El Salvador. La aventura cinematográfica

Viernes, 24 El Salvador. La aventura cinematográficaJulio 2009
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Por Manuel Sorto

Imágenes de Françoise Beséme

La Historia de un Húerfano

II

La Tercera Generación

a Lynn Gueary

Si David Calderón y Alejandro Cotto no colaboraron entre ellos (lo cual parece imposible, increíble y absurdo en un país donde solo ellos son los cineastas entre 1959 y 1974, y además, en un país sin tradición, sin recursos y sin mayor infraestructura de producción), la generación que llega, hace todo lo contrario.

Esta generación se compone por Baltazar Polío, Guillermo Escalón y Manuel Sorto, por orden de aparición.

Recapitulemos, Julio Ortega produce sus reportajes sobre Honduras en 1921 y Alfredo Massi la ficción Aguilas Civilizadas en 1924. Alejandro Cotto realiza en 1959 Camino de Esperanza y en 1960, El Rostro. En 1969, José David Calderon realiza Los peces fuera del agua y en 1970 Izalco. Luego viene el desierto. Pero Cine Spot existe.

Es así como Baltazar Polío, un joven recién llegado, puede dar sus primeros pasos. Ya no es necesario tener que ir o enviar los rollos de película a revelar hasta México, porque, repito, Cine Spot existe. Baltazar Polío, en 1975, producirá y realizará Topiltzin, un impactante cortometraje de ficción-documental, rodado con gran habilidad para lograr lo máximo de los pocos medios con que cuenta. No se trata de que sin Cine Spot, Baltazar Polío no hubiese existido como cineasta, pero quizás no se explicaría el fenómeno Baltazar Polío que produjo entre 1975 y 1979, ¡una película por año! ¡Chapeau! dicen los franceses.

Pero también con Calderón y Polío se rompe la relación de competencia entre los creadores y se transforma en colaboración, no estrecha, pero consciente y real, una relación, si se quiere, maestro-discípulo, no obvia, pero si evidente en alguna parte.

En 1975, con Topiltzin*, la primera película de Baltazar Polío, el cine salvadoreño da una vuelta de tuerca (como diría Paul Leduc) acorde a la dimensión de los 15 años pasados desde El Rostro de Alejandro Cotto o los seis o cinco años desde Los peces fuera del agua e Izalco de José David Calderón. Y cinco años es bastante, o mucho, en la producción cinematográfica de un país.

Pero comencemos por el principio de esta nueva revolución en el disco de nuestro cine.

Baltazar Polío

un cine social

Introito II

TOPILTZIN

Topiltzín nos cuenta la historia de un día en la vida de un pequeño vendedor de periódicos, pre, o adolescente. Topiltzín es un cipote como los hay a centenares en San Salvador: descalzos, harapientos, malcomidos, sin hogar ni educación. Topiltzín vive en la calle; duerme donde le agarra la noche, se alimenta de cualquier cosa con lo poco que gana y siguiéndolo, a través de sus ojos podemos ver la ciudad en que vive y que día a día lo mata.

La película arranca mostrándonos el amanecer en San Salvador, los primeros vehículos que se desplazan por los calles, el « panadero » en bicicleta con su enorme canasto en equilibrio sobre la cabeza, los chuchos de nadie que galguean, unas mujeres lavando trastos, y Topiltzín que dormita sobre una acera con su ropa raída, y sus ojos que se abren con la mirada de « los tristes más tristes del mundo ».

La cámara nos lleva, acompañando al pequeño príncipe en su recorrido por la ciudad. Lo vemos atravesar el mercado entre la multitud de vendedoras, mozos de camión, borrachos, vagos y enfermos que lo pueblan; los sonidos de los cumbos de basura, los gritos, los bocinazos de carros y camiones, la bulla y las ofertas que las vendedoras saben tan bien cantar.

Lo vemos detenerse con su camiseta que no pasa de hilacha y su culirroto pantalón chulunco frente al monumento de la Plaza Libertad, que con sus coronas de laurel entre las manos se alza contra el cielo. Topiltzín sigue su camino por las calles sucias, ya devorando el supremo banquete de un puñado de arroz sobre una tortilla, ya peinándose con los dedos frente al espejo de una venta callejera. Lo vemos esperar, impaciente y con tedio, la salida de los periódicos, para luego dirigirse en un bus de la ruta 29 hacia el Bulevard de los Héroes, donde esquivando autos o sobre los arriates con otros canillitas, con sus pies descalzos contra el pavimento ardiente, y sudará su bello pellejo maya hasta terminar de vender la mercancía.

Hay una secuencia en la cual podemos ver parte del mundo que le ha sido negado: el mural que decora el Liceo Salvadoreño es harto elocuente; los jóvenes que con libros bajo el brazo ascienden las gradas de los edificios universitarios; los caballeros cadetes que en ropa deportiva hacen gimnasia. También se integran en esta secuencia de su recorrido, el rostro de un Pato Donald que se balancea grotesco y los soldados que desde los garitones vigilan los cuarteles… ¿piensa Topiltzín en la entrada al cuartel como salida siempre viable para asegurar ropa, techo y comida? Estas imágenes están montadas de manera rápida y ágil a ritmo de la pista musical que ya se ha convertido en golpes secos de redobles.

Al caer la tarde lo vemos bajar hasta la orilla de lo que queda del río Acelhuate, para darse un baño en su raquítica corriente de agua sucia, basura y desperdicios. En un momento determinado los oídos del muchacho se agudizan y escuchamos el sonido de una flauta; sus ojos buscan el lugar de donde proviene la música que se ha vuelto penetrante.

Aquí hay una transición en cuanto a la forma en que la historia nos ha venido siendo narrada. Venimos de asistir con Topiltzín a una realidad concreta y dura, una mise en scene documental, pero de aquí en adelante las escenas se vuelven simbólicas, oníricas si se quiere.

Sus hermosos ojos rasgados se levantan frente a las Lomas de Candelaria, las que luego le vemos ascender atraído por la extraña fuerza de aquella música que lo guía y llegar hasta donde un Viejo de sonrisa bondadosa fabrica una flauta de carrizo.

Topiltzín observa magnetizado las manos del viejo y su destreza manejando el cortaplumas hasta que la flauta es terminada. El viejo la prueba: funciona. El viejo se la ofrece, sonriendo, para luego alejarse tal como apareció, envuelto en el misterio.

En la escena final vemos a Topiltzín sonando la flauta bajo los luminosos rayos del sol que comienza a ocultarse tras las lomas. Las imágenes, ya desde que el viejo se marchara, son de gran belleza visual. El tratamiento de la luz a nivel de contraluces es técnicamente simple, pero utilizado con mano de maestro, es decir Polío, el cineasta, en pleno dominio de la técnica y las reglas de su arte: cuándo y dónde, en qué parte de la película utilizarlo. Y es simple porque lo hace siguiendo la lógica de su narración, no como un efecto estético-visual: la película comenzó con el día que se iniciaba (pero no con el sol naciendo, sino con la gente que se activa), y hemos llegado al final de la pelí, de la historia: el sol se dispone a acostarse. Topiltzín se aleja con pasos casi acompasados a la melodía que ya está creando con su flauta, y casi danza la figura del pequeño príncipe ahora flautero que, en silueta, se recorta contra la luz del atardecer. La música en la banda sonora, ha llegado a su clímax.

¿Es la escena final una esperanza para Topiltzín? Quizás. Quizás para él y su gente no exista la armonía mínima de una vida con padres, techo, comida y educación, pero quizás mañana… (Quizás a partir de ahora…) Esta escena queda abierta a las diversas interpretaciones que puedan darle los espectadores. Para mi es un acto de fé (y perdóneseme el concepto cuasi religioso). Fé en un mundo distinto, diferente, en un San Salvador nuevo para sus pequeños príncipes.

Marcos Menjívar, el actor, no era canillita antes de protagonizar Topiltzín, pero vivía de una manera bastante semejante.

« Nací en Chalatenango en 1960. Vine a la ciudad a la edad de nueve años y mi vida la he hecho en los tugurios. Recuerdo El Bambular, el Modelo 1… en el Américas, murió mi madre… »

Cuando se filmó la película entre 1974 y 1975, Marcos Menjívar tenía alrededor de 14 años. Desde entonces se convirtió en el asistente inseparable de Baltazar Polío en todas sus posteriores producciones, y a esas alturas, cuando en 1979 escribí el texto a pedido de La Piscucha, Marcos ya no solo era el cipote, el topilzin, el principito que lograra quizás hasta hoy, la mejor actuación del cine salvadoreño, sino también un joven que contaba ya con más de 4 años de experiencia técnica en el campo cinematográfico, haciendo un poco de todo, como hasta entonces (¿O hasta hoy?) se hacía cine en El Salvador.

Marcos encontró en el cine una identidad y una educación que en nuestro medio no la sirve ninguna Universidad ni Colegio, esas instituciones que a él le fueron negadas (hablo de las tres o cuatro Universidades serias que existen en El Salvador, no de esos chiringuitos que crecieron como hongos en los últimos 2o años, hasta en cualquier garage, solo comparable, con el número de iglesias de tantos colores y nombres). Es más, si un día vuelvo a filmar en El Salvador, no dudaría en buscarlo y pedirle su colaboración, como técnico, como actor, o como asesor -salí en marzo de 1980.

Pero con el caso de Marcos Menjívar no estamos diciendo que los topiltzines, los principitos que a tanatadas llenan la capital, encontrarán con un poquito o con un golpe de suerte y con un poco de esfuerzo, la solución a su miseria. Porque no se trata de pobreza de la que nos habla Topiltzín, sino de la miseria que como costra adorna incesante nuestro país. Los problemas elementales de una gran mayoría de la niñez salvadoreña, no están para esperar a ser solucionados con un poquito de « suerte ». Por cada Marcos Antonio Menjívar hay cientos o miles de topiltzines que terminan o están llegando a adultos todos los días y que pululan en San Salvador y que son señalados como lúmpenes o lacras, o mareros. O como gusten nombrarlos sus mercedes.

Debido a la cantidad de su producción, podríamos decir que en El Salvador y Mesoamérica, el cine continúa siendo un campo casi vírgen. Esto no se debe solo a lo que económicamente implica la aventura, sino también a lo que de conocimientos y capacidades técnicas requiere; aparte de talento, of course.

Topiltzín fue la primera película de Baltazar Polío y fue filmada en precarias condiciones económicas y técnicas. Polío no tenía ni cámara, por lo que la filmó con cámaras prestadas y con colas sobrantes de película vírgen, de emulsiones de diferentes marcas y calidades –lo cual es visible durante la proyección, no solo para los profesionales, aunque Baltazar haya astuta y eficazmente atenuado las diferencias entre las distintas calidades de emulsión con un tenue baño de sepia en el laboratorio.

Sin embargo y pese a todas las fallas que puedan objetársele: por el tema y los conflictos de su personaje; por su guión; por sus lugares de rodaje y el ambiente que de ellos se rescata; por la dirección del actor; por la sabia utilización de los pocos recursos económicos y técnicos con que contaba el realizador; por el rítmo tan bien logrado a través de todo el desarrollo; por el hallazgo en el lenguaje cinematográfico y lo que como aporte al cine salvadoreño significa, creo que hasta hoy, Topiltzín es la película salvadoreña por excelencia. Hoy por hoy (decía al cierre de mi trabajo cuando lo publiqué).

Porque esto que han leído lo he reproducido casi textual de un trabajo mío publicado en El Salvador en la revista La Piscucha ** en 1979.

Con Topiltzin, el cine social irrumpe en el casi desolado y desolador paisaje del cine salvadoreño, y para quedarse (aunque muy pocos la hayan visto. Creo que incluso los nuevos cineastas o aspirantes a serlo, desconocen la película, y no son responsables de ello. Y es por ello que es necesario y se vuelve imprescindible, un organismo que, entre otras cosas, cree una Cinemateca que rescate, guarde, restaure, conserve, clasifique, proyecte y se ocupe de dar a conocer la obra cinematográfica salvadoreña, para comenzar, al pueblo salvadoreño, su público natural y al primero que va dirigido. Pero también para que promueva la ayuda internacional; tanto europea, asiática, canadiense, australiana o del cine independiente estadunidense, es obtenible. Puede parecerles que estoy loco, pero todo es posible. Termino con lo que de Topiltzin, la película, y luego retomo lo del cine como sujeto general).

Toda cinematografía nacional que se respete en no importa que país del planeta, tiene que pasar por un cine social. Es la credencial de mayoría de edad de todas las cinematografías. Tanto como la alternancia política es condición sine qua non para un sistema democrático en occidente. En el cine, la nacionalidad la da o la dan, los países productores; o sea el que paga los costos de la aventura.

No se trata de patriotismo ni de nacionalismo tranochado, sino de un acto de búsqueda y recuperación de la propia identidad. Pero sentar las bases de un cine nacional no es ya nuestro problema. Esa es una etapa quemada y superada desde el binomio Cotto y Calderón, asentada con el fenómeno Baltazar Polío y con la producción del otro binomio, Escalón y Sorto, durante la época de nuestro cine de guerra. Asi que, a otra cosa, mariposa.

Topiltzin vendría a ser El Ladrón de Bicicletas o el Tire dié ***, de la cinematografía salvadoreña. En toda la producción anterior, la condición social y humana no solo no era cuestionada, pero aún más, en El Rostro, la pobreza y la miseria se daba como aceptada y era asumida por los personajes como una fatalidad (aderezada con folklore y los pasos de baile de Morena Celarié -la despeñada o asesinada, nunca se supo). Es más, y corro el riesgo de equivocarme, puede que el talento y las ideas de Alejandro Cotto, no fuera más que manipulado por Coralia de Lemus para cimentar los inicios del utilitarismo del sujeto indígena y campesino, para la recién descubierta industria del turismo; ya estando para entonces un poco a distancia del genocidio de 1932, después del cual, hablar el nahuat y hasta vestir sus trajes originales, era sinónimo de ser comunistas (¡pobre pueblo!, tras masacrado, sus restos convertidos en souvenir para turistas).

Ya antes, a los naturales, se les había despojado del derecho al Ejido, lo único que creó y respetó la España de la colonia: el pequeño derecho a seguir viviendo y trabajando en las zonas del territorio que habitaban. Los criollos y sus gobiernos, para utilizar esas tierras, ya que eran las mejores por su altitud, ordenaron por decreto la siembra obligatoria del café, ley en favor de un grupo de familias; como si se tratara de la plantación de algo esencial para la sobrevivencia del pueblo salvadoreño. Una medida brutal e indecente, inmoral, perversa. Toda nuestra historia oficial es inmoral, indecente y profundamente perversa.

En Topiltzín, como decía, la realidad es vista desde una nueva mirada: la mirada neutra de la cámara que espía y acompaña a Topiltzín es reveladora; pero también es una mirada que cuestiona esa realidad y, subliminalmente, es un dedo acusador, pero a la vez, subversivo.

Pero poco importaba (o importa), de todas maneras la película no se exhibía ni la veía nadie. Ni adentro ni afuera. Un poco como ahora, me imagino. Solo los amigos. Y en esas pocas proyecciones, entre amigos, a veces Baltazar hasta ganaba, a sus espaldas, la burla de sus elegidos para verlas: eso no era cine, decían. No era cine, para ellos, no era el cine como nos gustaba (o nos gusta), como lo conocíamos (o conocemos) la mayoría de los salvadoreños: a lo Hollywood o el cine mexicano comercial de la época. Ese tipo o clase de cine que creo sigue siendo el mismo que llena nuestras carteleras actuales. Burlas y críticas que solo mostraban nuestra enorme ignorancia en cultura y educación cinematográfica y audiovisual. Y no se trata solo de cine.

Hoy, 39 años después, y en pleno siglo 21, y cuando ya los salvadoreños vamos comprendiendo la importancia de las imágenes, y el poder , no olvidemos sobre todo el poder que tienen las imágenes sobre nuestras vidas; la cotidiana y la de los sueños. Quizás hoy, nuestra actitud sea diferente. Quizás.

Retomo la necesidad de una Cinemateca Nacional

Pienso que por primera vez contamos con un gobierno de corte social y serio, que se preocupará por el aspecto cultural, no solo porque lo ha prometido y creado una Secretaría para ello, sino porque todos nosotros lo exijimos y le ayudaremos a contruír ese nuevo proyecto social y cultural. Sin nosotros un gobierno no puede nada. Hoy, ningún gobierno, es nada sin nosotros, ningún gobierno. Y acostumbrémonos a la idea, que nos entre en la mollera y en el alma. Tenemos un gobierno que promete tratará con respeto y colaborará con las artes, como ellas merecen y necesitan en cualquier país con dignidad. Es decir, como algo importante dentro del todo cultural salvadoreño.

Un nuevo proyecto cultural tiene que fundarse, y bien. Un proyecto cultural con todo lo necesario, con todas sus partes. Una totalidad que incluya todos los elementos que conforman la cultura, sin exclusión, de izquierda, derecha y centro, de arriba y de abajo, de norte y este, de sur y oeste. Un organismo cultural fundado sobre piedras angulares multi-encastrables y con posibilidades de enlace y ensamble, al infinito. Es decir, todas las posibles.

Un Órgano Cultural del Estado que existirá, independientemente de los gobiernos que se alternen el poder político en el futuro.

Un organismo de estado serio y coherente, no excluyente, abierto a todo lo actual, nuevo y experimental; que concilie nuestro pasado precolombino, rescatando, protegiendo, guardando y conservando todo lo que podamos de nuestros más antiguos ancestros, y por otra parte, lo actual, moderno y contemporáneo que tenemos de nuestra ascendencia occidental (blanca y cristiana, como añadiría un generalazo argentino de la época de Videla); ese ascendente de España y de los otros países europeos, más la influencia relativamente reciente de los Estados Unidos (el imperio más nuevo de la historia y el que quizás menos durará, por los vientos que soplan).

Un organismo estatal y laico, abierto para todos, sin distinción de raza, sexo, religión ni signo astrológico, ni de si se escribe o se cojea o se meten goles, con la izquierda o la derecha. Un organismo que permita articularse tanto a los salvadoreños en el interior como en el exterior. Porque no olvidemos a los que están afuera, y no se trata unicamente del tema remesas, no. Todo lo bueno que se resume en los que tuvimos la oportunidad, suerte, o aparente desgracia de irnos a vivir y aprender, pero también a enseñar cosas a otros países. Y no importa que nuestra partida tuviera como causa el exilio político o el exilio económico (que también es una especie de exilio).

Y esto incluye no solo a los que fuimos a parar a Estados Unidos, Canadá, Europa, México, y otros países de Amèrica Latina, porque hasta en la misma Australia tuvimos que fundar colonia y familia entre canguros. ¡Joder! ¡Que hasta en Alaska y las Siberias tenemos ya parientes o amigos! ¡Que estamos y somos más ricos que nunca! No seamos imbéciles, ayudémosle a Mauricio Funes Cartagena a transformar El Salvador en el micro-ship que tanto sueña. ¿O no leímos o escuchamos con suma atención su discurso de investidura?.

Esa es una de las mayores riquezas con que contamos ahora, porque, y oigáseme bien, ahora también tenemos por primera vez en nuestra historia un gobierno de izquierda, elegido por mayoría popular, que ha prometido transformar y revolucionar el país y que nos hace confiar en que por fin la suerte y la realidad de las obras estarán de nuestro lado, es decir, del lado del pueblo. Que todo eso es valioso. Cuidémoslo y exijámosle. Y la diáspora no es solo una fatalidad, nos hemos enriquecidos y somos más fuertes que antes, más fuertes que nunca desde hace 500 años. Todos queremos regresar o colaborar desde donde estemos y como podamos.

Esperemos a que el presidente de la república y su gabinete organicen la plataforma de despegue; no lo desconcentremos, ni a él ni a su gobierno con nuestros lloros y premuras de cipotes hambrientos, como si solo pensáramos en nuestras barrigas y necesidades inmediatas. Esperemos a que su arquitecto y equipo de ingenieros termine el trabajo de sentar las bases de la refundación. No se puede construír nada nuevo sobre bases flojas o torcidas, o sobre bases podridas. Somos un país con muchas complejidades, y una reestructuración o cambio verdadero necesita nuevas bases sobre las que construiremos el nuevo edificio. Él dará la señal o señales necesarias. Y entoces, a contruír todo lo que se pueda. Pero bien. Tenemos 5 años por delante. No es mucho, pero tampoco es nada. Hombres de poca fé.

Y claro que encontraremos apoyos y ayudas en todo el planeta si se trata de la cultura y el arte.

Notas

Escribo topiltzín con tilde, pero no estoy seguro de si se debe.

Solo el binomio Guillermo Escalón y Manuel Sorto superan eso: 4 películas en 2 años y pico. Pero jugando a 2.

La piscucha. Vuelo Número 3 (Mayo-junio, 1979. Editorial Universitaria. Consejo de redacción: Rafael Mendoza, Armando Herrera y Roberto Salinas).

Ladri di biciclette, de Vittorio de Sica (Italia, 1948).

Tire dié, de Fernando Birri (Argentina, 1956-58).

Birri nace en Santa Fé, en 1925. Considerado padre del Nuevo Cine Latinoamericano. Estudió cine en Roma; a su regreso a Argentina funda el Instituto de Cine de la Universidad del Litoral, donde se formarán importantes ténicos y realizadores que tomaran a los que coordina para el rodaje de Tire die y que serán de gran importancia 10 años más tarde tomando el relevo. Tire dié es la transcripción fonética de tire diez, lo que gritaban los niños de un pueblo argentino, mendingando una moneda de 10 centavos a los pasajeros del tren cuando pasaba por el pueblo. En 1962, influenciado por el neo-realismo italiano, realiza Los Inundados. Las dificultades para continuar su trabajo lo obligan a regresar a Roma, donde reside. Fue uno de los motores para la creación de la Escuela de Cine de San Antonio de Los Baños, en Cuba, bajo los auspicios de Gabriel García Marquez (quien también estudió cine en Roma) con el monto recibido junto con su medalla de Nóbel.

Ojo

Les debo la Ficha técnica de Topiltzín. No la encuentro. O nunca la tuve o la he perdido o por ahí anda. Otra de las calamidades de andar errante. Pero también tiene su cosas buenas y hermosas, y se aprende mucho.

Los documentos del cine salvadoreño: la tradición desconocida

Los documentos del cine salvadoreño: la tradición desconocida
Suele decirse que en El Salvador no existe tradición en producción de cine. Lo cierto es que sí la hay, pero sus características son poco conocidas.
Ruth Grégori
cartas@elfaro.net
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La mayoría de salvadoreños probablemente se sorprenderían al saber que las producciones que constituyen el acervo audiovisual cinematográfico del país sobrepasan la centena. En un siglo de historia, los géneros y formatos han sido variados, pese al predominio del género documental.

La historia del cine en El Salvador puede dividirse en tres períodos: la primera mitad del SXX, los inicios del séptimo arte en tierras salvadoreñas; la segunda mitad del SXX en que se sigue representando la realidad, se incursiona en el cine narrativo y más experimental, y se escribe el importante capítulo de la producción durante el conflicto armado; y el cine de la posguerra.

A inicios de siglo, como aún no existían las salas de cine, las funciones se realizaban al aire libre, proyectando las imágenes en los muros de iglesias o alcaldías, que eran los más grandes y blancas, y los espectadores debían llevar en qué sentarse. El fondo musical provenía de interpretaciones en vivo que iban desde marimbas y pianos hasta orquestas. Se anunciaba la función tocando las campanas o lanzando cohetes de vara.

El primer largometraje con argumento hecho en El Salvador fue “Las Águilas Civilizadas” (35 mm), del migrante italiano Virgilio Crisonino, una “historia de amor entre una campesina y un patrón malo que se exhibió en 1927 con gran éxito. No se conserva ninguna copia de esta película.

Durante los primeros cincuenta años de la historia del cine salvadoreño predominó el género documental y el formato de 35 mm. Casi toda la producción de esa época está ligada al nombre de Alfredo Massi, también inmigrante italiano, cuya obra documentada abarca 80 producciones, 25 realizadas en formato de 35 mm entre 1932-1934 y 55 en formato de 16 mm realizadas entre 1940 y 1966.

Massi estuvo involucrado en dos empresas cinematográficas en las que una serie de documentales de lo que gobernantes como Maximiliano Hernández Martínez, Oscar Osorio y José María Lemus se sirvieron para fines de propaganda política. Massi filmó y produjo el primer noticiero cinematográfico salvadoreño financiado con capital propio: “Lorotone”. Un documento importante de esa época es la filmación de los III Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe (1935). Otros ejemplos de sus obras son: “La revolución en marcha”, “El buen café salvadoreño” y “La Presa 5 de noviembre”.

La segunda generación

Entre los nombres de la historia del cine hecho en El Salvador en la segunda mitad del SXX se cuentan: José David Calderón, Alejandro Cotto, Baltazar Polio y André Guttfreund. Pero además surgieron una serie de esfuerzos institucionales para la creación cinematográfica, entre ellas una gubernamental, Televisión Educativa (TVE) y dos ligadas a organizaciones guerrilleras. La producción registrada de estos años alcanza los cincuenta títulos.

José David Calderón creó el primer largometraje salvadoreño: “Pasaje al Mundial” (1969), un documental que presentó el partido en que El Salvador clasificó al mundial de fútbol de México en 1970, y “Los peces fuera del agua” (1970), la primera película con argumento, exhibida en 1971. A él se atribuye los primeros esfuerzos por hacer cine comercial en el país.

Alejandro Cotto, quien estudió cine en México, realizó producciones por encargo de funcionarios o instituciones gubernamentales durante la presidencia de José María Lemus, pero sus creaciones le granjearon motes que iban desde “damo de la mujer de Lemus” hasta “comunista”, según la perspectiva de quien las viera. Eran los años de la Guerra Fría, de creciente convulsión social y del surgimiento de las organizaciones que más tarde conformarían el FMLN. Entre sus obras destaca “El rostro” (1960), que quedó entre las finalistas del Festival de Berlín.

Baltazar Polío filmó en 1975, al regresar de sus estudios de cine en Francia “Topiltzin” (pequeño príncipe en nahuat), el primer cortometraje experimental, sobre la vida de un niño vendedor de periódicos. En lugar de “dolly” para seguir los desplazamientos utilizó un carro escarabajo, en lugar de una grúa para seguir ascenso y descenso un sube y baja y una rueda de chicago. Esta película participó en el Festival de Cine de Bilbao España y en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba. Polío emigró a Estados Unidos a causa de la guerra, en donde continuó su trabajo audiovisual.

Televisión Educativa (TVE) creó en 1973 el Departamento de Producción Cinematográfica, al que se dotó del equipo técnico de producción audiovisual más completo de la época y en donde se hizo cine documental sobre diversos temas hasta que en 1987 el Ministerio de Educación ya no pudo mantenerlo. Cineastas de gran renombre, entre ellos el francés Jean Leduc y el italiano Roberto Rosellini, vinieron al país para brindar capacitaciones. Durante la presidencia de Napoleón Duarte TVE cae en descuido, por pérdidas y robos de materiales así como equipo fílmico y técnico.
“Géneros Cinematográficos”
» Documental: es una forma de representación de la realidad desprovista de toda manipulación o ilusionismo ficcional. Comprende subgéneros: Histórico (temas históricos), Bélico (temas de la guerra y su contexto), propagandístico (exalta una de las partes en el conflicto y se supedita a la difusión de una ideología), y otros que reflejan sucesos turísticos, culturales, deportivos, educativos, institucionales, etc.

» Cine narrativo: Va más allá de la reproducción de la realidad, la recrea o se basa en temas fantásticos. Retoma elementos narrativos como personajes, trama, desenlace, conflicto y resolución. Subgéneros: drama, cine histórico, parodia, musical, ciencia ficción, cine de acción (espionaje, aventura), comedia.

» Cine de Vanguardia:Transgresión de géneros establecidos, más experimentales, que surgen entre la I y II Guerras Mundiales: dadaísmo, surrealismo, expresionismo.
“ Géneros mixtos.

André Guttfreund, quien laboró por dos años en TVE, estudió posteriormente cine en Estados Unidos. Ahí desarrolló su actividad fílmica y ganó un Oscar por el cortometraje “In the region of Ice” (“En la región del hielo”) en la categoría de producción en 1976.

En 1979 el golpe de Estado que depuso al entonces Presidente Carlos Humberto Romero y el inicio de la guerra civil generaron un quiebre en la incipiente industria salvadoreña del cine.

El capítulo de la guerra en el cine salvadoreño

“La necesidad de los grupos clandestinos de promover su causa provocó el surgimiento de un medio alternativo para dar a conocer su versión de los hechos. Paradójicamente el grupo insurgente le sacó mejor provecho al cine que el gobierno, contrario a lo que otros sistemas han hecho a lo largo de la historia”. Así describe la incursión de organizaciones guerrilleras en la producción fílmica la investigación “Segunda Generación de cine salvadoreño 1960-1992” (UCA, 2002).

Uno de los principales aportes del cine de guerra fue el valor documental e histórico de las imágenes del conflicto. Se consiguió articular una organización y se hizo producción sistemática, además de que se establecieron mecanismos de distribución, destinados el público de las redes de solidaridad internacional.

Dos organizaciones guerrilleras crearon sus propios grupos de cine. Las Fuerzas Populares para la Liberación Nacional (FPL) creó el Instituto Cinematográfico El Salvador Revolucionario (ICSR), mientras que el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) creó el Sistema Radio Venceremos (SVR). Amabas organizaciones produjeron de forma sistemática y constante, también hubo aportes de otros grupos que formaban el FMLN.

Entre las obras de esta etapa cabe mencionar documental de la época fue “La decisión de vencer” (1981), del Colectivo “Cero a la izquierda”, integrada por Guillermo Escalón y Manuel Sorto, que más tarde se integraría al SRV, y la película “El Salvador, el pueblo vencerá”, de Diego de la Texera (ICSR, 1982), que tuvo distribución en 30 países y fue traducida a nueve idiomas.

Gran parte del material producido durante el conflicto quedó disperso. Ha habido pocos intentos por rescatarlo: La Universidad Nacional, el Museo de la Palabra y la Imagen (dirigido por Carlos Consalvi, que era parte del SRV), filmotecas extranjeras (debido a la participación en festivales), así como archivos particulares dentro y fuera del país.

El cine de la posguerra

Para cuando terminó el conflicto armado la actividad cinematográfica en el país empieza entonces a sufrir algunos cambios. En tanto que había predominado hasta entonces el género documental en el cine de la posguerra el género de ficción gana terreno de 18 títulos documentados hasta 2002, 10 pertenecen al género de ficción, los documentales ya no sólo retratan sucesos sino empiezan a interesarse en el subgénero biográfico, y los formatos de 35 y 16 mm ceden espacios a nuevas tecnologías como el formato digital.

Guillermo Escalón, del colectivo “Cero a la Izquierda” que formó parte del SRV, y quien dirigió diferentes documentales durante la época bélica, filmó en 1994 el documental “Alejandro”, un homenaje a la trayectoria del cineasta y activista cultural Alejandro Cotto. Este documental biográfico rompe la temática de la guerra y abre una nueva brecha para la producción cinematográfica salvadoreña.

El cineasta Jorge Dalton, Fundador de la Escuela de Cine en Cuba, ha realizado tanto documentales biográficos como cine de ficción. Su documental biográfico “Herido de Sombras” (1994, 1ª versión desaparecida, y 1999, 2ª versión) sobre la historia del grupo musical cubano “Los Zafiros”, obtuvo el III Premio Coral al mejor documental del Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana en 1994.

“Nacidos para triunfar” (1994), un largometraje de Javier Durán sobre la historia del grupo musical salvadoreño liderado por “Josse Lora”, pese a haber sido catalogada como puramente “comercial”, forma parte de la historia del cine salvadoreño. Fue estrenada simultáneamente en 21 salas de El Salvador en 1994 y fue distribuida dentro y fuera del país en salas comerciales y renta videos.

En la producción fílmica de posguerra es interesante notar que algunos temas son intereses comunes. En el caso del género de ficción, tres títulos coinciden en el tema del fenómeno migratorio de los salvadoreños hacia Estados Unidos: “Homeland” (1999) de Doug Scout, la historia de un migrante salvadoreño, miembro de maras que llega a Nueva York y es deportado; “Silencio del amanecer” (1999) de Claudia Amaya, filmado en formato digital, trata del fenómeno de transculturización experimentada por una niña que viaja a Estados Unidos; y “Medio Tiempo” (2001) que narra la historia de un joven que vive en Las Vegas, manda dinero a su familia en El Salvador, y debe cuidar a su hermano adoptivo para que no lo maten, como al propio.

En el género documental dos filmes coinciden en el tema de la masacre de indígenas y campesinos que tuvo lugar en 1932: “AMA, La memoria del tiempo” (2002) descendiente del cacique asesinado en esa fecha, y “1932, la cicatriz de la Memoria” (2002) de Carlos Henrríquez Consalvi (ex miembro de SRV y actual director del Museo de la palabra y la Imagen) y Jeffrey Gould, basada en testimonios de sobrevivientes de la matanza. Esta además incursiona en el formato digital.

Las condiciones en que se han realizado las producciones que constituyen el legado de los cineastas salvadoreños bien puede constituir un capítulo aparte en la historia de nuestro cine. Igual ocurriría con el análisis y la valoración de los resultados de dichas obras. Sin embargo, es justo contradecir la idea comúnmente referida de que en El Salvador no se ha hecho cine. Más de un centenar de títulos, documentados, lo prueban.
“Filmes salvadoreños laureados en el exterior”

» “El rostro” (1960), de Alejandro Cotto: entre las finalistas del Festival de Berlín.

» “Topiltzin” (1975) Baltazar Polío: participó en el Festival de Cine de Bilbao España y en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba.

» “In the region of Ice” (“En la región del hielo”) (1976) de André Guttfreund, ganó un Oscar por el cortometraje en la categoría de producción

» “La decisión de vencer” (1981), del Colectivo “Cero a la izquierda”, integrada por Guillermo Escalón y Manuel Sorto, que más tarde se integraría al SRV: ganó “La Palma de Oro” en el XXIV Festival de Cine de Liepzig, Alemania, y el Gran Premio Coral en el III Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

» “El Salvador, el pueblo vencerá”, de Diego de la Texera (ICSR, 1982): participó en siete festivales internacionales, ganó cinco premios, entre ellos el Gran oral del II Festival de Cine Latinomericano de la Habana, Cuba; Premio Saúl Yelin, otorgado por el Comité de Cineastas de América Latina; y Premio de la Asociación Internacional de los Críticos del Cine en el Festival de Lille, Francia.

» “Herido de Sombras” (1994) de Jorge Dalton: obtuvo el Premio Coral al mejor documental del Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana en 1994.

“FUENTE: Tesis de grado Lic. En Comunicación y Periodismo UCA”

» “Los pioneros del cine en El Salvador” (2001). Autores: Scarlett Cortéz, Mauricio Ramírez, Carlos López.
» “Segunda generación de cine salvadoreño 1960-1962” (2002). Autores: Ivette Amaya, Oscar López, Lilian Martínez, Beatriz Valdés.
» “Producciones Audiovisuales desde 1992 hasta 2002” (2002). Autoras: Lidia Castro, Regina Arbizú, Ileana Colocho.

El Pichón: poeta de la resistencia popular salvadoreña Entrevista con José Roberto Cea

El Pichón: poeta de la resistencia popular salvadoreña
Entrevista con José Roberto Cea

SAN SALVADOR, 17 de agosto de 2014 (SIEP) Desde fuera de su casa en la emblemática colonia Santa Cristina de Santa Anita, se oye desde las alturas, el tableteo victorioso de la maquina de escribir que usa El Pichón Cea, que resguardado por el imponente y fiel Charcam, continúa a sus 76 años, acechando a los enemigos de la alegría y tendiéndole emboscadas a la injusticia.

Nos recibe con su tradicional sonrisa. Estoy terminando esto que voy enviar a Venezuela porque se cumple el 200 aniversario de la Carta de Jamaica de Simón Bolívar, nos comenta entusiasmado, mostrándonos unas cuartillas amarillentas. Hablamos de poesía y revolución.

Es lo mismo, la poesía, la revolución y la felicidad es la vida, no cambia. Y hay que hacerla todos los días porque si no lo hacemos no tenemos vida. Fíjate que estoy escribiendo hoy a partir de la Carta de Jamaica, trabajando con el pensamiento de Bolívar, que es tan actual, que tiene mucha vigencia para enfrentar los problemas de las sociedades latinoamericanas. Y de la nuestra.

Soy de Izalco…

Soy de Izalco, salgo la primera vez cuando tenía 13 años, voy a Sonsonate y a Santa Ana, y a San Salvador y luego regreso a la capital cuando tenía 17 años. Mi mamá se llamaba Isabel y la conocí a los cinco años, y mi papá Alberto, aunque a él lo conocí ya instalado, vino a verme, a buscarme. Ellos me tuvieron siendo muy jóvenes.

Por eso a mi me crío mi abuela, soy hijo de mi abuela materna, que se llamaba Concepción, le decían la Niña Chon. Nací en 1938. Y vivíamos en Izalco Arriba. Fíjate que una vez vino a visitarme una delegación de compañeros de la Alcaldía del Común y en una discusión me dijeron –no, es que usted es de los de arriba. Suerte que no me dijeron mestizo o ladino que ya sería casi como una puteada.

Mi abuela se encargaba de aclararme: vos no sos indio! Mi abuela era de origen sefardí, chelita, pelo caoba. Era hija de mi bisabuela Paula. Estaba casada con Rosalío Veliz, de oficio ebanista. Pero fíjate que mi segundo apellido es Arucha., Cea Arucha. Y vivíamos atrás de la iglesia, en el Barrio Santa Teresa. Mi abuela vendía en un mercadito que quedaba frente a la Iglesia, la de arriba. Fue ella la que me llevó a bautizarme con el cura Ricardo Cea, a quien ella había también criado, ya que era su sobrino.

En los años cuarenta Izalco era un pueblo triste. Temor, se respiraba temor. El sometimiento se había apoderado de las gentes. No es casual que sea en Izalco donde ARENA inicia sus campañas políticas. Es simbólico ya que es el pueblo que masacraron en el 32, el abuelo de Calderon Sol, Tomás Calderon Sol. Tomá en cuenta que nací seis años después del 32. Acababa de pasar la masacre. Había mucho silencio, no se podía hablar de lo que había pasado, había mucho miedo. La gente señalaba casas donde habían vivido comunistas. Y en la casa se hablaba y yo escuchaba atentamente: ese vecino anduvo metido, no vayas a jugar a esa casa, en ese rancho se reunían “los del 32” o los “del comunismo.”

El ser señalado como comunista era como “hijillo” o sea te estaban condenando a muerte. Había el estigma. Me acuerdo que mi abuela se relacionaba con los Ama porque estos hacían festejos. Cada barrio hacía sus festejos y las familias participaban. Se organizaban procesiones de visita a San Antonio del Monte, a Esquipulas, a La Perla., a Jicalapa, eran jornadas en carreta o a pie. Existía un tranvía de Izalco a Sonsonate pero dividido en tramos y había que trasbordar en la Fabrica de Azucar. Era un tranvía tirado por mulas o por bueyes. Y ya en Sonsonate si ibas para Acajutla abordabas la famosa Bala de Plata. De Izalco para Sonsonate a veces te tomaba hasta tres horas.

Fíjate que en Izalco se juntaron para el 32 dos grandes tendencias y tradiciones que explican el levantamiento, por una parte, la fuerte tradición y presencia indígena, las hermandades y cofradías, el legado de los Ama y la lucha por la tierra y por otra parte, la tradición proletaria, comunista, subversiva, acordate que por aquí pasaba el tren, el ferrocarril, había el eje Izalco- Sonsonate-Acajutla, de trabajadores organizados, y militantes del PCS, de nuestro incipiente proletariado. Indígenas y obreros. Y el contacto de estas dos fuerzas provocó el estallido social, el levantamiento.

En el 2002 fui invitado a participar en el 70 aniversario de la Masacre y había gente en el pueblo, compañeros míos de escuela que fueron al acto solo por ver si era verdad que yo había asistido porque no lo creían, no creían que iba a llegar, seguían prisioneros del miedo, del temor de 1932. Y después se divulgó que yo había dicho que no iban a alcanzar los postes de Izalco para colgar a tanto hijo de su mamá reaccionario. Así es la situación, para que te hagas una idea de la intensidad del temor por el 32, setenta años después. Y todavía sigue…
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Empecé a asistir en Izalco a una escuela que no tenía nombre, y luego le pusieron Centro Escolar Cantor. Eran profesores Gustavo y Lizardo González. Este último era represivo, pero después nos hicimos amigos. Me acuerdo que promovía el estudio del nahuat, en los años cuarenta. Fue hasta después que entendí el valor de este esfuerzo. Fíjate que el director nos pegaba con unas grandes llaves que tenia porque nosotros éramos muy jodiones, no hacíamos caso, nos ordenaban limpiar el aula y no obedecíamos. Éramos inquietos.

En esa época el horario escolar era de 7 a 10 de la mañana y de 1 a 4 de la tarde, estudiabas todo el día. Por la tarde era educación física y artes manuales. Aprendías a hacer petates, sopladeras de tul, etc. Uno de los castigos más temidos era que te dejaran castigado hasta las 11 de la mañana porque entonces ya no podías irte a bañar a Atecosol. Perdías el baño. Íbamos a Atecosol todos lo días. El lugar era más pequeño que hoy y público.

Luego el también profesor Alfredo Calvo recopiló un Vocabulario Nahuat y fijate que se lo publicó la Universidad Francisco Gaviria, y el día que lo iban a presentar – y él me había invitado- cuando venía de Izalco sufre un accidente y muere. Ya no hubo presentación. El Plan Básico lo hice en Sonsonate, en el Liceo Sonsonateco, añorando regresar a Izalco para irme a bañar en Atecosol. Tanto en Izalco como en Sonsonate había discriminación social por parte de los profesores. Tanto tienes tanto vales.

En Izalco predominaban como familias cafetaleras los Barrientos y los Herrera. Y estos estaban vinculados, se casaban con familias adineradas de San Julián.

Esperaba con júbilo la llegada de las fiestas de Semana Santa porque siempre me sacaban de algo y me gustaba. A veces salía de cirral llevando el cirio o de prodigo. Cada día de la Semana Santa era especial y lo disfrutaba. Me acuerdo de la solemnidad de la procesión del Jueves Santo, con hábito morado. O cargando la imagen de vestido negro. Todo esto organizado por las hermandades, por las cofradías del Común. La religiosidad es muy poderosa en Izalco y se mantiene.

Para las Navidades en cada casa hay nacimientos. Y están las famosas Entradas, que eran visitas de barrios en los que se mandaban regalos y se llevaba al Niño Dios. A propósito, a veces me sacaban de Niño Dios. Y el 8 de diciembre en Izalco Arriba era la elaboración de tronos para la virgen y el 15 de agosto en Izalco Abajo para la Virgen de Asunción. Cada barrio lleva su trono. Y el sincretismo permite la participación de 200 tortugas tocando para el Niño Dios.

Mi lucha contra Osorio

Tenía diez años cuando la revolución de Osorio en el 48. Y me acuerdo que convocaron para un mitin en el parque y lo llenaron de gallardetes de propaganda, y anduvieron anunciándolo y junto con mis amigos del barrio fuimos y arrancamos y rompimos todos esos papeles, y después andaba un profesor que le decían Farruco Rivera preguntando que quienes habían sido. Y todavía tenía pedazos en mi bolsa del pantalón. Fue una ocurrencia de niños pero a la vez mi primer acto de rebeldía ante los poderosos.

Fíjate que el régimen de Osorio, que modernizo el Estado y fue a la vez muy represivo, estuvo fuertemente influenciado tanto por el peronismo (Argentina) como por el cardenismo (México). Esto lo desarrollo en mi obra La Generación Comprometida. Osorio moderniza el Estado salvadoreño y por supuesto la educación. Nombra a Reynaldo Galindo Pohl como ministro y este impulsa el modelo de las Brigadas Educativas. Establece las Normales Rurales y envía profesores al campo. Es una revolución educativa que enseñan hasta como usar el azadón. Frente a esto reaccionan los oligarcas protestando.

A los quince años me vine para San Salvador. Ya antes había venido un grupo familiar donde me instale. Vivíamos en la Colonia Centroamerica. Este grupo familiar se tuvo que regresar a Izalco porque mi abuela se enfermo y había que cuidarla. Luego me fui a vivir a la casa de Tula Quiteño, hermana de Serafín Quiteño, que era un amigo que tenía una finca llamada El Angel en Ayutuxtepeque.

Es por esa época, años 53 o 54, que empiezo a visitar asiduamente la Biblioteca Nacional que estaba ubicada en la 6ta. Avenida Norte, a la vuelta del Parque San José, donde después estuvo la Sinfónica. Era un joven inquieto, lector incansable, ávido de nuevos horizontes culturales. Pasaba mucho tiempo en la Biblioteca, y ahí conocí a muchas personas. Trabajaba cuidando casas para sostenerme o de sereno. Ahí es que conozco, que me conecto con jóvenes ya organizados en la Juventud 5 de Noviembre, organización vinculada al PCS, que era clandestino. Ahí conozco a Jorge Campos y a Berta Ochoa.

Ana Rosa Ochoa

Berta Ochoa era bailarina y además sobrina de Ana Rosa Ochoa, que era la dueña de la Librería Claridad, que quedaba donde antes fue el Liceo Americano y hoy es el Supermercado Selectos, frente al Parque San José. Me parece que esta librería estaba desde los años veinte, ya que ella fue secretaria particular de Alberto Masferrer. La mamá de Berta se llamaba también Berta y era hermana de Ana Rosa y trabajaba también en la Librería Claridad. Fíjate que Ana Rosa Ochoa publica en México en 1954 un libro titulado Perdigones Quemados, en el que por primera vez en nuestro país se hace una defensa de las teorías y valores del feminismo.

Ana Rosa era de la misma generación que Mercedes Maiti de Luarca, la mujer del Indio Luarca, que después del 32 se fue para Panamá y allá hizo vida de luchador social. De la generación de Juan Ramón Uriarte, que fue director de la Normal de Maestros; Víctor Guirola, el papá de Norma, es de esa misma generación.

Estaba adelantada a su tiempo. Búscalo y léelo. Ella muere en los años sesenta y la librería desaparece. Era blanca, guapa, cara redonda. La Librería Claridad era un espacio de encuentro entre poetas y revolucionarios. Ahí llegaba Reynaldo Robles, salvadoreño-mexicano. Por cierto ahí fue que nos enteramos de la expulsión como secretario general del PCS de Julio Fausto Fernández, era un comunicado, una hojita en fondo azul, que se usaba bastante en esa época. Por cierto después me llevó un su libro y lo mande a la mierda. Pero habían escritores que mantuvieron esa relación, como Álvaro Menéndez Leal, que estaba casado con una hija de Fernández, y por eso le financiaba el programa Teleperiódico.

Me acuerdo que con Jorge Campos nos inscribimos como oyentes en la Escuela de Periodismo, que dirigía Napoleón Rodríguez Ruiz. Ahí formamos el Círculo Literario Universitario, en herencia al de Roque Dalton, junto con El Decanito, o sea Alberto Orellana Ramos, Rafael Aguiñada Carranza, que era de la Asociación de Estudiantes de Artes Plásticas, de la escuela Carlos Alberto Imeri. Estaba también Chema Cuellar, Guillermo Lara, Chepe Vides que recién regresaba de Guatemala junto con su esposa Carmencita; y que junto con Jorge Arias Gómez fue de los que combatieron en El Espino en diciembre de 1944.

Frente a la Librería Claridad se encontraba el Cafetín Izalco, que adoptamos como cuartel general. Ahí era donde armábamos la revista literaria El Gallo Gris, junto con Antonio Velasco Iglesias, que era dirigente de la CGTS; y Raúl Padilla Vela, también dirigente sindical. Por cierto fíjate que una vez me enoje fuertemente con Raúl porque se le ocurre enviar para Moscú mi colección personal del Gallo Gris. Era importante me explicaba, sí, pero era mía le respondía.

Fíjate que ingrese al Conservatorio Nacional de Música, que era dirigido por Nicolás Arene, abuelo de Alberto Arene. Era parte de la Dirección General de Bellas Artes, que fue otro proyecto vinculado a la reforma educativa impulsada por Osorio. Yo me entero de su existencia allá en Sonsonate por las Brigadas Educativas que ya te mencione, que anunciaron su creación con oportunidades para estudiar teatro, música, literatura, etc.

San Salvador era un pueblón

San Salvador era en los años cincuenta un pueblón y todos estos cambios promovidos por Osorio impactaban fuertemente. Fíjate que así como en Managua habían muchos predios baldíos y tomaba tiempo ir de un lugar a otro. Yo quería ser cantante o pianista. Me veía reflejado en Agustín Lara, cantando y al piano. Mi sueño era el piano. Pero cuando el maestro, un austriaco, también había un suizo, me vio los dedos inmediatamente me sugiere que mejor estudiara para aprender el celo. Pero sucede que el celo no me gustaba.

Ahí estudiaba la mujer de Roberto Bracamonte, gran pianista y concertista, América Valencia Bazzaglia, gran amiga a quien por su belleza elegimos como la reina de los Estudiantes de Música. Y le hice la salutación y después se fue para Italia y cuando regrso se casó con Roberto. Fíjate que ahí organizamos una huelga en 1953 como Asociación de Estudiantes de Música, para echar a los profesores debido a que algunos maestros eran irresponsables, no llegaban a darnos clase, etc.

Esta Escuela de Música quedaba frente al Campo de Marte, sobre la Juan Pablo II, donde quedo después la Singer, una casa con repujados…Estudie dos años y medio, teoría musical, armónica, teoría literaria, Beethoven, Bach, Mozart, y como necesitaba datos los conseguía en la Biblioteca…Ahí estudiaba también ballet Berta Ochoa, Breny Cuenca que acababa de regresar de Honduras, y por esa época vino también de ese mismo país Pedro Geoffroy Rivas.

En el año 54, luego del derrocamiento de Arbenz en Guatemala empezaron a venir muchos guatemaltecos exilados. Entre estos se encontraba los poetas Rudy Arqueles Morales y Otto René Castillo, y ellos traían nuevas experiencias y además estaban políticamente avanzados, conocían de marxismo, de literatura, de cultura en general y aquí encontraron las condiciones para seguirse desarrollando y aportar. Estaba también Mario Lara que vivía n la Colonia Ferrocarril. Por ese tiempo llegó también de las lejanas y calurosas tierras de Chalatenango, Roberto Armijo.

Por ese tiempo también regreso el español exilado y además republicano Edmundo Barbero a la Dirección General de Bellas Artes para encargarse del Teatro Universitario. Antes había estado un francés, Andre Moreaux, que por cierto montó la obra Edipo Rex a un precio escandaloso de 27,000 colones, y en la que participa actuando el Viejo Miguel Ángel Parada.

En todas estas andanzas me fue contactando con núcleos organizados del PCS como la Asociación 5 de Noviembre, en la que habían comunistas como Rafael Aguiñada Carranza. Ya para el 58-59 en la lucha contra Lemus ya ando metido en esto. Incluso me acuerdo que leíamos bastante a Gramsci, lo que no era muy del agrado de algunos camaradas celosos de la ortodoxia, no era bien visto. Y ya en los sesenta paso a trabajar en la propaganda. Y me acuerdo que también publicamos un folleto de Mao sobre la cultura y nos llamaron la atención.

Acordate que estamos ya en pleno debate chino-soviético. Después publicamos un folletito de Mao contra el liberalismo. Y también…Se levanta y va hacia un cuarto anexo y regresa con un folleto amarillento, que en su portada dice Ediciones Farabundo, Diciembre de 1963. Documentos del Partido Comunista de la Unión Soviética y del Partido Comunista Chino. Fíjate que hubo una vez que repartimos en un solo día 50,000 ejemplares de un manifiesto del Partido y esto sorprendió y quizás pienso que hasta atemorizo a la dirección, el responsable era Raúl Castellanos Figueroa.

Y para entregar cuentas de los gastos de propaganda por joder a Roberto Castellanos Calvo, Boca de Trapo, el financiero del Partido, le llevábamos hasta los tiquetes de los buses. Por cierto al hijo de Roberto, lo jodieron, le dieron una gran penqueada allá por San Martín una vez que reprimieron una huelga de trabajadores del IRA.

Me acuerdo que tuve la responsabilidad de imprimir todos los materiales que se discutieron en el V Congreso del PCS, incluido Estatutos, Programa General, Informe del CC y Programa Agrario. Teníamos un andamiaje extenso para la propaganda con varios centros de impresiones, que después fueron entregados. Por cierto había un sector de la juventud de esa época, la Vanguardia de la Juventud Salvadoreña, que andaba entusiasmada con los chinos, ahí estaba el Zarco Herrera, Mario Aguiñada, Pelo Pincho entre otros. Participaba también Guillermo y Manuel Reyes, el ingeniero que después participó en el golpe de estado de marzo del 72. Le decíamos IBM, Inmensa Bola de…

Fíjate que una vez me encuentro a un compañero de confianza y me dice: mirá y ustedes tienen un local allá en la Colonia Flor Blanca. Era un centro de impresiones, grande. ¿Y por qué me preguntas? Es que la policía le cayo así que mejor andá a escóndete. Y no uses vehículos del partido. En el 66 les entregue todo luego de ofrecerles entrenar a alguien para que asumiera.

En esos días teníamos un programa de noticias en la YSKL que se llamaba Mediodía y desde ahí comentábamos al realidad nacional e internacional. Participaban Oswaldo Escobar Velado, Tirso Canales y otros. Oswaldo era muy respetado por todos nosotros. Fue maestro de la llamada Generación Comprometida. Fue el más comprometido de los luchadores antifascistas contra el dictador Martínez, y un baluarte de la literatura social, de la denuncia poética cuando la mayoría de los escritores escribían sobre florcitas, como es el caso de Hugo Lindo y Trigueros de León.

Y fíjate que una vez la policía del programa Mediodía nos fue a traer, como les quedaba a la vuelta, allá por la Polar, entonces quedaba ahí cerca el Círculo Militar, pero logramos zafarnos y nos fuimos a refugiar a un local donde Camilo Minero estaba haciendo un mural de Gerardo Barrios. Narciso Hidalgo y Zeledón, que fue locutor y presidente de la APES logró armar un archivo del programa Mediodía de los años 1958-1959.

El 25 de enero de 1961 soy capturado junto con otros compañeros y nos lanzan hacia Guatemala. Allá nos informan que se ha creado el grupo guerrillero, el FUAR y que debíamos regresar para integrarnos a la lucha. Nos fuimos de Guatemala para Honduras para desde ahí ingresar a El Salvador. Fuimos vatios, entre estos el Choco Raúl Flores Ayala, Mario Moreira que le decíamos Madre Superiora por su porte; el Peche Héctor Oquelí Colindres.

En Honduras nos recibe el Dr. Miguel Ángel Saenz Varela, y nos mandaron a principios del año 62. Nos recibe ya en El Salvador Carlos Lenin Ramírez, el famosos Chino, pero nso deja a la intemperie, en el campo y los zancudos nos hartaron. Ya en San Salvador quedamos en la semi clandestinidad y se nos asigna la tarea de “ganar la calle.” Ganar nuestro derecho a vivir en el país, así era entonces.

Había en esos dis en la Universidad tres grupos de izquierda: el Movimiento de Izquierda revolucionaria, MIR, la Acción Estudiantil Universitaria, AEU, dirigido por Jorge Arias Gómez, más vinculada al PCS, y el FUC en el que estaba Mario Moreira, Huevo Castillo y Albino Tinetti, que era muy bueno.

En el 72 viajo a Santiago de Chile a conocer la experiencia de la Editorial Quimantu. Y tuve la oportunidad de ver el proceso chileno, la conspiración de la derecha. Y les dije: aquí va a haber golpe y pronto. Se respiraba en el aire. Y me respondían: los militares chilenos son diferentes no son como los centroamericanos. Diferentes porque fueron peores, más asesinos. Me quede en la casa de la Sociedad de escritores de Chile, conocí a Neruda…y también conocí a Esteban Pavletich, lo ubicas, peruano de origen yugoslavo, marxista, revolucionario, uno de los internacionalistas que vinieron en los años treinta a ayudarnos, ya estaba en silla de ruedas pero muy lucido…¡Un honor!

1977: el 60 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre en El Salvador

1977: el 60 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre en El Salvador
Por Roberto Pineda 18 de agosto de 2014

Diversas organizaciones populares vinculadas al Partido Comunista como la FUSS y el partido UDN ya bajo la dictadura del General Carlos Humberto Romero celebraron en octubre-noviembre de 1977 con diversas actividades el 60 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, que inicio la época de las revoluciones proletarias en el planeta.

Entre estas actividades se encuentran charlas en Santa Ana, San Miguel, Usulutan y La Unión; que incluyeron exhibición de diapositivas y del documental “Lenin y la III Internacional.” A la vez la dirección de los comunistas salvadoreños publicó un extenso documento acerca de este acontecimiento.

Asimismo se publica en el número 95 de Voz Popular, reiniciada su publicación luego de un hiato de diez meses, un documento crítico sobre las posiciones eurocomunistas del entonces secretario general del Partido Comunista español, Santiago Carrillo. A continuación hacemos un resumen de ambos documentos, en un esfuerzo por conocer la visión internacional del PCS, de esta época, en el marco de este ya prolongado estudio sobre las ideologías políticas en El Salvador, en la parte correspondiente al marxismo.

60 años de la Gran Revolución Socialista de Octubre

“Hace 60 años la Humanidad fue estremecida –inicia el documento del comité central del PCS- en medio de la Primera Guerra Mundial, por la Gran Revolución Socialista de Octubre, la hazaña del proletariado revolucionario de la vieja Rusia, llevado a la victoria por la conducción magistral del Partido Bolchevique, organizado, educado y dirigido por Vladimir Illich Lenin. Esto acontecimiento no solo significó un viraje radical en la vida social y política de Rusia, sino que ha sido sin duda el más importante y determinante suceso del presente siglo, puesto que modificó por completo el curso de la historia de toda la humanidad.”

Agrega que “el Gran Octubre Rojo comprobó la verdad científica del marxismo y, en particular, su tesis fundamental de que la clase obrera es la fuerza más revolucionaria bajo el capitalismo, capaz de liquidar la explotación del hombre por el hombre hasta sus cimientos, liberar al conjunto de la sociedad definitivamente de la división de clases antagónicas y abrirle las puertas a un desenvolvimiento histórico, esencialmente superior y distinto a todo lo vivido hasta entonces. Al mismo tiempo, la grandiosa hazaña de la Revolucion de Octubre entregó al proletariado y a los pueblos de todo el mundo, una extraordinaria arma teórico-práctica revolucionaria, el leninismo, desarrollo creador del marxismo en las condiciones de imperialismo.”

Considera el documento que “bajo la influencia bienhechora de la hazaña bolchevique, se crearon la mayoría de los Partidos Comunistas y Obreros de la actualidad, y las ideas iluminantes de Lenin se convirtieron en la guía segur de todo el Movimiento Comunista Internacional, la fuerza política de alcance mundial más influyente de la Historia. El Gran Octubre dio un potente impulso a la lucha por el socialismo de la clase obrera de los países capitalistas y abrió, para los pueblos sometidos al colonialismo y a otras formas de dominación imperialista, las condiciones, la posibilidad y el apoyo necesarios para conquistar su liberación nacional…”

Plantea que “desde octubre de 1917, en el breve plazo histórico transcurrido , el pueblo soviético, impulsado por la portentosa energía creativa desatada por la revolución socialista, ha recorrido un glorioso camino de radicales transformaciones sociales, políticas y culturales, y realizado pasos gigantes en su propio progreso general: abolió l régimen burgués de explotación y todas las otras formas de explotación anteriores al capitalismo existentes en su inmenso país multinacional; abolió la opresión nacional y creo una comunidad de naciones hermanas, iguales en derechos, que edificaron juntas un poderoso e imbatible estado proletario internacionalista; se abrió el acceso a la educación para todos sus componentes, elevó a los niveles más altos de la cultura y conquistó las cumbres de la ciencia universal…”

Subraya el documento de los comunistas salvadoreños que “en la gestación y victoria de la Revolución de Octubre, en el triunfo definitivo del socialismo en la URSS y, ahora, en la fase de tránsito al comunismo, ha sido determinante el papel revolucionario de vanguardia del Gran Partido de Lenin. El PCUS ostenta para siempre los grandes galardones de haber sido el primer partido de nuevo tipo de la clase obrera, dirigente de la primera revolución socialista victoriosa, fundador del Primer Estado Socialista y, seguramente, conquistará un galardón más como constructor de la Primera Sociedad Comunista.”

Reconoce que “el prestigio conquistado por el PCUS y la Unión Soviética ante todos los pueblos, es también un factor que favorece la marcha del proceso anti-imperialista mundial; por eso nuestros enemigos se esfuerzan hoy, con renovado impulso y refinados métodos demagógicos, en deformar la verdad política y social del país soviético y de otros del campo socialista.”

El octubre rojo inspiró a la clase obrera salvadoreña

Añade que “la estremecedora victoria del proletariado revolucionario en Rusia, y el auge revolucionario mundial que siguió mal Octubre Rojo, insufló combatividad e inspiró ideológicamente a la clase obrera salvadoreña, que comprendió desde los años 1918-1919, y sobre todo durante la década de los veinte, una inusitada actividad, culminada con la creación del Partido Comunista de El Salvador (PCS) y con la insurrección obrera-campesina de enero de 1932, seguida de un gran baño de sangre contra-revolucionario, luego de su derrota.”

Señala que “a pesar de la extrema debilidad a que lo condenó este severo revés, sufrido amenos de dos años de su nacimiento, el PCS desempeñó un papel importante en la reagrupación de las fuerzas democráticas y en las acciones decisivas que derrocaron, en 1944, la sanguinaria tiranía de los 13 años, lo mismo que en la condena del nazi-fascismo y la solidaridad con la URSS durante la Segunda Guerra Mundial.”

“Perseguido añade el documento citado y obligado a profunda clandestinidad durante muchos años, el PCS mantuvo en alto la bandera el socialismo y el comunismo, promovió continuamente a la clase obrera a organizarse, unirse y luchar; se esforzó por unir a las fuerzas democráticas y promover la lucha por la libertad y la solidaridad con los demás pueblos, pero fue solo hasta el triunfo de la Revolución Cubana, su rápido tránsito al socialismo y el decisivo e impresionante respaldo que le dio la Unión Soviética, cuando nuestro pueblo tuvo la oportunidad de mirar de cerca lo que es el socialismo y lo que significa la solidaridad del gran país de Lenin.”

Precisa que “el PCS contó entonces con condiciones favorables para llevar con amplitud a la clase obrera y al pueblo en general las ideas del socialismo y difundir la realidad de la URSS y su papel histórico mundial, vincularse cada vez más extensa y raigalmente con las masas y, elaborar en consecuencia, una línea cada vez más acabada y certera, promover con éxito la unidad de las fuerzas democráticas populares y, junto con ellas, lanzar sucesivas ofensivas políticas de gran envergadura, que han terminado agrupando a la gran mayoría del pueblo y aislando a la reacción y su tradicional instrumento de poder, la dictadura militar derechista instaurada desde diciembre de 1931.”

Concluye que “el Partido Comunista de El Salvador –está seguro que con él la clase obrera y el pueblo salvadoreño- rinde un emocionado homenaje al pueblo soviético y al PCUS, en ocasión de celebrarse el 60 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, que como bien dijera Lenin, inició “una nueva época en la Historia Universal, época en que domina una clase nueva que se halla oprimida en todos los países capitalistas y que en todas partes avanza hacia una vida nueva, hacia la liberación de la humanidad del yugo del capital y de las guerras imperialistas.”

A propósito de las declaraciones de Santiago Carrillo, Secretario General del P. C. Español

La comisión política del PCS, en declaración oficial del 7 de octubre de 1977 considera que “cuanto mayores han sido el prestigio de la URSS y su poderío, tanto mejor y más favorable ha sido y será ello para la lucha de los pueblos de todo el planeta, y tanto más rápido ha avanzado y avanzarán hacia su liberación, en el camino hacia el socialismo…Por ello nos aceptamos las declaraciones públicas que ha venido realizando el camarada Santiago Carrillo, Secretario General del Partido Comunista español (PCE), endilgadas contra el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS),ni ciertos conceptos suyos vertidos en su libro “Eurocomunismo y Estado.”

Agrega que “según se desprende las aludidas declaraciones y conceptos, el camarada Carrillo cree que para los comunistas españoles puedan avanzar en su lucha, es necesario dirigir ataques contra el PCUS y que a su vez, es conveniente que el PCUS dirija ataques contra ellos. Esta tesis contradice el curso histórico del proceso revolucionario mundial y de los partidos comunistas europeos en particular, cuyo engrandecimiento a estado vinculado de muchas maneras a la gloriosa epopeya del PCUS y del pueblo soviético: a su internacionalismo ejemplar, al aprovechamiento d su riquísima experiencia revolucionaria; a las geniales e inmortales ideas de Lenin.”

Considera que “el camarada Carrillo da la espalda a esta verdad de la vinculación esencial y objetiva ente el papel internacional del PCUS y la URSS, con el desarrollo del proceso revolucionario mundial: al hacerlo así, lesiona los intereses de todas las fuerzas anti-imperialistas, al mismo tiempo que introduce un factor que actúa por la división del Movimiento Comunista Internacional.”

Aclara que “no es que el Partido Comunista de El Salvador (PCS) considere que las actuaciones nacionales e internacionales de los partidos comunistas, incluido el PCUS, sean indiscutibles e incriticables, o que el proceso de construcción del socialismo en los países del campo socialista, incluida la URSS, haya estado exenta d errores y deficiencias. Cada partido Comunista responde por su conducta ante su clase obrera y su pueblo, pero también ante el proletariado mundial y el Movimiento Comunista Internacional.”

Por lo que “las relaciones entre los partidos integrantes del Movimiento Comunista Internacional se asientan en su independencia, en el no sometimiento de unos a otros pero también en la base principista común del marxismo-leninismo, en la solidridad mutua, activa e inquebrantable y en la crítica camaraderil de unos a los otros.”

“Por nuestra parte –afirman los comunistas salvadoreños- rechazamos categóricamente que haya o pueda haber un marxismo-leninismo no revolucionario o reformista para Europa Occidental y otro revolucionario para el resto del mundo, no aceptamos la idea consiguiente que la revolución social sea un asunto de los países atrasados pero una necesidad “superada” por el desarrollo capitalista y por la lucha de clases en ellos; nosotros consideramos que tales tesis implícitas en los conceptos expuestos por Carrillo, tienen una negativa significación teórica general y que, por lo tanto, deben ser rebatidos:”

Se constituye la Confederación Unitaria de Trabajadores Salvadoreños, CUTS

El 4 de diciembre de 1977 las tres principales centrales del país, FUSS, FESTIAVTSCES y FENASTRAS se unifican en la Confederación Unitaria de Trabajadores Salvadoreños, CUTS. La Creación de la CUTS, conquista histórica del proletariado salvadoreño, fue el resultado de un largo y complejo trabajo de unidad sindical, emprendido y orientado por los comunistas salvadoreños aglutinados en el sector sindical del PCS.

Al acto de constitución asistieron representantes de la Liga para la Liberación (LL) y del Frente de Acción Popular Unificada (FAPU). Posteriormente FENASTRAS se constituye en el brazo sindical del FAPU, vinculado a la organización político-militar Resistencia Nacional (RN) y logra una fuerte presencia en el movimiento de los trabajadores urbanos.

La primera Directiva Confederal quedo integrada por Ricardo Martínez Flores, como Secretario General; junto con Fernando Cortez Ávalos (Organización), José Arnulfo Grande (Conflictos), Ricardo Erazo (Finanzas), Rigoberto Torres (Relaciones Nacionales) , Diego Flores (Relaciones Internacionales) , Salvador Sánchez Hidalgo (Educación Sindical) , Adán Chicas (Prensa y Propaganda), Mario Rivera (Asuntos Agrarios), Reyes Henríquez (Seguridad Social)y Alfredo Hernández Represa (Actas y Acuerdos). En ese momento el secretario general de la FUSS, que inauguró el evento, era el militante del PCS, Maximino Jaimes, que hoy vive en Edmonton, Canada.

Derrotemos la Ley de Defensa y Garantía del Orden Público. Comisión Política del PCS. Diciembre de 1977

“El gobierno del General Romero- afirma la declaración del PCS- ha asestado un nuevo golpe a los ya maltratados y precarios derechos humanos y democráticos de nuestro país, al hacer aprobar por su incondicional Asamblea Legislativa la llamada “Ley de Defensa y Garantía del Orden Público.” Esta ley prácticamente anula los derechos individuales y colectivos establecidos por la Constitución y establece un Estado de excepción permanente (comúnmente llamado estado de Sitio) sin necesidad que la Asamblea decrete la suspensión temporal de las garantías constitucionales.”

Considera que “en el plano jurídico, es una ley opuesta a la Constitución, violatoria de principios fundamentales del Derecho Moderno, violatoria del contenido y la forma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, de los convenios internacionales relativos a los derechos sindicales y sociales en general, suscritos por el estado de El Salvador y que tienen, por tanto, fuerza de ley en nuestro país.”

Además “desde el punto de vista político e histórico, esta es una ley profundamente reaccionaria que se suma al arsenal de las sucias herramientas con las que el gobierno realiza la represión sistemática contra el pueblo salvadoreño, contra sus anhelos de libertad y cambio social en pos de los cuales ha luchado, cada vez con mayor madurez, organización y determinación, a lo largo de toda nuestra historia.”

Y cita para fundamentarlo históricamente “desde sus gloriosas batallas por la emancipación del yugo español en 1811; su heroica resistencia solitaria a la invasión anexionista del retrógrado imperio de Iturbide, la insurrección campesina de Anastasio Aquino, la incorporación masiva a la causa unionista y genuinamente democrática de Francisco Morazán y Gerardo Barrios, las grandes luchas contra la tiranía de los Meléndez-Quiñonez, la valiente y heroica insurrección campesina de 1932 contra el dictador Hernández Martínez, las ejemplares jornadas cívico-militares de abril, mayo y diciembre de 1944 contra los tiranos Maximiliano Hernández Martínez y Osmín Aguirre.”

“De septiembre-octubre de 1960 contra el tirano José María Lemus, hasta las cada vez más extensas luchas por conquistar un gobierno democrático de independencia y cambios estructurales profundos, que vienen teniendo lugar durante la década de lso años sesenta y lo que va de los setenta, luchas en las cuales han salido y salen más y más a la palestra histórica las grandes mayoría sobreras y campesinas, que son al sustancia principal de que esta hecha nuestra nación.”

Considera que esta ley “es un instrumento para dar a la represión una apariencia legal y aplicándola a un cierto numero de casos destinados a la publicidad, mientras el grueso de la represión continuara por los mismo canales de siempre, es decir, por las vías de hecho y al margen de la ley.”

Además que “el hecho que se haya arrancado el juzgamiento de los delitos que ella establece e manos de los Jueces de lo Penal y del Jurado, como corresponde, para trasladarla a las Cámaras de Segunda Instancia, se debe a que estas se forman por personas de la intima confianza del régimen, comprometidos con él, lo cual le asegura sentencias condenatorias, peor busca, llevar a los altos escalones del Poder Judicial a participar activamente en la represión.”

Por otra parte esta ley “pretende también convertirse en un instrumento de intimidación, en una amenaza “terrible” capaz de sembrar el temor y rebajar la combatividad popular e inducir el repliegue a las organizaciones políticas sociales. Pero en El Salvador ninguna amenaza de esta clase es ya superior a lo que en la práctica viene sufriendo nuestro pueblo a manos del régimen asesino desde hace tantos años. Ellos se ha constituido en uno de los principales estímulos para levantar la resolución de las masas a combatir por su libertad, a buscar su propia defensa y no creemos que el propósito atemorizador de esta Ley vaya a cumplirse.”

Concluye que “es necesario derrotar esta nueva maniobra del régimen, este nuevo paso en su escalada fascista, este intento de enmascararse, esta ofensiva de atemorización. Debemos unir la acción de todas las fuerzas revolucionarias y democráticas para conquistar la derogatoria de esta ley, como un golpe que hay que asestar a los fascistas, pero al mismo tiempo debemos en la práctica frustrar y nulificar los objetivos que ella persigue.”

Historia y laicismo en México

Historia y laicismo en México

Documento con fecha sábado, 17 de abril de 2010. Publicado el jueves, 26 de agosto de 2010.
Escrito por: Patricia Galeana.Fuente: Cuaderno de Laura Campos.

La cultura de la intolerancia religiosa se estableció en México desde la conquista española. En España el Estado se había cohesionado en torno de la religión católica, con la expulsión de musulmanes y judíos. La Inquisición se erigió para perseguir al que pensara diferente. La alianza entre la corona española y la iglesia católica se selló mediante el establecimiento del Regio Patronato.

La iglesia, como aliada del imperio español, condenó a la insurgencia; excomulgó a sus miembros y se negó a reconocer la Independencia, hasta quince años después de consumada. Los papas Pío VII, León XII, Pío VIII y Gregorio XVI siguieron increpando al pueblo de México, para que aceptara el dominio español, hasta 1836. Después, el Pontificado se negó a firmar un concordato con los gobiernos mexicanos, no obstante que todas sus Constituciones, desde la de 1814, la federalista de 1824 reestablecida en 1847 y las dos centralistas (1836 y 1843), establecían un Estado confesional e intolerancia religiosa y por tanto reconocían a la iglesia como un poder constitucional.

Después de luchar por la independencia de España, el liberalismo mexicano buscó la independencia del Estado mexicano respecto de la iglesia. En 1833 una segunda generación de liberales quiso asumir el Patronato que había ejercido la corona española sobre la iglesia católica, por considerarlo un derecho de todo Estado soberano en el territorio bajo su jurisdicción. El pontificado lo rechazó por considerarlo una concesión que no iba a otorgar a un país cuya independencia no reconocía.

Valentín Gómez Farías y José María Luis Mora intentaron someter a la iglesia convirtiéndola en órgano del Estado. Al mismo tiempo quisieron sustituir al ejército pretoriano por guardias cívicas. Las corporaciones eclesiástica y militar se unieron al grito de “¡Religión y fueros!” y el intento reformista fracasó. Una tercera generación del liberalismo emprendió una segunda reforma social y logró la creación del Estado laico mexicano.

Fue un largo y conflictivo proceso que inició en 1855 con leyes moderadas. La primera de ellas fue la ley de administración de justicia conocida como la ley Juárez por el apellido de su autor. La ley tenía el objetivo de establecer la igualdad jurídica de los mexicanos, razón por la cual limitó los fueros sin suprimir ni a los tribunales eclesiásticos ni a los militares, sólo se evitó que ventilaran delitos del orden común. No obstante, fue condenada por el papa Pío IX. El obispo de Puebla, Pelagio Antonio Labastida y Dávalos, financió el levantamiento armado de Antonio Haro y Tamariz contra el gobierno. Ello provocó que se pasara de la secularización de los bienes del clero planteada desde 1833, a la nacionalización de los bienes del obispado de Puebla.

***

La Constitución de 1857 incorporó las leyes reformistas, facultó al Estado para legislar en materia de culto y dio un paso trascendental al superar la intolerancia religiosa y dejar implícita la libertad de cultos. La iglesia sacó su arma más poderosa: la excomunión ipso facto a quienes juraron la Constitución. Estalló la guerra civil. En la parte más cruenta de la guerra se decretaron las leyes de Reforma. La legislación fue presidida por un manifiesto en el que el gobierno constitucional explicó que la iglesia había promovido la guerra civil. Por tal razón procedió a nacionalizar los bienes del clero para indemnizar a la República.

El corpus que conocemos con el nombre de leyes de Reforma consta de cuatro leyes y cuatro decretos. Dos son producto de la guerra: la ley de nacionalización de bienes del clero y el decreto de supresión de las corporaciones religiosas, y tres leyes son esenciales para la laicidad del Estado: la del matrimonio y el registro civil y la de libertad de cultos, así como los decretos de secularización de cementerios y de hospitales y el de días festivos, que evitó que los funcionarios asistieran con carácter oficial a actos religiosos. La ley de libertad de cultos significó la culminación de la reforma liberal. Acababa así la mezcla de la política y de la religión, que había prevalecido durante las cuatro primeras décadas de la vida independiente de México, separándose los asuntos civiles de los eclesiásticos.

***

A la guerra civil siguió la guerra contra la intervención francesa y el segundo imperio. El jefe del ejército francés, Forey, lo primero que hizo al tomar la ciudad de México fue declarar que Napoleón III vería con buenos ojos el establecimiento de la libertad de cultos, principio esencial a los Estados modernos. Maximiliano ratificó las leyes de Reforma de Juárez, aunque declaró a la religión católica la religión oficial del Estado y por tanto quiso ejercer el Patronato.

Al triunfo de la República, Juárez intentó dar rango constitucional a las leyes de Reforma, pero las heridas estaban aún abiertas. Aplicó la legislación con indulgencia. Los propios conservadores como Francisco de Paula Arrangoiz consideraron que la iglesia gozó de más libertades con Juárez que con Maximiliano. En efecto, Juárez ya no buscaría hacer uso del Patronato al establecerse la completa separación entre Estado e iglesia. Fue en el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada en 1873, cuando se dio nivel constitucional a las leyes de Reforma. No obstante, fue hasta la Constitución de 1917, que reformó a la Constitución de 1857, que ya no se otorgó protección especial a la religión católica y no fue jurada por Dios. La jerarquía de la iglesia católica había apoyado a la contrarrevolución huertista, razón por la cual la revolución constitucionalista fue anticlerical. Después, el alto clero se enfrentó a los gobiernos emanados de la Revolución y promovió la rebelión cristera.

La cristiada concluyó con una negociación con el gobierno de Emilio Portes Gil. Dio inició una entente cordial, con base en la cual la iglesia fue retomando nuevamente fuerza política a ciencia y paciencia de los presidentes en turno, hasta que en 1992 se reformó la Constitución para otorgar personalidad jurídica a las asociaciones religiosas, y se establecieron relaciones diplomáticas con la cabeza de la iglesia católica.

***

Al llegar el Partido Acción Nacional al poder, la jerarquía eclesiástica católica se está convirtiendo en un desiderátum de la política nacional; en un poder fáctico que busca abiertamente acabar con el Estado laico mexicano y restablecer un Estado confesional. El papa Pío IX condenó al liberalismo y el principio de soberanía del Estado en el Syllabus de 1864.

Fue hasta el Concilio Vaticano II en 1965, inspirado por el papa Juan XXIII, que la iglesia católica aceptó la separación de la iglesia y el Estado. Sin embargo, el papa Benedicto XVI alienta hoy un movimiento integrista que busca la unión de religión y política, de Estado e iglesia, mediante el restablecimiento de Estados confesionales. Ratzinger ha dado su bendición al movimiento de neocatecúmenos que encabeza en España Kiko Argüello y que pretende acabar con lo que llaman laicismo negativo del siglo XIX, para establecer un “laicismo positivo” que propicie la religiosidad, en particular el catolicismo. Es una nueva cruzada.

Lo anterior confirma lo señalado por Ernesto Renan de que la nación es el plebiscito de todos los días, que nada se da de una vez y para siempre. Hubo quienes pensaron que la separación del Estado y de la iglesia, como principio propio de todo Estado democrático, era irreversible, ya que también favorecía a la institución eclesiástica al respetar su autonomía. Se creyó que el Estado laico no tenía enemigos sino sólo malquerientes. Sin embargo, la abierta campaña de la iglesia contra la laicidad del Estado demuestra lo contrario. Las relaciones Estado-iglesia han vuelto al centro de la vida política mexicana.

***

El episcopado ha planteado la necesidad de hacer una reforma constitucional para establecer una “verdadera libertad religiosa”, no de convicciones éticas y filosóficas. Quiere que se imparta religión en las escuelas públicas y que el Estado la subvencione. O sea, volver al Estado confesional anterior a las leyes de Reforma del periodo juarista. El propio cardenal Tarsicio Bertone, brazo derecho del papa Ratzinger, se manifestó en contra del “laicismo decimonónico” mexicano desde el teatro de la República en Querétaro. Aunque la Constitución vigente sólo mencione la palabra laica textualmente una sola vez, al señalar en el artículo 3 que la educación que imparta el Estado será laica, la laicidad del Estado está implícita en la Constitución, de otra manera no podría impartir educación laica un Estado que no lo fuera.

La violación reiterada a la laicidad del Estado por autoridades de los tres niveles de gobierno aliados a la institución eclesiástica y que han permitido su injerencia en los asuntos públicos, ha hecho necesario promover reformas constitucionales para reiterar explícitamente que la República mexicana es laica. La laicidad debe extenderse a todos los ámbitos del Estado mexicano como el sector salud. Hace falta también reformar al artículo 24, sustituyendo el concepto decimonónico de la libertad de cultos, un gran paso en el siglo XIX, pero que es insuficiente en el siglo XXI, donde no solamente debe haber libertad para profesar una religión sino para no tener ninguna.

Debe garantizarse tanto la libertad de conciencia, o sea la de profesar en forma privada cualquier culto, como la religiosa que implica exteriorizar su religión en actos de culto externo, y también el respeto a quienes no tienen religión y sí tienen derecho a sus convicciones éticas y filosóficas. El que en nuestro tiempo se haya criminalizado en 18 estados a las mujeres siguiendo la agenda dictada por la iglesia, que impone sus concepciones religiosas privando a las mujeres de su derecho a decidir sobre su cuerpo; el haber desatado la homofobia social al calificar de anormales y perversas a las personas homosexuales, violando lo establecido por la Constitución en cuanto a no discriminar a nadie por razón de su sexo o ninguna otra condición; el que se declare por las autoridades de la iglesia mayoritaria que no hay que obedecer a las leyes de los hombres sino sólo a las de Dios; nos habla de la crisis en que se encuentra el Estado laico en México y por ende nuestra democracia.

***

Quienes nos formamos en la historiografía liberal, de la que la Revolución mexicana se hizo heredera, nunca pensamos que en el inicio del siglo XXI, fuera necesario defender al Estado laico mexicano, cuyo establecimiento costó tanta sangre. En este contexto cobra mayor significación el 150 aniversario de las Leyes de Reforma, que crearon al Estado laico mexicano. Los aniversarios son momentos propicios para la reflexión, pero en este caso la celebración pasa de ser un tema de efeméride histórica para convertirse en tema del debate político actual. De ahí la importancia de releer el manifiesto, las leyes, y circulares de la reforma liberal.

Tanto en el manifiesto firmado por Benito Juárez, Melchor Ocampo, Miguel Lerdo de Tejada y Manuel Ruiz, como en los considerandos y artículos de cada ley, así como las circulares de sus autores, se hace manifiesta la acción de la iglesia en contra del Estado mexicano y la razón que asistió a éste para asumir la soberanía a plenitud, terminando con la delegación de funciones que habían quedado en manos de la iglesia y sometiendo a la institución patrocinadora de la guerra a la autoridad soberana del Estado. El mayor legado de la generación juarista fue la independencia del Estado de la iglesia. La mezcla de los asuntos políticos y religiosos causó una guerra civil y la ocupación extranjera más prolongada y sangrienta que ha sufrido nuestro país desde su independencia.

La efeméride del sesquicentenario de las leyes de Reforma se presenta en el momento en que se requiere defender al Estado laico, por ello la lectura de estos textos fortalecerán no sólo la cultura histórica y jurídica, sino la política. Una ciudadanía informada lleva a una vida democrática. Sin laicismo no puede haber democracia.

Por ello, después de releer los textos de las leyes dados en plena guerra civil de Reforma en Veracruz, consideramos que la mejor forma de preservar el legado de la reforma liberal juarista es modificar el artículo 24 constitucional para establecer la libertad de conciencia y no solamente de cultos, y reformar la Constitución para señalar explícitamente que el Estado mexicano es laico.

Una historia de maravilla

En la casa mexicana de Gabriel García Márquez está gestándose una revolución. Carlos Payán, Epigmenio Ibarra, Maravilla y el autor de “Cien años de soledad” planean el argumento de una serie televisiva de ficción. Tiene que ser algo que los mexicanos no hayan visto nunca en sus pantallas. Ese algo no puede ser otra cosa que la pura y simple realidad mexicana.

Una idea se impone: la política y el narcotráfico.

El hilo de la historia se enreda en el punto en que se cruza el sonriente saludo presidencial con el frío puñal del capo de la droga. El nexo existe, o por lo menos existió durante el sexenio de el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Pero ¿cuáles son sus gestos, lenguajes, lugares, personajes?

Inopinadamente, el guardaespaldas de Carlos Payán les dice que andan más perdidos que María Luisa Landín en el bolero, si los señores le permiten. Él ha sido policía judicial y sabe cómo carajos es la cosa. La historia adquiere nombres, rostros, fechas, lugares, cantidades precisas, cadáveres. El argumento está listo.

Un seudónimo

Maravilla cree que todo en la vida es acción política. Pero también cree que todo acto político es susceptible de ser puesto en pantalla. El tipo es feliz si tiene a una chica, una cámara, suficiente ron y, con fondo de rumba caribeña, alguna batalla por librar.

Ahora es un rey de telenovela, pero antes fue un guerrillero en los cerros salvadoreños. Pero antes fue amante de Vanessa Redgrave, en Londres. Pero antes, en su Caracas natal, un cáncer le afectó el cráneo, y se fue a Moscú para someterse a una operación de la cual salió con casi media calavera de platino.

Los rusos son excelentes médicos y pararon la metástasis, pero no son precisamente unos estetas, y a Maravilla le quedó la cara descabalada para siempre. Según mis cuentas el tipo ya era feo, pero las mujeres mueren por él a pesar de mis cuentas. Las mujeres y sobre todo aquella mujer que para mí fue una pausa de luz en la noche larga de la guerra: una vieja factura que Maravilla aún me debe.

Lo conocí en 1981. Yo recién salía todo flaco, fané y descangallado de un campamento guerrillero. Él iba para el frente.

Allá se quedo once años, maravillando a los guerrilleros con sus historias, y maravillándose él mismo de esa chica, el sol, esa emboscada, aquella iguana, el río, la vida, coño. Y los guerrilleros terminaron llamándole así sencillamente: Maravilla.

Me lo volví a encontrar en México. Llegó a mi casa de la colonia Portales el 16 de enero de 1992. Venía del castillo de Chapultepec, del evento donde se había firmado la paz salvadoreña. Justo allí le dijo a Joaquín Villalobos: “Yo aquí termino, vale”. Y ho hubo orden ni argumento del comandante Villalobos que lo hiciera reconsiderar. “Aquí empiezo otra guerra”, me dijo entre triste y alegre, “no conozco a nadie en esta ciudad, y no tengo ni un peso, pero aquí me quedo”. Acto seguido despachamos algunas botellas de ron, conversando hasta el amanecer.

Me contó que de la guerra solo había sacado una gran conclusión que era una verdad de Perogrullo: “el mundo es más ancho que yo. No quiero cambar a nadie. Lo que amo es precisamente la diferencia”. Se fue al mediodía y no volví a verlo. Yo me vine a el Salvador.

Desafío

Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, termina de leer el argumento. Maravilla, Epigmenio y Payán intentan adivinar el sí o el no en las expresiones faciales del joven magnate. Saben que su proyecto vale oro. Pero una cosa es querer tocarle las bolas al Tigre Azcárraga, dueño de Televisa, y otra cosa era meterse con el Señor de los Pinos, la Casa Presidencial mexicana, y con el Señor de los Cielos, el capo del cártel de Sinaloa.

—No —dice Salinas Pliego.

Payán suspira resignado. Epigmenio ahoga en su garganta un “chingue a su madre”. Maravilla siente que se le nubla la vista y que se le mueve el piso.

Salinas Pliego sonríe y agrega:

—¿De qué me sirve una serie de ocho capítulos? Lo que necesito es cubrir tres mil horas en la barra estelar. Conviertan esto en telenovela y lo hacemos ¿pueden?

La cita

Siete años después de aquel 16 de enero de 1992, regreso a México. Maravilla me cita en el Konditori, un restorán danés que tiene valet parking y mayordomos engominados de muy corbatín de pajarita y chalecos de seda; las meseras parecen reinas de belleza y los meseros se creen lores ingleses, por lo menos. Le digo estás loco, Mara, aquí un trago debe costar una fortuna. “No hay problema”, me dice, “pide champán y caviar, yo invito”.

Y las reinas y los lores se deshacen en atenciones, porque resulta que Maravilla es uno de los habitués más encumbrados de ese encumbrado lugarejo. Pedimos dobles de tequila reposado y un aderezo de carnes frías, y le pregunto qué hay de nuevo. “Una hija”, responde. Yo conozco a la mamá de la niña. La he visto en la tele, en revistas y periódicos: es una de las actrices más bellas de México y en ese momento protagoniza una de las telenovelas de Maravilla.

— ¿Telenovelas? —le digo— ¿quieres que te aplauda, que me arrodille? Pasarse los años matando y muriendo entre aquellos chiribiscales del frente y terminar haciendo telenovelas, no lo entiendo.

Maravilla agota de un trago su doble tequila y pide otra ronda: “Voy a contarte una historia”, me dice.

El ágrafo

Epigmenio Ibarra, un periodista mexicano que cubrió la guerra salvadoreña para el Canal 13 de su país, y que terminó enredándose con la guerrilla, andaba de frilans haciendo reportajes y vendiéndolos a quien se dejara. Al reencontrarse al Maravilla en México lo invitó a que trabajaran juntos.

Consiguieron una asignación en Paris. Allá estaban cuando reventó la guerra en Yugoslavia, y no vacilaron en tomar el primer vuelo a Belgrado. Se internaron entre las líneas de fuego y lograron imágenes inéditas en Occidente. La BBC y CNN pagaron un pequeño capital por esas tomas. Epigmenio reportaba la evolución de la batalla para El Nacional y le pidió a Maravilla que hiciera lo mismo para La Jornada.

Maravilla se negó. Lo suyo ha sido siempre la cámara, contar el cuento pero en imágenes. Él jura que nunca ha podido redactar ni siquiera medianamente bien un telegrama. Epigmenio porfió en vano, hasta que se cansó de rogarlo, como en la ranchera, le metió whisky hasta por las orejas y le ordenó: “¡Ahora escribe, carajo!”.

Atarantado pero también envalentonado por el whisky, el ágrafo comenzó a teclear. A partir de las medias de seda negra muy demodé que usan las yugoslavas, tan guapas y occidentales ellas detrás de la cortina de hierro y en medio del estallido, describió desde la cotidianeidad la atmósfera de guerra y la historia del muy particular socialismo edificado por el mariscal Tito. Las crónicas de Maravilla hicieron época.

De nuevo en México, el director de La Jornada, Carlos Payán, todo un mito del periodismo azteca, quiere conocer al tipo que enfundó en medias de seda negra la tragedia yugoeslava. “Ustedes ya me demostraron que saben consignar la guerra”, dice Payán, “quiero ver qué saben hacer con la paz”. Y los invita a Oaxaca, a la casa de Francisco Toledo, un indígena zapoteco que está entre los mejores y más cotizados artistas plásticos del mundo.

Entre trago y trago, Maravilla cuenta algunas de sus historias de amor y de guerra. El pintor se conmueve hasta las lágrimas y le regala un óleo cuya venta, supongo, podría permitirme pasármela en caviar y champán durante cinco años en el Konditori… Y ahí, en el jardín de Toledo, Epigmenio, Maravilla y Payán inventan Argos, la empresa que habría de marcar un hito en la televisión mexicana.

Caracas y Londres

A mediados de los setenta, en Caracas, Maravilla se llamaba Hernán Vera. Estudiaba cine y militaba en la izquierda entre radical y festiva del Movimiento al Socialismo, cuya voz emblemática era la del dramaturgo Ignacio Cabrujas.

Por ese tiempo Duglas Bravo, un guerrillero venezolano que le gritó imbécil a Fidel Castro en sus propias barbas, organizó en su campamento un encuentro entre jefes revolucionarios latinoamericanos distanciados de la línea cubana. Hernán Vera fue a filmar para la historia ese cónclave clandestino.

En un receso, Duglas le pidió que registrara con particular atención las intervenciones del delegado salvadoreño. El fulano era un muchacho flaco y lampiño que se llamaba René Cruz, o Chon, o Atilio y también (pero esto lo ignoraban todos) Joaquín Villalobos. “Ese tipo es un genio” le dijo Duglas Bravo. “Ese tipo es una obsesión de poder enlatada al alto vacío”, pensó Hernán Vera.

Meses después, Hernán Vera se fue a Londres a seguir estudiando cine, dejaba atrás un amistad que casi era un amor: María Auxiliadora Barrios. En Londres se pasó cuatro años entre la escuela y la cama de Vanessa Redgrave, la bella actriz que protagonizó junto a Jane Fonda aquel bellísimo film titulado Julia.

La película

Cuando salió de la neblina londinense, Hernán Vera soñaba con entrar cámara en mano al fuego insurgente de Caracas. Solo que para entonces Duglas Bravo andaba a salto de mata y la mayoría de sus compañeros estaban muertos o presos.

Pero los sandinistas toman el poder en Nicaragua y Hernán Vera piensa que es allá donde está la película. Con otros dos periodistas se va a Nueva York a comprar el equipo cinematográfico necesario. En la gran manzana compran, se divierten como enanos y, además, adquieren un auto grande y cómodo para hacer la Panamericana hasta Managua.

Tequila, marihuana y hongos en México. Ron, marihuana y lo que queda de hongos en Guatemala. En El Salvador ron y… bueno, buscando algo de marihuana andaba Hernán Vera cuando se le ocurre entrar al baño de hotel Alameda de San Salvador. Ahí esta orinando cuando de pronto, al dar la vuelta, viene a darse de frente con Raúl Uzcátegui, el Negro Grandes Ligas. “¡Coño!”, grita Hernán Vera, “¡pero si tú estás preso en Caracas, negro!”.

El Negro, un viejo guerrillero de la columna de Duglas Bravo, había sido capturado y confinado a una cárcel venezolana de máxima seguridad junto a otros de sus compañeros. Pero cavaron un túnel hacia una casa ubicada frente a la prisión. Y el Negro equivoca la ruta y sale a otra casa, a media noche, justo en la sala donde una anciana yoruba y por añadidura sacerdotisa del Palo Mayombe, convoca a Ochún y a Yemayá.

Y desde debajo de la tierra, junto a la mesa repleta de veladoras y de señoronas ansiosas de comunicarse con los espíritus, comienzan a escucharse ruidos y voces, señor, ¡y ya vienen los espírutus, Dios mío! Y la tierra se abre, te lo juro vale, y esto es el juicio final, ¡Virgen santísima, qué es esto! Y de la tierra emergen, polvorosos y más asustados que las asustadas señoronas, no los espíritus sino veinte guerrilleros en calzoncillos, ¡madre santa!

—Así es que aquí estoy, mientras se enfría un poco la cosa en Caracas… ¿Y tú que coñuemadres haces aquí Hernán?

Al Negro le brillan los ojos cuando escucha lo de las cámaras y lo del auto grande y cómodo.

—¿Filmar en Managua, Hernán? La película está aquí. Allá la guerra se terminó, pero aquí recién empieza. Estoy metido en esto y tú me tienes que ayudar, coño.

El Negro había sido enviado por Duglas Bravo para echarle una mano al ERP salvadoreño, cuyo comandante no era otro que Joaquín Villalobos.

Otras guerras

Uno de los hombres más ricos del mundo, el mexicano Emilio Azcárraga, ha perdido el sueño. Durante años ha sido el rey de la televisión latinoamericana, sobre todo por las telenovelas que produce. Pero Salinas Pliego ha comprado TV 13, el canal estatal, lo ha convertido en TV Azteca y parece haberle declarado la guerra a Televisa.

El asunto no es para morirse, porque mientras Televisa maneja raitins de 40 puntos o mas, TV Azteca ni sueña con pasar a los dos dígitos. Y, sin embargo, Azcárraga desconfía. Por algo le llaman el Tigre.

Epigmenio y Maravilla se entrevistan con Salinas Pliego y le proponen encargarse del noticiero de TV Azteca. El hombre sabe que son tipos talentosos, pero dice que no: “Lo que quieran, pero el noticiero jamás”.

Maravilla y Epigmenio hacen otros trabajos y con el ingreso de Carlos Payán al equipo fundan Argos, un proyecto más bien periodístico. A finales de diciembre de 1993 reciben un supertip: “Vénganse a Chiapas con todo y cámaras. El reventón del año nuevo será histórico”. Y en Chiapas explota, la medianoche del 31 de diciembre, la insurrección zapatista. La única cámara profesional en la batalla es la de Argos, y es la primera que registra la imagen del misterioso encapuchado de ojos azules que comanda el alzamiento indígena. Y la primera entrevista que concede el subcomandante Marcos, en lo profundo de la selva Lacandona, la realizan Epigmenio y Maravilla. El reportaje conmueve a México y al mundo, pero sobre todo a Salinas Pliego, quien reitera la oferta de trabajo y pregunta:

—¿Qué me proponen?

—El noticiero.

—No. Eso no.

Otro truene con TV Azteca y vuelta al frilanceo. Al tiempo otra llamada de Salinas Pliego. El canal cumple su primer año en el aire y necesita un programa especial: “Quiero algo fuera de serie y solo ustedes pueden hacerlo”. Y el programa me sale de maravilla.

—Y ahora qué? —dice Salinas Pliego— ¿se quedan a trabajar conmigo, qué hacemos?

—El noticiero.

—No.

Pero ahora el hombre explica sus razones: “Sé que nadie puede hacerlo mejor. Pero ideológicamente ustedes son mis adversarios. El noticiero es mi línea editorial, ¿cómo voy a ponerlo en sus manos? Un día les pediré que digan que esa pared blanca es negra… ¿Me harían ese pequeño favor?”

Argos entonces propone un programa semanal: Cámara y delito, periodismo de nota roja pero de finísima factura. El proyecto es un éxito y permite que, por primera vez y sostenidamente, TV Azteca alcance los dos dígitos de raiting.

—¿Ahora qué? —vuelve a preguntar Salinas Pliego después de un año.

Un viejo amor

Solo hay una cosa que un intelectual latinoamericano de izquierda odia más que la bandera gringa: las telenovelas. Pero una telenovela sobre política y narcotráfico ya es otra cosa, piensa Epigmenio, admite Payán, corrobora Maravilla… Pero ¿tú tienes idea de cómo carajos se hace una telenovela?

La cosa es que Argos se comprometió con Salinas Pliego a entregar para ya el primer tratamiento del guión. Y le dan vueltas y revueltas al asunto y llega la medianoche y nada. La madrugada, el mediodía y otra vez la noche y la madrugada y nada. Entonces Maravilla que siempre tiene mil recursos debajo de la manga, grita ¡ya lo tengo! Epigmenio y Payán se vuelven y le clavan los ojos suplicantes…

—Coño, no —se disculpa Maravilla en un hilo de voz y mostrando un papelito arrugado—, me refiero al teléfono de una amiga venezolana a la que no veo desde hace 15 años.

Es María Auxiliadora Barrios, aquella amistad fue casi un amor. Maravilla no sabe por qué tiene el impulso de llamarle justo en ese momento. Pero María Auxiliadora le ha pedido a su secretaria que no le pase llamadas ni así sean del Santo Papa. Pero Maravilla insiste: “Dígale que le habla Hernán Vera”, y la jeva viene al teléfono y como estás, Hernán, hermanito del alma, coñuemadre, amor, canalla ¿dónde andas, vale?

La conversación se prolonga. Payán y Epigmenio apremian a Maravilla: la cuenta telefónica, el guión, ¿ya córtale, no? Maravilla se hace el suizo y continua oyendo a la jeva. Que dice que Elvita se caso y se descaso, ¿y te acuerdas del Catire?, lo mataron, el Cholo esta preso, ¿política? No, vale, cocaína, Coco muy bien y candela preciosa y… ¡bajen las cenitales, coño!…pues sí, Hernán, fíjate que Pancho… ¡Los cenitales, carajo, y cierren el encuadre, eso no sirve, ya les dije que todo capítulo termina en balazo o en besito, coño… disculpa, Hernán, qué te decía…

—Espera, chica, ¿qué besos y balazos son esos?

—Una tiene que ganarse la vida, Hernán. Es mi trabajo. Hago telenovelas, ¿sabes? Tengo 10 años en este negocio?

—Chica —dice Maravilla—, si te pongo un pasaje ahora mismo, ¿tú podrías venirte a México mañana? Es cosa de vida o muerte, jeba.

Cabrujas

—No —dice María Auxiliadora después de hojear el argumento—, eso no es una telenovela. Pero conozco al único que puede convertir esta historia en la mejor telenovela jamás filmada: José Ignacio Cabrujas. El genio es él, yo solo soy su asistente.

El mismo José Ignacio Cabrujas que era la voz del movimiento político en el que Maravilla había militado en Venezuela.

—¿José Ignacio escribe telenovelas?

—Es el mejor. Pero el exceso de trabajo y de whisky lo tiene un poco mal del corazón. Ya no escribe los guiones. Solo asesora y supervisa. Cuando en Chile o en Perú o en Colombia se les cae una telenovela, lo llaman para que corrija la historia sobre la marcha. El tipo levanta raiting de lo que toca. Y cobra una fortuna por cada punto de raiting ganado.

—Llámalo —dice Epigmenio.

—No viene. Ahora esta en Colombia levantando una telenovela. Pero quizás si lo llama Hernán…

En general, los venezolanos admiraban a sus compatriotas que en los ochenta combatían al lado de los revolucionarios nicaragüenses o salvadoreños. Eran una prolongación del sueño bolivariano. En particular, los viejos cuadros de la izquierda, entre ellos José Ignacio Cabrujas, se sentían reivindicados por esos bravos internacionalistas.

¿Cómo negarle un favor a Maravilla, hijo del gran Simón, emulo del Ché?

—Hay mil razones por las que no puedo- responde José Ignacio desde Bogotá. Pero tratándose de ti voy, Hernán, pero solo tres días. Les doy un taller intensivo y me regreso.

La fórmula

—Es el mejor argumento que he leído en mi vida —confiesa Cabrujas—, pero ¿dónde esta la historia de amor? Si no hay historia de amor no hay telenovela. Ahora bien , ustedes me invitaron a darles un taller. Olvídenlo. Ahora yo los invito a recuperar la telenovela como genero, a dignificarla. Comencemos a trabajar este argumento.

Y de su maletín saca un libraco bastante maltrecho, casi despastado, es El Conde de Montecristo, de Alexandre Dumas.

—Quien no haya leído este libro tampoco tiene nada que hacer aquí —agrega—. En esta novela está la fórmula precisa. Primer tercio: el caballero es agraviado; segundo tercio: va a la cárcel y encuentra un tesoro; tercer tercio: la venganza. Eso es todo. Lo demás es pura artesanía. Ahora escribamos el primer capitulo.

Si, pero…

En cosa de horas lo termina, diseña las grandes líneas de la historia y suelta la mala noticia:

—Mi mujer y yo estamos separados. Pero no puedo vivir sin ella. Ahora está en su casa de Isla Margarita con mi hijo. Voy para allá a tratar de convencerla para que se venga conmigo. En el avión escribo el segundo capitulo y se los mando por correo electrónico. Si ella acepta seguimos trabajando. Si no, ahí les dejo la cosa bastante avanzada.

La cosa es cruzar los dedos y rogarle a la santísima virgen que al agravio de la separación le siga el encuentro del tesoro. Y que el tercer acto, el de la venganza, no sea otra cosa que una segunda luna de miel en una bellísima casa solariega de Cuernavaca, que ya María Auxiliadora esta condicionando.

Y llega el segundo capítulo y hay que seguir con las rogativas. Y suena el teléfono y dice José Ignacio que sí, nos vemos pasado mañana. Y en Argos hay fiesta y algarabía y vivas a la virgen. Y en eso entra María Auxiliadora Barrios bañada en lagrimas y dice entre sollozos que se murió José Ignacio, vale.

Del rosa al negro

Junto a la alberca de su casa en Isla Margarita, Isabel dice por fin que sí. José Ignacio con los ojos velados por las lágrimas le da un beso, enciende un cohiba, se sirve un whisky y hace una llamada telefónica a México. Todo esta bien. Sonríe. La vita e bela. Hace un poco de calor.

Vuelve a besar a Isabel.

—Voy a nadar —dice.

—Ahorita te alcanzo —dice Isabel.

José Ignacio se lanza a la alberca y su corazón se detiene para siempre.

El último tequila

El escritor colombiano Alberto Barrera termina el guión de la telenovela, que resulta un superhit. Televisa ha perdido el liderazgo por primera vez. Las telenovelas ya no volverán a ser lo mismo. Argos produce otras telenovelas (Nada personal, Demasiado corazón, Mirada de Mujer, La vida en el espejo) y el raiting sigue subiendo.

Una ronda mas de tequila.

—Coño, yo soy un comunicador. Eso es lo mío. Yo no hago cine experimental para que lo vean solo los amigos.

—No —le digo— te mueves en la cárcel del formato comercial. Modificas, cortas o prolongas tu historia según el reporte de raiting.

—Sí. Lo hago. Te respondo con un santo de tu devoción, Cortázar: Un puente es siempre un hombre cruzando un puente. Si no solo es un montón de piedras sobre el río… Televisión es gente viendo televisión.

¿Sabes?, mi primer acto político después de la guerra fue aquella primera telenovela–, concluye Maravilla.

—También es tu venganza —le digo.

—¿Y sabes cuál fue el agravio?

—No lo sé, Maravilla.

—¿Y sabes cuál fue la cárcel y cuál el tesoro?

—No.

—Sí lo sabes —dice. Piénsalo un poco… ¿Otro tequila?

Vicente Romano, el profesor que nos enseño la comunicación y el socialismo

Vicente Romano, el profesor que nos enseño la comunicación y el socialismo

Pascual Serrano

La noche del pasado viernes nos dejaba Vicente Romano, doctor en Ciencias de la Información por la Complutense de Madrid y doctor en Comunicación social por la Universidad de Münster (Alemania), pero sobre todo, para muchos, ese gran maestro de la comunicación que nos enseñó a ver con nuestros propios ojos. A dudar de la versión dominante, a pensar con crítica e independencia. Como debe hacerlo un sólido y coherente comunista como lo que él fue.

Y todo eso con una vitalidad y una alegría que nos contagiaba a todos. Una de las paradojas de las universidades es que fuimos coetáneos en la Facultad de Ciencias de la Comunicación en Madrid, él como profesor y yo como alumno, pero nunca me dio clase. Sin embargo, luchas, causas y principios comunes me
han permitido, con toda seguridad, aprender de él mucho más que algunos alumnos a los que la normativa universitaria les dio la oportunidad de tenerlo como docente.

Comencé a trabajar, o debiera decir a aprender, o mejor dicho a disfrutar, de Vicente Romano el año 1992, cuando, siempre a contracorriente, un “comando” armado sólo de la palabra, nos dedicábamos a desmontar la campaña oficial de bombo y platillo
del gobierno municipal sobre el Madrid Cultural del 92, por entender que sólo eran unos fastos sin contenido.

Aquello lo hacíamos en un antiquísimo apartamento de un centenario e histórico edificio, donde tenía su sede en la capital de España la Fundación de Investigaciones Marxistas. Fue entonces cuando pude comprobar el privilegio que disfrutaba por poder tener de profesor y compañero a Vicente.

Poco después se publicó una de sus obras más populares La formación de la mentalidad sumisa. Y como Vicente era tan irreverente, cuando le hacías algún comentario sobre el libro nunca precisaba ni lo importante que era este texto, ni lo ameno y pedagógico, ni nada parecido que sirviese para hacerle campaña publicitaria.
Siempre decía que se había divertido mucho haciéndolo, lo cual en términos de mercadotecnia (Vicente no me dejaría decir marketing) no tenía mucha utilidad, nadie compraba un libro
seducido por el argumento de que el autor dijese que se había divertido al escribirlo. A Vicente le alegraba cada que vez que yo le contaba que había descubierto una nueva edición pirata de ese libro en algún país de América Latina.

Aquel texto, utilizando palabras del propio autor, es sencillamente un libro para explicarnos cómo buscan meter en las mentes de la gente al guardia de la porra en lugar de tener que pagar un costoso
sistema de represión. O cómo el poder capitalista recurre a instituciones como la Iglesia, la escuela, los medios de comunicación y los de entretenimiento para ya no tener que reprimir y encarcelar a anarquistas, socialistas, comunistas, sindicalistas y todo tipo de rojos irreverentes. Si esto Vicente fue capaz de analizarlo hace veinte años, podemos apreciar el mérito de la obra.

A lo largo de su trabajo, después llegaría La intoxicación lingüistica, Vicente Romano nos demuestra cómo el
sistema mediático e ideológico puede lograr que las preferencias de las masas puedan ser, paradójicamente, diametralmente opuestas a los lógicos intereses de esas masas.

Fue también el que fusionó el concepto de la ecología con la comunicación para reivindicar un carácter más saludable (Ecología de la comunicación).

Vicente no podía evitar escribir de todo lo que le sucedía, pero no para contarnos superficiales experiencias, sino para encontrar reflexiones profundas y moralejas brillantes como las que recogió en Estampas, donde nos presenta sus observaciones a lo largo de los lugares que visitó por motivos académicos principalmente.

En sus últimos trabajos se introdujo en la antropología con Sociogénesis de las brujas, todo un tratado sobre la discriminación de la mujer por parte de la Iglesia y los sectores más oscurantistas de nuestra sociedad. Su exilio en la República Democrática Alemana sirvió para que Vicente Romano nos tradujera y trajese a España las poesías de Bertolt Brecht (Poemas y canciones) o nos diera a conocer a ese otro gran comunicador que era Lothar Bisky, posteriormente conocido como líder político de Die Linke, el Partido de la Izquierda alemana.

La irreverencia de Romano la he podido ir descubriendo donde quiera que el destino le llevara. Primero en esa Universidad Complutense de Madrid, pero también en las organizaciones sociales y políticas donde hemos compartido militancia, donde siempre mi amigo profesor fue la conciencia crítica de arribistas,
oportunistas y mediocres. También en la Universidad de Sevilla, donde fue posteriormente destinado.

En cambio, ha sido en América Latina –cuando lo encontraba en La Habana o en Caracas o escribía de sus viajes a Brasil- donde, a alguien tan díscolo y exigente como él, siempre lo percibí feliz, entusiasta e ilusionado.

Quizás también en ese aspecto, él intuía el esperanzador futuro que este continente albergaba para todos los que en Europa nos asfixiábamos por el nivel tan evolucionado de formación de mentalidad sumisa.

Vicente me contagió algunas de sus obsesiones reivindicativas: la de los espacios públicos y la del ocio. Le indignaba cómo nos estaban dejando sin lugares comunes para compartir físicamente y sin tiempo para disfrutar de nuestras relaciones.

La última vez que me visitó me regaló el libro ABC de la guerra, un trabajo, traducido por Vicente, donde Bertolt Brecht recorta imágenes de la prensa durante la Segunda Guerra Mundial y las comenta en apenas cuatro líneas. Todo un alarde de ironía y genialidad que tanto gustaba y compartía Vicente.

Quiero pensar que está en compañía de Bertolt Brecht, firmes y disciplinados como buenos comunistas, pero siempre burlándose y rebeldes ante todo el que les quiera gobernar sin justicia.

Carta de duelo por Hugo Molina

Carta de duelo por Hugo Molina
julio 29, 2014 Voces Un Comentario
Publicado en: Contracorriente – Dagoberto Gutiérrez, Nacionales, Voces Ciudadanas

El Instituto Nacional de Santa Ana era, allá por los años 60 del siglo pasado, el Centro Educativo más grande de la Ciudad de Santa Ana, tenia mayor tamaño que el actual y nosotros, estudiantes de bachillerato en ese entonces lo veíamos muy grande, muy nuevo, muy elegante y muy adecuado para los que nos creíamos dueños de una sed inmensa por saber y entender el mundo.

Dagoberto Gutiérrez

Eran los años frescos de la revolución cubana, del golpe de estado contra el gobierno de José María Lemus, de la turbulencia social y la resistencia, eran los momentos en donde ser bachiller constituía una distinción ganada a sangre y fuego y en donde la educación pública estaba muy por encima de la educación privada y los bachilleres que nos graduábamos en el INSA éramos de verdad bachilleres, por lo menos así lo veía y entendía una parte de la sociedad, no es casual que el primer bachiller de la República de esos años, haya sido precisamente compañero de nosotros.

Las aulas del quinto curso de bachillerato eran iluminadas, con suficiente espacio, pizarras amplias y tiza disponible. Antes de que el profesor de física, don Cayito Fuentes llegara al aula la bulla era muy grande y todo mundo hablaba reía y hasta gritaba, de repente, una semilla de jocote lanzada desde atrás estallaba en la pizarra mientras don Cayo se acercaba al aula, caminando lentamente, con una especie de cordel en la mano mientras con su mano izquierda iba tocando las perillas de las puertas de las aulas.

El silencio se instaló cuando él entró y empezamos a realizar un examen anterior. Una vez iniciada la clase un estudiante pequeño, moreno, de mirada huidiza, de cabello negro y ondulado, un poco cazcorvo, con la camisa de fuera y un cuaderno metido en el bolsillo derecho trasero del pantalón, entró al aula y en silencio sin mirar a nadie tiró una imperceptible mirada a la pizarra solo para ver, distraídamente, algunos números que don Cayo estaba utilizando para explicar algo, se sentó, se sacó el cuaderno doblado del bolsillo, lo dejó doblado en el pupitre, parecía que no llevaba ni lápiz ni lapicero y no parecía prestar atención a nada y cuando el profesor de física le dijo que pasara a la pizarra pareció hacerlo de muy mala gana, como cuando alguien es pillado en algo indebido y desprevenido.

Lentamente y sin mirar a nadie el estudiante llegó a la pizarra, tomo el yeso y sin decir nada empezó a escribir correctamente las operaciones correctas para resolver correctamente el problema planteado, Don Cayo Fuentes estaba sentado y apenas sonreía, nosotros, que ya conocíamos al personaje no estábamos sorprendidos y el estudiante hechas las ecuaciones correspondientes, dejó el yeso en la pizarra y se fue a sentar como quien no ha hecho nada.

Así era Hugo Molina, inadvertido, conocedor de la vida en los barrios mas populosos de Santa Ana, siempre parecía moverse en la franja divertida, en la no permitida y parecía no prestar atención a las cosas que eran importantes, pero todo eso era simple apariencia, lo cierto es que sabía distinguir, muy bien las cosas fundamentales de la realidad y en algún momento de su vida optó por un camino, por aquel que conduce al desorden mas importante, al orden construido a partir de un desorden muy grande.

Hugo estudió economía, viajó a Chile y presumiblemente el proceso político de la unidad popular y el gobierno de Salvador Allende inundó su conciencia y le confirmó ideas criterios y conceptos que ya estaban presentes en su cabeza, por eso se vinculó al proceso revolucionario que en esos años florecía en nuestro país, ese vinculo se mantuvo hasta el final, ya como hombre trabajando en un gobierno, Hugo siempre se distinguió como alguien estudioso, con criterio propio y como un hombre de bien.

Su muerte nos ha dolido porque entendemos que el país pierde una vida útil y necesaria sobre todo en estos momentos de medias luces. Hacemos llegar a su esposa Ana María, a sus hijos: Hugo, Tania y Mauricio y a toda su familia, nuestro pésame mas sentido.
Hugo Molina es de los hombres necesarios, es una voz, una mirada, una idea, un razonamiento que necesitamos y necesitaremos cuando llegue la hora de los vientos fuertes y los huracanes florecidos.

Los primeros pasos de la clase obrera

Los primeros pasos de la clase obrera

Onofre Guevara

Onofre Guevara López, nace en Nandaime, Granada, el 11 de marzo de 1930. Zapatero de oficio, organizador obrero, líder sindical, periodista y analista político, aunque nunca obtuvo formalmente un título universitario. Se “graduó” y muy bien, escribiendo en periódicos sindicales. Se incorpora a la edad de catorce años al Sindicato de Zapateros, y posteriormente al Partido Socialista Nicaragüense. Participó en el primer esfuerzo nacional de unificación obrera en la Coordinadora Sindical de Nicaragua (CSN).

Se integra como militante al Frente Sandinista de Liberación Nacional, en 1979. Onofre y el dirigente sindical Carlos Pérez Bermúdez, hicieron esfuerzos para publicar, en plena dictadura somocista, folletos sobre la historia de la lucha obrera en Nicaragua, y en los años ochenta publicaron los mismos en forma de un libro. Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, fue Representante ante el Consejo de Estado y luego Diputado ante la Asamblea Nacional.

Fue columnista del diario Barricada; y ahora en El Nuevo Diario publica una columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia” y semanalmente ofrece un comentario político en la sección de Opinión. Onofre publicó los libros: Sea moderado tu sueño (2003); y Cien Años de Movimiento Sindical en Nicaragua (2007). Es miembro del Centro Nicaragüense de Escritores (CNE).

Al calor de una huelga de zapateros, en 1922, nace el primer sindicato, como expresión de la necesidad de organización de la clase obrera, que sintetiza la experiencia acumulada de las anteriores uniones de los trabajadores. Maduraba así la conciencia obrera, de asalariados, que sólo cuentan con su fuerza de trabajo para sobrevivir, en un intento de asumir de manera colectiva, como protagonistas, la lucha por sus reivindicaciones frente a los patronos y el Estado.

Nicaragua ha sido una nación recurrentemente intervenida por el imperialismo norteamericano, por lo cual el Estado nicaragüense se construyó con un doble rol: como estado representante de los intereses de los oligarcas nacionales, terratenientes, militares, políticos y como representante de los intereses imperialistas. Durante mucho tiempo la dictadura somocista jugó el rol de sostén y árbitro de los encontrados intereses locales y representante de los intereses yanquis.

La expansión de la producción de agro exportación permitió el surgimiento del proletariado urbano y rural, pero sus intentos de organización gremial fueron siempre mediatizados o reprimidos por el naciente régimen somocista. Las luchas obreras y sindicales sin embargo no lograban gestar una organización política lo suficientemente fuerte y decidida como para encabezar la lucha nacional contra la dictadura. Fue hasta el surgimiento y desarrollo del FSLN que se visibiliza una organización que se constituyó en columna vertebral y forma de expresión organizada de lo más avanzado de la conciencia nacional y de la conciencia de clase. La lucha revolucionaria contra la dictadura tomó así un perfil más definido, como expresión de la lucha de clases. “Por la Liberación Nacional y el Socialismo” rezaba el lema del FSLN de entonces.

No es de extrañar que los primeros luchadores revolucionarios y los primeros integrantes del FSLN, en su mayoría, tuvieran un origen popular, proletario. Algunos habían militado en el Partido Socialista Nicaragüense o participaron en algunos de los movimientos sociales de entonces, en organizaciones gremiales o en el movimiento estudiantil, y se rebelaban, no sólo contra la dictadura, sino al régimen de clase que ésta representaba.

El Partido Socialista Nicaragüense (partido de los comunistas de Nicaragua, 1944), se funda en momentos en que en el movimiento comunista internacional prevalece la tesis de la conciliación de clases, y durante su primera etapa la línea oficial del partido promovió la conciliación de intereses incluso con la dictadura somocista, mientras eran reprimidos y exiliados quienes desde su seno propugnaban por una línea distinta.

Aunque varios de los principales fundadores del FSLN provenían de las filas socialistas, el PSN no asumió la lucha armada como estrategia, lo cual causó dos importantes divisiones en su seno. De la primera, en 1968, después de la masacre del 22 de enero de 1967, surgió lo que se conoció como el Partido Obrero Socialista Nicaragüense (1968), luego transformado en el Partido Comunista de Nicaragua (1970), que tampoco asumió la opción armada.

La segunda división terminó en dos partidos socialistas: uno de ellos permaneció en una alianza de derecha denominada Unión Democrática de Liberación (UDEL), y el otro se decidió por la lucha armada, y organizó a finales de la década de los 70 su propio aparato armado, la Organización Militar del Pueblo (OMP), con la cual formalizó su alianza militar con el FSLN, y se integró a la Insurrección Final. Después del triunfo de la Revolución, sus militantes se integraron políticamente al Frente Sandinista.

“Más tarde, varios líderes del partido, entonces llamado “de los Sánchez” –por el liderazgo que ejercían Domingo y Luis Sánchez–, se pasaron en cuerpo y alma a la derecha y su alianza política. De estos líderes, sólo el legendario Domingo Sánchez, “Chagüitillo”, junto a varios cuadros de ese partido, rompieron con la derecha, rescataron al partido y aún proclaman su posición e ideología marxista-leninista”. (Guevara, Onofre: 2008).

Onofre Guevara, sindicalista, socialista, sandinista y compañero de indiscutible trayectoria de lucha por los intereses de los trabajadores, nos resume en esta conversación los hitos fundamentales de lo que llamó “etapa pionera de la lucha obrera en Nicaragua”, y que se ubica de 1900 a 1945.

Mónica: Onofre, ¿cómo surge y se desarrolla el movimiento obrero en Nicaragua?

Onofre: El movimiento obrero se desarrolló en correspondencia con el avance del capitalismo en la época. Durante la década de 1880, Nicaragua apenas comenzó a insertarse en el mercado capitalista mundial por medio de la exportación de café, que era su primer producto y su primera liga con el mercado internacional capitalista.

Primeramente, el café que se producía era producto del trabajo de los campesinos en una condición de semi-servidumbre en las grandes haciendas de los conservadores. Eran la versión feudal nicaragüense en aquella época. Al desarrollarse la producción de café para la exportación, los hacendados se ven obligados a contratar mano de obra, y ahí es donde nace el trabajo asalariado y con ello automáticamente, sin que ellos lo supieran, nacía una nueva clase social: la clase obrera.

Poco más tarde, ya con José Santos Zelaya en el poder1, surgen las primeras formas de organización de los trabajadores artesanales de la ciudad, pero como sociedades mutualistas, una forma de organización que corresponde a un estado de desarrollo capitalista muy primario.

Cuando Zelaya es derrocado en 1909, ya había confederaciones de carpinteros que no llegaban a sindicatos; sino que eran organizaciones gremiales y mutualistas de carpinteros, de sastres, de zapateros. Los trabajadores artesanales participaban en ellas con fines de ayuda mutua.

Mónica: ¿Tenían recursos para hacer un fondo social?

Onofre: Ellos mismos cotizaban para hacer un fondo social que servía para ayuda de los propios afiliados y de sus familias en caso de necesidad, enfermedad o muerte. Eso era el mutualismo, como una auto justicia social, porque no correspondía al reclamo reivindicativo de un sector social hacia otro, para que le respondieran, como es la lucha de los sindicatos cuando ya se organizan, sino que era una autogestión. Más tarde surgen las uniones obreras. Esta es una etapa intermedia entre la sociedad mutualista y los sindicatos. Aparecen a partir de la intervención norteamericana en 19122, en una combinación de sentimientos patrióticos y sociales.

Mónica: Pareciera que las formas más avanzadas de organización en nuestro país estuvieron durante mucho tiempo vinculadas a la lucha contra la acción intervencionista de los Estados Unidos.

Onofre: Sí, porque las primeras organizaciones captan los procesos, las necesidades, los problemas y situaciones económico-sociales del país frente a las intervenciones extranjeras, concretamente la de los Estados Unidos. Y no es una casualidad que este trance de la organización mutualista primitiva elemental, a las uniones obreras, tenga una influencia política por la presencia del ejército norteamericano en Nicaragua, que llega a combinar el sentimiento patriótico con otro de reivindicación social.

Las uniones obreras son un paso intermedio entre la sociedad mutualista y los sindicatos. La característica de estas uniones es que ya no estaban formadas por diferentes tipos de artesanos y especialidades, sino que eran exclusivamente gremiales. Eran uniones sólo de talabarteros o sólo de zapateros, o sólo de carpinteros, hasta los aurigas se organizaron. Esta forma de organización ya amplía un poco su horizonte reivindicativo, porque no sólo está haciendo una cotización mensual o semanal para ayudarse mutualmente, sino que ya tiene una identidad gremial, una identidad social, una ampliación, una participación de los trabajadores organizados en la sociedad.

Mónica: ¿Cómo van surgiendo los sindicatos?

Onofre: Los sindicatos surgen como resultado del desarrollo de estas uniones que ya crecen junto con los talleres artesanales. En la primera década, cuatro, seis y diez obreros. Para 1920 eran talleres de hasta sesenta obreros, talleres de zapatería que ocupaban espacios grandísimos, porque el trabajo era manual, artesanal; pero su condición era más proletaria que artesanal, es decir, lo artesanal es la forma de producir, pero obrera, proletaria, en cuanto a que los trabajadores no eran dueños del producto de su trabajo, si no que eran obreros asalariados de una forma abierta y directa.

El primer sindicato en Nicaragua del que se tiene registro, surge de una huelga de zapateros en un gran taller de Managua, propiedad de don Constantino Pereira. En esa época se realiza una huelga gremial, y al calor de la huelga, esa unión obrera, esa unión de zapateros que protagoniza este movimiento huelguístico, se transforma en sindicato. Al calor de la huelga adquieren un nivel de desarrollo de su conciencia, dan un salto cualitativo bien importante en un momento de agitación social. Toda la experiencia acumulada con el trabajo de las uniones obreras, se transforma en una organización sindical con conciencia de que no se está enfrentando a un problema social aislado, porque hay dos protagonistas antagónicos bien definidos: los patronos y los trabajadores.

Mónica: Hay que enfatizar que cuando Nicaragua se inserta en la división internacional del trabajo, lo hace como abastecedor de materias primas, es decir, nuestro modelo capitalista nace dependiente. Adicionalmente, la intervención norteamericana truncó los procesos de construcción de la nación nicaragüense. Durante muchos años nuestro país estuvo intervenido, los yanquis controlaban puertos, aduanas y definían la política fiscal. De esa manera el Estado nicaragüense representaba principalmente los intereses del imperialismo.

Onofre: Esa situación nacional imprime un sello a ese larvado movimiento sindical, por el acercamiento de las uniones obreras con los ideólogos liberales progresistas, quienes estaban en la oposición y que también se oponían a la intervención imperialista.

Los que orientaban a las uniones obreras hacia determinadas políticas de oposición a la intervención extranjera, eran jóvenes liberales que se habían graduado en Chile o en cualquier universidad extranjera y que venían con ideas renovadas, nuevas para la realidad nicaragüense. Además, rectoraba a los trabajadores en la lucha contra el atraso pre capitalista. En 1913 se organiza una central obrera en León, dirigida por un maestro carpintero de apellido Ayestas. Era un ancianito que yo conocí en 1945, y no faltaba a las celebraciones del Primero de Mayo en la Casa del Obrero.

Sin ser obrero, el poeta Salomón de la Selva se convierte en un ideólogo del sindicalismo, especialmente en León, porque era su ciudad natal. Él tenía experiencia y había vivido en el extranjero muchos años; así ocurría con los intelectuales y profesionales liberales que se graduaban en el exterior. Salomón de la Selva fue un miembro activo de la Federación Obrera de León, lo cual no es casual.

En 1917 se dan los primeros contactos con los jóvenes intelectuales liberales, y es Sofonías Salvatierra, un historiador liberal, quien constituye un comité de trabajo obrero, con participación de artesanos e intelectuales.

Mónica: ¿Cómo hacían para tomar contacto con esas ideas, cuando no había periódicos ni televisión?

Onofre: Las fuentes principales eran los estudiantes que salían al exterior. Ellos oían y se vinculaban con ideas de avanzada, y luego las traían y las trasladaban a los trabajadores.

Mónica: ¿Cuándo surge lo que se denominó “el obrerismo organizado”?

Onofre: El obrerismo organizado3 inicia en 1918 y termina de constituirse en 1923. Aunque era un avance en la organización de los trabajadores, estaba subordinado ideológicamente a los liberales. Entre sus planteamientos estaba la “apoliticidad”; sin embargo, en 1929 se involucró en la lucha electoral por la alcaldía de Managua, en donde el propio Sofonías Salvatierra fue el candidato a Alcalde; pero sus aspiraciones fueron frustradas porque mediante decreto presidencial, José María Moncada convirtió la municipalidad en Distrito Nacional, eliminando el carácter electivo del Alcalde.

Mónica: Paralela a la creación del primer sindicato y al surgimiento del obrerismo organizado, se organiza la Federación Obrera de Nicaragua (FON)4, que surge en 1923. Uno de sus fundadores fue precisamente Salomón de la Selva, vinculado también a la lucha contra la intervención de 1926. ¿Qué diferencia hay entre la FON y el Obrerismo Organizado?

Onofre: La FON surge en León, su orientación era sindical-reformista y se centró más en la lucha social. A diferencia del obrerismo, era una especie de central nacional, y contaban con afiliados en León, Chinandega, Matagalpa, Carazo, Granada, Masaya y Rivas. La FON fue la expresión organizada más avanzada de esa época, pero se debatió también entre distintas influencias externas no obreras. La más clara fue la corriente de Samuel Gompers, un dirigente oportunista yanqui. Al final, la FON se escindió entre los influenciados por el nacionalismo, proveniente del Partido Laborista Mejicano, y la pro-yanqui, estimulada por la Federación Americana del Trabajo.

En la lucha constitucionalista de 1926, el obrerismo se plegó al bando liberal, y la FON mantuvo un poco más su perfil. Así, en la Conferencia Panamericana del Trabajo, en julio de 1927, Salomón de la Selva y Tranquilino Sáenz, quienes fueron delegados por la FON, consiguieron una resolución de condena al bombardeo yanqui contra Ocotal. Ésta fue la acción más conocida a favor de la lucha de Sandino, aunque Salomón de la Selva se identificó hasta su muerte con Sandino.

Mónica: Tal como explicas en tu libro, en 1930 surge la Unión Patriótica Nicaragüense (UPN), que fue un esfuerzo de articulación de obreros y estudiantes para oponerse a la intervención, y luego surge el Partido Trabajador Nicaragüense (PTN). ¿Cómo surge el PTN y cuál es su papel en el momento de la lucha de Sandino, y posterior al asesinato del General de Hombres Libres?

Onofre: Todo lo que surge a partir de 1922 con el primer sindicato, comienza a multiplicarse, y en el camino asume diferentes nombres. La aparición el 7 de agosto de 1931 del Partido Trabajador Nicaragüense5, es un salto cualitativo muy importante. Es como la maduración de todo un proceso de formación organizativa en el seno de la clase obrera, y además influenciado por la presencia de la lucha anti-imperialista de Sandino.

No es casual que haya nacido precisamente en 1931, en plena lucha sandinista, y que algunos de los dirigentes que fundaron este partido tuvieran una relación directa con Sandino o con la lucha sandinista por su presencia en la mina San Albino. Cuando Sandino estaba en San Albino, también hubo dirigentes obreros inquietos, conocieron la lucha de Sandino en el propio terreno, y, luego, al ingresar a Managua, comenzaron a impulsar la inquietud por organizar un partido trabajador, y lo logran hacer en agosto de 1931.

Mónica: Contás en tu libro que cuatro trabajadores del Pacífico, que temporalmente laboraron en San Albino en actividades no mineras (Manuel Alemán Guerrero, Salvador Sevilla González, Felipe Medina y Carlos Pérez Bermúdez), tuvieron una reunión con Farabundo Martí, el secretario privado de Augusto C. Sandino, quien precisamente insistió sobre la necesidad de una organización partidaria de los trabajadores en Nicaragua. Me parece que esto es muy importante, y por eso lo cito textualmente:

Esta excitativa de Martí fue precedida de una profunda explicación del significado del pensamiento y acción sandinista para la liberación de Nicaragua y el resto del continente, sometidos a la dominación imperialista. Para conjugar la lucha de liberación sandinista con la lucha por el progreso social del pueblo nicaragüense, Martí trató de hacer comprender a los trabajadores la necesidad de una organización política de clase que los condujera a la acción revolucionaria contra las injusticias propias del sistema y por las reivindicaciones de carácter patriótico –como la de Sandino– llevadas al seno de los trabajadores de la ciudad.

Onofre: Todo esto es un proceso, aquí no hay nada aislado, todo tiene una vinculación a través de las personas, a través de los hechos, a través de los sucesos y de la información. Siempre hay una intercomunicación permanente, una interrelación entre un fenómeno y otro.

Mónica: En Nicaragua sólo existían dos grandes organizaciones políticas: los liberales y los conservadores, y ambos son representantes de los explotadores; entonces, Farabundo hacía la siguiente reflexión: “Hay que crear una especie de alternativa real para los sectores oprimidos”. ¿Logró el movimiento romper el monopolio político de los partidos tradicionales, al menos temporalmente?

Onofre: El PTN rompe el monopolio político de los partidos tradicionales, los conservadores y los liberales, aunque ellos siempre se han subdividido por ambiciones políticas de caudillos en partidos con otros nombres, pero siempre conservadores o siempre liberales. En cambio, la aparición del PTN es el primer intento de la ruptura definitiva del monopolio político de las clases explotadoras en Nicaragua. Es un paso fundamental para el desarrollo del movimiento revolucionario en general en Nicaragua.

Mónica: Tengo entendido que Somoza hizo un fuerte trabajo para atraer al PTN y llegó a identificarse popularmente con los obreros, hasta desarrolló las llamadas Casas del Obrero, y en un momento determinado hubo sindicatos fuertes que le dieron su respaldo y su apoyo. Después que se acaba el PTN surge el Partido Socialista. ¿Cuál fue el papel del Partido Socialista en esa época?

Onofre: El movimiento del PTN significó un grado de maduración de todo el movimiento sindical y mutualista anterior, y ese paso cualitativo significó la consolidación de una etapa del movimiento sindical jefeado y orientado por el PTN.

El PTN, además de realizar trabajo en los barrios miserables, como Miralagos, se expresó en contra del nombramiento de Somoza García como Jefe Director de la Guardia Nacional, y en abril de 1932, fueron desterrados hacia honduras sus principales dirigentes: Andrés Castro Wassmer, Manuel Vivas Garay, Felipe Medina, Carlo Palma y el doctor Humberto Barahona, acusándolos de comunistas.

Poco después, el PTN repudia la campaña electorera, acusándola de farsa y asumiendo el lema “Contra las elecciones, a favor de Sandino”. Pero en el seno del Partido también se manifestó el oportunismo, y una vez que asesinan a Sandino, terminan por hegemonizarlo.

El PTN publicó el periódico Causa Obrera y luego El Proletario; y una de las huelgas más importantes en las que se involucró fue la de choferes, a través de la Liga Nacional de Choferes, en 1936, contra el incremento del precio de la gasolina.

Ahora bien, el sindicalismo –y esto no es una tendencia única en Nicaragua–, desgraciadamente se subdividió desde el momento en que nace prácticamente como efecto de la labor de atracción, de penetración, de infiltración ideológica de políticas de los partidos de la clase dominante.

El movimiento obrero en Nicaragua arranca, así como lo hemos venido diciendo, de las formas más elementales de organización, hasta los sindicatos. La culminación de la etapa de formación de los sindicatos ocurre a partir de 1931, precisamente después de la formación del primer partido obrero en Nicaragua, que fue el PTN, que se encargó de desarrollar la organización obrera, y en 1933 dio nacimiento al movimiento sindical en Nicaragua de una forma estable, permanente.

Entre 1936 y 1937, después del golpe de Estado de Somoza García a Sacasa, Somoza comienza a hacer una labor de atracción y de penetración en ese sindicato recién nacido y logra la división; se atrae a determinados dirigentes sindicales con la promesa de establecer en la Constituyente que nació en el año 1938, un capítulo de garantías sociales a los trabajadores, que luego fue el Código del Trabajo. Es el primer anzuelo demagógico que lanza Somoza García para atraerse el apoyo de los trabajadores. Y dirigentes del PTN muerden el anzuelo y así comienza su fin.

En 1940, la dictadura incrementa la represión contra el movimiento obrero, y muchos dirigentes salen al exilio, otros van a la cárcel y otros tienen que esconderse. En los años 40 la Iglesia Católica hace esfuerzos de penetrar en el sindicalismo, creando la Juventud Obrera Católica, cuyos dirigentes eran los párrocos de los barrios. En esa misma época de los años 1940 a 1945, comienzan a surgir las organizaciones estimuladas por Somoza, eran cascarones, pero ya reflejaban orgánicamente la división obrera. Así finaliza la vida del Partido Trabajador Nicaragüense.

Ni el gobierno ni la clase dominante lograron impedir el surgimiento de los sindicatos en la etapa anterior, tampoco pudieron impedir su reorganización, y surgió un movimiento sindical vigoroso entre 1943 y 1945, por la labor de la organización de los sindicatos, producto de la situación internacional en que se había declarado la guerra de 1939, y en los años 40 estaba en pleno apogeo.

Los obreros combinaron la lucha reivindicativa con las tareas de solidaridad con el pueblo soviético, agredido en 1941 por las hordas nazis, y esto produjo una combinación de actividad y fuerza que redundó en la formación de un frente anti-fascista de los trabajadores, que en 1945 da como resultado el surgimiento del Partido Socialista Nicaragüense.

Pero entre 1944 y 1945 Somoza García estaba interesado en su reelección presidencial, y esto provocó un movimiento de oposición muy fuerte; entre otros de parte del movimiento estudiantil de la generación del 44, que produjo nombres como los de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, Ernesto Cardenal, Mario Flores Ortiz, y una serie de dirigentes políticos que después tuvieron alguna participación en la política nacional. Este fenómeno de oposición anti-reeleccionista, encabezado también por el movimiento estudiantil, y el surgimiento de los sindicatos, produce una confusión política. Después que por la represión no pudo impedir la reorganización sindical, Somoza realiza una política demagógica buscando como atraerse a los sindicatos, pero sólo lo logró en parte.

En 1945, cuando por primera vez se celebra el Primero de Mayo, la situación política es tal, que Somoza permite la libre movilización obrera para hacerse propaganda.

Mónica: Pero desde 1937 no había permitido la celebración del Primero de Mayo.

Onofre: No lo había permitido, pero en 1945 lo permite, y los obreros se concentran donde ahora es el Estadio Cranshaw, que era un patio cercado por bardas, y de ahí salió una gran manifestación que recorrió la Calle Colón hasta la Avenida Roosevelt, en aquella época Avenida Central, hasta la Plaza de la República. Era una concentración masiva. Para entonces, el país tenía apenas un millón de personas, y Managua era una enorme aldea de doscientos mil habitantes. Entonces, poner cuatro o cinco mil obreros en una marcha –cosa que ni todos los partidos políticos juntos había logrado–, fue algo que asustó al mismo Somoza. Como él había permitido la libertad de movilización, era imposible no tener la presencia del Presidente de la República en la manifestación, y él tomó la palabra en el acto de cierre; pero los trabajadores comenzaron a disgregarse en el momento en que Somoza García comenzó a hablar.

Mónica: ¿En señal de rechazo?

Onofre: Sí, porque su interés era –y en el discurso lo manifestó– su reelección presidencial, y los obreros comenzaron a dejar vacía la plaza porque ya habían hablado los principales dirigentes de la época: Armando Amador, que era el Secretario General de la CGT que convocó la concentración, Juan Lorío y Pérez Estrada; y a Somoza le tocó hablar de último, y habló casi con la plaza vacía.

Mónica: Me imagino que llegaba a ufanarse de la publicación del Código del Trabajo.

Onofre: Llegaba a recoger la cosecha política de la promulgación del Código del Trabajo, que se produjo en febrero de 1945. En 1948 se produce el Pacto Somoza-Cuadra Pasos, preámbulo del Pacto de los Generales en el 50.

Mónica: Carlos Fonseca señala que los primeros dirigentes del Partido Socialista provenían realmente del sector artesanal de nuestro pueblo, lo cual expresaba el atraso ideológico general del país. Hay una etapa en que el Partido Socialista aparece respaldando la reelección de Somoza García.

Onofre: Hay una situación confusa que incluso la derecha opositora siempre trató de utilizar en contra del Partido Socialista, y ocurrió precisamente entre los años 1944 y 1945, porque en 1946 ya se producen las primeras represiones. Acababa de triunfar la Revolución Guatemalteca, y cuatro dirigentes se fueron exiliados para allá; pero antes de eso, cuando Somoza propuso el Código del Trabajo a la derecha tradicional conservadora, la clase patronal liberal considera que es una concesión al desarrollo del comunismo internacional, y que había sido Vicente Lombardo Toledano, Secretario General de la Confederación de Trabajadores de América Latina y que había estado aquí en el año 1944, quien había pactado con Somoza para que los “comunistas” lo apoyaran en su reelección.

Pero la historia está escrita: no hubo apoyo del movimiento obrero a la reelección de Somoza. Hubo represión en el año 1946, y la llamada alianza se reduce al hecho de que los trabajadores no iban a desechar el Código del Trabajo, sólo porque a la clase patronal y a los conservadores les parecía mal.

Mónica: En tu libro hablás de la influencia del browderismo6, que en el Partido Socialista se expresó como una corriente que propugnaba por la conciliación de clases y el entendimiento con Somoza. Aunque un sector anti-somocista del PSN fue fuertemente reprimido, encarcelado y enviado al exilio, otros creían que se podía conciliar. Eso se ve clarísimo en documentos insertos en tu libro, y en las publicaciones que trataban de justificar este contubernio con Somoza. Para mí esto es muy importante porque uno ve cómo en la historia se repiten situaciones y circunstancias. Porque hoy también se habla de conciliar, sin considerar que hay intereses tan encontrados y que hay profundos abismos entre una clase y otra.

Onofre: Es correcto, y en aquél momento el fenómeno de la conciliación era un fenómeno importado, o sea que ideológicamente se proclamaba la alianza de todos los sectores de la sociedad nicaragüense para hacer resistencia al embate del nazi-fascismo. Hay que recordar que la guerra estaba en su apogeo, pero en Nicaragua eso era como una situación artificial, superpuesta, porque en realidad las contradicciones internas eran muy fuertes, y la idea de la conciliación y de la unidad nacional fue una idea artificial.

Además, esta política de alianza estaba calcada de la alianza de la Unión Soviética –agredida por los nazis– con los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y China, contra la Alemania nazi. Ésta era una situación internacional que no se reflejaba en Nicaragua, donde sus contradicciones y su crisis eran por causas internas; por lo que venir a proclamar la unidad nacional en ese momento, resultaba no solamente oportunista, si no totalmente equivocado, y esta equivocación la refleja el documento cuando sale a luz en 1945 el Partido Socialista.

Mónica: Si los sindicatos son la expresión de la organización de los trabajadores por centro de trabajo o por rama de producción, es lógico que luchen por reivindicaciones laborales, por mejoras salariales, y los dueños de medios de producción tratarán de debilitarlos, de dividirlos, de atraerlos.

Onofre: Sí, además del trabajo del somocismo, la iglesia con la Juventud Obrera Católica, y también otras fuerzas de derecha. Por ejemplo, cuando surge el Partido Socialcristiano en 1957, aparece como un movimiento sindical llamado Sindicatos Cristianos que luego, entre 1960 y 1962, lo transforman en Movimiento Obrero Sindical Nicaragüense (MOSAN); y en 1972 nace la Central de Trabajadores de Nicaragua (CTN), de orientación socialcristiana.

Mónica: Onofre, y ya a un nivel más personal, yo quería preguntarte: ¿cuándo te integraste al Partido Socialista?

Onofre: Mi incorporación al movimiento social surgió en 1944, a los catorce años, pero mi integración al Partido fue en 1945.

Mónica: ¿En qué trabajabas?

Onofre: A esa edad yo ya era obrero zapatero, y llegué al movimiento sindical precisamente porque me incorporé al Sindicato de Zapateros.

Mónica: ¿Y ahí en los sindicatos estudiabas teoría revolucionaria o fue hasta en el Partido que estudiaste?
Onofre: No, leía de todo porque entre el año 1944 y 1945, el Partido Socialista fundó una editorial que se llamó Editorial Vivas Garay, en memoria de un viejo “petenista”7 que había muerto. Y ahí había publicaciones, ahí se leía por ejemplo la revista Lucha Soviética y textos marxistas.

Mónica: Esto del papel de las publicaciones y textos es increíble. A lo largo de tu libro yo encuentro un montón de referencias a publicaciones que se fueron haciendo, unas que duraban hasta tres meses y ya no se podían continuar, pero que trataban de reproducir, de manera mecánica experiencias de otros países y que, en cierta medida, nos afectaba a nosotros, porque, como vos decís, se importaron esquemas o enfoques que no tenían nada que ver con la realidad.

Creo que la grandeza de líderes como Carlos Fonseca, por ejemplo, o de Ricardo Morales, estuvo en que como marxistas lograron hacer el análisis de las propias condiciones y hacer una aplicación científica del marxismo a la realidad de nuestro país en las condiciones concretas de su tiempo. Como decía Morales Avilés: “Hay que estudiar nuestra historia y nuestra realidad como marxistas, y el marxismo como nicaragüenses”.

Onofre: Esa es una apreciación sabia, porque efectivamente los viejos dirigentes del Partido Socialista nunca lograron captar este fenómeno. Recuerdo que sobre esto, en 1970, en Tegucigalpa, Honduras, tuve una discusión con Carlos Fonseca. Él se encontraba de tránsito para Cuba y yo venía de allá.

Carlos me dijo algo que se vino a hacer realidad muchos años después. Me dijo: –Los dirigentes del Partido Socialista no son proletarios, es una pequeña burguesía obrera que tiene una concepción exclusivamente reformista. En primer lugar, la clase obrera de Nicaragua está subdesarrollada y los dirigentes no han alcanzado un desarrollo ideológico como revolucionarios del proletariado, sino que continúan con una mentalidad como si estuvieran dirigiendo a los sindicatos artesanales. Porque fijate, en Nicaragua hasta en el año 1945 aparecieron los primeros sindicatos industriales, en las textilerías Mayco y Gadala María, y en la Cervecería.

Mónica: Entonces conociste a Carlos, ¿tuviste varias oportunidades de hablar con él?

Onofre: Muchas veces desde el año 1956, hasta todo este tiempo.

Mónica: Cuando hablamos de historia del movimiento obrero en Nicaragua, debemos entender la historia de la lucha del pueblo nicaragüense por su emancipación, es decir, de la lucha de los sectores populares que durante muchos años estuvieron bajo la égida de las paralelas históricas, usados para sus mezquinos propósitos. La historia de lucha del movimiento obrero, no es más que la lucha del movimiento revolucionario que en nuestras condiciones concretas es la lucha por la soberanía nacional, por la expulsión de los yanquis del territorio, y la lucha del pueblo contra la dictadura que sostenía a sangre y fuego un régimen de opresión, de clase dictatorial. Esa es la verdadera historia del movimiento de los excluidos de Nicaragua, lucha que al final se articuló: la lucha sindical, la lucha de los estudiantes, de los campesinos, y la de todos los sectores para derrocar a la dictadura.

Oyente: Manuel Beteta.Muy buenos días, Comandante, muy buenos días licenciado, maestro de generaciones de periodistas, don Onofre Guevara. Don Onofre, en su libro usted dice que los sindicalistas de tendencia opositora terminan como viceministros o funcionarios públicos. Yo quisiera que explicara esto mejor, porque habemos sandinistas que hemos estado de una u otra forma dentro de los sindicatos, y estamos siempre en la lucha; pero yo no he tenido conocimiento de que un sandinista esté como funcionario de un gobierno.

Onofre: Bueno, en parte tiene razón el compañero, y voy a aclarar que eso que él dice no es del libro, sino de una entrevista que sale hoy en el suplemento de La Prensa. Yo creo que el compañero tiene que ampliar un poco la mente en el sentido de que el sindicalismo desgraciadamente se dividió desde el momento en que nace, prácticamente como efecto de la labor de atracción, de penetración, de infiltración ideológica, de políticas de los partidos de la clase dominante.

Mónica: A lo largo de la historia, el movimiento sindical ha sido objeto de represión y persecución, pero también de halagos, pues los patronos intentan ablandarlos y así debilitar sus demandas por salarios, por prestaciones. Tratan de atraerlos y efectivamente el sindicalismo se ha debilitado en muchas partes del mundo. Lo hemos visto en Brasil, en México, en los propios Estados Unidos, pero sobre todo en los países en donde el neoliberalismo y el capitalismo en expansión, requieren la desregulación de la fuerza de trabajo. Hay una serie de mecanismos de desorganización del movimiento revolucionario de estos países. Yo he afirmado que los cargos que se dan a los dirigentes obreros son un mecanismo para desmovilizarlos.

Onofre: Me refería precisamente al viceministro del Trabajo Roberto Moreno, quien nace como dirigente sindical de la Central de Acción y Unificación Sindical (CAUS), del Partido Comunista; Emilio Márquez igual, todavía es dirigente de la CAUS y es diputado del Partido Liberal; y en la época de doña Violeta, también dirigentes sindicales de la Confederación General de Trabajadores, fueron diputados por los partidos aliados de la derecha.

Oyente: Francisco.Me parece que en la actualidad la situación del movimiento obrero en Nicaragua es bien sui generis, ¿por qué?, porque la dirigencia del Frente Sandinista hizo que en la actualidad un sinnúmero dirigentes obreros sean al mismo tiempo grandes empresarios. Es increíble, aquí se ha visto a obreros demandando a sus dirigentes, uno como obrero y el dirigente como empresario. ¿Qué es lo que pasa? Me parece que el movimiento obrero ahorita está a la deriva por esa misma situación, no es como antes de los años 80 en que había claramente definida una dirigencia obrera.

Mónica: Antes de concluir, resuminos con toda tu sabiduría, ¿cómo mirás la situación actual del movimiento sindical en Nicaragua?

Onofre: Ya tenemos poco tiempo, voy a ser breve. La situación actual del movimiento sindical es crítica, porque se está enfrentando a situaciones económicas y políticas que son una reedición de situaciones anteriores a 1979: libertad sindical, salario, empleo, costo de la vida, y ahora hay un elemento nuevo, que es la lucha contra la corrupción; pero eso no es nada más que consecuencia de una corrupción histórica que ahora se manifiesta de una forma demasiado evidente.

En estas condiciones ¿cuál es la situación de los sindicatos? Hablo de los sindicatos en general. En nuestro país los dirigentes sindicales de tendencia, digamos, derechista, se han convertido en cuadros políticos de los partidos de la clase dominante. Otros sindicalistas han terminado como empresarios, dueños o socios o dirigentes de empresas; ésa es una situación anómala desde el punto de vista histórico y de la pureza del movimiento revolucionario obrero.

¿Cómo se resuelve este problema?, me preguntaba hace unos días una periodista. Bueno, creo que no hay fórmula para solucionarlo, pero sí hay un camino que los trabajadores tienen que seguir en este momento, o sea las bases sindicales, y es retornar a sus raíces y realizar actividades de forma independiente, depurándose de los cuadros sindicales que ya están contaminados de política o de cualquier injerencia no obrera en su conciencia, en su actividad política y social, desarrollando sus propios cuadros sindicales y adoptando una posición independiente respecto a los partidos políticos.

Y hablo en general, porque desnaturaliza la esencia de la lucha obrera la adopción de una posición, digamos, de subordinación de los sindicatos frente a los partidos; y de esto tenemos experiencias históricas, no desde ahora, aunque tenemos que señalar que la asepsia política en los sindicatos es un absurdo. En este sentido, no hablo en términos absolutos. No podemos negar incluso que un partido político –como el PTN del que estábamos hablando hace un rato– es un factor de la organización obrera. Me estoy refiriendo a la independencia en cuanto al punto de vista orgánico.

En estos últimos minutos deberíamos hacer justicia al recuerdo de unos mártires anónimos del Primero de Mayo, en 1978. En esa fecha se convocó a la celebración del Día de los Trabajadores, pero el somocismo reprimió esa concentración. Algunos de los que fuimos a esa actividad incluso no pudimos llegar hasta allá, porque fuimos sorprendidos por el tiroteo que se produjo en los patios del mercado Roberto Huembes, en construcción. Las noticias al siguiente día registraron la muerte de tres obreros cuyos nombres se han perdido, y yo creo que hay que rescatar esos nombres. Están cumpliendo veinte y un años de haber sido asesinados por la Guardia.

1 de mayo de 1999

Un pensamiento diáfano y una vida consecuente

Un pensamiento diáfano y una vida consecuente
Edgard Barberena
END – –

Por el terror que le tenía a los maestros que durante los años 40 obligaban a los estudiantes a repetir de memoria las lecciones, no terminó la primaria, pero se volvió un extraordinario autodidacta entre la zapatería, el sindicalismo, entre ejercer como Secretario General del Partido Socialista Nicaragüense (PSN) y practicar el periodismo desde “Orientación Popular” hasta END, pasando por Barricada.

Este personaje es Onofre Guevara López, hijo de Onofre Guevara Pérez y de Paula López, quien nació en Nandaime el 11 de febrero de 1930.

Se vino a Managua en 1942 y aprendió a ser zapatero. A los 13 años ya estaba en el Sindicato de Zapateros, un año antes de que se fundara el Partido Socialista Nicaragüense, en 1944.

Ingresó al PSN en 1945 cuando era un chavalo, comenzó a vender periódicos, a distribuir hojas sueltas y a realizar una serie de tareas prácticas. Antes, en el sindicato, le ocurrió algo muy particular: “Ahí aprendí a escribir”, dice.

“Jovencito me nombraron Secretario de Actas del sindicato y eso me obligaba a redactar las actas. Hacer el acta de una asamblea es como hacer una crónica de un acto político”, comenta Onofre.

A inicio de los años 60 le piden permiso para utilizar su nombre como director del semanario “Orientación”, a lo que accedió. Esto lo llevó a problemas con el régimen somocista.

“Cuando la Policía quiso reprimir el periódico, me llamó Nicolás Valle Salinas para interrogarme, éste se alejó un poco del interrogatorio y me quedé con Agustín Fuentes, de La Prensa, y Alejandro H. del Palacio, de Novedades.

Ahí comienza otro interrogatorio con el periodista de La Prensa, que fue más fuerte que el que le hizo el guardia, tanto, que el redactor de Novedades le dijo: “¡Estás peor que el teniente!”

“Fuentitos” le hizo una mala jugada
Al siguiente día, al leer la crónica de Agustín Fuentes, acabándolo por un error en la pronunciación de una palabra, Onofre se dijo a sí mismo: “No me voy achantar”. Fuentes explotó la falta para ponerlo en ridículo. “Eso me tocó el amor propio y me empeñé en escribir mejor”, nos dijo.

Guevara, entonces, leía más de lo habitual, y practicaba escribiendo sobre cualquier cosa. Un día se encontró con Manuel Pérez Estrada, Secretario General del PSN, quien le preguntó qué tanto sabía de Sandino. “He leído algo”—le dije. “Le conté lo que había leído de un congreso internacional que tuvo lugar en un país europeo, y entonces me dice: hágase un artículo para el periódico. Ese fue mi primer trabajo, y lo publicaron en el semanario Orientación”, rememora.
Viaje a Cuba y “Orientación Popular”
En 1960, el PSN lo envió a Cuba al séptimo aniversario del asalto al Cuartel Moncada. La revolución estaba tierna, apenas tenía año y medio. A la isla Onofre llegó a dos congresos: al de las Juventudes Revolucionarias de América Latina y al del Partido Socialista Popular de Cuba como delegado.

Cuando regresa a Managua pasa a la dirección del partido con el cargo de Secretario Juvenil, con la misión de organizar a la juventud socialista, por lo que todo el año 1961 fue de actividades políticas-organizativas, y en noviembre de ese año llevaron a cabo el congreso constitutivo de la juventud.

Para esa ocasión, Onofre tenía 31 años. “Me quitaron la juventud y me hicieron editor del periódico que ya se llamaba Orientación Popular”, recuerda. Así editó el periódico hasta 1965. Ese año se fue a la Unión Soviética a estudiar al Instituto Internacional de Marxismo-Leninismo, de marzo de 1965 a octubre de 1966.

Al regresar al país vuelve a hacerse cargo de la edición del periódico, pero antes enfrentó lo que pasó todo aquel nicaragüense que viajó por esos años a países considerados comunistas: cayó preso en Managua y fue interrogado por agentes de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN) de Somoza.
Varado en Bruselas
No hay personajes sin anécdotas, y Guevara lo sabe bien. A él le tocó pasar apuros en Berna, cuando venía de regreso a Nicaragua. “Es que mi pasaporte se venció. Cuando hice escala en Suiza me advirtieron que debía arreglar eso”, recordó. Una cónsul en ese país se negó a ayudarle, y no tenía fondos suficientes para pasar 15 días allá esperando una respuesta.

Del poco dinero que portaba decidió comprar un boleto a México. “Todo parecía marchar bien hasta pasar por Bélgica, la seguridad del aeropuerto me detuvo y perdí la conexión, con todo y maletas”, recuerda Guevara.

En Bruselas se quedó solamente con la ropa que llevaba puesta. Las autoridades migratorias le dieron un permiso de tres días, en un lugar donde no conocía a nadie. Lo primero que hizo fue irse a la calle y comenzar a preguntar dónde estaba el consulado de Nicaragua. “Ahí tuve el ejemplo de lo que debe ser el servicio diplomático”, comentó.

Ese ejemplo se lo dio el entonces cónsul de Nicaragua en Bruselas, un señor de apellido Rivas Novoa, hermano de Gabry Rivas. El diplomático le dijo no estar interesado en preguntarle ni de dónde venía, ni adónde iba, le bastaba saber que era nicaragüense. Ahí le actualizaron el pasaporte y así viajó a México para recuperar sus pertenencias.
La división del partido
En “Orientación Popular” Onofre trabajó hasta 1967, cuando se produjo la ruptura interna del PSN sobre los sucesos de la masacre del 22 de enero de ese año, y ahí terminó el periódico. Onofre siguió en el partido, y quedó en una fracción en la que eligieron Secretario General a Álvaro Ramírez González, en sustitución de Manuel Pérez Estrada, quien se quedó con el grupo de Elí Altamirano, los que después formaron el Partido Comunista.

En noviembre de 1967 renuncia Álvaro Ramírez, y en un pleno del partido eligen como secretario general a Onofre, e inmediatamente el partido le comunica que debe viajar a Moscú para informar sobre la situación del PSN. En 1968 se traslada a Costa Rica (entró por veredas) y allá le proporcionan un pasaporte costarricense.

Salió como costarricense del aeropuerto “Juan Santamaría”, y llegó a Moscú cuando celebraron los cincuenta años de la revolución soviética. De regreso enfrentó otra anécdota no muy agradable, pero simpática a la altura del tiempo.

Como portaba pasaporte costarricense, llegó a Holanda y se hospedó en un hotel económico mientras arreglaba su salida hacia México. La noche que llega a Ámsterdam le golpean la puerta a la media noche, y un conserje del hotel le dice que habían llegado unos costarricenses a saludarlo.

Supo que los ticos llegaron de París en tren, y habían planeado pasar con “el paisa” un fin de semana. “Yo no hallaba qué hacer porque no los conocía”, comparte Guevara. Salió a recibirlos. Todos estaban ebrios, y entre ellos estaba un hijo del embajador costarricense en París. “Estaban tan alegres, que ni cuenta se dieron de que yo era nicaragüense y de que mi nacionalidad sólo era una farsa. Salimos y quedamos en vernos a la mañana siguiente”, recuerda. A primera hora, Guevara escapó del hotel y se fue a pasar las horas a un parque cercano.

Al regresar a Managua por veredas desde Honduras, volvió a caer preso. Esa vez estuvo seis meses. Allá conoció a Daniel Ortega, a Jacinto Suárez y a Jacinto Baca Jerez. “De todos los presos, yo era el único que no pertenecía al Frente Sandinista”, recordó.

En la cárcel conoció que Ortega no es el hombre calmo que aparenta ser, porque en una ocasión tomó con violencia y autoritarismo un plato de comida, y se lo lanzó en la cara a Axel Somarriba, un muchacho que había desertado del FSLN. Esto ocurrió en 1968.
Caen dos de sus hijos
En 1969 —después de haber sufrido otra carceleada—renunció al partido, quedando Luis Sánchez en la Secretaría General.

En 1976 se reincorpora al PSN con la gente de Álvaro Ramírez, y le dan la responsabilidad de la educación popular clandestina. Comenzó a trabajar en el periódico con Federico López. Todo el 78 y el 79 imprimieron el periódico en forma clandestina. En 1978 cayó abatido su primer hijo en el asalto a la Policía de San Judas, y en mayo de 1979 fallece otro hijo suyo en un enfrentamiento con la Guardia también en San Judas.

En 1980, la tendencia del PSN de Álvaro Ramírez se integró al FSLN, por lo consiguiente a Onofre lo mandan al diario Barricada, donde comenzó como jefe de Redacción y corrector de originales, y donde enfrentó problemas con periodistas de escuelas que no admitían ser dirigidos por un periodista empírico.
Onofre es diputado
La verdad es que la pulcritud de la prosa de Onofre es para un periodismo exigente, y es hoy por hoy, con sus escritos de opinión y su columna, una notable simbiosis del buen escribir con la congruencia y la amenidad en la crítica política.

Onofre fue también diputado de Managua por el FSLN, y encargado del registro de actas, una especie de historia de la Asamblea Nacional.

Su vida ha transcurrido con la misma modestia con que habita en el barrio San Judas, y la misma firmeza de sus ideales por una sociedad justa e igualitaria, pero en libertad y democracia.

Aprendió a ser crítico
Guevara también relató en la entrevista otras anécdotas, entre ellas una del curso de preparación ideológica que hizo en la URSS. En la última etapa, llevaron a los estudiantes de varias naciones latinoamericanas a la República de Moldavia, y “nos decían que esa república tenía un desarrollo similar al de Nicaragua”.

Él fue el jefe del grupo de estudiantes enviados a Moldavia, y le tocó hacer el agradecimiento a sus autoridades. “Experimenté por primera vez mi compromiso con la crítica, y lo que hice fue señalar todo lo que me parecía criticable en Moldavia, y eso me ha servido para mi formación en el periodismo”, destacó.

“Desde ese momento me decidí a ser crítico, pero sucedió que en lo poco que sabía de ruso me di cuenta de que la traductora no dijo lo que yo había dicho, sino que convirtió en alabanza mis señalamientos, y eso también me sirvió para criticarla a ella (a la intérprete) cuando regresamos al Instituto en Moscú”, dijo Guevara, quien comparó la situación con lo que ocurría aquí con la Dirección Nacional del FSLN en los años 80.