El Salvador: Una economía frágil y a la saga en tiempos de crisis (2012)

El Salvador: Una economía frágil y a la saga en tiempos de crisis (2012)

Willian Alirio Martínez Martínez

Introducción.
1. La historia económica moderna de El Salvador registra más dos décadas de aplicación sistemática de políticas económicas basadas en el “Consenso de Washington”[1], en la actualidad la economía tiene más debilidades que fortalezas, pocas oportunidades y muchas amenazas. El reto principal es una reforma económica viable.
2. El objetivo de este trabajo es sintetizar la realidad de la economía salvadoreña, que señale las características más relevantes del sector real, externo, fiscal, monetario y financiero. También presenta los rasgos más relevantes de política económica aplicada por el gobierno de El Salvador en los últimos años.
3. La estructurada de este trabajo tiene cinco partes, la primera el sector real donde se analizan los componentes de la oferta y demanda agregada, el crecimiento económico, el desempleo y la inflación así como factores exógenos que han afectado el aparato productivo del país. La segunda, el sector externo que presenta la balanza comercial, la inversión extranjera, las transferencias corrientes y consideraciones sobre el tipo de cambio. La tercera, el sector fiscal presenta el déficit público, los ingresos, el gasto y el endeudamiento del Estado, así como valoraciones entorno a políticas económicas destinadas a estimular la producción nacional. La cuarta, el sector monetario y financiero, presenta las tasas de interés del mercado, la oferta monetaria, la posición del riesgo soberano y algunas ´políticas orientadas a regular y desarrollar el sistema financiero salvadoreño. La última parte muestra una visión global sobre la estabilidad macroeconómica, sus factores determinantes, la valoración de sus rasgos positivos, negativos, oportunidades y amenazas en el corto plazo y su reto estructural.
Sector Real.
4. La población de El Salvador para el año 2010 fue de 6, 181,405 habitantes, distribuidos en los 21,040.79 Km². del territorio nacional, con una densidad poblacional de 294 habitantes por Km². La distribución geográfica muestra una mayor concentración en el área urbana (62,5%) respecto del área rural (37.5%). El 58.5% de la población es menor de 30 años y la población de 60 años y más, que es considerada como los adultos mayores, representa el 10.4%. Esto revela que la población salvadoreña es bastante joven, lo que facilita la renovación generacional en los ámbitos productivos y de la sociedad en general.[2]
5. La economía es pequeña, abierta hacia los mercados internacionales y dolarizada (2001), sus principales socios comerciales son EEUU y el triangulo Norte (Guatemala y Honduras). Sus ingresos por divisas dependen de sus exportaciones de manufacturas, principalmente maquila, productos industriales, café, y una proporción muy importante de la población (2,5 millones de personas) viven en el exterior principalmente en EEUU y proveen una fuente de ingresos por remesas familiares muy importante.
6. Según el gobierno Salvadoreño GOES: “La fragilidad macroeconómica y financiera del país, que tiene su fundamento en el flujo de remesas familiares de la población salvadoreña que vive en el exterior y en la inserción internacional precaria que se apoya en la exportación de unos pocos productos con bajo valor agregado, que a su vez son exportados a un reducido número de mercados…”[3]
7. En el periodo 2005-2010 la economía en promedio creció 1,8%, en el año 2009 la crisis económica revelo una caída de 3,1% en la tasa de crecimiento, manteniendo luego un pobre desempeño, por múltiples causas 1.4% en 2010 y una proyección de CEPAL de 2,5% en 20114.
8. Desde la óptica de la Demanda Agregada, el desempeño económico está asociado a una baja inversión pública en promedio 2,2% respecto de PIB, una insuficiente tasa de inversión privada y una inversión extranjera directa IED relativamente baja. Las Exportaciones representan en promedio un 40,4% en proporción al PIB, siendo el consumo de los hogares el componente determinante y dinamizador con un 96.6% como proporción del PIB en el periodo 2005-2010.
9. Desde la óptica de la Oferta Agregada, las importaciones tienen un peso importante con el 62,9% de proporción con respecto del PIB, las principales ramas de actividad económica en proporción al PIB para el año 2010 son: 22,82% Industria Manufacturera; 19,90% Comercio, Restaurantes y Hoteles; 12,86% Agricultura, Caza, Silvicultura y Pesca; 9,44% Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones.
10. La maquila es la mayor sub rama de la industria manufacturera y en cierto sentido determina el ritmo de la industria, cabe señalar su vinculación directa al mercado estadounidense como proveedor de insumos y destino final de los productos acabados.
11. La capacidad productiva de El Salvador se ha visto afectado por cinco eventos climáticos extremos: las tormentas tropicales Ida en 2009; Agatha, Alex y Mathew en 2010, y la depresión tropical 12E en 2011. Un informe sobre los daños ocasionados por el último evento retoma el índice Germanwatch sobre riesgo climático global, indicando que el país es uno de los más vulnerables del mundo, al igual que el resto de Centroamérica y el Caribe. GOES y CEPAL (2011).
12. Los daños y pérdidas ocasionados por el paso de la Depresión Tropical 12E ascienden a $840.42 millones, lo que viene a representar casi el 4% del Producto Interno Bruto del país. El 43% corresponde a pérdidas ($362,11 millones) y el resto, 54% ($478.30 millones), a daños ocasionados por las lluvias5.
13. Las tasas de crecimiento promedio de Ingreso Nacional Bruto disponible es 5,5% a precios corrientes, siendo dichos ingresos complementados por el ingreso de remesas que en proporción al PIB en 2010 fue de 16.2%.
14. La tasa de desempleo, es decir, las personas desocupadas con respecto a la población económicamente activa fue de 7,1% en el periodo 2005-2010. Estos niveles relativamente bajos, son matizados dado una población ocupada urbana con una tasa de subempleo superior al 35% registrado en la EHPM.
15. Según la CEPAL, a pesar de que en 2010 comenzaron a cotizar en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) 25.000 nuevos trabajadores del sector privado (lo que representa un incremento del 4,6%), a fines de año el número de cotizantes (567.142 trabajadores) todavía no alcanzaba el nivel máximo previo a la crisis (583.717 trabajadores en julio de 2008). En función del impulso de la demanda externa sobre la actividad del sector, prácticamente la mitad de los empleos formales creados en 2010 correspondieron al sector manufacturero6.
16. La inflación tiene una tasa promedio de 3,6% en el periodo señalado, en el año 2009 fue de (-0,2%) que indica como en un esquema dolarizado se ajustan los precios y costos provocando menor producción, mayor desempleo para ajustarse a los precios internacionales. A nivel de rubros como el petróleo y los alimentos tienen una dinámica mayor ya que la inflación vía importación afecta directamente el precio de los mismos y reduce la capacidad adquisitiva de los agentes económicos.

Sector Externo.
17. Los flujos comerciales del país están determinados por su limitada oferta exportable, el flujo de sus importaciones, sus principales socios comerciales, el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, sus reservas internacionales y su acceso a los mercados financieros globales.
18. Las exportaciones pesan en el año 2010 un 20.6% y las importaciones un 39.4% respecto del PIB. El crecimiento de las exportaciones (17.8% en el 2010) no ha sido suficiente para controlar el déficit comercial que en promedio ronda -$4.140,98 millones de dólares, sin embargo la crisis económica del 2009 ajusto a la baja las importaciones provocando que la tendencia a la ampliación del déficit se ralentizara.
19. Según CEPAL (2010). El Salvador registra bajos niveles de IED en comparación con otros países de la subregión. La IED alcanzó su máximo histórico en 2007, cuando ascendió a más de 1.500 millones de dólares producto de la venta de los principales bancos privados, adquiridos por HSBC, Citigroup, GE Capital, Scotiabank y Bancolombia. A partir de entonces la IED se ha reducido considerablemente debido a factores exógenos como la crisis internacional, factores endógenos como la inseguridad ciudadana, los crecientes costos de operación de las empresas extranjeras y la erosión de algunos incentivos asociados a regímenes especiales.
20. El Salvador, que es uno de los mayores inversionistas de la subregión, ha expandido su presencia mediante inversiones de grupos empresariales como TACA (transporte aéreo) y Poma, Agrisal y Roble (sector inmobiliario)[7].
21. Las transferencias corrientes están determinada por la dinámica de las remesas de los trabajadores que a pesar de una caída de (-8,5%) en 2009, crecieron 2,2% en 2010, en el periodo 2005-2010 registran un crecimiento promedio de un 6,0%. El factor de las transferencia realizadas por familias en el exterior tiene su base en el empleo obtenido, principalmente en el mercado de trabajo de EEUU y el desempleo hispano es un indicador proxy del ritmo histórico de la remesas familiares.
22. El Salvador tiene una economía dolarizada, es decir un régimen de tipo de cambio fijo de 8,75 colones por 1 un dólar estadounidense, no existe una devaluación oficial, por lo que todo choque de precios internacionales se absorbe directamente vía precios y costos por los agentes económicos.
23. La política monetaria de la Reserva Federal de los Estados Unidos FED influye en los mercados de divisas y capital, por consecuencia de la crisis económica del 2009 y las medidas de “relajamiento cuantitativo” EQ adoptadas por la FED, el dólar se ha depreciado influyendo en la competitividad de las exportaciones salvadoreñas.

Sector Fiscal.
24. El Déficit fiscal promedio fue de 7,43% con respecto del PIB, en el periodo 2005-2010. Dicho Déficit tiene un doble comportamiento, uno tendiente a controlarse alrededor del 5,03% respecto de PIB entre 2005- 2007 que se ve superado con el advenimiento de la crisis económica que provoco un aumento del gasto público que conllevo a un aumento del déficit en un 9,83% respecto del PIB entre 2008-2010.
25. Los ingresos del Estado son bajos (13,1% con respecto del PIB en el año 2010) se esfuerzan por lograr cubrir los gastos, sostener el plan anti crisis del gobierno y, para controlar el déficit fiscal. Las finanzas públicas son estables pero con limitaciones, debido al aumento de la deuda (54% con respecto del PIB) para financiar las políticas anti cíclicas y enfrentar la crisis económica reciente.
26. Villeda (2010) señala que: “La política fiscal durante la primera década del 2000 olvidó fortalecer el coeficiente de tributación, de ahí que ante un aumento creciente en los requerimientos para el pago de las pensiones, el ahorro público se debilitó. En lugar de profundizar la reforma tributaria (2004) se optó por posponer la solución mediante la contratación de préstamos para financiar gasto corriente. Esto configuró un cuadro de vulnerabilidad fiscal, que hizo que los efectos de la crisis de 2009 sobre el sector público fueran mayores, debilitando la capacidad de maniobra de las finanzas públicas.[8]
27. CEPAL (2011), retoma que el GOES en su Plan Quinquenal de Desarrollo 2010-2014 incluye medidas como la ley de fomento a la producción, con incentivos a las exportaciones, planes de apoyo estratégico a la agricultura y el turismo, ha introducido en la asamblea legislativa un proyecto de ley para incentivar los asocios públicos-privados en proyectos de infraestructura .

Sector Monetario y Financiero.
28. La tasa de interés básica pasiva para depósitos a 180 días medida en puntos básicos fue de 4,0% en el periodo 2005-2010. El precio del dinero en la plaza salvadoreña es mayor que la tasa de interés de referencia de la FED que se coloca en un rango de 0%-0,25%. Debe añadirse la internacionalización del sistema financiero salvadoreño dado la venta de dichos bancos a conglomerados internacionales entre 2007-2009 que le han dado una relativa mayor estabilidad. La banca ha diversificado las fuentes de fondeos donde los tradicionales ahorros e inversiones locales han dado paso a fondos externos con un precio más competitivo.
29. El Agregado Monetario M4 indicador proxy de la oferta monetaria refleja una tasa de crecimiento de 6%, la salvedad que opera aquí es que la autoridad monetaria no controla dicha masa monetaria en un mercado dolarizado como el salvadoreño. Es de añadir que una parte de las remesas, transferencias y divisas de diversos orígenes no pasan por el sistema financiero y puede ser significativa en la economía.
30. El país posee una calificación “Ba2” de la deuda soberana que refleja el moderado crecimiento económico del país y su vulnerabilidad a crisis externas, según la agencia Moody’s en un informe anual.[9] El informe de riesgo soberano anual creado por FitchRating da una calificación de “BB” estable, equivalente al dado por Moody´s y en un sub-grado de inversión.
31. El informe del SECMCA, retoma que hecho que el Directorio Ejecutivo del FMI completó la segunda revisión del desempeño económico y fiscal de El Salvador bajo el Acuerdo Stand-By de tres años. El acuerdo fue aprobado el 17 de marzo de 2010 por un monto de DEG 513.9 millones, equivalente a 300% de la cuota del país en el FMI. Las autoridades salvadoreñas siguen considerando el acuerdo como precautorio.
32. CEPAL (2011), indica el hecho que en enero de 2011, la asamblea legislativa aprobó la ley de supervisión y regulación del sistema financiero. Esta designa al banco central como único responsable de la regulación financiera y fortalece su capacidad de actuar como prestamista de última instancia. Además, la ley consolida la supervisión de todo el sector financiero bajo una sola entidad.
33. También incluyen planes para desarrollar el sistema bancario de desarrollo basado en tres vehículos de inversión: i) el Fondo Nacional de Desarrollo, que proveerá crédito a las micro, pequeñas y medianas empresas en sectores con uso intensivo de mano de obra; ii) la conversión del Banco Multisectorial de Inversiones en el Banco de Desarrollo de El Salvador, que otorgará créditos de largo plazo a sectores productivos estratégicos, y iii) el Fondo Salvadoreño de Garantías, que apoyará a pequeñas empresas.

Estabilidad macroeconómica
34. El consumo determina y dinamiza la demanda agregada, hay bajos niveles de inversión y la debilidad del dólar ha vuelto competitivas las exportaciones a pesar de ser limitada dicha oferta exportable. En la oferta agregada, las importaciones de bienes intermedios y de alimentos son vitales, ante un pobre crecimiento del PIB y una baja productividad. La economía ha sido impactada en los últimos 3 años por la crisis económica e influyo en niveles de deuda elevados, bajos niveles de ingresos fiscales y limitado margen de acción para enfrentar shocks externos en el corto y mediano plazo.
35. Desde un enfoque monetario de la balanza de pagos se afirma que el déficit comercial en parte creado por la factura petrolera es financiado con transferencias de capital y financiamiento multilateral. CEPAL (2011) reporta que el mayor nivel de actividad, aunado al incremento de cerca del 25% de la factura petrolera, elevó el déficit de la cuenta corriente respecto del PIB, que pasó del 1,5% en 2009 al 2,3% en 2010.
36. El déficit del sector público no financiero (SPNF) se redujo del 5,7% al 4,3%, debido, en parte, al efecto de la reforma tributaria de finales de 2009, así como al control del gasto, incluida la focalización de subsidios, dado en el acuerdo con el FMI.
37. El crecimiento económico dependerá de la dinámica de las exportaciones, la inversión privada, el gasto público, las política de subsidios y la puesta en marcha de la “Banca de Desarrollo”, asocio público-privado, FOMILENIO II, entre otros.
38. La política fiscal. Con el fin de contribuir a la sostenibilidad de la deuda pública, durante 2010 la política fiscal se centró en reducir el déficit del SPNF en el marco del acuerdo con el FMI, protegiendo el gasto social La política financiera. A lo largo de 2010 se observó una reducción de las tasas de interés. La tasa nominal de préstamos de hasta un año pasó del 8,42% en diciembre de 2009 al 6,59% en diciembre de 2010, un descenso de 4,3 puntos en términos reales. En el mismo período, la tasa nominal de depósitos se redujo a la mitad, para finalizar 2010 en un 1,8%, lo que implica una tasa real negativa del 0,3%.
39. Factores positivos son los avances en el proceso de consolidación fiscal, la estabilización de los niveles de deuda pública, el compromiso por alcanzar los objetivos del Stand by con el FMI, buen acceso a los mercados de deuda, tanto doméstico como internacional y el apoyo de los organismos multilaterales.
40. Son fortalezas que la economía tiene una relativa estabilidad monetaria en el contexto de dolarización, una historia de reformas estructurales pro mercado, un sistema financiero estable y apoyo de entes multilaterales. Habrá mejores perspectivas si hay una significativa aceleración del crecimiento económico así como reducciones significativas y sostenidas de los niveles de endeudamiento.
41. Son debilidades el pobre desempeño de la economía, altos índices de criminalidad, baja productividad, limitada oferta exportable, baja inversión, niveles de deuda elevados, bajos niveles de ingresos fiscales y limitado margen de acción para enfrentar shocks externos. Factores negativos son el deterioro fiscal que genere un una dinámica adversa de endeudamiento, la aparición de dificultades de financiamiento y un entrampamiento político que afecte el ámbito fiscal.
42. Desde nuestra valoración el reto estructural de El Salvador es caminar por una reforma económica que articule los pasos dados en materia de política económica por el gobierno de turno:
· La regulación macro-prudencial en el área financiera, el desarrollo de la banca estatal, y la valoración a fondo de la sostenibilidad de su esquema dolarizado.
· Política de estimulo a la producción nacional exportable, su apoyo estratégico a la agricultura y turismo. Así como el asocio público-privado para inversión en infraestructura estratégica. Dar un impulso estratégico a las empresas públicas que permita aumentar la inversión en infraestructura.
· Dar viabilidad al pacto fiscal que incluya una reforma de la estructura tributaria regresiva hacia una progresiva incluyendo el impuesto al patrimonio y balancear la reforma administrativas y fiscal con el gasto público corriente y los subsidios.
· Crear el ministerio de planificación y política económica como institución del estado que articule la puesta en marcha de una reforma económica viable.
Referencia Bibliográfica.
· El Salvador “El Impacto de los Programas de Ajuste Estructural y estabilización Económica en El Salvador” (SAPRIN)/. Diciembre de 2000.
· Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2010. Dirección General de Estadística y Censos, Ministerios de Economía. República de El Salvador
· Evaluación de daños y pérdidas en El Salvador ocasionados por la depresión tropical 12E. Informe Preliminar. GOES y CEPAL Octubre 2011.
· Plan Quinquenal de Desarrollo 2010-2014. Gobierno de El Salvador.
· Revista Trimestral del Banco Central de Reserva de El Salvador. Varios años.
· SECMCA. Centroamérica y República Dominicana: Informe Trimestral de Riesgo País Junio de 2011
· Villeda, Ricardo. “Ahorro, déficit y política fiscal en El Salvador: una perspectiva alterna”. Boletín Económico, Banco Central de Reserva de El Salvador.
· CEPAL (2011). Estudio económico de América Latina y el Caribe ▪ 2010-2011. El Salvador
· CEPAL. (2010). La inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe.
· Williamson, John(1990). “What Washington Means by Policy Reform”. Peterson Institute for International Economics. April 1990.

La visión del marxista salvadoreño Abel Cuenca (1957) sobre los acontecimientos de 1944

La visión del marxista salvadoreño Abel Cuenca (1957) sobre los acontecimientos de 1944

El marxista salvadoreño Abel Cuenca realiza en 1957, hace casi sesenta años, un interesante balance e interpretación de los acontecimientos vinculados a las jornadas revolucionarias de abril, mayo y octubre de 1944 en su obra El Salvador: una democracia cafetalera. A continuación continuamos reseñando los elementos básicos de su horizonte interpretativo, como lo hicimos anteriormente con respecto a 1932.

No obstante el uso por parte de Cuenca de un lenguaje esópico para burlar la censura oficial, establece que “diez años más tarde, en 1941, comenzaron a aparecer signos inequívocos de descontento en los círculos industriales y comerciales, y a traducirse en movimientos políticos de carácter subversivo. Era éste el momento en que las fuerzas sociales de la industria comenzaban a separarse del frente reaccionario, a aislarse de sus aliados contra-natura: los cafetaleros.”

Analiza que “no fue posible sino en 1944 ver con alguna claridad que la burguesía industrial y comercial aspiraba a una organización política independiente, y a la conquista del poder político para sus propios fines. En abril y mayo de ese año los sectores del capitalismo industrial, aprovechando la coyuntura histórico – universal de la lucha de los pueblo contra el fascismo y por la democracia, irrumpieron en el plano de la lucha abierta contra la dictadura de Hernández Martínez.”

Sostiene Cuenca que “Los industriales, los comerciantes, los obreros de la ciudad, los estudiantes, e incluso muchos militares en servicio activo, dieron su apoyo a la subversión y la dictadura martinista de los cafetaleros se vino abajo. Este gran movimiento popular de abril y mayo de 1944 es el que se conoce con el nombre de “movimiento romerista” porque su caudillo más visible era el doctor Arturo Romero.”

Añade que “en ese “momento estelar” de las luchas democráticas en El Salvador, se vio a todo el pueblo obrero, campesinos, clase media firmemente unido a la burguesía industrial, mas no como producto de un acto político deliberado, no porque se comprendiera el papel histórico progresista de las nuevas fuerzas productivas, ni menos como resultado de la acción política, consciente y sistemática de un partido democrático, sino más bien como resultado de una reacción natural y espontánea del pueblo contra los crímenes y desafueros de la dictadura.”

De nuevo de manera autocrítica reconoce que “los dirigentes políticos populares tampoco revelaron a las masas la esencia económica (¡el gran secreto!) del conflicto, no obstante que, en aquellos días, la violencia de la lucha había puesto en la superficie de los acontecimientos muchas evidencias objetivas participación personal directa de industriales y comerciantes de un lado, y actividad febril de la Cafetalera, de otro de la naturaleza económico-clasista de la lucha entablada.”

Indica que “está notable falla de dirección se tradujo en graves errores políticos y de táctica, que luego condujeron al movimiento democrático otra vez al fracaso, y se reflejó en la conducta personal de algunos sinceros demócratas que, por no comprender el sentido de aquellos acontecimientos, se retrajeron, vacilaron, e incluso pasaron más tarde inadvertidamente al campo enemigo.”

Evalúa que “el Gobierno del general Hernández Martínez había caído, pero la poderosa Asociación Cafetalera y su equipo político estaban intactos. Formalmente la dictadura estaba vencida, pero su esencia económico-cafetalera no había sufrido daño. Esta circunstancia y el hecho de que los dirigentes políticos del campo democrático no estuvieron otra vez a la altura de las circunstancias (militarmente el enemigo estaba dividido, la situación mundial era propicia y el pueblo estaba dispuesto a llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias democráticas), dieron las condiciones para que la Oligarquía Cafetalera recuperara el poder.”

Reconoce que “embriagados de triunfo los dirigentes “romeristas” no captaron el peligro que amenazaba desde la Cafetalera. Mientras ellos se orientaban confiados hacia “unas elecciones libres”, la Oligarquía ponía proa hacia un nuevo golpe de Estado. A los cinco meses de la caída de Hernández Martínez la Oligarquía asaltó otra vez el poder político, poniendo al frente del gobierno al coronel Osmín Aguirre y Salinas. La dictadura cafetalera quedó de nuevo establecida y las fuerzas económicas-sociales de la industria y del progreso democrático se vieron sometidas otra vez a los dictados de la política reaccionaria de la Oligarquía Cafetalera.”

Agrega que “siguiendo el espíritu continuista de sus propios ordenamientos legales, los políticos de la Oligarquía se apresuraron a normalizar “legalmente” la nueva situación de facto, y, para conseguirlo, produjeron una elevación de autoridades supremas en la que el pueblo ya no tuvo ocasión de manifestarse. Con el eficaz concurso de un grupo de candidatos “independientes”, que tuvieron a su cargo la tarea de dividir y subdividir a las fuerzas políticas del romerismo, triunfó “democráticamente” la candidatura de la Cafetalera.”

Como resultado de esto, considera que “llegó a la Presidencia de la República el general Salvador Castaneda Castro, heredero y continuador consecuente de la política antidemocrática y procafetalera de Martínez y de Aguirre Salinas. Algunos de los candidatos que habían adversado ( ?) a Castaneda Castro entraron a formar parte de su gobierno.”

No obstante que “la Oligarquía había triunfado una vez más, pero las fuerzas sociales y políticas de la industria no quedaron ociosas. Mientras la Oligarquía se preparaba, al finalizar la Administración de Castaneda Castro, para asegurar pacíficamente el disfrute ininterrumpido del poder, los agentes políticos de la industria trabajaban febrilmente, evaluaban la experiencia adquirida en 1944, depuraban su táctica y reagrupaban sus efectivos, con vistas a la toma del poder.”

Evalúa que “conociendo la impopularidad de su régimen político, la Oligarquía trató de evadir los riesgos de una elección, y pretendió prolongar el mandato presidencia del general Castaneda Castro mediante el recurso de una “reforma constitucional”. Esta misma maniobra le había producido excelentes resultados cuando se trató de prolongar, en sucesivas ocasiones, el mandato presidencial del general Hernández Martínez.”

Pero, esta maniobra reaccionaria sirvió para que “aprovechándose de la impopularidad de la proyectada reforma a la Constitución y tomándola como pretexto, las fuerzas de la joven industria dieron a su vez un golpe de Estado el 14 de diciembre de 1948.”

Concluye que “un gran vuelco de situaciones se produjo en los círculos gubernamentales, sólo que entonces, a diferencia de lo ocurrido en abril y mayo del 44, los dirigentes demócratas no se quedaron en la calle haciendo pirotecnia demagógica, sino que se instalaron resueltamente en el poder. Este es el movimiento que se conoce con el discutido nombre de “Revolución de 1948”, que no es sino la versión restringida o la culminación militar golpista de las grandes jornadas democráticas de abril y mayo del 44.”

La visión del marxista salvadoreño Abel Cuenca (1957) sobre los acontecimientos de 1932

La visión del marxista salvadoreño Abel Cuenca (1957) sobre los acontecimientos de 1932

El marxista salvadoreño Abel Cuenca realiza en 1957, hace casi sesenta años, un interesante balance e interpretación de los acontecimientos vinculados al levantamiento de enero de 1932, del cual fue participante en su obra El Salvador: una democracia cafetalera. A continuación exponemos los elementos básicos de su horizonte interpretativo.

Considera Cuenca que “el Partido Comunista, que en El Salvador estaba constituido apenas por un pequeño grupo de hombres abnegados, pero ideológica y políticamente débiles, hizo esfuerzos sobre-humanos para ponerse al frente del movimiento popular y encauzar en alguna forma al descontento de las masas. Pero fracasó en su intento. La insurrección, hábilmente provocada por el gobierno, que se negó a reconocer el triunfo de los trabajadores en unas elecciones municipales, estalló en varios departamentos el 22 de enero de 1932. La masa insurreccional arrasó literalmente toda posibilidad de ser dirigida, explayándose en amplias y caóticas acciones semiarmadas que fueron rápida y sangrientamente barridas y aplastadas por las fuerzas del gobierno.”

A partir de lo anterior, concluye Cuenca que “esta insurrección campesina, que por la vía más radical exigía cambios en la situación de abyecta miseria en que se debatía el pueblo, coincidía históricamente con los intereses de la naciente burguesía industrial salvadoreña, por cuanto el esfuerzo insurreccional, cualquiera que fuese su manifestación externa, al demandar el mejoramiento de las condiciones de vida de centenares de miles de trabajadores del campo mejores salarios y jornales, “repartos de tierras”, etc., no podía desembocar en otra parte que no fuera el fortalecimiento del mercado interno para los productos de la industria nacional.”

Asimismo es de la opinión que “esta insurrección no sólo no fue, en el fondo, un movimiento contra el capitalismo, sino más bien un aliado suyo, ya que, por primera vez en la historia del país, se intentaba una acción de tal envergadura para promover, no importa si inconscientemente, el desarrollo más rápido y en gran escala del capitalismo salvadoreño. Pero las fuerzas de la industria eran en aquella época muy débiles económica y políticamente, y sus dirigentes no estaban en aptitud de percibir ni de comprender el profundo contenido económico-social de aquel Movimiento, y por tal motivo, no sólo no colaboraron con los campesinos en armas, sino que aturdidas por la tremenda explosión revolucionaria huyeron torpemente a protegerse ( ?) bajo el toldo de la política reaccionaria de sus enemigos los cafetaleros.”

Afirma Cuenca que “esta capitulación de los industriales consolidó el poder político en manos de los cafetaleros a través de la dictadura del general Hernández Martínez… Esta situación paralizó por muchos años el progreso social, económico, político e intelectual del pueblo salvadoreño.”

Por otra parte, indica de manera autocrítica, que “los dirigentes del campo insurreccional tampoco dieron muestras de haber comprendido la situación, tanto más difícil de entender cuanto que en aquella época la falta de madurez de las relaciones capitalistas en El Salvador, no permitían disponer siquiera de un inventario aproximado de la realidad económica del país, ni mucho menos de un esquema de la disposición de las diversas clases sociales en el marco de la economía nacional. Por este motivo la lucha de los trabajadores, fue burda e infantilmente planteada en términos de “Revolución Proletaria”, cuando no en términos de “teoría del reparto”.”

Agrega que “el izquierdismo delirante de los dirigentes no permitió a éstos reparar en las características especiales de la fisonomía precapitalista de la economía salvadoreña, ni en la debilidad ideológica y organizativa del proletariado, ni darse cuenta de la existencia de fuerzas sociales nuevas, las de la industria, que por su íntima naturaleza estaban llamadas a ser contrarias, por largo tiempo, a las viejas fuerzas sociales del café.”

Es de la opinión que “como consecuencia de esta incomprensión, los dirigentes políticos de los trabajadores no se plantearon nunca el problema de las alianzas políticas con otras clases, con las cuales era objetivamente posible fortalecer cualitativa y cuantitativamente la lucha de los trabajadores. Hablando en nombre del proletariado aquellos dirigentes tenían, sin embargo, una concepción estrechamente campesina de la lucha.”

Reconoce Cuenca que la confianza de los dirigentes del PCS de esa época “no estaba depositada en los obreros de la incipiente industria manufacturera y agrícola; la suya no era conciencia revolucionaria sino fe, un tanto mesiánica, en caciques indígenas de vieja raíz y fuerte ascendiente en las grandes masas de campesinos empobrecidos, de jornaleros y de mozos colonos.”

Ya que “la existencia del proletariado en cuyo nombre hablaban era una simple ilusión en la cabeza de aquellos dirigentes. Esta ilusión los condujo a tomar como fuerza del proletariado lo que sólo era masa campesina soliviantada por la miseria, y a subestimar, de un lado, la política de provocación de la Oligarquía Cafetalera, y de otro, la fuerza de su poder de represión. Desarmada política e ideológicamente la insurrección campesina de 1932 sólo podía marchar al fracaso y fue al fracaso.”

No obstante esto, opina que “pese a sus grandes debilidades y errores el movimiento insurreccional campesino de 1932, fue la primera gran demostración de que el pueblo salvadoreño había comenzado a ser el protagonista de su propia historia, la cual, en rigor, desde entonces, ya no podrá llamarse propiamente historia si el pueblo en primera línea no sube como actor principal al escenario de los acontecimientos.”
Evalúa que “la derrota de 1932, aun cuando hayan sido más de veinte mil los campesinos muertos, no lo fue tanto de los trabajadores como de las fuerzas nuevas, estas, por falta de desarrollo, de las fuerzas sociales de la industria naciente, a la altura de la combatividad y heroísmo de sus más grandes aliados naturales en su época de crecimiento: las masas trabajadoras del campo.”

Concluye que “la Insurrección Campesina de 1932 marcó el momento en que la Oligarquía Cafetalera, obligada por la caída de los precios del café, abandonó sus limitadas posibilidades democrático-burguesas, y pasó resueltamente a la dictadura como forma política única capaz de contener la indignación de las masas populares; la inconsecuencia de los industriales hizo posible la derrota de las fuerzas democráticas y el afianzamiento de la Oligarquía Cafetalera en el poder, y como consecuencia de esa derrota la industria se vio obligada a vegetar por largos años bajo la campana al vacío de la dictadura martinista de los cafetaleros.”

Os equívocos do PT e o sonho de Lula

Os equívocos do PT e o sonho de Lula
06/02/2016

Durante quatro a cinco décadas houve vigorosa movimentação das bases populares da sociedade discutindo que “Brasil queremos”, diferente daquele que herdamos. Ele deveria nascer de baixo para cima e de dentro para fora, democrático, participativo e libertário. Mas consideremos um pouco os antecedentes histórico-sociais para entendermos por quê esse projeto não conseguiu prosperar.

É do conhecimento dos historiadores, mas muito pouco da população, como foi cruenta a nossa história tanto na Colônia, na Independência como no reinado de Dom Pedro I, sob a Regência e nos inícios do reinado de Dom Pedro II. As revoltas populares, de mamelucos, negros, colonos e de outros foram exterminadas a ferro e fogo, a maioria fuzilada ou enforcada. Sempre vigorou espantoso divórcio entre o Poder e a Sociedade. Os dois principais partidos, o Conservador e o Liberal, se digladiavam por pífias reformas eleitorais e jurídicas, porém jamais abordaram as questões sociais e econômicas.

O que predominou foi a Política de Conciliação entre os partidos e as oligarquias mas sempre sem o povo. Para o povo não havia conciliação mas submissão. Esta estrutura histórico-social excludente predominou até aos nossos dias.

No entanto, pela primeira vez, uma coligação de forças progressistas e populares, hegemonizadas pelo PT, vindo de baixo, chegou ao poder central. Ninguém pode negar o fato de que se conseguiu a inclusão de milhões que sempre foram postos à margem. Far-se-iam em fim as reformas de base?

Um governo ou governa sustentado por uma sólida base parlamentar ou assentado no poder social dos movimentos populares organizados.

Aqui se impunha uma decisão. Na Bolívia, Evo Morales Ayma buscou apoio na vasta rede de movimentos sociais, de onde ele veio como forte líder. Conseguiu, lutando contra os partidos. Depois de anos, construiu uma base de sustentação popular, de indígenas, de mulheres e de jovens a ponto de dar um rumo social ao Estado e lograr que mais da metade do Senado seja hoje composta por mulheres. Agora os principais partidos o apoiam e a Bolívia goza do maior crescimento econômico do Continente.

Lula abraçou a outra alternativa: optou pelo Parlamento no ilusório pressuposto de que seria o atalho mais curto para as reformas que pretendia. Assumiu o Presidencialismo de Coalizão. Líderes dos movimentos sociais foram chamados a ocupar cargos no governo, enfraquecendo, em parte, a força popular.

Para Lula, mesmo mantendo ligação com os movimentos de onde veio, não via neles o sustentáculo de seu poder, mas a coalizão pluriforme de partidos. Se tivesse observado um pouco a história, teria sabido do risco desta política de Coalização que atualiza a política de Conciliação do passado.

A Coalizão se faz à base de interesses, com negociações, troca de favores e concessão de cargos e de verbas. A maioria dos parlamentares não representa o povo mas os interesses dos grupos que lhes financiam as campanhas. Todos, com raras exceções, falam do bem comum, mas é pura hipocrisia. Na prática tratam da defesa dos bens particulares e corporativos. Crer no atalho foi o sonho de Lula que não pode se realizar.

Por isso, em seus oito anos, não conseguiu fazer passar nenhuma reforma, nem a política, nem a econômica, nem a tributária e muito menos a reforma agrária. Não havia base.

A “Carta aos Brasileiros” que na verdade era uma Carta aos Banqueiros, obrigou Lula a alinhar-se aos ditames da macroeconomia mundial. Ela deixava pouco espaço para as políticas sociais que foram aproveitadas tirando da miséria 36 milhões de pessoas. Nessa economia, o mercado dita as normas e tudo tem seu preço. Assim parte da cúpula do PT, metida nessa Coalizão, perdeu o contato orgânico com as bases, sempre terapêutico contra a corrupção. Boa parte do PT traiu sua bandeira principal que era a ética e a transparência.

E o pior, traiu as esperanças de 500 anos do povo. E nós que tanta confiança depositávamos no novo, com as milhares comunidades de base, as pastorais sociais e os grupos emergentes… Elas aprenderam articular fé e política. A mensagem originária de Jesus de um Reino de justiça a partir dos últimos e da fraternidade viável, apontava de que lado deveríamos estar: dos oprimidos. A política seria uma mediação para alcançar tais bens para todos. Por isso, as centenas de CEBs não entraram no PT; fundaram células dele e grupos, como instrumento para a realização deste sonho.

O partido cometeu um equívoco fatal: aceitou, sem mais, a opção de Lula pelo problemático presidencialismo de coalizão. Deixou de se articular com as bases, de formar politicamente seus membros e de suscitar novas lideranças.

E aí veio a corrupção do “mensalão” sobre o qual se aplicou uma justiça duvidosa que a história um dia tirará ainda a limpo. O “petrolão” pelos números altíssimos da corrupção, inegável, condenável e vergonhosa, desmoralizou parte do PT e parte das lideranças, atingindo o coração do partido.

O PT deve ao povo brasileiro uma autocrítica nunca feita integralmente. Para se transformar numa fênix que ressurge das cinzas, deverá voltar às bases e junto com o povo reaprender a lição de uma nova democracia participativa, popular e justa que poderá resgatar a dívida histórica que os milhões de oprimidos ainda esperam desde a colônia e da escravidão.

Apesar de tudo, e quer queiramos ou não, o PT representa, como disse o ex-presidente uruguaio Mujica, quando esteve entre nós, a alma das grandes maiorias empobrecidas e marginalizadas do Brasil. Essa alma luta por sua libertação e o PT redimido continua sendo seu mais imediato instrumento.

Quem cai sempre pode se levantar. Quem erra sempre pode aprender dos erros. Caso queira permanecer e cumprir sua missão histórica, o PT faria bem em seguir este percurso redentor.

*Leonardo Boff, escreveu: Depois de 500 anos que Brasil queremos, Vozes. Petrópolis 2000.

El presidente, la historia y el poder

El presidente, la historia y el poder
febrero 02, 2016 Voces Comentar
Publicado en: Actualidad, Contracorriente – Dagoberto Gutiérrez, Foro de opiniones, Nacionales, Voces Ciudadanas

Dagoberto Gutiérrez

La reciente muerte de Francisco Flores, quien fuera presidente de la República en años recién pasados, culmina un drama histórico, personal y socio-político. Lo que puede entenderse como una tragedia de una persona y también de una familia es, sin embargo, una expresión de la confrontación real que se ventila en estos acontecimientos.

Se trata de una manera de ejercer el poder político que se debate entre una forma oligárquica tradicional, donde el poder es entendido y ejercido como el patrimonio de quien ejerce un cargo público, y otra forma de democracia burguesa, donde el ejercicio del poder tiene límites establecidos en el conjunto de reglas conocidas como Constitución de la Republica. Es decir, que no se trata de los más altos niveles de democracia, donde el funcionario ejerce su cargo obedeciendo al dueño del poder que él ejerce, que es el pueblo. Un funcionario solo administra un poder ajeno y debe obedecer al dueño de ese poder.

Las reglas de la democracia burguesa establecen que “el funcionario público es delegado del pueblo y no tiene más atribuciones que las que expresamente le da la ley”. Cuanto este texto constitucional habla de ley se está refiriendo al producto de la voluntad de un conjunto de políticos que son los diputados que representan realmente los intereses de su partido y no los de las personas que votaron por ellos. En tal sentido, la misma democracia burguesa está muy lejos de reconocer o asegurar el control del ejercicio del poder de parte de su dueño –el pueblo soberano-pese a lo cual, el régimen político estructurado en nuestro país por largas décadas, no asume las reglas contempladas en la Constitución porque la primera regla que se establece en el marco real del juego (no hay que olvidar que todos somos jugadores) determina que las reglas de la Constitución no deben cumplirse. Y, entonces, el régimen político funciona a partir de reglas establecidas por los poderes facticos.

Paco Flores es cabal expresión de este fenómeno. Fue un típico presidente oligárquico, de discurso fino, con mucho filo, por momentos hasta filosófico, pero él tenía siempre un derrotero claro, que era el de trabajar al servicio de los sectores dominantes a los que consideraba que se debía.

Su periodo presidencial aparece dominado por los terremotos, por la ley de la dolarización, por relaciones internacionales de supeditación, y siempre por discurso fluido, elegante, y con distancias.

En realidad, Paco Flores no funcionó nunca como un típico militante de ARENA, aunque era arenero. Pero siempre pareció ser alguien con dificultades para entender, asimilar y desarrollar las relaciones partidarias más fructíferas, porque la conducción de un partido político requiere mucha comunicación, mucha paciencia, mucha capacidad de escucha, y pasa por tomar en cuenta las opiniones e intereses de los diferentes sectores que se mueven en una comunidad partidaria. Paco Flores siempre pareció distante de toda esta fenomenología. Pero, apareció más cercano y comprometido con los sectores más poderosos del país, con quienes parecía tener, eso sí, una comunicación más fluida y efectiva.

Semejante realidad supuso un quiebre de la lógica del poder y sin duda originó tensiones iniciales, que también caracterizaron su periodo presidencial.En el ejercicio del poder oligárquico, el partido político resulta ser el instrumento para llegar a la gente y sacarle los votos que se necesitan para capturar el aparato del Estado. El presidente es el dirigente de ese partido, dueño de una popularidad ciertamente artificial pero cultivada por el mismo funcionario, porque de otro modo se dificultará la legalidad y la legitimidad del poder que se ejerce desde la presidencia. Para Paco Flores eso, aparentemente, no era más importante que sus vínculos y relaciones con los sectores más poderosos del país.

Puestas las cosas así, Paco Flores resulta ser un típico representante del ejercicio del poder de la oligarquía, atraído hacia arriba y con menor compromiso hacia abajo. Al final de su periodo, las aguas partidarias en que debía moverse no eran aparentemente las corrientes más límpidas que resultan convenientes en estos escenarios.

Sus aspiraciones internacionales se vieron truncadas, aunque parecían tener los respaldos necesarios, y él mismo parecía ser el depositario de esos respaldos. Sin embargo, luego de su presidencia, pareció quedar a la deriva, sin los respaldos anunciados, sin los apoyos esperables de su partido, y como suele ocurrir con los otros presidentes, olvidado por la historia.

Vinieron otros presidentes y otros estilos más populares, vino el momento de quiebre del control oligárquico sobre el partido ARENA, y Paco permanecía en la sombra; aun cuando la política de dolarización que él implantó seguía y sigue desangrando inmisericordemente a los sectores más desprotegidos de la sociedad y a las clases medias.

En estos momentos, cuando el narcotráfico se enseñorea sobre la vida total del país, no es difícil establecer la relación entre aquella dolarización de enero del 2001 y el fluido y poderoso fenómeno del lavado de dólares que estremece la vida del país y configura la actual guerra, la más sangrienta de nuestra historia.

Cuando Paco aparece como el asesor electoral en la campaña presidencial recién pasada, con cálculos políticos insospechados de su parte, se tensionaron todas la agujas más puntiagudas y se revivieron las cimitarras más filosas en manos de sus enemigos cubiertos y encubiertos. Curiosamente, las filas partidarias donde Paco militó no eran ni son sus mayores amistades ni sus mayores aliados, y su aparecimiento no gozó ni de la simpatía ni del apoyo de sus propias filas partidarias. De este momento a la acusación pública que lo llevó a ser interrogado por los diputados de la Asamblea Legislativa, en una memorable sesión pública televisada, que mostró su interrogatorio, donde Francisco apareció en toda su dimensión humana, solo mediaron pequeños y rápidos pasos, como si se tratara de un drama humano cuyos hilos de plata manejaba el mismo Paco.

Todo parecía indicar que Paco decidió caminar, por razones desconocidas, en un territorio lleno de enemigos, que de alguna manera él consideraba necesario enfrentar, descubrir y hasta derrotar. Su juicio estableció el primer caso en nuestra historia de un presidente de la República enjuiciado por acusaciones criminales específicas, el primer presidente encarcelado y el primero que muere como indiciado, aunque inocente presunto, por no haberse probado su culpabilidad, dada su muerte.

Como presidente, será recordado por el pueblo, sobre todo por la dolarización, con amargura y oposición. También será recordado por las derechas tradicionales como alguien que intentó hacer su propio juego fuera del control y que al final se evadió con su muerte.

Paco Flores se llevó a la tumba una gran cantidad de información y de secretos que de conocerse aclararían a la sociedad salvadoreña parte de los meandros y corredores oscuros en que el poder se ejerce en nuestro país, pero el episodio que protagonizó y el estudio histórico posterior que sobre él se hará, nos dará luz sobre esta etapa que estamos recorriendo. De todas maneras, nosotros escribimos la historia y Paco escribió la suya. Por supuesto que no determinamos las circunstancias en las que hacemos esa historia, y ésta sigue su curso, y nosotros, los constructores de esa historia, también seguimos nuestro curso.

Aporte a la lucha social que realizó el PRTC en la guerra civil salvadoreña

Aporte a la lucha social que realizó el PRTC en la guerra civil salvadoreña

Francisco Martínez
Exdirigente sindical y de la Comisión Política del PRTC

Por lo general, cuando nos referimos a la guerra civil salvadoreña, nos referimos en exclusiva a las fuerzas militares enfrentadas, a los agrupamientos guerrilleros enfrentados a las fuerzas del régimen dictatorial.

Eso lleva a dejar en un segundo o tercer plano, la acción de las organizaciones sociales, de los sindicatos, de las cooperativas, de las asociaciones campesinas, de pobladores comunales y de tugurios, de las comunidades cristianas de base, de los pequeños comerciantes, de los profesionales y técnicos, de los intelectuales; sin la cual no podía ser posible crear la fuerza militar guerrillera y terminar con la oscurantista dictadura militar. La fuerza guerrillera surgió de la lucha social.

En el caso particular del Partido de los Trabajadores Centroamericanos, cuya consigna distintiva fue “Combatir hasta Vencer…Por Centroamérica, la Liberación y el Socialismo”; su aporte, en organización social puede vincularse históricamente con la labor política desarrollada por el Dr. Fabio Castillo Figueroa, quién en 1944 integró el Comité de Huelga que impulsó la huelga de brazos caídos, acción que culminó con la caída del dictador Maximiliano Hernández Martínez. En el año sesenta, integró la Junta de Gobierno Cívico-Militar, asumió el ministerio de educación; esté gobierno fue derrocado tres meses después por un golpe militar que instaló una junta de civiles y militares que restauró el régimen de dictadura militar de nuevo tipo, donde fue “elegido” presidente como candidato único José Antonio Rodríguez Porth, el que, a finales de los años ochenta fue nombrado por Cristiani ministro de la presidencia.

En 1966, Fabio Castillo Figueroa, como candidato presidencial por el Partido Acción Renovadora (PAR), se lanzó en franca ofensiva política contra las fuerzas conservadoras y reaccionarias poniendo en el centro de la campaña la educación y la reforma agraria.

*Memoria chico 1Esta acumulación histórica se trasladó a la lucha social particularmente a la acción reivindicativa del magisterio nacional, la huelga de maestros de febrero de 1968 marcó el quiebre histórico de la lucha social y sus formas de lucha, este quiebre es trascendental porque, los maestros pasaron de acciones locales a una fuerte movilización nacional, los maestros pasaron de solo plantear sus demandas contra el incremento de años para jubilarse, por mejores salarios y por mejores condiciones de trabajo, pasaron a visibilizar las precarias condiciones en que vivían las mayorías en el país. La huelga magisterial, fue un foro permanente de denuncia, movilización, solidaridad y estímulo para el crecimiento organizativo. Importante figura, de esta acción social del magisterio fue nuestro compañero profesor José Mario López, fundador y primer secretario general de ANDES 21 de Junio, también fue representante en el FAPU, nuestro recordado e imperecedero Comandante “Venancio Salvatierra”.

En la acción estudiantil, es importante destacar la huelga de los estudiantes de las Áreas Comunes de la Universidad Nacional, y la acción solidaria de las facultades de Medicina y de Jurisprudencia y Ciencias Sociales; destaca en la huelga la figura del en aquel entonces Br. Francisco Jovel, nuestro Comandante Roberto Roca, Vice-Presidente de la AGEUS, quién fue el presidente de la Huelga. Esta acción fue clave para el papel que jugaría la Universidad en el proceso social de los años 70 y 80. Además, fue un rompimiento con el conservadurismo reformista y electoral del Partido Comunista, que promovía la transición pacífica al socialismo y que incluso había llamado a la juventud y al estudiantado a unirse al ejército de la dictadura salvadoreña para pelear contra el ejército hondureño en la guerra de julio del 69, ejército que al igual que en El Salvador ejercía el gobierno dictatorial de nuevo tipo en función de los intereses de la oligarquía agro-exportadora, la política imperialista del gobierno de los Estados unidos y el estamento militar hondureño.

En la primera mitad de los años setenta la acción organizativa se desarrolló, clandestinamente, como Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), y desde la acción ilegal de masas como las Ligas para la Liberación (LL), creando lazos con sectores campesinos, estudiantiles de secundaria, líderes obreros, comunidades cristianas.

El proceso de acumulación social desarrollado a nivel nacional y el esfuerzo regional, llevó a la constitución del PRTC, el 25 de enero de 1976, como una organización regional de partidos con estrategia política militar. Se celebra el primer congreso, en Costa Rica, a la que asisten delegados de casi todos los países de la región. No obstante el gran paso adelante que significaba crear una organización regional centroamericana, esa estructura regional, condicionó y limitó el crecimiento organizativo del PRTC en El Salvador, en un momento en que se vivía un auge de la lucha social y guerrillera urbana; no fue sino, hasta 1978, después de realizado el II Congreso del PRTC en Honduras, que se desata la acción organizativa al dar la línea de organizar la Brigadas de lucha popular, organizándose los Pioneros de Liberación Popular (PLP), los Comité de Bases Obreras (CBO), las Brigadas de Trabajadores del Campo (BTC), las Brigadas Revolucionarias de Estudiantes de Secundaria (BRES). Es determinante, en esta dirección, el papel de Mario Lungo (Cte. Matilde Urrutia o José Trinidad), Humberto Mendoza, Luis Díaz, Francisco Veliz (Manuel Hernández), Francisco Jovel (Cte. Roberto Roca) y Mario López (Cte. Venancio Salvatierra). En 1979, se crea el Movimiento de Liberación Popular (MLP), nuestra expresión aglutinadora de las organizaciones extra legales de masas, su primer Secretario General fue Luis Adalberto Díaz.

*Memoria chico3A nivel obrero, en los CBO es importante el aporte de Luis Díaz y de Humberto Mendoza, así como de Maxito, Alfredo Torres, en los sindicatos textiles, de transporte, SETA y otros.

Las BRES, con sus díscolos chico bonche, desarrollaron gran actividad. Recuerdo las tomas en la ENCO, EL ITI, el INFAMEN y el TERCIFRAMEN, la propaganda en los colegios del centro de San Salvador y en San Vicente. Dionisio, Chepito men, Patricio, Gustavo, fueron sólo algunos de sus cuadros.

Me vinculé a las BRES en el 79, un profesor de secundaria de apellido Cruz nos inició en las reflexiones bohemias, era un muchacho saliendo de la adolecencia, pero con muchas inquietudes sociales. Recuerdo que fuimos a la actividad de lanzamiento del MLP en la entrada principal de la UES, luego se vino el golpe de estado y el agravamiento de la crisis.

En lo personal, siempre he estado vinculado a las luchas obreras, en mi casa era atento escucha de los debates de los dirigentes sindicales de las Fábricas Delicias, Etiquetas y Elásticos, Guantesa, IMES, quienes llegaban a comer al comedor de mis padres.

A nivel campesino, las BTC desarrollaron importante trabajo organizativo por tierra para quien la trabaja; así, se desarrollaron acciones como la toma de la Hacienda Valle Verde, en suchitoto; la COPAL, en Jiquilizco.

A nivel de comunidades, es importante el trabajo desarrollado por los compañeros, Sebastian Guevara, los padres Alas (Chencho e Higinio), Miguel Ángel Alvarado (Cte. José Juan), Cte. Nidia Díaz, Oscar Miranda (Cte. Miguel Mendoza).

Como se reflexionaría después, perdimos tiempo valioso en la organización social, tuvimos que esperar a 1980 para disolver el PRTC como estructura regional y constituir los PRTC por país, de los que fueron exitosos el PRTC- de Honduras extinguido a finales de los ochenta, el PRTC de Guatemala disuelto en 1983 y el PRTC de El Salvador, que disolvimos en 1995, para integrarnos al esfuerzo unitario electoral del FMLN. Partido del cual, muchos fuimos expulsados o excluidos, debido a las políticas sectarias y hegemonistas en sus círculos dirigentes.

El PRTC, en principios de los ochenta, al inicio de la guerra civil, ya no pudo trascender su estructura social aglutinada en el MLP a estructuras más tradicionales y permanentes de lucha social, las estructuras nucleadas en las BRES, las BTC, los CBO, que habían sido muy exitosas en su accionar sectorial, así como las comunidades campesinas que influenciamos en la zona de cerros de San Pedro, San Vicente y Cabañas, en Mirandilla y el Cereto, en Suchitoto; en Tierra Blanca y la Carrera, en Jiquilisco, en los alrededores de Berlín y San Agustín, en Usulután; Nuevo Edén de San Juan, en el Norte de San Miguel; así como los estudiantes universitarios, los intelectuales y otros grupos organizados, frente a la represión de la dictadura y a la consigna de guerra popular a la dictadura, se incorporaron a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Liberación Popular FAR-LP, el brazo armado del PRTC.

La gran movilización del 22 de enero de 1980, fue el evento cúspide del accionar social de aquella coyuntura histórica, el MLP se movilizó concentrando su fuerza social en la Segunda Calle Poniente, la que está frente a la entrada de la 25 Av. Sur del Parque Cuscatlán y la 21 Av Sur para incorporarse a la marcha en la Calle Darío; a partir de ahí, la movilización y acción social gradualmente decayó frente a la creciente e indiscriminada represión criminal de la dictadura contra los sectores sociales, que se cobró la vida de Monseñor Romero, de las Monjas Norteamericanas, de Luis Adalberto Díaz, de los dirigentes del FDR y de miles de ciudadanos señalados como opositores al gobierno. Después de la ofensiva general de enero de 1981 se entró en un reflujo general de masas.

En el proceso de reactivación de la lucha de masas, posterior a la gran represión del 80, el PRTC movilizó y promovió cuadros para ser un actor destacado en el resurgimiento de la lucha popular, retomar las calles y ampliar la base social y la incidencia política del pueblo.

Entre 1982 y 1983 se retoman los contactos con cuadros sobrevivientes del MLP y otros que se quedaron descoordinados. Es clave el esfuerzo de Nidia, Petra, Vanessa, Verónica, Graciela, Diego, Gerónimo, Camilo Rosales, para reestructurar la red social para el movimiento de masas, se activan las viejas estructuras de CBO y se aprovecha la legalidad asumiendo cargos directivos en sindicatos, así se retoma nuestra acción en lo urbano al retomar las directivas sindicales en los sindicatos de Hilaturas en Apopa y de Maidemform en Soyapango, en el SETA en coordinación con otras organizaciones, se retoma la acción de masas en los frentes en Guazapa se crea la Organización de Mujeres; en Usulutan se crea la Organización Campesina de las Salinas, otros compañeros y compañeras se involucran en las cooperativas del sector reformado, en FESACORA, en FEDECONSUMO. Movilizamos a nuestros compañeros en Betania para la zona sur de San José Villanueva.

En el 84, nuestros compañeros en ANDA fueron parte importante de las huelgas de solidaridad y frente a la campaña antisindical del gobierno en alianza con el Instituto Americano del Sindicalismo Libre; en septiembre-octubre del 85 fuimos parte activa de la jornada de huelgas que se impulsó, como parte del esfuerzo político militar, en que se planteó la libertad de los presos políticos y se replanteó la solución negociada a la guerra; sostuvimos una huelga de 27 días en Hilaturas, en Apopa, y paros en Maidemform, participamos en ANDA, el ISSS, iniciamos ya nuestra inserción en los esfuerzos unitarios, éramos parte de la Coordinadora de Solidaridad de los Trabajadores (CST).

En 1986 participamos en el proceso de organización y lanzamiento de la UNTS, esfuerzo al que nos incorporamos con dirigentes hasta octubre, ya que con la muerte de Graciela, en Guazapa, al pisar una mina, luego de una reunión unitaria en el campamento de Rebeca (Lorena Peña) de las FPL, se atrasó nuestra comunicación frente-metro, y no se logró coordinar con los otros compañeros del frente, para trasladarles los nombres de nuestros cuadros para el Comité Ejecutivo.

Como resultado de la huelga en ANDA, 237 compañeros fueron despedidos, con gran parte de ellos y otros colectivos de despedidos de Refinería de Azúcar, de Hospital Policlínica, del transporte, constituimos el CODYDES; que terminó siendo nuestra estructura miliciana urbana, de choque. Legalmente compartíamos la FESTIAVTSCES con los compañeros del PCS, incluimos cuadros en FENASTRAS, lo que nos daba un importante espacio de organización social.

Continuamos nuestro esfuerzo de ampliación, organizamos el sindicato en Textiles Guazapa, creamos estructura en la fábrica IUSA, en INSINCA, en el sindicato avícola, del sindicato de pesca, en el INJIBOA, empezamos a coordinar con maestros, trabajadores del seguro social, del IRA, del MOP, de Turismo, del CNR, y de Agricultura. Asumimos, la dirección del Sindicato de Periodistas. Reactivamos el esfuerzo estudiantil en la UES, en sicología, química y farmacia y en economía.

En el campo se constituyó la Asociación Comunal Campesina (ACC), se formó el Movimiento Salvadoreño de Mujeres y el Movimiento Salvadoreño de Cipotes, constituimos después del terremoto de octubre del 86, diversos comités de damnificados en la Tikal y Popotlán, en Apopa, y en las San Antonio y la 10 de octubre de San Marcos.

Nuestra presencia organizativa fue reconocida por el resto de organizaciones, lo que nos permitió coordinar en diferentes instancias como el CPDN.

En el 88, como parte de la Contraofensiva Estratégica se lanzó el Plan Fuego, eso implicaba para las estructuras sociales redoblar esfuerzos, así se crea con las estructuras más radicalizadas el Movimiento Pan, Tierra, Trabajo y Libertad, en cuya dirección se designó a Balmore Arévalo. CODYDES fue nuestra estructura para ese esfuerzo, el accionar de piquetes de los CODYDES era casi a diario, recuperaciones de armas, propaganda armada, sabotaje al transporte de productos y pasajeros, además de ser el cuerpo de seguridad para las movilizaciones populares de esos años.

En el 88, en un esfuerzo por acompañar nuestros objetivos militares organizamos a pobladores del Jute, en La Libertad; fortalecimos la organización de San Juan Buenavista, en Villanueva, y abrimos redes de trabajo en Rosario de Mora. Se retomó la actividad organizativa en Suchitoto, en el Cereto y el Barío; también en San José Las Flores y la periferia de Tonacatepeque, para acompañar el retorno de tropas de las FAR-LP para el esfuerzo ofensivo de noviembre de 1989.

En el 89, el PRTC, había completado su ciclo de fortalecimiento y ampliación interno y desarrollo del frente externo, había asegurado militarmente territorios, desarrolló una amplia estructura de organización social. En general, estábamos listos para nuestro aporte al esfuerzo ofensivo que se planificaba.

Si bien en abril del 89, sufrimos un duro revés al caer, debido a una traición, nuestra principal bodega de armamento; y sufrimos, por la misma causa la muerte de muchas decenas de compañeros. Además, fuimos capturados diversos dirigentes de las distintas estructuras. Este fue un golpe muy duro a nuestros planes, pero no nos desalentó en nuestra convicción de lucha y entrega.

Nos recompusimos de un golpe, que a cualquier otra organización hubiera derrotado, pero a pesar de que perdimos capacidad logística, nos multiplicamos, cada cuadro se convirtió en un solucionador de dificultades, así nos preparamos y participamos victoriosos en la ofensiva de noviembre del 89.

A diferencia de los años 81 y 82 donde se sufrió el reflujo de masas, esta vez, ya en enero de 1990, sólo 2 meses después de la ofensiva, estábamos reorganizando el trabajo social, aperturando locales para las organizaciones, recuperando el debate público y las calles.

Posterior a la ofensiva, nuestro trabajo organizativo consolidó el trabajo organizativo acumulado y amplio nuevos esfuerzos en el occidente y en el norte de La Libertad, desarrollamos el trabajo de la repoblación de Gualcho, de las comunidades de la costa en Usulután, del norte de San Vicente y del sur de Cabañas. Se creó el Centro de Derechos Humanos Madelaine Legadec, la Coordinadora de Repobladores CORESA y la Asociación Campesina de Occidente ACCO.

Intentamos hacer una alianza con los compañeros del MNR, de Guillermo Manuel Ungo, al final debido al cobarde asesinato de Francisco Veliz (Manuel Hernandez) y de Mario López (Venancio), este esfuerzo se abandonó.

Nuestra organización creció particularmente en el Occidente, donde competíamos de tú a tú con las FPL; y también crecimos en San salvador. Nuestra gente estaba en 14 de los 19 municipios del Departamento; en La Libertad desarrollamos un importante esfuerzo en el Norte, en Santa Tecla, en Zaragoza, Ciudad Arce, Lourdes San Matías, Huizucar, Villanueva y en el Puerto. Fortalecimos el trabajo político en el Norte de San Vicente; en Sensunte y Victoria, en Cabañas; en Usulután, en Berlín, Santiago de María, Nueva Granada, Jiquilisco, Puerto El Triunfo. A pesar de ese crecimiento político social, iniciamos desde 1993 un proceso de “vaciado” del PRTC y fuimos pasando todo el esfuerzo al FMLN electoral, hasta que en 1995 se decidió disolver el PRTC y entregamos nuestra bandera.

Sirvan estas notas para que los viejos camaradas y los nuevos luchadores sociales conozcan parte de los aportes del PRTC en el terreno de la lucha social, gremial y política extra legal de masas y su contribución en ese terreno a la derrota de la dictadura militar de nuevo tipo que oprimió nuestro país desde 1931; en alianza con otros grupos de luchadores sociales derrotamos una dictadura, ese esfuerzo heroico de miles de compañeros del PRTC fue la contribución que abrió el espacio para construir un nuevo país en democracia y libertad.

San Salvador, enero de 2016

Colombia se toma Centroamérica

Colombia se toma Centroamérica
Negocios | 5/14/2015 5:00:00 AM

Los países centroamericanos y del Caribe se convirtieron en una oportunidad para las empresas colombianas cuando piensan en internacionalización.
Durante un siglo, Colombia sufrió del doloroso recuerdo de la pérdida de Panamá, un hecho que dejó heridas y que con frecuencia ponía a añorar a todo colombiano sobre lo que sería hoy el país con un territorio que se adentra en la región centroamericana.

Pero, más de un siglo después de este lamentable episodio, el desembarco iniciado por empresas colombianas en Centroamérica comienza a marcar un proceso inverso, de retoma del poderío colombiano en esa región a través de fusiones y adquisiciones.

El camino fue iniciado por Bancolombia en 2006 con la compra del Banco Agrícola de El Salvador, por US$900 millones, y que fue seguido en los últimos años por otras entidades financieras y firmas de la industria, el comercio, la infraestructura y los servicios.

En julio de 2010, la compra de BAC Credomatic que hizo el Banco de Bogotá por US$1.920 millones, marcó un hito histórico como la mayor transacción de una empresa colombiana en esta zona. Pero lo hecho por otras organizaciones no resulta menos importante.

Davivienda adquirió en 2012 los activos de HSBC en Costa Rica, El Salvador y Honduras por US$830 millones y hoy no descarta la posibilidad de adquirir los del Citibank en la región.

Hoy Bancolombia continúa con sus planes de inversión en ese mercado. Para 2015 tiene previsto destinar US$160 millones, de los cuales US$100 millones serán para Panamá y US$60 millones se dirigirán a El Salvador.

Estos recursos se dirigirán especialmente a consolidar las compras de HSBC y el Banco Agromercantil, mediante el desarrollo de proyectos estratégicos, mejoras en canales, tecnología, una nueva sede en Panamá y un centro de cómputo en El Salvador. El año pasado invirtió $158.000 millones.

Con el paso de los años, la lista ha crecido y con ella los proyectos e inversiones. Firmas como la EPM, EEB, Argos, Celsia, Orbis, Mineros y Arturo Calle tienen planes de crecimiento en la zona.

Gran jugador

Uno de los grandes actores del negocio cementero es Argos, que ha realizado inversiones por un monto superior a US$620 millones en esta región. Allí cuenta con una planta de cemento en Honduras; 6 moliendas de clínker ubicadas en Haití, Panamá, República Dominicana, Honduras, la Guayana Francesa y Surinam; 11 puertos y terminales de recepción y empaque, incluido el adquirido recientemente en Puerto Rico; y 15 centros de distribución de cemento en sacos.

Mauricio Ossa, vicepresidente de la Regional para el Caribe y Centroamérica de la compañía, señala que la capacidad instalada total para atender los diversos mercados es de alrededor de dos millones de toneladas de cemento al año.

En el negocio de concreto cuenta con 13 plantas y 186 camiones mezcladores ubicados en Haití, Panamá, República Dominicana y Surinam. La capacidad instalada total es de 516.000 metros cúbicos de concreto al año. Ossa señala que en cuatro años han tenido un crecimiento superior a 50% en las ventas de toneladas de cemento y más de 40% en el volumen de metros cúbicos de concreto.

Energía para la región

La energía colombiana también conquista Centroamérica. EPM tiene operación en Panamá, Guatemala y Salvador en negocios de energía.

Por su parte, la Empresa de Energía de Bogotá, a través de su filial Transportadora de Energía de Centroamérica S.A. (Trecsa), invertirá este año US$144 millones con los cuales la cifra total destinada a esta región en los últimos periodos ascenderá a US$447 millones. Estos recursos están dirigidos al desarrollo de tres proyectos que son clave para los intereses de la organización.

Néstor Pérez, gerente general de esta filial, explica que en este momento la empresa construye y opera en Guatemala el Plan de Expansión del Sistema de Transporte de Energía, consistente en la construcción de 850 kilómetros de líneas de transmisión, 12 subestaciones nuevas y la ampliación de otras 12.

A esta iniciativa se suma el Anillo Pacífico Sur, un proyecto para los cinco principales ingenios azucareros de Guatemala y el de Cementos Progreso, que contempla una subestación, la conexión de dos transformadores y la construcción de 17 kilómetros de línea de transmisión. Hoy la operación de Trecsa representa 5% de los ingresos para Grupo Energía de Bogotá.

Otra grande que se le “midió” al mercado centroamericano es Celsia, que en diciembre del año pasado tomó el control de activos de la multinacional francesa GDF Suez, que adquirió en Panamá y Costa Rica por US$840 millones en agosto de 2014, operación con la que inició su expansión internacional.

Juan Guillermo Londoño, presidente saliente de la organización, asegura que a la fecha los resultados han estado alineados con el plan de negocios definido. Hoy esta operación representa alrededor de 30% de la capacidad instalada, 25% de los ingresos y 20% en la contribución del Ebitda.

Celsia Centroamérica es el segundo generador en Panamá, con alrededor de 20% de participación de mercado y en Costa Rica es el quinto, con 49,5 megavatios de energía renovable no convencional, con el Parque Eólico Guanacaste.

Mineros hace lo propio y tiene centradas sus expectativas de crecimiento en Nicaragua. La compañía planea potenciar allí su operación con el fin de incrementar su producción y llevarla a representar –en un periodo de tres años– 50% de su operación total. En este momento representa cerca de 35%.

Para cumplir con su objetivo, destinará cerca de US$8 millones. Estos recursos tienen como meta modernizar la planta y mejorar los procesos.

En Orbis la operación en Centroamérica pesa 15% y por ello este año destinará US$5 millones para el posicionamiento de su marca Pintacasa, solo en Panamá, mercado en el que quiere consolidarse con el negocio de las pinturas, asegura su presidente Santiago Piedrahita.

Sin duda, en el mediano plazo esta región seguirá siendo atractiva para las organizaciones que ya no encuentran en mercados vecinos como Venezuela y Ecuador las oportunidades que antes tenían, y que avanzan en la conquista de nuevos mercados.

Cuota comercial

El comercio no se ha quedado atrás en su llegada a Centroamérica. Arturo Calle es una de ellas. En esta región, la compañía ingresó en 2012 y ha realizado una inversión cercana a los US$9 millones con la apertura de seis almacenes, además de US$900.000 en mercadeo. Hoy hace presencia en Panamá, Costa Rica y El Salvador y trabaja en un proceso de consolidación antes de realizar nuevas movidas.

http://www.dinero.com/edicion-impresa/negocios/articulo/expansion-empresas-colombianas-centroamerica/208519

Venezuela y el indispensable “golpe de timón”

Venezuela y el indispensable “golpe de timón”
Guillermo Almeyra 08/01/2016

El gobierno de Nicolás Maduro, que tenía algo más de la mitad de los votos cuando fue elegido tras la muerte de Hugo Chávez, acaba de ser derrotado tras perder el 12 por ciento de los electores y más de dos millones de votantes que antes apoyaban al chavismo. El proceso bolivariano, tan fundamental para Sudamérica, está en grave peligro.

Hasta ahora ni el gobierno ni los defensores acríticos de los gobiernos “progresistas” han hecho un balance serio de esta derrota que se produjo cuando Maduro llamaba a infligir una “derrota decisiva” a sus adversarios ni del vergonzoso fracaso del kirchnerismo argentino que creía ganar ya en la primera vuelta la elección de presidente. Tampoco hay un balance sobre la corrupción del Partido de los Trabajadores que da pretextos a la extrema derecha en Brasil, ni sobre las dificultades de Evo Morales en su referéndum sobre un tercer mandato consecutivo ni de Rafael Correa, que se enfrenta a los movimientos sociales.

Todos ellos- desde Maduro hasta sus defensores más ciegos- cuando mucho alegan que el imperialismo financia una feroz campaña de intoxicación de la opinión pública y, con sus agentes locales, quiere derribar al gobierno y que la mayoría de los medios de información locales- y la gran prensa capitalista internacional- han conseguido confundir a las mayorías populares. Pero esos argumentos esconden que del imperialismo y de la extrema derecha no se podía esperar otra cosa y que pedirles comportamientos democráticos equivale a rogar que un cerdo vuele y, además, que no es posible disfrazar las dificultades con una vociferante retórica nacionalista burguesa pues eso lleva a la pérdida del apoyo de vastos sectores populares chavistas o peronistas que votaron por la oposición para protestar por la pésima conducción económica, la escasez, la corrupción y el paternalismo decisionista.

Washington desempeña el papel de siempre; era necesario blindar el proceso bolivariano con una masiva participación obrera y popular y con la construcción de subjetividad anticapitalista en vez de reprimir cualquier muestra de independencia de los trabajadores y de mantener a todo vapor la sociedad consumista cuando era evidente que eso no era sustentable. Con todos los medios en contra, Chávez tenía sin embargo un aplastante apoyo popular y ganaba ese sostén, pese a todas las dificultades económicas, porque ofrecía la utopía posible de la construcción de gérmenes de doble poder de los trabajadores frente al poder estatal burgués, burocrático y nacionalista y llamaba a dar un Golpe de Timón que sustituyera el poder centralizado y verticalista del Estado capitalista por el poder de la base de la revolución.

La soberbia sectaria de quienes se creen únicos poseedores de la Verdad y califican a todos sus adversarios, sin distinguir matices, como enemigos, aliados o agentes del imperialismo o antipatriotas (como hacía Cristina Fernández, como hizo Maduro o hacen Correa y el vicepresidente boliviano García Linera) lo único que consiguen es arrojar en brazos de los verdaderos enemigos proimperialistas a quienes plantean que hay otras opciones diferentes de la línea “progresista” pero no son ni nunca fueron agentes imperialistas o contrarrevolucionarios fascistas y, por lo tanto, ante el insulto y la falsedad oficiales, pierden totalmente confianza en lo que dice el gobierno y en la disposición autocrítica de los “Líderes infalibles”.

Quienes acusaban de “enemigos del socialismo” a los críticos desde la izquierda de la burocracia soviética y de los países “socialistas” y decían que su crítica “servía al imperialismo” todavía hoy no se explican por qué nadie, ni siquiera los millones de afiliados a los partidos “comunistas” de esos gobiernos burocráticos, defendió esos regímenes ni tampoco porqué el estalinismo vacunó a pueblos enteros contra la palabra “socialismo”.

Por el contrario, en todo defensor ciego de los gobiernos progresistas hay un practicante del culto burocrático de la supuesta infalibilidad “de la conducción” que cree en el cartelito “no molestar al Conductor” y alaba sin cesar las “sabias” decisiones de éste sin siquiera ver las posibles consecuencias nefastas de las mismas ni sugerir algún cambio. Esos señores creen que los gobiernos y los “Líderes” son los sujetos de los cambios sociales y no los trabajadores mismos. Son antisocialistas y dificultan la ardua toma de conciencia anticapitalista de las grandes masas, que son las únicas que podrán combatir contra el imperialismo y construir colectivamente las bases del socialismo, eliminando las trabas burocráticas que existen en todo proceso revolucionario.

Cristina Fernández – que debería hacer un balance político de la derrota que preparó-está muda porque no sabe qué decir ya que ella personalmente, con sus decisiones y su política, organizó la victoria del sector burgués más ligado a las transnacionales. Maduro, en vez de reflexionar y apelar realmente a la enseñanza de Chávez combatiendo la burocracia y la boliburguesía, se apoya en ellas y en el conservadurismo nacionalista de las fuerzas armadas (a las que el imperialismo intentará ahora dividir) y en el aparato estatal, que es capitalista y, en vez de separar la protesta popular legítima de la dirección golpista y fascista de la mayoría de la oposición, insiste en meter a todos –obreros disconformes y capitalistas contrarrevolucionarios- en un mismo saco con marca estadounidense.

El proceso bolivariano sólo podrá recuperarse si, como el gigante Anteo al caer toma contacto con la tierra. Es posible esa recuperación y aún estamos a tiempo para el Golpe de Timón chavista. Pero es necesario recuperar la credibilidad demostrando la capacidad de dar curso a la movilización y la capacidad de poner orden de las masas mismas. Una lucha sólo burocrática contra la burocracia y los enemigos que la fomentan no es una “solución” y sólo lleva en cambio al suicidio político.

Argentina 2015: Claves de una derrota

Argentina 2015: claves de una derrota
(Por Atilio A. Boron)

El poder de la crítica y la crítica del poder

Lo que sigue es un intento de proponer algunos elementos que arrojen algo de luz sobre las causas y las consecuencias de la derrota del kirchnerismo. Ha transcurrido un mes desde ese fatídico 22 de Noviembre que sellara en las urnas el triunfo de Cambiemos. El paso del tiempo permite ver con mayor claridad algunas cosas que, en el momento, no siempre pueden ser percibidas con nitidez. Espero que estas líneas sean una contribución a un debate imprescindible e impostergable, que todavía está a la búsqueda de un espacio donde librarlo constructiva y fructíferamente.

Para ello se impone analizar lo ocurrido, yendo hasta la raíz de los problemas; llegando hasta el hueso, como dice el habla popular. No puede haber contemplaciones ni eufemismos. Pero la experiencia indica que el poder erige numerosos obstáculos a esta empresa. En el caso que nos ocupa, las críticas intentadas en relación a algunas de las políticas o decisiones tomadas por el kirchnerismo cuando era gobierno tropezaban con la réplica de los allegados a la Casa Rosada que decían que sólo servían para “confundir” o para “sembrar el desaliento y el desánimo” entre la militancia. En algunos casos, ciertos espíritus excesivamente enfervorizados descerrajaban un disparo mortal: la crítica “le hace el juego a la derecha”. Por consiguiente, aún cuando fueran expresadas con la intención de mejorar lo que debía mejorarse (y no con el propósito de debilitar a un gobierno que se lo apoyaba por algunas cosas que estaba haciendo bien) esas críticas, decíamos, estaban condenadas al ostracismo. Sólo sobrevivían en los pequeños círculos de los amigos, que compartían la preocupación de quien esto escribe, pero no pasaban de allí.

Conclusión: no llegaba a los oídos, o a los ojos, de quien debía llegar y las posibilidades de corregir un rumbo equivocado se perdían para siempre. La voz de orden era, pues, de acompañar el proceso y abstenerse de formular críticas o, en caso de hacerlo, cuidar que la misma no trascendiera más allá de un insignificante cenáculo de iniciados.

Si provocar el desánimo con la crítica era un pecado imperdonable no pareciera ser menos ahora el “hacer leña del árbol caído”, para decirlo con un aforismo de viaja data en nuestra lengua. Algunos fanáticos consideran una traición cualquier pretensión de hacer un balance lo más realista y equilibrado posible de la larga década kirchnerista una vez que, derrotada, Cristina Fernández de Kirchner volvió al llano y, supuestamente, se alista para su retorno. Es esto lo que también se señala en una nota de Mempo Giardinelli aparecida en estos días en Página/12: “las autocríticas son necesarias aunque a algunos les moleste y otros cuestionen la oportunidad”.[1] Entre ambas consignas –“no desanimar” y “no hacer leña del árbol caído”- naufraga la posibilidad de aportar una reflexión crítica en torno a una experiencia que, para bien o para mal, marcó con rasgos indelebles a la Argentina contemporánea. Razón demás para examinar lo ocurrido y, sobre todo, para comprender el origen de una derrota gratuita, que pudo ser evitada y que al no serlo condenó a millones de argentinas y argentinos a pasar, de nueva cuenta, por los horrores del neoliberalismo duro y puro, cosa que ya estamos viendo.

Un pensador revolucionario, anticapitalista, comunista, está obligado por una suerte de juramento hipocrático a decir la verdad, a cualquier precio. La “crítica implacable de todo lo existente” fue una de las divisas teóricas y prácticas de Marx y Engels. Y tras sus huellas, Antonio Gramsci hizo suya la máxima de Romain Rolland (“la verdad es siempre revolucionaria”) y desde sus años juveniles en L’Ordine Nuovo la redefinió en un sentido colectivo: “decir la verdad y llegar juntos a la verdad”, como acertadamente lo recordara Francisco Fernández Buey.[2] Una crítica que es fundamental para examinar los errores y para, aprendiendo de los mismos, asegurarnos que no vuelvan a ser cometidos en el futuro. La historia sigue su curso y seguramente habrá nuevas instancias en donde las clases populares se enfrenten a alternativas similares a las que se vivieron en los años del kirchnerismo. Por eso es preciso el análisis y la crítica, el diagnóstico certero y la propuesta superadora. Una verdad construida entre todos. De lo contrario, si persistiéramos en conformarnos con el relato oficial, las explicaciones convencionales y las ilusiones y fantasías con las cuales se pavimentó el camino del fracaso estaríamos fatalmente condenados a la eterna repetición de lo ya vivido.

Los hechos

Partamos del reconocimiento de algunos hechos básicos. Primero que nada, admitir que no ganó Cambiemos sino que perdió el Frente para la Victoria. Ningún gobierno peronista pierde una elección nacional, y menos por poco más de dos puntos porcentuales. Eso no existe en el ADN del peronismo. Si tal cosa ocurrió fue por una insalubre mezcla de diagnósticos equivocados, pasividad de la dirigencia (que no militó la candidatura de Scioli ni aseguró la presencia de fiscales en las mesas electorales, increíblemente ausentes en distritos de nutrida votación peronista) y soberbia presidencial.

El resultado de esta nefasta combinación de factores fue la mayor derrota jamás sufrida por el peronismo a lo largo de toda su historia. Siendo gobierno perdió la nación, la provincia de Buenos Aires y no pudo conquistar a la ciudad de Buenos Aires. También perdió Mendoza y Jujuy, antes había perdido el otro bastión histórico del peronismo: la provincia de Santa Fe, y nunca pudo hacer pie en Córdoba. Algunos replicarían diciendo que Ítalo Luder fue desairado en las presidenciales de 1983, cuando a la salida de la dictadura Raúl R. Alfonsín se alzó con la victoria. Pero Luder no era gobierno; aspiraba a serlo pero no estaba en la Casa Rosada. No ganó, pero no perdió nada porque nada había ganado. Lo ocurrido con Cristina Fernández de Kirchner, en cambio, no tiene precedentes en la historia del peronismo. Este había sido desalojado del poder por la vía del golpe militar en dos oportunidades: 1955 y 1976. El peronismo en su versión menemista fue vapuleado en 1999 por la Alianza, pero en esta participaba otra versión del peronismo, el Frepaso. Y, además, si bien Eduardo Duhalde se vio postergado por el imperturbable Fernando de la Rúa, el Partido Justicialista retuvo el bastión histórico del peronismo: la crucial provincia de Buenos Aires, imponiendo la candidatura de Carlos Ruckauf. Ahora, en cambio, se perdió todo. Y tal como ocurriera en 1955 y 1976, las estructuras dirigentes del peronismo en este caso el Frente para la Victoria, La Cámpora, Unidos y Organizados, el Partido Justicialista y la CGT oficial fueron fieles a la tradición y se borraron antes de la partida decisiva. Una deplorable recurrencia histórica que no debiera pasar desapercibida para quienes aspiran reconstruir un gran frente opositor con esos mismos componentes.
Ante una catástrofe política de estas proporciones, que siguiendo una vieja práctica muchas figuras del kirchnerismo han procurado minimizar, se impone la necesidad de aprender de la experiencia y de identificar las causas de lo ocurrido.

No se trata aquí de atribuir culpas, categoría teológica ajena al materialismo histórico, sino de ponderar y asignar responsabilidades. Y en este terreno la responsabilidad principal, aunque no exclusiva, le cabe a la jefa indiscutida del movimiento, algo también señalado en la nota de Giardinelli. Fue CFK quien armó la fórmula presidencial, las listas de legisladores nacionales y provinciales, designó a los candidatos a las gobernaciones y las intendencias y hasta la última semana de la campaña estableció el tono de la misma. No estamos diciendo nada nuevo sino simplemente reproduciendo lo que, en voz baja, murmuran kirchneristas “de paladar negro”, contrariados y disgustados por la suicida arbitrariedad de su jefa. La responsabilidad de Cristina, por lo tanto es enorme, pero no es exclusiva. No es mucho menor la que recae sobre el “entorno” presidencial: ministros, asesores, hombres y mujeres de confianza que incumplieron su obligación de informarle con veracidad y advertirle del curso autodestructivo de algunas de sus decisiones. Su misión era señalarle que, por ese rumbo, el proyecto se encaminaba hacia una derrota histórica. No quiero ser injusto porque me consta que hubo quienes, en ese entorno, trataron de hacer llegar la voz de alarma. Pero la arrolladora personalidad de Cristina y su sordera política hicieron imposible la transmisión de ese mensaje, y su círculo inmediato fracasó en evitar el desastre.

Puede llamar la atención la gravitación que se le atribuye en este análisis al “estilo personal de gobernar” de la ex presidenta. Apelo a esta expresión forjada por un gran intelectual mexicano, Daniel Cosío Villegas, quien la utilizara en su estudio sobre el sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez en México (1970-1976). En las páginas iniciales nuestro autor dice algo que se ajusta bastante bien a lo ocurrido en la Argentina durante el gobierno de CFK. Dice Cosío Villegas que “puesto que el presidente de México tiene un poder inmenso, es inevitable que lo ejerza personal y no institucionalmente, o sea que resulta fatal que la persona del presidente le dé a su gobierno un sello peculiar, hasta inconfundible. Es decir, que el temperamento, el carácter, las simpatías y las diferencias, la educación y la experiencia personales influirán de un modo claro en toda su vida pública y, por lo tanto, en sus actos de gobierno”.[3] Reemplácese México por Argentina (con la salvedad hecha en la nota al pie) y el diagnóstico conserva toda su validez para describir la gestión de CFK y su personalísimo estilo de gobernar, con sus virtudes y sus defectos, sobre todo para sortear las trampas de la coyuntura política. Estilo personalísimo exaltado por sus seguidores como el corolario inexorable de su indiscutible liderazgo del movimiento nacional justicialista y vilipendiado por sus críticos como un atropello a los principios fundamentales del orden republicano.[4]

Volveremos sobre este asunto hacia el final de este ensayo. Lo cierto es que el resultado de esta derrota fue la irrupción en las alturas del estado argentino de una coalición de derecha, Cambiemos, cuya columna vertebral es el PRO, un partido auspiciado por diversas agencias federales del gobierno de Estados Unidos –como la NED, el Fondo Nacional para la Democracia; o la USAID, y otras por el estilo- o por ONGs internacionales que actúan eficaz si bien indirectamente en la región a través de la mediación de dos lenguaraces hispanoparlantes: José M. Aznar, desde España y Álvaro Uribe en Colombia. Son ellos a quienes el imperio les asignó la tarea de coordinar y administrar financieramente el proyecto de reinstalar a la derecha en el poder en la región, para lo cual promovieron la modernización de las arcaicas derechas latinoamericanas, renovaron sus vetustos cuadros y estilos comunicacionales y desplegaron una fenomenal campaña de articulación continental de medios de prensa que, con tono invariablemente monocorde hostigan a los gobiernos de izquierda o progresistas de la región a la vez que ensalzan los grandes logros democráticos y sociales de México, Colombia, Perú o Chile. En la pasada elección presidencial los estrategos de Cambiemos se las ingeniaron para aglutinar en torno a su candidato a políticos y militantes procedentes del peronismo y, en gran medida, de la casi difunta Unión Cívica Radical. Dado lo anterior Cambiemos será un hueso duro de roer para los sectores populares en la Argentina porque a diferencia de sus predecesores cuenta con el apoyo de una poderosa coalición conformada por la clase dominante local, la oligarquía mediática, “la embajada” y el capital internacional. No hay que equivocarse. Cambiemos es mucho más que un conglomerado meramente local; es la expresión nacional de la contraofensiva del imperialismo; es su bien afilada punta de lanza utilizada para cortar de cuajo el eje Buenos Aires-Caracas. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, en la actualidad Argentina se ha convertido en una pieza importante en el tablero geopolítico del hemisferio cuyo control Estados Unidos ansía recuperar lo antes posible. Una Argentina que asuma integralmente, como lo ha hecho el nuevo presidente, la agenda de Estados Unidos para la región (agredir a Venezuela, cosa que hizo en la reunión de presidentes del Mercosur en Asunción; enfriar las relaciones con Bolivia, Cuba y Ecuador; tomar distancia de China y Rusia; apoyar la fantasmagórica Alianza del Pacífico y el Tratado Trans Pacífico; “reformatear” en clave ultraneoliberal al Mercosur; sabotear a la UNASUR y a la CELAC, etcétera) es una valiosa ayuda en una coyuntura internacional tan erizada de peligros como la actual. No sólo para facilitar la erosión de la Revolución Bolivariana en Venezuela, como se comprobó en las elecciones que tuvieron lugar en ese país el pasado 6 de Diciembre, sino también para aumentar la presión destituyente sobre Dilma Rousseff. El expresidente brasileño Fernando H. Cardoso había anticipado, a comienzos de Noviembre, que un triunfo de Macri facilitaría el desplazamiento de Dilma.[5] Y eso es lo que ha venido ocurriendo. Por eso la Argentina ha adquirido ante los ojos de Washington una importancia que, me atrevería a decir, jamás había tenido antes. Cierra el perverso triángulo, hasta ahora incompleto, con Aznar y Uribe; debilita a Maduro y facilita la destitución de Dilma y dispara en la línea de flotación de la UNASUR y la CELAC. Por eso los voceros del imperio, aquí y allá, han prometido una ayuda financiera muy significativa para “bancar” los primeros meses del gobierno de Macri y colaborar con él en su cruzada restauradora. Y hasta ahora, a dos semanas de la asunción del nuevo presidente, han cumplido y nada hace suponer que Washington abandonará esta postura en los próximos años.[6]

Interpretaciones

La del kirchnerismo es la primera derrota de un gobierno progresista o de centroizquierda en Latinoamérica desde el triunfo iniciático de Chávez en Diciembre 1998. Hacía tiempo que muchos observadores venían pronosticando un “fin de ciclo” progresista. ¿Será el triunfo de Macri el punto de no retorno de un proceso involutivo regional, o se trata tan sólo de un traspié, de un retroceso temporario?[7] Difícil de prever, aunque dejo sentada mi discrepancia con muchos diagnósticos catastrofistas. Dejemos por ahora esta discusión de lado para adentrarnos en la explicación de la derrota. En este terreno es necesario distinguir dos órdenes de factores causales: algunos de carácter económico, más mediatos y generales, resultantes de ciertas decisiones macroeconómicas tomadas por el gobierno de CFK que debilitaron su fortaleza electoral; y otros, mucho más inmediatos y vinculados a la campaña electoral.
a) Las causas mediatas
La tan mentada “profundización del modelo” quedó a medio camino. Más allá de la nebulosa que rodeaba esa consigna, y que la tornaba incomprensible para muchos, lo cierto es que esa profundización, seguramente por el costado de una mayor redistribución de riqueza e ingresos, control de los oligopolios, reforma tributaria, estricta regulación del comercio exterior y de los flujos financieros, entre otras materias, no tuvo lugar. Esto no equivale a desconocer los importantes cambios que hubo en la sociedad y la economía argentinas, muchos de ellos importantes y positivos aunque otros no tanto. Desgraciadamente, las pesadas herencias del neoliberalismo siguieron haciéndose notar durante los años del kirchnerismo, en algunos casos de forma un tanto atenuada. Pero lo que quedó en pie –la debilidad del estado y su reducida capacidad para regular mercados y corporaciones, la precarización laboral, la inequidad tributaria, la extranjerización de la economía, la vulnerabilidad externa- es más que suficiente como para descartar las fantasías alentadas por algunos aplaudidores oficiales y que aseguraban que países como la Argentina o el Brasil habían entrado en las serenas aguas del “posneoliberalismo.” Ojalá hubiera sido cierto, porque no estaríamos como estamos en estos dos países.
Pero no es la intención de estas líneas analizar al modelo económico del kirchnerismo. Sí quiero llamar la atención sobre algunos componentes de su política económica que impactaron negativamente sobre el electorado kirchnerista.
En primer lugar la inflación, que devaluó la enorme inversión social realizada por el gobierno y castigó sobre todo a los sectores populares, cosa archisabida en la experiencia argentina. Se demoró mucho tiempo en iniciar un combate, que recién lo lanza el ministro Axel Kicilloff con el programa “Precios Cuidados” y que obtuvo un éxito nada desdeñable. Se cayó en el craso error de pensar que cualquier política antiinflacionaria debería inevitablemente ser de cuño neoliberal. Y la inflación encima de todo pésimamente medida por el INDEC y peor anunciada mes a mes por el gobierno carcomió sin pausa los bolsillos populares y, peor aún, la credibilidad de un gobierno que propalaba cifras que no eran creíbles y que provocaban una mezcla sarcasmo y furia entre los más pobres, los más afectados por el continua alza de los precios. La apoteosis llegó pocos meses antes de las elecciones cuando el Jefe de Gabinete aseveró que los índices de pobreza de la Argentina (5 %) eran inferiores a los de Alemania, lo cual acentuó aún más la bajísima credibilidad que tenían las estadísticas oficiales. Así, mientras el gobierno alardeaba con índices anuales de inflación en el orden del 10 % el Ministerio de Trabajo homologaba convenios colectivos, pactado entre sindicatos y la patronal, con aumentos salariales que oscilaban en torno al 28 %, en un tácito reconocimiento de cuál era la realidad de la inflación en la Argentina. Una eficaz política antiinflacionaria, heterodoxa, hubiera evitado ese desgaste económico y político. Pero para ello era preciso hincar el diente sobre la concentración oligopólica de los formadores de precios de la economía argentina, algo que el kirchnerismo no quiso, no pudo o no supo hacer.

En segundo lugar, el empecinamiento de la Casa Rosada en mantener ese absurdo impuesto denominado “Ganancias” y que pagan los trabajadores (un poco) mejor remunerados. Su sólo nombre, “Ganancias”, de por sí equivale a una provocación porque se aplica a sueldos y salarios, no a la rentabilidad de las empresas. Pese a los incesantes y unánimes reclamos exigiendo la derogación de tan impopular tributo, que para colmo al no ajustarse el mínimo no imponible por la inflación abarcaba a un número cada vez mayor de contribuyentes cautivos, este impuesto fue caprichosamente sostenido por el gobierno. Cifras oficiales confirman que en el año 2014, último para el cual existen datos, pagaron este impuesto poco más de un millón de asalariados, o el 11 % de los trabajadores registrados (“en blanco”) que había ese año en la Argentina. ¿Quiénes fueron, más específicamente, los afectados? Principalmente a los votantes del kirchnerismo, reclutados entre las capas medias (profesionales, maestros, empleados de comercio, de la administración pública, etcétera) y los niveles superiores de la clase obrera, que veían injustamente recortados sus ingresos mientras que las grandes fortunas y los grandes capitales encontraban numerosos resquicios legales para eludir el pago de impuestos. O, como en el caso de los jueces y los trabajadores empleados en el sector judicial, que estaban exceptuados por ley del pago de ese tributo. En suma: inflación más ganancias fueron decisivos a la hora de recortar la base social del kirchnerismo y, tal vez en mayor medida aún, en aplacar el entusiasmo militante de años anteriores o desatar un sordo resentimiento que, poco después, se expresaría en las urnas.
Tercero: el dólar. En efecto, la introducción de las restricciones a la compra de dólares golpearon fuertemente a los sectores medios, mayoritariamente volcados a favor de CFK en las elecciones presidenciales del 2011. Con las limitaciones establecidas por el gobierno en los últimos cuatro años –en lo que la prensa hegemónica no tardó en caracterizar como el “cepo cambiario”- aquellas capas y clases sociales intermedias se encontraron sin capacidad de ahorrar en dólares, en un país en donde la inflación crónica no ofrece demasiados instrumentos de ahorro fuera del dólar y en donde automóviles, viviendas y la tierra se cotizan abiertamente en dólares. Esto dificultó, a veces hasta impidió, que muchos votantes del kirchnerismo pudieran acceder a las pequeñas cantidades de dólares con las que procuraban juntar el dinero para entrar en un plan de pagos de un pequeño departamento, para adquirir un automóvil, o para remitir a una hija que, como producto de las políticas educativas del kirchnerismo, estuviera estudiando en el exterior, para no mencionar sino ejemplos bien conocidos de estos problemas. El “cepo”, en cambio, no perjudicó en lo más mínimo a las grandes fortunas o a las grandes empresas, que siguieron adquiriendo y fugando dólares sin dificultades. Se calcula que en los últimos diez años salieron del país 100.000 millones de dólares, y no precisamente fugados por los pequeños ahorristas. Esta absurda restricción, cuyos efectos recesivos saltan a la vista habida cuenta del elevado grado de internacionalización de los procesos productivos en la Argentina, podría haberse evitado introduciendo rigurosas regulaciones en el comercio exterior. Téngase presente que este país exportó, unos 60.000 millones de dólares como promedio anual entre el 2002 y el 2014, con picos en torno a los 80.000 millones, de modo que mal se podría decir que “no había dólares.” Los había, pero en manos de un pequeño círculo de exportadores, principalmente agropecuarios y mineros. Regulaciones, decíamos, tal como las que en los años cuarenta introdujera Juan D. Perón enfrentado a una situación similar, claro que con las necesarias actualizaciones exigidas por la nueva fase del desarrollo capitalista. Pero no se hizo, de ahí la restricción en el mercado cambiario y sus nefastas consecuencias políticas.

b) Causas inmediatas: el interminable catálogo de errores de campaña
A los factores señalados más arriba se sumaron una serie de graves errores cometidos antes y durante la campaña electoral del oficialismo.
Antes, en efecto, al haber combatido ferozmente a quien a la postre sería el único candidato viable, posible, presentable que tenía el kirchnerismo. No era el preferido por las bases kirchneristas, pero no había otro. Me refiero, naturalmente, a Daniel Scioli. No sólo Cristina Fernández de Kirchner no perdió ocasión de humillarlo y hostigarlo durante ocho años, casi hasta las semanas finales de la campaña cuando la suerte estaba echada, sino que el entorno presidencial se solazó en hacer lo propio, en una especie de demencial competencia para ver quien disparaba los dardos más afilados y mortíferos contra el único político que podía haberles evitado la debacle. Pocas veces se vio una demostración de estupidez política tan grande como la que los argentinos presenciamos este año. Y el tema venía de antes, porque a nadie se le escapa que la prodigalidad con que CFK transfería fondos a otras provincias –sobre todo a Santa Cruz, de nula gravitación electoral- no se repetía en el crucial caso de la provincia de Buenos Aires, histórico bastión del peronismo que no debía rifarse en una absurda pugna para evitar que Scioli se presentase en la carrera por la presidencia avalado por una aceptable gestión en su provincia. La lógica, para llamarla de algún modo, parecía ser la siguiente: si no hay otro candidato entonces que sea Scioli, pero si es Scioli que llegue con lo justo, no sea cosa que acumule demasiado poder. Y si llega a la Casa Rosada ¡en ningún caso con más del 54 % de los votos que obtuvo CFK en 2011!, y que quede claro que llegó gracias a la presidenta. Pero el asunto era mucho más complicado y desafiaba esas simplistas elucubraciones. Ya en las legislativas del 2009 Francisco de Narváez había derrotado al FpV en la provincia, ¡a una lista encabezada nada menos que por Néstor Kirchner y Daniel Scioli! La formidable elección de Cristina en el 2011 repotenció la soberbia oficial, y muchos cayeron en la ilusión de una provincia de Buenos Aires eternamente kirchnerista. La elección parlamentaria del 2013 propinó un golpe durísimo a esas ensoñaciones: victoria de Sergio Massa con 44 % de los votos y derrumbe de la estrategia oficial de alcanzar la reforma constitucional que habilitara la “re-re” de CFK. La derrota del 2015 en la provincia, por lo tanto, no fue un rayo en un día sereno. Estaba en el horizonte de lo posible, pero la ceguera del oficialismo no se percataba de ello. Se veía venir, pero cono dice la sabiduría popular, “una cosa es verla venir y otra mandarla a llamar.” Bastaba para ello con algún pequeño paso en falso. En lugar de uno fueron varios, como veremos a continuación.
Segundo. Los dioses parecían sonreírle al kirchnerismo cuando Martín Lousteau irrumpió inesperadamente en la elección por la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires obligando al candidato macrista, Horacio Rodríguez Larreta, que no pudo ganar en primera vuelta, a enfrentar un amenazante balotaje. En ese momento la carrera presidencial de Macri pendía de un delgado hilo porque si Lousteau, a la cabeza de un heterogéneo conglomerado de fuerzas, lograba arrebatarle la CABA al macrismo el futuro del jefe político del PRO entraría en un cono de sombras del cual le sería extremadamente difícil salir para las presidenciales de Octubre. Sin embargo, en lugar de sumar fuerzas para lograr la estratégica derrota del PRO en la ciudad capital de la Argentina la conducción del FpV se refugió en un discurso fundamentalista y bajo el argumento que uno y el otro eran iguales, que Lousteau era lo mismo que Rodríguez Larreta, se abstuvieron de orientar a sus seguidores para que apoyaran a aquél para, de ese modo, descargar un golpe de nocaut al macrismo. Una parte importante de la militancia y seguidores del FpV hizo caso omiso de la directiva de sus líderes y entendió mejor que ellos como era la jugada y que el voto táctico por Lousteau era lo que correspondía hacer. Una vez más la base superó en inteligencia política a la conducción. Pero, desgraciadamente, la vacilación de la Casa Rosada hizo que este último esfuerzo no fuera suficiente y el macrismo se impuso por apenas un 3 % de los votos, siendo derrotado en 9 de las 15 comunas en que se divide la ciudad de Buenos Aires. Como es bien sabido, hay notables paralelismos entre la lucha militar y la lucha política. Sun Tzu, el padre de la estrategia militar desde el siglo V antes de Cristo, recomienda, en su notable El Arte de la Guerra, que se “ataque al enemigo cuando no está preparado, y aparezca allí donde no es esperado. Para un estratega éstas son las claves de la victoria.” Los mariscales del FpV parece que no lo leyeron. Si lo hubieran leído y aplicado las enseñanzas del gran general chino a la coyuntura del balotaje porteño probablemente la situación de la Argentina, y de América Latina, sería hoy bien diferente.
Tercero, luego de algunos titubeos se optó por completar la fórmula presidencial con la candidatura de Carlos Zannini como vice. No fue Scioli quien eligió a su compañero sino CFK quien, por su cuenta o pésimamente asesorada, impuso a su hombre de la más estricta confianza con la misión de asegurar que, en la ya descartada exitosa sucesión presidencial, Scioli no se desviaría del rumbo trazado por la presidenta y sería, en efecto, el candidato “del proyecto” y manejado a control remoto por ella. No bastaba para asegurar la sumisión de Scioli al liderazgo tras bambalinas de CFK la nutrida presencia de diputados y senadores kirchneristas en el Congreso, o el ya descontado control de la estratégica provincia de Buenos Aires. En el enrarecido microclima de la Casa Rosada prevalecía la obsesión por garantizar la total obediencia del seguro sucesor de Cristina imponiendo el nombre del vicepresidente, ignorando, por lo visto, que este cargo es poco menos que ornamental y de carácter eminentemente decorativo en regímenes presidencialistas como los de Latinoamérica. Y esto no sólo en nuestros países: ¿quién se acuerda de los nombres de los vicepresidentes recientes de Estados Unidos? ¿Alguien podría identificar a Joe Biden, actual vice de Obama, en una fotografía? En síntesis: un gesto absurdo y gratuito. Esta fórmula, “kirchnerista pura” apaciguaba seguramente la ardiente incertidumbre del entorno, pero tenía un fatal talón de Aquiles cuyo ominoso desenlace se pondría en evidencia en la primera vuelta de la elección presidencial cuando obtuvo dos puntos menos que los obtenidos en las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias). La esperanza de superar el umbral del 40 % de los votos y obtener más de 10 puntos porcentuales de diferencia con Macri probó ser una ingenua ilusión alimentada ¿inocentemente? por los encuestólogos y la razón es clarísima: la fórmula carecía de capacidad expansiva, no incorporaba un solo votante más, no captaba absolutamente ningún elector independiente o indeciso, por más que simpatizase en general con las políticas del kirchnerismo o se sintiera atraído por su solidaridad con Chávez, Maduro, Evo, Correa o la Revolución Cubana y, por lo tanto, carecía de potencialidad de crecimiento. Un error mayúsculo que podría haber sido evitado si Scioli elegía (él, no Cristina) un compañero de fórmula si no atractivo al menos digerible para otros sectores que no fueran los “cristinistas”. Y había varios que podían haberlo acompañado.
Cuarto error: la obcecación por imponer como candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires al por entonces Jefe de Gabinete de Ministros de CFK, Aníbal Fernández. Este era un hombre que tenía el más elevado nivel de rechazo en la provincia y su ladero en la fórmula, Martín Sabatella, era el segundo más rechazado. No interesa, para los fines de este análisis, discernir cuáles eran los fundamentos de estos rechazos, si obedecían a problemas reales o a una pertinaz campaña mediática, que a mi juicio fue determinante. Lo cierto es que esta surtió efecto, pero la Casa Rosada no extrajo las correctas consecuencias del caso. La fórmula Fernández-Sabatella también irritó a muchos sectores del peronismo bonaerense (que no ahorraron municiones en el “fuego amigo” a la cual la sometieron). Por lo tanto, rechazo a nivel de la opinión pública y también en los cuadros del PJ. Resultado: se socavó el apoyo a Scioli y dejó servido en bandeja para el macrismo el principal distrito del país. Algunos informantes muy calificados dicen sotto voce que el Papa Francisco habría asegurado un discreto apoyo al sciolismo (cosa que lo hizo, elípticamente, al declarar poco antes de la elección, “Voten a conciencia, ya saben lo que pienso”) y sugerido la conveniencia de que un hombre como Julián Domínguez, muy allegado a la Iglesia y su obra pastoral en el conurbano bonaerense, fuese el candidato a gobernador. Aparentemente la Casa Rosada tenía otras prioridades y su pedido fue desoído.
Quinto, el interminable internismo al interior del kirchnerismo, o como lo denominaran algunas de sus víctimas, “el fuego amigo.” Innumerables ejemplos demuestran los alcances a que llegó ese proceso. Un día Scioli hace duros planteos en relación al FMI, y al día siguiente el Ministro de Economía Axel Kicillof aparece en una foto de lo más amable con la Directora Gerente del FMI, la Sra. Christine Lagarde. Un grupo de La Cámpora instala una sombrilla en una esquina porteña y reparte volantes con la lista de los candidatos a diputados por el FpV, sin incluir referencia alguna a Scioli. En la esquina de enfrente, la “ola naranja” del sciolismo instala otra mesa y sombrilla y volantea a favor de Scioli, ninguneando a los candidatos a diputados de la misma agrupación política. O se hacen ¡dos actos de cierre de campaña en el Luna Park: uno para la lista de los diputados y otro para Scioli! Difícil convencer a la gente que vote a un espacio político surcado por contradicciones tan flagrantes.
Sexto y último (aunque se podría seguir con muchos otros ejemplos de este tipo): contrariamente a todo lo que indican los estudios sobre el tema, el kirchnerismo adoptó un estilo de campaña negativa que, desde la derrota de Pinochet en el referendo de 1980, cayó completamente en desuso y no por razones éticas sino porque sencillamente no funciona y termina convirtiéndose en un boomerang. Pinochet lanzó una campaña de ese tipo contra los partidos herederos de la Unidad Popular de Allende, y perdió categóricamente. A partir de ese momento los estudios sobre las campañas políticas coincidieron en señalar los muy limitados alcances y los peligros de una campaña montada sobre la satanización del adversario. De hecho, la imagen que transmitió Scioli era la de un hombre cuya única misión era demostrar lo malo que era Macri, lo pernicioso que sería su gobierno y su inconmovible e incondicional defensa de Cristina. Su campaña estaba dirigida hacia atrás, a defender la “década ganada” y no a proponer cuáles serían los lineamientos generales de su programa de gobierno. No había el menor atisbo de que su comando de campaña hubiese percibido que vastos sectores de la sociedad querían un cambio, cosa que los astutos planificadores estratégicos de Cambiemos advirtieron con mucha antelación. Es cierto: había un absurdo que fomentaba una actitud negligente en relación a esta demanda de cambio porque, cuando consultada, la mayoría no sabía que era lo que quería cambiar y en qué dirección impulsar el cambio. Pera esa demanda: oscura, visceral, mezcla de aburrimiento y de hastío pero mediáticamente formateada estaba allí y había que tener una respuesta. El sciolismo no la tuvo. Sólo después del debate con Macri, el domingo 15 de Noviembre y a una semana del balotaje, Scioli empezó a asumir esta necesidad de cambio y desmarcarse de la tutela de Cristina. Pero ya era demasiado tarde.
Dificultades del cálculo y la previsión políticas.
A todo lo anterior es preciso agregar algunos otros factores que coadyudaron para producir la debacle del 22-N. El ya mencionado abandono del que fue víctima Scioli por parte de las organizaciones del kirchnerismo es uno de ellos. Otro, sin duda, fue la caprichosa política seguida en relación a la provincia de Córdoba y que tuvo como efecto la devastadora derrota de Scioli a manos de su oponente, que en ese distrito obtuvo la ventaja decisiva para asegurar su victoria. Hay quienes en el FpV sostienen que la pasividad con que el oficialismo enfrentó el desafío electoral obedecía al cálculo ya mencionado: asegurar un triunfo de Scioli pero ajustado, jamás superior al 54 % obtenido por CFK en el 2011. De no ser posible la victoria del oficialismo, un triunfo de Macri no sería visto con demasiada preocupación porque las bancadas del FpV en el Congreso y la gravitación del gobierno de la provincia de Buenos Aires serían suficientes para establecer límites muy estrictos a lo que pudiera hacer el candidato de Cambiemos si resultara vencedor de la contienda. En los dos casos el supuesto era que ambos gobiernos serían de corta duración y facilitarían el triunfal retorno de CFK a la Casa Rosada, emulando una rotación como la que había retornado a Michelle Bachelet a La Moneda luego del interludio de Sebastián Piñera. Pero algunas mentes afiebradas iban más lejos y creían que no sería necesario esperar cuatro años ya que el deterioro tanto de Scioli como de Macri se produciría en dos años como máximo. Por supuesto, dada la elevada volatilidad de la política argentina son muy pocas las hipótesis que pueden ser descartadas de antemano pero, hasta ahora, lo que ocurrió parecería desbaratar sin clemencia estos pronósticos y esto por dos razones: uno, porque la lealtad de los miembros del Congreso ha sido tradicionalmente muy vulnerable a la influencia de la Casa Rosada y los gobernadores provinciales, siempre necesitados del auxilio financiero que sólo aquella puede prestar y que puede torcer las voluntades más firmes de diputados y senadores. No es lo mismo jurar lealtad a Cristina cuando ella está en la Casa Rosada y cuando está en El Calafate. Y segundo porque, además, el refugio estratégico que ofrecía la provincia de Buenos Aires para capear el transitorio temporal político en el plano nacional quedó sepultado bajo el inesperado aluvión de votos que catapultó a María Eugenia Vidal a la gobernación bonaerense.
Dado este cúmulo de errores, notable por su número y su calidad, surge de inmediato la pregunta acerca de cómo fue entonces posible que Scioli terminara el balotaje con casi un 49 % de los votos. La respuesta es la siguiente: ante el resultado del debate que tuvo lugar una semana antes de la segunda vuelta, de donde emergió claramente la inminencia de un posible triunfo de Macri, se produjo un verdadero “ataque de pánico” en el difuso pero amplio espacio de la progresía y sectores de la izquierda, hasta ese momento confiados en la certeza del relato oficial que anticipaba una fácil victoria del candidato kirchnerista, inclusive en la primera vuelta. Tan convencidos estaban de esto que algunos hasta se podían dar el lujo de militar el voto en blanco, una típica maniobra del “polizón” en teoría de los juegos: dejarle al resto de la sociedad la penosa tarea de “votar desgarrados” a Scioli, como lo señalara con lucidez Horaco González, mientras los votoblanquistas se iban a dormir con su conciencia revolucionaria en paz y los otros regresaban maldiciendo haber tenido que votar a un candidato que no querían pero preferían a Macri. En la noche del debate una centella recorrió el campo de la progresía y la izquierda, y la constatación de la catástrofe que se avecinaba provocó la espontánea movilización de vastos sectores de la sociedad civil que ante la imperdonable deserción del FpV, La Cámpora, UyO, el PJ y las organizaciones sindicales encuadradas en el kirchnerismo salieron a la calle imbuidos de un fervor militante como no se había visto desde las grandes jornadas de finales del 2001 y comienzos del 2002. Cabe decir que esa irrupción de las masas para revertir lo que aparecía como una inminente debacle electoral es una de las notas más promisorias y esperanzadoras de cualquier pronóstico sobre el futuro de la política argentina. Cosa que, por otra parte, también se manifestó en el acto de despedida a Cristina el 9 de Diciembre y las sucesivas autoconvocatorias a protestar contra las draconianas medidas de Macri en los primeros días de su gestión, como por ejemplo la que tuvo lugar en el Parque Centenario de Buenos Aires el domingo pasado para escuchar al ex ministro de Economía Alex Kicillof. Es ese espacio de autoconvocados y movilizados donde deberá trabajar la izquierda para construir esa alternativa que el kirchnerismo no supo ser.
Pese a los contornos pesimistas del análisis anterior es preciso reafirmar, una vez más, que la historia está abierta y que su incesante dialéctica puede desairar las previsiones mejor fundadas. Una cosa es el triunfo electoral de una coalición de derechas y otras muy distintas es que pueda llevar adelante su programa y realizar las transformaciones que estaban inscritas en su plataforma de gobierno. Por supuesto, esto tampoco puede ser descifrado como una reedición de la teoría de la irreversibilidad de los procesos transformadores: la triste experiencia del derrumbe de la Unión Soviética y su posterior regresión al capitalismo salvaje o la violenta interrupción de las experiencias progresistas o de izquierda en Guatemala (1954), Brasil (1964) o Chile (1973) son elocuentes muestras de que los progresos políticos que se experimentan en un momento pueden ser revertidos en un período posterior.

La autocrítica y la necesidad de realizar un balance del kirchnerismo

Antes de concluir es necesario dejar en claro que las páginas precedentes no pretendieron ser un balance de los doce años del kirchnerismo. Su objetivo ha sido más modesto: tratar de entender por qué se derrumbó una experiencia sociopolítica y económica que podía haber continuado su curso y profundizado las incipientes transformaciones que habían tenido lugar en ese período. Y, sobre todo, promover un debate hasta ahora inexistente, o que se lleva a cabo silenciosamente y en las sombras. Estas reflexiones finales pretenden acercar algunas ideas para un esfuerzo de síntesis y evaluación que necesariamente deberá ser colectivo. Fue y seguirá siendo motivo de intenso debate las razones por las cuales algunas fuerzas u organizaciones progresistas y de izquierda, el Partido Comunista entre ellas, apoyaron críticamente este proceso. El kirchnerismo, fiel expresión del peronismo, jamás tuvo una propuesta anticapitalista. Es más, sobre todo Cristina creía, y cree todavía, en un “capitalismo racional” o “capitalismo serio.” La izquierda, para ser tal, es necesariamente anticapitalista. Se opone a un sistema que condena a gran parte de la humanidad a vivir en la pobreza, la abyección y las guerras. Y, además, porque destruye como nunca antes a la naturaleza. El kirchnerismo no tenía la superación del capitalismo en su agenda, ni siquiera remotamente. ¿Por qué brindarle entonces un apoyo crítico? La respuesta no parece difícil de entender, o no debiera serlo: Néstor Kirchner sintonizó muy rápidamente, al inicio de su gestión, con el nuevo clima político regional inaugurado luego del ascenso de Hugo Chávez Frías a la presidencia de Venezuela en Enero de 1999. Se alineó rápidamente con el líder bolivariano y junto con Lula entre los tres protagonizaron la histórica derrota de Estados Unidos en Mar del Plata. Por otra parte, en el plano doméstico Kirchner avanzó en el juicio y castigo a los culpables de los crímenes de la dictadura y reformó con transparencia y espíritu democrático una Corte Suprema profundamente desprestigiada durante el menemismo. Su indocilidad ante el FMI también lo hizo merecedor del apoyo de las fuerzas de izquierda preocupadas por el nefasto papel jugado por el imperialismo en Nuestra América, algo que no todas las que se llaman socialistas o izquierdistas comprenden a cabalidad. Uno de los grandes enigmas de la política latinoamericana es la sistemática ceguera de un sector de la izquierda ante las multifacéticas políticas del imperialismo en la región. Teniendo en cuenta las duras realidades del tablero geopolítico mundial, ¿en qué otro lugar podía estar una fuerza de izquierda, más allá de las contradicciones propias de todo movimiento nacional, popular y democrático, sino en una alianza táctica con el kirchnerismo? ¿Podía la izquierda alinearse contra sus enemigos jurados, al lado la Sociedad Rural, “la embajada”, la oligarquía mediática y sus aliados? ¿O estar con las fuerzas políticas que le decían Sí al ALCA?

Es sabido que una experiencia de matriz peronista inevitablemente carece de la radicalidad que las condiciones actuales exigen. Además, sus contradicciones son inocultables: promoción del “capitalismo nacional” pero vigencia de las leyes de Inversiones Extranjeras y de Entidades Financieras de la dictadura militar; recuperación de YPF pero no como una empresa del estado sino como sociedad anónima, que puede sellar acuerdos secretos con otra sociedad anónima como Chevron; políticas de inclusión social como la Asignación Universal por Hijo pero mantenimiento de la regresividad tributaria; solidaridad latinoamericanista (que está bien) y protagonista del rechaza del ALCA pero sin ingresar al ALBA; denuncia de los que “se la llevan con pala” pero pasividad ante la fenomenal concentración del comercio exterior; crítica del capitalismo salvaje pero alianza con la Barrick Gold, Chevron y la Monsanto (que ahora adquirió la compañía que cuenta con el mayor ejército mercenario del planeta, la ex Blackwater, ahora llamado Academi) y así sucesivamente. Contradicciones que es preciso entenderlas dialécticamente, es decir, sin pensar que hay un “lado verdadero” y otro que es puro engaño. La realidad es mucho más compleja de lo que parece y desafía esas simplificaciones. No obstante, es justo reconocer que en la suma algebraica de puntos a favor y en contra, de aciertos y errores, hay un predominio de los primeros. La continuación de la obra iniciada por Néstor Kirchner bajo la conducción de CFK sirvió para profundizar en algunas cuestiones y abrir nuevos frentes de batalla. La Asignación Universal por Hijo o la extraordinaria expansión de la cobertura del régimen jubilatorio no son cuestiones menores, en línea con la estatización de la seguridad social establecida por Kirchner. Los progresos en otras áreas han sido también significativos, desde la temática del género y la identidad hasta la política científica y tecnológica, el ARSAT I y II y la expansión del sistema universitario público, una conquista no menor en momentos en que la privatización de la educación superior se está convirtiendo en la norma en América Latina. Insistimos en que no es el objetivo de este ensayo enumerar los logros y las asignaturas pendientes del kirchnerismo, esfuerzo que tendrá que hacerse en otro momento y que también deberá ser fruto de una tarea colectiva. Entre los logros no es un mérito menor de Cristina el haber tenido siempre la virtud de “salir por izquierda” frente a cada crisis. Por muchas razones, desde su personalidad hasta la debilidad de las fuerzas políticas que la apoyan, no pudo hacer lo mismo Dilma Rousseff en Brasil, cuya tendencia ha sido invariablemente la contraria: salir por derecha y hacer concesiones a sus enemigos. Apenas ayer intentó, con la salida del Ministro de Hacienda Joaquím Levy, escoger otro camino. Por el contrario, CFK nunca tuvo esas dudas. Mal o bien, pero salía por izquierda: la Ley de Medios es tan sólo el ejemplo más elocuente de ello.

Como decíamos más arriba, las características personales de Cristina jugaron un papel importantísimo. Dueña de una fuerte y avasallante personalidad, lo que fue un atributo positivo de su liderazgo para enfrentar desafíos prácticos durante su gestión resultó ser altamente contraproducente a la hora de conducir una estrategia política que le permitiera asegurar la victoria de su espacio político. A diferencia de Néstor, un carácter también altamente irascible pero que poco después de su estallido de furia reiniciaba el diálogo con quien antes había sufrido su iracundia, CFK fue absolutamente inflexible e irreconciliable con sus ocasionales adversarios y enemigos, mucho de los cuales habían sido sus antiguos aliados o compañeros. Su carácter le prodigó muchas rivalidades gratuitas que le costaron muy caro. Néstor también era un “peleonero”, pero era más bien un esgrimista dotado de una ductilidad política que le permitía rápidamente recomponer los puentes rotos por su furia. Tocaba con su florete a sus adversarios pero no los mataba. Cristina, en cambio, es una gladiadora: pelea a matar o morir, y no hay retorno después de cada combate. Por supuesto, muchos de sus adversarios reunían las mismas características y también actuaban con la lógica guerrera del gladiador. Y ella aceptaba el desafío y redoblaba la apuesta. El arte de la política, como decíamos más arriba, tiene muchos componentes del arte de la guerra. Pero no toda la política puede ejercerse apelando a la lógica la guerra. La “dirección intelectual y moral” tantas veces subrayada por Gramsci es su complemento necesario, que pocas veces Cristina se decidió a poner en práctica. Para colmo, si Néstor no era precisamente generoso con sus aliados, Cristina lo era mucho menos. Su concepción de las alianzas era una transposición del verticalismo peronista: un líder omnisciente y omnipotente, sordo e inapelable, que debía encuadrar una coalición en donde convivían peronistas con no peronistas de distintos colores políticos. Bajo este modelo organizativo era muy poco lo que se podía construir políticamente. Careció de la flexibilidad necesaria para conducir un espacio así de complejo y su notable inteligencia se tradujo con frecuencia en actitudes soberbias que limitaron casi por completo su capacidad para escuchar y para dialogar, aún con sus más estrechos colaboradores. “No hubo diálogo con los diferentes”, dice con acierto Giardinelli en la nota ya mencionada. Es cierto que no se hace la gran política sin “garra”, sin vísceras y sin la fuerza de la que hizo gala Cristina. Un político timorato jamás llegará demasiado lejos. Pero la gran política no puede reposar tan sólo en aquellos bravíos atributos. Hace falta, como lo recordaba Maquiavelo en su clásica imagen del centauro, la pasión mezclada con la razón. O la astucia del zorro, para saber sortear las trampas que le tienden sus enemigos, combinada con la fuerza del león, para liquidar un pleito una vez agotadas las vías del diálogo. Desgraciadamente CFK no logró plasmar esa combinación, y su superioridad por comparación con la mediocridad de la clase política exacerbó un narcisismo que le impidió escuchar a la sociedad o a sus aliados, o entender que ciertos rasgos de su estilo personal producían, también entre sus fieles, tanto rechazo como las adhesiones que lograban sus políticas públicas. Como decíamos más arriba, una importante cuota de responsabilidad en todo esto le cabe a un entorno que lejos de estimular una reflexión crítica sobre la realidad de su gestión se limitó a aplaudir y alabar, creyendo que de ese modo colaboraban con la presidenta. Privada de ese sano ejercicio de la crítica y la autocrítica no supo darse cuenta del cambio cultural que estaba madurando en la Argentina, en donde aún quienes se beneficiaban de la inversión social cada día resentían con más fuerza del clientelismo y la prepotencia de punteros e intendentes. Desconocía aquella sabia sentencia de raigambre martiana y que el político y jurista mexicano, Jesús Reyes Heroles sintetizó en una frase ejemplar: “en política, la forma es el fondo.” En sus frecuentes mensajes televisivos Cristina abusaba de un tono vehemente y confrontacional (¡y no es que no tuviera buenas razones para confrontar!) que era absolutamente “antitelegénico” y que producía un efecto contrario al buscado. En algunos casos llegó a producir cansancio, fatiga o hartazgo, inclusive dentro de la legión de sus seguidores. Un par de pequeñas historias ilustran esto con elocuencia: un humilde lustrabotas del microcentro porteño, un hombre entrado en años, venido de una provincia pobre de la Argentina le confiesa a uno de sus habituales clientes que había votado a Macri “porque estaba demasiado grandecito para soportar que la presidenta me retara en la televisión.” Otro: en un modesto almacén del conurbano su dueña debía apagar la televisión cada vez que comenzaba una cadena nacional porque su clientela ya no quería escuchar a Cristina. Y la mayoría estaba formada por beneficiarios de diversos programas sociales del gobierno. Dos pequeñas historias que autorizan a extraer una conclusión provisoria: el boom del consumo que el kirchnerismo alentó y cultivó como política de estado no crea hegemonía política, error en que cayeron todos los gobiernos progresistas y de izquierda en la región. Ni aquí, ni en Venezuela, ni en Bolivia. En ninguna parte. La hegemonía es resultado de la educación política, de la supremacía en la batalla de ideas, de la concientización al estilo de Paulo Freire, y no del mayor acceso a los bienes de consumo. Y, desgraciadamente, en las experiencias progresistas de la región la formación política de las masas no tuvo la prioridad que debía haber tenido. Se confió en la magia del mercado: accediendo a algunos bienes se suponía que los nuevos consumidores retribuirían con lealtad política. Pero esa conexión entre consumo y hegemonía política no funciona de esa manera. Tal vez funcione en una dirección contraria. En todo caso, las consecuencias están a la vista.

Mal se podrían subestimar los logros de la gestión de CFK y, en general, el de los doce años del kirchnerismo. Se puede discutir la idea de la “década ganada” porque hubo algunos pocos –ricos y poderosos- que ganaron mucho más que los demás, y otros que no ganaron nada. Se debe también examinar el tema de la corrupción, endémico en la Argentina desde Bernardino Rivadavia hasta hoy, y vinculada principalmente (pero no sólo) a la obra pública. Se puede someter a crítica las limitaciones ya señaladas del “modelo”. Pero dejó un país muy distinto al recibido que sería injusto desconocer. Otra pequeña historia también viene a cuento: estuve hace pocas semanas en San Salvador de Jujuy. Hace unos pocos años caminar por la plaza céntrica de esa ciudad era hacerlo seguido por un nutrido grupo de niños descalzos pidiendo algunas monedas. Ahora, durante una semana, no hubo ni uno solo que reeditara aquella vieja y deprimente costumbre. Es que, a pesar de las críticas que le fueran dirigidas –clientelística, tal vez dispendiosa, seguramente ineficiente, etcétera- la política social del kirchnerismo surtió efecto. Y este no es un dato menor sino una cuestión central. Allí está la base del “voto duro” cristinista, de ese 36 % que acompañó a Scioli en la primera vuelta. Pero allí también parece haber estado su límite. Y sólo con eso no se puede ganar una elección presidencial.

Concluyo con la esperanza de que las ideas aquí esbozadas sirvan para propiciar un debate y para realizar un balance crítico de los doce años del kirchnerismo. Con la esperanza también de que evitemos la trampa facilista de quienes, so pretexto de “no hacer leña del árbol caído”, pretenden clausurar desde el vamos un examen que es a la vez imprescindible e impostergable. Lo primero, para corregir los errores propios de toda experiencia práctica. Quien hace yerra, y acierta a veces. Desde la torre de marfil académica o desde las certezas del dogma partidario no hay yerro posible. Claro, se paga un precio por eso: la realidad no se cambia, y se traiciona un apotegma fundamental del marxismo: la teoría tiene que servir para cambiar al mundo, no sólo para interpretarlo o para denunciar sus inequidades. El aprendizaje político se logra en la intelección colectiva, como lo subrayaba Gramsci, de esa praxis de ensayo y error. Impostergable, también, porque las tentativas del macrismo de imponer el neoliberalismo en su versión más radical no podrán ser neutralizadas si no se toma nota y se aprende de lo ocurrido en los años anteriores. Aprender de los aciertos, para conocerlos y conservarlos; y aprender también de los errores, para no volver a cometerlos. Estoy convencido de que aquellos son mayores que estos, pero todo, absolutamente todo, deberá ser sometido a examen. El desafío es muy grande y lo peor sería incurrir de nueva cuenta en la obstinada negación de la realidad, cerrando las puertas a la crítica de quienes acompañamos este proceso sin ser parte de él e impidiendo, con distintas argucias, la autocrítica de quienes tuvieron la responsabilidad de conducirlo. Si esta desafortunada actitud llegara a prevalecer estaríamos condenados repetir los errores del pasado.

[1] “Paisaje después de la batalla y la autocrítica que falta”, en http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-288716-2015-12-21.html Hasta donde yo sé es la primera exigencia frontal de una autocrítica publicada en un medio gráfico kirchnerista. No he visto ni escuchado nada igual en la radio y la televisión. Comparto el 95 por ciento de lo que dice Giardinelli, excepto su sobrevaloración de los éxitos económicos del kirchnerismo y mucho menos aquello de que “estos 12 años fueron una fiesta para vastos sectores populares.” Ojalá que su ejemplo se multiplique.

[2] Francisco Fernández Buey, “La política como ética de lo colectivo”, en F. Álvarez Uría (Comp.) Neoliberalismo versus democracia (Madrid: Las Ediciones de La Piqueta, 1988) pp. 26-40.

[3] El estilo personal de gobernar (México, Cuadernos de Joaquín Mortiz, 1974). Me limitaría a señalar que el poder de la presidencia en la Argentina nunca fue tan inmenso como en México debido a que nuestro estado, por comparación al mexicano, es más débil. Ese “emperador sexenal” del que hablaba el estudioso mexicano nunca existió con esa fuerza en la tradición presidencialista argentina.

[4] No puedo dejar de anotar que muchos de los sedicentes cultores del republicanismo conservador (porque hay otro, popular y de raíz maquiaveliana) han guardado un escandaloso silencio ante los atropellos a la división de poderes del gobierno de Mauricio Macri al pretender designar dos ministros de la Corte Suprema sin la aprobación del Senado o hacer uso abusivo de los Decretos de Necesidad y Urgencia. Como siempre, la derecha, aquí y en todo el mundo, tiene dos estándares éticos: uno para los amigos, otro para los enemigos. ¡Y después tiene la desfachatez de acusar a estos últimos de “fomentar la división de la familia argentina” o de abrir “la grieta”!

[5] Cf. “El resultado en los comicios argentinos me animó mucho”, en La Nación, Domingo 1 de Noviembre 2015 http://www.lanacion.com.ar/1841627-el-resultado-en-los-comicios-argentinos-me-animo-mucho

[6] Basta observar el comportamiento de los grandes capitalistas locales e internacionales cuando el gobierno de Macri decidió poner fin al “cepo cambiario”: el dólar se cotizó el Martes 22 de Diciembre, cuatro días después de su liberación, a poco más de 13 pesos por dólar. Si esto lo hubiera hecho CFK la ofensiva especulativa seguramente lo hubiera proyectado a los 20 pesos por dólar, o más.

[7] Sobre este tema recomiendo la lectura de la magnífica compilación hecha por ALAI: http://www.alainet.org/es/revistas/510

Honduras jugando ya en la cancha de la banca salvadoreña

Honduras jugando ya en la cancha de la banca salvadoreña Roberto Pineda, 8 de enero de 2016

Lo que seguramente en el pasado reciente hubiese sido considerado como una grave amenaza a la seguridad nacional, es en la actualidad una formalidad de trámite, se trata del hecho que el holding hondureño Terra se va apoderar del quinto banco nacional en términos de activos, del Banco Citi, antiguamente Banco Cuscatlán de la familia Cristiani Llach, que pasará a ser propiedad de la familia Nasser. Se van adueñar tranquilamente del 10.4 por ciento de los activos del sistema, mientras que el recién creado Banco Azul, presidido por Carlos Enrique Araujo, único de propietarios locales, a duras penas alcanza el 0.6 %.

Esta evolución pone de manifiesto los profundos cambios ocurridos en la economía salvadoreña, la cual desde la aprobación del CAFTA en el 2006 ha transitado por un acelerado proceso de compraventa en sus principales empresas nacionales, incluyendo y principalmente la banca, que se encuentra casi totalmente transnacionalizada, afectando y debilitando así al sector oligárquico local, lo cual a su vez repercute en el plano político. Durante el 2015 este proceso de globalización, reflejado en el creciente predominio del capital transnacional así como la regionalización del capital oligárquico, se manifestó en diversos elementos.

Entre estos los siguientes: el Grupo hondureño Terra adquirió el Citibank, el Grupo guatemalteco Paiz construirá un hotel en Antiguo Cuscatlán, la cervecera belga-brasileña AB Invev se apodera de Industrias La Constancia; la aseguradora panameña ASSA adquiere la filial salvadoreña de AIG, la israelita IC Power cumple 20 años de presencia en el país mientras que la estadounidense Texaco cumplirá 80 años. A continuación ampliamos estas informaciones.

Grupo hondureño Terra adquiere Citibank El Salvador

El Grupo Terra conducido por el empresario Fredy Nasser, hoy dueño del Citibank, es además propietario desde 2009 de las 88 gasolineras UNO anteriormente de la inglesa Shell con un 20% del mercado, y además son copropietarios de la Refinería Petrolera Acajutla (RASA) junto con el Grupo Puma, de Suiza, que compró las estaciones de la estadounidense Esso.
Asimismo caerá en manos del Grupo Terra la principal compañía de seguros del país, Seguros e Inversiones, SISA, la mayor casa aseguradora salvadoreña (con activos a junio de 2015 de $206.9 millones) e incluso centroamericana, solo superada por el Instituto Nacional de Seguros de Costa Rica.
Ya antes, en agosto del año pasado, el también hondureño Banco Atlantida, propiedad de Guillermo Bueso Anduray, había comprado las acciones de Citi en una de las dos administradoras de pensiones existentes en el país, AFP Confía, con activos administrados equivalentes a $4,370 millones, 1.23 millones de afiliados y más de 30,900 beneficiarios.
La otra AFP llamada Crecer, pertenece al grupo colombiano Sura, que a la vez es dueño de la compañía de seguros Asesuiza, la segunda mayor compañía del sector asegurador, con $146.4 en activos. El tercer lugar lo ocupa la española Mapfre ($63.8 millones). El cuarto lugar la salvadoreña Aseguradora Agrícola Comercial, ACSA, presidida por Luis Alfredo Escalante Sol, con $63.2 millones. En quinto lugar la canadiense Scotia Seguros con $59.2 millones.
Con esta última compra, las cinco principales posiciones en activos en millones de dólares de la banca nacional estarán distribuidas según datos de la SSF de octubre de 2015, de la siguiente manera: Banco Agrícola 4,124.1 (Colombia), Davivienda 2,253.9 (Colombia, antes Inglaterra) Scotiabank 2,036.8 (Canadá) banco de América Central 1,881.3 (Colombia) y banco Citi 1, 613.4 (Honduras, antes Estados Unidos). Colombia con los lugares primero, segundo y cuarto, Canadá en el tercero y Honduras en el quinto.

Una inversión guatemalteca en Antiguo Cuscatlan

Con una inversión de más de $36 millones, el holding Latam Hotel Corporation construye el Hotel Hyatt Place de 140 habitaciones, en Antiguo Cuscatlán. Se supone que será inaugurado a mediados de este año, y formara parte del complejo del Centro Comercial Las Cascadas, también propiedad de la familia guatemalteca Paiz. Los hoteles Hyatt forman parte de las cadenas operadas por la colombiana GHL, corporación que incluye a los hoteles Sheraton entre otros.

El Grupo Paiz conducido por Carlos Paiz Andrade, abrió un Hiperpaiz en septiembre de 1999 en Soyapango con una inversión de $15 millones así como 18 Despensas Familiares en todo el país. En el 2003 abrió el segundo Hiper Paiz en el Hiper Mall Las Cascadas, en Antiguo Cuscatlan. En el 2011 vendió seis Hiper Paiz de Costa Rica, siete de Guatemala y los dos de El Salvador al gigante minorista estadounidense Walmart Stores, los que después compraron a las Despensas de Don Juan (Domenech). Hoy los Paiz vuelven a la carga con este hotel.

A nivel de bancos, los guatemaltecos G&T Continental (llega en el 2006) e Industrial (llega en el 2011) ocupan las posiciones octava y decimoprimera en el ranking nacional, poseyendo entre ambos el 5.3 % de los activos del sistema. El primero en desembarcar fue el G&T Continental que inició sus operaciones en el World Trade Center y en la actualidad posee 15 agencias. Este banco es propiedad de Jorge Castillo Love, Presidente de la Corporación Castillo Hermanos (un holding de 82 empresas), que a la vez incluye a Cervecería Centroamericana, Inversiones Centroamericanas, y Grupo Financiero Industrial. El banco Industrial es propiedad de Julio Herrera Zavala del Grupo Bicapital Corp, y tiene nueve sucursales.

La cervecera belga-brasileña AB Invev se apodera de Industrias La Constancia (SABMiller)

La que fue una industria insignia en el mercado salvadoreño, Industrias La Constancia, ILC, se ve hoy sometida a los vaivenes de la disputa mundial en el mundo de las cervezas. Adquirida por la británico-sudafricana SABMiller en el 2005, diez años después, desde octubre del 2015, pasa a formar parte del gigante cervecero conducido por la belga-brasileña o mejor dicho brasileña-belga AB Invev.

Es una compra del orden de los 106 mil millones de dólares y conducirá a crear la mayor empresa cervecera mundial unificando marcas como Budweiser, Stella Artois, Becks de AB Inbev con marcas como Miller, Pilsner, Cristal y las “salvadoreñas” Pilsener y Suprema de SABMiller. Controlaran el 30% del mercado mundial cervecero e incluso influirá sobre las bebidas gaseosas, ya que SABMiller es el embotellador oficial de Coca Cola en África así como en Honduras y El Salvador, mientras que el embotellador de Pepsi en nuestro país es la guatemalteca Cabcorp, de la familia Castillo, hoy convertida en CBC, que mantiene una alianza desde 2003 con la belga-brasileña AB Invev. La familia Castillo también es dueña del banco G&T Continental. Cervezas y banca.

Y resulta interesante que en este mundo globalizado y en el marco de esta multimillonaria transacción también aparezcan los dueños de lo que fue otra empresa insignia salvadoreña, me refiero a TACA que fue succionada por la colombiana Avianca en 2009, y uno de sus principales dueños, la poderosa familia Santo Domingo tiene también acciones en la venta de SABMiller. Los Santo Domingo poseían el 15.1% de SABMiller lo que los convertía en sus segundos accionistas. En la nueva empresa creada serán desplazados por familias empresariales belgas y brasileñas, pero pasaran a formar parte del nuevo gigante cervecero.

La panameña ASSA adquiere AIG en Centroamérica

El Grupo ASSA, propietario de la compañía de seguros ASSA y conducido por el empresario panameño Stanley A. Motta, adquirió en octubre pasado a las filiales centroamericanas de American International Group, AIG, incluida la salvadoreña. Resulta interesante que tanto el líder mundial en seguro, la estadounidense AIG al igual que el banco Citi y la petrolera Esso, decide abandonar la región centroamericana. Ya antes se había ido el inglés HSBC. Pero se queda AES controlando la distribución de energía.

En El Salvador, ASSA posee el 8.5 % el mercado local de seguros mientras que AIG el 2%. Con su fusión alcanzaran el 10.5%. El gerente general local de ASSA es Roberto Schildknecht Cohen, representando una nueva alianza de la familia Motta con este grupo empresarial salvadoreño, además de la que mantiene con el Grupo Poma, ya que administran conjuntamente , entre otros negocios, el centro comercial Mall Multiplaza pacific Panamá y los hoteles Courtyard by Marriot.

La israelita IC Power dueña de Nejapa Power

La transnacional israelita IC Power, con presencia en 10 países de América Latina e Israel, propietaria ya por 20 años de la generadora de energía Nejapa Power, invirtió el año pasado entre 4 y 5 millones de dólares en el mantenimiento de los motores de esta planta. Esta transnacional adquirió en el 2014 cuatro plantas generadoras en Nicaragua y una en Guatemala.

La estadounidense Texaco celebra 80 años en el mercado salvadoreño

La transnacional energética estadounidense Texaco, que en 2001 se fusionó con la Chevron Corporation, llegó al país en 1935 y cuenta en la actualidad con 92 estaciones de servicio, concentrando el 32% del mercado nacional, que se propone este año abrir otras 10 estaciones de servicio, con una inversión de $10 millones.

Es seguida por la suiza Puma Energy (anteriormente Esso) con un 23% del mercado y 92 estaciones de servicio, que planea invertir $20 millones en mejorar su capacidad de almacenamiento en Acajutla así como en el Aeropuerto Internacional, ya que también distribuyen combustible de avión.

En tercer lugar se encuentra la hondureña Uno (anteriormente Shell), del Grupo Terra, con 88 estaciones de servicio y cubriendo el 20% del mercado. Y por último, Alba Petróleos, consorcio salvadoreño-venezolano, con 51 estaciones de servicio, un 12% del mercado y planea inaugurar este año 14 gasolineras, con una inversión de $20 millones. Asimismo existen 89 estaciones de “bandera blanca” que cubren un 10% del mercado.