El pasado mes un periódico nacional dio a conocer datos sobre la
actual composición religiosa de El Salvador. De acuerdo con esa fuente,
probabilísticamente solo hay un punto de distancia entre católicos y
evangélicos, los primeros con un 40.5% y los segundos con un 39.5% La
demografía religiosa ha ido cambiando a ritmos cada vez más acelerados.
Le tomó 77 años a las primeras iglesias evangélicas alcanzar al 3% de la
población. Pero, partiendo de la Década de los Setenta, solamente le
tomó veinte años quintuplicar ese porcentaje y llegar al 16% En los
siguiente veinte años, durante los Noventa y la primera década del siglo
XXI, volvió a duplicar su crecimiento hasta alcanzar el 32% Y en los
últimos años ha venido acumulando casi un punto porcentual anual hasta
llegar al índice actual. ¿Cómo se explica el crecimiento de los
evangélicos?
Primero se debe precisar que el fenómeno del crecimiento de
las iglesias evangélicas no es exclusivo de El Salvador; es un hecho que
se constata de manera general en Latinoamérica, aunque es eminente en
el Triángulo Norte de Centroamérica. La vieja explicación de que es el
resultado de las recomendaciones del Reporte Rockefeller ha sido
desvirtuada por el hecho de que las iglesias han desarrollado su trabajo
desde las limitaciones y carencias antes que desde el patrocinio. Las
explicaciones van más del lado de que las iglesias evangélicas presentan
la enseñanza del evangelio de manera asequible en la cultura popular.
La enseñanza sencilla, fácil de asimilar y fácil de replicar, ha
permitido una expansión acelerada del mensaje evangélico. También se
debe recordar que, en el caso salvadoreño, el boom del crecimiento se
produjo durante la guerra civil. Un período de fuerte desplazamiento del
campo a la ciudad.
Las personas huían de la violencia y llegaron abruptamente a los
centros urbanos donde tuvieron que acomodarse donde pudieron, sin
trabajo y sin acceso a servicios básicos. Frente al anonimato de la
ciudad, las iglesias se convirtieron en lugares de acogida donde fueron
recibidos como hermanos. Fue la oportunidad para desarrollar lazos de
pertenencia con la vida urbana. Pero las iglesias no solamente les
brindaron aceptación, sino que también la posibilidad de ascender dentro
de los roles de servicio durante el culto.
Las iglesias evangélicas son altamente participativas y alientan a
las personas a tomar parte activa en la liturgia y el servicio. El pasar
de simple oyente a asumir responsabilidades de dirección y enseñanza
les brindó a los desplazados la oportunidad de ascender, al menos, en la
comunidad de fe. El ascender socialmente fue algo que algunos nunca
habían experimentado y, tal vez, ni imaginado. Su ejemplo también sirvió
de inspiración a otros que buscaban llenar su sed de valía en una
sociedad que les marginaba y rechazaba. Pero, no todo es tan positivo.
Con la honestidad que el caso amerita, se debe añadir que las
iglesias evangélicas hacen un fuerte énfasis en la espiritualidad
personal hasta producir un dualismo que coloca al individuo por arriba
de los temas sociales. Eso condujo a que los evangélicos se convirtieran
en indistinguibles de la sociedad de consumo que les rodeaba y, así, se
enquistaron en la dinámica de mercado que se ha desarrollado desde que
terminó la guerra. Los evangélicos han diversificado el mercado
religioso donde las preferencias personales encuentran satisfacción y
alientan la espiral del crecimiento; al alto precio de terminar
atrapados en el mismo mundo del que quisieron huir y fallando al dejar
de ser la diferencia en una cultura secular.
En 1987 apareció mi libro sobre “La crisis de la izquierda en Costa Rica”
y posteriormente he escrito algunas reflexiones menores sobre esta corriente
política en sus avatares y procesos,
después de la primera publicación. Ahora se me ofrece una nueva oportunidad de
volver a reflexionar sobre la situación
y perspectivas de la izquierda en Costa Rica a propósito de su participación
en las pasadas elecciones del año 2002.
Creo que existe una situación
enteramente distinta en relación con esta corriente política con respecto a la
prevaleciente en la década de los ochenta del pasado siglo y en años
posteriores, pero me parece fundamental recuperar aquí los principales
planteamientos formulados en aquella ocasión a fin de comprender a cabalidad los
antecedentes de la problemática actual.
Una hipótesis
inicial consiste en que la crisis de
la izquierda estaba ligada a la crisis económico- social y política por la
que atravesaba nuestro país en esos años (Salom, 1987, p.11). Con ello no se
quería decir que el primer fenómeno era el producto del segundo, ya que la situación de aislamiento político de la
izquierda costarricense en su conjunto tiene raíces históricas de más larga
data (Ídem), y, por otra parte, hoy sabemos que la problemática en que se
encontraba inmersa presenta una
dimensión internacional, es decir, mucho más allá de lo nacional o aun de lo
regional.
El alcance del primer aserto estriba en que por aquellos difíciles años de la década de los ochenta del recién pasado
siglo XX se produjeron importantes escisiones
en todas las principales organizaciones de la izquierda costarricense y,
más importante aún que la mera aunque
sintomática coincidencia en el tiempo de tales escisiones, era la problemática en común que se debatía
por su parte en cada una de las organizaciones, si bien con sus diferentes matices
y grados de profundidad en cada caso (Ídem, p. 149).
Se plantea, además, que tal problemática
común era la evidencia del aislamiento e
ineficacia política de la izquierda costarricense (Ídem); situación de la
que ya algunos sectores dentro de esta corriente estaban conscientes y a la
cual se aprestaban a confrontar.
Las elecciones
nacionales de 1982 constituyeron un antecedente importante en el
desencadenamiento de esta problemática, en las cuales, pese a las expectativas
y a cierta capacidad de convocatoria mostrada durante la campaña, la Coalición Pueblo Unido que aglutinaba a
las principales organizaciones de
izquierda obtuvo un resultado electoral menor que en las elecciones anteriores
(1978), tanto en términos relativos como absolutos (Ídem, p.151).
Como se plantea en la obra, “este fue un
dato clave para iniciar una elaboración
auto-crítica con respecto a la significación y el papel del movimiento
(sic) en las luchas políticas y electorales de Costa Rica” (Ídem).
Lo que estaba en crisis, según la
izquierda, era “el estilo y el contenido
del quehacer político”, el cual se
caracterizaba por “el dogmatismo, el sectarismo, el doctrinarismo y la prepotencia”
(Ídem). El aislamiento político de la
izquierda “ha traído aparejada la ineficacia para desarrollar una
conciencia nacional a favor de un cambio social profundo” (Ídem, 152), capaz
además, tal transformación, de preservar “la democracia y el pluralismo como elementos fundamentales de la conciencia
política de los costarricenses” (Ídem).
En este mismo documento se establece que
la premisa política para ese proyecto de transformación social es la
estructuración de un frente amplio (Ídem),
el cual, a esas alturas, estaba claro que Pueblo Unido no fue capaz de organizar.
“La inexistencia del frente amplio obedece en muy buena medida al hecho de que
la izquierda no ha estado dispuesta a asumir prácticamente, más allá del discurso
teórico, los compromisos y las alianzas
reales, sin arrogancias, sin espíritu hegemónico, sin paternalismo, con otros
sectores políticos necesarios para crear las premisas políticas de un auténtico
bloque social transformador” (Ídem).
En opinión de un sector en el que se
encontraba virtualmente dividida la izquierda, que en esa coyuntura atravesaba
transversalmente a todos los partidos integrantes de la Coalición Pueblo Unido,
el frente amplio estaba llamado a ser la
expresión política de este bloque de fuerzas sociales transformadoras y
aquella alianza estaba muy lejos de servir de base o constituir uno de los afluentes
importantes de una fuerza política semejante (Ídem, p. 153).
Este planteamiento estaba inserto en el contexto de un debate en el seno de la
izquierda, el cual se fue profundizando hasta terminar en la consumación de
la escisión de cada uno de los tres partidos que originalmente integraban la
coalición a la que nos hemos referido.
De allí el sentido de algunas de las
preguntas que nos hacíamos, inmersos como estábamos, en una intensa polémica en
el seno de la izquierda: “¿conviene al movimiento revolucionario de nuestro
país, escatimar esfuerzos en la conformación
de ese frente amplio en el momento actual? ó ¿corresponde al movimiento revolucionario
como primera tarea, abocarse a la preparación para la lucha armada?”
(Ídem); para agregar enseguida: “la defensa
de las libertades públicas y la democracia sólo puede ser la tarea de todo
el pueblo. Aún si previéramos a un plazo más o menos corto, la posibilidad de una salida autoritaria
por determinación de las clases dominantes criollas, nada puede eludir la
responsabilidad urgente de crear un amplísimo auditorio político en torno a la
defensa de la paz, la democracia y los cambios estructurales que garanticen la
justicia social en Costa Rica” (Ídem).
A propósito de la lucha armada, debe
recordarse que más que amenaza alguna de sectores de las clases dominantes
criollas, pendía por entonces la amenaza
real de los Estados Unidos de tomar a Costa Rica como una plaza de armas en
contra del régimen sandinista. Pese a la inminencia de tal amenaza, de lo que
se trataba el problema en debate era si
lo que estaba a la orden del día era la lucha armada como eje de la acción
revolucionaria, o si la tarea
estratégica la constituía la organización del frente amplio.
Por ello se decía que “entre más amplio
y sólido sea un frente político-nacional por la reforma, por los cambios, por
la democracia integral, mejor asegurada estará la defensa de las instituciones democráticas
o la lucha armada misma, por la reconquista de la institucionalidad o las
libertades conculcadas” (Ídem).
Otro aspecto importante de resaltar
aquí, en tanto formaba parte de la discusión en el seno de la izquierda, era el
del papel que debía jugar la ideología
en la organización del frente amplio. La tesis que reivindicaba el
documento de marras consistía en que no se le podía imponer la ideología del
movimiento revolucionario al frente amplio que se pretendía estructurar; el cual
debía ser, por su naturaleza, pluralista
en lo ideológico (Ídem).
Un programa
mínimo debía constituir el eje capaz de aglutinar al movimiento socio-político
transformador y a la conciencia popular, y encausarlo hacia objetivos
ulteriores de transformación social (Ídem, p. 154).
Más que la formulación de un programa, debía
ser la consecuencia con este por parte del movimiento revolucionario, lo que
estaba llamado a jugar un papel determinante en el fortalecimiento de la acción
transformadora. En el pasado, esta cuestión había sido y seguiría representando
un problema decisivo en la superación, o más bien, en la incapacidad de superar el aislamiento político de la izquierda,
como se verá luego. Según se afirma en el documento aludido, “prevaleció una
concepción que…pasa por alto la realidad concreta y pone el acento en objetivos de lucha que no resultan asimilables para
las grandes masas populares. Por esa vía –sigue diciendo- la izquierda cayó
con frecuencia en el planteamiento
esquemático o en el calco servil de experiencias revolucionarias que partían de
realidades muy diferentes a la nuestra” (Ídem).
Por ello, en parte, la caída de la Unión Soviética y del campo
socialista se superpuso a la crisis que ya arrastraba la izquierda, profundizándola aún más. No es difícil
comprender hasta qué punto la dependencia de otros procesos transformadores
exitosos pudo haber impedido el desarrollo de un movimiento transformador vigoroso
y eficaz, en lugar de haber constituido un factor estimulante. Volveremos más
adelante sobre esto, pero por ahora es importante resaltar el hecho de que la crisis de la izquierda en Costa Rica no
puede ser explicada únicamente, ni siquiera en su desencadenamiento, por la
crisis del campo socialista.
El último planteamiento digno de relieve
en el documento aludido tiene que ver con las expectativas que se cifraban en
el papel de la autocrítica para remontar
la crisis que se analizaba. Más allá de eso, se consideraba que tal
autocrítica, no solo se había iniciado ya, sino que “además ese espíritu
autocrítico se ve fortalecido con una disposición de servirse de una manera más
científica de los datos que brinda la realidad concreta de nuestro país, así
como de las más genuinas tradiciones democráticas,
patrióticas y civilistas de Costa Rica y de los auténticos valores
nacionales de nuestro pueblo” (Ídem, p. 155).
La
profundización de la crisis de la izquierda
A estas alturas tendremos que
preguntarnos ¿por qué a pesar de esa conciencia y de ese esfuerzo, la izquierda
costarricense, en lugar de haber
revertido su propia crisis y de haber remontado esa situación, prácticamente se
desintegró unos pocos años después, en sucesivas explosiones, hasta quedar
políticamente dispersa y con las tareas enunciadas aún pendientes, y electoralmente
reducida a polvo de estrellas?
Trataremos de responder a esta pregunta
en lo sucesivo y examinar las perspectivas que un movimiento de izquierda puede
tener en nuestro país en las actuales circunstancias.
Nótese que al formularnos tal pregunta estamos
dando por sentado una crisis cualitativamente distinta de la que examinábamos
en los años ochenta; para empezar porque ahora
no estamos hablando ya de la división en el seno de la izquierda, sino de la
sobrevivencia de la izquierda misma, porque unas y otras de las
agrupaciones confrontadas en los ochenta desaparecieron como tales o están aún
en una muerte lenta. Las expresiones de izquierda más significativas después de
1990 tienen alguna conexión con esos movimientos, pero como explicaremos
adelante, no son lo mismo. Por su inspiración, por su vocación, por su dinámica
y aun por sus perspectivas, constituye un movimiento sociopolítico muy
diferente.
Parte de los problemas que quedaron
pendientes de resolver en la breve pero intensa discusión de la década de los
ochenta se relacionan con la capacidad
de un movimiento de izquierda para impulsar grandes transformaciones sociales,
en aras de una convivencia social más justa y civilizada, valiéndose del marco
institucional para impulsar una democracia más avanzada. Es decir, si desde una
posición de izquierda es posible realizar grandes transformaciones sociales sin un planteamiento de ruptura del orden
constitucional en un país como Costa Rica.
Al respecto no puede olvidarse que en un
país como el nuestro, en la década de
los cuarenta del pasado siglo XX, el Partido Vanguardia Popular, encabezado por
Manuel Mora impulsó una propuesta semejante (Salom, 1995, p. 14).
La tensión alrededor de esta cuestión
siempre estuvo presente en la vida de las organizaciones de izquierda, y en
aquella ocasión, en el seno del partido de Manuel Mora, a fin de cuentas y pese
a los esfuerzos de este último por evitarlo, terminó imponiéndose una posición de ruptura, con el desenlace ya
conocido en la guerra civil del año 48.
En el fondo, lo que está en juego aquí
es la tensión entre la lucha por el poder y el desarrollo del movimiento que
constituye la base de apoyo de un proceso de transformación social. Nuestro criterio
es que la izquierda costarricense,
como parte que ha sido de una tradición de lucha revolucionaria, ha padecido de
una cierta obsesión por la cuestión del
poder en detrimento de una adecuada valoración del desarrollo real de un movimiento
social con vocación transformadora que procura una democracia más avanzada.
Valga la ocasión para traer a colación a
uno de los más autorizados pensadores socialistas contemporáneos, Adam Schaff, para quien una de las principales
trampas en que cayó el movimiento socialista, en la versión de esa tradición de
lucha que se constituye con el triunfo de la Revolución de Octubre, fue
precisamente el voluntarismo (1993,
Pp. 15-19). La actitud voluntarista condujo a una buena parte del movimiento
socialista del presente siglo a subestimar tanto las condiciones materiales, es
decir socio-económicas, como a los llamados factores subjetivos, es decir, la
conciencia y la disposición de los trabajadores para luchar por la sociedad socialista
y, más aún, para participar activamente en la construcción de esa sociedad.
Lo anterior explica por qué, en nombre
del socialismo, se cometieron las peores atrocidades, así como por qué la
construcción de la sociedad socialista no caminó de la mano con la
profundización de la democracia, sino que por el contrario, casi invariablemente,
se constituyó en un estado autocrático y
autoritario que constreñía a la sociedad civil.
La izquierda de los años setenta careció
del sentido histórico y de realidad, de la vocación de propuesta y de reforma
que ostentó el Partido Vanguardia Popular durante una parte de los años cuarenta.
La posición de los revolucionarios de los setenta fue, en cambio, predominantemente de ruptura y subestimación
de la institucionalidad democrática del país. Por eso no sobrevivió a su crisis,
porque no encontró su propia identidad, careció
de autenticidad, de proyección, de visión de futuro, de una concepción
capaz de orientar la lucha, no solo por la defensa de las conquistas sociales
amenazadas por la crisis del estado social y por el advenimiento de las
concepciones neoliberales, sino por ampliar esas mismas conquistas y la
democracia.
Lo que se quiere decir aquí, en otras
palabras, es que la izquierda ha quedado
cada vez más al margen o enajenada del movimiento social de las clases
populares, sumida como estuvo en su propia problemática y embrollada en sus
inconsecuencias.
Por tal desarraigo de la realidad social costarricense, con la caída del
socialismo en la Unión Soviética y los países del este europeo, la izquierda pierde allí sus energías utópicas,
para usar la expresión de Habermas, y en consecuencia el horizonte de la política quedó ahogado en la coyuntura (Salom, 2001,
p. 177).
Ante el surgimiento de nuevas formas de hacer
política, la izquierda no ofrece ya una propuesta adecuada, no atina a
percatarse de la existencia de nuevas sensibilidades sociales que la obligaban a abrir su agenda a una
nueva problemática social que incluye, entre los temas más sobresalientes,
el de la equidad de género, la importantísima cuestión del desarrollo
sostenible y el amplísimo tema de los derechos de los más amplios y diversos
sectores sociales (ver, con respecto a esto último: Güendel, 1998).
Pero tampoco la izquierda ha sido capaz
de ofrecer una respuesta adecuada al “globalismo”,
que es la expresión con que Beck
denomina la ideología dominante en la globalización (Salom, 2001, p. 189),
contexto ideológico en el cual se produce sintomáticamente la caída del “bloque
soviético”.
Sin
programa, sin proyecto histórico y sin imaginación, la izquierda pasa a la
defensiva, pero, como ha quedado dicho ya, con
los partidos que, pese a todo, tuvieron
una gran vitalidad en los años setenta, ahora extintos o languideciendo.
Veamos algunos datos que a nuestro
juicio contribuyen a ilustrar lo dicho anteriormente: las tres organizaciones que integraban la Coalición Pueblo Unido se
escindieron entre 1982 y 1986.
Por un lado, el Partido del Pueblo Costarricense,
de Manuel Mora, el Partido Socialista Costarricense y el Movimiento de la Nueva
República, que lo constituía un sector del antiguo M.R.P., conformaron de nuevo
la Coalición Pueblo Unido de cara a
las elecciones de 1986. [1]
Por otro lado,el grupo que ostentaba el nombre del PartidoVanguardia Popular, más un grupo escindido delPartido Socialista Costarricense y otro grupoescindido del antiguo M.R.P., conformaron
la Coalición Alianza Popular.
Para esas elecciones eligieron un diputado cada uno para la
Asamblea legislativa, mientras que en las elecciones de 1982, la izquierda, representada por Pueblo
Unido, había elegido a 4 diputados, y en las elecciones de 1978 eligió a 3.
Pueblo Unido obtuvo 31.685 votos en las elecciones del 86, que representó el
2,7% del total de votos válidos, y Alianza Popular 28.551 votos, que representó
el 2,43% de los votos válidos. Si se suman ambos porcentajes el resultado es
del 5,13% de los votos válidos para diputados en esa elección (FLACSO-Odd,
2002, p.196).
Para las elecciones de 1982, en las que Pueblo Unido representó a toda la
izquierda, antes de que se produjeran las escisiones, la votación para diputados
alcanzó la cifra de 61.465; no obstante, esto representó un 6, 43% del total de
votos válidos (Ídem). Este resultado de las elecciones del 86 no solo revela la
tendencia a la baja en la votación de la izquierda en más de un 1%, sino
también, cómo el sistema de cocientes y subcocientes en la elección de diputados
prevaleciente aun hoy día, castiga a los partidos pequeños. Nótese al respecto
de qué manera, la pérdida de poco más de una sexta parte de los electores
representó una disminución de un 50% de los diputados.
Más aún, en esa misma elección Pueblo Unido
obtuvo 6.599 votos para presidente, mientras que Alianza Popular obtuvo 9.099,
que representaron el 0,56% y el 0,77% respectivamente. La suma de estas
cantidades representa el 1,33% contra un 3,33% que obtuvo Pueblo Unido representando
a todas las agrupaciones juntas en las elecciones de 1982, para un total de
32.186 votos en esa ocasión.
Es interesante destacar también que en
las elecciones del 82 la votación para presidente representó el 52,36% de la
votación para diputados en esa misma elección; mientras que, si sumamos los votos
obtenidos por cada una de las coaliciones de izquierda que participaron en las
elecciones del 86, la votación para presidente representó en esa ocasión apenas
el 26,06% de la votación para diputados. Lo que queremos destacar como relevante
con estos datos es que la disminución absoluta y relativa de la votación para
presidente por parte de la izquierda constituye un síntoma muy sensible de la
decadencia política de esta corriente. En consecuencia, la división implicó la dilapidación del capital político acumulado con
grandes esfuerzos después de la guerra civil de 1949, pero principalmente, durante la década del
setenta.
Para las elecciones de 1990 Pueblo Unido
representó al Partido Vanguardia Popular y a otros aliados que lograron obtener
la legitimidad del uso del nombre de la Coalición, en parte por el hecho de que
los partidos que lo ostentaron en el 86 perdieron el interés por este, como
resultado de un proceso político cuyos detalles omitiremos aquí por carecer de
importancia para lo que nos proponemos mostrar.
Las otras dos agrupaciones de izquierda que
aparecen en esas elecciones son el Partido del Progreso, por un lado, y el
Partido de los Trabajadores en Lucha, por otro. El primero de estos dos fue
impulsado por el Partido Socialista Costarricense, conjuntamente con sectores
independientes de izquierda. El segundo es un partido de filiación trotskista
que nunca perteneció a la Coalición Pueblo Unido, por lo que no nos ocuparemos
de él.
Pueblo Unido obtuvo en las elecciones
presidenciales 9.217 votos, lo que representó el 0,68% del total de votos válidos,
mientras que el Partido del Progreso obtuvo 2.547, lo que representó el 0,18%.
La suma de ambos porcentajes da un 0,87%, lo que confirma aún más la tendencia
a la baja señalada anteriormente (Ídem, p.188).
En las elecciones parlamentarias, Pueblo
Unido obtuvo 44.161 votos, o el 3.31% del total de votos válidos para
diputados; mientras que el Partido del Progreso obtuvo 7.733 votos, que representó
el 0,58% de los votos válidos, (Ídem, p.196). Como resultado de esta elección,
Pueblo Unido elige un diputado, mientras que el Partido del Progreso no elige
ninguno (Ídem, p. 210).
Allí es interesante destacar al menos
dos aspectos: en primer lugar, que se mantiene
la tendencia a la baja en la votación para el conjunto de la izquierda,
tanto en la votación para presidente como en la votación para diputados; en
segundo lugar, que la inmensa mayoría de los votos los captó el nombre conocido
(Pueblo Unido), además de que el Partido del Progreso procuró deliberadamente
no proyectar una imagen de izquierda, con lo que erró aún más su estrategia de campaña
desde el punto de vista propagandístico, dado que se trataba de una agrupación
nueva y sin recursos.
Para las elecciones del año 1994, la Coalición Pueblo Unido no participa,
con respecto a lo cual no puede dejar de señalarse un hecho trascendental: la
caída de la Unión Soviética en el año 1991, principal y último bastión del
campo socialista en Europa. Sin duda este hecho produjo un impacto desmoralizador
en los partidos de izquierda, ya de por sí abatidos; especialmente en un
partido como Vanguardia Popular, principal soporte de Pueblo Unido, y que además
tenía ligámenes muy fuertes con la antigua Unión Soviética. Adicionalmente y
sin entrar en detalles, antes de 1994 el
Partido Vanguardia Popular vuelve a sufrir una crisis interna con la cual pierde
a la mayoría de sus cuadros, hecho por lo demás, directa o indirectamente
relacionado con lo anterior.
Entre tanto, el Partido del Progreso
deja de existir y con él también el Partido Socialista, cuyos cuadros se
retiran de la actividad política en ese período, y los otros sectores que integraban
el Partido del Progreso constituyen una nueva agrupación que se denomina Fuerza
Democrática.
¿Una
nueva etapa en la evolución sociopolítica de la izquierda?
Ese interregno de desvanecimiento o
desaparición de todos los partidos que en lo que Ignacio Dobles et al. llaman
la “segunda ola del marxismo político”
(2002, p. 2), habían integrado juntos la Coalición Pueblo Unido, fue muy importante
para la naciente Fuerza Democrática, pues le permitió a los sectores de
izquierda que lo fundaron, que en su inmensa mayoría no habían tenido una
gravitación destacada anteriormente, posicionarse en el espectro político al
menos inicialmente, y desembarazarse de
ataduras ideológicas o de cualquier otro tipo con el pasado e intentar
perfilar una opción de izquierda más pragmática.
Sin duda estamos aquí ante una nueva
ola, para acoger los términos de Dobles et al.; no obstante, es discutible que
se trate de una primera ola de una nueva izquierda más pragmática con lo que
esto pueda significar, o de una tercera ola de una izquierda marxista-leninista,
o inclusive del colapso de la izquierda.
Desde luego, no creemos que haya ninguna teleología en esto; más bien se trata
de analizar si las raíces que esta nueva expresión de izquierda tiene en los anteriores
movimientos determinarán un renacer de
la vieja izquierda, o si, por el contrario, harán un ajuste de cuentas con el
pasado a fin de prefigurar un planteamiento novedoso, o finalmente, si morirán
en el intento. Como veremos luego, existen razones para predecir cualquiera
de estas tres hipótesis, de acuerdo con lo que ha ocurrido desde entonces hasta
ahora.
Como resultado de lo anterior, para las
elecciones de 1994 el Partido Fuerza Democrática aparece como la única opción
de izquierda en el panorama, en virtud de lo cual recoge, sin duda, el apoyo
electoral de la mayor parte de la resaca de las agrupaciones que en el pasado
integraron Pueblo Unido. En consecuencia, obtiene un resultado electoral sorprendentemente
satisfactorio, si se toma en cuenta el clima ideológico internacional y los
antecedentes inmediatos de la izquierda en Costa Rica.
En la votación para presidente obtiene
28.274 votos (FLACSO-Odd, p. 188), que representan el 1,90% del total de votos
válidos; no es aún el 3.33% del año 82,
pero se revertía por primera vez la tendencia a la baja, en un período que podríamos
calificar de reflujo para la izquierda en Costa Rica.
En la votación para diputados obtiene
78.454 votos (Ídem, p. 196), que representan el 5.32% del total de votos válidos,
con lo que logra elegir a 2 diputados para la Asamblea legislativa y aumentar
claramente el porcentaje de participación de la izquierda en el parlamento
desde las elecciones del año 86. Aquí la relación entre la votación para
presidente y la votación para diputados es de 36,04%, es decir, que también se revierte
la tendencia del pasado, en cuanto a que vuelve a incrementarse el porcentaje
de votos para presidente respecto del de diputados.
Para las elecciones del año 98 surgen tres agrupaciones de
izquierda: de nuevo el Partido Fuerza Democrática, una nueva agrupación denominada
Nuevo Partido Democrático, cuyos principales dirigentes provenían de la misma Fuerza
Democrática, incluido el exdiputado Rodrigo Gutiérrez hijo, que se había
separado de la fracción parlamentaria y había constituido una fracción independiente,
y por último, de nuevo aparece Pueblo Unido,
impulsado por el Partido Vanguardia Popular, o más bien, por lo que quedaba de
ese partido.
La fisonomía de Fuerza Democrática ha cambiado
ya en alguna medida con respecto a las elecciones de 1994, porque aquí empieza a sufrir un proceso de colonización
de sectores vinculados a la vieja izquierda. En este caso el Partido del
Pueblo Costarricense, como se recordará, constituido por uno de los sectores en
que se dividió el Partido Vanguardia Popular a principios de los años ochenta,
apoya a Fuerza Democrática. Como consecuencia, José Merino del Río, el principal dirigente del Partido del Pueblo,
aparece en el segundo lugar de la lista de candidatos a diputado por San José.
En esa oportunidad Fuerza Democrática obtuvo
41.710 votos para presidente, lo que representa el 3% del total de votos
válidos e implicó un incremento cercano al 50% de la votación con respecto a
las elecciones anteriores, mientras que para diputados obtiene 79.836 votos,
que representan el 5.77% de los votos válidos. Es decir, en la votación para
diputados el incremento no fue muy importante con respecto a la elección anterior;
sin embargo, elige a un diputado más, por la forma en que se distribuyeron los
votos por provincia. En esta ocasión la representación parlamentaria de Fuerza
Democrática pasa de constituir el 3.5% del total de diputados en el período 94-98,
a un 5.3% en este período 98-2002.
Es interesante destacar que, además de haber
elegido a dos diputados en San José, en esta ocasión eligen por primera vez
después de 1949 a un diputado en la provincia de Alajuela, mientras que Pueblo
Unido en sus mejores momentos, además de elegir en San José, eligió en una
ocasión a un diputado en Puntarenas (para las elecciones de 1978), y en la otra
a uno por Puntarenas y a otro por Limón (elecciones de 1982). Esto podría sugerir
que mientras Pueblo Unido constituía un atractivo principalmente para sectores
medios urbanos radicalizados y para sectores del proletariado de los puertos, Fuerza
Democrática lo era, además de para los sectores medios urbanos, para sectores
de la pequeña burguesía rural empobrecida.
Por su parte, en estas elecciones de
1998 Pueblo Unido obtuvo3.075 votos para presidente y 15.028 para diputados en
todo el país, con lo cual no logra elegir ni un solo representante al
Parlamento. Los estragos de la debacle del mundo socialista y de la propia
desinversión política habían hecho mella en esta opción, y ya ni siquiera el
nombre electoral de Pueblo Unido detrás del que se parapetaba el Partido Vanguardia
Popular dio los frutos deseados.
Esto de alguna manera expresaba la
predilección del electorado de izquierda por una nueva alternativa no
contaminada por los viejos partidos.
El Nuevo Partido Democrático obtuvo
3.025 votos para presidente y 12. 476 para diputados, con lo cual no eligió ni
un solo diputado, pero en alguna medida, al igual que la reaparición de Pueblo
Unido, ha de haber restado impulso a Fuerza Democrática.
No obstante, como ya lo advertimos, en
esta nueva ola de la izquierda en Costa Rica Fuerza Democrática había empezado
a sufrir desde antes del 98 un proceso que hemos denominado como colonización por parte de sectores de la vieja
izquierda. El debilitamiento de esta última dejó como saldo un crisol de
actitudes disímiles y planteamientos ideológicos diversos y contradictorios en
el seno de las distintas organizaciones y aun entre estas, como lo demuestran Dobles
et al. (2002, p. 17).
Sin embargo, sin que esta crisis
ideológica se hubiese resuelto, y más bien por el contrario, agudizada la diáspora
de estos partidos con la caída del campo socialista, principalmente del Partido
Socialista y del viejo Partido Vanguardia Popular de antes de la división de
principios de los ochenta, reaparece, con más empeño y más desenfadadamente
después del año 98, y se posiciona en distintas fracciones en torno al Partido
Fuerza Democrática.
Antes de las elecciones del 2002, Fuerza
Democrática logra un repunte nunca antes visto, dado que se trata de una fuerza
de izquierda, en las encuestas de opinión, como resultado de una gestión
parlamentaria destacada, principalmente del diputado Merino, quien supo
proyectarse especialmente con motivo de la discusión de la ley que se conoció
como “Combo ICE”[2];
además de un contexto en el que las opiniones favorables a la creación de una
tercera fuerza y aún más, la disposición a apoyarla políticamente, eran cada vez
más significativas.
Para ilustrar este aserto, basta
recordar algunos datos de la encuesta de la firma UNIMER de octubre de 2000, en
la que se revelaba que este partido obtendría el 13.7% de los votos para
regidores, si bien en mayo de ese mismo año, justamente después del “Combo”, habría
obtenido el 22.9%; para diputados habría obtenido 12.7% en octubre, mientras
que en mayo, el 22.3%; y para presidente, en octubre un 8.7%, mientras que en
mayo un 14.4%[3].
Justamente después de este repunte y ante la cercanía de las elecciones, se
conforman al menos cuatro fracciones, de
las cuales tres de ellas estaban vinculadas a los antiguos partidos de
izquierda.
No puede olvidarse tampoco el atractivo que
significaba una agrupación en alza desde el punto de vista político, frente a
un descontento ostensible de parte de amplios sectores de la ciudadanía con los
partidos predominantes hasta hace pocos años (Ídem, parte11nov.htm), y que además,
disfrutaría de adecuados recursos financieros para las elecciones del 2002,
producto del pago de la deuda política como resultado de su participación en
las elecciones anteriores.
En pos del botín político, las distintas
fracciones que disputaban la posesión de Fuerza Democrática se olvidaron de consolidar y recrear el
capital político acumulado y, en lugar de haber convocado a un Congreso que
saldara cuentas con el pasado inmediato de la izquierda en cuestiones fundamentales
que habían quedado pendientes de una adecuada resolución, así como de haberse ocupado
de consolidar el partido sobre la base de un programa con el que se
comprometieran las distintas fracciones, estas se trenzaron en una lucha
intestina de todo o nada por hacerse de los principales puestos que
consideraban elegibles, en la cual literalmente se desangraron.
La pelea fue a muerte, los ganadores se quedaron
adentro, los perdedores se fueron y el partido quedó maltrecho para enfrentar
las elecciones del 2002, después de haber exhibido un pobre espectáculo, ayuno
del todo de planteamientos, plagado de cálculos oportunistas y personalistas, y
sobre todo deficitario, en cuanto al manejo de los procedimientos democráticos internos
. En otras palabras, se dilapidó el capital
político acumulado hasta las luchas del Combo ICE.
Allí reside, a mi juicio, el meollo de
la dinámica que explica el desencadenamiento
de la debacle electoral de Fuerza Democrática en las elecciones del 2002.
Una vez más la subestimación de los procedimientos democráticos internos jugó
un papel de bumerang para la izquierda costarricense, a la que tanto le ha costado
valorar en su justa medida la cuestión democrática en general (Dobles et al.,
2002, p. 23; Araya, 198 , 190 y Salom, 1987, p. 25).
Para las recién pasadas elecciones del
2002 Fuerza Democrática obtuvo 4.121 votos para presidente, lo que representa
el 0, 27% del total de votos válidos; para diputados obtuvo 30.172 votos, que
representan el 1,98% del total de votos válidos. Hubo en esa elección otras
alternativas que podrían ser catalogadas como de izquierda, aunque con un carácter
más pragmático que los movimientos de izquierda de la segunda ola, pero
obtuvieron votaciones aún menores que las de Fuerza Democrática.
Estos datos representan una de las
votaciones más bajas de la izquierda después de 1978, lo que significa que el votante de izquierda migró, por así
decirlo, hacia otras opciones, o bien se abstuvo de votar.
Difícilmente aparecerá en el panorama político
nacional en el futuro una fuerza de izquierda a la manera de la segunda ola, y
si esto ocurre, es muy probable que no logre grandes éxitos, pese a la
inestabilidad del panorama político nacional, y que por ello, el momento podría
haber sido más propicio que en el pasado de predominio bipartidista para la
irrupción de nuevas fuerzas[4].
Se plantea en estos términos porque, como se verá más adelante, hay al menos un
factor de la ecuación, a saber, la abolición de la prohibición constitucional
de la reelección presidencial, que está llamado a garantizar una mayor
estabilidad política hacia el futuro próximo.
Además, no vaticinamos la muerte
definitiva de Fuerza Democrática, pero albergamos serias dudas de que pueda
recomponerse para apelar con autoridad al apoyo electoral y político de los
electores y ciudadanos tradicionalmente de izquierda.
No se divisa en estos momentos en el
panorama una agrupación de izquierda capaz de irrumpir en el escenario político
nacional con renovadas fuerzas, y que eventualmente pueda convertirse en un
factor importante en la vida política nacional, impulsada por viejos militantes
de izquierda como vector principal. En todo caso, una alternativa de ese
carácter tendrá necesariamente que ajustar en serio cuentas con el pasado
histórico, inmediato y de largo plazo, como requisito y condición para
perfilarse como una opción renovada y renovadora, capaz de erigirse en una fuerza
política importante en el futuro cercano.
Otra condición importante es la de ser
capaz de articular un programa y, más que eso, una propuesta política que conduzca a retomar la iniciativa histórica y
superar así la posición eminentemente defensiva que ha caracterizado a la izquierda
después de sus propias crisis y de la caída del campo socialista. En ese
sentido deberá ser una fuerza mucho más propositiva en el corto plazo con respecto
a lo que ha sido tradicionalmente, más atenta al desarrollo real del movimiento
social que a las ansias de poder de los dirigentes, y definitivamente, deberá ser inconfundiblemente democrática,
tanto en cuanto a sus procedimientos internos como en cuanto a la propuesta de sociedad
que aspire a construir.
Conclusiones
La crisis de la izquierda, que ya no es
una crisis de división sino una crisis de vida o muerte, está, a nuestro
juicio, relacionada con una crisis de
representatividad, la misma en la que se encuentran prácticamente todos los
partidos del espectro político. La de la izquierda es, sin embargo, más
dramática, porque esa crisis empezó por ella, justamente porque tiene que ver
directamente con la matriz ideológica
que alimentó sus esperanzas.
Debe destacarse el hecho de que aunque Fuerza
Democrática pretendió ser copada por sectores de la izquierda de la segunda
ola, y en cierta medida lo fue, su inspiración ideológica era distinta con
respecto a las fuerzas que la precedieron. Fuerza
Democrática se organizó como un partido puramente electoral y no surgió planteándose
la concepción marxista como la orientación ideológica básica. Estos rasgos
quizá coadyuvaron de manera importante a que esta agrupación, a la postre,
careciera de una verdadera identidad o de un perfil ideológico claro, lo cual,
a su vez, propició los intentos de
colonización por parte de distintos grupos y personalidades de la vieja ola de
la izquierda.
A diferencia de los partidos de la vieja
ola, para la nueva agrupación de izquierda, la teoría de revolución deja de
plantearse, como dice Atilio Borón, como un hecho “inminente y breve” (2000, p.
64), lo que pudo haber implicado una necesaria revalorización del papel de la
lucha electoral, como lo plantea este mismo autor (Ídem, p. 68); porque si bien
es cierto, no se puede considerar el sufragio como un sustituto de la
revolución, tampoco se le debe subestimar.
No obstante, este fue un aspecto que
también quedó pendiente de ser elaborado por parte de Fuerza Democrática.
James Petras, por su parte, critica la
atmósfera de pesimismo de la que se hacen eco algunas corrientes intelectuales
de la época, como por ejemplo Perry
Anderson de la New Left Review (2001, p. 5). De ninguna manera se trata de
dejarse envolver por esa atmósfera, pero sí de juzgar con todo realismo, no
solo la situación política de la izquierda, sino las perspectivas ideológicas.
No se trata de proclamar el ocaso de la
izquierda de buenas a primeras, mas sí de postular que una condición insoslayable
para que una tendencia de ese tipo levante su vuelo de las cenizas pasa por saldar
cuentas con el pasado.
Este mismo autor afirma que no hay duda que
ha habido retrocesos severos (Ídem, p. 7), aunque no cree que se trate de “un
periodo histórico de derrotas sin precedente” (Ídem). Exalta los movimientos de
vocación socialista, antiimperialista y populista “que han confrontado la autoridad
de los regímenes clientes del imperialismo en la década de los 90” (Ídem, p.
8); pero reconoce que tales movimientos “son diferentes a los anteriores”
(Ídem).
Petras analiza las condiciones
socio-políticas mundiales bajo las que puede producirse un resurgimiento de la
izquierda. Sin embargo, “la cuestión teórica –dice este mismo autor- no
consiste en señalar con certeza la hora y el sitio de un nuevo levantamiento
revolucionario, sino en localizar la dirección de la historia y rechazar la
fácil creencia de que cualquier derrota de la izquierda es una irreversible derrota
histórica mundial” (Ídem, p. 15, subrayado mío). Esto es importante de destacar
justamente por la alegre y ligera actitud que, a nuestro juicio, prevaleció
entre los diversos sectores que confluyeron inicialmente en Fuerza Democrática
para las elecciones del 2002.
Esa alternativa electoral se convirtió
en un factor de atracción de grupos diversos de izquierda, la mayoría de los
cuales provenían de los viejos partidos de izquierda, eclipsados estos por un
relativo repunte electoral de Fuerza Democrática en las elecciones de 1998, así
como por la percepción de un repunte de la izquierda después del “Combo ICE”.
No obstante, en ningún caso estuvieron dispuestos a ventilar sus discrepancias,
o a trabajar en pos de un programa que asegurara el futuro político de la
coalición-partido y saldara cuentas con el pasado. Lejos de ello, se centraron
en una estéril lucha por puestos en las papeletas para las elecciones del 2002,
la cual terminó en la erosión política de este movimiento, con serias
repercusiones negativas en la opinión pública y la proscripción de la expectativa
de un crecimiento en el apoyo electoral para esta opción de izquierda.
Bibliografía
Araya, J. F. 1998. Mitos y Sin razones,
Uruk Editores. San José.
Borón, A. 2000. Tras el Búho de Minerva.
Mercado contra democracia en el capitalismo de fin de siglo. Fondo de Cultura Económica,
Buenos Aires.
Dobles I. et al. 2003. Experiencia
militante en Costa Rica: entre el cambio personal y el cambio social. Mimeo. Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales. 2002. Centroamérica en cifras 1980-2000.
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Universidad de Costa Rica, San
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Güendel, L. 1998. La política social,
los procesos de integración social y la construcción institucional del sujeto
colectivo. En: Oscar Fernández, Política social y descentralización en Costa
Rica, UNICEF, San José, Costa Rica.
Petras, J. 1992. Apuntes para comprender
las políticas revolucionarias de hoy.
Rovira Mas, J. 1998. Elecciones
generales en Costa Rica, primero de abril de 1998, Boletín Electoral
Latinoamericano, nº xix, ene.-jun., Pp. 9-70.
Rovira Mas, J. 2001. La democracia ante
el siglo XXI. Editorial Universidad de Costa Rica. San José.
Salom, R. 1987. La crisis de la
izquierda en Costa Rica. Editorial Porvenir, San José, Costa Rica.
Manuel Mora: in memoriam. 1995. REFLEXIONES,
Facultad de Ciencias
Sociales, Nº 41, dic. Pp. 13-16.
Schaff, A. 1993.
Humanismo ecuménico, Editorial Trotta S.A., Madrid. www.nacion.c
[1] Para comprender el origen y desarrollo de estos movimientos y partidos
de la izquierda costarricense, característicos durante la década del setenta
puede consultarse mi libro ya citado sobre “La crisis de la izquierda en Costa
Rica” (1987).
[2] A principios de la administración Rodríguez Echeverría (1998-2002), el
ejecutivo se propuso una serie de iniciativas políticas orientadas a
profundizar con nuevos esfuerzos privatizadores el llamado proceso de ajuste
estructural, entre las cuales estaba una ley que establecía un nuevo marco
jurídico para la regulación de las telecomunicaciones y la electricidad en
procura de una mayor apertura. Frente a este proyecto, el diputado Merino jugó
un papel destacado, encabezando un amplio movimiento social de oposición.
[4] Debe tenerse en cuenta lo planteado por el Dr. Jorge Rovira Mas,
cuando dice que “ la era del bipartidismo” ha conocido “un declino manifiesto
del perfil de las organizaciones de izquierda” (1998, Pp. 9-70).
El trabajo que se va a desarrollar a
continuación tiene como objetivo analizar un tema poco por no decir nada
tratado por los diversas disciplinas dentro de las ciencias sociales: la división de un partido político, pero
no cualquier partido político, primero corresponde a la agrupación de más larga
trayectoria en nuestro país, la cual el año
pasado cumplió 76 años de existencia, es además, la primera organización
donde los intereses de los sectores excluidos de Costa Rica se expresaron
políticamente, hablamos del Partido
Vanguardia Popular.
Hasta este momento, el único estudio
hecho sobre este particular hecho histórico (la división del PVP), está lleno
de vacíos y lagunas, principalmente porque se parcializo demasiado hacia una de
las partes en el momento de la crisis, dejando una serie de argumentos
importantes expresados en el discurso de la parte con la cual el autor no compartía
criterios. Este trabajo intentara llenar ese vacío, analizando los principales argumentos de cada uno de los bandos en el
momento de la crisis.
Un segundo aporte que esperamos
conseguir es ver en qué manera la división fue transmitida desde la cúpula
hasta la base del partido, como les llegó a esos militantes de base, la noticia
de que sus vecinos de barrio y camaradas de partido de un momento a otro pasaron a ser sus enemigos políticos
transformándose en jóvenes aventureros o en viejos conservadores, vistos así
desde cada una de las dos partes.
Cuando se genera la crisis en el PVP a
la altura de 1983, salen a la luz
diferencias que al parecer hacían referencia a una diferencia en la estrategia y táctica revolucionaria que debía tener el
partido para con las masas, de un lado de esas diferencias hay que seguir
sin duda la posición que sobre estos temas tenía el máximo ideólogo del partido, el Lic. Manuel Mora Valverde.
En este sentido Mora sostenía que la
crisis y la división del partido alcanzaron su punto más alto cuando el grupo
que se quedaron opuestos a su grupo empezaron a tomar actitudes virulentas y negativas, poco típicas entre
camaradas y que en nada ayudaban a solucionar las discrepancias, ante esto él
dice:
“Han decretado expulsiones y han
difundido injurias y hasta calumnias. Es decir, que en vez de hacer un esfuerzo
por desintoxicar el ambiente para crear un clima favorable a la discusión, lo
han envenenado más”[2]
¿Cuáles eran estas ideas de Manuel Mora
que generaban un clima tan difícil en el partido? El pensamiento de Mora tenía mucho que ver con el contexto en el cual
se desenvolvía nuestro país en esa época, el cual estaba marcado por un clima de revolución por la vía armada en varios países
de América Central (Nicaragua, El Salvador y Guatemala), este clima sin duda alguna generó una
fuerte presión coyuntural sobre el partido.
Mora sostenía que ya desde hace varios
años se venían presentando discrepancias
entre él y varios compañeros de la dirección del partido de cómo debía concebirse la lucha
revolucionaria en Costa Rica, pero que nunca había creído que estas
diferencias de criterios iban a afectar negativamente al partido.
Sin embargo para el esto último fue un
error, “el error vine a comprenderlo con una gran claridad cuando las
condiciones de Centroamérica, y por consiguiente, de Costa Rica también,
cambiaron de forma violenta”[3].
Mora creía que desde hace años el partido venía sufriendo cambios muy
importantes, cambios generados principalmente en los órganos de dirección y
que estos cambios estaban generando un viraje en la forma de funcionar del
partido, “pues graves decisiones se estaban llevando a la práctica por
organismos laterales al partido (comisiones auxiliares) saltando por encima del
centralismo, decisiones que por lo demás generaban situaciones de hecho no
contempladas por los órganos centrales de dirección, en una peligrosa escalada
tendiente a producir…. Una situación revolucionaria”[4]
Estos cambios eran orquestados según
Mora por ese grupo de la dirección que
mantenían diferencias con él y temía que el impulso que ellos daban a su
remoción era una estrategia para poder imponer con más facilidad su línea
ideológica dentro del partido. Pero realmente lo que más le preocupaba a Mora
era que para él estos procesos se daban al lado de un completo desconocimiento
de esto por parte de las bases, ante esa situación argumentaría Mora: “la comunicación
de mi remoción a la base adolecía de falta de la información sobre las
cuestiones de fondo que involucraba, y con ese motivo dio lugar a una verdadera
lucha en esa base del partido”[5].
Mora resumía entonces las tesis que ese
grupo “aventurero” sostenía de la siguiente manera: El país estaba muy cerca de una grave crisis revolucionaria producto de la
grave crisis económica que atravesaba, El partido debía utilizar sus
recursos para agravar la crisis y debe complicarle al gobierno todo su accionar
frente a la crisis para que esta se profundice, para tomar el poder no es importante tener el apoyo de la mayoría del
pueblo, solo hay que tomarlo y después se conquista el apoyo popular.
Este tipo de política chocaba seriamente
con la posición de la mayoría de la base
del partido, la cual eral en última instancia la que debía decidir la línea
política del mismo.
Frente a estas tesis Mora sostenía que
en ese momento nuestro país vivía una etapa
de revolución no socialista, sino antiimperialista que habré paso al socialismo
y que esta caracterización respondía a la línea trazada por el XIII Congreso,
en estas condiciones el intentar buscar
la toma del poder por la vía armada era realmente un pensamiento que se alejaba
sin duda alguna de la realidad costarricense.
Con respecto al gobierno Mora opinaba que el Partido Liberación Nacional
no era una organización monolítica y homogénea, representando solo a la
burguesía reaccionaria e imperialista del país, creía por el contrario que en Liberación había varios sectores
progresistas y que el partido debía estimular
a esos sectores para que estos presionen “a sus dirigentes a actuar en
forma positiva, en defensa de nuestro régimen democrático, en defensa de la paz
de Centroamérica, y en defensa de la línea de neutralidad”[6].
Agregaba además se debía “desarrollar
una política más realista con el gobierno de nuestro país, para no empujarlo
innecesariamente, en cuanto a Nicaragua, hacia las garras de la CIA”[7].
Es importante recalcar aquí que Mora concebía mucho una tesis para Costa Rica
que se va a conocer como el Fatalismo
Geográfico, la cual sostenía que la posición de nuestro país se encontraba en
un sitio crítico geopolíticamente,
por estar entre una base militar de los Estados Unidos (en Panamá) y una
revolución de corte Marxista (en Nicaragua), además para ese momento se sabía que
los contrarrevolucionarios ya recibían armas a través de Costa Rica y Mora
sostenía que para Reagan sería de mucha utilidad el convertirnos en una base militar
al servicio del imperio, para atacar desde el Sur al gobierno del Frente
Sandinista. Dicha posibilidad había quedado clara cuando bajo la operación Furia Urgente 400 marines estadounidenses
desembarcaron el 25 de octubre de 1983 en la isla de Granada con el fin de derrocar al gobierno de corte
leninista de Maurice Bishop[8].
Otro argumento señalado a través de todo
el proceso de Crisis por Mora fue que si la crisis económica seguía
profundizándose, el país corriera el riesgo de que las fuerzas reaccionarias de la burguesía optaran por hacer un golpe de
estado e instauraran una dictadura fascista, que llevaría a la supresión de un montón de garantías del régimen
democrático imperante, es por esto que él llamaba “al aprovechamiento de
las contradicciones que existen dentro del Gobierno con el propósito de que
esas contradicciones sean un factor permanente de presión progresista sobre el
Presidente en defensa del régimen democrático”[9].
Mora sostenía que la causa de que la
militancia se redujera acontecía a estos y otros errores que habían alejado al partido de las masas, en respuesta a
esto proponía una estrategia de acercamiento al pueblo que debía pasar por los
siguientes aspectos: Fortalecimiento del partido mediante la corrección de sus
errores, lucha por reconquistar el apoyo de las masas mediante el lanzamiento de
consignas realistas, fundamentadas en un análisis crítico de la crisis que
afectaba nuestro país dentro de la crisis del capitalismo, divulgación del
verdadero significado de la Revolución Nicaragüense, denunciar todas las
políticas negativas del gobierno para con el pueblo, luchar por mantener la
política de neutralidad y prepararse para una lucha armada en caso de que
Estados Unidos invadiera Centroamérica[10].
Terminaremos señalando que Mora pidió
hasta el final dos requisitos fundamentales para restablecer la unidad del
partido, que se investigara sobre las intenciones de un grupo de militantes para
apoderarse de la dirección del partido y que las discrepancias entre él y una
mayoría del CC se discutieran a nivel de las bases y que fueran las bases las que decidieran cual era la política correspondiente.
b)
El ala “aventurera” del PVP.
Para el grupo de la división que se generó alrededor de Humberto Vargas y
Arnoldo Ferreto, las discrepancias con el grupo de los Mora eran algunas
similares a las planteadas por la contraparte y otras muy distantes. Primero
que todo, este grupo sostenía que la división
quedo sentada en un congreso “espurio” celebrado en marzo de 1984 por los
seguidores de Manuel Mora.
Arnoldo Ferreto señalaba entre las
principales discrepancias con Mora, esas discrepancias venían desde los años cuarenta
del siglo pasado “cuando pretendió que dejáramos de llamarnos comunistas y renegáramos
el marxismo-leninismo”[11].
El autor hace alusión a cuando en 1943 el partido convocó a una
Conferencia Nacional con el fin de sustituir el nombre de Partido Comunista de
Costa Rica por el de Vanguardia Popular, esto con el fin de llegar a una
alianza con la Iglesia Católica y el gobierno en el llamado Bloque de la
Victoria.
Ferreto
señalaba que Manuel había caído en los vicios del Browderismo[12],
al caer en los vicios del oportunismo de
derecha por la alianza antes mencionada, además de que para esa época empezó
a ser característico en Mora una forma muy personal de Dirigir el Partido.
Alegaba demás de que Manuel Mora asumía
como suyos los triunfos como el código de trabajo y las garantías sociales,
los cuales habían sido ganados “por el movimiento obrero clasista y por el partido
en su totalidad”, Ferreto sostiene que el alzamiento de la figura de Manuel
Mora en esos años vendría a repercutir negativamente a futuro en el partido.
Sigue mencionando los errores de esa
época y critica la rendición y la
deposición de las armas a la cual el partido fue llevado por engaño en 1948
mediante el pacto de Ochomogo que fue negociado por Manuel Mora. “ahí de
nuevo jugó un papel decisivo…., Manuel Mora. Su dirección personal suplantó la
dirección colectiva y facilitó que el Partido depusiera las armas estando en
condiciones de tomar el poder”[13].
Para Ferreto el partido no debe
limitarse a defender el régimen democrático, debe desenmascarar el carácter
burgués de este y debe crear conciencia en las masas sobre las limitaciones y
las mentiras de la democracia burguesa. “El pueblo debe aprender que hay una
democracia superior, que hay que conquistar luchando, que tendrá límites para
los explotadores”[14]
Ferreto continúa señalando las
discrepancias, argumentando una de las críticas más fuertes que pudo recibir el
grupo generado alrededor de los Mora mencionando que lo que existía detrás de la
crisis del partido era una “lucha ideológica entre quienes queríamos y seguimos
queriendo que el PVP opere como un verdadero
partido revolucionario, marxista-leninista; como el partido revolucionario de
la clase obrera, con una dirección colectiva y quienes, expresando una
ideología comunista con ropaje comunista, quieren que el partido no vaya más allá de las reformas al régimen capitalistas dependiente
imperante, reformas que, por lo demás, se vuelven cada vez más difíciles
conforme se agrava la crisis general del capitalismo y la crisis económica
nacional”[15]
Pone de esta manera a Manuel Mora y su
grupo a la altura de los sectores burgueses y oligarcas de Costa Rica,
argumentando que su único interés es convertir al partido en una instancia reformista
y que no cree contradicciones con la burguesía, sino por el contrario que la
apoye, estableciendo alianzas políticas con sectores de la clase en el poder
mediante la concesión de principios revolucionarios, una posición imperdonable
para los marxistas.
Ferreto argumenta que la crisis es
generada entonces cuando la Familia Mora ve que la destitución del caudillo
como Secretario General no servía a los intereses de este “clan de partido” de implantar
su línea oportunista y que por lo tanto debían separar de la dirección al grupo
que les hacía oposición en los órganos superiores del Partido.
Cierra Ferreto su argumentación
insistiendo que la tesis de que en el proceso de la crisis se deben cumplir las
culpas en ambas partes que hubo tanto errores de un lado como del otro, porque
los culpables existen, representados por la familia Mora y deben ser
denunciados, decir que la culpa fue repartida sería un engaño y “Lenin decía
que al pueblo no debe engañársele ni aún con la mentira benévola”[16]
Pasaremos a Analizar ahora los
argumentos del Comité Central que se mantuvo alrededor del grupo liderado por
Vargas y Ferreto[17],
El informe inicia haciendo alusión a las mismas discrepancias con respecto a
los años cuarenta que hace Ferreto y que por lo tanto no vale la pena redundar,
básicamente critica nuevamente la forma personalista en que Manuel Mora empieza
a dirigir el partido a partir de esa época. Luego de esto empieza a enumerar
las discrepancias que salieron a relucir con la crisis.
Lo primero que señalan es que Manuel
Mora realiza una forma de análisis que no corresponde al marxismo-leninismo
marcado por un menosprecio a la teoría revolucionaria, afirma que Mora desde
hace muchos años levanto la bandera de lo que él llama “realismo” y que esto lo
llevo a restarle importancia a la teoría, para Vargas esta desviación es
garrafal ya que “Sin un sólido fundamento teórico, el Partido y el movimiento
popular quedan a la deriva, en un mar donde los movimientos son regulados por
la clase dominante”[18] y
con esto lo que se consigues es que se cierre toda perspectiva revolucionaria.
Un segundo aspecto, expuesto por Ferreto
paginas atrás y retomado por el CC es la “Concepción
oportunista acerca del carácter de la revolución costarricense, sus fuerzas
motrices y las formas de lucha”, sosteniendo aquí que los criterios
adoptados por el anterior Secretario General son radicalmente opuestos a los
dictados por el XIII Congreso en esta temática, Vargas afirma que ese congreso
llego a la conclusión que para ese momento en el poder se hallaban en el poder los
sectores oligárquicos, pro imperialistas y burgueses del país, representados
por Liberación Nacional y que el país ya está dominado por el imperialismo y
existe en él un capitalismo desarrollado.
Un tercer
aspecto es el de la revaloración que
hace Mora de la democracia burguesa, que siempre se ha opuesto a que se le
analice desde una perspectiva clasista y que para él (Mora) esa democracia es
aceptable y que el socialismo que vendrá en un futuro indeterminado “solo le
dará a esas conquistas democrática un contenido económico”[19].
Argumenta que el partido siempre ha
definido que la primera tarea revolucionaria es la toma del poder por parte del
pueblo, la separación de las clases explotadoras ligadas al imperialismo del poder
y la constitución de un nuevo Estado, conducido por los trabajadores.
Argumenta que Costa Rica cuenta con una
gama de importantes instituciones jurídicas y democráticas que se han
conquistado con la lucha popular y que con la toma del poder las garantías democráticas
pasaran del papel a los hechos pero solo cuando se constituya un verdadero
Estado democrático, un Estado de transición al Socialismo, “esta es la diferencia
entre la interpretación revolucionaria, proletaria, que nuestro partido hace de
la democracia costarricense y la interpretación oportunista y burguesa que hace
de ella Manuel Mora”[20].
Una cuarta
discrepancia surge en cuanto a la interpretación del papel de Costa Rica en
la arena mundial y la posición fatalista en que Manuel Mora ya que para la
dirección del PVP bajo esta concepción el otrora Secretario General tenía la
política de frenar los movimientos de lucha social en los que se vinculaba el
partido y salir de esos conflictos con una actitud conciliadora con la
burguesía, bajo el temor infundado de una posible intervención imperialista. Y
esto lo que hacía era frenar el proceso revolucionario costarricense.
El quinto
problema que señala el informe es referente al poder asumido por la familia
Mora en el Partido, ante esto se argumenta que los Mora controlaban el periódico, las finanzas, las relaciones
internacionales, la secretaría y subsecretaría general y la comisión de
seguridad, en estos puestos la familia operaba como un “clan” dentro del
partido y que anteponían sus intereses personales a los del partido.
Sostienen que la comisión de seguridad
se había convertido en un organismo paralelo al partido que funcionaba al
servicio personal de Manuel Mora:
“quienes ingresaban a él eran educados en
el culto a la personalidad e irrespeto al centralismo democrático. El hecho de
que a la cabeza de esa estructura estuviera el Secretario General del Partido,
fue utilizado para llevar a muchos compañeros la falsa idea de que esa
estructura no estaba subordinada al Comité Central”[21]
Como último argumento el informe señala
y acusa al “grupo de los Mora” de plegarse con la prensa burguesa en un
venenoso ataque contra el Partido y sus dirigentes en los cuales se alude básicamente
que hay un sector del Partido que está armado y que está formando un ejército clandestino
y que el comunismo criollo de Manuel Mora fue apartado del partido para ser sustituido
por un comunismo más pro soviético y menos realista.
Recalcan que este tipo de ataques
generaron incluso que dirigentes como Humberto Vargas fueran llamados a
comparecer ante el Fiscal Primero de San José sobre la veracidad del ejército clandestino
que se estaba armando para empezar una lucha bélica civil.
“Parece imposible que un documento elaborado
para servir de base de discusión para un Congreso, por quienes todavía dicen
llamarse comunistas, sirva para abrir un juicio contra militantes y dirigentes
del Partido Vanguardia Popular”[22]
Capítulo
Segundo: Las Bases
Antes de empezar a describir como
impacto la división encada una de las bases es importante caracterizar un poco
el contexto, así como algunas cifras del distrito de Hatillo.
Hatillo
es el distrito número 10 del Cantón Central de la provincia de San José,
tiene un área que comprende unos 4,27 kilómetros cuadrados, sin embargo es
habitado por 55.593 habitantes según datos oficiales del Censo del 2000, esta
gran densidad de población lo ha hecho convertirse en uno de los proyectos
habitacionales más poblados de toda Centroamérica, está comprendido por 16
barrios que a su vez son: 15 de Septiembre, 25 de Julio, Hatillo1, Hatillo 2,
Hatillo3, Hatillo 4, Hatillo 5, Hatillo 6, Hatillo 7, Hatillo 8, Hatillo
Centro, Los Aserrines, Sagrada Familia, Tiribí, Topacio, Vivienda en Marcha.
Hatillo empieza a ser poblado desde
1850. Las condiciones de pobreza que imperaban a finales de ese siglo hacen que
el establecimiento de una escuela se torne difícil. Empero, en 1885, se logra
consolidar este proyecto. A inicios del siglo XX se construye una ermita y se
recibe la donación del terreno para la plaza pública. La expansión demográfica
se da entre los años 50 y 60 debido a la entrega de casas por parte del
Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU).
Fue precisamente durante este último
periodo cuando se empiezan a formar ahí las primeras células de militantes
comunistas en el distrito, siendo en el barrio de Hatillo 4 donde es fundada la
primera. Para ese entonces el PVP se encontraba en una completa ilegalidad,
esto hacía que su trabajo de base en el todavía país de menos de un millón de
habitantes, fuera muy intenso, mientras los partidos tradicionales se centraban
más en un trabajo electorero, el partido de los comunistas se preocupaba por
crear tejido orgánico en diversas zonas del país.
Es en las tres décadas que siguieron a
la guerra civil que la estructura comunista creció en el distrito de Hatillo,
convirtiéndolo en una de las zonas del país donde el PVP tuvo una
importantísima organización comunal.
A)
La base del grupo “reformista”.
Los militantes de base que se quedaron
con el grupo de los Mora, dejan al igual que sus homólogos que se quedaron de
la tendencia Vargas-Ferreto completamente anonadados cuando una organización
que tenía más de 50 años de trabaja sólida y unidamente, se desmoronara en cuestión de dos meses.
Es interesante mencionar que cuando se
avecina el XIV congreso extraordinario
que es donde se da la división, ellos, como militantes de base no tenían ni
la más mínima idea de que meses atrás se venían dando unas fuertes pugnas
internas a la altura de la Comisión Política y el Comité Central de su partido,
diferencias en cuanto a la táctica y estrategia de luchas que debía seguir el
partido para con el pueblo costarricense y el proceso revolucionario de Costa
Rica. Esta discusión se daba
principalmente entre los miembros de la “vieja guardia” y los cuadros más jóvenes
de estos altos órganos de dirección. Así mismo ninguno de ellos recuerda
haber tenido presente en ese momento prácticamente nada de esas acaloradas
discusiones, y me atrevería a decir que empezaron a conocer de estos hechos y
muy superficialmente, después de que el partido estuviera ya completamente
dividido.
“Nosotros nunca supimos ni discutimos en
su momento esas discrepancias entre Manuel y los otros miembros, nuestra célula
no sabía nada, fue hasta que nos llegó el informe de lo que había pasado arriba
que nos dimos cuenta”[23].
De esta manera podemos argumentar en
primera instancia que la división les cayó con una inmensa sorpresa, ya que
ellos en ese momento estaban dando importantes luchas en el sector comunal, que
mencionaremos más adelante y estaban trabajando muy duro por recuperar una militancia
que iba en decadencia. En Hatillo los militantes participaban activamente del
trabajo comunal, hacían juntos las mantas del Primero de Mayo y realizaban
campañas en pro del mejoramiento de vida de los habitantes de las ciudadelas.
Pero en tres meses, la mitad de sus camaradas pasaron a ser
partidarios de lo que ellos describían como una tendencia aventurera que
pretendía sustituir de un momento a otro todo ese trabajo comunal por una
sangrienta guerra civil que llevara a la toma del poder por el partido a través
de la vía armada, “ellos ya estaban pensando en la toma del poder por la vía
armada, y un grupo de personas entre ellos Manuel, nos oponíamos a que hubiera
un derramamiento de sangre”[24].
Entonces estos militantes creían que esa
tendencia aventurera en el partido pretendía quitar a Manuel Mora de la
secretaría General, con el fin de que Mora perdiera el liderazgo y la dirección
del partido para ellos poder tener camino a sus política guerrilleristas.
Fue entonces cuando un fenómeno que
había estado alejado siempre del partido y más entre camaradas vecinos empezó a
darse, principalmente en el bando de Vargas y Ferrero y liderados por Hubert
Méndez en Hatillo, el debate franco y de frente que según Lenín debe existir en
un partido revolucionario, fue sustituido por ofensas francas y de frente por
parte de militantes de esa fracción que gritaban ofensas y grafiteaban apodos
para los militantes vecinos que habían decidido quedarse del lado de Mora.
“Mi casa era como sede del partido en Hatillo
y por ejemplo un día, la esposa de Hubert, Elieth, se llevó un poco de chiquillos
y de gente afuera de mi casa y empezaron a insultarnos diciéndonos pitufos y
nos hicieron hasta pintas afuera en la puerta de la casa”[25]
El apodo de “pitufo” fue una forma
satírica que utilizaron los miembros de la tendencia de Vargas y Ferreto
utilizaban para ofender a los militantes “moristas”, ya que así como estos
dibujos animados (pitufos) tenían una gran dependencia
y culto a la personalidad hacia su papá pitufo, así los tenían ellos con “papá
Mora”.
Es importante mencionar al finalizar
este apartado que la ruptura afecto seriamente el trabajo de órganos que
funcionaban paralelamente al partido como es el caso de la Juventud
Vanguardista Costarricense (JVC), ya que al momento de dividirse el partido
también se divide la juventud del mismo y esta división para el caso de hatillo
fue una división sumamente pareja entre ambos lados, dejando juventudes
sumamente débiles en las dos tendencias. “éramos como 35 o 40, de los cuales
unos 20 se fueron para vanguardia y otros 15 o 20 también nos quedamos con
Manuel Mora.”[26]
B)
La base “aventurera” del partido
Hablar con los militantes de hatillo de
la tendencia Vargas-Ferreto sobre el tema de la crisis del partido en 1983 es
hablar con gente profundamente dolida, para ellos al igual que para la mayoría
de sus camaradas distritales es recordar casi como una etapa tétrica en su vida
política.
Para muchos de ellos la división se dio
porque un grupo de camaradas más viejos
pasaron de ser comunistas a ser moristas, exaltando la figura de Manuel Mora
y poniéndola por encima de todos los órganos de dirección del partido y
violando las decisiones del mismo, tesis que como vimos es la sustentada por la
cúpula de su tendencia, y la división es defendida por ellos con los mismos
argumentos a como fue defendida por el secretario general de su partido en el
XV congreso del PVP.
“Lo que paso ahí (en el XIV Congreso extraordinario)
es que Manuel Mora iba a ser sustituido como Secretario General y el estaba de
acuerdo con eso, el decía que ya estaba muy cansado, entonces se viene el
congreso, se aprueba la sustitución de Manuel, el estando de acuerdo y al día
siguiente, el ya tenía otro criterio distinto”[27].
Es interesante ver como también existe
un paralelismo entre los argumentos que tenía la alta dirección de Manuel Mora
y los militantes de base, imagen
sustentada en el oportunismo y el carácter reformista de Mora, el mismo
Molina menciona “era un gran dirigente político aunque habían cosas que no me
gustaban de el, como que lo veía coqueteando mucho con la burguesía”.
También es muy interesante como estas
personas tienen el mismo criterio y sustentan los mismos argumentos en cuanto a
la comisión de seguridad en el momento de la crisis, aludiendo que era un
organismo “que funcionaba al servicio de Manuel Mora y que en realidad no operaba
por la seguridad de los miembros del partido, esa comisión no tenía seguridad
de nada”.[28]
Con base en los argumentos de porque
muchos de sus compañeros se fueron con la tendencia de Mora, argumentan que
fueron los más viejos, los más conservadores, eran militantes del partido que en vez de ser comunistas eran moristas
que seguían a Manuel Mora a ciegas, sin responder a criterios políticos
serios y sin acatar las disposiciones de los órganos superiores de dirección.
Mientras tanto ellos sostienen que su
posición estivo basada en cumplir las disposiciones emanadas de los altos centros
de dirección del partido, “como iba a ser posible que en el partido el secretario
general fuera hasta que se muriera, como en la unión soviética, entonces para qué
comité central, nosotros decíamos Comité Central Ordene, era la máxima
autoridad del partido, aunque el otro fuera secretario”.
En ese momento ellos creían que lo más
sensato era apegarse a las directrices de un congreso y un comité central
“realista” y estaban seguros que estas instancias eran las encargadas de
materializar las aspiraciones de la mayoría de los militantes del partido,
aunque ellos no supieran las condiciones de la convocatoria al congreso, cómo
fue la escogencia de los delegados al mismo o las fuertes pugnas que se
desataban en ese momento a lo interno del comité central con respecto a la
táctica revolucionaria que debía seguir el partido en medio de la crisis
centroamericana y mundial que se vivía en ese preciso momento. Tal y como
afirma Molina: “yo nunca conocí a profundidad las discrepancias entre Manuel
Mora y el comité Central, y nunca llego ese material a las asambleas o a las células,
eso se discutió en otras comisiones pero no en las bases”[29].
Otro argumento interesante que aunque es
percibido por la base, no es muy bien analizado por esta, es el hecho de que a partir de 1978, el crecimiento del
partido propio de la explosión de la década de los 70`s llega a un punto máximo
y a partir de ese año la militancia del PVP comienza a decaer, lo cual es
atribuido con base a los argumentos del comité central en contra de Manuel
Mora, “de ahí en adelante (1978) empezó a decaer como partido, la gente dejó de
creer que el partido respondía a sus problemas y yo pienso que la principal causa
de eso fue que los mismos líderes de izquierda se fueron suavizando, se creó
ese término de comunismo a la tica
que no es más que un partido de centro que no creía tan fuertemente en los
sueños socialistas y eso fue lo que empezó a deteriorar a la izquierda.”[30]
A fin de cuentas la división les llegó a
cada una de las células del partido que para ese momento podían reunir a unos
300 militantes en todo hatillo y a casi 600 simpatizantes según datos de los
entrevistados, ellos están claros en que las causas de la división afectaron
seriamente su trabajo partidario aunque no así el trabajo comunal que estos
camaradas realizaban en el distrito, la crisis en el trabajo comunal en
hatillos si tendrá algo que ver con el partido pero será una crisis de 1990,
pero que tiene relación directa con esta, dicha relación será analizada en el
siguiente capítulo.
Por el momento lo cierto es que la
división les llegó y vino con ofensas y profundos resentimientos entre
camaradas y vecinos que se ofendían y llegaron a dejar de hablarse aunque ellos
mismos afirman que fue una división que les llegó desde arriba, “a nosotros (la
base) simplemente nos llegó la noticia de la división, para nosotros la noticia de la separación fue
que unos se habían quedado con los Mora, que otros se estaban robando bienes,
casi como que hubiera sido una división material y no ideológica, yo pienso
que unos nos quedamos con una tendencia y otros con otra no por discrepancias
ideológicas, sino más que todo por cercanías y no por una convicción grande…
Todavía yo pienso que yo tengo muchas dudas sobre cómo se dio la división”.[31]
Capítulo
3: Análisis de una crisis
En el desarrollo de este capítulo
intentaremos desarrollar un análisis que gire entorno a dos procesos fundamentales
durante el desarrollo de la crisis del PVP, un primer aspecto será dilucidar
las contradicciones que se presentaron a nivel de la cúpula con relación a la
percepción que cada una tenía de si misma pero que no necesariamente esas
contradicciones eran reales en la base del partido, en otro apartado
intentaremos desarrollar los pensamientos asumidos por la base y cuales fueron
los errores de la misma que permitieron que la crisis se acentuara y fuera asumida
completamente por todo el conjunto del partido.
A)
Contradicciones del discurso en la Cúpula
Es muy interesante como en el informe al XV Congreso del PVP escrito por
Humberto Vargas, el autor acusa a Manuel Mora de “renunciar a la teoría
revolucionaria, que siendo la experiencia acumulada de todo el movimiento
revolucionario mundial, tiene una vigencia universal”[32], afirmando
que detrás del llamado “realismo” de Manuel Mora se encuentra una práctica
pequeño burguesa que está muy lejana del marxismo leninismo internacional y por
ende Mora rechaza la importancia del internacionalismo proletario en busca de
una construcción universal del socialismo.
Sin embargo en el análisis del documento
elaborado por Mora con el mismo fin solo que para el XIV Congreso que organizó su grupo en marzo de 1984 se muestra otra
postura muy diferente a la denunciada por Vargas Carbonell, así en este
documento Manuel Mora menciona:
“Sin
la presencia del movimiento democrático y revolucionario mundial en acción no
habría sido posible que los pueblos de Cuba y Nicaragua rompieran las cadenas
para hacerse dueños de su destino. Y ese mismo movimiento democrático y
revolucionario mundial seguirá estando presente y haciéndose sentir… en la
lucha de todos los pueblos de América Latina que luchan por conquistar su
independencia y construir el socialismo”[33]
Volviendo al informe al XV Congreso del
PVP, se menciona como segundo punto una visión
oportunista que hace Mora de la revolución costarricense, ya que detrás de
su disfraz de comunista este pequeño burgués utiliza una excusa muy interesante,
tenemos que retrasar el proceso revolucionario para no poner en riesgo la
hermana revolución sandinista en Nicaragua y de esta forma lo acusan de
conceder principios revolucionarios a la burguesía nacional, algo intolerable
en cualquier comunista.
Sin embargo es muy interesante como en
el documento escrito por Mora se da una apreciación muy distinta sobre este
mismo fenómeno, en este artículo se puede leer lo siguiente:
“Sin hacer concesiones de principios,
sin sacrificar los intereses esenciales de nuestra revolución, debemos
esforzarnos por eliminar la posibilidad de que el gobierno de nuestro país
tenga pretexto por echarse contra el régimen sandinista”[34].
Vemos en esta cita anterior como Mora se
mantiene en una posición en la cual apegado al principio del internacionalismo
proletario, no hace una concesión de principios al grupo en el poder que debilite
el proceso revolucionario costarricense.
Otra contradicción muy interesante se da
a la hora en que se trata el involucramiento de los miembros de la familia Mora
en diversos órganos de la dirección del partido, ante esta situación el informe
al XV congreso menciona uno por uno los puestos ocupados por la familia Mora, controlaban el periódico, las finanzas, la
secretaría general, la seguridad y las relaciones internacionales en el partido,
“con el tiempo se fue haciendo evidente que los Mora actuaban en el partido
como un clan familiar que actuaba sólidamente unido cuando los intereses del
partido chocaban con los de su familia”[35].
Vemos entonces como para la dirección
del partido era fundamental quitar del poder a una familia que funcionaba con
una condicionalidad cruzada en la organización.
Cabe aquí mencionar que en todo el
partido eran criticados muchos vicios generados por varios miembros de la
familia Mora en los cargos que ocupaban y bastante se oye hablar en ambos lados
de la división del partido de lo negativos que eran muchos miembros de esta
familia en el funcionamiento del partido, dentro de estos comentarios es interesante
como el menos criticado sea el compañero Manuel Mora, son más comunes las
críticas a personas como Ady Salas, compañera
de Manuel Mora, Elena Castellón,
compañera de Eduardo Mora y José
Merino, yerno de este último. El oportunismo de estas tres personas que
ocupaban las finanzas, la planificación y las relaciones internacionales son
sumamente comunes, y es por eso que sea normal que sería a ellos a los primeros
que habría que remover de los cargos, sin embargo el proceso inició por el cargo
más poderoso y por el que menos daño le hacía al partido de toda esta familia.
Como quedó dicho Manuel Mora pasaba a la presidencia, H. Vargas a la secretaría general,
Eduardo Mora continuaría en la subsecretaría general, el hijo de Manuel seguiría
a cargo de la seguridad, Merino a cargo del periódico y Elena a cargo de las
finanzas y Ady permanecería en el comité central.[36]
Queda claro entonces el error de una
mayoría del Comité Central a la hora de querer “purificar” al partido, haciendo la remoción del miembro más
defendido por la base del partido y no haber empezado por los miembros de
los cuales sus actitudes corruptas a lo interno del partido eran bien conocidas
por gran parte de la base y por lo tanto el impacto de sus bajas en los órganos
de dirección superior no hubieran sido tan adolecidos por los órganos
inferiores.
Como última contradicción me parece muy
interesante como giro el asunto en torno a la lucha por cuál de los grupos
asumiría el nombre histórico de Vanguardia Popular, en relación con el nombre
es muy interesante lo mencionado por el investigador
Fernando Zúñiga Umaña, con respecto al cambio de nombre realizado por el
Partido Comunista cuando asume la personería como PVP, “el planteamiento del
PCCR a través de su secretario General demuestra una posición liquidacionista. Una posposición del socialismo y en su lugar
un sometimiento coyuntural, inmediatista….Así el PCCR decide autoliquidarse,
cambiar su identidad, dando vida al Partido Vanguardia Popular”[37]
Es interesante la postura de Zuñiga
primero por ser del grupo que se quedó con Vargas y Ferreto y segundo porque ve
en el cambio de nombre del partido la representación clara de la política pequeño
burguesa y oportunista de Manuel Mora y de cómo el cambio de nombre es
enmarcado como un principio revolucionario concedido para hacer alianzas y
conciliar con la burguesía y los sectores más conservadores del país,
representados en este caso por la Iglesia Católica.
Ante este mismo hecho Ferreto menciona
lo siguiente, “me opuse, junto con otros compañeros como Carlos Luis Fallas a
que el Partido, al pasar a llamarse Vanguardia
Popular, adquiriera los contornos de una agrupación socialdemócrata”[38]
No cabe la menor duda de que para
Ferreto el cambio de nombre representaba la misma concesión de principios
revolucionarios que representaba para Zuñiga, sin embargo esto entra en una
clara contradicción con el grupo de Ferreto, si todas estas tesis eran ciertas,
porque dar una lucha tan grande ante tribunales burgueses (que tal vez pueda
ser también una concesión de principios) por
la personería de un nombre que era uno de los símbolos más representativos de todas
esas prácticas antirrevolucionarias atribuidas a los Mora, tal y como lo
señalaría Ferreto en el mismo documento solo que páginas más adelante “los
divisionistas no pudieron a pesar de sus triquiñuelas arrebatarnos la personería
legal de Vanguardia Popular”[39].
Otro aspecto que resulta sumamente
interesante es la tesis del comienzo de la crisis, para Fernando Zúñiga en el
partido se pasa de una línea revolucionaria a una reformista en la década de
los años cuarenta, esta decisión se da por una dirección personalista de Manuel
Mora en contra de la mayoría de los líderes del partido, luego de la Guerra
civil, el exilio de Manuel Mora hace que los “revolucionarios” vuelvan a asumir
la dirección del partido y le den un funcionamiento como el que tenía anterior
a los años cuarenta, sin embargo, “el retorno
de Manuel Mora en 1958, como se ha insistido, conduce al PVP a asumir
posiciones similares a las que predominaban antes de 1948. Esto provoca una
situación de disconformidad interna, que puede ser el origen de discrepancias
que prevalecen hasta el momento de la división”[40]
Vemos de esta manera como el autor
sostiene la tesis que la crisis surge ya a partir de la década de los cincuenta
y que desde ese momento comenzó una pugna a lo interno del partido entre revolucionarios
y conciliadores con la burguesía, donde estos terminan imponiéndose en 1983.
Pese a esto el autor no utiliza ninguna fuente para respaldar su tesis, en su
investigación no se cita ningún documento de los congresos anteriores al
congreso extraordinario donde se produce el cisma en el partido, esto hace que
uno pueda partir únicamente de supuestos y apreciaciones poco objetivas al
respecto.
Sin embargo podemos encontrar otra
explicación que tiene mejor respaldo para analizar este punto, en 1978 se realiza un acto donde se celebra el
47 aniversario del PVP, para ese momento la JVC[41]
tenía mucha militancia, al punto de ser incluso mucho más grande que el partido
mismo, es por esto que en ese acto se dio la llamada “promoción de los 100”, donde un centenar de miembros de la
juventud pasarían a integrar las filas del partido, dos años más tarde,
cuando se realizara el XIII Congreso Carlos Luís Fallas, muchos de estos jóvenes pasarían a asumir cargos muy importantes en los
órganos de dirección, esto, según uno de los principales actores de la crisis
y que formo parte de estos jóvenes fue el tan afamado origen de la división,
“Mi
entrada al comité central se da en el 80, en el congreso Carlos Luís Fallas, en
la llamada promoción de los 100 y yo creo que buena parte de los orígenes de la
división el partido se dieron gracias a eso, ya que buena parte de nosotros
pasamos de la juventud a puestos de dirección, esa gente joven entro al partido
con una mentalidad completamente nueva que no creíamos que la historia del
partido debía seguir dominando la política actual y fue ahí donde empezó una
pugna en los órganos superiores entre este sector joven y el sector conservador
del partido”[42]
Vemos de esta manera como el inicio de
la crisis estuvo ahí, en esa gran entrada de jóvenes a los puestos de dirección
de la juventud, donde comenzó una crisis
entre dos generaciones en cuanto a la táctica revolucionaria y de masas que
debía seguir el partido y no una pugna ya vieja entre un
ala revolucionaria y otra conciliadora
del partido como nos lo hace ver Zúñiga en su obra, cabe mencionar que este
argumento es también mencionado en un folleto generado por el PPC[43]
para el XIV Congreso de marzo de 1984, donde se menciona “que por una
confianza ciega en cuadros jóvenes, se dejaron de lado a importantes compañeros
de lucha, conformando un comité central con una buena parte de gente
promocionada de la juventud.”[44]
B)
El error en el accionar de la base del partido.
Utilizaremos este apartado para hacer
una breve reflexión en cuanto al accionar de la base del partido en el momento
de la crisis, quedo claro en el segundo capítulo que a la base de hatillo la división
les llegó desde arriba, ellos nada más siguieron la división que se generó en
los órganos de dirección superior,
partiendo de supuestos generados por la ira y el resentimiento de muchos de sus
dirigentes, organizados en bloques de poder a lo interno del partido. Los
militantes de los órganos inferiores nunca llegaron a preguntarse cuales eran
las causas de la crisis.
La base asumió las mismas críticas que
la cúpula le achacaba al grupo que apoyaba a Manuel Mora, utilizando el mismo
discurso y las mismas ofensas, la base que apoyaba al líder histórico creyó
ciegamente que sus camaradas estaban
listos para romper con el partido y tomar el poder por la vía armada, aunque
dichas armas y dicha guerrilla nunca fue encontrada, al final de la crisis,
ambas bases repetían el discurso de su cúpulas para encausar las razones de la
división del partido, pero sin entender todavía porque sus camaradas y vecinos
de muchos años habían pasado a ser
reformistas o guerrilleristas.
Las diferencias de la táctica
revolucionaria y de masas que debía seguir el partido entre los dos bloques
generacionales nunca fueron conocidas por la base y la base nunca exigió
saberlo, en esto ayudo claramente, el resabió inquebrantable de una tradición generada en la mayoría de partidos
leninistas, de una base que confía plenamente en sus órganos de dirección
superior y que nunca llega a confrontar el espíritu del centralismo democrático
con la imperfección y los errores del ser humano.
MARSianos
en el partido. A manera de conclusión.
En 1973, el Frente Estudiantil del Pueblo (FEP), brazo juvenil del Movimiento
Revolucionario del Pueblo (MRP), de
corte foquista-guerrillerista, tuvo una división de la cual se formó un nuevo
grupo denominado Movimiento de Acción
Revolucionaria Socialista (MARS), este grupo decide a inicios de 1974
apoyar al PVP en la opción del Partido Acción Socialista (PASO) que llevaba
como candidato presidencial a Manuel
Mora, ese mismo año el MARS toma la decisión de disolverse como grupo y unirse a la JVC, muchos de sus cuadros
pasaron directamente a ocupar cargos de dirección en la juventud vanguardista y
luego en 1978 pasan mediante la promoción de los 100 a ser parte de las filas
del partido, pasando en el 80 a ocupar
importantes cargos en la alta dirección del PVP.
Entre este tipo de jóvenes que vivieron
este proceso se encuentran personas como Hubert Méndez, Raúl López, Cesar
Solano y José Merino, los dos
primeros eran de los más férreos opositores a Manuel Mora y los dos últimos eran de los que apoyaban a
Mora, sin embargo además de su pasado en común, la mayoría jugaron un papel
muy similar de uno y de otro lado en la crisis provocando de una u otra forma
para hacer ver que la división era todo un hecho y que una salida sin crisis no
era posible, una vez que el partido estuvo dividido, las posiciones de estos provenientes de la ultra izquierda de los 70`s
fueron las mismas, en 1990 después de haber sido elegido regidor por San
José Hubert Méndez, él y Raúl López presentaron un proyecto al PVP mediante el
cual consideraban que la vigencia de un partido marxista y revolucionario no
era necesaria y que el partido debía disolverse, de igual forma, una corriente
dentro del comité central del PPC planteó exactamente lo mismo y quienes
defendían esta tesis terminaron abandonando el partido[45].
Para 1998 cuando ya este partido formaba
parte del Proyecto Fuerza Democrática, José
Merino volvió a sugerir la misma tesis, según la cual, el PPC debía disolverse
en Fuerza democrática, tesis que nunca fue aceptada, él mismo terminó
abandonando las filas del partido en el año 2001, provocando la última y más
grave crisis en el seno de esta agrupación.
Ante estos hechos queda por responder
una pregunta fundamental con respecto a estas personas: ¿dejaron de ser
revolucionarias? O quizás tal vez, ¿nunca lo fueron? , Manuel Mora hizo
críticas fuertes a Hubert Méndez y a Raúl López en cartas al comité central
antes de la división, esas críticas nunca fueron conocidas por la base, quizá
de haberse conocido, el partido hubiera tenido mayor precaución con esas
personas. Sin embargo el análisis de esta faceta de la división del PVP queda
para una futura y esperemos que no muy lejana investigación.
Bibliografía
Documentos
Ferreto, Arnoldo. Como y porque fue
dividido el Partido Vanguardia Popular. Conferencia brindada en la Sede de
Occidente de la Universidad de Costa Rica en junio de 1986.
Informe del CC al XV Congreso del PVP.
14-17 de Septiembre de 1984.
Mora Valverde, Manuel. La crisis en el
partido: discrepancias y lucha por la unidad. Documento presentado a
consideración del XIV Congreso del Partido Vanguardia Popular.
Mora Valverde, Manuel, Carta al Comité
Central del PVP. 5 de Septiembre de 1983. Biblioteca personal.
Entrevistas
Fallas, María Isabel.
Méndez, Hubert.
Miranda, Mercury.
Molina, Carlos.
Valerín, Clemencia.
Periódicos
Libertad, años 1983, 1984.
Libertad Revolucionaria, años 1983,
1984.
Libros
Indexaciones: Repositorio de Revistas
UCR, DIALNET, Latindex, REDALYC Directorio y recolector de recursos digitales
del Ministerio de Cultura de España, Directory of Open Access Journals.
[2] Mora Valverde, Manuel. La crisis en el partido: discrepancias y lucha
por la unidad. Documento presentado a consideración del XIV Congreso del
Partido Vanguardia Popular. Pág. 2.
[7] Mora Valverde, Manuel, Carta al Comité Central del PVP. 5 de
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[8] Operación Furia Urgente en Wikipedia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_furia_urgente.
[9] Mora Valverde, Manuel. La crisis en el partido: discrepancias y lucha
por la unidad. Documento presentado a consideración del XIV Congreso del
Partido Vanguardia Popular. Pág. 12.
[11] Ferreto, Arnoldo. Como y porque fue dividido el Partido Vanguardia
Popular. Conferencia brindada en la Sede de Occidente de la Universidad de
Costa Rica en junio de 1986 y reproducido por la sección de Historia de la
Cultura de la sede. Actualmente se encuentra en la biblioteca de la sede. Pág.
6.
[12] Earl Browder, Secretario General del Partido Comunista de los Estados
Unidos quien planteó que capitalismo y comunismo podían coexistir pacíficamente
y podía darse una co-ayuda entre clases antagónicas y por esto hizo disolver su
partido.
[13] Ferreto, Arnoldo. Como y porque fue dividido el Partido Vanguardia
Popular. Conferencia brindada en la Sede de Occidente de la Universidad de
Costa Rica en junio de 1986 y reproducido por la sección de Historia de la
Cultura de la sede. Actualmente se encuentra en la biblioteca de la sede. Pág.
7.
[23] Valerín, Clemencia. Militante fundadora de la primera célula del
partido en el Colegio Superior de Señoritas en 1936 y militante del partido en
Hatillos desde 1959. Entrevista realizada el viernes 18 de Noviembre de 2006 en
la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio.
[26] Miranda, Mercury. Militante de la célula de la JVC en hatillo desde
1978, partidario de la tendencia de Manuel Mora. Entrevista realizada en el
local del Partido del Pueblo Costarricense el 20 de Noviembre de 2006
[27] Molina, Carlos. Militante del PVP desde 1965 y militante de la célula
de hatillo 4 desde 1970. Entrevista
[30] Fallas, María Isabel. Militante del PVP desde 1967, educadora y
residente en hatillo 7 desde 1977. Entrevista realizada en la ciudad
universitaria Rodrigo Facio el 10 de Noviembre de 2006.
[42] Méndez, Hubert. Militante del PVP desde 1978 cuando fue promocionado
por la JVC, miembro del comité central en el momento de la división. Entrevista
realizada el 17 de Noviembre de 2006 en la Ciudad Universitaria Rodrigo Facio.
(Publicado por El Socialista
Centroamericano el 05 Enero 2014)
Este artículo no pretende abordar la
historia política de Costa Rica, ni de las organizaciones de la izquierda. Lo
escribo con el propósito de refrescar la
memoria crítica e inconforme de la juventud, la clase trabajadora y demás
sectores sociales que hoy reflexionan su decisión electoral en la contienda que
culmina el 2 de febrero del 2014.
I.
ANTECEDENTES HISTÒRICOS
La historia reciente de las luchas por
el poder del Estado en Costa Rica irrumpe
con el legado de la Guerra Civil de
1948 y el fallido levantamiento
militar del Dr. Calderón Guardia, en 1955. Comprende las presiones de
inversión pública lideradas por la burguesía agropecuaria, industrial y el
comercio exportador; en vivienda, salud, educación y prestaciones sociales,
dirigidas por los agentes de los partidos gobernantes a través de las
instituciones estatales y las municipalidades, y las gestiones de bienestar
ciudadano derivadas de luchas reivindicativas de diferentes sectores de la
sociedad.
La distribución
de la riqueza social como gran logro del Estado reformista fue, además, resultado del ascenso de las luchas
sociales; de las protestas, huelgas y demandas del magisterio nacional,
empleados estatales, el proletariado bananero, los obreros de la manufactura y
los consumidores de servicios públicos. En esa dinámica de conflictos y
conciliaciones, la sociedad civil adquirió de nuevo tesitura política y
electoral, después de la Guerra Civil.
La constitución
de 1949 otorgó derechos electorales a las mujeres y a la población negra.
Poco después se redujo de 21 a 18 años
la edad para ejercer el derecho al voto y la participación de la población
joven en actividades políticas. Desde 1953 se reorganizó el movimiento sindical
obrero y campesino en la Confederación
General de Trabajadores. Desde 1955 se formaron las juntas progresistas
comunales y otras confederaciones sindicales que se vincularon al PLN. Entre
1960 y 1970 surgieron nuevas agrupaciones obreras, de estudiantes, campesinos y
sectores ciudadanos, las cuales se adscribieron en buen número a los emergentes
partidos políticos de izquierda.
En tercer lugar, el tema del Estado reformista es inseparable de las repercusiones de
la coyuntura económica y política en los liderazgos, composición y estructuras
de los partidos, así como en las instituciones ideológicas y consensuales
organizadas por la burguesía local en alianza con los intereses de los Estados
Unidos en Centroamérica. Entre esos momentos de cambio resaltan la revolución
cubana, la crisis del mercado común centroamericano, el alza de precios del
petróleo desde 1971, la depresión económica de 1973-1975, la derrota militar y
política de la dictadura somocista, el auge de movimientos revolucionarios en
El Salvador y Guatemala, y la depresión capitalista de 1979-1983.
En el seno de esas alarmas se fraguó la
fusión de los intereses del capital financiero e industrial con la política
exterior de los Estados Unidos y Europa, y se lanzó la ofensiva imperialista
que exigió a los Estados latinoamericanos el pago de las deudas externas e
impulsó un comercio mundial sin restricciones nacionales, proteccionistas. El
neoliberalismo forzó la reducción de las inversiones en bienestar social para
subsidiar la reproducción y circulación del capital e impuso los ajustes de
estructuras que arrasaron con las políticas de sustitución de importaciones,
vigentes entre 1960 y 1980. Un antecedente estructural del neoliberalismo fue
la revolución en la tecnología microeléctrica que unificó las industrias de
telecomunicaciones, informática y automatización. A ese cambio se integró la
biotecnología aplicada en farmacología, ingeniería genética, el cultivo de
tejidos, industria alimenticia, minería y medio ambiente.
El neoliberalismo,
la fase contemporánea del capitalismo imperialista, se convirtió en un sistema global cuando adquirió hegemonía
política mundial a raíz de las transformaciones en la URSS y el
desmembramiento de los países socialistas de Europa Oriental, durante los
gobiernos de Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin (1985-1991). A partir de
entonces, Estados Unidos y Europa a través de la OTAN se encontraron sin
competencia militar y retomaron la ofensiva neocolonialista con las guerras
regionales en Europa balcánica, el Medio Oriente, Asia y Àfrica.
En ese contexto adquieren relevancia en
Costa Rica, los impedimentos de los gobiernos para avanzar el desarrollo de
políticas sociales de interés popular. Surgieron contradicciones en el bloque
político detentor del poder por medio de los partidos Liberación Nacional y
diversas coaliciones del liberalismo tradicional. Se configuraron nuevas corrientes ideológicas y partidos de izquierda, cuyo
itinerario histórico ha concordado con los objetivos de las luchas sociales en
relación con el reparto de la riqueza nacional y para encauzar las instituciones
del Estado hacia metas de desarrollo con sentido ético, equidad en la propiedad
y reparto de la riqueza y soberanía nacional.
En particular, porque desde 1983 el bipartido PLN-PUSC controló el poder del Estado.
En momentos, adoquinado con los ajustes estructurales que diseñaron e
impusieron a los gobiernos el FMI, el BM, el BID y el capital transnacional. En
otros, enfangado por la corrupción
descarada de conductores de esas políticas como Rafael A. Calderón
Fournier, José María Figueres Olsen y Miguel Àngel Rodríguez, en mafiosa
colaboración con políticos y empresarios ligados a algunas instituciones
autónomas y a la banca transnacional.
En consecuencia los gobiernos del PLN-
PUSC de los últimos 30 años abandonaron
el reformismo; no así la intervención del Estado a favor de la reproducción
sin fronteras del capital. Viraron al
ala derecha del liberalismo, alimentaron la ingobernabilidad, agudizaron las luchas sociales, la
desconfianza en los poderes del Estado y sus instituciones, y el descontento
político. De ahí que, lentamente se fue abriendo el horizonte para la reformulación radical de la dominación
neoliberal bajo liderazgo de nuevas y jóvenes expresiones del espectro político
de centro e izquierda; en competencia, aún sin confrontación, con quienes
militan en la extrema derecha de la política.
II.-
EXCLUSION DE LOS COMUNISTAS Y RUPTURAS EN EL P.L.N.
En Costa Rica, entre 1949 y 1979 se avanzó otra fase del Estado Benefactor, con
sustento en el Capítulo V de la Constitución. Este período difiere en
cuanto al fundamento ético e ideológico de los cambios sociales y laborales que
se institucionalizaron entre 1941 y 1948. En los artículos del capítulo V, las
garantías sociales se perciben a distancia del concepto republicano y socialista
que las legitimó inicialmente. Ahora se sustentan en la doctrina keynesiana del
Estado Interventor o Estado Benefactor. Ya no se apela a una ética política, a
los principios de doctrina social católica, ni del socialismo; sino a la
evolución de las estructuras y las relaciones económicas de la sociedad
capitalista que determinan la distribución de la riqueza social.
La doctrina liberal clásica consideró
las necesidades sociales básicas y de las clases trabajadoras, en la noción
«interés general de la nación» y priorizó el crecimiento de la
producción en el agro y la industria. En los años 40, ese tema de política
económica generó la confrontación entre los republicanos liberales de
izquierda, los comunistas y los socialdemócratas; porque éstos conciben las
garantías sociales como parte del Estado de Derecho y las subordinan al
crecimiento de la producción privada con mediación estatal a favor de la
acumulación capitalista.
Para ellos, las cuestiones de Estado son
temas seculares de tipo jurídico y político. Por principios derivados del dogma
de la preservación inalterable de la propiedad privada de la tierra, la banca y
las empresas productivas, los socialdemócratas rechazan las tesis marxistas
sobre la sociedad y las finalidades del Estado. De ahí que, vencedores en la Guerra, ilegalizaron al
Partido Vanguardia Popular y han menospreciado las alianzas políticas con los
movimientos socialistas y los partidos marxistas.
http://www.monografias.com/trabajos62/costa-rica-reformas-sociales/.shtml#ixzz2nUJu9SwD
El Decreto
Ley No. 105 de la Junta de Gobierno y el Artículo 98 de la Constitución de 1949
ilegalizaron al PVP y los sindicatos campesinos, obreros y del sector público afiliados desde 1943 a la
Confederación de Trabajadores. Los
comunistas, que en 1947 sumaban unos 12.000 militantes vanguardistas,
solicitaron inscribir el Partido Nacional Democrático para las elecciones de la
Asamblea Constituyente, pero el 16 de agosto de 1949 el Tribunal Electoral
desacreditó la pretensión. En 1950 insistieron en legalizar al PVP y fueron
excluidos por la Ley No. 1191 del 1 de agosto del mismo año.
En 1953
los vanguardistas hicieron actividad electoral como Partido Progresista
Independiente, con el candidato
Joaquín García Monge. De nuevo fueron proscritos por Ley No.1608 del 16 de
julio. En 1957 propusieron la denominación Partido Unión Popular y en 1958 el
Partido Socialista Costarricense, con Fabián
Dobles como candidato. Las dos iniciativas fueron anuladas por la Ley No.
2788 del 20 de julio de 1961. Por ello, en 1962 apoyaron al Partido Acción
Democrática Popular, liderado por Enrique Obregón Valverde, un liberacionista
de izquierda y por el periodista Julio Suñol, miembro de la Sociedad de Amigos
de la Revolución Cubana. El PADP obtuvo en 1962 el 0.9% votos para Presidente y
2.5% para diputados. (Gutiérrez, 1984:68).
En 1966
los comunistas presentaron al Tribunal el Partido Acción Popular Socialista con
el candidato Marcial Aguiluz Orellana, disidente del PLN. Simultáneamente, Manuel Mora Valverde, secretario general
del PVP, expresó públicamente sus simpatías por el candidato Daniel Oduber.
Ese año el PVP celebró el X Congreso y constató un apreciable crecimiento. La
composición social del partido mostraba un 43% de militantes de extracción
obrera y campesina, 57% personas de la clase media, el 80% hombres y el 20%
mujeres. (Gutiérrez, 1984:72)
En 1969 se negó el registro electoral de
los vanguardistas, como Bloque de Obreros Campesinos e Intelectuales, presidido
por Eduardo Mora Valverde. Ese año, Marcial Aguiluz inscribió el Partido Acción
Socialista (PASO) el cual fue aceptado por el Tribunal y la Asamblea
Legislativa, ante el dilema de ilegalizar dos partidos en un mismo proceso de
elecciones. El PASO obtuvo el 5.5% votos para diputados. Eligieron 12 regidores municipales y llevaron a la Asamblea a Manuel
Mora Valverde y a Marcial Aguiluz O. Los dos presentaron el Proyecto de Ley
contra el Art. 98 de la Constitución. Cuatro años después el Plenario no había
tramitado el proyecto. El PVP tenía 1.023 militantes en 1970.
http://www.estudiosgenerales.ucr.ac.cr/estudios/no22/papers/iisec1.html
En las elecciones de 1974, los vanguardistas participaron y fueron electos
diputados Eduardo Mora Valverde y Arnoldo Ferreto Segura, a pesar que aún
regía la proscripción de los comunistas. Como fracción parlamentaria el PVP
defendió leyes, como la expropiación de Osa Productos Forestales; eliminación
de los Contratos-Ley de la Constitución; reforma a la Ley de la zona
marítimo-terrestre; la Ley de Prohibición de Pesca en Aguas Patrimoniales del
Estado; la creación del Parque Nacional “Manuel Antonio” en Quepos; reforma a
la Constitución para derogar el párrafo segundo del Art. 98 y legalizar al PVP
y otras fuerzas de izquierda activas en ese momento.
De modo que los vencedores de la Guerra Civil modularon el Estado Benefactor sin
competencia electoral socialista, sin movilizar a sus bases sociales y con
el fin de no contrariar los requisitos para la acumulación y reproducción del
capital; sino más bien, para complementarlos atendiendo la necesidad de
racionalizar la reproducción de la fuerza de trabajo. Ejercieron coacción y
represión contra las voluntades reformistas de corrientes ciudadanas no
liberacionistas. Y, a pesar de eso, otros hechos malograron la consistencia de
su experimento reformista. Entre ellos, las rupturas de consensos y las fisuras
entre los partidos gobernantes; los alineamientos con los intereses de los
Estados Unidos; las diferencias con respecto al sindicalismo y sobre las
funciones políticas de las organizaciones sociales y sus liderazgos
populares.
Las discontinuidades y estancamientos en
los programas de reforma social se acentuaron en sincronía con otros
acontecimientos. En el plano sindical, el rechazo a las autoridades eclesiales
y el aval a la influencia sindical peronista. En la gestión de gobierno, el
apego a los programas de la Alianza para el Progreso y el Mercado Común
Centroamericano, estrategias de los Estados Unidos no siempre en concordancia
con los objetivos de la Comisión Económica para América Latina o las
orientaciones de la Internacional Socialdemócrata al PLN. En el campo
internacional, el seguidismo a las directrices de la ONU, la OEA y las agencias
regionales del gobierno norteamericano o de la Unión Europea, sin ponderar
particularidades sociales, políticas y culturales de la historia nacional.
Los partidos Unión Nacional (Ulatista)
Unificación (Echandista) y otras facciones opositoras a los gobiernos del PLN
carecían de asideros reformistas y renegaron los compromisos históricos con el
“caldero-comunismo” de los 40. Eran agrupamientos elitistas más que partidos
políticos contralores; liderazgos que envejecían políticamente, sumas de
electores y pocos militantes orgánicos que disfrutaban puestos y prebendas en
los gobiernos del PLN. Sólo a finales del setenta lograron alguna cohesión con
el liderazgo de José Joaquín Trejos y Rodrigo Carazo Odio. Por esos años surgió también el Partido Demócrata Cristiano, con muy
poco desarrollo.
En las tiendas del PLN las escisiones afloraron
desde 1958. Algunos rechazaban el caudillismo autoritario de José Figueres y el
relevo de candidatos a Presidente de la República con criterio de comandos
militares. Censuraban el abandono del ideario socialdemócrata. Resentían los
fraudes electorales en las convenciones. Demandaban diferenciación social e
ideológica con respecto a los liberales republicanos y los “mariachis”. Las
“inconformidades” resquebrajaron al Partido.
Jorge Rossi creó en 1958 el Partido
Independiente. Enrique Obregón Valverde fundó el Partido Revolucionario
Independiente, en 1962. Rodrigo Carazo acogió desde 1964 la doctrina social
católica y Benjamín Núñez, con el mismo libreto, redactó en 1968 los Documentos
de Patio de Agua. El texto legitimó las fisuras. Nacieron el Grupo 70 y la
fracción legislativa independiente que lideró Frank Marshall Jiménez con
conceptos de ultraderecha. En esas deserciones, unos fundaron el Partido
Socialista, el Partido Demócrata Cristiano o se acercaron a Vanguardia Popular.
Carazo abandonó el Partido Liberación en
1969 y con José J. Trejos fundó la Alianza Nacional Cristiana en 1972 y el
Partido Renovación Democrática en 1974. Cuatro
años después, el Partido Liberación vivió la primera gran derrota histórica con
la presidencia de Carazo Odio y su proyecto de abandonar el paternalismo de
Estado, combatir la corrupción, dignificar la política, defender la soberanía
frente al FMI y fortalecer la identidad nacional con un ideario anticomunista,
socialcristiano y liberal demócrata, divulgado por el Partido Unidad. (Abarca
V. 1995: 38-40)
III.-
RENACIMIENTO Y DISPERSIÓN DE LA IZQUIERDA ESTUDIANTIL
Otros cambios removieron la conciencia
histórica, actualizaron ideologías y conceptos, ampliaron temáticas y
metodologías de acción política en relación con la transformación social,
consecución de la soberanía nacional y satisfacción de aspiraciones
socialistas. Una vez más, la juventud universitaria y liceísta, magisterio,
intelectuales y sectores de clase media irrumpen en varios escenarios
políticos, tres décadas después de la
exitosa alianza de republicanos y vanguardistas y del Partido Socialdemócrata que fundaron el Centro de Estudios de los
Problemas Nacionales y José Figueres Ferrer.
Entre 1960 y 1970 una intensa agitación
gravitó en México, Centroamérica, el Caribe y el Cono Sur. La aureola de
soberanía y justicia social irradió de la revolución cubana, de la estrategia
insurreccional del proyecto OLAS y el heroísmo del Che Guevara en Bolivia;
acompañó a los emergentes movimientos revolucionarios urbanos europeos y de
América Sur, las luchas de descolonización y las agendas autonomistas de los
Países No Alineados. La viabilidad de la paz mundial afloró en la iniciativa
soviética de distensión en la Guerra Fría y de congelamiento de la carrera nuclear,
en contexto de multitudinarias protestas contra la guerra imperialista en Viet
Nam.
Esa atmósfera envolvió las academias y
fue referente de identidad política de una generación de intelectuales,
estudiantes y habitantes urbanos. A fines de los 50 la juventud crítica se
declaraba admiradora del Movimiento 26 de Julio y se acercaba a los Amigos de
la Revolución Cubana.
En 1963
un grupo formó el Partido Revolucionario Auténtico (PRA) el cual fue otro polo
de atracción de quienes radicalizaban ideales y criticaban el comunismo
ruso. El PRA lo integraron entre otros: Sergio Eric Ardón, Otto Castro Sánchez,
Álvaro Montero Mejía, José Francisco
Aguilar Bulgarelli, Guillermo Arce, Jorge Arturo Camacho, Juan Antillón,
Guillermo Joseph y el “Chino” Vargas. En la campaña del 62 apoyaron al Partido
Acción Democrática Popular y forjaron vínculos con militantes disidentes del
PLN y del clero católico. (Iglesias, 1984: 109).
Otra corriente apareció en 1961. Ese año el estudiante Rodolfo Cerdas
Cruz fundó en la UCR la Juventud Socialista, vinculada al PVP, ilegalizado.
Cerdas se propuso eliminar la tutela comunista y hubo divergencias de fondo con
la dirección del partido. En un viaje a
la URSS, entró en relaciones con la embajada China, cuando los maoístas
rompían con los comunistas-leninistas. Expulsado
del PVP en 1969, con el apoyo del comunismo chino se dedicó a elaborar la letra
de una “nueva democracia” y un “nuevo bloque revolucionario de cuatro
clases”. (Cerdas, 1981:99-138). A raíz de las protestas estudiantiles del 24 de
abril de 1970 contra de la aprobación del Contrato Ley con la transnacional
ALCOA, la agitación estudiantil le dio tema y ocasión para atacar al PVP y fundar el Frente Popular Costarricense (FPC).
(Mayer, S., 1984: 141).
Las protestas contra ALCOA movilizaron
más de 50.000 universitarios y liceístas y remiten al repunte del movimiento
estudiantil y los partidos de izquierda. En ese campo fértil cuajaron otras
corrientes de pensamiento marxista y las organizaciones políticas: Frente Popular (FP) Movimiento
Revolucionario del Pueblo (MRP) y el Partido Socialista Costarricense (PSC).
El PVP no capitalizó de inmediato la rebeldía estudiantil. Estaba involucrado
en acciones sindicales y electorales. (Ruiz, A. 1984: 126).
En esos años se formó un grupo de
discusión de los problemas nacionales que llenó un vacío de pensamiento crítico
ante la ausencia de respuestas del PVP. En
1971 fundaron una organización de estudiantes, alternativa a la JVC, con
Rodolfo Cerdas, Pablo Azofeifa, Álvaro Montero M., Eduardo Dorian, Nelson
Gutiérrez Espeleta, Daniel Masís, José Ml. Arroyo, Roberto Hidalgo, María
Eugenia Trejos y Álvaro Soto. De ahí
nació el Frente Amplio Estudiantil Nacional (FAENA) el cual se presentó como
“la única organización de la izquierda patriótica y antiimperialista”.
En tercer
lugar, el 11 de abril de 1972 se
fundó el Partido Socialista Costarricense (PS); aunque funcionaba como
grupo desde 1971 presidido por Álvaro Montero M. -fundador del PRA- Enrique
Obregón Valverde, José F. Aguilar Bulgarelli, Arnoldo Mora, Rodrigo Gutiérrez S. y Alberto Salóm E. Con el logotipo
de la hormiga, el PSC se opuso a la línea política del MRP y se dedicó a
disputar espacios al PVP generando pugnas de representatividad política y
sindical. Su base social arraigó en
universidades, empleados públicos, obreros y campesinos, y grupos de católicos.
Fue exitosa la creación de la Juventud Universitaria Socialista (JUS). En 1975,
en coalición con otras fuerzas eligieron a Alberto
Salóm, Presidente de la FEUCR y
la JUS fue un fuerte componente de la Unidad para Avanzar (UPA). (Ruiz, Á.
1984: 125-128)
El Movimiento
Revolucionario Auténtico (MRA) en parte heredero del PRA, surgió en enero de
1970. Ese año ganaron presencia en los episodios de ALCOA pues ocupaban el
directorio de la Asociación de Estudiantes de Estudios Generales. De ahí surge
el Frente Estudiantil del Pueblo (FEP)
“siguiendo la línea de construcción de frentes que desarrolló el MIR en Chile”.
Al año siguiente, una escisión originó el Movimiento de Acción
Revolucionaria Socialista (MARS) y poco después sus dirigentes Hubert Méndez, José Picado, César Solano, José Merino y
Oscar Madrigal se adhirieron al PVP. El otro sector del FEP fundó el Frente
Obrero del Pueblo (FOP), en competencia con el Movimiento Iglesia Joven (MIJ).
Otra
división del MRP dio lugar al Bloque 24 de Abril, poco antes de las elecciones nacionales de
1974. Después vino la fractura en el Movimiento Estudiantil Católico (MEC). Más
repercusión tuvo “la escisión militar” provocada por algunos estudiantes que, años más tarde, organizaron “el Grupo La
Familia” a raíz de las quemas de unos autobuses. Esa acción fue condenada
por el MRP, a pesar de que tenían información de la “Operación Miguelito”. En
1981, un comando del grupo la Familia se
involucró en una acción contra la embajada americana en San José. A raíz de
esto hubo un tiroteo y murió un policía. Fueron apresadas Viviana Gallardo y otras
dos muchachas. Estando en prisión, un amigo del policía fallecido, el Cabo
Bolaños, asesinó vilmente a Viviana para vengar la muerte del compañero.
La siguiente
ruptura del MRP la provocó un grupo
influido por el trotskismo. Salieron dos miembros de la dirección y con
otros militantes acogieron como guía revolucionaria las obras de León Trotsky.
Ante esa actitud, la dirección apeló a los estatutos y a medidas
disciplinarias. Surgió el grupo
leninista-trotskista internacionalista (LTI) y otro que ingresó a la Tendencia
Mayoritaria Internacional (TMT). (Iglesias J. 1984:114-116).
En la campaña electoral de 1986 se presentaron como Organización Socialista
de los Trabajadores (OST), en 1990 como el Partido de los Trabajadores en
Lucha (PTL) y en el 2002 como Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT). En las elecciones de 2010 se aliaron
con el PVP liderado por Humberto Vargas Carbonell.
EL MIJ
fue una opción radical de cristianos de izquierda que surgió inspirada y
legitimada por el Congreso de Medellín (CELAM) de 1968. El evento estimuló
la formación de organizaciones con compromiso político cristiano. Su líder,
ejemplo de revolucionario, fue el sacerdote colombiano Camilo Torres Restrepo.
En CR, el MIJ acuerpó a los partidos de izquierda; no tuvo independencia,
estructura política de alcance nacional, ni realizó acciones de organización
popular. Tampoco despegó un movimiento social cristiano radical. Al crearse el FOP, se enlazaron al MRP.
Aportaron “gente fresca que se sumó a las aventuras militaristas y trató de
atraer a obreros de la industria”. (Iglesias, J. 1984: 109-113).
En la UCR, desde 1967 el Frente de
Acción Universitaria (FAU) imprimió al movimiento estudiantil y a la FEUCR un
compromiso solidario internacional y nacional, y mayores vínculos con las
luchas populares. En 1969, por acción del FAU y de la FEUCR se realizó un
Seminario sobre el Contrato de la ALCOA y se organizó la protesta permanente en
la Asamblea Legislativa.
http://www.ticovision.com/cgi-bin/index.cgi?action=viewnews&id=12709
En 1970
el FAU, ligado al PVP a través de la JVC, era la única organización de
izquierda aunque con poca fuerza electoral. En abril de 1972 se formó la
Unidad Estudiantil de Izquierda (UNEI) una alianza de la JUS, ligada al PSC, el
Frente Estudiantil del Pueblo (FEP), extensión del MRP, y la JVC. Ganaron la
dirección de la FEUCR con un crecimiento de más de 1.000 votos. El grupo
estudiantil del PVP se separó de UNEI en mayo de 1973 y se unió al Movimiento
de Acción Revolucionaria Socialista (MARS) para
formar el Frente Amplio Universitario (FAU). (Gutiérrez, 1984:72).
Para las elecciones de la FEUCR de 1974,
el PS y el PVP, con la papeleta Unidad
para Avanzar (UPA) llevaron a Alberto Salom a la Presidencia. Obtuvieron
5.200 votos. Al año siguiente UPA obtiene otra vez el triunfo, pero con una
baja de casi 2.000 votos. El FEP-MRP se
negó a formar parte de la alianza y solo obtuvo 204 votos en 1974.
FAENA no formó coaliciones con la
izquierda. Creó el Frente Estudiantil Mayoritario (FAM) con actividad en las
sedes regionales de la UCR y facultades. En San Ramón nació el JIRU, Juventud
de Izquierda Regional Universitaria, en la UNA el grupo Patria Joven. En 1972
presentó de candidatos a Eduardo Dorian y Pablo Azofeifa. Obtuvieron menos de
1.000 votos. En 1973, tuvieron buena presencia en las luchas por el presupuesto
universitario y contra la Ley del Oleoducto. Se abstuvieron de participar en
las elecciones de 1974 y apoyaron a UPA, la cual ganó el directorio de la
FEUCR. En 1976 formaron el grupo Bases Universitarias Organizadas (BUO) y
obtuvieron 3.000 votos. BUO viró a la derecha, dirigido por Federico Flores.
Desaparece en 1979 y con él, FAENA. Hubo un “sucesor”: el grupo Liga de
Asociaciones Solidarias (LAZOS). En sus mejores tiempos FAENA a lo sumo integró
a 50 militantes. (Mayer, 1984:151-152)
Los años
1974-1976 fueron de auge de la izquierda universitaria. UPA se mantuvo en
el directorio, hasta 1976, año que marcó
la derrota de la izquierda. (Gutiérrez, 1984:73). En 1977 Fernando Coto,
hijo del Presidente de la Corte de Justicia, magistrado del mismo nombre,
dirigió la derrota de la izquierda estudiantil con su carapacho, danzas
alucinógenas y triviales posiciones de derecha.
IV.-
UNIDAD Y RUPTURAS EN LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA
Entre 1949 y 1975, el Partido Vanguardia
Popular dedicó sus esfuerzos a la actividad política para la consecución de legalidad electoral, el trabajo
parlamentario y a la articulación de sus militantes con las luchas sindicales,
agrarias, estudiantiles y en organizaciones comunales. Sus diligencias
fueron marginales entre las clases medias económicamente activas.
Ideológicamente, después del período estalinista y con la consolidación de
Nikita Khrushchev y Leonid Brezhnev en el PC-URSS (1956 y 1982) se proclamó el
“triunfo inevitable del socialismo sobre el capitalismo”.
En consecuencia, el PVP de los años
60-70 percibió que su función era contribuir con el desarrollo del capitalismo,
más que luchar por la revolución. Propició
“la vía pacífica al socialismo” en Costa Rica, (Ferreto, S.1981: 176) con
rechazo explícito de la lucha armada; sin ponderar el impacto del apogeo de la
Revolución Cubana, el avance de las actividades insurgentes del FSLN contra la
dictadura somocista y la constitución en el país del PRA-MRA.
Sin embargo, desde 1968, ante los
esperanzados aires de libertad y rebeldía de las juventudes a nivel mundial, el
PVP consideró que debido a los cambios “en la correlación de fuerzas”, en Costa Rica era posible instaurar el
socialismo sin agotar el desarrollo capitalista. Manuel Mora resaltó que en
un gobierno del PLN podría surgir alguna resistencia al imperialismo. Reconoció el esfuerzo de Figueres,
favorable a los cafetaleros, de abrir relaciones diplomáticas con la URSS y
otros países socialistas, “señales claras de nuestra vía no capitalista en la
transición al socialismo”. (Gutiérrez 1984: 67-69).
En perspectiva de acontecimientos
futuros, esas tesis “consolidaron el
“morismo” dentro de la izquierda vanguardista, aunque sus nuevos militantes
se formaron en oposición a esa ideología. (Gutiérrez 1984:70). En posición
hegemónica, el sector del partido afín a
Manuel Mora retomó la tesis del “comunismo a la tica” enunciada entre 1936 y
1946, la cual había originado discrepancias. En 1949, Arnoldo Ferreto,
Secretario General interino debido al autoexilio de Manuel Mora, documentó la autocrítica en relación con
las posiciones políticas del partido en la coyuntura de 1943-1946. Esas
censuras las formuló de nuevo en otros momentos, pero sin repercusión en el
Comité Central del Partido. (Montero V. 2013:163-164 y 177)
Mientras tanto, la invasión
norteamericana de Bahía Cochinos, la crisis de los misiles nucleares y la
exacerbación del conflicto Cuba-URSS, hasta 1968, condimentaron rebeldías y
suministraron en parte las ideas que originaron la “teoría del foco
guerrillero”. Esquemáticamente: se considera que la izquierda debe construir
una columna militar con el objetivo de agudizar las contradicciones sociales y
políticas. Dado que las “condiciones objetivas” están dadas para la revolución,
la guerrilla debe desarrollarse para forjar claridad y madurez en la conciencia
revolucionaria. La propaganda y la organización de los trabajadores deben
satisfacer ese objetivo. El frente militar operaría en terrenos de difícil
acceso con acciones legítimas, como boicotear la producción y golpear las
instituciones represivas, de modo que el conflicto social se polarice y
facilite el asalto al poder. (Iglesias J., 1984: 110-111)
El “foquismo” lo adoptaron algunos
movimientos revolucionarios que se apartaron de los PC en el período del
pacifismo soviético. En Costa Rica lo
acogió el PRA y luego el MRP. Colaboraron con el FSLN y participaron en la
excarcelación de Carlos Fonseca Amador, del cuartel de Alajuela. Después de ese
acto el PRA desapareció. El MRA, primero
y luego, el MRP crecieron entre 1970 y 1976. Abordaron el financiamiento
“realizando actividades selectivas, no comprensibles por el pueblo y en las que
puso en peligro a cuadros muy especializados (…)
En una ocasión la tercera parte del partido cayó en prisión (…) En el secuestro de
“Cuco” Arrieta fueron apresados otros militantes. (Iglesias, 1984: 120). El
profesor Patrocinio Arrieta Leiva ocupó la Jefatura de Educación Primaria en 1924-25
y como tal presidió la Sociedad de Socorros Mutuos del Magisterio. Adquirió
fama como prestamista (“cuando aprieta, Cuco Arrieta…”) y como víctima del primer secuestro político en
Costa Rica. Era propietario de una vivienda que adquirieron unos chinos e
instalaron el Restaurante Tin Jo, en el Paseo de los Estudiantes. Después del
suceso, “Cuco” colaboró con dinero para el MRP.
En esas circunstancias “los Cucamaros”,
por analogía con los “Tupamaros” de Uruguay, no participaron en las elecciones
de 1974. Organizaron a pequeños productores de caña de Grecia, crearon el
Sindicato de Trabajadores de Coope-Victoria y dirigieron la huelga de 1975. A
finales de 1976 trabajaron con el PS y a mediados del 77 dialogaron con el PVP
con miras a un trabajo sindical y electoral conjunto. Uno de esos acuerdos creó
la alianza MRP-PS y AVANCE, sindicato que, junto con LUCHA (PVP), desalojó al
FP de la dirección de ANEP. (Iglesias J. 1984: 117)
Entre 1979 y 1983 se mantuvo la alianza
AVANCE pero unida al MT-11 de Abril, grupo que surgió de una escisión en el PS.
En 1981 AVANCE se alía a sectores del PLN para enfrentar a LUCHA (PVP) y perdió
la dirección de ANEP. “Entregaron el sindicato completamente sin fondos…al
PVP”. Ante la iniciativa de los vanguardistas de formar la Confederación
Unitaria de Trabajadores (CUT) (Ferreto 1981: 195) en 1979, el MRP se aisló y
trató de conservar la dirección de ANEP. De nuevo son derrotados en 1982 y
entonces conformaron un eje con el sector del PLN afín a Daniel Oduber, para lo
cual, el Ing. Rolando Araya Monge fue puente y argamasa.
En 1983, en el III Congreso del MRP reconocen que AVANCE se mantuvo en la ANEP con los
recursos del MRP. Afirman que “legalizaron” la manipulación y la
burocracia, sin dirección colectiva y sin claridad política (…) sin generar
cuadros que reprodujeran la organización”. Consideran que predominó un accionar
político voluntarista y parcial por parte de algunos dirigentes. Después
lograron convencer a sus activistas para que convirtieran el Partido en un
sindicato. Pero en 1984 le piden a sus afiliados que abandonen AVANCE y
reingresen a la ANEP, porque el MRP intentaría ganar la dirección, en alianza con el PVP- grupo Manuel Mora,
contra el PVP-Vargas Carbonell, que ese año dirigía la ANEP.” (Iglesias, J.
1984: 118-122)
El MRP,
creció en sectores obreros. En 1979 organizaron y dirigieron otra huelga,
esta vez, en la Central Azucarera del Tempisque S.A. (CATSA), “una de las más
heroicas y combativas que se recuerdan en Guanacaste”. Se suspendió para
negociar cuando el movimiento estaba en auge y la patronal logró romper la
huelga con ayuda policial”. Ese año crearon sindicatos en FERTICA, Hospital
Monseñor Sanabria, estibadores del muelle de Limón y en una fábrica de calzado,
en Alajuela. Aquí condujeron otra huelga. Dirigieron además la huelga en la
fábrica Pozuelo. Esa protesta tuvo repercusión por la organización de las
obreras. Pero se desgataron en una campaña contra el consumo de galletas que no
beneficiaba a las trabajadoras en huelga. Después de esas luchas crearon
organizaciones campesinas. En Limón, San Carlos, Puntarenas, Miramar, Tenorio y
Guácimo dirigieron ocupaciones de tierras y formaron el sindicato UPAGRA.
La
presencia del MRP en Pueblo Unido (PU) fue opacada por el PVP, pues hacia 1982
PU era identificado por la mayoría de los ticos, como Vanguardia Popular o
“los comunistas”. Lejos de diferenciarse, siguiendo con la línea militar, el
MRP colocó su gente en puestos claves que le dieran acceso a sectores que no
podían organizar por sus medios. Se quedó en la coalición PU, disfrutaron de la
deuda política y de la diputación de
Sergio Eric Ardón, en el gobierno liberacionista de 1982-1986.
El MRP
realizó tres congresos. El primero en 1977, de cara a las elecciones. El
segundo en 1980, en el punto más alto de actividad. Influido por el auge
revolucionario en CA, dieron por un
hecho la “madurez” de las condiciones para realizar la revolución en Costa Rica.
Copiaron esquemas de organización de las
FPL de El Salvador y del EGP de Guatemala. Mejoraron la preparación militar de sus militantes.
Acordaron pasar a la clandestinidad
y trabajar entre las masas para “poner en crisis el proyecto burocrático y
economicista de la CUT, propuesta por el PVP.
En el tercer congreso, en 1983, ya había
mucha deserción al punto que “ese Congreso aceptó la ruptura y definió quién
heredaría el partido “oficial”. El grupo
perdedor, dirigido por Otto Castro S. y Rolando Barrantes se dedicó a construir
la Alianza Patriótica, la cual sufrió otra ruptura. El resto del grupo, con
el nombre del partido, tampoco avanzó. La mayoría de cuadros del MRP rompió con
ambos sectores. “En este momento el partido son dos personas: José Fabio Araya Monge y Sergio Eric Ardón.
(Iglesias, 1984:119-122). El MRP y el FEP se esfumaron en el gobierno de Luis
Alberto Monge.
El Partido
Socialista Costarricense, otra agrupación de la “nueva izquierda”, trató de
insertarse en varios frentes como las universidades, empleados públicos, zonas
obreras y campesinos, y entre grupos de cristianos católicos. “La Hormiga”
participó en la campaña nacional de 1973-74, una labor decisiva para su
despegue político. Aportó ante todo “equipo joven, fresco y voluntarista y un
tremendo empirismo”. No desarrollaron
polémica teórica, ni metodológica con el PVP, ni con el MRP. Más que
partido, fue la suma de personalidades en un grupo con experiencias y
trayectorias heterogéneas; en un principio, alrededor de Álvaro Montero Mejía y
Alberto Salom.
Desde 1974 la JUS en coalición con otras
fuerzas fue el motor la Unidad para Avanzar (UPA) que dio a la izquierda la
representación de la FEUCR. En los empleados públicos, en 1975, su trabajo dio
a luz a la FENATRAP, desplazando a dirigentes de la CCTD, afín al PLN. Ese año
organizaron campesinos de la Colonia Chambacú, en San Carlos. En fábricas y
comunidades dirigieron una movilización contra el alza en las tarifas de buses
en 1976, “la manifestación popular más importante de los años 70”. En el SINDEU
cedieron ante el PVP. Entre los empleados públicos, el MRP los superó.
Los socialistas
celebraron el primer congreso en octubre de 1972. Elaboraron el Programa de 21 Puntos, base de la
campaña de 1974. El segundo Congreso se realizó en 1976. Ese año, la huelga del
ICE les deparó éxito político, a pesar que fue derrotada y constituyó un golpe
casi mortal para ASDEICE; aunque consagró figuras como Mario Devandas y el Ing.
Alfaro. El PS creció entre los trabajadores de la caña, obreros, intelectuales
y profesionales. Dirigieron la huelga de la caña en SITRATUVI, en Juan Viñas, y
lograron puestos en el SINDEU. En las comunidades se sumaron al modelo de
desarrollo comunal de la DINADECO. Entre 1974 y 78 ganaron presencia nacional.
En 1976
el PS propuso la unidad electoral con el PVP y el MRP. Se formó la coalición
Pueblo Unido (PU) que obtuvo el 7.8% en las elecciones del 78 y tres diputados,
en ellos Mario Devandas. Pero el
partido fue absorbido por el PVP. La crisis en la dirección surgió en
febrero de 1978 y se formaron dos facciones. Un grupo dirigido por Romano
Sancho, Manuel Solís y Oscar Núñez, al perder la batalla legal por el nombre y
el patrimonio del partido, fundaron el MT-11 de Abril. El PS “oficial” se lo dejaron Mario Devandas, Alberto Salom, Álvaro
Montero y Arnoldo Mora.
La coalición PU no fue causa de la
escisión del PS. En 1978 el partido catalizó un sector electoral no comunista,
afín a la izquierda marxista. En PU, un equipo del grupo Montero – Devandas
participó en la campaña de 1982. Álvaro Montero fue diputado “artificialmente”,
por un pacto con el PVP. En 1982 Mario Devandas abandonó el partido con otros
para conformar el núcleo, CANDIL. No lograron encender la mecha.
En síntesis, “el PS fue una experiencia
política que, igual a otros partidos de izquierda, expresó los síntomas de la
descomposición política del bloque dominante”, las angustias de sectores de la
clase media alta y las utopías estudiantiles. Las divisiones del PS no
generaron emigración al PVP. En 1984 algunos socialistas participaron en las
elecciones con el nombre de Alianza Patriótica. El grueso del partido se negó a conciliar con el Comité Patriótico
Nacional (COPAN) fundado y dirigido por Fausto Amador. (Ruiz, A. 1984:
125-133). El ex cura Arnoldo Mora fue
cooptado por el PLN.
El Frente
Popular (FP) fue otra organización del abanico de izquierda. Para las elecciones
de 1970, Cerdas formó el Frente
Revolucionario Nacional, después llamado, Frente Popular Costarricense.
“Figueres dio fuertes apoyos económicos al FP y al grupo FAENA, y China era una
fuente económica permanente”. Por su parte, Juan José Echeverría Brealey hacía
de puente con la Unidad. Rodolfo Cerdas era amigo de Enrique Benavides, vocero
de la extrema derecha desde el periódico la Nación S.A., así como de Armando
Vargas A., “hombre de estrechas relaciones con los Estados Unidos” y Ministro
de Información del gobierno de Luis A. Monge.
Desde 1972 iniciaron trabajo sindical en
la Municipalidad de San José y algunas fábricas. Formaron comités contra el
alza en el precio de la leche y recogieron firmas para forzar controles de
precios a los productos de la canasta básica. Tenían el apoyo de varios miembros que salieron del PVP como Jaime
Cerdas, Luis Alberto Jaén -fundador de las Juntas Progresistas- y Manuel
Leitón, miembro de la Comisión Política del PVP. En las elecciones de 1974,
las figuras relevantes fueron Cerdas, el sacerdote Carlos Muñoz, segundo lugar
para candidato en San José y Daniel Camacho, en el tercer lugar. El FP presentó
candidatos en Puntarenas y Acosta, en oposición al PVP. No lograron elegir
diputado pero formaron 15 núcleos en San José, cada uno de 6 a 15 personas que
impulsaron algunas luchas reivindicativas en comunidades, como Hatillo.
En 1974 se creó el cantón Corredores de
Puntarenas y el FP fue a las elecciones municipales de 1975. Eligieron un
regidor, en 1978. En Golfito, el regidor del PVP electo en 1975, ingresó al FP.
En 1976 disolvieron los núcleos y células de San José y enfatizaron en los
sindicatos. Primero en fábricas y luego en municipalidades, empleados públicos
y universidades. Promovieron una huelga en Tirrases, con cierre de calles,
dirigida por Plácido López, carpintero. En Puntarenas coordinaron tomas de
tierras para viviendas suburbanas. En la zona sur, fundaron la Central
Campesina del Sur en 1974 con 8 uniones campesinas de 40 miembros cada una. Sus
dirigentes eran vanguardistas en retirada, como Miguel Arias y Pedro Araya. En
1977 regresaron a los barrios de la capital, en ocasión del proceso electoral
del año siguiente.
El FP reconoció sus alianzas con
sectores de la derecha para las elecciones de ANEP y en el SINDEU, en una
autocrítica que publicaron en 1977. En la UCR eligieron tres miembros de 14
dirigentes. Ese año recurrieron a Leonel Villalobos, “director administrativo
de la guardia rural” para movilizar empleados de ANEP. Luego crearon el SITECO
y promovieron la división de los empleados públicos afiliados a ANEP.
El 23 de mayo del 77 realizaron el
Congreso Nacional. Acordaron participar en la campaña de 1978 y “crearon una
comisión de agitación y propaganda móvil que representaba obras de teatro en las
comunidades…Hicieron millonarios programas de TV y radio centrados en el
candidato a diputado, Rodolfo Cerdas.
En Puntarenas, de los 9 candidatos a regidores todos dirigían comités
comunales, pero el partido no les dio suficiente financiamiento electoral.
El triunfo personal de Cerdas marca el
inicio del fin del FP. En mayo de 1978, el nuevo
diputado dio el voto público a la Unidad para elegir el directorio legislativo.
Fue un pacto con Carazo a fin de que el PLN pasara a la llanura. Ahí quedó
claro que la “nueva democracia” no implicaba revolución popular…ni un camino al
socialismo…Tampoco sería el producto de un nuevo bloque de fuerzas sociales…En
el fondo consistía en un acentuado énfasis anti liberacionista. Cerdas buscó
apoyo en la burguesía para crear el
Partido Nacional Democrático. Después del 78 abandonaron los frentes de
trabajo. No lograron realizar una Conferencia Nacional propuesta. La comisión
de cultura presentó un documento donde reconocen que el partido “no está dando
la talla”. Poco después se fundó el Partido Nacional Democrático y desapareció
el FP. (Mayer, S. 1984: 143-155).
La Organización
Socialista de los Trabajadores (OST) de orientación trotskista, participó en
las elecciones de 1978 con Carlos Coronado candidato a Presidente y Alejandra
Calderón Fournier para diputada. Hija del segundo matrimonio del Dr. Calderón
Guardia, Alejandra fue militante del PS antes de ingresar a la OST. En 1975, formó parte del Movimiento de
Liberación de la Mujer (MLM). Fue dirigente de la Coordinadora Patriótica
Nacional (COPAN), una opción a los Comités de Vivienda, al Frente Democrático
de la Vivienda y el Frente Costarricense pro Vivienda Digna controlados por
PLN. En 1981 el MLM se convirtió en el
Centro Feminista de Información Acción (CEFEMINA) una organización no
gubernamental por Decreto Ejecutivo No. 17515-J de 1987
http://calderocomunismo.blogspot.com/2010/02/maria-alejandra-calderon-fournier-1954.html
En el clímax de la depresión de
1979-1983, el gobierno de Luis Alberto Monge propició un acuerdo con el líder
de la oposición republicana, Rafael A. Calderón Fournier, para disfrutar
conjuntamente el financiamiento adelantado de las deudas electorales, una vez
que se constituyera el Partido Unidad Social Cristiana. La idea de reeditar la
alternancia de gobiernos de los republicanos y los liberacionistas se
legitimaría con el accionar de un nuevo bloque político que tendría el control
del poder estatal y el usufructo capitalista de la riqueza nacional.
El cálculo político visualizó las
reacciones, respuestas y exigencias de las Agencias Financieras Internacionales
ante futuras crisis coyunturales. Éstas constituían, a la vez, las premisas del
cambio en el “modelo de sustitución de importaciones” y sus crisis recurrentes
desde la “Guerra del Fútbol” entre Honduras y El Salvador de 1969, el alza de
precios del petróleo y la depresión de 1973-1975.
El entendimiento conservador burgués se
vio favorecido por la división del PVP. El 3
y 4 de diciembre de 1983 el Pleno del Comité Central aprobó crear la jerarquía
de Presidente. Designó en el alto
puesto a Manuel Mora Valverde y nombró Secretario General, a Humberto Vargas
Carbonell. La decisión del Pleno
produjo cisma político. Durante 1984
la división arrasó con todas las células y núcleos de cohesión y dirección
del partido construidas con tenacidad proletaria entre 1948 y 1983. Por segunda
vez después de 35 años, de los cuales 27 fueron de activismo parcialmente
ilegal, se infligía otra derrota política al PVP y sectores del movimiento
popular.
El reemplazo
de Manuel Mora como Secretario General, cargo que ostentó desde la fundación
del Partido Comunista el 6 de junio de 1931, fue el hecho cimero de un
proceso de disensiones internas solapadas. Las diferencias ideológicas y sobre tácticas y estrategia política,
torpemente postergadas, escindieron al PVP en dos grupos: El Partido del Pueblo Costarricense
cohesionado por familiares del clan Mora Valverde, amigos y militantes
acríticos del “morismo”, y el PVP
comandado por Arnoldo Ferreto S y Humberto Vargas. Los antecedentes más
cercanos a la división arrastraban
desacuerdos, agudizados al calor del nacimiento de la CUT en 1979, del
triunfo de la revolución sandinista y el apogeo del movimiento insurgente en el
Salvador y Guatemala.
Cual “bomba de tiempo” las discrepancias en el PVP estallaron en 1984
en consonancia con la guerra contrarrevolucionaria en Nicaragua; en
coincidencia con el 50 aniversario de la gran huelga bananera del Atlántico y
en sincronía con la huelga bananera del Pacífico Sur. La heroica lucha de los
bananeros y obreros de la palma había incubado en siete meses de tediosas
negociaciones entre la Unión de Trabajadores de Golfito y la United Fruit Co.,
alevosamente postergados por la transnacional. La UFCo. tenía el propósito de
abandonar el cultivo del banano sin cumplir las obligaciones con el Estado
establecidas en los Contratos de 1934 y 1938. Además, había previsto
reinsertarse en la apertura comercial que auspiciaron Ronald Reagan y el
capital financiero en el Plan para la Cuenca del Caribe, presidido por el
gerente generalísimo de la United Fruit Company.
Mil novecientos ochenta y cuatro, como
en la novela futurista de Orwell publicada en 1949, en la cual conjetura sobre
las contradicciones entre el capitalismo monopolista y el comunismo estalinista de la postguerra, fue también preludio de la
globalización neoliberal.
V.-
BIPARTIDISMO Y DISPERSIÓN DE LAS LUCHAS POR EL PODER
El neoliberalismo despegó en Costa Rica
hace tres décadas. En el gobierno del PLN,
de Luis A. Monge se aprobaron las leyes monetarias, cambiarias e
institucionales que satisfacían requisitos de política económica exigidos
por el FMI y rechazados o postergados por el Presidente Rodrigo Carazo. Oscar
Arias S., en el siguiente gobierno del PLN, aprobó el primer Plan de Ajuste
Estructural, PAE-I. En la gestión de Calderón Fournier se firmó el PAE II y al
día siguiente del Pacto Figueres-Calderón, dado a conocer en 1995, se convino
la forma de destrabar las pugnas en el Congreso para aprobar el PAE III en el
gobierno de Figueres y para futuras administraciones.
En quince
años, de 1983 a 1998, el Estado Benefactor keynesiano perdió todo el ropaje
jurídico e institucional que le dio señorío. El país quedó desprotegido
ante la competencia mundial e invasora de las firmas transnacionales de la
banca, industria, comercio, diversiones y difusión de dogmas religiosos. Las
agencias de los monopolios fueron protegidas por Luis A. Monge y Ronald Reagan
en “zonas francas” exentas de impuestos de renta y territorial, con tarifas de
privilegio en el consumo de agua, electricidad, Internet y servicios
municipales.
El calvario de la nación comenzó con
traslado al capital privado de las empresas productivas del Estado (CODESA) y
algunos servicios del ICE y el MOPT, y la eliminación del monopolio del Banco
Central como ente receptor de dinero. Se aprobaron leyes para reducir
inversiones sociales con cargo al presupuesto nacional. Se lanzó al mercado la
inversión en educación, desde la pre-escolar a la universitaria. Se reprimió y
coaccionó al movimiento sindical, en particular sobre el tema de la firma y
vigencia de convenciones colectivas. Se amparó al solidarismo patronal-obrero.
Se estimuló la inversión privada en salud pública. La infraestructura portuaria,
terrestre, aérea y peatonal construida por el Estado entre 1935 y 1975 se
entregó en administración a consorcios financieros para aliviar el presupuesto
nacional, la deuda externa y favorecer la circulación regional del capital.
Con el slogan demagógico, “volvamos a la
tierra”, la burguesía empresarial-agrícola, sin diferenciar el capital nacional
del transnacional, disfrutó a lo grande de privilegios tributarios y aduaneros.
La geografía económica cambió: piña,
melón, cítricos, banano, yuca y palma africana ocuparon los vagones del
transporte ferroviario, portuario y marítimo. Las importaciones de granos
hicieron inoperante al Consejo Nacional de Producción y los centros comerciales
medianos y grandes arrasaron con los estancos del Estado y los expendios de
comercio minorista. El café adquirió fama como materia prima agroindustrial;
igual que la ganadería, procesada por un oligopolio. Nuevos capitales emigraron
o se acumularon en litorales “paradisíacos”, aprovechando incentivos estatales
al turismo y reproduciéndolos por medio de un mercantilismo frívolo, procaz y
delictivo.
Desde 1983, la ofensiva del PLN y los
gobiernos bipartidistas contra el movimiento sindical clasista marcó pautas a
las empresas extranjeras y nacionales. La contratación y explotación de la
fuerza de trabajo se rige hoy por la oferta y demanda de brazos, más que, por
la legislación laboral. Jóvenes mujeres y hombres calificados en universidades
privadas y públicas son diestros en las innovaciones técnicas y formas modernas
de gerencia y administración de empresas, comercios y bancos. Pero, en general,
padecen crónicamente de una incomprensión sistémica de sus culturas, sus
contradicciones y fundamentos humanistas. El nuevo sector de clase media alta
trabaja todos los días sin más horizonte que alimentarse, estudiar y disfrutar
las noches del presente.
Quizás no saben que desde el gobierno de
Luis Alberto Monge y del bipartidismo se estableció el impuesto a las
viviendas, al salario y las jubilaciones; se quitaron los controles de precios a
los productos de la canasta básica y la educación, y se contrajo el empleo en
el Estado. Muchas hijas e hijos de educadores y profesionales sí conocen que el
magisterio y los empleados estatales han quedado acorralados en un régimen
ocupacional austero, de salarios y pensiones congeladas en proporción a las
alzas en el costo de vida, las devaluaciones del colón y la demanda privada de
fuerza de trabajo en el sector de servicios calificados.
Saben por experiencia o “porque han
oído”, que la pirámide de población se ensancha en la franja de adultos mayores
y los jóvenes e inmigrantes ocuparán los índices de empleo y de satisfacción de
necesidades de la población activa y pasiva del país. Todos los días las
imágenes de televisión y las letrillas de la prensa los alerta sobre el aumento
de la criminalidad: en la última década se pasó de 7 a 14 homicidios por cada
100.000 costarricenses, en muchos casos, crueles asesinatos de mujeres jefas de
hogar, madres solteras o laboriosas esposas. La pobreza cifrada en ingresos
fijos acosa desde 1994 al 20% de los hogares. El desempleo y subempleo suman el
21% y el gasto social, obligación del Estado, se mantiene comprimido y enredado
en la inequidad tributaria. A seis de cada 10 mujeres asalariadas se le
violenta al menos uno de sus derechos. Dos tercios de la clase trabajadora con
empleo formal y salario fijo, no superan los $ 600 mensuales.
En el ámbito político, la
representatividad de los ciudadanos y de las clases sociales en los órganos del
poder gubernamental y estatal, muestra el naufragio del bipartidismo desde el
año 2006. Los ciudadanos repudiaron el
enriquecimiento ilegal e inmoral de sus líderes y algunos funcionarios, y el
Partido Acción Ciudadana (PAC) tuvo gran éxito electoral. En adelante, una
marea multicolor de partidos personalistas, acaso con intereses parciales,
inunda cada cuatro años al TSE provocando dispersión de energías y fuerzas
políticas; “dando palos de ciego” sobre cómo lograr la satisfacción del interés
general de la nación y para donde enrumbar a la más estable democracia
electoral de Centroamérica.
A escala de candidatos presidenciales ha
habido elecciones con dos partidos y otras, hasta 14. En 1978 y 1982 participaron 8 partidos con candidatos presidenciales, en
ellos cuatro agrupaciones de izquierda que formaron la alianza PU, y la OST.
En 1986 el PVP se salió de PU y se unió
al Frente Amplio Democrático para formar la Alianza Popular. PU desapareció
en 1990. En 1994 emergen partidos a escala regional, como el Unión Generaleña.
Ese año, Fuerza Democrática abanderó a izquierda del país.
En 1998 el PVP levantó PU con escasa
votación y también participó FD. En el 2002 renacen los partidos inscritos a
nivel regional y cantonal, y otros de izquierda: El Independiente Obrero, el
Patriótico Nacional, FD y la Coalición Cambio 2000, integrada por PU y Acción
Democrática Alajuelense. Por primera vez en medio siglo, el Presidente fue
electo en segundas elecciones que favorecieron al Dr. Abel Pacheco. En 2006 se inscribieron 14 partidos, entre
ellos seis de izquierda. En el 2010 se fundó el partido Alianza Patriótica
con el Acción Demócrata Alajuelense. FD ni PVP presentaron candidatos.
http://es.wikipedia.org/wiki/Partidos_pol%C3%ADticos_de_Costa_Rica
Cuantos más partidos hay, observa el
historiador Vladimir de la Cruz, aumenta el abstencionismo, como en los años
1998, 2002 y 2006. A más partidos no ha correspondido mayor participación
ciudadana. El abstencionismo comprende a quienes no van a votar, cifra que ha
llegado a un 34% en el 2006 y en promedio es del 24.38%, y los que entregan
papeletas en blanco. Hasta 2010 se elegían los candidatos al Poder Ejecutivo,
Legislativo, Municipales y de los Consejos Distritales. En el 2014, entre 9.000
y 12.000 puestos no se van a elegir porque se hará por separado en el 2016.
http://www.ticovision.com/cgi-bin/index.cgi?action=viewnews&id=13883
El suceso relevante de este año
electoral fue la divulgación de los resultados que eventualmente obtendría el
Partido Frente Amplio y su candidato José María Villalta, según dos empresas de
encuestas. A finales de diciembre, Villalta ocupa el segundo lugar en las
intenciones de voto y el candidato del PLN no lograría el 40% necesario para
obtener la Presidencia. Se conjetura sobre la segunda vuelta electoral en abril
del 2014. Hipótesis que, de confirmarse, acentuaría la polarización ideológica
y el desencuentro de las actitudes y voluntades ciudadanas, entre aquellas
posturas de derecha y las de centro-izquierda; entre los candidatos de los
partidos aferrados a los dogmas del neoliberalismo y sus desigualdades
sociales, y quienes rechazan ese modelo de capitalismo.
Importantes antecedentes indican la
resistencia al neoliberalismo y a los partidos que lo instauraron en el país y
lo siguen defendiendo. Bastantes acontecimientos confluyen en la aceptación de
las propuestas de centro-izquierda propagadas por el Frente Amplio, Acción
Ciudadana y otras fuerzas que, a pesar de su expreso anti-neoliberalismo,
reciben menos simpatías de los votantes.
Entre ellas, el aumento de las acciones
colectivas de protesta contra la Ley de Pensiones y el Combo ICE, en 1995 y
1999; el movimiento del NO al TLC, en el referéndum del 2007; las luchas
obreras contra el arriendo del muelle de Limón; las manifestaciones ciudadanas
contra la explotación de la minería abierta y por la protección de las cuencas
hidroeléctricas; las alianzas de los partidos regionales y locales para
desplazar a dirigentes del bipartidismo del poder municipal y los consejos de
distrito; las luchas estudiantiles por el presupuesto universitario; o la
formación de un bloque legislativo para derrotar al PLN en la elección del
Presidente de la Asamblea, hace apenas dos años.
http://www.hablandoclarocr.com/index./hablando-juntos/politica/203-transicion-y-politica-
El surgimiento del Partido Frente Amplio sintetiza una vertiente de las incidencias
constructivas de la izquierda costarricense que, históricamente, ha
reivindicado las necesidades y derechos de la clase trabajadora y la ciudadanía
democrática. La reversión de la crisis de los partidos de izquierda avanzó
entre 1984 y 1995. El 23 de julio de
1995 hubo una asamblea nacional con invitación a todas las corrientes de
izquierda, a la cual no asistió el Partido del Pueblo Costarricense, facción
Mora Valverde del PVP escindido en 1983. Ahí se fundó el Partido del Pueblo Unido (PPU) con el Lic. Trino
Barrantes Araya, como Presidente.
Otras fuerzas de izquierda lideradas por
el PPC e intelectuales y estudiantes, fundaron el Partido Fuerza Democrática
para las elecciones de 1998 y llevaron a
José Merino del Río, yerno de Eduardo Mora Valverde, a la Asamblea Legislativa.
En el 2002 el PPU, PSC y el PADA (Alajuela) forman la Coalición Cambio 2000 que
escogió candidato presidencial al Ex secretario General del PLN, Walter Coto
Molina. Por su parte, FD se dividió en las elecciones del 2002 y Merino del Río
lideró el Foro de Acción Política “Otra Costa Rica es posible, otro mundo es
posible”, así como el Movimiento Alternativa de Izquierdas (MAIZ). Esta
organización inscribió el FA el 16 de octubre del 2004.
Cambio 2000 y FD tuvieron un revés en el
2004 y al año siguiente nació la
coalición Izquierda Unida, integrada por seis partidos: Movimiento Autónomo del
Pueblo Unido (MAPU), Movimiento de Trabajadores y Campesinos (MTC) un Partido
de Limón, Partido del Pueblo Costarricense (PPC), Partido Revolucionario de los
Trabajadores (PRT), Partido Socialista de los Trabajadores y Partido Vanguardia
Popular (PVP). Estas agrupaciones no lograron coaligarse en el 2006,
mientras en esa campaña resultó electo de nuevo como diputado, José Merino del
Río.
En las elecciones de 2010 el FA dejó de
ser un partido provincial y se inscribió a escala nacional. Postuló para
presidente al Rector del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) y ex vocero
del No al TLC, Eugenio Trejos. En esas elecciones resultó el nombramiento como
diputado del Lic. José María Villalta Florez-Estrada. Sólo eligió el regidor de
Siquirres, pero se integró a la lucha electoral en alianza con otros partidos
en diez municipalidades de San José, Alajuela y Heredia. Asimismo, para la
elección de Alcaldes, participó en cuatro municipios aliado con ecologistas,
socialcristianos, PASE y Alianza Patriótica.
www.tse.go.cr/revista/art/2/beers.pd
De manera que, en relación con la
campaña que culmina en febrero del 2014, la opinión pública que prefiere al
candidato Villalta del FA, ha sido forjada en el lento proceso del despertar de
la conciencia de pertenencia a unas u otras clases sociales del país; en la
oposición al caudillismo y el pragmatismo del PLN, en el repudio a la
corrupción de distintos agentes de la clase gobernante y la defraudación del
presente gobierno del PLN. En fin, por un sentimiento de identidad nacional que
se cultivó y maduró desde 1983 en contra del neoliberalismo y de las desigualdades
económicas y sociales que ensucian la buena imagen internacional de Costa
Rica.
Abarca V. Carlos A. Rodrigo Carazo y la
utopía de la dignidad. EUNA. Heredia, 1995.
Ardón R. Sergio E. “El papel dela
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socio-políticos del desarrollo en Costa Rica. U.C.I.D. y EUNED. San José,
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Cerdas Cruz, Rodolfo. ”La nueva
democracia como proyecto político hegemónico”. En: Los problemas
socio-políticos del desarrollo en Costa Rica. U.C.I.D. y EUNED. San José,
1981.Pp. 99-171).
Ferreto S. Arnoldo. “La coyuntura
internacional: el tránsito al socialismo”. En: Los problemas socio-políticos
del desarrollo en Costa Rica. U.C.I.D. y EUNED. San José, 1981.Pp. 175-218.
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vacío”. En: COPAN. Revista Teórica Nos. 2 y 3. Dirección, Fausto Amador. San
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y la montaña”. En: COPAN. Revista Teórica Nos. 2 y 3. Dirección, Fausto Amador.
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vida y un tiempo de luchas y esperanzas. EUCR. San José, 2013. P. 251.
Ruiz, Ángel. “La política de la
“Hormiga”. En: COPAN. Revista Teórica Nos. 2 y 3. Dirección, Fausto Amador. San
José, 1984. Pp. 125-138.
Chichilco es una montaña con una altura
superior a los 300 metros en el departamento de Chalatenango. Una mujer de 1.5
metros de estatura adoptó el nombre de ese cerro durante la guerra civil en El
Salvador y hasta ahora lo conserva. Le gusta más que su verdadero nombre: María
Ofelia Navarrete.
“María Chichilco” –actualmente
viceministra de Gobernación− vivió la opresión política de los años 60, 70 y
80. Se fue un mes a una montaña hondureña a la espera de que pasara un
operativo militar en Arcatao, Chalatenango. Después se mantuvo en la
clandestinidad. Regresó a vivir a su pueblo después de 26 años.
Durante este tiempo fue combatiente de
la otrora guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
(FMLN), encargada de hospitales clandestinos donde curaban a los heridos,
coordinadora de logística y un sinnúmero de ocupaciones dentro de las filas subversivas.
“María Chichilco” relató para Diario1 sus memorias en las que cuenta su sentir,
pensar, cómo se convirtió en guerrillera, el amor de su vida, las ofensivas
militares, la firma de los Acuerdos de Paz, su paso por la Asamblea Legislativa
como diputada, y a que se dedicará cuando deje de ser viceministra de
Gobernación.
Me gusta que me digan María y María
Chichilco me gusta más. Chichilco viene de la guerra. Me mandaron para el cerro
Chichilco en 1982. Era un cerro donde íbamos a construir un corredor
guerrillero. Los compañeros me mandaban correos a nombre de María Chichilco.
Después que me fui de ese cerro me quedó siempre María Chichilco, a mi me
gustaba tanto.
Nunca estuve largo tiempo en un solo
lugar. Una noche dormí aquí, otra allá, en otro lado. Así era mi vida.
Nosotros nos organizamos en la UTC
(Unión de Trabajadores del Campo), que surgió en 1974 después del fraude
electoral de 1972. Ya no creíamos en elecciones, pero de repente llegó Facundo
Guardado a Arcatao con un discurso que a mí me gustaba porque no era
electorero. Decía que los pobres teníamos que juntarnos para ayudarnos
mutuamente. Yo tenía 24 años de edad.
Anteriormente había trabajado en una tienda,
cuando era soltera, y el hijo mayor de la señora donde trabajaba era de
oposición, del PDC, y a mí me encantaba el discurso de don Neto. Además, el era
valiente, cualidad que tendrá vigencia toda la vida. Era el único hombre en
Arcatao que se le paraba a discutir a la Guardia (Nacional). Por supuesto, no
lo apaleaban ni lo mataban porque era hijo de la familia más pudiente en
Arcatao.
El papá de él era una persona, no tengo
palabras para describir su bondad, que se encargaba de un montón de necesidades
del pueblo. Entre ellas, si un guardia iba a llegar a Arcatao había que irlo a
traer desde la presa 5 de noviembre que son como 5 leguas (20 kilómetros). El
se encargaba de mandarlos a traer.
Este hombre miraba eso como un avance
dentro la seguridad, para evitar el cuatrerismo. Era una persona noble. Todo
eso le valía a don Neto a que no arremetieran contra él. Sin embargo, en una
ocasión lo echaron preso porque tuvo una discusión con un sargento. Pero rápido
lo sacaron.
Ahí escuché las primeras ideas de lucha
por los pobres. Y como yo era de ese pueblo pobre, me pegaba mucho ese
discurso. Por tanto, pienso que esa es como la génesis de mi participación en
la guerrilla.
Me casé a los 16 años. Muy joven. Amaba
la escuela, pero sentía que estaba vedada para los pobres. Un primo comenzó a
mentirme que me quería. Me casé con un primo. Al cura que estaba en el pueblo
había que pagarle para poderse casar. Yo le decía a mi marido: con eso que pagó
ya se paró la sangre, porque ya no éramos parientes.
Aunque no estaba inscrita en el PDC,
militaba en forma activa. Me involucraba en elecciones. En las mesas receptoras
de votos. Me peleaba con los guardias. Estoy hablando de las elecciones del 68
o 69, no recuerdo bien, pero los diputados y alcaldes hacían un período de 2
años.
En 1972 ganamos las elecciones, pero nos
hicieron fraude. Le dieron el poder a Molina (coronel Arturo Armando Molina,
del PCN). Entonces pensé que las elecciones eran una burla. Yo me podía la ley
electoral de memoria, era joven apasionada, me discutía y sacaba todos los
artículos, me los podía todos. Así logré detener en esa elección a un montón de
hondureños que venían a votar; les habían dado cédula para que votaran. Conocía
a toda la gente, los comencé a parar y entonces me echaron la guardia en
Arcatao.
Me puse a discutir con los guardias. Les
recordaba que ellos debían estar a tantos metros de las juntas receptoras de
votos; y a la gente de honduras la paraba y les decía: miren hoy no van a votar
aquí porque ustedes son hondureños, no les guardo rencor, pero cuando hagan
elecciones en su país entonces votan. Esos eran los votos que ellos tenían para
su candidato. Entonces, hubo una gran pelea y cuando nos hicieron fraude, yo
sentí una profunda frustración, una gran desilusión y pensé: las elecciones son
una burla para los pueblos, para qué voy a meterme en estas tonteras.
En 1974, llegó Facundo a Arcatao con la
plática de la UTC. El era cooperativista, su papá y un montón de gente. Había
cooperativistas más despiertos y hubo algunos curas que contribuyeron a que la
gente pensara que ayudándonos mutuamente la vida es más fácil. Facundo nos dijo
que la UTC era una organización de campesinos, que era terrible que los ricos
nos explotaran, pero más terrible que entre nosotros no nos ayudáramos. Un
discurso a cuya base estaba la solidaridad. Me encantó como no tienen una idea.
Había que hacer práctica de esto.
Empezamos a ayudarnos unos con otros. Yo sentía eso tan rico, tan apasionado,
que ya no había más. Recuerdo había compañeros que no tenían dinero para
comprar un remedio para los hijos o la esposa que se les enfermaban y todos
contribuíamos para comprar el medicamento.
Eso lo miraba muy lindo. Una actitud de
esas es muy linda. Y luego la milpa; deshierbar tiene un período específico y si
dentro de este no se hace no se saca maíz. La planta no da mazorca. Había
compañeros que tal vez no podían hacerlo, entonces todos íbamos a ayudarle y en
un par de horas, le limpiábamos la milpa. Y aquel guardaba gratitud para toda
la vida.
Eso fue lo que me llevó a organizarme en
la UTC. Después conocí un poco a un cura que lo quitaron; no había párroco,
llegaban de Chalatenango a dar misa. Y empezamos a escuchar sobre la
conformación de las comunidades eclesiales de base. No es mentira, cuando el cuerpo
flaquea hay que fortalecer el espíritu.
Yo vivía a la par de la guardia. Esa fue
una experiencia indescriptible. Vivir a la par donde torturan a los hombres,
oír que los hombres lloran. Gritos por la capucha. Cuando no se tienen
facultades para decirles ni siquiera que ya no les peguen, es un terror
incomparable. Entonces yo sentía que era necesario luchar para que no
siguiéramos igual.
Sentía angustia, impotencia terrible.
Lloré un montón de veces, me metía los dedos en los oídos para no oír, pero
siempre oía porque solo una pared nos dividía. Por eso soy enemiga de la
tortura, porque los hombres amarrados, los seres humanos en general cuando
están amarrados, ya están rendidos, no tiene nadie por qué atropellarlos más.
Eso lo detesto.
Como miembros de la UTC, veníamos a San
Salvador a participar en marchas a pedir que le bajaran los precios a los
insumos agrícolas. En las cortas de café que nos hicieran una galera porque nos
caían grandes tormentas. También comida, que les dieran arroz y frijoles a los
trabajadores. Era una reivindicación pírrica. Pero los poderosos de este país
han sido tan ciegos toda la vida lamentablemente. Quizás no se han sentido
salvadoreños o más bien pensaban que el país era una finca de ellos y que todos
los demás éramos sus peones, porque solo daban una tortilla con un puño de
arroz chuco, ni lo limpiaban. Es así como me involucro en una organización
popular.
Cuando nos tomamos el ministerio de
Trabajo cantábamos una canción que decía: nosotros lo que exigimos es salario
de 11 colones y también arroz, tortilla y frijoles.
En la medida que nos organizamos la
presión también crecía. Pero nuestro lema era que a más represión más
revolución o más lucha, pero juntos, porque individualmente lo llegaban a traer
a uno en la madrugada a la casa y lo desgargantaban.
Hubo grandes casos de represión en
Arcatao individual y colectiva. Cuando llegó monseñor Romero. En febrero de
1979, durante las fiestas patronales, a las 2 de la madrugada, llegó el
Ejército y ordenó a la gente salir del pueblo dentro de las próximas 2 horas.
Toda la gente se fue.
Yo me quedé. Tenía alguna relación con
los guardias. Conversaba con ellos y mi suegro les prestaba un par de pesos
cuando no tenían dinero y no les habían pagado. Manteníamos una relación como
de guerra fría porque no nos querían pero tampoco nos agredían tan peladamente.
Después capturaron a unas religiosas
mexicanas. Las dieron como desaparecidas un tiempo y luego las fueron a tirar
allá por Guatemala.
Y nosotros en ese tiempo, cuando ellas
las capturaron, íbamos a la celebración de la Palabra todas las noches. A mí
encantaba porque era la comparación de la escritura con la vida. Se puede hacer
un parangón con nosotros. Los hombres no se acercaban por miedo a que los
mataran, y es que era verdad que los mataban.
Yo asistía todos los días pero no era
celebradora porque mi marido nunca me iba a dejar a ir a sacar un cursillo y
pasar días fuera de la casa. Tenía que hacer oficio en la casa y no era
correcto que una señora casada anduviera por allá. Además, era una esposa
sumisa, pues lo amaba tanto, sigo amándolo igual; soy bayunca todavía. El pobre
hombre también ha tenido que soportar algunas cosas mías. Ahora tenemos casi 50
años de habernos casado.
Todos estaban atemorizados y acudía a la
iglesia a buscar fortaleza. Mi casa estaba a una cuadra de la iglesia y para
llegar tenía que pasar por el puesto de la Guardia. Me temblaban las canillas,
pero todas las noches regresaba a la casa con más valor. Todos los días me
decía mañana no voy a tener miedo, pero volvía a tener miedo.
Algunos guardias me decían: ya viene de
cantar Cristo al Servicio de Quien. Les respondía: Fíjese que esa no me la sé,
pero me puedo otras.
Después llegó monseñor Romero (Oscar
Arnulfo) para dar respaldo a las monjas que se habían quedado. Metieron un
operativo como no tienen idea. Fueron tan abusivos que en un retén que estaba a
la entrada del pueblo, lo pararon, le hurgaron el carro, le levantaron la
sotana.
En la iglesia no cabía ni un alma más.
En cada una de las tres puertas de la iglesia se apostaron soldados y llegaron
refuerzos de la Guardia. Montaron un operativo muy grande. Mi marido desde
entonces ya no volvió a la casa y se fue a esconder a una propiedad de mi
suegro. Algunos guardias me decían: porque ya no viene Ovidio, a lo que les
respondía: se están robando el ganado y está cuidando. ¡Mentiras, no llegaba
por miedo!, a los hombres los colgaban, si tenían suerte, y a otros los
desaparecían.
Comencé a tener miedo porque un guardia
me dijo: mire, cuando usted oiga hablar de un operativo, váyase porque la van a
matar. El que nada debe nada teme, le contesté. Pero el insistió: no la vamos a
matar nosotros, van a venir de otro lado.
Y después de eso hubo otro operativo.
Había un lengón, gente que brota de la comunidad que se vuelven enemigos de su
propio pueblo. Y les gusta ir a mentir para quedar bien con aquel, y también
para ensañarse con alguien a quien le deben un par de pesos y así no le pagan.
Alguien les fue a decir al puesto de la
guardia que venía la guerrilla. Llegaron refuerzos, y yo me fui. Eso fue el 9
de septiembre de 1979.
Me fui a huir a un cantón de Honduras
que está a una hora de Arcatao. Ahí permanecí un mes aproximadamente. Después
me mantuve en la clandestinidad. En esa época yo pensé: ya va a pasar y vamos a
volver. ¡Ay Dios!, regresé a vivir a la casa en Arcatao en 2005, después de 26
años.
Parte
II | Me hubieran dado lo del pasaje a Moscú para comprarle botas a la tropa
Las picadas de los mosquitos en la
montaña le provocaron paludismo en nueve ocasiones. Su estado de salud era
precario. La guerrilla la sacó del país y la envió a Cuba a recibir tratamiento
médico. Después, la idea original era viajar de Nicaragua a Estados Unidos,
pero el frente externo de la entonces guerrilla advirtió que la podían
reconocer y sería arrestada.
De Managua salió hacia Moscú, donde
participó en un congreso de mujeres latinoamericanas. Por insistencia de la
esposa de Raúl Castro, María “Chichilco” habló ante unas 10 mil mujeres.
Recuerda que dijo: “yo hubiera preferido que me dieran lo que valía el pasaje
para comprarle botas a la tropa porque allá la tenemos sin zapatos”.
El 15 de octubre (1979) fue el golpe de
Estado, un domingo por la noche. El día anterior mataron al hijo de don Neto
Menjívar, hermano de Violeta (actual viceministra de Salud). Una semana antes
le había enviado un papelito con un cipote porque leí una lista que la
encabezaba Ernesto Menjívar Escalante. Decía: comunistas de Arcatao reciben
sueldo de Cuba.
La lista la tenían en la Guardia
(Nacional). Le advertía que se fuera porque lo matarían. El me respondió:
Véngase, aquí todavía podemos vivir. Lo que hay aquí es una guerra de lenguas.
La siguiente semana mandé al cipote otra
vez a que comprara una libra de carne al pueblo, pero era para que fuera a
naricear algo. El cipote regresó rápido y me dijo: mataron al hombre aquel, al
que usted le mandó el papelito. Y quien le ha dicho eso, le pregunté. No me han
dicho, yo lo vi tapado con una cobija blanca, exclamó.
Nos fuimos a un cantón de Arcatao, de
mayor altura, a una cañada. Ahí llegó la guerrilla y nos reclutó. Tenía una
idea muy romántica de la guerrilla. Pensaba que era gente extraordinaria, y son
extraordinarios, pero podía ser cualquiera. Cuando me plantearon la posibilidad
de ser guerrillera, yo sentí rico. Adentro, les dije, vamos.
Anduve armada todo el tiempo. Aprendí a
usar todo tipo de armas. Primero una 38, que era mía, me la compró mi marido.
Después unos compañeros requisaron un checo. Con ese checo nos sentíamos reyes.
Cuando teníamos el checo yo dormía lindo. Pensaba: tenemos la fuerza. Es
increíble la moral de uno.
Al principio, arma propia solo podía ser
una pistola, que la comprara uno. Pero las prestábamos a todos. El que tenía
zapatos buenos, los prestaba a quienes los tenían rotos cuando iban a una
operación.
Yo siempre estuve en las FPL. Cuando ya
había más fusiles, tuve un M-16, pero ya no era combatiente. Lo fui poco
tiempo, desde finales del 79 hasta después de la ofensiva del 10 de enero de
1981.
En esa ofensiva, por suerte no nos
mataron. Podíamos ser muchos pero pobres en armamento y técnicas guerreras.
Ellos también porque nunca habían tenido una guerra interna.
En la ofensiva del 81 me tocó ir a la
entrada de Chalatenango. Me mandaron por El Jícaro, por una montañita. Entonces
sí ya éramos combatientes. También antes de esa ofensiva porque había que
pelear con la gente de Orden. Los de Orden eran aguerridos, defendían su
posición hasta que terminaban su último cartucho.
Dejé de ser combatiente porque los jefes
de entonces me sacaron de ahí. Me pusieron a coordinar un hospital clandestino.
No era enfermera pero sabía inyectar, primeros auxilios, podía poner un suero,
detener una hemorragia. Estaba en la Cañada, un cantón de Arcatao, recién
pasada la ofensiva.
Me sacaron de ahí, me metieron en una
estructura con Germán Serrano (un compa que murió en el 92, de un aneurisma
congénito). Era un hombre aguerrido A el lo mandaron a dirigir las tropas.
Teníamos 3 campamentos, uno en la Cañada, otro en Chupamiel, y en El Portillo,
con 3 pelotones, de masas, porque éramos solo gente apasionada. Estábamos
estructurados como guerrilla pero no teníamos armas, uniformes ni zapatos.
Él me sacó del hospital y me puso de
jefe político militar del destacamento de fusileros 2. Ahí siempre hacía una
cosa y otra, como La chimoltrufia (personaje de televisión cómico). Ese año
rugimos de hambre porque por estar preparando la ofensiva del 81 no sembramos
maíz.
Me pidieron que organizara el poder
popular, era un equipo para administrar la vida en los frentes de guerra,
porque en la ofensiva del 81 hubo un montón de gente que se alzó al calor de la
ofensiva pero no triunfamos. Había que organizar la vida de esa población. La
vida no se acababa, la gente siempre se casaba, tenía niños, comía, dormía, se
enfermaba.
Todo oscilaba alrededor de la lucha
armada. La organización política y social estaba para fortalecer la lucha
armada. Siempre tuve misiones. Por ejemplo, ya no era la jefa de un hospital,
pero tenía que ver con todos los hospitales. No era jefe de milicias, pero
tenía que ver con todos los milicianos.
En el 81, el jefe militar fue Germán,
después la compañera Susana, hermana de Lorena Peña. Después tuvimos a Douglas
Santamaría Linares, pero el jefe de todos era Ricardo Gutiérrez. Luego a Dimas
Rodríguez, que era el segundo de nuestra organización.
Durante la ofensiva de 1989, se nos
encargó la misión de detener al Ejército en Chalatenango para que no fuera a
San Salvador, donde era la gran batalla. Yo no fui a la ofensiva de San
Salvador.
En Chalatenango, los comandos del norte
tuvimos un combate a muerte con el ejército. Había que sostenerlos para que no
fueran a reforzar a San Salvador. Esos días fueron más tensos, acalorados.
Antes del 89 estuve en el volcán de San
Salvador. Prácticamente no tenía una tarea asignada. Llegué caminando desde
Chalatenango. Iba a salir fuera del país a una misión a Estados Unidos. Me
sacaron del frente caminando de posición en posición hasta que llegué al
volcán. Caminé varias noches.
Estuve varios días en el cerro El Sartén
en Joya Grande, de Apopa. Después llegué al volcán. La gente del frente externo
quería que fuera a una gira a Estados Unidos. Me iban a arreglar papeles. Logré
salir del país y llegué a Managua el 28 de febrero de 1987, y el 8 de marzo
mataron a una de mis hijas aquí. Murió en una emboscada. También era
combatiente, sanitaria y zapadora, el que sabe poner y quitar minas.
Me mandaron a Cuba porque iba con una
gran anemia. En el 85 me dio nueve veces paludismo. Era un paludismo
persistente, ya lo tenía en el hígado. Me mandaron a Cuba a recibir
tratamiento. Allá me dieron de comer bueno para restablecerme un poquito. De
ahí me fui a Managua, de donde saldría hacia Estados Unidos.
Cuando estaba en Managua, hubo una
invitación al FMLN para un congreso mundial de mujeres en Moscú y la jefa del
frente externo era Lorena Peña. Ella dijo: no hay nadie más representativo del
Frente que María; que vaya ella. Imagínense yo saliendo del charral.
Yo sentía que era una pasarela, un
montón de gente exhibiendo sus vestidos. Éramos 10 mil mujeres. La esposa de
Raúl Castro, que ya murió, dijo: yo quiero que hable María. Quizás Lorena algo
le había hablado o supo de mí cuando estuve curándome en Cuba. Y qué puedo
hablar yo, le respondí. Di cualquier cosa, me dijo.
Entonces hablé: Imagínense, vengo
saliendo del monte. Yo hubiera preferido que me dieran lo que valía el pasaje
para comprarle botas a la tropa, porque allá las tenemos sin zapatos.
No contaba con la preparación para ir a
un foro de esos, pero tenía el peso que iba del Frente.
Cuando regresé de allá, decidieron no
mandarme a Estados Unidos porque dijeron que había como 300 periodistas y más
de alguno me iba a conocer y me podían capturar.
Eso fue en el 87. Pero para aprovechar
la salida me mandaron a un curso a Vietnam. Ese fue un curso bonito porque era
de tácticas guerrilleras. Llegué a Vietnam a finales de agosto y regresé a
finales de diciembre.
Durante el proceso de paz los mensajes
nos llegaban a la montaña en clave por medio de radio o papeles. Nos decían
cómo iban las negociaciones. Llegó Chus a visitarnos para informarnos sobre
cómo iba la negociación y nos aseguró que guerra se terminaría. Francamente no
creía eso.
En esa visita nos mataron a Chus, cuyo
nombre real era Antonio Cardenal, un compañero jesuita nicaragüense que estaba
con nosotros.
Para la desmovilización tuve un temor
grandísimo porque las tropas estaban concentradas y nos podían bombardear.
Pensaba: nos van a matar un montón de tropa y por eso vamos a volver a la
guerra.
Después había que destruir los fusiles.
Quebrarlos enfrente de la ONUSAL. Yo lloré cuando los destruimos.
Yo no entregué ni un fusil. Yo tenía mi
pistola 9 mm, esa no había que entregarla. No usaba fusil porque no me gusta la
ostentación. Prefería una pistola 9 mm, esa pistola es buena, pegaba algo bien.
Después de la desmovilización de la
tropa, comenzamos a organizar el FMLN en partido político. A finales del 92 era
parte de la comisión política del Frente y me asignaron la coordinación en
Chalatenango.
En el período 1997-2000 fui diputada de
la Asamblea Legislativa. Quedé desilusionada. La experiencia en la Asamblea no
me gustó. Yo entendí que ahí todo se hace en función de votos. Puede ser que yo
no sirva para hacer ese tipo de lucha.
Asistí a un seminario sobre el aborto
desde la visión de salud, religiosa y social. Fue un taller grandioso para mí.
Me encantó por estar relacionado con el sentir y pensar de las mujeres.
Perdónenme, pero aunque los hombres nos amen nunca sabrán que es un dolor de
vientre por una regla. Nunca sabrán eso, gracias a Dios. Por eso no tienen el
criterio que tenemos las mujeres.
Pertenecía a las comisiones de la
Familia, la Mujer y la Niñez; y en la de Municipalismo, las que no llaman
prensa. Como diputado uno va descubriendo eso. Otros se pelean por estar en
Hacienda, Legislación. Uno es tontito pero no tanto, esas cosas uno las va
captando. Lamentablemente es igual en todos los partidos.
En noviembre, discutimos qué hacer en el
día de la no violencia contra la mujer. Propuse la despenalización del aborto
terapéutico. Si le dicen que un garrobo tiene en la barriga, es de justicia que
se lo saquen.
La gente de la Fundación Sí a la Vida
levantó un gran escándalo. Y entonces nosotros tuvimos que votar por Sí a la
Vida. Tuve algunas reprimendas de parte de mis compañeros diputados porque me
dijeron que no tenía que meterme en esos temas. Y yo pensé: me voy a la
chingada de aquí.
No estaba acostumbrada a vivir con tanto
pisto. Yo tenía mis trapitos que me los hacían en Guarjila, el cantón donde
vivo por ratos. Nunca llegué a la Asamblea vestida de otra forma porque sabía
que al salir de ahí seguiría siendo María Chichilco. No me puedo crear un
estatus que no lo puedo sostener. Cuando uno reniega de su realidad, se
convierte en chipuste pegado con saliva. Uno debe ser feliz de lo que es.
En el ministerio de Gobernación estoy
contenta porque se hacen más cositas. Trabajo con los gobernadores. Hay
problemas de la gente que se pueden resolver con la ayuda de los ministerios.
Cuando deje de ser viceministra, a
partir de junio próximo daré clases. En el 2000 saqué un profesorado, me gradué
en el 2003.
Todo funcionario debe ser siempre parte
del pueblo. Somos simples mortales. El que se infla se le olvida ese detalle.
Después de tres días de muertos, ni nuestra madre nos quiere tener en la casa.
La muerte es parte de la vida. Lo que pasa es que uno no quiere aceptarla,
porque la vida es amable aunque se aguante hambre.
SAN SALVADOR, 6 de mayo de 2019
(SIEP) “Constituye una gran alegría como historiadores
del movimiento popular recuperar este pedazo de la historia oculta, prohibida, censurada,
de la izquierda revolucionaria en El Salvador
que en mayo de 1939, originaba un frente antidictatorial llamado Unión Popular
Salvadoreña, UPS, enfatiza Roberto Pineda, Coordinador del Centro de Estudios
Marxistas “Sarbelio Navarrete.”
Agrega Pineda que “esta
información surge como resultado de la publicación por el Bloque Popular Juvenil,
BPJ, en su periódico Militante de mayo de este año (pág. 10,11) del artículo El
Futuro de la revolución salvadoreña, del aprista salvadoreño devenido
trotskista, José Enrique Blanco Corpeño, publicado por la revista fundada por
Trotski, Clave/Tribuna Marxista, en mayo de 1939. Blanco Corpeño era en
diciembre de 1938, en ciudad de México, editor de Trinchera Aprista.”
Señala que “agradecemos infinitamente
al BPJ –no obstante nuestras obvias diferencias ideológicas-por permitirnos echar
un vistazo a esta segunda generación de comunistas luego del 32, así como recuperar este eslabón organizativo
llamado Unión Popular Salvadoreña, que se suma a otros esfuerzos posteriores
como la UNT, el PRAM, el PAR Nueva Línea y el UDN, que fueron expresiones
abiertas del clandestino Partido Comunista de El Salvador, PCS, en su
existencia de 65 años.”
A continuación, reproducimos en su integralidad el texto histórico mencionado
de Blanco Corpeño.
El Futuro de la Revolución Salvadoreña
Años de reacción se han
sucedido después del fracasado intento de liberación campesina de 1932, llevada
a cabo por primera vez en la historia salvadoreña, con el concurso de un proletariado
incipiente, falto de un verdadero partido proletario, y al contrario, dirigido
por un partido que no respondió a la hora de la revolución más que a los
dictados de unos cuantos pequeño-burgueses vacilantes y faltos de una verdadera
conciencia bolchevique-leninista.
Estos años de reacción han
comprobado que el Partido stalinista (III Internacional) que hoy apenas existe
en la cabeza de algunos abogados, médicos e intelectuales frente populistas y
social-patriotas, fue incapaz de dirigir la lucha del campesinado contra los
señores feudales de la tierra, al no combinarla con el proletariado para
hacerla culminar con la revolución proletaria, única capaz de llevar hasta su
fin la revolución burguesa. Tampoco podrá, en los actuales momentos que vive la
humanidad, llevar al triunfo contra el fascismo al proletariado salvadoreño ni
a la realización de la revolución nacional-demócrata que corresponde a este
pequeño país como nacionalidad oprimida, país semi-colonial, bajo la dominación
de los imperialismos yanqui e inglés fundamentalmente.
Mas sin embargo, aunque
dolorosa la experiencia (20,000 campesinos y obreros ametrallados) la lección
de esta revolución será histórica como lo fue la de la primera revolución rusa
der 1905 para el proletariado de 1917. Será histórica, decimos, para el joven
proletariado salvadoreño que se mostró demasiado débil en 1932 para tomar el
poder. Los años de reacción brutal del régimen policiaco-militar del Gral. Martínez,
que todavía parece, lo fortalecerán y a darán al madurez necesaria, que solo de
la clandestinidad, para llevar tarde o
temprano la revolución nacional-democrática hasta su final realización.
Ocho años de reacción,
transcurridos desde la revolución campesina, han transformado la mecánica
política de las diversas fuerzas sociales. En los primeros años del régimen
policiaco-militar del General Martínez, este tuvo el apoyo de toda la
sub-burguesía y clases feudales así como el de la mayoría de la pequeña
burguesía.
La sub-burguesía se ha
dividido en dos tendencias políticas frente al gobierno. Parte de ella, sirve las
exigencias de los intereses imperialistas de los Estados Unidos e Inglaterra, y
la otra responde a la presión de los
imperialismos fascistas de Alemania e Italia en especial. En la misma
situación, se hayan las clases feudales, unidas por diversos vínculos económicos
tanto al imperialismo internacional como a la sub-burguesía. La pequeña
burguesía, por otro lado, afianza sus posiciones políticas, bien con las clases
dominantes, bien con las masas populares (campesina y proletaria) divorciadas
completamente del gobierno.
La acelerada penetración
económica de los imperialismos fascistas de Alemania (fundamentalmente) e
Italia, en los años en que el gobierno careció del reconocimiento diplomático
de los Estados Unidos, dio origen a una pugna entre las dos fracciones sub-burguesas
dependientes del capital financiero internacional, extendiéndose asimismo esta
pugna a las capas feudales.
El gobierno del Gral.
Martínez se inclinó desde un principio en favor de las clases que representaban
intereses de los fascistas mencionados, las relaciones comerciales y políticas
con los estados totalitarios fueron estrechadas en detrimento del imperialismo
anglo-sajón y de sus agentes del interior.
Esta pugna política en el
seno de las clases dominantes se ha exteriorizado en los últimos años por medio
de intentonas políticas en contra del régimen, dirigidas por coroneles y generales
a sueldo de la sub-burguesía descontenta con el régimen. Estas intentonas de cuartelazo
no han tenido más que débil eco entre las clases populares, que intuitivamente
se dan cuenta del origen de estas pugnas, cuyos resultados, sean los que fueren,
no cambiaran el régimen económico, político y social a que están sujetas hoy,
bajo el despotismo brutal del gobierno del Gral. Martínez.
La situación internacional se
caracteriza por una profunda crisis política entre los diversos países
imperialistas. El imperialismo fascista de Alemania, siguiendo la aventura del imperialismo
fascista de Italia en Etiopía, (solo que cambia do de métodos) se anexa primeramente
a Austria, luego a parte de Checoslovaquia para meses más tarde anexarse a
Memel y a Checoslovaquia entera. En España, el fascimo ítalo-germano presta su
ayuda de una manera definitiva al fascista Franco, hasta culminar con la rendición
de Madrid y la fuga aparatosa de los líderes del Frente Popular español. Las llamadas
“democracias” imperialistas de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, ante esta
situación, hacen lineamientos para “salvar la humanidad de las garras del fascismo
“, constituyendo un frente único de las democracias burguesas contra
Alemania-Italia.
La guerra interimperialista,
tarde o temprano, se desencadenará; los campos ya están delimitados: imperialismos
“democráticos” contra imperialismos fascistas. El stalinismo, tomando la misma posición
que tenían los social-patriotas de al II Internacional en 1914, toma ya su
puesto al lado de los imperialismos “democráticos”, a fin de contribuir con la
sangre del proletariado internacional a la defensa de la “democracia burguesa.”
Para el stalinismo no hay más disyuntiva que “democracia” burguesa o fascismo.
En México, ya el líder máximo de la Confederación de Trabajadores (C.T.M.) el
abogado mixtificador de los objetivos del proletariado en la guerra
interimperialista, Lombardo Toledano, ha declarado, en el mitin de celebración
de la expropiación petrolera (19 de marzo) que el proletariado mexicano y todo
el pueblo en general debe aprestarse para luchar en la próxima guerra contra el
fascismo internacional, al lado de los imperialismos “democráticos” que son los
únicos que pueden salvar a la humanidad de la crisis actual.
Ante la situación política salvadoreña,(indudablemente
ligada con la situación internacional de pugna imperialista) todo luchador
proletario salvadoreño se preguntara , ¿Qué hacer? El stalinismo salvadoreño
responde: Sostener los “principios” tratar de “ampliarlos y fortalecerlos con
mayores garantías”, “la economía pública” debe ser organizada “sobre
lineamientos científicos y honestos” debe hacerse “un llamamiento a todos los
elementos democráticos del país para que, borrando las diferencias ideológicas y
de clase, nos unifiquemos sobre la base democrática en la lucha contra Martínez”
puesto que “en estos momentos en que las democracias americanas se alían para
defenderse de la penetración fascista, Martínez no solo sabotea, al margen de
las declaraciones oficiales, democráticas y de buena vecindad del presidente
Roosevelt, sino que también traiciona los más caros aspiraciones de todos los pueblo
democráticos de América (Lo entre comillas pertenece a fragmentos del “Manifiesto
de la Unión Popular Salvadoreña” –U.P.S.-, organización controlada y dirigida
por la fracción stalinista de El Salvador).
Respondiendo a los dictados
de la III Internacional el stalinismo salvadoreño –diremos con palabras de
Lenin, en 1905- ha “aprendido que la transformación democrática tiene en su
base económica la revolución burguesa, y han “entendido” esto de tal modo que
es necesario rebajar los fines democráticos del proletariado hasta el nivel de la
moderación burguesa, hasta el límite más allá del cual “la burguesía se aparta.”
En realidad, el stalinismo salvadoreño
lanza llamamientos a la unificación con las clases sub-burguesas y feudales descontentas
con el régimen martinista, para que en ella el proletariado vaya a remolque, pues
la dirección de este último a base de una política independiente, en la
revolución que se inicia, haría que las clases dominantes se apartasen de él;
es decir, el stalinismo salvadoreño sostiene la teoría y su practica
contrarrevolucionaria del “Frente Popular” que pretende vivir fuera del terreno de la lucha de clases.
Sin embargo, -con palabras de Lenin, en 1905- “el proletariado espera su salvación,
no de su desviación de la lucha de clases, sino de su desarrollo, de su
ensanchamiento, de la conciencia, de la organización, de la decisión.” Y esto lo
decía Lenin refiriéndose a la política independiente que debe sostener el proletariado
en la revolución.
Por otro lado, cuando Lenin
en 1905 hablaba de la revolución democrática-burguesa en su aspecto popular,
así como del abuso de la palabra “pueblo” (abuso que comete hoy el stalinismo)
decía: “El que menoscaba los fines proletarios en la revolución democrática-burguesa,
convierte al social-demócrata, que debe ser un caudillo de la revolución
popular, en líder de sindicato.”…”la socialdemocracia ha luchado y lucha con pleno
derecho contra el abuso burgués-democrático de la palabra “pueblo.” Exige que
con esta palabra no se encubra la incomprensión de los antagonismos de clase en
el seno del pueblo. Insiste incondicionalmente en la necesidad de una
independencia de clase completa del partido del proletariado. Pero divide al “pueblo”
en “clases” no para que la clase avanzada se encierre en sí misma, se limite con una medida mezquina, castre su
actividad con consideraciones como la de que no s e aparten los soberanos económicos
del mundo, sino para que la clase avanzada, que no adolece de la actitud de
medias tintas, de la inconsistencia, de la indecisión de las clases intermedias,
luche con tanta mayor energía, con tanto
mayor entusiasmo por la causa de todo el
pueblo y al frente del mismo.” Al mismo
tiempo, Lenin aclara en este pasaje el significado dialectico de la política
independiente del proletariado como clase y de su vanguardia, el partido, en una
revolución de carácter popular.
Freten al problema
revolucionario de El salvador, nosotros bolcheviques-leninistas de al IV
Internacional, y frente a la posición derrotista del stalinismo salvadoreño, en
su defensa de la democracia burguesa y entrega del proletariado a las clases
dominantes del país, oponemos la consigna de la revolución nacional-democrática,
que deberá estar a la orden del día en los países que como El salvador, luchan por
romper el yugo imperialista, deberá realizar la revolución agraria y cumplir las
tareas democráticas -sobre la base de la revolución permanente-ante las reminiscencias
feudales.
Para que una consigna verdaderamente
revolucionaria, como la de la revolución nacional-democrática pueda ser llevada
a su realización, el proletariado salvadoreño deberá constituir su verdadera vanguardia
revolucionaria, esto es, un partido auténticamente bolchevique-leninista.
Solamente el proletariado,
bajo al dirección de un verdadero partido proletario, será capaz de llevar hasta
sus últimas consecuencias –sobre la base de la teoría y práctica de la
revolución permanente- la revolución nacional-democrática. No son los partidos
stalinistas (los mencheviques de hoy) en entrega mercenaria a las burguesías nacionales
y a los imperialismos “democráticos” los que dirigirán al proletariado mundial
en su lucha por el poder y la revolución proletaria.-
El impacto provocado por el resultado
electoral del pasado 3 de febrero[1] derivó
este 1 de mayo en altos niveles de dispersión ideológica y política, en el
marco de un nuevo periodo histórico a iniciarse el 1 de junio con la llegada al
gobierno del movimiento Nuevas Ideas y de
su fundador, Nayib Bukele.
Alrededor de ocho marchas y
cuatro lugares de llegada indicaron el momento cuasi posmoderno, “liquido” de
fragmentación que vive el movimiento popular y social salvadoreño, luego de un
periodo de 30 años (1989-2019) en el que las categorías “duras” de derecha e
izquierda definían el panorama.
En los 4 gobiernos de la
derechista ARENA (1989-2009) los trabajadores enfrentaban la ofensiva
neoliberal. En los dos gobiernos del izquierdista FMLN (2009-2019) los
trabajadores apoyaban los programas sociales. Por lo general eran dos marchas,
la de fuerzas sindicales orientadas por el FMLN y la de fuerzas de izquierda
independientes (trotskistas, anarquistas y otros). Hoy es un complejo laberinto
de fuerzas, intereses y agendas.
A continuación hacemos un
breve abordaje de este laberinto social y político, para buscar puntos de
coincidencia que permitan a futuro hacer avanzar los intereses populares, frente
a la ofensiva imperial y oligárquica interna.
Antecedentes
Hace 95 años se realizó la primera
celebración en San Salvador del 1 de mayo[2]. Fue
en 1924, y convocada por la Confederación Obrera de El Salvador, COES, ya que
todavía no existía la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños, FRTS. Desde entonces se ha venido celebrando esta
fecha, con excepción de periodos de intensa represión como los que siguieron a
la derrota de la insurrección indígena-campesina de enero de 1932.
El 1 de mayo de 1989 los sectores sindicales y populares
aglutinados en la Unidad Nacional de los Trabajadores Salvadoreños, UNTS
realizan una masiva y combativa marcha en la que incluso comandos urbanos del
FMLN dinamitan cajas telefónicas. Se estaba a las puertas –creíamos- de una
insurrección popular triunfante. Fue la primera marcha contra el presidente
electo Feliz Cristiani, de ARENA. Salió del parque Cuscatlán y concluyó en la
Plaza Cívica. Al final, el desenlace del conflicto armado fue por la vía de la
negociación, que concluyó en enero de 1992.
El 1 de mayo de 2009 se
realizaron dos marchas. Una por los sectores sindicales y populares
influenciados por el FMLN que salió del Salvador del Mundo, y concluyó en la
Plaza Cívica y tuvo como punto central el discurso del presidente electo,
periodista Mauricio Funes. El FMLN llegaba al gobierno, luego de 29 años de
lucha armada y electoral. La otra marcha popular, salió de la UES y fue una
marcha de sectores estudiantiles y sindicatos en contra de Funes, a quien
acusaron de ser de derecha, y concluyó en la Plaza Libertad.
Dime adonde llegas y te diré quién eres (Fuerzas
sociales y referentes políticos)
Hubo ocho diferentes lugares
de salida de marchas pero únicamente cuatro lugares de llegada, cuatro plazas
emblemáticas de la capital salvadoreña. Fue tal la dispersión que algunas fuerzas
políticas de izquierda, tales como el Partido Socialista Centroamericano, PSOCA,
Movimiento por un Nuevo País, MNP, decidieron no marchar y participar desde
diversas movilizaciones. Otras como el FMLN, Unidad Socialista de los
Trabajadores, UST, hoy Plataforma de la Clase Trabajadora, PCT y el PCS si
llamaron a determinadas marchas.
Los que llegaron a la plaza Cívica (Gerardo Barrios) salieron
de la plaza Minerva de la UES, del Salvador del Mundo, del Hospital Rosales,
del redondel Schafik Handal y de las 4 letras de Metrocentro. Fue la
marcha más numerosa y contó con la presencia de funcionarios del gobierno
saliente y de altos dirigentes del FMLN. Estuvo convocada por CONPHAS, CSTS, FSS,
CIRAC, MPS, MPR-12, el trotskista Bloque Popular Juvenil (BPJ), FNS, FEASIES, FESTRASPES,
partido FMLN, etc. La consigna de la| Coordinadora Intergremial Rafael Aguiñada
Carranza, CIRAC fue: Unidad, Solidaridad y Lucha por el Socialismo.
Los que llegaron a la plaza de la Constitución (Chulona) salieron de la UES. Estuvo convocada por la Coordinadora Nacional de Amplia
Participación, CONAPAR, formada en agosto de 2017, que aglutina a Bases
magisteriales (BM), SEJES, Movimiento de Trabajadores Policías (MTP); Sitrasalud, Sitramec, Unep, Anejus, FENASTRAS,
SIMEDUCO, Veteranos de la Fuerza Armada y otros.
Los que llegaron a la plaza Morazán salieron de la UES y del
Hospital Bloom. Estuvo coordinada por la
Unidad para la Refundación y Resistencia Sindical Salvadoreña (URRSS), que
incorpora a AGEPYM, SITTOJ, MTS (Movimiento de Transparencia Salvadoreño), CNTS,
Fesitrapes, Sitraues, , Unidad Socialista de los Trabajadores, UST hoy Plataforma de la Clase Trabajadora, PCT;
Partido Comunista de El Salvador (PCS refundado). Marcharon bajo la consigna: No más neoliberalismo. Cambio de Patrono no
es Liberación.
Los que llegaron a la plaza Libertad salieron de la Fuente
Luminosa (ex Embajada). Estuvo dirigida por la Coordinadora Sindical Salvadoreña, CSS, nacida en 2013, con el
apoyo entonces tanto de la UST como del PSOCA. Participaron estudiantes de Arte, Las Febes,
sindicatos del CNR, PDDH, Capres, Coordinadora Estudiantil, de trabajadores de
seguridad privada, Unión Anarquista, etc.
Las banderas de lucha: contra la privatización del agua,
contra las AFPs y contra la Ley de Servicio
Público.
Al revisar la plataforma
reivindicativa de las diferentes formaciones sindicales y populares sobresalen
tres grandes temas, que constituyen importantes coincidencias, que permiten la posibilidad de alcanzar
acuerdos inmediatos de lucha. Estos son la temática vinculada al rechazo a la privatización del agua, a la necesidad de
una reforma del sistema de pensiones que elimine a las AFPs, y el rechazo a la Ley de Servicio Público, impulsada por
este gobierno y que podría legalizar el despido de miles de trabajadores del
Estado.
Entre las diferencias se
encuentran las vinculadas a la relación entre movimiento sindical y partidos
políticos, así como la actitud frente a la llegada al gobierno de Nuevas Ideas
y Nayib Bukele. Con respecto al primer punto; la CSS y la URRSS reivindican la
independencia y autonomía de la clase obrera.
Con respecto al segundo
punto, en la caracterización del nuevo gobierno, para el FMLN se trata de un gobierno
de derecha, pro oligárquico y pro imperialista. Y no obstante sus diferencias
tácticas e ideológicas, las agrupaciones
que se concentraron en el centro de San Salvador (plazas Cívica, Libertad y
Morazán) coinciden en esta valoración
política. Únicamente CONAPAR exhibe una visión de esperar y ver qué es lo que
va suceder y a partir de la realidad, definir una táctica de lucha.
Las alianzas
El FMLN y las organizaciones
populares que influye, puede llegar a acuerdos con el CSS y la URRSS a partir de la visión anti Nayib. En el caso
de CONAPAR se convertirá seguramente en base social del nuevo gobierno. Habrá una disputa cerrada por los corazones y
las mentes de los sectores populares, en el caso de Nuevas Ideas por desalojar
a ARENA y al FMLN de la Asamblea Legislativa y los gobiernos municipales en el
2021, y en el caso del FMLN por mantenerse,
y evitar la debacle.
Y en general, todo el
movimiento popular y social puede llegar a acuerdos -que conduzcan desde la
unidad en la acción hasta modalidades incluso orgánicas- a partir de una
plataforma de lucha que tenga como pilares básicos los ya mencionados de la lucha por la reforma al sistema de
pensiones, en contra de la privatización del agua, en contra de la Ley del
Servicio Público, en contra de los
despidos y por la libertad sindical.
Conclusiones
Estamos en un nuevo momento histórico
en el que se vuelve necesario para el movimiento popular y social, afinar el
análisis político, para diseñar una estrategia que le permita asegurar lo ya
conquistado en logros sociales y seguir avanzando, hacia la desarticulación del
modelo neoliberal y la construcción de poder popular mediante la unidad, organización,
conciencia y movilización.
San salvador, 3 de mayo de
2019
[1] Ese día tuvieron lugar
elecciones presidenciales, en las cuales el candidato Nayib Bukele derrota
abrumadoramente a los partidos Alianza Republicana Nacionalista, ARENA y Frente
Farabundo Martí para la Liberación nacional, FMLN.
[2] Ver Pineda, Roberto. Las
Luchas de los Movimientos Populares en El Salvador 1810-2010. San Salvador, Ediciones
Prometeo Liberado, 2014
Soy el primer aventurero hispánico que ha arribado al libro de Joyce: país enmarañado y montaraz que Valery Larbaud ha recorrido y cuya contextura ha trazado con impecable precisión cartográfica (N. R. F., tomo XVIII) pero que yo reincidiré en describir, pese a lo inestudioso y transitorio de mi estadía en sus confines.
Hablaré de él con la licencia que mi admiración me confiere y con la vaga intensidad que hubo en los viajadores antiguos, al describir la tierra que era nueva frente a su asombro errante y en cuyos relatos se aunaron lo fabuloso y lo verídico, el decurso del Amazonas y la Ciudad de los Césares.
Confieso no
haber desbrozado las setecientas páginas que lo integran, confieso
haberlo practicado solamente a retazos y sin embargo sé lo que es, con
esa aventurera y legítima certidumbre que hay en nosotros, al afirmar
nuestro conocimiento de la ciudad, sin adjudicarnos por ello la
intimidad de cuantas calles incluye ni aun de todos sus barrios.
James
Joyce es irlandés. Siempre los irlandeses fueron agitadores famosos de
la literatura de Inglaterra. Menos sensibles al decoro verbal que sus
aborrecidos señores, menos propensos a embotar su mirada en la lisura de
la luna y a descifrar en largo llanto suelto la fugacidad de los ríos,
hicieron hondas incursiones en las letras inglesas, talando toda
exuberancia retórica con desengañada impiedad. Jonathan Swift obró a
manera de un fuerte ácido en la elación de nuestra humana esperanza y el
Mikromegas y el Cándido de Voltaire no son sino abaratamiento de su
serio nihilismo; Lorenzo Sterne desbarató la novela con su jubiloso
manejo de la chasqueada expectación y de las digresiones oblicuas,
veneros hoy de numeroso renombre; Bernard Shaw es la más grata Realidad
de las letras actuales. De Joyce diré que ejerce dignamente esa
costumbre de osadía.
Su vida en el espacio y en el tiempo es
abarcable en pocos renglones, que abreviará mi ignorancia. Nació el
ochenta y dos en Dublín, hijo de una familia prócer y piadosamente
católica. Lo han educado los jesuitas: sabemos que posee una cultura
clásica, que no comete erróneas cantidades en la dicción de frases
latinas, que ha frecuentado el escolasticismo, que ha repartido sus
andanzas por diversas tierras de Europa y que sus hijos han nacido en
Italia. Ha compuesto canciones, cuentos breves y una novela de
catedralicio grandor: la que motiva este apuntamiento.
El Ulises
es variamente ilustre. Su vivir parece situado en un solo plano, sin
esos escalones ideales que van de cada mundo subjetivo a la objetividad,
del antojadizo ensueño del yo al transitado ensueño de todos. La
conjetura, la sospecha, el pensamiento volandero, el recuerdo, lo
haraganamente pensado y lo ejecutado con eficacia, gozan de iguales
privilegios en él y la perspectiva es ausencia. Esa amalgama de lo real y
de las soñaciones, bien podría invocar el beneplácito de Kant y de
Schopenhauer. El primero de entrambos no dio con otra distinción entre
los sueños y la vida que la legitimada por el nexo causal, que es
constante en la cotidianidad y que de sueño a sueño no existe: el
segundo no encuentra más criterio para diferenciarlos, que el meramente
empírico que procura el despertamiento. Añadió con prolija ilustración,
que la vida real y los sueños son páginas de un mismo libro, que la
costumbre llama vida real a la lectura ordenada y ensueño a lo que
hojean la indiligencia y el ocio. Quiero asimismo recordar el problema
que Gustav Spiller enunció (The Mind of Man, p. 322-3) sobre la realidad
relativa de un cuarto en la objetividad, en la imaginación y duplicado
en un espejo y que resuelve, justamente opinado que son reales los tres y
que abarcan ocularmente igual trozo de espacio.
Como se ve, el
olivo de Minerva echa más blanda sombra que el laurel sobre el venero de
Ulises. Antecesores literarios no le encuentro ninguno, salvo el
posible Dostoiewski en las postrimerías de Crimen y Castigo, y eso,
quién sabe. Reverenciemos el provisorio milagro.
Su tesonero
examen de las minucias más irreducibles que forman la conciencia, obliga
a Joyce a restañar la fugacidad temporal y a diferir el movimiento del
tiempo con un gesto apaciguador, adverso a la impaciencia de picana que
hubo en el drama inglés y que encerró la vida de sus héroes en la
atropellada estrechura de algunas horas populosas. Si Shakespear –según
su propia metáfora– puso en la vuelta de un reloj de arena las proezas
de los años, Joyce invierte el procedimiento y despliega la única
jornada de su héroe sobre muchas jornadas de lector. (No he dicho muchas
siestas.)
En las páginas del Ulises bulle con alborotos de
picadero la realidad total. No la mediocre realidad de quienes sólo
advierten en el mundo las abstraídas operaciones del alma y su miedo
ambicioso de no sobreponerse a la muerte, ni esa otra media realidad que
entra por los sentidos y en que conviven nuestra carne y la acera, la
luna y el aljibe. La dualidad de la existencia está en él: esa
inquietación ontológica que no se asombra meramente de ser, sino de ser
en este mundo preciso, donde hay zaguanes y palabras y naipes y
escrituras eléctricas en la limpidez de las noches. En libro alguno
–fuera de los compuestos por Ramón– atestiguamos la presencia actual de
las cosas con tan convincente firmeza. Todas están latentes y la dicción
de cualquier voz es hábil para que surjan y nos pierdan en su brusca
avenida. De Quincey narra que bastaba en sus sueños el breve
nombramiento consul romanus, para encender multisonoras visiones de
vuelo de banderas y esplendor militar. Joyce, en el capítulo quince de
su obra, traza un delirio en un burdel y al eventual conjuro de
cualquier frase soltadiza o idea, congrega cientos –la cifra no es
ponderación, es verídica– de interlocutores absurdos y de imposibles
trances.
Joyce pinta una jornada contemporánea y agolpa en su
decurso una variedad de episodios que son la equivalencia espiritual de
los que informan la Odisea.
Es millonario de vocablos y estilos.
En su comercio, junto al erario prodigioso de voces que suman el idioma
inglés y le conceden cesaridad en el mundo, corren doblones castellanos y
siclos de Judá y denarios latinos y monedas antiguas, donde crece el
trébol de Irlanda. Su pluma innumerable ejerce todas las figuras
retóricas. Cada episodio es exaltación de una artimaña peculiar y su
vocabulario es privativo. Uno está escrito en silogismos, otro en
indagaciones y respuestas, otro en secuencia narrativa y en dos está el
monólogo callado, que es una forma inédita (derivada del francés Edouard
Dujardin, según declaración hecha por Joyce a Larbaud) y por el que
oímos pensar prolijamente a sus héroes. Junto a la gracia nueva de las
incongruencias totales y entre aburdeladas chacotas en prosa y verso
macarrónico, suele levantar edificios de rigidez latina, como el
discurso del egipcio a Moisés. Joyce es audaz como una proa y universal
como la rosa de los vientos. De aquí diez años –ya facilitado su libro
por comentadores más tercos y más piadosos que yo– disfrutaremos de él.
Mientras, en la imposibilidad de llevarme el Ulises al Neuquén y de
estudiarlo en su pausada quietud, quiero hacer mías las decentes
palabras que confesó Lope de Vega acerca de Góngora: Sea lo que fuere,
yo he de estimar y amar el divino ingenio deste Cavallero, tomando del
lo que entendiere con humildad y admirando con veneración lo que no
alcanzare a entender.
El 3 de febrero de 2019 el
joven candidato presidencial Nayib Bukele se alza con la victoria electoral en
primera vuelta. Y esto sucede contra todo el pronóstico de la derecha, pero de
acuerdo con los resultados de múltiples encuestas de opinión. ARENA se negaba a
creer lo que le gritaba la realidad, y confundió deseos con realidades,
creyendo que con giras turísticas diarias de su candidato presidencial Carlos Calleja
iban a resolver el problema del desgaste político prolongado y así lograr el
triunfo electoral.
La pretensión de comprender esta
victoria electoral de Nayib Bukele, a partir de su perfil ideológico o
mediático en su caso, no logra explicar
la complejidad de este vertiginoso
ascenso al poder político así como su proyecto político.
Considero más adecuado tomar
en cuenta sus intereses y necesidades como marco exploratorio para captar su
visión política, fuertemente influenciada por altas dosis de pragmatismo y
espectacularidad, controversia y eclecticismo, contracultura, local e
internacionalmente, que acompañaran y marcaran su gestión como gobernante en el
quinquenio 2019-2024. Su referente no es
Marx ni Weber sino Bismarck.
Nos encontramos claramente
ante una nueva recomposición del bloque hegemónico, -ante el colapso del bloque
anterior surgido en 1992-que fue iniciada desde el gobierno de Saca y hoy
se cristaliza en el triunfo de Bukele, y que es el resultado en el plano político de
los profundos cambios económicos y sociales que por una parte, han desplazado a
los viejos poderes oligárquicos y por la otra, del fracaso en consolidar vía
electoral un poder popular.
Representará una vía de centro-izquierda
y pro mercado (socialdemócrata) en oposición a la izquierda de los gobiernos
nucleados en el ALBA.Es además un
bonapartismo sui generis el que presenciaremos del 2019 al 2024. El gobierno Bukele será anti oligárquico pero
no antiimperialista; pro empresarial pero no necesariamente neoliberal.
Y sucede en el marco de una
ofensiva planetaria conservadora que llevó a la presidencia de Estados Unidos a
Trump, que ha barrido con gobiernos de izquierda y centro-izquierda en Sudamérica
(Brasil, Argentina, Chile) y que mantiene en jaque a los gobiernos de Venezuela
y Nicaragua, integrantes del ALBA.
Es a partir de criterios de
intereses y necesidades que elaboro las
siguiente reflexiones sobre posibles y diversas áreas del accionar del nuevo régimen, en particular su
perspectiva internacional, de seguridad, económica y de lucha contra la
corrupción. , tomando en cuenta que Nayib Bukele pasa a controlar una parte
estratégica del Estado, el ejecutivo, el gobierno.
Y tomando en consideración
que presenciamos el nacimiento de un nuevo bloque de poder en el país hegemonizado políticamente por el
partido Nuevas Ideas y socialmente por
sectores no oligárquicos del capital local, en particular de origen árabe y la
determinante influencia del capital transnacional. Asistimos a la recomposición
del bloque hegemónico también a nivel regional centroamericano, presenciamos el cierre de un ciclo
histórico.
También seguramente
presenciaremos el debilitamiento de la dimensión ideológica del conflicto
político, -aunque no de la controversia-que resaltó en el caso de los gobiernos
del FMLN y de ARENA.
Un elemento importante a
tomar en cuenta en el análisis es el papel de Estados Unidos, en particular de
la administración Trump. El apoyo estadounidense a Nayib Bukele divide y confunde a la derecha
salvadoreña, incluso coloca a sus tanques de pensamiento, como FUSADES, (el
instrumento ideológico), en la necesidad confesa de respaldar al nuevo
gobierno, y dar un viraje en sus respaldos políticos. Otros se subirán tarde o
temprano a esta ola.
La misma ANEP, (el instrumento
gremial), e incluso ARENA, (el
instrumento político), tendrán que reevaluar sus posturas de choque y quizás
incluso dar a regañadientes “el beneficio de la duda” al nuevo gobierno. La
otra perspectiva de ARENA es el choque frontal, que al final seguramente
terminara por provocarle un mayor desangramiento, en las próximas elecciones
legislativas y municipales de 2021.
En este contexto es
significativo que el clan empresarial Calleja es el que no se ha regionalizado
y su prioridad sigue siendo nacional,
pero su control de ARENA está en disputa por el clan empresarial Simán, de
origen árabe, y ya transnacionalizado. A
continuación examinamos el contexto internacional; las fortalezas (cañones) de
Nayib Bukele; sus retos principales, así
como los desafíos del movimiento popular en esta nueva coyuntura y algunas
conclusiones.
1. La
visión internacional
1.1 Un viaje programático: la gira en marzo a las
ciudades de México y Washington
La primera gira de Nayib
Bukele ya como presidente electo no es casual y responde a las líneas maestras
de su política exterior: priorizar las relaciones con México y Estados Unidos.
Con México porque se trata –entre otras razones-de un gobierno de izquierda y
con Estados Unidos por múltiples motivos, que incluyen una fuerte presencia de población salvadoreña en su territorio y su
estratégico perfil comercial con nuestro país.
En su visita a AMLO en
México su interés era posicionarse como aliado y lo logró. Como resultado de
esta gira el próximo gobierno Bukele se integrara a diversas iniciativas
mexicanas regionales.
En su gira a Estados Unidos
el elemento espectacular –que forma parte de su estilo- fue pronunciar un
discurso y ser aplaudido en las entrañas
del poder ideológico de la ultraderecha estadounidense, nada menos y nada más
que en la mítica fundación Heritage; y reunirse con el secretario de seguridad
del gobierno Trump.
USA respalda una agenda basada en tres pilares: lucha
contra la corrupción, contra la delincuencia (pandillas) y contra la migración
de salvadoreños hacia USA. Estas son las preocupaciones y pesadillas de
Washington con respecto a El Salvador y Centroamérica.
Esto los vincula al programa
político de Nayib Bukele, son
coincidencias básicas que difícilmente las hubieran tenido con Calleja y muchos menos con Martínez, con el
primero por su vinculación a los intereses del núcleo oligárquico que necesita
la migración y el segundo, porque aunque
lo hubiera deseado, su partido le hubiera bloqueado esta posibilidad de ver
exclusivamente hacia el norte. La mirada del FMLN es hacia el sur.
Nayib Bukele incursionó en
el poder ideológico y en el poder político del imperio. Buscaba el
reconocimiento y lo logró. Fue una lección clásica de realpolitik a lo
Bismarck, no son consideraciones morales
ni ideológicas, filosóficas ni teóricas,
las que impulsan sus acciones, sino el obtener logros prácticos,
resultados, éxitos, beneficios para su gestión gubernamental.
Se presentó como un socio,
no como un adversario, desplegó coincidencias y ocultó diferencias. En buen
salvadoreño, optó tácticamente por sobarle el lomo a la bestia. Y esa será su
tónica. Y explica porque en ambas reuniones no tuvo reparos en criticar a
Venezuela, Nicaragua y la República Popular China, lo que es música celestial
para los oídos de la derecha estadounidense.
Por otra parte, en la región
Nayib convertirá a El Salvador en santuario de los movimientos opositores guatemaltecos (contra Morales),
hondureños (contra JOH) y nicaragüenses
(contra Ortega). Una prueba de esto es su alianza con el movimiento político
guatemalteco Semilla y su máxima dirigente, la abogada Thelma Aldana, ahora
candidata presidencial, con amplias perspectivas de éxito en ese país.
Los cañones
de Nayib Bukele
El presidente electo, que
asumirá el 1 de junio, Nayib Bukele, cuenta con un poderoso capital político que es
el resultado de seis elementos, de seis
cañones.
2.1 Un respaldo
popular mayoritario
El primero es el innegable
respaldo popular mayoritario, particularmente de jóvenes, que se expresó en las urnas y que tuvo a la
base el desgaste político tanto de ARENA como de los diez años de gobierno del
FMLN; Nayib se alzó con la victoria en una campaña electoral en la que visitó
muy poco el territorio y sin contar con organización partidaria.
2.2 El ingrediente étnico: lo árabe-palestino
El segundo es que representa
a un sector del capital no oligárquico, a un sector del capital árabe, y seguramente también a sectores del capital
trasnacional que ocupan las principales
plazas de la economía nacional, incluyendo energía y telecomunicaciones, y que
seguramente estarán representados en su gabinete. El ingrediente étnico, no
obstante diferencias políticas con otros, es un factor cohesionador. Lo étnico
pesa, crea poderosos e insospechados puentes.
2.3 El respaldo de la diáspora
El tercero es el respaldo de
la comunidad salvadoreña de la diáspora, que constituye un inmenso potencial de
desarrollo, en la medida que las remesas familiares dejen de ser exclusivamente
fuente principal de acumulación de los
sectores importadores y comerciales del gran capital, y se conviertan en
herramienta de promoción de alternativas
productivas, que impacten en los sectores informales, y de la micro, pequeña y
mediana empresa. Es la posibilidad de un nuevo eje de acumulación.
2.4 El apoyo de Estados Unidos y de México
El cuarto es el respaldo de
los gobiernos de Estados Unidos y de México, el primero de ultraderecha (Trump)
y el segundo de izquierda democrática (AMLO). Hay coincidencia de intereses.
Mantener este respaldo va garantizarle el apoyo de Japón, Corea del Sur y la
Unión Europea. Así como la posibilidad de ruptura con Venezuela y Nicaragua y
el posible enfriamiento o incluso ruptura de relaciones con la República
Popular China.
2.5 La continuidad del enfrentamiento contra ARENA
El quinto es la necesidad de
mantener vigente el discurso programático novedoso, de ruptura, la polémica que
debe de seguir en un plano seductor de los sectores populares garantizando
nuevos ejes de interés y de expectativa; y a la vez de enfrentamiento político
con el bloque opositor. Y el manejo de
las redes sociales como clave para enfrentar a los medios tradicionales.
2.6 Presencia en Asamblea Legislativa
Y finalmente Nayib Bukele cuenta
con una representación legislativa (GANA-CD), que aunque minoritaria, le permitirá
incidir con propuestas y que será vital
en estos dos años que quedan para poder modificar la actual correlación
legislativa, que favorece a ARENA. ARENA
no solo cuenta con esta influencia parlamentaria sino también con el control
municipal de las principales ciudades del país, con influencia determinante en
la Corte Suprema de Justicia y sobre los medios escritos y televisivos de
comunicación social.
3. Los retos de Nayib Bukele
El presidente electo Nayib
Bukele enfrenta variados y complejos retos hacia futuro. En particular los de
garantizar la recuperación de la tranquilidad ciudadana, de enfrentar la
corrupción, de promover niveles de inversión que permitan empleos de calidad; y
disminuir los flujos ciudadanos hacia Estado Unidos y mantener y de ser posible
aumentar los programa sociales. Cada uno de estos problemas esta
interrelacionado. La solución de uno contribuye a la solución de todos y
viceversa. No son retos fáciles sino que cada uno de estos problemas es
complejo y llevara tiempo. No habrá soluciones mágicas.
3.1 La tranquilidad ciudadana.
Los acuerdos de Paz de 1992 concluyen
la guerra política pero inauguran la guerra social. Y a esta altura los niveles
de violencia provocados por la delincuencia, en particular por las pandillas
son críticos. Tanto los gobiernos de ARENA (20 años) como los del FMLN (10
años) hicieron uso de la represión para enfrentar este problema y fracasaron.
Se necesita priorizar la prevención y fundamentalmente elevar los niveles de
vida de las comunidades afectadas, que aunque focalizadas cubren los 14
departamentos del país.
Esto necesita de recursos y
de acompañamiento social. Es un proceso a mediano y largo plazo. El reto es el de
reconstruir el tejido social y la presencia del estado en esas comunidades. Un
peligro es que al priorizar la prevención se perciba popularmente que se le
están haciendo concesiones a las pandillas y esto bloquee este proceso. Un
peligro latente será la tentación siempre presente de recurrir a la represión
para conquistar aplausos de los sectores populares.
El tratamiento hacia las
poderosas pandillas juveniles (maras) está marcado desde una óptica
estadounidense por la amenaza y el
peligro es que Nayib compre este discurso y continúe la militarización como
estrategia principal. Esto será inaceptable para el movimiento popular y le provocará un seguro desgaste.
3.2 La lucha contra la corrupción.
El aprovechamiento del
Estado por parte de funcionarios gubernamentales y privados para el
enriquecimiento personal tiene larga historia y parece incluso haber echado
fuertes raíces en el imaginario social en la famosa frase de “a mí no me den,
pónganme donde hay.” Es por esto que la propuesta de establecer una CICIES, una
comisión internacional para investigar la corrupción, levanta fuertes protestas
de fuerzas interesadas en que esto no
suceda. En esto va ser por lo tanto clave el respaldo popular y la
participación de la ONU y la OEA. Pero va ser un proceso, y llevará tiempo, y
la derecha seguramente tratará de bloquear este proyecto. Un peligro latente
será la tentación de realizar compromisos con la derecha de impunidad para
garantizar estabilidad política.
3.3 La búsqueda de la inversión extranjera
El Salvador lleva décadas
con bajos niveles de crecimiento económico, y en esto juega un papel clave, entre
otros, los bajos niveles de inversión
extranjera. La atracción de compañías que garanticen empleos de calidad es un
desafío, pero influenciado negativamente por el nivel académico de nuestra
población laboral. Un peligro latente
será la tentación de atraer capitales golondrina que llegan, explotan y se van.
3.4 La
migración hacia Estados Unidos.
A partir del conflicto
armado (1980-1992) el flujo poblacional hacia Estados Unidos y el
correspondiente envió de remesas familiares vino a modificar el panorama
económico y social, pasando de una economía agro-exportadora a una economía
basada en los servicios, que origina una cultura consumista. Son casi tres
millones de salvadoreños y salvadoreñas viviendo en Estados Unidos. Y nuestra gente emigra porque literalmente son
expulsados por este sistema capitalista dependiente que los condena a la
pobreza extrema y a la violencia. Huyen
en busca de trabajo y seguridad. Un
peligro latente será la tentación de diseñar estrategias represivas para
cumplir compromisos con gobiernos mexicano y estadounidense de parar el flujo
migratorio.
Mientras para los sectores
dominantes salvadoreños la “exportación de gente” resulta ser un jugoso y
lucrativo negocio, pilar de la acumulación capitalista, y fundamento del
despliegue de una cultura consumista para llenar sus centros comerciales; para
ciertos sectores de poder los Estados Unidos este fenómeno se utiliza
electoralmente como un problema de seguridad nacional, que deben de resolver
para garantizar así unas fronteras seguras frente al enfrentamiento global con la
República Popular China. Esto crea un
conflicto entre las necesidades de seguridad estadounidense y las necesidades
de acumulación oligárquica. Esto hace
que el gobierno USA necesite cerrar el flujo migratorio.
Esto crea una contradicción
secundaria entre los intereses de los sectores oligárquicos y los del imperio
estadounidense. Es en este marco que se inserta el respaldo que adquiere la
agenda de Nayib Bukele desde diversos centros de poder en Estados Unidos, incluyendo a la
conservadora Heritage Foundation, y reconocidos halcones de la administración Trump.
3.5 Los programas sociales.
Los programas sociales que
en la actualidad benefician a niños y niñas, adolescentes y jóvenes, mujeres y
adultos mayores son conquistas populares que no pueden ser revertidos sino que
necesitan ampliarse e institucionalizarse. Un peligro latente será la tentación
de diseñar estrategias para debilitar o incluso suprimir algunos de estos
programas alegando falta de recursos del Estado. Contribuye desde ya a este
propósito la decisión legislativa de ARENA de aumentar el FODES del 8 al 10 por
ciento del presupuesto nacional.
4.Los desafíos como movimiento popular
La lucha y la organización
popular es la garantía de atravesar este momento complejo en que entra en
disputa el rumbo del próximo gobierno como expresión de un nuevo momento
histórico. Va depender de nuestra capacidad de incidir para evitar que este se
oriente fundamentalmente hacia la derecha internacional y nacional y para que
asuma compromisos históricos de transformación social que siguen vigentes desde
el conflicto armado.
Es fundamental para una
recomposición de las fuerzas de izquierda en sus diversos componentes sociales,
religiosos, académicos, culturales y políticos, lo siguiente:
a) Desenlace orientado a la lucha popular de las
elecciones internas del FMLN b)
Que los programas sociales se conviertan en espacios de organización de los
sectores populares
c)
Fortalecer los instrumentos de lucha a nivel de estado, economía y sociedad. d)
Buscar compromisos con el nuevo gobierno, como el rechazo a la privatización
del agua, mantenimiento de programas sociales, reformas a las pensiones y evitar que se apruebe una
Ley del Servicio Público represiva y pro
patronal.
Conclusiones
Como movimiento popular,
como izquierda social, tenemos el
desafío de la defensa de los programa
sociales, de defender el derecho a emigrar pero fundamentalmente el derecha a vivir
dignamente en nuestra patria; empleos de
calidad, eliminar corrupción y seguridad en nuestros vecindarios rurales y
urbanos.
Este 1 de mayo de 2019 es
una oportunidad magnífica para dar una demostración, de unidad sindical y
popular (ojala una sola marcha), de fuerza y de exigencia de una plataforma de
reivindicaciones que incluya no privatizar el agua, reforma de pensiones,
contra el alto costo de la vida, contra
los feminicidios, juicio a los crímenes de guerra, por un aumento salarial
generalizado y rechazo a la Ley de Servicio Público.
Derecha salvadoreña reinicia campaña electoral hacia
el 2021
La reciente victoria
legislativa de ARENA de aprobar un aumento del 8% al 10% del presupuesto nacional
para las alcaldías, señala inequívocamente el reinicio de la campaña electoral
hacia las próximas elecciones legislativas y municipales de 2021.
Estos serán fondos frescos
que además de debilitar financieramente al nuevo gobierno de Nayib Bukele,
permitirá realizar obras y quizás así evitar que les arrebaten los gobiernos
locales de San Salvador, Santa Ana, Santa Tecla, Soyapango, Apopa, Ciudad
Delgado, Sonsonate y el emblemático Antiguo Cuscatlán.
La pérdida en ARENA de dos
elecciones presidenciales consecutivas, 2009 y 2014, coloca a esta formación
política en una situación complicada, no obstante su actual presencia
legislativa y municipal. Este es el horizonte político en el que aparece la
actual crisis de este partido.
Y es que la avalancha del 3
de febrero golpeó profundamente a ARENA. Y por lo tanto el principal partido de
derecha también se ve obligado a reinventarse para sobrevivir y continuar
siendo el principal instrumento político en defensa de los intereses de la
oligarquía salvadoreña.
A continuación exploramos el
trasfondo histórico, político de esta situación, las diversas expresiones
sociales de la derecha salvadoreña, con énfasis en los desafíos que tiene
planteados el partido ARENA en lo que podría ser quizás su última crisis,
desencadenada por su segunda derrota en elecciones presidenciales y por los
previsibles resultados negativos del 2021.
Los múltiples rostros de la derecha salvadoreña
A lo largo de la historia la
derecha se ha manifestado principalmente en cuatro expresiones. Ha existido una
derecha empresarial, una derecha militar, una derecha académica, y una derecha
religiosa. En términos de conducción política del Estado manejaron cinco instrumentos:
Pro-Patria (1931-1944), Partido Unificado Social Demócrata, PUSD (1945-1948) , Partido
Revolucionario Unificación Democrática, PRUD (1948-1960), Partido de Conciliación
Nacional, PCN (1961-1979-actualidad) , y
Alianza Republicana Nacionalista, ARENA (1981-actualidad).
La derecha
académica
Con respecto a la derecha académica es de reciente
surgimiento. Su primera expresión fue la creación de la jesuita Universidad
Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) en 1965 como un proyecto conservador para
disputar la hegemonía en la educación superior a la “izquierdista” Universidad
de El Salvador, UES. Posteriormente surge en septiembre de 1977 la Universidad
José Matías Delgado, administrada por el intelectual David Escobar Galindo.
Y en 1994 luego de los
Acuerdos de Paz, surge en Santa Tecla estrechamente vinculada a la familia Poma, la Escuela Superior de Economía
y Negocios, ESEN, así como importantes tanques de pensamiento nacidos durante
el conflicto armado, como la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico
y Social, FUSADES, creada en 1983 por la
AID y la Fundación Empresarial para el Desarrollo Educativo, FEPADE, fundada en
1986.
La derecha
religiosa
En relación a la derecha
religiosa, conservadora, mantuvo históricamente
hasta mediados de 1960 el control ideológico de la Iglesia católica Romana. A
partir de esa fecha se produce en su seno una división entre sectores
conservadores y partidarios de las nuevas corrientes de la Teología de la
Liberación. Con el asesinato en marzo de 1980 de Monseñor Romero la “Iglesia
Popular” se debilita y es desplazada de la conducción institucional.
Durante el desarrollo de la
Guerra Popular Revolucionaria (1980-1992) sectores de la iglesias evangélicas
de naturaleza conservadora (Tabernáculo Bíblico Bautista “Amigos de Israel.”,
Misión Cristiana Elim, Iglesia Luz del Mundo, Asambleas de Dios, etc.) pasan a
ocupar el espacio dejado por las comunidades eclesiales de base católicas y sus
celebradores de la palabra, que se ven diezmados
por la represión gubernamental.
La derecha
militar
En el caso de la derecha
militar conduce el estado desde diciembre de 1931 hasta mayo de 1982, en
términos formales, y hasta enero de 1992 en términos reales. La derecha militar
en tanto dictadura militar practicó diversas
modalidades de gobierno entre estas el gobierno unipersonal, y las
juntas y consejos militares.
Los golpes de estado
definían la sucesión generacional y a la vez la construcción de un nuevo
instrumento político electoral. El General Maximiliano Hernández Martínez fue
el Jefe Supremo del partido Pro-Patria.
Duró este partido de 1934 a 1944. En mayo de 1944 surge el Partido de
Unificación Social Demócrata.
En 1948 surge el Partido
Revolucionario Unificado Demócrata, PRUD; vinculado al golpe de estado “de los
Mayores” de diciembre de 1948. Duró de 1948 a octubre de 1960, cuando fue
disuelto por otro golpe de estado. En1961 surge el Partido de Conciliación Nacional,
PCN, que es “disuelto” en octubre de 1979 en un nuevo golpe de estado de la Juventud
Militar, pero logra sobrevivir hasta nuestros días. En síntesis la derecha
militar gobernante construyó a lo largo
de sesenta años cuatro expresiones políticas: Pro-Patria, el PUSD, el PRUD, y
el PCN.
3.1 El Partido Patriótico Nacional (Pro-Patria) [1]
El Partido Patriótico
Nacional (Pro-Patria) con su “Jefe Supremo” surge en julio de 1934 como resultado de una alianza entre sectores
militares conducidos por el General Maximiliano Hernández Martínez y un grupo
de “profesionales, terratenientes y empresarios” interesados en que Martínez
continuara como presidente del país, incluso si esto significaba la ruptura del
orden constitucional, que prohibía la reelección, ante lo cual diseñaron una
imaginativa “solución legal” consistente en que depositara por un momento
(agosto de 1934) el mando presidencial en el vicepresidente, para poder
participar en las elecciones presidenciales de enero de 1935.
Este grupo representativo de
las “fuerzas vivas” del país, se constituye en julio de 1934 en la primera
directiva nacional (Consejo Supremo) del Pro-Patria, y lo integran:
-Dr. Rodrigo Samayoa,
abogado, excompañero de Martínez en la Facultad de Derecho de la UES, casado
con Celina Rivas, padre de los hermanos Mauricio (1949-2015) y Rodrigo Samayoa Rivas. El primero ingeniero y banquero,
presidente de la aseguradora SISA y del
Banco Cuscatlan. El segundo abogado, gobernador departamental de San
Salvador, diputado de ARENA y luego de
GANA. -Dr.
Atilio Peccorini, migueleño, casado con Ana Delfina Letona, nacido en 1883, abogado y terrateniente del oriente del país,
propietario de la Hacienda La Estancia, en el municipio de Moncagua. Padre del filósofo anticomunista Francisco
Peccorini Letona., 1915-1989, que fue
“ajusticiado” por el FMLN. -Dr.
Francisco Antonio Reyes, santaneco, casado con Luz Regalado, hermana menor del
General y terrateniente cafetalero Tomás Regalado. -Federico
Escalón Rodríguez, hijo del expresidente salvadoreño Pedro José Escalón, (1903-1907)
terrateniente cafetalero de Santa Tecla
-Gustavo Alejandro
Vides Valdés, terrateniente cafetalero santaneco, propietario de finca Las
Cruces
El Partido
de Unificación Social Demócrata, PUSD[2]
Surge al calor de la
apertura democrática provocada por el derrocamiento del General Martínez en
mayo de 1944. Y es precisamente en ese mes en el que surgen diversas
expresiones partidarias luego de trece años de un solo partido oficial, el
Pro-Patria. En este caso su líder máximo es el General Salvador Castaneda
Castro (1888-1965), que compite en febrero de 1945 como candidato único para la
presidencia y que es luego derrocado por
el “golpe de los Mayores” del 14 de diciembre de 1948.
3.3 El
Partido Revolucionario de Unificación Democrática, PRUD[3]
La primera directiva del
Partido Revolucionario de Unificación Democrática,
de agosto de 1949 estuvo integrada por:
-Mayor Oscar Osorio, agregado
militar en México, dirigente máximo del PRUD y presidente de El Salvador (1952-1956). -Dr. Reynaldo Galindo
Pohl, abogado, participante en el Comité de Huelga Estudiantil que convocó en
mayo de 1944 a la Huelga de Brazos Caídos que logró el derrocamiento del
General Martínez
-Ing. Atilio García-Prieto Bustamante, terrateniente migueleño (1911-2004)
El día 30 de septiembre de
1961, con la asistencia de más de cien personas entre profesionales,
agricultores, comerciantes, empleados y obreros provenientes de las distintas
zonas del país, quedó constituido el PARTIDO DE CONCILIACION NACIONAL. La Directiva
provisional del Partido de Conciliación Nacional, quedó integrada por:
Secretario General: Doctor José Vicente
Vilanova; Secretarios Adjuntos, Doctor José Italo Iammatei y Bachiller
Roberto Morán López; Secretario de Finanzas, Doctor Antonio Belismelis Alvarez,
Secretario de Propaganda, Doctor Francisco José Guerrero, Secretario de Relaciones
Públicas, Don Rafael Solórzano Morán.
El tres de octubre de 1961,
el PCN realiza una concentración pública con la asistencia del Teniente Coronel
Julio Adalberto Rivera, y dan a conocer los objetivos del partido, recibiendo
el respaldo de los gremios cafetalero, algodonero, azucarero, ganadero y cerealero.
El jueves 12 de octubre de 1961, el PCN
lanza su primer manifiesto público «UNIDOS PARA SALVAR A LA PATRIA»,
en el que invita a unirse a sus filas en forma serena y desapasionada para
servir a la patria.[5]
El PCN, conocido como
partido de las manitas, tuvo cuatro
presidentes: Coronel Julio Adalberto
Rivera (1962-1967); General Fidel
Sánchez Hernández (1967-1972) ; Coronel Arturo Armando Molina (1972-1977) y General
Carlos Humberto Romero (1977-1979).
La derecha empresarial
En el caso de la derecha
empresarial, un antecedente histórico es la Asociación Cafetalera de El
Salvador, creada en diciembre de 1929 y todavía existente. En septiembre de 1966 surge la Asociación Nacional de la Empresa Privada,
ANEP, como su representante gremial. Es de señalar que la oligarquía
agro-exportadora, es desplazada por los militares desde 1930 de la conducción del estado. En 1944 otro
antecedente histórico es el Partido Agrario, así como desde 1966 hasta su
desaparición en 1989, lo es el Partido
Popular Salvadoreño, PPS, dirigido por José Francisco Quiñonez Ávila.
Y los sectores oligárquicos vuelven
a retomar el Estado, casi sesenta años después, por medio del partido Alianza
Republicana Nacionalista, ARENA, a partir de junio de 1989 hasta junio de 2009,
cuatro gobiernos empresariales en un periodo de veinte años. Y ese año, no solo pierden el gobierno frente
al FMLN sino también sufren una división en sus filas, y nace el partido GANA.
El Partido Popular
Salvadoreño, PPS surge en 1966 como un esfuerzo desde sectores empresariales
para recuperar directamente la conducción del Estado. Según Zamora representó
“una alternativa conservadora de carácter civilista frente a los partidos de
corte militar.” [7]
Participa en tres elecciones
presidenciales, la primera en 1967 donde
su candidato Álvaro Magaña disputa con el Dr. Fabio Castillo (PAR Nueva
Línea) y el general Fidel Sánchez Hernández (PCN). En 1972 por medio del Dr. José Antonio
Rodríguez Porth contra el democristiano Ing. José Napoleón Duarte (UNO) y el
Coronel Arturo Armando Molina (PCN). Y en 1984 a través de José Francisco
Quiñonez Ávila contra el Ing. José Napoleón Duarte (PDC) y el Mayor Roberto
DAubuisson (ARENA).
“Chico” Quiñonez Ávila,
fundador del PPS, y propietario de la empresa de envoltorios BEMISAL fue
premiado recientemente por COEXPORT. Su hermano, Ricardo Quiñonez Ávila, fue
Ministro de Agricultura durante el gobierno del Dr. Armando Calderón Sol,
1994-1999.
4.2 El partido Alianza Republicana Nacionalista, ARENA[8]
Las cuatro grandes rupturas de ARENA
ARENA se crea el 30 de
septiembre de 1981 con 35 fundadores constituyentes. Entre estos su líder
máximo, Roberto d’Aubuisson (1943-1992) , Ricardo Ávila, Ricardo Valdivieso, Mario Ernesto Molina Contreras, Gabriel “Bibi”
Montenegro, Roberto “Bobby” Daglio (piloto aviador) Emilio Redaelli y el número
dos Fernando Sagrera, entonces de 37
años y piloto aviador especializado en riego de cultivos agrícolas.
Un antecedente inmediato de
ARENA fue el Frente Amplio Nacional, FAN, formado también por el Mayor Roberto
DAubuisson en 1980. Una de las principales acciones del FAN fue la tentativa
fallida de derrocar a la segunda junta de gobierno, lo cual fue frustrada por
la captura en la finca San Luis de Santa Tecla, el 7 de mayo de 1980, de su dirección nacional (doce militares y
doce civiles), incluyendo a DAubuisson y Fernando “El Negro” Sagrera.
La actual crisis de ARENA
entre dos bloques claramente definidos no es una novedad. Durante sus casi 40
años el partido ARENA ha experimentado múltiples conflictos internos. De estos
hemos seleccionado como los más representativos los que tuvieron lugar en 1991,
1996-1997, 2009 y el actual.
1991: el conflicto de la herencia de DAubuisson
En febrero de 1991, ya bajo
el primer gobierno arenero de Alfredo Cristiani, 1989-1994, y a meses de la firma de los Acuerdos de Paz,
ARENA se enfrenta a la crítica situación que su líder máximo padecía de un
cáncer de lengua terminal. La enfermedad y luego la desaparición del fundador
origina tres agrupaciones interesadas en la conducción del barco de ARENA.
Estaban los “duros”
luchadores anticomunistas al mando de Víctor Antonio Cornejo Arango, conocido
como El Maneque; estaban los “modernizantes” que integraban el gabinete de
gobierno y eran conducidos por el banquero infieri Alfredo Cristiani; y estaban
los “pragmáticos” dirigidos por el Dr.
Armando Calderón Sol.
En 1993 los pragmáticos
logran imponerse sobre los tradicionalistas y los modernizantes, con la
candidatura presidencial de su líder Calderón Sol, y posteriormente asumen el
segundo gobierno de ARENA, 1994-1999. Y además asumen la conducción del
partido, a través del empresario Juan José “El Conejo” Domenech, pero bajo el
asedio de los duros y los modernizantes.
La crisis de septiembre 1996 entre maneques y
pragmáticos
En septiembre de 1996 los
ataques de los “maneques” contra Calderón Sol y Domenech salen a luz pública,
rompiendo con el hermetismo que había caracterizado a los grupos en pugna al
interior de ARENA. Logran los “maneques” con el apoyo de muchos alcaldes
areneros, incluso descarrilar el COENA
que se ve forzado a la salida de Domenech y a designar como presidente
“interina” a la santaneca Gloria Mercedes Salguero Gross, entonces presidenta
de la Asamblea Legislativa, y a las cuales los maneques respetaban por su fiero
anticomunismo.
Pero aunque logran la salida
de Domenech no logran que su líder Cornejo Arango pase a integrar el Consejo Ejecutivo
Nacional, COENA, el que se renueva con la integración de la misma Salguero
Gross, de Milena Calderón de Escalón y del entonces joven Walter Araujo, jefe
de la fracción legislativa. Modernizantes y pragmáticos se unieron para
bloquear a los “escuadroneros.” Luego de Salguero Gross asumirá Araujo la
presidencia del COENA. Y en mayo de 2002 Archie Baldochi, presidente además del
Banco Agrícola y ya fallecido.
Frente a esta humillante
derrota, a los “maneques” no les quedo opción más que correr a refugiarse al
PCN. Y así lo hicieron, el mismo Cornejo Arango, el coronel Sigifredo Ochoa
Perez, el Dr. Mauricio Gutiérrez Castro y el exvicepresidente Francisco Merino.
Pero la “revancha maneque” fueron los
resultados de las elecciones legislativas y municipales de marzo de 1997: pérdida de 11 diputados en ARENA, y para el PCN una ganancia de 7
diputados.[9]
Es del grupo pragmático
vinculado a Calderón Sol que en febrero
de 1998 surge la candidatura “sorpresa” de Francisco Flores, entonces
presidente de la Asamblea Legislativa, y con el cual se logra el tercer
gobierno de ARENA, 1999-2004. En este caso, no
obstante la oposición del grupo modernizante dirigido por Cristiani, se
opta por regresar al acuerdo de “lavar la ropa sucia en casa”, de resolver los
conflictos internos de manera secreta. Este certero golpe de mano de Calderón
Sol y de Flores bloqueó las posibles candidaturas del mismo Cristiani, de Oscar
Alfredo Santamaría, de Cecilia Gallardo de Cano e incluso del elusivo empresario
cervecero, Roberto Murray Meza.
En marzo de 2003 ARENA sufre
una aplastante derrota electoral en las elecciones legislativas y municipales,
pero en julio de 2003, Antonio Saca, un
periodista radial usuluteco, de origen palestino, gana en primarias la
nominación presidencial y el siguiente año derrota al candidato presidencial
del FMLN, Schafik Handal, convirtiéndose en el cuarto y último presidente de ARENA, y
dando lugar al nacimiento de una nueva corriente al interior de este partido,
que se volvió rápidamente dominante, en alianza con sectores de la banca y el
comercio importador.
En esos momentos el
presidente del partido era el terrateniente Antonio Salaverría, que fue
sustituido posteriormente por el mismo
Saca. Desde la presidencia Saca se
orientó demagógicamente a los temas sociales, implementando la llamada “Red
Solidaria”, un subsidio a las familias en situación de extrema pobreza.
Ya al filo de 2007 varios grupos
al interior de ARENA le adversaban, entre ellos los llamados Torogoces; los dueños de los canales
TCS y de “El Diario de Hoy” junto a grandes empresarios agropecuarios y
agroindustriales, entre estos Francisco Callejas, dueño de los supermercados
Selectos; otro grupo eran Los Generales: ex-presidentes de la
Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP).Y también estaban Los Apóstoles:
empresarios, políticos e intelectuales que se reunían con el industrial y
banquero Roberto Murray Meza. Entre esos apóstoles se mencionaba a la
ex-canciller María Eugenia Brizuela, a la ex-directora de “La Prensa Gráfica”, Cecilia
Gallardo de Cano y al presidente de FUSADES, Antonio Cabrales.[10]
Ya antes en el 2007, y siendo presidente, diversos
sectores de ARENA objetaban su gestión política, pero Saca como presidente del
COENA y acompañado de Cesar Funes y René Figueroa, mantenía el control del partido junto con poderosos sectores de la banca y
del comercio importador.
2009: una nueva división en ARENA, surge GANA
En marzo de 2009 las
elecciones presidenciales son ganadas por el periodista Mauricio Funes,
candidato del FMLN. ARENA sufre una profunda derrota con su candidato
presidencial, Rodrigo Ávila, seleccionado por el presidente Antonio Saca. Luego
de esta derrota un grupo de 12 diputados de ARENA deciden abandonar este
partido para fundar la Gran Alianza por la Unidad Nacional, GANA. Y lo peor para
ARENA fue que este nuevo partido decide
en aras de la “gobernabilidad” establecer una alianza con el gobierno
del presidente Funes 2009-2014, que se prolonga con el gobierno de Sánchez
Ceren, 2014-2019.
La dirección de ARENA acusa
al expresidente Saca por esta grave división así como de haber “amañado” la
elección de Rodrigo Ávila, por lo que lo someten a un juicio político que
concluye en diciembre de 2009 con su expulsión del partido. Concluyeron los “jueces”
que el COENA no obstante existir 18 candidatos, había bajado línea para que
votaron por Ávila, lo que dejo fuera candidatos como Ana Vilma Escobar
-vinculada a las familias Cristiani y Poma-, Francisco Laínez -ex-presidente de
la ANEP, principal gremio de la empresa privada- y Eduardo Barrientos, fundador
del partido.[11]
En la actualidad el
expresidente Saca se encuentra guardando prisión en Mariona por haberse
declarado culpable por cargos de corrupción.
La última crisis de 2018-19: Simán contra Calleja El capital árabe
contra el capital oligárquico
El presidente del COENA
desde septiembre de 2016 es Mauricio Interiano, acompañado por el diputado
Carlos Reyes (legislador desde 1997), el fundador Eduardo “el Grillo”
Barrientos y la veterana alcaldesa de Antiguo Cuscatlán, Milagro Navas. Este fue un COENA inclinado hacia el
candidato presidencial Calleja. Y hoy se
encuentra en crisis, obligados a convocar a elecciones internas, donde
seguramente recuperaran el poder partidario la alianza empresarial Simán
–Murray Meza-Sagrera-Poma.
Y esta crisis se expresa en
la actualidad en la aparición de un grupo de 2 diputados y 2 diputadas que se
manifiestan con libertad de criterio en términos de votaciones partidarias y
que da la impresión que están a punto de ser expulsados del partido, lo que
provocaría una nueva crisis institucional de ARENA.[12]
Esta crisis del partido
ARENA tiene sus raíces en la disputa que sostuvieron en 2018/2019 los empresarios, Carlos Callejas, hijo del dueño
de supermercados Selectos, y el
textilero Javier Simán[13],
presidente de la Asociación de Industriales, ASI, y miembro del clan Simán, por la candidatura
presidencial de ARENA.
Ambos representan intereses
económicos con origen diverso, el primero de origen europeo y el segundo de origen
árabe. Esta disputa fue ganada en ARENA por el joven Callejas, quien con el
respaldo de su padre, Francisco Calleja, compitió en las elecciones
presidenciales y resultó derrotado frente al también joven Nayib Bukele. Pero
esta situación por segunda vez dividió al partido en callejistas (europeos) y
simanistas (árabes). Ya antes en el 2009 la división fue entre los europeos
Cristiani, Poma, Kriete y el árabe Saca.
Entre los partidarios de
Callejas se encontraban Carlos Reyes, miembro del Coena y actual jefe de la
fracción legislativa; y los alcaldes Milagro
Navas (Antiguo Cuscatlan) , Carmen Elena Calderón de Escalón (Santa Ana) , Ernesto
Muyshondt (San Salvador) , y Roberto DAubuisson hijo,(Santa Tecla) entre otros. Y está el respaldo oligárquico de
Roberto Kriete; del azucarero Tomás Regalado padre e hijo; Juan José y Ernesto
Borja, herederos del Grupo Borja (agroindustria, energía, diario El Mundo,
telecomunicaciones, Sertracen); y Alejandro Dueñas, familia emblemática de la
oligarquía, entre otros.
Alrededor de Javier Simán se
nuclearon a la vez importantes apoyos, entre estos elementos del anterior
equipo de conducción partidaria 2010-2016, dirigido por Jorge Velado, del grupo Poma, con lo que incluso se logra romper la frontera étnica.
Estaba naturalmente su primo Ricardo Simán, presidente de Almacenes Simán; Ricardo
Poma (CEO del Grupo Poma), Ricardo Sagrera (presidente de Hilasal) y Roberto
Murray Meza (presidente de Agrisal).[14]
Ricardo Simán, durante la
crisis anterior contra Saca en el 2009, llevo la voz cantante para reorientar
el rumbo político de ARENA, y para esta tarea contó con el apoyo de precisamente
estos tres empresarios (Murray Meza, Poma y Sagrera) que con base en intereses
comunes, le brindaron esta vez el aval a su primo Javier Simán. En aquella
oportunidad se tomaron el COENA colocando como Presidente a Jorge Velado. Veremos
que sucede en septiembre de este año.
Conclusiones
La derecha salvadoreña no
obstante haber salido debilitada de la última contienda electoral y estar sometidos a la presión de unas próximas elecciones
internas y el reto de elecciones municipales y legislativas en el 2021, cuenta
con múltiples recursos para recomponerse, para reinventarse.
Entre estos está el hecho
que políticamente administran la principal fracción legislativa así como las
principales ciudades del país, lo que les garantiza una presencia pública que
en el caso de ser bien utilizada podría
redundar en réditos políticos y electorales, y volverle la vida difícil
a Nayib Bukele.
Asimismo no obstante que sus
núcleos económicos vendieron empresas emblemáticas como el cemento y la banca,
siguen manteniendo significativa presencia y recursos ya que mantienen en el
control de los medios de comunicación
(periódicos y televisión), bienes raíces, centros comerciales, centros
corporativos, empresas importadoras, etc.
Y fundamentalmente su margen
de influencia ideológica y cultural es significativa, ya que influyen poderosamente en varios
partidos políticos (PCN, PDC) , universidades, centros de pensamiento,
iglesias, medios de entretenimiento (futbol, cine), etc.
Roberto Pineda, San Salvador,
22 de marzo de 2019
[1] Datos tomados de la obra del
insigne historiador Juan Mario Castellanos, El Salvador 1930-1960
[9] Ver artículo de Oscar Martínez Peñate https://www.monografias.com/trabajos88/arena-divisiones-y-protagonismo-politico/arena-divisiones-y-protagonismo-politico2.shtml