantismo; la diversidad política era inevitable, dado el número de unidades políticas autónomas que habían combatido sin que ninguna prevaleciera. Y así fue como en cierto modo se manifestaron en Europa las condiciones que caracterizan el mundo contemporáneo: una multiplicidad de unidades políticas, ninguna lo suficientemente poderosa como para derrotar a las otras, muchas de ellas con filosofías y prácticas internas contradictorias, en busca de reglas neutrales que regularan su conducta y mitigaran el conflicto.

La Paz de Westfalia reflejó una adaptación práctica a la realidad, no una visión moral única. Se basaba en un sistema de estados independientes que se abstuvieran de interferir en los asuntos internos ajenos y controlaran mutuamente sus ambiciones a través de un equilibrio general del poder. Ninguna verdad o regla universal prevaleció en las disputas europeas. En cambio, a cada Estado se le asignó el atributo de poder soberano sobre su territorio. Cada uno de ellos debía reconocer y respetar como realidades las estructuras internas y propensiones religiosas de los otros y abstenerse de cuestionar su existencia. Dado que el equilibrio de poder se percibía ahora como algo natural y deseable, las ambiciones de los gobernantes se contrapesarían mutuamente, cosa que, al menos en teoría, reduciría el alcance de los conflictos. La división y la multiplicidad, un accidente de la historia europea, se transformaron en el sello distintivo de un nuevo sistema de orden internacional dotado de una perspectiva filosófica propia y definida. En este sentido, el esfuerzo europeo por terminar con la conflagración configuró y prefiguró la sensibilidad moderna: descartó el criterio absoluto en favor de lo práctico y lo ecuménico; buscó extraer orden de la multiplicidad y la restricción.

Los negociadores del siglo XVII que pergeñaron la Paz de Westfalia no pensaron que estaban poniendo los cimientos de un sistema aplicable a escala global. No intentaron incluir a la vecina Rusia, que por entonces se esforzaba por reconsolidar su propio orden después del pesadillesco «tiempo de tribulaciones», consagrando principios claramente opuestos al equilibrio de Westfalia: un solo monarca absoluto, una ortodoxia religiosa unificada y un programa de expansión territorial en todas direcciones. Los otros centros mayores de poder tampoco pensaron que el acuerdo de Westfalia (siempre y cuando se hubieran enterado de su existencia) fuera relevante para sus regiones.

La idea de un orden mundial fue aplicada a la región geográfica que conocían los estadistas de la época: un patrón que se repitió en otras regiones. Esto se debió mayormente a que la tecnología entonces vigente no propiciaba, y ni siquiera permitía, el funcionamiento de un sistema global único. A falta de medios para interactuar unos con otros sobre una base sostenida, y sin un marco que permitiera medir el poder de una región sobre otra, cada región veía su propio orden como único y calificaba a los otros de «bárbaros», gobernados de una manera incomprensible para el sistema establecido e irrelevantes para sus designios, excepto como amenaza. Cada región se definía a sí misma como modelo de organización legítima para toda la humanidad, imaginando que por el solo hecho de gobernar lo que tenía delante estaba ordenando el mundo.

En el otro extremo de la masa continental euroasiática —respecto de Europa—, China era el centro de su propio, jerárquico y teóricamente universal concepto de orden. Este sistema venía operando desde hacía milenios —ya existía cuando el Imperio romano gobernaba Europa como una única entidad— y estaba basado, no en la igualdad soberana de los estados, sino en el supuesto poder ilimitado del emperador. En este concepto no existía la soberanía en el sentido europeo porque el emperador ejercía su dominio sobre «todo lo que había bajo el cielo». Era la cúspide de una jerarquía política y cultural, definida y universal, que irradiaba desde el centro del mundo —situado en la capital china— sobre el resto de la humanidad. Se clasificaba al resto de la humanidad según diversos grados de barbarie, de acuerdo con su conocimiento de la escritura y con las instituciones chinas (una cosmografía que perduró hasta bien entrada la era moderna). Desde esta perspectiva, China ordenaría el mundo primordialmente impresionando a las otras sociedades con su magnificencia cultural y su munificencia económica, y atrayéndolas a relaciones que serían estratégicamente manejadas para alcanzar el elevado objetivo de «armonía bajo el cielo».

En buena parte del área comprendida entre Europa y China imperaba el concepto universal de orden mundial del islam, con su propia visión de un gobierno único y sancionado por mandato divino cuya misión consistía en unir y pacificar el mundo. En el siglo VII el islam se había lanzado sobre tres continentes en una oleada sin precedentes de exaltación religiosa y expansión imperial. Tras unificar el mundo árabe, apoderarse de los restos del Imperio romano y englobar al Imperio persa, el islam llegó a gobernar Oriente Próximo, el norte de África, grandes extensiones de Asia y parte de Europa. Según su versión del orden universal, el islam estaba destinado a expandirse sobre «el reino de la guerra» —así llamaba a todas las regiones pobladas por infieles—, hasta que el mundo entero constituyera un sistema unitario bajo la armonía del mensaje del profeta Mahoma. Mientras Europa construía su orden multiestatal, el Imperio otomano, con base en Turquía, resucitaba su ambición de un gobierno legítimo único y propagaba su supremacía en el corazón del mundo árabe, el Mediterráneo, los Balcanes y Europa Oriental. Consciente del orden interestatal que estaba naciendo en Europa, no lo consideraba un modelo que hubiera que seguir, sino una fuente de división para explotar en pro de la expansión otomana hacia el oeste. Ya el sultán Mehmed el Conquistador amonestaba así a las ciudades-estados italianas que encarnaban una versión temprana de la multipolaridad en el siglo XV: «Sois veinte estados […] estáis en desacuerdo entre vosotras mismas. […] Debe haber un solo imperio, una sola fe y una única soberanía en el mundo».[1]

Entretanto, al otro lado del Atlántico, más específicamente en el Nuevo Mundo, se estaban sentando las bases de una visión distinta del orden mundial. Mientras la Europa del siglo XVII se debatía en conflictos políticos y sectarios, los colonos puritanos decidieron cumplir el plan de Dios «en tierras salvajes», misión que a su vez los libraría de observar las estructuras de autoridad establecidas (a las que consideraban corruptas). Allí construirían —como predicara el gobernador John Winthrop en 1630 a bordo de un barco rumbo a la colonia de Massachusetts— una «ciudad sobre una colina» e inspirarían al mundo con la justicia de sus principios y la fuerza de su ejemplo. En la visión norteamericana del orden mundial, la paz y el equilibrio se darían naturalmente y las antiguas enemistades serían olvidadas, cuando las otras naciones incorporaran a su forma de gobierno los mismos principios que ponían en práctica los norteamericanos. La tarea de la política exterior no era, por tanto, perseguir los intereses específicos norteamericanos, sino cultivar principios compartidos. Con el tiempo, Estados Unidos se convertiría en defensor indispensable del orden creado por Europa. Pero aunque Estados Unidos puso toda su energía en la empresa, la ambivalencia persistió: porque la visión norteamericana no pretendía adoptar el sistema europeo de equilibrio de poder, sino alcanzar la paz mediante la difusión de los principios democráticos.

De todas estas concepciones de orden, los principios de Westfalia son, en el momento en que escribo este libro, la única base generalmente reconocida de lo que entendemos como orden mundial. El sistema de Westfalia se propagó por el mundo como marco de un orden internacional basado en la existencia de los estados que abarca múltiples civilizaciones y regiones porque, al expandirse, las naciones europeas llevaron consigo su modelo de orden internacional. Y si bien es cierto que casi nunca aplicaban esos conceptos de soberanía a las colonias y los pueblos colonizados, cuando esos pueblos comenzaron a exigir su independencia lo hicieron en nombre de las ideas de Westfalia. Los principios de independencia nacional, Estado soberano, interés nacional y no interferencia resultaron argumentos eficaces contra los propios colonizadores en las luchas por la emancipación y la posterior protección de los estados de formación reciente.

El sistema contemporáneo westfaliano, ahora global —al que coloquialmente llamamos «la comunidad mundial»—, ha logrado controlar la naturaleza anárquica del mundo mediante una extensa red de estructuras legales y organizaciones internacionales destinadas a fomentar el libre comercio y un sistema financiero internacional estable, establecer principios aceptados para la resolución de las disputas internacionales y poner límites a la dire …

Derrotas y victorias

Derrotas y victorias

Domingo 6 de marzo de 2016

Cuando uno arroja una piedra a un vaso de cristal y éste se quiebra, a veces surge la pregunta ¿por qué se rompe el vaso? ¿Es por culpa de la piedra que lo impactó? ¿O porque el vaso es rompible y luego entonces la piedra lo fragmenta? Es una pregunta que solía plantearla el sociólogo Pierre Bourdieu para explicar que solo la segunda posibilidad era la correcta, porque te permitía ver, en la configuración interna del objeto, las condiciones de su devenir.

En el caso del referéndum del 21 de febrero, no cabe duda que hubo una campaña política orquestada por asesores extranjeros. Las visitas clandestinas de la ONG NDI, dependiente del Departamento de Estado, sus cursos de preparación de activistas cibernéticos, los continuos viajes de los jefes de oposición a Nueva York —no precisamente a disfrutar del invierno—, hablan de una planificación externa que tuvo su influencia. Pero así como la piedra arrojada hacia el vaso, esta acción externa solo pudo tener efecto debido a las condiciones internas del proceso político boliviano, que es preciso analizar.

CLASES. 1. La nueva estructura de las clases sociales

Que en 10 años el 20% de la población boliviana haya pasado de la extrema pobreza a la clase media es un hecho de justicia y un récord de ascenso social, pero también de desclasamiento y reenclasamiento social, que modifica toda la arquitectura de las clases sociales en Bolivia. Si a ello sumamos que en la misma década de oro la diferencia entre los más ricos y los más pobres se redujo de 128 a 39 veces; que la blanquitud social ha dejado de ser un “plus”, un capital de ascenso social y que hoy más bien la indianitud se está consagrando como el nuevo capital étnico que habilita el acceso a la administración pública y al reconocimiento, nos referimos a que la composición boliviana de clases sociales se ha reconfigurado y, con ello, las sensibilidades colectivas, o lo que Antonio Gramsci llama el sentido común, el modo de organizar y recepcionar el mundo, es distinto al que prevalecía a inicios del siglo XXI.

Las clases sociales populares de hoy no son las mismas que aquellas que llevaron adelante la insurrección de 2003. Los regantes controlan sus sistemas de agua; los mineros y fabriles han multiplicado su salario por cinco; los alteños, que pelearon por el gas, ahora tienen, en un 80%, gas a domicilio; las comunidades campesinas e indígenas tienen seis veces más cantidad de tierra que todo el sector empresarial; y los aymaras y quechas, marginados por su identidad indígena en el pasado, son los que ahora conducen la indianización del Estado boliviano. Hay, por tanto, un poder económico y político democratizado en la base popular, que modifica los métodos de lucha sociales para ser atendido por el Estado. Paralelamente, la urbanización se ha incrementado pero, ante todo, los servicios urbanos de educación, salud, comunicación y transporte se han expandido en las áreas rurales ampliando los procesos de individuación de las nuevas generaciones, diversificando las fuentes de información y de construcción de opinión pública regionalizada más allá del sindicato o la asamblea. Si a ello añadimos el hecho de que pasada la etapa del ascenso social insurreccional (2003-2009), inevitablemente viene un reflujo social, un repliegue corporativo que debilita a las organizaciones sociales y a su producción de un horizonte universal, entonces es normal un periodo de despolitización social, que disminuye la centralidad sindical como núcleo privilegiado de construcción de la opinión pública popular, para ampliarla a una pluralidad de fuentes como los medios de comunicación, la gestión estatal, las redes sociales, etc.

La comunidad nacional en lucha contra las privatizaciones, la comunidad nacional despojada de sus recursos y que reclama su reconquista, o la comunidad dolorosa de las víctimas de la matanza de octubre de 2003, que fueron la base del ascenso revolucionario entre 2000 y 2006, han dado lugar a otro tipo de comunidades reivindicativas más dispersas regionalmente, más afincadas en la gestión de proyectos de desarrollo o de expectativas educativas de carácter individual. Se trata de comunidades de tipo virtual o mediáticas que no solo modifican los métodos de lucha sino también los contenidos mismos de lucha, las percepciones sobre lo deseado, lo necesario y lo común.

En conjunto, la estructura de las clases sociales se ha modificado. La democratización en el acceso al capital económico, clave del modelo de desarrollo boliviano, ha permitido un rápido ascenso social de sectores pobres y una reducción de las distancias económicas con los sectores más ricos de la sociedad; la acelerada devaluación de la blanquitud como capital étnico de consagración social, sumada a la conversión de la filiación sindical en un tipo de capital social y capital político revalorizado por el Estado para acceder a derechos, puestos y reconocimientos públicos, han modificado la composición material de cada clase social y la relación entre las clases sociales. El normal y previsible reflujo social después del largo ciclo de rebeliones (2000-2009), ha acentuado estrategias individuales de reenclasamiento social, pero también una especie de “desencantamiento” temporal de la acción colectiva, creando nuevos marcos de percepción cultural y disponibilidad política atenuadas. Y si, además, tomamos en cuenta que una parte importante de los cuadros sindicales van pasando a la administración pública (alcaldías, ministerios, asambleas legislativas, etc.), tenemos un escenario de debilitamiento interno y temporal de los niveles de dirección de las organizaciones sociales, que anteriormente habían concentrado la función política de la sociedad.

Estamos, por tanto, no solo ante una nueva estructura de clases, sino también ante nuevos marcos culturales de movilización y de percepción del mundo. Por todo ello, la convocatoria del sindicato o de la comunidad convertida en capital electoral en 2005 o en 2009, que irradió a sectores de la sociedad civil individuada, hoy no son suficientes para producir el mismo efecto electoral. Sin duda, el mundo sindical obrero, campesino- indígena y vecinal pobre continúa siendo el bastión más sólido y leal del proceso de cambio —y esto se ha verificado nuevamente en la última elección con gestos tan extraordinarios como la donación de una mita por parte del proletariado minero de Huanuni para la campaña—, pero ya no tiene el mismo efecto irradiador de antes. Han surgido otras colectividades sociales entre las clases populares y en las diversas clases medias de origen popular, más volátiles, por residencia, por estudio o por comunidad virtual, que se mueven por otros referentes e intereses, muchas veces de carácter individual. Como gobierno revolucionario habíamos ayudado a cambiar al mundo; sin embargo, en la acción electoral, en una parte de nuestras acciones, seguíamos aún actuando como si el mundo no hubiera cambiado. Acudimos a medios de movilización y de información insuficientes para la nueva estructura social de clases y, en algunas ocasiones, empleamos marcos interpretativos del mundo que ya no correspondían al actual momento social.

LIDERAZGO. 2. Hegemonía no es lo mismo que continuidad de liderazgo

La fortaleza de un proceso revolucionario radica en instaurar una matriz explicativa del mundo en medio de la cual las personas, las clases dominantes y las clases dominadas, organizan su vida cotidiana y su futuro.

Durkheim llamaba a esto las estructuras del conformismo moral y conformismo lógico de la vida en común. Y el bloque social dirigente capaz de conducir activamente estas estructuras se constituye en un bloque social hegemónico. El proceso de cambio creó una matriz explicativa y organizadora del mundo: Estado plurinacional, igualdad de naciones y pueblos indígenas, economía plural con liderazgo estatal, autonomías.

Hoy, izquierdas y derechas se mueven en torno a esos parámetros interpretativos que regulan el campo de lo posible y lo deseado socialmente aceptado. Hoy, la gente de a pie construye sus proyectos personales y expectativas en torno a estos componentes potenciados hacia el futuro a través de la Agenda Patriótica 2025, y no tiene al frente ningún otro proyecto de Estado y de economía que le haga sombra. En ese sentido, hablamos de un campo político unipolar. El que el presidente Evo tenga una popularidad y apoyo a la gestión de gobierno que bordea el 80%, según las encuestas hechas en plena campaña por el referéndum, constata este hecho hegemónico.

Sin embargo, cuando a los entrevistados se les consulta si están de acuerdo con una nueva postulación, solo la mitad de los que apoyan la gestión responde positivamente. El apego al proyecto de Estado, economía y sociedad no es similar al apoyo a la repostulación o, si se quiere, hegemonía no es directamente sinónimo de continuidad de liderazgo.

Es posible que haya pesado la desconfianza normal hacia una gestión muy larga; también es posible que algunas personas pensaran que en el referéndum volvían a reelegir a Evo, creyéndolo innecesario después de ya haberlo elegido en 2014. En todo caso, sobre ese espacio de votantes que daban su apoyo a la gestión de Evo, pero no a su repostulación, se centró toda la artillería de la campaña, tanto de la oposición como del partido gobernante. La oposición se montó rápidamente en una matriz de opinión larvaria, pero trabajada desde hace años con el apoyo de agencias internacionales, referida a que los gobiernos de izquierda revolucionarios son “autoritarios”, “abusivos”, quieren “eternizarse”, etc. Y, entonces, la repostulación fue rápidamente ensamblada a la lógica de una manifestación que confirmaba el “abuso”, el “autoritarismo” etc. Algunos izquierdistas de “cafetín” se sumaron a este estribillo y, por consiguiente, la irradiación fue más extensa. En tanto que el partido de gobierno tuvo que hacer una doble labor explicativa. Primero, enfatizar que quienes no querían la repostulación eran los de la vieja derecha privatizadora y, luego, que la repostulación garantizaba la continuidad del proceso de cambio. En esta dualidad explicativa es donde se perdió la fuerza de la simpleza de una consigna electoral, frente a la matriz discursiva imperialmente labrada que repercutía más fuerte justamente por su simpleza.

REDES. 3. Las redes: nuevos escenarios de lucha

Recientemente estuve en San Pedro de Curahuara, un municipio alejado, cercano a la frontera con Chile. Los mallkus y mama t ́allas nos recibieron con cariño y bien organizados; habían decidido en su asamblea los temas a tratar y los oradores. Pero también vinieron a recibirme los jóvenes del colegio. Todos los estudiantes de la promoción tenían un smartphone similar al mío, y si bien no habían participado de la asamblea comunal, se habían enterado por teléfono o WhatsApp que estábamos llegando al municipio. Aquello que vi en Curahuara se repite en toda Bolivia. El internet y las redes han abierto un nuevo soporte material de comunicación, tan importante como lo fueron otros soportes materiales de comunicación en el pasado: la imprenta en el siglo XVIII, la radio a principios del siglo XX, la televisión a mediados del siglo XX. Se trata de medios de comunicación cada vez más universales, que han llegado para quedarse y que no solo modifican la construcción cultural y educativa de las sociedades, sino la forma de hacer política y de luchar por el sentido común.

La masificación y novedad de este nuevo soporte material de comunicación ha generado una sobreexcitación comunicacional que ha sido bien aprovechada por las fuerzas políticas de derecha, que dispusieron recursos y especialistas cibernéticos al servicio de una guerra sucia como nunca antes había sucedido en nuestra democracia y que ha vertido toda la lacra social en el espacio de la opinión pública.

Está claro que las redes no son culpables de la guerra sucia; es la derecha, que no tuvo escrúpulo alguno para esa guerra sucia unilateral, la que apabulló el medio. Y que, además, logró crear una articulación en tiempo real entre medios de comunicación tradicionales (periódico, televisión y radio), con redes sociales, de tal manera que una información o denuncia —por ejemplo, vertida en la radio— instantáneamente contaba con un pequeño ejército de activistas profesionales para replicarla, ampliarla y convertirla en memes, llegando así a miles de seguidores que, antes del noticiero de la noche o el periódico de la mañana, ya se habían enterado de ella y estaban buscando mayor información. Del mismo modo, una falsedad creada a partir de las redes podía encontrar de manera planificada su correlato escrito al día siguiente, alargando así la vida social de una “noticia” que, de otra forma, se hubiera diluido en la existencia efímera propia de las redes sociales. Nosotros atinamos a una defensa artesanal en un escenario de gran industria comunicacional. Al final, esto también contribuyó a la derrota. A futuro, está claro que los movimientos sociales y el partido de gobierno deben incorporar en sus repertorios de movilización a las redes sociales como un escenario privilegiado de la disputa por la conducción del sentido común. Hay que democratizar más aún el acceso popular a este soporte material de comunicación, lo que permitirá quitar el monopolio actual de la conducción del debate de las redes a la clase media tradicional que, a lo largo de esta década revolucionaria, siempre ha tenido una actitud conservadora y, ahora, aparece como la constructora de la opinión pública en las redes sociales.

OPOSICIÓN. 4. Oposición unida

A lo largo de los últimos 15 años, las batallas electorales han contado con un bloque conservador de derecha fragmentado. Desde las elecciones de 2002 hasta las de 2014, la derecha política ha presentado varias candidaturas que han dispersado el voto de esas derechas. En oposición a ello, la izquierda política ha contado con una única candidatura y, encima, respaldada por un único bloque de izquierda social (sindicatos, comunidades, juntas de vecinos).

El 2016 este panorama se ha modificado. Aun con sus divergencias, toda la derecha pudo articularse en torno a una sola posición, la del No; e incluso tuvo la capacidad de arrastrar a los fragmentos del “izquierdismo deslactosado”, que antes había acompañado a Gonzalo Sánchez de Lozada en su gestión de gobierno.
La antigua fragmentación de la derecha claramente mejoraba la posición electoral del MAS, que se presentaba como la única fuerza con voluntad real de gobierno. Sin embargo, al unificarse aquélla para el referéndum, se anularon temporalmente las fisuras y guerras internas que debilitaban a unas frente a otras y a todas ellas frente al MAS. Así, el “todos contra el MAS” permitió que entraran, en una misma bolsa, desde los fascistas recalcitrantes y los derechistas moderados, hasta los trotskistas avergonzados. Y, en un memorable grotesco político, la noche del 21 de febrero se abrazaron quienes, pocos años atrás, estaban agarrando bates de béisbol para romper las cabezas de campesinas cocaleras, y algunos ex izquierdistas que, alguna vez, pontificaron desde su escritorio los derechos indígenas.

Al final, la derrota del Sí ha removido la estructura general de las organizaciones sociales indígenas, campesinas, vecinales, juveniles, obreras y populares que sostienen el proceso de cambio. Y lo ha hecho para bien y en un momento oportuno.

Momento oportuno porque quedan cuatro años por delante para corregir errores, ya que es una derrota táctica en medio de una ofensiva y victoria estratégica del proceso de cambio. Y, para bien, porque las repetidas victorias de los últimos diez años han generado una peligrosa confianza y pesadez para un escenario de lucha de clases siempre cambiante, que requiere lo máximo de las fuerzas, lo máximo de la inteligencia y lo máximo de la audacia del movimiento popular. Y es que las revoluciones avanzan porque aprenden de sus derrotas o, en palabras de Carlos Marx, las revoluciones sociales “se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado para comenzar de nuevo desde el principio, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que solo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan: ¡Aquí está Rodas, salta aquí!”

Conferencia de cubano Roberto Regalado en UES sobre luchas populares en América Latina

Conferencia de cubano Roberto Regalado en UES sobre luchas populares en América Latina

SAN SALVADOR, 24 de febrero de 2016 (SIEP) “Es un honor para nosotros como Universidad de El Salvador contar con la presencia del cientista social cubano Roberto Regalado…” indicó el Lic. Guillermo Campos, jefe del Departamento de Filosofía del Alma Mater. Regalado realizó esta mañana en el Teatro Universitario una conferencia magistral sobre la historia de las ideas políticas y de las luchas populares en América Latina y el Caribe.

Indicó Regalado que “América latina y el Caribe viven una etapa de cambio, que inició a finales de los años ochenta y principios de los noventa, con la elección de gobiernos de izquierda y que por los últimos acontecimientos pareciera que estamos en el “fin del ciclo progresista.”

Frente a esto “Antonio Gramsci diría que nos encontramos en medio de una guerra de posiciones por la hegemonía, y desde ahí es que se construye el poder político. Esta es una visión diferente a la de conquista del poder, que era la visión de Lenin y que entonces era la demostración que eso era una revolución.”

Planteó que “la derrota electoral del Frente por la Victoria en Argentina interrumpe un proceso de doce años; la pérdida de la mayoría en la Asamblea Nacional de Venezuela se da 17 años después de la llegada del presidente Hugo Chávez; el triunfo del No en Bolivia para la postulación de Evo en las elecciones diciembre de 2019, afecta el proceso en ese país…”

A partir de estos hechos, sostuvo que en el plano de las ideas políticas, es partidario de “una periodización en cuatro etapas. La primera etapa va de finales del siglo XIX a principios del XX. En esta etapa surgen diferentes visiones independentistas y de emancipación. El pensamiento emancipador latinoamericano comprende: a) los nacionalismos del siglo XVIII b) el antiimperialismo del siglo XIX y c) el nacionalismo revolucionario de principios del siglo XX. Hay que señalar que José Martí fue el primer pensador antiimperialista del mundo. Bolívar, Sandino tienen otra cosmovisión que rompe con los cánones de la modernidad.”

Agrega que “la segunda etapa va de los años 20 a los años 60 del siglo XX. Y comprende: a) cosmovisión indígena b) nacionalismos c) antiimperialismos d) antiimperialismos revolucionarios e) el anarquismo f) la socialdemocracia y g) el socialismo revolucionario. A finales de los años veinte y principios de los 30 surgen tres grandes pensadores marxistas: José Carlos Mariátegui, Julio Antonio Mella y Agustín Farabundo Martí, este último que no tiene obra escrita. Los tres mueren a finales de los 20 y principios de los 30.”

Añade que “este es el momento en el que Stalin a nivel internacional decide la estrategia de “clase contra clase” la que planteaba que el movimiento revolucionario tenía que oponerse, enfrentarse al movimiento antiimperialista. Y se establece que lo principal era defender a la URSS, al primer estado obrero. Y esa modalidad rusa de Estado, Partido, Ejército luego asumimos que era la correcta y se volvió un modelo, un referente, para China, Vietnam, Corea, Cuba.”

“En la experiencia latinoamericana no funcionó la socialdemocracia, no había riqueza que distribuir, lo que hubo fue populismo conducido por una burguesía nacionalista. Cárdenas en México, Vargas en Brasil…En relación a los partidos comunistas, estos abandonan su estrategia sectaria y asumen en los años cuarenta la orientación de construir frentes amplios para enfrentar el peligro fascista. Y se forma una alianza entre la URSS, Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Al finalizar la segunda guerra mundial, en abril de 46 estalla la Guerra Fría.”

“La tercera etapa inicia con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y llega hasta finales de los 80 y principios de los 90. Hasta ese momento la única disputa que existía en el campo del marxismo eran los pensamientos de Stalin y de Trotsky. Pero en este periodo surgen diversas corrientes de pensamiento marxista. Es de señalar que Marx y Engels no vivieron los problemas de la revolución socialista. En esta etapa surge un fuerte debate sobre las formas de lucha. El Che Guevara escribe su obra La Guerra de guerrillas.”

“La cuarta etapa o etapa actual. La URSS se derrumba el 25 de diciembre de 1991 y el 6 de diciembre de 1998 el presidente Chávez es electo en Venezuela. Los cambios en Latinoamérica obedecen a cuatro factores: 1) el acumulado histórico de la lucha emancipadora, desde la guerras de independencia hasta las luchas populares de las décadas de los años 60,70 y 80. 2) el rechazo masiva a las dictaduras militares latinoamericanas 3) el proceso de luchas contra el neoliberalismo.”

Analiza Regalado que “en la guerra de posiciones existe el principio de que hoy perdemos y mañana ganamos. Existen varios momentos a partir de la década de los 90. En un primer momento, 1989-1991 nos encontrábamos a la defensiva, predominaba el desconcierto; los principales paradigmas del siglo XX habían colapsado, me refiero a la socialdemocracia y al comunismo. Entre las décadas de los 80 y los 90 la socialdemocracia se convierte en neoliberal; el liberalismo se convierte en neoliberalismo. Surge la tercera Vía del inglés Toni Blair, la renovación de esta tendencia asume el neoliberalismo. Ambos, socialdemocracia y comunismo, colapsan. Del 90 al 94 continúa el desconcierto…”

Pero “en el 94 surgen los zapatistas en Chiapas y a finales del 88 se da el triunfo electoral de Chávez en Venezuela y comienza una nueva etapa; triunfa Lula en Brasil en el 2002, Tabaré en Uruguay en el 2004; Evo en Bolivia en el 2005…y se genera un panorama nuevo de ideas: el socialismo del siglo XXI, el Buen Vivir…Hay que tener en mente que el marxismo es filosofía de la praxis. Del 90 hasta acá han pasado 26 años, un cuarto de siglo. Podemos concluir que a 26 años aquel acumulado ya se ha ido agotando. Resulta difícil tener la capacidad de mantener vivo aquel acumulado de las luchas de los años 80…”

En segundo lugar opina que “el imperialismo ha encontrado otras formas diferentes para imponer su dominación. En el 2009 en Honduras golpe de estado de manera diferente; a Chávez se le trató de quitar en el 2002; existe la campaña de los medios de comunicación de masas; y es que se ha llegado al gobierno, pero no se cuenta con todo el poder. La izquierda gana el gobierno y los demás poderes se viene contra ellos. Y en esto sobresale la guerra mediática que se basa en imágenes, y que de dedica a realizar un inventario de nuestros errores.”

Por otra parte, indica que “en el periodo 1850-1890 competían los movimientos obrero y feminista. El movimiento obrero no comprendía al movimiento feminista, pensaba que lo debilitaba. Hoy debemos de comprender que la lucha de clases no es la única que hay en el mundo. Existen las luchas étnicas, culturales, de género, de la diversidad sexual, del medio ambiente, etc.

Concluyó Regalado afirmando que para comprender la actual situación se necesita entender que “estamos por lo tanto en medio de una guerra de posiciones donde se ganan batallas y se pierden batallas.”

Un siglo de jazz

La música popular del siglo XX ha ido mutando en función de la propia evolución social. Géneros muy populares en su día como el blues o el rock y el pop, que se extendieron mediado el siglo XX, son hoy parte de la historia de la música. Inmersos en la segunda década del siglo XXI, se puede estar produciendo un cierto olvido de géneros musicales que inicialmente fueron música popular y mayoritarios, y que hoy van quedando marginados con la llegada de nuevas tendencias.

La música popular se caracteriza por la facilidad con que se suceden y entrecruzan los géneros, siendo ello un fenómeno favorecido por su veloz penetración a través de los medios de comunicación y la industria musical. El que artistas y géneros se influyan e interfirieran haciendo evolucionar la música es una de las grandes riquezas de su historia en el último siglo.

Un siglo de jazz da para mucho. Alrededor de la música de jazz, hay una impresionante historia que comenzó allá a finales del siglo XIX y que hoy en pleno siglo XXI, todavía tiene mucho que decir. Esta página tratará a través del tiempo de señalar aquellos acontecimientos que de una u otra forma marcaron el destino de esta maravillosa música. Es nuestro deseo que esta página os sirva no solo como consulta, sino que también la utilicéis para acercaros al conocimiento de aquellos aspectos y acontecimientos fundamentales en la historia del jazz. Hemos elegido dividir y ordenar esta “Cronología” por otros tantos periodos de tiempo en los que el jazz ha ido evolucionando en su historia.

En el principio (1885-1922) está el blues, las canciones de trabajo en las plantaciones de algodón o “worksong”; la comedia y el vodevil; la marginación del negro hasta denigrarlo en espectáculos atrozmente racistas y burlescos, intentando alargar la figura del “Tío Tom”. La música no era jazz y sí, un batiburrillo de ritmos y sonidos (los rag, las pianolas, etc) que algunos blancos imitaban con algún éxito. Desde el último cuarto del siglo XIX, el jazz estaba, no obstante, incubándose en La Louisiana (New Orleáns).

Posteriormente, inaugurando la época del swing, (1923-1939) llegó King Oliver, con su “Creole Jazz Band” y grabó entre otras composiciones “Dippermouth Blues”. Los tres solos a corneta de esa pieza, además de ser el punto de inflexión entre la música callejera y el jazz, fueron imitados sin contemplaciones hasta mucho tiempo después por un gran número de músicos. Louis Armstrong – segundo corneta de su banda y discípulo suyo- retomó en la orquesta de Fletcher Henderson el estilo, la virtuosidad y la flexibilidad rítmica de Joe Oliver, superándolo y marcando un camino imborrable en el tiempo.

El bebop (1940-1950), una revolución musical extraordinaria y base de todo el jazz moderno, coincidió con la huelga de grabaciones que desde el 1 de agosto de 1942 hasta noviembre de 1944 llevaron a cabo todos los músicos organizados en torno a la Federación Americana de Músicos (AFM). El efecto más “perverso” de esa huelga fue “retrasar oficialmente” el nacimiento de aquella nueva música que se estaba gestando en el norte del barrio de Harlem y en torno a un club ya histórico y desaparecido: El Minton´s Playhouse de Harlem, en New York.

El cool y el hardbop (1951-1969) convivieron durante este periodo de tiempo en una clara pugna por la hegemonía musical del jazz. Mientras en la Costa Oeste de los Estados Unidos, Lennie Tristano, Lee Konitz, Dave Brubeck y otros músicos generalmente blancos, le daban al jazz una impronta estilísticamente más culta, y presuntamente más funcional, en la Costa Este, surgió con enorme fuerza alrededor del batería, Art Blakey, Horace Silver y los Jazz Messengers, un estilo que los negros neoyorquinos no dudaron en considerarlo no sólo como una respuesta al presunto amaneramiento del jazz, sino como legitimo heredero del bebop. Luego llegaron al jazz aires renovados que inauguraron toda una época: llegó el jazz libre o “freejazz”. Ornette Coleman fue acusado por los puristas de siempre de asesinar al jazz, pero cuando Miles Davis, entró en ese terreno con discos y aventuras musicales eléctricas, las criticas, no sólo terminaron, sino que se volvieron alabanzas.

Ya en nuestro tiempo (1970-hoy) el jazz sobrevivió a crisis existenciales importantes, superó una década de los ochenta, dominada por dudosas experiencias y regresó en los noventa con fuerza inusitada, cual si fuese el Ave Fénix, resurgiendo de sus cenizas. La tenacidad de algunos músicos veteranos (Max Roach, Art Blakey, Betty Carter) y la aparición de jóvenes talentos (Joe Lovano, Wynton Marsalis), músicos con una técnica prodigiosa, aunque algunas veces exenta de originalidad, consiguió que el jazz entrara en el siglo XXI sin perder ni un ápice de la fuerza que un siglo atrás inventaron hombres como Louis Armstrong, Duke Ellington o Charlie Parker entre otros.

Hoy en el siglo XXI, no se adivina nadie capaz de igualar el genio creativo de estos músicos de leyenda, pero hay algunos que apuntan fuerte y que en los próximos años tendrán que dar de sí todo lo que llevan dentro. (Servicio de Cultura, Universidad de Murcia: 2014)

Las cartas de la Célula Frank Pais al PCS (Julio- Agosto 1969)

Las cartas de la Célula Frank Pais al PCS (Julio- Agosto 1969)

Las cuatro integrantes de la Célula Frank País de la Unión de Jóvenes Patriotas, UJP, entonces estudiantes de la Facultad de Medicina de la UES, dirigieron entre julio-agosto de 1969, tres extensas cartas a la dirección del Partido Comunista de El Salvador, PCS, en las que manifestaban su rechazo a la posición política mantenida durante el conflicto con Honduras. Semanas después presentaron sus respectivas renuncias y pasaron luego a formar parte del nucleó inicial que constituyeron las Fuerzas Populares de Liberación, FPL “Farabundo Martí.”

Entre sus integrantes se encontraban; Luís Napoléon Barahona, conocido como “Benito Vivar”; Alfredo Castro Quezada, secuestrado durante cinco meses en la Guardia Nacional en 1977, y en los años ochenta jefe de la Secretaría de Bienestar Universitario de la UES; Roberto Vargas, docente universitario de la UES y Salvador Moncada Seidner, que luego se trasladó a Inglaterra convirtiéndose en un afamado científico.

Los otros tres que siguieron a Salvador Cayetano Carpio y originaron a las FPL fueron los obreros José Dimas Alas Alfaro, José Ernesto Morales Sandoval y Armando Arteaga. A continuación reseñamos las ideas principales contenidas en sus tres cartas, las cuales fueron divulgadas por la misma dirección del PCS para su conocimiento y discusión entre la militancia.
La primera carta del 9 de julio de 1969
“Compañeros: Las bombas han comenzado a caer, nuevamente, las oligarquías pretenden dirimir sus diferencias sobre las espaldas de los pueblos, el carro de la historia se acelera, y nuevamente sorprende a nuestro movimiento revolucionario falto de toda preparación para el combate. En esta ocasión, a la debilidad orgánica del P. se ha sumado una fragilidad sin precedentes en el análisis teórico de los hechos que se han dejado ver con toda claridad las tendencia a oportunistas de derecha compartidas por los organismos de dirección de nuestro P., y que en ocasiones anteriores (elecciones de 1968, problema de Checo – Eslovaquia) han sido señalados por alguno miembros consientes…” inicia esta primera carta.
Añade que “el manifiesto del partido con respecto al problema El Salvador – Honduras llamado “Por la solución justa al conflicto El Salvador – Honduras” repetido sin cambios, mecánicamente (hasta en eso) en el número 82 de La Verdad 2 semanas después, es un ejemplo de análisis liberal, patriotero, no marxista o cuanto menos un esbozo a cien kilómetros de distancia del verdadero problema con el que se pretende “orientar la conciencia popular”.
Sostienen los integrantes de la célula Frank Pais de la UJP que “si este es el análisis con el que el C.C. pretende orientar la opinión pública, no es extraño que el AGEUS, organización casi completamente controlada por nuestro P. se encuentre dando tumbos espectaculares contribuyendo a sembrar el desconcierto de la mentalidad popular y dejando así como únicas guías y dirigentes a la oligarquía, el gobierno y sus pregoneros que han logrado a su alrededor unidad nacional, en la que estamos embarcados sin lucha ideológica , unidad que no tiene las características de frente popular.”
Argumentan que “nada podemos decir entonces de ANDES y de otras organizaciones populares que se han pronunciado en igual forma, es decir, dentro de la línea del P. que se encuentra de la retaguardia de la oligarquía salvadoreña. En estos momentos de crisis, desatada por las contradicciones entre las burguesías, se miden no solo las fuerzas de las organizaciones revolucionarias sino también se calibran sus posiciones ideológicas. “
“Estas son responsabilidad de todos los miembros de los organismos de dirección del P. y por lo tanto en este problema de los que están sustentando una posición clara, marxista, permitieron que se impusieran tendencias oportunistas y que se fuera a las masas con ese manifiesto, que únicamente ha beneficiado a nuestros enemigos. “
“Vamos al texto: En primer lugar, el análisis de la situación concreta y del origen concreto de las diferencias entre las oligarquías nacionales-hondureña–salvadoreña no existe, este cede paso a un conjunto de frases poco claras algunas de ellas acuñadas desde hace mucho tiempo, repetidas hasta el infinito y que no han logrado más que la indiferencia y en algunas ocasiones el recelo de las masas populares. Además, “los López Arellano y los Medrano y sus secuaces” como dice el documento se ven constantemente aparecer en el cómo artífices directos de la historia de acuerdo con su voluntad e intereses particulares y no como representantes de determinadas fracciones oligárquicas que debíamos haber analizado para el pueblo. “
Llama esta carta a que “recordemos los acontecimientos; en los primeros siete días del conflicto no se recibieron noticias de lo que ocurría en Honduras; porque el gobierno de Sánchez Hernández y sus voceros eran serenos y no querían enardecer al pueblo? No compañeros, porque la oligarquía salvadoreña pretendía mantener la integridad del MERCOMUN y continuar ganando sumas fabulosas, días después, el boicot hecho en Honduras a los productos salvadoreños y especialmente la expulsión masiva de compatriotas lo que quería decir presión social y exigencia de cambios a corto plazo en El Salvador, atemorizo lo suficiente a la oligarquía como para hacerla pasar de una actitud “serena a una agresiva que en el colmo de la desesperación podría lanzarla a una aventura bélica.”
“Este cambio, que para nadie es un secreto fue reflejado exactamente por el gobierno “correcto” de Sánchez Hernández y sus voceros. COMPAÑEROS: lo correcto era decir “apoyamos” al gobierno de “Sánchez Hernández” pero como enemigo de clase luchamos contra él en el mismo momento, no con frases estereotipadas, prefabricadas; no afirmando en abstracto que es servidor incondicional de intereses oligárquicos e imperialistas sino indicando como se ven en este hecho concreto afectados o beneficiados dichos intereses y como esto se manifiesta en determinadas actitudes de su gobierno. Eso significa hacer claridad y orientar a las masas populares. “
Indica que “en estas circunstancias si lo único que se va a salvar es el prestigio del partido como dirigente para luchas futuras hay que salvarlo, aunque nadie momentáneamente nos oiga. A cerca de la intervención del imperialismo norteamericano la cosa fue más superficial aun; se dio la consigna de fuera manos sin concretar en explicaciones del porqué de la intervención y en qué sentido; se llegó a decir en un mitin que era posible que el imperialismo se decidiera apoyar a Honduras porque ahí habían más inversiones directas; lo que sirvió para “agudizar el odio y encender el ardor patriótico de nuestro pueblo.”
Denuncia que “olvidamos decirle a las masas una frase que en otras ocasiones y sin alusión a situaciones concretas les decimos “la guerra es la continuación de la política por otros medios” y con esto un análisis político y socioeconómico de las contradicciones entre las burguesías, de ellas con sus pueblos respectivos y con los dos pueblos en conjunto. Esto habría cambiado la situación dentro de la conciencia popular. Las fuerzas democráticas se organizan y crecen a través del reconocimiento de sus errores, de sus derrotas. La actual demostración de debilidad y falta de firmeza ideológica, servirá para fortificarnos y purificar nuestra organización. Para convertirla en una organización capaz de dirigir la revolución socialista.”
Concluyen afirmando que “tenemos la firme resolución de hacer un análisis profundo de este conflicto del que seguramente saldrán y ya se vislumbran grandes perspectivas para la revolución en nuestros países. Necesitamos eso sí, que nuestras organizaciones se mantengan alertas y preparadas, que se elabore una línea política correcta, pero que en el camino de elaboración de la misma se sepa encontrar los sustentantes de posiciones derechistas y se libre una batalla tenaz contra sus posiciones hasta eliminar su influencia en todos los niveles en nuestro partido. Si no se cumple esta tarea, rápidamente surgirán grupos que comprendiendo más claramente las situaciones concretas que la vida presenta, se convertirán en vanguardia revolucionaria de nuestro pueblo. “ELIMINEMOS PARA SIEMPRE EL OPORTUNISMO DE DERECHA” FRANCK PAIS.
La segunda carta del 9 de agosto de 1969
“COMPAÑEROS: Tenemos a la vista el boletín informativo de la FUSS y de la FESTIAVCES fechado en Agosto del 69. A pesar de la claridad que existe ya sobre los hechos relacionados con el conflicto bélico, los compañeros obreros persisten en una actitud oportunista y de franca colaboración con el régimen” denuncian los integrantes de la célula Frank Paiz de la UJP.
“Pretendemos en esta carta, demostrar cuales son los errores de esta actitud, y como están vinculados de alguna manera a las posiciones tambaleantes que la dirección de nuestro partido ha sostenido en todo momento. Algunos de estos señalamientos fueron hechos con anterioridad por nosotros en nuestra carta a la C.P. y de ellos, las que estaban incompletas, han sido confirmadas por el desarrollo de los acontecimientos. “
“El boletín a que hacemos referencia, es un precioso documento por su claridad de posición y por su consecuencia con todas las oposiciones oportunistas anteriores. Especialmente con el manifiesto del 2 de Julio, en el se vuelve a menospreciar, o a ver según se desea, el papel de la lucha interna en nuestro país, el papel de la oligarquía salvadoreña, y el papel del imperialismo en el desarrollo de los acontecimientos. En él se ve claramente, clarísimamente por fin, que en la mente de las fuerzas democráticas el problema se ha planteado así: “El imperialismo Norteamericano, aliado del caníbal López Arellano pretende hacerle daño a la nación salvadoreña”.
Para nosotros, estos son dos gobiernos impuestos a los pueblos; que defienden intereses de clases burgueses, terratenientes; que obedecen ciegamente al imperialismo norteamericano y que están dispuestos a masacrar a sus respectivos y a otros pueblos en el momento en que así lo justifiquen sus intereses. Parecería sin embargo que no es así, que existe una diferencia cualitativa y no cuantitativa entre ambos regímenes; que este no es un gobierno que “desgobierna y asesina al pueblo”. Triste conclusión para las fuerzas democráticas.”
Recuerda que “al movimiento revolucionario, especialmente a la FUSS, se le olvida que hace nada menos dos años, dos obreros Saúl Santiago Contreras y Oscar Gilberto Martínez: junto con un estudiante de secundaria, fueron masacrados por “nuestro gobierno” con ocasión de la huelga magisterial. Parecería que la sangre de estos compatriotas muertos en un periodo de lucha de clases internas muy agudo, se ha borrado completamente en aras de la nacionalidad salvadoreña, y ahora junto con nosotros se horrorizan de la tabla raza que ha hecho la O.E.A. con los dos gobiernos. Parecería en fin que esas dos grandes fotos de los líderes obreros que ahora cuelgan en el local de la UTF., se hubieran transformado, a pesar de su ejemplo y sacrificios, en consignas como muchas otras vacías de todo contenido revolucionario!”
Subraya que “a la United Fruit Company, tiene hundidas sus garras en suelo hondureño; en Olancho, le ha sido entregada una extensión territorial de 20,000 km. Cuadrados a otro monopolio Européo norteameriacno, conocido con las siglas de A.D.E.L.A., para que explote las riquezas naturales, madera, pulpa, etc. En el Departamento de Olancho, es donde ha sido más feroz la persecución y los atropellos de toda índole en contra de los salvadoreños. El despojo de nuestros compatriotas de sus parcelas, es la consecuencia de la voraz rapiña de los monopolios yanquis, de las multimillonarias familias norteamericanas como los Rockefeller, los Morgan, etc. Por eso no tiene nada de extraño el que el gobierno de Honduras haya recibido el apoyo en todo sentido de parte de los Estados Unidos y de la O.E.A., que la Standard Oil Company haya enviado combustible a la “pandilla de Arellano, mientras a El Salvador se le chantajeaba, con las sanciones.”
La tercera carta del 20 de agosto de 1969
Manifiesta que “a estas alturas de la crisis Salvadoreña–Hondureña, podemos bastante claro cual fue el trasfondo de estos acontecimientos que culminaron con “ la guerra de las 100 horas”, y podemos ver con claridad aun mayor, cuáles fueron los defectos en la sección de las fuerzas revolucionarias y de donde parten los senderos que las colocaron en algunos momentos en posiciones de franca colaboración con los sectores oligárquicos más retrógrados de este país. Creemos además que esta conflagración, coloca a nuestra región centroamericana en un nuevo peldaño, más desarrollado, de su lucha revolucionaria y que el momento exige “vanguardias” de acuerdo con las circunstancias históricas. “
Señala que “nos abstendremos en esta ocasión de analizar los monstruosos planteamientos de algunos números de Opinión Estudiantil, Juventud y de la FUSS, pues sostenemos que estos tienen su base ideológica, en la línea del partido no solo vacilante sino en algunos momentos reaccionaria. Trataremos de referirnos únicamente a los documentos de partido y a los documentos que han sido escritos por miembros de la dirección del partido como manifiestos, artículos y demás; esto nos permitirá llegar a la raíz del problema sin detenernos en el análisis de las posiciones de los frentes abiertos, lo cual alargaría demasiado esta carta sin abonar en forma efectiva a sus objetivos de discusión ideológica interna. “
Plantea que “Centroamérica y nuestro país en especial, se enfrentara en poco tiempo y como consecuencia inmediata de esta crisis bélica a un periodo de profunda conmociones sociales; el mercado común centroamericano que había permitido una prolongación del estado latente de las contradicciones populares a través de la ampliación artificial de los mercados nacionales se encuentran en franca bancarrota. El paro forzoso con sus consecuencias sobre grandes masas de trabajadores se ha comenzado a sentir. Por otra parte, faltan miles de salvadoreños que llegaran más o menos tarde de Honduras y que agudizaran aun más, las contradicciones sociales en el campo. Estas dos causas principales generan condiciones para un gran ascenso en la lucha de clases interna y a nivel centroamericano. “
Analiza que “se ponen más que nunca a la orden del día dos conceptos marxista-leninista olvidados en el último periodo por nuestro partido. El concepto de la “lucha de clases como motor de la revolución” y el concepto internacionalista en concreto para los pueblos centroamericanos. Nuestros pueblos necesitan para este periodo organizaciones verdaderamente revolucionarias que respondan a los intereses populares. Para esto, la eliminación de la influencia pequeño burguesa oportunista del partido es una necesidad fundamental y se transforma en tarea inmediata de nivel estratégico, que debe realizarse en el camino de la elaboración de una línea de acción concreta para esta época. Si no logramos esto, como buenos pequeños burgueses que hemos demostrado ser, cuando se presentan nuevas situaciones que exijan mayor claridad y más que todo mayor decisión de lucha, volveremos a caer en el oportunismo, y en la vacilación, para castrar el movimiento revolucionario de toda iniciativa. “
Opina que “alrededor de la “defensa de la patria” se elaboró toda la “entera” táctica revolucionaria, oportunista, seguidista, pro-oligárquica y pro-imperialista. Cohesionaba el “genocidio” a la nación salvadoreña hasta tal punto que nos obligara a olvidarnos del carácter de clase de la guerra?. Era más fuerte el interés nacional que el interés de clase de los obreros y campesinos de ambos países que iban. Definitivamente creemos que no. El genocidio fue el gran pretexto; si bien es cierto que la minoría nacional maltratada juega un papel independiente, cohesionador en los sentimientos de los connacionales, estos comenzaron a sentir ese sentimiento con una semana de retraso, cuando las clases dominantes que preparaban la guerra de invasión pusieron en juego todos sus instrumentos de propaganda. “
Enfatiza que “de sobra se sabe que la conciencia que domina en una sociedad de clases es la conciencia de las clases dominantes; y que si el proletariado quiere triunfar, debe luchar con su conciencia de clase, con su organización, con su disciplina contra las formas de vida y de concepción que rigen en la sociedad de clases. La justa indignación que causó el maltrato de que fueron objeto los salvadoreños en Honduras, obligaba a la vanguardia a aclarar muy bien los intereses que se movían detrás de esta acción y detrás de las posiciones que adoptaba “ nuestro gobierno” en respuesta. “No hacerlo así, era olvidarse de la lucha de clases interna, era hacerle un servicio al gobierno, era desorientar a nuestros militantes, era entregar a la propaganda de la oligarquía el pueblo entero.”
Concluye que “en esta circunstancias, cuando nuestros deseos solo coinciden con un “aparente” deseo de la burguesía–oligarquía; las alianzas son totalmente inaceptables. Aliarse en esas circunstancias, era engañarnos nosotros mismos, al partido, al pueblo, a la revolución. Con quien si se hizo alianza fue con la fracción más reaccionaria de la burguesía–oligarquía salvadoreña; con esta fracción que rápidamente domino la situación dentro del gobierno, lo hizo pasar de una actitud “correcta” que nosotros apoyábamos a una actitud incorrecta ( que supuestamente no la apoyábamos, pero que nunca lo dijimos) y que tuvo como culminación la guerra de agresión contra Honduras. Esta fracción ultra reaccionaria cuyos intereses eran, cerrar la frontera al paso de compatriotas y conquistar territorios. “
Establecen que “cualquier revolucionario del mundo, hubiera pedido el retiro de las tropas; no solo por elemental deber de humanidad sino para evitar un enfrentamiento dolorosamente estéril con los yanquis; enfrentamiento que no podríamos siquiera lejanamente resistir en este momento. Pero no actuamos así; ocupamos la misma patraña de la oligarquía, de que no nos retiraríamos sin que se dieran las garantías a los compatriotas en Honduras (a pesar de que estuvimos seguros en todo momento de que nadie podría dárselas), y decidimos hacer desde las posiciones fuertes de las tierras conquistadas, un llamado anti-imperialista de defensa de la patria. Decidimos llamar a este pueblo a dar hasta la última gota de su sangre por defender no nuestro territorio nacional, sino la faja de tierra hondureña conquistada por el ejército de la oligarquía, y las falsas garantías de nuestros compatriotas en Honduras. “
Se preguntan: “¿Es la oligarquía salvadoreña aliada siquiera condicional en algún momento de la revolución salvadoreña, aunque sea en los objetivos de liberación nacional? ¿Era un enemigo secundario la oligarquía en el momento concreto de la guerra? Nuestros documentos de partido señalan que “siempre forman con el imperialismo”; su existencia la debe fundamentalmente al imperialismo; sus contradicciones son tan débiles y desde posiciones tan disímiles a las nuestras que no pueden ser aprovechadas sin que corramos el grave riesgo de caer en el campo de la reacción. “
Proponen que “valdría la pena investigar, pues esos datos se han obtenido hasta ahora de “fuentes oficiales”, cual es el grado de penetración imperialista real en el país a través de las empresas mixtas, para deducir en concreto, cuales son las posibilidades de alianzas con la burguesía predominante industrial; sugerimos desde ya esta situación, a mayor desarrollo industrial neocolonial, mayor penetración imperialista de nuevo tipo, menor posibilidad de libertad del sector industrial de la burguesía, menor posibilidades de alianza con los sectores populares. (Situación concretamente de nuestro país). “
Citan para fundamentar sus posiciones el documento del PCS titulado “El camino de la Revolución en El Salvador”, en su página 10, leemos: “También es cierto que el motor que impulsa primordialmente el proceso de acumulación de fuerzas no es principalmente esa contradicción, sino la lucha de clases interiores al través de una gran variedad de motivos. Y en ese sentido, hay que tomar en cuenta que el imperialismo, al penetrar profundamente en la economía interna (así como en lo político, militar, ideológico, etc.), se ha convertido en un importante elemento de la lucha de clases interna y que, por tanto, es el enemigo fundamental de nuestro pueblo, no solo por la opresión de carácter externo que ejerce, sino también como parte que es de la lucha de clases interna entre la burguesía y el proletariado en nuestro propio país”.
“Es decir, la lucha antiimperialista para ser efectiva se debe de hacer a través de la lucha de clases interna porque el imperialismo tiene una existencia interna en cada país latinoamericano. Las consignas antiimperialistas en el aire y la “unión de las amplias fuerzas antiimperialista” que no quieren decir nada, no solo deja difusa la lucha de clases interna que es el motor principal sino que ataca en abstracto al imperialismo. Consideramos correcta y en plena consonancia con la línea de nuestro P. la siguiente tesis: Hoy, la lucha anti-imperialista en América Latina tiene que hacerse atreves de la lucha de clases.”
Considera que “no vamos a enfrentarnos al imperialismo en forma directa en una etapa tan precoz de la revolución; ni vamos a enfrentarnos adecuadamente si vamos a la cola de los regateos de nuestra propia oligarquía. Para enfrentar al imperialismo en forma directa debemos de organizar y juntar nosotros amplias fuerzas a nivel nacional y quizás regional que serán, primero el proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía y por ultimo algunos sectores dudosos de la burguesía industrial. No vamos a dar lucha anti-imperialista cuando la iniciativa parte de sus aliados.”
Califican como “mueca de lucha antiimperialista que dimos durante la guerra: 1) Ni lejanamente enfrentó a nuestra nación con el imperialismo; 2) No nos permitió desenmascarar a nuestra oligarquía-burguesía en forma adecuada y ni en forma alguna; 3) Nos unimos con fuerzas que siempre forman con el mismo imperialismo por lo tanto no pueden dar ningún tipo de lucha; 4) Ellos tuvieron la iniciativa en todo momento; y por ultimo; 5) La ilusión final de convertir el anti O.E. A., en “antiimperialismo” (nuevamente en el aire) no dio ningún resultado, ni formo ningún sedimento ideológico en el pueblo, ni acumulamos fuerzas antiimperialistas. En el momento en que la voz oficial ceso de hacer llamados anti OEA., cesamos nosotros de hacer lucha antiimperialista. El aparato, lo tenían en sus manos el gobierno la oligarquía-burguesía; nosotros teníamos el corazón de románticos patriotas. “
Aseguran que “las alianzas y más que todo anti-imperialistas deben prepararse concienzudamente sobre la base de la unión obrero campesina que nunca la hemos logrado y sobre la base de la movilización de la pequeña burguesía hacia nuestras posiciones; la alianza antiimperialista con la burguesía la vemos bastante dudosa; aun así; con los sectores que se logre debe de hacerse sobre una base de principios y con una fuerte lucha ideológica; la alianza con la oligarquía terrateniente o con la burguesía explotadora la creemos imposible; estos sectores deben tratarse siempre como enemigos que forman del lado del imperialismo. “
Opina que “al partido del proletariado no le caen las alianzas del cielo, las preparan, las organizan, las dirigen. Y Ha quedado demostrado, que para responder a las tareas de la Revolución salvadoreña y centroamericana, necesitamos un nuevo partido, un partido comunista. Las tareas primordiales para lograr la transformación del partido subversivo en partido revolucionario, se plantean en dos campos por lo menos: A) El ideológico, B) El organizativo.”
Argumentan que “en lo ideológico, necesitamos:
1) Llevar a nuestros militantes desde la dirección hasta la última base, a empaparse en la ideología del proletariado y en su consciencia de clase, esto lleva consigo el estudio del marxismo Leninismo, su aplicación a la situación concreta de El Salvador y Centroamérica, para la ejecución de la línea del P., para nuestro país y la elaboración de una línea correcta a nivel centroamericano, y para la determinación de los primeros pasos que se van a dar dentro de esta línea justa (que es lo que en la mayor parte de los casos falta). 2) Librar una lucha ideológica tenaz contra las concepciones pequeño burguesas, que ahogan a nuestro partido, y que no permiten la elaboración y aplicación de la línea estratégica correcta y de los pasos tácticos inmediatos dentro de esa línea. 3) Ligarse a las masas: Aspecto fundamental en el cual hacemos un llamado: Vietnamicemos al partido; pueden existir buenos cuadros teóricos que su falta de unión con las masas los lleva a colocarse en situaciones incorrectas y a no formar y solidificar su conciencia proletariado.”
Propone que “debemos cambiar de concepción de trabajo; el trabajo esporádico, ocasional, que solo se dedica a “aprovechar” coyunturas o virajes históricos y que lleva constantemente a formarse muchas ilusiones durante esos periodos, debe ceder paso al trabajo CONSTANTE, Metódico, Progresivo, siguiendo la línea de lo simple a lo complejo en la concientización y organización de las masas, en la formación de alianzas en la lucha contra el enemigo inmediato y contra el enemigo principal.”
Explica que “lo organizativo, dentro de un partido del proletariado solo se logra sobre la base de un trabajo ideológico correcto y su aplicación en la línea del partido. La férrea disciplina del partido revolucionario se adquiere sobre la base de la conciencia proletaria, y sobre la base de una línea estratégica, más pasos tácticos correctos. Esos no se logran sin lucha ideológica. Una vez hecho esto, se deben emplear los métodos Leninistas de trabajo; el centralismo democrático; la eliminación de las relaciones liberales entre militantes y entre organismos; la crítica, la autocrítica constante, las sanciones adecuadas para el incumplimiento de las tareas. La separación de los elementos inservibles, cincuenta comunistas valen más que quinientos pequeños burgueses liberales. En resumen; la actual etapa de la revolución exige un partido que crezca en forma cualitativa más que cuantitativamente. ¡Una nueva organización! ¡Un nuevo militante! Para la nueva época. Agosto 20/69 FRANCK PAIS

La complicidad del silencio

La complicidad del silencio
El hecho de ser joven, hombre y pobre se ha convertido en un perfil de alta vulnerabilidad frente a las partes
Por Mario Vega*25.feb.2016 | 20:18

El enfrentamiento entre la Policía Nacional Civil y las pandillas ha cobrado dimensiones incendiarias. Después de bastantes años de no interferencia mutua, algo rompió el equilibrio. Quizá nunca se sepa quién disparó el primer tiro. Cuando se tienen armas en la mano y la adrenalina hierve no es difícil que los incidentes ocurran. A partir de allí, se generó un ciclo de venganzas que se fueron consolidando en ataques cada vez más intencionales. Hoy ya no queda duda que es una directriz de las pandillas atacar a los policías y soldados durante sus períodos de licencia. Dentro de la policía, como en la mayor parte de gremios, existe un sentido de cuerpo y hermandad. Las reacciones no se hicieron esperar y comenzaron a usar el criterio propio y el reconocimiento que desde hacía mucho tenían de los miembros de pandillas para comenzar a devolverles golpe por golpe. En otros casos el deseo de venganza se desbordó y también fueron maltratados familiares de los miembros de pandillas. En contrapartida, las pandillas también comenzaron a atacar a las familias de policías y soldados. En 2015 se sobrepasó por mucho la cantidad de policías y soldados asesinados en relación a años anteriores. En la actualidad, da la impresión que los miembros de pandillas no están dispuestos a dejarse capturar y han decido disparar para evitarlo. Ahora ya no saben si vienen a detenerlos o a eliminarlos y, por ello, la lucha es a muerte.

Por su parte, la policía ha venido desarrollando una línea de venganza en la que se salta todo procedimiento y ha llegado al uso de la fuerza abusiva. Mal pagados, mal dormidos y, para colmo, ahora blanco de ataques, no están para reflexiones sobre el respeto a los derechos humanos o las normativas legales. Ya están hartos de esperar a que el sistema judicial funcione y prefieren procurarse por sí mismos lo que piensan es justicia. No tienen en cuenta que los familiares y amigos de las personas que maltratan, detienen arbitrariamente, torturan o ejecutan con muchísima dificultad volverán a colocar su confianza en la Policía, si es que lo hacen alguna vez. Lo que es más preocupante es la pérdida de la mística con que la Policía fue creada. El hombre no actúa como piensa sino que piensa como actúa. Parece que ya no recuerdan que no pueden allanar una vivienda sin previa orden de un juez. Lo que antes fueron protocolos muy claros ahora son vagas memorias que no poseen relevancia y, lamentablemente, tampoco existe una Inspectoría que se los haga recordar. No hay palabras firmes que adviertan de cometer abusos y, mucho menos, acciones disciplinarias o penales para los que resulten culpables. Es la complicidad del silencio.

Como en todo conflicto bélico, por muy irregular que este lo sea, los principales afectados son los inocentes. El hecho de ser joven, hombre y pobre se ha convertido en un perfil de alta vulnerabilidad frente a las partes. Como resultado, han perdido sus vidas muy buenas personas, entre ellos cristianos practicantes, cuya única culpa fue la de encontrarse en circunstancias que ni siquiera eligieron. Si no se hace nada para detener esta locura, en pocos años ya ni nos reconoceremos a nosotros mismos. Se perderá la ya maltrecha confianza que se tiene en las instituciones y en la legalidad. La sangre joven continuará corriendo y todo lo que se haya logrado avanzar en la posguerra, se perderá ante la catástrofe humana que se nos avalancha.

*Pastor general iglesia Elim.

Uma cultura cujo centro é o coração

Uma cultura cujo centro é o coração
19/02/2016

A nossa cultura, a partir do assim chamado século das luzes (1715-1789) aplicou de forma rigorosa a compreensão de René Descartes (1596-1650) de que o ser humano é “senhor e mestre” da natureza podendo dispor dela ao seu bel-prazer. Conferiu um valor absoluto à razão e ao espírito científico. O que não conseguir passar pelo crivo da razão, perde legitimidade. Daí se derivou uma severa crítica a todas as tradições, especialmente à fé cristã tradicional.

Com isso se fecharam muitas janelas do espírito que permitem também um conhecimento sem necessariamente passar pelos cânones racionais. Já Pascal notara esse reducionismo falando nos seus Pensées da logique du coeur ( “o coração tem razões que a razão desconhece”) e do esprit de finesse que se distingue do esprit de géométrie, vale dizer, da razão calculatória e instrumental analítica.

O que mais foi marginalizado e até difamado foi o coração, órgão da sensibilidade e do universo das emoções, sob o pretexto de que ele atrapalharia “as ideias claras e distintas” (Descartes) do olhar científico. Assim surgiu um saber sem coração, mas funcional ao projeto da modernidade que era e continua sendo o de fazer do saber um poder e um poder como forma de dominação da natureza, dos povos e das culturas. Essa foi a metafísica (a compreensão da realidade) subjacente a todo o colonialismo, ao escravagismo e eventualmente à destruição dos diferentes, como das ricas culturas dos povos originários da América Latina (lembremos Bartolomé de las Casas com sua História da destruição das Índias) e também do capitalismo selvagem e predador.

Curiosamente a epistemologia moderna que incorpora a mecânica quântica, a nova antropologia, a filosofia fenomenológica e a psicologia analítica tem mostrado que todo conhecimento vem impregnado das emoções do sujeito e que sujeito e objeto estão indissoluvelmente vinculados, às vezes por interesses escusos (J. Habermas).

Foi a partir de tais constatações e com a experiência desapiedada das guerras modernas que se pensou no resgate do coração. Finalmente é nele que reside o amor, a simpatia, a compaixão, o sentido de respeito, base da dignidade humana e dos direitos inalienáveis. Michel Maffesoli na França, David Goleman nos USA, Adela Cortina na Espanha, Muniz Sodré no Brasil e tantos outros pelo mundo afora se empenharam no resgate da inteligência emocional ou da razão sensível ou cordial. Pessoalmente estimo que, face à crise generalizada de nosso estilo de vida e de nossa relação para com a Terra, sem a razão cordial não nos moveremos para salvaguardar a vitalidade da Mãe Terra e garantir o futuro de nossa civilização.

Isso que nos parece novo e uma conquista – os direitos do coração – era o eixo da grandiosa cultura maya na América Central, particularmente na Guatemala. Como não passaram pela circuncisão da razão moderna, guardam fielmente suas tradições que vêm pelas avós e pelos avôs, ao largo das gerações. O escrito maior o Popol Vuh e os livros de Chilam Balam de Chumayel testemunham essa sabedoria.

Participei mais vezes de celebrações mayas com os seus sacerdotes e sacerdotisas. É sempre ao redor do fogo. Começam invocando o coração dos ventos, das montanhas, das águas, das árvores e dos ancestrais. Fazem suas invocações no meio de um incenso nativo perfumado e produtor de muita fumaça.

Ouvindo-os falar das energias da natureza e do universo, parecia-me que sua cosmovisão era muito afim, guardadas as diferenças de linguagem, da física quântica. Tudo para eles é energia e movimento entre a formação e a desintegração (nós diríamos a dialética do caos-cosmos) que conferem dinamismo ao universo. Eram exímios matemáticos e haviam inventado o número zero. Seus cálculos do curso das estrela se aproximam em muito ao que nós com os modernos telescópios alcançamos.

Belamente dizem que tudo o que existe nasceu do encontro amoroso de dois corações, do coração do Céu e do coração da Terra. Esta, a Terra, é Pacha Mama, um ser vivo que sente, intui, vibra e inspira os seres humanos. Estes são os “filhos ilustres, os indagadores e buscadores da existência”, afirmações que nos lembram Martin Heidegger.

A essência do ser humano é o coração que deve ser cuidado para ser afável, compreensivo e amoroso. Toda a educação que se prolonga ao largo da vida é cultivar a dimensão do coração. Os Irmãos de La Salle mantém na capital Guatemala uma imenso colégio –Prodessa – onde jovens mayas vivem na forma de internato, onde se recupera, bilíngue, e sistematiza a cosmovisão maya, ao mesmo tempo em que assimilam e combinam saberes ancestrais com os modernos especialmente ligados à agricultura e a relações respeitosas para com a natureza.

Apraz-me concluir com um texto que uma mulher sábia maya me repassou no final de um encontro só com indígenas mayas em meados de fevereiro.”Quando tens que escolher entre dois caminhos, pergunta-te qual deles tem coração. Quem escolhe o caminho do coração jamais se equivocará” (Popol Vuh).

Con la mirada puesta en el congreso del partido

Con la mirada puesta en el congreso del partido.
Por Darío Machado Rodríguez

Es innegable que el ideal socialista sufrió un colapso en su prestigio, no solo en la desaparecida URSS y en los extintos países socialistas de Europa Oriental, sino también en Cuba, aunque los efectos más fuertes y duraderos del también catalogado como “desmerengamiento” se dieron aquí en el terreno económico; mientras, la identificación de la idea del socialismo como imagen de una sociedad mejor y más justa para Cuba se mantuvo y mantiene predominante en nuestros días.

Sin embargo, se produjo en estos años un debilitamiento de ese ideal y con ello una tendencia en la comunicación de contenido sociopolítico a no emplear el vocablo socialismo para acreditar la proyección social del país, mucho menos la frase “construcción del socialismo”, expresiones esenciales inherentes a la formulación del ideal socialista, vergonzantemente silenciados por algunos. En su lugar han surgido frases sustitutas como “proyecto social cubano”, “la sociedad que construimos” “proyecto de país”, etc., que de hecho son formulaciones válidas, pero obvian incluir en las expresiones el contenido socialista. Esa tendencia todavía hoy se revela y puede ser no solo el resultado de las vicisitudes mundiales del socialismo, sino también –hay que reconocerlo- de las dudas sobre su viabilidad por el desgaste que ha producido la tenaz acción de la guerra económica contra Cuba, el mencionado colapso del socialismo en Europa Oriental y la URSS, nuestros errores e insuficiencias y el hecho de continuar siendo un sendero ignoto requerido de mucha experimentación.

Pero si bien es un camino no desandado por completo en ningún lugar del mundo, no significa que el propio camino no sea socialista.

Siempre he afirmado que el socialismo en Cuba es simultáneamente realidad, ideal y experimentación. Es realidad por las transformaciones profundas ocurridas en la sociedad cubana y por las prácticas sociopolíticas y culturales que se mantienen, ideal porque en su horizonte hay propósitos considerados alcanzables y aún no realizados, y experimentación porque al ser efectivamente un camino ignoto, la experimentación es necesaria e inevitable.

Por ello sigue siendo válida la expresión construcción del socialismo o construcción social de orientación socialista, frase a la cual suelo acudir en un intento de caracterizar de modo resumido el proceso que constituye el tipo de sociedad cubana actual. Y lo es con todo derecho, porque predomina la propiedad social socialista sobre los medios fundamentales de producción de bienes y servicios y demás propiedades socializadas, por el papel de la planificación, por las normas socialistas de su gestión, por las pautas de distribución del producto social, por la cultura política predominante, por el poder político revolucionario, por las leyes vigentes, por las formas organizativas y por muchas otras razones.

Por otra parte, la descripción general de la sociedad cubana como una sociedad de orientación socialista, no solo incluye características socialistas fundamentales que son resultado de las transformaciones revolucionarias, así como su dirección, sino también su horizonte, su ideal y supera la discusión escolástica acerca de si Cuba es socialista o si no lo es. Lo es y no lo es a la vez.

De cualquier manera, disipada la polvareda de la implosión del campo socialista este-europeo, se comenzaron a ver con mucha claridad los efectos nocivos de la restauración capitalista en esa región del mundo y lo que ha significado la barbarie de los intentos de expansión hegemónica del imperialismo mundial en todos los órdenes (2).

Hoy, a las puertas del VII Congreso del PCC y en medio del mundo convulso y desafiante en que vivimos, es de particular interés incorporar al debate social el tema del ideal socialista.

Y es que el socialismo en Cuba, en tanto creación heroica, necesita hoy más que nunca levantar el ideal socialista, necesita enarbolarlo como finalidad estratégica, lo cual elementalmente requiere también el sustantivo y el adjetivo que mejor lo identifican: socialismo y socialista.

En otras palabras, tanto las acciones socialistas, como su teoría, ideología e ideal, forman parte de las fortalezas de la revolución socialista cubana.

Los ideales y el ideal del socialismo

Hay muchos modos de pensar qué es un ideal, realidad que se desprende lógicamente de la rica diversidad y complejidad de la vida social (3).

Cuando hablamos de ideal socialista, o ideal de socialismo, nos estaremos refiriendo al ideal social, al ideal sociopolítico y cultural, un ideal complejo y abarcador que se relaciona con la totalidad social, con los ideales que existen en la sociedad.

No pocas veces se ve el ideal social reducido al ideal político, de gobierno, y no se habla del ideal cultural, de ideal de bienestar, ni se desmenuzan los eslabones mediadores que enlazan la vida cotidiana con la política, el gobierno, los derechos.
El ideal social o ideal de sociedad es como todo proceso y realidad humana, un producto histórico concreto y en consecuencia cambiante.

En Cuba prerrevolucionaria existían diferentes ideales sociales, predominando en la sociedad el ideal democrático burgués. Éste, aunque fuertemente jaqueado por las contradicciones que reproducía y profundizaba el capitalismo dependiente (sin que ello alcanzara a constituirse en estado consciente en las mayorías acerca de sus causas profundas) y por el desprestigio que sufría a causa de los episodios dictatoriales como el existente en la década de 1950, era el que se reproducía en el mundo simbólico con mayor intensidad e influencia en la conciencia ciudadana.

El ideal socialista, asumido y defendido por un reducido grupo de convencidos, organizados o no políticamente, lograba solo una escasa influencia en la sociedad que estaba además confundida por la aviesa manipulación estereotipada de los conceptos de socialismo y comunismo.

Un ideal socialista cubano

Fueron las leyes revolucionarias de los primeros años generadas a partir de la destrucción del viejo Estado burgués dependiente, junto con las convicciones que reproducían los líderes de la revolución y muy especial el magisterio ideológico y político de Fidel, los que en su interacción lograron instalar en breves años el ideal socialista como concepto estratégico para la salvación de la nación cubana.
Un primer punto de partida al enfocar el tema del ideal socialista es definir si existe un único ideal socialista o tantos ideales socialistas como realidades sociohistóricas culturales existen en la humanidad.

El socialismo, en su calidad de sociedad nacida de las entrañas del capitalismo, donde quiera que emerja tendrá una serie de rasgos distintivos similares en la medida que se trate efectivamente de una superación del modo capitalista de producción y de vida. Pero el ideal socialista en tanto realidad social existirá en el mestizaje inevitable con las características sociohistóricas, culturales, presentes en cada sociedad humana.
El modo en que se visualiza, por ejemplo, el bienestar esperado en una sociedad socialista, el modo en que se valora la distribución del producto social, el modo en que se organiza la vida política, etc., como componentes del ideal socialista será obligadamente diferente en cada sociedad.
Esa misma relación realidad-ideal es la que explica que el ideal socialista sea un ideal obligadamente múltiple, que tiene una expresión en diferentes ámbitos de la realidad social, el ideal socialista no es una utopía, tampoco es una fe, sino la expresión consciente de un futuro posible.
Ideal, utopía y fe
Tanto los ideales, como las utopías y las distintas formas de la fe constituyen factores que influyen en las actitudes y acciones de los seres humanos y en ese aspecto tienen una similitud funcional, pero sus contenidos y significados difieren.
Utopía e ideal se parecen, pero no son lo mismo, si bien en el lenguaje propagandístico político el término utopía se emplea con reconocido éxito, eso no lo hace idéntico al ideal. Vale también recordar que el término utopía y el adjetivo que de este se deriva: utópico, utópica, son empleados para desautorizar determinados ideales tildados de irrealizables, aunque de hecho no lo sean, por lo que tales manejos solo procuran desvalorizarlos, precisamente por ser realizables. Es lo que ocurre con la desvalorización del ideal socialista cuando lo califican de “utopía”.
La utopía es expresión más de la imaginación que de la realidad, mientras que el ideal tiene un importante basamento en lo que es más cercanamente palpable y alcanzable con el esfuerzo individual y colectivo.
La utopía no necesita cambiar en períodos relativamente cortos de tiempo, el ideal está en constante transformación, es más flexible y práctico que la utopía. La utopía está más cerca de la fe, el ideal está más cerca de la razón.
La anterior distinción no resta fuerza al papel de la utopía en la sociedad, simplemente la distingue del ideal socialista.
El ideal socialista concita a la credibilidad consciente a partir de premisas reales, tangibles, en el sistema a cuya construcción colectiva se aspira por la sociedad.
En cuanto a la fe, esta denota la creencia en algo o alguien sin que medie una certeza consciente, sino solo la sensación de esa certeza. La palabra tiene un significado religioso, aunque se emplea hoy con otros significados: por ejemplo cuando un notario “da fe” de una firma, o en la frase “fe de erratas”, etc.
La fe no necesita la evidencia. Cuando una persona esta auto-imbuida de una determinada fe, obedece preceptos y mandamientos de la doctrina con la cual se identifica. Aunque la realidad en la que vive los cuestione, procura convencidamente encontrar la explicación que se avenga a la doctrina, a los preceptos, sobreseyendo las complejidades que cuestionen su fe.

El ideal socialista y la concepción del mundo
Por su amplitud, por los horizontes que abarcan los ideales sociales, estos se relacionan esencialmente con la concepción del mundo prevaleciente en las personas y grupos sociales, insertándose en esta última como parte coherente, afín, de la visión integral de unos y otros acerca de nuestra existencia en el planeta.
La persistencia espacial temporal de un ideal depende de los factores que lo condicionan, en cuyo conjunto el “ideal” aparece como la variable dependiente, que una vez surgida es esencial para pasar del conocimiento de la realidad social a jugar un papel mayor en la acción transformadora.
El fuerte debilitamiento del ideal socialista en las sociedades de los países ex-socialistas de Europa y en la desaparecida URSS puede explicarse principalmente por el debilitamiento y la in-funcionalidad de las condicionantes que lo sostenían, tanto las de orden material como las de orden espiritual y en especial por la desarticulación en lo ideológico, lo económico, lo político y lo organizativo entre ambos planos de la unidad material del mundo.
En el mundo de hoy en el que los medios de comunicación y las tecnologías asociadas han tenido un desarrollo cuantitativo exponencial y en muchos lugares se ha producido una deformación de la política que ha tendido cada vez más a ser función del mercado, los ideales pueden ser enarbolados desde intereses totalmente opuestos a lo que estos ideales argumentan y promueven, simplemente por su manipulación para obtener coyunturalmente apoyo popular.
Lo anterior es una razón más para no dejar el ideal socialista en fórmulas generales, vacías, sino rica y rigurosamente argumentadas.
Para promover el ideal socialista no basta con afirmar que se está por el socialismo, flaco favor le hace a la práctica esta simpleza.
El ideal socialista es un concepto complejo.

En la realidad cubana actual se pueden identificar no solo diferentes formas de existencia del ideal socialista, sino también formas de ideal capitalista. No hablo aquí de proporciones, sino de aspectos cualitativos.
Un ideal social es, como lo es la ideología que lo identifica, un producto histórico cultural, una generalización que resulta de la experiencia histórica, que visualiza, representa, resume el tipo de sociedad, las bases de su organización, las finalidades de su construcción, las pautas, leyes y normativas legales de su funcionamiento.
La fidelidad al ideal socialista en Cuba no puede ser una postura dogmática ni una declaración formal para no aparentar dejación de los propósitos originarios de la revolución, sino un eje capaz de resumir y articular voluntades, al que no se puede renunciar sin debilitar la única posibilidad de sostener y desarrollar el país en libertad, independencia y soberanía.
Para comprender el ideal socialista en la sociedad cubana actual, es preciso definir el conjunto de condicionantes que lo hacen vigente, ya que en la integración que significa el ideal se expresarán los valores presentes en estas condicionantes.
El ideal socialista tiene invariantes, que pueden relacionarse con su estructura básica, con los principios compartidos, a partir de los cuales evoluciona y se desarrollar el ideal. Relacionar los principios con las invariantes en modo alguno significa que los principios no cambian, que no se desarrollan. Aquí el término de invariante no hay que entenderlo como algo que no cambia, todo cambia, sino que se relaciona con la estabilidad. Se refiere al conjunto de principios que en su evolución y desarrollo mantienen una integración estable capaz de conservar el equilibrio y evolucionar enriqueciéndose en medio de las informaciones que aparecen continuamente desde la exterioridad del sistema “ideal socialista”.

Pero todo el asidero de ese sistema: “ideal socialista”, se encuentra en la conciencia de la sociedad cubana, incluyendo la presencia del sujeto que trabaja por su actualización y enriquecimiento, anclaje social y desarrollo armónico en la sociedad.

El ideal socialista cubano –repito- es como la ideología: un producto histórico cultural, es realidad en la conciencia social cubana y en el modo en que se expresa conscientemente en el mundo simbólico, mientras que la eficacia de su conceptuación está en razón directa con el grado en que el concepto que sobre ella se construye sea capaz de recoger lo esencial de esa realidad de modo articulado y coherente, explique su génesis, actualidad y proyección futura con valor práctico para la aceptación, convencimiento y movilización popular.
La construcción del ideal socialista, en tanto acto racional, resultado de la actividad humana, puede en cualquiera de sus formas y expresiones, estar más o menos identificado con la realidad social, y su eficacia como agente para movilizar la acción social estará también en dependencia de la calidad de su elaboración, de su formulación.

Las funciones del ideal socialista cubano, lo que es extensivo a cualquier otro ideal social, constituyen el elemento más dinámico del ideal socialista, están en la interfase ideal–sociedad y expresan precisamente la necesidad del ideal, y serán funcionales realmente a las necesidades sociales si las expresan.
Es ese precisamente el ámbito en el que las ciencias sociales en su integración con el centro de gravedad del sujeto político pueden realizar su mayor aporte, al proveer la información y los análisis más cercanos a la realidad social, contenidos que aporten la necesaria terrenalidad a la construcción de la expresión del ideal en un momento histórico dado.

La complejidad del ideal socialista emana precisamente de su terrenalidad. Después de ser enunciado el término, su pensamiento concreto se abre en numerosos ámbitos del acontecer ciudadano, donde radican esas condicionantes.
El ideal socialista sería una formulación vacía si se reduce a contenidos generales. Su explicación y argumentación tiene que abarcar esos disímiles ámbitos de la realidad social. Es ahí donde está lo principal en el debate acerca del ideal socialista en Cuba.

Si algún aporte de utilidad mayor pueden hacer las ciencias sociales, es el de estudiar y conocer cómo funcionan los eslabones mediadores entre los diversos ámbitos de la vida social en el que resulta significativo el funcionamiento del ideal socialista, lo que contribuirá a conocerlo y a conceptuarlo, y proponer programas de acción que afinen su funcionamiento armónico.

Naturalmente, no es ni puede ser la pretensión de este texto que solo aspira a estimular el debate en torno al ideal socialista, intentar una explicación medianamente exhaustiva sobre estos ámbitos y el modo en que en ellos funciona o debería funcionar el ideal socialista, sino apenas esbozar un panorama del conjunto, pero sí es dable ejemplificar con una aproximación en uno de ellos, el ámbito económico.

Al dirigir la mirada hacia la complejidad del ideal socialista, encontramos aspectos fundamentales que son principios de su existencia y finalidad social: la igualdad social, la justicia social, la cooperación, la emulación, el ideal económico, el ideal político, el ideal jurídico, el ideal ético, el ideal estético, el ideal organizativo, el ideal ciudadano, el ideal familiar, etc.

El ideal socialista debe contener también el criterio acerca de la estructura socioclasista y las reglas para incidir en la modelación de la movilidad social, de manera que las normativas, gratificaciones, reconocimientos, remuneraciones, etc. sean adecuadamente comprendidas y asumidas por la sociedad como justas, lógicas y aceptables, lo que sentará las bases para evitar que las diferencias sociales se perciban como indebidas, como privilegios espurios y para que no condicionen la estructuración de una imagen como pertenecientes a una clase ajena al ideal de toda la sociedad a quienes por sus capacidades y desempeño participen en mayor proporción del producto social, y específicamente a aquellos que ocupen posiciones en las estructuras de dirección económica, administrativa o política. De ello hay que hablar.

El ideal real y el ideal explicitado

El desarrollo del ideal socialista tiene lugar como resultado de las contradicciones, inequidades e injusticias del capitalismo y contra la inercia de la dominación y el poder hegemónico del modo capitalista de vida. Eso significa que el capitalismo seguirá funcionando y depredando a la humanidad y a la naturaleza mientras no exista un poder organizado que rompa su existencia inercial y perversa, de ahí que sin la acción política a favor de su superación, o lo que es igual a favor del socialismo, por más que resulte inicuo el accionar del capitalismo no podrá ser superado.

La influencia del capitalismo llega por múltiples vías, en el terreno económico, comercial, financiero, diplomático, militar, y muy especialmente a través de las guerras culturales y es preciso para su enfrentamiento renovar y fortalecer el ideal socialista desde bases realistas.

Para ello, es importante diferenciar entre el ideal que se ha consensuado y explicitado en un momento dado y el ideal real que está en permanente cambio y renovación, de donde se colige la importancia simbólica y práctica que tiene reverlo constantemente en sus disímiles aristas e integralmente.

El ideal socialista “vivo”, es decir, el que existe en sus disímiles formas y contextos complejos en la sociedad, vive en contraposición con todo el andamiaje práctico y simbólico de la influencia del capitalismo, del que está afuera y el que tenemos dentro, de ahí la importancia concreta e ineludible de su formulación y de la batalla de ideas por su divulgación, explicación, y continuo enriquecimiento.

Es precisamente en su formulación donde se pueden crear las premisas para alcanzar el máximo de eficiencia funcional del ideal socialista junto con el desarrollo cultural, en el proceso de retroalimentación desde el ideal formulado hacia la sociedad.

Esa formulación debe corresponderse en sus elementos básicos con lo que predomina realmente en la conciencia social. De ahí lo decisivo de aprenderlo para alcanzar una adecuada formulación del ideal que si bien nunca será igual a la realidad, no debe entrar en contradicción con lo que resulta socialmente entendible, asimilable y funcional, so pena de fracasar (4).

La explicación del ideal socialista desde la ciencia del ejemplo es un elemento fundamental para su extensión. En ella juegan un determinado papel los institutos ideológicos, la intelectualidad, los ideólogos, pero la expresión del ideal socialista en forma de planteo conceptual, tiene que evitar toda manipulación voluntarista o utópica para que empalme eficientemente en la conciencia ciudadana.
Si la formulación práctica del ideal no resulta efectiva para conmover y sumar conciencias será muy difícil cuando no imposible aspirar a convertirlo en una herramienta de promoción del sentimiento colectivista, del altruismo, la solidaridad y la justicia social.

De ahí que las aspiraciones generales del socialismo en una realidad sociocultural histórica concreta, expresadas en el ideal socialista, necesitan de su argumentación terrenal, de la explicación de las posibilidades concretas de su realización, de su identificación con los intereses de la gente, solo así el ideal se podrá afianzar y desarrollar.

El ideal socialista formulado “con los pies sobre la tierra” puede obtener los resultados prácticos que se requieren para demostrar la necesidad, posibilidad y viabilidad del modo socialista de producción y de vida y con ello una sólida identificación de la gente con ese ideal.

Un ciudadano puede tener conocimiento de un ideal, pero no identificarse con él, no compartirlo y, en consecuencia, carecer de influencia en su modo de pensar y actuar, salvo aquella influencia que sirve para reafirmar cualquier otro ideal o la ausencia de ideales. Por ello es dable hablar de “ideal asumido” o de “ideal compartido”, como calidad de la identificación con este de personas o grupos sociales.

El ideal compartido, asumido, incorporado, aparece como una síntesis modélica, pensada o imaginada de modo específico en cada coyuntura histórica, ejerciendo una influencia en la conducción de los caminos del pensamiento de las personas y en la orientación de sus acciones.
El ideal, como representación mental, es una abstracción que se forma bajo la influencia de una compleja serie de condicionamientos generados en la interrelación del sujeto con la realidad.

En tanto constructo subjetivo, el ideal en su conformación se va tejiendo desde los patrones, la información, la cultura de quienes lo sustentan, proceso en el cual los intereses juegan un papel transversal

El proceso de identificación de la persona con un ideal se ve influido y modelado desde edades tempranas, en el seno de la familia, la escuela, la comunidad, el grupo de amigos y en la sociedad en general, sobre todo a través de la acción de los medios de comunicación social, y de modo creciente en los medios que ofrecen las nuevas tecnologías de información y comunicación.

Los productos culturales (dibujos animados, novelas, anuncios, cortos, películas, el teatro, los show, los anuncios, y un largo etcétera) que ofrecen los medios en general, tradicionales y nuevos, reflejan de disímiles formas los ideales, bien alimentándolos, bien contrarrestándolos. Así, por ejemplo, la publicidad comercial del capitalismo, reproduce un ideal de bienestar que deriva en el confort hedonista afín a los intereses mercantiles de ese sistema y a su práctica habitual de crear en la gente necesidades artificiales, provocando estados mentales de carencia de algo que no necesitan para así estimular el consumismo.
Lo ético y lo estético están presentes en la conformación y afianzamiento de los ideales. El ideal estético de los seres humanos constituye uno de los principales factores de modelación de cualquier ideal, al acercarse a la perfección. Si bien el ideal socialista debe rechazar de plano el consumismo, la aspiración a su promoción y asimilación no puede presentar un socialismo feo y aburrido, que desilusiona, sino ser capaz de reconocer en él lo alegre, bello y esperanzador de la superación socialista de la realidad capitalista.
Sobre el papel del ideal
Cuando los individuos y grupos sociales se identifican con un ideal, este se traduce en convicciones que pautan los comportamientos humanos y refuerzan las actitudes transformadoras que significan ese ideal compartido, su búsqueda, su realización.

Al ser el ideal una realidad histórica concreta, es también cambiante, no solo a escala del individuo, sino en su dimensión social.
El hecho de ser el ideal una realidad cambiante significa que puede atemperarse o sublimarse, en dependencia de factores coyunturales, pero en ningún caso en su formulación puede perder su condición de constructo ideológico, de modelo que impulsa la realización de objetivos individuales y sociales.
De ahí que, independientemente de la existencia o no de generalizaciones conceptuales resultantes de diferentes conceptuaciones, el ideal socialista en la sociedad cubana ha existido por más de medio siglo, tanto en la ideología y la política de la revolución socialista, como en la subjetividad, en el modo en que han idealizado el socialismo los individuos y ha ejercido su influencia en la sociedad.
En otras palabras, el ideal socialista de hoy tiene como antecedentes la experiencia socialista en la sociedad cubana, las generalizaciones conceptuales expresadas por las instituciones ideológicas y políticas, por el liderazgo de la revolución socialista, por la intelectualidad, por la actividad cultural, las formas en que ha sido asumido socialmente y desde ahí expresado, reproducido y enriquecido en los más disímiles procesos y formas de la comunicación social.
En la medida en que los objetivos se van realizando en la sociedad los ideales se consolidan en la conciencia de las mayorías convirtiéndose en patrimonio subjetivo, cultural que puede ser conceptualizado y devuelto al torrente socializador fortaleciéndose culturalmente.
Si la ideología es el instrumento que permite un abordaje útil en la interpretación de la realidad social, el ideal como elemento de la ideología constituye el marco referencial general de esa interpretación, al constituir la proyección de mayor alcance en las metas estratégicas que entraña la ideología como proyecto de socialidad.

Al surgir como resultado de la necesidad de liberación frente a las condiciones que impone el capitalismo en el mundo, el ideal socialista implica una posición analítica crítica ante la realidad capitalista.
La realización del papel del ideal socialista responde al mismo conjunto de funciones de la ideología socialista. Además de la función analítica crítica, consustancial a su naturaleza de ideal anticapitalista, pueden reconocerse otras funciones fundamentales, todas interactuando y separables solo en la abstracción: la función aglutinadora (de identificación y cohesionadora), la función orientadora, la función educativa, la función reguladora, la función de dirección, la función de movilización y organización, la función valorativa. Puede considerarse también como una función del ideal socialista la de promover un sentimiento de seguridad en el porvenir, confianza en el futuro, esperanza de un mundo mejor.
En su función educadora, por ejemplo, el ideal socialista pone sus miras en un ser humano saludable, en armonía con sus semejantes, con la naturaleza, culto, instruido, colectivista, solidario, humanista, ajeno al consumismo hedonista, con altas necesidades culturales, es decir, muy diferente al tipo de “pieza de recambio del sistema” en que lo convierte el capitalismo.
En el ejercicio de la actividad política el ideal socialista actúa cohesionando, movilizando las voluntades, organizando, orientando, regulando la conducta, promoviendo el empoderamiento de la sociedad, la participación en el análisis de la situación y en las decisiones, etc.
Cuba no puede renunciar a la promoción del ideal socialista
En un artículo publicado en Cubadebate el 5 de octubre de 2015 titulado “El socialismo es ahora” abordé el ideal socialista: “No se oyen lo suficiente en nuestro mundo simbólico y político los conceptos de socialismo, construcción del socialismo, ética socialista y la discusión acerca de los desafíos que ello implica y el esclarecimiento de los caminos para superarlos, no tenemos una concreción del ideal socialista. Como todo ideal el propósito socialista está necesitado de la terrenalidad de la explicación que lo vincule a lo cotidiano en los diferentes ámbitos del acontecer social. Esa acción ideológica y política que encarne en la ofensiva de ideas que se necesita es pobre hoy y debe ser objeto de la atención del VII Congreso del Partido.”
Luego de 5 décadas de actividad política cultural de promoción del socialismo, en la imagen de sistema social existente en la gran mayoría del pueblo cubano persiste un conjunto de condicionantes que reafirman el ideal socialista entendido de las más disímiles formas dentro de un conjunto de conceptos, principios y códigos compartidos.
Trabajar en la actualización del ideal socialista, no renunciar a los términos que lo identifican y que forman parte de nuestras mejores tradiciones, no renunciar a la herencia del esfuerzo del pueblo por construir una sociedad socialista, justa, humanista, solidaria, constituye un arma para la defensa de la soberanía, la independencia, la identidad cultural y de un provenir de justicia social para todos.
*Licenciado en Ciencias Políticas. Diplomado en Teoría del proceso ideológico y Doctor en Ciencias Filosóficas. Preside la Cátedra de Periodismo de Investigación y es vicepresidente de la cátedra de Comunicación y Sociedad del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

NOTAS
(1) El Instituto de Filosofía de Cuba ha emprendido una investigación en torno a este tema, de la cual tengo el honor de formar parte. El presente artículo ha sido inspirado en esa iniciativa.
(2) El socialismo como ideal social es producto de la reacción ante las injusticias y en ese contexto es necesario. En el caso cubano funciona como modelo eficiente para el desarrollo en un mundo dominado por el capitalismo transnacional lo que convierte en una posibilidad y una decisión, una vía eficiente para el desarrollo y con ello para el aseguramiento de una respuesta positiva a las necesidades básicas de la sociedad en su conjunto y una vía para la realización de las aspiraciones individuales y sociales más generales.

(3) De esta manera, por ejemplo, desde la perspectiva de la vida en pareja se forman distintos ideales de personas para compartirla, también se forman ideales de vivienda, de vestimenta, de tipo de trabajo, y muchos otros. Los ideales entrañan disímiles metas de vida.
(4) Sirva de ejemplo para aclarar lo anterior el concepto y práctica del igualitarismo. Si hoy en el ideal socialista formulado y esgrimido en la actividad ideológica política se incluye el igualitarismo como componente universal, en particular la generalización de la distribución igualitaria de bienes y servicios, no sería asimilable por la mayor parte de la ciudadanía.